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Full text of "Biografía del Excmo. Señor Esteban Rojas Tobar, Obispo Dimisionario de Garzón"

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ALABADO  SEA  DIOS  EN  SUS  SIERVOS  """^ 


BIOGRAFIA 


DEL 


Excmo.  Sr.  ESTEBAN  ROJAS  TOBAR 


OBISPO  DIMISIONARIO  DE  GARZON 


POR  UN  PADRE  MISIONERO 


/ 


ALABADO   SEA    DIOS    EN    SUS  SIERVOS 


BIOGRAFIA 


DEL 


mo.  Señor  Esteban  Rojas  Tobar 

OBISPO   DIMISIONARIO   DE  GARZON 


POR  UN  PADRE  MISIONERO 



BOGOTA 

1941 


EDITORIAL  DE  LA  LITOGRAFIA  COLOMBIA  -  BOGOTA 


APROBACION  ECLESIASTICA 


Bogotá,  13  de  julio  ríe  1941. 

Excelentísimo  Señor  Doctor 
Don  Ismael  Perdomo. 

Presente. 

Muy  atentamente  comunico  a  Vuestra  Excia.  Rdma.  que,  en 
atención  a  la  Nota  del  2  de  junio  íiltimo,  por  medio  de  la  cual  Yues- 
tra  Excia.  Rdma.  tuvo  a  bien  nombrarme  "Censor  deputatus",  para 
revisar  los  escritos.  .  .  .  relativos  a  la  Biografía  de  Monseñor  Este 
ban  Rojas,  "de  que  es  autor  el  Rdo.  Padre  Ignacio  Antonio  Tru- 
jillo,  Misionero'',  he  leído  cuidadosamente  los  originales  de  dicha 
Biografía  y  no  he  hallado  nada  en  ellos  que  se  oponga  a  la  fe,  o  a 
las  enseñanzas  de  Nuestra  Santa  Madre  Iglesia. 

Dios  guarde  muchos  años  a  Vuestra  Excelencia. 

G,  lunado  Córdoba 
Pbro. 

Arqukliócesis  de  Bogotá — Gobierno  Eclesiástico — Bogotá,  julio  15 

de  1941. 

Puede  imprimirse. 

t  ISMAEL,  Arzobispo  de  Bogotá. 


APROBACION  RELIGIOSA 

La  "Biografía  del  Eximo.  Sr.  Esteban  Hojas,  Obispo  dimisio- 
nario de  Garzón",  escrita  con  cariño  y  claridad  por  nuestro  P.  Ig- 
nacio A.  Trujillo,  será  de  grande  estímulo  para  quienes  se  dedican 
a  la  salvación  de  las  almas,  sobré  lodo  para  los  señores  Párrocos. 

■fnstino  <lc  Mnguira,  C.  M.  P. 

Zipaquirá,  julio  de  1941. 

V<?  B<?—  Pedro  (Ira  a ,  C.  M.  F. 


/ 


EXCMO.  SEÑOR  ESTEBAN  ROJAS  TOBAR 

PRIMER   OBISPO   DE  GARZON 


DE  LOS  VESTIDOS 


DE  MONSEÑOR 


PROTESTA  DEL  AUTOR 


Adhiero  con  toda  sinceridad  a  la  declaración 
del  Emento,  señor  Miguella  en  su  "Biografía  de  mon- 
señor Moreno": 

"No  intento  /uceen ir  en  esta  biografía  el  juicio 
de  Nuestra  Santa  Madre  la  Iglesia,  a  cuya  autori- 
dad someto  gustoso  todo  cnanto  excribo,  sin  preten- 
der se  ilé  n  lo  que  aquí  refiero  más  fe  que  la  mera- 
mente humana  e  histórica.  Así  lo  declaro  y  consigno 
en  debido  cumplimiento  de  lo  que  para  casos  aná- 
logos dispuso  ya  el  Soberano  Pont  Hice  Urbano 
VIH". 


PRIMER  PERIODO 


CAPITULO  I 

NOTICIA  DEL  ANTIGUO  TOLIMA  -  INFANCIA  DEL 
SEÑOR  OBISPO 

De  la  Nueva  Granada  como  colonia  española  nació  al  impulso  de 
la  invicta  espada  de  Bolívar,  el  19  de  diciembre  de  1819,  la  república 
de  Colombia,  llamada  primeramente  la  Gran  Colombia  y  formada  pol- 
los departamentos  de  Venezuela,  Quito  y  Cundinamarca.  (Henao  y  Arru- 
bla,  p.  476). 

Más  tarde  el  Congreso  Constituyente  de  Cuenta  dividió  el  territo- 
rio colombiano,  llamado  antes  Nueva  < ¡ranada,  en  cuatro  departamentos: 
Boyacá,  Cundinamarca,  Cauca  y  Magdalena,  y  por  fin,  en  1863,  con  el 
nombre  de  Estados  Cuidos  de  Colombia  se  dividió  el  territorio  en  nueve 
Estados  Soberanos. 

ANTIGUO  TOLIMA. — Desde  el  nacimiento  o  primeras  fuentes  del 
río  Magdalena,  ajinas  abajo  basta  la  desembocadura  del  río  de  la  Miel, 
con  las  hoyas  de  los  afluentes  que  en  este  largo  trecho  le  rinden  sus 
aguas,  se  formó  el  antiguo  Estado  Soberano  del  Tolima,  cuyos  habi- 
tantes estuvieron  siempre  aureolados  por  la  buena  fama  de  sus  sanas 
costumbres,  proverbial  sencillez,  arraigadas  creencias  católicas  y  hon- 
radez nunca  desmentida. 

EL  SUR  Y  LOS  SCHEÑ(  >S.— Llamóse  siempre  Sur  del  Tolima  al 
territorio  que  hoy  forma  el  departamento  del  Huila,  segregado  del  anti- 
guo Tolima  en  1905,  en  la  división  hecha  por  el  Presidente  de  Colom- 
bia General  Rafael  Reyes. 

Decir  sureño  refiriéndose  a  los  habitantes  de  esta  parte  de  nuestro 
territorio,  era  desde  luego  un  testimonio  de  grande  honorabilidad,  así 
se  tratara  de  grandes  negocios  entre  acaudalados,  o  de  contratar  una 
simple  sirvienta  o  un  mozo  de  cordel. 

BOTON  DE  MUESTRA.— Viajaba  en  aquel  tiempo  un  rico  comer- 
ciante de  Honda;  su  edecán  desapareció  antes  de  llegar  a  Neiva,  lleván- 


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«lose  consigo  una  bestia  y  la  cartera  de  su  señor,  abultada  con  una  buena 
suma.  Sus  amigos  le  contrataron  un  buen  muchacho  de  Garzón,  garan- 
tizándolo como  honrado.  Ya  a  solas  con  su  nuevo  compañero  le  pre- 
guntó: —  De  dónde  eres?  — Yo  soy  sureño,  patrón.  Todo  fue  oír  esta 
palabra  y  el  viajero  le  confió  sus  alforjas  con  una  gran  cantidad  de 
dinero,  que  el  muchacho  entregó  intacta  al  volver  a  Honda. 

Esta  fama  era  tan  bien  fundada,  que  en  la  Mesa  de  Juan  Díaz,  gran 
centro  comercial  de  entonces,  hasta  donde  se  viajaba  con  grandes  recuas 
de  muías  desde  el  Sur,  puede  haber  todavía  personas  que  recuerdan  con 
gratitud  a  aquellos  viejos  amigos  sureños,  bloques  de  honradez,  en  cuyo 
rostro  iluminado  por  la  hombría  de  bien,  se  adivinaba  el  alma  patriar- 
cal, reda  y  cristiana. 

Aún  hoy,  a  través  de  las  vicisitudes  del  tiempo  y  a  pesar  de  la  crisis 
de  fe  (pie  ha  sufrido  Colombia,  el  Sur  del  Huila  conserva,  gracias  a  Dios 
y  contra  la  tenaz  propaganda  desmoralizadora  y  atea  del  30  en  ade- 
lante, ese  nimbo  de  honradez  acrisolada,  (pie  ojalá  no  se  pierda  jamás. 

De  dos  de  esos  hogares  de  antaño,  reciamente  cristianos,  el  de  don 
Andrés  Rojas  y  doña  Ignacia  Sánchez,  del  Hato,  y  el  de  don  Gregorio 
Tobar  y  doña  Cecilia  Díaz,  de  Altamira,  se  formó,  el  10  de  enero  de 
1855  el  nuevo  hogar  de  don  José  Rojas  (don  Chepe,  como  se  le  llamó 
siempre)  y  doña  Candelaria  Tobar. 

He  aquí  el  acta  de  su  matrimonio : 

"José  Rojas  y  María  Candelaria  Tobar — Eii  la  iglesia  parroquial  de  Saii  An- 
tonio de  El  Hato,  a  los  diez  días  del  mes  de  enero  de  mil  ochocientos  cincuenta  y 
cinco,  yo  el  infrascrito  cura  interino.  a  consecuencia  de  un  despacho  del  señor 
Provisor  y  Vicario  Gral.  de  este  Obispado,  de  fecha  23  de  noviembre  de  1854,  en 
donde  consta  haber  dispensado  las  tres  canónicas  moniciones  de  una  y  otra  parro- 
quia que  debieran  preceder  al  matrimonio  de  los  señores  José  Rojas,  vecino  de 
Las  Limas,  cantón  de  Timaná,  y  Candelaria  Tobar,  vecina  de  esta  parroquia,  y  a 
la  vez  con  certificado  del  Pro-secretario  de  ese  Gobno.  Eco.,  su  fecha  23  de  noviem- 
bre de  1854.  en  el  cual  el  Señor  Provisor  dispensó  los  impedimts.  de  29  con  3° 
grados  de  consanguinidad  e  igualmente  el  de  4?  grado  que  liga  a  los  mencionados 
Rojas  y  Tobar.  En  virtud  de  estos  despachos  procedí  a  desposar  por  palabras  de 
presente  que  hacen  y  celebran  verdadero  y  legítimo  matrimonio  según  el  Ritual 
Romano,  a  .losé  Rojas,  hijo  legítimo  de  Andrés  Rojas  e  Ignacia  Díaz  y  Sánchez 
con  María  Candelaria  Tobar,  hija  legitima  de  (Jregorio  Tobar  y  Cecilia  Díaz. 
Fueron  testigos  Juan  María  Calderón  y  Rudesinda  Tobar,  éstos  vecinos  de  Garzón 
y  la  contrayente  mi  feligresa,  y  para  que  conste  lo  firmo.  Juan  de  Jesús  Casas". 

