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BRANDÉIS UNIVERSITY • 1961
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ARANTZAZU
Homenaje filial a Ntra. Señora de Aránzazu,
Celestial Patrona de Guipúzcoa
ARANTZAZUKO ANDRA MARÍA, G1PUZKOAKO
ZAINDARI NAGUSIA
EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE
GUIPÚZCOA
excelentísimo jeñor :
a gradina e ftidalqufa son prendas que anidan en
/oda alma noble, './/oso/ros, cus/odios de Uiránzazu
q herederos del espíriíu franciscano del LPoórecillo
de -((muría, queremos salvaquardar ían est ' ¡malíes
prendas poniendo L Vueslro nombre al frente de es(e
folleto, paes no se nos oculta que estamos ligados a
O. (>. g al nobilísimo pueblo quipuzcoano con deu-
das de gratitud g benevolencia, das pregonan ¡os
mucnos favores que, durante más de cuatro siglos,
na recibido el Ja/ttuario de la ^Virgen />or antono-
masia quipuzcoana, las memorables fiestas de la
Coronación, g el iíatronato de la Joberana Oleína
de í-l/ránzazu sobre fjuipúzcoa, que últimamente fia
qestionado (('. (>. del ^Zkcario de (Jesucristo. Qfa-
be'is interpretado, ( >xemo. Jr., los sentimientos de
la í/toble g bleal villa de Uñate g de todo el pueblo
quipuzcoano, sentimientos que compartíamos íntima-
mente los (franciscanos vascos.
(oomo representante de f/uipúzcoa e intérprete
fiel de sus sentimientos religiosos, dígnese (fmesfra
('xcelencia recibir los humildes obsequios de
Los Custodios de Aránzazu.
Junio de 1918.
. s^v*y~4r' ^y
RESCRIPTO DE LA CONGREGACIÓN
DE RITOS
DECLARANDO PATRÓN A PRINCIPAL DE GUIPÚZCOA
A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE ARÁNZÁZU.
I
'IJNTER montium Cantabroruin ñipes insigne
II exstat Sanctuariutn Beata7 Mario? Virgini
II sub vulgari appellatione DE ARANZAZU
:::::::::::::;:::::::l: SeU de RUBO dlCatum, eX siflglllari ¿magÍ/US
\iWú::ú!:ú¡:ú-M Deiparce manifestatione anuo milles'uno qua-
dringentesimo sexagésimo nono habita.
Illuc enim accedunt undique Fideles, prcecipue ex Pro-
vincia Guipúzcoa, tum opem ct auxilium a Deipara implo-
raturi, tum pia gratiarum actione lactantes, fioc tcmplum
etiam S. Ignatius de Loyola adivit, quiim castra relinqucns
Hispanorum Regis, alteri militice nempe reiigiosce nomen
daret. Denique innúmera et quotidiana experti sunt populi
beneficia, qua' Virgo Matcr Dei ex hac sacra sua JEde
eisdem misericorditer cumulavit. Quamobrem Rmus. Dnus-
Leopoldus Eyjo y Garay hodiernus Episcopus Victoriensis,
instantias Amplissimi Pra?sidis et Deputationis Provincia'
de Guipúzcoa, voto Capituli Cathedralis suffultas, suas
faciens, Sanctissimum Dominum nostrum Benedictum Pa-
pam XV humillime exoravit, ut Beatam Mariam Virginem
sub titulo de Aranzazu seu de Rubo Ccelestem Patronam
Provincia? de Guipúzcoa declarare digna re tur. Quas pre-
ces, ab infrascripto Card. S. R. C. P-Prafecto relatas,
idem Sanctissimus Dominus noster peramanter excipiens,
attcntis expositis, piisimis votis Deputationis totiusque
Cleri et Populi «Guipúzcoa» benigne annuens, pra'fatam
B. Mariam Virginem titulo de Aranzazu seu de Rubo cce-
lestem Patronam Principalcm memoratce Provincia? de
Guipúzcoa declarare et constituere digna tus est, cumfesto
sub ritu duplici primee classis aun octava die 9 Septem-
bris recolendo, cum Officio et Missa propriis et approbatis,
et cum ceteris privilegiis atque honorifiecntiis qua? Pra?ci-
puis locorum Patronis de jure competunt. Contrariis non
obstantibus quibuscumque. Die 23 de fanuarii 1918.
A. Card. Vico Ep. Portuen. ct S. Rufinae Pro-Pra?f. —
Alexander Verde S. R. C. Secretarius.
SACRA RITUUM CONG REGATIO'REN
ERABAKIA, ARANTZAZUKO AMA BIRJIÑA GIPUZKOA'KO
- ZAINDARI NAGUSI IZENDATUAZ. -
E
'••uskalerri'ko mendietako arkaitz-artean dago txadon ospetsu bat,
i: Arantzazu ¡zenarekin Zorundun Ama Birjiñari opaldua, Jaun Goi-
•• kuaren Amaren irudi bat antxen agertuzalako milla ta lareun da
•: irurogeita bederatzigarren urtean.
:>*;;í: Araxen urbiltzen dirá alde guztietako Ziñesdunak, batez ere Qi-
::.'.::.'.:!:.':::.'.:::.'.:::.'.::: puzkoa enkikoak, bai Jaun Ooikuaren babes eta laguntza eskatzera,
:::: ;:?::: '•.': ':'•.'•':'•.'•.': bai pozez eskerrak ematera. Txadon anxen ¡ikertu zuan Loyola'tarr
" Ignazio Deunak, Españako Bakaldunaren gudaritza utzirik, Relijio
gudaritza bat asmatzen zebillela. Azkenik erriak egunero atera izan dituzte onura ugariak,
Jaun Qoikuaren Ama Birjiñak errukiro Etxe Deun ortatik bidalduta. Orregatik gaurr
Gazteizko Gotzai dan Eijo ta Oarai'tarr Leopoldo Jaun guztiz gurrgarriak, Qipuzkoako
Diputazio txit argiaren eta onen Lendakariaren eskariak bereak egiñik, Goterrki Eliz Na-
gusiaren bayetza ikusirik, apalkiro eskatu dio gure Doipuru Benedikto XV garrenari
Arantzazuko Zorundun Ama Birjiña izendatu dezala Gipuzkoa Errkiaren Zerutarr Zain-
darilzat. Eta Doipuru Jaun txit gurrgarriak 5. R. C.'ren Artezkari-ordekoak aunkeztuta
eskari auek atsegiñez aditu ondoren, Qipuzkoako Diputazio, Apaizdi ta Ernaren gurariak
onetsirik, Arantzazuko Ama Birjiña izendatu du Gipuzkoako Zaindari Nagusi, aginduaz
bere jaya ospatzeko Agorrillaren Q an lenango clase ko zortzi-urrendun Otoiz-talde ta
Meza bereziakin eta Zaindari Nagusiei dagozkien gañerako itzaltasun eta eskubide guz-
tiakin. Aurrezko eragozpen guztiak ezetsirik.
1918 ko Ilbeltzaren 23 an.
A. Card Vico, Ep. Portuens. et S. Ruf. Pro-Praef.
Alexander Verde, S. R. C. Secretarius.
Traducción castellana :
Entre los riscos de los montes cántabros álzase un Santuario insigne, dedicado a la
Santísima Virgen María, bajo la advocación de Aránzazu, nombre impuesto para significar
la singular manera con que la imagen de la Madie de Dios se manifestó en aquel lugar el
año 1469.
Acuden a él fieles de todas partes, y principalmente de la provincia de Guipúzcoa,
ora para implorar el auxilio y protección de la Madre de Dios, ora para rendirle gozosos
piadoso homenaje de acción de gracias.
Este templo fué visitado también por San Ignacio de Loyola cuando dejando el servi-
cio del Rey de las Españas pasó a inscribirse en otra milicia, la de la Religión.
Por último, los pueblos han recibido innumerables y continuos beneficios con que la
Madre de Dios ha querido misericordiosamente colmarles en ese su sagrado templo.
Por todo esto el Reverendísimo señor don Leopoldo Eijo Garay, actual Obispo de
Vitoria, haciendo suyas las instancias del Excelentísimo señor Presidente y Diputación
de la provincia de Guipúzcoa, apoyadas también con el voto del Ilustrísimo Cabildo Ca-
tedral, suplicó humildemente a Nuestro Santísimo Padre el Papa Benedicto XV que se
dignara declarar Patrona celestial de la provincia de Guipúzcoa a la Bienaventurada
Virgen María, bajo la advocación de Aránzazu.
Y el mismo Santísimo Señor nuestro, acogiendo con todo afecto estas preces que le
fueron presentadas pot el infrascrito Card. Pro-Prefecto de la S. C. de Ritos, atendiendo
a las razones expuestas y accediendo a los piadosísimos deseos de la Diputación y de
todo el Clero y pueblo de Guipúzcoa, se dignó declarar y constituir celestial Patrona
principal de la misma provincia de Guipúzcoa a la Bienaventurada Virgen María, bajo
la advocación de Aránzazu, con fiesta que se celebrará el día 9 de Septiembre de rito
doble de primera clase con octava, con Oficio y Misa propios y aprobados, y con los de-
más privilegios y honoies que de derecho corresponden a los Patronos principales de
lugar. Sin que obste ninguna cosa en contrario.
Día 23 de Enero de 1918.
A. Card. Vico, Ep. Portuen. et S Rufina; Pro Praet.
Alexander Verde S. R. C. Secretarius.
CIRCULAR
LA SANTÍSIMA VIRGEN DE ARÁNZAZU ES DECLARADA
POR S. S. BENEDICTO XV PATRONA PRINCIPAL
- DE GUIPÚZCOA. -
N
'jio ha mucho tiempo tuvimos el singular consuelo de
ji anunciar a Nuestros amadísimos Hijos de Vizcaya que
i; la Santa Sede, escuchando benévolamente los ruegos de
ji su Excma. Diputación, restablecía en Vizcaya la fiesta
Í\VV/ÍV/iV.T-.V;\VÍ; de San Ignacio de Loyola; hoy Nos complacemos nue-
ÍiV::V:::V:::V:::V:::::::: vameiite en participar a Nuestros muy amados hijos de
la nobilísima Guipúzcoa que Nuestro Santísimo Padre el Papa Bene-
dicto XV, por decreto de la S. C. de Ritos del 23 de Enero último, ha
tenido a bien declarar y constituir Patrona principal de Guipúzcoa con
rito doble de primera clase y octava, con Misa y Oficio propios, y con
todos los demás privilegios y honores que, según derecho, corresponden
a los Patronos principales de lugar, a la Bienaventurada Virgen María
de Aránzazu, señalando para su fiesta el día 9 del mes de Septiembre.
Contenta y satisfecha puede estar la Excma Diputación de Guipúz-
coa que ve atendidas por el Santo Padre, Vicario de Jesucristo, las de-
votísimas y bien documentadas preces que, interpretando fielmente los
vehementes anhelos de todo el clero y pueblo guipuzcoanos, Nos rogó
que presentáramos en su nombre a Su Santidad el Papa pidiendo tan
deseado patronato para sus administrados, los piadosísimos hijos de
Guipúzcoa.
Contento y satisfecho puede estar también el meritísimo Clero y
pueblo guipuzcoano que así ve realizados fervientes deseos que de muy
antiguo abrigaba en su pecho y premiada de tan singular manera su
secular y tiernísima veneración a la Santísima Virgen de Aránzazu.
De este gozo y contento singular de la Excma. Diputación y del
Clero y pueblo guipuzcoano participamos íntimamente Nos, que Nos
complacemos siempre en acoger en lo más hondo de Nuestro corazón
todas las penas y todas las alegrías de Nuestros amadísimos fieles dio-
cesanos. Con ellos y de un modo especial con los hijos de la nobilísima
Guipúzcoa damos al Señor rendidas gracias por esta singular merced
que todos hemos recibido de su Vicario en la tierra al declarar Patrona
celestial de Guipúzcoa a la Santísima Virgen de Aránzazu.
No sabríamos expresar de mejor manera que el hermosísimo escrito
de preces presentado por la Excma. Diputación los títulos que tienen
los fieles guipuzcoanos para pedir que la Santísima Virgen de Aránzazu
sea declarada Patrona principal de Guipúzcoa.
El patronato de la Madre de Dios de Aránzazu, decía la Excelentí-
sima Diputación, existe de hecho real y verdaderamente en Guipúzcoa
desde el primer instante de su misteriosa aparición en las abruptas ver-
tientes del Alona, que coincidió con la pacificación de los bandos
oñacino y gamboíno, que con sus disturbios y luchas fratricidas tenían
asolada esta comarca ; con la consolidación del régimen foral mediante
las Ordenanzas de la Hermandad Guipuzcoana aprobadas pocos años
antes en ¡as Juntas Generales de Mondragón; con la concesión de títu-
VISTA PARCIAL DE ONATE
los de N. y L. otorgados por la Corona a esta provincia, enalteciendo
su personalidad autonómica; y con un fenómeno material tan efectivo y
patente como fué el beneficio de la lluvia, que por largo tiempo había
ha>ta entonces negado el cielo a este suelo, sumiendo a sus habitantes
en situación por demás digna de lástima.
Teniendo en cuenta estas circunstancias se comprende perfectamente
que, reconocidos los guipuzcoanos a los favores logrados mediante el
culto que vino a inspirarles la Virgen de Aránzazu, llamándolos a una
vida nueva y a una era venturosa de paz y de felicidad, realizaran los
mayores esfuerzos para erigirle un templo en el lugar de su aparición, y
se sintieran atraídos a su devoción por impulso extraordinario; y que
esta devoción no solo se manifestara en los hijos del país que habitaban
en el nativo suelo, sino también en aquellos otros que, dedicados a
empresas guerreras o colonizadoras muy lejos de la patria española,
atravesaban lejanos mares y ganaban nuevos territorios para la fe y la
civilización cristiana.
Así vemos que durante el siglo XVI los hijos de Guipúzcoa, al otor-
gar testamento, dejaban alguna manda para el Santuario de Aránzazu;
los pastores legaban una oveja, los agricultores una fanega de trigo y
las mujeres una libra de aceite. El inmortal Elcano legó a la Virgen de
Aránzazu un denado de oro al otorgar su testamento en la línea equi-
noccial, y el conquistador Legazpi le encomendó sus sufragios. En el
siglo xvii otros dos héroes la tributaron homenaje de gratitud pública-
mente: el Almirante Oquendo por su victoria en Fernambuco el año
1631, y don Diego de Butrón por el triunfo de Fuenterrabía en 1638.
Y si de los guerreros pasamos a los hombres de letras salidos de
nuestra provincia, veremos que no eran menos devotos que aquéllos de
Nuestra Señora de Aránzazu, y que después de largas peregrinaciones y
empresas teman a gala visitar el Santuario, antes de entrar en sus casas
donde les esperaban impacientes sus familias, como lo hizo el insigne
historiador Garibay a su regreso de Flandes el año 1572.
A todos estos testimonios y recuerdos gloriosos que encierra el San-
tuario de Aránzazu, hay que agregar otro aun más insigne: el de la
noche por siempre .memorable que pasó en el mismo, velando sus ar-
mas espirituales, nuestro egregio patrono San Ignacio de Loyola que de
caballero de la milicia del Rey de España se había convertido en ca-
ballero de la milicia de Cristo, dejándonos con su personal ejemplo,
señalado por modo tan práctico e irrecusable, el vasallaje de amor y
devoción a la Virgen de Aránzazu y el reconocimiento de su especial
patrocinio en favor de los guipuzcoanos.
He ahí, amadísimos Hijos de Guipúzcoa, las razones que han mo-
vido al Santo Padre a concederos la gracia singularísima de declarar
principal Fatrona celestial vuestra a la Santísima Virgen de Aránzazu.
Sólo nos resta ya exhortaros con todas las veras de Nuestro corazón
a que deis al Señor rendidas gracias por este testimonio de especialísima
benevolencia que acabáis de recibir de su Vicario en la tierra; y una y
otra ve/ recomendaros que, siguiendo el devotísimo ejemplo de vues-
tros mayores, tan oportunamente recordado por vuestra Excma. Dipu-
tación, y siendo fieles a vuestras venerandas tradiciones, os mostréis
siempre Hijos devotísimos de la Santísima Virgen de Aránzazu, alaban-
dola, imitándola en sus excelsas virtudes y acudiendo a Ella llenos de
filial confianza en todas vuestras necesidades.
Ella, que siempre ha sido celestial Abogada vuestra pero que ahora
lo será de una manera especialísima, ha de acoger con maternal afecto
vuestros ruegos y ha de bendecir desde el cielo con mano pródiga a la
Excma. Diputación, al Clero y pueblo de Guipúzcoa que con tan fer-
vientes instancias han pedido que la Santísima Virgen de Aránzazu sea
declarada su celestial Patrona y Abogada ante el trono de su Hijo
Santísimo, Jesucristo Señor nuestro. Así sea.
Vitoria, 25 de Febrero de 191 S.
t El Obispo.
GOTERRKI-IDAZKIA
XV GARREN BENEDIKTO DOIPURUAK IZENDATZEN DU
ARANTZAZUKO AMA BIRJIÑA GIPUZKOAKO ZAINDARI
- NAGUSITZAT. -
0"";JRAINDIK oraintsu pozez esaten giñiegun Bizkaiko gure
Ü Seme guztiz mateai , Doipuruak, bere Diputazio txit
Ij argiaren eskaria ontzat emanez, Ignazio Deunaren java
:•»;•:>; j; berrizten zuala Bizkayarako; gaurr atsegin berri bat degu
ll-VV/iviV/iV/iy/ii Gipuzkoako guie Semeai adierazotzean gure Aita XV
I :VhV:::V: ■:.•':::':':: :':'::: garren Benedikto Doipuruak, azkenengo Ilbeltzaren 23
ko S. R. C. ren agiriaren bidez, Gipuzkoa-erkiaren Zaindari Nagusitzat
etsi duala Arantzazuko Zorundun Ama Birjiña , aginduaz bere jaya
ospatzeko Agorrillaren 9 an lenango clase ko zortzi-urrendun otoiztalde
ta Meza bereziarekin, Errkietako Zaindari Nagusiei dagokienez.
Pozik begoke Gipuzkoako Diputazio txit argia, bada ikusten du gure
Aita Deun JesuKristoren Ordelariak ontzat eman dituala apaizen eta
erri guztiaren gurari irazekiak zintzoki azalduaz, Gure bidez Doipuruari
aurrkeztu diozkan eskari bizi ta sutsuak.
Pozik begozke baita ere Gipuzkoarr Apaizdi ta Erria ere, bada egiztu-
rik ikusten dute beren biolzak aspalditik zeukaten guraririk irazekiena,
eta orren ederrki sariturik eren Arantzazuko Ama Birjiñarenganako zale-
tasun samurr-samurra.
Guk ere Gipuzkoako Diputazio, Apaizdi ta Erriak bezin atsegin be-
rezia artzen degu, bada gure biotzean beti jotzen dute gure seme maite
-maiteen atsekabeak eta baita atsegiñak eta pozak ere. Erakin eta batez
ere gipuzkoarrakin batera eskerrak ematen diozkagu Jaunari, bere orde-
lariagandik artu degun onegin berezi onegatik.
Gipuzkoarr ziñesdunak Arantzazuko Ama Birjiñaren Zaindaritza es-
katzeko izan dituzten zegatiak ezin giñituzke azaldu, bere Diputazio
guztiz argiak aurkeztu duan eskari-idatzian agertzen dirán itz ederr aue-
kin baño egokiago. «Arantzazuko Ama Birjiñaren Zaindaritza, esaten
zuan Gipuzkoako Diputazio txit argiak, agiri da egiz eta benetan Alo-
ñako arkaitz ebakien artean agertu zan unetik, bada agerkunde arrigarri
orrekin batera baretu ta adiskidetu ziran, errki au guztia anayen arteko
lazkeri ta burrukakin ondáturik zeukaten, Oñaz'tarr eta Ganboa'tarr
alderdiak, eta sendotu ziran gure Legeak, urte batzuek lenago Mon-
."> ¿$>t? $\A*\
UNIVERSIDAD DE ONATE (1539-1545)
CUERPO CENTRAL DE LA FACHADA
drago' ko Batzarr Nagusiak Gipuzkoako Anaidiaren Araudia ontzat
emanaz. Aldi artantxe Qipuzkoak lortu zituan zindo ta zintzo izengoi-
fiak, eta iritxi zuan Zerutik, alako aldi luzcan ukatutako eurijasa gozo ta
ugarikorra.
Au guztia gogoratzean, ondo agertzen zaigu zergatik Gipuzkoarrak,
Arantzazuko Ama Birjiñaren onegiñak berotuta, jaso zioten txadon
ikusgarri bat agertu zan tokian bertan, eta zergatik idoro zuten eren
biotzetan berarentzat oneraspen sutsu bat. Eta jakingarri da oneraspen
sutsu au etzutela idorotzen jayoterrian bizi ziranak bakarrik, baizikan
baita gudaketa ta eginkizun onuratsuetan españarr aberritik urruti ze-
biltzanak eta ziñesmenarentzat eta kristau bizikerarentzat lurr berriak
irabazten itxasoz beste alderuntz ziardutenak ere. Onela dakusgu XVI
garren eunkian gipuzkoarrak azkengogoz uzten zutela zerbait Arantza-
zuko txadonarentzat : artzayak uzten zuten ardi baña, lugiñak anega
banagari, emakumeak libra baña olio. Elkano illezkorrak itxasoaren
gañean bere azkengogoa agertzean agindu zuan Arantzazurentzat
urrezko amarreko bat, Legazpi lurr-jabelariak eskatu zituan ill-otoitzak
Arantzazura. XVII garren eunkian beste bi gipuzkoarr ospetsuak enian
ziozkaten eskerr agiriak Arantzazuko Amari: Okendo aundiak Fer-
nanbukon 1631 an izan zuan garaikundeagatik, eta Butron'darr Diegok
Ondarrabian 1638 lortutakoagatik.
Gure izkizaleak ez dirá izan izkilludunak baño Arantzazuko Ama Bir-
jiñaren onerasle motxagoak. Ibilte luzetatik biurtzerakoan, beren etxe ta
sendiak baño lenago ikertu oi zuten Arantzazuko txadona. Ala egin zuan
1572 garren urtean Flandestik atzerakoan Garibai edeslari ezagunak.
Arantzazuk dakarzkigun gogapen eta aitamen aintzatsu auei geitu
bear zaye beste bat oraindik aintzatsuagoa ; da gure Zaindari Loyola'tarr
Ignazio Deunak Españako Bakaldunaren gudaritzako zalduntzatik Kris-
to'ren gudaritzako zaldun biurturik antxen igaro zuan gau gogoan-
garriaren oroipena, bere ikasbide orrekin erakusten zigula nolako
maitetasun, oneraspen eta eskerrtasuna izan bear giñion gipuzkoarrok
gure ongille zintzo Arantzazuko Ama Birjiñari.
Orra bada, Gipuzkoako Seme maite-maiteak, gure Aita Deuna zuei
Arantzazuko Ama Birjiñaren Zerutar Zaindaritza nagusia ematera beartu
d uten zegatiak.
Orain eskatu bearr dizutegu gure biotzaren barren-barrenetik eskerr-
ik apalenak eta zintzoenak emaii dezayozutela Jaunari, bere Ordelaria-
gandik artu dezuten onegin berdingabeko onegatik, zuen Diputazio
txit argiak gogoratzen dizkizuten aurrekoen ikasbide onai jarraituaz,
Arantzakuko Ama Birjiñaren benetako onerasle izan zaiteztela, bera
goratuaz, bere ekandunak antzartuaz, eta usté on osoarekin berarenga-
natuaz, zuen bearraldi guztietan.
Eta berak, zuen Zerutar Zaindari izan danak, baña emendik aurrera
era bereziagoan ¡zango danak, adituko difu amakiro zuen eskariak,
eta onetsiko difu esku ongillearekin Gipuzkoako Diputazio txit argia,
Apaizdia ta Erri osoa, orren sutsu eskatu dutelako Arantzazuko Ama
Birjiña izendatu zedilla bere Zaindari ta Aldezle bere Seme guztiz
Deunaren aurrean. Olantxe. Gazteiz, 1618 ko Osaillaren 27.
GOTZAIA.
( Euzkeraldiita.)
DESCRIPCIÓN TOPOGRÁFICA
DE ARÁNZAZU
i;./;.:: jjÁLLASE situado Aránzazu a los 1° 10' 40" de longitud
H|: oriental v 42° 59' 30" de latitud septentrional, en la
i; falda meridional del monte Alona. Dista de la villa de
:•::••::•:' j; Oñate 9.300 metros, y se eleva 700 próximamente sobre
•V/V/iV/iV/iV.-iV/ii el nivel del mar.
SI "RELACIÓN CON LA OROGRAFÍA GENERAL. -Al enlazar
su situación con el sistema orográfico general nótase que los montes
circundantes extienden sus brazos a tres provincias, y que las cuencas de
sus montañas vierten las aguas a dos distintos mares.
El monte Alona se ciñe en la falda meridional con una cinta de
carretera que va de Aránzazu a Oñate, deprime en la septentrional su
calcáreo lomo para dar paso al camino de Oñate a Lagazpia, y vuelve a
elevarse al Norte de aquella villa confundiéndose con el monte Satui,
que divide las aguas del Deva y del Urola. Siguiendo la línea ondu-
lante de su elevada cumbre vésela en dirección N.E. enlazarse con la
sierra de Aitzgorri, bajar por el puerto de San Adrián a unirse con la
sierra de Alzania y luego con la de Aralar, para perderse por fin en la
inmensa cordillera Pirenaica, punto de división y arranque de todos los
montes de Guipúzcoa.
La sierra de San Adrián, que por el monte Araz se entrelaza con la
Claustro de la Universidad
Objetos di gran valor artista-
de la Universidad
Casa del Ayuntamiento de Oñate
de Alzania, dejando al Norte a Aitzgorri traza una curva pronunciada
y desaparece en la sierra de Aránzazu. Avanza esta en dirección Este
Oeste con ligeras inflexiones dándose la mano con la de Elguea. Antes
de unirse con la sierra de Elguea la extremidad occidental de la de
Aránzazu tuerce hacia el Norte en suave declive, y esta prolongación
recibe el nombre de monte Artía. La sierra de Elguea siguiendo, como
la de Aránzazu, la dirección E.O. va a buscar por el alto de Zaraya el
puerto y sierra de Arlaban en la frontera meridional del Valle Real de
Léniz, cuya muralla occidental, con el nombre de monte jarindo, se
confunde en las montañas de Vizcaya.
La falda septentrional de la sierra de Aránzazu, que cubre el hori-
zonte del Santuario por la parte del mediodía, es muy accidentada y
varia en su extensión : ya baja suavemente cubriéndose con tupido bos-
caje de hayas, ya se rasga en hondas sinuosidades, ya avanzando sobre
el convento con ondulantes repliegues se yergue de repente para preci-
pitarse en la profunda barrancada que se abre a los pies del edificio.
Derívase de la sierra de Aránzazu el lienzo de peñón que, dirigién-
dose al Oriente, flanquea el barranco como un gigantesco contrafuerte,
adoptando en los diversos puntos de la línea distintas denominacio-
nes, Llámase Aitzabal o Peña del Diablo el cónico peñón con calva
caliza en punta que se levanta al S. O. del Santuario. Separada de
esta roca cónica por un desfiladero continúa la Peña de Bildotxa has-
ta terminar cerca del vallecito de Iturrigorri en una cresta prominente
que, por sugerir la silueta de un castillo, llaman Gazteluaitz o Peña del
Castillo.
Artesonado de la escalera en la Universidad
15
Los árboles que principalmente pueblan estos montes son las hayas;
pero florecen también el avellano, el roble, el abedul, así como el tilo, el
fresno, el acebo y variedad de olmos y espinos.
TERRENOS. — Si de esta somera descripción de nuestros montes
pasamos ahora a fijarnos en su interna constitución, veremos que las
capas geológicas que forman el Alona y el Aitzgorri son, conforme a la
clasificación adoptada por el esclarecido señor Adán de Yarza, (1) cali-
zas aptenses del infracretáceo, si bien alternan a veces con lechos piza-
rreños. En la sierra de Elguea y en algunas zonas de la de Aránzazu
dominan las areniscas del cretáceo superior, vénse lechos pizarreños y
entremézclanse sectores de caliza.
MINAS. — Pero las montañas de Alona encierran también en 'sus en-
trañas tesoros de riqueza material. Las calizas aptenses están entrevera-
das con filones de mineral, y el depósito de Katabera, situado al N.E. de
Aránzazu, es considerado como fecundo venero de zinc y uno de los más
notables del País. Es un yacimiento de espato calizo con calamina
(Z11CO3) y mezcla de galena y blenda (Ag2S, ZnS). La Real Compañía
Asturiana, que viene explotándolo, ha solido obtener la producción anual
de 1.000 a 2.000 toneladas de zinc y en menor cantidad la de galena.
Algunos afirman que el filón de Katabera extiende sus ramales en
distintas direcciones, no conocidas todavía. En la falda meridional del
mismo monte, a medio camino de Oñate a Aránzazu, se ha descubierto
en efecto una vena, que distinguidos ingenieros han supuesto ser deri-
vación del filón de Katabera.
Se transporta el mineral por cables aéreos al descargadero de Udana.
