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Full text of "Anales históricos de la Medicina en General: Y biografico-bibliograficos de ..."

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HARVARD COLLEGE LIBRARY 




bougrt wtth thb gift of 
Harrison D. Horblit '33 



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]>B LA 



MEDICINA EN GENERAL, 



BIMIAFlCe-NIUWUFIGO N U ISMÜMi IR PttnCIIUI. 

DOCTOR BN FILOSOFÍA, BACBILLEm BN TBOLOCiÍA, UGBNCUDO EN MSDIGIMá T CIRÜflÍA, 
GO1CSULT0B HONORABIO DEL COEIPO DE SANIDAD MILITAB , BX-CATEDBATICO DE ZOOLOAIa 
DEL ■CSEO KAGIOMAL DE GIENCIA8 NATURALES Y DE LA HISTORIA DE LA MBDIGINA ESPA- 
ÑOLA EN EL LIGEO LITERARIO DE MADRID, SOCIO DE NUMERO POR OPOSICIÓN DE LA 
AGADEMU MEDIGO-QUIRURGICA DE TALEN^IA , SOCIO DE NUMERO T DE MÉRITO DE LA DE 
AMICKW DEL PAÍS DE ESTA CAPITAL, PREMIADO TRES VECES. POR SUS TRABAJOS ZOOLÓ- 
GICOS T LITERARIOS POR ESTA ILUSTRE CORPORACIÓN, ACADÉMICO CORRESPONSAL DE LA DE 
CIENCIAS NATURALES Y DE LA NACIONAL ARQUEOLOOICA DE MADRID, DE LaS MEDICO- 
QUIRUR^ICAS PE CASTILLA LA YIEJA , DE LA DE «ALICIA Y ASTURIAS, DE LA DE 
SEVILLA, DB LA |>E MEOICO, DEL INSTITUTO MEDICO DE PABIS, DE LA ACA- 
DEMIA DE MEDICINA Y CIBUCIIA DE BOUBflES , GONDECOBADO CON LA 
CBUZ DE EPIDEMIAS POB LA DEL COLRBA MOBBO ASIÁTICO, CON LA 
DEGABALLBBO DE LA OBDEN AMEBICANA DE ISABEL LA CATO- 
UGA, Y CON OTRAS POR ACCIONES DE GUERRA. 



HISTOIIA DI lA MIDICINA I8FAX0I1, 




i«a« 



TOMO SEGUNDO. 



▼aisncia: 

IMPRENTA DE D. JOSÉ MATEU CERVERA, 

A CÁK60 DB YBIlTimA LlCCH. 



AflO 1845. 



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u- 



HARVARD 
UNIVERSITY' 

LIBi^ART 
FEB 21 1963 



*^ 



INTRODUCCIÓN. 




[oDveDcído^ al concluir los tres primeros tomos de mis Anales hütó^ 
ricos, de que la diversidad de materias que á un mismo tiempo tenia que 
tratar^ no me permitía fijarme en cada una de ellas con toda la -inten- 
sidad que lo haria^ caso de tratarlas por separado ; me determiné á concluir 
la historia general de la medicina^ suspendiendo la de la Medicina Española 
para consagrarme á esta después^ Irbre de otras atenciones. 

Preferí interrumpir la publicación de esta por tener fundadas espe- 
ramas de hacerme entretanto con una colecdon de obras y manuscritos 
preciosos de médicos españoles^ pertenecientes al siglo XVI ^ como efecti- 
vamente asi ha sucedido. 

Habrán visto mis lectores , no sin vergüenza y oprobio de la medicina 
española^ que entre tantos centenares de autores , como he presentado 
en mi Vade-mecum histórico'bibltográfico j redactado á presencia de las ta- 
blas de Agustín Choulant^ del atlas de Casimiro Broussais y de otros biblió- 
grafos , apenad figuran una docena de autores españoles. Habrán visto . 
igualmente que al dar una razón de este hecho^ «1 mismo Casimiro Brous- 
sais dice : ((que la medicina española no ofrece mas que un interés secun- 
dario^ porque no hace mas que seguir el impulso de las otras naciones.» 

Desgraciadamente asi sucede en el sigfo XIX: pero ya que no podemos 
volver por nosotros mismos^ volvamos^ pues^ por nuestros mayores^ dignos 
seguramente de mejor suerte ^ y de presentarlos con todo el brillo que tu- 
vieron^ y que no han debido perder. 

En los siglos XVI y XVII^ en que los ministros de Estado^ los Presiden- 
tes del Consejo^ y aun los mismos monarcas de España no se desdeñaban 
de proclamarse y titularse protectores déla medicina , entonces se publica- 
ron en España muchos cientos de obras ^ y obras voluminosísimas se reim- 



pnmiaii qdi y mu reces: entoDcaí los médicos estrangeros recarrían & 
las obras de aaeitros médicos españolea; en «tas np se encontrabao otru 
citas y autoridades que las de Hipócrates , de Galeoo , de Aviceaa j de los 
médicos españoles de mas celebridad : entonces comerciaban los estrangeros 
con nuestra literatura. 

Ya que por nuestra fatalidad han pasado aquellos tiempos, contentémonos 
con probar que toda la culpa no esté en los médicos españoles en general^ 
lo esti en la falta de protección que de ligio y medio á esta parte nos dis- 
pensan los gobiernos, y lo esté macho mas en aquellos médicos que, habiéd- 
dose colocado por desgracia de la ciencia en puestos donde pudieran haber 
hecho algo en beneficio de ella y de sos profesores, oo solo nada han hecbo 
en ju pro , sino antes por el contrario con sus arbitrariedades é ilegalida- 
des , han contribuido al desdoro de la ciencia , y & desanimar á los qne ha- 
bierao podido hacer alguna cosa por su lustre. 

Por esta y no por otra raion los profesores españoles do publican obras 
de medicina ; por esta raion virimos mas atrasados que los estrangeros , y 
por esta razón, repito, debemos esforxarnos mas para despertarnos del pro- 
fundo letargo en que yacemos. 



CONTEÍÜACION 



BB LA 



c^ 



SEL iSZO'LO ZTZ. 



lUAN BRAVO DE PIÉDRA- 
HITA. El Sr. D. Antonio de Hernán- 
dez Morefon ^ al tratar en sn historia 
hibliografica de la medicina española 
de este célebre médico > se contenta 
con referirnos únicamente los títulos 
de las obras qne escribió , copiándolos 
de la biblioteca de D. Nicolás An* 
tonio (1). 

El Sr. Morejon no debió segura- 
mente yer ninguna de las obras de este 
médico espaftol, pues de lo contrarío 
no pudiera perdonársele el no decir- 
nos nada absolutamente de ellaSj cuan- 
do por otra parte dice «que este mé- 
dico debe ser contado entre los que 
mas trabajaron en pro de los adelantos 
de la ciencia» j fué uno de los varones 
mas esclarecidos de iiu siglo.» 

También duda el Sr. Morejon* 
aunque se inclina á la opinión de Za- 
cuto Lucitano y de D. Nicolás Anto- 
nio, si Bravo fué igualmente el autor 
de los escritos siguientes: De Marsis 



(i) €oiQptfraie Bib. nova de N. A. 
tomo l.*»prfg. 504, col. 1.*, y la hist. b¡- 
bliog. deISr. Morejon, ton. 3.^| pág. 172. 



et PdUs et de vita natura. Esta duda 
me confirma en la idea ya referida de 
que el Sr. Morejon no vio tampoco 
estos escritos, puesto que en su intro- 
ducción dice Bravo basta el motivo 
que le determinó á escribirIos« 

Ignoradas quedarían tanto estas co- 
mo todas las que escribió este célebre 
médico, sí yo no hubiese procurado 
hacerme, no solo con todas las impre* 
sas, si que también con otras muchas 
manuscritas , inéditas j firmadas por 
el mismo Bravo, que pronto daré á 
conocer á mis lectores. 

Juan Bravo fué natural de Piedra- 
Hita, pueblo de Castilla la Vieja. Es- 
tudió la medicina en la universidad 
d^ Salamanca, j en ella tomó la borla 
de doctor , j obtuvo varias cátedras, 
especialmente la de Pronósticos y 
Aforismos de Hipócrates y la de iifa- 
teria médica ; fué médico titular por 
espacio de tres años en sumismo pue- 
blo , cuyo ayuntamiento le asignó un 
gran salario. (Al fin de «la dedicatoria 
al ayuntamiento del tratado de simpU- 
cium medicamentorum .delecta.) 

Escribió varias obras , que son las 
siguientes: 

De h/drophobicB natura , causis. 



•I 



HISTORIA DE LA 



atque medela , líber imus. * luciere 
Joanne Bravo Peirafitano > Scholce 
Salamaticensis publico professore. Ad.. 
amplissimum et Wustrissimum Do" 
minum Petrum Pontíum , Episco^ 
pum Píacentinutn. Salmctnticce armo 
M.D.LXXI apud Joan. Bapt, d 
Terranoifa. 

Habiendo pasado Juaa Bravo á vi- 
sitar ¿ D. Pedro Ponce« obispo de PIa« 
seocia, y preguntado por esté tstando 
UQ dia sobremesa , de dónde provenia 
el veneno de la rabia ; por qué mor- 
dida una persona estaba tanto tiempo 
oculto el virus hidrofóbico , y si era 
cierta la opinión de Aristóteles , que 
todos los animales mordidos J3or un 
perro rabioso, morían escepto el hom- 
bre. Satisfizo tan bien el médico a es- 
tas preguntas^ que el obispo le invitó 
á que escribiese un libro sobre la rabia, 
y que se lo dedicase. Asi lo cumplió. 

SeguD no» dice el mismo Bravo, 
escribió esta obrita eo las vacaciones 
del verano de 1571. 

En esta obrita trata primeramente 
de las cualidades de los perros y de su 
mayor ó menor predisposición i con- 
traer esta enfermedad : cree que se 
desarrolle en ellos espontáneamente^ 
cuyas causas atribuye á las carnes po- 
dridas, al hambre^ y al mucho calor 
(pág. 2.^): prueba que en algunos 
paises es casi epidemia en los perros 
(pág. 3.*). 

Espone la definición de la rabia; que 
según él, es una especie de manía ó 
de furor producido por el virus hidro* 
fób¡co(pág. 3.*). Refiere las opinio- 
nes de los autores sobre la causa de 
aborrecer los rabiosos el agua , y des- 
pués de rebatirlas^ asegura ser una 
antipatía. 

Describe perfectamente las señales 
de los perros rabiosos ; en seguida la 
historia de la hidrofobia en el hombre, 
y en esta parte nada deja por desear. 

Al esponer el pronóstico de la rabia, 
lo considera mortal cuando ha llegado 
i desarrollar los síntomas nerviosos: 
refiere , sin embargo , ct que algunos 



'se curaron bien antes de llegar i este 
periodo (pág. 9.*). 

Divide su curación en esterna ¿ in- 
terna. Entre los remedios tópicos, aun- 
que por de pronto propone agrandar 
la herida, la aplicación de la triaca, 
y la de un pollo ó gallina abiertos 
vivos, aconseja, sin embargo , no de- 
tenerse mucho en estos medios tan 
débiles en un mal tan temible , y 
echar mano.de las ventoáas , la caute- 
rización por el fuego , la succión del 
virus, y la aplicación de sanguijuelas 
á la herida misma (pág> 43): última- 
mente propone la amputación del 
miembro (píg« '44). 

Entre los remedios internos pres- 
cribe la triaca, las sangrías, con tal 
que el enfermo pueda sobrellevarlas 
bien, y el agua fría. Para conseguir 
este objeto, aconseja meter al enfer- 
mo en un baño, ó valerse de un tubo 
ó manga de baqueta, para que ni pue- 
da ver el agua, ni sentir su ruido. Ase- 
gura que de este modo se consiguió el 
que un enfermo bebiese mucha agua, 
' Ademas de estos remedios aconseja 
las lavativas. 

Últimamente confiesa que todos es* 
tos medios son nulos caatido el mal se 
ha desarrollado ; y que todos los es- 
fuerzos del médico deben dirigirse a 
evitar, si es posible, su desarrollo. 

De Marsis et Psylis sen Psylorum 
et Marsonan hominum considera^ 
tio. SalníanticcB Exeudebat Joannes 
Baptista á Terranovaj anno Domini 
M.D.XXI. 

Dice que estando en Bigorra en 
compañía del Ilustrísimo obispo Don 
Pedro Ponee, empezó i cundir la idea 
de que había alguno^ sugetos qué te- 
nían la virtud de curar á las personas 
mordidas de anímales rabiosos ó ve- 
nenosos. Vuelto á Salamanca, se pro- 
puso publicar este escrito para disua- 
dir á las gentes de que no había tales 
hombres, y que los llamados saluda^ 
dores^y no eran mas' que unos bribones 
de mala vida y costumbres; y que aun 
cuando Dios diese esta gracia de onrar^ 



í 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



noeligiriaá estas géotes tan l^ajas j 
tan irreligiosas. 

«Los Uamados saludadores ^ dice, 
SOD anos hombres pervertidos, embus- 
teros^ criminales, entregados á toda 
clase de vicios, y usan de muy malas 
artes para engañar al pueblo. Los que 
se precian de dominar las vívoras y de 
no ser mordidas por ellas, aun cuando 
las tengan en las manos » se valen de 
mil artificios : unos las alimentan con 
carnes, cuya comida les debilita el 
veneno: otros llevan en las manos al- 
gún remedio estupefaciente que las 
atonta y debilita: algunos les arrancan 
con mucha astucia los dientes, ^y en 
este caso no pueden morder : y quie- 
nes, en fin, no han sido tan felices y 
han sido víctimas ante el mismo pue- 
blo del veneno de tales animales.» 

Asegura «que el hombre por medio 
de su imaginación atenta y vehemente 
etsine aUerius adminiculo, puede mu« 
dar y trastornar los cuerpos, y con- 
fundir con solo querer y á su arbitrio 
todos ios elementos del mundo , pro- 
ducir lluvias, nieves y granizo, y en- 
gendrar animales y plantas de alguna 
materia ya dispuesta; producir en el 
cuerpo del hombre mutaciones en bien 
ó en mal, dándoles la salud ó la enfer- 
medad: conocer los humores, agitar 
los espíritus, y determinar muchas 
afecciones (pág. 67 y 68) (I).» 

Fundado en esta creencia , admitió 
la fascinación ó aojamiento , y en 

Crueba de ella cita el ejemplo de su 
ijo Feliciano de edad de quince me- 
ses, el cnal estando bien gordoj sano y 
colorado, fué tomado repentinamente 
de ojo^ y llegó ¿ desesperar de su vida. 
Le curó con la triaca, con las lavativas 
del aloes, y con los miga-panes de vi- 
so aplicados al vientre (pag. 83). 
Refiere en este mismo lugar una 



(i) Si los magnetizadores del siglo 
XIX fanbiesen tenido noticia de esta obri- 
ta, ya nos la habieran citado, tradaciendo 
iflaaginacion , poMnagnetismo* 



epidemia de calenturas pestilentes que 
reinó en Salamanca en 1571, para cu- 
ya curación aprovechó el vino de la 
yerba llamada escorzonera j que se- 
gún Bravo hacia muy poco. tiempo que 
se usaba en España (pág. 87). 

Según estos datos, parece inconce- 
bible que el túédico de Piedra-Hita 
pudiera tener opiniones tan contrarias, 
y que al paso que procuraba ilustrar 
al pueblo sobre la no existencia de los 
llamados saludadores , estuviera él 
obcecado con la fascinación ó aoja- 
miento. 

De i^mi natura (Lh.) 

Dieron ocasión de escribir sobre la 
naturaleza del vino , cuya propiedad 
alexifarmaca reconoce en alto grado, 
los buenos resultados que habia esperi- 
mentado de él en la epidemia referida. 
En la curación de su hijo dio mas im- 
portancia de la que debiera al vino, y 
en la de las calenturas pestilentes su« 
cedió lo mismo. No obstante, se pue- 
de asegurar que no exageró las propie- 
dades del vino , según ste ve en el si- 
guiente pasage , al cual está reducida 
toda la. sustancia de su ohrita. 

«El vino, dice, tomado en modera- 
ción es muy conducente para las en- 
fermedades de rabia y de veneno, por- 
que corrobora las facultades naturales 
y destruye la melancolía ferina. El vi- 
no usado inmoderadamente es muy 
malo, asi como usado bien no solo no 
es malo, sino muy bueno. Sirve para 
la cocción y la digestión ; para la ge- 
neración de la buena sangre; conforta 
el espíritu y lo hace mas confiado , y 
por fin produce buenos humores, des- 
truye los malignos , y los que tienden 
á pudrescer la máquina viviente 
(pá». 18).» 

Trata, también de las diferentes pro- 
piedades del vino blanco , dulce , ne- 
gro y áspero. En esta parte no ofrece 
el mayorinterés. 

Joannis Bravi Petrafitimij doctoris 
medid j et reimediccein Salcunaticen^ 
si academia interpretis. Ve curantü 
rationeper medicamenti pitrgantis ex- 



8 



HISTORIA DE LA 



Mbitionem. Libri III. AdFranciscum 
Mendozium^ Beraguarum ducem y ac 
maris Prcefectum , Aragonim et In^ 
diarum. SalmatiticíB excudehat Cor" 
nelius Bonardus. Anno 1588. 

'Eo la dedicatoria describe Bravo la 
biografía de D. Becnardiiyo de Men- 



dosa, hermano del Daque. Este no sa- 
lo le aceptó so dedicatoria, si que tam- 
bién le dirigió a Bravo nn elocuente 7 
espresivo epigrama, que quiso el mis* 
mo Duque que se pusiese á la cabesa 
de la obra, y es el siguiente: 



Laus , et honor , nomenque tmtm est memorabUe j Brave, 

qui sieyum arte malum pelis Apolínea 
Munus dulce , tui ceu verum pignus amoris 

sumpsimus ^ id prwstans ingenumquefidt. 
Hocque >magis gratum est, quamfratris nomen in Uto 

perpetuos nostri vwet ad usque mes, 
JSiors illum eripuit nobisy utrique dolendum $st 

quod tibí patronus , quod míhifrater abest, 
At tu Pwoniis , quo est nemo peritior'herbis 

hinc soiiH} , nosti, quo meaeare malo* 
Ad.vitain reducem traxisti /ratris honorem 

quo tibi patronus , quo rnihi frater adest. ' 
Frúter utrique deest, sed te medicante, revuni, 

sic tibi patronus , frater et alter ero,. 
Sic fiet , quantus GrcBcis Podalirius olim 

tantus apud nostrof suspiciére viros. 



Divide esta obra en tres libros : en 
el 1 ,^ espone algunas cuestiones gene- 
rales sobre las propiedades de los me- 
dicamentos purgantes: en el %^ ense- 
ña el métooo para administrarlos , j 
en el 3.® trata de los purgantes enpar- 
ticular. 

Se determinó á escribir este tratado 
especial , porque ni Hip., ni Galeno, 
ni Avicena , ni otro autor alguno , se- 
gún dice , habi^ tratado este asunto 
con el interés que se merecia. (In 
praefac.) 

Distingue con toda precisión el me- 
dicamento del alimento : pri^eba que 
no se pueden determinar bien las pro- 
piedades de los medicamentos por el 
olor, ni por el sabor, ni la consistencia, 
ni el color, porque medicamentos do- 
tados de los mismos principios compo- 
nentes, producen en la economía hu- 
mana diferentes efectos (pág. 4). 

Dividió los medicamentos en varias 
clases según los efectos que producian 
administrados estertor ó interiormen- 
te: «en condensantes, emolientes, in- 



durantes, detergentes, atraentes, re- 
pelentep , contrabentes , incrasantes , 
estenuantes, sedantes del dolor , sudo- 
ríficos, estupefacientes , urentes, cor» 
rosivos, atemperantes, fundentes, as- 
tringentes, laxantes ó desinfartantes, 
promoventes de la orina , vomitivos, 
errinos , lactóforos y escitantes de loa 
menstruos (pág. 22).» 

. Ademas de esta división de facul- 
tades admite otra mas especial, cual es 
la orgánica , ó aquella que tienen los 
medicamentos para obrar en órganos 
determinados. Espliea la acción de los 
medicamentos por sus cuatro cualida- 
des de fríos, cálidos, secos y húmedos. 

En el 2.® libro trata de los vicios de 
los humores, j en los casos en que con- 
viene purgar; de la época del año mas 
conveniente para su administración; 
de las cautelas que debe tomar el pro- 
fesor para prescribirlos, j del método 
que ha de emplear. 

Protesta que en la esposicion de es» 
tos estremos se guiará por su propia 
esperiencia, aunque 00 dejaba oe sen- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



tír tener que; separarse ée la opioion 
de alganos. 

Distíngalo la plétora sanguínea de la 
cacoquímica , y presentando los siste- 
mas de una y de otra» sentó por prin- 
cipio que el temperamento sanguíneo 
y linfalíco se diferenciaban por la ma- 
yor y menor cantidad de sangre ó de 
linfa que habia en el cuerpo en el es- 
tado natural. Que la sangre, la melan- 
colía , la pituita y la bilis , estaban en 
el estado natural en la proporción si- 
guiente : la sangre en 60^ , la pituita 
aO > la melancolía en 15 jr la bilis en 
7 : que éstos cuatro humores podían 
auaientarse cada uno de por si, y en- 
tonces constituían una plétora sanguí- 
nea, pituitosa, etc. (pag. 142). 

Trata enseguida d^ las enfermedad 
des que engendra la cacoquimia, y el 
modo jr tiempo de administrar en ellas 
los medicamentos purgantes. Es de no- 
tar <]ue no desecha las sangrías gene- 
rales, prescritas en el principio de las 
enfermedades cacoquimicas. 
. Dedica el tercer libro á tratar de 
los purgantes en especial. En su in- 
troducción hace un elogio de los mé- 
dicos árabes , asegurando que ellos 
coDtribujreron mucho mas que los mé- 
dicos griegos y latinos á la introduc- 
ción de Jos medicamentos laxantes: 
critica justamente í algunos médicos 
contemporáneos sujos, por negar que 
los árabes nada habían hecho en la 
medicina. Prueba que si bien era ver- 
dad que ellos usaban de un lenguage 
como misterioso , también lo era que 
habían descubierto verdades muy im- 
portantes; últimamente que las enfer- 
medades no se curaban ni con barba- 
rismos, ni con palabras elocuentes, 
8ÍQO con remedios. 

Dedica artículos especiales para tra- 
tar de la caña fístula, del manná, de 
los tamarindos, del sen, del ruibarbo, 
del agárico, del acíbar, de los mirabo- 
lanos, del turbit, de la piedra cyaneo, 
del alsebran, de la fumaría^ del asaro. 



del polipodio, de la escan^onea, de la 
coloquintida^ del castóreo, del galvar 
nOj del sagapeno, del amoniaco, de la 
sarcacola, del euforvío, y de la brea. 

Asegura que estos medicamentos 
eran los que se usaban con mas fre- 
cuencia en la generalidad de los casos. 
Describe sus propiedades, sus usos, y 
las enfermedades en que convenían 
respectivamente. 

Esta obrita fué sin duda la mejor 
que se escribió en el siglo XVI: en 
ella abundan las autoridades y textos 
de Avicena, de Rhasis, de Mesue, y 
cuya circunstancia hace su lectura algo 
pesada. De manera que omitiendo las 
citas que entonces tan en boga esta- 
ban, y reduciendo á un lenguage mas 
al corriente las ideas emitidas por 
Bravo ^ aun pudiera en el día de hoy 
ser de mucha utilidad y provecho; 
precisamente en el ramo de pur- 
gantes. 

Joanms Bravi Petrafitcmij jDocto- 
ris medici et scholce medicce Saluma^ 
ticensis publici prqfessorís,in Primum 
pronosticiHíppocratís Ubrurn commeii' 
taria, Editio secunda nunc denuo ab 
eodtm aucthóre recognita et aucta. 
AdPhilippum II CatoUcum Hispa- 
niarwn et Indiarum Regem petentis'^ 
simum, SalmanticcB Apud jínd. Be- 
rantjratres. Anno M,D,XCIII. 

Esta obra se imprimió por primera 
vez en 1583, según se deduce de la 
aprobación de los señores del consejo, 
cuyo secretario Juan de Almazan dice: 
((he visto por mandado de los señores 
del consejo el libro de los comentarios 
que conipuso el Dr. Bravo sobre los 
Pronósticos de Hipócrates que ha diez 
años que se imprimió y agora le quiere 
tornar á imprimir con algunas adicio- 
nes, que también he visto.» 

Dividió este tratado en tres libros; 
en el I.*' espone los comentarios de los 
cuarenta y dos pronósticos de que se 
compone la primera sección del de 
Hipócrates: en el 2.^ los setenta y 



HlST. n£ LÁ M EOIC. ESPAÑOLA. — ToMO 2.^ 



10 



HISTORIA DE LA 



cualro de la segunda sección , y en el 
3«* los coarenla y dos de la tercera. 

No es posible presentar ab estrado 
bien coordinado de las ideas que emi* 
te el autor en cada uno de sus comen- 
tarios. Me concretaré á decir, que este 
libro despojado de tanta cita como 
hace del mismo Hipócrates, de Gale* 
DO, de Avioena j otros médicos de ce- 
lebridad, pudiera en la actualidad con- 
sultarse con mucho provecho por los 
trofesores dedicados á la práctica. Y 
ien seguro que reducido este tratado 
únicamente a las observaciones pro* 
pías del autor, valdría algo mas qué 
algunos de los que se ha valido Litre 
para publicar las obras de Hipócrates* 
¡Pero es españoll! ¡está en latiu*.!! 
¡cansan j fastidian tanto las citas!! 

Joarmis Bravi Petrafitani DoctqrU 
medici et in SalmaÜcensi Academia 
pubUci medicintB interpretis in libros 
Galeni. de dijfferentOs febriwn, Ad 
PhiUppumPrincwtm Máximum Phi^ 
iippi lICaloliciÉispaniamm et Ittdia^ 
rum Megis potentissimifilium» Sala* 
manticse annoM.D.XCvLExcudebat 
Joannes Ferdinandus. 

En la dedicatoria al Principe lo dice^ 
que habiendo sido Hipócrates el ma<- 

Íor médico que tuvo el mundo, le 
abia parecido dedicar la obra ante* 
rior á su dignísimo padre Felipe 11, 
como el mejor de los revés; j habién- 
dolo sido Galeno el único sucesor del 
médico de Goos , á nadie podría con« 
venir la dedicatoria de esta obrita me* 
)or que al Principe, digno sucesor del 
padre* 

Divide este tratado en dos libros, y 
en ambos trata de las diferencias de 
las calenturas. Cree que estas son la 
enfermedad mas general de todas^ 
porque no perdonan ni sexo> ni edad» 
ni otras drcunstancias individuales. 

En los comentarios de Galeno se ha 
dejado Bravo llevar de la imaginación 
fecunda j metafisiea del medico de 
Pérgamo , y comq aquel , es prolijo y 
demasiado confuso. La mayor parte 
de las cuestiones que propone son in- 



útiles, y solo pudieron tener algún va- 
lor en tiempos en que la metafísica 
dominaba absolutamente en todas las 
cuestiones científicas. 

Confieso que es necesario armarse 
de una gran paciencia para leer este 
tratado, y que leido no se sacará nin- 
guna utilidad. 

Joarmis Brasd Petrafiiam Doctoris 
medici et reimedicas in Saiamaticensi 
* Academia interpretis. De simplidum 
medicamentorum delecta et praspora'^ 
tíxme Ubri dúo, : qui ars pkarmacop0a 
dici possunt, Ad Senatum Petrafita'- 
num ad ejusdemque populi RempubU^ 
cam» SalamanticúB Apud Joanncm 
AndreanA^92 (1). 

En la dedicatoria de este tratada al 
ayuntamiento de su pueblo, hace una 
l>ellisima descripción topográfica de 
Piedra* Hita, que nada deja por decir. 

Divide este tratado en dos- libros. 
El primero contiene diea y seis capí*' 
lulos. En el 1.^ trata de todas las par-* 
tes de que se compone una planta y / 
enumera todos los medicamentos que 
pueden tomarse de los reinos animal, 
vegetal y mineral \ en el 2.® del moda 
de coger, preparar v conservar la» 
plantas; en el 3.^ del modo de reco* 
ger, guardar y elegir las yerbas; en 
el 4.® de la recolección y ponservaeioo 
de las flores; en el 5.* de las semillas v 
en el 6.® de la manera de estraer lo» 
)Ugos; en el 7.^ de los líquidos presta» 
' «loa por las mismas plantas; en el 8»^ 
de las cortesas y sus diferencias; en el 
9.^ de la recolección de los frutos; en 
el 10 de la trituración de las snstaii« 
cias ; en el 1 1 del modo de cocerlas; 
en el 12 de su torrefacion; en el 13 de 
fU maceracion ; en el 14 del método 
de hacer las destilaciones; en el 15 y 
16 sobre el modo de lavar los medica- 
mentos, e^ecialmente el acíbar* 
, En el iegundo libro trata eo capí* 
tules separados de los medicamentos 



(1) La aprobtcion está fechada á 2 de 
octubre 4e 1590. 



I 



MEDIQNA «SPAl^OLA. 



11 






€D ptrlienlar ^ y los mas ioUresantes 
ion los del Opio, del aldaiifor, do U 
galanga, de la mirra» del amigóle, do 
la leche, del suero» de la miel y del 
azúcar. 

Escribió UD capitido p^ra triitár de 
los pesos y medidas^ que se usaban por 
los médicos . Nó ofrece ioterés algono'» 
y ÚDÍcameote pudiera servir para el 
que quisiera ilustrarse en este ratno^ y 
nacer un» oomparacion con los pesos 
y medidas que usamos con las de I04 
antiguos. 

De saparum et oehrwn differentíis 
causis et affectiombus Joannis Bra\d . 
Petrafitaní , scholae Salamaiicensis 
publLiprqfessoris^SiltítnMntiése 1592. 

En esta obrita se propuso probar que 
por el olor y sabor que presentan aU 
gnnos' líquidos del cuerpo humano, 
podia muy bien el médico distinguir 
unas enfermedades de otras, j aun 

Eronosticar su crisis en bien ó en mal. 
llama U fitencion sobre los colores de 
\éM orinas , que divide y subdtvide ea 
muchas clases. Asegura que el profe- 
sor puede sacar de ellos mas datoe y 
mas seguros para el dtagoósUco y prc^ 
nóstico de las enfermedades que del 
pulso* Una de las razones en que se 
apoya , 7 no deja de tener su impor- 
tancia , es que el pulso puede sufrir 
mil alteraciones , porque el enfermo 
manda muchas veces sobre él -, pero 
que no puede aunque quiera alterar 
las orinas, y estas siempre manifesta- 
rán el estado interior de los órganos. 

Gomo en el dia está ya tan mvidado 
entre nosotros, aunque sin razón , el 
examen de la orinas > este librito po- 
dría ilustrar mucho á los que quieran 
dedicarse á este ramo de la semeyótr- 
ca« He dicho que la inspección de las 
orinas está sin razón olvidada entre 
nosotros, porque estoy convencido que 
loe hombres mas grandes que ha teoi* 
do la medicina han sacado* un gran re-* 
carsode este sig^o semeyótico. Galeno, 
Valles ; Sydeoham , Daza , . Limón, 
Montero y otros inSnitos nos han de- 
jado tratados especiales sobre esta ma- 



teria » y en ellos recomendada la im« 
^OFtaiicia de. este examen. 

La obrita que'nosoeupa, ademas de) 
interés que ofrece á la medicina prác- 
tica, lo ofrece A la historia , porque ea 
la primera que sobre este tema se ha 
escrito en Europa. 

3Í. «S. jídmoaum utíUs de curatkne 
pleuriti^s j traciatio d />• Bravo 10 
dieMaiiann. 1591. 

Describe perfectamente los sintomat 
de la pleuritis; para su curación pro- 
pone las sangrías generales, repetidas 
según aconsejaba Areteo, y sin pérdi- 
da de tiempo muUm moras' in pleuriü' 
de dat ocasio.... vekemens remedium 
venúB sectío ese (fol. I .*'). 

Eo la terminación de esta enferme» 
dad aconseja los purgantes suaves, y 
añade que si estos estuviesen indteadoa 
desde el principio » no debian admi- 
nistrarse hasta después de bien asegu-^ 
rado el enfermo por las sangrías. Este, 
tratadito abunda en escolen tes consejos 
prácticos del mayor interés. 

Manuscrito. Chrisü nomine invO" 
cato incipit líber 3 pronostkorum Hip* 
pocrates á Doctore Bravo Pein^* 
taño, Anno 1 590. 

Este manuscrito es precisamente el 
original del tercer libro de los Pronós- 
ticos de Hipócrates, <1el que hemos 
hablado yá. Está firmado y rubricado 
déla misma mano del autor. EneMü» 
gar de la foliación dice Doctor Bra^o, 

Manuscrito. De ratiane victos in 
morbis d D. Bratvo» 

Este tratado es un comentario al 
libro de victos ratíone de Hipócrates. 
Comenta veintidós sentencias. Tam» 
bien está firnMdó en ia mayor parte 
de páginas por mano del autor. Al fi- 
nal dice asi: Finis líbri de idctus ratio^ 
¥te. jínno 1591 d D. J?rot)o. (Rubri- 
cado). 

Trata de la dieta me conviene á 
los enfermos en las dolencias agudas. 
Aconseja Is dieta y las bebidas suaves, 
y entre e^tas et agua pura cómo lá me* 
jor. Si hay empacho de vientre, pro- 
pone los laxantes mezclados con el 



12 



HISTORIA DE LA 



ojimiel. También aconseja mucho el 
caldo de los lagartos para moderar el 
calor del estómago. 

Líber secundas de ratione victos in 
morbis. 

Ksie manuscrito se empezó , como 
dice el mismo autor, Die 13 Maü ho-- 
ra 10 ante meridiem anni 1593. 

Es una continuación del anterior, 
sobre el régimen dietético que con- 
viene en las enfermeilades agudas. 

DOCTOR GUpiNEZ. Estudió la 
medicitía en la universidad de Sala- 
manca*, en ella fué catedrático de me- 
dicina, y luego médico de Cámara, 
según se colige de algunas certiGcació- 
nes que dio para la impresión de obras 
médicas. 

Dejó inéditos los tratados siguientes 
que yo poseo: 

Commentaría in aphorismos ffippo' 
crates.l^et^.^ sectiones. Anno 1590. 

In primum et secund. Fem de 
Avicena 1 590. 

De Pulsibus. Todos est<y tratados 
están firmados y rubricados por el 
Doctor Gudinez, Están perfectamente 
conservados y puestos en limpio, con 
notas marginales. No he podido com- 
prender el motivo de no haberse 
publicado ] según al parecer estaban 
corrientes. 

LUIS COLLADO (M. S- Artículo 
adicional. Véase tom. 1.® páp. 415). 

Después de haber publicado él ar- 
ticulo biográfico y bibliográfico de 
Collado, he llegado á poseer un pre- 
cioso manuscrito de este célebre mé- 
dico, que es una colecion de los trata- 
dos siguientes. 

OiuB sequuntur dictavit Ludovicus 
Collado medicas et prqfessor valenti* 
nos sapientissimus. 
■ De simpliciam mediccanentorumfa* 
cultattbas Colladi, 

Observationes in praxi, cíd Colladi 
mentem. 

Constitutiones epidémicas in hac ci^ 
vit. Valent, annorum 1571, 1572. 

' In II methodi Ubrum mediad Ga^ 
leni commentaría Colladi 1571. 



De febríunv putridarum curatione 
ad Gakn, de arte curatíva ad Glau^ 
conem^ Colladi, 

De capitis affectíbus exercitatio" 
nes Colladi, 

De cephalaleia sanguínea» 

De cephalalgia biliosa ^ 

De cephalalgia pituitosa. 

De cephalalgia per consenswn in 
Jebríbus. 

De cephalalgia per consenswn ven- 

triculi. 

De cephalalgia á causa esterna. 

De cephalalgia ab ebrietate. 

De morbo gálico • 

De vertigine. 

De phrenitide. 

De letargo. 

De catalepsi. 

De apoplexia. 

De melancolia. 

De convulsione. 

De paralisi. 

De curatione morborum caintatis 
sntalis exercitaüonesy ac primum de 
pleurítide. 

Este preciosísimo manuscrito, des- 
graciadamente está muy polillado y 
carcomido en algunas partes, con es- 
pecialidad el primero, segundo y ter« 
cer tratados. 

Hay primeramente en este manus- 
crito muchos apuntes por orden alfa- 
bético, los cuales escrinió Collado pa- 
ra su gobierno. Hay igualmente mu- 
chas observaciones suyas escritas en 
forma de aforismos. 

En seguida comenta algunas con- 
clusiones estractadas de los libros ter- 
cero hasta el catorce del método de 
Galeno, las cuales son, como dice Co- 
llado, las bases mas principales de él. 
Asi es que en su esposicion no guarda 
orden alguno. 

De simpUcíbus medicamentis eorunt' 
gue/acuuatibus exercitationes, auC" 
thore D. Collado. 

Dice que al escribir este tratadito se 
propuso reunir en él todo lo mas inte- 
resante que Galeno habia escrito di- 
fusamente en esta materia. En el pri- 



MEDICINA ESPAIVOLA. 



13 



I 



mer capítalo trata clel agua j de sus 
. cualidades. Ed el segundo de los me'- 
dicamentos atemperantes. En el ter- 
cero de los refrigerantes. 

Observatíones in praxi. Espone 
muchas máximas de medicina práctica 
acerca de la ocasión y método de ad- 
ministrar algunos remedios^ con espe- 
cialidad la sangría y los purgantes. 

Casas gui infaciefida medicina, cit' 
va egrotos mifu contingerunt. 
' Refiere muchos casos prácticos que 
le ocurrieron en esta capital, y las ter- 
minaciones que tuvieron. 

Entre ellos lo es el de un enfermo 
en la plaza de San Juan^ de edad de 
setenta y siete años , atacado de una 
calentura ardiente , curado por dies y 
seis sangrías , hechas en el espacio de 
seis días. 

El de dos mugeres, una de ellas em- 
barazada, á las cuales atacó un cólera- 
morbo, y murieron á los tres dia^. 

El de otra mnger á la cual habién- 
dole faltado la menstruación^ le atacó 
una pleuritis -, sangrada repetidas ve « 
ees, terminó en unas intermitentes que 
al cabo de un mes le quitaron la vida. 
Describe otras muchas h istorias mujr 
curiosas é interesantes que omito. 

Constitutiones epidemicce , etc. de 
1571,1572. . 

Las constituciones epidémicas ob- 
servadas por Collado en esta capital de 
Valencia en los años de 1571 y 1572, 
ofreceu mucho interés bajo diferentes 
conceptos: 1 .^porque prueban la maes- 
tría de este célebre médico : 2.* por- 
que no han sido publicadas por nadie, 
ni se tiene de ellas la mas mínima no- 
ticia: 3.^ porque contribuyen á dar á 
este articulo toda la importancia que 
tiene. Traduciré lo mas interesante de 
ellas. 

«En el otoño de 1571 reinaban unas 
calenturas continuas malignas: la ma- 
yor parte de .las enfermedades eran 
agnilisiihas y perniciosisinias. La ca- 
reitia del trigo , la abundancia de las 
frutas de huerta y la muchísima se- 
quedad predisponian á las enfermeda- 



des pútridas. Empezaban por una in- 
digestión ; al momento se afectaba el 
cerebro por simpatía , y de aqui el 
temblor , el delirio, la frenesí y la 
muerte (1). Las calenturas intermi- 
tentes se hacían continuas, y en el prín- 
cipio de sus accesiones caían los enfer- 
mos en un profundo estupor. Todos 
estos morían presentando buenas ori- 
nas. Lucas Fuster, que padeció de es- 
ta calentura con desvelo y sequedad 
de lengua, se libró después de haber- 
le sangrado siete veces: la sangre siem- 
pre salió putrescente, y las orinas bue- 
nas. Desconfiados de la cocción por el 
carácter de las orinas , recurrimos á la 
sangría como una sagrada áncora , y á 
la verdad no fallaron nuestras espe- 
ranzas y deseos, (játque ita parum ji* 
denles urincB adsanguinis emisionem, 
tamquam ad sacram anchoram confu^ 
giebamusj ttnihilnostrípropositi men» 
tita). A las calenturas continuas, ma- 
lignas y peligrosas siempre seguían 
convulsiones , ó ya desde el momento 
que empezaban, como sucedió al hijo 
de Acpall (á: quien salieron también 
dos flegmones uno en cada brazo des- 
pués de la primera sangría que se le 
hizo), y al cura; ó después de la san- 
gría como en Amiguet y Cipriano^ 
frente la puerta del míle. El temblor 
fué mortal en el hijo de Navarro, qtie 
deliraba, y en el hermano deK platero. 
El sudor lo fué también en Cortés, 
yerno de Bartolomé de Mote, La hija 
de Doladeo fué atacada de un fuerte 
dolor mordicante en el ventrículo ; se 
le aplicó una ventosa al dolor , se le 
exacervó y murió en el mismo día. 

(I El invierno fue muy lluvioso y frió: 
en el mes de enero dominaron los 
vientos del norte: en el mes de febrero 
cayeron muchas nieves y lluvias , y 
continuaron los vientos fríos. Se de- 
clararon pulmonías y frenesis muy 
violentas y agudas, acompañadas de 



(i) Creo que es impoiible espresar mas 
CD meóos palabras. 






«^*l 



14 



HISTORIA DE LA 



una Sfinia postracioo, de delirio j de 
derigaaldad de calor. Algana» veces 
se preseotabao TÓoiitos de pituita j 
frialdad, que contraindi<5aban las san» 
grias ; la malignidad del humor qui^ 
taba las fuerzas i los enfermos, y mo- 
rían. Las pulmonías se conyertian en 
perioeumonias, cuyo tránsito anun- 
ciaban los escalofríos, la rubicundez de 
las megillasi el coma, el delirio amo- 
dorrado, UDs ansiosa respiración, la 
cesación del dolor en la región costal, 
la lengua seca y encendida. De estos 
ninguno se libraba. 

aSe presentaron también íleos ó 
cólicos : el vientre se hinchaba, se po- 
oia sumamente dolorido; en el rostro 
de los enfermos se espresaba la malig- . 
nidad del mal; la lengua era secay rur 
bicunda; no podían dormir ; en pocOf 
momentos se estenuaban : les acome- 
tían temblores^ fuerte calentura, y 
morian« 

«Otras veces sobrevenían calenturas 
malignas: los enfermos se quejaban df 
frío esteriormente, y en Id interior se 
abrasaban: les sobrevenian desmayos, 
sudor frío á la frente, y morian entre 
el dia nofc^o y undécimo.» 

Despoes de estas descripciones , es «^ 
pone Collado muchos casos prácticos 
de sugetos qnn murieíoo de estas do* 
lencias. 

Constituciones epidémicas de, 1 572, 

«El verano, dice, fué seco y mujr 
frío , porque reinaron los vientos del 
norte ; reinaban calenturas continuas 
que se aliviaban con copiosas evacua- 
ciones de sangre» El cirujano Campa- 
fta, amigo mió, tuvo calentura conti* 
nna, inquietud ^ desvelo, delirio y con- 
vulsiones : afinque se le sangró copio- 
samente, murió. La sangre que se sa- 
caba á los enfermos era fetiuísima : U 
pituita acudiendo con abundancia al 
cerebro, infestaba los espíritus anima- 
les, y faltaodp la fuerza nerviosa, so- 
brevenía un sopor mortalisimo. An- 
tonio Clemente, escribano-de mi casa, 
fué atacado de pna calentura continua: 
le sobrevino el coma y un sudor frioj 



y murió muy pronto; las orinas 
ron muy claras. 

«En el otoño continuaron las calen^ 
turas pútridas con muy grande cautir 
dad de humores corrompidos* Las san* 

Srías copiosas eran el mejor remedie; 
e modo que un sugeto sexagenario se 
'libró por sie|e sangrías, y mi Tecino 
Piacuelo con trece. En algunos enfer- 
mos se presentaban en el pecho la 
pápula miliácea, que indicaba la ma- 
lignidad del mal. En otros se forma- 
ban abscesos, los cuales eran mejores 
cuando salían en las piernas ó de mor 
dio cuerpo abajo, que los de los bra- 
zos y medio cuerpo arriba. Se cnra* 
baii procurandQ la salida de la ma*> 
teria.» 

Collado refiere muchos capos prác* 
ticos en comprobscion. 

In II Galeni librum Methodi me^ 
dendi Comtnentariif Ludopici Colladí 
Medid pragstofttissinu» 

En este tratada cita su obra titu- 
lada Isagoge ad Jaciendam medicí^ 
rutm, de la que hablamos en otra parte* 
Comenta el 2.^ libro del método da 
Galeno , y trata en él con toda partí <? 
cularidad de las calenturas , teniendo 
presente las constituciones roidémicss 
arríba dichas. Este tratado tué de los 
últimos que escribió. Tiene la ventaja 
sc^re el Isagoge, que en esta habla de 
propia esperiencia ; apenas hace citas 
ni intercala textos. Eu fin , es toda la 
espresioo de su práctica. Afortunada^ 
mente está muy bien conservada esta 
parte del manuscrito. 

De cemitis (^ectíbus perscutationes 
particuuxres Ludosñci Collado medici 
proístantissimi. 

Dedica artículos especiales á tratar 
del diagnóstico, pronostico y curación 
de las enfermedades que ya espusimos 
mas arríba. Entre ellos es muy inte- 
resante el articulo áe morbo gálico* 
Al hablar de su origen, se inclina á 
creer que no fué conocido de los anti- 

(;uos, y si importado por Cristóbal Cp* 
on , según era la opinión general d^ 
*su tiempo. Entre otras razones para 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



Í5 



lirólNir esta ópiDion , ti de que los re* 
medm qoe mas aprovechan eo su ca* 
ración bao sido importados de la India, 
y por cxMMÍgaiepte qoe el tnal venéreo 
delbió ignalmente venir de ellas, ceste 
vMpersuadethunc morhum ex In* 
iuí nobis advenisse^ quoniam medica^ 
mentís ex illa regione adventís cu-' 
ratur. 

Para la gonorrea propone las \nyet* 
eionescoii lasemnlsiones frias, las frio^ 
Clones con el mercurio, j los coci* 
mientos del gaajraco jde uirsa*parr¡lla. 

También son muy interesantes loa 
eapitulos de la frenítis, del letargo, de 
la apopiegia , de las eonvnlsiones > de 
la epilepsia y de la perinenmonia. En 
fodoa ellos espooe ideas las mas intere- 
sante» jr fandaraenlalesde la medicina 
práctiea. 

£sU preciosísimo maaoserito, es* 
p«rga<io de las citas y textos que baoe^ 
y redociéndolo á la simple esposicion 
de los preceptos prácticos, podiera no* 
oerse á la pac de los nciejores escritos 
del siglo XIX. 

Tengo Ja majror satisfacción en ha- 
ber completado con esta esposieioo la 
bibliografía del primer medico de la 
eacttcla valenciasa, el digno rival del 
inmortal Valles. 

JAIME SEGARRA. Mmtuscrko. 
(Articttlo adicional, V. tom. 1.% pa- 
gina 472). 

Deapncs de publicado el articulo 
je ^fste celebre médico , he llegado 
á poseer el precioso maunscrito si* 
guíente: 

CommefUarüdoctíssimi in s^ Ga* 
leni libros de morbo et symtomaie et 
in dúos de differentüs febrium : et in 
Ubellum de pulsibus (¡a Tyrones: et in 
¡ibelium spuriwn de urinis; elaborati d 
Doctissimo et per iwuto Doeiore Ja^ 
cobo Segara , medico valentino f et 
jipoilme artU in prceclara Gmtatís 
KídentindB Academia^ Primario Pro^ 
Jessore* Una eum copiossisime quaes'* 
tioman omniymqae venan memora^ 
biluan,quiB in hisce Ubris cóntinentur, 
1. Éa folio. 



Cste precioso mannscrito^ qne com- 
prende 355 fojas, está perttctísima- 
mentQ conservado; estaba ja en limpio 
^ firmado del autor para darsi á la 
mprenta. 

En el primer libro Irata de las ¿&* 

ferencim de las enfermedades i Indi* 

vida ü trece capítulos. La 'mayor 

Jarte (Üé ellos están reducidos á tratar 
e las enfermedades simples y com* 
yoestas. 

Commentaria in II Galeni tibrum 
de morborum causis. Divide este libro 
en once ca pítalos. Discute si el movi- 
miento és siempre causa del calor : si 
las causas procatáf ticas pueden produ- 
cir en el hombre la calentara: si pa#- 
den existir i un mismo tiempo c|o8 
enfermedades de diferente intempa» 
rie^ á saber t cálida y fría, d lo que es 
lo mismo en nuestro lenguage, si pne^ 
den existir dos enfermedades, una pro* 
doctda por la irrllacicm , y otra por 
atonía. 

Commentaria in III Galeni Ubrun^ 
de srmtomatum dijferentii^* 

En este libro trata de la semejansa 
y de la diferencia de los síntomas; esto 
es, del diagnóstico diferencia.1 según 
el leoguage del dia. Prueba que mu- 
chos síntomas se parecen á otros, v sin 
embargo son desemejantes. Este libro 
es una aplicación de aquella sentencia 
del padre de la medicioa, la seme^ 
fanza de las dijerenmas^ y las dife-' 
rendas de las semejanzas producen 
errores trascendentales en la medicina. 

Commentaria in If^ Galera líbrum 
de sjmtomatmn causis. Este Kbro e^ 
sumamente interesante. Lo divide en 
ocho capítnios. En el I .^ trata de los 
sentidos y de sn influencia en las en« 
fermedades: en el 2.?, que es muy es- 
ténse , trata dé la lesiea de la vista. 
Admira la tenacidad y el convencí* 
miento , de que parte para esplicar las 
alteraciones de la vista, especialmen* 
te la gota serena ó arnauresia, per lar 
trasmisión de los espíritus animale^or 
los conductos que supone en los ner- 
vios óbticos. Aglomera uoa multitud 



16 



HISTORIA DE LA 



de pruebas, que según él soa conclu- 
yentes, aunque los anatómicos, dice, 
no bajan podido demostrar la existen- 
cía de tales conductíllos en los nervios. 
Son sumamente especiosas las pruebas 
que alega j las esplicaciones que da. 
Sí la existencia de los conductos ópti- 
cos y U de los espíritus animales fuera 
indudable, á buen seguro que no pu- 
dieran esplicarse mejor los resultados 
y los efectos de la visión, que lo hace 
Segarra,. Es sumamente insti'uctívo 
todo este capitulo. En el 2.* capitulo 
trata de las enfermedades del oído. 
Describe perfectamente la estructura 
anatómica del oído interno j esterno, 
y es de notar que al hablar de los hue- 
secíllos del oído, y después de tributar 
un elogio á Vesaiio por el descubri- 
miento de los dos llamados yunque 
y martillo , confiesa que su maestro 
Luis Collado descubrió el denominado 
estribo. Véanse sus mismas palabras. 
üEt post KesaUum, prceceptor noster 
Ludovicus Collado, vir sane sine tilla 
controversia impense doctas , tertium 
quoddam osiculwn invemtjquodprop" 
ter similitudinem j stapedan vocavit. 
(pág. 102 y vuelta). En el tercer capi- 
tulo trata de las dolencias del oído. En 
el cuarto de las del olfato, y es de notar 

3ue al citar al doctor Valles , elogia n- 
ole como el médico mas sabio de Es- 
paña, dice entre un paréntisis (semper 
tomen excepto Doctore Hierordmo 
Gudiel , complutensi ac ossumensi 
etiam medico j qid quidem ob impen^ 
sam ejus sapientiam, me judice, \femt 
cum antiqmtate comparandus) (página 
106). 

En el capítulo quinto trata del tac- 
to, al cual llama sentido común y uni- 
versal, porque no hay ser viviente que 
carezca de él, y porque todos los ten- 
tidos no son mas que variedades del 
tacto (pág- 107). Establece que los 
nervios son los únicos conductores de 
la sensibilidad: describe exactamen- 
te la distribución de los nervios, y es- 
tabiece por principio, que el médico 
debe conocer perfectamente el orí- 



gen , la distribución y la terminación 
de los nervios para curar las enferme- 
dades, porque de lo contrario seria una 
temeridad emprender la curación.^ 
(Necessaritan medico est recte novisse 
omnium nervorum exortum, distribuí 
tionem , eorumdemque insertionem» 
Alioquin temeré curationem institue^ 
remas (pág. 109 vuelta). 

En seguida propone la cuestión , si 
permaneciendo el movimiento de una 
parte puede perecer la sensibilidad^ 
ó si conservada esta debe permanecer 
aquel. 

Dedica el capitulo 6.* á esplicar las 
causas del dolory del placer. (Muy in- 
teresante y sumamente fisiológico. 

En el 7.^ trata de las afecciones del 
ventrículo. Asegura que todas las en-* 
fermedades pueden en ocasiones traer 
su origen de una afección de este ór- 
gano, y hasta la epilepsia, el coma y la 
catalepsis.-Da la razón diciendo «que 
ios vapores ascendiendo de dicha vis- 
cera al cerebro, le irritan (pág. 127).» 

En el 8.*^ trata de las causas de los 
síntomas del primer sentido \ esto es, 
el cerebro. (Muy interesante). 

Gommentaria doctissima in quin^ 
tum Galeni Ubrwn de sjjntomatum 
causis. 

Trata en capítulos separados de las 
convulsiones, del temblor, del frió, 
de las palpitaciones, del bostezo, de 
la tos, del eructo , del estornudo , de 
la pandiculación, y del rechinamiento 
de dientes. 

Comm£ntaria in Sextum Galeni 
librum de symtomatum causis. 

Consagra este libro á tratar de las 
cuatro facultades ó propiedades vita- 
les, a saber: la atractiva, la retentiva, 
la digestiva, y la espulsiva. Si se tra- 
dugera este libro con el leñguage mo- 
derno, aun se leería con mucho gusto 
y provecho. Contiene cosas muy'intcS- 
resautes. 

Gommentaria doctissima in dúos 
Claudii Galeni libros de differentíis 
Jebrium, 

Bajo el título de cuestiones prelimi- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



17 



nares {quasstiones preámbulo) , trata 
de las generalidades de las calentaras. 
Dedica catorce capítulos á esponer las 
calentaras en especial, y sobre todo de 
las pútridas, cayos principales sínto- 
mas señala y comenta en párrafos se- 
parados. 

En el segando libro trata de la com- 
plicacion de las calentaras onas coa 
otras, segon indica en las dos tablas 
siguientes: 

Terciana continua, con ana coti- 
diana continua. 

Terciana continua) con ana coti* 
diana intermitente. 

Terciana intermitente, con cotidia- 
na continua. 

Terciana intermitente, con cotidia- 
na intermitente. 

Terciana continua , cpn cuartana 
CM>ntinua. 

Terciana continua, con cuartana 
intermitente. 

Terciana remitente, con cuartana 
intermitente. 

Cotidiana continua, con cuartana 
continua. 

Cotidiana continua, con cuartana 
Intermitente. 

Cotidiana intermitente, con cuar» 
lana continua. 

Cotidiana intermitente, con cuar- 
tana intermitente (pag. 267 yuelta). 

Dedica articalos especiales para es- 
plicar estas combinaciones ( suma- 
mente interesantes). 

A continoacion inserta setenta cora- 
clusiones médicas , que son otros tan- 
tos principios fundamentales ; mejor 
diré , es su doctrina reducida en afo- 
rismos. Interesantísimas (página 281 
j 282). 

, Jacóbi Segarra Prestantissimi Me* 
did Valentini Doctoris in Galeni libe" 
Uum de pulsíbus ad Tjrrones, Com^ 
mentarüis, in quo omnia fere , qiuB 
Galemts XVI librís de pulsíbus tran- 
sefftp brevi exponuntur* Ejwsdemque 
de urínis Disputatio ex Mippocratej 



Galeno , Actuario, et aliis colecta. 

Después de esplicar la combinación 
de los pulsos unos con otros ^ sus ge- 
neralidades y sus diferencias, pasa á 
describir la diferencia de ellos en de- 
terminadas enfermedades. 

Admira sobremanera el estudio tan 
profundo que hizo nuestro médico 
Segarra sobre la naturaleza del pulso, 
como se deja conocer en la cuestión 
que propone > á saber: si los signos 
prestados por el pulso son ó no mas 
ciertos que los prestados por las ori- 
nas. Esta cuestión es seguramente la 
mas discutida por los antiguos; prueba 
de la gran importancia qne todos die- 
ron á unos y otros signos H). 

Espone la diferencia ael pulso en 
razón de las edades, de las intempe- 
ries (temperamentos), y de la diferen* 
cia de las enfermedades. Interesan so- 
bre todas las descripciones de las en- 
fermedades y aplicaciones que á ellas 
hace de los pulsos, la pleuritis, de 
empiemá , la tisis , la perineumonía, 
la.lrenitis, déla catalepsis, la pará- 
lisis, la epilepsia, la apoplegia , el as- 
ma , la orthophnea , y la estrangula- 
ción del útero (desde la pág. 307, has- 
U la 335). 

Pulcra ac utilis Disputatio de uri* 
nis, elaborata d Dpctissimo ac pera^ 



(1) Nosotros los médicos del siglo XlX 
DO nos ocupamos ya en estas cuestioDes 
paerilesÜl ya no dos entretenemos eo mi- 
rar ni en tocar las orinas!!! Pero si alguno 
nos preguntara, ¿es posible qne tantos y 
tan grandes hombres, como son los que es- 
cribieron de la importancia del examen 
detenido del pulso y de las orinas , se ha- 
yan engañado? ¿Es posible qne tantas y 
tantas observaciones y escritos sobre estos 
dos signos hayan venido á reducirse á la 
nada? Yo contestaría , qne los antiguos pe- 
caron por cartas de mas , y los moderóos 
pof cartas de menos ; que los primeros er- 
raron dándoles mas importancia de la que 
tenían, y los segundos no dándoles ninguna. 



Hi5T. DSLA Medio, española. — Tomo 2®. 



^ 



18 



HISTORIA DE LA 



cuto D. Jacoho Segarra, Medico Fa» 
¡entino, et jlpoUnce artis in ipsa^prce^ 
clara Valentina Academia ^ primario 
professore , ex Hippocrate, Galeno, 
Actuario -, et aliis colecta. 

Todo este escrito paede redacirse k 
los siguientes preceptos que son de 
pura práctica. 

1 .® El medico mandará al enfer- 
mo que guarde las orinas después de 
la segunda cocción. 

2.^ El que los enfermos guarden 
toda la cantidad de orina , y no como 
hacen algunos, que de Tergüensa solo 
enseñaban una parte. 

3.^ El que el médico haga que se 
conserven en orinal de ridrio, bien 
trasparente y limpio. 

4.^ El que no inspeccione las ori- 
nas en un lugar muy oscuro, ni de 
mucha luz; porque en el primero pu- 
diera desapercibir alguna notabilidad, 
especialmente en el sedimento; j en 
el segundo la demasiada luz, dando 
mucha trasparencia á las orinaa, pu- 
diera inducirle en error. 

5.^ El médico deberá inspeccionar 
dos , tres ó mas veces las orinas. 

6.^ Deberá meter sus dedos en las 
orinas para distinguir su espesor, se* 
gun que los vea mas ó menos distinta* 
mente, teniéndolos dentro de ellas. 

7.® Deberá advertir á los asisten- 
tes que no agiten las orinas para que 
no se mezclen j enturbien. 

8.^ Notará su color y olor , de- 
biendo recordar que la orina suele im- 
pregnarse de los propios á ciertas sus- 
tancias. 

Se entretiene en esplicar los signos 
prestados por las orinas según sus di- 
ferentes color, olor , consistencia , se- 
dimento^ etc. 

Apoplexiajn fortem solvere ímpO' 
sibile, debilem cegre curaveris. 

Dedicó este escrito al Rector y claus- 
tro de la universidad de Valencia. Su 
contenido está reducido á probar los 
estremos del epígrafe. 

FERNANDO GARCÍA DE HER- 
RERA, natural de Santander , estu- 



dióla filosofía, teología y medicina en 
la universidad de Valencia, bajo la di- 
rección de Jaime Segarra, de Juan de 
Águilar, el Doctor Diego Romero Gla- 
vijo y el Doctor Castillejo, catedráti- 
eos de medicina. Se graduó de bachi- 
ller el viernes 20 de abril de 1584, 
en cuyo dia empezó su práctica con él 
D., Jaime Segarra. Dejó inéditos los 
escritos siguientes. 

Disputatio de humorihus. (Ifanus^ 
eríto). 

Este precioso manuscrito que yo 
poseo , es uno de los que mas clara- 
mente han espuesto la teoría de los an- 
tiguos sobre la formación de los hu- 
mores y producción de las enfermeda- 
des. Voy á presentar su estracto, para 
que mis lectores puedan ponerse al 
corriente de las antiguas teorías. 

((En el cuerpo humanóse hacen tres 
cocimientos: el pHmero es el hondón 
de) estómago del cual resultan dos par- 
teSy una gruesa y otra delgada. La 
gruesa va por un camino que se llama 
piloron, que desciende á las tripas: la 
delgada , que es sumamente blanca, 
llamada quilo, va por las venas mese- 
raicasal hígado, del cual se engendran 
los cuatro humores, por ser compues- 
ta de cuatro propiedades diferentes, 
V. g.^ de la parte fria y húmeda* se en- 
gendra la flenu que es fria y húmeda; 
de la parte caliente y seca se engendra 
la cólera, que es caliente y seca ; de la 
parte templada se engendra la sangre 
templada en calor y humedad , y del 
asiento de los tres humores se engen- 
dra la melancolía natural , la cual es 
fria y seca. Estos cuatro humores com> 
prenden á los cuatro elementos: la fle- 
ma al agua, la cólera al fuego, la me- 
lancolía á la tierra, y la sangre al aire» 
Lo mas sucio de la cólera recibe la ve- 
jiga de la hiél, y de esto proveyó na- 
turaleza que cada dia enviase á las tri- 
pas un poco para que con su acrimo- 
nia y mordacidad dispertase á la fa- 
cultad espultriz para hacer la cámara. 
Lo roas sucio de la melancolía recibe 
el bazo,y de esto envia todos los dias un 



1 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



19 



poco al estómago para dispertar el ape- 
tito y dar gana de comer. La flema se 
ya tras de la sangre por ser sangre me« 
dio cocida^ para que á falta de sangre 
natural se surta de ella , y todos estos 
humores juntos se llama la masa san*? 
guiñaría. Estos principalmente crecen 
en los cuatro tiempos del a&o; én el 
invierno crece la flema , en el verano 
la cólera, en el estio la cólera adusta, 
que es la melancolía preternatural, y 
*en el otoño^ por ser templado, la san- 
gre. Adviértase que cuatro planetas 
tienen predominio y mando en estos 
cuatro humores; la luna, el cual reina 
en lunes, tiene dominio sobre la flema 
por ser la luna friay húmeda: Marte, 
que reina el martes, por ser caliente y 
seco tiene dominio sobre la cólera: Sa- 
turno , que reina el sábado , *por ser 
triste tiene dominio sobre la melanco- 
lía: Júpiter, que reina el jueves , por 
ser templado á predominio tiene do- 
minio sobre la sangre. Estos cuatro hu« 
mores tienen particulares horas en las 
cuales se mueven. Por la mañana la 
sangre, y asi andan alegres los hom« 
bres por las mañanas : á medio día la 
cólera porque después de movidos los 
humores se calienta la cólera como la 
ñas caliente y delgada* A la tarde se 
mueve* la melancolía , y á la noche la 
flema, por lo cual nos parece estar mas 
pesados que en otra época» De aqui 
sacamos un precepto importantísimo 
para curar siempre. Que si en tiempo 
de otoño que crece la sangre nos lla- 
masen para curar un flegmon en par» 
te muy principal, aunque fuese miér- 
coles en la noche le sangraríamos, por- 
que jueves por la mañana crece la san- 
gre, y en otoño nos pondríamos á peli- 
gro de que con aquel ímpetu, de la 
sangre que el jueves por la mañana ha 
de tener, ó se doblaría el flegmon , ó 
nos pondria en peligro de muerte el 
enfermo. 

nModo de conocer el humor pecana' 
te por el sueño, 

«Guando se ensueña en agua peca 
flema, cuando en guerras y cuestiones 



peca cólera*, cuando en cosas alegres y 
deleites peca sangre; cuando en muer- 
tos y cosas negras peca melancolía.» 

Tienen, pues, mis lectores esplica- 
da en pocas líneas la teoría de los an- 
tiguos sobre la influencia y predomi** 
nio de los humores en el cuerpo hu- 
mano. No me estiendo mas en ella 
porque lo espuesto basta para su com« 
prensión. 

Disputatio brevis de hwnorum ge- 
nertuione et prius de sanguine. 

En este escrito dedica artículos se- 
parados para esplicar la teoría de la 
formación: 1.® de la sangre: 2.® de la 
bilis : 3.^ de la melancolía : 4.® de la 

Imiluita: 5.^ de la formación de la b¡- 
is preternatural ó morbosa : 6.^ del 
humor atrabiliario preternatural: 7.® 
déla pituita preternatural. Espone las 
enfermedades que cada uno de estos 
humores produce. 

Ütrum convulsio Jiat á repletione 
vel inanitione solum ^ qiusstio me-* 
dica* 

Este escrito es una colección de pro- 
posiciones ó conclusiones médicas^ que 
no dejan de ofrecer bastante interés^ 
despojándolas de la teoría en que las 
fonda, y ateniéndose á los hechos prác- 
ticos. 

«La convulsión , dice , puede ser 
producida por plétora ó por inanición: 
esta es incurable , aquella no, porque 
es mas fácil y pronto debilitar que en* 
tonar.» Confirma esta verdad práctica 
por aquella sentencia de Hipócrates: 
fehrem supervenire convulsionem^me- 
Uus est quam convulsionemfebrí. 

aEn las calenturas ardientes y su* 
mámente dolorosas acompañadas de 
inflamación vehemente , el remedio 
soberano es la sangría, husque adani'» 
mi deliquium , con tal que el enfermo 
no esté exhangüe. 

(cLa leche diluida en el agua acera- 
da ó ferruginosa, es el mejor remedio 
para la disenteria, con tal que no haya 
una calentura vehemente. 

«En las calenturas punticulares ó 
tavardillos malignos , debe sangrarse 



20 



HISTORIA DE LA 



copiosameDte , pero antes de U erup- 
ción de las pintas. 

«La frenitis ^ que es la inflamación 
de la membrana que envuelve al Ce- 
rebro^ exige psi^A 811 curación pronta y 
larga sangría del pie. Si se resistiese á 
esta, se recurriría i la de la frente, j 
si tampoco bastan se le aplican á la ca« 
beza ventosas sajadas, j se administra- 
rán lavativas irritantes. 

<cNo se ha de conceder vino i los 
frenéticos en el principio y aumento 
del maL aun cuando estén sumamen- 
te débiles, y tengan sincopes. En la 
declinación se les podrá aaministrar 
mezclado con agua. 

«En la pleuritis, que es la infla- 
mación de la membrana que cubre 
interiormente la cavidad del pecho, 
debe sangrarse pronta y largamente 
hasta que el enfermó pierda el color. 
Debe practicarse la sangría del brazo 
correspondiente al lado afecto. 

«La facultad animal, que .es el prin- 
cipio del sentimiento^ reside en el ce« 
rebro y no en el corazón, como dijo 
Aristóteles. La imaginación^ la razón 
y la memoria tienen su asiento en to- 
do el cerebro , y no en una parte es- 
clusiva, según opinon de algunos» Sin 
embargo defenderé uno de los estre* 
mos, ad Ubitum del arsujrente. 

Qumstio celebris, Anpueri smt ca^ 
lidiores fuuenibus. 

Se esfuerza en probar que los niños 
tienen mas calor que los adultos. 

Según se deduce de esta última con- 
clusión , es ya de muy antiguo en la 
universidad de esta capital el formu- 
lar un programa de conclusiones para 
recibir la licenciatura en medicina; 

ANTONIO DE LEDESMA es- 
tudió la medicina en esta universidad 
de Valencia. Recibida la licenciatura, 
marchó médico titular a la villa de La- 
Puebla, en Castilla la Nueva, en la cual 
estuvo tres años. Su mucha fama lo hi- 
zo acreedor a que el Duque de Bejar 
le nombrase medico suyo. Estando de 
médico en el espresado pueblo, tuvo ya 



relaciones literarias con dicho Duque. 
Este médico nos dejó dos escritos di- 
rigidos á dicho se&or , qué conservo 
manuscritos en mi colección. 

Habiéndose presentado en el vizcon- 
dado de Bejar una epidemia de car- 
bunclos , que mataba la may^r parte 
'de los que atacaba, que eran los po- 
bres y necesitados, mandó el Duque 
al médico Ledesma que corriese los 

Eueblos infestados , y que después de . 
aber examinado la naturaleza de la 
enfermedad , sus causas y los medios 
de curación , le informase por escrito 
de cuanto le pareciera debia practi- 
carse para evitar la propagación de la 
enfermedad. En efecto, Ledesma pasó 
á Talarruvias y á la villa de La-Puebla; 
y habiendo examinado detenidamen- 
te las circunstancias del mal , le diri- 
gió el escrito , cuyo estracto es como 
sigue. 

«Escmo. Sr. ■« En algunas villas y 
lugares de este vizcondado de Y. Es- 
celencia han enfermado algunas gen- 
tes, principalmente pobres (y de estos 
en mas número muchachos que de 
otra edad), de unos carbuncos ó antra- 
ces , que el vulgo llama landres , que 
porque han muerto muchos y pegado* 
se á otros , que también han mnertd 
algano de ellos, han puesto miedo en 
toda esta tierra, y hecho entender que 
los tales enfermos están infectos de 
peste, y que era bien guardarse de los 
tales lugares.* Con ser ansí verdad que 
en los tales pueblos por la bondad de 
Nuestro Señor y en toda la comarca 
el aire está limpio y sano , que es la 

Iirincipat causa de contagiosas y pesti- 
enciafes enfermedades , y que estos 
carbúnculos aunque se pegaban por 
contacto material (según que yo [)or 
mandado de V. Escelencia los fui á 
ver en Talarruvias y la villa dé La-Pue- 
bla). Para ser peste contagiosa fatában- 
le cuatro cosas principales, que pues 
V. Elscelencia ayer me mandó se las 
diese por escrito con la preservación 
de peste, que por mandado de mi Se- 



MEDICINA ESPA]?OLA. 



21 



fior en Itngut küoa compase (1) lo 
haré. . 

La primera oosa que faltaba á tos 
carbunclos de esta tierra para ser pes- 
te, es que no producían maligna infec- 
cion^ ni tenían aquella exaltación ve- 
nenosa que cunde por el aire, 7 P^^^" ®^ 
seminario infecto hiriese al reciño^ 
sino pegábase por tratar, limpiar y 
tocar realmente el dicho apostema, 
como se pega una sarna , unas bubas, 
noa oftalmia, y no de otra manera. 

La segunda cosa, que nunca dio ¿ 
hombre que no estuviese mantenido 
de mujr viciosos mantenimientos de 
muchos días j años atrás; como pan de 
cebada , yervas no sanas , bellotas , j 
aun muchos de ellos con bellotas y ja- 
rama jos> que sí. de cualquier otra en- 
fermedad adolescieran (aunque no fue 
ae en esencia billana, murieran según 
estaban aparejados para ello). 

La tercera , que aunque á estos lu- 
gares de La*Pnebla y Talarruvias lle- 
gaban hombres y mngeres mantenidos 
con mejores mantenimientos , nunca 
se les pegó á ninguno, como á los clé- 
rigos que los confesaban, á los médi- 
cos itue los curaban , á los barberos 
que ios sangraban y sajaban los mis- 
moa carbunclos, ni á quien los enter- 
raba. Si alguno mpria era pobre que 
estaba mantenido del mismo manteni- 
miento maligno, y tenia el mismo apa* 
rato morboso aue ellos. 

La cuarta, finalmente , que nineu* 
oo de los mismos pobres acertó á lla- 
mar al primero ó segundo dia al mé- 
' dico ó al barbero, que curándose mu-* 
riése.a 

Sentados estos principios , y convi- 
niendo por otra parte «que propagán- 



(1) Las condesas en el siglo XVI qae- 
riau qae se les hablase de medicina eo la- 
tió. En el figlo XIX destierraó los mismos 
médicos la lengaa latioa del estadio de la 
medicina. Esta esnnaproeba nada equívo- 
ea qae caminamos ú la ilostracioa eomo el 
cangrejo, siempre de lado y hacia atrás. 



dose mucho el contagio pudiera venir 
una exhalación morbosa en. el aire en 
calentando el cielo un poco mas» pasa 
á esponer al Duque el régimen que 
había de guardar en su persona, fami- 
lia y demás dependientes suyos. Hé 
aquí algunas de sus principales máxi- 
mas. 

Cinco cosas aprovechan para preca- 
verse de la peste, y son: sangría. .pur^ 
ga, fuego , huida jr tranquilidad de 
conciencia. 

Cinco cosas dañan en tiempo de pes- 
te: hambre, tristeza^cansancio , venus ^ 
aires infectos^ 

Dedica su tratado á probar los es- 
tremos indicados. Es sumamente pre- 
cioso é interesante cuanto éspone ; y 
á buen seguro que no se sabe ni se di- 
ce mas en nuestros dias. 

De aere puro nkligendo , in quo ci^ 
tra minantis vestís Jornudinem, Esce^ 
lentíssimus Dux Bejarensis saluhriter 
versan queat ; in cujas infectíone et 
Ftoi» iVi abditís Sjrderum it^uxu vera 
pestís causa existit^Auethore Antomo 
Ledesnta, medico* 

£1 principal objeto que se propone 
en este escrito fué probar contra la co- 
mún opinión de los médicos de su 
tiempo , que la causa de las pestes no 
emanaba del influjo celeste, sino de 
causas terrestres y humanas. 

Ridiculiza á los que creían que' unas 
estrellas y planetas eran afortunados y 
otros desgraciados , caujAi de la suerte- 
buena ó mala de los que nacían bajo su 
influjo. Elste manuscrito es de mucho 
interés por las ideas tan sanas y tan 
científicas para los tiempos en que se 
escribieron. 

JUAN DE DIOS HÜARTE T 
NAVARRO. (Articulo adicional. 
Véase tom. 1 .^ de la Med. esp., pági- 
na 312) (1). 



(1) Al hablar de este célebre mádieo, 
dige qae en la primitiva edición qae poseía 
faltaba el *cap(tolo séptimo, el caal había 
sido completamente rasgado por los inqai* 



22 



HISTORU DE LA 



CAPJTÜLO SÉPTIMO. 

Muéstrase que aunque el ánima ra- 
cional, a menester el temperamento 
de las quatro calidades primeras^ assi 
para esstar en el cuerpo como para 
discurrir jr raciocinar, que no por esso 
se infiere que es corruptible y morud. 

Por COSA aTeriguada tuvo Platón 
(InPhcedro) que el ánima racional era 
sustancia incorpórea» espiritaal, no su- 
jeta á corrupción ni á mortalidad^ co« 
md la de los brutos animales:, la qual 
(salida del cuerpo) tiene otra vida me- 
jor 7 mas descansada: pero entiéndese 
(dize Platón In jípologia) aviendo vi* 
vido el hombre conforme á razón: por- 
que sino, roas le valiera al ánima que* 
darse pura siempre en el cuerpo, que 
padescer los tormentos con que Dios 
castiea los malos. Essta conclusión es 
tan iílustre y cathólica, que si ¿1 la al- 
canzó con la felicidad de su ingenio^ 
con justo titulo tiene por renombre, el 
divino Platón. Pero aunque es tal qual 
parece, jamás oupoá Galeno en su en- 
tendimiento: antes la tuvo siempre por 
sospechosa ; viendo delirar al hombre 
cuejrdo, por callentársele el celebro; j 
volver en su juyzio , aplicándole me- 
decinas frias. Y assi , dixo (Lib. qaod 
animi inores, cap. 3. etc. 9 de placit. 
Hippoc. etc. Plato.) que se holgara 
que fuera vivo Platón para preguntar- 
le, ¿cómo era posible, ser el ánima ra- 
cional inmortal, alterándose tan fácil- 
mente, con el calor, frialdad^ hume- 
dad^ y sequedad? Majormente viendo 



sidores. Habiendo suplicado que si algaD 
literato poséis esta edicioo que se habiera 
salvado de las pesquisas del sauto Tribaoal, 
^e digoara ioforroarine de aa cooteoido: be 
merecido que el señor Don José Gutiérrez 
de la Vega, alumno del colegio de San Car- 
los de Madrid» joven erudito y muy iotéli- 
gente en este ramo, me remitiese una copia 
exactíaíma de todo el capítulo séptimo, que 
es el que presento á mis lectores. 



que se va dcd cuerpo por una gran ca- 
llentura , ó sangrando al hombre co* 
piosamente, ó bevieodo cicuta, j por 
otras alteraciones corporales que 6ue« 
len quitar la vida. ¥ si ella fuera in- 
corpórea y espiritual (como dize Pla- 
tón Dialogo de natura) no se hiziera 
el calor (siendo calidad material) per- 
der sus potencias ni le desbaratara sus 
obras. Estas razones confundieron á 
Galeno , y le hizieron desaear , que 
algún Platónico se las ahsolviesse : y 
creo que en sn vida no le halló : pero 
después de muerto , la experiencu le 
mostró lo que su entendimiento do 

[mdo alcanzar (*)• T assi es cierto que 
a certidumbre infalible de ser nuestra 
ánima inmortal no se toma de las ra* 
zones humanas , ni menos ay argu- 
mentos que prüevmn ser corruptibles: 
porque á Ios-unos y á los otros se puede 
responder con facilidad: sola nuestra 
fee divina nos haze ciertos y firmes 
que dura jiara siempre jamás. Pero no 
tuvo razón Galeno de embarazarse 
con tan livianos argumentos , por que 
las obras que se an de hazer mediante 
algún instrumento, no se colige bien 
en philosophia natural , aver falta en 
el agente principal por no salir acer^ 
tadas. El Pintor que dibnza bien, te- 
niendo el pinzel quando conviene á su 
arte , no tiene culpa quando con el 
malo haze las figuras borradas y de 
mala deligneacion : ni es buen argu« 
mentó pensar , que el escribano tenia 
alguna lesión en la nuino, quando (por 
falta dé pluma bien cortada) le fué. 
forzado escrivir con un palo. 

Considerando Galeno las obras ma« 
ravillosas que ay en el universo « y la 



'(*) Nota marginal de este capitulo. 

En muriendo Galeno es cierto que des- 
eeudió al infierno , y vio por experiencia 
que el fnego material qoemava á las áni- 
mas, y uo las podía gastar ni consumir; 
este médico tuvo noticia de la doctrina 
Evangélíeo, y ne le recibió, Lib. 2. de dis^ 
Je, pul, cap, 3. ' 



. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



23 



lavidurra y providencia oon qae están 
hechas j ordenadas , coligió que avia 
Díoi en el mondo , aunque no ie vía- 
mos con los ojos corporales: del qual 
díxo esfas palabras, (Idb defwt. for^ 
matiane,) Deus nec/kctus est aliquan^ 
do , cum peremUter ingenitus sit, ac 
setmñtemus. Y en otra parte disse, que 
la tabrica jr compostura del cuerpo 
humano > no la hazia el ánima racio- 
nal, ni el calor natural \ sino Dios, ó 
alguna intellígencia muy savia. De 
donde se puede formar un argumento 
contra Galeno » y deshacer su mala 
Gonsequencia , y es desta manera. Td 
sospechas ser el ánima racional corrup- 
tible ; porque si el celebro está bien 
templado, acierta muy bien á discur- 
rir y philosophar ; y si se calienta, ó 
enfria mas de lo que conviene, delira 
j dize mil disparates. Esso mesmo se 
m6ere considerando las obras que tu 
dizes ser de Dios : porque si haze un 
hombre en lugares temnlados (donde 
el calor no excede á la frialdad, ni la 
humedad á la sequedad) le saca muy 
ingenioso y discreto : y si es la regioní 
destemplada, todos loa engendra estul- 
tos y necios. Y assi dize elmesmo Ga- 
leno (Libs quod amnd mores, corpa 
c. 10.) que en Scithia por maravilla 
acierta á salir un hombre sabio, y en 
Atbenas todos nacen Philosophos. Pues 
tfoapechar que Dios es corruptible, 
porque con unas calidades haze bien 
estas obras , y con las contrarias salen 
erradas; no lo puede confessar Galeno, 
pues ha dichoque Dioses sempiterno. 
Platón ya por otro camino mas acer- 
tado, .dizíendo, que Dios es eterno, 
omnipotente y de infinita sabiduría; 
que se ha como agente natural en sus 
obras: y que se sugeta á la disposición 
de las cuatro calidades primeras: de 
tal manera que para engendrar á un 
hombre sapientíssimo , y semejante á 
él, layo necesidad de buscar un lugar 
el mas templado que avia en todo el 
mundo, donde el calor del ayre no ex* 
cediesse á la frialdad , ni la humedad 
á la sequedad: y assi dixo, (Düüogo de 



natur,) Deus vero quíisi htlU ac sa^ 
jdentias studium , locum qui viras ipsi 
similUmos producturus electum in pri- 
mis incolendum prasbuii. Y si Dios 
quisiera hazer un hombre sapientissi- 
mo en Scithia , ó en otra región des- 
templada , y no usara de su omnipo- 
tencia, saliera por fuerza necio; por la 
contrariedad de las calidades prime- ' 
ras. Pero no infiera Platón (como hizo 
Galeno) que Dios era alterable y cor- 
ruptible, porque el calor y la frialdad, 
le impiden sus obras. 

Esso mesmo se ha de colegir, quan* 
do el ánima racional (por estar en un 
celebro inflamado) no puede usar de 
discreción y prudencia, y no pensar 
que por esso es mortal y corruptible. 

El salir del cuerpo, y no poder su- 
frir la gran calentura, ni las demás 
alteraciones que suelen matar los hom* 
bres, solo arguye, que es acto y forma 
sustancial del cuerpo humano ; y que 
para estar en él , requiere ciertas dis- 
posiciones materiales , acomodadas al 
ser que tiene de ánima; y que los ins- 
trumentos con que ha de obrar, estén 
bien compuestos , bien unidos, y con 
el temperamento que sus d>ras han 
menester : todo lo qual faltando , por 
fuerza las ha de errar, y ausentarse 
del cuerpo. 

El error de Galeno está en querer 
averiguar por principios de philoso- 
phia natural, si el ánima racional (fal- 
tando del cuerpo) muere luego ó no: 
siendo question que pertenece á otra 
sciencia superior ; y de mas ciertos 
principios: en la qual provaremos que 
no es buen argumento el suyo, ni que 
se infiere bien, ser el ánima del hom* 
bre corruptible, por estar en el cuerpo 
quieta con unas calidades; y ausentar* 
se del , por las contrarias. Lo cual no 
es difficultosa provarse ; por que otras 
sustancias espirituales de mayor per- 
fecion que el ánima racional , eligen 
locares alterados con calidades mate- 
riales; en los cuales parece que habi- 
tan á su contento; y si suceden otras 
disposiciones contrarias, luego se van. 



24 



HISTORIA DE LA 



por no poderlas sufrir. Y assi es cierto^ 
qae aj disposicioDes en el cuerpo hu- 
mano, las cuales apetesce el Demonio 
con tanta agonía , que por gozar della 
se entra en el hombre donoe están ; j 
assi queda endemoniado; pero cor- 
rumpidas y alteradas con medecinas 
contrarias , y hecha evacuación de loa 
humores nebros > podridos y hedion- 
dos, naturalmente se torna á salir» 
Veese esto claramente por experien- 
cia t que en siendo una casa grande, 
escura, suzia, hedionda, triste, y sin 
moradores que la habiten, luego acu- 
den duendes á ella : j si la limpian y 
abren ventanas , para que le entre el 
sol y claridad, luego se van ; especial- 
mente si la habitan muchas gentes, y 
ajr en ella regozijos y passatiempos , y 
tocan muchos instrumentos de música. 
Quanto offende al Demonio el ar- 
monía y buena proporción, muéstrase 
claramente por lo que dize el texto di- 
vino : que tomando David su harpa y 
tocándola, luego huiya el Demonio, y 
salia del cuerpo de Saúl. Y aunque 
esto tiene su espíritu, yo tengo enten- 
dido que naturalmente molestava la 
música al Demonio: y que no la podia 
sufrir. El pueblo de Isrrael sabia ya 
por experiencia, que el Demonio era 
enemigo de música: y por tenerlo assi 
entendido, dixeron los criados de Saúl 
desta manera, (1. Jteg, cap. ^6)Ecce 
spirítus Dei malus exagitat te: juheat 
bominus noster rex , ut serví tui qui 
coram te sunt , quesrant hominem 
scientem psallere cithara» ut quando 
arripuerit spirítus Domini malus, psa* 
Uat mana sua, etc. leyiusferas. De la 
manera, que ay palabras y conjuracio* 
nes, que nazen temblar al Demonio: 
y por no oyrias, dexa el lugar que te- 
nia eUgido para su habitación . Y assi 
cuenta Josepho(£{&. 8. de antiq.c, 2.) 
ue Salomón dexo escritos ciertos mo* 
os de conjurar , con los quales no so- 
lamente echayan (de presente) al De- 
monio, pero jamás osava volver al 
cuerpo de donde una vez fué lanzado. 
También el mesmo Salomón mostró 



3 



una rayz de tan abominable olor para 
el Demonio, que aplicándola á las na- 
rizes del Demonio > lo echava luego 
fuera.' Es tan suzio.el Demonio, tan 
triste , y enemigo de cosas limpias, 
alegres y claras , que entrando Jesu 
Christo en la región de los Geraseos 
(cuenta san M atbeo) que le ocurrieron 
ciertos Demonios, metidos en dos cuer* 
pos muertos , que avian sacado de los 
sepnlchros : dando vozes y diziendo 
Jesu hijo de David ; que tema tiene 
con nosotros, en aver venido antes de 
tiempo á atormentarnos ; rogárnoste, 

3ue si nos has de echar deste lugar 
onde estamos, que nos dexe entrar 
en aquella manada de puercos que alli 
está. Por la qual razón los llama la di- 
vina Escriptura , suzios espíritus: por 
donde se entiende claramente, que no 
solo el ánima racional pide disposicio- 
nes en el cuerpo , para poderlo infor- 
mar, y ser principio de todas sus obras; 
tiero aun para estar en el , como en 
ugar acomodado á su naturaleza , las 
ha menester: pues los Demonios (sien* 
do de sustancia mas perfecta) aborre- 
cen unas calidades corporales^ y con las 
contrarias se huelgan y reciven con- 
tento. De manera que no es buen ar- 
gumento el de Galeno: Vase el ánima 
racional del cuerpo, por una gran ca- 
lentura: luego es corruptible : pues lo 
baze el Demonio (de la manera que 
hemos dicho,) y no es mortal. 

Pero lo que en este propósito mas 
se ha de notar, es que el Demonio, no 
solamente apetece lugares alterado con 
calidades corporales , para estar en 
ellos á su contento ; pero aun quando 
quiere obrar alguna cosa que le im- 
porta mucho , se aprovecha de las ca- 
lidades corporales, que ayudan para 
aquel fin. Porque si yo* preguntasse 
aora, en qué se pudo fundar el Demo- 
nio, quando queriendo engañar á Eva, 
se metió antes en el serpiente ponzo- 
ñosa, que en el ca vallo ^ en el osso, en 
el lobo , y en otros muchos animales 

ue no eran de tan espantable figura? 

o no se que se me podria responder: 



i: 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



25 



bien se que Galeno no admite los di- 
chos y sentencias de Moyse^ ni de 
Clinsto nnestro redemptor : porque 
ambos (dize I¿b. 2. ae diffe* pul. 
cap. 3.) que hablan sin demostración. 
Pero de algún catholico he deseado 
siempre saber la resolución dest^ duda; 
j ninguno rae la ha dado. 

Ello es cierto (como ya lo dexamos 
provado) que la colera quemada, y re* 
tostada, es un humor que enseña al 
ánima racional, de qué manera se han 
de hazer los embustes y engaños. T 
entre los brutos animales, ninguno ay 
que tanto participe de este numor^ 
como la serpiente; y assi mas que to- 
dos (dize la divina escritura) (*) que es 
astuto y mañoso. El ánima racional, 
puesto caso que «s la mas io6ma de 
todas las inteligencias ; pero tiene la 
mesma naturaleza, que el Demonio^ 
y los Angeles. Y de la manera que ella 
se aprovecha desta cólera ponzoñosa^ 
para ser el hombre astuto y mañoso, 
assi el Demonio (metido en el cuerpo 
de aquella bestia fiera) se hizo mas in- 
genioso y doblado. (^^)Esta manera de 
philosophar, no espantará mucho á los 
philosophos naturales porque tiene al« 
guna aparencia de poder ser assi: pero 
lo que mas les ha de acabar el juyzío, 
es : que queriendo Dios desengañar al 
mundo y enseñarle llanamente la ver- 
dad (que es la contraria obra que hizo 
el Demonio) vino en figura de paloma^ 
y no de águila , ni de pavón, ni de 
otras aves, que tienen mas hermosa 
figura: y sabida la causa es; que la pa- 



(*) Nota marginal de esto capítulo. 

Sed etc. serpent erat calUdior candis 
animan tibus terree , gutg Jecerat Dominas 
Deas, Gen, cap, 3. 

{**) Nota marginal de este capítulo. 

Ed esto se conoce la grandeva de Dios 
qae con ser omnipotente, y sio ser necessi- 
dad de sos criatoras, se sirVe de ellas, como 
•i fuesse agente nstaral. 



loma participa mucho del humor que 
inclina á rectitud , á llaneza, á verdad 
y simplicidad; y carece de cólera, que 
es el instrumento *de la astucia y ma- 
licia. 

Ninguna cosa destas admite Galeno 
ni los Philosophos naturales; porque 
no pueden entender , cómo el ánima 
ra<;ional, y el Demonio (siendo sustan- 
cias espirituales) se puedan alterar, de 
calidades materiales (como es el calor, 
frialdad, humedad, y sequedad) por- 
que si el fuego introduze calor en el 
leño, es, por tener ainbos cuerpo y 
cantidad en que sujetarse-, lo qual falta 
en las sustancias espirituales: y admi- 
tido (por cosa impossible) que las cali- 
dades corporales pudiessen alterar la 
sustancia espiritual. Que ojos tiene el 
Demonio ni el ánima racional para 
ver los colores y figuras de las cosas? 
ni qué olfato para percebir los olores? 
ni qué oydo para la música? ni qué 
tacto , para oflenderse del mucho ca- 
lor? para todo lo qual son menester 
órganos corporales. Y si apartada el 
ánima racional del cuerpo, se offende 
y tiene dolor y tristeza ^ no es posible 
dexar de alterarse su naturaleza, y ve- 
nirse á corrumper. 

Estas difficultades y argumentos, 
embarazaron á Galeno y á los Philoso- 
phos de nuestros tiempos: pero á mi 
no me concluyen : porque quando 
Aristóteles dixo, que la mayor propie- 
dad que la sustancia tenia, era, ser su- 
jeto de los accidentes, no la coartó á la 
corporal, ni espiritual: porque la pro- 
piedad del genero , ygualmente la 
articipan las especies: y assi dizo que 
os accidentes del cuerpo passan á la 
sustancia del ánima racional, y los del 
ánima al cuerpo: en el qual principio 
se fundó para escrevir todo lo que dizo 
de la phisionomiá , mayormente que 
los accidentes con que se alteran las 
potencias, todos son espirituales, sin 
cuerpo, sin cantidad ni materia; y assi 
se multiplican en un momento por el 



r< 



HlST. DE XA MedIC. ESPAÑOLA. — ToMO 2,® 



26 



HISTORIA DE LA 



medio « j passao por una Tidrtera sia 
romperla : y dos accidentes cooirarkM 
pueden estar en an mesmo sujeto, con 
toda la intensión aue pueden tener: 
por las guales propiedades los llama el 
mesmo Galeno (Indivisibles) y los 
Pbilosophos vulgares (Intencionales;) 
y siendo desta manera , bien se pue- 
den proporcionar con la sustancia es- 
piritual* 

To no puedo dexar de entender que 
el ánima racional (apartada del cuer« 
po) y también el Demonio» teogan po« 
tencia visiva, olfactiva» auditiva 9 y 
tactiva. Lo qual me parece que es fa« 
cil de provar: porque si es verdad que^ 
las potencias se conocen por las accio- 
nes, cierto es que el Demonio tenia 
potencia olfactiva , pues olia aquella 
rayz que Salomón mandava aplicar á 
las narizes de los endemoniados: y que 
tenia potencia auditiva , pues oya la 
música que David dava k Saúl. Pues 
dezir que estas calidades las percebia 
el Demonio con el entendimiento, no 
se puede affirmar en la doctrina de los 
Pbilosophos vulgares: porque esta po« 
tencia es espiritual, y los objetos de 
los cinco sentidos son materiales* Y 
assi es menester buscar otras potencias 
en el ánima racional , y en el Demo- 
nio *, con quien se puedan propor- 
cionar. 

Y sino, pongamos por caso , que el 
ánima del rico avariento, alcanzara de 
Abrabam, que el ánima de Lázaro 
viniera al mundo, á predicar a sus 
hermanos, y persuadirles que foesseo 
buenos, para que no viniessen á aquel 
lugar de tormentos donde él esta va; 

Eregunto yo agora, cómo el ánima de 
azaro , acertava á venir á la clvdad, 
y á la casa destos : y si los encontrara 
en la calle (en compafiía de otros) si 
los conociera por sus rostros , y lo su« 
piera differenciar de los que venian 
con ellos? Y si estos hermanos del rico 
avariento le preguntaran quien era, y 
quien le emoiava , si tu?iera alguna 
potencia para oyr sos palabras? Lo 
mesmo se puede inquirir del Demo- 



nio, quando andava tras Ghristo nues- 
tro redemptor, oyéndole predicar, y 
viendo los milagros que hazia; y en 
aquella disputa qu'e ambos tuvieron 
en el desierto; con que oydos percevia 
el Demonio las palabras, y respuestas^ 
que Ghristo le dava? 

Ello es cierto falta de entendimien- 
to, pensar que el Demonio, ó el ánima 
racional (apartada del cuerpo) no po« 
drá conocer los objetos de los cinco 
sentidos, aunque carezca de instru- 
mentos corporales: porque por la mes- 
ma razón les provare, que el ánima 
rscional (apartada del cuerpo) no pue* 
de entender, ymaginar, ni hazer actos 
de memoria : porque si estando en el 
cner|M> no puede ver (quebrados loa 
ojos) también 00 puede raciocinar ni 
acordarse, si el celebro está inflamado* 
Pues dezir que el ánima racional, 
apartada del cuerpo , no puede racio- 
cinar por no tener celebro, es desatino 
muy grande* El qual se prueva en la 
misma historia de Abraham: i^'£i,re- 
eordare quia accepísti bona in vita 
tua , et Lazaras simüiter mala', nunc 
autem hk consolatw* , tu yero cru^ 
darisi et in iis ómnibus inter nos et 
vos echaos magnum firmatum est, ut 
hi qui voUmt hinc transiré ad vos^ non 
possiat , neo inde huc transiré. Et ait. 
Rogo, ergote pater, ut mittas eum in 
domum patris mei ; habeo enim quin-* 
que/ratres, ut testetur illis, ne etipsi 
veniant in huno locum tormentorwn. 
De Donde concluyo, que assi como es- 
tas dos ánimas razonaron entre si: y se 
acordó el rico avariento, que tenia cin- 
co hermanos en casa de su padre: y 
Abraham le truxo á la memoria , la 
buena vida que en el mundo avia te- 
nido, y los trabajos de Lázaro, sin ser 
menester el celebro; De la mesma ma- 
nera pueden las ánimas ver sin ojos 
corporales, y oyr sin oydos, gustar sin 
lengua, oler sin narizes, y tocar sin 
nervios ni carne; y muy mejor, sin 
comparación* Lo mesmo se entiende 
del Demonio, por tener la mesma na- 
turaleza que et ánima racional. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



27 



3 



S 



Todas estas dudas soltara bien el 
•nima del rico afarieoto , de qnien 
cueota, S. Lucas^ que estando en el 
infierno, alzó los ojos y v\o á Látaro^ 
ue estava en el seno de Abraham : j 
ando vozes dizo assi» Pater Abra^ 
ham miserere mei: mitte Lazarwn, mi 
intingat extremum digití suiin aguam, 
ut re/ríeeret Unguam meam, guia crU" 
cior in hac Jlamma. Gomo si dixer»> 
Padre Abrabam , (en miserioordia de 
mi» j embia me i Lásaro, para qae 
moje la extremidad de m dedo en 
'gtt*> y me refresque la lengua, porg- 
ue estoy atormentado en esta llama, 
e la doctrina passada, j de lo que 
dice esta letra , se colige que el fuego 
que abrasa las ánimas en el iofieruo, 
es material, como el que acá tenemos: 

Ír que ofiTeodia al rico arariento 9 J i 
as otras ánimas (para dirina disposi* 
jcion) con el calor: 7 que si Lázaro le 
llevara un jarro de agua fria , que sin* 
tiera gran recreación,' metiéndose en 
ella. Testa la razón moj clara: porque 
si no pudo sufrir estar en el cuerpo, 
por el mucho calor de la calentura ; j 
qnando bevia agua fria , sentia el áni- 
ma gran recreación; porque no enten* 
deremos lo mesmo, estando unida con 
las llamas del fuego infernal ? El alzar 
loa ojos el rico avariehto , y ^^ lengua 
sedienta , 7 el dedo dé Lázaro; todos 
son nombres de las potencias del áni- 
ma; para poderse la escritura explicar. 
Los que no van por este camino, ni se 
fundan en pbilosophia natural , dizen 
mil disparates. Pero tampoco se infie- 
re, que si el ánima racional tiene dolor 
7 triBteta (por alterarse su naturaleza, 
con calidades contrarias) que es cor- 
ruptible, ni mortal: porqué las ceni- 
zas con estar compuestas de quatro 
elementos, 7 de acto y potencia, no a7 
agente natural en el mundo que las 

fiueda corrumper, ni quitarles Jas ca- 
idades^que convienen a su naturaleza. 
El temperamento natural de las ceni- 
zas» toaos savemos que es frío 7 seco» 
Pero aunque las echemos en el fuego, 
jamás perderán la frialdad que tienen • 



radical: 7 aunque estén cien mil annos 
en el agua \ es impossible (sacadas de 
ella) qttedar con humedad propia 7 
natural : 7 con esto no se puede dexar 
de confesar, que con el fuego reciven 
calor, 7 con el agua humedad: Pero 
estas dos calidades , son en las cenizas 
superficiales, 7 duran poco en el sub«^ 
jeto: porque apartadas del fuego se 
tornan luego trias: 7 quitadas del 
agua , 00 les dura una hora la hu- 
medad. 

.Pero una duda se oflrece en aquel 
coloquio 7 disputa , que tuvo él rico 
avariento con Abraham. Y es: como 
supo mas delicadas razones el ánima 
de Abraham, que la del rico avariento; 
avieodo dicho atrás, que tpdas las áni- 
mas racionales (salidas del cuerpo) son 
de 7gual perfección 7.saber? Ala qual 
se puede responder, de una de dos ma- 
neras. La primera, es : que la sciencia 
7 saver que el ánima alcanzó estando 
en el cuerpo, no la pierde cuando el 
hombre se muere; antease perfecciona 
después , desegafiándose de algunos 
errores. El anima de Abraham, partió 
desta vida, .sapientíssima , 7 llena de 
muphas revelaciones 7 secretos , que 
Dios le comunicó , para ser su amigo; 
pero la del rico avariento, por fuerza 
avia de salir insipiente : lo uno por el 

Secado, que cria igporancia en el hom- 
re; 7 lo otro porque las riquezas ha- 
zen el contrario enecto de la pobreza: 
esta da ingenio al hombre, como ade* 
lante provaremos; 7 la prosperidad se 
lo quita. Otra respuesta a7 (siguiendo 
nuestra doctrina:) 7 es, que la materia 
en que estas dos animas disputavan, 
era theologia escolástica: porque saber 
si estando en el infierno avia lugar de 
misericordia; 7 si Lázaro podia passar 
dende el limbo al infierno; 7 si conve- 
nia embiar al mundo algún muerto, 
que diesse noticia á los vivos , de los 
tormentos que en el passavao los con- 
denados; todos son puntos escolástieos 
ou7a decisión pertenece al entendi- 
miento, como adelante provaré. T 
entre las calidades primeras, ninguna 



28 



HISTORIA DE LA 



ajque Unto desbarate á esta potencia^ 
como el calor demasiado; del qaai es- 
Uva bien atormentado el rico avarien- 
to: pero el ánima de Abraham mora- 
va en un lugar templadissimo, donde 
tenia gran consocio y recreación: y 
assi no era mucho que raciocinase 
mejor. Por donde concluyo 9 que el 
ánima racional j el Demonio^ se apro- 
vechan para sus obras ^ de las calida- 
des materiales: y que con una se oflen- 
den , y con la contraria reciven con- 
tento ; y que por esta rason, apetecen 
estar en unos lugares^ y huyen de 
otros, sin ser corruptibles. 

BARTOLOMÉ lUDALGO DE 
AGUEROj natural de Sevilla, siguió 
en esta ciudad sus estudios, siendo sus 
maestros los Doctores Juan de Cuevas, 



Alfonso Lacnadra, qae como cirujanos 
tenian gran reputación. Concluida sa 
carrera de medicina y cirugía, las ejer- 
ció aunque no con igual crédito en 
ambas. Su celebridad como cirujano 
era* proverbial , y tanta conGanza ha- 
blan inspirado sus conocimientos, que 
los barateros y jugadores de cuchillo 
y navaja , cuando se ponian á reñir se 
santiguaban diciendo: en Dios me en- 
comiendo, y ^^ manos ck Agüero, 

Su celebridad se aumentó mucho 
mas con los grandes discípulos que tu- 
vo , y que llevaron su nombre y fama 
hasta el nuevo mundo; tal fué el céle- 
bre Pedro López de León. Los prin- 
cipales poetas de España le dirigieron 
su selogios en varias composiciones, de 
las cuales es una {a siguiente! 



Doctor ilustre, honor del patrio nido 
De Hidalgo y Agüero por renombre; , 
T tan hidalgo en trato como en hombre 
Por agüero de Apolo habéis nacido. 

Porque tanto en sciencia habéis sabido 
Que perplejo y confuso cualquier hombre^ 
Dudo á cuál de los. dos primero nombre 
Por haber nuev» sciencia introducido. 

Vos sois lo que pudiste ser vos solo^ 
Si postrero ó primero no se prueba 
Que postrero no sois mas que- primero. 

Lo ano y ' lo otro sois : primero Apolo 
Porque sois inventor de sciencia nueva; 
Segundo Apolo, por nacer postrero* 



Bien sabido es de todos los que co- 
nocen la historia de la cirugia, que an- 
tes que Pareo en Francia y Agüero en 
España (1) iptrodujesen en la práctica 
de la cirugia el reunir inmediatamen- 
te las heridas para curarlas por prime- 
ra intención , habia la costumbre de 
corarlas con ungüentos, con bálsamos. 



(i) A pesar de todo. Agüero tnvo, co- 
mo todos los grendei hombres , mochos ri- 
vales : su Doevo método sofrió tente críti* 
ea y tentet impogneeiooes , como Uarbey, ' 
respecto de le circalecioo de le sangre. 
Eo fin, como los hechoa en ctrogíe soo mes 
•locoentes y decisivos que les eotoridedes» 



ele, y obtener su curación después de 
terminada la supuración, como sacedjs 
en las heridas con pérdida de sustan- 
cia ó continuas. 

Hidalgo, que como práctico y eru- 
dito conocía muy bien á Galeno , se 
aprovechó del consejo que este gran 
hombre habia consignado «de curar las 



coendo demostró que por so anétodo ooevo 
se corebeo en dies á cetorce dits las mis- 
mes herides , qoe por el entigoo tardaban 
meses y meses , les qoe se coreben , y ereo 
les meóos , y le meyor parte de los «nfer* 
mos morieo por consoocion , vino á este* 
blecerse como método general. 






MEDICINA ESPAÑOLA. 



29 



. 






heridas por lo^ medios desecantes j 
« oo por los huméelos»» Lo que en Ga- 
leoo DO pasó de consejo y de proyecto, 
porque no se atrevió á plantearlo en 
Roma , ftté ejecatado por nuestro se- 
villano. 

Viendo Agüero Jos malísimos resul- 
tados que obtenia su maestro Cuevas 
en el hospital de la Caridad , del que 
era cirujano mayor, tratándolos heri- 
dos por el método humectante ó su- 
purativo j que de treinta heridos 
se le morían veinticuatro ó mas^y 
viniéndole á la memoria el consejo de 
Galeno, se resolvió á ensayar este mé- 
todo con reserva. 

Cuatro años gastó en estos ensayos, 
y al fin de ellos «como Hidalgo mos- 
tró mas valor y mas osadía', pues que 
no temiendo la contradicción de sus 
enemigos,* que eran muchos y todos 
hombres doctos, rompió por medio de 
todas las dificultades, y esperimentan- 
do, inquiriendo, añadiendo y quitan- 
do , consiguió descubrir el verdadero 
tesoro de la cirngia.»(£/ editor in pnB- 
fatio). 

Últimamente , Agüero murió muy 
cerca de los setenta años de edad j en 
1597 : su muerte fué generalmente 
sentida , tanto del pueblo sevillano, 
cuanto de todos los profesores de la 
ciencia de curar , contemporáneos su- 
yos. 

Escribió varias obras, la primera 
con el titulo siguiente. 

jítHSos particulares de cirugía con-» 
tra la común opinión, por el Doctor 
D. Bartolomé Hidalgo de jígüero, 
mee&o-círiiyano. Sevilla 1584. 

Estos preceptos son los primeros que 
escribió para dar á conocer su nuevo 
método , y contra los cuales escribió 
Juan Fragoso. 

1.^ Que ninguna herida de cabe- 
sa se ha de legrar^ ni levantar huesos 
aunque punjan y preman , y este in- 
tromiso el cráneo, ni ciso, ni fracto, ni 
eoliso. 

2.* Que todas las heridas de ins- 
trumento que corta, se han de agluti- 



nar y corar con desecantes, y ni mas 
ni menos: las contusas piden la misma 
curación, quitándoles las cosas preter- 
naturales. 

3.® Todas las heridas de cabeza, 
que fueren de instrumento que colide 
y contunde, sino tuvieren lesión en el 
cráneo ó flujo de sangre^ no se han de 
formar, (dilatar). 

4.* Las heridas de cabeza que fue- 
ren de instrumento que colide , y tie- 
nen fractura y huesos intromisos y 
pungentes, no se formarán después 
del primer aparato con fuerte forma- 
ción, sino liviana cada dia mas ligera, 
porque no se han de legrar , ni trepa- 
nar , ni levantar hueso > ni quitar los 
que pungen y premen , ni hacer nin- 

Í[un uso de manos de los que mandan 
os autores. 

5.^ Si el cráneo fuese descubierto 
de golpe ffrande, puede haber sangre 
estravenada en la antrosidad , ó entre 
la dura y el cráneo, ó entre la dura y 
pia membrana ) estando el hueso ente- 
ro y sin ninguna fractura, no se ha de 
perforar con nenguna diferencia el ins- 
trumento, si quieren que sane presto^ 
seguro y sip dolor. 

6.^ Ni se ht de perforar el cráneo 
estando coliso ó contuso el hueso, te- 
niendo fractura capilar. 

7.®' Que ninguna echimosis se ha 
de abrir en cuerpo ni cabeza, aunque 
haya fractura. 

8.^ Que los aneurismas se han de 
curar por resolución y no por aper- 
cion. 

9.® El nervio , ni el tendón , ni la 
coligación se han de apuntar , ni su- 
fren costura , ni las venas ni las arte- 
rías. , 

10. En ninguna herida se ha de 
hacer contrabertura , ni* se ha de po- 
ner secíal ni flámula , aunque sea pa- 
sante. 

1 1 . Todas las fístulas son curables 
aunque estén en cualquier parte del 
cuerpo ó auno. 

\% Que no se puede quebrar el 
cráneo y hueso de la cabeza en la par- 



prepucio qae h cocUre auocjae esté 
iaortt6caiio. 

^1. Si pie, pierQB ó braco eitén 
mortí6cadoij do le bao de corlar dí 
■■errar. 

22. LoicancrOBion cnrableí san- 
qae *eaa manifieatos, ai le maeren. 

23. La iolocion .de cootiiMiidad 
(que ■• dice ecbimoiit) qae es cuando 
queda la cntif entera^ te ba de annme- 
rar, j poner entre el aiieuritme j el 
escirro. 

24. La frtotora del bra», pierna 



engafiaron lo* qoe ban afirmado que 
loa nervios ópticos' tienen cavidad. 

34. También ha habido quien fal- 
tamente afirmase , qae la t rima entra 
en la regiga resadative : la verdad ec 
que entra colative. 

35. El aceite común cooTÍene á 
)at heridas, j todas laa cowa virtnosM 
j olesginous. 

36. Las carnosidades de la vía de 
la orina no se han de romper con plo- 
mo ni gastar con el eáostico común 
cuando las quieren eatirpar. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



31 



37- Ed heridas ¿e pecho pene* 
trantes^ aBrman los autores si están eo, 
la parte alta que se haga contraberlu- 
ra entre .cuarta j quinta costilla: lo 
afirmo que no se ha de hacer. 

38« Clara de huevo en el primer 
aparato en herida de cabeza no solo 
no aprovecha^ pero dalka^ y no se ha 
de nsar. 

39. A todas las heridas conviene 
de sangrar, y también á las de pecho. 
. 40. Eu heridas de cabesa no se 
han de sacar huesos , ni ha de hacer 
escaras > j si las hubiere , han de ser 
superficiales^ aunque el cráneo* esté 
quebrado ó desnudo en mucha can- 
tidad» 

41. En ninguna herida de cuerpo 
se ha de poner torunda , ni clavellina 
ni lechino, aunque pase de una parte 
i otra» 

. 42. El digestivo común de tre* 
mentina j huevo no se ha de usar con 
aceite rosado ni sin el. 

43« El especilo (que es la tenta) 
no se ha de usar para el conocimiento 
de las heridas: pues por ella no sé al- 
canza mas que lo que se ve con la 
vista. 

44. En la erisipela no convienen 
repelentes nineunos^^aunque esté el 
cuerpo evacuado con sangrías j purga. 
. 45. Los que son negligentes en 
cortar cuerpos humanos afirman que 
el hueso sacro se abre al tiempo del 
parto, j después se torna i cerrar > lo 
cual es falso, que ni antes ni nunca se 
ha abierto. * 

46. La comisara que en la frente 
se halla , algunas vec6s dicen que solo 
se halla en mngeres: To defiendo, que 
no solo en mngeres si no en hombres 
Uimbien se halla. 

47. Totisviribu8defendemus,que 
no ha/ espiritas animales, ni la facul* 
tad animal , tubo jamas necesidad de 
ellos. 

. 48. Losfisicosque han afirmado 
que hay regiones para heridas de ca- 
beza buenas, y malas de piernas, y 
por el contrario, se han engañado que 



no va en la región sino en la medicina 
adecuada para U tal enfermedad la 
ci^al ha de tener en toda parle. 

49. En las heridas que se temiere 
finjo de sangre, ó la hay, en invierno 
se ha de curar de siete en siete dias, y 
en el verano de cinco en cinco; y si 
fuese vaso grande se ha de tardar mas 
tiempo, y será hasta doce días. 

50. Los dias decrétorios no se han 
de considerar en cnanto á heridas pa- 
ra bien , sino para mal por diversos 
respetos , y no por razón de herida, 
eomo tampoco tiene en la fiebre ethi- 
ca los dias decrétorios. 

Tesoro de la 9erdadera cirugía jr 
yia particidar contra la común y com^ 
puesto por el Doctor Bartolomé Hi'-^ 
dalgo de Agüero y médico jr cirujano^ 
con la cual se hace un perfecto ciru" 
jano. Sevilla 1604 , en folio. 

Esta obra fué aprobada por el licen- 
ciado Dionisio Daza Chacón , en Ma- 
drid á 25 de Marzo de 1596. Asi cons- 
ta de su censura. 

He dicho mas arriba que Agüero no 
hizo otra cosa que poner en práctica el 
consejo ya dado por el médico de Pér- 
gamo; que el cucar por la via desecan- 
te era mejor que por la húmeda y su- 
purativa. Véanse sus mismas palabras. 
«La cuestión es si se ha de curar dige- 
riendo ó desecando. A esta cuestión 
responde Galeno , y dice : que el uno 
y el otro modo curativo conoció y vio 
ejercitar asi á los cirujanos romanos 
con sus remedios blandos , como á los 
de Asia con los desecantes , cuya via 
alaba mas Galeno, porque vio que mas 
se aliviaban por éiIa, que por la otra 
que usaban los romanos , y afirma que 
si él viviera en Asid, que no ejercitaría 
la via de curar humedeciendo, sino la 
desecante. Y pues tenemos este docu- 
mento tan fuerte y de autor tan gra- 
ve, quien duda de este método, cura- 
tivo, ó lo hace por no entenderlo, ¿ lo 
hace de malicia ocultando la verdad 
y bien común (p&g. I.*)*» 

Tenemos, pues, aclarado el motivo 
de haber introducido Agiiero esta 



32 



HISTORIA DE LA 



práctica áe la cirugiisi ^ y no como cli- 
cen la mayor parte de los historiado- 
res que lo aprendió de Ambrosio Pa* 
reo. Divide esta en cuatro tratados. 

En el primer capitulo se propone 
probar con ejemplos las ventajas de la 
reunión iomediata, y. al efecto refiere 
«que á un criado del conde de Orgaz, 
le hicieron unos soldados una herida 
en la sien derecda tan grande y tan 
profunda, que le cortaron los músculos 
temporales, la arteria y la vena orgá« 
nica de aquel lado , y lo puso por de * 

Í>ronto en la necesidad de darle todos 
os sacramentos por el peligro urgente. 
Que sin embargo fué herido viernes, 
y el viernes siguiente fue sano y sin 
parche á besar las manos al conde (pá* 
gina 3.* col. 1.*).» 

El capitulo segundo se reduce i que 
en ninguna herida de cabeza se ha de 
legrar ni levantar huesos^ aunque pun- 
jan y opriman, y aunque haya fractu- 
ra y subintcacion de esquirlas en'el 
cerebro. 

En el tercero prueba que todas las 
heridas hechas con instrumentos cor* 
tantes, se han de aglutinar y curar con 
desecantes, y que las contusas piden la 
misma curación , evitándoles todas las 
cosas preternaturales. 

En el cuarto todas las heridas que 
fueren de instrumento que colide y 
contunde, que es lo mismo que machu- 
car, si no tuviesen lesión en el cráneo^ 
no se han de dilatar. 

En el décimo reprueba las costuras 
de los nervios, de los tendones, de las 
arterias y venas. 

Capitulo XII. Todas las fístulas 
son curables aunque estén en cual- 
quiera parte del cuerpo humano. 

Capitulo XV. La herida de ca- 
beza que fuese dada con instrumento 
que corta, no se hade dilatar, sino 
aglutinarla y curarla por primera in- 
tención , aunque esté en la parte su- 
perior. 

Capítulo XVI. Las heridas de pe- 
cho aunque sean penetrantes^ no se 
han de dilatar ni tenerlas abiertas sino 



aglatinarbs , y curarlas por primera 
intención, sacando lo estravenado. 

Capitulo XVII. En heridas pene- 
trantes de pecho y no se ha de poner 
cánula de plomo ni de plata, sino to- 
das cararlas cerrándolas^ y que no 
queden fístulas en ninguna de ellas. 

Si la simple enumeración del titulo 
de estos capítulos, en cuyo contesto 
esplana las proposiciones ó sus avisos, 
de que hemos hablado ya , no basta 
para formarse una idea aobre el modo 
de tratar Agüero las heridas incisas, 
añadiremos lo que nos dice. 

((Y puedo afirmar como testigo de 
vista, que he curado mas de veinte 
años, y teniendo lugares públicos co- 
mo es el hospital del Cardenal de Se- 
villa, y otros mochos estudios y dis- 
cípulos, y visto los incómodos y daños; 
y lie ejercitado la vía particular por el 
mismo orden que la común, y he faa« 
liado tan grandes provechos, que me 
han obligado no solo á ejercitarla, mas 
también á comunicarla, para que de- 
jados los rodeos de la común falaz, 
tomen la vía salutífera. Hice regular 
por el libro del dicho hospitaf del 
Cardenal, donde se anotan los heri- 
dos , y se ha visto que el año pasado 
d^ 1583 entraron cuatrocientos cin- 
cuenta y seis heridos, y salieron sanos 
cuatrocientos treinta y seis, y murie- 
ron veinte ; y en dos meses y medio 
ue hice asentar de por si los heridos 
e cabeza, entraron cincuenta y siete, 
y salieron sanos cincuenta, y murie- 
ron solos siete ; y en los años que han 
corado mis antecesores y yo por la 
▼ia común, se halla mayor número de 
los muertos que de los vivos (pág. 48, 
col 2.*))> 

En el capítulo 63 , página 51 , nos 
refiere un caso sumamente curioso. 
Habiendo traído un preso á las cárce- 
les de Sevilla , que tenia una fractura 
del cráneo, el médico le hizo la ope- 
ración del trépano , pero tan desgra- 
ciadamente, que el trepanóse le intro» 
dujp dentro de la nuca cerebral. Le 
quedó una úlcera tan grande y una 



1 



MEDICINA ESPMOLA. 



33 



saparacioD tan abandante^ que diaria- 
mente salía mas de medio cuartillo de 
pu$. Este preso logró la curación *, se 
nutrió j perdió la memoria j el en- 
tendimiento; y aunque habia muerto 
á su contrario en una rifta , le perdo- 
naron los jueces. 

Jtecopilacion de las opiniones » jr 
modos curativos que ha hahido en ci^ 
rugía desde el principio del mundo, 
hasta el presente. Hecha por el Doc" 
tor Bartolomé Hidalgo de Agiiero. 

Divide la historia de la cirugia en 
siete sectas* 1.^ Empirida desde los 
tiempos primitivos hasta los Hebreos: 
2.^ La de los Árabes: 3.* La de los 
antiguos j modernos; esto es, la de 
aquellos autores que, curaban por la 
▼la común: 4.* La Española: 5/ La de 
Aparicio: 6** La de los saludadoras: 7»^ 
La inventada por ¿1, ó sea la curación 

Eor la vía particular, ó reuniendo las 
cridas por primera intención^ 
«Tres causas, dice el autor, le movie- 
ron para escribir «esta materia: la pri- 
mera para que los cirujanos de la vía 
común, cargados de arrogancia é hin- 
chazón, 7 crande severidad, conozcan 
haber estado engañados, como lo estu* 
vieron los autores que alegan para su 
defensa y amparo : segunda para que 
los que quieran darse á esta facultad, 
deprendan j estudien cirugía firme é 
infalible: la tercera para que sea cono- 
, cida en todo el orbe la vía particular, 
pues a ella se han.de reducir todas las 
sectas j opiniones (pág. 63).» 

Llama 1/ secta empírica la que 
practicaban los hebreos con polvos y 
bebidas: 2.* secta empírica á la de los 
árabes que curaban con ceratos y un- 
güentos todas las heridas, desde su 
principio hasta su fio: 3/ secta rocío* 
nal y vía común aquella por la cual 
los aptiguos y modernos curaban con 
uso de instrumentos, elevando, perfo- 
rando y ^sacando los huesos , y perfo- 
rando y espurgando: 4.* secta hispár 
nuca con la que curaban los españoles. 



especialmente en la armada con aguar-, 
diente y cierta pólvora que llamaban 
tres, dos, y as: la 5.* llamada de Apari- 
cio, inventada en su tiempo, compues- 
ta de vino y aceite: la 6/ es la que 
cura con palabras santas y otras cere- 
monias , como lo hacían los llamados 
saludadores: ia 7.* que llama metódica 
y racional, es la de la vía particular, ó 
reuniendo las heridas por primera in- 
tención, evitando si es posible la supu- 
ración, hallada por el autor no sin 
grande trabajo y Urga ejecución por 
muchq^ años en el hospital del Carde- 
nal de Sevilla , habiendo profesado la 
común por espacio de mas de veinte 
años. 

Dedica artículos separados para es- 
planar cada una de estas teorías, y ha- 
cer la correspondiente aplicación de 
ellas ¿ la practica, haciendo ver las 
desventajas ¿ inconvenientes de cada 
uoa de ellas , para hacer en vista de 
todo resaltar la superioridad de la sujra. 
Todo este tratado es sumamente inte- 
resante , y seguramente no se escribe 
mejor en nuestros dias. 

Tratado de las ei^acuaciones tocan* 
tes a los casos de cirusia. 

En este tratado habla de los pur- 
gantes 7 sangrías.. Sobre los primeros 
dice, que aun cuando haya indicación 
urgente para suministrarlos, conviene 
que sean muy suaves. Entre los medi- 
camentos de esta clase que aconseja, 
da la preferencia al maná, ruibarbo y 
caña tístula. Propone la cuestión «si 
conviene saOgrar al herido acabado de 
herir, ó no.» Prueba que no debe san- 
grai^se hasta el dia siguiente de la he - 
rida, y para este caso que ha de haber 
una necesidad. Para hacer la sangría 
se han de poner delante de los ojos dos 
cosas , virtud que consienta, y enfer- 
medad que lo pida. La enfermedad 
que pide sangría es la grande , y lla- 
mare grande en tres maneras. La pri- 
mera, porque de suyo es grande : se- 
gunda, porque es miembro principal 



HisT. BE JLA Medio, española. — Tomo 2°. 



34 



HISTORIA DE LA 



donde está: tercera, por su malicia. 
Aun cuando la enfermedad lo deman- 
de j rirtud lo consienta , dejará de 
sangrarse por cuatro cosas \ por frio^ 
por sudor , por vómitos y por cama- 
ras.... Lo demás e$. mal uso^ por me- 
jor decir abuso, y siempre he rocéado 
contra él para que se le quiebre la ca« 
besa 7 mas no se ejercite (pág. 103).» 

Tratado de la san^ria. 

En este tratado ventila la cuestión, 
si es mejor evacuación la que se hace 
por los purgantes o por la sangría. Se 
decide por esta. Describe los diferentes 
modos de sangrar : proscribe la san- 
gría de las arterias por los muchos in* 
convenientes que tenia : aconseja que 
la sangría se ha de hacer grande ; es 
decir, por una ancha incisión; decide 
que esta debe practicarse del lado 
afecto : previene las medidas que han 
de tomarse antes de proceder a la san- 
gría, y llama la atención á las condi- 
ciones físicas y morales del que ha de 
sangrarse. 

Epitome de anatomía por pregan* 
tas y respuestas. 

Este tratado vale poquísimo , y es 
una lástima que figure entre tantoa 
preciosos, como son: 

Tratado cuarto de heridas en uni" 
versal y particular , por el Doctor 
Bartolomé Hidalgo de Agüero. 

En este tratado presenta algunas 
recetas de las composiciones mas fa« 
mosas de su tiempo para la curación 
de las heridas ; tales son la del aceite 
de Fabricio, y la del aceite Benedic- 
tino y su famosa fórmula de la colo^ 
rodilla^ en la cual tanta fe tenia, com- 
puesta de incienso, mirra, almáciga, 
sangre de drago, bol armónico prepa- 
rado, sándalos rubros, sarcocola, aci- 
bar y albin; de cada uno media onzai 
Se pulverizan y pasan por tamiz tres 
veces, y en cuatro onzas del aceite 
Benedictino, se pone una onza de estos 
polvos. En seguida pasa i descríbrir 
las heridas de cada parte del cuerpo 
humano, refiriendo en cada una de 
ellas el método de la via común, y el 



de la particular. Todo este tratado es 
sumamente precioso, pues en la com- 
paración de uno y otro método en una 
misma herida , es como hizo resaltar 
Agüero la seguridad del suyo. ' 

Fundamentos y preceptos de la vía 
particular. 

Este tratadito comprende veinti- 
ocho preceptos j que debe tener pre* 
«entes el cirujano al practicar el mé« 
todo de la via particular. 

I. Comprende tres preceptos, á 
saber: el primero, que el cirujano que 
cure por esta via ha de curar presto: 
segundo, que lo que hiciere sea sin do- 
lor: tercero, que escuse todo peligro* 

II. Que haga por conservar la 
fuerza de la naturaleza , que es el ca- 
lor nativo , y el artífice de todas las 
operaciones y acciones del sugeto, 
reuniendo y apropincuando las he- 
ridas. 

III. Limpiar la herida, sacar todos 
los cuerpos estrafios, y quitar todos los 
impedimentos que puedan oponerse á 
la aglutinación de las heridas. 

I Y*. Conservar las fuerzas. 

y. No usar en las heridas de ea» 
beza instrumentoa de hierro , y va- 
lerse de medicinas que llama capitales. 

VL Valerse de todos los medios 
en la curación de las heridaa^ menos 
de instrumentos. * 

VIL Curar de preferencia con 
medicinas aglutinantes, y caso de em- 
plear \m digestivas , que sean conser-' 
vadoras y no putrefactivas. 

VIII. Coser ó apuntar la herida 
que no se pueda conservar reunida 
por otros medios. 

IX. Deterger bien las heridas has- 
ta que queden puras y bien limpias, 
y no interponer en ellas sedal, ni tien- 
tas, ni mechas. 

X. Que no se purgtie el herido de 
cabeza en el principio, por razón de 
la herida , sino cuando hubiere causa 
material (1). 



(1) El señor Hernández Morejoo dice 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



35 



XL Sangrar todoft loa heridos ea 
el principio, por razón de revalsion j 
evacuación de Uparte herida, y no de 
la opuesta. 

XIL No coser nervios ni tendo- 
nes , ni ligarlos fuertemente, 

XIIL «Que se cierren todas las 
heridas de la cavidad vital y natura! 
después de sangradas; y si fuesen lar- 
gas y no se pudieran juntar^ se apun- 
ten , y lo mas seguro es apuntarlas 
todas (1).» 

XIV. Lavar todas las heridas de 
cabeza en la primera cura con vino ti- 
hiOy y no aplicar la clara de huevo« 

XV* Curar toda fractura de bra- 
zo ó pierna con herida, como se curan 
las heridas de cabeza con fractura del 
cráneo^ sin tablillas ni caja, y curarla 
iodos los dias , si no se aglutina. 

XVI. Que se haga el flojo de san- 
gre por una de cinco maneras, siendo 
la vena ó artería grandes, con forma* 
cion dé lechinos, ó con costura de pe- 
llejero con ligadura, ó atando el mis* 
mo vaso, ó con ^cauterio actual ó po- 
tencial, ó como mejor pudiere el artí- 
fice (2). 

XVIL Curar por primera inten- 
ción y sin separar el pericráneo,la he- 
dida del cráneo hecha con instrumen- 
to contante; pero si no se conglutina, 
ze curará por la via digestiva. 
' XVIIL No se hará eii herida de 
cabeza separación del pérícráneo, mas 
de lo que hizo el instrumento cor- 
tante. 



•1 esponer este precepto «10, tfue se purgue 
al herido de cabeza, al principio, ti^ Es pre- 
cisamente todo lo contrarío. (Y. Hist, de 
la bib. Fspi, tom. 3.^, pág. 325, núm. iO.) 

(1) El señor Morejoo dice: «13, que no 
se cierren todas las heridas de la cavidad 
vital y na toral después de desangradas y 
•pontadas (Ib Ib.).» 

(2) Es enteramente contrario e] texto 
que hace el señor Morejoo coaodo dice:' 
«16, qne en toda herida, ya sea fresca ó yie* 
¡a, se ha de sangrar.» El aalor no trata aqoi 
de las sangrías. 



XIX. Toda herida se desangra^ y 
las viejas también, con esta diferencia; 
que las frescas de dentro, y las viejas 
de dentro y fuera con sajas. (3). 

XX. No debe hacerse contraber- 
tura en las heridas de pecho. 

XXI. En las heridas ¿el rostro se 
cortarán los puntos de sutura al tercer 
dia, por la hermosura. 

XXII. Se dará á los heridos caldo 
de pollo, y jamás hechos con legum- 
bres. , 

XXIII. Se dilatarán todas las ca- 
vidades y senos de las heridas de cabe- 
za,y después de desangradas y limpias, 
ae reunirán por primera intención, no 
habiendo fractura. 

XXIV. Ser evitará la entrada del 
aire en las heridas de cabeza. 

XXV. £1 color negruzco que á ve- 
ces se presenta en las heridas de cabe* 
za , no es peligroso cuando no está 
acompañado de síntomas malignos: 
caso de estarlo, ea herida mortal. 

XXVI* En las contusiones sin he- 
rida con fractura e intromisión del 
hueso , se aplicarán ventosas secas: 
después majadas para limpiar bien los 
humores. 

XXVII. Toda herida hecha con 
instrumento cortante se ha de agluti- 
nar luego sin introducir tienta: en es- 
ta, lo mismo que en las contusas , se 
estrae todo cuanto pueda estorbar y 
oponerse á la aglutinación. 

XXVIII. La clara de huevo aun- 
que aglutina, no conviene en las he- 
ridas del rostro, antes por el contrarío 
les ofende ; mezclada con aceite es 
inútil. 

Por estas veintiocho proposiciones 
podrá conocerse clara y distintamente 
el grado de confianza que tenia Agüe- 
ro en su nuevo método de curar. 






(3) El Sr. Morejoo dice: 19, «qae no se 
conteugao desde hiego las hemorragias con 
costura, lechinos, atadura ó canterio (Ib. 
Id.).» Esto es preeisantente todo lo contra- 
rio de lo que dice Agüero. 



36 



HISTORIA DE LA 



Breve suma de lat razones de la 
via particular, jr contradicciones de la 
via común , y respuestas que hacen 
fuertes las razones particulares. Por 
el mismo autor. 

Se objeta los argamentos qoe le di* 
rigieron los partidarios de la via. co* 
mun, Y contesta ¿ ellos. 

Antidotarlo general de ambas idas. 
Es una colección de todos los ungüen- 
tos, oeratoSy pomadas, emplastos qne 
se usaban en su tiempo. En el dia es- 
tan ja proscritos las cuatro quintas- 
partes de ellos^ j los pocos que se con- 
serTan aun^ son bien conocidos de to- 
dos; tales son, el basilicon^el ungüen- 
to amarillo, etc. 

Suma de las proposiciones de cirw 
giay que el licenciado Fragoso dice que 
enseña contra unos avisos que yo Ai- 
ce ünprimir el año pasado de 1584. 

Habiendo impreso el autor, como 
dice, unos avisos de cirugía, Juan Fra- 
goso escribió contra ellos «llamándolos 
speudo preceptos , j criticándole de 
haberlos impreso únicamente con el 
deseo de adquirir fama y de dejar me- 
moriade él.» 

Esta controversia fué sin duda una 
de las mas acaloradas, j al mismo tiem- 

Cmas cienti6ca, que se sostuvo entré 
I cirujanos del siglo XVI. Se trata- 
ba de una doctrina nueva, opuesta j 
contraria á la comunmente recibida y 
adoptada de todos; nada de estrafio te- 
nia que sufriera las objeciones de los 
no versados en ella y acostumbrados á 
la antigua. Entre los rivales de mas 
crédito lo fué Juan Fragoso ^ cirujano 
del Rej, y de una reputación colosal, 
el cual imprimió cuarenta y seis pro- 
posiciones en contra de su via particu- 
lar. 

Agüero contesta á ellas, pero con 
una firmeza tal , y con una copia de 
razones tan convincentes, que destru- 
yen completamente las alegadas por el 
cirujano de Madrid. Tanto este como 
Agüero se trataron con bastante acri- 
monia ; pero olvidando ciertas perso- 
nalidades que mutuamente se dirigen. 



pueden reputarse las proposiciones de 
Fragoso como los fundamentos del 
método antiguo , y las contestaciones 
de Agüero como otros tantos testimo^ 
nios del estudio tan profundo qne ha- 
bía hecho en cirugía, y de lo amaes- 
trado que estaba en el tratamiento de 
las heridas por primera intención. 

Siento no poder esponer en esle 
lugar los argumentos del uno, ni lu 
soluciones del otro , por su mucha es^ 
tensión; pero recomiendo su lectura al 
que tenga ocasión de haber á la mano 
la obra de nclestro cirujano de Sevilla, 
la cual desgraciadamente se ha hecho 
sumamente rara. 

Tratado sexto de la teoría de la 
cirugía. 

Es una colección de definiciones so- 
bre algunos puntos de cirugía .Ofrece 
nuísimo interés. 
^rotado séptimo del anotóme del 
cuerpo humano* 

El señor Hernández Morejoui al 
hablar en su historia de este tratado, 
nos dice: aEsun compendio bastante 
reducido de anatomía, que tampoco 
ofrece nada de particular. Creo que 
el sefior Morejon no habia leido dete- 
nidamente este tratadito , porque de 
haberlo hecho, jcómo perdonarle el no 
habernos referido los dntoa qué con- 
signa Agüero sobre la circulación de 
la sangre? Els verdad que el cirujano 
de Sevilla no ha sido el primero que 
ha hablado de la circulación, según 
han visto mis lectores en el primer 
tomo de m\zAnales\ pero también lo 
es, que la descripción que de ella hace 
Agüero > nos hubiera confirmado mas 
y mas en la opinión , de que antes de 
Harbej tenían los médicos españoles 
ideas positivas y demostradas sobre la 
circulación general de la sangre. Pues- 
to que me ha dado esta nueva ocasión 
de consignar á nuestros médicos espa- 
ñoles una gloriosa memoria , trascri- 
biré las ideas principales que emite 
sobre este punto, sin olvidar que Agüe- 
ro solo escribió un compendio bas- 
tante reducido de anatomía. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



37 






Ga pitólo XXIX. Del corazón. El 
corasoD es el mas priocipal de todos 
los miembros. ••• y también el prin* 
cipio de donde salen las arterias j ve- 
nas.*.. Está compuesto de tresmane* 
ras de fibras.*., fibras derechas.. •• iz* 

Jnierdas j obiícnas : estas sirven para 
os moTimieutós que tiene el corazón, 
natural, é involantarip. Las fibras de- 
rechas retiradas hacia sí, y las demás* 
alargándose, hacen dilatar el corazón, 
y este movimiento es el diásCole, y en 
este tiempo el pnlmon atrae la sangre 
por la arteria venosa del ventrículo 
izquierdo. Las fibras rectas cuando se 
relajan, y las atravesadas, se contraen; 
el corazón es contraido y comprimi- 
do, y este movimiento sístole que es- 
pele la sangre y los vapores escremen- 
ticioa , son evacuados por el siniestro, 
por la arteria venosa^ y mucho mas 
por la arteria magna. Del diestro ven- 
trículo por la vena arterial perfecta- 
mente elaborado, trae sangre para 
mantener el pulmón, y asi se ayudan 
mutuamente.. Entre estos dos movi- 
mientos hajr un qaies (ó reposo) que 
se hace con todas las fibras, y princi- 
¡lalmente con las oblicuas. Tiene el co- 
razón dos ventrículos, y entre ellos hay 
septo horadado, por donde pasa la san- 

Sre de uno al otro, y en cada uno hay 
os vasos; en el derecho entra la vena 
cava, y sale la vena arteriosa, y se es- 
parce en los pulmones, llevando san- 
Í[re elaborado. El izquierdo, que es la 
uente del calor nativo , tiene una ar- 
teria venosa: esta lleva la sangre del 
pulmón, y de allí nace la arteria mag- 
na^ origen de todas las demás arterias-, 
y los animales que tienen pulmón, 
tienen estos dos ventrículos \ y los que 
no lo tienen, solo uno como tos peces j 
carecen de respiración y del ventri" 
culo diestro", el cual fué hecho por 
amor del pulmón. Tiene también el 
corasen cuatro bocas ó agugeros : al 
primero del vientrecillo ckrechp res- 
ponde la vena cava , y lleva la sangre 
al corazón : del segundo nace la vena 
arterial que lleva la sangre al pulmón: 



del primero nace la arteria venal por 
donde se comunica la sangre espiritual 
desde el pulmón al vientrecillo iz- 
quierdo, y por el otro sale el mayor 
tronco de la mayor arteria que hay en 
el cuerpo, y asi se tiene entendi¿ío el 
oficio de los dos vasos, que es abastecer 
el corazón de sangre^ cuando se dilata, 
y de despedirla cuando se encoge. En 
estos agugeros del corazón, que son 
cuatro , hay unas membranas en nú- 
mero de once, que sirven de coberte- 
ras , para que la sangre que está fuera 
no entre, ni la de dentro salga á fuera 
basta su tiempo. Antes que la vena 
cava entre en el ventrículo diestro, 
ramifica dos ramos que rodean al co- 
razón como una corona , y la arteria 
magna da otros dos ramos. El corazón 
tiene por la parte de afuera dos orejas 
ó alas huecas que sirven para que el 
movimiento del corazón ño rompa la 
vena cava y la arteria venosa. No 
existe hueso ni cartílago en el corazón 
del hombre. La arteria magna es un 
miembro largo y hueco , por do pasa 
la sangre a todas las partes del cuerpo. 
Su nacimiento es del vientrecillo iz- 

Juierdo del corazón , y en saliendo se 
ivide en dos troncos , el uno mayor 
que el otro; el uno sube hasta la gar- 
ganta, que es el menor^ y produce la 
arteria axilar , que es la que llega al 
sobaco, y esta envía ramos á las costi- 
llas mas altas y al brazo en compafiia 
de la vena, y después se parte el mis- 
mo tronco en dos arterias carótidas, y 
de aquí van hasta el cerebro. El tron- 
co mayor que desciende , da vuelta 
hacia el lado izquierdo; se dirige hacia 
el espinazo echando ramos entre las 
costillas^ á la nuca, á los músculos de- 
trás del pecho, y en llegando al dia- 
fragma, echa dos arterias , una dere- 
cha, otra izquierda, que se distribu- 
yen por él, y pasan por debajo basta 
el penúltimo nudo de los lomos. En 
este parage se reparten en otros ra- 
mos; mas bajo dan las arterias emul- 
gentes, que van hasta los ríñones y al 
sieso. Luego salen las arterias de las 



38 



HISTORIA DE LA 



almorranas , y se reparten por las 
piernas (pá^. 321, col. 2.% hasta la 
324, col. I.').» 

Lejos de opinar, como el Sr. Her* 
nanriez Morejon , de que este tratado 
ofrece muy poco interés j creo que es 
uno de los de mayor mérito qoe se 
escribió en el siglo XVI , pues en él 
se notan ideas muy adelantadas en 
anatomía, y poco comunes en aquélla 
época. 

Tratado octavo de Ja historia del QJo. 

Dividió las membranas del ojo en 
seis y á saber, contando de dentro á 
fuera: 1 ^ es la aranea y ó araignodes: 
2/ la retina: 3.^ la ubea: 4.* la cor-» 
nea ó esclenótica: 5.^ la mnscnlína: 
6/ la adnata. El ojo se compone de 
diez y seis cosas, que por su orden son 
estas. Las cuatro primeras son los cna* 
tro músculos: las dos que siguen son 
el iris, que se. hace por los colores de 
la ubea y la pupila : las seis siguientes 
son las seis membranas : la primera 
adnata nace del pericráneo; la secunda 
llamada muscuUna(de pocos haUada), 
porque nace de los músculos, etc.: 
las demás son los tres humores. . 

En este tratadito demuestra Agüero 
ser un grande anatómico. 

Tratado nono de apostemas. 

Describé la historia del flegmon, del 
edema, de la erisipela, del fornúculo, 
de la gangrena , de los herpes , de las 
escrómlas, del zaratán y de los íam* 
parónos. 

Al hablar de estos últimos, refiere 
haber curado por medio de la ligadura 
un lamparon del peso de diez y nueve 
libras, que padecía un clérigo de Mar- 
chena , llamado D. Luis Benjumea 
(pág. 345^. 

Tratado décimo de la úlcera y sus 
diferencias. 

Tratado undécimo de fracturas. 

Tratado duodécimo de las disloca^ 
Clones. 

Estos tres tratados contienen todo 
lo mejor y mas notable que se sabia 
en aquel tiempo, respectivamente i 
cada ramo. 



Tratado decimotercio de peste. 

Distinguió la peste de la epidemia, 
pues aun cuando una y otra atacaban 
á muchos individuos á la vea , reservó 
la primera denominación ¿ aquella 
enferAiedad que matase á muchos, y 
la epidemia cuando se libraban loa 
mas de los atacados. 

Propone la cuestión sobre cuál de 
los tres males es el peor, el hambre, 
la guerra ó la peste. Prueba que esta 
última. Divide la curación déla peste 
en preservativa y en curativa. Pro« 
pone los preceptos higiénicos genera» 
íes , y los. remedios que deben em-* 
picarse para curarla. 

Tratado decimocuarto del tobar» 
diUo. 

Divide este tratado en seis capi« 
tulos. 

En el 1 «^ dice que por aer estaenfer» 
medad tan ordinaria en España y tan 
terrible por su malignidad > se deter* 
minaba á escribir de ella. 

En él 2.^ define el tabardillo «una 
calentura pútrida^ continua, maligna^ 
con pintas.» 

En el 3.^ hasta de las señales. 

En el 4.® del pronóstico. 

En el 5.^ de la curación. Entre los 
remedios mas principales que propon 
ne, son sangrías repetidas^ ain- perder 
de cuenta las fuerzas del enfermo y la 
duración del mal ; y en caso de pecar, 
mas vale de por menos que por mas: 
purgantes moderados; alimentos sua- 
ves pero sustanciosos; bebidas acidula* 
das; los clisteres abundantes ; los ale-* 
«fármacos en el periodo de putrefae- 
cion del mal ; ventosas secas por todo 
el cuerpo, y sajadas cuando hubiese 
mucha malignidad; embrocaciones ge* 
nerales con.Ios hidróleos ; las infusio- 
nes del agaricoi siendo el enfermo fleg» 
matico. 

■ 

En el 6.^ de la modorra. La fre- 
cuencia con que se presenta el delirio 
con esta enfermedad, conocida oomun** 
mente por el vulgo con tabardete y 
modorra, determinó al autor á tratar 
de este síntoma en particular. Por lo 



J| 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



39 



que hace á 1m deroas compikacioiies^ 
remite á loa lectores á tratadoa espe« 
cíales. 

FRANCISCO DÍAZ. Se ignora sm 
patria. Estadio en la universidad de 
Alcalá de Henares la Blosofia yinedi* 
«ioa 9 J en ambu tomó el grado de 
Doctor. Después vino a Valencia con 
el objeto de instruirse mas, j asistió ¿ 
las cátedras de Luis Collado y de Pe* 
dro Gimeno, según confiesa en los pa- 
sages siguientes: «j no tengo 70 poca 
jactancia de haber estado en esta ciu* 
dad algún tiempo^ j tener por maes«- 
tro al peritismo Doctor Collado j A 
Doctor Gímeno (pég. 19 vuelta).» 

Aun cuándo ejerció las dos faculta* 
des^ no fué coa igual reputación en am- 
bas, j solo como cirujano llegó i te« 
nerla en tanto grado, que mereció ser 
nombrado módico de cámara de Feli^ 
|>e II. 

Esta misma celebridad se aumentó 
con los elogios que públicamente le 
dirigieron varios literatos j poetas , y 
entre estos Lope de Vega y Miguel de * 
Cerrantes Saavedra. 

Escribió las obras sigUentes. 

Compendio ds drugia , en el cual 
se trata de todas las cosas tocantes a 
la teórica y practica de ella y de la 
anatomiadel cuerpo humano, con otro 
breve tratado de las , cuatro enferme'* 
dades. Compuesto en coloquios por 
Francisco IXaz, médico jr cirujano de 
la C. R. M. del Rey D. Felipe, Doc^^ 
tory maestro en filosofía por la uni^ 
í^ersidad de jílcaíd de Henares. Ma- 
drid, por Pedro Cosin 1575, 8.^ 

El autor dedicó esta obrita al Doc- 
tor Olivares, de quien fué discípulo. 
En su prólogo protesta que la inten- 
ción al publicarla no fué otra que la 
de ilustrar á los cirujanos romancistas, 
quienes por falta de un compendio de 
esta clase no bacian el estudio según 
sos fuerzas. El autor asegura que este 
tratado era la médula de su larga prác- 
tica en muchos pueblos de Espafia. 

Está diridida en cuatro libros , con- 
sagrados á tratar en el 1.^<de la anato- 



«nia; en el %^ de loa apostemas y su 
curación ; en el 3.^ de las heridas.; en 
el 4.® de las úlceras. Al final afiade un 
tratadito de las cuatro enfermedades, 
i. saber: de la ninfea , de las hernias, 
Ae Ws almorranas y de la fiema sa^ 
iadá. 

£1 primer libro lo divide én trece 
capítulos , y en ellos habla de anato- 
mía. Son muy interesantes el séptimo 
y el octavo, en los cuales describe con 
precisión el sistema arterial y venoso, 
eu distribución en todo el cuerpo , y 
la circulación de la sangre^ con todos 
Sttspormenores. 

En el libro segundo trata de los 
apostemas. Describe la historia de es- 
ta enfermedad , sus causas , síntomas, 
diagnóstico, pronóstico y curación. 
Comprende en la clase de apostemas 
el flegmon, el carbunclo, la erisipela, 
el estiomeoo , el escirro , el cáécer y 
el esfacelo. 

En el tercero trata de las heridas. 
Distingue las úlceras de las heridas so- 
lo en la duración del tiempo; sin em- 
bargo, las desbribe en coloquios sepa- 
rados. Lo mismo hace con las heridas 
hechas por animales rabiosos ó vene- 
nosos (Coloquio 19). 

En el cuarto trata de las úlceras ó 
llagas viejas. Primeramente espone la 
historia completa de las úlceras en ge- 
neral, y después trata en coloquios es- 
peciales de las úlceras verminosa, pú« 
trida , fistulosa, cancerosa , virulenta, 
corrosiva, cariosa y caquéctica. 

Las ideas que emite Diaz en este es- 
crito, son una verdadera. espresion de 
las que en su tiempo habia relativa- 
mente ¿ las enfermedades y práctica 
de su tiempo. Toda ella está llena de 
citas y de autoridades; pero de los ci- 
rujanos mas célebres de los antiguos y 
contemporáneos suyos. En su época 
podo muy bien ilustrar no solamente 
á los cirujanos romancistas ¿ quienes 
se dirigió, si que también á los profe- 
sores de mas nota. 

Tratado de cuatro enfermedades^ 
necesario ppta entenddlas jr curallas\ 



I 



40 



HISTORIA DE LA 



compuesto por el Doctor. Francisco 
Díaz, mécUco jr cirujano de S* M. 

Capitulo 1.^ De la ninfea. 

La Dtofea es sin duda uoa protón» 
gacion del cHtoris^ s^g^^ puede com- 
prenderse de su descripción. «Es en* 
fermedad peregrina, rara y de consi- 
deración, porque es un crescimiento 
de carne que sale por el pudendo de la 
muger, con pesadumbre de la que lo 
padece, y aún con espanto y sospecha 
de quien jo mira.» En seguida descri- 
be anatómicamente la matriz, la sagi- 
na y la vulva. «La ninfea, á quien no 
lo entiende, añade, paresce miembro 
viril, porque se alasa y entiesa cuando 
toca á la ropa , cosa de gran vergüen- 
za y escándalo, y de gran lástima, por- 
que tienta estraordinariamente á la 
que lo padesce á la lujuria , lo cual 
acontesce en doncellas lividinosas j 
lujuriosas, por^e he visto dos mon- 
jas en un monasterio padescer este 
afecto. T también á una casada que le 
salía mas de cuatro dedos por su natu- 
ra , y se le alsaba , y aleándosele le 
atormentaba-, y fué tanto el deseo que 
tenia de parir , que teniendo aquello 
por impedimento se puso en cura , y 
yo se lo curé, y sanó también, que des- 
pués parió tres veces (pág. 353).» Su 
cura es cortarlo (pág. 353 vuelta). 
Describe el mecanismo de esta opera- 
ción (pág* 355.) 

Este hecho curioso prueba al mis- 
mo tiempo la despreocupación y cono- 
cimientos de nuestro cirujanoen aque- 
lla época en que tan en boga y como 
cosa demostrada cundía aun entre mé- 
dicos el hermafrodismo. 

Capitulo 2.^ De las hernias. Bajo 
este titulo trata del hidrocele, del sar- 
cocele^ de la hernia inguinal comple- 
ta é incompleta, y delemfisema del es- 
croto. 

Capitulo 3.** De las almorranas. 
Nada ofrece de particular. 

Capitulo 4.® De la flema salada, 
que se llaman empeines. 

Describe su causa , sus señales , su 
diagnóstico , pronóstico y curación. 



Dividió los empeines (entre nos- 
otros herpes) en siete especies, á sa- 
ber:* mucilagiooso , gipseO) nitroso, 
corrosivo, dulce, salado, y agrio. 

Tomó la base do estas variedades en 
el gusto que tenia el liquido que de 
ellos emanaba , y de los efectos que 

{>roduc¡a. Para su curación propuso 
leñar tres indicaciones: 1 .* guardar las 
cosas llamadas no naturales : 2.* regir 
la materia, cocer erhumor, y evacuar- 
le: 3.* aplicar remedios especiales. 
Entre estos elogia mucho las virtudes 
de un caustico que usaba con predi- 
lección el emperador Carlos V., y del 
que cuenta grandes sucesos, y es el si- 
guiente: 

Ke\^. Escoria de metal, ocho drac- 
mas ; oropimente , cuatro dracmasj sO' 
liman , cuatro dracmas; metal guema^ 
do , eléboro Uanco y cantáridas, qui- 
tadas las afas y los pies, de cada cosa 
dracma y media. Est^s sustancias se 
pulverizan por separado, después se 
mezclan con miel hasta la consistencia 
de un linimento (pág. última). 

Tratado de todas las enfermedades 
de los ríñones, resiga jr carnosidades 
de la í^erga y unna. Compuesto por 
Francisco ¿Haz, doctor en medicinar 
maestro en filosofía, y cirujano del 
Rey Nuestro Señor. Madrid , 1588. 

El autor divide su obra en tres li- 
bros. En el primero trata de Us are- 
nas, piedras, Hagas, inflamaciones y 
otras enfermedades de los riñones. En 
el segundo de las arenas, piedras, lla- 
gas, inflamaciones y demás enferme- 
dades de la vegiga. En el tercero de 
las carnosidades y callos que se desar- 
rollan en la uretra. 

El libro primero lo divide en 14 ca- 
pítulos. 

En el 1 ." trata de los animales en 
que con mas frecuencia se suelen criar 
piedras: asegura que se forman en los 
abscesos y quistes. Cita las observa- 
ciones de un hombre de S. Torcaz , a 
quien se le formó un absdeso en las 
articulaciones de las manos, del cual 
sacó piedras del grandor de una ave- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



41 



llana; y del Emperador Carlos V, rey 
de España, á quien le sacaba piedre- 
cillas de los abscesos qoe se le forma- 
baD en las manos. 

En el 2.®4uip¡tulo trata de la disec- 
ción j anatomía de los ríñones, de sus 
funciones y de su sitio. En el trata^ 
primero de su sustancia; en el segundo 
de su sitio; y en el tercero del perito- 
neo, de las venas emulgentes, de la 
aorta y vena cava. 

En el capitulo 4.® trata de la natu- 

^ raleza de las arenas , de su formación 

en nuestros, cuerpos, de causa, y de 

piedra. En él llama la atención de los 

f>ráctieos sobre la variedad de sus co- 
ores, para fundar el pronóstico: habla 
de las sustancias que pueden engen- 
drar arenas; de los lugares , aguas y 
aires mas á propósito, y de los climas 
en que son mas frecuentes. 

En el capitulo 5.^ trata de la causa 
eficiente de las arenas y piedras: y en 
su concepto eran la frialdad, y los tem- 
peramentos. 

En el 6.® del modo de engendrarse 
la piedra de los ríñones. Dice que las 
arenillas son la causa material , y que 
los líquidos viscosos , pegándose y na- 
ciéndose mas crasos, van formando las 
piedras capa sobre capa. Hace coasis- 
tir la dureza de aquellas al calor de los 
ríñones^ como sucede con las vasijas 
que se endurecen al fuego de un hor- 
no. Asegura haber visto «piedras con 
vetas bermejas , otras negras y blancas 
/doradas.» Refiere que en Alcalá de 
Henares sacó á nn estudiante sacerdo- 
te una piedra que tenia vetas colora- 
das, azules, negras, blancas y doradas, 
y de peso de cuatro onzas, la cual con» 
servaba todavía. 

En el capítulo 7.^ trata de las seña- 
les de la piedra de ríñones* 

En el 8.® del pronóstico de la pie^ 
dra de ríñones. 

En el 9.^ de la manera de regirse y 
preservarse de este mal. Habla de va- 
rias fuentes minerales de España que 



boy no se conocen , y cita la indolen- 
cia de los españoles; añadiendo que si 
fueN otra nación, ya seria mas rica de 
lo que es^ por este solo ramo. 

En el 10 , de la piedra de los riño- 
nes'y su curación. Recomienda las ge- 
latinas de arroz y del farro: las sangrías 
en los pletóricos, las lavativas, los vo- 
mitivos, los purgantes, los anodinos, 
el palo santo y zarza-parrilla ,. los 
dieurét¡cos> y muchas fuentes medi- 
cinales de España. /El autor prescribe 
algunos remedios ridículos, como la 
sangre de una cabra mantenida cuatro 
años con yerbas dieuréticas, el comer 
crudas las pajaritas de nieves^^y otras 
sandeces propias del siglo X vi. 

En el 11 de la inflamación y de las 
llagas de los ríñones. 

En el 12 del ardor de orina ^ y de 
su curación. 

En el 13 del flojo de sangre por 
la uretra. 

Eu el 14 dp la diabetes» 

El autor trata todas estas materias 
con maestría y con mucha filosofía 
médica ; pero el numero de citas de 
autores griegos , latinos y árabes que 
trae, hacen su lectura muy cansada y 
fastidiosa . 

En el libro segundo trata de todas 
las enfermedades de la vegiga. 

Capítulo 1 .^ En el cual se trata de 
la anatomía de la vegiga, de su sitio j^ 
uso. Describe los uréteres de la vegi- 
.ga, el peritoneo, y la diferencia de si- 
lio en diferentes animales. 

En el capítulo 2.^ espone las causas 
de las arenas y de la piedra de la 
vegiga. 

En el 3.^ da las señales de la piedra 
de la vegiga; en este capítulo cita mu- 
chos casos de estraccion de piedras de 
la vegiga , y entre ellos la qu^ sacó á 
un cuta de un lugar cerca de Burgos, 
que foroiabjEi vetas bermejas, azules^ 
doradas, negras y amarillas, que tam- 
bién conservaba. 

En el 4.^ habla del pronóstico : en 



HisT. DE LA Medio, española. — Tomo 2.® 



42 



HISTORIA DE LA 



I 



este articulo reprueba ya el escanda- 
loso abuso de los charlatanes, diciendo: * 
auna eosa no dejaré de decir , y es an 
yerro grare qne en España se usa-, que 
el sacar la piedra , con ser obra de 
tanta estimación y necesidad , la han 
apartado de la cirugía ^ y la tratan 
hombres idiotas , que apenas los mas 
deprendieron i leer: estos se arrojan 
tan sin término ni fundamento, tra- 
yendo en su abono solo la esperiencia 
[ue tantas y tantas reces ha engañado 
páj?. 217Tuelta).)» 

En el 5.® da las reglas para preser- 
varse de la piedra. 

En el 6.^ trata la cura. Propone un 
instrumento de su in^encioD para sa- 
car las piedrecitas de la vegiga; se re- 
duce i una especie de tenacilla, com- 
puesta de dos ramitas que se apartan 
una de otra; se introducen por la ure- 
tra cerradas , hasta llegar ál fondo de 
la vegiga. Dando vuelta i un tornillo, ^ 
se les obliga i separarse : se coje la ' 
piedra, y se saca ; le llamó speculum 
pudendi (pág. 230). Creyó demasiado 
en las virtudes de los amuletos y en 
las de los astros. 

En el capitulo 7.^ espone la cura de 
la medra por obra de manos. 

El autor antes de pasar i describir 
el método operatorio, presenta algunas 
consideraciones que deben tener pre- 
sentes los facultativos para determi- 
narse á hacer la operación. 

1 .• El tiempo en que debe practi^ 
car se. Con este motivo reprueba la 
conducta de algunos operadores am- 
bulantes, á quienes W^nm idiotas y ho^ 
micidás\ que sia ser profesores se atre-. 
ven á practicar esta operación .... que 
arobulando de pueblo en pueblo prac- 
ticaban las opefaciones sin atender a la 
dicha circustancia. Aconseja los meses 
de marzo, abril, mayo, octubre j no- 
viembre; pero que en casos urgentísi- 
mos en todo tiempo. 

^ 2.* La edad del enfenno. En los 
viejos la reprueba. 

3.* El habito del cuerpo, larobus- 
tez jr la disposición del sugeto. 



4.' La región. 

5 .* El lugar preciso y determina» 
do por el cual deba hacerse la aber^ 
tura, 

6.* Las ev€u:uaciones necesarias^ 
es decir ^ la preparación del sugeto pa* 
ra el acto de la operación jr después 
de ella. 

«Descripción de la operación. Si el 
enfermo es niño, deben tenerlo dos 
hombres de mucha fuerza, uno por el 
pecho y otro encargado de las pier- 
nas. Si es adulto se le atarán fuerte- 
mente las piernas y los muslos,' jr dos 
ó tres ayudantes deben encargarse 
ademas de sugetarlo y hacerle tener 
las piernas abiertas. Colocado el enfer- 
mo en esta posición , procede del modo 
siguiente: introduce por el ano el dedo 
medio de la mano derecha, y le dirige 
hasta llegar i la vejiga : con la mano 
izquierda hace presiones desde el om- 
bligo hacia el empeine con el objeto 
de llevar la piedra hacia el cuello de 
la vejiga : entonces por la derecha ht 
de cortar por un lado junto al ano^ la 
parte que está pegada al cuello de la 
vejiga, teniendo siempre cuenta de ha- 
cer la abertura longitudinal, segon las 
hebras de los músculos, sin llegar al 
perineo ó al medio de la raya. Cuando 
está hecha la cisura como conviene, se 
mete por ella un instrumento que se 
llama luncino y de los modernos calza- 
dor (catéter), y cuando el calzador es- 
tuviere dentro, se tiene de abrir mas 
con el rallón (instrumento en forma 
de lanza), y hecha la cortadora, se tie- 
ne de nieter otro instrumento llamado 
pico de grulla, y con la mayor sutileza 
agarralla y estraella la piedra. (El pi- 
co de grulla es una tenaza de hojas 
largas y. delgadas, que se abren y cier- 
ran por un resorte. Se entran cerradas 
y por su propia elasticidad se abren 
aflojando el tornillo ; y se cierran por 
una especie de virola que hace el uso 
de una corredera,) Cuando la piedra 
no pueda salir por su gran tamaño, 
manda introducir una tenaza de dien- 
tes muy fuertes para deshacerla y lúe- 



1 

N 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



43 



go iotrodace ud instrumento en for- 
ma de cuchara , con el cual saca los 
pedacillos de la piedra.» 

Aconseja en este tiempo de la ope- 
ración^ mucho cuidado y mucha pru- 
dencia en los operadores ; pues dice 
haber obserrado casos en que el ope- 
rado quedó muerto en las manos del 
operador por haber este dilacerado la 
yejiga con las tenazas ó con el que- 
branta-piedras. Adviértase, dice, quq 
jamás se estraiga la piedra con violen- 
cia , porque es lo que los enfermos 
pueden resistir menos, j entonces cos- 
taban las costas mas que el principal. 
Nota igualmente el que las piedras se 
han de sacar con mas maña que fuer- 
za, /.que para esto era preciso dirigir 
la alencíon i las figuras de las piedras 
para sacarlas por el lado o parte mas 
cbica. Después de estraida la piedra, 
recomienda la costura encarnativa 
(vendage unitivo), y que debe curarse 
por primera intención. Aconseja no I le- 
gar i la hejrida hasta pasados seis ú ocho 
dias^ con tal que no ocurra accidente 
queobligueáello. Habla en seguida del 
modo y remedios para oponerse ó cu- 
rar la inflamación , tales son las san- 
grías j los atemperantes ^ Igs anodi- 
nos, etc. 

En el capitulo 8.^ trata de la ej- 
traccion dé la piedra a U^ italiana, (El 
método que acabamos de esponer se 
llamaba a la castellana). 

Método á la italiana : colocado el 
enfermo como en el modo anteceden- 
te^ introduce el operador por la ure- 
tra el catéter, reconoce su curvadura 
y ranura, y por ella hace una incisión 
con un visturi convexo: abierta la ve- 
jiga introduce un especulum ó dilata- 
dor de la vejiga: dilajtada ya, introdu- 
ce una tenaza de figura de pico de ána- 
de, con la cual coge la piedra y la es- 
trae : ha bieto do necesidad de usar el que- 
branta-piedras (tenaza cisoria), se va- 
le del cucharon para estraer los frag- 
mentos de la piedra. Después de ana- 
lizar estos dos métodos prefiere este 
último, siempre que el enfermo no ten- 



ga estrecheces en el cañq de la uretra. 

En el capítulo 9.^ trata de la infla* 
moción de la vejiga. 

Es interesante. Entre los remedios 
que propone son las inyecciones den- 
tro de U cavidad de la vejiga. Pa- 
ra ellas se valia de una geringuilla 
mediana, con un sifón idéntico en for- 
ma, longitud y volumen de un caté- 
ter. Introducido este en la cavidad 
de la vejiga^ inyectaba el liquido con- 
tenido en la geringuilla. Presenta la 
figura de este instrumento , d^ cuya 
aplicacioKi se proclama inventor. 

En el libro tercero trata de las car^ 
DOsidades de la via deja verga. 

Capitulo 1." En el cual se trata de 
la invención de la cura de esta enfer^^ 
medad, y de quién fué el primero que 
la usó» 

Asegura ser enfermedad nueva y 
desconocida de los antiguos, y que 
aunque Hipócrates, Cometió Celio, 
Alejandro de Trallesy Pablo Egineta, 
trataron de ella en algunas partes de 
sus obras, solo escribieron algunos ca- 
pítulos muy cortos é insignificantes* 
Que la obra de Laguna , sobre esta 
materia ^ era de muy poca sustancia: 
que Miguel Ángel Blondo, lo hizo con 
inas ostentación que provecho ; que 
Mari^tno S^to, Ambrosio Pareo y 
Amato Lusitano, tampoco escribieron 
de ella lo necesario para entenderla, 
ñi curarla. 

Eb seguida habla de un famoso ci- 
rujano de Carlos V, llamado Maese 
Felipe \ y á este tributa el honor del 
descubrimiento. 

En el capitulo 2.® trata de la ana* 
tomia del pudendo y de la \ferga. Des- 
cribe la naturaleza » sitio y relaciones 
de la vegiga, del pene, de los cuerpos 
cavernosos, de la uretra, del balano, 
de las venas, arterias, nervios y del 
prepucio. 

En el capitulo 3.^ En el cual, se 
trata mas a la larga del inventor de 
esta enfermedad^ y cuándo fué cono* 
cida^y su cura inventada, y la oca* 
sion de hallarse. 



44 



HISTORU DE LA 



Impugna á Amato Lusitano, qaa 
dice haber aprendido el conocimiento 
de la curación de este mal, de su maes» 
tro Alderete, catedrático de medicina 
en Salamanca , asegurando que ni el 
maestro ni el discípulo conocieron esta 
enfermedad, sino de oidas. Añade que 
Andrés Laguna, en suiibro de extir* 
pandis carrucuUs^ habló de esta en- 
fermedad eomo hombre que nunca lo 
usó ni practicó^ mas solamente de 
oirlo decir. 

En seguida describe la historia de 
este descubrimiento, del modo si- 
guiente: 

a Estando Maese Felipe en Alemania 
de cirujano del invictísimo rey de Es- 
paña Carlos V, como padecía de esta 
enfermedad; y era tan mal tratado de 
ella, que cada día le traía al punto de 
la muerte; y como hombre perseguido 
de este mal, j de agudo entendimien- 
to , revolvía entre si la noche y el día 
para quitarse tal tormento , sin poder 
entender una enfermedad que tanto 
le lastimaba, j tan disgustado le traía; 
que muchas veces se le suprimía la 
orina, estando satisfecho que no era 
piedra.» Haciendo muchos remedios^ 
vino i dar por el toque, que el impe- 
dimento era á manera de carnecilla ó 
berruga , y de buscar .medicina , que 
si lo fuere , la comiese: hizo una can- 
delilla de cera delgada, con su pivilo, 
aderezada.de manera que no se pu- 
diera quebrar, pero que pudiera do- 
blarse 7 ponerse en la misma figura 
3ue la vía de la orina, y poner á la re* 
onda de ella un medicamento que es 
comedor , ó un cauterio potencial, y 
con esto empezó la cura..... asi salió 
con su intención ; aunque el cauterio 
d^ que usó era tan fuerte y tan calien- 
te, que í los principios sucedían infla- 
maciones 7 aun mortificaciones, y al- 
gunos otros accidentes peligrosos. ••••. 
Al fin, como inventor 7 descubridor 
de esta cura , á el buen Maese Felipe 
se le deben dar las gracias 7 el honor 
de ella. Este principio de cura fue en« 
Alemania, 7 entonces padecía de esta 



enfermedad el almirante de Ñapóles, 
7 se puso en cura, 7 se alivió grande- 
mente. ... EUtaba sirviendo de practí- 
cente al Maese Felipe un mancebo bo- 
ticario, natural de Roma, 7 tomó el 
secreto 7 volvióse á Roma , en donde 
comenzó á usar la medicina, 7 fue re* 
cibída con grande aplauso 7 contento 
universal de toda la ciudad, dándose 
á si solo la gloria de este negocio, por- 
que jamás se había visto en Roma. En 
este tiempo estaba con el un mancebo 
portugués, boticario, llamado Alfonso 
Díaz, que después se llamó el Doctor 
Romano ; 7 tuvo tal astucia 7 maña, 
que cogió el orden 7 la manera de la 
cura, 7 el secreto: 7 sin parar mas en 
Roma, se vinoá Elspaña, á Valladolid, 

3ue la corte estaba allí 7 los procura- 
ores del reino , juntos en Cortes ; 7 
vista la novedad 7 cosa útilísima , el 
re7 le señaló una plaza de sesenta mil 
reales , 7 el reino ochenta, para que 
anduviere por los reinos 7 enseñare el 
orden 7 modo de corar, 7 descubriese 
el secreto á los cirujanos. En 1552 co- 
menzó á partirse para el reino: lo mos- 
tró á muchos cirujanos , de lo cual al 
presente ha quedado mu7 poco fruto, 
7 á la verdad se le puede imputar la 
culpa al reino por .no criar otro que 
con la misma honra 7 el mismo sueldo 
fuese remunerado para que no se per* 
diera cosa tan necesaria a la república. 
Ninguno ha7 que con tanta claridad 
7 verdad puede declarar esto como 70, 
como li quien han acudido mnchos 
trabajados de este mal. Solo encargo 
que se hu7a de charlatanes que solo 
tienen la obra en la lengua 7 en el 
atrevimiento; 7 como son estran^eros 
7 hablan cerrado , parece que dicen 
, algo 7 de do diere engañando públi- 
camente 7 de estos ba7 gran co- 

fna en esta corte , 7 no son los menos 
ávorecidos. To suplico al re7 que no 
lo mire sin interés 7 remedie , 7 no 
deje perder, sino escoger persona que 
pueda hacer tantos bienes.» 

En el capitulo 4.^ trata qué cosa 
sea camosiaad. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



45 



Espooe la naturaleza de las causas 
y diferencias de las carnosidades ; del 
callo /de las berrugas pensiles, ó sean 
escrecencias pedicuíaims. 

En el capitulo 5.® trata de las cau-' 
sos de la carnosidad jr del callo. 

Considera cooio cansas^ la purga- 
ción , las úlceras y otros tumores que 
se suelen formar y obturar el conducto 
de la uretra : las úlceras formadas en 
el cuello de la vegiga, á consecuencia 
de depositarse en sus pliegues areni- 
llas salidas de la vegiga; el venéreo» la 
gonorrea, el ejercicio y abuso del coito; 
el estar mucho tiempo en la cama acos* 
tado de espaldas ; el dejar el coito el 

3ue estaba acostumbrado á él; la mu- 
anza del clima y de las aguas ; y úl- 
timamente todas las causas de infla- 
macion. 

En el capitulo 6.* trata de las seña- 
les déla carnosidad y callo de la via 
de la orina. 

Considera como síntomas» la discu* 
ria y estranguria; la salida de la orina 
en dos cborritos delgados y bifurcados 
(en este caso dice que el daño está 
muy cerca del oriGcio) ; la no emisión 
del semen en el acto de la cópula ; el 
no poder concluir de orinar de una 
▼eZy sino que quedan con gana; el en- 
contrar obstáculo al introducir la can- 
delilla, junco» plomo ó algalia. 

En el capitulo 7.® trata del pronos^ 
tico de la enfermedad de la camúcula* 

Asegura ser muy peligrosa y aun 
mortal cuando no se la trata conre- 
nientemente y con oportunidad. En 
su confirmación refiere la historia del 
príncipe Ru^gomez^ digna en mi con- 
cepto de ser consignada en este tratado 
por muchas razones, y es como sigue. 

«Que el principe Rnjrgomez » de la 
escelente familia de los Silvas de Por- 
tugal» camarero del cristianísimo rey 
Felipe 11 de España» hijo del invictí- 
simo Carlos y, emperador de Alema- 
nia» padecía este mal» y mandó lla- 
marme» al cual visité» y de la relación 
que me dio» entendí que padecía car- 
nosidad: pero para mayor satisfacción 



a' uise tentarle con la candelilla» y ha- 
¿ la via de la urina tan llena de car- 
nosidades, que le mostré la necesidad 
que tenia de curarse ; porque si no se 
curaba» podría algún día» queriendo» 
qo poder, el cual me dijo que luego lo 
quería hacer mostrando gran volun* 
tad de curarse» y como le vi determi- 
nado» me pareció que yo recien veni- 
do á la corte» y aun hombre tan prin- 
cipal» puesto en el ojo de toda España, 
y aun de todo el mundo, que no seria 
bien atreverme á curarle» sin consulta 
de los que le curaban» siendo tan doc- 
tos y celebres médicos» le dije los avi- 
sase para otro día» para que el mal se 
consultase » y consultado » se aplicase 
el remedio que á tal pasión convenia» 
haciendo yo esto para mayor descar- 
go» por ser príncipe tan grave > y pa- 
reciéndol^ bien lo que yo le avisaba: 
y acerca de este nial con tantas veras 
le aconsejaba» me dijo que era bien» y 
que á otro día volviese ¿ tal hora para 
juntarme con los médicos, y asi con* 
certa ndo me volvía i la hora concer- 
tada » y hallé solos al principe y á la 
princesa con determinación , y me- 
drosos porque le habían los médicos 
amenazado gran peligro en el uso de 
la candelilla» y dicíéndole que no te- 
nia carnosidad, le dejaron tan persua- 
dido con el miedo» que me dijo no era 
su voluntad curarse por entonces» y 
me declaró todo lo que pasaba» sin de* 
Jar cosa qiíe no me la contase^ y los 
que se lo habían dicho. Fué» pues» pa- 
sando el tiempo y creciendo el daño» 
de manera que pasaron diez años; des- 
pués que atormentado y encañado 
pasó el triste señor, hasta que le puso 
en tanto aprieto » que se le suprimió 
la urina; de manera que no tuvo orden 
de urinar hasta el séptimo día ; que 
con lo que le habían menospreciado» 
que fue la candelilla, urinó gran can- 
tidad, que si fuera al principio de la 
enfermedad (digo de este insulto de la 
supresión) pudiera ser tener algún re- 
medio; pero como la uripa estuvo tan- 
toa días detenida, introdujo en todo el 



^m 



46 



HISTORIA DE I4A 



cuerpo tan mala calidad, que luego le 
aló calentura grave y molestos acci<* 
dentes , hasta que murió, Pero una 
cosa no quiero que se me pase de U 
memoria^ y es: que cuando le saqué la 
candelilla, y vido que Uf^inaba^ dijoá 
voces. Dios se Ip perdone^ á quien 
tanto tiempo me ha traido engañado^ 
dando claramente á entender lo que 
Je habían persuadido *con tanta instan-» 
cia los médicos , que aun estaban en 
sus trece, negando que el principe te- 
nía carnosidad: lo cual no pude suCrirj 
ain decir á alguno de ellos cuan enga-*» 
nados habían estado en el mal consejo^ 
que acerca jdé ello habían dado al 
príncipe; y aun estando picado de ver 
que con habérselo certificado muy de 
veras no me habían creído (pero él diQ 
su alma á quien la crió) y estando las 
cosas en este punto, se determinó de 
abrir el cuerpo, porque le habian de 
llevar ¿ su villa de Pastrana, de lo 
cual recibí mucho gusto, solo por des- 
engañarme, ó á los médicos que lo ha- 
bian negado. Puestas las cosas á punto 
se abrió , y le hallamos que de tres 
partes del miembro genital (digo de 
au canal) las dos tenia llenas de carne 
tan endurecida, a manera de callo, 
que con el tiempo estaba como suela 
de zapato, que apenas la navaja podía 
cortarla*, y el médico que lo había ne- 
gado se espantó, de manera que uo 
pudo disimular sin dar muestra de 
espauto, y confesar el engaño por su 
misma boca; y pasado ¿ la vegiga, ha- 
llamos que tenia en ella nueve pedre- 
zuelas, algunas como habas y menores, 
que está claro que. fueron espelidas, y 
00 se detuvieran dentro, si no hallaran 
el paso ocupado, y mas que habían 
crecido en tantos días mas de lo que 
estaban, de manera que claramente 
^e vido y entendió haberle venido la 
muerte por no haberse curado en 
tiempo de las carnosidades, porque 
cierto, que á haberse curado, sin duda 
sanara del daño y no viniera á lo que 
.vino, y no pasara los trabajos que pasó; 
y es cierto que pasando con la disec- 



ción adelante , Je bailamos los ríñones 
hechos ceniza, que al parecer se abra« 
^aron con la mucha inflamación, y que 
se deshacían en solo tocarles .con la 

Í>inza. T cuandp t^tos daños vieron 
os médicos, que estaban en la aper- 
cion del cuerpo , no cesaban de santi- 
guarse, admirados de \q que veían , y 
Dios sabe lo que sintieron .en sus áni- 
inos , de lo que habian sido culpa al- 
gunos, y confesando en muerte lo que 
con tanta fuerza habian negado en 
vida, y afirmaron que las carnosidade9 
eran la causa de la inflamación , que 
e.videntemente se mataba, porque por 
ellas se le había suprimido la urinit 
que había sido causa de la inflamación, 

{)orque ui las pedrezuelas, ni otra cosa 
é mataban, siendo tan pequeñas, por- 
que ya se ha visto (y cada dia lo ve- 
mos) tener uno piedra muchos años, y 
DO matarle , como se vido en el reve- 
rendísimo Valdés, arzobispo de Sei- 
vílla, inquisidor general, que según 
la relación que nos dio muchas veces, 
y de las señales que tenía, habia mas 
de cuarenta y cinco años que padecía 
piedra en la vegiga, y llegado su fip 
para embalsamalle , fue necesario 
abrirle, y se le halló una piedra d^ 
vegiga, del tamaño de un huevo gran- 
de de paloma , la cual era muy lisa, y 
no murió de ella^ sino de distinta en- 
fermedad, según lo mostraron las se- 
ñales y falta de los accidentes que sue- 
len sobrevenir á tales enfermedades 
cuando acaban al paciente, porque te- 
nia la vegiga sana, sin llaga, ni otra 
posa que nos mostrase haber muerto 
de la dicha piedra, y lo mismo acon- 
teció al principe. Y pudiéramos traer 
otros muchos ejemplos que verificaran 
mas este negocio: pero á mi parecer 
bastan estos ejemplos para lo que pre- 
tendemos , porque ya hemo.s declara- 
do las señales y los accidentes que nos 
muestran uno morir de piedra de ve- 
giga, de los cuales ninguno se halló 
en estos dos señores.» 

En el 8.® habla de los síntomas de 
esta enfermedad , y entre ellos da la 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



47 



preferencia al toqne de lá piedra por 
medio de los instrumentoa ó del dedo. 
Varios son los medios, dice, qae se usa- 
ban en su tiempo para reconocer la 
Iiiedra dentro de la vejiga, entre ellos 
os tallos de malvas , del peregil , del 
hinojo j del junco. Los reprueba co<¿ 
mo tnsuBcientes. Habla de las cande- 
lillas causticas que usaba un tal India- 
no, las cuales llegaron á tener un gran 
concepto, basta que habiéndolas usado 
en el Principe Ruygomez ie prodoge- 
ron una irritación y flujo de sangre que 
le puso á la muerte. 

Da la preferencia ¿ las candelillas 
preparadas con el cáustico de su in« 
vención ; cuya preparación es la si- 
guiente» 

Cera blanca ^nm libra ; tremenii' 
na, onza y media; alquiüria, una on- 
za. Con esta composición se prepara- 
ba la candelilla , que era como el p¿- 
vilo de una vela, el cual debía ser pre- 
cisamente de hilo sin curar. También 
hacía las candelillas de un esparto, al 
cual cttbria de una hebra de hilo mas 
ó menos fino. 

En este mismo capítulo presenta la 
figura de un instrumento que llama 
insti*utnento cisorío de nuestra inven^ 
Cion , el cual propone como remedio 
estremo , aunque peligroso. 

En el capitulo 9.** trata de la época 
del año en que se tiene de hacer esta 
cura de carnosidad. 

Recomienda los meses de marzo, 
abril, mayo^ setiembre, octubre y no- 
viembre. Aconseja que si hay lugar de 
elección, no se haga la operación ni en 
el invierno ni en el verano, j si en 
el otoño. 

En capitulo 10 trata de las pre'^ 
Cauciones que se tienen que hacer para 
curar este mal. 

Habla del modo de disponer y pre- 
parar al enfermo con los remedios 
oportunos ; tales como sangrías, pur- 
gas, lavativas emolientes, jaraves, be- 
bidas asicluladas: trata en seguida del 
régimen higiénico, de las bebidas, del 
vino, verduras, licores, alimentos, etc. 



En el capitulo 1 1 trata del modo 
qué se ha de tener en la cura de las 
carnosidades. 

Elogia los baos emolientes, las fo- 
mentaciones templadas de malvas, 
malvavisco , parietaria y simiente de 
lino ; las unturas con el aceite de al- 
mendras dulces y de lino, por espacio 
de algunos diasantes. 

En seguida pasa á describir el me- 
canismcf de la operación del modo si- 
guiente. «Se unta la candelilla en acei- 
te de almendras dulces y se va intro* 
duciendo poco á poco , tomando cada 
dia una ventaja, y señalándola con li^ 
neas para que se entienda lo que pasa: 
que esto debe ejecutarse por muchos 
diaSy hasta que la candela entre libre- 
mente, y entonces se le va sustituyen- 
do otra y otras mas gruesas hasta que 
el enfermo no dé muestras de tener- 
las.» (pág- 366). 

En el capítulo 12 trata de losme^* 
dicamenios que tenemos de usc^ para 

esta pasión. 

• Propone cuatro intenciones ó indi- 
caciones que es necesario satisfacer en 
la cura de esta enfermedad. 1.' dila- 
tar el conducto de la uretra por el mé- 
todo espresado. 2." el que la cauteri- 
zación se haga sin que de ella resulten 
inflamaciones de la uretra, ni dolores. 
3.' limpiar la llaga que hubiere hecho 
el cáustico. 4.*^ cicatrizar la herida. 
En seguida presenta también varias 
consideraciones para emplear los cáus- 
ticos. 1.* la época del año , la edad y 
la robustez del enfermo. 2." sí la car- 
nosidad es antigua ó de pocos dias ; si 
es blanda ó dura; una ó muchas; si en 
el principio, en el medio del miem- 
bro ó en la vejiga ; si está ulcerada ó 
no-, j últimamente, si la orina sale con 
ardor, ó si hay inflamación en la ure- 
tra. 3.* si el sugeto es de. tempera- 
mento colérico, sanguíneo, flemático 
ó melancólico: añade que poner un 
medicamento para todos es error da- 
ñoso. 

Describe á continuación los diferen- 
tes cáusticos que se han de emplear. 



48 



HISTORIA DE LA 



según su mayor ó menor fortaleza. 
1 .^Fuerte. Rep. ^Cardenillo, alum* 
bre y caparrosa, de cada uno dos oa* 
zas: todo jonto infúndase en fuertísi- 
mo vinagre \ luego se ha de moler 
y poner a un sol muy fuerte por espa* 
cío de nueve días. Después se han de 
tomar nueve onzas de aceite rosado\ 
dos onzas de almártaga (mezcla de 

[>lomo, tierra y cobre que arroja de si 
a platíf cuando la afinan en las horna- 
zas), y onza y medía de tierra prepa^ 
raaax se mezclan y se ponen i fuego 
lento de carbón» y del polvo prepara'* 
do se han de echar dos onzas: se aparta 
del fuego» se menea con ana espátula 
hasta que se mezcle bien» y quede for- 
mado un ceroto que se apegue á la can- 
dela \ y si se echan cuatro granos de 
opio, casi no produce dolor« Algqnos le 
añaden un poco de trementina ó de 
resina para que pegue mejor á la can- 
dela.» 

2.^ Fuerte. Otro para lo mismo 
(milagroso)* 

a Se toma ana onza de solimán en 
piedra y otra de tucia preparada , y 
molidos estos se han de echar en claras 
de huevoque queden en forma de bar* 
roque se ha de secar al sereno : seco 
ya» se ha de tornar á moler y echar ea 
claras de huevo , y vuélvase i secar al 
sereno» batiéndolo fuertemente hasta 
que quede hecho barro» y secarlo» y 
hecho polvo sutilísimo se puede osar 
de dos maneras» ó en ungüento ó en 
polvo aplicado á|la candela. Para ha- 
cerlo ungüento se le echan cuatro on- 
zas de aceite rosado y dos de tremen^ 
tina, y se usa de él » añadiendo media 
onza de albayalde y un poco de cera.» 
3.° Fuerte, tijílumbre y caparrosa, 
de cada uno media onza-, oropimente, 
una cuarta; de cardenillo, una onza: se 
hacen polvos finísimos » y al molerlos 
se les rocía con un poco de vinagre 
fuerte\ y luego se le ha de añadir jo- 
líman muerto en agua rosada ó encía- 
ras de huevo , media onza^ que se ha* 
ce de esta manera: tonur una onza de 
solimán y media de azogue, y moler- 



lo todo junto » echado en iai claras de 
huevo, de la misma manera que las 
mogerea amasan el solimán para el ros* 
tro » y ha de tenerse nueve diaa mu- 
dando el agua todos los días» hasta que 
el todo se vuelva blanco; y cuandoesté» 
se echa con las demás cosas , se aftade 
de tucia preparada una onza » y todo 
mezclado se ha de tornar á lavar con 
claras de huevo hasta que se seque, y 
hecho polvo» se le añaden cuatro on- 
zas de aceite rosado , dos de tremen^ 
tina y un poco de cera, y se hace un- 
güento. » 

Diaz propone basta Ocho cáusticos 
fuertes» los cuales consisten poco mas 
ó menos en los mismos remedios de 

Sue se componen los tres primeros, 
olo haré mención del séptimo » por- 
que dice el autor «que eran tales sus 
virtudes » que parecían mílogrosaa; 
pues hacia mas en un solo dia que los 
otros en dos » por lo cual tenia mocha 
fé en él.» 

Rep. a Regalgar, una onza ; se mor* 
tífica con el azogue j echando en ello 
agua de cebada para lavarlo por espa- 
cio de ocho dias continuos : estando 
bien lavado 9 lo han de enjugar á la 
sombra; y cuando esté enjuto» se ha de 
moler muy sutilmente y bañarlo en 
cocimiento de mandragora, dormide- 
ras y malvas » con cuyo cocimiento se 
ha de lavar por otros ocho dias: y des- 
pués volverlo á moler» y añadir de 
tucia preparada^ media onza; de ador- 
mideras » media onza : todo se mezcla 
en cuatro onzas de cera, con la cual se 
hall de encerar los pávilos.» 

Añade que estas candelillas no dan 
dolor» y en la parte sana no corroen» 
sino donde hay carnosidad. 

En seguida describe otras seis pre- 
paraciones de cáusticos que él llama 
medianos; y ocho de los cáusticos leves. 

Últimamente propone %íx secreto, y 
es como sigue: 

uSolinum en piedra» una onza ; se 
muele » echándole al moler uu poco 
de agua rosada» y se deja en ella hasta 
que se cubra: se añade media onza de 



-' 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



49 



canhmlio y media de caparrosa moj 
.molido, j todo janto se ha de tener en 
el agoa nueve días , hasta qae quede 
eojttto: se ha. de moler en la piedra de 
los pintores; y cuando esté molido, se 
ha de añadir de tucia preparada j 
piorno^ de cada cosa media onaa \ de 
opio, veinte granos. Todo ¡unto» se 
echa en las claras de huevo que fue*- 
ren menester , hssta que se enjugue, 
y después de enjuto tornarlo á moler. 
Hecho todo , se guarda en un bote de 
vidrio.)» 

Añade el autor , «que jamás usó de 
otro, ni que jamás lo aplicó í un en- 
fermo que no viere felices sucesos: que 
i los que se les aplicaba no necesitaban 
hacer cama, pues quemaba sin dolor, 
y solo les producía algún escozor.» 

Modo m usar el secreto. «Tomo, 
Jice» la mas delgada candéis que hallo, 
y póngola en una tabla lisa, donde 
echo la caotidsd del polvo; en invierno 
I entibio la candela un poco , y la doy 
vueltas por la tabla hasta que se car- 
gue bien; y para que mejor se apegue, 
le echo una poca tinta ; la dejo secar 
por dos ó tres dias , y cuando lo está, 
la unto con un poco de aceite de al- 
mendras dulces ó violado y y póugola 
en la via de la orina.» 

Añade un gran número de cáusti- 
cos» que seria Isrgo enumerar. 

Método para aplicar el cáustico. 

Se toma la cmdela : se llega con 
ella hasta ¡a carnosidad ó callo: se 
mide por lineas la longitud que ha en^ 
Irado : se repara bien en la moldura 
que saca la candelilla^ se rasca en ella 
hasta hacer una/osita : luego se der^ 
rite el caustico ; y ablandado ya , se 
llena con él lafosita que se ha de iguO' 
lar después perfectamente : se coloca 
ya la candela. car goda del cáustico; y 
cada noche se renueva, y se saca tan* 
tas veces , como el enfermo quiera 
orinar. Se conoce que la candelilla 
obra, cuando sale con mucosidades. 

En el- capitulo 12 trata de los acci- 



dentes que suelen suceder al tiempo 
de estirpar la carnosidad con el cáus- 
tico , y su curación. Se refiere á los 
remedios que ha indicado en los libros 
anteriores, relativos á la cura de infla- 
mación y sus consecuencias « 

En el capítulo 13 traía de las dos 
últimas intenciones, que son modifi- 
car y cicatrizar. 

Es una recapitulación de todo l6 es- 
puesto en los tratados anteriores. Ke- 
fiere, sin embargo , un gran número 
áe casos de esta enfermedad , desgra- 
ciados por la ignorancia de los muchí- 
simos curanderos é intrusos que se pro* 
pasaban á practicar estas operaciones. 

Tales son los escritos de nuestro cé- 
lebre cirujano, y cuyas ideas y prác- 
tica vemos reproducida en nuestros 
dias. Si la obra de Francisco Dia% 
fuese mas conocida de lo que es, segu- 
ramente no tendrian tanta celebridad 
los Ducamps, ni los Latemand , por 
los decantados métodos é instrumen- 
tos que han inventado para estirpar y 
cauterizar las escrescencias y fungo- 
nidades de la uretra. 

Me he estendido un poco en el es- 
tracto de estas obras, por tres razones: 
primera , porque los estractos que de 
ellas nos ha dado el Sr. Hernández 
Morejon, son demasiadamente cortos: 
segunda, porque estas obras son suma» 
mente raras: tercera , porque siendo 
tan buscados y tan bien pagados en el 
estrangero , motivo por que han que- 
dado tan pocos ejemplares en España^ 
(yo poseo tres), importa que. quede 
consignado un buen estracto, antes 
que llegue el día de no encontrarse un 
ejemplar á peso de oro. 

ANTONIO AGUILERA, natural 
de Junquera, fué médico honorario 
de cámara de Felipe II. Estudió la 
medicina en Alcalá de Henares , y re- 
validado en ella la ejerció en Atienza 
y después en Guadalajara , de cuya 
ciudad fué médico titular. Después 
de haber ejercido la profesión por mu- 



_ p 

HCST. DE LA MedIC. ESPAÑOLA.— TomO 2®, 



só 



HISTORIA DE hA 



ahm aftós con graüde celebridad ^ nos 
dejó escritas dos obras ^ la una de ellas 
con el siguiente titulo: 

PrúBcíaroíruditntntorummerUcinaSp ■ 
tSbfi ocio , qui eorutn quükm pro i^era 
mediporum fortuna consequenda, nunc 
•nrimum Enchiridion natura dicuníur» 
1581. 

Elsta obra^ aunque impresa en el 
referido año , consta por la censura jr 
•certiBcacion de la licencia^ que se con- 
cia jo en enero de 1 56 1 . 

Él autor no guardó ningún orden 
ni método en la esposicion de su obra; 
tan pronto habla de las enfermedades 
«orno de la higiene j de la semeyóti- 
ca. Divide su obra en ocho libros. 

En el 1 .® trata de las diferencias j 
accidentes » cansas, diagnóstico , pro" 
nóstico j jr curación de las enferme* 
dades. — En la esposicion de estos es- 
tremos se concreta á generalidades. 
También habla de la diferencia y pro- 
nóstico por los pulsos. 

En el 2.^, que lo subdivide en 16 
capítulos , trata de la preparación de 
los medicamentos. — Toao él ofrece 
muy poco interés. 

En el 3.^» dividido en 17 capítulos, 
espone las diíerendas de los medica^ 
meatos por sus grados de calor y frió, 
. según el espíritu de Galeno. «« El au- 
tor dando ¿ estas cualidades todo el 
valor que en su siglo tenían , se entré- 
tiene mucho en esplicar dichas cuali- 
dades , cuya circunstancia hace muy 
cansada y fastidiosa su lectura. 

En los 10 , 1 1 y 12 habla estensa* 
mente de las diferencias de los sabo* 
raf.«»Su doctrina aun podia servir 
de mucho 9 despojada de la teoría, y 
quedando únicamente las observacio- 
nes practicas. 

En el 4.^, que lo divide en 5 capí- 
tulos , trata del tiempo y modo de re* 
coger, conservar jr preparar las plan* 
tas medicinales. — Ofrece bastante in- 
terés.. 

5.® Todo este libroestá consagrado 
á tratar de la elección y uso que de-, 
be hacerse de medicamentos simples. 



En el 6.* y 7:* continúa hablando 
de la preparación y modo de adminis- 
trar los medicamentos. 

8.* Dedica el último libro á tratar 
del régimen de las enfermedades, y 
del modo de prescribir algunos reme- 
dios, tales como I9 sangría , los emé- 
ticos , purgantes , lavativas, ventosas, 
bahos, etc. 

El autor prestando demasiada con- 
fiansa á las cualidades de los medica- 
mentos , según el espíritu galenino, 
nos presenta en esta obra algunas ta- 
blas sinópticas , en las cuales coloca á 
tos inedicaméntos , según su diverso 
grado de temperatura. 

Escribió otra obra con el siguiente 
titulo. 

Esposicion sobre las operaciones del 
Messue j nuevamente compuesto por 
el Doctor Antonio Aguilera, dirigido 
a D. Femando de Silva. Alcalá 1 569. 
Esta obra es un compendio de ma- 
teria médica , redactado de Messue. 
El autor añade unos comentarios muy 
estensos y eruditos. E^ta obra con m- 
zon mereció el que fuese consaltad%; 
y estudiada como tescto. 

En el capítulo ^.^ trata estensameñ^ 
te dé las cualidades físicas y morales 
que debe reunir el farmacéutico ^ y 
son las siguientes: 

1.* Inteligencia en la lengua latina, 
Cnee muy necesario el conocimiento 
de este idioma , el cual llama la llave 
maestra para todas las ciencias (1): 1.^ 
el ser buen cristiano, temeroso de Dios 
y de muy justa conciencia : 3.* el que 
sea de una edad madura , para que 
pueda tener bastante instrucción y es- 
periencia : 4.^ y 5.* el tener suficiente 
caudal para tener su oficina repuesta 
de medicamentos escogidos : 6*^ rec- 
titud y buena fé en el despacho : re-* 
puta como un delito grave el dar un 



(1) Los médieos famosos del siglo XIX 
la proscribeo de los actos literarios <!• la 
medícioa , qae eqaivalo i decir. No eata- 
dieit la lengua latina. 



MEDIQNiL ESPAJ^OLA. 



51 



le 



fBcdic^meplo. por otro, aunque en sí 
tengan la in»aia virtud ; 7.* ser rouy 
asUtente á la bolíca : 8.^ no 6ar el des^ 
acbo de medica me ti tos enérgicos á 
os mancebos: 9.' ser casado : 10 no 
ser amigo de mugeres : 1 1 tener todos 
los cinco sentidos mu/ perfectos. 

De viwia curandirtuioñe. 

Ño be visto esta obra. D, Nicoláf 
Antonio cree ^ue sea otra edición de 
la primera» 

jipologia por el habito de S. Fran^ 
cisco. 

El limo. Sr. Torres y Amat hace 
mención de esta obra : yo no la he vis* 
to^ ni tampoco la vio D.' Nicolás Ant 
tooio. 

LUIS VASSEO. La major parte 
de historiadores pretenden que no fué 
español y sino natural de Chalona del 
Mama , ciudad en la Cbampaiüa. Se 
fundan para esto, en la palabra aUa'^ 
launus , que significa chalones del 
Manía, y no catalán, porque debía 
decir catahunus. Sin embargo, la ma<» 
yor parte de los historiadores asega* 
ran qué fue catalán, aunque no se sabe 
el pueblo de su naturalea^a. Tampoco 
consta si hizo sus estudios en España ó 
en Francia ; él dice.qiie fué discípulo 
de Silvio en anatomia. 

Escribió sobre este ramo una obrita 
con «I titulo siguiente: 

Ludoyici Fassoeei catalaunensis, in 
anatomem corporis humani tabalee 
quaiuor. Lutetiae 1540, 1553, in folio; 
Venetüs 1554, in S.*»-, Lyon 1552, 
1 560. Traducidas al francés por J. Ca- 
napé. Lyon 1542. Paris 1555. 

To no he .visto esta obra ; pero co- 
piaré lo que sobre ella dice el gran 
anatómico Douglas. «Viendo Vasseo 
por una parte las muchas penas y di- 
ficultades que habia de presentar re- 
cogido todo cnanto hablan escrito Ga- 
leno y otros anatómicos sobre la es- 
tructura del cuerpo humano, y por 
otra la grande utilidad que de ello de«> 
bia resultar, se propuso conseguir este 
objeto representando en láminas el 
tratado deX^áleno de usupartium. 



. «El autor se espieró tanto en ello, 
qne no hay una parte en el cuerpo 
humano, por pequefiisima qoe sea, 
que no se encuentre su descripción en 
las. tablas de Vasseo.» 

Boneils y Lácaba hacen un elogio 
de las tablas de Vasseo , copiando á 
Douglaa. - 

Según este autor , están dividas en 
cuatro partes: en la primera habla de 
las partes qtie forman y se contienen en 
la cavidad natural ó abdominal: la se* 
gunda de las de la cavidad vital: en la 
tercera de la animal ; y la cuarta de 
las estremidades. 

ALFONSO VIRÜES, médico va- 
lenciano: se ignoran casi todas las cir- 
cunstancias de su vida y de sus estu- 
dies. To no tengo mas noticia de él, 
que lo que nos dicen los bibliográficos 
valentinos, que es lo siguiente: 

«Alfonso Virues fué uno de los mé- 
dicos que mas ilustraron á Valencia: 
fué muy amigo del célebre Luis Vi- 
ves, el cual hace memoria de los escri- 
tos de Virués en una carta que escri- 
bió á Erasmp , y en la que le dice: 
liMissi ad te mtper qiue milii erant de 
jíiphonso Virueso scripta,'» Simul 
missit nuüiAlharus negociator hispa^ 
ñus epistolam Viruessi ad Minoritan^ 
magnoB in Hispania auctoritatis ac 
nommis et legttur máxima omnium 
aprobatiore. Estas autoridades prue- 
ban el gran concepto médico que Vi- 
rjiéa tenia. 

Escribió primero, siete cartas que 
refiere Luis Vives. 

Segundo, Centuria jfmati Lusitani 
de vulneribus capitis. 

Tercero, Flores Guidonis. 

No se sabe si dejó inéditas ó impri- 
mió estos escritos. 

CRISTÓBAL AGOSTA., nació 
en África de padres portugueses : no 
, ae sabe dónde hizo sus estudios , pero 
si que siendo ya médico y cirujano, y 
deseando instruirse en la ciencia , y 
especialmente en la botánica , se dé^ 
terlninóá viajar, y efectivamente viajó 
por el África, el Asia y la China. Cayó 



52 



HISTORIA DE LA 



« 

macbaf Teces en poder ele los moros, 
quienes le dieron mujr mal tratamien* 
to^ segan nos dice, pero que nada 
bastó á hacerle abandonar su proyec* 
to ; 7 que olvidó todos los trabajos que 
le hicieron pasar por el gusto que na- 
bia tenido de tratar con los médicos 
árabes y persas , turcos, bracmanes, 
chinos, malavares, yogues, yapones, 
dacheins, malayo», bengalenses, gú"* 
zarates , cambayenses , pitagóricos, 
bancanes, rumes y de muchas otras 
naciones. 



Despws de haber hecho Un largos 
7 penosos viages ^ vino á España y se 
estableció en Burgos , cuyo Senado ó 
ayuntamiento le dio la placa de mé- 
dico*cirujano titular , dotándolo con 
un honroso salario. (En la dedicatoria). 

Acosta llegó á adquirir una cele- 
bridad muy grande, según los Tarios 
sonetos que en alabanza soya compu- 
sieron algunos de los mejores poetas 
de aquella época. D. Pedro Manrique 
le dirigió el siguiente: 



La escura confusión, que fué de gente 
Griega, latina , arábiga nascida 
Con Gn que nuestro ser, su breTevida 
Con varias plantas guarde y le acresciente: 

Bequiere contra tanto error frecuente 

Soiencia y mortal peligro, en ser corrida 
La rica Europa, y China al arte unida. 
Con la grande Asia y 6era Lybia ardiente. 

No solo tanta tierra , mar y viento 

Pasó, sulcó y hendió, y su sangre pura 
Vertió, y fué esclavo de un bárbaro sangrí 

Mas aun -su misma vida á muerte dura 
Redujo el docto Acosta con. intento 
De dar á nuestro cuerpo cierta cura. 



ngríento: 



También le dirigió D. Alonso Gon- forma de diálogo , entre la fortuna j 
zalo de la Torre una dedicatoria , en la fama del autor. 

¿Quién es aquel que tanto ha procurado 

Resistir á mi fuerza? Acosta ha sido 

Que pretende ganar lo perdido 

Siguiendo la mudanza de tu estado. 
¿Que busca? El nombre eterno que le he dado 

Después de en tierra , mar , haber sufrido 

Naufragios, servidumbres, con olvido 

Del patrio suelo y gente. ¿T qué ha hallado? 
La virtud de las plantas, que en el suelo 

Do el fuerte y valeroso Hispano 

Estiende su poder , plantó natura. 
T lo que en ellas puso el alto cielo 

Dejarnos quiso acá su diestra mano 

Con viva 9 natural, y fiel pintura. 



Acosta escribió varias obras: de to- 
das ellas, la principal es la siguiente: 

Tratado de las drogas y medicmas 
de las Indias Orientales, con susplan^ 



tas debitadas id pivo por Cristóbal 
Acosta^ médico y cirujano, aue las 
vio ocularmente. Dirigido a la muy 
noble jr muy mas leal ciudad de Bur* 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



53 



gos, cabeza de Castilla jr aunara de 
Su Magestad. Burgos 1578» en 4.® 

Al hablar el autor de U» obras del 
Doctor García de Orta, dice asi. «De* 
seoso de recoger de mis largas pere- 
grinaciones algún fruto , procuré Ter 
Sor diversas regiones y provipcias la 
iversidad de plantas, que para la sa- 
Ind humana Dios ba criado, j encon- 
tré en las Indias Orientales con el Doc- 
tor García de Orta, médico portagué» 
I y Taron grare^ j de raro j peregrino 
ingenio. ••• el cual compuso un libro 
en aquellas partes del Asia, intitulado: 
Coloquios de los simples jr drogas ^jr 
cosas medicinales de la India^ y deaí'- 
ganas frutas que por aquellas partes 
se creían, Y asi como su obra trata de 
diversas medicinas y plantas , y otras 
cosas pertenecientes á la salud huma-, 
na, asi también trata de otras que son 
inútiles y sin algan provecho para ella» 
No le faltó también otra perfección 
sustancial á la obra, que son las pintu* 
ras y debajos de las planta^ de que tra- 
ta. ... y pareciéndome á mi que seria 
esto de gran provecho, y celoso def 
bien de esta tierra, deliberé tomar es- 
te trabajo, y dibujar al vivo cada plan- 
ta sacada de raiz , k vuelta de otras 
machas cosas que yo vi , jr el Doctor 
García de Orta no pudo ver.» 

. En seguida pasa al cuerpo de la obra 
j á la descripción de las plantas. Divi* 
de su obra en 78 capítulos, cada ano 
de los cuales está consagrado á una 
planta. 

El 1 .^ es sobre la canela. 
Presenta dos láminas, una del árbol 
con la simiente 7 hojas , y otra con la 
hoja natural por separado. 

Espooe los nombres con que se le 
conoce en la Arabia , en la China, en 
la Malaya , en la Persia , en Cejlan, 
en Malabar, en Grecia , en Italia , en 
Espafta ^ en Portugal , en Francia, 
en hebreo, en judesco, en vascuence , 
en inglés , en flamenco , en Escocia, 
en Turgoia y en la Persia (pág. 5). 

Describe con gran maestría los ca- 
racteres físicos y botánicos del árbol. 



flores , hojas y simientes : el tiem- 
po y oportunidad de coger , pre- 
parar y conservar la cortesa de la ca- 
nela , y de los medios y señales para 
conocer cuando está en buen estado, y 
cuando pasada ó corrompida. Refiere 
las adulteraciones y engaños de que se 
valían los comerciantes para venderla: 
de ella hacían Ioíl chinos las importa- 
ciones á Osmuv,,y de allí la traspor- 
taban á Alcpo , y de esta á la Grecia, 
á cuyos médicos engañaban hacién- 
doles creer que se criaba en su tierra 
y en Etiopia. 

Sorprende la sola relación que es- 
te célebre médico hace en este ca- 
pítulo de los lugares y paises que 
anduvo. 

Prueba que los médicos y boticarios 
estaban imnaidos de la falsa crencia 
de que la cassia era diferente de la 
canela, y después de probaí^ la causa y 
origen de esta equivocación, dice que 
ambas son una misma cosa (pág. 8). 

Pasa á describir las propiedades me- 
dicinales de la canela, la cual dice ser 
caliente , que provoca la orina , y que 
sirve para clarificar la vista : aplicada 
con miel quita las pecas del rostro , y 
hace venir á las mugeres la menstrua- 
ción : bebida , vale contra las morde- 
duras de los animales venenosos , y 
contra el mal de ríñones. 

Ridiculiza como fabuloso lo que di- 
ce Teofracto sobre la preparación de 
la canela, de que era preciso cocerla y 
encerrarla en pieles recientes de buey 
para que los gusanos que nacieran se 
comieran la médula, y dejaran limpia 
y seca la corteza. 

. Últimamente describe la situación 
topográfico- físico-médica dé la céle- 
bre isla de Ceylan, á la que llama ca- 
na y patria de la verdadera canela. Re- 
fiere por tradición de sus naturales, 
que aquella isla es el verdadero paraí- 
so terrenal; que hay en ella un Inonte 
elevadisimo en el cual hizo penit^en- 
cia nuestro padre Adán, y que la prin- 
cipal romería que hacen los isleños es 
al referido pico. 



54 



HISTORIA DE LA 



Añide ele observaeion propia , oae 
aquelU tierra abunda mucho de ele- 
Caoles: que estos son mas corpulentos 
y mas fuertes, y a los cuales les gaar* 
dan todo el mayor respeto y sumisioa 
ios de otras partes. 

Muchísimas y preciosas son laa no- 
ticias que solo este capitulo contie* 
né: pero las omito por no ser muy pe* 
sado. 

En ei capitulo 2.^ habla de la pt* 
mientai empieza ¡igualmente diciendo 
cómo se llama en Malabar^ en Canaria, 
en Malaca, en Arabia, en Bengala, eo 
Vizcaya, en Castilla, en Cataluña, en 
Portugal , en Italia , en Francia , en 
Alemania , en Escocia, en Inglaterra, 
en Creta, en Turquía, en Persia y ea 
Filadelfia. 

Describe los caracteres físicos y bó« 
tánicos de la pimienta negra y blanca, 
y asegura $tt absolutamente los mi»* 
roos. Dice que no habia podido ver la 
pimienta luenga ^ porque al tiempa 
.que quería pasar á Bengala con el ob- 
jeto de yerla, lo prendieron en Mala* 
var. 

Asegura que ninguno de los que es* 
cribieron antes de él, ni Plinio, ni Ga- 
leno, ni Isidoro, ni Avicena, ni los de- 
mas árabes, ni los frailes tuvieron bue- 
na y verdadera noticia de la pimienta 
ni de su planta (pág. 24). 

Establece una diferencia nñuy gran* 
de entre la pimienta blanca y negra; 
dice que esta es mas eficaz , mas aro- 
mática y agradable al gusto, porque se 
coge en sazón y bien madura. 

Ademas de estas dos clases de pi- 
mienta habla de la canarín cede la cual 
los médicos bracmanes y los médicos 
canarines usan ordinariamente para 
la pasión colérica, enfermedad llama- 
da morxi, que es tan aguda que mata 

en catorce horas y aun menos de 

esta enfermedad y como se cura, y. 
otras muchas que en las Indias son co- 
munes, hablaré en el otro tratado que 
entre manos tenemos (pág. 27).» 

Últimamente trata estensameote de 
las propiedades medicinales de las tres 



especies de pimienta , y de las enfer* 
medades en que conviene. 

En. el 3.* de los clavos jr de su 
planta* 

En el 4.^ de la nuez moscada. No 
Míenos interés ofrece este que los an- 
teriores : después de referir sus nom- 
bres según queda dicho, describe muy 
bien su historia natural médica; el mo- 
do de cogerlas y secarlas, las condicio- 
nes y señales que han de tenerse pre- 
sentes para su elecion. Dice que los 
portugueses hacian una conserva su- 
mamente preciosa para los males de 
estómago , echando en a^car ó miel 
las nueces recien cogidas y algo ver- 
des. Últimamente trata de sus virtu- 
des medicinales. 
En el 5.° del macer. 
Este es otro de los mas interesantes 
de esta obra. Según el autor la corte- 
za de este árbol es uno de los astrin- 
gentes mas eficaces y poderosos de que 
se valían los médicos bracmanes y loa 
peregrinos. En su comprobación dice 
Acosta. «Preguntando á un médico 
bracman me digese lo que sabia de 
verdad sobre esta corteza, me contesh> 
tó: si vosotros supiesedes en Portugal 
qíie cosa es esta corteza y cuanto vale 
maslaestimariadcf^ y porque vosotros 
no lo conocéis no la sabéis estimar. 
Los polvos que yo doy en toda especie 
de cámaras son de esta corteza , y de 
ctlla son una gran cantidad que tengo 
para mandarlos á Bengala y al Japoo 
(pág. 44).» 

Mostrando yo, dice en otra parte, 
en Malabar, una corteza de la macer á 
un yogue erbolario, y haciendo como 
que no sabia el árbol de qtte era, me 
lo mostró diciéndome : cura suntea 
maere nistusa garul , es decir: el ma- 
cer mostrado por el ángel á las hom- 
bres para su salud. 

Después de recomendarla espeeiaU 
me*nte para las lombrices y contra el 
mal de piedra, de los ríñones y vejiga, 
termina hablando de todas las enfer- 
medades en que se empleaba con gran 
provecho. 



MEDICINA ESPAÑOLA- 



«55 



* Efi el 6.^ tr»U ¿e\ panate , 6 árbol 
áe las erisipelas , según los poriu*- 
gaeses* 

En el 7.^ de la galanga. Todo el 
capítolo es digno de consultarse. 

En el 8.^ de los tamariruhs. 

En el 9.® de U higuera de lasinJBas. 

En el 10 del palo de la China. 

En el 1 1 de la datura. 

D^ esta planta reGere algunas ob** 
seryaciooes, que el autor dice haber 
hecho y visto^ que á la Verdad son muy 
eariosiis. Primeramente dice que es la 
yerba de las enamoradas, y que había 
pocas de estas que dejaran de llevarla 
entre sus joyeles. El mayor nso de las 
enamoradas, es dar esta simiente hasta 
media dracma molida en vino, ó en lo 
que mas se le antoja; y el que la toma 
queda enagenado por grande espacio 
de tiempo, riendo ó llorando , i dur- 
miendo con Tarios efectos ^ y muchas 
Teces hablando y respondiendo el 
pobre que la tiene tomada.... Andan 
ian diestras y esperimentadas muchas 
mundanas en los efectos de esta si- 
miente, que la dan para cuantas ho- 
ras quieren.... que el pobre esté dor- 
mido ó trasportado. .. . y vi a algunos 
por varios dias andar algo perturba- 
dos, y esto seria por haberles dado mas 
eantidad. 

Últimamente trata de sus cual ida -> 
des físicas y médicas. 

En el 12 de las avellanas de las 
indias. 

En el 13 de la palma y su fruto. 

Habla no de la palmera y de los dá« 
tiles, como pudiera entenderse por el 
texto, sino del coco. Este capitulo 
abunda en noticias sumamente intere- 
santes, asi de su historia natural, cocpo 
de las virtudes medicínales. 

En el 1 4 de los cocos contra veneno. 

Si no son interesantes al médico las 
noticias que da, son sumamente curio- 
sas para el naturalista y para el co- 
merciante. * 

En el 15 áñ\h% manzanas de indias. 

En el 16 del lacre* 

Este capitulo no interesa ya mucho 



al médico, porque no está en uso; pero 
sí al comerciante. Pruel>a que este 
lacre es una sustancia animal que ela- 
boran cierta clase de hormigas, como 
las abejas el panal. Refiere muchos 
hechos en prueba de su aserto. 

Ta hemos visto en el artículo de 
nuestro médico Cristóbal de Vega, 
que el jugo que se llamaba maná, era 
también formado por una especie de 
mosquitos grandes, como él tnvo oca- 
sión de ver en los árboles del rio de 
Alcalá de Henares. 

En el 17 de la eañá fístula. 

En el 18 de las cubetas. Las deno- . 
mina ffenereosas, porque escitan los 
órganos de la generación. 
• En el 19 deiyb/¿> indo. 

En el 20 del cate. 

En el 21 de la piedra Bezhar (1). 

Refiere que los naturales de aquel 
país la tienen en tanto valor y estinía, 
que solo la daban á los nobles y á los 
ricos; y á los pobres dab^n en su lugar 
la raíz de la Moringa. En prueba re- 
fiere un dicho vulgar de aquel país: 
Dios crió para los nobles y gente bien 
nacida la piedra Bezhar ; y para los 
pobres jr plebeyos la raiz de la Mo^ 
ringá. Interesa este capitulo. 

En el 22 de los sándalos. 
- En el 23 del spicanardi. 

En. el 24 del schinantho: (el junco 
de olor^. 

En el 25 del acibat\ Todo este^ca- 
pítulo es digno de consultarse. 

En el 26 del ámbar. Contiene este 
capítulo noticias sumamente curiosas 
sobre su naturaleza. 

En el 27 del árbol triste. 



(1) En este ctpflalo dice: « Aonqoe en 
el otro tratado (qae escrebir esperamasde 
todos los aninales, serpientes y aves, así 
de la tierra como del agaa que bay en 
aquellas partes) Iratareroos de tod«s las 
piedras preciosas y medicinales , me pare- 
ció tratar en este de la piedra Beshar.i* 

No ten^ DOlicia si publicó ó no esta obre 
que ofrece : si lo verificó oo la he visto , ni 
aotor que hable de ella. 



56 



HISTORIA DE LA 



Ea el 28 del amomo. 
Eo el 29' de los durioses. Carioso. 
En el 30 del anacardo* 
Dice que son como anas especies de 
habas; y que de ellas se Talen 'algunos 
agoreros para engaQar á los ignoran- 
tes. Refiere «que poniendo una de es- 
tas habas en la punta de un cuchillo» 
y poniéndola al fuego de una vela , y 
en quemándose y cosa de ver es el es- 
truendo que hace con tantos de cohe- 
tes y centellas de fuego» que como ra- 
yos de si echa» con tantos colores» que 
totalmente engaftan los negros de la 
tierra i algunos bisónos y mugeres^ 
metiéndoles en la cabeza que en aque- 
llos rayos y centellas ven i los espíri- 
tus, y los hablan ó dan i entender lo 
que quieren saber de ellos (pág. 235).)» 
Eo el 31 de \kjrerha viVa. 
Curiosas son estremo las noticias 
que da sobre esta yerba» y dice: «tiene 
esta yerba una propiedad tan admira- 
ble » que confunde la razón ,yt% que 
estando muy fresca y apacible , si la 
quieren tocar » va retirando sus hojas 
y encogiéndolas debajo de su delgado 
caule; y tocándole» se pasa de impro- 
viso tan marchita» que parece secarse; 
y lo mas que es de admirar, es que en 
desviando la mano de ella » se'vuelve 
luego á su ser » y tantas veces se mar- 
chita y reverdesce , cuantas le ponen 
la mano ó le tocan (pág. 236).» 

En otra parte añade: «Inquiriendo 
algunos médicos de la tierra» si sabian 
alguna virtud de esta yerba» y si usa- 
ban de ella » me afirmaron que apro- 
vechaba para hacer » lo que la madre 
Celestina» vírgenes de corruptas^ y 
que para reconciliar el amor tenia ad- 
mirable eficacia. Un médico» Gentí- 
lico » y buen letrado á su guisa, vien- 
do el deseo que yo tenia de saber 
las propiedades de esta yerba, me dijo: 
que él me mostraría una; que de ella 
salia tan cierta, que le cortase la ca- 
beza si no la hallase verdadera; y era» 
que nombrase yo la muger de cual- 
quier estado que fuese^y que haciendo 
lo que él me mostraría con aquella 



* 
yerba » la haría inclinar i todo lo que 

yo quisiere. Mas viendo yo que no 
era justo tal saber» ni hacer» no lo 
quise» ni se lo consentí (pág. 237). » 
En el 32 de la yerba mimosa. 
En el 33 de la canfora. 
Distingue dos especies de alcanfor; 
el uno llamado de Borneo» no es cono- 
cido en Europa por su carestía » pues 
que una libra de este vale tanto como 
un quintal del de la China» cual es el 
traído á Europa. Interesante es en es» 
tremo todo este capítulo» y debe con* 
saltarse. 

En el 34 de las carambolas. 
En el 35 del azafrán de las indias. 
En el 36 del gengibre. 
En el 37 de la zoca. 
En el 38 de los jambolins. 
En el 39 de los zambos. 
En el 40 de los zangoruas. 
En el 41 de los miraholanos. 
En el 42 de los negundos, macho jr 
hembra. 

Les da las mismas virtudes medici*»' 
nales que á la pimienta. Refiere que 
las mugeres que quieren hacerse em» 
barazadas» se dan baños y lociones oon 
su agua á cocimiento; y que tenían 
tanta fé y confianza en sus hojas » flor 
y fruto» que apedrearían al qué lo 
contrario quisiera persuadirles. Añade 
que las Dayas (comadres) las prescri- 
bían para facilitarlos partos (pag. 282) 
En el 43 del nimbo. 
Asegura de propia esperiencia «que 
sus hojas mojadas con zumo de limón 
son en estremo buenas para curar lla- 
gas callosas» sórdidas y cabernosas» 
aunque fueran de mucho tiempo. Que 
lo eran también en estremo prodigio- 
sas tomándolas en polvo » para matar 
y arrojar toda clase de lombrices. 

En el 44 del reobarbaro (articulo 
interesante). 

En el 45 de los ambares. 
En el 46 del espodio. 
En el 47 del turbit (1). Interesante 
en todo cnanto dice de él. 

( 1} Eu esta espítalo dice que oo copia 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



57 



En el 48 de los pifiones de Maluco. 

En el 49 de las mangas. 

En el 50 de los charemeis. 

En el 51 delco^^o. 

En el 52 de W yerha de Maluco. 

Asegura que sus hojas aplicadas á 
las llagas; las detergía perfectamente: 
que con ellas j manteea se hacia un 
.ungüento mararilloso «que en cual- 
quiera enfermedad quirúrgica andaba 
luego el ungüento de üfa/iAX) delante, 
como remedio esperimentado (pági*' 
na 329). 

En el 53 del palo de Maluco (Inte- 
resante). 

En el 54 del palo de culebra. 

En el 55 del palo de culebra. 

Dedica dos artículos bajo este mis- 
mo nombre 9 porque son mujr distin- 
tos: el uno es arbusto, y el otro jerba, 
7 se conocen bajo un misino nombre; 
porque ambos tienen una virtud espe- 
cial contra las picaduras de las sierpes 
Tenenosas* 

En el 56 de la moringa. * 

Esta es la planta , que como ya he- 
mos dicho , se prescrioia á lo» pobres 
en vez de la piedra bezhar. 

En el 57 del ananas bra\^. 

De estos frutos dice. «Se saca un 
zumo que tomado en cantidad de seis 
hasta ocho onzas, con azúcar , de ma- 
ñana en ajunas, es remedio escelenti- 
simoj muj esperimentado para el es- 
calentamiento del hígado 7 de los ri- 
fiooes, 7 llagas de Iqs ríñones , 7 uri- 
nar de materia 7 escocimiento de la 
▼erga. En las cuales pasiones hace es- 
tremada obra con mucha brevedad, 7 
los que urinan materia 7 les escuece 
la urina, por la mayor parte sanan en 



la lámina del iurbit, porque 00 había visto 
la planta , aunque la tenía dibojada por 
otra. Da la razón de no querer presentar 
otras láminas que las dibujadas por sí mis- 
mo á la vista de la natural. 



tres veces que lo toman: 70 lo esperi- 
mente (pag. 348).» 

En el 58 del ananas (oloroso 7 do- 
méstico^. 

Eq el 59 del sargoso. 

En el 60 del cascapuli. 

Eq el 61 del bangre, 

Eu el 62 de la asa^fétida (mu7 in- 
teresiinte). 

* En el o3 del cálamo aromático (in- 
teresante). 

En el 64 del cardamomo (es tan cu* 
rioso como interesante). 

En el 65 del mana. 

En el 66 del añil. 

En el 67 del opio. 

Este capítulo contiene observacio- 
nes 7 noticias sumamente curiosas é 
interesantes^ dignas por cierto de con- 
signarse en este articulo. 

«Este opio se come mU7 de ordina- 
rio en aquellas tierras, asi para que 
durmiendo, ó medio enagenados dor- 
mitando no sientan sus trabajos, como 
para el efecto venereoso: para, el cual 
aunque razón lo repugna , lo tienen 
tanto en uso > que es el mas ordinario 
7 familiar remedio de los viles hijos 
de Venus. Volver el uso del opio (por 
su estupefaciente 7 narcótica calidad) 
impotentes á los que son vezados a co- . 
mer de él , razón lo concede, allende 
de la esperiéncia : 7 así lo sienten , no 
solo todos los nuestros secuaces de la 
medicina, mas todos los otros médicos' 
árabes, parsios, turcos, corazones, sun- 
das, mala70s, chinas, malavares, con 
toda la caterva jde los médicos Gana- 
rins, Decanins 7 Bragmenes, etc. Mas 
es tan eficaz la imaginación de la gen- 
te plebe7a, que de la impotencia sa- 
can potencia: 7 asi para sus torpes de- 
lectaciones carnales, de ordinario lo 
usan: 7 es peor, que hecho por hibito 
una vez, el gusto 7 el apetito á ello no 
lo pueden dejar, sin grande riesgo de 
la vida: la cual les falta, en el opio les 
faltando , si con buen vino puro , en 
lugar del opio no le socorren. Lo cual 



HlST. DE LA MeDIC. ESPAÍ^OLÁ. — TOMO 2.® 



8 



[ 



■V 



58 



. HISTORU DE LA 



acaso siipe de on discreto y sabio tur- 
co á su guisa, natural de Aden, el cual 
(navegando jro por la mar de la India, 
en demanda del cabo de Buena Espe- 
ranaa, en una nave, en la cual el po- 
bre turco , con otros turcos, parsios y 
árabes» venian cautivos para Portugal, 
j de algún opio que escondido traiau 
sustentándose , del cual por ser poco, 
tomaban como por medicina) me dijb 

3ue si no le daba opio, no viviría dos 
ias: j DO lo habiendo para se lo dar, 
me dijo el dicho turco ^ que pues en 
aquella nave yo t^nia cargo de curar 
á los enfermos , y socorrer á los mez- 
quinosy que supiese simo le daba opio, 
el j todos sus compañeros hablan de 
morir, por el continuo uso que dende 
su puericia tenian de lo comer : j al 
6n, no lo habiendo , roe dijo que si á 
todos estos hombres vezados a! opio, 
les diese cada mañana un trago de vino 

[mro , j acrecentando la cantidad , se 
^ o fuese dando entre dia, que todos se 
escaparían de la muerte, por la falta 
del opio. Y que supiese, que solo este 
remedio había para les quitar el usojr 
falta de él : aunque era remedio para 
ellos muy duro y enojoso, por ser con« 
tra su ley: mas que pues necesidad de 
la vida tanto les constreñía , que era 

r fuerza sufrirlo. Y asi yo les fui 
ando el vino por la orden del dicho 
turco, y ninguno dellos murió; y an- 
tes de un mes no quisieron el vino , y 
no les hizo daño la falta del opio : y 
acometiéndole por veces con vino , y 
tentando á uno con un poco de opio, 
que yo tenia en la botica , que en la 
nave llevaba para curar á los enfer- 
mos, ni opio ni vino quisieron. 

aY volviendo á la causa, porque ha- 
ciendo el opio con su uso á los poten - 
tes, impotentes, para acrecentar la po- 
tencia, lo comen, y usan tanto de or- 
dinario de él. Entenderse á que estos 
aunque sin razón lo haced , se pueden 
fundar en esta, y es que por cuanto la 
virtud imaginativa ayuda mucho á la 
delectación carnal ; y como ella sea 
superior de la virtud espulsiva, obedé- 



So 
ai 



ce á ella, la cual virtud imaginativa, 
cuanto es mas fuerte, tanto mas presto 
se acaba el torpe acto de Venus, por- 
que manda la virtud imaginativa í la 
espulsiva, que eche la simiente geni- 
tal en los testículos ; y cuanto mas se 
vigora la imaginación en este acto, 
tanto mas presto viene la simiente al 
miembro: y por cuanto los que comen 
este opio , están medio enagenados y 
casi privados de juicio y razón; por 
falta de la imaginativa , acaban este 
acto venéreo mas tarde : y por cuanto 
las hembras por la mayor parte no 
echan la simiente tan presto, como el 
hombre , en cuanto él tarda, ejercita 
ella su obra , y asi sucede por la ma- 
yor parte acabar el venéreo acto los 
dos juntamente : y para esto sirve el 
comer del opio.» 

Tal es el número de los capitulot y 
materias de que trata nuestro Acosta. 
Muy bien puede decirse que fué el 
padre de la materia médica en el si- 
glo XVI. Parece imposible que esta 
preciosa obra hubiera de llegar tiem- 
po en que fuese desconocida : y á la 
verdad es muy de estraftar que lo ha- 
ya sido de los oelosos autores del Dic- 
cionario universal de materia médica 
Merat y Deleus , pues es bien seguro 
que estos dos célebres escritores la hu- 
bieran apreciado en todo su justo va- 
lor. 
Tratado delelefantejrsuscaUdades, 
El autor se propuso escribir un tra- 
tado especial soore es'te admirable 
animal. Parece imposible que en el 
dia en que la zologta ha hecho tantos 
progresos en todos los ramos que la 
pertenecen , pueda decirse mas sobre 
el elefante, que lo que no^ refiere en 
su tratadito Acosta. 

Lástima es que no imprigiiera su 
tratado de animales que ofreció ; pues 
si en todos ellos hubiera hablado con 
la exactitud que el presente , poco ó 
nada hubiera dejado que decir á los 
Azaras y á los Bufones* 

Remedios específicos de la India 
Oriental jr de la jíméríca. 



MEDIQNA ESPAÑOLA. 



59 



También es de CristOTal Acosta U 
coleccioD de remedios que se contie- 
nen en esta obrita , que ha llegado ¿ 
hacerse en estremo rara , y de la qne 
no he yisto otro ejemplar que el que 
JO poseo. También lo biso estando en 
Burgos, j se conoce que en su forma- 
ción no tuvo mas idea que presentar 
sus virtudes medicinales j las enfer- 
medades en que convenian. Creo de 
mi deber darlos a conocer a mis lec- 
tores porque no los verán tal vez en 
otra parte. El ¿eñor Hernández More- 
fon tampoco la conoció. 

Almojon ó especie de cardamomo 
de la India Oriental. 

Esta semilla se ha esperimentado 
eficacísima para corroborar el ventrí- 
culo, aumentar el calor nativo y recha- 
zar el preternaturaL Es buen remedio 
i cualquier dolor que proceda dé can« 
sa frígida. Provoca el parto. Su uso es 
tomándolo en polvo en la cantidad de 
diez hasta doce granos en agua ú otro 
licor apropiado. 

jtnime copal. 
. «Se halla en Campeche, y sirve pa- 
ra los dolares de cabeza por perfumes, 
j para resguardar de aires malos, po- 
niendo dos parchecitos en las sienes, ó 
recibir el perfume antes de salir de 
casa« y el mismo perfume es buen re- 
medio para perlesía. Se saca de ella la 
esencia que sirve para fortificar el es- 
tómago.» 

Aceite de maná. 

«Sirve para heridas muy grandes: 
se aplica caliente estendido en un lien- 
zo. Quita los dolores de estómago, 
restriñe los cursos que provienen de 
crudezas, atrae el calor natural; es 
contra ciáticas, empeines y tumores.» 

A este tenor sigue hablando en pár- 
rafos especiales. 

Del bdlsanto de Guitemala. 

De los cangrejos empedernidos de 
Macao. 

Ve los cascaveles de vivoras, 

Del espejo de Inga. 

De lo goma sonora» 

Debías jojobas. 



De la leche de mechoacan. 

Del Uño aloe. 

De los ojos de venado. 

Del palo butra. 

Del palo dulce. 

Del palo molavi philipinico. 

Delpeguame. 

De las pepitas de lo^alongas , lia' 
mados ígazud ó de San Ignacio en 
las Filipinas, 

De la piedra vesaL 

.De tas piedras besuarticas termales 
de Tuspa. 

De la piedra iguana; 

De la piedra de culebras. 

De la piedra cuadrada. 

De la raiz deljenzaon ó del chitu" 
bax ática. 

De la raiz de la postema. 

De la tierra de lucuta ó de Santa 
Marta, 

De la Jiña de la abada (un animal de 
Asia). 

De la jrerba para los aires. 

En todos estos artículos trata de las 
virtudes medicinales, dejas enferme- 
dades en que convienen, y del modo 
y dosis de administrarlos. En su des- 
cripción ciertamente acredita haber 
daoo ascenso á algunas de las creen- 
cias, tanto de aquellas gentes, como 
de la época en que escribió , como se 
ve al hablar del umicornio, que dice 
servir para la gota coral, mal de cora- 
zón, tabardillos, espantos, sustos, al- 
ferecías, toda suerte de ponzoña , ra- 
bia y mal de 0|o. T esponiendo las vir- 
tudes de la liña de la Abada, dice: 
«que la Abada es un animal de la 
Asia: sus virtudes son infinitas en su 
sangre, como en el cuero, huesos y 
otras partes de su cuerpo. Pero lo ha 
dotado Dios de las mayores virtudes 
en las uñas de los pies, que supera al 
unicornio^ al rinoceronte, y otros ani- 
males alezifarmacos. » 

ALVAREZ MIRA VAL (BLAS^, 
vecino de Salamanca, y catedrático ae 
medicina en dicha universidad. Estu- 
dió tflmbien teología , y en ambas 
ciencias obtuvo el doctorado. Sueru- 



60 



HISTORIA DE LA 



dícion era Un grande , qne la lectnra 
de sns obras pasma , por los vastos oo- 
nocimientos qne poseía. Puede decirse 
que sn obra es un compendio de cuan- 
to se habia escrito basta su tiempo, y 
es difícil abrir una página sin que se 
▼ea en ella un cúmulo de autoridades 
de la Saffrada Escritura, santos padres^ 
historiadores, poetas, etc., etc. Puede 
decirse que Airarez Miraval es el 
alfa de los eruditos \ j como tal era 
respetado por sus compafieros: fué ele* 
gido para escribir al rey el pésame 
por la muerte de su esposa Dofta Ana 
de Austria^ en nombre de la univer- 
sidad de Saltfmanca. Elsta carta, es- 
crita á S. M., se halla al principio de 
su obra, que titula: 

Conservación de la salud del cuerpo 
y del alma^ para el buen regimentó y 
mas larga vida de la católica magestad 
del cristianisimo Rey Felipe III. 
Salamanca 1599. 

Esta obra está dividida en 113 ca- 
pítulos, en cada uno de los cuales trata 
de remedios higiéaicos, relativos á los 
dos estremos que abrasa el titulo. 

Todas las materias de que trata en 
cada artículo , son muy interesantes^ 
pero entre ellos hay muchísimos que 
merecen una atención particular : ta- 
les son el capitulo 2.^, en el que trata 
de los perjuicios de la ociosidad: el 3.® 
de la escelencia del hombre: el 5.^ so- 
bre si se puede por medio de la medi- 
cina alargar mas el período de la vida: 
el 6.° sobre el modo como la enfer- 
medad del alma puede enfermar el 
cuerpo, y vice^versa : el 8.® sobre lo 
conveniente que es la conservación de 
la salud, á la religión, buenas costum- 
bres y al ingenio de los hijos, el que sus 
madres les den de mamar: el 12 hasta 
el 20 9 sobre los alimentos, bebidas, 
aires y aguas : los siguientes sobre la 
escelencia del amor, y daños ó prove- 
chos de la Venus: el 44 y 46, sobre si 
es mejor para la salud y buena policía 
casarse con una riiuger bonita ó fea: 
el 68 sobre el modo de conocer si la 
esterilidad está de parte del hombre ó 



de la muger: el 74 si la impresión de 
los cuerpos celestes sea cansa de ana 
en algunas regiones haya diversidad 
de costumbres, virtudes ó vicios, etc. 
Son tan preciosas é interesantes las 
materias de que trata , que es lástima ' 
que esta obra no sea mas conocida de 
lo que es en el dia; y estoy seguro que 
el que una vez la lea, no la olvi- 
dara mas. 

También escribió otra memoria^ 
titulada: 

Tratad de la firme memoria y del 
bueno y claro entendimiento , utiUsi^» 
mo para todos los que pretendan saUr 
aventmados letrados en cualquier ge^ 
ñero de ciencia. 

Elste escrito se reduce á propo- 
ner los medios para conservar la me- 
moria, ¿ aumentarla cuando se dis- 
minuye. Toda esta materia está con- 
tenida en los capítulos siguientes, que 
dicen: 

1 .^ De algunos ciertos y muy im- 
portantes remedios naturales, con los 
cuales los estudiosos vengan á tener mas 
agudo y mejor entendimiento. 

2.^ Cómo sabrá cada uno la cien- 
cia y facultad , en la cual ha de salir 
mas aventajado y mas letrado. 

Los siguientes son continuación de 
este mismo asunto. 

En el primer artículo indica ya Al- 
varez Miraval, el que la memoria 
tiene asiento determinado en una par- 
te del cerebro , distinta de las demás; 
pero al tratar de las causas de la me- 
moria ó su abolición, dice que el calor 
seco la aumenta , y one la frialdad la 
disminuye ; consiguiente á estos dos 
principios hipotéticos, aconseja los 
tónicos y califacientes, para que los 
desmemoriados recuperen sn memo- 
ria *, tales como el aceite de laurel , el 
de eneldo, el orégano, poleo, Valeria- 
no*, en una palabra, los difusivos y 
nervinos. 

Aunque estos remedios no pueden 
producir el restablecimiento de la me- 
inoria, sin embargo, los artículos re- 
feridos son dignos de consultarse por 



62 



HISTORIA DE LA 



dicioa obtavo ana cátedra basta sa 
muerte, ocurrida en esta misma capi^ 
tal. Escribió las obras siguientes, 

Flos breviaríum , sive historia ro^ 
mana. Valencia 1557. 

Colloquia Jamiliaria aueta et se» 
lecta ex onvúbus Desiderii Erasmi 
Redorodami , ita denuo repurgata ut 
juifentuti commodo non uulgari chris» 
tíanissinús aurihus qfendendo nutlus 
deinceps essepossit, Barcinone. 1557. 

Antonii Sophistm primee apud Be» 
tborem exercitationes. Barcin. 1611. 

He visto estas obras en la biblioteca 
de esta ciudad, j en ellas be leido, que 
el Rey le concedió un permiso y dio 
liceucia para comentar ó poner esco- 
lios á las obras que quisiese, y publi« 
carias por si ó en nombre de otro». 

JUAN ALEMANY / Doctor en 
medicina , y según la opinión mas 
probable fue catalán. 

El Ilustrisimo Señor TorresyAmat, 
en su Diccionario bibliográfico de los 
bombres célebres de catalu&a, dice lo 
siguiente. 

(iDon Jaime RípoU mayor, posee de 
este autor las obras siguientes. 

Lunari ó Repertori del temps, cora« 
post per lo molto babil Juan Alemany, 
bachiller en arts y doctor en medeci- 
na ^ de nasió cátala. ••« Stampat en 
Barcelona en casa de Jaime Cendrat, 
any M.D.LXXX. Venese en casa de 
Gerónimo Pi. 

Otra edición de esta misma obra se 
halla con el titulo siguiente: 

Jtepertorí del temps j^ Lunari per» 
pectuo. Barcelona 1o40. (Obra citada 
pág. 12). 

PEDRO MERCADO, natural de 
Granada: nació por los años de 1585 
al 1590. Estudió en la universidad de 
dicha ciudad la filosofía y medicina, 
y en la misma obtuvo una. cátedra de 
física. Con este motivo tuvo ocasión de 
convencerse de lo poco. que habia es* 
crito en Elspaña sobre dicha materia, 
como dice el mismo en la dedicatoria 
de una de sus obras al Arzobispo de 
Granada. «Considerando lo poco que 



de filosofía hay en nuestra lengua ma- 
terna escrito , y el deseo de muchoa 
curiosos de saber de que y cómo se 
compone este mundo, determiné tra- 
tar oe ellas comenzando de la filoso- 
fía de la tierra hasta el postrero cielo, 
que llaman los teólogos.»- Escribió la 
obra siguiente.' 

Diálogos dephilosojia moral, com'^ 
puestos por el Doctor Pedro Mercado, 
médico y filosofo^ Dirigidos al mwjr 
Ilustre jrÉeverendisimo Señor D. Pf 
dro Guerrero, Arzobispo de Grá^^ 
iiaáa.(Ib. 1558in8.*') 

Esta obra se compone.de siete diá- 
logos entre Gaspar y Antonio , que 
maravillados de las cosas naturales de- 
sean conocerlas, y Julián que lea cum- 
pie su deseo. 

En el primer diálogo trata de los 
cuatro elementos en común, jr en par^ 
tícular de la tierra y del agua, donde 
se tocan muchas dudas , y refutan mu» 
chas opiniones de antiffios, y se decla^ 
ra en suma cómo se producen los ani» 
males, plantas yfrutosx Uis causas de 
los montes y temblores de la tierra] 
metales , piedras jr otros minerales] 
fuentes y bocas defuego\ de la mar y 
de su flujo y reflujo , y causa de su 
saladla. 

¡Cuan precioso es este diálogo! ¡Que 
descripciones tan bellas y tan elocuen- 
tes se hallan en ¿1! ¡Qué ideas tan su- 
blimes se leen á cada paso! No pue- 
do resistir al deseo de consignar algún 
trozo de él. 

«Gaspar. ««Todas las veces que con» 
aiderOy señor Antonio , las cosas natu- 
rales, la gran providencia con que na- 
turaleza las rige con tanto orden y con« 
formidad; este anochecer y amanecer; 
este movimiento del sol tan concerta- 
do que en el mismo punto y lugar que 
agora está, estuvo hoy, ha un año, diez, 
ciento, mil. Este alumbrarnos y ca- 
lentarnos de dia con su presencia, j 
de noche en ausencia suya dando luz 
i las estrellas y á la luna. Ese desviarse 
y allegarse de nosotros. Esa consti- 
tución y división del año en cuatro 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



63 



I 



tiempos; unos escesÍTa mente calientes, 
otros escesifamente fríos qae los cor- 
rigen jr otros dos mas templados. El 
maltiplicar de las aguas y fratos en la 
creciente de la lana^ y disminución de 
ellas en su menguante. El eclipsarse y 
escurecerse suyo , jr del sol. Tantos 
planetas y estrellas.... Tantas impre- 
siones en el aire. Tantos y variados co< 
lores en las nuves al salir y ponerse el 
sol. Tantos rayos^ truenos y relámpa- 
gos, lluvias, granizos , nieve , nieblas, 
escarchas y granizos. Ese arco que apa* 
rece de tan hermosos colores. Ese mar, 
esa balsa inmensa de tan varias espe« 
cies de plantas, de piedras y anímales 
como en la tierra: tantas diferencias 
de piedras , metales y otros minerales 
oomu en ella se crian: tantos rios ma* 
gestuosos como la riegan: esta tierra, 
en anas partes áspera, alta y montuo- 
sa, en otras llana y rasa: tantas regio- 
nes que contiene, unashabitadaSy otras 
sin habitar, unas calientes otras frias, 
unas secas otras húmedas. Todas las 
veces que esto considero quedo-mara- 
villado de verlas, escandalizado de no 
entenderlas, trayendolas entre manos 
7 representándosenos á cada momen- 
to: pasar por ellas tantas veces. ... 

Julián. i« El verdadero intérprete 
es la misma naturaleza j y ella ensenó 
á filosofar á los primeros filósofos, a 
los cuales ninguno precedía de quien 
pudieran ser enseñados, y si naturale- 
za nos encubriera tanto las cosas na- 
turales que nos obligara á ser enseña- 
dos precisamente de hombres para sa- 
berlas, tuviéramos de ella justa queja, 
porque cosa que tanto nos importaba 
ponia en manos de quien pudiera ne- 
gárnoslas y hacerse avariento de ellas. » 

En este diálogo se halla una cosa su- 
mamente notable para el tiempo en 
aue escribia Mercado , que antecedió 
a la hipótesis de Nicolás Coopernico, 
de que la tierra se movía al rededor 
del sol y que este estaba quedo. Véan- 
se sus palabras. 

«Gaspar.-^ Diff>lOt porque el otro 
diatomasteportemade que la tierrase 



mo\da, jr que todos los cielos estaban 
quietos y reposados \ que el anoche^ I 
cemos era escondesernos el sol con el 
moiimiento de la tierra\ y que cuando 
la tierra descubría el sol en el Oriente, 
entonces nos amanecia. Contestación. 
Es mas razonable que se mueva la 
tierra que el sol y los cielos ; lo uno 9 
porque es razón que descansen los cié* 
los y mas nobleza^ y por esto es mas 
verosímil que la tierra , como menos 
noble, este en esta servidumbre y tro- 
bajo en gravamen de la virtud que de 
¡os cielos procede, y por ser la tierra 
mas aparejada para esta vuelta y mo* 
pimiento, por su pequeña cantidad , y 
Y los cielos tan graves y tan pesados. 
Si este movimieto lo hicieron los cielos 
para adquirir el tugar natural que hu- 
biesen perdido , sería imperfección. ... 
Asi la misma pesadumbre que vos f o- 
mais por argumento contra mi, para 
que la tietra descendiese, tomo yo por 
respuesta contra vos , para que una 
cosa tan pesada como la tierra, impo- 
sible es que suba, y lo que os pareciere 
muy necesario caerse la tierra hasta 
el otro medio cielo , sien la otra Jaz 
de la tierra estuviérades debajo del 
otro medio cielo j os pareciera imposi' 
ble, tanto como subiese la tierra hasta 
el cielo (pág. 14 y 15)». 

Estas opiniones filosóficas prueban 
hasta la evidencia , que cuando Pedro 
Mercado espuso esta teoría del movi- 
miento de la tierra^ no conecta la hipó- 
tesi de Copernico, ni la bolla del Papa 
que solo permitió defenderla cokno 
una hipótesi, fundado de que se opo- 
nía al texto infalible de la Escritora, 
de que el sol se movia. De otro modo 
es bien seguro que no solamente hu- 
biera alegado razones en pro, ni con- 
testado á IOS argumentos que se le ha- 
cían , si que ni aun dudar de la con- 
traria opinión , mediando dicha bula 
pontificia. 

En este diálogo prueba del modo 
mas incontestable la redondez de la 
tierra: refiere las leguas romanas, fran- 
cesas y españolas que atiene la tierra 



64 



HISTORIA DE LA 



en redondo desde la India hasta Es- 
paña (pág. 22 vuelta).» 

Espiica exactamente la diferencia 
de las noches y de los dias, en los dife- 
rentes países del globo (pág- 24), 

Eo el segando diálogo «trata de la 
filosofía de los vientos , el número de 
ellos/ la diversidad de sus cualidades; 
• de la filosofía del aire y las maravillas 
que acaecen en sus regiones, del rocío, 
escarcha, niebla, lluvia, nieve, gra- 
nizo, del arco j variedad de sus colo^ 
res, de los cometas, rayos, truenos, 
relámpagos, de la filosofía del ele- 
mento del fuego, perpetuidad de su 
movimiento , donde se traen muchos 
problemas y cuestiones^ apacibles y y 
de gran erudición.» 

Muy cariosas, al par que interesan- 
tes, son las cuestiones que se propone 
resolver en este diáloeo. 

¿Por qué el agua de los pozos está 
fría en verano? 

¿Por qué en el estio y en el invierno 
caen pocos rocíos? 

¿Por qué el rocío desata el vientre 
del hombre y de los animales que lo 
pacen? 

¿Por qué el irocío no cae sobre ár- 
boles ni lugares altos? ' 

¿Por qué en tiempo nebloso hay 
poco rocío? 

¿Por qué cuando ha/ vientos no cae 
rocío? 

¿Por qué cuando sopla el viento 
Ábrego caen rocíos? 

¿Por qué la rociada es pequeña , y 
las lluvias grandes? 

¿Por que en tiempo caliente no cae 
escarchar 

¿Por qué no hay rocío ni escarcha 
á prima noche? 

¿Por qué hace mas frió á la madru- 
gada que á la media noche, siendo asi 
que el sol está ya mas cerca? 

¿Por qué las nieves hacen fértiles 
las tierras? 

¿Por qué siempre nieva en los mon- 
tos altos y se conserva en ellos nieve? 
¿Por qué estando nevando en las 
sierras, llueve al pié de ellas? 



¿Por qué en estio jamás nieva? 

¿Por qué graniza en verano^ y no 
en invierno? 

¿Por qué graniza y llueve al mismo 
tiempo? 

• ¿Por qué el granizo no hace férti* 
les las tierras comp la nieve? 

¿Por qué después de vientos recios^ 
vienen recias lluvias? 

¿Por qué en el estio llueve poco , y 
tanto en el invierno y verano? 

¿Por qué el tiempo raso es siempre 
mas frió que el nebuloso? 

¿Por qué cuando aparece el sol mas 
grande en el oriente, indica lluvias, 
y en el occidente al contrario? 

¿Por qué cuando se baja la niebla 
es señal de serenidad? 

¿Por qué la disminución de las fuen* 
tes y de los rios indica lluvias?^ 

¿Por qué en el estio no hay vientos, 
y en el invierno son pocos? 

¿Por qué en el verano y otoño hay 
muchos vientos? 

¿Por qué en lloviendo cesan los 
vientos? 

¿Por qué otras veces las lluvias can* 
san vientos? 

^ué enfermedades causan los vien* 
tos? 

ÍPor qué el viento Ábrego causa 
érmedades? - 

¿Por qué el cierzo sopla todo el año, < 
y el Ábrego no? 