Quiénes  eran  los  nuevos  esposos?  Dos  robustos  retoños  de  viejos 
troncos  patriarcales,  D.  Andrés  Rojas  y  1).  Gregorio  Tobar,  cuyas  espo- 
sas sentían  también  correr  por  sus  venas  sangre  de  hidalgos  caballeros. 
Don  José  heredó  de  su  padre,  al  par  con  una  asombrosa  resistencia  física, 
un  genio  decidido  y  emprendedor,  que  llegó  a  formar  en  él  ese  carácter, 
a  primera  vista  duro  y  obstinado,  que  lo  distinguió  siempre.  Lo  que 
don  Chepe  mandaba  se  obedecía  y  lo  (pie  él  prometiera  se  cumplía  por 
encima  de  todo  y  de  todos.  Doña  Candelaria  fue  siempre  muy  Tobar. 
Los  Tobares  han  tenido  fundada  fama  de  iracundos  y  fosfóricos,  aunque 
de  gran  rectitud  de  conciencia.  La  señora  Candelaria  había  de  poner  su 
parte  en  el  carácter  fuerte  pero  rectísimo  de  su  hijo,  a  quien  Dios  desti- 
naba a  empresas  de  héroes  y  hazañas  ríe  cíclopes. 

LA  CRUZ  Y  LA  BALSA. — Hay  en  el  Sur  del  Huila  paisajes  tan  pin- 
torescos, rinconcitos  tan  risueños  y  encantadores  que  es  lástima  grande 
estén  tan  ignorados.  Uno  de  aquellos  soñados  paisajes  es  La  Cruz, 


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LA    BALSA.    -    CASA    DE    CAMPO    DONDE    NACIO    EL    SEÑOR  OBISPO. 


bella  meseta  cubierta  de  ganados  y  sombrada  de  alegres  casitas,  en  el 
camino  que  conduce  de  El  Hato  i  hoy  Tarqui)  a  Maito  y  La  Mesa 
de  Elias. 

Antes  de  llegar  a  La  Cruz,  cutre  el  camino  nacional  y  el  río  Mag- 
dalena, se  halla  La  Balsa  con  su  casona  señorial  y  antigua,  pequeña  y 
pajiza  es  verdad,  pero  llena  para  los  huilenses  de  venerandos  recuerdos 
y  de  gratísimas  evocaciones.  Allí  en  la  soledad  y  el  silencio  bajó  el 
ángel  guardián  de  un  pequeñuelo  a  recibir  de  Dios  el  encargo  de  custo- 
diarlo, dirigirlo  y  santificarlo  en  su  larga  peregrinación  de  setenta  y 
cuatro  años.  Ese  pequeñuelo  se  llamaría  ESTEBAN  porque  sobre  él 
caería  el  pedrisco  de  todas  las  persecuciones,  ingratitudes  y  desenga- 
ños; y  al  morir  bajo  el  peso  de  tantos  dolores  dejaría  escapar  de  sus 
labios  de  apóstol  la  misma  plegaria  del  otro  Esteban:  Ne  stutims  illis 
lux-  peccatum.  Señor,  no  los  castigues  por  lo  (pie  conmigo  lian  hecho. 

En  este  hogar  honorabilísimo  bajo  lodos  conceptos,  nació  en  la 
hacienda  de  La  Balsa  (jurisdicción  de  El  Hato),  propiedad  de  los  abue- 
los paternos,  el  niño  a  quien  la  Divina  Providencia  señaló  una  ruta 
larga  y  dificultosa,  pero  también  llena  de  méritos:  sacerdote,  obispo  y 
m  i8ionero. 

La  delicadeza  de  conciencia  de  sus  padres,  o  quizás  alguna  indis- 
posición, le  hicieron  acelerar  el  bautismo  privado,  según  consta  en  el 
acta  parroquial,  que  dice: 

"Esteban  Hojas — En  la  Iglesia  de  San  Antonio  de  El  Halo,  a  sois  de  febrero 
de  mil  ochocientos  cincuenta  y^mievo:  yo  el  infrascrito  Cura  interino  bauticé  so- 
lemnemente sub  coiiditioiie,  pose  óleo  y  crisma  a  un  niño  que  nació  el  día  quince 
de  enero  y  le  corroboré  el  nombre  de  Esteban,  hijo  legítimo  del  señor  José  Hojas 
y  Candelaria  Tobar:  abuelos  paternos  Andrés  Rojas  e  Ignacia  Sancho/.:  abuelos 


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maternos  Gregorio  Tobar  y  Cecilia  Díaz;  fueron  sus  padrinos  Serafín  Hermida  y 
Cristina  Díaz,  a  quienes  advertí  las  obligaciones  y  parentesco  que  se  contrae  y 
para  que  conste  lo  firmo. — José  María  Ortiz  G." 

No  dejemos  al  lector  sin  un;i  noticia  siquiera  somera  de  lo  que  era 
entonces  y  es  ahora  El  Hato.  Se  ¡ignora  por  qué  los  antiguos  edificaron 
sus  habitaciones  en  las  primeras  y  más  abruptas  estribaciones  <le  la 
cordillera,  encontrándose  al  pie  de  ellas  la  extensa  y  bellísima  llanura 
donde  está  situado  el  cementerio.  Alguien  asegura  que  procedieron  de 
esa  manera  para  evitar  las  continuas  y  muy  salvajes  irrupciones  de  los 
indios  paeces  y  pijaos,  capitaneados  por  la  temida  cacica  Gaitana. 

A  la  verdad  (pie  si  esta  razón  existió,  no  pudieron  hallar  otro  lugar 
más  resguardado  por  los  contra  fuertes  de  la  montaña  ;  aunque  hay  que 
reconocer  que  esa  precaución  condenó  a  muchas  generaciones  a  vivir 
en  riscos  casi  inaccesibles,  con  peligro  constante  de  la  vida.  Sea  de  ello 
lo  (pie  fuere,  dejemos  a  nuestros  viejos  en  sus  caprichos  y  veamos  qué 
clase  de  gente  fue  la  (pie  quiso  vivir  tranquila,  aun  a  costa  de  continuo 
equilibrio. 

Se  considera  como  fundador  y  párroco  vitalicio  de  El  Mato  al  Padre 
Sánchez,  de  figura  ascética  y  ejemplarísima  vida,  quien  modeló  según 
su  corazón  las  primeras  generaciones  hatenses.  Familias  muy  ricas  y 
honorables  se  establecieron  en  El  Hato,  cuyos  apellidos,  como  timbres 
de  gloria,  se  conservan  aún,  bien  que  mermados  por  la  muerte,  pero 
siempre  herederos  de  los  blasones  de  arraigada  fe  y  purísimas  costum- 
bres de  sus  antepasados.  La  mayor  parte  de  aquellas  familias  llevaban 
vida  de  campo  y  de  trabajo,  dedicadas  a  la  ganadería  y  la  agricultura., 
principales  fuentes  de  riqueza  en  el  Sur  del  Huila. 

Los  esposos  Tobar  tenían,  además  de  las  posesiones  paternas,  va- 
rias otras  en  algunas  poblaciones.  Las  llanuras  alegres  de  La  Cruz,  los 


TEMPLO    PARROQUIAL    DE    EL    HATO     LLENO    OE    RECUERDOS    DE    LA    PIADOSA    INFANCIA    DE  MONSEÑOR. 


EL    PADRE    SANCHEZ.   FUNDADOR    Y    PARROCO  VITALICIO    DE    EL  HATO. 


risueños  prados  de  El  Guaico  en  La  Mesa  de  Elias,  los  extensos  criade- 
ros de  La  Guasimilla  en  Altamira  y  del  .Mesón  y  Perezoso  en  Garzón 
vieron  corretear  a  caballo  al  niño  Esteban,  ayudando  a  su  padre  es 
las  faenas  del  campo  y  formándose  mozo  fornido  y  musculado  en  la 
brega  diaria  de  la  ganadería. 

Cuéntanse  tres  anécdotas  de  la  primera  infancia  de  monseñor,  que 
no  queremos  dejar  olvidadas. 

Primera — La  tomamos  de  dos  de  las  cartas  que  se  nos  lian  enviado 
eon  datos  y  que  concuerdan  en  la  veracidad  de  este  aecho:  era  monseñor 


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un  niño  de  pocos  meses.  Su  señor  padre  sufría  persecución  de  sus  ene 
migos  políticos  por  su  entereza  de  carácter  y  la  integridad  de  sus  pro- 
cederes. Por  esta  razón,  al  tener  conocimiento  de  que  se  proyectaba  un 
asalto  a  su  casa  de  campo,  resolvió  permanecer  oculto  en  lugar  ignorado 
de  ellos.  Varias  veces  se  presentaron  a  La  Balsa,  pero  encontraron  a 
la  señora  Candelaria  con  el  niño  y  la  servidumbre  y  comprendieron 
que  don  Chepe  se  les  escapaba  de  intento.  Apelaron  entonces  a  una 
vileza:  robarle  el  niño  a  la  señora  Candelaria  para  obligarla  a  denun- 
ciar a  su  esposo.  Sabían  perfectamente  el  amor  de  ambos  padres  a  aque- 
lla criatura,  por  la  cual  darían  su  misma  vida. 

Pero  Dios  velaba  paternalmente  por  quien  había  de  darle  tanta 
gloria.  TTna  persona  amiga  tuvo  oportuno  conocimiento  del  plan  sinies- 
tro y  mandó  secretamente  un  emisario  a  la  señora  Candelaria  para  que 
escondiera  el  niño,  tan  a  tiempo,  que  apenas  se  había  hecho  aquello, 
mandando  a  su  ama  de  brazos  con  él  a  un  espeso  bosque  vecino,  llega- 
ron a  la  casa  en  actitud  agresiva  los  perseguidores  del  inocente  peque- 
ñuelo,  quien,  como  comprendiendo  el  peligro  de  su  padre,  permaneció  ca- 
lladito  y  sorprendido  ante  las  señales  de  silencio  que  le  hacía  su  car- 
guera, hasta  que  regresaron  los  planeadores  del  secuestro,  burlados  en 
su  pésima  empresa. 

Segunda. — La  tradición  está  conforme  en  que  cuando  traían  al 
niño  para  bautizarlo  en  el  pueblo,  se  perdió  la  persona  que  lo  con- 
ducía en  el  llano  de  La  Cruz  y  pasó  trabajos  para  encontrar  otra  vez 
el  camino,  después  de  largo  tiempo  de  vagar  al  acaso. 

Tercera. — La  refería  su  madre:  Era  ya  mayorcito  y  hacía  manda- 
dos a  su  madre  a  las  vecinas  haciendas  de  La  Cruz.  Un  día  lo  alcanzó 
la  noche  en  aquellos  parajes  solitarios,  de  extensas  llanuras  e  intrin- 
cados zanjones.  El  niño  no  dio  con  el  camino  perdidito  de  su  casa;  subió, 
bajó,  atravesó  todos  los  llanos ;  asustado  con  el  mugir  de  las  vacadas  y 
el  canto  agorero  de  los  buhos,  resolvió  quedarse  en  un  bosquecillo,  mien- 
tras en  la  casa  de  sus  padres,  sus  parientes  y  los  criados  lo  buscaban 
por  todas  partes,  después  de  informados  en  la  casa  a  donde  había  ido, 
de  que  al  anochecer  emprendió  de  nuevo  el  camino  de  La  Balsa.  Al  si- 
guiente día.  muy  tarde,  lo  hallaron  peregrinando  en  busca  del  camino, 
pero  sin  que  diera  muestras  de  cobardía  ni  turbación. 