CAVERNAS. — Con ser tan considerable el interés que ofrecen estos
montes bajo el aspecto de la riqueza material, no es menor su impor-
tancia desde el punto de vista científico para el naturalista y el curioso
investigador de los tiempos prehistóricos. Las numerosas cavernas que
existen en la región podrían esparcir mucha luz sobre problemas que
atormentan a los geólogos; y consta ya por las exploraciones realizadas
que el Ursus Spelceus o el Oso de las Cavernas paseó majestuoso pol-
las breñas de Aránzazu con otros animales antidiluvianos cuyos restos
se han encontrado en estas cavernas.
La caverna de Aizkirri, distante legua y media de Oñate y no lejos
de la carretera que conduce a Aránzazu, ha llegado a ser de renombre
universal.
Consérvanse en diferentes museos de la Nación los muchos fósiles
que se han extraído de ella, y por su número y valor y por los que aún
se cree yacen sepultados bajo el loes diluvial, la caverna es reputada por
los distinguidos espeólogos que la han estudiado sobre el terreno como
una de las primeras de la Península. «No se puede dar en ella un golpe
de azadón, sin que salgan varios huesos , escribía el P. Arintero, O. P.
que la visitó repetidas veces. Y después de una diligente exploración
hecha en 1890, pudo describir la cueva de este modo: «Es muy llana
y regular; el depósito de légamo adquiere bastante potencia, y la capa
de estalagmita tiene a veces un espesor muy considerable. La longitud
PLANO
DE
ARANTZAZU
(GUIPÚZCOA)
ENTRADA DE LA CUEVA DE AITZABAL
de la caverna es de 180 metros, la anchura, por término medio, 6;
nunca suele bajar de 4 y en algunos puntos adquiere unos 10. La
altura de la bóveda es variable; a los 120 metros de la entrada va des-
cendiendo progresivamente; echándose uno a la larga, puede aún pa-
sarse adelante, y luego se encuentran varias cámaras espaciosas, con
depósitos más modernos de un cieno oscuro, que no está protegido de
estalagmitas. (2)
Habla después de los restos hallados: colmillos, molares, huesos me-
tatarsianos, cubitos, radios, tibias, etc., etc., pertenecientes casi todos al
Ursas Spelcens. Logró también recoger restos de herbívoros, como algu-
nos de ciervo. Del hombre y de su industria no pudo encontrar la
menor huellla.
Otro de los sabios que han visitado y escrito sobre la cueva de
Aizkirri es el Excmo. señor D. Miguel Rodríguez, quien, después de
una excursión a Aránzazu, publicó un curioso folleto titulado Aizkirri
y Aránzazu . Traza una bella descripción de la cueva, y partiendo de
la clasificación común de las cavernas en a) guaridas de carniceros,
b) cavernas que han servido de habitación y c) lugares de sepultura,
prueba que la cueva de Aizkirri pertenece al primer grupo y por tanto
a la edad paleolítica en la que con el Oso de las Cavernas vagaban
por la tierra los grandes mamíferos.
Conservamos también en Aránzazu un cráneo completo y varios
huesos del Ursus Spelaeus traídos de esa cueva.
Pero si justamente ha ocupado la atención de los sabios la caverna
de Aizkirri, creemos que no interesarían menos su curiosidad científica
el gran número de cavernas que, además de aquella, se encuentran en los
montes que sombrean a Aránzazu. Exploraciones detenidas, concien-
zudas y pacientes están todavía por hacerse, y podemos afirmar que las
cuevas de Aitz-zuloeta, Guesalza, San Elias, Itcgai, Anton-Kaebea, et-
cétera, están cerradas por una interrogante arqueológica y que deman-
dan una exploración formal. La indicación hecha por Iztueta en 1S47
(3) de que en ana de esas cuevas se descubrieron restos de 12 o más
personas, el haberse hallado, no ha muchos años, en la cueva Oskatsa-
tegni de Urréjola restos hamanos con una lanza de bronce y en la ca-
verna Akategai de Aitzgorri fósiles semejantes a los de Aizkirri, podrían
servir de acicate para una diligente y ordenada excavación.
La cueva de Gaiztozalo en la cima del Alona es de índole muy dis-
tinta de las mencionadas. Consiste en una hendidura profunda y ver-
tical, abierta entre las rocas, muy conocida de las aves de rapiña del
lugar, que han escogido aquel antro tenebroso para lugar de refugio y
guarida. No nos parece infundado el parecer del reputado señor Serapio
Múgica, de que existirán en la base de la gruta grandes cantidades de
guano, que dados los medios que en el día existen, podrían ser explo-
tados con provecho . (4)
La interesante cueva de Aitzabal, cuya longitud se prolonga indefi-
nidamente, es de acceso fácil, y sus amplios salones y elegante bóveda
sorprenden al visitante.
HIDROGRAFÍA. — Cascadas y manantiales cruzan las laderas de
estos montes en vistosa red de líquidas mallas dando lugar al Río
Aránzazu. Nace este río entre el puerto de San Adrián y las primeras
ramificaciones de la sierra de Aitzgorri. Por un cauce umbroso y des-
igual, a causa de la frondosidad y aspereza del sitio, corre con ligero
serpenteo en dirección del Mediodía al Norte; pero al acercarse a Arán-
zazu, como a un cuarto de legua de aquí, cambia de ruta, toma la que
los montes de la derecha le señalan y, entrando bajo la tierra avanza así
entre sombras y misterios hasta cerca de media legua, sale en la presa
del molino, y si, curioso y escudriñador, vuelve a ocultarse en el boque-
rón caliginoso de Guesalza es para reaparecer junto a la cueva de San
Elias y no enterrarse más. Engrosa aquí el caudal con el riachuelo que
baja del monte Artía y con el que desciende de Araoz, y emprendiendo
de nuevo su carrera va hasta San Prudencio, pero no sin reforzarse en
el término de San Pedro con el afluente que viene de Oñate y adquirir
nuevos bríos en Zubillaga con el que le prestan los montes occidentales.
Mezcla sus aguas en San Prudencio con las del río Deva que baja de
Mondragón, y en anchuroso cauce y con desatada corriente atraviesa la
villa de Vergara y va hasta Deva a dar tributo al mar Cantábrico.
Con la fuerza del río Aránzazu además de moverse diversas fábricas
y molinos prodúcese energía eléctrica para varias centrales; y en sus
frescas aguas críanse también excelentes truchas, especialmente en la
parte montañosa.
EXCURSIONES. -Por ser la región de Aránzazu de las más abrup-
tas, peñascosas y cortadas, apenas hay en ella una llanura regular, fuera
de la gran meseta de Urbía y del vallecito de Iturrigorrí, situado a unos
Interior de la cueva de Aizkirri
dos kilómetros del Santuario y llamado así porque la fuente de agua
ferruginosa que allí existe tiñe de rojo las aguas del río Aránzazu que
junto a ella corre.
La falta de llanuras y vegas deliciosas y la estrechez del horizonte
que aprisiona a Aránzazu, hace que se sienta aquí el deseo de subir a
las alturas, desde las cuales es tan dilatado el horizonte que se ve, tan
grande el número de los montes y tan bello el corte de sus líneas
bravias, que con razón sus paisajes han sido comparados con los de
Suiza. Algunos han llamado a Aránzazu La Suiza de España.
Por eso poseen un encanto singular e inefable las expediciones a los
encumbrados montes que rodean al Santuario. Las más principales y las
más celebradas por los turistas son las que se realizan a Urbía, Aitz-
gorri, San Adrián, Katabera y Bélar.
Para subir a la meseta de Urbía hay una cambera pedregosa que
convertida en sendero trepa entre maraña de malezas, brezos y zarzales,
atraviesa arroyos, bordea simas y ocúltase a veces entre boscaje de ro-
bustas hayas. Pero si se hace algún tanto fatigosa la ascensión, queda
compensada largamente cuando, salvando la última pendiente que sube
en rampa, se vuelve la vista atrás y se contempla un vigoroso y esplen-
dente panorama. La meseta de Urbía está a 1.200 metros sobre el nivel
del mar, y llámase así porque las aguas que la bañan van unas al mar
Cantábrico por el río Aránzazu y otras al Mediterráneo por el Zadorra
y el Ebro. En este espacioso valle veranean los pastores que, con sus
rebaños de ovejas, vienen de las tres provincias, y aquí fabrican los co-
diciados quesos de Urbía.
Santo Cristo de Aitzjrorr
Panorama de Urbia y Aitzjrorri
Dentro de las grandes murallas de peñascos qne la limitan hay en
la meseta otros menores qne llaman desde luego la atención por una
manera de artificio con qne están dispuestos. A su vista vienen a la me-
moria los monumentos prehistóricos, los dólmenes y menhires. ¿Serán
estas toscas y enormes piedras signo funeral de prehistoria vasca? Así lo
asegura el eminente arqueólogo y sabio profesor del Seminario Conci-
liar de Vitoria, el señor Barandiarán. (5)
De la explanada de Urbía a la cumbre de Aitzgorri hay unas dos
horas de trayecto, y se sube a él por una vereda escarpada que culebrea
entre las rocas y desde la cual se divisa la extensa planicie de Álava.
La cima de Aitzgorri es el punto más elevado de Guipúzcoa y está
a 1.548 metros sobre el nivel del mar. Existe allí desde tiempo inmemo-
rial una pequeña ermita llamada de Santo Cristo, y venérase en ella
una imagen de cobre, adosada a otra pieza, también de cobre y colo-
cada sobre madera incorruptible cuya calidad se ignora aún. Se ven
desde la cima las cuatro Provincias, y el panorama -de lo más sublime
que puede imaginarse -vese cortado aveces por una línea azul: es el
furioso mar Cantábrico que bate el acantilado de la costa con su me-
lena de espumas.
Faldeando las crestas de la sierra puede en hora y media llegarse
a San Adrián. Se admira allí una gruta de sesenta metros de largo,
formada por una peña perforada de parte a parte; escritores muy
antiguos hablan de ella como de un fenómeno curioso. De las dos
ermitas que hay, la una lleva la advocación de San Adrián y la otra
del Espíritu Santo, que se cree fué en algún tiempo convento de Tem-
plarios.
Para la excursión a Katabera suelen tomarse los senderos que hay
sobre las praderas del extremo de la carretera. Dista hora y media del
Santuario y está situado al N.E. de Aránzazu, casi frente al alto de
Udana. Desde Katabera se domina también la mayor parte de Guipúz-
coa, y a lo lejos se pierde la vista en una cadena de gigantescas cordille-
ras que semejan una estupenda y vistosísima cabalgata.
La cima de Bélar, en la extremidad occidental de Alona y sobre el
valle de Oñate, es también muy visitada. Una senda, que arranca del
remate del camino lamiendo la falda meridional del monte, conduce a
ella, y la expedición resulta un paseo delicioso por la variedad de los
paisajes, llenos de luz y colorido.
Desde la cumbre se ve la villa de Oñate, silenciosa, pacífica, recos-
tada sobre- el valle, como una reina solitaria que se ha refugiado allí
huyendo del tráfago del mundo; a la izquierda el valle de Léniz y los
montes que se abrazan con Vizcaya; más lejos, los empinados riscos
de Amboto y Udalaitz, y allá en el fondo del grandioso panorama, la
airosa silueta de los montes de Gorbea que se levantan audaces como
para sondear lo que se oculta más allá del firmamento.
Fr. Mariano Ansótegui.
(1) Descripción Físico-Geológica del País Vasco.
(2) El Diluvio Universal, pág. 192.
(2) Guipuzcoaco Condaira, pág. 72
(4) Geografía General del país Vasco-Navarro. Guipúzcoa, pág. 172.
(5) He aquí las palabras del señor Barandiarán: "Hay, pues, tres dólmenes cerca délos
mojones que a modo de piedras miliarias señalan el camino de Aránzazu a la Cruz de Aitz-
gorri, y aunque esté truncado el uno y desenvueltos los otros, no faltarán en ellos objetos
que merezcan especial estudio; pues en el mayor de todos se ven todavía dientes y huesos
humanos y mentidísimos trozos de cerámica negra. Se halla situado este dolmen al
W. NW. de la Cruz de Aitzgorri, a 1.100 metros aproximadamente sobre el nivel del mar.
Tiene un túmulo o galgal de 1,50 m. de alto y 15 m. de diámetro en la base; y en medio,
la cámara sepulcral mirando al E. S.E , según se deduce de varias piedras laterales enhies-
tas y bien visibles, que descuellan sobre las demás.
Caminando de Urbía al N. NW., y remontando el vecino monte de Arzamburu, ya en
la jurisdicción de Oñate, se ve destacarse un dolmen en medio de espaciosa terraza cu-
bierta de abundantes brezos. Está situado a 1.250 m. de altitud al E. S.E. de Aránzazu, al
N. NW. de Urbía y al S. de Eluizulu (sima de nieve). El túmulo que le rodea mide 1,50
m. de altura, y 12 m. su diámetro en la base. De la cámara sepulcral, ya bastante arrui-
nada, quedan algunas piedras verticales y otras caídas, cuya medida no se puede apreciar,
y que, sin embargo, inducen a creer que el dolmen miraba al E. exactamente». (Discurso
leído en la solemne apertura del curso académico de 1917-1918).
LA EFIGIE DE LA VIRGEN DE ARÁNZAZU
SU INTERPRETACIÓN ICONOGRÁFICA
C
■jjON pluma algún tanto cohibida intentamos estudiar la
prodigiosa imagen de Nuestra Señora de Aránzazu. Tal
vez alguien pudiera censurar nuestro trabajillo como
;•::••::•: jj obra de destrucción más que de edificación piadosa,
\\i\i\\i\\i:\¡\\i\] porque hartos ejemplos nos da la hipercrítica moderna
::^::V::?::I^:: ::::•:: de su osadía y perspicacia para desbaratar como de su
inhabilidad para suplantar a lo desbaratado. Creemos, sin embargo, que
ni las glorias y excelencias de la veneranda Patrona de Guipúzcoa ni la
devoción sólida y piadosa se menoscaban y amenguan en lo más mí-
nimo por depurar la tradición de ciertas leyendas inventadas por la
credulidad popular. Aunque no pretendemos en este artículo la depu-
ración de esas creencias populares, hacemos constar nuestra sincera con-
vicción de que la crítica descreída conoce y sabe infinitamente menos
que el vulgo devoto acerca de las apariciones prodigiosas de las efigies
marianas.
Desde luego muchos prodigios milagrosos de la Virgen de Aránzazu
están contrastados con alegatos históricos de verdades irrecusables. Y
en cuanto a las leyendas, bien saben los observadores de la psicología
popular la significación y el valor intrahistóricos de lo que un espíritu
fuerte llamaría supercherías. Ni la iglesia ha predicado jamás tales su-
percherías, ni los franciscanos, capellanes natos de la Virgen de Arán-
zazu, han soliviantado patrañas para fomentar su devoción. En el núcleo
de las leyendas sobre Aránzazu vemos nosotros la modalidad religiosa
del alma popular -en este caso, vasca y una significación altamente
teológica, a saber, el amor y confianza incontrastables en la protección
de la Madre de Dios.
I
LO QUE SE HA OPINADO SOBRE LA EFIGIE DE NUESTRA
SEÑORA DE ARÁNZAZU.- Muchos autores y articulistas han des-
crito la imagen de la Virgen en diversas y contradictorias formas, mas
22
CLAUSTRO DE LA UNIVERSIDAD DE OÑATE
23
ninguno, en nuestra humilde opinión, conforme al original. Y no es ex-
traño. Los modernos escribieron inspirándose en los antiguos, y éstos,
llevados de su grande y respetuosa veneración hacia la santa efigie,
pensaron profanarla describiéndola al natural. Admiran la gravedad
solemne, el respeto litúrgico y el fervor reverencial con que se apro-
ximaban a la imagen sagrada aquellos venerables frailes de los siglos
pasados. El Arca santa no pudo inspirar mayor asombro y encogi-
miento en el pueblo hebreo, que al bendito P. Luzuriaga, devotísimo
historiador de Aránzazu, la proximidad de la imagen de la Virgen.
Y este temor respetuoso sugirió la leyenda -que no es exclusiva a
nuestra imagen- de que no se dejaba reproducir o copiar por ningún
artista.
La primera descripción es debida al citado P. Luzuriaga quien, si
bien observó la efigie y anotó con alguna exactitud los detalles genera-
les, exageró su hermosura y perfección y mezcló, a la usanza del gusto
literario reinante, conceptos y paráfrasis deducidos de las sagradas Es-
crituras que hacen formar una idea errónea de la realidad. En este par-
ticular como en otros muchos pormenores de su historia el candido
P. Luzuriaga se documentó en leyendas comunes a muchas Vírgenes
aparecidas. Así, hizo constar que la labra de la imagen de Aránzazu es
de una perfección tan inusitada que no pudo menos de ser fabricada
por mano de ángeles. Los autores posteriores al P. Luzuriaga han repe-
tido casi exactamente lo mismo, agregando algunas apreciaciones equi-
vocadas sobre la materia de que está hecha. El P. Etxebarria, hombre
muy competente en materia de crítica artística, la supuso de piedra
arenisca. El Sr. Pastor recopila todas las conjeturas de los historiadores
antiguos. El discreto y ameno P. Celso González divaga en hipótesis
gratuitas. El erudito historiador del culto de la Virgen en España, don
Vicente de la Fuente, razonando sobre los detalles señalados por el
P. Vilíafañe (1), yerra en algunos pormenores de la descripción y tam-
bién en la clasificación de la época a que pertenece la efigie. El articu-
lista de la Crónica de la Coronación de la Virgen de Begoña, basándose
en un dictamen del Sr. Fernández Guerra, opina que las tres esculturas
de la Virgen, la de Begoña, la Antigua de Orduña y la de Aránzazu son
de una semejanza tal, que revelan los caracteres fijos de una escuela
pirenaica.
Aunque no nos creemos competentes para decir la última palabra
en este pleito de discrepancias conjeturales, no dejaremos, sin embargo,
de exponer nuestra humilde opinión que habrá de ser diversa de las
arriba enumeradas.
II
NUESTRA OPINIÓN. -Si conociéramos a punto fijóla época en
que se talló siquiera una de las muchas imágenes bizantinas o románi-
cas que afortunadamente abundan en el solar vasco, sería menos ardua
nuestra labor de investigación; puesto que partiendo de la fecha com-
probada podríamos establecer conjeturas aproximadas sobre la época y
aún escuela de las demás, según el dictamen que nos merecieran su fac-
tura maso menos perfecta y acabada y el arte más o menos correcto
21
que en ellas sorprendiésemos. Pero, no habiendo nada averiguado a
este respecto, es preciso atenerse a lo que se haya averiguado y compro-
bado en ejemplares de otros países. Así y todo no es dado fallar de
plano en nuestro asunto. La efigie de Aránzazu, además de varios deta-
lles comunes, lleva otros peculiares y privativos que la hacen singular
y, no sabemos si decir, única en su género.
RASGOS COMUNES DE LAS EFIGIES MARIANO-ESPAÑO-
LAS.—Para proceder con orden y claridad relatemos en primer término
los rasgos generales o comunes en las Vírgenes aparecidas y en efigies
marianas que, sin ser milagrosamente aparecidas, pertenecen por su arte
al mismo género de estilo.
En España las apariciones comienzan a partir de la fecha de la Re-
conquista, y es un hecho comprobado que a medida que ésta va pro-
gresando, aquéllas menudean en lugares arrebatados al invasor. Hase
recurrido aun expediente para explicar este fenómeno. Dícesc que los
cristianos godos o visigodos, al verse perseguidos por el ejército árabe e
impelidos a replegarse en las montañas del norte, soterraron las imáge-
nes de la Virgen a fin de preservarlas de la profanación de los musul-
manes. Más tarde cuando el español, rehaciéndose de su aturdimiento,
emprendió la gloriosa empresa de recuperar el suelo perdido, aquéllas
por una disposición divina iban manifestándose de una manera prodi-
giosa. Es esta una explicación verosímil del fenómeno, pero en gran
parte de los casos las consabidas imágenes no pueden arrogarse una
antigüedad tan remota.
Entre las aparecidas, que exhiben detalles artísticos similares con otras
muchísimas que no se manifestaron de un modo prodigioso o que se
conservan en su primitivo lugar expuestas al culto no interrumpido, (2)
hay muchas -asciende su número a más de quinientas en España ■-
que contienen invariablemente la misma leyenda e idénticas circunstan-
cias de aparición. En la historia se las incluye en el ciclo de las apari-
ciones a los pastores , llamado así por ser éstos los testigos agraciados
del suceso.
CICLO DE LAS APARICIONES A LOS PASTORES. El ciclo
se abre en el siglo x, llega al apogeo en el xiit, y se cierra en el XV. He
aquí las circunstancias que casi en todas ellas se repiten : Un pobre
campesino se interna en un bosque apartado o desierto o en un paraje
agreste en busca de su ganado descarriado; de súbito ve luces misterio-
sas, fulgores deslumbrantes, y oye una música inaudita, o el tañido de
una campana, que atraen al zagal a un lugar escabroso en donde registra
el prodigioso hallazgo de una efigie de la Reina de los cielos. El zagal,
postrado en el suelo, saluda a la Virgen, y corre luego presuroso al
pueblo a anunciar el suceso; el pueblo se manifiesta incrédulo al escu-
char el relato misterioso; sigúese un milagro estupendo que decide a las
gentes a ir en peregrinación al sitio del hallazgo; inténtase trasladar la
efigie a lugar más cómodo, la efigie se fuga reiteradas veces; se resuelve,
por último, edificar un templo para culto de la imagen, y ésta obra
grandes milagros en señal de que le agradan la devoción y piedad solí-
cita de sus hijos.
25
ICONOGRAFÍA MARIANA DE ESTE CICLO. -Los detalles ge-
nerales de estas efigies aparecidas vienen a ser: la Virgen sentada en una
arqueta o silla curul, sostiene al Hijo en su regazo, sobre la rodilla o
brazo izquierdos. En su mano derecha se descubre una manzana, sím-
bolo del pecado original; otras veces parece más bien un corazoncito, y
en la última época se señala en forma de pomo o frasquito en donde
pueden colocarse flores. En el siglo XV, de ordinario, estos símbolos se
sustituyen con un cetro de oro, o una bandera en señal de las victorias
por Ella alcanzadas contra los infieles y de la protección dispensada a
los españoles en la reconquista. El niño exhibe en las efigies más anti-
guas un pajarito: más tarde un libro que, si está abierto, es el evangelio
y el Apocalipsis, si cerrado; y últimamente, al cambiar la manzana de la
Virgen por otro símbolo, el niño toma un globo azul, imagen del mundo
redimido mediante su pasión.
El lector comprenderá, por lo que antecede y luego hemos de decir,
que la generalidad de las circunstancias de las apariciones como la
comunidad de detalles escultóricos en las efigies coinciden con la tra-
dición y escultura de la Virgen de Aránzazu. No se trata, pues, de un
caso aislado y único. La tradición de nuestra Virgen está vaciada en la
turquesa de un hecho muy común del culto a la soberana Reina de los
cielos en España.
La historia de la aparición de la Virgen de Aránzazn está al parecer
copiada en parte de la de otras Vírgenes españolas. Mas por eso ¿dejará
de ser verídica? No hay ningún documento canónico que nos obligue a
creerla en toda su integridad: nada ha dicho la Iglesia sobre esta clase
Tríptico de gran valor artístico en el salón de actos (Universidad de Oñate)
2G
de apariciones, más ello no obsta para que continuemos creyéndola,
siempre que la misma excelsa Reina celestial ha recompensado esta
sencillez de fe con estupendos y nunca interrumpidos prodigios de su
misericordia. ¿No se repiten en nuestros mismos días muchas de esas
circunstancias en las apariciones de la Virgen a dos tiernos pastorcitos
junto a un arroyuelo de los Alpes, y a la afortunada jovencita en la
gruta de Lourdes?
La aparición de la Virgen de Aránzazu es una de las últimas en el
país y podríamos afirmar que con ella se cierra el ciclo de las aparicio-
nes a los pastores-. No queda ningún documento auténtico de las
circunstancias del prodigio. Los archivos perecieron en los repetidos
incendios que ha padecido el Santuario. Si bien nos es conocida con
alguna aproximación la fecha del suceso, lo restante fué recogido al siglo
de la aparición por el ilustre cronista Garibay, de boca de un anciano
de ciento siete años, testigo ocular del hallazgo cuando aún contaba
diez años. Así es que para ilustrar más, en cuanto cabe, este maravilloso
suceso, es preciso demandar su dictamen al arte. Veremos cómo el arte
concuerda con la tradición al señalar la época y rasgos de la aparición.
III
DESCRIPCIÓN ICONOGRÁFICA DE LA VIRGEN DE ARÁN-
ZAZU.—Tiene 36 cms. de altura. La Virgen está sentada sobre una
arqueta a la usanza de las aparecidas en el siglo XIII y anteriores. Sos-
tiene al Niño sobre la rodilla izquierda. La efigie tiene un aspecto grave
y ascético; no es, sin embargo, tan reposada su actitud y su continente
tan hierático, pues muestra cierto encanto y gracia de semblante. Su
rostro ovalado, sin llegar a ojival, remeda aún el corte romano. Es de
notar el plegado ampuloso y holgado del ropaje que arguye una época
relativamente adelantada del arte. El manto, que desciende de los hom-
bros formando en ellos un dobladillo a manera de solapa y terciándose
sobre las rodillas en una ondulación profunda y airosa, revela en el
artista mucha pericia y una técnica perfecta. Lleva en la mano derecha
una manzana, o tal vez diríamos mejor un pomo periforme, que puede
que en la intención del artista quisiera ser un corazoncito, al estilo del
siglo XIII.
El niño se sienta desnudo sobre la rodilla izquierda de la Madre, con
la mano derecha alzada en ademán de bendecir al pueblo y la siniestra
apoyada sobre un globo, símbolo del mundo redimido.
Desde luego nos inclinamos a creer que la escultura del Niño es de
distinta mano que la de la Virgen. En las efigies marianas de esta época
se nota un parecido marcado entre el Hijo y la Madre. El ropaje es de
idéntico gusto, todos los pormenores revelan unidad de arte o de escuela.
La identidad fisonómica, el parecido de sonrisa de la Madre e Hijo
son perfectos en la imagen de Iciar, de Izascún, de Olaso, y en todas las
del país vasco. A más de esto, el material es invariablemente madera, la
altura de la efigie decididamente mayor, el velo indispensable en la
Virgen, carencia absoluta de detalles anatómicos, la actitud más o menos
hiera tica.
La efigie de Aránzazu discrepa en todo esto de sus congéneres re-
27
LA VIRGEN DE ARANZAZU EN SU TRONO
Y CAMARÍN
gionales. Nos aventuramos a afirmar que la de Aránzazu es un tipo
siglo xiii o tal vez algo anterior, a juzgar por sus caracteres generales,
retocada por un artista arcaizante del siglo XV, al tenor del gusto rena-
ciente de la época.
La labra del Niño señala de una manera patente el renacimiento
artístico importado de Flandes en tiempo de los Reyes Católicos. Las
formas redondeadas del Niño y de un gusto renaciente con resabios
arcaicos, su desnudo con pormenores imperfectos de anatomía y de un
dibujo vacilante; la cabeza del Niño y la mano izquierda de la Madre
que, en lugar de aplicarse inmediatamente, quedan mutuamente aislados
por un intermedio relleno de material, están denunciando un retoque de
mano más moderna en tiempos de la aparición, o tal vez algo posterio-
res. Se ve con claridad por donde anduvo el buril del artista retocador,
y la parte que desbastó para imitar el desnudo.
Aun ciertos detalles del ropaje de la Madre no están exentos de
corrección y de retoque. El gracioso y cuadrado escote, el ancho ceñidor
que recoge los pliegues de la túnica, no se avienen bien con el arte y
gusto del siglo xiii.
La preciosa efigie de Aránzazu es, pues, un ejemplar de gran valor, y
única como tipo de los orígenes del renacimiento en nuestro país.
¿Dónde fué labrada? ¿dónde retocada? Hoy no nos es permitido satisfa-
cer a estas preguntas que naturalmente impone la curiosidad.
Por lo expuesto se comprenderá que la Virgen de Aránzazu no puede
agruparse con la Antigua de Orduña, ni con la de Begoña, para anotar
en ella los caracteres de una escuela escultórica pirenaica (3). La Virgen
de Aránzazu en la forma en que hoy aparece es de la clase de las Vírge-
nes de plata de Burgos y la de la Almudena y otras muchas retocadas
en el siglo XV, o en la época de sus apariciones.
Esto no destruye su antigüedad. El simbolismo de la Madre y del
Hijo demandan una fecha muy anterior. Indudablemente fué construida
para adosar a la pared, como se desprende del respaldo plano y sin tallar.
Los retablos de los altares no se conocían en siglos anteriores al xm. Su
materia de piedra caliza, de la variedad llamada creta, diversa del ala-
bastrites yesoso de que están hechas muchas de Aragón, manifiesta que
tampoco fué esculpida para efigie de campaña, o socia belli, como deno-
minaban los guerreros de la reconquista a la que colocaban en el arzón
del caballo para implorar su intercesión en los momentos angustiosos
de la batalla.