¿Por qué los rayos caen en los edi- 
ficios mas altos? 

Eo el tercer diálogo «trata de la 
filosofía de los cielos , materia y nú- 
mero de ellos, de sus movimientos co- 
munes y propios suyos, y de las estre* 
Has , de la primeria causa y movedor 
primero, del número de cielos, de los 
planetas, la demostración de los loga- 
res, de los fortunios ó infortunios que 
producen, de ios eclipses dé la luna y 
del sol, del firmamento y cielo estre- 
llado, del primer móvil, y del primer 
cielo. 19 

En este diálogo reúne todo lo me- 
jor que hasta su tiempo se habia es- 
crito sobre estas materias. Esplíca per- 



MEDrCINA ESPAÑOLA. 



65 



Téctamente los eclipses del sol j dt U 
lana (pág. 69 hasta la 73). / 

Demuestra los movimientos de los 
planetas , j el tiempo que cada uno 
gasta para concluir sus órbitas; empe- 
zando por la luna , y terminando por 
el cielo estrellado^ cuyo término cal* 
cala ser el de siete mil años. Reúne en 
este diálogo un gran número de noti* 
cias sumamente curiosas. 

Diálogo cuarto. aCon motivo de ha- 
ber sido convidados dos caballeros á 
comer, se llevaron consigo á un mé« 
dico llamado Joanicio, con la idea de 
sacarle avisos del bien comer y beber 
para la conservación de la sanidad. 
Donde se hace comparación de todos 
los manjares » 7 se declara cuáles squ 
las mejores yerbas y legumbres, las 
mejores aguas y los mejores vinos, las 
mejores carnea y pescados, y la orden 
medicinal que conviene guardaren el 
uso y preparación de todos estos man- 
jares» con muchas dudas de grande 
aprovechamiento para nuestra salud.» . 
Ventila con mocho acierto en este 
diálogo, cuál de las dos necesidades el 
comer ó el beber es mas imperiosa* 
Prueba que la segunda. 

Espone los inconvenientes del agua 
y del vino cuando se abusa de ellos; y 
sus ventajas y beneficios cuando se 
usan moderada y oportunamente. 

Habla del uso de las carnes; y si soo 
de mas nutrimento asadas ó cocidas: 
en fin , es un tratadito muy suscinto, 
pero muy bueno de higiene, con res- 
pecto á los tiempos en que se escribió. 
Diálogo quinto. «De la compara- 
ción de las ciencias entre un médico 
y un licenciado jurista , donde el uno 
contra el otro se ponen cávilos y argu- 
mentos contra sus ciencias > y se res- 
ponden.» 

Este diálogo es interesantísimo; re- 
une todos los argumentos que se ha- 
cen contra la medicina y contra la ju- 
risprudencia. El que se encuentre en 
ocasión de hablar de esta materia^ 



encontrará en este tratadito todo cuan- 
to pueda ilustrarle. 

Dialogo sexto* De la melancolía. 
«Se declara que sea esta, enfermedad 
y la variedad de sus especies, las di- 
versas imaginaciones, temores é infor» 
tunios que nacen de ella. Cqn muchos 
avisos y razones contra escrúpulos.» 

E^te es otro de los diálogos mas in» 
teresantes de esta obrita , por los mu- 
chos casos de locos ó melancólicos que 
refiere, y que son dignos de saberse. 
Definela melancolía. «Unalocura... 
Los apasionados de ella están en con- 
tinuo dolor y no saben dónde , ni se 
osan qaejar de él; temen, y no saben 
qué, ni osan decir qué temen : reca- 
íanse y no saben de quién , ni saben de- 
cir lo que se recelan. Huyen sin qoe 
nadie los persiga, y finalmente la me- 
lancolía es pelear con un duende: pre* 
güntaose y se responden : ya se con- 
suelan; ya se animan; ya se recelan y 
entristecen; ya se condenan; ya se ab- 
suelven en discordia ya en paz. Unos 
aunque entienden que matarse es ma- 
lo pretenden que el morir es menor 
mal del que padecen , y que con la 
muerte se libran de otro mayor. Unos 
tienen la imaginativa tan aguda y su- 
til que dicen cosas tan grandes y agu- 
das, que se escriben como notables. 
Unos temen que el gigante que sostie- 
ne con sus brazos el ciclóse ha de can- 
sar, y ha de desplomarse y confundir- 
los: otros se creen convertidos en ollas 
ó en cántaros , y temen el acercarse á 
las paredes para no quebrarse: otros se 
caen como muertos, y no comeo, por-* 
que los muertos no comen, etc.» 

Después de esta descripción refiere 
un gran número de observaciones de 
melancólicos , y los medios de que sé 
valió para curarlos. Uno de ellos creia 
estar devorado por una serpiente que 
tenia dentro de sus entrañas ; se curó 
poniéndole en la cama sin que lo aper^ 
cibiera, una culebra muerta; le dio un 
emético^ y le hizo creer que la habia 



HlST. DE LA MeDIC. ESPAÑOLA. — ToMO 1 •** 



9 



nm 



66 



HISTORIA DE LA 



arrojado» coa cujra astacia qoedó cu* 
rado. Otro do quería comer porque 
decía que ao tenia cabeza. Mercado le 
putouD gorro bien pesado de plomo,. 
y á poco tiempo que lo llevó poeato, 
le sobreTÍuo una gran cefalalgia, que 
le curó la melancolía. 

Machos autores han consignado en 
sus escritos casos particulares de los 
melancólicos : me contentaré con espo- 
ner dos que refiere el autor. «Me acae- 
ció en Valencia, dice, la mas alta gra- 
cia del mondo, viendo la casa de los 
brates^que es muy de ver; á la entra- 
da hallé un hombre de un buen pare- 
cer I j creyendo ser el alcaide de la 
casa , después de saludarle, dígele: se- 
ñor alcaide , recibiré merced en que 
me diga en qué parte veré los locos de 
esta casa ; respondióme , no sé lo que 
dices , mas hágote saber que sojr San 
Pedro, que me envió Dios i predicar 
al mundo. Reime mucho y pasé ade- 
lante. A poco encontré un clérigo muy 
bien portado, y para que holgase de la 
respuesta del loco ^ le dige: acaba de 
pasarme con un loco un donaire el ma- 
yor del mundo, que me ha dicho que 
era San Pedro que lo enviaba Dios ¿ 
predicar al mundo: el clérigo respon- 
dióme ; en verdad te digo que nunca 
tal envié.» 

Espone en seguida del tratamiento 
moral y terapéutico oportuno para es- 
tas dolencias. 

Diálogo séptimo. De la superfluidad 

Jue hay en &pa&a de letrados : del 
espreciarse loa oficios mecánicos de 
que los reyes y señores se precian en 
otras provincias: de cuan mal se saben 
las artes y las ciehciss: de los desórde- 
nes en los sirvientes y acompañamien- 
tos : corrupción en los vestidos y tra- 

En este diálogo pinta con los mas vi- 
vos colores la corrupción de costum- 
bres que en su época babia. Abunda 
de tantos preceptos de buen gobierno 
para una monarquía y habló con tanta 
claridad, que seguramente no se diría 
otro tanto en esta época en que hay 



mas libertad de hablar que en el 
tiempo d^ la santa inquisición. 

Recomiendo muchísimo la lectura 
de este diálogo á todo el que quiera 
conocer las costumbres de los espa- 
ñoles. 

Bien quisiera esponer algunos de 
sus preceptos y de las acriminaciones 
que dirigió á ciertas clases de perso- 
nas; pero seria demasiado largo. 

Esta obra es en mi concepto una de 
las mas filosóficas q^ae se han escrito en 
el siglo XVI, y es lástima que se haya 
hecho tan |>eregrina, y que tan pocos 
ejemplares hayan quedado en España. 
Por esta razón me he estendido algo 
mas en ella^ y también porque cl se- 
ñor Hernández Morejon , se contentó 
únicamente con estractar los títulos 
de los diálogos. (Gomp. sn bibliog. 
esp. tom. 3.^ pág. 83 y 84). 

También escribió otra obra con el 
título siguiente. 

De febrium differentus eorumque 
causis, siffds, medela tam in tmiver^ 
sali, quam in partículari, et antíquo" 
non , etjwñorum tum grcecorum tum 
arabumauthoritaté. Grana». 

El autor se propuso formar una cla- 
sificación de las calenturas tanto en 
géneros como en especies: y reca- 
pitular en este tratado las principales 
ideas que emitieron los griegos y los 
árabes, para esplicar las diferencias de 
unas calenturas con otras. 

Las dividió en clases genéricas y las 
que subdividió en otras variedades. 
Las primeras ^n efímeras ó diarias, 
las segundas las continentes no pútri^ 
das, las terceras las heeticas, las cuar- 
tas las marasmódicas , las quintas las 
pútridas , las sextas las coíérícas , las 
séptimas las producidas por lajlema, 
las octavas las nacidas delju^o melan^ 
cólico , las novenas las pestíferas , las 
décimas Us fiebres complicadas» 

Esta obrita me parece de muy poco 
interés: su lectura es fastidiosa y mo- 
lesta por el sinnúmero de citas que 
sobre un mismo punto hace, de Hipó- 
crates, de Galeno , de Avicena , y de 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



67 



I 



Otros mochisimof médicos de la edad 
media. Sa teoría está fondada en la de 
los humores: entre los principales re- 
medios generales que propone para stt 
curacioD sod la sangría y los purgantes, 
apropiados según la especie del humor 
pecante. 

GERÓNIMO MURILLO , nata- 
ral de Zaragoza. Estudió la medicina 
y cirugía en esta universidad , y eu 
ambas tomó la licenciatura. La justa 
celebridad que disfrutó no solo en Es« 
paña sino en el estrangero » fué causa 
de que sus obras corrieran especiaU 
mente en Francia , en la. cual se hizo 
una edición de ellas. 

Juan Antonio Thevano , editor de 
«Da de las ediciones , en su dedicato* 
ria que de ella hace a D. Antonio Jo- 
nes, yicario general del arzobispado de 
Valencia ,,le dice. aEl libro que pre- 
sento á y. M. y pongo á sos pies , es-» 
taba no solo muerto , pero sepultado 
en el olvido, con ser él y su autor dig« 
nos de eterna memoria. d 

Escribió la obra siguiente. 
. Terapéutico método de Galeno en 
lo que toca a cirugía. Zaragoza 1572. 
Esta obra se volvió á imprimir en Va* 
lencia en 1621, Zaragoza 1651 con el 
titulo siguiente. 

Terapéutica, método de Galeno en 
lo que toca a cirugía. 

Mnrillo dividió su método en cator* 
ce libros. 

En el 1.® trata del método de curar 
las úlceras; de la manera como admi- 
nistraban los empíricos los medica- 
mentos; de la curación de las heridas 
con pérdida ds sustancia; de la diversi- 
dad de medicamentos que han de su- 
ministrarse á los enfermos , según la 
clase de úlcera; de la buena temperatu* 
ra; de las cuatro calidades, y del buen 
t.em pera mentó de la parte ulcerada. 

En el 2.^ trata del método de curar 
las úlceras malignas. 

Con este motivo compara los méto- 
dos de que se valían Hipócrates, The- 
salo y Galeno para la curación de estas 
dolencias. 



En el 4 .^ traté de los estiptícos para 
r^triñir la sangre cuando han sido 
cortadas una vena ó una arteria; de los 
cáusticos^ de las enfermedades en que 
convinen, y modos de aplicarles. 

En el 5.® espone la historia y mé- 
todo de curación conveniente de las 
heridas de los nervios y de los tendo- 
nes. Habla también de las heridas 
del abdomen, y es notable la descrip- 
ción anatómica que hace de esta cavi- 
dad , antes de pasar á la descripción 
de sos heridas penetrantes (pág. 143). 

Al hablar de tas suturas del abdo- 
men , son notables los dos que des- 
cribe. «Comenzaremos, dice, esta co^ 
tura, del un cabo de la llaga, entlrando 
el aguja por el cuero , j metiéndole 
por el ad)entro hasta pasar el músculo 
recto, dejando del todo el peritoneo 
de aquella parte. Hecho esto, búsquese 
el aguja por la parte contraria , y co- 
miéncese del peritoneo, pasándole pri* 
mero de adentro para fuera, atrave-^ 
sándole todo hasta pasar el cuero. De 
0sta misma parte comenzaremos otra 
vez a pasar el aguja , atravesando el 
cuero de fuera para adentro , por do 
salió el aguja la postrera vez, y pene- 
traremos el cuero con el recto múscu- 
lo, dejando el peritoneo como hicimos 
cuando comenzamos. Hecho esto , ir- 
nos hemos á la parte contraría por do 
comenzamos la costura , y pnesta la 
aguja por el peritoneo de adentro para 
afnera, todo lo atravesaremos, cuero y 
todo, basta pasar y sacar la aguja para 
afuera. T por este orden acabaremos 
la costura basta llegar al cabo (página 
146)». 

En el 13 habla de los tumores pre- 
ternaturales, del flegmon, de las glán- 
dulas, del hígado y del bazo. 

En el 14 trata de la erisipela , del 
edema, del escirro, del cáncer, del 
carbunclo, de las estrumas, del atero- 
ma, del esteatoma, de la mola de las 
mugeres, y del herpes. 

libro II del arte curati{K> d GlaU" 



con. 



Consagra este tratado á la esposi- 



im 



68 



HISTORIA DE LA 



cion de lu inflamaciones* Habla en 

Grticular de las enferinedadea del 
^ro aoterior. • 

Libro de tas tiempos de toda una 
enfermedad. 

Divide los tiempos de las enferme* 
dades en cuatro^ á saber : principio, 
aumento, estado y declinación. Dedi- 
ca artículos especíales pa^a demostrar 
la indicacioD que cada uno de ellos 

Imede exigir, respecto al paciente y a 
a misma enfermedad. 

libro de los tumores preternatural 
les. 

Trata en este libro de los abscesos^ 
de la gangrena , de las úlceras simuo- 
sas, callosas y fistulosas, de los car* 
buoclos agangrenados, del aneurisma, 
de la sama, de la elefantiasis, de la 
rotura del peritoneo, de los pólipos, y 
del estafiloma. (Todo ¿1 ofrece poco 
interés). 

Tratado de la materia de cirugía. 
Compuestopor Jacobo HoUerio Stem- 
pono, interpretado por Gerónimo Mu- 
rillo, cirujano de Zaragoza. Y ahora 
nuevamente añadido en esta última 
impresión, traducidas las recetas del 
Imn al romance por el Dr. Antonio 
Pablo Serrano , medico valenciano* 
Valencia 1624. 

Trata en otros tantos capítulos, de 
los medicamentos repelentes, de los 
atray entes, de los resolutivos, de los 
emolientes , de los supurantes , de los 
mundificantes, de los sarcóticos, de los 
cicatrisantes, de los coqglutinantes, de 



los cáusticos , y de los astrinsentes. 

En cada uno de estos capítulos in- 
serta la composición de los medica- 
mentos, de que habla en el título* 

LUIS DE LEMUS. Natural de 
Fronteira en Pprtugal: estudió la filo- 
sofia y medicina en la universidad de 
Salamanca; y en la misma tomó la 
licenciatura de medicina. Pasó á la 
ciudad de Llerena , en la que ejerció 
la profesión como medico titular ju- 
rado. Obtuvo una cátedra de filosofía 
en la espresada escuela de Salamanca, 
y últimamente fué nombrado médico 
de cámara del rey de Portugal j en 
cuyo destino acabo sus dias. Escribió 
varias obras, tanto de medicina como 
de filosofía, y todas ellas de mucha ce- 
lebridad , y tanto, que son muy bus- 
cadas die los literatos, especialmente 
estrangeros. 

De óptima pnedicendi ratione libri 
sesc. Jtem, Judicii opetum maguí Hip^ 
pocratis , líber unus. Ludovico Lemo^ 
siophisico ac medico authore. jádiUuS' 
trissimumadmodum ac stmientissinwm 
D* Dominum Petrum Portocarrero, 
Supremi Begii Consilii GeneraUsque 
inquisitionis senatorem cequissimum» 
(Salmantícs. Ex officina Ildefonsi a 
Terranova et Neyla, 1585 in 4.®). 

El célebre Francisco Sánchez Bró- 
cense, catedrático de lengua griega y 
de retórica en la academia de Sala- 
manca, dirigió el sienienle soneto al 
autor, en testimonio de sus admirables 
pronósticos en las enfermedades. 



ís te medicíB docet periium 
Ante omnes satis hic libellus j índex 
Ter magni ingenii tui ó Machaon, 
Mtatis celebrandíB jure nostrm* 

Fatem te queque prwcinit verendum 
Doctrince graxitas : potes Jbtura 
Qui nos non dubiis aocere signis 
Et pensum properantis indicare 
Clothús, redere nosque certiones, 

Tum prcedicere si mqü quidinstat. 
Jtem miramur? utrumtue vrcestat authot 
Artis fatídicas , nam Apollo vates 
Est j ídem Medicus : neget quis ergo* 



MEDICINA ESPAÑOLA. 

• Sub UMo, Ludctmce, te magistro 
F'italem didicisse ferré opem cegris, 
Fatalemparíter re/erre summam? 



69 



En It dedioatork de la obra dirigida 
á D. Pedro Portocarrero, hace ver las 
veotajas qae puede obtener un médi- 
co que hajra hecho fin profundo estu- 
dio en la ciencia del pronóstico. 

«Nada, dice» me ha dado mas hon* 
ra j celebridad que la seguridad con 
que he pronosticado; j en esto he sido 
tan feliz que nadie me ha aventajado 
(inpredicendo adeo sum felix , ut ne- 
minem mihi vel emuU ipsi prceferent)^ 
j hasta mis ¿mulos me prefieren. De 
esta verdad sois vos testigo de vista; 
recordad que cuando estuvisteis en 
Granada j j vuestra cara hermana la 
marquesa, padecía de una inflamación 
de vientre con calentura continua, con 
grande peligro de la vida, pronostiqué 
por el pulso, a vuestra presencia j de- 
mas asistentes, que terminaría en bien 
por un próximo sudor general, lo cual 
asi sucedió con grande admiración 
vuestra y con gran lauro de la medici- 
na. Después estando en Villanueva 
con mi señor el marques , afectado de 
ana terrible calentura terciana doble, 
le pronostiqué por sola la inspección 
de la orina que el dia catorce quedaría 
libre de ella , j asi se verificó (en la 
dedicatoria). 

^ Pronosticando bien el médico^ con- 
tinua , se estima en todo su valor el 
mérito de la ciencia de curar, la fama 
se engrandece, los enfermos depositan 
en él su confianza, y se le prestan con 
docilidad. (Id.). 

Después de asentar estos principios, 
dice con osadía: que la ciencia de pro- 
nosticar no se puede adquirir sin es- 
tudiar profundamente las obras del di- 
vino Hipócrates , cujos aforismos , li- 
bros de las epidemias j de los pronós- 
ticos, enseñan masque todos los libros 
de la medicina juntos. (Id.)» 

El autor divide su obra en seis li- 
brea. El primero lo subdivide en on- 
ce capítulos. En el 1 .^ prueba la nece- 



. 



sidad que el médico tiene de estudiar 
la ciencia. En el 2.® que el médico de- 
biendo conocer el modo de obrar de la 
naturaleza , puede pronosticar lo que 
ha de suceder en el curso de una en- 
fermedad. En el 3.^ que ningún mé- 
dico ha escedido ni auu igualado á Hi- 
pócrates , j que el práctico que desee 
adquirirse una reputación sólida , de- 
bía en esta parte consagrarse continua- 
mente al estudio de sus obras. En el 
4.^ que el médico tiene obligación de 
dedicarse á la observación délas enfer- 
medades , j k conocer la naturaleza, 
porque esta era la que curaba las en- 
fermedades > 7 el médico no era mas 
que un ministro de ella. {Hwc ergo 
est, quüB eurat morbos medUcus autem 
hujus naturcB est nunister. Critica 
aquellos que sin entender á la natura- 
leza de la enfermedad ni del paciente^ 
cuantas veces entran en la casa , otras 
tantas le mandan sangrar, purgar, etc. 
de estos dice: Quoties ad {eguum acce^' 
dunt, totiesp€cúnt(pig. 21). En el 5.® 
que sin conocer bien la enfermedad es 
imposible curar bien. En el 6.® espo- 
ne algunos preceptos/ reglas para que 
el medico pueda pronosticar oien. Su- 
poniendo ya los conocimientos en- 
carga que el practico no vea al enfer- 
mo i oscuras, ni que se ponga ala ca- 
becera, sino de frente , con bastante 
luz, para que á un golpe de vista, pue- 
dan presentársele todos los signos t|ue 
ofrezca. En seguida habla de los di- 
ferentes signos y de su mayor ó menor 
importancia en cada parte del cuerpo: 
sobre todos llama la atención á la ca- 
ra, porque en ella residen los sentidos. 
En el 7.^ dirige una censura la mas 
agria y severa contra aquellos médicos 
que toda su habilidad ja fundan en su 
vervosidad. Asegura que estos hacen 
mas daño al enfermo que la misma 
enfermedad. Los compara á los far- 
santes. Confiesa que la medicina sobre 



70 



HISTORU DE LA 



ser la ciencia mas bené6ca j mas se* 
mejante i la sobrenatural, había lle- 
gado á envilecerse por esta polilla de 
malos médicos , j por la ignorancia 
del vulgo que se dejaba engañar de su 
falsa locuacidad. Increpa a las autori- 
dades que consentían á estos pseudo- 
médicos. Quis non ab sino pectorein» 
gemusceret,med¿cinam tamsacrosan* 
tam Dei donum, as^arída atque igno^ 
rantia pseudomedicorum in hominum 
perniciem com^ertí? Quispius bonus* 
que cequoferet múmo? Certe nullus: 
nisi Prasfecti aut magistrati mune^ 
non deiHjrcttores qui aceptatpecuniola, 
hasc medicinoB monstra in perniciem 
subditorum, ídunt^fovent , et tueñturí 
Sed dabit Deus iis vi quoquefinem! En 
el 8.^ espone todo lo que el médico 
tiene necesidad de conocer j de pro- 
nosticar : estas son las constituciones 
de los tiempos ; las enfermedades dd 
ellas emanadas; si estas son largas, cor- 
tas^ curables ó incurables : cuales son 
las agudas mortales, y cuales las agu- 
das curables. En el 9.^ Da los precep- 
tos y reglas para conocer las constitu- 
ciones y los tiempos de las dolencias. 
En el 10 de los tiempos de las enfer- 
medades, y en el 1 1 qe las constitucio- 
nes, particulares de cada dolencia. 
Libró II. Este libro está consa- 

f;rado á tratar de los signos de las en« 
érmedades. 

Inculca la necesidad que tiene el 
médico de observar bien y atentamen- 
te los signos, primeramente uno á uno^ 
y después reunidos. A continuación 
prueba la necesidad que tiene de cono- 
cer la naturaleza é índole de la enfer- 
medad por los signos: trata en 17 capí* 
tulos, de los signos de la cocción, de la 
crudeza, de los esputos y de las deyec- 
ciones. Desde e^ capitulo 5.^ hasta el 
8.% trata de los signos que dan las ori« 
ñas blancas, las pálidas, las rojizas, las 
verdes y las oleosas » las lívidas y ne- 
gras, las comutentes, los sedimentos, 
la cantidad, y los cuerpecillos que na- 
dan en ellas. En el 18 de los sudores, 
y en el 19 el pus. 



Después de tratar del valor de to* 
dos estos signos, encarga que el médi- 
co (enga presente los siguientes ver- 
sos, asegurando que toda su doctrina 

está reducida á su contenido. 

» 

Bonum ut causa et ut signum 
Bonum ut causa et non ut signum 
Bonum ut signum etnonut causa^ 
Malum ut causa et ut signum 
Malum ut eausa et non ut signum 
Malum ut signum et non ut causa* 

(pág. 81). 

Libro III. De las sefiales de la 
salud j' de la muerte. 

Este libro está dividido en 15 capi- 
tules. En el 1.® trata de los malos 
signos, y esplica el sentido y fuerza 
clel non bonum, del mortale, del per- 
niciosum, del exitiale^ del malignum, 
y del inutile. En el 2.^ trata de ios 
signos buenos, y advierte que auo 
cuando la reunión de estos indique 
el restablecimiento de la salad , lo 
mismo que la de los malos la termina* 
cion en la muerte , estos tienen mas 
fuerza que aquellos , porque muchas 
veces se ha de teiper mas de un sín- 
toma malo, que esperar de muchos 
buenos. En el 3.* trata del modo 
de pronosticar la vida ó la muerte. 
En los restantes capítulos trata de la 
fuerza que tienen el pulso y la res- 
piración para poder pronosticar por 
ellos. Esplica las variedades de uno y 
de otra. En el 13 habla de los signos 

3ue presta cada* parte del cuerpo : lo 
iviJe en 1 5 párrafos ; y en cáela uno 
de ellos trata , del valor que prestan 
los signos de la cara, de los ojos, de los 
ojos durante el suefto, de los oidos, de 
los dientes, de la lengua y de la boca, 
de las fauces, de los hipocondrios, del 
hígado, del bazo, de los ríñones y ve- 
giga, de les testículos y partes genita- 
les, de las estremidades superiores é 
inferiores. En el 14 trata de los signos 
prestados por la gesticulación de las 
manos, por el delirio, por la cefalalgia 
y estornudo, por el bostezo, por las 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



71 






pandicuUcioiies, por el sbefio j la vi- 
gilia, por el decúbito, por los ensue- 
ños, y por la madansa de aoa enfer- 
medad en otra. 

Elste libro, como se deja* ya ver , es 
uno de los mas interesantes ae la obra; 
en él se contienen todas las obserra- 
ciones del autor , y este solo bastaría 
para darle una célebre j bien mere- 
cida reputación. En este libro nada 
de teorías , todo él es una pura prác- 
tica , de aquella , como dice el mis- 
mo Lemus , cpie bace á los médicos 
asemejarse a Dios. Es bien seguro que 
en el dia ni se dice mas , ni se observa 
^^\^^ ; 7 es una desgracia que mien- 
tras otros autores estrangeros andan en 
manos de bosotros/la obra del célebre 
médico Lemus, baja sido tal ves con- 
sumida en envolver especias. 

Libro IV. De las crisis. 

Lo divide en 10 capítulos. En el 1.^ 

Erueba la existencia real j efectiva de 
18 crisis. En el 2.^ trata de sus dife«^ 
rencias. En el 3.'' de las sefifales de las 
buenas crisis. En el 4.^ de las sefiales 
que preceden á cada crisis en particu- 
lar. En el 5 .^ de las señales que ante- 
ceden i las crisis que se verifican por 
erupciones cutáneas. Con este motivo 
describe con los mas vivos coloridos la 
epidemia de tabardillos que en su 
tiempo reinó poc toda la España, j. 
que mataba á la mayor parte de los 

3ne acometía. Dice que esta enferme- 
ad fué desconocida de los anti<(uos» y 
sumamente raro y no visto en España. 
{Rarus tomen hic morhus apud vefe- 
res fidt, et oUm etiam in Hispania 
raro visus.) (pág. 271). 

Asegura que empezó á observarse 
por primera vez en España , después 
de la guerra en Granada. (Post tomen 
hellum Granatense, superioríbus on** 
nis vigere popularíter per Unii^rsam 
Sispaniam tndimus , tanto impetUy ut 
sanis hommíbus morbos obreperet, et 
oiko erat s€bpus, ut quos invodebat^ 
omnes neeahat cum gravissimis ae let- 
hatibus simptomatibus,}^ 

En seguida describe la historia de 



c 



esta enfermedad , digna seguramente 
de ser consignada en este articulo, ya 
or lo bien descrita , como por ser de 
as primeras que se escribieron en el 
siglo XVI. 

«Unas veces la calentura era peque- 
ña; pero lo mas regular era continua y 
ardiente. El pulso frecnent^, pequeño, 
débil, formicante, especialmente .¿ la 
proximidad de la erupción. La respis 
ración era fria , fétida , á veces muy 
difícil, otras acompañada de palpita- 
ciones de corazón y de angustias. Los 
enfermos estaban inquietos, toda pos« 
tura les era violenta, se revolcaban eb 
la cama ,'y arrojaban las cubiertas de 
ella por no poder sufrirlas. En la boca 
del estómago tenían un dolor vehe- 
mente , pesadez general de todo el 
cuerpo, postración, vigilia, delirios, 
acompañados algunas veces de olvido 
y de indolencia: sed abrasadora, fasti- 
dio y repugnancia invencible i los al i* 
montos, y una horrorosa fetidez del 
aliento y de los escrementos. Las ori- 
nas al principio salían buenas, muy 
luego confusas y turt>ias, la mayor 
parte de delgadas y crudas , con fre«* 
cuencia crasas y turbias, y quedaban 
un sedimento turbulento y rojizo. A 
veces las orinas eran negras, y vi á ma* 
chos librarse con ellas. También pade« 
cían temblores de las manos y de la 
lengua, nauseas y vómitos. Pero estos 
síntomas eran comunes : otros tenían 
estas calenturas que les era particular 
y propio, la salida de unas manchas ó 
petequias por todo el cuerpo , pareci- 
das a las picaduras de pulgas ó de 
chinches. Alguna vez se las vi en los 
niños, sin •calentura ^ y entonces no 
eran peligrosas ; pero si salian con la 
calentura, eran sumamente malignas: 
otras veces se presentaban después de 
una ó dos evacuaciones de sangre; y 
en este caso no eran muy perniciosas. 
También solían aparecer después de 
una hemorragia de sangre por. las na- 
rices al cuarto dia ; si esta era muy 
abundante, era buena; pero muy exi- 
ciosas, cuando el flujo era de corta 



72 



HISTORIA DE LA 



cantidtd. Guando las manchas salían 
en la cara solamente , eran las peores 
de todas : eran también mas ma- 
lignas , cnanto majores en número^ 
grandor, j duración faesen: las de co^ 
lor pálido, las rojas , las encarnadas, 
las verdes, las cernías , las moradas j 
las negras» eran muy malignas, (pá- 
gina 271 hasta 274).» 

En el capitulo 6.® trata de la dife- 
rencia de la crisis buena y mala. En 
el 7.® enseña el modo de conocer 
cuándo se ha de pronosticar si la en- 
fermedad debe terminar por la salud 
ó por la muerte. En el 8.* prueba que 
en las accesiones siempre hay crisis. En 
el 9.^ manifiesta el modo de conocer 

Íor qué vias ha de terminar cada en^ 
írmedad^y cuándo(Interesanti^¡mo). 
En el 10 prueba que el médico está 
obligado a predecir , no solamente lo 
que ha de suceder en el curso de las 
enfermedades, si que debe también 
conocer exactamente las señales de U 
enfermedad futura (Interesantísimo). 
Libro V. De los dios decretónos. 
En el capitulo 1.® prueba que real 
y efectiramente los hay. En el 2.* ha- 
bla de su diferencia. En el 3.^ de su 
dignidad y poder de los dias críticos. 
Lo reduce á la siguiente tabla. 

Índices. DécreL índices. Deeret, índices. Decret. 

4 7 11 14 17 20 ■ 

24.... .27..... 31 34 37.....40 

44,....47 51 54...;.57 60 

64 67 71 74.. ...77 80 

0^»«.«»0/.. ••%%/ I ... •t%/Tfm» •%f/» • .« If/U 

I 

En el capitulo 4.^ trata de la na- 
turaleza de los dias de la enferme- 
dad , hasta el veintiuno. Este capi- 
tulo es sumamente interesante ; espo- 
ne las razones y los hechos que com- 
prueban la verdad de las crisis veri- 
ficadas en los días que marca. Va re- 
corriendo dia por diá. En el 5.*^ trata 
desde qué dia debe empezarse á con- 
tar. En el 6.^ si debe cootarse del 
mismo modo en la calentura puerpe- 
ral. En el 7.^ prueba que no donen 



administrarse purgantea en los dias 
criticos. En el o.° discute la cuestión 
¿por qué en nuestros tiempos no se 
presentan con tanta frecuencia las cri* 
sis^ como en los dé Hipócrates? Da dos 
razones: primera, el que los enfermos 
muchas veces.no llaman á tiempo al 
médico: segunda, que los médicos sne« 
len la mayor parte de veces alterar el 
orden y curso de la enfermedad con 
sussangriaSf con sus purgantes^ con 
sus alimentos: á estos los llama artis 
corruptores (pág. 238 vuelta). En el 
9.* demuestra que los dias nones tie- 
nen mas fuerza para las crisis-, y son 
* mas seguros que los pares (Interesante) 

Libro VI. .De las causas de los 
dias críticos. 

Este capitulo es puramente teórico, 
y cree el autor que la causa de los dias 
criticos pueda residir en la influencia 
de los astros. 

Tal es el estracto que me ha pare- 
recido disno de presentar á mis lecto- 
res. Por el podrán ya tener un cono- 
cimiento de las principales ideas del 
autor : podrán igualmente tenerla los 
literatos estrangeros para quienes esta 
y otras obras de Lemus, son absoluta- 
mente desconocidas. 

Judicium Operum Maad Hippo^ 
cratis. Ludovico Lemosio authore. 
Salamanticce. Inasdibus Ilde^onsi d 
Terranoya et Nej'la 1584, in 8.* 

Esta obrita es indudablemente una 
de las mas peregrinas y raras dé la li- 
teratura médica. 

En prueba de esta verdad, citaré lo 
que dice el historiador de la medicina, 
Sprengel, al hablar de los comentado- 
res de las obras de Hipócrates, en la' 
sección de los humanistas en el siglo 
XVI: «Luis de Lemus, portugués, pu'^ 
blicó una censura de este genero; pero 
su libro es tan raro , gue ninguno de 
los literatos célebres ha tenido ocasión 
de verle (Spren^. Hist. de lá med. por 
Jourdan, tomo 3.*^, pág. 17).» 

Respecto á su mérito cientifico, 
veamos lo que dice nuestro célebre 
D. Andrés Piquer: «Luis de Lemus, 






MEDICINA ESPA]SOLA. 



73 



medioo de Llerena^ uno de los bom* 
bres mas doctos de su tiempo, faé á 
mi entender el primero que trató de 

{>ropós¡to, reduciéndolo á examen, de 
a legitimidad de las obras de Hipó- 
crates^ en un tratado sobre este titulo: 
Juditium operum maeni ffippocratis. 
Poco después de la piu>licacion de este 
tratado^ dio Mercurial a luz las obras 
de Hipócrates en griego y eñ latin> 
poniendo algunas notas suyas al fin de 
cada libro. Al principio puso su. juicio 
sobre las obras de Hipócrates, oon este 
titulo: Censura operum magni HipfHh» 
cratis , y las pruebas que trae sen en 
sustancia lo que dijo Lemas, mudando 
solo fX juditium del titulo en censura^ 

Íf formando cuatro clases en que colocó 
os escritos de Hipócrates, según el 
concepto que merecían en su com«» 
prensión. Los modernos que ban es* 
crito después acerca de este asunto, es 
muy poco lo que a&aden á lo que di* 
geron Lemus y Mercurial; y asi se ve 
que babiendo tomado todos lo prioci* 
pal de Lemus, se presentan al público 
sin confesar que ban bebido de nues- 
tras fuentes lo mejor de su doctrina (1 )» 
Al tratar el Sr. Hernández Morejon 
de este célebre médico, dice lo si- 
guiente: 

«De este escrito hace mención Spren- 
gel, confesando no haberlo visto él ni 
ninguno de los literatos mas célebres. 
También Grugner dice lo mismo , y 
es bien estrado , puesto que no sola- 
mente se imprimió en Salamanca en 
1584 en 4*^, y en folio en 1588, sino 



(1) Las obras de Hipócrates mas «e- 
UeiaSf tradocidasal castelUno é ¡lustradas 
por el Dr. D. Andrés Piqoer , (tomo 5.^, 
proBfatio pág. V.) No es, poes, exacta la 
cita que hace el Sr. Morejon al copiar este 
pasage, refiriéndose {Piquer^ Pronósticos 
de Hipócrates, toro. 5.**, pég. 5.) (Hist. de 
lamed, esp. lomo 3.**, pag. 330). (Piqner 
en el tomo 3.° no habla de los Pronósticos, 
sino de las Epidemias de Hipócrates). 



también en Venecia en 1592, cuya 
edición podian haber leído, ya que no 
la española. Igualmente le cita con 
elogio Pinel , y á la verdad que es 
acreedor á toda alabanaa (Ob. cit» 
tom. 3.^, pág. 330).» 

Si el Sr. Hernandes Morejon se es-' 
trafia de que los estrangeros no cooez.- 
can la obra de nuestro médico , ¿con 
cuánta mas razón debemos nosotros es* 
trañar, el que ni una sola palabra nos 
diga de las ideas del autor, ni del con- 
tenido en la obra? ¿No nos dice que 
ningún célebre literato la . ha visto? 
¿No debia ser este, un poderosísimo 
motivo para darla á conocer con todos 
sus detalles, siendo asi que se gloria de 

[poseerla? (pág. ib.) ^No babria va- 
ido mas que se hubiera entretenido 
en dar á conocer una de las obras mas 
peregrinas de nuestra literatura espa- 
ñola > que en la discusión histórico- 
política agena de la medicina, cual 
consagra a Diego Olivares? (tom. 3.^, 
pág. 130 y siguientes). 

Puesto que el Sr. Hernández Mo« 
rejon se ha contentado únicamente con 
esponer los títulos de las obras , voy á 
llenar este vacio, no solo de la -que po« 
seía , sí también de otras del mismo 
Lémus , que no vio , y de las cuales 
tengo ejemplares duplicados. 

Él autor dividió esta obrita en diez 
capítulos. En el argumento de la obra 
dice asi. «Cincuenta son los libros que 
circulan bajo el nombre de Hipócrates, 
y que como tales son citados por otros, 
y especialmente por Galeno. Todos 
estos no son de Hipócrates, sino de 
otros muchos autores aun de su misma 
familia , que á la sombra de un hom- 
bre de tanto crédito han querido pro- 
pagar los suyos. No desconociendo Ga- 
leno esta verdad, y deseando poner es- 
to en claro, ofreció componer una obra 
cuando estuviere algún tanto desocu- 
pado^ pero ya que fuera que no lo eS' 
cribió, ó que si lo formó se perdiór, lo 
cierto es que nada hay escrito sobre 



HlST. OE LÁ MeDIC. ESPAffOLA. — TOMO 2.^ 



10 



I — 



74 



HISTORIA DE LA 



esta materia. Entré todas Us plagai 
que sufrieron las obras de Hipóerates, 
no es menor la adulteración que han 
esperi menta do, mezclándose con otras 
obras indignas de las suyas. Deseando, 
pues, demostrar esta rerdad me he pro* 
puesto escribir esta obrita, en la cual 
he gastado mucho tiempo. Bien sé que 
no tallará quien me critique que este 
trabajo no es mió; pero yo le respon- 
deré que falta á la verdad ; pues que me 
han costado mucho las diligencias que 
he practicado para encontrar los librol 
que para este objeto me han senrido«)i 

En el capitulo 1.® trata de cudnne^ 
ceiorio es tener incorruptos los libros 
de los antiguos. 

«Ta se suscitó la cuestión, dice, en* 
tre los antiguos comentadores sobre 
los libros de Hipócrates, cuáles de ellos 
eran los geoúinos j cuáles los apócri- 
fos; pero tiablaron con tanta variedad 
que no es fácil asegurar nada de c¡er« 
to. El mismo Galeno considerando al- 
tamente cuan necesario era dar á co- 
nocer unos de otros, prometió, cuando 
sus ocupaciones se lo permitieran, es- 
cribir un libro en el cual demostraría 
cuáles eran los verdaderos j cuáles los 
falsos; pero no consta que Galeno ba- 
ja escrito este libro, porque ni él lo 
dice en sos escritos, ni hay autor algu- 
no que lo haya visto. Conviene siem* 
preelegirlos autores antiguos, y se ne- 
cesita trabajar mucho para obtener las 
obras genuinas de cualquier autor. En 
la menicina solo hay dos caminos para 
progresar en ella, la razón y la espe- 
riencia : aquellos autores que apoya- 
ron sos razones con su esperiencfa son 
los que deben elegirse, porque si nos- 
otros pretendiéramos examinar todo lo 
quíe hay que saber por nuestra propia 
razón y esperiencia , no pudiéramos 
conseguirlo aunque viviéramos tres 
veces mas de tiempo del que vivimos. 
De este modo pueden aprenderse con 
facilidad ▼ prontitud lo que á sus au- 
toreseosto muchos aftos de esperiencia , 
y en esta parte somos mas felices que 
ellos» Cada ciencia tiene un modelo 



5ne imitar: los metafisioos tienen á su 
iriislóteles, los geómetros á Eoclides, 
los astrólogos á Ptolomeo, y los médi- 
cos á su grande Hipócrates, el cual nos 
dejó por escrito el resultado de las ob- 
servaciones de toda su vida. Asi, pues^ 
importa muchísimo á los médicos co- 
nocer y distinguir sus verdaderas obras 
de las apócrifas , trabajo sumamente 
improbo de hacer , pues Galeno pro- 
metió escribirlo cuando estuviera des« 
ocupado , lo ' cual no hizo con ningu- 
no cíe sus otros libros. 

Para poder indagar si un libróos de 
un autor ó no, es preciso atenerse al 
lenguaje y á la naturaleza del mismo 
libro, ai hay uno que conste ser legi- 
timo y genuino, tanto por el lengua - 
ge como por la sublimidad de los con- 
ceptos, este debe ser el punto de par- 
tida para comparar los demás. Senta- 
dos estos principios podemos conocer 
y distinguir los verdaderos de los falsos 
dé Hipócrates. Antes que los reyes de 
Pérgamo y de Alejandria formaran 
Una competencia sobre cuál de los dos 
habla de tener mas núoiero de li- 
bros y de autores célebres , las obras 
no estaban adulteradas con falsos títu- 
los; pero desde el momento que Átalo 
rey de Pérgamo y Ptolomeo rey de 
Alejandria empezaron á pagar muy 
caros los libros, abrieron un anchuro- 
so camino á la codicia y á la ambición^ 
y desde entonces empezaron los falsi- 
ficadores de obras. Tal fué la genero* 
sidadde Ptolomeo en pagarla traduc- 
ción de la sa^rrada escritora^que remitió 
al Pontífice Eleazaro cincuenta talentos 
de oro, cien de plata , é infinidad de 

(úedras y vasos preciosos para servir á 
a mesa y al altar de los sacrificios. 
Véase, pues, las causas de las falsifica- 
ciones ae las obras de Hipócrates y de 
otros autores célebres; la inmoralidad, 
repito» y la codicia insaciable del oro.» 
Capítulo 2.® De la costumbre de 
los antiguos de escribir en pergamino, 
y del origen de la imprenta. 

No fue la menor causa de la depra- 
vación de los librosantiguos la costum- 



MEDICINA ESPAI^OLA. 



75 



bre de escribir eo UbUt ó en mem* 
braoas. Se lUman cartas de pergami'* 
no, porque las formaban de las pieles 
de miníales» y escribian primero por 
ooa cara y después por la otra, quitán- 
dole bien antes el pelo. Este uso turo 
su origen eti Pérgamo reinando Eu- 
meres, de donde tomaron el nombre 
de pergamino, j de las cuales biso un 

{presente á Roma el rejr Átalo. Se di* 
érencian las cartas de las membranas 
porque estas son de pieles y la^otraa 
de papel. También acostumbráronlos 
antiguos á escribir en las palmas j en 
las cortezas de ciertos árboles. EU mis« 
* mo Hipócrates escribió en pieles, las 
cuales se depositaron en el templo de 
Esculapio. Pero después del descubrí* 
miento de la imprenta en 1440 , fue» 
ron ya menos adulterados los libros^ 
porque se procurabe corregirlos , con 
la seguridad de que se babiao de pro^ 
pagar y ser leidos por lodo el mundo. 

•Capitulo 3.^ Del grande Htpóora^ 
tes, péidre, abuelo, hijos r nietos. 

Refiere Lemus la familia de Hipó« 
orates, según la espuso Peto en la car* 
ta aue escribió al rey Ataxerges, en le 
cual le daba noticia de todo su linage, 
de sus estudios , de sus conocimientos 
y de su gran ciencia en curar; 

En lo que* resalta mas la vasta eru* 
dicion del autor es en la ennumeracion 
de los grandes servicios qne biso el pa-' 
dre de la medicina en los pueblos con-, 
tagiados por la peste, y en la recopila* 
cion de elogios que le tributaron los 
hombres mas célebres de la antigüe- 
dad. En esta parte puede competir con 
el mismo Alberto de Haller. 

Capítulo 4.® De la causa de la cor-* 
rupcion de las obras de Hipócrates. 

Fiieron causas de esta adultera- 
cion el babe'r habido muchos Hipócra- 
tes médicos de su misma familia •, los 
malos copiantes , la tergiversación que 
bicierou hasta de sus títulos, y sus mis- 
mos hijos y discípulos qne promiscua* 
ron sus obras y sus opiniones con las 
de Hipócrates, resultando de esta he* 
terosfeneidad contradicciones manifies- 

I 



tas , hipótesis confusas , y una grande 
confusión. 

Capitulo 5.® De los libros publica'* 
dos por el grande Hipócrates. 

Según Lemus el libro séptimode las 
epidemias no es suyo: el quinto es de su 
hijo Dracon : el segundo , cuarto y 
sextOj aunque de Hipócrates, pero es- 
critos para su gobierno ó como para 
servirle de apuntes: el primero y ter<^ 
cero son verdaderamente bipocráti* 
eos: lo son igualmente, el de los aforis* 
mos; el de aguas, aires y lugares; los 
del régimen en las enfermedades agu* 
das; el de la naturalesa humana; el del 
juramento; el del alimento ; el de los 
humores; el de las heridas de cabesa y 
úlceras; el de las fracturas; el d]e la 
naturaleza del ni&o ; el de la ley ; el 
del parto seplimestre , y el de la su* 
perfetacion. 

Capitulo 6.® De los Ubros citados 
como de Hipócrates , jr que son de 4u 
femó Polibio. 

Estos son el segundo de la natura-* 
leza humana ; el de la naturaleza de 
los huesos; el de la dieta saludable. 

Capitolo 7.^ De los Ubros, citados 
como hipocrdticos , y que son. de su 
hijo Dracon, 

El libro quinto de las epidemias;'el 
de morbo sacro. 

Capítulo 8.® De los libros qu^ swi 
de su hijo Thesedo. 

El de las enfermedades; el de la ge- 
nitura, y el de los medicamentos pur« 
gantes. 

Capítulo 9.* Juicio de las prenO'- 
clones coacas y los Prorréticos* 

SaUm dos libros fueron escritos por 
los dos hijos de Hipócrates/ Thesalo y 
Dracon. 

Capítulo 10. Juicio acerca del libro 
de la dieta. 

Lemus atribuye este libro al medi* 
co Chondro, contemporáneo de Hipó* 
orates. 

Capítulo 11. Los demás libros quQ 
se atribuyen á Hipócrates no son su* 
yos , sino que deben referirse á otros 
médicos contemporáneos. Dichos li* 



76 



HISTORIA DE LA 



bros «OD el de los lagares del hombre; 
el de las glándulas \ el de las afeccio* 
oes ioteroas; el de las afecciones^ el de 
las carnes, y el de los flatos. 

Tienen, paes^ mis lectores on es- 
tracto de esta preciosa obrita, bastan* 
te para que conoscan sus principales 
ideas. Creo haberles hecho on obse« 
cruio, puesto que seria sumamente di« 
ncil el que pudieran haber á las ma« 
nos dicha obrita, ni saber su conteni- 
do, no habiendo hablado de ella el 
Sr. Hernandes Morejon. 

Ludoiñci Lemosii meJUci ac phüo* 
sopH, Salamantica philosophias pu' 
buce prqfessaris\ Paradoxanjan Úia^ 
lecticorum librí dúo ad Illustrissi^ 
mían , ac Doctissimutn D. D. Chris^ 
tophorum Felkun , etin sacra Theo^ 
hgUi meritusimum dfisisnaium, («So/- 
mantias, apudheredes Joannis a Junta 
JFÍoren.1558 8.*) 

Sin duda no rió esta obrita el sefior 
Hernández Morejon , cuando la da á 
conocer con el titulo siguiente: Para" 
doxarum, seu de erratis dialéctico' 
rum» JUbri dúo. 

En la dedicatoria í D. Cristóbal de 
Vela, le dice: «que hallándose de ca- 
tedrático de lóffica en la universidad 
de Salamanca, y observando los erro- 
res tan perjudiciales y funestos que 
algunos escritores de dialéctica iban 
publicando, no había podido menos 
de escribir este tratado, en el cual se 
baria únicamente cargo de los errores 
mas principales para rebatirlos , por* 

3ue de otro moao , si la juventud se 
ejaba posesionar de ellos j pudieran 
resultar grandes males (quAus si ado* 
lescentes m his artibus imbuerentur 
¡Dii immwtales guanta malu compa* 
rare videreslj 

En esta obrita presenta Lemas 
veinticinco errores de los principales 
61osófos del siglo XVL Los discute 
en capítulos separados y muy esten- 
sos. Ellos versan sobre la lógica y dia- 
léctica, cojra diferencia discote en un 
capitulo especial. Su contenido solo 
pcidia ofrecer interés en aquel siglo. 



en que la filosofía aristotélica estaba 
en su ap<^eo. En el dia no nos ofrece 
el mas mínimo; pero pueden consul- 
tarlo con provecho aquellos que deseen 
ilustrarse de la íilosofia de aquellos 
tiempos. 

Los principales autores á quienes 
se opone, es el famoso Nnftes^ filósofo 
valenciano, y á Ramos. 

Ludovici Lemosüj Philosóphias ad 
medicines olim Salanumticas publid 
prqfessoris , nunc tfero opidi de Lie* 
rena Medid jurati\ in libros Ga^ 
leni de morbis medendis Commentarii, 
nunc in lucem primum edUi. Ad Per 
illustrem ac Sapientissimum D. D. Pe* 
trum Portocarrero , Supremii Regfi 
ConsilU Senatorem cequissimwn. Sal** 
manticcB M.D.LXXXI ^Apudhere* 
des Matías GastiijfoUo* 

En la dedicatoria dice, que por es* 
pació de quince afios ense&ó publica* 
mente en la universidad de Salaman* 
ca los libros de Galeno. Después de 
esta dedicatoria, dirige otra á sus dis-* 
cipulos, con este título : mlms de Le^ 
musj a sus dhcmulos diseminados por 
todo elorbe.T» En esta les recuerda las 
esplicaciones que les hizo de las obras 
de Galeno en tantos años como regen* 
tó la cátedra, según los estatutos de la 
universidad : les recomienda su obra 
como lo mas selecto de sus lecciones 
diarias y de su feliz práctica. Les ase* 
gura que los catorce libros de Galeno 
estaban redactados con la mayor pre* 
cision en estos comentarios. 

Divide su obra en doce libros , en 
los caales comenta otros tantos de Ga* 
leño. Aun cuando pudiera parecer á 
primera vista que esta obrita seria des- 
tinada á tratar de las enfermedades, 
no es asi. Es en la majror parte histó- 
rica ; pero admira la vastísima erodi- 
cion que manifiesta en ella , 7 en mi 
concepto es uno de los libros en qae 
mejor se ha espuesto la historia bio- 
gráfica y bibliográfica de los filósofos 
y médicos antiguos, anteriores y pos- 
teriores á Galeno. 

Asi, pues, el que quiera ilustrai'se 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



77 



■obrseiti materia, podrá coOsnUarla, 
tegoro d« que encontrará en ella todo 
lo meior que Galeno eicribió en ana di- 
fasisioiaa obras: el que quiera consul- 
tarla lo hará preciumeote eo los siglos 
VTII j XI, en los qnc trata muy bien 
de algnnss enfermedades, especiaU 
mente de las calenturas. 

CammetOiaria in Gaienum áefacvU 
tatibia naturalibus , etc. (Salmantica 
1591. 4.* 

En este libro, como ya indica en el 
lítalo, trata de las facultades natnra- 
lea. Es an compendio de la fisiología 
galénica, fondada en las propiedades 
vital, animal 7 nataral. Lemas se dejó 
arrastrar eo esta obrita de la metafí- 
aica de Galeno ; sn lectura cansa, por 
las mncbas autoridades j teitos que 
intercala, JVada de particular ofrece.. 

Phisicte dan metüca, dUputationes. 
(Ihid.) 

Es nua cdeccion de cuestiones que 
H propone rest^rer como suplemento 
á las dadas j contradicciones eo que 
al parecer babia incurrido esponiendo 
loi doce libros ó comentarios Galeno 
de morbü medenáis, de que bemos 
hablado ja. Son en número de noTen- 



de su siglo. Sus obras, como bsn risto 
mis lectores, no ofrecen igual interés; 
mientras que describió so verdadera 
práctica, como en la obra del pronós- 
tico, se hace de admirar , porque en 
ella se ven citados á cada paso los tex- 
tos de Hipócrates, confirmados por Le* 
mus con obserraciones hechas a la ca- 
becera de los enfermos. Pero caando 
quiso seguir y comentar las teorías del 
médico de Pérgamo, se pierde en abs- 
tracciones é hipótesis, difíciles de en- 
tender. Puede decirse de este médico 
lo qae de Galeno dijo BoerbaTe. 2bi 
venta , fuit , ubi hippocraticus Jwt. 
Efectivamente ai uno se dedica á es- 
tractar de la obra de pre^cendi ratio' 
ne sus obiervactones prácticas , desen- 
tendiéndose de las teorías galénicas, 
aoe en su tiempo eran el alma de to- 
os los escritos médicos, podría repu- 
tarse dicha obrita como los monumm' 
los dt oro de ¡a medicina práctica. 

PEDRO DE PERAMATO, por- 
tugués, estudió la medieína en la oni> * 
Tersidad de Salamanca : fué discipub 
de Tomás Rodrigo Veiga (lib. de tem- 
peram. p. 77> vuelt.). 

Escribió TBriaa obras de medicina. 



78 



HISTORIA DE LA 



Uher dejitcultaiibus nostrum cor-* 
pus dispensantibus. Petro de PerO' 
maio Escelentissimi Ducis de Medina 
S/donia protomedico authore . San Lu* 
oar á Bcurrameda M.D. LXXI. 

Ea este tratado habla de ¡as faculta» 
dea del alma^ de aa inílojo en las faa-* 
Clones orgánicas «^ del origen y usos de 
los nervios. Prueba que son los con-* 
ductores de las impresiones recibida^ 
en los sentidos estemos, y que ellos 
vuelven ¿ conducir la determinación 
de la voluntad. Discute la cuestión si 
los espíritus animales se propagan y 
oorren solamente de los nervios ó con 
la misma sangre por las arterias. Es^ 
pJica el movimiento voluntario de I09 
músculos por la acción de los nervios» 
y sostiene que todo músculo que no 
puede moverse voluntariamente » ca-^ 
recé de nervio, 6 en caso de tenerlo, 
qué na está hueco. Divide los nervios 
en huecos, y en macisos ó sólidos: 
estos se distribuyen por tas partes en 
cuyas funciones no mandamos; y oque* 
líos en las que nuestra alma tiene do" 
minio. 

Hace aplicaciones de estas teorías á 
la cocción, i la circulación, al pulso, 
y á las escresiones. 

En medio de las ideas mas metafi* 
sicas y oscuras, emite el autor algunas, 
que sobre ser curiosas, ofrecen interés. 
Tal es la de que los nervios que sirveu 
para las funciones de la vida , en que 
no mandamos^ están sólidos, y no ca- 
minan por ellos los espíritus vitales; y 
por el contrario los que se ramifican 
en todos los órganos, en cuya movili** 
dad podemos mandar. Eáta idea no 
pasa de una hipótesi; pero á la yerdad, 
es ingeniosísima y nada trillada. Para 
mi ooufiesoque es nueva, y no recuer» 
do ningún autor que la liaya es« 
presado. 

ínclito y ac Magnánimo Principi, 
D. lUeJbnso Pérez de Guzman el 
bueno, Duci de Medina Sjrdoniaj Co* 
miti de Niebla , Marcfuom de Ca^' 
zaza j dignissisimo Almadravarwn 
Domino. Petrus ife Peramato , Me-. 



dicus de Semine Ubrum nuncupat. 

Este tratado es sumamente curioso: 
en ¿1 reúne todo lo mejor que hasta su 
tiempo se había escrito sobre el semen: 
discute cuestiones de algún interés, 
tal como si es necesaria la presencia 
del semen femenino para el acto de la 
concepción. Refiere igualmente mo- 
chos hechos cariosos sobre el coito de 
algunos animales , eápecialmente de 
los peces, de las aves y de los insectos* 
Sostiene que en el semen hay dos par- 
tes, una vital espirituosa, otra crasa y 
orgánica; aquella es el tdmaAe la icón* 
capción, esta el vehicnla ó sosten de U 
otra. Basta la primera para concebir: 
los hombres ya muy aebilitados por 
la edad ó por la repetición dé los actos 
venéreos, no hacen concebir, porque 
3e les ha consumido la sustancia es-» 
pirituosa. 

ínclito ac Maffianimo Printípin,.. 
etc. Petrus de 'Peramatus Medicas 
Ubrum hunc de homüus procreatitme 
nuncupat (Ib.) ' 

Se esfuerza en probaí* qub la muger 
verifica la eyacuUcion de su semen nó 
dentro de la cavidad de W matriz, 
sino en su cuello. 

En el 2.® capítulo desoribe perfec-* 
tamente la matriz y las membranas 
del felu: da la razón por qué las mu- 

Seres no tienen la menstruación estañ* 
o en cinta. 

En el 3.^ examina las funciones fi* 
siológicas que el fetns desempeña en 
el útero materno: asegura que en este 
caso no tiene mas que una vida orgá- 
nica. Discute si el fetus respira den- 
tro del seno materno , y prueba que 
no: defiende también que no escre-^ 
menta ni orina , porque no. se alimen- 
ta por la boca, sino de la sangre de la 
misma madre. Pone en duda si podrá 
sudar» y si la sustancia sebácea de qrue 
sale el niño cubierto , podrían ser los 
residuos de la transpiración cutánea. 
En el 4.* trata de la formación de 
los miembros. Establece que debe ser 
el corazón , porque dependiendo ios 
demás miembros de ¿1 , no pudieran 



-M- 






MEDICINA ESPAÑOLA. 



79 



esotir sin el cálor qoe lescomantcaba. 
En el 5.* habla del espíritu forma*- 
dorjr del tiempo que se invierte en la 
farmmden completa del hombre. 

Cree cjae en U coneepcion hay oa 
espirito creador que lodo lo rige j 
dispone según conviene: que engendra 
antes de la formación de las membra** 
ttas , tres borbnjas , destinadas nna 
para el corazón, la superior para el 
cerebro, j la mas baja para el nigadot 
que progresando la generación , estas 
barbotas se separan, y cada ona desar* 
rolla los órganos y miembros que le 
son propios. 

En el 7.^ trata de la posición del 
fetus en el seno materno^ 

En el 8.® trata de los partos antes 
délos siete meses» 

Cree que el fetus es viable de los 
leis meses en adelante. ReBere mu-* 
chas observaciones de médicos cele* 
bres 9 que aseguran haber vivido con 
perfecta robustez nrtichos nacidos an-* 
tes de dicho término; y entre ellas las 
dos siguientes: 

.«He conocido en Guadalupe una 
hoqestisima doncella, la cual, nabién* 
dose muerto el padre , llamado Anto- 
nio González, platero, se retiró i 
Qn convento, en donde vivió santa- 
meote. A los dos sños salió de él para 
casarse con un médico llamado Lez* 
cano, y á los cinco meses dio una niña, 
la cn»l , aunque costó mucho trabajo, 
se crió, y tiene ya 18 años (pág. 75)». 
Historia singular, 

«Aun es mas admirable la historia 
de una muger á quien conozco, castt<« 
sima j honrada 4 cual puede halier 
otra, la cual quedó en cinta el dia 19 
de febrero , y pasó bien el embarazo, 
basta que el 22 de junio , habiendo 
salido a vender leche, montada en una 
caballería, esta la dejó caer al suelo. 
Turbada y condolida del golpe, tuvo 
al momento una ligera diarrea; luego 
empezaron a dolerle los lomos, y i las 
siete Se la mañana del siguiente dia 
23 de junio abortó un cuerpo, de figu» 
ra casi esférica , y de magnitud como 



una cabeza humana, el cual envolvie- 
ron en una sabana y lo dejaron bajo 
de la cama como una cosa inútil, 
mientras atendían á la madre que se 
hallaba muy maL Las criadas, lleva- 
das dé la curiosidad mas que de otra 
cosa, cortaron con las tigeras la mem<»> 
brana que lo envolvía, de la cual sa- 
lieron muchas aguas , y en medio de 
ellas apareció una nifia, de largaria de 
tfiez y ocho dedos, pero tan sumamen- 
te tierna y tari ílaquita, que casi por los 
tegumentos se traslucía la sombra de 
algunas visceras. Al tomarla en las 
manos, arrojó alguna sangre por sus 
genitales, y vomitó nna porción de 
agua Verdosa, parecida i la de la bol^ 
sa. En los primeros dias se le dio la 
leche con un pistero: al tercero ya to- 
maba el pecho de nna nodriza. Em-- 
pezó a deponer unos escrementos ne- 
gros , fétidos V verdes , cuya evacua- 
ción le doró algunos días: la cabeza se 
le cubrió de postiIlas,de las que salía un 
liquido feiid{simo,y continuó gozando 
de poca salud. Llegó por Gn a la pu- 
bertad: vive todavía; es muy morena, 
enjuta de carnes, muy viva, desinque- 
ta, enojadiza, de nna imaginación viva 
V JFecnnda , y de una temperatura en 
extremo biliosa (pág. 76 vuelta).» 

En el capítulo 9.^ habla de hs par* 
tos de ocho, nuevCy diez, doce, trece 
y catorce meses. 

Prueba que los fetos de ocho meses 
son viables: en su confirmación refiere 
dos casos propios: «Vi en Córdoba, 
dice, á Doña Antonia de Bernni , pa^» 
rir un nifio de ocho meses no cumpli- 
dos, el cual vive. También Doña Blan- 
ca, hija del ilustre conde de Bailen, 
nació á los ocho meses no cumplidos, 
y cuenta ya 18 años de edad (pa« 
gina 77).» 

Prueba igualmente que aunque 
muy raros, pueden serlo los demás 
partos que anuncia en el tituló, y acon« 
seja i los legisladores y á los médicos 
que jamás decidan que es imposible 
(pag. 77 vuelta). 

En el 10 ridiculiza la causa del 



80 



HISTORIA DE LA 



parto natural como emanada ik hs 
astros. 

El autor se hizo superior en esta 
parte ¿ muchísimos de los mayores 
médicos 7 sabios del siglo XVL 

En el 11 se desecha la causa del 
parto, tomada de los números de Pi* 
tdgoras j r se señala la verdadera jr 
natural (Este capitulo es interesan* 
lisimo). 

En el 12 ¿por que unos partos na* 
tundes se aaelantani y otros se re^ 
trasan del término prescrito por la 
naturaleza? (Interesante). 

En el 13 51 ¿a computación del tiem* 
po del emiarazo se há de contar por 
meses lunares ó por meses solares. 

En el ^4 jamas deben dividir ¿e los 
huesos del pubis ni el sacro para dar 
la salida al niflo. 

Reprueba la sinOscotomia* 

Capitulo 16. ¿Por qué razón viene 
la leche a los pechos de la muser des* 
pues del parto, y por qué el mño sabe 
mamar desde el momento? 

G)ntesta que el niño naee yá eoseü* 
nado por la misma naturaleza y dota» 
do de un instinto» que pierde desde el 
momento que le salen los dientes. Con« 
tiene este capitulo idqas muy pre^ 
ciosas* 

Capitulo 17. De Ja semejanza de 
los hijos á los padres, a los abuelos y 
bisabuelos, y de las desemejanzas. 

No se atreve á decidir cuál sea la 
causa* 

Capitulo i8. De la superfetacion y 
de los muchos hijos en un solo parto. 

Admite la superfetacion. 

Capítulo 19. De la dignidad y es^ 
celencia del hombre sobre todos los 
animales. (Interesante). 

Apendix, quo docetur^ quidnatura^ 
le , quidie miraculosum in conceptio" 
ne,etpartu Domininostri Jesu-Chris* 
ti interfuerit. 

Establece que en- la concepción de 
Cristo hubo dos fenómenos uno natu« 
ral, porque la Virgen María prestó por 
una parte materia natural para ello; 
7 otro sobrenatural ^ cual fué la del 



Padre Eterno, que por medio det Es« 
pirita Santo practicó la virilidad, y 

Eor esta razón fue Jesucristo Dios y 
ombre; hombre por la parte de ma- 
dre. Dios por la de padre. 

Establece la cuestión si Jesucristo 
cuando fué concebido, fué animado en 
el seno materno, estoes, si se le infun- 
dió un alma, y esta cuando murió en 
la cruz si fué al cielo. Responde que la 
divinidad suplia por el alma. Elste ca- 
pítulo es sumamente curioso^ y podra 
consultarlo el que guste ilustrarse en 
esta materia» 

Ad eudoxum teologum qui ab auc* 
tore qumsiidt , (pjud naturale , quidie 
miraculosum fuerit in conceptione, 
qua S. jínna Firginem Mm^iam con^ 
ceperit. 

Elste tratadito es sumamente curio- 
so, y tanto en este como en el anterior 
sorprende la erudición del autor. Am« 
bos fueron aprobados por Fr* Lorenzo 
de Villavicencio^ 

Anad medid qfficiumpertineat as* 
trohgiam didicisse , quanti astrorum 
pentia sit habenda, etanin horóscopo 
visjüiqua sit habenda* 

Determinó al autor escribir esta 
obra el nacimiento de un hijo de Don 
Francisco de Zúñiga y Sotomayor, y 
de Doña Maria Andrea Coronel, con- 
des de Belalcazar , y cuyos padrinos 
fueron Alfonso Pérez de Guzman el 
Bueno, y Doña Ana de Córdova, mar- 

3uesa de Ayamonte. Siendo los padres 
e un ingenio muy agudo, y deseando 
saber que suerte lé espejar ia á su hijo^ 
trataron entre otras cosas de sujetar- 
lo á los horóscopos para que les digera 
la buena ventura. Pero habiendo con- 
tado antes con el autor, se vio en el ca- 
so de escribir este tratado í probar que 
los vaticinios astrológicos era una sar* 
ta de embustes y de mentiras. 

¿Cómo es, dice, que entre tantos 
horóscopos y profetas astrológicos, qíq. 
guno de ellos ha anunciado la horrorosa 
perdida naval que acaba de sufrir en 
este año el gran Turco, y nuestras glo* 
rias navales? 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



81 



' Imdi^ ac hutffrtammo Prineipi lile' 
Jbnto Pérez de Guzman el BuenOp 
etCé Petrus de Peramato medicas U" 
brus de regimine infantis et de regir 
mine pregiumtis et ¡merperoí nun^ 
cupat» 

Divide €8te traUdito en cinea cipi* 
talos. 

. Eo el 1.® espoDe el método de tre« 
lar i un ni&o recién oicido hasU el 
destete. (loteresaoüsímo^ pues segura* 
mente no se sigue eo el dia otra prác- 
tica que la indicada por el autor.) 

En el 2.*^ de la elección de la no- 
diiza. 

Espone las circunstancias que debe 
reunir una buena nodriaa (Interesan* 
tisioao). 

En el 3.^ de las, cualidades que debe 
tener la leche para ser buena. 

En el 4^^ enseña el modo de laclar 
los niños k falta de nodriza, j el trata- 
miento j régimen que oonfiene seguir 
f>ara aumentar la cantidad de tecne a 
a nodriza. . 

En el 5.^ enseña el modo de corre- 

5 ir la mala calidad de la Icche^ cuan* 
o no haya proporción de otra mejor. 
^ En el 7.^ demuestra el modo de di- 
rigir los niños hasta los catorce años, 
de guiarles por el camino de la virtud, 
y las ciencias que se les debe enseñar. 
¡Qué doctrina tan sublime contiene 
todo este capitulo! Sirva de ejemplo 
el siguiee te pasage • 

((Los niños de ambos sexos han de 
tener sus consocios \ debe proponérse- 
les un premio psra que los aplicados 
se estimulen, y los díscolos se animen 
á seguirlos : pero á estos no se les ha 
de obligar jamás con amenazas j con 
castigos , sino animarles con elogios j 
buenas esperanzas. ••«. No se han de 
entregar á un maestro brusco por mas 
sabio que sea , porque sus voces , sus 
reprensiones duras, sus amenazas j sus 
penas no servirán sino para otra cosa 
que para hacer á los niños aborrecer 
para siempre las letras. Con suavidad 



jF con dulzura se consigue lo que no 
con ezotes y con afrentas.» 

. En el 8.^ trata de las partes ó miem- 
bros que suelen salir de mas ó de me* 
nos al acto de nacer , del frenillo de 
la lengua , del labio leporino , de la 
oclusión de los párpados, de la boca y 
vulva, y del hermafrodismo. EUte ea- 
pituloes muy curioso por los muchos 
casos de supuesto hermafrodismo que 
refiere , tanto suyos como tomádeade 
diferentes autores» «Entre lo» suyos, 
es curiosa la hbtoria de nn niño míe 
nació sin miembro viril aparente \ fué 
clasificado por muger, pero'al cabo de 
algnnos años se desarrolló y salió á los 
genitales estemos. »•• En una monja de 
Santo Domingo el JReal de Madrid 
sucedió lo mismo, que después de ha- 
ber estado en el claustro muchos años, 
le salió el miembro viril. Despedido ya 
de monja de este convento , se ordenó 
de sacerdote (pág. 117).» 

Tractatus secundas de regimine 
pregnantis et puerpene^ 

En el capitulo 1.^ trata de las pre-^ 
cauciones generales que se han de to- 
mar para prevenir el aborto. 

En el 2.^ de las causas especiales pa^ 
ra evitar el aborto, según sus causas. 

En el 3.** de la calentura puerperal 

En el 4'^ de los caprichos de las em^ 
barazadas. 

En el 5.® de lo que debe hacerse en 
el último mes del embarazo. 

En el 6.^ de lo que conviene hacer 
en el acto del parto. . 

En el 7.^ de la estraccion del fe tus 
muerto. 

Eo el 8.° de la salida natural y es» 
tracción de las secundinas. 

En el 9.^ de la curación de las molas. 

En el 10 de los cuidados que recla- 
ma una reeien parida. 

De plenUudine et caohoclumia líber 
gui preámbulos est ad Ubram de eixa- 
cuandi ratione. Petro de Peramato 
protomedico Serenissimi ac EsceHen* 
tissimi Domini Alfonsi Pérez de- Guz* 



HlST. DE LA MeDIC. ESPAltOLÁ. — ^TOMO 2.^ 



11 



83 



HISTORIA DE LA 



nam ti Bueno ^ Ducis de Medina 5^- 
donia , auctare et dedicatore. Armo 
Dúmini 1576. San Locar de Barra'' 
n$eda» 

Admite un« plenitud de sangre j 
otra de fluidos : distiogae la plenitud 
en dos especies ad vasa , et ad afires* 
De sangre j de humores. Guando es- 
tos eseeden en cantidad á la sangre ¿ 
están alterados , resulta una cacnoehi» 
mia: si por el contrario , una plétora. 

Petri de Peramato de íuteuandi ra» 
tiane per sanpdnis misionem. 



La plétora exige la sangría ^ la ca* 
chochimia los purgantes : no convie- 
ne sangrar sino rarísimas Tcoes antes 
de los catorce aftos j después de los se- 
senta. La sangría debe hacerse en 
cuanto lo permitan las fuersas del en- 
fermo j la natoraleía del mal. En las 
enfermedades agudas conTÍcne que la 
sangría sea en bastante cantidad^ siem* 
pre que se orea deban practicarse mas. 
A veces una sangría de esta natnralect 
evita muchas. Se atenderá á la cos- 
tumbre del enfermo. 

Cuando tengan que administrarse 
purgantes en la cacfaoehimia, se eligi- 
rán aquellos que mas relación tengan 
con el humor pecante^ ya sea la bilis, 
la pituita j la melancolía. A vecea no 
obsta lacachochimia para practicarse 
la sanffría, r antes que las purgas. 

Dedica el penúltimo articulo á tra- 
tar del mecanismo de la sangría , y á 
esponer las reglas y preceptos que de* 
be tener presentes el sangrador. Este 
articulo es curioso, aun cuando no sea 
roas que por conocer la multitud de 
vasos de los que se sangraba en s« 
época . 

El ultimo tratado se reduce á lo que 
debe hacer el sangrador , cuando pi- 
cando una vena , interese nn nervio ó 
una arteria. En el primer caso dice, 
que si los dolores son mujr vehemen- 
tes y no ceden á los remedios , el que 
se aeabe de cortar el nervio \ y en el 
segundo propone los astringentes , y 
caso de no bastar, los cáusticos. 



Mis lectores aoaban de ver por el 
simple estracto de estas obras , qoe el 
autor es digno de 6gurar en la histo- 
ria de la medicina espaAola. Nada nos 
dice de él ni de sus obras el Sr. Her- 
nández Morejon, y seguramente bo 
entiendo la raaon de este silencio. 

BERNARDO CAJANES , natural 
de Barcelona , estudió la medicina en 
esta universidad. 

Estando pasando la práctica con el 
doctor Enrique Solano en el afio de 
1583, y habiendo llegado á su noticia 
la mala oostumbre que tenían algunos 
médicos de no tratar ninguna calen* 
tura sino por medio de repetidisimai 
sangrías^ coya viciosa práctica habiá 
tenido origen en la escuela médica va* 
lenciana, se propuso venir á esta capi- 
tal con el objeto de hacer sus obser^ 
vaciooes. Tal pensaba, cuandoen el es* 
presado afio fueron algunos disci pidos 
de esta universidad á Barcelona, r em- 
pezaron á tentarle á que llerase adelan- 
te su projecto, y ssi lo veriflcó. Llegado 
á esta ciudad siguió la práctica con el 
famoso Gerónimo Polo^ del cual dice» 
que si bien era de los médicos mas si- 
bies de Valencia , tampoco tenia «e* 
gondo en sangrar mucho (1). 

Tan luego como conoció la prácti- 
ca que seguian tanto Gerónimo Polo 
como la mayor parte de los médicos 
valencianos , regresó á Barcelona , y 
escribió una obrita con el titulo si* 
guíente. 

Adversus valentinos et quosdam 
altos nostri temporís médicos , de ra^ 
tione mitendi sangumem m febríbus 
putrídiSf Ubri tres. Bernardo Cizañes 
medico Barcinonensi Auctore* Ad 
prestantissimum phUosophwn et Me* 
dicum Hieronimwn Medióla. S* C. et 
jR. üf. inprindpatu Cathaloniw Ar^ 



(1) Da aquí partid la tqoívoetcioo del 
Sr. Htrnaodez Hortjop, coando dict: ««qat 
Cftjitoel eitodió It medicina tn Vtlaucia 
con ti famoso Garónimo Polo (Ob* cit. 
lom. 3.^, prfg. 3S0).» 



MEDICINA ESPAJ^OLA. 



83 






^hiátifff^ ei'ummrsUmis 'Si^rcüumen* 
sis Wicecancelorium. Barcjaumím 1592;. 
¡08.^ ■ 

. En U dedi^aloria se queja amarga*, 
mente de que siendo la medicihna U 
f iencia mas a?eoUjada y necesaria pa- 
ca la oonienraeion del genero humano» 
bqbiera Tenido i ser dafiosa por tañ- 
ías congeturas j por lanías o))iniones 
qué en ella abundan. «Vernos^ dice, 
que las enfermedades fueron tratadas 
por los antiguos por medios suaves y 
blandos; en él dia eslamoe Tiendo que 
muchos doctores las tratan 'tan torpe 
j bárbaraiAente , que puede ^Iccirse 

5ue eruei6ean j dislaceran para curar, 
on tan atrevidos en hacer sangrías, 
cose que los antiguos no practicaban 
sio una necesidad, que apenas bajr en* 
fermedad alguna que no la traten con 
repetidisimas sangrías. Por lo que po* 
dido ayeriguar, esta perniciosa gos« 
tambre tuvo su origen en la escuela 
de Yalencía, y me propuse coo6rmat 
«Él inicio paseando por dicha ciudad, y 
riendo curar á los principales médi^ 
iM>S'. Estando ,. pues , pasando la prác^ 
tica con el eruditísimo Enrique Sola- 
no; en el año de 1583, y habiéndome 
tentado algunos médicos jóveúes qu^ 
de: Valencia vinieron, me determiné 
á marchar á esta capital. Lle^ado^ émr 
pecé a pasar la práctica con Gerónimo 
Pola, el médico á la verdad el mlis 
instruido de Valencia , pero sin se- 
gundo en curar por las sangrías. En<v 
toncos tuve ocasiún de ver esta per- 
niciosa costumbre en Gerónimo Po^ 
lo, pues á ooánlós ebfermos se le 
presentaban con calentura , los san^ 

{jreba s sm atender al género , ni a 
a especie , ni á otras circunstancias; 
de modo que bafo el pretesto de que 
refrigeraban «el hígado, persistía en 
ellas hasta que la calentura desapa- 
recía, ó hasta que estraía el alma jnn* 
lamente con la sangre , y mandsba 
doee y basta quince satigrías en el es- 
pacio de dies dias. Y no solamente 
aengraban ándasmente en las calentu- 
ras^ %i también en otros que nó la te- 



nían, menospreciándolos jarabes y-Ids 
purgantes , los fomentos, y todos los 
clamas medios. Eunim cegrotis amni'^ 
bus i fehri cuaniumbis leífi corrBptís, 
sola febrís habita ration^, nuUa ge/ie- 
ris ipsius , nee causas , nec aUorum, 
venas sectío prcescribebatur : utpote 
^uam maximam jecoris refrigeratio^ 
nem^ perpetuo in ea persistentes doñeo 
velfebris vel anima abasgrotantis cor^ 
pore wue cum sangume éxtrueretur, 
adeo ut Scepissime ad Aiodecim imo et 
ad decimam quintam vence sectUmem 
decena dierum espolio pervenirenté 
Nec solum in/ebribus aut qféctibust 
auosfebres soient comnUtari ea mut' 
loties repetita utebantur, sed etíam üt 
alus qui absquefebre infestante kur 
morwnjluxwn statuent^s, sjrrupi^; et 
purgantibusmedicamentisjerme relie* 
tisjfbmentis ac lopicisrejectisj adauc' 
ter eodem precudio revetepont* Quap$ 
adeo audaces in vence sectüme se qS" 
tentante ni nuüumjeré liceat reperire 
morbum, cid ab iliis vente sectione re* 
petitanonconsulatur,^ 

Constan, pues; ya los motivos de 
haber escrito Ca janes la obra referida, 
protestando que al hablar con tanta 
libertad, no había sido su objeto de- 
nigrar la conducta de los médicos va- 
lencianos, sino combatir cK error y 
buscar la verdad. 

' Antes de entrar en materia , ni^m- 
bra los autores de que se habia valido 
para componer su obra; tales son Hi- 
pócrates, Galeno, Pablo Egiñeta, 
Aetio, Cornelio Celso, Alejandro de 
Trallas y Oribasio» 

A&ade que aunque pudiera haber 
citado a Avicena, Rbasís, y otros prin- 
cipales médicos árabes, los omitía por 
saber que los médicos valencianos eran 
muy poco adictos a estos, y pudieran 
sus aotorídtfdes plrestarles pbc» íév 

Divide su obrita en tres libros, y el 
primero de estos en 1 1 ca pitólos* 

Establece por base , que solamente 
se ha de sangrar en aquellas oalent»» 
ras pútridas en que haya múchtfre- 
plecioo y abundancia de sangre ; c{ne 



í 



84 



HISTORIA DE LA 



el «ügeto set joven j sangnineo ; que 
sobrevenga en yeranos secos, j el pulso 
sea frecaente y lleno ; pero cnando la 
calentura pcorenga de la mocha can» 
tidad ó mala calidad de los humores» 
en vez de la sangría se le deben admi- 
nistrar eméticos, si la enfermedad re* 
side en el estómago, y purgantes mas 
ó menos suaves, cuando en los intes- 
tinos. 

Dedica el 2j^ capitulo i deshacer 
las objeciones que le propusieron los 
médicos valencianos, con motivo de la 
opinión sentada en el capituló ante- 
rior. Trae en pro de sus asertos mu- 
chas autoridades de Hipócrates , de 
Galeno , y de otros médicos anti- 
guos. 

En el 3.* demuestra que la sangre» 
por mas alterada que la supusieran 
ios médicos valencianos , no indicaba 
la necesidad de sangrar. Con este mo- 
tivo describe una terrible epidemia 
de calenturas que' reinó en Barcelona 
en el afiode 1589; dice, todos cuantos se 
sangraron murieron , y los que cura- 
ron fué por medio de la triaca de Mi- 
tridates. Asi lo asegura de propia es- 
periencia, y de la del doctísimo Ro- 
mano Folguerio y de Gaspar Vexo, 
cuyos médicos asistieron en todo el 
tiempo que duró la epidemia (pá- 
gina 32). 

En el 4.^ contradice la opinión de 
los médicos valencianos , defendiendo 
que solo debia sangrarse coando la 
edad y las fuerzas del enfermo lo exi • 
gieran. 

' En los capítulos 5.* y 6.* trata de 
este mismo asunto» presentando algu- 
nas consideraciones sobre la edad y 
fuerzas del enfermo , y distinguiendo 
las fuerzas real y positiva de la apa- 
rente. 

En el 7."^ trata de la fuerza de la 
costumbre , para sangrar ó dejar de 
hacerlo. En este capítulo critica muy 
brusca é injustamente i los médicos 
Talencianos (pág. 70 y 95). 

Divide el segundo libro en 9 espí- 
talos, en los^uales contesta í los argu- 



mentoa que le objetiron los 
de Valencia. 

En el 3.^ trata de la hora en que' 
conviene mas practicar la sangría; la 
cantidad que debe estraerse; y ultima-' 
mente, que son perjudiciales tantas 
sangriss como hacían los médicos va- 
lencianos, pues muchas vecea se lea 
morían los enfermos de tan exhaustos 
de sangre y de fuerzas como los de- 
jaban. 

Estas son las principales ideas que 
contiene esta obrita. Está escrita oon 
elegancia y con mucha erudición : las 
razones que alega , y los hechos que 
revela, indican evidentemente que en 
aquella época se abusó de las sangrías* 
Pero induflablemente esta obrita ten- 
dría muchísimo más mérito, si Gajanes 
se hubiera producido con mas finura, 
y no hubiera criticado tan bruscamen- 
te á hombres^ que si sangraban mu- 
cho » seria porque su esperiencia y no 
la malicia les índocia á ello. 

No obstante de todo, la obrita do 
Gajanes es muy interesante , y honra 
la escuela de Bsrcelona. La concloyó 
á los 32 aftos de edad. 

FRANGISGO AGUILAR , natu- 
ral de Valencia , estudió la medicina 
en esta universidad , y en ella to- 
mó la licenciatura. Exasperado de la 
critica que Bernardo Gajanes habia 
dirigido á los médicos valencianos, se 
propuso defenderlos en una obrita que 
escribió con el título siguiente, y de- 
dicó al claustro de la universidad de 
Valencia, 

Pro Valentina Medkorwn SehoUtj 
adversas Bemardum Cajones, Barcia 
nonensem MeJScum. Dejebriumpu* 
tridarwn curatíone liber aucinore 
Francisco Aadlar Medico Valentino. 
Adamptis^ ñeip. valentinas Cónsules. 
ValentiiB Edetanorum Apud P/ulip" 
pum. Maj M.D.XCIF. 

El autor, antes de contestar al libro 
de Bernardo Gajanes, le dirigió una 
carta, que hace vez de introducción á 
au obra, en la que se queja con mocha 
razón de la critica tan mordaz con que 



M»i 



1 



MEDICINA ESPA^KHíA. 



65 



hibia tratado á los méciieos valencia <*•' 
nos. Le asegura que ea esta escuela de 
Valencia había tan buenos médicoa 
como pudiera baberjos en ia de Bar- 
celona: que estos despreciaban loa in* 
snltoa que lea había dirigido » .y no 
querían contestar á su obra. 

Aguilar no se propuso criticar i 
toda la obra de Ca janea, sino a ciertos 
capítulos, que son el 1.% 3.^ y 6*® del 
libro primero, j al capitulo 1.^ delae- 
gundo. 

Al decir verdad , esta obrita es de 
un mérito muy inferior á la de Caja- 
nea; y aun cuando el autor hiao cuanto 
podia y debia para librar á los médi- 
coa valencianoa de la nota de estrema» 
dómente sangradores, como decia Ca« 
janea, ain embargo , catán muy lejoa 
sus raxonea y autoridadea de deatruir 
laa alegadaa por su contrario. 

Hay algunos bistoriadorea, y entre 
ellos Halier, D. Nicolás Antonio y 
otros muchísimos , que aseguran que 
esta obra de Aguilar ea de Gerónimo 
Polo, á quien tanto criticó el médi- 
co barcelonés ; pero yo opino de otra 
nunera; porque el mérito de cata obra, 
eo sn lengua ge y en su erudición , no 
eonesponden á los grandes conoci- 
niientoa que en todoa ramos poseía Po- 
lo. Asi es que eligió para rebatir la 
parte maii débil de la obra de Caja- 
nes, como son los citados capítulos. 

ENRIQUE JORGE ANRIQUEZ, 
nació en la ciudad de la Guarda, en la 
prOTincia de Beira, en Portugal. Estu- 



dio la medicina en la universidad de 
Salamatica, y en ella obtuvo la cátedra 
de lector ordinario de artes. Pasó des- 
pues á Goimbra, y regentó como sus- 
tituto la cátedra de Avicena: á los tres 
aftos regresó de nuevo á Salamanca, y 
fué catedrático de prima en su univer- 
aidad. Su merecida reputación lo hizo 
acreedor á ser nombrado médico de 
cámara de D. Antonio Alvares de To- 
ledo, duque de Alba; y á que los poe-. 
tas mas distinguidos le dirigieran com- 
posiciones poéticas en loor suyo. 

Escribió De regfmine cihi atque 
potus et de cceterarum rerum non fia- 
turalium usu^ nova enarratio. (Sala^ 
fiMintica?1594,m8.°) 

Se propuso en esta obrita comentar 
el libro de Awcena sobre las cosas no 
naturales, para que pudiera servir de 
texto á sus discípulos. Es un compen- 
dio muy reducido de bigiene , suma* 
mente cargado de citas de Avicena y 
de otros árabea; de modo que si se le 
quitaran estas^ estaría reducido á muy 
poca cosa. No ofrece ningún interés 
para la práctica. 

Retrato del perfecto medico, dedi^' 
cadodD. Antonio Alvarez de To* 
ledo ) duque de Alba , compuesto por 
el ¡incendado Henrico Jorge Anri" 
{¡uee. {Salamanca, casa de Juan y 
Andrés Jtenaut M.D.XCF, en 4.<' 

Al principio de eata obra se hallan 
los dos sonetos siguientes^ de Lope de 
Vega Carpió. 



Deserive Tulio on orador discreto 
Virgilio un capitán fuerte y famoso 
Homero un desterrado cauteloso 
Ovidio un amor sabio y secreto^ 

Es de Valerio una Argos el concepto 
Muéstranos Plauto un milite glorioso 
Séneca enseña un Hercúlea furioso 
T Anriqueis pinta un médico perfecto^ 

Que los haya escedido heroicamente 
Conóaeese muy bien pues ha llegado 
Del perfección al mas profundo abismo. 

Pero quedar a mu perfectamente 



86 



B18T01VU DE LA 



El méilico perfecto retnUdo- ■ 
RetraUodoie Áoríqaex á 8Í mismo. 

« 

TraspaesU plantt al castellano suelo 
Del Teiituroso yuestro Lusitaoo 
A quien debe el -lenguage .oastelUiio 
Tanto como al ¡ctgénio^ al noUc celo 

Vende laurel, í)ue de la embidia el bUlo . 
T el largo tiempo ofenderán en vaho 
Ingenio milagrosa, pluma y mano 
Enriquecida del favor del cielo. . 

Embidie Tueslra fama y firme agraTió 
Que siendo vos si^ Aobiquec, enrriqtte,?&Ca 
La nuestra vuestra ciencia / escripturá. 

T al médico. perfecto heroico (jr sabio 
Que sois vos mismo, la una y jaotna ofreaca 
Fama inmortal^ para los dos segura^. 



El autor nos dice en su introducir 
Clon, como disculpándose y dando ana 
satisfacción al mundo médico , que le 
hubiera sido mucho mas fácil compo^ 
ner su obra en tatin que en castellano^ 
h) cuil le hubiera dado mas renom«v 
bre ; pero que lo hizo asi mas por el . 
bien común, que por el propio. 

Dividió su obra en cinco diálogos. 
Estos son entre el mismo Anriquez y 
un teólogo, arcediano de Coria • 

íL Dialogo 1 .^ Trátase de la yerda^ 
dera amistad, y cuan necesaria es la 
amistad del docto médico : mostraré 
cuan noble y antigua es la medicina, 
y cüáh útil á la república: que el mé* 
dico ha de ser temiente alSeflory muy 
humilde, y no soberbio y vanaglorio- 
so; que sea caritativo con los pobres, 
manso, benigno, afable, y no venga- 
tivo. Que guarde el secreto; que no 
sea lioguaraz, ni murmurador, ni li« 
ffonsero, ni embidioso. Que sea tem* 
plado> prudente; que no sea demasia- 
damente osado. Declárase que hace á 
los médicos el ser bien afortunados en 
sus curas: y á los capitanes en los su- 
cesos de las batallas: que sea continen- 
te y dado á la honestidad y recogido; 
que sea el médico dado á las letras y 
curioso: que trabaje en su arte y que . 
huya de la ociosidad : que sé^ el mé** 
dico muy leido, y que sepa dar razón , 



de todo. Declárase qué libros ha de 
haber leido el médico ; que imite al- 
gún docto varón; que no sea dado á la 
sopbisteQcia > sino á ^ciencia madura: 

3ue no buya las disputas aobre oosaf 
e su ciencia: cus^niO' da&o hacen loi 
imperitos vulgares que quieren curar 
y usar de álgebra^ y como debían ser 
pungidos^ Muéstrase el poco cuidado 
que tienen las justicias en castigar á ips 
que mal profesan este arte , y lo- mal 

3ue hacen en premiar al indocto mé- 
ico, como al docto , lo cual es cansa 
de que la medicina tsn poco florezca^ 
y no haya muchos sabios en ella* 

An Dialogo 2.^ Trátase de que e) 
médico debe haber tenido buenos pre* 
ceptores, y que debe tener el ingenio 
que pide ¡a medicina* Declárase cuá- 
les han de ser los preceptores del mé- 
dico, que haya estudiado con orden, 
largo tiempo» y fuera de su patria; que 
tenga esperieocia. Dispútase si ha de 
ser muy v¡e)0 ; que tenga el médico 
buena memoria. Trátase de la repe- 
tencia de Us fiebres intermitentes : y 
del beber frió , y cuánto vale el buen 
juicio en el médico. De qué estatura 
debe ser ; qué.linage de gentes dige- 
rou. algunos tener ingenio mas acomo- 
dado para la medicina. Que sea el 
médieo de buen rqstro. Que sea retó- 
ricOr . 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



87 



^DuUogo' 3.® Vaélvése i encomen^ 
dar al médico la bamildad. Qué ves* 
tídosea al médico mas decente. Que 
sea el médico limpio; que tenga buen 
anélito* Si es bien que el médico beba 
vino. Qae haya de la ociosidad. Qoe 
no ande en combitcs: qoe sea te^pU-* 
do en el comer. Que sea honesto. 
Cnanto daño hace la lojoria á las obras 
del entendimiento: cómo se hnirá de 
este vicio« Que sea el médico celoso 
de sn honra: qne había de haber pre* 
mioB, con los cnalea no defaria de ha** 
ber hombres doctos en la medicina. 
Qne sea el médico grande latino, grie* 
go, j qne tenga conocimientos en la 
arábiga. Qne sea astrólogo. Tráctanse 
coses pro astrólogos et contra astrólo* 
gos> jr de sos pronósticos. 

mÓidlogo 4.^ Trátasele qne debe 
ser el médico muy cierto en sns pro* 
nósticos. Qoe para el médico ser per- 
fecto ^ es necesario qoe ^tún buen 
crédito , f de él tengan eoonaosa los 
enfermos. 

«Qne el médico sea en sos corss abs- 
tero«Cuán provechosa es la consulta en 
la medicina* Qoe sea el médico de gen* 
te honrada, que sea pacifico, qoe debe 
ser anatomista j buen ciroíano; si es li- 
cito hacer anatomía en cuerpos de bom* 
brea. Declárase el adagio quarta luna 
naius: trátase qué cosa es cura regular, 
cómo se ioTcntaron los remedios de la 
medicina en las enfermedades. Trá* 
tase de la TÍrtud ▼ propiedad de mu- 
chas coms naturales , lo cual importa 
al médico saber. 

nDidhgo 5 .® Trátase de que suce* 
den muchas enfermedades en castigo 
de nuestros pecados. 

«Que el médico haga recibir á los en> 
fermos los Sacramentos de la Santa 
Madre Iglesia , y repréndese la negli* 
gencia que algunos tienen en esta par* 
te. Trátense muchas cosas de astrolo* 
gia necesariss al médico. Soéltanse 
muchas dodas qoe se posieroo en el 
coarto diálogo. Qoe es licito al médico 
tomar un poco de recreación siendo 
honesta, y esta cual parece será mejor; 



Íiie no le es licito ¡ugar á los nsipes. 
luán torpe vicio es la mentira. Cuán- 
to debe el médico huir de ella : qoe es 
necesaria al médico la peregrinación. 
Que debe ser cosmógrafo : que debe 
tener muchos libros: que haya leido y 
sepa muchas historias ; que tenga al- 
gún conocimiento de música : que sea 
poeta latino. Dispútase cómo cono* 
ció Hipócrates las enfermedades : trá* 
tanse muchas cosas de la ira : cuán- 
to daAo hace & las obras del enten- 
dimiento T hará al médico : que sea 
útil al médico saber de fisonomías: que 
ha de saber el médico las matemáticas, 
principalmente aritmética y geome* 
tria: que es necesario ser médico día* 
láctico y filósofo: que sepa filosofía mo- 
ral y metafísica: qué tiene de hacer en ^ 
las enfermedades de suyo mortales: 
que se psgue al médico su trabajó: 
cuál fué el primer médico que puso á 
la medicina precio: hádese mención de 
grandes salarios qoe tuvieron algunos 
médicos: trátase cuál ha de ser la bue- 
na cura: qne es supersticioso el uso de 
las sortijas: si se pueden curar las en- 
fermedades con solas palabras. Tráta- 
se por qué produjo la naturaleza los 
venenos, y de qué manera son: que no 
use el médico de suertes: que será pro- 
vechoso al médico docto salir de su na- 
tural y porque la patria suele ser las 
mas de las veces madrasta de los bue- 
nos ingenios.» 

Tal es el resumen literal de las ideas 
mas principales que contiene cada diá- 
logo» y que sirve de epígrafe ó titulo á 
cada uno de ellos. Confieso qoe me hu- 
biera visto muy embarazado para for* 
maryoeleslractOy pues son tantas, tan 
preciosas y tan interesantes las ideas v 
nechos que contiene, que no sé á cual 
hubiese dado la preferencia. Asi como 
las autoridades y citas qoe hace de 
Avicena en la obra anterior hacen su 
lectura muy fastidiosa y cansada, por 
el contrario los de ella son muy curio- 
sas, interesantes y científicas. 

Creo que esta obra del Perfecto 
debiera reimprimirse tal como 



88 



HISTORIA DE LA 



€slá^ ptra que fuera mu conocidaxie lo 
que«s. 

El señor Hernaodes Mprejoa al ha« 
blar de ella, solo nos da noticia de lo 
contenido en el priofier diálof^o. 

ALFONSO rodríguez DE 
GUEVARA nació en Granada, 7 esta- 
dio la medicina en la academia de esta 
capital. Antes de concluir la carrera 
pasó á Italia , llevado de loa deseos de 
ilustrarseen anatomía, ¿ la cual se ha- 
bía dedicado con especialidad. En Ita- 
lia se asoció con nuestro Juan de Vi- 
llaverde , y aun hajr fundamento para 
creer que le ajudó a componer la obra 
de anatomía que escribió en Roma en 
1551 y de la que hablamos en otro 
lugar. 

Regresó* á Espada impuesto perfec- 
tamente en anatomía, j fué nombra- 
do catedrático de anatomía en la uni- 
versidad de Valladolid, en la cual da« 
ba algunas lecciones sobre el cadáver. 
Últimamente pasó á Goimbra de mé- 
dico de la Reina Doña Catalina , en 
cuyo destino murió. 

Escribió la obra siguiente* 

AlphonüRod. de Gtteuara,inaca'* 
demia Commbrícensimedkceprqfesso^ 
rís et IncUtcB Regina medici^ inpbirí» 
bus ex üs , quibus Galenas impugna^ 
tur ab Andrea Vessalio Bruxlensi in 
constructione et usu partium corporis 
humani, defensio: etnonnuUorum, qum 
in anotóme deficere videbantur supple- 
mentum. Coimbra 1559, en 4.^ 

El señor Hernández Morejon al ha^ 
blar de este médico granadino, se es- 
fuerza en probar que el impulso que 
se dio á la anatomía en España en el 
siglo XVI j no fué debido al célebre 
Andrés Vesalio, sino á nuestro Rodrí- 
guez de Guevara. En su confirmación 
apela al prólogo de su obra , que nos 
traduce, y es como sigue. 

(cPuesto que al tratarse de la ciencia 
anatómica, á mi mejor que á otros 
profesores de España toca el desempe- 
ñarlo, hé aquí, amado lector, el pe- 
queño fracmento que publico de mis 
tareas, y que debe tenerse como el 



anuncio de mí futura edición aeerca 
de los comentarios á loa diei y siete 
libros que esoribió Galeno del oso da 
las partes. 

«Habiendo, pues p pasado doa áftoa 
en Italia, adonde me trasladé con el 
objeto de perfeccionarme en la anaUH 
mía, esta es la razón por qué heeono- 
cido la grande utilidad que se saca de 
su estudio ; y no be podido menos de 
compadecerme de mis compatrietaa 
los españoles , -que , ó han de «hacer 
como yo este viage, ó de otro modo 
ignorando esta parte de la medicina^ 
ósea la anatomía, no pueden menos 
de verse comprometidos mas de una 
vez. Por tanto, juzgando poco noble 
aprovecharme yo solo de estotf cpnoci- 
mientos, y no valerme de la ocasión 
que se me presentaba de dar á la hu- 
manidad un testimonio de mi buen 
deseo, juzgué que se debía procurar 
por todos. los medios postbles que se 
instalase una cátedfa de esta facultad 
en nuestras academias española»; A cu- 
yo efecto me presenté en el regio se- 
nado , donde espuse mis deseos al 
príncipe Maximiliano, que á la sason 
era el encargado de los negocios de 
España, y conocí que se mostraba pro- 
picio. 

«Después encontré á muchos y muy 
famosos profesores de medicina que 
estaban animados de mis mismos de- 
seos, si bien los creían impracticables^ 
porque tenían presente que muchos 
10 habían intentado, pero que ninguno 
lo babia conseguido. Sin embargo, su 
deseo y mí confianza tanto se acrecen- 
tó, que ni ellos ni yo omitimos medio 
alguno para lograr nuestro objeto. T 
asi enterado el tribunal supremo de la 
utilidad y necesidad de la ciencia por 
la razoif ya espuesta , se me entregó 
un decreto (intercediendo para ello el 

Erocorador del fisco), por el que se 
izo presente ¿ las universidades de 
Alcalá y Salamanca, para que reunidos 
en junta los maestros, examinasen el 
asunto con premura , y respondiesen 
con su acuerdo, decretado y aeUado 



I 



I 



M5J)ICINA ESPAÑOLA, 



89 



QOn el sello público. Ea cujas acade- 
mias faeron de opinioD que la aoato- 
mía DO solo era útil y necesaria á los, 
cirujanos^ sino también á tos médicos, 
y lo hicieron saber por cartas al mis- 
mo Principe y al Pretorio, las que 
leídas, y previa la licencia del Pretor, 
y estando todo corriente , se instaló, 
con no poco ausilio de la justicia, una 
cátedra en la universidad de Vallado- 
lid, la que 'después de pasados setenta, 
dias (i pesar del gran número de sa- 
bios competidores que alli como por 
casualidad se babian reunido), sin to- 
mar ningún parecer á los estudiantes, 
me fué encargada solemnemente. En 
el primer curso, que duró veinte me* 
ses, fué mucbo el concurso de peritos 
e;n las lenguas , de profundos filósofos 
muy prácticos y eminentes en su fa- 
cultan, los cuales hacian tanto aprecio 
de los escritos ágenos^ como desprecio 
de los suyos propios, ridiculizando las 
sandecei de la baja plebe; y otros mu- 
chos, no tan sabios ^pero que también 
enseñaban públicamente), fueron im- 
buidos de las ideas anatómicas \ pero 
dejo'el referirlo á otra pluma qoe no 
sea la mia» por si en algún tiempo al- 
guno quisiera con maldad aprovechar- 
se de esta gloria» 

.((De su asistencia mas fruto saqué 
yo qoe ellos, porque nadie sino ellos 
era capaz de presentar unas dudas tan 
sutiles y unos argumentos tan agudos, 
ni nadie era capaz de dar las respues- 
tas que ellos a sí mismos se daban; 
siendo de advertir que la mayor parte 
residían en la corte del rey D. Felipe, 
ó en la universidad de Valladolid. 
Ademas fuimos favorecidos con el tra- 
to de otros que el cruel hado nos arre- 
bató, por ejemplo aquel sapientísimo 
Céspedes, digno profesor de la cátedra 
de medicina de por la tarde (respeta- 
ble por su venerable canicie y por su 
opúsculo de ossihus)^ que honró nues- 
tra cátedra, asistiendo desde que se 
instaló hasta el último dia de su vida; 



i 



r. 



el no menos docto Ledesma, quien 
abiendo consumido muchos años en 
Alcalá resolviendo dudas acerca de la 
medicina, desempeñaba entpnces la 
>laza de primer médico de cámura en. 
a corte ael César, al mismo tiempo. 

3tte la de censor de la malvada beregia, 
igna recompensa de su méritq. Tam- 
bién se hallaban presentes con su dis- 
tinguida erudición los doctoresRodrigo 
y Juan <le Peñaranda, catedrátieospu- 
laucos y perpetuos, asi de medicina, 
como de filosofía» El brillantísimo 
doctor Cartagena , médico y atchaiea 
del maestro de loa caballeros de Es- 
paña, el benignísimo D. Pedro López; 
el muy sabio doctor Madera, que ahora 
goza el empleo de médico de cámara; 
el doctor Daza, Santa Cruz, León 
Nuñ^z Pérez; para decirlo de uqa vezjf 
los muy sabios licenciados San Pedro, 
Santa María, Medina, Yeotu^a^ Ma- 
yorga, el doctor Torres, Losa , y Al-t 
varado. Añádanse á los ya dichos, va- 
rios que en otro tiempo con honradez 
y gran provecho , dieron al Estado 
pruebas meqoívocas de un escelente 
carácter, acompañado de virtud v de 
talento, entre los que se halla el doc- 
tor Sahagun > y el licenciado Pedro 
Eoriquez, sustituto de la primera cá- 
tedra de medicina ; Salvatierra, Am- 
brosio Enriquez, profesor de filosofía, 
Elscobar y Segovía. ¿Y qué diré del 
sabio práctico colegio de cirujanos? 
¿podré hacer mas que nombrar al sa- 
pientísimo licenciado Torres, al ba- 
chiller Torres, á los licenciados Arias, 
Sosa y Herrera? Mas para comple- 
mento añadiré dos que á propósito de- 
bía de omitir su recuerdo, el del uno 
por no aumentar mi profundo senti- 
miento , y el del otro porque bajo su 
tutela debia de concluirse la oLsyor 
parte de este tratado. Elstos son el res- 
petable doctor O&ate, que á la verdad 
era como la mitad de mí mismo, y el 
insigne doctor Montaña, el/¡ue siendo 
ya de 70 años, y estando molestado 



HlST. DE LÁ MeDIC. española. ToMO 1 •* 



n 



90 



HISTORIA DE LA 



ik tena rebeldísima gota » hallándose 
coronado de innumerables laureles 
médicos f y ageno de toda inanidad, sin 
perder una, asistió a todas mis teccüh 
nes » haciéndose lle%far al efecto en 
una silla de manos\ to que • U verdad 
tanto chocó á lis primeras noUbilida- 
dea de Espa&a, que unidameiite, j 
con grande placer , prorumpieron en 
un elogio singular, con lo que dieron 
un testimonio de no quedar nada que 
desear á los médicos espaftoles que con 
iraál solicitud pretendiesen conseguir 
el mismo 6n. 

«Pero ja es demasiado prolifo mi 
prefacio. Conelotré , pues , diciendo 
qae JO mas que ningún otro profesor 
estoy obligado á propagar la anatomía 
en ISspafia ; lo uno porque be sido el 
primero entre ios castellanos que be 
planteado sus cimientos, j tn secundo 
fugar que todos los mécfieos celebres 
tienen puestas sus miras en mi, espo- 
niéndome justas rasooes « con las que 
me instan, para que separando j esco- 
giendo de todo lo que yo bajrá oido 
aoerca de esta nueva ciencia , lo mas 
selecto , lo escriba con premura para 
que el Tulgo se entere mejor , 7 a las 
que no puedo ya menos de ceder , si 
me he de mostrar agradecido con mis 
muchos fa¥orecedores.(En otro obtuve 
no poca alabanza y aprecio del invicto 
rey de Espafta D. Felipe U antes que 
partiese para Inglaterra-, y nuestro au- 
gusto Juan III, rey de Portugal, i pe- 
sar de ser estrangero y desconocido, 
me confirió una cátedra doUda con 
grandes rentas , y varios otros honores 
no despreciables). Sin embargo, hube 
de esponer alguna raion , cuando por 
falu de un escultor que me hiciera 
unas fiegnras honestas que representa* 
sen todas las formas del cuerpo huma* 
no, no pude publicar una oora com- 
puesta brevemente en estos cuatro 
afios, por lo que creí que debia since- 
rarme y vindicarme , puesto que no 
me lo impedian los honores. Mas para, 
mostrarme de algún modo agradecido, 
juagué que nada mas cómodo y mas 



del gusto de los sabios podía escoger 
que de algunas obras que tenia ya ha- 
eia tiempo compuestas, publicarlas 
dispotas y controversias acerca de la 
fábrica y uso de las partes del cuerpo 
humano, entre Galeno y Andrés Ve- 
salió , diestrisimo anatómico , que ha 
tomado de nosotros algunos conoci- 
mientos: lo que mas de una vea moles- 
ta á los amantes de la verdad y secua« 
ees de la verdadera filosofía. No tra- 
tamos en el discurso de este opúsculo 
de todos los miembros por su orden, 
sino solo de aquellos en cuya situación 
y sustancia , nacimiento ó inserción, 
circunscripción ó uso intervienen al- 
gunas dudas , dado caso de que en la 
humana fábrica encuentren semejan- 
tes miembros. Porque el hacer un pro« 
longado examen de los errores en que 
incurrió Galeno, engaftado por la for- 
mación de otros animales , lo dejamos 
para cuando tratemos de este asunto 
en nuestros comenUrios á los libros 
del uso de laa partes. Recibe , puea, 
benigno lector, este opúsculo con afec- 
to, y disfruta de nuestro trabajo. . 
«En una palabra, aunque lo que es* 

fulleamos en la fábrica no lo tratamos 
ñeramente , ni dejamos en claro las 
significaciones de las palabras, nues- 
tro ánimo no ha sido mas que el de di- 
rigirnos á aquel que no desconozca la 
fábrica del cuerpo humano. 

«En el gimnasio de Goimbra y ca- 
lendas de abril del afto de Cristo de 
1559.11 ' 

El señor Morejon al dar á este pró- 
logo mas importancia de la que real* 
mente tiene , no debió olvidar que 
Juan de Amuso Val verde habia escri- 
to un tratado completo de anatomía, y 
no como Guevara que escribió un muy 
corto compendio: un pequeño /rag'^ 
mentó, y como el anuncio de su futura 
aUcion acerca de los comentarios d los 
diez y siete libros que escribió Galeno 
del uso de lasvartes (como dice p« 1 .*); 
un libro, en pn, dirigido d aquel que no 
desconozca la fábrica del cuerpo ku^ 
' mano (pág. 3.*)« 



■^ 



MEJDiaVá ESPAJ^OLA. 



91 



Debió reoordtr que Bernardino 
Mon4«ft« de Mooaerrale poblieó otro 
traUda general de anatomía, y del qae 
ja lieoen nolíeía mía léctorea « en el 
a5o de 135 1: qoe Pedro Giioeno lo 
babia eaoritoeD 1549; Luía Collado en 
155 U J todoa eacriloa á preaencia» di"» 
gámoalo aai , de loa cadaTerea en laa 
noireraidadea de Alcalá j de Valeneia« 

No pnedo conciliar lo que dice Gue* 
▼ara y que Bemardmo Montaña sien* 
do de setenta añas, y estando molesta* 
do de uña reheldisima gota , asistió d 
sus lecciones haeiéndose ¡levar al efec* 
to en una silla de manos. 

Cuando Rodrigues de Guevara em* 
peió í enaeftar la anatomía en Vallan 
dolida Bemardino de Montaña cataba 
en Barcelona , aegun ae colige del pa- 
aa|^ aiguieote* Faj^a d F'aUadolid, 
donde agora nuevamente se comienza 
a hacer por el bachiller Rodríguez c>* 
rujano (Bernard. de Moni, ob.cil», to 
proem. fol. III). Creo , puea , que no 
debe aer exacto lo que dice el autor. 

Dividió au obra en doa partea ó li- 
bros ; aubdividió el primero en doce 
capítulos, 7 el aegundoen diez. En elloa 
trata de algunaa partea del cuerpo bn«* 
mano en eapecial : la mayor parte de 
las ideaa que preaenta eatán tomadaa 
de la obra de Yalverde , de manera 
que jro reputo la obra de Bodrignes de 
óuevara como un compendio de Ja de 
aquel. 

FRANCISCO FRANCO, natural 
de San Felipe de Játiva (fol XIX), 
estudió U medicina en Alcalá de He« 
nares bajo la dirección del famoso doe^ 
tor León (fol. XXXVII); en ella tomó 
la borla de doctor » jr a poco tiempo 
fué nombrado catedrático de medici*» 
na en la misma (fol. X). Desde Espa<» 
fia pasó á Coimbra, .en la cual se le dio 
una cátedra de materia medica , en 
cuyo desempefto se adquirió tanta ce- 
lebridad, que era concurrida de laa 
peraonaa maa científicas y de mas alta 
categoría, aegun manifiesta el siguien* 
te paaage: «y en la división de los ve- 
nenos gasté yo una liccion en Coim- 



bra, oyéndome el Ilustrisimo Pompe* 

So Sambicario , Obispo Belunense* 
funoio de Nuestro Padre Santo en la 
corte de Portugal , y con su señoría 
venian loa señores Rector D. Manuel 
de Meneses y D* Fulgencio» y el Obis- 
po de Coimbra D. Juan Suareí, y el 
conde, loa cuales quedaron maravilla- 
dos cuando oyeron hablar de tantas 
clases de venenos (fol. XXIX).» 

Esta miima reputación le propor- 
cionó á que el rey de Portugal lo lla- 
mase para decidir una cueatioo habida 
entre sus dos médicos» sobre las virtur 
des de una planta , cuya satisfactoria 
contestación y feliz resultado le mere- 
ció el nombramiento de médico de cá- 
mara, con alojamiento dentro del pala- 
cio real. «Su Altesa mandó que me 
Uamaaen para que yo digeae mi pare* 
cer; y llegado, me dijo uno de los f¡- 
sicoa que el rey qneria aaber mi pare- 
cer en aquella dincultad, y digela toda 
en latín, porque con este lenguage 
Su Akeza se holgaba (1); y resolví 
que no era cáustico, de manera que ae 
le aplicó al Kej, y el sncseso fué prós- 
pero, y el serenísimo Rey me híio 
merced de darme la nombradla de su 
físico (fol. XIII).a Estandoen Coimbra 
encontró la yerba llamada escordio. 
«Andando una tarde en Coimbra pa-_ 
aeandocon unoa amigos discípulos, de» 
tras de S. Francisco junto á una fuen- 
te baja, vi una yerba pequefika» cogila^ 
y dígeleaá los estudiantes: no habernos 
empleado mal la tarde , pues hemos 
encontrado el escordion> yerba rara y 
de mucha virtud (foL XXIV).» Dio 
también á conocer en Coimbra lapm- 
pénela. «Esta yerba cofA muchas ve- 
ces en pefiascos y paredes antiguas en 
la hermosa Coimbra, seftaladamente en 



(1) ¿Qeé hubiera dicho el rey de Por* 
tugal ti sos médicos le hnbieseo propaeslo 
uo plan de eslodios médicos , en que se 
proscribía la leegaa UUna? Aquel siglo no 
ara «I do la ilustración: no era el XFX:¡era 
eu Portugal ! 



92 



HISTO&U DE LA 



el circuito de unt croe qoe está pues» 
ta sobre un peftasco, saliendo de la ciu- 
dad » camino del Espíritu Santo (fo« 
lioXXIV).)! 

Después de estar en Portugal seis 
aikos y regresó á Elspaña ,j se estable- 
ció en SeTÍlla, en cuya universidad re- 
gentó una cátedra. Con motivo de cor- 
rer voces en esta capital de haber pes- 
te en Utrera , fué comisionado por el 
ayuntamiento para pasar á esta ciudad 
e informarse de sus médicos si habia 
tal peste ^ j su naturaleía. De a<{ui 
tomó ocasión para escribir una obra 
de esta enfermedad en castellano^ afta- 
diendo que lo pudiera hacer mejor en 
latin; pero como en tiempo de peste 
los físicos principales suelen retirarse 
j poner en cobro sus personas , pare- 
cble mas conveniente escribir este li- 
bro en lengua castellana, para que 
cada uno en su casa puedaa provechar- 
sede él en tiempo de tanta necesidad 
(in dedicat). 

Escribió dos obras, la primera con 
el titulo siguiente: 

Libro de enfirmedades contagiosas, 
jr de la preservación deltas» Com^ 
puesto por Francisco Franco, médico 
del Serenísimo rey de Portugal ^ y ca- 
tedrdtico de prima en el colegio ma^ 
yor de Santa María de Jesús y uni* 
uersidad de Sevilla. Sevilla 1569, 4.<» 

En el primer capítulo trata de al* 
gunas precauciones que se han de to- 
mar para preservarse de la peste; en- 
tre ellas aconseja á los que no tengan 
obligación por sus oficios de perma- 
necer en los pueblos apestados el que 
huyan pronto, lejos» j vuelvan tarde. 

En el 2.® trata de las causas de la 
pestilencia. 

Reputa como la principal de ellas 
el aire viciado j corrompido : admite 
el contagio de estas enfermedades. 
«Resolviendo este negocio en pocas 
palabras, dice, la salud es la que no se 
pega, y la enfermedad se pega.» 

En este capitulo trata del origen j 
motivo de haber posos en la ciudad de 



San Felipe de Játiva ; dice asi: «Los 
comuneros qoe estaban dentro de Já- 
tiva , que es una ciudad muy princi- 
pal en el reino de Valencia , de donde 
soy natural, temian que los contrarios 
no les tosicasen el agua... de dos fuen- 
tes muy principales que venian á la . 
ciudad.... y entonces que estuvo cer- 
cada Játiva del ejército del Viso-Rey 
de Valencia , no les echasen ponaoña 
en las aguas, determinaron laorar po- 
sos, y no beber de otra agua , y por 
esta razón en casi todas las casas hay 
fuente y poso (pág. IX). v 

También refiere en este capitulo, 
que hallándose de catedrático en Al- 
calá de Henares, en 1543, se padeció 
una horrorosa peste en los pueblos 
cercanos á la corte , y aun dentro de 
ella , motivo por que pasaron los reyes 
á moraren Alcalá. Con este motivo se 
hicieron secar los pantanos que había 
en las cercanías de esta ciudad, con lo 
que ganó mucho el pueblo; aftadiendo: 
«Esta era tan mal sana, que era la se- 
pultura de los estudiantes navarros y 
aragoneses y viscainos, porque no po- 
dría contar los que en pocos a&oa allí 
acabaron sus vidas , y la lástima era 
que morian poco antes de concluir sus 
estudios (fol. XI vuelto).» 

También habla del carácter prin- 
cipal que marcaba esta peste, «cual 
era la salida por todo el cuerpo de unas 
flores negras , azules, verdes, blancas 
y rosadaa , aue en Castilla llaman ta- 
bardete ó tabardillo; en Portugal bre- 
toeja ; en Valencia pulgón ; en latin 
morbus pulicataris (fol • ib). » 

Entre otros síntomas malignos de la 
peste, reputa el frió estremo que sien- 
ten los enfermos en las partes esterio- 
res de todo su cuerpo , y el incendio 
que por dentro les devora. 

Con este motivo refiere un paiMee 
de una obra de un catalán llamado 
Auxias Marek, diciendo, que era dig* 
na de ser escrita en letras de ora', la 
cual vio manuscrita en la librería de 
D. Luis Zapata. 



MEDICINA ESPASÍOLA. 



93 



Merge scient no te lo cas per joch 
Gom la calor no surt á part eatrema 
Lignorant rea qae lo roalat no crema 
He jutial sa puix qae mostra boa toch 
Lo pacient no podra dír son mal 
Tot afeblit ab llengua mal diserta 
Gesta é color asats tao deseaberta 
Part del afao que tant com lo dir yal* 



Ea el capitulo 3.® trata del pronos^ 
tico. Asegura qoe el noíédíco sea mojr 
reservado en pronosticar. 

En el 4.^ trata de la preservación 
de la peste. Aconseja , como bemos 
dicho mas arriba^ hair pronto; mar- 
char lejos , y rolver mo/ tarde. Con 
este motivo reBere an suceso muy cu- 
rio80> al par que interesante. aComo 
saliese de Sevilla uno de los duques 
de Medina Sjdonia á una de sus villas 
para huir de la pestilencia j tu- 
viese noticia de haber cesado la pes- 
te en Sevilla , con deseos de volver 
á su casa 9 vino^ j desde gradas has- 
ta el palacio del duque, fué mucha 
lu suma de pevetes j pastillas ; y car- 
gas de romero j otras lefias olorosas 
qae se gastaron en perfumar las calles 
por donde debía pasar el duque : mas 
todas estas diligencias fueron vanas, 
porque no le bastaron para librarlo 
de la roberte, porque en llegando á su 
palacio le dio una calentura pestilen- 
cial , de la que murió á las veioticua* 
Ird horas (foL XVI}.» 

Bu los capítulos siguientes trata res' 
pecCivamente de las virtudes del uni- 
cornio, de la ufia, de la esmeralda, de 
la escorzonera^ de la pimpinela » del 
camaleo blanco, del escordio, del as- 
elepias, de la enula, de las piedras, de 
la piedra del águila, de la chelidonia, 
de la tief ra sigilata , de la armeuica, 
de la triaca, del nutridato, de las car- 
nea» de los pescados, de las frutas. 

En el cap. del mitridatOi dice «que 
solioitó del ayuntamiento de Sevilla el 
que se formase un jardia botánico pa- 
ra tener las plaotas medicioales , del 
mismo modo ciue lo tenia en Aran juez 
el rey D. Felipe II, el cual acababa 



de mandar á las Andalucías , de real 
orden, á un gran herbolario D. Fran» 
cisco de Castilla, encargado de recoger 
todas las plantas medicinales que en- 
contrara, y llevarlas al jardin de Aran- 
juez (fol. XXXVIII).)» 

En el folio LX V , hace mención de 
haber leido la descripción de una pes- 
te de landres que hubo en Sevilla en 
1402, en la que se libraron la mayor 
parte de los aue durante su curso co- 
mieron varonumente,es decir, mucho: 
de la de 1410^ueempezoen Nieble, 
Guibraleon , Trigueros , e invadió á 
Sevilla en aaosto hasta octubre ; la de 
1 507 y la de 1 524, en la oue morían 800 

C»rsonas diariamente. Desde el folio 
XIX hasU el LXXIII (1) habla de 
los casos en que las sangrías pueden ser 
útiles y ventajosas. En el LXXIII des- 
cribe un electuario que dice fué un 
secreto para el doctor Alderete , cate- 
drático de la universidad de Salaman- 
ca , cuyo remedio se titulaba bocado 
de Alderete. Es el siguiente. Azúcar 
rosado> una onza*, jarabe acetoso, cua- 
tro onzas; polvos de Juan de Vigo, ca- 
nela, eléboro negro , de cada cosa una 
onza ; zumo de cogombrillo amargo, 
cinco onzas. Se mezclan á fuego lento, 
y se guardan en una botella de cristal, 
cubriendo el tapón con cera ó lacre. 
Dice que en Sevilla se hacia tanto 
abuso de la zarza-parrilla; que de ella 
se hacian mas guisados que délos hue- 
vos; pues se daba en jarabe, en julepe, 
en cascara, en corazón; añadiendo que 
el médico que no salia con una inven- 
ción acerca de su administración, no se 
le tenia por buen médico. 

(i) Los capítulos no estáttsunmarados.' 



94 



HISTORIA DE LA 



Tratado de la nieue y del uso de 
ella. Dirigido al muy ilustre Sr, Don 
Fernando Henriquez. Compuesto por 
Francisco Franco^ médico del sereni-" 
simo rey de Portugal , y catedrático 
de prima en el colegio mayor de San-^ 
ta Maria de Jesús y universidad de 
Sei^itla. Sevilla M.D.LXIX, en Q."" 

Este trataditoestá reducido ¿ cator* 
ce fojas : dióle motivo á (escribirle el 
haberle preguntado dos veces D. Fer- 
nando Henriquez sobre su modo de 
enfriar las bebidas con nieve. aDe 
veinte dias á esta parte , dice , me ha 
preguntado Y. S, dos veces qué rae 
parecia del enfriar la bebida con nie- 
ve, y yo le respondí sumariamente lo 
quesentia.....; pero como en esta par» 
te hay tanta contrariedad en los físi- 
cos, determiné escribir largamente lo 

que dige á Y, S Quisiera escribir 

de la diversidad de las aguas, empero 
como en otra parte he escrito de eilas^ 
declarando cuáles son las mejores, cuá- 
les de ellas se han de cocer, y qué ma-^ 
ñera se ha de tener en cocerlas, no he 

3uerido multiplicar escritos (epistoU 
edicatoria.))» 

Trata de todos los modos con que se 
enfriaba el agua en su tiempo, ya coa 
nieve ya por otros medios : sobre ellos 
elogia su método particuhr , el cual 
usaba todos los dias, reducido á poner 
en un vaso ó taza ancha la cantidad de 
agua que se liabia de beber, y tapán«» 
dola con una cobertera delgada de pla<» 
ta, sobre la cual colocaba cierta cantí* 
dad de nieve* 

Asegura que en ningún pueblo de 
España babia mas necesidad de refresr 
car el agua como en Sevilla, pues <{^ue 
en ella hacia tanto calor en el eslío co-* 
mo en los pueblos de la linea e()uinoc« 
cial. Todo cuanto espoue del agua, lo 
aplica á la leche y al vino. Aconseja 
que ni los débiles de estómago ni los 
afectos á costipados y á toses beban 
mucha agua fria. También prohibe su 
uso á los niños hasta la edad de la pu* 
bertad y á los viejos, porque dice que 
estos pecan ya de humores fríos. 



FRANCISCO NUÑEZ DE CO- 
ría, natural de Casarrubíos del Mon- 
te, pueblo inmediato á Madrid , estu* 
dio la medicina eo la universidad de 
Alcalá de Henares, y en la misma to- 
mó la borla de doctor. 

Escribió una obra de higiene con el 
titulo siguiente. 

Regimiento y aviso de sanidad ^ que 
trata de lodos los géneros de alimentos 
y del regimiento de ella* Medina del 
Campo 1586, en 8,* 

Esta obra se halla dividida en cinco 
libros con la adición de vo traüuiodél 
uso de ¡as mugeres, y como sea diOlo*- 
so X provechoso 9 yquécosQsse hayaSn 
de hacer para la tentadou de la carne 
y del sueño y baños. 

En la introduccáoo quiere probar 

aue el temperamento bueno o malo 
el hombre depende de la clase de ali- 
mentos t dice asi. 

«Que aun no solamerite son neoes* 
sarios los alimentos para la vida de los 
animales: empero hazen mucho al caso 

Eara la rectitud de costumbres de los 
ombres, porque del uso del buen re* 
gimiento, y buenos y loables manjares 
resulta buena complexión, y de la bue- 
na conplexion, buen entendimiento, 
del qual proceden las buenas costum- 
bres. Esto dixo lo el Galeno en mu* 
cbos lugares , especialmente en el se« 
gundo, de Sanitate tuenda, disieodo: 
Que ansi como el niño que de su cofia* 
plexion nasce templado , pero por 
criarse en ociosidad y regalo, y con 
manjares diversos^ y a. las veces con- 
trarios, se corrompe su naturaleza , y 
haze vicioso y desenfrenado. Ansi por 
el contrario el que nace de complexión 
y naturaleza viciosa, é inclinada á mal, 
con el buen regimiento y templado 
exercicio, vuelve su naturaleza en me* 
jor. La razón es, porque del buen 
manjar , se engendra buena sangre, 
de buena sangre, huena complexión y 
contextura, de donde procede el buen 
i^ntendimiento y buen juyzio, y den- 
de buenas costumbres. Por lo qiial 
dixo Aristóteles. La bondad del tacto^ 



MEDICINA ESPASrOLA. 



95 



arguye bondaá Ae cara0» La boodad 
de la carne , argajre bondad de com** 
plezion , la qual argaye bondad de 
entendimiento. Por el contrario del 
duro tacto, se arguye dura carne, de 
la dura carne, mala complexión, de la 
mala complexión, mal entendimiento, 
inclinado i malas costumbres, é injus* 
tas obras. Y está manifiesto, que la 
buena carne y tacto, procede delbue- 
no y loable mantenimiento, y el duro 
tacto y carne , del mantenimiento 
malo y duro de digestión* T poreode 
el divinal Galeno escribió un libro in« 
titulado » aue las costumbres del ¿ni« 
mo siguen la complexión y naturaleza 
del cuerpo , y ansí lo provó, y ansi lo 
vemos que el de complexión templas- 
da, ijual es el sanguino, es de buen 
entendimiento y |uyzio^ y es alegre, y 
no malicioso, y no mañoso, antes justo 
y loable. El colérico es osado , veloz, 
agudo, sutil, ingenioso, fácilmente se 
ajrra y aplaca , el melancholico natu* 
ral es prudente , astuto, no fácil alte- 
rableí^ cavilloso^ engañador, triste, se- 
vero « que guarda la inyuria mucbo 
tiempo. El flemático , tardo desgra- 
ciado, frió, afleminado, de grueso io« 
géftio y juyzio. Per lo qual común** 
inetite dezimos , al que fácilmente se 
enoja, que es un colérico, y al que 
anda severo y triste, que es un melan* 
eholico y tretico. Al alegre y liberal, 
que es sanguino de buena complexión. 
Al pesado y prolixo, que es un pedazo 
de flema, por lo qual como de los 
mantenimientos calientes se encienda 
la cólera, y de la cólera ansi encendida 
se despierte la yra y coraje, sigúele 
que del tal alimento se corrompan las 
costumbres. ítem como del manjar 
frió y seco, grueso, se engendre me* 
lancnolia , sigúele que los hombres se 
vuelvan tristes ^ temerosos de lo por- 
venir, y porende son tímidos, avaros^ 
ítem como del manjar frío y húmido 
se cause flema , faazen se los hombres 
tardos,perezo80S para qualquiera obra, 
de donde se sigue corrupción de las 
buenas costumbres, pi;iea la yra es 



contraria i la paciencia y suflrimien- 
to, la avaricia á la liberalidad , la pe- 
reza á la diligencia. Empero como 
del bueno y templado mantenimiento 
se cause sangre buena^ y humores mo- 
derados , hazen se los hombres justos, 
buenos, nobles: y por esso dize el re- 
frán común , con quien pasees, y no 
con quien nasces. Sentencia á mi ver 
conclayda de los muy altos sabios y 
philosophos, para dar á entender que 
apascentándose y criándose de buenos 
y templados alimentos , proceden las 
buenas costumbres, y el dessear ser 
castos, y servir á Dios, por el contra- 
rio, de criarse en mucho ocio y rega- 
lo, mucha abundancia de manjares, 
procede de desseo, de 1 uxoria y cosas 
torpes, dé donde se cometen atroces y 
facinorosos delictos. Por lo qual , co- 
mo de los muchos y diversos manjares 
dados por mal orden, no solo les siguia 
daño y perjuyzio al cuerpo. Empero 
taihbien ai ánima , provocándole á 
malas y ainiestras costumbres. n 

En el libro 1.^ trata de la historia de 
la higiene y de los alimentos que usa- 
ron los primeros hombres: el modo 
cómo se fueron descubriendo muchas 
otras sustancias alimenticiaa , y de las 
que usaron y usaban lossahoyanos, los 
alemanes ^ los bretones , los ingleses, 
los franceses, en uiiá palabra , este li- 
bro es un compendio histórico de la 
higiene de todos los pueblos del mun- 
do, y creemos que este tratado bastaría 
por si solo para elogiar el mérito de la 
obra. 

En el 2.® libro trata del pan, car* 
nesj leches y hueifos. 

Lo divide en sesenta y ocho artícu- 
los; en ellos habla respectivamente del 
trico, de sus cualidades y diferencias; 
de la harina; del modo de cocer el pan, 
daños ó provechos que hace según esté 
mal ó bien cocido ; de su elección ; de 
las carnes, sisón mejores la de los ani- 
males caseros ó montaraces; las de los 
machos , las de las hembras ó de los 
castrados; de las de los animales recien 
íiacidos, adultos ya ó viejos; las de ani- 



96 



HISTORIA DE LA 



males flacos ó lasde Ibs medianiimettte 
gordos; del modo de cocerlas*, de las sa- 
ladas, de las llamadas de la leche; de la 
de poeírco y su utilidad; de las de 
liebre, copejo, ciervo y cabra montes; 
de las del erizo, nátrias y castores; de 
las de las aves como gallinas, capones, 
¿nades, gansos, palominos, pavos, fai* 
sanes , codornices , tórtolas , aveatrús, 
gralla, zorzales, tordos, mirlos y gor- 
riones. Desde el capitulo 3? habla de 
las partea de los animales que son nus 
fáciles de digerir: habla de su cerebro, 
de su corazón j pulmones, tripas, cua- 
jar , vientre , matriz ^ higaao , £azo, 
testículos, ríñones y ternillas ; de los 
pies y cola de los animales^ en cuanto 
á alimento. 

Desde el capitulo 46 trata de los 
huevos, de su elección j del modo de 
cocerlos. Desde el 49 traía de las le« 
ches , de sus especies; de las precau- 
ciones que deben suardar después de 
haberla tomado, o cosas compuestas 
con ella : de los daños que signen de 
su continuo uso; de las cuajadas ¿ ná- 
zulas, natillas, requesones y del queso. 

En el 59 empieza á tratar de los pe- 
oes de mar y ác los de rio , y cuáles 
sean mejores; de los de las lagunas y 
estanques; de sus condiciones y de su 
preparación : de los pescados salados, 
galápagos , tortugas y caracoles, y de 
las condiciones que se deben guardar 
en el comerlos. En estos capítulos tra- 
ta de todos los peces conocidos en Els- 
paña, y son muy interesantes las noti- 
cias y advertencias que hace para que 
puedan comerse sin qoe bagati daño. 

En el libro 2.^ habla de tas horta^ 
Uza$ y legumbres. Lo divide en vein- 
ticuatro capítulos , en los cuales trata 
de la verdura y del modo de conocer 
sus calidades : de las acederas y del 
apio, de sus daños y provechos: de las 
ensaladas de albaca : de las acelgas y 
borrajas : de la achicoria , escarola y 
ajonjera : del hinojo : de las lechugas: 
de la yerba buena: del mastuerzo, pe«- 
regU, verdolaga-, berros y mostaza: de 
las espinacas , cardillos y mercuriales: 



de los espárragos y lúpulos: de los ajos 
y cebollas: de los nabos y zanahorias: 
de los rábanos» puerros y chirivias;del 
cardo Y alcachofa : de las semillas y 
legumbres : de los garbanzos , de las 
habas: de la cebada: de las arvejas: del 
arroz: del farro y almidón. En cada 
uno de estos artículos encontrará el 
Lsctor cuantos conocimientos desee ad- 
quirir sobre cualquiera- de las sustan- 
cias que se citan. ^ 

El libro 3.^, de aviso de sanidad que 
tratade las frutas. Lo divide en trein- 
ta y ocho capítulos, en los que habla 
respectivamente de las frntaf que no 
se cleben comer por razón de sia poco 
nutrimento I á qué sugetos conviene 
mas ó menos él comer frutas, y si con- 
venga beber vino ó agua tras ellas: de 
las alcaparras : de los melones y sus 
cualidades : de las calabazas y su nu- 
trimento : de los hongos y setas , y de 
maliciosa nutrición: de las berenjenas: 
de las frutas verdes y secas : de las al- 
mendras como alimento: de las avella- 
nas : de las castañas y su preparación: 
deias nueces y su nutrimento: de. los 
piñones: de los dátiles : de las cerezas 
y guindas: de las moras y su manteni- 
miento: de la zarzs, moras y fresas: de 
los higos recientes y su naturaleza: de 
los higos pasados y su nutrimento: de 
las uvas: de las pasas: de las ciruelas y 
sus propiedades: de las manzanas : de 
las peras y sus propiedades: de los al- 
bericoques y albérchigos : de los du- 
raznos y priscos y sus propiedades, en 
cuanto á alimento : de los membrillos 
y su naturaleza : de las granadas y su 
naturaleza , en cuanto á alimento < de 
las azufaifas y nísperos, en cuanto ha- 
cen á sanidad : de las algarrobas : de 
los limonesy naranjas, y de su natura- 
leza para manjares: de la cidra: y de las 
aceitunas. 

El libro 4.^ de aviso de sanidad de 
los manjares j guisados y confituras, 
en el cual se enseña a conocer la na-» 
turaleza^ virtud y propiedades de los 
manjares compuestos , como ensala^ 
das, sabores, misturas, salsas, paste • 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



97 



les, guisados , que fio dañen á la sa^ 
íud. 

De las salmuera : de \bb gorduras, 
en)undias j priogues: de la manteca 
de vacas y aceite de olivas: del vina* 
gre^ y de sus provechos j da£k)s.* del 
sumo del agraz: de la miel^ 7 su oa- 
luralesa: del asücar, y sus propieda- 
des: del arrope de vino cocido : de la 
sal, y de su naturaleza para daftar ó 
aprovechar: del anis: de la canela: pa- 
ra usar de ella en guisados: del azafrán: 
de los clavos: de la nuez moscada, pi- 
mienta, agengibre y de sus propieda- 
des para guisar: del sabor y cualidad . 
de los manjares: que alimentos se de- 
ban comer primero, y cuáles a la pos* 
tre de li mesa , y cómo la diversidad 
de manjares haga dafio. 

En el libro 5.^ trata como sea ne- 
cesario beber: de los géneros de los 
vinos y aguas, y otras bebidas: del 
beber, y cómo sea necesario : si con- 
viene ó no beber dos ó tres horas des- 
Eues de haber comido: si se debe be- 
er después del ejercicio y trabajos: de 
los daAos que se siguen de la demasia- 
da bebida del vino: del agua ó vino 
enfriados con nieve ó de otra manera, 
y sus dados : de los vinos en general: 
del vino aguado y del -vino blanco: de 
los vinos claretes, oscuros, gruesos, 
turbios y 00 turbios : del vino aromá- 
tico oloroso, y del vino del mal olor, 
y de sui dafios: del vino añejo: del lu- 
gar en que se han de conservar los vi- 
nos, y de sus adobos : de las aguas, y 
cuáles sean mejores para beber: de las 
aguas lluvias, de rios, pozos y estan- 

3ues! del agua caliente, tibia y cocida: 
e la aloxa, cerveza y cidra. 
Tratado del uso de las mugeres ,y 
cómo sea dañoso r cómo provechoso, 
y qué cosas se ha/an de hacer para 
la tentación de la carne, del sueño, 
jr baños. 

Capitulo 1.^ Declara qué cosa sea 
el coito, y si la delectación de tal acto 
sea mayor en la muger que en el va- 



ron; de las utilidades y provechos que 
se sigan del moderado ayuntamiento 
con las mugereSj y de los males y da- 
fios que se siguen de dejar la tal obra 
á los que están acostumbrados: de los 
daftos de la lujuria: qué tiempo del 
afio sea mas dañoso para el coito, y á 
qué complexiones convengan: en qué 
tiempo del año y en que hora conven- 
ga el coito : de qué cosas se han de 
guardar los religiosos y varones que 
quieran guardar castidad : qué es ló 
que deben hacer los que no quieran 
ser molestados , ni fuertemente trata- 
dos de la carne: de las condiciones que 
deben guardar los que hayan de en- 
trar en el baño : del baño- de agua 
fria, sus utilidades, y provechos: cuá- 
les sean las utilidades y provechos del 
sueño moderado, y de sus daños cuan- 
do es inmoderado: á qué hora se ha de 
dormir, en qué disposición de cuerpo, 
y sobre qué parte del cuerpo. Termi- 
na su obra por un epigrama que sobre 
un medicamento compuesto por él, 
dedicó al rey Felipe* 

Por el simple estracto que presen- 
tamos de esta obra, conocerá el lector 
la importancia y el interés que ofre- 
cería en el sigilo XVI, cuando publi- 
cada en el XIX honraria aun al autor. 
Apenas hay una sustancia que pueda 
y deba figurar en un tratado de hi- 
giene^ que no se halle descrita por 
Ñuñez. 

Si el lector conmuta el lenguage y 
las virtudes que Nuñez atribuye a las 
sustancias de que se trata, como v. g., 
el ser húmedas en primer grado, y se- 
cas en ef segundo, etc. etc., con todo 
lo demás relativo á las cualidades hú- 
medo, seco, frió y caliente, según Ga- 
leno y los árabes, y los refunde en lo 
que llamamos escitantes , tónicos, as- 
tringentes, debilitantes, etc.... Esta 
sola obra será un manantial en que 
beberá buenas doctrinas, al paso que 
una erudición muy singular y es- 
cogida. 



HisT. nz LA Medic. emanóla. — Tomo 2.^ 



13 



98 



HISTORIA DE LA 



PEDRO TAMARIT, natural de 
las islas Baleares , estudió la medU 
ciña en esta universidad de Valencia. 
Recibido de médico ^ marchó á Car- 
mona , y en ella ejerció la profesión 
con mucho aplauso. Fue médico de 
D. Diego Arnedoy obispo de Mallorca^ 
al cual dedicó la obrita siguiente: 

Petri Tamariti Balewis medici de 
causis meáicamentorum purgantiwn 
Uhriduo* f^akntuepor Pedro Huete 
1569, 8.^ 

Al final de esta obrita se encuentra 
una carta del autor í los doctores Luis 
Pérez y Juan de h Plaza , maestros 
suyos, en la cual consta , que Pedro 
Tamarit, desconfiado de los impreso- 
res de Mallorca , y teniendo presente 
las buenas imprentas de Valencia, re- 
mitía la obrita para que cuidaran de 
su buena y pronta impresión. E^tá 
fechada la carta en Mallorca, á 26 de 
marzo de 1569. 

Divide su obrita en dos libros. El 
primero lo subdivide én nueve capí- 
tulos, en todos los cuales trata .de las 
causas de los medicamentos purgan- 
tes , es decir , por qué razón ciertos 
medicamentos tenian la propiedad de 
evacuar los humores, y otros no. 

El autor espone las opiniones de 
todos los médicos que habían hablado 
de esta materia. 

No ofrece absolutamente interés 
ninguno, porque la materia es en si os- 
curísima, y mucho roas cuando se tra- 
ta de discutirla y probarla con au- 
toridades de Galeno , i quien se pro- 
f>uso defender , y de los árabes. He 
eido esta obrita desde la primera has- 
ta la última linea , y confieso que no 
he encontrado una idea que me haya 
satisfecho. No tiene roas roérito que 
el ser un libro muy raro. 

JUAN FRAGOSO, natural de To- 
ledo , según la opinión mas recibida. 
Se ignoran casi todas sus circunstan- 
cias biográficas ; fué cirujano de cáma- 
ra de Felipe II. Elscribió varías obras 
y merecieron mucha aceptación tanto 
en Elspafta como en el estrangero, que 



reimprimieron variu veces en anos y 
otros paises. 

Escribió las obras siguientes: 

Erotemas (¡uirúrgicos, en los cuales 
se enseña lo mas necesario del arte de 
cirugía , asi para el examen de ella, 
como para ejercitarla, con una glosa 
en que se contienen muchas cosas de 
curiosidad y de doctrina. Madrid 
1570, en 4> 

Divide esta obrita en dos partes; 

'trata en capítulos setíarados de las 

apostemas, de las berioas, de las úlce* 

ras , de las fracturas \ y últimamente 

de las dislocaciones. 

Trata igualmente de anatomía. Este 
es uno de los mas estensos que se es- 
cribió en su tiempo. Los demás arti* 
culos, como en compeudio^ nada de- 
jan por desear , y puede asegurarse 
que fué uno de los mejores que se es- 
escribieron en Espafia en el siglo 
XVI, en lo tocante á la anatomía y ci- 
rugía. 

De succedaneis medicamentís^ líber 
denuo auctus. J. F* Toletano medico 
et regiie majestatis chururgo auctore. 
EJusaem animam versiones, in quam 
píurima medicamenta composita^ quo* 
rum est usus in Sisprnucis officmís. 
Madrid 1575 , ib. 1583, y en Sevilla 
1632,8.* 

Está aprobada por Francisco Va- 
lles de Covarrubias y por el doctor 
Fernandez^ médicos de cámara. 

Esta obrita es una especie de mate* 
ria médica 9 en la que trata de los 
principales remedios que en su tiempo 
se administraban. 

El autor admite en los medicamen- 
tos cuatro facultades^ 1.*» la general 
común á todos, á saber: ó cálida, fría, 
seca ó húmeda: 2.^, la particular de 
producir en el cuerpo mutaciones sen- 
sibles^ como la estennacion, la laxitud, 
la construcción, etc., etc.: 3.% la de 
producir ciertos fenómenos particula- 
res, V. gr., la orina, la menstruación» 
etc.: 4.S la de determinar otros acci- 
dentes, cuales son los venenosos. 
Entiende por medicamentos suce- 



MEDICINA ESPASfOLA. 



99 



dáoeos , aquellos que gozan de unag 
mismas facultades, y como tales y los 
únicos capaces de sustituirse en la cu-* 
ración de las enfermedades. 

Habla de los medicamentos por or- 
den alfabético : describe sn historia 
natural, dosis j modo de administrar; 
j al 6nal de cada uno« espone los me» 
dicamentos sucedáneos que les pueden 
suplir , dado caso de no haberlos en 
la botica los primitivos. Ademas, pone 
en lengua castellana los nombres cor» 
respondientes í cada planta. - 

Joannis Fragosi animadversiones 
in nomtlUi medicamenia » quorum est 
usus in Hipanicis officinis. (Ib*) 

En este tratadilo habla de la pre- 
paración de los electuarios , opiados j 
aromálioos: de las pildoras: de los ja- 
rabea: de loa trociscos: de los aceites: 
de los ungüentos: de los emplastos: de 
los ácidos» conseryas j polvos. Después 
de tratar, como queda dicho, de la 
composición de estos medicamentos, 
añade estensos comentarios sobre su 
administración. 

Esta obrita debió servir muchísimo 
en el tiempo que se escribió; pero en 
el dia no ofrece interés alguno , por- 
que la major parte de las composicio" 
nes ya no están en uso. 

Catalogas simplicium maScamen^ 
torum , quiB in mnsitatis hayus ttm^ 
poris compositiombus, pnssertím ilfe- 
sucBi et Nicolai , aliorum penuria ih- 
vicem supmuntur tum ex Diosco^ 
ride , Galeno , Aetio , Paulo , tum 
etiam et Arabihus Antiballomena 
Graséis dicuntur et nostrce astatis me- 
dicis Quidpro quo Joanne Fraga To" 
letano medico. (Compluti ApudPe^ 
trum Robles et ViUanova anno 1566, 
in S.**) 

Esta obrita no la conoció el Sr. Her 
naodes Morejon, porque nada nos dice 
de ella,á no ser que se contentara con 
esponernos solo su titulo, cuando dice: 
De la naturaleza , calidades y grados 
de los medicamentos simples (tom. 3.% 
pág. 164. núm. 15). Aun cuando asi 
fuera , mis lectores podrán i primera 



vista conocer, que el titulo de la obra 
no es etacto. 

Dedicó esta obrita al doctor Joan 
Gutiérrez y de Santander, médico de 
cámara de Felipe II. En la dedicato- 
ria, le dice que tenia escrita la histO" 
ria de las plantas de España, 

No nos ofrece un grande interés. 
Ademas trata casi de los mismos me- 
dicamentos simples que en el de Jiic- 
cedaneis medicamentis . Mas bien pa- 
rece una segunda edición , aunque 
aumentada. 

Cirugía universal t ahora nueva^ 
mente añadida con todas- las dificulta" 
des y cuestiones pertenecientes d las 
materias de que se trata. ítem: otros 
cuatro tratados. El primero es una 
suma de proposiciones contra ciertos 
avisos de cirugía: el segundo acerca de 
dÍT^ersas heridas y muertes: el tercero 
de los aforismos de Hipócrates, tO" 
cantes a cirugía: el cuarto de la ruitu^* 
raleza y calidades de los medicamen^ 
tos simples. Autor, el licenciado Juan 
Fragoso , medico jr cirujano del rey 
nuestro Señor, y de sus Altezas. Ma- 
drid 1666, en fólio. 

En su dedicatoria al doctor Juan de 
Chavarri , médico de cámara de S. M., 
dice: que publicaba á sus espensas esta 
obra, para con su producto atender al 
culto ae San Gerónimo. 

En la dedicatoria al lector, le dice 
que esta nueva edición que hacia era 
la sexta : «Por estas causas me deter- 
miné con el favor de Dios j ayuda de 
gravísimos autores. ... y con mis és- 
periencias j observaciimes, á recopi- 
lar esta sexta edición.» Cuya circuns- 
tancia es ana prueba bien evidente de 
la grande aceptación que tuvo. 

Divide su obra en dos partes^ la pri- 
mera se subdivide en setenta y oñ ca- 
pítulos , en los cuales trata de anato- 
mía. Este tratadito es un compendio 
de anatomía muy bien escrito, y en el 
cual se encuentra recogido lo mas útil 
y necesario que sobre este ramo habían 
escrito los principales anatómicos del 
siglo XVI. En varios lugares ineulca 



100 



HISTORIA DE LA 



U necesidad que tiene el cirujano de 
conocer perfectamente le anatomía, si 
la ha de ejercer dignamente. Partien- 
do de estos principios trata siempre, i 
continuación de la anatomía, de la ci* 
rugía. 

tiibro 2.^ De los tumores lUunados 
vulgarmente apostemas. 

Empieza este libro dividiéndola ci- 
rugía en teórica y en practica: «la pri- 
mera, dice, puede poseerla cualaniera 
que entiende los preceptos j reglas de 
la cirugía. La segunda es la que pone 
por obra diestra j liberalmente las co» 
sas que se hallaron por la ciencia y por 
la razón, j esta ñola puede tener per» 
fectamentesino es habiéndose ejercita- 
do mucho en ella^ j visto muchas ve- 
ces obrar á estos cirujanos, j guardado 
las cosas que hubiese yisto (pag. 47).» 

Este lengnaee del siglo XVI equi- 
vale al que en el siglo XVIII usó Boer- 
habe,> cuando dijo: el estudio de la 
medicina es inseparable del de la c¡r 
rugia; esta puede definirse quadmeca* 
fdcum est in arte* En el XIX se espre- 
san casi del mismo modo los autores 
mas célebres , Vidal de Gassis y Vel- 
peau. 

Divide este libro en diez y seis ca- 
pítulos, en los cuales espooe las causas, 
síntomas, diagnóstico, pronóstico y cu- 
ración de los apostemas en general. 
Eotre estos comprende el flegmon, el 
divieso, el carbunclo } describe per- 
fectamente las cuatro terminaciones 
del flegmon en resolución, supuración, 
induración y gangrena, y los remedios 
oportunos á cada una de ellas (pág 49 
y siguientes. 

También espone con la major exac- 
titud el curso del carbunclo , y de la 
pústula maligna , su diagnóstico dife- 
rencial y los medios de curación. En- 
tre los síntomas de uno y otro hace 
notar con mucha razón, que la pústu- 
la maligna siempre viene de causas es- 
ternas, y jamás es fenómeno crítico; al 
paso que el carbunclo ¿ veces es críti- 
co de otras enfermedades y otros sín- 
tomas de ellas, en cuya comprobación 



cita la peste de Zaragoza, observada 
por Tomás Porcel. Advierte que en la 
pústula maligna importa siempre sajar 
y quemar , y en el carbunclo á veces 
intentar la supuración. Entre los cáus- 
ticos que aconseja es quemar con la ca- 
parrosa , con el oropimiente ó con el 
solimán (cap. 7 pág. 53 y 54^. 

En el capitujo 9 trata de los aneu- 
rísmas, Elspone sus causas, el modo 
de formarse según estas sean inter- 
nas ó esternas, su diagnóstico, pronós- 
tico y curación. Son ae notar estas pa- 
labras. «Cuando los aneurismas safen 
en partes en que no se puede llegar á 
ellos, mueren los enfermos en la mis- 
ma hora que se revientan ; lo cual no 
acontece en los aneurismas de bracos 
y piernas, porque enlazada la arteria 
por lo alto no hay mucho que temer , 
y no haciendo esto corren el mismo pe* 
ligro qae los otros. i^ Cita en compro- 
bación tres casos desgraciados de aneu- 
rismas por no haber ligado la arteria 
según convenia (pág. 56, col. 1.*) 

JEstas notables palabras y la seguri- 
dad que da de no haber peligro cuan- 
do se enlazaba la arteria por lo alto^ 
indican evidentemente que les era co- 
nocido ya el método de ligar las arte- 
rias , que después tomó la denomina- 
ción de método de Anel. Termina este 
libro hablando de los abscesos, del ede« 
ma y de los lamparones (escrófulas). 
Todo este libro es interesante , y tra- 
ducido en el lengnage del siglo XIX, 
aun se sacaría fruto de él, al menos en 
las observaciones prácticas. 

Libro 3.^ De las heridas. 

Distingue estas en recientes y anti- 

fuas: las primeras dependen siempre 
e causa esterna^ las segundas de cau- 
sa interior humoral (pag- 64 col. 2.*). 
Esta división equivale precisamente 
á la distinción admitida ae Bicherand 
entre heridas y ulceras, 

Al hablar de las suturas propone un 
medio^ cuya utilidad aun podia discu- 
tirse, á saber : que en vez de sostener 
los labios de una herida por medio de 
un hilo , pudiera conseguirse por un 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



101 



anzuelo ó garfio doble^ cajos estremot 
compreodieran los dos labios de la 
henea. A primera vista se echan de 
yerloB inconvenientes j las ventajas 
que pudieran ofrecer. 

Habla también en este libro de las 
heridas causadas por ammales veneno- 
sos j rabiosos: de las heridas de cabe- 
za tanto esternas como cerebrales: y de 
las penetrantes de pecho. Refiere con 
este motivo una observación muy in- 
teresantCj de un herido i quien le ha- 
bia caido una gran cantidad de sangre 
dentro del pecho «de suerte que la 
respiración apresurada no le dejaba 
hablar ; tenia gran calentura^ sed^ tos 
con sangre » dolor agudo en aquel la- 
do, y tenia la herida cosida, de mane- 
ra que no podia salir nada. Descosida 
se le hicieron inyecciones, primero 
con agua de cebada y miel rosada , y 
después al paso que se iba mundifi- 
cando con el cocimiento de ajenjos, 
centaura y acibir, y sanó. (pág. 80).» 
En seguida trata de las heridas simples 
y penetrantes de vientre. 

En el libro 4.^ trata de las llagas 
viejas (úlceras). 

Define la úlcera «una solución de 
continuidad hecha sin cortar ni herir, 
con perdimiento de sustancia, con su- 
pnracion.... sostenida de malos humo- 
res que corren á la Haga, engendrados 
de malas viandas , ó por alguna des- 
templanza de las visceras.» ¿Puede 
darse en el siglo actual una.distincion 
mejor entre la úlcera y herida que. la 
da nuestro médico Toledano? 

En seguida trata de las úlceras vi* 
mientas sostenidas por un virus de las 
sórdidas, de las pútridas , de las fístu- 
losas, de las carnosas, de las varicosas, 
de las callosas y de las verminosas. 

Libro 5.® De las fracturas. 

Els notable el capitulo sobre la for- 
mación de lo que Fragoso llama poro, 
y nosotros co/Zo. Establece que para 
conseguirlo es necesario hacer una per- 
fecta reunión de las piezas fracturadas, 
sostenerlas sin movimiento , y que 
en igualdad de circunstancias, em- 



pieza la formación del poro ¿ los sie- 
te dias en los niños , ¿ los quince en 
los adultos, y á los treinta , cuarenta 
ó cincuenta en los muy viejos (página 

Aun es mucho mas notable el reme- 
dio que aconseja aplicar para sostener 
sin movimiento las piezas fracturadas, 
aplicando una Religación untada con 
trementina^ resina y pez, todo derre-* 
tido e incorporado con harina de trigo 
jr bolo arménico (pág. 95). Esto indi- 
ca que ^a Fragoso usaba el vendage 
inamovible en la curación de las frac- 
turas , propuesto en nuestros dias por 
Velpeau y otros, con la diferencia de 
valerse estos de la dextrina y otras sus- 
tancias. Trata de las fracturas de to- 
dos los huesos. 

Librd 6.* De las dislocaciones. 

Trata de las dislocaciones en gene- 
ral y en particular. Es de notar el ca- 
pítulo en que habla de la de la cabeza 
con la primera vértebra cervical, pues 
aunque asegura que es mortal , cuan- 
do es completa ó de ambos lados, pue- 
de remediarse cuando lo sea de uno 
solo. 

Segunda parte. De la cinuaa coni'* 
puesta por el licenciado Juan Fragoso. 

En la introducción prueba la noble- 
za de la cirugía , y «que es una cien- 
cia puesto que es una colección de he- 
chos, de preceptos^ de reglas y docu- 
mentos, ordenados para un fin tan pro- 
vechoso como es la vida.» 

EUtablece una diferencia entre las 
obras del cirujano y de la naturaleza: 
aquel puede curar una enfermedad 
por medio de mano, sin cuyo ausilio 
la naturaleza era impotente; v. g. una 
dislocación; pero también aquella po- 
dia curar otras sin necesidad de aquel, 
V. g. la regeneración de las carnes en 
las heridas. Partiendo de este princi- 
pio, el autor prescribe al cirujano los 
preceptos á qne debe atenerse, siendo 
uno^ntre los principales primero, ^er 
huen médico, porque de otro modo, es 
un empírico...... una peste, no bien 

advertida de la república (pág. 108, 



.»« 



102 



HISTORIA DE LA 



col. 1.* y 2.*): segundo, ser un minis' 
tro de la naturaleza. 

A contÍDaaciofi propone ciento vein- 
titrés cuestiones j sobre otros tantos 
puntos generales de la anatomía y ci<* 
rugía. Entre estas hay algunas bien 
inútiles y aun ridiculas si se aniere, 
V. g. si es posible tornarse tas mngeres 

hombres si la carne de las teteas 

es insensible y algunas otras, aun* 

que pocas; pero las tres quintas partes 
ofrecen un interés vital. Entre estas 
son muy interesantes los casos que cita 
en la glosa de la gangrena: «Un criado 
de la serenísima princesa de Portugal, 
murió con un dolor agudísimo en las 
dos piernas , sin hallar en ellas mas 
que una frialdad tan escesiva, que con 
ningún género de medicamentos ca- 
lientes recibía consuelo, ni calor.» 
«Un carcelero de la corte le* hormi- 
gueaba un pié, con intensísimos dolo- 
res, hasta que poco á poco se lo fuimos 
cortando. D. Diego de Mendoza y 
otros muchos enfermos de calenturas 
con pintas, se les cortaron piernas y 
brazos, puesto que pocos se escapaban. 
Estos ejemplos bastan para ver, que á 
unos con calentura, á otros sin ella, y 
á muchos comenzándoles dolor, sin 
otro accidente de la parte, les da gan- 
grena (pág. 159, col. I.*).» 

Cuestión 51. Si el miembro gan- 
grenado se ha de cortar por lo sano ó 
ha de quedar algo dañado. 

Cuestión 53. Si el miembro cor- 
rompido se ha de cortar por la ¡un- 
tura. 

Esto indica que en su tiempo se 
practicaban ya las amputaciones por 
contigüidad. 

Cuestión 54. Si está obligado el 
enfermo á dejarse cortar un miembro 
por escapar la vida. 

Responde , que ni la justicia, ni el 
padre, ni el prelado, pueden obligar 
respectivamente á que uno se defe 
cortar un miembro. En su confirma- 
ción refiere: «Que cop motivo de estar 
enfermo un oidor de S. M., hubo una 
reunión de teólogos y de médicos ; y 



habiendo saneado su conciencia con 
su dictamen, no se quiso dejar cortar 
la pierna , y prefirió morir. Cierto 
fraile de Madrid, habiéndosele hecho 
llagas en la cabeza con gran corrup*» 
cion del casco , no consintió la trepa- 
raciori, y prefirió dejarse morir. El 
conde de Haro, estando aparejados los 
cirujanos para cortarle un miembro, 
dijo: No consentiré, que pretendiendo 
vivir mas regaladamente, eomience i 
vivir y á padecer con mas crueldad* 
Dejó morirse (pág. 163).» 

Cuestión 61 • ¿Se han de estirpar 
los cánceres? 

Responde que debe estirpafse en 
un principio, cuando haya casi certe- 
za de quitar el mal, y cuando no sea 
constitucional (pág. 174). 

Refiere que un lipoma terminó su 
cáncer; que á pesar*de su gran volu- 
men y peso , que ascendió i mas de 
sesenta libras, se le ligó^ y luego se le 
cauterizó, con cuyos qnedios curó (pá- 
gina 177). 

Ridiculiza la virtud que se decia 
tener los reyes de Inglaterra y Fran- 
cia , para curar las escrófulas , por el 
simple tacto con sus manos. 

Cuestión 66. ;Se ha de abrir al- 
gún apostema crudo y sin materia? 

Cuestión 72. Si todas les heridas 
de que mueren son mortales , y por 
qué mueren algunos de peque&as he- 
ridas, y sanan de grandes. 

Cuestión 73. Si las heridas esen* 
cialmente mortales se han de curar. 

Cuestión 77. Si las heridas de es- 
copeta, bombardas, adonde intervie- 
nen pelotas (balas) y pólvora, sean ve- 
nenosas y tocadas de calor escesivo y 
estraño. Demuestra con muchas razo- 
nes la negativa. 

Cuestión 78. ; Qué se ha de sentir 
de los saludadoreéf 

Cuestión 78. ¿Por qué las heridas 
de cabeza son peores en un pueblo que 
en otro? 

Cuestión 101. Si la erisipela es 
mala señal en heridü de cabeza. 
En este articula describe la terrible 



I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



103 



enfermedad del prÍDcipe D. Garlos, y 
de lo que socedlo en sa cura. Dice asi: 
«Bajando el principe un domingo, 
á 19 de abril de 1&62j después de co* 
mer, entre once y doce, cayó por una 
escalera estrecha, y se le hiio una des- 
ea labradora en la parte porterior de la 
cabesa , sobre el hueso del colodrillo, 
que declinaba hacia la parte izquierda: 
corlóse el cuero y la caroe, y macbu* 
cóse algo el pericráneo: curóse luego, 
metiéronle basta cuatro ó cinco me- 
chas tan grandes como piñones mon- 
dados» Después de la cura, le sobre* 
?ino sudor , y después del sudor le 
sanjpraron del braso derecho, y sacá- 
ronle mas de seis onaas de sangre ; y 
aquella noche cenó con dieta* El lunes 
siguiente le hicieron segunda cura , y 
le tornaron á sacar del brazo izquierdo 
otras seis onzas de sangre. Luego le 
dio calentura, la cual tuTo hasta el se- 
teno, qne fué el sábado siguiente : en 
este tiempo había tomado medicinas 
y jarabes, y el viernes, antes que fue- 
se sexto , ae purgó con maná: la llaea 
se fué mundificando y encarnando 
hasta el onceno, que no dio tao buena 
. señal como los pasados, en color, ni en 
materia , y en todo este tiempo tuvo 
muy buena gana de comer. Jueves 
postrero de abril , á las dos de U ma- 
ñana^ y al onceno le vino un poco de 
frió, y luego se encendió en calentura. 
Hízose junta de médicos y cirujanos pa- 
ra determinar si seria bien descubrir 
mas la herida , y pareció á todos que 
sí, y se abrió luego por dos partes, 
hasta descubrir el casco : tomóle la 
sangre, y lechinóse muy bien. Otro 
dia, que fué viernes y primero de ma- 
yo, se miró el casco, y estaba limpio: 
y como el príncipe habia sido cuarta- 
nario, y estaba lleno de ranchos y ma* 
los humores , subíanle á la cabeza , y 
comenzó á tener muy ardientes calen- 
tura^. Luego le sucedió una erisipela, 
comenzando por la parte izquierda de 
!a cabeza, y anduvo roas de ocho ó 
diez días , rodeándola toda , orejas y 
garganta y boca, por de dentro y por 



de fuera, y bajó por los pechos y por 
los brazos , y asentóse gran parte de 
ella encima de los ojos : tuvo todo el 
rostro muy hinchado, y estuvo sin ver 
mas de ocho dias. Hiciéronsele dos 
apostemas debajo de los párpados de 
los ojos, en los cuales le dieron dos lan- 
cetadas, y salió de ellas mucha mate- 
ría y agua. Las orejas y carrillos, y 
narices, se avegigaron, y después lo 
tuvo hecho llagas, y ni mas ni menos 
la cabeza. Lnego el sábado por la ma- 
ñana se tornó á curar, y hallóse la 
llaga con harta materia , y los labios 
de ella gruesos y colorados, porque se 
curaba con digestivo: y en este tiem- 
po se mostraba la erisipela al derecho 
de la herida. Procedióse con esta ma- 
nera de cura, yéndose aumentando la 
erisipela, hasta pasado el catorceno; y 
desde el catorceno hasta el diez y sie- 
te, que quitaron el digestivo y pusie- 
ron otros ungüentos , viendo que la 
calentura era tan grande, y el calor y 
sequedad en la cabeza, qne tenia, por 
causa de la erisipela , quedara la llaga 
muy seca y sin materia. También 
hubo alteración sobre si seria bien, 
que se legrase ó trepanase el casco-, 
porque estaba manchado tanto como 
medio real de color leonado: hubo pa- 
recer, que trepanasen ó rapasen basta 
la tela de los sesos : otros decían, que 
no se trapanase ni rapase el casco, 
que tenia por cierto que no estaba da- 
ñado, ni corrompido por la parte de la 
caída; aunque después determinaron 
que se rapase hasta ver donde llegaba 
la malicia de la mancha: puesto que 
hubo votos que dijeron qne si el prm- 
cipe había de morir en tres días, mo- 
riría en dia y medio. Con todo esto, se 
legró el casco, estando en los diez y 
ocho; jr comenzando á raparle, se qui* 
tó luego la malicia , y quedó blanco: 
y andando mas adelante , comenzó á 
faltar sangre por los poros del casco. 
Los qne eran de opinión que no se ra- 
pase, daban priesa que no se tocase 
mas en el casco, y asi cesaron, sin pa- 
sar adelante con la raedora , y UkIos 



104 



mSTORIA DE LA 



quedaron sa tiifechos de que Tieron que 
el principe no tenia dañado el casco. 
Comenzó cop este trabajo á crecer mas 
la erisipela, y también porque subían 
muchos vapores ¿ la cabeza de sangre 
colérica. T con todos estos accidentes, 
vino S. A. á ser parafrenet izado, y 
desvariar por mas de seis dias , y per- 
dió el conocimiento de los que con él 
hablaban, tanto, que con estos seis diaa 
no hacia cosa , sino hablar , sin que se 
le entendiese cosa de lo que hablaba, 
y tenia muchísima inquietud en la ca-¡ 
ma > y falta de sueño. 

«Todos estos accidentes duraron 
hasta queentróen veinte y uno: en este 
dicho tiempo se le aplicaron ventosas 
de saja y sin saja^ por las espaldas y 
en el colodrillo, las cuales, aunque 
fueron diez / siete , nunca las sintió ó 
fué muy poco. Y después que tornó en 
sí , no se acordara que se le nabian echa- 
do, sino fuera por el dolor y sentimien- 
to que le daban las de saja. También 
recibió en este tiempo baños de pier* 
ñas, que se le dieron en cuatro noches, 
y tras los baños de piernas j los dé ea« 
beza., Después se pusieron en la molle- 
ra \ en las sienes y en las narices cosas 
que le provocasen sueño. T el mal es- 
tava tan fuerte, que con todo lo dicho 
y con que en el catorceno le sucedie* 
ron cámaras y una tosecilla seca , es- 
tando (como ya se ha dicho^ todo hin- 
chado y que veia , teniendo cada ojo 
como un puño de la erisipela; y al diez 
y ocho , habiéndosele ya aflojado las 
cámaras , tomó una purga de jarabe 
rosado de nueve infusiones , con que 
hizo veinte cámaras , entre grandes y 
pequeñas. El mal estaba en su fuerza^ 
y asi sábado por la mañana, en nueve 
de mayo, estando su Alteza en el vc^in- ' 
te, se le hizo una sangría en el pico de 
la nariz, la cual con meterle gran par- 
te de la lanceta , no sintió, y salió po- 
ca sangre. Después de la sangre le echa- 
ron una ventosa, y tampt>co la sintió: 
y en este mismo tiempo le bañaron las 
piernas. La cura que se hizo este sába- 
do por la mañana, fué con el ungüen- 



to de pinterete del Moro de Valencia 
porque estaba la llaga seca, y la carne 
se desapegaba del casco, que eran to- 
das muy ruines señales. A las cinco de 
la tarde trajeron de S. Francisco una 
muy solemne procesión con el cuerpo 
del Santo Fr. Diego, viniendo delan- 
te dos procesiones de diciplinantes, que 
cada dia venian de las aldeas, y todas 
las cruces de las parroquias y frailes de 
S. Francisco , y toda la clerecía de 
aquella villa , iban en el dicho acom- 
pañamiento. T en llegando á palacio, 
subieron los frailes el cuerpo que lle- 
vaban, y puesto encima del altar de la 
capilla, di|eron sus oraciones, y dichas, 
le metieron en la cámara del Principe 
y le pusieron encima de la cama. En- 
tonces dijo el Obispo de Cuenca al 
Principe, que mirase su Alteza que te- 
nia allí el cuerpo del bienaventurado 
Santo Fr. Diego, que se encomendase 
á él , y asi se comenzó luego á enco- 
mendar á Nuestro Señor y a él. T co- 
mo no veia ninguna cosa, andaba con 
la mano tentando por encima del cuer- 
po. Preguntáronle si quería ver, y dijo 
3ue SÍ! y abriéronle lo mejor que pu- 
ieron con la mano un poco del ojo 
dereclio, y vio el cuerpo del santo. Y 
luego, con la misma orden, tornaron 
á llevar á San Francisco el Santo, que 
con haber que murió, según dicen, 
noventa y nueve años, hasta entonces, 
y haber estado los tres debajo de tier- 
ra, se estaba tan entero como el dia 
que murió; y tenia el hábito tan sano, 
como si lo sacaran de la tienda , y con 
un olor muy bueno. 

((Acabado de sacar el cuerpo, S. A. 
pidió de cenar, y cenó dos bocados de 
un pollo picado y una escudilla de 
sustancia, y luego durmió como una 
hora (que se tuvo en mucho) y des- 
pertó con mucha mas flaqueza^ y con 
intercadencias en los pulsos , y al pa- . 
reeer formicantes; y asi juzgaron algu- 
nos médicos que esto era acabar la 
vida muy apriesa, y que no llegaría á 
la mañana: y asi proveyeron que estu- 
viese á punto la unción: la cual estaba 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



105 



•D^el palacio cuatrodial babia^AS, M.. 
avisaron, y. suplicaroD se saliese loego 
de Alcalá, porque no viese morir á sa 
bijo. Desde bá dos horas que S. M. se 
fué, cesó nn poco el desvariar, y dur- 
mió tres horas. Tuvieron los médicos 
este sueño por bueoa setkai,./ luego 
despjAcharoo correos al rejr, bacíéndo* 
le saber la mejoría. Domiogo, á diez 
de mayOj^le curaron, y estaba la llaga 
de mejor color, y cou alguna materia, 
Y desde este tiempo fué siempre, me- 
jorando el príncipe, y continuando el 
sueño, y aflojando la calentura, puesto 
caso que en el desvarío no mejoraba: 
y aunque iba esforzando el calor na«. 
tural para dar materia a la Haga con 
el buen sueño y mas comida, hallaron 
que el ungüento del Moro es caliente, 
que á S, A. era dañosa, y estorbaría 
la materia: y asi no se curo con él, sino 
solas tres ó cuatro veces*, y después fué 
acordado entre los médicos y ciruja- 
nos, que le pusiesen en la Haga man- 
teca de vacas lavada v jema de hue- 
vo, para templar el luego, que le ha- 
bía necho el ungüento del Moro. Y 
asi, dentro de tres ó cuatro dias. si- 
guientes, se fué poniendo digestivo de 
yema de huevo y trementina con man- 
teca-, por lo cual, y por la mejoría que 
S. A. tenia de los accidentes malos, la 
llaga iba teniendo materia gruesa, 
blanca, y comenzaron los labios á po- 
nerse mas gruesos y colorados. Elsluvo 
5« A. desde el veintisiete todo lo de- 
mas del tiempo asentado en la cama.. 
Después que comenzó ¿ mejorar, dor- 
mía cada noche nueve horas: no comía 
mas de dos comidas en veinticuatro 
horas. La comida era urfa escudilla de 
caldo, que era la sustancia de un ca- 
pón, de una polla y de una pierna de 
carnero, y luego de una pechuga de 
ün pollo picado, y luego. comía de un 
pastel hecho de pechugas de pollos; 
acaba* en un vizcocho y mermejada,.ó 
guindas en conserva , y la * cena era 
otro tanto. No bebia entre dia , des- 



pués que se le quitó la calentura* 
Martes á las ocho de la mañana^ y dos 
de ^unio, tentaron el casco, que ya es^ 
taba tan negro como la tinta ^ y se lo 
sacaron sin que lo sintiese , y era á 
forma de un corazón.» 

Cuestión 109. ¿Por qué en las he* 
ridas mortales de cabeza se pasma el 
lado contrario de la llaga? 
. Cuestión 110. Si las úlceras tie- 
neu cuatro tiempos como las demás 
enfermedades. 

Tratado de las e^focuaciones. 
Entiende por evacuaciones en ciru- 
gía, la sangría , la purga , el. vómito, 
la;i ventosas , las sanguijuelas , los ba- 
ños, los clisteres, el sudor, el ejercicio 
y las fricciones. De estas evacuaciones 
considera como las mas principales la 
sangría y la purga , y entre estas dos 
la primera porque puede sangrarse 
cuando se quiera , y la- segunda no, 

Í>orque una vez tomada y removidos 
os humores, no está en nuestra mano 
contenerlos. 

La enfermedad grande reclama 
nempre la sangría: puede ser una en- 
fermedad grande de tres maneras , á 
saber : por la escelencia de la parte-, 
por la intensidad del mal , y por su 
n^alignidad. En la enfermedad grande 
en fuerzas y en virtud, debe sangrarse 
hasta el desmayo.*.. La mejor hora es 
la mañana; y los dias, los primeros de 
la enfermedad: se ha de hacer la san-, 
gría lo mas cerca posible de la parte 
afecta -, y si al tiempo de hacerla apa- 
reciera una evacuación natural , v. g. 
la menstruación , se procurará sacar 
la cantidad de sangre que se calcule 
necesaria , contando con las dos eya- 
cuaciones. 

jintidotaj*io de los medicamentos 
compuestos, de que en este libro se 
hace mension, y de otros esperimenta-* 
dos por el autor para diversas enfer'-^ 
meaades. , 

Dice en el prefacio. «Considerando 
cuan necesario sea al cirujano saber la 



HlST. DB LA MeDIC* ESBJLÜOLA.-^TOIIO 1 .® 



w 



106 



HISTORIA. DE LA 



cieaciia de las coMt con que cura para 
osar mejor de ellas ^ j qae machos se 
contentan con la cerlesa de los nom- 
bres, quizá no Unto por su falta como 
por la negligencia de los autores y 
maestros á quien se arriman, y que eo 
nuestros libros de cirugía ^a impresos 
otras Teces, faltaba algo de esto, acor- 
de hacer un antidotarlo ó recopilación 
de medicamentos compuestos.... no 
para que los haga cada uno en su ca- 
sa , ni tampoco para que los cirujanos 
usen el o&cio de boticarios.)» 

El antidotarlo es , pues , una colec- 
ción de fórmulas de ungüentos , acei- 
tes, pomadas, unturas, emplastos, etc. 
No ofrecen interés algono« porque casi 
todos están ya proscritos de la cirugía. 
Sin embargo 9 hablaré del aceite de 
Aparicio , que tanta celebridad llegó 
á disfrutar eo el siglo XVI, no por lo 
que él valga, sino por ser este Aparicio 
espafioi, según se deduce del pasage 
siguiente (1): 

«El aceite que declaró su muger 
por mandado ae los señores del con- 
sejo en casa del doctor de La «Gasea, á 
quien fué cometido, j que ella hizo 
eo presencia del doctor S. Pedro, pro- 
curador á Cortes por Valladolid , y 
D. Diego de Burgos, boticario de 
S. M., en 12 de marzo de 1567, es el 
siguiente: Rep. De la flor de hiperi^ 
con, ocho onzas; raicea de sHMleriana y 
CiurdosantOi de cada uno cuatro onzas; 
trigo limpio , cinco onzas: todo que- 
brantado, se infunde por un dia y una 
noche en tres libras de vino blanco. ^ 
Al otro dia se añadirán tres libras dé 
buen aceite , bien aftejo , y se cocerá 
á fuego manso hasta que se consuma 
la humedad del vino y de las yerbas. 
Colado el aceite, se echarán dos libras 
de trementina: cuezanse estas dos sns^ 
tancias á fueeo manso; y sacándolo del 
fuego, se echarán ocho onzas de po/^ 
vos de incienso , se torna otra vez al 



(i) Después de ese rito este artículo,, 
ha sabido que era oatural de Yiscaya. 



fuego , y herhirá por un cuarto de 
hora ; y tapando después la olla , se 
deja enfriar.» 

Aceite de la de Olmedo» La viuda 
de este Olmedo, fué obligada por los 
señores del consejo de Castilla, á reve- 
lar la composición del aceite que usaba 
su marido c(m tan feliz ézito en las 
heridas. Fueron comisionados para 
presenciar su composición , el doc- 
tor Juan Gutiérrez, proto-uiédico de 
S. M., D. Diego de Burgos, boticario^ 
y D. Damián Aojas, escribano. 

Tres tratados de ciruma nuevamen' 
te enmendados y añadidos por el U** 
cenciado Juan Fragoso , medico y cí- 
rujano del rejr nuestro señor. 

El primer tratado se titula 

Suma de las proporciones de ciru" 
gia que el licenciado Juan Fragoso 
enseña, contra unos avisos que impri* 
mió un doctor de esta facultad el año 
de 1584. 

Acabamos de ver en el articulo de 
Hidalgo de Agüero los avisos que pu« 
blicó en 1584 , para dar á conocer su 
nuevo método de curar las heridas por 
primera intención , y las objeciones 
que le haoe Juan Fragoso contra la 
práctica en ellos recomendada. Escu- 
so en este lugar el esponer la suma de 
estas proposiciones por no hacer el ar* 
ticulo mas estenso, y porque con sola 
la lectura de aquellos pneaen formar- 
se mis lectores una idea de estas. 

Tratado segundo. De las declara'^ 
clones que han de hacer los cirujanos 
acerca de muchas enfermedaaes y 
muchas maneras de muertes que su^ 
ceden. 

Este tratado es seguramente uno de 
los mas interesantes que se escribió de 
cirugía legal en el siglo XVI, en cuya 
época este ramo de la ciencia estaba 
por cultivar. Voy á presentar un es- 
tracto cual se merece, para que poda- 
mos decir, sin temor de ser desmenti- 
dos, que apenas hubo punto de la cien* 
eia que no dirigieran su atención nues- 
tros médicos. 

Qué heridas son de necesidad mor» 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



107 



tahs, jr cuales -por ¡a mayor parte^ 
cuales son de necesidad seguras j jr cud* 
les por ¡a mayor parte con seguridad 
(p¿g.395)(l). 

Dítlingue Uf heridas, en cuanto á su 
gravedad, en cinco ckses, á saBer: 1/ 
mortales por necesidad : 2/ mortales 
la mayor parte de veces jr denone** 
cesidad: 3/ las sanables la mayor 
parte de veces: 4.* las malencas, esto 
es^no sanables de necesidad porque 
siempre dejan rastro : 5/ las nudas ^ 
que igualmente sanan e igualmente 
matan. 

Reputa oomo mortales de necesidad 
e incurables, las que penetran las sus* 
tancias del oorason : las heridas graves 
j profundas del cerebro, del higado> 
del tragadero, del estómago, del gas« 
nate (laringe), de los pulmones, de la 
▼egíga , de las tripas delgadas , de la 
madre , de la vegiga urinaria j de la 
hiél, j las del espinaxo qm tocan al 
tuétano.» 

Eln seguida espone las causas por qué 

das estas heridas son esencialmente 
mortales. 

Considera como de necesidad no 
mortales ó sea mortales ut plurimum 
las heridas de los órganos mendonados 
con tal que no pasen adentro sino que 
los lleguen ó toquen* Dicense morta* 
les ut plurimum y porque purándose 
bien suelen sanar de tales heridas , f 
habiendo descuido, se hacen de neoe* 
sidad mortales* 

Son de necesidad curables aquellas 



(1) Citaré las ptfgínss en que se hillaa 
los títulos , porque no es exacte la cita del 
6r. HerDtndev MorejoD por espítalos, por* 
que no hay tales espítalos en este tratado. 



heridas situadas en partes carnosas, 
mu j desprovistas dé vasos y nervios, 
que no son grandes en esencia, ni an« 
cnas, ni largas, ni profundas, y en su- 
jetos bien condicionados. 

Son Curables ut plurimum y segu* 
ras las heridas no penetrantes de pe- 
cho/ de vientre (pág. 396 y 397). 

A conliDuacion trata de las heridas 
penetrantes de pecho, de la de los pul* 
raones, del corazón, del diafragma, de 
la arteria aorta y vena cava , del me« 
dula espinal, del hígado , del estoma* 
go, del bazo , de las tripas, de los ri* 
ñones, de la vegiga^ de la matriz y de 
los nervios y junturas. 

Describe los síntomas diagnóstico 7 
pronóstico de cada una de estas lee* 
ciooes (interesantísimo). 

Para conocer de qué murió algún 
niño que hallaren muerto d deshora 
junto a su ama (pág. 399). 

Describe las señales del infanticidio 
por sofocación , por opresión á otra 
violencia esterna. 

Qué término se aguarda en las he^ 
ridas de cabeza para declarar que el 
enfermo está fuera de peligro • 

Asegura que cuarenta días, y según 
Pareo a los cien. Con este motivo re- 
fiere algunos casos de su propia prác*^ 
tica. «La opimoa de Pareo se confir- 
mó , dice , en Madrid estando alli la 
corté del emperador Carlos Y , adon- 
de murió el Comendador Solía, casi á 
ios cien dias de una herida que le dio 
en la cabeza D. García de Carvafai', 
por cuya muerte pagó con la suya ^pa- 
gina 403). » En resumen^ aconseja a los 
prácticos tener presentes uno de kü 
eonsefos que dio el célebre D. Diego 
del Cobo á su hijo. 



No asegures d ningún plisado. 
Pues no sabes lo que tiene Dios y notara juzgado: 
Y aun cuando las llagas te parezcan ligeras, 
Jfo las juzguez como si fueran guarideras. 
Acuerda que son tres los operantes. 
Dios por si solo, y natura jr arte mediantes (p. 403)« 



108 



HISTORIA DE LA 



I 



En gué se conocerá sí el muerto con 
algunas heridas las ricibio estando vi'- 
voó ya difunto (pág . 403). 
. Hace una ilemostracioncnU pruebt. 

Si al que hallan ahorcado le ahor* 
carón vivo ó después de muerto, 

¿Cómo se conocerá si al que hallan 
ahogado le echaron viyo en el agua ó 
muerto (pág. 494.) 

Para conocer la virginidad de la 
muger (pág. 405). 

«Los signos prestados por la mem- 
brana bimen son enga&osísimos, por- 
que apenas la tiene una entre mil^ 
recien nacidas.» Interesantísimo* 

Seguramente no se dice mas respec- 
to de esta cuestión en el siglo XIX. 
Dice qoe en Navarra parió una niíla de 
nueve afios (pág. 405). 

También reéere un caso judicial 
mujr curioso ¿ interesante por las cir- 
cunstancias. «Una moxa burgalesa te- 
nia lecbe en los pechos j falta de me- 
ses. Su amo la acusó de estar embara- 
zada: un médico sostuvo la acusación^ 

el doctor Vega la defendió, y probó 
a posibilidad ue tener leche una mü- 
ger , no por habérsele detenido la re- 
gla sin concebir. Pasados los nueve 
meses se vio claro que la moza habift 
vivido honestamente j ser doncella» 
j pasados algunos dias le vino su cos- 
tumbre (pág. 406^ col. 2.*). 

Para conocer si alguno murió de ve- 
neno. 

Cómo se conocerá, a la muger que 
tiene mal de madre y duda de su vida, 
esta viva ó muerta. 

En que se concerd si un apoplético 
está muerto ó no (pág. 408). 

Cómo se declara si uno murió de 
enojo jrpesar (pág. 410). 

oialque hallaron muerto de dpo^ 
co de tomar unti medicina se ha de ¿/e- 
clarar que murió de ella (pág. 41 1). 

Cómo se ha de haber el cirujano 
cuando le pidan que declare de alguna 
persona, si la enfermedad que tiene es 
de bubas ó contagiosa. 

Cómo declarara el cerujano acerca 
de dos recien casados que se pide di* 



i 



vorcio por ocasión de alguna impo* 
eencúi(pág. 412). 

Son muy curiosos dos casos que ci- 
ta; pero es mas singular todavía el si- 
guiente que lo discute bajo este titulo. 

Declaración acerca de una muger 
que dijo estar preñada y doncella^ y 
ser su marido impotente (pág. 413» 
col. 2.*). 

aUna muger casada» dice» pidió di- 
vorcio al tribunal » alegando que su 
marido era impotente , no embargan- 
te que estaba pre&ada de él , pero no 
corrompida. El juez cometió el exá^ 
men á los cirujanos» especialmente to« 
cante al marido» para que visto dijesen 
su parecer. Los cuales convinieron que 
en lo que aparecía de fuera él tenia 
sus miembros bien proporcionados j 
dispuestos á tener cópula. En cuanto 
á estar preftada j ser doncella la mu- 

fer hubo variedad de opiniones» j se 
eterminó que una mugeic podía con- 
cebir sin estar desvirgada» absorvien- 
do la parte espirituosa del semen. 

Para conocer jr declarar acerca del 
pecado nefando que se presume haber 
cometido un muchacho. 

Refiere un caso ocurrido con on 
muchacho» preso en las cárceles de U 
corte» con sospechas é indicios de so- 
metico (pág. 414). 

Decüroídon en caso que se pregan» 
tare, si una muger pueae emprefkarse 
de oera (pág. 413). 

Dice: «Eran dos mugeres» una viu* 
da j la otra tenia marido. La viuda^ 
estando muj caliente j furiosa, pro-t 
vocó á la casada á que se echase con 
ella» la cual » poco antes había tenido 
acceso con su marido*, j con muchas 
vueltas j tocamentos deshonestos» es- 
tando asi juntas» recibió en si la viuda, 
no solo la simiente de U otra , mas 
también la que había recibido de su 
marido » con lo cual se hizo preñada. 
Asi lo declaró j afirmó con muchos 
juramentos » j que se le había de dar 
crédito » pues era cosa de menos ver- 
güenza confesar haber concebido de 
hombre que de otra muger por tan 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



109 



penrersc» j deshonestos medios (pá* 
gína 414).i» 

Fragoso cree este caso muy posible. 

iSi* parida una muger d ¡i>s once 
meses, se ha de declarar si fue legiti'' 
mo el parto. 

Cómo declarará el cirujano cuando 
se lo pidiere » si puede engendrar un 
hombre, fakdndole el miembro viril jr 
puesto cjgun artificio (pág. 4 16). 

El autor do cree la posibilidad, fun- 
dado en que á un hombre que le falta 
el miembro TÍril^ no puede tener sen- 
sacion de placer» di ejaculacioo : se- 
gundo, que el semen no puede mar* 
char bien por un conducto inerte, 
porque necesita de las contracciones 
del miembro: tercero, porque supo- 
niendo todo esto posible, le laltaria el 
calor necesario: cuarto, porque era 
imposible dirigirlo bien hasta el ene* 
lio de la matriz (ib.) 

Cómo ha de declarar el cirujano 
sobre la muerte de alfpm herido» 

En qué conocerá el cirujano al que 
finge manquedad, de golpe ó herida, 
que tuvo (pág. 417). 

Cómo se ha de haber el cirujano 
en la declaración y examen de un es* 
clavo que se vende. 

Declaración de sangría de que suele 
ser acusado algún barbero (pag. 4 1^. 

Declaración y examen de un U» 
prosa (pág. 420). Es muy interesante. 

Es un tratadito de todos los sínto* 
mas generales j particulares con que 
▼a acompañada la lepra. En sustancia 
es lo siguiente: 

aE) cirujano tomará juramento al 
enfermo que dirá verdad de lo que 
fuere preguntado: procurará conso- 
larlo con palabras blandas j amorosas: 
^se informará de su régimen j dieta, 
si ha tenido almorranas, bubas ó em- 
peines en la cara , ó cualquiera otra 
jBufermedad. Hará una sangría ancha 
del braco , j examinará si el color de 
la sangre es de tierra ó de plomo , si 
huele mal , si es viscosa ó untosa ^ si 
arenosa y áspera ) j si lavada la san- 
gre con agua, colada por un pafto del* 



gado, y estregándola, se hallaren en lo 
hondo granos como de tierra, carnosos 
y ñudosos, pues que esto es grande se- 
fial de lepra. Se mirará la cabeza y el 
rostro; si hay granos é hincbasones 
duras y redondas por toda la cara ; si 
su color es denegrido, y si está untuo- 
sa. Considérese la caida de los pelos si 
hacen eras, y si en lugar de los caidos 
salen otros mas cortos y raros. Se ob- 
servará si la frente está arrugada como 
de león; si los ojos están redondos y el 
aspecto fijo y sin moverse. Considé- 
rense los párpados si están hinchados; 
si se caen los pelos de las cejas ; si lo 
blanco del ojo está oscuro , y si están 
húmedos. Mírense las ore jas, si están 
contrahechas y redondas por haberse 
consumido la parte carnosa. Si las na- 
rices están por defuera como abiertas 
é hinchadas. Inspecciónese la lengua, 
y véase si está denemdií^ hinchada^ y 
si debajo de ella están las venas dilata- 
das. Si están los labios alzados , |[rao* 
sos , duros , hundidos y denegridos ó 
cárdenos. Si lu encías están gastadas, 
sucias y ásfi^Bras y con mal olor. Si tie- 
ne el enfermo ronquera, la voz oscura, 
como quebrada ó que habla por las 
narices. Si tiene consumidos los mús- 
culos de las manos, especialmente en- 
tre el dedo pnlg^r J ^1 indicador. Si 
en el cuero del cuerpo hay albarazos, 
desigualdades y aspereza agranujada; 
si hay herpes , sarna ulcerosa ó como 
escamas, ¿e donde sale salvado. Si hay 
dolor punzante en todo el cuero ó ador- 
mecimiento. Si los sueños son espan- 
tosos, que pare^ que ven los pacien^- 
tes á los demonios , culebras , cuevas, 
sepulturas y cuerpos muertos. Si tie- 
nen desordenado apetito del coito. Si 
hay flaqueza en el pulso. Si la orina 
es turbada ó gruesa como de jumento. 
Por último , si hay constipación de 
vientre, .y regüeldos á menudo, se po- 
drá concluir que cualesquiera que tu- 
viere estas señales ó las roas de ellas, 
padecerá de elefancía ó lepra.» 

Cómo se hande embalsamar j con- 
servar los cuerpos muertos. 



110 



HISTORIA DE LA 



Tratado tercero. De los aforismos 
de Hipócrates^ tocantes d la cirugía, 
con una breve esposicion sobre cada 
uno de ellos. Por el licenciado Juan 
Fragoso^ etc. 

Eo el comelitario del aforismo A9 
Inossecegrotante, caro Usñda, maban, 
habla de loa colores de las orioaa \ j 
para probar que lo color livido indica 
haber sofrido golpes y contasiones, 
añade: «cosa notable que por este co- 
lor de orina conociere nn médico ami* 
go nuestro^ haber aiotado á un hom* 
bre, que se entraba á curar en el hos* 
pital de la Misericordia en Toledo, el 
cual por ciertos rodeos Tino al fin i 
confesar, que le habían sacudido las 
espaldas en Madrid (pag. 445, col 1/) 

Comenta 67 aforismos. 

De la natnrakza, calidades y gra^ 
dos de los medicamentos simples. ja.ho* 
ra nuevamente añadido por el Ucen' 
dado Juan Fragoso; y para mas clá^ 
ridad, puesto por el A. B. C* 

Ofrecen toaos ellos poqi\ifiinio inte- 
rés, por estar ya. en d^uso la mayor 
parte de los que refieren. Sin embar* 
go , prueba la mucbt (é que los ánti* 
guos tenían en los medicamentos tot 
mados del reino regetai. 

He terminado las obras de este cé** 
lebre cirujano. Por los estractos que 

Kesento á la consideración de mis 
storesj podrán conocerse que los ci- 
rájanos del siglo XVI son bien acree- 
dores i nuestra consideración ; pues si 
tuvieron la desgracia de no saber mas, 
fué por el tiempo ; no porque ellos 
descuidaran el estudio de la ciencia» 

BARTOLOMÉ MONTAÑA. Na- 
da puedo decir ni de su patria, ni de 
sus obras. Hablo de él, refiriéndome 
a Juan Fragoso, que dice haber escrí* 
to este médico una obra de consultas 
médicas, y cita la 261 (Frag. drugt 
univer. pag. 297, col 1.*) 

FERNÁN SÁNCHEZ DE RI- 
VERA. No tengo otra noticia de este 
médico, que la qiie da Juaá Fragoso, 
diciendo: «El doctor Fernán Sánchez 
de Rivera , médico de Llerena, entre 



<^Á 



otros tratados de medicina que escri- 
bió, dirigidos á Arias Montano, fué 
uno: De la com^ersion de las mugeres 
en hombres, y al contrarió (Frag. ob« 
cit. pág. 115, col. 1/)» 

GERÓNIMO MEROLA , natural 
de Balaguer, estudió la filosofía y me- 
dicina eo la universidad de Barcelona, 
y en ella tomó la borla de doctor en 
ambas facultades, y obtuvo una catcr 
dra de medicina. Pasó i Mompeller, y 
fué discípulo de Guillermo Rondoleto 

ág. 53). 

El autor dice, que siendo ya de edad 
de 50 aftos, y deseando dejar una me- 
moria de su aplicación y de sus estu- 
dios , estuvo mucho tiempo pensando 
la materia sobre que babia de escribir, 
que al mismo tiempo que fuese origi- 
nal, y no tratada por ninguno, lo fue» 
ra también ¿til y ventajosa. En medio 
de estas dudas , le ocurrió el dicho de 
Platón, abitas bene instituta, similis 
estjabrícoí corporis humani. 

Se equivocó, pues, el Sr. Reman- 
dez Morejoo, cuando dijo «que este 
autor pudo haber tomado de la abra 
del manchego Juan Valdés de la Plata 
el pensamiento de publicar su repú'^ 
bUca original del cuerpo humano (tomo 
3.«, pajr. 354). 

Si IVkrola no confesara de dónde le 
tomó , aun pudiera haber dicho el 
Sr. Hernández Morejon que la había 
tomado del tratado de anatomía de 
Andrés Laguna , publicado en 1535: 
también hubiera podido asegurar que 
Sánchez Valdés ae la Plata la baoia 
tomado igualmente del médico Sego- 
viano, que escribió mas de treinta 
años antes. 

Escribió la obra siguiente: 

RepúbUoa original, sacada del cuer^ 
po humano. Compuesta por Gerónimo 
Sferola, doctor en filosofía y rfíedici* 
na, catalán , Y natural de balaguer. 
Barcelona M.D.LXXXVII, en 8.» 

Dividió esta obra en dos libros. Sub- 
divide el primera en 37 capítulos» 

En el 1.® espone el objeto de su 
obra, cual es la de hacer ver la seme- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



111 



finu ie no gobicrnode nasitro tiem- 
po, 000 el át om eindad bien orde- 
Dida. 

En el %' de la oeceiidad de U vida 
•otira, cajo ejercicio ae hace median* 
t« e! inatromento de nuestro cuerpo. 

En el 3 ." de loa bienef qae concedió 
Dioa al hombre. 

En al 4." prneba qt^e todos los bie- 
nes son det alma, del cuerpo, ó de U 
fortuna. 

En el 6,' que todo* los hombres son 
ó teólogos, 6 médicos, ó letrados, ó 
fanilia de estoi. 

En el 8.° ¿por qaé causaban car- 
gado mas laa calumnias «obre la medi- 
cina que sobre la teología r el derecho 
etril?.... «El derecho cirif es también 
respetado porque ciñe espada^ castiga, 
prende, suelta, absuelve, condena, da 
7 quita la posesión de los bieuea: la teo- 
logía está libre de calamm'as, porqne 
el Qaoto Oficio está de por medio (que 
boen siglo baya qnien te iottituyó). 
Asi todo el granito cae sobre la medi- 
cina, porque ni sabe defenderse, ni 1* 
defiende nadie (pag. 54).» 

En el 9." prneba por autoridades 
del viejo testamento, la nobleca de la 
medicina. 

Ed el 10 prueba lo mismo por auto-- 
ridades del nuevo testamento. 

En el 1 1 prueba por autoridades de 
autores proianos. 

En el 12 refiere los Césares roma- 
nos que fueron médicos. 

En el 15 por qué solo el caballero 
puede decir á fé de qnien soy, y no el 



Ea*l24 que el hombrees un man- 
do pequeBo y abreviado. 

En el 25 que en nuestro cuerpo 
está representada la policía real. 

En el 26 que onestre cuerpo repre- 
senta la policía en que machos sabios 
y buenos ordenan y mandan. 

En el 27 por qué no se hilla cifrada 
en nuestros cuerpos aquella policía, 
en la cual los plebeyosy hombres ba- 
jos gobiernan. 

En el 28 que nuestro cuerpo es el 
dechado de una perfectísima ccono- 
mia. 

£n el 29 que la verdadera guerra y 
disciplina militar está representada en 
nuestro cuerpo. 

En el 30 que las centinelas en las 

K erras, las enseñas y pendones, se ha- 
n cifradas en noestro cuerpo. 

En el 31 que nuestro cuerpo es la 
cifra de un tribunal. 

Ed el 32 que nuestro cuerpo es la 
cifra de loa tres brazos , eclesiástico, 
militar y real. 

En el 33 que nuestro coerpo es la 
cifra de loe oipotados. 

En el 37 que en nuestro cuerpo se 
halla la cifra v figura de muchos ins- 
tromentos, de las artes mecánicas y 
serviles. 

Zjbro seffotáo. Ertá dividido en 26 
capitulo*. 

En todos ellos se esfuerza en probar 
que la medicina es mas noble y esce- 
lente que la jarisprudeocia. Sus ob- 
servaciones sobra lu leyes no dejan 
de interesar. 



112 



HISTORIA PE LA 



Las leyes profatías 7 humanas no 
pueden causar la paz. 

Las leyes pueden dar los bienes de 
fortuna. 

La medicina puede dar la salttd^ 
sin la cual los bienes nada sirven.» 

Por los datos que acabo de esponer^ 
conocerán mis lectores que esta obrita 
es sumamente interesante. Desgracia- 
damente se ba hecho sumamente rara; 
por esta razón me he entretenido algo 
en su análisis. 

LUIS DE TORO. Nació en Pía-, 
cencia en el año 1532: estudió la filo«» 
sofia en su pueblo , y concluida á la 
edad de quince años, pasó á la univer-. 
sidad de Salamanca para estudiar lar 
medicina en 1547. En esta tuvo por 
maestresa Agustín Lopez^ á Juan Par<^ 
ra , á Juan y Lorenzo Pérez» herma- 
nos , y a los doctores Alderete y Vega 
(pág. 5). En 1550 se licenció de mé-» 
dicOy y pasó á su pueblo natal de mé- 
dico titular. En este tomó relaciones, 
intimas con Enrique Mantisio, médi» 
co del emperador Carlos Y, con Juan 
Gutiérrez de Santander, con Fernán-, 
do Mena, Bernardo Quiros, Jaime Oli- 
rares, Alfonso Llovera, Pedro Gonza« 
lez , Andrea Sosa y Martin Rodrigo, 
todos médicos de cámara. Añade que 
no hubo médico célebre en España 
con quien no tuviera relaciones epis-^ 
telares (pág 6). 

JEUcribió una obra con el título sí^ 
guíente. 

De fehris midemicíB et novas ^ auco 
latine punticularis, sfulgo tavardiÚo et 
pintas cUcUur , natura , cognitione et 
medela, ad eos, qui introducuntur. Per 
Aloisium Toreum phisicum et medi» 
cum placentinum, (Burgis^ Apud Phi- 
lip. Juntam 1574, in 8.**). 

Prueba que esta enfermedad era 
nueva y desconocida de los antiguos, 
como lo fueron otras muchas que cita 
(pág. 17) , que se presentó en España 
casi repentinamente en el año de 1557 
(id.): Confiesa que aun cuando habiao 
hablado de ella otros muchos médicos^ 
inclusos los españoles Alfonso López de 



Corella, Gómez Pereiíra y Juan Brabo 
de Piedrahita, sus obras no habían lle- 
gado á sus manos (pág. 18). 

Se obgeta las descripciones de los 
antiguos sobre algunas enfermedades 
que al pareceic^ran de fiebre punticu- 
lar ; pero contesta probando su dife- 
rencia (pág. 20). Cree aue estaepide* 
mia tuvo su origen en las guerras de 
Granada entre los sarracenos y cristia- 
nos, y que si tantos años estuvo sin des- 
arrollarse fué por la templanza del 
cielo, y por otras circunstancias favo- 
rables que habian llegado á su térmi- 
no (pág. 26). 

También se inclina á creer que los 
astros influyen en la corrupción del ai- 
re , y por consiguiente eii la produc-* 
cion de las enfermedades pestilencia- 
les. Entre las causas predisponentes 
cuenta la plétora, la robustez del cuer* 
po y el temperamento sanguíneo (pá- 
gina 50). . 

La descripción sintomatológica que 
hace nada deja por desejar. «Empiezaj. 
dice, por una gran laxitud de todo el 
cuerpo, v muy luego sobrevienen pe- 
sadez y dolores entre las escápulas. La 
cara se pone muy encendida , los ojos 
se inyectan de sangre, y lagrimean sin 
cesar. Hay vehemente dolor de cabe- 
za con pulsaciones en las temporales; 
el pulso se hace grande , frecuente y 
desigual: el pecho duele, algunas ve- 
ces arrojan esputos de sangre como en 
la pleuritis : sienten un grave peso en 
la región lumbar, duermen poco y de- 
sasosegadamente ; la mayor parte de 
veces tienen desvelo y delirio: las ori- 
nas son muy encarnadas y turbias. Si 
á esta calentura precedía una disposi- 
ción biliosa, sentían un calor abraza- 
dor en todo el ámbito del cuerpo, es-* 
pecialmente en el estómago; sed ines- 
tinguible, ansiedad, nanceas, vómitos^ 
aspereza y neguisa de la lengua. Si el 
humor dominante era la melancolía, 
los enfermos ademas de lo indicado 
tenian delirios tristes , el sueño muy 
perturbadlo, temor , tristeza y desma- 
yos.... No bay parte ni miembro del 



/ 



» v «■ 



MEDICmA ESPAÑOLA- 



113 



cuerpo, pi fuDciion ▼¡Ul> animal ¿nn* 
tural que no se baile invadida de e»U 
cmelísisna herida..». Ademas de. estos 
siotomas produce otros muchos se|[UD 
la iateusidad de la causa: eu unos pro- 
dnoe delirios atroces; ea otros Tigilias 
fatigosas; á unos los deja sordos^ a otros 
iDudos^ á algunos comatosos y atonta- 
dos, á quienes conyulsos.jr tembloro* 
sos. En cnanto ¿ la fuerza Tital.... ha- 
ce los pulsos desiguales , frecuentes, 
peqne&os , casi noios é intercidentes: 
produce palpitaciones de coraaon y 
desmayos. En cuanto á la natural, tó- 
mitos de una bilis unas veces amarilla, 
otras verdosa ó negruzca, diarreas, có- 
licos, disenterias y sudores copíosi- 
aimos. 

Pasa en seguida á espticar las causas 
de todos los síntomas espresados. 

altera ad iilustrissimum D. Luaovi» 
oum de Astuniga et Abüa^ Marehió'^ 
nem de Mirabel Aloisias Toreus. 

Antes de esponer el método tera- 
péutico conveniente á esta enferme? 
dad, hace una digresión sobre las ven- 
taías que pueden reportar á la repú* 
blica loa fnédicos ; y prueba que ellos 
cumpliendo con su sagrado ministerio 
contribuyen á laaalucT de los ciudada- 
nos, que es el primer elemento deT la 
felicidad de un pueblo , por cuya ra- 
zón deben ser considerados como los 
nervios del estado. 

Al tratar del nkétodo curativo, dice 

?[ne no hay que fiarse del estado de 
uerzas del enfermo, pues que aunque 
en el principio de la enfermedad sean 
machas, hay que contar con la dura- 
ción del mal y con la debilidad que 
se presenta constantemente en el ter- 
cer |)eríodo (pág. 99). 

Prueba la mucha dificultad que hay. 
en conocer y en prever oportunamen- 
te los síntomas que en el curso de la 
dolencia vienen á complicarla, tales 
son las hemorragias, los vómitos, los 
sudores, las diarreas, etc. 



Respecto al régimen^ aconseja * que 
sea muy moderado; porque si Joa en- 
fermos usan de un régimen muy te- 
mido, se debilitan y se angustian ; no 
pueden conciliar el sueño de desma- 
yados; las orinas que arrojan son< muy 
acres; y, en. fin, lo pasan muy mal , si 
de un. régimen muy nutritivo,. el < mal 
toma mayor incremento. 

Propone la cuestión,- si deben pro- 
moverse los sudores'desdeel principio 
de la enfermedad. Decide que si la 
plétora es sanguinea^.convendria em- 
pezar por la sangría ; pero si era la 
plétora cacboquímica , pudieran em-» 
picarse antes los purgantes (pág« 199). 

Llama mucho la atención sobre el 
tiempo de hacer las sangrías en estaen^ 
fermedad , y aconseja que se suspen- 
dan ó que no se hagan cuando las pin- 
tas hayan ^salido y diseminádose por 
todo el cuerpo; porque en este caao se 
mezclan unas con otras, la putréfac- 
i»on se aumenta, se debilitan las fuer*- 
zas, y los enfermos se angustian y se 
ponen peores (pág- 128). 

En su confirmación refiere la histo- 
ria de la enfermedad que padeció, y 
de la cual murió Doña Inés de Ayala, 
á la cual se le hicieron nueve sangrías, 
y algunas de ellas después de disemi- 
nadas por todo el cuerpo las pintas. 
Últimamente aconseja el que se san- 
gre cuanto se deba , hasta el cuarto ó 
quinto dia de la enfermedad. 

Al hablar de los purgantes previe- 
ne el que no se usen después de apa- 
recidas las pintas, y si acaso conviene 
administrarlos que sea en el principio. 
Proscribe ios purgantes fuertes y re- 
comienda la casia, la fístula, el maná, 
los tamarindos, el ruibarbo, él jarabe 
solutivo de rosas. En el último período 
de la enfermedad, aconseja los apoce- 
mas cordiales, compuestos con la pie- 
dra bezar, el bolo armónico, la triaca» 
las limonadas frias,y las fricciones con 
el ungüento cardiaco. 

Si las petequias desaparecieran* de 



HlST. DE LA MbDIC. ESFAftOLil.-^TOMO 2.^ 



15 



114 



HISTORIA DE LA 



I 



repente , con exacenracion del enfer- 
mo , se aplicaráii ventosas, j se darán 
fricciones generales con sustancias al* 
go estimulantes. Si en el curso de U 
enfermedad sobreviniera algún sinto* 
ma malignOi ó bien que se hiciese al- 
guno de los ya esístenteSy predomi« 
nante , se le trataría con remedios 
apropiados. 

Luis de Toro es indodaLlemente 
uno de los que mejor describieron la 
historia de eata epidemia: su obra 

f»oede considerarse como la monogra- 
¡a mas completa del tabardiUo, j aon 
en el dia pvede consultarse con mu- 
cho provecho, porque no desmerece 
de ninguna otra de su clase. Láslima 
es que sea tan poco conocida , j aun 
sera mayor el que esta obrlta desapa» 
resca de nuestra literatura ^ que no 
falta mochb* Es mujr rara y pre- 
ciosa» 

JUAN ALEMANT. ConsU que 
fué catalán , aunque no el pueblo de 
su naturaleza: estudió la medicina en 
Barcelona. 

Bspertario de los tiempos y juicio 
astronómico. Sevilla 159d. 

D. Jaime Ri|)oll, mayor, poeee ana 
obra del mismo con este título: 

Lunari ó JtepertoriJel temps, com» 
postpor lo molió hábil Juan AUmany^ 
bacneller en arts y doctor en medici^ 
na, de nasió catata, en lo cual se tro^ 
varan las conjuncions. EsUimpat en 
Barcelona en casa de Jaume Cendrat, 
anny M.D.L.XXX. F'enese en casa 
de Gerónimo Pi. 

Otra edición de la obra se baila con 
el titulo siguiente: 

Jtepertori del tempsy Ikmariper^ 
petuo. Barcelona en 1640 en 4.'> no^ 
vament corregit y cUlargat ftnis al 
anny \6ii ver lo Doctor Puiasol, 
presbítero. (Torres y Amat^ dic. de 
homb. celeb. de Gatal, pág. 12). 

FRAirCISCO BRAVO, natural 
de Osuna, escribió una obrita sobre el 
tabardillo, que no poseo; y siendo el 
Sr. Hernández Morejon el único que 
la trata: con todo el interés que se me- 



rece , copio de él cuanto nos dice 
de ella. 

«Habiendo la fiebre conocida con 
• el nombre de punlicular ó tabardete 
pasado á la América por medio de 
nuestras naves , acometió tan intensa- 
mente i la espresada ciudad de Mégi- 
co, donde se hallaba este facultativo, 
qse los muchos casos que le propor- 
cionó su práctica le movieron á escri- 
bir un libro, sumamente raro en el 
dia , titulado: 

Opera medicinalia in auibus 4fuam^ 
plurima extant scitu meaico necessa* 
ria in guator libros digesta, quoí pa* 
gina versa continentivr^ auetore Fran^ 
cisco Bravo , osunensi doctore , ac 
mexictmo medico, Mégico, por Pedro 
Ocharte^ 1570. en 8.^ 

Está dedicado al Escmo. Sr. D. An- 
tonio Martin Enriques, virey de Nue- 
va Espa&a , con unos versos latinos en 
alabanza de dicho principe, por Mel- 
chor Tellez. 

Eln el primer capítulo habla de la 
esencia del tabardillo. La fiel pintura 
que nos h^ce de este mal es tan exacta, 
que merece la traslademos aqui tal 
como nos la refiere^ pues que en el 
dia apenas podríamos aftadir mu: prin- 
cipia de esta manera...... «Si quidem 

nos artificea sumus sensuales qni ea, 
que scnsibtts prius innotescunt, inda- 
gamus: ac ex sensibilibua mana ducti 
ad internas morbocum species inda- 
gandas movemur: qwQ lex ita nobis 
tn usu est, ut sine ea , nee morbum 
adhuc mínimum oognoscamus. Modos 
igitor , et forma invadendi talis est: 
ocopat freqnenter hoc morbo affectos, 
febris intensa aatis, qoae sine intermis- 
sione eodem teoore ad pinrcs dies ex- 
tenditnr; cum venarum máxima re- 
pletione ac extensione, cum intensis<- 
simis corporis totius teosivis lassttu- 
dinibus, et doloribus, prascipneque 
capitis, in qao máxima gravitas et doc- 
tor afllguntnr, et s»pisime cum sube- 
t¡cÍ8> aut comatossis símpthomatibos 
etdeliriis^ cum máximo faciei rubore^ 
cum orina crasa et colore rubra , cum 



r 



MEDICINA ESPAIÍOLA. 



116 



pulsos mtf^itocliiie, irehementia^ Ve» 
focitate^ ac erebritate^ ciim cordis ao« 
xietatibat, eum inexplicabili uti, ac 
nígredine ex hamorofti adastione ge^ 
nitis^et graritas io temporibus^ et ca- 
lor inkemisiimns tolius corporia: ita 
at ari videaotur : et aecidit eia d{ffi« 
cultas loquendi , et angustia in spiri- 
tuaiibas^qui morbusbis ómnibus acci- 
dentibtts rexanti cTenit, ut prima die, 
vei secunda, vel tertia^ vel quinta^ Tel 
séptima^ et stc de aliis diebos erum« 
pant per unirersam corporis cutem^ 
pustulae culienm morsibus simíles» 
ailiquándo rubras ve! lividum^ aut oi- 
grum colorem prsesefereotes eum ac- 
ci^leniiuiQ máxima iotensione et se« 
Titia » 

En el capitulo 2.^ trata del conoci'* 
miento que los médicos árabes tuvie- 
ron de este mal, presentando las seña- 
les que Rasis y Avicena descríbieroa 
para darlo á conocer. 

En el tercer capítulo se ocupa del 
parecer de los médicos griegos. 

En el capitulo 4.^ prueba que esta 
enfermedad pertenece i la clase de las 
ardientes. 

En el 5 «^ dice que es también de la 
clase de las pestilentes y siéndolo en 
cierto modo, pues que tiene una na- 
turalesa media, que participa del ca- 
rácter de las que son pestilentes y de 
las que no; y prueba su aserción por 
cuatro razones: 1 .^ porque es conta- 
giosa : 2.* porque mueren la major 
parte de los acometidos: 3.* porque 
no guarda época » manifestándose tan 
intensamente en una estación del año, 
como en otras \ y 4.* por la aparición 
de sus erupciones y pústulas, cuyos 
caracteres asegura que ya eñ el año de 
1553 babia observado en Sevilla, 
cuando empesaba á practicar , siendo 
tau intensa y maligna en esta ciudad, 
y haciendo un estrago tan espantoso, 
que apenas habia tiempo para aplicar 
á los enfermos medicina alguna. 

En el capitulo 6.^ prueba que las 
pintas que aparecen en este mal son 
ana verdadera crisis. 



En el 7.^ habia de los signos. En el 
8.^ de las causas que dieron lugar á 

3ue apareciese esta fiebre en la ciudad 
e Mégico, juzgando que provenia de 
las emanaciones de las muchas lagu- 
nas que rodean á dicha población, las 
cuales corrompian el aire. En este ca- 
pitulo da también algunos conseíos 
higiénicos para precaverse de aquel 
acote. 

Desde el capitulo 9.^ hasta el 16 se 
ocupa del método curativo. Este con- 
sistía en los evacuantes por medio de 
las purgas suaves, como el maná, ta* 
marindos, etc.; en las emisiones san- 
guíneas, las bebidas frias, los tópicos, 
enemas, ventosas, fricciones y aposi- 
t(ts antes de aparecer las pústulas , fes 
alterantes después de evacuar, con ob- 
jeto de reprimir el aumento del calor, 
y por último en corregir la intensidad 
de los síntomas. 

En el capitulo 17 trata del sueño 
profundo que solia sobrevenir á ios 
enfermos ; y en el 18 de la enagena- 
cion , aconsejando que en el caso de 

1 presentarse el enfermo con frenesí, se 
e practique una sangría del brazo, y 
aun de la frente, si aquella no bastase, 
para calmar tan pernicioso síntoma. 

Sigue luego en el capitulo 19 ha- 
blando de la vigilia prolongada, en 
cuyo caso aconseja los narcóticos. 

En el capitulo 20 y último se ocupa 
de la sed inestinguible que esperimeii- 
tan algunos enfermos , de la aspereza 
y color oscuro de la lengua y otros 
síntomas. 

Después de este tratado se halla en 
la misma obra otro libro, titulado: 

Líber secundas in quo dialogus con- 
tinetur, de \fencB sectione in pleuñtide, 
et ómnibus aliis inflammatíonibas cor- 
poris, nec non multa alia acvturia rei^ 
qué medicce máxime proficua tractan- 
tur , ad eundem Excellentissimum 
principem dominum, dominum Marti- 
num Ennquezj huyus mexicanirégne 
proregem dignissimum. 

Este tratado se halla en diálogos 
sostenidos entre Francisco y Luis , y 



116 



HISTORIA DE LA 



al prindpio se r& un epígrafe de Ea- 
riqae Tobares ^ cirujano de Megicó, 
en alabanza del aotor« Impugna la opi- 
nión de Nicolás Monardes^ y la de 
otros médicos de su tiempo, sobre las 
emisiones sanguíneas, y nos hace la 
historia de la pleurilis, esponiendo 
sus síntomas patognomónicos ^ cura- 
ción, etc. 

Signe a este tratarlo otro con el ti* 
tulo de Opusculum de diebus decreto " 
riis: in quo brevi succintoque sermone 
eorum doctrina ex Hipp. Galenique 
mente enodatur^ et vera^ ac nullo hac- 
tenus scripta ipsorum causa exponitor. 

Lo consagra i Luis Villaoueva, 
doctor en leyes, á quien dirige una 
larga epístola. 

Habla en este opúsculo de la crisis 

Íf de los dias críticos, tanto en Us en* 
érmedades agudas , como en las cró- 
nicas^ y con doctrina de los médicos 
griegos, árabes, latinos y regnícolas, 
apoya su opinión que es la de creer, 
que hay en los males dias críticos, que 
según el, son los siguientes: hasta el 20 
juzgan el 3.4,5,7,9, 11,14,17 y 
20: desde este hasta el 40 juzgan el 
24, 27, 31, 34. 37 y 40-, y desde en- 
tonces en adelante el 60, 80, 100 
y 120. 

Sin embargo de ser partidario de 
los dias críticos , hace la. fuiciosa ad- 
vertencia , de que en las enfermeda- 
des agudísimas y muy peligrosas, es 
necesario propinar los remedios que se 
crean mas convenientes, desentendién- 
dose el médico en ellas de la conside- 
ración de los dias críticos*, pero en las 
benignas y de carrera regular, quiere 
que se respeten. 

Concluye esta obra con el libro 
cuarto, titulado: 

Digresh radicuUje quce %femáeula 
Unsua zarzaparrilla dicitur , in qua 
\fulgaris medicorum huyas oppidi me-' 
xicani error, /rigidam esse affirman^ 
tium elinunatur^ cuyus effectus, qnos 
corpori impartiri sólita^ et morbis qui' 
bus conveniat et reliqua^ quce scitu 
necessaria sunt, oonunodoenodantur. 



ad eundem ilüistrem admodum uinan 
Ludoi^ioum de f^illanueva. 

Trata en esta última parte de las 
virtudes de la tarsaparrilla, y trae un 
diseño de ella, esponiendo en qué en- 
fermedades, edad, tiempo y regiones 
conviene administrarla.» 

FRANCISCO VILLARINO, na- 
tural de Zaragoza , hijo de Juan y de 
Doña Juana García de Oryansum; es- 
tudió la medicina, y se revalidó en la 
universidad de Zaragoza , en donde 
ejerció la profesión hasta que fué nom- 
brado diputado del reino de Aragón. 

Elscribió una obra con el título si- 
guiente. 

Medendi canonum tomus primas in 
quo plurimce ff'avissimorum auctorum 
sententias difj^ciles ábdidssimceqae cir- 
ca carationem affectuum capitis etpec' 
toéis descriptas exharantur. jíuthore 
Francisco Fillaríno Cesaraugustano, 
medico. Tudelas 1573 in 8.** 

En el prólogo dice que se habia de- 
terminado á escribir en forma de cá'- 
nones , para que los discípulos y aun 
los prácticos pudiesen retener con mas 
facilidad los fundamentos de la prác- 
tica. Asegura al mismo tiempo que 
sus cánones eran otros tantos aforis- 
mos ó sentencias breves, en los cuales 
se encontraria todo lo mas interesante 
de la medicina práctica. 

Divide esta obra en dos libros : el 
primero está snbdividido en trece cá- 
nones relativos á diferentes enferme- 
dades, cuyas causas , síntomas , diag- 
nóstico y curación espone. 

El segundo libro contiene quince 
aforismos, en los cuales trata de las 
enfermedades cerebrales , de la angi-* 
na, catarro, asma y pulmonía. 

Si los cánones ó aforismos de Villa- 
riño se acomodasen al sistema actual 
de conocimientos , ann pudieran ser- 
vir á los estudiantes como verdaderos 
modelos que imitar. 

PEDRO VAEZ, natural de Co- 
vilhaon en Portugal; estudió la medi- 
cina en Salamanca ; rebalidado ya, 
marchó i la ciudad de Avila. En ella 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



117 



/ 



ejerció la profesioo en imicho crédito; 
tomó relaciones con el daqae de Ma- 
qoeda^y habiendo sido nombrado me- 
dico suyo , pasó con él á Barcelona^ 
cuando fué nombrado Tirej de Gata- 
lafia. Escribió 

Commentarius medicus multa rei^ 
mediccB sub-obscura lucidans^ etdplw 
rimus neotericorum calumníis probatce 
doctriíkB autores defendens : accedit 
etiam medicamentorum compendium 
prínuUum obtinentium ad varias affec- 
tiones, et clarisimis auctoríbus. Petra 
F'aezio Lusitano medico auetore. Ma- 
drid 1576 en 4.'' 

En esta obra comenta noventa y una 
cuestiones de medicina , de higiene y 
de materia médica. En estos comenta- 
rios cita á cada momento las autorida* 
des de los médicos griegos , latinos y 
árabes; de modo qne si se quitaran las 
citas quedaría reducida ala nada. Con- 
cluye con un antidotarlo de los medi« 
camentos que mas se usaban en su tiem- 
po. La mayor parte están ya en un 
completo desuso entre nosotros. 

Petri F'aezi Lusitani^ excellentissi» 
mi Príncipis Marchonis Filíenos, duci 
ScaloniB , medici: De epidemia pesti-^ 
lenti nostris temporibus libellus. Va-' 
Undm 1601. 

Cl Sr. Hernández se equivocó, cuan- 
do al citar esta obrita, copiando su ti- 
tulo de D. Nicolás Antonio, creyó «que 
en su concepto no existía ^ y solo era 
un capítulo de otra obra del mismo» 
(tom.S.^'pág. 258).» 

Efectivamente eiiste esta obrita se- 
gún he espuesto. El autor la divide en 
ocho capítulos, en los cuales se limita 
a esponer las generalidades de las en- 
fermedades pestileociales^y dedica un 
capitulo para tratar de sus causas, sín- 
tomas, pronóstico , curación y preser- 
vación . 

Aun cuando promete en su prefacio 
y ea el titulo de la obra hablar de la 
peste que en aquellos tiempos corría, 
á saber, la ancina y el garrotillo , solo 
nos presenta algunas generalidades. 

Su lectura es pesadísima por tanta 



cita que hace de Hipócrates, de Gale- 
no de Avjcena , de Rhasis y de otros 
muchos. Creyó que la peste era un 
castigo de Dios por los pecados de los 
hombres, y en su Curación propone la 
penitencia , imitando al santo rey Da* 
vid , y citando á cada paso versículos 
del Miserere Mei Deus. 

Petri Vaeü Lusitani excelentissi-^ 
mi Principis Ducis MachequWj et pro 
Regís CatkalonicB medici. Apología 
medicicinalis. Accedunt egrasg^ce cen^ 
surcB^ de venas sectione injebribuspu- 
tridis, et curatíone puntaularis: ducs*- 
ifue medicinales epístolas aprime útiles: 
eodem auctore. Barcinone apud Se» 
bast. dCormeUes M.D.L.XXXXIII 
inS."" 

El autor se propuso escribir contra 
Argenterio y contra Pedro Pablo Pe- 
reda. Al efecto eligió de la obra de es- 
te último los'capitulos que le parecie- 
ron , y contra ellos escribió otras tan- 
tas censuras. La 1.* versa sobre la 
caida de los cabellos , cuya causa atri- 
buia Pereda á la sangre viciada, y 
que por la mismo se habia de curar 
con la sangría. El autor prueba que 
los cabellos se crian como las plantas^ 
y que sus vicios debían provenir de los 
malos alimentos^ por consiguiente que 
su curación debia verificarse corri- 
giendo las malas cualidades de aque- 
llos. La 2.* censura versa sobre la 
enfermedad del gálico y de la virtud 
del mercurio en su curación. La 3.* 
sobre las causas del dolor. La 4.* de 
la frenitis. La 5.* del asiento de la fa- 
cultad' motriz. La 6.* de la curación 
de la frenitis, que hace, consistir en 
las sangrías. La 7.^ de los vértigos. La 
8.* de la epilepsia. La 9.* déla me- 
lancolía. La 10 de laapoplegia. La 11 
de la catarata. La 12 de las ventajas de 
los miembros de la mano derecha y de 
la pleuritis del lado derecho. La 13 
del empiema. En esta censura refiere 
un caso de empiema bastante iotere- 
. sante acaecido á un criado del duque 
de Maqueda , llamado Cárcamo , á 
quien se le formó una úlcera por don- 



118 



HISTORIA DE LA 



de le salió «loa inmeoM catilidad de 
pus , y el cual curó después de cien 
días de calentura lenta (pág. 43 vuelt.). 
La 14 de la palpitación del curaion* 
La 15 de la inflamación del estómago. 
La 16 de la diarrea. La 17 de la di* 
senteria. La 18 de la hidropesía. Acon- 
seja que en las hidropesías debe ha- 
cerse la paracentisis al principio^ j no 
aguardar á que se baya formado una 
gran cantidad de agna. En el primer 
caso puede ser curativa , en el según- 
do tan solo paliativa. La 19 de la \U 
liasía. La 20 de la sangría en las ea^ 
ienturas pútridas. Esta censora es una 
de las .que mas interés ofrece. En la 
22 establece en compendióla curación 
de la calentura punticular ó tabarde* 
te. Esta censura es muy interesante; 
espiica por qué los enfermos de este 
mal podrían curarse en el reino fie 
Valencia por sangrías repetidas » y en 
Andalucía se morían en mayor número 
cuando se les trataba por ellas ^pági- 
na 87). Eran muy conocidos al autor 
los escritos de loa priooi pales médicos 
españoles sobre esta enfermedad ; asi 
es que continuamente cita á Mercado^ 
á Luis de Toro y á López de Corella. 

Qiiibusdam rtimediom studiosis ef^ 
JlagiUmtibus dubiorum iUustrationem 
de quáurtana febre^ airabile , pare et 
phrenitide. Petras F'eazius S. D. 

Apología amantissimojratí Francis'^ 
co Kaezio medicas Jacuitatís doctori 
de temperamento ad pondas et febril 
bus Doctor Petras Kaezius Lasita'* 
ñus S. D. 

Son dos cartas que dirigió^ la prime* 
ra á sus discípulos, y esta á su herma- 
no Francisco ^ sobre los estremos que 
indican sus títulos. 

SIMÓN TOVAR , natural de Se- 
villa, estudió y se doctoró en medici- 
na en la universidad de esta ciudad, y 
en ella ejerció la profesión. Desde el 
principio de su carrera se dedioó con 
entusiasmo á las matemáticas , y con 
especialidad i la botánica. En esta hi- 
xo rápidos y grandes progresos , y la 
celebridad que en ella se adquirió, le 



proporcionó grandes relaciones con loa 
principales personages de Sevilla. 

Uno entre ellos fué D. Juan de Men» 
dota y Guzman , conde de Orgáe , á 
quien dedicó una de sus obras. 

De compositorum medicamentorum 
examine noinan methodum. Amberes 
1586 en 4.* 

Hispalensium pharmacopoUorum 
recognitio. Sevilla 1587 en 4.® 

En la dedicatoria á D. Juan de Men* 
do&a le dice , que entre loa grandes 
beoeBcios que había hecbo á la ciudad 
de Sevilla, lo era especialmente ei faa« 
beria limpiado de los muchos vagos y 
sugetosde mala vida que había en ella, 
habiendo cortado por este medio ei 
per n ¡Grosísimo comercio qne hacían 
ciertos traficantes , vendiendo y eom- 

Erando las yerbas y plantas medicina- 
»s. Se queja de que los médicosy aun 
los mismos boticarios estaban t«n atra* 
sados en botánica, qne ellos mismos 
acudían á dichos traficentes á comprar- 
lea las yerbas y plantas. ^ 

Los continuos males qne este funes- 
to Comercio producía, lamuchedumT 
bre de boticarios y la confusión qne 
resultaba en el despacho de las medi- 
cinas, obligaron á D. Juan de Mendo- 
za á poner mano en un asunto tan ca- 
pital, para corregir males tan funes- 
tos. Al efecto comisionó al autor para 
el arreglo definitivo de este negocio, 
el cual desempe&ó cumplida y satis- 
factoriamente. 

En el proemio confiesa que fué au- 
siliadoeneste trabajo del famoso Fran- 
cisco Sánchez de Oropesa, el cual por 
su modestia se había negado á deno- 
minarse aulor. Protesta que no era su 
objeto componer nna farmacopea^ si- 
no el llamar la atención de los botica- 
rios y médicos sobre aquellas formu- 
las que se habían ya separado de sn 
verdadera composición. 

Dividió sn obra en dos libros: el pri* 
mero contiene dos capítulos. En el 
primero «trata del examen de la ver- 
dadera y exacta proporción de los pe- 
sos y medidas de Espafta, y los de los 



í - 



MEDICINA ESPAlSOLA. 



119 



romtQOf • » Este capítalo es 0aroeiiieiiie 
I curioso^ j contiene cuanto, pueda de • 
aear el que quiera iluatrarseí en este 
ramo* 

En el segundo capitulo trata de la 
diferencia de los pesos j medidas do 
Espafta jf^ Roima» y del modo c6mo de* 
hieran corregirse el abuso y loserro« 
res de los boticarios de SeTÍlla. 

Sorprende k la verdad el contenido 
de este capitulo al Tcr los vastísimos 
conocimientos que nuestro médico 
poseía en esta materia. Al final de él 
espone en tres tablas la diferencia de 
los pesos y medidas de los espafioles j 
romanos. 

Libro 2.^ En este trata del modo 
de triturar los medicamenles {mrgaia^ 
tes. Dice que inducidos loa boiioaries 
de Sevilla de una mala tntcrpretaoiotí 
de GalenOj que aconsejaba pasar estos 
medicamentos por una orios , los pi« 
caben con tanta variedad» que unos se 
contentaban con reducirlos al tamafto 
de medio garbanso» otros al de un grano 
de trigo» j últimamente que no habie 
dos siquiera que abundasen en une 
misma idea. 

El autor les biso ver esta, equivoca- 
ción, y les determinó el tamafio 7 for» 
me como habían de ser triturados. 

Libro 3.^ Está reducido este libro 
á tratar de la verdadera composición 
de los jarabes, de los electuarios, de 
las pildoras, de los ung^enU)s y de los 
emplastos. 

La mayor parte de las fórmulas que 
presenta se conservan todavía entre 
nosotros. 

JUAN ARCE Y VILLAFAÑE^ 
Este antor, aunque no fué médico, es» 
tadió la anatomía en la universidad de 



Salamancs, bajo U dirección del cele* 
bre Cosme de Medina, eayo catedrá- 
tico bacia las anatomías en los cadá- 
veres de los ajusticiados y de los men- 
digos que morían en el hospital. Pin- 
tor de profesión, se llenó de un lauda* 
ble celo al ver las obras tan primoro- 
sas, oomo fueron el retablo del templo 
de S. Benito el real de Valladolid, y 
el de la villa de Mcíorada que hizo el 
famoso Berruguete; el retablo de la ea* 
tedralde Astorga y el de las descalzas 
de Madrid por el célebre Gaspar Be- 
oerra , natural de Baeza. Deseando 
imitarles, y conociendo que el mejor 
medio era estudiar la anatomía, pasó 
k Salamanca con este objeto. 

Sabido es de todos que no hace mu- 
chos años que D. Rafael Cáceres pu- 
blicó un tratado de miología en verso, 
eayo folíelo mereeió los mas altos en- 
comios: sabido es que en estos últimos 
tiempos se ha escrito en tratados de 
medicina legal «que dado un hueso 
del cuerpo humano, se podía deter^ 
minar la magnitud de todos los demás, 
y hasta la del esqueleto (Briand, Or- 
fila, Devergie).» Seguramente no hay 
otro medio para conocer esto, que la 
debida y mucha relación de unos hue- 
sos con otros. Tal es lo que precisa- 
mentobfzo nuestro pintor, señalar las 
proporciones: de manera, que cuando 
el anatómico, dado un hueso deter- 
mina la de todo el esqueleto, hace lo 
mismo que cuando un pintor forma 
su esqueleto proporcionado al hueso 
dado. 

Para que mis lectores tengan una 
noticia, copiaré algunas octavas desti- 
nadas á tratar de la colocación de los 
huesos y sus usos en el cuerpo humano. 



Dt los huesos del cuetpo humano. 

1.» 

Tratando de los huesos , que es sustento 
Para elegir el cuerpo que queremos) 
Quiero aecir , del curso y movimiento. 
Que hacen cada vez que los movemos: - 
Porque estos son la basa y fundamento 



120 



HISTO&U DE LA 

Sobre quien los morcillos compODemot; 
Que según la manera con que encajan 
Sabremos como juegan j trabajan. 



2.' 



Fué con discursos largos inquirida 
Por mi la incertidumbre de esta esciencia. 
En que gasté gran parte de mi vida. 
Poniendo en esto estráña diligencia: 
Que de mi propia estancia en abscondida 
Parte , mire gran tiempo la presencia 
De un cuerpo embalsamado ^ do los gruesos^ 
Largos, y formas ¥Í de todos buesos. . 

3/ 

Tiene pues la cabeza yeinte buesof. 
Ocho en el casco y doce por la cara; 
Dos tiene la quijada , que están presos, 
T en medio la juntura se Te clara: 
En el pescueio haj siete, no muy gruesos. 
De compostura peregrina y rara; 
También se muestran junto las assillas. 
Presas al pecho y á las espaldillas. 



4.' 



Hay aqui muchas puntas, agujeros, 
Góncayos^ tolondrones y salidas; 
En la parte de abajo son mas fieros, 

Y sus junturas son mas escondidas: 

Los dos que aqui se muestran son primeros, 

Y están ao las orejas son asidas, 
Al fin de las salidas principales. 

Que las suelen llamar huesos yugales. 



5.' 



El hueso que hace el pecho, es como 

Y tiene su principió en las assillas. 
Fenece en una punta algo delgada, 

Y préndense con el siete costillas: 
Pártese en cinco partes , y pegada 
Está cada una de ellas con ternillas; 
Al hígado, y estómago es ampara. 
Como en este diseño muestro claro. 



espada. 



6.' 



Doce costillas tiene cada lado 



MEDICINA ESPAÑOLA, 

Del caerpo , diferentes en hecbnra; 
De todas viene ¿ hacerse nn talle ovado> 
Como se puede ver en la figura: 
Las siete el pecho tienen, abrazado^ 
Las cinco es diferente^ su atadura. 
Tienen unas ternillas en las puntas^ 
T estas las pegan j hacen estar juntas. 



7: 



Las ancas son dos huesos que se juntan 
Con el hueso mayor , y hacen tal liga^ 
Que jamás por allí se descoyuntan, 
Auiique el cuerpo padezca gran fatiga: 
Tres partes son aquellas donde apuntan. 
La una está debajo la barriga. 
Las otras es su nombre los quadríles^ 
T están con comissuras muy sutiles. 



8J 



De la quinta costilla á la primera 
Es el sitio que tiene la espaldilla, 
T tiene dos salidas : de manera 
Que una toma del cuello basta la orilla: 
Esta tiene en la parte de. hacia fuera, 
Y en ella una cabeza de la assilla 
Se prende, y otra nace, de tras de esta. 
Que en la mas alta orilla se ve puesta. 



9.' 



De veinticuatro huesos muy estraftos 
Se hace el espinazo todo entero, 

Y están como conductos en los caños. 
Pegado cada cual al compañero: 
Dineren solamente en los tamaños^ 

Que es mayor el postrero que el primero, 

Y pasa por el hueco de estos huesos 
Un tuétano que sale de los sesos. 

10. 

Del pescuezo son siete, y son menores, 

Y tienen diferentes las salidas-, 

De las espaldas doce , y son mayores, 

Y á estos las costillas son asidas: 

De los lomos son cinco*, y sus tenores 
Son tales, que sobre ellos son movidas 

HisT. DE LA Medio, españoul. — Tomo 2.® 



121 



16 



123 



HLSTOAIA DE LA 

Las TuelUs que baee el onerpo i todas partes. 
Las cuales sueleo ser por muchas artes. 

11. 

Pártese en cinco partea el grau hueso, 

Y tiene roujr Confusas las juntaras; 
Viene a hacerse en medio un poco teso, 

Y tiene muy dirersas cavadoras: 
Con los quadriles ambos está preso^ 

Y atado coD mujr recias ligadnras. 
Es corvo , agureado j puntiagudo. 



Y viene a hacer un talle como escudo. 



12. 



La rabadilla viene á componerse 
De cuatro huesos juntos ; de manera 
Que fenecen en punta, j viene i hacerse 
Una cola , cual tiene cualquier fiera: 
Nace del hueso grande , y i torcerse 
Comienza para adentro su carrera, 

Y en el remate da ella es el pedaxo. 
Donde fenece todo el espinazo. 

13. 

Tiene un seno i una parte la espaldilla. 
Donde se arrima el brazo, j aUi joega, 

Y annaue es pequeflo el hoyo, una ternilla 
Le suple lo que falta hasta que llega 

A cobrir j cercar la cabecilla. 
Que del hueso del hombro aquí se pega: 
Chichones tiene asas j afiadioluras. 
Según lo mostraré en figuras. 

14. 

Luego el huelo del hombro aqui se arrima, 

Y llega donde el codo se menea; 
*Una cabeza lisa tiene encima, 

Y abajo una figura de polea. 

En que traba la parte que sublima 
De la canilla , jr hace que se vea 
Prendida con dos puntas: en tal modo. 
Que es la mayor de fuera ^ y hace el codb. 

15. 

Desde el codo á la mano hay dos canillas. 
Préndese en este hueso la mayor. 



MEDICINA ESPAÍÍOLA. 

Eo la caal parte tiene doa puntillas, 
Encájase hacia dentro la menor: 
Entrambas tienen sesos, cabecillas, 
Maévese la pequeña al rededor, 
A la cual sola está la mano asida. 
Por cujra intercesión ella es movida. 



16. 



La mano viene á hacerse toda entera 
De reintisiete huesos repartidos. 
Los cuales por de dentro y por de fuera 
Los tienen mochos neririos revestidos, 
T entre ellos la mufieca es la primera^ 
Que se hace de ocho bien asidos: 
La palma tiene cuatro mas dispuestos, 

Y cada dedo tres en largo puestos. 

17. 

El hueso que hace el muslo es el mayor 
Que en el cuerpo se halla todo entero^ 

Y el talle de él también muy mejor. 
Puesto de todos lados y frontero; 
De la parte de atrás , en lo inferior. 
Tiene dos bultos , aue sin asidero 
Juntan con la canilla de la pierna. 
Sobre quien se sustenta y se gobierna. 

18. 

« 

El hueso que hace el muslo es el mayor 
Que en el cuerpo se halla todo entero, 

Y el talle de el también es muy mejor. 
Puesto de todos lados y frontero; 

De la parte de atrás, en lo inferior. 
Tiene dos bultos, que sin asidero 
Juntan con la canilla de la pierna. 
Sobre quien se sustenta y se gobierna. 

19. 

De la rodilla en la juntara yace 
Una chueca que en ella está por frente. 
Gruesa , cuanto volar fuera le place^ 

Y atañía fuertes telas reciamente. 

Ni ayuda al movimiento , ni le hace: 
Mas sirve en esta parte solamente, 
A que no desencaje la canilla 
Aunque se doble mucho la rodilla. 



123 



124 fflSTOMA DE LA 

20. 

Pártese el pie en tobillo jr en zanca jo. 
Hueso navicular , garganta y dedos^ 
Por arriba se ven 7 por abajo 
Moverse nnos^ j otros estar quedos: 
Dos del pulgar reciben mas trabajo. 
Aunque ájudan la u&a , j los molledos: 
Tiene pues cuatro buesos la garganta, 
Tres cada dedo , j cinco el peine y planta • • 

21. 

Para mejor mostrar la compostura 
Que tiene un cuerpo humano estando entero, 

Y que se goce bien de su hechura. 
Le mostrare de espaldas j frontero. 
Sin mostrar en los huesos comisura; 

. Mu puesto cada cual en su agujero. 
Que no quise meterme en mas misterios. 
De cómo los he visto en cementerios. 

22. 

Ciento ochenta y dos , sin las ternillas. 
Son los huesos de un cuerpo en sus pedazos: 
En la cabeza dos, dos las assillas, 
G>stillas veinticuatro, y seis los brazos, 
. Cinco el pecho, las ancas y espaldillas. 
Sesenta pies y piernas en sus trazos. 
Las manos veintisiete un par de veces, 

Y el espinazo nueve con dos dieces. 

De tos morcillos del cuerpo humano. 

1.' 

Por ver como en cabeza , cuerpo y mano. 
En pierna 7 pie la carne se ponu. 
Atentamente en mas de un cuerpo humano 
Vi hacer general anatomía: 
Cuanto escribo me fué patente 7 llano, 

Y mucho mas que aquí decir podria; 
Pero solo diré lo conveniente, 

Para formar un cuerpo solamente. 

2.» 

Del rostro 7 la barriga los morcillos 
Quiero mostrar por bultos esteriores. 
Pues aolo han menester el descubrillos 



MEDICINA ESPAÑOLA. 125 

Lo6 de la medicina profesores» 
Qae para la escoltara describillos 
Cabiertof de pellejo son mejores, 
Paes por la superficie ha de juzgarlos 
Quien quisiere mejor saber formarlos. 

3.* 

De siete ñudos que el pescuezo tiene. 
Diez j ocho morcillos ¿ los lados 
Puestos están , de quien su origen viene. 
Aunque son al nacer algo delgados. 
Su postura entre si mal* se conviene. 
Por ir unos con otros enredados. 
Por ser unos delgados j otros gruesos. 
Unos derechos ir j otros, traviesos. 

Aquí se muestra el casco con cabello, 
Asi cual le formó naturaleza; 
Comienza en la corona todo ello, 

Y dando vueltas hinche aquella pieza: 
Los músculos que cubren todo el cuello 
Son de las espaldillas y cabeza, 

Otros del hueso hioide y el gaznate, 
T la lengua do hace su remate. 

La oreja toda entera una ternilla. 
La hace, y su principio es del oido: 
Otra tiene cada ojo, y por la orilla 
Lo tiene todo al rededor ceñido: 
Cinco tiene del hueso á la puntilla, 
La nariz cada cabo harto ensolvido; 
La barba cubre toda la quijada, 

Y á sienes y megillas va pegada. 

Ochenta y un mor¿illos abrazados 
Están al pecho y prenden sus costillas; 
Nacen de las espaldas, y á los lados 
Pasan todos por cima las assillas: 
Después que aqui son juntos y pegados. 
Suceden unas cuerdas muy sencillas. 
Que bajan discurriendo á la barriga, 

Y alli con otros ocho hacen liga. 



126 



HISTORIA DE LA 

7/ 

Elstán con tantas vueltas j. embaraxos 
Estos morcillos , j tan mal derechos. 
Que algunos de los que atan á los bra«M 
Están sobre los que atan i los pechos: 
En las paletas hay otros pedazos. 
Que dejan á los hombros medio hechos, 
Y los hacen mOFcr á todos lados. 
Como la voluntad los trae forndos. 



8J 



Ocho morchillos hay en la ^ 
Que hacen cuatro partes, de los cuales^ 
Desde el hueso del pecho á la vegiga^ 
Se muestran los viages principales: 
Hay una cinta en medio que los liga, 
La cual muestra apretando sus señales^ 
T ellos , con este aprieto GOostre6idos> 
por el medio algo embutidos, . 



9: 



Siete morcillos tiene el hombre unidos^ 
Que se ven sin estorbo ni embaraso: 
En varias partes estos son nacidos^ 
T hacen fin adonde nace el brazo: 
Nacen de aquellos ñudos que hay salidos 
En el hueso mayor y el espinazo; 
Otros nacen también de U espaldilla 
T del hueso del pecho jr de la assilkt 



10. 



Otros cuatro morcillos se parecen^ 
Aunque con diferente nacimiento. 
Que ligan la espaldilla do fenecen; 
Y estos causan en ella el movimiento; 
La paletilla pegan y guarnecen, 
Que siempre anda del brazo en seguimiento; 
De las costillas nace «A un morcillo, 
y los tres del pescuezo y colodrillo. 



11. 



Muévese el espinazo todo entero 
Con diez y seis morcillos ofuscados: 
Desde el hueso primero basta el postrero 
Están por todas partes arrimados: 
A un fado el uno , y á otro el compafiero. 



MEDICINA ESPAlSOLA. 

Todos muy bien nnMos y abraasaclos: 

En estos mismos huesos nacen todos^ 

T en las ancas también por muchos modos. 



12. 



La anca no la sostiene algnn morctllo^ 
Mas una sola tela la acompa&a: 
De este hueso se junta un rincoBcillo 
G)n el hueso mayor por arte estrsña; 
T aunque el atar pareee algo sencillo^ 
Es tan recia la cuerda que la apafta. 
Que si por partes mil se descoyunta 
El cuerpo, esta se queda entera y junta. 



13. 



Sobre esta lela que ala las caderas 
Hay dos morcillos gruesos y carnosos. 
Que son los que se llaman sentaderas. 
Por ser grandes, rollizos, no nerviosos; 
Atan estos los musloe muy de Teras, 
Con nervios de principios vigorosos. 
Que en los cuadriles quedan resumidos. 
Debajo de otros muchos abscondidos. 



14. 



Desde el hombro hasta el codo solamente 
Están doce morcillos corpulentos, 
tinos vienen derecho frente á frente. 
Otros pasan por ellos mas esentos; 
El que llaman molledo es apárenle» 
Que engruesa y adelgaaa por momentos; 
Porque plegaoao el braco hace gran plaza, 

Y estendiendolo luego se adelgaza. 

15. 

La canilla ¿ que esta la. mano asida 
Cuatro morcillos solos la menean, 

Y sobre la mayor la traen movida. 
Que afuera y hacia dentro lo voltean: 
Desde el hueso del hombro es su caida, 

Y por sobre ella misma se pasean: 
Solamente esta vnelta es su ejercicio. 
Que no les dio nainra allí otro oficio. 



16. 



La muñeca y la palma cuatro de ellos 



127 



m.m m.m m m 



iriMMi 



128 



HISTORIÁBALA. 

La mueven y la cubren , kvantando 
En partes unos bultos , que con ellos 
Ase mejor la mano en apretando; 
Diversos nombres tienen todos ellos 
Ghirománticamente los nombrando-, 
Llaman monte de Venus al major, 
Y es monte de la lana otro menor. 



17- 



Veintiocho morcillos van muy quedos^ 
Pasando por el brazo lentamente 
A vestir los artejos de los dedos^ 
A quien dan movimiento dtferente; 
Por parte de la palma son molledos, 
Y asi tienen y aprietan fuertemente 
Todas las cosas ásperas y duras. 
Sin que les duelan nervios ni juntaras. 



18. 



La pierna es muy diversa en armaduraj 
Que la carne del muslo vá de suerte 
Que hace en la rodilla la atadura: 
La padtorriiU liga al pie muy fUevtes 
Por delante se ve la ligadura. 
Que después por los dedos se divierte: 
Veinte morcillos ^ pues , tiene la pierna 
G>n que se entalla, mueve y se gobierna, 



19. 