En  esa  vida  de  campo  y  de  actividad  pasó  la  niñez  de  Esteban,  a 
quien,  según  testimonio  de  personas  que  con  él  se  criaron,  agradaban 
mucho  las  faenas  de  la  ganadería,  en  las  que  ayudaba  a  su  padre:  mon- 
tar, rodear  el  ganado,  enlazar,  ordeñar,  amansar  animales  cerriles,  etc. 
Lo  aprendió  a  hacer  a  perfección  el  niño  Esteban.  Cómo  Dios  iba  prepa- 
rando la  fortaleza  hercúlea  de  quien  después  sacerdote,  obispo  y  misio- 
nero no  tuvo  igual,  ni  tendrá  semejante  en  la  resistencia  corporal. 

SUS  PRIMERAS  LETRAS.— Quién  es  el  hombre  que,  por  grande 
que  haya  llegado  a  ser,  no  aprendiera  el  abecedario  en  las  faldas  de  su 
madre  o  de  otra  mujer?  Y  cómo  recuerda  el  corazón  agradecido  los  nom- 
bres venerandos  de  aquellas  institutrices  que  amamantaron  en  la  fuente 
de  la  ciencia  de  las  ciencias  — el  temor  de  Dios —  a  tantas  generaciones 
pasadas,  de  las  cuales  salieron  lumbreras  cuyo  fulgor  ilumina  las  pági- 
nas de  nuestra  historia. 

Guardemos  los  huilenses  agradecidos  los  nombres  de  Ramona  y 
Librada  Núñez,  nobles  damas  payanesus,  y  religiosas  desterradas  de 
su  convento  por  las  depredaciones  y  vejámenes  del  gobierno  de  enton- 
ces, por  el  solo  crimen  de  "adorar  a  Dios".  Ellas  fundaron  en  El  Hato 
un  colegio  privado,  ya  que  la  educación  oficial  era  laica,  y  en  él  ini- 


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ciaron  en  las  primeras  letras  a  niños  escogidos  de  las  principales  fami- 
lias. Don  Chepe  y  la  señora  Candelaria  colocaron  allí  a  sus  únicos 
hijos  Esteban  y  Virginia;  allí  perfeccionó  el  niño  los  rudimentos  reci- 
bidos en  su  hogar  de  labios  de  su  madre,  en  tres  años  que  permaneció 
en  el  colegio  Nuñez.  Sus  padres  se  ausentaron  de  El  Hato  para  su  finca 
de  El  Mesón,  municipio  de  (¡arzón:  y  es  muy  cnerdo  conjeturar  que  el 
joven  Esteban  seguiría  perfeccionando  sus  conocimientos  para  prepa- 
rarse con  el  estudio  a  llevar  a  cabo  los  anhelos  que  ya  se  hacían  sentir 
en  su  corazón  de  consagrarse  a  Dios  en  el  sacerdocio. 


CAPITULO  II 
LA  VISION  -  EL  ESTUDIANTE 

El  joven  Esteban  recibía  de  sus  cristianos  padres  los  más  acendra 
dos  ejemplos  de  virtud:  su  padre,  bajo  la  recia  corteza  de  su  severidad, 
guardaba  un  alma  de  patriarca  saturada  de  fe  y  llena  de  cualidades 
excelentes.  Su  madre,  matrona  de  venerada  figura,  con  rostro  de  Teresa 
de  Jesús  y  corazón  seráfico,  infundía  profundo  respeto  con  su  porte  aris- 
tocrático y  su  andar  moderado  y  señorial.  Las  virtudes  (pie  guardaba 
aquel  corazón  crecían  escondidas  como  la  violeta,  bajo  el  manto  de  su 
modestia. 

En  el  hogar  de  los  esposos  Rojas  Tobar  no  se  omitía  nunca  la  suave 
plegaria  del  santo  rosario,  entonado  con  voz  potente  por  don  Chepe  antes 
de  esclarecer  el  alba  y  por  la  señora  Candelaria  al  disponerse  al  des 
canso  de  la  noche.  La  misa  del  domingo  sin  omitir  ninguno  en  todo  el 
año  y  la  asistencia  a  las  grandes  festividades  eclesiásticas  de  la  parro- 
quia :  Semana  Santa.  Corpus,  Cuarenta  lloras  y  fiesta  patronal,  con 
confesión  y  comunión  de  la  familia  y  servidumbre,  hacían  de  la  vida 
una  variedad  de  trabajo  y  oración  muy  propicia  para  los  designios  de 
Dios  sobre  el  niño  Esteban.  Ante  su  vista  fue  perfilándose  con  meri- 
diana claridad  la  lejana  visión  del  llamamiento  divino:  quid  prodest 
homini  si  mundum  universum  lueretur,  animce  vero  suaa  detrimentum 
patiatur?  De  qué  sirven  al  alma  todas  las  riquezas,  si  con  ellas  se  pierde? 

Qué  vida  le  esperaba  en  aquellas  dehesas?  Seguir  el  ejemplo  de 
sus  parientes  y  amiguitos,  a  quienes  él  veía  ya  mozos  desarrollados  y 
pujantes,  pero  sin  otra  aspiración  (pie  manejar  animales  hasta  su  an- 
cianidad? No:  major  sum  et  <<<l  majora  natus,  me  siento  más  grande 
que  todas  estas  cosas;  mi  alma  ve  a  lo  lejos  una  visión  sublime;  sur- 
suni  corda,  más  alto,  más  arriba  se  dirigen  mis  aspiraciones.  .  Dios 
me  llama ....  quiero  ser  sacerdote. 

En  efecto,  consta  por  cartas  de  su  padre  don  Chepe,  que  su  hijo 
pidió  su  consentimiento  para  trasladarse  al  seminario  de  Bogotá,  por- 
que deseaba  ser  sacerdote.  Y  don  Chepe,  que  en  toda  su  adusta  severi- 
dad tenía  un  grande  amor  a  Dios,  consintió  en  se] tararse  de  su  hijo  y 
en  perder  las  gratas  esperanzas  que  abrigaba  de  su  prometedor  retoño, 
a  condición,  son  sus  palabras,  "de  (pie  sea  ejemplar  por  su  ciencia  y 
virtudes".  Lo  envió,  pues,  al  seminario  de  Bogotá,  a  hacer  allí  los  es- 
tudios de  preparación  eclesiástica.  Los  que  fueron  sus  condiscípulo* 
están  acordes  en  atestiguar  que  "Rojitas"  (como  afectuosamente  le  lla- 
maban) cumplió  a  cabalidad  desde  el  primer  momento  los  santos  de- 
seos de  su  padre,  pues  descolló  siempre  entre  sus  compañeros  "en  cien- 
cia V  virtudes".  Cuando  Llegó  el  tiempo  de  recibir  las  primeras  órdenes 


—  14  — 


DON    CHEPE.  CUANDO    SU    HIJO    ESTEBAN    ERA    ESTUDIANTE  DE 
CATORCE   AÑOS.  SE  DEJA  ENTREVER  LA    FELICIDAD   DEL  BUEN 
PADRE   CON    LA    ESPERANZA    DE   TAN    BUEN  HIJO. 


hubo  para  él  alguna  dificultad,  por  necesitarse  las  letras  dimisorias 
del  señor  Obispo  de  Popayán,  y  entonces  intervino  don  Chepe  muy  pru- 
dentemente, como  consta  en  carta  de  15  de  diciembre  de  1879,  que  dice : 
"Puesto  que  aquí  se  embarazan  sus  órdenes  por  falta  de  dimisorias,  que  se 
necesitan  para  ordenarse  allá  en  el  Arzobispado,  y  después  de  ordenado  también 
las  necesita  del  señor  Arzobispo  para  regresar  al  Obispado,  he  resuelto:  que  se 
eduque  en  Bogotá  y  se  venga  a  ordenarse  en  Popayán,  evitando  así  la  necesidad 
de  dimisorias  para  allá  y  para  acá". 

Pero  Dios  había  determinado  otra  cosa :  en  el  corazón  del  alumno 
Rojas  había  nacido  el  deseo  de  perfeccionar  y  terminar  sus  estudios  en 
Roma,  y  para  ello  solicitó  la  licencia  de  su  padre  el  2  de  diciembre  de 
1879,  quien  le  contestó  en  carta  de  26  de  ese  mismo  mes: 


—  15  — 


"En  cnanto  al  viaje  a  Roma,  qne  1'.  me  indica  en  su  nota,  le  diré:  que  su 
idea  corresponde  con  la  mía.  pues  hace  mucho  tiempo  que  he  estado  pensando  en 
eso  mismo:  pero  ese  viaje  no  convendría  yo  en  él  sino  llevando  U.  los  fondos 
necesarios  hasta  regresar  a  su  suelo  natal.  Espero  que  U.  me  mande  el  plan  si- 
guiente: cuánto  le  cuesta  su  marcha  de  ida  y  vuelta:  cuánto  gastará  en  Roma  por 
todo  gasto  y  cuántos  años  permanecerá  en  esa  ciudad  hasta  coronar  su  carrera  y 
formarse  perfectamente  bien". 

El  joven  Esteban  que  conocía  a  su  padre  y  sabía  que  a  él  no  se  le 
decían  las  cosas  dos  veces,  se  apresuró  a  mandarle  la  cuenta  detallada 
de  lo  que  le  pedía;  héla  aquí:  ida  y  vuelta  $  750:  gastos  en  el  primer 


LA  SEÑORA  CANDELARIA.  AFORTUNADA  MADRE  DEL  SEÑOR 
OBISPO.  CON   SU   INSEPARABLE  COMPAÑIA.  EL  SANTO  ROSARIO. 


año  f  215,4 ;  en  los  otros  tres  años  f  284,2.  Don  Chepe  le  contestó  inme- 
diatamente : 

"Por  la  cuenta  que  U.  me  da  quedo  impuesto  de  que  para  su  viaje  que  pre- 
tende a  Roma,  hasta  su  regreso  aquí,  después  de  estacionado  allá  cuatro  años 
necesita  la  suma  de  .$  144Í»  fuertes,  sesenta  centavos ;  y  estoy  resuelto  a  propor- 
cionarle dicha  suma  junta,  para  que  se  vaya  a  concluir  sus  estudios  a  Roma". 

En  efecto,  en  carta  de  25  de  junio  le  avisa  que  le  remite  "mil  seis- 
cientos fuertes,  a  lo  que  Y.  agregará  lo  que  le  sobre  de  este  año".  Así 
hacían  sus  cosas  nuestros  abuelos;  cuando  las  resolvían  las  hacían  bien 
hechas,  no  a  medias,  como  ahora  se  ve,  sobre  todo  en  asunto  de  educa- 
ción de  los  hijos;  si  alguno  desea  hacerse  sacerdote  o  religioso  todo 


—  17  — 


son  rebajas  y  economías,  y  si  es  posible  que  la  diócesis  o  el  instituto 
se  los  reciban  como  expósitos....  mejor. 

Y  tenemos  a  nuestro  joven  Rojas  rebosante  de  felicidad  a  las  puer- 
tas de  su  patria»  despidiéndose  de  ella  y  de  sus  padres  el  primero  de 
septiembre  de  1880  desde  Barranquilla,  al  entrenar  su  suerte  a  merced 
del  proceloso  mar  en  su  feliz  viaje  a  la  ciudad  eterna.  De  Honda  había 
dirigido  a  su  padre  otras  dos  cartas  dándole  cuenta  de  La  felicidad  del 
viaje  y  del  contento  de  que  se  sentía  embargado  al  ver  realizados  sus 
deseos. 