En resumen: en nuestra opinión, la efigie milagrosa de la Virgen de
Aránzazu fué labrada en el siglo xm, reformada en el siglo XV y pin-
tada en esta misma época. El manto es rojo de color de sisa, o bermellón
mordente de los doradores, la túnica azulada, contra la costumbre uni-
versal que invirtió siempre estos colores, la cabellera de oro mate, sin
ningún velo, y diadema labrada en el mismo bloque y pintada de rojo.
La campana, conocida con el nombre impropio de cencerro, es
auténtica, la misma con que según reza la tradición apareció la imagen.
Su factura muy curiosa y de una forma que merece estudiarse por los
anticuarios. Es de hierro forjado y lleva en su parte interior manchas de
hidrocarbonato de cobre que arguyen estuvo revestida primitivamente
de una capa de bronce.
29
CAPILLA DE LA UNIVERSIDAD DE OÑATE
TRONO, CAMARÍN, JOYAS. Y, para terminar, hablemos algo
del precioso y artístico trono y camarín de la Virgen. El trono semeja
nn tronco en cuyo interior se conserva el espino majuelo (4) sobre el
cual se manifestó la efigie al afortunado Rodrigo Baltzategui. Es un
trabajo hermoso de plata repujada, obra de un artista ignorado. Uno de
los filetes del molduraje lleva la siguiente inscripción :
Este TRONO D10 EL DOR D JV° D ZARRAGA CAVRO D
LA HORDFN D SANTIAGO DEL CONSS° D SV MAGr)
IS valcalde D CASA AN° 1650.
La aureola de rayos que circunda a la corona de la Virgen pertenece
a esta misma época.
Más admiración y asombro causa en los visitantes del Santuario el
magnífico y artístico camarín u hornacina de plata repujada con profu-
sión de cornucopias, estilo Luis XV, obra del maestro Juan Legarda que
la trabajó en Valladolid el año de 1760. La plata que se fundió para la
manufactura perteneció a las ricas jocalías y alhajas existentes en el joyal
de la Virgen. Según los libros de expedientes del convento, costó su
manufactura más de 29.000 reales. En este conjunto artístico que forman
el camarín y el trono, se nota una deficiencia en la base del trono, cuya
peana no corresponde al estilo general. Créese fundadamente que la
rapacidad del ejército francés se llevó las tres gradas de plata de las
cuales nos hablan los manuscritos del archivo, cuando la guerra de la
Independencia.
El bastidor, en que descansa la imagencita de la Virgen y sirve para
dar bulto y ampulosidad al ropaje postizo, es conforme al gusto univer-
sal del siglo XVI. Sospechamos que esta innovación data de los años en
que la imagen fué trasladada de su primitivo lugar al que hoy ocupa en
la capilla mayor de la iglesia, o sea el año de 1550 poco más o menos, a
cuya fecha atribuye la historia del P. Luzuriaga sucesos extraordinarios
referentes a la ampliación del templo.
Desde entonces proviene también la devota y plausible costumbre en
■las damas cristianas de ofrendar para el vestuario de la Virgen sus trajes
de boda y las mejores galas. Como restos de la pasada grandeza, de la
cual, afirmaba el P. Etxebarría, era bastante para una catedral, se conser-
van aún algunas prendas de inestimable valor, como mantos de tisú de
oro y plata, donativo de la Sra. Duquesa de Medinaceli en 1770, casullas
de linda tela regaladas en 1728 por la serenísima Viuda de Carlos II, mar-
cadas con el escudo de sus reales armas; vestidos de la Virgen con mag-
nífico bordado de oro sobre fondo de seda que dio el Marqués de San
Millán, y otros lujosos atavíos de donantes ignorados. De ornamenta-
ción moderna hay una riquísima casulla con su correspondiente alba de
encaje, regalada por la Excma. Diputación de Guipúzcoa, un vestido
azul celeste con guarniciones de plata, enviado por S. M. Doña Cristina,
y otros muchos que sería prolijo enumerar.
El joyero de la Virgen fué también riquísimo en tiempos pasados.
A pesar de que muchas alhajas fueron invertidas, con la debida licen-
cia, en las necesidades urgentes del Santuario, no obstante su caudal era
tan extraordinario antes de la guerra napoleónica que gran parte del
joyal fué destinado para pagar la tremenda contribución de guerra im-
puesta por el francés a la Diputación de Guipúzcoa y villa de Oñate.
A más deeso, al Rey de España se le hizo una oferta de cien libras de
plata para el mismo objeto, a principios del siglo pasado. Un español
bastardo, comisionado por Napoleón para recoger las alhajas de la Vir-
gen, se llevó una soberbia corona de oro con profusión de diamantes y
rubíes, además de dos cadenas de oro, dos cálices del mismo metal ma-
cizo y otros presentes de valor desconocido. En la actualidad no carece
nuestra venerada Patrona de algunas preciosas joyas y aderezos de valor.
Fr. José Adriano Lizarralde.
(1) Camós historió las Vírgenes de Cataluña; el P. Fací, las de Aragón, y el P. Villa-
fañe, las de Castilla, Andalucía, la de Aránzazu y de otros países.
(2) En Guipúzcoa y en toda la región vasca es muy numerosa la iconografía mariana
que se venera en su puesto primitivo, en ermitas de aldea, sin que la tradición les atribuya
nada prodigioso.
(3) Conocemos varias efigies de la iconografía mariana del país vasco que ostentan
identidad de detalles y que presuponen una escuela escultóiica. Todas ellas parecen va-
ciadas en un mismo molde. Mas no es nuestro propósito el estudiarlas aquí.
(4) La veneración de los guipuzcoanos a este espino, que en lengua materna llamamos
Ara/iíza, no puede tener otro origen que el hecho de la aparición. Los pueblereños
guipuzcoanos suelen guarecerse debajo de este espino durante las tormentas, y con sus
ramos adornan las jambas de las puertas y ventanas en la festividad de San Juan Bautista.
Aránzazu es nombre toponímico que significa espinar o lugar en que abunda el es-
pino. Las Vírgenes aparecidas en tiempos anteriores al siglo xvi, en España y en Guipúz-
coa, son reconocidas invariablemente con el nombre toponímico del lugar de aparición.
Las advocaciones misteriosas comienzan en tiempos más modernos.
Detalles de la Capilla del Colegio en la Parroquia de Oñate
32
ARANTZAZUKO AMA BIRJIÑAREN
AOERKUNDEA
i
jRAKURLn euzkelduna: Ez dago esan bearrik zuk ere
j zerbaitxo bal naiko dezula zuk egunero zure arazo guz-
; tietan darabilkizun ¡zkera bakarrean. Neri ere atsegin-
:j atsegin izaten zait yuré euzkera ederrean |irakurtzea. Zuk
iV/V/iy/iy/iV/iy/ii ere ala nai izango dezulakoan jarriko dizkizuk bi ¡tz
:Ü:::::V:::V:::V:::V::: Arautzazuko Ama Birjiñaren agerkundeatzaz.
NOIZ AGERTU ZAN
Antzeko esan dezagun noiz gertatu zan Arautzazuko Ama Birjiñaren
agerkundea. Arantzaza gaitzaz askok idatzi izan dute, eta nik irakurri
ditudan idazlari guztiak diote 1469 garren urtearen inguruan gertatu
zalá. Geyenen ustez, urte ortan bertan; batzuen ustez urte bat lenago,
beste batzuentzat urte bal gerogo. Ze il eta ze egunean gertatu zan
jakiterik ez dago; baña esan genezake udan gertatuko zalá.
Garai artan Gipuzkoak eta Arabak ezagutzen zuten Castillako En-
rike IV garrenaren Bakalduntza, Bizkayan Jaun izenarekin berak agin-
tzen zuala, eta Nabarrako Bakaldun zan Leonor 1. Lau errkietako
biztanleak zebiltzan naiko lardasturik. Batez ere gipuzkoarrak eta na-
parrak alkarr etsaitzat arturik, batak besteari al zuan okerra ta kaltea
egiten zion. Gipuzkoan eta Araban Aide-Nagusiak burruka eta guda-
keta gogorrak zebiltzazkien, Nabarrakoak berriz Agramont eta Beau-
montarr alderdietan banakaturik, eren Erri ederra ondatzeko zorian
/eliden.
Goguaren aldetik begiratzen badiegu orduko Euzkeldunei, ikusiko
degu, etzebiltzela alde ortatik ere bear litzakean bezin zuzen. Ziñesmen
zuzenekoak izan arren euzkeldunak, amabosgarren eunkian agertu ziran
eren artean sorgiñak, esaten dutenez, deabrua gurtzen zutenak, eta edo-
zeiñetara euzkeldunen oitura onak lardaskatu zituztenak. Bizkaya aldean
ere agertu ziran ziñausle edo herejeren batzuek. Ez ordea siñistu, irakur-
le maitea, amabosgarren eunkiko zure aurrekoak gañerako erridietakoak
baño okenagoak edo gaiztoagoak zirala. Toki guztietan eta alde guzti-
etan gari ederraren artean agertu oi da zalkea. Ala gertatu zan aldi
artan gure aurrekoakin ere. Kristau on eta zintzoenartean agertu ziran
ziñausle ta gizatxarren batzuek. Baña gertatu zan, safritan gertatu oi
daña. Onak ots gutxi aterá oi du. Gaiztoak berriz eta txarrak bazter guz-
tiak goraberatu bear izaten ditu, eta gizaldi guztien aditzera eltz.en da.
NUN AGERTU ZAN
Euskalerriko zalkea gutxitu ta garia ugaldu ta garbitzera zetorren
Ama Birjiñak, autu zuan bere agerkunde arrigarria egiteko Euskalerriko
toki erdi-erdia. Arantzazu dago Gipuzkoa errkian (provincia) Araba,
Nabarra ta Bizkaya iya bertantxe dituala. Berez toki ikusgarria ta arri-
garria da. Lau arkaitz tontorr izugarri ditu eguzki aldetik. Beste aldetik
gora jarraituaz dauka Alona mendi aundia. Mendi onetxen egaletik
33
aurrera jarraituaz, laixter elzen gera Aitzkorri Euskalerriko meiulitatik
altuenera. Arantzazu eta beste aldeko arkaitz tontorren bitartean dago
Sortaldetik Iparralderuntz bezulo estu eta oso sakon bat. Udan iegorr
egoten da, baña neguan eta udaberrian urjasa galantak eramaten ditu
Deba ibairuntz. Antxe agertu nai izan zuan bada gure Zaindari guztiz
maiteak gure aurrekoen eta gure onerako. Euzkeldun zintzoak abestu
oi diote sarritan Arantzazun aditzen dan olerki au:
Ortxe ziñan agertu
Mutill artzaiari
Errukia artuta
Euskal erriari.
Berez ikusgarria baldin bada tokia, oraindik askoz ikusgarriago egin
du euskaldunaren zintzotasunak. Oñatetik asita egin zayo 'í.ltiü m. di-
fuan bidé zabal eder bat, geyena arkaitz gogorrean ebakia. Bidé onen
erditik asita Arantzazuraño jaso zaizkio Ama Birjiñari amabost txa-
dontxo (capillas) agurtzako amabost misterioen izenean. Arantzazu ber-
taraño eltzean arkitzen ditugu Ikastetxe (colegio) eder bat. Lekaretxe
(convento) aundi ta zabal bat eta lau jatetxe. Inguruetan baditu beste
ogei bat baserri etxe txukunak eta egokiak geyenak.
AGERKUNDEA
Aitatu degun Aloñatik Aizkorriruntz goazela arkitzen ditugu zelai
zabal ta belartsu batzuek Urbia izena dutenak. Ikustekoak izaten dirá
El lugar llamado Zapata
(Camino del Santuario)
34
udaberritik negura artean, ardi txuri eta ederrez estalirik bezela. Ez
dakit zenbait ardi ibilliko dirán bere larre gozoetan, baña bai millaka
askotxo izango dirala. Izen aundikoak dirá Urbiako gaztayak. Aran-
tzazuko Ama Birjiña agertu zanean ere izango ziran noski artaldeak
Alonan eta Urbian. Artzayen artean arkitzen zan Baltzategitar Rodrigo
Uribarriko nnitill gaztea. Ez dakigu ordea ziurr-ziurr ardiak ala auntzak
zaintzen zituari. Edeslaririk geyenak diote artzaya zalá, baña Esteban
Garibai ta Zamulloak auntzaya deitzen dio eta esaten dn bere etxeko
auntzak zaintzen ibiltzen zalá. Garibai edeslari ospetsua da Arantzazu-
tzaz idatzi dutenetatik zarrenetakua eta gañera berak ezagutu zuan Ama
Birjiña Rodrigori egertu ondoren Arantzazura jun ziranetakoen bat,
eta onen aotik jakin zuan gai onetan idazten duan guztia.
Ikusi zazu orain, irakurle ona, ñola edesten duan idazlari ospetsuak
agerkunde arrigarria: 1469 garren urtean (bat gora bera) larunbat egun
batean zebillen Alona mendi egalean Uribarriko mutil gazte Baltzate-
gitarr Rodrigo bere etxeko auntzak zaintzen. Jaun-Goikoak ala naita iges
egiten dio auntz batek egaletik bera. Jarrait'zen dio mutillak, eta batere
usté gabe orra nun arkitzen duan Arantza eze baten gañean Ama Bir-
jiñaren irudi txiki bat, bere Seme Jainkozkoa besoetan zeukala eta
aldamenean txintxarri aundi bat. Onelako agerkundearekin arriturik
Jaunaren gauza zalakoan belaunikatu zan, eta errezatu zuan Águr Mctria
eta buruz zekitzen beste otoi batzuek. Adarrez eta al zuan eraz estaldu
zuan irudia eta biurtu zan etxera. Etxekoai esan zien ze gertatu zitza-
yon, gerogo gaztigatu zien Oñateko aginbidedunai. Auek erabaki zuten
basatxonotxo bat jasotzea irudia agertu zan tokian bertan. Ala egiñik
deitu zioten agerkunde tokiari Arantzazu, irudia aramza batean agertu
zalako. (1)
Onela gertatu zan bada Arantzazuko Ama Birjiñaren Agerkundea,
Garibai ospetsuak edesten duanez. Berealaxen asi ziran euskeldunak
oneraspen aundiarekin bertara urbiltzen. Oneraslen obariakin jaso zan
laixter txadon ederr bat aldamenean lekaretxe aundi bat zuala. Andik
gaurko egunera lan asko egin da. Ozte aundiak izan dirá Ama Birjiñari
eskariak egiten eta oñegiñakatik eskerr biotzekoak ematen. Gauza ederr-
ak ikusi nai badituzu, irakurle ona, egun zoragarriak igaro nai badituzu
zoaz Arantzazura egun batzuetarako. Etzaizu damutuko.
Gerra'tar Basilio, o. f. m.
(1) Vid. Comp. Hist. de Esp.- Libro xvn-Cap. xxv.
ARÁNZAZU EN LA HISTORIA RELIGIOSA
ANTIGUA DEL PAÍS VASCO
E
'ijSTEBAN de Garibay entreverando los macabros anales
españoles de la segunda mitad del siglo XV con las fieras
revueltas de Vasconia vuelve su mirada a un barranco
}•::;•:>: || de Guipúzcoa y nos dice con unción solemne de historia-
¡i-'-ii-'^J-ii'i-íii-'-i^-iii c'"r' Patriota y hombre pío: en estos tiempos de tanta
!:V::::::V::::'::::':::V::: calamidad y miseria, la Virgen María madre de Dios y
Señora nuestra tuvo por bien de visitar la región de Cantabria en una
santa y devota Imagen suya, que por divina providencia apareció en un
35
profundo e inhabitable yermo del término de la villa de Oñate en las
faldas de la grande montaña Aloya. (Comp. hist. lib. xvií, cap. xxv.)
Cien años habían rodado desde la manifestación de la Virgen de Arán-
zazu, y la pluma del mondragonés temblaba de emoción religiosa al fijar
en los anales de España y del país vasco el recuerdo de aquel suceso.
Aunque extraña a primera vista que semejante acontecimiento pudie-
ra dar margen a un capítulo colmado en el Compendio historial de Es-
paña, se explica fácilmente que su cualidad de vasco y la mirada cons-
tante a los rincones nativos constriñeran al buen Garibay a destacar
hechos harto desdeñados por los demás cronistas españoles. Creo, sin
embargo, que no fué sola esta la razón de la diligencia de nuestro histo-
riador en apuntar sucesos al parecer tan baladíes. En muchas páginas de
sus anales Garibay da muestras de intuición, a veces perspicaz, en apre-
hender acontecimientos de marcado interés social. Lo que el grave Ma-
riana despacha con gesto avinagrado al decir que en Vizcaya se veían
alteraciones a causa que el nuevo condestable (el de Haro) pretendía re-
ducir aquella gente feroz , Garibay lo inquiere cuidadosamente; estudia
con magistral precisión las turbulencias banderizas de nuestros Jaimes y
la reacción salvadora de las Hermandades y villas; y en su mente esparce
luz, algo difusa es verdad, la aparición de la Virgen de Aránzazu como
un foco aglutinante de la cualidad característica de los vascos, su reli-
giosidad.
Puesto a esta luz el cuadro de aquella época, ya no nos parecen tan
nimios y despreciables los relieves que marca el sensato cronista de Mon-
dragón. La literatura sobre Aránzazu - tanto las historias manuscritas
como las impresas del P. Luzuriaga, Pastor, etc., -- acentúan la eficacia del
Santuario en el desenvolvimiento religioso-social del pueblo vasco. Des-
de este punto de vista nunca deploraremos bastante los repetidos incen-
dios que redujeron a pavesas los archivos del convento. Se perdieron
para siempre mil detalles representativos de la evolución vasca desde las
últimas convulsiones banderizas hasta el asiento definitivo de las villas y
centros de población con sus ordenanzas municipales. Creemos nosotros
que los papeles de Aránzazu hubieran esparcido luz indirecta pero viva
sobre esta época de transición del pueblo vasco, fijándose —claro está-
en lo que constituyó uno de los más eficaces fermentos de aquella
ebullición bienhechora, sus sentimientos religiosos.
Ya que no es posible reparar lo irremediable, tenemos que contentar-
nos, como el citado Sr. Pastor, con acentuar las tenebrosidades de aque-
lla turbulenta edad para contrastarlas con la quietud y esplendente ha-
zañería de los vascos dentro y fuera de la península ibérica.
Y lo que primero se nos ocurre apuntar es la importancia social e
histórica del Santuario de Aránzazu en la religiosidad de los vascos. No
se olvide que la primera Comunidad religiosa de Guipúzcoa sentó en este
rincón sus reales. De aquí parte la influencia de los Franciscanos en Gui-
púzcoa. En aquella época crítica y sombría -guarnecida de torreones,
flechas, lanzas y guanteletes - algo tuvieron que significar los frailes más
populares, conocidos e influyentes en Vasconia. Frente a los parientes
mayores estaban entonces los vecinos, cargados de razón y aspiraciones
sociales, vejados y tundidos por la bárbara pujanza de los Butrones,
Múgicas, Avendaños, Olasos, Zaldivias, etc., etc. Los que han pasado
36
TORRE ALDE (OÑATE)
37
sus ojos por el libro Bienandanzas e fortunas del bravo solariego de
Muñatones, Lope García de Salazar, conocen las negruras de aquella
horrenda edad. La escoria guerrera de dos siglos — trece y catorce — mitad
caballeresca, mitad foragida se acumuló en Vasconia en la segunda
mitad del quince con incomparable destrozo de los vecinos y moradores.
Estos pagaban al fin de cuentas la soberbia, hazañería y la atroz sed de
venganza de los ja unes.
¡Grande y benéfico el impulso social de las Hermandades y de la
fundación de las villas! Y se me antoja preguntar: ¿no influiría algo y más
que algo el Santuario de Aránzazu en el afianzamiento de la libertad
civil de Guipúzcoa y en la ascensión del nivel moral de sus moradores?
Claro está que tal pregunta queda incontestada desde el momento en que
faltan absolutamente datos para fijar la respuesta, gracias a los malha-
dados y repetidos incendios del Santuario. Pero nosotros sabemos que
la Comunidad de frailes de Aránzazu fué la primera de Guipúzcoa y
que la influencia cristiana en la liberación y afianzamiento de los dere-
chos de los vecinos fué enorme en Vasconia -porque aquí no se co-
nocieron rastros del espíritu caballeresco en la formación del pueblo — .
Y por eso podemos conjeturar que los frailes del Santuario de
Aránzazu, destacados en general de las clases humildes de la sociedad y
plenos del espíritu cristiano y democrático, contribuirían eficazmente al
afincamiento de las libertades civiles del pueblo y al prestigio de las
ordenanzas municipales. No sabemos nada históricamente de la actua-
ción de los Franciscanos en las luchas de los banderizos con las Her-
mandades de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava; pero cuando Garibay nos
asegura que los bandos de Gamboa y Oñez producían y causaban más
muertes, ofensas de Dios y males del prójimo que en Italia los güelfos y
gibelinos, estamos seguros que los frailes tomaron la defensa de las Her-
mandades. Sabemos que en Italia defendieron enérgicamente las liberta-
des del pueblo; y es de creer que sus hermanos de acá seguirían la
misma línea de conducta. Al fin y al cabo era el espíritu de su Orden,
esencialmente popular y democrático.
En la modalidad religiosa de los vascos influyó también grandemente
la aparición de la imagen de Aránzazu. A fines del siglo XV y principios
del xví puede colocarse el resurgimiento religioso de nuestro pueblo
juntamente con la consecución de sus libertades. De entonces datan
buen número de nuestros hermosos edificios parroquiales; y entonces se
removió el espíritu popular con las leyendas maravillosas de Begoña y
Aránzazu. Plenamente alcanza a Vasconia el hecho histórico español de
que las apariciones marianas coincidían con resurgimientos y robusteces
de la raza. En mi sentir no cabe otra explicación que ese significado
histórico en el ciclo maravilloso de las Vírgenes aparecidas en nuestro
país. La imagen de Begoña, histórica e iconológicamente más antigua
que la de Aránzazu, se reviste de epifanías maravillosas en este tiempo.
Si la influencia de la de Aránzazu sobre el país vasco ha sido más tan-
gible que la de Begoña y más extendida por las colonias de ultramar,
deberáse sin duda a la actuación de los religiosos capellanes del Santua-
rio. Los frailes de Aránzazu actuaban enérgicamente en estas tierras
vascas, llevando además sus arrestos -por medio de los franciscanos
hermanos de raza- a las lejanas colonias de América y Filipinas. Natu-
raímente no pretendemos con esa afirmación establecer comparaciones
pueriles y tontas: las dos Vírgenes hermanas influyeron fuerte y eficaz-
mente en la magnífica religiosidad de nuestro pueblo. Léanse las his-
torias de los dos Santuarios, y leáse sobre todo la de Aránzazu, que
ha sido la más afortunada del país en recoger sucesos y maravillas de
harta transcendencia social.
Fr. Luis de Sarasola.
RESUMEN HISTÓRICO DEL SANTUARIO
- Y -
CONVENTO DE Ntra. Sra. DE ARÁNZAZU
1460 -1880
E
.. Santuario de Aránzazu cuenta con una literatura relati-
vamente copiosa, entre impresa y manuscrita, sobre todo
a partir del siglo XVII. La parte verdaderamente oscura
:•::;•::;; |j de su historia es la referente a la aparición de la Santí-
!\VV/Í\V;\Vi\/;^7!i sima Virgen acaecido en 1468 ó 1469, y de los años si-
!:::::::!:::::::::::::::: guientes hasta el de 1551, fecha del primer incendio del
convento en el que perecieron los documentos relativos a ese interesante
período de los primeros tiempos de Aránzazu. El primer historiador que
habla de Aránzazu dista casi cien años de la aparición. Tal acontece con
D. Esteban de Garibay y Zamallqa que escribía sobre Aránzazu en su
tan conocido y traído Compendio Historial hacia el año 1566. No obs-
tante esto, Garibay es una autoridad de mayor excepción en este punto
por su diligencia y escrupulosidad en recoger las noticias referentes al
Santuario de Aránzazu de personas fidedignas y. contemporáneas de los
hechos narrados, sobre todo de un anciano de 107 años, que contaba
diez al tiempo de la aparición, y que fué uno de los que tuvieron la
dicha de ver a la Santísima Virgen sobre un espino al poco tiempo de
ser hallada. Los historiadores posteriores del Santuario, en lo relativo a
este período, dependen de Garibay en lo sustancial, apoyándose para
ciertos detalles y pormenores en la tradición oral más o menos viciada
por las leyendas que con el tiempo se han ido formando en torno del
venerable Santuario y de su prodigiosa imagen. El historiador moderno
más seguro del Santuario es, sin disputa, el Dr. D. Julián Pastor y Ro-
dríguez en su Historia de la Imagen y Santuario de Nuestra Señora
de Aránzazu, escrita con bastante crítica y buen conocimiento de las
fuentes. De él principalmente nos hemos servido para escribir este breve
resumen, salvo en algún punto que notaremos en su lugar.
APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE ARÁNZAZU
Difícilmente se hallará en la historia de la monarquía española una
época más turbulenta y desquiciada que la del reinado de Enrique IV
de Castilla (1454-1474). La inquieta y levantisca nobleza sin freno al-
guno que le contuviera en sus desmanes, dada la indolencia y debilidad
del desgraciado monarca, ventilaba sus querellas con las armas en la
30
mano, empapando en sangre campos y ciudades. El odio y la ambición
en estrecho maridaje habían asentado sus reales en todo el reino pro-
duciendo una espantosa anarquía.
No era ciertamente más halagüeña la situaciúi del País Vasco. Divi-
didos sus habitantes en los crueles bandos de oñacinos y gamboinos de
tan triste recuerdo, se hacían cruda guerra, luchando los de un pueblo
con los del vecino, los de un caserío con el próximo, sin temor de jus-
ticia, porque, como dice Garibay, (1) no la había sino en el cielo. Una
pertinaz' sequía de dos años, que parece fué profetizada años antes por
San Vicente Ferrer, vino a colmar las desdichas del País Vasco.
En este cuadro de desolación y de tristeza, enrojecido acá y allá por
el incendio de los campos y castillos y casas-torres, apareció la Virgen
de Aránzazu en las abruptas soledades del monte Alona. Acaeció esta
prodigiosa manifestación el año de gracia de 1469 (1468?). Guardaba su
rebaño por aquellos pastizales el joven Rodrigo de Balzátegui, del case-
río de su apellido en Uríbarri, jurisdicción de la villa de Oñate, cuando
llamó su atención un bulto extraño que emergía por entre el ramaje de
un añoso espino. Deseoso de inquirir lo que aquello fuese, se aproximó
al lugar, encontrándose, no sin grande sorpresa y admiración, con una
preciosa imagen de María Santísima asentada sobre el tronco de un ro-
busto espino con el divino Infante en sus brazos y una campanita a
modo de cencerro pendiente a su lado. (2) Repuesto Rodrigo de su pri-
mera impresión, postrado en tierra la recitó algunas oraciones. Al otro
día se apresuró a comunicar a los vecinos de Oñate la noticia de su
feliz hallazgo, quienes enviaron una comisión del clero y pueblo para
YA Santuario visto desde el ba>
- -
Panorama di- Guesalza
10
que averiguara lo que hubiese de cierto en la relación del joven pastor.
Apenas los expedicionarios, verificada la verdad de la aparición, entra-
ron en Oñate, cuando las nubes dejaron caer una copiosa lluvia sobre
los áridos campos, salvando las cosechas y la apurada situación del País
Vasco.
Muy pronto se hizo célebre la Virgen de Aránzazu, no sólo en Gui-
púzcoa, sino también en Álava, Navarra, Vizcaya y provincias colindan-
tes, afluyendo de todos esos países numerosas caravanas de romeros que
venían a Aránzazu a rendir a la Madre de Dios el homenaje de su filial
devoción. Para fomentar esta devoción hacia la Santísima Virgen y
atender debidamente a su culto, se formó en este tiempo la célebre Co-
fradía de Nuestra Señora de Aránzazu, integrada por los principales
vecinos de Oñaíe y de Mondragón en un principio, y luego sólo pol-
los de Oñate. Hacia mediados del siglo XVill se reorganizó esta notable
corporación, cambiando un tanto de carácter en sentido de que no po-
dían pertenecerá ella sino los hijos-dalgos de Oñate. Subsistió, más o
menos pujante y con varias alternativas, hasta mediados del siglo XIX,
época en que desapareció calladamente del escenario entre la baraúnda
de las guerras civiles y trastornos político-religiosos, como otras tantas
entidades análogas. Esta ilustre Cofradía quedó inmortalizada, aparte
de otros relevantes servicios prestados al Santuario, por haber llevado
a feliz término, a fuerza de tenacidad y constancia, la titánica empresa
de abrir en viva peña un camino que hiciera menos incómodo el acceso
al Santuario de Aránzazu.
La villa de Oñate construyó en el lugar de la aparición una modesta
ermita que cobijara a la prodigiosa Imagen y cabe ella edificó la so-
bredicha Cofradía una reducida hospedería para albergue de los pe-
regrinos. Al frente de esta ermita y hospedería estuvo, durante buena
porción de años, la noble dama D." Juana de Arriarán que, por su
amor a la Santísima Virgen y sus virtudes cristianas, dejó grata memo-
ria en los anales de Aránzazu.