Diez que hacen el muslo son camosoii 

Y estos los mas gobiernan la espinilla^ 
Nacen en el cuadril todos nerviosos, 

Y engiérense debajo la rodilla: 
Son los tres delanteros poderosos 
De sustentar allí la cboquecilla, 

Y hacen en el gobierno de la corva^ 
Que nadie se lo impide ni lo estorba. 



20. 



Al pié de la rodilla nueve bajan. 
Que del pié los llamamos comunmente*. 
En las canillas nascen y se encajan. 
Según para ligarle es conveniente: 
Uno de los que mas aqui trabajan 
Al tobillo de fuera va corriente; 
Otro se arrima y va por la espinilla; 
Cubre, casi los mas, la pantorrilla. 



MQf ICESTA ESPAIÍOLA. 



129 



21. 



De entre las dos canillas algo afuera 
Sale un morcillo grueso ^ qtíe se parte 
Al cabo en cinco cuerdas , de manera 
Que por los cinco dedos se reparto; 
Esta cuerda se muestra toda entera. 
Que las demás no muestrao sino parte; 
Con este veintidós son los morcillos 
Que sirTCD al bajallos y subillos. 



22. 



En esto TieDeii, piies^ á resumirse * 
Los huesos y morcillos ya mostrados. 
Todos con el pellejo bao de cubrirse. 
Para mostrarse mas disimulados, 
T por este camino han de seguirse 
Los que en esto querrán ser consumados: 
T son estos morcillos de esta cuenta 
Siete sobre trescientos y cincuenta. 



23. 



Tiene cuarenta y seis rostro y cabeza. 
Ochenta y nueve la barriga y pechos. 
Veinticuatro la espalda, y de allí empiesa 
Quien los brasK» y manos dejan hechos. 
Que son noventa y seis pieza por pieza, 
Y son los que nos causan mas provechos: 
Ciento y veinte las piernas solas tienen. 
Con los cuales á ser los dichos vienen. 



GERÓNIMO MUÑOZ, natural 
de Valencia. Estudió las lenguas lati- 
na» griega y hebrea ; á continuación 
las matemáticas y la geografía, y úl- 
timamente la medicina* Revalidado 
de médico marchó á Italia, obtuvo 
una cátedra de hebreo en la universi- 
dad de Ancona, y la enseñaba con tan- 
ta propiedad, que los mismos hebreos 
se admiraban afirmando que era de sa 
nación. 

De Ancona regresó á Valencia , en 
cuya universidad regentó á un nuevo 
tiempo dos cátedras una de matemá- 
ticas y otra de lengua griega. La uni- 
versidad de Salamanca sabedora de sus 



grandes conocimientos formó un em- 
peño ea llevarle, lo cual consiguió 
dándole grandes honorarios. Desem- 
peñó en aquella las mismas cátedras. 

No dejó escrito alguno de medicina, 
pero si muchos de matemáticas , geo* 
grafía y astrología. 

Institutianes Aritmeticce adpercí* 
piendam astrqlogiam et mathematiccu 
Jiicultates necesarias. Valencia 1566* 

El Cometa. 

jilphabeticwn hebraicwn cum ra-^ 
turne legendi cum punctis á Magistra- 
toHierommo Muñoz. S^hviííncdL 1585. 

Lectura greografica, 

Interpretatíoinsex libros EucUdis. 



HiST. DE x.Í'Mkdic. ESP AfiOLA.— Tomo 2.® 



17 



130 



HISTORIA DE LA 



De planipherii paraUeloarand in^ 
yentíone, (Gímeno, tomo 1.® página 
143). 

BENEDICTO BÜSTAMANTE 
DE LA PAZ , natural de Salaman- 
ca (In ep. noncopatoria ad finem)» es- 
tadio la filosofía y medicioa en so udí* 
Tersidad^ j en la misma se graduó de 
doctor en esta facultad. Coocloida sa 
carrera j deseando ilustrarse mas, via- 
jó por algunas capitales de Europa. 
Estando en Bolonia vacó una cátedra 
de filosofía en el colegio de San Cle- 
inente, salió al concurso de oposicio- 



nes y fue agraciado con ella. La des- 
empeñó por algunos a&os* 

Estanoo en esta ciudad escribió un 
eomentoá los aforismos de Hipócrates, 
el cual dedicó al claustro de la uni- 
versidad de Salamanca^ cuyo titulo es 
el siguiente. 

Methodus in septem aphorismorum 
libris ab Hipocrate obseryata , quam 
et contínuum librorum ordinem argu» 
menta et schenuUa declarante Bene* 
dicto Bustamante Paz , hispano , «Sa- 
lamaticensi doctore médico ac phUosO" 
pho autkore (1550). 



AUTHOR. 

Qui capis Hippocratem, nunc Phcebo digna locutx 
Noscere; qmdque senis máxima dicta ueiint. 

Hasc lege: sic methodum disces perplexaque sensa 
Nam quce nemo nunní, luciáuora dedi. 



Por la epístola nuncupatoria consta 
que se escribió en l.^de abril de 1550. 
En esta misma se queja déla incoria de 
los médicos de no haber tratado ningu* 
no de ordenar y presentar bajo un pnn* 
to de vista las materias tratadss por Hi* 
pócrates en sus aforismos j cuya falta 
desanimaba a cuantos quisieran hacer 
un estudio de ellas. Asegura que na- 
die hasta el habia emprendido este 
trabajo; pero que le cabia la satisfac- 
ción de haberlo concluido según de- 
seaba y merecian las obras del grande 
Hipócrates. 

En esta ofrecía publicar unos eradi- 
tisimos comeotarioa de Aristóteles^ úti- 
lísimos para entender los de Hipócra* 
tes. Prodibuntque in lucen industria, 
curaque nostra , emditissima etfruc^ 
tuosisima medunnee opera Aristoietis, 
ih duas clases dis tributa in quibus, to^ 
tum Hippocratemfelicissimie interpre» 
tatur, eujus methodus Hippocratís me - 
thodo responderé videtur. (Loco cita ti 

La obrita de este médico es otra de 
las mas preciosas que se escribieron en 
el siglo XVI» y tan rara que en tantos 
afios como estoy dedicado i buscar es- 
ta cláf% de libros ^ solo he tenido oca« 



sion de ver la aue poseo. Esta circuns- 
tancia me obliga á dar mas detalles 
que el Sr. Hernández Morejon, que al 
parecer solo la leyó muy supernciaU 
raenle. Se contentó con copiarnos so- 
lamente nn troio del diálogo entre el 
autor y su hijo Armodio , que si bien 
es cierto que esplica algún tanto sus 
opiniones , no basta en mi concepto 
para tomar una notocia circunstan- 
ciada de la obra, y tanto mas cuanto 
nos dice «qtte ella es una de las mas fi- 
losóficas y preciosas que se escribie- 
ron en aquel siglo sobre el objeto 
que se propuso el autor (tom. 2.^ 
pág. 348).» 

El autor divide su obra en siete ar- 
gumentos^ destinados respeetivamen- 
te á cada uno de los siete libros de los 
aforismos de Hipócrates. 

Pero antes de pasar i esponer lo 
principal de esta obra ^ copiaré un 
trozo del diálogo entre el autor y su 
hijo Armodio , acerca de lo que hay 
mas de interesante en los aforismos de 
Hipócrates, y mas conviene al médico 
saber. 

« Non possum nun magno opere mira 
tí Armodifiti, cum mecum ipse cogito 



MEDICINA ESPAJ^OLA. 



131 



«h)í ing^ et aS^entía prastantís- 
simos m hac medtcuuB arte versutos, 
qui dum Hippoeratem diiigentissime 
consecUmtur, ^áves turnen illas apho* 
risticas sententias seümotas esse ^ or^ 
dineque\ onuú carentes, arbitrati sunti 
nullamethodoacffubita, smeque\ se^ 
lectu scriptas eos esse crederU^s, cum 
summo auctorís dedecare : nam quid 
túm indignum Hippocratis gravitate 
atque constantía wat, quam literis 
háBc divina oracula mandare, ubi to* 
Uun artem me^cince Jbelicissime est 
complejeus: ea tamen nec dispanere nec 
metnodo iUusirare: qua tamen solent, 
incunditate quadam ad legendum artis 
studiosi invitati máxime alud, Magni 
enim existunabat interesse, adres tam 
graves tamque\ prasclaras explican^ 
das, certam quandam disciplina for^ 
muiam addere: ¿» qua aamirabilem 
quandam eontinuaüonem , seríemque; 
rerum, videre liceat: ita ut alia ex 
aliis annexa, et ínter se opte colligata 
videantur. Ar* Hoc idemne Galenum 
sensisse putas? Be. Id idem Galeno 
visumfuisse, ejus oratio aperte deola^ 
rat: neminem autem ante nos eam quos 
oritur á notionefinis doctrinam scrip^ 
sisse comperimusy ex qua omnes artes 
via quadam atque ordine constituun- 
tur. Ar. Charissinke pater siquidem 
me iam in summan expectationem hw 
jus methodí adduxisti, te obsecro, ut 
eam tu primas mOd primo explices, et 
exponas nisi mowtum fuerit. Be. 
QwB nemo adhuc cognoi^rat, nec erat 
unde studiosi scire possent , et quús te 
uelle video , ut potero faciam , ut tíbi 
primum nota sint: ordinemque\ et met^ 
hodum, quam in his libris Hippocr<Ues 
serval ^aperiam, etexplicabo • Ar. Tu 
ut videtur , ego ad audiendum pr cesto 
ac paratas sum. Be. Hippocrates vir 
primas ratíonulis , pr acepta artis ad 
sanitatem tuendam uecessaria , et ad 
^morbumprofligandum (si quis hm^us 
fueritj miro quodam ac incredíbik or^ 
diñe complectitur quofulti artis stu- 
dios si ^ corporum. humanorum curam 
suscepturi,4>pportunaJacerepoterunt, 



et quee CBgris sint projutura. in pri^ 
misque ; jubet, ante oculos quatuor 
decim scopos poneré , quo tutms cor» 
pus hunumum curare possintx á quibus 
indicia sumenda sunt (inconsuhi autem 
aetemerarij medid esset , his neglec* 
tis Corpus curarej vires sciUcet cegro^ 
tantis,adquas cum respicit, rationem 
victos aecommodatam ac congruentem 
adhibet. morbum , non sobtm genera* 
tim, verumetiam speciatim, dum indi" 
cat acutum , aut peracutum , aut eum 
diutumum esse , nam ad morbi cura'-* 
tionem, muUum conducit hanc aut il* 
Iam speciem cognoseere, Morbi etiam 
causam , qui est humor noxius infes-* 
tans, admedicumpertinere certumesti 
cum et ipsam nonnunquam admere 
prius óporteat. nam cum hic humor 
turget ac concitatus est , evacuatio* 
nem primum desiderat, quam minime 
moUetur medicus^eo non turgente j nisi 
concoctUme expectata* prasterrea hu» 
moris noxij motum medicum contení 
plariopenBpretiumesti intelligereque\ 
fquod medid est) in qua corporis po^ 
tissimum parte humor generetur, quie^ 
que ; sit illius causa , et quo vergat» 
Morbi etiam sjrmptomatay cum et ipsa 
multa qucB in cegritudinibus considc" 
randa sunt, pate Jaciant, et curam 
aUquando adsé trahant, medid jo/i- 
citudinemadse convertunt, ita ut o^ 
fectum deserere cogatur. morbi etiam 
témpora á medids notanda sunt , cum 
in cibis dandis eorum obseruatio muí" 
tnmprositi simulque\accessionwnque\ 
circuitus, partis etiam natura accura^ 
tissime perpendenda est^ in curationi" 
bus queque intentio Iwhenda est ad 
partis naturam (cum temperamenta 
partes ipsoí sortiantur vuriaj ut cog^ 
noscamus , quibus humoris moius nO' 
xius sit, aut congruens, cum aliqíd 
imhasret partí. A etates etiam , sicut 
et anni témpora , quibus prouortione 
respondent, cum in eis varij dominen^ 
tur humores, yariaque ; habeant tem* 
peramenta, medicamina yariant ac dis* 
tinguunt: id circo varia indicant, sicu* 
ti et consuetudo* Regio queque consi^ 



132 



HISTORIA DE LA 



dercmda estj non solum enim ex ea, 
eorum quce ad uitam pertínent , capia 
suggeritur, verumetiam cuan tam varias 
sint, temperamentaque\ varia sortítas, 
in eis varias adhiberuke sunt curatiO'^ 
nes\ ülarwn quoque Jissimilitudines 
ruUuram ipsam permutarU , ut pluri^ 
mumenim conveniunt hominum mo^ 
res y regionis naturm. Diesquey insuper 
decretorins: nam mutationes qu(S in 
hisñunty cun adveiora decUnant, Ice^ 
tales sunt ad meuora autem non exi» 
tiales, sedbeniffUB. Hasc unusquisque 
qui in hoe óptimas artisfludio se exer^ 
cere debet j ante ocidos poneré debet, 
anteaquam corpus humanwn curare 
aggrediatnrj ne turpiter in eo ipsoj 
cujus scitntiam profitetur , peccet, 
tune vero id tuto tentabit, si morbi 
causam primum invenerit , exquisitC'* 
que ; perpenderit , subUuione enim 
asgrificaí causas^ tollitur morbus: pros- 
cipue cum morbos Jovet^ idcirco mor-' 
bi causa reperta y curatíonem inven^ 
tam esse putamus. perfacile enim sic 
est, ac nuilius propemodum negotij, 
morbis mederi."» 

Hemos dicho que el autor dividió 
su obra en siete argumentos. Espon- 
dremos el primero, para que en su 
vista puedan formarse mis lectores U 
idea que sigue en todos los demás* 

Después de un largo comentario, 
en el que espone todo lo que debe te- 
ner presente el médico en la cabecera 
de los enfermos^ dice asi: 

Medicus óptimas j omnia^ quas sunt 
secundum naturam comperta , inpro" 
rumptu tenet, oportunaque faceré di-' 
citur cum ab ómnibus eis, sufficientes 
sumit imHcationes. 

En este aforismo dice que el mé- 
dico debe tener presentes todas las 
circunstancias, según la naturalexa de 
la enfermedad, y según ellas, cumplir 
suficientemente las indicaciones. 

jÍ. De las fueraas del enfermo. 
Afor. 9. 3. 

B. De las enfermedades* que pue- 
den ser 
algunas son agudas... Afor. 4. 



otras diarias Afor. 4. 

otras agudísimas.... Aforis. 4. 6. 7* 

C De los humores pecantes 
que puede ser de muchas maneras. 

Algunos turgen , 7 en estos se han 
dr evacuar desde el principio 22. 24. 

Otros no turgen , y entonces se ha 
de esperar la cocción 22. 

Otros infestan por su cualidad 2. 
23. 25. 
otros pecan en cantidad 3. 

Z). Del movimiento de los hnmo-^ 
res 21. 

E. De los síntomas de la enfer- 
medad 12. 

F. De los tiempos de las enferme- 
dades , á saber : principio, aumento, 
estado , 7 declinación 8. 9. 10. 19. 

G. De las accesiones 7 de sus perío- 
dos 11. 12. 19. 

B. Del dia indicador 20. 

i. De la naturaleza de la parte 21. 

jfiC. De la edad 2. 13. 14. 17. 

X.Deltiempo2. 15. 17. 18. 

jU. De la región 2. 

N. De la costumbre 17. 

O. Del régimen, 
en cualidad 16. 
en el modo 17. 
en cantidad. . 

en tenuissima, por la dieta 7 lel 
melicrato hasta la terminación 6. 7. 

tenue y por ligeros alimentos 7 

tisanas de cebada. 

-.—^ plena, por huevos, peces, etc. 

Este es el argumento mas corto de 
los siete de que trata. El basta para 
convencer á mis lectores > de que las 
obritas que se han publicado, espe- 
cialmente en este siglo, de los aforis- 
mos de Hipócrates, no pueden deno- 
minarse como cosa nueva 7 original, 
según dijo nuestro García Suelto , en 
la que hizo de los aforismos 7 prOQÓs- 
ticos. Si alguno desease escribir sobre 
esta materia , podría consultar á este 
autor, segurísimo de hallar noticias 7 
hechos interesantes , al paso que mu7 
curiosos 7 no sabidos de muchos. 

ANTONIO PÉREZ. Se sabe que 
fué portugués , aunque no el pueblo 



MEDICINA ESVAÑOLA. 



1J3 



de su natoraleza. Fné cirujano de cá- 
mara de Fefipe II. Escribió la obrita 
siguiente: 

Suma y examen de cirugía, jr de lo 
mas necesario que en ella se contiene; 
con breves esposiciones de alsunas sen- 
teneiasde Hipócrates y Galeno. Com- 
puesta por el licenciado Antonio Pe^ 
rez , portugués , cirujano. Madrid 
1566. 

De esta obrita se hicieron varias edi« 
ciones: la primera en Madrid en 1568, 
iqne es la que poseo: id. en 1604. En 
Valencia en 1634 7 1649. Está apro- 
bada por los médicos de cámara el 
Dr. Mena 7 el Dr. Luis Ribera, 7 de- 
dicada al Dr. Juan Gutiérrez de San- 
tander, proto-médico deS. C. B.. M. 

En la dedicatoria dice el autor «que 
se determinó á escribir esta obrita por 
la mucha falta que tenian los ciruja- 
nos romancistas de un tratado sencillo 
7 claro; que los que corrían entre sus 
manos, aunque escritos en romance, 
estaban tan sobrecargados de citas 7 
textos latinos, que no entendian la 
ma7or parte de las cosas.» Asi es que 
seescrÍDÍóúoica7 esclnsivamente pa- 
ra los cirujanos romancistas. Protesta 
<cque mejor pudiera escribirla en latín , 
para que mas autoridad tuviera ; pero 
nolonacia por las razones espuestas 
en su dedicatoria (aviso al lector).» 

La divide en cinco libros. 

El 1 «^ trata de apostemas en gene- 
ral 7 particular. 

El 2.® de las llagas recientes. 

El 3.^ de úlceras. 

El 4.® de las fracturas 7 disloca- 
ciones. 

El 5.° de los aforismos de Hipócra- 
tes» tocantes á cirugía. 

Antes de entrar en la esposicion de 
estos libros, hace preceder unos preli- 
minares sobre las circunstancias que 
debe rettnir el cirujano para desempe- 
ñar dignamente su profesión. «El ciru- 
jano, dice, debe ser sabio, docto, inge- 
nioso, visto en letras, 7 amigo de estu- 
diar: esperto 7 solicito en su airte , de 
buen juicio, virtuoso, 7 temeroso de 



Dios , buen teórico 7 buen práctico; 
debe peregrinar por el mundo para 
platicar 7 comunicar con hombres 
doctos 7 esperimentados.» 

A continuación inserta un tratadito 
mu7 curioso de anatomía, como nece- 
sario, dice, para entender 7 obrar en 
cirugía. 

Siguen á este el libro de apostemas, 
7 los tres 7a referidos. 

Elsta obrita es el mejor compendio 
que se escribió de cirugía en España; 
el buen orden en las materias, las des- 
cripciones de las enfermedades, 7 la 
claridad, hacen recomendable su lec- 
tura. 

jáforismosde cirugía, entresacados 
de los de medicina de Hipócrates^ je- 
ñalados los lugares para que los curio- 
sos sepan donde se sacaron. Tradu'^ 
cidos de la' lengua latina en nuestro 
vulgar castellano. Por jintonio Pérez, 
portugués, cirujano. 

Es una simple traducción de los 
aforismos de cirugía : no hace sobre 
ellos ningún comentario. 

JUAN RODRÍGUEZ, natural de 
Tavira de la provincia de los Algar- 
bes, escribió 

De secunda vena in pleuritide. 
1550 (V. D. Nicol. Ant. pág. 720). 

ALONSO DIEZ DAZA, natural 
de Garacena , estudió la knedicina en 
la universidad de Salamanca ; 7 fina- 
lizada su carrera^ marchó á Sevilla, en 
cn7a capital la ejerció con mucha re- 
putación. Escribió las obras siguien- 
tes: 

Alfonsi Daza Artium et medicina: 
Doctoris Ubri tres de ratione cognos^ 
cendi causas et signa tám in propera, 
quam adversa vaUtudine Órinarum 
deque earum venis juditiis et prcenun» 
iiatíonibus ojhís prceclarum taque exi- 
mium , ommbus meiiicimie praxim 
exercenúbus per utile et nunc pri^ 
mum ad coden auctore in lucem edí- 
tum non ulla tándem de febribus et 
diehus decretorUs. Hispali apud Alf. 
Barreraanno DominiM.D, LXXFII 
in 4.^ 



134 



HISTORIA DE LA 



Vos m» tyrones medici jwfenesque , senesMe 
nocturna vérsate numu, vérsate diurna (El autor). 



Dedicó au obra al ayuntamiento de 
Sevilla* 

Ta hemos visto por otras muchas 
obras de este siglo el gran valor que 
se daba á la orina para formar el diag^ 
nóstico j pronóstico de ks enferme- 
dades; el color , sabor , consistencia j 
sedimento » eran las principales cir« 
cunstancias áqne se atendía. También 
hemos visto que los médicos de mas 
opinión de Espa&a han escrito lrata« 
dos especiales sobre ellas. 

El autor nos ha consignado en esta 
obrita no solo sus observaciones si que 
'también las de sus antecesores. Sor* 
prende á la verdad cuanto nos dice del 
juicio de las orinas relativamente á sa 
pronóstico. Si sus observaciones son 
ciertas, preciso es confesar que el que 
no haya nacho un grande estudio é m* 
vestigaciooes profundas respecto de las 
orinas, le falta mucho» muchísimo pa* 
ra saber tratar a un enfermo, pro» 
nostícar el resultado de su dolencia, y 

3ue es imposible hayan podido aban- 
onarse su examen é inspección por los 
médicos modernos* 

Me contentaré con hacer una ligei^a 
espdsicion de algunos pronósticos que 
emite el autor al hablar de los colorea 
de las orinas* Dice en primer lugar 
que el médico necesita saber cuáles son 
los caracteres <de las orinas en el es- 
tado natural, para poder formar su 
juicio y pronóstico en el estado mor- 
boso. 

En la inspección de las orinas natn* 
rales se tendrán presentes, dice, estas 
circunstancias: el color debe ser dora- 
do ó ligeramente azafranado; la cánti' 
dad correspondiente á las bebidas ; la 
sustancia ni muy tenue ni muy eras»; 
el sedimento blanco , igual y ligero. 
Los colores de la orina muy mala son 
blanco ó neffv. También puede pre^ 
sentar otros muchísimos colores* De- 
dica un capítulo para tratar y esponer 
el pronóstico y la terminación de las 



K 



enfermedades dé «ada uno de ei-los* 

Sirvan de ejemplo los dos pasages 
siguientes. 

La orina muy klanca de nieve o 
muy cristalina. 

Causas, En un hombre sano, por 
mucha cantidad de vino , por debili- 
dad del calor de todo el cuerpo y miem* 
bros naturales: en el estado morboso» 
or la artritis, epilepsia y sincope; por 
a supresión de los menstruos, por la 
de las hemorroides, por la nefritis. 

La harina láctea en las calenturea 
ügudas, indica la muerto ó la calentar 
ra hécttca* 

Si se presenta desde el prineipio de 
la enfermedad acompañada de malos 
signos, el hombre morirá de esta do- 
leneia. 

Si con buenos signos, se salvará* . 

Si abundante y nácia el fin , la so- 
lución del mal* 

Si dura todo el curso de una calen^ 
tura diaria, degenera en cuartana* 

Si es de color de plomo y el sedií* 
mentó confuso, muy malo. 

Si se complica con la emisión del 
semen , indica U apoplegia , y de esta 
la parálisis* 

Si Uanca y tenue como el agua, 
afección del hígado. 

Si continua de esto modo desde el 
principio hasta el fin , crisis muy difí- 
cil y peligrosa. 

Orina de color de limon^ 

Si su sustancia es tenue , en joven 
pituitoso ó melancólico significa ter- 
ciana simple* 

Si el sugeto es viejo, terciana doble* 

Si niño, calentura continua. 
. Si en el oto&o ó invierno, calentu* 
ra cuartana errática* 

Si con espuma y burbugitas en su 
superficie, enfermedad del pulmón ó 
del higado* 

Si muy abundante , inúanaacion y 
sequedad del higado* 

Si ae presMEita al principio de la en- 



I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



135 



fcrmedad, debilidad de faenas j la 
muerte. 

Si éd el aomento j en el eátado sin 
eTacoacioDj rapto de sangre á la ca* 
besa. 

Si al fia de la dolencia » buena ler* 
mioacion. 

De la misma manera disente enáodo 
trata de los demás colores qoe suelen 
presentar las orinas^ de su sustancia jr 
sedimentos. 

He consagrado muchos ratosen pen* 
sar sobre la cansa que haya podido in« 
finir en estos tiempos ¿ no detenerse 
los médicos en el examen é inspección 
de las orinas eomo los antiguos > y be 
creido pudiera ser la oscuridad v las 
discusiones metafísicas que han domi* 
nado en su esposieion. Que hay obser* 
▼aciones interesantísimas sobre la na* 
Inralesa de las orinas en ciertas enfer-* 
medades, es indudable. Que están he- 
chas y recogidas por hombres inteli- 
Sntes y de buena fé> ciertisimo. No 
Ita, poeSf otra cosa k mi entender» 
que entresacar estas obsenraciones» de- 
purarlas del ontologismo con que están 
escritas, y presentarlas con toda su 
purera » y cual son en si. Este trabajo 
queda por hacer en la ciencia» y creo 
que si una persona inteligente se dedi- 
cara á esto» baria un gran servicio i la 
medicina práctica. Hace mucho tiem« 
que estoy meditando en ello; y lo 
aré con el mayor gusto, cuando ten- 
ga tiempo» y me desembarace de otros 
trabajos. 

La obrita de nuestro Díes Daia es 
preciosisiau para este caso» porque 
nada deja por desear. 

GERÓNIMO GIMÉNEZ» natu- 
ral de Zaragoia» estudió en esta uni- 
versidad humanidades» filosofía y me» 
dicina» y se graduó de doctor en esta 
última. A poco de graduado » obtuvo 
la cátedra oe instituciones médicas» la 
cual desempeftó por espacio de dies 
a&os* Elocuente «insegundo» y dotado 
al mismo tiempo de otras circunstan- 
cias personales recomendables^ obtuvo 
una oelehridad poco común. Su cáte- 



nai 



dra era concurrida de las personas mss 
ilustradas^ que acudian á ella arrastra- 
dos de su gracia en el decir, y de la 
suma facilidad con que se producía en 
latin. Asi es que al escribir la obra de 
la que va á ocuparnos» ana eusndo 
está redactada en un latin tan elocoen* 
te y sublime » nos dice al final de su 
próloeo » que habia elegido un modo 
de hablar » que ni fuese humilde » ni 
que fastidiara por sus pomposas frases* 

Escribió una obra de instituciones 
médicas^ con el titulo siguiente: 
- InstUutionum mediearwn libri ouof 
tuor, nunc prímum in lucem ediü. Hi^ 
ronimo Giménez aactore. (In Epilen» 
si ofido ex offieina Joannis Perezii á 
Valdiveso , anno 1 578. 

De esta obra se hicieron dos edicio- 
nes mas; en.Epila 1596, en 4.% y en 
Toledo 1578» en folio. 

Yo paseóla primera y tercera; pero 
en este artículo me refiero á la primi- 
tiva de 1578. 

Las pocas noticias que el Sr. Her- 
nandex Morejon nos da de las obras de 
Giménez » que por una parte son las 
mas eruditas y científicas que pudie<* 
ron escribirse en el siglo de oro de la 
medicina espaftola» y por otro lo rarí- 
simas que se han hecho» me determi- 
nan á presentar un estracto de ellas 
cual se merecen. 

Eu el prefacio al lector demuestra 
la necesidad que tienen todos los que 
se dediquen á la noble ciencia de cu* 
rar» de preparar antes su espíritu con 
-las nociones de la lógica, física» filoso* 
fia moral , metafisica y matemáticu^ 
porque estas ciencias no solo son la in- 
troducción á la medicina» sino que tie- 
nen muchos puntos de contacto con 
ella. 

En seguida trata de la importancia 
de conocer bien las instituciones mé- 
dicaSy á saber: la anatomía» la fisiología» 
la materia médica ^ la semey ótica y la 
patología. 

Prescinde en esta obra de la anato- 
mía > y al tratar de la fisiología reco- 
mienua altamente su estudio» dicien- 



136 



HISTORIA DE LA 



do: (tesa ciencia divina que trata de la 
naturaleza, de esa fuerza etérea jr 
sobrenatural que preside en tas accio « 
nes humanas , que con tanto orden y 
sabiduría todo lo gobierna y todo lo 
rige, todo lo cria y todo lo protege y 
conserva (loco citato).» 

Diride su obra en cuatro libros. El 
primero contiene veintiún capítulos* 
En el 1.^ trata de la salnd^ la cual oon« 
siste según ¿1 en el equilibrio de las 
funciones interiores con la acción de 
los agentes esteriores* Si aauellos les 
resisten baj salud • si vencen los según* 
dos hay enfermedad. Para que sea lá 
salud completa , es preciso que baya 
simetría de todps los bumores^ espiri« 
tus y partes del cuerpo. 

En el 2.^ trata de la enfermedad 
que consiste en la ametría de ios bu- 
mores, espíritus, etc. 

En el 3.^ trata de las cansas de las 
enfermedades que distingue en tres 
clases: 1.* de jítoj (eficientes), 2.*oca< 
sionales, 3.* predisponentes. 

En el 4.® trata del aserto de las en^ 
fermedades en general. Esplica cómo 
pudiera bacerse la producción de las 
enfermedades simpáticas por el con-* 
ducto é influencia de los nervios. 

En el 5.^ de la naturaleza y genio 
de las enfermedades. 

En el 6.^ de su curso y movimiento. 

En el 7.® de la constitución y pe- 
riodos universales de las enfermedades. 
Los distingue en cuatro, á saber: prin- 
cipio, aumento, estado y declinación: 
esplica lo que debe entenderse por ca- 
da UDO, y desde cuando deben empe- 
sar á contarse. Confirma todas sus ideas 
con los enfermos de las epidemias de 
Hipócrates. (Interesantísimo). 

En el 8.^ de las diferencias de las 
enfermedades. 

En el 9.^ de los tipos de las enfer- 
medades, ([nteresante). 

En el 1 de las clases ó especies de 
los tipos. (Interesantísimo). 

En el 11 espone las causas por 
qué ciertas calenturas y algunas otras 
enfermedades se ban de coacervar 



con tipos en períodos determinados. 

En el 12 espone las razones por las 
cuales las enfermedades biliosas y es- 
pecialmente las calenturas, guardan el 
tipo de tercianas, las pituituosas de co* 
tidianas , y las melancólicas de cuar- 
tanas. 

En el 13 trata de los síntomas en 
general. 

En el 14 del valor de los síntomas 
en particular. Espone los signos , ca« 
ractéres y diferencias del pulso. Es- 
tablece cuatro diferencias generales, 
según se siente la pulsación en uno ó 
mas dedos de la mano del profesor, á 
saber: 1.* cuando el dedo índice y el 
anular sienten la pulsación 9 y el me« 
dio y anular no la perciben: 2.* cuan- 
do el Índice anular y mínimo la sien^ 
ten, y el medio no: 3.^ cuando el ín- 
dice y el mínimo la perciben y el me« 
dio y anular no; lo cual demuestra en 
la tabla siguiente, 

ifuUeé. mtíUo. «muiar, mínima. dtf*r€neÍM4 

1'D¡f....1....0 3 Ootrasvidif. 

2* D¡f....1....0 3 4 24 dif. 

3' D¡f....1....2 O 4 24 dif, 

4' Dif....1....Q.,...0 4 6 dif. 

Mas adelante compara los pulsos con 
las notas de música; la nota breve cor- 
responde al pulso de los viejos , la se- 
mibreve á los adultos, la mínima á los 
jóvenes, y la seminima á los niftos. 

En el 15 trata de los vicios de la 
respiración y de sus especies. 

En el 16 del dolor y sus variedades 
según las dolencias. 

En el 1 7 de la inflamación del es- 
tómago. (Interesante). 

En el 18 de la tos , del estornudo y 
del bostezo, como signos de las enfer- 
medades. 

En el 19 de las escreciones. 

Los capítulos restantes interesan 
poco. 

Libro II Del método para formar 
eldiaspósticOf jrde los lugares de que 
han de tomarse los indicios. 

Para formar un perfecto diagnósti- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



137 



co es precisa^ dice^ conocer las causas» 
la nataralesa del mal , sa forma , su 
asiento afecto j su iotensidad » la cos- 
tumbre^ su curso, su tipo, y la consti- 
tncion del a&o. Importa sobre todo co- 
nocer el asiento del mal para poder 
distinguir si las enfermedades son sim- 
páticas; si causa ó efecto, si son el su- 
geto ó el adjunto, si semejantes ó de- 
semejantes. 

Describe con la major precisión las 
dolencias mas propias á cada edad, las 
de los recien nacidos, de los jóvenes, 
de los adultos y de los viejos. Las pro- 
pias á cada sentido, siendo sumamente 
de notar la bella descripción anatómi- 
ca que hace de cada uno de ellos antes 
de esponer sus enfermedades. (Intere- 
•antisimo)* En el capitulo 3. ^describe 
el origen , naturaleza , distribución y 
funciones del sistema nervioso. Ase- 
gura que su método ni puede conocer- 
se ni practicarse sin tener una noticia 
exacta de dicho sistema. 

üijítque hwc (¡ludam de orígfne ner* 
'vorumj singulorwn, deque eorum tum 
progresibus , tum insertiombus tam^ 
quanh axionata ex anotóme repetenda 
¡Uxi; non ut te ea docerenv ^ quce jam 
pridem oportuit didicise j sed ut illa 
tibí in memoriam revocarem^ quce nisi 
in promptu sint, nec inteligi quidem 
possit ktecmea methodus, qua partem 
primario affectam^ et cujrus partis 
rnotu sensuve labefaetato uestigars 
instituí. (Pag. 89). 

Queda ya, pues^ espresada en estas 
últimas palabras la idea del autor, que 
pretende investigar por medio de las 
simpatías y signos prestados por el sis- 
tema nerviosa, cual era la parte pri- 
mitivamente afectada en una enfer- 
medad dada, y cual la secundaria ó 
simpática. Todo este libro ofrece el 
mas alto interés, y fuera bueno que 
pudieran publicarse las bellas ideas y 
observaciones que contiene , para que 
constase que nuestros médicos españo* 
les no han dejado por tocar ni de ilus- 



trar todos los ramos mas interesantes 
de la ciencia. 

Institutionem medicarum líber III* 
De pronostica morborum metkodo, 
tribusque ejusdempartibus: acprimum 
de notis pronosticis salutis veímortis, 
ab accíonibus animatibus et earum 
vitiis. 

Si interesante es el libro de que 
acabamos de hablar , lo es muchísimo 
mas este , en que espone cuanto ha/ 
que saber en medicina , para formar 
un acertado pronóstico sobre la vida 
ó la muerte de los enfermos. Divide 
este libro en 21 capítulos, en los cuales 
trata de las materias siguientes: 

En el 1.^ dice que las enfermedades 

fmeden terminar de tres maneras; por 
a salud , en otra enfermedad, y por 
la muerte. Para poder pronosticar cuál 
de ellas tendrá lugar en la enfermedad 
dada, deberá atenderse á tres circuns- 
tancias: 1.*, á la gravedad del mal: 
2.% á las fuerzas del enfermo: 3.% á la 
duración de aquel. Para esplicar la 
fnersa de estas circunstancias, se vale 
de la alegoría siguiente: «Se desea sa- 
ber si un hombre que lleva un peso á 
hombro, podía llegar con él basta lá 
terminación de su camino. En este 
caso atiéndase 1.°, al peso de la carga: 
2.^, á su resistencia y la del báculo: 
3. ^j á la distancia ó longitud del ca- 
mino. Bien examinadas estas cir* 
cunstanciasy podía resolverse la cues- 
tión, prescindiendo de las averjas que 
por otra parte .pueda sufrir el cami- 
nante.» 

.Bajo esta alegoría, trata con la ma- 
yor estension de los signos pronósti- 
cos .prestados por las funciones ani- 
males (1).Con este motivo espone con 



(1) Teogsn presente mis lectores qae 
los antiguos dividian las funciones en tres 
clases, ü saber: animales, vitales y natura* 
les, según que los órganos que las desein» 
peñaban estaban contenidos en la cavidad, 



HlST. DE LA MbDIC. ESPASOLA. — TOmO 2.® 



18 



138 



HISTORIA DE LA 



la majror estension , los signos pro- 
nósticos tomados de las facultades in- 
telectuales^ del sistema nervioso, de 
los cuatro sentidos, fista, oido, gusto 
y olfato 9 del dolor, del sueño, de la 
vigilia, del delirio, de la voz, etc. (Elste 
capitulo es sobremanera interesan- 
tísimo). 

En el capitulo 2.® trata del pronós- 
tico, j de los signos pronósticos de sa- 
lud ó de muerte, tomados de las fun- 
ciones vitales. 

Habla de los pronósticos suminis- 
trados por el pulso, j por la respira- 
ción. 

En el 3.® de los tomados de las fun- 
ciones naturales. 

Habla de los signos pronósticos de 
las afecciones ó alteraciones, ya pri- 
marias, ya simpáticas del estómago é 
intestinos delgados y gruesos. 

En el 4.® de los signos prestados de 
, los vicios de las acciones naturales 

Esrtenecientes á la segunda cocción, 
ntiende por esta la qaili6cacion y 
las secreciones. Con este motivo trata 
de, los signos prestados por las orinas. 
En el 5.^ trata de los signos de las 
lesidnes de la tercera cocción ; habla 
precisamente del sudor (Interesanti- 
aimo). 

En el 6.*" de los del hábito esterior 
del cuerpo. 

En el 7.® de los prestados por los 
abscesos, tumores , pústulas y demás 
erupciones. 

En el 8.^ de los sisnol del dolor. 

En el 9.® del juicio y comparación 
de los signos saludables y mortales, 
cuando al mismo tiempo concurren 
en una enfermedad (Interesantísimo). 

En el 10 cuántas y cuáles sean las 
terminaciones saludables ó pernicio- 
sas: del conocimiento de las crisis, de 
sus causas y de las partes que consta. 

En el 11 de la diferencia de las cri- 



del ertfoeo , del pecho y del vientre, i las 
Cttales denominaron cavidad animal^ vital^ 
j faiural. 



sis > y con especialidad de las cuatro 
circunstancias de la crisis saludable. 
Habla de los fenómenos críticos, de las 
cualidades que deben tener, y los días 
en que deben presentarse para repa- 
tarlos comí) saludadores. 

Respecto del sudor dice es siempre 
saludable, cuando empieza en los dias 
3, 5, 7, 9, 11, 14, 17,20,27, 34. 
En los otros dias, sobre no juzgar la 
enfermedad , la exasperan , y nada 
b ueno debe esperarse de ellos. 

En el 12 del modo de conocer las 
malas crisis, cuando se presenten. 

En el 1 3 del conocimiento de las 
crisis que se verifican por abscesos , si 
son buenas ó malas. 

En el 14 del modo de conocer las 
crisis en las enfermedades lentas. 

En el 1 5 de los signos pronósticos de 
cualquier crisis que pueda sobrevenir. 
En este espitólo prueba que no basta 
que el médico conozca una crisjs pre- 
sente , el que sea buena ó mala , sino 
que es menester que sepa todavía si se 
na de verificar por sudor , por orinas, 
por el vómito, por beriAorragia ó por 
deyecciones albinas. Que no basta tam- 
poco el que sepa el que se ha de hacer 
por abceso, sino que debe saber la na- 
turaleza del tumor, si lento, si agudo, 
si por congestioo; porque todo otro 
modo ni puede prevenir á la natura- 
leza con tiempo, ni dirigirle metódi- 
camente cuando se presente. 

En los capítulos 16 , 17 , 18 ;|r 19, 
habla estensamente de todos los signos 
propios á cada una de estas termina- 
ciones. 

En el 20 espone los signos pronósti- 
cos por los cuales podrá predecirse no 
solamente la crisis buena ó mala, sino 
hasta el dia en que se verificará. 

En el 21 declara el método de pro« 
nosticar el dia y hora en que ha de 
terminar la enfermedad, y el de ave- 
riguar de dos enfermedades existentes, 
iguales en fuerza y grado, cuál de ellas 
terminará antes. 

Por el sencillo estracto que acabo de 
presentar, podrán apreciar mialecto- 



I- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



139 



res en so jasto Talor el mérito de este 
libro de pronósticos del autor. En okí 
concepto puede ponerse al lado del li* 
brode pronósticos , y del libro de epi- 
demias de Hipócrates , comentados 
por nuestro Valles: la sublimidad de 
sa leoguage encanta^ j el enlace de sus 
ideas sorprende. 

Libro IV. Trata del método cura- 
tivo de las calenturas continuas é in^^ 
termitentes\ de los tumores jra agudos 
jra crónicos^ de la hemotisis, de la he* 
petitis, de las afecciones del estomagó 
é intestinos. 

Dedica el capitulo 24 ¿ tratar del 
origen, distribución y Usos del sistema 
▼enoso. Asegura que él médico tiene 
necesidad de conocer bien este sisté* 
ma» porque de otro modo no podría 
esplicar la desaparición y aparición de 
las dolencias de uno ú otro punto, cu- 
yas mutaciones, según ¿I, se hacen por 
conducto de las venas. 

En el 25 trata de la revulsión y de* 
ribacion. (Sumamente interesante). 

En el capítulo 26 trata de cuatro 
clases de enfermedades generales por^^ 
que afectan todo el cuerpo, á saber: la 
elefantiasis^ la anasarca, la ictericia y 
el mal sfenéreo. 

Este libro no ofrece tanto interés 
como los otros. Dedica muchos espitó- 
los á esplicar la acción de los medica- 
mentos por la teoría de los árabes^ es- 
pecialmente de Mesue , de cuya ma* 
teria médica tomó la infinidad de los 
remedios que propone. Sin embargo 
habla del opio^ del castor y de las san- 
guijuelas , á las cuales se conoce fué 
muy afecto, cuando las mandaba apli- 
car al ano como derivativas del humor 
melancólico residente en él hígado y 
en la vena porta , al cual atribula la 
elefantiasis (cap. 26). 

No concluiré este articulo sin reco- 
mendar a mis lectores la adquisición 
de esta preciosísima obra, que es sa- 
perior á la de Próspero Alpino de pre^ 
sagUmda vita et morte (1). 

( 1 ) ¿No sería lástima y al mismo tiem* 



Hippocratis de natura humana li^ 
ber. Hyerommi Giménez philosophicB 
ac medicinas doctoris ejusdemque üi 
academia cesaraugustana puhlici in^ 
terpretis comentarios ibtstratur, nunc 
primum in lucem editus. CesarauguS'^ 
í«1589i>i8.° 

Elsta obrita está dirigida i D. Pedro 
Cerbuna: en la dedicatoria dice haber 
estado ausente de Zaragoza por espa- 
cio de seis años, cuyo tiempo habia 
invertido en pasar á otros paises con 
el objeto de ilustrarse mas. 

En el prefacio espone la definición 
de la medicina , su objeto y las partes 
ó ramos en que se divide. I'rueba tam» 
bien que el libro de natura humana 
era genuino de Hipócrates » y no apó- 
crifo como algunos habían dicho. Prue- 
ba su opinión por la comparación y 
examen de los textos del mismo Hipó- 
crates, disemillados en aquellos libros, 
de los que nadie dudaba ser genuínos. 

En el cuerpo de la obra comenta 
los textos del libro de la natura huma- 
na\ habla con especialidad de los ele- 
mentos y de los humore?^ como prin^ 
el pales componentes del cuerpo del 
hombre. 

Todo este libro es muy oscuro -, en 
la mayor parte ininteligible ; abunda 
de teorías metafísicas, y su tectnra 
por lo mismo es cansadísima y de muy 
poco provecho. 

Al decir verdad, el autor parece 
otro hombre del que escribió la obra 
de las instituciones médicas y del libro 
de los pronósticos, que dejamos refe- 
rida. La que nos ocupa no compensa 
el trabajo de leerla , y es una lástima 
que el autor no haya elegido otra ma- 
teria mas digna de su pluma y de sus 
talentos. 

LUIS MERCADO. Vamos á ocu- 
parnos de los escritos de uno de los 



|»o un baldoo para qq médico » el qoe pre- 
sentándole ocesiort de haber la á las maoos, 
DO pudiera servirse de ella por do enteoder 
la lengua latina? 



^p 



140 



HISTORIA DE LA 



médtCM IDAS célebres del siglo XVT, 
y sobre cuyo mérito bibliográfico tan* 
tas y tan encontradas opiniones reí* 
nan entre los historiadores. 

Sprengel ai tratar de la influencia 
de la filosofía de Ramos en la medí* 
ciña , se esplica sobre este médico en 
los términos siguientes. «Los españo- 
les se adhieren macho al escolasticismo 
y a la doctrina de los árabes: una prue* 
ba de esta verdad son las obras de Luis 
Mercado » médico de Felipe II, por- 
que efectivamente es imposible ima- 
f^inarse hasta qué punto este escritor 
levó el escolasticismo. Sin adoptar el 
menor orden científico en sus trabajos, 
introduce infinitas cuestiones inútiles, 
é las cuales unas veces responde afir- 
mativa» otras negativamente : en una 
palabra , no lo puedo caracterizar de 
otro modo que llamándolo el Santo 
Tomás de Aqnino de la medicina» y 
el primero de todos los médicos esco- 
lásticos. (Esprengel » hist. de la med, 
por Jourdan , tom. 3.® pág. 20 y 21). 
Otros le hacen superior á Francisco 
Valle. El Sr. Hernández Morejon de« 
dica un artículo á defender á Mercado 
de la critica que le dirigió el historia- 
dor de la medicina, 

To creo que todos tienen razón» cu- 
yos estremos haré ver al paso que vaya 
esponiendo cada libro (1). 

La celebridad que gozó Luis Mer- 
cado no corresponde con las pocas no- 
ticias biográficas que de él nos han 
quedado. Nació en VaHadolid por los 
años de 1 520: no se sabe donde estu- 
dió la medicina » aunque es de presu- 
mir que lo verificara en la universidad 



(1) Dige en otra ocasión y vuelvo ú re- 
petir eo este lugar , qoe ai escribir la his- 
toria de los médicos eapuñoles no me he 
propuesto ser el panegirista de todos ellos; 
me be propuesto aer imparcial , alavar lo 
boeno y no desfigurar lo malo : creer que 
todos los médicos espafioiea han sido mode* 
los de aabidiir/a, es on absurdo; encomiar- 
loa mea de lo que merexcaD, un mal; y ala- 
var ú todoa es no alavar á oíognoo. 



• 

de dicha ciudad. En ella fué catedrá- 
tico de medicina » cuya cátedra dejó 
cuando fué nombrado médico de cá- 
mara de Felipe II» cuyo destino des«- 
empefió en la cámara de Felipe IIL 

Escribió las obras siguientes. 

Ludovici Mercad medici á cubículo 
Philipi II et III Hispaniarwn at" 
que Indiaruní regum potentissimorum 
atqueeorumdemprotomed¿ci,etin Va" 
Uesoletana academia primaruB cate^^ 
drcB prqfesoris emeríti^ Opera omnia 
in tres tomos divisa* Valladotid 1605» 
1611 , 1613. Francfort 1608, 1614, 

1620(1)- 

El primer tomo está dividido en 

tres libros , y e\ primero de estos en 
cinco partes. La 1.* está subdividida 
en otras cuatro clases : en la primera 
de estas trata si la medicina es ciencia» 
y si es necesaria. En la segunda, 
tercera, cuarta y quinta de los elemen- 
tos. En la 2.* parte trata de los tem- 
peramentos, y la subdivide en cuatro 
clases. En la 3.* de los humores , la 
cual divide cinco clases. En la 4.* de 
partes , y la subdivide en seis clases. 
En la 5.* del alma y sus propiedades^ 
y la divide en seis clases. 

En el segundo libro trata de la sa« 
lud y del modo de conservarla *, lo di- 
vide en tres clases. 

En el tercer libro trata de las cau- 
sas de las enfermedades , sus diferen- 
cias, diagnóstico, pronóstico, y cura- 
ción. Lo divide en dos partes y en seis 
clases. 

Tales son las materias de que trata 
en este primer tomo. El Sr. Morejon 
al dar su dictamen sobre el mérito de 
ellas, nos dice: «la dialéctica de Mer- 
cado en la obra cuyo plan acabamos 
de esponer, y la sutileza de sus razona- 
mientos en la gran copia de argumen- 
tos que trae , hizo que Sprengel le 



(1) Esta es la que yo poseo y está di* 
vidida en cinco tomos. También tengo al- 
gunos tomos sueltos de las otras ediciones. 
En mis citas me refiero á la dicha. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



141 



comparase con Santo Tomas de Aqni- 
no. Sin embargo en medio de su me- 
tafísica descubre en sus ideas un fondo 
de sabiduría y de máximas prácticas 

5ne forman la base principal de sus 
octrinas, y en cuya cúspide se osten- 
ta el alma metafísica de este hombre 
singular. (Her. Mor., Hist. de la med. 
Esp., tom. 2.'' p. 184). 

No puedo conformarme con el dic* 
támen de mi maestro. To diré aue la 
obra^ cuyo sucintísimo plan acabo de 
presentar es el océano del ontologis- 
mo: aue Mercado echó á volar su ima- 

E 'nación por los inmensos espacios de 
metafísica : que todas las ideas úti- 
les que contiene en este ton\o de mil 
fojas cávales , pudieran escribirse en 
una veintena de ellas : que su lectura 
causa pesadilla , j en mi concepto se 
quedó aun muy atrás el escritor Spren- 

Jel. Si algún curioso desea saber cuál 
e las dos opiniones, la del Sr. More- 
jon ó la mia sea la verdadera y la im- 
parcial^ que abra el libró de Mercado, 
y juzgue por su propia convicción. 

El segundo tomo , dividido en cin- 
co libros, trata de las materias siguien- 
tes: 

En el 1 .^ del modo de prestar los 
ausilios médicos. 

En el 2.^ de la esencia , causas , di- ' 
ferencias, diagnóstico, pronóstico y 
curación de las heridas. 

En el 3.^ de la armonía de los pul- 



En el 4.® de la naturaleza y cura- 
cion del morbo gálico. 

En el 5.^ de las enfermedades he- 
reditarias. 

En el primer libro trata de un mo* 
do general del uso que debe hacerse 
en las enfermedades ae la dieta, de las 
bebidas, de los baños, de las sangrías, 
lavatibas , purgantes y vomitivos. En 
las enfermedades agudas aconseja las 
sangrías, las bebidas atemperantes.y 
acciduladas, frias. Aconseja las sangui- 
juelas para combatir ciertos síntomas 
inflamatorios locales \ los sudoríficos 
para obtener el sudor, y entre ellos los 



baños calientes , artificiales y natura- 
les (minerales). 

En el segundo trata de las calentu- 
ras en general y de cada una de ellas 
en particular: admite que la calentura 
no es una sustancia ó un ser, sino una 
calidad y un accidente. Las divide en 
simples y en compuestas, en cortas y 
largas, en agudas y crónicas , en con- 
tinuas é intermitentes. Discurre sobre 
la naturaleza de estas últimas y sobre 
las causas de su intermisión; espone y 
reprueba las opiniones de aquellos que 
atribulan la periodicidad 1.° al influ- 
jo periódico de la loqa: 2.^ de los de- 
mas planetas: 3.® á la naturaleza espe- 
cífica de los humores: 4.** á la influen- 
cia simpáticvy periódica de unos sobre 
otros órganos: 5.^ al humor pituitoso. 

En seguida trata en libros especia- 
les de la calentura efémera de la héc- 
tica y de las pútridas. En este libro es 
donde habla de las calenturas perni- 
ciosas f y es cuando Mercado se hizo 
superior á todo elogio , y digno de la 
mas alta consideración (1 ). 

Voy á presentar un ligero estracto^ 
para que mis lectores puedan en su 
vista ¿jar su opinión soore esta mate- 
ria. (Tradncioo). 



(1) Es tf la verdad may estraiSo qae el 
Sr. Heratnd.es Morcjou qae ht dedicado an 
•tteoso arUcalo eu copiar los títulos de los 
libros de Mercado, que segoramente oo 
iostroyeni interesa, haya pasado en sileocio 
el precioso pasage de Mercado , eo el que 
aoaocia por primera vea le exiateocia de 
las calenturas perniciosas, desconocidas de 
todos, y que tantas víctimas babian sacrifi» 
cado. ¡Cuinlo mas hubiera valido que eo 
vez de copiar el largo pasage que Sprengel 
dirige contra el médico español , hubiera á 
SQ Tez presentado el de estas calentara»! 
No paede negarse qoe el Sr. Morejoo ha 
fundado sa defeasa eo la descripción de las 
caleotoras ya referidas; pero lo es tambieo 
qne lo hubiere hecho mejor copiando el 
texto original, porque de otro modo siem- 
pre podra'o decir los lectores de le obre del 
Sr. Morejoo: y hieo ¿qué dalos nos prestas 
pera eooveoceraos de tas aserciones? 



142 



HISTORIA DE LA 



De la terciana perniciosa. nEa esta 
clase de calenturas que se exacerba d 
cada tres días, se encuentra esta ter- 
ciana perniciosa , desconocida hasta 
ahora, sumamente peligrosa para el 
enfermo y admirable para el médico. 
Lo que raras veces sucede , con mas 
dificultad se conoce » y como acomete 
con tanta gravedad no deja lugar mas 
que al terror y al espanto, y siendo la 
enfermedad mas mortífera , es la que 
menos se entiende y la que con mas 
ignorancia se cura* ¿Quién habria de 
creer que una calentura terciana ha- 
bia de ser tan mortífera , después dé 
haber dicho Hipócrates , que una ca- 
lentura de cualquier modo que inter- 
mita indica no tener peligro (Jebris 
quocumque modo intermisserit peri-' 
culum abasse siffuficat) , y que la ca- 
lentura terciana era la mas breve y 
segura de todas? 

Definición. La terciana perniciosa 
consiste en una calentura que simula 
el tipo tercianario, mortal y compli- 
cada de mil accidentes graves. 

Diidsioné Esta es simple y com- 
puesta, ^ 

Causas • Esta reconoce seis causas: 
1/, la invasión de los humores vicia- 
dos á un miembro principal: 2.% la 
tenuidad y putridez de estos humores, 
especialmente de la sangre de las ve- 
nas: 3.*, los humores viciados por ali- 
mentos corrompidos: 4.% la crudeza 
desigual crasicie de los humores : 5.^, 
por el aflujo que puede determinar el 
demasiado calor febril: 6.% la cons- 
telación epidémica y contagiosa. 

Síntomas, Denotan que la tercia- 
na será perniciosa los graves y peli- 
grosos síntomas que se presentan des* 
de la primera accesión , que ponen 
perplejo al médico. 

£1 semblante del enfermo se vuelve 
cadavérico y muy tímido: el pulso se 
hace tardo, desigual, débil , intermi- 
tente, asfixia: las orinas salen dema- 
siado crasas y de mal color : el enfer- 
mo esperimenta una inquietud suma 
y desacostumbrada ; tiene lipotimias, 



ansiedades y sudores fríos; la respira- 
ción difícil -, hay delirio ó letargo, vómi- 
tos de materias eruginosas, náuseas an- 
gustiosas, y pertinaces. Si tiene diar- 
rea , degenera muy pronto en disen<* 
teria, y los humores salen. fétidos , lí- 
quidos y de diversos colores : hay sed 
inestinguible. Ademas de estos sínto- 
mas, tiene la terciana perniciosa lúft 
mismos que las comunes, aunque mu- 
chísimo mas intensos. Los enfermos 
no quedan libres del todo pasada la 
primera accesión ; les quedan, ó gran 
postración de fuerzas , ó delirio pasa- 
gero, ó un sueño muy profundo y 
muy falaz, ó una sed devoradora,ó un 
desasosiego que no pueden esplícar, y 
esto aun cuando la calentura baya 
desaparecido ó sea casi nula. Es de 
muy mal agüero el que el enfermo 
sude estando con el trio; que tenga 
frio^ en el periodo de la calentura; y 
el que se desmaye en el periodo del 
sudor. Importa, pues, qae el médico 
se prevenga desde la primera accesión, 
y que se penetre de que el enfermo 
está profundamente orinado. 

Pronóstico No todas estas calen- 
turas perniciosas son mortales de ne- 
cesidad: su peligro está en razOn de la 
intensidad de las causas arriba espre- 
sadas, y de lo mas ó menos necesario 
que sea á la vida el miembro^ que fué 
invadido de los huniores* 

División de las calenturas. Se di- 
viden estas calenturas en otras tantas 
especies cuanto son los síntomas mas 
dominantes en ellas, y los órganos 
afectados; asi es que las hay pleuriti- 
cas, sincópales, soporosas, hepáticas, 
uterinas , etc. Es preciso conocer bien 
sus diferencias, porque exigen un mé- 
todo especial de curación. 

Calentura perniciosa cardiaca ó del 
coraj207i.>»Sintomas.«KCuandoel hu- 
mor ataca á lasestremidadesde las ve- 
nas del corazón, se presentan largos y 
frecuentes síncopes, pulso pequeño» 
frecuente y desigual, al cual suele se- 
guir total asfixia. Estos síntomas vie- 
nen á complicarse con rubicundez y 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



143 



Bodores en la cara , ojos cóncayos* y 
lángaidos y estreroada resolución d^ 
faersas , y ¿na muerte repentina. 
Otras veces el ebferoio siente una tor* 
peza y dejadez estremadas: le vienen 
sudores frios.á la frente: queda at¿ni<* 
lo, sin saber referir lo que le pasa ni 
lo que siente: la respiración es suspi-* 
rosa; no puede moverse para nada: se 
siente agoviado por uoa terrible an- 

f[U5tia : tiene sudores , á veces muy 
rios , otras muy calientes. Estos en- 
fermos mueren á la tercera accesión; 
y si de ella escapan, quedan con otros 
males tan malignos, a los que después 
de mas ó menos tiempo sucumben. 

Terciana perniciosa por lesión del 
estómago. ^=»Sintoíntí$.^=^E\ enfermo 
siente grandes picotazos y bocados en 
la boea del estómago: tiene vómitos de 
materias biliosas y pútridas : gran an« 
siedad é inquietud : pérdida , ó una 
grandísima debilidad del pulso , al 
cual sigue un sincope: sudores friesen 
la frente: palidez del rostro, concen- 
tración de los ojos dentro de sus órbi- 
tas, y la muerte al quinto dia ó antes. 
Si esta calentura se hace continua, no 
tiene tanto peligro. 

Calentura perniciosa cerebral. La 
enfermedad empieza por una gran 
soñolencia, ó por un letargo, en el 
cual suelen terminar sos dias. 

Calentura perniciosa por lesión del 
hígado (hepática). Los síntomas ge- 
nerales son los mismos; pero esta ca- 
lentura no es tan peligrosa , porque 
suele hacerse con frecuencia continua; 
en cuyo caso si no desarrolla una hi* 
dropesia consecutiva, se libran los en* 
fermos; pero después de muchísimo 
tiempo (pág. desde la 395, col. 1.% 
basU la 398). 

A continuación trata también de las 
calenturas intermitentes, perniciosas, 
y pútridas; y dice «que estas recono- 
cen por causa los alimentos vegetales^ 
especialmente las frutas agrias. Los 
enfermos que las padecen caen al sue- 
lo como desmayados: sudan con pro- 
fusión: tienen el pulso pequeño, débil 



¡r muy frecuente : vigilias pertinaces: 
es suben á la cabeza continuos vapo- 
res : vómitos ó náuseas pertinaces: 
amargor de boca : suma telidéz del 
aliento: inapeteocia; vértigos tenebro* 
sos: el semblante triste y como dolo- 
rido: la boca, dientes y lengua negros, 
terrosos y fétidos. Mueren á la tercera 
ó quinta accesión. 

Terciana perniciosa jr biliosa. ^^ 
Síntomas.aBLa calentura que sucede 
al frió es vehemente : hay gran sed, 
secura y aspereza de lengua: los ojos 
se esconden en sus órbitas : el rostro, 
aunque cadavérico, está como encen- 
dido, angustioso^ compungido y sin 
espresion: el enfermo está inquieto en 
la cama, como si todo él estuviese ul- 
cerado: el calor le abrasa ; pero ni el 
aire, ni la respiración j ni el agua, le 
consuelan. Las orinas salen encendidas 
como fuego, y como si fueran legia: 
el pulso es pequeño, débil, y casi nulo: 
la respiración angustiosa : las evacua- 
ciones alvinas, primeramente biliosas, 
después porraceas; y últimamente di- 
sentéricas: los vómitos pertinaces^ an- 
gustiosos y con sincopes. Los enfer- 
mos no pueden sudar, por los diaforé- 
ticos , y sudan poco antes de morir. 

Terciana sincopal perniciosa humo* 
ra/. i» Síntomas, «i- Empieza por un 
gran frió, interrumpido de gran calor; 
de modo que los enfermos unos ratos 
se abrasan , y otros se hielan: durante 
todo el curso de la enfermedad, están 
hechos un leño: se quejan de frió, y al 
mismo tiempo de una sed que les 
abrasa ; pero las bebidas , lejos de ali- 
viarles,'les empeoran: el vientre se in- 
cha y se pone como un timbal: se des- 
mayan con frecuencia, pero no se rea- 
niman con las aspersiones de agua fría 
sobre el rostro; antes por el contrario, 
se alivian con las fricciones y las liga- 
duras: la respiración es fuerte y ane- 
losa. Ademas de estos síntomas, hay 
otro patognomónico,y es la irregula- 
ridad y desorden con que se presentan 
los períodos de estas tercianas; algunas 
veces estando ep el aumento dismi- 



144 



HISTORIA DE LA 



nave j engaña ¿ los médicos ; y si se 
da agua á los eoferinos > se recrudece 
de nuevo: otras teces estando en el 
de la declinación, se agrava. En medio 
de este desorden, sobreviene el coma, 
y les hace sucumbir (desde la página 
398, basU la 403). 

Vean , pues , mis lectores^ en estos 
preciosos cuadros de las intermitentes 
perniciosas, confirmada mi opinión de 
que los historiadores que babian elo* 
giado y criticado á Luis Mercado , no 
tenian razón. Efectivamente, Sprengel 
se conoce que no leyó mas que el pri- 
mer tomo , y seguramente le faltó la 
paciencia para leer los demás. Este au- 
tor, por otra parte, es superior no solo 
i Francisco Valles, sino i cuantos mé- 
dicos le han precedido. To creo que 
si Mercado se hubiera contentado con 
escribir este último libro y algún otro 
de los que vamos á ocuparnos inme- 
diatamente^ hubiera podido ponerse 
al lado del padre de la medicina. 

Después de las tercianas, trata de 
las cuartanas : critica la opinión de 
Celso, que la cuartana no mataba i 
nadie (quartana neminen jugulat), y 
prueba su falsedad por muchas obser* 
vaciones propias. 

Dedicó un libro á tratar del uso 
• del corazón, de las arterias, y del 
pulso ', y otro del morbo gálico. Nada 
de particular nos presenta cuestos dos 
libros: reúne, si, todo lo mejor que 
sobre una y otra materia babia escrito. 

En el tomo tercero trata estensisi- 
mamente de todas las enfermedades 
que pueden acometer al cuerpo hu- 
mano, y de su curación. 

Este trabajo tendría mas mérito 
del que tiene , si el autor no se en- 

f[olfase tanto en las discusiones meta- 
isicas. 

En el tomo cuarto trata esclusiva- 
mente de las enfermedades de las mu- 
geres. Lo divide en cuatro partes : en 
la primera habla de las enfermedades 
de las mugeres en general : en la se- 
gunda de las de las doncellas y viudas: 
en la tercera de las estériles y emba- 



f. 



razadas: en la cuarta de las puérperas 
y nodrizas. 

En la primera descri&e las diferen- 
cias del sexo, de la menstruación de su 
falta, ó esceso, de la leucoi^rea, y de 
las úlceras cancerosas de los pechos. 

En la segunda , de la naturaleza y 
enfermedades de la matriz, del histe- 
rismo, de la estrangulación de la ma- 
triz, de la melancolía de las doncellas 

viudas, de la epilepsia interna, de 
as enfermedades emanadas de la le- 
sión de la misma matriz , tales como 
la procidencia , la oblicuidad , la im- 
becilidad, los dolores, la inflamación, 
el escirro , el cáncer, los cordilomas, 
las fístulas, las bemorraides y cálculos 
de la matriz. . 

En la tercera de la esterilidad y de 
la concepción , y de otras enfermeda- 
des de las embarazadas. 

En U cuarta del parto natural y la- 
borioso, del aborto, de la estraccion de 
las secundinas , de las molas, de lo9 
flujos interinos, de la supresión de los 
loquios, de la inflamación del útero. 
Últimamente demuestra las cualida-* 
des que ha de tener una buena no- 
driza. 

Elste tratado sobre las enfermeda- 
des de las mugeres, fué el que mas 
contribuyó quizá á la reputación colo- 
sal que disfrutaba Luis Mercado. No 
hay bibliógrafo que no bable con elo- 
gio de este escrito. La falta que tiene 
es la común á todos los otros; la mul- 
titud de citas^ su demasiada eslension, 
y las innumerables cuestiones pura- 
mente dialécticas que discute sin ne- 
cesidad y sin ilustración. 

El tomo quinto lo consagra á espo- 
ner varias consultas médicas suma- 
mente interesantes, de casos verdade- 
ramente estraordinarios. Tal es el de 
la consulta 20, de una señora, que 
después de quince años de casada , no 
tuvo ningún hijo; pero al cabo de este 
tiempo llegó á concebir , y á los ocho 
meses dio a luz un horrorosísi- 
mo monstruo, el cual si hubiera naci- 
do vivo, habría inspirado miedo, como 



*— í 



MEDIQNA ESPASÍOLA. 



145 



dice eI'iii¡«iio Mercado. La 6gura^ 
a&ade^ era humana; tenia la cara su- 
mamente horrorosa.^ los. ojos muy 
grandes y salientes , la boca j los la- 
bios comO:el pico de una águila , sin 
nariz , y las estremidades no se pare^ 
cían á las del hombre (pág. 106). 

También interesa mucho la con/» 
sulta 24> en la que trata de la angina 
gangrenosa , llamada TUlgarmente en 
Espalla garrotíUo* Asegura que esta 
enfermedad no fué conocida de los an- 
tiguos, que habia .muy poco tiempo 
que se habia presentado ; pero que eu 
la época. en que escribía^ reinaba epi- 
démicamente en muchos pueblos y 
aun provincias de España. El primer 
caso que de esta enfermedad tío , fué 
en un hijo de Rodrigo Suarez de To- 
ledo. Describió con la mayor exacti- 
tud sus causas^ síntomas, diagnóstico 
diferencial y pronóstico y curación. Al 
hablar. del pronóstico^ dice que esta 
enfermedad era la mas grave de cuan* 
tas habia visto prácticamente. Prueba 
que esta enfermedad es contagiosa , y 
lo confirma con un caso que no deja 
de ser muy notable : copiaré sus mis- 
mas palabras. «Pero lo mas admirable 
era la condición deletérea y contagio- 
sa de este mal , pues habiéndole mor'* 
dido el dedo á su padre , una vez aue 
le sacaba con el una especie de baba- 
za y moco concreto j empezó á sentir 
dolor en la parte j y luego le sobrewno 
inflamación, A muy poco esperimentó 
mficidtad de respirar y de tragar, 
acompañadas de dolor y de tumor en 
la garganta y en las glándulas esterio' 
res del cuello y de la barba, uíl se^ 
gundo día arrojaba un hálito fetidísi- 
mo j y el tumor de las/auces presen- 
taba un color violado, lo mismo que el 
del hijo (pág. 139).» 

En la curación de esta enfermedad 
se valió de sangriai^ de purgantes y de 
gargarismos antipútridos. Aplicó ven« 
tosas sajadas , y después de caida la 
costra, los cáusticos y los astringentes 



diluidos con agua. Entre estos dio la 
preferencia al alumbre. 

• Mercado fuéel primero que obser- 
vó y descubrió con precisión el g*rro- 
tillo, y bajo este punto de vista se ha- 
ce acreedor á nuestro respetuoso reco- 
nocimiento. ELsta consulta de Mercado 
es interesantísima. 
. También es digna de leerse la con* 
sulta 28; en la que describe una epi- 
demia de erisipelas que reinó' en el 
real sitio del Escorial. 

LudoviciMercati,.. Tractatus uni- 
cus continens grai^issimarum atque dif* 
ficilium et abditarum rerum disputa- 
tiones, magnimomenti et ussus. 

En la 1. "trata de la naturaleza del 
calor febril. 

En la 2." de los espíritus animales. 
' En la 3.* de los.sudores. 
« En la 4.* de las funciones.vitales. 

En la 5." trata sobre los inconve- 
nientes ó ventajas de las sangrías ó pur- 
gantes en la supresión de los mens- 
truos. 

Ludo\fici Mercatiy etc*.» De preño» 
rum educatione custodia et providen- 
tia. Trata sobre todo de las circuns- 
tancias que debe tener una buena no- 
driza. (Interesante).- 

De morbis puerorum. Es un tratado 
muy completo de las enfermedades de 
los niños. (Interesante). 

Ludovici Mercati , etc.,,. Institu- 
tienes adussum et examen eorum, qui 
luxatoriam autem exercent. Este tra- 
tado es uno de los mejores que se es- 
cribieron en el siglo XVI sobre las 
luxaciones y fracturas de los huesos. 
Primeramente trata de las diferencias 
de las articulaciones tanto de las de 
movimiento como de las que carecen 
de él: describe con precisión los sintop' 
mas particulares-de cada una de ellas, 
y el modo de remediarlas. 

Ademas del interés que bajo este 
aspecto merece , es también muy cu- 
rioso ^ porque presenta todas las figu- 
ras de las máquinas que usaban lotf «n« 



HlST. DB L4 MeDIC. BSPÁÍ^OLA. ToMO 2.* 



19 



146 



HISTORIA DE LA 



tigooi para reponer las diferentes 
laxaciones. 

Ludovid Bfercati, etc... InstitutíO'^ 
nes Chirurmca in Amos Ubros disecto! 
jussuque Regís pro chirurgis in praxi 
examinandis^JactWf ac ácwtens pro» 
tomedicis approbatm,..* 

Divide este tratado en dos libros. 
El primero de estos está snbdividido 
en tres tratados: en el 1.* habla de los 
tumores preternaturales; en el 2.^ de 
las heridas; en el 3«^ de las úlceras. En 
el segando libro trata de los medica* 
mentos tópicos» convenientes ¿ cada 
ana de las enfermedades designadas. 

De esentia « causis p sigms et cura'» 
tíoñe Jehris nudignss , in gua macuLe 
rubentes símiles morsfbus puiicMunper 
cuiem erumpunt. Cm accesitconsiüum 
contínens summum totiuspréesagado'* 
nis ¿s eódem sffeetu. yalfadolidri574 
enS."» 

Dividió esta obra en cuatro libros. 

En el 1.* trata de la esencia y na- 
toralesa de esta enfermedad: consiste^ 
según el autor, en U depravación i in- 
fección del aire; recbaat la opinión de 
aquellos que decian que los astros po« 
dian producir las epidemias en la épo- 
ca de sus conjunciones. 

En el 2.^ trata de las causas: las re- 
fiere ¿ los malos alimentos, á los esce- 
sos de las seis cosas naturales, j a la 
infección del aire. 

En el 3.® trata de los síntomas del 
tabardillo: en su descripción nada abso- 
lutamente deja por decir , j cierta- 
mente no se escribe mas ni mejor en 
el siglo XIX. 

En el 4.^ trata estensaroente de so 
curación • 

Han visto, pues, mb lectores un es« 
tracto, aunque ligero, de las obras que 

EublioóLuis Mercado. Me parece que 
e demostrado los estremos que anun- 
cié al principio del articulo j i saber: 
que nenian mucha raaon los que le 
criticaban de metafisico> y los que le 
hacían superior á Valles. 

Reduciré mi dictamen á muy pocas 
palabras: las obras de Mercado relati- 



Tas a la medicina practica son dignas 
de consultarse aun al presente, porque 
en eliss se muestra un práctico consu» 
mado, un sabio, un segundo Hipócra- 
tes ; pero en las que tienen relación 
con la metafísica , la física , etc., co* 
mo son las materias del primer tomo, 
es un segundo Aristóteles , ▼ necesita 
nn Edipo para entenderle. Me parece 
que este aviso puede servir de guia á 
los que quieran dedicarse á la lectura 
de las obras de Mercado. 

ALONSO DIEZ DAZA(1). (Arti- 
culo adicional). 

Uhro de los provechos r daOos que 
provienen con la sola bebula del agua, 

Í' cómo se deba escoger la mejor, 
retiñcar la que no es tal^r cómo se 
ha de beber frió en tiempo de calor sin 

SB haga daho. Compuesto por Alonso 
ezDaza. Sevilla 1576, en 8.^ 

El autor divide su obra en dos libros. 

El primero contiene 10 capitules; 
en ellos habla respectivamente en el 
1.* de la sed, j cuál sea la causa^ j de 
los provechos del agua. 

En el 2.^ de la buena araa y de sn 
conocimiento , r el de las fuentes: 
trata en este capitulo de las cualida« 
des de las aguas de las fuentes de Se- 
villa. 

En el 3.® de las aguas de los rios: 
habla de los rios de Serilla. 

En el 4.® de las aguas llovediaas, j 
por so orden de las siguientes. 

En el 5.® del agua de los pozos. 

En el 6.® de laslagunas que son per- 
petuas, y cuyas aguss tienen alli su na* 
cimiento, y de las otras lagunas ó char- 
cos que tienen el agua reposada y se se- 
can , y de la de las nieves y hielos. 

En el 7.* de la naturalesa del agua 
cómo es fria y húmeda, y cómo apaga 
la sed por tener dichas cualidades. 

En el 8.^ de la cantidad de agua 
que se ha de beber , j á qué tiempos. 



(1) Dtspaes de h^ber impreso el artf* 
culo de este médico^ he recibido le obra, 
coyo estrecU presento tf mis lectores. 



MEDICINA ESPA190LA. 



«7 



En el 9.® del agoa muy fría , y i 
qué personas convenga bebería y á 
qaíénes no. 

En el 10 del agua caliente j tem« 
plada^ 7 cuándo es provechosa y cuán- 
do es perjudicial. 

En el libro segundo^ cómo se ha de 
beber el agua enfriada con nieve ó con 
otras cosas, sin que haga daño al cuer- 
po humano/ á cualquiera complexión 
sana. 

Lo divide en 5 capítulos. 

En el 1 .® cómo se ha de preparar el 
agua cruda para que no dafte. 

En el 2.^ espone el modo de en- 
friar el agua con nieve , j de la nieve 
ser la cosa mas fria de cuantas hajrt tra- 
ta en este capitulo de los diferentes mo- 
dos de enfriarla en Sevilla. 

En el 3.^ del modo de enfriar el 
agua según los antiguos, y dice que se 
ha de calentar y hervir primero que 
se enfrie. 

En el 4«*de cómo se ha de enfriar 
el agua con nieve , para beberse sin 
que baga daño, y cuan antigua sea éste 
arte de enfriar con nieve. 

En el 5.^ en que se pone en suma 
cómo se ha de enfriar con nieve el 
agua, ó con otras cosas, sin que dafie. 

Esta obríta es una de las mas eru^^ 
ditas é interesantes que se han escrita 
del uso del agua como, remedb hígie« 
nico j terapéutico. Recomendamos con 
la mayor eficacia su lectura. 

TOMAS ALVAREZ escribió una 
obra con este titulo. 

Megimiento pitra presentar en tierna' 
po de peste. Lisboa 1 580» 

No he visto esta obra ; hablan de 
ella Alberto de Haller y Villalva en 
su epidemiología española (pág 109}. 

ANT9NIO ALVAREZ, portu. 
gnés; se ignora el pueblo de su natu- 
raleza. Estudió la filosofía en Alcalá de 



Henaresi y la medicina en Valladolid. 
En esta universidad tomó la licencia* 
tura, y después pasó á Burgos, y se es- 
tableció en esta ciudad. Bjercio con 
mucho lauro su prefesion ; fué médi* 
co del Du<)ue de Osuna^ y nombrado 
este virey de Ñapóles, le acompañó á 
dicha ciudad. 

Escribió la obra siguiente: 

Epistolarwn tt cónsitiorwn medki'» 
naUum pars prima non mediéis soium^ 
sed eíiam pfdlosophke studiosis utíiis" 
sima. Nápoies 1585, en 4.^ 

Son diez cartas, en las que trata de 
algunas enfermedades en general. No 
ofrecen interés alguno. 

ANDRÉS VELASQUEZ. Se igno* 
ra el pueblo de su nacimiento y la 
mayor parte de sus circunstancias bio* 
gráficas. Ejerció la medicina en Arcos 
de la Frontera: fué médico de cama* 
ra de D. Rodrigo Ponce de Leon^ du- 
que de Arcos« 

Escribió una obrita sumamente cu- 
riosa é interesante , la cnal dedicó al 
espresado duque con el titulo siguientes 

Libro de la melancolía , en el cual 
se trata de la naturaleza de esta en- 
fermedad , asi llamada melancolia, y 
de sus causas Y síntomas, V si el rusi- 
fico puede hdolar latín ó filosofar es'' 
tanao frenético ó maniático , sin ha* 
berlo primero aprendido. Compuesto 
por el doctor Andrés Velasauez, mé^ 
dico de la ciudad de Arcos de la Fron- 
tera. Sevilla, por Diaz, 1585, en 8.® 

Ella es una de las mas raras de núes* 
tra literatura médica, motivo por que 
mé estenderé un poco en su análisis* 

Al principio de la obra se hallan 
varios epigramas latinos compuestos 

r el maestro doctor Alfonso Garcíii, 

é ellos elegiré el siguiente , porque 
en él espresa áu autor el contenido de 
la obra. 



e 



Temperiem cerehri humana inter membra tenenentis 
Culmen, qui exacte noscere forte cupit 
Et risus , que causee ^ quid quoque bilis 
Atra sit , heu multis exitiaíe maíum. 
Aque huic gignendo pariter que corpora morbo 



^ I 



148 



HISTORIA DE LA 



Apta nimis , multo sintque , parata magis 

Deinde facultates aninu ledantur ut illm 

Rectrices docti , quas vocitant medid 

Rinticas an possit rapuit quem insana phrenesis 

Quce non eaidiscit verba latina loqui* 

fíoc opus evolvat prceclarum graviter , illud 

Namque eaque cecini , si petat ipse , dabit. 



Divide esU obra eo ocho capítulos. 

En el capítulo 1.^ ase trata del ce- 
rebro y su temperamento , j algunas 
otras que se presuponen para tratar de 
esta enfermedad melancólica (1).» 

Compara la importancia de las 
funciones que desempeñan *el cere- 
bro^ los pulmones y el corazón^ y de- 
cide que en su concepto es mas inte- 
resante á la vida el primero* Es nota- 
ble el pasage siguiente: «todavía afir* 
moser el cerebro mas principal miern- 
bro^ como fuente y origen de la facul- 
tad animal , de las cuales nos emana 
la virtud motiva y sensitiva^ y donde 
tienen sus asientos y lugares las po- 
tencias que llamamos rectrices^ de don- 
de viene su virtud á los sentidos esterio- 
res.... de ella emanan los espiritusani- 
males> los cuales si el alma fuera cor- 
pórea^ estos espíritus serian el alma 
misma ^ pero siendo incorpórea, ellos 
son el instrumento que tiene para 
obrar (pág. 16).» 

En seguida discute qué lesiones son 
mas mortales, si las del cerebro, las del 
corazón, ó las del hígado. 

Distingue los nervios en nervios de. 
sensibilidad y en nervios de locomo- 
ción: los primeros asegura que nacen 
de la parte anterior de los loonlos del 
cerebro , y los segundos de la poste- 
rior (pág. 20). 

Propone la cuestión ¿por que sien- 
do el cerebro de la misma sustancia 
que los nervios que de el y de la co- 
lumna espinal salen , estos sienten y 
aquel no, i pesar de llamarse y ser el 



(1) En este capítulo dice qae se estaba 
ocupando en escribir una obre comentafido 
el libro nono de Rbasis (pág. 15). 



centro de la sensibilidad? Resuelve 
que la sustancia cerebral de los ner- 
vios no es la sensible i natura, sino por 
las túnicas que envuelven í los ner* 
vios (pág. 20). 

Distingue las acciones del cerebro 
en dos clases, unas del alma, las otras 
de la naturaleza; ¿ las primeras llama 
animales, a las segundas naturales: 
las animales se subdividen en tres , á 
saber: sensibles, motilaos ó movibles j. 
rectrices: las sensibles se subdividen 
en cinco, iisiua, olfatoria, gusttUoria, 
auditoria, y tactoria: la motiva es úni- 
ca, y consiste en los músculos: las rec- 
trices se subdividen en tres potencias, 
imaginativa j raciocinativa y recordar 
tiva. Con este motivo combate la opi* 
nion de Juan Huarte de San Juan, que 
admite la necesidad de instrumentos 
para obrar los sentidos internos (pági- 
na 22). 

Últimamente esplica el por qué en 
una parte ó miembro se pierde antea 
el movimiento que el sentimiento. 

Capitulo 2.^ «En que se declara 
el modo cómo se comunica la facultad 
animal por los nervios. Del sitio jr oso 
de los ventrículos interiores del cere- 
bro, y otras cosas á esta materia per- 
tenecientes.» 

En este capitulo reúne todo lo me- 
jor que hasta su tiempo se habia es- 
crito en esta materia: combate la opi- 
nión de todos sobre los viages de los es- 
píritus animales por los nervios: crejró 
que la sensación de los cuerpos ester- 
nos se conducían por medio de indu- 
laciones de los espíritus, d^l modo que 
el agua un estanque. 

Habla con la mayor precisión de la 
situación, forma y ulos de los ventrí- 
culos del cerebro, afiadiendo: <cSé de* 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



149 



cir , j asi lo afirmo , que vide hartas 
aoatomias^ j jamás vine las cavidades 
de ios nervios (pig. 25).»'^ 

Mas adelante, contradiciendo la opi- 
nión de Galeno , dice : «quisiérale yo 
preguntar : si jro digese que ano ó los 
dos primeros ventrículos sirven para 
este cocimiento (formación de los es« 
piritus animales) y el de en medio 
7 el postrero para filosofar y discurrir, 
¿con qoé demostración me probara lo 
contrario? Y si yo dígera también que 
el postrero 7 medio se bace el coci- 
miento, 7 que solos los dos primeros 
sirvieron para filosofar 7 aiscurrir, 
¿cómo, ó con qué demostración me 
podria el inducir i que 70 cre7ese lo 
contrario?» 

Capitulo 3.^ «En que se declara 
en qué edad se ha de comenzar i oir 
las scienciaSy 7 si ha7 instinto de na- 
turalesa ó no.» 

Decide que las ciencias deben apren- 
derse en la adolescencia, aporque en 
esta edad la razón se va 7a descubrien- 
do' bien»; que aunque importa mu- 
cho para aprenderlas tener una pro- 
porcionada cantidad de médula del 
cerebro, bnena cabeza» 7 buena figura 
f número dis los ventrículos; para ser 
os hombres ingeniosos , hábiles 7 le- 
trados, era necesario ademas tener 
buen temperamento. Cree que el tem- 
peramento melancólico es el mas á 
propósito para las ciencias. Lo prueba 

Sorque habia algunos sugetos notados 
e este, que tenian tanta fuerza de in- 
genio, que antes parecía cosa divina 
3ue humana; 7 que los hombres gran- 
es que hablan tenido las ciencias, to- 
dos eran dotados de este tempera- 
mento melancólico (pág. 36). 

Distingue la fuerza del tempera- 
mento 7 del instinto* Prueba que en 
los animales ha7 operaciones determi- 
nadas por el instinto. Se vale del es- 
perimeoto que hizo Galeno con un ca* 
brito, recien nacido, el cual, tan luego 
como nació, empezó á andar 7 á ras- 
carse la cabeza con una patita ; 7 ha- 
biéndole puesto vasijas llenas de agua. 



r. 



de vino, de miel 7 dé leche, fué olien^ 
do estos liquidos, 7 solo bebió la leche. 
Se obieta un pasagé de este mismo, en 
el que asegura hacerse la erección del 
miembro viril por un instinto na- 
tural que este tenia, 7 lo combate di- 
ciendo: «Los espíritus vitiles son los 
iústrumentos propios del alma : todos 
los movimientos 7 afectos de esta se 
representan, 7 los venimos á entender 
por el movimiento de estos espíritus... 
Y asi como estamos imaginando 7 pen- 
sando en un acto venéreo , muévense 
al mof imientode nuestra imaginación 
estos espíritus ; 7 asi movidos, corren 
á los miembros genitales, é hinchán- 
doles, les hacen levantar. De donde 
se infiere mu7 bien que por ir ellos á 
aquel miembro fistuloso 7 correr á él, 
se levanta, 7 no como dijo Galeno, 
que por se alterar él 7 se levantar ex 
naturce instinto , sucedían los espíri- 
tus, sino antes por el contrario, por 
acudir allí los espíritus al movimiento 
de la imaginativa, y asi se levantan las 
partes genitales (pag. 41).» 

Capitulo 4.* «En que se declara la 
imaginación qué fuerza tenga , qué 
cosa sea risa, 7 las causas de ella 7 de 
las cosquillas.» 

Demuestra en este capitulo el poder 
7 la influencia que la invaginación tie- 
ne en producir las enfermedades: ri- 
diculiza la opinión de Avicena, que el 
hombre con sola su imaginación podia 
alterar los elementos 7 producir lluvia; 
7 prueba que este poder de la imagi- 
nación no es absoluto, sino limitado, 
7 que no puede salir de su licencia 7 
mando (pag. 42). 

De la risa, dice es nna cierta vibra- 
ción del septo trasverso, y de los mús- 
culos del pecho 7 boca. Ella se hace, 
proviene, 7 sigue el contento con al- 
guna admiración De aqui provie- 
ne, que el hombre entre todos los ani- 
males es el solo que se rie , porque 
solo él entre todos se admira : los de- 
mas animales huélganse , pero no se 

ríen, porque no se admiran los 

niños, IOS taltos 7 las mugeres, se rien 



150 



HISTORIA DE LA 



masque los hombres^ porque ven mas 
COMt nuevas,.,. (|Wg« 44). 

También. dístiDgue otra especie de 
risa y y es la de los embriagados con 
buen vino» añadiendo: «Asi vemos i 
los embriagados de buen vino reírse 
j soñarse cardenales, artobispos y re-« 
yes ; por el contrario los ove se em« 
briagan con mal vino turbio y basto^ 
sueñan andarse despeñando» ó caer en 
los cuernos de algún toro, j otros tor- 
pes sueños.» Con este motivo dice el 
autor que jamás habia bebido vino. 
c(Dígolode oidasy porque como soy 
aguado , ni sueño lo uno ni lo otro 

(paV. 46).» . . , .^ 

La risa puede también producirse 
por Us cosquillas: de todos los anima- 
les, solo el hombre tiene cosquillas;' 
pero ninguno se hace cosquillas i si 
mismo, porque para ellas es menester 
tocar las partes sensibles muy blanda* 
mente, con cierto halago , y hacerlo 
sin prevención ; de lo contrario , no 
hay deleite, pues sabe que van á ha* 
cerse las cosquillas , del mismo modo 
que los graciosos no se rien porque sa- 
ben loque van á decir, y para ellos 
no hay novedad, que es lo que causa 
el deleite (pág. 46). 

Capítulo 5.® «Donde se declara 
los significados de este nombre melan- 
colía, y cuáles sean los cuerpos mas 
dispuestos para la engendrar. i» 

Reputa como causa de la melanco* 
lia la atrábilis. Los sugetos mas dis* 
puestos son «los flacos ó delgados, mo- 
renos y bellosos, que tienen las venas 
muy anchas y espaciosas : después de 
estos vienen los rubios, y después Ios- 
flacos (páff. 54).» . 

Capitulo 6.^ «En el cual se trata 
de h melancólico morbo, j i qué g¿« 
ñero de enfermedad se haya de redu- 
cir, y otras cosas que de esta materia 
dependen.» 

Define la melancolía una enaeena^ 
Clon del alma sin calentura. Distmgue 
la melancolía en dos especies; la 1 .* es 
la verdaderamente llamada melanco- 
lía: la 2.^ es la conocida con los nom- 



bres de insania , manía ó furor, lia 
causa <le esta enfermedad melancólica 
es el humor melancólico, del cuál 
tomó el riombre la enfermedad. Dití- 
de la melancolía' en primitiva ó sini- 
pática: cuando el cerebro se daña pri- 
meramente^ se llama primitiva; cuan* 
do por consentimiento ó cuando se baoe 
por los vapores que suben a él desde 
el estómago. 

Capitulo 7.^ «En el cual se de^ 
clara el modo y orden que hay en se 
corromper y dañar las facultades rec- 
trices, y cuáles sean los simptomas de 
esta enfermedad melancólica.» 

Las facultades intelectuales, dice, 
pueden alterarse, ó dañándose^ ó dis- 
minuyéndose, ó borrándose, ó depra-^ 
vándose. Describe los síntomas de la 
melancolía. 

Capitulo 8.^ «En que se declara 
si el rústico estando frenético ó ma- 
niático, puede hablar latió, sin lo ha- 
ber antes sabido, y tractar de precep*' 
tos de filosofía.» 

Prueba 1a imposibilidad. Ed las 
últimas líneas de esta obrita, promete 
bablar de la curación de esta enfer- 
medad «en los scholíos que estaba ba- 
cieodo á las obras de Almaoaor j 
Rassis.» 

JUAN LÓPEZ DE TÜDELA es- 
cribió, según refiere D. Nicolás Anto« 
qio» una obra 

De materia medica ad Tyrónes. ... 
Pamplona 1585. (D. N. A., tom. !.•, 
pág. 721). 

RODRIGO DE FONSECA(l), na- 



(1) El Sr. Hernández Morejon al ha- 
blar da este médico, dice cqoe fué ano de los 
hombres mas sabios que ilustraron las es- 
cuelas estrangeras en el siglo XVI , y que 
habiendo ocupado toda su vida eo la ense- 
nansa y el e«tad¡D, nos dejó el fruto de tan 
asidua y prolongada tarea eo el gran núme- 
ro de obras que publicó (tom. 3.^ pégina 
334). a ¡Qué loal vieue este elogio con el taA 
miserable artículo bibltogrtffíco que le con« 
sagra! To voy é llenar el yació que dejó^ por» 
que poseo todas sns obraé* 



rt.-^ 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



151 



toral da Lisboa , f uno de loa niédicoa 
mas ilustrados de sa siglo. Por so cele* 
bridad j Tastos coiUMsimientos , mere* 
ció ser Dombrado catedrático de medi* 
ciña en la oniversidad de Pisa , cayo 
destino dejódespoes de haberlo desein* 
peftado macho tiempo. Pasó á Pidna, 
j por so universidad fué invitado a 
tomar ooa cátedra de medicina, cayo 
carro aceptó y desempefk). Escribió 
vanas obras. 

Jtoedericiá FcnsecaLusitani Oljrsu 
ponensi* Medicinam in Pisana acadt^ 
mia publice profitentis: In Hippocror 
tís legem Commentaríum , guo per* 
/ecti medici natura esfUcatur. Roma 
1586, en S."" 

En esta obríta comenta el libro de 
la ley de Hipócrates: es ooa de laa 
mejores <}oe se escribieron en el ú^ 
gb %Vh El Sr. Morejon se contentó 
con trascribirnos solamente so título^ 
yaegoramente qne no debió haberla 
visto, porque de otro modo, ¿cómo pu« 
diera perdonársele so silencio? A boeo 
segoro qoe no hobiera podido criticar- 
sew de exagerado el elogio que de so 
elocoente ploma hobiera salido. 

Esta obrita se dedicó á D. Fernán* 
do de Médicis , cardenal de la S. R. 
En so introducción proeba el aotor 
qoe el libro de la ley qoe circola con 
el nombre de Hipócrates, era legitimo 
y genoino, porque sus máximas y sus 
preceptos estaban diseminados y es* 

Eresados con las mismas palabras , en 
» otros libros que se reputaban una* 
nimemente como verdaaeros de Hipó» 
crates. 

Hace ver qoe on médico para mere- 
cer el nombre de tal , era preciso qoe 
reoniera mochos conocimientos en to- 
das las ciencias, porque todas le eran 
necesarias, y venian a reíloir en la me- 
dicina. «El médico, dice, debe ser 
buen gramático, porqoe debe saber es- 
cribir y hablar correotamante ; debe 
ser ló¿co, porqoe neceiita de los pre- 
ceptos de la lógica para dirigir so al* 
ma por el verdadero camino, ¿ fin de 
saber distiogoir lo verdadero de lo fal- 



so; debe ser reetóríeOp para saberse pro- 
docir bien con sus enfermos ; saberlos 
convencer y consolar cuando cooven* 
ga , porqoe de otro modo no puede 
grangearse su confianza , ni disponer 
de so obediencia : debe ser astrólogo, 
porque necesita conocer las constela- 
ciones , los equinoccios y soliticios, y 
otras cosas no menos necesarias para 
la práctica: debe wergeómetro, porqoe 
le importa conocer las conjonciones y 
articulaciones de los hnesos ; conocer 
el orden natoral qoe guardan todas las 
partes : medir las dimensiones , reía* 
clones y distancias de anas con otras, 
sin coyos conocimientos no podrá re* 
poner bien onadislecacion, etc.: debe 
ser aritmético, porqoe mas de una ves 
tendrá qoe apelar á los números para 
conocer los dias índices y decretorios, 
las oriaeSy etc. :debe ser mixteo, porqoe 
la música es el deleite del alma , y so 
influjo en ciertas enfermedades es un 
remedio soberano : debe conocer los 
tonos y semitonos, porque según sean, 
asi causan ó no mas impresión en el 

Eaciente : debe ser geógrafo, porque 
miendo necesidad de viajar, debe sa* 
ber lo bastante para conocer la dife* 
reocia de los climas , del suelo, las lo* 
calidades de los poeblos hacia los pon- 
tos cardinales del mondo , etc. , etc.: 
debe ser architecto, para poder infor* 
mar sobre las boenas ó malas coal ida- 
des de on edificio; sobre la constrnc- 
cion de hospitales, sobre la buena elec- 
ción del sitio para fundarlo; lasdimen*» 
siooesy distancias de los pisos, etc.: 
debe ser moralista, para que sus accio- 
nes sean on espejo de moralidad j de 
religión: debe ser teólogo, para qoe co- 
nociendo la existencia de un Dios to- 
topoderoso , conozca lo qoe el médi- 
co poede hacer y nada mas ; y para 
Siue coando no poeda corar á un en- 
ermo, le haga ver qoe le queda otra 
vida en la que Dios remunera la vir- 
tud y los sufrimientos de los trabajos 
que al hombre envia cuando le convie- 
ne (desde la pág. 44 basta la 50) <» 
En seguida prueba el dominio oni- 



i'- 



152 



HISTORIA DE LA 



yersal de U medicina', porque estando 
sujetos á las eoferoiedades desde los 
pontífices hasta el último esclavo , to- 
dos tienen precisión de sujetarse á. 
ella (1). 

' Prueba que no hay una sola clase 
de la sociedad que no se glorie ó de 
ser médicos , ó de entender algo de 
medicina. En su apoyo refiere un sin- 
número de pontífices, de emperadores, 
de rejes, de arzobispos, curas, frai- 
les , etc., etc. , que quisieron pasar j 
ser reputados como médicos. (Curio- 
sísimo). 

Al hablar del carácter de los médi- 
cos , demuestra que no hay una clase 
mas consecuente y mas compasiva en 
las adversidades que ellos , porque ja* 
más niegan sus ausilios al pobre ; y 
porque aun cuando pudieran abusar 
como médicos de las armas de la me- 
dicina , les es imposible dejar de ser- 
vir como médicos hasta á sus propios 
enemigos. 

Todo este articulo es interesantísi- 
mo: arrebata su lectura. 

Texto 2.® Pero por la ignorancia 
de los mismos médicos y rudeza del 
vulgo 9 ha llegado d tal estremo la me- 
dicina ^ que ha venido a ser la mas ab-* 
yecta y vil de todas las ciencias. 

El respetuoso y triste lenguage que 
nsa Fonseca cueste comentario, prue- 
ba el profundo sentimiento que le do- 
minaba al redactarlo. Se propuso de- 
mostrar los motivos de la abyección 
en que estaban los médicos y la cien- 
cia. Dignas son ciertamente de incul- 
carse en la mente de los médicos y del 
vulgo las reflexiones que hace ; pero 
desgraciadamente el remedio es im- 
posible. El autor pinta un esceiente 
cuadro de los malos médicos y del 
vulgo-, añadiendo que como unos y 



(1) ¡Qaé otra saerte correrian los ipé- 
dicos si todos conociesen el valor infinito 
de esta verdad! Los roédicoi dominarían el 
mando, y por no entenderse se ven domi- 
nados de todos. 



otros se semejan :mnch ¡simo, son mas 
estimados los malos que los buenos. 
Repecto aquel , dice : «todos se creen 
con derecho para hacer de médicos, 
pero también para insultar á los mé- 
dicos: ellos, que no han estudiado la 
medicina, la entienden; y los médicos 
que la han estudiado son unos bár- 
Daros. Creen que todas las enfer- 
medades son curables , y cuando un 
enfermo se desgracia , imputan la 
muerte i la ignorancia de los profe- 
sores.» 

Este comentario es sumamente in- 
teresante. 

Texto. Este pecado se comete en 
mi concepto por esta causa : solo el 
ejercicio de la medicina está exento de 
castigos públicos , esceptuando la ig' 
nominia\ pero, esta no afecta ni lUiga 
a aquellos que una yes se despojaron 
de la vergüenza. 

El autor, en su comentario, se queja 
con mucha amargura de la impunidad 
en que dejaban á los malos médicos. 
«Protegidos, dice, con el escudo de la 
piedad cuando visitan los enfermos, 
quedan sin castigo cuando por error 
matan á un enfermo.» 

«Con razón se dice vulgarmente que 
á solo los médicos está reservado ma- 
tar impunemente. Los teólogos y los 
pontífices que tratan de las cosas divi- 
nas, están sujetos á la ley de escomu- 
nion y otras ; los soldados, los genera- 
les, los abogados^ están sujetos á la 
ley ', ¿por qué , pues , los médicos no 
han de estarlo igualmente?» . 

Texto. Los tales médicos son se^- 
mejantes a los cómicos, pues asi como 
estos se revisten del título , hábito y 
persona de los personages que repre^ 
sentón , y no lo son mas que en apa-^ 
rienda j asi hay muchos médicos en 
nombre y en Jama; pero en realidad 
muy pocos. (El co.meatario es suma- 
mente interesante). 

Texto. ((El que desee adquirir la 
verdadera medicina , es preciso que 
reúna todas estas circunstancias : doc^ 
trina, generosidad de costumbres, lu- 



MEDICINA . eSPAJÍOL A. 



153 



g^f i pro|^Up'p«ra los estudios, el 
estadio desde.ni&o^ industria^ tiempo^ 
disposición para las letras , (pprqjae 
repuffianU natura ürita omniafiunt^ 
si vero natura ad óptima viam demons* 
prtt, artis doctrina f adíe contingit) 
buenos maestros, (poraue los precep- 
tos de estos son como las buenas se- 
milla^).» 

Últimamente coqcluje su obra di- 
ciendo: «No hsbria taota multitud de 
malos médicos si los principes y ma- 
gistrados los castigasen con duras pe- 
nas; j si los rejres , asi como eligen 
para fabricantes de monedas los mas 
diestros é ioteligenteS} eligieran bue- 
nos médicos para depositar en ellos la 
salud de los pueblos , i buen seguro 
que habria meoos^ 7 la medicina mas 
honrada.» 

Jtoederici d Fonseca de calcidor 
nun remediis qui in renibus et vessica 
gignuntur libri dúo. {Ad. Sixtum F*. 
Pontificem Máximum et Felicissi^ 
mum. (ItomcB 1586, 4.®) 

Esta obrita es suipamente rara: nada 
nos dice de ella el Sr. Hernández 
Morejon. 

Elstá dividida en dos libros : el pri-. 
mero consta de 22 capítulos* 

jEn el 1.® dice que se necesitaba 
publicar un libro especial de esta ma* 
teria, por estar ja casi olvidado lo que 
se habia sabido. 

En el 2.° trata de la etimología jr 
naturaleza del cálculo. ^ 

En el 3.^ de las clases de los cálcu- 
los. Admite alguna diferencia entr<B 
los formados en los riñones y los de 1^ 
vegiga. 

En el 4.® de su diferencia en cuanto 
á su sustancia y composición. I^efiqr<i^ 
la histpria de un catedrático compa- 
ñero suyo, que murió de cálculos ; y 
hecha la disección anatómicja , $e 1^ 
encontraron en la vegiga hasta 50 d^ 
bastante tamaño* 

En el 5.^ refiere habejrse encontrado 
cálculos en muphas otras partes de} 



cuerpo > t^les el cerebro^ el qoca^oiiiA 
el higado, los testículos y jas articu- 
laciones. 

En el 6.^ de la causa eficiente» 
. En el 7.^ de la materia de los cálr 
,culos. 

En el 8.^ de las concausas. 

En el 9.^ propone y resuelve ln 
jcuestion ^por qué á los jóvenes se .en- 
gendran los cálculos en la vegiga^ y, i 
Jos viejos en los ríñones? 

En el 10 de los síntomas.. 

En el 11 de la naturaleza del 4oilor^ 
y de sus diferencias. 

En el 15: trata de la anaton^ia de lp| 
riñones: presenta unfi figura de estof 
órganos con sus vasos sanguíneos. 

£0 el 16 del diagnóstico del cálcfdo 
en los riñones. 

En el 17 de la estructura de I9 TOr 
giga de la orina. 

En el 18 del cálculo de la vegiga 
en particular. 

En el 19 del pronóstico At los^lr 
enlosen general. . 

En el 20 del pronóstico de los cál- 
culos renales en particular. 

En el 21 del pronóstico del cálculo 
de la vegiga en particular. 

El segundo libro trata de todo lo 
relativo a la operación de la litotomia. 
Habja de} .métodp que se ba de seguir 
ep la operación ; del tien^po ^n que 
debe ejecutarse ;.de las circunstancias 
de)l enfermo *,. del operador y de los 
asistentes; de los instrumentos que de- 
ben emplearse; del sitio y figura de )a 
incisión -, y última niente de todo Iq 
que debe hacer el médico después áíp 
la pperacion para corregir los acci- 
dentes. 

Esta obritfi nada contiene de jorigU 
pal. SpIq es un compendio, aiioque 
bueno, de lo qne se habia escrito hasti^ 
los tiempos de Fonseca,. 

Coffimentaria in septem libros jiphQ* 
rismorum Hippocratis eq orduie conr* 
testa^ quo doctoratus (ut ayuni)puncf 
ta expani consueyere .Auctore J^oeder 



HlST. DB LA MeDIC. ESPÁÑ0I.A. — TOMp %* 



20 



154 



HISTORIA DE LA 



ríoó de Fomtca Lusitano. Veneúas 
M.D.C.XXFIII. 

EsU obra disfrutó de.taoU cele» 
bridad, qoe en poco tiempo se hicie- 
ron cuatro ediciones. Se propaso fa- 
cilitar el estudio á aquellos que h^ian 
de tomar la borla de doctor, para 
cu JO ejercicio literario debían leerse 
dé puntos, picando en el libro de los 
Aforismos. 

El autor hace un perfecto aoalisii 
de cada aforismo, y sus comentarios 
están reilaetados con orden , con pre- 
cisión^ y con un método muy filosó- 
fico. Ea de los mejores comentarios 
que se ban escrito sobre los aforismos, 
f en mi concepto aventajan mucho k 
os de nuestro Valles y á los de Mer- 
curial. En esta obra no hay cuestionet 
metafísicas*, apenas se lee alguna que 
otra^ita, y estas son del mismo Hipó- 
erates. EÍn algunos aforismos presenta 
unas tablas sinópticas, para aclarar 
mal los hechos. 



{ 



Meihodás curandarum fehrium» 
Per ñoedericum de Fonseca. Cui <ic- 
eesere ejusdem Fonsecce^ que ad ope^ 
ris dejebribus absolutionen desidera*^ 
hantur. Basilea 1625.' 
' El autor de esta obra fué Leonardo 
Jachino, como dice en su prólogo. 

«Este librode calenturas, dice, estu* 
▼osepultado en el olvido porespaciode 
mas de sesenta a&os, ^ f^ }^ provi- 
dencia del Señor llego a mis manos. 
Le leí, lo releí muchas; una y mil ve- 
cesy me arrebatósu lectura; poraueea 
ella se representan bien manifiesta^ 
mente una sublimidad de ingéuio, 
una erudición sin segunda, y una gra- 
vedad muy respetable.» 

La publicación de esta obra llamó 
mucho la atención de los médicos 
ilustrados y de los poetase Al princi- 
pio se encuentran varias composicio- 
nes en loor de Fonseca y de Jachino, 
por haberle dado á luz. El siguienU 
ti uno de ellos. 



Htrebat tHutítus m situ. et pulvere Jachis 
Integer en prodit y cemitur et leeitur 
Hoc opus est ^ Fonseca , tuce, relevare jacentes. 
Sarcire et laceros^ hoc opus ecce tman. 



Boedericid Fonseca in Celebérrima 

Academia Pisana artis mediaB Pro* 

Jhssoris primarii, methodus caranda'^ 

ram/ebrium , t/uas Jachinus omissit. 

Habla de la cuartana^ de la peati- 
lente^ de la epiala, de la sincópala de 
la héctica, y de la efímera. De todas 
estas trata con mucha ealtension. De- 
fando i parte las cuestiones relativas a 
la teoría de ellas, cuyas ideas no pue- 
den acomodarse al estado actual de laa 
nuestras; sin embargo» en«l diagnós- 
tico, pronóstico y curación, se encuen* 
tran muy escelentes preceptos, una 
práctica muy juiciosa , y un motlo de 
observar que debíamos imitar. Asi es 
que puede decirse de este tratado de 
Fonseca , lo que de otroe infinitos de 
aquella época, que espurgados poruña 
m«no inteligente de tantas ¡deas an- 
tiguas , y consignados loa principios 



Crácticos, nada tendrían qoe envidiar 
M obras del dia. 
Jtoederici á Fonseca Lusitani. Opus* 
culum quo adolescentes ad medicini^ 
nam /aeile vapesendam instruuntur, 
cassus ommumfebrium methodice dis» 
cutiuntur et curarUurjuxiam normam 
in punctis tentativis pro doctoratu re- 
citandis usitatam, utpost universaiem 
medendi methodum in particutaribus 
se quisque exercere pússit* Floren* 
tía 1586. 

El autor se proposo ilustrar á los es- 
tudiantes de medicina , ensenándoles 
tos medios para que pudieran vencer 
tas dificultades que se les presentaran, 
y adquirir unos conocimientos sólidos. 
Este libro es un comentario óauy 
estenso del que consagró al libro de 
Uge de Hipócrates , del cual he dado 
ya notida á mis lectores^ y por esta 



MEDICINA ESPANTÓLA. 



155 



raflon DO me en6r«teiigD en presentar-* 
les el estraoCo. Dedica 22 capilnlos i 
tratar separadamente Ac las ciréuns* 
tancias qoe deben adornar al medico; 
de las cualidades qae deben tener loa 
maestros ; los libros qne han de con* 
su(tar, eie», etc.: j bajo este punto de . 
▼ista^ ofrece tanto ó ^qn mayor inte«^ 
res jqae el iie tege de Hipócrates* 

Consilia aUaiiOt morborum vario^ 
rutn Boederiei d Fondea et primo 
explicatur , quw tatione vulnera ca^ 
pitis curan posdnt sin» calvarite aper^ 
tione , et per oleum jáparitü ceieoer» 
rimum iñ tota Hispania, et admirahilB 
remeáiwn. 

Se reduce esta obra á presentar la 
eompostcion del aceite de Aparicio^ 
de cuyas virtudes babla con tanto en- 
comio, como si fuera una medicina 
sobrenatural j milagrosa. 

Ademas describe cuarenta j siete 
consultas de otras enfermedades de 
medicina y oirugia* No ofrecen nade 
de particular. 

Jtoederici a Fonseca OUsiponensis 
MeJióinam supraordinariam nunc Pa^ 
tayüpracticam prior e locoprojitentis. 
Consultationes medicce singularibus 
morbis refertw, non modo ex antiqua, 
venan etiam ex nova medicina depro^ 
miturj ac selectisj quorum ussus exao 
tissima méthodo expÜcator, et tf^^pe- 
rímentis prohatur. Francfort "[mñ. 

El autor describe cien historias ó 
casos prácticos mujr interesantes. Ha<* 
bla en cada articulo respectiro de sus 
cansas, síntomas, pronóstico, curación 
j presenracion. Todos estos casos son 
poco comunes en la práctica , j como 
tales habló de ellos para que pudieran 
servir de nortaia en casos semejantes. 

Esta obra es de las mejores que es* 
cribióel autor^y aun en el dia puede 
consultarse con provecho, porque en 
nada desmerecen de las centurias de 
Amato Lusitano, de Zacuto^ de Pedro 
Foresto, j otros. 

MIGUEL MARTÍNEZ LEIYA, 
natural de Santo Domingo de la Cal-* 



sáda en la Riofa » estudio la medicine 
en Salamanca; fué discipujo del fa» 
moso Alderete (pág. 50) en 1556» 
Siendo ja profesor, estuvo curando 
la peste en Segura de León y en Fuen 
de Cintos : también asistió en la que 
reinó en Sevilla en 1580, 1582 j 1583. 
Fué militsr, aunque no consta si sir* 
vio como oficial ó como medico; «Por* 
oel dice estuvo en la estacada en el 
hospital de Zaragoia por tiempo de 
diea meses , y en contra ponto destos 
meses be yo andado en la guerra tres 
años que ha tenido la peste asentado 
el real en la tierra de Sevilla.. • y todo 
esto que digo, atiende que lo he visto 
y corado por mis manos, he procurado 
saber , á fin de dar buenas cuentas y 
escribir verdades , y de ellas danoo 
raiooes suficientes ^ jra que agora no 
las puedo dar por haberlo renunciado 
j hecho voto por cierto caso que pro* 
leso en el arte miHtar ^ como soldado 
que he sido pr sojr.9 
. Con el ejercito pasó á Portugal, y 
de aqni á Venecia y Roma. 

Leiva fué uno de aquellos talentos 
privilegiados , que en todas las carre«> 
ras que emprenden hiicen progresos 
en ellas. Asi se vé que quejándose de 
su mala fortuna , se espresa del modo 
siguiente: 

a O invidia, jamás se ha hallado en 
el' mondo persona qoe tanto persiea 
los buenos, virtuosos y favorecidos dé 
la fortuna como tú: bien dizo el poeta, 
Invidia SicuU non iní^enere tjrranni, 
etc., ni jamás se ha ¿ido que tu hayas 
perseguido á los miserables desafortu- 
nados é infelioes; y que esto sea verdad 
todos lo sabemos : y alcansamos que 
solas tres cosas son aquellas que de tu 
propria naturaleza , y cossecha tienes 
de siempre perseguirlas sobre todas 
las otras , y son estas: Conviene á sa* 
ber, la Virtud, el Arte^ la Indnstris: 
y esto puedo yo dezir con verdsd^ 
porque en todas tres me has persegui- 
do , y perturbado como es notorio al 
mundo , y á mi cierto me parecía no 
haber hecho cosa por donde esta per* 



Í56 



HISTORIA DE LA 



secación mereciesie ; mar solamente 

Eor cumplir tu perversa voluntad, lo 
as hecho. No sabes tn ó invidia y 
se te acuerda, que en Roma j en Vé- 
necia perseguiste tanto mi virtud , la 
qual con tanto trabajo j sudor jo ha* 
bia adquirido en el mundo , y tú por 
solo tu antojo, sin merecértelo jamás, 
fuiste contra m¡, j tan cruelmente 
me has perseguido en el arte, aquello 
que Dios y la naturaleza me han con- 
cedido, que yo con mis propias manos 
con tanta indnstHa y diligencia suelo 
obrar : y sé casi en todas las cosas lo 
que otros muchos con luenga fatiga y 
estudio no lo han podido saber ; y úl- 
timamente me has siempre perseguido 
en la industria de la dentadura, como 
claramente todos pueden ver, porque 
yo he hallado tan hermosas invencio- 
nes, que son para enriquecer este 
nuestro Biglo, y tu enemiga cruel jun- 
tamente con la tirana fortuna lo ha- 
béis hecho conmic^ode tal suerte, que 
del todo me habéis puesto en olvido. 
Y porque no parezca que de ti yo me 
qnexo sin razón , quiero espressar al- 
gunos agravios y hazer processo con- 
tra ti en este Ingar. ¿No sabes tú que 
fny yo el que nalle la invención de 
bazer el agua de la mar dnice , sa- 
brosa y saludable? ¿No mostré yo al 
mundo el orden de gran utilidad y 
provecho para los navegantes? ¿No he 
enseftado yo tantos de secretos milita- 
res, y otros ardides de guerra, que si 
me ovieran creydo no oviera ávido 
ninguna desventura? ¿No soy yo aquel 
que en la cirugía he aescubierto n^ur 
cbos secretos, y que en la física he 
hallado la verdad del arte? ¿To no he 
hallado tantos remedios nuevos , que 
bastarían á sanar todas las enferme- 
dades del mundo? T tú con tu maldita 
perfidia has malamente informado í 
lá fortuna tu compafiera, que siempre 
ae me ha mostrado enemiga ; aunque 
ya agora espero estar en paz con ella, 
teas contigo estoy bien cierto que no 
tendré jamás paz : y cierto yo, bago 
poco caso de ti, por dezirte la verdad. 



ni querría qiie jamás dexaases de per* 
seguirme: porque vemos que todos 
aquellos de quien tú no tienes memo- 
ria, y devas estar, son infelices, y mi- 
serables tanto que ninguno los estima. 
Y que esto sea verdad si discurrimos 
por las cosas passadas , hallaremos en 
todos los anales y siglos, que los hom- 
bres valerosos qué hicieron notables 
hechos en el mundo , en las guerras, 
y triunfaron de sus victorias, aquellos 
solamente fueron de ti perseguidos y 
mal amenazados; mas aquellos que en 
sus obras tuvieron por enemiga la for- 
tuna, y que jamás hizieron cosa digna 
de memoria, de aquestos tales está en* 
tendido, que jamás tuviste cuenta al- 
guna , mas antes te olvidabas dellos 
en todo y por todo. Ansi que conclu- 
yendo y acabando este nuestro razo- 
namiento, digo, de que no quéria que 
jamás de mi te olvidasses, ni dezasses 
de perseguirme, porque no quería 
tener causa de querellarme j lamen- 
tarme , juntamente con aquel capitán 
Atlieniense, que góverno setenta y 
quatro años de aue lamentaba s^ vida, 
en la qual jamás babia hecho cosa digna 
de memoria , y que jamás ninguno le 
bavia tenido embidia^ mis antes man- 
zilla: empero mucho mas contento 
recibo, que los médicos que no saben 
mucho me tienen embidia, que los 
sabios y doctos, han tenido de mi com- 
passion y manzilla. Ansi á aquellos 
que de mi blasonaron y digeron mal, 
coáio he dicho otra vez, mas obras les 
serán la verdadera señal y testimonio 
de su ignorancia y persecución: y por 
el contrario los que no blasonaren de 
mi, y de mi doctrina, aquellos serán 
prudentes y doctos, jr de buena vida. 
Ansi que embidia maligna ten cuenta 
para perseguir de jamás te olvidar de 
nii, porque mientras assi lo hizieres, 
yo seré al inundo dichoso y de buena 
ventura: y en seflal que te lo agrade- 
ceré si ansi lo hizieres , no digo mas, 
como soldado que soy de que uses tu 
oficio en mi persona poniendo fio á 
mi razonamiento.» 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



157 



íbió ana ' cb'riU con el titulo 
sigoieiite: 

Remedios presersfotivos curativos 
para, en tiempo de peste, jr otras cu^ 
riosás esperiencias : diiodido en dos 
cuerpos. Dirigido al Serenísimo Priti" 
cmeD. Felipe I H y Tajo del católico 
D^ Felipe /i, rejr de España. Com'^ 
puesto por Miguel Martinez Leiua, 
su criaao, natural de Santo Domingo 
de la Calzada. Madrid 1597, en S.^" 

El primer capitulo trata de la di- 
ferencia de las enfermedades epidé- 
micas, endémicas j pandémicas: las 
epidemias vienen del airé corrompido 
j alterado» Describe una epidemia 
dé catarros que reinó en Sevilla el 
aftode 1580, cuya enfermedad quitó 
á muchos la vida, especialmente á las 
mugeJres* Con este motivo refiere que 
tuvo una seftora atacada de esta enier- 
medad , á quien le prescribió una 
dracma de triaca magna , como sudo- 
rífica, y habiendo tomado equivoca* 
dimente una onza , fué tanto lo que 
sudó , que quedó libre dé la fiebre / 
del catarro (psg* 7). 

EUi el capitulo 2;® prueba que la 
epidemia que padeció Sevilla, y en la 

?ae él había asistido en 1580, 1581 j 
582 en oompaftía del doctor Alfáro, 
f»roto-roédico de Felipe 11^ no fué en- 
érmedad pestilente nacida de la cor- 
rupción del aire, sino que fué impor- 
tada de Palermo por unos soldados j 
negros que llegaron embarcados en 
dos galeras. 

En el capitulo 3.^ refiere un gran 
número de epidemias, y especialmen- 
te trata de una que reinó en Utrera en 
1583, en la que fué testigo asistiendo 
á ella : esta acometía á las mugeres> y 
especialmente i las doncellas de quin* 
ce á veinte afios, y i las embarazadas» 
i todas las cuales mataba (página 1 7 
vuelta). 

Refiere otra epidemia que reinó en 
España en 1535, la cual atacó á los ri- 
cos y perdonó á los pobres. 

Dioica un' capitulo i tratar de la 
influencia ' de los astros en la produc* 



cion de las epidemias*, ridiculiza la as- 
trologia, diciendo: dejemos d esta co» 
mo a bachillera de ventana que habla 
de alto,... 

En el capitulo 4.^ trata de la esencia 
de la enfermedad epidémica que rei- 
nó en Sevilla, en Líereoa, Fuente de 
Cantos, Segura de León , Bordonal, 
FregenaI,Cubreras altas. Riveras, Al- 
mendralejo y otros pueblos de Estre- 
ma dura: dice que aunque no fué ver- 
dadera peste, debia llamarse hija ó mal 
parto de ella , pues su origen venia, 
como se ha dicho, de parte apestada. 
En el capitulo 1 1 propone la cues- 
tión, ¿por qué la peste hace tanto da^ 
fio y mata tanta gente cuando reina? 
Entre las causas que alega , es una el 
abandono en que quedan los pueblos 
y necesitados. En su confirmación re- 
fiere un caso digno de ser consignado, 
para que mi leáores teniendo una no- 
ticia de él deduzcan sus consecuencias. 
«Referiré otro por venir tan apelo , y 
á propósito de lo que decimos que 
aconteció en la ciudad de Burgos en 
el afto de 1565 en fin de mayo, cuan- 
do S. M. el Rey D. Felipe fl y la se- 
renísima Reina Doña Isabel de la Paz, 
que sea en gloria, quisieron entrar en 
la dicha ciudad yendo la Reina a ver- 
se con su madre. Estando ya i dos le« 
guas de Burgos , hubo cierta diferen- 
cia entre el regidor mas antiguo de la 
dicha ciudad, por su antigua preemi- 
nencia, y el cardenal D. Francisco de 
Bovadilla, sobre quién habia de ir ba- 
* ¡o del palio con su Magestad mostran* 
do- las cosas de la ciudad, como seseos- 
tombra hacer; y como el cardenal no 
pu'Hiese salir con su intento y preten- 
sión , atento que el regidor no quiso 
perder A preminencia de antigüe- 
dad, para el efecto fingió y publicó j 
escribió á su Magestad, que no entrase 
en Burgos porque habia peste ; y era 
una enfermedad de tercianas ordina- 
ria. Y esto hizo el dicho cardenal á 
efecto de quedar con so honor sin 
aquella nota pública , por haberlo él 
pretendido y pedido al cabildo; y^iten* 



158 



HISTORIA DE LA 



to su gran personage, se dio crédito a 
lo que representó , 7 se biso qae su 
Magestad ni la Reina no entraron, no 
obstante que todos los cortesanos foe-> 
ron á la ciudad» sin padecer de la fin- 
gida peste detrimento alguno. Sucedió 
que ida la corte , los de la ciodad se 
atemorizaron tanto del sonido de la 
peste, en aterse publicado , que todds 
los ricos que pudieron se fueron jr des* 
ampararon la ciudad , j los que por 
pobres no se pudieron salir quedarom 
y como no tenían que comer, j ame** 
drentados con la pestilente invención, 
sin peste se morian de hambre íque 
era bastante ocasión) , y si saltan de ta 
ciudad á buscar en los ricos el socorro» 
tos recibían con escopetas y bafleataS, 
arro¡ánd(Jes balas » y {aras en lugar de 
pan: y si algo les daban arrojadixo 00» 
mo á perros; y ansi los míseros pobres 
morian aullando y rabiando de ham- 
bre como perros, sin peste^ que no há« 
bia ni hubo. Visto el dislate por algu- 
nas gentes de buen seso , qae aouella 
gente mas padecía hambre que dolen- 
cia, hubieron su acuerdo, y solviéron- 
se á la ciudad, y proveyeron a la ne- 
cesidad que babia, y á su necedad. 
De suerte que no murió mas persona 
alguna, y assi se cobraron muchas vi- 
das con la muerte de la hambre. Fué 
eate un caso que puto en condición i 
Burgos de perderse por la ambiciosa 
invención del cardenal : y ansi viene 
bien con la segunda causa este infelis 
y verdadero acontecimiento. Dondese 
infiere ser cosa muy sin duda , que el 
temor causa mucho daño, y la imagi- 
nación autorizada de personal aaténti- 
ea, con apariencia da verdad.» 

En el capítulo 12 propone otra cues* 
tion ¿Por que escrih^fyftídm la ver^ 
dad en materia de peste? Ea\» capttu* 
lo es muy interesante. 

Libro II. Regimiento preserpotivo. 

Hasta aqui ha tratado de las causas, 
siütomas , pronóstia^ y curación de la 
enfermedad de landres padecida en 
Sevilla y pueblos de su contorno. En 
al presente habla de loa medios pre* 



servatitos » tanto higiénicos oomo'te- 
rapéuticos para no contagiarse. El an* 
tur abundaba én la idea « mtty en bo- 
ga en su siglo, de que ciertas piedraa 
tedian virtud para preservar y aun en* 
rar las enfermedades pestilenciales. 
Asi es que dedica artículos especialea 
para tratar de la piedra bezoar , de la 
esmeralda y de la tierra aigilata ó se* 
liada. 
Los remedios higiénicos que pro- 

Eone son los mas conformes con la 
nena practica, y nada dejan por de« 
sear. 

Carta al doctor AlfarOj proto^me^ 
dico del rey nuestro señor. 

Estacárta se reduce á probar que la 
ciencia y la virtud siempre deben estar 
hermanadas en un sugeto. 

Describió también la historia del 
tabardillo, á cuya enfermedad llamó el 
ojo de la peste. 

De la vida del hombre eh este mun^ 
dOy y sus dircursos. 

Dedica este capitulo á esponer las 
miserias de la viaa humana , para la 
cual propone como los mefores reme- 
dios, la salud, la tranquilidad de con- 
eiencia , la resignación y la esperanza 
de la gloria eterna. 

Esta obrita es muy curiosa y muy 
científica : el autor manifiesta en ella 
una asombrosa erudición de todas las 
obras antiguas , especialmente de Hi- 
pócrates y de Galeno. Ptiede consul- 
tarse aun con mucho provecho. 

JUAN CARMONA. Se ignora él 
pueblo de su naturaleza; solo se sabe 
que ejerció la profesión de medicina 
en la ciudad de Sevilla. Tuvo Varios 
partidos en Estremadura : en Llerena 
obtuvo el honroso cargo de regidor 
perpetuo ; t también fué nombrado 
médico de la santa inquisición. 

Escribió dos obras con los siguien- 
tes títulos. 

Joanms de Carmana medici atque 
jJdtosophi HispaUensis quondam Lie* 
renos perpetui decurionis f ejusdemque 
sáncta inquisiiionis medici jurati , He'- 
giaque meroede conducti. Tractatus 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



159 



ak jistrologfa sü metBeis necessaria* 
BispaU ibSo. 

Etia obra etU dedicada i D. Rodri- 

Eo de Castro» Arzobispo de Sevilla. En 
\ cledicatoria dice haberse determi* 
nado á escribir sobre esta materia» 
porqae era tiempo ja de 6 jar la cues»- 
lion de algunos médicos qae juxgaban 
la astrologia como necesaria á la me- 
dicina , y otros la despreciaban alta* 
mente. Divide «ste tratado en (res li«> 
bros. En el 1.® presenta todas las ra- 
sones j argomentos de los que soste- 
nían que la astrologia era necesaria á 
los médicos, 7 aun afiade algunas pro- 
pias sujras.En el 2.® prueba no ser ne- 
cesaria al médico la astrologia. En el 
3.^ rebate todas las raaones / argu- 
mentos que presentó en el primer li- 
liro. 

Este tratado es uno de los mas oom* 
pletos y filosóBcósque se escribieron 
tm el siglo XVI sobre esta materia. En 
él se encuentran recogidas las observa- 
ciones j hechos presentados tanto por 
los que sostenían la a6rmatíva9 como 
los de la negativa. 

Joarmis de Carmena mBtUci aUfue 
ptulosophi tusnaliénsis.... Tractatus 
dé peste et Jebribus cum jnmticuUs, 
<mugo tabardillo^ Ad Sanctissimum et 
apostoUcwn tribunal sanctae inquisi^ 
itoms. Uerenensis. (Ib. 1588, 1590). 

Divide esta obra en once capítulos. 
Se determinó á escribir esta obra al 
ver la gran variedad de opiniones que 
habia entre los médicos sobre su con- 
tagio y no contagio^ j sobre si se ha- 
bía de tratar por medio de las sangrías 
derivantes ó repelentes. Cree qtíe las 
enfermedades pestilentes consisten etí 
un veneno que tiende siempre á inva- 
dir el corazón v el cerebro; por consi- 
guiente que debia derivarse %^rsus 
inferiora , 7a por sangrías generales 
^1 pí^f y* P^^ purgantes. Respecto 
de estos» dice que no tienen una .vir- 
tud especial para atraer cada uno un 
determinado humor; v. g., tal pur- 

Eante la flema , otro la pituita , aquel 
I melancolía^ etc. 



Trata eslensamente en capítulos se* 
parados de las causas, síntomas, diag- 
nóstico, pronóstico j curación del ta- 
bardillo: admite cootra Juan Fragoso^ 
que esta enfermedad era contagiosa. 

El autor se decidió en cuanto al 
método curativo, al uso moderado de 
los antiflogísticos y emolientes. 

Prescribía las sangrías generales en 
los primeros dias de la enfermedad: 
aplicaba ventosas en el periodo mas 
avanzado , especialmente si las pintas 
retropelian en alguna parte del cuer- 
po. Entre los purgantes elogia los mas 
débiles « 7 los repetía cada dos ó tres 
dias, cuando la enfermedad tocaba 7a 
en su término. Si se formaban absce- 
sos críticos los trataba con losemiloen- 
tes. Con este motivo reflere un caso 
que le sucedió en Sevilla. Habiendo 
empezado a tratar^ dice , los abscesos 
con los emolientes, un profesor trató 
de desconceptuarme, 7 formó una que- 
ja, judicial contra mi. Llamado por 
el juez, satisfice á la demanda, pidien- 
do el tiempo necesario para que la es- 
periencia acreditase mi conducta. Yo 
seguí tratando del mismo modo los 
abscesos: al cabo de tres meses nos 
presentamos al juez, 7 preguntándole 
sobre el mejor medio de curarlos , se 
vio en la necesidad de confesar que 
los emolientes eran los mejores me- 
dios. El juez quiso castigarle por U 
demanda, 7 lo despidió con la ma7Qr 
afrenta (p. 368)* 

Carmena sopo sobre esta enferofe- 
dad cuanto poaia saberse en su tiem- 
po ; en cuanto á la descripción de los 
síntomas, pronóstico 7 curación, nada 
deja por desear, 7 aun puede consul- 
tarse con ventaja. 

AGUSTÍN VASQUEZ, natural 
de Salamanca, estudió las humanida- 
des V filosofía en su universidad , bajo 
la dirección del licenciado Pacheco 
(in dedicatoria), 7 en la misma obtu- 
vo la cátedra de anatomía. 

Escribió una obra con et titulo si^ 
guíente. 
• Quasstiúnes practiaB' medicae et 



160 



HISTORIA DE LA 



chirurffcdB, Auctore doctore Augusti' 
no Kasquez^ medico publico , profes-^ 
sore in gimnasio Salmaticensi. Sal» 
numUcm M. D,L.XXXIX in 4.® 

Dividió esta obrita ea tres tratados: 
en el l.^jr 2.® espone las enfermeda- 
des de los órganos contenidos en las 
tres cavidades, cabeaa, pecho y abdo- 
men: en el 3.^ trata de algunas enfer- 
medades de cirugía. Esta obra es un 
mal compendio de medicina y cirugía, 
y en mi concepto ni interesa ni ins- 
truye. El Sr. Hernández Morejon al 
hablar de ella » nos llama la atención 
como una especialidad sobre la céle- 
bre cuestión q.ue discute el autor al 
fol. 1 45> de si se debe sangrar en las 
fiebres pútridas ó no. Baste decir que 
Vasquez invierte cuarenta v siete lí- 
neas en su discusión ; y ti de estas se 
quitan treinta, que dedica á tratar de 
otras calenturas , queda reducida á la 
nada. Esto prueba el juicio y dicta- 
men sobre el mérito de esta obra que 
acabo de emitir. 

ALFONSO LÓPEZ DE HIÑO- 
JOSA (ó Hinojoso), natural de Hino- 
¡osa, en Castilla la Vieja , estudió la 
medicina en la universidad de Valla- 
dolid. Concluidos sus estudios , pero 
sin examinarse, eatró en la religión de 
San Ignacio de Lojola; y siendo reli- 
gioso, pasó i Mégico : se ignora el ca- 
rácter con que fué , aunque según 
presumo, fue como religioso , y tuvo 
el cargo de algún hospital. 
' Escribió una obrita, titulada: 

Suma jr recopilación de cirugía , con 
un arte para sangrar y examinar bar- 
beros. Mégico 1578, en 8.*^ 

La lectura de esta obrita indica que 
el autor desempeñó un cargo al lado 
de los enfermos , y que habia tenido 
una práctica nada común; pero no 
consta si fué antes ó después de haber 
tomado el hábito. 

En ella trata indistintamente de al- 
gunas enfermedades de medicina y 
cirugía: enseña, aunque con mucho 
laconismo, el método de sangrar, ó 
las reglas que han de guardar los 



maestros, barberos y sangradores. El 
capitulo que dedica k los partos^ es 
una copia bastante mala de algún au- 
tor de la edad media. En mi concepto 
esta obrita se hizo para gobierno de 
los enfermeros/ practicantes. Noofre* 
ce interés alguno. 

MIGUEL GABALDA, natural de 
Yinaroz, reino de Valencia , maestro 
en artes, y doctor en medicina, flore- 
ció por los años de 1571: escribió una 
obra con este titulo: 

EUenchus problematwn sive opusr 
culorwn. Valencia 1581. 

Contiene los opúsculos siguientes: 

1.® Quwstio medica de pleuritide 
phlebotomiacum nova epitome in cale- 
ce addita hujus quwstioms. 

2.® Colíoquium duorum medicinfie 
vacantium de dolore reman et coUi 
pasione. 

3.® Utrum pleUgmone incipienti 
.pi alterum crurum sit sansuis miten^ 
dus ex reliauo crure, vel braguio. 

4.^ Colíoquium aliud medicum^ 
nempe Stephani Pneceptoris et üi- 
carai ejus discipuU. 

5.^ Dubium inter dúos socios de 
sanguine mitendo in angina. 

6.^ Schema sive figura tjrporum 
oompositorum ubi corrigitur testus 
Gateni in libro d«i tjpis. 

No he visto esta obra. (V* D.N. A. 
Gimeno, y Pellicer). 

MATÍAS NARVAEZ CUERZE- 
CDERCU. No habiendo llegado á mis 
manos los escritos de este, copio lo que 
sobre ellos nos dice el Sr. Hernández 
Morejon. 

«Natural del antiguo reino de Ara- 

Eon , aunque no se sabe de qué pue- 
lo. Fué Lábil médico y cirujano , 7 
buen anatómico. 
Escribió: 

^Silva sententiarum ad chirurgiam 
pertinentium ex libris Hip. in studio^ 
sorum utilitatem de sumpta et nova 
quídam instrumentorum genera, quo- 
rum ussus incurandis capitis ifulneri- 
bus necessarius* Amberea 1576, cu 
8.^ 1634. 



MEDICINA ESPAlffOLA. 



161 



«Eita libro es nn compendio de la 
mayor parte de los pasages. de las pbras 
deHipócrates, principalmente del libro 
dé tntlneríbus capitis: todo él coasta de 
las máximas del me'dico griego^ relati* 
vas á las heridas de cabeza; pero lo mas 
particular qae contiene, son las ooti* 
cías que da de los instrumentos qui* 
rárgicos reformados por él, enjra uti* 
lidad j 6nara han elogiado machos f 
muy doctos cirujanos. Esta obra es bas- 
tante rara, y ninguno de nuestros bi- 
bliógrafos hace mención de ella* Está 
adornada con cinco láminas, que re« 
presentan varios instrumeatos , prin- 
cipalmente una reforma del trépano. 
El autor la dedicó al ilastrisimo Jalian 
Romero, caballero del hábito de San- 
tiago, maestro y conciliario de los hos- 
S ¡tales de Bélgica. Es de inferir qae 
Farvaev fuese médico militar; pero 
nada se sabe respecto de su vida (Hist. 
déla Med. Esp., tom. 3.^, página 
362).» "^ '^^ 

GASPAR LÓPEZ NUCEDA, na- 
toral de las Islas Canarias, catedrático 
de medicina en la uaiversidad de 
Osuna, ejerció en este pueblo la pro* 
fesion, y fué nombrado médico fami* 
liar de Don Pedro Girón , duque de 
Osuna. 

Escribió una pbra con el sigoienta 
titulo: 

In libros Galeni de temperamentü 
novi et inteffi commentarü in quibus 
fere onmiaqiuB adnáUuralem meaiciruB 
partemspectarUcontinentur, opas non 
solwn mediéis sed etiam phúosophis 
apprime utik. Alcalá 1565, fol. 

Esta obra ofrece may poco interés: 
se reduce á comentar los libros de los 
temperamentos de Galeno. Creo de 
esta lo mismo que de otras mochas 
que se han escrito para esplicar la 
mente del médico de Pérgamo , que 
lejos de aclarar la materia , la hacen 
mas oscura é ininteligible, porque 
hacen una mezcla del galenicismo y 
del aristoteiicismo^ que puede apli- 



carse aquella sentencia dum clarior 
esse puto » obscuríor fio • 

BERNARDINO GÓMEZ MIÉ- 
DES. Este español no faé médico, y 
si obispo de Albarracin. Habiendo pa- 
decido muchos años de gota, se obser- 
vó tanto á si mismo, é hizo tantos en** 
sayos, que al fin vino á encontrar un 
remedio, que á su parecer era muy 
escelente para su cura. Deseando dar- 
lo á conocer, escribió la obra siguiente: 

Enchiridion ó manual^ instrumento 
de salud contra el morbo articular^ 
que llaman gota, y demás enferme^ 
dudes que por catarro y destilación 
delacabezase engendran en la.per- 
sona , y para reducir y conservar en 
su perfecto estado de sanidad eltem'» 
peramento humano. Zaragoza 1589, 
en 8.*^ 

Dedico esta obrita á Felipe II. En 
la dedicatoria dice: «que atormentado 
del dolor de la gota, se echó á imagi- 
nar sobre ella, como en causa propia, 
j llegó á descubrir la* mejor y mas 
acertada medicina que jamás se vio, 
ni hasta aquel dia se habia usado en 
la forma y modo que se debia, la cual 
es en suma la fricción ó estregadura 
hecha sobre los huesos y miembros de 
toda persona; haciéndose, no solo con 
el óraen, talento, regimiento y perse- 
verancia debida^ mas aun con las pro- 
pias manos, aunque cueste trabajo.» 

Divide esta obrita en tres libros; en 
el primero trata de la naturaleza^ 
causas, y asiento de la gota : en el se- 
gundo de los medios y reglas higiéni- 
cas que deben guardar los gotosos : en 
el tercero esplica su nuevo método. * 

«Lo primero, dice, que cada uno de* 
be hacer es, que ordinariamente en des- 
pertándose en la cama , por muy ma- 
ñana que sea, alce sus manos al cielo, 
y en habiéndose persignado y dado 
gracias á su Omnipotente Criador y 
Señor, que le despertó con salud y vi- 
da, las baje sobre su cabeza (que ha 
de estar corta de cabello , echada po* 



Hist. de la Mepic v^paAolí. — Tomo 2.® 



:íi 



I 



162 



HISTORIA DE LA 



bre alnlobadt muy baja) j j con loa 
dedos j uRas la rasque toda eon vehe- 
mencia y presteza^ por espacio de uq 
eredo bien rezado » á Gn de tirar y 
atraer el humor afuera , como dicho 
habernos; y á efecto que en este medio 
los sesos y celebro libremente puedan 
comunicar todos sus espíritus anima- 
les a los sentidos; y por otra parte 
también dar su recaudo i los nervios 
superiores, que según antes digimos^ 
nacen de ellos ; y juntamente acudir 
al mehollo que desciende de los mis- 
mos sesos por la nuca abajo al espina- 
co, para que con la misma fricción 
se codounique con mucha suavidad la 
sustancia y virtud sensitiva á todos los 
nervios inferiores, que también nacen 
del mismo mehollo del espinazo ; j 
por consiguiente a los demás nervios 

Ípeleja carnosa. De manera que aca- 
ando la primera fricción ó rascadu- 
ra del cssco , sslten luego las manos 
al colodrillo , para hacer otra fricción 
la nuca abajo^ y que sea basta el espi« 
nazOf por otro tanto espacio , y con la 
misma vehemencia ya dicha ^ no con 
las ufias , sino con solo los dedos , y 
palma de las manos, y sea todo lo 
que se puede alcanzar hasta el espina- 
zo con ellos: lo cual hecho, volverá la 
utia mano hacia atrás á las espaldas, é 
bincará los dedos en lo mas alto que 
pudiere del dicho espinazo , y lo es- 
tregará con algunas intercadencias, 
tomando tan solamente con los dos 
dedos el espinazo en medio, como la 
emelga entre dos sulcos , y los bajará 
con la vehemencia que mas pudiere 
tres veces á la llana , y otras tres con 
intercadencias de nudo en nudo , y 
otras tres llanas hasta cerca de la ra- 
badilla ; y sentirá notable descanso de 
ello, por ser el dicho espinazo com- 
puesto de muchos huesos, y hecho co- 
mo un aguaducho de muchos arcadu- 
ces , por el cual pasa el mehollo , y 
desciende basta cerca de la dicha ra- 
badilla, y por eso tiene necesidad se 
haga su fricción con las intercadencias 
dichas. 



la mUma JHceion , jr muet'^ 
ira el fin y provecho de ella. 

«Mas adelante, hecha la fricción 
sobre la nuca y espinazo , con la cual 
como decimos, se refocilan y recrean 
estraftamente los dichos, y mas el me- 
hollo del espinazo, hará la misma fric- 
ción con la mano derecha sobre el 
hombro, y punta de espalda del bra- 
zo siniestro siete veces , comenzando 
desde la oreja, cuello abajo, estregán- 
dolo con vehemencia hasta el codo, y 
de allí con la misma otro tanto el bra- 
zo abajo hasta la muñeca , torneando 
y retortijando las dos partes dichas co- 
mo lugares de junturas y de mochos 
huesos, y también los brazos abajo, y 
que las manos se retuerzan la una á la 
otra , como quien las lava en seco ; y 
tirando los dedos cada uno por si por 
los artículos ó artejos y con fuerza, 

Eues la causa porque el mal humor se 
ace de sentir mas frequentemente en 
los dedos de los pies y manos donde 
suele tener sus ordinarias estaciones, 
sin perdonanzas, es por ser logares 
donde concurren mas ¡unturas debue* 
sos que en todo el resto del cuerpo, y 
por estar mas destituidas del calor na- 
tural j á causa de la distancia grande 
que de ellas hay al centro de él , que 
es el corazón; y por tanto ser mas dé- 
biles para resistir al humor. De don- 
de se sigue, que como los nervios ha- 
[;an su camino por dichas junturas, 
es sale de través el dicho humor, co- 
mo salteador á los pasos estrechos , y 
como á muy sensitivos les causa do- 
lor; de manera^ que sola la fricción es 
bastante para ensanchar el camino , y 
escusar tan dolorosa com prehensión, 
atenuando y dirigiendo con el calor 
movido por ella , no solo el alimento 
para mejor distribuirlo, pero también 
para juntamente adelgazar las super- 
fluidades y escrementos que de la {nu- 
trición de dichas partes quedan. Lue- 
go de los dedos , y manos , pasará con 
la siniestra al hombro y brazo dere- 
cho, y hará otro tanto sobre ellos, tor- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



163 



neaodo y cslirando los huesos d^\ co* 
dOf iiiuáeca, mano y cledos^ como ao* 
tes. Lo mismo hará do quiera que ha- 
hiere janturas de huesos , pasando los 
dedos como sobre teclas por ellos , y 
apretándodolos con la triccioo. Lo 
cual hecho , pondrá las manos eo la 
punta de la barha^ y de a II i con los 
gemes udo tras otro , estregará loa 
gaznates cuello abajo hasta el pecho. 
De allí volverá las manos sobre los dos 
huesos altos , qae vienen del hombro 
al pecho (que los anatomistas llaman 
farculas), sobre los cuales dará tam- 
bién arriba y abajo» y á la redonda so- 
bre la tabla del pecoo » siempre con 
la vehemencia yñ dicha , porque con 
esto enjugará y descargará de él la 
pituita. De ahi clruzarán los brazos^ 
y con las manos fregará con alguna 
mas fuerza sobre los sobacos» pelliz- 
cándolos y tirándolos hacia fuera^ 
por ser estos los desaguaderos del co- 
razón. Otro tanto hará sobre las cos- 
tillas hacia el pecho : de donde volve- 
rá á cruzar losbrazos sobre los costa- 
dos y barriga con otro tanto ejercicio» 
y luego pasará al grande hueso del an« 
ca » y dará con toda vehemencia con 
los gemes sobre las dos puntas de los 
lados hacia abajo, hasta las armaduras 
y encajadura de los muslos » haciendo 
sobre ellas la misma vehemente fric- 
ción para notable preservación , y re- 
medio del dolor de la soiática. De alli 
volverá las manos hacia atrás , y vuel- 
tas las palmas hacia arriba » las pon- 
drá bajo las renes ó reñones » y mo- 
viendo el cuerpo sobre dichas palmas 
á una y á otra parte , las llevará poco 
á poco con el dicho movimiento y pe- 
so » delezoándolas hasta lo último de 
las ancas: de manera que por el mis- 
mo orden también se entreguen y 
ejerciten dichas renes con los huesos 
siguientes hacia abajo» por el manifies- 
to beneficio que se sigue de esto » asi 
para purgar aquellos y facilitar la ori- 
na» como para divertir los escremeolos 
de ella» que suelen causar piedra yare- 
ñas» no vayan á parar en la vegiga» ni 



que en comnafiia de este mal humor» 
causen el dolor de la hijada. También 
será saludable hacer con honesto reca* 
to su fricción sobre las ingles muslo 
abajo 4 por ser estas los desaguaderos 
del hígado» como los sobacos (según 
poco ha diximos) lo son del corazón: 
como se vé cuando herido de landre el 
hígado» las secas ó echaduras» luego 
son á las ingles. De alli pasará á lo 
mas alto de los muslos» y con la mis- 
ma fuerza hará otra tanta fricción en 
cada uno de ellos hasta las rodillas^ en 
las cuales hecho otro tanto ejercicio» 
retortijándolas con grande fuerza co- 
mo en los codos » por ser junturas^ las 
pantorrillas abajo. Finalmente» to- 
billo con tobillo» pie sobre pie» y de- 
dos de emtrambos» con mucha mayor 
fuerza acabará su fricción » tomando 
por presupuesto de que no quede hue* 
so en toda la persona por frotar» ó ve- 
ramente por ejercitar: por lo que con 
este particular ejercicio percibe tam- 
bién cada uno igualmente su alimen- 
to» que es nuestro primer presupues- 
to. De manera » que con esto se con- 
cluirá esta empresa. Puesto que para 
mayor cumplimiento de salud pasará 
tas manos sobre los huesos de la fren- 
te y sienes » y todo el rostro y quija- 
das» con el colodrillo» y cogote en las 
primeras dos fricciones» porque son 
para notable remedio» y prevención 
eontra el dolor de muelas^ por el di*»^ 
vertimiento del huiplor qué les cae de 
la cabeza» según arriba diximos.». 

Tal es en resumen el nuevo método 
del obispo de Albarraeiu» que pudiera 
usarse todavía con ventaja en los reu- 
matismos crónicos» en las parálisis » y 
en todas las enfermedades en que con- 
viniera aumentar la tonicidad. 

JUAN CORNEJO. Se ignora ei 
pueblo de su naturaleza» y únicamen- 
te consta que en 1Sl90 estaba de mé- 
dico, aunque muy viejo ^ en la corte 
de Felipe II. En la obra que escribió 
y dirigió al Papa Clemente VIH » le 
dice: «que si su avanzadísima edad se 
lo hubiera permitido» habría pasado á 



Mm 



164 



HISTORIA DE LA 



Roma i besar tas pies 7 ofrecerle sns 
senricios'i segnn de ella se deduce con -' 
taba ya cieo años de edad^ con sesenta 
jr seis afios, dice» de profesión y cua^ 
renta de ejercicios de medicina, me 
puse en brío ^ y tomé ánimo de partí* 
cipar de estas gracias é indulgencias.» 

Escribió las obras siguientes: 
* Discurso jr despertador presenta* 
tivo de corrimientos y enfennedades 
de ellos. A' la santidad del heatismo 
y clementismo Papa Clemente VIH, 
Autor, el Doctor Juan Cornejo^ filó" 
iofo j y medico en la corté del rey 
D. Fetipe II. Madrid 1594. 

Se propuso desterrar de la medicina 
la polifarmacia como inútil la mayor 
parte de Teces , según se lo acredi- 
taba su esperiencia de tantos aftos, y 
al efecto dice asi: «Siendo yo médico 
y bien necesitado de saluda viéndome 
tan cercado de males y enemigos, y 
tan cargado de aforismos y preceptos, 
de medicamentos y medicinas, de tan« 
to número de recetas , con tanto apa- 
rato de boticas» de tantos remedios 
empíricos y racionales, de tantos hu- 
mos y zumo del tabaco y del eléboro 
▼enenoso, y de vomitivos y de olios y 
polvos, de minerales, de oros potables 
y quintas esencias de alquimistas , y 
en una perpetua contienda de esta 
temerosa confusión.» 

El autor entendió por corrimiento 
la estenuacion y pérdida de las f uer- 
sas por causa de las diarreas prolonga- 
das. Trataba- estas enfermedades con 
buenos alimentos y con su oro potable, 
que no era otra cosa que un cocimien- 
to muy saturado de las hojas del len- 
tisco. Dedica un articulo especial para 
dar á conocer su preparación. 

Este libro no ofrece el mas mínimo 
interés. 

Discurso particular preservativo de 
la mota , en que se descubre la natU'^ 
raieza,yse pone su propiacura, A la 
Catotiea Magestad ¿el Rey D. JPe- 
Upe II, nuestro. Señor. Autor, eldoc» 
tor Juan Cornejo, medico^ y filosofo. 
Madrid 1594. ^ J ^ 



' Divide so obrita en 4 capítulos. 

En el 1 .* trata de los varios nom- 
bres que dieron los antiguos á esta do* 
lencia , y esplica la causa de llamarse 
gota. 

En el 2.* trata de los sugetos pro- 
pios para padecerla. Dice que estos son 
los fuertes , los calvos , los ancianos, 
los venerables, los prudentes de inge- 
nio y de consejo. Asegura que no vio 
jamás un tonto gotoso. Hace una apo- 
logía de los calvos, diciendo: «El hom* 
bre calvo con cara y frente grande 
descubierta , representa en la cabeza> 
en los ojos y en el meneo, un calor vi* 
váz , un corazón grande , un pecho 
fuerte, bríos y fuerzas. Con la imagi- 
nativa se hacen artífices bien diestros 
é ingeniosos; y por falta de este calor, 
los eunucos no padecen de calvicie ni 
de gota , pero son hombres de poca 
cosa (pág. 17).» 

En el 3.® habla de U cansa de la 
gota. 

Para probar las dificultades que 
suelen mediar para desconocer la go- 
ta, finge una visita de un médico á un 
gotoso , en cuya relación describe el 
ataque gotoso, diciendo: «porque tra- 
tanao de apurar el ser ó esencia , y la 
cura y causa de la gota del triste la- 
brador, que padece el mal y propues» 
to el dolor al médico que mira la hin- 
chazón de las rodillas y los pies, y toca 
los pulsos y siente calentura, y no sabe 
ni entiende otra causa alguna que le 
descubra la óausa y raiz del mal , ni 
resuelve en él como le vino, ni de 
dónde ni por qué; ni le contenta la re- 
lación torpe y confusa que le hace el 
enfermo , que gimiendo le dice que 
estando como sano y descuidado de re- 
pente ; le vino hincharse. las rodillas, 
y luego sintió hinchársele los pies, 
que tiene un gran ardor junto a los 
tobillos , con un dolor pestifero como 
si le hincasen clavos^ que no puede 
dormir ni reposar, que no lo entiende 
ni s^be mas del mal; pero aue es mal 
rabioso, que al punto que se lo quite. . . 
y con esta narrativa los dos están igua- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



165 



les. Un ]gnOi(ante j confuso el oop 
como el otro 9 y lo mismo entiende el 
medico del mal qae siente j re£ere el 
kbndor, y entre tanto el mal se en- 
sorbeVece» atormentando los pies nus 
jmas.... (pág. 18).» 

En seguida deSne la gota. «Es ana 
materia morbosa, escrementosa^ sutil, 
corrupta /.maliciosa , que cae j corre 
de la cabeza i los pies, y alii repara j 
hace. diferentes accideates de ardores 

Íde congojas , de hiochaiones y ru- 
ores , y con inflamaciones (página 

En el 4.® espone el tratamiento de 
la gota; reprueba las fricciones gene* 
rales propuestas por el obispo de Al- 
barracin : recurre á las preparaciones 
del lentisco. 

JUAN CÁRDENAS, natural de 
Mondejar j en la provincia de la Al- 
carria , estudió la medicina en Alcalá 
de Henares. Terminada , pasó á Mé«- 
gico j ei% cuya ciudad se estableció y 
ejerció la profission. Escribió la obra 
siguiente: 

De los problemas y secretos ma* 
ravülosos de las Indias Még\co, 1 591 • 

En esta obrtta refiere las recetas de 
▼arias composiciones que se usaban en 
Megico \ entre ellas habla de la del 
chocolate^ como lo usaban los megica- 
iios. Ofrece poquísimo interés á la 
medicina. 

FRANCISCO HERNÁNDEZ. 
Apenas tenemos noticia alguna de las 
circunstancias biográficas de este cé- 
lebre médico. Se sabe que fué natural 
de Toledo, y que llegó á ser médico 
de Felipe IL Pasó á las Indias occiden* 
tales, comisionado especialmente para 
recoger todas las proaucciones de los 
tres reinos, y escribir sobre ellas. Des- 
pués dé muchos años de haber perma- 
necido en aquellas, consagrado esclu- 
siramente á la recolección de objetos 
de historia natural , toUíó á Elspaña, 
trayendo consigo sos trabajos \ pero 
«habiéndolos depositado en la biblio*- 
teca del Escorial , y sufrido esta un 
vasto incendio, fueron quemados. 



El autor de flora española, al tratar 
de este médico, dice lo siguiente: 

«Envió el monarca con real marai. 
ficencia al doctor Don Francisco Her?- 
nandez , natural de Toledo 9 á las In- 
dias occidentales, á que escribiese una 
historia de todos los animales y plantas 
que pudiese observar en aquellas re- 
motas regiones. Asi lo ejecutó como 
docto y diligentisimo investigador en 
poco mas de cuatro años. Repartió la 
nistoria en quince libros grandes de á 
folio, que se depositaron en la real bi- 
blioteca del Escorial. Estos contenian 
las figuras de las plantas y animales, 
con sus mismos nativos colores, asi de 
árboles como de yerbas , con raices, 
troncos, ramas, hojas , flores y frutos. 
De la misma manera se representaban 
los animales, como caimán, araña, cu- 
lebra , serpiente , conejo , perro , etc* 
También se veian demostrados los pe- 
ces con sus escamas , y las hermosísi- 
mas plumas de tanta diversidad de 
aves con sus pies v picos. Igualmente 
se manifestaban el talle, colores y di- 
ferentes modos de vestir de hombres 
y mugeres, y los adornos de sus galas 
y fiestas, corros y bailes, ritos y sacri- 
ficios. En fin, toda la obra era un ob- 
jeto de singular deleite, y el mas her- 
moso á la vista. En algunos de estos li- 
bros puso la figura, forma y color del 
animal y de la planta, disecándolos 
y preparándolos en el mejor modo que 
alcanzó. En otros (á quien se remite 
por sus números) pone la historia de 
cada cosa ; las calidades, propiedades, 
virtudes y nombres de todo^ confor- 
me á lo que pudo colegir y alcanzar 
de aquella gente bárbara, y de los es- 
pañoles que hablan nacido , vivido y 
criado en aquel dilatado imperio. Com- 
puso , ademas de estos quince libros, 
otros dos separados: el uno trata de las 
plantas y de la similitud, propiedad y 
correspondencia que tienen con las 
nuestras : el otro contiene las costum- 
bres, leyes y ritos de los indios, y jun- 
tamente las descripciones de la situa- 
ción de las provincias , tierras y luga- 



166 



HISTORU DE LA 



res de aquellas regiones j nnevo mun- 
do, dividiéndolas por sus climas y tem- 
peramenlos. Para ocurrir a los gastos 
ríe tan considerable obra, fue preciso 
que S. M. mandase aprontar sumas 
cuantiosas; porque no cabe en la po« 
síbilidad de un particular el costear 
tan raras esploraciones, y en regiones 
tan remotas y si la generosidad de un 
principe no le ayuda. Esta obra se bi- 
so encuadernar magníGca mente coa 
hermosas cubiertas de color azul, la- 
bradas de oro , con manecillas, canto- 
neras y bullones de plata muy grue« 
sos, de escelen te labor , y primoroso 
arti6cio. Dé los borrones y diseños que 
se hicieron en ios campos , andando 
por soledades y desiertos , se adorna- 
ron lienzos de pinturas que estáu en 
la galeria y cuarto del rey , en el real 
sitio de San Lorerizo. 

«En el incendio y quema que pa- 
deció este real sitio, principalmente 
en la biblioteca, le cupo gran parte a 
esta obra tan magnifica como costosa^ 
]0h qué dolor! De modo que la ma- 
yor parte de ella fué victima funesta 
de las voraces llamas. No obstante, 
quedaron algunos fracmentos que he 
tenido en mis manos, que casi me hi- 
cieron enternecer al contemplar tan 
f)ri morosos dibujos, y la viveza de co- 
ores con que estaban las 6guras de 
plantas, arboles y animales , todo por 
el natural.» 

Escribió las obras siguientes: 
nerum Medicarum novce hispanÜB 
thesaurus seuplantarum, animaUum, 
mineralium mexicanorum historia ex 
Francisci Hernández noyiorbis Me^ 
dicí primaríi relationibus in ipsa Me^ 
xicana Urbe conscriptís, á Nardo 
Antoiúo Beccko Monte Corvinate 
Catholicm majestatis medico ^ et Nea- 
poUtani regno Archiatro generali, 
jussu PhiUpjH II Hispaniarum et In- 
diarum etc. Hegis colecta ac et or^ 
dinem digesta ^ á Joanne Terrentio 
Ignceo Constantiense Germ. Phi* 
lip, ac medico notis illustrata. Roma 
M.D.C.XXXXXI.fol. 



. Esta obra es tal vez ana de las mas 

raras y estimables de la literatura mé* 
dica. Esta obra contiene Tarios tratan 
dos: el primero se sobdivide en diez li- 
bros, sobre las plantas, escrito por el 
médico Hernández, y comentado por 
Antonio Bechi. Al final de la obra hay 
otro tratado, cuyo titulo es: 

HistoricB animalium et mineralium 
novíB hispanice líber tmicus in sex traC' 
talas divissus, Francisco Hernández 
Philippi Secundi primario medico auc^ 
tore. (jtonue anno dtato). 

Dedica el primer tratado a descri- 
bir la historia natural de los cuadrú- 
pedos de la Nueva Espafta, Habla de 
60 animales. 

El 2.^ tratado versa sobre la bistor 
ria natural de las aves. 

En este habla de 229 aves. 

Els sumamente puriosa la descrip- 
eion qtfe en el capitulo 2.^ hace del 
Quetzakotol (ó sea ave de las plumas 
preciosas). Después de describir su 
historia natural, dice que sus plumas 
eran tanto ó mas estimadas que el oro; 
que de ellas se servían para plumages 
en los sombreros*, que había penas 
muy grandes para los que mataran 
las aves, y únicamente se permitía co^ 
gerlas, arrancarles las plumas , y vol- 
verlas á soltar. 

De otra que remitió á Felipe II, 
nos dice que tenia una cresta de ocho 
palmos de larga \ pero que no llegó á 
España, por haber muerto en la tra- 
vesía. 

En el 3.^ habla de los reptiles de la 
Nueva Elspafia. Describe 68. 

En el 4.^ de los insectos de la Nueva 
España. Describe 39. 

En el 5.® de los acuáticos de la 
Noeva España. Describe 55. 

En el 6.^ trata de los minerales de 
la Nueva España. Describe 36 mine«- 
rales. 

He dicho, y vuelvo a repetir > qae 
esta obra es una de las mas preciosas 
que se escribieron en el siglo XVI, 
y de las mas buscadas de los literatos 
estrangeros. Son rarísimos los ejem- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



167 



piares que de ella hay en Espafta. El 
Sr. Heraandes Morejon nada nos dice 
de ella^ y siu dada no lavo ocasión de 
verla , cuando se contenta con copiar 
•I autor de la Flora española, y á Don 
Casimiro Gómez Ortega. 

Prancisci Hemandi Medid aiifue 
historíci Pfulippi II Hispaniarum et 
Indiar^ Begis et totíus nos^i orbis ar^ 
ehiatri opera, cwn edita, tum inédita 
úd autográphi Jidem et mtegritatem 
expressa impensa etjasso regio» Ma* 
triti anno M.DCC.LXXXX 3 vol. 

D. Casimiro Gómez Ortega» cono- 
cido ventajosamente en el mundo li* 
lerarioy fné editor de esta obra. En su 
prólogo nos dice alguna cosa sobre la 

{>nMicada por Antonio Rechi , que es 
a misma que acabo de esponer. Los 
bibliógrafos estrangeros no han visto 
esta obra» y por esta razón copio su 
mismo dictamen» tal como lo escri- 
bió. Dice asi: 

«Neminem fore arbitror adeo in li« 
terarum historia hospitem ac peregri* 
num, quin audiendo, aut legendo di« 
diceret»Franciscum Hemandum» Phi* 
lippi II Hispaniarum et Indiarunr Re- 
gis Medicum longé doctissimum , ab 
ipso fuisse delectum» qui inclinante 
jam saeculo XVI in Indias occidenta* 
íes trajiee^et» et Mezicanarun planta» 
rum» aniraalium » et mineralíum ge- 
nera» formasqne inspiceret » delinean* 
das curaret describeretque» ac omnium 
vires et usns in communem hominum 
ntilitatetn exploraret. Hernandns ciim 
sentem fere annorum spatio in Nova 
Híspanla commoratus negotium sibi 
commissum strenué obiisset ; nescio 
quo misero» et scientiis calamitoso fa- 
to accidit» ut septemdecim ingentia 
volumina» quibus non modóillius re- 
gionis res naturales diligentissimé des- 
criptionibus » iconibus^ indicibus di- 
lucidarat » sed etiam Mexicani Regni 
Topographiam» et Antiquitates perse- 
quutus fuerat» ejusdem Regís jussu 
Nardo Antonio Recebo» Medico ítalo» 
et Neapolitani Regni Arcbiatro gene- 
ral! , recognoscenda » evulgandaque 



traderentur* Is per speciem omnia in 
MSS. contenta in epitomen et in or- 
dinem redigendi » pauca^selegit» quae 
jl^otiús transcripsit , quám contraxit; 
quaecumque ad Naturae Historia m» 
non vero ad Medicinae usum spectare 
sibi visa sunt^ temeré esclusit» nonnntla 
tamen saluti tuendae utilia negligens; 
vetera Indorum monumenta» quorum 
cOgtHtio vel ob raritatem ab eruditis 
viris snmmoperé expetitur » praeter- 
misit; plures plantas in insulis Philip- 
picis ad regni Mexicani ditionem se^ 
cundum divisionem ab Hispanis stabi- 
litam pertinentibus sponte nascentes, 
et ab Hernando ex allatorum specimi- 
num inspectione » et testium oculato- 
rum fide descriptas omnino rejecit; 
escribentis etiam errata repraesenta- 
vit; opns denique amplissimum» pre- 
tiosissimumque malé mulctavit » cor- 
rupity deformavit; quemad modum ex 
coilatione integrae bujus editionis cúm 
Recchiano opere Romae evulgato pa- 
tebit et in Commentario » quem de 
Francisci Hernandi vita et scriptisvo- 
lumini quarto praefigemus , fusiús et 
luculentiús ostendetur. 

«lllnd tamen Recchi compendium» 
seu potiús compilatio» cúm m Acade- 
micorum Lynceorum manus incidis- 
set) adeo eos admiratione percelluit» 
quantumvis mancum» mutilatumque, 
ut ipsorum cominentariis illustratum» 
et rerum medicarum Novae Hispaniae 
Thesauri titulo insignitum » Romae 
anno M.DCLI edere non dubitarint. 
Plurimarom autem stirpium icones, 

3uas» uti jam diximus» quoniam Me- 
icinae inservire nondum innotesce- 
bat» Recchus omiserat» cordatiores ip- 
si» et meliori mente imbuti adjunxe- 
runt» descriptionibus tamen deslitu- 
tas » quas in compilatoris adversariis 
frustra quaesiverant.Compendii evnl- 
gatione» quod eventurum viri pru- 
dentissimi praevidebant» brevi evenit: 
eximia nempe Auctoris Hernandi opi- 
nio longé latéque percrebruit» et illius 
operum» quorum integrum exemplar 
MS. sartum» tectumque adbuc in Re- 



168 



HISTORIA DE LA 



gíá BibliotecA Escurialensi assenraba- 
tar^ editionít desideriam conctoram 
mentes oecaf^vít. Interea , anno sci- 
licet M.DCLXXI luctuosam illud 
et genérale Goeoobü nobilissimarum 
aedium inoendium accidit , qno non 
modo Hernandi Tolumina MSS. sed 
eftiam celera ferme omnis Librornm 
locupletissima snppellex conflagravit. 
' «Defleverant igitur ingenCem , ai- 
que irreparabiiem Hernandi operum 
jactoram boni omnes , atqne ipse 
Tournefortios^ Botanicorum sni tem* 
•poús princeps, dam plaotarum inqai* 
rendarnm cansa ad memoratnm Coe-» 
oobiom Elscnrialense divertisset \ pro 
Hernandi collectionibus, stirpium in- 
digenaram, semiputridarumque codi^ 
ees síbi ostensos in Isagoge in Rem 
Herbariam questus fuerat ; cúm non 
sine Divino consilio contigit , nt nos- 
irá aeUte Hernandi Adversariomm^' 
sea primis secundisque curis elabora- 
ti » et ipsius mana emendati codicia 
volninina quinqué , quae Matriti in 
Cdlegü Imperialis , quod ad Societa^ 
tis Jesu Sacerdotes pertinuerat , Bi« 
bliothecae scriniis aelitescebant , are 
cum blattis tíneisque luctabantar, 
faustissimo eventu a Joanne Baptistá 
Monnozio, Indiarum Gosmographo, 
viro in primis harum rernm diligenti 
admodum scrutatore , et mnltiplicí 
eruditione instructo, reporta sint« 

aAdministrabat res Indicas tnno 
temporis Excell. D» Jusepbus Galveí, 
Sonorae Marchio , qui. tanti inventi 
alacritate, ut erat palriae laadum» et 
literarum íncremeñti snpra quam ere* 
dibile est, studiosus^ vefaementer ex*^ 
sultana, et exardecens continuó Re- 
gem sapientissimum , Carolum III. 
fiua aponte ad óptima quaeque procli- 
vem, adiit, atque incitavit, ut horum 
MSS. auxilio Fraocisci Hernandi ope* 
ra omoia, cum edita, tum inédita, au* 
tographi fidei et integritati restituta 
evulganda decerneret. 

«Vita functis óptimo Rege> et So- 
norae Marchiooi, incboatam editio- 
nem baud minus urgert , et ad finem 



suis anspiciis perdnci,' beñigné, et li- 
beraliter, vix dnm Imperio auseepto, 
jussit Attgasti Patria et virtoinm » et 
regnorum herea Garolus IV. Rex pro- 
TÍdenttssimas, consilio et opera usns 
viri Excell. Antonii Portier, ad Ee- 
clesiae. et Jnrisdicendi publica con- 
lerenda munia^ necnon ad literaa in 
Indiis fovendas literatissimi Admi^ 
nistri, veteri probitate simal, ác sin- 
gulari bumanitate Hispanornmque 
gloriae flagrantissimo studio praediti. 
Sed antequam , quo pacto ntriusque 
Regis mandata exaequi nobis propo- 
suerímus, breviter ostendimns; operáe 
nos pretium factnros existimamos , si 
qüae in unoque Tolumine ex quinqué, 
quibns universum opas constare supe* 
riiis innuimos, continentur, lectorum 
oculis subjiciamus* 

Priora tria volumina, quae quidem, 
uti et dúo reliqua v} fbl. , chartá, ut 
a¡unt , magna , characteribna nitidis, 
et emendationibtts Tersibus interjectis 
Auctoris Ipsios manu exaratis acripta 
aunt, Mexicanarum plantarum Hiato* 
fiam latina linguá oontextam, et ai 
cum eadem historia Romae evulgatá 
conferatur , magna ex parte ineditam 
exhibent^ addita quandoque poat sin- 
guloa libros appendicis loco descrir 
ptione quammdam plantarum Indiae 
orientalis, et insularum Philippicarum 
ex testium oculatorum testimonio, et 
allatis ramis. loitio primi tomi adsuta 
sunt ejusdem Hernandi plantarum 
Mexicanarum Historiae liber primas, 
et secundi libri priora quindecim ca- 
pita, hispano sermone expressa. Ter- 
tiumTolumen nonnulliscapitibus clau- 
ditur, quae de Animalibus, et Mine- 
ralibus agant , quaeque veluti rudi^ 
menta tractatuum quartí tomi haberí 
queunt, 

(dnquartovolumine Hiatoriae Qua* 
drupedum, Aviura, Reptilium, Insec. 
torum, Aquatilium, Mmeralinm No- 
rae Hispaniae singulis librisexplicatae 
cootinentur, praeter copiosissimos in. 
dices in fine , alterum Plantarum, 
alterum Animalium et Mineralíum, 



-I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



169 



/ «Qttintum denique ex opafculis 
penitoft inedUis totam conflatur, atque 
tkdta libnun unum complectitur «do 
«parlibas septaaginta ocio maxiaii 
aTempli Mexicani» fartis effnso saQ- 
«gaioe, aliis inÍDÍ8leriiij generibus 
aoffidoram^ volis, jorejurando» hjín- 
muís, ac feminis ^ quae templo in8er<» 
a?iebaiit.«sLibram de ProTÍncia Cbi« 
.«nae^seu Taibin, qnse septena dierum 
«navígatioDe dUtat á Pbil¡ppic¡a.-"De 
«morbo Novae Hispaniae anoi 1576» 
.«vocato ab lodis CocoUztU.^^De Sine 
«ex epístola Melchioris , Societatis 
«Jestt, etaliis.-oDe Pisce, quem val« 
•gus navigantium septentrionaliam 
^iUmerico appellant.^De Pisce JV- 
«&icrofie.a;GhrisliaDae methodi libros 
«tres (versibus hexametris) cum era- 
«ditíssimis anDOtatioDÍbus ad margi* 
«nem apposUis illustrissimi^ reveren* 
«dissimiqae yiri, Petri Mojrae de Gon- 
«treras » Archiepiscopi Mexicensis, 
«qaae loca explicaot pauló difllei* 
(dioca. a- QoaestioDQm Stoicarum li* 
«brum unum cum Proemio ad Phi* 
«lippum II Ilegem. «- Problematom 
«Stoiconim librum aoum. i» Proble- 
«mata , seu Erotemata philosophica 
«secundúm rneutem Peripatetieorum, 
«et eorum principís Aristotelis.«-MeT 
«teocologica. »• De anima ProblemA** 
ata. •» Problemata moralia ex mente 
«Aristotelis. ■» Carmen denique ad 
«Ariam Montanum , virum praecUp 
ris4imum , et doctísimum, quo illum 
jam in Hispaniam redux Hernandus 
de suis TÍgiltis^ laboribosj scriptisque 
operibus^ quae lígillatim recenset^de- 
que utilitate inde emanaturá certio- 
rem facit > de adversariorum imperi- 
tiá 9 et eorum iniquissimo judicio, 
quorum censurae commissa fuera nt, 
grariter elegauterque conqueritur: ac 
denique se , suaque ?eteri et sapienti 
amico adversús detractorum calum- 
nias tuenda commendat. 

«Hauc Epistolam primo hujus nos- 
trae editioois volumini praemitten- 



dam duximus^ qnooiam nulla alia rá- 
tio potior nobis visa est, quám si Her- 
nandnm ipsum in eá de suisOperibus 
veluti praefantem induceremus. Re- 
liqua scripta ita distribuere opportu- 
nnm visum est. Tribus prioribus vo- 
luminibns, quae nunc evulgamus^ No- 
vae Hispaniae plantarum Historiam in 
XXIV. libros dispertitam concludi- 
mus; quam quidem ad finem tertii 
voluminis copiosissimis, accuratis^ et^ 
ni fallor, haud exigui usús Indicibus 
illustrarí conati sumus , quorum pri- 
mus universa nomina plantarum^ ut 
plurimum Mexicana, alter loca earnm- 
dem natalia^ tertiús res notatu dignaa 
oomprehendit. 

«Quartum Volumen^ quod prope* 
diem simnl cum Quinto sub prelo 
sudabitj praeter Commentarium de 
Hernandi vita et scriptis^ Novae His- 
paniae Quadrupedum > Avium , Ae- 
ptilium, Insectorum^ Piscium, Mine- 
ralium Historias exbibebit cum Aucto- 
ris Proemio inédito y quo Pbilip- 
pum II adloquitur. Has excipient non- 
nullarum Plantarum in India orienta- 
\\j et in iosulis Philippicis nasceotiura 
descriptiones, quas quidem ex Mexi- 
canarum Historia^ ubi dispersae, et 
inordinatae inautographo reperieban- 
lur y coUectas huc in unum contuli- 
mus , simulque conjecimus praedictae 
stirpium Mexicanarum Historiae li- 
brum primum , secundique partem^ 
quos etiam Hispanicé scripsisse Her- 
nandum innuimus. Quód si ea omnia 
haud sufficere visa sintad ¡ustam vo- 
lumini magnitudinem conciliandam;; 
nibil magis é re fore putamus , quam 
Appendicis instar recudere rarissi- 
roum, atque valdé expetitum opuscu- 
lum de bis ipsis Mexicanis per tria Na- 
turae Regna Opibus, quod, velutlquae- 
dam Hernandi operum epitomi, Mexi- 
c¡ editum est in 4.^ anno M.DGXV. 
Francisci scilicet Ximenii libros qua^ 
tuor de natura, et viribus plantarum, 
et animalium, quae in MecUcinae us^ 



HisT* DE LÁ Medio, española, — Tomq 2.* 



22 



1 



170 



HISTORU DE LA 



sumin líovd Hispanid recepta sunt. 

«Qaiotom denique volumen Iqcu- 
braliones pronas inéditas de Máximo 
Templo Mexicano, de Provincia Ghi- 
nae, de morbo Cocoliztli, de Pisce 
Homérico, de Pisce Tiburones Ghris- 
tianae Methodi Libros tres» qusestio** 
nes Stoicas cnm Proemio ad Pbílip* 
pam IL Regem , ceteraqoe opascula 
philosopbicayquae in recensione ope* 
rum in Códice MSS. contentorum 
merooravimua j complectetor. Cele* 
rúm quamvis nonnullos nacTOS, velatt 
doplicata iterataqne nonnnlla , et or- 
thographiae varietatem in iisdem Me* 
xicanif rerpm Natoraliam et oppido* 
rum Dominibus á diversa linguaram 
natura» et proferendi aingolorom ra- 
tione profectam in hisce MSS* offeo* 
dimas; religión! tanien paene baboi* 
mus qaidquam pro iabitu adlicére^ 
aut ¡mmntare. 

«Nibil in praeaentiáezponereani* 
mnsest de Plinii Natarali Historia, 
qnam Hernandus Hispanicé universam 
interpretatos est, et praeclaris doctis- 
simisqne animadversionibus locupleta- 
▼it) cojos interpretationis XX V prio- 
rum tibrorom volnmina in Regia Ma* 
trttenst BibKotecá asservatA » á Fran« 
cisco Cerdano et Rico» doctissimo ba« 
manissimoque virOj quem ana ipsios 
edita opera supra omnem laadatiooem 
nostram extollttnt» paucos ante annos 
detecta sunt » Regique » et Indiarum 
Administris eloqaentiae , qoa pollet, 
vi » et sententiae » qnam ipsi plurimi 
penden!, gravitate pro egregio, qao 
in hajttsmooi monumenta evulganda 
fertar» studio» ad editionem commen- 
data. Sed de bis» proat etiam de qna- 
dam suspicione » qaae eidem Cerda* 
no » nobisqne ipsis » certis de causis» 
qoas ble commemorare non est neces« 
se» saborta est » an scilicet Hieronj* 
mus Huerta» qui pauló post Hernandi 
obitom Plinii interpretationem His- 
panam comí annotationibos suo nomi*> 
Be evulgavit » ab Hernando pleraque 
motuatos fnerit » qóem indictum ta- 
men praeteriit» enucleatiús agemns in 



Commentario de Hernandi vita etscri- 
ptis toties memorato. Nunc ad alinm 
scropulom gravíorfs momenti eximen- 
dom properamus. 

«Non deerunt fortasse viri alioquin 
docti, cordatiqoe » sed plus justo su* 
brigidi» qui hanc Hernandi operom 
editionem improbaboot» otpote nimia 
seram » bominibns borum clarissimo- 
ruro temporum infructuosam » nibil- 
qoe aut parum solidae laudis Auctort 
ipsi^ aut Hispano oomini allaturam. 
Ego vero qoemadmodum non inficia- 
bor» multa in Hernandi de Naturae 
Historia scriptis desiderati ad verani 
methodom» et systematicam reruih 
naturaiium describendarum rationem 
spectantta» quae bis duobus postremis 
aaeculis Botanicem praecipné ad scien« 
tiae culmen evexerunt; ita quoqoe 
non modo censen banc veniam Aoc- 
tori nostro » prout ceteris ejusdem 
aetatis^ et antiquitatis omnis scripto- 
ribus jure meritóque tribuendam» sed 
etiam contendo Mexicanarum planta* 
rum descriptiones» si cúm Diosooridit» 
cujus opera nemo sanus non magni 
aestimat» et tamquam pretiosissimum 
ibesaurnm, unde recentiores pinrima 
bauserunt, reputat» descriptionibus 
conferantur» eoncinniores esse» ad ar- 
lis regulas magis exactas» atque ad 
stirpium cognitionem opportuniores. 
Adae Dioscoridem patriae , et finiti- 
marum Graeciae regionum vegetabi* 
lia explorasáe , vel eornm observatio* 
nes ab aliis instituías collegisse el evul- 

fasse: Hernandum é contrario dissitas 
lexicani Regoi provincias peragras- 
se» novumque» elab aliis intentatum 
opus aggrc^um , incredibiiem atir- 

Eium» elaniroalium oopiam veteri or- 
i prorsus ignolam posteritatt tradi- 
disse. 

«Sed » qnod capul est » multiplicia» 
ñeque parvi facienda utilitatum gene- 
ra ex borura opernm editione in ge* 
ñus bumanum » el naturaiium Scíen* 
tiarum incrementum redundatura es* 
se » neutiquam dnbitarí polest. Pri* 
múm» ne de Pbilippicarom plantarnm 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



171 



libro, «al ¿e Oposcolis V» Tomo ine- 
áiiii loquareiir» ad Historiae Hterariao 
fidem noa secos , ac ad Hispanorum 
io lileris laudam pertioet, Hernando 
nortro bujiis abaolatae operum ejut, 
qnolqiiot exstant, e?ulgatiooifl ope ja* 
ra nía aiierere , atque ab usarpatori- 
biif » Nardo Antonio Recebo» et Joan-* 
oe Terreotio Tiodicare : quascumque 
plantas hic postremos vis una aot al- 
tero ?erbo praeter tituinm singula- 
rum imaginibus subjeotoedidit^ube* 
riús, et, ot supra ezposuimas, satis ab 
illo concinné descriptas nemo repe* 
rielar qui non modosine mirifica ani- 
mi Toluptate, sed eiiam cum earum* 
dero proprietatom proficaa animad^ 
versione non OTolvat, et ipsarnm non- 
nnllas cum enropaeis casdem este 
•comprobare , tcI qoae prorsas novae 
sint, ad recen Horum Botan icorora sys* 
temata , qooad fieri possit j redigere 
non satagat Praeterea nomina Mezi^ 
cana tom Stirpium, tom Animaliom/ 
tnm elíam Mineralinro ab Hernando 
diligenter explorata , atqoe ex Indo^ 
rum ore excepta, eorum formara, tcI 
mirabilem aliqnam , ant salótarem, 
rat noxiam facnitatem plernmque 
exprimont! quo qoid ntilins , sen ad 
rernm natnram investigandam , sito 
etiam ad sermonis ipsins Mexicani non- 
dum Hispanorum convicta , et socie* 
late immutati propietatem , copiam 
dignitatemqoe cognoscendam ? Jam 
Tero loca natalia , in quibns singnlae 
res prooreahtnr , qoaeqne indefesso 
animo summia exantlatis laboribas 
Auctor ipse adiit , et feré semper ad* 
notavit » nonne yiam cuiqne sternunt 
ad eadem corpora oatnralia faeiliús 
exqnirenda , invenJenda , et in nsos» 

3U0S indagaTit et prodidit , adhiben- 
a? Ad extremum plantamm vires, et 
quidem nonouUarum eximias «d gra- 
Tissimarumaegritndinnmsaoationero, 
praestantesque alias ad bomínom vi- 
ta m toendam, et ad oeeonomiam pro- 
movendam ntilitates , qaarnm rerum 
notitiam ex plurium saecnlorum ob- 
servationibus sensim comparatam, et 



qoaai per manns á majoribos natn ad 
minores traditam Heroandus acoepít, 
aut etiam extorsit ex Indis MediciSj 
qui primis illí« tempcribus adhuc vi- 
gebant, quae Mexicanorum abHisp- 
nís debellationem conseqauta snnt; 
ecquis erit tam imprudeos, tam con« 
silíi inops, qui non senliat, tbesaarom 
veluti qnemdam, ut Ljrnceomm ver* 
bis utar, constituere , qaem nisi scri- 
ptor noster in lucem protulisset^ et 
monumeotis suis coosignaaaet , jam 
din amissom , et ex oculis ereptum 
frustra hodie quaereremus? 

«Ad Icones, urgebit quispiam,qni- 
bus Auctor omuia illustrarat, EscuiriaF 
lensi incendio , irreparabili jactará 
oonsumtae sont: immó, inqniam^ lar* 
giter reparandá» et compensandá: ú^ 
quidem egregia Potentissimomm Re* 
gum Caroli III et Caroli IV mnnifi- 
centiá ataue mirifica eornm erga lite- 
ras liberalitate provisam est, ne quid^ 
quam ¡o Hernandi operibus diotiús 
desideraretur. Nam cum animadver- 
tereot sapientissimi Principes, oibfl 
praesidiorum superesst, quae in Italia 
ad Recchi editionem inservierant, ir- 
ritis conatibus ExcelK et polilissimi 
viri, Josepbi Nieolai de Azara , acer- 
rimi ingenii etomni feré doctrinarum 
genere exculti , cui ea Romae inqui- 
rendi negotiam demandatum fuerat; 
Regio sumto^ etauspiciis, vixhac edi- 
tione incboata, missi snnt idonei Bo- 
tanici, et rernm naturalium scrutato- 
res strenui , Vincentins Cervantes, et 
Josepbns Loagínes Martines, quorum 
alter Botanices ministerio in urbe Me- 
xicaná coostitulo , et Horto consito 
soientiam publicé doeendi muñere 
fnngatur, et Novae Hispaniae vegeta- 
bilia excoiat, et to Hfspaniam trans- 
míltat , alter Anatomicus etiam dex- 
terrimns , ejusqne socii Joannes del 
Castillo et Jaoobos Senseve, atque 
omnium Praefeetns doctissimus , ex- 
celso animo ac ingenio praeditus et 
Mexicani sermonis in primis peritus, 
Martinas Sesseos, Medicinae Doctor, 
adscitis Pictoribos, et hujus editionis 



172 



HISTORIA DE LA 



exemplaríbas maniti^ ceterorumqne 
libroram , operarum, et omnis gene-* 
rifl adjumentorum supellectile ioatrac* 
ti per aoWersas Novae Hispa niae pro- 
vincias peregrinentur, et quidquid ad 
Naturae historiam spectans detexe- 
rint, praesertim ab Hernando oiim 
adumbratttnij coUigant, ad artis ñor- 
mam^ et recentium Botanicorum pro- 

Erietatem , atqae elegantiam descri* 
ant , et delineandum, Tiyisque coló- 
ribus depingendam curent. Ezquo* 
ram laboribus exsnrget opas tum scri* 
ptorum Auctoris nostri commeiitadi 
optimi titulo dignttoiy tom qooque in 
Scientiae naturalis incrementum tjf pií 
committendam. 

«Qaam quidem Naturae Historiam^ 
haud neglecto ceterarum Disciplina- 
rum et Artium patrocinio, Carolas 
Rex ad generis humani felicitatem na- 
tas atque edocatus^ ejusque. Indiaram 
saperias laadatos Administer , nullo 
samtui parcentes, impensé et ooiani* 
ficé fovent , et promovent non modo, 
qaa ratiooe paoló ante diximus, in 
Nova Hispaniá , sed etiam per certos, 
cosque peritissimos Professores huic 
negotio destinatos, in Peruviá, in No- 
vo negoo Granatensi, in insulis Pbi- 
lippicis, in unirerso denique, qoá late 
paret, Hispanorum in Indiis Imperio. 



Quamobrem gratolari bonos omnes, 
et aequos rerum estimatores par est, 
et gratias agere clementissimo Regi 
Carolo IVsiquidemejtts aroplissimae, 
Augustique Patris erga universos ho- 
mines benefioentiae, quoscnmqoe in- 
de fractus perceperimus, acoepti refe- 
rendi sant, nosque praesertim Hispa- 
nos Paternae illios dominationibus 
subditos , qui ipsi debemus ne nobis 
in posterum objici queat, parum^ aut 
nihil populares nostros post tot saecula 
ad humanas cognitiones augendas et 
amplificandas contulisse; cúm ómni- 
bus compertum erit, cujas gentis for- 
tissimorum militum facinoribns , et 
victoriis dissitae illae , vastissimaeque 
Americae et Asiae regiones insignitae 
sunt, et Catholicorum Regum ditioni 
subjectae , earum incolisaa bamanita- 
tis et Religionis cultum traductis; 
ejusdem , inquam , Hispanae gentis 
doctorum bominum ingeniis j itineri*- 
bus, investigationibus,1iterarum mo- 
numentis ad ipsarum nationum, ad to* 
tius terrarum orbis utilitatem pera- 
grari, atque illustrari.» 

En el siguiente poema de Hernan- 
dex^ dirigido á Arias Montano, refiere 
algunas de sus circunstancias biográ- 
ficas. 



11 



AUapsum jam Astae rifds , Mqntane , sodalem 
Ne veterem contemne tuwn , cid cerneré primúm 
Jtomuled quondam licuit te , et noscere térra, 
Jtarum naturae miraclum, et gentis honorem, 
jác nostri omamentum aevi ; rursusque videre 
Post secessum ilbinij quo te , Montane , sórores 
Jnstituere novem , implerunt et pectora rerum 
Causis , ac variis linguis , et lamine diuum, 
Igmferos intra scopulos, et sacra Philippo 
Moenia, delicias Aegis , sedesque beatas: 
Unde quadrigeminá casurus biblia linffiá^ 
Immensum ^ praeclarwn opus , ingentisque laboris, 
Sponte petis belgas moUes, patriaque relicta 
Algentes tractus calcas digressus in arcton\ 
üum nos sepositis plagis arcafia colentes 
Naturae haud pigri occiduos adnamus ad Indos j 
demente adnixi imperio parere PhUippi, 
Hesperiae dominio lacerum qui vindicat orbem. 



\ 



MEDICINA ESPAÑOLA. 

InstUuit leges sonetos, renovatque cadentes, 
Perdens injustos j et Christi nonúnis hostes. 

Ergo post uoríos cosus , post munia nostra 
Praestita , qud vahd cura , terrdque marique. 
Excipe me reducem tam multis casibus actum, 
Jn gremioque tuere tuo, nam diceris esse 
Permessi solers costos , fidusque colonus. 
Sunt qui post tergo oblatrent , /imdantque venena 
Jnvidi, et innocuos tentent danmare labores, 
Quos non viderunt, aut percepere Urentes: 
Indimi quos térro tesat , yel turba bonorum • 
AumU efJUmtes scelerato ex ore chelydros. 
Hoec te propulsare aequum estj haec trudere in orcum 
Sincero canaore tuo , sapientio et arte, 
Et . gravitate , Jide ac praestanti robore monstro\ 
Ne tnrtus deserta ruat carituro patrono, 
Et foedi nitidis mergantur fontíbus apri. 

Tempus erit, cúm te liceat contmgere dextru, 
Et corom gratas audire et reddere voces. 
Tune ego Musarwn yeluti sacraria visens^ 
Jmpensé exsultansj nihil, ó Montone , sihbo, 
Aa res quod speetet nostras, ut noscere possisj 
Quantafides istis scriptis sit debita, quanta 
úratia , conatos maneat quoe gloria nostros\ 
In rebus magnis si tantiun ad culmina celsa 
Direxisse gradum magnum est, plenumque decoris, 
Atque sceuts patret qui his detraetoribos aures 
Praebeat immani diruptus idscero morbo. 

Tronseo quám tuJkrim fastidia longa per onnos 
(Sanguine jam gélido languens , steribque seneeta) 
Septenos , more bis mensos, terrasque repostas. 
Expertos caelum mutatum^ alimentaque passim 
Jam pridem consoeta nUhi, Ijrmphasque maliffms. 
Praetereo ingentes aestus , et frigora magna, 
Vix olio superando modo mortalibus aegris. 
Silvosos etiam calles, atque invia lustra, 
Flomina , stagna , locos vastos , latasqoe palodes. 
Non refero Indorom consortia perdita , jraudes 
Nec canimus tantas , dirá aut mendacia, qoeis me 
Non.semel incautum lusere, ac verba dederunt, 
Insigni cura vitata , industria, et arte, 
Et quoties vires plantarum , et nomina falsa 

Suarumdam aecepi fallaci interpretis usos 
roclo: medica aecuit quoe vulnera cauté 
Interdum methodo curare , atque aospice Chisto. 
Pictorom fyxod numerem lapsus, qui muñera nostra 
Timgednt, aderantque meae pars nutxima corae, 
Ne quidquam digitom latum distaret ab ipsd 
Beddentá forma , patulé sed cuneta liquerent; 
Atque moras proeerum , qui me properante moUstae 
Soepe fuere meis aosis, ac nixibos. Aut quid. 



173 



174 



fflSTORIA DE LA 



Quoe et^enere mihi gustanti pharmaca , éScam 
Ñoxas y ac vitae pariter descrimina magna? 
Aut morbos y nimii mihii quos peperere labores, 
Nunc etiam infestos, et in ultima témpora vitae 
Desaevituros ^ quotquot durabit in aanos? 
Coetussfe hostiles, laoubusque natantia monstra, 
íntegros homines i^astá captentia in alvo? 
Quidve famem, al que sitim? vel mille animaUa Uandam 
Sanguiferis punctis passim ajjicientá pellem? 
Héctores tétricos , atque agmina inepta $ ministros? 
Silvestre Indorum ingenüunj nullisque docendis 
Naturae arcanis promptum, aut candare paratum? 
Praetereo, inquam, haec, et sohtm quodjecimus ipsi 
Auxilio divúm eximio , Christoque secundo. 
Hesperias occiduae lustrantes , dicimus, oras. 

F'iginti ptantarum igitur , pariterque quatemos 
Dictamus libros (praeter qui Julini metalla 
Subjicitínt oculis hominum , et genus omne animantumj\ 
E quibus herbiferis profert Hispania in agris 
NuUam, nam occiduas tantum sectamur , et wUÍ 
Caules, radices, uarioque colore migantes 
Flores ; neo fructum , aut Jblium contemno , nec ipsa 
Nomina j quorum est in variis regionibus ususj 
Aut vires, natale solum, cultum , atque saporem, 
Aut lacrymas stipitis stillantes vulnere \ morbi 
Qitf eurentur eis, quaenam sit meta caloris, 
lui color, et lignis qualis substantia subsit, 
'!t breviter quaecumque salus humana requirit, . 
Aut nalturalis rerum haec narratio posoit, 
Quám propriis verbis potui, et brevitate deoenü. 
Quin vivi$s plantas viginti , ac semina multa, 
Pharmacaque innúmera, Augusto mittenda Philippo, 
Pra^fecto deditnus , cura ut majore /enmtur 
In patriam, Hesperiaeque hartos , et culmina adotnent\ 
Emensamque novam Hesperiam duce sidere caeli. 
Urbes , ac populas, montes, ac Jlumina, valde 
Rem optatam nastris , esset quo cognita mundo 
üsque adeo dives ^ tamque ampli naminis ora. 
Scribimus et methodum , qua quis oognoscere plantas 
Indas , ac nostras possit; vel quo ordine cunctis 
Occiduis usus ualeat succurrere marbis, 
Noscereque indígenas , nastrisve ex montíbus alto 
Transvectas Indas tam longo tramite in oras* 
Pharmaca et addtdúnus firmo sancita periolo. 
Experta et nobisj quos pellant corpore suecos, 
Quae superent nastris nota, et quae cederé possint: 
Cetera nam sUeo , Domina quae dante videbis, 
Atque emendabis , cuando tua maenia laetus 
Intrare , et dabitur genio Musisque potiri, 
Curarum et vacua mlci indulgere Jwnori. 
Ergo qui credi par est, ut talia nutu 



MEDICINA ESPASÍOLA. 



175 



Alterius scribi valeant , viresve referri; 

Si koc opas hanc curam , atque examina temía requirit? 

JVec passim invenías , humeris qui ferré labores 

Tantos sustineant propriisj suveanve Ubenter? 

Aut qui judex esse queat ,- censorve peritas, 

Qui nuUas usquam nascentes noverit herbas? 

Aut qui nee libros nostros, durosve labores 

Fideritl At magnos num quando inifenimüs ausus 

Invidiá caruisse suá, aut prurigine turpi? 

Jactaue in abjectos torqueri fulmina valles? 

Ergo tu nostros , vir praeclarissime , libros 

Perlege , et üuligni, si non pid^antur honor e. 

Conceptas veluti cari complectere fratris, 

Sieque favens , tíU me aetemos obstringito in annos. 



Es una lástittia verdaderamente que 
D. Casimiro Gómez Ortega no baja 
conclnido toda la obra de Francisco 
Hernandes. Asi es que no nos dio mas 
noticias que de la parte botánica. 

Materia medicinal de la Nueva Es* 
paña. (Manuscrito). Voy á dar á cono* 
cer á mis lectores el manuscrito mas 
estimable y de mas mérito que se es- 
cribió en el siglo X VL Esta es la ma^ 
teria medica de la Nueva España^ que 
el autor trabajó con el major cuidado 
y celo : desconocida del comentador 
del Tesaurus plantarum (Recbii) , de 
D. Gómez Ortega y de todos los bibíio* 
gráBcos é historiadores ; es digna ba- 
jo de macbisimos aspectos de presen- 
tarse con alguna ostensión , porque en 
ella trata el autor de las virtudes me- 
dicinales de los tres reinos , animal, 
vegeUl y mineral de la Nueva Es- 
paña. 

Divide esta obra en tres libros. 

El 1 .^ está subdividido en tres par^ 
tes. 

En la 1 .' trata de las plantas aro* 
mdtícas. Esta parte contiene veintiséis 
capítulos, en los cuales trata por sepa- 
rado de cada planta. Describe : 1.® el 
nombre americano : 2«^ sus caracteres 
botánicos: 3.^ los lugares en que se 
crian: 4.^ la época de su recolección: 
5.® las virtudes medicinales: 6.® las en- 
fermedades en que convengan: 7.^ los 
usos domésticos ó mercantiles que sé 
hacen con ellas. 



En el capítulo 2.^ hablando de la 
yerba llamada y¿ia?aj;apof /a ó ptarmi" 
ca, dice lo siguiente: aVéase una cosa 
admirable en esta yerba (lo cual yo he 
esperimentado muchas veces), que una 
piedra mojada , restregando con ella, 
aunque sea de una tercia de grueso, 
y poniendo las narices á la parte con- 
traria de la piedra , se percibe de la 
misma manera el olor como si la pro- 
pia yerba se pusiera á las narices, tan- 
ta es su fragancia. Su vapor tomado 
por las narices promueve luertemeote 
el estornudo , y aplicada en (brma de 
emplasto poco antes de venir el frío de 
las calenturas, las quita admirablemen- 
te(pág. 17 vuelta).» 

El capitulo 1 1 en que trata de la 
canela, es sumamente interesante: des- 
pues de hablar de sus propiedades fí- 
sicas y niedicinales, añade : «una cosa 
solamente advertiré que por esperien- 
cia me consta ya, que la casia cmamo- 
mo y canela nacen de un mismo ár- 
bol y no de diversos (aunque digan de 
esto lo que quieran los antiguos her- 
barios). Si le dan diferentes nombres 
es por causa del esceso y valor que te« 
nian por codicia de los mercaderes 

(pi|?. 81).» 

Parte segunda del libro piimero de 
la materia medicinal de la jNueva Es" 
paña. 

Contiene ochenta capítulos dedica- 
dos á tratar en cada uno los caracteres 
botánicos y medicinales y etc. , según 



176 



HISTORIA DE LA 



dejo referidos. Tambian' trata de las 
lágrimas, gomas frutos j semillas qae 
de ellos se sacan. 

Eo el capitulo 1.® trata de la go- 
ma machuit. Dice que es de un olor 
tan fragante, que los indios la quema- 
ban en los altares para la adoración de 
sus dioses. Elogia sus fumigaciones 
para los dolores de cabeza. 

En el 71 del cacanaqnahnitl (cacao). 

En este capitulo describe las cos- 
tumbres de los indios antes de ser con- 
quistados por nuestros españoles^ cuya 
historia es digna de referirse. 

«Grandes cosas^dice, se descubren 
en el cacao tocante á la suerte j mise- 
ria humana. Considerando que en el 
viejo mundo, en aquellos tiempos anti- 
guos no se compraban con dinero aque* 
llascosas de que los hombres tenian ne- 
cesidad para pasar la vida, j que si les 
faltaba, las habiande procurar forzosa- 
mente de otra parle, porque ni corriaii 
entre ellos las monedas de oro y plata, 
ni se habian esculpidoeo los metales las 
6guras de los reyes y príncipes, vivian 
los ¡odios trocando unas cosas con otras, 
ayudándose los unos á los otros con Ip 
que cada uno tenia y guardaba. FinaU 
mente se abrieron los metales con cu- 
fio, y se labró la moneda con quien se 
ven cien mil figuras de cosas esculpi- 
das. Pero en este nuevo mundo nunca 
habian entrado muestras de avaricia^ 
no habia la ambición levantado cabe- 
za , hasta que nuestros españoles trai- 
dos con novelas y viento le invadieron 
y conquistaron : no tenia entre los na- 
turales indios tanta autoridad el oro 
ni la plata, de los cuales entre ellos ha- 
bia grandísima abundancia, porque 
la suma de todas sus haciendas y rique- 
za consistía en plumas de aves hermo- 
sísimas 9 y en ciertos lienzos ó mantas 
de algodón, ó algunas pedrezuelas que 
en esta tierra se producen á cada paso 
sin cuidado de nadie. No estimaba ni 
tenia en precio esta gente las manillas, 
cadenas , collares ni brazaletes , sino 
eran acaso las que hacían de rosas y 
flores*, ni hacían caso de las perlas ni 



piedr;as preciosas: andaban casi desnu- 
dos, vivían vida alegre, sin cuidado al- 
guno de lo venidero: no les desvelaba 
ni traía solícitos la codicia de hacer 

Írandes tesoros y acrescentar estados ni 
acienda : vivian sin cuidados del dia 
de ma&ana muy á gusto y dándose á 
buen tiempo en suerte y fortuna hu- 
milde, pero quieta y dichosa gozando 
alegremente de los principióles dones 
de la naturaleza. La gente de esta tier- 
ra usaban de la semilla del cacao en lu- 
gar de dinero, con el cual alcanzaban 
todo lo que les era necesario para pa- 
sar la vida , y aun hasta el dia de hoy 
dura esta costumbre (pág. 120 vuelta 
hasU la 121).» 

En seguida espone con la mayor 
precisión los caracteres físicos y botá- 
nicos de esta planta ; trata de cuatro 
especies de ella, y describe las regiones 
y circunstancias del terreno en quena- 
ce. Últimamente consigna, como dice, 
para una memoria y las célebres com- 
posiciones que hacían los indios con el 
cacao y el maíz. Todo este capitulo es 
interesantísimo. 

También lo es el capitulo 50 que 
trata de los tamarindos: el del guayaco. 

Tercera parte del libro primero de 
la materia medicinal de la Nuei^a E^^ 
paña, en que se trata de las matas. 

Divide esta parte en cuarenta y seis 
capítulos. 

En el capítulo 14 «trata del mo- 
do de sembrar las caflas dulces ó de 
azúcar y de cómo se preparan , y la 
traza y orden con que el azúcar se ha- 
ce.» Describe con la mayor estension 
el modo de elegir , plantar y cultivar 
las cañas dulces: el modo de preparar- 
las y de hacer el az\ícar: los instrumen- 
tos y máquinas de que se valen para es- 
tas preparaciones , y últimamente las 
cualidades que debe tener el azúcar. 

libro segundo de la materia medi'- 
cinal de la Nueua España. 

En el proemio dice^ que después de 
haber hablado en el primer libro de 
las materias ya espresadas , paaaba á 
tratar de \9l% yerbas. 



MEDICINA ESPAÑOLA- 



177 



Diride este libro eo dos |Mrtes : en 
la 1/ habla de las yerbas que tieoen 
el sabor agudo y mordaz » y en la 2.^ 
de las de sabor amargo. Subdivide U . 
I •* parte en ciacaenta y ocho c^pltu« 
los, 

Eq el capitalo 3.^ trata de la pi- 
mienta de las Indias : re6ere las d¡fe«- 
rentes especies que hay en las Indias, 
adadiendo.... por lo cual no solaodente 
me pareció de escribir y hacer pintar 
las formas y Bguras, declarar todas las. 
virtudes y facultades y naturalesa^ y 
dejar á los venideros por memoria las 
diferencias que en esta Nueva Espa- 
ña nacen, sino también todas aquellas 
especies que á nuestras manos han ve*-^ 
nido (pág. 173) (loteresantisimo). 

En el capitulo 51 trata esteosamen- 
te del picietl ó tabaco. Elste es otro de 
ios capítulos mas interesables. 

Parte segwida del libro segundo, en 
la que se trata de las yerbas que tie^ 
nen amargo sabor. 

Está dividida esta parle en sesenta y 
siete capítulos, en los cuales trata de 
otros tantos vegetales amargos. Hablaor 
do del ruibarbo de la India, dice: que 
su descubrimiento se debia al valeroso 
y científico español de D. Bernardino 
del Castillo , el cual sobre el mérito 
de las hazañas militares en la guerra 
con los indios , tenia el de ser uno de 
los mas inteligentes que habia en las 
Indias en lo tocante a yerbas (página 
243 vuelta). 

Libro tercero de la materia medici^ 
nal de la Nueva España» 

En el proemio ofrece tratar, l.^de 
las yerbas que tienen el sabor dulce 
ó salado: 2-^ de las que tienen un sabor 
intermedio y mas ó menos llegado á 
uno de estos: 3.^ de las que no tienea 
ninguno. 

Al efecto dividió este libro en trcto 
partes. 

Primera parte del libro tercero, en 
que se trata de las yerban que tienen 
sabor sedado ó dulce» 



Divide esta en áeienta y un capí- 
tulos. 

En el capitulo 40 «trata del maiz, y 
de las bebidas y gfSneros de tortillas 

Suede él se hacen.» (Muy interesante.) 
lefíere ocho variedades de espigas de 
maíz, blancas, rubias, negras , amari- 
llas, azules, naranjadas , purpúreas, y 
mixtas^ «las cuales-diferencias , añade, 
van pintadas al. vivo.» Habla del modoy 
tiempo de sembrarlas. Respecto á sus 
propiedades medicinales es de mucho 
mterésloquedice. <í Hasta lavenida de 
los españoles d esta tierra no conocie» 
ron ni habían oído decir que hubiese 
enfermedades de piedra, y para la 
'cual no se halla entre los inaios mas 
útil ni acomodado mantenimiento en 
las enfermedades agudas , y en tanto 
estremo que se debe con mucha razón 
preferir r estimar en mas que la tan 
celebrada de los antiguos. 

«La prudencia de los médicos me* 
gicanos , añade y ha introducido las 
puches y tisanas de maiz como prefe- 
ribles á todas , y las llaman atole j co- 
mo cosa mas usada y agradable á la 
ente de esta tierra ; y como cosa tan 
¡giia de saberse y practicarse, daré á 
entender de cuántas maneras se puede 
preparar el atole , asi para los sanos 
como para los que padecen algún gé- 
nero de enfermedad (1). El atole hu<- 
medece y resfria los cuerpos que pa« 
decen destemplanzas calientes y secas^ 
ablanda el pecho ; da mucho y buen 
mantenimiento ; corrobora y engorda 
el cuerpo desíiaquecido y ealenuado; 
restaura y restituye las fuerzas perdí- 



s 



mm 



(i) Quiero entretenerme ^d pQCo en 
este capítulo» para hacer verá mis lectores 
el grao uso que se hacia ^p las Indias del 
niaizyj tanto mas » cuanto en España ape- 
nas lo usamos en medicina , siendo asi qna 
pndiéramos obtener de él mas provecho 
del qoe.sacBínoSf tanto como alimento co- 
mo medicamenlo. 



HlST. PE }.▲ M£01C.,EaPAÑ0tA. — ^TOMO 2/ 



23 



178 



HISTORIA DE LA 



•s 



das^ participa también ¿% Tirtud abs- 
tergente 9 y es mantenimiento otiVisi- 
mo ¿ los enfermos j ann á los éticos 
que se van consumiendo; suple mejor 
que la tisana j el ordeate de cebada ; 
ayuda notablemente, y da la mano á 
los que padecen enfermedades grayes 
y peligrosas.» 

Describe once preparaciones , ja 
simples ya compuestas, añadiendo al 
final: ny con esto damos fin i loque 
hay que decir de las diferencias del 
atolli.... nuestro intento es solamente 
tratar de aquellas cosas que en este 
nuevo mundo se usan y son familia* 
res, y de que nuestro antiguo orbe nin- 
guna noticia tiene (pág. 273 vuelta).» 

Dedica el capítulo 41a tratar de la 
manera cómo se bace el pan de maic. 

El capitulo 53 , en que trata de la 
yerba aenits Ghuariraco ó yerba con- 
tra los venenos , ea muy interesante; 
pues según el autor, es el remedio mas 
eficaz que puede descubrirse contra 
los venenos. 

Segunda parte del libro tercero, en 
que se traía de las yerbas que tienen 
sabor austero y ácido ^ y también de 
las insípidas , y que no tienen sabor 
ningtoío. 

Comprende ochenta capítulos. 

Dedica cinco de estosá tratardeotraa 
tantas especies de saraa-parrilla: la mas 
rara de todas^ que llama mecaptaU^ 
dice, «haberla el hallado no lejos de 
la ciudad de Mágico, en el pueblo de 
Santa Fé , cerca de la fuente, donde 
nace el agua dulcísima y muy saluda- 
ble, ^ne por caños y acueductoa se 
trae a la ciudad. Esta planta es una 
especie de la carsa-parrilla , aunque 
los espaftoles que no lian pasado á es- 
tas indias no se pueden persuadir á 
ello en ninguna manera (pág, 306).» 

Libro cuarto de la materia medid' 
nal de la Nueva España. 

Proemio. aEn loa tres libros pasa- 
dos, estudiosísimo lector, dice, hemos 
tratado de las plantas aromáticas, de 
los árboles, de los tumos , lágrimas y 
semillas que nacen de ellos, y también 



tratamos de las matas, unas y otras, y 
de las yerbas de sabor agudo , salugi- 
noso y dulce 9 y de las de los demás 
que en los otros sabores comunicaban, 
y también de las inaipidas y que no 
tienen sabor notable. Resta ahora este 
cuarto libro , el cual dividiremos en 
dos partes. En la primera de las cua- 
les, trataremos de los animales , para 
que 8US figuras se sigan después de las 
plantas; y en la otra segunda de los 
minerales, y asi se dará fin á lo que 
propusimos tratar ál principio.» 

Parte primera del libro cuarto, en 
que se trata de las partes de los ani" 
males con%fementes en el uso de la 
medicina. 

Esta parte se subdivide en veintiún 
capítulos, en los cuales trata de los ani* 
males que se servian ios indios para 
curar las enfermedades. Todos ellos 
ofrecen un alto interés, ño solo por 
las virtudes medicinales, sino también 
por las bellísimas descripciones que 
da ellos hace. 

En el capitulo 1.^ trata del arma'' 
dillo, y elogia mucho la cascara de su 
cola pulverizada en dosis de una drac* 
ma en una libra de cocimiento de sal- 
via , para promover el sudor. Tam- 
bién elogia mucho este remedio para 
la curación del mal francés* 

En el capitulo 2.^ habla del escor* 
pión de la India, y dice que la carne 
de aus lomos , comida en peso de dos 
óbolos, despierta admirablemente el 
apetito venéreo, y lo reconoee como 
buen antidoto contra las mordeduras 
de los mismos escorpiones. 

Segunda parte del Ubro cuarto de 
la materia medicinal de la Nueva Es- 
paña, en la que se trata de los mine» 
rales para el uso de la medicina. 

En el capítulo 9.^ dice que si hu- 
biese de tratar dignamente de todos 
los minerales de la Nueva España, se- 
rian necesarios otros libros , como los 
presentes, que escribía por mandado 
del invictísimo rey D. Felipe II. 

Concluye esta obra con el epígrafe 
Laus Deo óptimo et máximo. Finis. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



179 



Todos los libros que hemos meo- 
ciooado coatlenen 445 capitulos, des« 
tinados a tratar por separado de otras 
tantas sustancias medicinales» La obra 
consta de 700 páginas. 

A continuación inserta unas tablas 
sinópticas de los grados de caalidad de, 
cada una de las sustancias espuestas^ 
á saber: 

CcUienie en primer grado. CaiienU 
en el segundo. En el tercero. En el 
cuarto. 

En cada una de estas columnas co- 
loca las plantas que, según el^ tenían ei 
grado de cualidad respectivo. 

En el nombre de Nuestro Señor 
JesU'Guisto ^ comienza la printera 
tabla de la aplicación de las medicinas 
contenidas en el libro delproto^médico 
Francisco Hernández , d toda diver^ 
sidadde enfermedades j las quales van 
referidas d las tablas mayores del 
dicho libro por pdrraphos. 

El autor r acieaus del capitulo que 
dedica á cada sustancia , las enumera 
al margen con el §. 1.% 2.®» 3.^« basta 
el 445. En esta tabla hace una reseñado 
las enfermedades por el A. B. G* D.v 
de manera que marcada la enferme* 
dad y el párrafo , es sumamente fácil 
buscar la sustancia. 

Tabla segunda de las virtudes y 
Jacultades. itó los medicamentos con^^ 
tenidos en este libro j según las diver^ 
sos partes del cuerpo. 

Este es uno de los tratados mas in- 
teresantes*, 7 en la posibilidad de pre* 
sentarlo, me limitaré á esponer los 
títulos. 

Para los dolores de cabeza nacidos 
de causa fria. 

Para los dolores antiguos de la ca- 
beza. 

Para los dolores de cabeza nacidos 
de calor. 

Para la jaqueca. 

Para purffar la cabeza. 

Para los dolores, de cabeza por hu- 
medad. 

Para provocar el sueño. 

Para el mal de gota coral. 



Para loa espantados de rayo. 

Para la melancolía. 

Para el reuma y flujos de cabeza. 

Para confortar el cerebro. 

Para las llagas de la cabeza. 

Para la convulsión ó pasmo. 

Para el estupor ó entumecimiento. 

Para la perlesía. 

Para las enfermedades y dolores. 

Para las heridas de los nervios y 
cuerdas. 

Para la contracción y durefea de los 
nervios. 

Remedios para los ojos. 

Para las asperezas de las pálpebras 
de los ojoa. 

Para la sarna de las pestañas. 

Para laa nubes de los ojos. 

Para las uñas que nacen en los ojos. 

Para los golpes y heridas de los ojos. 

Para las llagas de los ojos. 

Para la carne que hace en los ojos. 

Para las inflamaciones de los ojos. 

Para la oscuridad de la vista. 

Para las reumas y fluxiones de los 

OjOS. 

Para los dolores de los oidos. 

Para las pasólidas ¿ hinchazones de 
los oidos. 

Para los oidos que manan materia. 

Para el flujo de sangre de narices. 

Para estornudar. 

Remedios de la boca. 

Para el mal olor de la boca. 

Para las postillas. 

Para las llagas de la boca. 

Para hacer buen aliento de boca. 

Para la aspereza de la lengua. - 

Para los dfientes y encías. 

Para los dolores de los dientes. 

Para afirmar los dientes. 

Para las encías fluidas y gastadas. 

De la garganta jr gula. 

Para la esquina ncía. 

Para Us' inflamaciones de la gar- 
ganta. 

Para las destilaciones de la gola. 

D(bI pecho y pulmón. 

Para los que escupen sangre. 

Para la tos. 

Para el dolor de costado. 



180 



HISTORIA DE LA 



Para los que escupen podre. 

Para el asma. 

Para arrancar las viscosidades del 
pecho. 

Para purgar el pecho de las visco- 
sidades. 

Para las destilaciones y reumas del 
pecho. 

Para todos los daños del pecho« 

. Para el desmayo. 

Para la cardiaca afección. 

Para el temblor del corazón. 

Para el movimiento j pulso del co- 
razón. 

Para el dolor de corazón. 

Para los dolores de las teta^. 

Para hundiGcar la leche de la mu- 
ger que cria. 

Para quitar la leche. 

Para que crezca la leche de la muger . 

Del estómago. 

Para las náuseas y vómitos. 

Para los celiacos y flacos de estó- 
mago. 

Para provocar vómito. 

Para los dolores de estómago. 

Para las mordicaciones. 

Para los ardores de estómago. 

Para la ventosidad de estómago. 
- Para el hipo ó singulto. 

Para la acedia de estómago. 

Para las inflamaciones del estómago 
y ahitos. 

Para procurar el apetito. 
' Para a judar la cocción del estómago. 

Para mitigar la sed. 

Para la ictericia ó morbo regio. 

Para los dolores del hígado. 

Para las durezas del hígado^ 

Para el hígado resfriado. 

Para la dureza y escirro del hígado. 

Para el mal hábito y caquexia. 

Para la hidropesía. 

Para los bazos endurecidos. 

Para las opilaciones del bazo. 

Para los dolores del bazo. 

Para el bazo resfriado. 

Para deshacer el bazo mujr hinchado. 

De ¡os intestinos. 

Para los dolores de las tripas por 
c«usas frias. 



Para las disenterias y cámaras de 
sangre. 

Para detener las cámaras de dema- 
siada decorrencia. 

Para las disenterias, cámaras de san* 
gre con tremedales de frialdad y dujo 
de vientre. 

Para las cámaras antiguas. 

Para las inflamaciones y ventosida- 
des de ias tripas de causa fría. 

Para las lombrices que están dentro 
de las tripas. 

Para el dolor de hijada y cólica pa- 
sión de causa fria. 

Para mitigar el dolor de las almor- 
ranas. 

Para el flujo y sanguaza dé las al- 
morranas. 

Para el pojo. 

De los pifiones. 

Para el dolor de los ríñones. 

Para piedras y arenas de los ríñones. 

Para las llagas de los ríñones. 

Para las ostrucciones de los ríñones 
por causa fria. 

De la í^egiga. 

Para provocar la orina que se detie* 
ne por causa fria. 

Para el destilar de la orina. 

Para las llagas de la vegiga. 

Para las heridas de la vegiga. 

Para espeler las piedras de la vegiga . 

Para quebrar y espeler las piedras 
de la vegiga. 

De las partes viriles jr vergonzosas. 

Para despertar el apetito venéreo. 

Para acrescentar la genitura. 

Para refrenar la lujuria y reparar 
las nocturnas poluciones. 

Para espeler la simiente detenida. ' 

Para las llagas de las partes vergon- 
zosas. 

Para las llagas cancerosas de los ge- 
nitales. 

Para la sofocación y ahogamiento 
de la madre. 

Para procurar las reglas. 

Para detener los meses. 

Para espeler las pares. 

Para espeler la criatura muerta. 

Para las dificultades del parto. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



181 



Para ayudar la concepoion. 

Para estorbar el aborto. 

Para ayudar loa partos. 

Para las llagas de la madre. 

Para las indaraciones de la madre. 

Para las inflamaciones de la madre. 

Para las frialdades de la madre. 

Los miembros estemos y cojrun" 
turasm 

Para la sciática. 

Para la gota ó dolor de los artícaios: 

Para los venenos. 

Para los dolores antigaos de la gota. 

Para los dolores de las rodillas. 

Para los tophos de los artejos. 

Para las inflamaciones de las ingles. 

De las fiebres. 

Para las tercianas. 

Para las cuartanas. 

Para las continuas. 

Para las quotidianas. 

Para las ardientes con frió. 

Para las 6ebres compuestas. 

Para la hética con hinchazón de 
Tientre. 

Para lu fiebres tarifas. 

Para las fiebres pestilenciales. 

De ios tumores preternaturales. 

Para las viruelas j sarampión. 

Para la gonorrea y esfacelo. 

Para la erisipela y fuego sacro. 

Para los herpes o inflamaciones tu* 
mores del calor. 

Para los lamparones puercas. 

Para los encordios y apostemas. 

Para resolver los tumores. 

Para los tumores esteatomas j me- 
Uicierides. 

Para los tumores generales de causa 
fria. 

Para los tumores causados de golpe. 

Para aglutinar las heridas. 

Para detener el flujo de sangre de 
las heridas. 

Para las heridas de armas veneno- 
sas. 

Para criar carne las heridas. 

Para estraer las cosas que están en 
las heridas fijas. 

Para cicatrizar las heridas. 

Para las heridas interiores. 



Para las llagas ánibulativas este- 
riores. 

Para las llagas viejas. 

Para laa llagas venenosas. 

Para las llagas malignas y dolorosas. 

Para las fístulas y llagas cavernosas. 

Para las llagas hechas con cosas 
erodentes. 

Para las llagas sórdidas. 

Para las quemaduras. 

Para las llagas de bubas. 

Para las bubas. 

Para las luiíaciones de los miembros 
hinchados. 

Para los huesos quebrados. 

De los venenos. 

Para las picaduras venenosas en 
general. 

Para las mordeduras de vivoras. 

Para las de las serpientes j áspides. 

Para las del perro rabioso. 

Para las de todos los venenos. 

Para obrar contra el opio. 

Para remedio de los hongos malos* 

P|ira las mordeduras del escorpión. 

De las cosas tocantes d la hermo» 
surajr buen parecer. 

Pñtñ la alopecia ó pelambrera. 

Para no caerse los cabellos. 

Para los fúrfures de la cabeza. 

Para matar los piojos y liendres. 

Para dar buen color al rostro. 

Para las manchas de la cara. 

Para los barros de la cara. 

Para los empeines. 

Para la especie de lepra llamada 
psora. 

Para la sarna en general. 

Para la lepra de los griegos. 

Para enflaquecer los gordos. 

Para provocar sudor. 

Para limpiar el cutis. 

De los medicamentos purgantes de 
la cólera. 

Para evacuar la fle^ma. 

Para evacuar la melancolia.' 

Para evacuar todos los humores. 

Para ablandar el vientre y provocar 
cámara. 

0)úcluye este tratado con el epí- 
grafe Loas Deo. Está firmado en abre- 



182 



fflSTORIA DE LA 



viatara , y rubricado por el autor. 

Aqui tienen, pues, mis lectores unii 
reseña de este interesante tratado. 
Ademas de la referencia que hace el 
autor a todas las sustancias conyenieii- 
tes, con la designación de los párrafos, 
añade otras mucbas observaciones, he- 
chas sin duda después de. escritos 
aquellos. 

Tabla tercera de los nombres de 
las medicinas en la lengua mexicana. 

Espone sus nombres megicaoos por 
el orden det abecedariot 

Concluye diciendo £aiiJ Deo omn¿* 
potenti et uirgini sacralissimas.'^EstíL 
rubricado. 

Hemos visto que Francisco Hernán- 
dez clasiGcó las plantas medicinales 
por la diversidad de sabores , y bajo 
este concepto trató de ellas. Fuudado 
en este principio, escribió uo tratadi- 
to sobre esta materia « que no tiene 
principio, y que se halla al final de la 
obra. En este habla de las propiedades 
de las plantas en general. 

Eu el primer capitulo trata* de los 
sabores : hace una reseña de sus dífe<* 
rencias, admitidas por Platón y Teo* 
frasto. 

Deapues de rebatir sus opiniones^ 
admite ocho variedades de sabores, 
tales son agudo, amargo, salado, dul'^ 
ce, desabrido^ dgrio, austero y acerbo) 
esplíca sus respectivas virtudes. 

En el capitulo 2.^ de la diversi" 
dad de las plantas del nuevo mundo d 
las naturales del nuestro antiguo y de 
la multitud de ellas, y por que no 
se trata de muchas de ellas en esta 
obra. 

En el 3.*^ en que se pon^i las dub-» 
das de los que afirman ser inútil y de 
poco artificio traten^ de las plantas^ y 
cuéntase bres^emente las causas que 
hacen engañarse en el conocimiento 
de ellas* 

En el 4.^ en que se espUcan las 
mudanzas que acontecen en las plan* 
tas por razón de las delincaciones y 
pinturas. 

En el 5.^ en que se trata de los er* 



rores que por rAzon de las facultades 
acontecen en las plantas* 

En todos estos capítulos trata muy 
por estepso de todos los estremofi que 
refiere ea atts epi^^rafes. 

Este, tratado está desgraciadamente 
falto de principio y de fin. 

JUAN CALVO. No consta cier- 
tamente si fué valenciano ó aragonés» 
puesto que en una obía se titula mé- 
dico aragonésy y en otra edición de la 
misma, médico yalenciano. Sea como 
quiera, estudió la cirugía en U univer- 
sidad de Zaragoza , bajo la direcdoo 
de Gerónimo Murillo (pág. 559> ed. 
de Mad. 1626^ en fol.) 

Fué catedrático de eirugit en la 
universidad de Valencia por espatio 
de doce años, cuyo destino desempeñó 
con la mayor reputación» Al mismo 
tiempo tuvo en su casa una academia 
de cirugía, la cual fué concurrida. 

Conociendo que los cirujanos ro- 
mancistas tenían falta de una obra 
elemental de cirugía , escribió tina, 
dedicada á aquellos que no habiendo 
podido asistir á la universidad, no es- 
taban dispuestos para recibir uda o4)ra 
completa de cirugía teórica y prác- 
tica; dice: tt^unque aqui no se trata 
largamente de la teórica y práctica» 
porque los cirujanos para los cuáles 
se escribe esta obra , son la mayor 
parte romancistas, y no tengan cogni- 
ción de filosofía ni medicina, sino de 
lo que han visto hacer á sus maestros^ 
ó leído en alguoos libros, fuera con- 
fundirles el entendimiento, si todo lo 
que pertenece á estas dos partes de la 
medicina y cirugía se digera (In proe^ 
mió).» 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente: 

Primera y segunda parte de la ci* 
rugia universal y patticular del cuer^ 
po Immano, (Sevilla 1580, en 4.^*, 
Barcelona 1591, en 4.^Madrid 1626, 
en fólio'i ih. 1657, en folio; ib. 1674, 
en folio-, Valencia 1690, en folio). 

El Sr. Hemandee Morejon , nos 
dice: «que á pesar de las muchas edi- 



MEDICINA ESPAlSrOLA- 



183 



oiones que se hicieron de esta obra, 
fué buscada j recomendada en siglos 
posteriores^ baciéndoae en este lan 
rara, qae con díficoltad se encaenlra 
nn ejemplar {Med. Esp.^ lom. 3.*, 
pág. 319).» 

Felismente poseo yo tres ediciones 
sumamente preciosas; j paesto que el 
Sr. Morejon nada nos dice absoluta<« 
mente de su contenido, cuando debió 
hacerlo por la sencilla raeon de ser tan 
rarajr difícil de hallarse, voy á llenar 
este vacio y seguro de que complaceré 
¿mis lectores. 

^ Visto ya el titulo de una de las edi- 
cienes, Teanse las demás. 

Libro muy útil jr provechoso de 
medicina jr cirugía^ que trata de las 
tosas naturales^ no naturales y pre-- 
tematuraleSj de las indicaciones ^ hu* 
mores y apostemas ^ asi en general 
como en particular» Compuesto por el 
Doctor Juan Calvo, méAco aragonés^ 
lector de la misma facultad en la ós- 
signe ciudad de Faleneia (Barcelona 
añoM.D.LXXXXI,en4.» 

La otra edición llera el titulo si- 
guiente : 

Primera jy secunda parte de la cí- 
rugía universal y particular del cuer^ 
pohumano^ que trata de las cosas na* 
turóles j no naturales jr preternatural* 
les, iudicaciones, humoreSj.de la cu*' 
ración de hs apostemas, llagas y úU 
ceras ,y del antidotarlo, en el cual sé 
trata de todos los mediccunentos , asi 
simples , como compuestos , con otros 
tratados j asi en general como enpeiT" 
tícular. Corregida y enmendaaa en 
esta última impresión, y añadidos mU' 
chos capítulos , preguntas y respues" 
tas muy necesarias» Compuesta por 
el Doctor Juan Calvo, medico poíen" 
dono, lector de medicina en la Acha 
universidad. Madrid 1626, en folio. 

Divide esta obra en tres libros (edi* 
cionesde 1580 y 1591). 

En el primer libro trata indistinta- 
mente de algunos puntos de anato- 
mía, fisiología y patología. general. 
Habla de los primeros elementos or- 



gánicos del <mernó humano, de loa 
temperamentos^ de la naturalesa, nú- 
mero y funciones de los humores, de 
las facultades animales , vitales y na- 
turales, del diagnóstico, pronóstico y 
curación de las enferraeaades en ge-* 
neral. 

Al hablar de la facultad vital, prue« 
ba que tenia un conocimiento muy 
exacto de la circulación de la sangre, 
y de su natura leza, «La acción propia 
de esta facultad , dice , es engendra!* 
sansre arterial : esta sangre arterial 
se nace de la venal que por la vena 
cava entra en el corazón , cuya ope^ 
ración se hace en el izquierdo ven* 
triculo del corazón , aunque es verdad 
que en el derecho se principia á prepa» 
rar, y á ir poco á poco trasmutándose 
de venal en orteriaL Entre la sangre 
venal y arterial hay gran diferencia', 
la venid es algún tanto gruesa y negra, 
porque con ella van otros humores 

también gruesos la arterial es mas^ 

sutil , delicada y muy mas colorada. 
Llamase esta sangre arterial , porque 
va desde el corazón a todas las partes 
del cuerpo por las arterias , asi como 
la venal vuelve por las venas , lo cual 
era muy necesario para que se restau* 
rase la sustancia del calor natural que 
cada momento se pierde, (pág. 73 ed. 
de 1596 ; pág. 28 col. 1.* y 2.* de la 
ed.de1626, fol.) 

Mas adelante se espresa en los tér- 
minos siguientes: <cEi espíritu vital se 
engendra principalmente en el ven- 
trículo izquierdo del corazón. La causa 
eficiente es el propio temperamento 
del corazón; la material es el aire es- 
terno que entra por la boca cuando 
respiramos, el cual baja por la tráquea 
arteria, y va á ios pulmones, y de allí 
cuando el corazón se dilata , le atrae 
por la arteria venal. Este aire que está 
ya preparado en el pulmón , le altera 
de nuevo la facultad concolrix del co- 
razón, y le mezcla con la sangre que 
se cuece en el ventrículo izquierdo, y 
se viene á engendrar el espíritu vital, 
el cual después de engendrado, el co- 



184 



HISTORIA DE LA 



razón le eniMi juntamente con la san* 
gre arterial a todas las partes de nues' 
tro cuerpo (pág. 78 ed. 1591) (1).» 

En el libro segundo habla de los 
apostemas. Divide este libro ea 25 
capítulos. 

En los cinco primeros trata de la 
división 9 causas, síntomas, diagnosti- 
co, pronóstico y curación de dichas 
enfermedades* En los restantes trata 
de los abscesos en general y partica- 



(1) Mis lectores recordaran la descríp- 
cioD Un exacta que nuestro cirujano de Se- 
villa, Hidilgo de Agüero , d¡(Íde la circu- 
UcioD de la sangre, y otros pormenores so- 
bre ella. (Vdase mas arriba pég. 36 col. 2 ^ 
y pág. 37). Acaban de ver otro pasage no 
menos importante sobre la misgia, y que en 
mi concepto nada deja por desear. 

Tampoco deben haber olvidado las des- 
cripciones tan bien hecbas y demostradas 
que sobre e//a dieron nuestros médicos 
españoles Andrés Laguna , Pedro Gime- 
no, Juan Valverde, Bernardino de Mob« 
taña y Monserrat, las cuales presenté eo 
808 artículos correspondientes. Sentadoses» 
tos principios, examínese el justo valor jdel 
siguteute aserto del Sr. Iferpandez Morer 
jan, cuando al babfar de Francisco la Rei- 
n%, dice: upo r cuya relación se podrá infe^ 
rir bien qut este autor espresó terminaute» 
mente, no solo que la sangre no estaba pa^ 
rada, sino que se movia en torno y en rué» 
da, cuyas precisas palabras encierran tal 
exactitud y entruelven un conocimiento tan 
esplícitOf que por mas que recorramos la 
historia de la medicina , no hallaremos en 
ningún escritor anterior d Harveo pasage 
alguno que pueda cotejarse d este en cuan-- 
to d la claridad, laconismo y decisión con 
que presenta las ideas relatis^as al punto 
que discutimos, (Med. Esp. tom. 3.^ ptfgi* 
na 10).» 

£1 mayor obsequio que puede hacerse al 
Sr. Hernández Morejon es, el decir que las 
espresiones que acabo de consignar no son 
suyas, y qne el artículo de Fraocisco la 
Beioa esttf redactado por algún presunto 
de erudito tf Ik violeta, y escrito después de 
haber yo tratado de la circulación de la san- 
gre. 

Mis lectores tendrtfn presente la impug- 
nación que yo dirigí sobre el pasage de 



lar^ del aoeurismaj diel escirro , del 
cáncer, y de los herpes. 

Entre estos ofrecen mucho interés 
los capítulos del carbunclo, déla gan- 
grena « y el de los aneurismas. Al tra- 
tar de la curación de estos, aconséjala 
ligadura de la arteria: reprueba el mé« 
todode Celso y de Aetio, qüeaconseja- 
ban hacer dos incisiones , una encima 
del tumor , y otra por debajo de ¿1. 
«Quiere que se proceda á la ligadura 



Francisco la Reina , fundado en que fal- 
taba en la edición que yo poseía. Es nece- 
sario, pues, ser muy miope para dejar de 
ver claramente que este artículo se escri- 
bió después del mió , puesto que con refii-* 
nada intención se dice «copié las mismas 
palabras de Francisco la Reina , cuya obra 
tuve d la vista,» 

De cualquier modo que sea , la aserción 
del Sr. Hernández es muy aventurada, in- 
exactísima y muy denigrante de la medi- 
cina española, porque al peso que da una 
exagerada importancia á la espreaion, de 
que la sangre se movia en torno y en rueda, 
omite y pasa en silencio descripciones, bien 
hechas, y pormenores interesantísimos pu- 
blicados por nuestros médicos españoles. 
Esta verdad se demuestra mejor teniendo 
presente que Harveo escribió su diserta» 
don anatómica del movimiento del cora* 
zony de la sangre en 1626 , y que Hidalgo 
de Agüero , Juan Calvo y los cuatro médi* 
eos, qne acabo de citar, publicaron sus desr 
cripciones desde 1550 hasta 1591 , por 
consiguiente treinta años antes que el in- 
glés. 

Gnando yo publiqué los artículos biográ- 
fíco-bibliográñcos de dichos médicos , aun 
no habia visto la luz pública la obra del 
Sr. Morejon: en mis artículos presenté los 
passges relativos ú la circnlacíon de la san* 
gre¿ el Sr. Morejon los confirmó eo ptrte; 
y tal vez si yo no le hubiera precedido que- 
daran ignorados^ del mismo modo que ha pa- 
sado peralto ios de Hidalgo de Agüero y de 
Juan Calvo, sobre los cuales ni uua solo pa- 
labra nos ha dicho. De este modo nada mas 
cierto ni nada mas fácil de aventurar , que 
nadie hasta Harveo ha hecho mejor una 
descripción del mOinmiento de la sangre 
que el albeiiar de Zamora. 



1 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



185 



de la arteria haciendo ana sola incisioa 
por encima del tumor ^ buscar en este 
panto el vaso ^ 7 ligarlo fuertemente 
(pág. 321).» 

Al tratar de la curación de la erisi* 
pela, aconseja primeramente las irri* 
gaciones de agua fria, j luego la apli- 
cación de fomentos fríos. «Se echará, 
dice, un picher, (un pachero)de agua 
bien fria,y loego pónganse paños mo- 
jados en la misma agua fria (p. 333).» 

En el libro tercero trata de ¡os apos* 
temas envarticular. 

Descrioe los tumores de todos los 
órganos contenidos en las tres cavida- 
des animal, vital y natural, empezan- 
do por los de la primera. Este tratado 
ofrece mucho interés ; pero se leerla 
aun con mas gusto, sí no tuviera tan- 
tas citas de Galeno , de Aétio y otros 
cirajanos de la edad media. Es tan 
fuerte para Calvo la autoridad de Ga- 
leno, que aun sus mismas observacio- 
nes, con teiitos de aquel, couipruebaa 
como si no tuvieran fuersa sin esta 
autoridad. 

Libro de cirugía y medicina j gue 
trata de las llagas en general y en 
particular. Compuesto por Juan Cal* 
voj medico en la ciudaa de Valencia. 
Barcelona 1 592» en 4.® 

Divide este tratado en dos libros. 

En el primero habla de las llagas ó 
úlceras en general: describe sus cau- 
sas, síntomas, diagnóstico, pronóstico 
7 curación. 

En el segundo de las heridas en 
particular. Empieza por las del crá- 
neo, 7 termina por las de las estremi- 
dades inferiores. Trata al mismo tiem- 
po de las fracturas v dislocaciones, 
cuando habla de las heridas de cada 
hueso. 

Libro muy útHy provechoso del 
morbo gálico, en el cual se enseña su 
origen, causas y curación, el modo de 
hacer el vino santo, dar las unciones, 
y corregir sus accidentes. Barcelona 
1592,en4.^ 



Este tratado es muy poco conocido 
de los historiadores. Está dividido en 
25 capítulos. 

En el 1 «^ prueba que esta enferme* 
dad no era la elefantiasis, como creían 
algunos autores. 

En el 2.^ que es una enfermedad 
nueva, desconocida de los médicos 
griegos, latinos 7 árabes. 

En el 3.® habla de su origen : cree 

Íue fué importado de las Américas á 
luropa por Cristóbal Colon : critica 
la opinión de Andrés Alcázar, que 
atribuía su origen á las miserias de las 
guerras de Nápdes. «Esto que dice 
Alcázar, lo tengo por burla 7 cosa de 
aire , porque, otras guerras civiles ha 
habido, donde los soldados han comi- 
do tan malos alimentos, 7 aun carnes 
de caballo 7 humanas , no sabiéndolo 
ellos; 7 no leemos en ningún autor 
6dedigno que diga haber venido á te- 
ner esta enfermedad (pág. 155).» 

En el 4.® trata de las causas. Prue- 
ba que esta enfermedad es eminente- 
mente contagiosa , 7 que puede pro- 
pagarse de unos á otros , hasta por el 
aliento. 

En el 5.® trata del diagnóstico. 

En el 6.® del pronóstico. 

En el 7.^ de la curación en general. 
(Es muv interesante). 

En el 8.® de la preparación 7 usos 
de la zarza-parrilla. 

En el 9.® del nalo santo. 

En el 10 de las virtudes 7 modo 
de administrar el mercurio. (Intere- 
sante). 

En el 1 1 del modo de practicar las 
unciones. 

En el 12 de las estufas. 

En los capítulos restantes trata de 
las úlceras de la boca, de las de la gar- 
ganta , de las úlceras corrosivas de 
estas mismas partes, de la gonorrea, 
de los dolores venéreos , de las pústu- 
las 7 bubones gálicos, 7 de la alopecia 
venérea. 

Este tratadito del venéreo, es en 



HfST. DE LA Medio. espaSola.^-Tomo 2.* 



24 



186 



HISTORIA DE LA 






mi concepto ano de los mejores qae se 
escribieron en el siglo XVI • El no 
contiene ninguna id^a nueva j de un 
interés especial; pero en com pensacion 
reúne todo lo mejor que se habia es- 
crito hasta su tiempo. 

Lo que si encuentro de notable j 
estraño es^ que Juan Calvo no conozca 
ningún médico español , al menos no 
lo cita^ de los muchísimos que escri- 
bieron sobre esta enfermedad en el 
mismo siglo XVI* 

ANDRÉS DE LEÓN. Inútil es 
buscar en los bibliográCcos noticias 
biográficas sobre este autor: nadie has- 
ta ahora ha espuesto su historia. El 
Sr. Hernández Morejon no habla de 
élj y á la verdad que no comprendo el 
motivo de su silencio. La biografía 
que presento á mis lectores está estrac- 
tada de sus mismas obras. 

Nació por los años de 1 560; fué na- 
tural de Baeza; estudió la medicina y 
cirugía en la universidad de Sevilla: 
en esta ciudad pasó la práctica con el 
célebre Nicolás Monardes, en los hos« 
pítales de los Desamparados j del Car* 
denal (libro del gálico, pág. 6). Se re- 
validó por los años de 1 583. En segui- 
da marchó á la ciudad de Baeza, en la 
cual ejerció la profesión por dos ó tres 
años (pág. 35 vuelta). Desde alli vino 
al hospital de Valencia, y de este naso 
al de Zaragoza (pág. 6 ibidem). Oes- 
de esta capital marchó á Madrid, y 
acompañó al Duque de Alcalá al sitio 
del Escorial, cuando trasladaron á este 
los restos mortales de los Reyes. A po' 
co después fué nombrado médico del 
Duque de Alba , con el cual pasó al 
ejército de Portugal , y estuvo en la 

Suerra por los años de 1579 y parte 
el 1580 (pág. 17}. En 1580 regresó á 
Sevilla^ y describió la peste de virue- 
las que reinó en este año , en la cual 
dice que atacó mucho á los viejos. 
También describió las epidemias va- 
riolosas que reinaron en la provincia 
de Toledo en 1585, y otra en Galicia 
en 1600, la cual según testimonio su- 
yo atacó con especialidad á ios viejos. 



Fué nombrado médico-cirujano ma- 
yor y protomédico de la armada que 
pasó á Portugal , bajo el mando del 
general Adelantado mayor de Casti- 
lla , con el sueldo de ochenta mil es« 
codos. Vuelto de esta espedicion fué 
nombrado médico de cámara. Se pro- 
puso viajar por toda España con el ob« 
jeto de ilustrarse. Refiere haber estado 
en Valencia, Burgos, la Cor uña, San- 
tender y en Viveros. Estando en esta 
escribió su tratado práctico del morbo 
gálico en 1602 (pág 36). Asi es que de* 
bió ser de una edad muy avanzada 
cuando escribió su última obra. No 
consta el año de su muerte. 

Escribió varias obras con los títulos 
siguientes: 

Libro primero de anatomía, reco- 
pilaciones j examen general de eva- 
cuaciones j anatomía Y compostura del 
cuerpo humano , diferencias y virtu- 
des del amma^ definiciones de medici- 
na con muchas cosas curiosas y pro- 
vechosas de philosophia r astrologjui. 
mmRepartidos en cuatro libros, en los 
cuales últimamente se rematan dos 
tratados de avisos para sangrar jrpur' 
gar , en todo respetando los signos jr 
planetas* Por el doctor Andrés de 
León , medico y cirujano del Bey 
nuestro Sefior en la jomada de Por- 
tugal. Baeza 1 590^ en 4.® 

Dedicó esta obra al conde de Caste- 
llar, la cual llegó á tener una eran ce- 
lebridad, según se deduce délos cin- 
co sonetos que le dirigieron algunos 
poetas de reputación , y que se leen 
después de la dedicatoria. 

La divide en cuatro libros : el pri- 
mero consta de cuarenta y un capítu- 
los , en los cuales trata de anatomía. 
Entre ellos hay algunos muy intere- 
santes, tal es el 1»^ en el que prueba la 
absoluta necesidad de saber bien la 
anatomía para curar las enfermedades. 
Con este motivo prueba igualmente 
que debe saber muy bien la gramáti- 
ca, la dialéctica, la retórica, la arit- 
mética , la geometfia y la música. 
(Tratando de la poderosa influencia 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



187 



J^ae ^U tieoe en U curación de las en- 
ermedades , trata del tarantulismo 
f producido por la picadura de la araña 
lamada tarántula, j cree que la má« 
sica es el mejor medio para curarla 
(|)ág. 4)* Es digno de copiarse el tro- 
%o siguiente. Al recomendar el esta- 
dio de la anatomía, es digno de tras- 
cribirse el nasage siguiente , con el 
que trata de probar la existencia j 
sabiduría de Dios. 

«¿Quién es el que tan bien supo 
gastar las yiras colores de tan estraña 
pintura? ¿Quién dibuxó tan bien estos 
hermosos ojos , ventanas de todo el 
cuerpo, espejo claro del alma? ¿Quién 
estendió los labios en la boca? ¿Quién 
supo tan bien añudar los nervios? 
¿Quién entretezió j mezcló tanta muU 
titud de venas, que sirven de arroyos 
á todo el cuerpo como canales corrien- 
do sangre , con los tres humores que 
sustentan j riegan al cuerpo con su nu- 
midad j grossura? ¿Quién hizo los huet 
sc^ tan duros y rezios? ¿Quién los en- 
casó é inxirió y enclavo tan bien , y 
con tanto acierto, para que como guav* 
das ó alabarderos detener el pensa- 
miento quaudo se levanta muy alto j 
3niere salir de orden, concierto y me* 
ida, hazerse fuerte contra la razón y 
templanza? ¿Quién cubrió la carne de 
un cuero tan delicado y blando? ¿Quién 
distinguió y apartó los dedos con sus 
coyunturas? ¿Quién estendió los pies 
en tan buena proporción y justa me- 
dida, por cimiento de todo el cuerpo? 
¿Quién abrió tanto camino y puerta 
como ay en el cuerpo? ¿Quién apretó 
el bazo tanto y le dexó como pisado y 
estrujado en lagar? ¿Quién dio aquella 
figura piramidal al corazón? ¿Quién 
entretexió tantas redes y rayzes en el 
hígado? ¿Quién acanaló las canales y 
agujeros de los pulmones? ¿Quién dio 
tan anchuroso lugar al vientre? ¿Quién 
tanta capacidad y espacio? ¿Quién 
puso ¿ los miembros honrados en la 
plaza y lugares eminentes para ser 
vistos de todos» y á los deshonestos re- 
partió por callejuelas y lugares apar* 



3 



tados> donde la cobertura los honrasse 
y diesse valor y ser? ¿Quién piensas 
tú que hizo obras tan estrañas? ¿A 
quien tienes tú por padre é inventor 
de ellas ? ¿ Quién quieres que sea ma- 
dre, sino Dios invissible?» 

Lo es igualmente el capitulo 22. 
«El G)razon es miembro princi- 
palissimo, fuente del calor natural: y 
assi naturaleza te crió para dar vida y 
calor á todas las partículas del cuerpo 
mediante los spiritus vitales que del 
se distribuyen. Es de figura de una 
pina, lo ancho arriba, y la punta 
abaxo, aunque toma forma redonda 
aando se dilata. Está situado en me- 
iodel pecho y cuerpo. Su substancia 
es de una carne dura, diflerente do 
las demás del cuerpo, entretexida con 
muchos filos como nerezuelos. Es de 
complexión caliente, mas que todo lo 
i^estante del cuerpo, por la gran suma 
de spiritus que en él se contienen. 
Tiene y participa de mas sequedad 
ue humidad. Hállanse en el corazón 
os ventrículos, uno diestro y otro si- 
niestro, situados i la larga : el sinies- 
tro está en medio del corazón , y el 
otro á la parte derecha ; y este sirve 
de recebir la sangre que viene del hí- 
gado, para preparársela al siniestro; 
el cual sirve de apurar la sangre que 
viene al derecho, y allí se haze la san- 
gre arterial, de que se mantienen los 
miembros sólidos y también los spiri- 
tus vitales , para lo restante del cuer* 
po. El passage de un ventrículo á otro 
es por los poros que ay en la substan- 
cia del corazón. Tiene cada uno des- 
tos ventrículos dos agujeros ; por el 
uno del derecho entra la sangre que 
del hígado viene embiada de la vena 
del corazón, que es la arterial, que la 
cubren dos túnicas, como á la arteria, 
y tiene quietud como vena. Determi- 
nase en la substancia de los livianos, á 
quien le sirve para su nutriction. Por 
el un agujero del ventrículo siniestro, 
entra la arteria venal, que sirve de 
entrarle ayre fresco al corazón del 
pulmón para refrescarle* Y assimismo 



3 



188 



HISTORIA DE LA 



Z 



por esta arteria embia el corazón san* 
gre arterial y spiritas rítales^ para el 
outrimento de las partes sólidas del 
pulmoD, Y del otro agajero del cora- 
soo sale la arteria grande llamada 
adorte, que lleva la sangre delgada y 
spiritus vitales. En estos agujeros paso 
naturaleza maraTillosamente sus puer- 
tas convenieiites para sus exercicios^ 
ue se (Aren cuando el corazón se <£- 
ta, y cierran cuando se comprime* 
Aqui se nota uoa cosa que sustenta el 
Doctor Ximenez , medico y catedrá- 
tico de la universidad de Zaragoza, el 
qual averigua y sustenta en un su li- 
bro, que el corazón y las arterias se 
dilatan para recebir sangre y ajre 
fresco f 7 se comprimen cuando el si- 
niestro ventrículo quiere expeler al- 
gunos escrementos , y todo esto i un 
tiempo naturalmente^ y que lo hazen 
con la presteza que los rayos del sol 
penetran una vedriera. Pues gran Dios 
sí el corazón para expeler los escre- 
mentos, forzoso se ba de comprimir, 
de necesidad las arterias se han de ¿K- 
latar para recibir aquellas superjluy^ 
dades que el corazón le embia : y por 
el contrario se comprimen las arte" 
riasj para embiar sangre al corazon,^ 
el cual de necesidad se dilata para re- 
dbilla. Luego sigúele que si uno se 
comprime para dar, el otro se dilata 
para recibir^ r esto es forzoso. Luego 
lo contrario aesto que se alegare, /id-' 
so sera, 

«Tiene assimismo por la parte de 
afuera dos orejas, que la una corre al 
ven trícalo derecho, y la otra al iz- 
(|u¡erdo : y la que está en el derecho, 
sirve de tener de depósito la sangre 
venal, y la izquierda para tener algu- 
na quantidad de a jre , esto es, según 
la coman opinión de los doctores. 
Tuvo necesidad el corazón del depó- 
sito destas orejas: porque por el dema- 
siado movimiento y calor del corazón^ 
no recibiessen daAo los vasos que desto 
sirven, y la vena cava y la arteria ve* 
nal, no pudieran acndir al corazón 
con la sangre y ayre que habia me* 



nester por su demasiado movimiento 
y calor ; y también se pudieran rom- 
per las venas. Assimismo sirven de 
tener en depósito la sangre necessaria 
al corazón, para conservación de la 
vida: porque para esto conviene tenga 
siempre el corazón sangre arterial y 
venal; y si le faltasse ^ perecería. 