Por  (-artas  posteriores  consta  que  la  navegación  fue  feliz;  el  2  de 
octubre  saludaba  a  su  padre  desde  Loreto  y  el  20  de  noviembre  de  Roma. 


PILA    BAUTISMAL   DE    EL    HATO.    DONDE    FUE    REGENERADO  ESPIRITUALICENTE 
EL   PEQUEÑO    NWO    SOBRE  CUYA  FRENTE  BRILLO  MAS  TARDE  EL  ESPLENDOR 
DE    UNA    MITRA    MUY    BIEN  LLEVADA. 


—  18  — 


LA    SEÑORITA     VIRGINIA.     UNICA     HERMANA     DE     MONSEÑOR      A     LA    EDAD  DE 
18    AÑOS.     VEREMOS     EN    LA    SEGUNDA     PARTE    A    ESTA    DIGNISIMA  MATRONA 
RODEADA    DE   LUCIDA   PROLE   Y    SIEMPRE   CUIDADOSA   DE  TODO    LO    QUE  SE 
REFERIA    A    SU  HERMANO. 


Permítasenos  copiar  la  respuesta  de  don  Chepe,  porque  en  ella  se  tras- 
luce su  rectitud  de  alma  y  su  acendrado  catolicismo: 

"Garzón,  febrero  12  de  1881.  Mi  nunca  olvidado  hijo:  me  alegro  infinito  de 
sus  felicidades  y  deseo  que  así  marche  hasta  su  regreso  a  este  triste  país,  en  donde 
lo  aguardamos  con  las  suficientes  facultades  para  sostener  y  defender  nuestra 
religión  católica  contra  las  tendencias  masónicas,  que  tanto  mal  están  haciendo 
por  nuestra  desgracia.  Por  tal  objeto  le  ordeno  que  aproveche  U.  la  ocasión  que  se 
le  presenta  para  ser  lo  (pie  debe  ser.  un  ministro  de  Jesucristo", 


—  19  — 


CAPITULO  III 


EN  EL  PIO  LATINO  -  EL  ANGEL  GUARDIAN 

El  Colegio  Pío  Latino  Americano  con  La  Universidad  Gregoriana 
son  los  dos  institutos  de  ciencias  eclesiásticas  de  mayor  prestigio  en 
la  ciudad  eterna.  Ellos  cuentan  entre  sus  hijos  a  lo  más  granado  en 
ciencia  y  virtud  del  clero  americano:  Cardenales,  Arzobispos,  Obispos. 
Rectores  de  Seminarios,  sacerdotes  ejemplarísimos,  etc.  Esa  fue  la  tierra 
prometida  que  le  siguió  manando  leche  y  miel  de  divinos  consuelos  a 
quien,  como  el  joven  Rojas,  llegaba  a  aquel  Colegio  ávido  de  virtud  y 
sediento  de  ciencia,  para  llenar  los  justos  deseos  de  su  padre  al  par 
que  sus  propias  aspiraciones.  Es  costumbre  entre  los  alumnos  del  Pío 
Latino  que  al  llegar  un  nuevo  compañero  se  le  señale  para  su  informa- 
ción y  guía  a  uno  de  los  antiguos,  que  se  llama  su  ángel  guardián.  Xo 
podía  el  joven  Rojas  haber  encontrado  mejor  ángel  para  su  compañía 
en  los  primeros  meses  de  Colegio,  que  el  que  le  fue  asignado :  su  nom- 
bre basta:  JOSE  ET" SERIO  DIAZ,  porque  a  él  le  sobra  toda  recomen- 
dación. Los  beneficios  que  mutuamente  se  prestaron  estas  dos  almas, 
identificadas  en  deseos  de  virtud  y  émulas  de  su  perfección  sacerdotal, 
sólo  ellos  y  Dios  lo  supieron.  Con  cuánta  gratitud  conservó  toda  su 
vida  monseñor  Rojas  el  recuerdo  gratísimo  de  su  ángel  guardián  y  qué 
veneración  profesaba  monseñor  Díaz  a  quien  fue  su  favorecido  y  custo- 
diado. Sea  esta  la  ocasión  de  testificar  a  los  sobrevivientes  de  monseñor 
José  Eusebio  Díaz,  en  especial  Mons.  José  Manuel,  Rector  del  Seminario 
de  Bogotá,  la  gratitud  (pie  el  Huila  guarda  a  la  memoria  de  monseñor 
Díaz,  por  los  estrechos  vínculos  de  familia  que  lo  unieron  a  esa  tierra 
y  por  los  especialísimos  que  lo  unirán  siempre  a  la  memoria  de  monse- 
ñor Hojas. 

Séanos  también  permitido  consignar  aquí  el  agradecido  recuerdo 
de  otro  condiscípulo  y  hermano  muy  querido  de  monseñor  Rojas  desde 
sus  primeros  estudios  de  seminario  y  quien  llegó  a  ser  el  decano  de  los 
obispos  de  Colombia,  monseñor  Manuel  José  Caycedo,  de  santa  memo- 
ria. La  más  sincera,  íntima  y  santa  amistad  los  unió  siempre;  en  la 
correspondencia  de  monseñor  Hojas  se  conservan  valiosas  cartas  de 
todas  las  épocas  de  su  vida,  desde  el  seminario  hasta  los  últimos  días 
de  monseñor  en  Agua  de  Dios.  Es  (pie  las  almas  privilegiadas  se  en- 
cuentran y  se  juntan  con  la  atracción  imantada  de  la  virtud,  como  se 
unen  las  corrientes  subterráneas  de  las  aguas,  para  saltar  después  en 
fecundante  y  hervoroso  surtidor.  Va  habrá  ocasión  de  admirar  más 
adelante  los  oportunos  servicios  que  mutuamente  se  prestaron  estas 
dos  almas  de  apóstol,  (pie  recorrieron  la  órbita  de  su  paso  por  la  tierra 
como  dos  astros  satélites. 

Continuación. — En  Roma  permaneció  el  joven  Rojas  completando 
sus  estudios  eclesiásticos  con  el  mismo  aprovechamiento  (pie  había  mos- 
trado en  Bogotá,  hasta  su  ordenación  sacerdotal:  no  sin  que  se  que- 
brantara gravemente  su  salud  con  una  lesión  pulmonar,  a  causa  del 
cambio  de  clima.  En  esta  emergencia,  que  a  otros  ha  frustrado  su  ca- 
rrera, (d  joven  Hojas  visitó  a  la  Sma.  Virgen  en  su  santuario  de  Lour- 
des; se  bañó  con  grande  confianza  en  la  piscina  milagrosa  y  quedó  tan 
radicalmente  curado  de  su  novedad,  que  él  mismo  admiraba  su  resis- 
tencia de  pedio  para  el  canto  y  la  predicación.  Puede  afirmarse  sin 
miedo  a  exageración  (pie  ningún  sacerdote  ni  misionero  habrá  tenido 
tan  constante  ejercicio  de  voz  durante  una  época  igual:  cincuenta  años 
de  ministerio,  y  (pié  ministerio,  como  se  verá  adelante. 


—  20  — 


Perfeccionados  sus  estudios  eclesiásticos  y  convenientemente  pre- 
parada su  alma  con  el  ejercicio  de  las  virtudes,  creyeron  prudente  sus 
superiores  corroborar  La  vocación  divina,  de  la  cual  daba  claras  tunes 
tras,  llamándolo  ¡i  recibir  la  primera  tonsura,  que  es  l¡i  puerta  de  legí- 
tima  entrada  al  estado  clerical.  Grande  seria,  sin  duda,  la  impresión 
recibida  por  el  joven  Hojas  con  este  llamamiento;  luchaban  en  su  alma 
los  dos  encontrados  sentimientos  que  embargan  el  ánimo  de  todos  los 
que  se  bailan  en  esas  circunstancias;  de  un  bulo  el  claro  llamamiento 
de  Dios,  nuestro  Dueño  y  Señor;  de  otro  el  convencimiento  de  la  propia 
indignidad  y  miseria,  agravado  con  la  escasez  de  fuerzas  humanas 
para  tan  honrosa  carga.  Venció  la  humildad  apoyada  en  la  gracia  de 
Dios  y  el  joven  estudiante  repitió,  las  manos  juntas  y  la  mirada  en  el 
superior  como  enviado  divino,  la  misma  frase  de  la  Sma.  Virgen  en 
Nazaret:  Fiat  miM  secundum  verbwm  tu  mu,  hágase  en  mí  la  volun- 
tad de  Dios.  Recordaba  las  cartas  de  su  padre  en  las  cuales  pater- 
nalmente le  rogaba  prepararse  muy  bien  "en  ciencia  y  en  virtudes" 
para  el  combate  que  en  su  tierra  le  esperaba  en  bien  de  la  Iglesia;  veía 
con  toda  claridad  las  gravísimas  dificultades  que  podrían  presentársele 
en  su  ministerio;  comparaba  la  tranquilidad  de  su  hogar  con  las  recias 
batallas  a  que  se  exponía  para  salvar  las  almas;  pero  en  cambio  sentía 
también  la  satisfactoria  alegría  de  seguir  a  Cristo,  como  los  Apóstoles, 
abandonándolo  todo  y  sacrificándose  a  sí  mismo  en  la  cruz  del  deber. 

Así  preparado  y  consciente  de  su  resolución  se  acercó  a  recibir  Ja 
tonsura  el  día  17  de  diciembre  de  1881,  según  el  testimonio  del  Exmo. 
Cardenal  Vicario  de  Roma,  Monacco  La  Valetta,  y  poco  después  las 
cuatro  órdenes  menores.  Continuó  con  mayor  empeño  y  fervor  que 
nunca  sus  estudios,  adiestrando  el  alma  para  recibir  cuatro  meses  des- 
pués, abril  8  del  82,  la  primera  de  las  órdenes  mayores,  el  subdisco- 
nado.  Esteban,  coronadas  sus  esperanzas  y  cumplidos  sus  anhelos  desde 
niño,  ya  pertenecía  a  la  milicia  activa  y  combatiente,  revestido  como 
se  hallaba  de  la  dalmática  de  subdiácono,  verdadera  coraza  defensiva, 
y  hechos  sus  tres  votos  de  pobreza,  castidad  y  obediencia.  Cuán  conmo- 
vido recibió  el  libro  de  las  Epístolas  para  cantarlas  en  la  Misa  ante  el 
pueblo  fiel  y  con  cuánto  cariño  abrazó  su  breviario,  compañero  insepa- 
rable del  sacerdote,  consuelo  diario  en  sus  faenas,  alimento  confortante 
en  los  inevitables  decaimientos  de  la  vida. 

Mientras  se  hallaba  en  Roma  el  joven  Rojas  construyó  en  Garzón 
el  Doctor  José  Ignacio  Soto,  párroco  modelo  y  ejemplar  sacerdote,  el 
templo  que  más  tarde  debía  ser  catedral  de  la  diócesis,  con  el  concurso 
unánime  de  todos  los  vecinos  sin  distinción  de  clases,  ni  opiniones. 