ESTABLÉCESE UNA COMUNIDAD RELIGIOSA EN EL
SANTUARIO
Mientras tanto la devoción a la Virgen de Aránzazu iba tomando un
grandioso desarrollo, contándose ya por miles los peregrinos que cada
año acudían al pequeño Santuario, y era natural que se pensase en darle
mayores proporciones. Con el objeto de que los peregrinos no carecie-
sen de asistencia espiritual en aquellas soledades, aparte del culto más
esmerado que tendría la Santísima Virgen, se concibió también la feliz
idea de entregar el Santuario a una Comunidad religiosa, y al efecto
fueron invitados los religiosos Mercedarios que tomaron posesión del
Santuario y del pequeño convento, capaz para doce individuos, hacia el
penúltimo decenio del siglo xv. Fué célebre entre ellos, por sus virtudes
y afecto a la Virgen de Aránzazu, Fr. Pedro de Arriarán, natural de
Oñate e hijo de la ilustre dama arriba mencionada. (3)
Poco tiempo debieron permanecer en Aránzazu los PP. Mercedarios,
pues ya en el último decenio del mismo siglo ocupábanle los Ter-
ciarios Regulares de San Francisco, establecidos allí con autorización
del Cardenal Arzobispo de Toledo, Fr. Francisco Ximenez de Cisneros;
quienes a los pocos años abrazaron la Regla de la primera Orden de
San Francisco a persuasión del mismo Cardenal Cisneros, aunque lue-
go, al pedir a la Santidad de Alejandro VI la confirmación de todo
lo actuado, en atención a las condiciones del Santuario de Aránzazu
y a la dificultad de proveer a su subsistencia mediante la mendicación,
obtuvieron del dicho Pontífice la facultad de poseer bienes en común.
(4) Esto fué causa años más tarde para que los religiosos Franciscanos
de Aránzazu puestos, como los demás Franciscanos claustrales de Es-
paña, en la alternativa de renunciar a sus privilegios y de abrazar en
todo su rigor la observancia de la Regla de San Francisco, o de pasar a
otra religión, optaron por esto último, ingresando en la esclarecida
Orden de Santo Domingo, dando con esto lugar a un ruidoso pleito
con los Franciscanos de la Observancia que no querían ni podían re-
signarse a perder de este modo el amado Santuario de Aránzazu. La
Rota Romana falló a favor de los Franciscanos, y en su virtud tomaron
nuevamente posesión pacífica del Santuario el año 1514. (5)
PERÍODO DE PROSPERIDAD
Con el establecimiento definitivo de los Franciscanos en Aránzazu
empieza un período de verdadera prosperidad y grandeza. Las pere-
grinaciones, un tanto retraídas por los pasados disturbios y cambios,
volvieron a encauzarse cada vez con más pujanza hacia el venerable
Santuario, y eran tantas y tan gruesas las limosnas que los devotos ha-
cían a los religiosos de Aránzazu que bastaron, no sólo para la conser-
vación del Santuario y sustento de los religiosos, sino aun para llevar a
feliz término la ampliación de la iglesia, a la que se le añadió por en-
tonces un desahogado crucero, dotándole además de un precioso altar
mayor, y también la del convento; pues el primitivo resultaba a todas
luces insuficiente para alojar a los religiosos con la comodidad y hol-
gura indispensables para el buen orden y la observancia de la disciplina
regular. Se le amplió tan notablemente que fué capaz para 80 reli-
giosos que se reputaron necesarios para la asistencia espiritual de los
numerosos peregrinos que visitaban el Santuario. Este detalle nos de-
muestra el incremento rápido y grandioso que había tomado la devo-
ción a la Virgen de Aránzazu. Entre esos piadosos romeros se contaba
también el ínclito fundador de la gloriosa Compañía de Jesús que pri-
mero que en Monserrat veló una noche del año 1522 en este Santuario
de Aránzazu, (6) partiendo de aquí para Navarrete y Monserrat.
Todo caminaba con prosperidad y sin tropiezo alguno en el Santua-
rio, cuando un incendio casual vino a cortar las alas a este creciente
progreso, destruyendo en pocas horas lo que con tanta fatiga y a tanta
costa de sacrificios y de limosnas se había fabricado. Sucedió esto a 26
de Diciembre de 1551, (7) día sábado. Entre los gravísimos perjuicios
causados por este infausto acontecimiento, el más sensible, por verda-
deramente irreparable, fué la destrucción del archivo donde se custo-
diaban los documentos relativos a la aparición de la Virgen Santísima
y a la interesante época primitiva del Santuario.
Por fortuna la iglesia no padeció daño alguno, y en cuanto al con-
EL RÍO ARANZAZU, OCULTO EN GUESALZA,
REAPARECE EN JATURABE. CAMINO DE ARAOZ
vento no tardó muchos años en resurgir de entre sus ruinas; pues gra-
cias a la diligencia, dice Garibay, de los religiosos y largueza de los
peregrinos, villas y tierras de la comarca, está a la hora que esto se es-
cribe (hacia 1566) mucho mejor edificado que antes, y de obra y fábrica
más excelente... (8) Tomó mucha parte en la pronta y feliz terminación
de estas obras, influyendo mucho por su acción vigorosa, el P. Fray
Francisco de Recalde, teólogo parisiense y natural de Azcoitia, (9) que
era por entonces Provincial de Cantabria. Desde esta segunda mitad del
siglo xvi consta que se enseñaba en Aránzazu la facultad de Filosofía
a los jóvenes religiosos de la Provincia. (10) Al finalizar este siglo el
Santuario-convento de Aránzazu, tanto por la religiosidad como por la
cultura de sus moradores, era uno de los principales y más autorizados
de la Provincia. Tan solo quiero recordar a este propósito que precisa-
mente de este Santuario, a donde se había retirado después de haber
desempeñado el generalato de toda la Orden Franciscana, le sacó Felipe
II para la Sede de Tuy (1597) al limo. Fr. Francisco de Tolosa, hijo
preclarísimo de la industrial villa de su apellido. (11.
NUEVA AMPLIACIÓX DE LA IGLESIA Y XUEYO INCENDIO
El siglo XVII empezó con buenos augurios para Aránzazu. La iglesia,
a pesar de la ampliación recibida en la primera mitad de la centuria
anterior, resultaba mezquina al lado del nuevo magnífico convento, y
estrecha en demasía para contener el gran número de peregrinos que
acudían al Santuario en las principales festividades. En consecuencia,
después de maduro examen y de tantear bien las dificultades de la em-
presa, se formó el arduo proyecto de ensancharla en la medida que lo
escabroso del lugar permitiera.
En 1600 se dio principio a la difícil tarea. Dos veces se derrumbaron
las paredes maestras que daban hacia el barranco: después de vacilar
algún tiempo sobre la conveniencia de abandonar la arriesgada empresa
por imposible, se resolvió probar una vez más la fortuna, tomando toda
suerte de precauciones que la experiencia y la técnica aconsejaban, co-
ronando finalmente sus esfuerzos el éxito más completo. En 1618 se
terminaron las obras de la Iglesia, y en el de 1621 desde el 1 al 12 de
Septiembre se celebraron solemnísimas fiestas con motivo de la trasla-
ción de la sagrada Imagen a su nuevo y riquísimo trono. Las capillas
de música de Vitoria y Pamplona, traídas exprofeso, contribuyeron a
realzar los actos religiosos. Fué tal el número de peregrinos que subió
a Aránzazu para asistir a esta traslación y ganar el plenísimo jubileo
que oportunamente había obtenido de Roma el Al. R. P. Cerain, Pro-
vincial de Cantabria a la sazón, que no cabiendo en la iglesia, atrio y
claustros del convento, se extendía la gente hasta un cuarto de legua al
rededor del Santuario por los caminos y veredas que a él conducían.
Son imponderables los frutos espirituales que se cosecharon en este
octavario.
¡Cuan cierto es que extrema gandii luctus occupat ■■! No había
transcurrido todavía un año desde las fiestas de la traslación, y los ecos
de los himnos de júbilo entonados con este motivo por millares de fer-
vientes romeros vagaban aun por aquellos profundos barrancos, y ya la
desgracia se cernía de nuevo sobre Aránzazu. Era el 14 de Julio de 1622,
día muy señalado en la Orden Franciscana por celebrarse en él la festi-
vidad del seráfico doctor San Buenaventura, cuando a eso de la una de
la larde estalló un formidable incendio que en tres horas redujo a pave-
sas todo el magnífico convento, invadiendo esta vez las llamas hasta la
iglesia v la contigua sacristía cuyos techos ardieron. A duras penas ilu-
dieron los religiosos poner a salvo la sagrada Imagen, depositándola en
el Humilladero, hoy capilla del Santo Cristo, poco distante del San-
tuario. (12)
Al tenerse noticia de tamaño desastre en la villa de Oñate y lugares
próximos, sus vecinos volaron a Aránzazu, y al siguiente día del sinies-
tro se trabajaba ardorosamente en limpiarle de escombros. Limosnas y
donativos llovían sobre Aránzazu. Y no contentos con dar su auxilio
pecuniario, pueblos enteros de Guipúzcoa se trasladaron al Santuario
para cooperar personalmente en la obra de la restauración. Hubo días
en que se reunieron en el Santuario hasta trescientos hombres y dos-
cientas yuntas. Los Padres Cerain y Zuola, Provincial y Guardián res-
pectivamente, supieron encauzar tan vigorosa y acertadamente estos
poderosos medios que la caridad de los fieles ponía en sus manos, que
a los dos meses no cumplidos se había techado la iglesia y se estaba a
punto de hacer lo mismo con el convento. Si la reconstrucción admira
por su rapidez, no es menos admirable el que no hubiera habido que
lamentar durante ella desgracia alguna de importancia, dada la multi-
tud de trabajadores y lo sumamente quebrado del terreno en que su
acción se desenvolvía.
Peñón de Guesalza
Capilla de Guesalza
**i-.
Puente de Bildotxa en el barra
Este nuevo edificio, completado en sus detalles en años sucesivos,
aventajó mucho a los dos anteriormente destruidos por el fuego. En el
ornato y embellecimiento de la iglesia trabajaron buenos artistas, entre
los que descuella el célebre Gregorio Hernández. Eran de éste todos los
altares del Santuario con sus correspondientes imágenes de santos, de
primorosa talla, y los artísticos tarjetones de la sillería alta del coro. (13)
La hermosa torre de las campanas que aun hoy día se conserva, a pesar
de la vandálica destrucción de 1834, es obra de mediados del siglo xvm
y de arquitecto desconocido.
SIGLOS DE ORO DEL SANTUARIO DE ARÁNZAZU
La fama de la Virgen de Aránzazu traspasó en los siglos xvn y xviti,
que han sido verdaderamente su edad de oro, no sólo los confines del
País Vasco, sino también los de la península ibérica. Desde «más de
veinte leguas desde Burdeos para allá » (14) venían los peregrinos fran-
ceses, gentes de mar sobre todo. Hacia la Pascua del Espíritu Santo
venían las mujeres en grupos de a ciento, a fin de impetrar la protección
de María Santísima para sus esposos e hijos que en esa época se embar-
caban con rumbo a las lejanas costas de Noruega y Terranova, llegando
a juntarse en Alona hasta dos y tres mil de ellas en algunas festividades.
Por Octubre venían los hombres, en grupos de veinte y treinta, a dar
gracias a la Virgen y cumplir las promesas hechas en trances apurados.
Mientras tanto los buenos hijos del País Vasco, así religiosos como se-
glares, extendían el culto de Ntra. Señora de Aránzazu en las remotas
tierras de México, de Perú, de Bolivia, de Cuba y de las Islas Filipi-
nas, desde donde se remitían al venerado Santuario de Alona abun-
dantes y riquísimos donativos, tanto en metálico como en preciosos
objetos de oro, plata y pedrería para su ornato y culto.
Hechos gloriosos de los ejércitos de mar y tierra van vinculados en
este tiempo al nombre de Nuestra Señora de Aránzazu. Tal acontece
con el levantamiento del sitio de Fuenterrabía el 7 de Septiembre de
1638, por lo que su alcalde D. Diego de Butrón fué al Santuario de
Aránzazu en nacimiento de gracias por tan señalado favor; y con la fa-
mosa batalla naval de Fernambuco ganada a los holandeses en 1631 por
el insigne almirante guipuzcoano D. Antonio Oquendo, quien en prue-
ba de su reconocimiento ofreció a la Virgen de Aránzazu como a su
única protectora una de las muchas balas (15) que quedaron en la
Capitana .
Los peregrinos que acudían al Santuario eran incontables. En las
fiestas principales llegaban a dos y tres mil no solo de Guipúzcoa,
Vizcaya, Álava y Navarra, sino también de Castilla y de Francia. En
el siglo xvill el número ordinario de peregrinos oscilaba anualmente
entre veinticinco y treinta mil. (16) A este maravilloso fomento de la de-
voción de los fieles contribuyeron poderosamente la ilustre Cofradía
arriba mencionada y los Papas Clemente XI, Clemente XIV y sobre
todo Pío VI, concediendo muchas gracias e indulgencias a los que,
servatis servandis, visitasen este Saríturio.
Felipe III, rey de España, visitó este Santuario el año de 1615 a 12
de Noviembre con ocasión de su viaje a Francia, quedando sumamente
46
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PAISAJE. -ARRIKRUZ Y PEÑÓN DE URREJOLA
47
admirado, ya por lo atrevido y suntuoso de la fábrica y belleza de la
santa imagen, como por la austera religiosidad de sus moradores. Al
nombre de este mismo piadoso monarca va unido también otro hecho
glorioso llevado a cabo por cuatro ilustres religiosos del convento de
Aránzazu. Me refiero a la reducción al seno de la verdadera fe de nu-
merosos brujos que por este tiempo infectaban con sus prácticas su-
persticiosas la montaña de Navarra. (17)
ÚLTIMA DESTRUCCIÓN DEL SANTUARIO
El siglo XIX ha sido funestísimo para el Santuario de Aránzazu.
Los acontecimientos adversos se encadenan unos a otros con vertiginosa
rapidez. Abre la serie el inicuo decreto de 1809 de José Napoleón Bona-
parte suprimiendo las dos terceras partes de las comunidades religiosas
entre las que se comprendió a la de Aránzazu. Ateniéndose a una cláu-
sula del decreto pudieron permanecer en el Santuario unos 15 religio-
sos, naturales de Oñate; hasta que el 24 de Abril de 1811 fueron presos
por una compañía francesa y deportados a Francia, quedando el con-
vento abandonado. Por lo que el clero y pueblo de Oñate se hizo cargo
de la santa Imagen, trasladándola el 2 de Julio a su Iglesia parroquial
donde permaneció hasta el 20 de Abril de 1814 en que se devolvió a su
Santuario ocupado nuevamente por la Comunidad franciscana. Pero no
les duró mucho esta dicha. En 1822 ardía España en guerras civiles
entre constitucionales y absolutistas. Malas lenguas propalaron la inep-
cia de que en Aránzazu se fabricaban armas y municiones para los rea-
listas, y esto bastó para que un pelotón de constitucionales se presentara
en el Santuario el 12 de Septiembre. En vano registraron minuciosa-
mente todas sus dependencias para enconirar el cuerpo del delito, pues
las noticias eran notoriamente calumniosas. No obstante, el jefe, bajo
fútiles pretextos, ordenó una hora de saqueo, retirándose acto continuo,
pero no sin prender antes fuego al edificio. Por fortuna, solo ardieron
las leñeras. (18) Curada la racha de locura del trienio con la interven-
ción de los cien mil hijos de San Luis, y retrotraídas las cosas al estado
que tenían en 1820, la Comunidad de Aránzazu pudo gozar algunos
años de tranquilidad y el Santuario vióse de nuevo visitado por nume-
rosos romeros. El 15 de Agosto de 1830 visitaron el Santuario los sere-
nísimos infantes D. Francisco de Paula y su augusta esposa, con cuyo
motivo se hicieron notables arreglos en el convento y se construyó un
nuevo camino a expensas de la villa de Oñate.
Con la muerte de Fernando Vil volvió a turbarse la paz pública en
España y la guerra civil prendió más enconada que nunca. En Agosto
de 1834 entró Rodil al frente de 11.000 hombres en la villa de Oñate, y
haciéndose eco de insidiosas calumnias esparcidas contra los moradores
de Aránzazu, destacó el 18 del mismo mes un batallón de voluntarios
de Guipúzcoa al mando de D. Anselmo Iñurrigarro, con orden de in-
cendiar el Santuario y llevar arrestada la Comunidad. A las cuatro de la
madrugada del día 19 se puso en marcha la Comunidad llevando en
andas la imagen de Nuestra Señora, mientras las llamas se cebaban en
su amado Santuario-convento. Todo pereció en el estrago: la Biblioteca
ciin sus numerosos incunables y más de 4.000 volúmenes, la Iglesia con
las obras maestras de Hernández, la sacristía con todas sus riquezas, su
Inmaculada de Murillo... La Comunidad toda empapada en agua llegó
a Oñate en lamentable estado, y una vez depositada la Imagen en Vi-
daurreta, se presentó ante Rodil que, por cierto, la recibió de una ma-
nera poco decorosa.
En 1844 se formó en Oñate una junta para obtener la restitución de
Nuestra Señora al lugar de su aparición, y sus gestiones dieron por re-
sultado la deseada traslación que se verificó el 18 de Noviembre de
1846. Unos seis mil peregrinos dieron escolta de honor a la Virgen
desde Oñate a Aránzazu. Los nombres de los Padres Elias Arregui y
Manuel Arcaya irán siempre unidos a este memorable acontecimiento y
a la restauración del Santuario de Aránzazu.
En 1S7S autorizó el Gobierno la formación de una Comunidad
franciscana en Aránzazu. Su activísimo e inteligente Superior P. José
Esteban Epelde, ayudado por las limosnas recogidas mediante suscri-
ción pública y otros donativos, construyó el hermoso edificio que hoy
sirve de Colegio Seráfico y ha servido durante muchos años de morada
a la Comunidad franciscana, y la amplia carretera que pone en comu-
nicación al Santuario con la villa de Oñate. Esta primera parte de la
restauración de Aránzazu se coronó dignamente a principios de Octu-
bre de 1879 con una numerosa y devota peregrinación integrada princi-
palmente por los vecinos de la religiosa villa de Escoriaza y Real Valle
de Léniz.
V desde entonces ¡cuántas peregrinaciones y cuántos progresos! De-
jamos su relato a otra pluma mejor cortada que la nuestra.
Convento de Bidaurreta (Oñate)
49
LITERATURA SOBRE ARÁNZAZU
D. Esteban de Garibay y Zamalloa. "Compendio historial délas Chronicas y universal
Historia de todos los reinos de España,,. -(Amberes 1571). -T. n. Lib. xvn,
c. xxv.
P. Luzuriaga. "Paranympho celeste. Historia de la mystica zarza, milagrosa imagen y
prodigioso Santuario de Aránzazu . . . , en la provincia de Guipúzcoa,, .
(México, 16S6, San Sebastián 1690 y Madrid 1690).
Dr. D. Julián Pastor. "Historia de la Imagen y Santuario de Ntra. Señora de Aránzazu,,.
(Madrid 1SS0).
P. Fr. Celso González. "El Santuario de Aránzazu,,. -(Barcelona 1913).
P. Fr. Luis de Zalona. "Ama Birjiña Arantzazukoaren kondaira ta bederatziurrena.
(Bilbo'n 1903)
D. Carlos de Guerra. "Ama Birjiña Arantzazukoaren kondaira.
Anónimo. "Historia de Aránzazu,, escrita por un religioso del Santuario hacia 1648. —
(Ms. existente en el Santuario).
P. Fr. Manuel Ventura de Echevarría. "Breve noticia del Santuario y convento de Arán-
zazu,,. Año 1800. -(Ms. existente en el Santuario).
P. M. de Arcaya. "Historia de la prodigiosa imagen de María Santísima, bajo la advo-
cación de Nuestra Señora de Aránzazu, patrona de la Provincia de Cantabria,
con la descripción del célebre Santuario con los 17 pueblos limítrofes, montes
y grutas que confinan con él, escrita con presencia de documentos auténticos,,.
Año 1851. (Ms. de 83 págs. fol. existente en el Santuario).
P. Fr. Antonio Estavillo, "Relación de los Guardianes que ha habido en este Santo Con-
vento de la Madre de Dios de Aránzazu, desde 1.° de Julio del año 1619,,.
(Ms. 8 págs. fol., existente en el Santuario).
Fr. Epifanio de Pinaga.
(1) Cfr. Compendio Historial. Libro xvn, c. xxvi.
(2) No concuerdan los historiadores del Santuario sobre el día y mes en que tuvo lugar
este admirable suceso. De las palabras que el ingenuo pastor hubiera pronunciado al ver
a la Virgen en un espino: "¿Arantzan zu?„ "Vos en el espino?!,, según lo quiere una tradi-
ción que no remonta más allá del siglo xvii, se derivaría el nombre de Nuestra Señora de
Aránzazu. Creemos que esta denominación le viene del lugar en que fué hallada la santa
imagen, que por lo visto era conocido por Arantzatzu.
(3) Este religioso obtuvo permiso de sus superiores para permanecer en el Santuario
en calidad de ermitaño, y cuando los Terciarios Regulares de San Francisco se posesio-
naron del Santuario, abrazó, debidamente autorizado, este instituto. Todo por no sepa-
rarse de su amado Santuario.
(4) Véase esta Bula que empieza Sacra1 Religionis, etc., en P. Lucas Wadingo, Anua-
les minorum, seu trium Ordlnum a S. Francisco institutorum, (Roma 1736). T. xv,
pág. 594, y en Pastor, Historia de Aránzazu, pág. 249.
(5) Véase en Pastor obr. cit. pág. 253, el Acta de la toma de posesión.
(6) Cfr. Acta qucedam P. N. Ignattii de Layóla. Parisiis, 1873. Citado por Pastor,
obr. cit., pág. 71 .
(7) Hemos adoptado esta fecha por ser tan solo aparente la contradicción entre Gari
bay y la Historia anónima, Luzuriaga y P. Arcaya. El diligente Sr. Pastor sufrió en
este punto una lamentable distracción. En efecto, la Historia anónima se ve que usa el
estilo de Circuncisión (l.o de Enero); mientras Garibay sigue el de la Natividad (25 de
Diciembre) como aparece claro por sus formales palabras "... en veynte y seys de D¡-
ziembre, día sábado, fiesta de Sanct Esteuan, principio del año de mil y quinientos y
cincuenta y dos por la mañana, etc. . .„ o lo que es lo mismo, a 26 de Diciembre de 1551
según el estilo de l.o de Enero. Que se trata de un mismo año, nos confirma el otro dato
en que todos coinciden, esto es, que el incendio sucedió en día de sábado; y efectiva-
mente, el 26 de Diciembre de 1551 cayó en sábado, mientras en 1552, que fué bisiesto,
cayó en lunes. En cuanto a la otra dificultad que pone el Sr. Pastor contra el año 1551,
tiene también, a mi parecer, el mismo origen, o en todo caso habría que corregirlo por
estar a todas luces equivocado. Cfr. Pastor, obr. cit., p. 72-74.
(8) Cfr. Garibay citado por Pastor, obr. cit., p. 77.
(9) Ibidem.
(10) Cfr. Gonzaga (Fr. Francisco). De origine seráfica? religionis (Roma, 15S7), pá-
gina 1053.
50
(11) Aunque no faltan escritores que le hacen de Larraul, aldea cercana a Tolosa
(cfr. "Euskal-Erria», año xxxvn, (15 Diciembre), pág. 490-97 y año xxxvm (15 Enero)
pág. 3-12), creemos no obstante, apoyados en un interesante documento del siglo xvi
últimamente descubierto por el que esto subscribe entre los papeles pertenecientes al
suprimido Convento Franciscano de Elgoibar, que esta gloria le pertenece en definitiva a
la villa de Tolosa. Dios mediante, daremos pronto a conocer este documento para que lo
juzguen los inteligentes.
(12) Existe una relación manuscrita de este siniestro conocida con el nombre de Histo-
ria anónima, escrita por un religioso que presenció el desastre. Se guarda en el archivo
del Santuario.
(13) De todas estas obras del insigne Hernández sólo se conserva hoy, como preciosa
reliquia, una maravillosa cabeza de San Antonio.
(14) Padre Luzuriaga. "Paranympho Celeste». Lib. n, pág. 43.
(15) Esta histórica bala se conserva aún hoy día en Aránzazu.
(16) Cfr. Luzuriaga. Obr. cit. Lib. n, pág. 42. -N.) Cfr. P. Echevarría, citado por
Pastor, pág. 197.
(17) Véase Pastor, obr. cit., pág. 102-3 y 257.
(18) El día l.o de Octubre de 1822, por orden del Conde de Villafuerte, jefe político de
Guipúzcoa, la Comunidad Franciscana de Aránzazu y la imagen de Nuestra Señora fueron
conducidas al Hospicio de Vidaurreta y el convento quedó tapiado. El 11 de Junio de
1823 se trasladó con toda pompa la santa imagen a Aránzazu.
DE AYER A HOY (1880-1918)
OJEADA CONTEMPORÁNEA
L
'jjA paz político -religiosa, que en 1876 siguió en nuestras
Provincias a la última guerra civil carlista, abrió para
el Santuario una nueva era de prosperidad y floreci-
:•::;•::;; jj miento superiores a los augurios más optimistas. La
•V/V/jV/iV/iV/iV/J: devoción popular a Nuestra Señora de Aránzazu, que
::'.'::'.: ::'.':: :'.:::.: i :'.':.;: hasta en las circunstancias más difíciles — a raíz del sa-
crilego incendio del Santuario (1834)- se mantuvo firme acudiendo
los fieles a venerarla en su provisional trono de Vidaurreta (Oñate) y
luego desde 1846 en su primitivo de Alona ya restaurado, se desbordó
apenas vio libre el camino para la exhibición pública de su entusiasmo
mal contenido en tantos años de recelos y revueltas políticas. Al am-
paro de la nueva Constitución política del Estado (1876) lanzóse re-
suelta y desbordante a la realización de magnas empresas, de mejoras
morales y materiales que, sucediéndose unas tras otras sin casi solución
de continuidad, transformaron el ruinoso Santuario en uno de los más
bellos, devotos y concurridos de los muchos con que cuenta en sus
pintorescas Provincias la abrupta y emocionante región vasco-cántabra.
Y empezando por los tres principales restauradores del Santuario,
descubrámonos primero ante el azcoitiano M. R. P. Fr. José Esteban
Epelde, alma y vida del presente movimiento ascensional y progresivo
del mismo; y luego ante sus dignos sucesores y herederos de su espí-
ritu y entusiasmos, el vizcaíno M. R. P. Fr. Juan Luis Arrúe y el alavés
M. R. P. Fr. Elias Martínez de Zuazo, representantes, como se ve, de
las tres Provincias vascas, cual si con ello la divina Providencia hu-
biese querido demostrar el amor mutuo y las relaciones tradicionales
de reciprocidad entre la Virgen de Aránzazu y aquellas. Rendido este
primer tributo de amor y gratitud a esos tres beneméritos hermanos,
relatemos los sucesos y mejoras modernas del Santuario a grandes ras-
gos y por pequeñas series, ya que otra cosa no lo consienten la índole
y dimensionse de este trabajillo,
(1880-1890). Iniciase este primer decenio con la publicación en
Madrid de la nueva «Historia de Nuestra Señora de Aránzazu : obra
notable, más que por su volumen, por lo conciso, terso y natural de su
lenguaje y el sano y bien orientado criterio con que la escribió su tan
devoto como documentado autor, el señor D. Julián de Pastor y Ro-
dríguez, catedrático ex-decano de la Universidad de Oñate, gran amigo
del P. Epelde y como éste muy entusiasta de Aránzazu. Siguieron a
esta primera tentativa de propaganda por medio de la prensa, otras
varias también similares, aunque más modestas, en vascuence y caste-
llano, como novenas, colecciones de versos, etc., fotografías, grabados,
medallas, pequeñas estatuirás en yeso, etc.; todo lo cual contribuyó
grandemente a la difusión cada vez más creciente, dentro y fuera de
la región, de la devoción de Nuestra Señora de Aránzazu y el nombre
de su Santuario.
Terminado el último y más difícil trozo de carretera hasta el con-
vento, comenzaron a reanudarse las tradicionales romerías y a organi-
zarse otras nuevas con ocasión de la encíclica < Militantis J. C. Ecclesia? »
de León XIII (12 Marzo 1881) que recomendaba actos colectivos de
piedad y penitencia. A raíz de la entrada del nuevo Obispo limo. Doc-
tor D. Mariano de Miguel y Gómez y con sumo agrado del mismo
M. K. P. José Esteban Epelde
M. K. P. Juan Luis Arruc
M. R. P. Elias Martínez
de Zuazu
52
pensóse en organizar una extraordinaria peregrinación diocesana a nues-
tro Santuario para el siguiente mes de Septiembre. Y no bien trascendió
al público este pensamiento por medio del Boletín Eclesiástico de
Vitoria (18 Junio), cuando el entusiasmo general hizo augurar desde
luego un completo y feliz éxito. Así en efecto sucedió, acudiendo mi-
llares de peregrinos de las cuatro Provincias vasco-navarras con sus
señores Obispos, el de Vitoria y el de Pamplona, a la cabeza, durante
el tradicional solemne novenario (31 Agosto-8 Septiembre) y en rigu-
roso turno de arciprestazgos por días, por no poderse acomodar de
otro modo allí tanta y tan devota concurrencia. Fausto suceso que llenó
de legítima satisfacción a cuantos tomaron parte en él, y que por su
importancia mereció y tuvo el honor de ser reseñado al detalle en una
Crónica de 106 páginas, impresa después en Vitoria, por una ilustre
personalidad parlamentaria el entonces diputado y más tarde canónigo
Penitenciario de Toledo, el señor D. Cruz Ochoa, y que todavía puede
adquirirse en el establecimiento de objetos piadosos del Santuario, lo
que nos releva de tener que insistir más sobre el particular.