«Asse de notar que las obras mas 
principales del corazón, son la dilata- 
ción y compression que avernos dicho; 
porque mediante la dilatación, recibe 
sangre del hígado, y ayre fresco de 
los livianos , y mediante la cótUpres- 
sion, embia spiritus vitales y sangre 
arterial: y expele el ayre caliente y 
los malos humos que llevo misturados: 
y ansí mismo embia á los livianos del 
ventrículo derecho la sangre que le 
sobra por la vena arterial , porque 
della se mantienen (1)*» 

Este tratado de anatomía «s un es- 
celente compendio, y contiene todo lo 
que se sabia de anatomía en su tiempo. 

Libro segundo j en el cual se contie- 
nen definiciones de medicina , jr ai 
principio diferencias y virtudes del 
anana, con declaración de los elemen- 
tos, tiempos, facultades, temperamen- 
tos, morbos^ causas, síntomas y otras 
cosas muy importantes a esta facul- 
tad. Val cabo declaración de pulsos y 
orina. Compuesto por el doctor An^ 
drés de León , medico y cirujano del 
Rey N.S.enla jomada de Portugal. 

Dedica los dos primeros capítulos á 
tratar de las diferencias y virtudes 
del alma. 

«Tallí, dice, ep el alcázar real dbavia 
deestar el Anima divina , le fabricó el 
Hazedor de la naturaleza tres salas. 



(1) Si mis lectores craso qaa en este 
artículo describe el autor perfectamente U 
circulación de la aangre , pueden añadirlo 
al catálogo de los médicos espafiolef qae la 
faen descrito mucho mejor que Francisco 
la Reina antes que Harveo. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



189 



qne son tres celdas de la médula del 
cerebro, en las quales hiziesse sus ac- 
ciones j officios spirituales. La pri- 
mera en la frente , para sentir y en « 
tender lo presente. La de enmedio 
para ymaginar y raciocinar lo absenté, 
j juzgar, querer ó aborrecer. La pos- 
trera para guardar las especies de lo 
ya passado y absenté, con tanta orden 
y tan admirable , como se declara en 
su annathomia» T allí junto le fabricó 
cinco órganos y puertas para los cinco 
sentidos, porque del Anima racional 
que el hombre tiene resultan las po- 
tencias. Reminiscencia, Memoria, fen- 
tendimiento. Razón y Voluntad, si- 
tuadas en la cabeza, miembro tan di- 
TÍnocomo avernos probado, áquien 
llamó Platón silla y morada del Ani- 
ma racional, 

«De manera que por el Entendi- 
miento entiende y siente males y da« 
ftos presentes , y por la Memoria se 
acuerda de males y daños passados, 
por la Razón y prudencia teme y es- 
pera los daños futuros, y por la volun- 
tad aborrece. 

«Estos tres géneros de males pre- 
sentes, passados y futuros ama, dessea, 
teme y aborrece. Tiene esperanza y 
desesperación, gozo y placer, enojo y 
pesar, temor, cuydado y eongoxa. 

«Assi que solo el hombre tiene do- 
loT) entendimiento spiritual de lo pre- 
sente, pesar de lo passado, temor, <H)n- 
goxa y cuydado ae lo porvenir.» 

En el capitulo 3.* habla de los dias 
críticos : todo el que quiera ilustrarse 
en esta materia debe consultar este ca- 
pitulo. Ciertamente es uno ó tal vez 
el mejor que se ha escrito, no solo por 
su claridad, sino también por las infi- 
nitas noticias sumamente curiosas que 
refiere. 

En los capítulos restantes trata por 
preguntasy respuestas de algunas cues- 
tiones médicas. Entre ellas merece 
consultarse el capítulo 25 que trata 
del modo cómo pueden los humores 
producir enfermedades. Els igualmen- 
te curioso por la relación de los anima- 



les que se curan sus dolencias con re- 
medios indicados por su instinto. 

Admite con Galeno tres clases de 
calentura: espone sus causas, síntomas, 
diagnóstico y curación. Proclama la 
necesidad de reunir un mismo sugeto 
los estudios de medicina y cirugía. 

«Y pues bastantemente avemos de- 
clarado las causas y señales de la fie- 
bre diaria , ahora es bien mostremos 
la cura y regimiento que en esta fiebre 
se ha de tener : porque es de mucha 
importancia , que el buen cirurgiano 
conozca y sepa los secretos de medi- 
cina, como al buen médico le importa 
saber los de cirugía ; porque de otra 
manera, ni el uno ni el otro procede- 
rán bien en su artey sciencia: porque 
estos dos ministerios se corresponden 
mucho el uno al otro , que pocos años 
faá que se hizo esta distinción , divi- 
diendo la cirugía de la medicina: aun- 
que los primeros que hizieron esta di- 
visión 9 no fué con intento viniera á 
manos de romancistas: porque los pri- 
meros cirurgianos latinos y gradua- 
dos, fueron como hoy lo son los de 
Valencia, assi que seria difllcil cosa 
traer la cura y regimiento de todas 
las fiebres diarias^ porque son casi in- 
finitas: y seria causa de escrevir gran 
▼olúmen ; mas haremos mención de 
algunas, y sabidas por ellas, se puede 
rastrear lo restante.» 

Últimamente trata de laa afecciones 
cerebrales ^ de sus causas , síntomas, 
diagnóstico , pronóstico y método cu- 
rativo. Todo este tratado si bien es 
rerdad que no ofrece ninguna idea 
nueva, está muy bien escrito; su lec- 
tura es amena , y al mismo tiempo 
muy instructiva. 

ídbro tercero. Examen de cirugía. 
Por el doctor Andrés de León, etc. 

En él trata de los. apostemas , y de 
algunas otras enfermeclades. No ofre- 
ce interés alguno. 

Idhro cuarto. 

Divide este libro en otros dos: en el 
primero trata de las utilidades y da- 
Ikoe de la» sangrías : del tiempo mas 



190 



. HISTORIA DE LA 



oportuno en qae deban practicarse^ y 
del mecanismo de la operación, 

Al hablar de la época en qae debe 
sangrarse , aconseja tener cuenta con 
la influencia de los planetas, y espe- 
cialmente de la luna. Para su esplica- 
cíon presenta la figura del hombre 
con los signos y planetas que dominan 
en sus miembros. Dedica un eapítulo 
para enseñar el modo de saber positi- 
vamente el dia en que se halla la lu- 
na-, el cual quiero trascribir para que 
mis lectores puedan , si gustan^ apro- 
vecharse de las reglas que da. 

«Ahora conviene saber por la nueva 
epacta^ la edad de la luna, y saber de 
memoria en qué signo a oda cada dia: 
porque saber en qué signo anda la 
lunares cosa mujr importante para di« 
versas cosas, y no todos tienen ephe- 
mérides para saberlo. Y assi ponemos 
una regla, para que rústicamente se 
pueda saber de n^emoria cada dia; y 
aunque algunas veces parecerá discre- 
par de la décima sphera , verna á salir 
el proprio lugar de la octava, confor- 
me á lo que la verificaron los poetas y 
sabios antiguos : para que según el 
signo que se hallare, se hagan las san* 
grias y se apliquen las medicinas. Lo 
primero, conviene saber la edad de la 
luna, conforme á la nueva epacta, es 
menester dar nueva regla para sacar 
la dicha edad de la luna, y el dia de su 
conjunción con el sol, que no será muj 
discrepante de la que antes se usaba. 
Saberse há que tenemos de epacta el 
año que lo quisiéramos saber, y ayun- 
larleemos con los dias que corren del 
mes, y á esta semana añadiremos co- 
mo de antes uno por cada mes^ si fue- 
re después de marzo , comenzando la 
cuenta de marzo , y esto se entiende 
hasta diziembre. Pero ni en henero ni 
hebrero no se ha de añadir cosa, 
eiemplo. £1 año de mili é quinientos 
y ochenta y tres tenemos siete de 
epacta \ quiero saber á diez y siete de 
henero quántos tuvimos de luna; á los 
dichos diez y siete añado los siete de 
la epacta, y hazen veinte y quátro y 



tantos tememos de luna. Sí quiero sa* 
ber quándo será la conjunción , quito 
la epacta de treinta , y la resta será el 
dia de la conjunción : como quitados 
siete de treinta quedan veinte y tres 
de henero, que será la conjunción. 
Esto se entiende para solos los meses 
de henero y hebrero, que para los de- 
mas se ha de juntar la epacta con otro 
tanto número como meses han pasa* 
do dé marzo adelante , si el conjunto 
fuere menor que treinta , se quitará 
tomo antes de treinta; y si fuere ma- 
yor se quitará de sesenta. Exemplo 
de todo, el mesmo año á tres de ¡ulio 
quantos serán de luna, ajunto los tre- 
za con los siete de epacta, y hazen 
veinte, á los cuales añado cinco de los 
meses, y serán veinte y cinco, tantos 
tememos de Luna. Quiero saber qué 
dia deste mes será la conjunción; ajun- 
to los siete de epacta con los cinco de 
los meses, y harán doze, los quales 

3nito de treinta ; y la resta (que son 
iez y ocho) será el número de el dia 
ue será la dicha conjunción. El año 
e mili é quinientos y ochenta y qua^ 
tro, á oóze dé hebrero , quiero saber 
qué tememos de luna; ajunto los diez 
y ocho que serán de epacta, y hazen 
veinte y nueve: y porque la luna deste 
mes no tiene sino veinte y nueve dias^ 
que el tal dia será la conjunción. Prué- 
bolo, queriendo saber á quántos de 
hebrero será la conjunción ; quito los 
diez y ocho de la epacta , de veinte y 
nueve que son los dias de luna , que 
tiene este dicho mes, y quedan onze 
dias. T assi diremos , que á once de 
hebrero será la conjunción de la luna. 
Y assi de los demás meses y años, ad- 
virtiendo que la epacta corre de hene- 
ro á henero. 

«Y assimismo se avisa , que no en 
todos los años ni meses viene precisa- 
mente el dia de la conjunción de la 
luna, ni de los dias que de ella corren, 
sino qne muchas vezes sale un dia de 
menos, y algunas un dia de mas. Pero 
generalmente sale un dia menos las 
mas vezes, con que sirvie solo para una 



3 



MEDICINA ESPASfOLA. 



191 



cosa y rustica noticia. Tassi sabida por 
la sobre dicha regla la edad de la luna 
dobiarsea, y mírese quántos cincos ay 
en todo aquel número, y contaremos 
otros tantos signos del signo en que la 
luna j el sol nisieron conjunción ex- 
clusive , y donde feneciere según el 
orden y succession de los signos en 
aquel , diremos que está la luna: y si 
sacados los cinco sobrare algo^ tomará 
la luna , parte del signo que se sigue, 
es á saber el signo en que se hizo la 
conjunción^ es fácil de saber, pues sa- 
bemos que ha de ser en el que anda 
el sol, que es en el que cae cada mes. 
Exemplo, el año de ochenta y tres, á 
diez y ocho de henero , quiero saber 
en qué signo anda la luna, por lo que 
se ha notado busco primero la edad 
de la luna, y hallo que son veinte y 
quatro, los quales doblados, hazen 
quarenta y ocho, que tienen nueve 
cincos, y sobran tres números : pues 
por la mesma regla de los días de la 
luna tengo sabido que la conjunción 
anterior fué á veinte y quatro de di* 
siembre, y que estaba el sol en Capri- 
cornio (que es el signo en que este mes 
anda el sol) pues contando nueve sig- 
nos exclusive , que comenzando la 
cuenta del signo de Aquario j que es 
el primero que se sigue á Capricornio, 
diré que la luna ha acabado de andar 
el signo de Libra , y porque sacados 
los cinco meses sobraron tres, diré que 
anda ya la luna en Escorpio de la dé- 
cima sphera, aunque ella está en Libra 
de la octava. Mas justamente algunos 
han pretendido dar regla para saber 



3 



los grados ; pero por el grande error 
ue puede aver por la mucha veloci- 
ad ae la luna, no parece ser cosa im* 
pertinente. Pero si alguno quisiere 
saber algo , mire el dia que quisiere, 
quántos dias han passado dende la 
conjunción^ y por cada dia tomará 
treze arados y doze minutos, con que 
vendrá á saber los grados que la luna 
ha andado desde el grado en que fué 
la conjunción. Lo qual es según su 
medio ó ygual movimiento: porque 



según su movimiento, unas veces anda 
roas y otras menos, y assi si no fuere 
sacándolo por las tablas del movi- 
miento, no se puede saber precisa- 
mente. T también lo hallarán en cada 
dia.eñ las ephemérides , y desta ma- 
nera se conseguirá lo que se pretende 
con este conocimiento, y se procederá 
con buen methodo en el sangrar y 
purgar , que es nuestro principal in- 
tento.» 

El autor da mucha importancia á la 
salida y ocaso de las constelaciones, 
para el régimen y tratamiento de las 
enfermedades. Entre todas ellas, dice, 
ninguna mas interesante que la llama- 
da can ó canícula. Para que el médico 
pueda tener una idea sobre su salida, 
estampa una tabla, en la que señala el 
dia con respecto á algunas capitales de 
España y de las Indias. 



días. 


MESES. 


Alcalá. 


31 


Julio. 


Burgos. 


2 


Agosto. 


Barcelona. 


31 


Julio. 


Braga nza. 


30 


Julio. 


Cádiz. 


26 


Julio. 


Cartagena. 


28 


Julio. 


Lisboa. 


29 


Julio. 


Santiago. 


2 


Agosto. 


Salamanca. 


31 


Julio. 


Sevilla. 


21 


Julio. 


Toledo. 


31 


Julio. 


Tudela. 


1 


Agosto. 


Valladolid. 


1 


Agosto. 


Islas de Cdb 


oFer 


'de. 


Santiago. 


31 


Julio. 


San Nicolás. 


2 


Julio. 


Las Ini 


íias. 




Santo Domingo. 


12 


Julio. 


Santiago deCuba. 


13 


Julio. 


Puerto de Plata. 


13 


Julio. 


Habana. 


15 


Julio. 


Nombre de Dios. 


6 


Julio. 


Cartagena. 


7 


Julio. 


Mágico. 


13 


Julio. 


Cabo de Honduras. 


10 


Julio. 



192 



HISTORIA DE LA 



Las Cammeu. 



4 


días 


. MESES. 


Gran Canaria. 


19 


JuKo. 


La*Madera. 


22 


Julio. 


Dorado. 


29 


Junio. 


Quito. 


29 


Junio. 


Popayan. 


30 


Junio. 


San Juan. 


30 


Junio. 


Bogotá. 


30 


Junio. 


San Miguel. 


25 


Junio. 


Santiago* 


26 


Junio. 


Rejres. 


10 


Junio. 


Nasca. 


16 


Junio. 


Cuzco. 


20 


Junio. 


Charcas. 


14 


Junio. 


Guamaca. 


11 


Junio. 


Tarifa. 


13 


Junio. 


Trugilio. 


22 


Junio. 



Practicó dé morbo galUco , en el 
cual se contiene el orisen y conoció 
miento ele esta enfermedad, y el me-* 
jor modo de curarla. Por el doctor 
Jindi*és de León , médico y cirujano 
del Rey N> S. fV protomedico de la 
real armada del mar Occéano» Di'* 
rígido al conde de Lemos. Vallado- 
lid 1605. 

La publicación de esta obra dio 
grande reputación al autor. Losmejo* 
res poetas de la corte le dirigieron en 
su loor varios sonetos, entre los cua- 
les es el siguiente de Juan López de 
ülloa. 



Las nueve hermanas bajan de Elicona 
Ornadas de laureles sus sacras manos. 
Tejiendo con primores soberanos 
Para un nuevo Esculapio^ una corona. 

Viéndolas tan solicitas Belona 
Pide le hagan sus intentos llanos; 
Respóndole oon coros muy ufanos. 
Suba su claro nombre basta la zona. 

Replica ella ¿de quién? Responden ellas. 
Del prudente León , Doctor famoso. 
Cuyo divino ingenio, industria j arte 
Subiendo su valor á las estrellas. 
Contra el gállico morbo pernicioso 
Alcanzó de remedio tanta parte. 



Divide la obra en cincuenta y nue- 
ve capítulos. 

En el 1 .^ trata del origen de esta 
dolencia, y asegura haber sido impor- 
tada de la isla de Santo Domingo por 
Cristóbal Colon, y propagada en Eu- 
ropa, durante las guerras de Ñapóles, 
por conducto de varios indios é mdias 
que á dicha ciudad se condujeron con 
el objeto de que las vieseel emperador 
Carlos V , y los cuales contagiaron a 
los europeos^ tanto franceses comoes- 
pafioles y napolitanos (pág. 2). 

En el 2.^ prueba que esta enfer- 
medad fué desconocida de los médi- 
cos antiguos. 



En el 3.^ prueba que es eminente* 
mente contagiosa. En este capitulo 
comete un error, diciendo que el doc* 
tor San Juan, que escribió examen de 
ingenios, era natural de Baeza. Sin 
duda quiso decir Rodrigó Ruiz de 
Isla, pues que cita al pie de la letra 
un pasage suyo; y ademas Juan Huar- 
te no escribió de venéreo. 

En el 4.® asegura que la curación 
de este mal fué puramente empírica 
y carnal. 

En el 5.^ que esta enfermedad es emi- 
nentemente contagiosa. Asegura ha- 
ber curado ¿ muchas religiosas afecta- 
das del venéreo por contagio de ropas. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



193 



Eoel 6.^ etponelas difereociasde 
esta dolencia en tres especies: pri- 
mera , segunda j tercera : entiende 
por primera» el principio de la enfer* 
medad: por segunda, cuando va en 
aumento; j la tercera , cuando dege- 
nera en crónica. La primera , ^'" 



puede curarse solo con un buen régi- 
men: la segunda requiere ya medica* 
meatos apropiados ; la tercera el plan 
aoti-venéreo en toda su estension. 
' En este. capitulo refiere tres epide- 
mias de viruelas que obsenró ; una en 
Se?illa en el año de 1580*, otra en la 
provincia de Toledo en 1585 y 1586, 
y la tercera en Galicia en 1600. Todas 
ellas , añade , afectaron á niños y vie- 
jos , y á estos con especialidad la de 
1600 (pág. 8). 

En el capitulo 13 dice, que el ve* 
néreo fué tan terrible en los prin- 
cipios, que comprometía la vida de ios 
enfermos, y que el mejor remedio era 
cortar la parte afectada. 

Es de notar el siguiente pasage: a Asi 
certifico que en la jornada de Portu- 
gal, siendo general el duque de. Alba, 
donde yo iba por médico y cirujano, 
el año de setenta y nueve y ochenta, 
y estando el ejército en la villa y puer* 
lo de Setuval^ se cortaron al pie de 
cinco mil miembros entre todos los de 
la facultad, é yo la mayor parte : por 
cuyo aviso me dio el duque la visita 
de las mugeres de cada ocho dias , y 
mandó echar bando , que la que no 
tuviere cédula de visita, la desval iza- 
sen y diesen doscientos azotes , y que 
fuesen desterradas del ejército, y que 
ninguna pudiese ganar mas de ocho 
maravedís , y se atajó por estos me- 
dios (pág. 17).» 

En el capítulo 57 llama seriamente 
la atención de los prácticos sobre el 
abuso qne se hacia en la curación de 
las heridas y úlceras , de los ungüen- 
tos* En stt lagar aconseja eficazmente 
el curar con hilas seeas. Dice asi: «De 
mucha consideración es notar las vir- 



tudes y escelencias que las hilas secas 
tienen, que son innumerables: deben 
ser de lienzo de lino, delgado, viejo y 
limpio, ó de tocados viejos de lino: 
pónganse muy menudas y raspadas en 
partes ó personas muy delicadas. Han- 
me sucedido con esta simple medicina 
milagrosos efectos ; y para las úlceras 
secarlas y curarlas perfectamente, 
tengo este remedio solo como el mejor 
de todos. En las guerras, ejércitos y 
armadas, marchando y navegando, 
donde no habia comodidad de curar á 
menudo, daba orden a muchos enfer- 
mos se curasen con hilas secas hasta 
que ordenase otra cosa: y cuando acor- 
daba , estaban carados de las úlceras 
y heridas de todo género: y con solo 
este remedio, curé nuravillosamente 
(pág. 123).» 

En el capitulo 52 elogia altamente 
nn jarabe que llama magistral , y de 
su invención , muy parecido á la ver- 
dad á lo que algunos preparan con el 
título de rob antisifilítico. 

Receta ¿/e/yara¿e."»Zarza-parrilla, 
cuatro onzas; palo santo bien raspado, 
dos onzas; china fresca, dos onzas; re- 
galiz, una onza ; sasafras, dos onzas; 
polipodio, tres onzas; hermodátíles, 
dos onzas ; de epitomo , dos onzas; de 
hojas de sen, dos onzas ; de fumaria, 
de borraja, de peregil, de hinojo, de 
cada ano un puñado; cebada muy 
limpia y mondada, un puñado; azo- 
faifas sin huesos, número, 50*, cirue- 
las, pasas, sin hueso, número, 36; 
llores de borraja , violetas, rosas finas 
castellanas, todas cogidas en sazón, de 
cada una, una onza; simiente de anís, 
onza y media; canela fria, onza y me- 
dia. Hágase un cocimiento, y luego 
jarabe espeso. 

En este mismo capitulo , hablando 
de la zarza-parrilla, dice que la cogió 
muchas veces entre Marios y Torre- 
gimeno, obispado de Jaén , y que era 
de maravillosos efectos (pág. 8d). 

He procorado poner en conocimien* 



HisT. DB LÁ MsDic. ispjüíoLA.— Tomo %^ 



25 



194 



HISTORIA DE LA 



. 



to de mis lectores aqaelUt ¡deas de 
este aator que me bao parecido mas 
notables: por lo demás, esta obra es 
nn compendio de la que escribió Ro- 
drigo Ruis de Isla , con el titulo de 
mal serpentino , y de la cual be dado 
ja á mis lectores un conocimiento 
exacto. 

A pesar de esto es muj interesante^ 
porque ba compendiado con toda da- 
ridad j método lo mas interesante que 
contiene la obra citada. No puede, ni 
debe perdonársele al autor , el baber 
copiado al pie de la letra pasages en- 
teros de Rodrigo Ruis de Isla» sin ci« 
tarle, como apropiándose las obser- 
vaciones del médico de Baeza. 

PEDRO BAIRO, natural de Fon- 
dao, en el reino de Portugal, estudió 
la medicina en la uniTersidad de Tu- 
rb, ¿espensas del príncipe D. Garlos 
(in prólogo). 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente: 

Petrí de Bayro themccB lectionis 
lectarís ordimúii : quaestio nova de 
peste ^ cura ejusdem, aique utrwnque 
prasseruatí^mm et curativum felidter 
incipit. Tauríni 1589, in 4."" 
^ Trata del origen , cansas, diagnós- 
tico, pronóstico y curación de la pes- 
te que observó en Castilla la Vieja por 
losaftoa 1500 basta 1507. Dedica ar- 
tículos especiales para tratar de la cu- 
ración de los bubones, antraces f paró- 
tidas con que se complica dicha enfer- 
medad. Habla últimamente de las vi- 
ruelas pr sarampión, cuyas enfermeda- 
des vio complicarse con la peste rei- 
nante. 

Los bibliógrafos re6eren otras obras- 
que escribió, tales son. 

De medendis humani corporis nudis. 
Turin1512,en4.*^ 

fíe doloríbus morbi gaUci, Venecia* 
1560, en 4.*^ 

Tosolo be visto y leído la obra cu jo 
eslracto acabo de presentar. 

LORENZO GOZAR, natural de 
Valencia^ estudió en esta universidad 
la medicina , y en ella tomó la borla 



de doctor. Se dedicó ooo^el mayor en- 
tusiasmo á la química, ysobre ella es- 
cribió la obra siguiente: 

Dialogas veros medidruB Jbntes 
vuRcans eorumque conditionem per^ 
Jecto medico necessaríam esm de^ 
monstrans. Valenda 1589. 
• Se propuso hacer ver por medio de 
este escrito, que el estudio de la. quí- 
mica era aumameote necesario al me- 
dico , y que de ella podrían sacarse 
ausilios poderoaoe para la curadon de 
las enfermedades* 

No deja de ofrecer bastante interés. 

PEDRO DE TORRES , natural 
de Daroca, en el reino de Aragón, es* 
tudió la medicina en la universidad 
de Zaragosa. Concluida pasó i Ma- 
drid, y filé nombrado médico del hos- 
pital de la Pasión y de los Italianos, 
cuyo destino desempeftó por mas de 
echo afios (en el aviso al lector). Des- 
pués fué agraciado con el nombra- 
miento de médico de cámara de la 
emperatriz Do8a María de Austria. 

Escribió un tratado del mal vené- 
reo con el titulo siguiente: 

Ubro que trata de las enfermedad 
des de las bubas. Compuesto por el 
doctor Pedro de Torres, médico y ci^ 
rujano de la magestad de la empera- 
triz, natural de Daroca, en el reino de 
jíragm. Madrid 1600, en A/" 

Esta obra se ha hecho sumamente 
rara en España: y siendo de bastante 
interés, haré de ella un ligero estracto, 
porque el Sr. Hernández Morejon na- 
da nos dice de ella. 

La divide en treinta y cuatro capí- 
tulos. 

En el 1 é^ trata de las denominacio- 
nes de las bubas, y la canu de llamar- 
se asi. 

En el 2.° si esta enfermedad era 
nueva ó desconocida de los antiguos. 
Se esfuerza en probar que fué conocida 
de ellos, olvidada con el tiempo, y re- 
producida en el siglo XV. 

Eln el 3.* trata de sos causas. Supo- 
ne que es un vicio de la sangre. 

En el 4.® si el hígado ó los humores 



MEDICINA ESPAJSOLA. 



195 



qae en él le engendran ton la fuente 
de esta enfermedad. Espone iás opi* 
oiones de ios autores^ y por ningún» se 
decide. 

I En el 5.* trata de las personas á 
quienes ataca j alomenta mas. Cree 
que los hombres son mas afectados de 
ella que las mngeres^ porque eatae se 
limpian mejor por medio de la mens* 
trntcion.» 

En el 6.* de las señales de esta en* 
fermedad. Describe sus síntomas, tan- 
to en el hombre como en la muger. 

En el 7.^ espone las diferencias ó 
especies de esta enfermedad. Cree que 
en la esencia son una misma cósa^ pe- 
ro que se diferencian por el grado ile 
intensidad y la variedad de sintonías 
que desarrolla ; j partiendo de esté 
prindpio, establece cuatro diferencias. 

En el 8.^ trata del modo cómo po- 
drá defenderse cada uno» después del 
coito, de esta dolencia. Propone como 
presenrativo muy seguro introduoir el 
pene en agua tan caliente como.pue* 
da resistirse, y la muger Ufándose con 
ella; pero teniendo cuidado de que el 
agua no se enfrie. También aconseja 
habituarse á orinar después 4lel coito, 
/ lavarse con las mismas orinas. 

En el 9.^ si conviene sangrar en el 
principio de esta enfermedad. Aoon- 
seja que no se sangre, á no ser que el 
mal sea muy intenso. 

En el 10 de las llagas que se hacen 
en el miembro. Aconseja que si son 
mtty superficiales se laven con un co- 
cimiento emoliente, y si están comjdi- 
cadas con durezas ó con sordicie , se 
les cnre un dia si y otro no con los 
polvos de Juanes. 

En el 1 1 por qué habiendo llagasen 
el miembro de la generación acude 
seca á la ingle. Responde que por co- 
municación simpática de unas partes 
con otras; que si la llaga está en la 
mano, la seca acude al sobaco, si en la 
cabeea al cuello, y si en el miembro 
viril á la ingle. 

En el 12 del prepucio onando está 
tan hinchado que no puede descubrir- 



se la glande para curar las Hagas (fi- 
mosts). Reprueba la operación^ y acon- 
seja las inyecciones emolientes. 

En el 13 ¿qué se ha de hacer cuan- 
do estando descubierta la glande, se 
hincha el prepucio , sin que se pueda 
volver? (Paranmosis). Propone los tó- 
picos emolientes. 

En el 14 de la salida de la glande 
por una úlcera del prepucio. Decide 
que es necesario ligarle fuertemente, 
y después cortarle. 

En el 15 de la fístula que se hace 
en el miembro virU saliendo la orina 
por ella. Propone la introducción de 
una algatiapor espacio dealgunosdias, 
y si no basta , hacer una incisión so- 
mera y oblicua entre el mismo cafio 
y pellejo del miembro , para que es-^ 
tendido el cuero hacia delante, por U 
ligadura y el medicamento emplástico 
que se poneré para cerrar , se agluti* 
ne el agujero por do salia la orina. 

En el 16 de las verrugas que se ha4 
een en el prepucio. Propone la esci- 
sión ó la ligadura ó la cauterización, 
según sean las circunstancias. 

En el 17 de los que purgan mate- 
rias por el cafto. Propone la treroenti* 
na de abeto tomada interiormente ^ y 
las inyecciones con vino tinto estipa 
tico. 

En el 18 de los encordíos. Aconse- 
ja U aplicación de los estimulantes pa« 
ra favorecer la supuración , y forma- 
da esta, dilatarlos sin esperar á que la 
naturaleza lo baga por si. 

En el 19 de la caída del cabello. 
Propone , siguiendo á I^ablo Pereda^ 
hacer fricciones con el ungüento de 
mercurio en la nuca cuello y espaldas, 
ausiliadas de la aplicación de bafios, 
fomentos y purgas. 

En el 20 de los empeines. Propone 
las sangrías generales , los baftos de 
agua dulce tibios, y fricciones con el 
ungüento de azufre y mercurio^ mez- 
clados. 

En el 21 de los dolores qrue acuden 
á las junturas. Aconseja primeramen« 
te las sangrías , y después los purgan* 



L 



196 



HISTORIA DE LA 



tes que iodiqíae el humor pecante. 
Gomo tópicos aconseja los cáuiticos 
qae obren muj saperficialmente , j 
sobre todos las unciones del azogue. 

En el 22 de las gomas (lipomas^,/ 
sobre huesos (exostoses) que se lor- 
man. Aconseja abrir y cauterizar los 
primeros: para los segundos dilatar la 
piel, j esco6nar los huesos. 

En el 23 del dolor de cabeza propio 
de este mal. Propone las sangrías y los 
purgantes. 

En el 24 de las talpariasy llagas de 
la cabeza (úlceras cariosas). Aconseja 
legrar el cráneo. 

En el 25 de la cura de esta enfer- 
medad por el azogue. 

En este capitulo trata estensamente 
de las partes del cuerpo que se han de 
untar: del ungüento mercurial según 
las edades, intensidad del mal, tiem- 
po y lugar en que se han de dar las 
unciones : las veces que se han de re- 
petir: el tiempoen que se han de con- 
tinuar, j de las personas que deben 
tomarlas. (EsU capitulo es muy inte- 
resante). 

En el 26 por qué los untados suelen 
caer en accidentes graves. Asegura 
ue estos solian sobrevenir del abuso 
el mercurio, j de los escesos cometi- 
dos por ellos durante las unciones. 

En el 27 que el azogue no es vene- 
no , ni da&e á los cuerpos humanos, 
salvo si ust^ren mal de él. Prueba muy 
bien los estremos que índica. 

En el 28 de la cura por sahumerios. 
Describe perfectamente el mecanismo 
para tomar bien las fumigaciones : la 
silla que debe servir para este objeto, 
y la composición de las pastillas. For- 
ma tres especies , que no se diferen- 
cian mas que en la cantidad. Los in- 
gredientes son cinabrio, incienso , es- 
toraque y benjuí. 

En el 29 de la cura de este mal por 
la zarza-parrilla, china y palo santo. 
Refiere un gran número de prepara- 
ciones. 

En el 30 del modo que se ha de te-, 
ner en administrar los sudores de agua 



I 



de las cosas dichas. Este método con- 
siste en tomar el enfermo muy de ma- 
ñana cierta cantidad del cocimiento 
hecho de las tres sustancias arriba di- 
chas: en seguida se le quita la camisa^ 
y se le cubre con una sábana y mu- 
cha ropa hasta que sude : debe conser- 
var este sudor por espacio de dos ho- 
ras, y debe administrarse todos los 
dias una ó dos veces, según las fuerzas 
del enfermo. 

En el 31 del modo que hay de cu- 
rar sin unción y sin sudor. Consiste en 
beber á pasto el cocimiento de zarza, 
china y palo santo. 

En el 32 de las calidades del palo 
santo y china. 

En el 33 de algunas particularida- 
des acerca de esta cura. Supone las 
cuestiones siguientes: ¿cuál es la razón 
por qué vemos juntarse un hombre 
muy estropeado y perdido de esta en- 
fermedad con una mnger muy sa- 
na, dormir y habitar juntos algunos 
afios , y no ofenderla ni pegarle mal 
ninguno? ¿Otros que están muy sanos 
y ellas muy enfermas, y quedar bue- 
nos el uno y el otro? ¿Otros que el va- 
ron está muy perdido, la mu^er sana, 
y quedar ella perdida , y el vivir y 
quedar muy sano : y otros , al revés, 
estar ella dañada y él sano , y quedar 
él perdido y ella buena ; y cetros que 
el uno y la otra lo quedan? Contesta 
en buena filosofía, que depende de la 
disposición del sugeto. 

Antidotario breve de las diferen- 
ciáis de jarabes magistrales y apoci" 
mas , ungüentos , pegados , polvos, 
conservas^ vinos (¡ue por nuestras Es- 
pañas se usan para la cura de este 
mal* 

No ofrece interés* 

MANUEL ESCOBAR. Se ignora 
el pueblo de su naturaleza. Estudió la 
medicina en Alcalá de Henares, y des- 
pués de revalidado, marchó á Torrela- 
guna, pueblo de Castilla la Nueva, 
en donde ejerció la profesión como 
médico titular. Escribió 

Tratado de la esencia, causas, cu'^ 



MEDiaNA ESPAÑOLA. 



197 



radon Je los bubones, carbunclos pes^ 
tilentes, con otras muchas cosas con-' 
cernientes d la materia. Alcalá 1600^ 
en 8.^ 

Está dedicado al consejero D. Alon- 
so de Etgreda , comisario general de 
salud del reino. En esta obrita des- 
cribe la historia de la peste que reinó 
en Tarragona y pueblos inmediatos. 
Creyó que su causa determinante fue- 
ron los malos alimentos: dio mucha im- 
portancia> aunque no tanta como otros 
escritores contemporáneos, á las in- 
fluencias astrales. Llama mucho la 
atención sobre la naturaleza de los car- 
bunclos: aconseja que no debian dila- 
tarse los bubones críticos hasta bien 
formada la materia , porque esta dis- 
minuía el mal, al paso que se iba for- 
mando. Trata al mismo tiempo délas 
viruelas y sarampión, cujas enferme- 
dades tío complicarse con la peste que 
describe. 

NICOLÁS BONCANGELINO, 
natural de Madrid^ j oriundo de Ge- 
nova , fué médico de cámara de Fe- 
lipe m, jr de la emperatriz, abuela de 
dicho monarca. 

Escribió la obra siguiente: 

Libro de las enfermedades malignas 
y pestilentes, ccuisas , pronóstico j cu'" 
ración y preservación. MMÁná 1600, 
en 4.« 

El autor escribió antes otra en idio- 
ma latino, que tradujo él mismo, yes 
la referida. 

Dividió esta en 35 capítulos. 

En el 1.^ trata de lo difícil que es, 
y al mismo tiempo necesario, conocer 
las enfermedades malignas : reputó 
como causa eBciente de ella, la putre- 
facción y corrupción de los humores 
y espíritus, y los malos alimentos; 
porque corrompiéndose en el estóma- 

fro, y teniendo esta entraña tanta re- 
acion con el cerebro y corazón , por 
medio de las arterias, venas y nervios, 
se propagaba á ellos, y se hacia la ca- 
lentura, maligna. 

En el 2.^ espone las señales para 
conocer esta enfermedad. Caracteriza 



como síntomas propios de ella , la ca- 
lentura continua , la postración de 
fuerzas desde los primeros dias, la 
desigualdad del calor, la pequenez 
del pulso^ los vómitos, los desmayos, 
la cefalalgia irresistible, la modorra, 
una tristeza profunda , la soñolencia, 
la respiración angustiosa, las cámaras 
liquidas y fétidas, los sudores que al 

Eronto alivian, pero que luego dañan, 
LS orinas al parecer buenas, el delirio, 
y las convulsiones. 

En el 3.^ habla del pronóstico. 
Aconseja que el médico sea muy re- 
servado, pues que vio muchas veces 
que con pulsos buenos y orinas casi 
naturales, se morían los enfermos, 
cuando mas esperanza daban de buena 
terminación. 

En los capítulos 4.® y 5.* trata del 
método curativo: en el principio pro- 
pone las evacuaciones de sangre , si las 
xuerzas del enfermo lo permiten^ des- 
pués de estas, los alexifarmacos, los 
cordiales, los nervinos, y los estimu- 
lantes revulsivos. 

Desde el 6.® hasU el 9.^ trata del 
régimen higiénico para curarse y pre- 
caverse de esta dolencia. 

En el 9.^ espone las opiniones que 
habia sobre el origen de esta enfer- 
medad pestilente de secas : asegura 
ue fué importada en un cargamento 
e ropas que llegó de Flaodes á San- 
tander, en cuya ciudad se desarrolló 
primero, y de ella se propagó casi á 
toda España (pág. 61). 

Prueba que esta peste fué suma- 
mente contagiosa; que otra de las cau- 
sas que contribuyeron á su propaga- 
ción y desarrollo, fueron los muchos 
eclipses de luna y de sol que prece- 
dieron* Refiere con este motivo el 
eclipse de luna en 20 de febrero de 
1598; el del sol en 7 de marzo del 
mismo; el de la luna en 10 de febrero 
y en 16 de agosto de 1599. 

En el capítulo 12 trata de la natu- 
raleza del contagio. Sostiene que esta 
enfermedad fué cbntagiosa , y que se 
pegaba aun de ponerse una camisa, que 



I 



198 



HISTORIA DE LA 



hubiera estado junto ¿ otras de 8age« 
tos apestados. 

Ed el 1 5 clasifica las caleotoras pes- 
tilenciales en tres géneros^ á saber: 
diarias^ hécticas, y pútridas. 

En el 16 espooe los síntomas pro- 
pios á cada una , y también trata del 
▼alor respectÍTO de cada uno de ellos^ 
para formar el diagnóstico y pronós- 
tico de la enfermedad. 

En el 19 propone la cuestión de 
que si por temor de caer en enfer* 
Qiedades pestilentes , convenga san* 
grarse y purgarse. Aconseja el que se 
preceda según la costumbre y el es- 
tado del sugeto; sin embargo asegura 
que la purga no tiene tantos inconve- 
nientes como la sangría. 

En el 21 discute si conviene la san» 
gria en el principio, aunque haya apa- 
recido tumor pestilente. Responde 
afirmativamente en los sugetos ro- 
bustos ; pero en los débiles propo- 
ne las evacuaciones tópicas por me- 
dio de escarificaciones y de sangui* 
juelas. 

En el 23 si se ha die purgar en las 
enfermedades pestilentes. Prueba que 
debe purgarse imitando á la natura^ 
leza que se valia de este mismo me- 
dioy cuando se libraban en el princi- 
pio algunos enfermos. 

En el 24 si á veces conviene U be« 
bida del agua fria en vez de caldo. 
Propone la afirmativa en los sugetos 
robustos y coléricos. 

En el 26 trata del orden de la cura 
que ha de seguirse en los niños y re-, 
cien nacidos. Es muy interesante por 
los preceptos que da sobre el régimen 
que han de guardar las amas* Respec* 
to de las sangrías generales, dice que 
ha de ser solamente en casos urgentes, 
y teniendo el niño señales de plenitud. 
Aconseja que en lo general no debe 
sangrarse á los niños. 

En los capítulos 27 y 28 espone la 
definición, causas , síntomas y cura- 
ción del carbunclo pestilencial. (Inte- 
resante). 

En el 29 de las secu. Describe su 



historia desde su primera formación. 
(Interesante). 

En los 30 y 31 habla del uso de los 
vegigatorios. Los aprueba en la ter- 
minación del mal. 

En el 33 describe la calentura pe* 
tequial ó punticular. 

En el 35 trata del orden y disposi- 
ciones que se dieron en una ciudad de 
Italia en un caso de calentura pesti- 
lencial. Se reduce a procesiones, ro- 
gativas , y algunas otras medidas de 
higiene y de policía médica. 

Éstos son los capítulos é ideas mas 
notables que contiene esta obra. En 
su tiempo disfrutó de mucha reputa- 
ción. En el dia aun pudiera ser útil su 
lectura 

JAIME FERRER^ natural de Va- 
lencia. 

Libro en eiqual se trata del verda^ 
aero cofiocinúento de la peste r sus 
remedios , para qualqvier calidad de 
persona. Compuesto por el Doctor 
Jaime Ferrer^ médico valenciano. IH^ 
rif^ido a los jurados de la ciudad de 
Valencia. Con priinlemo. Impreso en 
Valencia t junto al mouno de ñoveUa; 
Ano 1600, en 8.* 

La licencia está dada por el conde 
de Benavente^ D. Juan Alonso Piroen» 
tel y de Herrera , Señor de la casa de 
Herrera^ virey y capitán general del 
reino de Valencia^ fechada' en esta 
ciudad el 9 de abril de 1600. 

Está revisado por el doctor D. Fran* 
cisco López de Mendoza. 

En la epístola dedicatoria ,' mani- 
fiesta que tenia idea de escribir algu- 
nas otras obras, cuando dice al jurado, 
que «reciban este humilde presente 
con seguridad, que no será el solo^ A 
halla la acogida....» 

Ubro en el qucil se trata del uerda» 
dero conocimiento de la peste, sus cau* 
sasjr señales, y de la guarda en ge» 
neral y en partipular della, j dé su 
curación , con diversidad de remedios 
para toda calidad de personas. 

Dice que su objeto es poner en co- 
nocimiento de todos , los medios para 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



199 



I 



póee^rtn^ dé la peste qae les ame* 
na Baba. 

Divide su obra en 8 capitnlos. 

Gipitttlo 1 .^ De la esseocta ^ natu- 
raleza j causas de esta pernioiosa en- 
fermedad. «"Entra en la cnestion sobre 
sí la pestilencia ó calentura pestilen- 
cial, mata cdn la grande putrefacción 
ue engendra en loscuerpos, ó si á mas 
e esto mata por alguna oculta cuali* 
dad) j dice: uTo seria de parecer, que 
la calentura pestilencial, no tan sola- 
mente mata con su putrefacción, pero 
también con un pravo seminario que 
tiene.» Luego continúa: «Agora es de 
saber, si estas landres ó secas inficiona- 
▼an y se apegaban á los otros, corrom- 
piendo primero el ajrre , ó Solamente 
era la infección por contagión. » Cree 
que rouj bien puede el aire no estar 
infestado, 7 trasmitirse de uñosa otros 
por el contacto; «como el que duerme 
con uno que tiene bubas se las apega, 
porque le toca su cuerpo; y el que tiene 
8arna> lo mismo.» La causa de esta 
enfermedad, según Ferrer, consiste en 
hallarse sobrecargado el aire de mias* 
mas pútridos , y también en el enojo 
de Dios que pretende castigar los pe- 
cados de los hombres. En el primer 
caso critica á Galeno ,. porque pres- 
cribía la triaca magna , «que solo en 
una qoalidad es favorable i los apes- 
tados, que es la sequedad: y con la 
otra , que es el calor , aumenta él 
calor putredinal. Mejor le fuera en- 
comendarnos, usáramos de medica- 
mentos fríos y secos, que fueran favo- 
rables con dos qualidades, pues ay 
tanta copia.» 

Capitulo 2.^ De las señales para 
conoscer los heridos de peste y ayres 
contagio60S.Bs«Se presentan, dice, ca« 
lenturas con secas , 6 estas sin aque- 
llas. Otras veces unas calenturas gran- 
des sin secas, con figura de fiebres 
continentes: entonces advierte tam- 
bién el medico sabio, si los que pade- 
cieron dichas enfermedades , súbita- 
mente les dá grandes congoxas é in- 
quietudes, con una difficuítad de res- 



pirar y un mirar' varío y itroz^: y si 
padecen á sus vezes arcadas , vómitos 
y astios, congolas en el estomago , y 
desmayo: si bostezan y se esperezan 
muy á menudo , con un comezón y 
sentimiento por todo el cuerpo, como 
punzadas. Advierte también , si ay 
algunos inclinados í dormir-, otros con 
un frenesí , y otros no poder dormir 
ni velar ; los pulsos pequeños , flacos, 
frequenfaBS y desiguales en todas sus 
differencias : y algunas vezes apare- 
cen manchas de diversos colores en 
todo el cuerpo , v principalmente 
bubones y carbunclos ; es todo lo di- 
cho, evidente señal de peste.» Si- 
guiendo la opinión de Hipócrates, di- 
ce: que el tiempo mas á propósito para 
engendrarse la peste , es cuando pre- 
domina en el aire, el.calory la hume- 
dad. Si el aire es el infestado, y de 
consiguiente en él existe la causa de 
la peste, ha de conocerse en que las 
aves huirán de aquellos sitios , y mo- 
rirán muchas súbitamente; y si en las 
aguas de los ríos existiese , sucederá 
esto mismo con los peces ; y si en la 
tierra, en los animales terrestres. Tam* 
bien será señal infalible el ver gran 
copia de aquellos animales que son 
engendrados por la putrefacción. 

Capitulo 3.® De la providencia y 
guarda que se ha de tener para pre- 
servarlas.«BPropooe veinticinco pre- 
ceptos, los cuales no se observan mejor 
en nuestros días; y en prueba de ello 
copiaré este: «Mas, que las ciudades ó 
higaresj nombren y dediquen Phisicos 
para que cada semana visiten las boti- 
cas de los boticarios: mandándoles 
tengan lo necesario, y de otra manera 
sean punidos y castigados los que con- 
travinieren.» 

Capitulo 4.° De lo que se debe 
hazer para la salud y precaución de 
dicha enfermedad, y lo que incumbe 
á los regidores.-BPropone varios me- 
dios, tanto a las autoridades como á 
cada uno en particular j para preca- 
verse del contagio. Recomienda mu- 
cho los zahumerios, como hizo Galeno 



200 



fflSTORU DE LA 



en la pesie qae de Etiopia pasó i 
Grecia. 

Gapitalo 5.^ De lo qae cada uno 
en particular debe hazer.seEm pieza 
encargando que se imite al glorioso 
S. Gregorio en la grande peste que 
hubo en Roma cuando hizo las proce* 
siones de las Letanías. Prescribe una 
infinidad de fumigaciones y aguas de 
olores : buenas clases de alimentos^ el 
agua cocida, la moderación en todo, y 
cuando sean necesarios loa purgantes 
f sangrías. 

Capítulo 6.^ De la curación de los 
apestados. oiEn la mayor parte se re- 
fiere á los capítulos anteriores; mucho 
recomienda las sangrías ; y si se pre- 
sentan bubones, carbunclos ó landres, 
háganse del mismo lado. Y concluye 
con una porción de fórmulas^ como la 
triaca j la confección de jacintos 9 y el 
antídoto de sanguinibus Galeni. 

Capítulo IJ* De la orden que se 
ha de guardar en las purgas. «sDice 
que sobre esto habia una cuestión en- 
tre los médicos castellanos y valencia- 
nos: Ferrer se decide por la opinión 
de los segundos, que consistía en no 
usar de los purgantes. 

Capitulo 8.® Del orden que se 
debe guardar en la curación de los 
landres.a-Estos tumores pueden pro- 
ceder de gálico, ó ser pestilenciales, 
como los que ¿I se propone curar.. En 
este caso aconseja, después de prepara- 
dos, dilatarlos ó cauterizarlos, y pro- 
curar que segreguen todo el humor 
que sea posible; y concluye 9 diciendo: 
«que hay cinco cosas en la curación y 
precaución de grande provecho , y 
otras cinco de grande daño. Las de 
provecho son las siguientes: la huida» 
fuego, sangría, evacuación de escre- 
mento, y fricciones. Las dañosas son: 
hambre, hembra, cansancio ^ fruta, y 
yentosidad. 

SIGLO XVIL 

lia reseña histórica de nuestra medi- 
cina que acabo de presentar, es el tes- 



timonio mas auténtico de los grandes 
esfuerzos que hicieron nuestros mé- 
dicos y cirujanos para llevar la cien- 
cia á su mas alto grado de perfección. 
Por ella hemos podido convencernos 
de que no hay un solo punto de la cien- 
cia que no haya sido tratado por ellos 
con dignidad y maestría. La anatomía^ 
la fisiología, la materia médica, la se- 
meyótica , la medicina, la cirugía, la 
cirugía legal y la obstetricia, han sido 
objeto de escritos especiales , y mu- 
chísimos de ellos de un mérito incon- 
testable. Los Collados, los Gímenos, 
los Montañas, los Lagunas, los Dazas, 
los Agüeros, los Fragosos^ los Lemus, 
los Valles, los Mercados, los Huartes, 
los Fons^as y otros muchísimos , en 
fin, que omito, dejaron ya sembradas 
las semillas que habían de dar tan es- 
eelentes frutos. 

Si el siglo XVI puede con razón 
llamarse el siglo de oro de la medici- 
na española, el XVII es una verdade- 
ra continuación. Efectivamente en es- 
te sostuvo aun la medicina española 
toda su reputación y brillo. Hombres 
eminentes, discípulos de los anterio- 
res, contribuyeron á que el siglo XVII 
conservase aun aquella gloriosa deno- 
minación. No hay punto en la ciencia 
que nose halle tratado con maestría por 
nuestros médicos : pero importa que 
antes de darlos á conocer, espongamos 
algunas causas preparatorias, dejando 
para la conclusión del siglo , el hacer 
un epílogo ó resumen de todas las ideas 
principales que sobre cada ramo de la 
ciencia hubo entre nuestros médicos. 

Los reyes Felipe II y III, ávidos de 
la perfección de la medicina , crearon 
un tribunal llamado del Protomedicato 
y otro de ezámenes , compuestos cada 
uno de tres profesores distinguidísi- 
mos. Los ezámenes de reválida se ha- 
cían con el mayor rigor : se impusie- 
ron y se llevaron á efecto severas pe- 
nas contra los intrusos , y se le dio al 
tribunal del Protomedicato , en los 
asantes de su jurisdicción, una autori* 
dad superior á la del consejo supremo 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



I 



201 



de GistUla* Pero al mismo tiempo qae 
protegian la ciencia y loa médicos, ins- 
truidos, se tenia á raya i los ignorantes 
jr desaplicados «para que ni perjadica- 
sená los buenos ni a la humanidad do- 
liente.» En prueba de ello aduciremos 
algunas reales órdenes. En la fechada 
en el Pardo en 7 de noviembre de 161 7, 
7 es la VII del libro viii, titulo xi de la 
Novia* hecha por Felipe III se dice: 
«Porque se ha visto por esperiencia 
que muchos médicos y cirujanos des- 
pués de examinados se van oon parti- 
do á las villas j lugares de estos rei- 
nos , 7 se descuidan en estudiar el 
tiempo que en ellos asisten olvidando 
lo que sabian , y después habiéndolos 
conocido los echan de tales lugares, y 
se vuelven á esta nuestra corte i usar 
7 ejercer la dicha facultad y antes con 
mucho daño de la gente que no los 
conoce ; mandamos que cuando algu- 
no viniere de nuevo tenga obligación 
de presentarse ante los protomédicos 
para que le examinen segunda f^ersiil 
que pague derechos algunos por la 
asistencia á la corte , porque de esta 
suerte tendrán cuidado de estudiar , y 
DO habrá tantos hombres ignorantes^ 
so pena que el que no se presentare i 
los dichos protomédicos incurran en 
pena de treinta mil maravedís. (Nov. 
recop., tom. 4.® pág. 88 col. 2.')» 

Mientras que el gobierno persea- 
guia á los. médicos ignorantes 7 des- 
aplicados, no desatendía tampoco á los 
catedráticos de las universidades , in- 
dicándoles las obligaciones 7 la misión 
que como tales habian de cumplir. 

Gomo en este mismo siglo empeza- 
ron á cundir en España los nuevos sis- 
temas de Vanhelm^nt 7 de Sylvio, 7 
empezaron también los catedráticos de 
medicina á dejarse arrastrar de las 
nuevas teorías, olvidando el estudio de 
las obras hipocráticas que por reglas 7 
estatutos debían enseñarse en las uni- 
versidades-, fué preciso que el gobier- 
n(4 pusiera coto á sus demasías. Al 



efecto se publicó la real pracmática 
que sigue. 

«Porque hemos sido informados de 
personas doctas 7 celosas del bien co- 
mún, que en estos nuestros reinos ha7 
falta de buenos médicos^ 7 que se pue- 
de temer que han de faltar para las 
personas reales., •• 7 después de haber 
consultado con las universidades prin- 
cipales, ha parecido necesario mandar 
que en los catedráticos lean la doctri- 
na de Hipócrates.... 7 que hu7an de 
las cuestiones impertinentes porque 
gastan el tiempo en valde.... 7 man- 
damos que el catedrático que no lo 
cumpliere pierda el provecto 7 sala* 
rio que por aquella lección le cabia de 
su cateara , 7 por la segunda vez sea 
la pena doblada ; 7 si reinsidiese , el 
rector de la universidad dé cuenta al 
nuestro consejo, 7 le priven de la cá- 
tedra 7 le inhabiliten para tener cate* 
dras. rPracmática de 7 de noviembre 
de 1617. Nov. recop,, loe. citat.)» 

Los médicos de cámara imitando la 
conducta del célebre Gu7 Patin , se 
opusieron á la propagación por Espar- 
ña de los sistemas de Helmoncio 7 S7I- 
vio; insistiendo en la necesidad de es- 
tudiar los libros del padre de la me- 
dicina. 

Otra de las causas que contr¡bu7Ó 
poderosamente á la conservación del 
esplendor de la medicina, fué la im-f 
prescindible necesidad de obtener las 
cátedras por rigurosa 7 pública oposi- 
ción. Asi es que cerrada la puerta á los 
ignorantes 7 desaplicados para conse* 
guir por medio de la intriga, del com- 
promiso 7 de los empeños estos hon- 
rosos deslinos, crearon un poderoso ali- 
ciente á aquellos que se dedicaban al 
estudio de la ciencia, con la esperanza 
de encontrar un dia la merecida com- 
pensación de sus trabajos 7 de sus des- 
velos. Asi es que el gobierno de Feli- 
pe II 7 III protegieron la ciencia de 
curar por tres medios: 1.® dando ho- 
nor 7 estimación á los médicos: 2.^ de- 



HíST. DE LA Medio, española. — Tono 2.* 



26 



!202 



HISTORIA DE LA 



nigrandoj persiguiendo a los médicos 
ignorantes y desaplicados: 3.^ com- 
pensando el verdadero mérito (1). 

CRISTÓBAL PÉREZ DE HER- 
RERA. Voy i dar principio i la bis* 
toria de la medicina española del siglo 
XYII, por dar i conocer nno de los 
médicos célebres qne roas honran 
nuestra medicina; y que no solo se dis- 
tinguió como médico, sino como uno 
de los mas consumados políticos j mi* 
litares de su época, como réremos mas 
adelante. 

' Cristóbal Pérez de Herrera nació en 
Salamanca en el año de 1558 (consta 
del rótulo de un precioso retrato suyo 
que poseo, que dice asi: Doctor Chrís- 
tophorus Pérez de Herrera Salmatí' 
censis medicus regius , cetatis stue 56, 
anno 1614. 



(1) En la memoria que dirígf á las cor* 
les coD motivo de le pobliótcioD del plan 
de estudios médicos de 10 de octabre de 
1^43, la cual se imprimió en e) Boletín de 
Medicina, Cirugía j Farmacia , probd por 
una serie no ioterrumpide de reales órde» 
oes y precmiflices espedidas desde 1458 
por Enrique IV basta Doña María Cristina 
de Borbon, que todas las cátedras de roe« 
dicina se ban dado por una públice y r¡gu« 
rosa oposición. 

En el siglo XIX se ban ansiado las d¡s« 
posiciones de tantos reyes y la costumbre 
autorizada por los siglos. Ya ofrecí en otra 
parte ú mis lectores que cuando llegara al 
siglo XIX me ocuparía detenidamente de la 
legislación médica de este siglo, y de los di- 
ferentes reglamentos que se han publicado 
sobre la materia. También ofrecí en uno de 
mis prospectos que consagraría ana sección 
i la medicina militar de España, cuyos di- 
ferentes reglamentos analisaria en la parte 
que tenia relación con la enseñanza de la 
ciencie* Desgraciadamente hay tela larga; 
y ya que la bibliografía medico*qnírúrg¡ca 
del siglo XIX no puede ocupamos mucho 
tiempo, tendremos lugar de entretenernos 
en presentar los males que ha sufrido la 
medicina española, y los bienes que hubie- 
ra podido reportar , si los médicos que ¿o* 
nocemot por sus autores hubieran sido ins- 
pirados por el genio de la ciencia. 



Estudió ia medicina en la anÍT«rsi* 
dad de Alcalá de Henares, siendo dis- 
cípulo del célebre Francisco Valles de 
Govarrubias (in proemio del compen» 
dium totius medicincBj (2). 

Concluida la medicina, pasóá Sala- 
manca, y en su universidad recibió la 
borla de doctor. En 1570 marchó á 
Madrid, llamado por su maestro, y 
fué nombrado catedrático de medicir 
úa, ausiliar del doctor Diego OÜTaresy 
cuya cátedra desempeñó basta 1580* 

En este mismo año fué nombrado 
proto-médico general de las galeras 
de España, en cuyo destino sirvió por 
espacio de doce años, y en el cual eje- 
cutó proezas admirables de valor j 
pericia militar. 

En 1592 fué nombrado médico de 
cámara, y pasó á Madrid. 

Llegó á ser nno de los médicos qne 
mas confiansa han tenido con los mo» 
narcas, y empleó todo el valimiento 
que tenia con Felipe III, en bien de 
U humanidad y en gloria de la Espa- 
ña. Fué el fundador del hospicio de 
Pobres aue se estableció en Madrid, 

?[ue en el dia es el hospital general: lo 
üé igualmente de las casas de Bene- 
ficencia, de las Inclusas, ó casas de 
niños espósilos , de las Gasas*Galeras 
para las mugeres de mala vida, de los 
presidios correccionales, y de los cuar- 
teles de Inválidos. Por su influjo se 
concedieron á los militares é inútiles 



(2) Mas adelante refiere , que siendo 
muy )dfen , y estudiando la medicina con 
el doctor Francisco Valles, catedrático en- 
tonces de prima en la nniversidad de Al- 
calé 9 vio en su casa varias sentencias mo- 
rales escritas de su propia mano, y eran les 
siguientes: 

Bex esse vím? Te rege, Episeopus? Te 
cireunspiee. Jmperator? Ajffectibus luis, 
impera, Vis esse dives? HiS^ quas habes, 
coníenitts/ruere, NobbiHsl üt filium Dei 
te ge'*e. Honores embis? Ifiljac inkones^ 
tum Fis esse hngop^us? 19ii tibi peréat 
temporis (Comp. totuis medicinse , página 
151). 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



203 



los retiros , y l«s condeGoraeiones mi* 
litares. Los prociKs dores á Cortes le 
nombraron pfoto-médico general , j 
protector nato de los establecimieotoi 
piadosos de todos los reioos y se» 
5orios de España, Eo fio puede de«> 
cirse que la ?ida de este célebre me- 
dico , fué la historia de sus beneficios 
por la humanidad* 

iSi tanto se distioguió como médico, 
se distinguió aun mas como literato. 
Elscribió muchisimasobras^ según dice 

él mismo en el siguiente pasage « 

«pues de tan buena voluntad y fenre« 
roso celo del bien universal me desre- 
lo y trabajo, gastando el tiempo que 
pudiera ocupar en mis acrecentamien- 
tos y tanta hacienda que solo en 

cuarenta impresiones diferentes de &*- 
bros exondes y pequeños > que en ra* 
zon de esto he impreso , asi de mate'^ 
rías poüticas de repiibüca, como en 
ocho de mi facultad en lengua ¡atina, 
que me cuestan todos mas de cuatro 
mil ducados, sin gran cantidad de ba«- 
cienda^ que por acudir al serricio de 
S. M. be dejado de ganar en mí pro* 
fesioo. (Apuntamiento para el bien y 
descanso de estos reioos ^ pág. 356).» 

En I6O67 1607» se distinguió tanto 
por sos escritos sobre el garrotillo co- 
mo por su práctica felis y limosnas 
que hacia á los enfermos pobres y de 
manera, que io que ganaba risitando 
á los rióos, lo irepairtia entre los nece* 
sitados. 

El nombre y apellido de Herrera, 
se halla grabado en medallas de oro, 
plata y cobre^ las coales, cerradas en 
uua caja de plomo , se colocaron den- 
tro de la primera piedra que se puso 
en el hospicio de los pobres de Af a« 
drid, como ?eremos mas adelante. 

En vista 9 pues, de todos estos datos, 
jpodrá creerse que el nombre del autor 
y sus obras sean desconocidos entre 
los médicos y literatos \ y que m¡en« 
tras tantos ingenios se han devanado 
la cabesa en mejorar los estableci- 
mientos caritativos de España , y aun 
las cárceles y presidios correccionales. 



Cristóbal Pérez de Herrera , sü fun-^ 
dador, baya de haber permanecido en 
su tumba? 

El autor es absolutamente descono- 
cido entre nosotros y entre los estran- 
geros: sus preciosas obras han desapar 
recido ya de nuestro suelo (1); y en 
el dia costaría muchísimo trabajo ha- 
llar ya ni un solo libro de Herrera. 

Asi, pues, á fin de que mis lectores 
con poco trabajo y menos coste, pue- 
dan tener una noticia de las principaii 
les obras con que enriqueció nuestra 
literatura , voy a presentarles un es- 
tracto cual se merece^ y al propio 
tiempo copiaré íntegros aquellos que 
por su interés y novedad , y por ser 
poco esteosoi , puedan tener cabida 
en este artículo, aun cuando se pro- 
longue algo mas que los otros. 

Escribió las obras siguientes: 

Discursos del Amparo de los leei'* 
timos pobreSy jr reducción de los jin^ 
gidosj y de la fundación y principio 
de los albergues de estos reinos y am-^ 
paro de la milicia dellos. Compuesto 
por Cristóbal Pérez de Herrera, pro* 
to*m¿dico general de las Galeras de 
España. Madrid 1598, en 4.*' 

A la cabeza de esta obra se hallan 
muchísimas composiciones de los me- 
jores poetas de aquella época, en loor 
de este médico. De todos ellos elegiré 
el romance panegírico que le dirigió 
D. Francisco de Avales y Orozco, 
Veinte y cuatro de la ciudad de Ube- 
da^ en el cual se refieren algunas de 
las hazañas memorables del autor, 

A ti, famoso Esculapio j 
De zeio y valor exemplo^ 
Que por tan sublime parte 
Sueles d tanta del cielo, 
A ti, que en la tierra esparces 
El aromático incienso, 



(i) Si 60 el cielo se leyeran libros, di- 
ría yo que los tfogelet se los habían llevado 
pero formar nna bibliolece celeite , y para 
conservar eternamente la gloria del eutor. 



204 



HISTORIA DE LA 



Que al trono y dosel de Dios 

Toca con fogoso vuelo. 

A tí, á quien la fama erige 

Por propios merecimientos. 

De Cipion las estatuas. 

Las de Platón ^ las de Homero. 

A ti, á quien el f ero Marte, 

Con el científico Febo, 

Con mano propicia y franca. 

Tan igualmente acudieron. 

A ti, cuya noble sangre 

A los enemigos hierros 

A veces sirvió de esmalte. 

Ley, patria y rey defendiendo. 

Y con animo invencible 
Perdido d la muerte el miedo. 
Aventuraste la íáda 

Con tan valerosos hechos. 

Y de belicosas manos. 

Que provocaron tus azeros. 
Siete banderas ganaste 
Con honrosos vencimientos, 
A ti, d quien en Berberia 
Sus Alárabes temieron 
Por ultimo en el tesón, 

Y en acometer primero. 

Y con tus estratagemas j 
Cuerdos y sabios consejos, 
Keinte contrarios navios (1) 

(i) Alade esto al hecbo sigaiente: vién- 
dose noü noche cercado de treinta baques 
enemigos, y que al dia siguiente babian de 
ser írreinitibleaiente tic limas , escogitó la 
estratagema siguiente: dispuso tirar de una 
tf otra de sus galeras unas cuerdas , y col- 
gar de trecho en trecho unos faroles en- 
cendidos.* Dispuesto asi , mandó al arma, y 
con mucha algazara y gritos acometieron á 
los enemigos bruscamente. Estos engaña- 
dos por el número de luces creyeron que 
babia llegado á los nuestros mas refuerzo, 
•e acobardaron y se rindieron. Al amane- 
cer se encontraba ya amarrada toda la 
tripulación enemiga , y en nuestro poder 
▼einte naves con siete banderas , y un in- 
meusobotin. Llegada á noticia del rey esta 
estratagema feliz y su victoria, nombró tf 
Herrera noble de primera clase, y que en su 
escudo de armas se pusiera el ep^rafe si- 
guíente: non armis obsiant UtercB. En este 
mismo están representadas lastietebaode- 
ras que apresó. 



Se rindieron a los nuestros. 
A ti, que por tu valor 
No vieron fines violentos 
Barcelona con tumulto (2), 

Y Gibraltar con incendio (3)« 

Y después en esta corte. 
Infestando peste al reino ^ 
Ser su antidoto emprendiste. 
Si bien con peligro cierto. 

Y escribiendo y estampando ' 
Sutiles advertimientos, 
F'enciste la enfermedad 

Con tus eficaces medios. 

A ti, que en la antigua Mantua, 

De Filipo ilustre assiento, 

Premiador de tu virtud. 

Conocedor de tu zelo. 

Aquel David religioso. 

Aquel Salomón escelso. 

Cuya vida comenzó 

Cuando el alma dexo el cuerpo. 

Fabricaste el edificio (4), 

Que de albergue nombre dieron. 

Para que serlo pudiesse 

De los pobres verdaderos. 

Yo el mas humilde orador. 

Con mi pequeño talento. 



(2) En Bercelonabobo un tumulto po- 
pular en que intentaron sus habitantes 
emenciparse del dominio del rey; Herrera 
se encontraba allí en aquella sazón , y fué 
tal la impresión que prodnjo en los ánimos 
de los barceloneses una arenga que les di- 
i'>gi<( » que fué bastante para hacerles re- 
Bunciar i sus proyectos y someterlos é la 
autoridad. 

(3) En Gibraltar buho otro movimiento 
popular, en el cual los alborotadores inten- 
taron pegar fuego i los depósitos de polvo- 
ra; pero advertido Herrera de este proyec- 
to lomó la espada, y sin ningún otro auxi- 
lio dispersó los malvados , y libró al pue- 
blo de una triste calamidad. Por esta razón 
mandó el rey que en su escudo de armas se 
representase un castillo, y una mano em- 
puñada de una espada , defendiéndolo. 
Efectivamente asi aparece. 

(4) Alude al establecimiento del pri- 
mer hospicio de pobres que se fundó en 
Madrid , el eoal dirigió el autor, como ve- 
remos mas adelante. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



205 



De su templo á las paredes 
Estas memorias ofrezco. 
Tú, que para gloria tuya 
El gran Felipe Tercero, 
La intención reconocida, 
Honra y premia tus deseos. 
Este sol, que desterró 
(Favoreciendo tus rueeosj 
Las nieblas de los moriscos 
Pertinaces en sus jrerros. 
Tú, que d los desamparados (1) 
Niños, faltos de remedio. 
Para santa educación 
Les procuraste alimentos. 
Tá, que para el bien común, 

Y el ornato de este pueblo, 
Gastando tiempo y hacienda j 
Diste lucidos desvelos. 

Tú, que a mugeres perdidas (2) 
Decente recogimiento, 
ir reclusión preveniste. 
Castigo de sus excessos. 
Tú y quién ajusta admiración, 
De medicina el compenso, 

Y gqrrotillo el tratado 
Itindes en dichoso empleo. 
Que quando el tiempo camina, 
Mas presuroso y ligero, 
Quarenta libros impressos. 
Tú, que al principe Filipo, 
A quien concedan los cielos 
En los años de Néstor 

De Alexandro los trofeos. 
Si confiado , si humilde. 
Tus enigmas y proverbios 
Dedicas para serville 
Con tributos de tu ingenio: 
Dirás que a Filipos tres (3), 
Gloria del conñn Hesperio, 
Si vivos al hijo y paire, 
Serídste al difunto abuelo. 



(1) Faudó el colegio llamedo de los 
Desampiradcfl de Santa Isabel , que ano se 
coDserva con este nombre en la calle de 
Atocha'en Madrid. 

(2) Alude Á la casa de reclosíon llama- 
da Galeras, qne se fundó en Madrid para 
lá reclusión de mugeres mundanas. 

(3) Fué médico de Felipe 11 , Feli- 
pe m j Felipe lY. 



Honra, aunque bien merecida 
De tu generoso intento. 
Que te promete favores. 
Que te pronostica premios ¿ 
Que quien d la noche (tristej 
Juzga el dia sin provecho. 
Que sin hacer bienes passa 
A quien necesita de ellos. 
El que d enemigos y amigos 
Guarda en ausencia el respeto. 
Si no debido a sus obras, 
A la virtud de su dueño. 
¿De qué elogios será digno? 
¿De qué insignes epítetos 
Contra injurias del olvido, 

Y assechanzas del silencio? 
Ciña el ramo tu cabeza, 

A quien el señor de Délo, 
Antes de ser trenzas de oro. 
Dio el enternecido pecho. 

Y tus méiitos y nombre 

De nuestra edad los Romeros 
Eternicen con sus plumas, 

Y celebren con sus versos. 
Si te mordiere Teon^ 

Si te calumniare Leíio, 
Afinaran mas tus obras 
De la envidia los efectos. 
No dudes que alcanzaras 
Timbres y lauros eternos. 
Que no muere el virtuoso. 
Ni los que de él se valieron. 
Padre y protector de pobres (4), 
No te desanime el tiempo, 
Que aunque velozmente passa. 
Sigue d la virtud el premio. 
Ni te admire que se tarde 
El ocupar dignos puestos. 
Que sucede al merecer 
Los cargos elposseerlos. 
Marcha, capitán Jamoso, 
Con esse estandarte al viento, 
Dd el assalto , pica el muro 
Dificultoso y sobervio. 
Rompe por las hinchazones 



(4) 8e refiere al nombramiento que le 
dieron el rey con las cortes de padre y pro- 
tector general de todos los establecimien- 
tps piadosos de España, 



206 



HISTORIA DE LA 



Del mundo y sus devaneos, 
Que aunque de lo que promete, 
Dá un grito jcon mil descuentos^ 
Hidrópicos son al fin 
Los de ambelantes afectos. 
Que sedientos y ambiciosos 
Si mas beben, sanan menos* 
Y son bienes propiamente 
Los que tú vas adquiriendo, 
y males aquellos todos. 
Que están al hado sujetos. 

En U dedicatoria á Felipe III ^ le 
dice: «A un principe supremo^ nin* 
gun seryicio se le puede hacer mayor 

J[ue proponerle los fundamentog mas 
uertes que hay para la conservación 
y aumento de su monarquía , que soo 
el remedio de los pobres, en que está 
inclusa la estirpacion de los vagabun* 
dos , y el amparo de los soldados que 
salen mancos y estropeados de la gtier« 
ra^ ó han llegado i tanta edad en ella, 
que están ya ioiitiles para proseguirla^ 
para que tengao con que pasar la vida 
en la vejez, sin afrenta ni necesidad^ 
pues lo merecen ^us obras , y servirá 
de poner ánimo á los demás para pe- 
lear con mucho valor.» 

Divide esta obra en diez discursos. 
Discurso 1.^ Tiene por emblema 
la justicia, representando una matro- 
na con una espada en la mano dere- 
cha, y un peso de balansa en la iz- 
quierda. Al pie de ella se lee: 

El atajar que no pida 
Quien mendiga con malicia, 
És administrar justicia. 

Espone en este discurso «los in« 
convenientes que se siguen de que los 
mendicantes fingidos y ragabundos 

fiidan limosna I y ios ardides y en- 
érmedadea que fingen para quitársela 
á los verdaderos pobres.» 
Propone seis inconvenientes. 
1.^ Q«« loa pobres fingidos eran 
todos irr«U||ioaoa^ de mala vida y cos- 
tumbrta « s\^ n¡ oían misa, ni hacían 
ninguna ^iH <>bra de buen cristiano. 



2.® Que con está mala vida qne 
traían , estaban siempre cometiendo 
pecados de toda especie, y sobre lodo 
el de la sensualidad. 

3.® «Lo tercero, dice, es tener esta 
gente nn pecado de codicia tan insa- 
ciable , qne no gastando casi nada, 
juntan mucho dinero, que luego se 
juegan en parages ocultos: son homi- 
cidas de sí mismos , pues se ha visto 
que á muchos que han muerto en los 
portales, que parecía no tener un ma- 
ravedí, se han hallado muchos dine- 
ros, y pudieran haber conservado sus 
▼idas por mas tiempo, dejando de an- 
dar desnudos todo el dia y la noche, 
yendo, como podían, bien abrigados.» 
Hace ver los embustes y las ficciones de 
que se valían para escitar las gentes á 
la caridad. (Interesantísimo.) 

4.^ Refiere las enfermedades que 
se producían para continuaren laclase 
de mendigos: dice que muchos padres 
retorcian á sos hijos recien nacidos los 
pies y manos , para con este pretesto 
pedir para ellos. Entre los muchos ca- 
sos que Gbenta, es horrorosísimo et de 
un malvado padre que en Madrid ce- 
gaba sus hijos con un hierro encendi- 
do*, y cuyo crimen descubrió la infeliz 
madre á Fr. Pablo de Mendoza, de la 
orden de S. Bernardo^ añadiendo que 
había dejado ya ciegos á dos hijos su- 
yos, muy hermosos, con los cuales ga- 
naba mucho dinero, llevándolos de 
f*asa en casa. Este discurso es intere- 
santísimo bajo de muchos conceptos^ 
por los casos tan singulares de ardides 
que se valian los vagabundos para sa- 
car limosna ; y especialmente las ta- 
p9das vergonzosas. Cuenta de una 
tapada de Sevilla que compró dos ca- 
sas con la limosna que había recogido: 
que una de ellas estaba muy mal tra- 
zada, y en esta tenia la ropa andrajosa 
que se ponía para pedir: que la otra era 
muy suntuosa ^ y en ella hasta vagilla 
de plata tenia. Descubierta su vida, se 
la puso en la Galera , y se destinaron 
sus bienes á loa establecimientos pia- 
dosos. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



207 



También bizo rer a S. M. los in- 
nvmerablea escesot que se cometian 
por los pobres que en romería y en 
congregaciones viajaban por toda Es- 
pefta^ y partícnlarmente á Santiago 
de Galicia. 

Discurso 2.^ Cuyo emblema es U 

Ciedad de la cigüeña , el gobierno de 
íS abejas y el orden y proTidencia de 
las hormigas. 

Orden , ffAiemoy piedad^ 
De hormiga f abeja jr cigüeña, 
Por este emblema se enseña • 

Del remedio para albergar los po* 
brcs mendigantes verdaderos, j ois- 
tinguírlos de los que no lo son , y del 
amparo de los vergonzantes , 7 de las 
eárceles^ cautivos y huérfanos. 

Trata en este discurso de la mane* 
ra ide llevar ¿ efecto en las capitales de 
España el establecimiento de alber- 
gues, de hospicios y de su gobierno 
interior. Propone el qne se junten to- 
dos los mendigos de Espafta en sus res- 
pectivas capitales por medio de un 
edicto general : que estos albergues 
sean administrados por personas de al- 
ta categoría tanto eclesiásticas comoci* 
viles: que á la entrada de los pobres en 
los albergues sean visitados por facul- 
tativoa de medicina y de cirugía, para 
qneiosque resultaren íniitilespara tra- 
bajar seles permitiese salir á pediruna 
ó dos horas por la ma&ana, pero mar- 
cados con las señas de cada uno y de 
su inutilidad *, y los enfermos se tras- 
ladasen a curar ¿ los hospitales. (Inte- 
resante sobre manera). 

Del amparo de los pobres vergan^ 
zantes,de las corceles, cautivos j" huér' 
fimos. Propone que los primeros sean 
asistidos í costas de sus parroquias, por 
diputaciones nombradas de las perso- 
nas mas acomodadas del barrio. Con 
este motivo refiere el orden como se 
socorría ¿ los dichos en la prrroquia 
de S» Martin en Madrid. (Interesau- 
tisimo). 

Respecto de los encarcelados, dice. 



que son los pobres mas necesitados de- 
cuantos hay en la repüblioa, y la gen« 
te mas desamparada y sin consuelo 
que tiene el mundo. Propone á S. M. 
el establecimiento de hermandades: 
que se estimulara i todos los capita* 
listas de cada provincia á dar á los en- 
carcelados un dia de comer al mes: 
que se ncKubrasen abogados y procu- 
radores de pobres: mandar ¿los letra* 
dos que no invitasen las partes ¿ plei- 
tos sino i su transacción, y que en las 
causas criminales procedieran con la 
mayor brevedad posible, pues de esta 
manera ahorraban á los desgraciados 
de largos padeceres: que se nombrase 
una cofradria llamada de presos , cu- 
yos cofrades tuviesen derecho i pedir 
i los tribunales para mejorar la suer- 
te ó sentencia de los presos: que la mi- 
tad de las penas pecuniarias se desti- 
nase á los encarcelados^ y lo mismo el 
pan» legumbres, aceite, vino, etc., que 
se embargasen por mal pesados ó me- 
didos. 

Discurso 3.* Representa el em- 
blema las flechas de Cupido hechas pe- 
dazos y una olla de barro. 

Loque en la niñjíz se aprende. 
Ora sea inicio o viHud, 
Permanece en senectud. 

De la forma y traza de pedir I¡mos> 
na otros géneros de pobres, y de cómo 
se han de acomodar y ocupar los re- 
formados fingidos, y del amparo, dis- 
tribución y ocupación de los niños y 
niñas pobres, y huérfanos desampara- 
dos. 

Espone en este discurso los grandes 
males que resultaban i España de la 
entrada de los estrangeros en clase de 
peregrinos y de mendicantes. Para 
remediarlos, propone ¿ S. M.: 

1.^ Que los mendicantes que pe- 
dían para ermitas y santuarios, fuesen 
examinados en su conducta, erigién- 
doles una licencia autorizada por los 
diocesanos respectivos. 

2.^ Que los peregrinos no pudie- 



208 



HISTORIA DE LA 



«en mendigar en sus romerías sin lle- 
var consigo una autorización de las 
justicias y ordinarios*, que se les debia 
marcar tiempo j ruta precisos. 

3.° Que IOS peregrinos estrange* 
ros debían traer licencias por escrito^ 
marcando las señales de su persona^ 
edad y nación, día, mes j año que se 
espidieron^ añadiendo «que este era el 
modo de saber S. M. quién entra en 
sus reinos, de dónde viene, por qué 
viene , y dónde va , porque la mayor 
parte de los que entraban bajo esta 
forma , eran unos espías de otras na- 
ciones, para conocer el estado de Es- 
paña.» 

4.® Que tampoco se permitiere i 
los estudiantes de las universidades 
pedir limosna, cantando y haciendo 
comedias por los lugares , sin licencia 
espresa del rector y sin testimonio de 
pobreza, dado por el cura de sus pue- 
blos. 

5.^ Que debían reformarse com^ 
pletamente las casas de los niños lia* 
mados de la doctrina. 

6.^ Que se esouse y evite en lo po- 
sible que los niños pidan limosna^ por- 
que no se enseñen ¿ ello. 

7.° Que se establezcan hospicios- 
seminarios de niños en todas las capi- 
tales de España. 

8.^ Qae haya en todos los pueblos 
de España alguaciles comisionados^ 

Cara prender ¿ todos los vagabundos y 
ombres mal entretenidos , sin oficio 
ó su beneficio. 

9.^ Que todos los ayuntamientos 
de España nombren anualmente dos 
personas de las de mas probidad y 
comodidades, una llamada padre de los 
mozos , cuya obligación fuere buscar 
y acomodar con amos á los que llega- 
ran de.fuera sin tener oficio conocido: 
y la otra denominada padre de traba', 
j adores , encargado de proporcioDar 
trabajos. y labores á los jornaleros, de 
arreglar sus jornales, y sus salarios. 

10. Que no pudieran admitirse 
criados ni criadas en la casa de los 
amos, sin llevar una papeleta firmada 



de los primeros amos , caso de haber 
servido ya, ó del cura y alcalde, en el 
caso contrario. 

1 1 . Qae los niños de ambos sexos 
que se hallaren huérfanos y desampa- 
rados, y que fuesen muy pequeños de 
criar , se distribuyesen por mano de 
los curas y alcaldes de los pueblos en- 
tre las personas mas acomodadas. 

12. Que los niños útiles , en pa- 
sando de ocho años, se pusieran á ofi- 
cios, y las niñas á servir ; con la obli- 

5 ación de que los maestros los habian 
e habilitar de oficiales en el preciso 
término que se les señalare, y los amos 
de las niñas de proporcionarles casa- 
miento ú otro acomodo. 

13. Que los mayores de diez i 
catorce años, unos se llevasen á las ar« 
madas para que aprendieran i ser bue- 
nos marinos; y á otros que se les ense- 
ñare i fabricar armas, hacer pólvora, 
fundir artillería , hacer balas y otros 
instrumentos de guerra : otros á tra- 
bajar tapicerías: que i los que diesen 
pruebas de mucho talento , se les en* 
señare matemáticas, y aun la cirugía, 
arquitectura , geometría, geografía y 
demás ciencias. 

1 4. Que adoptando estas medidas 
en España^ podrían contarse con tres* 
cientas mil personas de honra jr pro^ 
vecho, en vez de contar con trescien^ 
tos mil mal entretenidos , vagabundos 
y ladrones. 

15. Que la España aumentaría 
considerablemente en honor , en po- 
der y en riquezas materiales-, añadien- 
do que lo que hace á una nación po- 
derosa, son las ciencias y las riquezas. 

Discurso 4.^ Representa el em- 
blema una mano abierta con un ojo en 
cada dedo, con el epígrafe siguiente: 

Con los ojos en las manos, 
Y ocupadas en labores, 
Tendrán costumbres mejores. 

«De la forma de reclusión y castigo 
para las mugeres vagabundas y delin- 
cuentes de estos reinos.» 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



109 



Aconseia á ,S« M.Us medidM 8Í- 
gpieixtes: 

1 / Qae se establezca en Madrid 
j demás capitales del reino nna casa 
adonde se recojan por orden de las jos- 
licias todas las mngeres mundanas. 

2.* Qae se les baga trabajar en 
diferentes oficios^ para qne pagaen el 
valor de sus alimentos y Testir^ y los 
salarios de los encargados de su eos- 
todia. 

3.* Qae baja alcaides de probi- 
dad-, médico y cirujano para asbtirlas, 
y ana rectora. Propone para este lo- 
cal^ uno de los cuatro departamento^ 
del hospicio que á sus costas fabricaba 
en Maarid; y que becba la prneba en 
él, se ejecutare en las demás capitales 
del reino. 

4.* Qne habia grandes inconTe«' 
nientes, y se segaian mnchos daftos de 
consentirse el que bubiera padres y 
madres de mozas de servicio. 

Discurso 5.^ Representa un sol 
que sale entre nubes ^ j las disipa.* 
Epígrafe. 

Los argumentos que ofrecen 
La duda jr contrariedad^ 
Aclaran mas la verdad. 

De las respuestas a ciertas dudas y 
objeciones opuestas al doctor Cristóo*^ 
bal Pérez de Herrera en los discursos 
qae escribió á S. M. del Amparo y 
reformación de los pobres mendigan*^ 
tes de estos reinos. 

1.' Objeción. Que hay doctrinas 
de santos en que dicen que no es bien 
que haja examen y escrutinio de po-^ 
bres mendigantes, sino que todos pi- 
dan limosna como quisieren. Coates -• 
tacion. Que si en el tiempo de los san- 
tos bubiera habido tanto desorden y 
maldades en los mendigantes como en- 
tonces los habia , i buen seguro qu» 
los santos hubiesen puesto remedio á 
ellos. 



2.* Els cosa infame y dura de su- 
frir poner se&ales i los pobres mendi- 
gantes. Contestación» Las señales no 
signiGcan mas mal ni bien de la cansa 
por que se traen : que si la verdadera 
pobreza era una virtud , sn divisa no 
podia ser infamia, sino antes bien un 
estimulo para remediarla. 

3.* Que durmiendo juntos en ana 
casa los pobres, habia muchos mas es- 
cándalos y pecados. Contestación, Que 
mas delitos , torpezas , desórdenes y 
pecados cometían andando á su albe-* 
drio, durmiendo por portales, pajares, 
cuevas y otras partes ocultas , sin es- 
tar sujetos i la vigilancia, sin tener ca- 
beza, ni pastor, ni razón, *ni justi- 
cia, yendo cada uno con su alma en sa 
palma. 

4.* Que podrían cansarse mucha 
corrupción y enfermedades por estar 
jnntos los pobres en estos albergues. 
Contestación. Que cesando las enfer- 
medades Bngidas que se hacian, y ocu- 
pados en c|l servicio de las armas ó en 
oficios \ vistiendo y alimentándose me- 
jor y con mas orden , y destinándose 
á los incurables á los hospitales ; y en 
fin separando los verdaderos pobres de 
los fingidos, sucedería el estremo con- 
trario de la objeción. 

5.* ¿Que por qué se ha de hacer lo 
que no se ha hecho hasta ahora? Que 
era una novedad, y que si siempre se 
habia pasado así el mundo con está 
inmemorial costumbre de mendigan- 
tes de todas maneras viviendo á su al- 
bedrio. Contestación, Responde des- 
preciando á sus autores como ridi- 
culos." •• 

6.^ Que en tiempos de bambre y 
estériles no se podía proseguir ésta 
costumbre. Contestación. Que reda- 
ciendo el número de pobres, y pi^hi- 
biendo pidan limosna los mendigantes 
fingidos , que roban la limosna á los 
verdaderos pobres , quedando estos so- 
los, y ocupados los vagabundos, no 
habría la escasez que se supone. ' 



HisT. DBLÁ Medic. cspAfiOLA.— Tomo 2.^ 



27 



210 



HISTORIA DE LA 



I 



Discurso 6.^ El emblema repre- 
senta an taller de bílar ceda. 

Qué lo que prudencia rige^ 
Por largo tiempo se queda. 
Muestra el gusano de seda. 

«De U forma qoe parece se podría 
tener en la efecucion para el fanda* 
mentó , eonserfacion y perpetuidad 
de los albergues j lo nemas necesario 
al amparo de los verdaderos pobres, 
j reformación de los vagabundos de 
estos reinos.» 

En este discurso trata de los me- 
dios j recursos de que pudiera ecbar« 
se mano para sostener estos estableci- 
mientos. Entre ellos aconseja i S.M. 
diese una real prscmática para que ca* 
da persona que entrase á las comedias, 
puesto aue estas eran acomodadas, pa- 
garan nos maravedís mas de entra- 
da, con aplicación á dichos estableci- 
mientos. 

Discurso 7.* Representa un ramí- 
líete de flores. 

Gran gusto da de un jardín 
El ramillete de flores y 
Compuesto de las mejores. 

Dies proposiciones y dies adverten- 
cias principales, dirigidas á S. M. 

Primera proposición. Que se de 
orden como los pobres vivan cristía' 
ñámente. 

2.* Que en cada lugar grande sé 
haga un albergue para ellos. 

3/ Que en tos lugares grandes 
liajra en cada albergue un admutistra- 
dar jr dos diputados. 

4 .* Que traigan los pobres un ro- 
sario al cuello , con una imagen de 
nuestra Señora de la Anunciación. 

5 •* Que no puedan andar íHigando 
losvobres sin licencia. 

o/ Que se ocupen ¡os hijos de es" 
tos ociosos. Que seria bien ocuparse 
los niños en oficios convenientes d la 
república. 

7.* Que se hagan hermandades 



en las parroquias de estos reinos para 
socorrer y curar los pobres vergoH* 
iantes de ellas. ' 

8.* Que se acomoden los mendi^ 
gantes reformados en oficios necesa^ 
ríos a la república. 

9.* Que en los lugares grandes se 
hagan casas de labor para castigo de 
las mugeres delincuentes. Que se es^ 
cusen en la república padres j' madres 
de mozas de sen^icio. 

10.* Que se elijan personas con 
las cuales se hagan juntas en casa del 
presidente del consejopara este efecto. 
Que se le dé a cada alguacil dos rea* 
les por cada í^agabundo que prendiere. 
El orden de petUr los peregrinos y es- 
trangeros. 

Primera advertencia. Que con la 
ejecución de esto, se aumenta y revi' 
vé la caridad. Que se dará la limosna 
con mas satisfacción viendo que sort 
los pobres legítimos • 

2.^ Que habrá quietud de hoy 
mas en las iglesias. 

3.* Que confiesen estos pobres 
dos veces al año por lo menos. 

4,* Que no se han de curar los 
pobres dentro de los albergues* 

5.* Que los pobres casados y CO' 
nocidos puedan vivir en sus casas, 
trayendo la señal de los demás. 

o.* Que los bienes de los pobres 
cuando mueren, queden en utilidad 
de la república. 

7.* Que los albergues han de te* 
ner por su cuenta una sida para incu* 
robles en los hospitales. 

8 •* Que no morirían sin sacramen* 
tos y de mal tratamiento jy se redw 
ciran d trabajar. 

9.* Que se ejecute todo ahora al 
principio con gran ligor ^ para que 
después venga a quedar en un medio 
razonable. 

10.* Que se funda en dos cosas 
el atajar que no haya tantos men" 
digantes. Que la ejecución de esto es 
mas fácil de lo que parece. Que por 
haberse de hacer por mano de gente 
poderosa, y no contra eUos, sera mas 



MEDiaNA ESPAlSOLA. 



211 



fácil la ejeeudon^ Qme soto se pre^ 
tende ejecución de lo dispuesto por las 
premátícas* Que si alguno tuwere 
duda, la proponga por escrito., jrsele 
responderá. 

Discurso 8.^ Representa uq iiatío 
en medio de una furiosa tempestad. 

* 

Si los vientos son contrarios. 
Es grande cordura y ciencia 
El amainar con paciencia* 

«Da algunas relaciones , aprebacio- 
nes , inslcncciones y cartas en conBr* 
macion y aprobación de los discursos 
para el negocio del amparo de los le- 
gítimos pobres 9 y reformación de los 
fingidos de estos reinos.» 

ñelacion d la magestad del Rey 
/)• Felipe nuestro señor , por eldoc-* 
tor Pérez Herrera j en que se escribe 
el fundamento y sitio ae la fabrica 
del albergue de esta villa de Madrid, 

Elste capitulo es interesantísimo: 
describe la to|M>grafía del hospicio que 
se iba á fabricar » que es el conocido 
boy dia en Madrid con el de Hospital 
General, 

«Está en un camino real ^ y de tan 
gran concurso , como es el que va á 
Ntra, Sra. de Atocha , casa de tanta 
devoción* Limpianle todos los ayres, 
sin que alguna cosa se lo pueda estor- 
bar. Este sitio tiene el Cierzo por la 
delantera, y el Mediodía por lasespal* 
das, que para la sanidad y conserva- 
ción de la salud de la gente que dur- 
miere y viviere dentro , es de mucha 
importancia : v puédese meter dentro 
el agua del pilar » que está en el mis- 
mo camino de Ntra. Sra., basta un 
buen pedaso de la casa , que se vaya 
por su pie, para que con el remanente 
del mismo pilar, que Vuestra Mages- 
tad es servido se arrime á la huerta 
del albergue, puedan limpiar las ofi- 
cinas del, y salir el agua á su acostum- 
brado camino , que es un arroyo que 
va al rio desta villa , y también desde 
que el sol sale, basta que se pone, 
le baña. 



«El sitio es alto y capas, oonforme 
la trasa , que es de la forma qne se 
verá luego. Tiene esta fábrica quatro- 
cientos pies quadrados^ que son mil y 
seyscientos de circny to : la iglesia está 
en medio , v tiene ochenta y quatro 
pies en qnadro, y el altar mayor en 
sitio y lugar qoe se oya missa de todas 
partes: la sacristía ha de estar debaxo 
del altar con luaes á los patios de la 
dicha casa , que son quatro casi qua- 
drados, y en cada uno de los de los po^ 
bres mendigantes dos chimeneas de 
campa&a muy capases, con sus poyos 
para sentarse á calentar las noches de 
invierno, y al rededor de los patios 
portales. Tiene assi mismo esta fabrica 
onse dormitorios, cada uno de veinti* 
cinco pies de ancho, y ciento y cin- 
cuenta r ocho de largo, los quales 
vienen a parar á la dicha iglesia, sien- 
do tres porcada parte de quatro della, 
y dos por la delantera, porque se quita 
uno para entrar á la iglesia , y esto se 
haze con intención de que de cada uno 
dellos , y de unos apartamientos que 
habrá, puedan oyr missa los pobres 
de cada dormitorio. T lo mismo hagan 
las mugeres de la reclusión de la casa 
del trabajo y labor , que las justicias 
de V. M. han de condenar de aqui 
adelante por los delitos que cometie- 
ren á ella , como dixe en el discurso 
quarto : la qual se haze y execula eú 
uno de los quatro patios dichos en lo 
mas bazo del, porque se manda este y 
otro su compañero al mismo lado por 
corredores para igualarlos con los otros 
dos de mano derecha por un des- 
nivel que tiene el silio^ y con esto 
se iguala. 

«En esta casa bssta ahora todos íos 
dormitorios y quartos son en bazo sino 
se doblaren algunos para lo que suce* 
diere con el tiempo , poniéndose y 
trasladándose el hospital general desta 
Filia en los dos patios de atrás, como 
diré adelapte, aunque son muy enzu- 
toSy por ser el sitio de suerte y altura 
que se sube á la casa desde la calle por 
grados, solo el aposento del Retor, 



212 



HISTORIA DE LA 



AdmioMtrador della , se fabrica en 
alto arrimado á la iglesia , para que 
por UD corredor que por la parte de 
adentro della^ ha de ayer por unas 
Tentanasqoe caygan á los dormitorios, 
pueda juzgar j visitarlos las noches, 
viendo lo que hazen con las luzes de 
las lámparas dellos, que han de estar 
encendidas toda la noche. Tendrá esta 
casa una huerta muy capaz, que jrrán 
sus lindes por el arroyo que passa al 
rio desde el segundo prado de S. Ge- 
rónimo, de la qual se podrá sacar al- 
guna buena renta para ayuda á la eos* 
ta de la lumbre de invierno para las 
chimeneas y luzes de las noches y re- 
paros de la casa, y gastos para el culto 
divino de la capilla» no teniendo otro 
gasto de consideración, no comiendo, 
ni cenando los pobres á cuenta de la 
casa, como se dixo en su lugar* 

«Es tan grande y capaz esta casa de 
sitio y fábrica, que al presente por ser 
muy costosa, no se podrá edificar toda 
de una vez, sino la mitad de la parte 
de la delantera para ezecutar luego el 
negocio de los pobres, y el de las va- 
gabundas: y espero en nuestro Señor 
que adelante en estando acabada en 

3uatro patios que tiene, se han de po- 
er acomodar estas obras heroycas en 
el uno de la mano derecha á la entra- 
da de la puerta principal los pobres 
mendigantes varones , con tres ó cua- 
tro dormitorios capaces para todos 
ellos: y en el otro patio , que está á la 
mano izquierda , que se entra por los 
corredores que dize, las mugeres po- 
bres mendigantes, y niños y niñas que 
han de assistir en ellas hasta edad de 
siete ú ocho años , con dos ó tres dor- 
mitorios suficientes para todas ellas. 
T en el patio de la puerta principal de 
la mano izquierda, que está debaxo 
deste quarto, mandándose por puerta 
particular, se han de encerrar las mu* 
geres vagabundas delinquentes de la 
casa del trabajo y labor , por averse 
fabricado con esta intención por con- 
sulta y mandado de V, M«, teniendo 
calabozos á propósito para las incorri- 



gibles: y las deraas^ oficinas y dormito- 
rios necessarios para su vivienda. Y en 
los otros dos patios á las espaldas desta 
casa, que confinan con estos, se podrá 
trasladar el hospital general desta 
Corte, porque al presente está en sitio 
muy estrecho y poco ayroso , y mas 
metido en la villa de lo que conviene 
para la salud della , solo con doblarse 
dos dormitorios de los que están vezi- 
nos de aquel patio , para que en ellos 
se acomoden los pobres , para que en 
los quátro dellos se curen los del dicho 
hospital general, y en el otro conva- 
lezcan y se recojan los enfermos para 
salir convalecidos, pudiendo estas quá- 
tro obras y ministerios mandarse por 
diferentes puertas , cada uno por la 
suya, y tener diferentes ministros su- 
bordinados todos al Rector, ó Admi- 
nistrador general de la casa. Y si por 
alguna razón y causa pareciere no 
convenir que el hospital general se 
acomode y trasladé en la parte dicha, 
que confio en nuestro Señor se hará, 
se podrá en su lugar fundar otra obra 
muy necesaria y piadosa , de que al 
presente carece esta Corte, y es muy 
conveniente la aya en lugar tan pppu* 
loso, que es una casa que se llame del 
rememo , y aprovacion de las mugeres 
convertidas, adonde las que han vivi- 
do viciosamente, y tocadas con la gra- 
cia y favor de nuestro Señor, y gana 
y desseo de hazer penitencia^ y emen- 
dar la vida, se quieren recoger en ella 
para de alli, ó darles estado de matri- 
monio, ó meterse monjas en la casa de 
la Madalena desta Corte, que se llama 
de las arrepentidas: y assi mismo sirva 
de refugio esta dicha casa , para que 
pueda acogerse á ella qualquiera mu- 
ger ordinaria que fuere cogida en al- 
guna flaqueza , y quisiere reduzirse á 
servir á nuestro Señor, Y ai el dicho 
hospital general se reduzere á estos 
quartos como está dicho, podria servir 
la casa en que al presente él está deste 
efecto, ó alguna parte de ella, por ser 
mucho el sitio, pudiéndose vender lo 
que sobrare para comprarles alguna 



MEDICINA ESPMOLA. 



213 



renta con qnt yivan^ y con lo qáe 
nuestro Señor socorra j ó podía esta 
obra tan importante bazerse en el otro 
adonde está la casa que sirve las qaa- 
resmas de predicarlas j recogerlas, 
qae es el bospital de los peregrinos 
antiguo desta Corte , en la calle qae 
llaman de los ciegos , etc. 

«T para que se vea la traza desta 
casa y albergue en su planta, montea, 

Ír perspectiva de los qaartos de la de- 
antera y Yglesia, me ba parecido po- 
nerla aqui, para que otras ciudades 
destos reinos se aprovecben de la traza 
della, y en las provincias de los estran- 
geros hagan lo propio, con el favor di- 
vino, con el tiempo, que aunque no 
sean las que edificaren tan costosas, 

Eor ser pocas las ciudades que pueden 
azer gastos grandes, alómenos imiten 
en lo mas que pudieren esta traza, por 
parecer que es acomodada para el in- 
tento que se lleva en este orden de 
recoger mendigantes i vida de concier- 
to 7 cbristiaoa.» 

' En seguida presenta el plano del 
bospital. Describe la solemnidad de su 
fuodacion, y otras circunstancias dig* 
ñas de saberse en estos tiempos, y de 
las cuales babrá poquísimos que de 
ellas tengan noticia. 
. «Comenzóse esta fábrica , ponién» 
dose la primera piedra en ella con la 
solemnidad que se dirá el dia de nues- 
tra Señora de Setiembre del año pas- 
sado de 1596, á las seis de la tarde, en 
la forma siguiente: 

«Hizose una procesión general^ eon 
lascruzesy pendones de las parrocbias 
desta villa, y muchos religioios de to» 
dos los conventos , y otra mucha so- 
lemnidad. Y salió del hospital de An- 
tón Martin, llevando la piedra qua- 
drada angular muy bien labrada en 
hombros algunos hermanos del dicho 
hospital, con una imagen de un niño 
Jesús encima de bulto, con mucho 
ornato, y muy ilustre y grande acom- 
pañamiento, y en particular el licen- 
ciado Rodrigo Vázquez Arce , presi- 
dente del Consejo, y el licenciado Va- 



lladares, de la cámara de V. M., y 
otros consejeros y alcaldes de Casa y 
Corte , y muchos caballeros de hábi- 
tos y gran calidad. Y llegando la pro- 
cesión á la primera esquina del alber- 
gue, á un sitio, donde estaba un altar 
muy adornado, el obispo de Avila Don 
Fray Juan de las Cuevas, de la orden 
de Santo Domingo, vestido de pontifi- 
cal, hizo las ceremonias y bendiciones 
3ue la santa Iglesia católica tiene or- 
enadas en el pontifical para este acto, 
de principio , y fundación en algún 
edificio y casa dedicada al culto divi- 
no , y asi se puso la piedra en el ci- 
miento, después de bendezida, en el 
bueco de otra grande que estava pues* 
ta á propósito para ello > ponienao en 
tres caxitas de plomo j que avia hecho 
hazer d este propósito, en la una mo- 
nedan de todo género de cobres , y 
quartillos , jr medios reales : y en la 
otra monedas de plata y oro di/eren^ 
tes: jr en la del medio una medalla de 
plata sobredorada, muy al natural de 
la efigie de V. M., y una cruz^ y una 
imagen de nuestra señora del miste- 
rio de la Anunciación y cuya devoción 
y advocación es esta casa: y en medio 
de la piedra se puso una lámina de 
plomo^ cubierta con otra , en la cual 
estaban vaziadas y relevadas las razo- 
nes de la siguiente página, para servi- 
cio de nuestro Señor , y memoria en 
^glos venideros, á imitación de lo que 
los passados antiguos han usado con 
nosotros en los fundamentos de obras 
insignes y grandiosas, quando les die- 
ron principio: porque si con el tiempo 
que todo lo consume y acaba, se des- 
cubrieren en las ruynas de los edificios 
tales cosas, se sepa y eche de ver la 
razón por qué se fundó el edificio, y 
para qué fin fué su principio , dando 
contento y gusto á los hombres el ver 
declaración de antigüedades , por la 
inclinación natural que tenemos todos 
a saber las cosas pasadas , sabiendo 
assi mismo en qué año , mes y dia se 
fundó esta obra, qué Rey y Señor la 
mandó hacer, y posseya entonces á 



214 



HISTORIA DE LA 






España, y otras curiotidades digoas 
de memoria. 

POSTERITATI. S. 

«AríPíUWTIATIOPíI DEIPARiE 
VIRGINIS MARriB HOC SA- 
CRUM, AD MENDICORÜIVI HOS- 
PITIÜM. ET AD VITiB IN ME- 
LIÜS INSTITÜTIONEM DIGA- 
TÜM EST. JÜSSÜ ET OPE PHU 
LIPPI H. HISPANIARUM REGÍS 
POTENTISSIMI, ATQÜE EJÜS 
FILII PHfLIPPI III. PRINCIPI9 
FELICISSIMI FAVORE: EX DE- 
CRETO AÜXILIOQÜE PR^CLA* 
RISSIMI VIRI ROPERICI VÁZ- 
QUEZ ARCE, SUMMI PRESIDÍS, 
ET ALIORUM A REGÍS CONSN 
LIO VIRORÜM CONSENSÜ. SO- 
LERTIA ET PRECIBÜS DOCTO- 
RISCHRISTOPHORI PÉREZ DE 
HERRERA SALMANTICENSIS, 
APUD TRIREMES HISPANIíE 
PROTHOMEDICI REGÍ I. AN- 
NO QÜARTO PONTIFICATÜS 
S. D. N. CLEMENTIS VIII. IN- 
CARNATIONIS VERO DOIVIINI 
NOSTRI JESU CHRISTI MILE^ 
SIMO QUINGENTÉSIMO NONA- 
GÉSIMO SEXTO DIE OCTAVO 
SEPTEMBRIS.» 

. Carta del Doctor Pérez de Herré* 
ra al Rey D* Felipe nuestro señor y 
acerca cíe la ocupación que podrían^ 
tener en oficios déla repúoUca alguna 
parte de los niños del seminario de 
Santa Isabel la Real. Madrid Ib. 

- aSeftor: La cosa masnecessaria que- 
parece puede a ver para el aumento / 
contervacioD de muchos ¿ienes espi- 
rituales y temporales eu estos rejrnos. 
de V.M., consiste, (como teogo dicho 
eo otra parte) en que todos se ocupen 
en ellos en diferentes oficios j minis- 
terios 9 assi de la república ^ como de. 
la guerra , siendo la ociosidad madro. 
y or¡fi[en de muchos vicios y pecados: ' 
para lo cual es muy á propsito hazer. 
gran fuersa en ocupar, los niños en« 



oficios meeánícos , y otros neeesarioi 
para la vida : pues criándose y acosi 
tombrándose á ello » jr teniéndolo por 
aa oficio y ganancia, lo continuarán 
adelante siempre, con que se escusará 
el andar tan vagabundos , y otros in* 
convenientes que dello resultan , pnes 
ja será dificultoso reduzir í traba|ar á 
todos los que han llegado acrecida 
edad con ociosa vida. T assi me ha pa« 
recido suplicar a S. M . se sirva man« 
dar se ocupen, exerciten y abiliten en 
ellos alguna parte de loi niftos que 
V. M.. con su piadoso y santo zelo, 
manda alimentar en el seminario de 
Santa Isabel la Real desta Corte , y 
que sea de manera que estos reinos 
abunden de las mercaderías que se 
traen de fuera dellos, ywe hinchan de 
oficiales de todos ministerios, man* 
dando V. M. siendo servido , que se 
derriben algunas casas de poco valor^ 
que están en la delantera del dicho 
seminario, y se haga y allane allí una 
gran plaza , fabricándose ¿ los lados 
ochenta tiendas, qua renta de cada 
parte , siendo este edificio de suerte 
fabricado, que no se estorve el passo y 
camino que va por delante la casa de 
Santa Isabel , salvándose con unos ar- 
cos desde la dicha casa, hasta el prin* 
oipio de la plaza: y las dichas tiendas 
y viviendas moderadas , se podrían 
ocupar con otros tantos oficiales natu- 
rales y estrangeros, que se hallarán 
con mucha facilidad, dándoseles de. 
valde , y haziéndoles V, M« alguna 
merced particular porque vivan en 
ellas; pues con esto, y con servirse ca- 
da uno de dos ó tres muchachos del 
dicho seminario, no manteniéndolos; 
acudiendo á sus horas al seminario á 
comer, cenar y dormir; y á continuar 
el aprender buenas costumbres > vi- 
viendo christianamente, el tiempoqoe 
tardaren en salir maestros de . los ofi- 
cios que apreodieren, que podrán aer 
muchos y de importancia, como es la* 
brary fabricar arcabuzes, mosquetes, 

Eistoletes, frascos y muchas cosas de 
ierro, azófar y peltre y otras meno** 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



215 



¿encías que se suelen traer de Flan*^ 
des^ pintar liensosjr mapas, baser esw 
feras y globos, reloxes j compases de 
diferentes formas, escritorios como los 
de Alemania, y bafetes y pejrnes, la- 
brar cosas de vidrio, hazer anteojos, j 
abrir sellos , y bazer estncbes con sus 
erramientas, j espejos, j diferentes 
mercaderías curiosas qne se traen de 
fuera del reyno , y necessarias para la 
vida humana : pudiéndose también 
texer en estas tiendas telillas , passa-» 
manos y otras cosas qne el mismo 
tiempo irá enseftando ^ pues teniendo 
tres ó quatro puertas principales á la 
calle de Atocha, con sus arcos y cade-* 
ñas, que por ellas se vea y descubra la 
fábrica del dicho seminario, lucirán y 
parecerán muj bien las tiendas y oñ^ 
cíales, y todo el reino acudirá á com- 
prar á ellas por junto las mercaderías 
que hubiere menester para sus tratos: 
pudtendo salir de allí dentro de pocos 
afkos oficiales que enseñen á otros , y 
que assi mismo hinchan y ocupen las 
tiendas que Y. M. tiene fabricadas 
junto á su Real palacio, y en la calle 
Nueva, donde ay muchas del las, pues 
es justo que la Corte de V. M., como 
del major rey del mundo, esté ador- 
nada por muchas maneras de todas las 
cosas necesarias, usadas y frequentadas 
por todos estos reynos de Espafia,- 
pareciendo en el trato otro Amberes. 
icPues con esto tomando exemplo 
algunas ciudades, y en particular la 
de Sevilla , Valladolid , Granada, Za- 
ragoza, Valencia, Barcelona y Lisboa, 
y otras de consideración, harán lo pro- 
pió, y se enriquecerán estos reynos, 
como está dicho, sin tener precisa ne- 
cesidad de otros , y se escusarán mu-» 
chos inconvenientes y daños, qué ay, 
como tengo apuntado en mis discursos^ 
á que ayudara mucho la fábrica de los 
tapizes, que V. M. ha sido servido 
mandar se hagan alli cerca en otra 
casa: y Y. M. se sirve se comience ya 
el exercicio della con los mismos mu- 
chachos, y con la ocupación de dife- 
rentes labores^ y otros oficios caseros 



de las niñas del mismo aemi na rio, que 
están á cargo de la madre Madalena 
de San Gerónimo, persona muy vir- 
tuosa y zelosa de servicio de nuestro 
Señor, y de V. M., que las dotrina 
con particular cuydado. Y con la casa 
del trabajo y labor para ocupación y 
castigo de las vagabundas , y con el 
albergue y examen de los mendigan- 
tes y reformación de los que fingida-* 
mente piden limosna , padiendo tra- 
bajar, por tener salud y edad para 
ello, ocupándose en diferentes minis- 
terios y oficios , espero en Dios verá 
Y» M. y lo gozará largos años, hechas 
muchas cosas de importancia para ser« 
vicio de nuestro Señor , y de Y. M., 
y bien y aprovechamiento deslos rey* 
nos.» 

Memorial que los caballeros pro-- 
éuradores de cortes de estos reinos 
dieron al Rey nuestro señor , supli" 
candóle ponga en ejecución estos dis^^ 
cursos. Macirid Ib. 

«Señor: El reynodizeque conside- 
rando quan necesaria es la caridad, 

1>ues ella vivifica, y da fuerzas á todas 
as virtudes , y con ella , y por ella se 
exercitsn las obras de misericordia, 
de que tan en particular hemos de dar 
cuenta á Dios nuestro Señor, como por 
su Evangelio nos enseña ) y la ocasión 
que dan los mendigos de que esta di- 
vina virtud se resirie en nuestros co« 
razones, que con fingida pobreza , y 
enfermedades y llagas no verdaderas, 
sino procuradas, toman por oficio el 
de los qué son verdaderamente pobres; 
y como los unos y los otros atendiendo 
a solo su interés , no tienen cuydado 
de guardar los mandamientos de la 
Iglesia, ni tampoco ay quien lo tenga 
de si los guardan ó no , viven como si 
nohuvieran nacido en el gremio della^ 
y casi todos mueren como si no fueran 
sus hijos, sin médico ni medicinaa, sin 
confesión ni Sacramentos^ sin que na-* 
die sepa ni crea si se mueren: y en tai 
forma viven y mueren los verdadero^ 
y los fingidos pobres, que se deve sen^ 
tir mucho, y á obligar á procurar su 



216 



HISTORIA DE LA 



remedio: por lo qaal eo diversas core- 
tes se ha suplicado i Y. M. para que 
dairdo forma que á los necesitados se 
les socorra con caridad , j para que 
sea con seguridad de que lo son , se 
procure cómo se conozcan ^ y que 
también aja quien les dé el manteni- 
miento espiritual ^ como el corporal, 
del qual están tan necesitados. Y aun- 
que con el sumo cuydado^ que de to- 
das las obras de piedad , y buen go- 
bierno ha avido^ assi en V. M.- como 
en los Rejes de gloriosa memoria sus 
predecessores ,- se han hecho leyes ea 
esta razón, y se han querido ezecutar, 
se ha hallado alguna díBcultad, porque 
se manda por ellas^ que ninguno pida 
en lugares fuera de su natural, dándo- 
les seys leguas de distrito \ que tiene 
grandes inconvenientes , porque las 
tierras que son pobres, tienen muchos 
naturales que mendigan, y pocos ó 
ningunos que los puedan socorrer: 
demás de que á los que vienen á tan 
trabajoso estado, se les haze vergüenza 
pedir donde los conocen : particular* 
mente si le han tenido mas próspero» 
y sus deudos se afrentan, y dellos y de 
los estraños reciben mas vezes repren- 
sión, que consuelo y limosna, sin otros 
inconvenientes, que assi en esta, como 
en las demás parece que ay: y estando 
con gran cuydado, conociendo los mu- 
chos daños, y no viendo los remedios, 
se alentó mucho el reyno, viendo los 
discursos del Docto r Christoval Pérez 
de Herrera , por parecer le que con 
ellos se averigua la verdad de los que 
son pobres, y se remedia que vivan y 
mueran bien , y que su execucion es 
fácil, no siendo violenta, y siendo he- 
cha por muchas manos, y ¿ un mismo 
tiempo en todo el reyno, y puesta en 
execucion por personas de caridad y 
de autoridad, con poca costa, sin obli- 
garles á que no pidan, ni que vayan á 
hazerlo en partes que sea contra su 
voluntad. Y aviándose divulgado por 
las ciudades destos reynos, ha sido en 
general y en particular aprovado,y 
bien recebido, y querrían ver su exe-« 



cucion y efectos. Y desseando el reyno 
lo mismo, ha dilatado elimportunar 
á y. M., sabiendo que su piadosissimo 
y católico zelo tiene muy prevenidas 
todas las cosas que son tan de servicio 
de nuestro Señor. Mas considerando 
aora , que el averse tratado deste ne- 
gocio y de sus inconvenientes, y la 
publicidad de las cosas que por los po« 
bres fingidos se han usado, ha causado 
que se resfrie la caridad con ellos y 
con los verdaderos, y que no se avien- 
do remediado los daños que avia , se 
aya seguido este : y que se podría re- 
mediar lo uno y lo otro , con que 
y. M. fuesse servido de mandar, que 
con brevedad se tomase resolución en 
esta materia , que al parecer sus for- 
mas son fáciles de execular, y snaves 
de llevar, sin tener (á lo que ahora se 
conoce) inconvenientes : suplica hu- 
mildemente á y. M* sea servido de 
mandarlo poner en execucion. «ePor 
acuerdo del reyno, Pedro de Contre- 
ras, y D. Juan de Inestrosa, sus secre- 
tarios. Fué este memorial dado á S.M. 
en las Cortes, en el año de' mil y qui- 
nientos y noventa y seys.» 

Aprohaciones destos discursos y 
conceptos, por muchos Teóloeos in^ 
signes jr predicadores que residen en 
esta corte , y de los catedráticos de 
propiedad de las universidades destos 
reynos. Madrid Ib. 

«Las personas que aqui firmamos 
nuestros nombres, dezimos , que ha- 
biendo visto estos discursos del Doc" 
tor Christoval Pérez de Herrera , de 
la materia del amparo de los verdade- 
ros pobres, y reducción de los vaga- 
bundos, nos ha parecido ser cosa muy 
justa el executarse todo ello con bre- 
vedad; por ser muy llegado á la ley 
natnral, y. fundado en sacra Teología 
y derecho divino y humanó, y en la 
Economía , Etbica y Política, que los 
pobres sean amparados, y vivan y 
mueran como christianos, y se distin - 
gan de los vagabundos que se mezclan 
entre ellos á hurtarles la limosna. Y 
por ser este nuestro parecer, lo firma- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



217 



mos de nuestros nooibres. En Madri4 
« 1.^ de majo^ de 1595 años. Fray 
Diego de Tepes , confesor de S. M •, 
de la orden de San Gerónimo. Fray 
Pedro Fernandez^ confesor del prín- 
cipe nuestro Se&or. Fray Jnan Gn- 
tierresy predicador de S. M., de la or- 
den de Santo Domingo. El licenciado 
D. Alonso Coloma, canónigo de la 
.doctoral de Sevilla; y el padre Fray 
Juan de Castroverde , predicador de 
S. M. El doctor Castillo, canónigo de 
la doctoral de Cuenca. Fray Sebas- 
tian de Bricianos , de la orden de San 
Francisco. El maestro Fray Jnan de 
Castaftizas, de la orden de San Benito. 
Fray Sebastian de Villosiada , de la 
misma orden. El padre Dionisio Gui- 
llen, de la compañía de Jesús. El pa- 
dre Sebastian Fernandez, de la com- 
pañía de Jesús. El padre Juan del 
Águila , de la compañía de Jesús. El 
padre Fray Francisco de Mena, gene- 
ral que es de la orden de los Mínimos. 
Y el padre Fray Juan Ponce de León, 
de la misma orden. T otros predica- 
dores de las órdenes de San Agustín y 
el Carmen , y de San Francisco de 
Paula, y muchas otras personas de 

Erandes letras y partes lo han apro- 
ado; y en particular todos los cate- 
dráticos de propiedad de Teología, 
Cánones y Leyes de las universidades 
•de Salamanca, Valladolid y Alcalá» á 
quales les ha agradado mucho ^ como 
parece por los originales: y fuera des- 
to, á muchos hombres doctos y de en- 
tendimiento destos reynos, assi de los 
consejos de V. M. en esta corte, como 
de las chancillerias dellos, procurando 
yo con particular coydado y diligen- 
cia al principio que comencé á escrivir 
el primer discurso, comunicar mis 
conceptos y pensamientos con muchos 
varones de gran christiaodad y letras, 
por yr muy enterado en que mi in- 
tento era acertado para proseguir y 
llevarlo adelante con muchas veras, 
como con el favor de Dios lo he hecho. 



y sino lo fuera, dexar este camino de 
amparar pobres, y reduzir fingidos 
mendigantes , y buscar el qué fuesse 
mas en servicio de nuestro Señor, de 
y. M. y bien común destos reynos, y 
descanso para los mismos pobres.» 

Instrucción que por orden de 5. M. 
embió su presidente j' consejo d cm- 
cuenta ciudades y villas destos rey^^ 
nos, en lo acaldado sobre este parti- 
cular. 

Se mandan llevar á efecto las me- 
didas propuestas por el doctor Pérez 
de Herrera, en sus discursos á S. M. 

Carta de Alonso de Barros, criado 
del Rey nuestro Señor, epilogando y 
aprobando los discursos del Doctor 
Óhristóval Pérez de Herrera, de la 
reducción y amparo de los pobres 
mendigantes del reyno* 

Esta carta se reduce á las siguientes 
proposiciones, que el autor comenta 
estensa mente. 

1.* Las mercedes que Dios ha 
hecho a los hombres. 

2.^ La paga que quiere Dios por 
¡os beneficios que nos ha hechoyhcuse. 

3.* Embustes y ficciones de los 

pobres, 

4 .■ Que el intento del autor, no es 
quitar pobres^ simo mejorarles su ma- 
ñera de vivir. 

5.* Que negándose la limosna a 
los que fingen ser pobres , buscaran 
otra manera de vivir. 

6.* Que se confesaran d sus tiem- 
pos los pobres , / se evitarán muchos 

pecados. 

7." Que de estos pobres saldrán 
de hoy mas oficiales para la república. 

8.* Que se descubrirán muchos 
embustes y engaños de esta gente, 
con el orden que se da para su re- 
medio, 

9.* Que estando encerradas las 
uagabundas, se enmendarán mucho 
sus costumbres, 

10.* Que merece el autor ser pre- 
miado (aunque no lleve ese intento) 



HlST. DE LA MeMC ESPAftOLA.— T^^^ 2/ 



28 



218 



HISTORIA DE LA 



por haber trabyado tanto en este ne* 
gocio de los pobres. 

11.* Que la esperanza del premio 
facilita el trabajo. 

Discurso 9.* BepreienU á S. Mi- 
guel j al «tiablo en forma de dragón, 
puesto á sus pies. 

Para castigo de malos 
Se movió guerra en el deloj 
Y se aprooó la del suelo. 

Al Rey D. Felipe nuestro Señor, 
del exercicio y amparo de la milicia 
destos rejmos jjpor el Doctor Chisto • 
val Pérez de Herrera, al poderosissi- 
mo principe de lasEspañasjr delnuevo 
mundo D. Felipe nuestro Señor ^ su" 
pilcando a 5« jí. mnpare este discurso 
con S. M. Madrid Ib. 

DiTide este discurso en ocho pontos 
principales, á saber: 

1.^ Del ejercicio y amparo de la 
milicia destos rejmos. 

Prueba que es mojr justo que los 
soldados que pierden so salud por su 
ftj, sean favorecidos j protegióos por 
¿I. Dice asi: «conreniente es que de la 
mano real y liberalisiroa de V. M. 
salga el remedio de otros verdaderos 
pobres, que por ser de los mas honra* 
dos que hay en el mundo^ es santa co- 
sa j mor justa que no queden sin re- 
medio. Estos son , señor, los soldados 
3ue profesando la milicia jr defendién- 
oñps con valor y virtud sirviendo á 
V. M., pusieron y ponen de ordinario 
i riesgo sus vidas , y de ellos los que 
quedaron con ellas estáoí de suerte 
qué por las heridas que en sus cuerpos 
recibieron y trabajos qne han padeci- 
do, ios vemos estropeados e inútiles ó 
tan cargados de la edad , que por no 
estar para servir obliga á dsrles el re- 
medio que merecen sus obras. Asi, 
pues , este asunto merece llevarse al 
consejo de estado para que se trate de 
su remedio.» 

2.^ Del ejercicio de la milicia. 

Propone el autor el que se estrage- 
ran de los seminarios y hospicios ai- 



£na parle de los ni6os tfoe pasaran 
catorce afios, y que se destinasen ¿ 
Us oficinas de guerra, como armerías, 
arsenal es, fábricas de armas, etc. Acon« 
aeja también i S. M. que en todas las 
ciudades, villas y lugares de España se 
establecieran ejercicios gimnásticos 
militares tanto de á pie como de á ca- 
ballo dándoles armas de las armerías 
que habia en el Alcázar de Segovia, 
Toledo, Mota de Medina del G^impo^ 
Burgos, Murcia^ Granada y Sevilla. 

3.® Del amparo de la milicia. 

Propone á S. M« el que se estable^ 
ciese en la corte una congregación de 
caballeros de caridad , calidad y ha* 
cienda, y soldados viejos hasta el nú- 
mero de ocho, para que sin salario ni 
estipendio alguno se encargasen del 
cuidado y protección de los militares: 

Jue de esta congregación se eligieaen 
os diputados y un protector general 
con poderes para presentarse á S. M. 
y su consejo, en demanda de los dere*- 
chos que á los militares competiese y 
de las pagas que se les adeudase. Que 
esta congregación tuviera á cargo suyo 
el correr todas las diligencias que ha« 
hieran de practicarse en la corte, rela- 
tivas á asuntos y solicitudes de los mi^ 
litares ; pero que estos no pudiesen ir 
á la corte sin licencia esnresa de S« M.^ 
porque habia acreditado la esperien* 
cia, que la mayor parte de Jos que 
iban, pendian mucho de su crédito y 
valor, por estar largo tiempo ociosos. 

4.^ De la trahaiosa "moav gran^ 
des merecimientos de los soldados. 

El autor refiere largamente los tra- 
bajos qu^ pasan los soldados en la 
guerra ; añadiendo que tenia de ello 
la esperiencia por haber estado entre 
ellos por espacio de doce años. Llama 
la atención de S. M., haciéndole ver 
que sobre ser la clase de la sociedad 
mas subordinada y mas beneméri- 
ta, no habia otra cuyas faltas fuesen 
castigadas con mas severidad , que á 
veces ra vaha en crueldad j y mas que 
el derecho común de gentes permitia. 
Mas adelante dice i 5. M. ^T pues 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



219 



/ 



hay tentof pMmiot para loaecléaiáali* 
coa y Unías dignidades , j tantoa €(H 
legiof, y Untas prerogatiras | j UbUs 
plasas j oficios de }arisdiccion» y Ud^ 
tos salarios jr premios.. .. Umbieo sterá 
maj justo que para la gente de guerra 
baja algan descanso y premio^ asi 
para los qme en este ejercicio ban en- 
fermado, como para los que están ioó- 
tiles por estar sin brazos ó piernas^ co- 
mo para aquellos á quienes U Tejes 
tiene imposibiliudos para servir. Asi 
estos vasallos deben ser premiados li- 
beral mente para el que quisiere la 
guerra , procure pasar adelante con 
ella^ confiado que si la suerte le fuere 
contraria^ esté cierto que st saliere es^ 
tropeado ó inútil de entre los peUgros 
en que TÍve^ ó la edad le pusiere en la 
necesidad de no poder servir ni sus- 
tentarse por aquel oficio^ que es el ca- 
mino que siguió , será socorrido con 
casa, camajr vestido ; y si es hijodaU 
go tendrá renta con que pueda passr 
su vida y morir en quietud y sosiego» 
7 los unos y los otros tendrán insignias 
honrosas por sus servicios.» 

5.^ El orden del amparo, y re* 
compensa de los soldados ordinarios. 

Propone á S. M • el que á cada sol- 
dado que hubiera quedado por inútil» 
sea la recompensa 12,000 mararédis 
á cada uno para vestirse , casa y cama 
en que duerma , y curarle sus enfer* 
medsdes en el esUblecimíento ó en^ 
fermeria que para ello baya* 

Habla del régimen interior que de- 
biera guardarse en estos estableci- 
mientos de inútiles» á los cuales deno- 
mina casas del amparo- de la miU" 
cia (1). 

Propone Umbieo á S. M. para este 
edificio, el seminario de Saota Isabel' 
de Madrid, con la condición de que 
los soldados que á ellos fuesen» permi- 



(1 ) ¡Cuánto mas filosófica y mas espre- 
siva ti esta deaomÍDacion qoe la de caarlé* 
les de ¡ó válidos , «oo qae ahora se cenocsn 
estos «fttabJecíniieotos! 



tiéndoio su estado» se encargasen tdé 
adoctrioar y amaestrar á muchos n¡5os 
del dicho seminario en los ejercicios 
miiiUres» imponiéndolos en jugar ar- 
mas de todo género, tirar con arcabu« 
ees al blanco» y otros á plantar» apun^ 
Ur y disparar artillería» en hacer mi- 
nas y contraminas» escalar murallas» 
á formar escuadrones» abrir trinche- 
ras y otros oficios miliUres ; y seria 
cosa mucho notable ver en esta corte 
tres casas tan famosas y otras tan in- 
signes» dignas de los felicísimos tiem- 
pos de y. M. » la una de soldados y 
gente de mar» que descansan de sos 
trabajos; otra de los que empezaran "i 
seguir erta profesión*, y láotra el al- 
bergue general de los pobres.» 

6.^ Z)e las remuneraciones y amr 
paro de los capitanes, alféreces y sar^ 
gentos, y otros soldados, hidalgos, y 
de caliaad. 

Propone á S. M. cieq premios apua* 
les como remuneraciones de tres espe- 
cies mayores» medianas y pequeñas: 
la primera^ destinada á los capitanes» 
de 120,000 maravedís: la segunda» á 
á los alféreces de 80^000 , y la terce- 
ra» de 40»000. También propuso, á 
S. M. el retiro para los que sirvieran 
treinta y cinco años de buenos servi- 
cioS) y que laü insignias del retiro f^e• 
sen en los soldados cintas de seda.» y 
en los oficiales cintas con flecos de oro» 
porque honrados de este modo», se 
animarian muchos á seguir la carrera 
militar. Ultimarñeote aconsejó á S. AL 
espidiese una real orden contra la aba- 
desa del monasterio de las Huelgas de 
Burgos^ para que proveyese esclusíya- 
mente en los militares retiicados las 
trece plazas de comendadores que es- 
tableció con este objeto el Rey Don 
Alonso el noveno » lo cual no babia 
cumplido ni cumplía la dicha abadesa. 
7.°' Que todas las personas que 
sirven en la guerra en general, es muy 
justo sean premiadas. 

Propone á S. M . que los generales 
de mar y tierra debian ser premiados 
con encomiendas» hábitos y cruces de 



^tm 



220 



HISTORIA DE LA 



U major distinción: 7 que los cape* 
llanes de regimientos sean colocados 
en canongias j otras prebendas. 

8.^ Cómo se podrá saear renta 
bastante para el sustento jr remune"- 
ración ¿le esta casa , y gastos de la 
congregación que se podna fundar en 
esta corte. 

Propone á S. M. los recursos de qoe 

fmdiera echarse mano para mantener 
as casas del amparo de la milicia. 

1.* Qae se se&alen la cuarta ó 
quinta parte de lo corrido de las va- 
cantes de las encomiendas, 7 la veinte* 
na de todas las que se proveyeran en 
lo sucesif o. 

2/ Pedir á Su Santidad , puesto 
que era la persona representante de 
Jesucristo, quien tanto nos dejó redo- 
mondados los pobres, cediera la parte 
que le tocaba de las vacantes de los 
arzobispos j obispos que morian . 

3.* Que S. M. fuese el primero 
en imitar con su ejemplo, cediendo 
la octava ó décima parte de sus pen- 
siones sobre los arzobispados y ob¡s« 
pados. 

4.* Que los bienes que dejó el 
Cardenal de Toledo , y que el presi- 
dente del consejo D. Rodrigo Vázquez 
de Arce y los demás testamentarios 
repartían entre sus criados y deudos, 
dándoles rentas y juros de la misma 
hacienda, se destinaren a estas casas 
del amparo. 

5.* Que cada caballero que fuese 
agraciado con el hábito de ana orden 
militar, paguase cincuenta ducados, 
destinados al mismo objeto. 

6.* Que los vireyes, capitanes ge- 
nerales, coroneles y sargentos mayo- 



res, al recibir sus reales despachos, 
dejasen por lo menos la cuarta parte 
de su salario al mes ; porqué estos 00 
hadan mas que obrar para si mismos. 

7.* Que S. M. cediera la parte 
que le correspondía por las aprehen- 
siones de fraudes. 

Tal es el contenido de esta inesti- 
mable obra, la cual demuestra eviden* 
tómente el filantrópico corazón de 
nuestro médico, y al propio tiempo la 
influencia tan poderosa que tenia con 
el monarca. Este, invitado por sus con- 
sejos» como acaban de ver mis lectores, 
dio de una sola vez para la casa del am- 
paro de la milicia , veinticuatro mil 
ducados, mandando al mismo tiempo 
por órdenes muy terminantes se pu- 
siesen en práctica todos los medios que 
proponía su médico. De modo que de 
esta época datan el hospicio de Ma- 
drid, fas casas de galeras, los presidios 
correccionales, los cuarteles de inváli- 
dos, los retiros de los militares, y otros 
muchos institutos de beneficencia. 

Proverbios morales y consejos cris- 
tianos muy provechosos para concier» 
to y espejo de uida, adornados con lu'> 
garesy textos de las dixnnas y huma^ 
ñas letras j y enigmas filosóficos , na^- 
turóles y morales , con sus comentos, 
adornadas con trece emblemas y sus 
estampas muy curiosas mropiadas d 
sus asuntos. Su autor el Óoctor Cris" 
tóval Pérez de Herrera , médico de 
S. M. Madrid 1612. 

Al principio de esta obra se hallan 
un gran número de composiciones de 
los poetas mas distinguidos del siglo 
XVn. De estaa copiare únicamente 
tres, y son las siguientes: 



Al rey nuestro señor D. Felipe III , el doctor Cristóbal Pérez de Herrera, 

médico de S. M. 

Sangre del que con águilas romanas, 
Y arrogantes castillos , y leones 
Enmudeció los triunfos, y blasones 
De las sobervias lunas otomanas: 

Tú que á emular sus obras soberanas. 
Aun en tan tiernos años te dispones. 



t^ 



MEDICINA ESPMOLA. 

Para que tiemblen todas las naciones 
Las armas, y banderas castellanas: 

Oye del sabio Herrera el graue canto. 
En que aconseja a tu niñez tu zelo. 
Tributo de su ineénio, jr raro /ruto. 
. Pues con ser el ingenio Ubre tanto, 

§ue no debe tributo sino al cielo^ 
e ofrece el suyo patrias , j tributo. 

Al priocipe nuestro señor D. Alonso de Salas Barbadillo. 

Jo que al segundo^ al sabio, al mas prudente 
PUlipo, padre tuyo, en causas tales 
{A la espada, y la pluma haciendo iguales) 
Aunque indigpo, serví dichosamente» 

Yo que del bien común con zelo ardiente 
Postré desvelos a tus plantas reales. 
Que consiguiendo efectos inmortales, 
Mindieron fruto generosamente. 

Yo, pues, o rey augusto^ ó gran monarca. 
Humilde ofrezco á tu retrato vivo 
Dulces enigmas, breves desengaños. 

Y hoy casi d Iqs umbrales de la parca 
Sirven en ti al abuelo, al hijo altivo. 
Las jra postrimerías de mis años. 



221 



• Lector amigo , la Fama 
Soy, que la regum Etérea 
Penetro con leves plumas. 
Admiro con varias lenguas. 
Mi monstruoso cuerpo alado. 
Ni te espente, ni le temas, 

g|ii6 Argos tuvo tantos ojosj 
orno yo formas diversas. 
Y si, eres de ánimo altivo^ 
No me juzgaras por fea. 
Que muchos la %ida amable 
Por mi animosos desprecian. 
Por mi muriendo alcanzaron 
AlgunQS memoria eterna^ 
No por lascivos amantes 
Heridos de blandas flechas. 
No de afectados Narcisos 
Entre (dgodonesjr sedas. 
De Pirros si, de Palantes, 
Fabios ^ Héctores y Cevolas. 
Yo, pues, ó lector curioso, 

Sue del orbe pregonera, 
jn varias lenguas discurro 
Tantos mares j tantas tierras. 
Te presento este volumen. 



Este libro, en quien de Atenas 
Verás la culta doctrina. 
La doctísima academia. 
En el de los héroes siete. 
Que ennoblecieron á Grecia, 
Él crisol de sus ingenios. 
El oro de sus sentencias. 
Verás matizadas flores 
De la copia de Amaltea, 
Que cifran un templo hermoso 
En distancia tan pequeña. 
Un ameno paraíso. 
Que entre blancas hojas bellas 
Produce el sabroso fruto , 
Que de la muerte preserva. 
De moral filosofia 
Tendrás una quinta esencia^ 
Salud y vida del alma, 

gue con los vicios enferma, 
n consejero avisado,' 
Un amigo con llaneza, 
EstCj por quien te corrijas. 
Aquel, por quien te suspendas, 
Y al fin por que tanto adorna 
La variedad j" hermosea, 



222 



HISTORIA D£ LA 



Como en nuestra madre vemos 
La sabia naturaleza. 
En este libro su autor 
Tanto agradarte desea. 
Ya grave orador cristiano, 

Y ya ingenioso poeta. 
Con agudeza estremada, 

Y lacónica elocuencia, 
Doctamente persuade , 

Y dulcemente aconseja. 
Ya con sutiles enismas 

Te entretiene, si las veras ' 

Quieres dejar de Catón, 

De Herdclito las endechas. 

Que no son de Esfinee, no y 

Las intrincadas emblemas, 

iVt que por castigo den, 

Como d Homero, muerte fiera. 

Porque de sus laberintos. 

De sus nudos ó sus pruebas. 

De dificultades tantas. 

Cuando nunca las entiendas. 

La pena es ver el comento. 

Que tantas cosas enseña. 

Tantos secretos descubre. 

Que acierta mas quien mas yerra^ 

De esta, pues, obra divina, * 

Di?idle esta obra en tres libros de 
proverbios morales y dos de enigmas 
filosóficos. 

Son tan interesantes los proverbios 
morales, tan instructivos y táñelo- 
cuentes, que no puedo resistir al de- 
seo de darlos i conocer á mis lectores; 
tanto mas por ser ya sumamente ra- 
ros , pues en tantos años que me en- 
tretengo en busca de nuestros libros» 
no he podido ver otro ejemplar mas 
que el que poseo. 

Todo es mudable en el mundo, 

Y vanidad sin cimiento. 
Y no es cumplido contento 

Tener en él mucha sobra. 
Ni hay perfección en la obra. 

Donde falta la humildad. 
Ni camino de verdad 

Puede haber que no sea estrecho. 
NI es prudencia, por despecho. 

Hacerse mal á si mismo. 



De esta maravilla nueva j 
¿Cómo (o lectorj no preguntas 
Quién el artífice seaf 
¿Pero que digo? ella misma^ 
Si ya saberlo deseas j 
Publica d voces por dueño 
jilvfTidente y sabio Herrera. 
O dichosa y grave pluma. 
Tú que con grandiosa alteza 
A tantos libros has dado 
Alas con que al sol se atrevan. 
Sin miedo qué al Océano, 
De negras ondas leteas 
Dar puedan leatos nuevos. 
Fiados de blanda cera, 
Venere el mundo tu nombre ^ 
Hónrese España en tu ciencia ^ 
Premie el cielo tus trabajos j 
Pague Filipo tus letras. 
Del hijo augusto, d quien rindes 
Por tributo tales prendas. 
La gracia te dé favores. 
Las mercedes te engrandezcan* 
Que yo incansable , entretanto 
Que tú digno premio llevas, 
fiaré notoria tu /ama 
Aun en la mas alta esfera. 

Ni es poco infernal abismo 

El pecho del embidioso. 
Ni hay hombre tan sin reposo. 

Como el de mnoha codicia. 
Ni administrará justicia 

El que mira el interés. 
Ni hay quien no juzgue al revés. 

Si esta muy apasionado. 
Ni mas infelice estado. 

Que estar asido de un necio. 
Ni de si mayor desprecio 

Que bajarse & hacer vilezas. 
Ni son loables proezas 

Hacer mal á miserables. 
Ni hay riquezas mas instables 

Que las que el Tahúr posee. 
Ni hay bien que tanto recree 

Como la quietud del alma. 
Ni conseguirá la palma 

El que no perseverare. 
Ni acertará el que pensare 

Que el tiempo suyo no vuela. 
Ni que el secreto revela. 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



223 



Con algoien ferjt cabido. 
Ni el que fuere comedido 

Dejará de ser amado. 
Ni acertará el que ha pensado 

Qoe haj coea qae do se sepa. 
Ni hay logar adonde quepa 

El necio favorecido. 
Ni mas condenable olvido 

Que el del qoe vive en pecado. 
Ni es poco dichoso estado 

El del matrimonio á gusto. 
Ni entretenimiento justo. 

Donde otro recibe omI. 
Ni tendremos por leal 

Al qoe en la fe poco dora. 
Ni por de poca cordura 

Al qoe en la cueta ha caido. 
Ni se hallará arrepentido^ 

Quien compuso diferencias. 
Ni hay tan seguras sentencias^ 

Gomo no esperar alguna. 
Ni hombre que de fortuna 

No haya algún golpe probado. 
Ni ediBcio tan fundado. 

Que no se pueda caer. 
Ni hay mas cierto merecer 

Que el de las persecuciones. 
Ni perder las ocasiones 

Puede ser cosa acertada. 
Ni hay fortuna mas predada, 

Que la que se alcanza tarde. 
Ni da indicio de cobarde 

ün honrado sufrimiento. 
Ni es jamás seguro asiento 

Tomar el mejor lugar. 
Ni ne podrá conservar 

El necio en sublime estado. 
Ni se llame desdichado 

El pobre, si tiene ciencia. 
Ni hay mas inquieta conciencia. 

Que la del murmurador. 
Ni obra de tanto primor. 

Que no la censure alguno. 
Ni tengas por importuno 

Al que pide cosas fustas. 
Ni al vicio de que mas gustas 

Dejes adquirir costumbre. 
Ni es loable mansedumbre 

Sufrir ofensas de Dios. 
Ni por honraros á vos 

Queráis á otro afrentado. 



Ni perderá el ser honrado 

El qoe de honrar se preciare. 
Ni es licito al que abogare 

Alegar por ambas partes. 
Ni en usar de muchas artes 

Está fondado el saber. 
Ni hay perfecto merecer 

Donde falta caridad. 
Ni es probana» de bondad 

Dar crédito fácilmente. 
Ni da indicio de prudente 

Quien habla muy confiado. 
Ni el que gasta de fiado. 

Podrá vivir con concierto. 
Ni aun del enemigo muerto 

Es licita la venganza. 
Ni es indecente mudanza 

Mejorar de presupuesto. 
Ni ocupará honrado puesto 

El que fuere descuidado. 
Ni hay mas venturoso estado, 

Qoe á nadie haber meneater. 
Ni cosa de mas placer 

Que los virtuosos hijos. 
Ni enemigos mas prolijos 

Que los que aprietan les fien. 
Ni hay hombres que assi confien 

Como necios porfiados. 
Ni beneficios logrados 

Hechos á persona ingrata. 
Ni hay cosa que sea barata. 

Si se compra con pecar. 
Ni el cuidado es de estimar. 

Que nace de vanidades. 
Ni los que apuran verdades 

Suelen ser bien recibidos. 
Ni he visto hombres mal sufridos 

Que no les corra desdicha. 
Ni puede llamarse dicha 

La del rico miserable* 
Ni hay quien atrevido hable, 

Que no se arrepienta luego. 
Ni amigo de ocio y de juego. 

Que no acabe con pobreza. 
Ni dar mucho de cabeza 

Suele ser caso bien hecho. 
Ni hacer justicia y derecho. 

Merece poca alabanza. 
Ni habrá tan recta balanza. 

Que algún tiempo no se tuerza. 
Ni acierta quien hace fuerza 



224 



HISTORIA DE LA 



En conoícerse á si mismo. 
Ni hay tan firme silogismo 

Gomo el fundado en razón. 
Ni mas triste confusión^ 

Que ser hallado en mentira. 
Ni el que á grandezas aspira 

Dejará de ser valiente. 
Ni hay tan dañosa serpiente 

Gomo la lengua mordaz. 
Ni mas incierto solaz, 

Que el ganar de mercader. 
Ni le queda que perder 

Al que perdió la vergñenza. 
Ni cuando uno á si se venza 

Ganará poca victoria. 
Ni hay mas verdadera gloria 

Que ser amparo de pobres. 
Ni de que mas paga cobres. 

Que dé obras de caridad. 
Ni hay mas infame maldad. 

Que hacer mal al bienhechor. 
Ni mas agradable olor 

Que el de la perfecta vida. 
Ni mas amarga comida. 

Que la que causó el pecado. 
Ni tan molesto cuidado 

Gomo es el mucho deber. 
Ni cosa mas de temer^ 

Que riqueza sin virtud. 
Ni mas tarde el ataúd 

Espere el mozo que el viejo. 
Ni hay mas claro y cierto espejo, 

Que es el del discreto amigo. 
Ni tan dañoso testigo, 

Gomo la propia conciencia. 
Ni mas importante ciencia. 

Que aprender á bien morir. 
Ni con |irudencia el sufrir 

Dejó de alcanzar victoria. 
Ni se halla en profana historia 

En todo puntualidad. 
Ni hay tan crecida maldad 

Gomo de hacer mal preciarse. 
Ni pena como apartarse 

Dos unidos corazones. 
Ni blandas reprensiones 

Enojaron á ninguno. 
Ni hay dolor, si es importuno^ 

Que no acabe, ó el fenezca. 
Ni cosa que bien parezca. 

Si con envidia se mira. 



Ni rayo como lá ira ' 

Gon el primer movimiento. 
Ni las burlas con que afrento 

Pueden llamarse donosas. 
Ni hay famas tan peligrosas 

Gomo las mal adquiridas. 
Ni vidas mas abatidas, 

Que sujetas á pecados. 
Ni servicios mas honrados. 

Que los hechos en la guerra. 
Ni se emendará el que yerra. 

Si no conoce su error. 
Ni se halla amistad mayor» 

Que la de dos virtuosos. 
Ni los hombres muy celosos 

Vivirán asegurados. 
Ni hay hijos tan malogrados 

Gomo los desobedientes. 
Ni se muestran los valientes 

Sólo en regir una espada. 
Ni hay prenda mas empeñada. 

Que la palabra del bueno. 
Ni gustar del mal ageno 

Es de ánimo generoso. 
Ni tener poco reposo 

Es indicio de prudente. 
Ni hay cosa mas indecente. 

Que mocedades en viejos. 
Ni mas seguros consejos. 

Que los que nacen de amor. 
Ni tan terrible dolor. 

Que el que decirse no puede. 
Ni quien tanto daño enrede. 

Como una airada muger. 
Ni ha de medir su poder 

Gon la voluntad del hombre. 
Ni hay cosa que mas asombre. 

Que acordarse de la muerte. 
Ni el corazón del que es fuerte 

Se rinde con los trabajos. 
Ni hay pensamientos mas bajos. 

Que son los del hombre avaro. 
Ni don que cueste mas caro. 

Que el que recibe el juez. 
Ni es muy cierto en la vejez 

La enmienda que se difiere. 
Ni piense el que mal hiciere. 

Que faltará quien lo diga. 
Ni es bien tenga el qtie castiga 

Odio, venganza, o malicia. 
Ni trata bien de milicia 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



225 



Quien nunca la ha egercitado« 
Ni paede ser buen soldado 
Quien no sabe obedecer. 
Ni quiera reprehender 

Quien vive viciosamente. 
Ni llamaremos prudente 

Al que se alaba que sabe. 
Ni es bien entregar la llave 

Del alma á cualquier amigo. 
Ni hay mas dañoso testigo 

A las veces que el semblante. 
Ni sobervio ni arrogante. 

Que deje de ser cobarde. 
Ni eldescanso vino tarde 

Como á algún tiempo llegase. 
Ni hay cometa que asi pase^ 

Como el contento del suelo. 
Ni es seguro el alto vuelo» 

Pues se puede dar caida. 
Ni len|[tta descomedida» 

Dejó de llevar su pena. 
Ni el que usurpa hacienda agena 

Suele con ella lograrse. 
Ni centella levantarse» 

Que abrasar no puede un mundo* 
Ni ciervo mas sitibundo» 

Que el lascivo con poder. 
Ni de constante muger 

Es justo tener sospecha. 
Ni hay mas penetrante flecha» 

Que la palabra afrentosa. 
Ni vida mas peligrosa» 

Que la del arrojadizo. 
Ni el que. bien dijo ó bien hizo 

Quedará sin premio de ello. 
Ni es poco seguro -sello 

El pensar lo que se dice. 
Ni hay cosa que asi autorice 

Las obras como humildad. 
Ni ser de alta calidad 

Luce entre bajas costumbres. 
Ni faltarán pesadumbres 

Al que dá causa á tenellas. 
Ni hay mas honradas doncellas^ 

Que las poco conocidas. 
Ni mas dañosas heridas» 

Que las que no se descubren. 
Ni á los que vicios encubren 

Tengas por menos viciosos. 



Ni hay hombres mas peligrosos» 

Que los muy determinados. 
Ni en pechos afeminados 

Es bien hacer confianza. 
Ni los que adquieren privanza 

Por lisonjas durarán. 
Ni si miras qué dirán 

Podrás hacer cosa buena. 
Ni hay mas fuerte y vil cadena» 

Que una pasión amorosa. 
Ni en mu^er vana y hermosa 

Se puede mucho fiar. 
Ni el oir» ver y callar 

Pudo no ser agradable. 
Ni hay cosa mas detestable» 

Que ser traidor al señor. 
Ni tan pesado dolor» 

Como el ir de mas á menos. 
Ni en los pesares ágenos 

Des muestra de crueldad. 
Antes con justa piedad 

Oye con misericordia 

La contraria adversidad» 

Volviendo en dulce concordia 

El rencor» y enemistad. 

Tratado segundo. 

No se aleanza la victoria 

Sin haber bien peleado. 
Ni lo mal considerado 

* 

Está muy lejos de errarse. 
Ni de parecer mudarse 

Da indicio de liviandad. 
Ni es poco noble bondad 

Hacer bien al enemigo* 
Ni puerto de buen abrigo 

Amparo de mala gente. 
Ni hay pequeño inconveniente» 

Que despreciado no crezca. 
Ni de aquel que en paz fenezca 

Se puede tener mancilla. 
Ni una voluntad sencilla 

Desprecian los generosos. 
Ni son truanes graciosos 

Los que dicen pesadumbres. 
Ni aun al de torpes costumbres 

Parece la virtud mal. 
Ni el matrimonio no igual 



HisT. DE LA Mepic. española.— *T^mo 2.^ 



29 



1 



226 



HISTORIA DE LA 



Permanecerá en contento. 
Ni es bien que el honroso intento 

Se deje por cosa algana. 
Ni que echen ¿ la fortuna 

Los descuidos del culpado. 
Ni í pocos habrá engañado 

Fiarse de su esperiencia. 
Ni es siempre acto de paciencia 

No ejecutar la intención. 
Ni poco honrado blasón 

Llamar á uno virtuoso. 
Ni el que fuere cuidadoso 

Hija criará liviana. 
Ni se dirá bien que gana 

El avaro, aunque enriquezca* 
Ni es bien» aunque se merezca 

Lugar de hermano major. 
Ni cosa de gran primor 

Hablar siempre con malicia. 
Ni administra nien justicia 

El juez mal informado. 
Ni será justo abogado 

El que defiende torpeza. 
Ni lo que con mal empieza 

Promete alegre suceso. 
Ni puede ser de buen seso 

El que prueba á su mugcr. 
Ni deoe descaecer 

El que buenas obras hace. 
Ni ha j lazo que tanto enlace 

Gomo el de la hipocresía. 
Ni el que sin razón porfia 

Deja de ser mal criado. 
Ni el capitán arrojado 

Dará buen fin á la guerra. 
Ni amparar su patria y tierra 

Es poco honrado blasón. 
Ni siempre buena intención 

Es disculpa del pecado. 
Ni codicie amigo honrado 

De su amigo alguna prenda. 
Ni es bien por seguir la senda 

Dejar camino ancho j llano. 
Ni al vengativo inhumano 

Le juzgues por mujr valiente. 
Ni cabrá entre buena gente 

Quien se precia de chismoso. 
Ni quien tiene hijo vicioso 

Tendrá sueño con sosiego. 
Ni se mata bien el fuego 

G)n leña seca y menuda. 



Ni siempre quien te saluda 

Desea lo que promete. 
Ni es discreto el que se mete 

Donde no es licito entrar. 
Ni de agravios gracias dar 

Es hecho poco prudente. 
Ni decir lo que se siente 

En todo es cosa acertada. 
Ni ofende una cuchillada 

Tanto como un testimonio. 
Ni haj mas rico patrimonio^ 

Que la virtud que se hereda. 
Ni hay quien mas daño hacer pueda 

Que un traidor disimulado. 
Ni da cosa mas cuidado^ 

Que mucha copia de hijas. 
Ni hay personas mas prolijas. 

Que fas de gran vanidad. 
Ni es perfecta castidad 

La que en lo interior faltare. 
Ni el que no se sujetare 

Acierta , si saber quiere. 
Ni el que de sí presumiere 

Tendrá prósperos sucesos. 
Ni perdonar los esoesos 

Es piedad en el juez. 
Ni en mocedad ni en vejez 

Es bien hacer cosa fea. 
Ni aunque ninguno lo vea 

Te abatas á cosa baja. 
Ni se estime en una paja 

El st del hombre mudable. 
Ni persona miserable 

Conservó buenos amigos. 
Ni hay peores enemigos. 

Que parientes con rencor. 
Ni tan seguro favor 

Gomo buena diligencia. 
Ni mas terrible sentencia. 

Que la que el honor derriba. 
Ni el que en adular estriba 

Dejará de ser odiado. 
Ni hay secreto tan guardado 

Gomo el que á nadie se dice. 
Ni titulo que autorice 

Gomo la ciencia premiada. 
Ni privanza tan fundada. 

Que no pueda fenecer. 
Ni es bien que te dé placer 

El peligro y daño ageno» 
Ni al que fuere justo y bueno 



MEDICINA ESPAÍÍOLA. 



227 



Faltará quien le persiga • 
Ni es poco amarga latiga 

La pobreza en el honrado. 
Ni el que fuere concertado 

Tendrá gran desasosiego. 
Ni las pendencias del juego 

Dejaron de ser pesadas. 
Ni damas muy celebradas 

Suelen no desvanecerse. 
Ni es error atrás volverse. 

Si hay peligro en el camiuo* 
Ni tener un buen vecino 

Se debe estimar en poco. 
Ni hay desacato mas loco. 

Que el que se hace á la justicia. 
Ni mas grave siojusticia. 

Que no oir á entratnbas partes* 
Ni mas fuertes valuartes. 

Que e[ente determinada. 
Ni batalla mas travada, 

Qae la de dos pensamientos. 
Ni hay dotes en casamiento 

Mas ricos que de virtudea. 
Ni tu pecho le desnudes 

De todo punto á tu esposa. 
Ni hay fiera mas ponzoñosa. 

Que la soberbia muger. 
Ni vida mas sin placer. 

Que la de la esclavitud. 
Ni adonde hay honra y salud 

Tienen mocho que llorar. 
Ni muerte de mas pesar. 

Que la del mozo travieso. 
Ni hay mas condenado esceso. 

Que al bienhechor dar mal pago. 
Ni mas peligroso halago. 

Que el que engañando recrea. 
Ni el discreto jamás sea 

Portador de mala nueva. 
Ni es de virtud poca prueba 

Saber volver bien por mal. 
Ni hay pena mas desigual. 

Que gran falta de dinero. 
Ni ser duro de sombrero 

Es poca señal de necio. 
Ni sucede mal tan recio. 

Que otro no pueda igualalle. 
Ni es poco bien que se halle 

En la juventud cordura. 
Ni mucho en edad madura 

Saber lo que es necesario. 



Ni el preguntar de ordinario 

Da muestras de discreción. 
Ni hay mas honrado blasón, 

Que el de las propias hazañas. 
Ni sin ver tierras estrañas 

Puede haber mucha esperiencia. 
Ni es de pequeña prudencia 

Disimulando sufrir. 
Ni se podrán resistir 

Hombres desapercibidos. 
Ni es bien cerrar los oidoi 

A quien te quiere informar. 
Ni dejarán de acertar 

Los que admitieren consejo. 
Ni el que es continente y viejo 

Sera discreto en casarse. 
Ni joya debe estimarse 

Gomo la buena muger. 
Ni es bueno haceros temer 

Por condición escabrosa. 
Ni el mercader que reposa 

Juntará mucho caudal. 
Ni hay bien que no vuelva en mal 

La falta de la salud. 
Ni fué la solicitud 

Al negociante dañosa. 
Ni imprimas alguna cosa 

Que dé al lector mal ejemplo. 
Ni he visto quien contra el templo 

Fué atrevido en bien parase. 
Ni quien corrido se hallase 

Por haber sido templado. 
Ni que quien amó al pecado 

No acabase con el mal. 
Ni adquirirá gran caudal 

El que juega de ordinario. 
Ni el soldado temerario 

Daña menos, que el cobarde. 
Ni suele el que viene tarde 

Negociar siempre peor» 
Ni con el cabilador 

Se ha de alterar con razones. 
Ni sin virtudes los dones 

Aumentan autoridad. 
Ni es mala la novedad 

Que las costumbres corrige. 
Ni el que de pecar ae aflige 

Hará en sus culpas asiento. 
Ni el hombre de buen intento 

Dejó de ser envidiado. 
Ni al que vive recatado 



228 



HISTORU DE LA 



Le «uceden machos daftos. 
Ni los esquivos estraños 

Son grandes negociadores. 
Ni jamas con los majrores 

Han de trabarse contiendas. 
Ni en materias que no entiendas 

Hables con bachillería. 
Ni con vana fantasía 

Nombre de cuerdo se cobra. 
Ni se puede hacer tal obra 

Cual la limosna secreta. 
Ni hay discreción mas perfecta, 

Que procurarse salvar. 
Ni cosa mas de loar» 

Que el crédito por la espada. 
Ni se han de tener en nada 

Palabras sin obras vivas. 
Ni riquezas fugitivas 

Se deben mucho estimar. 
Ni hay mayor gusto que dar 

Lo que el pobre noble pide. 
Ni al que mucho se comide 

Menospreciarás hinchado. 
Ni á padre desconcertado 

Le tendrá el hijo respeto. 
Ni es bien revelar secreto 

Que de ti solo se fia. 
Ni se vio que gran porfía 

Se escapase de pendencia. 
Ni es justo que á la paciencia 

Uses descomedimiento. 
Ni hay tan vano pensamiento 

Gomo dar crédito á suefios. 
Ni vi que de muchos dueños 

Haya hacienda bien guardada, 
Ni hay cosa en mas estimada» 

Que tratar siempre verdad. 
Ni de mayor cualidad. 

Que el limpio de corazón. 
Ni busques mas noble don^ 

Que el de la sabiduría. 
Ni de la hacienda no mia 

Es cordura disponer. 
Ni el prudente ha de leer 

En libros de vanidades. 
Ni te cansen las verdades 

Que te dicen con amor. 
Ni tencas por desfavor 

Enviarte Dios trabajos. 
Ni de pensamientos bajos 

Se puede sacar provecho. 



Ni estar de si satisfecho 

Es de persona avisada. 
Ni cosa muy deseada 

Parece que tarda poco. 
Ni está lejos de ser loco 

Quien signe siempre un cuidado. 
Ni podrá ser estimado 

Él hombre de bajo pecho. 
Ni hay cosa tan sin provecho. 

Como es sin causa hacer mal. 
Ni mas seguro caudal. 

Que en Dios poner la esperanza. 
Ni espere mucha bonanza 

Quien en mal tiempo navega. 
Ni el que lo que hizo niega 

Siente bien casos de honor. 
Ni hay mas bajo deshonor^ 

Que en la raerra cobardía. 
Ni teme la luz del dia 

El de segura conciencia. 
Ni alargue la penitencia 

El que salvarse quisiere. 
T en su verde edaa no espere 

Mas por norte la esperanza. 

Del mal venza la pujanza, 

T la borrasca no altere 

A quien espera bonanza. 

Tratado tercero. 

Quien corre tras sus antojos. 

De luz natural va ciego. 
T no alcanzará sosiego 

A quien el remedio ofende. 
Ni el que en ambición se enciende 

Della sacará buen pago. 
Ni en este mundo y su haisgo 

Se hallará buena amistad. 
Ni goza su libertad 

El que recibe cohecho. 
Ni tendrá seguro el pecho 

El de enredada conciencia. 
Ni muestra mucha prudencia 

Quien conservarse no sabe. 
Ni el que es de trato suave 

Dejará de ser bien quisto. 
Ni hombre avariento se ha visto 

A quien todo no le falte. 
Ni hay sobre oro tal esmalte 

Gomo en la ciencia humildad. 
Ni se llame caridad 



MEDICINA ESPMOLA. 



229 



Hacer bien con Ttnagloria. 
Ni haj tan honrada memoria 

G>mo la qae deja el justo. 
Ni baj gusto que dé tal gusto. 

Como el bacer paz con Dios. 
Ni hay alma partida en dos. 

Como la de bien casados. 
Ni destierra los pecados 

Quien se queda en la ocasión. 
Ni es buena la pretensión 

Que no es licita y honesta. 
Ni hay despeñadero ó cuesta 

Cual la vida del vicioso. 
Ni estará de si quejoso 

El que puso diligencia. 
Ni el que tuviere prudencia 

Sera amigo de contiendas. 
Ni se gozaran haciendas 

Que fueren mal adquiridas. 
Ni hay quien consuma las vidas 

Tanto como pesadumbres. 
Ni vi que honestas costumbres 

Dejasen hombre burlado. 
Ni el prudente, aunque letrado. 

Con serlo se desvanece. 
Ni pequefto afán padece 

Quien se gobierna al revés. 
Ni se arrepiente después 

Quien piensa bien lo que hace. 
Ni á Dios el pobre le aplace 

Si no es de humilde intención. 
Ni es bien que se de ocasión 

A que juzguen otros mal. 
Ni querer hacerse igual 

Con el de mayor estado. 
Ni pretendas ser loado 

De la virtud que tuvieres. 
Ni el bien que en secreto hicieres 

Le manifiestes a todos. 
Ni es bueno que busques modos 

De regalar tu persona. 
Ni llames bueno al que abona 

Las cosas que son mal hechas. 
Ni te cases con sospechas 

Que te podrán ser dañosas. 
Ni personas envidiosas 

Gozarán de algún consuelo. 
Ni viviente hay en el suelo. 

Que de algo no se queje. 
Ni quien por Dios honra deje 

Que mayor no se le siga. 



Ni aquel que imitó á la hormiga 

Le llamaran perezoso. 
Ni de alguien va temeroso 

El pobre cuando camina. 
Ni cosa da mas mohina. 

Que la condición ingrata. 
Ni el que en palabras maltrata 

Salará sin mala respuesta. 
Ni es bien tener la honra puesta 

A riesgo por pocas cosas. 
Ni te parezcan sabrosas 

Pláticas que perjudican. 
Ni los que a virtud se aplican 

Viven con poco descanso. 
Ni hay agraviado tan manso 

De quien no estés sospechoso. 
Ni quieras estar gozoso 

De oir defectos ágenos. 
Ni dejan de doler menos 

Las penas comunicadas. 
Ni son buenas las pisadas 

Dadas por cosas de viento. 
Ni hay verdadero contento 

En aquesta triste vida. 
Ni será mal recibida 

La muerte en casa del justo. 
Ni tendrá pequeño gusto 

El amigo de sermones. 
Ni el decir á otros baldones 

Es de pecho generoso. 
Ni hay tormento tan sabroso 

Cual padecer por la fe. 
Ni quien mochóse ama vé 

Las faltas que él mismo tiene. 
Ni pienses que te conviene 

Lo que Dios no quiere darte. 
Ni que por otro envidiarte 

Dejes de recelar daño. 
Ni es pequeño desengaño 

Ver la miseria del mundo. 
Ni dolor hay tan profundo 

Como perder el honor. 
Ni cosa de mas loor. 

Que hacer bien á todas gentes. 
Ni son poco impertinentes 

Los que pecan de curiosos. 
Ni con pasos perezosos 

Se conquistan cosas grandes. 
Ni es bien prometas ó mandes 

Lo que no puedes cumplir. 
Ni se debe diferir 



230 



HISTORIA DE LA 



La enmienda para adelante. 
Ni vi necio y arrogante 

Que piense qae sabe poco. 
Ni parecer por Dios locó 

Deja de ser gran cordura. 
Ni haj fortuna^ ni ventura^ 

Sino voluntad divina. 
Ni el necio se determina 

Del discreto^ como calle. 
Ni ha j algano i quien no halle 

Tarde ó temprano la muerte. 
Ni es bien que permitas verte 

Afligido por fíar. 
Ni algún bien puede esperar 

El que á otros perjudica. 
Ni el que i trabajar se aplica 

Dejará de acrecentarse. 
Ni le es licito vengarse 

En algún tiempo al cristiano. 
Ni des muestras de liviano. 

Por lo menos cuando hay canas. 
Ni palabras^ y obras vanas 

Te satisfagan al gusto. 
Ni te inclines á lo injusto 

Por alguna persuasión. 
Ni te ciegue la afición 

A decir lo que es mentira. 
Ni tengas puesta la mira 

En las cosas de la tierra. 
Ni te hagas á tí guerra 

Con tus vicios y pecados. 
Ni quieras cargos honrados. 

Si el alma te han de cargar. 
Ni ventajas procurar 

En perjuicio de alguno. 
Ni te precies de importuno 

Por cosas de poca cuenta. 
Ni recibas por afrenta 

Ocuparte en obras pias. 
Ni la caridad resfrias 

En corregir al vicioso. 
Ni te muestres codicioso 

De lo superfino jamás. 
Ni vuelvas el rostro atrás 

Del bien comenzado á hacer. 
Ni te pese padecer 

Trabajos por la verdad. 
Ni la virtud y bondad 

Consiste solo en palabras. 
Ni es bien que tu pecho abras 

A gente que no conoces. 



Ni quieras vencer á voces 

Las contiendas sin razoo. 
Ni tengas mala intención^ 

Aunque te den ocasiones. 
Ni por muchas persuasiones 

Te inclines á hacer lo injusto. 
Ni tengas por de buen gusto 

Al amigo de pecar. 
Ni te pese de guardar 

A pensar bien lo que hicieres. 
Ni las cosas que no vieres 

Las afirmes por muy ciertas. 
Ni llegues jamás á puertas 

De avariento á socorrerte. 
Ni procures esconderte^ 

Que es hacerte del culpado. 
Ni quieras ser estimado 

Por el bien que hubieres hecho. 
Ni te muestres satisfecho 

Con el daño cometido. 
Ni al que es por Dios abatido 

Lo juzgues por desdichado. 
Ni hay mas peligroso estado, 

Que el del muy favorecido. 
Ni pierde por ser sufrido 

El hombre reputación. 
Ni es de estimar el blasón. 

Que lo alcanzó el interés. 
Ni se olvide de lo que es 

Nadie por mucha riqueza, 
üi quien tiene gran firmeza 

Suele por poco mudarse. 
Ni hay cosa que conservarse 

Pueda, sino es. virtuosa. 
Ni vida mas congojosa, 

Que la del hombre avariento. 
Ni tendrá merecimiento 

Quien pidiere acá la paga. 
Ni en algo te satisfaga 

Lo que es fundado eu maldad. 
Ni puede tratar verdad 

Quien lo que no tiene ofrece. 
Ni el que en virtud deafallece 

Conseguirá su deseo. 
Ni tengas por gran trofeo 

Vengarte de tu enemigo. 
Ni hay mas agradable amigo. 

Que es el hijo virtuoso. 
Ni con el hombre envidioso 

Converses mucho, ni andes. 
Ni por nada te desmandes 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



231 



A hacer cosas mal faechas. 
Ni fies de qaien cohechas, 

Qae hará lo mismo al contrario. 
Ni tengas por adversario 

Al poderoso jamás. 
Ni ▼aelvus palabra atrás, 

Caando la diste ana vez. 
Ni quieras en la Tejes 

Tener condición de moso. 
Ni pienses hallar tal goso^ 

Que no tenga su desmán. 
Ni se oome siempre el pan 

En el mundo sin dolor. 
Ni la hacienda sin sudor 

Ganada se logra mucho. 
Ni quien dice , jo no escucho 

Disculpa, tiene rason. 
Ni vencer la tentación 

Es poco merecimiento^ 
Ni tiene firme cimiento 

Lo fundado en vanagloria* 
Ni olvides de tu memoria 

Jamás el ser polvo j tierra. 
Ni siempre virtud se encierra 

En U apariencia esterior. 
Ni tiene mucho valor 

El que á todos amenaza. 
Ni pretendas que en la plaza 

Se publiquen tus virtudes. 
Ni tuerzas jamás ó mudes 

El propósito que es bueno. 
Ni por mucho aue estés lleno 

ue bienes te oesvanezcas. 
Ni con estrenuo encarezcas 

A nadie el bien que le hiciste. 
Ni te olvides que naciste 

Desnudo, 7 sujeto á muerte. 
Ni te precies de mujr fuerte. 

Pues pecas á cada paso. 
Ni seas corto, ni escaso 

En pedir á Dios mercedes. 
Ni los bienes que hacer puedes 

Los quieras para uno solo. 
Ni te defiendas con dolo, 

Aunque tengas gran justicia. 
Ni tiene poca malicia 

Quien jura lo que no vio. 
Ni del mal se desvió 

Quien no teme padecer. 
Ni grande gozo y placer 

Se conservó muchos dias. 



Ni es bien que por malas ?ias 

Quiera alguno levantarse. 
Ni ocasión para quejarse 

Faltará al amigo dello. 
Ni jamás abórrecello 

Suele quien el vino usó. 
Ni el que apostó ó porfió 

Fué tenido por discreto. 
Ni el mancebo no sujeto 

Puede vivir cuerdamente. 
Ni es pequeño inconveniente. 

Que el hombre siga su gusto. 
Ni de Juez que es injusto 

Se espere sentencia buena. 
Ni hay cosa que dé mas pena 

Que faltar lo necesario. 
Ni mas terrible adversario^ 

Que el enemiffo encubierto. 
Ni el reconocer buen puerto 

Es poco gozo en el mar. 
Ni le hajr mayor que acabar 

En servicio del Sefior, 

Pidiendo nos dé favor 

Para suvir á gozar 

De su sempiterno amor. 

Tratado cuarto. 

Es justo tomar consejos 

De prudencia y rectitud. 
Porque siguiendo virtud 

Cualquier trabajo es ligero. 
Y es camino verdadero 

De la fé V verdad cristiana. 
No diferir a mañana 

El bien que hoy se puede obrar, 
Procurando no imitar 

A los de aqueste tratado: 
Al que puede ser amado, 

Y gusta que le aborrezcan. 
Al que pretende que crezcan 

Sus deleites y placeres. 
Al que por llegar haberes 

Pone su persona en mengua. 
Al que de dañada lengua 

Pretende sacar provecho. 
Al ^ue estando satisfecho 

Pide cosas escusadas. 
Al que mide otras pisadas, 

Y no quiere ser medido. 
Al que después de perdido 



232 



HISTORIA DE LA 



Agaarda á tomar consejo. 
Al que perdió amigo viejo^ 

Y may presto se consuela. 
Al qne siempre se desvela 

En fundar torres de Tiento, 
Al que sobre ruin cimiento 

Cargare grande labor. 
Al que se rige al sabor 

De su antojo y accidente. 
AI que por ser negligente 

Perdiere la coyuntura. 
Al que la cosa madura 

Dilata para otro dia. 
Al que con ansia por fia 

En perder honra y caudal. 
Al que procura hacer mal, 

Y esconde luego el azote. 
Al que lastima con mote^ 

Y en las burlas se apostema. 
Al que sin por qué se quema 

Antes que el fuego lo toque. 
Al que por guardar el roque 

Deja perdida la dama. 
AI que se distrae y derrama 

Pretendiendo cosas vanas. 
Al que deshonra sus canas 

Con ser torpe ó ser logrero, 
Al que jamás por entero 

Mira derecho á la cara, 
Al que torciere la vara 

Por abastecer su seno. 
Al que de vano muy lleno 

Busca lo que es imposible. 
Al que el sosiego apacible 

Deja por enemistades. 
Al que naciendo mil maldades 

Piensa tener buena fama. 
Al que donde quiera que ama 

Fia su honra y estado. 
Al que en el oficio honrado 

Se infama en cualquier manera. 
Al que pasa la dentera 

Gozando otro del sabor. 
Al haragán dormidor^ 

Que se queja de su suerte. 
Al que se muestra león fuerte 

Donde es bueno ser oveja. 
Al que de virtud se aleja 

Olvidado de su alma. 
Al que su ruindad ensalma 

Con hechos de sus pasados. 



Al que á loe naipes y dados 

Tiene entres;ada su honra. 
Al qne se pierde f deshonra 

Con sn riqueza y su bien. 
Al que quiere qne le den 

Lo que él nunca quiso dar. 
Al que se procura honrar 

Con sufridos y pacientes. 
Al qne niega sus parientes 

Cuando está en prosperidad. 
Al que usa de crueldacl 

Siendo con los flacos fuerte* 
AI que teme cualquier muerte 

Mas que deshonrada vida. 
Al que sale de medida^ 

Y se precia de discreto. 
Al que piensa ser perfecto 

No negando sú apetito. . 
Al que se muestra marchito^ 

I es en condición demonio. 
Al Que urde un testimonio 

Sm temer su perdición. 
Al que temor ó afición 

Le hacen prevaricar. 
Al aue es presto en sentenciar 

Sm hacer bien la pesquisa. 
Al que fia de la risa 

Que le muestra su enemigo. 
Al que bnsca por abrigo 

A aquel á quien hizo daño. 
Al que lo feo del eogafio 

Con oro falso lo dora. 
Al que de si se enamora^ 

Aunque mas virtudes haya, 
Al que pasa de la raya 

Confiado en el poder. 
Al que procura vencer 

Cfon mentira y falsedad. 
Al que busca libertad 

Huyendo de la virtud. 
Al que obra ingratitud, 

Y finge santa doctrina. 

Al que á murmurar se inclina, 

Y á sus prógimos infama. 
Al que porque mucho se ama. 

Nunca conoce su error. 
Al que es gran disipador 

Por opulenta comida. 
Al que fia su alma y vida 

De su enemigo, y contrario. 
Al que siendo grao cosario 



ESPAl^OLA. 



23^ 



Se descobire ¿/eualqiiier ig^nte 
Al que Q0tá ileDtro en la fuenle» 

Ytemt dono hallar agaa« 
Al que cerca de k fra|[ae 

Pretende guardar la eaCopa* 
Al aue con6a ao ropa 

Al que AO tiede cencieBeia. 
Al que pierdt la paeienoia 

Por cualquier causat 
Al que entiende que se gana 

Por temoso apasionado. 
Al que por ser muy doblado 

Tiene la casa senoilla. 
Al c^ue desecha so silla 

Sin tener otra mejor, 
Al que muestra ir con dolor 

Adonde por fuerza ha de iri 
Al que oo puede sufrir 

Hablar eo lo venidero. 
Al que cop mucho dinero 

Hartar piensa su codicia* 
Al que por mucha avaricia 

Vive apocado y hambriettio. 
Al que secreto y contento 

Busca -de lengua parlera. 
Al que de la talan<piera 

Grita y hace del torero* 
Al que fuere lisoogero 

Cfon amigos j seftores. 
Al que baeiendo sinsabores 

Piensa tener gran ventufii> 
Al que todo lo asegura , 

I de (cdose confia. ' 
Al que de nadie se fia 

De avariento j codicioso. 
Al que siendo pereíoso 

Quiere descanso adquirir* 
Al aue no puede sufrir 

El ser templado en su pasto« 
Al que tiene mayor gasto. 

Que su renta y su caudal, 
AI que de hombre desleal 

Se favorece y ampara. 
Al que con miedo se para 

I>oode virtud puede obrar^ 
Al que oo piensa hallar 

Tugo papa su melena, 
Al que no sangra de vena 

Que no sea la. del arca. 



Al que entra solo en la batea ■ 

Sm saberla gobernar, 
Al que procura abarcar 

Mas que puede susteoer*. 
Al que pretende valer 

Por tratar siempre eo mottaaa. 
Al que de torpe se enlasa, 

O mal criado 9 ó liviano. 
Al que cuanto, mas anciano 

Es mas bajo, y menos franco. 
Al qne es rudo , flojo y manco. 

Por ser vkioso oootioo« 
Al que yendo de camino 

Deja el puente, y toma el vado. 
Al que busca en alto estado 

Firmeza, y seguro abrigo. 
Al que es presto eo dar castigo, 

T él en nada es continente. 
Al que sua cosas oo sieüte, 

T en lo ageno es muy sentido. 
Al que es muy mal eorregido¿ 

Y es grande corregidora 
Al que-Ueva por rigor 

Las'Ooaas que tienen corte. 
Al que.espera alegre porte ' « 

Trayendo nuevaa de llanto. 
Al qué cubre con súmanlo • 

A quien siembra división. 
Al que piensa es dísorecion 

Gastar mucho tiempo en risa. 
Al que haoe- la pesquisa 

Guando el hombf« esta ahorcado* ' 
Al que después de- ordenado 

Vive sin orden alguna. . 
Al que deTuinaeeituna 

Quiere stcaRbuen aceite. 
Al que por cualquier deleite 

De¡9 «el virtuoso artfeo. 
Al que no tiene deseo • . : 

En sus vicios de emendarse; 
Al que pifl«aa autorizarse 

Con lo que«l,otro trabaja. 
Al que hace cosa baja 

Sin quedar en confusión. 
Al que defiende razón, 

X teme pasar afán. 
Al que siendo guardián 

Ha menester eer guardado* 
Al que es ciego apasionado. 



• • • 



HlST. M.I.A.MBDIC. SSPÁfOLA.-^ToMO 2.* 



I • .' > 



3d 



^ia«a 



334 



HISTORU DE LA 



T sin goia le menea* 
AI qae su trabajo emplea 

Donde DO le paeda honrar. 
Al qoe finge el atajar 

DafloSy y siembra cisafia. 
AI qoe coantos traía engafia 

Fingiendo a lodos modestia. 
Al que vire como bestia 

Publica j secretamente. 
AI que busca entre ruin gente 

Amigo de gran constancia. 
Al que con mala ganancia 

Piensa salir de cuidado. 
Al que al oro ya esmaltado. 

Pule con grosera lima. 
Al que sin fiador se arrima 

A balcón de ruin madera. 
Al que con carga ligera 

Se quebrailta y ae fatiga, 
Al que se pierde y ae liga 

Por resaber lo escasado. 
Al qoe en lo que es d)ligado 

No es cuidadoso y diligente. 
Al que entiende que es Tállente 

Por soberbia y presunción. 
Al que se mete en pristcm 

De ruin mueer por 
AI qae 1. .g». eoSitiend* 

Echa á la parte peor. 
Al que sin mucho sudor 

Piensa alcansar buena suerte. 
Al que juega por mas fuerte 

A quien obrare mas mal. 
Al que fuere liberal, 

1 pródigo en bien ageno. 
Al que solamente es bueno 

Por el temor de la pena. 
AI que usurpa hacienda agena^ 

T la suya no perdona^ 
Al que apoca su persona, 

T piensa que es gran varón. 
Al que no escucha rason 

Que le saque de pecar. 
Al que no quiere acabar 

De caer bien en la cuenta. 
Al que no teme tormenta 

Navegando sin sason« 
Al que teme reprensión 

Tno huye el merecella. 
AI c|ue de otro se querella 

Sin estar bien informado. 



Al que en viéndose ganado 

Se pierde por otro estremo. 
Al que con vela y con remo 

Las cosas injustas ruega. 
Al que afligiéndose ciega 

Llorando duelos ágenos. 
Al que aborrece á los buenos 

Por no seguir su destino. 
Al que sin ver el esmino 

Se va al hilo de la gente. 
Al que corre neciamente 

No sabiendo el paradero. 
Al aue juzga por tercero 

Al que nunca en algo acierta* 
Al que se llega á la puerta 

Del hombre sabio a fingir. 
Al que se quiere pulir, 

T adornar con lo prestado. 
Al que siente que alabado 

Sea otro en su presencia. 
Al que tiene por clemencia 

Dar consejo deleitoso. 
Al que por ser poderoso 

Vive á descuido y placer. 
Al que estudia en complacer 

Sm cosa mala estorbar. 
Al que piensa reposar 

Ño siendo en nada fiel. 
Al que se atribuye i él 

Todo el bien que Dios le dio. 
Al que entiende que nació 

En algo libre y esento. 
Y i aquellos que sufrimiento 

T caridad no tuvieren. 

Porque caos viven y mueren 

Con pena eterna y tormento. 

Tratado qwnto. 

De lo que debes huir 
Te aconsejé en el pasado, 
T en este último tratado 
Lo que conviene seguir 
Hallarás bien dibujado. 

Sigue al que el mundo ha dejado 
Por mejor aervir i 



Al aue no quiere ser visto, 
T huye a la soledad* 

Al que con gran caridad 
A los prógimos consuela. 

Al que siempre se deavela. 



] 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



iüs 



En mirar por so cOMcienoi». 
Al qae vive eóo prodencift 

T Unta iToeeridacl 
Al que ama la verdad 

Por ser te||[uro camino* 
Al qae confiesa por trino 

A Dios en única esencia. 
Al qne tnviere pacieneia 

En sufrir persecuciones. 
Al que afrentas ni baldones 

No le causaron rencor, 
Al qne conoce tu error, 

Y se enmienda del pecado. 
Al que viéndose ensalzado 

Se humilla, y teme eaer. 
Al que por mas merecer 

Se hace con todos menos. 
Al qne los males ajenos 

Gomo los propina los siente. 
Al que por ser continente 

Se retira de ocasiones* 
Al que admite persuasiones 

Cuando está mas enojado* 
Al que se halla aparejado 

A sufrir cualquier trabajo. 
Al que se juaga por bajo. 

Aunque sea de gran casta. 
Al que nunca el tiempo gasla 

En obrar cosas livianas. 
Al que no aguarda á las canas 

Para enmendar su vivir. 
Al que piensa combatir, 

Y vencer siempre al demonio< 
Al qne el falso testimonio 

Lleva con rostro sereno. ■ 
Al que está contino lleno 

De virtudes y constancia. 
Al qne tiene por ganancia 

Hacer á todos placer. 
Al que gusta parecer 

En sufrimiento á los buenos. 
Al que tiene siempre llenos 

Los pobres de buenas obras. 
Al aue no pretende sobras . 

Sino para repartillas. 
Al que huye las rencillas. 

Aunque le den ocasión. 
Al que tiene compasión 

De gente oprimida y presa. 
Al que en cstremo le pesa 

De ver al prógimo e^nfermo.. 



Al que se recoge al yermó 

A contemplar quien Dios es. 
Al que no aguarda á después 

A corregir su vivir. 
Al que piensa en el morir 

Muchas veces en el dia. 
Al que á la Virgen María 

Tiene por norte y amparo. 
Al que no busca reparo 

Que no sea virtuoso. 
Al que nunca es pereaoso 

En obras de caridad. 
Al que por mucha bondad 

No tiene en nada malicia. 
Al que ama la justicia. 

Aunque sea contra si mismo. 
Al que piensa en el abismo 

Cuando va á hacer el pecado. 
Al que siempre ba venerado 

Al padre que le engendró. 
Al que jamás se quedó 

Con hacienda que sea agena, 
Al que es de condición bueiMi 

Con sos prógimos oontino. 
Al que no deja el camino 

Por buscar atajo incierto. 
Al que se tiene por muerto 

Al mundo y sus vanidades. 
Al que escucha las verdades. 

Aunque no le estén á caíetito, 
Al que nace buen cimiento 

De humildad en su vivir. 
Al que jamás diferir 

Lo bueno quiere adelante. 
Al que está siempre constante 

Hasta morir' por la fé. 
Al que con firmeaa eree 

Cuanto en ella se contiene. 
Al qtte conoce qne vieñfe 

De padres desobedientes. ' 
AI que socorre psrientes. 

Aunque se halle en alto estado. 
Al que entiende que prestado 

Es todo el bien que tuviere. 
Al que sus fuertas pusiere 

En dar al pobre su ayuda. 
Al que su cuerpo desnuda 

Por dar á este tal la ropa, 
Al que con ninguno topa, 

A quien no tenga respeto. 
Al que quiere estar sujeto 



I . 



236 



BfSTQElA DE LA 



Siempre á lo que es obligada. 
Al que eoliende que es bonndo 

Cuando osa de mas f irtod< 
Al qne aguarda el ataúd 

Cada, j cuando que TÍoiere. 
Al que sus riquezas quiere 

Para tesoros del cielo. 
Al que no mira si baj duelo 
En perdonar las afrentas. 
Al que corre las tormentas » 
De este siglo con paciencia* 
Al que tiene su conciencia 

Muj medida, y concertada. 
Al que el alma enamorada 

Tiene de Cristo en la crn. 
Al que tiene por su lus 

Los divinos Matfidamientos. 
Al que es de buenos intuitos 
Todo el curso de su ?ida. 
Al que jamás por comida 

Se fatiga, ni congoja. 
Al que entiende que no bay boja 

Que en todo i Dios no obedezca. 
Al que aunque mocho merezca 

No por eso se sublima. 
AI que no sigue su clima 

Sm razón, freno ni rienda, 
Al que gusta no se entienda 
Del cosa aue no sea justa. 
Al que se mide y ajusta 
A su poder y caudal. 
Al que ninguno bace mal. 

Antes se ejercita en bien. 
Al que no quiere le den 

Gracias por el beneficio. 
Al que se ocupa en su oficio» 

Si no baila otro mejor. 
Al que no es murmurador. 

Aunque para esto le instiguen. 
Al que yé que le persiguen, 
1 psga con buenas d>ras. 
Al que no quiere zozobras. 

Compradas con interés. 
Al que Bp dice quien es 

Por vanidad eada paso. 
Al que no es corto, ni escaso 

En bablar bien de quien pueden 
Al que no quiere que quede 

Sin pagar deuda i su muerte. 
Al que jttiga que ser fuerte 
Cíonsiste en disimular. 



Al que no quiere aparar 
Al amigo la paciencia^ 
Al que entiende que es gran ciencia 

Saber sufrir, y templarse. 
Al que á Dios encomendarse 
Acostumbra á la mañana. 
Al que con voluntad sana 
A menudo se confiesa. 
Al que en el alma le pesa 

De ofender í sá Criador. 
Al que tiene por bonor 

Servirle en sus sacrificios. 
Al que buje de los vicios 

Fundado en solo su amor. 
Al que lleva con valor 

Por Jesucristo trabsjos. 
Al que pensamientos bajos 
No tuvo en toda su vida. 
Al que temie la subida, 

Por ser cosa congojosa. 
Al que por muj peligrosa 

Juzgo siempre la ocasión. 
Al que no ciega pasión 

Para hacer cosa mal hecha. 
Al que de nadie sospecha. 
Ni se mete en su vivir. 
Al que siempre en el partir 

Ea comedido 7 afable. 
Al que no ha j temer que baUe 

Algo que ofenda jamás. 
Al que no se vuelve strás, 

l>el bien comenzado i hacer. 
Al que antes de anochecer 

Se encierra siempre en su casa. 
Al que no es de mano escasa 

Para socorro del pobre. 
Al que quiere no le sobre 

Mucho después de sus dtas. 
Al que por dañadas vias 

No pretende haber hacienda. 
Al que no gusta se entienda 

La limosna que reparte. 
Al que 00 vive con arte. 
Sino con saba llaneza. 
Al que todo lo endereza 
En servicio del Sefior. 
Al que con pecho 7 valor 
Sobrelleva los trabajos. 
Al que juzga por mu7 bajos 

Los tesoros de la tierra. 
Al que en su pecho no encierra 



MEDICINA ESPMOLA. 



237 



Goia qué no nea ▼irtod* 
Al que nanea iogralitad 

Ha usado en toda ta 
Al que no batea coaiida 

Maa de para sostentarie. 
Al que proeora guardarte 

De Icít peligrot del alma. 
Al que DUDca te detalma 

Eq viciot, ni l¡TÍiDdadet. 
Al que ama las verdades 

Sin mudarte hasta la muerte* 
Al que entiende que no es fuerte 

Sm el antílio diirino« 
Al que ?a por el camino 
' Que caminaron los instes. 
Al que no procura gastos 

Sino penas y trabajos. 
Al c[tte estima i los mas bajos. 

Si son de virtudes claras^ 
Al que con gentes avaras 

Mo traba grande amistad. 
Al que tiene castidad 

De cuerpo y alma muy pura. 
Al que contino procura 

Favorecer los caidos. 
Al que de pasos perdidos 

Se acusa en las confesiones. 
Al que escusa las pasiones 

Por quietud de la conciencia. 
Al que tuvo la prudencia 

Que bastó para salvarse. 
Al que nunca en alabarse 

Se ocupa de sos hazañas. 
Al que no vive con mafias 

Con astucias ni fingir. 
Al que procura morir 

Coa perfecta contrición. 
Al que en gran veneración 

Tiene siempre al sacerdote. 
Al que acá paga el escote 

EÑb los pecados que ha hecho. 
Al que no está satisfecho 

Jamás de su proceder. 
Al que en morir v en nacer 

Sabe que á todos se iguala. 
Al que luego que resvala 

Se levanta sin tardansa. 
Al que cuando hace mudanza 

Proeara que sea mejor. 
Al que no vive al sabor 

De la gusto y paladar. 



I 



Al que es liberal en dar 

Del bien que Dios le ha prestado. 
Al que por ser estimado 

No se ensalza, y desvanece. 
Al que entiende que merece 

Cualquier daño que le venga. 
Al qoe aunque mas se prevenga 

Sabe que se va acabando. 
Al que nunca sigue bando, 

m es parcial en cosa mala. 
Al que. arranca, quema y tala 

Las culpas que van creciendo. 
Al que viviendo y muriendo 
Gime y llora sus errores. 
Al que tiene sus amores 

Puestos en Cristo y su Mad^e. 
Al que por mas que le cuadre 

Mo codicia cosa agena. 
Al que no solo la pena 

Le aparta del mal obrar. 
Al que procura atajar 

Los daños en ocasión. 
Al que no tiene pasión 

En cualquier cosa que trate. 
Al que vaivén ni combate 

No le apartan de lo bueno. 
Al que tiene siempre lleno 

El pecho de caridad. 
Al que guarda castidad» 

Cosa á Dios tan agradable. 
Al que por muy detestable 

Juzga siempre la mentira. 
Al que se aparta y retira 

De lo que á Dios no es conforme. 
Al que antes que se informe 

Ninguna cosa condena. 
Al que de virtudes llena 

Tiene el alma de con tino. 
Al que al pobre peregrino 

Agasaja y favorece. 
Al que jamás desfallece 

De lo bueno que comienza. 
Al que aunque á los otros venza 

No se jacta ni engrandece. 
Al que en obras siempre crece 

Ejemplares y cristianas. 
Al que las cosas mundanas 

Aborrece con firmeza^ 

Y pone su fortaleza 

En ganar las soberanas 

Que dé la suprema Alteza. 



240 



HISTORIA DE LA 



Lctí lumbres d» la n&chs: en su venida» 

Que de otra mas resplandeciente aurora 
Han de ser esos ojos alianbrados, 
Si por su Dios están llorando ahora^ 

Ni fmrtes la manzana en los vedados 

Sotos del mundo j corre, j^ para entre ellas 
Los ojos, Y alma al cielo levantados* 

Ni es bien que pongas en olvido aquellos 
Ramos dorados , que dejrutos abundan^ 
Seguros que la helada ¿^ sol dé en ellos. 

El alabastro y pórfido en que fundan 

Los grandes, no lo envuaes , que arruinando 
Sera de suerte que ellos se confundan. 

Que es pobre el jaspe, j' mármol torneado 
De la mundana choza á las columnas 
Del trasparente cielo comparqdo. 

Y si te aconteciere ver algunas 

Criaturas bellas llenas de hermosura. 
Siempre á la vista alegres y oportunas. 

Conoce ser borrón, sombra y figura 
De aquel, que no hay decir su gran belleza. 
Que es nueva, no comienza^ y siempre dura^ 

Al viento de la Jama, y la nobleza. 
Si está del corazón ¡a entrada abierta 
Difícil es guardar total pureza. 

Acuérdate , que esperas gloria cierta^ 
Que no puede haber nuedo de perderse^ 
yol golpe de la envidia está encubierta» 

Si al cedf'o vieres ensoberbecerse^ 
y con su altura amenazar el cielo, 
V con fértiles brazos estenderse. 

Si con torcidas vueltas mucho suelo. 
Penetrar su raiz , y andar minando 
Por mejor levantar el alto vuelp* 

No pienses que ya es, porque en pasando 
Si vuelves á mirar ^ no hay del memoria\ 
Si dices ¿cuándo fué? tampoco hay cuandQ^ 

y no pierdas de yista aquella gloria. 

Que como el que es la causa siempre vive 
Asi no hade ser ella transitoria. 

Ni puede tener fin quien la recibe, 
íue después de mil siglos acabados 
^fternidad de gloria se percibe, 
De que gozan los Bienaveniztrados. 

Soli Deo honor , etc. gloria* 



Libro de los enismas. Su autor el 
Doctor Christóval Pérez de Herrera. 
Madrid 1612. 

Divide este tratado eii tres oentu* 



riaS) en las cuales pone trecientos enig* 
mas, diestramente combinados y sn* 
mámente difíciles de esplicar , sí no 
diera al pie de ellos sus esplicaciones. 



. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



241 



Doce enigmas sin comento , cuyos 
nombres irán al fin de ellas , escritos 
en una quintilla , y por la dificultad 
con que se acertarán d distinguir , se 
echara de ver cuan difícil /itera sin 
comento declarar algunas. Su autor 
el Doctor Cristoval Pérez de IferrC" 
ra. Madrid 1617. 



ENIGMA 6.* 

Esme el mundo buen testigo 
De que dividido en partes. 
Aunque junto nada digo. 
Enseño al hombre las artes 
Si trata mucho conmigo. 



ENIGMA 1/ 



ENIGMA 7J 



Mal me hallan en el mar; 
Sojr de poetas buscado, 

Y en los huertos trasplantado^ 

Y no fácil de acertar 
Cou estar á ti pegado. 

ENIGMA 2.* 

Peso mas de mil quintales; 
Soy con esto tan liviano. 
Que me tienes con la mano: 
Enfermo causo mil males^ 

Y mil bienes si estoy sano. 

ENIGMA 3.* 

Caballeros suelen ser, 

Y dan remedio á un sentido. 
Que va perdiendo el poder: 

Y han por ellos fenecido 
Mucho antes de nacer. 

ENIGMA 4.'^ 



Hecho cuartos siempre muero^ 

Y suelo enfermar al hombre, 

Y á este mismo refrigerio: 

De un gran rey conservo el nombre^ 

Y castigo al hechicero» 

ENIGMA 5.* 

Soy blanda^ cuadrada y yerta, 

Y es muy cierto que mi ser 
Consiste en estar bien muerta. 
Que viviendo es cosa cierta 
Ser fácil de fenecer. 



Mi oficio es casi de un barco; 
Soy fuerte^ hermosa y querida^ 
Tengo las cejas en arco^ 

Y por mis ojos sin vida 

De lágrimas corre un charco. 

ENIGMA 8.* 

Mándanme echar en remojo. 
Aunque no para comerme; 
£1 deshacerme es hacerme, 

Y suele causar enojo 

En muchos el no tenerme. 

ENIGMA 9.» 

Bruto en el nombre parezco^ 

Y soy un cierto puntal. 
Que sustento, y favorezco 
La falta del animal 

Por quien fui plaptado, y crezco. 

ENIGMA 10. 

Aun animalejo imito 

En el nombre y en el canto, 

Y con una acción que evito 
Al hombre le daño tanto. 
Que á veces la vida quito. 

ENIGMA 11. 

¿Cuál es la sierra ó montaña. 
Sin fruta, yerba y corrientes. 
Que con gran cólera y sa&a 
Los árboles con los dientes 
Rompe, quiebra^ muerde, arafta? 



HlST. DB LA MeDIC. UPAÑOLÁ. — ^TOMO 2.^ 



31 



242 



HISTORIA DE LA 



ENIGMA 12. 



Tiene dientes y no boca^ 
Suele despeñar vivientes 
Desde una encumbrada roca^ 
Hermosea, limpia^ toca, 
Y da salud á las gentes. 

IjOS nombres de estas doce enigmas 
que van sin comentos ^ son los si» 
guíente s: 

Hacha, Barba, Peine y Pie, 
Muleta, Pepino j Grillo, 
Puente, Sierra, y A. B. C. 
Antojos y peso fué: 
Procura tú distinguillo. 

Compendiwn totius medidme ad ty» 
roñes, eis magna distinctionCj et clan* 
tote modum discendi , et provectiori'* 
bus reminiscendi i/tsinuansj in tres li^ 
bros divisum, Ad caihoücum , et po^ 
tentissimum PhiUppum III Hispa-' 
niarumjCt Indiarum Regem invictissi- 
mam, Aucthore Doctore Christophoro 
Pérez de Herrera Satmaticensi, apud 
Triremes Hispamos Protomedico ^ et 
domus reguB, et regni medico. Matrití 
1614, ín 4.*; 

En el prólogo ofrece que esta obra 
contendria todo io mejor que hasta 
entonces se habia escrito en medicina. 
Divide este libro en tres partes 
principales; trata en la primera, de las 
cosas naturales'^ en la segunda, de las 
no naturales ; y en la tercera , de las 
preternaturales» 

La primera comprende 12 capítu- 
los: en los tres primeros espone la de- 
finición de la medicina, su objeto, na- 
turaleza y división en dietética» qui- 
rúrgica y farmacéutica. En los 4.®, 5. *•, 
6.^, 7.°, 8.*, 9.^ y 10, esplica lo auc 
debe entenderse por naturaleza, salud 
y enfermedad. Trata de los elemen- 
tos orgánióos de nuestro cuerpo, de los 
temperamentos, de los humores natu- 
rales y preternaturales , la sangre , la 
pituita, la bilis y la melancolía. Dice 
que cuaudo estos cuatro humores es- 



tán en armonía j hay salad ; y que 
cuando alguno de ellos peca por esceso 
ó por mala cualidad , produce enfer- 
medades relativas al humor pecante. 
En el capitulo 11 trata de las facul- 
tades, que divide en cuatro especies, á 
saber : facultad vegetativa , sensitiva, 
motiva ó motriz, é intelectiva. Al ha- 
blar de la generación y circulación de 
los espíritus , dice que estos no mar- 
chan como la sangre por las arterias y 
venas , sino por continuación de par- 
tes. Comprueba la circulación de la 
sangre por esperiencias hechas , ligan' 
do tas arterias jr las venas (pág. 29). 
En la segunda parte dedica capítu- 
los especiales para tratar de los ali- 
mentos, bebidas, hábitos y costum- 
bres, del vino , de la aloja , del aire, 
del movimiento y descanso, del sueño 
y de la vigilia, del uso de la venus ^ y 
de las pasiones. 

En la tercera parte trata de la defi- 
nición, causas, síntomas, diferencias y 
pronóstico de las enfermedades en ge- 
neral. 

Al hablar de las calentaras , refiere 
una observación muy curiosa é inte- 
resante de una calentura efímera que 
padeció en Toledo D. Ildefonso de 
Anaya, canónigo y vicario general, la 
cual le daba el dia 27 de cada mes, y 
continuó por espacio de diez y ocho 
meses, sin faltar una accesión (p. 57). 
También refiere otra , de autoridad 
del doctor Andrés Zamudio de Alfaro, 
de un sugeto que padeció mucho 
tiempo de una calentura intermitente 
aeptimania, la cual últimamente le re- 
petía cada treinta dias, y continuó 
hasta la muerte del enfermo (Ib.) 

Compendü totius medicinas ad ty^ 
roñes líber secundus. Aucthore Docto- 
re Christophoro Pérez de Herrera, 
ScUmaticensi medico regio et regni. 

En este libro trata con la mayor 
estension de las indicaciones , de los 
pulsos, de las crisis , de los dias críti- 
cos, y del valor de los signos diagnós- 
ticos y pronósticos. 

Soij de mucho interés los capítulos 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



243 



que dedica ' á esponer las indicaciones 
j contra indicaciones de administrar 
las sangrías, los eméticos y purgantes. 
No lo es menos el tratado de pulsos^/ 
sobre todo el capitulo en que enseña 
el modo j mecanismo de aplicar los 
dedos á la arteria para tomar el pulso. 
Todo cuanto ha dicho posteriormente 
el célebre Bordeau sobre este punto^ 
se encuentra en nuestro medico, como 
puede comprobar el que guste con- 
sultar a uno y otro. 

Compendíi totius medicince ad ty^ 
roms.jíucthore Doctore Chrístophoro 
Pérez de Herrera, Salmaticensi me- 
díco Domus Jtegice, et apudHispama" 
rían Triremes Protomedico Regio. 

En este libro trata de todas las en- 
fermedades del cuerpo empezando por 
las de la cabeza , y siguiendo las del 
pecho y vientre. Nada absolutamente 
de¡a por desear en cuanto al trata- 
miento de estas enfermedades. 

Quod sit ojjficium medici et quomo" 
do eo teneotwrfuaigif et nonnuUacon- 
silia ad probé et docte suum munus 
exercenaum utilia. 

Es un tratadito muj compendioso^ 
pero muy interesante , de moral mé- 
dica: voy á esponer en sus mismas pa- 
labras lo mas interesante. 

(cAd Medicum autem spectat^ Gra- 
vem esse , et Ornatum , non nimis 
Curiosum , nec tnrpi veste et obs- 
coena> sed Decenti babitu indotnm; 
non Elatnm, Loquacem» nec Tristem, 
et nimis Tacitum , sed graviter Hi- 
larem ; (hec enim extrema fugienda 
sunt) Gharitati pot¡ús(qua Ghristiana 
Religíone , et graduum juramento 
tenemur ) quam cupiditati et lucro 
deditum; prsecipue» cúm accersitns 
fuerit ad curandos mediocris status 
in&rmos, Hispané^ Gente honrada y 
pobres vergonzantes appellatos: prae- 
sertim , cum de eorum necessit'ate 
constiterit. Absurdumenim^impium 
et turpe est , aegros ob id incuratos 
relinquere» cúm tales ob status decen- 
tiam potiús moti, quám ad xenodochia 
deferri permittant. Ceteri autem in- 



fimae notas pauperes mendicantes in 
bospitalibus ad finem usque; vite, aut 
raorbi evasionem medicantur. Opor- 
tet etiam esse Medicum bene fortu- 
natum 4 naturaque ; prudentem, ut 
Hippocr. lib. de decenti ornatu nos 
docuit: nam ut Sénecas placuit, Infir- 
mus non querit Medicum eloquentem, 
sed curare scienlem^ ut recté imperet^ 
et cognoscat > an probé administren- 
tur necessaria aegroto , ut ex his (Deo 
favente) salus desiderata contingat. 

(cGonvenit etiam prudenti et doc- 
to Medico, arcana sibi commissa fide- 
Uter celare^ hoc enim recle non pr^es- 
tare, ignominiosum est, sicut indeco- 
rum valdé, si ea quae inter privatos 
asgrotorum parietes videret, ómnibus 
patefaceret. Nec continuis Indis ^ ita 
ut débitis studiis; et suo muneri vacare 
non possit, contractibusque illicitis> 
et alus rebus, quae ingenia non exer* 
cent, sit deditus. Ñeque indiciari» 
Astrologise studiosum se nimis iactet: 
nam populi fallacia vana, et inani, 
mendacique; conceptu, multos interi«^ 
met^ et in prognosticis morborum 
saepius hallucinabilur ; cúm ad doc- 
tum, et cordatum Medicum praecipué 
spectet, atenté, et bené loqui , et mu- 
nus suum 6deliter exequi, ex quo 
Cama, honor, et lucrum sequitur , si- 
eut é contrario oppositum : quia ufe 
communiter dicí solet, Melius est 
silerej quám in prognosticando/alU* . 

aGontinuó itidem det operam lite-' 
ris: non enim sufficit studuisse, sed 
infatigabiliter studere; sic namque la« 
bore et cura pro possibiii ad hibjtis^ 
exitum rei cuiusque poterit spectare 
felicem , immeritoque de asgrotorum 
adversis eventibus calumpiabitur. 

«Non sophisticis , et entitatibus 
metaphysicis, coufusisque syllogismis, 
et argutiis implicetur, sed solidas phi* 
losophias , et Medicinas theoricas et 
practicas se omninó tradat. 

«Non ob id non laudo , sed po». 
tiús virtutibus et laboribus debito 
prasmio digni debent indicari , qui 
sacras Theologias , jurisprudentiae 




244 



HISTORIA DE LA 



hamanarom literaram laoJabilia sta- 
día modlicé amplectuntar. Id enim 
Medie» facultati non adversatar; 
qaem admodúm necilli comteroplatio 
reram Reipublicae utilíum quicquam 
ofBcit^ quinimó ingenium ad suum 
manos meliús obeundam acuit, et fa- 
cilitat^ prsesertim cam bsc facolUs 
tam coniecturalis, aestimativa^ et dis- 
cursiva exista t. Et ratio ni oomso- 
Dom videtur, faciliúsposse curare ho- 
minem mundum partuum , micro- 
cosmos Graece apoellatum , qui rei- 
publicae danna sufqcienter curare stu- 
det, et ad id consiliis, et consideratío- 
Dibus non inepté at inuat, quam illi» 

3ui solnm suae facultati astricti et 
evincti suDt : ut Potentissimus , et 
Prudentissimus , felicisque memoriae 
Rex Fhilippus 11. occasione quadam 
occurrente, de literis , et partíbus 
cuiusdam Medici cum alio á cubica 
losuoIoquenSySuometore pro protulit, 
«Superuacuum duxi, doctis, etstu- 
diosis viris , ne invidi , et detractores 
sint, consulere, cúm haec dúo reipu- 
blicae monstra ab eis tám loo ge abfu- 
tura indicem: Virum enim corda tum 
dedecet» aliornm felicitate torqueri: 
et qui alterius fortunae invidet , ea se 
indignum praedicat. 

«Redoleant hujus facultatis profes- 
sores nobílitatem» quam á parentibus 
duzerint; et faltim eam^ que in gra- 
dttum Licentiae, et Doctoratus suscep- 
tiooe adepti sunt. 

«Sint etiam cauti , et pudici ^ et 
quó magis de eis confiditur, facilior- 
que, ad interiora cujusque yel religio- 
sissimae domus aditus patet, eó se ma- 

{{is j suosque mores componant^ ocu- 
osque et verba, et gravitate et honés- 
tate t^mperent: cúm Christi Redem- 
ptoris nostri, et tot sanctorum pie hu- 
jus facultatis exempla imitan possint, 
eorumque vestigiis inhaerere.» 

Theromata et prcBcepta qucB in 
atio ífolumine compendióse etiam me 
scriptutum promito. 

Dice que tenia conclaidos y dispues- 
tos para imprimir los tratados siguien- 



tes , que liarian un segando tomo de 
este compendio. 

I .^ De fehre punticulari et de om" 
niumfehrium victu et curatione, 

2.® De valetudine tuenda et regi^ 
min6 vitm. 

3.^ De dolare et voluptate, et eo- 
rum causis, 

4.** De rigorej tremore , consnil" 
sione , ac palpitatiúne, 

5.^ De coctione etputreduie. 

6.® De recidivis et res^ersionibus 
morborum, et in quo differant. 

7." De victu et rejectione conva*^ 
lescentium, 

8 .® De cljrpeo puerorum cum epi' 
lepsia y morbiUs , et variolis et alus 
morbis cutaneis eorum, 

9.® De animadversionibus quibus- 
dam circa febres pestilentes et earum 
carbúnculos et bubones. 

10 De affectu amatorio heroum 
príBcipue et ejus medelce. 

II De morbo gálico et cutis <fe- 
/bedatione et curatione eourumdem, 

12 De fascinatione an sit, 

13 De prcBsagüs et modo pronos^ 
ticandi. 

14 Compendiosumquodamchirur- 
gicum una cam reliquis materUs ad 
operationem manualem atinentibus, ut 
pote de hemiis'^rupturís'^alffebra^sm 
de oculistarum usu et oficio^^de calcu* 
lorum rerumfractume prascauticne et 
medela ■« de modo itauco lapides ve^ 
siccB extrahendi at de ejus victu et cu-- 
ratione '^ qua industria morbi simu^ 
lantes sint deprendendi ^=^ de breviet 
compendiosa totius corporis humani 
anatomía, 

1 5 Copiosam Dosim et mensuram 
omnium medicamentorun tironibus uti" 
Ussimam adjiciam. 

Desconozco todas estas obras ó tra- 
tados , ni he visto autor alguno que 
hable de ellas. Tal vez no llegarían á 
imprimirse atendiendo ¿ que el autor 
confiesa que lo verificaría después de 
publicar su tratado de proverbios mo* 
rales, y este lo escribió ya á una edad 
muy abanzada; según se deduce de la 



MEDICINA ESPAÑOLA, 



245 



decíicatoria que dirigió á Felipe ITI, j 
qae se lee al principio del referido 
tratado. 

Brevis et compendiosus tractatus de 
esentia , causis , nolis , prcesagio, cu^ 
ratione , et prascautione faucium, et 
guturis angmosorum ulcerwn morhi 
soffocantis^ garrotiUo hispanice apela' 
ti, cum qmhusdam conchisioníbus ma- 
ximi momentiex ipsius curationis me- 
' ékla deceptis circa exactiorem cogni" 
tionem et medelam hujus periculossissi- 
mi affectiis. Authore Doctore Chisto^ 
phoro Pérez de Herrera Salmeticen" 
si , medico regio et regni apud Hispa-- 
niarum triremes protomedico. Armo 
i6)5.Mairitiin4.'' 

El autor se propuso publicar esta 
obrita sobre la epidemia de nlcerali 
gauGfrenosas de la garganta, que reinó 
en Madrid y otros muchos pueblos de 
España en el año de 1599. 

Al presentar el estracto de esta pre- 
ciosísima monografía, no puedo menos 
de copiar. las conclusiones que al final 
de ella se encuentran» en las cuales es- 
tán compendiadas y estractadas por el 
mismo autor las principales ideas que 
en ella emite, por cuya razón dice que 
estas son la médula de su obra. 

1.* conclusión. «Esta enferme- 
dad se llama vulgarmente garro^^ 
tillo f porque la sensación que produce 
en los enfermos, se parece á la del 
garrote ; ella se distingue de todas las 
especies de angina. Se asemeja mucho 
á las añas y otras ulceras que suelen 
formarse en los niños en la boca y en 
los labios *, pero se diferencian en el 
sitio, y por su maligna cualidad gan- 
grenosa, E!stas úlceras pueden ir acom- 
pañadas de calentura, ó estar sin ella; 
otro carácter distintivo de todas las 
anginas.» 

2.* conclusión. «Siendo esta en- 
fermedad inflamatoria , acompaña- 
da de calentura y de una úlcera, á 
veces cancerosa y custrosa , á manera 
de carbúnculo maligno, ya en un lado, 
ya en el otro del cuello , tiene ocho 
grados: 1 .^, rubicundez de la gargan- 



ta y partes vecinas: 2.°, rubicundez^ 
inflamación , con algo de tumor y 
dolor. Estos dos grados son comunes 
con las anginas y la enfermedad sufo- 
cante: 3.^, escoriación: 4.®, úlcera pu- 
rulenta , y mayor dolor: 5.®, úlcera 
carbunculosa con podre fetidísimo, y 
figura la mas pésima: 6.^, costra sobre 
la úlcera que serpea , corroe y empo- 
drece la parte á la cual hace ulcerosa, 
costrosa^ carbunculosa^ cancerosa, y 
esta es la mas mala de las tres especies, 
y puede considerarse de tres maneras, 
á saber: de color blanco, como se in- 
dica en este 6.® grado, 7.® color mo- 
rado, y 8.® color negro, que es el peor 
de todos (desde el fol. 5 hasta el 7). 
Esta descripción es enteramente dis- 
tinta de la angina membranosa.» 

3.* conclusión. «Guando esta en- 
fermedad es muy cruel y matadora^ 
se perturban é invierten el orden y 
los cuatro periodos, á saber: principio, 
aumento, estado y declinación, de tal 
suerte , que muchos suelen perecer en 
el principio ó en el aumento, etc. El 
género de este mal consiste en el tem* 
peramento, composición viciada, y so- 
lución de partes ; pudiendo llamarse 
enfermedad particular , contagiosa, 
maligna^ epidémica, y pestilencial, 
pero no peste. El género especial es 
inflamación con tumor y úlcera, como 
se ha dicho en la conclusión segunda 
(fol. 7).» 

4.* conclusión. «Debe llamar- 
se contagiosa, pues ejerce su malicia 
por contacto, mediato é inmediato, 
especialmente en los niños mas que en 
los adultos. Sus causas son el tempe- 
ramento cálido y húmedo, y los esce- 
sos y deprabacion de las seis cosas no 
naturales.» 

5.* conclusión. «Esta enferme- 
dad ataca á la garganta y partes ve- 
cinas, con preferencia á las demás del 
cuerpo. Algunas veces se esliende á 
las narices, paladar, áspera arteria y 
esófago.» 

6.^ conclusión. «Siendo el asiento 
de este mal la garganta y partes veci- 



246 



HISTORIA DE LA 



nas^ hay mayor ó menor daño en la 
respiración y deglución^ según la in- 
tensidad del mal. Algunas veces le 
acompaña calentura ; otras no , cuyo 
síntoma es mas fatal. El pulso es des- 
igual; las estremidades se ponen frias: 
hay muchísima sed-, la lengua áspera; 
fetidez en la boca; temblores y rigores; 
las orinas descoloridas y delgadas ; y 
cuando estos síntomas aparecen mas 
remisos, entonces están los enfermos 
en mayor peligro. Se presenta en to- 
dos tiempos; es mas peligrosa en el 
otoño; y mas frecuente, pero segura^ 
en el verano.» 

7.^ conclusión. «Suele terminarse 
en siete dias, cuando es poco aguda, y 
en los cuatro si es muy intensa. Si la 
costra tira á morada, es muy malo; y 
mucho peor , si á negra. No termina 

Eor crisis. Si hay flujo de narices ó de 
oca , el pronóstico es mortal , espe- 
cialmente si hay costra , pues enton- 
ces no es decretorio, sino sintomático. 
Lo mismo debe decirse con respecto á 
las cámaras. Es incurable esta especie 
de úlcera , pues los remedios que son 
necesarios para su curación son tan 
activos, que por sí solos pueden matar 
al hombre mas sano y robusto (fol. 19 
y 23).)) 

8,^^ conclusión, «Pudiendo ser el 
tumor ya cansa ya síntoma de esta en- 
fermedad, ha de principiarse la cura- 
ción según sea síntoma, etc.)) 

9.^ conclusión, a Se refiere su con- 
tenido á lo que se deja dicho.)) 

1 conclusión, u Convienen en esta 
enfermedad, los alimentos de fácil di« 
gestión^ y los muy nutritivos en poca 
cantidad; las bebidas de flores cordia- 
les, el vino aguado y aun puro, y el 
aire muy cargado de emanaciones 
odoríficas : debe huirse del estanca- 
do y fétido.» 

1 1 conclusión. «El sueño debe ser 
ligero, y no debe pasar de tres á cua- 
tro horas, dejando pasar otras seis. Eu 
ios niños, por el contrario, es muy sa- 
ludable. Es muy dañoso el demasiado 
ejercicio.» 



12 conclusión. «Acarreando este 
mal un gran abatimiento de fuerzas, 
las sangrías no deben ser escesivas.» 

13 conclusión. «La primera san- 
gría debe hacerse del pie aun en las 
mugeres perezosas en menstruar; des- 
pués de esta sangría debe recurrirse 
á la del brazo.» 

14 conclusión» «Si estas son insu* 
ficientes podrá sangrarse entonces de 
las venas sublinguales, aunque pares* 
can de poco calibre.» 

15 conclusión. «En los enfermos, 
de temperamento linfático, debe prin- 
cipiar la curación por los purgantes, 
cuya dosis se arreglará á sus fuerzas 
y á su edad ; pero en la mayor parte 
de casos por la sangría.» 

16 conclusión. «Este mal exige, 
medicamentos y gargarismos, ya sua- 
ves ya fuertes , según las circunstan- 
cias y la ocasión: el vinagre no convie* 
ne. Guando la úlcera ha tomado el as- 

I)ecto carbunculosO) deben practicarse 
os remedios siguientes.» 

1 7 conclusión. «Según algunos au- 
tores cauterizarle con el nitrato de 
plata óescariflcarla con un hierro agu- 
dísimo hecho ascua ; pero es mas ra- 
cional pensar que estos irriten mas las 
partes » que se haga mayor la úlcera, 
y que impedida la respiración se sofo- 
que antes el enfermo. Por el contra- 
rio, tratándola con los remedios sua- 
ves y demulcentes, (fol. 37 y 38).» 

18 conclusión. «En el principio 
de este mal suele ser útil un vegigato- 
rio aplicado esteriormente sobre la 
parte afecta, sin esperar las evacuacio*» 
nes generales del cuerpo; muchos en- 
fermos, casi desesperados, se curaron 
con este remedio (fol. 41 hasta 47).» 

19 conclusión. «Están mas dis- 
puestos á contraer este mal, los que le 
han padecido otra vez; y estos suelen 
perecer cuando mas libres se conside^ 
ran (fol. 47.. hasta el fin del capítulo.)» 

20 conclusión, «Siendo mas fácil 
evitar este mal que curarlo, debe vi- 
gilarse en que se proscriba y destierre 
el uso de lodos aquellos objetos que 



MEDICINA ESPAÑOLA, 



247 



por sa nataraleza puedan conservar el 
Tomes contagioso: tales son las camas, 
las ropas, y todos los enseres en fin , que 
bajan servido para los enfermos. Han 
de evitarse en los niños el escesivo ca- 
lor ó frió de las bebidas y alimentos; 
y también deben aislarse los enfermos 
completamente , cuando las circuns- 
tancias lo permitan.» 

Tienen^ pues, mis lectores un es- 
tracto bien circunstanciado de las prin- 
cipales obras de este médico. Tal vez 
paracerá á alguno demasiado estenso; 
pero si se propone reunir las obras de 
qae acabo de hablar» seguramente le 
costaría mucho tiempo y dinero ha- 
cerse con ellas. Al presentar este arti- 
culo con tanta estension, be creído 
complacer ¿ mis lectores ; si no lo he 
conseguido me he equivocado de bue- 
na fe^ y reclamo su indulgencia. 

MIGUEL FRANCO, natural de 
la ciudad de Andújar ^ estudió la me- 
dicina en Sevilla ; y terminada » vol- 
vió a su pueblo » en el que eferció la 
profesión como médico titular. 

Escribió: 

Discurso medicinal , en el cual se 
declara la orden que se ha de tener 
para preservarse de la peste j" otras 
erifermedades. Córdoba 1601, en 8.^ 

Describe en esta obra la peste que 
reinó en Sevilla, Ecija y Córdoba : la 
ere jó de naturaleza contagiosa; j para 
sa curación propuso las sangrías en el 
principio, después los purgantes y 
vomitivos, como para depurar el hu- 
mor pútrido j pestilente que las cau- 
saba; las ventosas, para derivarle de 
las entrañas principales ; las fumiga- 
ciones olorosas , para neutralizar el 
aire corrompido; j el usode los ácidos, 
para destruir la naturaleza del virus 
morbífico. Para su preservación acon- 
sejó el buen uso de las seis cosas lla- 
madas no naturales. 

GERÓNIMO GÓMEZ DE HUER- 
TA > natural de Escalona, en la pro- 
vincia de Madrid, nació en el año de 
15 79. «Estudió las humanidades en la 
universidad de Alcalá de Henares. 



Una feliz casualidad le proporcionó 
la amistad con los dos hermanos Juau 
j Fernando de Mendoza , con cujos 
auspicios logró ejercitar su buena dis- 
posición para las letras , y habilitarse 
para tratar en la ilustración y defensa 
del concilio Iliberitano. El deseo tan 
estremado que infundió en Huerta el 
trato continuo con los Mendozas y es» 
pecialoaente en materia de antigüe- 
dades y de historia sagrada j profana, 
le tuvieron indeciso sobre la carrera 
que habia de seguir. Primeramente 
le pareció la jurisprudencia la profe- 
sión mas apropiada; pero el amor que 
tenía al estudio de la naturaleza en la 
lectura de las obras de Plinio, le obli- 
gó á seguir la medicina. Efectivamen- 
te, la estudió en la universidad de Va- 
Uadolid ^ j en ella tomó la borla de 
doctor. En esta misma ciudad ejerció 
la profesión por espacio de algunos 
años. Contrajo matrimonio con una 
señora muj noble j rica ; mas no por 
esto dejó los estudios, ni la asistencia 
de los enfermos. Nada holgaba en sus 
observaciones, como él mismo dice, 
cuando trataba una enfermedad : re- 
flexionaba atenta y detenidamente 
sobre el género de vida, humores, 
edad, influjo de las estaciones, y clima. 
Era un orátulo en sus pronósticos , j 
un Demóstenes en su conversación ; y 
asi le buscaban y consultaban de todas 
partes. Otro que Huerta , hubiera 
aprovechado esta ocasión para llenarse 
de riquezas; pero él hujo siempre de 
los aplausos j de la adulación. Muerta 
su esposa, j tomando su hijo el hábito 
de religioso carmelita, se retiró á Val* 
demorOj j después pasó á Arganda. 
Libre en estos pueblos de los cuidados 
que antes habia tenido , pudo entre- 
garse al estudio y ampliar las obras 
sobre la historia natural de Plinio, 
corregir las traducciones que habia 
hecho de ellas , y coordinar sus pro- 
blemas filosóficos, CUJOS trabajos le hi- 
cieron acreedor al honroso titulo de 
el Plinto español. 
Aunque Huerta quiso vivir retirado^ 



248 



HISTORIA DE LA 



su fama no pudo oscurecerse de ma- 
nera alguna. Felipe IV le nombró 
medico suyo, y aunque renuncio este 
cargo por no creerse con suGcíencia 
para ello, no le fué admitida la renun- 
cia. Trasladado a la corte y entregado 
i nuevos cuidados, no pudo dedicarse 
con tanta pasión al estudio; sin embar* 
go , aun trabajó el tratado de proce^ 
dencia de España , debida á sus reyes 
católicos ', el Florando de Castilla ; el 
Lauro de los caballeros, y el panegí^ 



rico latino de la purísima Conoepoion, 
Huerta murió en 1649, de edad de 
70 aoofl^. Felipe IV tenia tan deposi- 
tada su confianza en él, que en el ins- 
tante de saber su muerte dijo: «iVb 
viviré mucho tiempo ^ muerto Huerta, » 
(Retratos de. hombres ilustres^ artí- 
culo Huerta. En esta misma obra se 
halla un precioso retrato del autor). 

El poeta D. Alonso Solorzano y de- 
dicó al autor el siguiente soneto. 



Dando leños al mar al viento lino. 
Fia Colon su dicha en su esperanza; 
Nuevos climas le ofrece su bonanza. 
Si ricos minerales su destino. 

Por piélagos salados peregrinos 

Fernán Cortés con nueva confianza. 
Dilatando su empresa en premio alcanza^i 
El megicano imperio ultramarino. 

Plinio ha sido el Colon, investigando 
Del orbe los secretos naturales 
para que le acredite en su memoria; 

Y vos. Huerta, el Cortés, que dilatando 
En plantas, aves, peces, y animales 
Sus propiedades^ merecéis la gloria. 



Huerta escribió las obras siguientes: 
Triuhíccion de los libros de Cayo 
Plinio segundo » de la historia natural 
de los animales. Hecha por el licen^ 
ciado Gerónimo de Huerta, médico y 
filósofo , y anotada por el mismo con 
anotaciones curiosas , en las que pone 
los nombres, la forma, lanaturaleza, 
la templanza, las costumbres y pro' 
piedades de todos los animales^ pesca- 
dos, aves, insectos^ y el provecho ó 
daño que pueden causar d tos hombres^ 
y los geroglifcos que tuvieron de ellos 
los antiguos, con otras cosas muy cu" 
riosas. Primera parte. Alcalá, por 
Justo Sánchez Crespo^ año M, D, CII 
Dirigida á Felipe HI, dos tomos 
en 4.^ 

No es posible presentar un estracto 
coordinado de esta obra, por ser tantos 
y tan varios los comentarios de Huer- 
ta, cuantos son los textos de Plinio. Me 
concretaré á decir que en el libro 7.% 



el cual dedica á la historia del género 
humano, hallará el lector muchos tro- 
zos y pasages de la obra de Virey. 
Son muy interesantes los capítulos del 
elefante, como mas inmediato al hom- 
bre en la inteligencia; el del león y el 
del lobo. El 37, en el que habla de los 
animales que nos enseñaron algunas 
medicinas. El 39, en el que refiere las 
ciudades y gentes que fueron destrui- 
das por los insectos. El 41 , en que 
trata de la mordedura de los per- 
ros rabiosos, y la historia médica de 
las heridas de esta naturaleza : el 42, 
43 , 44 , 45 y 54 , en que habla res- 
pectivamente del caballo, del asno, 
del buey, del perro , y de los cuadra- 
manos. 

Libro nono de Cayo Plinio segundo. 
De la historia natural de los pescados 
del mar, de lagos y rios^ hecha por el 
licenciado Gerónimo de Huerta, me-' 
dico y filósofo. Dirigido al Rey Don 



MEDICINA ESPAIVOLA. 



249 



Fetipe III. Madrid 1603, por Pedro 
Madrigal» 

En este segundo toma empieza se- 
gún acabamos de rer , por la tradac- 
cíOQ del libro nono, consagrado escla- 
sívameote á dar á conocer la historia 
natural de los peces. Todo él inspira 
un alto interés; pero sobre todo los ca- 
pítulos sobre las ballenas. El 7.®, en 
qne discute si los peces respiran ó no, 
y si duermen : el de los moluscos. El 
35, en el que habla de la pesca de las 
perlas, el de las púrpuras ó sea de los 
moluscos de que sacaban los antiguos 
ef color de púrpura para te&ir las ro- 
pas. El 49, en que habla de las enfer* 
medades de los peces. Y el 51 , de su 
generación. 

No contento el autor con haber pu- 
blicado esta traducción de los nqere 
libros de Plinio, volvió á hacer una 
segunda edición , con el titulo que 
sigue: 

Historia natund de Cayo PUnio 
segundo* Traducida por el licenciado 
Gerónimo de Huerta , médico y fa-^ 
miliar del santo oficio de la inquisi-» 
don, y ampliada por el mismo con ej- 
coUos y anotaciones en que aclara lo 
oscuro y dudoso, y añade lo no sabi^ 
do hasta estos tiempos. Dedicada al 
católico Bey de las Españas y In^ 
dios D. Felipe IV. Madrid por Luis 
Sánchez 1624, 2 tomos en 4.° ma-* 
yor. 

. En la dedicatoria á Felipe IV, dice: 
f<Desnues de haber traducido y ano** 
tado tos nueve libros de Plinio con que 
serví á la magestad del Rej D. Feli- 
>e III, de gloriosa memoria, padre de 
^ M., que fueron tees desde el sépti- 
mo , teniendo para sacar a luz los de 
aves y de insectos, á persuasión de al- 
gunas personas curiosas que advirtie- 
ron las curiosidades de los seis prime- 
ros , determiné servir á V. M. con su 
universal traducción, comenzando des- 
de el primero.» Añade que asi como 
Plinio dedicó su obra á Vespasiaoo, en 



(? 



lo que trató con especialidad de los rei- 
nos que poseía, también él se proponía 
esplanar la historia de Plinio, hablando 
de las cosas notables que en su reino y 
países conquistados había. 

Esta obra está dividida en treinta y 
siete libros. 

En el primer volumen presenta on- 
ce láminas de las efigies de gentes 
monstruosas, animales^ pescados, ave^ 
é insectos contenidos en él. 

1.^ Refiere algunas cartas que Pli- 
nio dirigió á Vespasiano, y los autores 
de que se habia valido para la forma- 
ción de su obra. 

2.^ Contiene la historia del mun^ 
do, y de las cosas celestes , terrestres 
y aéreas. (Contiene 418 capítulos). 

Én los libros 3.®, 4.®, 5.® y 6.® tra- 
ta de los sitios, gentes, mares, pueblos, 
ríos, mesuras y naciones. 

7.^ Contiene admirables figuras de 
gentes (60 capítulos). 

8.® La naturaleza de los anímale^ 
terrestres que andan pie ante pie (59 
capítulos). 

9.** La historia y naturaleza de los 
animales de agua (62 capítulos). 

10 La naturaleza é historia de las 
aves (85 capítulos). 

1 1 Las historias y naturalezas de 
animales pequeños y reptiles (54 ca- 
pítulos). 

12 La historia y naturaleza de los 
árboles (28 capítulos). 

13 Los ungüentos y árboles ma- 
rítimos (25 capítulos). 

14 La de las vides y viñas (22 ca- 
pítulos). 

15 La naturaleza de los árboles 
fructíferos que se cultivan (30 capítu- 
los). 

16 La naturaleza de los árboles 
silvestres (44 capítulos). 

17 La naturaleza de los árboles 
que se reproducen por semilla y se 
cultivan (28 capítulos). 

18 Trata de agricultura (35 ca- 
pítulos). 



HlST. UE LA MeOIC. ESPAÑOLA. — TOMO 2.® 



32 



. 



250 



HISTORIA DE LA 



19 De la oataraleza del vino j 
sus maraTÍllas (12 capítulos). 

20 De las medicinas que se toman 
de aquellas cosas que se siembran en 
los huertos (24 capítulos). 

21 De la naturaleza de las flores y 
plantas de que se hacen coronas (34 
capítulos). 

22 De la virtud de las jerbas (25 
capítulos). 

23 De los arboles que se cultiyan 
(9 capítulos). 

24 De las medicinas de los árbo- 
les silvestres (19 capítulos). 

25 De la naturaleza de las yerbas 

3ne nacen sin sembrarlas , y la virtud 
e estas , y del origeu y principio de 
usarlas (13 capítulos). 

26 De las demás medicinas , por 
las diferencias de las enfermedades, 
y de nuevas enfermedades, y del em« 
peine (15 capítulos). 

27 De los géneros de yerbas (13 
capítulos). 

28 I>e las medicinas tomadas de 
los animales (20 capítulos). 

29 De las medicinas tomadas de 
lo9 animales (6 capítulos). 

30 ídem (16 capítulos). 

31 y 32 De las medicinas de los 
acuátiles , y maravillas de las aguas 
(21 capítulos). 

33 De la naturaleza de Ids meta* 
les (13 capítulos). 

34 De los metales, cobre, fierro, 
plomo y eslaño (18 capítulos). 

35 De la pintura (16 capítulos). 

36 De la naturaleza de las pie- 
dras y diferentes mármoles (27 capí-» 
lulos). 

37 Del origen de las piedras pre- 
ciosas (13 capítulos). 

ALFONSO PONCE DE SANTA 
CRUZ. Tenemos muy pocas noticias 
biográficas de este célebre médico. 
Por relato de su hijo Antonio^ de quien 
hablaremos, sabemos que fué medico 
de Felipe 11, y que poseía tan grandes 
conocimientos médicos, que lo respe- 
taba y veneraba como un oráculo. 

Escribió el tratado siguiente: 



Dienotio et cura ifffectuum me^ 
¡ancoiiconan. Auctpre Doctore Al" 
phonso de Santa Cruze, Ad regem 
CatoUcum, Matríti apud Thomam 
Juntam tjrpographum regium. Armo 
M.D.CXXlí{\). 

Antonio Ponce de Santa Gruz^ al 
tratar de la melancolía, elogia mucho 
este tratado, denominándole libro de 
oro de hoc puncto eleganter et erudita 
scripsit veneratidus Parens meus Doc» 
tor Alphonsus de Santa Cruze in suo 
Ubro áureo de melancolía (lib . de morb. 
sacro com. de Hip. pág. 7). 

En la dedicatoria á Felipe II, le 
dice: «Dios me ha dado ocasión de po- 
der ayudar con mi trabajo, ofreciendo 
á los hombres un arte breve y clarOj 
como la principal joya que Dios les 
dió^ que es el entendimiento, en el 
cual se le asemejan, para qae lo sepan 
conservar y guardar de un poderoso y 
pestilencial enemigo que le suele com» 
batir y quitar á veces las fuerzas de 
tal manera, que en todas sus acciones 
no parecen hombres, sino unos insen- 
satos brutos ; y otros , furiosos^ Tal es 
el humor melancólico.» 

Este tratado se reduce á nueve diá** 
logo^, entre Aristipo y Sofronio, en 
los cuales habla de las materias si- 
guientes: 

En el 1 .^, de la naturaleza y origen 
de esta enfermedad: dice «que este hu- 
mor melancólico, hijo natural de las 
bilis adusta, invade al cerebro y <rfen» 
de sus tres potencias rectrices, a saber: 
la imaginatwa, la escogitativa, y la 
memorativa: daña á la primera de tres 
tnodos, ó quitándola del todo, ó dis- 
minuyéndola, ó pervirtiéndola: tam- 
bién ofende la raciocinitiva ó racio* 
nal de otros tres, oquitdndola^ y pro- 
duce entonces la demencia^ ó alterdn' 



(1) Aaoqae esta obra se Imprimió das* 
pees de alganas otras que publicó el hijo, 
me h» parecido mas conforme hablar antes 

de ella. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



251 



dola, y es ia desipieDoU , ó dismáiu^ 
yéndoia^ j es la estulticia o fatuidad. 
Coandoeste humorafecta la mettioria, 
produce el olvido» el miedo y la tris- 
teza. Si tiende á los hipocóodrios jr va 
acompaftado de obstrucciones , deter- 
mioa la hípocóodria; si de delirio^ la 
mama; si ataca al útero, produce el 
furor uterino.» 

En el 2,% trata del asiento de la en- 
fermedad , que dice ser el cerebro. 
Con este motivo presenta una descrip* 
cíoii anatómica bastante circunstan» 
ciada de dicho órgano. 

En el 3.^4 trata de los signos de la 
parte afecta. Asegura que la melan- 
colía DO siempre reconoce la lesíotí 
primitiva del cerebro , sino que esta 
puede ser simpática de la del estoma* 
go» hígado, intestinos y bazo. Descri* 
be con la mayor precisión los sínto- 
mas de esta enfermedad , ya primi"* 
tiva, ya simpática. 

En el 4.^9 presenta algunos proble* 
mas, relativos á dicha dolencia. 

En el 5.^y re6ere algunas observa- 
ciones sumamente curiosas de otros 
tantos enfermos , de las coales voy á 
presentar un ligerísimo estraoto. 

1.^ Un enfermo se creía conver- 
tido en un Taso de cristal*, y temiendo 
el. llevar un golpe , hnia de todo el 
mundOé Se le aconsejó el que supuesto 
estaba convertido en cristal , que se 
dejara cubrir de paja y heno, del 
mismo modo qué los cristaleros oon- 
dncian los vasos y botellas. Conven- 
cido en esta propuesta, se \t acostó 
sobre paja bien seca, encerrándole en 
un cuarto; y cuando mas descuidado 
estaba, se le dio fuego á la paja , cer* 
rándole la puerta para que no pudiera 
escaparse. Atemorizado de las llamas, 
empezó á dar fuertes golpes ala puer- 
ta y llamar á los parientes. Avisados 
estos, le preguntaban desde fuera, 
que si era de cristal^ ¿cómo podia dar 
tan grandes golpes con las manos, pies 
y todo el cuerpo sin quebrarse? A lo 
cual contestó: amigos, parientes mios, 
yo no soy vaso de cristal , soy el mas 



infeliz de los hombres, sino me sacáis 
de este peligro. 

El enfermo recobró su juicio por 
medio de esta estratagema. 

2/ Es de un monge que se creía 
haberse muerto y después resucitado 
é inmortal. Le curó con repetidaMva- 
cuaciones de sangre, los demulcentes, 
el suero y los pungantes. 

3.* Contrajo la dolencia por ayu- 
nar mucho , y haberse debilitado con 
otros ejercicios de penitencia. Se curó 
restableciéndole el flujo hemorroidal 
que se le había suprimido. 

4** Es de una joven que padeeia 
de furor uterino. Se curó restablecían* 
dolé la menstruación. 

5.* Es de un sngeto muy apasio- 
liado á la venus , y que habiendo to* 
madoel hábito de religioso con repog* 
nancia , empezó por entristeoerse y 
terminó por furioso. Se curó con la 
esclaustracion. 

6.* Es de UQ sugeto de treinta y 
tres años, que de resultas de malos ali* 
montos cayó en una tristeza muy gran* 
de. Huyendo siempre del trato de los 
hombres y buscando la soledad , se 
creyó convertido en lobo^ y siempre 
iba trepando los montes , aullando 
como aquel de noche^ yendo á los ce- 
menterios y llamando á los muertos. 
Recogido por la autoridad en el hos-» 
pital , y puesto bajo la dirección del 
autor , curó al cabo de seis semanas 
por medio de las sangrías generales y 
locales, de los purgantes suaves, de los 
baños generales y de chorro sobre la 
cabeza, y sobre todo con loa alimentos 
nutritivos y de fácil digestión. 

8.* Lo es de un caballero de altas 
prendas , que habiéndose enamorado 
de una dama y no siendo correspondió 
do, cayó en una melancolía furiosa* 
No se curó. 

9.^ Es de una religiosa que ha^ 
hiendo padecido muchos años de una 
oftalmía, se le suprimió esta, le sobre* 
vino cefalalgia , gran tristeza, y últi- 
mamente la melancolía. Curo á los 
cuarenta dias con el auzilio de sangrías 



I 



252 



HISTORIA DE LA 



locales, de pedilubios y ele purgantes. 

10 Es ae un religioso que de tan- 
to ayunar y bacer penitencias fuertes 
se demacró , se entristeció terrible- 
mente, y por 6n vino i padecer una 
melancolía por escrúpulos de coocien - 
eia. Se curó por los baños generales en 
el rio , y por los de chorro en la ca- 
beza. 

11 Elsde un enfermo que vino á 
dar en una melancolía furiosa, á causa 
de haberle vendido un pariente.su ha- 
cienda. Curó i los 40 dias. 

12 Es de un monge septuagena- 
rio que contrajo una melancolía fu- 
riosa, á causa de haber ayunado por 
muchísimo tiempo á pan y agua. 

13 Es de una puérpera que cayó 
en delirio de resultas de la supresión 
loqniaK Curó por medio de las san- 
grías del pie. 

14 Es un loco de resultas de la 
crápula. 

Todas estas historias son muy dig- 
nas de consultarse , pues seguramente 
no se describen mejor en el siglo XIX. 

En el 6.^, se reduce á tratar de la 
eficacia de algunos medicamentos en 
esta enfermedad. Elogia la valeriana, 
la matricaria» y el jarabe escilítico. 

En el 7.®, versa sobre el modo, 
tiempo y circunstancias de adminis- 
trar los medicamentos. 

Los 8.** y 9.** , se concretan á espo- 
ner los medios preservativos. 

ANTONIO PONCE DE SANTA 
CRUZ , natural de Valladólid , hijo 
del anterior , estudió la filosofía y la 
medicina en la universidad de dicha 
ciudad con Luis Mercado. En esta ob- 
tuvo y desempefló la cátedra de pri- 
ma, hasta que Felipe IV, cerciorado 
de sos vastos conocimientos en la cien- 
cia , le nombró médico de su cámara 
con ejercicio, en cuyo destino llegó i 
ser el decano de todos los médicos de 
cámara, y proto-médico general. Ob- 
tuvo igualmente ^ por una gracia de 
S. M. , una abadía en la iglesia de 
Govarrubias. 

Sus talentos, sus esludios y su gran 



acierto en la práctica, lo hicieron al- 
tamente recomendable y digno de la 
celebridad que disfrutó. Fué muy 
hábil en el pronosticar ; y su pericia 
llegó á tanto, que al aspecto de un solo 
enfermo predijo una horrorosa peste 
en Valladólid. 

Escribió muchas obras , todas las 
cuales, lo mismo que la del padre, se 
han hecho tan peregrinas y rarísimas, 
que hasta el dia no he visto mas ejem« 
piares que los que yo poseo, que afor- 
tunadamente son todos. 

Voy, pues, á presentar á mis lec- 
tores un estracto de todas ellas. 

Tratado de las causas y curación 
de las fiebres con secas pestilenciales , 
que han oprimido á P^alladolíd y otras 
ciudades de España; en el cual se tra* 
tan muchas in/icuUades que se han 
ofrecido después de todos los que hasta 
este tiempo han escrito. Compuesto 
por el Doctor Antonio Ponce de Santa 
Cruz , profesor público de la cátedra 
de prima de medicina en la insigne 
ciudad de Valladólid, Valladólid, por 
Pedro de Merchan Calderón ,afto 1 601 • 

Está dedicada al Doctor Luis Mer- 
cado, á quien dice: «y considerando 
cuyo nombre llevaría en la frente este 
hijuelo mió para que no fuese despe- 
dazado, me pareció ofrecérsele á su 
abuelo.» 

Bajo el epígrafe de El primer era- 
fermo que hubo de seca en Valladólid, 
y lo que acerca de él sucedió , refiere 
el modo de invasión que tuvo en dicha 
ciudad la peste ; cuyas circunstancias 
son muy interesantes. Dice asi: 

«Gozando Valladólid de la mas en- 
tera salud que muchos años antes ha- 
bía tenido , conservándose en medio 
de logares comarcanos enfermos, no 
debió de poder guardarse con tanto 
recato de ellos, pues fui llamado para 
ver un enfermo, vecino de la villa de 
Covarrubias, tierra de mucho trato y 
comercio con la de Burgos , y bien 
desapercibido que había de hallaren 
Valladólid hombre apestado, entré en 
una posada , junto á la puerta de San 



MEDICINA ESPMOLA. 



253 



Xaan^y yi un hombre de media edad, 
colérico, fríos los estremos , peqaefio 
el calor, pulsos frecuentes, desorde- 
nados , débiles ^ parvos , sudaba io* 
úlilmente, vomitaba, loqueaba, noso* 
segaba un punto, con una seca algo 
mas abajo de la ingle izquierda: y con 
todas estas señales tenia tan engaSados 
á los asistentes j que con mncba difi- 
cultad les persuadí le hiciesen dar los 
santos Sacramentos, porque le veían 
algunos ratos estar tan en si y tan tem- 
plado , que parecía estar bueno. 

« En fin, se procuró con todos los 
medios posibles divertir del corazón 
tanta copia de veneno, convocarle i 
los emunctorios, reprimir la putrefac- 
ción, defender el corazón con alexi- 
fármacos, y con los mismos contrade- 
cir á la cualidad venenosa : murió al 
séptimo, habiéndole visitado desde el 
quinto, porque según parece desde 
Covarrubias venia herido de la landre. 
Parecióme advertir de esto al corregi- 
dor aue entonces era, y persuadirle 
mandase guardar de aquella tierra y 
su comarca. Al otro dia siguiente en 
so casa, hice una junta y consulta con 
algunos médicos doctos de esta ciudad, 
donde me confirmé en que aquella 
habia sido verdadera peste, y que con- 
venia hacer la diligencia acostumbra- 
da contra el contagio con todos los que 
enfermasen de este mal. Los demás 
fueron de contrario parecer; y dando 
la razón, era porque no hablan muer- 
to muchos en Valíadolid de aquel mal, 
y asi no era bien escandalizar la ciu- 
dad. De todo -esto me venia un gran 
sentimiento al corazón, viendo el pe- 
ligro en que esUba Valíadolid. Esto 
llevaron tan mal mis discípulos , que 
me porfiaron tuviese unas conclusio- 
nes públicas en la universidad contra 
este barbarismo, en lo cual también 
se me hizo mucha contradicción , di- 
ciendo que se alteraría la gente oyen- 
do decir y defender que habia entrado 
un apestado en la ciudad. 

(cPocos dias pasaron, cuando vimos 
encenderse el contagio por todo aquel 



contorno de la calle de Ruyhernandez, 
salpicando por toda la ciudad , y des- 
poblando casas; y con todo esOj incré- 
dulos de que era peste. Después supe 
de Fr« Juan de Covarrubias , natural 
del mismo logar, y religioso de la or- 
den de S. Gerónimo, que aquel hom- 
bre que vino herido dejó su casa apes- 
tada , y fué principio de todo el dafk> 
de aquella villa. 

«De lo cual se infiere que este mal 
entró en esta ciudad por seminarios y 
contagio^ como en las demás. Porque 
quién duda sino que entrando este, 
entrañan otros de partes sospechosas 
y enfermas: y sin dispotar ahora qué 
seminarios pudo dejar ^ por lo menos 
lo que ae vio fué comenzar la peste no 
lejos de su posada. T como quedará 
probado en los capítulos siguientes, 
este solo fué poderoso para destruir 
esta ciudad, si Dios no nos socorriera. 