Por  una  disposición  especial  de  Dios  tocó  al  joven  Rojas  enviarle 
de  Roma  los  planos  para  el  templete  del  altar  mayor,  como  lo  vemos  en 
la  siguiente  carta  : 

■•Señor  Dr.  Esteban  Rojas.  Roma.  Muy  estimado  hermano  en  J.  C.  Después 
de  saludar  a  Ud.  con  respetuosidad  y  de  darle  mis  sinceras  felicitaciones  por  la 
fidelidad  con  que  Ud.  ha  seguido  las  huellas  que  conducen  a  la  augusta  misión 
Sacerdotal,  por  su  asiduidad  en  la  recolección  de  las  gracias  del  Señor  y  por  su 
humilde  desprendimiento  de  las  cosas  del  mundo,  paso  a  molestarlo  con  una  exi 
gencia  pesada,  previa  la  venia  del  caso,  puesto  que  es  la  primera  vez  que  me  dirijo 
a  Ud.  mortificándole.  Como  Ud.  se  encuentra  rodeado  de  los  Venerables  Jesuítas, 
sacerdotes  profundos  en  las  ciencias  y  en  las  artes,  quisiera  que  con  alguno  de 
ellos  me  consiguiera  un  diseño  o  modelo  para  un  altar  mayor,  que  sea  fácil  prac- 
ticarlo con  ladrillo,  que  sea-  de  orden  riguroso  y  que  en  los  extremos  tenga  dos 
puertas  para  dar  entrada  a  la  Sacristía.  Si  se  facilita  el  diseño  también  sería 


—  21  — 


fácil  a  Ud.  facilitarme  eí  dato  del  número,  de  las  formas  y  de  tas  diferentes  dimen- 
siones de  las  graveras.  101  espacio  para  el  altar  que  nos  ocupa  tendrá  13  varas  y 
media  de  ancho  y  unas  14  varas  de  alto.  Deseara  que  Ud.  me  cubriera  allá  el 
valor  del  dibujo  y  yo  lo  pasaría  aquí  a  la  honorable  familia  de  T'd.  ojalá  me  acom- 
pañen las  explicaciones  correspondientes.  Tenga  Ud.  la  dignación  de  perdonarme 
la  libertad  que  me  be  tomado  y  de  aceptarme  como  su  humilde  hermano.  José 
Ignacio  Soto  A.  Pbro.  Garzón,  enero  7  de  iss:',". 

Cómo  podía  pensar  el  comisionado  (pie  estaba  contribuyendo,  no 
sólo  a  embellecer  uno  de  los  mejores  templos  de  su  Tierra  natal,  sino  que 
aquellos  planos  eran  los  de  su  propia  catedral  futura?  Designios  de  Dios. 

El  23  de  septiembre  del  mismo  año  de  S2  recibió  el  diaconado; 
tenía  23  años,  la  plena  juventud  :  senTíase  rebosante  de  salud  en  el  cuer- 
po, y  en  el  alma  llevaba  el  "SITIO"  de  Cristo,  la  sed  de  almas  que 
quemaba  a  San  Francisco  Javier  al  contemplar  eu  el  mapa  del  orbe 
las  lejanas  islas  donde  debía  morir.  Con  esa  sed,  con  ese  anhelo  vehe- 
mente de  volver  a  su  lejana  patria  a  salvar  a  sus  hermanos,  se  preparó 
con  toda  la  perfección  posible  para  llegar  a  la  cumbre  del  sacerdocio, 
tánto  tiempo  deseado. 

Lo  que  pasó  en  él  durante  los  días  de  ejercicios  preparatorios  a 
tan  solemne  acto,  .es  un  secreto  de  Dios  y  de  su  alma.  Pero  a  juzgar 
pdr  el  fervor  desplegado  por  el  nuevo  levita  en  la  celebración  del  Santo 
Sacrificio,  en  el  rezo  del  oficio  divino,  en  el  estricto  cumplimiento  de 
las  nuevas  obligaciones  contraídas,  según  testimonio  de  sus  condiscí- 
pulos, podemos  concluir  que  el  Padre  Bojitus  había  puesto  de  su  parte 
cuanto  la  humana  fragilidad  permite  para  disponerse  al  sacerdocio, 
que  recibió  lleno  de  fervor  el  24  de  marzo  del  83. 

Su  espíritu  estaba  templado  para  el  combate;  no  habían  sido  de- 
fraudadas las  esperanzas  de  su  padre,  que  esperaba  que  su  hijo  regre- 
sara al  país  "con  las  suficientes  facultades  para  defender  la  Religión 
Católica",  y  al  efecto  le  ordenaba  que  "aprovechara  la  ocasión  que  se 
le  presentaba  para  ser  lo  (pie  debe  ser.  un  ministro  de  Jesucristo'*. 

Podemos  suponer  que  el  Padre  Rojas,  (pie  conservaba  cuidadosa- 
mente las  cartas  de  su  padre,  las  leería  muchas  veces  antes  (le  regresar 
a  su  patria,  procurando  corresponder,  lanío  a  la  voluntad  divina  en 
lo  (pie  debe  ser  el  sacerdote,  como  a  las  justas  y  prudenTes  aspiraciones 
de  quien  deseaba  para  él  la  mayor  gloria,  al  par  (pie  la  más  grande 
responsabilidad  sobre  la  Tierra,  la  de  un  digno  representante  de  Dios. 

.Mientras  tanto  se  había  recrudecido  la  tirantez  política  y  religiosa 
anunciada  por  D.  Chepo  a  su  hijo  en  carias  anteriores.  Los  que  a  sí 
mismos  se  daban  el  pomposo  nombre  de  defensores  de  la  libertad,  la 
habían  degollado  con  sevicia  calculada  y  Iría  contra  el  poste  de  la  arbi- 
trariedad. Los  ánimos  caldeados  con  incesantes  vejaciones  no  soporta- 
ban ya  el  yugo  ininisericorde  de  sus  mandatarios,  amos  absolutos  de 
vidas  y  haciendas,  ensoberbecidos  y  cí  ñeles  contra  Todo  lo  que  se  opu- 
siera real  o  aparentemente  a  sus  designios,  dirigidos  siempre  a  arrasar 
del  suelo  patrio  cuanto  llevara  el  sello  de  orden  o  religiosidad. 

VA  Padre  Rojas  lo  sabía  muy  bien  y  pedía  incesantemente  a  Dios 
el  remedio  de  tantos  males,  para  encontrar  en  su  querida  patria  la  tran- 
quilidad de  la  paz.  propicia  a  los  trabajos  que  pudieran  emprenderse 
en  bien  de  las  almas,  conforme  a  los  proyectos  (pie  su  imaginación  ar- 
diente se  forjaba. 

Con  ese  ideal  abandonó  la  ciudad  eterna  para  regresar  *a  Colombia, 
pasando  por  Francia,  según  consta  cu  las  facultades  (pie  le  fueron  otor- 


—  22  — 


MONSEÑOR  JOSE   EUSEBIO   DIAZ  ANGEL 
COLEGIO  PIO   LATINO  AMERICANO.  A  SU 
PRIMADO 


GUARDIAN  DEL  SEÑOR  OBISPO  ROJAS  EN  EL 
LADO  EL  EXCELENTISIMO  SEÑOR  ARZOBISPO 
DE  COLOMBIA. 


gadas  pava  celebrar  en  París  y  sn  Arquidi^cesis  por  seis  días  con  el 
consenl ¡miento  de  los  párrocos,  e]  5  de  julio  del  83. 

A  fines  de  agosto  o  principios  de  septiembre  se  hallaba  ya  en  su 
patria  y  recibía  facultades  de  celebrar  por  un  mes  en  la  Arquidiócesis 
de  Bogotá,  concedidas  por  el  Vicario  General,  Dr.  Pineros. 


—  23  — 


Las  demás  facultades  están  concedidas  para  su  diócesis  de  Popa- 
yán.  probablemente  el  dos  de  octubre  siguiente,  en  estos  términos: 

"Concedemos  ¡il  Sr.  Pbro.  I>.  Esteban  Rojas  las  licencias  ordinarias....  y  las 

extraordinarias   de  las  cuales  hartf  uso  con  la  debida  prudencia  hasta  tanto 

(pie  llegado  a  l'opa.ván.  se  le  extiendan  en  debida  forma.  Carlos.  Obispo  de  Po- 
payán". 

Como  se  ve.  estas  facultades  le  fueron  concedidas  antes  de  pre- 
sentarse a  su  Obispo,  probablemente  todavia  en  camino  hacia  su  casa 
o  recientemente  llegado  a  ella,  dadas  las  buenas  disposiciones  en  que 
venía  de  cumplir  fielmente  lo  prescrito  por  los  cánones  y  la  necesidad 
que  de  ellas  tenía  para  ejercer  el  ministerio. 

De  su  llegada  a  casa  de  sus  padres  v  de  las  circunstancias  gravísi- 
mas en  que  esto  se  verificó  hablaremos  en  el  capítulo  siguiente.  Sólo 
nos  resta  consignar  (pie  la  felicidad  de  su  familia  y  la  de  todos  sus  pa- 
rientes y  conocidos,  sacerdotes  y  laicos,  al  saber  (pie  había  regresado 
el  nuevo  sacerdote  tan  deseado,  sólo  es  comparable  a  la  que  experi- 
mentó él  mismo  en  el  seno  de  los  suyos,  dispuesto  a  servirlos  en  Cristo 
y  por  Cristo. 


SEGUNDO  PERIODO 


CAPITULO  UNICO 

EL  SACERDOTE  -  REGRESO  A  LA  PATRIA  -  PRIMEROS 
MINISTERIOS  -  DURA  PRUEBA  DE  DIOS 

Ordenado  sacerdote  el  24  de  marzo  de  1883  regresó  a  su  patria 
pleno  de  energías  en  el  cuerpo  y  rebosante  de  eelo  por  la  salvación  de 
las  almas;  pero  en  época  por  demás  dificultosa,  cuando  se  extremaba 
en  Colombia  la  persecución  religiosa,  que  culminó  en  el  cambio  de  go- 
bierno del  85. 

Va  se  lo  dejaba  comprender  su  padre,  antes  de  su  regreso  al  país, 
previniéndolo  sobre  la  persecución  al  clero,  que  en  la  provincia  del 
sur  se  hacía  sentir  particularmente  contra  los  doctores  José  Ignacio 
Soto,  nombrado  párroco  y  Vicario  de  Garzón  en  1882,  y  Francisco  de 
Paula  Rosas,  párroco  del  Gigante. 

De  su  llegada  a  (¡arzón  sólo  se  tienen  los  siguientes  datos,  propor- 
cionados por  persona  que  vivió  en  su  casa  y  presenció  los  aconteci- 
mientos todos  de  su  vida  de  familia. 