Sin descansar apenas de las pasadas emociones y fatigas el buen
P. Epelde, y acabado de convencerse por lo palpado en la peregrinación
de la imprescindible necesidad de ampliar las dependencias para reli-
giosos y peregrinos, con su característica fe ciega en la Santísima Vir-
gen y en la generosa piedad de sus devotos, lanzóse intrépido a la
titánica empresa de desmontar el enorme bloque verdaderamente ro-
queño, frontero sobre la carretera en la parte media inferior de la iglesia,
lo suficiente para un gran edificio; y conseguido ello a fuerza de mi-
les de barrenos de dinamita, levantó según los planos del arquitecto
Sr. Astarbe, de Durango, el esbelto y dilatado convento (hoy Colegio
Seráfico) de planta baja y tres pisos que tanto embellece el Santuario,
a cuya iglesia estaba unido con un gracioso puente cubierto de madera
para el servicio de la Comunidad. Esta inauguró su nuevo convento el
10 de Agosto de 18S4, y desde entonces el P. Epelde (que ya era Co-
misario Provincial) estableciendo en ella la cátedra oficial de Filosofía
para la Provincia, aumentó considerablemente el número de sus reli-
giosos con los jóvenes profesos que venían a cursarla por lo menos du-
rante dos años. Con ello, amén de destinar del todo a Hospedería la
hasta entonces Residencia o Casa de los Capellanes para mejor y más
numeroso acomodo de los peregrinos, consiguió realzar notablemente
las funciones del culto, formando una bien nutrida capilla de música
con los jóvenes filósofos y los tradicionales tiples latinos de la Precep-
toría del Santuario. Después para mayor comodidad de estos cantores
alargó el coro, al que dotó de una bonita y cómoda sillería, y para el
mejor servicio de los ministros del altar arregló también la sacristía con
hermosa y bien labrada vitrina y cajonaduras para ornamentos del
culto.
Para acrecentamiento del tributado a la Santísima Virgen obtuvo
de Roma (31 de Enero) rezo y misa propios de Ntra. Señora de Arán-
zazu, con fiesta no solo para su Santuario y villa de Oñate sino también
para los conventos de la Provincia Franciscana de Cantabria; y poco
después (15 de Julio de 1885) la concesión Pontificia para la canónica
Coronación de la Venerable Imagen, función que, por el cólera que in-
53
vadió la península aquel año, tuvo que aplazarse hasta el siguiente.
Después de tan fausto acontecimiento dijérase que colmado el buen
P. Epelde ya que no de los años del anciano Simeón sí al menos de la
satisfacción de ver cumplidos sus anhelos, cantó como este el Nunc
dimittis del adiós gozoso a la vida, pues, a los tres meses de aquel,
terminó su fecundo Provincialato, y a los seis escasos, su relativamente
corta pero preciosa vida de solos 43 años con la paz y muerte de los
justos en Zarauz (31 de Diciembre), concediéndosele según sus deseos
el bien merecido honor de ser trasladado a Aránzazu y ser enterrado en
la cripta del Santuario a los pies de su altar. Su memoria en Aránzazu
es acreedora a algo visible y patente que la perpetúe a través de la pre-
sente generación.
Por Septiembre de 1887 proyectó la Reina Regente D.a María Cris-
tina visitar el Santuario, y no pudiendo hacerlo por inesperada precisión
de regresar a Madrid, envió y entregó por medio de un delegado un
precioso manto bordado en oro, como ofrenda a la Virgen de Arán-
zazu. El año siguiente (1888) visitaron el Santuario el sabio filósofo
dominico D. Fr. Ceferino González, Arzobispo de Sevilla y los señores
de Pidal; y por el verano de 1889 el Arzobispo de Manila y también
dominico D. Fr. Bernardino Nozaleda.
(1890-1900). El primer acontecimiento notable de este decenio fué
sin duda la construcción, iniciada en tiempo del Guardián P. Fr. Félix
M. Olariaga, y la colocación e inauguración en el del P. Fr. Juan Luis
Arrúe (1891-2) del nuevo y hermoso Altar mayor, greco-romano, cos-
teado con limosnas y construido, pintado y dorado en los acreditados
talleres de los señores D. Fermín Istúriz e hijos, de Pamplona; después
de lo cual el citado P. Arrúe arregló y decoró todo el interior del tem-
plo, colocando además ocho altares también nuevos en las capillas de
aquel en consonancia, aunque más modestos, con el Altar mayor. A
esto se siguió en 1893 la reedificación de una parte del antiguo e in-
cendiado convento con destino a Escuela Seráfica o de Gramáticos
latinos; obra que diez años después el mismo P. Arrúe, ya Provincial,
continuó con la reedificación de casi todo lo restante de las ruinas del
gran convento, preparando así la traslación a este, ya restaurado, de
la Comunidad, la que tuvo lugar a fines de 1908, siendo Guardián el
P. José Luis Alberdi, en vida todavía del P. Arrúe que murió en Bilbao
el año siguiente.
En los cinco últimos años del siglo xix, durante los guardianatos de
los Padres Fr. Justo Trecu, Francisco Ercilla e Ignacio Eguía el Santua-
rio se fué completando, sobre todo en su interior, con la entarimación
y arreglo de su pórtico y escalinata de acceso, la fundición y colocación
de una grande y artística campana, obra exclusiva del modesto hermano
lego Fr. Lorenzo M.a Navedo, la adquisición de un nuevo y regular ga-
binete de Física, y otras obras por el estilo.
Durante esos mismos años (1895-1900) además de las hermosas pe-
regrinaciones extraordinarias de arciprestazgos como Mondragón, etc.»
por la guerra de Cuba (1896), la del Patronato de Obreros de Bilbao
(1897) etc., fué visitado el Santuario por personajes como el General
Polavieja, el diputado a cortes Sr. Sánchez de Toca, el Presidente y va-
54
BOQUERÓN DE GUESALZA EN QUE SE SUME
Y OCULTA EL RÍO ARANZAZU
rios diputados de la provincia de Guipúzcoa, catedráticos del Instituto
de San Sebastián y el Sr. Rodrigo Soriano, casi todo el claustro de Pro-
fesores de la restaurada Universidad de uñate, etc.
(1901-1918). Con el nuevo siglo se emprendieron también nuevas e
importantísimas mejoras para ir poniendo el Santuario a la altura y
según las exigencias justas del misino, siendo la primera de aquellas la
colocación de un nuevo y magnífico órgano de dos teclados manuales
y el pedalero, máquina pneumática, etc., de la acreditada casa de don
Aquilino Amezua, y su inauguración (1902) por el director de la Ca-
pilla Real D. Valentín Zubiaurre. A esto se siguió (1903) la instalación
en el molino del Santuario de una central eléctrica, primero para alum-
brado y sierra mecánica, y luego, a medida que con los años y mayores
medios se fué aumentando el salto y la energía, para otros usos y apli-
caciones como la molino-harinera, panificadora, lavadora y otras, mer-
ced en gran parte a la generosa liberalidad del integérrimo caballero
azcoitiano D. Esteban Alberdi y a las sabias indicaciones de los com-
petentísimos ingenieros guipuzcoanos D. Juan Bautista Larreta y don
Cipriano Arteche.
El teléfono, primero particular a Oñate y después el provincial con
estación terminal en el Santuario y en comunicación por ende con el
interurbano, fué otra de las mejoras de este tiempo debida a la infati-
gable actividad del P. Elias Martínez que, ya de Guardián (1902-6) ya
principalmente de Provincial (1909-1915) encariñado, cual sus predece-
sores en este último cargo PP. Epelde y Arrúe, con su predilecto Arán-
zazu, solicitó por todos los medios el engrandecimiento y esplendor del
Santuario con la asidua y generosa cooperación para los efectos civiles
de sus amigos los Presidentes y diputados Provinciales v. gr. los se-
ñores Carrión, liarte, Garay, Segura, Marqués de Valdespina, etc., el
Director Provincial de Teléfonos Sr. Marín, y el cultísimo y servicial
abogado donostiarra, D. Ramón Soraluce.
Con el decidido apoyo de estos y otros señores fué el P. Elias rea-
lizando muchas mejoras, cooperando a su actuación los Guardianes de
ese tiempo PP. Alberdi, Barinaga, Arrinda y el Vicario P. Umérez.^
Entre ellas pueden contarse la moderna Hospedería y la tienda de ob-
jetos piadosos, referentes al Santuario. Últimamente el Guardián Padre
Azkue ha embellecido el pórtico de la iglesia con dos hermosas verjas
de hierro en los dos arcos de entrada, un zócalo de mármol y dos mag-
níficas pinturas del genial "artista Sr. Uranga. En la guardianía del
mismo P. Azkue se ha embellecido el convento con varios cuadros pic-
tóricos de Guevara, Armengoud, Cabanas Oteiza y Múgica. Uranga
tiene representación lucida con ocho hermosos lienzos, distribuidos en
los claustros y refectorio de la Comunidad; y D. Rogelio Gordón con
su cuadro Enero-Bahía de San Sebastián, que obtuvo mención hono-
rífica en la Exposición de Madrid del año 1899.
Débese también al finado P. Elias Martínez la restauración del ac-
tual Colegio Seráfico con amplio programa de estudios y en condicio-
nes mucho más ventajosas que la antigua Preceptoría de Latín, la
formación de la Banda de música del Colegio, la publicación de la
monografía ilustrada El Santuario de Aránzazu por el P. Celso Gon-
56
zález v el arreglo de la hermosa biblioteca que lleva a cabo el laborioso
e inteligente P. Ríos.
El año 1004 y con motivo del Jubileo por el quincuagenario de la
Definición dogmática de la Inmaculada Concepción se hicieron al San-
tuario peregrinaciones extraordinarias de varios arciprestazgos de Gui-
púzcoa, de la V. O. T. Franciscana de las tres Provincias vascas, del
Seminario Conciliar de Vitoria, etc.; en 1909 subió a Aránzazu la Pere-
grinación de Tierra Santa; y desde 1912 vienen celebrándose periódica-
mente -además de las que desde tiempo inmemorial se acostumbran —
peregrinaciones de San Sebastián organizadas por los señores Marín-
Echabe. Posteriormente se han organizado en Vizcaya peregrinaciones
devotas e interesantes al Santuario de la Virgen de Alona.
Visitantes ilustres. Además de los citados incidentalmente: los Reyes
D. Alfonso xill y D.;> Victoria su esposa con lucido séquito de perso-
najes y turistas concursantes con aquellos a la excursión automovilista
a Oñate (1908): la Princesa de Braganza, los Príncipes Faustember y el
Embajador de Austria-Hungría (1916): los Nuncios Apostólicos Emi-
nentísimo Cardenal Vico (1911) y Monseñor Ragonesi con el Auditor
Monseñor Solari (1916): los Prelados Franciscanos Cardenal Netto, ex-
Patriarca de Lisboa, Excmo. Sáenz de Urturi, Arzobispo dimisionario
de Santiago de Cuba, Iltmo. Obispo Armentia de la Paz (Bolivia), Irala
de Chachapoyas (Perú), Cervera de Fez (Marruecos), Ibáñez de China:
Rmo. P. Fray Serafín Cimino, General de toda la Orden Franciscana
de Frailes Menores y su Procurador General Rmo. P. Fr. Plácido Ángel
Rey-Lemos, actual Obispo auxiliar de Jaén: los limos. Obispos diocesa-
nos de Vitoria Sres. PiérOla, Cadena y Eleta y Meló: y los de Almería,
Barcelona, Ciudad Real, Lugo, Segovia, de Nissa y el Arzobispo de
Bourges (Francia) y el de Catamarca (Sud-América): los señores, Conde
de Romanones y Arias de Miranda: el Marqués de Valtierra, Capitán
General do. la Sexta Región con varios Generales de Infantería, Caballe-
ría y Artillería; el General Enrique Brualla, Gobernador Militar de
Álava con otros varios Generales de Infantería e Ingenieros: y el Ge-
neral Alfau con su familia: los Duques de Sotomayor, Bailen y Lecera:
los Condes de Sacro-Romano Imperio, de la Mejorada, de la Puebla
de Portugal, de Olmos, de Cedillo, del Real, de Torrejón, de Aybar y
Vizconde de Lagasca: Marqueses de Valdespina, Socorro, Lariz, Torre-
Villanueva, Villamayor, Borgheto, Cáceres, Castelfuerte, Narros, Tola,
Viuda de Casatorre, etc. : Diputados y Senadores varios: la Excelentí-
sima Diputación Provincial de Guipúzcoa, varias veces: Ingenieros,
Naturalistas, turistas en fin nacionales y extranjeros que no cito por
no alargarme más.
He aquí, curioso lector, ligeramente esbozado a tu vista el cuadro
histórico contemporáneo de nuestro Santuario, objeto todavía al pre-
sente de nuevas mejoras y adelantos que se están llevando a cabo prin-
cipalmente en el ramo hidra-eléctrico bajo la inteligente dirección de
nuestro ingeniero el Padre Fr. Antonio de Alcelay para beneficio de
todos, religiosos y visitantes, a cuya dadivosa cooperación y largue-
za, después de la singular Protección de Dios y del Patrocinio de
nuestra gran Señora y Madre, se debe el presente estado de prosperidad
57
que todavía hace augurar días cada vez más felices y esplendorosos a
medida que con el conocimiento de este pintoresco y simpático San-
tuario se difundan más y más el amor y la devoción consiguientes a
su excelsa Titular y Patrona y la confianza en sus celosos capellanes los
modestos Franciscanos mis hermanos.
Fr. Juan Ruiz de Larrínaoa.
SOLEMNE CORONACIÓN
DE Ntra. Sra. DE ARÁNZAZU
E""jjL día 6 de Junio de 1886 se abre una nueva era en la
\\ interesante historia de Aránzazu. En síntesis cordial re-
;: capituló Aránzazu ese día todas sus pasadas grandezas,
ü»;;";': ;; cristalizando en una corona bendita los sentimientos
:jyV.{ÍV.;ÍV/iVíiy.|Í! religiosos de un pueblo. Que Guipúzcoa entera se aso-
!:::::::::::•::::::::'::!: c'° con toc>a su alma al acto de la solemne Coronación
de la Virgen de Alona —gracia otorgada por el Papa León XIII y
gracia que solo se concede a las imágenes de la Bienaventurada Virgen
María más recomendadas por su antigüedad y milagros comprobados
por los Ordinarios del lugar bien se deja traslucir de los datos, por
desgracia sobrado incompletos, que nos han dejado en manuscritos, pe-
riódicos, folletos y libros escritos a raíz de aquel fausto suceso.
Queremos advertir que la Coronación de nuestra Virgen fué la pri-
mera en la historia religiosa del País Vasco y una de las pocas en la
Las Coronas del Niño Jesús y de la Virgen
58
del orbe católico, pues es sabido que en aquel tiempo eran muy conta-
das las Vírgenes agraciadas con tan solemne privilegio.
Siendo algo ingénito en el alma guipuzcoana la devoción a la Vir-
gen de Aránzazu, no es extraño que la noticia cundiera por las villas y
aldeas de la Provincia con muestras de universal regocijo. De ahí que
la Comisión organizadora, radicada en el Santuario y cuya presidencia
aceptó con satisfacción el Sr. Obispo de la Diócesis, apenas si tuvo ne-
cesidad de valerse de medios de propaganda -imprescindibles en ca-
sos análogos- para despertar los sentimientos del pueblo cristiano.
Confiaba la Junta en que en el momento supremo no faltaría ingente
muchedumbre a los pies de la Sagrada Imagen, como así sucedió.
Mientras tanto dirigió su actividad a otra parte, e invitó a las auto-
ridades supremas de la provincia, recabando su valiosa cooperación. En
todos halló benévola acogida. El Sr. Gobernador accedió galantemente
a la invitación; la Excma. Diputación Provincial, en sesión ordinaria
del 27 de Abril bajo la presidencia de D. Ramón Zabala y Salazar,
acordó que su muy digno Presidente y la Comisión provincial asistieran
a tan solemne acto, y como público testimonio de la viva y tradicional
devoción del noble Solar guipuzcoaao y de sus representantes a la Rei-
na de los Ángeles en su preciada advocación del monte Alona (1) hizo
personal entrega de un juego completo de objetos destinados a la cele-
bración de la santa Misa: el Muy Ilustre Ayuntamiento de Oñate, fiel
interprete de los sentimientos religiosos de su vecindario (2) se puso in-
condicionalmente a las órdenes de la Comisión organizadora, prome-
tiendo atajar con su vigilancia posibles abusos por la aglomeración
Paisajes -(Je Ar.ínz.-iz
Una de las capillas del Rosario
59
de la gente, acompañar al Sr. Obispo de la Diócesis que venía como
Delegado Apostólico, etc. Donó además 500 pesetas para sufragar los
gastos de las solemnes fiestas y 250 para el certamen literario qne iba a
celebrarse, costeando también el cirio magni ponderís de que habla el
Ritual de la Coronación. La nobleza y la gente adinerada contribuyó
con respetables sumas pecuniarias. (3)
Las quince capillas dedicadas a los quince misterios del Santo Ro-
sario, que bordean desde el punto conocido con el nombre de Zapata
la penosa carretera del Santuario, datan de aquella fecha y son demos-
tración palmaria de lo que puede una voluntad de férreo temple como
la del M. R. P. Epelde, Comisario provincial de esta nuestra naciente
Provincia de Cantabria, y alma y vida de aquellos extraordinarios acon-
tecimientos.
La Junta organizadora podía estar satisfecha de sus gestiones. Gui-
púzcoa entera se apresta para dar público testimonio de su acendrado
amor a la Virgen de Aránzazu. Aránzazu surge en su mente como una
visión celeste y a Aránzazu se dirigen movidos por misterioso resorte
ancianos, jóvenes y niños de todas las clases sociales, los más de ellos
a pie y algunos descalzos, sobrellevando por amor a su Virgen las con-
secuencias de un tan fatigoso viaje.
A su vez Aránzazu se había engalanado como nunca para recibir
a los peregrinos. La Iglesia estaba decorada con preciosos tapices, mag-
níficos estandartes y profusión de luces; en su frontispicio lucía una
vistosa imagen de la Virgen de Aránzazu circundada de los escudos
Pontificios, de la Basílica del Príncipe de los Apóstoles, del Cardenal
Prefecto del Capítulo Vaticano y del Sr. Obispo de la Diócesis; en la
torre se agitaban numerosas banderas con colores nacionales y pontifi-
cios, y en las proximidades del convento descollaban arcos triunfales
con sentidas dedicatorias a la Virgen, al Sr. Obispo y a los romeros. (4)
Con la llegada de unos 250 peregrinos de Asteasu el día 4 -que
fueron los primeros en rendir homenajea su Reina- coincidió la del
Sr. Obispo de Vitoria. El día 5 por la mañana una numerosa peregrina-
ción de Oñate, presidida por su Párroco y el Ilustre Ayuntamiento; y
por la tarde una nutrida representación de la Venerable Orden Tercera
de Vitoria. Masas compactas procedentes de Guipúzcoa, Vizcaya, Álava
y Navarra asomaban al Santuario uniendo sus vítores y exclamaciones
con el entusiasmo de los que continuamente venían afluyendo. Al obs-
curecer - y de conformidad con lo dispuesto por el Ritual - se cantó a
toda orquesta la letanía de la Santísima Virgen, y a continuación un
sermón alusivo al acto del día siguiente por el renombrado orador sa-
grado P. Caseda, de la Orden Capuchina.
La coronación. Amaneció el día 6 de Junio, día de hondas emocio-
nes y gratas remembranzas para los que tuvieron la dicha de presenciar
aquellas solemnidades. Nunca presenciaron los montes de Aránzazu el
hermoso espectáculo de tantas gentes y tan invadidas de emoción reli-
giosa. Los fieles acudían en tropel a la Sagrada mesa, siendo imposible
penetrar en el Santuaaio por la aglomeración de las multitudes.
6o
A las nueve de la mañana salió del convento el Sr. Obispo para
entrar en la Iglesia acompañado de la Comunidad Franciscana, üo-
bernador civil de la provincia, Excma. Diputación Provincial, Ilustre
Ayuntamiento y Juzgado de Oñate, y aclamado sin cesar por la ingente
muchedumbre que se apiñaba en derredor suyo. Una vez en el Pres-
biterio y siguiendo las prácticas marcadas en el rito especial de estas
ceremonias se procedió a bendecir por el Sr. Obispo las coronas desti-
nadas a la Virgen y al Niño, y después de bendecidas las entregó a la
Comunidad Franciscana, como Delegado Canónico del Rmo. Capítulo
Vaticano, delante de los ya citados Caballeros y de los testigos Doctor
D. Vicente Artazcoz y D. Juan Carlos Alzáa, vecinos de Oñate. De todo
lo cual se levantó acta pública que fué leída del pulpito por el P. Vica-
rio de la Comunidad, Fr. Luis Arrúe.
La corona de la Virgen era de plata sobredorada incrustada de va-
liosa pedrería, regalo de la distinguida y bondadosa señora D.a Inés de
Ortiz, y la del Niño de oro salpicado de piedras preciosas.
Acto continuo y después de haberse promulgado la Indulgencia
plenaria concedida por Su Santidad, ofició de Pontifical el Rmo. Pre-
lado en la misa solemne. De la oración sagrada estaba encargado el
mismo Sr. Obispo quien vivamente emocionado y con ferviente entusias-
mo a vista de tanta grandeza como por doquiera le rodeaba pronunció
una hermosa homilía sobre la significación c importancia de la Coro-
nación (5).
Terminada la misa Pontifical, en la que se dio el edificante espec-
táculo de la comunión de los Diputados provinciales y previas las for-
Paisajes de Aránzazu
malidades del ceremonial, subió el Sr. Obispo al camarín de la Virgen.
Fué un momento solemne y verdaderamente conmovedor. Los úl-
timos acordes del órgano fueron el comienzo de un silencio imponente.
Parecía que el choque del entusiasmo y de la curiosidad había para-
lizado los miembros de aquella muchedumbre. Millares de almas con
respiración anhelante enfocaban sus miradas a un punto, allí donde
tenían puestos sus corazones.
Toma con trémula mano la corona el venerable Prelado, la enseña
al pueblo que no sabe si caerse de rodillas o permanecer de pie, y an-
tes de terminar la fórmula de la imposición así como por estas manos
eres coronada en la tierra, así podamos merecer que por las tuyas sea-
mos coronados en el cielo, siéntese por los ámbitos de la Iglesia un sor-
do rumor que fué el preludio del estallido en que se iba a desatar el
entusiasmo de las multitudes. Aquellos vivas y aclamaciones, que se
sucedían sin cesar acompañados de aplausos ensordecedores, fueron el
himno más grandioso que Guipúzcoa pudo cantar a la realeza de su
Madre.
Estas demostraciones de júbilo se repitieron y, con creces, en la
magna procesión de la tarde y en las espléndidas funciones de los dos
días inmediatos, en las que hicieron uso de la palabra los más célebres
oradores del País. (6)
Así terminó aquella jornada gloriosa para Guipúzcoa y para las so-
litarias cumbres de Aránzazu, dejando en el alma de los devotos asis-
tentes gratísimos recuerdos.
Fr. Julio Equiluz.
Gastelnaitz u Peña del Castillo
Ait/.ili.il o Peña del Diablo
62
(1) Comunicado de la Excma. Diputación al Presidente de la Comisión. (Archivo del
Convento).
(2) Carta-oficio de D. José Bernardo Roteta, alcalde de Oñate. (Archivo del Convento).
(3) Entre otros donantes figuran los Marqueses de Urquijo, Solana, Linares, Conde de
Villafranca, Viuda de Blanc, Sres. Gil Delgado, Monzón, Artazcoz, Moyua y el Muy
Rdo. P. Provincial de Valencia, con sumas que no bajan de 1.000 pesetas. (Docum. 567).
(4) "El Vasco,,, n° 697, por D. Ramón Zubiaga, cronista de la Coronación.
(5) Revista "Euskalerria,,, Tom. xn, pág. 523.
(6) Predicaron el magistral de Vitoria, lectoral de Santander, los PP. Mortara, O. S. A.;
Bada, O. P ; Joaquín de S. Simón Stok, O. C; en castellano; y en euskera el P. Oyar-
zun, S. J. Sres. Aldalur, Pagadizabal y Jáuregui, párrocos de Azcoitia, Regil y Azpeitia,
respectivamente.
GORANTZ...
Gorantz dijoaz nere begiak,
Gorantz dijoazkit berez;
Nik berriz ondo zergatik ara
Dijoazkitan jakin ez...
¿Antxen itxaron ditudan eder-
-tasunen maitetasunez?
¿Emen biotza minberatutzen
Duten arantzen bildurrez?
O H O
¡Gorantz begiak! zorionean
Gau t'egun gorantz bijoaz
Era berean, biotz illuna,
Zeu alaitutzen bazoaz:
Goitik datorren etetzen ez dan
Enri gozoen tantoak
Gozatzen dizkit sarri ta garratz
Ditudan negar malkoak.
OSO
Gorantz igo zan guztion Bidé
Dan gttre Jesús maitea,
Erakusteko nun dagon gure
Zorioneko bidea,
Irakasleak daukan lekura
Igo dedin ikaslea,
Arranuaren atzetik alan
Dijoa arrano-kumea.
O H O
¡Ai! baña argalakizan gu beti,
Ta goian egon zerua!
Luzatu arren Jaunak, guk ez na i
Luzatu gure besua...
¿Betiko, orduan, gaduak, degu
Oraiñ miña, gero sua?
¡Nork daki, baldinez bagenduke
Ama laztan bat altsua!
♦ H O
63
PANORAMA DESDE UNA EMINENCIA SOBRE
LA ÚLTIMA CAPILLA DEL ROSARIO
Ama laztan bat zeruetatik
Guri hegira dagona
Ezagutzeko zer izango dan
Seme maitientzat ona,
Jaungoikuaren ama izan narren
Semetzat danka gizona
Artzen duala beretzat oni
Dagokion zoriona
O B O
Atoz, esaten dio maitaro
Jesns onak gizonari,
Atoz, znretzat dankat jarlekn
Daknszuna dizdizari;
Zure esknetan nere lagnntza,
Eta zuretzako sari
Betiko daña, baldin ekiten
Badiozn bideari.
O B O
Daukan tokia lagatzen bildur
Izan oi dan nmetxoa;
Diola alperrik beiñ eta berriz
Aitak: Atoz, enetxoa;
Latza bidea nnnbait, ta bera
Bildurti edo gaiztoa,
Deika dagoan aitarengana
Ura beintzat ez dijoa.
♦ SO
Amaren errai bignnak ezin
Utzi onela semia,
Ezin iknsi galtzeko zori
Txarrean bere maitia,
Ta dio: baldin berak ez badu
Onera nai etortia,
Nuan, tokirik ederrena da
Semia dagon tokia
O E O
Arantzez eta zotin garratzez
Badago bete beterik,
Aspalditikan bere gañían
Ezdala ikusten lorerik,
Igar mendiak legor biotzak,
Aserré berriz gañetik
Jauna, daukala zigorra alboan...
¿Zer, jun gabe, egiten det nik?
O E O
65
Nuan, zaurien eztigarritzat
Izango du maitasuna,
Bignn samurki biurtzen dala
Biotz gogor zitalduna;
Argia, poza datozen eran
Datorrenian eguna,
Euskalerrian zabaduko da
Neugaz zoriontasuna.
O H O
Iduki arren nere mendean
Zern ta Indi osua,
Ondo jakiñik Jaunak emanda
Neronek dedan eskua,
Gozatutzeko gizonen biotz
Arantzez mirtberatua,
Arantza baten gañían nai det
Iduki bizi lekua.
OSO
Arantzen ordez ugari Iorak
Alboan sortuko dirá,
Arritasunez dirala jartzen
Gnstiak onei begira;
Arantzaznren izena jaisten
Danian erri-erdira,
Igoko dirá guztiak arkaitz-
Arteko lorategira.
O H O
Ez txori polit alai dabiltzan
Zngaitz batera (bestetik
Abestitxoak dakiz) kitenak
Udaberrian bakarrik,
Ega-gabeko aingeru ezin
Egon diranak isillik
Egun eta gau nrte guztian
Emen enkinai ditnt nik.
O a O
Obeto berriz jagotntzeko
Maite ditudan semiak,
Alona mendi gañetik ernai
Enkiko ditnt begiak;
Alan alboko tontorrretatik
Artzai arduraz betiak
Jagotzen ditu Urbian bildur-
Qabe dabiltzan ardiak.