Del triste desengaño que se ha te* 
nido por no creer que este mal era 
pestilencial jjr lo que después sucedió* 

«Pocoá pooo, y encubiertamente 
por la comunicación secreta del con- 
tagio, creció el numero de los enfer- 
mos; de manera, que la ciudad deter- 
minó fundar un hospital- en San Lá- 
zaro, para recoger los pobres, y asi se 
hizo desde principio de mayo, pero 
confusamente , teniendo juntos los de 
calenturas solas con los de secas, por- 
i(ue siempre estuvieron incrédulos del 
contagio ; bien boceado de mi en ios 
principios, asi se fué disimulando, y 
el da&o esforzando, hasta que en 3 de 
junio fué Dios servido nos enviase 
$. M« por corregidor á D. Antonio de 
UUoa, caballero del hábito de San tía- 
o, el cual comenzó á ayudar al tra. 
tajo; de suerte, que luego supo de to- 
dos los médicos los enfermos que te- 
ñían por la ciudad; y con un ánimo y 
determinación grande , sin género de 
temor del contagio, de dia y de noche 
andaba por las casas con un cirujano, 
visitando los enfermos por su propia 
persona : y conociendo el gran daño 
que habia , comenzó á formar hospi- 



i 



254 



HISTORIA DE LA 



r 

taleg trapaces para tanto núoiero de 
gente como iba cayendo» j fundó con 
gran brevedad cuatro bospitales para 
loa dolientes y dos para convalecientes^ 
que ya por todos eran siete, en los cua- 
les estaban repartidos mas de mil y 
seiscientas personas, á quien todos los 
mas dias visitaba , y miraba como se 
hacia lo tocante á su servicio y como- 
didad; y cuando el enfermero no osa- 
ba llegar al herido, él le tomaba por 
la mano y le metia en la cama, y an- 
daba animando ¿todos, como sino 
fuera sujeto á dolencia; tal orden puso 
en los hospitales; asi los alentaba, que 
mocian poquísimos. En medio de estas 
tribulaciones, le desanimaban con la 
falta de dinero , con el temor de los 
que desamparaban la ciudad. Pero a 
todo ha resistido; de manera, que sa- 
biendo cuan ^na peste es esta, los per- 
suadia que no se pegaba, para que no 
desmayásemos; y por otra parte gran 
solicitud en recoger la ropa , ejecu^^ 
tando las demás cosas necesarias; y no 
contento con esto , hizo dar de comer 
á todos los necesitados por las parro- 

Juias, y en su casa ae guisaba U comí- 
a para todos los de su parroquia, á so 
propia costa , animando á ]os demás 
para que hiciesen lo mismo. Con esto 
se animaba el pueblo; de manera que 
andaba alegre en medio de su daño. 

«Pero qué diré de loque el santo 
obispo D. Bartolomé de la Plaza ha 
hecho en este negocio , la entereza é 
igualdad que ha tenido en medio de 
tantos temores, las limosnas, el go- 
bierno con sus iglesias; tal, que de 
tantos como han muerto, no se sabe 
que á ninguno baya faltado los divi- 
nos beneficios y sepultura en sagrado, 
y entierro con pompa » que en tan 
grande revuelta y alboroto de males» 
es cosa de grande estimación : todo 
esto se debe al celo apostólico de tan 
grande prelado , y i la grao caridad 
que en esta ciudad se ejercita. 

aDe todo lo dicho en este capitulo, 
se sacan dos cosas importantes. La 
primera á cuántos danos trae un error 



i 



hecho en el principio ; y la segunda, 
cuánto vale el buen ánimo y resolu- 
ción para el buen gobierno de estas 
cosas, y para que la fuerza del conta- 
gio pieraa sus bríos.» 

Define esta enfermedad pestilen- 
cial «una fiebre muy aguda, maligna,, 
contagiosa, venenosa, acompañada de 
algunas manchas, seca ó carbunco, 
que acomete y mata á muchos (pá- 
gina 7).» ttEIsta enfermedad de seca 
trae tantos y tan varios accidentes,, 
que t&nos mueren durmiendo , otros 
loqueando, otros quietos en su juicio, 
otros con secas en laa ingles , otros en 
los brazos , otros detrás de las orejas, 
ue casi no muere uno como otro 
pág. 15).)> 

Combate como ridicula la opinión 
de aquellos que tratando de esplicar la 
raxon de estas diferencias, admitian la 
entrada del contagio venenoso, di- 
ciendo: «que si entraba por los pies, 
daba la seca en las ingles ; si entraba 
por los dedos de la mano, daba debajo 
de los brazos; y si entraba el contagio 
por las narices, daba tras de las orejas, 
y loqueaban y se dormían , si por la 
respiración daba carbunclos y tamo- 
res en el pecho.» El autor añade: «res- 
puesta por cierto ridicula é indigna de; 
oirse, porque contra ella están mil ra- 
zones y esperiencias, pues vemos tan- 
tos heridos y muertos sin haber guar- 
dado ese orden, en particular los mé- 
dicos y cirujanos 5 que respiraban el 
vapor maligno y tomaban tos pulsos^ 
y han muerto sin guardar ese orden 
de dedo al brazo, y del pie á la ingle 
(pág. 16),» 

Creyó que este veneno era de una 
naturaleza especial , y de suigeneris\ 
que asi como las cantáridas obraban 
contra la vegiga de la orina, el napello 
producía apostemas en la boca y len- 
gua, asi el humor pestilencial obraba 
contra todas las partes del cuerpo en 
mas ó menos, según su disposición, 

f>orque escedia en malignidad á todos 
os venenos: porque vemos que en esta 
fiebre hay vómitos, suversiones de es* 



I 



MEDiaNA. ESPÁl^OLA. 



255 



. 



tómago, saefíos» delirios; congojas, io- 
quietades, refrigeraciones de laa es* 
tremidades, pulsos desiguales, par?os, 
frecuentes, lánguidos, gran incendio 
interior 9 7 grande frió esterior al mis* 
mo tiempo. Si los venenos sépticos 
podrecen y dividen las partes ; si los 
corrosivos y calientes las queman j 
abrasan , ¿por qué todos estos mismos 
efectos que produce, no se han de 
atribuir a un veneno? (pág. 17).» 

Al rebatir la opinión de aquellos 
que aseguran qué nunca tiene un mal 
razón de peste hasta que mata a mu* 
chos , dice lo siguiente : «¡Triste caso 
es por cierto que haya un médico y 
una república de esperar á ver acabada 
la mayor parte de la gente para cono- 
cer qué enemigo tiene en casa! pero 
¿qué mayor enemigo que el médico 
que esto dice? Entiendan de aqui en 
adelante, que la peste tiene su ser en 
el primer doliente , sin esperar k que 
se comunique á otros. Preguntóles yo 
á los que están en este error, ¿cuando 
ven un fuego de lejos que no les ca- 
lienta, si es aquel fuego? Según ellos, 
están obligados á decir que no ^ y la 
razón es porque no los calienta; ¿puede 
haber mayor barbarismo?» 

El autor considera como cansa efi- 
ciente de la peste el influjo de las es^ 
trollas y de los cielos. «No son dignos 
de ser oídos , dice, los que tienen por 
opinión que el cielo no puede causar 
peste; y siendo asi que el veneno con* 
siste en una perniciosa modificación 
de calidades, bien pueden diversas es- 
trellas producir en el aire tales grados 
y en tales proporciones que le hagan 
mortífero y venenoso (pág. 25).» 

Describe con la mayor exactitud los 
síntomas con que se presentó esta en- 
fermedad : dedica artículos especiales 
para tratar de las manchas , de las se- 
cas inguinales y de los carbunclos. 
Llama la atención de los prácticos so- 
bre su naturaleza, tiempos y manera 
de su aparición. Trata igualmente en 
artículos separados de la oportunidad 
de prescribir las sangrías , los purgan- 



tes y el régimen. Entre las primeras 
elogia la sangría del pie , y en los jó*- 
veoes y robustos usque ad ammi deli- 
qtdum: entre los segundos prefiere los 
suaves , y respecto de los alimentos 
aconseja los de fácil digestión, ausilía* 
dos de alguna corta porción de vino. 

En la curación de los carbunclos 
«propone la sangría general del pie 
hasta el desmayo, sino es que haya cosa 
que lo estorbe , en cuyo Caso debe 
remplazarse por la local, auxiliada de 
loa tópicos refrigerantes (pág, 126).» 

Elsta obrita es de un mérito singu- 
lar; su autor consignó en ella algunas 
preocupaciones de su siglo, tales son el 
que las enfermedades pestilenciales 
pueden ser producidas por los ángeles 
en castigo de nuestros pecados^ y aun 
de los diablos (pág. 24 vuelta) ; pero 
dejando esto aparte sus principios 
prácticos son interesantisimtMi , sus 
consejos dignos de serairse, y sus 
descripciones un cuadro bien aca- 
bado de la peste que desoló á Valla- 
dolid. 

Opuscula medica et phibsophiea ad 
PhUipum IV Hispaniarum Irukarum- 
qut Ilegem potentissimum^ Authore 
Antonio Ponce de Santa Cruz , olim 
primario ViUmsoletano , nunc autem 
á cubiculo ejusdem Philipi VI regis 
catoOei et Proto-medico generaU. lúa* 
triti anno M.D. C.XXIV infol. 

En esta obra se contienen los trata- 
dos siguientes cuyos títulos son. 

Opuscula in Primam primi Aince^ 
nos pro lectiombusprímariis» Authore 
Antonio Ponce de Santa Cruz olim 
primario Vallisqletano j nunc vero á 
euhiculo regís catoüci. 

Este tratado contiene diez opúscu4 
los. 

En el 1 .^ diserta sobre la medicina^ 
y prueba que no es arte sino una cien* 
cia, que tenia sus principios fijos y 
constantes como las demos ciencias. 

En el 2.^ trata de los elementos or* 
gdnicos de los cuerpos. 

En el 3.® habla de los tempera» 
mantos. 



256 



HISTORIA DE LA 



En el 4.° del temperamento de los 
sexos y de las edades. 

En este tratado es mny interesante 
y carioso el capítulo II en qoe trata 
del número de las edades. Espone las 
que admitían los fenicios, los caldeos^ 
los griegos, los romanos, los santos pa« 
dres , los botánicos y los astrólogos. 
Comenta estensamente unas y otras, 
entre las cuales son dignas de referir- 
se estas dos últimas. 

Las plantas tienen siete edades. 1 / 
la infancia , cuando sale de la tierra: 
2.* la puericia ó niñez, cuando empie- 
zan á presentar unos surcos: 3.* la pii- 
bertaa, cuando empieza á pulular el 

{germen. 4.* la adolescencia , cuando 
es caen las flores : 5.* la pubertad^ 
cuando maduran las frutas: 6.* la ve^ 
jéz , cuando las hojas empiezan á po- 
nerse amarillas, se secan y últimamen- 
te se caen : 7.* la decrepitud , cuando 
solamente queda el tronco pelado y 
marchito. 

Los astrólogos admiten otras siete 
edades en el hombre, comparándolas 
con las mutaciones del sol en el de« 
curso de un dia. La infancia , es el 
primer crepúsculo de la mabana, ó lo 

3ue llaman la aurora : la niñez, cuan- 
o la aurora está ya muy adelantada, 
ó poco antes de salir el sol : la pu&er- 
tad , cuando el sol ra elevándfose del 
horizonte: la adolescencia , cuando el 
sol llega al medio dia : la edad uiril, 
cuando el calor se sostiene todam , ó 
desde las doce del dia hasta las tres de 
la tarde : la vejez, cuando se pone el 
sol: la decrepitud, el último crepúscu- 
lo de la tarae. 

Los santos Padres comparan el nú- 
mero de las edades del hombre con los 
días de la creación del mundo. 

En el primer dia creó Dios el cielo 
y la tierra. En la primera edad el hom- 
bre está formado e infundida su alma 
en el cuerpo. 

En el segundo dividió Dios las aguas 
de las aguas. En la segunda edad se di- 
vidieron los humores del cuerpo hu- 
mano, el esperma de la orina, etc. 



En el tercero apareció la tierra seca, 
congregadas las aguas en la mar para 
que la tierra fructificara. En la terce- 
ra edad hay ya en el hombre abun- 
dancia de semen. 

En el cuarto hizo Dios dos grandes 
luminares^ el sol y la luna para que 
presidiesen aquel el dia y esta la no- 
che. En la cuarta edad el hombre tie- 
ne ya toda la razón bien formada. 

En el quinto creó Dios los cetáceos 

Ílos demás animales acuáticos. El 
ombre en la quinta edad hace sus 
obras de mayor admiración, de poder 
y de saber. 

En el sexto creó los animales ter* 
restres que andan i cuatro píes sobre 
la tierra. En la sexta edad se asemeja 
á los cuadrúpedos, porque necesita ya 
báculo para andar , ó no andaría sin 
él mas que como ellos. 

En el séptimo Dios descansó de to- 
das sus obras. En la séptima el hom- 
bre descansa ya de todos sus trabajos, 
y se prepara para bajar al sepulcro. 

El autor, como ya he dicho, espla- 
na todas estas ideas , para reñir á in- 
culcar en la mente del médico la im- 
portancia y necesidad de conocer bien 
las edades del hombre. Dedica los si- 
guientes capítulos á tratar del tempe- 
ramento de cada una de estas edades. 
En el 5.^ trata de las causas natu^ 
rales de la uejez y de la muerte na* 
tural. 

Muy interesante , y lo seria mucho 
mas aun si no hubiera aglomerado tan- 
to texto de Avicena. 

En el 6.® trata de los humores del 
cuerpo humano. 

En el 7.^ de los miembros. 
Este es un tratadito de anatomía 
que nada absolutamente vale. 

En el 8.^ de las facultades en ge- 
neral. 

En el 9.^ de las facultades en par- 
ticular. 

Estos tratados no merecen siquiera 
la pena de leerse. Todas las cuestiones 
que en ellos propone son puramente 
escolásticas. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



257 



S 



En él 10 del influjo mutuo de unas 
partes sobre otras» 

£st^ tratado es el mas interesante 
de todos; describe muy bien lassimpa- 
tías: admite que se trasmiten por me- 
dio del fluido nervioso ó espíritus ani*- 
males. Dedica capítulos especiales pa- 
ra probar su existencia en el cuerpo 
humano^ y su circulación por los ner- 
vios. 

Philosophia hippocratica^ sive de his 
fue phisice scripsit Hippocrates. Ad 
IxceUentissimum ííeroern D. Gas" 
paremde Guzínan conütem de OH" 
yares, jiuthore Antonio Ponce de 
Santa Cruz á cubículo Regis cato^ 
lici et Protomedico generaU. Matri'- 
tiM.D.C.XXIIinfoL 

Este tratado es un comentario de 
los libros que escribió Hipócrates so-* 
bre la dieta. 

ExactissinuB Disputatíonesde pul^ 
sibus, quíhus Galeni et Avicenas doc* 
trina phihsophicas perpenditur. Au^- 
ihore Antonio Ponce ae Santa Cruz, 
etc. AdExcellentissinuun Comitem de 
Olivares. Matritianno M.D, CXXII 
injbl. 

Este es otro de los interesantes que 
publicó el autor. Lo divide en 3 opús- 
culos. 

En el 1,® trata de la naturalezadel 
pulso. 

Con «ste motivo hace una descrip- 
ción anatómica muy completa del co- 
raron: dedica capítulo» especiales pa- 
ra hablar de su naturaleza , de sus fi- 
bras , del mecanismo de su organiza- 
ción, de los ventrículos , de las aurí- 
culas, de las arterias^ venas y válvulas. 
Para que mis lectores puedan formar 
una idea de la descripción que hace 
de ias válvulas , voy á copiar sus mis- 
mas palabras. 

<( Kaluulas sunt quáBdamportw, quas 
ita diuissit natura: duas dedit arterice 
venenosw y tres vence arteriosae , tres 
arterice magias aortce , et tres venas 
cayce. Factce yero sunt ut cruentum 



(sangumis) a corde in exteriora ex- 
panaitur, iterumnonrejluatin cor, et 
quodingreditur, non exeat. Claudun^ 
tur enim et aperiuntur ےd dilatado' 
nem et compresionem cordis. Sunt ye- 
ro in duplici difierentia : qucedam ad 
interiora cordis clauduntur^ desinendo 
in triangidum^ ad exteriora yero ape- 
riuntur. I stce fibrosas sunt adeo ut 
meo juditio Aristotelem. deceperínt 
exisUmantem esse ñervos, et hinc ha* 
bere suam originem» Deserviunt au-- 
tem istas válvulas €ul intromitendwn 
sanguinem in cor, et a figura apellan- 
tur tricúspides : aliie sunt semHuna-^ 
res , qum intus apertce sunt et clau* 
dunturad exteriora, {ui^, 11 col. 1.*)» 

En'el 2.^ trata de las causas intrín- 
secas del pulso. 

En el 3,^ de las cualidades y difis'- 
rencías de los pulsos, 
. Praslectionts F^allisoletanw in li^^ 
brum Moffd Hippocr» Coi de morbo 
sacro. Authore Antonio Ponce de 
Santa Cruz Max. Philípi III et Phi- 
lipí IV a cubículo Protomedico gene- 
rali Primario Faltísofetano , Abate 
Coyarrubiensi. Ad Excellentíssimum 
Comitem Ducem D, D, Gasparumde 
Guzman, Matríti, apud viduam Lu* 
doyíci Sánchez, anno M.D.C.XXXI 
inJoL 

Según nos dice el autor en su pre- ' 
fació escribió esta obra en el año de 
1591, siendo catedrático de prima en 
la universidad de Valladolid. Prodit 
in lucem líber de morbo sacro ante 

Í}uadt^agintu annos préelectíonibus Va-. 
UsoUtanis íllustratus (loco citato). 

Empieza su obra probando que este 
libro fué otro de los genuinos de Hi- 
pócrates. 

Me es sensible no poder presentar 
un eslracto bien coordinado de las 
ideas que el autor emite en sus co- 
mentarios. 

Es notable el comentario quinto^ 
en el que describe la naturaleza y di- 
ferencias de las enfermedades menta- 



HiST. PE LA Medio, espáí^olá. — Tono 2.^ 



33 



I 



^58 



HISTORIA DE LA 



les. En esta primen parte presenta 
con la mayor exactiiucf todos ios sia« 
tomas de la epilepsia; es mujr iotere* 
saote, y digno de consaltarse. 

Dedica la segunda parte a tratar de 
las inteligencias divinas y de su poder^ 

Eara producir ciertas enfermedades, 
.epata i Dios como la primera ; pero 
niega que este sea causa de las enfer- 
medades. Admite inteligenciaa bue* 
ñas y malas ; las primeras son los ín* 
geles ; las segundas son los diablos: 
nnos y otros pueden causar males pes- 
tilenciales. Los cielos^ las estrellas f 
los planetas^ son también del número 
de las causas que determinan doten** 
ciai especiales en el cuerpo humano. 
Todo este libro, al decir verdad, 
está escrito en un lenguage tan meta** 
físico y oscuro, que en muchas partes 
es del todo ininteligible. En otras se 
nota una soblimidad de ideas que in- 
vitan y estimulan á 6jar en ellas toda 
la Atención. Se necesita mucho estu<* 
dio y reflexión de parte del lector para 
sacar de ellas todo el interés y mérito 
que encierran. Sin embargo , creo 
qne el que quiera hacer un estudio del 
libro de Hipócrates sobre la epilepsia, 
deberá consultar los comentarios de 
nuestro médico. 

De impedimentis magnorum auxi^ 
liorutn in morborum curatíont ad 2y- 
rones, quibus omnes difjicukates qum 
in magnis pericul'i se oferunt ex men- 
te antiquitatis expUcantur opus ita 
necesarium , ut mérito curationis Di^ 
rectorium possit apellan* Authore 
Antonio Ponce de Santa Cruz, etc. 
Madrid 1695» en 4.'' 

De cata obra se hicieron algunas 
ediciones anteriores; pero siendo esta 
la que yo poseo, me refiero á ella. 

Estando en tiempos del autor muy 
en boga las sanarías y los purgantes, 
se propuso fijar la cuestión y presen- 
tarla bajo su verdadero punto de vista. 
En concepto de este medico^ las eva- 
euaciones de sangre y las purgas eran 
los dos grandes ausilios del arte; y 
como quiera que estos podían produ- 



cir mucho bien ó mal, ségnn el btien 
ó mal uso que de ellos se hiciera , se 
determinó a escribir esta obra , para 
hacer ver en ella las indicaciones que 
pudieran reclamarlos, y las contra- 
indicaciones que los proscribieran. 

Sprengel, al tratar de nuestro au- 
tor, dice lo siguiente: «Antonio Ponee 
de Santa Grúa , profesor de Vallado- 
lid, siguió la misma marcha que Sana- 
torio; sin embargo, recogió muchas 
verdades muy útiles en una obra que 
escribió sobre las indicaciones del mé- 
todo evacuante , en la cual desarrolló 
é biso ver satisfactoriamente loa peli- 
gros é inconvenientes de sn adminis- 
tración (Hist. de la Med. por Jotir« 
dan» tomo 5.®, pág. 390).» 

Segnn el antor pueden impedirse 
las evacoaoiooes : 1.^ por las cansas 
naturales: 2.® por las no naturales: 3.^ 
por las preter naturales. El tempera- 
mento, la edad 4 el hábito del coerpo, 
la costumbre» figuran entre las prime- 
ras : las pasiones del alma y del cuer- 
po, el aire, el coitu, la vigilia, el sae« 
ño etc.» ion de las segundas: y las en- 
fermedades y los síntomas» perténe-*' 
cen á las terceras. Gonsignieote á es- 
tos principios, divide so obfa eii tres 
libros, consagrado cada uno de ellos á 
tratar respectivamente de cada orden. 
Esta obra es una de las mejores que 
se han escrito sobre el modo y opor- 
tunidad de administrar ó proscribir 
las evscuacioHcs sangnineas y las pur- 
gas. Es digna de consultarse aun en 
nuestros dias. 

Tienen» pues, mis lectores una no- 
ticia de todas las obras eme escribió 
Antonio Ponce de Santa Cruz. Todas 
ellas son tan raras, que nuestro Don 
Nicolás Antonio no tuvo ocasión de 
ver ninguna: y Dios sabe si hubieran 
tuelto á figurar en el mundo literario, 
si yo no me hubiera hecho con todas 
ellas, á costa de tiempo y de sacri* 
ficios. 

JUAN GIMÉNEZ SAVARIEGO, 
natural de Ronda ; nació en 1 558 (pá- 
gina últ.) ; estudió la medicina en la 









Ll 



MAM 



MEDICINA ESP AIRÓLA. 



^59 



T coodaidi 
se estableció de médico titutar en la 
ciudad de Anteqnera. Sa repfÉtaeioo 
ÍMHiiUtiva le biso acreedor á ser Dom^ 
brado protomédico délas galeras^ r 
médico de cámara de Don Martin c(e 
Padilk, Adelantado iñayer de Caiti- 
Ik., y capitán general de iaegalerai 
de España. 

Escribió vtta obra de peste coa el 
titulo sigaieote. 

• Trat€Kh de pesie domdeie contie^ 
nea ¡as causas ^ preservación y cura', 
con algunas cuestiones curiosas al in-* 
tentó. Amteqaera^ por Claudio Bolav^ 
año 1602 en .4.P 

Divide su obra en treinta y cinco €a> 
pítalos. Eln el l.^dioe «que tomó oca- 
sión de eteribir eata>obrB de beber pa«> 
bltcado el- Doclior Francisco Sancbex 
de Oropesa y el Doctor Saavcdra^ doi 
escritos sobre la. naturaleza de la pes<» 
te que reinaba en Sevilla en el año dé 
1 599 (que es el en que escribia) » cu* 
y aS' ideas eran poco oonferraea con las 
que él tenia. «Por este papel, dice, no 
pretende ^raviar á nadie en dichio ni 
eo bocho ni pensamiento, no quáae df» 
simular contra quien escribo, antea lo 
declaro, porque mi intento es apren«« 
der y aparar puntos^ de mi facnltad. 
Y con la contracEccion manifiesta in- 
eito i los de contraria opinión , i que 
investiguen razones que aclaren y des* 
cubran la verdad (pág. í.*)» 

Los médicos pn citados, sosteniao 
que la doleneia de los babones , secas 
y carbunclos que complicaban la ca« 
lentura reinante , no era peste , ano* 
que si enfermedad epidémica ; pero 
que no > era contagiosa. El autor ^ re- 
firiéndose á lo que su esperiénda te 
enseñaba , que en esta peste en£sr« 
miaban mucbos de la misma dolen- 
cia y manera ; qae los mas* qae en-« 
fermabao moriaa sin remedio ; qae 
los que servian í los dolientes eon^ 
traian el mismo mal: les critica di- 
eiendo> «que esto con mAo verlo se en<% 
tendia y sabia , sin tener letras, sino 
con solo tener razón y sentidos , que 



llene todo boiAbre. &ien es verdad, 
tontimnt, qoe no es cosa fácil de apear 
aunque sean nédiúos, porqoe una en<* 
fermedad es epidémica^ y si el conta- 
gio le viene del aire , de la ropa ó de 
MIS mismos apestados; empero esto no 
quita la facilidad y certeza de lo que 
percibimos por los sentidos. ¿Qué cosa 
mas ordinaria y cierta que ver salir por 
la mañana el sol por el Oriente, y ca- 
da terde esconderse por el Occidente? 
Empero dar la razón de cómo viene al 
Oriente , y quién lo trae , y quién lo 
lleva: lo uno lo ven todos los que no 
carecen de vista ; lo otro poco» lo sa- 
ben , y entre los que lo saben , bay 
bien qae entender , lo que es mas 
cierto.» 

En el eapítulo 2.^ discute ser ver« 
dadet a peste la enfermedad que cor- 
ría. 

Deanes de alegar las razones que 
tenia. para considerar la enfermedad 
reinante contó peste, dice: «T en cosa 
tan clara y manifiesta, no hay para 
qme ibs seitores médicos nos la eseu- 
razcan con varios pareceres, porqué 
esto no es ser Hipócrates , sino unos 
hipócritas. Ni los señores gobernado- 
res para este punto acudan á los mé- 
dicosy ni crean á nadie, sino á los sen- 
tidos, que no los pvedeo engañar. T 
viendo que en su república enferman 
muchos de una propia enfermedad^ y 
los mas <fe los eoferntos mueren sin 
remedio, asi coma los que los visitan 
y airven; la tel enfermedad, ténganla 
por peste , y procúrenle el remedio á 
prisa; y para buscarlo, consulten doc« 
tos y desapasionados médicos , y no 
para que les digan si es peste ó no es 
peste. Que en este caso imitarían á los 
que viendo encendido fuego en su re- 
pública que se abrasa , sin temer el 
faego c|ae la va abrasando , se ponen 
muy despacio á hacer información^ 
de quién yxon qué se encendióel fae- 
go (fól. VII).» 

Dedica el capitulo 3.^ á tratar de 
las enfermedades epidémicas 6 co- 
munes. 



260 



HISTORIA DE LA 



Sienta por priocipio^ que la peste 
siempre es una enfermedad común y 
epidémica. Establece las diferencias 
entre las epidémicas, endémicas y 
esporádicas. 

En el capítulo 4.^ trata de las caa« 
sas que pueden desarrollar una enfer- 
medad epidémica : admite cuatro ór«- 
denes de estas, ¿ saber: los cuerpos ce- 
lestes, el aire, el agua j la tierra. «El 
aire, dice^es la mas común y universal, 
y puede corromperse por la mala in- 
fluencia de las estrellas, de los vientos 
australes y meridionales, de las hume- 
dades, de las emanaciones pantanosas 
y cadavéricas.» Con este motivo refiere 
una enfermedad pestilencial que de- 
soló todo un barrio de Granada de re- 
sultas de haber abierto una íbsa, en 
que habian sido enterrados mas de 
cien moros (fól. XVI). 

Consagra el capítulo 5.^ á tratar del 
contagio. Se esfuerza en probar que 
toda enfermedad pestilencial es con- 
tagiosa» 

En el 6.^ hace ver el poco tiem- 
po que dura el desengaño de si es 
una enfermedad peste. (Interesantísi- 
mo). 

«El no tratar los médicos, dice, en 
sus escritos cosas claras de la peste, 
sino contradicciones de unos y otros, 
causa el que los gobernadores vacilen, 
y valiera mas que se ocupasen en es- 
cribir cómo se saldría mas presto del 
desengaño , y procurasen su cura y 
preservación, y ausiliasen en lo que 
pudiesen á los gobernadores á guardar 
sus repúblicas-, y si acaso se prendió 
alguna centella, ayudarles á matallay 
consumí lia de raíz , y no que se esta 
ardiendo el pueblo de peste , y sacan 
ellos libros, dudando si es peste ó no 
es peste. ¡Cuántos engañados se desen- 
gañaron algunas veces tan ¿costa suya 
(fól. XXIX).» 

En el capítulo 7.^ trata del modo 
de conocer la disposición ¿ esta enfer- 
medad. 

Desde el capitulo 8.° basta el 13, 
se entretiene en esplicar la manera de 



corromperse el aire ^ y las causas del 

contagio. 

En los 14 y 15 trata de las condi- 
ciones que se requieren para que una 
enfermedad se haga peste y y de las 
diferencias de ella. 

El capítulo 26 enseña lo que debe 
hacerse en un pueblo que se guarda 
de otro pueblo, apestado ya. 

En el 27 lo que debe practicarse 
en aquel en que ha entrado ra la pes- 
te. En este capítulo refiere el autor la 
topografía físico-médica de Anteque- 
ra , y las circunstancias que tenia el 
hospital que bajo su dirección se esta- 
bleció en la ciudad para recoger y 
curar los apestados. 

El 28 trata de la curación de la 
peste. Entre los remedios especiales, 
propone el agua dorada , ó sea el agua 
hecha con el oro en polvo, como la 
acerada con el acero, añadiendo que 
tiene una gran virtud para confortar 
el corazón. Ademas, propone la vale- 
riana, el escordio, y todas las sustan- 
cias nervinas. 

En el 29 trata de la sanaría y purga. 
Aconseja que las sangrías se hagan 
antes de pasadas las 24 horas, pero con 
moderación , y sin abusar de ellas. 
Otro tanto dice de los purgantes. 

En el 30 traU de la dieta , y de la 
curación de esta peste. Se concreta á 
esponer los casos y circunstancias que 
han de tenerse presentes para la pres- 
cripción de las sangrías, especialmente 
cuando se presentan los bubones y 
carbunclos. «La sangría se ha de ha- 
cer, dice, de la vena mas allegada al 
emuntorio dicho ; si es detrás de las 
orejas, de la cefálica del brazo mismo; 
si debajo del brazo, de la del arca del 
brazo mismo; si en las ingles, del tobi- 
llo del mismo lado, y á este respeto en 
otras partes, guardando la rectitud de 
las venas. Aqui entra de ver lo que 
se ha de hacer en las mugeres preña- 
das ó paridas que tienen peste , y en 
estas tales yo no usaría sangría ni pur- 
pa, por el peligro que hay en las tales. 
Si tienen enfermedad aguda, ^cuánto 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



261 



major lo tendrán en caso de peste? Yo 
asi , usaría de mis apócemas ^ de mis 
pociones aleirifarmacas j de mis apo- 
sitos, y encomendallas á Dios con al« 
Sana dieta mas tenue, porque aunque 
e las sangrías no se siguiera mas que 
el aborto , no es cosa tan fácil y que 
aobre esta enfermedad tan aguda^ 
como es la peste, no se ponga la vida 
de la preñada al tablero. T asi tengo 
en este caso por peligroso el sangrar, 
porque ya mucho en que á la preñada 
la mate el remedio que se hace por 
consejo del médico , o que la mate la 
enfermedad (fól. CL).» 

Dedica los últimos capítulos i tra- 
tar de los remedios que convienen 
aplicar cuando los bubones j carbun-* 
elos empiezan á manifestarse^ y cuan- 
do ja han salido. Distingue á unos y 
otros en primitivos , causa de la en- 
fermedad, y secundarios ó críticos de 
ella. Aconseja los tópicos emolientes, 
los calmantes, y últimamente los su- 
purativos. 

MARTIN ANDOSILLA, licen- 
ciado en medicina y en cirugía, 
- Escribió la obra siguiente: 

lÁhro en que se prueba con dari" 
dad el mal que corre por España ser 
ruMBVojr nunca visto ^jr su nátundeza, 
causas , pronostico y curación , y la 
providencia que se debe tomar con e7, 
con muchas dificultades y cosas ncce- 
%fas. Pamplona , por Matías Mares, 
1602, en S.*^ 

Este profesor fué comisionado para 
visitar y examinar la peste que corría 
por algunos pueblos de España. Pasóá 
Logroño con este objeto, pero tuvo 
que detenerse en el pueblo de Navar- 
rete, distante dos leguas, en el cual 
tuvo a su cargo en los meses de se- 
tiembre y octubre mas de mil dos- 
cientos enfermos de esta peste. 

Su obra se reduce poco mas ó me- 
nos a emitir las mismas ideas que la 
anterior ; y aun cuando trata muy 
bien de la enfermedad, nada nos dice 
de particular. 

JUAN ALONSO. Alfonso Nuñes 



de Llerena , al tratar de las disputas 
que se suscitaron ' en aquella época 
acerca del contagio de la epidemia de 
garrotillo que entonces cnndia , dice 
que Alonso dio á luz Algunas dispu-» 
tas de la angina maligna^ el cual juz- 
gó que eran aptas sin inflamación cier- 
tas úlceras, en cuya opinión babia 
convenido con Pedro Vázquez muchos 
años antes de 1600^ cuando estaban 
dirigiendo la salud del Escmo. señor 
conde de Oropesa. Véanse sus mismas 
palabras: «Quod si hanc controver- 
siam agitatam desideras legito Joan- 
nem Alfonsum Gompluti primarium 
profesorem^qni quasdam hufus morbi 
disputationes nuperrime in lucem 
edidit , in disputatiooe prima, in qua 
Petri Vázquez Medici Toletani opi- 
nionem refert isdem verbis, quibus 
in apologética disputa tione aphtas esse 
solum existí mavit absque inflama tio-^ 
ne, cuyns placitum multo antea anno 
1600 duum Excelleotissimi et Chris- 
tianissimi Ducis de Oropesa pro sa- 
lóte tractanda conveniremas, ego viva 
vooe reprovavi, quae causa fuit, ut 
postea Apoloffiam typis excusam mihi 
remiteret.» (Idelphon. Nuñ. Llere- 
nensis^ de fauoium ulceribus gangre- 
nosis, pág. 3). 

FRANCISCO SILVA DE OLI- 
VERA, natural de Alcalá de Hena- 
res, fué médico titular de Granada^ y 
escribió la siguiente obra: 

Discurso de la providencia y cura^ 
don de las secas y carbunclos con 
contagio. Granada , por Sebastian 
Mena, 1603, en 8.° (V. D. Nicolás 
Antonio y Villalba , epidemiol. tomo 
2.% pág. 19). 

No he tenido ocasión de ver esta 
obra. 

ALONSO NUÑEZ, natural de Lie- 
rena j fué discípulo de Joan Bravo de 
Piedra-Hita , pág. 36 lib. de pulsum 
esentia, etc., etc.: estudió la medicina 
en Granada; terminada, marchó á Pa> 
lencia, en cuya ciudad ejerció la pro- 
fesión por mucho tiempo^ siendo mé- 
dico familiar de D. Pedro González 



262 



HISTORIA DE LA 



de Acebeilo» obispo de aquella diócesis. 
Ultimameote se esUbledó eo Serül»* 

Nuestro Villalbt^ al hablar de etle 
médico, dice lo siguiente: «De AloMO 
Nuñez be viaio en la biblioteca de 
San Ildefonso en la ciudad de Zarago* 
za, en la sala, de lo» maaoicffitos, la 
obra sigoieale: 

Parecer del Doctor jilenso Nu>^ 
ñez , medico de su Señoría Don Pe^ 
dro González de Acebedo , Obispo 
de Plasencia , en que se declara 4fuó 
enfermedákd sea la que de presente, da 
a los niños en esta ciudad y otros pete,* 
hlos de su comarca, d lo eualet vulgo 
llama garrotiUo, de que causas proce^ 
da y como se ha do. curar. Firmada 
en Plasenoiad 29 de octubre de 1605 w 

El misoio autor confiesa haber es^ 
erito este tratado eo lengua casleUaoa» 
para que los cirujanos romancistas pvh 
dieran aprovecharse de él* £t ego dum^ 
salutís magm Episcopi curam. ^rerem^ 
in civitate Plasentina anno.milessino 
sexcentessimo quinto cum constitutioi 
divulgar^tur satis hufus morbi sievisH,^ 
ma in qfiodam^ oonailio , hispano ser^ 
mone quod in gratiam cmrurgorumt 
lineuioi l(Uin€e imperiiorwn edidi. 

No he visto, estis foUetOi . 

De pulsuum esentia, differentíis^ 
cognitione, causis j et pronostico, Über 
unus in quinqué sectiones divisus. Aut 
thore lllephonso Nunesio Clarissimi 
Domini D. petri de Acebedo Sanctm^ 
EcUsim Placentime episcopi dignissU 
mij medico* S^lmanticas M^D.C^FI 
inA."" 

Al principio de esta obra se hallan 
ocho epigramas e^ latin , castellano j 
griego, escritos en loor de Nuftez por 
Ips mejores poetas db aquel, tie.inpo. 

Dividió su obra en cinco tratados: 

En el 1 «^ Irata de la esencia d^l pul- 
so: habla de las facultades animal, vi«i 
tal y natural : esplica sus funcionea y 
la mutua influencia que tienep eo la. 
producción del pulso y en los roovi^» 
mientos de contracción y dilatación 
del corazoo« Disculecon la. mayor de* 
tención tas causas eficientes del movi- 



miento del ceraasoB y de Jas arterias^ 
como únicos instrumentos matecialesíi 
Deseribe en pocas palabras la salida y 
entrada de la sangre en el covazop por 
las arterias y venas, ansiliados les mo* 
vimientos de estos órganos por la di»r 
posición analómiea de las va)vela»(pá^ 
gina 43). Este tratadito es muy intare* 
sanie. 

En el 2.* habla de las variedades y 
difereoeias del pulso. Presenta mu-* 
chas tablas sinópticas de las variedar 
dea de pulsos que admitieron Galeno 
y otroa médicos célebres. ) 

Son dignas de escribirse las reglas y 
preceptos' que da para tomar ú polso 
á los enfermos^ v sacar de está opera*4 
cion todaa las utilidades posiUcs» 

1.^ Se tomará el pulso en todas 
ks partes del cuerpo en que se perciba 
el movimiento de las arterias, cuando 
menos en las temporales , en la bra<n 
quial ^ en la radial , en las muñecas y 
en el larao* 

2.* Si la necesidad exige tomar el 
pulso, ep la braquial , hágase con la 
mayoc honestidadposible. > 

3.*^ No se tome jamás el pulso es- 
ti^nda el enfermo agitado ó conmovi- 
do por pesadumbre^ por una alegría- o 
tristeza. En todos esUis casos e{ pulsoí 
será infiel » y lo mismo todas las con«> 
s.ecuettGÍas que de é\ se deduzcan. 

4.^ El enfermo deberá colocar su 
mano lo mas cómodamente que sea po^ 
sible : la mejor posición es doblado el 
büazo y colocada la mano sobre el pe- 
cho » estando enfermo. 

5.* Tendrá la mano y dedos muy 
quietos; procura tenerla apoyada parA 
que el peso y la fuerza de tenerla sus* 
pensa^ oo> perturbe el pulso* El me- 
dico podrá sostenerla con una de sus 
manos. 

6.*^ Tendrá este muy presente 
que la arteria radial puede presentar 
muchas anomalías en la fuerza de sm 

Eulsacion por estar mas ó menos cu* 
ierta de carnes , ya por cicatrices, 
etc. En este caso conviene buscar el 
pulso en.otras partes. Con este motivo 



MEDIQNA ESPAÑOLA, 



263 



reOeire dos observacioocs , la una de 
«n enfermo que do te le percibía el 
pulso en el carpo» j si entre los dedos 
pulgsré índice: otra de un jóren mujr 
robiüto á quién faltaban absolotamen^ 
te las pulsaciones en la radial^ y úni* 
camente se le sentían en loa tetnpo* 
rales. 

7.^ El médico si ka de sacar del 
pulso todo el partido que debe, ba de 
lener muy presentes todas sus varié* 
dades. 

8/ Seria mu j bueno que cono* 
isiese la naturaleza del pulso en un su* 
geto Mno^ para poder apreciar mefor 
ja diferencia^ 

9/ Debe preservar j resguardar 
Ú9 toda impresión brusca las jemas 
de los dedos para que no pierdan sú 
•ensibilidád: en el invierno convendría 
que l)ev4ise guantes. 

10. Procurará no tomdr el pulso i 
Mingiiti eufermo con las manos muy 
frías. 

11 . Mo tomaYa el pulso al enfermo 
basta después de haber estado un lar* 
go rato eon ¿I , porque los enfermos 
melen agitarse con la visita del médi- 
co, y es preciso dejarlos que se tran* 
quÜicen. 

12. No debe tomar el pulso solo 
por cumplimiento: debe detenerse 
bastante para poder apreciar en su 
justo valor la diferencia que realmen* 
te puede presentar. No deben bajar dé 
vemteió treinta pulsaciones lasque han 
de observarse. 

13. El médico tomará el pulso con 
finura y delícadesa, valiéndose de las 
tres ó cuatro yemas de sus dedos, y 
úunca con toda la mano. 

14. Debe aplicar los dedos con 
suavidad y apretarlos insensiblemente. 

15. También podrá tomar el pul- 
so aplicando simplemente los dedos 
sóbrela arteria sin abarcar la muñeca^ 

Dedica capítulos especiales para tra* 
tar estensamente de las diferencias de 
pulsos que admite. 

El 3.® versa sobre las cansas de 
los ptilsos. Ofrece bastante interés^ 



porque ademas dé las muchas tablas 
ainóplicas que presenta , describe el 
pulso que corresponde á cada enfer* 
medad» 

Consagra el último tratado á consi» 
derar Jos pulsos como signos para pro- 
nosticar la terminación de las enfer«> 
medades en bien ó en mal. Se esfuer- 
za en probáis que los signos pronósticos 
prestados por los pulsos tienen mas 
tuerca y seguridad que los tomados 
de la orina ; bien que dice haber vis- 
to morir enfermos con buenas orinas 
y buenos pulses. 

Si esta obra se espurgara de tanta 
teoría galénica y de tanta cita como 
hace 61 autor de Santo Tomas > de 
-Aristóteles y otros , y se dejaran útii- 
camente los preceptos pirácticos , pu- 
diera muy bien suplir por la obra que 
tanto crédito dio á Bonleau. 

Doctor lUephonsus Nuñez LlerC'^ 
nensis, medieus hispatiensisi De gutu^ 
ris tt faucium ulceríbus an^nosis, 
wJgo sarrotillo. JÍd* Exceltentissii- 
mam /). D. Ferdinahdum Enriquez 
de Bisftra Ducem de Alcalá. Sevilla 
por Francisco Lysa , año 1615 en 4.^ 
Esplica la etimología de la palabra 
garrotillo $ la cual impuso el vulgo al 
ver que todos los que morían de esta 
enfermedad » morían como agarrota- 
dos sin poder respirar. Se propone 
cinco cuestiones. 

1/ Si esta enfermedad era angi- 
na. Cbnte^ta que en su esencia no era 
otra cosa que aftas. 

2.* Si fué conocida y descrita por 
los antiguos. Asegura la a^rmativa. 

3.* Si era una enfermedad epidé- 
mica: prueba que si. 

4.^ Si era contagiosa : admite la 
afirmativa, 

5.* Si siendo contagiosa y pestl^- 
lencial debiera tratarse con remedios 
alezifarmacos. Prueba su utilidad. 

De las causas. Combate victorio- 
samente la influencia de las cansas ce- 
lestes. Asegure haber asistido estando 
de médico en Plasencia en las pestes 
que corrieron en 1600, 1603 y 1605. 



264 



HISTORIA DE LA 



Asegura <)ue los malos aUmeotos j las 
bebidas espir itnasas tomadas con esce* 
so^fueroa bastantes para pro jucir esta 
enfermedad sin necesidad de recurrir 
i los astros, (pág- 10). 

De los síntomas, tEsta enferme- 
dad y dice , va acompa&ada de todos 
los síntomas de una angina agudísima. 
Tales son dificultad de tragar j de 
respirar-, dolor vehemente en las fau* 
ees, reflujo de los alimentos y bebidas 
por las narices. Deprimida la lengua 
se observa con la simple vista diferen* 
tes úlceras y de diverso aspecto ; en 
unos se presentan blancuscas y cubier- 
tas de una capa puriforme : en otroi 
parduscas y lívidas^ y unas y otras de 
fetidísimo olor: estas se hacen corrosi" 
vas^ y van estendiéndose con rapidez 
en todas dimensiones. Si se agrava el 
mal j toman mayor incremento todos 
los síntomas referidos : entonces apa- 
rece un gran tumor , que á veces se 
estiende desde el cuello al pecho ; la 
respiración se va haciendo mas y mas 
angustiosa , y la deglución se impide 
hasta el estremo de no poder tragar 
el enfermo ni una gota de agua , ni 
aun su propia saliba. Las úlceras to- 
man un carácter carbnnculoso , la fe- 
tidez aue despiden es insoportable i 
los enfermos y á sus asistentes: la cara 
toma un color amarillo ; las faccio- 
nes pierden toda su espresion» Jos pul- 
sos se hacen frecuentísimos , muy pe- 
queños y desiguales: hay tendencia i 
la modorra ó soñolencia, y últimamen- 
te sobrevienen el delirio» la sofocación 
estremada y la muerte (pág. 14).» 

Del pronóstico. Aconseja que el 
médico tenga mucha prudencia y re- 
serva para establecerlo : sobre todo 
que atienda al estado del enfermo y 
de la enfermedad. 

De la curación. Quiere que se san- 
gre al enfermo en la misma hora en 
ue sea acometido del mal. fiecomien- 
a al médico valentía para practicar 
una, dos ¿ roas sangrías , aun cuando 
parezca que el enfermo está muy dé* 

DÍl. 



3 



Et iterwn , dico , in hoc consistere 
%feram ac certam methodum curandi 
morbum ; vt scilicet , quam cítissime 
sangtás extrhatur^ eadem scilicet hora 
ac incipit, quare quamhis rigentes aut 
hórrenles yideatis . cegrotantes , non 
propterea differetis sanguinis misio-!- 
nem (pág 18). 

. Sin embargo j asegura que las eva- 
cuaciones de sangre no son muy segu- 
ras en los niños menores de tres años, 
en cuyo caso pueden suplirse las san- 
grías por la aplicación de sanguijuelas 
ó escarificaciones hechas en los bra- 
zos ó en las piernas. In puerís ante 
tres yel quatuor annos , non est secu^ 
rüm sanguinem mitere per vencB seC" 
tionem , non eniín tantum remedium 
toheratur bene imbecilibus viribus in 
tenella astate ; sed yel per hirudines 
aut /actis scanfiaxtionibus , vel in 
brachUs velin cruribus, prout periculi 
ursentia postuláberit , et puer bene 
ío/6reí(pag. 19). 

Además de estas evacuaciones pro- 
pone otras hechas por escarificaciones 
bajo de la lengua: las ligaduras de \qb 
brazos, las ventosas aplicadas al cue- 
llo^ los estarnutatorios, y las lociones 
antipútridas y detergentes. Previene 
que no se tomen los cáusticos en be- 
bida , ni en polvos^ sino aplicándolos 
inmediatamente por medio de un biso* 
pillo. Últimamente propone la cues- 
tión de si pudiera ser útil la laringe- 
tomia. Dice que un empírico recurrió 
á esta operación , la cual tuvo buen 
éxito la primera vez , pero que habia 
sido testigo de haber visto morir á 
cuantos se la practicaron. 

La obrita que acabo de estractar, 
es indudablemente una de las mejo- 
res que se han escrito desde su época 
basta nuestros dias. No titubeo en ase- 
gurar que tiene tanto mérito como 
cualquiera de. las muchas que se han 
escrito en Francia en estos últimos 
veinte años. 

Doctor i Thonue Aguiar Excelen • 
tissimi Ducis de Arcos medico, doctis- 
simo y Doctor Jldephonsus Nuñez Lie- 



1 



MEDICINA ESPAlSOLA. 



265 



renensis , meéScus hispaUends. Salu^ 
tem. Pro laborante idsus o/uscatione 
sive iminuta visione ConsiHum. His" 
palí 13 Decemhris anno 1616. 

Teniendo el Doctor Aguiar a su 
caidaílo un sageto de alta categoría 
qoe padecía mucho tiempo de corte- 
dad de vista^ la cual se iba aumentan- 
do de dia en dia, dirigió al autor una 
consulta^ pidiéndole su parecer. Nu- 
ñezde Llerena le contestó en esta me- 
moria^ la cual puede considerarse 
como una nonografía bien acabada 
de la catarata capsular. El autor se 
hace cargo primeramente de la his- 
toria de la enfermedad : en seguida 
hace una descripción muy completa 
del órgano de la vista; prueba que la 
pérdida de la visión babia sido con- 
secuencia del escurecimiento de la 
membrana; y termina asegurando que 
los remedios "capsular que se le pres- 
cribiesen^ asi tópica como interior- 
mente , serian en vano. Nada , sin 
embargo^ dice de la operación. 

ALONSO FREIL AS. Nuestro mé- 
dico Villalba nos dice en su Epide- 
miología española : «D. Alonso de 
Freilas, médico de cámara del Ilustrí- 
símo cardenal D. Bernardo de Roxaa 
j Sandoval, arzobispo de Toledo, es- 
cribió una obra sobre peste.... Esta es 
una de las mejores que tenemos escri- 
tas sobre esta materia ; j su capitulo 
tercero, donde pregunta si conviene 
que las repúblicas formen hospital 
para preservarse de pesle^ ó si será 
mejor que el que quiere se cure en su 
casa libremente , es una de las cosas 
que mas deben llamar la atención de 
los profesores j de un gobierno ilus-^ 
Irado. El francés Dipartieuz^ y los 
ingleses Dedauphin y Dewágstaf , ci- 
tados porCantwel, han seguido el pa« 
recer del español Freilas, reprobando 
los hospitales como un seminario de 
monstruosas epidemias desde el prin- 
cipio de la invasión; y sino tuviéramos 
muchas pruebas de los grandes ade- 



Jantamientos de Antonio de Haen so- 
bre la medicina, era de sospechar que 
babia tomado de nuestro español, la 
opinión, el discurso y las razones para 
argüir contra la perjudicial práctica de 
hospital general en tiempo de peste 
(Vitlalb. Epidem. Español, tom. 2.^ 
p.25).» 
^/p/i^oFrei^, fué natural de Jaén; 

estudió la medicina en la universidad 
de Granada; y hecho médico, se esta- 
bleció en la ciudad de Jaén, su patria. 
Asistió á la peste que. reinó en esta ciu* 
dad en 1603, y tné tal la (Celebridad 
que su feliz práctica y celo en asistir á 
los enfermps le dieron , que muchos 
literatos y poetas de España le diri* 
gieron epigramas en su alabanza. 

Efectivamente , al principio de su 
obra se leen nueve sonetos que acre- 
ditan la sunia gratitud y respetos á 
que se hizo acreedor nuestro médi- 
co. Por otra parte, su pueblo, por 
auto de su ilustre ayuntamiento, acor- 
dó pedir á S. M., por medio de sus 
procuradores á Cortes , el que se im- 
primiera la obra de su médico. Gomo 
estos testimonios hacen tanto honor á 
Freilas , me ha parecido conveniente 
insertarlos en este articulo. 

Acuerdos de la ciudad. 

«En la muy noble , famosa y muy 
leal ciudad de Jaén, guarda y defen- 
dimiento de los reinos de Castilla, á 
veintinueve días del mes de octubre 
de mil seiscientos y tre3 años: este dia^ 
estando la ciudad de Jaén juntos en su 
cabildo y ayuntamiento, según lo han 
de uso y costumbre de se juntar , cu- 
yos nombres de la justicia. Veinti- 
cuatros y jurados , están escritos en el 
cabildo que la dicha ciudad hizo el 
dicho día. Por la dicha ciudad se acor- 
dó un auto del tenor siguiente: 

li jauto. En este cabildo entró el 
Doctor Alonso de Freylas^ médico de 
esta ciudad y del Ilustrísimo cardenal 



HisT. DE j.k Medic. española. — Tomo 2/ 



34 



266 



HISTOÍIIA DE LA 



de Toledo , j ofreció i la ciudad un 
libro que ha compuesto para preterva- 
cioD de peste j curación de ella , en 
que ha mostrado sus muchas letras. T 
visto por la ciudad , estimó en mucho 
el cuidador trabajo que habia tomado, 
y el haberío dedicado i esta ciudad. 
T para que con mayor satisfacción se 
pudiese escribir al rej nuestro Señor 
7 á su real consejo , pidiendo licencia 
para imprimirle, lo cometió esta ciu- 
dad i los señores D. Ambrosio Juárez 
del Águila, Juan Lopes de Soria Vera 
j D. Pedro de Contrerasde la Cueva, 
Veinticuatros; y á Alonso Ruis Em- 
buenora y Baltasar de los Rejes , Ju- 
rados j para que juntándose con el se- 
ñor alcalde mayor, lo vean muj par* 
ticularmente, j hagan relación de lo 
que les pareciere del dicho libro, en 
esta ciudad. Los cuales , habiéndose 
{untado en las casas del dicho señor 
alcalde mayor; y habiendo tomado el 
parecer de cuatro médicos de esta ciu« 
dad y dos letrados juristas de ella , y 
con el parecer del Doctor Pastrana, 
teólogo de los eminentes de esta tierra, 
eanónigo en la magistral de esta san- 
ta iglesia. Se resolvió que el licenciado 
era de grandísima utilidad y prove- 
cho , y que contenia en si cosas muy 
graves y de muy grande curiosidad; 
y que el dicho señor alcalde mayor, 
en nombre de todos, lo diga i la ciu- 
dad; para que sobre ello acuerden lo 
que convenga ; y para hacer la rela- 
ción, se llamen por cédula los caba- 
lleros del cabildo. 

«En la muy noble, famosa y muy 
leal ciudad de Jaén, guarda y defen- 
dimiento de los reinos de castilla, 
viernes nueve dias del mes de enero, 
de rail y seiscientos y cuatro años, es- 
te dia estando la dicha ciudad, justicia 
y regimiento juntos , en su cabildo y 
ayuntamiento según costumbre , pre- 
sente el señor D. Luis de Godoy Pon- 
ce, corregidor y justicia mayor de la 
dicha ciudad; y los demás. Veinticua- 
tros y jurados de ella , cuyos nombres 
están escritos en el cabildo del dicho 



dia. Por la dicha ciudad se acordó un 
auto del tenor siguiente. 

fujáuio. Este dia , en cumplimiento 
de la comisión que la ciudad dio al se- 
ñor licenciado Juan de Medina, alcalde 
mayor de esta ciudad , y a los demás 
cavalleros comisarios : el dicho alcalde 
mayor dijo en el cabildo, que él habia 
visto y leido muy en particular, el li- 
bro que habia escrito el Doctor Alon- 
so de Freylas, intitulado conocimien- 
to» curación y preservación de peste, 
habiéndose juntado con él los caba- 
lleros comisarios nombrados, y cuatro 
médicos , y los letrados de la ciudad; 
y habiéndolo consultado con el Doctor 
Pastrana, teólogo muy grande^ se re- 
solvió con el parecer de todos, que el 
libro era de grande importancia, y 
que contenia en si cosas de grande cu- 
riosidad y provecho para estos reinos^ 
y que era muy digno efe que la ciu- 
dad lo amparase, y suplica i S. M. 
diese licencia para imprimirle; y al 
Doctor Freilas se le hiciese una gran 
merced por el trabajo y cuidado que 
habia puesto en escribirlo. 

«Oida la dicha relación por la ciu- 
dad, acordó se suplique á S. M. y se- 
ñores de su real consejo , por la licen- 
cia para imprimir el dicho libro, y se 
escriba á los caballeros procuradores 
de Cortes, de su parte , lo supliquen 
en nombre de esta ciudad, y hagan de 
su parte las diligencias necesarias has- 
ta haberla; y cometióse escribir las 
cartas á D. Ambrosio Juárez del Águi- 
la, y á Juan López de Soria, Veinti- 
cuatros. 

El señor D. Luis de Godoy Ponce, 
corregidor de la dicha ciudad, mandó 
que se cuenten las fojas del dicho li- 
bro , y rubriquen , y al fin se signe y 
firme de uno de los escribanos mayo- 
res del ayuntamiento: y fecho se des- 
pache como la ciudad lo acuerda, y no 
en otra manera. Ante mi Antonio de 
Talavera, escribano del cabildo. 

(lY en virtud del dicho auto y co- 
misión . se escribió al rey nuestro Se- 
ñor la carta del tenor siguiente: 



MEDICINA ESPAJÍOLA, 



267 



Carta para el rey rmestro Señor. ' 

«Señor: Estima esta eiodad en tanto 
la persona y letras del Doctor Alonso 
de Freilas , medico de los mas acerta- 
dos de esta provincia , aoe nos obliga 
i darle á conocer á Y. AI., suplican* 
dolé le mande hacer merced ,y se ic 
ét Kcenda para aue imprima un libro 
que ha escrito^ de consejos saludables 
de utedicina , que por tener esperien* 
cia esta ciudadf, de que son y fueron 
mujr ciertos jr proTecnosos en el tiem- 
po que fué afligida de peste^ y haber* 
se librado de ella por haberlos «egui* 
do; juzgamos será de mucho provedie 
para todo el reino. Que demás de 
que el Doctor quedará con •esta mer- 
ced mujr favorecido y premiado» 
la recibiera esta ciudad por propia* 
Guarde Dios nuestro Señor la católica 
persona de V. M. muchos años, como 
la cristiandad ha menester. Jaén dooe 
de enero de 1604.» 

Escribió la obra siguiente: 
Conocimiento , curación y presera 
vacion de la peste. Adonde se trata 
io qué 7um de hacer las ciudades y go* 
bemadores de ellas, y cada particular 
ifecinb en su casa. Y el remedio con 
que se hade preservar y curar el par* 
ticular iugeto de cada uno , según su 
complexión, edad y naturaleza. Fa 
añadido un tratado nuevo del arte de 
descontagiar las ropas de seda^ telas 
de oro y plata , tapicerías /lienzos y 
otras cosas contagiadas. Con un dis'^ 
curso al fin , si los melancólicos pue* 
den saber lo que estupor venir con la 
fuerza de su ineénio, ó soñando. Com* 
puesto por el Doctor Alonso de Frei-' 
ios, medico de cámara del arzobispo 
de Toledo. Jaén , por Fernando Días 
Montojra, 1606,en4.<> 

Divide su obra en tres partes. En la 
primera trata de la naturaleza de lá 
enfermedad ; prueba que la enferme* 
dad que corría en Jaén desde 19 de 
marzo de 1602 era una verdadera pea* 
ie, acompasada de secas y de carbun- 
closeñ las ingles. Pretende probar que 



Ja denominación de peste no se refiere 
i esta ó á la otra enfermedad determi* 
nada, sino que todas aquellas que aco^^ 
metían y mataban á los mas eran ver*- 
daderas pestes. 

En el capitulo 2.^ al hablar de las 
señales precursoras de la peste y refe- 
rir las que algunos autores considera* 
ban como ciertas^ cual es el ausentar- 
se las aves, el caer muertas del aire y 
morir algunas personas de repente, di? 
ce asi : «estas sieñales esperaban algu* 
nos de la facultad y el caerse muertos 
por lo menos cien hombres cada diay 
Jas cuales creía y seguía el vulgo rudo 
teniéndolas por ciertas que liabian de 
preceder primero á la peste. Pero pres- 
to saKó de este desengaño y convirtió 
su falsa alegría en funesto y triste llan- 
to , de los que seguros que el mal no 
era peste y que no se pegaba, comuni* 
earon los enfermos j causándose ¡yot 
esto muchas muertes, por haberse le* 
vantado el hospital sin tiempo, y por 
los diferentes pareceres que en esta 
ciudad hubo sobre ello (pag. 3).» 

Combate la opinión de aquellos que 
creyeron como signos jmilagrosos y 
anunciadores de peste la aparición de 
ciertos fuegos que en aquella época se 
vieron por las noches en la torre de la 
iglesia de Jaén, y prueba que eran fe- 
nómenos naturales (pág* 4).» 

En el capitulo 3.* refiere á tres las 
causas determinantes de la peste, á sa- 
ber: 1/ la voluntad de Dios: 2.* la in* 
fluencia del cielo , y de los cometas: 
3.^ la mala cualidad del aire. Dedica 
capítulos especiales á tratar de estos 
tres puntos con toda estension. 

En el capítulo 6.^ discote si puede 
haber peste sin calentura. Decide que 
si bien pudiera suceder asi alguna vez, 
lo mas frecuetite y propio era el ir la 
peste acompañada de aquella. 

En el 7.® trata de la calentura pes* 
tilencial en coman. Dice «que esta 
toma el nombre de peste por ser en* 
fermedad generalísima que conipren* 
de en sí todas las especies de enferme* 
dades pestilencias con calentura y sin 



268 



HISTORIA DE LA 



ella» la define una enfermedad aguda., 
vulgar, contagiosa , dependiente de 
corrupción de alguna de las tres sus- 
tancias de corazón. «Distingue esta de 
las simplemente pútridas , porqoe en 
ella se ataca !a parte sólida , humoral 
y espirituosa del corazón.» Asegura 
que la putrefacción ó podrecimiento 
precede primero como via y dis- 
posición de la corrupción (pag. 27 
y 28). 

Al esplicar el modo de propagarse 
la infección, dice, que ella puede tras- 
mitirse del cielo p^r modumtranseun- 
tis, de la tierra per modum inherentis^ 
y por el aire de un modo directo. 
Prueba «que de ninguna causa tan po- 
derosa nacen las enfermedades como 
del aire inquinado, j no solo los hom- 
bres, pero los demás animales padecen 
con el aire viciado. Con este motivo 
refiere una enfermedad epidémica que 
padecieron las gallinas en 1603 en la 
tierra de Campos , Valladolid , y en 
otras muchas partes de Andalucia, de 
la cual murieron casi todas (pág. 28). 
Prueba también que esta entermedad 
fué emineotc;^iente contagiosa. 

Segunda parte ^ Donde se prueba 
que (a calentura con secas y carbun- 
clos,que es común en España, es yer» 
dadfira peste ,Y su curación. 

En el capitulo 1 «^ describe el ori- 
gen de esta peste*, dice que fué impor- 
tada á España de Flandes por unos 
mercaderes de ropa que desembarca- 
ron en Santander, de cuya ciudad pa« 
só á Burgos^ Valladolid, Madrid, To- 
ledo , G)rdova , Málaga Velez, Ecija, 
Antequera , Granada , Jaén j Andujar 

Ítoda su comarca. Se esfuerza en pro- 
ar que las causas que produjeron la 
enfermedad fueron tres: l.^ios semi- 
narios de contagio importados de Flan- 
des : 2.* el aparato y disposición de 
los humores de gente pobre y mal 
mantenida , alterados de tiempos hú- 
medos y pluyiosos : 3.' los aspectos y 
malas influencias celestes. Refiere un 

!;ran número de eclipses de sol y de 
una I y conjunciones de los plane- 



tas que ocurrieron a últimos del si- 
glo XVI> los cuales según él , predis- 
pusieron las gentes á padecer enfer- 
medades. 

En el capitulo 2.^ trata de las seña- 
les de -esta calentura con secas y car- 
bunclos, y del tiempo que podia durar 
en razón natural. 

«Las señales, dice, son varias, y no 
de una manera en cada enfermo , por 
la diversidad de su particular natura- 
leza y complexión, y por la diferente 
disposición de los humores que causan 
la calentura: de esta ó de aquella es- 
pecie á quien siguen sus particulares 
señales , que declaran la tal calentura 
ser ética pestilente, ó podrida, ó efí- 
mera. Y no es menor la variedad de 
las señales , por la diferencia de las 
partes principales ofendidas del ve- 
neno, ó por el diverso lugar ó emun- 
torio adonde arrojan el humor de la 
seca ó carbunclo. 

«Porque si precediese cansancio, ó 
tristeza, ó flaqueza repentina, sin cau- 
sa perderse la gana del comer, revuel- 
to el estómago, dolor de cabeza ó gra- 
vedad en ella, delirios, ó vigilias, ¿ 
sueños» el rostro y ojos encendidos, la 
cabeza es la parte ofendida, y habe- 
rnos de esperar la seca ó nacida detrás 
de las orejas, ó debajo de la barba, ó 
alguna inflamación ó llaga corrosiva 
en la garganta^ como son las aptas 
que dan á los niños y muchas donce- 
llas, qne le han puesto por nombre 
garrotillo. Si el enfermo se quejare 
de ansias y congojas del corazón, y 
tuviere tremores, palpitaciones ó des- 
mayos , pulsos pequeños, débiles y 
desiguales , muchos suspiros tristes y 
congojosos, la respiración apresurada, 
y algunas veces de mal olor, sudores 
fríos en el rostro y cuello, el corazón 
es el que padece , y se ha de esperar 
la seca ó landre.s debajo de los brazos. 
Si el enfermo fuere sanguino, de com- 
plexión caliente y húmeda , pulsos 
rsndesy llenos y agravados, desigua- 
es en la contracción^ urinas crasas, 
turbadas ó muy encendidas, vómitos 



6 



"s 



MEDICINA ESPAJÍOLA- 



269 



de cólera ó cámaras^ detenida alguna 
evacuación acostumbrada de gota^ 
fuente^ almorranas^ ó en las mugeres 
su natural purgación , con mucha ra- 
sen se podrá esperar secas , ó nacidos 
en las ingles ó tablas de los muslos, ó 
carbunclos en las partes inferiores « ó 
sarpullido^ ronchas» sarampión» ó ta- 
bardillo en todo el ámbito del cuerpo^ 
por ser el hígado el que padece^ y la 
parte ofendida» j consentir en el daño 
todos los cuatro humores contenidos 
en las venas» j principalmente la 
sangre.» 

Se queja con mucha razón de las 
autoridades que siendo esta enferme- 
dad de las mas mortíferas y difíciles 
de curar, autorizaban á los barberos j 
cirujanos romancistas para asistir á los 
pueblos apestados» siendo asi que por 
el contrario debieran llamar á los me- 
dicos mas instruidos y de mas reputa- 
ción (pág. 45). 

En el 3.^ habla de las diferencias 
de la calentura pestilente j de las se- 
ñales con que se da á conocer cada 
una. Advierte tres especies » á saber: 
ética, humoral y diaria: supone que el 
órgano principal que se afecta en la 
calentura pestilencial es el corazón; y 
que este puede serlo en su propia sus* 
tancia» en la sangre ó eu los espíritus 
vitales que de ella se engendran. En 
el primer caso se forma la ética» en el 
segundo la humoral» y en el tercero la 
diaria. 

En el 4.^ trata de la calentura dia- 
ria pestilente v sus señales. 

«En esta calentura » dice^ están po- 
dridos los espíritus vitales que son el 
sugeto del calor, y pueden empodre- 
cerse de tal manera que adquieran na- 
turaleza de veneno. Bien lo prueba la 
esperiencia con la muerte repentina 
de muchos enfermos » arrebatados en 
un momento como derribados dé un 
rayo del cielo» con un sudor frió y sin- 
copal sin daño ni opresión de la facul- 
tad animal. Por esto falta, la vida de 
repente» faltando el instrumento in* 
mediato de ella que son los espíritus» 



que por estar podridos no lo pueden 
ser (pág. 51). 

En los capítulos 5» 6 y 7 trata de su 
curación » en la cual propone las san- 
grías en el principio » y los remedios 
alexifarinacos y nervinos en la termi- 
nación. 

Dedica los capítulos 8» 9» 10 y 11 á 
tratar de las señales y curación de la 
calentura ética pestilente «Asegura 
que entre todas las especies de calen- 
turas pestilenciales solo la ética no te- 
nia señales propias » que todas eran 
confusas y podían hallarse en las otras 
especies. Dos testigos fidedignos» dice» 
que hay para el conocimiento de ellas» 
el pulso y la orina, son tan inciertos y 
engañosos» que mostrándose al parecer 
buenos y prometiendo la salud » se si- 
gue la muerte del enfermo. Entre las 
señales que mas propiamente diferen- 
cian la etica pestilente de la podrida 
es que en la primera no sienten los en^ 
Jermos la calentura » ni piensan que 
están enfermos» aunque estén cercanos 
á la muerte , y ponen gran fuerza y 
diligencia para levantarse de la cama» 
y les acontecen muertes repentinas y 
no pensadas, que en esta enfermedad 
son muy comunes. Gomo fué la de un 
sacerdote llamado Alfonso Toledano, 
que habiéndose ido por su persona ál 
hospital teniéndose por bueno » y ha- 
blando con los ministros que estaban 
enterrando á otro sacerdote que confe- 
saba á los apestados» y diciéndoles que 
ahondasen bien la sepultura porque 
no saliese mal olor , se quedó muerto» 
asaltado de este género de muerte en- 
gañoso (pág. 78).» 

Al esponer sus caracteres» dice: «Lo 
es muy gran señal poner la mano so- 
bre el pecho del enfermo ; y aunque 
al principio no se sienta calor » perse- 
verando se sentirá un calor acre y 
mordaz» que parece salir del profundo 
del pecho: segundo» la calentura es 
igual» uniforme^ sin crecimientos^ ni 
variedad de accesiones: tercero » que 
el pulso y la orina están buenos y se- 
mejantes al natural: cuarto» tener in- 



270 



HISTORIA DE LA 



flamadas las partes de la boea^ lengua 
y garganta , con muy mal olor en la 
respiración (pág. 78 y 79).» 

En su curación , propone los mis^ 
mos remedios que en la ética; y entre 
las bebidas, aconseja el agua de nieve 
en que haya estado bastante tiempo 
en inversión edguna jneza de oro^hc" 
cha en láminas finas ó reducidas á 
polvo (pág. 87), y las limonadas tan^ 
bien resfriadas con nieve. Entre los 
medicamentos cordiales y creyó que 
las confecciones de esmeraldas, de ja<- 
cintos, sáfiros de oro y plata, eran muy 
eGcaces. 

Desde el capítulo 17, empieza i 
tratar de la curación de los accidentes 
con que viene esta enfermedad. Ase* 
gura «ser los carbunclos y bubones 
inguinales, porque los demás son sim* 
páticos, y se curan curando la enfer* 
medad. Propone las sangrías genera^» 
les si el enfermo puede llevarlas bien*, 
y caso de no, las locales por medio de 
sanguijuelas y de escarificaciones: si 
las secas nacen en los sobacos ó en el 
cuello, aconseja sangrar de las estre* 
midades superiores» y siempre lo mas 
cerca posible del sitio que ocupen *, si 
en las ingles y del tobillo. Si estando 
en este lugar , la seca desapareciese y 
el enfermo empezase á delirar, se le 
aplicarán sanguijuelas á las nariceSj 
como un remedio admirable (página 
128).» Si las secas van tomando au- 
mento, y al mismo tiempo el mal dis- 
minuye, se les aplicarán los supura- 
tivos*, y estando ya formado el abceso, 
se le dilatará. 

Dedica el capitulo 21 á tratar si las 
secas ó carbunclos se han de dilatar 
con fuego y con lanceta ó con cáusti- 
cos. Decide que si la indicación pide 
solamente dar salida al podre, que no 
hay inconveniente dilatarlo con la 
lanceta*, pero que si se supone alguna 
cualidad maligna en el temor, debería 
practicarse con los cauterios. 

En el capitulo 23 trata del tumor ó 
landre que desaparece. aPara dar re* 
medio, dice^ de caso tan dificultoso. 



quisiera tener por compañero un án- 
^el que me guiara y ensefiara lo que 
debía hacer, porque no resta mas que 
morir ó aventurarse el médico á hacer 
algún remedio 9 aunque sea dudoso, 
por ver li puede impedir una muerte 
cierta , pues el remedio no le puede 
poner en mayor ni en mas evidente 

Iieligro del en que está puesto el en- 
érmo por su entermedad (pág. 142). )» 
Propone la aplicación de vegiga torios 
y de ventosas para volver á llamar el 
humor, confortar y reanimar las fuer> 
zas del enfermo ; pero pronosticando 
siempre la verdad del suceso que se 
espresa de cualquier manera y con 
cualquier remedio humano (pág 1 43). 
En el capitulo 24 trata del carbun* 
cío pestilente. Describe el carbunclo 
ordinario y el pestilencial: estese ten- 
drá por tal , cuando fuese epidemial, 
contagioso , con calentura, graves ac- 
cidentes 9 del cual mueran la mayor 
parte de los enfermos (pág. 144). 

ci Comienza el carbunclo pestilente 
á señalarse como los demás; con su 

f>ustulilla, aunque no es necesario que 
a tenga siempre, porque muchas ve- 
ces no sale; y aun él se queda en lo 
interior del cuerpp, que es lo peor, 
que arguye gran venenosidad y fla- 
queza de la facultad. Y por esta causa 
a muerto en esta ciudad de Jaén mu- 
cha gente con gravísimos accidentes, 
en veinticuatro horas, y algunos en 
menos; y con unos dolores de costado, 
que al principio sentían escocimiento, 
ardor y dolor en el lado, con poca di- 
ficultad eu la respiración , pero gran 
calentura y grahaes congojas. T luego 
se les quitaba el dolor de repente, con 
mal olor en la respiración, se morían 
muy aprisa , que sin duda eran car- 
bunclos interiores maliciosísintos: que 
al principio se mostraba el dolor y ar- 
dor en la parte, y después no se sentía^ 
porque estaba la parte gangrenada , y 
perdido el sentido, y morían todos. 
Volviendo , pues , al punto, digo que 
siempre es necesario que parezca pus* 
tula ó carbunclo. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



271 



«Las demás sefiales del pestilen* 
cial son ! traer siempre calentura. 
Y pienso que la calentura es esencial 
en et como enfermedad 9 7 no como 
accidente , que se le sigue , y que 
es podrida pestilente , que comien- 
sa antes que el carbunclo^ ó aun mis- 
rao tiempo se parecen ; 7 que el 
carbunclo es efecto de la calentura^ j 
señal de su gran malicia^ principal* 
mente en constitución pestilencial ^ j 
que corre la tal enfermedad por la 
comarca , en la cual también podria 
nacer la calentura del carbunclo al- 
guna vez , como cuando se pegase el, 
carbunclo al tercero» jr á él se siguiese 
calentura, j creciese la calentura cre« 
cíendo el carbunclo; estos tales no se* 
ran tan perniciosos siendo pegadizos, 
«no bailasen gran disposición de bu* 
mores que pudiesen causar calentura 
pestilencial, que por sí solo matase: 
que la malicia del carbunclo 7a seña- 
lada en las partes esteriores^ no te- 
niendo rail adentro, mtt7 fácilmente 
se rence. Pero siendo la calentura la 
enfermedad principal y es peligrosísi- 
mo negocio : porque son perniciosas 
7 mn7 intensas. De suerte, que el 
carbunclo pestilencial trae siempre 
calentura maliciosa, ó se sigue á ella. 
Acompaña casi siempre al carbun- 
clo pestilencial seca , ó nacida en la 
ingle, ó debajo del braco que cor- 
responde a la parte donde nace el 
carbunclo. Trae consigo desma70s, 
congojas , padeciendo el corazón , 7 
irómitos, si el mal se comunica al estó- 
mago; 7 pierde el apetito de suerte, 
que se dejarán muchos antes morir, 
que comer; 7 cuando á hacerlo se es- 
toeraan , es con grandes arcadas 7 
náuseas. 

«Los peores carbunclos son los ne- 
gros, porque denotan ma7or encendi- 
miento 7 ma7or malicia , á lo cual se 
sigue ma7or recelo del estado natural, 
basta mortificar y corromper la parte 
quitándole la vida. Entre los negros, 
son perniciosísimos los pequeños , 7 
que no crecen ni se eitienaen, prin- 



cipalmente si la calentura 7 los demás 
accidentes crecen : porque es señal, 
que por la gran malicia está la facul- 
tad débilísima , 7 no puede espeler á 
fuera el humor venenoso, ó que es el 
humor rebelde ó inobediente , por su 
modo de sustancia, ó mala calidad, 
principalmente si siendo pequeño el 
carbunclo, ó si está en el pecho, ó 
cerca de parte principal , 7 comenzó 
primero la calentura ; 7 si saliesen 
muchos, aunque fuesen pequeños, se 
librariaü espeiido él humor á fuera. 

«Los mas saludables son los rojos, 
7 grandes en partes menos nobles, 
como en piernas, brazos ó asentaderas. 
Los medios en malicia son, los lívidos, 
como lo son eq el color^ 7 los de color 
ceniciento.» 

Respecto á su curación proscribe las 
sangrías busque ad animi deliquium\ 
pero aprueba las hechas moderada- 
mente 7 según sean las fuerzas 7 edad 
de los enfermos (pág. 147). Ridiculi- 
za los médicos que se obstinaban en 
las sangrías^ diciendo «la vida 7 el fer- 
vor del carbunclo se acabarían juntos, 
como les ha acontecido en esta parte á 
algunos médicos tan sangradoresTque 
se ponen con el enfermo á tema di- 
ciendo: dcune la vida ó el carbunclo, 
y lo mas ordinario es quedarse con la 
vida del miserable que la puso en sus 
manos, (pág. 147 vueltaj. Aconseja 
las evacuaciones tópicas hechas con las 
escarificaciones ó con las sanguijue- 
las (Ib). 

Si se ha de sajar el carbunclo pre- 
viene que no se llegue á las partes vi- 
vas 7 rubicundas, sino precisamente á 
la costra; cu7a eliminación debe pro- 
curarse después con las sustancias blan- 
das; entre ellas elogia una pomada he- 
cha con partes iguales de los ungüen* 
tos basalicon, egipciaco 7 triaca. 

Tercera parte. De la preservación 
universal de la peste jrde su grande 
escelencia , y déla particular preser^^ 
veranda de cada uno. 

En el capítulo 1.^ discute si ba7 re« 
medio natural que preserve de la pes« 



272 



HISTORIA DET LA 



te cuando viene del cielo. Sostiene la 
afirmativa. 

En el 2.^ lo qne deben hacer las 
justicias de las ciudades para la pre- 
servación de la peste. Los reduce es- 
tos medios í tres: 1.^ impedir con 
grandísima vigilancia el contagio de 
la ciudad para que no pase de uno i, 
otro > 7 un enfermo sea causa de mil: 
2.^ purificar el aire : 3.** proveer las 
ciudades de buenos alimentos, y pre- 
miar los buenos y celosos médicos. 

En el 3.® si conviene que las repú- 
blicas formen hospital para preservar - 
se de peste , ó será mejor que el que 
quisiere se cure en su casa libremente. 

En el principio de este articulo he- 
mos hecho mención refiriendo lo que 
sobre las ideas del autor dice nuestro 
Villalba en suEpidemologia española. 
Asi, pues, para que mis lectores ten- 
gan un conocimiento de cuanto pensó 
sobre esta materia el autor , les tras- 
cribiré el capitulo. 

«La cuestión parece nueva, y en 
mi no lo será el mudar parecer , ha- 
llando razón que me obligue , y lo 
mismo pienso que harán los temerosos 
de sus conciencias , á quien la razón 
hiciere fuerza para seguir la opinión 
que mas cuadrare y quietare el en- 
tendimiento. Y para qne la una y la 
otra se considere^ se suponga por am- 
bas partes lo^que de todos esta recibi- 
do; que el hospital se forma con fin 
de librar la ciudad de contagión , y 
curar los enfermos y tocados de ella, 
Y si con formar hospital fuera de los 
muros^ aunque sea con las condiciones 
y calidades (médicos y ministros) que 
todos dicen, es medio mas eficaz para 
contagiar mas la ciudad, y para que se 
curen menos enfermos , y estos mal 
curados. 

(c Luego no conviene por esta razón 
formarle , pues no se consigue el fin 
porque se hace, sino antes se consigue 
el contrario: lo cual ^ prueban mani- 
fiestamente las razones siguientes , de 
las cuales es la primera : Puede tanto 
el miedo cuando es grande ,y es tan 



poderosa una vehemente imaginación, 
que aunque sea en varones fuertes y 
constantes, les fuerza y obliga á hacer 
grandes errores, de los cuales en cierta 
manera están disculpados. Y es tan 
grande el miedo que conciben los 
heridos de peste , cuando se ven sa- 
car de sos camas con violencia , de 
unos ministros de figura espantosa, 
que considerando que los líevah al 
hospital , donde están todos apesta* 
dos, y que de todos los que lievaui 
no saben si escapa alguno ; y que 
es aquel lugar de sujo horrendo y es- 
pantoso, lleno de confusión y de mal 
olor: y van todos tan vencidos de una 
poderosa imaginación, que en llegan- 
do al hospital se han de morir; qfue eñ 
muchos de ellos se verifica el llegar 
muertos al hospital , y otros en pocos 
dias, por los que ellos han pasado en- 
cubriendo la enfermedad, por miedo 
de no verse en él. Y si en los fuertes y 
animosos hace tanto efecto, jcuál será 
el que causará en una doncella teme- 
rosa, recogida y vergonzosa, que ja- 
más se ha visto apartada de la presen- 
cia de sus padres , viéndose llevar de 
los ministros, sin que padres^ herma- 
nos, ni deudos le puedan favorecer, 
ni se les dé licencia de acompañarla 
al lugar donde la llevan ? Que este 
dolor solo, y el gran miedo y turba- 
ción que recibe, es causa poderosa 
(cuandootra no hubiera) de su muerte. 

«El ver esto con los ojos los demás 
vecinos de la ciudad^ toman tan firme 
determinación de encubrir la enfer- 
medad, si acaso les díere^ por no verse 
arrebatados, que quieren antes morir 
en sus casas sin remedio, y aun sin el 
del alma , y que los entierren en sus 
bóvedas y corrales, que haber de ma- 
nifestar la enfermedad. Pues luego al 
punto han de ser llevados adonde mue- 
ran con nMjor desconsuelo. 

(cDe este inconveniente se signe^el 
quedar toda esta casa , los vecinos de 
ella, y la ropa, contagiada. Y la misma 
razón corre por la mayor parte de la 
ciudad; porque encubriéndose y hn- 



MEDIQNA ESPAÑOLA. 



273 



jendo de ana casas á otras do diciendo 
están apestados, va eatendieodo cada 
nno por su parte la cootagioo por la 
ciudad, y es muy cierto, j en buena 
razón cabe, que la comunicarán j es- 
tenderán mas cincuenta que están en- 
cubiertos, que podrán remediar diez 
que se Ueyan. Pues aun estos como se 
encubren los dias que pueden , dejan 
también muchos seminarios de conta« 
gion en sus casas: causa bastante para 
estenderla mas. Luego bien se signe^ 
que el medio que toman las ciudades 
para impedir el contagio formando 
hospital , es el mas poderoso y eficás 
que pueden hallar para estenderlo 
roas, j se curen menos y mas mal cu- 
rados. Porque aun los que llevan, ja 
van tarde, y han perdido la ocasión 
del remedio que pudieran tener; lo 
cual se prueba, porque aquella enfer- 
medad, aunque sea muy grande y pe* 
ligrosa, se puede curar cuando el mé- 
dico docto y ejercitado desde el prin- 
cipio la conoce , y el enfermo y sus 
ministros obedecieron el remedio en 
)a ocasión que se les ordena , y el lu- 
gar ó aposento, y el aire que el enfer- 
mo goza le fuere favorable y contra- 
rio á la enfermedad. 

«Todo esto es muy al contrario 
cuando se cura el apestado en hospital 
y sala de apestados. Luego bien se si- 
gue, que en él se curan menos, y muy 
mal los que se llevan. Y probando to- 
dos los requisitos que son necesarios 
para la curación de esta enfermedad, 
se verá muy clara esta verdad por las 
razones siguientes: 

«T comenzando por el primero, los 
grandes médicos que esta enfermedad 
conocen esencialmente por sus seña- 
les, y los graves accidentes que le 
acompa&an y sobrevienen^ y que co- 
nocen la ocasión de usar el remedio y 
la sustancia de las fuerzas para su- 
frirlo: nunca estos tales se encierran á 
curar en los hospitales, porque las ciu- 
dades los reservan para la gente prin^ 



cipal. T los que de ordinario entran, 
aunque sean suGcientes, con el mucho 
número de enfermos y la gravedad de 
la enfermedad , y la incomodidad del 
lugar^ no es posible que puedan curar 
bien, ni cómo conviene. Y los que sa- 
nan, mas presto los sanará naturaleza 
en su (»sa, ó en el campo, gozando de 
aire puro y limpio. 

«Ni los ministros aunque sean rou- 
cha<s, y de gran caridad, creciendo el 
número de los enfermos, pueden dar 
recado en la hora y ocasión que á 
cada uno le conviene sangrarse ó por- 
garse, ó comer ó dormir, porque unos 
se impiden á otros , y cada enfermo 
habia menester para si solo un médico 
y un enfermero, y un lugar apartado, 
que cuando quisiera dormir 6 tuviera 
necesidad de sosiego, no lo impidieran 
laa voces, que da quejándose el que 
está junto á su cama. Ni el enfermo 
pierde el gran miedo, ni la imagina- 
ción de que se muere: y asi obedece 
desconfiadamente los remedios, que 
importa mucho la fé y confianza en 
ellos y en el médico, para que le 
aprovechen. 

«Ni el aire del hospital es en su fa' 
vor \ porque aunque haya cuidado de 
purificarle, el gran número de los en- 
fermos y el mal olor de los escremen- 
tos y materias de apostemas abiertas, 
le hacen tan pernicioso , que él solo, 
inspirado, basta á matar como veneno» 
Por todo lo cual se prueba, lo mal que 
se pueden curar tantos enfermos jun- 
tos en un hospital , por un médico , y 
pocos ministros. 

«Esta parte se prueba muy bien 
con la esperiencia que esta ciudad de 
Jaén tiene de lo que sucedió; y el 
vulgo decia del hospital de ' San Ge- 
rónimo, adonde estaba un médico tan 
cuerdo , y que con tanta diligencia y 
caridad hizo ambos oficios de médico 
y cirujano , como el licenciado Her- 
nando de Higueras , cuyas letras son 
tan conocidas y estimadas en esta cin* 



HisT. DBxi MEnic; española, -^Tomo 2.® 



35 



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274 



HISTORIA DE LA 



dad, habiendo también mnchos mi- 
t)Í8tros, y grande abundanciade bas- 
timentos, medicinas j regalos: se pa- 
blico que todos morían en los suelos 
sin remedio ^ j por este temor se en- 
cubrían*, lo cual fué causa de revolver 
con major fuerza la enfermedad, es- 
tendiendo por ella el contagio. Ycuan- 
do esta ciudad fuera tan grande , tan 
rica y opulenta, j tuviera los grandes 
hospitales que suelen tener otras, con 
suntuosos edificios y cuartos divididos 
para hombres y mugeres , para con- 
valecientes y ministros; y anchura de 
f>atios y galerías, fuera ó dentro de 
os muros, aun había dificultad de re- 
coger en ¿I tantos heridos de peste. 
Porque estas semejantes casas se fun- 
daron para diferentes enfermedades, 
que es la peste. 

«No hallo yo en los autores anti- 
guos griegos ni árabes, quien di^a que 
en las grandes pestes que en su tiempo 
sucedieron, se usase de semejante re- 
medio. Ni quería traer á consecuen- 
cia^ por no ser medicinal , el gravisi- 
ttio dafio y pérdida de hacienda que 
reciben las ciudades con la voz de na- 
ber formado hospital , pues al punto 
no se da testimonio aunque no haya 
enfermos en él ; y cesan los tratos y 
correspondencias de las mercadurías, 
dejanao muchos hombres destruidos 
y perdidas las rentas y alcabalas ; de 
suerte que el dafio que por esta causa 
hs ciudades y vecinos reciben , no se 
puede restaurar con millones de ha- 
cienda. 

«Y creo que la razón que i movido 
á los médicos doctos de nuestro tiem- 
po á dar parecer que se forme hospi- 
tal, fué considerando lo que conviene 
impedir la contagión de la ciudad, 
tfunque muriesen algunos de los heri- 
dos, que por fuerza han de morir. 
Pero no consideraron los grandes in- 
convenientes que de ello resultan, 
porqué estos los muestra la esperien- 
cia ; y el formar hospital lo decía la 
razón, y anteponer el bien común al 
particular. Pero bien considerado pa- 



rece lo contrario, por las razones refe- 
ridas y por lo que la esperiencia nos 
ha mostrado , y el ver que esta enfer- 
medad tiene mas fuerza con la infiuen* 
cia del cielo , que con la contagión, 
por no nacer de grande y sórdido po- 
drecimiento, adonde los seminarios, 
son mas eficaces y de mayor actividad; 
que con impedir no se comuniquen, 
se hace mayor provecho que con otro 
remedio alguno. 

«Ya que nabemos referido los gran* 
det inconvenientes que trae consigo el 
formar hospital , será bien qve se re* 
fieran ks comodidades , provechos y 
remedios que con no formarle se ha- 
llan mas ciertos y mas seguros. 

«El primero sea , haberse quitado 
el miedo y la vehemente imaginación 
que les causaba y forzaba á dejarse an- 
tes morir sin remedio del alma y del 
euerpo , por no dejarse llevar al hos- 
pital. De donde resulta otro muy gran- 
de, que el enfermo está pacifico y 
contento y mas confiado, con la espe- 
ranza que tiene que ha de sanar con 
la diligencia, amor y cuidado de los 
suyos, y asi le aprovechan mas los re- 
medios. 

«El segundo, aunque primero en la 
dignidad , es, que se confiesan una, 
dos y tres veces con quietud y sosiego, 
y hacen sus testamentos públicos , sin 
temor que en descubriéndose hayan 
de ser arrebatados por los feos minis- 
tros ; y quitadas las culpas y pecados 
por la confesión que da la causa de la 
peste mas flaca , pues nace de culpas, 

el enfermo mas fuerte, para que con 
a confianza y ayuda de Dios, la pueda 
mejor vencer. 

«La tercera, que goza de mayor re- 
galo y limpieza, y de mejor aire, mas 
puro y mas limpio, que se puede me- 
jor purificar, que el de tona una sala 
de apestados, que aunque no sea mas 
de mirar las paredes de su casa adonde 
nació, se alienta y mejora el enfermo. 
Y no hace mas fuerza la razón de los 
que dicen, que de no formar hospital 
se pegará mas la peste ¿ los vecinos de 



t 



] 



MEDICIIÍA ESPAÑOLA, 



275 



la eiadftd, pnes queda probado que an- 
iel por formarlo se estieode mas el 
contagio por las rasones dicbas. Y la 
que mas tuerza hace es que cuando la 
peste viene por influencia del cielo, 
no se pega tanto» y asi anda salpicando 
de un barrio en otro» j de una casa ¿ 
otra» y en los conventos de monfaa en* 
cerradas y niftos y doncellas muy re- 
tiradas» adonde jamás uno sospecha 
causa ni ocasión de contagión » sino 
solo infloencia del cielo: que hallo ea« 
tos tales sttgetos mas dispuestos , para 
hacer su efecto. Y creo por muj cierto 
que el vecino que supiere que el sujro 
está apestado» se guardará mas de él, 
y aun plega á Dios que los suyos de su 
casa no lo hagan ; y se ha visto por 
guardarle» habiendo muchas ropas de 
cndicia por las calles» oo haber quien 
las aloe» por el temor de la contagión. 
Por todo lo cual» me resuelvo en que 
en ninguna manera esta ciudad ni 
otras semejantes» formen hospital para 
preservarse de la peste» sino que cada 
vecino ^ueda libremente curarse en 
su casa.» 

El capitulo 4.^ trata del medio mas 
seguro para que las ciudades se pre- 
serven de peste y los heridos de ella 
sean mejor curados (Interesantísimo). 

En el 5.^ si es remedio mejor huir 
presto lejos y volver larde ^ ó si será 
mas segura estarse quedo coando la 
peste viene por influencia del cielo. 

Los restantes capítulos están dedi* 
cadoa á tratsr de los remedios higiéot* 
eos que deben emplearse en general» 
y en particular los dotados de difo- 
rentes temperamentos, tales como los 

I>¡tu¡tosos» los biKosos» los flegmáticos» 
os meiáocolioos» los vicios y losniiles. 
Este último merece ser consultado por 
el alto interéa que ofrece* 

Dd modo jr arte de ckscQrUagiar 
las ropas apestadas, de seda, lienzos, 
papeles y^ otras cosas. Jaén 1606j en 

Este tratado está dividido en vein- 
tiún capítulos consagrados á espoñer 
el modo de descontagiar: 1«^ las ropas; 



2.° la seda cuando está en capullo; 3.^ 
la seda hecha ; 4»^ la seda tejida ; 6.^ 
los vestidos de seda; 7.^ el oro y plata 
hilados ó tejidos sin seda ; 8.^ el algo- 
don ; 9.® la lana ; 10 las piesas de 
lienzo; 1 1 los pellejos y forros de mar- 
ta ; 12 los cordobanes y las obras he- 
chas de ellos ; 13 los libros y papeles; 
14 el oro» la plata» cobre y hierro; 15 
el trigo» cebada » harina » lentejas» y 
otras semillas; 16 las maderas» camas» 
mesas» sillas etc.; 17 los caballos» mu* 
las» y otros animales; 18 el queso ; 19 
el aceite » manteca y las demás cosas 
grasas; 20 las mercadurías venidas de 
parte sospechosa; 21. las casas y habi- 
taciones. 

Este tratado fué sin duda uno de 
los que mas servicios pudieron prestar 
á loa intereses de la sociedad. El con« 
tribuyó á desterrar la perjudicial cos- 
tumbre de quemar todo cuanto habia 
en las habitaciones de los infelices en- 
fermos. Los dafios que á la muerte de 
ellos seguía» se aumentaba el dolor de 
ver quemar los trastos, los útiles y has- 
ta las alhajas preciosas de una familia. 
Mis lectores le penetrarán mas de la 
aka importancia de este escrito» al sa- 
ber que una de las escrupulosas medi* 
das que se tomaban con los apestados 
era la siguiente. «Que luego que en- 
trare el médico á visitar el enfermo 
haga por su persona un naemorial é 
inventario de los bienes qne hubiese 
en el aposento dd enfermo» y Grmado 
con juramento declare no haber mas 
ni menos » y se de este memorial al 
caballero dipotado de aquella y colla* 
eioso» para que en muriendo ó sanan • 
do este enfermo se recojan.» 

EU autor» pues» hizo un grande bien 
con destruir esta detestable oostum* 
bre, capaz por si sok de arruinar una 
república. 

<S» hs melancólicos pueden saber lo 
que está por venir, ó adivinar el su* 
ceso bueno órnalo de lo futuro con la 
fuerza de su ingenio ó soñando. 
• Sostiene que es imposible que ha- 
ya .en un hombre ninguna templan- 



276 



HISTORIA DE LA 









za ni humor , ni poderoia imagina-' 
cion para saber lo que está por ve- 
nir por medio natural» Admite sin 
embargo que los hombres dotados del 
humor melancólico son los mas de mas 
talento^ entre los cuales cuenta á Pla- 
tón, Sócrates , Empedocles^ Hércules 
!r otros muchos que en letras sobresa- 
ieron. Cree que estos melancólicos 
con la fuerza natural de su ingenio, 
velando con profunda j vehementísi- 
ma imaginación , retirados en lugares 
oscuros y libres de distraerse , ó dur- 
miendo con natural sueño , quieto j 
sosegado con las especies recibidas, y 
velando con su fogosa imaginación, 
puede su alma alcanzar loque está por 
venir; pero que jamás pasa de lo natu- 
ral. Creyó últimamente que el demo- 
nio podia juntarse con el humor me- 
lancólico, y en este caso los endiabla- 
dos podrían alcanzar muchas cosas; 
pero infinitamente menos que los pro- 
fetas verdaderos inspirados por Dios. 

PEDRO garcía carrero, 
natural de Calahorra , estudió la me- 
dicina en Alcalá de Henares, y en ella 
tomó la borla de doctor. Fue uno de 
los médicos que roas reputación tu- 
viera en su época ; y en los muchos 
años que enseñó la medicina en la di- 
cha universidad, tuvo la gloria de sa- 
car un crecido número de discípulos 
sobresalientes, que luego honraron la 
memoria en los escritos que publica- 
ron. El autor dio á luz la obra si- 
guiente: 

Disputatíones medicas super libros 
Gideni de locis a/ectis et de alus mor* 
hisah eo ibi relictis. Opus Doctoris 
Petri García Carrero prímarü mecU-* 
cinw projessoris in complutensi acode ^ 
mia. Compluti armo 1o05 in/oL 

En esta voluminosa obra, que alcan- 
za á mil trescientas fojas, presenta se- 
tenta y cinco artículos con el epígrafe 
de disputas médicas, relativas á física, 
anatomía j fisiología y medicina. De 
todas estas las de medicina práctica 
ofrecen bastante interés, pero desgra- 
ciadamente son las menos. La 1 •' ver- 

I 



sa sobre las simpatías j y esta es apre- 
ciable por las ideas tan esplícitas que 
el autor tenia sobre este fenómeno fi- 
siológicOj que supo aplicar oportuna- 
mente á la patología y á la medicina 
práctica. Trata de probar que los efec- 
tos simpáticos que se notan ya en el 
estado morboso, como en el sano, de- 
penden de la imaginación, y de este 
principio parte para esplicar por que 
un sugeto bosteza cuando otro ; por 
qué el ver orinar á uno estimula y de- 
termina á otro á lo mismo ; por qué 
cuando uno masca agraz ú otra cosa 
acida , á otros les estimula á salivar y 
hacer gestos , etc. 

Interesan igualmente, la 7.* que tra- 
ta de la frenitis y de la perversión de 
las facultades intelectuales : la 8.* en 

3ue prueba que el cerebro puede pa- 
ecer toda especie de inflamación, in- 
clusos el escirro y cáncer : la 13 que 
describe perfectamente la melancolía, 
de cuyas variedades y síntomas habla 
con precisión : la 14 que trata de la 
música y demás enagenaciones del al- 
ma : la 18 en que describe muy bien 
las causas j síntomas , pronóstico y di- 
ferencias de la apoplegia: la 19 y 20 en 
que habla de las enfermedades de los 
nervios: la 44 en que trata de la muer- 
te natural y de los órganos que son los 
S rimeros en morir: la 50 y 55 en que 
escribe las enfermedades del estóma- 
go y las de los intestinos: la 67 en que 
trata estensamente de la virginidad y 
de sus señales: la 71 de la nutrición 
del fetus en el seno materno, y la últi- 
ma que trata del aborto, y de sus conr 
secuencias. 

Mis lectores pueden conocer ya á 
cuan poca cosa está reducida esta gran 
mole literaria. Las mil trecientas fojas 
que contiene pudieran reducirse á un 
centenar de ellas; asi es que su lectu- 
ra es cansadísima, fastidiosa; y si estas 
circunstancias se unen al lenguage si- 
logístico y metafísico con el cual trata 
de aclarar cuestiones ya de por si me- 
tafísicas y oscuras, hacen que esta obra 
no merezca leerse. 






~ I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



277 



JUAN ALONSO DE LOS RUI- 
CES Y FONTEGHA , natural dé 
Daimiel, estudió la medicÍQa en Alca- 
lá de Henares^ j en la misma fué ca- 
tedrático de TÍsperas : revalidado de 
médico pasó á la uoirersidad de Bolo- 
nia^ en cuya ciudad tuvo trato con el 
célebre Taliacoci, quien le presentó dos 
enfermos á los cuales había repuesto 
las narices por su método (Med. inci- 
pient. med. pág. 145). 

Escribió las obras siguientes: 
Medicorum incipientium medicina, 
seu medicifUB christiancB speculwn; 
tribus luminaríbus distintum á medicis 
inchoantíbus pros oculis semper fui'* 
bendum, confessarüs admodumutilis, 
Editum per Doctorem Joannem Al-" 
phonsum et d Ruycibus de Fontecha, 
in Complutensi Academia Cathedras 
Kespertínoí , publicum professorem. 
Ib. 1598, 1606, m 4.» 

Tomó ocasión de escribir esta obra, 
el haber repugnado el Duque del In* 
fantado comer carne en tiempo de 
cuaresma, á pesar del mandato espre- 
so de los médicos. Asi es que se pro- 
puso aclarar todas las cuestiones reía* 
tiras á las facultades que tienen los 
médicos de dispensar en los ayunos, en 
las penitencias, etct , con el nn de que 
pudieran servir á los confesores 7 á los 
médicos. 

Dividió esta obra en tres secciones 
con el titulo de luminares. 

La 1.* es un tratadito muy aprecia- 
ble de moral médica. Enseña todo 
cuanto el médico debe saber y practi* 
car para ejercer su profesión con ho« 
ñor , y hacerse apreciar de los enfer- 
mos y de sus mismos comprofesores. 
En la 2.^ espone las causas y sínto* 
mas de todas aquellas enfermedades, 
en las cuales pueda haber duda si se 
puede dispensar de los preceptos ecle- 
siásticos de ayunar, comer carnes, lac- 
ticinios, pescados, etc., etc. 

El autor dice que nadie babia es* 
crito de esta materia antes que él , y 
que su utilidad era sumamente cono- 
cida, para que en vista de las pruebas 



y autoridades tanto profanas como di- 
vinas que alegaba, pudieran los médi- 
cos y confesores ponerse de acuerdo, 
y los enfermos tranquilizar sus con- 
ciencias. 

En la 3.^ trata muy ligeramente de 
algunas cuestiones médico-legales, so- 
bre si conviene algunas veces provocar 
el aborto , sangrar ó purgar á las em- 
barazadas. 

Todas estas cuestiones promete tra- 
tarlas en otra obra que decia tener á 
punto de publicar , lo cual efectiva- 
mente hizo , según veremos muy 
pronto. 

La obra que nos ocupa es interesan- 
te bajo dos conceptos : el 1 .^ porque 
describe mnv bien, y trata con mu- 
cho acierto, las enfermedades, y el 2.^ 
por las noticias tan curiosas y observa- 
ciones tan raras que presenta , toma* 
das de los mejores autores que de ellas 
trataron. 

Esta obra no tiene mas mérito que 
ser ya muy rara en nuestra literatura. 

ÍNccionario de los nombres, pie'* 
dras^ plantas, frutos, yerbas aflores, 
enfermedades , causas y accidentes 
que van este libro , de los diez libros 
de las mujeres preñadas, y se hallan 
comunmente en los autores que van 
citados en él, Hipócrates, Galeno, 
Avicena , Paulo Egineta , Rhasisj 
Moschion, Cleopatra, Aristóteles y 
otros muchos, guardado solo el orden 
de romancearlos conforme están en 
ellos, ora estén corrompidos en la len^ 
gua griega, arábiga ó latina, ora no, 
para que los estumantesque empiezan 
la ciencia de la medicina, tengan noti'^ 
da de ellos. Hecho por el mismo au* 
tor. Alcalá 1606. en 4.'' 

Este diccionario es sumamente cu* 
rioso, y una de las obras mas raras de 
nuestra medicina española. Todo aquel 
que quiera ilustrarse en el significado 
délas palabras antiguas, encontrará 
en él todo cuanto necesite. 

Diez privilegiospara mugeres pre^ 
nadas. Alcalá de Henares 1606. 
En la introducción se propuso pro« 



278 



HISTORIA DE LA 



bar que el estado de embarazo debía 
ser un estado privilegiado, durante el 
cual la muger hhbia de ser respetada 
y complacida en todo y por todo. 

El epilogo de los privilegios, foraia- 
do por el mismo autor es como sigue. 

Epílogo de lo que se trata eo est09 

privilegios. 

En la introducción se toca, si elan» 
tojo de la preñada es natural \ si Ioá 
mugeres son dignas deprii^ilegios. Di^ 
cese mal y bien de mugeres^ y que 
concurren con actividad d la genera^ 
cion^ y ()ue las preñadas han de ser 
privilegiadas. 

Privilegio 1 .^ «Se traen las seña^ 
les de las mugeres y hombres estéril* 
les, la certidumbre que tienen las se " 
nales de los partos y y si lo concebida 
es hijo ó hija, y cómo no se les puede 
negar lo que justamente piden por ve^ 
hemente apetito , á las preñadas. 

Privilegio 2.® Se entila si se ha 
de sangrar la preñada, y en quécasos 
se puede sangrar, en que tiempos ^ de 
qué vena , jr con qué prevenciones se 
sangran sin peUffro de aborto. 

Privilegio 3.^ Si es cosa conve^^ 
niente purgar las preñadas \ se trata 
en qué casos, en qué tiempo , con qué 
medicamentos ; declarase que es tur^ 
gencia, urgencia, y los autores y opi-- 
niones que ha habido de lo uno y otro^ 

Privilegio 4,^ Se pregunta y re^ 
suelve y si Isis preñadas hm de ayunar 
ó no, y en qué n%eses\ dicese qué es 
ayunoy sus grandes escelendas y obras 
que hace, y los que le dieron principio 
en dii^ersas leyes, r las diversas suer* 
tes que ha habido de ayunos en diver* 
sas personas sonetos y gentiles. 

Privilegio 5.^ Se pregunta si la 
preñada puede traer lo que quisiere: 
declárase qué cosa es aborto, y cuan 
impío y aborrecible ha sido elcausarlo, 
no solo en la santa ley de Cristo nues' 
tro Señor, sino acerca de gentiles y 
bárbaros, laspetuis que tienen les que 
los císusan, las piedras, yerbos y otras 



cosas que tienen virtud y eitán espe* 
rimentttdas, cómo y de qué manera los 
impiden. 

Privilegio 6.® Se esputo si la pre- 
nada puede hacer ejercicio : declárase' 
qué es , cuántas maneras hay dé él, 
cuáles convienen d las preñadas, y eti- 
qué tiempo que tan saludable cosa es 
el ejercicio; tócase un pedazo de con- 
suetudine. 

Privilegio 7.® Se trata si puede la 
preñada pedir justamente la lleven á 
parir á este á otro lugar: cómo es U^ 
cito mudar lugares para la conserva>» 
eion de la v¿aá humana \ cómo unos 
lugares son más cómodos , y cuáles 
para que los hombres sean mas sábiosy 
mas valientes, mas fuertes, mas her-* 
mosos, ó de otras comSciones , y qué 
hace el injlujo celeste y disposición dé 
la tierra para esto. 

Privilegio 8.^ Se averi^a que la 
preñada puede elegir esta ó la otra 
comadre, para el buen suceso del par -^ 
to\ declárase las condiciones, partes y 
sctbiduriay prudencia que ha de tener 
la comadre : lafábrioa de sus manos, 
los instrumentos de que ha de estar 
prevenido, y de todo lo que ha de estar 
prepar€tda para el buen suceso del 
parto\ qué piedras, yerbas, bebidas y 
otras cosas le Jacídtan y ayudan á 
sacar las criaturas ya muertas. 

Privilegio 9.° Gomo la preñada 
puede buscar ama con tiempo, á cud* 
les les es licito criar y cuáles no, y si 
les han de quitar la criatura en estan^^ 
do con regla, cuánta Juerza tiene la 
naturaleza y costumbre , qué edad, 
templanza y costumbres ha de tener 
el ama y qué ejercicio, y manera en 
criar la criatura ha de guardar. 

Privilegio 10. Seokclaraquepue» 
de la preñada prevenirse de cosas para 
que no le aojen su criatura en nacien- 
do \ si hay aojo, de cuántas maneras 
acontece,, qué señales hay para cono-* 
cerle, cómo se cura, y con qué remC" 
dios se prohibe y sana. 

Elsta obra jsi bien es verdad que con* 
tiene algunas cosas curiosas lo es tam* 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



279 



bien qae se resieote de todas las preo** 
cupaciooes de su siglo. Asi es que el 
autor cree obstinadamente en la fasci- 
nación ; en que aquellas embarazadas 
cujos capricbos no babian sido satisfe- 
cbos , daban á luz sus hijos marcados 
con las figuras de los objetos de sus de- 
seos; que el coral y algunas otras sus* 
tancias colgadas al cuello preservaban 
j aun curaban el aojamíento de los 
niños, 

GASPAR TRISTAN, natural de 
Valencia ; estudió la medicioa en esta 
universidad^ j en ella recibió la licen* 
ciatura. Hecho médico , y después de 
algunos años de práctica^ pensó en or- 
denarse de sacerdote, j asi lo verificó: 
ordenado se dirigió al papa solicitando 
de su santidad la licencia para ejercer 
la medicina y obtener cátedras de ella, 
cuya gracia le fué concedida. 

Escribió una obrita con el titulo si-^ 
guíente. 

De elenco medico curiosa discepta^ 
tío j dve mtefjfretatío ad tesctum in 
cap^ 7.^, adaures de wtate et guaU" 
tatef^PubUce habitain Schola ralerut 
tína^ ah aucthore postea aucta, et lo^ 
cupletata.t^In qua demonstratur Doc» 
torem medicum in sacrís et pnBsbite» 
ratus ordiníbuspromotum. fosse, jure 
communi attenta , Medicam artem. 
exercere. aucthore Ocupare Tristón 
hedentina prcesbitero, medicme Doc* 
tore ac sacrar. Sdentianan TheologicB 
etjur. canonic. prima laurea ins^mto. 
ValenticBapudPetrum Me y, 1 606,8.* 

Acaban de ver mis lectores que el 
objeto principal que el autor se pro- 
puso probar es » de que un sacerdote, 
atendiendo al derecho común de sen^ 
tes, podia no solo ejercer la medícma^ 
sino también obtener cátedras de su 



enseñanza. 



Esta obrita es tan curiosa, y al mis- 
mo tiempo tan rara, que no be tenida 
ocasión de ver otro ejemplar que el 
que yo poseo. En ella hay documen- 
tos tan importantes, que creerla no 
llenar mis deberes sino pusiese á mis 
lectores al corriente de ellos. 



El autor toma ocasión de escribir 
su obra de una consulta que un canó- 
nigo elevó al Papa , y de la respuesta 
de «Su Santidad. 

Consulta. «D. R. Colon estudió la 
medicina, y hecho médico, la ejerció 
por algunos años. Sucedió á este mé- 
dico lo que á todos, que unos enfer- 
mos se le morían y otros se curaban. 
Entró en escrúpulos; y deseando orde* 
narse de sacerdote , consultó al Santo 
Padre si podría aspirar al sacerdocio, 
por la muerte de los enfermos á que 
asistió.)» Contestación* «Que si su con» 
ciencia le remordía, le aconsejaba 
no se ordenase.» 

El autor comenta esta lacónica y sa- 
bia decisión diciendo: «La conciencia 
solo podia remorderle cuando Colon 
no hubiera asistido y dirigido los en- 
fermos según las reglas del arte ; lue- 
go el ejercicio de la medicina no irre- 
5ularíza;,8Í acaso, el no haberla ejercí* 
o bien. 

De e^a base parte para probar que 
un sngeto que* ha estudiado la medi- 
cina con aplicación y aprovechamien- 
to, y á quien no arguya la conciencia 
de haber abusado de la ciencia , no 
queda irregular para obtener las sa« 
gradas órdenes. 

Sobre este principio funda el que 
motiva el principal de su obra , á sa- 
ber «que el ejercicio de la medicina no 
estaba prohibido á los sacerdotes, y si 
únicamente la cirugía. Espone larga- 
mente las razones que tema, y en se- 
guida todos losargumenlos que pudie- 
ran hacerse contra ellas. 

Dedica el párrafo 9.^ á demostrar 
que Jesucristo fué médico, y que ejer- 
ció todas las partes de la medicina; 
que fué el Archiatro ó primer médico, 
y que Moisés é Isaías eran discípulos 
suyos en esta ciencia. 

Dedica los párrafos 10, 11, 12, 13, 
14 y 15 á probar en cada «do de ellos 
que fueron también médicos, el ángel 
San Rafael^ San Lucas , San Andrés, 
los profetas y los santos. 

En el párrafo 22 prueba la vanidad 



280 



HISTORIA DE LA 



j falacia de la artrologia judiciaria. 
(Interesante). 

Dedica el 23 á esponer las inmiini- 
dades y privilegios que debían tener 
los profesores de medicina. (Intere- 
sante). 

En el 24 prueba qae debieran ser 
castigados terriblemente los encanta- 
dores, ensalmadores^ los saludadores^ 
etc. (Interesantísimo). 

Dedica el 27 ¿ comparar entre si 
las ciencias : decide que de todas la 
teología era la mas noble , pero la mas 
útil y ^benéfica al género humano la 
medicina; con este motivo hace de ella 
un panegirice. (Interesante). 

En el 28 propone la cuestión de los 
honorarios de los médicos. 

En el 29 prueba que no todas las 
enfermedades son curables , ni que el 
médico puede siempre curarlas todas. 

En el 30 espone las causas por qué 
no pueden curarse todas las enferme- 
dades. 

En los 31> 32 7 33 se entretiene en 
aconsejar al médico lo que debe hacer 
con sus enfermos^ especialmente que 
estén en peligro. 

En el 34 discute largamente ^ si es 
válido V forzoso el pacto habido entre 
el méaico y su enfermo. Decide a6r^ 
mativamente. 

En el 42 nos ofrece la cuestión si« 
guiente : si un sacerdote puede eose- 
ftar la medicina^ tener actos literarios 
sobra ella, y curar los enfermos. Prue*^ 
ha la afirmativa. 

BrcTHs resohuio earum, qwE in su^ 
perioribus dicta sunt ab ipso ímcthore 
úifaiforem sui, antequam á sede apos^ 
toíica haberet UcerUiam exercenm ar* 
tem medicam. Pro Gaspare Tristoño 
Diácono (rmnc \fero Prtssbitero), doc* 
tare meaco Valentino ^ potente ut in 
sacris ac prasbiteratus ordinibus pro^ 
motus possit exerce atque in aítaris 
ministerio ministrare , necnon causa 
pietatis publica ac libere quoscwnque 
cBgros curare^ 

El autor dirigió una peticiohal pa- 
dre santo, rogándole le concediese li- 



cencia para ejercer la medicina j en- 
señarla, al mismo tiempo compatible 
con el sagrado ministerio: es decir, pa« 
ra poder decir misa, predicar, confe- 
sar, etc, y visitar enfermos, obtener 
cátedras de medicina, etc. 

Fundó esta solicitud en otra gracia 
de igual naturaleza que el Papa Gre- 
gorio XIII concedió á D. Luis Pérez, 
médico valenciano, enana bula que 
luego veremos. 

El informe que de esta solicitud dio 
el Legado á latere del Papa, y que fué 
aprobado por su santidau, es como si- 
gue- 

«Ardua, ac difficilis res aliquibus 

videtnr, quod petitur ex parte I)octo- 
ris Gasparis Tristan Valentín, qui li- 
cet cum pnblice in Academia Valen* 
tin. fuerit Doctor Medicus creatus, 
publiceque ipsam artem Medicam 
(ut solént alii Medici Doctores) excr- 
cuerit: postea vero ob devotionis fer- 
vorem quem habet, et habuit ad viUm 
et statum sacerdotalem, obtinuit ab 
Ilnstrissimo Nunoio Apostólico in reg* 
nis Hispaníarum oommoraote licen- 
tiam ac facultatem, ut poiset ad onmes 
sacros, et presbyteratus'ordines pro- 
moveri , in quibus ípse iam est pro- 
mottts: tamen quia multi ejns consan- 
guinei , familiares, et alias pauperes 
infirmi tam seculares^ quam ecclesias- 
tici , qui ejus diligentiam ac solicitu- 
dinem sunt experti in ipsius artis Me- 
dióse exercitatione , ejusque opera in- 
digeant circa ipsam artem Medicam , 
ejusque ministerium indios requirant, 
pro inde supplicat^ ut sancta Sedes 
Apostólica dignetur ei concederé gra- 
tiam et facultatem ut possit ipse ante 
et post sacrorum, ac presby teratus or- 
dinum promotionem etsusceptionem, 
quibuscumque Ghristi fidelious infir- 
mis operam ipsius requirentibus libe- 
re ac publico mederi , illosque visita- 
re, medicamenta quaocumque , et op- 
portuna remedia juxta suas consciéntise 
arbitrium, et artis Medióse pracepta 
afierre, ordinare, minislrare,^seu mi- 
nistrare faceré, necnon quomodolibet 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



281 



tlías illiá ex Medicine arte aubTenirt, 
et quoscanque alios actas scbolasticos 
ad Medicinae Doctores pertinentes pu* 
blice ac libere exercere : et nihilomi- 
nu8 ad omnes sacros et presbiteratos 
ordines promoveri possit^ et in illis 
prometas in altaria miaisterio mi- 
nistrare. 

«Qaod negotium si attente consi- 
deretur^ non procedit de rigore jaris, 
cam libere possit clericos Médicos in 
sacris oonstitatas ipsam Medicam ar- 
tem exercere: hoc enim non repngnat 
juri Ecclesiastico^ sive Canónico dicto: 
in toto enim jare non repeeitnr exer- 
citiam artis Medicse clericis interdic* 
tam, sive probibitam^ ot docet Abbas 
in c. Seotentiam sangaibis , ne derici 
YeL mooacbi. na. 22. Dno aatem sont 
qoas á jure probibentor persoois eccie- 
siasticis^ et in sacris constitntis; et 
prsdictam artem aadire^ at in o. non 
magnopere, et in c. snper'Specata. 
eodem tit. ne clerioi, Tei monacbi. et 
prohibetar quoqae eis exercitium ar- 
tis Chirargiae qooad incisionem et vis- 
tionem^ ut in d. c. s^rUentiam sangui' 
nis» At nostrnm negotinm neqae est 
de aadiendo artem Medicam^ nec de 
exerciendo Chirargiam , sed de exer- 
citio artis Pbysicae» si?e Medicinae. 
Immo coUigo ex sapra dictis capiti- 
hüB, artb Physicae, sire Medicinas • 
exercitiam non solnm non esse prohi- 
bitam^ sed libere ipsis concedi : nam 
cam audire ipsam Pbjsicam probibea- 
tar ipm clericis» non tamen absoluto^ 
qnia tune prohiberetur et ejos exer- 
citium , sed propter aliqaam particu- 
larem cansam. Hinc sit, ut ejus exer- 
citium praedictis clericis non prohí- 
beatur: nam in c. non magnoperej 
snpra allégate prohibetar audire ip- 
sam artem , ne monacbi é claustro 
exeant ; et ita in claustro , si ve iotra 
claustrnm poterunt audire ipsam ar- 
tem» si non fuerint in sacris constitn- 
ti. Sic teoet Innocentios» quem sequi- 
tur divus Antoninus, ut refert Abbas 



in d. c. super Specola. n. 13. In alio 
▼ero iam d. cap. super Specula. in- 
terdicitur audire ipsam scientiam re- 
]igio8Ís« et ecclesiasticis personis» pre- 
cipuo in sacris constitutis ; monacbis 
autem propter iam prae diotas causas» 
aliis Tero ut amplietur studíum sacr» 
Theologiae. Quare cum in bis dno- 
bus capitibus probibeatur ecclesias- 
ticis personis audire praedictam artem 
propter iani dictas causas et rationes 
propositas» et non propter exercitium; 
seqaitur igitnr dictum exercitium prae 
dictis personis ecclesiasticis non esse 
prohibitum. Si ergo ante predictas 
oonstittttiones iam aliquls exercebat 
ipsam Pbjsicam artem » aut Medici- 
nam , poterat queque ipsam exercere 
post praedictas constitutiones» quando 
quidem talis prohibitio tantum erat 
de audiendo, et non de exercendo. 
Ñeque est quod dicst Abbas, quia 
pronibetur studium ipsis clericis in 
sacria constitutis, prohiberi quoque 
exercitium: nam cum quid prohibe^ 
tur j et omoia quas ex ille seqnuntur» 
Keg. cum quid in seit. Hoc autem 
solum videtur procederé» cum id quod 
prohibetur absoluto , et non propter 
aliquam causam particularem probi- 
beatur» ut in d. o. quia si propter stu- 
dium. ut loquar verbis ipsius Abbatis 
probibetur exercitium^ nulla ratione 
poteraot ecclesiasticae personae ipsam 
artem Physicam ejerceré; cum taraen 
sentiat ipse Abbas in d. c. sententiam 
sanguinis» clericis etsi sint in sacris» si 
non sint sufficienter beneficiati , non 
esse interdictum hujus modi exerci- 
tium. Tum etiam facit ad bocy ut ipse 
Abbas sentit in supra dicto loco: quod 
ex eo quod Pontifex prohibeat eis 
istara artem chirurgiae quas ad inci- 
sionem et usiionem inducit , in Pby- 
sica Tero illud cessare videtur: quare 
cum nullo modo probibeatur eis ipsius 
Physicae , sive Medicinas exercitmm, 
sed tantum audire^ qui ipsam audivit, 
etdidicit ante prometionem et sns- 



HlST. DE LA MeDIC. ESPAÍ^OLA. — ^TOMO 2.^ 



36 



V 



282 



HISTORU DE LA 



3 



ceptiooein ordioam , poterit et illam 
pcíst prae dictoram ordinum proroo* 
tionem libere exercere. Hioc est, quod 
clericus Médicos aui cansa pieUtis 
carat infirmom , si lofirmus moriatur 
non sit irregolaris curando gratis; 
quia quam uis det operam rei peri- 
culose, non tamen ilíicitae, nt tenel 
Angles in snis floribos qoaettionum 
Tbeologicarnni lib. 4. Sententiarnns, 

• de Sacramento ordinis , art. 3. 

ifl*. 3. appendice ad 3. conclnsionem» 
Hoc tamen sic est intelligendam , nt 
adhibeat diligeotiam, et est tez. cele« 
bris ad hanc rem probaodam, in c. ad 
aores ^ de astate , et qualitate. In qno 
capite non censetnr Medicns ille irre- 
gularis ad sosceptionen ordinum , et- 
si Ínter medenaom multi iuterieriat, 
dummodo adhibuerit diligentiam in 
curando , habeatque conscientiam sa- 
nara j cumque irregularitas tam dicat 
ad susceptionem ordinum, qnam ad 
administratiónem illorum : proinde 
qui propter aliquem actnm ante sus- 
ceptionem ordioom per euodem ac- 
lotum non erit irregolaris ad ordinum 
administratiónem; et ita homicidium 
contractnm ez aliqoo acta licito ante 
promotionem non facit irregularem 
aliquem; neq; idem homicidium fac* 
tum post susceptionem ordioum^ 
dummodo ille actus non prohibeatnr 
á jure ratione ordinis suscepti : rerbí 
gratia , Gbirurgus qui ezercuit artem 
chirurgicam ante susceptionem ordi- 
num, incindendo, et urendo^ etsi ali- 
quis moriatur ínter cnrandum, non 
sit irregolaris, dummodo adhibeat di« 
ligentiam , habeatque conscientiam 
aanam : poteritqne dicttis Gbirurgus 
promoveri absque dispensatione^ cum 
non sit irregniaris. Ita docet Abbas in 
d. c. snper Specula. nu. 23. Verum si 
post promotionem ordinum ezerceat 
ípsam Ghirurgiam, incindendo, yel 
urendo, et peccat mortaliter, et sit 
irregniaris si aeger moriatur, eo quod 
det operam rei sibi illicitae quia pro- 
hibltae , cum incisio , et ustío prohi- 
beantur ipsis clericis in sacri constitu- 



tis, ex d. c. sententiam sangninis , ut 
dizimns; et ita monacbus ille cbirur* 
gus ac presby ter qui aperuit tumorem 
mulieris in entture existentem cum 
ferro , fuit irregniaris , indiguitque 
dispensatione, ut in d. c. tna nos, de 
homicid. dicitor aparte , etsi id fece- 
rit causa pietatis, adbibueritque om- 
nem diligentiam. Gausa autem faujus 
rei fuit, quia dabat operam rei sibil 
illicitse : non enim licebat illí forro 
aperire tumorem, ut docet Gardinalis 
Zabarella in d. c. tua nos; et notat 
ipse Gardinalis quod non fuisset irre- 
gniaris, etsi innrmus interiisset, si 
ezercnisset artem Pbjsicam^ et in 
nostro casu, quia talis exercitatio non 
prohibetur clericis. Quem sequitur 
doctissimus, ac gravissimus D. Dida- 
cttS de Govarrubias in secunda parte 
relectionis Clement. si cnriosus n. 3. 
et 4. ubi is gravissimus Doctor notat, 
quod ad hoc qood mors infirmi non 
imputetur Medico , nec Medicns te- 
neatnr ad ejus mortem , nccesse est, 
ut sit peritos in sua arte. 1. illicitas. §• 
sicttt. ff. de ofBcio praesid. Doctor 
autem in sua arte ceosetur peritus. 
Secundum est, ut moneat Medicns 
infirmara, ut careat se á nozis et con« 
trariis. d. c. tua nos. et assistat aogro 
quandoest aliquod periculura. Tnm- 
que adde> quod si clericus sit in sacris 
constitntus , abstíneat se ab incisione 
et ustione, cora h»c a jure probibean* 
tur : et ita si h«c obserTaverit Medi-* 
cus, et juxta su» cooscienti» arb¡« 
trium, et artis Medico praeoepta prass* 
cribat remedia^ quamuis soger moria- 
tur , non sit irregular is, cum hoc ho- 
micidium non sit voluntarinm, sed 
casuale: nam si in eo reperietnr actus 
mortis, non tamen voluntas, quod est 
discrimen Ínter homicidium casuale, 
et voluntarinm; et homicidium casua- 
le non imputaiur ei qui dat operam 
rei sibi licitas , et non est in aliqua 
causa, ut in cup. dilectus, de homicid. 
nec facit aliquem irregularem ai sit 
sine culpa, ut in d. c. dilectus notat 
Abbas. n. 3. 



MEDICINA ESPA170LA. 



283 



' ' «Prasttfreáy oierkokn «xercere artem 
Medicam et sacra Iractare doq cat 
▼elle serviré Deo> <et mammona, «ft 
aliqui arbitraatur^ ac dicoDt^ hoc si« 
qoidem Domino lesalesUnte, impos* 
sibile esly praecipue si fiat causa píe- 
la tis, et amoris Dei, ob charítatem et 
consoUtiotietii infirmorüm aliqaoraoi 
proziinorum, oec miniis est se ¡mmis- 
.cere oeeotiis secularíbns ; nam et hoc 
Apostohs et d¡8cípa)Í8 Gbrbti miDime 
licebat , nisi quaiido aderat cfaaritas 
fraternaliá^ ut Pauliis Apostólas Roin. 
16. ait ipsis Romaois: Assistatis ei io 
qoocaniqae ; oegotio vestn) indigne^ 
rtt ; naca tractare negotia secularía et 
aliena ditobas modis contingit, secii^ 
lariter scilioet^ solo ¡otoitu favoris pe- 
cuniae , Incri , aat altcajas rei similis 
oánsa; et bao ratione nuílo modo licet 
personis líoclesiasticis > militibasqae 
Christiy aut alio modo potest qois trac- 
tare negotia soecularia et aliena, prop- 
ter pietatem scilicet, et in anxiliaiñ 
pauperam, ac miserornm; et faocqni- 
dem máxime religiosum est, et ezpe- 
dit qnidem valde ?irÍ8 religiosis et ec* 
deslasiiois i' et sic clerícas Medicas 
curans infirmara ob pietatem, et prop- 
ter amorem Dei , non se immicét ne- 
gotiis secnlaribaSf nec minas facit boe 
ád serviendnm Deo, et mammón». 

«Quam tándem resdntionem nos- 
tram fere de jare commani sectando 
Gregorios 13. Pont. Max. videtar ap- 
probare, concedendo lioentiam me« 
dendi^ sivefacüttatem Ludovico Peres 
Medico Valentin. ad Medicam artem 
exercendam, et sacra traotanda , cam 
lamen non concesserit dispensalionem; 
in loto enim tndallo coocesso Rom» 
apnd sanetam Petram sob annalo 
Piscatoria die 5. lanoarii anno 1574. 
Pontificalas sai anno secando , nan- 
qoam sil mentio dispensationis: dis» 
pensatio siquidem sapponst jos in con* 
trariam, cnm sil dispensatio rigoris 
-juris per eam adqoem spectat cano^ 
nice sactarelaxatio, al in can. reqai^ 
TÍlÍ8,si rigor. \.q. 7. camqoe nultam 
jos sil in contraríame al supra dixi- 



mos, proinde non fnit dispensatio, sed 
licentia et facaltaSy:ut ex todolti serie 
lioet facile eolligere. Ifam cnm pr»- 
dictas Z)ocCor útdovicus Pérez cape* 
ret ad omnes sacros, et presbiteratos 
ordines promoreri^ simolqae artem 
Medicam exeroere, id antem sibi lice- 
re , aot permitli dobitabat absqüe 
«inctse Sedts Apostolicselicentia^ ol in 
d. indulto . baJ^elor , ut sibi licentia 
concedalor, quam praedictus Pontifex 
oi concessit* 

«Ut antem ea quaa de indulto prx- 
dic.li Docloris Ladovioi Pérez Medici 
Valentín, clarios palefiant, ac de- 
anonsirentnr , visom futt pr» dictúm 
indultum ad ungnem , si? e ni ajant, 
de verbo ad verbum bic proponere, 
quod aic babel* 

Dilectio filio Ludovieo Pérez ck* 
rico Valentín. Artium^ et MediciruB 

Doctori. Gregorios PP. XII !• 

> 

* 

«DUecli fili,salotem et Aposlolicam 
benediclionem: Exposci nobis nuper 
fecisti, quod cnm tu, qoi cum un.ica et 
virgiue iam defuncla conjúgalas fuis- 
ti, el in Uoi?ersitale Valentín, sen 
alibi Medicinara publice legeodo , ac 
.ia6rmos opera tüa indigentes meden- 
do. apatio Iriginta annorom ai|l circa, 
Jaudabiliter exercuisli , capias eliam 
si contingat.«d omnes etiam sacros ac 
.presbyteratus ordines, ad quos ratione 
cnjnsdam beneficii quod ohtioes pro- 
moveri; tenearis artem Medicam bu- 
jasmodi, in qua experlas existís, et 
ifuam confessore^ tus, toam conscien* 
tiam enerando obexperientiam quám 
in ea babea exercere commendant, 
tam legendo, qaam. medendo, et gra- 
dos in eá proal alii Doctores eonfe^ 
.runt ana cum.illis prsacedente. sólito 
examine conferre, id antem tibi lice- 
re, aat permilti dabitas absque nostra, 
el Sedis Apostolic» liceiilia speciali, 
qaam nobis bnmililer soppUcari |e*> 
cisti) ut le specialibus favoribus et 
^raliis prosequi^de benignilate Apos- 
tólica dignaremur. Nos igitur le áqut- 



284 



HISTORU DE LA 



Inu bif if eacoiDmaoioDe, suspensiones 
iolerdicto, alüsqne ecdesiasticis sen- 
teotiis, censuris, et pceois a jare , Tel 
ab bomioe, qnaris occasione^ vel can- 
sa latís siqnibns qoomodolibet ionoda- 
tns existis, ad effectam prsesentium 
dnmtaxat oonseqaendnm namm serie 
absol?entes^ et absolatam fore cen* 
seotes: bajasmodisnpplícatioDibns in- 
clina ti^ tibi ex nnnc ac etíam post* 
qnam ad dictes ordines promotns fne- 
rís artera Medicinas hojosmodi pnbii^ 
ce nt hactenns legisti in dicta Valen- 
tina ^ seu alia Universitate legere, et 
in ea Bacchalanreatns, Magisteríi, et 
Licentiatnré , ac Ooctoratos gradas 
soscipere Talentes examinare , et gra* 
das hajasmodi illis conferre, sea com 
alus Doctoríbtts ad id depatatis exa* 
mini seu collationi graduara hojos- 
modi interesse » et illoa etiam confer- 
re: necnon qoibuscaraqoe Gbristi fi- 
delibos infirmls operara toara reqoi- 
rentibos, ac paoperibos gratis ac arao* 
re Dei raederi, illosqoe TÍsitáre» ac eis 

Sodecanqoe medicamenta atque anti- 
ota, ac opportuna remedia joxta to» 
eonscientiüB arbitriura ^ ac Medicinas 
artera afierre^ ordinare, ac rainistrare, 
sea ministrare faceré ; necnon alias 
qoomodolibet ex Medicinan arte illis 
•sobvenire: citra tamen adasfionem et 
ineisionem, ac pnemii qooad facalta- 
tera medendi prasdictara exactionera, 
et nihilorainus ad dictos sacros et pres- 
biteratos ordines proraoveri, et in 
illis promotus etiam in altaris minis- 
terio ministrare, ac dictum per te ob- 
tentora beneficiara, et alia tibi cano- 
nice conferenda beneficia ecclesiastica 
com cora et siue cora, quaeconqne, et 
qualiaounqoe sint recipere» ac retine- 
re libere, ac licite raleas, licentiam et 
facultatetn concediraus , non obstan- 
tibus conititutionibus, ordinationibos 
Apostolicis» et Ecdesiasticis in quibns 
benefida hujasmodi foerint joramen- 
to^ confirraatione Apostólica, vel qaa- 
Tis confirraatione alia roboratis, stato- 
tis, et eonsoetodinibas oontrariis qoi- 
bosconqoe. Dat. Romas, apud sane*- 



tora Petrom lob annnllo Piscatoris, 
die 5. Janoarii M.D.LXXIV. Ponü- 
ficatns nostri anuo secando. 

«Ccex Gloríerttts,9 

Tienen, pues, mis lectores ana idea 
bien cabal de todo lo raas interesante 
qoe contiene esta obra. 

JUAN DE SOSA SOTOMAYOR, 
natural de Sevilla; fué raedicoy ciru- 
jano, discinnlo de Hidalgo de Agüero. 

Escribió los tratados siguientes. 

Tractaius de ctqusdam nopi ^müne^ 
rís curatiane quod pertingU ad duas 
cavitates tam viudem , quam natura^ 
íem. Doetissimo Ludoyioo Mercato^ 
doctorí medico , 511115 Doctor Joannes 
de Sosa Sotomajror, medicas ac cAí- 
rurgus hispaliensis siduiem elfcelid^ 
tótem exoptat. HispaU 1606. 

Este tratadito es una monografía 
sobre las ventajas de curar las h^das 
por primera intención , según el mé- 
todo del célebre Hidalgo de Agüero. 
Refiere tres casos de heridas penetran-» 
tes de pecho y de rientre, curadas por 
él según los preceptos de la reunión 
inmediata. 

Adewndem Doctorem. Ladovicum 
Mercatum medicum regiumjure em- 
merítum. Tractatus in quo agitar de 
yerahuhonisvenereicuratíone. AucUh 
re Joanne de Sosa Sotomayor flbj. 

Esnone las causas, síntomas y cura- 
ción ae un bubón venéreo de mala ca- 
lidad qoe se le presentó. Nada de par- 
ticular nos dice y ni que dejara de ser 
común en su tiempo. Con este motivo 
trata del origen del venéreo : refiere 
algunas historias tomadas de Areteo 

?r de Galeno, para probar que esta en- 
érmedad les tué conocida, por consi- 
guiente que no era nueva en Europa. 
J^o dejan sus razones de hacer mucha 
fuerza^ 7 son dignas de consultarse en 
esta materia. 

Lo que sí no puede ni debe perdo- 
nársele es que habiendo va publicadas 
en España tantas j tan buenas obras 
sobre esta enfermedad, no cita ningún 
médico español , 7 n algunos estran- 
geros. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



285 



SIMÓN RODRIGO DE RAMOS, 
aatural de Serilla j y médico titaUr 
en la misma. 

Escribió una obriU con el titulo si- 
guiente. 

Doctori Joanni de Sosa Sotoma» 
jar, medico ac chimrgo j^íBStantissi^ 
mo Doctor Simón Roaeticus Jtamos. 
De fcdsitate opinionis inunsendi capi» 
tis argento i/iW • utque di quaütate 
ejusdemargenti wvi in confirmatíonem 
stue verisimiB ojñnionis pauculapérs» 
eríbit. HispaU 1606. 

Habiendo aaegorado Jaan de Sola 
qne el mercnrio era un veneno, tomó 
ocasión el autor para escribir esta obri** 
ta, en la cual trata de probar que era 
absurda j perjndicial la costumbre 
que habia de administrar el mercurio 
en fricciones en la cabeaa. No ofrece 
absolutamente interés, ni mereced 
trabajo de leerse. 

FRANCISCO PÉREZ CÁSCA- 
LES, natural de Gnldalajara: estudió 
la medicina en la universidad de AU 
cala de Henares, siendo discípulo del 
doctor Juan Gómez deSanabria, mé« 
dico de cámara de Felipe III (pág. 66), 
en la cual tomó la licenciatura en el 
afi&ode 1577. Estuvo de médico titu- 
lar de Tepes por espacio de quince 
años (pág. 10). Su reputación faculta- 
tiva fué muy grande, con especialidad 
sobre las enfermedades de los nifios, 
á cuya práctica especial confiesa ha- 
berse dedicado treinta j cuatro aftos. 
Con motivo de haber salvado de la 
muerte á uno de los hijos del duque 
de Maqueda , mereció ser nombrado 
médico suyo. 

Escribió la obra siguiente. 

lÁher de affectiomihus puerorum\ 
una cwn tractatu de morbo iUo vulgar 
riter garrotülo apeUato , com duahus 
qucBstiombus'. akera, gerentibus útero 
rem apeientibus denegatam , altera, 
vero de Jascinatione» Per Doctorem 
Franeiscum Pérez Cáscales de Gua» 
didajara. MatriÜ 161 1 in 4,"" 

Dedicó esta obra á D. Antonio Va- 
negas Figueroa, obispo de Pamplona; 



este al admitir su dedicatoria honró la 
memoria del autor, previniéndole pu- 
siese en ella su escudo episcopal* 

El autor no se propuso escribir un 
tratado general de tonas las enferme- 
dades infantiles, sino de aquellas que 
les eran mas frecuentes j comunes, j 
solian quitarles la vida. Dividió este 
tratado en cincuenta capítulos. 

En el 1.® trata de las aftas: estas 
pueden provenir ó de la mala calidad 
de la lecne de la nodriza , ó de la al- 
teración de la leche en el estómago 
del nifio. Llama la atención del médi- 
co sobre esta diferencia de causas, por- 
que no partiendo de ellas no las cura- 
ría jamas Para establecer el método 
curativo encarga se tenga cuenta con 
la variedad de colores que tengan las 
aftas, porque si son blancas están pro- 
ducidas por la pituita; si amarillentas^ 
por la bilis , si parduscas ó negras por 
la melancolía, y si últimamente muy 
encarnadas por la sangre. En cada uno 
de estos casos conviene usar los medi • 
camentos apropiados á cada humor 
pecante* 

Desde el capitulo 5.^ hasta el 1 1 tra- 
ta de la sinomia, causas, diagnóstico^ 
pronóstico y curación de la alferecía ó 
epilepsia. Define esta enfermedad una 
lesión del cerebro: la distingue en hi- 
diopática y simpática. En el primer ca- 
so la lesión existe en dicho órgano: en 
el segundo ó puede provenir de una 
afección del e^ómago ó de otra parte 
del cuerpo. Al hablar de sus diferen- 
cias presenta una descripción preciosí- 
sima de cada una de ellas, tanto de la 
cerebral como de la simpática. Prue- 
ba que en la epilesia no siempre habia 
abolición de los sentidos estemos y de 
facultades intelectuales. En confirma- 
ción refiere dos observaciones suma- 
mente interesantes de dos jóvenes qne 
tuvo á su cargo estando de médico en 
la Villa de Tepes , las cuales pa- 
decían una horrorosa epilepsia ute- 
rina ; y sin embargo de que sufrian 
unas convulsiones tan borrosas qne 
cuatro ó cinco hombres no las podían 



286 



HISTORIA DE LA 



sajeUr, o»d, Teian j enten^iao cnanto 
ae les decii » jr no podían contestar. 
Ego sum oculatus testis (Deum testar 
inmortalem) hwc vidisse in oppidó qui 
Tepes aUcitur, ubi in curandis carpori" 
bus quindecim fere annis operam dedi 
(pág. 10). Respecto i sn curación na- 
da absolutamente deja por desear. 

En el capitulo 12 presenta en po- 
cas palabras las cualidades que debe 
tener una buena nodrisa: su edad, di- 
ce, no debe bajar de Teinticineo aftos^ 
ni pasar de treinta y cinco : ha de ser 
de genio víto y placentero ; de buen 
color; cuello robusto j bien formado, 
de buenos pechos; ni muy gorda ni 
muy flaca ; consistente de carnes ; sus 
mamas duras y apretadas ^ ni muy 
grandes ni pequeñas ; abundantes de 
leche. Debe estar separada del marido» 
y libre de menstruación en todo el 
tiempo de la lactancia: la leche no de- 
be tener menos de dos meses ni pasar 
de los diez , ni ser primeriza. Tales 
son las circunstancias que debe reunir 
una nodriza (psg* 15). 

Es muy interesante también el ca- 
pitulo en que trata de los cálculos ve* 
sicales en los niftos ; y entre otras ob- 
servaciones muy curiosas, refiere la de 
una muger que en muy breve tiempo 
arrojó tres muy voluminosos , de los 
cuales envió uno á su maestro el Doc- 
tor Juan Gómez de Saravia , otro al 
Doctos Valles , y el tercero al Doctor 
Zamudio y Alfaro (pág. 68). 

Los demás capitules que consagra á 
tratar de otras enfermeaades » no son 
menos interesantes que los anteriores: 
sobre presentar unaa descripciones 
muy bien acabadas de cada una de 
ellas, ofrece en comprobación mu- 
chos casos de interés tomados de su 
Eropia práctica, cuyas circuostancias 
acen á esta obra sumamente recomen* 
• dable y digna de consultarse aun en 
•nuestros días. 

Tractatus de morbo illo nUgariter 

farrotiUo apellaio^ ab eodem ífoctore 
^randsco Pérez Cáscales Guadalaja* 
ra, noviter depromptus (/&•)• 



Divide este tratado en once capítu- 
los. En su introducción asegura que 
tenia una gran esperiencia practica so- 
bre esta enfermedad , pues solo en la 
villa de Torri jos^ en la que estuvo sien- 
do medico del duque de Maqueda, 
visitó de esta enfermedad mu de tre- 
cientos niftos. 

Dedica el primer capfítnlo á tratar 
de la etimología de esta enfermedad, 
y la causa de llamarse garrotillo. 

En el 2.® refiere las opiniones de los 

{principales autores sobre si el garroti* 
loconsistia én úlceras de la garganta, 
ó en una inflamación de mal carácter 
•que afectaba los músculof , arterias y 
nervios del cuello. 

En el capitulo 4*^ sostiene que esta 
enfermedad consistía en la inflama- 
ción de dichas partes y no en las úl- 
ceras. 

En el 6.^ prueba que el garrotillo, 
•aunque fuese una enfermedad epidé- 
mica, de ningún modo era contagiosa. 
Ego minime neeo populares morbos j 
contagiosos fien posse , sed quod iste 
morbos garrotillo qui populariter mo- 
do grasatur, non sit contagiosus, hoc 
omnes pro comperto habemus (p. 99). 

Dedica todo el capitulo 8.^ á probar 
que el garrotillo no era enfermedad 
contagiosa. 

Últimamente en los capítulos 10 y 
1 1 trata de su curación. Aconseja la 
dieta rigorosa y los gargarismos hechos 
con agua de alumbre ó aiuminbsa, co- 
mo especiales. Vuelve á llamar la aten- 
ción de los prácticos para que no insis- 
tan ni se precipiten á administrar los 
gargarismos muy fuertes , porque be 
visto, añade , morir muchos prontí- 
simamente sin haber tenido ninguna 
afta ni úlcera en la garganta* Reco* 
mienda la aplicación de ventosas (con 
mucha llama) á las escápulas , al 
ocipucio y al cuello mismo. Reco- 
mienda prudencia y circunspección 
en las sangrías, sobrá todo en los ni- 
ftos muy delicados ; y los porgantes 
suaves después de hechas las evacua- 
ciones de sangre (conferentes) ó en su 



I 



MEDICINA ESPAÑOLA, 



287 



▼es las tópicas , cuando aquellas no 
sean conferentes. 

Qucestio. Utrum mulieres útero 
gerentes » ob privationem aUcujus eibi 
ardenter appetiti et denegaü , poskit 
aborsum faceré. 

Decide qae si la muger embaraza- 
da pretende comer una cosa qne no 
puede ^ podrá abortar si se obstina en 
no comer , pues debilitándose la nu- 
trición, se debilitaría al mismo tiempo 
la fuerca uterina ; pero que si come 
Otra cosa y qne no abortara. 

Esta cuestión está tratada con mu- 
cha maestría j con mocha despreocu* 
pación, j merece ser consultada por 
él que quiera ilustrarse en las opinio- 
nes que en aquella época reinaban so* 
bre esta materia. 

Questiode/ascínatiorte^sx Utrum de* 
tur fascmatio phisica qua infantes ao 
pueri á vetutis fascinari possint (Ib). 

No admite la fascinación: se objeta 
Un gran número de Autores que la 
sostuvieron en sus escritos , tales son 
Santo Tomas, Alberto magno, Virgi- 
lio, j los españoles Brabo, Antonio de 
Cartagena , el Abulense j otros mu- 
chos; pero disuelve sus argumentos 
satisfactoriamente • 

Contestando a Virgilio cuando cantó 

Ifescio, qmls teneros ecuhs mihifmteinat. mgnot 

dice: el fascinado con su poesía fué Vir- 
gilio; su autoridad debe estimarse en 
muj poco, porque fué una ficción poé- 
tica (respondeo F^irgUium secundum 
poeticam faseinatíonem fidsse locu^ 
twn , qum vulgaris est , et parvi pen- 
denda, eumfictio sit poética) (p. 127). 

Últimamente se nace cargo de las 
curas obtenidas con medicamentos es- 
I peciales de la fascinación. Contesta 
negándolas. 

Ue lo espuesto basta aqui se echa de 
▼er que nuestro autor es digno de ocu- 

t»ar un lugar mujr distinguido entre 
os médicos de su época , j sus obras 
entre las mejores del siglo XVIL 

JUAN DE VILLAREAL. Vamos 
i ocuparnos de una de las obras mas 
preciosas y que mas honra nuestra li- 



teratura médica del siglo XVII , j a 
la cual se ha añadido mujr pocas cosas 
hasta nuestros dias. 

Hemos visto hasta aqui que cuantos 
médicos espafk>les han tratado del gar* 
rotillo, han descrito aquella especie 
de angina llamada por los autores car- 
bunclosa , cuya esencia estribaba en 
úlceras ó aftas en la garganta ; pero 
ninguno ha hablado ni una sola pala- 
bra de la angina membranosa ósea de 
la conocida con el nombre de erowp. 

Para que resalte mas el mérito de 
esta preciosa obraj y la crasa ignoran- 
cia de losestrangerosen nuestra litera- 
tura quede en todo su ridiculo , con- 
viene que espongamos algunos antece- 
dentes. Mr» Desrruelles que pasa por 
uno de los mejores autores que han es- 
crito de esta materia , y que se vana- 
S loria de conocer las opiniones de to- 
os los médicos europeos , dice asi: 
íiL Resulta de las sabías investigaciones 
del Doctor F'nlentin, que elcrowp es 
mas conum en los países del Norte que 
en Francia', que los españoles no conO' 
cen esta enfermedad mas que por teo» 
ria, y que la aneina membranosa no 
es conocida en España , y no hay un 
solo medico español que hajra escrito 
de ella. (Desrruelles, traitée tbeorique 
et practique du crowp; deuzieme edi- 
tion. Paris 1824, pág, 177). 

Con estos antecedentes vamos á 
ocuparnos de nuestro autor. 

Juan de Villar eal , fué natural de 
Ubeda: estudió la medicina en Alcalá 
de Henares, siendo su maestro Pedro 
Gsrcia Carrero (pág. 36), y la con- 
cluyó por los años de 15. 
Escribió la obra siguiente: 
Joannis de Fülareal Ubetensis et 
m schola complutensi Doctoris pri^ 
marii de signis , causis, pronostico et 
curatione morbi soffocantis libri dúo. 
Compluti ex qfftcina Joannis Gra^iam 
apua índuam. jinno ^61^ (1). 

■ ■■■ ■ ■ y ii ■ I . I g 

(1) Derroelles confies» qoe Home fné 
•I primero qae oMribié del croop en 1765 
(P<g. 86). 



288 



HISTORIA DE LA 



f. 



i« 



Está dedicada al obispo de Toledo 
D, Sancho de Avila , j aprobada con 
mucho elogio por Cristóbal Pérez de 
Herrera. 

El autor divide esta obra en doa li- 
bros : el primero está siibdividido en 
nueve capítulos. 

En el primero trata de la etimolo- 
ia de esta enfermedad. Prueba que 
a denominación de morhus soffoca^ 
tivus si?e strangulatorius no le podría 
cuadrar» puesto que otras enfermeda- 
desj V. g. U .pleuritis» la pulmonía» la 
apoplegia» el asma; etc. solían quitar la 
▼ida» impidiéndola respiración» y por 
consiguiente sofocando; y sin embar- 
o» á nadie le había ocurrido llannar- 
as enfermedades sofocantes (1). 

Prueba que tampoco podia aplicar, 
se la denominación de morbos strar^ 
gulatorius\ porque para esto era nece- 
sario que la estrangulación fuese acom* 
panada de la luxación de las vertebras 
del cuello» lo cual no sucedía asi. Úl- 
timamente sostiene que á esta enfer- 
medad convenía el nombre de garrO'- 
tillo de dcw garrote, porque en los que 
sufrían esta pena^ el cordel obraba en 
toda la circunferencia de la garganta, 
y lo mismo sucedía en la enfermedad 
en cuestión» cuya causa pendía en una 
materia crasa y compacta » á manera 
de membrana, que afectaba el traga- 
dero» la garganta y fauces » como si 
fuera un lazo; de suerte» que las par- 
tes necesariamente llegan á juntarse» 
del mismo modo que á los que se le 
tuerce el cuello con una soga: uquod 
cum morbos hic (ot infra ccnstabit) 
pendeat ex crasa et impacta materia, 
et per modom membranas afficiatgo^ 
tot*, goUun, et fauces, velut laqoeo 
quoaaam trhaitur áspera arteria ita 



(1) Starr le deDomipó morhus stran* 
gutalorius. Rosen de Rosentetn morbus 
sojybeativus striduhsus, Bsrd , ñngina 
suffbcativa . Hil U r jr , cutarras su/Jbcativus. 
Todos astos autores escribíeroo mas da 
150 años después de Yillareal. 



ut ejusdem latera se contíngúnt néeeS" 
sarioj non secos ac ín his » qui Umo 
retorto laqueo soffocantor ii et im^ 
pulso facto a ligno et laqueo se con^ 
tringunt latera íficta ¡asperw arteriie 
et inspiratione impedita statim soffo^ 
cantur. .... quod magis patebit soíven" 
do argumenta (pág. 4).» 

Prueba» pnes> que la enfermedad 
consiste en una membrana resistente» 
que cí&endo toda la circunferencia de 
la tráqufea» y contrayéndose; contraía 
también U>s lados de esta ; disminuía 
su diámetro progresivamente hasta 
llegar á impedir la respiración com- 
pletamente. Por esta razón le llamó 
garrotillo: nmereturpeculiarius nomen 
garrotillo, causa conjuncta hujus mor- 
bi, quw est crassima materia , solida 
et impacta qucB afficiensgulam: gutur 
et fauces magis per superficiem et 
modum irrigationis, quam per modum 
tumoris praster naturam\ nam compri- 
mit asperam arteriam seeundumfere 
totum capot ejus per modum laquei, 
et id ma^sper soperficiem. Hinc est, 
ut potioni iui*e fue morbus apelletur 
garrotillo {^pág* 7» 6oal del cap.) (2)» 
. En el 2.^ capitulo discute sí esta 
enfermedad fué conocida de los anti- 
guos» yaun modernoa. 

El autor dice: «Hipócrates» Areteo» 
Celio Aureliano» y Ajetio» reBeren he* 
chos que al parecer denotan describir 
un carbunclo: sí esta enfermedad lo 
íjuese tal, ciertamente la habían cono- 
cido.» Inmediatamente espone todos 
los textos de estos médico^ ; comenta 
sus opiniones» y prueba satisfactoria- 
mente que les fué desconocida. OpO" 



(2) Mis lectores no deben llevar á nal 
que sea no poco prolijo en citar al pie de la 
letra los paisages de nuestro médico , por- 
que interesa mucho i nuestro honor nacio- 
nal hacer ver i todos los médicos de Euro- 
pa, que todos cuantos autores han escrito 
UQ siglo después de Yillareal, han quedado 
moy atrtfs ; y que sí huhieran conocido so 
mooograflía , pudiéramos considerarlos á 
lodos como sus pedagogos y plagiarios. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



289 



sita sententia est provahilis magis\ 
nempe, morborum sqffocantem de quo 
agjimus non Juisse cognitwn ab anU^ 
qius(pig, 1^}. 

El autor se estiende largamente en 
esponer con toda sa fuerza cuantos 
textos y autoridades se leen en las obras 
de los citados autores , y demuestra 
últimamente que ni ea Hipócrates, ni 
en Areteo, ni en Galeno^ ni en Aetio, 
se encuentra una sola palabra qoe 
pueda hacer presumir que les fué co- 
nocida. Este capítulo es sobremanera 
interesante, por la infinidad de textos 
de todos los médicos citados que aduce 
el autor yU imparcialidad y baena fe 
con que los presenta, y las solidas ra* 
sones con que los disuelve para ^enir 
á parar ¿su opinión de no habérseles 
sido conocida (1). 

£n este mismo capitulo ▼nelre á 
insistir en que la causa de esta enfer* 
mbdad uno eran aftas ^ ni úlceras^ ni 
carbunclos, sino una membrana como 
un pergamino, de tsl consistencia, que 
si se estendia con las manos , se alar- 
gaba y encogia como un pergamino 
humedecido , cuya esperiencia habia 
aprendido en los vivos por los pedazos 
de membrana que arrojaban; y en los 
muertos y por medio de la disección 
anatómica; añadiendo, que habia visto 
miles de enfermos.» 

(cEgo veró^ qui millies vidi hos 
aegrotantes, statim in primo insultu 
morbi , conspexi jam adesse frustrura 
álbum io faucibus^ &^^9 ^^ gutture, 
nulla prius (dicente segro) sensata 
Isesione. Secundo quoniam excremen- 
tum crassisimum, et concretum con- 
tentum in ulcere cavo ; de quo agit 
Aretaeus» non potest statim in princi- 
pio laedere deglutiooem, et respiratio- 



(1) |Ca<n misertble y poco aradito as 
el arttealo qaa Derruelles consagra á la dis» 
catión de aste paoto! Véase U obra citada, 
desda la ptfg. 102, basU la 108. 



nem: quia est in sinu uloeris tanquam 
in loco non arclans cavitatem gutta- 
risy et nisí ejus jam ancla quantitate. 
Tertio efficaciler probo ; nan licét 
concederemus Aretsum , Aetium, et 
alios cognovisse ulcera in gutture , et 
suflbcantia pendentia ex humore pin- 
gni, et concreto, ut ex primaria causa, 
non nt escremento sequuto ad ulcus 
(ttt dico loqui Aretaum) quo pacto 
concederemus cognovisse. Tamen nu- 
llus serípsit vidisse in faucibns, gula, 
et gutture y quasdain velut membra- 
nas (como pergamino) cingentes fau- 
ces, etc. et tali constantes modo snbs* 
tantia, ut si propriis manibus tendas, 
▼ideas ejus partes cederé , qnas si de- 
sinas , videas refluere , propriumque 
adquiere locnm: non secns ac si co- 
rium madidum, aut membranam ma- 
didam tendas, et sinas. Haec esperien«* 
tia didici , tum in viventibus ex creta 
causa per os, tum in morienlibns fac- 
ta anatomía, ut infrá videbis.» 

«Ulterius Aretsus docet convenire 
cttcnrbitam scaríficatam in pectore, 
quod in ejus morbo est conveniens; in 
nostro repugnañs: nam vel causa est 
inaspera arteria , ant in gula, aut in 
utraque: in quacunque sit parte,adhi« 
betur pro eductione causa conjunctae. 
Haec, si sit tennis, potest educi per cu- 
onrbitnlse factnm , sicut in pulmonía 
applicamus pectori , et in pleuritide 
lateri. Si vero sit crassis^ima, et velnt 
membrana, non solum non extrahitur 
aliquid , sed causa exiccatur magis, et 
haeret. Ergo cttm Aretens utatur dicta 
cucurbitula, putandum est ejus mor- 
bum penderé ex tenui materia pri- 
maria ratione, aut ex sola distemperie, 
ob quam succi tenues vocentur in 
partem. Noster vero morbns pendet 
ex dicta materia primario^ non qua- 
si per accidens sequnta ad priorem 
causam.» 

«Non ergo caret probabilitate ñttt' 
rere , morbum hunc snffocantem esse 
novum , ñeque antea cognitum: quod 



HisT. DB LÁ Medic. espaííolá.— Tomo 2.^ 



37 



290 



HISTORIA DE LA 



in calce hnjus ca pitia efficaciter con- 
firmo. Nam apad Hippocrateai nulla 
extat historia íd Epydemiis, ex qua 
possit colligi quod sine dubio fecísset 
Hippocrates, si alrqiieni hcc morbo 
labo Tanteen vidisset. Et Galenus locís^ 
qaibus ex professo agit de tumoribus 
praeter nataram , ut libro hujus iitu- 
li 13. et 14. Methodi. 2. de arte cu- 
rat. ad Glauc. non fecit mentionem 
bujus morbi.» 

En el ca pitillo 3,^dtsóute si pueden 
ens^endrarse nuevas enfermedades en 
nuestro cuerpo j y el tiempo en que 
apareció esta enfermedad. 

Prueba la afirmativa, y respecto del 
segundo estremo dice que empezó i 
observarse en algunos pueblos de las 
Andalucías por los años de 1 590 y 1 591 
(pág. 49) , continuó por los de 1598 y 
1599, y seguía por los de 1606 y 1608 
eo que escribió esta obra. 

Capitulo 4.° Si esta enfermedad de 
garr Otilio es contagiosa jr pestilente. 

Después de aplicar lo que debe en- 
tenderse por contagio , y las varias es* 
f>ecies que hay de ¿1^ dice; que esta en* 
ermedad es contagiosa /omite et per 
contactum^non vero addistans: prue- 
ba que es contagiosa , porque vio fa- 
milias enteras padecer este mal empe- 
zando por uno é invadiendo á los de- 
mas. Por contacto porque vio á niños, 
que padeciendo de este mal lo pega- 
ron a sus madres lactando ; y por el 
contrario, madres enfermas la comu- 
nicaron á sus hijos: por fomes ó infec- 
ción , por haber visto pegarse el mal 
i sugetos que durmieron en las camas 
de los enfermos; pero no addistans 
porque pendiendo esta enfermedad de 
una materia crasísima membranosa, 
seca y consistente , no era apta para 
propagarse por alíto, diseminarse por 
el aire y marchar a larga distancia (1). 



(1) Mr. Desrrueiles dedica nn artíca- 
)ó á diiscQtir si el crowp es QooUgiosó , y 
dice: «Slarr , Rosícu , Schallz , Walhom, 
Wicbniínaa, Leatin, Seoff, Harles, Field y 



fílfoster vero marhus suffocativus 
est contagiosus, ut dixi. Contagiosus 
quidem, cían ohservaverim integras 
familias laborasse, incipiente ab uno y 
et perplures serpente : per contactum 
veró^ cúm infantes etpueros hoc mor* 
bo laborantes viderim ^ qui matribus 
lactantipus , aut secus , morbum com^ 
municarunt, Et é contra matres labo^ 
rantes pueros infecerunt eodem mor» 
bo: atfomite, cúm post obitum cegro^ 
tantium viderim piares utentes eisdem 
lectis eodem morbo laborare . Non i/eró 
ad distans , cum conversantes cum 
asgrotis t intrantes et ejceuntes , ,non 
solebant capi hoc morbo\ unde prmciso 
contacta i et prascisofomite non labo^ 
rabant, Cujusrationem mihi cogitanti 
hcBc se qffert: nam cúm morbus hie 
lethalis pendeat ex crassissima mate^ 
ria, et membranosa , non molli et fui" 
mida (ut dicat infrá) non est apta ver* 
ti in hálitos , at vapores, qui possint 
deferri per aerem , et ad distans in^ 
sicere . » 

¿Qué han añadido estos célebres au- 
tores a lo que antes que ellos dijo nues- 
tro Villareal? nada ; absolutamente 
nada. 

Prueba también que esta enferme- 
dad era pestilente porque acometia á 
un mismo tiempo á muchos, y mata- 
ba á la mayor parte. 



Burd creen en e) contagio. La enfermedad, 
que con razón lleva el nombre de estrao* 
gulaloria , dice Starr ha reinado desde al- 
gunos mSos en diferentes paises del conda- 
do de Cornavilles : ella ha hecho ef tragos 
llevándose todos los niños de diferentes fa- 
millas , prueba manifiesta de que es conta** 
glosa. Rosseu de Rosseotin hablando di* las 
epidemias que reinaron en Suecia en l75iy 
1762 dice, que en muchas casas en que en- 
traron mataron todos los niños , y los que 
iban 8 ver 6 trataban á sus cantaradas en- 
fermos, eran atacados del mismo mal. Mr. 
Lobstein refiere otra observación de un ni- 
ño de cuiitro años qu« habiendo ido de] 
campo á asistir al entierro de su hermana, 
enfermó y murió de crowp (oh. citada pá- 
gina 263j.» 



MEDiaNA ESPAÑOLA. 



291 



Capitulo 5.^ De las señales de esta 
enfermedad. 

El autor dice que eo esta enferme* 
dad se préseoUn dos clases de sinto- 
nías^ unos comunes á la angina j otros 
propios y peculiares j patbonómicos 
de ella (pág. 77). 

Describe los de la primera série^ 
j en seguida espooe los de la segun- 
da, a Los signos propios de esta en- 
fermedad, dice^no siempre se presen* 
taban del mismo modo , porque abier* 
ta la boca y deprimida la lengua, unas 
Teces se notaba un ápice enteramente 
blanco que salía de lo hondo de la 
garganta^ y que impedia la deglicion: 
otras cierta costra como una membra« 
na que cenia las fauces j la garganta, 
DO perfectamente blanca , sino decli- 
nando á lívida^ cuya variedad nace de 
la diferencia de las causas , y junta- 
mente con estoaparecia la lengua blan- 
ca desde su nacimiento hasta la mi- 
tad ó casi toda ella; por cuya sefial , y 
con la dificultad de tragar y la epide- 
mia reinante, puede reñirse en cono- 
cimiento del principio del mal antes 
que aparezca el dicho ápice blanco. 
La blancura de la lengua indica que 
ya está formada la costra blanca en la 
parte inferior, y que se manifiesta por 
el esófago. Aunque la lengua puede 
presentarse blanca en otras enferme- 
dades , y no sea un síntoma propio y 
patonomónico de esta enfermedad; 
sin embargo existiendo al mismo tiem* 
po la dificultad de tragar y la epide- 
mia reinante, puedes estar bien segu- 
ro que esta enfermedad es el garroti- 
llo. Tendrás mas certeza todavía , si 
vieses tumores en el cuello ó detras de 
las orejas; cuyos tumores se observan 
en todos , y aun mas en aquellos cuya 
costra declina á lívida, y es como una 
membrana. » Veamos sus mismas pala- 
bras, para que absolutamente no de- 
jen duda alguna. 

« Grca signa prapria , quce in hoc 
morbo conspiciuntur , non semper eo* 
dem modo apparent: nam ore adaper^ 
to , eC depressa lingua, modo conspU 



ciebam apicem omnino cdbum^ exeun* 
tem ab imo gulas , et impedientem de- 
glutionem , mo(tí quamdam crustram 
veluü membranam, cingentem/auces, 
guttur, et gulam, non perfecté aíbam, 
sed declinantem ad Uvidam ; quce di^ 
versitas nascitur ex causw divfersita^ 
te: et simal cumhoc apparehat lingua 
alba, á radice ejus usque ad medieta- 
tem, autjeré totam: per quod signum 
simal cum dipcultate deglutiendi, et 
grassante tali epjrdemia, potest cog-^ 
noscimorbus hic ¿ncipiens, antea quám 
appareatfrustrumillud álbum: aibedo 
enim linguce indicat esse in parte su* 
biecta , et in/eriori , crustram albam^ 
quiB iam iam per cesophagum, autgut- 
tur , se manifestat: nam licét possit 
reperiri lingua albaj infebre alia aca- 
ta, aut secus, et sic non sit proprium, 
et pathonomonicuñí hujus morbi : ta- 
men sensata simal dijfficultate deglu^ 
tiendi, et grassante tali epydemia, sis 
certas morbum esse suffocantem. Au* 
get certitudinem^ si in eolio , et retro 
aures decUi^ius, tumores conspicias: 
nam tales tumores in ómnibus répe* 
riuntur , et niagis in ilUs , quorum 
crustra ad lividum declinat, et est ve* 
lut membrana. Me enim tumores simal 
eum aliis signis^ sjrndr ornen consti^ 
tuunt signorum morbi suffocantisy non* 
dum apparente ctnstra ; aut si iam 
appareat, sit tamen puer renitens óris 
apertioni: in grandioribus enim crustra 
iam manifesta, ore adaperto, et de" 
pressa lingua , evidenter cognoscitur. 
Heec infrá magis patefienl. » 

Observo que aun cuando lo masco* 
mun era tener estos enfermos calen- 
tura, y asi lo babia observado; tam- 
bién faabia visto á otros carecer de 
ella. 

nQuoniam swpe observavi , Aoo 
morbo laborantes non semper hábere 
febrem , plures enim á principio erant 
animo exoluti, non/eíridtantes, sed 
potius intus et extra frigidií non sicut 
infebre Uppiria interna ankbantj al* 
gentibus extemis, ob intemam infíamm 
matíonem , per modum cacurbitula 



292 



mSTíJílIA DE LA 



tráhentemextotocorpore sanguinem.T» 
Probó que i esta enfermedad no 
siempre acompañaban tumor ni infla* 
macioD, ni dolor ni calentura (p. 83). 
Dio la razón de esto diciendo , que si 
bien esta enfermedad era causa bien 
abonada para desarrollar calentura, 
no sucedia á veces esto porque la ma- 
lignidad del mal estinguia desde el 
principio el calor vital (verum esse 
piares laborantes morbo saff'ocatiifo , 
animo exolutos et non Jébricitantes 
reperíñ , quod non sit et eo quod non 
sit causa febricitandí, sed ob extín^ 
tionem nativi colorís , Jacta á causee 
facientis morbum malignitate (pági- 
na 84) Ob fume causam igitur sO" 

lent aparere sinc febre morbo labo^ 
rantesj nam cum pendeat ex maligna 
materia, etjbnte maligniorij quam in 
vero carbunclo, extinguitur ita natisnis 
calor , ut non solum subjrigidi mu" 
neant atgrotantesj sed cum pulsu par'- 
vo, et celeri, aut aliquanto majrorí et 
raro , comunicato cordi veneno per 
viam, quafertur aer respiratione ..... 
Obiter nota melius esse in hoc mor" 
bo fehrire quam nonjebríre, pras^ 
senté aduc crustra et dijjicultate res^ 
pirandi et deglutiendi signum enim 
est nondum factam esse extintionem 
caloris, sed adue esse vires j quce pos-^ 
sint remedia ferré (pág. 85). 

Dedica el capitulo 6.^ á tratar de las 
causas de esta enfermedad. Asegura 
ser únicamente dos las eflcientes: 1.^ 
el calor que produce esta crasicie y 
densidad en la materia: 2.^ la influen- 
cia atmosférica. Sostiene que ni una ni 
otra de estas puede por si sola desarro- 
llar la enfermedad y y que era necesa- 
ria la confluencia de ambas. 

Capitulo 7.^ De la esencia de esta 
enfermedad sofocante. 

Antes de espoiier su opinión sobre 
la naturaleza de esta enfermedad prue- 
ba en articulos especiales 1.® que noes 
carbunclo, 2.^ que no es edema, 3.^ 
que no esesciro, 4.^ que no es un ver- 
dadero tumor preternatural , 5.^ que 
DO es angina inflamatoria, 6.^ que no es 



cáncer, 7.®qae ooeraestruma, 8.^ que 
no era absceso, aunque á veces presen*> 
taba una cierta sustancia sebosa ó á 
minera de sebo ; quod cum in morbo 
.so/bcativo apareat substancia alba ve* 
luti sevum. (pág. 1 16) (1) que no era 
tal porque era de una naturaleza mas 
consistente, j la cual no salia por in- 
cisión como sueedia en los abscesos, 
quod non est ita, cum sit solidioris na^ 
tune y et non exit per incisionem, si'* 
cut exit materia abscesus, (pág. 166). 

El autor establece su opinión dicien- 
do que era ona membrana ^ salida y 
consistente, que cifie las fauces. Ai^ade 
que esta opinión se la habia demos- 
trado la esperiencia en los que se li- 
braban de la enfermedad, que arroja- 
ban por la boca algunos pedazos ya 
blancos ya lívidos^ membranosos, co« 
mo un cuero ó pellejo humedecido y 
flexible ; y en los que morían hacien- 
do la autopsia cadavérica, habia nota- 
do que la dicha membrana cenia las 
partes arriba dichas y levantada la 
membrana con el instrumento las 
partes infrayaoentes aparecían intac- 
tas (2). 

«Membrana qnaedam solida cingit 
fauces , guttur , et gulam-, nemque 
enim propter maximam ejus crassi- 
tiem y et soliditatem , potest recipi in 
poris. Quae ratio desumitur ab experi- 
mento: nam sepas vidi, in his qui fue- 
runt liberati, excerni frustra quaedam 
alba, aut ad livorem declinantia, mem" 
branosaquidem, et velutcorium madi» 



(1) Esta misma observación determinó 
ú Mr. Gaerseot ú llamarU angiot paltacea 
ó caseí-forme , acompañada de concrecioo 
de moco bajo la forma óesebo 6 queso (Ro« 
che y SaosoD, tom. 1.^ pág. 531.) 

(2) ¿No praeba esta observacioo hecha 
mas de cíeo años antes que la de Selle, que 
no siempre es ioílamatoria esta enferme* 
dad? ¿Nos han dicho algo de nuevo Roche y 
Sansón , cuando nos dicen «que por debajo 
de esta concreción la membrana mucosa no 
está escoriada ni ulcerada? (Roch y Sao., t. 
l.'pág. 35ltrad.) 



MEDICINA ESPAJSOLA. 



293 



f. 



dum flexibilía (per quod patet ratio 
pomtnis suprá dicta) et his qui inte* 
riemnt, ^fiícta anotóme, irnfeni dictam 
membranam cingentem partes dictas, 
quam instrumento férreo levavi^ par- 
te subjecta integra apparente ; est er- 
go causa hujus morbi per mocluní ad-* 
naerentis ,. et irrigantis corporis , non 
per modum tumoris prseter uaturam.» 
Ea el capitulo 8 .° trata del asiento 
de esta enfermedad. 

Prueba que la parte primitivamen- 
te afecta es la garganta (laringe) , y 
secundariamente el tragadero (farin- 
e). Se propone la objeción , por qué 
os pacientes sienten mas dolor y di« 
ficultad al tragar que al respirar; con- 
testa que para tragar es necesario que 
los músculos trabajen mucho para di- 
latar y contraer la faringe; loque no 
sucede del mismo modo para respirar. 
En el capitulo 9,^ trata de las eda* 
des. sexos y tiempos en (jue mas se 
dessarroUa esta enfermedad , ^ del 
pronóstico. 

Una frecuente observación me ha 
enseñado , dice » que esta enfermedad 
ataca con mas frecuencia á los niños y 
jórenes de ambos sexos , raras veces ¿ 
los adultos, jamás i los viejos ; yo al 
menos no he visto á ninguno de estos 
con la enfermedad (pág. 123). 

Acerca de los sexos dice : que las 
mugeres son atacadas con mas frecucn- 
cia que los hombres ; que de aquellas 
son mas las que padecen de obstruc* 
ciones , y de estas las mas hermosas 
(pág. 131 y 135). 

Respecto de los tiempos dice que 
era mas frecuente en verano, pero mas 
peligroso y mortífero en el invierno y 
otoño (pág. 135). 

En cuanto al pronóstico da mucha 
importancia al color que preséntala 
membrana; asegura de propia espe* 
riencia que si el color de aquella era 
blanco era mucho mejor que si tiraba 
á lívido, y mucho peor si á negro: que 
si la enfermedad presentaba ya for- 
mada la membrana, era mas peligro- 
so que cuando aparecia un pedacillo 



ó ápice como un pitoncillo blanco. 
«Sic observavi morbum suflbcan- 
tem^afficientem fauces^ guttur^etgu- 
lam, per modum membranse cingen- 
tis, declinantisque ad lividum, seu ni- 
grum , majus multó aflferre vitae dis- 
crimen, majoremque requirere medi- 
c¡ diligentiam^ et minus cederé ejus- 
dem remediis: ac si afficiat per mo- 
dum frustri albi , como un pitoncillo 
blonco.ii 

Asegura que en esta enfermedad no 
puede haber verdadera crisis á la 
salud ni i la muerte j si por crisis se 
entiende la traslación súbita de la ma- 
teria de una parte á otra , porque ya 
formado no puede trasladarse por su 
crasitud y adherencia , y es preciso ó 
que termine por la muerte estrangu- 
lando los enfermos , ó destruyéndose 
por los medicamentos. 

«Dico secundó, morbussuflbcatiuns 
non potest terminar! ad salutem , vel 
ad mortem per crísim : nomine crisis 
intelligo mutationem subitam iu sa^ 
lutem, vel in mortem, quae debet con- 
tingere, causa morbica translata ab 
una parte in alteram. Causa vero mor- 
bi suñbcantisySemel recepta in parte, 
etadquisitamalignitate, transferri non 
potest in partem aliam, ob crassitiem^ 
et adhassionem, sed in parte perraa- 
nens , seígrorantes strangulat, aut vi 
medicamentorum , et naturas paula- 
tim, et per partes pellitur.» 

Observó que la hemorragia ó flujo 
de sangre por la boca ó narices era un 
síntoma mortal , pues no vio librarse 
ni uno solo de los que la tuvieron. 

fiSic observavi saepissime , sangui- 
nis narium , aut oris fluxum , in hoc 
morbo esse lethalem: nullum enim vi- 
di liberatum ex his, qui sanguinem é 
naribus, aut ore rejecerunt.» 

Lo mismo dijo de los que tuvieron 
diarrea tanto en el principio como en 
el fin de la enfermedad. 

Joannis de Villar eal Ubetensis et 
in schola complutensi Doctoris prima- 
rii de curatione et prcecautione morbi 
soffocantis. lÁber secundas. 



294 



HISTORIA DE LA 



Dividió este libro en ocho capilolos 
consagrados a la esposicion de los re- 
medios convenientes para la curacioo 
y preservación de esta enferraedad. En 
la introducción manifiesta la gran di* 
ficultad y a veces la imposibilidad <le 
curarla, tanto por su malignidad cuan- 
to por la poca docilidad de los niños, 
asegurando que vio morir casi la ma- 
yor parte de ellos*,. al paso que vio 
también curarse la mayor parte de 
los que se prestaban á su método cu- 
rativo. 

En el capitulo 1." trata del regí- 
men mas conveniente d ¡os atacados 
de esta enfermedad. 

Entiende por régimen dietético el 
uso de las seis cosas no naturales, á sa* 
ber! el aire, la comida , la bebida ^ el 
sueño, la vigilia, el trabajo, el descan- 
so, las evacuaciones, la repleción y las 
pasiones del al mi. 

^ire. Aconseja que en esta enfer* 
medad no se ha de conmutar en ca- 
liente ó frio'j porque una y otra cir- 
cunstancia son perjudipiales , y aun 
causas determinantes de la enferme- 
dad. Propone derramar por el coarto 
del enfermo flores cordiales, y regar- 
las í menudo con agua destilada: que 
no esté ni muy claro ni muy oscuro» 
porque la demasiada lus debilita las 
faersascoando calienta con intensidad; 
la oscuridad enfria el aire , y el frío 
suele repeler las materias (pág. 145 
y 146). 

Alimentos, Respecto de estos se ha 
de atender á las cinco circanstancias 
siguientes para que de su prescripción 
se obtengan todas las ventajas, á saber: 
la forma, la cantidad , la cualidad , el 
modo y la oportunidad. Aconseja usar 
en el principio de la enfermedad una 
dieta pleno victu , es decir, alimentos 
muy nutritivos; y da la razón dicien- 
do aporque en esta enfermedad suelen 
desde el principio desfallecer tanto las 
fuerzas , que los dolientes quedan co- 
mo exánimes y hasta sus estremidades 
frias; mas no se han de administrar en 
mucha cantidad , porque eata sofoca 



las fueraas lánguidas ya ; sino poco á 
poco y en corta porción (pág. 151).» 
Comprueba estas raaones por su espe- 
riencia porque los que morían solían 
verificarlo á los cinco, seis, siete, ocho, 
nueve, diez , once , doce , trece y ca- 
torce días; y los que se libraban no era 
sino después de los veinte, treinta, 
cuarenta , cincuenta , sesenta y cien 
días y aun mas (hízm laborantes, mor^ 
hidi et valetudinarü non solum ab //e- 
jrectas vires ex pnecedenti morbo, 
sed etiam ob ejusdem reliquias ma» 
nenies infaucibus, gula, etgutnre, 50- 
lent perdurare 20 , 30 , 40 , 50, 60, 
100 et amplias diebus : morbos enim 
hicfacilius necat , quam solvitur: ne - 
cat cito ob feram et malignam morbi 
naturam , situmque partís affectas; 
tarde solvitur ^ ob crasam et dijlculter 
solubilem quce longo tempore vinci ei 
superan Cpig. 150). 

En su vista propone los caldos nu- 
tritivos de gallina , de perdiz ó carne- 
ro: huevos frescos y vizcochos tiernos 
mojados en líquidos ligeramente aci- 
dulados ó envinados : como bebidas, 
prescribe las emulsiones de simientes 
frías, al bafko-maiia (desde la página 
149 hasta la 154). 

Si la enfermedad es intermitente^ 
deben darse los alimentos en la inter- 
misión, á no haber otro accidente que 
lo prohiba (pág. 154). 

Prescribe también los cocimientos 
é infusiones de flores cordiales, la es- 
corzonera V. g. las acederas , la tor- 
mentíla ; y si estas no producen todo 
su efecto y las fuerzas del enfermo fue- 
ra n decayendo , se recurrirá al vino 
generoso ó al de San Martin de Val- 
de Iglesias ú otro semejante el cual po- 
drá mezclarse con dos partes de cual- 
quiera de los cocimientos ya dichos, 
ó con una parte de agua en la que se 
haya estinguido oro. Confirma este 
dictamen con su propia esperiencia 
que le había acreditado las grandes 
Vi^ntajas obtenidas del vino cuando el 
enfermo iba ya perdiendo sensible* 
mente las fuerzas , y las estremidades 






MEDICINA ESPAÑOLA. 



295 



empezaban á enfriarse (desde U pági- 
na 154 hasUU.159). 

Entre los medios qiie propone cuan- 
do el enfermo ha contraído alguna pa- 
sión del alma^ es la música (página 
162) (1). 

Gapítalo 2.° «ST 671 esta enfermedad 
es conveniente la sangría. 

Sienta por principio que para san- 
grar han de tenerse presentes do» cir- 
cunstancias ó condiciones sine quibus 
non: que la enfermedad la exija, y que 
las fuerzas del enfermo la toleren. 

Asegura que la sangría general es el 
mayor auxilio de que puede echarse 
mano al principio de la enfermedad , 
hecha de la Tena cefálica ó primera- 
mente de la común y si hay plenitud; 
Ídado caso que no estuviera aparente 
cefálica, de cualquiera otra. 

«Sed dicendnm est, máximum au- 
xilium esse in hujus morbi principio 
sanguinis missionem, factam ex vena 
cephalica , aut ex conimuni prius , si 
adsit plenitudoy et servata rectitudine 
cum parte, qusemagis afficitur: etnon 
apparente cephalica venasecetur in-* 
terna, aut communis, aut aliqaa alia.» 

Añade que en los niños de alguna 
edad se haga prontamente, porque na 
hay accidente alguno que la contrain* 
dique. 

«Festinanter ítaque auxilium ad- 
ferré oportet bis, qui sunt setatis per-' 
fect» , atque conGdenter venam bra- 
chi incidere, siquidem nihil sit, quod 
id fieri probibeat.» 

El autor dice que él sangraba una, 
dos, tres, cuatro y aun mas veces; pe- 
roque en cada una de ellas no pasaba 



(1) El Doctor D«8rra«]|efc 00811 gra nn 
nal trazado artículo para tratar de este 
mismo asunto, de manera que reduce á dos 
simples hojas cuanto espone de ci''cunfusa, 
apUcaía, Ingesta, Gesta , perepta, escreta 
ypatemata (desda la pa'g. 183 hasta U 185). 

¿Qué tal? y esto que como él dice en Es- 
paña no es conocido el croup mas que por 
teoría, y ningún español ha escrito de él!!! 
¡Está fresco!!! 



de tres ó cuatro onzas la sangre que 
estraia; y que en los niños á quienes no 
podia sangrar, recurrirá á las escarifi- 
caciones hechas en los brazos , como 
remedio muy seguro. 

«Unde in boc morbo sanguinem 
mitto, semel, bis, ter, q^uater, et am- 
plitts , et non trascendo quantitatem 
trium aut quatuor uociarum pro vice, 
plus minus ve: quantit^te scribi non 
potest. Etsi fuerit puer , in quo vene 
non apareant , tutnm remedium est 
scarificare brachia.)) 

Ridiculiza á algunos médicos de su 
tiempo que se obstinaban en nosan- 

fTar á los enfermos cuando la vena ce- 
álica no estaba bien manifiesta, cre- 
yendo que sola la sangría de esta vena 
era la única y esclusiva buena. 

Reprueba las sangrías locales de las 
yenaa sublinguales como insuficientes 
por una parte para reveler el nial , y 
como muy eficaces para exasperarle. 
Confiesa que esta opinión fué confirma- 
da por.su práctica y propia esperien* 
cía, diciendo que siguiendo el dicta- 
men de muchos médicos con quienes 
habia tenido juntas, y mandando aun* 
que con repugnancia sangrar una, dos^ 
tres ó mas Veces de las venas sub-lin« 
guales, observó que la costra se hacia 
mas sólida^ los demás síntomas se exas- 
peraban, y se seguía la muerte. 

«Causa ergo, quae affícit per mo« 
dum irrigantís, et adhaerentis., et non 
tumoris praeter natnram , ob ejus 
erassitiem, et soliditatem, non potes! 
recipi in poris, ne que in venís capi- 
llaribus: et conseqnenter ñeque potest 
transferri in venas linguae , ñeque; 
per illas sectas educi. Id quod ratione 
didici , experientia confirmavi : nam 
cúm consitio moltorum me renuente 
jassissem, semel, bis, et plus , secare 
venas sub Itngua, conspiciebaih crus- 
tram solidiorem, et omnia difficiliora, 
sequntumque interitum.a 

Recomendó las ventosas ya secas 
ya escarificadas aplicadas á las escá- 
pulas y otras partes distantes, porque 
ellas derivaban la causa morbosa. Ha- 



296 



HISTORIA DE LA 



mandola al cotis y desvíándola del co- 
razoD. 

«Circa cocarbitalas cam et sine 
scari6catione ín scapulis, et alijs par- 
tibas distantibus á parte aflecta, est 
dobitatío an conveniant. Dico brevi- 
ter, cu en et sine scariGcatione, conve- 
ñire cucarbitulas affixas scapalis: naot 
divertunt causa m antecedentem y et 
malignos ha 1 i tus , si qui tendunt in 
cor, foras evocante non ad cor mittuot: 
nam causa , á qua fit diversio , est in 
partibus capitis, et colli, et cucurbitae 
movent ad cutem : qoi ergo possunt 
moTere ad cor.» 

Concretándose á la aplicación de 
estasen el caso de bubones, dice «cuan- 
do vieres un bubón grande j volumi- 
noso, podrás aplicarle una ventosa y 
•scariGcarla ; pero si es pequeño , no 
la uses; y para que lo entiendas mejor, 
cuando vieres que la costra tiende á 
lívida y es como una membrana que 
ciñe las fauces^ sepas que no conviene 
U ventosa; pero si fuera perfectamen- 
te blanca como un pedaqillo de nieve, 
conviene ; pero después de aplicados 
los remedios generales. 
. «Dico praeterea in morbo saflbca* 
tivo, in qno videris, bnbonem esse 
ingentem, poteris admovere cucnrbiT 
tulam^ et illam scariGcare: si vero tu- 
mor fuerit paruus, ne utaris illa.» 

aQuod ut certiús scias , considera 
quse supra dixi in prognostico: nam 
ubi crustra tendit ad lividam, et est 
velut membrana cingens , seles non 
convenire dictara cucnrbitulam : si 
vero fuerit perfecté alba, et velut 
frustrnm nivis » scies convenire , post 
universalia remedia : ita enim est in- 
telligendum.)) 

Capitulo 3.^ Si se han de prescri* 
hir medicamentos purgantes desde el 
principio de la enfermedad. 

Entiende por principio el periodo 
de invasión, o los tres ó cuatro pri- 
meros dias del mal. Si vieres, dice, que 
este empieza con mucha malignidad, 
que la costra sofoca ti va inclinase al 
color lívido ^ y que fuese como una 



membrana ó cuero, no has de usar 
de medicamento que purgue por cá* 
mará. 

«Dico primó in hac diGcnltate^ si in 
principio huius morbi nimia statim 
se ostenderit raalignitas, et crustra 
snffbcativa ad lividam inclinaverit, 
affecerintqne per modum membranas, 
aut corij, non est utendum medica- 
mento per alvum purgan ti. Nomine 
principij in hoc morbo intelligi voló, 
prima m inuasionem, tres primos, aut 
quatuor dies, et totum tempus , quo 
non incipit eíjci aliquid causas co- 
niunctae» 

Cuando el tnal no se presenta muy 
maligno, ni la calentura es muy inten- 
sa , no será fuera del arte administrar 
algún purgante suave. Entre estos re- 
comienda el maná, el sen, el cástamo^ 
la confección harnee, y sobre todos el 
agárico. Si estos no bastasen, previene 
que puede recurrirse k las lavativas 
compuestas de purgantes mas activos 
(pág. 188), 

Al tratar de los eméticos , propone 
la cuestión de que si dado caso que no 
convengan los purgantes en el princí-. 
pió ni en el estado de la enfermedad, 
pudieran convenir los vomitivos. Con* 
testa negativamente, fundando su dic- 
tamen en que por estos no se arrojan 
mas que las materias contenidas en el 
estómago, pero no las que constituyen 
la enfermedad, porque están adheri- 
das á la garganta, y sobre no estraer- 
las, se ulceran y se exasperan mas las. 
partes. 

«Dicendum tamen est, medicamen* 
ta vomitoria non ceovenire in hoc 
morbo. Quoniam vomitu pelluntur, 
qoae sunt in cavitate ventriculi, non 
vero quae adhaerent, et sunt impacta 
corpori ejus. Huius dúplex ratio est. 
Prima, quia nibil potesteduci materias 
adhasrentis. Secunda, qoód motu , et 
agitatione facta vomitu , ulcerantur 
partes, efferantur. Et ulterius motu 
partís aucto dolore , et motu ipso, 
coníluunt de novo excrementa in par- 
tem , et adquirunt malignitatem, au- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



297 



gent « ftffipclmn , el.reddiBatiiistipe-. 
rabilem.» 

Entre ios^ remediüs especiales usa 
ja el mercurio « aiendieDtlo á la ana» 
Ipgia (|ae presentaba esta enfermedad 
con. el gálico. Refiere que* ▼¡endose 
ja aporadooon un enfermo al ver que 
ningún remedio, bastaba , le vino á U 
memoria, administrarle el mercurio 
en fricciones : que la primera vez le 
untó en las escápalas j cuello, j le 
fué muj bieni j mucho, mejor la se- 
gttnda> porque arrojaba, muchas ma<- 
tersas por la boca; pero que obligado 
¿.dejar este enfenno para asistir a un 
amigo ¿.quien no: podia .negarse^ cuan* 
do volvió ¿ ver al niño al cabo de dos 
días, habia muerio ja. .Canfiesa que 
ja no quiso emplear maseste remedio 
como peUgroso» 

«Sed'Uc'át hoc ita sity non videtur 
prsBter rationem , morbo suffuci ti vo 
labora nteSy gran diores scilicet , inun- 
gere ungüento ex mercurio , qno per 
vómitos, aulregionem afiam conve* 
nieniem. moveantur materias : facta 
prius sufficiente -missióne aanguinisy 
et.duabuS'y aut tribus vicí'bus exhibito 
decocto díggerenti crassas materias, 
ut.decocto cordial!, et.capillorum ve* 
Beris, aut mulsa. facta ex codem de* 
cocto ( ñeque eiiim fortiora conve-> 
nidiU oh líebrem , et malignitatem) 
nam cúm.nnguentnm illud sit tenue^ 
et penetret penitissimas pjirtes ,. et 
quascunque materias insciodat, et trir^ 
dat>videtur posse vincere adhaesionem 
caosae cootunctae. Ratio videtor á si- 
mili: nan in morbo Gallico, in quo 
humoris málitia ossa praecipoé narium 
in frustra redigit, et exeunt, crassa 
materia ad TÍas .expalsionis pellitnr, 
et corrigitur malitia , ut.de estero 
partes se reducant in statum pristi- 
nom: 'cr^ in hoc; ssevissimo morbo, 
qui naUis feré cedit remedtis, et qui 
pendet ex dicta materia afficiénte gu- 
lam, non est contra rationem, hoc 
posaeremedio anfferri. Potest id con- 



firmar! ex eo , quód multi laborantes 
morbo Gallico, per tempus longum 
solent eijcere per nares, et palatnm' 
snbstantíam albam, et crassam, simi* 
lem omnino materias morbi sufibcan— 
tis.Solúm videtur esse diflerentia in 
hoc¿ quód materia morbi, de quo agi* 
mus, praeter erassitiem habet lento- 
rem , visciditatem , et aJbassionem: 
materiae vero morbi Gallici deest len- 
tor, etadhaerenlia similis,et meiorem 
tenuitatem habet , oh qnam forte 
06safrangit.'Ulteriús nostro morbo la* 
borantes, post eius soiutiooem, solent' 
pati oaephaleam> cruruifique, et bra-* 
chicrum ad motum debilitatem , ut 
vidí in pluribus: praecipué in quodam 
fabro ferrario aetatís suao 3¿anHorom, 
nomine Sebastian Sanz, qui post mole- 
ta remedia, quibus Dei auxilio conva- 
luit, per dúos feré menses, aut plus, 
brachiorum,ct crurum impotenserat. 
Quod meo videri fiebat oh qoalitatem 
membris impressam a causa morbifi* 
ca, qoi meliushabuitusu continuo de- 
eocti guaiaci, et chinae. Quód si febri* 
lis calor tibi facit difficUltátem, pote* 
ris miscere ungüento ex mercurio pa- 
rnm rosati , aul parum alicuius socci 
refrigerantis, ut endivias, cucúrbitas,' 
etc. ñau lícét in temperie argenfti vivi' 
sim anceps-: magistamen feror in eo*' 
rom sententiam , qui asserunt, cali- 
duin esse, de quo alibi. ' ' • 

Ego enim cúm me viderem dubium^ 
et ancipitem in curatione pueri de* 
cem annorum, et sanguinem misi* 
sem sufficienter , alitsque remediis 
essem usos, aliisque parentes non obe- 
dissent, et vires constarent, anxiusco- 
gitabam , quo genere remedii uterer. 
Veoit mihi in mentem unguentum 
ex mercurio, quo illa occasioue morbo 
Gallico laborantem ongebam. -lussi 
puerun iuungeré circa scapulas, et 
oeruicen: prima vice meliús habuit, 
secunda meliús> dum per os educebat^ 
crassas materias. Hac occasione, dum 
essem accersitusad invisendumaegrum 



Hianum ul Hsmc. b8paíola;«-*To]Io 2.** 



38 



298 



HISTORIA DE LA 



et noD possem dimi amíeo petenti obe* 
diré; fui coactus aegrum aeserere per 
doos dies: cúm redíi^ mortaum iiif eni 
puerum. Amplius nolai hoc remedio 
uli^ ob experimentom periculosam. 
Ego tamen sidens tennítati argenti 
▼iviy quo causa contnocta diridatur» 
et seoetar^ uiua sum illo; cum timore 
Umen : melius enim est aliquid cum 
periculo tentare, quám sinere 'sgro- 
taiB oertómori.» 

Sin embargo» llama la atención de 
los prácticos para esperiroentarlo de 
nuevo. Bcec attuli ut doctiores me- 
¿Kci iüscutiant^ et ubi fuerít locas, 
experiantur» (Ultim. del capítulo). 
. Capitulo 4.^ Si se ha de usar en esta 
^fermedad del fuego y del instru^ 
mentó.. 

Reduce este punto á cuatro cuestio- 
nes principales» á saber: 1.* Si se ha de 
aplicar á la costra ó membrana algún 
medicamento cáustico , como el arsé- 
nico, el agua fuerte ú otro medica- 
mento de Igual clase^ ó el hierro en- 
cendido: 2.* Si DO conviniendo nin- 
guno de estos medios , se ha de usar 
del instrumento cortante: 3.* Si con- 
viene la aplicación de los cáusticos ac- 
tual j potencial á la sutura coronal: 
4/ Si convienen aplicar regigatorios 
á las espaldillas y hombros (página 

A la 1/ cop testa que ni el fuego 
candante ni otro medicamento cáustico 
SOQ cpnvenientes aplicados á la costra. 
Reprueba la conducta de aquellos mé- 
dicos que empleaban el precipitado 
rojo 7 el agua fuerte para tocar oon 
ellos la garganta. Se refiere á su pro- 

Sia esperiencia que le habia acredita- 
oque estos remedios, aumentando la 
sequedad y contracción de las partes, 
engruesaban la membrana é irritabau 
qiias las úlceras (pág. 200). 

A la 2.* dice que la membrana no 
s^ ha de cortar ni estraer con el ins- 
trumento , á no ser que el ápice esté 
perfectamente blanco ó moyible: pe- 
ro que si la costra sofocativa cifie las 
fauces y la garganta, adhiriéndose co- 



mo una membrana , de uiuguaa ma- 
nera se ha de intentar la eacñsion por 
dos rasoñes , la primera porque irrita 
mas la costra y la hace mas tenai, y la 
aegunda porque no pudiéndose estraer 
mas que un pedazo de ella, se volve- 
ría á reproducir. Sin embargo» añade, 
si después del uso de los medicamen- 
tos apareciese la costra movible , po- 
drá intentarse su estraccion^ mas si se 
resiste debe abandonársele* 

«Dico secundó) crustra mDrbi suffo- 
eantis non est educenda ferft> scinden- 
ti, aut extrahenli ; nisi qushdo appa* 
cei apez omnino albns , vel frustrum 
álbum quasi mobile : eam dum crus- 
tra sufibcativa ciúgit fauces , guttur, 
etc. velutm0m&ranaquasdam,et for- 
titer hseret , nullo pacto est tentanda 
extractio ferro: ñeque scissio sine ex- 
tractione; Primunl trritat , et fecit 
crustram efferacionem : ñeque si ad- 
modum nitarb, quidquam notalu dig- 
nnm extrahes. Secundum ▼eró, causae 
coniunctas divisione in lateribuscaua» 
acissafe recipitur crustrae; si quid est te- 
nue , quo fiunt de novo evustne non 
minus difficiles educi. Si Tero post 
usum medicamentorum> qu« postea 
dicam, frustrum omnino álbum emi- 
nens, et mobile appareat, non eat pre- 
tor rationem, leviter tentare educere. 
Quod si adhuc renixns sentiatur, lo- 
tius est sinere, et aliis agere.» 

A la 3.* contesta reprobando kapli« 
cacion de cáusticos á la cabeza. 

La 4 .^ aprueba los vegigatoríos apli- 
entre las escápukt: aconseja que 
sean grandes, al menos como la palma 
de la mano; y que se dejen obrar por es- 
pacio de diez a once horas. No obstan- 
te aconseja no recurrir á estos , sino 
después de haber yisto la inutilidad de 
todos los demás, y antes de que falten 
las fuerzas al enfermo, porque si bas- 
tan los remedios mas suaves , no debe 
atormentarme el enfermo ; t si faltan 
las fuerzas, antes morirá. Por tanto 
aconseja al médico que atienda sobre 
todo al color de la membrana, porque 
si tiende á lívido debe oecurrir á este 



^M«* 



-I 



MEDlCmA ESPA190LA. 



299 



jnédio^ j fti agttirda aits ja no será 
tiempo. 

' «Neqoe boc rcmeclio iitaris , nisi 
cmm ▼ide«8 alia non pr odeaae ; neqae 
deíicianl vires: nam si alia ainulia mi- 
tíera sofficiant , frustra erulúbitur 
«sger: et si non constent rires , citins 
interibit eiaiuto calido , m quis supe* 
rerat. Ideó coosulo^ quód Medicus se^ 
tdnlo prospicjal erustrse coiorem y et 
«todbm fubatantisB , et sí rideat mui* 
tum declinare ad lividum , esseqné 
veloimeflibranam («t s»pé dixi) prae- 
cedcote raffioienti sanguinis missio-* 
oe, unclionibua ad estra, et gargaris4 
matíbos ¿icendis , statim se confogiat 
ad hoeremedioni : namsiplus expe- 
et^t, ^m non erunt Tirea.» 

Gapilvlo 5.^ De lo9 gargarinaoé 
que convienen en esta enfermedad. 

Propabe qué en el principib del 
mal se prescriban los gargarismos ré-^ 
percosivoa y fríos^, pero oMn$(eStadá 
ya. h. membrana loseotolientes suaves 
y templados > porque estos tienen Itf 
propiedad de- relajar y ablandar lai 
partesque e» lo que oooviene en esla? 
cnferttiedad* > 

• «Sepe enim divi, sufooantem crúS^ 
tram ad lividee» declinare, et afCcere 
fauces, gattur, et giilam per tiiodumí 
temuia membranse eiogentii , como un 
peüéjuelo blanco j tuné observar!, ña* 
ximéprodease nro gargarismate me*^ 
dicamenta calida, et bumida niodera*! 
té, qoBB'vim bábent bvandi.» 

Eligelos cocinufetftos de malva y de 
malvavisco (pág. 2t7) v reprueba lot 
gargarismos compuestos de vinagre 
(Ib.), los de aceite ó sebo y (papma 
218),4elegia(Ib.). 

Si la cansa conjunta es perfectamen* 
te bianca y no afecta tas partes como 
la dicba membrana ^ sino i manera de 
cierto pezpncillo blanco de sustancia 
com6 gluten (t), ni liquido ni conge- 

(1) Si tioiestro VilTareal se bubiara de- 
jado eogafisr de ttte aiccideiile secundario, 
hubiese clesifieedo esta enfermedad de en* 
gina giaUítosu cene bno Gtasrsant. 



Jado, como vio ranchas veces, entonces 
puede convenir el osicrato, ó un coci- 
miento cordial mezclado con vinagre 
rosado. 

«Sí vero cansa conjoncCa sit perfe- 
ctéalba, nequem afficiat, ut membra- 
na dicta j sed potius per modum CU- 
jusd;am frustri aibi, representantis in 
modo substancie gluten, ñeque orani<» 
no Hquidum , neqúe cóngelatum , ut 
Mepe excretum vidi , et considerati: 
tune observavi prodesse oxic^atum 
ealidum saeprus gargarizatüm , attti« 
dem decoetum eordiate dl<íttím, áddi* 
to parum aceti rosati, sic. tle. decótiti 
coro, aut atquse instilati tte buglosi 
lib. y aceti ros« vnc. i¡. niisce, hoc 
actn calido áaepe ntere. Poteris etianí 
nli mulsa dieta , addrto etiam parunf 
aceii ros. Et si ante usum hujus tino- 
deraté acetosi, utaris prius dictis hu-' 
midis , melíuS faciens , nam pairtew 
preperabia mollientíbus,et dictis Soe-" 
tos¡s<reso(rescausam coniunctam: aut 
ita deterges , et separabis^ ut in frua« 
trá redacta eijciatur ernstra ; bis enim 
aensedifsaimMesla«boráñles sánalos Vi- 
di dictis frustris albis excretis, aut can-' 
sa :comuncta resólata 'insénsibilíter. 
Ilude colligendo iii tioiversuró cór^a* 
tiónem mOrbi suflbcanti* , Uteúdum 
est primo (quaeuis sit causa) calidís, et 
hruoiidis modérate ', post yéró detér- 

f entibas, et séparanlibusf facta soMm 
ííierentia in Uso écéCi , qtiod miscerí 
¿ixf. Ei l!Kk; GÚm actu debeart esse ca- 
lidum; et in parva quantitate, non ha*" 
bet íocómmoda., que dicatil infra, 
dumrespondeaRrargumentiír, in quan- 
tum milítatit contra hancsententiaiñ.)! 
Aconsejó las inyecciones por medió 
de una geriogüilla introducida poi* li 
boca ó por las narices, hechas de' una 
emulsión del cocimiento de ár^a^ 
no, cuando Ibs niños no podían' ó nd 
sabian gargarizarse. 

«Adverte tamen in fine hujus cspi^ 
tís , aquam mulsam in principio, et 
póst ex decocto origani, máxime pro» 
desse per nares ^^riVig^a injectam: nam 
detergit , et humectat crustram, qu» 



300 



HISTORIA DE LA 



0olet es$e ¡n palato, et pro reiibas 
mamikribtts » et in praeris , (^ui g«r« 
garíztre neaciuDt^ aat nolunt , debet 
immitti sspe per os, et nares syringa.» 

iiOb id magia con venían t errhina in 
forma iiqnida^et per ^/ringa injecta, 
qnia purgant sine motu partis affectie, 
et id quod pnrgatur, non it per gat« 
tur, et fauces.» 

Capitulo 6.® De las medicamentos 
que conviene aplicarse esteriormente 
d esta enfermedad, y á qué partes. 

Reprueba loa tópicos repercusivos jr 
frios porque aumentan el aflujo inte- 
rior de los bumorea: propone las cata- 
plasmas emolientes^ las fricciones he«- 
chas con aceites ó ungüentos emolien- 
tes, y con especialidad del ungüento 
de Matiolo, al cual reputa como ad- 
mirable en la curación de esta dolen- 
cia. Aconseja también el nido j eacre- 
meotoa de golondrina, y las embroca» 
cionea i todo lo largo del cuello y es- 
pinazo hechaa con el ungüento de 
Agripa. 

. Capitulo 7.^ De hs medicamentos 
que deben darse interiormente a esta 
enfermedad. 

Propone las bebidas muy ligera- 
mente aciduladas : loa nervinos , la 
triaca^ la confección alchermea » y lea 
bebrdas cordialea. 

En el capitulo 8.^ discute si ¡os mis- 
mos remedios que convienen para la 
curación convienen también para la 
preservación, y délos que ni a una ni 
á otra son conducentes. 

Tal es el estracto de esta preciosa 
obra, oprobio de cuantos han critica- 
do injuatamente nuestra literatura: ella 
sola, escrita un siglo antes que la pri- 
mera sobre esta enfermedad , reúne é 
ilustra tanto como todas juntas; y pa- 
ra que mis lectores puedan tener al 
primer golpe de vista un punto de 
comparación, les ofresco el cuadro si- 
guiente. ' 

1 .^ Que Desrruellea no ha conoci- 
do ¿ nuestro Villareal , cuando sienta 
2ue en Espai&a no fue conocida esta en- 
•rmedad nua que por teoría , y que 



bo ba habido ningún fliedico español 
que escribiese de ella. 

2.® Que tampoco ea conocida en 
Inglaterra, cuando el colegio de me- 
dicina preguntó á la academia de me- 
dicina y cirugía de Madrid én 1830 «ai 
corrian por España algunas obras ao- 
bre esta enfermedad ú otras pestilen- 
ciales.» 

3.® Que observó antes que Selle 
que el garrotillo no era aiempre infla- 
matorio. 

4.^ Que niPinel ni Capuron han 
conocido á nuestro médico^ cuando ase- 
guran que Chisi. fué el primero que 
describió esta membrana y aua colorea; 
aiendo aai que no solo los^obaervó Vi* 
llareal siglo y medio antes , aino que 
aaeó de ellos signos pronósticos de vida 
y muerte. 

5.^ Que ai Delpech nos ha dicho 
en 1836 haber disecado eata mem- 
brana, y que era del espesor de una 
hoja de papel gris, muy resistente , y 
QO podia desgarrarse sino haciendo al- 
gún esfuerzo, Villareal dijo doscientos 
cuarenta años antes haber viato y diae- 
cado esta membrana /acta anatomía 
en loa que murieron de esta enferme- 
dad: que era como an pergamino..... 
como un pellejudo humedecido , que 
se estiraba y se encogia ; que era tan 
sólida que podia cortarae con las lige- 
ras: que cenia á manera de embudóla 
garganta y las fauces. 

6.^ Que recomendó las sangrías 
generales de la vena cefálica , como 
uno de los mejores ausilios , antes que 
Michaelis, Rush y Homme. 

7.^ Que prescribió las sangrías pe- 
queñas de tres á cuatro onzas, pero 
prontas, antes que Gui-Patin. 

8.® Que reprobó, las hechas usque 
ad animi deliquium antes que Kunt y 
Bard. 

9.® Que propuso el ácido nítrico 
dilatado, antes que Delpech. 

10. Que recomenaó laa ventosas 
escarificadas á las espaldillas, antes que 
Chisi. 

1 1 • Que prescribió las evacuacio- 



■■■■ 



MEDICINA ESPAIÍOLA. 



301 



tiles de' nngré por medio ele sangnijae- 
las> como supleDles^ antes que Vitliam 
Swester. 

12* Las bebidas emolientes tem- 
pladas, antes que Micaelis, 

13. Los tópicos repercu8ÍT0s fríos 
en el principio, antes que Dufaamel. 

14. Los eméticos después de las 
jangrtas, antes que Vaidy. 

15. Que discutió las rentajas é in- 
couTcnientes de empezar la curación 
por las evacuaciones sanguíneas ó al- 
vinas, antes que Pinel , Postal , Sehe- 
vilgue , Dessarts , Olbers y Crawford, 
•Lentin, Gullen, Thomson, De Cheine, 
Rojer-Collard j Fontainelle. 

16. El mercurio, antes que Rum* 
rej, Hamillon j Andersdn. 

17. Los vegiga torios fijos, antes 
que Borrove j Leisler. 

18. Los errinos por medio de in- 
yecciones, antes que Sandovin y Doti<» 
ble. 

19. Que es inexacto , ridículo y 
abiolutamente falso lo que dice Des- 
ruelles que Homme fué el primero 
que escribió de esta enfermedad (im^' 
primtó este su obra en Idemburgo el 
año 1765, es decir, ciento cincuenta y 
cuatro afios después que nuestro Vi- 
lláreal). 

20. Que no es menos inexacto, ri« 
dicnlo y absolutamente falso loque di- 
ce, que los médicos españoles no co- 
nocen esta enfermedad mas que por 
teoría. 

21. Que las primeras epidemias 
que se han observado de esta enfer- 
medad han sido en España , á saber: 
en 1530,1596,16007 1605. 

. 22. Que la obra de Desrnelles 
escrita en 1827, no es mas que un es- 
tractb'de los autores que escribieron 
para adoptar al premio de doce mil 
francos , que el emperador Napoleón 
ofreció al autor de la mejor memoria 
sobre este punto , y el cual ninguno 
mereció; y que la obra de nuestro Vi* 
llareal es el fruto de sus propias obser- 
vaciones hechas á la cabecera de mas 
de mil enfermos. 



ALONSO GONZÁLEZ , natural 
de Sevilla, estudió la medicina en la 
universidad de Granada ,'y concluida 
fué nombrado médico titular de la vi- 
lla de Priego. Escribió un Irátaditode 
higiene, el cual dedicó á Fray Pedro 
González de Mendoza , Arzobispo de 
Granada , quien lo imprimió á costa 
suya, y cuyo titulo es como sigue: 

Carta al Doctor Pedro He Pdrraga 
'Palomino y méftíco en la ciudad de Gra- 
nada, en que se trata del arte y orden 
para conservar la salud y dilatar núes» 
tra vida , y buen uso áel beber frió 
con nieve* Por el licenciado Alonso 
González, Médico de la villa dePrie» 
go. Granada por Martiu Fernandez, 
año 1612. 

El autor dice que tomó ocasión de 
escribir este tratadito de haber llega-* 
do á sus manos otro que publicó sobre 
t\ mismo asunto el Doctor Párraga Pa* 
lomino, y con el cual no estaba confor- 
me en algunos puntos. 

Divide su carta en tres partes: en la 

Erimera trata del buen uso que debe 
acerse de las seis cosas no naturales, y 
de los males que puede acarrear su 
abuso. Habla primeramente del e|er. 
ciclo: espone los bienes que resultan 
de él cuando es ordenado, y los incon- 
venientes ¿uando se hsce con demasía. 
En segundo lugar trata.de la venus; y 
en esta parte es bastante espresivo el 
len<ruage que adopta al dirigirse i los 
Injuriosos ó los que abusan de la venus. 
Cada acto venéreo, di<*e, es un nuevo 
golpe de azada que dais en vuestra se^ 
pultura. Con este motivo habla del 
origen de este mal, diciendo, «Oscal de 
nuestra codicia y de nuestr» maldad 
nos vino en compañía y en contrapeso 
del oro, cuando se descubrieron las In- 
dias; y como es contagioso las partes de 
los contactos son lasque másy primero 
padecen, en confirmación de que por 
dónde pecamos alli mesmo paguemos 
y padezcamos. ••.. y luego sale al ros* 
tro y traemos escrito en la frente el 
pecado que en secreto éometimos (pá- 
gina 6). Trata en seguida de los ali- 



302 



HISTORIA DE LA 



mentos» bebidas , saefio, ^igHk, ^ire 
y pasiones del alma. 

l^o la segqoda parte ae propone aU 
{;iinas objeoíonea tomadas de la obra 
del doctor Paloinino> qnft no ofrtoen 
interés. 

Eo la tercera trata enteramente de 
si conviene ó no el beber frió eoo nie* 
ve. Opina: l.^que no debe abusarse 
de las bebidas frias , con espeeiatidad 
por los siigetos débiles y flacosi^porepie 
sa prolongado oso estingne las fueiv 
zas^ produciendo opilactcnes del híga^ 
do y bato(obstrnce¡ODes). 2.? que poe^ 
de ser muy útil á los robnstoaen tiem* 
po de calor. 3.® que el hábito» k eos»» 
tumbreyel clima pueden modificar su 
uso. 

Este tratádito es otro de los mas pe* 
regrinos de nuestra literatura médica^ 
está escrito con macha sensatez, y aun 
cuando en reducido compendie^ eoii-* 
tiene ma< ideas de buena higiene que 
otros tratados voluminosos. 

JUAN DE SORAPAN DE RÍE, 
ROS, natural de Logrosan en la dio, 
cesis de Plasencia , Provincia de Es- 
tremadura* No consta donde biso sos 
estudios si en Granada ¿ en Valencia j 
pues en una y otm estuvo, según dice 
en el contesto de su obra. Fue médico 
titular en Llerena , del santo o6cio de 
la inquisición y de U chancillería de 
Granada f 

Penetrado de todo lo que interesa- 
ba la higiene para conservar la salud, 
se propuso esccibir un tratado especial, 
pero de un modo que tuviese algo de 
original y de nuevo. Al intento esco- 
gió todos los antiguos refranes que tu- 
viesen relación con la materia, y loe 
comentó estensamente, 

Elscribip la obra siguiente. 

Medicina española contenida en 
prox^ervios vulgaresde nuestra lengua. 
Muy provechosos para todo, señero de 
estudios, para filósofos yméwcos, pa* 
ra teólogos Y Juristas \ para el buen 
regimierUode la salud jr mas larga vi^ 
da. Compuesta por el Doctor Juan 
Sorapan de Bieros. Año ^6j6. 



El autor confiesa que tnvo á la vista 
los cuatro mil refranes que mesen Pe- 
dro Valles reunió por el abecedario, y 
los tres mil de D. Iftigó Lopet de Men- 
doza-, de todos los cuales habia. elegir 
dó para su obra los que mas relación 
tenian con su objeto. 

La divide en dos partes, en la pri- 
mera espone aquellos refranes que 
Crtenecen á la conservación de la sa- 
1 ; y en la segunda algUnos reía* 
tivos á la buena educación de loa hijos^ 
á la preservación de la peste y á las 
embarazadas. ^ 

En la primera comprende cuarenta 
y tres. 

1 •* Si quieres vi\ñr sanó 
haate viejo temprano. 

En este refrán usa el autor de un 
analogismo, queriendo dar á entender 

Erudente por viejo , como si digera 
azte prudente temprano. 
2.** El mucho comer ' 

trae poco comer. 
El sentido moral es que muchos 
gastan sus haciendas en banquetes y 
comilonas, y luego se ven obligados á 
deducirse y comer poco : el' higiénico 
indica que la gula es origen de muchas 
enfermedades. 

3.^ De hambre a nadie vi tnorir, 

de mucho comer a cien nUl. 
Es una confirmación de la doctrina 
del anterior. Habla estensamente> del 
hambre como fenómeno fisiológico y 
patológico, y esplica el valor que tie- 
ne como signo en las enfermedades 
gástricas. 

4.^ Comer toda vianda 
temer toda nudeitd. 
Prueba que es muy bueno comer 
de toda vianda, pereque hav peligre 
de contraer alguna enlermedao: (ma- 
leita significa en lengua portuguesa 
enfermedad). 

5.° Pan de ayer j 
carne de hoy 
y vino de antaño ^ 
tienen al hombre sano. 
Trata estensamente de las cualida- 
des y circunstancias que han de tener 



I > 



MEDICINA ESPAJSfOLA. 



303 



ol vino j el pan para ser laladablea. 
(loteresantisimo). 

6.^ Come poco y cena mas, 
duerme en alto y wirás. 

Rebate la opinioD de los médicos 
aue interpretaDanesU roáxiona dicieD* 
oo: «come poco á medio dia , j cena 
joas poco j TiTirás.» Asegura ser lo 
contrario diciendo: la comida a medio 
dia ha de ser moderada j de poca can- 
tidad, y la principal comida para nues- 
tro sustento j la de mas cantidad ha 
de ser la que llamamos cena » que se 
celebra por la tarde después de haber 
dado caaa cual fin á su» ocupaciones f 
trabajos de aquel dia. Con esto y con 
dormir en aposento alto ', conservará 
el hombre su salud j vivirá largo tiem* 
po (P*g- 54.) 

7.^ Quien quisiere vivir sano 
cofnapoco y cene temprano. 
• 8.^ Quien se echa sm cena 
toda la noche devanea» 

Da á entender que el que se acues« 
ta sin cenar toda la noche duerme mal 
y suefia. Con este motivo habla del 
snefto , de sus causas , del órgano en 
que se verifica > que según él , son los 
ventrículos anteriores del cerebro 

9.* Come poco y cena mas 
Y dormiros. 

10. ie^s de comer dormir, 
y de cenar pasos miL 

Aconseja el reposo después de la co* 
mida del medio dia ,j el egercicio 
moderado después de cenar* 

11. Mas mató la cena 
que sano jivicena. 

Con este motivo refiere la biografía 
del principe de los médicos árabes, y 
sos grandes aciertos en la curación de 
las enfermedades. Después prueba que 
si este médico curó á muchísimos, aun 
muchos mas mató la cena, es decir, el 
cenar demasiado. (Interesantísimo). 
' 12. Por mucha cena nunca noche 
buena. 

Es una confirmación del anterior. 

13. No le mitre mal 
quien hurta al viego 



lo que ha de cenar. 

Prueba que los viejos deben comer 
poco para Conservarse sanos. Se fonda 
en una sentencia de Hipócrates , que 
los viejos sufren con mas facilidad el 
hambre y ayuno que los adultos y 
nifios. 

14. Délas carnes el camero, 
de los pescados el mero . 

Habla de las carnes de loscuadrúpe* 
dos y pescados mas recibidos como al i- 
mentos para el hombre ; y entre los 
primeros recomienda al carnero, y en- 
tre los segundos al mero. 

15» ' Carne de pluma 

quita delrostro arruga. 

Habla con este motivo de los mu- 
chos cosméticos usados en su época pa- 
ra dar lustre á la cara; prueba su ine- 
ficacia 9 y que la verdadera inteligen- 
cia del refrán era : que el comer gor- 
das y buenas aves, que es carné de plu- 
ma, trae salud y hermosura á la per- 
sona* y le quita las arrugas de la cara. 

16. Carne de pluma 
siquiera de gruUai 

Demuestra que la carne de las aves 
por mala que sea, es siempre mejor 
que la de los cuadrúpedos. La de la 
grulla es la peor de las aves, y sin em- 
bargo la recomienda. 

17. Deaquellamedeje Dioscomer 
que deja hspoUosy empieza aponer. 

Habla de la calidad de las carnes de 
la gallina, asegurando ser la mejor de 
tonas. 

18. Capón de ocho meses 

5 tira mesa de reyes, 
'apar la narit 
Y comer la perdiz. 
Prueba que la carne ^e la perdiz 
siendo de suyo muy seca y dura, se la 
debe defar que se pase un poco para 
que reblandecida sea de mejor cochu- 
ra y alimento. Respecto del olor dice 
que no ha de ser tanto que cause fas- 
tidio y repugnancia al comerla. 
20. Si quieres comida mala 

come la liebre asada. 
Dice ser la carne de liebre la peor 
de todas, y mucho roas cuando se co- 



304 



mSTOHU DE LA 



me asada , sin prepararla soles hir- 
viéndola. 

2 1 . Todo pescado esterna 
y todo jueff} postema. 

Trata en este comentario de los pe- 
ces mas asadoscomoalimentos^y deto« 
dos e!los dice qne son mujr poco nu- 
tritivos; relativamente al juego ase^« 
ra que este es el mayor enemigo del 
alma, porque determinando á pasiones 
mny TiTas hace que se pierda la sa- 
lad. 

22. Cíame y carne cria 
jr peces aguafria. 

Manifiesta que el que se alimente 
•^le carnes estará gordo» pero el qne de 
pescados será flojo y flemático. 

23. Buena es la trucha, 
mejor el salmón^ 
bueno es el sábalo 
cuando es de sazón. 

Prneba que de los pescados de rio 
U trucha es la mejor, j de los del mar 
el salmón. 

24. De los colores la grana 
de lasjrutas la manzana. 

En este comentario espone la histo* 
ría de la cochinilla: asegura qne laque 
se cogia en la Mancha de Aragón y 
por todo el obispado de Badajoz» y so- 
bre todo la de Secimbra , era la mas 
fina que se conocía. En seguida habla 
de sus virtudes medicinales. Trata en 
la segunda parte de las especies de 
manzanas que se crian en Elspaña , y 
entre todas ellas elogia la camuesa. 
También trata de los melones , pepi- 
nos^ berengenas, y de otras muchas 
especies de hortalizas y frutas. 

25. De lanuez el higo 
es buen amigo. 

Habla de estas dos sustancias como 
alimento y como medicamentos. Dice 
que combinando los higos secos con 
nueces se componía una especie de 
triaca que pudiera suplir por la famo- 
sa de Andromaco. 

26. Aceituna una , es oro 
dos , plata, 
y la tercera mata. 

Entiende este refrán del uaomodet^ 



rado que debe hacerse de las acei- 
tunas. 

27. Comier verdura 

y echar nuda ventura. 

Asegura que este refrán es irónico, 

j que debe entenderse en el sentida 

contrario, como cuando para deoir á> 

uno que es profano, se le llama santo. 

28. El queso es sano 
que da el avaro. 

Denota que el queso solo es sano 
enando se eome en poca cantidad* Els-. 
te comentario interesa mucho por le> 
descripción tan exacta que hace dé uu 
hombre avaro. 

29. De los olores el pan, 
de los sabores la sal. 

Es muy curioso este comentario por 
los muchos casos que refiere de suge- 
tos que estando muy débiles se reani- 
maron con solo el olor del pan. Prue- 
ba que la sal es el mejor codimento 
que puede emplearse para sazonar las 
comidas. Refiere en s^aH)nfirmacion 

3ue habiendo conquistado Hernando 
e Soto con otros muchos valientes es- 
pañoles la Florida en las Indias, con- 
trageron una enfermedad ^ de la qne 
murieron muchos , á cansa de cotner 
todos los manjares sin sal , pues no le 
babia (pá^. 269). 

30* Elagua sin color, olor ni sabor 

jr fuUa de ver el sol. 
Interesa mucho este comentario 
porque trata de las cualidades que 
debe tener el agua para ser buena , y 
de las diferentes aguas que se cono- 
cen. 

«La primera condición que ha de 
tener la buena agua es, que sea subttl, 
delicada y penetrante: por la cual ran- 
zón es muy aprobada la llovediza, en* 
eendrada en los vapores de la tierra, 
o de aire subtil: la que llueve en el es* 
tio^ fué mas aprobada de Hipócrates^ 
en el de agua y lugares: pero advirtió 
qne no se bebiese hasta tanto que es- 
tuviese cocida y colada , porque de 
otre suerte (dice) causara catarros, 
destilaciones y ronquera : adonde ha- 
bernos de entender por cocimiento y 



MEDICINA ESPAIÍOLA. 



365. 



colación^ qae tea cepoiada y asentada 
de machos días en los aigibes. 

«Es la segunda coodicion , que no 
esté detenida sin moverse^ j asi con- 
vendrá , que el agua corra ó que esté 
frecuentada en los algibes. . . ; 

cúLa tercera es » que sea ligera^ de 
poco peso , la cual' condición es muy 
considerada de la. gente vulgar^ no 
atendiendo á otras de mas impor- 
tancia. 

« La cuarta - condición es > qae con 
presteza se enfrie y. se caUeote, por- 
que esta facilidad de alterarse mues- 
tra gran satilei;a y deJicadés. Y asi 
Hipócrates en un aforismo puso. esta 
señal^ por de niuy grande importan- 
cia^ pa;fa saber cuál sea el agua ligera, 
dici^do: el agoa.que con pMateza se 
calienta y enmares muy -liviana* i 

a Es la quinta^ que en el tiempo de 
invierno este cálida y en el estío fría; 
porque significa .que no eoba de si el 
calor natur^Jiue.en el invierno se le 
junta, y en efestio no permite que el 
calor estraño.sele introdazca.' 

«La sexta se tooaa del lugar donde 
nace ; el coal ba de ser alto > y no de 
piedras, antes de tierra. Estas tales 
aguas, dice Hipócrates en el logar ci- 
tado, que son muy bnenas, dulces y 
claras , y que sufren vino , y están en 
el invierno cálidas y en estío frias. 

«Séptima.coadidon' de buen agua 
es, que la fuente corra , y el agua no 
esté detenida, porqae del movimiento 
se quebranta y sutiliza. 

«La octava condición es , que la 
fuente tenga su nacimiento corrien- 
te bácia el Oriente ó bácia nuestro 
Norte. 

«La novena ooodicion sea , que el 
agua no esté en la propia parte donde 
nace, antes muy remota de su origen; 
porque en aquel espacio sé adelgaza 
y sutiliza. . 

«Es la décima condición , que la 
parte.por donde corre el agaa no sea 
totalmente piedra, sino arefaál y tier- 



ra limpia , sin cieno bediondo. Esta 
condición trae Avicena tratando de las 
disposiciones del agua, en el libro pri- 
mero de la fea segunda. 
. «La undécima es , que el agua sea 
á la vista clara y l¡mpia> sin olor algu- 
no; porque esta se destribnye presto. 

«Es la duodécima , que no tedga 
sabor, ni olor alguno estraño» que esto 
significa la.purfza y bondad. Y esta 
tal agua es la que el vulgo llama dulce* 

«La última condición consiste en 
que el agua esté descubierta , de tal 
suerte, que los vientos la azoten > y el 
sol la hiera y cueza. G>o estas tres con* 
dicionea últimas que el agua tengí^ 
será perfectíainu , que son las que el 
presente refrán nos propone, diciendo, 
que el agua ba de ser sio color, olor ni 
sabor ^ y que la vea el sol. Las cuales 
condiciones escribe Avicena é Hipó* 
orates en Jos lugares citados. » 
' 32< JÍffia,mala 

hervida jr colada* 

Prueba que en los casos en que por 
necesidad baya de beberse agua de 
mala calidad , antea se hierva y se 
cuele. 
. 33. . uígua que corre 
nunca mal qoge. 

Habla de las aguas estancadas : es* 
pone los inconvenientes y males que 
su uso puede determinar; y en contra- 
posición elogia las aguas corrientes. 

«Y asi no hay porqué tengan escrú- 
pulo los salmanlinos^que beben del fa- 
.moso Termes-, porque antes de re- 

5ar á Salamanca limpia el Barco de 
Lvila y Alba de Termes. Ni los zamo* 
ranos antiguos dejen tan poco de el 
agua de Duero , por haber recogido 
«inco leguas antes los escrementos' de 
Toro. Ni los de la gran Lisboa. abor* 
rezcan el agua de su abundante Tajo, 
que antes purificó á Toledo y ot^is in- 
signes lugares. Ni la fértil Ecija me- 
nosprecie para su venida las ondas del 
plateado Genil y dorado Duero « que 
pocos dias antes, limpian y lavan á Gra- 



HlST. UE LA MedIG. SSPAflOLA. — TOUq 2.® 



39 



306. 



HISTORIA DE LA 



nada y Loja. Ni últimamente las da- 
mas sevillanas truequen las cristalinas 
corrientes de su andaluz Betis^ por los 
caños groseros de Carmona , aunque 
antes Córdoba las haya inficionado con 
sus caballerizas. Porque agua que cor* 
re, nunca mal coge.» 

34. Quien es amigo del vino 
enemigo es de si mismo. 

Espone los daños que resultan del 
uso inmoderado del Tino. 

«Los vinolentos pierden las fuerzas 
del cuerpo j las del ánima , que se en- 
vejecen antes de tiempo; que suelen 
morir repentinamente ; que se osen* 
recen sus hazañas; que tienen rabia ea 
el cuerpo j rabia en el ánima; que ha« 
cen mil desatinos teniendo trastorna- 
do el entendimiento ; que se convier- 
ten en naturaleza de brutos, ridículos, 
miserables; sin honra, habladores^ fu« 
riosos, feos, sin color > y loa ojos laga- 
ñosos, las manos perláticas; dan caídas; 
descubren sus secretos; caen en diver- 
sas enfermedades ; cometen enormes 
Eecados, principalmente el de la de8«^ 
onestidad , y que no son aptos para 
ser casados^/por su impotencia: tquien 
habrá que no confiese que quien es 
amigo del vino, enemigo es de sí 
mismol» 

35. Con las peras vino hehasy 
y sea el vino tanto 

que ande la pera nadando. 
Quiere probar en este refrán» que si 
el vino está muy aguado y se eeha una 

Eera, irá esta al fondo ; pero que ai es 
ueno y puro , la pera nadara en su 
superficie. 

36. Quien tuviese buen vino, 
béhalo , no lo dé a su vecino. 

Denota que el buen vino , bebido 
con moderación , es muy bueno para 
muchas enfermedades. El autor nos 
ofrece un gran ndmero de refranes so* 
bre el yino, que dice haberle costado 
mucho trabajo su recolección. Tales 
son:. 

lío hajr tal testigo 

como un moduelo de vino. 

Después de beber 



cada uno da su parecer. 
Vino sine aqua, corpore triaca, 

aquasine vino, corpore venino. 
Vino usado 

y pan mudado. 
Vino, marido, 

que me fino. 
Ajo pió y vino puro, 

pasan el puerto seguro, 
A torrezno de tocino, 

buen golpe de vino. 
Beber d codo alzado, 

hasta ver las armas delmalogrado 
A bocado harón, 

espolada de vino. 
Agua al higo, 

Y día pera vino. 
Jíná^aL el agua, marido, 

amargante y sábeme el vino. 
Beber de codo, 

Y cabalgar de poyo. 
El pece Y el cochino, 

la vida en agua, 

Y la muerte en el vino. 
El vino anda sin calzas. 
Dijo la leche al vino, 

bien venido seas , amigo. 
Tal es el vino para los gargajos, 

cual S, Bartolomé para los diablos 
Do entra beber, 

sale saber. 
Hombres buenos 

Y picheles de vmo, 
apaciguan el ruido. 

La casa envinada, 

medio empeñada* 
La vida del perdido, 

poco dinero y harto de vino. 
La que se enseria d beber de tierna, 

enviará el hilado d la taberna. 
La leche con el vino, 

tomase venino. 
Cuando el viejo nopuede beber, 

la guessa le pueden hacer. 
La muger y el vino^ 

sacan al hombre de tino. 
Lo que no va en wno, 

va en lagrimas jr suspiros. 
Quien tras ensalada no bebe, 

no sabe lo que pierde. 
Puerco fresco X vino nuevo. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



307 



cristianiUoal cementerio* 
No me eches agua al vino, 

que andan gusarapos por el rio. 
Cuando comieres pan reciente, 

no bebas de la fuente» 
La leche y el mio^ 

hacen al viejo niño. 
Pan a hoitura, 

y vino á mesura* 
Pan y inno andan camino, 

que mozo garrido. 
Suelas jr vino, 

andan camino^ 
Dijo Salomón, 

queelbuenimoalegraelcoroMon. 
Si como me diste en el ojo, 
me diera en el jarro j 
bonica me habias parado» 
El vino como rey ^ 

y el agua como buey. 
Sangraos, Marina^ 

sopa en vino es medicina. 
Si asi como corres, bebes, 

bdmonos d libres^ 
Si queréis que baile» 

ande el barril delante. 
De las aves que alzan el rabo, 

la peor es el jarro. 
37 • Comida jria^ . bebida caliente 
nunca hicieron buen vientre. 
Aconseja po habituarse á comer las 
viandas frías , ni á las bebidas calien- 
tes^ esto es, espirituosas j fuertes. 
38. O con oro , ó con plata, 

ó con viznaga ó con nada. 
El objeto de este refrán está consig- 
nado en el siguiente pasa ge. 

«Hasta aqui nuestra medicina sir- 
vió la mesa con diversidad de comidas, 
en la cantidad, cualidad, modo y oca- 
sion conveniente j sin dejar sal , pan, 
carne, pescado, fruta ni jerba de las 
que usamos con mas frecuencia , de 
que no baja tratado. Propúsonos tam* 
bien en los comentarios próximos á 
este , las bebidas qne se.usan en Espa- 
ña, de agua j vinos, j si convenga be- 
berías frías ó no: y ahora por no pa- 
recer manca, corta y descortés en lo 
último de la mesa , considerando de 
cuanta importancia sea la conserva- 



ción y limpieza de las muelas /dien- 
tes, trae instrumentos con que limpiar- 
los , diciendo qne bá de ser, ó con oro 
ó Gon plata , ó con viznaga , ó con 
nada. 

«T paraque la verdad que en si con* 
tiene esta sentencia quede mas firme 
en la memoria > se declarará, qué sean 
dientes, de qué causas, y por qué fin 
fueron bechos , qué número y dife- 
rencias sean, j qué enfermedades pa- 
dezcan, y cómo se curararán.o 

En seguida espone estensamente to- 
dos estos estremos , y termina di- 
ciendo que para cotiservarse la den- 
tadura, deben emplearse mondadien* 
tes de oro, de plata , de viznaga ó de 
nada. (Interesantísimo). 

39. Quien se ejercita descansa, 
y el que está en ocio descansa. 

Trata estensamente de los males fí- 
sicos y mora les qne acarrea al hombre 
la indolencia y la ociosidad ; y por el 
contrario los bienes qoeel ejercicio jr 
una vida activa propdróionan para 
descansar en la vejez. 

49. Dieta y mangueta^ 

y siete nudos a la bragueta. 

(Este refrán Id trae también el dic- 
cionario de la lengua). 

Entiende por dieta el buen uso de 
las seis cosas naturales: por mangueta 
entiende el uso de las lavativas. 

«La segunda cosa que nos da lasen* 
tencia con que podemos defendernos 
' de las enfermedades , y de los médi- 
cosy boticarios y barberos, es la man« 
gueta* T porque no quede duda algU' 
na en cosa de tanta importancia , se 
advierte aqui , que es lo propio decir 
mangueta que geriiíga , con que se 
echan las medicinas: mas porque anti* 
guameote en muchas partes de Espa- 
ña, y aun en eUos tiempos en el reino 
de Valencia , se usa recibir las medi- 
cinas con unas manguillas ó mangné*- 
tas hechas de cuero ó con regtgas, por 
esta causa el refrán usa de este térmi- 
no, mangueta , dándonos aviso, qne 
consiste gran parte de la conservación 
y prorogacion de la vida humana ,. en 



« 



308 



HISTORIA DE LA 



DO usar de jarabes y purgas para des- 
cargar el cuerpo j vientre , de los es- 
crementos detenidos en ¿I , antes ha- 
berse de hacer esto seguramente y sin 
inconveniente alguno^ con el admira- 
ble remedio de las ayudas^ que llama- 
mos medicinas.» 

Describe con los mas vivos colores 
los males que el abuso de la venus 
produce en el hombre ; y en seguida 
pone los remedios convenientes. 

«El primer nudo de los siete , que 
será antidoto singular para reprimir 
los ímpetus del desordenado deseo de 
la carne , es el retirarse de la mucha 
comida , y del mucho uso del vino^ 
padeciendo hambres y ayunando, por- 
que con este remedio y ñudo , se to- 
man los puertos y se impiden los pa- 
sos á la causa material del amor.» 

«Es el segundo ñudo y singular re* 
medio para no encenagarse en el vi* 
cío de la lujuria , apartarse y hújir la 
conversación de hombres y mugeres 
que traten tales actos , y siguen esta 
parcialidad.» 

((El tercer medicamento que nuda 
y liga las fuerzas de la lujuria y vicio 
de la carne, es el trabajo y entreteni- 
miento en alguna cosa que ocupe las 
fuerzas del anima y del cuerpo. Por- 
que la lujuria siempre se halla en la 
casa y albergue del ocio j sepultura y 
muerte de innumerables mancebos en- 
tregados á este miserable vicio.» 

«El cuarto fiudp de los siete, que es 
principal remedio para guardarnos de 
esta bestia fiera, será que huyamos los 
espectáculos^ juegos y comedias, don- 
de se tratan cosas deshonestas.» 

«El quinto ftudo, y no de poco mo- 
mento p^ra defenderse de este animal 
ponzoñoso , es guardarnos de tener y 
mirar pinturas deshonestas y lascivas.» 

«Es el sexto ñudo con que ataremos 
este feroz león y detendremos sus car- 
niceras uñas , que nos apartemos de 
conversación y de la lección de libros 
deshonestos. Asi lo manda Aristóteles 
diciendo : la torpeza y suciedad de las 
palabras, totalmente se debe ahuyen- 



tar y desterrar , porque de la licencia 
del mal hablar, se sigue la licencia (del 
mal obrar.» 

En el séptimo propone algunos me- 
dicamentos en los cuales supone virtud 
para apagar la llama de la concupis- 
cencia. 

41 • El viejo múdale el aire, 
y darte á el pellejo. 

Denota lo perjudicial que es á los 
viejos mudar de aires. 

En este comentario hace una des- 
cripción topográfica la mas completa 
de Estremadura. Comprende los arti- 
cules siguientes : Elstension de Estre- 
madura .¡«Templanza desusnelo.a» 
Santidad, fertilidad y riqueza de Es- 
tremadura. «* Condición de los estre- 
meños.«i*Nobleza estremeña.«« letra- 
dos de Estremadura.8=:Belicosidad de 
los estremeños. Todos estos artículos 
son muy interesantes. 

42. Salud jr alegría, 
belleza cria\ 
atavio jr afeite j 
cuesta caro jr miente. 

(linteresaotisimo). 

43. Ornen canta 

sus males espanta* 

Habla de las enfermedades en que 
conviene la música: hace ver tqs pro- 
digiosos efectos en las enfermedades 
nerviosas. (Interesantísimo). 

Parte segunda de la medicina espa- 
ñola. Compuesta por el Doctor Juan 
Sor apande Rieros. Contiene laespU'' 
cacion de otros pros^erhios muy pro* 
í^echosos para todo género de est¿ulos, 
para teólogos, juristas ,anédicos y fi- 
lósofos. Granada , por Jttan Muñoz, 

año 1615. 

1 .^ Bien cuenta la madre, 
» mejor cuenta el infante. 

Entiende por madre á la naturaleza 
que es la madre común • Se concreta 
en estos comentarios á tratar de la ge- 
neración , del embarazo y del parto. 
La primera de estas tres funciones la 
verifica la naturaleza sin ser enseñada 
de nadie , y ella tiene á su cuidado 
formar el niño ^ y á su tiempo avisar 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



309 



de ello para preparar su salida del úte- 
ro materno. De aquí toma ocasión pa- 
ra tratar de la animación del fetu j 
del parto natural. (Interesante). 

2.® Come niño y criárteos , 
come viejo, jr viiirds. 

Trata de los alimentos qae convie- 
nen á los niños y á los viejos : de las 
cualidades j circunstancias que debe 
tener una buena nodriza^ y su leche: 
de las horas oportunas para darle el 

f>echo: del tiempo que deberán lactar 
os niños: aconseja que estosdebenem* 
pesar á tomar alguna sustancia sólida, 
como papilla , desde que tengan los 
dientes cuajados j fuertes. 

3.^ Siguieres que tu hijo crezca 
IdíHÜe los pies y rápale la cabeza. 

Recomienda muchísimo los baños 
generales j la limpieza en todo el 
cuerpo para adquirir fuerzas y- ro« 
bnstéz. 

4.® Huir de Ut pestUeneia 

con tres Ulj es buena ciencia. 

Al esnoner los estragos de una peste, 
dice asi: 

«El tnas cruel y opuesto enemigo 
que la naturaleza humana tiene, es la 
peste: esta súbita y desaforadamente 
asalta el corazón (parte mas principal 
del hombre, y que es fuente y origen 
de la vida) y con su veneno y malicia 
le destruye. Trae este horrible con- 
trario por compañeros el mortal con- 
tagio, la calentura maligna, manchas, 
pintas, landres, carbuncos, desvarios, 
modorras, temores, tristezas, sed, can- 
sancio ^ fastidio , vómitos , ensueños, 
congojas, inquietudes, frió en los es- 
tremos , y fuego interno , pulsos des- 
iguales , muy pequeños y frecuentes, 
y todas las malicias y traiciones que 
en los demás particulares venenps se 
hallan, todas ellas como en eminencia 
se juntan en sola peste. Hace este mi- 
serable mal que desamparen padres á 
hijos y hijos á padres *, no hay amigo 
tan fiel ájquien no debilite y enílaquez- 
ca contra la cosa amada. Els azote y 
castigo del cielo , es una bestia fiera 
y cruel dragón , que con invisible 



cuerpo y malignante natura , se es- 
parce por el aire, despedazando y 
sorbiendo cuantos delante halla. T en 
conclusión, es de tan horrible esencia, 
que de todos los millares de hombres 
que alcanza con su aliento , la mayor 
parte mata. Y asi suele aniquilar rei« 
nos, destruir provincias, y dejar mu- 
chas ciudades desiertas, no perdonan- 
do á niño ó viejo; y esto sin que la in- 
vención humana haya hallado antido- 
to ó triaca que equivalga á las fuerzas 
de tan terrible enemigo. Solo un reme- 
dio hay cierto^ el cual abrazará el pru- 
dente; este será único solacio y refri- 
gerio suyo en tales adversidades , que 
es huir de tan pernicioso mal con las 
tres 111 que el refrán muestra, y ade- 
lante declararemos.» 

Las tres 111 significan huir luego, 
lejos y largo tiempo. 

En seguida espone las señales que 
su^D preceder en tiempo de peste; 
ha£la de los remedios que pueden em- 
plearse para su preservación. Ultima- 
mente recuerda al médico que tenga 
en la memoria cinco cosas que empie- 
zan por f y son muy buenas; y otras 
cinco que también empiezan por f y 
son muy malas. 

Las primeras son: 

Flebotomía, focus, fuga , /ricatio, 
Jluxus* 

Las segundas son: 

Fames,fatigatio,fructU8,f<Bmina, 
Jlatus, 

ANDRÉS GERÓNIMO ROCHA. 
Me son desconocidas sus circunstan- 
cias biográficas. 

Escribió: 

Utrum in affectu epidémico , qni 
nostris temporíbus visus est, garroti- 
lio á \fulgo apellatus ^ conveniat medi* 
camentum expurgans in principio. Per 
licenciatum Hieronimum, Itoch. His^ 
paU 1614 í/i 8.^ 

Reprueba los medicamentos por- 
gantes administrados en el principio 
del garrotillo, esto es , en los cuatro ó 
seis primeros días. 

JUAN DE SOTO, natural de Gra- 






310 



HISTORIA DE LA 



JT^ 



nada; estudió en su universidad la me* 
dicina, y en ella llegó á ser catedrático 
de la de vísperas. 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente. 

lÁhro del conocimiento , curación jr 
preser\facionde la enfermedad de gar^ 
rotulo, donde se trata lo que ha de ha^ 
cer cada uno para curarse y preser-* 
varse de esta enfermedad , según su 
complexión, edadjrnaturaleza. Com^ 
puesto por el Doctor Juan de Soto. 
Granada 1616. 

Esta obrita dio mucho crédito al 
autor , según demuestran los ocho so- 
netos que se leen al principio de ella^ 
dirigidos len alabanza suya* 

EUta obra está dividida en dos par- 
tes: en la primera trata de las causas, 
diagnóstico^ pronóstico y curación: en 
la segunda de la preservación. 

La primera parte está subdividida 
en siete capítulos. 

En el 1.^ trata de la esencia y ser 
delgarrotillo» 

Define esta enfermedad «una ca- 
lentura popular maligna , contagiosa^ 
acompañada de inflamación, y las mas 
veces llagas en la garganta^ que acome« 
te y mata á muchos.» Se entretiene 
después en comentar estensamente to- 
dos los estremos de la definición , con 
especialidad en el de contagio. 

En el capitulo 2.^ de las causas de 
esta enfermedad. 

Considera como tales el influjo ce- 
leste , la mala cualidad del aire , y la 
causa eficiente un humor venenoso en- 
gendrado en el cuerpo , desarrollado 
por los malos alimentos, y propagado 
de unos á otros por contagio. 

En el 3.^ espone las diferencias del 
garrotillo. 

Supone que el garrotillo puede com- 
plicarse ya con una calentura pestilen*» 
cial diaria, ética y pútrida^ 

En el 4.° trata del pronóstico. 

En el 5.^ de la curación. 

Aconseja las sangrías generales en 
el principio*, y caso de no poder prac- 
ticarlas, la aplicación repetida de san- 



guijuelas (pág. 116). Reprueba la san* 
gría de las sub-linguales y la aplica** 
cionde ventosas, ya secas ya sajadas, i 
las espaldillas; pero las aconseja en par* 
tes muy distantes de la afecta, tales son 
las pantorrillas. Propone los purgan- 
tes y eméticos, aun en el principio de 
la enfermedad , sí se conoce que hay 
turgencia de humores en el estómago 
ó intestinos. 

Dedica el capítulo 6.^ d tratar de 
la curación del garrotillo en partid 
cular. 

Este capítulo es sin duda el mas in- 
teresante de toda la obra : hasta aqui 
habia tratado el autor de la curación 
del garrotillo en general, prescindien- 
do de edades. En este se concreta es- 
clusivamente á los niños. Recomienda 
las sangrías generales , aunque encar« 
ga toda moderación : la aplicación de 
sanguijuelas, las ventosas escarificadas, 
los enjuagatorios acidulados , y sobre 
todos el alumbre, ya en polvo fino pa- 
ra espolvorear la úlcera, ya en disolu- 
ción con el ojimiel. 

En el capítulo 7.^ trata de la cura^- 
cion de alarnos síntomas en parti'^ 
cular, 

libro segundo. Donde se trata de la 
preservación de los cuerpos humanos 
para que no caigan en esta enferme» 
dad de garrotillo* 

Trata en los cuatro capítulos pri- 
meros de los mediosque deberán tomar 
para libertarse de esta enfermedad los 
sugetos dotados de un temperamento 
bilioso, linfático, colérico y melancó* 
lico. 

En el 5.® del modo de preservarse 
los niños que Utctan,jr los viejos. 

Esta obra de Juan de Soto es muy 
recomendable por la eicactitud con que 
trata de la materia. Tiene el defecto 
como otros de su siglo el dar la impor- 
tancia que no tienen las influencias de 
los astros. Pero esta preocupación es 
propia de la época. También es nece- 
sario confesar, que en muchas partes 
copia pasages enteros de otros médi- 
cos españoles sin citarlos^ tales son Luis 



MEDICINA ESPAlSOLA. 



311 



Mercado^ Alonso Freilas jr Juan de Vi» 
UareaU Aun cuando se le puede cen* 
surar algún tanto de plagiario^ sin em- 
bargo su obra es digna de consultarse, 
y una de las mejores que tratan del 
garrotillo. 

ENRIQUE VACA DE ALFARO, 
natural de Córdoba, estudió la medi- 
cina en la universidad de Sevilla, j la 
cirugía con Bartolomé Hidalgo de 
Agüero. Ejerció ambas profesiones con 
mncbo crédito en Córdoba y Granada* 



Elscribió una obra con el titulo si- 
guiente. 

Proposición quirúrg^a, jr censura 
judiciosa entre las dos vias curativas 
de heridas de cabeza , común y partid 
cular,y elección de esta. Por elli^ 
cenciaao Enrique Faca de Alfaro, 
Sevilla 1618. 

Al principio de ella bay nn gran 
número de sonetos en elogio del autor» 
compuestos por los mejores poetas que 
había en Sevilla en aquella época. 