"101  había  avisado  que  venía  a  cantar  su  primera  misa  en  Garzón  y  estaba 
todo  listo  para  ello,  y  los  preparativos  en  su  casa  eran  de  lujo,  conforme  a  la  cate- 
noria  de  su  familia.  Una  coincidencia  fatal  vino  a  turbarlo  todo  el  día  preciso  de 
su  licuada.  Los  liberales  de  Campoalegre,  Gigante,  Garzón  y  Pitalito  hicieron  una 
especie  de  pronunciamiento  político,  dando  a  entender  (pie  había  estallado  la  gue- 
rra, y  ese  pronunciamiento  coincidió  con  el  día  de  la  llegada  del  Dr.  Rojas  a  Gar- 
zón. Muchos  conservadores  amanecieron  presos,  pero  los  (pie  pudieron  saberlo  a 
tiempo  y  escaparse,  fueron  a  encontrarlo,  entre  ellos  su  padre  con  la  señora  Can 
delaria  y  su  hija  Virginia.  Llegó  a  su  casa  por  la  mañana,  acompañado  de  su 
madre  y  su  hermana,  con  algunos  amigos  jóvenes,  entre  los  cuales  el  señor  D. 
Guillermo  Silva  Tobar,  su  pariente,  le  dirigió  la  palabra  en  cortas  frases  como 
sabido  de  familia  a  nombre  de  Garzón.  El  había  hecho  quedar  a  su  padre  en  un 
campo,  porque  como  capitalista  y  gran  católico,  era  perseguido  por  sus  enemigos. 

Terminado  el  recibimiento  y  ante  la  noticia  de  la  turbación  del  orden  público, 
no  quiso  desayunar,  sino  (pie  inmediatamente  se  dirigió  a  la  iglesia  a  cantar  su 
primera  misa,  con  la  asistencia  de  su  madre  y  familia  y  sin  ninguna  solemnidad, 
por  el  temor,  muy  fundado,  de  que  después  le  sería  imposible  hacerlo.  Tanto  su 
padre  como  él  tuvieron  la  pena  de  (pie  don  Chepe  no  pudiera  presenciar  la  primera 


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misa  cantada  de  su  hijo,  ¡i  uuien  tanto  amaba.  Al  tercer  día  todo  estaba  en  calma  : 
soltaron  los  presos,  licenciaron  los  reclutas  y  se  acabó  la  guerra". 

i  Cai  ta  de  una  distinguida  señorita). 

SUS  PRIMEROS  MINISTERIOS— DURA  PRUEBA  DE  DIOS. 
Conforme  con  los  deseos  de  sus  ancianos  padres,  e]  doctor  Rojas  quería 
complacerlos,  permaneciendo  a  su  lado  en  cuanto  le  fuera  posible,  y 
así  se  lo  manifestó  a  su  obispo,  monseñor  ("arlos  Bermúdez,  residente 
en  Popayán.  Pero  algunos  vecinos  de  Guadalupe,  entre  los  cuales  se 
conservan  los  nombres  de  Ambrosio  Ortiz  y  Gratiniano  Rodríguez,  de- 
seosos de  asegurar  para  su  parroquia  el  nombramiento  del  doctor  Rojas, 
a  quien  ya  se  esperaba  de  Roma,  se  dirigieron  a  Popayán.  llevando  un 
memorial  en  que  solicitaban  esa  gracia  "para  bien  de  sus  almas  y  ade- 
lanto espiritual  de  su  parroquia".  Monseñor  Bermúdez  pensó  coordinar 
las  dos  cosas,  el  permiso  tan  justo  que  le  solicitaba  su  subdito  para 
permanecer  algunos  días  en  su  casa  después  de  cuatro  años  de  ausencia, 
y  el  plausible  deseo  de  los  fieles  de  Guadalupe  en  favor  de  sus  almas, 
y  así  despidió  a  los  solicitantes  muy  felices  de  haber  conseguido  en 
parte  su  propósito,  con  una  nota  de  monseñor  Bermúdez  (pie  pusieron 
en  manos  del  nuevo  presbítero,  cuatro  días  después  de  su  llegada  a 
Garzón.  No  sabían  aquellos  buenos  señores  que  con  aquella  nota  iban 
a  ser,  y  lo  fueron  en  verdad,  causa  ocasional  de  una  de  las  más  duras, 
pero  también  de  las  más  provechosas  pruebas  con  que  Dios  quiso  acri- 
solar el  alma  del  doctor  Rojas  en  estos  primeros  días  de  su  celosísimo 
ministerio.  El  doctor  Rojas  venía  de  Roma  como  dice  San  Cipriano 
que  salían  de  misa  los  primeros  cristianos  después  de  recibir  la  comu- 
nión: "ignem  spirantes",  respirando  fuego  de  amor  a  Dios:  esa  fue  su 
respiración  normal  hasta  su  muerte  y  esa  la  causa  del  incidente  des 
agradable,  único  en  su  vida,  (pie,  con  profunda  pena  y  sólo  porque  la 
historia  es  fotografía  de  los  hechos,  vamos  a  referir. 

Monseñor  Bermúdez,  celosísimo  pastor  de  su  extensa  grey,  recibió 
con  gozo  la  noticia  de  la  ordenación  del  doctor  Rojas  y  lo  esperaba  con 
ansia  para  que  se  dedicara  al  ministerio  parroquial  en  el  Sur  del  To- 
lima,  en  donde  era  mayor  la  necesidad  de  clero.  Al  recibir  a  los  emi- 
sarios de  Guadalupe  sintió  henchida  su  alma  de  satisfacción  e  inme- 
diatamente extendió  en  nota  oficial  una  autorización  al  nuevo  presbí- 
tero, para  (pie  administrara  los  sacramentos  en  Guadalupe  a  los  fieles 
que  lo  solicitaran  y  atendiera  al  despacho  de  los  asuntos  más  fáciles, 
mientras  se  proveía  de  otra  manera. 

Cuatro  días  hacía  «pie  el  doctor  Rojas  había  llegado  a  su  casa  pa- 
terna cuando  se  le  presentaron  en  Garzón  los  viajeros  de  Popayán  y  le 
entregaron  la  ñola  de  Monseñor  Bermúdez.  Un  testigo  presencial  dice 
que  al  leer  la  nota  se  advirtió  en  su  semblante  alguna  contrariedad, 
pero  no  la  manifestó  exleriorniente.  antes  bien  despidió  muy  afable  a 
los  comisionados  y  les  prometió  (pie  muy  pronto  estaría  al  servicio  de 
ellos  en  Guadalupe  y  Santa  Librada. 

Dispuso  lodos  sus  asuntos  de  familia  para  trasladarse  a  su  nueva 
residencia,  como  lo  hizo,  entregándose  de  lleno  al  ministerio  parroquial 
e  interpretando  como  nombramiento  de  párroco  la  autorización  epis 
copal  que  le  había  llegado  para  administrar  sacramentos. 

Por  esc  tiempo  era  Párroco  y  Vicario  de  Garzón  el  doctor  -losé 
Ignacio  Soto,  benemérito  sacerdote  a  quien  Garzón  le  debe  en  lo  espi- 
ritual esa  recia  contextura  cristiana  de  acendrada  piedad  que  aun  se 
nota  en  las  familias,  y  en  lo  material  su  grandioso  templo,  hoy  cate- 
dral diocesana,  construido  con  el  esfuerzo  unánime  de  todos  los  vecinos. 


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Era  entonces  Garzón  una  pequeña  villa,  bien  que  habitada  por  gen- 
tes de  valer,  que  comprendieron  y  secundaron  las  nobles  aspiraciones 
del  Dr.  Soto. 

Bueno  es  y  justo  que  se  conserven  en  la  gratitud  garzonense  los 
nombres  de  preclaros  varones  de  aquel  tiempo,  a  quienes  se  debió  la 
cooperación  de  todo  el  pueblo  a  la  obra  maravillosa  de  ese  templo,  si 
se  atiende  a  (pie  hemos  de  retroceder  inedia  centuria  para  darnos  cuenta 
de  las  graves  dificultades  de  construcción  y  de  transporte  de  aquel 
tiempo. 

La  tradición  familiar  y  algunas  historias  ignoradas  nos  han  con- 
servado los  nombres  siguientes,  cuyo  recuerdo  agradecido  aún  vive  en 
las  generaciones  presentes  y  ojalá  se  perpetúe  en  las  futuras. 

En  primera  línea  y  como  eje  potente  de  aquel  movimiento,  los  se- 
ñores Joaquín,  Leopoldo,  Guillermo  y  Luciano  Cabrera  Cajiao,  de  gran 
prestancia  intelectual  y  social,  a  quienes  seguían  incondicionalmente 
en  toda  obra  de  progreso  los  demás  vecinos.  Manuel  Santos  Tobar,  do- 
nante de  la  hermosa  finca  de  "La  Laguna",  para  la  actual  diócesis; 
David  Suárez,  Vicente,  Manuel  y  Simón  Cabrera,  Gregorio  y  Rafael 
Manrique,  Juan  y  David  Maclas,  Manuel  Antonio,  Hazael,  Angel,  Lu- 
ciano, Clises  B.,  Maximiliano,  hermanos  Miguel,  Rafael  y  Gabriel  Silva, 
Leonte  Muñoz,  Prudencio  y  Honorio  Paredes,  Montegranario  Puyo,  Gen- 
til Quintero,  Rafael  Méndez  Tamayo,  David  S.  Fernández,  Dr.  José  An- 
tonio y  Milcíades  Gómez,  Eliseo  y  Juan  Gil  Cabrera,  Agustín,  Salvador 
y  Rafael  Fernández,  Timoteo  y  Camilo  Silva  .Méndez,  este  último  lla- 
mado por  los  Dres.  José  Ignacio  Soto  y  Francisco  de  Paula  Rosas  su 
providencia,  porque  sostuvo  durante  su  vida  el  vino  y  la  cera  para  el 
santo  Sacrificio,  amén  de  gran  parte  del  metcado  semanal  del  párroco. 

Quiera  Dios  conservar,  junto  con  los  nombres  y  su  grato  recuerdo, 
los  valiosos  ejemplos  de  aquellos  ínclitos  varones,  que  son  los  Macabeos 
de  nuestro  pueblo. 

Pueden  escapársenos  muchos  nombres ;  Dios  les  haya  premiado  a 
todos  el  esfuerzo  hecho  para  fabricar  el  templo  que  hoy  es  catedral. 

Toda  la  región  del  Sur  pertenecía  a  la  diócesis  de  Popayán,  cuya 
desmedida  extensión  imposibilitaba  casi  por  completo  las  comunica- 
ciones. Refiérese  que  el  doctor  Sánchez,  Párroco  de  El  Hato,  envió  un 
peón  con  \ma  nota  de  dispensas  de  El  Hato  a  Popayán,  pero  como  pa- 
sara un  mes  largo  sin  noticia  de  él,  pidió  oraciones  al  pueblo  para  que 
Dios  lo  amparara  en  su  regreso ;  tántos  eran  y  tan  graves  los  peligros 
que  entonces  corrían  los  que  se  atrevieran  a  cruzar  la  cordillera  con  su 
temible  páramo  de  Las  Delicias. 