O B O
66
PAISAJE, A LA IZQUIERDA, AITZABAL
O PEÑA DEL DIABLO
67
Luze ta zabal Gipuzkoan nik
Eukiko ditut gau t'egun
Nere begiak eta geiago
Nere biotza artegadun;
Betoz nigana seme maiteak,
Neu naiz beren Ama kutun
Euren artera jeitxi nintzana
Izateko beti lagun.
O B O
Betoz nigana... ¿Aldapa latzdun
Zernko bidea dala?
¿Bakarrik ango bidé lnzea
Artzeko bildur dirala?
¡Emen zerura zuzen dijoan
Jakoben armall zabala!
¡Emen kezka ta zotin guztiak
Isilltzen ditun magala!
O B O
¡Goratu, seme maiteak, zuben
Biotzak! ez arren, beko
Gauzen maitale zeratela, izan
Betiko zoritxarreko;
Arren luzatu zuben besuak
Amarenak artutzeko,
¡Ama dagoan tokian izan
Zaitezten zorioneko.
O H O
Ez nuke izan nai eskar-txarreko
Gorrotogarri dan gorra,
Gogo onez entzun nai nuke beti
Amaren dei maitekorra;
Ama laztana, zure bidezko
Esanak egiteko, orra
Biotza daukat gertu ta bigun
Len izan badet gogorra.
O B O
Bean arkitzen ez dan zorion
Opa detanaren billa,
¡O maite nazun Ama! jasotzen
Det nere biotz erdi illa;
Begoz or bean naigabetutzen
Nauten gezur ta iskanbilla,
¡Amaren magal gozoan nere
Gogoa bizi dedilla!
O B O
68
Zure errukizko begiak, Ama
Airen itzuli izkidatzu,
Samiñez dagon biotz gaxoa
Gozatutzen badakizu;
Ama zera-ta ¿semien alde
Zuk zer egingo ez dezu?
¡Gure samiñak gozatutzeko
Zaude bai or Arantzan Zu!
Fr. Antonio Arruti.
ARANTZAZUKO ERROMERIAK
"Ooazen Arantzazura
Mariarengana:
Ooazen, bai, eskeñtzera
Biotz eder baña.»
I
E
'jjLiZAREN asieratik bcti izan da, kristauen artean, errome-
riak egiteko oitura.
Ozta Jesukristo gnre Janna zeruetara igo zan, bereala
:•::••::•: jj dakuskigu kristauak, alde guzietatik, Palestinara bidez-
i^VV/^/iV/iy/iy/i; knndeak egiten, mnndnko Salbatzalleak bedeinkatu zi-
:/.::/: i :"/:://: i:.':::.::: tuan toki ayek ezagutii ta beren begiz ikusi nairik. Eta
oro bat egin izan dute, Ama Birjiñak eta beste Santuak beren agertze
ta mirari-lekutzat autu izan ditnzten, gañerako toki santnetara ere. Eta
ez, alegia, bidé gabe.
Ba, Jaungoikoa nunai, toki gnzietan, arkitzen dala egia bada ere;
alderdi batznetan, ordia, besteetan baño obeto bere ontasnn eta esku-
bideak agertzen ditu, toki batzuek besteak baño santuagoak dirá. Ala,
Jaunak berak, bein batez, zirautzan Moisesi (1): «Ken itzatzu zure oñe-
takoak, lur au lur santua da-ta. > Baitere Jerusalen uria, Sion mendia,
tabernakulua ta eliza, uri santua, mendi santua, toki santua... deitzen
dirá Idazti Deunean.
Beraz, lege zarreko toki ayek, egizko ta benetakoen antz eta iduri
batzuek baizik etzirala, santu ta deunak baziran, ¿zenbat santuagoak
izango eztira, ayen iduripean adirazten zaizkigun lege berriko beste
toki oyek; au da, Jesukristok berberak, eta Ama Birjiñak eta beste San-
tuak beren bízitzarekin onetsi, ta beren agertze ta mirari andiak egiteko,
aukeratu zituzten oyek?
Eta toki santu oyek ¿ñola eztituzte kristauak beren begiz ikusi naiko?
Jaungoikoaren anditasun eta eskubidearen agerleku oyetara, ¿ñola ezti-
tuzte pausoak zuzenduko? Beartsu ta premidunak ¿ñola beren Ongil-
leagana eztira joango?
II
Toki oyen artean aurrenengo bat, Ama Birjiñak bere mesedeak egi-
teko aukeratu zuana, da Arantzazu.
Irudi agurgarria mendigan artan agertu zanetik, bereala asi zan ze-
60
:: EL SANTUARIO DE ARANZAZU EN 1879,
ANTES DE CONSTRUIRSE LA CARRETERA,
EL COLEGIO Y EL ACTUAL CONVENTO ::
ruko Erregiña, esku beteka, bere ongi ta mesedeak gizonai zabaltzen;
ta bereala, baitere, jendeak eta erriak asi zitzaizkan Andre ongilleari
bere aurrean agertzen: batzuek beren biotzeko jayera maitetsua azal-
tzeko, besteak artutako ongiyen esker onak emateko, ta besteak, azkenik,
beren neke ta estuasunetan laguntza eskatzeko.
Etxebarria Aitak bere Kondairan (2) esaten digunez, ogeitabostetik
ogeitamar millaraño bai ornen ziran, nrteoro, Arantzaznko erromesak.
Eta ez da arritzeko. Ba, Andre miragille onek, ez bakarrik Gipnzkoan,
Bizkayan, Araban eta Naparroan zeuzkan ta dauzka bere debotoak,
baizikan baita Gaztelanian, Franzian eta beste tokirik askotan ere; eta
ala, alderdi gnzietako erromesak ikusten ziran Arantzazun : bei lagnn
banakak, bai erri osoak; orain legorrekoak, beren soroetarako enri eske
ta beste nekeetarako laguntza billa, orain itxasgizonak, batez ere baka-
llau arrantza egin aurretik eta ondorian.
Eta sarri, nekazari ta langilleakin nasi, ikusten ziran, ta dirá orain-
dik gaur ere, aginpide ta mallarik goyeneko gizonak, bai elizgizonetan
eta bai bestelakoen artean.
An dakusgu, lenengoen artean, Loyolako Aita San Ignazio, Jesu-
sen Lagundiaren egintz andiari eskua ezarri aurretik, Ama Birjiñaren
aurrean gau osoa igarotzen; an dakuskigu Fr. Zeferino González eta
Lisboako Patriarka Neto, kardenal jaunak; an Viko ta Ragonesi, Espa-
ñan Aita Santuaren Ordeko, Monseñor jaunak; an, baitere, Gazteiko
obispo jaunak eta beste izen andiko elizgizonak. — Errege ta agintz
andiko gizonen artean, berriz, lenengo arkitzen deguna, da III g. Felipe,
Españako erregea. España ta Franziaren arteko ezkontza trukeak eginda
gero, Ondarrabitik atzera zetorrela, — dirausku Isasti kondairagilleak (3) —
Oñatin goizean goiz jaikita, euri jasa aridiakatik ikaratu gabe, igo zan
errege jayeratia Arantzazura, ta Ama Birjiñaren aldarean meza santua en-
tzunda, amaikatarako errira berriz jetxi zan: onela agertu nai izan zion
Mariari bere maitetasun bizia. Jaungoikoaren edo Ama Birjiñaren ize-
nean, beren animen onerako, neke apur bat igaro nai eztuten gaurko
kristau epelentzat, ¡zer lotsabidea! — Errege onen pausoak jarraituaz, igo
dirá bakarleku artara XIII g. Alfonso ta Victoria Eugenia, bere emaz-
tea, oraingo erregeak ere; eta, oro bat, gure erreñuko arazo ta gorabe-
retan añ zer-ikusi andia izan duten, Kanovas, Pidal, Polavieja... ta
beste ainbeste ta ainbeste entzute andiko jaun eta andiki. An dakuskigu
guziak Arantza-gañeko Andre miraritsu onen aurrean belaunikaturik.
Baña ez bakarrik erromes banakak, baita erri osoak ere.
Errien erromeri oyek, iru salletan berezi ditzakegu: a) Orokar edo
gazienak. Eta dirá: 1618 g. urtean, eliza berri zabal eta galantago
batean Irudi agurgarria jartzea zalá bidé, Aita Santuak eman zuan
barkapen oso-oso bat irabazteko, egin zana: 1881 garrenian, Gazteiz eta
Iruñako obispo Jaunak buru zirala, egin zana; eta 1886-an, Ama Birji-
ña koroatzeko, Gazteizko obispo jaunarekin, egin zana. Irurak, zortzi
egunekoak: goiz da arratsalde, zortziurren guzian, euskeraz da erderaz,
iztunik azkarrenak predikatzen zutela, ta elizkizunik onen da ederrenak
egiten zirala. — b) Urteorokoak. Asko ziran lenago erri oyek, eta gaur
ere badira oraindik, Jaungoikoari eskerrak, oitura santu onetan dirau-
tenak. Gipuzkoatik dauzkagu: Oñati bere Araoz da Uribarri auzoakin,
Aretxabaleta, Zegama, Segura, Mutiloa ta Zerain; eta oyen artean jarri
dezakegu, orañago, Donostiatik, urteoro etortzen asi daña ere. Arabatik,
nrteoro, datozen erri txikiak, berriz, geyago dirá. — c) Aldian beingoak.
Era onen bat egoki datorkienian, edo bearrak ala artaratzen dituanian,
asko dirá erriak Arantzazura erromeriak zuzentzen dituztenak. Onela-
koak izan dirá, gure egunetako gerrak dirala-ta, ainbeste tokitatik zuzen-
du diranak; eta oro bat, Aita San Franziskoren Irugarren Ordenak, Jesús
Sakramentatuaren Lagun gautarrak, San Antonioren eta San Luisen
Gazteriak... eta beste askok egin diiuztenak ere.
Arantzazu, beraz, erromeri-lekurik ospetsuenetakoa degu: erromes
gabeko egunik, toki artan, egualdi ona egin ezkero, nekez izango da.
Ama Birjiñak bere mesedeak, esku beteka, alde guzietara ixurtzen
dituan bezela: alaxe, baitere, noiz nai dakuski bere seme-alaba zintzoak
bere aurrean, noiz nai datozkio, alde batekoak edo bestekoak, bere
aukerako egonleku miraritsu artara: batzuek kotxebidetik, besteak men-
dietako malkarretatik bera, ta ez gutxi Aizkorriko Gurutze Santura
erromeria eginda gero; gazteak zantzoka ta kantari, ta aitón da amona-
txoak ere, bearbada urrutietatik etorri arren bizkor-bizkor. . . : guztiak
pozpozik, jayeratsu, beste gogo ta asmorik ezdutela, beren ikustaldi ta
agurra egitia baño
Ama Birjiñari,
Arantzaren gañean
Agertu zanari.
El Santuario visto drsde el ba
Barrancos He Aránzazu
72
Eta, egia esateko, erromeri oyek ¡zeñ eder eta ikusgarriak dirán gure
egunetan! Fedea añ ozturik arkitzen dan egun erkiñ oyetan, erromeri
oriek ikusita ¡zenbateraño poztn ta alaitzen dan biotzaü Eta ¿ñola ez,
kristan-errientzat añ onuragarriak badira?
Bidezknnde jayeratsu oriek dakarzkignten ontarte ta mesedeak asko
ta andiak dirá. Beren bitartez, piztn ta sendotzen da erdi-illik edo epel-
durik arkitzen dan kristau-fedea; alkargandu ta laztantzen dirá, bearba-
da bata besteagandik aldenduta zenden anai asarretuak; onak izateko
lotsa ta bildurra zapaldurik aitortzen da agirían, toleskabe, barruko si-
nismena; alkarri ematen zayon onbide ta lagnntzarekin, artzen dirá,
aurrera jarraitzeko, arnas eta indar berriak... ¿Nork adirazi, erromeri
oyek birtuteari, Fedeari, Elizari ta erriai ekarri dizten eta dakarzkieten
mesede andiak?
Lnznriaga Aita Arantzaznko kondairagilleak, begira ñola, anziñako
erromesaz, itzegiten duan (4): «Danak zijoazten-dio-lotsari ta begirnne
andiarekin, batzuek oñez urrutietatik, ez gntxi oñ-utsik eta zenbait be-
lanniko; asko astindu edo zigorkatzen ziran bidean; eta gnziak, Eliza
begiztatzean, belannikaturik agnr egiten zioten Ama Birjiñari, Agur
María esanaz: aitortu ta jaunarturik, biurtzen ziran era berean, ñor bere
etxera, ango ogi apurrak ere erlikia batzuek bezela etxekoai eramanaz.»
Badakigu Arantzaznko erromes gnztiak eztirala begiratzen beti,
anziñako erromesen ispilln eder eta garbi orretan. Nunai bezela, Aran-
tzazun ere eztira palta izaten, aldiyetan, ez Jaungoikoaren bildurrik,
ez munduaren lotsarik, agertzen ez dnten errukarri zentznngabekoak.
Biotza benetan samindnrik ikusi izan ditngn, noizipeñetan, bakarleku
santu ari ez dagozkion bezelako, ikusteko negargarrik. Egia da. Ezin
nka dezakegu.
Errukarri oriek, ordia, banaka batzuek, edo gutxi batzuek, baizik
eztira, eta noizipeñetan baizik ikuslen eztiranak; eta, diranak dirala,
eztira Mariaren seme-alabak, bere etsairik gogorrenak baño. Obe lnteke
toki artan egnndo agertuko ezpalira; ta bildur bitez Erregiñ altsua as-
arretuta, negar gogotik eragingo dien ezbearren bat gertatu ez dakien.
Baña gañontzekoak, neke ta atsekabepean daudenak, anziñako erro-
mesen oñatzak jarraitn nai dituztenak, beren maitetasun jayeratia Mariari
agertu nai dioten gnziak, betoz... betoz Arantzaznra.
Bai, euskaldun maiteak: goazen Arantzaznra, Alona gañean, ernai
ta arduratsu, bere seme-alaba zintzoai begira, dagoan Andre Zaindaria
ikustera. Goazen Arantzaznra, gure Amatxo laztan-kutunari agnr gozo
bat egin da esker on-beroak ematera:
Goazen Arantzaznra
Mariarengana:
Goazen, bai, eskeñtzera
Biotz eder baña.
Fr. P. Luis Zalona.
(1) Exod., ni, 5.
(2) Idazti au, oraindik argitaltzeke, Arantzazun arkitzen da.
(3) Compendio historial de Guipúzcoa, 288 g. orrialdean.
(4) Paraninfo celeste, etc., Lib. H¡ 92.
E
LA BENEDICTA
::\>¡ una hermosa tarde de primavera paseaba yo por las
rocosas montañas de Arantzazu con un amigo, cultísimo
literato y músico, a la vez, de gusto y técnica nada vul-
;•::;•::•; ;j gares. Un áspero camino- tallado a trechos a pico en la
:\V\V;V/lj7 V/Í\V!: desnuda roca arranca entre la hospedería y la posada
::V::::::V:::V:::V:::::::: de la Sindica, y conduce, serpenteando sobre el abismo
del río Arantzazu, a las deleitosas sombras de Iturrigorri. Allá nos diri-
gimos los dos amigos, recorriendo la tortuosa senda. Cabe la fresquí-
sima fuente de agua ferruginosa y a la vera del riachuelo, gozando de
la frondosidad del lugar bajo una tenada de ramaje, barajamos mil
asuntos discutiendo de omni scibili en íntima y amenísima conversación.
Filosofando sobre las diversas manifestaciones de la vida, volvimos a
desandar la rocosa senda; y después de haber contemplado desde el
peñón de Aketain la belleza incomparable de Arantzazu llegamos al
caer de la tarde a las puertas del Santuario.
I
Por tercera vez llamaban las campanas para la Benedicta, cuando
bajábamos ya la espaciosa escalinata que conduce a la iglesia.
Momentos después de habernos arrodillado al pie del venerando es-
pino, un imberbe frailecito subía al pulpito para rezar la Corona fran-
ciscana. Terminada esta devoción, rompe de pronto el órgano en un
tutti tortísimo, soberbiamente majestuoso, ejecutando en modo ipofri-
gio un preludio que recuerda un célebre coral harmonizado por Bach,
Krebs, Neumark y Mendelssohn. Parece como una invitación, dirigida
al cielo y a la tierra, a cantar las maravillas de Dios reflejadas en las
glorias de María.
Mientras preludia el órgano, fórmanse delante del facistol los dos
coros de la Comunidad y Colegiales, y salen al presbiterio, precedi-
dos de los acólitos, tres sacerdotes revestidos de capa pluvial. Callado
el órgano, canta el preste las palabras Benedicta tu, de la primera antí-
fona del oficio parvo, en modo ipofrigio, y en el mismo modo entona te
Schola el salmo Domine, Dominas noster, que se canta dialogando los
dos coros de la Comunidad y de los niños, hasta que terminado el
salmo se funden los dos coros, hombres y ángeles, cielos y tierra, para
saludar a su Reina y Señora, cantando la antífona Benedicta tu.
El modo ipofrigio del preludio, del salmo y de la antífona adentra
en lo más hondo del alma y sacudiéndola suaviter et fortiter, con dul-
zura y fuertemente, despierta en ella una agudísima nostalgia del cielo.
Escuchando esa primera parte de la Benedicta al caer de la tarde, cuan-
do la negrura de la noche envuelve los riscos vecinos al Santuario,
instintivamente se recuerda la grandeza imponente de nuestras monta-
ñas, cuyas empinadas crestas, desgarrando nubes y nieblas, se elevan al
cielo como para entonar el «Más cerca de ti, Dios mío». A la vez que
cierta grandeza hierática, tiene también el modo ipofrigio un tenue ma-
tiz de melancolía; me atrevo a decir que participa, a veces, de la placi-
dez melancólica del modo eólico. Y el País vasco que -al decir de un
71
insigne artista aun cantando asuntos alegres lo hace frecuentísima-
mente de modo menor >, gusta de esa dulce melancolía que se adueña
de nuestro espíritu, tan influido por ese medio ambiente del cielo
nublado.
Cantada la antífona Benedicta, se entona en modo lidio la segunda
antífona Sycut myrrha a la que sigue, en el mismo modo, el salmo
Cceli enarrant ejecutado a tres coros; primero el de los religiosos, se-
gundo el de niños y luego ambos mezclados en un fabordón a cuatro
voces. Desde las primeras palabras Sicut myrrha se nota aquí un cambio
radical de ambiente. Distingüese por una sonoridad brillantísima, que
llega a su máximum cuando los dos coros se harmonizan formando el
cuatro del fabordón, acompañado por el árgano con una combinación
de teclados y de registros de voces humanas en octavas agudas, que
peca, tal vez, por demasiado efectista. Indudablemente, es uno de los
momentos en que el órgano Amezua de la iglesia hace gala de sus
mejores recursos, y el momento también en que el público viene a ser,
decididamente, presa de la emoción estético-religiosa.
El canto de este salmo es el mismo del célebre Magníficat de Lour-
des, pero presentado con más arte y estudio por la combinación de los
tres coros, siendo la melodía del soprano del fabordón la misma del
coro musical. Contrasta singularmente la magnífica sonoridad de este
segundo salmo con la sobriedad, rigurosamente litúrgica, del primero.
No parece sino que de súbito se ha disipado la niebla del cielo de
Arantzazu de los cuadros de Cabanas y nos hemos trasladado a una re-
gión de luz intensa meridional de algunos cuadros de Regoyos.
Cab
eza escu
Itórica de San Antonio, de Gregorio Hernández (siglo xvn)
75
¡ARANTZAZURA!
BILDEUH-eRESERKIVfl
Euzkerazko olerkiya Arrue'tar Abearena.
Texto castellano del P Ignacio de Aberastun
Arrue'tar José Abak (O. M.)
Modefaho (Tiempo de marcha)
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(1) Oonosha'ren orde¿ beMc enyen izrnak jan W-ik«.
2: y . ?■ z_
r j j j \ r j — j-a r t r m
i -Je _ rrrn /<? _ e></ ñdk Be _ A _ ¿0 . Qa _ "ra i .
Contigo, Madre tierna,
Tus hijos vivirán
En guerra con el mundo
En guerra con Satán.
Siempre sobre ellos brille
Tu bienhechora luz;
Siempre en tu Espino encuentren
Los frutos de la Cruz.
Ave, ave, etc.
Ama, ama maitea
Gaurko egunean
Gure begira dago
Arantza-gañean
Goazen Aranta-ondora
Goazen arin danok
Mariaren eskuan
Jartzera biyotzok.
Agur, agur, etc.
o O o
o O o
Oh Madre, dulce Madre
De Cristo Redentor
Bendice de ese trono
Al triste pecador.
Santa Virgen piadosa
Fuente de todo bien,
En la vida y la muerte
Sé tú nuestro sostén.
Ave, ave, etc.
Maite zaitue, Ama,
Kristau-erriyetan,
Toki eder bat dezu
Euren biyotzetan;
Baña ondo dakizu
Gogoz ta benetan
Maitatzen zaituela
Euzkal-erriyetan.
Agur, agur, etc .
77
Termina el salmo Cedí enarrant con el canto íntegro, por todo el
coro, de la antífona Sicut myrrha y viene después la antífona Ante
thonim, con salmo Do mi ni est térra, en modo ipolidio. La antífona pide
que se repitan dulces cánticos de alabanza ante el tálamo de la Virgen,
y el salmo tercero continúa participando de la sonoridad del segundo,
si bien en éste la sonoridad es verdadera polifonía, y en el tercero es
más bien de una simple frase canción en terceras obligadas. Alternan
los dos coros y finaliza la melodía cantando a toda capilla el Ante
tliornm.
El altar, que hasta ahora ha estado a media luz, va iluminándose
profusamente. Calla el coro, y se escucha un rumor lejano, un eco mis-
terioso de voces blancas. Es el órgano que, en el registro agudo de las
voces humanas, ejecuta un placidísimo adagio. Un pianísimo de lejanía,
vaporoso, celeste al principio, pero que viene agrandándose en un cres-
cendo amplio, inconmensurable. Diríase que es un coro de ángeles que,
partiendo de las alturas del empíreo, viene poco a poco aproximándose
al altar de la Reina de Arantzazu. Y no es ilusión, es una realidad.
Ábrese la puerta lateral derecha del presbiterio, y ocho niños, ocho
angelitos, vestidos de azul celeste y blanco de nieve, con velas —símbolo
de su angelical pureza— en las manos, desfilan a formarse en semi-
círculo al centro del presbiterio. Doblan isócronos las rodillas ante el
augusto Sacramento; se descorre una cortina y luego otra en el cama-
rín, y ¡oh Paradiso!, deslumbradora, radiante de luz, de belleza, coro-
nada del sol y la luna a sus pies, aparece la imagen de la Madre de
Arantzazu vestida'de oro, plata y pedrería.
Manto de la Virgen
Estandarte
7S
El coro de los ocho angelitos, inclinando graciosamente sus cabed-
tas, la saludan cantando Diffusa est gratia in lablis tuis, la gracia se
ha derramado en tus labios; a lo que el coro contesta: «Por eso te ha
bendecido Dios para siempre.» El fiel devoto siente un escalofrío de
emoción, y el hombre más frío experimenta una como sacudida eléc-
trica que le hace dejar su asiento para caer de rodillas. Este es, sin
duda, el momento cumbre de la Benedicta.
Se establece un diálogo tiernísimo y en extremo conmovedor entre
el preste, el coro y los niños con el canto de las bendiciones, de las lec-
ciones y de los responsorios. Dos niños, con el candor de la inocencia
en los labios, recitan las lecciones In ómnibus y Et sic in Sion. Al decir
María, por boca de esos angelitos, que por voluntad expresa del Altí-
simo ha fijado ella su trono y lugar de delicias entre los escogidos de
Dios>, ven los fieles que ese trono es la milagrosa zarza que tienen a la
vista, y que ellos, los que se agrupan y viven en torno de esa zarza, son
los escogidos; y es entonces cuando todo inundado de gozo prorrumpe
el coro en alabanzas de María, cantando los dos bellísimos responsorios
Sancta et linmaculata Virginitas y O gloriosa virginum. «Santa e In-
maculada Virginidad, — canta el coro— no seque alabanzas tributarte,
cómo ensalzarte no lo sé; porque al que los cielos no pueden abarcar,
Ui lo has encerrado dentro de tu ser. ¡Bendita tu entre las mujeres, y
bendito el fruto de tu vientre!» ¡Que explosión de agradecido entusias-
mo! ¡Que fuerza de expresión y qué frase más cálida!
Musicalmente estos dos responsorios son, sin género de duda, lo
más interesante de la Benedicta. Toda su línea melódica se desenvuelve
en un ambiente de ternura devotísima, la más íntima, sincera y convin-
cente, tal que juzgamos punto menos que imposible encontrar en el
canto eclesiástico piezas mejor y más hondamente sentidas. Y eso que
el verdadero canto de la Iglesia es el de más hermoso sentimiento; tier-
no sin dulzarronerías, algo tristón -si se quiere- pero el único que
sabe hacer rezar». Todavía guardo vivo el recuerdo de la impresión
hondísima que me produjo la audición de esos responsorios una noche
de otoño, cuando aún era yo muchacho de once abriles. Fué —quiero
confesarlo, agradecido a mi adorada amatxo de Arantzazu— uno de los
toques más dulcemente eficaces que decidió mi vocación a la Orden
artista del Poverello.
Después de los responsorios y del recitado Quasi cedras del preste
cántase una salve a cuatro voces mixtas, en la que llevan los tiples la
melodía, rigurosamente exacta, de la salve breve gregoriana, obtenién-
dose bellísimos efectos de conjunto. Cantada la oración correspondien-
te se da por terminada la Benedicta, a la que, mientras se retiran los
ministros del altar, se añade el popular Arantzazu' lio, que también re-
sulta interesante, más que todo por el entusiasmo con que lo corea el
público.
II
Terminada la función, acerquéme al amigo y artista para cambiar
impresiones. —Y, vamos, -le pregunté- ¿qué le ha parecido la Bene-
dicta? Imposible, Padre, -respondió- imposible contestar a su pre-
79
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80
gunta; porque no alcanzo a expresar lo que siento. Desde los primeros
acordes del órgano en el preludio fui presa de la más dulce emoción
estético-religiosa, que fué en un crescendo molto, hasta que, al descubrir
la veneranda Imagen, caí de rodillas con los ojos preñados de lágri-
mas. Todo cuanto se dice y se diga en elogio de la Benedicta es pálido
ante la soberana realidad. En fin; que no hay palabras que puedan re-
flejar mi interior, y me veo precisado a exclamar con Cordelia de Sha-
kespeare: Sé que mi corazón vale más que mis palabras .
— Es decir, que suscribe usted lo que un célebre organista dijo al
respecto: enmudezco, porque el silencio es el lenguaje de las grandes
emociones . — Suscribo y hago mía la frase. Y ahora, padre, ¿podría
usted hacerme algo de historia sobre tan interesante asunto? — Le com-
placeré con mucho gusto.
III
La Benedicta, como usted habrá notado, está integrada por los tres
primeros salmos del oficio parvo de la Virgen con sus antífonas, bendi-
ciones, lecciones y la salve final, recibiendo su denominación de la pala-
bra inicial Benedicta de la primera antífona. La práctica de esta devo-
ción mariana es tradicional en la Orden Seráfica, y su origen parece que
debe remontarse, cuando menos, a los tiempos del Beato Juan de Parma,
General de la Orden Franciscana por los años 1247-1257. Refieren las
crónicas — de éste V. Padre y de unos compañeros suyos -que desorien-
tados y perdidos, una tormentosa noche de invierno, en la espesura de
un bosque, fueron atendidos milagrosamente por el cielo luego que
hubieron rezado la Benedicta.
A raíz de este suceso se estableció en toda la Orden Franciscana que
seTezara la Benedicta todos los días que el oficio fuese de feria, y se ha
observado tan laudable costumbre con más o menos regularidad hasta
la publicación de las últimas Constituciones Generales. Hoy mismo, en
nuestra Seráfica Provincia de Cantabria es de rigor el recitado de la
Benedicta mientras los religiosos clérigos ejercitan el acto de humildad
de fregar la vajilla después de la refección meridiana. Sabemos también
de muchas comunidades de religiosas franciscanas que practican esa
devoción varias veces al año en sus iglesias. En un libro coral de la
parroquia de San Juan Bautista de Mondragón hemos visto las partes
de la Benedicta con las mismas melodías gregorianas de Arantzazu,
siendo muy .verosímil que ese libro coral proceda de nuestro convento
de San Francisco de aquella histórica villa, donde moraron por algún
tiempo los PP. Zerain y Zuola, los mismos, precisamente, que organi-
zaron el canto de la Benedicta en el Santuario de Arantzazu.
No es, pues, esa simpática devoción exclusiva de Arantzazu, como
vulgarmente se ha creído en el país. Sin embargo, por la práctica cons-
tante y por la solemnidad tan grande que reviste aquí ese acto -cosa
que no consta de ningún otro punto -bien puede considerarse la Bene-
dicta como la devoción típica de Arantzazu.