Las yerbas de Esculapio reducidas 
A hojas, muestras tan piadosamente j 

Í)ue desterrando el hierro impertinente 
gnoran el rigor graves heridas. 
El tajo de tu pluma dio a las vidas 

Docta segundad j porque consiente 

Nunca acero en sus puntos , que al puliente 

Ingenio , no acobardan homicidas^ 
Venere , pues , teórica fundada 

El ignorante crudo , que su acero ^ 

Sm especulación ha practicado» 
Envaine el vengativo ya la espada. 

Que esta ciencia tú menos austero 

Emulo eres del sangriento hado. 

Vulnera curandi capitis penetralia ^ longo 

Ohruta jamfueratt tempere ^certa via. 
Sic ea chirur^us curahat quisque modellis 

Intertis, illis plurimus error erat. 
Plurima sic honmum miserorum turba períbat, 

Quas mortemfugeret, tum queque rarus eral. 
Doctores scripsere dúo prascepta medendi 

JctSfus, ob oscuris illa notatamodis. 
Hunc^ Vaca docte^ facis nos tro sermone lihelwn , 

Qui verum monstrat, dogmata clara ferens. 
Quoque modo tutius curantur vulnera tradis. 

Ingenio prcBstans ^ clarus et arte tute. 
Omma distincte nullis amba^bus, illa 

Objicibus nulUs, om^iia clara doces* 
Hoc opus in lucem prqfers, catate cogente, 

Commotus vero pacificator ades. 
Hispano sermone elvens^ pariterque latino. 

Aune cupíi, exoptatj inhiat, ardet, amat. 
Ómnibus utilitas parietur, pignora magna 

Decerpta ex illo póstera turba canet. 
Hoc, Enrice, geris nítida, vindique inventa 

Sacula\ qmd^Juerint si tibi sera, dabis? 
O nimium focUx, o prcestqns Corduba, tantos 



312 



HISTORIA DE LA 

Quoí foBCunda parís, qucs/bues alma viras* 
Vive diu, numeres longcevií Nestoris armos. 

Ómnibus ut prosis scecula mille tibi, 
Hunc vos Herculides' lauro redimite virenti, 

Hvncferte in coelum laudibus , encomiis» . 
Hunc canat immenswn superstes fama per orbem 

Detractor pereat \ sit procul invidia. 



El Doctor Jaan de Luna, decano de 
la facultad de medicina en SeYÍlla, dio 
un informe sobre el autor^ en el que 
dice: es culto en el chalilo, ingenioso en 
la disposición, grave en el asunto^ ver- 
dadero en las citas ^ cuerdo en la pro- 
posición^ agudo en las razones, dando 
muestras de gran médico, filósofo y ci- 
rujano, en lo que á cada una de estas 
ciencias toca. 

El nuevo método de curar las heri- 
das de cabeza propuesto por Bartolo- 
mé Hidalgo de Agüero , y las serias y 
acaloradas cuestiones que contra él sus- 
citó Juan Fragoso, teniao divididos ¿ 
los profesores de España en dos parti- 
dos , anos que seguían el método co- 
mún, y otros el de la vía particular. 

El autor lleno de buena fé, amaes- 
trado por una práctica feliz, y dotado 
de talentos, comprendió que tanto los 
partidarios del célebre reformador co- 
mo los del conservador abusaban de su 
método; y que si bien era verdad que 
hablando generalmente debia prefe- 
rirse el método de Agüero, habia igual* 
mente casos en que no podia tener es- 
te una rigurosa aplicación. Asi, pues, 
se propuso presentar la cuestión bajo 
su verdadero punto de vista en la pre- 
sente obra. 

EIn la introducción se queja con ma- 
cho fundamento de que los médicos 
desdeñándose de ejercer la cirugía, la 
dejasen abandonada á los cirujanos ro- 
mancistas. 

«Divídase j dice , la medicina en 
muchos miembros , no empero de 
tal suerte , que la teórica chirúrgica 
se fie en todo de un cirujano roman- 
cista ; dése á él la mera operación co- 
mo fiel ejecutor. Sea el médico dueño 
nosolode la ciencia teórica, sino tam- 



bién de la operativa , distinta de la 
simple operación. Pues vemos del po- 
co estudio y atención que aplican los 
médicos á esta ciencia, cuantos yerros 
se cometen á cada paso, ocasión de mu- 
chas muertes, y de que viéndose el ar- 
tífice señor del campo , eche por me- 
dio, obrando y evacuando sin distin- 
ción, indicación y tiempo. Hablen los 
miseros heridos de cabeza , afecto tan 
arduo , que obligó á muchos doctos 
médicos antiguos á trabajar, escribien- 
do en particular (para enseñanza de 
los posteriores) su curación. Espuela 
que ha incitado mi deseo á recopilar sec- 
tas encontradas, haciendo entre ellas 
ana censura judiciosa , y eligiendo , a 
mi ver, la mas llegada á razón. Sea 
camino para que de hoy adelante, no 
dude el médico operante , tenga poer* 
to determinado , donde conducirse, y 
el triste doliente halle piloto sabio que 
lo dirija al de sa salud. Recibe mi 
buen celo, mientras otro mas suficien* 
te reduce á mejor término este tra- 
bajo.» 

Divide su obra en dos libros. 

En el primero, que subdivide en 
treinta y un cap¡talos,se objeta todos los 
argumentos de los autores que sostenían 
las ventajas del método común sobre 
el particular: seguidamente contesta á 
ellos uno por uno , y por fin sienta su 
opinión particular. 

«Propuestas (según se ha visto) pro- 
blemáticamente ó por ambas partes^ 
las dos vías curativas de heridas de ca- 
beza, con sus razones y autoridades, 
será bien (antes de hacer elección de 
la mejor) formar desapasionadamente 
un juicio y censura entre las dos (según 
prometimos en el título de esta obra) 
libres de toda emulación, por ser dig- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



313 



ni de Tarooes cuerdos j que profesan 
buenas letras, á quien no debie admi» 
rar la variedad de opiniones , que á 
cerca de un mismo punto y diBcultad 
suele haber , pues siendo diversos los 
ingenios de los hombres» fuerza es ca- 
da cual discurra y raciocine según se 
calza ka especies, y forma las ideas; ,de 
donde aunque á cada cual parezca dar 
en el blanco y tino de la verdad ^ no 
debe vituperar por eso con oprobios al 
que, siguiendo contrario parecer, erró 
al sñjOy supuesto tenga mas probabili* 
dad y razón; demás de que puede co- 
mo hombre engañarse, y atinar con lo 
verdadero quien ¿I no piensa. 

«Esto a8¡> digo de las dos vías y opi- 
niones propuestas ^ ser muy doctas y 
dignas ambas de ser admitidas, y sus 
autores merecedores de estimación; 
pues aunque contrarias en los medios^ 
se dirigen í un mismo fin , tan loable 
como es la salud humana : la común 
tiene de su bando casi a todos los va- 
rones doctos que profesaron el arte de 
medicina^ antiguos y modernos (según 
vimos) con la aprobación deesperien- 
cia tan larga , como desde el siglo de 
Hipócrates (y aun antes pues no cons- 
ta fuese el inventor de ella) al nuestro 
¿ corrido. La particular, pues, ya que 
no de tantos ingenios y edades enri- 

?|uecida, no al menos pobre de razones 
uertes y de feliz esperiencia, que ca- 
da dia la van favoreciendo y dando 
alas, para que corra en hombros y opi- 
nión de doctos cirujanos, de los cuales 
no pocos hay en la patria de nuestro 
autor , donde hoy mas se ejercita , y 
donde tal suerte se ha desterrado el 
uso de la común , que apenas se halla 
memoria de ella. Siendo, pues, nues- 
tro intento elegir de estasis masaoer- 
tada á nuestro voto (á fin de que el ci- 
rujano desde hoy no ande entre las dos 
indiferente y dudoso en la ejecución 
manual) nos inclinamos á la particu* 
lar, eligiéndola por mas segura , sua- 
ve, mejor, y digna de ser (por la ma- 



yor parte) observada y puesta en eje- 
cución, y su autor de justa alabanza.» 

El libro segundo se reduce á epilo^ 
gar las opiniones ¿ideas que emitió en 
el primero, y á confirmar su veraci- 
dad por algunos casos prácticos de has* 
tante interés. 

La obra de nuestro Alfaro es sin 
duda una de las mejores que se han 
escrito en el siglo XVII : la buena fé 
con qne discute las opiniones , la im- 

Í marcialidad y respeto con que emite 
as suyas contra las exageraciones de 
unos y de otros , y la elección <lé los 
casos prácticos que presenta j hacen á 
esta obra muy recomendable y digna 
de ser consultada por todo el que de- 
see conocer á fondo el estado de la ci- 
rugía en su época , con relación á este 
particular. 

Epístola al Doctor Andrés Hurta'* 
do de Tapia , medico del ilustrisimo 
Arzobispo de Sevilla. De la natura^ 
leza del tumor preternatural. (Sevi- 
lla Ib.). 
' No ofrece absolutamente interés. 

Epístola al Doctor Alonso Draper 
de r alenda, insigne médico seíñllano: 
De la patria y origen de Avicena jr 
otros doctos médicos árabes. 

Estacárteos uno de los escritos mas 
curiosos y eruditos que yo be visto* 
En él prueba: 1.^ que Avicena, cono- 
cido con la denominación de Principe 
de los médicos árabes, no fué de Cór- 
doba ni espaftol: 2.® que cuanto nues- 
tros historiadores han dicho sobre este, 
debe entenderse de otro médico lla^ 
mado Avicena , no menos famoso qne 
el primero; 3.^ alega un gran número 
de textos de historiadores antiguos, 
tatito eclesiásticos como profanos , en 
comprobación de esta verdad. 

Este escrito , repito, es interesan- 
tísimo para la historia de la medicina 
árabe espa&ola. 

FRANCISCO FIGUEROA , na- 
tural de Sevilla : estudió la medicina 
en esta universidad, y concluida mar* 



HlST. DE LA MsniC. BSFAiiOLA. — TOMq 2.*' 



40 



314 



HISTORIA DE LA 



ohó á Lima» en oaj» ciodacl la ejerció. 
Faé médico del esoelentiaimo ae&or 
marqués do Montes Claros^ yirey del 
Peni, al oua! dedicó la obra siguiente. 

lÁbro de las calidades y efectos de 
la Iota, de una especie de angina, gar^ 
rotulo ó esquinancia mortal. Lima^ 
casa de Francisco Cauto, 1616. 

LORENZO DE SAN MILLAN, 
médico de la ciudad de Sevilla. 

Escribió. 

Parecer en que se trata de laesen* 
cia, diferencia, causa , señales , pro^ 
nóstico, curación metódica^ genuina y 
propia de la enfermedad que vulgar» 
mente Uaman garrotejo, r entre me-- 
dios se mueven algunas dudas dignas 
de saberse , asi para el conocimiento 
de esta enfermedad y su curación co^ 
mú otras^Y se responde a ellas. Za« 
ragosa 1616. 

No he TÍsto esta obra. Nuestro Vi« 
llalba dice que la vio en la biblioteca 
de San Ildefonso en Zaragoza. Nada 
nos dice de ella j sino que trata al fia 
de la Curación local del garrotillo de 
ioi niftos. (Villal. Epidemiol. Esp. 
tomo2.*p. 38). 

FRANCISCO MATÍAS FER- 
NANDEZ , nació en Mérida: estudió 
la medicina en Granada , y concluida 
quedó en ella de médico. 

Escribió la obra siguiente. 

Doctoris Francisci Mathei Fernán' 
dez medid et philosojM defacukati^ 
bus naturaübus, Disputationes medi" 
cee et phihsoplÚQas. Granatce 1616, 

Divide su obra en tres partea: en la 
1.* trata de laa facultades naturales 
del cuerpo humano en general. Con- 
sidera al cerebro como origen de las 
facultades animales, al corazón de las 
vitales, y al hígado de las naturales. En 
la 2.* habla de otras cuatro secundarias 
a estas tres, que llama menos principa^ 
lesj y son facultades atractiva, reten» 
tiva, coneoctiva y espulsiva : a la pri- 
mera atribuye los efectos de la nutri- 
ción; á la segunda los de la absorción; 
á la tercera los de la digestión, y á la 



cuarta los secretorios. En la 3.* trata de 
ks facultades que llama ministradas, 
y entre ellas de la eeneracioo. 

Entre estas cuestiones ofrecen algún 
interés la segunda, en la que trata scd>re 
si es ó no necesaria la confluencia de 
los dos sémenes para la generación : y 
la cuarta en que discute la causa de la 
semejanza de los hijos con los padres. 

Esta obrita contiene ideas muy ade- 
lantadas sobre los referidos puntos, 
atendiendo á la época en que se pu« 
blicó: no es estraño, pues, que ella ob« 
tuviese tanta oelebriuad. 

JUAN DE CASTRO. Nada me 
consta de este, solo que fué médico y 
boticario ^ y que se dedicó á ejercer 
esta segunda facultad. 

Escribió una obrita con el titulo si- 
guiente. 

Historia de las wrtudes y propie^ 
dades del tabaco , y délos modos de 
tomarle para laspartes intrínsecas, y 
de aplicarle a las estrinsecas. Córdo- 
ba 1420, en 8. "^ 

Esta obrita es sumamente rara. Es- 
tá dividida en veinte capítulos. En el 
1 .^ describe los caracteres boUnicos 
de esta planta, y los nombres con que 
se conoce en las diferentes partea del 
globo* 

En el 2.^ marca los logares en 
que se cria, la mejor manera de culti- 
varlo, su producción y época de re- 
cogerle. 

En el 3.^ habla del uso que de él 
hacían los indios; de su importación á 
Europa, y de las nuevas virtudes me- 
dicinales que posteriormente a su pro- 
pagación en esta parte del mundo fue- 
ron descubiertas. 

En el 4.^ de la preparación que de 
él se hacia para que durante la na- 
vegación no se desvirtuase. 

En el 5.^ de las diferencias de ta- 
baco cogido en Caracas, enCarcanes 
y en Honduras : prefiere el primero. 

Eln los capitules restantes trata es- 
tensamente de sus propiedades medi'* 
cinales, de su uso , maneras diferen- 
tes de administrarle : refiere muchas 



MEDICINA ESPA190LA. 



315 



composkiooes farmácéaticas ' aae ea 
sa época se elaboraban , teniendo por 
base esta sustancia. 

ANTONIO FONSECA , nataral 
de Lisboa , estadio la medicina en Sa** 
lamanca ^ y terminada stt carrera fué 
médico militar. 

Eslando en el servicio escribió U 
obra siguiente. 

De epidemia fehríU gra^sanie in 
exérciiuregjisc^hotioi in inferían po" 
latinólo ottno 1520^ 1621. Tracta* 
tus in guo Jehrís nudigruB , esentiaf 
eausm, signa, diagnostica etpronosti^ 
caf et methodus curatitfaphitosmhicáB 
et mediee elaeidantur. Mecarinac^ 
1623. 

No he visto esta obra. (Véase ¿Vi'», 
llalba Op. cit. pág. 40), 

TOMAS AGUIAR estadio U me- 
dicina en Alcalá de Henares ^ y enla^ 
misma oniversidad obtuvo una cáte«> 
dra de medicina , la cual desempeñó 
basta (jue fué nombrado médico de 
cámara del duqae de Arcos. 

Escribió una obra sobre el garroti- 
Ho^ con el titulo- signente. 

Thomm de Agodar doctorís medici 
apologia pro consiüo medieinaU in di^ 
ndnuta visione ab eo prc^serípto et de* 
nuo conñrmaJto. Adversus auas epis^ 
tolas doctissimi Doctorís Ildephonsi 
Nuñez Llerenensis , medici hispalien-^ 
sis , cuancensurís in easdem et in li^ 
bmm de faudum ulceríbus angmo^ 
sisadeodem aucthore Nuñez eatum. 
MarcetuB 1621 , in 4.^ 

El autor se propone en esta obra re* 
batir algunas ideas de las emitidas por 
Alfonso Nuñes de Llerena en los ea* 
critos ya citados. 

Dividió su obra en ochenta j ocho 
artículos^ con el epigrafe|de censuras» 
En ellas espone el texto de Nuñez , y 
á continuación inserta sus objeciones 
en forma de comentarios. 

Aguiar trata en las primeras de la 
influencia de los sistemas en medicina; 
compara el de los metódicos y el de 
los empíricos » y prueba aue el empi- 
rismo apoyada en la espenencia y con- 



ducido por la razón» era preferible al 
doema ttsmo que esduia la esperiencia v 

En las restantes ceaauraa se va faa*^ 
cieodo cargo de las ideas de Nuñez». 
relativas á las enfermedades indicadas» 
y contesta á ellas. 

Esta obra ofrece aun en el dia bas* 
tante interés» y en su tiempo ofrece* 
ria muchísimo mas ^ porque todas las 
materias que se propaso discutir » lo» 
están con una crítica muy severa y 
erudita. 

Esta obra es muy rara. D. Nicolás 
Antonio no la eonoció* » y probable- 
mente tampoco Alberto de Haller»i 
euando dice que se iraprioiió en Mur« 
cía» siendo asi que lo-fué en Marche- 
na» como acaba de verse. 

ANDRÉS TAMAYO » nalueal ^e 
Madrid » hijo del licenciado Tamayo» 
cirujano de S. M.» fué díscipulode loa 
doctores Luis del Valle» de Pablo Sa- 
linas y de Francisco Pérez de Herrera» 
médicos de cámara d» Felipe III. < 

Escribió. 

Tratado breve de álgebra jr garrO" 
ftV/b. Valencia 1621. ^ 

Divide su obra en tres libros. 

En el primera despniss de recomen- 
dar el estudio de le anatomía para la 
cirugía» trata de la osteología jr de la 
dislocación de todos los huesos. 

En el segundb de las causas^ sinto^ 
mas » diofpostieo y curación de las 
fracturas. 
' En el teróero de las causas, señales 
y diferencias del garrotUlo. 

Refiere el método adoptado enton* 
ees por los principales médieas de la 
corte para curar dicha dolencia. Trae 
la historia de una muqhacfaa que m«i- 
rióálos nueve diaa de enfermedad», 
corroídas lametobrana mucosa: de la^ 
laringe y las venas y arterias (pi ,49).. 

Presenta también algunas observa- 
ciones de muchísimo interés » cuales 
son de algunos enfermos que murie- 
ron sofocados » no por la enfermedad,' 
sino por habérseles quedade dentro do 
las fÍEittoes el hisopillo con que les toca- 
ba nías úlceras* 



316 



HISTORIA DE LA 



Los doB libras primeros no ofrecen 
mocho interés^ pero si el tercero, el 
cual debe ser consalUdo y bien estu- 
diado. 

BENEDICTO MATAMOROS 
VASQUEZ GALLEGO , estadio la 
medicina en la universidad de Sala- 
manca bajo la dirección del célebre 
Rodrigo de Soria, y en la misma re- 
cibió la borla de doctor. Despnes pasó 
á Osnna^ en cuya universidad fue ca- 
.tedrático de filosofía y de medicina. 

Escribió una obra con este titulo. 

SeUctarum medicincB Disputatio" 
num tomus 1 in quo praster ea quce de 
fehrium theoria, coccione et putrtdi'^ 
ne et aUüs ex proffeco áisputantur; 
plura etiam alia difficilima adutram^ 
que medidnai partem spectantiaj obi" 
terdisquiruntur. Auctore..., Vrcuath 
ne 1622 infoL 

Dividió esta obra en cnatro libros. 

En el 1 .^ snbdividido en dos trata- 
dos cUscuie si la esencia de la calentu^ 
ra consiste ¿no en el calor. 

En el 2.^ tratade las diferencias de 
las calenturas. 

En el libro segundo , snbdividido 
también en otros dos tratados, habla 
en el ^.^ délas causas. 

En el 2.^ de los tiempos de las ca^ 
Unturas. 

En libro tercero del diagaosticoj 
pronostico jr curación de las calen" 
turas. 

Dedica el libro cuarto i tratar de la 
cocción y putrefacción , para esjplicar 
la tíaturalesa , canus , diagnostico, 
pronóstico y curación de la calentura 
pútrida. 

Este libro es sumamente confuso, y 
no merece leerse en cuanto dice reía* 
cion oon la parte teórica de la calen- 
tura; mas otrece mucho interés en la 
parte descriptiva de la calentura y de 
su curación. 

La obra de Matamoros es intere- 
resante bajo el concepto de histórica; 
ella nos confima que en el siglo 
XVII la medicina de nuestros espa- 
ftoles era únicamente espafiola, y que 



• 1. _ » 
icos a 



en ves de recurrir nuestrot 

la autoridad de autores estraogeros, 

citaban los patricios. 

Esta como todas las de su siglo^ se re* 
siente de tanta cita y de Unto texto, 
que á veces para esplicar uoa cosa sa- 
bida y de poco momento, lasobrecar- 
Ía de autoridades de Hipócrates , de 
raleno, de Avicena, de Rhassis y otros 
muchos (1). 

ANTONIO COLMENERO DE 
LEDESMA fué médico y cirujano en 
Ecija. 

Apolo fjuí chirurmca del licenciado 
Colmenero de Ledesma, medico y ci» 
rujano de Ecija, al D. Prancisco de 
Ancona^ médico y cirujano de la ciu* 
dad de Seinlla. Sevilla 1622. 

En esta obrita se propuso el autor 
disentir si podia haber derrame en el 
cerebro ó sus membranas , sin prece- 
der conmoción en dichas partes. 

Prueba la afirmativa. 

Tratado de la naturaleza^ jr cali^ 
dad del chocolate . Madrid 16j1« 

Después de referir los componentes 
del chocolate y describir sus propie- 
dades, lo considera como alimento. Co- 
loca esta composición entre los medi- 
camentos calientes; aconseja el que se 
tome con moderación , y no se abuse 
de él como sucedia en aquella época en 
Madrid. También discute si quebran- 
ta el ayuno; prueba la afirmativa. 

GABRIEL FONSECA, portu- 
gués, estudió la medicina en Salaman- 
ca: terminada su carrera marchó á Pi- 
sa, en cuya universidad fué catedráti- 
co (lor espacio de algunos aftos. Desde 
esta ciudad pasó ¿ Roma, en cuya ca- 
pital ejerció la medicina. 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente. 

(1) Eo el siglo XVll trs ti gesto do- 
mioaote de los aotores traer maches citai, 
y hacer otteotacion y eUrde de eraditoi y 
llteralos. Eo el siglo XIX se peca del es- 
treno opuesto. ¡Ytfyase lo uno por lo otro! 
Unos se ?an el iofiemo por cartas de mes 
y otros por cartas de manos. 



1 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



317 



.% 



Gabríetís á Fonseca Lmsitani me^ 
dicidceconomia, in qua omnia qiue ad 
perfecti medid munus attinent brevi' 
bus espUcantur* Romee 1623 m 8.^ 

El autor la dedicó al cardeoal Don 
Gaspar de Borgia. Contiene yeiote ca- 
pítulos. 

Eo el 1 .® recomienda mncbo al me- 
dico la asistencia de los enfermos. 

En el 2.^ trata del ornato del médico. 

En el 3.^ le aconseja que ponga to- 
dos los medios imaginables para ad- 
quirirse una Terdadera reputación. 

En el 4.® prueba que el médico de- 
be ser virtuoso^ j le indica las Tirtu- 
des que con especialidad debe poseer. 

En el 5.^ aconseja al médico que es- 
tudie bien la topografía fisica y mé- 
dica de loa pueblos en que ejerza su 
profesión: tales son entre otras cosas la 
situación, el clima , la naturaleza del 
aire y de las aguas» los alimentos y be- 
bidas ordinarias , las costumbres y las 
enfermedades que reinan con prefe- 
rencia. 

En el 6.^ describe la topogrfia mé- 
dica de Roma. 

En el 7.^ Expone lo que debfe ba- 
oer el médico al fisitar por primera 
?ez á un enfermo. 

En el 8.^ aconseja al médico que tra* 
te y hable á un eofermo como amigo, 
que procure grangearse su confianza, 
y desranecer todas sus aprensiones in- 
fundadas. 

En el 9.^ dice que lo primero que 
debe procurar es el conocer bien la 
enfermedad; j dado caso de no cono* 
cerla le dicta el modo de conducirse. 

En el 10 que sea e^uto y prudente 
en emitir el pronóstico. 

En el 11 previene que jamás debe 
decirse al enfermo que se muere , ni 
abandonarle aunque sea en el estado 
mas desesperado. 

En el 12 recomienda las consultas 
de los médicos. 

En el 13 dicta á los médicos Is con- 
ducta que deben guardar en las con- 
sultas. 

Eln el 14 asegura que el médico de- 



be conocer bien todos los recursos de 
la terapéutica para hacer de ellos una 
buena y oportuna aplicación. 

En el 15 encarga la mayor vigi- 
lancia en el tratamiento de las enfer- 
medi^des agudas^ para saber aprove- 
char las ocasiones oportunas que pue- 
dan presentársele en su curso , y las 
cuales pasadas, ja no vuelven por la 
celeridad que corren los periodos. 

En el 16 regula la conducta que 
debe observar el profesor en la cura- 
ción de las enfermedades agudas. 

En el 17 rebate la opinión de aque- 
llos que atribuían á la fortuna el resul- 
tado de las curaciones. 

En el 18 previene á los médicos de 
los reyes la conducta que deben tener 
en su espinosa práctica. 

El autor asegura que es el peor 
puesto que puede ocupar un méaico. 

En el 19 prueba que al médico se 
le deben compensar bien sus honora^ 
ríos, jrsele debe honrar como d señor 
de las vidas* 

\Quan salebrosum periciüosumque 
sit mediéis hoc auUcum iter! per perí^ 
cula pervenitur ad grandius pericu- 
lum Interesantísimo para ios mé- 
dicos de cámara de los reyes. 

JUAN CARLOS AMAT, natural 
de Monistrol , cerca de Monserrat. 
Elstudió la medicina en esta universi- 
dad de Valencia, siendo sus maestros 
los Doctores Juan Plaza, José Rei- 
gnart, Jaime Segarra y Vicente Salat. 
Terminada su carrera regresó á su 
pueblo, y fué médico del monasterio 
de Monserrat. 

Escribió varias obras. 

Fructus meJHciruB ex varUs Galeni 
locis decerpti» Auctore Joanne CarO" 
lo Amato Mordstrolensi , Doctore 
medico Sfontiserrati. Editio quinta 
auctior inumerisque locis correctior. 
Cui aceeserunt aphorismorum sectio^ 
nes octo, cum fnethodo^ qua aphoris^ 
mi in certum ordinem digesti , et cu:u^ 
rate dispositi exhibentur. Con la tari- 
Ja jr precios de las medicinas. Valen' 
tice 1685. 



71 



318 



HISTORIA DE LA 



La primera edición de esla obra lo 
foé^eti1622. 

Esta obra es an coropeniKo suma- 
metite reducido de medicina j de ma* 
teria médica.^ Describe las enferme- 
dades con tanta lacón icidad que en mi 
concepto no puede ilustrarse el prác-¿ 
tico ni apreüder el estudiante. La ma- 
teria médica no es mas que una gran 
colección de fórmulas maa ó menoa 
acreditadas en su tiempo para difieren- 
tes males. Estos dos tratados no mere- 
cen la pena de leerse. 

El tratado de los aforismos ofrece 
mas interés por el orden con que los 
dispuso. Lo que en el siglo XIX had 
hecho Garcia^ Suelto j otros muchos, 
que se han dedicado á poner loa aforis* 
mos del padre de la medicina con or- 
den y buen método para poderlos con- 
sultar en los casos necesarios, esto mis* 
mo practicó el autor. 

Espone las enfermedades, j en se- 
guida lodos los aforismos que tienetí 
relación con ella. 

Imprimió después sus cnairocieñtoa 
aforismos ó proverbios catalanes , de 
los cuales entresacó algunos el señor 
Torres y Amat, que por ser muy ins« 
tructivos los inserto á continuación. 
Si hablan mal del ausente, 

e{f Ítalo tú presente. 
Los sabios tienen por mengua j 
mal uso hacer de su lengua. 
Cuando recoge la hormiga, 
no te sientes en la viga. 
Al niño que pierde al padre, 

aléjale de la madre. 
La muger que al marido ama, 

téngíUe limpia la cama. 
La casa en que se trabaja, 

nunca está sin pan m paja. 
Si ves en secreto hablar, 

no te acerques d escuchar . 
Siempre tas fiestas mayores, 
causan a( vientre dolores. 
El que ocioso entra en tu casa, 

es un fuego que la abrasa. 
Lo que al sacerdote sobre, 
todo debe ser del pobre. 
Da siempre el mejor bocado, 



al padre que te ha enjendradb. 
Cuando un hueifo estés sorbiendo, 

no lo chupes con estruendo. 
Amistad por interés, 

no duray pues no es. 
Oirás jr mirarás^ 

y si {fes algo calUnw. 
Paga al grande sus drechos, 

y huye de sus techos. 
Serás tenido por sabio, 

disimulanao el agravio. 
De valiente el que hace alarde, 

suele al riesgo acudir tarde^ 
A las narices jamás 

te arrimes del que hablarás. 
Quien dice que sabe bastante, 

es el mayor ignorante. 
Huye de la hipocresía, 

y mataá quien de ella fia. 
El que poco come, 

es quien mucho tiempo come bien. 
Si deseas acertar. 

Sal á la calle a casar. 
El labrador de dinero, 

nunca se hace caballero. 
Mejor es ser labrador rico, 

que pobre señor. 
ANDRÉS ORDOÑEZ estudió la 
medicina en Salamanca^ j en ella re- 
gentó por algún tiempo una cátedra 
de medicina. Fué médico de cámara 
de D. Antonio de Toledo de Beau- 
mont, TÍrej de Ñapóles ; ▼ habiendo 
marchado á este pais, fue nombrado 
proto-médico general de aquel reino. 
Escribió una obra con este titulo. 
Demisione sanguinis libelum. Nea^^ 
poli 1623^i>i8.« 

En esta obrita trata el autor de las 
utilidades é inconvenientes de las san- 
grías cuando se usan bien ó se abusa 
de ellas : espone las circunstancias y 
enfermedades que pueden contrain- 
dicarlas. Describe lo que debe enten- 
derse por plétora , la cual distingue 
en dos especies quo ad vasa et quo ad 
vires: trata de la plétot*a ó exaltación 
de las facultades animales , vítales y 
naturales r de la costumbre de san* 
grarse*, y de la época oportuna para 
hacerlo. Últimamente espone el me- 



MEDICINA ESPAJÑOLA. 



319 






canismo de la flebotomía y arteriolo- 
mía. 

Este tratadito es ano de los mejores 
que en aquella época pudieron escri- 
birse en clase de compendio. El obje* 
to que su aator se propaso faé dester- 
rar el grande abaso qne se hacia de las 
sangrías ; se qaeja de qae cnando Ha- 
naban al médico para visitar on en** 
fermo, ya solía encontrárselo con una, 
dos ó mas sangrías. 

SEBASTIAN GAGO estadio la 
ciragta en España^ y la practicó en las 
Indias» segnn Teremos mas adelante* 

Escribió la obra signiente. 

Discursos de verdadera cirugía y^ 
censura de ambas vias , y elección 
de la primera intención curativa , jr 
unión de las heridas. 

En la introdaccion refiere las dife- 
rentes sectas que habían dominado en 
la ciragia. Al hablar de la de Hidalgo 
de Agüero, dice: «entre las sectas me* 
jores qoe ha habido hasta agora en el 
mundo y mas cierta , ha sido la lilti* 
ma del Doctor Hidalgo de Sefilla , la 
cuaimas parece originada del cielo que 
de hombre humano para la salud» vida 
y remedio de los hombres» cuando 
promulgó aquel decreto general en 
que manda se unan y cierren todas las 
heridas» que es el contrario verdadero 
sayo. (pág«34).» 

Con este motivo elogia la obra qne 
sobre esta misma materia' escribió An* 
dres Vaca de Alfaro » de cuyo precio^ 
so libro presenta un estracto. 

Prueba que aunque el clima de un 
pais podia influir algún tanto en la cu* 
ración de las heridas» sin embargo , la 
diferencia de mortandad que se nota- 
ba en el método antiguo y en el de Hi- 
dalgo de Agüero , pendia del método 
de curación» y de ninguna manera de 
la naturaleza del pais. 

(cQue sea contra razón su opinión» 
y de todos los que dicen que hay re- 
giones buenas ó malas para heridas» 
se prueba de lo que él mismo dice de 
Sevilla» que curando en ella el doctor 
Cuevas y el famoso Cuadra» que eran 



s 



los mejores » y sus maestros» que ape^ 
ñas se escapaban de heridas de cabe'sa» 
ansi hombres como mugeres » y que 
todos se morian» especialmente de las 
randes» como él lo afirma» atribuyen* 
o la causa al temple de Sevilla » que 
es caliente y húmedo » y dispuesto y 
sujeto á corrupción » y que por eso y 
otras causas se morian los enfermos^ y 
no lo atribuían al formar las heridas» 
como las formaban » malas mechas y 
malas medicinas , húmedas y digesti- 
vos» con que podrían las llagas» como 
lo advierte bien Hidalgo en h respues* 
ta de aquesta proposición propuesta» 
que practicando él también con aques- 
tos famosos cirujanos » viendo qne to- 
dos los mas heridos se morian » mudó 
de intendon^ práctica y método» y di6 
en cerrar todas las heridas» y cerrán- 
dolas» y usando de medicinas desecan- 
tes» con qne ninguno se moría. Pues 
no mudó Sevilla el temple» y sin mu- 
darle» se morian los que curaba Cua- 
dra^ y sanaban los que curaba Hidal- 
go en un mismo temple. Luego los 
malos sucesos del uno y los buenos del 
otro no estaban en el temple» que era 
igual al uno y al otro» sino en «amar- 
las» y curarlas con medicinas húmidas 
y mechas» para los malos sucesos» y en 
cerrarlas y coserlas el otro (para los 
buenos suyos) con costura , que es el 
verdadero contrario de ellas» y noel 
temple ni regiones. 

apruébase mas esta verdad en la vi* 
lia Imperial de Potosí: en aqueste rei- 
no es temple frío y seco » r no esca- 
paba hombre de herida de cabeza» 
annqne-fuese de un rasgnfio» y aun de 
las de otros miembros» porque las for- 
maban todas por la vía común » y co- 
mo se morian tantos» atribuían la cau- 
sa » unos á los humos del azogue» otros 
al gran frío de la tierra» otros álos as« 
tros, otros á los vientos» que llaman to- 
mahabis» y á otras causas con que an- 
daban vacilando » hasta que llegó á 
aquel lugar Lorenzo Agnado »' un ci- 
rujano qne había practicado con el 
doctor Hidalgo en Sevilla » y dio en 



. 



qao el bien no está ea el temple ni 
en la medicina adecuada , aino en cu- 
rar por BU cODtracio, cerrando la* he- 
ridaí, que e« el verdadero de toda*, j 
DO el temple oí calidad de medicinas^ 
sioo la coitura. 

rEu el Cusco también >e morian to- 
dos sin wr Un frío como Potosí*, y des- 
de qne dieron en cerrar todas las he- 
ridas j coserlas, no se muere nin^nO. 
. aEnCuamaDga,queesregaIadíitmo 
temple, no escapaba hombre de heri- 
das de brato ni de otros miembros, j 
apenas se escapaba algano de cabeza. 
fintré yo allí sin conocer á Agnado ni 
á Hidalgo , j DO se murió hombre de 
casi iuGnitos qae curé » porque di en 
cerrar todas las heridas, y coserlas, y en 
no asar de aceites de Aparicio, ni Me- 
zia, oí dedígestÍTos. ADiosse deolas 



Real de aqaella plaza, quet ea temple 
tan destemplado , frió y seco , y de 
Tientos tan delgados , fríos y antUes, 
por ser en la cordillera , y con el Di- 
vino favor ; tnve loa mismos sucesos 
3ae en Gnamanga , pues no he osado 
e aceite de Mexia, Aparicio, ni coló- 
radillaa. 

kEd Lima, que es temple bnmidí- 
simo y ealiente , aunque osando da 
•Ignnos aceites y medicinas húmedas, 
y porque cierran las heridas les snce-t 
de el mismo efecto. 

«Bajé í Lima j ofreciéronme el hos- 
pital real de ae&or San Andrés, que es- 
toy sirviendo, donde ha habido gran 
auma de heridos, y heridas graviiimas, 
donde he tenido felicísimos aacesoí, y 
mochísimos, usando de nuestra inten- 
ción, sin medicinas buenas, y adecua- 
das, sino de cerrar todas las heridas 
con el modo dicho, y que luego se di* 
rá de las heridas en particular de cada 
miembro, de quien traeremos algunos 



enfermedades , cierran las heridas^ 
y desde que han dado en cerrarlas y 
coserlas, no tieoeo mal suceso por U 
mayor parle, aunque usan de algunos 
aceites, ¿ imperfeccionen la intención 
primera. 

K^Nobaslan estos ejemplos de regícK 
oes y temples tan diferentes y encon- 
trados para prueba de la verdad, y des- 
CDgaíto de los que han segnido y si- 

E[uen la via común y racional , y que 
o mismo sucederá en todo el mando 
si se cierran las heridas? Ansi lo ase- 
guro, siguiendo nuestra intención bien 
seguida , desde el principio basta el 

Reprueba la esploracion de las he- 
ridas de cabeza por medio de la tien- 
ta-, y caso de necesidad sea con el de- 
do y muy suavemente; proscribe agria- 
mente las lociones de las heridas con 
el vino ó con otro licor espiritaoso. Al 
prescribir la aposición de las hilas co- 
mo el mejor medio de curación , dice 
con mucha gracia, se pondránalguDas 
bilaa como al descuido (pag. 266>. 

Refiere varias heridas graves de la 
garganta, y aUD de las carótidas y yu- 
gulares, curadas por él. 

nlMuchos ejemplos pudiera traer de 
heridas graves de la garganta, de ana 
mulata que se degolló, y cortó la mi- 
tad de la laringe, y un negro otro tan- 
to: un soldado que le pasaron de una 
estocada la laringe y el hisofago, y le 
sacaron por la nuca media vara de es- 
pada , sanó en dos días. Otro con un 
carnicero, de ana vanda á otra por de- 
trás de la laringe, y se curó muy bre- 
ve, en diez días. Aqui en esta cindad 
habrá seis meses , se curó un negro 
llamado Luis , criado de un procura- 
dor, qoe le diócon una daga ancba otro 
negro, y le pasó en el lado izquierdo, 
junto á la laringe por entre las vcoas, 
y le abrió la garganta, que cupiera U 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



321 



maoo toda por la herida , j le sacó la 
punta sobre el quinto nudo del cuello^ 
junto á los que caben al pecho, tuvo 
sangre, j las venas grandes descubier» 
tas: curóse j no tuvo accidentes, y sa- 
nó breve con el divino favor. Otros ca- 
aos pudiéramos traer ; mas estos por 
breves bastan , j otros dos en que se 
rompieron la arteria y vena yugular, 
y toaos se escaparon, á Dios gracias^ 
con la cara que aqui habernos puesto* 
«Juana sanchez, soltera, mosa, al- 
go libre con un soldado, este de celos 
la d¡ó ocho ó nueve puñaladas con ua 
cuchillo carnicero; Ja primera le dio 
por detrási (asiéndole el cabello) sobro 
el omoplato de la espaldilla derecha, 
y resisliiendo el hueso, descendió el cu-! 
chillo, rompió la costilla, y entró denr 
tro del pecho, y fué tocando muy po-* 
ca cosa el pulmón al soslayo : fuese á 
revolver U mosa para defenderse , y 
dióle otra en el hombro derecho , que 
le sacó la punta á la parte delantera, 
y otra en lo alto del mismo brazo> que 
wt le |)asó , y otra mas abajo , junto al 
codo ^ que le cortó hasta el. hueso los 
noiúsculos trasversalmente , porque le 
daba apriesa. Volvió el rostro la mu<* 
ger 9 haciendo fuerza por defenderse 
de su mal amigo, y echó la mano al 
cuchillo, y cortóse los dedos, y soltán- 
dole por fuerza, le dio otra en el pe- 
cho, sobre el hueso esternón óensifor» 
mis, y torciendo el cuerpo la herida 
con el miedo, pasó el cuchillo hacia la 
parte derecha por debajo de la tetilla 
de aquel lado, haciéndose destelien las 
costillas , y salió la punta junto al so- 
baco: otra le dio soore el hombro iz- 
quierdo, casi abrazado con ella, y des- 
cendió el cuchillo, hendiendo el bra- 
zo con la fuerza, hasta la mitad, y en 
llegando alli profundó y pasó el brazo 
arrimándole al pechoi y toda la punta 
en el costado* Esta herida, después de 
la primera que fué tan mala, fué peor 
que las demás, porque le cortó la vena 
cefálica alta, de que tuvo muchos flu- 



jos de sangre hasta el octavo dia : y 
queriéndole cortar la cara después de 
tantas heridas» bajó la muger el rostro, 
y dióle la última en la cabeza-, y á las 
voces y al mido acudió gente, y un al- 
guacil que pasaba ^ que llevó preso al 
delinqueote , que á no quitársela la 
acabara de matar. Llamaron un ensal- 
mador que la ensalmase ^ y como las 
heridas eran muchas y tan grandes, y 
no siendo cirujano, él dióle mal dados 
los puntos, y pomo se desangraba con 
desmayo?, Uamáronme de alli á seis 
horas, loqué las heridas, videlas , pro» 
bé con el dedo, y limpiélasy apúntelas» 
y hice la primera cura. 

«No se sangró luego , por la macha 
sangre que le habia salido, y por los 
grandes desmayos que t^nia, ordenó* 
sele el regimiento de la comida y la 
bebida, y la pócima compuesta, y la- 
medores, por la mucha sangre que le 
habia caído dentro del pecho, porque 
toda la de la herida, sin salir fúnguna 
fuera,se entró dentro, y con los des- 
mayos , y la gran falta de sangre se 
enfrió el cuerpo» y la que habia caído 
dentro se le convirtió en grumos ; y 
aunque se le sacó mucha quedó la que 
basto para hacer los accidentes orai- 
narios q|ie ella suele , y obligó á cor- 
tar los pantos para ecíiarla fuera. 

,«En todas las heridas jamás babo 
buena materia , sino poca y aguanosa^ 
y la carne seca, y los labios no se con- 
solidaron, mas antes se contrajeron ca» 
da uno á su pripcipio. Podríase pre- 
guntar, aquella sequedad y sin mate^ 
ria, como no mató á la enferma: pues 
cuando es de esa manera , suele ser 
mortal. A la' cual se responde que aqne* 
Ha sequedad no fué por esencia mala, 
ni por falta total de virtud , sino per 
aecidena, porque como la herida pe- 
netrante eira mayor que todas , v ha- 
bÍ4 tanta sangre estravenada en la ca- 
vidad vital, y los miembros espiritua- 
les estaban tan flacos con la carga» acó- 
dia la naturaleza á la necesidad mas 



HisT. oB LA Medio, espumóla. --«Tomo 2.® 



41 



322 



HISTORIA DE LA 



urgente ^ y que mas compelía, como, 
olvidada de las demás partes , por no 
ser tan principales^ contestándose en 
aqueste caso aquel aforismo de Hipó-, 
cratea, que dice : si dúo dolores simul 
fiant, non in eodem loco yehementer. 
ohscurat alterum. Que si baj dos do- 
lores en diversas partes , el major os- 
curece el menor, ó hace que no se sien- 
ta tanto. 

«Todas las heridas se fueron mun- 
dificando, y encarnando, aunque mal, 
con mala materia , y carne descolori- 
da siempre , por esttr la naturaleza 
flaca, y divertida en tantas partes , y 
acudir á la mas noble , y principal del 
pecho^ al fin se vinieron i encorar to- 
das, unas al veinte y cinco , otras al 
veinte y ocho, y otras al treinU y cua- 
tro^ y quedó sola la del pecho , que 
luego se convirtió en materia , y salió 
mucha por la herida, con algunos gru- 
mos de sangre; y aunque salia tanta, 
se fueron continuando las sefiales de 
mucha masestravasada en el pecho, con 
gran falta de respiración, y calentura^ 
con pulsos crebros, apresurados, y ve- 
loces, parvos , y muy pequefios , con 
dolor continuo y grande, y gran pon* 
derosidad , y peso en lo bajo del pe- 
cho^ sobre laa costillas falsas , con vi- 
gilias grandes, sin dormir , y grande 
inapetencia ; y viendo que esto perse« 
veraba , aunque se había empezado i 
geringar por la herida, como penetra- 
ba al soslayo , y no se evacuaban bien 
las materias por ella , se contraabrió 
mas abajo^ entre tercera y cuarta cos- 
tilla , y algo maa hacia delante , so- 
bre el mayor dolor, que era donde se 
detenían las materias sobre el dia- 
fragma* 

«Fuese geringando con sus lavato- 
rios i proposito, y sus mechas ^ y sua 
parches, y unturas, y emplastros por 
defuera , y sus apócimas compuestac 
por loa autores, y ordenadas, y el re- 
gimiento que guardó hasta los sesenta 
uias, y viendo que con las apócimas, 
y lamedores crecia mas la tos , y se 
postraba el apetito, y no cooiia ni dor- 



mía, y que la calentura le crecia, y la 
flaqueza y la desigualdad del pulso era 
mayor, y que con los lavatorios, aun- 
que se les anadia miel rosada, era mas 
la cantidad de la materia , y mucha 
gruesa, y que aunque se geringaba con 
gran curiosidad , y cuidado, tapando 
siempre el orificio , y curando siem- 
pre con brasas encendidas^ para alte- 
rar el aire con calor , y abrigaba el 
aposento, y que con todas estas pre- 
venciones, y medios tenia mayor falta 
de respiración^ y que la enferma iba 
caminando á la muerte , determiné á 
los sesenta dias no geringar la herida, 
por un dia, aunque la cantidad de la 
materia era mayor que nunca, y muy 
mas gruesa, enjugué y limpié la mate* 
ria , y eché fuera la que pude con un 
paño caliente puesto encima de la he- 
rida porque no entrase aire , y curóse 
muy apriesa. Aquel dia descansó algo 

Í comió y durmió , que desde que la 
irieron no lo habia hecho : y viendo 
esto dejé de geringar la herida, y fue- 
ron los accidentes remitiéndose, y la 
calentura, y la muger comia ya y dor- 
mía, y la materia era ya mejor, y me- 
nos en cantidad , y delgada: no se ge- 
ringó mas» y ¿ los setenta dias no tenia 
ya calentura ni tosia, y comia ya bien 
y reposaba; y desde que se dejó de ge- 
ringar no se le dieron mas lamedores, 
ni otra cosa mas que la comida. T vien- 
do tan grande mejoría en todo , á los 
sesenta determiné quitar la mecha , y 
poner un parche solo, negro: y con es- 
tar la carne de la llaga algo durilla , á 
los setenta y cinco dias la encarnó j y 
cicatrizó la naturaleza.» 

Otras muchas historias no menos in- 
teresantes pudiera copiar de esta ol>ra, 
pero creo que bastan las espuestas para 
que mis lectores puedan apreciar en 
todo su valor el mérito de ella, y con- 
vencerse de que nuestros cirn)ano8 es- 
pañoles del siglo XVII no mendiga- 
ban los conocimientos i los estran- 
geros. 

GINES PASTOR DE GALLE- 
GO, natural de Orihuela^ fué maestro 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



323 



eb artes, doctor en mediciDaT catedrá- 
tico de la misma uDiTerstdací. 

&eribió. 

Brevis epitome odprasdieendumJiMM 
tura m marhis acuds. Oríoke 1624^ 

Al principio de la obra se leen an 
gran número de composiciones poéti- 
cas dirigidas al autor. Entre ellas es 
digna de consultarse la de D. Francis- 
co León, en la cual hace una bellísima 
descripción de la ciudad de OrihueU 
j de sus habitantes. 

Esta obra est¿ dividida en quince 
espitólos. En ella trata de los días cri* 
ticos, de las crisis, j de las señales pa* 
ra conocerlas cuándo son buenasdcuán» 
do funestas. Se estiende mucho en la 
clasificación de los dias índices j críti- 
cos y decretorios : si efectiTaitíente los 
hajr y cuáles sean. 

Ademas refiere algunas obserracío* 
nes prácticas tomadas de su propia es* 
p^riéncia oue vienen á corfirmar las 
opiniones del autor. 

Esta obrita es un compendio bien 
aesbado de cuanto Se había escrito 
hasta su tiempo sobre cada una de las 
materias que comprende. 

GEftONIMO VALERO , natural 
de Zaragoza: estudió en estii universi^ 
dad las humanidades^ filosofía y me^ 
dicina, y en ambas tomó la borla dé 
doctor. Obtuvo una cátedra de medi« 
bina en la misma universidad , cuyo 
destino desempeñó por espacio deoncé 
años. ^ 

Escribió las obras siguientes. 

Dispuuaio de uera et legítima coló' 
quintíaes prmparatiane ao trocischo» 
rum Andrhal concruo usu ad sinceros 
et studiosos veriiatis ainatores. Zsra* 
goza. 1624. 

Jtesponsio apohgetíoa ad Mathel 
Sahata medicince doctore ejusdemque 
lUerdae primarium interpretem, quod 
ea qum dixit in suo Obro de \fera et 
legitima coloquintidis prmparationé 
sint verissima et adducta in opositwn 
mhilperitus'concluderint. (Ib. Ib.) 

Después de haber publicado el au* 



torsu obrita sobre el mefor medio de 
preparar la coloquintida, el doctor Ma* 
teo Sahata, farmacéutico, publicó otra 
contra el autor. Este le contestó por la 
segunda de las dos arriba espuestas, 
deshaciendo los argumentos y objecio- 
nes que le dirigió. 

MIGUEL GERÓNIMO ROMA, 
natural de ValenciaVestudió en su uni- 
versidad la medicina , y en ella tomó 
la borla de doctor: foé catedrático de 
medicina; pero el ramo á que mas se 
dedicó fué la química. 

Escribió.' 

Apología €fam probat sqiiamam ae* 
ris securrisimum esse meaicamentum 
et in ofítcinis pro facili usu servan" 
dtm. Valencia 1620, 1625. 

En esta obrita recomienda mucho 
las limaduras de hierro para la cora- 
cioh de la amenorrea. 

' Antipotogeticis nuper emisis voca^ 
buiis satisfactoria reclamatio, in qua 
dé metaliets medicátnmtts, quas inpur^ 
ganda cüchoquinUa serosa comfemunt 
disputatio. Barcelona 1620. - 
' En esta obra trata de probar que 
las preparaciones del hierro eran muy 
convenientes para la curación de la ca^ 
coqoimia serosa, como los me joreá re^ 
medios para entonar la debilidad y 
)>¿rdida de fuerzas. 

Las ideas dd autor no satisfacteron 
al doctor Melchor de Villena , el cual 
escribió contra ellaaen nombre de Pe-^ 
dro Giménez, estudiante , nn folleto 
con el título de castigatio reclamatio^ 
nis. Roma dándose por entendido, ptt« 
blicó con et nombre de Pedro Valero^ 
también estudiante, otro folleto 6on 
el siguiente titulo. Reclamatio recia» 
mationisPetriJoannis Giménez, me* 
dicina studiósicirca medicamentame'* 
talica. Gerona 1625. 

Estos escritos merecen seguramente 
poquísimo ó ningún' interés: están re* 
oactadoscdn una virulencia que indica 
que Sus autores no se trataban con ar<- 
monia. 

LORENZO ROMEO ; natural de 
Tortosa : nació por los años de 1546: 



324 



HISTORIA DE LA 



estnclió la medicina en Valencia^ y 
terminada su carrera se estableció en 
Tarragona , en cuya ciudad ejercía ya 
treinta años la profesión cuando escri« 
bió la siguiente obra. 

Desengaño del abuso de la sangría 
y purga. Compuesto por el Doctor 



Lorengo Momeo, médico ciudadano de 
Tor^jsa. Tarragona 1623, en 8.^ 

Esta obrita disfrutó en sn época de 
mucha aceptación. En el principio se 
leen muchas composiciones poéticas 
en alabanza del autor. 



Si la verdad buscáis en medicina, 
Y el modo de curar por esperienda. 
Tomad de este Romeo quinta esencia. 
Que no parece humarui^ mas divina* 

Aqui hallareis la verdadera mina. 
Del oro del saber cujuesta ciencia. 
Buscada con trabajo jr diligencia 
De setenta y siete años de doctrina. 

Oh dichoso Romeo que alcanzaste^ 
De la mano del cielo virtud tanta f 
Florido estás, r Junto das el fruto. 

No temas de emoiáiosos el contraste. 
Siguiendo la verdad, que como es santa, 
Ella te pagará el real tributo. 



El autor se propuso en la pnblica*^ 
cion de esta obrita desterrar el fatal 
abuso que en sn tiempo habia de 
sangrar y de purgar á los enfermos. En 
su introducción asegura que este mé« 
todo estaba tan arraigado y los médi- 
cos tan obstinados en él, que se vio en 
peligro de perder la vida por los insul- 
tos y dicterios que le dirigían medios 
aun de los mas famosos, «Antes bien, 
dice , he padecido muchas perturba- 
ciones de animo y no pocos peligros de 
▼ida por sustentar con ánimo constan- 
te con algunos doctores , no de poca 
autoridad, esta doctrina.» 

Para que pueda conocerse mejor la 
opinión del autor y la práctica que se 
propone desterrar^ copiaré sus mismas 
palabras. 

«Con esta ocasión como la doctri- 
na que de maestros doctísimos habia 
aprendido pusiese en práctica, y en la 
curación de los enfermos la esperí- 
mentase, empecé á dudar de donde 
podía proceder aue ni yo ni otros mé- 
dicos contemporáneos veíamos alguna 
crisisóevacuacion, no solo por flojo de 
sangre por las nariees^ pero ni por otra 



alguna especie de evacuación. De tal 
suerte que me parecía que de valde 
habían (raleoo escrito los libios que tra- 
tan de juicios ó crisis, y de los díasde- 
cretorios , é Hipócrates sus pronósti- 
cos. Pensando, pues , en esto mucho, 
diversas veces me vino al pensa- 
miento que esto no podía suceder de 
otra ocasión, sino que no debaja en el 
cuerpo de los enfermos alguna por- 
ción desangre de aquella que mas ade- 
lante ha de quedar en el estado natural 
aumentada, para que de ella se hagan 
las crisis ó evacuaciones en aquellos 
que tienen necesidad de sangrarse, 
y esto porque inmoderadamente los 
sangraba en el principio, y sin nece- 
sidad siguiendo la doctrina de mis 
maestros. De lo cual hecha naturaleza 
imbécil no le quedaba virtud para 
las acciones de cocer y echar lo ruin, 
y demasiado por las crisis dichas.» 

«De donde sucedía que como saca- 
se tan copiosamente sangre.con multi- 
plicadas sangrías » y en enfermos que 
no tenían alguna abundancia, no que* 
daba humor alguno del Cual pudiese 
naturaleza hacer las evacuaciones co- 



m 



I 



*•# 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



325 



cidoy y benigno hecho el batnor. An- 
tes bien me sncedia sin cocerle U en<- 
fermedad morir el enfermo no siendo 
la enfermedad mortal^ j cuando bien 
sucedía, salidos de la enfermedad te- 
ner una convalecencia larguísima sin 
color por largo tiempo. Pero como es< 
te modo de curación hubiese aprendi- 
do de mis maestros, parecíame dificul- 
tosa cosa mudar otra forma de 'cura- 
ción.» 

«A nacido este error á lo que pien- 
so por extirpar la curación de los mé« 
dices antiguos de agora cincuenta años 
que con multiplicadas purgaciones me- 
nospreciaban del todo la sangría, por* 
que con las sobradas e?acuaciones de- 
bilitaban y perturbaban á naturaleza 
sus acciones y las crisis , como lo dice 
Pedro Jaime Esteran, médico doctísi- 
mo valenciano, y los reprehende acér- 
rimamente, y con mucna rason , por* 
que decian que nunca aguardarían los 
juicios de naturaleza, lo que querien* 
do evitar los médicos que después han 
sucedido se hap pasado á otro estremp, 
esto es á la sangría quitando del toSo 
las minorativas purgaciones aficiona- 
dos demasiado á la sangría : y á la fin 
lo que en los otros reprehendían que 
naturaleza debilitada con las muchas 
evacuaciones no podía hacer sus accio* 
nes á ellos les sucede con las muchas 
sangrías, y ansí no queda en el cuerpo 
de que hacer las crisis. » 

Consta, pues, del antecedente con- 
testo, que el autor trató de probar que 
unos médicos trataban á los enfermos 
con demasiadas sangrías , otros con 
purgas, y todos ellos pecaban por abu- 
sar de estas evacuaciones, á cuya cir- 
cunstancia se debía el que ni unos ni 
otros observaran fenómenos críticos, 
porque la naturaleza impotente y de- 
bilitada no tenia vigor para rehacerse 
contra la enfermedad. 

El antor divide su obra en quince 
conclusiones ; en ellas prueba que la 
sangría y la purga son grandes ansi- 
lios en la medicina cuando se prescri- 
ben con moderación y oportunidad; 



que tanto como pueden aprovechar en 
estas circunstancias , perjudican en las 
contrarias produciendo nuevas enfer- 
medades, ó desarrollando mas aque- 
llas mismas contra las cuales se pres- 
cribieron. Otro de los inconvenientes 
que hace notar como resultado de las 
muchas y grandes evacuaciones es, 
que los enfermos destituidos de fuer- 
zas y de qaturaleza no podían sostener* 
se , y que los médicos se. veían en la 
precisión de prescribirles mayor can- 
tidad de alimentos que era menester, 
k> cual era una verdadera contradicción 
de método. 

Últimamente el autor protesta con 
juramento, que treinta aflos de una 
practica atenta y observadora, lehabia 
desengafiado del abuso que se hacia de 
las evacuaciones albinas y sanguíneas, 
y que el verdadero saber estribaba en 
conocer la oportunidad , y en calcular 
la fuerza de las evacuaciones, y ajustar- 
ía á las de la enfermedad y del pa- 
ciente. 

Esta obrita interesa mucho: sin em- 
bargo su lectura cansa por tantas au- 
toridades y textos de Galeno y de Av¡. 
cena. Estractada por una mano inteli- 
gente pudiera aun consultarse con 
provecho. 

Al final de ella inserta el autor un 
tratadito sobre las intermitentes, bajo 
el título siguiente. 

Responswn LaurentU Romei Doc * 
ioris medici Bernardo Poncio Doctori 
medico perítissimo armo 1618. 

Es contestación á una consulta que 
le dirigió D« Bernardo Ponce , sobre 
un enfermo de mucha gravedad que 
á su cargo tenia. Véase sobre las inter- 
mitentes. 

ALEJO ABREU, natural de Alen- 
tejo, nació en 1568. A la edad de nue- 
ve años pasó á la universidad de Evo- 
ra, en la cual estudió la gramática y 
filosofía. De ésta pasó á ladeCoimbra, 
y estudió siete años de medicina ; he- 
cho médico se trasladó á Lisboa, y no 
teniendo medios ni bastante reputa- 
ción facultativa para sostenerse , de- 



326 



HISTORIA DE LA 



termÍAÓ servir en el ejército 6 arma- 
¿a, y efectivamente salió con D. Joan 
Hurtado de Mendoza nombrado go*- 
beroador de Angola. Fué médico y 
cirujano major del ejército; y desen- 
gañado de lo poco que se le habia pre* 
miado por sus grandes servicios tanto 
como facultativo como militar , dejó 
este destino y se volvió a Lisboa en 
1606. 

Agoviado por los muchos trabajos y 
penalidades de la guerra^ contrajo va^ 
rios achaques» especialmente una infla- 
inacion del hígado y de lo» ríñones; y 
amaestrado por la propia esperíencia> 
publicó una obra clon el siguiente ti- 
tulo. 

Tratado de ¡as siete enfermedades. 
De la inflamación universal del higa'- 



do , zirho, pyloronjr ríñones^ y dé la 
obstrucción, de la satiriasi, de la ter* 
cierna y fiebre maligna , y pasión hí'* 
pocónariaea. Lleva otros tres trata* 
dos, del mal de honda, del gusano ,y 
de las fuentes y sedales. Autor el ti'* 
cenciado Alefode AbreuJÁtiaoaí 1623> 
en 4.'» 

Dedicó esta obra a Fr. Antonio de 
Soto Mayor» confesor del rey ¥t\\^ 
pe IV rey de Elspaña y de Portugal. 

Al principio de ella hay varios so- 
netos de los mejores poetas de aquella 
¿poca en elogio del autor. Entre ellos 
trascribiré dos ; el primero por ser el 
último que en su vida compuso el cé- 
lebre Francisco Rodrigues Lobo, y el 
segundo por ser dé tina célebre poe«* 
lisa, monja de San Agtistin. 



Altivo espiiito, que do corpo humano 
A custa do incansavel sofrimentOy 
Deste de tanto mal conhecimento 
E junto co remedio , o desenganoz 

Com docto estilo , claro et sobenmo. 
Arte, modo , vcUor , entendimiento 
Ensinas afugir com passo lento 
De dono que te fez too grande dono* 

Quedespois de pasar tantos perigos 
J^encendo con prudencia a varia sorte^ 
E com a arte a dór nao conhecida. 

Chroftista de teus propios inimigos 
Contas a vida de aque deste a morte^i 
E aseguras na/ama, eterna s^ida. 

Com pena tac peregrina 
Tratáis do mal tao sciente 
Que se pode ser doente 
Por gozar da medecina: 
Ese os remedios que ensina 
Trocao da doenza a sorte, 
Fazendo hu bem , mal tao Jbrte, 
lulgarei com tal medida 
Que/azeis meyos da vida 
Os meyos que sao da morte. 



Divide su obra en siete tratados. 

En el 1 .^ habla de la infiamacion 
del hígado. 

El autor se propuso por tipo de es« 
ta descripción la enfermedad que él 



padecia, y de la cual habia sido ataca* 
do varias veces. Describe su tempera« 
mentó; dia y hora de la invasión de 
su enfermedad ; las causas, síntomas, 
diagnóstico y curación que se empleó. 



MEDICINA ESPAJ^OLA. 



327 



Dedica articulo» especiales para espo-» 
ner todas estas circunstancias , como, 
igualmente los remedios que se le 
prescribieron > 7 los resoltados obte-. 
nidos. 

Protesta que al hacer esta descrip- 
ción, no hacia otra cosa que trasladar 
al papel todos los pormenores de. la 
enfermedad que habia sufrido , los 
cuales iba apuntando diariamente. 

Este tratadito es una preciosa mo- 
nografía de la hepatitis, y puede com« 
pararse con la descripción que nos dio 
S ydenham de la gota que padeció por 
espacio de tantos afios. 

En el 2.** fuAla de la inflamación 
de ríñones. 

Presenta la historia descriptiva de 
la que padeció él mismo , j algunas 
otras que vio en su práctica. 

En el 3.^ trata ih la satiríasisjrre» 
medios para su curación. 

Este merece poquísimo interés. 

Dedica en 4.® a esponer las caute^ 
las para sangrar y purgar. 

El 5.® á tratar ae la melancolía é 
hipocondría. 

Habla de sus causas, síntomas, diag- 
nóstico, difisrenciss, pronóstico y cu- 
ración de estas enfermedades. Ofrece 
poco interés. 

Delmalde loanda, délos antiguos 
no conocido f ni de los modernos curaré 

Denomina mal de loanda una en* 
fermedad que padecían los negros de 
Angola , que comprados por Jos eu<» 
ropeos , eran conducidos á los buques 
anclados en la rada del pueblo de 
Loanda. 

Estos esclavos comprados en Ango* 
la eran conducidos á los buques mer- 
cantes, y en ellos eran amarrados unos 
á otros con fuertes cadenas: de día los 
desembarcaban y loa hacían sentar en 
esteras tendidas sobre la arena , en 
donde los tenían hasta la noche en que 
volvían ¿ meterlos en los buques. Mal 
alimentados de solas lentejas , ocupa- 
dos en trabajar , y espuestos á un sol 
abrasador , contraían una hepatitis 
que terminaba por una estremada in- 



duración. El autor asegura que ha- 
biendo hecho algunas disecciones ca- 
davéricas auxiliado de un cirujano de 
Sevilla, grande y singular anatómico, 
encontró los hígados empedernidos 
pág. 155. 

De la enfermedad del gusano. 

Para que mis lectores tengan una 
idea de la naturaleza de esta enferme- 
dad, puesto que su descripción es muy 
rara en las obras de medicina, haré un 
ligerisimo estracto de ella. . 

«En aquella población nuestra, lla- 
mada villa de San Pablo^ en el reino 
de Angola, sucede muchas veces que- 
jarse muchas personas (después de ha- 
ber hecho algunos ejercicios á pie ó ¿ 
caballo en tiempos calorosos) de do« 
.lores de cabei a ^ cansancio de brazos 
y de las pantorrillas de las piernas, con 
dolor y ardor en el cieso, algunas ve- 
ces con calentura , otras sin ella, con 
algunos vaguidos de cabeza y brami- 
dos de tripas , sin dolor , mas empero 
semejantes al ruido de agua de los 
aguaduches, y algunas camarillas suel- 
tas, mas siempre con poca gana de co- 
mer, y otras veces con sed demasiada, 
con regüeldos calientes del estómago. 

«Lo que iodo procede del calor es- 
cesivo , y secura de él , causa inmate- 
rial > siendo el humor colérico ó fleg- 
ma salada, la causa material de donde 
consecutivamente se siguen los acci* 
dentes dichos, con algunas quemado» 
ras al derredor , llagas ó resquebraja- 
duras dentro en el mismo cieso*, loque 
vulgarmente en todas aquellas partes 
se llama enfermedad del gusano. 

«Esta enfermedad es muy aguda y 
peligrosa, porque cuando acontece á 
hombresquenosabende ella, v se di- 
lata el remedio (que con facilidad cu- 
ra aplicado al principio) en muy pocos 
días se hacen talles llagas corrosivas, 

Íue pudriéndose y comiéndose aque- 
a carne de las partes interiores del 
cieso, se ven clara y distintamente las 
tripas , y soltándose las cámaras ^ ba- 
jando las humedades con algunos pu- 
jos dolorosos y desmayos muy contí- 



328 



HISTORIA DE LA 



nuos, acostambran brevemente acabar 
la vida los enfermos de este mal. 

<(En aqaellas mismas partes interio- 
res arrugadas^ corrompidas j llagadas 
se engendra en algunos enfermos un 
gusanillo ó gusanillos (blancos como 
lombrices , del tamaño de la largura 
de un pulgar , j de la anchura de un 
hilo de coser no muy grueso ; tienen 
el cuerpo mole y blando, la cabeza du- 
ra y negra) los cuales royendo aquella 
carne» que juntamente con la podri- 
ción se va corrompiendo y corroyen- 
do brevemente^ desnudan al intestino 
recto por la parte inferior > con lo que 
se maniCestan los intestinos superiores 
de los enfermos, al tiempo que ya no 
tiene remedio, y se muere el paciente. 
Porque las enfermedades y apostemas 
del recto intestino son dificultosas de 
curar, lo uno por el dolor que suelen 
traer, el cual debilita mucho al enfer- 
mo , y lo otro porque aquella parte 
siempre está llena de escrementosy 
humedades de las faces que bajan por 
alli, como dice Hipócrates , y Galeno 
también en el libro de los simples, 
tratando del Difriges ; las cuales hu- 
medades debilitan el calor natural , é 
impiden la curación del apostema, lla- 
ga ó úlcera.» 

La curación se reduce á lavativas de 
agua fria preparadas con dos dracmas 
de alcanfor y de cardenillo disueltas 
en zumo de limón , y en fomentos de 
estas mismas sustancias. 

Dedica el último tratado i esponer 
el mecanismo de abrir las fuentes y 
aplicar sedales , y las enfermedades 
en que convienen ó no. 

En su tiempo pudo ofrecer algún 
interés: los casos que cita, tomados de 
su práctica, y aun hechas en su perso* 
na^ pudieron hacerlo muy recomen- 
dable. 

PEDRO G AMAÑES , natural de 
Villafranca de Tortosa , esludió en 
Valencia. 

Escribió una obra con este titulo. 
Petri Camones .f^iUafranchensis 
medící valentini in dúos libros arüs 



curatiycB Galtrii ad Glauconem, com- 
mentarla* In quibus omnesfere ma-* 
terUe qwB ad praxim medicam et 
cfururgicam occurrunt dilucidé explu" 
nantur et sutiliter expUcantur. Upus 
nunc prímum in lucem editar phi" 
sicis etchirurmcis necessarium. F^alen'* 
ticeM.D.CJCXF.inA.'' 

El autor , siguiendo la mente del* 
médico de Pérgamo, esplanó bs ideas, 
que emitió en los dos libros del arte 
curativo á Glaucon. Su principal ob- 
jeto es tratar de las calenturas. Asi es 
que la obra de Gamañes puede consi- 
derarse como un tratado de esta etifer*. 
médad. Espone sus causas, síntomas, 
diferencias y curación. Las divide en 
diarias, pútridas y éticas: al tratar de 
los remedios convenientes á las pútrí-( 
das , recomienda el agua fria y todoa 
los medicamentos demulcentes, y re- 
prueba los estimulantes. 

Gamañes, como casi todos los co- 
mentadores de Galeno , respetó tanto 
su autoridad, que la consideraba como 
infalible. No se atrevió á negar nin- 
guna de sus observaciones prácticas. 

ALONSO GÓMEZ DE LA PAR- 
RA Y AREVALO, médico, natural 
déla villa de Tembleque (pág. 14) 
cum sim in ínclita patria mea ásala'» 
riatuSf diócesis dé Toledo , estudió la 
medicina en Alcalá de Henares, sien- 
do su maestro Pedro García Carrero. 
Revalidado volvió á su pueblo , en el 
cual se estableció, y ejerció la profe- 
sión por machos años. 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente. 

Poljrantea mecUcis speciosa chirur^ 
gicis mirifica, mirepsicis s^alde utiÜs et 
necessaria , in quinqué partes divisa» 
jíuctore Alphonso Gómez de la Par^ 
ray Arévalo, MtUriti 1625. . 

En la I.'' parte trata de los caute» 
ríos y de las úlceras pestilentes de la 
garganta (vulgo garrotilloj* 

Dividió esta primera parte en trein- 
ta y seis teoremas, en los cuales se pro- 
puso dilucidar los puntos mas intere- 
santes , relativos á dicha enfermedad. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



329 



Se esfuerza en probar que esta fué ya 
conocida de los médicos antiguos , es- 
pecialmente por Hipócrates^ Areteo y 
Aétio. Combate la opinión de aqne* 
líos que creian consistir la esencia del 
garrotillo en aftas y en carbunclo: la 
define diciendo: «esta enfermedad al- 
gunas veces es una inflamación vene- 
nosa de las fancesy tonsilas: otras con- 
siste en una úlcera contagiosa , chiró- 
nica^ fermia , maligna , venenosa que 
desciende de la cabeza , y se complica 
con otros muchos accidentes.» Ense- 
guida dedica capitules especiales para 
esplicar y probar los estremos de su 
definición. 

En el teorema 9.° nos presenta la 
descripción de la enfermedad de los 
griegos*, la compara con la de nuestros 
médicosj y concluye diciendo, que le 
es bien conocida» descrita y curada. 

Dedica los tepremas 12 , 13 y 14 á 
describir anatómicamente las partes 
afectadas en esta enfermedad. 

En el 15 propone loque debe ha- 
cerse cuando los enfermos no pueden 
tragar. Propone alimentos con leche, 
introducidos en el estómago por me- 
dio de una sonda. Añade que si la im- 
posibilidad de tragar proviniese de al- 
gunas sustancias glutinosas detenidas 
en la faringe , se podria intentar su 
retropulsion al estómago haciendo tra- 
gar al enfermo una vala, atada con un 
hilo, para poderla sacar cuando con- 
viniera (pág. 21), y administrar en se* 
goida un emético. 

Trata estensamente de la utilidad 
y ventajas del vinagre, tanto en bebi- 
da como en gargarismos (teorem. 18, 
19, 20, 21 y 22). 

El teorema 24 dice asi : «se rebate 
la obstinación de aquellos médicos que 
elogian la eficaz virtud del mercurio 
para la curación de esta enfermedad.» 
Presenta y rebate los hechos y razones 
en que se fundaban; y decide que es- 
te medicamento y sus preparados si 
no eran perjudiciales al menos eran 



inútiles. Interesante por cuanto de- 
muestra que cien años antes que Tile- 
nio y otros médicos estrangeros pen- 
sasen en administrar este medicamen- 
to, estaba ya en España ventilada muy 
bien la cuestión de su utilidad ó in- 
convenientes. 

Finalmente, dedica varios teoremas 
á probar la eficacia de los cáusticos ac- 
tual y potenciales aplicados á las úlce- 
ras de la garganta. 

La 2.' parte se reduce á tratar del 
mecanismo de aplicar los cáusticos, 
sedales y fuentes; y á confirmar su po- 
deroso valimiento en la curación del 
garrotillo. 

En la 3.* parte trata de la crudeza 
del estómago (empacho). Describe sus 
síntomas y su método curativo. Pro- 

f>one los purgantes ó eméticos, según 
a parte afectada^ sean los intestinos ó 
el estómago. Tuvo la debilidad de 
creer que habia mugeres dotadas de 
cierta gracia para curar el empacho, 
haciendo varias pestractacionescon las 
manos (teorem. 21). . 

En la 4.* parte trata de las agn^s: 
espone las cualidades que deben tener 
ara ser buenas : las circunstancias de 
as fuentes de que nacen las buenas y 
las malas: las reglas para poderlas dis- 
tinguir , y sobre todas elogia la agua 
de lluvia, y enseña el modo de clari- 
ficarla y conservarla bien (Interesante). 
En la 5/ parte habla de las calida- 
des del trigo candeal y. rojo, del cen- 
teno y del maiz : de sus harinas y sus 
diferencias como alimentos: del modo 
de amasarlas y cocerlas: de las circuns^ 
tancias que debe tener el pan elavora- 
dp de cada harina. Elsponé el mejor 
modo de coúslruir los graneros y los 
hornos , y últimamente el de cultivar 
las tierras destinadas á sembrar dichos 
cereales. (Muy curioso é interesante). 
Esta obra ofrece mucho interés, 
porque si bien es verdad que trata de 
asuntos ya sabidos de todos , sin em- 
bargo los presenta con tanta erudición 



P 

la 



HiST. DE LA Medio, espáíiolá. — Tomo 2.^ 



42 



330 



HISTORIA DE LL 



y disceínimiénlo qae complace sa lec« 
tura^ porqae las pruebaa que alega ya 
en pro ya en contra de laa opiniones 
ya recibidas , les da cierto carácter de 
novedad que interesa. 

ALFONSO CARRANZA. Aun 
cuando este autor no faé médico de 
profesión^ importa que hagamos ana 
ligera reseña de la preciosa obra coo 
que enriqueció la literatura medica 
espafiola, é ilustró la medicina y la le» 
gislscion. 

Alfonso de Carranza fué uno de lo¿ 
jurisconsultos mas célebres que hubo 
en el siglo XVII. Dotado de grandes 
talentos, y conocedor de la legislación 
universal y espafiola , se propuso es- 
cribir un tratado de medicina legaK 
Asi lo verificó poniéndose de acuerdo 
con los principales médicos de Espa« 
fia: su oora es tan clásica que aun en 
nuestros tiempos se cita por todos los 
escritores estrangeros como un mode- 
lo bien acabado: es mas estimada de 
ellos que de nosotros , y esto induda* 
blemente consiste en que la conoce- 
mos poco. Es sumamente rara entre 
los médicos espafioles. 

Disputatío de vera humani partas 
naturalis et legitími designatione^ Al' 
fonsid Carranza. J. C. Hispani\]U'^ 
rísprudentíbuSjphihsophis, mediéis et 
cujusque titeralura amatoribus, in qua 
de hominis concepta , animatione, 
e/bmuitione, gestationis iempore: edi* 
tíone, deqae partas naturalis Umiti' 
has ; defwrtisH} ; expósito \ saposito^ 
abortivo ; monstruoso -, maltipuci ; et 
saperfmtato agitar. Ad varias maxi^ 
me juris comurmis^ et patríleges qaass» 
tionesque enodandas , Jurisperitoram 
more tractata. MadridU i&ISjinJoL 

El autor divide su obra en veinte 
capítulos. 

En el 1 .* trata de la concepción y 
sus se&ales: de la formación , vivi6ca- 
cion, animación y movimiento del fetu. 

En el 2.* del fetu. Esplica en este 
capitulo lo que entienden por fetu los 
médicos^ los jurisconsultos y los teólo- 
gos. Prueba que para los efectos de la 



jurisprudencia ó del derecho, el fetu 
Ínterin está encerrado en el seno ma- 
terno , no es considerado como cosa 
animal ni perteneciente á lo humano 
(Interesantísimo). 

Eo el 3.® habla del parto en ge- 
neral. 

En el 4.® de los espósitos. 

En el 5.® de los partos supuestos. 

En el 6.® del parto natural. 

En el 7.^ de los partos bimestres; ' 

En el 8.® de los partos trimestres y 
cuatrimertres. 

En el 9.^ de los partos quinquemes- 
tres y semestres. 

En el 10 de los partos sietemesinos; 

En el 11 de los partos octomestres. 

En el 12 de los partos de nueve 
meses. 

En el 1 3 de los partos de diei meses. 

En el 1 4 de los partos de once meses. 

En el 15 de los partos de doce, tre- 
ce y catorce meses. 

En el 16 del aborto. 

En el 17 de los partos monstruosos. 

En el 18 de los partos múltiples. 

En el 19 de la supesfetacion. 

En el 20 de algunas generalidades 
del parto. 

No siendo posible presentar un es- 
Iracto de las principales ideas que emi- 
te el autor , me be contentado con es- 
poner los títulos de las materias que 
trata. No puedo menos de recomen- 
dar á mis lectores el que consulten es* 
ta preciosísima obra; bien seguros que 
encontrarán en cada una de las citadas 
materias todo Ib mejor que hasta 5u 
tiempo se había escrito por los teólo- 
gos, médicos y jurisconsultos. 

Aconsejo igualmente á los que quie- 
ran escribir sobre dichos estremos, 
que no tomen la pluma en su mano sin 
haberla consultado. Aseguro sin te- 
mor de arrepentirme de ello , que si 
una persona inteligente tomara á su 
cargo aligerar un poco esta obra de 
tantísima cita y de taftto texto, y deja- 
ra puramente lo necesario , seria la 
mejor obra de medicina legal sobre 
partos que hasta el día se había escrito. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



331 



Aljbnn á Carranza J. C. Hispani 
Dialriva super primorwn temporum, 
doctrina 9 in, libris Pat. Dionis. Peta- 
mnovissime prostantibus , contenta^ 
Augustísimo Supremoque Hispania^ 
rum senatui secreta. Madridii 1628.^ 

Este es un precioso tratado qne ma* 
nífiesta el modo de contar los años en- 
tre los hebreos, egipcios , g^il^gof J 
romanos (Interesantísimo)» 

JUAN GUTIÉRREZ DE GQ- 
DOT. Estudió la medicina en Alcalá 
de Henares ; en ella toinó la borla de 
doctor en Blosofia j medipioa , 7 en 
ambas obtuvo una cátedra. Habiendo 
sido nombrado médico titular .d^l ca^ 
bildp de Jaén» marchó á dicha ciudad 
en la cual ejerció muchos años la pro- 
fesión, y fué médico del cardenal Don 
Baltasar Moscoso, obispo de dicbia 
ciudad. ^ 

Escribió las obras siguientes. 

Disputationes philosophicce ac me- 
dice super libros Aristotelis de mernp; 
ría et reminiscencia, phisicis útiles me- 
difíisnficesariiB, duobus libris conten* 
tce^ Jaén 1628« 

Dedica el primer libro á tratar de 
la esencia de la memoria, de su acier- 
to, de sus diferencias j de sus venta- 
jas. Este libro interesa muy poco^ su 
lenguage es tan metafisico que apenan 
es inteligible. 

En el segundo libro espone los vi- 
cios ó lesiqnes de la ipemoria. Los cen- 
sos que refiere de sugetos que siendo 
eminentes en ciencia , perdieron la 
memoria por diferentes causas y que- 
daron como muy ediptas ; estos casos, 
repito^ son muy curiosos , y no dejan 
de llamar la atención de los genios 
pensadores^ 

Últimamente propone algunos re- 
medios especiales para aumentar y 
conservar la memoria , y entre ellos 
habla esteos^mente de la composición 
anachardina. 

Toda esta obra apenas ofrece ipte- 
rés, y es otra de aquellas que el pro- 
.vechoque pudiera sacarse no compen- 
sa la pena que causa su lectura. 



Tres discursos para probar que es^ 
tan obligadas ^ a criar sus hijos d sus 
pechos t¿das las madres, cuando tienen 
buena salud,Juerzas , buen tempera^ 
mentó, buena leche, ^ suficiente para 
alimentarlos n Autor el doctor Juan 
Gutiérrez de Godoy, médico del ca- 
bildo de la santa iglesia de Jaén. Jaén 
por Pedro de la Cuesta , 1629^ ep 4.® 

Esta obra es una de las mas interei- 
santes que se escribieron en este siglo, 

Ísu autor digno del mayor elogio por 
aberse atrevido á levantar tan alta- 
mente su voz contra la perniciosa cos- 
tumbre, general en aquel tiempo, de 
haber pocas madres que criaran á sus 
pechos sus hijos. 

Después de esta época, y aun recien- 
temente en nuestros dias, se ha escri- 
to sobre esta materia ^ pero á buen se- 
guro que no han. dicho mas ni hablado 
con menos rebozo que lo hizo Gutier* 
rez de Godoy. 

Al principio de la obra se leen doce 
.sonetos escritos en alabanza del autor 
por varios médicos , teólogos y letra- 
dos, aprobando el pensamiento é ideas 
del autor. 

En el primer discurso trata de pro- 
bar que la leche de las propias madres, 
estando sanas es mejor y mas conve- 
niente para el alimento y nutrición de 
Jas criaturas. 

En el discurso segundo se propone 
demostrar «que es muchísima cruel- 
dad no criar las madres sus hijos á sus 
propios pechos, y como todos los fines 

3ue las obliguen á no hacerlo, carecen 
e piedad y religión.» Dividió este 
discurso en catorce capítulos, cuyos 
títulos son los siguientes. 

1 .^ Pruébase, co^ lugares de lasa- 
grada Escritura y de santos ^y, de otros 
graves autores la primera parte d^ es» 
te discurso. 

El autor refiere un gran numero de 
textos y autoridades de autores de bis- 
.torias tanto divina como profana , en 
confirmación de su dictamen. 

2.^ . Qué causas pb ligan. d la^ ma^ 
,dres dno criar sus hijos d sus pechos. 



332 



HISTORIA DE LA 



3 



Unas , dice , reputan por acto de 
grandeza 7 reputación , j coaa inde- 
cente á se&oras principales , nobles y 
ricas criar sus hijos ¿ sus pechos. Otras 
se escusan de criar á sus hijos por no 
pasar los desvelos y cuidados^ j malas 
noches que trae consigo la crianBa de 
un niño. Otras dejan de hacerlo por 
parir mas á menudo» j dar mas suce- 
sión á sus casas. Otras los dejan de criar 
porque se hacen preñadas á pocos me- 
ses después de haber parido^ y juzgan 
por incouTcniente quitar el pecho al 
ni&o antes de tiempo. 

3.® Contra la primera escusa que 
topa en grandeza jr reputación. 

No se opone, dice, a la honestidad, 
8 la nobleza j grandeza de las se&oras 
el hacerse preñadas, el parir, el tener 
ue sujetarse á una comadre , muger 
e poca suerte » y á veces deshonrada 
y de malas costumbres , ó ¿ un ciru- 
jano , para que ejecute en las partes 
mas honestas y ocultas de sus personas 
las penosas maniobras que haoian es- 
perimentado: ¿por qué razón ha deser 
acto de bajeza y descrédito el criar hi- 
jos que formaron en lo mas intimo de 
sus entrañas, con lo mejor y mas puro 
de su sangre, y con ella lo alimenta- 
ron nueve meses en su vientre, y pa- 
ra cuyo alimento en saliendo á luz les 
previno naturaleza con tanta liberali- 
dad la preciosa leche de sus pechos? 

Todas las madres , continua , están 
obligadas á criar sus hijos á sus pechos 
por derecho natural , por derecho ci- 
vil y por leyes del reino (pág. 37). 
Prueba satisfactoriamente estos es- 
iremos. 

«Lo segundo, porque si el hijo es 
acreedor y tiene derecho á pedir a su 
madre que lo alimente con su leche^ 
no puede hacerse de peor condición 
el derecho del acreedor , porque el 
deudor sea noble, cuando no esta es- 
presamente prohibido por derecho: 
asi lo advierte Barbacia , probando 
contra Baldo, que las mujeres , aun- 
que sean nobles, están obligadas á ser- 
vir á sus maridos , á guisenes de co- 



mer, á hacerles las camas y i labarles 
los pies. 

«Lo tercero*! el infante recien naci- 
do ^ solo tiene derecho natural á los 
pechos de la madre que le parió, por- 
que á los demás pechos, ni tiene dere- 
cho^ni las mugeres obligación de jus- 
ticia á dárselos. T si los dan , ó es mo- 
vidas de acto de caridad para socorrer 
la necesided en que están, ó de justicia 
porque les compran la leche. Luego 
cumpliendo la madre (aunque sea muy 
noble) con esta obligación de alimen- 
tar su hijo , paga lo que debe y hace, 
acto meritorio de justicia \ y está tan 
lejos en esto de hacer cosa indecente y 
contra su autoridad , que suena muy 
mal á los oidos de cristianos y de filó- 
sofos decir que es indecencia y dimi- 
nución de nobleza, pagar la madre á 
su hijo el tributo de la leche que na- 
turalmente le debe. 

«Sino es que , como el mundo ha 
introducido por acto de grandeza y 
caballería el no pagar sus deudas mu- 
chos señores, se quiere también hacer 
acto de nobleza el negar á los inocen- 
tes hijos deuda tan debida. 

«Luego la madre que no le paga 
con la propia leche sino con leche age- 
na, defrauda al hijo de aquella mejor 
educación que tuviera con la leche de 
su madre , y criando su hijo á pechos 
ágenos, falta al cumplimiento y obli- 
gación que tiene de justicia á la edu- 
cación de su hijo. 

«Demás desto^ si por criarse un hi- 
jo con leche agena se criase enfermo, 
débil, de mal temperamento, mal in- 
clinado y falto de honra, como sucede 
muchas veces, ¿con qué puede su ma- 
dre satisfacer el agravio que le hizo 
por no haberlo criado á sus pechos, y 
pagádole deuda tan debida.» 

4.® Muchas reinas y señoras no^ 
hilisimas han Criado sus hijos á sus 
pechos. 

(Interesantísimo). 

5.° Contiene un coloquio repren^ 
diendo d una parida que no quería 
criar su hijo a sus pechos. 



MEDICINA ESPAÑOLA- 



333 



Es un diálogo entre Eatrapelo j 
F«baUy recien parida. 

^Fábula. No s^ qaé responderte; 
asi les ba parecido a todos nuestros 
amigos^ j que estoj escasada de criar 
mi hijo por ser tan niña. 
' Eutrapelo. Ese es un grande enga* 
fio, porque si la naturaleza te dio fuer* 
zas para concebir y mejor te las dará 
para criar tu bijo : mas dime ¿no te 
suena muy bien el nombre de madre; 
lio es ▼ocablo muj dulce? 

Fábula. Asi lo siento. 
' Eutrapelo. Si lo conoces asi ^ten- 
drás gusto que otra muger sea madre 
de lo que pariste? 
' Fábula. Por ningún caso. 

Eutrapeh. ¿Pues por aué quieres 

Juitarte mas de la mitad del nombre 
e madre j dárselo á una muger es- 
trafta? 

Fábula. Por cierto, Eutrapelo, que 
hablas razones fuera de proposito ; jo 
no divido mi hijo ni le dojr dos ma- 
dres, porque sola le parí> y sola so/ su 
madre. 

Eutrapeh. ]Oh , Fábula , y cómo 
clama contra ti toda la naturaleza! Di* 
me, la tierra no se dice madre de to* 
dos porque solamente los engendra, 
sino porque alimenta y cria las cosas 
que engendró : y ningún género de 
planta o de animal nace en la tierra 
que no se alimente con su jugo ; ni bajr 
género de animal ni de planta que no 
alimente sus propios bijos ; solas las 
mugeres los aborrecen /desechan. Di- 
roe por tu vida ¿puede haber género 
He crueldad mayor , que por escusar 
los enfados de la crianza ae los hijos, 
echarlos á puerta agena? 

Fábula. Por cierto , señor, que ha- 
blas cosas muy fuera de razón. 
Eutrapeh. Asi lo parece el hecho, 

Lpor eso lo aborrecen tanto los hom- 
es: mas dime ¿no es género de echar 
los hijos á puerta agena , un niño tier- 
nOy acabado de nacer, cuando comien- 
za á respirar y áp pedir socorro á su 
madre llorando (cosa que mueve á pie- 
dad á las fieras), darlo entonces á una 



muger estraña , por ventura de mala 
salud ó de malas costumbres , y que 
estima mas el dinero que á tu hijo?» 

6.® La segunda causa ó escusa que 
dan las señoras para no criar sus Ai* 
jos á sus pechos es por huir de hs tra* 
bajos, desvehs, incomodidades y ma^^ 
las noches. 

«No es dificultoso de conocer que 
esta escusa tiene mucho de desamor é 
impiedad: asi nos lo enseña toda la na- 
turaleza (como referí de Faborino fi- 
lósofo.) ^ué animal hay ó que planta 
que no ariesgue su vida por alimentar 
sus hijos? ¿qué leona ó que onza cruel 
hay que en oyendo llorar sus hijuelos 
no deje cualquiera presa importante» 
por acudir á socorrerlos con sus pe- 
chos? ¿Qué planta hay que por alimen- 
tar y criar su fruto no se desmedre, y 
muchas , cuando producen mucho, 
por ampararlo todo y crecerlo se se- 
can? Asi lo vemos por la esperiencia; 
y sola la muger es la madre mas sin 
piedad para sus hijos que crió la na- 
turaleza, pues habiéndolos concebi- 
do en sus entrañas , y alimentádolos 
en ellas nueve meses con la sangre 
mas pura y mejor que tiene en sus ve- 
nas, en pariéndolos, cuando las prime- 
ras voces que les dio la naturaleza fue- 
ron llanto para pedir con terneza y lá- 
grimas á sus madres el alimento que 
ya les ha faltado por estar fuera de su 
vientre. Guando están desnudos cual 
naufragios arrojados de las crueles on- 
das del mar, y necesitados de todo vi- 
tal socorro , teniendo sobrado, el me- 
jor y mas proporcionado socorro que 
puede ser para sus hijos (como tengo 
probado), sea tan avarienta y tan sin 
piedad , que oponiéndose á lo que la 
naturaleza le ordeiló tan sabia y arti- 
ficiosamente, llenándole los pechos de 
leche para dar á sus hijos , por seguir 
sus antojos y desordenados apetitos, se 
la niegue sin enternecerse ni apiadar- 
se de su llanto. 

Justamente pueden llorar los tales 
hijos, y decir lo que el profeta M¡- 
cheas cuandolloraba la destrucción del 



334 



HISTORIA DE LA 



reino cíe Samaria por los caldeos. Se« 
rá mi llanto como el de los dragones» 
j como el de los hijos de. los abes- 
truces. 

«Grande crueldad y desamor seria 
de una madre mujr rica j poderosa, 
que teniendo su casa sobrada y llena 
de alimentos regalados y saludables» 
tanto que se le pierden por no gastar- 
los , si por pereza de abrir una alace- 
na, dejase un hijo suyo estar hambrien- 
to, llorando y necesitado y á pedir de 
comer con lastimosas lágrimas a algu« 
na vecina pobre que le socorriese con 
un pedazo de pan negro « ó con algu* 
na otra cosa , que sin duda le ha de 
hacer daño á la salud de un niño tier« 
no , regalado y acostumbrado á pre*^ 
qíosos alimentos ; pues ¿cuánta mas 
crueldad será la de una madre que> 
teniendo las ricas alacenas de sus pe<^ 
chos llenas de regalos , los mejores, 
mas sabrosos y á propósito que se pucT 
den imaginar, para el regalo, gusto y 
buena salud de su hijo, y que se están 
perdiendo, y las mas veces con riesgo 
de su salud y pérdida de sus pechos, y 
por pereza de no abrirlos (desabro- 
chando un jubón) y darle de mamar, 
consienta que una mucer pobre, no 
conocida , acostumbrada á malos ali? 
mentos, cuyos pechos desde su prime- 
ra formación fueron hechos con saui» 
gre humilde y villana , le dé de ma- 
mar, poniendo á riesgo la salud y vi- 
da de su hijo, que estaba acostumbra- 
do á alimentarse con lo mas puro de 
su sangre? 

«De todo lo dicho se infiere clara- 
meote, que el no criar las madres sus 
propios hijos, nace de impiedad y falr 
ta de amor, porque cuando lo hay to« 
das las cosas son fáciles -, y los que 
aman con verdadero amor , sienten 
igualmente la pena y dolor de los que 



aman. » 



7.^ Todos los trabajos que pade^ 
cen las madres criando sus hijos con 
amasjsonmucho mayores que los que 
padecieran criándolos a sus pechos, 

aCuatro diferencias hay de madres 



crueles con sus hijos, y que se escnsan 
de criarlos: unas son grandes señoras, 
otras no lo son tanto, aunque son mu- 
geres de caballeros é hidalgos de me- 
nor grandeza y poder: otras son mu- 
geres de hombres ricos y poderosos de 
poca calidad : otras ni son cicas ni ca- 
lificadas, mas son necias, bachilJeras^y 
desvanecidas. Solo en estos cuatro ge-> 
ñeros de madres hay impiedad y díes- 
amor cou los hijos que paren ^ porque 
el demás resto de las mugeres hones- 
tas y de buenas costumbres, todas co* 
munmente si tienen salud y leche su- 
ficiente^ crian sus hijos. 

«De todos estos cuidados y trabajos 
corporales, el menor es poner los pe- 
chos al niño para que mame : asi lo 
confiesan cuantas han criado sus hijos 
á sus pechos, antes el hacerlo es elali- 
bio de los demás trabajos , porque el 
gusto presente de alimentar la madre 
á su hijo, y ver que el niño agradeci- 
do del amor y beneficio de su madre, 
gorgea , se rie y alegra con ella , y le 
comienza á tener amor ; y en la mar 
yor fuerza de sus llantos, en tomándo- 
lo la madre en sus brazos, se sosiega y 
apacigua , y con pucheros y terneza 
busca los pechos, como sagrado donde 
se libra de todas, sus penas. Sin duda 
causa regocijo y consuelo á la madre. 
«Si la reina nuestra señora criara 
un principe , solo habia de tener el 
cuidado de darle el pecho á las horas 
competentes, porque los demás cuida- 
dos, si á todas las amas que crian en 
palacio se los escusan y los reparten en- 
tre las señoras y criadas que sirven en 
la cámara al príncipe ó infante que se 
cria, y solo dejan al ama el cuidadp 
de darle el pecho \ si la reina nuestra 
señora fuera el ama ¿con cuánto ma- 
yor amor y puntualidad procurarían 
escusarla de cuidados. 

«Supuesto, pues, que es tampoco el 
trabajo corporal en las reinas y en las 
grandes señoras cuando crian sus hijos, 
quiero ahora ponderar los cuidados 
ue se pasan con las amas, y conferii- 
os los unos con los otros , dejaré por 



2 



I ! 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



335 



¡oeées de esta cansa á todas las señoras 
qoe crian sns hijos con amas. 

«No quiero detenerme ahora í con- 
tar los daQos y peligros á qne se ponen 
las madres qne no crian sns hijos ; las 
enfermedades qne les snelen sobreve- 
bir á'los pechos con la detención de la 
leche; las calenturas» los pelos j apos- 
temas que cada dia han esperimentado 
muchas señoras, j se han visto necesi- 
tadas, en pena de su crueldad , i dar 
el pecho i unos perrillos para que les 
mamen el precioso alimento, que con 
tanto art¡6cio les dio la natnraleza pa- 
ra regalo de sus hijos. Ni las llagas di- 
ficultosas j rebeldes que han tenido 
en ellos, ¡y en cuántas señoras ha sido 
necesario usar los cirujanos de su cruel* 
dad , cortando , cauterisando^ y ha- 
ciendo otras muchas obras dolorosísi- 
mas y penosas! Solo quiero ponderar 
Toe cuidados , disgustos y enfados que 
padecen con las amas.» 

8.*^ Los trabajos y enfados que se 
padecen con las amas que crian en pa- 
lacio. 

Después de ennumerar los inconve- 
nientes que puede haber , aun en las 
amas elegidas á satisfacción de los mé- 
dicos, conduje diciendo. 

«No pueden los sentidos de los raé- 
penetrar todas las cosas ocultas 
que haj en las amas (como doctamen* 
te advirtió Valles hablando de la elec- 
ción de las amas^, ó con alguna enfer- 
medad oculta o hereditaria, que las 
mas veces es imposible poderlo averi- 
guar^ asi por la confusión de la corte, 
adonde dentro de una casa no se cono- 
cen los vecinos, como por la sagacidad 
de tas que pretenden ser amas, que 
Lacen grande estudio en encubrir sus 
faltas ^anteponiendo su codicia irra- 
cional (como la llama Aristóteles) y su 
interés particular al bien de tantos 
reinos. 

Si los trabajos y cuidados qne se es- 
pcrimentan con las mejores amas del 
mundo , son los qoe he referido y otrok 
nrachos mas, y el trabajo de aplicare! 
pecho y dar de mamar al príncipe ó 



infante, es tan poco como tengo pro- 
bado, suplico á las señoras á quienes 
he señalado por jueces de esta causa, 
miren con mucha atención y cuidado 
la justicia que tienen los principes^ los 
infantes y los demás señores grandes, 
para pedir á sus madres los alimenten 
con su leche. Y en caso tan grande é 
importante como la salud, la vida, la 
condición y buenas costumbres de los 

{príncipes, pronuncien sentencia en su 
avor. 

9.* Los ttabajos que se pasan con 
las amas que crian los hijos de los se- 
flores. 

«Las amas que crian los hijos de las 
demás señoras, ordinariamente son de 
menos suerte y calidad que las que se 
eligen para criar los hijos de los reyes-, 
y al paso que es menor la autoridad y 
premio que consignen las amas crian- 
do, í ese mismo se hallan menos bue- 
nas y de peores condiciones. 

«Lo primero porque en la corte por 
la gran confusión y pococonocimien* 
to que hay de personas , es imposible 
hacer suficiente examen los médicos 
de los señores, de la salud, de la con- 
dición, vida y costumbres de mugeres 
humildes , que en sus mismas posadas 
no las conocen, y de ordinario son fo- 
rasteras , mugeres de hombres perdi- 
dos, valadies *, ignórase las plazas que 
han ocupado, de hospitales , bodego- 
nes , tabernas , ú otros peores tratos 
deshonestos. Muchas veces los mari- 
dos que las acompañan no lo son^ sino 
amigos suyos, que después de haber- 
las traido en malos tratos, huyendo 
de las justicias de tos lugares cortos, se 
vienen á vivir á la corte, donde todo se 
oculta^ 

«Unas traen niños lucidos presta- 
dos , para que se vea cuan bien ha 
probado su leche -, y siendo primeri- 
zas , fingen que han parido clos ó tres 
veces, y que están vivos todos sus hijos. 

«Otras que han parido mas veces 
que era menester, niegan el haber pa- 
rido mas de dos ó tres veces, hacien- 
do la cuenta solo con los que han de 



336 



HISTORIA DE LA 



aparecer vivos: si se acierta a saber qae 
se les lian muerto algunos hijos crian- 
dolos^ siempre afirman que se los ma- 
taron de mal de ojo. En resolución to- 
das traen muy bien estudiado su pa- 
pel para responder ¿ los médicos cuan* 
do las examinan, porque no les hallen 
defecto al gano ; todas dicen que no 
tienen meses mientras crian , que no 
beben vino^ que no han tenido en su vi- 
da enfermedad de cuidado, ellas ni sus 
maridos, y con la buena razón quedan 
á lo que los médicos les preguntan , sí 
tienen buena leche ó razonable, y son 
mozas de buen esterior las eligen por 
amas. Entran á servir su plaza con 
mucho gusto de los señores, y i. pocos 
dias descubre la hilaza de sus embustes. 

((Unas amanecen preñadas , y son 
tan poco escrupulosas, que sintiéndo- 
se con este impedimento no reparan 
en matar con su mala leche un hijo de 
un gran señor. 

«Otras poco á poco fingen un dolor 
de estómago, y para su remedio piden 
un trago de vino , dando á entender 

?¡ue les sabe muy mal ^ y que se es- 
uerzan ¿ beberlo , porque no hallan 
alivio en otra cosa. Estas tales suelen 
ser borrachas , y tienen en sus arcas ó 
debajo de sus camas, jarros 6 botas de 
vino que se las traen escondidas sus 
maridillos ó amigos \ y por si acaso les 
huele la boca a vino, están prevenidas 
del achaque del dolor de estómago , y 
tras una onza de vino que les dan pa- 
ra remedio de su fingido mal, se be- 
ben una azumbres, y pasan con este 
engaño hasta que les da alferecía i los 
niños que crian; con lo cual se descu- 
bre la.vellaqueria de estas ruines mu- 
jeres, coando no tienen remedio los 
inocentes infantes. 

«Otras poco i poco van descrubien- 
do las señales de llagas viejas de bu- 
bas que han tenido , y si padecen al- 
guna enfermedad oculta , no pueden 
encubrirla mucho tiempo. 

«Otras sintiéndose con poca leche, 
para que no lloren de noche los niños 
hambrientos , los ahitan de pan mas- 



cado , y les dan á beber mucho para 
que orinen con abundancia ; y para 
que cohoneste mas a las señoras que no 
están faltas de leche, suelen mojar los 
paños y embolturas con su misma ori- 
na, y hacen alarde de ellos, significan- 
do que ha mamado mucho el niño, 
pues ha orinado tanto. 

«Si los médicos les visitan la leche, 
como no la tienen ni pueden darla es- 
primiendo los pezones de los pechos, 
fingense turbadas, y que se les huye 
la leche en descubriendo los pechos 
(como son tan honestas), dicen que aca- 
ba de mamar dos pechos el niño. Estos 
embustes duran hasta que se enflaque- 
cen tanto los niños^ que obligan ásus 
padres á darles nuevasa mas. 

«Otras sí los niños andan estreñí- 
dos, temerosas de que se ha de atribuir 
esta sequedad de vientre á su leche 
gruesa, á sus solas les dan agua de sen 
ó de mechoacan ó de jalapa , ó les 
echan en la boca polvos de estos me- 
dicamentos cuando están mamando» 
para que los traguen con la leche , y 
traen perpetuamente purgados á los 
niños , cosa de harto peligro y cui- 
dado. 

«Otras sí los niños están descoloridos 
tienen mucho cuidado de arrebolarr 
los, y porque es fácil de conocer el ar- 
rebol, usan de otra traza mas diabóli- 
ca refregándoles las megillas con unos 
polvos rubríficantes,queen la vera de 
Plasencia llaman polvos de rio, y con 
esta fricción llamándoles sangre r ca- 
lor á las megillas se las ponen muy co- 
loradas, aunque este arbitrio le suce- 
dió mal á una ama que criaba al con- 
de mi señor de Oropesa , porque se le 
llagaron las megillas al niño con la 
continua fricción de los polvos, y con 
estose descubrió su engaño. 

«Otras que son livianas están per- 
petuamente disgustadas y desabridas 
porque no las dejan salir de casa > y 
para conseguir su intento fingen gran- 
de necesidad de salir á hablar por al- 
gún negocio suyo, de su marido ó hi- 
jos, y es la necesidad visitar los man- 



MEDIQNA ESPAÑOLA. 



337 



dos ó galanes; de donde resolta volves 
¿.easA muy inquieUs , jr la leche des- 
templada y eneolerizada , y nosolo 
se destemplao de ealas salidas^ sino de 
hablar con ellos en casa de los seikores; 
asi lo esperimenUbamos en casa del 
conde mi señor de Oropesa , con nna 
ama á la cual todas las veces qne le 
hablaba, su marido en la portería. en 
presencia de una dueña, la dejaba tan 
inauietai oue á la noche era muy cier- 
ta la accesión de alferecía en el niño. 
Y si le impedían qne no le hablara^ se 
ponía tan melancólica y desespera- 
da^ que luego se le aparecía el daño 
de su reneoo al niño. 

(i A otras les acoden los meses; y por 
no perder su plaza están siempre pre- 
venidas de paños adonde reciben la 
purgación , sin que en su camisa se 
muestre mancha alguna de sangre que 
descubra su engaño , y dan á sus ma« 
ridos 9 hijuelos mnj de secretólos pa- 
ños para lavarlos en sus casas. 

«Cuantos sean los enredos, embas- 
tes, discordias y malos ejemplos que 
cansan las amas en las casas donde 
crian (como son de ordinario mugeres 
de pocas obligaciones ) dígalo el co- 
mún refrán castellano : anMS san lia* 
mas* Díganlo todas las señoras que las 
han esperimentado , y digan también 
la diferencia de partes personales que 
las ban hallado. Unas son insufribles 
por necias , de mal entendioaiento y 
peor discurso, cortas de razones, que 
es necesario vivir con ellas con mu- 
cho tiento, porque se enojan de cual- 
quiera niñería $ j se aposteman y en- 
capotan sin ocasión. Otras al contra- 
rio, son grandes habladoras, mentiro- 
sas, vanas y mas entremetidas de lo 
necesario^ capaces de revolver una re- 
pública cnanto y mas una familia. « 
Otras sucias, asquerosas, que les hue- 
le mal el sudor, la boca ó los pies. 
Otras grandes comedoras, tragonas, 
que como son pobres y han vivido 
siempre hambrientas, ep viendo oca- 



sión de hartarse no la pierden ;' estas 
tales andan siempre acedas de estóma- 
go, y la acedía les da mucha hambre^ 
pónense flacas y desmedradas, y este 
vicio de comer mucho es muy ordina- 
rio en las amas. 

«Otras no quieren comer lo que im- 
porta sino golosinas y malos alimen- 
tos , que no falta quien se los da á es- 
condidas. 

«Unas tienen el sueño tan pesadoj 

3ue suelen ahogar los niños ponien- 
oles el brazo encima del rostro : asi 
dice Rodríguez de Castro que sucedió 
en Lisboa el año que escribió su li- 
bro, que fué el de 1603, que en po- 
cos dias dos amas ahogaron durmien- 
do dos niños. Y menos años ha que vi- 
mos la misma desgracia en un hijo de 
un gran señor de España , que ama- 
neció abogado al lado de su ama. 

((Otras tienen tan poco sueño y tan* 
ta inquietud, que con ella desuelan los 



niños. 



«De todas estas faltas, y otras mu- 
chas que se hallan en las amas, pudie- 
ra traer ejemplos conocidos , y testi- 
gos de mucha autoridad y crédito que 
los certi.Gcaran , porque no son ficcio- 
nes niias, sino cosas que las he visto / 
esperimentado muchas veces, dejo de 
ponerlos por no causar nuevo descré- 
dito a muchas de las amas que hoy vi- 
ven, y son conocidas de grandes se- 
ñoras. 

«Finalmente , mugeres de pocas 
obligaciones , tan faltas de amor , y 
piedad con sus hijos, que por uu inte- 
rés corto los dan á criar a otras amas 
mas ruines que ellas , ó los echan ¿ 
puerta agena , y hacen espósitos, y se 
aplican a criar los hijos que no parie** 
ron , negando y olvidando los suyos, 
que partes pueden tener á propósito 
para comunicarlas a hijos de grandes 
señores. 

«De la misma suerte que de las ce-o 
bollas albarranas no nacen rosas ó ja- 
cintos, asi de mugeres ruines no na-* 



HiST. nz LA Medic. kstaAola. — ^TOMO 2.^ 



43 



338 



HISTORIA DE LA 



cen hijos ilustres ; j yo añado ¿ esto, 
que 01 de amas ruines puede comuni- 
eárseles cosa buena á hijos de padres 
¡ilustres . 

ttSi todas estas cosas son ciertas co- 
Rio la esperiencia nos lo ense&a cada 
día, no puede haber comparación en- 
tre los trabajos y penas qne se pade* 
cen con las amas, ¿ los que las señoras 
padecerían criando sus hijos i sus pe- 
chos. 

«Demás desto cada dia sucede el 
irse las amas cuando son mas menes- 
ter, ó porque sos maridos ó amigos Us 
inquieUn y las sacan, ó porque tienen 
gusto de salir de clausura. Otras ve- 
ces enferman, y de repente suelen ha- 
llarse las señoras sin amal para sus hi- 
jos, que ni aua malas no se hallan , y 
en este particular pasan mil sustos y 
sobresaltos entre año, los cuales escu- 
saran si criaran sus hijos ^ y tuvieran 
prevenida una ama de respeto , esco- 
cgida de espacio, conocida y bien ali- 
mentada para ref>arar estos daños si 
acaso les sobreviniera algan acciden- 
te ó algún otro legitimo impedimento 
que les escusara el criar.» 

10. Los trabajos que padecen las 
mugeres de los caballeros pai*ticúlares 
criando sus hijos con amas. 

«Las mugeres de los demás caballe- 
ros particulares y de los demás hom- 
bres ricos que no crian sus hijos á sus 
pechos , padecen todos estos trabajos 
dichos y otros mucho mayores, asi por 
ser las amas de inferior gerarquia que 
las que crian los hijos de grandes se- 
ñores, y de mas ruines costumbres y 
condiciones , como porque ayudan ¿ 
las amas á pasar todos los cuidados y 
trabajos de la criansa ^ como tienen 
menos criadas y familia que las pue- 
dan escusar de ellos, ayadándoles i 
vestir y desnudar los niños , al darles 
de comer, paséanlos, mécenlos y guár- 
danles el sueño. Si de noche están in- 
quietos, desvelados y llorando, se des- 
▼elan también con este cuidado^, y por- 
que el ama duerma y no se desazone 
la leche, suelen estar dispiertas entre- 



teniendo ó meciendo el niño; de don- 
de se colige claramente, quede todos 
los cuidados y trabajos que trae oonsi* 

fo la crianza de un niño, solo vienen 
escttsar el menor 6 el que es un ali- 
vio de los demás (como tengo proba- 
do), que es el poner el pecho a su hijo 
y darle de mamar. 
' «A estas tales madres , como están 
ciegas con su falsa opinión de no criar 
sos hijos á sus pechos, les sucede lo que 
i los ciegos, que teniendo cerca el ca- 
mino ancho, llano y corto , eligen el 
angosto , el áspero , el largo y el tra- 
bajoso.» 

1 1 . Las madres que dan d criar 
sus hijos fuera de sus casas son mas 
crueles aue las demás. 

«El ultimo género de madres que 
ni son ricas ni señoras, sino necias, ba- 
chilleras, desvanecidas sin fundamen- 
to, estas son mas crueles con sus hijos 
y con sus maridos, porque faltándoles 
posibles para sustentar ama dentro de 
su casa, en pariendo los echan fuera 
de ella, entréganselos á unas amas po- 
bres , mal alimentadas , que ni se es- 
cusan de beber vino, ni de dormir con 
sus maridos , traen rodando los niños 
por el suelo, dejándolos solos cerrados 
en su casa cuando van á pasearse , y 
suelen llorar tanto que de ordinario se 
quiebran. Ahitanlos de unas malas so- 
pas y de otras cien porquerías por- 
que mamen menos; y muchas veces si 
viven lejos del barrio de los padres^ 
suelen criar dos niños juntos por tener 
mas ganancia , y á ambos los echan á 
perder: asi lo he visto pocos meses ha 
en esta ciudad. Otras fingen qne des- 
tetan su hijo para criar el que les dan 
y no lo hacen , antes hurtan la leche 
al que se la paga para darla á su hijo. 
Otras suelen estar preñadas^ y de me- 
ses mayores, y lo niegan; y por un li- 
5 ero interés matan una criatura; y to- 
as generalmente acuestan los niños á 
los pies de sus camas, con mil peligros 
de caidas > y de ahogarlos con los pies 
ó brazos de sus toscos maridos , que 
como son de ordinario trabajadores 



MEDIGIIÍA ESPAÑOLA. 



339 



)ornalero8 j doerata pesadiiimo »iie^ 
.fio. Todts de ordin«rio traen ma/ «ur 
cios / «iqveroios loi< nifioa , j toda la 
rota fie ioiportaneia qm ie^daa para 
ellos se la ponen á sus bií«elos.* no lea 
efisefiená decir sus pecesídades; oriaa* 
los destemplados , tragonea , desverr 

E nudos > deshonestos; 7 oaando nO 
\ daelgunaalferecía d garrotillo {eo^ 
mo es ordinario)» es imposible después 
enmendarles las depravadas coi^uai*- 
bresque ban tomado de las ama;s j de 
snsbiioelos. 

«Este género ernel de madres ^res 
muj parecido « Jas trogloditas , de 
quien dice Aeliano > qne crian siis,hi- 
ios con Tacas ». con ca Jxras , con oyefali 
y con puercas > y les ponen jus nom^ 
Lres: aai lo podianbaeer estas madres» 
pues aun' tienen' menos amor á sus.lii- 
jos qu0 lus troigloditas , porque estas 
los crtaa en sn casa á TÍsta de sus ojos 
y de stt cuidado , las oirás los echan 
fuera de ella, 

ccBien podiao decir los hijos de las 
tales madkes lo que Díógeoes Gioico 
de los megarenses : mas quisiera ser 
carnero de los megarenses que hijo 
sujrOi porque ponian mas cuidado en 
criar los carneros, que á sus hijos. 

«Pues quien sabe de cierto que to- 
dos estos peligros y otros mochos mas 
tienen los ni&os dándolos á criar á amas 
fuera de su casiii y los da pudiéndolos 
criar con su leohe^ mucho mas crue« 
les que las demás madres que los crian 
en sus casas , y con su presencia ayu^ 
dan a las amaSj y las regalan con buen 
alimento, y lee escnsan muchos cui* 
dados. 

«G>D los maridos son roas crueles 
porque. siendo necesitados, los obU* 
gao i gastar lo qoe oo tienen criando 
sus hijos con amas» y á pocos años se 
cargan de hijos y juntamente de nece- 
sidades y dudados^ lo que no tuvieran 
si criaran sus hijos^ y guardaran el ór«* 
den de la oatnrBleaa^ 

«Demás desto, criando las mugeres 
nobles ffus hijos cou su propia leche, 
no se signe el inconveniente que teme 



Antonio de Castro y Lara, que falta- 
rán varones «nobles que eon.su antori- 
dad y fuersas defiendan las repúhli^ 
cas, antes -tengo ^r cosa muy cierta, 
que el haber boy tanta falta de hom« 
bres insignes en valor , en gobierno, 
en letras, en armas, nace como de raie 
de no criar la» nmgeres nobles sns hi- 
jos á sos pechos \ asi lo tengo referido 
de Gornelio Tácito, el cuál hablando 
de los sniiguos romanos^ dice que fue- 
ron tan ilustres porque sus madres los 
criabaii con su leche. 

«Demás desto qué importa que laís 
mugeres nobles no criando sus hijos 
á sus pechos llenen slis casas de hijos, 
si por faltarles el alimento' mas natu^ 
ral y mejori que eS an propia leehe, 
oriándoloa con leche de mugeres es«- 
trafkas, unos salen inciipaces, otros d^ 
ingenios ¿oros, brQncos^ agrestes, pa^ 
recidos a las villanas que los criaron; 
otros cobardes., otros de bajos pensah 
mientos, faltos de honra ; otros débir 
les , enfermos , de pocas fuerzas y vir 
gor , teniendo cada uno el tempera- 
mentó, las iaclinaeiones y oostumhrea 
de sus amas, como probaré en el tei*^ 
cer discurso. Y ton este género de 
hombres no podremos decir que. están 
llenas las repúblicas de yaronee no* 
bles , sabios y valerosos , que con ^ 
valor y fueraas las defiendan, antes los 
tales son zánganos que las turban y 
destruyen, y los que ponen siempre 
en cuidado á los goberoadofes de cflLafe 
para sosegarlas , porque siendo h(joe 
de padres nobles á quien deben guai^ 
dar respeto y tener veóeracipn, no se 
atreven á corregirlos y oastigarloron* 
mo lo merecen sus inquietudeay de- 
litos ; de donde nace , qoe seff0ró$ de 
que se han de salir sin castiffo de/cáan- 
tos intentaren, no cesan.de altera* y 
desasosegar las ciudades. "* 

«Y si las madres nobles, pruden- 
tes y virtuosas , como hoy se usan en 
nuestra España, que las señoras pro* 
fesan vivir cnerda y santamente^ si las 
tales estando sanas , robustas y con 
buena leche, criaran sus hijos ásns 



r 



340 



HISTORIA DE LA 



pechos , y con tn bnena leche les in- 
trodajersD sus loables inclinsciones j 
costambres, cosa cierta es que ¡aotán- 
.dose esta criansa coo la generosa san^ 
gre que les dieroo en su primera for- 
macioD, tuvieran hijos sanos ^ robus* 
tos, cuerdos j bien inclinados. Y aun- 
que sea menor el número de estos ca« 
balleros, estarán mas bien defeodi* 
das j seguras las repúblicas , que con 
mucho ma jor número de hombres de 
poco yalor , de poca honra ^ de poco 
consejo, cobardes, inquietos^ de malas 
inclinaciones, y fáciles para cualquier 
traición ; porque poco importa que se 

1>recien los hombres de descender del 
inage de Hércules, si ellos degeneran 
de la virtud y valor de Hércules. Y 
Sócrates decia , que como no contiste 
la bondad de un trigo en haber naci- 
do en un campo hermoso , sino en ali- 
mentar bien el cuerpo, asi no consis* 
te el ser uno noble en nacer de padres 
nobles, sino en apacentar bien su alma 
con el pasto de las virtudes. 

«Y á todas las mugeres que solo po- 
nen su cuidado en parir mochos hijos^ 
sin reparar en los daQos y siniestras in« 
dinaciones que suelen tener, orlándo- 
los mugeres humildes y estrafias , se 
les puede muy bien aplicar la fábula 
de un coloquio que tuvieron la zorra y 
leona : vituperaba la zorra á la leona 
porque solo paria un hijo en cada par- 
to , y ella paria muchos : respondióle 
la leona. Verdad es que solo paro un 
hijo en cada parto, mas es león ; si tú 
pares muchos son zorros.» 

13. Loshiiosque se criencomunas 
no tienen verdadero amor ni respeto d 
sus madres, 

Huteresantisimo). 

Uiscurso S.** Los daños y peligros 
que se siguen de no criar las madres 
sus hijos d sus pechos, 

«Ya que tengo probado los daftos y 
peligros que se siguen en la salud cor- 
poral y en la vida de los niftos por no 
eriarlossus madres á sus pechos, quie* 
ro ahora discurrir por otros dallos y 
peligros mayores que tocan al alma. 



como son las malas inclinaciones y 
costumbres , á las cuales Plutarco y el 
padre Mariana llaman enfermedades 
del alma, mucho mas peligrosas é in- 
curables que las del cuerpo. 

«Quiero, pues , probar que las in- 
clinaciones y costumbres buenas ó ma- 
las se introducen con la leche , para 
que cuando veamos hijos de padres 
nobles, generosos y virtuosos , que los 
han procurado criar con buena educa- 
ción y maestros , y no corresponden á 
la nobleza , generosidad y virtud de 
sus padres , lo podamos atribuir á la 
villana leche que mamaron. 

«Pues si en la crianza de los árbo* 
les, como advierte el padre Mariana 
en la de las viflasy olivos, se busca con 
mucho cuidado la mejor tierra para 
plantarlas y alimentarlas con mejor 
jugo ¿en qué razón cabe que los pro- 
pios hijos se alimenten con leche de 
criadas ó de esclavas? Y en confirma- 
ción de la diversidad de costumbres 
que se adquieren con la leche , dice 
pudiera nombrar dos hermanas , una 
criada á los pechos de su madre, her- 
mosa;, modesta y virtuosa; otra i quien 
crió una ama rústica aldeana , de mal 
genio y costumbres. 

También pudiera yo nombrar dos 
hermanos y dos hermanas , personas 
muy conocidas en una familia de las 
mas nobles de Andalucía, de los cua- 
les la madre crió un varón y una hem- 
bra á sus pechos, y se criaron lucidos, 
hermosos, de lindo color v buena dis- 
posición , y juntamente de escelentes 
ingenios y de raras virtudes, muy cui- 
dadosos oe adquirir honra y acrecen- 
tar sus familias ; y los otros 4os her- 
manos se criaron con leche de unas 
mugeres aldeanas, rústicas y necias, y 
tomaron tanto de las disposiciones, del 
mal ingenioy costumbres de sus amas, 
que no se parecen á los otros hermanos 
en cosa alguna.» 

He procurado no solamente presen^ 
tar un estracto de esta preciosa obra, 
sino imponer á mis lectores en mate- 
ria de tanta importancia. Si no me en- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



341 



'gaño, mis lectores tienen reducido i 
mujr poco todo cuanto baj qae saber 
én esta parte, j tal ves no adquiririan 
tantos pormenores con la lectura de 
muchas obras. 

GASPAR MORALES (a) ALBE- 
RO, nació en Zaragoza: estudió en su 
onirersidad la filosofía y farmacia. 
Despaes pasó á la de Alcalá úe Hena- 
res^ y cursó la medicina. 

Se dedicó con el mayor entusiasmo 
i la botánica » j llevado del deseo de 
proporcionarse uoa buena colección 
do plantas , corrió la mayor parle del 
reino de Valencia, y en seguida se tras- 
ladó á Italia y Sicilia, cuyos paises re- 
corrió igualmente. 

Terminada su espedicion regresó á 
Espafta j y se estableció de médico ti- 
tular en la villa de Paracuellos en la 
provincia de Madrid. 

Escribió. 

De ¡as iirtudes y maravillosas pr(h 
piedades de las piedras preciosas. Ma- 
drid 1605. 

No he visto esta obra , pero si un 
informe que sobre ella nos da Asnar 
en la suya sobre viruelas. 

Algunos autores consideran á Mo- 
rales como boticario, y esto puede ser 
muy bien, porque pudo reunir una y 
otra facultad después de haberlas es- 
tudiado, según queda dicho. 

VICENTE garcía SALAT, na- 
tural de Valencia, estudió en esta uni- 
versidad la medicina: en la misma re- 
cibió la borla de doctor , y fue cate- 
drático de medicina clínica , y llegó á 
ser el decano del claustro. 

Escribió. 

Utilissima disputatio dé dignotione^ 
etcuratíone febrium. jiuctore F'in» 
cerUio García Salat. 1623 Valencia 
én4.* 

Define la calentura «un calor pre- 
ternatural desarrollado en el corazón, 
y conducido por las arterias á todas las 

f>artes del cuerpo (pág. 2).ii Habla de 
as calenturas en general; distingue á 
estas en diarias , ¿ticas y pútridas ; en 
continuas y en intermitentes : espone 



sus causas , diagnóstico , pronóstico y 
curación. Entre los remedios mas fa- 
voritos para ella propone las sangrías 
repetidas una, dos ó mas veces , según 
las circunstancias del enfermo y de la 
enfermedad. Da mucha importancia á 
la virtud de los jarabes. 

Esta obra puede considerarse bajo 
dos conceptos , teórico y práctico: el 
primero es un puro galenicismo; el se- 
gundo es atendible porque .acredita 
que supo ver á sus enfermos con buen 
ojo práctico , y que en su curación se 
atenia á la mejor esperiencia y prác* 
tica. 

De ella se volvió á hacer otra edi- 
ción en Valencia año de 1645 en casa 
de Lorenzo Cabrera : en esta va aña- 
dido un tratadito de la calentura pes- 
tilencial, y de los bubones y carbun- 
clos de que solia acompañarse. Está 
reducido á muy poca cosa: la curación 
consiste en los medicamentos nervi- 
nos, tales como la triaca^ la confección 
de jacintos , las conservas y jarabes 
acidulados. (Vale muy poco). 

MANUEL VALDER RAMA, na- 
tural de Zaragoza , estudió en su uni- 
versidad la medicina y en ella fué ca- 
tedrático de prima. 

Escribió. 

Disputatio de usu coloquintidis ad 
per ilustres \nros NosocomU Begii ac 
generalis Dive Marías de Gracia, ce- 
saraugustancB civitatis pigilantissimos 
prcefectos. 1611—1626. 

Versa este escrito sobre el modo de 
administrar la coloquintidá. 

GERÓNIMO UGUET DE RE- 
SAIRE ^ natural de Zaragoza , estu- 
dió en esta universidad la medicina^ 
y hecho médico obtuvo la cátedra de 
anatomía en 1625. En 1629 fué nom- 
brado de la de prima : en 1634 de la 
de vísperas , y en 1639 de la de pri- 
ma. Fué uno de los médicos de m^s 
concepto en su época, y á esta circuns- 
tancia debió el nombramiento de pro- 
tomédico de Aragón y del jurado de 
la ciudad. 

Escribió. 



342 



HISTORIA DE LA 



Tratado de las cosas no naturales, 
y facultad purgativa que se halla en 
las semillas de los hiesgos, Zaragoza 
1620— 1626, en 4.^ 

Está dedicado a los ¡arados de aque- 
lla ciudad. Vale muy poco: su lectura 
ni interesa ni iostruje. 

También escribió el tratadito si- 
guiente. 

Discurso en que se trata que los 
baños de agua dulce son provechosos 
para la salud. Id. 1640. 

Trata de la eficacia de los ba&os de 
agua dulce ^ como medio higiénico y 
terapéutico. Aunqup muy en compen- 
dio no deja de presentar los grandes 
recursos que ofrece á los médicos el 
uso de dicnos baños. 

MARCELINO UBERTE. Natu- 
ral de la villa de Tauste y de una fa- 
milia mu^ noble., Fué catedrático de 
medicina en las uniyersidades de Al- 
calá de Henares y de Zaragoza, y mé- 
dico del hospital general. 

Escribió. 

Disertatio de risu Sacras post osr 
tiutn tabernaculi. Génesis, i;. 18. Pro 
ilustribus et cegregis viris D.D. Joan^ 
no Negrete etoenedicto f^azquez Ma- 
tamoros ^ Archiatri et potentissinu 
utriusque orhis Megis medici cubicu" 
laris* 

De pinguedine. Zaragoza 1622. 

Apologética censura in Zucharum 
Jtosatum solutivum nostra provincia 
usurpatum, Huesca 1628. 

Francis^i Labana medicinw laurea^ 
ti dictamen pro apologética D. Mar" 
celini Uberte sui in complutensi aga^ 
demia prwceptoris in conÜictu literas- 
rio cum D. Francisco 6uiz. Huesca 
1630. 

Tractatus de inqpinata variolarum 
causa ^T,d. 1636. 

No he visto ninguna de estas obras, 
(V. La Tassa). 

Medicina sacrain quq, loca Scriptu- 
ríe quce philosophiam aut medicinam 
redolent medice etphisice ilustrantur. 
Opus medicis et philosopkis utitissi'» 
mum, theologis non ingratum positio' 



nis UteraturcB studioM non injucunr 
dum. Cesaraug. 1645. 

El autor divide su obra en tésenla 
capítulos mfiy estensos. 

En el primero proponiéndose el ci^ 
pitnio 2.^ del Génesis en qne bq habla 
de la curación del hoa^bre^coinepU la 
espresipn spiraculum vitm coq UnU 
inteligencia y. erudición quaadmijr^. 

Esta obra es del naayot ixiieréa ; i 
cada paso se leen observaciones muy 
curiosas tanto de fisiología como dis 
patología. £1 aotor elige los teicload^ 
la sagrada Escritura , que tratan oon 
especialidad tanto de las fpiuciones del 
hombre como de sus enfermedades. 
La variedad y elección de los asantoi^ 
la inteligencia con que Igs trata, la vas- 
tísima erudición del autor y ^^z. es- 
plicaciones, nada dejan que desear asi 
en física y en fisiología , como en tar 
rapéutica y patología. 

Es imposible presentar de ella nn es- 
tracto^ porque los textos que forman 
los capítulos son muy estensos, y mu^ 
cho mas sus ilustraciones ó comenta* 
rios. 

Ya que no puedo llenar en esta par* 
te mis deseos , me contentaré con re- 
comendar á mis lectorQSsu adquisición^ 
porque debe ocupar un lugar bien dis- 
tinguido en la librería de todo mediar 
co estudioso y lirerato* 

PEDRO LÓPEZ DE JLEON. Es- 
tudió la cirugía en España : la praotir 
có bajo la dirección de Hidalgo de 
Agüero, á quien llama su maestro (pá- 
gina 129 y 132). De Sevilla |)asó á las 
IndiaSj y se estableció en la ciudad de 
Cartagena. Fué el propagador en esta 
parte del mundo, del método de Hi- 
dalgo de Agüero. Su feliz práctica le 
grangeó la mayor reputacioQ, de mOr 
do que llegó á adquirir el honroso tí* 
tulo del gran cirujanp.de las Indias; 
llegó á poseer un capital inmeoso, ga* 
nado por sus propias oíanos, como di- 
ce, curando enfermos. 

Escribió una obra de cirugía con es- 
te titulo. 

Práctica jr_ teórica de las aposte^ 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



343 






mas engeneraiy -particular , ó cues^ 
tione^ y prddticas de cirugía , de herí" 
das, tuigasYotras cosasnuevas J-par» 
ticukÉtes. Por el licenciado Pedro Lo^ 
pei de León; óirujaho de la ciudad de 
Cartagena de Indias. SeTÍlk 1628, 
tú folio. 

Divide ttk obra en dos partes. 

Dedica la primera a tratar de los tu- 
ndores en general^ en particalar. 

En la segunda trata en otros tantoi 
librbs de las materias siguientes. 

En el 1 .^ (rata de algunas cuestiones 
relatÍTasá cirugía. En el 2.° de las Ua- 

Ks frescas en general. En el 3.^ de las 
iffas frescas en particular. En el 4.® 
de las heridas del vientre. En el 5.*de 
las úlceras. En el 6.^ de las fracturas y 
dislocaciones. En el 7.** del morbo gá- 
lico. En el 8.^ pone un pntidotario. 

Las principales ideas de este autor 
pueden consignarse en los siguientes 
aforismos. 

1 .^ «La practica es una obra que 
se acomoda con las reglas y leyes de la 
teórica. 

2.* La salud no se restituye con 
palabras, sino con remedios tomados 
como conviene. 

3.* Los remedios aprobados con 
el uso y con la razón, se han de prefe- 
rir y anteponer k los no conocidos , y 
que poco na que se inventaron. 

4.* La ciencia sin esperiencia, no 
acarrea mucha confianza del medico 
para el enfermo. 

5.* El artífice que desea hacer al- 
guna cosa grande y digna de alabanza, 
ha de obrar con mucha diligencia en 
el conocimiento del sugeto propio. 

6.* El oficio del buen medico es 
sanar la enfermedad , ó por lo menos 
reducirla i mejor estado , ó en aquel 
de qué. naturaleza es capaz. 

7.^ ^ El aue no asistió muy de ordi* 
nario i las obras del arte y á las leccio- 
nes de los doctores, y que solo por ha- 
ber leido mucho se vende por cirujano 
noble, mucho se engafia y es desver- 
gonzado. 

8.^ Conviene que el cirujano sea 



igil y que tenga industria , y sea de 
muy buenas manos, y que no fie en 
los libros. 

9.^ El que tuviere acarreado para 
si él magisterio de la cirugía con di- 
neros y no con el uso» jamás hará cosa 
quesea digna de alabanza» 

10 Aunque en el peligro de la vi- 
da se ha de consolar con esperanza de 
salud al enfermo. 

1 1 No es alivio sino fastidio para 
los enfermos, mudarles los médicos y 
cirujanos. 

12 ' Aunque la enfermedad se es- 
tienda mucho y sea muy larga^ no em« 
pero se ha de apartar el enfermo del 
médico. 

13 Las heridas grandes de gran- 
des vasos, se tienen por mortales. 

14 La especie del remedio ha de 
ser según la especie de la enfermedad. 

15 El absceso del hueso del pala- 
dar trae peligro de corrupción. 

16 El calor incita á la efesion de 
aangre, pero el frió lo refrena. 

f7 Las heridas de las partes ner- 
viosas piden medicamentos , que con 
la tenuidad de sus partes se entren 
muy adentro , y atraigan de lo pro- 
fundo. 

18 A los que tienen llagas en las 
piernas, no les conviene andar ni estar 
en pie ni sentados , sino quietos en el 
lecno. 

19 Las cosas mordaces y acres, to- 
das son muy dañosas á las llagas lim- 
pias. 

20 Para que pongas en su lugar 
los miembros dislocados, conTÍeoe te- 
ner fuerte, mover á una parte y á otra, 
é impeler ó rempujar. 

21 La gangrena que está muy cre- 
cida, no pide otra cosa sino el hierro. 

22 El monstruo es una cosa fuera 
de las leyes de naturaleza. 

23 Las heridas del pecho, luego 
se hacen con materia y purulentas si 
se curan por la via ordmaria. 

24. lias picaduras de todos los ani« 
males venenosos son peligrosas^ 
25 Con el viento austro que sopla 



344 



HISTORIA DE LA 



1 



del Mediodía^ están las heridas de los 
miembros muy aparejedas á corrom- 
perse* 

26 Los heridos ó llagados qae 
quieren sanar presto , han ue usar de 
la comida téuue , esto es, comer muj 
poco. 

27 Los cuerpos destemplados no 
convalecen fácilmente de las enferme* 
dades. 

28 Las llagas redondas no sueldan 
fácilmente, sino es que las mudan en 
otra 6gura. 

29 La llaga erisipilatosa pide la 
purgación por las partes inferiores. 

30 El llorar y dar voces es muy 
provechoso á los niños, porque les sir- 
ve en su lugar de ejercicio, y de arro- 
jar lo que está en el pecho. 

31 A nadie aprovecha la tristeza 
sino al que tiene mucho vientre. 

32 La pereza enflaquece el calor 
natural y le apaga. 

33 La llaga sucia y cacoethes , no ' 
obedece sinoá un remedio muy fuerte* 

34 El baño resuelve y deshace los 
humores , y provoca el sudor blanda- 
mente. 

35 Las enfermedades frías son 
muy dañosas y rebeldes á los viejos, 
pero a los mozos no les son tan rebel- 
des y malas. 

36 Los cuerpos que se ejercitan, 
suelen ser menos acomodados á las en- 
fermedades. 

37 Los cuerpos húmedos» .aunque 
tienen necesidad de pocos alimentos, 
con todo tienen necesidad de copiosas 
evacuaciones del pecho. 

38 Mas presto mueren los enfer- 
mos por destemplanza calieiite que no 
por fria , por la presurosa eficacia con 
que el fuego obra. 

39 Finalmente , aquella materia 
que sale de la llaga laudable que fue^ 
re blanca, lisa é igual. 

Aforismos de Hipócrates y sentencias 
de varios doctores. 

40 Quebrantóse la calvaría debajo 



de la herida , en otra parte diferente 
de aquella en 'donde está la llaga, 

4 1 Al hijo de Filis se le descubrió 
el cráneo de la frente , al Doye&o dia 
le dio calentura , paróse el hueso lívi- 
do y murióse. 

42 En la fractura de la cabeza so- 
breviniendo calentura , no se ba de 
purgar la cabeza. 

4ó Muchas veces se quebranta e) 
cráneo y no se corta el cuero. 

44 Raras veces , pero sucede al- 
gunas , que en una parte del golpe y 
en otra esté quebrado el hueso de la 
cabeza. 

45 De la misma suerte que en el 
vidrio , asi en .el hueso de la cabeza 
dar el golpe de una parte ^ no solo 
quebrarse otra, pero la contraria. 

46 Camarosis^ es una división de la 
calvaria , en la cual la parte ofendida 
al modo de una cámara ó aposento^ 
queda levantada. 

47 Si estando el celebro ó alguna 
túnica herida saliere sangre por la bo- 
ca ó por las orejas, con vómito de có- 
lera sobreviniere calentura y delirio, 
estos tales se mueren. 

48 Cuando se quiebra el cráneo y 
se enfria la túnica y aposteo^i, enton- 
ces es necesario que te des prisa, á cor- 
tar, empero sí fuere necesario esperar, 
no sea mas que hasta dos ó tres dias. 

49 Empero en todo el hueso que 
estuviese cortado ó quebrado, al pun- 
to los médicos mas antiguos acudian 
á las herramientas para que con ellas 
le cortasen , pero mucho mejor es es- 
perimentar primero los emplastos. 

50 Los huesos que están dmi8 
rompidos son menos peligrosos. 

51 Si nada á la membrana caye- 
re , cosa es fuera de razón abrirla. . 

52 El hueso despedazad^, y qi:|e- 
brantado, carece de peligro, 

53 No padece ?! celebro sin que 
padesca la pia mater , y al contrario. 

54 Si se inflamare el celebro ó 
sus membranas, de necesidad se sigue 
calentura y delirio. 

55 En las heridas frescas antea de 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



345 



la locura^ conviene lavarlas con vino j 
ciárselo á beber, j fuera de esloes ene* 
roigo a las heridas. 

56 La leche es muj buena para 
las heridas de los livianos 6 pnlnioaes. 

57 Los que tienen llaga en el pul- 
món, pueden muy bien ser sanos solo 
con el uso de la leche, antes que se ha- 
ga grande la Haga y callosa. 

58 Empero estando herido el pul» 
moD hay dificultad de respiración , y 
la sangre que echan por la boca es es- 
pumosa , y la de. la llaga colocada, y 
con esto también la respiración es con 
sonido ; aprovéchales echarse sobre la 
herida ; algunos fuera de razón se le* 
vantan y sanan. 

59 Las heridas que están en el 
pulmón ó livianos j se curan con las 
cosas que comemos y bebemos. 

60 Villo, que era cierto hombre^, 
estando herido en las espalda^, iesalia 
mucho aire por la herida, y con soni- 
doarrofaba sangre; púsele medica men« 
tos aglutinantes, y con esto la costura, 
y sanó. 

61 Empero si el nervio se rom- 
piere según su latitud , entonces es 
necesario coserle , porque sino no se 
conglutinará. 

62 El que tuviere puntura de ner* 
vio, use de la comida en estremo te- 
nuísima, que es comer casi nada. 

63 En la puntura del.nervio todo 
el cuerpo se debe vaciar por sangría, 
si la virtud fuere robusta, y no tuvie- 
re otra cosa que lo impida, aunque pa- 
rezca no haber en el cuerpo que pa- 
dece abundancia de sangre. 

64 Estando el estómago herido^ 
se le sigue zollipo y vómito de cólera, 
y si alguna cosa se ha comido ó bebi* 
do, eso se arroja con mucha brevedad, 
y los estremos se enfrian. 

65 Heridos los riñones sale san- 
gre con la simiente. 

66 La resolución es una conver- 
sión del humor en vapor , y salida de 
él por los poros del cuero. 



67 La cirugía es del número de 
las artes liberales, porque en su puli- 
do resplandor y suavidad , no es infe- 
rior i otra alguna. 

68 La cirugía es la mas antigua 
parte de la medicina ^ cuyo oficio es 
evidentísimo entre todas sus partes. 

69 Guando el hombro padece , se 
ha de sangrar en el brazo del lado 
opuesto ó contrario. 

70 Si el corrimiento fuere á la 
rodilla, este tiene necesidad de san- 
gría de las partes superiores^ y se le ha 
de sangrar la vena en el codo, esto es, 
en la doblegadur a del brazo, que es ó la 
interior, que es la basílica^ ó la media, 
que es la de todo el cuerpo. 

7 1 Dice que e] dolor se causaba ó 
por la solución de continuidad ó por 
la destemplanza caliente ó fría, en ra- 
zón de lo cual no hay para qué buscar- 
le causa como se haga, 

72 En todos los abscesos univer- 
salmente usamos de la cisura simple, 
empero ha de cortar el miembro por 
linea recta y no atravesada. , 

73 Porque en la cortadura atra- 
vesada en el cuello ó pescueso, es con 
mucho daño , porque los vasos y los 
nervios se estienden derechamente. 

74 Para quitar el dolor estupefa- 
ciendoel miembro, ninguna medicioa 
hay mejor que el fílonio. 

75 Cuando hay abundancia de 
malos humores , hemos de purgar; si 
con esto hubiere también abundancia 
de sangre j has de purgar y sangrar, 
aunque primero sangrar y después 
porgar. 

76 Mira que cuando hubiere do- 
lor que no te a t re Vas á poner sobre él 
ningún género de medicamentos, aun- 

ue sean tenientes, si no fuere después 
e hecha evacuación , porque muchas 
veces haciendo lo contrario se llama 
mas humor á la parte afecta. 

77 Para evacuar el humor, que 
está contenido en la inflamación que 
hace la esquinencia , no es menester 



I 



HiST. D8 LÁ Mbmg. esfaSola. — ^TOHO 2." 



44 



346 



HISTORIA DE LA 



aplicar medicamentos ningunos si san- 
grares de las leónicas: con lo cual da- 
mos fin á los aforismos.» 

Ademas de estos preceptos propues* 
tos por e\ mismo autor , espondre al- 

Íana de sus ideas respecto á la curación 
e los aneurismas por la ligadura. 
«Calenté y dice, i. la luz de una bela 
una aguja mediana y la doblé en for- 
ma de arco , y con ella até la arteria 
pasándola por debajo de ella, y por 
itinerario senria para esta obra el de- 
do índex» al cual iba arrimada la aga« 
ja ,yde esta manera ligué la arteria 
con mucho trabajo, dos dedos por en- 
cima sin descarnarla por eritar tanto 
dolor. «Hecho esto páseme i la parte 
baja , y por debajo de la arteria torné 
á' pasar la aguja j até la arteria como 
lo hice en la parte alta , y luego re- 
conocí que estaba atada porque no sa- 
lia sangre (pág. 41).» 

La obra de López León acredita 
bastante bien lo adelantada que esta- 
ba la cirugía en España en aquella 
época. El autor fué un digno discípu- 
lo de la escuela de Hidalgo de Agüero, 
y contribuyó eficazmente a su propa- 
gación por toda la India. 

JUAN BAUTISTA CURSA. Na- 
tural de Valencia : estudió en esta la 
medicina , j en ella tomó la borla de 
doctor. 

Escribió. 

Discurso matemático sobre la natu* 
raleza jr significación de los dos come- 
tas que se vieron en los meses de no- 
siembre y diciemhre de 1618. Valen- 
cia 1628. 

No ofrece interés. 

ESTEVAN MAÑA , natural de 
Uildecona. 

Escribió una obra de gramática con 
el titulo siguiente. 

Enquiridion verborum. Zaragoza 
1638. 

No la he visto. 

(Véase Torrea y Amat pág. 362). 

BERNARDO MAS^ natural de 
Manresa : estudió la filosofía y medi- 



cina en Barcelona y en ambas tomó la 
borla de doctor. 

Publicó en catalán la obra siguiente. 

Orde hreu y regiment moU útil y 
profitós, para preservar y curar de 
peste, Anni 1625. 

(Véase Torres y Amat páp. 397). 

FRANCISCO RÜIZ ZAPATA^ 
natural de Zaragoza : estudió en esta 
universidad la filosofía y medicina, y 
en ambas tomó el doctorado. Fué exa- 
minador é individuo del colegio de 
médicos de Zaragoza. 

Escribió. 

Discurso sobre la composición del 
azúcetr rosado solutivo, XéneozaL 1 625. 

Apéndice para mayor aclaración y 
noticia de dicha composición del azu" 
car rosado solutivo. Id. 1625. 

Jlepulsio cujusdam apologeticcB cen- 
sitrce novissinuB civitatis cesaraugús' 
tancB. Id. 1629. 

(Véase La Tassa, tom. 2.'' p. 415). 

To no be visto ninguna de estas tres 
obras ^ pero creo que deben ofrecer 
poco interés. 

FRANCISCO CAMAI^ES O 
CATMANAS , natural de Villafran- 
ca de Conflent , en Catalufta. Estudió 
la medicina en Valencia. 

Publicó la obra siguiente. 

In dúos libros artis curativce Ga^ 
leni ad Glaueonem, commentaria, Va« 
lencia 1629. 

No he visto esta obra. (Véase Tor- 
res y Amat pág. 133). 

BLAS TORCU ATO LÓPEZ 
TURELL , médico de Velez Málaga. 
Afligida la ciudad de Guadix de no- 
tables enfermedades por espacio de 
dos años , y particularmente de la ca- 
lentura punticular , quiso saber este 
médico el estado de ella , y supo por 
informes que esta enfermedad era una 
fiebre punticular epidemial^ y que hu- 
bo alguna diferencia entre los médi- 
cos sobre la aplicación de un refrige- 
rante en las espaldas de una niña de 
siete años. Con este motivo escribió 
una apología de tal práctica aue dedi- 
có á D. Iñigo Buicefto de la (üueva y y 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



347 



que iipprifnióen 1630 sin lugar de im- 
presión. (Vilklba^ Epidem. tom. 2.* 
P%- 51). 

ALONSO FAJARDO DE LEÓN, 
estudió la medicina en SeviUa, revali- 
dado en ella fué nombrado médico del 
duque de Arcos: fué médico titularen 
Marcfaena.. 
Escribió.. 

Apología medicinal en la citraoion 
de una catarral destilación al pecho, 
poi^ el licenciado Alonso Fajardo de 
Leoni Marchena 1627. 
Ofrece moj poco interés. 
Apoiologia por la verdad que tiene 
la orinacomo señal de la preñez, Ect-* 
}a 1633. 

Se esfuerza en probar que puede 
por sola la inspección de la orina co« 
Docerse si una muger está ó no emba* 
razada. ReBere mocbos casos de ha* 
ber pronosticado con feUz éxito por 
solo reconocer la orina , la exbtenchi 
del embarazo. Creemos que los hechos 
no son plenamente convineeiites, y qué 
pudo acertar por casualidad* 

A necesidad virtud, d verdad suje^ 
cion^ Por el licenciado Alonso Fajar^ 
do de León. 

Se. vindica de una personalidad que 
le dirigió un médico estando eu una 
junta, aobre si se habia ó no equivo* 
cado en decir que eran unas tercianas 
de lo que padecía el enfermo. No 
ofrece interés alguno. . 

FRANCISCO LEIVA Y AGUÍ- 
LAR i natural de Córdoba: estudió 
la medicina en Alcalá de Henares, 
siendo so maestro Pedro García Car- 
rero (pág. 86) (sin prólogo): / hecho 
médico volvió a su pueblo > en el que 
ejerció con mucho aplauso la medici- 
na. Penetrado el autor del mal uso que 
se hacia del tabaco, se propuso escri- 
bir una obra en la que demostrase, 
que siendo tenida esta sustancia por 
uno de los medicamentos mas eficaces, 
no podía abusarse de él con tanta im- 
punidad y por todos los individuos. 
Escribió la ebra siguiente. 
Desengaño contra el mal uso del 



tabaco. Tócanse varias lecciones , y 
trátanse fll intento muchas dudas, con 
resoluqion las nuevas , con novedad 
las antiguas. Por el doctor Francisco 
de LeiiuijrAkuilar. Cótdohn 1634. 
Divide su obra en cuatro partes. 
En la 1.* presenta las opiniones y 
abusos de ios defensores y partidarios 
del tabaco. En la 2.^ prueba los yer- 
ros con que lo tomaban. En la 3.^ re- 
fiere los doce daños que de su abuso se 
seguían. Én la 4.* deshace los argu- 
mentos de sus defensores. 

Et\ la 1 .* parte demuestra que las 
ventajas y beneficios que sus partida- 
rios alegan en favor del tabaco , solo 
tienen lugar cuando se usa de él con 
moderación , por sugetos robustos, de 
cierta edad , y en corta cantidad; por 
el contrario oue era sumamente per- 
judicial cuanao no se tomaba con rae* 
sura. 

En la 2.* parte propone los errores 
que cometían los apasionados del ta- 
baco, y son los siguientes. 

Que los daños que el tabaco causa 
no son por su naturaleza sitio por su 
mal uso ; y que todo lo criado es de 
provecho para el hombre. 

De los yerros que se cometen en el 
uso ordinario del tabaco, y que es con- 
tra tas buenas costumbres, urbanidad 
y medicma. 

Del primer yerro j que es tomar el 
tabaco sin que precedan las evacúa^' 
domes universales. 

Del segundo yerro , que es tomar 
el tabaco sin prepdrat el humor que 
se pretende evacuar , y las vias por 
donde. 

Como se yerra eú el cuando j y cuan- 
to yerro sea tomar el tabaco á todas 
horas. 

Que es yerro trnnar el tabaco cada 
dia, y tantas veces en cada uno. 

Del quinto yerro (fue estomar el ta- 
baco los que tienen scdud. 

Que es yerro usar el tabaco en to- 
das las enfermedades sin distinción, 
siendo tan innumerables no hay medi- 
camento que sea bueno para miLchas. 



348 



HISTORIA DE LA 



Del séptimo yerro , fue es usar el 
tabaco de una misma suerte en todas 
las complexiones y composturas de 
sugetos. 

Que es yerro usar el tabaco igual* 
mente los que tienen diferentes modos 
de vivir ^ y cual se ha de ei^acuarmas, 
si el que come poco ó el que mas. 

Que es yerro tomar el tabaco de 
una suerte en todos los tiempos del año, 
sin tener atención a la mutación natU'* 
ral ó no natural de ellos. 

Es jrerro que en diferentes edades 
se use de una misma suerte, jr que lo 
tome el mozo como el viejo» 

Del yerro que es usar el tabaco de 
un mismo modo en todas las regiones, 
habiendo tanta diferencia de unas a 
otras. Tratase de los pigmeos, jr que 
sea propiamente re^on en la consiaC' 
racwn del medico. 

Que es yerro tomar el tabaco sin 
consideración de las fuerzas que tiene 
el que lo usa\ que no d todas enfer* 
medades se han de aplicar remedios. 
Que pecan algunos en esto, y que son 
mas seguros los menos. 

Térro es no distinguir la mayor ó 
menor viveza de sentido de los que ¡o 
toman , porque según la variedad del 
sentir se debe varuir el uso del tabaco* 

Que es yerro tomar el tabaco sin 
corregirlo ó prepararlo ^ y sin el debi^ 
do punto que ha de tener en lo molido. 

Que es yerro querer que por las 
narices se purgue el humor de todo el 
cuerpo» 

És yerro no tener la boca llena de 
agua cuando se toma el tabaco. 

Es yerro tomar el tabaco sin consi* 
derar la disposición que tiene el cuer^ 
po en cuanto a hambre ó hartura, can' 
soneto f falta de sueño, Uenamiento de 
vientre ^y otras disposiciones. 

Es yerro no lavarse las narices por 
dentro después de haber tomado elta^ 
bacOj para escusar algunos daños. 

En la 3/ parte preieota lot doce 
daños que causa el abaso del tabaco, y 
SOD los sigaieotes. 

1.^ Acortar la vida. 



2.^ Ofender el ingenio. 

3.^ Depravar la yista* 

4.^ Cansar locara y melancolía. 

5.^ Hacer apoplegias. 

6.® Dañar los dientes. 

7<^ Agrannjar y afear el roatro. 

8.° Escupir sangre. 

9.^ Llagar la garganta. 

10. Destruir el olfato. 

1 1 . Causar calvas. 

12. Desmedrar la castidad. 
Para probar el primero de estos es- 

tremos, dedica quince capítulos: trata 
de la muerte natural, de las causas que 
la van determinando , de la pérdida y 
reparación de fuerzas. Es curioso el 
capítulo 10 en que trata de la muerte 
que hubiera tenido Jesucristo i no ba«' 
ber muerto violentamente. Dice ser 
una desecación completísima : lo es 
igualmente el 12, en que espone las 
causas por que unos envejecen antea 
que otros. 

Para demostrar que el abuso del ta- 
baco ofende los ingenios, dedica vein- 
tiocho capítulos; hace una descripción 
anatómica y fisiológica del cerebro: tra- 
ta con toda estension de la existencia y 
funciones de los espíritus animales: es- 
plica las simpatías por su mediación: 
discurre con mucho discernimiento de 
las funciones intelectuales: habla de 
los ingenios , de la disposición de los 
individuos para las ciencias: quiere es* 
plicar que el ingenio y la sabiduría 
depende de la organización de la ca- 
besa. Son muy interesantes loa espita* 
los siguientes. 

7.° ¿En qué consisten y de qué 
causas proceden los buenos ingenios y 
hombres mas sabios? Que son midas 
los de cabezas pequeñas y por qué. 

8.^ Que debe gfiardar la cabeza 
proporción con las demás partes prin- 
cipales. ¿Por qué son los pequeños/a- 
ciles de enojar? ¥ en común de malos 
ingenios los largos y gordos. 

9.^ Por qué razón el diafragma 
ayuda a la sutileza del ingenio. 

1 5 ¿Por qué la sangre aprovecha 
para el buen ingenio? ¿Qué cosa son 



I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



349 



hs espíritus animales? ¿q^¿n los ha- 
ce? ¿ae qué? ¿jr dónde es instrumento 
de las acciones animales, y cuáles son 
sus buenas cualidades? 

Ed este capítulo y en los signientes 
encontrará el lector todo cuanto pue- 
da desear para conocer el estado de es- 
ta cuestión en España , mucho antes 
que se publicara en Inglaterra este 
nuevo sistema de comunicación entre 
el hombre físico y moral. 

Es en estremo curioso el capitulo en 
que discute los perjuicios que hace el 
tabaco al pelo j 6 por mejor decir la 
calvicie . 

Ridiculiza a los viejos que quieren 
ocultar sus canas j parecer como ni^ 
fios : asi le dice á un viejo. 

Tinendo negro el cabello 
La mayor verdad desmientes 
Viejo f que mozo te mientes 
Fiendo que no puedes sello. 
En contraposición describe sucinta* 
mente la vida de un noble viejo , di- 
ciendo. 

Son vida y susto del viejo 
Casa, cama , huerto y libros. 
El juego, el vino, los nietos. 
Su conciencia y un buen amigo. 
La obra cuyoestracto acabó de ofre- 
cer á mis lectores j es sumamente in- 
teresante bajo de muchos conceptos. 
Es una monografía bien concluida so- 
bre los abusos del tabaco^ comprensi- 
va de trecientas fojas: las materias que 
en ella discute son las mas á propósito 
para el caso : su erudición es muy es- 
cogida ; y la fuerza de las razones en 
que apoya la probanza del objeto que 
se propuso, es poderosísima. 

Por otra parte esta obra es suma- 
mente rara^ cuyas circunstancias re- 
unidas la hacen digna de ocupar un 
lugar preferente en la biblioteca de 
tooo médico. 

GABRIEL ALFONSO DE VI- 
LLABRAJIMA. 

Escribió la obra siguiente. 
De viri et feminm comparanda fe* 
cunditate in tres libeUos aivisa. Quo^ 
rum primas de diferentiis et causis 



ugit sterelitatis , secundas de signis et 
teriius de cujusque infecunditatis cu» 
ratione. Auctore Gahriele Illefonso 
F^illahraximensi. Villabrcujcimce ayi- 
noM.C.XXX, por Francisco Fernan- 
dez de Córdoba. 

Dedicó esta obra al conde de Bena- 
vente. El primer libro contiene cua- 
tro capítulos. En el 1.^ divide la este- 
rilidad en tres especies, i saber: 5Ím- 
ple, complicada y relativa. En el 2.^ 
trata de las cansas de la esterilidad de 

tarte de la muger. En el 3.° de las del 
ombre , y en el 4.^ de las relativas á 
uno y á otro de los consortes. 

En el libro segundo trata de los se- 
ñales para conocer si la esterilidad es- 
ta de parte de la muger ó del hom- 
bre: los esperimentos á que se refiere, 
tomados de los médicos antiguos , son 
hasta ridículos. No sucede lo mismo 
cuando presenta el diagnóstico de la 
esterilidad, resultante de los desórde- 
nes de la menstruación, y de otras le- 
sionas de la naturaleza, tales como la 
I parálisis , la oblicuidad , el descenso, 
as úlceras, y sobre todo los cálculos y 
molas que en ella se pueden formar, 
de lo cual refiere algunos casos. Exa- 
mina enseguida los síntomas que prue- 
ban la esterilidad del hombre , según 
las diferentes cansas que pueden pro* 
dttcirla» 

En el libro tercero habla estensa- 
mente de la curación de dicha enfer- 
medad^ tanto del hombre como de la 
muger. 

Es una lástima que el autor no pu- 
diera librarse de las ridiculas preocu- 
paciones de su tiempo , y que al lado 
de sus profundas investigaciones se 
encuentren hasta remedios supersti- 
ciosos y ridiculos. Creyó con toda su 
buena fé que una de las causas de la 
esterilidad era la fascinación ó toma de 
ojo, y en su consecuencia propone co- 
mo ios mejores remedios llevar pen- 
dientes del cuello un a^nus Dei ben- 
decido por el papa , y las oraciones ó 
sufragios espirituales. 

Sin embargo, perdonando al autor 



•«■te 



■ftte 



350 



HISTORIA DÉ LA 






todas estas 7 Otras muchas preocupa- 
ciones hijas del siglo en que vivió , y 
ateniéndose á las observaciones prácti- 
cas que i cada paso nos ofrece^ pode- 
mos asegurar que esta obra es de ma- 
chísimo mérito por el objeto especial 
sobre que versa^ por la época en que 
se escribió, por las observaciones no- 
tables que refiere^ y por ser 7a de las 
mas peregrinas en nuestra literatura. 
Baste decir que D. Nicolás Antonio 
no tuvo noticia de ella , ni tampoco 
D. Antonio Gapdevila. 

JUAN GALLEGO DE LA SER- 
NA, natural de Málaga : fué médico 
de cámara de los reyes Felipe III y 
Felipe ly • Este médico es otro de los 
que mas reputación facultativa tuvie* 
ron en su época. Habiendo enfermado 
la reina de los franceses fué llamado 
para visitarla ; tan luego como la vio 
publicó el diagnóstico y pronta cura- 
ción 9 á pesar de haber desesperado 
de ella sus médicos de cámara. Asi 
se con6rmó mereciendo ser honrado 
ademas de una pensión vitalicia pon 
el nombramiento de su médico de 
cámara. 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente. 

Joannis Gallego de la Sema Ma^ 
lachensis catolicorum Fhilipi III et 
I y Hispaniarum regum archíatrí neC' 
non chiHstianissima: Gallorum regí" 
nce primarii quondam medici, Ope^» 
ra phisica , medica ethica in quin^ 
que tractatibus comprensa. Lugduni 
M.C.XXXIFinfol 

Los tratados son los siguientes: , 

1 J^ De principüs generationis om* 
nifutm viventium» 

2.^ De conservaiione infantis in 
útero: de bono et malo pariendi modo, 
et de sumo naturas artificio quod ser- 
val in partu , necnon de obtrectitium 
ojficio, 

3.° De prenorum alendi ratione 
et sanitate tuenda^ qui et de calcuU 
et epilepsice prascautione et curaüone. 

4 .° De comiáii prenorum educan'- 
di ratione, inscriptas ethica prenorum. 



5.° De optinU regíf curandi ra*, 
tione. 

En el 1 .° capone estensamente to- 
das las opiniones de los antiguos sobre 
la materia y modo de verificarse la ge- 
neración. Se inclina á creer , y aaa 
alega alguoas pruebas para demostrar* 
lo, que el semen debia ser onrm^atet 
ria dotada de vida y de movimiento, 
(Interesantísimo). 

En el 2.° esplica el modo de hacer- 
se la concepcioui y capone el mecapis- 
mo que emplea la naturaleata en el 
parto con una exactitud admirable, 
atendiendo al tiempo en que escribió* 
Bajo el epígrafe de naturm nUtacujUs, 
quas contingunt tempore partus (capí-* 
tulo quinto) hace ver los recursos y 
previsión de la naturaleza en dispo- 
nerlo todo con orden y tiempo para 
la salida del fetu del seno materno. 
Concluye asegurando que. el parlo es 
una función natural , y que la mayor 

fiarte de veces bastan los esfuerzos de 
a naturaleza para vencer las dificulta* 
des de lá salida. 

Dedica el capítulo quinto á demos- 
trar los conocimientos de obstrecticia 
que poseían las comadres antiguas, y 
la crasa ignorancia de las que habia en 
su época, aconsejando al gobierno que 
tomase por cuenta suya la educación 
de estas mugeres. Espone las circuns- 
tancias físicas y morales de que debían 
estar adornadas , y los estudios y exá- 
menes á que debiera sujetárselas antes 
de habilitarlas para ejercer el cargo 
de comadres. 

En el 3.® trata de la higiene del 
niño desde el momento de venir al 
mundo: el modo de fajarlos y de nu- 
trirlos: de las cualidades que debe te- 
ner una leche para ser buena , y l^s 
circunstancias fisioas y morales de las 
amas de leche. Últimamente habla de 
las enfermedade9 mas frecuentes de 
los niños, y de su curación. 

En el 4.^ son notables los capítulos 
, siguientes: 

En el primero prueba las intimas 
relaciones que existen entre la fisia- 



I - 



MEDICINA ESPAJSrOLA. 



351 



logia j la filosofía moral : que no se 
puede 8erl)ueD moralista sin ser buen 
fisiólogo^ es decir j sin conocer al hom- 
bre con todas sus pasiones: finalmente, 
que iaa acciones buenas ó malas del 
hombre» penden la mayor parte de ve- 
ces de su buena ó mala organisacion, 
de su buen ó mal temperamento. (In- 
teresantísimo). 

En el cuarto pinta las pasiones de 
los hombres; compara una pasión ve- 
hemente con la ebriedad) y considera 
á un apasionado á un ebrio, sin razón, 
sin discernimiento y sin libertad. '(In> 
teresantisimo). 

En el sexto trata de las enfermeda- 
des producidas por las pasiones, y de 
la fuerza del temperamento en su des* 
arrollo. 

En el séptimo prueba que de la bue- 
na ó mala educion que se da á los ni- 
ños dependen las mejoras ó vicios de 
su organización, como igualmente sus 
enfermedades, sus vicios, sus pasiones 
j sus virtudes. (Preciosísimo). 

En el octavo encarga la vigilancia 
en la educación de los niños , porque 
dejarlos sin maestros, es lo mismo que 
quedar un rebaño sin pastor, una mu- 
ger sin esposo y una casa sin dueño. 

En el noveno hace ver la obligación 

3ue tienen los padres y los maestros 
e estudiar la inclinación é ingenio de 
sus hijos y discípulos respectivamen- 
te. Aconseja no fiarse en los señales 
que suelen dar algunos niños de un 
talento precoz. Presenta muchos casos 
de niños que empezaron muy sabios, 
j terminaron muy necios é ignoran- 
tes. Supone que en estos habia po- 
cos espíritus animales, y que al ca- 
bo de cierto tiempo se les secó el ce- 
rebro. 

En A décimo espone los medios que 
deben elegir los padres y los maestros 
en la educación de los niños ^ y el uso 
que unos y otros deben hacer cfel hala* 
go y de los castigos. &tá porque á los 
niños se les estimule con premioa , no 
con castigos. Vitupera altamente la 
vapulación. 



Jtectie ac docmaticoe medendi vera 
methodus. París 1639. 

De pragdiccionibus in morbos acw 
tU. Oriol(B 1674. 

FRANCISCO SÁNCHEZ, portu- 
gués, hijo de Antonio^ otro de los mé- 
dicos de su época. Estudió en París la 
medicina, y hecho médico pasó á Ro- 
ma en donde ejerció muchos años la 
profesión. Volvió á Montpeller, encu- 
ja universidad fué catedrático por es- 
pacio de veinticuatro años, y final- 
mente pasó á Tolosa en cuya ciudad 
ejerció la medicina con mucha acepta- 
ción hasta su muerte. 

Escribió una obra con este titulo. 
Opera Medica. Tolosw 1636, 

Contiene esta obra los tratados si- 
guientes. 

De morbis internis, libri III* 

De febríbus et earum simptomati* 
bus, lio. IL 

Depurgatione líber singularis, 

Dejlebotomia. 

De locis inhomine» 

Observationes in Praxi. 

De fbrmuUs prescribendi medica^ 
menta ad tyrones. 

Depharmacopea. Ub. III. 

De theriacaj Ub* I. 

Examenopiatorum, sjrruvorum,pi- 
lularum, electuvariorum. lio. IV. 

In Ub. Galeni de pulsibus ad ty^ 
roñes. 

In libé III Galeni de crisibus com*- 
mentarii. 

In ejusdem Ub. de differentüs mor^ 
borum. 

In ejusdem Ub. de caussis morbo" 
rum. 

In ejusdem Ub. de different. simp^ 
tomatum. 

In de causis simptomatum Ub. ÍII 
commentarii. 

Censura in Hippocrates opera om^ 
nia. 

Summa anatómica Ub. IV, 
De lonatucUne et bresatate vitte. 

In Ub. Aristotelis phisegmicum 
commentaríus. 



352 



HISTORIA DE LA 



De divinatione per somnwn ad 
jírístoteUm. 

Quod nihil scritur. 

Ninguno de estos tratados he visto. 
(D. DC icolás Antonio, tom. 1.® página 
362, col. 2."). 

ANTONIO CAMPOS fué médi- 
co titular de Aranda de Duero^ de An- 
tequera^ j últimamente de Málaga. 

Escribió. 

Discursus medicus supercognoscen- 
dis signis seu symtomatíbus corporis 
humani quod suspicatur mortuum ex 
veneno , utrum sic propinatum et da^ 
tum, an vero ingeniturn et natum. A 
D. Joanne Antonio de Campos* An- 
tequera 1637. 

El objeto que se propuso el antor^ 
fué demostrar que en el cuerpo huma- 
no podía engendrarse cierta clase de 
venenos que podían matar al hombre; 
y que los médicos en sus declaracio- 
nes no podían declarar si los señales de 
veneno vistos en et vivo ó en el cadá- 
ver, eran de haberlo tomado, ó de ha- 
berse desarrollado dentro del cuerpo 
espontáneamente. 

NICOLÁS GUTIÉRREZ DE AN- 
DRADE Y ÁNGULO . natural de 
Osuna , estudió la medicina en su uni- 
versidad , y en ella obtuvo primera- 
mente una cátedra de Blosofia, y des- 
pués la de prima de medicina. 

Escribió la obra siguiente. 

Celebres medicas disquisitiores su^ 
per satis jam erodatam quaestionem 
tam apua veteres quam apudjunio^ 
res médicos* Scilicet , an aientur prO" 
pia signa s^eneninecne* UUsiponoí 1637 
in 4.** 

El autor se propuso» como indicad 
titulo déla obra, discutir: 1.^ si podía 
engendrarse espontáneamente un ve- 
neno en el cuerpo humano: 2.^ si este 
tenía síntomas propios que lo distin- 
guieran de cualquier otro tomado in- 
teriormente ó aplicado al esterior: 3.° 
si este podia matar á un hombre: 4.^ 
el modo cómo habían de conducirse 
los médicos en sus declaraciones judi- 
ciales^ preguntados sobre este caso. 



El autor admite todos estda estre- 
mos. Al esponer la diferencia de uno 
y otro veneno , asegura que el desar- 
rollado espontáneamente, como pro- 
ducto de humor^ malos y corrompi- 
dos, obra con mas lentitud , pero que 
mata con mas seguridad^ y el tomado 
interiormente produce sus estragos re- 

Eentinamente , porque el cuerpo do 
abia podido irse acostumbrando á su 
acción lenta. 

Fundado en estos preceptos encarga 
á los prácticos la mayor prudencia pa- 
ra decidir ante los tribunales de justi- 
cia sobre la verdadera naturalesa del 
veneno que haya podido sucumbir el 
paciente. 

JUAN DE filANA , natural de la 
ciudad de Jaén : estudió la medicina 
en Granada , y revalidado de médico 
se estableció en la ciudad de Málaga. 

Escribió la obra siguiente. 

Tratado de peste, sus causas y cu- 
radon, y el modo que se ha tenido de 
curar las secas y carbunclos, que han 
oprimido d esta ciudad de Malaga e^- 
te año de 1637. Por el Doctor Juan 
de Biana, Málaga 1637. 

La ciudad de Málaga padeció en el 
afio ya espresado , una de las epide- 
mias mas terribles que se han conoci- 
do. Según nos dice Biana , en el espa- 
cio de cuatro meses murieron veinte 
mil personas (en la dedicatoria), y era 
tan mortífera que de cien enfermos 
morían los noventa y cinco (pág. 26 
vuelta), y día hubo en que murieron 
hasta trecientos, y muchos en que mas 
de doscientos (pág* 27). 

El autor creyó con mucho funda- 
mento, que la causa de esta epidemia 
fué el comer de un trigo muy malo 
que llevaron á Málaga , cuya ciudad 
hacia dos años que padecía una gran 
carestía de pan. 

«Y aunque estos desdichados efec- 
tos yo los temí , y movido de la obli- 
gación de mi conciencia y o6cio> los 
anuncié y previne, porque advertidos 
fuesen menores , no persudiéndose á 
lo que tan mal les estaba , unos no lo 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



353 



creyeron» otros lo deilpreciaroa, jr ina< 
chos mal acoosejados de Jos médicos 
qaeios curan, no se persiuidíeron á 
qoe del mal trigo de la mar que co- 
mían, les había de jresuiUr lamnerte> 
qae miserablemente después padecie* 
ron. Y aunque el de^racíado suceso 
desempeñó, bastantemente lo que díge 
(que nunca desempeflara) , he queri- 
do acreditar aquella proposición, con 
el discurso 7 fundamentos que en este 
tratado pongo para los que la oyeron, 
que fueron muchos, viendo que la su* 
íeto i la censura de los maestros j pa- 
dres que la medicina tiene en Espa&a 
y toda la Europa , crean por fueras, 
por mas que su ignorancia lo resista, 

Suelo que entonces dige« tiene fun- 
ameñtos sólidos en la verdad de la 
filosofía j medicina , 7 otra ves no se 
crean de quien cura mas á lo alegre 
que á lo provechoso, mas con artificio 
que ciencia •, sino den lugar a quien 
(dejados á parte particulares intereses^ 
que nunca faltan en estas ocasiones) 
preGere el bien comum á comodida- 
des propias. Muéveme á esto no solo 
el sentimiento de que de un yerro 7 
mal consejo» hayan resoltado tantas 
lástimas y desgracias cono en esta cin* 
dad se han esperimentado 7 visto, sino 
el deseo de que otra ves se estorven^ 
no comprando este tr^^o que tan de 
ordinario traen los estrangeros i este 
puerto 7 los demás de España. 

(cY si muchos forsados del hambre 
á comer esto trigo fueron muertos con 
calenturas podridas 7 pestilentes, ó 
llenos de sarna 7 lepra , ¿que nos es- 

Eantemos que de presente tengamos 
\ «peste, que por nuestros pecados te- 
nemos? pues con hambre de dos años 
fueron forsados muchos á comer trigos 
niU7 añejos que vinieron por la mar; 
7 un trigo que había estado once días 
debajo del agua , que no solo estaba 
hinchado, como dice Galeno, sino hin- 
chado, rebentado 7 hediendo á acedo; 
7 no solo los pobres le comieron sino 



todo el lugar, porque los panaderos lo 
mezclaban con otro trigo, 7 nos lo ven- 
dían por bueno , v para mas bien di- 
simularlo le echaban matalahúga ; 7 
ho7 dicen que ha7 personas de Un po- 
ca conciencia , qoe guardan de este 
trigo para mesclar con otro« 7 con eso 
hacer sus vendimias: mas que mucho 
si ho7 es médico de la junta el que es- 
tá abonando el trigo, que no sé con 
qué conciencia declararon él 7 otro, 
que se podían vender estos trigos, por- 
que decían se podian lavar, enjugar 7 
moler, 7 que el pan que de tal trigo 
resultara, no dañaría a los que le co- 
miesen, 7 después de amasado el pan 
7 lleno de matalahúga, hedía mu7 
bien; aunque uno de los dichos médi- 
cos debía de estar romadizado , pues 
daba bocados de él delante de mucha 
gente , diciendo que era mu7 bueno, 
7 que se podía comer sin que hiciese 
daño á la salud ^ 7 muchos por eso lo 
llevaron ¿ su casa. Y cierto ma7 bue- 
na filosofía sabia el que pensaba , que 
la corrupción que tenía el trigo, la po- 
día perder con lavarlo: porque sí ser 
el pan contrario a nuestra naturaleza, 
mediante la corrupción, provenia de 
haber perdido la templanza familiar, 
por haberse separado el húmido del 
seco , por defecto del calor natural, 
que era el que conservaba aquella bue* 
na mistión , con la lavación se le con- 
sumía mas el calor natural , 7 con la 
lavación se separaban mas bien las par- 
tes húmidas de las secas, pues las par*- 
tes húmidas que físicamente estaban 
separadas 9 por defecto de la unión, 
aunque mezcladas secundum mínatís- 
simas partes con mistión imperfecta, 
perdían también eaU imperiecto mis- 
tión,. 7 mezclándose las partes humi-p 
das que constitU7en la mistión, con el 
aguacen que se lavaba el trigo, se 
apartoban localmente, 7 venia á que- 
dar el trigo mas contrario á nuestra 
naturaleza: porque lo que es familiar, 
mientras mas pierde de so sustancia. 



HlST. I» LA MeDIC. ESPk^OJJL. — ToMO 2.^ 



45 



354 



mStORIA DE LA 



queda mas contrario : j ai tiendo mas 
contrario hiede menos , es porque no 
pueden venir al olfato tantos vapores^ 
porque tiene menos calor que levante^ 
y menos humedad que sea levantada^ 
j eso es señal de mas contrariedad cod 
nuestra naturaleza, y no de mas fami- 
liaridad» como piensan. 

«Y aunque este trigo bastaba para 
eausar cuanto daño tenemos, los me* 
dicos para tapar sus yerros, echan to- 
da la culpa á un estrangero , como si 
el estrangero pudiera causar tanto da* 
ño como ha causado en tan breve tiem* 
po, aunque trajera cien landres, si no 
hallara la disposición que halló; y co- 
mo si el trigo solo no bastara para cau- 
sar todo el daño que tenemos por es- 
tar los cuerpos con la malicia del ali« 
mentó., aptos para podrecerse. Luego 
si los cuerpos no estuvieran llenos de 
estos malos humores, por razón de es- 
te mal trigo, no pudiera , aunque vi- 
niera el apestado, causar tanto daño, 
porque aunque el apestado tuviera ap- 
titud para comunicar su contagio , y 
se aproximara á nosotros, si no tuvié- 
ramos aptitud para recibir el daño no 
lo recibiríamos. T si de suyo el trigo 
era malo, y podía causar peste sin ayu- 
da de vecinos, como lo dige á todos en 
el lugar dos meses antes que viniera, 
porque vi enjugar el trigo por las 
puertas y plazas de los arranales, y en 
algunos patios de la ciudad: luego es- 
tos médicos lo que declararon fué con 
malicia ó con ignorancia: si con mali- 
cia, según el daño que hicieron , no 
hay castigo que venga adecuado , sí 
con ignorancia, están justamente pre- 
miados.» 

El autor trata en seguida de los da- 
ños y enfermedades que pueden des- 
arrollar las seis cosas llamadas no na- 
turales, cuando no tienen todas las cir- 
cunstancias higiénicas que les son pro- 
pias y naturales. 

Pasa después á tratar de los sínto- 
mas, dbgnóstico y curación de la pes- 
te. Nada en esta parte nos dice en par- 
ticular. Entre todos los remedios que 



2; 



contribuyeron á la estincion de la pes- 
te en Malaga, ninguno mas efioáz, se- 
gún él, que la traslación del bienaven- 
turado San Francisco de Paula á las 
monjas descalzas carmelitas» pues des- 
de que lo detuvieron á la puerta del 
hospital de la calle de la Victoria , y 
los enfermos le apellidaron , comenzó 
la mejoría en el hospital y ciudad^ 
ue hasta entonces de aida ciento de 

s que habían entrado en el hospital 
no se habian escapado cinco. Esta fué 
la causa de nuestra mejoría , que de 
otra suerte era imposible según las 
raices que el contagio tenia en el lu- 
gar, y la falta de dinero que había (pá- 
ginas 26 y 27). 

Bien pudiera el autor haber dado 
mas importancia á los ausilios pecu- 
niarios que remitió Felipe IV á Mála- 
ga, con destino á los pobres y necesi- 
tados. En 9 de julio de 1637 , y en el 
mismo que se hizo la procesión del 
Santo , se recibieron en dicha ciudad 
treinta mil ducados, según confiesa el 
mismo autor (pág. 26 vuelta}. 

Hace una ligera descripción topo* 
gráfica de Málaga ; habla de los vien- 
tos que en ella dominan con frecuen- 
cia , y dice que el poniente apenas de 
cincuenta días reinaba uno, y el levan- 
te casi siempre. Fundado en estos mo- 
tivos asegura que los hospitales deben 
establecerse en Málaga hacia el po- 
niente (pág. 35). 

En el capitulo que dedica á la pre- 
servación de la peste , refiere una ob- 
servación muy curiosa, que quiero co- 
nozcan mis lectores. 

cT para que mas bien conste ser es- 
to asi, contaré un caso que me suce- 
dió en la ciudad de Jaén, adonde na- 
cí. Una señora de Jaén , muger del 
doctor Fleilas, médico tan conocido en 
Andalucía por sus muchas letras, ar- 
rojaba por la traspiración de las arte- 
rias fuego actual •, y asi su marido me 
llevó á verla por cosa rara. Elsta seño- 
ra era de buen entendimiento, aguda ^ 
enjuta , un poco morena , y siempre 
andaba con los escrementos cotidianos 



■H 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



355 



endurecidos. EUa^ pUes, se quitaba' el 
mantehaelo que traia debajo apegado 
i la camisa , y dándole al mantebuelo 
el aire fresco^ por veinte mil partes se 
eacendia^ de saerte que daba luz , j 
este encendimiento era con rnido, co* 
mo si se encendieran machos granos de 
pólvora , cada uno de por bu T pre- 
guntándome el. doctor la causa (que 
para eso me llevó á que la viera) le 
respondí , que aquella señora era de 
temperamentomuj caliente^ y que en 
ella habia escremeptos tan ígneos y 
tan tenues , que por su tenuidad ni 
quemaban interiormente, ni se veiany 
basta que se encrasaban con el am- 
biente frió ; porque esto sucedía mas 
en invierno.. Conténtele la respuesta^ 
y la confirmó diciendo , que Los mas 
dias estaba necesitada de atemperarse 
con unos baños de agua muj templa-^ 
da^ y me etkseñó uñ tinafon que tenia 
á los pies de la cama^i^ 

Al criticar la opinión de aquellos 
que jusgaban ser el arsénico el meíoc 
antidoto contra la peste , se ve en el 
caso de dar razoii de los estragos que 
producía en aquellos que lo llevaban 
metido en un séquito pendiente del 
cuello, ó bajo de los sobacos. Alefec^ 
to trata de su absorción y llegada al 
corazón por conducto de las arterias: 
habla de su distribución» de las vdlyu* 
las , de la sangre arterial : de los es- 
píritus vitales que saliendo del cora- 
zón no vuelven á el , como lo hace la 
sangre por la vena cava ^ que tiene al 
contrario las válvulas, pues salen de la 
parte de afuera y terminan en la de 
adentro (pág. 54) (1). 

La obra de Biana , sobre ser rarísi- 
ma^ es de lo mejor que se escribió en 
su tiempo. 

DIEGO DE SORIA , natural de 



(1) Coftndo Biaoa escribía superfícíal- 
meute la circnlacíon de la sangre , después 
de otros mochos médicos españoles, como 
hemos visto , Harteo estudiaba todavía las 
primeras letras. Aun tenia dómioe. 



Granada s estudió la medicina en su 
universidad ^ y en la misma tomó la 
borla de doctor. 

Escribió la obra siguiente. 

Certaminis medUi prúpuffuUce an-^ 
tiguitatis adversus juniorum medico-' 
rumnovaiiones. Granean 1635. 

El autor se propuso defender los 
médicos antiguos de algunas imputa- 
ciones que les habían dirigido, oe es- 
fuerza en probar que la mayor parte 
de las enfermedades fueron ya cono* 
cidas á los antiguos , y que la medici- 
na» especialmente practica» habia ade« 
tantado muy poco en manos de los 
modernos. 

GERÓNIMO GIL DE PINA, na- 
tural de la villa de Fresneda en el reí' 
no de Aragón. Estudió la medicina en 
Zaragoza. 

Escribió. 

Tratado breue de la curación del 
garrotíllo, dividido en narraciones mé'^ 
dicas, muy útiles y provechosas para 
todos tos que ejercitan el arte de la 
medicina jr cirugía . Zaragoza 1636. 

Esta obra está dividida en cinco nar^ 
raciones: en la 1.^ se trata de la nece-« 
sidad que tenemos de la medicina: es* 
pone las diferentes clases de médicos 
que hobo en la antigüedad. En la 2.^ 
trata de las indicaciones. En la 3.*^ tra- 
ta de los medicamentos en general. 
En la AJ^ y 5.* habla de Us causas, sín- 
tomas , diagnóstico » pronóstico y cu- 
ración del garrolillo. 

(Interesantísimo). 

Elste es uno de los mejores tratados 
que se escribieron del garrotillo. 

SIMÓN RAMOS » liatural de Se- 
villa. Estudió la medicina en la uni- 
versidad , y en ella obtuvo una cáte- 
dra por espacio de muchos a&os , y 
llegó á ser el decano deles médicos. 

Escribió. 

Panegjbricus seu oratío exhortatO" 
ría in homirds et eius animie inmorta^ 
Us laudes et exceíentias. Auctore Si" 
mone Bamos, médico hispalensi. Se- 
villa 1636. 

Prueba que es indigno del nombre 



356 



HISTORIA DE LA 



de cristiano el qae diga j crea que la 
inmortalidad del alma repugna á loa 
principios de la filosofía. 

Doctoris Simords d Ramos Apolo" 
gia in quo contrtyvertitur utrum vene" 
num ^nerari intra corpus possit derd'^ 
que aelitescere ejusdem activiiatis et 
eficacice venerd esteríorísj et an pos^ 
sit cesta cognitio inter utrumque revé» 
ririetantejudicemdeclarare (id. id.). 

Admite la afirmativa, pero sostiene 

3ae los signos del Teneno desarrolla* 
o espontáneamente dentro del cuer- 
po y el prescrito ó tomado interior- 
mente, pero que los médicos no deben 
ni pueden declararlo ante el jues. 

GASPAR CALDERA DE HERE- 
día. Vamos á ocupamos de otro de 
los médicos que llegó á disfrutar una 
reputación europea por las obras que 
escribió. 

Gaspar Caldera y Heredia , natural 
de Sevilla , y descendiente de las no- 
bles familias de los Calderas y Here* 
dias^ nació por los años de 15^5 ; pasó 
a Salamanca » y en su universidad es- 
tudió la medicina , y pasó la práctica 
con su maestro el doctor Zamora. (Tri* 
bunal medicum, pág» 2.^ col. \^). 
Concluida su carrera regresó á su 



patria , y en ella se estableció como 
médico ordinario. 

Escribió varias obras de medicina, 
de literatura y de política médica^ las 
cuales se bailan reunidas en un tomo 
grande en folio. 

Theseus climaterícus peregrinas. 
Ad Lares principis augusti D. íí. Gas» 
parís Alphonsi Pérez de Gusman el 
Sueno. Auctore Doctore Gaspare 
Caldera de Heredia» Hispali 1634. 

Este escrito fué el primero que el 
autor publicó ^ y bajo este concepto lo 
dedicó á Alfonso Pérez. Al principio 
se leen un gran número de cartas de 
los literatos mas distinguidos de Espa- 
fia, dándole la enhorabuena por la pu* 
blicacion de este escrito. Entre estos 
figuran el doctor Francisco Leiva^ Juan 
Nuftes de Castro y Juan Gutierres de 
Godoy, médicos de cámara de S. M. 

En este escrito trata del origen de 
los números ; elogia con especialidad 
el número siete: compara los años cli- 
matéricos en la evelucion de las eda* 
des con los dias criticos en las enferme* 
dades. Todo lo relativo i este objeto^ 
está comprendido en los siguientes 
versos, los cuales comenta muy estén* 
sámente. 



14 

21 

28 

35 

42 

49 
56 
63 



Infans septenos postquam compleverit annos\ 

Producti dentes murus et oris erunt, 
Post si septem olios Deus hinc concesserit amtos, 

Fit puvesj nato semine nomen habens. 
Est juvenis cum septem edios concesserit annos, 

Et lanugo genos, primaque barba tegit, 
His adidas septem , virtute et nomine clarus 

Est vir, et hasc cetas óptima robur habet. 
Aducios olios septem, volet esse marítus, 

Et memor arcance posteritatis erit, 
His olios jungas septem, prudentia pectus 

Omabit , studiuin nec Uyitatis erit. 
Annumeres septem, gravitas erit incljrta lingua: 
Septem olios, Unguce congruit ingenium. 
Adde novem rursus, cum septenarias ipse est. 

Perfectas, vires sed nimis interimit, 
Scilicet his annis multi periere duobus. 

Quoniam laus celebris marte, togoquefuit, 
Hi queque nanc variis fortunan cosibus anni 

Subjidunt multos j exitiumque /erunt. 



mam 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



357 



Acceduat alii septem , mors dura vocabit 
Ad tumultvanfñssos y decrejHtosque senes • 



Antí'^theseus expugnatus. Auctore 
Doctore Caspíore Caldera de Here^^ 
dia, suh anspicüs Mosoenaüs Augusti 
D. D* Gasparis Alphonsi: Pérez de 
Gusman el Bueno. Hispali 1í634. 

Contiene seis anti-'theseos , en los 
eadies trata estensamente. En la 1/ 
de las causas j síntomas , pronóstico j 
eiiraoioD de la pleuritis : en la 2.^ de 
la apoplegta : en la 3.^ de las viruelas 
y sarampión : en la 4.^ de la angina 

Sangrenoaa: en la 5.^ de la inmortali- 
ad del alma. 

Feralia ad tumulum Anti^Thesei. 
Et est etiam morhus aUqids per sa^ 
pientíaminori,Auctore doctore Gaspa- 
re Caldera de Heredia. Hispali 1635. 

Este texto de Plinio(líl>. 7.'' cap. 60) 
fué objeto de las cuestiones mas acalo- 
radas, pero al mismo tiempo eruditas, 
del siglo XVII • Apenas hubo literato 
de nombradla en España que no to«- 
mase parte en la interpretación del 
texto de Plinio: también es unaenfer-' 
medad el morir almmo por la sábidu* 
ría* Las tres escuelas , de Valladolid, 
Salamanca y Alcalá de Henares, pu- 
blicaron sus opiniones respectivas. 

Unos sostenían que Plinio dio i en- 
tender aue el deseo de saber babia 
muerto a muchos: otros^ que de tanto 
estudiar por alcanzar la sabiduría se 
habían vuelto melancólicos. Caldera 
de Heredia sustenta que el texto de 
Plinio debía entenderse de la muerte 
natural, porque el hombre para saber 
algo necesita toda la vida , j como 
quiera que cuando empieza a saber es 
jra viejo, entonces se verifica que es 
una enfermedad el saber , j el saber 
es morirse. 

Este tratadito es sumamente curio* 
so 7 erudito. 

Tribunal , apollim sacrum ^ medi* 
cwn, magicum, etpoliticum, invubli" 
coorbis scientiarum theatro Ainemen- 
si, decisiones ex supremo Apollms 
consilioi consiliarüsy Hippocrate, Erar 



sistrato. Galeno et Diocle ; Supremo 
consilio asistunt, Serenissima libertas 
ex Cóo y prima et suprema Grascice 
Academia: in Pergamo secunda , Ga- 
leni Academia : tertia utriusaue orbis 
Salmanticensis : quarta ama Hegia 
ApoUinea , Serenissima : quinta ma^ 
jestuosa doctorum ffispalensium Acá* 
demia. Opus certe perutile , pMlosO'' 
phis, medicis, theologis , etjure peri^ 
tissimis: et ómnibus qui amasna et aa-- 
ría eruditione delectantur, ut politioris 
Uteraturce viris, Auctore , Gaspare 
Caldera de Heredia.Lugdum Batavo- 
rum 1658, infol. 

El autor figura una reunión de los 
principales medióos que conoce la cien- 
cia, componiendo un tribunal para 
fallar las cuestiones mas importantes 
de la ciencia. El relator es el mismo 
Caldera de Heredia. 

Se propone demostrar en este tra- 
tado, que el arte del pronóstico es muy 
falaz, porque la terminación de las 
enfermedades depende de muchísimas 
circunstancias, que ni el médico puede 
prever ni remediar. 

Divide este tratado en dos libros: en 
el 1 .^ trata de la falacia del pronósti- 
co en general : en el 2.° de las enfer- 
medades en cuya predicción puede 
aventurar el médico su crédito. 

En la primera trata de la crisis por 
sudor , por vómitos , cámaras, orinas, 
etc. , y para comprobar lo poco que 
puede fiarse de elias^ refiere las enfer- 
medades propias á cada una de ellas, 
tomadas de los libros de las epidemias 
de Hipócrates. Puede asegurarse que 
este tratado es un verdadero comen- 
tario á los libros del médico griego ya 
citados. 

Nos ofrece un gran número de he- 
chos prácticos tomados de su propia 
práctica, sumamente preciosos é in- 
teresantes, para probar la falacia de 
los signos pronósticos. «Diré lo que yo 
he visto por mis propios ojos , y que 



358 



HISTORIA DE LA 



nadie tal vez creerá. En la constitución 
epidémica que reinó en esta ciudad áe 
Sevilla en 1649> hizo tanto estrago en 
los jóvenes y en los sugetos robustos, 
que casi todos los de dies i treinta 
años perecian en venticuatro horas, 7 
los viejos y los débiles se libraban: lot 
primeros se encontraban en buena 
edad los pulsos, y las orinas eran bue- 
nas; luego debe confiarse poco en la 
virtud de estos signos para juegar del 
término de las enfermedades (psg- 72 
col. 2.').» 

An in desperatis morbis, temerariis 
, uH conveniat remediis. 

El autor propone tres enfermedades-. 

1 .' ¿Conviene hacer la laringató*- 
nica en una angina sofocativa que 
amenace la vida del hombre por ins- 
tantes, ó hacer escarificaciones pro- 
fundas hasta que pueda respirar? 

2.* jEu una apoplegia desespera«- 
da conviene sangrar de las yugulares 
y aun de las carotides? 

3.* ¿En el espiema conviene abrir 
el pecho para estraer el liquido conte- 
nido en él? 

Responde afirmativamente i lastres 
cuestiones , y aduce las razones que 
deben determinar al médico á su eje^ 
cucion. 

Estos dos tratados ofrecen el mayor 
interés , y son muy dignos de consuU 
tarse. En ellos está representada la 
juiciosa práctica del autor : la erudi- 
ción es muy vasta y escogida , y me- 
rece bajo todos conceptos el que se 
consulte y estudie como una obra 
maestra. 

De x^arioUs et morhillis , ¡iber uni^ 
cus. Auctore Gaspare Caldera de 
fferedia. 

Describe con la mayor precisión las 
causas, síntomas , pronóstico y cura- 
ción de estas dos enfermedades. 

De suffocixtione matricis. 

Dedica catorce capítulos á esponer 
las causas, síntomas, diagnóstico, pro- 
nóstico y curación de ia inflamación 
de la matriz. 



De septí transversi injíammatíone, 
éi cerebri consensu. 

Describe anatómicamente el dia- 
fragma, y en seguida trata de las en- 
fermedades que puede padecer idio- 
páticamente , y las que produce por 
simpatía, tal es la inflamación del ce- 
rebro* (Interesan tisinio). 

Tractatus per lUUlis et necessaríus 
de peste f qiuB armo \&A9. HispaUn* 
sem Cívitatem máxime, , necoris ^ir*^ 
cumjacentíbus pareitis , eontoffone 
sua misere infeccrat. Hispali 1650, 
m/oL 

' Una de las pestes mas terribles que 
han atacado a los pueblos, es segura- 
mente la que nos refiere Caldera de 
Heredia haber reinado en Sevilla en 
el año 1649. Su descripción es tan in- 
teresantCji que no debo ni puedo me^ 
nos de ofrecer á mis lectores las cir- 
cunstancias mas principales de ella« 
Siento únicamente que la bella dea^* 
cripcion que de ella nos hace el antor^ 
haya necesariamente de perder bajo 
mi pluma. 

Divide su tratado en ocho capítulos 
ó estaciones. 

En la introducción protesta decir 
verdad, y jura que consideraba como 
un gran delito callar lo mas mínimo 
que pudiese en algún tiempo ilustrar 
k los habitantes de Sevilla y> de todk 
España sobre los males que hablan es- 
perimentado, á fin de que con opor- 
tunidad tratasen de remedbrlos* Yo, 
dice, no me propongo referir la histo- 
ria de las demás pestes, y si únicaDien- 
te lo que yo mismo he leido en el tbr«- 
rible libro de la naturaleza , y lo que 
he aprendido en esta monstruosa con «• 
fusión de la peste de mi petria, 

Antes de tratar de la peste de Se- 
villa de 1649 , referiré la. que pade- 
cieron Malaga ^ Cádit , Valencia y 
Murcia en 1648. «A principios de 
agosto de este mismo año, ancló en el 
Puerto de Santa María un barco y el 
cual entre otras cosas eonducia una ca- 
ja de sedas , procedente de Murcia. 
Conducida el arca á easa de sa dueño. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



359 



y abierta , á may poco tiempo caye* 
roaenfermot varios de los habita otes 
de ella^ y muriefon. No tardó macho 
tiempo en plropagarse por la ciudad, y 
á notarse que moriah mochos enfer- 
mos á los clos ó tres dias p algunos casi 
repentinamente , y los que . tardaban 
en morir se cubrían de manohitas, lue- 
go les salian bubones y carbunclos. 

«Esparcida ya la noticia que había 
peste en el Puerto , y que los pueblos 
circunvecinos se habían aislado y cor» 
tado sus relaciones > esta ciudad de 
Sevilla no pudo menos de pensar se* 
riamente sobre este asunto , y tomar 
las medidas conducentes para salvarse. 
La ciudad envió al Puerto dos módi- 
cos encargados de examinar la natura* 
leza de la enfermedad é informarle 
sobre ella; pero estos, demasiado bue- 
nos , dejaron engañarse , y dieron un 
informe confuso y evasivo. Por este 
tiempo el consejo supremo de Castilla 
apuró mas el caso, mandando se le in- 
formase categórica y esplicitamente^ si 
la enfermedad del Puerto de Santa 
María era ó no verdadera peste. Se en- 
viaron de nuevo otros dos médicos, 
pero el informe de estos fue tan eva- 
siva y dudoso como el de los primeros. 

«Reunidos los medióos de la ciudad» 
convenimos en que esta dolencia era 
una verdadera peste ; y yo especial- 
mente anuncié de«palabra y por es- 
crito la calamidad á que estábamos 
abocados. Asi pasó el afio 1648. 

«Entrado el 1649, época en que esta 
ciudad de Sevilla disifrutaba una salud 
cual nunca se haUa visto , se esforzó 
en librarse de la peste que ya había 
cundido en otros pueblos: se cerraron 
las puertas de la ciudad, se incomuni- 
có el rio , y se pusieron hasta soldados 
fie á caballo encargados de rondar el 
contorno de la ciudad; mas á pesar de 
todas estas medidas llegó el infeliz día 
en que empezó á notarse que las em<- 
barazadas abortaban con mucha faci- 
lidad^ y las puéperas ya hubieren pa- 
rido con felicidad ó con trabajo mo- 
rían en pocos días. Les acometía una 



calentura uterina , ya una diarrea co- 
piosa , ya desmayos prolongados , y 
morían. Tal era el estado dé salud á 
principios de febrero de este año 1649. 

«Entrado este mes empezó á llover 
mucho*, vinieron grandes tempestades: 
Jos vientos del mediodía y levante se 
hicieron frecuentes y furiosos : todo 
^té mes y el de marzo se pasaron llo- 
viendo copiosamente , y tanto que el 
Irio salió dos veces de madre, é inundó 
la mayor parte de la ciudad. 

«Por la semana santa era ya tanta 
la escasa de alimentos, que ni aun los 
augetos mas acomodados podían pro- 

I»orcionarse un pedazo de pan ni una 
ibra de carne. La ciudad parecía una 
laguna. En el sitio llamado la Alame» 
da habían hecho las aguas tanto re- 
troceso, que toda la feria hasta la pía-" 
za del Duque, calle de la Sierpe y de 
Cantarranas basta S* Pablo , estaba 
lleno de agua como si fuese un mar. 
Por las plazas y demás calles de la ciu- 
dad corria el agua como por acequias; 
era necesario transitarlas con barqui- 
chuelas, y aun asi no podia subenirse 
á todas las necesidades. 

«En el día de Pascua , que en este 
ano cayó á cuatro de abril , era tal la 
necesidad que no se encontraba ni pan, 
ni carne, ni otra clase de alimento: los 
pobres y los ricos padecían lo mismo; 
estos ni aun con el oro podían hallar 
que echarse en la boca. En estos días 
murieron muchísimos, pero su muer- 
te se atribuyó, no á la peste que em- 
pezaba ya a hacer ostensiblemente sus 
estragos^ sino á las circunstancias que 
acaban de referirse. 

«El número de los apestados fué 
creciendo de día en día: nos encontra- 
mos sin hospitales , sin sirvientes , sin 
ausilios y sin autoridades. Al fin se es- 
tableció un hospital , pero no tenia 
mas que treinta camas y los enfermos 
pasaban de mil. Entraban en' él pero 
se acostaban en el duro suelo: llegaron 
a llenarse las salas de enfermos y de 
muertos, porque no había quien saca- 
ra estos. Cuando no cupieron en el 



360 



HISTORIA DE LA 



hospital se echaban en el pórtico y has« 
ta en las calles: estas se veían impedi- 
das al mismo tiempo de enfermos j de 
cadáveres^ por encima de los cuales se 
tenia que pasar: las plazas, los paseos, 
j especialmente las arboledas, se con- 
virtieron en hospitales, j poco menos 
que en cementerios. 

«Los padres abandonaban sus hi[os, 
estos ¿ sus padres, las esposas á sos ma- 
ridos, y nadie procuraba masque por si 
mismo: familias enteras abandonaban 
sus hogares, y se escapaban si podían. 
A estos males sobrevmo otro mayor. 
Los pueblos vecinos nos sitiaron, y le- 
jos de ampararnos nos reoibian con ba- 
las y con palos, de modo que los infe- 
lices que lograban escapar de la ciu- 
dad , morian asesinados por nuestros 
sitiadores. 

«En la ciudad no se oian mas que 
gritos y lamentos; todos se veían mo- 
rir sin remedio : los vivos caían sobre 
los muertos j y todo era horror y es- 
panto. 

«Tan triste escena presentaba Se- 
villa en el mes de mayo : vino el 26 
de este j y todo el dia estuvo triste, 
nublado, y el cielo como de un aspec- 
to blancusco : su color y el de los ha- 
bitantes se parecía al de las paredes: 
por la noche hubo un terrible y fúne- 
bre eclipse^ acompañado de una gran- 
de tempestad de agua y de vientos. 
En este dia se condujeron al hospital 
mas de mil enfermos: no cabiendo to- 
dos , quedaron muchos en la calle y 
otros en los campos; en esta noche pa- 
saron de dos mil los muertos. Por las 
calles, plazas y paseos, no se podia an- 
dar de tantos cadáveres y de tanto ago- 
nizante. No hay pluma que pueda 
describir ni pintar el horroroso cuadro 
que presentaba Sevilla. 

((La mayor parte de loa médicos y 
cirujanos murieron, y solamente que- 
damos dos ó tres. Yo, cediendo a los 
ruegos de mi familia, á la cual hice 
salir de la ciudad en tiempo oportu- 
nO; y no pudiendo ya resistir el tra* 
bajo, y sobre todo las tropelías del go* 



bernador , me pusieron en la necesi- 
dad de escaparme á Huelva, en la que 
estaba mi familia, y los otros profeso- 
res se escondieron ; pero habiéndome 
dado dicha autoridad una completa sa- 
tisfacción , me volví á Sevilla, y mi 
presencia bastó para que los demás 
profesores saliesen de nuevo á visitar.» 

El autor asegura que entre la ciu- 
dad, arrabales y casas de campo, mu- 
rieron mas de doscientas mil personas 
(etcumffispaliscum sub^urbams ejus 
constet tfiginta millibus ¡ariwn,siunu' 
{juague domo, ad septem tantum ard'^ 
mm períerunt , nam d contagio ñeque 
decem domus immunes persisteruntj 
ducenta milUa constat periisse : hac 
est totius dvitatis opimo) (pág. 517 
col. I.*). 

Para dar una idea sobre los estragos 
que causó , y como en prueba de su 
aserto , refiere el número de víctimas 
que hubo en algunas casas particula- 
res y establecimientos. «En la casa de 
un señor ministro 37 ; en la de Don 
Fernando de Omonte 34 ; en la casa 
llamada de los Tromperos 280 ; en la 
del Conde 300 ; en el convento de r& 
ligiosos de San Francisco 180 ; en el 
de la orden general de los Clérigos 40; 
en el de los Jesuitas 160 ; médicos vi 4; 
cirujanos y sangradores 120; enterra- 
dores y conductores de los carros, ape- 
nas quedó uno: solo en la iglesia me- 
tropolitana 300; canónigos y racione- 
ros 23 ^ y á este tenor las demás casas 

ág. citada). 

Al tratar de la naturaleza de esta 
enfermedad, dice que consistió en una 
calentura maligna acompañada de lan- 
dres y de carbunclos. Creo tan intere* 
sante esta descripción , que no puedo 
menos de copiar literalmente un es- 
tracto de sus caracteres principales. 

«Veniamus ad signa infectorum: 
signa quae in hac constitutione obser- 
vavimus , nec ómnibus similia , nec 
communia erant; sed in pluribus insu- 
perabilis trislitia , erat contagii ini* 
tium , et tam dejecto et consternato 
animo, ut omnea pene vit» desperatio 



^^i 



MEDICINA ESPAlSfOLA. 



361 



occuparent : postea febris incipiebat^ 
secundum ^orporis apparatum , «¡ve 
malignitatem et Teneni naturam; nam 
erat plerúqiie lenta , sí cordis oorpus 
▼eDeaam invadebat , nativo calore 
prorsus extraneato, et converso ad ¡g- 
neain naturam , ut neqne palsos ab 
atattt natnrali j neo orina ab stata na* 
tarali matari viderentur^ sí ab humo- 
rum putredine incipíebat febris^ cau« 
sonem ex sancuinis putredine prorsos 
aeiqulabatur , urina perturbata : et in 
principio prseoccupabant omoia acci* 
dentia , quae erant angmenti et status 
gentilitía ^ cum saturato maxillarum 
rubore, illoque etiam corporis nniver* 
si, cum auadam excretione rubida si- 
mili morbilloram (apud nostros dici- 
tvkt Alfombrilla), ad cujns exitum cor- 
dis palpitationes/ vomitus^ anxietates» 
cum alismo implacido ^ excipiebanti 
ut ubi quies sperabator , subsultaret 
gravior mde labor; aliquibus uri ínter- 
na viscera videbantur, ut sopra nudum 
Corpus adhuc levia línteoia ferré ne- 

Í[u¡vÍ8sent : immo ut nuditatis algore 
ruerentur , projiciebant sese ipsos á 
lectuio^ ut nos aliquoavidimus. Gujus* 
cumque sortis potum revomebant^ 
quem seqnebantur aeruginosi, et porra? 
cei vómitos « interdum atrae bilis ma- 
nifestó inditio, bilem seu melancho* 
liam , juxta cordis sinus aduri veneni 
pestilentis consortio^ ut Galenus adver- 
tít in phrenetico , qui virulenta vo- 
mnit; similis enim color evomitur ve- 
neni y ut bis venís aduritur; plerique 
decepti externas refrígeratioois suspi- 
tione, (ad boc enim nunquam defuit 
causa.) in ilUus anxilium , haustulum 
aquae calidae tribuebant , quam in eo* 
dem instanti removebant^ et mox fe- 
bris concitabatur ardentissima , com 
siti inexhausta ^ et inde longe diversa 
accidentia alíquando contraria \ alíos 
fallax ventricoli decipiebat eruditas, 
(sunt enim similia hoc tempore crudi- 
tatís,et veneni symptpmata, dumillud 
adoritur ventriculum) in cujrus coc- 



tione expectanda^ ocoaaio auxUii prae* 
teribat ; et urgeotiae etiam indícatío 
non exacto librata^ pari celeritate, ut 
oecesBÍtas erat, com vitae manifestó 
discrimine protrahebat auxilia : usque 
8O0 judício eruditas, aut arte, aut na- 
tura mederetor: et cum hoc in plerís- 
que nec facile neo possibile erat; immo 
essent talía accidentia pestilentis vene- 
ni, qninea illi fere moriebantur íoitra 
diem, quíbus cataphorica accidentia 
superveniebant letnargi aut phreneti- 
dis, ac perenni ephidrosi expirabant. 
aEt ioterim fastídiumcíborum abo- 
minatio superabat, ut morí potius cu- 
perent quam comedero , ut nullo in- 
genio, vel levissimo alimento cOgi pos- 
sint : neo adhuc víolentia ; violent» 
anxietates epbidrosím ad pectus et ad 
caput anxie concitabant , qoae omnia 
virium extrema eclipsís cum syncope 
funesta sequebatur, quo díaphoretico 
et frígido sudore omnes fere perire 
observavimus; ac illud etiam ómnibus 
fere vidimus^ ut gravativo et impío 
capitis dolore, oculos sublevare non 
possent, cataphorico somno : tristitia 
ómnibus, et vitae desperatio erant ín- 
superabilís ; fluxos ventrís paucis ad- 
veniebat in principio, (ut vomitus in 
ómnibus) sed quibus á tertia die su- 
pervenit, erat ípso jure laethalis , seu 
colliqoatione, seu ípsa veneni víolen- 
tia; ut servae nostrae accidit; nec illud 
erat in ómnibus éommune; nam ple- 
risque líoet sjioptomaticae essent ex- 
cretiones, levamen áttulerunt, et fue- 
re auxiUo,'quia cum utili pravum etiam 
vacuari solebat ; ut plerisque Hippo- 
cratis tempore in alia constitutione le** 
gimus accidisse , quo multi inopinato 
invenerunt auxilium^ ubi alii necem; 
praecipue qoi virtutis vigore, írritatio* 
nis víolentiam levius pertulerunt ; hic 
enim in omní vacuatione symptomati* 
ca única salus erat, ómnibus ín com- 
mune fatale erat , febrem deliquiis et 
cordis dolor ibfis íocipere , et tal i vi- 
rium e^olutione, ut a^gritudo plurinm 



HrST. PB LA MeDIC. ESPAftOLi.-^TOMO 2.^ 



46 



mm 



362 



HISTORIA DE LA 



dierum videretar^ tí máxime com ven*- 
triciiU exolatione , ut illis accidit qni 
veDenum bausernnfc: qaoetiam fasti* 
diam illis perenne e^at , ut si ad ali« 
menta cogerentur , moz reromerent: 
neo illttd miri erat , qnod illa ewent 
▼eneni pestilentis accidentia , quod 
jam ventriculi et cordis substantiam 
occuparat infarctum. 

Interdum aatem si cor et hepar ro- 
busta^ impetebat , haec lacessita roem- 
bra, illud á se repeleré , vigoroso co- 
nsta nitebatar: qnod ut plorimum ▼!• 
dimns acci^jlisse, oam intra venas inci- 
piebant humores ebnl I iré: quoin tem* 
pore duoaccidere notavimus^ (et illud 
in plerisque) nempe quod horripila- 
tio , sea fevis extremorum frigidiUs, 
cum anxio alismo , febrís accessionem 
comitabatnr , venenosis vaporibos ex 
intimís venarum ad cutim expiranti- 
bus» seu á natura lacessita compulsis: 
sed in plerisque alus bubones erum- 
pebant sub alas , seu ad inguina , seu 
varias in corporis partes: nam pone áu- 
rea parótida rum forma non ita cito 
erurapere notavimus; sed postaliquod 
catapnoricum accidens , seu impiam 
metastasim ad cerebrum , (máxime k 
palíndromo alterins abcessus) nam op- 
pressum illud membrum, seu veüeni 
acrimonia lacessitum, proprio emun** 
ctorio venennm deponebat; si non di- 
cimusquod ccelestis iufluxus invisibi- 
lis á comraotione febris ocasione con- 
citata , seu ebullitione hos humores, 
veneni sigillo praesignatos , siogulari 
energia ad h»c emunotoria commove- 
bat^ seu singulari imperio ; quod su- 
per partes adenosas dominatur. 

«ñlud tamen silentio praeterire non 
licet , bubones (nostro idiomate Ion- 
dresj constitutionis initio multis et 
doctis Medicis imposuisse , quoniam 
non videbantur pestis malignas esse, 
sed critici abcessus illins febris fortis: 
el hoc ómnibus fere civitatibud impo« 
sait , quia cum febre et non maligni 
moris, (quantum licuít observare) fe- 
re «d quintam diem erumpebant , et 
mox suppurabantnr*, ac suppurati, fe- 



bris et accidentium omnímoda remis- 
sio sequebatur» ut nobis etiam consti- 
tutionis initio innotuit: nec enim ii illis 
erant laethales, qui in bona quantitate 
erumpebant , et cito suppurabant, ut 
fiii» chirurgi satis Hispali noli, et ve« 
nerabili patri Augustino : hoc erat ín 
principio ; nam postea contagio inter 
mnltos diffuso, necbene erumpebant» 
nec ápte suppurabant*, immo qui justo 
minores erant, ñeque pro febrís ratio- 
ne erumperent Jaethales, utplurimum 
experiebantur, utqui cito interiusre- 
currebant. 

«Ex bis bubonibus plerique ipso fe- 
bris initio erumpebant , alii 24 horis 
jam exactis, sed caeteris ut plurímum 
tertia febris die: vernntamen snbqua* 
dam diffentta , ut qui justo minores 
erant, seu in parva magnitudine cons- 
titerant, ut parvam nucem fere asmu- 
larentur , ñeque color cutis mutare- 
tur , ii secunda aut tertia die inorie- 
bantur: sed mortis cito venturae illud 
erat infalibile signnm, si cum bubone 
maculae et puncticulae aut lívidas , aut 
nigrae erumpebant : et hos vulgares 
Medici morí ex febre puncticulari exi« 
stimabant, non ex bubone, nec febre 
pestiienti: quia non perpendebant justo 
raajorem venenosas materias , quanti- 
tatem naturas impotenti impedimento 
esse, ad venenum á corde propéllen- 
dum, licet lacessita natura tune insur- 
geret, ut contra pondus palma , ut ex 
illohamore bulliente subtiliorem par- 
tera ad cutim, pro maculis et puncti- 
culis propelleret-, qua in pugna natura 
delassata^ á veneno juxta cor derelicto, 
superabatur facile: ac ideo tales repen- 
te, Medicis nihil tale verentibus, de- 
ficiebant fere inopinato, in rídmo pul- 
sibus non mutatis , et urina laudabili, 
quia in hoc statu natura snperata, seu 
timoreperterrita, non aggreditur pug- 
nam; sed nec ómnibus , nec pluribus 
illud erat commune, sed debilibus tan- 
tum: immo enim in alus paulo valen- 
tioribus , et natura veneni violentia 
lacessita , turgentem illum humorem, 
ut sors tulerit > huc illuc extrudebat 



«■ 



í 



MEDIGIIf A ESPAl^QLA. 



363 



ad bepar, acl ▼entriculum > ad oere-* 
brum, ad oervoruin origiiietii; quota^ 
les fere moriebaotor fanatici convulai 
fcu eátbooi. 

ftlo inguinibos forma bnbonis erat^ 
ut oblongi abscessus de phlegmoDia 
natura, ¡n longitudineiii miiscttlorttm 
protensi , ut picem feré eBoiularetari 
sáiurato robore^ valida reqiteatía riec 
yalido: dolore , et úl plerisqoe magif 
se proleadebat in pajrtein musculoaam^ 
^aaitt adenósam parfcem; iub alise tiam 
erat in figura oblooga, et plerisque ro» 
tanda, máxime dam «¡milis ariiygda^ 
las, ant avellanss erat; sed iili omninm 
deteriores erant, quod. invalida Tirios; 
malignitas inteosior p aut onns expeU 
lenti saperias: sed abi natura validaj 
abscessos ad justam magnitndinem 
ernmpebant , ii seo resoiistione , sea 
snparatione, segrotos liberábante quiod 
multis vidimus aocidisse exacto mensa 
Majo; qno in témpora jam ferenullius 
cor» erant; qnia plores iis liberaban* 
lar; et quia supurationem, acoidenti*» 
bus vacoam expectabant , «t sob illa 
seciirius medebantar* 

«Sed adboc inter illospleriqae adeo 
exitiales erant, licet justo majores^ 
(quod valde pestilentes), qoaotamTis 
valida natura tam magnám quantita* 
tem critica videretnr expeliere, et ve^^ 
re expellebat , ut perderent asgrotost 
nam in medio abscessos, et intensi m^ 
boris^ interdum macal» apparebant 
pallidae, aliquando livid», aut nigra, 
quse instrumento vulnerario ad bac le* 
viter tactse , gangraanam et necrosim 
subtus esse monstrabant; omni supe* 
riorem auxilio: et siquis evasisset, om* 
m putredine ad partem sanam penitus 
amputata^ (pro tempore librata piísi- 
ma impietas) ad longucn tempus postea 
convalnérat; et ex iis plores etiam ta- 
bidi perierunt* 

c(In numero abcessuum etiam erat 
magna varietas, quia in alus unicus 
tantum ernmpebat , sub alas sem ad 
íngnina, et exitum monstrabatparvns 
dolor in loco , et scepe ñeque ad Ion- 
gum tempas germinabat, sea hamo- 



ris defectio , seu ptm naturas atooin; 
áliter in plerisqoe qoatuor simul in 
qoatoor emonctoria ibant, majoresaufc 
minores ut apparatus erat , neo illud 
tantum mirari eral) nam alus tota gut- 
turis regione ad pectus usque vidimos 
eropisse: et alus ad. pectus in partíbus 
diversis, in brachii flexora eteurvatu- 
ra genn, non nollisgerminavit abce^* 
SOS) et in brádiialibus etiam non ple- 
risqoe: et fuit inter alios^ cui octo di- 
versis in loéis eodem fere tempore pr4>* 
rupecunttnec illud in détenos eratj 
qoia* naturas robar hoc iUoc , infecti 
bomocis- pravitatem fóris nitebatur 
extffudere: qoopinresex illisetísneflii- 
gére nerieala. 

«Aiiud. per baso témpora etiam ob« 
serTavioios, dárnosos dolores súbito in 
omnem ventris regionem irroisse , ét 
qiii noUo auxilio, licet valde parego- 
rico , cederent , cnm febre ürentissi- 
ma : et intensos doleres comitabatur 
eMam aetoitentia , in illa regione , et 
intos et ejitra exari videbantur segro* 
ti« Dúo in hoc casu perpendimus, 
ntrumqoe secundum temporis ratio- 
nem: sea quod torgentia, humorcom- 
pulsos, ad viscera interna pfalegmo- 
nem seii inflammationem concitábate 
in mesenterio , bepate, aot Hene, aut 
in ómnibus simul: cojus prsesamptio-» 
nis illud erat máximum argumen- 
tum ji árida et nigra linguae siccitas^ 
sitis íncompeacibilis, et febris urentis- 
sima ; seu illum esse bubónem pesti- 
lentei9 , ut caeteris in locis , quod in- 
terdum invalida natora possibile co- 
natu, ómnibus coHectis viribus^ pesti* 
lentem humorem ad emunctoria reji- 
cece teutaret ; et consequi non possit 
prae atonia, quo humor futnri bnbo- 
nis in ingoifiibus , in ipso mesenterio 
sistebatur, et clamosos dolores in ven- 
tre concitabat, illa sola phlegmonis 
diflerentia in mesenterio essé aut in- 
guioe; base varitas non sola praesomp- 
tione , sed validis rationibus fuicita, 
eo máxime titulo confirmatur , quod 
omnes illi difficilima respiratiooc , in 
crebritate se ipsam coosequente. mo- 



364 



HISTORU DE LA 



I 



riebantar : sea inflammationit magoi- 
tadine^ seu foüesta palindrome ad pul* 
monem, seo inflaminalioiie intercU 
pientiom membranaram ; qaae Hcet 
diversa carandi iodieationes non era^ 
riant. 

«Id bac morboram syndrotne aoeU 
dentiumqne eonfustone , quse in plu- 
ribns Tidimus, non erat concurras oni» 
formis , sed secundom diflerentiam 
actíoDUtn pestüentis Tcneni, et eondi* 
tionem prodacti apparatus, quorum 
ratione mira erat varietas; nam vene* 
nosa qualitas una cum sit, varias actio- 
nes contioet imminenter, et in acta 
producít; in alus enim inflammat, 
mortíBcat , corrumpit , et putrefacit: 
et in apparatum varias etiam impri- 
mit actiones: ideo io aliis fluzum con<¿ 
citat ventris , et iilum cólliquantem; 
vomitns et nausea m in plerisque, qui- 
bus aliqui (Hcet ancipiti fortuna) era* 
serunt; venenoso humore simal cum 
utili educto ; ideo nee ómnibus fuere 
tamsinistri judicü: iistamenexceptis, 
ubi prae extrema facultatis retentricis 
atonía diffluebant; ut cuida m genero* 
8» Dominas vidimas accidiase ^ que, 
facúltate vitali penitusexoluta^ expi« 
ravit, biliosa et evolvente diarrhoea. 

«ínter boa pestilentes bubones, pie* 
rosque infrigidari vidimus, et 3 4 aut 
7 fatis cederé: non tantum quod peati- 
leus venenum in cor inspiratione fere- 
batur 9 (hoc enim ab ómnibus commu- 
niter recipitur) ubi vivificum néctar 
dtssipat, etin caloris fonte iofluentem 
spiritum diaphoretico sudore evolven- 
te: sed qnia saepius (et hoc meretur 
singulari asterisco notari) pesttiens et 
veneiiosus humor, furiosa turgentia 
concitatus, in aliquod membrum prin- 
ceps irruebat ^ seu in pariem ignobi- 
lem mesaraei aut ventris , et in qnam 
decubuerat gansrenam , seu fataiem 
necrosim inducebat, ezqua reddeban- 
tur veluti geln frigidi, vitalitate peni- 
tas ezoluta, ut etiam plerisque oonsti- 
tutionibus febris puncttcularis vidi- 
mus accidiase, et máxime in ea quam 
curavimus anno 1632 in quibus illnd 



pecoliareerat , xaún perspicaci et in'« 
tegro indicio: in eo tamen erat mentis 
error , ut quaesiti , se nihil mali pati 
existimarent , licet plures impotentia 
vigilandi perierint, cataphorici^ et alii 
pkrenetici. 

«Plerique velut fulmine icti , re- 
pente concidebant, obmutescentes su* 
bito, alii epileptici , alii epistotonici, 
nervis reversivis , retractis ad nervo« 
rum principium, peribant» ut merca* 
toris nKua, atudiis et jndiciospectabi*- 
lia: ooeasione data ab bumoris furiosa 
turgentia , ad nervorum origínem: at 
vero si illa prava metástasis iñ cerebri 
sabstaotiam irruebat, inde fatalis cer- 
te desperatio , (quod in aliis vidimus) 
occnpabat , dum syderati cadereot, 
cerebri inflammatione ardentissima fe- 
bre: illius tamen erat máximum argu- 
méntame sabito obmutescere, contre* 
miscentes motibua convulsivis , den- 
tinm stridore , et fatali anaudia , ex 
quo in cerebri sphacellum transitus 
videbatur , ac inde súbito peribant 

Ehrenetici ^ cataphorici , sine ornatus 
inc inde procidentes, et inter apbo- 
niam obmnrmnrantes dentium stri- 
dore, 

«In aliis vero febris incipiebat in 
principio lenta , et ad 4 usque diem 
•ceidentibus non longe áfebre alienis, 
nec illo febris more maligna videba- 
tor : sed in quinto agebatur in furias 
ardenti empyreumate animi , et cor- 
poris angore, implacido alismo: ac ita 
delassati , in insomet labore quietem 
inquirentes: color erat veluti mortuo- 
r^m, cum pnlsus omnimoda aspbigia 
(cordis substantia veneno lacerata) 
quo in angone ultimum oonatum na- 
tura intentabat, et ad 6 aut 7 maculas 
et puncticulae^ aud lividae , aut nigrae 
ernmpebant, dispersas ad pectus et ad 
dorsum, ultima fati forte: nam ea noc- 
te aut die illis ultimas lucís erat : nec 
ex iís uUum vidimas líberatom ; nam 
omnea in bac expulsiooe in pugna de- 
lassati ceciderunt , absque ullo bubo- 
ne, nec carbuncalo, ultima forte ex- 
pellendi atonía ; et tot rerum varietaa 



MEDICINA ESPASrOLA. 



365 



aUtóm pcatilentén insignnrit, uDÍv«r* 
M ir«8tata civiUte^ at ea eoarnire hii* 
mani jodicii nootit: dicant csBleri^ 
quid in tanU rerum ooiifii«ione>obaer- 
TarÍDl. 

Mase erant á Mariii inilio et ad fi* 
nem Apritia: nam Maji principio in* 
coeperunt ioler pesülenlea babones, 
et noTO pnllnianlem veneoi ef&ca* 
ciam^ carboDCttli pesiilentea erampe- 
re^ et antraoes^ (panciNioii eDim antea 
YÍiebantur) et hoc noatro judieio, qaod 

Srimis lilis mensibtts indicibUis patre* 
o prsvaluerat : postea reto cum in 
bnmoribus adastio incoepit pnevalere, 
(propria pestileotis qaalitatis conditio 
oontinoa actione bamores ad nstio- 
neni ducere) aliqui io iocoeperontcar- 
bancnli erumpere: qaia íam illa ante* 
cedens pntredo ibat in ostionem , ad 
illaní büinoribasdispositM: seo dispo- 
sitione jam indncta yeneni efficacia, 
dum alios mortifieat, alios ioflammat, 
et omoes velnt igois combarit ; nam 
secandnm témpora et dispositionem 
in humores bos eflectns producit, dum 
ad hoc , ant illud agentis determioat 
actiooem patibile. 

«Hi omnes carbunculi obserraban* 
tur, potins pestilentes: (non enim re* 
pngnat stain grassante pestilenti ustí- 
▼os permiscen et sestiomenosos absque 
peste) parvi et absque elevatione de* 
pressi, et eircum-cirea parra aut noUa 
phlogosi , DCfc inflammatione , et sola 
nigra postula qoam circondabant era- 
na , miliom aemolantia , et non Tevi 
pruritu; sed illos gravia accidentia se* 
qoebantor, nempe asroginosi Tomitos, 
et anxia oertamina , fehñs intendeba* 
tor oreotiasima, lingoa sicca et árida, 
neo illos lectolus capiebat: iliud tamen 
magis mirari erat, numidissimis pue* 
ris, et infantibns ab ubere laetantibus 
(quibos homiditas temperamento pr»- 
▼alet) qoatuor et amplios carboneólos 
erompere: qoibos lace clarins patet, 
natiTo temperamento non posse me* 
laneholieos et urentes humores prava* 
lere , nisi illos pestilens et venenosa 
qualitas ex nativis prodnoeret , coius 



efficacia superat temperamenti indi- 
apositionem . 

« Ad hocetiam curiosa ^eyenit obser- 
vatio, ut cum unus, aut duoerumpe* 
rent carbunculi ad brachia vel crura, 
mozillos sequebantur bubones é diré* 
cto, próximo emunctorio jam fieret ex 
communi consensu in rectitudioe par- 
tium observata^ (ut in omni alia harum 
partium Issione accidere videmus) 
jam ex eiTervescentia et ebullitione, 
juxta principalia membra , qu» coa* 
ctam naturam ad expulsionem conci* 
tabat humoris venenos!, ut ab illis na- 
tural! instinctu periculum averteret: 
illud tamen in illis observavimus , ut 
sola carbunculi medela mederentur 
bubones, infallibilí consensus argu* 
mentó. 

«Antraces et carbunculi per omnes 
corporis partes erumpebant, hac sola 
difiereniia,^ ut qui jugulum pectus et 
oaput occopabaot, essent ipso jure lae* 
thales: ñeque longe e^t inquirenda ra- 
tio; quando ómnibus patet, nempeob 
vicioitatem et coosepsum cum praeci* 
pnis membris , corde cerebro, et he* 
pate : qo» jam valde cpUapsa , cojas- 
cumque vapori pestilenti manus dá- 
bante Plures ad ventris regionem vidi* 
mus erupisse , et primis baud dissi- 
miles in malignitate et periculo : qui 
csBtera corporis membra occupabant^ 
non tants malignitatis erant , tanto 
minos quanto a corde aut cerebro dis- 
tantes: ülod tamen. totam atentionem, 
et medentis prseoccupabant animom, 
videro nempe bubonem et antracem 
simul, et in eodem loco io necem mi* 
serabilis sgroti conspirare ^ gangraena 
impio sphacelo ; quorum periculum 
neminem vidimus eíTugisse. 

«li omnes carbunculi ut plurimum 
in toto meóse Majo et subsequente Ju* 
nio laethalea vagabantor: licet sub fi- 
nem Junii magis curationi cederent, 
qoia jam veneni malignitas remissior 
suporationem expectabat ; nam dum 
incoeperunt erumpere , omnes pene 
gangraena et sphacelo in pernitiem 
ibaot, fatali morticinio. In hac tamen 



366 



HISTORIA DE LA 



lamentabilicláde paulo luinuslacrimU 
digna erat imperitorum chirurgoram 
temeritas : (nam doctissimos aemper 
laadabe Tiros , quorum ope et sagací 
aolertia piares ab orco vidimus revo* 
calos) ipsa morbi Tiolentia deterior:' 
pluresenim sioe arte neo considera* 
tiooe , indicationibus penilus ignora^ 
tis, ut ut fors tulerit^ medebanturt a¿ 
tándem^ quod tn hac coostitutione pr«- 
valuisse vidimus^ effectus adnstionis 
erant, cujus longa restígia ad haesla* 
tu pestilenti exacto, pernMnserttnt; 
▼elut erisjf pelata > pustulse ardentes, 
tertian^, et causones; nec pauci postea 
tabidi ad manas retorridi marasmi pe- 
riere. 

«Ex popules» cirita tis geotiom mal- 
titudine, ex sórdida et invalida plebe; 
gregatim piures vidtmus periisse pes- 
tiientia ictos, uti servi, laboratores, et 
orani servitio addioti : illud erat cum 
pestilens incoepit coostitutio: nam con** 
tagio per aé'rem difluso, et illo com- 
muniori facto^etseminariis per gentes 
et domus vestibuset cobabitationey ul- 
terius dispersis, tune nec signifer ewi' 
sit, (ut est paroemia), ex servítia, nec 
ingenua plebe : nam excrementa per 
vías communes jam sparsa, et á mnltfs 
projecta infectorum contagio^ ex qui- 
bus tot Taporum ascendebat oolluTÍes» 
ut aerem in propia substaotia infice* 
ret, et omnia corrumperet; jam tune, 
nec ex ingenua, neo servitia plebe, nec 
sexus , ñeque »tas erat a periculo Ta- 
cna : nec latebris absconditi fugere 
contaginm, nec moniaiiam praemuni- 
tse clausuras, licet commercio omnino 
praepedito: in ómnibus tamen illa pea* 
tis , famosam pestilentiam aemulatur, 
quam Tacitus lib. 16 Anual, desoríp- 
flit, in tempere Neronia, quando dixit: 
Pertulitque violentiam ai uicina urhi^ 
ubi omne mortaUum genus vis pesti" 
lentiisdepopulatur, (nulla cedí interna- 
perie quas occurrent oouÜs) séd do- 
m US corporibus exanimis, itinerafune - 
ribus complebahtur: non sexus j non 
astas periculo vacua, servicia, perinde 
ao ingenua , plebs extinguí ínter con^- 



jugumacliheréorum lamenta, mddtán 
assidentf dum deflentj smpe éomm ro^ 
go oremabantur, etc» 
• «lam per kaectempora diflundeba* 
tur aequaliter contagiuro j per a^cea et 
tuguria, neo homilibus parcebat^ nec 
iogenois : quid non admirandum hi 
hoc tempore Tidimus? lactantes pueros 
mortuae pendentes abuberibos matris; 
pietati pupillos immensos eommenda* 
tos pestir reliquit impia: quid ponde» 
rationi reliquit admiratío? ínter mo- 
rientes , et qui vÍTeba»t adhuc, erant 
pr omiscui gemitus et clamores: mor* 
tes erant promiscúen , et paeris, et se* 
Yitbas, Tatidis, et iuTalidis: sed ex utro- 
que sexu, in exeedenti numero defe* 
cerunt mulieres: exaetatibus, et'pueri 
et juTenes : et ex temperamento san* 
eninei , sive pituitosi : et talis horror 
nomines ocoupaTerat , ut, desererent 
et domos et familias: et quasrentes 
alienas, cum se in tuto esae existima* 
rent, ibi pestilenti contagio Tulnerati, 
et suorúm solatio orbati, tristi in soli- 
tudine expírabant ; plures , agrorum 
qna^reotes solitadinem , et bominum 
fugientes consortium , ad desertum 
illossequebaturcontagiam:ubi paulo 
quam civitate minus moriebantur au- 
xilio deserti; erat deserta c¡TÍtas.' via- 
toribus , (horrore qui pilos erigebat) 
triste mortuorum , et solitudinis spe- 
Gtaculum : portaeejus desertae : et pa* 
lentes homines in domoram porticis 
expirabant. Hoc in omnium mente fi- 
xum erat, si Majum et Juniam aequa* 
liter in contagio Julius sequeretur, 
nullom superstitem in cifitate fore 
sperandura: ex iis tandeni qui córtdu* 
43ebant curras, et sepulcro morluorum 
dicatis, nallos fereerasit*» 

Respecto de la curación , confiesa 
que «n su príseipío todo¿ loa médicos 
se contentaban con los remedios gene» 
rales: que todos eran novicios y apren- 
dices (nulhts nostrorum vidít , nec cu^ 
ravit } qua amnes novitU et tyrones 
eramos in hac singulari venení ener^ 
gía (pág. 520 col. 2/}. 

Confiesa que en su principio ningún 



M*^ 



MEDiaNA ESPAÑOLA, 



367 



¡1 



remedio bastaba , porque todos mó* 
rían! qne mas adelante y ovando en* 
pezó á calmar la intensidad de la pea* 
te solían aprovechar Jaa sangrías 9 las 
sangnijnelas j los cánsticos, las ventor 
sas , 7 los nervinos y cordiales toma- 
dos interiormente. Confiesa , sin em'- 
bargo, qne todo era confusiony y nada 
se habia juzgado como remedio de ooti- 
fianza, hasta qne el Doctor ArOanio ék 
Fiana descoorió uno, cual era el 
cauterizar los bubones. 

«Tnter tam confusa et diversa peri« 
cula, nec erat meta , nec instans^ ubi 
possisconsistere; unicum tamen atten- 
tione dignum, solertia doctíssimi chi- 
rur^ adinvenit , doctoria nempe An^ 
tonii de Fíana\ et erat quod plerisque 
bubonibnsin medio robores etinflam* 
mationes quaedam veluti cavitas , si ve 
qusedaro mollities, quae tactui cedebat, 
sui dabat indiflium ; et liceC illa non 
esset puris signom in bubone confecti: 
ille tamen illnm actuali cauterio tenni 
et oblongo aperire inccepit, in illa ca* 
vitate sen mollitie, et per Tulnus per- 
sentit venennm espirare^ veluti in va- 
porem 9 sen auram venenosam, foeto- 
ris tam horribilis, ut in terram proci- 
deret chirurgus; quod ídem sibi acci^ 
disse testabatur Doctor laxinthus Xi^^ 
menes, dum aliom bnbonem dominas 
cujnsdam Hispalensisaperiret; etuter* 
que casus foelicissime eessit ; nam ha- 
bitus venenosus qua data porta ruit; 
qua observatione caeteri artífices edoc* 
ti, in postemm majori artificio mede- 
bantnr ; sed semper actuali cauterio, 
ubi cavitas erat , velut in suppuratis^ 
cum aperiendi necessitas ansam dabat; 
in plerisque enim ad 1 1 et ad 14 pro- 
trahebatur interdum suppuratio : sed 
nt plnrimnm illi quibus snppuraban- 
tur, et medendi concedebant indutiaa^ 
postea evaserunt ; iis tamen exceptis, 
'quibus cum macuKs et puncticulis bu- 
bones erumpebant, et quibus locosup* 
purationis sequebatur gangraena : hoc 
enim apud vulgus morí exfehre pun- 
cticukari dicebatur ; sed faaec omnia- 
omnes pariter observavimus.B 



El autor dedica capítulos especiales 
á comparar esta peste con las descri- 
tas por Tneidides , y otros famosos es- 
critores. (Muy interesantes y dignos 
4le consultarse). 

Gasparís Caldene de Heredia^ ct- 
vitatis Hispalensís medici orcEnarii. 
Tribunal meiScomagicum , quo om^ 
fda qum ad Magiam spectant, accura» 
té tractanturet explanantur. Lugduni 
Batavorum 1648, infoL 

Este tratado es sumamente curioso 
e íntereMute á todo el que desee ins- 
truirse en los medios de qne se valie- 
ron loa teosofoa para introducir su sis- 
tema en la ciencia de curar. 

£1 célebre historiador de la medici- 
na Kurt Sprengel no tuvo absoluta- 
mente noticia de él. Al haberla teni- 
do seguramente se hubiese estendido 
maa en dar á conocer las imposturas 
de los teósofos. 

Gasparís Calderade Heredia. Trí 
hunal poUticum. Ómnibus ingenias in* 
genu , sdtu utilUssimum et iectu per- 
quam jucundum. 

Este tratado versa sobre la medici- 
na política : considera al rey como al 
médico; la república como el enfer- 
mo: las partes que constituyen i esta 
son como en el hombre, unas físicas y 
corpóreas, otras morales ¿incorpóreas, 
divinas y humanas: las corpóreas son 
las villas, las ciudades, los reinos y los 
imperios; las incorpóreas, las leyes, la 
religión, las costumbres y los derechos 
del ciudadano. Espone las enfermeda- 
des de una república y los medios de 
curarlas. 

Parte del principio , que el legisla- 
dor para sancionar una ley, debe co- 
nocer al hombre ; por consiguiente 
que la legislación deba fundarse en la 
medicina. 

Si Caldera de Heredia dio pruebas 
nada equivocas de ser uno de los mas 
famosos médicos del siglo XVII , no 
fueron menores las que manifiestan 
sus vastos conocimientos en la legis- 
lación. 

Chaos Universi, (Ib.). 



368 



fflSTORIA DE LA 



Este es otro de los preciosísimos tra- 
tados que escribió Caldera de Here« 
día; no hay en él una sola linea que no 
inspire el ma jor interés. Presenta los 
vicios de la sociedad: demuestra cuán- 
to vale la libertad bien entendida. 
Prueba que esta no se opone a la ne- 
cesidad de obedecer á las autoridades; 
j que asi como un enfermo se sujeta 
á los mandatos de su médico no deja 
de ser libre, asj tampoco el ciudadano 
que obedeee las leyes , cuya promul- 
gación se faieo para el bien general, 
perdia su libertad. 

Nos pone en claro que un imperio, 
un reino^.una ciudad^ etc.> no pueden 
prosperar eii riqueza ni conservar la 
paz ;^ habiendo vicios eapi tales en los 
ciudadanos.. Confirma e^» verdad con 
la historia de las naciones que se ani- 
quilaron y vinieron á reducirse á la 
nada desde el momento que empezó i 
reinar en ellas la ambición , el lu}o y 
otros vicios. 

Hace ver el derecho que tienen los 
reyes sobre los pueblos, su autoridad 
y los limites en que debe contenerse. 
Se lamenta de aquellos que se hacen 
de respetar por la fuerza, y no por el 
cariño de sus pueblos. 

Bien quisiera presentar á mis lecto- 
res un estrado estenso de sus princi- 
pales ideas , pero debiendo alargarse 
mucho este articulo, me contentaré 
únicamente con copiar algunoa trozos. 

((Plerique tamen aut principia incu- 
ria, aut Reip. permissione tacita , ad 
insolentem licentiamdevenerunt: nam 
populi temeritas eam ioterdum licen- 
tiosam intulit libertatem y ut fnnditus 
Remp. everteret : cum eo .deventum 
est, ut cuique licuisset de publico su- 
mere quod in privatos usus converte- 
ret: ut plerisque in liberis civitatibus 
experiuntur alii. Tune omnes, ab in- 
dustria ad desidiam vocati, ad theatra 
et fábulas conversi , et reliquas animi 
voluptates^ quse Virtutis ñervos inci* 
dunt, omnem Reip. antiquae dignita- 
tis memoriam deposuerunt: ac per va- 
rias illecebras seducti, peccandi licen- 



tiamassompserunt: nescioan nobilium 
improbitate , an plebis petulantia ; at 
postea regresstis ad pristinam Reip» 
dignitatem , morum severitatem , Je-» 
gum et justiti» observantiam, sit pe- 
ne impossibilis : quod estremam fere 
imperii senectutem consequitnr: nam 
se ipsam l<)nga dominatio- debilitat; 
cum ettam Reip. calor, per varias re- 
run^ cadentias repitiatur : et radicale 
humidum pabuli defectu 9 consumav 
tur dum non tantum «eponitur d^ 
principia valore,et )ustitia,ac de Reip. 
vigilanti solertia, quantum civinm in- 
fiolenti libértate aMumitur, aut tyran- 
nidis arte popmlatur: quo accidit fata- 
liter, utomnís Resp. senescat, et pe- 
reat monarchia: quare fatalis neceasi* 
tatis erit , ut renascens inter belli tu- 
multúa ín aliis hominibus incipiat, ve- 
teribus attcitis etconsumptis vitiis, et 
hominibus, aut sub novo adveoientis 
principia domii^atu* Nos valorem et 
artem praeliandi docuimus esteras na* 
tiones , dum vitae modera tio nos sub 
militari disciplina fecit insuperabiles: 
nunc vero aub otio inerti.opuleutisey 
summa enervavit desidia ■, nam licen- 
tia suas opea praacipitat, atque urget: 
ñeque unquam immodica.duravere: 
illud multarum urbinm ostendit even- 
tus quarum in ipso flore luznriosa im- 
peria ceciderunt. Nunquam tali peri- 
cttlo laboravit Resp. Romana , quam 
cum auroma sentitur fselicitas; hsec 
enim non consistit, sed ad fatales labi- 
tur climacteras , scansili lege occidua; 
(sunt enim in monarchiae duratione 
gradus , velut in vita homioum) quo« 
niam quidquid virtute erat partnm, 
intemperantia corruit , hominum ^i^ 
tio non temporum. Alexander et An- 
nibal vicerunt armis, vitiis victi sunt: 
quorum occasione fortasse eornm im- 
peria ceciderunt» ^ 

(dliud constat in homínum memo- 
ria, ex nobilis vetuslatis monimentis, 
Romanam potentiam funditus periis- 
se oh teraeritatem multiludinis, in.np- 
bilitatem concitatam , forte ob inso- 
lentiam imperantium, qui populum 



MEDICINA ESPASfOL A. 



369 



sibl |i)Ucíef)AO.t^ ,per l¡qeptian)> Iib«rr;. 
tateip/^t viirw £acinor»; ut.ialer iyiAr> 
r^ooi ct S/llaoi, Gí»sare« Qt. Pompe-», 
jjim^ legjipja^accidisse : h^Ui^ civili^^ 
libas ; antiqua disciplina^ ei mpfixqi^ 
«^Tejvitate.., abolitis: quo ¡roperiuru. 
illud>qt)^9d per Reges priipoy.dein per. 
H optía^teaetprJ^iiqipea p^artooi, et amf 
' plifiqatum.erAt, brevi fuít vulgi fu.ror 
re ^ eiiii9p.Ua diasipi^tuip ; nafn p(eb¡s^ 

t^muel Jifxeotiai qQmpajrata iu cre^cit^ 
Ut auH^ rAtioqeresci)iQda¿ur; eut^metut 
Taleat./u>erqeri: h^c Spaf tam. del^fit;, 
Athpqas dissípa? it ;. Tj|;)eb4? .9tt^i?it;- 
ut ml,¿ebi$^uper9Ít 10 honijnmuní^^ 
mom; quaip cumorppt^qiii^. inaoifu 
^t fucatum gloriso simula^riiip^ • .' - , 
, KAj>M<1.90J5trpai^streni2e yaletudia^i^ 
impérü compeiiaÍAlBj«stproprU i^tir. 
lif4Ste'.et)ai9rmn ,'qaQ otÍDis^ri ínfi^ia 
et íogiemiaai plebi iosQlenteoí Jí|;>erUn 
tem et4otceiv^9 et perj9n¡|t|i|)Í4;íiceBtía; 
ct civiam injuria vid^opeminí.iq hoq 
saeculp '^ libértateos imj^aaitás et pecn 
qaqdi liceqtia pao licet > hojas fataíia 
calaaiitatÍ0 illpd tantam reor s^per"^ 
esseauxiJium» o sujKeoia Majeatae^H 
o^ois^t^^rpopaloiS^ iqsoleotia^ audaoia j| 
tejcnejTJtftsi ac tándem roiqisUorpox ioi^ 
pf4aitd9/oime»te norjqt^ píocípvem^ 
et,j4. nobiles el egregii viri A fihot i^ 
^wpv^ caqtíflteaot ¿Jaciptioa.^ «^^iW 
geqfjCQsa&.edQceant vif totea « sul^rqui'^ 
buS/Ubprí.A'^&n^^cant,, et alü militar,! 
dUcipliq^ obsec^iiaptor :. qoo £ant vi-i 
yfx i«ges¡, quas jidoret. et. admíretot 
pqpalus: su^oi i»o¡fn qobi)es et Moero- 
si yiri». virtiite .et^exénApio.fonuaaacqT 
U Aeip. in hia stat Rein., status 3 nam 
licel; discrimi oa qoampluruqa sipbpec 
egregipa vicos populo importata , i% 
i(lis tameo se.n)iper extitit J^eip. d^fqci^ 
sio : fiafi jet boopr , et valof.^ J^eqi^^ 
tuetorV-^t^cooseryat: aqímu^ eqiiYi'gii^ 
qjerqsus, et e^celaq$fÍDgenio fortitudi-^ 
qe» v4Íor&^ et iadustria, es1;.Reif>..qr>tt« 
rqsrqoibQ^^ populas cacei, temerá-» 
craSi imprcnrida&« ebjectos.dicendus!, 
(^íáx patriam perderé , non coB^Faiu 



valc(t;.qeQ ooIlaf>8am in pffistioifm díg^ 
DÍtfltein.re8tituere: ^uopera^íoM pa- 
teta quaip,male.6¡tii$ cÍ¥ÍtatibuSvC(H3i'* 
sulta.m» ubi; otaria hopiioibas iofimi' 
l^r^feruntur ; et ad pi^d^odam «t.c^^i 
tremf&ni in<>piam > falUcii.'políMf^ m- 
dttppqttv., •■ .♦ i.; ' 

. KÑfc^QoogiteDt¡Q6ivafrplebis)»9r» 
loin^s, illod eM Ub^etoleoí eolilt^re^ 
et nobilibu^ te^idere 4ib«rlal«m& (\^'i 
qiam Ul«d eat lí berta tomjteeriftylfberi 
^im. hpfnioi^ <st 0f6cHiafi?»'fii? «íe^M 
pariere^ quos ndV(aiíu»t'iqge9Í0iiV^lDm 
%t íqdofttria^ R«m4>« e4.pttbliiefkmMliU| 
tom qpBserrafe^ ut jq.ptiatiiMrm digai«'. 
tatem. restitaeire t^ a^Otüs- «nioif noi» 
Qbseq«átuc Me4íeafibM;«tia Jefadmr 
seid qiiia i(f sibi judioft salutartf; oeqiía 
impera torinlilea 9 neii^iviá gipberat^ 
túítii, a^d qiaíafffiiQtMimi»bfQa|«ii oonacri 

Siiitor : iUi remti miia. deipétbuat) ftuát 
)aft»> '«jr^rtauíi im«iia0Bli»ii( i *' '» ni 
: . cl^0a oiagia exemplis quam legin 
bul ^09rt»l«r: idfio RottiSBi^aaojpttM 
adakictt aaoria auotor Yespatiam» faait» 
antiquo ipse ti^ttiarjf.vieliiqíles obe^ 
qiii#m.iiHle i* jpriqeipem,f«tramiiiali^ 
di amor valídior, quam poeofiet'legf' 
bii4«et saétoft't qtiareí irrittim fudico» 
0f0K^S:prffiiiatfeJ9'6t Jcgtt>u9i00<^qere; 
sad.principis exemplo? .infsst «niiu min4 
elffrnif r«íbu«<fuidam..^eihi¿i orbis:^ dt 
qu«fniidnaod«naft«ni)xitnfñ ificesr; ita 
mdrunft irertaÍRtur t'ittm slfiguliaioen-» 
lum aniN^omoia súrsam deofaumcpse 
veeti»ffitar* ■ • •> : i - ' í . \ 

viitum» Inturiamet qegU^e»lia«pr bo« 
ni' rooris^ et aKa quce obíititfuis qtrisi^ 
ifWi temporibnit bomínuai sutit íata, 
pbo Umporum: quila Atas Y^oavit cul- 
patériftfUemm.vitia; doaoe homines/ 
naoifmniá ftpodf)rÍQrtis mettorálnereqi 

tiuRv imH»nda poaleria tillll; teruo» 
faaec Dobis iiimaior0a'>QerJ»tiliqa t% hor 
nésto ikia|ieaM« »» m üiua qoa^ueiinBSy 
8UÍ &Mjljéres defecto .tnqrMa-eqtidio 
tione nottit^et aciíiAer aiígillati s#d Mñ- 



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fíisT.iix LA Mediic. |BBP aIIo].a«--?Tomo> 2v^ 



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370. 