Con  estos  datos  se  puede  comprender  sin  dificultad  la  satisfacción 
con  que  monseñor  Bermúdez  recibiría  la  comisión  de  Guadalupe  pidién- 
dole como  párroco  al  doctor  Rojas,  recién  llegado  de  Roma,  y  el  interés 
con  que  lo  facultó  muy  ampliamente  para  el  ministerio,  aunque  sin  el 
nombramiento  de  párroco. 

Trasladado  a  su  nueva  residencia,  se  entregó  de  lleno  a  ejercer  el 
ministerio  parroquial  con  el  celo  que  siempre  lo  caracterizó,  celo  que 
en  la  presente  ocasión  fue  causa,  al  menos  ocasional,  de  la  dura  prueba 
a  que  Dios  quiso  someterlo  al  comenzar  su  apostolado. 

Monseñor  Bermúdez,  al  tener  conocimiento  de  algunos  actos  del 
ministerio  ejercido  en  Guadalupe  por  el  doctor  Rojas,  para  los  cuales 
se  requiere  jurisdicción  parroquial,  le  dirigió  alguna  advertencia  en  el 
sentido  de  que  los  ministerios  que  podía  ejercer  no  eran  de  párroco 
sino  "como  misionero  y  por  caridad  para  con  los  fieles".  El  doctor 


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Hojas  que,  "con  buena  conciencia  y  con  toda  Inicua  fe"  icaria  del  pres- 
bítero Caycedo)  se  había  creído  nombrado  párroco,  hizo  ante  el  señor 
obispo  su  reclamo  y  alegó  con  un  poco  de  ardor  las  razones  que  creyó 
tener  en  su  favor,  con  tan  mala  suerte  que  monseñor  Ber mudez  juzgó 
de  su  deber  como  superior  manifestarle  que  esas  razones  habían  sido 
expuestas  con  descortesía  y  falta  de  respeto  a  la  autoridad.  A  lo  que  se 
agregó,  para  mayor  mal,  una  carta  familiar  del  doctor  Rojas  al  doctor 
Aristides  Salcedo,  secretario  de  monseñor  Uermúdez,  que  contenía  algún 
desahogo  de  la  amargura  que  en  su  alma  produjo  la  carta  del  Prelado. 
Monseñor  Bernn'nlez,  probablemente  llevado  del  deseo  de  arreglar  favo- 
rablemente este  escabroso  asunto  y  quizás  con  el  ánimo  de  aprovechar 
cerca  de  sí  las  luces  y  el  celo  del  recién  llegado,  lo  llamó  a  Popayán 
dándole  un  honroso  nombramiento,  (pie  el  doctor  Rojas  renunció. 

Esta  renuncia  determinó  para  él  la  prueba  muy  dura  que  el  Prelado 
creyó  de  su  deber  enviarle,  retirándole  la  facultad  de  ejercer  el  minis- 
terio, entretanto  que  se  arreglaban  estos  asuntos  entre  los  dos. 

Mientras  tanto  al  Padre  Pojas  había  escrito  a  su  íntimo  amigo  y 
condiscípulo  Manuel  José  Caycedo.  a  Roma,  avisándole  lo  que  le  pa- 
saba, para  que  lo  consultara  con  los  superiores  del  Pío  Latino  y  le 
diera  un  prudente  consejo  en  aquella  emergencia. 

El  señor  Caycedo,  que  lo  amaba  con  toda  el  alma,  le  desempeñó  la 
comisión  con  prontitud  y  eficacia,  como  consta  en  las  cartas  halladas 
en  el  archivo  de  monseñor  Rojas. 

En  la  primera  de  ellas  (enero  del  84)  le  anuncia  otra  que  le  ha 
escrito  avisándole  su  ordenación  sacerdotal : 

"Somos,  pues,  doblemente  hermanos  y  todos  los  días  nos  unimos  cu  espíritu 
sacrificando  la  misma  santísima  victima.  Ojalá  que  Ud.  se  acuerde  de  mi  en  los 
mementos  con  la  frecuencia  (pie  yo  de  l"d.  He  leído  y  releído  muy  despacio  la 
carta  que  U.  me  escribe  y  los  documentos  adjuntos,  para  poder  darle  mi  juicio, 
que  si  bien  poco  vale.  1'.  bondadosamente  me  pide  que  le  dé  im parcialmente  cu 
el  grave  asunto  que  motiva  su  carta.  De  ellos  he  sacado  en  limpio  (pie  V.  tuvo  una 
equivocación  al  tomar  la  primera  nota  por  nombramiento  de  cura  párroco  de 
aquellos  pueblos;  equivocación  disculpable  por  las  circunstancia  en  «pie  1".  se  ha- 
llaba, y  sobre  todo  por  la  petición  liecba  al  Sr.  Obispo  por  los  vecinos  de  Guada- 
lupe. Esta  misma  equivocación  dio  origen  a  que  Ud.,  juzgando  las  cosas  de  un 
modo  que  no  era  exacto,  diera,  perdóneme  (pie  se  lo  diga,  un  paso  falso.  Y  se  lo 
digo  porque  U.  (piiere  que  le  hable  con  claridad  y  U.  «pie  sabe  cuánto  es  el  cariño 
«pie  le  tengo,  calculará  (pie  se  lo  digo  por  su  bien,  (pie  tanto  me  interesa.  Y  le 
diré  las  razones  porqué  llamo  yo  éste,  paso  falso.  Kl  Sr.  Bermúdez  viendo  que  V. 
bacía  y  obraba  como  Cura  tenía  el  deber  de  advertir  a  l'd.  que  ese  no  había  sido 
el  sentido  de  su  nombra  miento  y  quizá  para  hablar  con  1'.  sobre  los  asuntos  de 
aquella  parte  de  su  diócesis  o  para  darle  el  verdadero  nombramiento  en  vista  de 
lo  que  U.  le  dijera,  le  ordenaba  fuera  a  Popayán.  Hasta  aqui  no  veo  yo  lo  que 
U.  me  dice,  (pie  el  Sr.  Obispo  precipitó  los  acontecimientos.  A  a  mi  modo  de 
ver.  le  tocaba  únicamente  obedecer,  y  en  Popayán  verbo  a  verbo  entenderse  con 
el  Sr.  Obispo  y  explicarle  porqué  había  V.  creído  que  habla  sido  nombrado  Cura. 
La  cara  del  hombre  hace  milagros  y  con  esa  docilidad  habría  1'.  obtenido  lo  (pie 
deseaba,  si  era  la  voluntad  del  Señor,  única  cosa  que  D.  busca.  Nosotros  como 
sacerdotes  debemos  obediencia  a  nuestros  Prelados  y  Dios  X.  S.  no  nos  tomará 
cta.  del  bien  que  hayamos  dejado  de  hacer  por  obedecer  a  un  Superior,  antes  bien 
esta  obediencia  nos  la  premiará.  Además  en  estos  tiempos  de  rebelión  contra  la 
Iglesia  debemos  dar  ejemplo  a  los  laicos  en  sujetarnos  absolutamente  a  sus  pres- 
cripciones. Su  carta  al  secretario  del  Obispo  tiene  el  defecto  de  ser  un  exabrupto, 
dice  las  cosas  como  las  siente  sin  dorarlas,  y  este  no  es  el  medio  más  oportuno 


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para  obtener  inicuos  resultados;  hay  necesidad  de  diplomacia  — cómo  puede  ¡^ni- 
elar a  un  Obispo  que  un  subdito  le  diga  me  voy  al  Delegado  a  que  rae  pase  a  otra 
diócesis?  esto  es  cortarse  las  alas.  Y  sabe  V.  mi  querido  Hojas,  lo  que  hay  cu 
todo  eso?  falta  de  mundo.  La  experiencia  no  se  adquiere  sino  en  cabeza  propia  y 
desgraciadamente  a  1'.  le  faltó  en  esta  ocasión.  Consulte  con  el  P.  Espiritual  su 
asunto  y  me  dijo  que  le  dijera  simplemente  esto:  Rogado  una  vez  el  B.  Leonardi 
para  que  escribiera  las  reglas  de  su  instituto  (fue  fundador  de  los  Siervos  de 
María)  tomó  un  papel  y  escribió  con  letras  gordas  "Ubbidienza".  Ño  le  digas  más, 
•Rócas  é  un  buon  figlio  e  cnpirá"  añadió  el  I'.  Espiritual.  Como  sólo  la  muerte 
no  tiene  remedio,  quédale  un  camino  para  resarcir  el  mal  paso,  y  este  camino  es 
liellísimo.  pues  es  indicado  por  la  santa  humildad,  y  con  él  dará  ü.  prueba  de 
alma  grande,  que  de  varón  perfecto  es  reconocer  el  yerro  y  saberlo  enmendar.  El 
paso  es  el  que  Nuestro  Señor  Jesucristo  nos  enseñó  en  la  parábola  del  Hijo  Pró- 
digo i  esto  no  quiere  decir  que  yo  compare  a  U.  con  el  pródigo  en  la  culpa,  nó)  :  ir 
a  Popayán,  arrojarse  a  los  pies  del  Sr.  Obispo  y  decirle:  "Pater,  pecca  vi .  .  .  .  *'  Paso 
es  éste  tanto  más  meritorio  cuanto  que  pa redándole  a  IT.  que  ha  obrado  bien,  so- 
mete su  razón  al  duro  yugo  de  la  obediencia.  No  hay  duda  que  el  Sr.  Bermúdez,  al 
ver  la  buena  voluntad  de  1'.  que  yo  sé.  pues  lo  conozco  tan  bien  a  U.,  no  es  otra 
que  buscar  la  gloria  de  Dios,  convencido  de  que  1".  sólo  erró  por  deseo  de  obrar 
mejor  arreglará  los  asuntos  a  pedir  de  boca.  Y  si  X.  S.  no  quiere  que  U.  trabaje 
por  salvar  almas  en  el  Tolima  sino  en  el  Cauca,  podría  V.  rehusarse  a  dar  gusto 
al  Padre  de  familias? 

Convencido  en  el  alma  de  que  I'd..  vuelvo  a  repetirlo,  erró  únicamente  en  el 
exterior,  me  resta  solamente  pedirle  perdón  por  el  modo  como  le  he  escrito,  esto 
es  con  toda  franqueza  :  si  en  mis  palabras  hay  alguna  que  le  ofenda  excúsela  y 
mire  la  intención  (pie  las  dicta.  Me  he  figurado  que  estábamos  en  el  recreo  de 
esta  camerata,  después  de  cerrar  los  camerinos  conversando  con  aquella  confianza 
de  entonces,  y  así  lo  he  hecho  de  corazón  a  corazón.  — Podré  yo  olvidar  a  mi 
buen  amigo  y  compañero,  cuando  le  estoy  escribiendo  en  la  misma  mesa  en  que 
U.  estudiaba  en  aquel  tiempo  que  aquí  estuvimos  juntos,  llevando  la  cruz  que  el 
Señor  nos  mandó?  De  ningún  modo.  Xo  me  olvide,  le  pido  de  nuevo  en  sus  ora- 
ciones, escríbame  de  nuevo  y  reciba  un  abrazo  de  su  amigo  y  hermano  en  Jesu- 
cristo. Manuel  José  Caycedo,  Pbro." 