No se puede precisar desde cuando arranca el canto de la Benedicta
en este santuario. Es de creer que los religiosos franciscanos, al estable-
cerse en Arantzazu, practicarían esa devoción al igual que en los demás
I
conventos. Lo que se sabe de cierto es que ya en los tiempos de los
PP. Zerain y Zuola se hacía con bastante solemnidad. La historia de
Arantzazu de Pastor hablando de aquellos tiempos dice: «Después de
la colación rezaban aquellos ejemplares religiosos la Benedicta, conclu-
yendo con la letanía, cual se cantaba en Loreto. Todas las tardes se
rezaba, pero los viernes era cantada en el crucero de la iglesia, vistién-
dose con sobrepellices seis de los más graves, dando fin con una Salve*
cantada también, durante la cual se descubría la santa Imagen con sumo
contento de los peregrinos que asistían a ese piadoso acto. . . Las ofren-
das que se hacían a la Santísima Virgen eran innumerables, y en los tes-
tamentos generalmente se hacía alguna manda, especialmente para la
mayor solemnidad de la Benedicta.
En la edad de oro de la célebre Capilla de Música de Arantzazu —
segunda mitad del siglo xvn y casi todo el siglo xvm — debió de tener
grandísimo interés la Benedicta a juzgar por dos lecciones «In ómnibus
y «Missus est» que he tenido la fortuna de encontrar, de aquel tiempo.
Son dos bellísimas páginas musicales que hablan muy alto a favor de la
música religiosa en el país vasco y que por lo mismo en fecha no lejana,
Dios mediante, las daré a conocer al público.
Llegó el último cuadrante del siglo xvm con la decadencia de la
música religiosa, y la Capilla de Arantzazu rindió tributo al mal gusto
imperado por las ideas del Renacimiento y del Humanismo que enton-
ces se desenvolvían. Modelo de chabacanismo es una lección de la Bene-
dicta escrita el año 1827 por José de Arriortua, a cuatro voces, con
violines, flautas, trompas y bajo», es decir, a base de piporro para que
todo vaya en harmonía. Ocioso es decir que desde esa época vino solem-
nizándose la Benedicta conforme a los cánones del gusto imperante,
hasta que Pío X lanzó urbi et orbi el grito regenerador de instaurare
otnnia in Christo, y con su célebre Motu proprio paró los pies a los
profanadores del templo y asesinos del arte. Fué entonces cuando los
Franciscanos de Cantabria meditaron y rumiaron el texto sagrado:
Tenete traditiones quas didicistis, y cantando el torniamo V anticho, de
Verdi, revistieron a la Benedicta de su prístina grandeza.
Se inició la restauración siguiendo las disposiciones del Motu proprio
en todo su rigor. Volvió la salmodia a sus antiguas fórmulas gregoria-,
ñas; tornaron los responsorios a la clásica y robusta modalidad diatónica
y las antífonas y los versículos y los recitados se encerraron escrupulo-
samente dentro del marco de la liturgia.
Andando el tiempo, al objeto de introducir alguna variedad y de dar
realce al acto, se admitió la polifonía en los fabordones de los salmos y
en la salve final; pero siempre, más o menos, dentro de la santidad,
bondad y universalidad de formas que debe caracterizar toda música
religiosa.
Tal como hoy se canta la Benedicta pudiera mejorar notablemente
en cuanto a la forma y ejecución; pero como me he extendido dema-
siado, desisto de presentar las razones artísticas de lo que yo adoptaría
como el ideal de tan tiernísima función mariana. Recuérdese, sin em-
bargo, lo que dijo un distinguido crítico musical : mantenemos un
criterio amplio en cuanto a las diferentes modalidades artísticas, y no
nos convencen aquellos artistas -de evidente talento ciertamente -que
82
no sienten el arte más que según aquella variedad en que son profesio-
nales, a cuyas leyes suelen someter los juicios que formulan sobre las
demás modalidades artísticas».
Ahí tiene usted, amigo, lo que deseaba saber de la Benedicta, de esta
simpática Benedicta que tan dulces e imborrables recuerdos deja en las
almas que poseen la altísima virtud de emocionarse delicadamente.
Fr. José de Arrue.
PATRONA DE CANTABRIA
(1738)
L
'jjA Orden Franciscana, y lo mismo puede decirse de casi
todas las Ordenes religiosas, no es, desde cierto punto
de vista de su organización, más que un agregado de
;•::••::•! i| provincias, y éstas no son sino grupos de conventos
\\¡\i\\i\\¡\\i\\i\\ que dependen del Ministro Provincial, asesorado de su
Í^::\::^::^:::x:A:: Defillitorio.
Una de esas provincias es la de Cantabria, nombre que se le dio,
según nuestros cronistas, en recuerdo de la Cantabria de los romanos,
ya que el territorio clásico, por decirlo así, de la nuestra había formado
parte muy principal de la histórica región de la España Tarraconense.
Su erección canónica se remonta al año 1551, habiendo pertenecido
sus conventos, desde 1514, a nuestra Provincia de Burgos, y en tiem-
pos más remotos, a la de Castilla, ambas extinguidas hoy, como tantas
otras, a consecuencia de la exclaustración de 1835.
El primitivo territorio de nuestra Provincia lo constituían las Vas"
congadas y la Montaña (Santander), con la mitad del reino de Navarra,
donde teníamos los conventos de Sangüesa y Pamplona, y una estrecha
zona de la provincia de Burgos, alrededor de nuestros conventos de
Frías y de Medina de Pomar. En 1602 desprendióse Cantabria de los
conventos de Navarra, a cambio de los de Poza y Miranda de Ebro,
siendo agregados ambos en 1617, junto con los de Frías y Medina, a
los grupos vizcaíno y alavés, al crearse aquella organización peculiar
que nuestros Estatutos Municipales, impresos en 1719, llaman Qua-
dripartita de las Naciones de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y la Montaña ,
que tenía por objeto regularizar ciertas funciones de régimen interior,
cuyo conocimiento no interesa a los lectores.
Los conventos de Cantabria han sido muy numerosos: a 30 llegan
los sitios del territorio de la Quadripartita donde consta que los tuvi-
mos. Los religiosos pasaban de 800 en 1680, y a principios del siglo xix
dicen que eran más de 1.000. Y para todos había ocupación, y a nin-
guno le era permitido estarse mano sobre mano. Para comprender esto,
conviene advertir que la Provincia tenía entonces ocho noviciados y
doce o más casas de estudios mayores, y que a su cargo corría la di-
rección y servicio diario de unos 30 conventos de monjas de la Orden;
y que, sin contar el sinnúmero de misioneros que recorrían nuestros
valles y montes, destacaba de cuando en cuando contingentes de ope-
rarios evangélicos para diversas partes del globo y sobre todo para ta
América Española.
83
EL SANTUARIO EN EL AÑO 1897
(VISTA DEL ESTE)
Si
Entre los conventos figuraba en primera línea el de Nuestra Señora
de Aránzazu. Era el más importante de Guipúzcoa y de igual catego-
ría que los muy famosos de San Francisco de Vitoria, Bilbao y San-
tander. Como Santuario, cuenta con brillante historia; y la devota
Imagen de María Santísima, que en él se venera, es para los hijos del
Serafín de Asís el don más regalado de la Providencia. Criados en su
regazo maternal y entre los pliegues de su manto, aman con amor de
hijos a tan excelsa Madre, a la cual contemplan hoy y la muestran po-
seídos de santo orgullo, condecorada con los más altos honores que
la liturgia tiene reservados para las imágenes más célebres de la cris-
tiandad.
Hace ya cerca de dos siglos ¡que la Virgen de Aránzazu fué pro-
clamada Patrona de la Seráfica Provincia de Cantabria. El hecho tuvo
lugar el año 1738 en San Francisco de Vitoria, con motivo de celebrar-
se allí Capítulo Provincial. Así lo acredita el acta de la sesión deíini-
torial del 13 de Julio, en la cual hay un decreto que, según copia oficial
registrada en el archivo provincial de Zarauz, dice textualmente lo que
sigue: -Por todo el Capítulo de la Provincia, con aprobación del Vene-
rable Definitorio, se eligió por Patrona de ella a la Madre de Dios del
Santuario y Convento de Aránzazu, y se determinó que el día 8 de
Septiembre se solemnice como a tal Patrona; para lo cual se encarga al
M. R. P. Provincial solicite el indulto y licencias que se requieren de
la S. Congregación de Ritos, así como también de Su Santidad la con-
cesión de todas las gracias e indulgencias concedidas a la Iglesia de
San Juan de Letrán, para que las puedan ganar los fieles y devotos que
concurrieren a dicho Santuario .
Efectivamente: la Natividad de Nuestra Señora ha figurado litúrgi-
camente como Patrona de Cantabria, aunque sub titulo Domina' Nostra'
de Aránzazu, que rezaba la gallofa; pero tanto esa prerrogativa como
la de Titular del Santuario, que también ostentaba la Natividad, debe-
rán ir adelante, según rescriptos de la Santa Sede de 10 de Marzo de
1917 y de 27 de Febrero de 1918, anejas a la Aparición de la Virgen
de Aránzazu. Esta fiesta, aprobada por la S. Congregación de Ritos el
26 de Enero de 1884, venía celebrándola nuestra Provincia el domingo
siguiente a la Natividad, habiendo sido trasladada al 9 de Septiembre
al publicarse en 1913 la bula Divino afflatu . La fiesta de la Aparición
de la Virgen del Alona será, según esto, solemnidad de primera clase,
con misa y oficio propios y con todos los privilegios que consigo lle-
van por derecho los Patronos de lugar. Estas son las prerrogativas y
honores que, otorgados a nuestra Virgen por la Santa Sede a propuesta
del Definitorio Provincial, vienen a formar como la carta de nobleza li-
túrgica de la excelsa Patrona de Cantabria, cuyas sienes ciñe, desde el
6 de Junio de 1886, espléndida corona de oro, como Reina que es de
los corazones de los hijos de Euskalerría.
A semejantes finezas y a los obsequios que sus hijos le tributan
corresponde la Virgen cántabra ayudándolos y protegiéndolos en los
trances de la presente vida y derramando sobre ellos sus bendiciones,
para que crezcan y se multipliquen y trabajen por la gloria de Dios y
salvación de las almas. Así se explica que la Provincia de Cantabria,
cuya restauración definitiva empezó en 1878 con un puñado de indivi-
85
EL SANTUARIO EN EL 1897 (VISTA DEL SUR)
dúos, cuente hoy con doce conventos y cinco pequeñas residencias y un
total de 378 religiosos; y que el territorio de su jurisdicción comprenda
además del que de antiguo le pertenece, los reinos de Navarra y Ara-
gón y casi toda Castilla la Vieja; y la Isla de Cuba, donde sostiene,
desde 1904, una Misión muy floreciente; y el Vicariato Apostólico del
Shensi septentrional (China), que en 1913 le encomendó la S. Congre-
gación de Propaganda Fide. Esta es la Cantabria actual: estos son los
territorios cántabro-seráficos que tienen a la Virgen de Aránzazu por
Patrona.
Creo que con lo dicho queda claro lo que es y significa el título de
Patrona de Cantabria, aplicado a Nuestra Señora de Aránzazu; y como
eso era lo que nos proponíamos hacer ver en nuestro articulejo, podría-
mos y tal vez hasta deberíamos hacer aquí punto final. Sin embargo, se
nos ha de permitir añadir dos palabras, siquiera como complemento de
nuestro trabajo, sobre la declaración de Patrona de Guipúzcoa, hecha
este año por la Santa Sede a favor de la Virgen franciscana.
Que el pueblo guipuzcoano ha sido y es ferviente devoto de la Vir-
gen de Aránzazu, no hay quien ose ponerlo en tela de juicio. Patrona
de hecho de tan católica provincia, debía serlo también por derecho.
La idea flotaba, sin duda, en el ambiente; pero no tuvo ni calor, ni
forma, ni vida hasta que se encariñó con ella nuestro M. R. P. Fr. Elias
Martínez "de Zuazo (q. e. p. d.), quien confiriendo su pensamiento con
el Clero y Ayuntamiento de la cristiana villa de Oñate, encargáronse
ambas entidades de practicar las diligencias que el caso requería, pu-
diendo presentar la Excma. Diputación Provincial el día 28 de Agosto
de 1912 precioso y razonado mensaje de súplica al Prelado de la Dió-
cesis, cabiéndole al limo. Sr. D. Leopoldo Eijo Garay, en los primeros
meses de su pontificado, la gloria de despachar el día 19 de Diciembre
de 1917 las preces a Roma, así como la satisfacción de recibir de la
Santa Sede un rescripto con fecha de 23 de Enero de 1918, por el cual
Su Santidad Benedicto XV declaraba a Nuestra Señora de Aránzazu
Patrona de Guipúzcoa, en el modo y forma y con los mismos privi-
legios litúrgicos de que gozaba como Patrona de los Franciscanos de
Cantabria.
Fr. Mauricio P. de Arrilucea.
COFRADÍA DE Ntra. Sra. DE ARÁNZAZU
¡RIGEN DE LA COFRADÍA.- A fines del siglo xv
j —pocos lustros después de su aparición— iba exten-
I diéndose la devoción a la veneranda Imagen de Arán-
>::••::•; jj zazu. El eco de las maravillas que obraba la Virgen en
•V.iy/iV.fiV/i^iy/;'; favor ele sus devotos fué el reclamo que atraía multitud
l::::::::V:::::::V:::':::: tle fieles, tanto de las Cliatl'O regiones del País VaSCO-
navarro como del resto de España y del Sur de Francia. Pero eran in-
mensas las dificultades para arribar al Santuario. Tres largas horas
escalando montes, pisando malezas y sorteando precipicios, era tarea
demasiado ardua para muchas gentes no acostumbradas a serias aven-
turas. Precisaba, pues, facilitar el acceso al sitio de la aparición, abrien-
do sendas sino cómodas, al menos seguras y transitables, mejorar la
87
condición del hospedaje y llevar a cabo otras muchas y muy urgentes
reformas encaminadas a fomentar más y más la devoción a la Santísima
Virgen. Para dar cima a todo esto, acordaron los vecinos de las dos
villas más próximas al Santuario, Oñate y Mondragón, fundar una
Cofradía.
NATURALEZA DE ESTA COFRADÍA. -La palabra Cofradía no
tiene hoy sentido tan lato como antes. Hoy comprendemos por Cofra-
día una asociación canónica, cuyo fin es santificar al cofrade mediante
las prácticas piadosas determinadas en sus estatutos y enriquecidas de
gracias espirituales.
Antiguamente cofradía tenía significación muy diversa. A veces se
llamaba Cofradía al vecindario unido por vínculos de intereses comu-
nes y de amor al santo patrono de la vecindad. La antigua Cofradía de
la Virgen de Begoña debió ser por este estilo. Lo mismo puede decirse
de la Cofradía de San Elias -que todavía se conserva- del barrio de
Araoz (Oñate). (1) Otras veces se tomaba en sentido de asociación gre-
mial con fines piadosos y corporativos, bajo la advocación de un santo.
Y ahora cabe preguntar: ¿cuál fué el carácter de la Cofradía de
Nuestra Señora de Aránzazu? No tuvo, ciertamente, carácter gremial; ni
fué una Cofradía canónica en el sentido que hoy tiene esta palabra,
pues ningún requisito, en los Concilios exigido, se observó en su crea-
ción. ¿Se le podrá incluir entre las Cofradías vecinales? Creemos que
no será una temeridad aventurada afirmar que no fué sino una especie
de Cofradía vecinal, creada para atender a la prosperidad del Santua-
rio y al caito y devoción de la veneranda Imagen. Para su gobierno no
observaban los cofrades otros estatutos que los acostumbrados en idén-
ticas circunstancias, a saber: celebrar anualmente una fiesta en el San-
tuario con misa cantada, sermón y banquete. El día señalado para esta
fiesta era el domingo infraoctavo de la Asunción y en su defecto el día
de San Joaquín.
LOS PRIMEROS TRABAJOS. En la Historia anónima manus-
crita (2) existente en el archivo del Santuario se dice terminantemente,
que entraron en la nueva Cofradía todo género de gente que duró
mucho en esta uniformidad . De estas palabras se desprende que en su
origen se admitía en la Cofradía a todo el que pudiera ser útil al San-
tuario. Y no serían, ciertamente, menos útiles los plebeyos que los no-
bles para abrir paso por entre las fragosidades del monte Alona. Así
nos lo dice el autorizadísimo historiador Esteban de Garibay en su
<■ Compendio Historial . (3) He aquí sus palabras: Los benaqueros de
Mondragón que son gétes que por causa de su officio, que es de sacar
debaxo de tierra metales de azero y hierro, son diestros de roper peñas
y cosas fragosas, comencazon, siendo ayudados de los tenazeros de la
mesma villa, que son los que labran el azero, a roper y allanar los ca-
minos. En lo cual siéndoles grande ayuda los de Oñate, trabajaron
tanto, que no pararon hasta hazer senda y camino por toda aquella
fragosidad y aspereza, de modo que los peregrinos pudiessen có" menos
trabajo andar.
Obra de los Cofrades fué también la capilla del Santo Cristo del
Humilladero que se levanta cerca del Santuario, muy visitada de los pe-
regrinos en todos los tiempos.
Finalmente pensó la Cofradía construir un pequeño hospicio para
albergue de los peregrinos, y lo llevó a efecto en muy breve tiempo,
quedándose a su frente muy gustosa la noble y piadosa dama guipuz-
coana D.a Juana de Arriarán.
MONDRAGÓN SE DA DE BAJA EN LA COFRADÍA. -Muchos
años vivieron en perfecta armonía los cofrades de ambas villas, según el
autor de la Historia anónima antes citada. Pero llegó la época de las
revueltas comuneras y sus chispazos debieron alcanzar hasta las aparta-
das villas de Oñate y Mondragón, renovando antiguas rivalidades y
encendiendo odios fratricidas. Prudentes y previsores los Cofrades acor-
daron deshacer la unión, para así evitar rozaduras a que tal vez pu-
dieran dar origen los intereses comunes de la Cofradía. Por esta ;azón,
dice la Historia anónima, se separaron los de Mondragón y quedó la
Cofradía en los vecinos de la villa de Oñate».
INDULGENCIAS PARA EL SANTUARIO. -Dando pasos de gi-
gante llegó la devoción a la Santísima Virgen de Aránzazu a muy re-
motas tierras, y en consecuencia era cada vez mayor el concurso de
fieles que visitaba al Santuario. Los celosos cofrades, tan diligentes
en mejorar el Santuario, no podían menos de procurar enriquecerle de
bienes espirituales. Para conseguirlo acordaron acudir a Su Santidad
Inocencio VIII, entonces reinante, en solicitud de gracias e indulgen-
Delantal artístico
89
cias en favor de los peregrinos que visitaren el Santuario o diesen
limosna para él. A este efecto otorgaron el correspondiente poder ante
Juan Sánchez de Azconizar, escribano público, el lunes 15 de Agosto
de 1491, festividad de la Asunción. Este instrumento original, dice
Garibay, he visto signado, donde entre las demás personas otorgan
poder Lope Abad de Lacarraga, etc., etc. ... Fueron testigos de este
instrumento Juan Arrieta, Juan Ortiz de Idigoras y Juan Ortueta. (4)
El autor de la Historia anónima dice que no pudo conseguir vél-
ese documento, pero que no dudaba de su existencia, pues así lo leyó
en una relación del P. Martín Ocaniz, quien afirma haber visto el origi-
ginal. Y añade: No es de extrañar que no se encuentren las letras
pontificias en que consten las indulgencias solicitadas, por razón de las
quemas que sufrió el Santuario.
TRANSFORMACIÓN QUE EXPERIMENTÓ LA COFRADÍA. -
Sin alteración notable y celebrando normalmente sus reuniones y sus
fiestas en el Santuario siguió la Cofradía hasta fines del siglo xvií. En
esta época se reorganizó, adquiriendo un carácter tal vez demasiado ex-
clusivista. Constituyóse, en efecto, solamente de hijos-dalgo de la villa
de Oñate, hasta tal punto que el hecho de pertenecer a la Cofradía se
consideraba como prueba de nobleza (5). Cree Pastor que ya en 1701
se formó un nuevo libro de matrícula en conformidad con la innovación
introducida. Pero no habiéndose llevado con la debida formalidad,
hasta el punto de que volvieran a formar parte de la Cofradía los veci-
nos sin distinción aunque no fuesen hijos-dalgo, se recurrió a la Chan-
Delantal artístico
90
cillería de Valladolid en demanda de una nueva provisión, a fin de que
se observaran las costumbres y ordenanzas legítimamente introducidas.
Este recurso a la Cnancillería de Valladolid no lo motivó, como parece
decir Pastor en su Historia de la Imagen y Santuario de Aránzazu, el
desorden y desbarajuste introducidos en la Cofradía de Aránzazu, sino
que obedecía a la confusión reinante entre las clases nobles y no nobles
en orden a la administración municipal y provincial.
Como se sabe, por aquellos tiempos integraban las clases sociales de
Guipúzcoa los ricos-homes o grandes Señores, los nobles hijos-dalgo,
los moradores o del estado llano, los extranjeros y las gentes de mala
raza (descendientes de moros, judíos, negros, gitanos, etc.). En la época
de que hablamos solo los ricos-homes y los nobles tenían derecho al
ejercicio de empleos honoríficos, tanto municipales como provinciales,
y a intervenir en las elecciones; y en Oñate a pertenecer a cualquiera de
lastres Cofradías de San Sebastián, San Miguel y Nuestra Seño; a de
Aránzazu. Como era de suponer, el estado llano aspiraba a una partici-
pación directa en el gobierno municipal, destruyendo aquel odioso ex-
clusivismo, y para conseguirlo no perdía ocasión alguna. Algunos de
ellos, que por su posición económica eran tanto o más considerados
que muchos nobles, conseguían con relativa facilidad sus pretensiones,
pues no siempre brillaban entre los nobles el celo y vigilancia necesa-
rios para guardar sus privilegios. A tanto debió llegar la confusión a
principios del siglo xviu que la Justicia, Regimiento e hijos-dalgo de
la villa de Oñate se vieron en la necesidad de abrir una lista para
depurar las clases y evitar abusos. A este efecto acudieron a la Cnan-
cillería de Valladolid, según hemos dicho antes; y accediendo esta
Cnancillería plenamente a la petición de los nobles, libró una Real
provisión el 29 de Octubre de 1743. En consecuencia se reformó el
proceder electoral, excluyendo de las urnas a los del estado llano, y se
abrieron los libros correspondientes para cada una de las tres Cofradías
dichas.
El Libro de Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu que se abrió
el 2 de Abril de 1744, lleva inserta la Real provisión y además ocho
capítulos, para el gobierno de la Cofradía.
He aquí los referidos capítulos: (6)
lo Se dispone y manda en conformidad a dha costumbre inmemorial haia detener y
tenga dha confradia el titulo y renombre de lite, y nobilísima Confradia de nobles de
nuestra Señora de Aránzazu que, como ba advertido, se estableció en memoria y reveren-
cia de la aparición de esta Santísima Imagen en territorio deesta Villa, y para festejar con
aplauso se á de celebrar función en aquel Santuario en la Dominica infraoctaba de la
Asumpcion de nuestra Señora, con procesión por su claustro, misa solemne, y sermón
concurriendo los Señores, Justicia y Regimiento y vecinos cavalleros nobles hijos-dalgo
deesta dha Villa.
2.o ítem se dispone y manda, que en el mismo dia los maiordomos que fueren de dha
Confradia tengan prevenida una comida o banquete dentro de dho Santuario y en su re-
fectorio, conforme se á practicado inconcusamente, en que han de entrar solamente los
señores Justicia, Regimiento y cavalleros nobles, hijos-dalgo, que estuvieren alistados
por Confrades de dha Confradia (7).
3.o ítem se dispone y ordena que antes de entrar en dcho refectorio estando todo el
concurso junto en ordenación haia de decir el Alcalde que asistiere, una platica dando á
entender la instrucción de esta Confradia por los motibos de la aparición de dcha Santa
91
EL SANTUARIO DE ARANZAZU EN EL
AÑO 1905
0 2
Imagen, amonestando deverse celebrar con aplauso y moderación en aquel congreso y
banquete, y que ninguno que no fuese noble hijo-dalgo de esta Villa, no ose de entrar en
en dho refectorio.
4.o ítem se dispone que después que los Señores Justicia y Regimiento y demás con-
greso entre el refectorio y se acomode en los asientos y bancos de el, los maiordomos que
fueren de esta Confradia entreguen a dhos señores la nomina de los que se hubieren alis-
tado por confrades, y que se haga inspección con todo cuidado, si alguno de los conteni-
dos en dha nomina no fuere hijo-dalgo noble. Y ademas se á de ver y reconocer por el
Pror., Sindico general y Escrivano de Aiuntamiento si en dho congreso se halla alguno
que no sea de las referidas cualidades: y en caso de hallarse lo denuncien al Alcalde para
que in continenti sea excluido de dho congreso.
5.o Ítem dispone y ordena que ninguno que no fuere notario hijo-dalgo de padre y
abuelo no pueda concurrir ni asistir a dha confradia, ni ser electo por maiordomo, ni
pueda admitirse ningún Dueño propietario de las Casas Tributarias de Excmo. Señor
Conde deesta Villa, que havite en ellas, ni sus arrendatarios, ni otro alguno que por cual-
quier titulo, causa o razón este pagando dho tributo, aunque por si sea noble: Y en caso
de que concurran sean excluidos y sacados publicamente.
6.0 ítem se ordena que cada uno de los dhos confrades que concurrieren a dho ban-
quete de las calidades mencionadas haia de pagar quatro reales de Vellón para aiuda de
costear los maiordomos los gastos que en ello y en lo demás concerniente tubieren.
7.o ítem se dispone y ordena que en el mismo congreso se haia de hacer elección y
nombramiento de maiordomos nuebos por los mismos actuales, dándose a entender a todo
el congreso, y sin mas requisito han de quedar elegidos y nombrados, con precisión de
aceptar los que asi fueren nombrados, ora estén presentes en el mismo congreso o fuera
de él, pena de ser excluidos perpetuamente de semejantes congresos y Confradias de
nobles.
S.o ítem se ordena que con todo cuidado y claridad seponga en este libro analmente
por el Escrivano de Aiuntamiento nomina de todos los confrades que hubieren concurrido
a dho banquete y el nombramiento y elección de maiordomos nuebos que se hubiere echo,
para que en todo tiempo conste, haia la devida claridad y se conserve el onor de esta
Confradia y vecinos hijos-dalgo deesta dha villa.»
No a todos parecieron bien estas innovaciones, así que en 1761 José
Cortázar y otros vecinos de Oñate presentaron demanda contra el Con-
cejo, Justicia, Regimiento y vecinos caballeros hijos-dalgo de Oñate por
que les ponían obstáculos y les impedían desempeñar los oficios honorí-
ficos de la Villa, que eran privativas de los nobles hijos-dalgo, interve-
nir en las elecciones y pertenecer a las cofradías. Fundaban su demanda
en que eran dueños de casas que pagaban censo al Conde de Oñate.
Ganaron el pleito los demandantes, y por sentencia dictada en 1762
se mandó poner testimonio de la misma en los libros de la cofradía, a
fin de que en las elecciones de mayordomos no se pusiera dificultad al-
guna, ni a los demandantes, ni a los que se encontraren en igual caso.
Con esta y alguna otra ligera modificación subsistió la cofradía de
Oñate, celebrando normalmente sus funciones y juntas en Aránzazu,
hasta que llegaron los tristes y calamitosos tiempos del año 1834. Des-
truido el Santuario por bárbara y criminal mano, dispersados en conse-
cuencia los religiosos, fué poco a poco cayendo en olvido la Cofradía,
no quedando ya de ella ni ligeros vestigios.
La Cofradía fuera de Oñate. — Con carácter muy diverso de la esta-
blecida en Oñate se erigieron en Ultramar varias Cofradías de Nuestra
Señora de Aránzazu. Los vascos llevaron a lejanas tierras, con todas las
nobilísimas cualidades de su raza, la devoción acendrada a la Santísima
Virgen de Alona. Por eso se manifestaron tan pujantes el cariño y amor
93
a la Virgen de Aránzazu tanto en América como en Filipinas. En Méjico
y en Potosí tuvo nuestra Virgen sn trono levantado por nobles y devotos
vascongados; en Lima y Manila Cofradías erigidas en su honor. La pri-
mera fué erigida en 1612 por 105 caballeros hijos-dalgo residentes en
Lima, naturales y oriundos de Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra y
Santander, de los cuales 49 pertenecían a Vizcaya, 35 a Guipúzcoa, 9 a
Navarra, 7 a Álava y 5 a Santander. La segunda se erigió el 16 de Di-
ciembre de 1772, con autorización del Papa Benedicto XIV, obtenida
el 1S de Septiembre de 1748. Cesó por causas que se ignoran hacia el
año 1806.
Me parece oportuno insistir en que estas Cofradías se diferenciaban
mucho de la de Oñate. Ya dijimos que el fin de la Cofradía de Oñate,
en su origen, fué propagar la devoción a la Sma. Virgen de Aránzazu.