HISTORIA DE LA 



pore oblitera Atur macal», ut vflis5¡m!B 
crescant in ifnmeDsüm famüiíe, et Re- 
gí» vilescant , ad servornm familias, 
contrario descensra: nam Ül» opuien- 
tia, fortuna et valore ascendant: has 
praecipiCant vitia et ignavia: vitiofúm 
enim talit exemplaria omnis ífeti9, non 
omnis «tas virtutis: Quoniam^ nt be- 
08 dixit Tácitos » omnia wtas feret 
dodios, non omnis astas Catones, 

«Haec delicia 9 que nos conturbañt 
bodie , respecta vastissim» monar- 
cbt»^ tion sant gravla, foreot talia res* 
pecta moderataé ; at unaquseqae setas 
soa vulnera sentit, calamitates lüget} 
etanteaotee foelícitatis membrín, tem-^ 
pus foeliKrécolit^ praeteritum deside* 
rat, ac dicit; JumVmim infbelicitatis ge* 
ñus est fidssefasUcem : ideo tempu9 
prseteritam prassenti anteponit, foeli- 
cius considérate at melins adorát*, nam 
ín opiniones tempas metías juáicatttr 
prsBterittim, iñ ve tamen non est^ nam 
ana qoaqae neta» gentes smís vitiisr vtf ^i 
ctuuí esse boo sinitt^sed saa ana qaas-«' 
qae Vitia lamentcitar;'laborum praeite- 
ritorom jam obiiU, et presentí tristi- 
tia Tuinerata. 

«Licet vitia faominnm stnt ^ non 
temporam ^ ana qniequo ^otas taiit §i- 
bí pecalíaria^ in íllo orbis circulb>gen- 
tilitiar in nostra enim «tale vitia mer- 
cantar opalentia : n^lm «mevantr me- 
retrices ministroram tolerantiam la- 
cro pecanias infami; fU venes peccandt 
libertatem: et virgines nefaria erxem- 
pía: prodiga reram loirarie* nequissi- 
mí bominum atrocitates : fidelitatehí 
oorrapit avaritia: ínter nos, olim coro« 
na extitít nationum (idelitas et valor; 
qaod sob mediocritate essent soi jaris 
vírtatesi naac Hispáni» civee sant 
prinoipís obsequio fidelissimi, sed om- 
niurn infideles mlnistri ; forte qood 
ávtritía^ fidelitatem et aequitatem sa- 
perat» auri sacra cupiditate; - 

Hinc irrepsit üla species Pdiatrise 
sub hac cdnfttsion^ universi; qua (ut 
dixM Magrms Gregopius) tostisimpli- 
citas derídetur: hujus mundí sapien- 
tia esty cor machina tionibus tegere: 



■ * * ■ 

sensum verbis velare : qtiae faUá snnt, 
vera ostendere : quae vera sant , falka 
demostrare. Haec nimirum prudehtia 
usa á juvenibus scitur , haec á pueris; 
pretio ediscitur: hanc qui sciant^ cas- 
teros despiciendo , superbiunt ; banc 
qui nesciunt, subjecti et timidi, in alus 
mirantur: quía ab eis hseceadem du- 

Í)l¡ca(i$ iniqoitas nomine palliata di- 
igítur: dura mentis praBversitds,liu- 
manitas vocatur; haec sibi obsequénti-^ 
bus praecipit bonorum culmina ¿|usb- 
rere; adepta temporalis gloriae vanita- 
te gandere; írrogata ab aliismala muí- 
riplicius reddere ; cüm vires ^uppe- 
túnt, nuliisresistentibus cederé; cunk 
virtutis possibllitas deest , quidquid' 
explere peír mafitiam non valent, boc 
in pacifica bónitate sirhulare. 

ttQoid ergo? si publica necessrt'atis 
praetextu j ab aucloritáte suprema eme-' 
rentur delicia, quae bominum securi-^ 
tas , auae legum auctoritas inde erit? 
quid supremam majeslatem indcm- 
nem conservabit» quís limor grassato- 
ribus? et quod frenüm erit transgres- 
soribus legum , si emitur et venditor 
fastítia?hoc non admittit pnbRca pa%t 
hoc certé monarcbiae enervabít pqten- 
tiam , et illam dabil in fataiem rui- 
nara: fateor quod nos debemus iis, quae 
nova fernnt témpora adaptar!; sed non 
justiliam et aequitatem perderé: origi- 
nalis justitias nudilas neccssítavit ves- 
te; haec ad corporis defectus operien- 
dbs est inventa: purpura olim jastitiám 
operuit , nunc animi defectus aperit; 
nostram ambitionem etvanitatem de- 
tegit : homo cura origínalem exueret 
juslitiam, se ipsura ornavit veste, nu- 
dítatis forte pudor;postea cum pecca- 
vlt, de propria servilute gloriatur , ac 
si victoriae nessileria reportaret; dinau- 
di&is füi-or ; non dico ministros cssc 
pa8sim'mi;itandos> hoc enim supreiham 
máffestatem non decet: fore t^men su- 
per illos cautissima solertia ínvigilah- 
dum , et'in timore exeráplari suppli- 
cío continendos : id qttoqtié moruite 
Tiberii fuit, dirit Tacitus, continuare 
impetia , ac plerosque ád finem vitae. 



I. 



MEDICINA ESPAÑOLA- 



371 



inieisdera e»re¡Uba9 bc jurisdictioni- 
buB hafcere : nam ex óptimis perica^ 
lan sil>i> ápessimis dedeeus publicmit 
loeioebat; edbcant illi ex príocipis ¡n* 
tegrilate justitiam: illud enrm tantam 
Ugum tr^nsgressore» timnerunt: Nul-* 
la«0iiiiB. magis Piso esl exierritas , (in 
Germanici morle), quam quod Tibe^* 
vmwi siAe miseratione , sine ira obsti-^ 
natuin , clan^umquie Tidit; ne quo ad- 
fecta proramperel; nam nippiicii de*' 
fecttts^ et patieiviia aoeleris^ insolentio*- 
rea. Midabii^qae contumaces^ adhucig* 
nftvos, reddtt : Ubi eoim Seianus vidit 
caortem Dr4iüü inaUam interfectori^ 
bns, sine moerore publico esse , fferoz 
scelerum volutalre c<epit^ quomodo 
G^f inioaoi HberoB pcavierieret, dissi^n 
mulante Tiberio^ ñeque señalas ineo 
cuca: et princcipSy ^njtnperii' extremad 
dehonestarentlir^ non curat* * 

fcEst'populi cOnditio'> odio habeie 
YÚrtutis exeellentiam y yitiorum infa«r 
n^ia delectaría ideo Democraiis Abde« 
ritse, seTeritatem popnlus Atheniensis 
non tuiit; ñeque Socratis generosam 
CQnati^ntianí; nc^ue Ron&a Cíalonis H*^ 
bertatem -, ñeque Bclisarii fortitudi-^ 
nem-, Hermodorum Epbesiiob virtu- 
tis exqelleoliam eicpulerunt; Aristi^ 
dein , Siiponem , et .Themistodem, 
Athenienses; Uermocráteoí^ quod pa> 
triam obsidione iiberavit ; Dionem, 
qi|Lo4.Tyrannuia et T/rannidem.ex-9 
pulit: haud impari causa parem eala- 
miJUtem .pás.d mnt. Gamillos, Gorio*? 
lanus , Rutilius , Metellns , TnUiuSj^ 
Brutus, et Gassins: baec enim est con^ 
ditio beneficii ; nam populas (est hu- 
mana cónditio) beoeacufíi.ut creditO"- 
rem adspicit., cujns conspectnm com 
tolerare nequeat, aut.velut hostem fu? 
git^aut á se ipso pellit; nam ciim 
;Bquare beneficio non valeat^ robori 
ipsiest, beneficum aspicere, cum be-^ 
neficium de vitalitate argnat , aut de 
iugratitudine: ideocreditor fastidio et 
contumacia.efleratur*, et populus neo 
yitium , nec virtutem ferré potest: 
quo fit^ ut nec totam servitutem , neo. 
totano libertatem ferat \ nam furor ét 



audacia, in ipsatevitatisstndio, quo- 
tidie populum ad res noTas solicitat. 

«Dum aqnitas et jüstitia bona ma<^ 
laque populi erant in utili convmune^ 
floruit viguitque Roma; dum crevitin 
immensvm M onarchia^ lucro et avari- 
tía cessit valor ; ambitioni pietas el 
iustitia : haecest facses, heec est vera 
effígies HispanisB ; nam dum foslioes 
Reges , pari justicia ac valore certa* 
bant , divino freti auxilio , íloruit et 
valor et Monarcbía , ut apud nobilea 
reliquias Gothorum -, Pelagtum , Rai« 
mirum, Idelfonaum , ntmmque Fer^« 
dinandnm, et ad nostrafere nsquesad*» 
eula: sedapud nostros creyérunt etiam 
yitia cnm.Monarchia: nunc enim lu«^ 
Cf um cum juslitia certat , certat oum? 
ambitioneava filia , cum valore luim* 
ries , quia crevit ' immensum MonaC'-^ 
ebta. 

aQuid ergo expectare par erit ex 
illo seneciitus delirio? senescunt ho** 
mines , fanriliae senescunt , cedunt 
etiam temporibus imperia, ac tándem 
fatis cedunt Monarchiee : nam omtiia 
tempn^, adeci dente consumit, etcum 
i psis temporibus res ipsae transmutan*: 
tar^£(uant et revertuntur. Quid, nosn 
itsd memOrisBvrel ¡quid Pho^ttiddQi Mor 
narcbiapquid AfTyrisi^, Groscorum,.6t 
Medorum Impejrium? quid Persarlim,. 
quid Carthaginensium indefessus et 
importun.uslabor?ut fere Romanosum^ 
Monarchiam deleret? quid de illa va-t 
stissíma Ramanorum potentia ^ ad ul- 
times fioea teirrs.protracU? quid tán- 
dem de immensa illuvie Golbocum, 
quae £ere terram universam inuñdavit; 
ac uUimo de Bárbaro Imperio Mauri- 
tania , quod pari exilio apud nostros 
viguii ceeíditque? sed quid intisUsmp^ 
ror , Ut quffi fataiem imperií rutnsm 
copseqnantur ;. nam illa deliria sene* 
ctiitis Mooarchifla, qu2^ illam natucali 
rerurntranamutatione, ue dicam pra^ 
versione indicant interijre *, sunt enjmi 
temporibus iqsit^ el fatales rerum vir 
cissitudines ; pam ímperia etiam. fit 
homioes prse senio deGoinnt ; si noif 
antea mortem prasvenit yiolenlía* . 



372 



HISTORIA DE LA 



- «Ideo liostes noslri sagaci m nos cal- 
ILditate potíus oeriaut quaní armorum 
stceoilu 9 magis oonfídentía ; nostri, 
qaaTii viribas Bais.fcteti-,quocl cum .ple< 
rascpate naLtooes oorint , se fraudibus 
éxomant: et solertia pro forlntiia ulano 
tar: veluti bis temporibusGalil: qui 
in bello á valore Hispano superati in 
hórrida Cantabria; fraudibus potras et 
sagaci solertia , sedittooes et toraultus 
in Dostros intulernnC , et in illa anti«< 
qua Celtiberia j et apud Lusitanos/ 
qaos ad defectioiiem excitariint *, ut 
qaos armis sapera re non Talen t, in ci~ 
vili certamine oonsonrierent; nacta oc-* 
casione á populo implacido, oneribu» 
eppresso, impincn péctorisvulnasseg^re 
dbsifnttlaote : qood tone facile fuik> 
quod nefarii homioee delictis impune 
manas dareut^ nec ab nlla improbita* 
te abstinerent, semper novitatum cu^ 
pidi: tumetiam laudabantur «re alie* 
no oppressi^ non tantnm cum suis ere- 
ditoribus necem inferebant, verura et 
propinquis et «miéis; cum haec et alia 
delieta redimerent pecunia. 

«Omnes fere nationes, non á fama» 
tantum celebritate^ sed á prseclaro no- 
mine, Talore et armis comparato, iner- 
ti otioetopum affluentia decidisse nul-^ 
la non atas no? it',índeenim viri voca* 
ti ad Theatra, ad fabuia0 converai, sa 
ipsos nescientes oblmosa inertia, om- 
nemanimicultum perdidere*, ae molH- 
lie el luxuria enefvati, militaris disci- 
plid» laborea (oecasione tractí), ferré 
postea nequiverunt invalidi! nos po*' 
alea terum clare gesta rum fiducia de* 
turbaviti nam heroum pr^eteritorum 
memoria, qt^ibus fortuna paruitt, prse- 
fidentes, re$ soas gerere decrcTerunt^' 
et'Cum jam esset potentia non sua yf 
euixariaoile fatis, et rerum fatali mu^ 
tatíóni cessit : quo isti perdiderunt ig« 
lyai^ia, illa omnia^quae claro et invicto 
valore majores sai acquisierttat ; sit 
nobiséxemplam et Romana potentia 
et fortunat sit et nostroniAi valor, qui- 
las cessit vasti$6Ímse Mouarekfae im-' 
perium» nunc desidiosa ^i oblivlone^ 
et ignava lunuria sepuUils • ot- adhoc 



oñinia ad pedes Hispa norum non ráb^ 
^ict y solo nomine Hispani® aúdiCo, 
aagre ferunt ; nos inflat , non róborat 
praasuñaptio : quoniam glorÍ£b borneo 
CerutitnostrsB gentes, non valor^m an^ 
tiquuoi: QtUa , ut belle Arík Xeno-^ 
phon , fiducia negUffentiam » inertuuh 
et inobedientiam parit'\ timor aatem 
circunspectos ac oidínatos domines 
veddit. Magxium argumentum nauta» 
prasbent, qui-quandíu .nihil tifenent^ 
nallo ordine oonota peragunt y eum 
autem tcmpestatem aut bella sospi-^ 
cantar, non lantam fadlím^e «perfil 
oiant, sed magno^oom silentio atten-» 
dunt quod eis prseieipiBtur. 

cHaso nos incauta fiducia in manu» 
hostíum inopinato traxit, in improvisa 
et confusa Naumachia , baud procul á 
littore Gadeosi , 'olassis nostree euiti 
Gallica: ubi bostis non impone elabi- 
tur: ubi filfas noster Laurentias seta te 
18 an norum , tlum pro patria et pro 
Rege pugnaret, occubuit esanítnis ad 
ictum faostilis globuli tormentaríi, fe-^ 
re eapite universo dilacerato , cranei 
fractura altios penetrante vit» cum 
extremo |ierieuIo: 

"^ qumque ipse misérrima vidij 
Et quorum pars magna fui* — • 
Sed si tantas amor easus cognoscere 

noHros, 
Et breviier geniti ejotremum audire 
■ UAorem, 
Quatkfudm ammus meminisse hí>rret, 

liiotuque refiigit. 

Incipiam. 

> ■ . • ■ . 

Dnm ergo olassis Gallica adstítít fm* 
proviso ante nostram ; nostfie* gentes 
etclassikconfusoTumore se f mmJscent: 
nostraei mercibus naves erant onustas; 
oeofiraeUodisposUao, ñeque míHles di- 
sciplina militari ordinati: quare novt- 
tate nercttlsi /omties ad arma niont, 
ac veiut desperati; absque ordine, ar- 
mis p^erciudi obitant, et unusquisque 
sátagit aharius praevenire pericuiom^ 
etbosttteaoa ves provocare ad prssiiunli 
(licet nen omuea perioolo obaislerent) 



MEDICINA ESPAlSfOLA. 



373 



et cam rMÚpit borribíHs.Naunitcliia, 
Laur. (miles nondom expertas ).{»nl 
y>app¡/ ja m. prora magnse navis-intren 
pido animo et tecure bellioá •inatra^H 
menla exet oebat> janí bioc iodedeettr^ 
resi6 GallorufD- hostíam ii>Ta4}entkini 
ccManatuii; «am pafncisqui peretiterant 
obsialens; cum, ñn, hoitiles naves ig-« 
ne potias frandolent^ , quajín ralord 
OB»sta, á préra se iniíníseetitnavinOi^ 
atre prsBtoríffi-, qua ferebatar joveni^i 
cuta nauta fere omne», ac bcllicie in« 
stramentis dicali ^et milites emeriti, 
ae ád mare pnojicinnt; (nesocioron» fa*« 
tit obruerentur, iniimiua fatali discri-* 
mine percolsi, navis alterínsqu^ breí 
vissime hoc igne fraudulento , horri* 
bili speetaculo exarait , ubi Marchio 
de Card^oso periit iafoeliciter, (licet 
Gloria esteros anteirel) ; pietatem in 
man oonquirentes, potius quÁm ínter 
Bíkx fbrtis homioes expeetantes^ el viri 
adhue qui propiffi asstimalioni aitiua 
prbapicere fas esset; tn tanta etf¡o vi^ 
forum jaclnra et inopia , paacissimi, 
(qui viznavis gubernationisnfficerent) 
erebfo alternitatisoffieismittebanUir: 
ex quibut forte Laurentto cootingit^ 
(post varias bellici certa minis fortu- 
naa) at bellici» torment|^]nfra tabula** 
tfl prseesset pro executione mandato* 
rumc qoo i» officio anraio intrépido 
assistens, ab adverso et hofttili tormén-»^ 
to, Ígnitas penetral globulis, navis la*^ 
tera futióse ram pendo , quo purteá 
abietisf ariosa quatit violentia, et bine 
inde demittit, cuyus pars fatal iter do-» 
lecta^ caput juvenis, Isetha)? ictu rum- 
pit^ in alta parte capitisad Isevan^ de- 
clinante, et tolum fere caput diiacerat 
et dirumpit > profusa et fatali hae- 
morrhagta ; sed diligent^r postea ', et 
perite curatur, á clinics^artis peritís- 
simo viro: quo (licet íente) consequi- 
tur cnratio, ut ad 64 diem ventret ad 
saiutem ; cum jam Pater Ancbises, 
ciassis Palinuro fatis veta daré ¡tibe- 
bal: quo tempere puer, adhuc invali* 
das, iterum aequori insecnroetimpla* 
cid¡« ventSs totus arbitrii fsctus est for*' 
tunae-y nam fato prófugas in lodiarum 



Uttpra iterum navigabit : Cum soeii 
vela dabant tasti et spumas satis mre 
nebaitt.'» . » 

Estos entre otros infinitos pasages, 
bastan para dar una idea de las opinio- 
nes políticas de nuestro médico. No 
piledapranosd^ recampudar sü lectu- 
ra no solamente á los médicos . sino á 
cuantos por su posición social tengan 
quif intervenir en asuntos políticos; 
pues en este tratado hallarán cuanto 
neoeaitén y deseen para ilustrarse. 
- Tractatus, ntíUs et jucundus ♦ de po» 
tionunh n>aríetfMte. Auctore Doctore 
Gaspare Caldera de Heredia. Dis** 
cursas primus, (Id.) 

En este trata de las pricípales be* 
bidaade que el hombre usa: habla de 
ks cualidades y provecho d^ las aguas^ 
del vino^ de la cerbeza , y sobre todo 
del chocolate. Respecto de este espo* 
ae su Otigen, su uso entre los ameri-* 
eaooS) su importación i Europa , las 
diversas formas qéeen su época se tO'^ 
maba ; el gran uso que de él se hacia 
en España. Últimamente 'lo considera 
como alimento ^ y bajo este punto de 
vista cliscute si su bebida quebranta el 
ayuno eclesiástico. Decide la afirma- 
tiva.* 

Este tratado es sumamente curioso, 
y de placer su lectura. 

Aliqni tractatus qui de dis^ersis ma- 
teriis agunt. Eodem Gaspare Caldera 
de Hereda auctore . (Ib.) 

Trata de las palpitaciones del co- 
razón (interesantísimo) ; de los tubér- 
culos pulmooales« y déla s^ngria. 

DIEGO LÓPEZ BERNAL. Nada 
me consta de sú vida. 

Rscribié. 

Nova elucidatio super id PUnii dif^ 

Jicílimum. «= Atque ttiam est aUquis 

morbus per'saplentiam mori,^^AuctO' 

rej Didaco López Bernal, medico his' 

paliensi. Sevilla 1636. 

Este autor trae una larga lista de 
los médicos eapafíoles qne comenta- 
ron esta espresion de Plinio. Reprue- 
ba la de Caldera de Heredía, la de Lu- 
nn, la de Rodríguez^ y admite que es 



374 



HISTORIA DE LA 



lo mismo morir por la y^\étí <|ue poc 
la 6abi<luría9 porque cuaftdo está llega 
á adquirirse es caando el homiMre lía 
llegado á viejo. ' • / 

FERNANDO SOLA , médico ¿e 
la ciudad de Sa?iUa» 
. E^scribió UD p^pel que tiene por 4i-< 
lulo: 

Parecer d Igi, muy noble jr Ual ciu» 
dad de Sevilla acercade los pobnis ve n 
nenosqs ife Milán. 

«Con elcuidadp^diceji.qaesiem.pre 
l^e tenido de estar atento^, procurando^ 
en ofreciéndose duda de s^lftd , aviase 
i V. S,, como lo biceel a&ode 16 18^ 
en avisar del garrotillo , que fué el 
primero que de s|i e^encia^ causas, se- 
ñales j curación se escribió en e^ta ciut 
dad^ dando: ocasión a que óteos doctí* 
simameote tratasen esto. Semejante 
al aQo 1622 en la epidemia que oc^rió 
de las viruelaa , hice lo mismo* Y en 
la veuida del aQo 1626 propúsose á, 
V« S. la seguridad que se podía espe- 
rar en. tantos ped jos, pomo se prome* 
lian todo; ,.y. fué Dios senvido coa fíl 
suceso de salud , lo que, alli prono^i.«> 
qué por las rabiones medicas qi^e á<€;UQ 
me movieron. Ahora yieodoel mi^.dO: 
que se tiene , y recato con que Y. S. 
se guarda , babiéodplo asi mandado 
S. M. por causa de los polvos que;sQ 
dice eu el e^ado d.e Mil^ii han au- 
mentado la pe^t^ , me. I|a puesto ei^ 
cuidado avisar á V. 3- lo que sient<^ 
del casp. y se reduce á cuatro, dudas: 
1.^ saber si bajr hechi^sos: 2.* ^ el dia-* 
blo por $í^ con licencia divina, pued/s 
causar pes(e : 3.^ si. se puede dar 
veneno ó natural ó hecho por artiCcip, 
asi humano como diabólico, que ma- 
te solo echándolo en la ropa ^ etc.; 4.* 
si podrá haber algún veneno natural 
ó artificial con pacto diaboUpo , quQ 
pueda causar peste.» 

Esta obra no ofrece interés alguno^ 

FKANCISCO LORENZO AVI- 
LES DE ALDANA, primer médicp 
que fué de la ciudad de Calatayud, en 
cL reino de Aragón, j después méd.icQ 
de cámara del ilifstrisimp se^pr {lopnor 



deOy marqués de ViUaiueva éi Llapla- 
bera^ se hallaba ejerciendo la medid* 
na en la ciudad de Milán el ano 1630, 
en cuyo tiempo se padecía caeiia una 
enfermedad epidémica, que puso en 
roncha consteroacton á sas habitantes.. 
El tribunal, de Sanidad jdeaquella no- 
bilísima ciudad dispuso» por undecre* 
to, hacer pr^enteá nuestra AviléscuaK 
Iro preguntas, para que sobre ellas vit ^e 
y- escribiese ioís medios mas oportunos 

J[ne manifesUsen la esencia de la en» 
érmedad , aegua Iq que observase en 
los cadáv^fs, las oansaéque la podían 
producid, y el método y orden de «ta- 
jar fcus progresos. EH decceio einpie^ 
zá asi: 

Decretwn trihunaUs 
, StmiUUU nMUssimw 
. Civituiis MedioUmL 
Sigh doUor Francisco Lórenco Aivir 
les de Aíldaiía- seca V» S. servita aian* 
daré al>tríbuuaie quanto priina inscrit* 
te il stto paretie cirea gli articoli che 
furono dal presídepto noitro propoeü 
Cive; 

' QtMe^nUait de morbo, quinunavi^ 
get atteniis'siffus qu(B in cada\^r£bms 
oowf&iUMuTé^^^n aér epacurrat sal* 
tem dÍ4ponendo corpora ad putí^ediT 
nem.^vr^Qiiodrem^^f^» ^ 9^^ rapis- 
tent.aptius, e$ im s^qUe^trotio perso^ 
narüm, et.piirgatiq^pohiUum sil neces- 
satia.'^^n'JH>sMn^p9ffare aUquacau* 
tio, quia odnibi(a^ possint sine pericu^ I 
lo. .míédicus asgf-am tangiré , et chirur^ 
gu$ /lebQtQmare * 

.M.;Aniton¡us,Montius P. 
A (sstas preguntas tan sabias del tri* 
buoal de Si^i^dad Mediolanense, res- 
pondió puesiro. ai^tor. en .un tomo eya 
octavo, impreso con este título: 

Responsio quatuor dubitationum, 
q¡4{B á D. D. Marco Antomo MontU>^ 
re^ÍQ Ducali Senatore, Prcesiique coi»- 
ciUi Sanitatis statutus MedioUaú ad 
precautiouemprppagationis morbipes- 
ülenUs quinunc viget, proponUsfu^^ 
runt. Impreso en Milán en la oficioa 
de Juan Bautista Mala^esta , a&o de 



-M 






MEDICIÍÍ A 'ESPAIÍOLA. 



375 









Lo dUríj^ «1' doctor Jtián Gaflle^ó 
Beiiitez de I» SeroA, medicó' de Feli- 
pe IV. Al úkitnb de esta obra , des- 
pués 'de haber dado satisfacción a fas 
prégii otas referidas^ aQadfó la cuestión 
siguientel 

Utrum possit aliquis maleficus et 
veurator turnio > j^er aUquod venenum^ 

contagiorum morbumet pestem, quce 
mine viget, propagare •- ' 

Propone en esta obra todos los níé- 
dios mas oportunos y cüonduceñtes pa- 
ra la oreserTacion, curación y precau- 
ción ae la oettey encargando particu- 
Isrmeote el uso ¡de la triaca, que Feli- 
pe Il/réyeatól ico, remitió al rey cris- 
tianisimo Garlos IX, en el año 1566, 
en csyo tiempo se hallaba infectado 
de peale casi todo «I reino de Francia, 
y OCA la que en br erísimo espacio dé 
tiempo consiguieron precaverse y cú- 
rame de «ste horrible contagio maes- 
tros ▼écitíos los franceses. El buen 
niétodo , ínstruceito y coñoeitniento 
científico de tíftestró autor en la fa- 
ealta^ médica rio acreditan los versos 
ípte iae ven eU la'obra cdn que elogian 
y alaban i nufesltro autor lo^ sabios 
milaneses , iiendo el primero e) doc- 
tor eri artea y medicina Andrés Ruiz. 
JUAN FRANCISCO ROSSELL, 
natural de Blrt<celona: estudio la me*- 
didna^n su universidad : fué comisio- 
nado para recorrer algunos pueblos 
dét Principado dt Cataluña atacados 
de peste. Tuvo relaciones literarias 
oon Andrés Lanrencio, autor de la 
historia de la anatomía. Este, despnes 
dtt escrita su obra, retractó algunas de 
sns opiniones » en vista^ según confie- 
sa^ de una elegante jr docta carta que 
le escribió Francisco JRossell, español; 
harúelonés, médico doctísimo. Fué ca- 
tedrático de medicina en la misma, 
j otro* de los médicos mas acreditados 
tanto en Barcelona como en toda Es- 
paña. 

Escribió la obra aiguienle. 

El verdadero ' conocimiento de la 
peste, sus causas , sefkdes , preserva-- 
don y curación. A los conseileres de 



Barcelona. Por JoHan Francisco Ros- 
sell. Barcelona ^ño 1632 en 4.^ 

Esta obra fué una de- las qqe mas 

aceptación tuvieron, asi es que al prin* 

. cipiodeellaseleen muchos epigramas, 

sonetos y anagranias en elogio del 

autor. 

Este' dividió su obra en dos partes: 
la primera contiene trece capitules. 

En el 1 .** define la peste, una enfer^ 
medaddel corazón , ponzoñosa^ mor^ 
iifera , mujr aguda jr contagiosa, na^ 
cida de un contagioso veneno , enemi^ 
go con toda su sustancia del corazón j 
cuyas acciones súbita y totalmente 
destruye, introduciendo accidentes de 
cualquier linage perniciosos (pag. 4). 

En los 2.'' y 3.^ prueba i au modo 
los estrémos de la definición. • 

En el 4.^ trata del contagio, el cual 
admite y confirma con algunos casos. 

En los 5.^ 6.» y 7.^ espone las dife- 
reneiaade pestes. 
^ En el S.^ habla de sus causas ^ que 

divide en naturales y' accídentailea. Ad- 
mite el influjo de los astros. 

En él 9.^ espone los señales ó signos: 
los principales son: .1.^ el aparecería! 
esterior una calentura pequeña, pade^ 
eiendo interiormente el enfermo gran* 
dea congojaa y calor. 2.° tener büenea 
pulsos y orinas, odmo ka na turaba^ y 
el .enfermo estar miiy agravado. 3/ la 
respiración ansiosa y frecuente. 4.^ 
graa hastio y aborrecimiento á la co- 
mida. S.** vómitos y deposiciones de 
varios colorea^ pero muy fétidos. 6.° 
orina cruda y trasparente como agua. 
8«^ desmayos grandes y frecuentes. 9.° 
vigilia ó suedo profundo. 10 delirios 
continuos ó ínterpoladosé ciertos liém* 
pos. 1 1 sudores trios generales ó par- 
ciales > sin alivia eoDOcido. 12 lengua 
blanqueeioa. 13 gran postración de 
fuerzas. t 

Refiere todos estos síntomas por ha- 
bi^los observado en la peate que pa- 
deció por espacio de dos a&oa 1629 y 
1630 la villa de Refenoos en el térmi- 
no de Begnr , á la cual asistió (p. 41)» 

Impugna la opinon de aquellos mé- 



"«■ 



376 



. HISTORIA DE hA 



dicOs quie as<guf abah qiTA una eofer"- 
medad no podía declararle' por ptfsie 
basta que el ajre estuviera corroen- 
pido. Son nolabUa lospasagei si* 
guíenles. i 

«Esta oponion ^uelo yo impugnar 
con tres razones. La primera prueba 
que no es necesario que la pest&jiétn- 
pre comience por el aire^, porqu^^ ene) 
sa^undodiB ja naturaleza hutnaaa.<^n- 
cedió Galepo ser.qausa conaha^ la que 
lo es ()e comunes .eoferoie^ades: pero 
espr^ament^. ni^a. que el origen de 
la^ enfermedades oomunes se deba 0I 
air^.Mo» Esta razón eonfiroiaré coa 
una eap^macia tnuj. ciridentei En.el 
aOo 1589 en BárceJoaa en el comiénxo 
de la!p^Q> todos'lod hombres se apes- 
taban poc :orátagioíD f por haber in^ 
lado bon algün apestado^ y si no había 
comunicaoton entre unos y t>tros nin^. 
gunp enfermaba ^.tanto (fat mandaron 
los señores regidores, que los líanos no 
visitasen i los enfermos , pues lenia la 
ciodad personas dedicadas para el gt>^ 
bierno y regalo de ellos; pero elantioc 
y caridad obligó tanto á ios deudos, 
amigos y Teciboa, que poco ¿ poso el 
mal candió y se estendió, como suele: 
pero en los monasterios , particular» 
mente de las religiosas^ y eo la cárcel 
y muchas casas particulares donde -no 
había oomunicaciott ó poea, no hubo 
mal algano, salvo en alg'unas recauda- 
def«s , que por faersa habían d« acu» 
dirá sus puestos. 

((La segunda ran>o tomaré de los 
grandes inconvenientes qué se siguen 
de la tardía resol ación delator Señores 
que nunca acaban de resolverse. Es* 
criba áBaráiona alguna ciudad de es- 
te '^principado, que no muy lejos de 
ella nuriéronen un» casa tres ó coatro 
personas «n pocos diás^ de un» mi^ma 
enfermedad. Luego Barcelona, como 
á madre que siempre tiene cuidado de 
sof hifos , enriara un docDor y un ci-^ 
ru{anopara enterarse del. mal. Halla- 
rán que el primero, dé los oineptos fue 
¿ tratar con anoihombuesqne vibie- 
ron de Francia, donde hay pMtt|encía 



dedfeirada^ydespiiQs^ufevótTaáásttciisa 
enjTe'rmóooñ una landrci en las inglea^ 
grande calentura > pintas por todo el 
cuerpp, y esotro día con deavarío:y-y 
dentro de tres morió ; y á mas deato^ 
luego se pegó aquel mal á los demás 
de ú. misma casa que fueron cuatro ó 
ciocQ,.y de esLo^^o muy poco tiempo 
murieron ios tres, y los que «asistieron» 
al comulgar d^l uno, se volvieron ¿ 
(uax^asan con el mismo mal y con los 
misólos accidentes, < 

. . ((Si estos e^r iben á tos señores eén^ 
selleresq^e^aquolosial no es peste, tD<^ 
osando el tema y bo<ndenoílle,:7io rori 
muchos ni hay aire, eomompido \\ 00 
los tendré por oristidoos » porque ha-« 
biendgaUi matiifiiesU contagión jBpam 
nicie « digo ciertj^ muerte , no es bíeb 
poner el prjio/cipado en tanto rieogo y 
peligro de peirderse* 
. ((^i avisaren que aquel mal es una 
enfermedad vulgar, y común de lan»* 
dres y caleiitura ,. y; contagiosa , de U 
cual se debe guardar muchO cualquier 
lugar, y persona , pomo de mal ^ue es 
muy grave , peligroso y coolagioa»^ 
mas que no es peste, ieadreloi . por ne« 
cios , porque ai aquel pital .se p«ga j 
crece, y en pocos dias mata coa tantos 
accidentos, dígase piedra; dígase palo, 
asi nos habremos de guardar como si 
claramente hubieran, /dicho que orn 
peste. 

«Latercerar^aonestá ya^ropi|eata 
en el capitulo primero* Vienen ropas 
francesas , y con ellas la contaron y. 
seminario pestilente-^ ioficíióbase uno, 
y de^ este se eomuníca á ot^os ; y por* 
que están las casas .a|>artadas t«jraa-lo 
comunicación : en el ontr^aoto vienr 
do tres ó cuatro eoíeroaosconealentu* 
ra continua ,. pintas, lándr^s^ «eaHHtn* 
co% desvarios , mCHr{r dentro de d<ísj4 
tres dias, ¿diremos que aun mt (|;ap«sr 
te porque el aiiíe no está cor roen pido, 
y porque no son muchos los enfermos 
y los muertos? Disparates . Pi^egOhto 
¿y cuando el aire se corrompiere y 
acometiere á moches, de modo que loe 
apestados y los muertos aean muchos. 



■' 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



377 



eotonces ssrá pese? Respóndenmeqoa 
si; y no antes. Por cierto que si asi pa- 
sa, de este mal no saben mas los mié- 
dicos qae los labradores. 

«Díganme si en los tres ó cuatro no 
Inibo peste, y cuando llegaren á cin- 
cuenta ya lo será: ¿entonces qué mal 
padecerán los tres ó los cuatro? Res- 
ponden que una calentura maligna 
con los dichos accidentes^ pero aun no 
llega B ser peste. Contra esto pido ^en 
qué número de enfermos comenzó la 
peste? Mas pido , ¿con qué remedios 
curarán los médicos aquellas calentu- 
ras de los tres ó cuatro? Porque por 
fuerza habian de ser tan diferentes de 
los que después aplicaron á la peste, 
cuanto ellas son diferentes de ella. Si 
responden que los rengedlos son todos 
ttoos^ como yo creo, coocluiré que los 
males también. Miren qué disparates 
y respuestas que no merecen ser oidas. 
«Apuremos mas este punto* Supon* 
gamos queen una población clarameD- 
te se mueran de pesie, y de ella saiga 
iiDO y vaya á otra; en esta sin duda se 
podrá decir que bay peste, y si algún 
médico emptendiere curar aquel solo^ 
no le bará otros remedios de los que 
hacen los médicos á los de la primera, 
pues que en él solo verdaderamente 
hay peste , y él solo podrá apegarla á 
miL los cuales curarán con los mismos 
remedios que el primero que trujo el 
mal, ó morirán del mismo mal y cop 
los mismos accidentes. » 

Dedica la segunda parte á tratar de 
la preservación de la peste: espone las 
reglas y medios higienicos^que deben 
ponerse en práctica para conseguir no 
enfermar de ella. 

Entre los medios propone el vino, 

y quiere que este se vendiera en las 

. boticas por onzas como cualquier otro 

remedio, para que no se abnsaae de él 

(pág. 62). 

Con este motivo refiere la graciosa 
respuesta que didun empírico que cu- 
raba muchos enfermos siempre beo* 



do , y sin embargo nunca se le hábia 
pegado la peste. 

Preguntándole los médicos cómo no 
se apestaba, contesto de repente. 
Huéleme d menudo el mal, 
Pero por mi buen agüero 
Siempre piensa que soy cuero» 
La obrita de Rossell es muy inte- 
resante y rarísima. El señor Torres y 
Amat no la conoció ni nos da noticia 
de ella. 

GASPAR DE REYES FRANCO. 
Vamos á ocuparnos de otro de los mé- 
dicos mas famosos que tuvo el siglo 
XVn. Gaspar de Reyes Franco fué 
médico de Evora^ estudió la medicina 
en Salamanca, en cuya universidad se 
recibió de dobtor. Regresó á su pueblo 
en donde ejerció la medicina por es- 
pacio de cuatro años , y después fué 
nombrado médico titular de la ciudad 
de Carroona. 
Escribió. 

Nicoma adversas utrunufue the^- 
seum et veterum climaterieorum traC" 
tatus celebris, Auctore Gaspare á 
Reyes Franco Carmonensi medico. 
GranaUe 1634 in 4.® 

El autor se propuso rebatir las opi- 
niones que Caldera de Heredia enutió 
en sus clos escritos sobre los años cli- 
matéricos. 

Dividió esta obrita en doce capí- 
tulos. 

En el 1 .^ trata del influjo y poder de 
la música en la curacioa de las enfer- 
medades mentales: se queja con mu- 
chísima razón de que los médicos no 
se valgan de ella como otro de los me- 
jores remedios^ porque sobre ser muy 
ventajoso está exento de otros incon- 
venientes y males que pueden produ- 
cir los farmacéuticos. Tambienreco* 
mienda mucho el conocí miento «n los 
números para juzgar el término de las 
enfermedades. 

En el 2.° prueba la eficacia .del ná* 
mero ternario* 

En el 3.® trata del número 7 y át 






HisT. DI LA Mbdic. bspaBolá.-'— Tomo 2.? 



48 



378 



HISTORIA DE LA 



I 



ftus infloeocias. 

En el 4.^ de la divisioa de las eda- 
des. 

En el 5,^ de Us enfermedades pro« 
pías á cada una de ellas. 

En el 6.® se esfuerza en probar que 
el año séptimo es el mas climatérico^ 
es decir, en el que con preferencia se 
verifican las revoluciones de la vida 
humana. 

En el 7.*^ que los años 49, 63 7 81 
son climatéricos, j en los que con mas 
frecuencia se notan las mutaciones de 
la vida en bien ó en mal. 

En el 8.° indica que las revolucio- 
ne» de la vida se hacen ostensibles ca- 
da siete aftos. 

En los 9.®, 10, 1 1 y 12, se propone 
probar que la astrología es una ciencia 
vana. 

Esta obrila, aunque ver^a sobre un 
punto que no nos ofrece ya un grao 
interés, es sin embargo de las mas pre- 
ciosas de nuestra literatura por la in- 
ezagerable erudición que encierra , j 
por su raresa, pues D. Nicolás Anto- 
nio no tuvo el gusto ni aun de cono- 
cerla. 

HeracUdis autro inclusi PUmani 
Grifihi explanatio pulcra : •» atque 
etiam morbus est auquis per sapiens 
tiam morí. «« Adferturque in muítis^ 
septími librí cap. iOet 51. jíuctore 
Doctore Gaspare á Itejres Franco, 
Carmonensi medico. GranaUe 1636. 

Digimos en otra parte que esta cé- 
lebre sentencia de Plinto habia pro- 
movido grandes cuestiones en España, 
en cuja interpretación tomaron par- 
te los principales literatos. 

Elsplica la sentencia de Plinio di- 
ciendo^ qiie debia entenderse de la 
muerte natural , en la cual las poten- 
cias del alma van dejando de existir, 
por cQva razón el hombre se voU 
via estólido , y como muerto para el 
mundo. 

Esta obrita es tan rara como la an- 
terior. D. Nicolás Antonio no llegó á 
verla , aunque sí tovo noticia de ella. 

Eljrsius Jucundarum quwstionum 



campus , omniunt literarum amoems^ 
sima i^arietate refertus. Medicis in 
primis tancjuan in ¡juo luxuriantis na^ 
turw spectatissimijhres erumpant , et 
admiranda illius opera coniemplentur, 
máxime delectabais. Teolosjis deütde, 
jurisperitis, et omniwn demque bona^ 
rumdisciplinam studiosis,pni¡osophis, 
fhiUatris, philologis, philomüsis sum^ 
me uiilis ac ab ómnibus expectitus. 
Auctore Gaspare á Beyes Franco, 
Francofurti 1670, in 4.*^ 

Esta obrita es seguramente de las 
que mas honran la literatura médica 
española. No puede leerse sin admirar 
la vastísima 7 elegídisima erudición 
del autor: asombra efectivamente. 

El autor pubKcó en esta obra cien 
memorias escogidas , todas ellas muj 
especiales; 7 á esta colección le impu^* 
so el titulo de Campos elíseos de cues^ 
tiones agradables. No pudiendo por 
su variedad presentar un eatracto mea 
coordinado, me limitaré á dar á cono- 
cer los epígrafes de ellas. 

1.* «An verum sit Médicos Roma 
pulsos? quibuade causis hoc factitave- 
rint Romani? Medicina ab hac calum- 
nia vindicatur^ illius obtrectatores ob- 
jurgantur, obiter et ipsa laudatnr. 

2.^ « Jurisperitus an Medico prss- 
ferendus, et altiori honoris gradu col- 
locandtts? 

3.*^ «Medicinse origo, inventores, 
primi scriptores^ curque /Esculapi%\-- 
mulacrum cum nodosó báculo in ma- 
nu, draoonem adjunctum , et sub pe- 
dibus canem depíogere consueverint 
antiqui, curqueeidem gallum sacrifi- 
care mos fuerit. 

4.^ 9iHippocratis magni laudes. 
Quibus ab Atheniensibos cultus? cur- 
que illius statuam pileo contectam ex* 
hierrent Prisci. Agitur etiain de me- 
dicorum immunitatibus et privile- 
giis. 

5 / «Barbam cor Medici nutriant? 
6.* «Gestaodi annuii mos apud 
médicos unde origioem habuerit? 

7.^ üAristophanis in Pluto amo- 
vetur calumnia; ostenditurque Firgi^ 



m* 



MEDICINA ESPAIÍOLA, 



379 



¿lum nequáquam foisse in Medícinam 
injurituD ^ dum ipsaní matam appei^ 
lavjty et iogloriam. 

8.^ «An apad Senecamrecíé di« 
caniur «grolaDlea Medicorunn impe- 
ratores? Occurritur etiam Heraclito 
et Macrobio malé Médicos multan-» 
tibtts. 

9/ ^Galeno et Hippocrati , an 
Platoni potius accedendum^ qoód hic 
Medicttmrequirat multas ¡nsemetip- 
sosegritudines expertum *, illi econtra 
óptima frneotem fanitate desiderent? 
ítem an Medicus aegrofans aeipsum 
curare raleat? 

10 « An Medico liceat , aut poasi- 
biie 0Ít> abaentem «grotum per epísto- 
las curare? 

1 1 «An liceat Medico , segrotum 
jam in extremís degentem de morte 
commonefacere^ 

12 « An salutis causa lieeet: medi» 
co segrnm decipere. 

1 3 «Medicus an debeat á cnratio^ 
ne abstinere^ si s&ger nolit anim» Me- 
dicum acoersiriy nt Ghristiana munia 
exequátur. 

14 «An liceat medico opem , et 
auxilinm denegare postulanti , et an 
eidem licitum sit médicamentum ex-* 
perientiá probatum secretum reserva* 
re> ñeque ómnibus paiam faceré. 

15 «Desperati j et deplorali an 
prognosticis relinquendi. 

16 «Medicorum consultationeSi 
an ad rectam «grorum curatipnem 
útilis habendsB sint, et snspici debeant» 

17 «Fortuna in morborum cura- 
tionibus^ an aliquo modo audiendum 
sit quód Medico aliquid conferat. 

18 «Vitas prse6xos a Deo termi*» 
ñus an Medicinae necessitaiem ex- 
cludat. 

19 «Medicus an faciat honesten 
mercedem exigat. 

20 « An medicus exauthoretur , si 
errores in quos vel in oqrnitione mor- 
bi, vel in curatíofie lapsus est , palam 
faciat et confiteatur. 

21 «Medici indoeti et rudes, Eip- 
pirici et pseudomedici quaré non raro 



vulgo magis placeante quám docti^ et 
sapientes. 

22 tt In verbis an aliqoa vis ad mor*- 
boscurandos. 

23 «An periáptÍ8> cbaracterismis, 
etappensissigillis> ridiculis que alus 
administrationibus liceat uti in mor* 
boram cürationibus. 

24 «Analiqui possint inveniri ho* 
mines^ qui ex innata, et ingénita vir- 
tute morbos curent, aut venenis resi- 
stant? Obiter de gratis data virtnte, 
quam Reges Hispan!» ; ®t Gallias pro 
sanandis morbis habere dicuntur. 

25 «An natura sit eflbeta , et ali- 
quo modoconsenescere dicenda sit. 

26 «An possibile sit hominem se- 
nio confectum refuvenescere. Et an se- 
nes cum pueris et javenibus consueta* 
dinem habentes, et Ínter iiios versan«- 
tessalubriter degaot ^ et hac de cabsa 
vitam protrahere possint. 

27 «An homini futurorum natu- 
raliter aliona sit cognitio. An in eo 
possibiüs di vinandi facultas? Agí tur de 
melancholicis ; et an ipsi , vel atii ali« 
ter asgrotantes, ex morbosa dispositio- 
ne in vatictnandi furorem devenire 
possint. 

28 «An in naturalíbus remediis 
aliqua sit visad fuga n dos daemones? et 
anobsessi medicamentis juvari possint? 
Et de virtute quam Reges Hlspania 
ad expellendos deemones habere di* 
cuntur, paucula afleruntur. 

29 «An philtris^et remediis ádae* 
mone petitn amor , aut odinm induci 
possint. 

30 « An dasmones morbos -, quos 
non intulerunt» curare possint. 

31 « An ca pite praeciso vi veré pos- 
sit animal , saltem per breve tempos: 
an ad aliqnod spatium proffre\li? etan 
recísnm caput loqui naturalfter possit? 

32 «An síne corde viverepossit 
animal? an ipso exeropto loqui, aut per 
breve tempus ambulare. 

33 «An effusionis sanguinis , qui 
aliquoties in violenta morte sublatis 
ex vulnere, vel ex alia parte coram ne- 
catore promanare observatos est, na- 



380 



HISTORIA DE LA 



turalis cansa assignari possit? An vero 
necessarió ad miracalum^ aat superio- 
rem causam recurrendiim sit* 

34 ((Humanam cadáver post mul- 
tes anoos sepultuní jam, ethumatam, 
si iocorruptam inveniatar, ansemper 
ad miraculum recurrendum? An na* 
turaliter hoc accidere possit , et qoae- 
nam reddi possit bajas cTentús causa. 

35 «De quibusdam hominam cor- 
poribus^ á qaibns manifesté ignis visas 
est exilire* An hoc naturaliter evenire 
possit dubitatur , et quanam ex causa 
quaeritur. 

36 a Animalia diversa , an et qui- 
bus ex causis in vivís faominum cor- 
poribos generari possint? An etiam 
plantas^ lapides, gypsum , aurum , in 
eisdem naturaliter proveoire possíbi- 
le sit. 

37 «Insomniis an danda fides: obi- 
ter de somnambnlis pauca. 

38 « An in viris extet aliquod sig- 
nuta, quod foeminam iniisse arguat. 

39 (cAn in foeminis virginitas ali- 
quibus sigáis explorar! possit. 

40 (cGur foeminaB eum amore pro* 
sequantur, cui primum su» virginita- 
tis florem delibárunt : homines econ- 
tra , quam primó agnoverunt , odio 
habeant? 

41 «Incorrupta an possit impraeg- 
nari, et an conceptúa possibilis virgi« 
nitatis claustro non violato? 

42 «An mulier sine delectatione 
concipere possit? 

43 «Mandragora an ad venerem 
promovendam, et ad imprsgnationem 
aliquo modo conducere possit. 

44 fcMentha^ et ruta, et aliae plañ- 
ís calidae an veneren^ adaugeant, aut 
habetent, et extincere yaleant; expli« 
catur Arist. problema 2 Sect. 20 de 
raentha. ítem medicamenta, quae ve- 
nerem excitante et quae nimiam repri- 
munt selectissíma proponuntur. 

45 « An exconcubitu hominis cnm 
bruto, homo, vel brutum nasei possit? 
An tertium seraper aliquid provenire 
debeat: ítem particulana aliqua circa 
monstra afferuntur. 



46 « An homines ex semine reten • 
to fajrstericis añectionibus aliquid si* 
mile pati possint, ut mulleres patiun- 
tur. 

47 «An lac in viris, et vírginibos 
generari , et in illo rura mammis in- 
venir! possit ^quosicut i foemin» foe* 
tum nutriré valeant? Obiter objur« 
gantur matres, quae propríos filies aliis 
tradunt educandos. 

48 «Androgjni, seu hermaphro- 
di ti u troque sexu potentes, aniave« 
niri possint. 

49 « An ex urina possibile sit, gra- 
vidam esse mulierem certo agnoicere. 

50 «Denegata edulia , quae praeg- 
nantes appetunt , cur saepius aborsus 
causa. An hujusmodi appetitussit ma- 
tris, an foetus! Et an etiam praegnautis 
imaginatio alicujus rei ardenter appe- 
titae stigroa ejusdem rei foetui impri« 
mere valeat. 

51 «Aborsum quovis impraegna* 
tionis tempere ^ aut saltem'^áoteqnam 
anima infundatur , propter aliquem 
casum aut vitae perículum, utrum lici- 
tum sit provocare! 

52 «An ex nodis , seu tuberculis 
vasorum umbilicalium possint obste- 
trices praedicere filtos, quoe postea mu- 
lier paritura est. 

53 «Lac, secundinae, menstraum, 
et alia corporis excrementa, postquam 
é corpore exierunt, aut ipsa etiam in* 
fantium linteamina , an noxam ali- 
quam parere possint , si igni admo- 
veantur, aéri, lunaeve radiís exponan- 
tur, aut rebus aliis misceantur? 

54 «Nepotes quare avunculis , et 
aliis cognatis quám parentibus nas- 
cantur similes. 

55 «Utrúm loquela sit homini na- 
turális, et an sit locutionis tempusde* 
terminatum? Obiter de miraculosis 
locutionibus. 

56 «Utrum fectio venarnm , quae 
retro aures sunt, sterelitatem inducat, 
ut Scythis evenisae docuit Hippo^ 
crates. 

57 «Sexus mutatio masculi in foe- 
minam^ aut econtra, an possibilis sit. 



• 4 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



381 



tam in homiae qoám in caeteris ani- 
malibas. 

58 a Aa homo sioe nllo cibo , aat 
potu diu Daturaliter vivere possit? 
Narratar historia verissiraa de mulle- 
re, qaae sioe olio cibo 72 dies vizit ia 
crypta seu profandisstma fovea^ ia 
qaam pro mortaa á marito dejecta est^ 
á nemine adhnc scripta. 

59 «Gallica laes an sine contagio 
oriri poasit, et an coitos freqoens illam 
caosare valeat, licét in coentibas aul- 
lo modo antea foerit. Obiter anhic 
morbos qootidie magis mitescat , ita 
ot qoód omoinó fioiatar sperandom 
sit* 

60 «Gallica loes an sit contagiosa 
ad distans? et cor gallicati^ licét febri- 
citent , difficolter in hecticam laban- 
tor, licét tales TÍdeantar, et in summa 
macie constitoti. 

6 1 «Rabies an per contactom , ios* 
pirationem , tcI ad distans contagiosa 
sit. 

62 «An in nrinis rabientium ca- 
tali> vel aliqoid simile appareat?etan 
ipsi in aqoa , aot alus liqoidis, canes, 
aot illorom viscera aspiciant, et prop* 
terea illam timeant? an alia de caosa 
hoc faciant, 

63 «An ex veneno possibile sit 
homanum corpas notriri, etan vene- 
no necata animalia esui apta sint , et 
secaré comedí possint. 

64 «Anposib¡lesitinvÍTOantmor« 
too corpore , veneni dativi, aot oativi 
signa distinguere. 

65 «De venenatis sobterraneis: an 
basiliscos ibi stabuletor? etquffinam 
sit caosa mortis illorom, qoi profun- 
dos speeos, vel altos pateos intrautes- 
súbito cprrueront. Et an* basiliscos in 
specolam intuens sese interimere pos- 
sit. 

66 «Pestis an foetidis, et tetris odo- 
ribns corrigi possit? An illius tempore 
ea adorari otile sit: et cor vespillones 
innoxié com peste mortuis plerom- 
qoe tractent. 

67 «De Monocerotis corno : et 
illias alexiteria ?¡ : fabulosomne sit 



aniítaal, an veré extet? ítem quid sen- 
tiendam de celebratissima illius vi ad- 
versus venena: et de Bezoartico lapide 
Ídem quaeritur. 

68 «Quaenam febres sub bis nomi- 
nibus Eludes , Thyphodes , Grymoi- 
des, TritaeophiaB , Querzeras , Phrico- 
deis, Assodes, Almyrodes, Pemphigo- 
des 9 Taracbodeis , Erjthroi , et alus 
venían intelligeodae. 

69 «Hectica febris an contagiosa, 
ot oammoniter vulgos proferit. 

70 «De singularibus remediis pro 
nothis tertianis per moltom tempus 
dorantibos, et com tsedio longae cora- 
tionis perseverantibus ; nec non de 
particularibas circa illarom orinas; 
obiter qoaeritor qoare in pestiferis fe- 
bribos et malignis optim» appareant. 
Addocitor cansa á paocis tradita^ qoa- 
re optimse sint in praedictis febribos et 
laodabiles. 

71 «An verom sit qaartanam bis 
eondem bominem non invadere , ot 
Hippocrates docuit \ et cur ita ple- 
romqoe eveniat; agitor etiam de qoar- 
tan» alus singolanbus. 

72 «Homor melancholicds aa rec* 
té , et cor ab Hoppocrate appelletor 
aqoa* 

73 «Hypochoadriae morbos qoare 
dicator heroica affeetio; illius curatio 
exactissima proponitor^ qoaliter apod 
nullom sic invenies. 

74 «Basílica vena an in grovidis 
aliqoandoaperienda; an ex pedibos in 
eisdem aliqoando sangois mittí debeat 
ac possit \ an poerperis íloentibos ad- 
huc lochiis medicamentom por^ans 
expostolante morbo dari possit? Obi- 
ter an in die porgatioois frigidam 
aqoam, et nive refrigeratam aliqao in 
caso propinare conveniens sit, ac uti- 
le esse possit. 

75 «Utrom ad sangoinem mitten* 
dom, vel porgandom, astrorum mo- 
tas, et Ion» ooofigoratiooes , qoadra- 
tarasqoe observare medicuts teneator. 

76 «Elxdoctisac prodentibns virís 
orti 6I¡¡, onde accidat, quod minus sa- 
pere videantur, saspinsque á parenli- 



382 



HISTORIA DE LA 



bus jadick) et sapi^ntíá valde disteat; 
imo fatniUtis^ et ignorantías non raro 
noteotur.. 

77 ((Gornuti quare dicaotur apud 
valgas illi , quorum axores corpas in 
vnlgant. 

78 «A morbis cur praes^rveatur 
pleramque claudi, lienosí, quartana« 
rii^ stqlidi , turpes, et qui alíterj mi- 
seris ac foedis so[rítadinibus vitam de* 
gant ; juventutis autem üos, et inge* 
oai adolescentes facillime pereant, et 
aaferantar. ítem qaare fatui, et infe- 
licis ÍDgeoü,sani pleramqae Tivant. 

79 «Apoplezia fortis an aliquaa- 
do solobilis: agitar etiam de apoplec-> 
ticis pro mortuis sepaltis , et reviTis-- 
ceotibus. 

80 ((Phrenitis qoare nanquam» 
aat rarissimé soppuretor^ frequenter 
vero pleuritis^ cam atraque sit ínflam« 
matio , et apostema membranarum. 
ítem car pjeuritis nunquam aut raro 
contagiosa sit pthisis vero sem per. 

81 (cUode acc¡dat> quód paraly- 
sim legitimam patientes , á crurum, 
pedumque resolatione pleramque res- 
titaantur, ita ut ambulare possint; 
brachium vero feré semper immo- 
tum maoeat. ítem qui fiat, ut qui vel 
casa, vel aliter ictum á tergo accepe- 
ruot, in urinas vel faecum suppressio- 
nem, aliquando in horum excremento* 
rum incontinentiam inde deveniant. 

82 «Gonvalescentibus , et morbo 
jam exutis^ cur genitalia targescant, et 
Veneris pruriant desiderio! Cur rou-« 
lierescitiúsquám viri sterilescant? Au 
convalescentibus liceat barbam rade- 
re? Agitar de mutatione camisiae , et 
linteorum in aegrotantibus. ítem quot 
infírmos adcurandum medicus susci- 
pere debeat> ut debité, et secura cons* 
eieotiá illis providere possit. 

83 ((Carpís imposita medicamen- 
ta, an appetentiam excitare valeaot. 

84 (cMoschum, ambarum> et bu-* 
jusmodi alia odorifera quare Septen-^ 
trionales, et qui frigidas regiones ía- 
colunt, magia quámcaeteriaversentur: 
et de causa quare ibi magis noxia siut. 



85 (í An verum sit » quod in oxio» 
mate vulgo circunfertur: Omnis satu» 
ratio nuda, pañis vero pessima. Obi- 
ter de carnis esu , et quaodo priraúm 
edi coeperit: item meraci vini usos tan- 
quam noxias senibus int^rdicítar. 

86 «Sudor sanguineus an possibi- 
lis, et ex quibus causis evenire possit* 
Agitar etiam de lacrb/mis saogui* 
neis. 

87 «An arinsB suppressio post 7 
diem omuinó sit lethalis? An vesicao 
lapis citra apertionem medicamentis 
curari possitr An renom calculas pep 
sectionem extrabi possit : et primúm 
de singnlaribus quibasdam remediis 
agitur ad dysuriam selectis. 

88 «An á lauta et opípara menaa^ 
insimplicen, frugalem^ac paupercu<* 
lum yictUm mutatio podagram cura- 
re valeat? Rarissimis exemplis hoc re- 
médium efficaxesse ostenditur. 

89 «Mu tato loco an mutetor ge« 
nium, et fortuna? Agitur de paroemia; 
Muta pedem, mutabis fortem* 

90 ((De parta quinqoemestri et 
quadrimestri, qaaeritur an aliquando 
possibile at vitales sint, multis exem- 
plis hoc ostenditur. Octimetris qmre 
vitalis non sit, legitima cansa afler tur. 
Tándem additur historia pené iucre- 
dibilis de foetu mortuOj cujas ossa per 
gravidse os exieirunt. 

91 ((De paella ano clauso nata, cui 
símiles quampluriraae alias historiae an- 
oectuntur. Tria problemata circa hanc 
rem proponuntur, etexplicantur. 

92 ff Acus imprudenter deglutita^ 
et post mensem per cervicis latas cir- 
ca auremexiens. Afler untar de^ei^emj, 
et simili materia plurma exempla ab 
alus authoribus tradita. 

93 aCoQSuetudinis admirandara 
vim esse : aliquibus authorum exem- 
plis hoc ostenditur, praster qoaa recens 
aliud ajBTertur. 

94 «Lactis cum vino mixtionem^ 
sive simul , sive seorsim ingerantur, 
máxime damnosam esse potionem» 

95 ((Narratur hist. cujusdam vul- 
nerati, cui statimacpercuasnsest, ra- 






MEDiaNA ESPAÑOLA. 



383 



riMimamsapervenitsymptoma, ápau- 
cis visaiDt et observa tum. 

96 «De viperse morsa casas adnii* 
randas ; cui Ae Tenenosorum anima* 
lium ictibas , et morsibns rarissimae 
historiae adjunrantar, et enarrantor. 

97 »Pbil tr 1 et soperstitionis exem- 
plam admirandam proponitar^ cai ex 
eadem materia plarima alia anñe- 
ctantar. 

98 «Qaod morbi potius sint prse- 
cavendi quám curandi^ qaamque pe- 
riculosum sutillis statim ab initio re- 
mediis non occarrere. Aflerantar cir* 
ca hanc rem multa ex Medicis, Philo- 
sopbis^ et Poetis. 

99 «Paraphrasis ad locnm Demo- 
criti: TotushüomoabipsoortuTnorbus 
est. Apad Hippocratem epist. ad Da* 
ma^etam.» 

FRANCISCO NUÑEZ , nataral 
de Sevilla (pág. 177) : estadio en la 
univerdad de Alcalá de Henares, sien- 
do sa maestro Cristóval de Vega (pá- 
gina 255); en la misma tomó la borla 
de doctor» j llegó áser uno delosdoc- 
torea prebeminentes , como se titula. 

Escribió. 

Libro del parto humano ^ en el cual 
se contienen remedios mujr útiles jr 
usuales para el parto dyicultoso de las 
mugeres» Con otros muchos secretos d 
ello pertenecientes f Y a las enferme^ 
dades de los niños. Compuesto por el 
Doctor Francisco Nuñez, Doctor pre* 
heminente por la universidad de AU 
cala. Zaragoza 1638, en 4.^ 

El autor divide su obra en dos li» 
broa. En el primero se concreta á tra* 
tar del mecanismo del parto , jr lo di- 
vide en once capítulos. 

En el 1 .^ babla de la matriz j de las 
tünicaa (jae contiene el fetu. 

En el 2.^ del tiempo del parto na- 
tural. Admite qne puede serlo hasta 
cumplidos los diez jr once meses. Re«> 
Berealgunos ejemplos tomados de otros 
autores. En este mismo esppne el me- 
canismo del parto cuando la criatura 
se presenta de cabeza ó de pies. Pre- 
senta las dos figuras. 



Eó el 3."* del parto fácil j del difi- 
cultoso, j de los señales con que pue- 
den conocerse uno y otro. Espone las 
cansas que pueden hacer el parto di- 
ficultoso. 

Una de ellas son los fetus monstruo- 
sos, acerca de los cuales no tuvo el au- 
tor la mejor crítica , pues que da cré- 
dito á los casos que refiere de una mu- 
ger qne parió un elefante^ de otra una 
serpiente, deuna paisana suya un lagar- 
to, de una de Murviedro un niño que 
ae volvió al vientre de su madre, j de 
otra , en fin , monstruo con cuernos, 
dientes y cola (pág. 177). 

En el 4.® trata del parto peligroso y 
de los medios de ocurrir á él. Presen- 
ta ocho figuras: la 1 .* de dos gemelos; 
la 2.* de la posición presentando un 
pie ; la 3.^ presentando los dos; la 4.^ 
un pie y una mano; la 5.* presentado 
de espalda; la 6.* las dos rodillas; la 7.^ 
presentando una mano, y la %,^ la fi- 
gura de la sUla de partear. 

En el 5.^ trata de los medios de ali- 
gerar el parto. Se reduce á referir al- 
gunos medicamentos , que según él 
tenían la virtud de acelerar el parto. 
(Nada vale). 

En el 6.^ del modo y tiempo de es- 
traer las secundinas. Aconseja no ace- 
lerar su estraccion á viva fuerza^ como 
no lo exija una necesidad muy grande. 
En el 7.^ de los remedios que pue- 
den convenir para mitigar la intensi- 
dad de los dolores llamados entuertos, 
remediar los accidentea del parto, y el 
descenso de la matriz. (Interesante). 
En el 8.^ de las causas que pueden 
producir el aborto , y de loa remedios 
para precaverle. 

En el 9.® de los señales que indican 
estar muerta la criatura en el seno ma- 
terno : del mecanismo que debe se- 
guirse en su estraccion y y las cautelas 
que debe el profesor tener para pro- 
ceder con acierto en su diagnóstico. 

En el 10 de la higiene oue debe ob- 
servarse en los recien nacíaos. 

En el 11 de las cualidades físicas y 
morales que debe reunir una nodriza, 



384 



HISTORIA DE LA 



y de los señales para distinguir la le- 
clie buena de la mala. 

Las circunstancias físicas que debe 
tener el ama de leche , están reduci- 



das en el siguiente romance, traduci- 
do por el mismo autor, de otro latino 
que compuso Juan Ursino, yes como 



sigue. 



Mas antes quiero que vengas escogida 
Entre las bellas delicadas damas ^ 
De un rostro rubicundo esclarecida. 

Parezca lo demás marfil muyfinox 
Dependan de tus pechos dos piflicas. 
Tus ojos el lucero matutino. 

Tu negra ceja en arco se levante^ 
Como oro resplandezca tu cabello. 
Tu mano larga , ledo tu semblante • 

Cual en el fresco y fértil monte de Ida 
Desnuda suele estar suelto el cabello. 
La madre de Cupido , niño bello. 

Cual suele estar pintada aquella reina 
Por quien fué el Ilion puesto por tierra, 
O la que se mato con sierpe fiera ^ 



«La segunda circunstancia que espo- 
ne es, que ni haya mucho ni poco que 
parió, de suerte que por lo menos ha- 
ya dos meses, y que si puede ser haya 
parido varón. 

«La tercera circunstancia, que ni 
sea flaca ni muy gruesa. 

«La cuarta, que sea muger de bien, 
de buenas costumbrea y templada , y 
no furiosa , airada , ni muy grave , ni 
muy medrosa, porque estas pasiones y 
alteraciones del ánimo son muy per- 
judiciales para el infante : la razón es^ 
porque corrompen la leche , y el in- 
fante juntamente con la leche que ma- 
ma , toma las costumbres y condicio- 
nes del ama; porque como dice Gale- 
no, las costumbres del ánimo siguen 
la complexión del cuerpo , y tal es la 
complexión cual es el alimento. 

ttLa quinta, conviene que la ama que 
ha de dar leche, tenga las tetas llenas 
y lucias , abundantes $ y no relajadas 
ni arrugadas , y que no sean largas y 
delgadas como morcillas , ni grandes 
sobre manera como calabazas , ni tan 
espesas y duras qpe por su dureza des- 
pidan poca leche. Al fin se debe mirar 
la leolie de la muger , pues esto es lo 
que mas hace al caso, que ni tire á ne^ 



gro» ni á verde oscuro , ni á zarco, ni 
a colorado. ítem , que al gusto ni sea 
ajnargo , ni salado ^ ni agrio , ni que 
resqueme. ítem , que en alguna cosa 
lisa , como en un espejo 9 ni se corra 
luego como agua, ni por el contrario, 
se eslé rebelde y tenaz como sino fue- 
se licor, sino una gota de flema pega- 
josa. Empero debe ser igualmente 
gruesa y dulce ; finalmente aquella 
leche será muy buenay escogida , la 
cual puesta sobre la uña ni se esté tan 
apegada que aunque el dedo se mue- 
va con velocidad y violencia no sedes- 
haga ni corra, ni tampoco sea tan cor* 
renciay fácil, que aunque el dedo es* 
i¿ firme y sosegado , luego se delezne 
y corra, porque esto es muy delicado; 
como por el contrario , la que se está 
apegada y queda ea muy gruesa y vis- 
cosa, pues luego la leche que en la uña 
ni presto se corre ni mucho se está 
apegada, es la buena.» 

Concluye el autor este tratado es- 
poniendo algunos remedios para el au* 
mentó de leche en lasque se lea supri- 
me ó disminuye. 

El tratado que nos ocupa, es otro de 
los mejores que se escribieron en Es- 
ñapa sobre la obstreticia. 



-í 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



385 



Libro 9e^nodo. De hscasúsjr en* 
fkfrmedadñs de los recien nacidos. 

S« ooqcreU á tratar de la» eofcrme- 
dades qae comunnieiite suelea Teñir 
á los niños recien nacidos,, y junta* 
mente sns remedios jicaras • Este tra- 
tádito es tan conciso que apenas des- 
cribe la sintomatologia de las enfer* 
medades. Se entretiene en esponer un 

5 ran número de remedios^ y á Id Ver- 
ad bien poco «eficaces, para cada en- 
fermedad. No ofrece interés alguno, 
ni merece la pena de leerse, 

FERNANDO DE SOTO, oriun- 
do dé Mantua^ tino á España muy ni< 
ño en compañía de su padre, medico 
dé D. Gaspar de Gusman. Estudióla 
medicina en la universidad de Alcalá 
de Heaares, siendo su maestro el doc- 
tor D. Diego de Herrera (pág. 57 dfs- 
curso moral j médico) , cuyos gastos 
costep dicho D. Gaspar: revalidado de 
médico y muerto su padte , ocupó la 
plaza que este obtenía : se estableció 
en Madrid, y e)erc¡ó la profesioq coi^ 
grande celebridad. 

Escribió las obras siguientes.' 

Aeuratam et bre^m summularum 
^expositíonem^ MatriU 1636, i>> S.** 

£sta obrita se reduce i etponer las 
caBtídadee^.mas peqoeñas en que po* 
diaif admiqistvarse loa medieameotosi 
Presenta bastantes fórmulas , pero en 
-ei día nanos interesan 3ra. 

Exeroitatíones medicm de curaniAr 
'/chitan differentiis. jhtetore Sebas-^ 
tiano de Sato, medkomantuímo» Ma^ 
lriUannoM.aXXXniI,iny 

Se propuso en esta obrita oritioar á 
aquellos^ médicos que, fundados eh la 
atttoridad de Galeno, no se atrevían á 
jcontradecisle ni á abandonar su doe* 
trina., Dii^e «que* no segniria ciegan 
4nente . la doctrine,- de dicho médico^ 
por estar eonyeaeído de que la autori- 
dad de este hombre había sido ocasión 
de grandes errores en medicinal por- 
que mufihos médicos camínabao cíe- 
^,. asidoa^y adestradoa de ¿1 como un 



lasarillo, y óon decir que Galeno lo 
tiene definido , quedan satisfechos y 
pasados oomo si fuese un oráculo en 
quien no pudiese caber error* (Iniro- 
duocton.)» 

En seguida ridiculiza el abuso que 
haoian algunos médieoaen^l interro* 
gatorío de los enfermos, haciéndole^ 
preguntas importunas , y obligando á 
todos sus pasantes i topaarles el pnlscN 
y á preguntarles cnanto iea viniera a 
aus mientes (1). 

Censura también á los médicos que 
«fiíndaban toda su autoridad y re- 
presentación en Uev^ su barba larga 
como un hisopo, que hacia so aspecto 
horrible á los etifermos. 9 

Increpa al gobierno sobre los ma^ 
les que a cada pasooometian los ezor- 
citas, ios llamados anularios, los santi- 
guadoras, los saludadores^ y hasta las 
bachilleras viejas, haciendo ver que 
las' autoridades eran las responsables 
ante Dios y el mundo, por permitir 
ue los dichos ejerciesen algjcm ramo 
e la ciencia (Id.). 

£1 autor divide su obra en siete pun* 
-tos principales* 

En el 1 .^ trata de la« calentura sin- 
oopal. 

]En el 2,^ de la calentura ardiente ó 
isatison. 

En el 3.^ de las intermitentes. 

En el 4.^ de las cotidianas. 

En el 5.^ de las cuartanas. 

En el e."" de la hértica. 

En el 7.'' del tabardillo. 

El autor queriendo apartarse de lá 
doctrina del médico de Pérgamo ', ha 
incurrido en otra peor mil veces ; tal 
es la de Aristóteles y de Santo Tomás 



3 



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(1) Este mismo abaso eniá todar/a en 
boga, y es d que h» tratado de cortar el 
célebre Eugenio Sué en U persona del doc* 
torGrifon, qae salvó U TÍda i la desgra- 
cia.da Flor Celeste. (Véase los Misterios da 
París , lomo 9.*). 



HlST'. AB LA MsOfiC. I8VÁÑQX.A.-r*ToMO 2.^ 



^9 



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386 



HISTOKU DE LA 






de Aquino, cojas «utoridades y textcfs 
cita á cada moEDcato para esplicar las 
causas de las calentaras pcM> las ideas 
de ellos. 

Esta obra es una de las mas confu*- 
sa^e iointeligibles que se han escrito. 
Las pocas ideas y obserraciones prác- 
ticas propias que adnoe^ están mezcla- 
das con tanta lioja rasca qtke ño com- 
pensan el trabajoide leerlas* 

Entre sos remedios faToritos para 
estas calentaras , resaltan las sangrías 
y las porgas. 

Discurso medica ^ morola de las ún- 

/ermedades porque suguramentepue^ 

den las religiosas dejar laclausura» A 

/). Felipe IV ^ el Doctor Sebastian de 

Soto. Madrid 1639, en S.*" 

Esta obrita contiene cuatro propo«> 
siciones. 

1 .' De la buena elección que tui^o 
Pío V, eift espresar los tres casos con* 
tenidos en su bula para dispensar en la 
clausura d las religiosas* 

El papa Pío Y espidió una bula que 
comienza: Decoriet honestati, etc^ en 
la que dice: NuUi monalium etiam ex 
Regia prosapia , vel prcHestu cujuS'^ 
cumquefacultatisj aut injirmitatis li- 
ceat egredi ex proprio monasterio nisi 
causa magni inaeñdii , leprte aut epi^ 
demice; sitque causa hcec cognita,pro^ 
bata, atque etiam in scriptii expresa 
per Superiores , et simuiper Ordina» 
rium, ' . 

El autor hace ver los peligros que 
correrian las feligio^as en tiQ esclaus- 
tt'&rse cuando sobreviniera alguno de 
los tres males que asigna el papa en su 
bula. Termina diciendo ; de lo dicho 
se prueba <(D0 Ser necesaria en tiem- 
pos apestados la clausura á las religio- 
sas ^ pues m occorren al dafto ageno de 
salud de las otras , y pone la suya en 
evidente riesgo. Con que viene á ser 
notoria la justificación de Pió V en su 
decreto optando las tres causas capita- 
les^ incendio, lepra y peste j pará.qaé 
deponiendo las religiosas toda mqoíe- 
tud escrupulosa de conciencia, tengan 
abiertas las puertas para ocurrir a la 



amenasa de tan grave da&o, poniendo 
en cobro sos vidas, que tienen primer 
lugar que la observancia rigorota del 
estar encerradas.» 

2'* Como por las enfermedades 
que /iteren semejantes en 16 entitative 
a la lepra ó peste , podrán las religión 
sos salir de los conventos. 

Apoyado el autor en que él motivo 
que obligó á Pió V á espedir sü bula 
de esclaustracion^ fué el peljgro inmi* 
nente de que se contagiasen de )a le- 
pra ó pe;ste las demás religiosas^ dedu- 
ce que los empeines^ la tina y el can* 
cer ulcerado infunden los mismos pe- 
ligros de contagio ; por consiguiente 
que estas enfermedades deben autori- 
zar la esclaustracion. Lo prueba tam- 
bién con muchísimos casos judiciales, 
por los que consta que el derecho pue- 
de revocar las donaciones hechas por 
cinco causas, por otras semejantes ; y 
añade que la partícula nisi de la bula, 
no comprende única y esclusivameote 
las fres causas de incendio, peste y 
lepra. 

3 / Como por otras enfermedades 
siendo contagiosas en daño de la vida, 
han de salir las religiosas de los con^ 
ventos, aunque no sean semejantes en 
lo entítatijfo á las que propuso Pió V 
en su bula. ' 

Propone como causas de esclaualra^ 
óioa la inundación, la intjosionde ene- 
migos y los terremotos. Prueba qoe si 
bien es verdad que estos males en na- 
da se parecen á la lepra y a la peste, 
convienen en el objeto principal de la 
bula» cual es la conservación de laa vi- 
das de las religiosas ; y qoe asi como 
estas pueden perderla por un incendio, 
también corren el mismo peligro en 
Ja inundación , en la invasión de ene- 
migos y en on terremoto inminente 
del convento. 

En seguida pasa á probar que el gá- 
lico, las oftalmías, las escrófulas ulce- 
radas incurables, son igisalmeate can* 
sas de esclaustracion. Refiere que por 
esta última se esclaostraron dos mon- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



387 



JM-del. convento dt la Magdalena de 
Madrid (pág. 63). , 
' Ridioaliaa U opinión dé- aquellos 
ifae defendían :qae losTeyes de Fran«» 
oía tenkn virtdd de ourair las escrófo-» 
ka. con solo tocarlas Icón -fias manos: 
Niega íó que cnenta' el "historiador 
Ac'oeiipoFerptiio de F'ranoisco I rey 
de Francia ^ «que vinieuido preso á 
Esp^ p^r ;el emperador '<3órl os Y^ 
tt>a:smtig¿andoy Wrendo lovaniHós; 
y aStode^ «digan Ips franceses lo que 
quieran de sus reycis> |)ero es faíse^ni 
aserto, ''fiinaser que quieran haceviioi 
creer que «beba graciai está cobffrtada 
% sus rejres libres y* no presos et| füspa* 
&a> que e» cosa bien ridíiQcria> porcjue 
si' fuer» .verdad quesos freyes tenían 
virtud para sanar iamparonee» en coalu 
quieif parte dei^mündo que habitasett 
aaharian este' enfermedad , poique el 
tíempOy el lugar y las prisionesnoliar 
faí^n de* impedir esta gracia (pág. 89).> 
•í. .4.^ i'Que las efijhrmedades gue 
acntraen pelero de la vida sin- ser 
contagiosas^ podrán con seguridad sk'^ 
iir tas, religiosas de su^ con%ferUos. 

>Ei autor se muestra muy despre)^ 
ocupado en asegurar que el voto que 
hacen las religiosas de morir antes que 
salir de losiconvento^ , no se oponia ¿ 
la proposioioD citada. Al tratar del vo- 
to que los cartujos hacen de dejarse 
iDorir afit^i{ue comer carncy asegura 
qmoies un atentado contra su propia 
vida, y lejos. de |ser meritorio era cri- 
minal • Y, encargara yo^dice^ rerdade- 
ramcnte ja conciencia al cartujo que, 
«n enfermedad peligrosa quisiera ano- 
tes eemer pescado que rielar (á sil pa«^ 
reeer) el voto ó costumbre que baeea 
de no comer carne en tiempo alguno^ 
porque seioma la muerte oon sus pre- 
fÁas manos, pues no ignorando ya por 
la csperieocta ó ya porque el médico 
le preriene^oe el pescado le es noci" 
'^ooét'opposito i la enfermedad que 
fiad^OB^, quiere morir antes 4]uedef en- 
der:sa vida, que|)OV derecho diviooy 
inimAoo ,tícn« obligación ¿ conservar- 
ia (pág¿ 95). 



Prueba por último que el bien par- 
ticular de una religiosa se ha de ante- 
poner alguna vez al común de la reli- 
gson> porque estando en el precipicio 
de la muerte y que su remedio solo 
consiste en salir ele la clausura^ no se 
ha de atender en esta ocasión á la afeC" 
tada razón y fundamento débil^ que el 
bien público de la religión tiene dere- 
cho y precisión absoluta al particular 
de UDa religiosa. ' *' 

Las enfermedades de que tí'ata bsta 
proposición son , la calentura- hétióa^ 
la lenta nerviosa , la tisis , él fnal de 
corazón, la melancolía y la locura. 

.A e^to se reduce la obrita que acá- 
ilO'de analizar ; el objeto' es curiosísi- 
mo y nada trillado, pues no conozco 
otra obra que trate sobre esta materia* 
Está escrita con elegancia , llena de 
4ina erudición esoogidiiima , tanto de 
la parte legislativa como médica» A 
estas bellas Circunstancias se>renrie la 
^le.ser sumamente rara y peregrina; 
porque seguramente serán contadisi- 
mos los ejemplares que de ella quedan; 
y por otra parte ha sido desconocida 
de todos los bistoriadores y bibliógra^ 
fos médicos. * •» 

MARCOS GARCÍA ,^ natural d^ 
Valladolid; pasó k Valencia > y no pii^ 
dieñdoestuatar la cirugía en esta uni- 
ji^ersidád marchó á Madrid y se hize 
/cirujano romancista. 
. Escribió la obra siguiente. 
. Honor de la medicina y aplauso de 
la cirugía castellana» Por Marcos 
García, cirujano. Madrid ^636. 

Marcos García vino a Valencia a es*- 
(ttdiar la cirugía^ perocemo en ella se 
estudiase en idioma latino^que no én- 
iendia^ se vio precisado á marchar. 

£1 autor finge un saefib , del cual 
quiero copiér un trozo. 

«Estaba el sol en la mitad de su ve- 
loz carrera^ apaciblemente alumbran- 
do la tierra , y amigablemente tem- 
plando los rigores del faielo^ piedades 
en ¿1 usadas y por eso pocoagradeoi» 
das, que aun los beneficios si se^ )iaeeti, 
cotidianos pierden la estimacimi. Es- 



P 



388 



HISTORIA DE LA 



taba ^ paes , vivíGcaDdo las plantas, 
aleotando las flores^ y haciendo her- 
naosa^ si habitable la tierra, que de las 
inundaciones del rigoroso invierno 
qaedó intratable: era en los primeros 
dias de la estación florida , tiempo en 
que todo espirita peregrino se alienta, 
estimulado de su natiya inclinación, 
y dejando no su amada, patria, qne po- 
cas veces se deja lo que se ama , sino 
su tierra , porque apetece la novedad 
de las otras , se determina í penetrar 
tal Ten lo inculto y fragoso de la mon«> 
tafia, tal vez lo usado, sí peligroso del 
camino, cuando yo no de espíritu mas 
sosegado me determiné i dejar mi 
amada patria: aqni si que lo amado ek 
forzoso, que cuando a la ausencia obli- 
ga una poderosa violencia , entonces 
tiene mas mérito , porque el que deja 
«U tierra viviendo en ella con comodi- 
dad , cierra los oídos á la compasión» 
no deja lugar i la lástima , aunque le 
▼ean en el último término déla mise- 
ria; contento viví algún tiempo^ aun- 
que duró tan poco , que apenas me 
acuerdo si lo fué: pasóse, dejó de ser^ 
espiró la dicha , y yo arriesgado á to- 
da contingencia me arrojé i la pere- 
grinacion,si bien con certeza del lugar 
donde habia de parar , y probar en ¿1 
nueva fortuna, llevando para mi viage 
lo suBciente, porque aunque el despe- 
chado pocas veces previene lo preciso, 
no fué tanta la desesperación que bor- 
rase á la razón lo forzoso para conse- 
guir algún buen fin. Pocas jornadas 
anduve, cuando acabándose el dia en 
la mitad de una , fué forzoso que ca- 
minara algunas horas á las dudosas la- 
ces que dábanlas estrellas, que por ser 
tan escasas ocasionaron que perdiera 
el camino, lo cual conocí a tiempo que 
no fué posible enmendarlo , y por no 
hacer mayor la dificultad de volver á 
él, determiné sentarme con tanto pe-> 
sar, que aunque el cansancio era bas- 
tante á rendirme al sueño, la podero* 
aa imaginación de mi pena lo estorbó, 
con que pude lograr despierto, lo qae 
aunque tocado parecía saeflo.^ 



«Es el caso , que í poco rato laenti 
pisadas, dadas al parecer, con cuidado, 
y poniéndome en pie hallé junto á'mi 
un venerable viejo que asiéndome ia 
mano, me dijoc mancebo ilustre,' ven 
conmigo, que te quiero llevar donde 
veas laureada la noble y antiquísima 
medicina , y advierte. que finesa tan 
grande solo fuera bastante á ocasionar^ 
la tu mutha afición : el padre soy de 
ella , que por mandado de Dioa^engo 
á consolarte. To que no estaba aeos- 
lumbrado á semejantes aventuras^ aU 
go paborosamenle lo concedí, y cami» 
nando por la espesura de una arboleda 
sentí que me levantaban en el aire, y 
á mi parecer estaba cerca de sa me* 
dia región, porque el frió era mas que 
moderado , y descendiendo blanda- 
mente á. un apacible valle, donde es<» 
taba uüa hermosa quinta que á loa 
prifneros rayos del sol se juzgaba sin 
dificultad, me dijo: aguarda aquí, que 
voy á hacer que abran: dejóme enton- 
ees , y llegándose á la puerta llamó: 
abrieron luego , dijome que llegase, 
hicelo, y reparé que sobre la puerta 
estaba un letrero en una lámina de 
bronce, que decia asi: 



jíqui se lee ,«»i»..«,«.<«j 
Con elocuente doctrina. 

(cAsi como acabé de leer^ perdoné 
por el gozo presente los sustos que en 
el discurso de mi viage habia pasado: 
¡oh afición amable , si justa , qué po- 
derosa eres, si cierta, qué honrosa, y si 
dificultosa y qoé doota! El que abrió 
era tan parecido al otro , que apenas 
permitía distinción considerable : re- 
cibióme con buen agasajo, y volvien- 
do á cerrar me hicieron sentar en una 
parte del jardín , donde me regalaron 
bastantemente : satisfice en el convi- 
te, no á la gula , sino á la necesidad, 
y después de alzada la mesa , digo lo 
que sobró» porque no hubo mas tabla 
que la tierra , ni mas metales que la 
yerva. Lo uno poraue lo qne me die«» 
ron no necesitaba de platos > y donde 



MEDICINA ESPAÑOLA- 



389 



ellos SDfarif] fonosámebte ha áe so- 
brar el lino. Loolro^ porque en el 
modo dé I» eeniida conocí cuati ociosa 
es la yaoidad obstentira de los {Princi- 
pes» y. sapérAuo apáralo que inlrodo- 
ce la magestad , pues como dice un 
moderno, ¿de que ine, sirve lo qo'e me 
sobra ó lo que no me sirre? Acabamos 
de coméry j el que me llevó hasta álli 
.me bizaeste razonamiento. ) 

«Ta sabemos, virtuoso mancebo, la 
causa de tu peregrinación, y por cono- 
cer tu celo, permitieron los dioses que 
te perdieras^ para que asi tavieras oca- 
sión de ver lo que has visto, j adelan- 
te verás , qve tal vez el efecto de un 
yerro suele ser causa de a|¿un acierto: 
bien sabemos tu patria ,^ bien sabe-' 
mos que ^menes de P^alencia, ciudad 
insigne , df^mk la cirugía se estudia y 
practica en latín, y que por no enten^ 
derle no te permitieron asistir en ella, 
eferciéndota , pero porque entiendas, 
qae bó ba de ser roas poderosa una 
«MMtnmbre qae nn fervoroso celo , le- 
vanta 7 sigúela loa dos, que esta vez 
has de quedar tan consolado , que el 
mas arrestado desprecio no ha de ser 
poderoso á inquietar tus valerosos, si 
acertados designios^ ni la mas desaten- 
ta calumnia ha divertir tu alentado 
intento, porque si hasta aqai te valías 
de palabras , no siempre las verdades 
se escuchan bien; no siempre las sen- 
tencias se aplauden, porque no siem- 
pre se entienden , obras vizarras lo 
acreditan, actos científicos lo enseñan^ 
palestras literarias lo ensalzan. Ta jo 
estaba , cuando acabó de decir esto^ 
sobre la pnnta de un montecillo, des- 
de donde veia las dos Castillas. Pro- 
sigió elocuente el venerable viefo: 
aquel lugar populoso es Madrid, villa 
ilustre y corte insigne de reyes de Es- 
paña, y objeto y final cansa de tu via- 
ge: alli haade vivir , y allí darás glo- 
rioso aumento á tu literario ejercicio, 
asistiendo á los actos públicos que el 
discurso de tv vida se ofrecieren : y 
porque. te alientes mira hacia aq'nella 
parte veris como en cuatro templos se 



hacen conclusiones quirúrgicas en tu 
castellano idioma; ¿no escuchas con la 
agudeza que arguyen , y con la doc- 
trina que responden? atiende bien y 
advierte, que lo que aquí ves por me- 
«dio de eita ilusión, lo verás allá suce- 
der con toda verdad; en ellas te halla- 
cas, y gozosamente lograrás tu deseo: 
cesó entonces>y yo admirado y agrá» 
decido le dige:. Varón venerable, quién 
eres que con tanto afecto estás de mi 
parte, dínielo para que sepa k quién 
debo el mayor alivio que en la ocasión 
presente pude desear : sépalo yo para 
que agraaecido ofrezca á la memoria 
el beneficio, y me acuerde la recom- 
pensa: dígnate decírmelo, si mi afec- 
tuoso ruego puede grangearte esta gra- 
cia : sí puedo , respondió entonces , y 
tanto por simpatía natural te amamos 
los dos que aqui ves, que no tan sola- 
mente te diremos quién somos , pero 
te enseñaremos todas las aulas de tu 
profesión, y verás en la bóveda de esta 
escuela los sepulcros de los mas nobles 
varones que militaron, asi en tu cien- 
cia, como en toda la medidna ; des- 
ciende poco a poco, que solo á ti fue- 
ra revelado este secreto.» 

Los dos viejoseran Hipócrates y Ga- 
leno : recorrió con ellos varios sepuU 
croa de médicos y de cirajanos céle- 
bres, con especialidad de reyes y prín- 
cipes que se honraron con haber ejer- 
cido la medicina y cirugía. Entre otros 
muchos, merecen estamparse los si- 
guientes. 

«Aqui yace Almanzor, rey invicto, 
y abajo estos versos. 

Llamóme el mundo Almanzor, 
Docto rey y poderoso^ 
No fui de nadie envidioso^ 
Y fui de muchos señor. 

Mas nombre , ser cirujano 
Me dio , que ser poderoso ^ 
Que siempre por lo estudioso. 
Se adquiere lo soberano. 

«Seguía ¿ este el segundo sepulcro, 
y decia su epitafio. 



390 



HISTORIA DE LA 



Abdar'án rey- moro fúi^ 
Qué profesé medicina^ 
Cuya elocuente doctrina. 
Con lauros me puso aqm\ 

■ 

«Estaba después de este el tercero^ 
que decía. 

(cAqui jace Alcibiades^ gran pmii^ 
cipe y capitán de los atenienses. 

«Y seguía este mole. ^ 

Pudo tanto mi valor ^ 

Y mis bien dispuestas íejres, 
Que sin ser rey, muchas reyes' 
^ Me tuvieron por sehor. 
Con natural singular . 
Pro/ese la medicina, 
Cuya amable disciplina 
. Me puso en este lugar* 

■. ■ ' \ 
«Decía el cuarto. . 
«Aquí está sepultado Sapor Haben 
principe de los uiedos y persas ^ y ha 
letra. 

jalarte quirurgical 

De tal suerte me incUné^ 
Que con amor remedié 
El mas insufrible mal. 

«El quinto. 

«Guarda esta urn» las cenisaa de 
Ptolomeo Re/ de EgiptOj y la letra. 

Aunque fui de Egipto rey, 
Noftíérnia, precio mayor ^ 
Ser poderoso señor ^ 
Imperando en vida y lejr^ 

Que en mi modo de estimar. 
Que mas mi virtud abona, 
Quise mas ^ue d la corona 
Saber con ciencia curar ^ 

«Sexto sepulcro. 

«Guarda lo impenetrable de mi du- 
reza el cadáver d^ Agripa.^ rey de los 
judíos. 

Si conociste mi ser. 
Oh peregrino dichoso. 
No admires lo poderosí^. 



Que está sujeto at no ser. 
Admira en aquesta pira 
.' De la virtud lommortíd. 
Cuyo aprecio celestíml * . 
Por causa ninguna espira.^ * 
' '• '•,•..'* 

«Séptimo lepulcffo. . 
«Yacen aquí rfiservadw ¿ la inmor* 
tálidad los desperdicto» de lalatalrut- 
na de Enax/ rey de Aravia^' y los 
ieraásí^ ^ ^ . 



/, 



Con diligencia atendí . 
Al político gobierno, 
Pero dejé por lo eterno . . 
Lo que en esto tnerecix . 

Cómo el pájaro que ^altéma - 
En mi reino sus candores^ 
Tendré en mis sucesores 
Para siempre ^oria eterna* 



' ^Octavo sepulcro. * <\ . .< 
«R^ápetan estas Iticíenies piedras^ 
hiendo guarda fiel de los docloa des- 
pojos de la. mas estudiosa vida, ks ce- 
nizas de Ncoesso, poderosíaimo reyr éfi 
Egipto. , ' 

Las letras y'lator(má,i • 
: Cuando tónjormes eMn, ' 

El máyóf aprecio dan • 

A qmen ton ellas se ahonki^ 
^ui ertuis ciencias ^perearmd. 

En gobernar mas qUeJuimana^ 

y sin permitir- ¡o vano. 

Me llamaron el diwiO. 

aDecimo sepulcro. 

«Están aquL estrechamente, edktdas 
y bien reservadaaá- la inmoriattdad» 
las frias cenizat de Általo^ Rdy ele 
Pérgamo* 

Entre el saber y el remar 
Hallé can cierta evidencia. 
Que es la mayor diferendát 
El durare no durar. • 
* Medicina projese, 

Y tanto en ella atendí 
^üe al fin me persuadí, 
\ue curé mas que reiné* 



s 






>^W>W«MW| 



MEDICINA ESPASrOLA. 



391 



Fnalmenle, el autor se propone de* 
mostrar que para ser buen cirujano do 
es necesario saber lalin^ porque había 
muchas obras magistrales de cirugía 
eaeritas en castellano. Se propone los 
argofUestoa da los que soslenian ser 
el idiom«latiqu necesario para estu- 
diar la cirugía» y contesta ¿ ellos* 

Sebastian de Soto> de.quien bcabai- 
tnoade hablar^ censuro la obrita de 
García^ jemsia dictamen dijo: ahe no- 
tado, no con poca admiración, lo retó- 
rico del lenguage , lo ingenioso de la 
introducción, lo agradable. de la no* 
redad y lo sentencióse de la doctrina; 
cosas que tadaa muestran eV claro in» 
genio y mucho estudio de su dueño.» 

Esta obtita debió ciertamente al- 
cansar una gran celebridad en su épo- 
ca, puesto que al principio de ella se 
leen un gran número de composicio- 
nes poéticas en alabanza del autor y de 
«Q obra, de los mejores poetas, entre 
las cuales hay algunas de médicos fa* 
mosos, T porque en ellas se resalta la 
bellesa de nuestra lengua castellana, 
quiero copiar las siguientes. 

Docto Colon del idioma 
Español f muestras que cabe 
En él essa ciencia grave » 
Que d milagrosa se asoma. 
Llore Grecia, llore Boma, 
Que las ciencias tiraniza, 
Viendo que Castilla enriza 
Plumas mayores, pues ya 
Tu libro Fénix sera 
Sin llegar á ser ceniza* 

Si al sacro laurel aspiras 
Escelente castellano^ 
Logra feliz lo que intentas. 
Tu propia lefigua honorando. 

merezca tu amable ciencia 
Uno y otro, docto aplauso. 
Pues sin negar la acetrina 
Aprueba el lenguage claro. 

Con razón valiente enseñas, 
Que el esterior aparato 
Del idioma nada importa 
Para ser buen cirujano. 



Oh cuanto acierta el discurso 
. Que pública un desengaño, 
r. Oh cudfUo la verdad iograj 
Si la hace oomun el trato* 

Debate la piedicina 
los renuevos da su lauro, 
. Que in el centro de la envidia 
'!^ jSstuva tiranizado. 

Pues por ti en decente trono, 
JTpOi^ ti en luciente carro. 
Corre alU con mayor gloria. 
Tiene aqui mejor sagrado. 

Escribe, oh Fénix, y deba 
Atuplumalovizarro, 
Cuanto quirurgo ejercicio 
Es del alivio teatro. 

Que yo tu honor a la fama. 
Corto aliento a tanto espacio. 
Inspiraré de mi afecto 
Lo que debe d tu cuidado* 

Roma, la región de l/itego, 
Grecia , la esfera del sol. 
No admiren que un español 
Esceda al romano y griego; 
Escribe en vulgar y luego 
Que la veloz pluma induce. 
La utilidad que produce. 
Sube d la región suprema. 
Donde es Juego cuando qUema, 
Donde sol es^ cuando luce* 

Hoy un Marco castellano 
Es con aprecio sonoro 
De mas quilates que el oró. 
Idioma griego y romano: 
Mure laurel soberano 
La ciudad de su cabeza. 
Pues tan república alteza 
Materna lengua establece ^ 
Que d la ciencia que hoy ofrece 
Puede espUcar su pureza. 

ALFONSO ROMANO , natural 
de Valencia : estudió en su universi- 
dad la medicina y cirugía , y en am- 
bas se reTalidó. Llegó á ser medico 
cirujano de cámara. 

Escribió la obra siguiente. 

fíeoopüacion de toda la teoría y 
práctica de la cirugía^ muy impoj^tan- 
te para los practicantes de ella. Com" 



392 



HISTORIA DE LA 



puesta por el Doctor JÍlfonso Roma'- 
no, valenciano i, Valencia 1638 «o 8.° 

De esta obrita se hieieron dos edi- 
ciones , una en el año referido y otra 
en 1665 : esta 1|eva por apéndice un 
tratado del modo de curar las'xramosi* 
dades y callos de la ma de\la orina, 
redactado por Miguel Leriza-. Una y 
otra poseo. 

Precede 'á ella un tratadito muy 
compendioso de anatomía^ enel eual 
no hace mas que ennumerar los huesos 
que componen las tres caridades, y 
los órganos contenidos eo ellas. ^ 

Divide raobira en once tratados^ 

Eo el 1.^ habla de los apostemas. 

En el X^ de los tumores particu- 
lares, > 

En el 3.*^ de las llagas. 

En el 4.^ de las heridas de q^beáa. 

En el 5.^ de las úlceras. 

En el 6.^ de los medioamentos su* 
purantes. 

En el 7.^ de los humores en partí* 
cular. 

En el 8.® de las quemaduras. 

En el 9.® de las neridas por armas 
de fuego. 

En el 10 de las heridas en general. 

Elñ el 11 de las dislocaciones. 

Todas estas materias están apuestas 
con demasiada concisión, y únicamen- 
te podian servir para los estudiantes 
que habisn de entrar en exámenes. 
Nada de partieiilar nos ofrece. Puede 
considerarse como el Martin Martínez 
de nuestros tiempos. 

JUAN RODRIGO NUÑEZ DE 
CASTRO, portugués, hijo de Alfon- 
so Nuñez de Castro : estudió la medi- 
cina en Salamanca , y en ella recibió 
la licenciatura. Muerto su padre, mé- 
dico del duque de Osun^, le reempla- 
zó en este destino, y llegó á ser medi- 
co de cámara de Felipe IV. 

Escribió, 

Juditiwn in quadam consukatione 
prcehabitum de impotentia coitus ex 
maleficio, et quatenus naturaliareme^ 
dia jubare possint : tractatus unicus 
in quatuor secciones divissus inqvibus 



quid teologías, phisice*et hiséatioe^dis" 
cutí qiteat sigiuatim disoewtatmr* Hif^ 
paU 1639. 

Se esfuersaen. probar eme pntde 
haber esterilidad tanto ea m bombfc 
como en la mnger por pBcte>Jnfaido 
con el diablo, y.cree i^e> esta impó«- 
tencia aea causa suficiente para diiri^ 
Biir el matrimonio. Para su curacioD 
afionseja los ayunos , Jas visitas decalf- 
-tarea, las oraciones y denustaotos- re* 
JigiosoSy sin olvidar el confesar y oo«> 

jnulgar á menudo.^ 

TOMAS FERRER ESPARZA. 

.Nació eb Albarracin; estudió la medi- 

ci« en ZaragoM , y 1« ejeroió «a «u 

pueblo. ... 

Elscribió un tratadilo de las *a^as 
minerales de Teruel oon el tit«lo ai* 
guiante, .; .• 

' Tratado de la/acultad medicamefá* 
tosa que sé halla en él agua de hs ¿st- 
ños de,Teruel, en el reino de Arágo». 
Zaragoza 16^4 , 1638 , ea S."" 
' (Véase D. Nicolás Anloniü « lomo 
a.*> pag. 243, coL 2.*). 

PEDRO FERRER MORENO. 
Ignoro la mayor parte de sus circuns- 
tancias biográficas. D. Níooláa 'Anto- 
nio no eonoció suaobraa* , . 

Escribió la obra siguiotute» 

Flor de anatomía del cuerpo huñut" 
no, y de las dislocaciones jr /háMctüras 
que a él se le suelen seguir * Madrid 
1640,en8.« 

Dividió su obra en tres .tomos ó tra- 
tados generales. 

En el 1 .° trata de la ana^mia^ y lo 
subdivide en tres partes , consagradas 
cada una cespectiyamente á describir 
los órganos contenidos en la cabeza^ 
pecho y vientre. Habla de eada uno 
de ellos con mucha ooncisíoo,' pero con 
claridad y método, y lo bastante para 
que el cjrujano tuviese una idea de 
ellos. Dedica también artisolos espe- 
ciales á esponejr el sistema arleriai y 
venoso* 

Intercala en el texto muchas £gnras 
que no dejan de ser buenea. 

En el 2.^ habla de las luxatñoDes. 



MEDICINA ESPAIS^OIA. 



393 



l4> divida ei| sefetnU y cinco ciipituJos: 
eiapieza por U descripción de 109 huc* 
sos :;9n. seguida describie las diferen-^ 
cias de las articulaciones : el modo de 
CQrrfB8|>onderse mutuamente loshuesga 
en sa estado natural: presenta en cadi^ 
articulación, los diferentes modps^ co<*: 
i;no pueden verificarse sus dislocado* 
nes: los signos diagnósticos die cada uqa 
de ellas , y finalmente los diferentes 
raediof pfira proceder i su reducción.» 
Inte,rcala en el texto doce figuras de 
otr^s tantas máquinas para ced^ucir las 
luxaciones según sean las articujacior 
nes. Todas ellas spn.tomadas dejas que 
usaban en iguales casos Jos antiguos^ 
con especialidad los cirujmoa de la 
edad media. 

, En el 3^^ habla de las fractnras: esri 
pooe sus causas en general y en parU*. 
cular^ sus sin tonMis /.diagnóstico difcfv 
rencial, y el medio de curarlas.. 

Esta obrita si bien es verdad que no 
ofrece un interés gri^nde en la actuali- 
dad^ es indudablemente uno de los mer 
jores compendios que sobre las mate- 
rias en ella contenidas se escribieron 
en aquella época. 

, CIPRIANO DE MAROJA, nació 
eo 3an Estévan de Gorynaz, de una fa- 
i^ailia ilustre: siendo aun muy niño 
quedó sin padre^ su tutor lo lleyó á Air 
cali de penares, en cuya universidad 
estudióla filosofia^y enellatomóelgra- 
do de bachiller y de doctor en artes. 
De esM^ pasóá Valladollid ¿ estudiar la 
medicina, y en su universidad recibió 
la licenciatura y borla de doctor. Sus 
vastos coDOcimientos le hicieron me« 
rece.dQr de la cátedra del método , y 
sucesivamente de la de vísperas , de la 
de prima de Hipócrates^ y por ¿Itímo 
de la cátedra primaria de Avicena» 
(Elogio dé Cosme Gil Negrete^ discí- 
pulo del autor, in prwfaiio). 

Juan Lázaro Gutierres, otro de los 
célebres médicos de la escuela de Va- 
lladolid /tomó á cargo suyo la publi- 
cación de las obras de Mároja, y al ha- 



blar, de él se espress del modo si- 
guiente. 

La Grecia tuvo un Hipócrates, Ro-^ 
ma.fiD Galeno , la E$pa¿^ cuenta cpn 
un Marola que reúne el mérito de los 
dos. , 

, Pfvnus fist hodie qui, quas propria 
^¿cperientia aut dpctissin^rum ohser-^ 
ví^one remedia, ad jípoUnis tfimplum, 
deferta^ colegit. Prímofebríum.omni^ 
gfn(wum securw ac eruditas n^^delas 
adscriptoi secundo internorum morbo • 
ram cierta, ac doctw curationi, dicati. 
JnMtroque, grandis dubia factat , sed 
grqndior i ingenio disolvit^ namque^u^ 
th^oriam sapiunt Jjjcei^n^ non desir 
derant) quw praxim,Pergamenum /K>n 
exoptant\ fiec que ffifipf^crates brevi^ 
Ifiouus ex -more habuit.grceco nostrum 
Marojam ex natura Jugiunt. I He pau- 
eis multa dejii -y iste multa in pat^cif, 
non resolvens aliena, resumit prQpricf 
ñon destrufins prisca, nova comppnit: 
namque breyiloquus est, qui laconicus\ 
is vero nihil omitens , omm'a proferta 
dicens multa , scribit pauca ; id quod 
in Hippocrate sua astate in nostro MA' 
J^OjJí ista est admirandum. Si insig- 
nis Coris morborum^ac medicamir}unk 
naturas cont^mplatus rationes npsfer 
Doctissimus Maroja in suis prc^lari^ 
^criptis ut ^ximius pHlosppí\uf ohs^r^ 
vat, et ne exempla y curatio^em aut 
historias iBgrotantium indecenter omi^ 
teret en lector amice^tertiumppuS' 

Este élfpgio de Loren;^ Gutierres 
pudiera escusarme de prjesentar mi 
dictamen. sobre el mérito 4e> las obra^ 
de. Maroja ; quiero sip embargo dgr 
inas noticias, a mis lectores. 
. Maroja escribió las obras siguientes, 

Febriujfi naturam in cor^iuni et in 
singulari earumdem que causas» signa 
et curationem exhibet cum. brevifra-* 
Ctatu de morbi salicii natura et .cifra' 
tione, et celebn qwBstione de partium 
materialium diversitate inmixtis. Pinf 
cicB 1641 infol. 

Divide esta obra en cineo libros. 



HiST. DE L^ Medic. iespaSola. — ToMo 2.*^ 



50 



394 



HISTORIA DE LA 



En el 1 .® trata de la nataralesa de 
las calenturas. Define la calentura ca- 
lar estraño desarrollado en el corazón 
y procedente deél,jr conducido me- 
ditmte los espíritus yitalesj^ la sangre 
por las arterias jr venas a todo elcuer" 
po jcl cual se inflama no como el ea- 
lor de la ira y del ejercicio ó trabajo^ 
sino con un grado ae inflamación que 
daña todas las operaciones natura-- 
les (1). En seguida propone algunas 
otras de los autores; j las rebate. 

En el 2.^ trata de las divisiones de 
las calenturas: admite cuatro especies* 
Los fundamentos de esta división estri- 
van en el calor , en los humores y en 
los colores. 

Constituyen la 1 .* especie aquellas 
calenturas cujo calor es mordaz i la 
mano, otras en que no lo es , j de es- 
tas dos, unas que son poco agudas y 
otras muy intensas.» 

La 2.* son aquellas en que desde el 
momento se desarrolla su calor , otras 
en que no, y son muy ligeras. 

A la 3.* clase pertenecen las salsu- 
ginosas y flatulentas. 

A la 4.* las que se presentan rubi- 
cundas» pálidas, etc. (pág« 16). 

En el 3.® trata de las causas de las 
calenturas. 

Entre estas le merecen mucho la 
atención las pasiones, asi es que dedica 
artículos especiales para tratar de su 

{rrande influjo, no solo para producir 
as calenturas, sino para quitar repen- 
tinamente la vida. Al hablar de la in- 
fluencia del aire , comenta la célebre 
espresion del padre de la medicina 
cuando dijo: et si quid divbium est út 
aere , ejus disce pnukntiam. Desecha 
la opinión de aquellos que interpreta- 
ban esta sentencia atribuyendo el in- 
flujo á Dios y á los angeles. 

Al esplicar la causa por qué vuelven 
a repetir las cotidianas todos los dias, 
las tercianas cada tres , y á los cuatro 



iMM*B^ 



(1) Esta defioicion es la misma de Avi< 
cena. . 



hs cuartanas ; dice que esto procede 
de la cantidad de los numeres pecan- 
tes; que siendo mayor la de la pituita, 
necesita menos tiempo para alterarse; 
mas la bilis , y mas todavía la melan- 
colía; y como las calenturas cotidianas 
son causadas por la pituita, las tercia- 
nas por la bilis y las cuartanas por la 
melancolía , por esta ratón se hallaba 
en la misma correspondencia de uno, 
dos, tres y cuatro. Dedica un artículo 
especial a tratar si el tiempo que me- 
dia entre una y otra accesión intermi- 
tente, es en un estado natural ó mor- 
boso. No lo resuelve definitivamente, 
y se contenta con esponer las opinio- 
nes de los demás. 

Al hablar del frió de las intermiten- 
tes prueba en articulo especial que no 
es absolutamente necesario para que 
no precediendo aquellas, dejen de re- 
putárseles CQmo tales (2). 

En el libro 4.® trata de la curación 
de las calenturas en general y parti- 
cular. 

Establece dos principios en que fun- 
da la curación. Una es la regular, 
cuando la enfermedad hace su curso 
regular y sin indicación urgente: otra 
Jbrzada , cuando ella presenta una 
anomalía peligrosa determinada por 
una causa. En el primer caso convie« 
ne empezar la curación por remover 
aquella: en el segundo importa pres- 
cindir de ella, y atender al síntoma 
mas urgente. Si la enfermedad se pre- 
senta como de ordinario aconseja em* 
pezar por las sangrías y administrar al 
mismo tiempo las bebidas atemperan- 
tes 9 y al fin purgar según convenga. 
Si algún síntoma predomina con pe- 
ligro, V. g., un estado pútrido y con- 
viene comenzar por los purgantes 
apropiados. ' 



(2) Ta no tiene Unto valor la observa* 
eion de Piqner, que contaba como un fenó- 
meno raro el haber observado dos intermi- 
tentes sin precederles el frío. No habla 
leido sin dada tf Maro ja. 



MEDICINA ESPAlSrOLA. 



395 



Al traUr de las calentaras iotermi- 
lentes perniciosas, llamó toda la aten- 
ción de \oé médicos hacia su peligro y 
anomaliaa, Muroja confieiá con candor' 
qoe debiá la medicina á nuestro Luis 
Mercado la descripción de ellas, pero 
en honor de larerdad dehemos decir 
que Maroja hiso na gran serricio á la 
ciencia , distinguiéndolas según el ór- 
gano afectado en ellas. Asi ea que ha- 
bla de la calentura perniciosa íierébral 
ó sincopál, de la gástrica , de la coT'^ 
cUacaj de Uhepdaea , de la pleuritica 
jr de la de la hooa del ventrículo (pá- 
gina 80 hasta 89). De manera que si 
nuestro Maroja hubiera conocido la 
eficacia de la quina, nada de niiero nos 
habieta dicho en estos afkM Aliberten 
su libro de las calentaras perniciosas. 

Continúa tratando de las calenturas 
ardientes, hecticas j efémeras. 

Dedica el 5.^ j último libro á la 
peste j calentura maligna. Entre las 
cansas de la primera admite una ocul- 
ta, la descomposición ó alteración del 
globo, ó del aire y fuego encerrado en 
sus entraftas. En su confirmación re- 
fiere una peste obsenrada por él, y dig- 
na de ser contada j admirada , y es la 
siguiente: 

«No puedo dejar de referir un caso^ 
dice, de que yo he sido testigo ocular. 
Habitaba en un pueblo de Castilla lla- 
mado Hujertadel Rey ^ en el afio 1590. 
Por este pueblo corre un arroyó de es- 
celentes aguas, y en que se crian mu- 
chos peces. A medra legua de su nací** 
miento salen muchas foentes de agua 
pura y cristalina, conocidas con el nom" 
bre de fuentes de ArandiUa , que se 
juntan en el rio, las caales según testi- 
monio de los mas ancianos del pueblo, 
jamás se vieron turbias ni de otro co« 
lor. 

«En el referido afio en que la peste 
se lleyó mas de la mitad del pueblo^ 
$e notó que las aguas de las fuentes de 
Arandilla se yoWieron turbias , y tan 
cenagosas como si les hubieran mez- 
clado tierra ; todos los peces del ria- 
chuelo nuirieron , y y o los vi en gr^n 



número; y solo se libraron los que re- 
sidían desde el' espacio que separaba 
el nacimiento de aqnel hasta el punto 
en que desaguaban aquellas. Todo es- 
to duró ínterin la peste hiio sus estra- 
gos. Este fenómeno no puede esplicar- 
se de otra manera que admitiendo una 
descomposición cualquiera en el cen« 
tro de la tierra (pág. 128).» 

Habla en seguida de los síntomas, 
diagnóstico , pronóstico , curación y 

fireservacion ae las calenturas pesti- 
enciales y malignas. 

Las opiniones y esplicaciones teóri- 
cas que da Maroja de las calenturas, 
pecan como todas las de su tiempo del 
galenicismo; pero las prácticas son es- 
celentes: lo acreditan de un grande y 
juicioso observador, y si se entresaca- 
sen de las primeras aun se consulta- 
rían con interés y con provecho. 

TVactatus brew de morhi galici 
natura et curatione. 

Duda de su origen , auncpie se in- 
elina á creer que nié conocidQ de los 
antiguos, y castigo de Dios por los pe- 
cados nefandos de los hombres. Se tun- 
da en algunos pasages de la Sagrada 
Escritura. Lo considera como emi- 
nentemente contagioso y hereditario. 
Entre los remedios especiales propone 
el mercurio y sus preparados , ya en 
fricciones ya ep fumigaciones. Para 
estas emplea la fórmula siguiente, /n- 
cUnso, mastich, canela jr mirra, a&a. 
media dracma: cinabrio, una dracma. 
8e pulverizan , se mezclan y se hace 
una pastilla para una vez. Se adminis- 
tra una odas cada dia, según convenga. 

Este tratado, anpque sumamente 
corto, contiene lo bastante para con- 
ducirse bien en la curación de la en- 
fermedad. 

p. D. Cypriani Maroja Doctoris 
medid j Praxis univer satis de interno^ 
rum morborum natura et curatione^ 
Observadoníbus et (tisputatíanibus or« 
nata. Pincias 1641, in/oL 

El autor asegura que este tratado es 
la espresion de su práctica médioa. 
(/n prasmio). 



396 



HISTORIA DE LA 



Divide este tratado en seis libros. 

Ed el 1.® trata de la escelencia de 
la inedicína, y del oficio y deberes del 
médico. Del modo de administrar los 
medicamentos. Da demasiada impor- 
tancia á los jarabes^ así es que trata de 
los qne purgan la bilis , la pituita, la 
melancolía y densas humores. 

Dedica lo restante del libro á tratar 
de las enfermedades de la eabeta. 

En el libro 2.^ habla de las enfer- 
medades de loa sentidos; empieza por 
las de los ojos , y sucesivamente trata 
de las del oído, del gusto y olfato. 
EUitre las de la boca, merecen consul- 
tarse las aftas y el garrotillo ó angina 
maligna. Asegura que en los momen- 
tos que escribía estaba haciendo estra- 
gos en muchas provincias de Espa&a. 
El autor conoció j cita todas las obras 
que sobreestá materia escribieron an* 
tes de él los médicos españoles. 

En el 3.^ espone las enfermedades 
del pecho. Están tratadas con toda es- 
tension y maestría^ el asma, la pleurí* 
tis, el empíema, la hemotists , la tabes 
¿ tisis y las palpitaciones del corazón. 

En el 4.^ describe las enfermedades 
del vientre. Entre estas merecen con- 
sultarse la cardialgía , la inflamaeion 
del estómago, la líentería , la disente- 
ría y el volvulo. 

. Dedica artículos especiales para tra- 
tar de la sed, de las náuseas, del vómi- 
to» etc. considerando á estos como en- 
fermedades eseciales. 

En el 5.^ continúa esponiendo las 
enfermedades de los órganos destina- 
dos á las secreciones ; de la hepatitis, 
de la hidropesía ascitis , del anasarca^ 
de la timpanitis , de la ictericia, de la 
diabetes, de las ¿leerás de los ríñones 
y ▼^gíg^ urinaria» de los cálculos re- 
lióles y vesicales, de las del ¿tero y de 
la esterilidad. 

/). D, Cypriani de Maroja Docto» 
ris medici consuUatíones , observatio* 
nes et anatomices ad phUosophiam et 
medicinam atinentes , et ad praxim 
máxime conducentesi una cum plurí» 



mis disputatíoftíbus phüicis et mediüs. 
PindcB \6A%infoL 

' El autor confiesa qne este tratado 
lo había hecho en los ¿ItfmoB aftoa de 
aü práctica^ y después de haber ense- 
ñaoo la medicina, (/n seniU cetate 
cónstitutus etpost pbtrimorum anno^ 
Twn lapsum, qwbus indefense insuda- 
verím in docendo mirabilem et e jrce/- 
sam scientíam in hac regia uni^ersita» 
te primo methodi cat^am , deinde 
pespertinam, denique primaríúm Hip^ 
pocrates ac AvicencB eontínuo goher» 
nans). 

Entre las observaciones qn^trae in* 
leresan la 3.^ de un sngeto a quien 
una multitud de piojos le tenían de» 
macrado y que se curó instantánea- 
mente con los polvos de la coca de 
LeiHmte, cuya sustancia no solo pro- 
dujo este efecto, sino que no volvieron 
a reproducirse como había sucedido 
con otros remedios. 

La 6.* de una religiosa que de re- 
sultas de una sangría mal hecha en la 
cefálica» perdió repentinamente el ha* 
bla y cayó en una apoplegía, de la que 
murió á las veinticuatro horas. 

La 7.^ de una enferma de una ter* 
ciana doble , á la cual habiendo sido 
sangrada , cayó en una apoplegia y 
murió. 

La 10 de un hombre que habiendo 
sido herido en la pierna con una espa« 
da, qué le interesó la artería , perdió 
mucha sangre ; cayó en un desmayo 
muy prolongado, y aun cuando curó, 
perdió de tal modo la memoria que ni 
conocía á sus hijos, ni á su muger ^ ni 
se acordaba de nada (1). 

La 11 de un sacerdote á quien ma- 



(i) En esta cspital hay an profesor da 
medicioa da edad de sesenta y eaatro años, 
quíeo hasta hace muy peco tiempo ha dis- 
frutado de ni^a merecida reputación por sos 
grandes eonocimieotos y acierto prálctíco; 
pero en el día ha perdido de tal modo la 
memoria que no se acuerda del nombre de 
sus mayores amigos, oí del de sus hijos, ni 
de tos alimentos, ni aan de la ropa que viste. 



MEDICINA ESPMOLA. 



397 



t¿ un cftrbmiclo de la cara en el tér*. 
mÍDO de veinticuatro horas , despnet 
de haberlo dei6gurado tan borrosa- 
mente oiieno lo conooian basta los de. 
so propia familia* 

Libro 2.^ Interesan de estas histo- 
rias la 1.^ de un abogado , que al de- 
fender sa cliente se acaloró j voceó 
tanto que de repente perdió el habla. 

La .5.^ de un sugeto carado de una 
úlcera carcinomatosa noli me tangere 
en la cara^ y desesperado ya de la vida, 
se curó con la mayor admiración por 
medio de los cangrejos de rio calcina- 
dos y reducidos á polvo, con el cual se 
cubrió la superficie ulcerada. 

La 9.^ de una puérpera, que supri* 
midos los loqoios , cayó en un sinoope 
y murió á las doce horas. 

La 1 1 de un ascitioo que curó re- 
pentinamente por.un proflttbio de ori- 
na abundantísimo. 

Libro 3.^ Dedica la primera cues- 
tión ¿ tratar est^nsamente de las reci- 
divas: la segunda al tiempo^ modo y 
conveniencia de sangrar ó purgar una 
embarazada. Estas dos cuestiones son 
muy interesantes. 

Libro 4.^ Este libro contiene una 
cuestión dirigida á su discípulo Cosme 
Gil Negrete , sobre los tiempos de las 
enfermedades : otra sobre los tiempos 
é indicaciones do sangrar y porgar en 
las calenturas, dirigida al doctor Ge- 
rónimo Morales, médico de cámara de 
Felipe IV. 

Entre los casos prácticos interesa so- 
bre todos el de un senador, el cual es- 
tando padeciendo una disenteria , y 
recibido una mala noticia, enmudeció 
de repente ; y á este estado siguió una 
apoplegia que le mató en pocas horas. 

Estas son las ideas mas notables que 
yo he encontrado en estas obras. Por 
ellas se penetrarán mis lectores de 
que no fué vano el elogio que de 
nuestro Maroja hixo el oatedrático 
Juan Lássro Gutierres. 

VICENTE MOLES. Me son des- 
conocidas todas sus circunstancias bio- 
gráficas , porque ni de la lectura de 



sus obras ni de las de los historiadores 
y bibliógrafos he podido haberlas. 

Escribió las obras siguientes. 

. PhilosophianaturaUssacrosanUcor' 

porís Jesu Christi , edita á Doctore 

Vicentio Moles regiw majestatis P&i- 

Upi IV 9 inedico. AntuerpuB 1639, 

- : Escrita esta obra y obtenida ya la 
licencia del rey para imprimirse, no 
lo pudo verificar en Madrid por estar 
ocupadas las imprentu en el real ser- 
vicio , y obtuvo licencia para impri- 
mirla en el estrangero , y poder im- 
portarla á Espafia. 

El objeto que se propuso Moles 
al publicar esta obra fué rebatir la 
opinión de aquellos herejes que asegu- 
raban que Nuestro Seftor Jesucristo no 
fué real y verdaderamente una per- 
sona sino un fantasma ó ente imagina- 
rio, y probar como filósofo y medico 
que el Redentor del mundo foé hom- 
bre verdadero. 

' Empieza su obra recomendando el 
estudio de la fisiología , como necesa-^ 
rio para adelantar en la patología, 
ciencias que según él debían estar 
siempre . hermanadas. El asunto que 
eligió al mismo tiempo que muy opor* 
tuno á su idea^ es curiosísimo y eace- 
lente, pues con la novedad consigiuó 
inspirar el gusto á dichas ciencias. 

En el capitulo 1.^ que trata de la 
existencia del cuerpo de Jesucristo 
dentro del útero de la Virgen^ se pro- 
pone resolver cuatro dudas: 1.^ si la 
estrechez del útero pudo causarle al- 
guna molestia: 2.^ Si Jesucristo fué 
verdadero hombre desde el mismo ins- 
tante de su animación: 3.* si el primer 
movimiento del corazón de Jesucristo 
fué de contracción ó d^ dilatación: 4/ 
si el temperamento de Jesucristo fué 
el de un nifio ó ele un adulto. 

Capítulo 2.® Delnacimiento de Cris* 
toen un pesebre. Después de descri- 
bir fisiológicamente los efectos del ca- 
lor y del frió, cuando de repente se 
pasa de uno al otro; propone esta du- 
da. Si Jesucristo estando en elpese^ 



398 



HISTORIA DE LA 



bre esperírnento los rigores del JHo. 
(Canosísimo). 

Ca pítalo 3*^ Del dolor que sufrió 
en la circuncisión. Elogia la medicina 
j la efcelencia del médico , cuando el 
mismo Jesacristo se sujetó á ella j i 
sus ministros: (interesante). En segni-^ 
^ da propone las sigaientes: 1 •* ¿que ea<* 
fermedad padeció Jesucristo en la ctr* 
cttncision? 2*^ si sobrevino algan ac-^ 
cidenteá la parte circancidada. 

Capitulo 4«^ De la dentición de /e- 
sucrísto. Duda si la dentición le oau«' 
só dolores. 

Capitulo 5.^ Del ayuno cuadragem 
simal de Jesucristo, Duda 1.* si este 
ayuno tan prolongado debió causarle 
alguna afección dolorosa: 2.* si elcuer* 
po de Jesucristo debió enflaquecerse 
de resultas de este ayuno : 3.^ si la vi« 
gilia de Jesucristo en el Desierto pudo 
causarle alguna enfermedad: 4.*a¡ Je* 
sucristo debió ser atacado del sueño 
forsosamente. 

Capitulo 6«^ Del cansancio de «Te- 
sucristo delcaminojr de la sed. Dude 
si las tres facultades principales de Je« 
sucristo sufrieron este cansancio. 

Capitulo 7.^ Del llanto de Jesucris* 
to. Duda si el llanto de Jesucristo fué 
un verdadero lloro. 

Capitulo 8.^ Del paseo de Jesucris* 
to por los pórticos de Salomón si Jué 
por causa del frió para calentarse con 
este ejercicio. Duda 1.^ si el cuerpo 
de J^ucristo sudó en la agonía : 2.^ 
si el sudor de Jesi|criato se bizo natt^r» 
raímente de la sangre pura. 

Capítulo 10. Si las trecientas cua- 
retuay dos bofetadas que le dieron d 
Jesucristo en el rostro j pudieron pro" 
ducirle alguna enfermedad^ 

Capítulo í\.Dehs azotes jr corona 
de espinas. Discute si Jesucristo pudo 
sufrir los cinco mil trecientos azotes^ 
las mil ciento noventa y una heridas 
por elfos, 7 los setenta j dos desmayos» 
como lo reveló Santa Brígida. Duda 
1.^ si las espinas de la corona llegaron 
hasta el pericráneo: 2.^ si el rostro sa- 



crosanto de Jesucristo fué confanéido' 
j vulnerado. 

Capitulo 12. Del grave peso de la 
cruz sobre los hombros de Jesucristot 
de la mezcla de vino con mura y Hel. 
que le dieron j y déla perforación de 
las manos y pies por los clavos. Onda 
1 .^ si el grave peso de la eras sobré loe 
sacrosantos bombros de Jesucristo, de«i 
bió producirle alguna kaion : 2.* si la 
mezcla de vino, mirra y hiél pudo eon« 
tener algún veneno: 3.* si las heridas 
de los pies y manos de Jesucristo por 
los claves hubiesen sido mortales. 

Capitulo 13. De la muerte de Je- 
sucristo. Duda 1.^ si la muerte de Je-* 
sucristo fué violenta ó natural : 2.* si 
Jesucristo enclavado en la cruz pudo 
recibir algún alivio 3.* si la muerte de 
Jesucristo fué producida por resolución 
ó por sofocación : 4.^ si la inclínaciou 
de la cabeza de Jesucristo enclavado, 
fué efecto de una causa natural: 5.^ si 
en la agonía dé la oruerte se le levantó 
el pecho á Jesucristo: 6.^ si la sed de 
Jesucristo en la cruz fué violentan 7.^ 
si la muerte de Jesucristo no hubiera 
sido violenta, hubiera podido llegar i 
viefo: 8.^ si Jesucristo no habiendo 
muerto violentamente hubiera tenido 
una muerte natural : 9.^ si su muerte 
hubiera sido natural ó por alguna eu«* 
fermedad: 10*^ si dada $u muerte na- 
tural hubiera sido con dolor : 11 .^ si 
Jesucristo hubiera llegado < una edad 
tan prolongada como los primeroshom- 
bres ó la regular de los actuales. 

Capitulo 14. Da los accidentes de 
Jesucristo después de muerto. Duda 
1.^ si la herida del tóraiL por la lanza 
hubiera sido eseocialnienite mortal: 2.^ 
si la efusión ó salida de la sangre v del 
agua por la herida^ fué natural o mi<* 
lagrosa: 3.* si el color del cadáver de 
Jesucristo debió ser bíanquecino ó de 
ojtro color* 

Por lo espuesto hasta aqtii se obser** 
yará lo curioso de las cuestiones que se 
propone ilustrar. Dotado Moles de 
buenos conocimientos Gsiólogos, espir- 
ea por estos \o que debió eiperimentar 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



399 



el caerpo de Jet ocrúlOy la mumo q«e 
los demás hombres. Sin embarco es 
muy ingeniosa la idea de que habien- 
do reoibido Jesucristo los 'materiales 
de sn formación únicamente de una 
mager pnesto que el padre fué el EIs- 
píritu Santo , debió oo ser tan fuerte 
como los demas) j ai maj delicado de 
contestara^ j qme necesitaba on régi- 
men muy sobrio pare mantenerse sano. 
Por esta ligera insinuación podrán mis 
lectores formarse una idea de las be^ 
llezas q«e esta obra contiene* 

De morbis in saens literís patholo^ 
giUf edita d D. f^icentio Moles RegUB 
Mafestatis PMlipi JF' , medico. Ad 
iliustrísimum ei exeellentissimum do* 
mimtm D* Phitipuan Franciscwn Al* 
hertum, Príncipem Arenbergias Du* 
cem Arschotamun etc. MatriU aimo 

1642. 

'EX autor dice que queriendo imitar 
el ejemplo de Francisco Valles, de Le* 
Tino Lemnioi de Juan Bustaoaante de 
la Cámara y de Guillermo de Ader 
que se ocuparon en escribir sobre di« 
¿rentes puntos de la sagrada Escritu- 
ra, composo su libro después de mu^ 
chosaAos de un continuo estudio en 
los libros ssgrados. . 

Su obra se reduce ¿ describir se* 
teota 7 dos enfermedades , que dice 
haber hecho mención la sagrada Es* 
critura. Para cada una de ellas dedica 
un artículo, ▼ son: la calvicie^ la ti&a» 
la cicatriz, el cáncer , las manchas , la 
lepra, la picazón ó prurito, los empei* 
nes, las pústulas ulcerosas, el hedor, el 
tumor j, la delicadeza ó debilidad, el 
cansancio , los lo¥anillos , la embria- 
guez, el sopor, el éxtasis, la fatuidad, 
la amencia , el delirio , el vértigo , la 
manía j rabia , la parálisis ^ las enfer* 
medades producidlas por el demonio^ 
la convulsión, la enfermedad lunática 
^perlesía), la ceguera , el albugo , la 
tascinacion, la catarata , la sordera, el 
estornudo , el balbuceo , la ronquera, 
el estertor^ el rechinamiento de los 
diente^, el dolor , la calentura, la an- 
siedad del corazón, el contagio, la.pes* 



te , la tisis , el enflaquecimiento ó de- 
snacracion, la givosidad, la inclinación 
del cuerpOy.la hidropesía, el hambre. 
Ja sed, la náusea, el bostezo, la angus- 
tia de estómasOj la disenteria^ el des- 
floramiento, la castración^ la esterili» 
dad , el aborto , el parto , los mons- 
truos , la menstruación , la gonorrea 
(el autor cree sea gálica), las hernias^, 
las almorranas, la gota, las fracturas y 
cojera. . . 

Esta obra es muy interesante tanto 
por las noticias históricas que presen- 
ta del pueblo hebreo, como por su vas- 
"ta erudición y acierto con que trata las 
«ofermedades. 

MELCHOR DE VILLENA, na- 
tural de Cárpese, media legua de Va- 
lencia; estudió la medicina con Don 
Luis Almenara y Donato Pooaar , ca- 
tedrático de botánica y médico de Fe- 
lipe lU. 

Tuvo tal opinión aun de estudian^ 
le» que sus mismos maestros buscaban 
los matriiscritos de Villena. Tomó la 
borla de doctor en aquella universi^ 
dad. Fué. nombrado primer médico 
de los vireyes. Su opinión llegó á tal 
grado que se le tenia por el Hipócra* 
tñs valendano» Gateno el católico y 
psdre universal déla medicina. 

Obtuvo la cátedra de botánica hasta 
los cincuenta años, y deseoso de adqui- 
rir mayores conocimientos , vis jó por 
ambas Castillas hasta Portugal. En se- 
guida pasó á Cataluña, recorrió Mon- 
serrat y los Pirineos.» y últimamente 
el reino de Valencia, con especialidad 
el famoso monte Marola. 

A pesar de los escesivos trabajos que 
esta espedicion le ocasionaba ^ visitó 
los puei>los por donde pasaba si esta- 
ban contagiados de alguna epidemia. 
Su celebridad se estendió no solo por 
Espafta, ai que tanabien por Flandes, 
Itslia y Alemania. 

Felipe IV le nombró médico suyo, 

Sero no lo quiso aceptar por creer este 
estino superior á sus luces. Cuando 
este monarca vino á Valencia, llevado 
de los deseos de oir á Villena , mandó 



400 



HISTORIA DE LA 



que en presencia saya y de los iiifan* 
tes D. Garlos y D. Fernando^ tuviese 
. unas conclusiones en su real palacio. 
Las tuvo en efecto , y las defendió su 
sobrino el doctor Miguel Villar , á los 
cuales argüyeron los médicos deS.M. 

Fueron tales los aplausos que reoi* 
bieron, f tanto el placer que tuvieron 
las personas reales > que Villar fué 
nomJbrado primer médico del infante^ 
y el rey volvió á nombrar ¿ Melchor 
medicó suyo,' cuyo destino renunció 
humildemente por segunda vee» 

La fama que Villena habii^ justan 
meilte adquirido en toda Europa , se 
prueba por el pasage siguiente. Un di> 
cipuló suyo llamado Francisco Ran- 
chirio ofreció defender en París unas 
eooclusiones bajo la presidencia de su 
maestro. La universidad de París se 
llenó de toda clase de gentes que acu* 
dieron por deseo de conocerle*^ Ran* 
chicio subió á la cátedra, y desplegan- 
do un lieneo puso el retrato de su 
maestro i mano derecha, diciendo en 
alta voz: «que de la 'doctrina que/ha« 
bia recibido d|B aquel, esperaba el lu« 
cimiento.» 

A consecuencia de estas fué aom* 
brado Racchicio médico del rey de 
Francia. 

Las obras de Villena son las sí« 
guientes. 

Apologetici operís Doctorís Mi-r 
chmUs Hieronimi Roma, doctorís me- 
dici, circa ussum squammce ceris anti-^ 
po logia. Valepcia 1620. Se hicieron 
dos ediciones en el mismo año. 

Castigado reclamationis in qua de 
metalids medicamentis disputavit Mi* 
chael Hieronimum Borfid. Madrid 
.1628. 

De intionibus et eauteriis^qum vul* 
fiariter Jbrticuli seu tontanelm ape^ 
lantur et de earum usu , seu potius 
abusu. Id* 1646. 

Disputado de planüs in undeoim sec- 
tionem distríbuta. 

Esta obra es sumamente curiosa, 
pues trata de todas las plantas que se 



crian en los huertos de Valencia , jar- 
dines públicos y particulares* 

Villena concurrió de real órdoná 
formar la relación de' la peite de Va- 
lencia de 1647. • . » 
• Constitución del colegio de los Re* 
yes Magos* 1639. 

Haller dice que estaba manusoriüi> 
pero' no conoció la tercera ni cuarta. 
. Por mas diligeneias que he practi- 
cado , no nae ha sido posible encontrar 
ninguna de estas obras. Cuanto he di- 
cho lo he tomado de los escritores del 
reino de Valencia , especialmentéi de 
Fnster. 

DIEGO PRUJÍONOSA , natural 
de Valencia : estudió en ^sta úñiversi* 
dad la medicina y en ella tomó la bor- 
la de doctor. Este médico fué uno de 
los que sostuvieron con mas porfía que 
la peste que reinaba en dicha capital 
en 1646 nié contagiosa. 
- Escribió la obra sigmente. 

Relación jr discurso de la esencia^ 
preservación y curación de las enfer'* 
medades pestilentes» que hubo en la 
muy noble y leal ciudad de Valencia 
el año de 1647, Valencia 1648. 
' Esta obrita fué impresa á espenias 
de S. M. , y de su misma real jórden 
se mandó publicar con recomendación . 

MIGUEL GIL. A últimos del mes 
de junio de 1647 empezó á manifes- 
tarse una terrible epiaemia ea un pe- 
queño lugar de ciento y cincuenta ca* 
sas^ junta á la ciudad de Valencia, de 
la cual también hace mención el car- 
denal Gastaldi. El tiempo era Qiuy 
seco, y nohabia Uovidoen todo el a&oc 
reinaban los aires del poniente y me<i- 
diodia: empezó por unas calenturas 
malignas, pestilentes, con bubones^ 
carbúnculos^ y tanta postración de 
ftterzas>x{iie mprian en tres ó cuatro 
diaa, comunicándose á todos sin escep* 
cien de personas. Se atribuyó el orí- 
gen de este contagio á unas pieles traí- 
das de Argel , en donde habia peste. 
El conde Oropesa, virey entonces del 
referido reino, manjó juntar á médi-. 
eos , cirujanos y ot^os personages de 



I 



MBraCINA ESPiU90LA. 



MOl 



probidad y diUiíioioA en! «I Be»l d^ 
dicha ciud«d eajñ tódot loa'diat ,yáit 
resulta 4f l.as <$oofei'eii4^a0 coDiuUivaí 
OMiiidó arrpíar y quaoUr laé carne^^ 
peftCadoi, 4rigo> vioo jr utrOs cdcoeslif» 
bles qo^ oofuesfrn míxy saooi, jf Um* 
b¡«# tosfnuebleadeWqueae moriao^ 
de cualquier claH^qM« fueico. La gaiv* 
te plebeya y ftel . .ai¡n|ent«da tufrió 
muebp fittaa» Uoa aefial de color en- 
carnado ibdicaba U casa donde había 
enfeptíuo» Ademas del boapilal ge9e« 
raI>i«jeff¡g¡eroa aeí» hD8i>ítaile« proti-^ 
iMMitelfa / y miiobaa barraoaa á orUla 
del mar ^-aerviao. también |Nira curar 
los apestados bien asistidos demedíeos 
y eiruiaoos.- Mandó feiooger y alimen- 
tar en pacBgés pMrtÍQttlares ¿ los pobres 
I>ordioseros.» para que no propagasen 
a pelte yendo de puerta eli puerta» 
Co«iuoíoo9ía después esta epidemia á 
los puebfos Tecinos , y se^cerrarou laa 
poertaade la ciudad para que no en- 
trasen en ella los apestados de nuevo* 
Loa buenos cti&dadanos y los profeso- 
res del arte de curar formaron un cor* 
don impenetrable. Con estas proiú- 
dencias se. .cortó tan gran calamidad 
en corto tiempo* Todoa los monaste^ 
rioa y conventos de religiosos y religión 
sas que uo salieron á la asistencia de 
loaenfermos, quedaron libres del con- 
tagio. El plan curativo que siguieron^ 
fué e) corroborante con los antipútri- 
dos y subácidos» perfumando las casas, 
calles y piases con sustancias aromáti- 
cas. Hicieron algunas sangrías, pero 
huyeron casi enteramente de las pur- 
gas. Esta peste existia todavía en 1648 
en Aucafa , pueblo muy espuesto á la 
putrefecoion por su inmediación i la 
Albufera , y á otras tierras pantanosas 
y húmedas* La prohibición de los co- 
mestibles se estendió en Valdncia^ 
hasta los navos, coles» bcrengenas^aU 
cacUoías, habas , pimentones y otras 
verduras ruines; pero se esceptuaron 
las achicorias, lechugas y escarolas. In- 
foritoado el señor D. Felipe IV de las 



buenasdísposiciooe^ ysábias providen- 
cias, por cuyos medios se ata^ tanto 
mal/ escribió al virey , capitán gene- 
ral, una escelente carta^ digna de co- 
piarse, aqui. 

EL REY. 

■ 

• ollttstre conde de Oropesa, primo^ 
«mi lugar teniente y capitán general: 
aHase entendido, qae dentro deesa 
«ciudad, el tiempoquese ha padecido 
«el contagio, no ha tocado en los lu-« 
«gares que se han guarxiado, ni enai« 
«gunas comunidades de religiesaíi ,.de 
«lugares donde le ha habido; y.convi? 
ff óieodo tanto saber los medios con que 
«acá podremos preservamos de este 
«contagio, he querido encargaros y 
«mandaros (como la hago) que luego 
«deis la orden que convenga^, pare qod 
«ahí se forme un papel en que se de-^ 
«clare la calidad de la peste ^ y .de la' 
«de los lugares del contorno, la forma: 
«en que se ha curado, y los medioado 
«preservación de que se ha osada, y lo 
«hagáis imprimir y enviar a las paste» 
«de este reino donde convenga^ y otra 
«á manos de mi secretario j para qoei 
«aqui se impriman luí que pareciesen,) 
«y se repartan en los lugares que fue-» 
«se necesario de estos reinos. La ma- 
«teriaes de tal calidad , que ella mis- 
«ma encarga la brevedad. Dat» en Ma- 
«dfid á 21 de abril de 1648.S ^ YO 
EL KEY. 

« 

En consecuencia de esta real carta 
mandó el conde dé Oropesa ¿ Las doc- 
tores Melchor de Villena, oatedsático* 
de yerbas, Vicente Miguel Grl,.¿Bte- 
dráticode iade Hipócratesy Diego Pcu* 
ñonosa, catedrático de anatomía y exa- 
minadores de medicina, qué escribie- 
sen, como lo hicieron y firmaron,- la 
obra siguiente. . . 

• Retadon y discurso de la esebcia, 

preservación X ^t^ociof^ de lasmfkr'» 
medades pestilentes en la muy nohle 



HisT. oB LA Mbdic. espaSola. — ToMo 2.^ 



51 



«i 



402 



HISTORIA DE LA 



y leal ciudad de Falencia el año pau- 
sado de 1647. Impreso en U misma 
cindad por Bernardo Nogoés , en el 
afto 1648, en 4.<' 

El doctor Gimeno en sa biblioteca 
de escritores valencianos dice, que ha- 
biéndose mo?ido una ruidosa j reñida 
cuestión entre los profesores de medi- 
ana sobre si la enfermedad contagiosa 
aue padeció la ciudad de Valencia en 
dicho afto fue peste ó no , Prañonosa 
defendió con sólijdos fundamentos en 
▼os j por escrito, que fué peste ; «un 
dado que hubiese sido por adostíon, 

Íno por podredumbre^ ni que se bú- 
lese contaminado el aire: dictamen 
que no solo aprobsron los doctores fir-^ 
mantés, sino que le siguieron los roas 
de los médicos de esta ciudad, aun de 
aquellos que al principio le resistían* 
Lo cual dice el doctor Gimeno , fué 
muy importsnte en tiempo de la pes« 
té, para que se acudiese con oportu-^ 
ñas providencias al remedio de los en* 
fermos. Esta peste atemorizó al mas 
animoso , pues solo en la primera se- 
mana de noviembre murieron dos mil 
personas , y en el discurso de cuatro 
meses cerca de treinta mil de solo la 
ciudad; siendo di|fno de notarse , que 
el doctor Vicente Miguel Gil jamás 
desamparó i sus compatriotas por mas 
instancias que le hizo el duque de Me* 
dina de las Torres para que se subiese 
i la ciudad de Segorbe para estar en 
su compaftia mientras duraba el con- 
tagio : ni paró tampoco , hasta conse- 
guir del magistrado de la ciudad man- 
dase por edicto público , que ningún 
catedrático de medicina se ausentase 
de ella en aquel conflicto , sopeña de 
privación de cátedra. El bolo arménico 
era de un uso común entre los anti- 

SroM para la curación déla peste, y en 
a página 16 de dicha relación se dice 
«que en Valencia y en Castilla no ha- 
bía el verdadero que se traía de tierra 
de Lannia (de Lemnoa) , sino uno que 
se saca de una cueva que está en una 
montafta, al pie de la cual nace el prin- 
cipio y la fuente de los baños de For- 



tuna, y un hombre del lugar que se 
llama asi, le saca de dicha cueva , y le 
lleva al luffar de Abanilla , puerto de 
Castilla y Valencia, que está cerca de 
allí, adonde le van á buscar de Mur- 
cia para Castilla, y de aquí de Valen- 
cia: este es diferente en el color y mo- 
do de sustancia que no es friabil (des- 
mennzable) ni colorado , sino negro y 
denso; pero cuadra mucho con las ca- 
lidades^ porque es muy astringente al 
gusto, y muy desecativo, que como son 
calidades tan directamente contrarias 
á la putrefacción , se podrá usar de él 
en la peste con mucha razón en lugar 
del verdadero.» 

PEDRO CASIMIRO BUIL , na- 
tural de Zaragoza. Estudió la cirugía 
en su universidad , en la cual recibió 
el grado de licenciado. Fué nombradd 
médico del hospital general: y última- 
mente lo fué de cámara. 

Escribió un trataditode cirngiacon 
el titulo siguiente» 

El licenciado Pedro de Buil, ciruja* 
no de S. M. r colegial del de médicos 
jrcirujanosde la ciudad de Zaragoza, 
responde con preceptos universales^ 
especidativos pro nunc d la consulta 
4]ue se le ha propuesto por los ilustres 
señores regidores del hospital real y 
general de Nustra Señora de Gracia, 
sobre la curación de las heridas deca^ 
heza, originadas de losinfelices sucesos 
que se han observado en dichas herí» 
das curadas por la via humectante con 
instrumentos de ellas. Zaragoza 1644. 
En este tratadito, que titula 1 .^ par- 
te, hace ver los incon tenientes que 
hay de curar las heridas de cabeza con 
humectantes, ó como queda esplicado 
mas atrás por la via común , según se 
practicaba antes de que publicase su 
obra Hidalgo de Agüero sobre la vía 
particular. 

2.^ parte. En la que se trata de la 
curación de las heridas de cabeza^ si^ 
guiendo en ella la unión jr exicmdon^ 
según la primera parte iknutesira^ 
con las notas jr advertencias alli Wf- 
chas. Id. 



■J . ■ ■ n 



MEDIQNA ESPAÑOLA. 



403 



Presenta las Tentajas de corar las 
heridas de cabeza por la rennioQ in-« 
mediata , ó aea por la via particnlar. 
Esta obrita nada nos dice de particu- 
lar^ pero nos demuestra que el méto- 
do de Hidalgo de Agüero se iba pro- 
pagando por Espafta. 

PEDRO BARBA, doctor en medi- 
cina y catedrático en la universidad 
de Valladolid. Fué médico de Feli- 
pe IV j del infante D. Fernando* 

Escribió. 

Besumta de la materia de la peste* 
Madrid 1648. 

No labe visto. (Véase Villalba Epid. 
tom. 2.^pág.86). 

FRANCISCO DÜARTE MEN- 
DEZ , nació en Ciudad-Real: estudió 
la medicina en Alcalá de Henares, 
siendo su maestro Pedro Miguel de 
Heredia. 

Escribió. 

Cuestión médica : si en la curación 
de las enfermedades , principalmente 
en las calenturas podridas, es conve^ 
mente purgar los enfermos en algu- 
nos casos antes que se sangren. Ma- 
drid 1648, en 4.*' 

Esta obrita tiene por objeto probar 
que en las calenturas pútridas , com- 
plicadas con crudezas de estómago, 
deben purgarse los enfermos con re- 
medios suaves antes que sangrarse. 

Se objeta varios testos de Hipócra^ 
tes y de Galeno ^ jr ios comenta con 
mucha critica y acierto. 

Es digna de consultarse por todo el 
que quiera ilustrarse en este punto de 
medicina práctica. 

JUAN NUÑEZ DE CASTRO, 
portugués, estudió la medicina en Sa^ 
lamanca : terminada su carrera fué 
nombrado médico de cámara del du- 
que de Osuna. 

A instancias de este escribió. 

TriUado universal en que declara 
qué sea peste, de qué causas provenga 
el contagio , con qué medios se han de 
preí^enir sus fuerzas , y cuáles sean 
los antídotos con que se han de preser^ 
MT, Madrid 1648, en 4.'' 



Dedicó esta obrita al coüSí^jo supre- 
mo de Castilla. En ella trata el autor 
con bastante ostensión de todos loses- 
tremos indicados, y llena su objeto sa- 
tisfactoriamente. 

GASPAR BRAVO DE SOBRE- 
MONTE, natural de la villa de Agui- 
lar del Campo, hijo de D. Fernando, 
caballero de la orden de Calatrava: es- 
tudió la medicina en Valladolid, y en 
la misma univerdad tomó la borU de 
doctor, y fué catedrático de las de pri- 
ma y del método. 

Escribió la obfa siguiente. 

Resolutionwn medtcarum circa uni' 
versam totius Phüosúphi^B doctrínam. 
FaUisoleti 1649, infoL 

De esta obra se hicieron dos edicio- 
nes una en 1654 y otra en 1662. Esta 
última es la mas completa , porque 
contiene otros tratados del mismo au- 
tor que faltan en las anteriores. Tal 
es la que vo poseo y i ella me remito. 

Dividió su obra en seis partes. 

En la. 1.^ dedica secciones espe- 
ciales para tratar de varios puntos de 
fisiología. Entre ellas merecen alguna 
atención la de los temperamentos, la 
de las edades y la de la muerte natu- 
ral. Las demás versan sobre las facul- 
tades^ las propiedadesde los elemen- 
tos y de los mixtos , el unido radical 
y los humores. 

En todas ellas abunda el aristoteli- 
cismo 7 galenicismo, de modo que eái 
el dia no puede leerse sin fastidio. . 

En la 2/ parte trata de la salud y 
de la enfermedad. Se entretiene en 
hablar de sus causas , síntomas y di- 
ferencias en general. 

En la 3.* parte dedioa las tres pri- 
meras secciones á tratar de la esencia, 
causea y diferencias de las calenturas 
en general. En las restantes espone las 
causas, síntomas, diagnóstico, pronós- 
tico y ci^racion de las calenturas dia- 
ria » efémera , ética, humoral , sinoca, 
ardiente, tercianas y cuartanas. 

En la 4.* parte habla de las indica- 
ciones y contraindicaciones de prascri- 
bir las sangrías y los purgantes. 



■H 



«•^ 



404 



HISTORIA DE LA 



En la 5.*efpone qd tratado de pul- 
sos. 

En la 6.* presenta muchas observa- 
ciones y consultas practicas. Entre to-> 
das ellas merecen especial atención las 
que tratan de la enfermedad y muer- 
te del principe de España D. Felipe 
Próspero Carlos. Hac& una bellísima 
descripción de la salud de este princi* 
pe, desde el momento que nació has* 
ta la edad de cuatro años , y refiere 
igualmente todas las consultas y deci- 
siones de los médicos de cámara. 

En otra consulta describe el insulto 
epiléptico que padeció el infante Don 
Fernando, del cual ni urióv prueba que 
la epilepsia fué heredada de su madre. 
En confirmación presenta la historia 
de cuanto ocurrió á la «<eina durante 
el embarazo j parto: últimamente ea* 
pone todos los medicamentos que se 
aplicaron á la madre y al hijo. 

Estas tres consultas son interesante 
sivias , no solo por las personas que las 
motivaron, sino también por la inmen- 
sa complicación que presentaron , y 
que dio motivo ¿ tantas consultas cíe 
los médicos de cámara. 

Otra consulta no menos interesante 
es la séptima en la que refiere el día, 
hora y circunstancias en que Dado el 
serenísimo Carlos José , príncipe de 
las Españas. 

«A ios seis dias de la muerte, dice, 
del serenísimo príncipe Felipe Prós- 
pero Carlos, nació su hermano Carlos 
José Joaquin en el año de 1661 , 6 de 
noviembre á la una y cuarto de la tar- 
de. A su madre le faltaron el menstruo 
por espacio de nuevo meses solares y 
dos dias. De aqui la cuestión si el na- 
cimiento del principe es natural; y ai 
por contar dos diaa mas en el claustro 
materno , debería ser mas bien com- 
pleto y formado, mas fuerte y valien- 
te, y en fin héroe escelentísimo.» 

Asi se decidió. • 

Las restantes consultas no merecen 
leerse porque versan sobres! el diablo 
puede producir la esterilidad ó algún 
veneno dentro del cuerpo, y si los 



energúmenos podían adivinar lo fu- 
toro. 

La obra que acabamos de analizar 
contiene seguramente muoba» y muy 
bueaas observaciones; pero estas se ha- 
lian promiscuadas con tanto aristote^^ 
licismo y galenicismo , que nocoin- 
piensarian el trabajo de entresacarlas, 
oí alguno de mis lectores quisiera en 
algún tiempo consultar lo mas intere- 
sante de ella, recurra á las materias y 
lugares que yo he tocarlo. 

ALONSO DE BURGOS, natural 
de Córdoba: estudió la medieinaen Al- 
calá de Henares siendo su maestro Pe- 
dro Miguel de Heredia. Hecho médi* 
co marchó a Su pueblo en donde se es- 
tableció, y fué nombrado médico del 
tribunal de 'la Inquisición. 

Escribió la obra siguiente. 

Tratado de peste, su esencia , pre^' 
servacion y curación, con observación 
nesmuy particulares. Por el doctor 
D. Alonso de Bur¿bs. Córdoba 1651, 
en 8.** 

Pedro Miguel de Heredia , médico 
de cámara, al dar la aprobación de U 
obra dice: «No dudo de su aprobaeioa 
y utilidad por conocer al autor desde 
sus primeras letras , y ser uno de -mis 
discipulos con quieo siempre me hon<- 
ré y estimé por docto... • Debe , pues, 
V. M. no solo dar la licencia á su im* 
presión, sino mandarlo con rigor, y 
que ninguna población esté sin él , y 
nías en este tiempo que por falta de 
médicos carecen los pueblos de su ayu- 
da, y con este trataao podrán los ciru- 
janos y sangradores ser sin médico oti* 
lísimos á su república y enfermos.» 
(Censura de aprobación). 

Divide su obra en veinte capítulos. 

En el l.^da cuenta de la introduc* 
cion de la peste en Córdoba en el año 
1649. Elste es mi concepto tan intere- 
sante, qne creo un deber insertarlo 
integro , con tanta mas rason, cuanto 
que Viltalba y otros bibliógrafos citan 
algunos trozos quo no dan cabal idea 
de su contenido. 

«Desde los primeros ru^imentoa de 



wm *■ 



^m 



MEDICINA ESPAl^OLA. 



405 



* mu estudios, eatimc tanto la doctrina 
del oráeulode la medicina Hipócrates, 
que enioilas ocssiones he sido «use- 
.cuaz* Asi pov parecerme en lodo: doc- 
ttsímpy' éoino por la brcTedad tan su- 
cinta con que escribió y de terminó lo 
ñus . difícil. En. la ocasión presente 
q«ie tiitentotce.ftirme estriechanilo una 
cosa tan grave á un breve Tolúmen, be 
de imiUr á este mi mayor maestro, 

aEU cual «o una de sus episiolas es^ 
cribe por au orden su hijo Thesaüo J 
los atbenienses, dándoles cuenta coau> 
su padre Hipócrates movido de cari - 
daa^y de su gran juicio- en el pronos:- 
ticar , conoció de .los aires turbios y 
húmedos que corrianen Grecia su pa- 
tria que estaban infectos , j amenaza- 
ban una grande peste » la previno con 
tanta atención , que le envió á él f á 
otros sus discípulos á la provincia Hit* 
rica y cargados de antídotos y de docu- 
mentos para templar el rigor de la in- 
fección^ y fueron de tanta utilidad, 
que muy en breve los aires embrabe- 
oidos y furiosos se amainaron, el rigor 
del contagio se corrigió , y los incen- 
dios rigorosos de este elemento se apa- 
ciguaron 9 y de violentos y malignos 
tranamutajTon en venébolos y fabora- 
bles^ coo que se atajó el daño que esta- 
ba amenazado, y quedó Grecia con es- 
ta prevención libre y gozosa. 

« Aeste beneficio se mostró tan agra- 
decida su pairi;!^ que no hallando pro- 
porción á la satisfacción con oro, pla- 
ta y dádivas particulares (porque Hi- 
pócrates no las admitió) trataron to- 
dos de erigirle y levantarle por dios 
vencedor de ios aires pestilentes , ha- 
ciéndole las honras y adoración que 
á sus dioses. Esculapio y Hércules ha- 
ciao con. que este padre de la medicina 
vivió honrado, gustoso y aplaudido. 

«Yo , pues ^ queriendo imitar á este 
mi mayor maestro , á los primeros de 
junio pasado de mil y seiscientos «Cua- 
renta y nueve , puse toda atención y 
cuidado con celo de médico cristiano^ 
en prevenir lo que se nos amenazaba, 
así por la deprabada influencia que 



corría en toda esta Andalucía , como 
pot el contagio que se debia temer por 
.el grande é inescusable comercio y 
trato que esta ciudad tieoe con Sevi- 
lla^ Málaga y otras partes que estaban 
infestas. 

«Supe, pueSi que en el barriode San- 
ta Mariana, murió un hombre pobre en 
dos dias, visitado de dos médicos ^ el 
cual tuvo todo lo requisito y esencial 
para darle por apestado, porque por 
relación de dichos médicos ^ le halla- 
ron con una calentura agudísima, pul- 
sos parbos , desiguales , celérrimos y 
crebérrimos, la respiración sublime, 
los accidentes de inquietud , fatigas, 
ansias y congojas ^ improporcionados^ 
deh'randoy sin poderle entrar en acuer- 
do » quejóse de una ingle , en que le 
hallaron un tumorcillo pequeño, sa- 
cramentóse y murió luego. 

aHízose averiguación del caso> y fué 
que este hombre el dia antes habia ve- 
nido de un lugar ó cortijo adonde acu- 
día ordinariamente á llevar de comer 
á unos sevillanos, que huyendo de las 
desdichas de su casa se habían venido 
i defender, y estos ó por venir alguno 
ó por estarlo la ropa que traian, conta- 
giaron á este hombre. 
. «Siguióse incontinentemente , que 
la muger de este difunto, dio á un deu- 
do suyo una pobre alhaja de este hom- 
bre y la llevó a su casa (que era en el 
Corral de Bañuelos, calle de la Made- 
ra)^ y dentro de dos días le dio una ca- 
lentura , y U arrojó una landre á una 
ingle , y murió dentro de otro. 

«La casa ó corral es de vecindad, 
adonde vivian mas de diez ó doce ve- 
cinos, y dentro de ocho dias ya habían 
muerto mas de seis personas con lan- 
dres, y otro con carbunco, y otra mu- 
ger con- una calentura pestilente que 
no duró veinticuatro horas. 

«Fuese encendiendo este fuego por 
toda la vecindad de la calle de la ]VIa- 
dera, plazuela de los Aladreros^ y bar- 
rio de San Hipólito ^ de manera que 
dentro de quince dias murieron mas 
de treinta personas con dicha enfer- 



^06 



HISTORIA DE LA 



medad y accidentes ^ acudiendo yo a 
mas de Ja mitad de ellos^ conocí clara- 
mente ei contagio , porque vi en una 
casa i madre y dos hijas doncellas^ 
morir en an aposento en un dia^ todas 
con landres en las ingles. 

«En medio, pues, de este cuidado^ 
fue fuerza hablar en publico y en se- 
creto> diciendo que yo veía, curaba y 
visitaba enfermos cuyos accidentes y 
sucesos tan breves y tan violentos^ no 
los habia visto en veintiocho años que 
ejercitaba la medicina^ y que no tenia 
que dar mas nombre á dicha enferme- 
dad que el de peste, y qué era razón y 
justicia poner mucho cobro á esta ciu- 
dad, porque se menospreciaba ¿ los 
principios» temia no se eneendiese , y 
que para «descargo de mi conciencia 
necesitaba^ de remedio. 

((La clariddd con que' yo hablaba, 
dio motivo á algunos de mis compañe- 
ros á murmurar mi resolución , agrá* 
vando en toda la ciudad el que sin cau- 
sa la queria desacreditar, porque ellos 
no veían ni Vfsitabao tales enfermos, 
y que cuando hubiese algunos de la 
calidad que yo decía, no por eso se ha- 
bia de tomar en la boca peste, pues to- 
dos los años se esperimentaban en esta 
ciudad calenturas malignas de tabar- 
dillo, y morir mucha gente de ellas, y 
que asi tenian por esceso lo que yo de- 
cía. Y yo repliqué y les intimé siem- 
pre que reparasen en que por consolar 
y no afligir á los vecinos, no era justo 
esponer la ciudad á una desdicha, pu- 
diéndola prevenir y reparar con reme- 
dios fáciles, que aespues serian muy 
dificultosos. 

«Fué Dios servido (por nuestros pe- 
cados) que empezaron á ver algunos 
enfermos de mi cuidado, y preguntán- 
doles qué les parecía, en las juntas que 
Inzimos, respondían que no por cua- 
tro ni veinte enfermos ni muertos, se 
lo habia de dar nombre de peste, por- 
que para serlo es menester que esta en- 
fermedad sea epidémica , que com- 
prenda á muchos, y mate a mas de la 
mitad. 



«Yo replicaba y repliqué diversas- 
veces, que esto se entendía cuándo ya 
la peste estaba formada, propia, y prp- 
pisima , en cuyo tiempo ni el médico 
ni sus prevenciones podrán obrar, sino 
solo Dios con su misericordia* Pero 
cuando está en sus principios, es la om- 
jor ocasión para atajar los daftoa que 
se nos amenazan, quemando ropa, cer- 
rando casas, escusando comunicación, 
sacando los tales enfermos fuera de la 
ciudad, y otras muchas diligencias for- 
zosas para escusar el contagio. 

«Pareció por entonces que era 4Ui^ 
gencia muy adelantada el usar de se- 
mejantes rigores , porque em fuerza 
con ellas , el descrédito de la ciudad, 
esponíéndola á que se le quítase el co^ 
mercio y comunicación con ottas. Pe- 
ro que se fuese disponiendo parte có- 
moda para curar dichos enfermos (co^ 
mo con efecto se. hizo, y yo como me- 
nos dichoso fui el primero que remki 
.algunos) con que se levantó contra mi 
la voz del pueblo, diciendo que albo» 
rotaba la ciudad, y que merecia una 
grave reprehensión^ castigo. 

«No le. tuve pequeño, pues hubo 
persona y personas ,* á quien yo teuía 
obligadas con muchos y diversos J>e» 
nefícios, que saliendoá las plaaas decían 
á voces, que el doctor Burgos intenta- 
ba el descrédito de la ciudad, y que era 
digno de que conociera vivos senti- 
mientos de los vecinos, como en efeé- 
to los esperimenté en los semblanles^ 
palabras y acciones de muchos* 

«Muy al contrario me sucedió « mí 
de lo que á mi mayor maestro Hipó- 
crates , pues él por prevenir el daño 
que amenazaba á Grecia, fué honrado, 
enriquecido y adorado por Dios; y yo 
por querer atajar y corregir lo que ya 
se veía claramente , fui vituperado, 
desacreditado , ofendido y aclamado 
por enemigo de la patria^ y mis com- 
pañeros aplaudidos, venerados y esti- 
mados por prudentes, doctos y defen- 
sores de ella. 

«Por nuestras culpas fué creciendo 
el número de los enfermos., y tanto 



MEDICINA ESPMOLA, 



407 



«rae ya no babia médico en toda lachi* 
dad que no viera muchos apestados; j 
apenas los veían cuando se desapare- 
cían con la ihuerte y j volvían á ver 
otros nuevos, con que ya se templaban 
en el hablar » y temían como doctos 
qne se iba emprendiendo^ y tanto que 
ni dudaban de la esencia de la enfer« 
medad, ni ya hallaban medios ni mo« 
dos para atajarla ni prevenirla, supues- 
to que se iba estendtendo el contagio 
de casas á casas , de barrios á barrios 

¡r de vecinos a los que de mas cerca 
08 comunicaban. 

kT en medio de este conocimiento, 
se bailaban conveniencia y razones sin 
ella , para que no se diese la ciudad 
por apestada, pues parecía á alguno de 
loa médicos á quien seguía mucha par- 
te, que no era contagio declarado, que 
no era muchísimo el núniero de ios 
enfisrmos ^ y últimamente que no mo« 
rian los mas (cuyos tres puntos trataré 
y daré por falsos, en lot capitulas si- 

Euientes) y que por estas razbnes^ no 
í era el publicarlo á riesgo de que se 
noft quitase el comercio. 

«A cnya sazón me envió á llaitaar 
el señor Don Juan, de Góngora , me- 
ritisíaM> consejero real en el de Casii* 
lUvCÓyá vigilancia ^ cuidado y solici- 
tud, fué tanta en la inquisición de la 
verdad , ane me tomo juramento, y 
con él la dije y la firmé, y se remitió 
i su Magestad, al tiempo que otro mé« 
dtetf docto firmó otra declaración con- 
traría á la mía, en que dijo no aer pes- 
te, ni haber contagio en el hospital ni 
fuera de él, acción muy agena de sus 
mochas letras, porque con ellas sabia 
y conocía la verdad, y movido del afec- 
to de su patria y de dar buenas nuevas 
á mn aflüigoa, procuró desvanecerla. 

«Pero muy aprisa la esperímentó, 
pueafné tomando tanta fuerza el acha- 
que que el bospital se llenó, la ciudad 
ae encendió, y la gente afligida busca- 
ba medios para librarse , unos ausen- 
tándose ¿ toda prisa, otros previnién- 
dose de lo necesario, de bastimentos 
y cosas forzosas , y otros pidiendo so- 



corros de antídotos , cordiales , go- 
bierno en la comida, vestido y cosas no 
siaturales. 

«Pero como se empezó a empren- 
der en la gente pobre, mal alimentada 
y de mala ropa, ni pudieron huir , ni 
regalarse, ni vestirse , y a«i en ellos se 
comunicó el contagio tan viva y acer- 
bamente que en breve tiempo murie- 
ron mas de seis mil personas, y en el 
discurso de otros tres meses , mas de 
(fitas seis mil 9 y en lo restante basta 
que se acabó, de tresá cuatro mil, con 
que en todos murieron ajustadamente 
basta diez y seis mil personas, poco mas 
ó menos. 

T aunque el pueblo dice y publica 
que han muerto treinta y cuarenta mil 
es engaño manifiesto , porque hecha 
la cuenta de todo con el ajuste debido 
Qd escede el número de lo dicho (co-« 
mo el señor D. Estevan de Cervantes, 
dignísimo consejero de su Magestad^ 
hizo la cuenta verosímil , asi del hos- 

Eital como de las parroquias, y d^ndo 
trga y ensanche á todas partes , no 
pasan de dicho número. Cuya felici- 
dad se puede y debe atribuir a la gran- 
de vigilancia, solicitud y cuidado que 
etfte caballero puso en el gobierno: 
pues pudo decir con toda verdad que 
fué el mayor y mas atento , lucido y 
cristiano, cob tanta paz , tranquilidad 
gusto de la ciudad, que toda y sus ve» 
cinos le obedecieron , de manera que 
en todo consiguió lo que propuso , y 
con que Dios Nuestro Señor fué servi- 
do de aplacar su indignaciop) en que 
también entró alguna gente regalada, 
rica , bien sustentada y de todas co- 
modidades, y todos conocidamente en- 
ferniaron de contagio^ sin que en esta 
parte haya duda alguna , como des- 

{>ues probaré , y como hoy lo llora y 
aménta toda esta ciudad, pues ¿costa 
de tanta mortandad, y a vista de tan- 
tas calamidades, han esperimentado lo 
horrible, lo espantoso y lo por mi pro- 
nosticado (ojalá no hubiera sido ver- 
dad, aunque lo pagara con descrédito, 
vituperio y demostraciones vivas de 



I 



^08 



HISTOKIA DE LA 



senliroiénto de los Tcoinos *, pues me 
duele Diaobó mas los que hay tieDen, 
viéndose afligidos y desacomodados de 
sus fsmHias y haciendas). 

((Y eii medio de tan gran deáooosae» 
lo proveyó Dios con su misericordia, 
permitiendo j dando lugar á que io^* 
dos muriesen con todos sus sacra men-^ 
tos, y asimismo que se enterrasen * eo 
sagrado.', caso digno de admiración, 
que entre este número de muertos no 
se ha sabidb muriesen doce sin elles^ni 
uno sin sepultura sagrada , y ninguno 
sin curación de medico , y lo demás 
necesario, cuya felicidad se atribuye 
al gran tervor y caridad con que cada 
uno procuró cumplir con su obligación 
y oficio. 

«Saqúese por líUima parte de este 
capítulo, loque importa no menospre- 
ciar los muy pequeños amagos , los 
muy remisos principios, las dudas eo« 
tre si es ó no es, y mas cuando la cer- 
canía del achaque pestilente nos rodea 
con tantas y tan lamentables nuevas 
de lo que nuestros lugares circunve- 
cinos padecen , « que debemos estar 
con el cuidado , desvelo y recalo que 
pide negocio tan grave, arrojándonos 
á temer y á prevenir lo peor, pues de 
haeerlo no se sigue inconveniente gran- 
de, y lo es grandísimo , el menospre- 
cio de una pequeña centella , que en- 
cendida no se puede apgar , y luego 
se llora amargamente sin poderlo re- 
mediar^ como se ba hecho en Córdoba 
con tal pérdida.» 

En el 2.*' capitulo distingue la pes- 
te en tres especies, una que llama pro- 
pia y formalísima depende del aire 
corrupto, y esta encierra en sí con 
eminencia lo genérico de peste^ com- 
prendiendo en si lo especifico de las 
otras dos diferencias. Es la mas vul- 
gar, popular y mortífera. 

La segunda depende de los malos 
alimentos que corrompen y empodre- 
cen los humores predisponiendo á la 
peste. 

L.a tercera es la que se funda en el 



seminario contagioso , y es la menos 
mala. 

'Funda la razón de esta diferemña 
en que la 1;* proviniendo del aire es 
inevitable , porque para él no hay 
puertas ni guardas : la !2.* puede evi- 
tarse de algún modo aunque sea dift* 
cil, y la 3/ porque puede conseguir* 
se la incomunicación* La pesie de Cór- 
doba, a&ade, fué de esta última. 

Respecto de esta hace uua observa- 
ción digna de notarse , á saber : que 
hiere mas a los semejantes que ¿ los 
desemejantes, porque entrando en una 
familia se pega mejor de padres a hi- 
jos, de hijos á padres, de hermanos á 
hermanos y de deudos á deudos , lo 
mismo con la gente menesterosa con 
similitud de suerte, vida y costumbres 
(pág. 10). 

Da una definición política de la peste 
diciendo: es una bestia fiera que apa- 
centílndose en una república todo o lo 
mas lo destruye , se lo traga , lo agos- 
ta, afligiendo y matando. Es una ira de 
los diuses , como la llamó Galeno. A 
conlinuacion la define según la escuela 
de Alcalá de Henares. Esuna epidemia 
muy aguda , venenosa y contagiosa^ 
d quien por su accidente ó síntoma ^-^ 
gue seca j landre ó carbunco ^ hirienda 
y matando d muchos (pág. 1 1). 

En el capitulo 3.^ trata del contagio, 
el cual divide en tres tíd disUms, me- 
diofomite , contactu fbrmali. Bsplica 
con toda precisión y exactitud esto» 
tres. Aflade que la peste de Córdoba 
fué eminentemente coutagiosa , «lo 
cual hemos esperimentadoclaray evi- 
dentemente en esta ciudad , por^e 
de un gato que salió de una casa apea* 
tada y pasó á otra sana , la contagió j 
comunicó la infección á diferentes per? 
sonas ; y de soló uu costal que otro 
compró de una casa' achacosa' se pegó 
en la suya la desdicha', y de ¿olo abra- 
zar una muger á otra la comunicó ^}n 
que encendió su casa. Y últimamente 
hemos visto tantos y tales incendios de 
muchas y muchísimas casas contagia- 
das de una peque&a causa con que han 



MEDiaSAiSSIíAJSÍCfLA. 



409 



aao.afj ha babídq ijaieD i^o b» qreid^: 

t^le a ver i, visita d^ .^í^ac^erae mi*c^f^; 

UD08 á otros» aif9.4ací^^j||gar i k cprr 
r«f)ionD¡i l9esppriti|al;(p¿g, 17)<, 
!, £^,el capitulfi iJ^ trata de la oatn^^ 
ralf;zfí,<d9 ia seca , laad^re Q.Q9rbon0Q,, 
ti»c^^i^i)f4jr^u^,oJpi3frvaeHHi^ifiMiy io^i-, 
pqri^p^te^ i aa^^r: <}ue ^as «n^ftrftMp 
(llfjgs: SQO ,,ainÍ9q¡Íá(íci^^ y la «aaji»éi 
glf^d^ v.^^«ritípaa¿^qae.pfiKfí4<^/ar 
i^ti^/(l(;fj| tífjns f iiervqaa pafca ; McW^ 
elb.iW9¿>Te^cj|;^9 b4oi<k<^r:fst^rÍPr,: 

({,i^^f^9,,e;^tqf tumjprea 4^ ífct«»^ta»i y . 
qiápda^ cpqf|p,eiitaoQadMHIIip««S(Bntarf . 
ap ar f ^|(Br¡9f (pag. 23> ,. . . . : f :^ 
^ ,Éo plrpapib^^ f Mr «ere 

pi;e|j^í^9 j)i Qejc^aaf;ip.i|u« f^afaj.^^r! ¿ 
aífíU;^nferpfftda4 pftr-ff^rte. baya^dfl. 
ac^Qoiéter, a ,ln^9bfls^^»l M^tar á.^Hi 
nia^, SÍ€^pdp |L^0r««^e^4^iM<l. «!.»♦.- 

/ . «Gfif o <) jgoo de advvraaio'o y, jíiigir^ . 
níslva^o 4e reir óipojc> f^^H» d^ir,,de« 
llorar^ alie ha/a iiieiltco y ^i^¿di<^»qM¿ 
para calificar esta,eQferiliff dad |H>f pca«> 
te t. bajra de .eapemr Yf^ .d^HirnUla la 
mayor parte de U oiadad^jr q^ñ aq, 
persuad^K^i qi^e»oo .tiaof ^ el enf&migO) 
en elU^ inieptraif opyi^feq m gca^dí*» 
stoio f^iimero de.e^femoa y un iofioi«, 
to de. of uerlos; . ,:. . 

«cSieodo a|i f;^o la^esT^efrclad^ oue 
en este pufáto consistía ei i;^mf(d¡o Q. el' 
ipayor daftp.de la república .^;por9^e, 
aa lo.ea lajnbiemqi^ ^pm U ddcUioa 
de todoa, en,loaprixici|]|iQadeeat»crael 
enfermedad entra e^te CQeioigb blan- 
do, i|í|ajiio^.poGoáp9GO,y con diairao* 
los tale^.,^^i>e engasa á la plpbe y aao 
i loe. i^s entendidos ciudadanoa^ claro 
eetá <{|ie, si el médico j nédicQS 4pc» 
tos ItL .conocen y la declaran ea sos 
ptrin^Q^oaprincipioa, la. podrán remar 
c)i«r^ jf.la j>rocnrar9uiias.ius|EÍci#S||>te<^. 



veaiir j ataf &<> do , eortaiidor qp^aeído 
yi'panieod^ loa: medios neceaa^ioa.cen 
tiempo ^.jcomo la experiencia noa<h4. 
mpsUraidd , que tpdQslps lifgarea^ vi^- 
lias y ciudades de Andaluqía;empe^- 
doa i hecirse^^e les ha escu«ad<) ^\ ooo< 
tagjU^,^ uaandpde «^i^^faos rigort^ai^otí 
la.g^nle , pifias » ropf» baeieada^y C0- 
ipnnicacíon y eotn-cuyas dilígenqUa se 
bao. librado »ftte4an^Q,fl acbaqoe t#n. 
SAa pri.neipioSji p|ío pasar ir Jq .<^ue ha»> 
pi^doi^tfaapor el jí)a¡fffi)f§rjfciqna$a,' 
primera intfifuoQ, \\k^9Jfj^qw np.fíe. 
Ij»,d«b9 d^^ci^oq^bre^de p^ate hasta ;ier 
a(aiadf s:cafiáli,midá y.^af rta la «ja-í 
ypT.pa^i^*,..., .í .. : . •^..;; 

.. . «Fregfu^to yoi ^tgs^s^sjUyes n|¿di« 
CQS.tréa.^qjViaj^Jfi priinfera^cópilP han> 
ciwfl^Prik JpM^f a»eiM*^rn^ e prjUiv 
cápípa pc^ comNoi^K^P^» ^nfejmed^^ 

los antigaos y modernosi^e.eaimpo- 
s¡blei.cijirprse.vt|m:{f^^rniedf^d Wfl.el 
i^df^derp>^»H)|Oc¡ip?4^jto de^r^Ua^- j^^qr^ 
q^ilQ li^;rfia$tdfoa«iQ,i^ao pcofOffiio'r 
jif^áf^^}^ catt^;i»l flífnorho, igooijaii- 
dp w fífei?»cp*fjy;ff9rpMl¡dad 5 y meiioe 
podfi^^acpns^ja^ lp4|U^ tanito impqrr», 
ta,:|fue^i(e) recato^ goacqa y ^usjLodia, 
piyra eseii$ar,el contagio» dedonde npá 
ha resnjitaidfi el^mayor da&o^JLuegQ» ó' 
este seggv ined ico nq conoce la .enf^n?, 
medady. aplica remedios sin razan '^,d. 
si.la conoce la encubre jf;OSCttrece,cQp.->t 
tra todajastijqia. . : i ' 

,.iiLa segupda pregunta es ¿pp,ffd>«^. 
com» filósofos Un ^doctos qiff .¡mai^ ó^ 
mepos enfermos, n^as^p i^fnpr,.mu^r 
toa* ^p^ variaii la f spepie de )fi enffsf n|9« 
dad ni Ja i^atnraleza det^ageute? Pues 
si lailán y ven jo especigi^q , JB^cmal,. 
esencíalj^qoiddita^yo y desc^ip^vode^ 

poate ó de calentu^'a p^tiki^^,i^, «^t^ 
ind^iduo y en algjttno^ in^i vjdip^jqiie. 

raadh,bay pa^ ^eacqsarU |el^qpi||b|r^f 
SlTea,|avideotc^ipentf7.qqfr li|,m^icia,¡ 
Tepeno j.«Qrrupciqi^de,4SstiM,hu]ni^es 
ea |al qjoe aobrepnja ¿ío m%yígn^\rp'^^ 
nenoso y porr|]|]i^ ^ o^^ ^^fli^C' 



HiST. n&f^i. Mi;PfiPi.'m4»0l.Ai-r7TpHQ V 



« I 



i.t . 



>'j 



. . .fin 



í: 



4ia 



HISTORIA; DE LA 



dadéü, tí ifén también que loi «ccideii- 
te» montan eminentes/ tati levaatddos 
de patita ^ con tanto esee^' da putre* 
faeeion^ tan diformes , horrible» j es<* 
pantoaos cuales jamás han visto; si cla- 
ramente ven por vista de ojos y tacto 
de manos unas eseréciones de tumo* 
res ', secas , landres y earbnneos nun- 
ca vistas en otras enfermedades ; y 
si funtamente esperimentati los infeli- 
ces sucesos de éste , y de aquel , y de 
aquellos individno^ , con. muertes ar« 
riebatadasé in^pensadas del tal médi<:fd, 
¿^ué aguardan , qué espei'ad ó qué' 
piensan para darle nombre de peste? 
¿Entienden acaso que han de ver yen- 
do por las calles caerse lá genle« y co- 
mo bolos dar nhos ebnotrDs;yqüeca*' 
y^ndo en tierra tío se levanten? pues 
engáfianse los talefs médicos, y si no se 
engañan , no proceden ajustadamente 
i sus conciencias. . . » « 

«Lia tercera pregunta que bago es: 

éno saben como doctos méaicos'y como 
llósofos, qué no solamente es menes-« 
ter h actividad del» agente para que 
obte en este , aquel y niucfaos indivi- 
duos^ shió que es preciso y necesario» 
que e) pafsó, que es el que ha de ^recibir, 
esté en'aptítudy aproxinrado, dispues- 
to 7 dentro de la esfera del agente/ 
con los medios proporcionados {>ara 
r'ccibir? Y que aunque el agente sea 
uAo/en todos los pasos.ios efectos ban 
de ser diversos según la n^ayor ó me- 
nor aproximacion^mayor ó menor pu- 
ti^faccion 6 corrupción; pues iit s^nen 
esto coiño dodtos'¿cómo repara*» para* 
dar nombre á 'ésta enfermedad* «de 
peste! /a que sp ertcicnda' y abrase* la 
mitad d^ la ciudad , y i que seinuera 
la mayor parte? iNo han es|)ertmen- 
tado cón^Galenp ¿ Aviccna é Hi{)ócra- 
tes f, >jtte se ponen cuatro al sol .,' ^ al 
uriiío lé (ofende y á los tres no,'y qtie 
igualmehte beben tti^a misma caiÁidad 
de ^ífáúj rf nnb embriaga y saca^dé sf/ 
y i icis tris no les empece ; y que eh ' 
un' mismo ejercicio tino se enciende y 
altera , y los demás no? pues el agente 
igualmente está para todos , y cuanto 



el de 9U parte /esVa en acto pfara im- 
primir su efecto, pero halla en uno 
disposición y en los demás resistencia; 
pues ri esto \^ c<)rnsta ¿por <|ué reparan 
en que no sori- muchos loa' heridos y 
muchos mas los muertos? 

«Sépase , pues , de aqui adelanfte, 
que la peste tiene su ser en el primer 
doiiente ofue tenga los requisitos di- 
cbos^ sin necesidad de que se comuni* 
que á o^ros^ porque para su razón fpr* 
mal, bbsta el ser de suyo comunicable 
y pernieiosa , por su primer acto de 
formalidad, de tal manera due no se& 
forzoso que llegue al afcto segundo de 
comunicarse actualmente para quesea 
peste, y lo mismo se ha dé entender en 
el matar ¿ los mas; porqué lo uno y ló 
otro es accidental que puede faltar sin 
que falte la esencia; tengan, pues, por 
absurdo en buena filosofía , el quefer 
asimilar V proporcionar el acto segun- 
do con el acto primero; con este ejem- 
plo me daré á entender: cuando vemos 
un grande fuego a mucha distancia, 
cierto es que no nos calienta, y np por 
eso dejará de ser fuego, pues 16 mismo 
digo i nuestro propósito, que no deja- 
rá de ser peste porque no hiera á mu* 
chos y mate á los más. 

«De suerte que el prjttier enfermo 
dé este achaque tuvo peste y murió 
de peste , y cuanto era de su parte se 
comunicara el mal si hallara disposi- 
ción en 4os sugetos, pero por falta de al- 
guna condición de las dichas faltó el 
cotitaeio, autio^e por nuestros pecados 
ha habido ^n Córdoba tanta disposi- 
ción en la gente pobre, que conside- 
rándolo yo como médico intenté el 
desengaño por el bien común, tan 'mal 
recibido como bien pronosticado. 

«Pero si la tema pasase adelante di- 
ciendo que es fuerza ser muy grande 
el nnmero de los heridos para consti- 
tuirfa por peste /reparen en 50 mal f un- 
dámento'j {lues én Sevilla , Málaga y 
otras p^i^tes, siendo la misma enferme- 
dad )qüé la 'de CóiSJoba , ha sidb tan 
grande y numerosa, que mató el afio 
pasado una infinidad de' gente, por ha- 



■■i 



MEDlCOrA BSPMOLA. 



411 



I 



> 



llar losiMigetoá IM» mé dUpmwto, por 
bf^li*inkr(ft m U cad op tes» qms im(>v»« 
mci«l>lbinitik,i»ioiU«y«MUtod(>c<la la 
Aimt. )r'dirfty«d«d'tqiié tt.mft.peffOM 
GórdMNi''aDB({«i0. Ja» tiMUd« aiM idlo 
di0i^>jri»ctti idíI ^rtoii«9'^ hat» rafiatid» 
I^« d«ma» , >{M)r estwrlos. [WdiflCB »miB^r 
alioi«iládw»'7<jiieiiof diafioeatm pí|ra¡ 
i:eeibir: liradas. $e dasipor elk> al Uü»-» 
Uriflimo Mfior/ EKm Fray Domiága W^ 
iMoieli'iM jañor.) ofatapo de «ala oÍq^ 
<)ad'« ]p<miasiaftttob*s'¿ÍMi«aiarakAc«^ 
Umoioaaiqué al iflo )>a8ado tan . fa^ 
da. paoy fa^ao AD jeatá aiadad^'daodo^aai 
laa |>iielrl»a ák -tm palacio de cpoier > Ao«> 
dos los días de un año entero ¿ maa d^ 
oobo aail pobirtt»^' pan da: trigo éiu/ 
boaao sii^ «Máotaide otré asmilla^'j» 
oO'íaUandprpiur^so ákalimosiiasigninVi 

deaidfcl. dia^irsa^de. la .erad|wl >.saeoDff 
rieada» Mnuc^a igeotái noUa >f. honva^i 
da^'iOOO;iaigé^l'dlnet«»)•<lláéio•^ Üota^ 
cay barbeao^isin 'pecdnoáriab^gaáti^ 
daJUs liilia6Da8aítiaadaa».qna'pQr.fioaBtf 
Uawa i ttiii pnedodiecir^^pii tei^^tiJ 
dadi Jk]tta>'ffas!noB imcluia^ A qaa «é detf 
be atfíbailr,4il ¿ahabamitesiipretididaí 
con. mayor! fiian^ ¡én imnbbe « aüfftéd 
Muiiaoo <}e gaoU^por mo AabarU» hM 
liado taAdkpaestiM.cdiiM)íattSevUÍa^;Ír* 
demaa.paiflai) \ do abátante qna. diais y- 
seis mil personas kfna pbdaaf mqpleids^ 
gaba^ QáMiérAorea'Cnnfeba^ do«cü tan 
aorta Mmer o que ) na » taiiga afligida^ 
únstaida y descénsdadlila^.ciudad. • < 
/ aSea» pna#y la'aQaeiiisioii4laastiai)a«i 
pitAlo^qMaennn aóla^enfeimoaB ha« 
lía forzosamente iajraaott'fcmal de 
peale ^ por teáea.aQasoitiattaien.silnna 
aaosa <miMiav7qtie»a*;aqiia) horrible^ 
efieáfc y potante ^apati^ i^mmIo^^ peMr 
taafiw^ faidístíaUe^ adheiente yiomi 
trar^<^áimiiebos>y':difaMQ8 taaapara^ 
aa4ntds^ j^Midada-eii al.fdmíle'^tppde-» 
róaoá impriáiHie^en aiaeliés#I>esnais 
te. qna- esttk ^ paste idak úmUgiot^ ^tí sd 
4»fai»aeía da la detaareían nwit> qna 
aaU tardaimufibaett aopaauMcaasa» y U 
deliBÍf0ieaianayoD«aeloúídad ^y.pras^ 
téaaaeíastíande'TaaipttéMa, porsaa 
tan nebaasw y.iocaofiMiM^spiíiiri*)^);; 



. £n 4I capítulo «fi..^ tea W 4a la cama 
da esta enfermedad. 

> ^SIl el «oapttnio J^."* da laiBiaeteJ^Side 
htpeste'y-sittproaóstiiQOi. (ItnAer^sabti- 
simo). Veaosos en pmaba de aHolU 
dasaripaibn tan espantosa que noÉiía- 
ce dafuna peale oamO' la -^aCkir^. 
daba. . 

f El ^la «M inicio final y veifaMal» 
ao§ je pintan ilah diáoünie » abniíni 
ble y^e^panfeafo» con4asitks y talaaafc^ 
ftaka.^en al tsol , laaa -y 'OStsislka ;,iifrn 
unn 'tan fceiflibla «dnf osienian' ¿a iéw^ 
ca-^-onnf aotiga^ f 'faligal» y fpiraittaras; 
dedaa gestea , qne:pkrnetcqQn:ntf>de*ri 
jañ.cofiaMlo' ni elp^rañanal )¿¿néro 
haasanb* • ••...••.• .»«• .•••'jir-'-, -t* .'•:* 

i üJfeiiníern deeíf qnatí^ aai. w-lUti 
aaftnlBa.de la ipestei pm^o no ^a^ida*» 
jar^deadatinav^ loiialncéio|^.r'fl^bítif«^ 
mbq«0 skt ,pafieaenti> porqée alileaailf a^ 
tam^nkiá'iitteatra :desdicbn 001 a)a»a-r. 
naao-el <ia\o aénatis.plMialas^asottre^ 
qi¿ndcfsaiel:s<d' oon ¿licolipaaa^^rjqné» 
fiAatanrsaAales ^a4ln^ dicea Ina ManicHr 
g^)»de 4neesos in/^ttnado$^ctt3P»>niM 
U ipfln0nc¡a(itpeEisafanDt par. ?ninelida 
dias« • aiytande- al aa^.* táft ^Íi^neso> #laai 
4nuUádAy.osoiirQ> q^*daba^q|ia,ttan 
inMr'siníelttoafaietttnaf# JLailutia.cabtfin 
g(iiantaal4nte tAffaOtneadof SMulipaab 
cwlasp^alo-iOOialtriirÁo j .sMléboln ^rf 
tanto qnb tealos espadmpntatfa.fans 
efi^ntos'e^ todosisna Jleno^ y itiepgnani 
(al>^«aatigán40ll94 '^ra,<ajBi4 te • r Lsa -íí Sff 
trelUneoii Un partütnJare^^soinfnilBni* 
tqs» qne han.a$«edid<v áiult nsltnrili|is 
eon esbaUeion^s igneast^ opoaiéddbse 
uaas^á otcaa fcnignesi&i ci^xnal^ry^ail^. 
limfiíaiAnta todos taas planetas j» 'da «ot^ 
Urna y isatfeUatfj <cbn iaomala Wlrella? 
qtíe prodiM^raMpí p^ ans priaaevaarcuia«< 
Udadeaj.effctQa tan adverscAí ¿«laaalnd 
dn lodaittta, And4li€Íi , ' que ^«aiiran 
laaiayor.coitftision iin;rJi*«^tete.;tde 
apretara. en la tieace> &{iaildo*fnitd^ 
para #1 snatnntp»:y loa que faüj^iia,! 4aaoa 
y no conlonacfc|«iaitoa dn bnei|oafai*sn 
enalid^d ytnodo de susXinala >^^ne 
se aígliió SDav^seQal depe4te^'laA¿n<* 
bre y necesidad en la genle^deátnlldn^ 



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412 



HISTORIA DE XA 



imprímieodo en ella elcaráéfeer del 
contagrio. 

«Querer pintar la confusión de esta 
ciudad tan parecida i ii que el Eran* 
geltsta nos pronostica, seria querer ha- 
cer de ella on libro; porque si por me- 
nudo se reparase, en muchas y muchí- 
simas adversidades de sucesos tan im-- 
pensados , horribles j repentinos qtie 
hemos visto, aclaoMudoel pueblo, gi- 
miendo j soliosando la gente i lasti* 
mandóse los anos con los otros, de mi- 
rarse ahuyentados los padres de ios hi- 
jos, les hifos de sus padres^ los herma- 
nos de los snyoa^ los amigos deampa- 
radoa de les tales , llorando aas pérdi- 
das, acompañadas de lamentables tra- 
gedias , en que el padre reta llevar á 
sus hijos al hospital en una formidable 
silla^ depósito de la mtaerte: ver sacar 
por justicia de sus casas tas alhajas ri- 
cas de la salaóaposentOj adonde el en- 
fermo estovo , recibir la triste nueva 
de sa-moerte á las veinticuatro horas, 
volver á su casa j bailar á otro y otros 
hijos oon-el contagio^ jé\ propio soli- 
citar el que los lleven al matadero ¿qué 
mayor confusión? ^qné mayor apretu- 
ra de las gentes? porque si en aquel 
juicio universal mira y considera el pa- 
dre que va condenado su hijo por la 
divina justicia , aqui le ve por la hu* 
mana Hevar adonde no le ha de volver 
i ver, y si alli se considera el aparta- 
mientoy división que el justo Jueiha 
de hacer del precito y predestinado, 
aqui se ha visto y esperimentado in6- 
nidad de veces, sacar y entresacar los 
apestados hijos de entre los sanos pa- 
dres y hermanos, entrando el enfermo 
en la silla, descon6ado de volver á ver- 
los , y ellos desesperados de remedio 
humano: ¿hay mayor confusión? ¿hay 
major desdicha? ¿hay mas lastimoso 
portento? ¿hay mas infeliz sentencia? 
¿hay juicio que no se pierda en esta 
consideración? y últiroaoiente no se 
conoce lo muy parecida que ha sido, 
nuestra desdicha , con tales y tantas 
señales de peste , á las que San Lacas 
nos refiere. « 



Respecto de las seflaies para cono* 
eer una peste , espone las que signen. 

«Las señalea concomitantes conque 
ha de conocer el médico estar tai ó tal 
enfermo apestado , para no perder U 
oeaaion de! remedio , asi en el prevé* 
nir la ciudad , cemo en au curación» 
la primera ha de ser la consideraeion 
en la cierta ciencia de que ajgun lugar, 
villas ¿ciudades circunvecinas están' 
infecta» ó que tienen mal nombre del 
contagio, é que debe eatar muy atento» 
inquiriendo si este tal enfec moeomu- 
nicóen alguna de bs tres especies del 
oontagio , con alguno de los tales lu» 
gares. 

«La segunda aeftal es la de lea pul- 
sosj en que debe el médico- poner to*- 
da la fuerza de su estudio » ciencia y 
prudencia, de tal manera, que si fuere 
buen pulsiAa , dificultosamente se le 
puede oscurecer esta señal, y no sien* 
dolo, será cierto el yerro en so conocí* 
miento; porque como sea verdad infa- 
lible que el pulso es acción del corasoD 
mediante lu arterías , y que también 
lo es de que el veneno de la fiebre pea- 
tilente reside en :él , por el acometí» 
miento que hiio ya á la misnia sustan* 
da del corason^ haciendo fiebre hécti* 
ca peatilencisl^ ya en las pequeñas ar- 
terias propincuas i él. 

«Prometo con toda verdad, que en 
esta epidemia de 'G>ndloba , be viste 
muchos apestados en el principio deau 
enfermedad con razonables púlaos , y 
estos han sido los de peor condición y 
mas breve muerte. 

«Esto se confirma con hmber eido ca- 
da día á dstos' Ibalea enfermos que están 
limpios de calentura , ysenturse bue- 
nos, pero en estos casos el médico doc- 
to y cnerdo, ha de teiper «o ratoel pul- 
so en los dedos, y si repara q[ae el calo* 
de* la arteria tiene acritud y mordaci- 
dad, y no sin calentura, la debe no me^i^ 
nospredar , -antea entender que es d 
easo maa grave> y mea si'fuato eon ea- 
tos pulsos halla etroa aecideatea im« 

1>roporc¡oaadoa , como algún sudorei*- 
lo dañoso, la respiración de mal alien- 



MEDICINA ESPjMSOLA. 



413 



lo y ilgosnbUnke , y óteos de esU fía- 
ts ^ puede osa cUinente pronoslicar U 
muerte. 

«La tercera señal de pesie en les pul* 
sos es, cuandoeti el priocipio de la en- 
fermedad aparecen malos, parbos, des- 
ignaieiy céleres y crebros, cuyas dife- 
reneias de pulsos son cafti propias en 
esta enfermedad, y los que yo be ob«- 
serradb en esta epidemia , y también 
qiie cuando está próximo í morir el 
enfermo, se ponen buenos con buena 
dilatación, poco calor esierior, frescos^ 
templados oe tal suerte, que es menes- 
ter ser moyeagás el medico para no 
dejarse engallar. 

«La cuarta señal de pulsos es, cuan« 
do en el primero y segundo dia catán 
buenos, sin las diferenciasde malignos, 
y dentro de otro dia impensadamente 
se ponen muy malos para morir el en* 

fermo. 

«Últimamente, la propia y propísi^ 
ma señal que yo be esperimentado de 
los pulsos (por lo general y ordinario) 
ha sido tocarlos^ y hallarlos parvos y 
parFÍsimos^ por cuya diferencia me he 
guiado por el conocimiento verdadero 
Se esta enfermedad , de tal nunera, 
que' en Tiendoles, luego al punto pro* 
Bosticaba el ser el achaque, y que ten- 
dría ya landre ó la tendria muy en 
breve ^ y me ha salido tan verdadero 
este pronóstieo, que ha sido rara la ves 
que me be engañado. 

«La segunda señal en órdén , es un 
caimiento de fuerzas tal que no se ha* 
lia en otra ninguna fiebre maligna^ 
porque siendo asi que el dia antes ha 
estado el enfermo fuerte , robusto y 
alentado, le hemos visto desmayado, 
flaco , consumido > y como si hubiera 
pasado un mes de enfermedad, y con 
muchas y demasiadas evacuaciones. Y 
tanto que be observado hombres de 
edad-, dejuventud, y consistentes, fuer- 
tes, robustos y de linda salsod^ en el se- 
gundo dia de esta enfermedad, no te* 
aer permitentes los pulsos para sao- 
grartes, y por no-estarlo, les he sajado 
ventosas, y luego el punto se les aeguia 



la facie.hipocratieay y. sincopados m^ 
rian. 

«La tercera señal, es la que se ha ob* 
servado casi en todos ios heridos de 
peste , y es que luego que entra aco- 
metiendo, se les ba movido un vómito 
y vQihitos de cóleras preternaturales, 
vitelinas , |>ra8Ínas y eruginosas , con 
mubhaa bascas , ansiedacles y sudores 
frios, y de estos han muerto la mayor 

fiarte^ por el contrario movimientoque 
a naturaleza irritada ha hecho del cen- 
tro á la circunferencia, y de la ciroun« 
ferencia al centro, en tanto gradó que 
los que perseveraban con los vómitos, 
no tenían mas que un sentimiento le-* 
be en alguna de las partes adenosas, ó 
la landre ya nacida, no crecía cosa, an« 
tes se minoraba, y luego mdrian. 

«La cuarta señal , y mas ))ésima de 
todas es, las cámaras que han sobreve* 
nido á muchos al tercero ó cuarto día 
de humores colicuados, fétidos , acres 
y mordaces, y se ha tenido pqr tal esta 
señal , que al punto que los médicos 
veíamos estas cámaras^ pronosticaba* 
moa la muerte con mnchisima breve* 
dad. 

«La quinta señal, y prepísima déla 
peste es, cuando las mismas señales no 
corresponden entre si, porque vemos 

Jue el calor esterior, es mite ; suave, 
ojo y tardo, y el interior, siendo de 
una misma especie, es intolerable, ve* 
hemente ,. fuerte y tan ardiente que 
deseca, abrasa, colicúa y derrítelas 
partes internas, y á veces hace y causa 
una inflamación, cuya señal la hemos 
hallado en muchos que han muerto 1¡« 
píricos, fríos en lo esterior , y abrasán- 
dose de sed en lo interior, y estos tales 
han muerto con grande presteza. 

«La sexta señal muy propia pero no 
cierta, ni firme en todos , es la orina, 
la cual guardando el orden ordinario 
de fiebre podrida, ha sido gruesa, per- 
turbada, cruda y ñ»:^^ , con un parti- 
cular fetor, mayor que en las ordina* 
rías calenturas podridas. 

«La séptima señal es, la que hemos 
visto con los ojos , y palpado con las 



414 



HISTOBIA DE LA 



mtiiosy la aul aunque- no eS'propi^i»* 
ma ni propia ^ por Ip menos puedo 
certificar que han lido pocos Iw que 
háa estado heridos de peste, que no Is 
faajran tenido ^^ esta es la hindits , ilin*^ 
dreSy carbunoo/ycarbuncos, dentar mat 
nera/qlieeO'^5o qae se topaba el pnly 
so eoo alguna ó algunas de |as dífercfOit 
eias señaladas de fiebre pestilente^ iue» 

Eo al .punto ó dentro xk cuatva ó 'aeis 
oras arrojaiba ama landretónn qacbunt 
00^ enalgunaiáaLgutíás.de laspartes 
se&aladas. ./,..' 

ttGnya verdad se. coirfir mía ebn^cpie 
de mas de doGe> naiL heridoa que han 
idéji llevan ai hospitat, no^reoibie-^ 
loii.anfermo' que, no «llevase landee ó 
oarbnfloo-, ó sentimiento' de dolor etí 
alguna de las parttes- adeínoMS y luego 
bien podc;¿ jo aficdiar«tt^ silaba teni- 
do, como propia y propisiiaa' s^al dé 

peste i.annquiesea'^dntra.algunos qáe 
han escrito depila. -< ' -; ;<r<i .*.'• 

. .<! La octava señal és también/ ia quie 
no handadb pop talde la peste Jds es^ 
critores de ella, perOüyola'be'emeri^ 
mentado por nuiy propia,- yes el con* 
tagio que ha tenido tan ordinario y'gc« 
neral'sin él eual nó 6ra ponble 4ar á 
esta epidemiaipor pestilente. 

«La novena séñalqne yo he hallado 
casi en todos los apestados , ha sido un 
particular feüor ; ó nnolor hBdioqdo 
en. el* aposento. donde habitaba el en« 
formo ^ ^n insoportable,. aborrecí* 
ble> asqnerosOy.enradoso , pacrco ; sin 
poder disceroir ni detorminiár i qn^ 
huele, y ha éida de tan: pestífera coalÍ!- 
dád« que aunque en-la gente* rica se ba 
procurado disimular, oon ■- poüer en la 
cuadra del enfermo ! buends olores de 
ámbar, al mi&cle, flores, yerbas y ^otras 
cosas odoríferas, no han bastado a os- 
curecer ni aun á remitir Id hediondo^ 
asqueroso y abominable, deloezbala* 
do por la respiración del enfiermb/y io 
que salia por los poros inseosiblemen* 
te» y asimismo laaorinas^ esccementos 
y sudores , han sido en todds.Clátidisi* 
«nos, señal de la ingente. put|ref acción; 
y ^uedo dccate-sín epaarecunietito, qñe 



la- mayor parte de confeagikrse ha sida 
porila comunicación de cele fsiork que 
atraído por la respiración ha pnonnai^v 
de la infección* 

ttLadécima señal de-la peste^^ la 
poca seguriflad qoe hemos tenido i los 
médicos en. ios pronóalioos > pekqjne 
be esperime otado por<na(t>y por 'lósale- 
más , m«chos. y ihuchísimes. engañes 
eotodOy-muríéndósenos con buenos 
pulsos, con bawna orina ^ y íson.renii^ 
sien de accideniea^y vs¥ÍMdpialgi|l|ies 
con malisiibospolsOs^eon matas lori^ 
if as y coa aoeplsilles*déser<leQaidos^ h%* 
liando inpensBdakneéte sama jeto^á^nm^ 
chos, que la tarde antes estaban al pyi- 
recer casi buteos ; y lialhaido blfeoos 
i ritochcis que «1 dia anleeededteefU^ 
ban mertalea, yasí cUando ^ne.prei 
gnntabdn ¿i|ué es esto? fespoodia^ 
peste* •• . 

<cLa última señal de peste es,iaqu^ 
hWde eauaariDttchá amíraciotí y i^isa 
al vul^d ,'y se lea ha de hsqeií 4mf|^ 
i les* medióos por no pasaría ;»; liai pot 
pateeerb , como pprque hasU bojp oA 
ka babido^ningonorque 1^ refi«p;a».yef 
que á esta epidemia de, pesie pgftce^e 
otra dei sallid tan énteaa, cupap|i<|a«]r 
llena , qne aunque :s^ vea y «ec#90aoa 
alguivmal enáerntoóalguflíosd6 Iparer 
feridoB i se meeQSpccoÍ4n.> h%ci^dp 
tan poco caso de ellos, itoe.f<e les pa^ají 
pof alto , parédéhdqles qlna en niedip 
de tanta salud , no es ra^on bacer ciisp 
de uno ni. d& cuatro enfarmos de rma- 
la calidad , oen que poéo.é.pooo^ se va 
oomüriioaodó él contagio» y. erecien^ 
do el numeró» 

«Y para que» yo satisfaga a uaasy i 
otk>oa^ digo') qué ciMido :seeMaprendt¿ 
La peste en «Sevilla , na ae oia otra eoá|i 
por relaciones) y por cáelas.^ n^itt qne 
decir que la eiudadiesUba sanilieaa» 
y tsnto, que todos lo6 médicos no te« 
ñisn qne baeer , y que decían unáni- 
mesy coaCermei^ quei desde que Sevi* 
lla> se Candó., no había habido Okfmm 
eofernsos ¡rj cof si|;<iieotMileotooo ee 
habían visto laibás tan deiKicupadioeity 
qo^ asi era dtefti^^o pensar, qi ioMgí* 



■ a- n ^ ' 



y ' 1. 



MEDICINA/ ESDA^LA. 



^15 



Bair> i|<ie Sevilla léni» vetfeld ni -aiiía- 
gm de f^esle. Y deolvo de un tnee fe ea-< 
ceodió de tnanei^a-iHpie'eD breve tiem* 
po mnrier otf mas de eíeo jbíI pecaetias*. 
' • «Bb Oirdobaí en los meteade ftelio^ 
agosto 9 setiembre j octubre del ato 
pasado de otiareartá j tuieve, fui fcan««' 
tehiaatud de toda la eiodad , qoe lot 
medióos j oirufaoos , oslaibaoios ^a 
oottpacioa ^oo tanto gfádo^ cnie no se 
ola otra eosa en las juntas de la salad, 
■US qm referir «idai nnb- el número 
desQS enfermos, j íné tan borto , que 
los mas ocupados So vía ordinaria, de- 
eien no tener cpe hacer ^ con c^ne los 
Siefiores déla junta., la ciudad / sus 
vecinos se alentaban, j daban gracias 
á- Dios de verse con tan entera salud. 
Y ^a medio de estss buenas nuevas no 
faltaba ni faltó enfermo j enfermos 
íofeictos de peste (como lo intimé j 
avise en diosas fontas) que por ser fior 
entonces su número pequeAo, se oseo» 
recian con la epidemia do salud ano 
oorvia , patreclendo que no por cuatro 
ni doee enfertoos que entre todos loé 
nsádioDS tén|ái, ae le babia de dar mal 
nombre, cuyo désengafio fué tan hjte^ 
ve éooto ve^dero , pues á pocos diat 
estdbamos ja los 40^0100»' y oirujaiioo 
tan ocupados y llenos de aflicciones, 
qoe cada upo trataba de lAirarcónio 
silk de so pl^ga.< 

«La misma relaeion hubo de Mala* 
ga'y Antequera , Boiafa«oe, Carmena,' 
Montillay demás lugarea-que se apes* 
Hiton éU'estÉ jcomaree , diciendo uáii- 
formemetite y que antes de bailarse 
ap e nt i d psno habia un enfermo. Véase 
con coáotos'disimnlos j traieionesen- 
tra^eete enemigo, pues -aun teniéndolo 
dentro de casa no se Ueja eoiioeer , -y^ 
ropotieoe de aquí adelanté; lo qiieim-¿ 
porta tener pot' settal de peste, la mtt«* 
chasalod deiína ciudad , cuando al- 
guu)ttgerdrcnti vecino la padece /jt 
atiéndase quo la observación qne^ 
re6ero^ es de mucha importancia óa- 
ri ^110 «tienosptoeiftir los mas remisos 
pi^íttcipios«)i ^ 

- Gapitolo 8.^ ea que se declara el 



ndodo que se ha de tener eil prevenir^ 
guardar j gobernar un lugar, villaje 
cíndad para librarla tle peste. 

•Se reduce á insertar un bando rige»* 
lesísimo de polida , prcAibiendo toda 
comunicación pon un pueblo a pastado. 
>' Capitulo 9.® De la guarda j gobier*- 
noqoe ha de baber cuando empezare 
k peste en el primer enfermo. 

1;^ Si el enfermo es rieo^ pooorib 
en una habitación separada del rdstb 
de ia familia y aislarle de su comuni" 
cacion , dejándole un par de criado^ 
para su asistencia. 

%^ Si es pobre sacarlo del pueblo, 
colocarle en un parage cómodo, j aris* 
tifie con esmero por uno ó dos enfer^ 



3.* Rectaocido ya el achaqda^pio 
ocultarlo ni enoid>r¡rlo baje protestó 
algutto, porque de hacerlo^ afiade^ re- 
sultan diformes daños > y el mayor Ws 
él que dudándolo , los vecinos oó fra- 
lau de su remedio, aguaHaedo' y di- 
latándole para cuando bo le tendrán, 
conko se ba osperimentado á costa de 
muchas vidss eb • esta ^ciudad ; porque 
pudiendohaber hecho ausencia de ella 
cen'tiémnojtío la ejecutaron por ha- 
ber -'médicea que lesr pereéiii poeo el 
número de losenfermois psra calificar-' 
los potapestados^ cny a ignorancia de- 
ttivo 4 muchos» y iosilmposibilitó piBi-< 
ra salir cuando se vieron con el acha- 
que en' sus casas, y otros se atropefla- 
ban yialian á partes poeo segiira» poi^ 
cercanas á la ciudad ^ y otros que pro^ 
Curaron alejarse 00 lo consintieron^ 
conquefoé pándela aflic^íoo y désr* 
eonsúelode los caballeros y gente pO" 
derosa. " 

4/ El^ue se vayan de la cin^d 
antettque faiya cundido el mal j laa per* 
senas que no hicieren falta' en ella. 



Mi consejo y parecer 
Es , fjfttce/ íjué quiera librarse 
DeM peste, salga tuego, '< • >' / 
BayaUjoSy Suelva tan'de, ' 

«Cuya falta de observancia hemos 



i*MM 






416 



HISTORIA DE LA 



esperimentado , .con gravas denos de 
esU : república ) porqae uoos estando 
muy cercanos á la ciudad en Itigaresy 
cortijos de á legua y de á dos , se han 
contagiado con la como uictfc ion de la 
gente de su servicio , que los llevaba 
de comer y lo demás necesario. Ot^os 
que viéndose desaeoihodados de vt** 
vienda y dertgaloj sé vinieron Can sin 
tiempo» coa solo oír decir que la' ciu- 
dad estaba ikiejor^ que a peines llegaroa^ 
con sus fanaUias i «eaaodo dieron en el 
laso de la desdiclia>^ ápestáhdose*, y. 
contagiándose unos con «Írosla i. 

5»' jNorabrar medióos ¿ .drnf^tios 
y sangradores para asistir á losieoCer» 
moaen loaboapílales. . . 

6.^ Proveerse la autoridad muná* 
eipal de dinero » oomeati^les y todos 
lo$ -medios necesarios! á la- vida« 

7/ Decla^r la ciudad , pueblo ó 
villa por apestada.. . i . • 

8«^ Proponer 'buenos |)remios i 
todos los qub tengao que intervenir ^n 
la asiste«,cia de los apestados, oomo mé-' 
dicQS, cirujanos; CQufeaeire^» etot , ete« 

9.^ Disponer eon tiempo muchos 
hospitales ó casas de curación. ^ .. 

10.* Prohibir todareunion d^per- 
sonas en iglesias , universidades j tea« 
tros p plazas de toros, etc. 

En el capítulo 10 trata de la guarda 
y providencia que cada uno en parti- 
cular debe tener* 

Aconseja huir del oomerpio de la 
gente. Con este motivo, dice , que las 
monjas de Córdoba observaron oon ri- 
gor este consejo, y que les fiié tan bien 
que de diez y seis conventos que h^bia 
en nio^iuno de ellos entró el contagio 
(pig. 78). Recomienda la limpieza ea 
ta caiH y en los vestidos, el fumigarlos 
con sustancias aromáticas, y el usaf de 
buenos alimefi tos. 

Dedica los capítulos restantes á tra- 
tar de la curación en gei^eral y en par- 
ticular. £ntre loa remedios qu^ ase- 
gura haberle aptovechado ventajosbi- 
mamentp sop las .sangu¡¡.M0lai|.i las 
cuales dedica un capitulo especial que 
es el 16. 






Reprueba la opiniotí db aqtteUqs qme 
preferian las ven tosas sajadas a Usaaw* 
gntjnelas wFh haifsado de eUas i dice,- 
tan ordinariamekie en estmeptáemia^ 
darido muchasigracias á nuestra ^Séñor 
por los milagrosos sucesos que ' aon 
ellas he íenith y. puditndo decir 
mámente que se han librado 
enferm0s desahuciados con su apttca^ 
cien. (pig* 121.)« He ordeiiadoi poner 
sángttijuelabeniel'Mesó^ y heiristo vot 
ver y festiiuiciá la vida a algunos eon 
grande ' aclamaéion -^de los asistcntet» 
(pág«. 121 vuelta). Lutfgo^icon nzon- 
puedory debo acón w jar a todos ios me*. 
qícos dé este siglo y de los' venideros^ 
se prevengan de sanguiínelaa para que 
si. Dios castigarla au pueblo con ise- 
me jante, azote, se varlgan dei este tan 
aingnUrnresidio(p¿g. 122).» 
V El capitulo 20 trata de la'pndfica* 
cioo déla ciudad, casas, ropas y hospi- 
tales > y sus observaciones. (£a.amila^ 
Oien te interesante). . ^ i 

/Por último?dic^, que los tres gran» 
del remedios de una peste Son edjfue^ 
gOpcl oro y el castigo c el primero pa- 
ra quemar. ropas, maderas^ y olsi^ecH 
saa apestadas^ el segundo para' no ha** 
eer reparo en la^sla, sino que con lar- 
ga mano ae saque , sé pague y se der- 
rame V Y ^1 tercerón para que el que. 
quebrante las leyes y órdenes ó altere 
el ¿¿den público, se le castigue ejém- 
plarn>ente para escarmiento de los de* 
mas;(pág 142). 

Laobritade Burgos que acabamos 
de eétractar , es una de las que se han 
elogiado como un moidelo dn perfec- 
ción en esta materia. Mis lectores tie- 
nen ya una idea de fila mucho mayor 
que cuantas nos han dado hasta «1 dia 
Yillalba y otros. Al propio tiempo se 
ha hecho ya sumamente rara. 

FRAY FRANCISCO GABALDA^ 
natural de Valencia, lector del sagra* 
do ócd/en de Prediqadorea. 
. Escribió^ 

. Memoria de los sucesos particular' 
res de Valencia y su reino en lofi años 
d» 1íí40jr. 1648, tiempq de peste .N^í^ 






« f m% MU » 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



417 



leacia 1651 , por Silveiiire Empana. 

Esta iQAinoria al miamo tiempo que 
es carísima es Ja mas apreeíable de 
cuantas bistocias se han escrito, y por 
sa fidelidad, per so ezacCitttd j vera- 
cidad, puede oompararae á la de) céle- 
bre Tucjdidea. . . 

El autor 00010 no era médico de^ i 
los hombres del arte el cargo de escri- 
bir la parte médica» y solo se ocupó de 
la narracioD histórica de loa hechos 
cual se sucedieron. 

Esta memoria llegó á, disfrutar de 
mucha celebcida<l, según se deduce de 
los elogios que loa poetas dedicaron al 
autor. 

Entre ellos consignaré el siguiente, 
escrito en leneua valenciana con mu- 
cha gracia y elocnenoia , en el cual se 
refierimmuchaft. circunstancias de la 
peste. 

En alabansa del mitor , Pere Jéwinto 

Morid, Qtnerós^ Prebere^ benejíciat 

en Sant MartL 

Corone Dafne jr despulles 
Pera perpetúes memóries 
De la esperanza pomposa 
DeplomaUs r de garsótes» 

Flora garíanda matice 
De tantesjürs^oom B sobren, 
Quant sos tapetr desmeraldes 
Les pnma^eres U bródem 

I^uterva^ nutre de déncies. 
La 4¡u» adorna Íes escoles* 
Y á sos.fiUs promia y gradúa, ' 
Pera mes tan de. ses. obres: 

Manen d la, Fama atada, 
Quen divérsos.coiors /vólej . 
T ab sonor clari- publique v 

En les naoionsmes remates. 

Que dé Gtmatdd lingini 
En los escrits donamastres 
. (Sens ¡¡me pugken empanjrarlo 
De la malicia les boy res) 

Que eU lograu, flor s y IhrePj 
Es qui mereix, perqué logre 
Treball que $a patria estima. 



Y regoneix com á própi* 

De la pésta els molts sucesos 
(Que de pensarho tremóle) 
Els vist ab tanta elegantía. 
Que al orador mes retóric 

Lo ha desuspendre el ornato 
Del Uenguage quen ell trove. 
De la prudencia la mina. 
Del cientific lo depósito 

Conta a^ aquella borrasca 
Tots los naufragis del poblé, 
Quant la parca poderosa 
Intenta régnar á soles» . \ 

Lo cuidado deis patriéis 
Referix;jr es ]be,qués n6t0, •. 
Que Jone (perampjor lauro) 
A tan gran, que feren próves, 

De quen talfaud.conjlicte 
(Comen tot lorb es notórij 
Fonc tanta to diUgéncia 
En lo modo del dispondré 

ÍH^ remey^ , que sens pasió 
El seu valor tan heroic,. , 
Y.son nom, esjust que . ^¡rabe,' 
Y (me eUampe en ses histories 

y^lencia , per ques divulgue 
Que los filis Ueals ynobles 
Exceidixen als,quen Boma . 
F estiren coñ^ntars tóguess 

Relata deis eolesiastics 
La asistencia tan inmobil, 
Queyeent lo moírtal estrago. 
Floren penyes,/bren roques. 

La pietatjr la demencia 
De convents y de parnoquies 
En los progans amostraren 
Caritat sens. oeremoríies. 

Que ab teñir débil los musoles, 
La virtud lis donafúrses^. 
Que certa la quee despulla 
De totes les vanaglories.^ 

De la curado nos pinta. 
Pera quel tempsnohurignore. 
Lo quels meges jivicenes . ^ 
En. tais afliccionsresóleni 

La exceleptisimajunta. 
No rep^rant. en les ioHes, • *. 
Previngué preservatíusx 
Pr^veneió ques . be quel mátk 



HiST. DB LA Mj9D|G. ESBAñO^A* — ToMO 2/ 



¿3 



418 



HISTORU DE LA 



De la estampa la dibuxe, 
Peraue de ha en avant trocen 
Meaicina, que al corUagi 
Del tot h atolle y derroque. 

La continua %ngilancia 
De la junta , lo resaldré 
Les materies^ les nits males ^ 
Darse al treball y no al óci: - 
¿A qui no suspén y admira? 
Deixant apart lo hiperbólica 
En resolucions tingueren 
Mes de ángels que de homens. 

Si Cató resucitaba, 
Els tf enerara, j' atónit 
A tais ingénis tribut 
Los rendirá d totes hóres. 

Escria també les pregarles 
T les procesons devótes 
Quesjeren, per qUe de Deu 
Aplacar lo rigor sólen. 
Nos posaren en olvid 
ld>s patronos qui son custódisj 
Y es lo seu medi la guarda 
De tots aquells quels invoquen. 

En procesó ixqué solemne 
üna^r del verger nóstre. 
Intacta, pura y sancera. 
Que com ella ne ha paques, 
Com es tanta la fragancia 
De ses virtuts que tant ólen^ 
La portaren (fsanta acció!) 
A péu deseáis los canónges. 

Per véurela, ixque una estela 
(De les moltes ques coloquen 
jSn aqueix blau pabeUó, 
Que en les nits per clarabáyes 

Al uniiférs illumina 
jíb tantes brillants antorches) 
Tan esplendent jr bisarra. 
Que donaba testimonia 

Ques la que honra d Domingo 
Elseu/ront pera mes glories', 
JT el ejcii' nofbnc sens causa, 
Ques acdo ddsque be valen. 

Perqué com Bertrán v^e d ser 
Una de ses millar s jdyes. 
No f/¿/ pindrela de vista, 
Perqué alguns no lay trasporten, 

lampoc no pasa en silénci, 
Perqué d lldstima ens provoque, 
Els espitáis ques/unaaren^ 



La crema de tantes robes: 

Les religions que serviren. 
Perqué sempre elles se exposen 
Al dany^ al perilljr arrise, 
Quant lo lUms es meritbri. 

La mort del n&stre Arquebisbe 
Acaba de descompbndrens, 
Perquel major infortuni 
Entra per son territorio 

Al baix sen vingué el pilar 
Qui sustentaba tans pobres^ 
Asólas tot ledificij 
Perdérense les almdynes; 
Perqué son ptt géneros 
No tingué res de supbsit, 
Qui li dona lo magndnim 
Lotitol de pare dérfens. 

Lo prudent, lo cast, lo afable^ 
Lo cortés, perfectjr dbeil^ 
Ab ser tangrans exceléneies. 
Eren de son patrimoni. 

En lo mes ligaros trdnsit, 
Com dprincep tanc€Uhlic, 
Digué , pera son descorree. 
Que jamay ranear ni odi 

A ningá tingué en sa vida. 
Ni Jone son intent fer obrest, 
Blasó que deu esculpirse, 
T que en los anals lo copien. 

\Oprelatl sil esplendor 
De la Uum celestial goces, 
Faborix ab lo tea medi 
A tans com ta falta ploren. 
Dona en son lUbre noticia^ 
Com lo temps se mostrd prósper, 
Perquel contagi menguaba, 

Y era de salut pron^stie. 
Mes com pera nos tros danjrs 

No se esta quedo el dimoni, 

Y sempre pera ajligimos 
Te mil camins j revoltes; 

Tentá d dalguns (cas terrible!) 
Que lo Santisim nos rdben\ 
Les alegries dichoses 
Enplants y en trístors se triquen. 

Prestí la gent amargura. 
El cdrs de pesar se coorin^ 
Creixen sentiments jr p^tes, 

Y les esglesies sen adíen* ' 
Quels bandolers perpetraren 

Aquest insult, tots concorden; 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



419 



Corregue la veu y fiama. 
Forense Uengues les tránes: 

Ixqué en persona á cercarlos 
' Lo excelentisim gragí Compte 
Doropesa (¡noble empresa! J 
No deixastt rincons ni cives. 

Gangrendvastotloreene'y 
Perqué la mórt nol despoblé, 
Feu est senyor en breas dies 
Que ab lo casdc salut cib^. 

Que basia ser per sa sane 
Tciedo^ de ilustres soques 
. p€»rtugals y Pimentels, 
Que á Espanjra ámplin de incoes. 

També escriu^ de oom trovaren 
Lo Santisim , ques lo mhvil 
Per qui los cuatre elements, 
YqumUes sustenta cases, 

ifi la térra, nils pardals 
Qui per eixos ajrres vMen\ 
Ni tots los peixas qui habiten 
En lajrgua dolsa y salobre. 

Ni quant se veu y es comtempla 
Del univérs en lo rógle^ 
Com per Senjror hbeixen, 
Senssa voUmtatnos mihuen* 

Feuse procesó de graeies^ 
En ella ses dijes llÁsren, 
Perqué es feren á Maria^ 
Laque de grades ens ómpli. 

Él número deis cadáver s 
Mejerix, sens posar gloses, 
Quels ésos tots se me excluixen 
Les hóres que men recirde. 

Tot quant dic conté este lUbre 
\M0s quil poguera compadre 
, jíb la industria y policía, 
Sens contendré res impr^v^ 

Sino eljill de una gran casa. 
La mes eoccelent y noble 
Entre toítes les ilustres 
Quel estelat safir cobri! 
Te per blaso qui la ensalsa, 

hie lo virtuós y ddcte 

h lafundaciú adquirí 
Per bens sitis r no mhUes. 

Es per los filis que ella gosa 
{Quen la esglesia tan supdsen) 
Abisme de castitat. 
De miraeles promontbri. 

¿Qui de tots quant la coneixen 



No venera ses rajqles? 

¿Qui á les eetles no se humilla, 

Quant iotets son oratorisi 

Si al veri de la malicia 
En alguns punts que aci toque, 
Lipareixque molt mallargue, 
Y que en mí els afectes sobren: 

Senganyaj que en tot quant dio 
De aquest conuent, no son sbmis. 
Que ans vaig vurt en sa alabansa, 
Quant es de virtuts empbri. 

Las prevenciones que Pe6ere , 1m 
diligencias que nimiamcnie eseropa- 
lisa, los medios que pone de maniOes* 
to 7 cuanto en si contiene esta memo* 
ría, puede servir en todo tiempo > ya 
de preparativo para desvanecer los ma» 
les que fácilmente se contraen por fal- 
ta de precaución , y tí de lúa y gtaia pa- 
ra conducirse en las deliberaciones con 
acierto^ ya de norma para ocurrir á la 
necesidad , ya de ejemplo y recuerdo 
i las edades de lo calamitosos que sera 
los tiempos de peste > y lo muchísimo 

3ue sufren los pueblos atormentados 
e ella. 
El autor protesta , á fé de sacerdo-* 
te > que cuanto en ella escribe , lo vio 
por sus mismos ojos , y no valiéndose 
de papeles y noticias agenas. Se queja 
del descuido de los antepasados que 
no dejaron memoria algnna de la pes- 
te que bobo en Valencia en el afto de 
1557, motivo porque la ciudad andu- 
vo como i oscuras en la que describe. 
Para que mis lectores puedan tener 
bastantes ideas sobre las que contiene 
esta preciosa memoria, copiaré sus 
troEos mas interesantes, 

«El año 1647 fué poco favorable i 
esta ciudad de Valencia, por la nece-* 
sidad y pobreza que en ella se conoció. 
Acudieron poco las cosechas , faltó el 
mar con sus acostumbrados socorros 
de trigo : crecieron los gastos por la 
guerra de Cataluña, ¿ la cual acudía 
esta ciudad^ no con poca costa; estor« 
vos que lo fueron para que esta noacu* 
diera con la puntualidad acostumbra- 
da á pagar sus censos. Corrían los al- 



420 



HISTORIA DE LA 



balanes de la tabla á interés de á vein- 
ticioco y á treinta por ciento, hacien- 
do los mercaderes de esta cindad ga- 
nancia del trueque. 

«Quien mas sintió este da^o fueron 
las comunidades eclesiásticas y parti- 
culares ricos^ por ten^r mucha becien- 
da sobre la ciudad, de. la cual perdian 
cantidad considerable. Tocóesie dafio, 
aunque indirectamente, á los oficiales 
y gente plebeya , porque en aquella 
era el gasto mucho menos , y la paga 
mas dificultosa. Por todo esto tíiíios 
en este año uma común necesidad, y 
pobreza en Valencia ; tanta , que me 
constó á mí pasaba mucha gente con 
solo p>o y uras. Fué fuerza que este 
alimenta hiciera á muchos mal acom- 
plexionados y de malos humores. 

«Eq ios prñneros de junio, en el lu* 
gar de Ruzafa hubo enfermedades y. 
muertes mas de lo acostumbrado; y se» 
gou después conocimos, morian de los 
propios accidentes que murieron en 
Valencia los apestados. Dio esto algún 
cuidado á la ciudad , j procuró averi- 
guar el mal , si bien sus médicos se lo 
quitaron y sosegaron « 

Eo los últimos de julio, en una. casa 
de la calle de San Vicente dentro de 
Valencia^ de las que tocan á la parro» 
quia de San Martin , murieron mun 
chos, y en tan breves dias, que no pu« 
dieron dejar de advertirlo por parti- 
cular los clérigos de San Martin. Di- 
jese* que un vecino de Ruzafa, por te« 
uer mayor conveniencia de médico y 
cirujano, entraba dentro de la ciudad 
¿Jos que enfermaban en su casa. A ios 
primeros de agosto ya iba el mal sal- 
picando por Valencia. No se daba cré- 
dito á su pestilente calidad , porque 
muchos de los médicos no la tenían 
por tal. Tuvieron muchas consultas, 
asi delante la ciudad como delante del 
virey, sin jamás convenirse , ni en la 
calidad hi en la curación del mal. Ca- 
da cual pensaba acertar en su sentir, 
peroen estas probabilidades tan opues* 
tas, como la materia era fisica y no 
moral, su probabilidad no libraba del 



yerro en el efecto al que la segáis. Di- 
vidióse la medicina notablemente , y 
no sin daño de los heridos, estando ios 
médicos tan opuestos en la curación, 
obrando cada cual según su sentir. 

«Como jamás entre los médicos se 
creyó la calidad del mal, no se aplica- 
ron los remedios para que no se estén- 
diera mas: que si estos eo los princi- 

(>ios no faltaran, ni tampoco la reso- 
ncion y valor en ejecutarlas, hubiéra- 
mos hecho de nuestra parte lo que de- 
biamos paraatajarlo: peronoesel me- 
nor daño la confusión y duda que lleva 
la peste en sus principios, la cual hace 
no se adviertan las faltas y yerros que 
después tan gravemente se lloran. 
Veíase que una calentura de veinti- 
cuatro horas á un hombre le quitaba 
la vida , y esta no era de las peores; 
porque en la bajada de San Francisco 
se supo , que un hombre á las diez de 
la noche se despidió bueno de sus ve- 
cinos, dándoles las buenas noches, y á 
las tres de la mañana ya era muerto. 
De esta manera á los últimos de se- 
tiembre habian muerto muchísimos 
en Valencia. Sabíase que en la casa 
que entraba jamás heria con unos pro- 
pios accidentes , que eran : calentura 
con bubón en la ingle ó bajo del bra- 
zo, y á algunos detrás de las orejas, y 
eran como unas secas: á otros con pul- 
gón, á otros con una apoplegia general, 
y á otros (como yo vi) con toído esto 
junto: no faltaron algunos carbuncos; 
mas lo que igualmente en todos se viór 
fueron las secas ó bubones. También 
hubo en este tiempo tercianas y otros 
accidentes, aunque pocos; pero los ma- 
lignos y mortales solo fueron los pri- 
meros, y de estos regularmente moría 
la gente; por lo cual fué esta enferme- 
dad universal. « 

Todo esto no fué bastante para que 
en Valencia se diligenciara atajar el 
mal. No deben ser culpados los que la 
gobernaban , sino aquellos á quienes 
tocaba por su facultad conocer el mal 
y descubrirle. A los primeros de "oc- 
tubre ya el mal iba muy desbergooza- 



MEDICINA ESPASrOLA. 



421 



¿o por Vi^Wiioia^ v fot «us efectos se 
bebía gMiado. nombre "de. coaUgio \ y 
dabt tftota prUa á los curas de las par* 
voquiea >.quejfa no bastaban los vica- 
rios ordinarios , j asi habian de valer<* 
se deudos o de tres. Dábase el Santísi» 
mo.por la« prroquias i tantos , que 
siendo ea la de San Martin cinco los 
qoe le aiinistrabao^ le sucedió á. alga- 
no de ellos ir dándolo sin parar cinoo 
horas. Ai santo olee, jra se le habia per<- 
dido ^1 miedo , porque el poco lugar 
que daba la enfermedad ^ obligaba á 
que fuese una jornada la de los dos Sa» 
cramentos. 

«Padecían por este tiempo algunos 
lagares de la contribución el propio 
acnaque que Valencia. Al de Ruzafa, 
por infecto , se quitó la contratación^ 
peco no se consiguió el fin. Lo mismo 
se bizo con los demás lugares con pú« 
blico pregón. Dejaron solas cuatro 
pnertas abiertas» que fueron la del 
Seal, Serranos, Gaarte y San Vicente. 
De noobe quedaba abierta la del ReaL 
Empecían á guardarlas los jurados y 
oficiales reales y desde el gobernador. 
Después quedaron á cargo de la ciu- 
4lad, la cual proveyó de iuseculados y 
consejeros para su guarda. Ifo se deja* 
ba entrar a persona alguna de fuera 
la ciudad que no mostrase boletín del 
lusar de. donde venia> y registrado de 
todos loa lugares por donde pasaba, de 
mano del cura , justicia ó jurados del 
lagar« También tocó la guarda de las 

fmertas al cabildo 7 parroquias; aquel 
a repartió entre sus canónigos , aso- 
ciándoles dos clérigos de la Seo ; estas 
á su rector con otros dos. No se conse- 
guía el intento por estos medios, por- 
que cada dia se hallaban dentro de Va- 
lencia personas de lugares apestados, 
y nunca oí que se hubiese ejecutado 
en alguno de ellos la pena con todo ri- 
gor; que con solo este medióse logra- 
ran bien todos los demás ^ y se consi- 
guiera el. fio. 

((A algunos pareció debían repartir* 
se por la huerta , tomando todos los 
pasos, algunas compañías de caballos. 



las cuales á m«do dé milicia , al que 
topasen venir.de lugares entredichos, 
en el mismo lugar que le encontrasen 
le arcabuceasen ó ejecutaaen irremÍ8Í«-> 
blementela pena impuesta, fuera esta 
ó aquella. Parece el remedio áspero, 
pero si se ejeootara , podia tener Va- 
lencia abiertas las puertas noche y dia. 
Vi algunas veces llegar á las puertas 
algún hombre oonocidamente que ve- 
nia de lugares infectos 9 y el que guar* 
daba la puerta quedaba muy satisfe* 
cho con decirle que no podia entrar. 
Volvíase á un mesón de los arrabales, 
y poniéndose su vestido negro, paso á 
paso sin contradicción alguna se en- 
traba en Valencia. Sabíase esto en la 
ciudad después , todos lo sentíamos^ 
pero todos callábamos. Parece conve- 
niente que en tales ocasiones nombra* 
ra la ciudad un ciudadano de valor y 
conciencia por pesquisador , el cual 
fuese por la ciudad examinando la 

feote tbrastera; con esto se enmenda- 
an fácilmente los descuidos de las 
puertas: y aunqne la ciadad no tuvie- 
ra muchos hombres de confianza para 
guardarlas, con este solo que lo fuese 
podia sosegarse» 

• «Añadió Valencia á sus puertas otra 
guarda, ordenando , que en cada nna 
de ellas hubiese un platicante de me- 
dicina, el caai pnlsase á cuantos entra- 
sen en ella, para conocer del mal; pe- 
ro este trataba tan mal á los suyos, 
que con que entrasen á pie, cuando no 
en los rostros, con el meneo del cuer- 
po y arte conocería cada uno sü acha- 
que. 

«A 8 de octubre llamó la ciudad á 
su sala á los médicos Melchor de Vi- 
llena, Vicente Miguel Gil y Francis» 
co Segura, y les propuso , como habia 
aportado en la villa de Calp una sae- 
tía con ciento catorce cautivos rescata- 
dos en Ar^el por la redención de la 
corona de Aragón , en la cual venían 
algunas mercaderías de lana, azúcar y 
otras cosas: y qoe por información, he- 
cha por la ciudad constaba , que en 
Argel en el raes pasado de mayo em* 






424 



HISTORIA DE LA 



1 



En la ciudad cerca de diez y siete 
mil muertosv en el reino sobre treinta 
mil. 

Total de muertos , cuarenta y siete 
mil á cuarenta y ocho mil entre ciu- 
dad y reino. (Véase pág. 11 1 y 112). 
Se infiere haber sido la pésteófie* 
bre carbuncosa procedente de - Argel 
(donde reinaba). La precedió el bam* 
bre y la inmoralidad: atacó principal* 
mente y se cebó en la clase artesa na» 
labradora^ pobre. y servicial: su prin- 
cipal fuerza fué en octubre y noviem- 
bre. No abandonó Ja.ciudad ninguna 
autoridad ni oficial real: hubo orden 
apesar de proceder a oscuras, tanto por 
la ineertiuumbre y contradicciones de 
los médicos y como por la falta de es* 
crito relativo á pestaó epidemias an- 
teriores ^ lo que movió al padre Ga- 
valdá á dejarnos esta memoria mas 
bístórica que médica , 'pero en la cual 
resplandece, su erudición , saber, cari- 
dad y virtud. . . 

JUAN GARCES Y RIVERA, na- 
tnrai de Utrera : estudió la medicina 
en Sevilla, y terminada regresó a su 
pueblo j en el cual se estableció de 
médico titular* 

Escribió una obrita pon el título si- 
guiente. 

Política contra pestes eohiemo es^ 
pirituíU, temporal y medico. Utrera 
1649. . 

Esta, como el título indica ya , tie- 
ne per objeto dictar las restas y máxi- 
mas que tas autoridades deben poner 
en práctica en tiempo de peste. No 
contiene idea alguna que en.su tiempo 
no estuviese ya bien sabida ; pero ha- 
bla con mucha valentía al presentar 
los descuidos y negligencia con que á 
veces miran las autoridades los estra- 
gos-de una peste. 

ILDEFONSO SOROLLA^ natu- 
ral de Valencia : estudio en esta uni- 
versidad la medicina^ y con toda espe- 
cialidad la botánica médica, enJ^ieud 
llegó a adquirir grandes cojiocitnien- 

Escribió sobre ella la obra «iguienle. 



Botánica medica de diferentüs her** 
harum et historia plantartan Theo-' 
fiasti. Valencia 1642, en 8.® 

Esta obra quedó postuma y filé im« 
presa por sus herederos» y dedicada al 
marqués de la Guardia D.Eguia Gon* 
zalo. 

El autor se propuso lesoribir una bo« 
tánica aplicada á la medicina según las 
i<]eaS de Theofrasto^ al cual comenta'. 
No 6os ofrece un gran interés. 

GERÓNIMO UGUET DE RE- 
SAIRE, natural dé Zaragoza: hizo ana 
estudios médicoaenau universidad: en 
ella. fué catedrático deauatomia y de 
botánica poh* espacia de cuatro aftos 
desde 1625 hasta 1629.. En este paso 
á la cátedra de vísperas, la. cual des- 
empeik) .hasta 1634^ y últimamenle lo 
fué de la de prima 1639. También fue 
lugar-teniente, del proto^médteo de 
Aragón, jurado de la miama^dudad. : 
. Eseribió las obras siguientes. 

Tratado de las cosaos no naturáUs, 
jr /acuitad purgatin^aifue se halla en 
las semillas de ios jresgos». Zaragoaa 
165a. . . 

. Discurso en que ste trafa que los. ba^^ 
ñoSt de agua dulce son provechosos pa^ 
ralasakid. Id. -1650. 

• La -primera de estas no ofrece inte- 
rés . algiino: ' la segunda , anpque su 
asunto es tan generalmente sabida, 
nada contiene de particular^ 

DUARTE, ÑUÑEZ DE ACOS- 
TA estudióla medicina en Salanun- 
ca. Fué médico titular en Sanlucar.y 
de la familia del principe de Austria* 
y últimamente médico de cámiara del 
duque de Medina Sidonia. 

• Escribió* 

. Tratach practico, del uso de lasanr 
gria, asi en las enfer m eda d es particu^ 
lares como en las calentareis, Com-r 
puesto por jcI Doctor Duarte Nuñez 
de Acosta. Jerez 1653, en 4.** 

Se propuso discutir la cuestión, en 
aquellos tiempos bien acalorada , si 
con venia la sangría del braco ó del pie 
en el principio de las enfaripedades. 
Le dio ocasión para escribir un folleto 



MEDICINA' ESPAÑOLA. 



425 



qae publicó el doctor Lois Racnirez» 
a qaien Ikoa de elogios por §us talen* 
tos j virtlid^fl ; en el cual acotaba que 
el comenzar á sapgrar de los tobillos 
en los males de cabesa. y pecho, era 
oonforme á la doctrina de Galeno , y 
el empezar sangrando de los brazos 
era contra ellos. 

Nufiez Duarte divide su obra en 
cuatro capítulos* 

En el 1.^ prueba que el uso común 
de la sangria del brazo en los afectos 
superiores , era oonforme al dictámea 
y práctica de los antiguos. 

En el 2.^ espone los casos que debea 
esceptnarse, y en los que debe eaipe« 
sarse por la saogria.del tobillo. ^ 

En el 3.^ y 4«^ alega las pruebas, y 
distingue los casos en que conviene 
empezar por una ó por otra, asi en las 
enfermedades particulares coipo en 
las calenturas. 

Esta obrita, aunque tiene por obje<» 
to diacutir una cuestión que en el die 
se baila ya juzgada, no obstante ofre* 
oe interési y debiera consultarse para 
prescribir las sangrías con mas cordura 
que se hace eu el dia. 

GERÓNIMO BASILIO BEZON, 
natural de la villa dé Monzón. jEstu* 
dio la medicina en la universidad de 
Zaragoza, y en esta tomó lo$ títulos de 
licenciado y de doctor. Pasóé Barbas* 
tro y y en lesta se estableció de médico 
titular , en cuyO ejercicio se grangeó 
tina gran reputaCioD. 

Elscribió. 

Breve tratado de la feste y fiebrúSi 
pestilentes , en el cual se trata de sa 
esencia , causas , dis<fuisici0n, preser» 
vacionjr purificación. Zaragoza 1655, 
en 8.® 

Habiendo observado el autor que 
en la peste naorian muchos con bue* 
nos pulsos y sin calentura^ y otros.ata- 
cados de ella, distinguió la peste de la 
calentura pestilencial^ aunque coQvie« 
ne eq laxsasi igualdad de una y oCrav 

Elsta obrita es un compendio ó por 



mejor decir un estracto de las obras 
que por entonces tenian mas crédito. 
Nada contiene de particular. 

CRISTQVAL MONTEMAYOR, 
cirujano de. cámara de los reyes Feli-t 
pe II y Felipe III. 

' Escribió una obra ,de cirugía con el 
titulo siguiente. 

Medicina jr cirugía de vulneribu» 
ca^i^iV Zaragoza 1651. 

El autor divide su obra en diez ca- 
pítulos. 

Elfi el 1.^ demuestra. la necesidad do 
saber perfectamente la anatomía de to- 
da la cabeza para conocer y curar biea 
sus heridas. Pasa en seguida á descri'*\ 
bir el cráneo, sus membranas y ^\ ce- 
rebro. 

En los restantes trata de las heridas 
de la cabeza, ya simples ya complica- 
das con fracturas de los huesos. 

El autor recopiló en esta obra todo 
lo mas interesante que sobre la mate- 
ria habían escrito Hipócrates , Celio y 
demás cirujanos célebres tanto estrao- 
geros como nacionales. Es un precioso 
tratado sobre las heridas de la cabeza. 
£n su curación prefirió la reunión in«< 
mediata ó por primera intención. Me- 
rece consultarse- aun ep nuestros dias.. 
En su época disfrutó de la mas alta 
reputación ; sirvió de testo, en las au« 
l^s de cirugía. 

PEDRO LUNA. Nadpi me coasU 
de su vida. 
, Escribió el tratado siguiente. 

Tratado de la peste de Zaragozq. 
Id. 1651. 

Esta obrita es un estracto de la obra 
de Stiche, de la cual trataremos, l^a- 
da absolutamente nos dice de nufvo 
ni de interés. 

JUAN BAUTISTA NAVARRO, 
natura] de Castellón de la Piaña; estu^ 
dio en la universidad de Valencia , y 
en ella tomó la borla de doctor. 

Escribió una obra con el título si- 
guiente. 

Commentarii in libros Galeni de 



HiST. os JUA MkOIC. ){SFAfiOl,a.*^ToMO 2.^ 



54 



rtH 



426 



HISTORIA DE LA 



differentüs fébrium de pulsibuí ad ty^ 
roñes , et spurium de urinis. Vale ocia 
1651. 

El autor divide su obra en cuatro 
partes; eo la 1.* comenta los libros de 
Galeno^ que indica el titulo, y en la 
4.* trata de las crisis. Esta obra llegó 
á merecer macha reputación en su 
tiempo, j fué otra de las asignadas pa* 
ra servir de texto en las universidades. 

En el dia aun pudiera consultarse 
con provecho » si se le espurgara dé 
tanto escolasticismo como abunda , y 
entresacando las buenas observaciones 
tanto propias como traídas de otros 
autores que contiene. 

TOMAS MÜRILLO Y VELAK- 
DE^ natural de Granada: estudióla 
medicina en Alcalá de Henares > y en 
la misma tomó. la borla de doctor. Se 
estableció en Bujalance de médico ti- 
tular; desde aqui pasó á Granada^ en 
cuya univeirsidad obtuvo la cátedra de 
vísperas. Sus grandes conocimientos 
en la facultad le grangearon urfa alta 
reputación: fué nombrado por S. M. 
para visitar los pueblos de Andalucía 
acometidos de peste^ á los cuales pres* 
tó grandes beneficios. Publicada ya la 
salud pasó á Madrid, y S. M. le nom- 
bró médico de la real familia, y últi- 
mamente lo fué de cámara de S. M. 

«También fué médico del regimien- 
to de reales Guardias, y en este servi- 
cio pasó á África ; lo fué igualmente 
de las galeras de Espafta. Constituido 
en una edad ya abanzada se ordenó de 
sacerdote.» (Informe de D. Juan Ma- 
dano en una de las censuras que dio i 
sus obras.) 

Escribió varias obras. 

Píueifa y varia decisión jurídica y 
médica^ en que se trata si se puede 
por los cadás^eres conocer si han muer* 
toó no de venenos, y preservación y 
curación de ellos , con una adición d 
las calenturas sincópales. Consecrada 
á D, Gil Pardo de Nágera. 

Aunque á primera vista pudiera 
creerse que el autor habla del recono- 
cimiento de los cadáveres por medio 



de su abertura ó autopsia, se limita al 
examen estertor de ellos, porlaapari** 
cion de muchos y di versos colores, que 
decían ser verdaderas sefiales de ha- 
ber muerto de veneno. En este senti- 
do niega que pueda adquirirse con 
certeza la verdad de si murieron ó no 
de venenos. 