Pues bien; las Cofradías de Lima y Manila se erigieron con fines pura-
mente benéficos. Lo dice expresamente el número segundo de las cons-
tituciones de la Cofradía de Manila: Que los ejercicios de esta Cofradía
sean obras de misericordia espirituales y corporales, en las que procura-
rán esmerarse los Cofrades, pues en la misma Bula tienen Concedidas
Indulgencias parciales para los que practicaren. (8)
Ved aquí expuestas a la consideración del curioso lector las breves
noticias, que hemos podido recoger en historias, ya impresas, ya manus-
critas, sobre la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu. Creemos haber
reunido lo más notable que existe acerca del particular. Los estrechos
límites a que debía ceñirse este artículo no nos han permitido detener-
nos en más detalles referentes a las Cofradías de Lima y Manila.
I [ospcderia
. ■ ',' ' ' ' n Cu
i I ,
-,.3
Colesrio
Al entrar en Aránzazu
<)1
La nueva Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu. — Como remate
de este breve estudio tengo la satisfacción de anunciar a los piadosos
lectores, que muy en breve empezará a difundirse de nuevo por los pue-
blos de Guipúzcoa la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, muy
enriquecida de indulgencias y acomodada a las presentes circunstan-
cias. (0)
Fr. Ángel Izaguirre.
(!) Esta Cofradía conserva aún su carácter primitivo. Todos pueden pertenecer a ella.
Celebran su fiesta anual el domingo infraoctavo de San Juan Bautista, con Misa cantada,
sermón y banquete. También el banquete se reviste de su carácter primitivo, por el cual
se muestran tan celosos los cofrades. Asombran la variedad y servicio del menú. No es
extraño que Francisco I de Francia prohibiera esta clase de Cofradías, y que otros sobe-
ranos y la Iglesia las reglamentaran por los abusos a que daban lugar, celebrando, bajo
pretextos piadosos, banquetes y espectáculos que terminaban a veces en tumultos y homi-
cidios. Sin embargo debemos hacer constar que la religiosidad de Araoz ha sido siempre
garantía suficiente para evitar semejantes abusos. Los que, como nosotros, han presen-
ciado la fiesta de San Elias en Araoz, se ven precisados a reconocer que no hay lazo de
unión para hermanar a un pueblo como el de una cofradía.
(2) "Historia de Aránzazu,, escrita por un Religioso, testigo ocular del incendio de
1622.
(3) Tomo segundo, lib. xvn, cap. xxv.
(4) Id. id. id.
(5) Recuérdese que en su origen admitía "todo género de gente,,.
(6) "Libro de Confradia,,. Se encuentra en el Archivo municipal de Oñate.
(7) En el Archivo del Santuario hay un libro manuscrito del año 1750, denominado
"Economía práctica de Aránzazu,, que contiene doce capítutos correspondientes a los doce
meses del año. En el capítulo perteneciente al mes de Agosto, y que transcribimos a título
de curiosidad histórica, habla así de la Cofradía de Oñate. "El Domingo infraoctavo de
la Asumpción de N. Señora, cofradía principal de la Villa de Oñate. Bien se sabe,' y se
admira siempre 'aunque ignorando el origen fundamental; la regalía que este día goza la
expresada Cofradía de comer en el Refectorio de la Comunidad, padeciendo esta la inco-
modidad de su abandono. Demostraciones recíprocas con que la Comunidad y Cofradía
se obsequian y congratulan en esta función.- -Lo que la Comunidad franquea a la Cofra-
día es lo siguiente: Diez manteles con que se dexan vestidas otras tantas messas del Refec-
torio.—Diez y seis servilletas limpias. --Dos paños de manos limpios. --Diez y seis cucha-
ras de palo.--Quatro cuchillos. --Quatro saleros con sal.--Quatro vasos de talabera.— Dos
vasos de Christal.--Tres cantimploras. --Dos grandes y una mediana. --Dos barreñas
grandes para disponer agua de limón. --Un jarro de medio cántaro de cabida.— Dos jarros
ordinarios, de los que en las mesas del Refectorio se ponen con agua. --Media azumbre de
vinagre.— Ollas, cazuelas, platos y escudillas de la cocina y portería. --Lo que la Cofradía
da a la Comunidad. --Medio carnero y veinte libras de Baca para extraordinario de Gi-
gote.--Treinta libras de repollo. --Doce panes de a dos libras. --Ocho azumbres de vino
clarete para el Refectorio y dos para oblación de Sacristía. --Postre de ciruelas y cinco
requesones. --Un costtal de Carbón y una carga de Nieve. --ítem. Al predicador por el
sermón que predica este día, una gallina cocida, un requesón, un azumbre de vino y un
pan; y este y el que en la función canta la misa, comen con la Cofradía. --ítem. Convida
estta tarde con merienda de Aves, truchas y limonada en la celda titulada de Justicia a los
PP. de Trabiessa, Religiosos, paisanos y capilla de música. Sin duda a esta última en
agradecimiento de la asistencia a su Missa cantada, que oy se solemniza con Violin,
Obués y Trompas,,.
(8) En el Archivo del Santuario de Aránzazu existen varios documentos referentes a la
Cofradía de Manila.
(9) En prensa ya este articulo hemos visto y leído un estudio meritorio sobre "La Co-
fradía de Aránzazn, su pasado, su presente y la conveniencia de su establecimiento en la
época actual,,. Es un manuscrito perteneciente al Archivo del Santuario, cuyo paradero se
ignoraba. AI reintegrarlo al Archivo, nada hemos leído en tal manuscrito que nos obligue
a rectificar: antes bien quedan más autorizadas las páginas de nuestro humilde artículo.
95
CUMBRES AÑORADIZAS
TARDE DE SOL TARDE DE VISITA- EL
MAESTRO, ARÁNZAZU Y SU HISTORIA
:•::••::•: -!!- 3 Hace de ésto un lustro bien corrido, y parece como que
;;■.::•:: I I \\ fuera ayer. Era una achicharrante tarde de verano, tarde
i:"::"':! JL A. II de altísima fiebre atmosférica : la gigantesca mole rocosa
:•::••::;; jj ardía y no se consumía bajo el estrago de un sol incan-
:jV\V:\VÍV/:\Viy/li desconté.
if/xV:::.:::.:::.:::.::: Junto al adusto repliegue del Alona en que se alza el
Santuario de María vi destacarse, semiborrosa, la silueta de un vian-
dante: caminaba rítmico, rígido, muy pausado. En la blancura de su
indumento el sol ponía matices bruñidores, y se reproducía en pequeño
la visión fantástica y cegadora de un campo de nieve, sobre el que
vuelca el astro rey el zig-zag innumerable de sus rayos chupadores.
Con nervioso ademán de manos me restregué los ojos cargados del
sopor circundante, preparándome para una más limpia y despierta vi-
sión de las cosas. Todo dormía en torno. La tierra semejaba un enorme
monstruo vencido, sin voluntad ya para razonar la queja, y apenas para
exhalarla. De cuando en cuando se percibía el seco chisporroteo de la
naturaleza, mordida más que besada por la boca quemante del hermano
sol. La atmósfera, brumosa y crepuscular en la agreste soledad alpina,
tenía a la sazón la delgadez y dorada transparencia de un paisaje meri-
dional. El alma paladeaba en silencio la harmonía inimitable e inex-
presable de las esferas celestes.
En el claustro conventual, cuyas paredes blanqueaban con matiz
extraordinario, resbalando de boca en oído y de oído en boca el
nombre del nuevo huésped, que en alas de su exaltación marianófila
subió a ofrendarle el corazón a la Madre de Dios del Arontza, apesar
de lo que el sol pesaba aquel día. Era un varón austero y grave, car-
gado de fuertes prestigios doctrinales, un sabio especialista a quien
encuentran demasiado exclusivista los demasiado exclusivistas de la es-
cuela de enfrente, hombre, en fin, chapado a la antigua, pero no ayuno
de cultura moderna. Se comprende que hubiese ansiedad por hablar
con él: yo desde luego la tenía grandísima, pues había seguido el ritmo
del pensamiento del eminente profesor a través de algunos libros suyos
amasados con sustancia medular.
Estrechamos la mano del maestro, y conversamos con él brevemen-
te. La conversación se deslizó —ya se presupone- ligera, superficial,
mariposeadora. Se advertía algún cansancio en el recién llegado, y no
era discreto aumentarle la fatiga con el estrépito de nuestra charla ju-
venil. Volvimos a estrecharle la mano al maestro, y nos retiramos a
cambiar impresiones, pues era la hora de la recreación, hora en que
tantas veces dimos con la fórmula de arreglar el mundo.
De la rápida interviú habida con el huésped ilustre, fué la siguiente
96
la frase que más me impresionó. Alguna vez -dijo el maestro sonrien-
do— me vi en el caso de haber de ahondar en la historia de la Virgen
de Aránzazu, y llegue' a obtener conclusiones que no hago públicas por
miedo a que me llamen modernista. Por bastante tiempo me intrigó
la frase cuyo preciso alcance no comprendí hasta más tarde, en pena
de mi obstinación en buscarle una pluralidad de sentido, que era como
buscarle al gato la quinta pata. Había allí, bien clara, una alusión a
lo más y a lo menos de la crítica histórica, y otra no menos directa
e hiriente a determinados procedimientos exegéticos de que tanto se
ha abusado y sigue abusándose en España.
Del juicio del gran teólogo sólo me interesa recoger su alusión a la
historia de Aránzazu. También yo, aunque con muchísima menos com-
petencia que el glorioso español, he ahondado en esta historia, y no
temo ni la crítica de los hipercríticos, ni que me llamen modernista los
otros. Y dado que me llamasen, ¿qué me importa si sé que no lo soy?
La historia de la aparición de la Virgen de Aránzazu descansa sobre
fundamentos sólidos e inconmovibles como la mole granítica sobre
que se yergue la secular Icono. La critica histórica, tan poco respetuo-
sa con otras tradiciones venerandas, no se ha atrevido a empañar los
orígenes de la manifestación de la Madre de Dios a Rodriguito de Bal-
zátegui, el pastorcillo uribarritarra. La cuestión de la Santa Casa de
Loreto, la venida de Santiago a España, la del Pilar de Zaragoza, la
tradición provenzal sobre María de Magdala, la fundación del santo
Rosario, cien otras más, están siendo objeto de sutiles ataques y defen-
sas ingeniosas. En las alturas de Aránzazu no ha caído el hielo de la
Manto, estandarte y casullas de valor artístico
97
ENTRADA A LA IGLESIA
98
crítica con sus ergos, distingos y sin embargos insidiosos. Ni caerá. No
es posible que cuaje el escarchado de la duda en la montaña guipuz-
coana mellada por la planta milagrosa de María y santificada a su con-
tacto: en las cumbres del Alona florecen la afirmación, la tradición y
la historia como una flor de milagro sobre la que los siglos pasan
besándola sin ajarla ni marchitarla.
Casi todos los que trataron de las cosas de Aránzazu tejen largas
lamentaciones en torno a los repetidos incendios que en diferentes épo-
cas llevaron al Santuario el estrago y la ruina. Quemáronse, —escribe
un historiador— los muchos votos y testimonios de milagros, como
muletas, cadenas, grillos, esposas, argollas, cables, galeras y otros mil
y mil objetos; y aún los que se conservaron perdieron gran parte de
su importancia, porque habiéndose desaparecido las relaciones de los
milagros a que se referían, ignoróse su verdadera significación, aun
que muchos atestiguaban de un modo evidente que hacían referencia a
prodigios bien admirables. Quemáronse también todos los papeles que
existían en el archivo, y entre ellos los concernientes a la invención de
la santa Imagen, a la fundación del Santuario y a la interesante época
primitiva de Aránzazu . ¿Nada más? Nada menos. No es poco y, sobre
no ser poco, es lamentable. Lamentémoslo, pero tengamos moderación
y parsimonia en la lamentación.
«Un siglo más tarde - observa Pastor — debió aventurar alguno la idea
de que la aparición se había verificado a la pastora María Datuxtegui,
hija del caserío de igual nombre situado en el mismo barrio de Uriba-
rri. El diligente historiador Esteban de Qaribay se encargó de desva-
necer por completo este error. Después de prolijas investigaciones se
cercioró, por el testimonio de personas muy ancianas, testigos presen-
ciales del primitivo origen del Santuario, de que Rodrigo de Balzátegui
fué quien efectivamente la encontró; por lo cual, según sus palabras,
los religiosos de aquella casa le solían hacer muchas caricias y honra
como a personas a quien la santa Imagen fué revelada >. (Pastor, Histo-
ria..., pág. 12-13). El más exigente documentista espero que se dará
por satisfecho de tan completa documentación. ¿Qué falta aquí? El mi-
nuto, la hora, el día, el año preciso, el cencerro que autotañía, la emo-
ción del zagal que, genuflexo, dijo a la aparición: ¿Arantzan Zu? ¿Zu
arantzan? Detalles valiosos que sin duda constaban en los papeles que
el fuego incineró, detalles que la tradición nos ha transmitido vivos,
frescos, en toda su pureza. Detalles que en el alma del pueblo, que es
alma de la historia, sobreviven y sobrevivirán a todos los ridículos aspa-
vientos de los hipercríticos de ocasión y a todas las necias filologique-
rías de los filólogos de compromiso. Aránzazu (Arantzatzu) - sentencian
hinchadamente — pertenece a la topografía. Pero el que pertenezca a la
topografía, ¿se opone en algo a que pertenezca a la tradición? Aran-
tzatzu— que vale tanto como Arantzadi- bien está, aunque no consta
que así se llamase antes de la aparición de María el lugar donde apa-
reció; pero ¿Arantzan Zu, está mal? ¿No es esto tan euskérico como
lo otro, y sobre todo, no es más tradicional, más popular, más creído,
más vivido por el pueblo, y por lo mismo, eminentemente histórico,
profundamente humano? ¡Menguado criterio tienen en Historia quie-
nes la reducen a seca etimología de estufa, olvidando la vida de la
ALTAR MAYOR ÜKI. SANTUARIO
100
tradición! Esta pone en labios de Balzátegui la patéttica exclamación
euskara; mientras la historia no demuestra que el pastor de Uribarri
era un mudo, hay que creer que sabía expresar su admiración en la
única lengua que conocía y hablaba. (Antes he afirmado que sobre
Aránzazu no ha caído el hielo de la critica. ¿No afirmo ahora lo con-
trario? No: no afirmo ahora lo opuesto a aquello. Porque ¿son por
ventura críticos los etimólogos? ¿Críticos de qué?)
Más que la ausencia del documento escrito — ausencia que en la
mayor parte de los casos se suple aquí equipolentemente con el docu-
mento de la tradición — , es de lamentaren la historia de Aránzazu la
falta de método crítico-científico en la documentación. Urge reconstruir
esa historia a base de una más escrupulosa clasificación objetiva, cata-
logar los sucesos en clases y subclases homogéneas. Hecha esta labor de
museo histórico, será menos difícil la depuración crítica, la eliminación
de lo fantástico y seudohistórico que haya podido filtrarse a través de
las capas históricas. Y ante todo, hay que despegar y distinguir el hecho
milagroso del hecho amilagmdo.
Como en otras historias análogas, contemporáneas y antecontempo-
ráneas a ella, en la de Aránzazu surge en cada página la narración de
lo milagroso. Hay que advertir que además de ortodoxo, es muy racio-
nal y muy filosófico y hasta muy liberal admitir y creer y demostrar la
posibilidad del milagro: y no salo esto, sino que tenemos la evidencia
que nos proporciona la fe, evidencia mediata pero infalible, de que el
milagro se ha verificado entre los hombres con relativa frecuencia. La
narración evangélica nos autoriza a afirmar que no sólo obró Jesucristo
milagros, sino que los obró con una divina y generosa prodigalidad de
máximo taumaturgo. Los Apóstoles asimismo manipulaban con el mi-
lagro con la asombrosa habilidad de hombres iniciados en la escuela
de lo maravilloso. Multitud de hechos calificados de milagrosos, aún
sin haber recibido todavía la sanción suprema de la Iglesia, no se pue-
den desconocer como tales, sino a condición de desconocer a la vez la
ciencia y la crítica. Así, por vía de ejemplo, ningún racionalista que
tenga en algo su reputación de sabio se atreve hoy a recusar la auten-
ticidad de los milagros de Lourdes: y es curiosa y sintomática la acti-
tud de más de un ateo que, no creyendo en Dios, se ve obligado a
creer y admitir la intervención de Dios, en el mundo. En las vidas dé-
los siervos de Dios canonizados por Roma, y en otros muchos cano-
nizabas, en unos en mayor escala que en otros, aparece siempre la
mágica nota del milagro. Es pues, no solo de fe sino de ciencia y ex-
periencia, no ya la posibilidad del milagro, sino su triunfante realidad
en el mundo.
Sin embargo, hay idealistas que niegan esta realidad del milagro.
Hemos apuntado el caso paradójico del ateo que niega al Dios Omni-
potente y admite la omnipotencia de la mano de Dios. Señalemos ahora
la contraparadoja del creyente —creyente a su modo, claro está— que,
creyendo en un Dios omnipotente, clama que Dios es impotente para
obrar el milagro. Existe el prejuicio de que el milagro se opone a la idea
de progreso y libertad. El inglés Chesterton tiene, hablando de esta ina-
101
teria, una página estupenda que ninguno de estos antimilagristas leerá
sin desmayar. Quién sabe por qué inexplicables razones -escribe —
existe la idea de que es más liberal negar los milagros que creer en ellos.
Ni lo entiendo ni hay quien me lo haga entender. Por no sé qué inexpli-
cables razones, un sacerdote de la Iglesia Media, o liberal, es un hombre
que siempre está queriendo reducir el número de los milagros, nunca
aumentarlos; un hombre que se toma la libertad de no creer en la resu-
rrección del Cristo; nunca uno que cree siquiera en la posible resurrec-
ción de alguna tía suya. Frecuentemente hay disturbios en la parroquia,
porque el Párroco no puede admitir que San Pedro haya pasado sobre
las aguas; pero ¡qué raro encontrar disturbios porque al pastor se le haya
ocurrido asegurar que su padre ha andado, sin mojarse los pies, sobre
las aguas del arroyo de Serpentine ! El genialísimo escritor va ahon-
dando en esta idea, y da del milagro esta luminosa definición que San
Agustín envidiaría y haría suya Santo Tomás: - Un día de fiesta, como la
del liberalismo, sólo significa la libertad del hombre; y un milagro, sólo
la libertad de Dios. La Iglesia Católica mantiene que tanto Dios como el
hombre poseen libertad espiritual. El calvinismo suprimió la del hom-
bre, sin atentar a la de Dios. Pero el materialismo científico se atreve al
mismo Creador, y lo encadena como se encadena en el Apocalipsis al
demonio. Nada deja libre en el universo. Y los que tal hacen reciben
el santísimo nombre de teólogos liberales .
Aquí, gracias a Dios, no tenemos esos teólogos liberales negadores
del milagro. Pero tenemos aquí algo que es peor y más bochornoso: in-
telectuales que sin saber teología, ni liberal, ni ortodoxa, enseñan que
Sacristía
102
^llegar en nuestros días a la fe en el milagro es superarse uno mismo
como creyente . Salvo en lo de no saber teología y liberalismo, la mila-
grofobia de aquí se parece a la de otras partes, como la luna de mi pue-
blo se parece a la luna de Rigoitia. Para que el lector sorprenda la gra-
cia y la exactitud de esta comparación, tengo que exhumar un recuerdo
de mi infancia. Era yo tan rapazuelo que gastaba gatera en el pantalón.
Era ella una errigoitiarra garrida y candorosísima, mens sana in corpore
sano. Y era —¡cuánto era!- era el plenilunio. Clavó la neskatilla sus
grandes ojos alucinantes en la faz anchota de la luna y, trémula de emo-
ción gritó: ¡Ene...! Geure eiriko illdargije be emengoxe lakoa da: bardin-
bardiñe. Yo profesaba entonces la pequeña incredulidad de no creer en la
unidad cósmica de la luna, y di por averiguado que la de Rigoitia y la
de mi pueblo se parecían como se parecen dos huevos estrellados. Más
tarde he averiguado que los antimilagristas de aquí se parecen a los de
otros pueblos, lo que un huevo huero se parece a otro vacío.
Tenemos, pues, dos clases de ideólogos que, aunque antagónicos en
apariencia, son hermanos en sectarismo. Unos que no creen en Dios y
admiten el milagro. Otros que admiten a Dios y no creen en milagros.
Los primeros niegan como Kant la existencia del perro, pero creen en
los colmillos del perro. Los segundos admiten el perro y le niegan
los colmillos. Grandes imbéciles unos y otros. ¿Qué hacer de esta gente?
En el campo ortodoxo se oye también la voz de la reserva cautelosa
en contra del milagro. No en contra del milagro auténtico y autenticado,
no en contra del milagro sancionado por la Iglesia ni del que una escru-
pulosa indagación histórica patrocina como tal. El prejuicio apunta
Capilla del Colejjii
Biblioteca del Convento
103
a infinitas fábulas, leyendas y supercherías que -dicen -corren por ahí
con nombre de milagros. Nuestros antepasados eran buenos y honrados
a carta cabal, pero también eran, a carta cabalísima, de un candoroso
infantilismo mental. Sería injusto suponer que carecían de dignidad pro-
fesional, pero viviendo en el mundo evanescente de la alucinación, con
frecuencia trasladaban a sus historias los delirios de la fantasía. Tenían
la obsesión del misterio y el milagro. Tal la objeción: vamos a ver lo que
tiene de exacta y fundada, y lo que en ella hay de gratuito e inverosímil.
Los antiguos eran hombres de carne y hueso como nosotros. Eran
reflexivos, avisados, sensitivos como nosotros, y más que nosotros mu-
chos de ellos. Tenían más fe qne nosotros para creer en el milagro, y más
credulidad para amilagrar el suceso menos milagroso. Esta última cuali-
dad y la concepción que tenían de la Historia les perjudica notablemen-
te en su oficio de historiadores. Creer que no sabían ejercer la crítica
es no haber leído sus macizos infolios. Hay que ver la destreza con-
sumada, y no solo actuando de filósofos sino principalmente de críticos
de la filosofía, con que embisten a ateos, luteranos, judíos y judaizantes.
Lo que hay es que no creían aplicable la crítica a la Historia: lo que hay
también que tuvieron demasiado presente la definición juxta Ciceronem
de la Historia, y harto olvidada la definición juxta Divutn Thomam del
milagro. Ya veo que con estos lo que hay los dejo mal parados, pero
ellos se tienen, que no yo, la culpa de su malparamiento.
Las precedentes observaciones son aplicables, más o menos, a la His-
toria de Nuestra Señora de Aránzazu. Es, de las historias de su antigüe-
dad y su argumento, de las más documentadas que existen. Hay luz en
sus orígenes, y roca dura, roca viva en sus cimientos. Pero a lo ancho y
a lo largo de sus paredes hay piedras levemente dislocadas, y en su tejado
algunas pocas tejas no son lo bastante impermeables para proteger el
interior del edificio contra la gota de la lluvia, insidiosa y sutil. Se impone
el retoque y el retejo, y antes he indicado la manera cómo, a mi entender,
se debe realizar esta labor. Quien se sienta para acometerla con fuerzas
bastantes — fuerzas que yo no tengo — acométala, y merecerá óptimamente
de Dios, de la Virgen del Arantza y de la sociedad culta e investigadora.
En esta historia- lo hemos dicho ya -abundan los milagros. ¿Deben
ser admitidos o rechazados? Deben ser admitidos todos los que ostentan
limpio y claro abolengo. Sobre los que tienen origen dudoso y turbio la
crítica tiene que discutir y decidir. Sólo se deben rechazar de plano aque-
llos cuya falsedad se pruebe con evidencia. Lo que hay que rechazar sin
contemplaciones es la denominación de milagros que Luzuriaga y otros
cuelgan a sucesos corrientes, triviales y vulgares. Por ejemplo éste. Un
día subió a la montaña de la Virgen guipuzcoana grande multitud de
peregrinos. Para caber en el templo la multitud tuvo que apretujarse y
sudar. Sin embargo no hubo que lamentar desgracias personales.
¿Dónde está el milagro aquí?
Lo dicho. Hay que despegar el milagro del hecho amilagrado. Con
ello se consigue, junto con otras grandes ventajas, la mayor de todas,
que es rodear de los debidos prestigios la alta oriundez del milagro.
Lector, lectora... agur, agur... Arantzazuko Ama Birjiñaren seme-
alaba on - onak ixan beti, eta ñire aldez be Ama bigunari biotzez eskatu.
Fr. Mariano G. de Andoin.
104
VISTA DEL ACTUAL SANTUARIO (1918)
DESDE AITZABAL O PEÑA DEL DIABLO
(DÍA DE NEBLINA)
105
NIHIL OBSTAT
Fr. Nicolaus Vicuña
Censor.
IMPRIMÍ potest
Fr. Josephus Romanus Zulaica
M. Provlis.
Zarauz, 27 Junü 1918.
IMPRIMATUR
Dr. Joseph Leontius O. de Zarate
Gub. eccus. Dicec. S. V.
Vitoria; 6 Julü 1918.
ÍNDICE
Páginas
A la Excma. Diputación Provincial de Guipúzcoa 5
Rescripto de la Congregación de Ritos declarando Patrona principal de Guipúz-
coa a la Santísima Virgen de Aránzazu. (Texto latino y traducciones
euskérica y castellana) 6 y 7
Circular del Sr. Obispo de Vitoria 8
Goterrki-Idazkia . 11
Descripción topográfica de Aránzazu 14
La efigie de la Virgen de Aránzazu. - Su interpretación iconográfica .... 22
Arantzazuko Ama Birjiñaren Agerkundea 33
Aránzazu en la Historia religiosa antigua del País Vasco 35
Resumen histórico del Santuario y Convento de Nuestra Señora de Aránzazu
(1469-1880) 39
De ayer a hoy (1SS0-1918). - Ojeada contemporánea 51
Solemne coronación de Nuestra Señora de Aránzazu 58
Gorantz 63
Arantzazuko erromeriak 69
La Benedicta . . 74
Patrona de Cantabria (1738) 83
Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu 87
Cumbres añoradizas 96
GRABADOS
Arantzazuko Andra Maria Gipuzkoako Zaindari Nagusia 4
Vista parcial de Oñate 9
Universidad de Oñate (1539-1545). -Cuerpo central de la fachada 12
Claustro de la Universidad. -Objetos de gran valor artístico de la Universidad.
Casa del Ayuntamiento de Oñate 14
Artesonado de la escalera en la Universidad de Oñate 15
Plano de Arantzazu 16-17
Entrada de la cueva de Aitzabal 17
Interior de la cueva de Aizkirri 19
Monte Alona visto desde Oñate. -En la cima de Aitzgorri . -Santo Cristo de
Aitzgorri. -Panorama de Urbia y Aitzgorri 20
Claustro de la Universidad de Oñate 23
Tríptico de gran valor artístico en el Salón de actos. (Universidad de Oñate) . . 26
La Virgen de Aránzazu en su trono y camarín 28
Capilla de la Universidad de Oñate 30
Detalles de la capilla del Colegio de la Universidad en la parroquia de Oñate . 32
El lugar denominado "Zapata,,. Uribarri 34
Torrealde 37
El Santuario de Aránzazu visto desde el barranco. - Panorama de Guesaltza . . 40
El río Aránzazu, después de ocultarse en Guesaltza, reaparece en Jaturabe. -Ca-
mino de Araoz 43
Peñón de Guesaltza. -Capilla de Guesaltza.- Puente de Bildotxa en el barranco. 45
Paisaje. -Arrikruz y peñón de Urréjola 47
Convento de Bidaurreta (Oñate) 49
Muy RR. PP. Epelde, Arrúe y Martínez de Zuazo 52
Boquerón de Guesaltza en que se sume y oculta el río Aránzazu 55
Las coronas de la Virgen y del Niño Jesús 58
Paisajes de Aránzazu. - Una de las capillas del Rosario 59
Paisajes de Aránzazu 61
Gasteluaitz o Peña del Castillo. -Aitzabal, llamado Peña del Diablo .... 62
Panorama desde una eminencia sobre la última capilla 64
Paisaje. -A la izquierda, Aitzabal o Peña del Diablo 67
El Santuario de Aránzazu en 1879, antes de construirse la carretera, el Colegio y
el actual Convento 70
El Santuario visto desde el barranco. - Barrancos de Aránzazu 72
Cabeza escultórica de San Antonio, atribuida a Gregorio Hernández (siglo xvn). 75
Ibildeun-ereserkija 76-77
Bandera del almirante Oquendo que se guarda en Aránzazu. - Manto de la Vir-
gen. - Estandarte 78
Dos cantos inéditos sobre Aránzazu 80
El Santuario en 1897. (Vista del Este) 84
El Santuario en 1897. (Vista del Sur) 86
Ornamentos de valor artístico . 89
Delantal artístico de la Virgen. - Estandartes 90
El Santuario en 1905 92
Hospedería. -Colegio Seráfico. -Al entrar en Aránzazu 94
Manto, estandarte y casullas de valor artístico 97
Entrada a la Iglesia 98
Altar mayor del Santuario 100
Órgano y coro. -Sacristía 102
Capilla del Colegio. - Biblioteca del Convento 103
Vista actual del Santuario (1918) desde Aitzabal o Peña del Diablo. (Día de ne-
blina 105
ESTE FOLLETO SE IMPRIMIÓ
EN CASA DE JESÚS ALVAREZ
- BILBAO MCMXVIII -
3?
Aranzazu, (convent)
197757
Aranzazu, (convent)
Arantzazu
19? ;