Prueba que muchos infelices, cuyos 
cadáveres estaban salpicados de man- 
chas de diferentes colores , y cuya 
muerte se atribuía á haber tomado vé« 
nenoó desarrolládoseles en lo interior, 
eran manchas equimosadas de los tor- 
mentos á que se les habia sujetado pa- 
ra obligarles á declarar. 

En seguida trata de algunas snstan- 
óias venenosas de los tres reinos: refie* 
re muchos casos de envenenamientos 
por ellas. Habla de su curación por 
inedio de los antídotos. 

Esta obrita interesa menos, por la 
parte médica que por la histórica. Re- 
fiere observaciones muy curiosas to- 
cantes á esta. 

j4prohacion de ingenios y curación 
de hipocóndricos , con observaciones 
y remedios muy particulares, A Don 
Fernando de f^alenzuela» Zaragoza 
1672, en 4.« 

El autor se propuso disentir con to- 
da imparcialidad y buena fé, la creen* 
cia que en su tiempo habia^i zm Aom- 
bre rústico estando hipocóndrico, me- 
lancóUco , frenético o maniático, i>o- 
dia hablar latín sin haberlo estudiado 
antes j y tratar de preceptos de filoso^ 
fia, y componer versos como si fuera 
poeta. 

Presenta con imparcialidad las au- 
toridades y hechos que pudieran per- 
suadir á su creencia , y prueba la ne- 
gativa con razones tan convincentes 
que la ponen fuera de toda duda. Sin 
embargo asegura que los hombres de 
nn temperamento melancólico, son 
naturalmente ingeniosos y de mucha 
penetración ; que no conoció ningún 
estúpido dotado de dicho terapera- 
mentoj y que á su saber y á sus cono- 
cimientos se debe el qne algunas ve- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



427 



ees hayan pronosticado bien algunos 
sucesos futuros , que no padieron es- 
tar ai alcance de las tanlentos ordina* 
rios. 

En este capítulo se encuentran ob- 
servaciones sumamente interesantes 
sobre el poder de los temperamentos^ 
jr puede consultarse en el día con nin- 
cbisimo provecho. 

También merece consultarse con 
detenimiento el capitulo 6,^en(fue^ 
trata y declara en qué edad se han de 
comenzar d oír las ciencias , y si hay 
instinto de naturaleza ó no, . 

Habla de la naturaleza del cerebro: 
prueba que es el centro de las sensacio- 
nes; que el mefor tiempo para empe* 
car á estudiar es la puericia^ porque en 
esta época el cerebro como mas tierno 
es mas susceptible también de admitir 
sio trabajo las imágenes de tas cosas. 

Partiendo del principio que en la 
humedad del cerebro pende el tener 
mas ó menos memoria, asegura que en 
la puericia deben aprenderse aquellas 
ciencias en cuya adquisición tenga maí 
parte dicha facultad. 

Dice que los melancólicos teniendo 
muj seco el cerebro tienen poquísima 
memoria , y que les cuesta mucho 
aprender cualquier cosa^ pereque una 
vez sabida son muy tenaces en con- 
servarla en su integridad. De aqui de- 
duce que las ciencias que sean muy 
profundas deben aprenderse en la edad 
adulta, cuando el cerebro ha perdido 
parte de su sequedad. 

No interesa menos el capitulo 7.*^ 
en que se declara la muchafuerza que 
tiene la imaeinacionj y las sefiales pa- 
ra conocer las revelaciones ciertas y 
su verdad ófalsedad. 

EneUapituío 8."* y 9.^ trata del 
asiento de la melancolía, que según ¿1 
es en el cerebro : este puede afectarse 
ya primitiva ya simpáticamente ; Jtf 
melancolía puede ser de dos especies, 
sin furor ó con furor; pero una y otra 
reconocen igual causa. 

En el 10 trata de Jos síntomas de 
dicha enfermedad^ y en les 11 y 12 



de la curación. Establece dos métodos 
uno moi^al y otro médico: el 1*^ consis- 
te en dar buenos consejos á los melan- 
cólicos cuando empiezan á enfermar; 
castigarlos si son malos: pero una vez 
conOrmada su melancolía no contrade- 
cirles jamás ^ asentir á sus creencias, 
grangearse con esto su confianza, y 
conseguida ver si pueden curarles con 
algunor estratagema. El 2.^ consiste en 
propinarles todos aquellos medica- 
mentos que tienen virtud para pur- 
gar el humor melancólico^ las bebidas 
demulcentes > las sanguijuelas al ano, 
y sobre todo la administración de la 
piedra bezoar , la cual , según creia, 
era sobre todos los remedios antime- 
lancólicoa. 

Este tratado es muy interesante , y 
prescindiendo de la virtud medicatriz 
que exageradamente atribuye á cier- 
tos remedios, y de las i^eas que emite 
acerca de las enfermedades demonia* 
cas que admitía, es digno de consultar- 
se aun al presente. 

Compendium contra ditmatricis 
Mathesisvaticinationem. (Ib.) 

> En este tratadito habla contra las 
diferentes especies de nigromancia 
que en ísu tiempo se conocían, tales la 
bydromancia , la leuconomancia , la 
axinomancia, la piromancia, la chiro- 
mancia , la geomancia , la negroman* 
cia y la capnomancia, títulos con que 
se denominaban los tenidos por brujos, 
hechiceros , nigromantes , saludado- 
res, etc. 

Este escrito si no ofrece un verda- 
dero interés para la medicina , es sin 
embargo muy curioso , y debe con- 
sultarlo quien deseara instruirse en la 
historia de estas desacreditadas y ol- 
vidadas artes. 

Novissima, verifica et particularis 
hipocóndricas melancolía curatio et 
medela. jíuctore Doctore Thoma Mu- 
rillo. p*CBsb itero, Maxim, Philip IF" 
et CaroU II JRegum, medico regio ,^et 
resalís coroneliie etfamilice. Lugduni 
1672 ih 8.^ 

Dividió esta obra en 18 capítulos. 



428 



HISTORIA DE LA 



En el 1 .° describe \o$ k¡po€Óndrio9 
y loe órganos conteoiclos en ellos. 

En el 2.° trata de la esencia y de la 
naturaleza de la melancolía hipocon- 
driaca, la cual define , aun delirio in« 
terokítente producido per consenswn 
de los hipocondrios al cerebro por el 
humor melancólico^ acompañado siem- 
pre de miedo y tristeza (pág. 11).» 

Distingue de esta enfermedad Us 
pasiones llamadas hipocondriacas, CO'* 
molos flatos, las crudezas, lasobslruc-* 
dones y los dolores , porque estai van 
acompañadas del miedo y de la tris-* 
teza (pág 13). 

Trata de probar que el temor y la 
tristeza de los hipocondriacos consiste 
en la opacidad de los espíritus anima- 
les , peÑrque confundiendo y oscure- 
ciendo la TÍrtud imaginativa depravan 
suffacciones (pág. 14). 

Distingue tres especies de ra«laiico-* 
lía hipocondriaca: 1.* la que depende 
primitivamente del cerebrd : 2.^ la- 
emanada de un consensus general de 
todo el cuerpo: 3.^ la prodocída por la 
simpatía de los hipooóodrios^ Divide 
esta en dos especies espuria y leffdmaz 
la primera es la que es producida por 
obstrncciones^ flatos, etc., pero sin te« 
mor ni Cristen: la 2.* ó legitima^ es la 
producida por el humor melancólico 
de los hipocondrios , que dirigido al 
cerebro tnrva los espíritus animales. 

Subdivide esta en otras tantas va- 
riedades, cuantos son los órganos con- 
tenidos en la región de los hipocon- 
drios. Asi, pnes, admite una melanco- 
lia hipocondriaca esplénica, hepática, 
mesenterioa, omental, pamireal, i^ra- 
tricidar, intestinal , etc. 

Dedica cspitutos especiales para tra- 
tar de cada una de estas : espone sus 
cansas , sinioQaae , pronóstico y cara- 
cion. 

EUta obríta es una de las mejores 
que hasta el dia de hoy se han escrito 
sobre esta enfermedad , y digna de 
consultarse. 

Favores de Dios ministradas por 
Hipócrates y Gaíeno , su intá'prete. 



principes de la medicina. Grandeza, 
créditos y utilidades de la medicina 
griega, muy útiles para todos estados 
y facultades. Su autor D. Tomás 
Murillo. Corrige, enseña, enmienda y 
advierte verdades innegables sobre el 
uso de la sangría á Z>. Agustín Gon* 
zalo Bustos Y Olmedilla, médico, iin- 
ventor de novedades y de opiniones 
dañosísimas y contrarias á la salud de 
todos los mortales, Madrid 1670. 

El autor* dice haberle dado ocasión 
de escribir esta obra la que publicó 
Bustos y Olmedilla con el titulo de 
Monstruo de Grecia, en ¡a cual se pro- 
puso desterrar el uso de las sangrías^ 
y que era falso el principio de que se 
debía sangrar en todas las calenturas 
agudas. En su confirmación añade, 

?[ne de doscientos cuarenta y seis en- 
érmos de dolencias agudas, á sa- 
ber: cuarenta de calenturas ardientes, 
ochenta y cinco de calenturas inflama* 
torias , veintiséis de erisipela , veinti- 
cinco de inflamación de la garganta, 
cuarenta y cuatro de dolor de costado, 
veintidós de tabardillo, dos de con- 
vulsiones y dos de carbunclo en la ca- 
ra, todos se habían curado sin la san-» 
gría. 

Murillo por el contrarío quiere de- 
mostrar las ventabas de la sangría por 
las observaciones tomadas en su prác- 
tica en el hospital general, y dice. aEl 
año pasado de 1669 entraron en este 
hospital general á curarse ocho mil 
ochocientos cincuenta y seis enfermos, 
y sanaron con sangrías siete mil qui- 
nieotos ochenta y tres (pág. 225).» 

La obra que nos ocupa nada deja 
que desear sobre el punto que el au- 
tor se propuso. Los adictos á las san» 
grias encontrarán en ella cuantas ra- 
zones bayan podido aducirse en pro 
de ella. Recomiendo macho su lectu- 
ra, con tanto mas motivo cuanto en el 
dia pretende un autor moderno hacer 
de su frecnente uso un nuevo sistema 
de curación. 

Trabado de raras y peregrinas hier- 
bas que se han halíaao en esta corte ^ 



MEDICINA ESPAJSOLA. 



429 



y sus maravillosas oHrtudes , j la di-* 
/erencia que hay entre el antiguo abro * 
tono y la natural y legitima planta 
buphtalmo. launas anotaciones días 
hierbas mandragonu , macho y hem-- 
hra. Escríbelo D. Tomás Murillo y 
Velarde^ médico del Rey nuestro se*- 
ñor^ y de los mas antiguos de su real 
casa, Madrid 1674. 

EftU obrita es un tejido de f andeces 
y de errores» Imposible parece que ha^ 
ya sido escrito por la misma pluma 
que las obras anteriores. No puede 
leerse como no sea para conGrmar que 
los hombres mas ilustrados no estáa 
exentos de dar asenso alas roas.ridicu* 
las preocupaciones. 

JOSEF ESTIHC, cirujano del €0. 
legio de médicos y cirujanos de Zara- 
gosa. 

Escribió ooa obrita con el titnlo ú^ 
gniente* 

Tratado de la peste de Zaragoza 
en el año 1352. Pamplona 1655, 
en 8.** 

Refiere todas las procidencias que; 
tomaton las autoridades de Zaragoza 
para la formación de bospitale^ y de-, 
mas medios necesarios i la asistencia 
de los enfermos. 

Atribuye las causas de esta epide* 
mia á las calamidades y miserias que 
padeció la ciudad por espacia de doce 
años, y á }a guerra de Cataluña. 

Describe los síntomas , pronóstico^ 
curación y preservación . d^ la peste. 
Refiere las cuatro autopsias cadaréri- 
cas que ejecutó en otros tantos apesta- 
dos, que por ser hechas «q semiejaote 
época merecen consignarse. 

ti De las cuatro anatomías que hice 
y lo que en ellas advertí. 

«Es Ja medicina ^fU conjeiuf al , y 
para la verdadera deosostracion re- 
qiitere acumular muchos señales pre- 
suntivos , por la gran dificultad que 
consigo trae , y la necesidad que hay 
para el perfecto conocimiento de las 
enfermedades , y acertado uso y buen 
logro de las medicioas , como k> ;>4]- 
vierte Galeno 3 de ia Método , donde 



dice, que. la invención de] remedio 
mas seguro se saca de la m^yor noticia 
del jicbaque. Por tanto obligado del 
celo del bien común , y atropellando 
propios peligros, qtia no son pocos los 
que se corren en estáis esperiencias,, me 
resolví en hacer cuatro anatomías so- 
bre otras tantas que habia ya becbo el 
doctor Huguet. 

«Fué la primeraen un mozo de vein- 
ticuatro años , que murió con up bu-* 
bon debajo del brazo izquierdo , y un 
carbunco en el pecho correspondiente! 
al mismo lado , vestido todo el cuerpo 
de pápulas, con grandes ansias de vo- 
mitar. Halláronse en él cuatro cosas 
dignas de advertencia. La prin^era, 
que tenia la bejiga de la hiél como un 
nuevo^ llena de cólera , y el color de 
esta no natural^ que es amarillo cl^ro^ 
sino rubio , ó por mejor decir , cólera 
vetelina , como la que refiere PorceK 
Hsllóse mas , toda U ala del higado^ 
que inmediatamente cubre la.vejtga, 
abrasada y mucha porción de humor 
bilioso^ algo, mas amarillo en el estó- 
mago , que regurgitando por el mea- 
to que va de la vejiga de la biel al fin 
del intestino duodeno» se h^bia comu- 
okaiip «1 estómago. La segunda , ha- 
llarse muy entumecidos los pulmones^ 
y llenos de humor bilioso y maligno^ 
y en el propio corazón la sangre adus- 
ta, y por las venas coronarias de este, 
infinita copia de dicho humor bilioso. 
La tercera, que por un ramo de los in^ 
tercostales fluia mucho humor bilioso 
y maligno al lugar donde se hizo el 
carbunco , y de alli se. comunicaba al 
enaiungtorio izquierdo* La cuacta, que 
abierto el babón se bailó gran canti- 
dad del mismo humor hilioeo , que se 
comunicaba por las arterias axhilares 
al coraron. Los flemas miembros nu- 
tritivos se bailaron sinceros. 

«La segunda anatomía se ejecutó en 
un hombre de cuarentp anos, que mu- 
rió de cámaras de las que cuenta Por- 
oel antes de abrirse los tumores. Te- 
nia dos bubones en Us ingles: la veji- 
ga como en el pasado, pero no tan en- 



I 



í 



430 



HISTORIA DE LA 



cendido el humor bilioso , aanqae si 
inflamada la ala del hígado que cubre 
la vejiga ; j mucha porción de humor 
bilioso en el raesenterio y en los mis* 
mos bubones , por haber retrocedido 
la raah'gnidad, y obrar irritada la na- 
turaleza, la cual no podia arrojar aque« 
lia á los emunctorioB y demás partes 
conferentes. 

«La tercera en una muger de trein- 
ta años, en quien se hallaron tres cosas 
singulares. La primera que tenia de- 
bajo de los brazos dos bubones muy 
pequeños , y ni el estómago ni en las 
demás partes había humor bilioso co* 
mo en los otros. La segunda que el hí- 
gado y todas las demás partes estaban 
sanas, menos la bejiga de la hiél. La 
tercera que dicha bejiga estaba llena 
de humor bilioso atrabiliario, esto es, 
en parte negro y en parte amarillo; y 
una piedra dentro de la bejiga mu/ 
poco densa á modo de una nuez, acu- 
mulada de humor negro y amarillo; 
deshaciéndola parecía en el medio es- 
pesa trementina y propio solimán* 

«La cuarta y última anatomía fué 
en una muger de veinte años. En esta 
se hlilló inflamada el ala que cubre la 
bejiga, y esta grande como un huevo 
lleno de humor bilioso y rojo > y un 
bubón tres ó cuatro dedos mas abajo 
del emunctorio izquierdo^ en el cual 
abierto, se halló porción de humor bi- 
lioso, y los demás miembros sinceros^ 
como arriba se dijo.» 

Por lo demás esta obrita está basada 
sobre la que escribió Porcel déla pes- 
te de Zaragoza. 

Solo haré notar uno de los reme-" 
dios que asegura el autor haber salva- 
do á muchos enfermos. Véanse sus 
mismas palabras. «De otro vomitivo 
por estremo útil y singular, me valí yo 
frecuentemente con felicísimos suce- 
sos^ y era tomar la orina de un sirvien- 
te no herido del mal , y recien salida 
con aquella tibieza natural hacérsela 
beber al enfermo. Con este remedio 
sobre ahorrarle á la ciudad muchos 
ducados curaron tantos y cuantos hoy 



son testigos de su eficacia, y le atríbu«> 
yen la vida y salud que gozan: lo mis- 
mo testifican los sirvientes y apoteca* 
ríos(pág. 55).» 

Reprueba como Porcel el aso de las 
sangrías. «Si Porcel testifica de su par- 
te, dice, que le fué mal con ellas, nos- 
otros por la nuestra podemos aseverar 
con toda verdad^ que nos fué muy mal, 
y que de doscientos que se sangraron 
no escaparon tres (pág. 60).» 

Elogia mucho el uso del agua de 
nieve. 

Esta obrita nada deja por tocar en 
lo relativo á la peste, y creo que de- 
berá consultarse por todo el que quie- 
ra ilustrarse en la materia» 

PEDRO MIGUEL DE HERE- 
DIA. Elstudióla medicina en Alcalá de 
Henares, y en ella tomó la borla de doo» 
tor. Obtuvo en la misma universidad 
la cátedra de prima, cuyo destino des? 
empeño por espacio de veintiséis años. 
Al cabo de estos fué nombrado médico 
de cámara de Felipe IV, y lo fué has* 
ta el año de 1662 en que murió. 

Eli autor dejó inéditos todos sus es- 
critos, pero su discípulo Pedro Barea 
de Astorga , catedrático de la dicha 
universidad y médico de la real fami- 
lia, los publicó con el titulo siguiente. 

Cl. FiriD. Petri Michaelis de He^ 
recua complutensis primarii et decaní 
atque regis CathoUci Hispaniaruin 
Philipi IV Archiatri. Opera medida 
naliajuxta Hippocratis , Galeni et 
Avicenw mentem^ Lugdum 1665 , in 
fol. 

Divide su obra en cuatro tomos. 

En el 1.° trata de las calenturas en 
general y particular. Habla estensa- 
mente de las calenturas *, las distingue 
en e/imeras, pútfidaSj coléricas, Jleg» 
máticas, ampmerinas, hécticas y ver- 
tiginosas. Todas estas pueden presen- 
tarse con el tipo de diarias , tercianas 
y cuartanas, y estas simples y pend" 
ciosas. Espone sus causas, describe 
minuciosamente sus síntomas, su pro- 
nóstico y curación. 

Después pasa á tratar en secciones 



MEDICINA ESPAÑOLA, 



431 



separadas ¿é la coctíone et putraSne, 
en coya esposicion presenta torla la 
doctrina é ¡deas de Hipócrates , Gale- 
no y Avicena. 

Todos estos tratados están llenos de 
muchísima erudición ; pero hacen su 
lectura pesada y fastidiosa, con un te- 
jido de ontologismo que confunde y 
<)scQrece las verdades y observaciones 
prácticas que contiene , que segura- 
mente son muchas. iV pesar de todo 
son dignos y merecen estudiarse los 
tratados de las calenturas pútridas y 
de las intermitentes perniciosas. Este 
es sin duda el mejor que se escribió 
hasta Su tiempo: nada se le escapó al 
autor y nada dejaría que desear i los 

Jue le sucedieron , si hubiera conoci- 
o los remedios que en nuestra época 
empleamos para su curación. 

En el tomo 2.^ se propuso comentar 
parte de las historias que espone Hipó- 
crates en sus libros de epidemias. Es- 
pone el texto de treinta y ocho , y en 
seguida las comenta esteiísamente. 

Heredia se propuso imitar en su es- 
posicion al divino Valles; no lo consi- 
guió, sin embargo las ideas y observa- 
ciones prácticas que nos ofrece acredi* 
tan que fué uno de los mejores prác- 
ticos ele su tiempo. 

En el tomo 3.^ trata de las enfer* 
medaJes agudas. 

En el 4.^ espone algunos tratados 
especiales, y entre ellos son ios mas 
interesantes el de las enfermedades de 
las mugeres y el de las embarazadas. 

También se propuso rivalizar con 
nuestro Luis Mercado, pero el tratado 
de este dejó poco que desear , y no es 
eslrañoque Heredia haya sido un imi- 
tador mas bien que un rival. A pesar 
de esto, es preciso confesar que Here- 
dia fué uno de los médicos mas céle- 
bres de su siglo, y que apenas hay bi- 
bliógrafo que no hable con elogio de 
él y de sus obras. 

PEDRO VÁZQUEZ, médico titu- 
lar de U ciudad de Toledo. 

Escribió una disertación con el ti- 
tulo siguiente. 



Morhi esentia, qui non soban per 
hanc insignem urhem Toletanam, sed 
per totam Hispaniam sparsiin grasa^ 
tur, quem vulgo garrotillo apelat apo^ 
logetica disceptacio , et ea qucB in cu* 
ratione hujus morbi sunt animadver ' 
tenda. Toletí 1659 , íh8.^ 

Describe la enfermedad del garro- 
tillo que corria epidéa»icamente por 
Toledo. Según él consistía la enfer- 
medad en ulceras gangrenosas de la 
garganta ; se comunicaba por contagio 
inmediato : propone su curación por 
medio de los gargarismos tónicos y aci- 
dulados, de las sangrías , y en su ter- 
minación por las purgas. 

Advierte las reglas y preceptos que 
deben ponerse en práctica para pre- 
servarse de este mal. 

Esta obrita es un compendio de las 
ideas que se tenían ya formadas sobre 
la naturaleza y demás circunstancias 
del garrotillo. 

GERÓNIMO SORIANO, médico 
titular de la ciudad de Teruel. 
Escribió una obrita titulada. 
Libro de esperimentos médicos, /a* 
cilesjr verdaaeros, recopilados ik gro' 
uisimos autores .TáBragozai. 1660, en 8.^ 
Es una colección de recetas toma- 
das de los mejores escritores de su 
tiempo. Entre la multitud de ellas que 
nos ofrece, no deja de haber alguna 
muy eficaz. Aconseja el oro en panes 
disuelto en agua , y bebido después^ 
conio remedio poderoso para preser- 
varse de la peste. 

En lo general ofrece muy poco in- 
terés. 

LUIS rodríguez de PEDRO- 

SA, natural de Salamanca: estudió la 
medicina en su universidad, y en ella 
fué catedrático de filosofía y medicina. 
A la edad de veinte años se le confirió 
la cátreda de prima , que desempe&ó 
por espacio de cuatro años : pasó des- 
pués á la de pronósticos, y últimamen- 
te á la del método. 

Fué el catedrático que puede glo- 
riarse de haber tenido mas discípulos 
de alta gerarquia, pues á sus lecciones 



432 



HISTORIA DE LA 



asistían diariamente catedráticos de 
otras asignaturas , magistrados ^ canó- 
nigos y aun el obispo. 

Escribió la obra siguiente. 

Salutariumphilosophiceet meAcince 
dijicultatum quce á philosophis vel 
orrUtuntur vel negligentius examinan'^ 
tur» SalamanticcB 1666, inJoL 

Esta obra es una colección de nue- 
ve disertaciones, de física , fisiología y 
medicina práctica. 

En la 1.^ trata sobre el impulso j 
Jejes del movimiento. 

En la 2.* de la gravedad y de sus 
leyes. 

En la 3.^ de las cuatro calidades de 
los cuerpos. 

En la 4.^ del delirio y de sos causas 
y curación. 

En la 5.^ de la risa* 

En la 6.^ de la melancolía, sus can* 
sas, diagnóstico y curación. 

En la 7.* de las convulsiones y ca* 
lenturas intermitentes. 

En la 8,^ de la plétora y de la sofo 
cacion. 

Eo la 9.' de la naturaleza de las cri- 
sis y de los días dtcretorios. 

JUAN BAUTISTA BATALLER, 
natural de San Felipe de Játiva: estu- 
dió la medicina en la universidad de 
Valencia, y en ella tomó la borla de 
doctor. Fué nombrado por el gobier* 
no para una cátedra especial de vene* 
nos^ que se instaló con el objeto que 
se ilustrasen los profesores en esto 
ramo. 

Escribió la obra siguiente. 

Disceptacio única , de signis pro-- 
prUs veneni sumptí, Auctore- Joanne 
Baptista Bataller , Doctore médico. 
Oriolas, armo M.D.CLXI, in 4.* 

El autor divide su obra en siete 
cuestiones. 

1 .* Si puede sobrevenir en el cuer» 
po hunumo una corrupción tcut vehe-* 
mente que simule un veneno en cuaU-^ 
dad Y fuerzas. 

Prueba con buenas y convincentes 
razones la negativa. 

2.* Si concediendo íwn esta cor» 



rupcion , habría de concederse sinto* 
mas propios y especicdes , con los cua^ 
les pudiera el médico distinguir el ve-- 
neno de la corrupción. 

Asegura que en este caso los sinto- 
mas de una y otro serian los mismos, 
por consiguiente que no los babria es- 
peciales del veneno. , 

3 . * Si hay signos propios para co- 
nocer que un hombre jra enfermo ha 
tomado veneno j y silos hay paradis^ 
tinguir el veneno, tomado o desarrolla' 
do congénitamente. 

Sostiene que son muy distintos los 
síntomas de uno y otro veneno, y que 
pueden distinguirse por ellos» En esta 
espone admirablemente los síntomas 
de envenenamiento por el uso interior 
de las cantáridas. 

4 .* Si hay signos propios para co- 
nocer si un veneno administrado puede 
estar obrando por cierto tiempo t y al 
cabo de un mes , deun año , eic, ma-r 
tar al enfermo* 

Después de presentar y rebatir las 
opiniones de aquellos que. aseguraban 
poderse preparar de tal modo por el 
arle un veneno que matase á tiempo 
determinado , prueba evidentemente 
la negativa. « 

5.^ Si puede darse un veneno que 
tomado interiormente pueda la verso ^ 
na envenenada por él^ matar a otros 
per el resuello ó por el contacto* 

Sostiene la afirmativa, y para pro«* 
baria se vale de un gran numero de 
personas que murierou repentinamen* 
te al respirar los vapores fétidos de un 
cadáver. Son interesantes los casos que 
refiere sucedidos en. Játiva y en el pue« 
blo de Manuel^ distante media legua 
de dicha ciudad. Por ellos consta que 
habiendo unos lacayos de Felipe II 
echado unas inmundíbias en un pozo 
de casa del marqués de AU>alat , en 
que paraba S. M. ,' dos hombres que 
intentaron entrar á limpiarle queda** 
tot% muertos. Otro de una bella joven 
que habiéndose acercado á mirar una 
sepultura abierta en la catedral de Já- 
tiva^ cayó muerta dentro de ella^ y el 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



433 



tepalturero que la quito librar^ qaedó 
también muerto en el acto. En el pue- 
blo de Manuel , dice , fui á visitar, 
y observé que todos los vecinos que 
habían comido aquel dia de un carnero 
muerto en la carnicería , tuvieron los 
fintomasde un envenenamiento; y bien 
averiguado el caso se supo que el cor* 
tante estaba envenenado^ y habia so* 
piado la piel del animal para qnji^tarla* 

De este hecbo , que es falso por lo 
que bace al envenenamiento del cor* 
tante y de los anteriores, deduce que 
un hombre envenenado puede matar 
á otro por solo el aliento (1). 

LUIS PÉREZ RAMÍREZ. Igno- 
ro sos circunstancias biográCcas, y so- 
lo conozco su obra que escribió con el 
título siguiente. 

Defensa de Uis sangrías de los fo- 
hillos^ 1663, no tiene lugar de impre- 
sión. 

Pretende que las sangrías del pié 
son preferible^ i las de las otras par- 
tes, con especialidad en enfermedades 
de cabera. Aunque el autor quiso dar 
¿este método el carácter de nuevo, no 
es sino ün estracto de las ideas de los 
antiguos sobre este punto. Aun puede 
consultarse con utilidad. 

DIEGO VALVERDE Y OROZ- 
CO. Solo conozco su obra. 

Protección de la doctrina de Hi-' 
pócrates jr Galeno acerca del método 
de curar por sangrías^ según las dife^ 
rendas de las enfermedades y partes 
afectas , jr aniquilación de la nueva 
opinión de sangrar de los tobillos.' Za- 
ragoza 1653. 



(1) Me ba llamado la atención el si* 
guíente pasfge, aon coando no perteaece á 
la medicina. Hablando de todo loque el 
hombre podie hacer respecto de la maqai- 
naria , dice qoe se heeian barcos qoe cor* 
rían sin velas ni remos. Non minas tfid 
poitítt navis currens sine pelis néqu» remis 
ei earnts cutrtns sine mulis* 



El autor se propuso combatir la 
obrita anterior. Aconseja que no se 
proceda a la sangría de esta ó de la 
otra parte sin atender á la enfermedad 
7 al órgano afecto. Rechaza como nue- 
vo el método de sangrar de los tobi- 
llos^ según habia denominado Luis 
Pérez Ramírez. 

ALONSO GRANADO» natural de 
Sevilla : estudió en su universidad la 
medicina, y fué médico titular de la 
misma. 

Escribió. 

Dudas a la aniquiUu^ion y defsnsa 
de las sangrías de los tohiUos. Sevilli^ 
1653, en 8,* 

Admite la misma doclrMia qlie Luis 
Pérez Ramírez sobre' la eleiicionjde las 
sangrías del pié. 

MIGUEL PÉREZ, catedrático de 
medicina en la universidad de Sala- 
manca. 

Escribió. 

Parecer y eruditísima censura aeer* 
cade las sanff'ias de los tobillos» Sa* 
lamanca 165o, en 8.^ 
. Concilia las opiniones contrarias so- 
bre esta cuestión, 

GERÓNIMO POGH , natural de 
Forcié. Estudió la medicina en Bar<- 
celona , y concluida Be estableció en 
Gerona en la que fué médico titular* 

Escribió dos trataditoa reunidos en 
up tomo en octavo titulados: 

De naturcB malitia etatem superan^ 
te et de impotentia ad copulam cama* 
lemi Gerimdas , ex tipographia Oas^^ 
parís Garrich, 1667* 
. En esta obrita supone una lucha en- 
tre U naturaleza y la.edad, y que esta 
queda muchas veces vencida por los 
impulsos de una naturaleza deaarro* 
liada prematuramente. , 

Asegura que hasta su tiempo nadie 
habia escrito de esta materia. 

MATÍAS DE LLERA, natural de 
Gorvella en el reino de Aragón: estu* 
dio la medicina en la universidad de 
Zaragoza, y en ella recibió el gradode 



HiST. DE tk MbDIC. I8PAfÍ0LA.«^T0M0 2.^ 



55 



434 



HISTORIA DE LA 



doctor. Octavo cuatro cátedras desde 
el alio 1652 hasta 1659, á saber: la de 
aforismos , la segunda de curso, la de 
Tisperas y la de prima. 

Filé médico de cámara con ejerci* 
ció de D. Garlos II y del serenísimo 
D. Juan de Austria. 

Escribió las obras siguientes: 
Manus medica dextra quinqué di" 
gitos continens, quorum primus dispu^ 
tathnem in dúos Galeni libros defe^ 
bríum differentüs. Auctore Doctore 
Matia de Llera ^ opus ómnibus medi^ 
cince cultoribus valde otile ^ ac necesa- 
rium* Casar-Aügustí» 1666, in 4.^ 

Esta obra fué censurada y aproba- 
da por los médicos dé cámara Fran- 
cisco Henriqnez de Vil lacor ta , Am bro» 
sio de Cuevas, Juan Peribañez y Bar- 
tolomé Sanauja. 

Divide esta obra en cinco tratados. 
En el 1 .® espone los tres libros de 
Galeno sobre la naturaleza ^ causas y 
curación de las calenturas en general, 
y de las pútridas, diarias y hécticas en 
particular. 

Espone sos signos, trata de las can- 
sas de la repetición de las intermiten- 
tes, y de su método curativo. Presen- 
ta cuanto en sn tiempo interesaba sa- 
ber sobre las calentaras, pero en el dia 
es necesario armarse de una gran pa- 
ciencia para leerla. Son tantos los tez- 
tos de Galeno que cita , que pudiera 
considerarse como un estracto de sus 
obras. 

líber umcus de sanguinismissione. 
Divide este tratado en treinta y cua« 
tro capítulos. En ellos habla de las in- 
dicaciones y contraindicaciones de la 
•angria: de sus efectos ya como revul- 
siva ya como derivativa. Espirea lo que 
debe entenderse pW grande enferme^ 
dad , aquella que acomete con mucha 
prontitud é intensidad con gran peli- 
gro de la vida. Describe los síntomas 
de la plétora y eacoquimia : presenta 
con hechos prácticos cuándo debe ha- 
cerse una sangría derivativa ó revulsi- 
va, y con este motivo trata de la nece- 
sidad que hay de conocer el asiento de 



las enfermedades. Dedica un capitulo 
especial á tratar de aquella» enferme- 
dades en que conviene sangrar hasta 
el desmayo. 

lÁber unicus de purgatione. 

Se propone demostrar que jamás 
debe purgarse en el principio de las 
enfermedades, á no ser que ellas estén 
sostenidas por una demasiada cantidad 
de serosidad ó de turgencia en el estó- 
mago. En este caso aconseja purgar 
con sustancias minorativas. 

Tractatus in quo sublimiora et pla^ 
cidiora de crisibus , et diebus decretar 
rus in senUntiam 36 , 4 .^ aphorism. 
A Doctore medico Mathia de Llera 
ifespertince cathedrte , Augusti Lvcei 
perpetuo moderatore elaborata (Ib.) 

Sienta por base la siguiente propo- 
sición. 

Los sudores son buenos para los ca* 
lenturientos si empezasen d presen^ 
tarse en los días 3,5^7,9,11,14, 
17 , 21 , 27 , 3 1 / 34. Estos sudores 
juzgan las enfermedades , los que no 
presentan en estos dios no solo nojuZ" 
sanias enfermedades sino que indican 
que se alargarán ó que recaerán los 
enfermos. 

En seguida pasa á probar todos estos 
estremos con hechos prácticos. 

Son de bastante interés y merecen 
consultarse, al menos por aquellos mé- 
dicos que no creen de modo alguno en 
los días críticos. También interesa 
cuanto nos dice sobre los fenómenos 
llamados críticos.; 

Norma sii^e regula tum prcBgnoscen- 
di affectuum, illius causas, investigan- 
di , partem affectam perpendendi^nec 
nunus prognosim constituendi, ut tan^ 
dem 7)era seligendi indícationes curati' 
POS. Ratio methodica stahiliatur. (Ib,) 

Establece como método racional de 
la medicina para conseguir el conoci- 
miento de los estremos indicados : 1*^ 
examinar la naturaleude la enferme- 
dad: 2.^ todas sus causaa: 3,^ conocer 
la naturaleza de la parte doliente: 4.^ 
el pronóstico: 5*^ establecer la cura- 



I 



«v 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



435 



cioa por meclio de ifidie^ciones segm* 
rat é mdefeetíbles. 

Eslé tratado es muy precioso ; lá 
ezacthad, la claridad y la^conisiDO sOA 
los caracteres , que le haGen resaltar 
sobré todos los anteriores^ Es digno de 
otesaltarse. 

Mathiwde Llera, oatoliccB majes-^ 
tatis Caroli Ilet serenissimiptincipis 
Joarmis Austríaci medici, Clavis to* 
tius medicinas j déntibús ocio acutissi" 
mis f abre facta ^ speciososa arcana, 
magísque recóndita penbássune expan^ 
dens per oc$o videÚcet libros methodi 
medendi Galeni, á séptimo dwntaxat 
usque ad decimum.'úuartum,.Lusduni 
M.C.LXXIF,infoL 

Eslá .oettsnradá y aprobada por los 
médicos de .cámara^ Gaspar Bravo de 
Sobremonte, Hebriqiieadeyillacorla> 
les doetoees Alva , Alós , GaviiSeiia y 
Valentiü* 

; Esta «obra es «na de las que majFor 
^Mepiacioa tuTÍeroa en su época, Ue^* 
dr» ae pnopuso eomenter los difereD«> 
tes libros que Gateoo escribió sobre el 
método de emrar todas las enfermada^ 
des y lo coDSÍgmó de uña inapera ten 
flatisfaotortá que nada deja por desear. 

Na es posible baoer nnestractode 
esta obra: ella contiene todos los libros 
en quB.Gralidnb consignó todas sus' opi- 
niones acerca del método de carar ias 
enfermedades* Llera es indudable- 
mente uno de los mejores comentado^ 
res del médico de Pérgamio: hizo un 
estudio muy profundo en sus obras^ 
y muchas, muchísimas cosas de nues- 
tro autor tendrían todo su Tslor como 
nuevas si se esplícasen en el lenguage 
del dia. 

En estos libros es donde brilla el ge- 
nio de Galeno^ y donde se prneba que 
fué después de Hipócrates el hombre 
mas grande qu^ ha tenido la medicina; 
pero en sos comentarios se demuestre 
tamfaSen que nuestro autor es otro da 
los que mejor supieron comentar al 
médico £[riego. 

Si alguno de mis lectores se viese en 
el caso detener que consultar los li- 



bros del método de Galeno, le aeonse* 
jo qne lea á Matiaade Llera. 

i^osj avíbus et guando purgare 
oportet. (ib.Jé 

Se propuso escribir de la eficacia de 
los medicamentos purgantes. Estable- 
ce tas indicaciones para purgar > y bajo 
las palabras guos , quibuset guiando, 
presenta las cuestionies qi^e versan so^ 
bre los sugetos que se ban de purgar> 
con qué remedios debe intentarse la 
purga y y en qué toomentos*. 

Sienta por prSni^iptO' qlie jarnos 
debe purgarse i lossUgeieSfdéJs^ües'y 
•eaequétipos f y en casi^-de neéelida^ 
con remedios mieoraUvés^iy)nuo¿a en 
ef prineipíode la ebfcrnedád^ á iijO ser 
que sea evidente el embauracogasti^i-' 
co, ó esté h dolencia sostenida por Jl 
mucha cantidad de humoresv . 

«JAN LAZiARO GDTIERWEZi- 
Estudió la medicina en la universidad 
de Valladoltdi y en ella se enoontifaba 
catedrático cuando escribió la obra si- 
guiente. 

Joannis Lazari Gutiérrez , Docto ^ 
ris medid pinciani ^ in éaderh raima 
academia primmn Uberalium ártium, 
Tumc' medDoinae 'catedhas pubtici' pro^- 
prietate magistri. FthrilogiéB.leoiiones 
pinciane teoripracticutn ópus, áoróhía- 
ticum. Ad Hippacratis fhéntém.l ^ 
Galeni sensum, ad AinGea^jwiitium. 
Lugduni \67i^inJbL 

Divide su obra en nueve curted. 

En el 1.^ trata de la esencia I de la 
caleqtura» 

En el 2.^ de las diferencias de las 
calentaras. \ 

En el 3.^ de la naturaleza , causas y 
difereneias de la ootcion. 

En el 4.® de las causas y diversidad 
de la putrefacción. 

En el 5. '^ déla naturiilesa déla fie- 
bre maligna. 

En el 6*° de la diferencia entre la 
fiebre> calentura maligna y pestilente. 

En el 7.^ de la esencia, causas, diag- 
nóstico, pronóstico y curación de esta 
última. 

En el 8,^ de las. precauciones que ^ 



436 



HISTORIA DE LA 



kan de tomar para librarse de las ca- 
lenturas pestilentes. 

En el 9.^ del tratamiento conve- 
niente para las Bebres pestilentes 7 
malignas. 

Esta obra aun cuando ciertamente 
contiene muchas ideas muy buenas, 
propias del autor, puede escnsarse su 
lectora porque el provecho que de ella 
puede resultar no eonipeosa el traba- 
jo de leerle. 

Lo mas interesante que hay en esta 
obra es el curso 8.^: en el se lee un re- 
glamento muy bueno, cuyos precep- 
tos deben observarse en un pueblo ó 
eiudsd atacada de peste. 

Apenáix ad fihrilogumi^ doloris, 
iíagnosim , prognosim et eurationem 
in comuni. Twn autem sphigmicam 
contínens. Avctore Joeenne Lázaro 
Gutiérrez, Doctore medico pinciano. 

(Ib.J. 

Divide este tratad ito en siete lec- 
ciones. 

En la 1.* trata de la naturalcM del 

dolor. 

En la 2.' de su causa inmediata. 

En la 3.* discute si en una misma 
parte puede haber á un mismo tiem- 
po dos dolores. Prueba la negativa. 

En la 4/ trata de sus diferencias. 

En la 5.* del pronóstico aue debe 
hacerse según la natnralesa de los do- 
lores. 

En la 6.* trata de su curadon en ge- 
neral. 

T en la 7/ de los dolores en parti- 
cular. 

Disputatio única de pulsus natura, 
causis et differentiis. (ib.J. 

Divide este tratado en cinco leccio- 
nes. 

Puede decirse de este lo mismo que 
del anterior. Su principal objeto fué 
probar que los síntomas prestados por 
los pujsos eran mas seguros y constan- 
tes para pronosticar la terminación de 
las enfermedades que los de la orina. 

AGUSTÍN GONZALO Y OL- 
MEDILLA , natural de la Villa de 
Gascuefto (pág> 89} obispado de Cuen- 



ca. Estudió la medicina en Alcalá de 
Henares con los catedráticos los doc- 
tores Al va y Henriquez (pág. 54) , y 
en ella tomó la borla de doctor. Fué 
uno de los médicos que mas reputación 
goiaron en su época, y á ella debió ser 
nombrado médico titular del convento 
de Cartujos llamado del Paular , euyo 
destino desempeñó por espacio de diez 
aftos. 

Escribió la obra siguiente. 

Monstruo terrible de Grecia^ rmoT'^ 
tal enemigo del hombre \ domado per 
Gonzalo Bustos de Olmedilla. Valen- 
cia 1669, en 8.'' 

Todos los que conozcan nuestra li* 
teratura deberán recordar las amargas 
y justas críticas que Cervantes, en bo- 
ca del médico Tirteafuera, y el autor 
del Gil Blas en la del doctor Sangre'^ 
do , hicieron contra los abusos Se la 
dieta y de la sangría. Mis lectores re- 
cordarán también la censura que Ca ja- 
nes dirigió á los médicos valencianos, 
representados en persona del famoso 
médico valenciano Polo. 

El autor de la obra que nos ocupa, 
se propuso impugnar con todas sus 
fuerzas el abuso que se hacia en su 
tiempo de la sangría. En la introduc* 
cion se espresa de la manera siguiente. 

«La sangría hecha á tiempo y en 
sazon^ no se duda que es gran medica- 
mento ; pero hacer abuso de sangrará 
todo lance, en todo tiempo, á todoli- 
nage de dolencia, bien se vé que es ac« 
cion tan monstruosa como ignorante, 
porque es hacer enfermedad adonde 
no la hay. No se puede dudar que ha 
restituido á muchos una sangría la sa- 
lud, y aun la vida en desahuciados de 
ella, pero será una ú otra *, empero los 

Sue han muerto por sangrías son mi- 
ones de millones en nuestra España, 
y hoy los que están deteriorados en la 
salud , cargados de achaques de esta 
curación, son reliquias , por haberles 
atenuado las fuerzas la mucha falta de 
la sangre-, dicen que es curación pre- 
cisamente necesaria en esta ciudad, asi 
se hacen mas sangrías solo en ella que 



I 



« 



MEDICINA ESPASfOLA. 



437 



en todo el reino ; 7 lo que reparo es, 
4¡oe hajr mas enfermos cada día , idas 
Qiuertea, j que apenas hay hombre 
que lljpgue á contar oehenU ni setenta 
años.» 

El antor empieza su oWa defeor 
diéndose de la calumnia que le diri*- 
gieroD sus comprofesores imputándole 
que con su nuéTO sistema de desterrar 
lasMEigrías, trataba de derribar una de 
las dos fuertes columnas de la medici« 
na, coloeadas por Hipócrates , j conr 
servadas por los médicos de todos tiem- 
pos. 

. El autor sienta la proposición si» 
guíente. 

%Hipocr(Ues y Galeno^ y con ellos 
toda la posteridad, han errado el m¿^ 
todo y orden de sangrar, 

« Óonclusion 1 .^ Hipócrates, Gale- 
no, y con ellos toda la posteridad, han 
errado la elecdon. del sugeto á quÍM 
se debe saograr para su verdadera cu* 
ración, sangrando por costumbre , y 
no. con verdadera indicación. 
. « Conclusión %^ Asimismo ignora 
la. doctrina de Galeno, y la comoín 
práctica de hoy, el tiempo eo que se 
debe ejecutar la sangría , en caso que 
se deba hacer , esto es , si ha de. ser 
en el principio ó aumento, ó en el es- 
tado o declinacioa de la enfermedad, 
y esto con gran daño de la vida de los 
•enfermos* 

« Conclusión 3 .^ La dicha práctica 
ignora la vena de que se| debe sangrar 
ai enfermo, con notable perjuicio. 

d Conclusión 4/ Últimamente pro- 
cede con grande error la dicha practi- 
ca corriente y antigua de los nsediooe, 
en el mensurar la cantidad de la san- 
gre que se ha de sacar i cada enfermo^ 
con riesgo conocido de su vida, y mu- 
chas veces acarreándole notoriamente 
La muerte.» 

Dedica artículos espacialea para pro- 
bar estos estremos. 

En el capítulo 3.° dice asi. Hipó^ 
cratesjr Galeno, jr con ellos toda la 
posteridad, han errado en la elección 
del sugeto a quien se debe sangrar pa- 



ra su wrdadera curación , sangrando 
por costumbre jr no con verdacbra m- 
dicadún^ x 

Rjefiere los cuatro casos en que los 
jnédioos dicen que deben sangrar: 1«® 
enfermedad gravex 2.^ toda calentura 
como no sea ética : 3.° toda ertfermO'^ 
dad peligrosa: 4.^ todo golpe , herida 
ójractuva^ 

Contra eita práctica dice lo siguiente* 

«No digo que esta doctrina es mala 
sino que es perversa y fatal y digna de 
desterrarUdel mundo, no solo por inú- 
til, sino por daliiosa y cruel, como di<- 
jré en otra ocasión. Porque si se puede 
en los caaos señalados no sangrar , se 
debe hacer, y de hacer lo contrario es 
sangrar sin necesidad , que ademas de 
-ser ioútil>es necesario sea dañoso, co- 
mo despees diré , de que resulta ser 
estos principios nocibos , pues se pue- 
den ejecutar con mayor felicidad al 
xqntrario de como Galeno lo sintió. 

aY que esto sea. posible , prnébolo 
jOOu la esperiencia de haberlo hecho 
.con las observaciones necesarias. Sea 
lo primero en las enfermedades agu- 
das, en lo que, el mundo ha hecho ma« 
yor reparo, teniendo por imposible el 
4{ue 4e puedan ^urar sin sangrar. Lo 
que es muy posible, por haberlo he- 
cho yo, no por habejrlo oido anadie 
en doscientos cuariSnta y seis enfer- 
mos , todos de enfermedades gravísi- 
mas, sin haber sangrado ni uno, y han 
sido en esta forma. 

«Cciarenta de calenturas ardientes, 
ochenta y cinco de calenturas agudas, 
veintiséis de erisipela , veinticinco de 
inflamación de la garganta, cuarenta 
y cuatro de dolores de costado^ veinti- 
dós de tabardillo , dos de convulsio- 
nes por plétora y dos de carbunccs en 
el rostro. 

«Preguntará el curioso que cuántos 
son los difuntos , respondo : que seis 
de aquellos que los demás médicos bu* 
bieron sangrado, ajustándose con le 
doctrina de Galeno , á los cuales no 
ssngré por reconocer que la sangría, 
no solo no les habia de aprovechar, si- 



440 



HISTORIA DE LA 



«Seis inflamaciones de garganta; 
^iete erisipelas; trece tabardillos; nae- 
ve calenturas ardientes; diez j nueve 
calenturas agudas ; veinte dolores de 
costado y seis apostemas. 

«Sangrando en este tiempo^ no $oIo 
es útil la sangría ^ sino que se conoce 
luego su efecto^ mejorando con breves 
horas.» 

Capitulo 6.° Observaciones que 
prueban esta conclusión. 

Son demasiado interesantes los ca* 
sos prácticos que refiere para dejar de 
ponerlos en conocimiento de mis lec- 
tores. 

«Juan Gregorio y de edad de diez j 
ocho años , í quien los demás criados 
de esta cartuja por abuso llamaban Ve« 
rengena, cajo en un dolor de costado 
maligno; túvele nueve dias sin sangrar, 
j en los dos últimos tan malo que no 
conocia á nadie , ni hablaba , sino co<« 
mo un hombre medio muerto. El P^N 
dre prior D. Juan de Mesa , que en 
aquella ocasión era vicario j presiden- 
te en la casa , por ausencia del Padre 
visitador D. Juan de Gheverri, medi- 
jo una mañana, que era el noveno , si 
se le habia de dar la Elstremanncion 
que fuese luego, asi por el peligro del 
enfermo, como por ser hora conve- 
niente para la comunidad; a quien yo 
respondí que no se moria tan apriesa, 
y que estaba de parecer de sangrarle; 
y Ambrosio Pérez , cirujano del con« 
vento (que entre sí hacia caso , como 
me dijo después , que le dejaba morir 
como á una bestia por no haberle san- 
grado antes) hacia la sangría con poca 
devoción; sangráronle, pues, á este(á 
su parecer) medio muerto , y dentro 
de dos horas y menos , abrió tos ojos, 
conoció y habló concertado, lo que an- 
tes no; por la tarde le sangré otra vez, 
á la mañana casi no tenia calentura, y 
al tercero dia limpio de ella del todo, 
y en breve se levantó bueno. 

«Maria García, hija de AntonioGar- 
cia, en Rascáfria, de edad de treinta y 
ocho años , pocos mas ó menos , tuvo 
una calentura maligna, á te cual sobre* 



vino un intempestivo parló ; apretóle 
tanto el tabardillo con sus aociaentes, 
que fué fuerza Sacramentarla ; á esto 
se siguió el desaparecer la purgación, 
y juntamente el juicio; estuvo en opi- 
nión de todos cuasi muerta , y en la: 
mia muy de peligro; el seteno traté de 
sangrarla^ y no me atreví^ picando la 
vena por la debilidad , é hice que la 
picasen dos ventosas, y que las carga- 
ran dos veces en los costados; h izólo el 
cirujano, sacándole una libra de san*^ 
gre, y cuando todos entendían que ha- 
bia de morir en toda aquella noche, ó 
la mañana estaba sin calentura « y al 
tercero dia , yéndole á visitar por la 
mañana, me- dijeron que no estaba en 
casa que ya andaba por el lugar, y no 
la volví á ver mas, y estuvo perfecta- 
mente buena : con su hermano Juan 
García, hice lo propio, ello porello. 

«Llamáronme para ver una hija de 
Juan Sanz de la Plaza , vecino (como 
los de arriba) de este lugar dé Rascá- 
fria, de edad de doce años; hállela con 
un dolor de costado, el cual había cin- 
co dias que le tenia, á la primera visi- 
ta estaba en el estado, y muy fatiga- 
da , que fué necesario que confesase 
de contado, y este mismo dia la hice 
Sangrar; alas tres horas de la tarde la 
torné á visitar, y estaba casi sin calen- 
tura, y á dos dias se levantó. 

((Baltasar Comino, en Vorox, de 
edad de hasta cuarenta años, una no- 
che de dicienbre del año 65 , ttít hizo 
llamar para que le visitase , y le hallé 
con un dolor -de costado , que en me- 
nos de doce horas le tañía anique de 
Suitarle la vida, porque la 'ai6eultad 
e respiración era grandísima , rese- 
ñándole leí pecho ; ordénele ana san- 
5 ría aquella noche á las nue^e> y dejé 
icho que no cerrasen la puerta hasta 
las doce , porque habia de volver , y 
como volviese , preguntando por él 
me dijeron que dormía y que el pecho 
«o le sonaba^ y yo les dife que estaba 
bueno, y á la rñañbna lo estuvo » y á 
la tarde se levantó; luego por la pres- 
teza y efieaéia del efeeto se reconoce 



^■^i»*" 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



44f 



ser este el verdadero liempo del san- 
grar > y no adiestro y siniestro , desde 
el principio hasta el fin de la enf^r*^ 
medad. De que se sigue esta conclu- 
sión.» 

Capítulo 7.^ Medico que ordena 
una sangría d las ocho horas de la 
mañana^ y a las doce de aquel misma 
dia no tiene al enfermo- con una me-* 
joria considerabUi no obra como me* 
diao sino como rústico» 

•Toda la diBcultad y el secretode sa- 
ber sangrar como médico docto ó co- 
mo desdichado barbero de aldea , e& 
lo mismo que saber matar ó dar la vi- 
da (pág 65)* 

fiefiere un gran número de casos 
prácticos en conGrmaeion de su aserto. 
De todos ellos deduce la proposición 

siguiente* 

Sangría hecha en su legitima oca^. 
sion, j que con ella no mejoró el ert- 
Jermo luego, significa muerte* 

Capitulo 8 .^ Mas la dichavrácti^ 
ca ignora la v^na de que se debe san^^ 
grar el enfermo, con grave perjuicio 
suyo. 

Discute cuál sitio es mas oportuno 
para sangrar p si los tobillos ó los bra- 
zos. Decide que estos.- 

«Y porque parece esto duro de creer, 
según la práctica ordinaria, y mas por 
razón de lo gálico, por quien todo es 
sangrar de los tobillos, pruébolo haber 
de ser asi con la esperiencia ^ la cual 
ha mostrado, no solo no ser inconve- 
niente, sino grande utilidad, meforan- 
do mas apriesa y en mas seguridad^ 
como lo he reconocido en los que he 
sangrado de tos brazos con gálicas y 
menstruas purgaciones^ que son hasta 
hoy y después que voy con cuenta y 



la práctica tres personas , pero ningu- 
na por el modo de la curación, porque 
es distinto el matar al enfermo ó no 
poderle sanar.» 

Capitula 9." Observaciones que 
prueban esta conclusión^ 

Refiere diez y seis casos práctieos 
de enfermos á quienes les sobrevinie- 
ron graves accidentes de resultas de 
las sangrías de los tobillos. 

«¿Ven los señores médicos tobillis* 
tas, como de sangrías de tobillos re- 
sultan los mismos accidentes que pue- 
den presumir, sangrando de ios bra- 
zos en los achaques de que vanüos ha- 
blando, y mucho peores, como vere- 
mos en el papel que- prómeteimbs , y 
por el consiguiente veen como son de« 
báñeos las sangrías revulsorias que se 
ordenan para el mero movimiento 
mentido del humor que el diablo in- 
trodujo largos tiempos hace , dando 
ocasión para verter la sangre humana 
sin necesidad? Atienda bien el lector 
de estas observaciones inmediatas, que 
en lugar de llamar abajo el humor^ 
parece que se subia ¡arriba (en su opi- 
nión de ellos), otros muchos que 
murieron , otros mas que se tulleron. 
Digo, si á mi me hubiera sucedido con 
mis sangrías de los brazos, ¿qué dije* 
ran? Que estaba loco y era ignorante. 
Pues vea el lector ahora quien lo está 
y quién lo es. 

«Luego de lo dicho se infiere , que 
si sucediese tal vez, ó hubiese sucedi- 
do el sobrevenir ai que sangraren de 
los brazos con purgaciones , como aL 
se&or príncipe D, Carlos, que Dios tie- 
ne, ú otro cualquiera, algún acdden- 
te de los referidos, que no fué porque 
la sangría se ejecutó en los brazos, si- 



razon, cincuenta y cinco enfermos^ no porque no necesitaba de ella, por 



como se siguen* 

«Treinta purgaciones gálicas, nue- 
ve gálicos sin purgaciones, doce mu- 
geres menstruadas y cuatro mugeres 
de sobreparto* 
• «Han muerto de los curados coa es- 



faltar las circunstancias , que era que 
el achaque fuese de sangre , y supura- 
da , que de ser asi , sucediera como 
en los que yo he ejecutado. 

«Ta, pues, habrá visto el entendido 
como'hemos desterrado el abuso de las 






UiST. nx LA Meoic. española. — ^ToMo 2.^ 






^ 



«■ 



442 



HISTORU DE LA 



sangrías de los tobillos^ que apenas se 
hace hoy otra cosa sino es ejecutarla, 
pues 81 dice un enfermo que pasó cuan- 
do era niño por veinte leguas apartado 
de uso que estaba eál ico, le mandan 
sangrar de los tobillos teniéndolo por 
bastante ocasión, j con esto están de* 
bilitando los hombres, haciéndoles del 
género femenil; j pasemos á la coarta 
7 última conclusión qne se habia con- 
forme este tenor.» 

Capitulo 1 1 • Últimamente proee - 
de con grande error la dicha practica 
conientejr antigua de los médicos, en 
el mensurar la sangre que se hade sa» 
car a c€u/a enfermo , con riesgo conO" 
cido de su vida, y muchas veces acor* 
redndole notoriamente la muerte. 

«Si se considerad estiloqoe bajen 
estos tiempos , j se guarda en el san- 
grar , se verá si jo pruebo mi concla- 
sion bastantemente con lo que diré, j 
si he tenido bastante fundamento para 
pretender destruir ia contraria opinión 
desangrar á diestro já siniestro* En el 
dia de hoj í nadie se le hace una san- 
gria ; dos son las menos , j estas sin 
achaque alguno, pues van las mas ve- 
ces por precaución, que habiendo ac* 
cidente considerable siempre se san- 
gra en major número, pues en un do- 
lor de costado ó tabardillo úotra cual- 
quiera enfermedad del género, si an- 
tes de los siete dias no viene el estado 
ó se termina por cualquier forma que 
sea , se sangra al enfermo siete veces, 
sino son mas , j si se estiende hasta el 
catorceno, es mucho sino le hacen ca- 
torce sangrías, de qne ha j algunos me* 
dicosse alaban, haciendo caso que han 
hecho una grande hasaña , siendo asi 
que la hizo el enfermo, j muj consi- 
derable en resistir semejante batería. 
«To soj de parecer que no se ha de 
sangrar mas que una vez al enfermo, 
sea la enfermedad la que quisiere (pre- 
supuesta la indicación), j al que roas 
dos veces. 

«La prueba es el qne pregunten si 
acaso de ocho años, poco mas ó menos, 
a esta parte^ si se sabe que jo baja san- 



grado algún enfermo de los que he cu^ 
rado de dos veces arriba , sino una ó 
dos al que mas, j con esta práctica es- 
tán curados todos los de Us conclusio- 
nes de arriba, qne son los de la segun- 
da j tercera , de que no haj mas que 
decir acerca de esta conclusión ^ pue» 
queda probada, por lo menos con cien* 
to treinta j cinco esperiencias, de don- 
de resulta este particular.» 

§ L Médico que no cura con una 
sangría ó cuando mas con dos, la en- 
fermedad, sea la que fuere , obra sin 
ciencia ni método racional. 

Critica á los galenistas diciendo: 
«Que su maestro se fundó para estable- 
cer su sistema sanguinario en cuatro 
casos; j si este número tan corto bas- 
ta para fundarlo j publicarlo, con mas 
sobrada razón comprobarán el sistema 
opuesto mas de mil observaciones que 
él tenia en contrario (pág. 98).» 

Al hablar de los males que produ- 
cía el abuso de las sangrías , es suma- 
mente notable el pasage siguiente. 

«£!/ esceso tan exorbitante que hay 
de esta mi práctica en el uso del san^ 
erar, a la común que hoy corre entre 
los médicos , pues la primera condu" 
sion quedó establecida con mil obser* 
uaciones, a los cuales enfermos hablan 
de sangrar ellos precisatnente, de au^ 
toridaade GaUno y según la opinión 
corriente , se puede creer con lafad* 
lidadque se sangra j y del número e^- 
cesivo de sangrías que d cada enfer^ 
mo se le hacen, que de los mil enfer^ 
mos de la primera conclusión , d quien 
me dejé sin sangrar, juntando los dos-- 
cientos cuarenta y seis de enfermeda'* 
des agudas, son los ochocientos sesenta 
tercianarios, que unos con otros le hu» 
hieran hecho a cada enfermo dnco 
sangrías, que hacen cinco mil sangrías, 
cinco mil libras de sangre, jr estas ha^^ 
cen doscientas arrobas^ que hay para 
formar un rio de sangre^ 

ti Pase elcontemplativo adelante, y 
haga la cuenta en toda España y en 
toda Europa , y hasta donde alcanza 
esta calanddaa , y vera si un molino 



#.' 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



443 



/wwi h moler sin cesar dia ijr noóhe , d 
m$rat la sartgre,/que se vierte sin ne* 
eesidad toda junta por una canal. Si 
esta desdicha esvara llorada^ porgué 
no ha de ser pgfdYemedia^: ¿(fué ene* 
migo hay nihahcfiido enel mtmh tan 
perjudicial como este de la sangría? 
no es tan crml la desordenada crueU 
dad de hs ejércitos para saciar la gran 
sed del mandar, pues la batalla de Ca» 
nos y la de Farsalia , ni el choque de 
las Nabas en nuestra España, que fué 
de mayor número de muertos que el 
de Senacerib , no han hecho tanta re» 
gla en el género humano como la abo^ 
minable sangría , porque aquellas son 
nubarrones que pasan de presto, y no 
vienen cada dia -, pero ía sangría es 
fuente perenne y manantial perpe-' 
tuó. 

iüYa me parece que los hombres ha^ 
brdn descubierto el mayor de , los da-* 
ños temporales que les pueden venir, 
y que pagan muchas veces con su dine^ 
ro la muerte que las sangrías les oca- 
sionan como si fueran delincuentes, y 
asimismo habrán descubierto la cruel- 
dadde Galeno, natural de Grecia,Jie- 
ro enemigo del hombre por derrama- 
dor de su sangre , no perdonando d 
ninguno desde el mas bajo hasta el 
' -ft^y # y jx^ último ya habrá uisto el 
entendido como queda corregida esta 
sangrienta opinión , y j)or consiguien- 
te enfrenado el Monstruo de Grecia, 
fatal enemigo del hombre, 

Vi Advierto que dejo de proposito de 
escribir el método y regla de ejercer 
esta práctica , y razón de porque asi 
se debe hacer* Porque al presente no 
es mi ánimo mas que dar á entender 
con la demostración de la esperienciaj 

Ci se pueden y deben curar muchas y 
mas enfermedades que sean sin 
sangrar, cosa que parece á todos im^ 
posible f y para que vean los profeso* 
res de la medicina el error en que es- 
tán, y cuan fuera van del camino de- 
recho de la verdadera curación.^ 

Es también notabilísimo el que s¡- 



gae hablando de loe males de la san-* 
gria hecba hasta el desmayo. 

«Otro remedio introdujo Galeno^ 

Íae entiendo que lo tomó de Nerón 
ilaudio , emperador de Roma» cono- 
cido por sus crueldades , y con él este 
emperador coró á Séneca la sospecha 
que tenia de él en la coojaracion que 
contra su real persona se trataba; y es 
que en las calenturas ardentísimas que 

f>roducen la sangre y en grandes do- 
ores» manda que se sangre , usque ad 
animi deb'quium^ que es lo mismo que 
hasta que se desmaye el enfermo, una 
de las mayores locaras que se pueden 
imaginaren el mundo , aunque mas 
la defiendan los modernos en sus teó- 
ricas> porque en práctica no la he vis- 
to á nmguno; pregunto ¿de dónde sa- 
ben que el enfermo volverá de aqael 
desmayo? ¿Dónde tienen los médicos 
la vara de medir para que el desmayo 
no pase á sincope ó súbita destrucción 
de la virtud vital? jhabrá quien asegu- 
re esta contingencia otra que la dicha? 

«Todos los que murieron en el muñ- 
ólo de una sangría (como muchas ve- 
ces se oye decir) ¿de qué murieron si* 
no de la falta de sangre que se sacó» en 
quien estaba la vida como en el asien- 
to ó domicilio propio? ¿Pues de qué 
se aseguran de que cuando sangran al 
enfermo de propósito hasta desmayar- 
se» no les pueda coger aquella misma 
disposicicn que al otro, pues no tirán- 
dole á matar murió este que tiran a 
medio matarle? ¿de dónde se sabe que 
no morirá» siendo maa probable el que 
muera en este hecho que no el curar- 
le? porque la cura es dudosa^ como \o 
conocerán todos los médicos sin que 
falte ano» porque puede nosoeeder lo 
que el médico pretende» y el dallo es 
cierto antes de ejecutar lasanma, por* 
que no puede menos de debilitar la 
naturaleza una pasión tan considera- 
ble como un desmayo. 

«Esta perversa y criminal doctrina 
trae Galeno en el 9 lib* del Met. en el 
c. 4^ y la fundó con 8olaa-dos.esperien- 
cías hechas en dos ganapanfú» y el uno 



444 



HISTORIA DE LA 



de ellos esclavo (qae en gente prínci-> 
pal no se atreviera) 9 j de los dos tuvo 
dicha el neo ^ qae el otro salió por sas 
cabales.» 

La obra que acabo de dar á conocer 
i mis lectores es una de las mas inte-^ 
resantes que sobre la materia se escri- 
bieron en el siglo XYII. Si bien es 
verdad que alarmó á la major parte 
de los médicos , no lo es menos que 
mereció la mas alta reputación^ como 
se deja ver en las numerosas composi- 
ciones poéticas que se leen al princi- 
pio de ella. 

FÉLIX JULIÁN RODRÍGUEZ, 
natural de Valencia : estudió la medi- 
cina en esta universidad y en ella to- 
mó la borla de doctor, y fué catedrá- 
tico de medicina por espacio de cua- 
renta años. Murió en esta ciudad á 14 
de febrero de 1693. 

Escribió las obras siguientes. 

Jtesponsum medicum ad epistolam 
eruditam peritissimi Doctoris angelí 
Marías de Rampidla. Valencia 1666. 

Es contestación i una consulta que 
se le dirigió de una monja llamada 
Fortunata Arrieta , que padecia una 
catarata. No ofrece el mas mínimo in- 
terés. 

Praxis medica valentinain grtUiam 
tyronum scrípta in tres libros digesta 
totius corporís humani affectus per^ 
currens , illorum esentiam ,- partem 
c^ectam , signa , pronosticum, victos 
rationem, et curationem adecúate ex^ 
ponens. jíuctore Felice Juliano Ro-- 
driguez. Valentiae 1688, en 4.® 

El autor divide su obra en tres par- 
tes; dedicada cada una i tratar respec* 
tivamente de las enfermedades de la 
cavidad animal, vital y natural. 

El autor espone en cada una de las 
doleneiaa sus causas , síntomas, diag- 
nóstico, pronóstico y curación. Aun 
cuando verdaderamente contiene al- 
gunas observaciones muy bien redac* 
tadas, sin embargo cuesta rouchísimoel 
dar con ellas por la multitud de citas 
y textos que intercala, y que hubie- 
ran podido escnsarse con mucha ven- 



taja. Asi es que seria mas provechosa 
y digna de consultarse ai se redujera 
á un compendio. Tal como es no pasa 
de una rudis indigestaque moles. 

VICENTE TORDERA. Inútil es 
buscar en los bibliógriffos nacionales y 
estrangeros noticias sobre este médico. 
Los que se han ocupado de los escri* 
tores del reino de Valencia , se han 
concretado á referir lo que di^e AU 
berto de Haller. «Vicente l\)rdera, 
ttiédico valenciano j escribió unos co- 
mentarios al libro de natura hominis 
de Hipócrates, que imprimió en Va- 
lencia.» (Bibliot. méd., tom. 3.^ pá- 
gina 271). 

Puede asegurarse, pues, que Haller 
no vio las obras de este médico, y que 
igualmente fué desconocido de nues- 
tros bibliógrafos. 

Vicente Tordera nació en Valencia 
en el año 1620: estudió la medicina en 
esta universidad, y en ella se graduó de 
doctor. Obtuvo varias cátredas por es* 

[>acio de catorce años (introducción), y 
asdesempeñócon tanta celebridad que 
mereció el renombre de catedrático 
eminentísimo (censura de aprobación). 

Escribió la obra siguiente, 

Commentaria pertinentia ad libros 
phisiologicos Hippocratis et Galeni, 
seu de natura hominis in tres tracta- 
tus divisa j quibus adjungitur introduc- 
toríum ad artemmedicam. jíuctore 
Vicentio Tordera , valentino medici» 
na doctore olimin jicademia Valenti* 
na publico Galeni interprete. Y^len-- 
cia M .G.XX. en fol. 

El autor escribió esta obra , según 
consta de un epígrafe puesto en su re- 
trato á los cincuenta y un años de edad. 

Esta obra consta de cuatro tomos. 

En el 1 ." espone el texto v los co- 
mentarios á los libros de Hipócrates y 
de Galeno sobre fisiología. 

En el 2.^ los comentarios de Gale- 
no acerca de la patología. 

En el 3.^ los del pulso, los dos de la 
diferencia de las calenturas, y el libro 
1 .^ de los aforismos de Hipócrates. 

En el 4.® describe las enfermeda- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



445 



ác8 del cuerpo hunaoo que con mas 
fcecaencia se presentan en la práctica. 

Esta obra dio al autor mucha cele« 
bridad, pero en el dia ya no esotra co- 
sa que un* nuevo testimonio histórico 
piara probar que ios médicos españoles 
no dejaroín por comentar ni un solo li- 
bro del padre de la medicina. 

Las materias jra en si oscuras, están 
espuestas con un lenguage poco satis-* 
factorio; sobrecargadas de una erudi- 
ción fastidiosa é inútil , hacen que su 
lectura ni ilustre ni complasca. 

También trata del modo de tomar 
bien las indicaciones > y de preparar 
los llamados trociscos viperinos. A es« 
t0 está reducido su tratado introducto'^ 
rium ad artem medicam* 

Toda la doctrina que vierte en esta 
obra está tomada de Francisco Vallesj 
de Gristóval Vega, Mercado, Pedro 
García Carrero, Santacruz, Gaspar 
Brabo de Sobremonte, y con toda es- 
pecialidad de Jaime Segar ra. 

GERÓNIMO PARDO, natural de 
Valladolid: estudió la medicina en es- 
ta universidad con Cipriano Marofa^y 
en ella fue catedrático de la del meto* 
do: también fué médico del hospital 
general. 

Escribió las obras siguientes. 

Tratado del vino aguado y agua 
envinada, sobre el aforismo 56 de la 
sección?.^ de Hipócrates, Compuesto 
por el Doctor Don Gerónimo Pardo. 
Valladolid 1663, en 4.^ 

En el prólogo prueba con evidenti* 
simas rasones contra el P# Fr. Juan 
Caramuel, la necesidad y ventajas de 
la medicina en una república bien or- 
denada. 

Demuestra que la medicina fué crea^ 
da por el Altísimo para consuelo de. 
los seres vivientes, y que hasta los ir- 
racionales conocen por fnerza de su 
instinto las sustancias que les son pro- 
vechosas cuando enferman. Refiere la 
Jiiatoria dé algunos medicamentos in- 
troducidos en la ciencia de curar to- 
mado de los animales , y después con- 
cluye con estas palabras notables. <cT 



de aqui sacó el tercer remedio contra 
los achaques y delirios de Garaumel, 
y es que se valga del instinto de la 
brutalidad para conocer la necesidad 
de la medicina , ya que su capacidad 
no alcanza los niedios de la racionali- 
dad para usar de ella.» (En el pró- 
logo). 

Después empieza su Tratado del 
mío aguado y agua emmada , tema 
ilustre y asunto célebre , hipocrdticot 
nuevo y saludable* 

Fundó este escrito en el texto de 
Hipócrates» Alyce^idest, anxietudo, 
oscitatio , horror, vinum aquale^cequa^ 
U potum solvit y odgritudinem. (Hip« 
sect. 7.' aph. 56). 

El objeto que se propaso Pardo al 
pobKcaresta obra , fué el de mezclar 
el vino en cantidades proporcionadas 
para hacerlo aguado. Prueba que mez* 
ciado en debidas proporciones con el 
agua es la mejor bebida de todas , y 
una de las mas útiles para apagar la 
sed. 

. Al tratar del origen é inventor del 
vino aguaido , discute las opiniones de 
aquellos que pretendían haberse ihtro- 
ducido en la práctica por algún médi- 
co, y contesta diciendo. Los invento- 
res del vino aguado no fueron los mé- 
dicos, lo fueron los taberneros á quie- 
nes el mismo oficio infundió el arte de 
aguar el vino. 

En el capitulo XIV habla del agua 
envinada ^ de su uso y provecho. Es- 
plica en qué conviene y desconviene 
con el vino aguado. 
1 Entiende por vino agnado «una mis- 
tión ó mezcla del vino con el agua en 
proporciones tales , que no quede lo 
sustancial del uno y de la otra^ y que 
DO pueda llamarse vino ni agua , y si 
vino agnado , como á medias entre el 
vino y el agua (pág* 94).» 

Dice ser agua envinada «aquella que 
padece alteración causada de alguna 
pequefta y sensible porción de vino que 
con ella ^ juntó (pág. 94).» 

Para inteligencia de lo dicho pre- 
senta cinco ccmdiciones. 



446 



HISTORIA DE LA 



I > 



i 



• I 



«La primera es, cnan poca cantidad 
de vino se debe poner para hacer agoa 
envinada. Lo cual se denota debajo de 
aquella partícula : Me vini minimum^ 
etc. 

«La segunda es , que hay dos 6nes 
para echar agua en el vino, conviene á 
saber , ó por deleite y regalo, como 
cuando se echa para hacer agua euvi* 
nada para los sanos , ó por via de re*' 
medio para curar j precaver al]guu 
achaque , como cuando se echa para 
hacer vino aguado; de donde evidente- 
mente se saca' ser muy diferente la pro- 
porción que se guarda entre vino y 
agua para hacer agua envinada , d¡e 
que la que se guarda para hacer vino 
aguado. Lo cual se denota por amellas 
palabras: N<m sane intelUgens miHiO'» 
nis vini , quod gratia voluptatís datur 
ai aquam aliam esse symmetriam, 
etc. 

' «La tercera es, que se echa agua ea 
el vino y hace agua envinada , para 
que el vino en alguna manera, por te* 
ner partes calientes y tenues esclte á la 
agua, y haga que con mas facilidad se 
distribuya. Lo cual se denota por aque- 
lias palabras: Quce ad distrihudomm 
aquam trahat, etc. 

«La cuarta es, que auite la crudeza 
y sinceridad del agua, lo cual se deno* 
ta debajo de aquellas palabras : Quo 
duntaxat aguce toUamus syrtcerita^ 
tenij etc. Porque asi hace mejor esto* 
mago, y le esta mejor al pecho. 

<íLa quinta es, una buena adverten» 
cia , en que nos da á entender la dis- 
tinción que hay entre el vino aguado 
Sue beben muchos en estado de sani* 
ad, y el vino aguado ó agua envina- 
da de que usan los enfermos y aun al- 
gunos sanos , por via de deleite y re<» 
galo. Yes á saber, que en el vino agua- 
do de que aquellos usan> ha de predo- 
minar el vino al agua, en el gusto del 
que lo bebe; y en el agua envinada so* 
lo se ha de percibir una muy leve re* 
presentación de vino, lo cual se entien» 
de en aquellas palabras: Suntiuttem 
pleriqueex sanis, e¿c.» 



Al referir las ventajas y provechos 
del agua envinada^ espone las siguien- 
tes, 

uLaprímera, por guardar la costnm* 
bre en algunos enfermos, que por4e* 
nerla ya antigua de beber siempre vi- 
no, no se les puede quitar de todo pun* 
to el beberlo, y asi seles da agua envi* 
nada , siquiera porque llegue algUna 
representación de vino. 

u. La segunda razón , porque se iu* 
trodujo el agui^ envinada en los sanos 
está én el mayor gusto y deleite, 
porque sin duda en machas ocasiones 
se gusta mas de beber agua envinada 
que vino puro ni agua , ni aun vino 
aguado, porque de este modo se bebe 
sin el miedo que puede haber de be«« 
ber viso puro ó agua , ó vino aguado, 

Eara oOn los que no fueren acostum- 
rados ni aficionados. 

«Z^ tercera razón es,. porque el 
agua envinada, asi en los sanos com^ 
en los enfermos , se hace para quitar 
algo de su pureza, sincesidad y crude« 
za, y asi el agua se hace mas grata al 
estómago^ y mas saludable para el pe** 
cho. 

«£a cuarto razón es, porque el agua 
envinada templa y refrigera mas que 
la pura, y quita mejor y m'as fácilmen* 
te la sed , que otra bebida por si sola. 

«£a quinta razón es, porque el agua 
envinada en algunos enfermos suple 
el defecto del agua cocida; porque hay 
algunos de tan mal natural, que no 
quieren reducirse i beber agUa coci- 
da, conforme conviene á su enferme- 
dad, ni tampoco quieren agua pura y 
cruda, porque dicen que no la puede 
llevar su estómago. En estos tales, uso 

£0 del agua envinada, y me hallo y se 
alian bien oon ella. 
«La sexta razón es, porque el agua 
envinada es el mejor enjuagatorio, re- 
frigeratorio y laboratorio que pueda 
haber para enjuagar y labar la boca 
en las calen turas fiticulosas y ardientes, 
y si se hiciere con vino tinto , es por 
escelencia mefor ; y por tal le trae el 
insigne Doctor Maro ja, maestro oiJo y 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



447 



de oíros mttcliofl que hay en esU real 
ckulad y uni?ersrdad de Valladolid, 
y aun en otraa muchas mas partes y 
coronas , de las mochas que ocupa y 
modera en el unirerso» nuestro gran 
monarca Felipo , en opinión de todos 
el cuarto de las Espafias , y en la mia 
el primero del mondo*» 

En el capitulo 15 cotejando las yen- 
tajas del vino aguado y del agua envi- 
nada , dice lo siguiente. 

«Dúdase si sea meyor el vino agua* 
doqae el agua envinada. Satisfacemos 
fácilmente á esta duda , diciendoj que 
en todos los caaos que necesitamos de 
refrigeración y atemperación de calor 
preternatural y escedente» y de estin- 
cion de sed , y asimismo de modera- 
ción de sequedad escedente , mas que 
de reparación de fuersas y otros fines, 
es mejor y mas saludable el agua en- 
vinada ; y por eso en semejantes oca- 
siones debemos usar de ella^ asi en es- 
tado de salud como de enfermedad, 
anteponiéndola siempre al vino agua* 
do^ porque terdaderamente atempera 
mas que él. Por lo cual en tiempos ca- 
lorosos p cuando el calor y sed afligen 
escesivamente, es muy conveniente al 
que está sano el beber agua envinada, 

Sarticularmente de parte de tarde, 
espues de haber hecho el estómago la 
debida cocción de la comida, con que 
se atempera , refrigera y bomedece, 
de modo que se halla mucho mejor 
que estaba antes de bebería. T tomis- 
mo aprovecha en estado de enferme- 
dad á quien la bebe, por no poder be- 
ber vino ni puro ni aguado , ni agua 
cruda ni cocida, por repugnancia que 
para ello hay, ya de parte de la enter- 
medad, ya del natural y propiedad in« 
dividual. Pero cuando no hay dema» 
siado calor que templar, ni sed dema- 
siada, y el sugeto está algo débil y fla- 
co , y necesita mas de reparación de 
fuersas que de otros fines , entonces 
mejor y mas saludable es el vino agua* 
do que el agua envinada , y particu- 
larmente cuando el tiempo no es muy 
caloroso.» 



En el capitulo 17 compara el agua 
envinada con la aloja; da la preferen- I 
cia á la primera. Dedica capítulos es- 

Cciales á ensefiar el modo de enfriar 
; bebidas. En esta parte nada nos di- 
ce de suyo, y copia cuanto nos dijeron 
Villalovos y Nicolás Monardes. 

Al tratar de las timpanitis^ que lia* 
ma hidropesías de aire ¿ flatos, refiere 
un medio de curación inventado por 
él, que debe consignarse en este lugar. 
«La esperiencia está en muchos bue« 
nos sucesos de hidropesías de aire , y 
otras muchas enfermedades que nacen 
de flatos y ventosidades, las cuales se 
han aliviado y aun curado , bebiendo 
de este modo , de que pudiera testifi- 
car con testigos oculares. T estos suce- 
sos y esperiencías con otra semejante 
y propia , bailada é inventada por mi 
propio Marte. T es , que para espeler 
y sacar flatos del cuerpo, y particular^ 
mente del vientre inferior, no hay re- 
medio ninguno mas eficás ^ mas fácil 
y mas apropósito'que una ayuda en 
seco, la cual hecha y ejecutada de este 
modo. Tómase una geringa de metal 
de estas con que ordinariamente se 
suelen echar las demás ayudas, y pro- 
cúrese que sea de las mayores que se 
pudiere haber: el cañón de esta gerin- 
ga, sin que ella tenga cosa alguna den- 
tro mas que el palo por donde se go- 
bierna, que esta ha de estar dentroto- 
do lo mas que pudiere , se mete muy 
bien por la via de la cámara, y estan- 
do muy bien metido y ajustado , se 
tira hacia fuera por el palo de la ge- 
ringa , de modo que salga fuera todo 
lo que de él pudiere salir, quedando el 
cañón siempre dentro; pero hecho es- 
to se quitará también luego. De este 
modo, el aire contenido en el vientre 
se entra en la geringa á ocupar el va- 
cio que deja el palo que se tiró hacia 
fuera. Y repitiendo por algunas veces 
este modo de aynda^ se desvanecen y 
evacúan todos los flatos escelentemen- 
te. T certifico de verdad haber con es- 
te ingenio aliviado mucho, y aun cu- 
rado muchos dolores de vientre, males 



■^ 



448 



HISTORIA DE LA 



de madre, singultos, volfalos, dolores 
de bijada j otros mucho afectos , que 
vienen de ílatulencia j ventosidad^ 
que nunca se babiao rendido á otros 
géneros de remedios.» 

La erudición del autor es tanta que 
cita cuatrocientos cincuenta y seis au« 
tores de quienes ha sacado su escrito. 
Tractatus de consuetudine super 
textum quadt*agesimwnnoniim etquin* 
cuagesimumlihrisecundiApJior. Hip^ 
pocrat, Auctore D, Hierommo Par» 
do decano primario medicinw prqfeso* 
re inpercelibri P'alliS'Oletana Aca^ 
dfemía. 1686w4.^ 

Peoetradoelautor déla importancia 
y aun necesidad que tenia el médico 
para tomar bien las indicaciones de 
una enfermedad y conocer bien la fuer« 
za de la costumbre ^ se propuso escri* 
bir este tratado , sin duda uno de loa 
mejores que se han escrito. Es verdad 
que en su obra abundan las cuestiones 
escolásticas, según el gusto de su tiem* 
po, peroenvcompensacion resuelve un 
gran número de cuestioues interesan-^ 
tes. Tales son: 

La 1 ,^ en que discute sila costum^ 
bre es una oirá naturaleza. Distingue 
la naturaleza en verdadera ó propia^ 
y en impropia; j resuelve que asi co- 
mo en la naturaleza se ejecutan cier«> 
tas y determinadas operaciones con 
orden y sucesivamente , asi también 
cuando el hombre las practica con or- 
den, método y por mucho tiempo, con- 
traría en ello una costumbre que era 
como otra naturaleza, aunque impro- 
pia. 

La 2.*^ Si la costumbre es el mismo 
temperamento. Resuelve negativa- 
mente: define el temperamento fiuna 
disposición mayor ó menor pai'a deS" 
empeñar un acto con mas ó menos di- 
ficultad,» De aqui deduce que el tem- 
peramento es un preliminar para con- 
traer una costun^bre^ pero esta.es di- 
ferente de aquel. 

La 12 si las costumbres del ánima 
siguen la temperatura del cuerpo. Es- 
ta proposición está tomada de Galeno, 



el cual probó ya la poderosa ifiíluen- 
cia de las costumbres para formar el 
temperamento del hombre. 

La 14 si los irracionales obran en 

razón de la costumbre ó del instmto» 

La 17 si la costumbre contraída por 

pasiones del ánimo ^ puede influir pía* 

ra tolerarlas con masjaciliaad* 

La 21 si puede corUtaerse de unas 
enfermedades una costumbre para pa* 
decer otras semejantes. 

La 25 si puede contraerse una eos» 
tambre en las sangrías y purgas , pa-- 
ra tolerarlas con mas facilidad ó para 
neutralizar su efecto* 

La 'l/^ si debe tomarse indicación pa- 
ra curar una dolencia de la costumbre. 
La 27 si pueden los hombres acos'^ 
tumbrarse a cosas contrarias á un 
mismo tiempo. 

La 3 1 de la fuerza de la costumbre 
y de sus admirables efectos. 

No ofrecen menos intei;4s otras ma- 
chísimas cuestiones relativas á la cos- 
tumbre de tomar ciertas sustancias, 
tales como el chocolate y los baños. 
Con este motivo refiere la real orden 
de Alfonso Vl.que prohibió á los sol- 
dados aragoneses el uso de los baños, 
porque habían abusado tanto de ellos 
que los debilitaba y hacia flojos para 
el servicio militar. 

Otra de las materias sumamente in- 
teresante que trae el autor , son los 
efectos de la costumbre. 

1 .° Prueba que una costumbre ge- 
neralizada en una nación , puede lle- 
gar á ser .una segunda naturaleza. Ea 
su confirmación refiere la hisJtoria de 
los llamados macrocéfalos, que nacien- 
do con la cabeza redonda, al tiempo de 
nacer la componían, y alargaban*, pero 
que generalizándose después de algja- 
ñas generaciones ya nacian todos con 
las cabezas prolongadas. 

2.^ La costumbre hace el hábito. 
3." Hace que los alimentos en si 
malos, vengan á ser inpcenles. 

4.^ Lo mismo sucede con lás be- 
bidas y con los venenos. 

5.° El que se pueda dormir poc 



MEDICINA ESPAJSOLA. 



449 



el día baciendo este las veces de la 
o oche. 

6.^ El acostumbrarse los hombres 
i los trabajos mas insoportables tanto 
del espirita como del cuerpo, 

7.® El scostombrar al hombre á 
los trabajos mas fuertes jr hasta los tor- 
mentes. 

8.^ Et acostumbrarle i las guerras 
mas sangrientas. 

10 El hacer los medicamentos mas 
activos é ineficaces» 

11 El curar las enfermedades coa 
remedios opuestos á su naturaleza . 

12 El hacer los hombres ambidies- 
tros^ y el poderse servir de los pies có« 
mo de las manos. 

13 El acoSctumbrárse á un misoko 
tiempo á cosas contrarias* 

14 El convertir á los hombrea de 
buenos en malos, y viceversa. 

15 El hacer leyes. Consuetudofa* 
cit legem. 

16 Hacer i los hombres suaves ó 
feroces^ según la costumbre de tratar 
con hoolbres de estas especies ¿ oficios*. 

17 EU mostrarse insensible hasta 
á los mismos goces. 

18 El invertir las horas de la co»* 
mida y cena y los alimentos. 

19 El conceder á algunos enfer- 
mos alimentos que en otros pudieran 
ser venenos. 

20 El hablar un idioma mejor que 
otro. 

26 El amarse y concillarse los ene- 
migos, y asociarse y vivir en pss has- 
ta los animales mas enemigos entre si. 

27 El amansarse los animales mas 
fieros é indómitos. 

38 Hacer al tabaco , que en si es 
narcótico y estimulante , indiferente 
en la persona que lo usa y aun abusa. 

41 El convertir las corridas de to^ 
ros , en si bárbaras é irracionales , en 
diversión y recreo. 

Dedica los últimos capítulos á tratar 
del abuso de la costumbre. 

Estas spn las principales ideas que 



contiene esta obra, y qué no he hecho 
masque apuntar. 

Los que gusten ilustrarse mas en es- 
ta materia podrán consultar esta obra, 
seguros de que hallarán en ella cuan- 
to puedan desear. 

ILDEFONSO LIMÓN MONTE- 

RO, natural de Puerto Llano (1)-, es- 
tudió la filosofía y medicina en Alcalá 
de Henares, y en ambas tomó el gra- 
do de doctor: fué discípulo del doctor 
Alva (2): obtuvo varias cátedras, y des- 
empeñaba la de vísperas cuando escri- 
bió la obra sigtiienle. 

Ildefcnsi Limón Montero Doctoris 
mfidici. Tractatus de ürinis, m qua^ 
tuor disputationes diuisus, Complutí 
1674, in 4.^ ^ 

El autor presenta en esta obra todo 
lo mas interesante que se habia escrito 
hasta su ¿poca. Su principal objeto es 
probar que los signos prestados por las 
orinas son mas ciertos que los del pul- 
so para conocer y distinguir las enfer- 
medades y pronosticar en ellas. 

Esta obrita es una copia de la de 
Braho de Piedrahita, de Mercado y de 
Mena ; pero no desmerece por esto, 
antes por el contrario el que posea esta 
puede asegurar que tiene también las 
de aquííllos. 

Espejo cristalino de las aguas de Es- 
paña, hermoseado y guarnecido con el 
marco de \^ariedad de fuentes y bafios, 
cuy JOS virtudes y escelencias y propie^ 
dades se examinan, disputan y acornó* 
dan á la salud, provecho yconvenieñ* 
cias de la vida humana. Por el Doctor 
Ildefonso Limón Montero. Asunto 
que hasta ahora no ha tocado escritor 
alguno. Alcalá 1697, en fol. 

Esta obra, aunque en parte vid- la 
luz pública viviendo el autor , puede 
decirse que lo principal de ella quedó 
inédito, y se publicó á instancias de los 



(1) Introd. Hb. de Uriois. 

(2) Loe. cit., pag. 19. 



HlST. UB LA MbdIC. ESFlfíOLA. — T^MO 2.^ 



57 



r 



450 



HISTORIA DE LA 



catedráticos cíe U aniTersidad de Al- 
calá , Fernandez del Barco , D. José 
Serrano, D. Jaan López ^ D. Patricio 
de Herrera j D. Diego Farroso. 

El autor eo el prólogo á su obra que 
dejó inédito , conBesa que su mente y 
objeto no eran el escribir un tratado 
de todas las fuentes minerales de Es- 
paña, porque seria imposible atendien- 
do su gran número , sino de aquellas 
que disfrutan de cierta celebridad. 

Se queja del abandono en que los 
espafioles tenian las fuentes minerales, 
jdel menosprecio con que se miraban 
sus virtudes; y de que al paso que tan- 
to empeño tenian en busc«ir y. bene- 
ficiar minas, descuidaban las mas ri- 
cas cuales eran las fuentes. 

Hace un paralelo entre uñas y otras, 
7 se decide por las que prestan las 
aguas , fundado en que las minas de, 
oro, de plata, etc. sobre exigir muchos 

Sastos y disgustos , llaman la codicia 
e las naciones estrangeras, «I paso que 
las de las aguas minerales producían 
mejoras en la salud , en la riqaesa de 
los paises , costaban poco y se conser- 
vaban siempre perenes y constantes. 

Asegura que en la descripción que 
presentaba de las fuentes y de la na- 
turaleza de las aguas , se habia valido 
de personas inteligentes en la materia 
y fidedignas; sin embargo de haber pa- 
sado él mismo á reconocer y examinar 
á muchas de ellas. «Para comprome- 
ter mas á las personas k quienes diri- 
gía mis interrogatorios , para que se 
asegurasen en darme noticias exactas, 
les prometí^ como lo he hecho, en re- 
ferirlas bajo sus nombres y buena re- 
potacioD.» (En el prólogo). 

Elaotor divide su obra en cuatro 
libros. Sabdivide el 1 .^ en tres trata- 
dos > y el primero de estos en seis ca- 
pítulos. 

El primer tratado se concreta a es- 
poner algunas generalidades de las 
aguas minerales y de las sustancias 
que las constítuian. 

En el segundo habla de algunas fuen* 
tes en particular; tales son la del Toro 



ó la del Molar, la de Antequera, la de 
Grávalos^ la de Paracuellos, la de Ár- 
dales, la del Munico, la de Falces , la 
de Gevica junto á Bribuega , la de 
Baldecabras junto á Cuenca, la de Isa* 
ba en el Valle del Roncal , la de la 
Fuen Sonta, la del Caballo, la del Pi- 
lar y la del Melón en Galicia. 

En este mismo tratado habla de otras 
cuyas aguas no son minerales , pero 
tienen alguna particularidad notable. 

En el tercer tratado bajo el epígra- 
fe de aguas acedas del Campo de Ca^ 
latrava, habla de las de Puerto Llano^ 
de la fuente aceda del Ejido de S. Gre- 
gorio y de la de Zafra. 

Trata también del modo de usarlas 
aguas, y las enfermedades en que con- 
vienen. En el último capitulo mencio- 
na los rios y grandes lagos de España. 

En el libro 2.^ trata de las aguas 
termales de España. 

En él habla de los baños de Arnedi- 
llo, de Sacedon , de Teruel^ de Alha- 
ma del Rey^ de Fitero, de Trillo , de 
Ledesma, de Fuen Caliente, de Tier- 
mes, de Archena, de Fortuna, de Gal- 
das del Rey, de Lugo^ de Orense, de 
Barcelona y de Baños. 

En el libro 3.^ habla de los baños 
simples. 

En el 4 .® de los baños compaestoi 
con cocimientos, con licores, etc. 

Habiendo escrito Montero esta obra 
en un tiempo en que apenas se cono- 
cía bien el análisis de las aguas mine- 
rales y los progresos de la química mo- 
derna, fácil es persuadirse de lo incom- 
pleta que será esta obra en lo relativo 
á esta materia. 

Sucede lo mismo con la parte topo- 
gráfica^ pues apenas se da noticia de 
los minerales , vegetales y animales 
propios del terreno de las fuentes, cir« 
cnnstancias que hoy se exigen en la 
descripción topográfica de las agoas 
minerales. 

A pesar de estos vacíos , la obra de 
Montero es sumamente apreciable por 
las noticias que contiene , y por ser la 
primera que se escribió en Españo co- 



I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



451 



nto UD caerpo de4o€fcrioa de 1m «guas 
minerales. 

En esta parte escitan Us curiosas é 
importantes relaciones que hace de 
otra clase de baños muy cooocida ven- 
tajosamente por los antiffuos » y bien 
sin razón abandonados de nosotros;. ta- 
les los llamados baños secos » hechos 
coa arena, con cereales , con el aire y 
otras sustancias* - 

En esta obra se encuentran detalles 
muy circunstanciados sobre todos, es* 
tos puntos, que aun en el dia compla- 
cen é ilustran» 

MARTIN ARREDONDO, natu- 
ral de Aimaras y vecino de Talavera 
de la Reioa.Fue cirujano de las reales 
Guarilias de Castilla. 

Escribió la obra siguiente. 

F^erdadero examen de cirugía » re- 
copilado de diversos autores : teórica 
y práctica de toda la cirtígiajr anato-r 
mía, con eohsultas tnujr útiies paramé' 
dicosj- cirujanos. Madrid 1674 en foL 

Ei autor empieta su tratado «le ci- 
rugía por otro de anatomía ^ como es- 
tudio y preliminar indispensable para 
hacer progresos en la primera. 

En seguida habla de las heridas de 
la-cabeza, del pecho y del vientre, de 
los apostemas y fístulas y de las dislo- 
caciones. Eaccibió también un tratado 
de materia médica esterna^ ó sea apli- 
cada á la cirugía. Últimamente pre- 
senta un gran número de historias mé- 
dicas » quirúrgicas y anatómicas , que 
titula sucesos prodigiosos. 

Si realmente no merecen este nom- 
bre^ al menos son muy raros: el autor 
los estractó de Zacuto Lusitano ^ aun- 
que no le cita • 

DAMIÁN DE MAYORGA Y 
GUSMAN , natural de la villa de Col- 
menar de Oreja: estudió la medicina 
en Alcalá de Henares , y la ejerció en 
Madrid. 

Escribió» 

Manifiesto sobre el conocimiento 
individual de la calentura mtdigna, 
Zaragoza 1674. 

Motivóla publicación de este escri- 



to la en£ermedad que padeció Josef 
de León» vecino de la villa de Villare- 
yOf y sobre la cual se sucitó una acalo- 
rada polémica entre el autor y D.Juan 
Bonés, médico de la mism^ villa. 

Habiendo este impugnado la opi- 
nión de Mayorga^ volvió á publicar el 
siguiente escrito. 

Segundo manifiesto : desengaño de 
ignorancia : defensa y crédito de la 
"verdadera doctrina médica ofttigua y 
moderna , contra el doctar Juan Bo* 
neSv médico de la villa de F'illarejo de 
Sahanés. Zaragoza 1676. 

D. JUAN BONES. Para impug- 
nar la opinión del primer escrito que 
publicó Mayorga^ escribió la obra si* 
guíente. 

Papel que responde a un manifies^ 
to que escribió el Doctor Mayor ga y 
Gusman, médico de Colmenar de Ore» 
ja 9 sobre el conocimiento de la cakn^ 
tura maligna* Madrid 1674. 
. Queda ya referido el contenido j 
objeto de estos dos escritos : el corto 
interés que ofrecen nos dispensa de 
ocuparnos mas en ellos. 

MATÍAS GARCÍA , natural de 
Valencia: estudió la medicina en esta 
univénsidady y en ella obtuvo la cá- 
tedra de anatomía por. espacio de diez 
y seis años. (In prceemio Dísput. de 
motu cordis et arteriarum) ^ después 
se encargó de la de materia médica^ y 
últimamente de la de fisiología. 

Escribió las obras siguientes. 

Mathias Garciie medicinm Doctoris, 
in uniyersitate F'alentina. Disputatio 
apologética de curatione i^rtiginisper 
consensum ventriculi celébrala in Éx^ 
bellentissimo Domino Marchione de 
Astorga* FaUntias ■» 1665. Lug/duni 
1677, infol. 

El autor tomó ocasión de escribir 
este tratado del caso siguiente, del que 
voy á presentar un ligero estractó, pa«* 
ra que los médicos vean cuan fácilmen- 
te se pierde nna reputación después 
de tantos años adquirida , por el ca- 
pricho é indocilidad de algunos enfer- 
mos de la alta clase de la sociedad* 



452 



HISTORIA DE LA 



El marqués de Astorga, conde Trat» 
támara, padecía muchos afiosde vérti- 
gos y de obstrucción de vientre, para 
cuya curación tomaba unas pildoras 
por la noche. No encontrando ningún 
alibio llamó al autor^ y después de en- 
terado de sus males , que eran tantos, 
que le dejaron atónito y persuadido de 
que era necesario no solo ser un gran 
médico sino un ángel {et cum tanta et 
tam varia considerassem accidentia 
aniínus meus obstupuit , non mei , sed 
docti aUcujushominist ne dicam ange-» 
U ad tot morbos depellendos assisten^^ 
tia potius indigere considerans) para 
ordenar su curación: le dispuso el que 
por la mañana tomase unas pildoras 
purgantes. El enfermo siguiendo la 
costumbre de tomar por la noche las 
pildoras» tomó estas contra el mandato 
espreso del autor. De sa toma le re- 
sultaron una fuerte diarrea , calor en 
el estómago, vómitos y calentura; cu* 
yos síntomas cedieron muy pronto ¿ 
beneficio de las bebidas y fomentos fríos 
al vientre. No convaleciente toda* 
vía, le vino por la idea cenar una no* 
che ealabacitas tiernas » y le sentaron 
tan mal, qne se le reprodujo la diarrea 
hasta el estremo de hacer sesenta de* 
posiciones. Alarmados los interesados, 
atribuyeron estos accidentes no á la 
verdadera causa , sino á las pildoras 
prescritas por el autor. Hubo una rui» 
dosa consulta de médicos , y el dicta- 
men que algunos dieron, obligó á Gar- 
cía á publicar en defensa suya el es- 
crito que acabamos de ver. 

Precede á él una historia muy cir- 
cunstanciada de cuantos antecedentes 
le habían determinado á prescribir at 
conde-marqués las pildoras purgantes, 
y prueba que la diarrea y demás sínto- 
mas que le sobrevinieron fueron de- 
bidas no al remedio sino al abuso que 
de él se había hecho. 

Matihice GiMrcice, medicinan Docto- 
ris , in hac imiversitate Valentina. 
Disputationes medicinas selecUe , in 
dueu partes cUstributw, Lugduni 1677, 
in/bh 



Divide esta obra en dos partes. 

En la 1." presenta cinco cuestiones 
principales. 

1.* De venenos. 

2.* De antídotos* 

3.* Del opio. 

4 .^ De las preparaciones opiadas» 

5.* De ¡os llénenos en particular. 

Los progresos que en el siglo actual 
ha hecho la química -respecto á los ve- 
nenos son tales, que han llegado á cons- 
tituir una ciencia aparte , la toxicólo- 
gia. 

Inútil es, pues, buscar en los trata- 
dos de venenos escritos en el siglo XVII 
ideas que puedan complacernos é une- 
tramos. Esto es cabalmente lo que se 
verifica en el tratado que acabamos de 
esponer. Pero en compensación se de- 
muestran observaciones y casos muy 
raros para ilustrar la historia de los ve- 
nenos, relativos i la higiene pública. 

Sirva entre otros muchos el siguien- 
te, qne no deja de ser notable. 

«En este año acaba de suceder, di- 
ce, que unos barcos ingleses anclaron 
en Gullera y Altea para hacerse con 
agua. Desgraciadamente la del rio ele 
Altea, era en parte de las aguas em- 
balsadas en que se cocia el cáñamo y 
el esparto. A poco tiempo de hacer 
uso de ella todos los marineros enfer- 
maron y murieron, cuyo incidente dio 
margen i los ingleses para quejarse al 
rey de España (pág. 83 col. 2.*).» 

Al hablar de los antídotos de los ve- 
nenos, nada absolutamente anadéalos 
que señalaron Zacuto Lusitano , Jai- 
me Esteve y Monardes , á saber : las 
piedras preciosas, la triaca y )a piedra 
bezoar. 

Entre los venenos particulares ha- 
bla del de los áspides^ de la vivera, del 
alacrán y de los animales rabiosos. 

De todos los cinco tratados ó cues- 
tiones, este es el único que puede con- 
sultarse. 

Matthio! Garciaí , etc. De mota 
cordis. «* De motu cwteriarum. ■» De 
motu sunguinis. 

Este es el tratado mas completo que 



MEDiaNA ESPAÑOLA. 



453 



se escribió en Espifia sobre la circo* 
laoiotí de la sangre. Puede considerar- 
se como ttüa mODografia sobre esta 
materia. 

El autor se mostró rival del inglés 
Harbeo, no porque negara la circula*- 
cíonde la sangre , qoe admite y de*' 
muestra, sino mas bien por no admitir 
las causas i que el médico inglés atri- 
buyó el mOTimiento de la circulación. 
Niega que el corason se dilate porque 
le entra la sangre : pretende que esta 
entra en él porque se dilata por su pro- 
pia fuerxa motriz , y por la misma se 
contrae. Otro tanto asegura de las ar- 
terias. 

Tal es la idea dominante de núes* 
tro autor , y por ella aparece que al 
paso que conviene en lo principal con 
el inglés , disiente én una cuestión se- 
cundaria. 

Yéascj pues, su mismo contesto. 

Guillelmus Harvejus Médícus Be" 
gis jíngUce , et in Londinensi medico* 
rum CoUegio anatomiw Pro/essor^ 
novam quandam^ et inauditam demo^ 
tu cordis, et circulatione sangtdnis sen^ 
tentiam eekalit , fomo Domini 1626. 
FrancoJvrtityfHsdatamyetanno^&i^ . 
Mcfterodanü , quce in compendium re-» 
docta sic se habet: primum se constriña 
gunt cordis ouriculiB , et in illa conS'» 
trictione sanguinem> úontentum in ven- 
trícalos coráis pellunt : quo dum re- 
plentur, cor dilatatur : mox hoc con^ 
trahens ventrículos pulsumjacit: quo 
pulsu coniectum in se sanguinem pro^ 
trudit in arterias^ é sinistro ventricU'^ 
lo in aortam , é dextro in pneumoni" 
eaiUy dictam immeríto venam arterio" 
sam : unde denuo per pulmonem in 
pnewnonietun t^enam^ vulgo arteríam 
venosam , hinc in vcntricuhun sinis- 
trum rofdtur^ et ah hoc in aortam , et 
totum corpus per illius ramos propelli^ 
tur. Sangms sic in habitum corporis 
vnpulsus iransit áb arteríis in %^nas 
tursum , remeatque in yéncun cavam, 
et ah hoc in dextram cordis aurículam, 
deinde in veniriculum dextrum, et ita 
porro eundem circuUun agit, quem an^ 



te, idque continuo, Unde eum sangui* 
nis motum vocat circulationem. 

HfJBc enim sententia multa antiqídta" 
tis principia rejicit^ novaquestábitítur, 
pnmo negat cor facúltate dilatari, si^ 
cuti, et arterias f sed dilatan quia im^ 
pletur sanguine d sinistra aurícula im^ 
pulso , illique vim compressivam con- 
ceditj sicuti , et cordi , tantum ; arte- 
rias, paríter sanguine media compres^ 
sione cordis truso , et impulso dilatan 
Jirmat, neutíquam facúltate: sangui-^ 
neni arterialem d venali neutiquam 
smmgit, sed imum in corpore sangid" 
nem reperiri docet commtmem venis, 
et arteriis^ cor et arterias solum san^ 
gudnem continere Jirmat, aerem vero 
aurahere penitus refutat : spiritus in 
corpore á sanguine separatos , hoc est 
diversamd sanguine substantiam efli^ 
(dentes rejieit , et sic nec rítales , aut 
animales spiritus admittit. 

Sanffdnem d majoríhus venis inmi* 
nares moverichymerícumjudicat^ imó 
á minoríhus in mayores, riam sangui^ 
nis á dextro ventrículo cordis in sinis" 
trum , esse septum ventrículorum cor'» 
dis detestatur , sed imó aliam multo 
ditfersam adaptat. Hese enim et alia 
contra antkfuitatem ponit, ut suam de 
circulatione sanguinis sententiam for^ 
met 9 quse considerans soípiiis , et ex* 
perímerUá tanta, et tam bene stahüita 
iegens, anceps et stupefactus perman^ 
si multo tempere , prascipué cum Bra^ 
vum VaUsoUtanum nostrí temporis 
medicorum príncipem^ in hanc venisse 
sententiam scrípta sua ostendant. Ut 
ergo in re tam ardua meampropala^ 
rem sententiam y quam plurimas ana'* 
tomicas administrationes in anguiUis, 
rajftis, columbis, et aliis animalibusad* 
mifdstravi, collectoquespiritu non quia 
nova, et contra antiquitátem directé 
pugnans Herveij sententia dissona ap^ 
paruit experienticB , et rationi, sensui 
et menti. 

Quia ergo hoc venenum quasi con^ 
tagium serperepoterat, et multa vera 
prcBcepta medica prasverti , prascipué 
cum Patronos tum alienas, tum His^ 



454 



HISTORIA DE tA 



panos jam hobeat, consultumjudicaxd^ 
in illius ¿mpuffiatione tamquaní in 
amcenisstmo viridario spatiai't't pfo'ci^ 
pué cum mei inuneris si hoc adimple " 
re, eura sexiltciin ab hinc annis in Va- 
lentina UniversitatC) Hispanice sola 
anatonucB magistra , publicé artatonU-' 
cas adnUnistrationts exercicassem. 

Este tratado que comprende ciento 
veintiocho fojas ^ eg sumamente inte* 
resante ^ porque en ¿1 se encuentran 
todas las objeciones que pudieran ha- 
cerse á la primera disertación anatómi- 
ca que publicó Harbeo en 1628, y cu- 
ya doctrina modificó y esplanó masen 
sus disertaciones en 1636. 

Contiene igualmente casi todo el 
texto de las disertaciones de Harbeo^ 
que se han hecho ya sumamente raras 
en nuestra Espafta. 

Otro de los grandes méritos que tie* 
ne la obra de nuestro valenciano es el 
ser absolutamente desconocida de los 
bibliógrafos estrangeros y aun de loa 
nacionales que se ocuparon de los es- 
critores del reino de Valencia. 

BLAS MARTÍNEZ DE NIETO, 
.estudió la medicina en Alcalá de He- 
nares, y en ella fué catedrático de la 
de prima y de la de vísperas. 

Escribió las obras siguientes. 

Discurso sobre la naturaleza^ con* 
dicion, preservación , causas , señales 
y curación para el contagio de peste 
que hoy padecen las ciudades de Car* 
tagena , Murcia y Totana. Madrid 
1677. 

De esta obra hizo una segunda edi- 
ción con el título^iguiente. 

Discurso bres^e sobre la naturaleza, 
condición , preservación ^ causas , se* 
nales y pronostico , curación y reglas 
generales pata cualquier contagio de 
peste é infección maligna, Madrid 
1679, en 4.^ 

El objeto de estos dos escritos fué 
la peste de que hablaron ya Caldera 
de Heredia en Sevilla , y Burgos en 
Córdoba, Jaén» etc. 

Sabidos los pormenores de aquellas^ 
que ya están espuestas, nada de nuevo 



nos dice el autor en estoe dos discarsos. 

ANTONIO DE TRILLA, estu- 
dió la medicina en la universidad de 
Alcalá de Henares con los doctorea. 
Cuevas, Alba, Enriques de Villaoor- 
ta , Caslel , Peribañez y Ribas (pági- 
na 70). Hecho médico pasó ala ciudad 
de Tuledo, en cuya universidad fué 
catedrático de vísperas. 

Esrribió la obra siguiente, 

Perfecto practicante médico, jmoe* 
va luz de fácil enseñanza^ Toledo 
1677, en 8.° 

Se propuso dirigir á los médicos jó- 
venes que se establecian en los pue- 
blos. 

. Empieza su obra dando al médico 
joven ciertas máximas del mayor in- 
terés para saber conducirse bien en loa 
pueblos y hacerse apreciar de ellos* 
En la gramática parda de los médicos, 
como él dice , y para que de ella ten- 
gan un conocimiento, copiaré los prin- 
cipales trozos. Ante todo recomienda 
mucho la lectura de sus máximas, por- 
gue son grande tesoro encerrado en 
pequeña bolsa. (En et prólogo). 

«Aconsejóte lo primero no tomes es- 
tado matrimonial basta que tengas sa- 
lario y renta 6ja por tu trabajo^ donde 
te vean asistir con sumo recato, pru- 
dencia, diligencia , caridad y estudio^ 
porque entonces te mirarán los repii- 
blicos y la plebe con mejores ojos \ y 
viéndote en noble ejercicio, cualquiera 
amará oir quieras emparentar con él 
por su hija^ y tendrás buen dote , con 
persona de prendas y virtud, que todo 
junto con tu salario es convenien<;ia, 
con que puedes vivir descansado , y 
poder educar los hijos que Dios te die- 
re; y si ta pereces, quede tu mnger sin 
necesidad de pedir á nadie , que es el 
mayor gozo que puedas llevar. 

«Pero si en la universidad fueres 
mozatbito, muchos daños te seguirán: 
lo primero estudiarás muy poco con ta 
inquietud ; lo segundo puedes poner 
la afición en dos relumbroncitos de 
unos perendengues» un jaquecito luci- 
damente lamido, una picadura de bre- 



- I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



455 



re colamo , que enseflan al descuido^ 
y otros rhDan»erabl«8 estímulos , que 
si crees eoellos^quieá le hallarás obli- 
gado asies de tener salarlo ni uu re- 
medio, á sustenUr una muger deobli- 
gaeiones^ qae te cargue de bijos ^ sin 
que traiga mas dote que cuatro pinta- 
ras, seis sillas, un escritorio con nnedio 
escaparate, un velen de dos mecheros, 
dos cofreoitos , un bufetico mediano, 
otro mayor , un braserito de caja ala- 
tonado , poquito repuesto de cocina, 
media cama de campo, y otros aram- 
beles, que ajustado todo en Dios y en 
coQcieocia , vale lo que quisiere 
tu suegra que valga, y a ti note saque 
el pie del iodo, y guarda que la dicha 
suegra no siga el alcance de tus loma- 
das, con otro sobrinillo faltillo , que 
sera cosa para que en poces días te 
pongan en puntos de dar mala cuenta 
de tu persona; y mira que no dejes to- 
dos los dias de tn práctica^ cuando pa« 
ses trabajos de mirar con este espejo, 
que le hará menor el trabajo , y te li- 
brará de esto. 

«En el hábito té portarás sin vani- 
dad con decente adorno, como ensefia 
Hipócrates! en invierno es bueno pafiko 
de Segobia negro en poblado, y de co« 
lor en el camino, de la parte donde te 
llamaren en grado de apelación ; eu 
verano un poco de tercianela , y esto 
con limpieza , y sin afectación ni cui- 
dado; procura comulgar todos los dias 
de fiestas , como hacia San Francisco 
de Paula; no te finjas muy santurrón, 
que te llamarán hipócrita y no hipo- 
crático ni galénico, porque solo lodoc« 
to cura. 

«Si en el pueblo hubiere parciali- 
dades y bandos , ten prudencia para 
no mostrarte mas afecto á una que á 
otra parte ; ó coje tu familia y busca 
otro salario , si hay deudos de tu mu- 
ger en la contienda, porque en la me- 
dicina es menester tener la conciencia 
quieta ', si tuvieres gracias personales, 
huye saraos y fiestas , porque alli te 
alabarán y después te morderán , y 
mas si hay enridiosos que no te pue- 



den competir ; déjalos lucir a ellos en 
sus resti»it*8^ y vete tú á tus libros, que 
no hay mas regalo en el mondo. 

«No arguyas ni disputes en público 
con cura, letrado hí religioso que haya 
en la villa, porque si procuras quedar 
bien y deslucirlos, te la han de armar, 
y quizá desacomodarte , hasta que te 
echen con ignominia del lugar , sino 
en alguna conversación con suavidad 
y blandura, y alabándoles siempre sus 
buenas letras y prudencia, en público 
y secreto. 

«No seas amigo de oír chismes en ca- 
sa de los enfermos, sino á to negocio; 
ni jamás alli muevas otra conversación 
sino fuere, ó de la enfermedad ó de al- 
guna cosa de virtud ó decente política, 
no con demasiada gravedad ni con de- 
masiada jovialidad , sino en un buen 
medio. 

«Si te quisieren dar oficio repúblico, 
no lo admitas que te destruyes y ten- 
drás enemigos , como hemos esperi- 
mentado en muchos ; nó tengas raices 
de hacienda^que te fuercen á vivir to- 
da tu vida en la villa, porque no te pa- 
garán con bendición tu salario; cobra 
cada tercio, y todos estarán gustosos. 

«Aunque seas hombre de muy bue- 
nos brioa, y conn) dice , Broquelero 
de Alcalá, mortifica tus pasiones; por- 
que los a tentados te prenderán mi! zan* 
eadillas, y por último eres forastero, 
y siempre has de quedar mal y ellos 
bien: y al primero que Dios sea servi- 
do de llevarse de su enfermedad j te 
han de acumular que tú le mataste por 
vengarte. 

«Sea el crédito de todas las muge- 
res en tu boca muy santo , que como 
forastero no sabes con quien hablas, y 
suele la esparraguera ser hermana del 
alcalde : con nadie te desazones , por- 
que es fuerza visitarlos á todos , y la 
malicia no cesa sino sana to contrario. 
Foresto es gloria ser médico en la cor- 
te ó la ciudad, porque yo puedo dejar 
el enfermo que no sea de mi devoción, 
y el enfermo puede llamar otro médi* 
co mas de la suya, y todos aseguramos 



Vj6 



HISTORU DE LA 



mas las conciencias en las cotidianas 
juntas y consultaciones^ doade se apu* 
ra la verdad. 

<cNo dejes cada dia habiendo aca- 
bado tus visitas de oir misa , y de tor- 
narte ¿ tu casa por la plaza , donde 
asiste el pojro de los repúblicoSy y sa- 
ludarlos con mucho agrado^ conversar 
un poquito con modestia^ y luego pe- 
dir licencia^ e irte á tu estudio, que se 
pagan mucho de esta atención: y si te 
retiras mucho, aunque sea para tu es- 
tudio, te murmurarán de figura, y 
malician si acaso puede caer en caso de 
desestimación. 

«Otras individualidades ocurrencias 
se las dejo á la moderación de tu buen 
discurso, en mortificarte y perder al- 

5 unas veces de tu derecho , por amor 
e Dios, que en fin |in médico es es- 
pejo de un lugar, y es necesario que le 
adornen muchas virtudes -, y asi bas- 
tante estas generales, que si te vales d« 
ellas, vivirás con mas sosiego ^ que los 
que se matan enviando una desaojora^ 
y no tornaba ver el enfermo; otra que 
diee que unta y levanta el asiento , y 
dice á este niño le han quebrado la 
hiél en el cuerpo, como si fuera redo- 
ma la hiél; otros que dan recetas empí- 
ricas, y las reciben antes que la tuya; 
otros que tienen una fe ciega en el ci- 
rujano, sangrador ó boticario, mas que 
en toda tu ciencia , borla ni capirote, 
y otros mil disparates: en fin enséñate 
á pasar por todo lo que tú QO puedas 
remediar, y dirá con el doctísimo Va- 
lles: Deus in melius \fertat : ya hemos 
visto que un desdichado barbero mató 
al médico de mayor crédito , porque 
le riñó uua sangría hecha en una sinco* 
pal 9 con que murió el enfermo sin cout 
fesion: paciencia, que Dios lo castiga- 
rá todo. 

«No tengas pendencias ni desazo- 
nes ni chismes con boticarios , ciruja- 
nos, sangradores , potreros, algebris- 
tas, destiladores, montanbancos , gar- 
latores, balfamoros, comadres, desao- 
jadores, ni otros, porque no has de re- 
mediar nada, y te han de deshonrar/ 



quitar el crédito: ellos do se bao de en- 
mendar^ oi la fustieia ha de haoer vi- 
va diligencia, porque ellos son los pri- 
meros que los llaman, los aplauden y 
regalan , y que darán pié a la conver- 
sación contra tí: a migo, engendra grao- 
de cariño en el pecho de todos los del 
pueblo, uno que quita la barba y en- 
caja con el baño > y le hace so sangría 
con destreza , y mas si es del logar on 
tantico deudo, en curar diez años de 
asistencia , no tiene para ellos tanto 
crédito Avicena ni Galeno, y entien- 
den que es su Dios Apolo ; y dejarás 
hecha la receta , y en ausentarte tú le 
llamarán, y dirán que vea si es á propó- 
sito: la tomará en la mano , y si es. tu 
amigo dirá, grande cosa, no ha venido 
doctor á la villa como este, son recetas 
bien raras-, y es de advertir qoe la re* 
ceta está en buen latin 9 y él no sabe 
leer en buen romance: si es tn enemi- 
go, apenas la mirará cuando se rie á lo 
zaino, y se la pone al enfermo sobre la 
oama, y dice en voz alta, receta es es- 
ta para reventar un caballo que la to- 
mara ; y la entiende como la pasada. 
Dan tan inflexible crédito á este bar- 
berismo que cada hora vemos perder 
la vida porque estos hombres malva- 
dos (el que lo fuere) quiebran el hilo 
que el médico seguía de su racional 
curación: aconsejóte que no te pudras, 
sino que con amorosa paciencia digas 
lo que al enfermo conviene; pronosti- 
ca con cordura y mucho tiento , que 
hay muchos letrados en cualquiera al- 
dea, que los antecedentes; y estos son 
enemigos no escusados del médico; y 
repite con el doctísimo Cobarmbiano 
Abad . Deus tn melius Tfertat. 

«Si estuvieres en ciudad donde hay 
mas puestos que ascender^ los preten- 
derás solo con procurar retirarte á tn 
estudio para ser insigne , socorriendo 
tus enfermos con diligencia, buscando 
á los pobres para socorrerlos, y los ri- 
cos que te busquen por sabio: si gastas 
{presentes y dádivas^ buscares cartas djB 
avor , ruegos de señores para conse- 
guir^ dirán que por ti no lo mereces, y 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



457 



es un lunar y mancha en el crédito^ 
que jamás se enmienda , y das lugar á 
que el docto, que por estarse en suca« 
sa no fué elegido ^ te diga médico por 
bulas y no de oposición : jamás se ha 
visto vender á voces por la calle paño 
de Holanda y y cada día vemos prego- 
nar cordellate y bierzo ; banastas de 
sardinas mortíferas gritan por esas ca- 
lles, nunca lenguados» reos ni besugos: 
fuelles y ratoneras vocean , jamás es^ 
capara tes de cristal y oro: el buen pa- 
ño en el arca está vendido *, los besu- 
gos se alcansan por ruegos: al ebanis- 
ta atormentan por un escaparate, y en 
fin la doncella honrada para caaada^ 
rogada. Pues mas buscado ha de ser 
el médico (el que lo fuere digo) que 
lodo lo referido, porque por último ya 
se ve qué utitdad pueden dar cordella- 
te, bierzo, fuelles , ratoneras y sardi- 
nas. T en fin el que hizo el empeño por 
ti te quiere por esclavo , y en desaso*' 
narle te dirá: ¿qué valia él? sino fuera 
por mí. Bástanle paUbra para quedar- 
te muerto si eres hombre de reputa- 
ción. 

aEn siendo en logar muy eorto, es 
esto caso irremediable* Yo iba con mi 
familia á una romería de una promesa 
á una imagen de devoción de nuestra 
Señora la Virgen Mar¡a-,y en un lugar 
en la mitad del camino me conocieron, 
y me hicieron visitar dos enfermos 
muy apretados*, no lo digo porque no 
me dieron blanca , sino que estaban 
apretados de su enfermedad, por bar* 
bero del lugar , que al fin les dio sol- 
tura para la iglesia, según después me 
dijeron, y vi una calentura: lo prime- 
ro fué necesario comulgar al enfermo, 
y vi que el tal barbero venia , siendo 
sacristán , terciada su capa muy gua- 
po , con la bolsa de los corporales, 
echando salmos de David como si fue- 
ran padre nuestros: hizo en fin su ofi- 
cio de sacristán, y lo era; fué necesa- 
rio hiciera testamento, y en un instan- 
te tornó con sus escribanías , acompa- 



ñado del señor cura con mucha grave* 
dad,é hizo su papel jurídico de escri- 
bano, y lo era: al despedirse se apare* 
ció en mi posada con su vara de alcal- 
de empuñada como un corregidor; di- 
je yo van cuatro, no le falta á este, di- 
je á un compañero, sino ser mullidor. 
A este veneraban en tanta manera, que 
decian que no les hacia falta el proto- 
medicato; ¿quién le habia á este de de- 
poner, sangrando y purgando á su mo- 
do? solo Dios. 

«No comas ni bebas en casa de los 
enfermos, ni hagas llaneza ninguna, 
si no es que sea tomar algún dulce ó 
cosa leve, y si á esto te puedes resistir, 
resístete; y si lo haces, sea porque no 
piensen que es no hacer estimación de 
su persona: en lo demás usa de tu pru* 
dencia para portarte, que con estas ge- 
nerales creo no necesitas de mas ad- 
vertencias. 

<cYa veo que es tiempo de darte luz 
de la luz que te quiero dar , para que 
no necesites de cansar á tu maestro en 
la última menudencia ^ que necesitas 
saber para t«u ejercicio: lo primero que 
te prometo es enseñarte las cualidades 
de todo alimento de tierra, agua y aire, 
muy recopilado ; el modo de usar de 
ellos, el tiempo, etc. Tesoro será para 
ti grande. 

«Lo segundo darte menudas fórmu* 
las de las recetas mas usuales que de- 
bes tener en pronto, y luz del precio 
que tienen, según valen las cosas en es- 
te año de la venida del Sr. D. Juan de 
Austria desde Zaragoza á Madrid de 
1677; que si después se alterare el pre- 
cio de los ingredientes poco mas ó me- 
nos, padrás tu verlo que valen mas; y 
si abarataren, bajar el precio , porque 
en los lugares es el mayor tormento 
que tendrás , el preguntarte en cada 
casa, seKor doctor ¿cuánto llevarán por 
esta receta; y crece por todo tu crédi- 
to en saberlo : porque tal vez no está 
el boticario examinado en la botica, y 
queda un mozuelo ola viuda, y suelen 



HiST* DE Li MeDIC; BSPlftOLA. — T^Mo 2.° 



56 



458 



HISTORIA DE LA 



pedir por uoa purguiU de seis reales, 
doce^ 7 por uoa de doce , cinco ; esto 
nace de ignorancia, y asi por consuelo 
de todos será bueno que baya luz de 
lo que vale basta el liUimo maravedí. 

((Lo tercero y último y industriarte 
en todos los casos repentinos, para cu- 
yo socorro te sacarán de tu cama á me- 
dia noche muchas veces ^ que no hay 
lugar de ver libros » y teniendo este^ 
puedes socorrerlos fielmente, como es 
todo género de veneno, por morded u- 
ra, bebido , comido » etc. Mira que 
tendrás grande consuelo , do dejes de 
guardar mi libro. 

«Coa los médicos de los lagares ve- 
cinos tendrás mucha pas , y hablarás 
bien de ellos ea toda ocasión, aunque 
ellos no lo hagan asi -, y si á tu lugar 
viniere algún hijo de vecino, que sea 
médico de otro lugar» agasájalo mucho 
y alábale y créeme; y si tienes consuU 
ta coa él , aunque Sea menos antiguo^ 
dale la primada por |a primera ves, y 
te alabaráa de cortés. 

«En teniendo juntas con los comar- 
canos no pierdas tu derecho , y habla 
en tu lugar, segua tu antigüedad, coa 
gravedad, alegría j afabilidad, dicien- 
do 1.a eseacia de la enfermedad en ato* 
ma diferencia: las señales por donde la 
conoces; la caosa que la motivó y la fo- 
menta ; el pronóstico de ella ; y final- 
mente , qué curación debes hacer , y 
esto sea lo mas ceñido que se pueda, 
dando de todo razón porqué le haces, 
Blosófica, médica , y con ua tekto por 
lo meóos de aforismos y otro de los 
pronósticos, que ea estas dos de Hipó- 
crates hallarás cualquiera ley para to- 
dos los casos. 

En los principios que no tienes cien 
ducados para libros , irás con segura 
conciencia á tu salario con el tomo de 
Cipriano de Maroja, el de Riberio, de 
impresión de León, y este mi arte nue* 
vo , y te aseguro que si estudias dos 
años en estos tres libros ^ á tres horas 
cada dia , y teniendo en la curacioa 
mucha atención con urinas , pulsos, 
semblante , movimientos de las acce-' 



siones, crisis ó juicios de ellas, malos y 
buenos, según señales de crudesa ó co- 
cimiento, etc., que te hallarás un graa- 
de medico, y con caudal para comprar 
las obras de Pedro Miguel, Henriqaez> 
Valles , Mercado , Galeno , Avicena, 
Hipócrates, Bravo, Llera, Rodríguez, 
Masarías, Mercurial, Senerto, Ferne- 
lio, Andrés Laurencio , Fragoso, Da* 
za, Valverde , Dioscórides por Lagu- 
na , Farmacopeas , Zacuto y Amato 
Lusitanos; que con los referidos tienes 
prado ameno donde lozanear tu inge- 
nio, como un hermoso elíseo, y no son 
menester mas libros; y estos te advier- 
to que son los mas selectos del mundo: 
no estés sin tener á Ambrosio Calepi- 
no y serás docto en todo. 

«A viejezuelas y embusteros echar- 
los de alli coa buenas palabras: sufri- 
rás del epfermo por chanza algo que 
te diga entre burlas y veras , como yo 
sufrí en San Martin de la Vega de 
Alonso Colmenar; en el Corral del Al- 
magaer del licenciado Laurencio Iva* 
fiez;en Ocaña de Bubón; en Ajofrin de 
Pedro Gómez Dormida; ea Toledo del 
padre predicador Herrera ^ del órdea 
de Nuestra Señora de las Mercedes; 
que en fin estáo poestosen el tormen- 
to , y dicen lo que los atormeatados 
suelen al juez. Y porque en dolores no 
quede nada , digo que al que le doele 
la muela que se la saque , porque todo 
lo demás es apestar las vecinas ; y en- 
tre tanto que no se determina , si es 
menester sangrar, clisterizar y purgar, 
ejecútalo y luego ponga encima su po- 
quito de pelitre, ó masque el tabaco, 
o cuezca tea en vinagre, y enjuagúese; 
y en fin si toma mi consejo , iterum, 
digo que al que le duele la muela que 
se la saque y no se la rompan.» 

^ En seguida pone un tratad i to de hi- 
giene bajo el siguiente titulo. 

De todos los alimenios , saínos cru^ 
dos , aguas crudas y cocidas, y otros 
adherentes* 

Este tratadito es un compendio del 
régimen de sanidad que escribió Nu- 
fiez de Coria. 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



459 



Precios dé los medicamentos. 

Prese o la todos los que eii su tiempo 
se usabau, y el ?erdaaero precio á que 
se vendía D, 

Bajo el título de materia médica, 
escribe un gran número de recetas^ 
apropiadas á cada enfermedad. Nada 
valen. 

Con el de jírte comptorio , pone 
muchas recetas para hermosear el cu- 
tis> quitar las arrugas, hacer crecer el 
pelo^ teñirlo de diferentes colores, etc. 

A continuación trata del método de 
curar las calenturas simples y com- 
puestas ó complicadas. Su método con- 
siste en referir algunas medicinas y 
fórmulas; ni una sola palabra nos dice 
de las causas 4 síntomas , diagnóstico y 
pronóstico de ellas. No ofrece absolu- 
tamente interés* 

Esta obrita no merece consultarse 
mas que en los puntos que hemos co« 
piado. El autor fué médico que supo 
entender bien al vulgo» y vivir en pue- 
blos de partido. Sus lecciones son al* 
tameote interesantes, y no deben des* 
preciarse. 

DIEGO PÉREZ DE BUSTOS, 
sangrador de cámara de S. M.^proto- 
barbero y examinador mayor de todos 
los barberos ílebotomianos de los rei- 
nos de Elspaña* 

Escribió. 

Tratado breve de Jlebotomia. Ma- 
drid 1677, en 8.^ 

Este tratado se reduce á manifestar 
el modo de sangrar. EU un diálogo en- 
tre un maestro y un aprendiz. Aunque 
nada contiene de particular respecto 
al mecanismo de la sangría, puede ser- 
vir de testimonio del uso tan general 
que se bacía de las sangrías. En él se 
nos revela que apenas había parte de 
nuestro cuerpo , de cuyas venas no se 
sangrase entonces. 

Propone un instrumento de su in- 
vención para sangrar con facilidad de 
las venas nasales. 

MARCOS ANTONIO DE CHE- 
G A , catedrático de prima en la uni- 
versidad de Granada. Fué comisiona- 



do por la real Chancilleria dé dicha 
ciudad para examinar lá enfermedad 
que corría por Malaga , y después de 
examinada escribió la siguiente 

Carta apologética en que se prueba 
que lo que corrió este año pasado en 
laciudad de Mdlagano fué peste. Má- 
laga 1679. 

El autor trató de probar el estremo 
indicado , pero sus razones son harto 
débiles para convencer de su veraci- 
dad. 

MIGUEL BIOSCA CASANOVA. 

Escribió. 

Carta apologética en que se defien* 
de Y prueoa hmersido peste la enfer" 
medad que corrió en 1 678 en la ciudad 
de Málaga* Málaga 1679. 

El autor se propaso en este escrito 
rebatir las ideas del precedente. Pue- 
den consultarse estos dos tratados por- 
que diseoten la materia con bastante 
crítica y porfia. 

Este último reproduce las ideas ét 
Burgos y de Caldera de Heredia sobre 
el contagio de la peste. 

FERNANDO MÉNDEZ^ natural 
da Tarancoki : estudió la medicina en 
Montpeller, y llegó á ser catedrátioó y 
conciliario. 

Escribió la obra siguiente* 

Stadium Apolinar e , sirfe progjrnaS" 
mata medica habita et propugnatáá 
Fer diñando Méndez* Lugduni 1678. 

Es una colección de memorias muy 
curiosas é interesantes: entre ellas son 
dignas de la mayor atención 

La 1 .^ que tiene por objeto discutir 
si la muerte es corta la mayor parte 
de veces por nuestra propia culpa ó 
por la natui^aleza misma ^ 

La 2.'^ si la música es un remedio 
pca^a la meUmcoUa. 

La 4.^ ^t el trépano conviene én ¡os 
dolores de cabeza crónicos jr situados 
en parte determinada. 

DIEGO BLANCO SALGRADO 
habiendo sido nombrado por el rey* 
D* Carlos II para inspeccionar la pes-* 
te que corría en Málaga en el a&o de 
1678, publicó la siguiente obriza . 



460 



HISTORIA DE LA 



rrataffo de la epidemia pestilente 
que padeció la ciudad de Málaga los 
anos 1678/ 1679. (Id. 1679). 

No be visto esta obra. (V^ease á V¡- 
llalba). 

JUAN BAUTISTA NAVARRO. 

natural de Castellón de la Plana : es- 
tudió la medicina en la universidad de 
Valencia, y en ella se recibió de doc- 
tor. 

Escribió la obra siguiente. 

Joannis Baptista Navarro, Castu^ 
llonensis Doctoris medici et scholce 
medicas f^alentince, Prophesoris li- 
helkun de urims falso Galeno adscrip- 
tum. ralentiw 1678, m 4.^ 

En la introducción prueba que mu- 
chas veces es necesaria al médico la 
inspección de las orinas , porque 
ellas pueden darle á conocer muchas 
enfermedades y su terminación. Cre- 
yó que los signos prestados por ellas 
son mas seguros y ciertos que los del 
pulso. 

En el 2.° libro trata de los pulsos: 
describe todos los que son propios á 
cada enfermedad. Refiere muchos ca- 
sos de dolencias terminadas conforme 
habia pronosticado en vista y examen 
de las orinas. 

En el 3.^ espone las diferencias de 
las caleninras. Comenta los libros 1.** 
y %^ de Galeno. 

En el 4.^ trata de las crisis y de los 
dias críticos. Presenta igualmente al- 
gunos casos cujos fenómenos críticos 
y dias en que se verificaron anunció. 

El autor trata con mucha maestría 
este punto: sus observaciones son mujr 
juiciojas. y si son tan ciertas como ase- 
gura, la medicina moderna ha perdi- 
do mucho de su fuerza en la parte del 
pronóstico. 

GREGORIO LILLO HIDALGO 

DEL HIERRO, natural de la Carra- 
ca (pág. 183): nació en el año de 1649: 
estudió la medicina en Alcalá de He- 
nares . siendo su maestro especial el 
doctor Castell (pág. 273). Fué médi- 
co de su pueblo, y sucesivamente de 
Saoedou , de Mondejar. y de Cieopo* 



zuelos de Arabaca (pág. 183). Estando 
en esta escribió la obra siguiente. 

Instructio medicorum jippoUneatn 

facultatem agredí entibas valde utiUs. 

Matriti per Antonium González de 

Reyes, anno M.Ü.C.LXXIX, in 4.® 

Divide su obra en cuatro partes. 

En la 1.* trata déla naturaleza de 
la medicina; del modo y lugares i pro- 
pósito para estudiarla ; de la instruc- 
ción que debe poseer el estudiante an- 
tes de empezar su carrera médica; de 
la edad en que debe verificarlo . y de 
los viages que debe hacer para ilustrar- 
se mas en ella* 

En la 2.^ espone el diagnóstico. pro« 
nóstico y curación de las enfermeda- 
des en general , y el método dietético 
y farmacéutico que debe adoptarse en 
ellas. 

En seguida consigna un gran nú- 
mero de sentencias tomadas de loa 
principales autores. 

La 1 .■ serie , en número de noven- 
ta y nueve van dirigidas d la concien" 
da del médico. Tienen porobjeto in«- 
truirle en el modo de conducirse con 
sus enfermos. (Interesantísimas). 

La 2." serie , que comprende vein- 
tiséis, pertenecen d la medicina prdc" 
tica. No ofrece interés. 

La 3." serie . que comprende cin- 
cuenta y una . son relativas al at*te de 
pronosticar. En ellas demuestra cuan 
ventajoso y honorífico es al médico 
pronosticar con acierto la terminación 
de las enfermedades. Habla de algu- 
nos síntomas como signos de la termi- 
nación buena ó mala. 

Este tratadito es muy corto pero 
muy a precia ble. 

En la 4.° espone seis aforismos re- 
lativos d la parte curativa. 

En la 5.* diez y ocho , relativos al 
régimen dietético. 

En la 6.^ veintinueve, pertenecien- 
tes a la cirugía. 

En la 7 .' diez y seis . relativos á la 
farmacia. 

Enlaparte 4.^ presenta ciento se- 
senta y siete casos prácticos de otros 



MEDICINA ESPAIÍOLA, 



461 



tantos enfermos que visitó desde 1666 
hasta 1676. Todas estas observacio- 
nes prácticas son muy selectas é inte- 
resantes. Ellas abrazan el nombre y 
apellido de los enfermos, su edad^tem- 
pera mentó, oficio ó profesión , causas, 
síntomas, método curativo j resultado 
de él. 

Relación que el autor hizo en una 
consulta d que fué llamado á la villa 
de Seseña, año de 167 1. Trdense en 
ella muchos preceptos prácticos , que 
mutatis mutandis se pueden aplicar d 
otros muchos casos. (Ib. Ih.J. 

Se reduce á referir todas las cir- 
cunstancias que el médico debe tener 
presenten siempre que vaya á visitar un 
enfermo. Trata también del modo con 
que deben conducirse en las juntas ó 
consultas con sus compañeros. No ofre- 
ce interés alguno. 

Al terminar este escrito dice que 
tenia dispuesto para dar á luz un tra- 
tado titulado: 

De scopis magnorunt auxiliorum. 

No tengo noticia de él, si es que lie- 
TO a publicarlo. 

JUAN BAUTISTA ORIVAI Y 
DE MONREAL, natural de Valen- 
lencia: cursó la medicina en esta uni- 
versidad con Miguel Villar (pág. 236): 
fué en ella catedrático de filosofía yáe 
medicina, y doctor en ambas. Ejerció 
por algunos años la profesión, pero la 
dejó por haber sido nombrado diputa- 
do general de la provincia. 

Escribió la obrita siguiente. 
Propugnaculum Hippocratica: et 
Galenicw Doctrinae de fehrium putri- 
darum in principils per purgationem 
et sanguinis misionem curatione, Lug^ 
dufu anno M.D, C.LXXIX in 4.« 

El autor presenta como base de su 
doctrina el aforismo 22 del libro 1;^ 
de Hipócrates. 

Concocta medicari atque moveré^ 
non cruda, ñeque in principiis , modo 
non turgeat , raro vero turgent. 

Pone primeramente el aforismo en 
griego, en seguida trascribe las diver- 
sas interpretaciones que hicieron Ni- 



colás Leoniceno, Teodoro Gaza, Leo- 
nardo Fuschio y Hollerio , y última- 
mente espone la suja, y va comentan- 
do la sentencia palabra por palabra. 

Nos ofrece á continuación siete cues- 
tiones. 

1 .* Si convienen en el principio de 
las enjermedades sin calentura patria 
da los purgantes electivos ó minora^ 
ti\n)s. 

Prueba la afirmativa , y rebate los 
argumentos de los que sostienen lo 
contrario. 

2.* Si comnenen los purgantes en 
el caso de haber crudezas en el esto" 
mago, complicadas con calentura pú* 
trida. 

Sostiene 1 .® que en el referido ca- 
so no deben administrarse los purgan- 
tes con el objeto de espeler las crude- 
zas sino intentar su cocción por medio 
de medicamentos apropiados , como 
son los emolientes , el ojimiel, los ja-, 
rabes de corteza de cidra ^ etc. 2.** si 
después de administradas lavativas 
atemperantes permaneciera la crude- 
za en primeras vías acompañada de 
sensibilidad j convendria la adminis- 
tración de los purgantes leves , aun 
cuando hubiera calentura pútrida (pá- 
gina 67). 

3.* Si conTjienen la purgación ó 
los pwgantes minorativos en el prin- 
cipio de las calenturas pútridas , cí- 
tando detenida y confirmada la cru- 
deza en el foco. 

Propone y rebate las opiniones de 
Juan Manardo, de Antonio de Alto- 
mari, de Amato Lusitano, de Ferne- 
lio , de Francisco Valles y de Gaspar 
Bravo de Sobremonte. 

Prueba, fundado en la anterior sen- 
tencia de Hipócrates Concocta medi- 
cari, etc., que no deben administrar- 
se los purgantes aunque sean minora- 
tivos (pág. 86) 

4.* Si en las calenturas pestilen- 
tes y malignas convienen dichos pur- 
gantes permaneciendo las crudezas. 

Sostiene la negativa , á no ser que 
la turgencia exija necesariamente una 



. 



I I 



462 



HISTORIA DE LA 



evacuación pronta ó urgente (p. 141). 
5.* 5/ en los principios de las ca- 
Unturas pútridas convienen los mino- 
ratii^os por razón de la materia y de 
la parte dispuesta d la evacuación. 

En este caso aconseja preferir bajo 
todos títulos la sangría ó los purgan- 
tes. 

6.^ Si en el principio de las calen^ 
turas pútridas acompañadas de diar" 
rea ó de otras secreciones sintomúti^ 
cas^ convienen los purgantes minora- 
tivos. 

Prueba con aatoridades de Melchor 
de Vil lena y de su sobrino Miguel Vi- 
llar^ que no siendo baenas jamás estas 
secreciones sintomáticas en el princi- 
pio de Ids calenturas pútridas , no de« 
ben favorecerse por medio de los pur- 
gantesj ni menos intentarlas. 

7.* Si conviene cohibir ofavore^ 
cer las secreciones sintomáticas. 

Prueba que deben cohibirse en el 
principio de las calenturas pútridas. 

Joannis Baptistas Orivai sive Or- 
rivarri ^t de monreal , Comentarium 
in sententiam XXIX lib. II apho" 
rism, Hippocratis de sanguinis misione 
infebriumputridarum curatione cxer- 
cenda.Lugduniano M.D, C.LXXIIX, 
Asi como en el tratado anterior es- 
tableció por base de su escrito un afo- 
rismo de Hipócrates» en el presente 
consigna otro que á su parecer dice 
relación con la sangría^ á saber: 

Cum morbi inchoatity si quid moven • 
dum videtur , move ; cum vero consis • 
timt et vigent, melius est quietem ha^ 
bere. 

Después de comentar todas las pa- 
labras de este aforismo , viene á pro- 
bar que en las calenturas pútridas de- 
be sangrarse en los principios; pero de 
ningún modo cuando han llegado á su 
estado ó tocado á su declinación. 

Estabfece seis cuestiones generales 
para dilucidar todos estos estremos , y 
á mi parecer , sus razones son muy 
conformes con la doctrina del padre de 
la medicina. Hasta aquí merece segu- 
ramente un elogio , pero se deja ver 



por la acrimonia con que trata i Ber- 
nardo Cajaues , que se dejó llevar de 
su fogosidad para salirse de la cuestión 
é insultar á dicho profesor injusta- 
mente. 

Mis lectores recordarán que Bernar- 
do Cajanes^ estudiante de clínica en la 
universidad de Barcelona , vino i Va- 
lencia para ver por sí mismo si era ó 
no cierta la fama que tenían Jos mé- 
dicos valencianos de estremacíam,ente 
sangradores : que habiendo pasado la 
clínica con el célebre Polo, al volver 
á su patria escribió contra el abuso 
que los médicos valencianos hacían de 
la sangría en las calenturas pútridas. 
(Véanse los artículos Bernardo Ga janes 
y Francisco Aguilar, tom. 2.^ de la 
Med. Esp., p. 82 y siguientes). 

Se ve, pues, que el médico catalán 
no negaba que las sangrías hechas con 
moderación en las^calenturas pútridas 
pudiesen convenir, solo reprovaba su 
abuso. 

Orivai se espresa en los términos si- 
guientes contra Gajanes. Supra quo- 
rum humeros quídam Cajones catha- 
lanus hujus Valentínm universitatis 
spurius atque indignus alumnus aseen* 
aere insudavit j qui obtrectandi gratia 
prwcise et nominatim adversus nos- 
tram valentinam jírchiatriam garra- 
lationes nauseabundas e/ormavit. (pá- 
gina 37). 

Estos y otros muchos pasages que 
á cada paso se encuentran en este tra- 
tado, desvirtúan mucho las razones que 
contra su opinión espooe. 

No obstante, dejando aparte estas 
personalidades, merece el autor con- 
sultarse y estudiarse detenidamente 
en esta materia. 

Joannis Baptistas Orivai sive Orri- 
varri etde Mow*eal AntipodopUebo' 
tomia in Gasparem Caldera de Here^ 
dia Uispalensem^ in qua secta miten* 
di sanguinemex talo omninodepetitur. 
Lugduni M.D.C LXXIIX. 

El autor se esfuerza en probar que 
es ridicula y auti-médica !a opinioa 
de Gaspar Caldera de Heredia, de 



I 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



463 



proscribir la sangria del talón , j de 
preferir la, de las manos y brazos. 

Prueba las ventajas de las sangrías 
de los pies con autoridades de los mé- 
dicos mas' célebres^ y con algunas ob- 
senrac iones prácticas. 

Merece consultarse este tratado^ 
porque en él espooe todas las razones 
que en pro y en contra de las dichas 
sanarías pueden alegarse. 

JUAN DE CASTILLO, natura! 
de Mnrvíedro: estudió en la universi- 
dad de Valencia la filosofía, y gradua- 
do de bachiller pasó á la de Alcalá de 
Henares» en la cual estudió tres cursos 
de medicina y tres de cirugía. Revali« 
dado de licenciado en cirugía médica 
regreso a su pueblo, y obtuTO el cargo 
de cirujano del cabildo y de la ciudad* 

Escribió una obra de anatomía y de 
cirugía con el titulo siguiente. 

Licenciati Jo€mnis de Castillo chi^ 
rurgi tractatus, quo continentur sum^ 
mee neccesitíria^ tam de anotóme, quam 
de i^ubieribus, et ulceríbus, tam in gfe- 
nerc, guam in particularí, acpro loco • 
rum differentia , tum ratiombus , tum 
authoritalibus gravissimorum uirorum 
ilustratus. Matrüi armo 1683. 

Divide el tratado de anatomía en 
tres secciones. 

Empieza la primera sección ha cien* 
do ver la necesidad que tiene el ciru- 
jano de estudiar bien la estructura del 
cuerpo y la naturaleza de todas sus par- 
teSj para conocer y curar las enferme- 
dades de cirugía. Demuestra esta aser- 
ción con gran número de hechos prác- 
ticos tomados de Galeno y de otros au- 
tores. 

Pasa en seguida á describir las par- 
tes que componen la cavidad animal: 
comienza por el cráneo , enumera sus 
huesos, pero no los describe. Otro tan- 
to hace con los demás. 

Al hablar de los nervios, copia cuan- 
to espuso Galeno relativamente á su 
origen , salida y distribución. 

Dedica la segunda sección á hablar 
de la cavidad vital y de todas sus par- 
tes continentes y contenidas. 



En la tercera trata de la cavidad na- 
tural ó abdominal. 

Parece imposible que después de 
haber tantos y tan buenos escritos de 
anatomía, el autor nos haya presenta- 
do en 1683 un tratado copiado absolu* 
tamente de Galeno. 

Es verdad que está escrito con pre- 
cisión y con claridad ; pero ni aun asi 
puede ni debe recomendarse su lectu- 
ra. Hubiera podido tener mucho mé- 
rito á principios del siglo XV, pero 
nins^uno á últimos del XVII. 

Otro tanto digo de ios tratados de 
heridas y úlceras. En sus respectivos 
artículos no se veo otras descripciones 
ni otros síntomas, ni mas curación que 
los recomendados por Galeno, Cel- 
so , Avicena y otros antiguos. El 
autor debió desconocer todos nuestros 
famosos cirujanos , puesto que apenas 
cita alguno. 

No merece, pues, esta obra el tra- 

jjo de leerse . 

JUAN CABRIADA , natural de 
Valencia : estudió la medicina , y se 
doctoró en ella en esta misma univer- 
sidad^ luego pasó á Madrid con sus pa- 
dres, y ejerció la medicina con bastan- 
te crédito. 

Escribió una obra con el titulo si- 
guiente. 

De los tiempos y esperíencias el 
mejor remedio al mal. Por la nova- 
antigua medicina. Carta filosófica mé' 
dica-quimica escrita por et Doctor 
Juan Cabriada a Fileatro , sobre la 
enfermedad de un grande de esta cór'^ 
te. Madrid 1679, en 4.^ 

También lleva otro titulo, á saber: 

Carta filosófica medico -química, en 
que se demuestra ^ que de los tiempos 
y esperíencias se hofi aprendido los 
mejores remedios contra las enferme ^ 
dadespor la nova -antigua medicina. 
Madrid 1686, en 4.'* 

Nada mas seductor y científico que 
los títulos con que dio á conocer el au- 
tor su obra, pero nada mas fútil y es- 
travagante que el conjunto de ideas 
que en ella emite.' 



464 



HISTORIA DE LA 



£1 autor tomó ocasión de escribrr 
esta obra de unas tercianas vernales 
que padeció el conde de Monte-Rey, 
de quien era médico, y que dieron mo- 
tivo á una consulta de médicos , que 
desaprobaron á pluralidad de votos el 
método curativo que habia propuesto. 
Con las purgas y lavativas que le admi- 
nistró antes de tiempo, y con una san* 
gría que le bizo al dia doce^ las tercia- 
nas se convirtieron en diarias , y estas 
en calentura continua. 

Desaprobado su plan se creyó ajado, 

Ír para recuperar su crédito , escribió 
a carta filosófica que queda (enunciada, 
en la cual se esfuerza en probar que 
fué muy racional el método curativo 
que empleó en la curación del enfer- 
mo. > 

Si el autor se concretara tan sola* 
mente á este punto, me limitaría yo 
también á decir que las razones que 
alega en favor de su plan curativo, no 
llenaban , ni en mucho , sus deseos y 
objeto. 

Pasa en seguida á demostrar las caá* 
sas de las calenturas intermitentes, y 
aqui es donde queriendo hacer alarde 
de su ciencia, empieza ¿ delirar. 

No hay síntoma en medicina que no 
haga entrar en contribución para pro* 
bar su tema. Las ideas y testos de Hel* 
moncio, Valhemont, Wilis , Silvio y 
Paracelso , se encuentran á cada paso 
citados. 

Considera la sal como el radical 
exordio de toda esta máquina del uni- 
verso. 

((Grande es este mundo , grande la 
latitud de su espansion , la profundi- 
dad del aire dilatada: grande la violen* 
cia de los vientos^ de los rayos y de los 
truenos: inmensa la cantidad de las nu- 
bes, de las aguas y de los montes: gran- 
de la multitud , fertilidad y variedad 
de los peces y de los demás animales; 
pero mayor que todas estas cosas es la 
sal , ó bien se considere la cantidad ó 
la virtud. Sin la sal nada hay en este 
mundo presente. Con la sal se hicieron 
y están hechas todas las cosas. Ni el 



esplendor de los astros, ni la opacidad 
de la tierra , ni el ardor del fuego, ni 
el frió del agua , ni la solidez de los 
metales, ni la friabilidad de los mine- 
rales, ni los manantiales de las fuen- 
tes, ni los sabores, olores y colores de 
los vegetales, ni las carnes ni los hue- 
sos de los animales , sin la sal , son lo 
3ue son.. Todas las causas de la vida y 
e la muerte, de la sanidad y de la en- 
fermedad , de la luz y las tinieblas , y 
asimismo todas las diferencias de sim- 
patías y antepatías, están escondidas 
en el único misterio de la sal.» 

Otros muchísimos pasages tan des- 
cabellados como este pudiera referir, 
y que omito por no cansar mas á mis 
lectores: por la siguiente declaracíoD 
que el autor hace, se podrá colegir las 
brillantes ¡deas que emitió eo su con- 
sulta. 

«Tiempo es ya» oh Filiatro, de sus- 
pender el discurso; pues siendo este el 
mismo que seguí en las consultas que 
se ofrecieron sobre la curación de U 
terciana de su escelencia , podrás bas- 
tantemente reconocer los apoyos de mi 
sentir , los fundamentos de mi dicta- 
men, y si estrivaba ó no en la mas cier- 
ta, y mejor filosofía y medicina.» 

PEDRO SARRIO Y VIDAL, na- 
tural de Zaragoza ; estudió la medici- 
na en esta ciudad , y hecho médico se 
estableció en Illueca. 

Escribió la obra siguiente. 

Manifiesto verdadero de los exor^ 
hitantes y escesivos daños y ruinas 
ue se prometen en la salud pública de 

villa de Brea; patrocinio de la Vir* 
gen Santísima del Pilar de Zaragoza^ 
lugares comarcanos, jr nobilísimo rei- 
no de jíragon, por las aguas pestilen^ 
tes y contagiosas que procederán de 
lanuevafdbricade Tañerías de Illue- 
ca, Zaragoza 1680, en folio. 

Al establecer aquella fábrica hob(^ 
quien representó, que resultarían ma- 
los efectos á la salud pública de tal es- 
tablecimiento. Pero el autor de este 
libro desvanece en él lo infundada que 
era esta sospecha; y aprobaron su pa- 



t 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



465 



rcAerilo» doctores Jo6¿Lnca$Ga^let0, 
catedrátiooxlf^ prima^ D. NicuiásMor 
UGY^jf de. U de vísperas, y le4iienle pro- 
to-in«dico de Aragón; O. Juan José de 
Llera^ de la de aforismos : todos de ln 
.uoivers¡<3ad de 24aragou *, y tambieo 
el doctor D. Juan Bautista CariQena 
EypeDZii 1 COD otros profesores médi- 
cos; cuyos dictámenes , corroborando 
el del autor , han desmentido el maJ 
fundado pronostico de los cpotrarios; 
puf s subsiste hoy dicha fábrica sin per- 
juicio de la salud {Miblica, y con útilí- 
simas ventajas d^ aquella parte del 
reino* 

JUAN DUARTE NUÑEZ DE 
AGOSTA. Habiendo escrito el doctor 
Kaoiples un fpUeto en que defendía 
que la epidemia del Puerto de Santa 
María de 1680 y 1681 no era, peste, 
fundado en que no se comunicaba por 
el aire , el autor escribió la obi^s si- 
guiente. 

. . Inveotivfa^ en (fue se pruebaque la 
epidemia que bapadecidoelsran Puer- 
to de Santa María f desde ¡ines deju* 
rúo del año 16b0, hasta 18 de agosto 
de 168 I Jlié verdadera peste : jr que^ 
cuando entró en ella y mientras duró, 
no tuvo dependencia de conste loción , 
ni de otra causa que de contagio , con ' 
tra algunos que erróneamente sintic" 
ron lo controi^io. Impresa en 4.*,sin 
lugar ni año de impresión* 

En ella dice , que no le respondió 
porque le juzgaba muy arrepentido: 
a Asi por lo bien que le han impugna- 
do los que han escrito en contra^ como 
por lo mucho que le han mortificado 
de orden del consejo real, y porque la 
esperiencia le habrá enseñado lo que 
es peste* Gasta mochos dicterios, y to- 
do es vaniloquios, pero este y aquellos^ 
el mas sabio consejo es despreciarlos, 
tomando de Alciato^ que dice: 

(iQuid prodest muscas operosis 

pellerejlabeli, 
üÑegligere est satius ^ perderé 
quod nequas.T» 



ttE^ta peste nació ^ según dicen > en 
la ciudad de Esmirna , y se comunicó 
xlespnes á Gartagena, de alli á Murcia 
y á Oran , luego á Málaga , después i 
Aptequera ,Gr.')nada , Morón , Ron- 
da, Lacena, Andujar y otros pueblos, 
de donde pasó á Jerez, Puerto de San- 
ta María y Gádiz. Gesó en Antequera^ 
Málaga y Puerto de Santa María*, pe- 
ro volvió á cebarse de nuevo en los 
tres primeros pueblos, y por dos veces 
en el Puerto^ lo cual bien considerado 
.prueba manifiestamente , que el mal 
no vició á estos pueblos por constela- 
ción sino por contagio^ Las ciudades 
de San Lucar, Puerto Real y Rota, se 
libertaron de ella por el sumo cuida- 
do que observaban los guardas de su 
cordón, impidiendo á todos la entrada. 
Las mismas providencias preservaron 
<de la infección á Arcos ^ Bornos , Le- 
'br.ija, Tribugena^ y otros pueblos. Es- 
tos hechos acreditan cuan impQrta.n*- 
tes son las buenas disposiciones dq un 
sabio gobierno para impedir la comu- 
nicación del contagio*, y lo confirman 
aun mas Medina, Oduna, Gádiz, Jerez 
y algunos otros pueblos que después 
de atacados, todavía no pasó adelante 
el mal por haber tomado á tiempocoli- 
venientemente los medios oportunos 
de atajarlo ; pero aun mucho mas se 
comprueba por lo que acaeció en t\ 
oiismo Puerto, que acometido\|>ortres 
veces en diferentes tiempos, siempne 
vino el insulto morboso por habevse 
omitido ó debilijLado las provideooias 
gubernativas; y asi que se tomaron^sOD 
mayor cuidado y.vigor se conoció ine*- 
joria en las dos veces que fué atacado, 
dando con el buen gobíecoo fia á la 
tercera invasión* 

«Por la relación que anWced^^t^Jió 
cuan acometida estaba la Elspada. de 
enfermedades contagiosas , y cuántos 
eran los pueblos que gemían bajo su 
tiranía.» 

DON JUAN NIETO DE VAL- 
CÁRCEL, natural de Madrid: fué 



HisT. DE I-A Medio. ESPAfSoLA* — Tomo 2.® 



59 



466 



HISTORIA DE LA 



I I 



médico de cámara de S. M. , pro- 
to-médíco de la real armada, y tam- 
bién presbítero j capellán de la real 
capiíla de la corte. 

Fue nombrado por S. M. para re- 
correr los paeblos de las Andalucías 
atacados de peste» y efectivamente los 
asistió. Con motivo de la ruidosa cues- 
tión que entonces se ventiló si la en- 
fermedad que corria por las Andalucías 
era ó no venladera mente peste ^ escri- 
bió el tratado 9Ícuiente. 

Manual y pronta resolución para 
precaverse jr curarse de la peste , ó 
cuestión única de la fiebre pestilente r 
tnaliena que llaman punticular ó ta^ 
&ar^/¿>. Madrid 1681. 

Me escasaré de presentar el estracto 
de esta obrita con el de la siguiente 
que publicó cuatro años después. 

Disputa epidémica , teatro racional 
donde desnuda la verdad se presenta id 
examen de los ingenios, Thesis en que 
se ventila el uso de los alexifarmacos 
sudorifiios en el principio de las má- 
tignasdel año 1684. Valencia 1685, 
eo 4.<> 

Terminada , como queda dicho» la 
epidemia que corrió en las andalucias» 
el autor regresó i Madrid el mes de 
majro del a&o de 1684 , época en que 
este pueblo estaba atacado de la epi- 
demia misma que habia inspeccionado 
en las Andalucías. Vista ja la natura- 
lesa de esta enfermedad » empecé, di- 
ee , á dificultar la sangría» y en algu- 
nas ocasiones las purgas minorativas; 
pero esto fué un delito tan de mal aire 
que machos médicos se daban por 
ofendidos de esta propuesta. 

«Decíanme que tenia apestado el 
enlendimiento , y que era desatino 
presomir tan mal de tan honradas en- 
fermedades ; pero como veia también 
decir boj esto mismo » curando un 
achaque , y ordenar confiadísimos las 
sangrías, y mañana hallarse perdidos, 
sin atreverse i recetar unas sanguijue- 
las, y decir todos los mates posibles de 
la misma enfermedad quQ ajerera ana 
Inocente. Como veia morir tanta gen- 



te con tan dilatado asombro y descon- 
suelo; como veia gradaar boj al en- 
fermo por seguro y hallarlo mañana 
sin vida; como veia el rendimiento de 
los convalecientes y las repeticiones en 
el mal; y como veia (que era lo prin- 
cipal) aquel las señales venenosas, áque 
no se pudo negar mi conocimiento, me 
hallé forzosamente obligado ¿ dos re- 
soluciones. 

«La una fué intentar persuadir á los 
médicos que pude, que esta casta de 
malignidad era la misma que jo tenia 
tan manejada por tantos años en An- 
dalucía, j que ahora se veia esteodida 
por Castilla, j que la misma lucha nos 
tenia persuadidos i los que habíamos 
batallado con ella, á la forma mas se- 
gura de rendirla. Esto negoció todo el 
ceño, j después el enojo de los magna- 
tes; j lo que solo era un patente deseo 
del acierto y de mi satisfacción, se re- 
cibió como vacía presunción de maes- 
tro. Corrió por atrevimiento que jo 
quisiese venir á enseñar ¿ loa médicos 
cortesanos. Vea usted qué censuras y 
qué enojos se esparcirían en tanta po- 
blación, j vea usted á qué peligro me 
arrojó mi obligación j mi ingenui- 
dad.» 

El autor se vio en la precisión de es- 
cribir esta obra para sofocar los opro- 
víos j enojos, que aun en los sitios mas 
sagrados se le habían dirigido. 

Divide su obra en doce capítulos. 

En el 1.^ describe la historia de es- 
ta epidemia. La pintura que de ella 
nos hace es tan á lo vivo j con tanta 
exactitud» que no quiero privar a mis 
lectores del interés que ofrece , y es 
como sigue. 

(cEl año pasado de 73 , comenzaron 
las estaciones del año i desconocer la 
proporción debida de los tiempos. 
Eran secas j frías las primaveras , los 
estíos fríos j húmedos , húmedos j 
calientes los otoños, con flores y frutos 
vernales. Ardientes los inviernos; abra- 
saba por navidad el sol, j apartándose 
de él helaba la sombra, penetrando un 
aire sutil loa nervios. Soplaba el po- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



467 



niente aires fríes y secos » como si los 
impclíers el norte. En las ciudades, 
donde otras noches estivas busc^bao 
los hombres la frescura para su alivio» 
ninguno aguardaba después de lasdies 
el destemplado frió de los serenos. 
Madurábanse mal y tarde los frutos* 
Hacíanse un mes mas tarde que otros 
años las vendimias , por la detención 
en sasonarse los vidueftos. Asi contra- 
puesto el orden de las cosas, ¿ imma- 
turos los humores y los espíritus^ se 
comeosó á reconocer en los cuerpos el 
desorden de las acciones. Comenzó ge* 
oeralmente una casta de calenturas 
malignas, tibias y tardas, con unos ac* 
eídeutes, no tan ejecutivamente des- 
truidores, como con un» poca resisten- 
cia espirituosa, de suerte que el cora* 
«OQ y la cabesa no se mostraban tan 
ofendidos de la fuerza del contrario, 
como por su poco aliento debilitados* 
Los mismos su ge tos que otras veces 
sufrían bien las evacuaciones, aboca 
por el poco caudal de espíritus, se ha- 
llaban sin poder permitir la segunda. 
«Por cuatro atkos prosiguió este ór* 
den desordenado de los tiempos, es- 
tremándose mas y peor su desconcier- 
to, y siendo mas cuidadosos los acha- 
ques y los pronósticos de lo que in- 
ferían. Tomó el año de 77 mayores 
bríos la fatalidad. La tarde de la octa* 
va del Corpus, una hora antes de po* 
nerse el sol, él ó su luz se puso palidí- 
sima, y sin oscurecerse se arrojó en una 
lluvia un agua que nos abrasaba , to- 
cándonos de melancólica palidez los 
rostros el mismo color del sol y el 
asombro. No faltó aqnella noche aquel 
desapacible frío que se conocía en las 
demás: con que no pudo algún calor, 
que inmediato sobreviniese al agua, 
abochornar las espigas ; pero otro día 
lu que antes crecidas y jfecundas, se 
vieron tomarse, oscurecerse y consu- 
mirse: público el agravio que padecía 
la cosecha. No parece que habia en- 
fermado el trigo, sino que rindió toda 
su vitalidad al veneno. Mostráronse los 
granos denegridos , y lo peor con tal 



fector de corrupción, como si la hu- 
bieran padecido en los filos. Hacíase el 
pan oscuro, ingrato al paladar y al ol- 
fato. Al punto se reconocieron ofen- 
didos los estómagos. Esforzáronse las 
calenturas malignas^ las cóleras mor- 
bos, grande abundancia de lombrices 
en los estómagos, y salirse por las na- 
rices de algunoA cadáveres, de los mu- 
chos que rindieron la vida á tanta en- 
fermedad. Los médicos» queantes bru- 
juleábamos la peste, ya la veíamos muy 
de cerca. Ta se quejaban algunas ciu- 
dades andaluzas del contagio , que to* 
do el a&o de 80 estuvo en su fuerza, y 
comenzó á declinar el de 81 . 

«En todo el padecer de la peste, vi- 
mos patentemente ser los estómagos y 
toda la primera región, los que estaban 
sujetos á una copia de viscosidades y 
mucosídades grandes; y que desde alli 
se elevaban todas las auras infames 
que desmayaban el corazón y el cere* 
brOy y que también las venas partici- 
paron de aquel friable lentor del estó- 
mago, tan apto á reprodrecerse y en» 
gendrarse insectos de él, que ya se vio 
al sangrar salir las lombrices por las 
cisuras'. Sosegóse esta tempestad con 
una general evacuación ó< disenteria 
de tales frialdades ó m.ocosidades , con 
que limpios los cuer|iosd6 esta mala 
disposición escreraenticia., perdió su 
aliento y au actividad- el vene; pero no 
dejaron de quedar particulares reli- 
quias, tanto que algunas veces nos pa- 
recía se volvía á irritar su voracidad. 

«En todo este tiempo , no solo fue- 
ron los movimieiitos de los aires y de 
las aguas, fuera de loque regularmen- 
te pedían los tiempos^el año, sino que 
fueron muy yebementes. 'De suerte 
que el frío era icomo que helaba;y apa- 
gaba los espíritus : el calolr como que 
los requemaba. Si llovía , era en ave- 
nidas : los vientos fevocísimoi.' En al- 
gunos aftos ni se forjó un rayo ni se 
oyó un trueno. Y cuando pareció que 
se comenzaban á componer estos mo- 
vimientos , se reconoció la oposición 
mas terrible. Fué seco el año de 82 y 






468 



HISTORIA DE LA 



83 y Unto qae vimos los árboles en la 
orilla del a^ua secarse , y altanos no« 
gales con el agua al pié, abrasarse las 
ramas que miraban al mediodía. Señal 
patente que no bastaba el abundante 
jago que atraían las raices, para suplir 
el que consumía la cólera del sol. 
No fué lo peor esto 9 sino que llovió 
loegOj desde fines de otoño , por todo 
el invierno y primavera de 84, con el 
etceso que no puede igualar á la me- 
moria de los pasados. Ratos muy hd« 
medos tuvo también el estio: el peor 
fué pocos di as después del eclipse, en 
que fuécopiosa una siesta la lluvia, ele« 
vándose después vapores tan abochor-> 
nados , que abrasaban la respiración y 
aun ios rostros. 

«Cobró tanta fuerza la epidemia que 
nunca había cesado del todo, que ha- 
ce los estragos eu toda España , que se 
conoce, y de que esta .corte se halla tan 
lastimada , que ninguno de sus médi- 
eos antiguos la ha conocido tan san* 
grienta. En los meses de mayo y junio, 
se comentaron á mostrar unos fervores 
de espíritus y de sangre que con faci- 
lidad se terminaban por sudor , con el 
cual se vencían algunas horripilacio- 
nes poco molestas; pero fué muy co- 
mún esta disposición. Pocas calenturas 
pasaban este limite , y llegaban á ser 
fatales. Malicióse mas la epidemia por 
julio, j mucho en agosto y setiembre, 
sin cesaren octubre, á costa de tantas 
vidas que machas poblaciones han per* 
dido la mitad de sus moradores, y al- 
gunas casi todos. La primera invasión 
es tan disimulada , que los primeros 
dias no persuade el peligro. Parece 
una disposición catarral , con un dejo, 
^ caimiento ó lasitud en todos los miem- 
bros: Un peso , calor y flojedad en la 
cabeea: un hielo encendido en todo el 
hábito del cuerpo, que n¡ bien parece 
declaradla calentara , ni bien rigor de 
manifiesta accesión. Embebido el vien* 
tre, como que no hubiese en él intesti- 
nos , como pegado á la espina. Gran^ 
detención y elevación en la región vi- 
tal f coneoiéndese debajo de las últi« 



mas costUlas, en el Ingado, bafco y par 
te superior del estómago; y tanto que 
en algunos han llegado á forjarse a pos» 
temas y supurarse, espeliendo porcio- 
nes de materia por la parte inferior, y 
algunos cadáveres por la boca. 

(lEsta figuración de entrañas, ha sido 
con^un antes y después del contagio 
del año de 80, que ha empeñado bien 
la curiosidad de los médicos. Raro en«- 
fermo no ha terminado por sudor , y 
este ha sido muy repetido en todo el 
discurso de la enfermedad. Muchos 
comienzan temblando, y sudan al mis^ 
mo tiempo. Otros sudan después de la 
primera invasión espasmódíca ó borri- 
pilosa . j de estos suele desde luego 
vencerse la enfermedad en algunos. 
Han tenido los mas evacuaciones del 
vientre; pocas han sidocon alivio; mu- 
chas han acabado con los pacientes ; y 
mientras mas han sido estas , se han 
consumido mas las regiones naturales, 
y se han endurecido mas y elevado las 
tensiones de hígado , bazo é hipocon- 
drios. Generalísima mente los rostros 
han estado marchitos. Ojos cóncabos 
y sin rubor ni encendimiento. Pocos 
delirios, y ninguno he visto furioso de 
aquellos que irrita la cólera y la infla* 
macion. Pulsos lánguidos, vaporosos, 
no muy frecuentes , algo undosos y 
parvos. En el principio las orinas cru- 
dísimas, acuosas, discolores, y queco* 
mo iba prosiguiendo el achaque , ad- 
quirían punto de cocimiento , no solo 
en la sustancia , sino en el sedimento 
también. Después se iban encendien- 
do , tomando una confusa crasitud, 
llegando tarde á volverse á perfeccio- 
nar en los que salen por bien, porque 
no se terminan de un golpe estos acha- 
ques, particularmente ya en el otof&o 
que son mas largos. Antes bien que- 
dan los que tienen esa fortuna , débi- 
les, encrudecidos y dificultosos de res- 
taurarse. 

«Las sangrías no se han hecho con ] 
aquella conferencia que solian, salien- 
do la sangre con ímpetu, y sufriéndo- 
las el enfermo con valor. Salia deapa- 



MEDICINA ESPAÍfOLA. 



469 



éio j graesa , ni con aquella asacion y 
oscuridad qae eael fin de otros estíos 
y en los olo&os. TeOiase poco el agua^ 
y quedaban mocosidades bien espesas 
eo ella. En las de ios bracos no se ven 
vitelinaa ni sus compañeras en las es- 
cudillas* He visto muchas de color j 
cootístencia naiorai : solo el suero de 
mala sustancia» oscura , turbada y ce« 
nagosa. Esto lo digo en lo mas común 
de la epidemia , que claro está que á 
alguno que cogió mas asadas los humo* 
res antes 9 no le babia de componer la 
masa el nuevo enemigo. 

«La serie de la calentura, coo breve- 
dad se declaraba en tercianas sencillas 
notas y y algunaa desde el primer aso- 
mo del acbaque. Luego se doblaban^ 
y todas se terminaban por sudor. En 
loa mas quedaba continua otra calen** 
tura , como de cotidiana en todo el 
tiempo después del- sudor , y que pa* 
rece babia cesado la batalla de la ter« 
ciana » hasta que entraba nuevo rigor 
ó accesión. Proseguían tremores en to- 
dos los miembros , jerro de todas las 
accesiones» lasitud, desmayos» sincope» 
y acababa con la muerte. 

«Esta es la delincación de la epide- 
mia » que sabrán si es cierta como la 
pinto, cuantos curiosos vieren este li- 
bro^ y cuantos en su lastimosa espe* 
riencia hallarán segura mi verdad con* 
tra algunas emulaciones mal funda- 
das.D 

En el %"* trata de las causas de las 
epidemias. Combate la opinon de HeJ- 
moncio que concedía á los astroa la in- 
fluencia directa sobre las enfermeda- 
des, y dice. 

«Curiosa lucha de los ingenios ha 
sido» sobrelibraróbacer ocasionadoras 
las estrellas de estos desórdenes sublu- 
nares. Y aunque presuma Helmont en 
su nueva medicina, que es solo piedad 
de su ingenio , hacer á los astros tan 
inocentes en nuestros estragos» que so» 
lo los imagina arbitros foraMisos de los 
meses » los dias » y los años , sin otra 
benigna ni malévola ioíluencia. Fue 
lo m<as cierto que su vaniflad le fingió 



olvidado de la lección de otros anti- 
guos, muy de su mismo dictamen. 

(t La segunda es la mas dificultosa. 
Parece que es cosa dura y terrible, ha- 
cer al cielo ó á sus astros antores de 
nuestras desdichas. De su hermosura 
y bellísima materia , parece cosa im- 
propia y aun escandalosa queja de los 
bumanos, presumir rigorosos castigos. 
Produzca la tierra maldita abrojos y 
espinas, pero la soberanía de los cie- 
los sea todo benignidades.» 

Admite el influjo indirecto deaque* 
líos , produciendo alteraciones y des- 
órdenes en las estaciones y atmósfera. 
Este capítulo puede considerarse como 
un tratado especial sobre esta materia, 
muy digno de consultarse y de estu*^ 
diarse. 

En el 3.^ habla de las causas con- 
juntas de dicha enfermedad. 
. Admite trea , una son los hnmores 
viciados y copia de escrementos mez- 
clados con la masa sanguínea. Otra 
maligna, oculta» venenosa, cuali- 
dad sola , esto es , estando los cuerpos 
bien humorados La tercera compues- 
ta de las dos» yes la forma mas malig- 
na y venenosa junta con hnmores pú- 
tridos, (pág* 28). 

Admite un veneno general estendi- 
'do por el universo , causa de las epi- 
demias, que nace, se desarrolla á pro- 
poroion de sus circunstancias favoritas 
ó adversas* Para comprobar este ascKo 
dice lo siguiente. 

aEn fin» hará mas fácil mi espliea- 
cion un símil: sea el de las semillas de 
las plantas. Unas nacen y se crian en 
el agua, otras entre riscos, otras en la 
putrefacción del estiércol. Cada una 
quiere tierra á propósito. DeJa misma 
suerte» las semillas de las enfermeda- 
des venenosas » fructifican en humo- 
res con quien se ceban mas sus seme- 
jantes en lo material» ó con mas secre- 
ta amistado simpatía. No basta la tíer* 
ra, es menester el tiempo del año que 
les convenga. Unas gozan del estío, 
otras del invierno , y pasado aquel su 
tiempo, ó perecen ó se marchitan. Lo 



']70 



HISTORIA DE LA 



mismo tocamos en Us epidemias: en 
anos tiempos viven » jr la mudanza á 
otros las esconde ó las acaba. Mas : no 
basta la semilla, la tierra ni el tiempo, 
también han menester al cielo de su 
parte. Unos vemos mas fértiles que 
otros : conforme hallad tales plantas 
tales socorros del aire. Mas : no basta 
que sea á nuestro parecer el mejor « y 
con que generalmente se fomentan j 
les conviene , pues tocamos cortedad 
en los frutos ^ sin poderles averiguar 
defectos en los tiempos. En estos mis- 
mos estraftan los labradores su opera* 
cion. El mismosol que otras veces con- 
sume el jugo á las plantas, otras mu* 
chas las fertiliza, y otras la misma hu* 
medad que pudiera alimentarlas lai 
enferma. E^ su frase : sol que riega j 
agua que abrasa. Luego entonces será 
por alguna oculta malignidad ó bene* 
ficio de ios astros que aquel aAo reinan, 
j logran su poder sobre lo que alcan- 
za la elementar operación. Esto mismo 
veo en las epidemias: suelen no bastar 
buenos ni malos aires, a nuestro pare- 
cer^ para exaltarlas ó rendirlas. Otra 
secreta virtud hay en ellas que las fe- 
cunda ó disipa. Concluyo, que las en- 
fermedades especiGcas venenosas, re* 
quieren para que se propaguen la tier- 
ra de los humores y asistir en ella,* 
pues de otra manera ni vive ni crece. 
Por eso la llamé causa conjunta^ como 
sembrada en el terreno escrementicio: 
y se requiere también el aire propor- 
cionado para hacerle su año, que es lo 
que llamé causa antecedente.» 

En el capitulo 4.^ bajo el epígrafe, 
cual sea esta epidemia, describe la de 
Madrid en 1684. 

«Con esta suposición, digo , que en 
la primavera comenzaron á sentirse los 
cuerpos con nnas horripilaciones lige- 
ras, y gravazon en pechos y cabeza , y 
que se encendian en diarias y sino* 
chos, que luego se terminaban por su- 
dor, y alguna inferior evacuación. Si- 
guióse el estio, y mientras mas fué en- 
trando, fueron las enfermedades mas 
fatales, hasta llegar al estremo que es- 



perimentamos en el otoño. Antes de 
declararse las enfermedades, eran sus 
nuncios el caimiento y peso de la ca- 
beza, la lasitud universal, la inapeten- 
cia y la flaqueza de estómago. Luego 
el principio principiante era ana hor- 
ripilación general en todo el cuerpo y 
un abrasarse tibios : aquello de erizar- 
se al sacar la mano, y sentirla con aU 
gun fuego recogida. Vencerse al fin 
estos horrores ó calosfríos , y entrar 
mas declarada la calentura de terciana 
nota. Arrojar el estómago por lo infe- 
rior y lo superior , tartareidades , fle- 
mas ó mocosidades blancas pegajosas: 
y los que tal conseguían escapaban me- 
jor. Los que no, proseguían coa mu- 
chos sudores, y con repetición de ter- 
ciana continua: otros intermitente, pe- 
ro en el tiempo de la intermisión (que 
el modo de la nueva accesión la per- 
suade) quedaban humeando las arte- 
rias unos vapores húmedos , con anos 
movimientos no naturales; de donde se 
argüia, que otra forma distinta que la 
de la terciana , quedaba perseverando 
en su alteración cuando la otra se sose- 
gaba. 

«Se libraban los que sudaban vale- 
rosamentCj y des|)ues se desembaraza*» 
ba el estómago. Los fatales sudaban 
sin alivio, y se rendian á un manifies- 
to, y después grande tremor y desati- 
no en los nervios y acciones y después 
sincopizaban. Algunos han muerto 
fuera de lo que se podia esperar por 
los avisos de la enfermedad ; otros al 
primer insulto de ella; muchos repen- 
tinamente. Los médicos confusos^ los 
remedios con poco logro, y no con el 
que se esperaba. Grande tensión en los 
hipocondrios , en el mismo hígado y 
bazo. Mochos con graves dolores en 
estas partes, en especial en el vientre^ 
y este tan enjuto como aquellas eleva- 
das. La sangre se mostró perezosa al 
salir, como la que se ofrecía gruesa, 
llena de friabilidades mocosas , nada 
adusta, y algunas auqeon menos color 
que su rojo debido en su constitución 
natural. No hemos visto ó ha sido raro 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



471 



el delirio ferocieote furioso: nDosapai» 
^•dos errores ó descuidos de la razom 
Ya en olofio soo mas acres los pulsos, 
pero mas fatales las enfermedades ; y 
en los humores se conoce alguna poca 
adttsljoo, no aquella irritante á disen* 
terias , cólerts morbos , j semejantes 
demostraciones que en otros al&os en 
este tiempo. Solo mas color en las ori- 
nas^ j con residuos terrosos^ algo mas 
que en lo antecedente del año, que co- 
munmente ban sido ténnes, descolori- 
das, j algunas con razonable sedimen- 
tOf aun en el mayor riesgo. Nadie me 
parece podrá ofender esta descripción, 
porque tendrá por opuestos á tantos in- 
nqmarables testigosque podrán argüir 
á la oposición de cosa tan patente^ de 
efo^io solo de la dificultad.» 

En el capitulo 5.^ trata si se ha de 
comenzar por sangría la curación. 

El autor^ poco amigo de la sangría, 
después de asegurar que no fué muy 
conocida basta que Galeno la recomen- 
dó con esceso, y que todas, las naciones 
la respetan y prescriben con modera- 
ción, añade. 

«Solamente en nuestra España vive 
y reina con tan seguro cetro le sanaría, 
ue no bay litigio de salud donde no 
é la primera decisión su autoridad. 
Particularmente en esta corte , donde 
aun quererle examinar el poder es de- 
lito de su lesa magostad, y desde luego 
el ingenio que lo porfia , ha de sufrir 
por traidor el sello de ignorante. Cuan- 
tos leyeren esto y lo demás, conocerán 
que sin visos de exageración, solo re* 
fiero la ciega fineza de sus asedas , y 
lo incontrastable de su potencia. 

«Tres dias de calentura , no se pue- 
de dilatar la sangria. Esto está tan de 
estampa , que nadie lo quebrantará 
por todo el mundo: y ai llega otro mé- 
dico y no lo halla ejecutado , culpará 
con grande desprecio el capricho del 
que ha quebrado tan sacro precepto.» 

En este capitulo proscribe las san- 
grías. (Interesantísimo porque aduce 
todas Im razones en pro y en contra de 
ellas). 



I 



Ridioulisa la opinión de Wilis, que 
consideraba en la sangre un fermento 
como en el vino, diciendo que asi co«> 
moeste herbia, también aquella» 

Para que mis lectores formen un 
juicio cabal de las diferentes opiniones 
que habia sobre la sangria en esta 
época, espondré loque dice el autor. 

«¿Qué he de decir de una sen- 
tencia sangrienta recibida como de fe? 
Que es precisa la sangría después de una 
caida 6 golpe. ¿Qué demonio en forma 
de médico plantó en los juicios huma- 
nos que de solo soñar una caida se han 
.de sangrar necesariamente? No parece 
que hay ciencia donde sean mas di» 
cbosas algunas pataratas, que la pobre 
medicina. En mi tiempo no se sangra* 
ban las preñadas del tobillo , p(»rqne 
se juzgaba infalible el aborto. Alguna 
yesque lo ejecuté, clamaba un méiÜco 
antiguo que yo habia pecado mortal- 
mente. Ya se ve como aprovecha aho«- 
ra aun para asegurar los fetos. Hasta 
el año de 50 pedían licencia á las mu* 
geres para sangrar á sus maridos del 
tobillo, porque era irrefragable que 
quedaban los hombres infecundos é 
inhábiles. Esperiméotase pateutemen» 
te lo contrario, v 

Últimamente quiere que se destier- 
re la sangría de la curación de dicha 
enfermedad. 

En el capitulo 7.^ trata de las por- 
gas. 

Propone las mas suaves en los prin- 
cipios antes del cuarto dia de enferme- 
dad, y les destierra en el estado. 

En los capítulos restantes trata de 
los sudoríficos y alexifarmacos , á los 
cuales da la preferencia sobre la san- 
gría y purgantes. 

Para que pueda formarse una idea 
de las opiniones del autor sobre la na- 
turaleza de la enfermedad, véase la 
censura que contra sí mismo se objeta. 

<fYa parece que oigo las enojadas 
voces de los médicos que miran este 
discurso. Dirán que be pintado como 
he querido la serie de esta epidemia, 
y la be relevado con tales coloridos, 



^72 



HISTORIA DE LA 



que coD todo desahogo puedo herir á 
mi salvo. Porque sentando sangre he- 
lada y cuacada, estómagos fríos, i m pu- 
ros y envenenados; cerebros enflaque- 
cidos; facultades ajadas; fuerzas diini- 
nutas; malignidades difundidas por el 
suco nervoso; cómo puede menos que 
juzgarse delirio la sangría.» 

Esta obra es en mi concepto una de 
la» mej«>res que se han escrito en el si- 
glo XVII contra el abuso de las san- 
grías. Es digna de estudiarse con de- 
tención , y no puedo menos de reco- 
mendar á mis lectores su arlquisicion. 

LUIS AMIGO Y BERTRÁN. 

EiSf*rib¡6 la obra siguiente. 

apología en defensa de le medicina 
sustancial jr universal del agua de la 
vida, en que se hace examen jr juicio 
de los papeles que en orden d ella se 
han publicado por D. Luis Alderete y 
Don Juan Cerrero^ en la que se prue^' 
ba que la vida se conserva y mantie" 
ne con espiritas , que todas las enfer^ 
medades enü an por ellos y las ocasio - 
nan los espíritus , y por consiguiente 
que su curación debe hacerse con 
medicamentos espirituosos. Zaragoza 
1682. 

El título indica bastante bien el ob- 
jeto de esta obra. Admite que todas 
las enfermedades entran por los espí- 
ritus^ y que la vida se conserva con 
ellos. 

Propone el sistema de similia simi- 
libus curantur » en vez de los de con^ 
traria contrariis, etc, 

MATÍAS DOMINGO Y RA- 
MOIN, natural de la villa de Alpuen- 
te en el reino de Valencia. Se dedicó 
con mucho ardor al estudio de la len- 
gua hebrea, ínterin cursaba la medici- 
na en la universidad de Valencia. Fue- 
ron sus maestros Francisco Segura 
(pig. 1 13), y Vicente Salat (p. 127), 
Llegó á ser catedrático de ambas á un 
mismo tiempo , siendo todavía muy 
joven. 

Publico las obras siguientes. 

Breve defensorio de una receta sa* 
cada d luz por la justicia y jurados de 



la villa de Vinaroz^ reino de Valen' 
cia^ obispado de Toriosa, de su médi- 
co ordinario D» Juan José López, Va- 
lencia 1684. 

IVo he visto esta obra. 

Disputatio de variolis et morbiUs 
cwn qucestione apéndice de peste • Va- 
lencia 1685. 

Esta es la obra mas interesante de 
cuantas escribió. Pasó á la censura del 
claustro de medicina, y todos sus in- 
dividuos dieron y fíraiaron su apro- 
bación. 

El autor confiesa que esta obra se 
redactó con presencia de los mejores 
autores que trataron de esta enferme- 
dad , los cuales cita en su introduc- 
ción. 

Divide su obra en siete capítulos* 

En el 1.*^ trata de la esencia y natu- 
raleza de las viruelas y del sarampión. 

En el 2.^ discute si son enfermeda- 
des nuevas ó ya conocidas de los anti- 
guos. Admite este segundo estremo 
diciendo, que aunque les fueron cono- 
cidas no cuidaron describirlas con to- 
dos sus pormenores (pág* 26). 

En el capítulo 3.° trata de las dife- 
rencias de las viruelas. Admite cinco. 

La 1.^ se toma de la sustancia ^ por 
la que unas viruelas son mas ó menos 
espirituosas, sanguíneas, biliosas ó me* 
lancólicas. 

La 2.* de la cantidad^ según ella son 
mayores ó menores , muchas ó pocas» 
profondas ó superficiales. 

La 3.^ de la cualidad \ unas son ro- 
jas, otras blancas, amarillas, violáceas, 
moradas ó negras. 

La 4.^ del tiempo\ unas tardan mas 
¿ menos en terminar su carrera. 

La 5.^ del sitio afecto j porque unas 
invaden la piel solamente, y otras las 
partes internas como las fauces, los 
pulmones , los intestinos , el hígado^ 
el bazo y demás entrañas (pág. 40). 

En el 4.^ trata de las causas de las 
viruelas y del sarampión. Entre las 
dudas que se propone resolver llama 
atención sobre la siguiente: ¿Curnul* 
lusfere homo his temporibus reperia- 



MEDICINA ESPAÑOLA- 



473 



tur (fui ah fusaffectibus liberttur? Son 
hasta ridiculas las causas á que atribu- 
ye esta circuostaocia. 

£o el 5.^ espone los signos de las 
viruelas j del sarampión. Describe 
perfectamente los síntomas de unas y 
de otro. 

Ed el 6.^ habla del pronóstico. 

En el 7.^ trata de la curación. 

Befiere tres epidemias de estas en- 
fermedades que reinaron en Valencia 
en los años 1647, 1673 j 1684, en cu- 
ya curación fueron muy ventajosos los 
remedios cardiacos, los astringentes, 
los corroborantes y los alexifarmacos. 

Entre las dudas que se propone di- 
lucidar , es interesante la que sigue. 
¿An conveniens sit et de fiicto possU 
Jieri , ut alíqua prcecautione utantur 
medid antequam variólas erumpant^ 
ut istarum eventum impendiant? 

No la decide. 

El autor discute estas y otras mu- 
chísimas cuestiones relativas á dichas 
enfermedades , que no dejau de tener 
algún interés. 

Qufestiuncula in qua exañiinatur 
pulvis de qucwattgo, vulgo cascarilla, 
in curatione tertiancB et quartanae (Ib. 
1682). 

FELIPE BORBON, natural deZa- 
ragoza) y de una familia de las mas 
ilustres de Aragón; estudió Ja filosofía 
en la universidad de Huesca, y la me- 
dicina en la de Zaragoza, donde tomó 
la borla de doctor. 

Escribió la obra siguiente. 

Medicina doméstica necesaria á los 
pobres y familiar d los ricos, trascri^^ 
ta del médico caritativo , con algunos 
remedios de otros autores » can esco^ 
lios de las materias y efectos de que 
se tratan , asi quirúrgicos como médi» 
COS. Zaragoza 1686, en 4.^ 

El autor se propuso instruir á los 
pobres en la composición fácil de aque- 
llos medicamentos que sin espensas 
pueden por si mismos preparar para 
alibio desús dolencias (Introducción). 



Principia por los medicamentos pnr^ 
gantes, porque en su concepto les son 
mas necesarios ¿ causa de los alimen* 
tos mas flojos y crudos que usan, y que 
con mas frecuencia padecen de sabu - 
ras^ gástricas y abdominales. 

Aunque el autor asegura que solo 
trataría de los medicamentos que pu*' 
dieran i poca costa prepararse los po- 
bres, pasa á describir la composición 
del sublimado corrosivo (pág. 15), la 
preparación de los baños minerales 
(pag. 27), y otros de igual naturaleza^ 
que no solo exigen gastos sino grandes 
conocimientos y una destreza magis* 
tral. 

Habla de todas las enfermedades 
del cuerpo empezando por las de la 
cabeza , y siguiendo las del pecho y 
vientre. Na«ia nos dice de sus causas^ 
síntomas, diagnóstico y pronóstico: y 
al tratar de su curación , espone las re- 
cetas que convienen i cada ona de 
ellas. 

Esta obra sobre no ofrecer el mas pe- 
queño interés, esotra de aquellas que 
jamás debieran verla luz pública, pues 
que seducidos muchos por sus pompo- 
sos títulos, se esponen ¿ ser víctimas de 
su engaño , ó á engañar ¿ otros infe* 
lices, 

JUSTO DELGADO DE VERA. 
Nada me consta de su vida. 

Escribió. 

Defensa y respuesta justa y 9er'- 
dadera de la medicina, racionalprq/O' 
nada de las imputaciones de la quimil 
ca introductora del reino universal^ y 
agua de la vida de Alderete » contra 
Son Luis Bertrán. Madrid 1687. 

Empieza su obra probando la digni- 
dad y nobleza de la medicina, porque 
Jesucristo la ejerció cuando visitando 
á la suegra de San Pedro le. tomó el 
pulso para ver si había terminado la 
calentura manum febricentis tang/ct 
Dominus ut ipsa integran sanitatem 
reciperet. 

Se declara enemigo acérrimo de 



HisT. DE LA Medic. espaIíola. — Tomo 2.^ 



60 



I 



474 



HISTORIA DE LA 



Paracelso , de sm sectarios, y de lo- 
dos los alquimistas. Prueba que en la 
naturaleza no hay remedio universal 
para la curación de las enfermedades. 

Esta obrita merece ser consultada, 
porque en ella se encuentran muchas 
noticias al par que curiosas, muy im- 
portantes. 

DIEGO ANTONIO ROBLEDO, 
estudió la medicina y cirugía en Al- 
calá de Henares: fué su maestro el doc- 
tor Luis Rodríguez de Pedrosa (pági* 
na 7 col. I,*): fué medico principal de 
la real casa de Nuestra Señora de 
Guadalupe , y regente de la cátedra 
de cirugía de sus reales hospitales* 

Escribió la obra siguiente. 

Compendio quirúrgico útil jr pro* 
vechoso d sus profesores , escrito por 
el lector D, IHe^o Jintouio de fío- 
bledo, médico principal de la real casa 
de Nuestra Señora de Guadalupe ^j 
regente de la cátedra de cirugía de sus 
reales hospitales. Madrid 1666 y 
1687 , en folio. 

De esta' obra se hicieron cinco edi- 
ciones , y la última en 1733 , lleva el 
mismo titulo^ pero añadió: 

Cuatro tratados que tratan de tu-^ 
mores parvos , de fracturas en gene* 
ralj de dislocaciones, de fuentes jr se* 
dales, y diversidad de cauterios ac* 
tuales j que en la operación de ciru" 
giase debe ejecutar. Madrid. 

Fundado el autor en que todo mé-< 
dico debe ser cirujano y vicerersa, si- 
guiendo la opinión de Rodrigo de Gas- 
tro, empieza su tratado de cirugía por 
dar á conocer los primeros elementos 
de los cuerpos organizados, y sus cua- 
lidades* Trata en seguida del poder de 
los temperamentos y edades en la pro- 
ducción de las dolencias. Describe las 
diferencias de los primeros , y admite 
un temperamento ad justitiam, cual 
tuvo Jesucristo , y es aquel en que se 
encuentran los cuatro elementos y sus 
cualidades en perfectísima armonía. 

Al esponer las facultades naturales 
y sus funciones , admite las siguien- 
tes. 



Facultad natural y la nutriz ó nii- 
trítiva. Esta tiene otras cuatro minis' 
trantes ó dependientes, ¿ saber: la 
atractiva , la retentriz , la concontriz 
y la expultriz. 

Gada una de estas tiene otras dos, 
sirviente oficial j sirviente privada. 

Ademas de estas admite la facultad 

f generatriz y otras dos ministras sayas, 
a facultad alteratriz y la conforma^ 
tríz. 

Termina este primer tratado por 
esponer algunos precef>tos higienicoi, 
siguiendo los con<;ignftdos en el poema 
de la escuela de Salerno. 

En el 2.^ tratado espone un com- 
pendio muy reducido de anatomía, 
pero muy claro y pxinto. 

En el tratado 3.** lishla de los apos- 
temas en gpneral , del flegmon , del 
divieso ó absceso, de la gangrena , del 
carbunclo» del esfacelo ó estiomeno, 
del aneurisma y tumores escrofulosos. 

Dedica artículos especiales pnra tra- 
tar de las causas^ síntomas, pronóstico, 
curación y preservación de cada una 
de las enfermedades espuestas. 

En el tratado 4.® continúa esponíen- 
do en la misma forma el hidrocéfalo, 
la fístula lagrimal , el zaratán, los bu- 
bones y las hernias. 

Eln el 5.° trata de las heridas de ar- 
mas de fuego, y hechas por animales 
venenosos y rabiosos. 

En el 6.® de las heridas en particu- 
lar. 

En el 7.** de tas úlceras en general. 

En el 8.* de las úlceras en parti- 
cular. 

En el 9.** de las viruelas, sarampión, 
sarna, berrugas, condilomasy pólipos. 

En el 10 de las fracturas. 

En el 11 de las dislocaciones. 

En el 12 de las fuentes y sedales* 

Esta obra fue una de las que mas re- 
putación gozó en España; las cinco edi- 
ciones que se hicieron son una prueba 
de ello. El autor se propaso presentar 
en ella todo cuanto se había escrito 
de cirugía hasta su época; asi es que i 
cada paso cita ¿ inserta largos textos 



.■■H 



MEMICINA ESPAÑOLA. 



475 



de naestroscirajanos , Ayala, Frago- 
so, Daza, A({üero y otms. 

Describe las <*nfermeil<iiles cotí mé- 
todo y con bastante estensiun, j en ca- 
da uno de sus respeclivos artículos di- 
ce cuanto entonces se sabia sobre la 
materia. 

JUAN BAUTISTA RAMÍREZ 
DE AREL LAÑO Y ALMANSA, 
médico y cirufano titular de la villa 
de Almagro. 

Escribió la obra siguiente. 

Cirugía, ciencia jr método racional, 
teórica y práctica , de las curaciones 
en el cuerpo humano ^ pertenecientes d 
la ciencia de cirugia\ con el tratado de 
pronósticos, medicamentos, morbo gd^ 
lico y observacipnes á planta pedís us- 
que ad verticem capitis , practicadas 
en el discurso de cuarenta años en las 
mas célebres ciudades de España»^ por 
el médico jr cirujano D. Juan Bautista 
Bamirez de Arellano y Almansa. 
Madrid 1680, eD4.<' 

El autor trata en capítulos especia- 
les de las cosas naturales y preternatu- 
rales ; de los tumores , de los aposte- 
mas, úlceras , de las fracturas , de los 
medicamentos y del morbo gálico. 

FRANCISCO HENRIQUEZ DE 
YILLACORTA. Aun cuando no 
nos bemos ocupado de este médico, 
tenemos ya noticias de su celebridad 
por los distinguidos médicos que en sus 
obras le honran llamándose sus discí- 
pulos. 

Estudió la medicina en la universi- 
dad de Alcalá de Henares , y en ella 
tomó la borla de doctor, y fué uno de 
sus catedráticos mas distinguidos. 

Habiendo enfermado de algún pe- 
ligro Felipe IV, y llamados á consulta 
todos los catedráticos de Valladolid y 
de Alcalá de Henares, recibió el autor 
una carta del conde de Altamira, en 
que se le espresaban los deseos que 
S. M. tenia de que asistiese á la con- 
sulta. 

La reputación que se adquirió en 
esta junta le hizo acreedor á que S. M. 
le nombrase médico de su real cámara 



con ejercicio , cuyo destino obtuvo y 
desempeñó por espacio de bastantes 
años. 

Si creemos á Lorenzo Anisen , li- 
brero y conocedor de la buena litera- 
tura , editor de las obras del autor en 
León de Francia, fué sin duda otro de 
los que gozaron una reputación médi- 
ca en Europa (Censura y prólogo). 

Escribió la obra siguiente. 

Francisci Henríquez de Villacorta, 
Doctoris medici á cubículo regeli Pki^ 
lipi If^ et Caroli II ArcMatri. Opcr 
ra medica Luduni. 1688 infoL 

Divide su obra en tres tomos. 

En el 1,® nos presenta varios trata* 
dos; de ellos ofrece algún interés el de 
la muerte natural, el de las edades, el 
del semen , el de la diferencia y natu- 
raleza de las enfermedades , el de sus 
causas y diferencias de los síntomas. 
Interesan poquísimo los de los humo- 
res, de la intemperie, de la cocción y 
de los elementos. 

Los primeros demuestran muy bien 
que el autor era unescelente práctico, 
y que sus doctrinas, fundadas en la 
verdadera observación , estaban con« 
formes con las de Hipócrates y otros 
médicos célebres. 

Los segundos prueban que estaba 
bien embebido en las doctrinas y me- 
tafísica de Aristóteles^ pues á cada pa^ 
nos cita y comenta sus formas, sus ac* 
cidentes , sus sustancias , sus cualida- 
des, etc., etc. 

Dedica el 2.^ tomo á tratar de algu- 
nas enfermedades. Entre ellas ocupa 
el primer lugar las calenturaii: espone 
sus causas, sus síntomas , diferencias, 
pronóstico y curación; ' 

Habla de la naturaleza, causas y di- 
ferencias de los pulsos, y de su fuerasá 
y valor como sígaos* pconósticos de las 
crisis de las enfermedades. 

Entre las enfermedades que descri- 
be merecen consultarse la oftaknía, 
las parótidas, la angina , el garrotillo, 
la pulmonía , la pleuresía , la tisis > la 
disenteria , y las úlceras en general y 
particular. 



476 



HISTORIA DE LA 



Estos tratados especiales dos ofre- 
cerían seguramente el mayor interés 
por los muchísimos preceptos y obser- 
vaciones prácticas que contienen; pero 
es una desgracia que todas estas se ha* 
lien promiscuadas y confundidas con 
otras infinitas cuestiones sobre las for- 
mas, cualidades , sustancias , acciden- 
tes^ etc que abundan estremada mente 
en nuestro Henriquez. 

En el tomo 3.*^, qae tituló la Laura 
medica complutense , espone algunos 
tratados especiales sobre los métodos 
curativos , la fuerza de la costumbre, 
las facultades de los alimentos en ge- 
neral y particular, la dieta y régimen 
conveniente i los enfermos, el uso de 
los baftos , el arte de pronosticar , las 
crisis, días críticos, los venenos y en- 
fermedades simpáticas. 

Últimamente presen tasesentaj nue- 
ve cuestiones : entre estas, unas dicen 
relación á la fisiología y otras á la pato** 
logia: las primeras nada absolutamen- 
te valen en el día; las segundas si, por- 
que los preceptos y observaciones prác* 
ticas que contienen son sumamente 
apreciables> y dignas del gran concep* 
to aue se grangeó entre los médicos de 
su época. 

DIEGO MATEO ZAPATA. Me 
son desconocidas sus circunstancias bio* 
gráficas. A la edad de veintitrés aBos 
escribió la obra siguiente. 

Verdaékra apologia en defensa de 
la medicina racional filosófica , / ífe- 
bida respuesta d los entusiasmos me- 
dicos que publicó en esta corte D, Jo-- 
sé Gazola Vertmense , archisoplon de 
las estrellas. Por D. Diego Mateo Za- 
pata. Madrid 1690, en 4.'' 

Harto conocida es en Espafia la obra 
del Doctor Gazola , titulada el mundo 
engahado por loe falsos médicos ^ en la 
cual se propuso rebajar al estremo el 
honor de la medicina y de sus profe- 
sores. 

Protegido este médico estrangero 
por ios reyes de España , se- atrevió no 
aolo ¿ insultar oon descaro á los mé- 
dicos mas sensatos de la corto, sino á 



dedicar su obra ¿ S. M. Los médicos 
españoles llevaron muy á mal los des- 
precios que de sus talentos hacia el 
médico de Verona, pero teniendo aU 
gun mal resultado de la real protección, 
que se le dispensaba, sufrieron con re- 
signación los dicterios que se les diri- 
gía. 

Zapata , de edad de veintitrés años, 
dotado de un espíritu fuerte, y de unos 
conocimientos superiores á su edad, 
se propuso refutar la obra del médico 
verooense, y poner á las claras sus so- 
fismas y sus contradicciones* 

Don Bartolomé Ponce de Leoo, 
cronista general del rey en los reinos 
de León y de Castilla, al dar á S. M. 
ttn informe que sobre la obra de Za- 
pata se le pedia^ contestó lo siguente» 

«La apología que en defensa de la 
medicina racional que escribió D. Die« 
go Mateo Zapata , be leido por man- 
dado de V. A. y visto con toda aten« 
cion y cuidado, aunque siempre me 
prometí del autor ventajosos empleos 
de filosofía y medicina, no me persoa* 
dia la limitada edad á creer hiciese tan 
valerosa defensa de su profesión, que 
abstrayendo toda exageración hi perbó* 
lica , puede competir con cuantas se 
ban hecho después de la de Tertulia- 
no ; porque en lo conciso, suma con 
gravedad lo necesario á su intento , y 
dilata con acriáionia lo preciso á su 
defensa, que son los quicios en que se 
rodea este dilema apologético: y aunque 
este género de elocuencia tiene mu* 
chas partes á que atender, y suele ser 
muy dificultoso su desembarazo, están 
admirable la armonía de este papel, 
que él solo pudiera ser norma á nues- 
tra enseñanza , á no haber dejado el 
arte vestigios á quien seguir. 

«El autor de esta apología defiende 
con gran método lo que dice, está lle- 
na de emdicion y doctrina: defiende 
con historias y razones inconcusas lo 
que propone : desvanece las opiniones 
contrarias con solidísimos fundamen- 
tos en lo que disputa: defiende el lus- 
tre de la antiquísima medicina raoio- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



477 



lul, j en ella á tas profesores : no ha 
fallado á la atención cortesana en lo 
que fatura: no se ha desatendido J« lo 
modesto y grave en lo que arguye., y 
sí alguna ves habla con ardicnienlo y 
acrimonia , es por pedirlo asi la cUu* 
sala del contrario , y donde lo reduce 
á grepejo, es por templar con ¿1 loque 
pedia mayor encono.» 

El antor pasa en seguida á rebatir 
las ideas del doctor Gazola, y al efec- 
to empieza por la dedicatoria que di- 
rigió a S. M. Se hace cargo de ella li« 
nea por linea, anatortüzdndoUis ^eovao 
dice , y prueba que su autor cometió 
innumerables errores en gramática^ eo 
filosofía y en medicina* 

¿Es esta, le dice , la dedicatoria de 
tanta magestad? ¿Es este el frontis del 
edificio? ¿dónde está el arte? ¿dónde 
la retórica? ¿dónde el concepto? ¿dón- 
de el estilo? ¿dónde la valentia? ¿dónde 
la filosofía? ¿dónde la medicina? Vea» 
pues, el docto , vea el ignorante , vea 
ano el mismo Archisoplon, que todoes 
un disparate (pég. 9). 

No es posible presentar un eslracto 
de la obra de Zapata, sin referir al mis* 
mo tiempo el teito del doctor Gasola. 
Básteme asegurar ¿ mía lectores que 
este enmudeció ; que llegó á perder 
enteramente el concepto que se babia 
adquirido , y que la medicina y sus 
profesores quedaron bien vengados en 
la obra de nuestro médico. 

La creo muy importante, porque en 
ella se rebaten las criticas y sarcasmos 
con que Plinio , el Petrarca , Gazola y 
otros han tratado á los profesores de la 
ciencia de curar. 

Disertación médico^teolágica , que 
consagra d la serenísima señora prin^ 
cesaáel Brasil , el Doctor D, Diego 
Zapata. Madrid 1733. 

Guando escribió el antor esta obra 
estaba ya en una edad bastante avan* 
zada. Se titula fundador y ex*presi- 
dente de la sociedad médico-quimica 
de Sevilla y médico del duque de Me- 
dinaceli. 

Los doctores eo teología D* Fran- 



cisco Martin del Campo y D. Pedro 
González Garcia, al dar su informe so* 
bre esta obrita, dicen lo siguiente. 

«Por orden del señor D. Miguel 
Gómez de Escobar, inquisidor ordina* 
rio y vicario de esta villa de Madrid, 
y su partido , examinamos y leímos 
con atento cuidado esta disertación 
médico'teofógica, que para la pública 
utilidad intenta dar á la estampa el 
Avicena de este siglo el doctor D. Die- 
go Mateo Zapata , fundador y ex-pre- 
sidente de la regia sociedad médico^ 
química de Sevilla , y médico del es* 
celentísimo señor duque de Medina- 
celi, etc. Su nombre es sdperior á to- 
dos sus dictados j y á los demás á que 
es tan justa acreedora su eminente li- 
teratura. Su ciencia y erudición como 
giran sobre la esfera mas alta, son dig- 
namente estimadas por las personas y 
casas de la mas alta y superior esfera» 
Entre las otras fecundas producciones 
de su ingenio, con que el autor ha en- 
riquecido á su facultad y al orbe lite- 
rario , es esta disertación la que mas 
acredita la seriedad y solidez de su 
juicio , y la estensa capacidad de su 
grande entendimiento ; porque rom- 
piendo las márgenes y saliendo de los 
términos de la escuela médica que pro- 
fesa, se introduce en el anchuroso océa* 
no de la teología moral \ pero con tan 
diestro rumbo, que siendo en él aun á 
sus mismos profesores tan continuos y 
arriesgados los escollos, se preserva 
cauto y diestro el autor de tropezar 
en ellos.» 

Don Francisco Criado y Balboa, mé- 
dico de la ciudad de Antequera remi- 
tió al autor un escrito titulado Consi^ 
liwn de fcecunditate servanda , en el 
cual proponía para su resolución la 
importante cuestión siguiente. 

Qumritur: Anpossit exhiben polio ^ 
aut medicamen steriUtatem producens 
mulieritam laborioso terrepetito par^ 
tu^utad mortem quasi expectaretur 
prpclivi? 

El doctor Zapata se propone probar 
. que esta opinión no solo es improbable 



478 



HISTORIA DE LA 



sino impía , temeraria é inhumana. 
1.^ Demuestra que no hay tales 
remedios para producir la esterilidad 
en la muger. 

2.^ Que aunque los hubiera jamás 
debían propinarse, porque la di6cuU 
tad del parto dependía de muchascir- 
cunstancias , que i veces se corregían 
de un parto ¿ otro. Cita a fgunos casos 
observados por él mismo y por otros 
autores. 

3.^ Que embarazada la muger, se* 
gun las circunstancias que propone la 
cuestión, aun asi no debia procurarse 
el aborto. 

4." Que si la madre moria , aun i 
pesar de haber empleado en ella todos 
los auxilios del arte, se debia hacer la 
operación cesárea ^ en el momento de 
constar su muerte. 

Esta obrita es una de las mas inte- 
resantes é instructivas que hay escri- 
tas sobre esta materia basta nuestros 
dias. Fa una desgracia que sea tan rara 
j poco conocida aun entre nosotros. 
Es un tesoro de erudición , y ella sola 
basta para satisfacer los deseos del que 
quiera ilustrarse á fondo en esta tan 
importante como delicada materia. 

JOSÉ ESCAMILLA, estudió y 
practicó la cirugía en el hospital gene- 
ral de Zaragoza , y después fué cate- 
drático en su universidad. 

Publicó varios tratados de cirugía 
que comprenden otros tantos cursos 
como esplicó, á saber: 

El 1.^ de tumores engenend,t$fli' 
cadoen 1691. 

El 2.^ de llagas en general , curso 
de 1692. 

El 3.^ de heridas de cabeza , espli- 
cadas en 1693. 

El 4.^ de úlceras en general corres^ 
pondiente al 1694. 

El 5.^ de medicamentos esteraos, 
dado en 1696. 

El año de 1695 en vez de esplicar el 
tratado de materia médica esterna, 
repitió el tratado l.^de tumores en ge>- 
neral. 

Si bien es cierto que esta obra nada 



tiene de originalidad puesto que es 
una copia de la de Juan Calvo , sin 
embargo nos demuestra que en este 
tiempo se enseñaba muy bien la ciru- 
gía , dedicando ¿ ella seis años oonse* 
cutivos. 
CRISTO VAL FRANCISCO DE 

LUQUE, natural de Marchena: estu- 
dió la medicina en la universidad de 
Sevilla , y en ella recibió el grado de 
doctor. Fué catedrático de prima y 
médico de cámara de D. Jaime Pala* 
fox. Arzobispo de Sevilla. 

Escribió la obra siguiente. 

Apolíneo Caduceo hace concordia 
entre las dos opuestas opiniones , tata 
que aprueba las consultas de los me- 
dicos para la curación de las graves 
enfermedades, otra que las reprueba. 
Sevilla 1694, en A."" 

Si el autor se hubiese propuesto ri- 
diculizar las consultas que en su tiem* 
pose hacían, á buen seguro no hubiera 
empleado otro medio mas eficaz que la 
publicación de esta obra. 

Asi como el licenciado D. Francis- 
co Lobon de Salazar ridiculizó en su 
historia del famoso Fr. Gerundio de 
CampazaSj alias Zotes, los sermones 
que en su tiempo se predicaban y' aun 
se daban á la luz pública, que no eran 
sino una gerigonza ; asi el Caduceo 
Apolíneo nos revela el embrollo médi- 
co con que se referían y sancionaban 
las consultas. 

El autor se propuso conciliar las dos 
opiniones referidas, diciendo que sí los 
médicos consultantes eran sabios y de 
talento, son muy ventajosas su presen- 
cia y decesion. 

Propone siete apotegemas ó sean 
siete consultas de otros tantos enfer- 
mos, para cuya curación son llamados 
dos médicos consultores \ y para que 
mis lectores tengan una idea del len- 
guage médico en ellss referido, voyá 
copiar dos ó tres pasages. 

«Bagel viviente es el hombre, escri- 
be Focion , cuya fábrica es tan pere- 
grina , que en su comparación es un 
informe leño de la nave de Jaion á pe- 



MEDICINA ESPAÑOLA. 



479 



sar de los desvelos del despavilado Ar- 
gos. Sulca el racional bagel el inquie- 
to mar del orbe , y prevenido de las 
potencias por árboles , de los senti« 
dos por velas» y del entendimiento por 
piloto, le sulca tranquilo, le doma fe- 
liz ; porque el entendimiento, diestro 
piloto» triunfa de continuas enemigas 
procela s; pero ¡oh dolor! que saliendo 
de la cárcel deEoloel terrible huracán 
de la ira, sino es muy esperto el piloto 
esperi mentará sus rigores la nave^ y 
como otra furibunda Alecto en los tro* 
yanos, hará que náufraga se sepulte 
en las olas; pero ¡oh fortuna! que ya el 
piloto conoce sus impetuosos riesgos, 
y avisa con el prudente prevenido com- 
pás del tono de Horacio: 

O navis referent in mari te novi 
fluctus 

o quidagis» 

a Pues ya triunfa de las locas olas de 
la ira, y toma puerto seguro, libre de 
enemigas Cicladas: que no es mucha 
admiración navegar cuando el salobre 
elemento está tranquilo ; pero cantar 
la victoria el bagel cuando brama el 
viento , cuando la tempestad intenta 
sumergirle , es todo el primor de la 
náutica. 

«Una galente antimonia ha de pro- 
bar este asunto. Prodigioso suceso, 
admirable curación , la que celebró 
Hipócrates en aquel joven tábido, cu- 
ya macritud dependía» ó de cierta ple« 
nitnd , como dice Riverio , ó como 
quiere Heredia , de copia de sangre 
sulfúrea, volátil, inepta para laalimo- 
niaf pues óigase el remedio: Secta au^ 
tem vena ex utraque manu, usquedum 
exanguis re¿/(í/ereíKr. Estupenda auda- 
cia parece, pues presto parecerá pru- 
dentísimo primor: Et d malo liberatus 
esty porque el remedio le libró de la 
muerte, y sanó. 

«Cuidado ahora con el rapaz de la 
villa de Hipólogo ; hidrópico padecia, 
y naturaleza intentó socorrerle , con 
una copiosa evacuación de las muchas 
serosidades de que abundaba: Minxit 
confertim^ dice el texto, ¿y qué logro 



tuvo tan grande evacuación? Fatal 
desgracia: J[forfuu5 est. Estos son los 
textos, y ya salta la dificnitad.» 

Como este pudiera referir otros in- 
finitos pasages, bien que toda la obra 
es un puro contesto de ellos. 

He dicho que ningún medio mas 
eficaz para ridiculizar las consultas que 
el Caduceo Apolíneo^ si hubiese sido 
este el objeto del autor; mas como fué 
todo lo contrario , podemos asegurar 
que esta obra es lo mas detestable que 
se ha escrito. 

CARLOS PUERTAS, médico de 
la villa de Canales en el reino de Va- 
lencia: estudió la medicina y se docto- 
ró en esta universidad , y después se 
estableció en la citada villa. 

Escribió la obra siguiente. 

Gobierno moral y médico para con'" 
servar la salud y buenas costumbres. 
Pamplona 1694, en S."" 

Su principal objeto es enseñar al 
hombre el modo de corregir sus pa- 
siones y sus apetitos. Prueba la influen- 
cia que tienen en lo físico, y ser cau- 
sas de muchísimas enfermedades. 

Es muy digno de ser consultado: su 
lenguage es preciso y elocuente ; y de 
él pudieran estractarse un gran núme- 
ro de refranes y sentencias elocuentes 
é instructivas. 

ALONSO LÓPEZ CORNEJO, 
natural de Sevilla : estudió en esta la 
filosofía y medicina, y en ambas tomó 
la borla de doctor : en la misma uni- 
versidad fué catedrático de prima, y 
nombrado posteriormente médico de 
los reales Alcázares de la dicha ciudad. 

Escribió la obra siguiente. 

Galeno ilustrado^ jívicena esplica^ 
doy doctores sevillanos defendidos, ^s» 
Refútase la nueva con la antigua me- 
dicina.^^Dase d entender cuan pernio 
cioso es regularmente usar de los me* 
dicamentos espagiricos ó cJúmicos, y 
especialmente minerales y antimonia* 
&5. Sevilla 1699^ en 4° 

Introducidos y propa(;ados ya por 
España los sistemas de Paracelso , de 
Valhemont, de Silvio y de Helmoncio^ 



^80 



HISTORIA DE LA 



se propuso el autor probar en esta obra 
que la mayor parte de sus preceptos 
eran ya conocidos rie los padres de la 
medicina, Hipócrates, Galeno y Avi» 
cena. Que los tenidos y publicados co« 
mo nuevos, no habían adquirido toda* 
vía una sanción por la espericncia , y 
por consiguiente que no tenian dere* 
cho los citados autores para promul- 
garse verdaderos y útiles reformado- 
res de la medicina. 

Cree que los médicos debían atener- 
se a los preceptos y métoilos curativos 
propuestos por los griegos y árabes. 

Cornejo fué uno de los primeros que 
se opusieron en nuestra España á la 
introducción y propagación de) sistema 
químico 6 espagiricoen la práctica de 
la medicina. 

Jtespuesta d un papel aplogético que 
con el título de medicina de las fuen^ 
tes y purgas y sacó D. Juan Fasquez. 
Su autor Alfonso Cornejo. 

Escribe para probar la utilidad y 
necesidad de los purgantes en la cura- 
cion de las enfermedades, apoyado en 
el aforismo de Hipócrates. Cum quis,.. 

JUAN ESTEVAN DE VILLA, 
fué monge de San Benito en el real de 
S* Juan de Burgos y administrador de 
su botica. 

Escribió la obra siguiente. 

Libro de las uidas de los doce princi' 
pesde la medicina, y de su origen. Bur- 
gos 1647 y 1699. 

Los autores cuya vida describe, son: 

Apolo, Ghiron el Centauro, Escu- 
lapio, Hipócrates, Aristóteles, Dioscó- 
rides , Galeno , Avicena , Averroes, 
Messue , Rassis y Arualdo de Villa- 
nova. 

Refiere circunstancias biográficas 
muy preciosas é interesantes ai histo- 
riador. Prueba que hubo dos médicos 
llamados Avicenas, uno persa y otro es- 
pa&ol. Las razones en que se apoya son 
de mucho peso^ y merecen ser cónsul* 
tadas. 

FRANCISCO PIZARRA- 

Escribió. 

De los caracteres patognomónicos 



que indican el verdadera empiema , jr 
modo de practicar la operación, Sevi- 
lla 1774. 

Dice que la cirugía es la mano de- 
recha de la medicina, sin la cual la bu* 
manidad sería muy desgraciada. 

Divide su escrito en dos partes. . 

En la 1.' propone los signos para no 
errar el conocimiento de la enferme- 
dad. 

En la segunda instruye sobre el mo- 
do de practicar la operación. 

El autor verificó tres con feliz éxi- 
to, en el hospital del Amor de Dios 
en 1746. 

De la corrocion de los huesos. Se vi* 
Ha 1690. 

' El autor antes de tratar de esta en* 
fermedad , habla de la naturaleza de 
los huesos, de la diferencia de su teji- 
do, de las partes que le componen , y 
de losvasosque le nutren. 

Después considera esta enfermedad 
según ocupe su parte ósea ó esponjosa*, 
cree que la corrosión de ellos es debi- 
da á que el aceite que contienen se en- 
rancia por diferentes causas , en cuyo 
estado perdiendo la suavidad y hacién- 
dose un estimulante, produce en ellos 
una irritación, i la que se sigue la cor» 
rosion. Últimamente trata desadíag- 
nóstico , pronóstico y confirmándolos 
con algunas observaciones que pre- 
senta. 

MANEL PORRAS. 

Escribió. 

Médula de cirugía y examen de ci- 
rufanos. Madrid 1691, en 8.** 

Esta obrita , dedicada únicamente 
como texto á los cirujanos , es nn bre- 
ve compendio de cirugía, y en sutiem» 
po el mejor, según consta de la censu- 
ra é informe que dio de ella el Doctor 
D. Francisco Henriquez de Vitlacorta. 

En el día no ofrece interés alguno* 

MIGUEL MELERO GIMÉNEZ, 
médico del santo oficio y vecino de Se* 
vilU. 

Escribió la obra siguiente. 

Examen pacífico de la alegación 
apologética médico-física qué publico 



MEDICINA ESPMOLA. 



481 



contra unas dudas D. Cristoval Btdz 
de Pedrosa y Laque, Córdoba 1699. 

En esta obrita se trata de la acción 
y del modo de obrar de ciertos reme- 
dios , y especialmente de losvenenos. 

La mayor parte Tersa en personali* 
dades contra jRuiz de Pedrosa, que na* 
da interesan á la ciencia. Ofrece muy 
poco interés. 

JUAN ALOS, natural de Barcelo- 
na : fué proto-médico del principado 
de Cataluña ; obtuvo las cátedras de 
anatomía^ del método y la primera de^ 
los aforismos de Hipócrates, las cuales 
desempeñó por espacio de mas de vein- 
ticuatro años. 

Escribió una obra con el titulo si« 
guíente. 

De carde homims disquisitio pldsio'* 
¡osicO'»anatomica* Anu^tore D. Joanne 
jilos in schola Barcinonensi primario 
medicinm profesor e emérito et prin* 
oipatus CatalonicBproto^medico. Bar' 
cmono 1694. in 4.*^ 

El autor divide su obra en veintiséis 
capítulos^ en los cuales trata sucesiva- 
mente. 

1.® De la escelencia del hombre. 
(Interesante^. 

S."* De la admirable fábrica del 
cuerpo humano. Hace una preciosísi- 
ma descripción del corazón^ sus arte- 
riaSy vasos y nervios. (Interesante). 

3.^ De la unión de los vasos en el 
corason del fetus. 

4.^ Si el coraaon es un verdadero 
músculo. Prueba la afirmativa. 

5.*^ Si la sangre se engendra en el 
corason solamente. Después de des- 
cribir los vasos lácteos , venas lácteas 
del mesenterio , el receptáculo del 
quilo » el conducto torácico y los va- 
sos linfáticos , espone la opinión de 
Aristóteles^ de Galeno y otros antiguos 
sobre este punto , y después de refn* 
tarlas establece que la sangre se en« 
gendra no solo en el corazón sino tam- 
bien en el hígado. 

6.® De la causa eficiente y próxi- 



ma de la sangre en el corazón y en el 
hígado. 

7.® Si en el fetus recibe el corazón 
algún quilo conducido por los vasos 

J[uilíferos. Establece que no, y que el 
étus se nutre solamente de sangré* 

8.® De la materia y generación de 
los espíritus vitales. 

9.^ Si el corazón en el fetus en- 
gendra espíritus vitales, y si se mueve. 
Afirma los dos estremos. 

10 Si entra en el corazón alguna 
cantidad de aire inspirado por los pul- 
mones. Cree que alguna cantidad del 
aire mas sutil entra en el ventrículo 
izquierdo mezclado con la sangre arte- 
rial. 

1 1 Qué usos tenga la respiración 
del corazón. 

12 Del movimiento del corazón y 
su causa eficiente. Cree contra Aristó- 
teles , Cartesio y Diembreck que la 
cansa del movimiento no es el calor 
ni ebullición de la sangre» sino emana- 
do de la naturaleza y estructura del co- 
razón. 

13 Si el sístole y el diastole son 
movimientos espontáneos por sí mis- 
mos. Cree que el sistole si, pero noel 
diastole. 

14 Si facultad motriz del corazón 
es natural ó animal. Cree que perte- 
nece á las funciones llamadas natu- 
rales. 

15 Del uso y fin del movimiento 
del corazón: prueba que no es la ven- 
tilación ni la refrigeración de la san- 
gre^ ni la espulsionde los residuos, si- 
no el de impeler la sangre y distri- 
buirla por las arterias á todas las par- 
tes. 

16 De la causa del movimiento de 
las arterias : dice que la pulsación de 
las arterias no emana de su propia fa- 
cultad, ni por irradiación del corazón^ 
ni por el impulso comunicado por él, 
sino por el de la sangre y del cora- 
zón. 

17 Si el corazón y las arterias se 



HiST. íoñ LA Mbdic. bspaAola. — ToMo 2.® 



61 



482 



HISTORIA DE LA 



coi^traeny se dilatao á an mismo tiem- 
po* Prueba la alternativa. 

18 Si el cerebro se mueve por las 
arterias. Prueba la afirmativa. 

19 Si la sangre pasa desde el ven- 
trículo derecho al izquierdo por el 
septo medio ó por los pulmones. Prue- 
ba que por estos. 

20 De la circulación de la sangre. 
Refiere la historia de esta función; ha- 
bla de los autores que trataron de ella, 
pero no conoció á nuestro medico ara- 
gonés Miguel Serbet. 

21 Del tiempo que tarda en veri- 
ficarse el circulo ó tránsito de toda la 
sangre. 

22 Si del descubrimiento de la 
sangre se invierte el método racional 
de curar las enfermedades. Díee que 
lejos de invertirlo lo perfecciona y lo 
ilustra. 

23 De la cirugía infusoria. Cree 
que se pueda purgar por medio de las 
venas. 

24 De la trasfnsion de la sangre 
de nnoá ojtro animal. Cree que puede 
ser ventajosa algunas veces. 

25 Refiere muchas historias de 
particularidades del corazón humano. 

Dice que vio en algunos cadáveres 
osificado elseptomedioy faltar el ven- 
trículo iiquierdo j 7 un cálculo en las 
bálbulasdel corazón de una joven de 
Barcelona (pág. 219). Disecó en Ve- 
necia un cadáver en el que observó 
otro cálculo bajo las aurículas del co- 
razón. (Interesante). 

26 De muchas particularidades de 
las arterias. (Curiosísimo). 

JUAN BAUTISTA DE ZAL- 
DUENDO, alias AGUIRRE , médi- 
co titular de la ciudad de Vitoria. 

Escribió la obra siguiente. 

lÁbro de los baños de Amedilhf r 
remedio universal* Pamplona 169d^ 
en 4.® mayor. 

El autor habla en el primer libro 
de la topografía médica de Arnedillo 
y de los bafios. 

En el segundo trata del modo de 
investigar las enfermedades. 



En el tercero de la análisis química 
de sus aguas. 

En el cuarto del remedio universal 
(el oro) en teoría j práctica. 

Se reduce á esplicar y comentar loa 
enigmas de Hermes Trimegisto, los 
coales dice que se encontraron en su 
cadáver. Es un punto curioso, pero de 
poquísimo interés para la medicina. 
Trae al final un tratadito de las pro- 
piedades y virtudes del oro potablsm 

TOMAS CASTRO Y AGUILAR, 
abogado en la ciudad de Aotequera, 
su patria, 

Ecribió. 

Remedios espirituales y temporales 
para preservar la república de peste, 
y conseguir otros buenos sucesos en 
paz y en guerra. Antequera 1699. 

El autor supone que las pestes son 
castigo de Dios por los pecados de los 
hombres ; y como remedios propone 
la oración sin intermisión ; los ayunos 
y penitencias \ la prohibición de co- 
medias y tragedias obscenas; oraciones 
propias y no ageoas; advocación i san- 
tos particulares *, el llevar reliquias y 
huesos de los santos*, oraciones y anti- 
lonas etc. 

ANTONIO SOARES DE FARIA. 

Escribió. 

Fasciculus medicus practicus ex 
quatuor tractatibus collectus, Nempe 
\,^ de Jbntcmelis : 2.^ de thermalibus 
balneis: 3.^ de lacte: 4.' de risu etre^ 
creationeetwio. UUsipone YJQñ* 

El tratado de las fuentes, fontane- 
las ó emunctorios, es sumamente inte- 
resante. Contiene todo cuanto puede 
desearse saber acerca de esta opera- 
ción quirúrgica. 

El de los baños termales los consi- 
dera como remedio higiénico y medi- 
cinal: habla de muchas termas de Por- 
tugal. 

En el 3.^ trata de las virtudes de 
la leche de burra , y también de la 
de las amas de cria« 

El 4.*^ tratado ofrece poquísimo in- 
terés: al final nos presenta una lista de 
todas las obras de Hipócrates ^ Galeno 






MEDICINA ESPAÑOLA. 



483 



7 Avicena ^ cod la nota de los que son 
espúreos ó genuiuos. 

JUAN ORDOJVEZ DE LA BAR- 
RERA^ presbítero^ médico GÍruja no 
de cámara de S. M.> calificador de la 
•alud publica de la ciudad de Cádiz, 
gentil hombre de la artillería , y fun- 
dador de la sociedad médica de Se* 
villa. 

Escribió la obra siguiente. 

Clava de Alcides con que se aniqui- 
la la vindicta de la verdad que dieron 
varios ingenios^ Respóndese d los es" 
cesas de la vindicta ^ y se corroboran 
las doctrinas de Oliveres Aldovando. 
Córdoba 1 700. 

Habiendo publicado D. Cristóval de 
Pedrosa un libro titulado Alegación 
apologética^ que versaba sobre las cua^ 
lidades ocultas, como, y. gr., era cua* 
lidad oculta el que el abestrúz digirie^ 
se el hierro , lo era también el que la 
fuente Idumea mudaba sus aguas de 
color cada cuatro meses *, la mudanza 
de colores del camaleón, etc. 

Nuestro autor desentendiéndose de 
las ideas de los antiguos filósofos, trató 
de esplícar estos fenómenos por causas 
naturales. Al hablar del camaleón des« 
miente, por medio de la disección que 
de él biso, la idea de que se mantenía 
del aire, pues encontró moscas y otros 
insectos en su estómago: dice que este 
reptil tiene una infinidad de escamas 
diáfanas , ligadas á la segunda mem- 
brana de su cuerpo , perceptibles por 
solo el microscopio: que el animal mo- 
viéndolas en dirección circular, espi- 
ral, diagonal, curva j de otras figuras^ 
las hace vibrar de tantas maneras, que 
cuando se ve acometido de un enemi* 
go del que no puede librarse, después 
de haber deslumhrado por la diferen* 
cia de colores , toma el color de tierra 
oscuro, valiéndose de este medio para 
librarse de él. 

De este hecho j esplicacion deduce, 
que no hay causas ocultas y sobrena- 
turales ; y que las que parezcan tales 
es por no entretenerse en estudiar la 
naturaleza (pág. 93). 



Es digno de consultarse. 

JUAN DE LA TORRE Y BAL- 
CÁRCEL, estudió la medicina en Al- 
calá de Henares^ y siendrf médico se 
ordenó de sacerdote, llegando á ser ca- 
pellán y médico de la real familia ^ y 
últimamente protomédico de la arma- 
da real del mar Qcéano. 

Escribió la obra siguiente. 

Espejo de la filosofía y compendio 
de toda la medicina teórica y practica, 
Madrid 1700. 

De esta obra se hicieron dos edicio- 
nes mas, una en 1705 y otra en 1715. 

En esta tercera añadió un tratado de 
morbo gálico , un antidotarlo de poci* 
mas , bebidas, jaraves, pildoras y un^ 
güentosj mercurio, zarza, palo santo 
Y estufa, pertenecientes a su curación^ 
P.mplona 1715, en 4.* 

Divide su obra en cuatro libros. 

En el 1 .^ trata de las partes esencia- 
les del cuerpo humano que la medici- 
na considera . 

Empieza este tratado con un discur* 
so sobre la esencia de la medicina , de 
su objeto y del profesor. 

Subdivide este mismo libro en nue- 
ve tratados. Entre estos ofrecen mucho 
interés, y mas de lo que pudiera espe- 
rarse en su época, el i, ^ sobre lostem* 
peramentos, el 4.° sobre las edades^ el 
5.^ sobre la muerte natural jr sus cau^ 
sas, el 7.® de las facultades, el 8.® so^ 
bre los humores, el 10 sobre el espiri» 
tu del viviente sensitivo, y el 1 1 acer" 
ca de las acciones del hombre* 

En el libro 2.° trata de la anatomía 
del cuerpo humano. Lo divide en seis 
tratados^ y todos estos en cincuenta y 
una cuestiones , en las coales describe 
otros tantos puntos generales de anato- 
mía. La 4.*, que versa sobre las mora- 
lidades que encierra la máquina del 
hombre, es muy interesante. 

También interesa la 5.' en que es* 
pone las escel encías del cuerpo del 
hombre sobre el de los brutos. 

Este tratado, aunque corto, está es- 
crito con mucha claridad, y reúne to- 
do lo mejor que hasta su tiempo se 



484 



HISTORIA DE LA MEDICINA ESPAIÍOLA. 



sabia en este ramo. No olvidando que 
escribia para los cirujanoa romancistas. 

En el libro 3.^ trata de las cosas no 
naturales al hombre. 

En el libro 4.^ de lasenfermedadesi 
Se estiende mucho en describir las cá* 
len turas , los medios para su curación 
convenientes, y la época de adminis* 
trarlos. En esta parte se deja ver el au- 
tor como un gran práctico; pero dio de- 
masiado ascenso á la influencia de los 
dias críticos y ^ños crimatéricos. 

Tratado de todas las materias me- 
dicas'prdcticas de fuentes, sus utíUda* 
des y método de hacerlas importantes 
para conservarlas. 

Después de escribir el mecanismo 
de hacer las fuentes, cita con elogio un 
ungüento para conservarlas todo el 
tiempo que se quisiese, el cual se con* 
servaba en el real palacio y convento 
de Descalzas reales, cuya composición 
legó como un secreto precioso la sere- 
nísima princesa hija del emperador 
Garlos y. Lo trascribo para que mis 
lectores tengan noticia de ¿1. 

Rep, Ungüento de basilicon y de 
aceite de altea, de cada uno una onza: 
ungüento de cantáridas y de Zacharias^ 
de cada uno media onza: polvos de agá- 
rico, de mechóacan y de lirio, de cada 
uno dos adarmes ; sebo de macho dos 
onzas: polvos de ámbar ocho granos: 
almizcle otros ocho granos. Se mezcla 
todo y se hace un ungüento. 

Tratado particular de la vida de los 
doce principes de la medicina. 

Espone la biografía de Apolo , del 
Centauro, de Esculapio , de Hipócra* 
tes, de Aristóteles, de Dioscórídes, de 
Galeno , de Rhasis , de Averroes , de 
Mesue y de Arnaldo de Víllanova. 

Tratado fined y epilogo de este 
compendio. 

Se reduce este tratadito á esponer 
los deberes del medico , del boticario 
y del enfermo. 

Libro útil jr provechoso en nuestros 



tiempos, del origen, causas, señales y 
cura del mal de bubas. 

Dedica treinta y tres capitules á es- 
poner el origen, causas , diagnóstico y 
curación del malvenéreo. Este tratado 
es un precioso compendio de todo lo 
mejor que hasta su tiempo habían es- 
crito sobre la materia loa médicos na- 
cionales y estrangeros. Entre todos loa 
capítulos son los mas interesantes el 25 
y 26 en que trata de las preparaciones 
mercuriales , para tomar las unciones 
y las fumigaciones. 

Antodotaiio breve de las dijeren^ 
cias de jaraves magistrales, apócimas, 
ungüentos, pegados, polvos , conservas 
y vinos, que por nuestras Españas se 
usan para la cura de este mal. 

Entre todos los remedios que re6ere 
trascribo el siguiente, porque asegura 
que con él se obtuvieron curaciones 
casi milagrosas. 

Hojas de sen y polipodio , de cada 
uno dos onzas: pasas de corinto , tres 
onzas: ciruelas pasas, num. veintes ca- 
nela y gengibre, de cada uno dos drac- 
mas: anis, cuatro dracmas: cocimiento 
de cebada, cuatro libras. Échese en re- 
mojo por seis horas , después cueza 
hasta que gaste la cuarta parte, y en- 
tonces añádanse de violetas y de las 
dos bulglosas, de cada una dos puñados, 
cueza otro poco, y cuélese hasta la con* 
sistencia de jara ve. 

Nota. He terminadopor ahora la 
Historia de la Medicina Española del 
siglo XF'II. Aunque en ella he dado d 
conocer mas de 200 autores españoles 
y muy cerca de 2,000 obras, quedan 
todavía algunos que no he tenido oca* 
sion de haber a mis manos, y cuyo pa* 
rodero me es conocido. No olviden mis 
lectores que vivo en una capital de pro» 
vincia , completamente solo para tan 
improbo Y difícil trabajo , y contando 
para él laucamente con los escasos re» 
cursos de mi librería. 



FIN DEL TOMO SBGUNDO. 



ÜÍDICE 



DE LAS MATERIAS CONTENIDAS M ESTE TONO. 



Juan Bravo de Piedrahita. . • • 4 

Doctor Gadinea 12 

Luis collado (articulo adicional). Id. 

Jaime Segarra (Id.) •«•••• 15 

Antonio de Ledesma 20 

Jaan de Dios Huarte j Navarro 

(articolo adicional)^ . • • • • 21 

Bartodomé Hidalgo de Agñero» • 28 

Francisco Díaz 39 

Antonio Aguilera 49 

LnisVasseo • • • 51 

Antonio Viruea Id. 

Cristóval Acoata Id. 

Blas Alvares Mira val 59 

Francisco de la Reina. ..... 61 

Francisco Escovar Id. 

Juan Alemany 62 

Pedro Mercado Id. 

Gerónimo Murillo. •••... 67 

Luis de Lemus. 68 

Pedro de Peramato 77 

Bernardo Cajanes 82 

Francisco Aguilar. . • ¿ • • • . 84 

Enrique Jorge Anriquez. .... 85 

Alonso Rodríguez de Guebara. • 88 

Francisco Franco 91 

Francisco Nu&ez de Oria. • • • 94 

Pedro Tamarit 98 

Juan Fragoso « . • • Id. 

Bartolomé MonUña. 110 

Fernán Sánchez de Rivera.. . • Id. 

Gerónimo Merola. ••.•••• Id. 

Luis de Toro 112 

Francisco Bravo .114 



Pag. 

Francisco ViUarino 116 

Pedro Vaez Id. 

Simón Tovar. • • 118 

Juan Aree 119 

Gerónimo MnfíLOz 129 

Benedicto Bustamante de la Paz. 130 

Antonio Pérez 132 

Juan Rodríguez 133 

Alonso Diez Daza Id. 

Gerónimo Giménez 135 

Luis Mercado 139 

Alonso Diez Daza (articulo adi- 
cional) 1^6 

Tomás Alvarez 147 

Antonio Alvarez I<]. 

Andrés Velasquez. ..••.,. Id. 

Juan López de Tudela 150 

Rodrigo de Fonseca Id. 

Miguel Martinez Leiva 155 

Agustín Vasquez. • • 159 

Alonso López de Hinojosa, • . . 160 

Miguel Gavaldá Id. 

Matías Narvaez. • Id. 

Gaspar López Nnceda** .... 161 

Bernardino Gómez Miedes. . • Id. 

Juan Cornejo. . • • 163 

Juan Cárdenas 165 

Francisco Hernández Id. 

Juan Calvo 182 

Andrés de León 186 

Pedro Bayro 194 

Lorenzo Cozar Id. 

Diego de Torres . • • Id. 

Manuel Escobar 196 



índice. 



Pag. 

Nicolás BoDcagelino. ..•.•• 197 

Jaime Ferrer 198 

Cristovaz Pérez de Herrera. • . 202 

Miguel Franco 247 

Gerónimo Gómez de Huerta. , Id. 
Alfonso López de Santacruz. . 250 
Antonio Ponce de Santacruz. . 252 

Martin Andovilla 261 

Juan Alonso. • « Id. 

Francisco Silva de CHivera. ... Id. 

Alonso Nuñez Id. 

Alonso Freilas.. 265 

Pedro García Carrero 276 

Juan Alonso de los Ruices Fon- 
techa 277 

Gaspar Tristan 279 

Joan de Sosa Sotomayor 284 

Simón Rodrigo de Ramos. . . . 285 
Francisco Pérez Cáscales» ... Id. 

Juan de Villareal 287 

Alonso González 301 

Juan Sorapan de Rieros 302 

Enrique Vaca de Alfaro 311 

Francisco Figueroa 313 

Lorenzo de San Millan. .... 314 
Francisco Matías Fernandez. . . Id. 

Juan de Castro* Id. 

Antonio Fonseca. .••*... 315 

Tomás Aguiar Id. 

Andrés Tamayo. • IJ. 

Benedicto Matamoros 316 

Antonio Colmenero de Ledesma. Id. 
Gabriel Fonseca. • ....... Id. 

Juan Carlos Amat. ....... Id. 

Andrés Ordonez 318 

Sebastian Gago. :....... 319 

Andrés Pastor de Gallego. . . . 322 

Gerónimo Valero 323 

Miguel Gerónimo Roma Id. 

Lorenzo Romeo Id. 

Alejo Abren 325 

Pedro Camañes. . • • 328 

Alonso Gómez de la Parra. ... Id. 

Alfonso Carranza 330 

Juan Gutiérrez de Godoy. . . . 331 

Gaspar Morales Alvero 341 

Vicente García Salat Id. 

Manuel Valderrama Id. 

Gerónimo Uguet Id. 



Pág. 

Marcelino liberte 342 

Pedro López de León Id. 

Juan Bautista Cursa 346 

Estevan Maña Id. 

Bernardo Mas Id. 

Francisco Ruiz Zapata. • • • . • Id. 

Francisco Cainanas Id. 

Blas Torenato López Id. 

Alonso Fajardo de León 347 

Francisco Leiva y A^uilar. . • . Id. 
Gabriel Alonso de Villabragima* 349 
Juan Gallego de la Serna. • . • 350 

Antonio Campos • 352 

Nicolás Gutiérrez de Andrade. . Id. 

Juan de Biana Id. 

Diego de Soria • • • • Id. 

Gerónimo Gil de Pina Id. 

Simón Ramos.. •.•••••« 355 
Gaspar Caldera de Heredia. • • 356 

Diego López Bernal 373 

Francisco Lorenzo A?ilés. . • • 374 

Fernando Sola Id. 

Juan Francisco Rosell • 375 

Gaspar de Reyes Franco 377 

Francisco Nuñez* •••...• 383 

Fernando de Suto 385 

Marcos García • • 387 

Alonso Romano. 391 

Juan Rodrigo Ntt&ez de Castro. 392 

Tomas Perrer Elsparza Id. 

Pedro Ferrer Moreno Id. 

Cipriano de Maroja. ••»,.• 393 

Vicente Moles 397 

Diego Pruñonosa. •.••••. 400 

Miguel Gil Id. 

Pedro Casimiro Bttil 402 

Pedro Barba Id. 

Francisco Duarte Meuda. . • . 403 

Juan Nuñez de Castro Id. 

Gaspar Brabo de Sobremonte. • Id. 

Alonso de Burgos 404 

Fr. Francisco Gabaldá. .... 416 

Juan Gareés y Rirera 424 

Ildefonso Sorolla. ...•.•• Id. 

Gerónimo Huet Id. 

Duarte Nuñez de Acosta. ... Id. 
Gerónimo Basilio Bezon. .... 425 
Cristóval Montemayor. .... Id. 
Pedro Luna Id. 



índice. 



Pág. 

Jaaa Bautista Navarro Id. 

Tomás Murillo j Veiarde. . • . 426 

JoséEslich 429 

Pedro Miguel Heredia 430 

Pedro Vasqaez 431 

Gerónimo Soríano Id. 

Luís Rodríguez de Pedrosa. . • Id. 

Juan Bautista Bataller 432 

Luis Pérez Ramírez 433 

Diego Velarde j Orozco Id. 

Alonso Granado Id. 

Gerónimo Poch. Id. 

Matías de Llera. Id. 

Juan Lázaro Gutiérrez ,435 

Agustín Gonzalo j OlmedilU. • 436 

Félix Julián Rodríguez 444 

Vicente Tordera Id. 

Gerónimo Pardo. . • 445 

Alfonso Limón Montero 449 

Diego Pérez de Bustos. • . • . • 459 
Marcos Antonio de Checa. . • . Id. 

Miguel Boscá Gasanova Id. 

Fernando Méndez Id. 

Diego Blanco Salgrado. • • • • Id. 

Juan Bautista Navarro. 460 

Gregorio Lillo Hidalgo del Hier- 
ro ••...... Id. 

Juan Bautista Orivai. 461 

Juan del Castillo 463 



Pag. 

Juan Cabriada 463 

Pedro Sarrio y Vidal. ..... 464 

Juan Duarte Nuñez de Acosta. 465 

D. Juan Nieto Valcarcel Id. 

Luis Amigó y Bertrán • 472 

Matías Domingo y Ramoin.. • • Id. 

Felipe Borbon. . 473 

Justo Delgado de Vera Id. 

Diego Antonio Robledo 474 

Juan Bautista Ramírez de Arella* 

DO y Almaosa • . 475 

Francisco Henriquez de Villa- 
corta • • • • • Id. 

Diego Mateo Zapata 476 

José Escamilla 478 

Cristóyal Francisco de Luque. . Id. 

Garlos Puertas 479 

Alonso López Cornejo Id. 

Juan Estevan de Villa 480 

Francisco Pizarra Id. 

Manuel Porras Id. 

Miguel Melero Giménez. ... Id. 

Juan AIós 481 

Juan Bautista Zaldnendo , alias 

Aguirre 482 

Tomás Castro y Agnilar. . . • Id. 

Antonio Soares de Faria Id. 

Juan Ordoñez de la Barrera. . . 483 
Juan de la Torre y Balcarcel. • Id. 



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