La  segunda  carta,  techada  un  mes  después,  respira  una  amistad 
tan  sincera  y  contiene  detalles  tan  importantes  sobre  este  escabroso 
asunto,  que  no  podemos  omitirla,  a  pesar  de  su  longitud. 

•Roma,  febrero  de  1884.  Sr.  Pbro.  D.  Esteban  Rojas.  Garzón.  La  otra  noche 
en  tiempo  de  recreación,  como  ordinariamente  sucede  en  el  colegio,  recibí  su  car- 
tica  fecha  1!)  de  diciembre  y  fue  tal  la  impresión  que  me  hizo  la  noticia  que  en 
ella  me  da,  que  si  los  muchachos  (aún  soy  prefecto  de  los  pequeños),  se  fijaran 
en  las  cosas  me  habrían  conocido  en  la  cara  lo  que  pasaba  por  dentro.  Acabada  la 
recreación  y  cerrados  los  camerinos,  me  salí  a  la  mesa  del  comedor,  en  aquel  mismo 
lugar  y  hora  en  que  teníamos  nuestras  (Malversaciones  tan  íntimas  y  sabrosas, 
y  me  puse  a  reflexionar  sobre  su  situación  que  tanto  me  interesa.  Ciertamente  ésta 
es  amarguísima  y  todo  como  V.  lo  dice  muy  bien  :  "por  hacer  las  cosas  sin  reflexio- 
nar y  en  la  efervescencia  de  una  pasión"  y  añade :"....  La  vida  sacerdotal  debe  ser 
una  vida  de  continuos  sacrificios;  cosas  todas  que  yo  mil  veces  he  oído  repetir  a 
mis  maestros,  y  yo  mismo  me  he  creído  bien  convencido  de  ellas;  pero,  del  dicho 
al  hecho,  hay  mucho  trecho".  Cuando  acabé  de  leer  estas  lineas  me  dije  a  mí  mis- 
mo: Bendito  sea  Dios:  Rojas  ha  conocido  su  equivocación  y  a  la  fecha,  después 
de  alguna  humillación  provechosa,  como  lo  son  las  humillaciones,  todas  las  cosas 
estarán  arregladas:  Por  consiguiente  fue  enorme  mi  desconsuelo  al  ver  que  U.  no 
cede  y  «pie  sus  asuntos  van  de  mal  en  peor.  Aunque  en  mi  larga  carta  anterior  le 
doy  con  toda  franqueza  mi  parecer  sobre  sus  notas  al  Sr.  Obispo  y  a  su  Secretario. 


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puesto  (pie  U.  de  nuevo  me  lo  pregunta  le  responderé  de  nuevo  suplicándolo  .solo 
vea  en  mis  palabras  la  voz  de  la  amistad  más  verdadera.  Su  historia  en  pocas 
palabras  la  veo  así:  Después  de  que  el  Sr.  Bermúdez  le  concedió  permiso  para 
arreglar  sus  asuntos  y  estar  con  su  familia  :  atendiendo  a  las  peticiones  de  los 
vecinos  de  Guadalupe,  el  Sr.  Obispo  le  suplicó  se  sirviera  ejercer  cuando  buena- 
mente pudiera  durante  su  permanencia  por  ahí  (1)  en  los  ejercicios  de  su  minis- 
terio; Dd.  en  buena  conciencia  y  con  toda  la  buena  fe  (pie  se  quiera  se  creyó  nom- 
brado Cura  y  principió  a  ejercer  funciones  de  tál.  Llega  esto  a  conocimiento  del 
Sr.  Obispo  y  él,  en  cumplimiento  de  su  deber,  advierte  a  U.  que  no  lo  ha  nom- 
brado Cura,  y  le  recuerda  que  sólo  por  un  mes  tiene  permiso  de  estar  con  su  fami- 
lia, y  le  renueva  la  recomendación  de  administrar  por  caridad  los  sacramentos  a 
los  fieles  de  los  pueblos  expresados ....  en  las  visitas  que  les  haga  como  misionero, 
no  como  Cura,  mientras  se  cumple  el  plazo  de  la  licencia  de  permanecer  cerca  de 
Garzón.  Lee  U.  esta  nota  y  en  malhadada  hora  contesta  aquella  durísima  carta  al 
Secretario  del  Sr.  Obispo,  en  que  con  argumento  quiere  probar  que  T\  fue  nom- 
brado Cura  y  se  queja  del  engaño  y  por  último  dice  que  va  a  hablar  con  el  Sr. 
Delegado  para  que  cuando  se  erija  la  nueva  diócesis  del  Tolima  quede  Y.  perte- 
neciendo á  ella.  El  Sr.  Bermúdez  tiene  razón  de  calificar  de  descorteses  sus  notas, 
y  el  haber  tomado  como  dirigidas  a  él  las  expresiones  que  1'.  escribió  a  su  Secre- 
tario, es  la  cosa  más  natural  del  mundo:  pues  1'.  se  las  escribió  no  como  a  Aristi- 
des  Salcedo  sino  como  a  Srio.  del  Obispo,  y  además  U.  por  medio  de  él  mani- 
fiesta a  éste  su  resolución.  Además,  no  le  parece,  mi  querido  amigo,  por  lo  menos 
antidiplomático  decir  a  un  Superior:  1'.  no  me  gusta  como  Superior:  voy  donde 
otro  Superior  de  T*.  para  que  me  libre  de  V.'í  Esto,  en  pocas  palabras,  es  lo  que 
U.  dice  al  Sr.  Obispo  por  medio  de  su  Srio.  en  el  final  de  su  nota  :  Voy  a  Bogotá 
a  hablar  con  el  Sr.  Delegado  para  que  arregle  este  asunto  y  para  (pie  cuando  se 
erija  la  nueva  diócesis  i  proyecto  que  según  1'.  no  agrada  al  Sr.  Bermúdez)  quede 
yo  en  ella  y  así  me  libraré  de  estar  sometido  al  Obispo  de  Popayán.  Si  a  la  dureza 
de  la  proposición,  añade  1".  el  ser  por  escrito,  cosa  distinta  de  oírlo  en  una  con- 
versación en  (pie  hasta  la  modulación  de  la  voz  y  el  aire  de  la  persona  pueden 
dulcificarla,  se  convencerá  T'.  (pie  para  un  Superior  no  es  grato  el  leer  esas 
expresiones.  De  esto  concluyo  que  TJ.  desobedeció  formalmente  y  que,  sin  U.  no- 
tarlo, lo  que  menos  se  ve  en  su  conducta  es  la  santa  humildad. 

Su  última  carta  al  Sr.  Obispo  está  llena  de  contradicciones:  le  haré  notar  la 
siguiente:  Después  de  decirle  que  ha  ido  a  Bogotá  a  hablar  con  Mñor.  Agnozzi, 
añade:  "Por  lo  demás,  repito  que  siempre  he  estado  dispuesto  a  obedecerle  lal 
Obispo)  mientras  sea  su  subdito"  y  al  terminar:  "Si  siempre  me  viere  obligado  a 
hacerlo,  lo  haré  (ir  a  Popayán);  mas  en  el  momento  (pie  sea  erigida  la  nueva 
Diócesis  me  vendré  como  perteneciente  a  ella....  Pero  en  todo  caso  estoy  resuelto 
a  permanecer  en  el  pueblo  (pie  la  divina  Providencia  por  medio  de  mis  superiores 
me  designe".  Xo  ve  la  contradicción".'  Si  está  dispuesto  a  permanecer  en  el  pueblo 
que  la  divina  Providencia  por  medio  de  sus  superiores  le  designe,  por  qué  no  va 
inmediatamente  a  Popayán?  O  quizá  el  Sr.  Obispo  Bermúdez  no  es  su  Superior? 
Francamente,  mi  querido  Rojas,  está  U.  muy  equivocado.  Se  ve  en  ü.  una  lucha 
entre  Esteban  Rojas  y  otra  cosa  (pie  no  es  el  E.  Rojas  que  aquí  conocimos. — Tendrá 
1'.  algún  mal  consejero?  No  lo  quiero  suponer;  pero  al  P.  Espiritual  le  parece  ver 
por  ahí  las  orejas  de  algún  lobo  con  piel  de  oveja. 

De  nuevo,  pero  con  más  seguridad  le  repito  mi  pobre  parecer  en  este  su  asunto: 
tiene  tT.  un  solo  camino,  pero  camino  honroso  y  (pie  le  merecerá  buen  premio  en 
el  cielo:  [r  a  Popayán,  arrojarse,  pero  verdaderamente,  arrojarse  a  los  pies  del 
Sr.  Obispo  y  decirle  de  todo  corazón:  Pater  peccaví.  Con  este  medio  recupera  U. 
su  tranquilidad,  su  posición  y  cumple  con  su  deber  y  se  pone  de  nuevo  en  posibi- 
lidad de  trabajar  como  1'.  lo  desea,  por  la  gloria  de  Dios  y  bien  de  las  almas. 


(1)  Las  palabras  subrayadas  son  las  mismas  del  documento.  X.  I. 


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Xo  crea  que  esto  consejo  sea  sólo  mío.  El  I'.  Espiritual  me  dijo,  escríbele  en 
ese  sentido  y  (lile  que  tu  carta  es  como  si  fuera  mía —  que  obedezca  y  que  se  so- 
meta ;  él  no  tiene  razón  y  sólo  nosotros  que  lo  conocemos  a  fondo  podemos  dis- 
culpar su  intención:  pero  nunca  su  modo  de  proceder.  Y  el  R.  P.  Rector  me  dijo 
que  sí  su  asunto  venía  a  liorna  llevaría  U.  otro  golpe  tra  capo  e  eolio,  pues  la 
autoridad  siempre  juzga  en  favor  de  la  autoridad  "tanto  más  cuanto  las  razones 
de  Rojas  son  muy  turbias".  Como  1'.  le  pregunta  si  hay  algo  más  que  reparar  en 
su  conducta  él  le  dice  que  sí  y  que  el  único  medio  es  el  ya  aconsejado :  absoluto 
sometimiento  de  sn  parte —  si  hace  ésto,  añadió  el  R.  P.  Rector,  cumplirá  los 
deseos  de  quien  lo  quiere  bien. 

Haga,  pues,  mi  buen  amigo,  este  sacrificio,  que  como  sacrificio  será  penoso 
para  el  amor  propio,  pero  que  es  para  U.  un  deber  indispensable.  Si  el  Sr.  su 
padre  no  quiere  que  vaya  a  Popayán,  no  importa  :  deber  suyo  es  el  ir,  pues  el  día 
en  que  ü.  se  ordenó  prometió  obediencia  a  su  Obispo  y  éste  lo  llama ;  si  no  le  dá 
recursos,  no  importa,  váyase  sin  ellos  que  Dios  no  falta  al  que  lo  sirve.  La  obe- 
diencia ni  busca  razones  ni  espera  excusas  :  obediencia  con  tántas  condiciones  no 
fue  la  que  practicó  N.  S.  .T.  de  que  nos  dejó  ejemplo. 

Si  yo  estuviera  en  Bogotá  emprendería  viaje  a  Garzón  para  convencerlo  y 
hacerlo  partir  y  no  dudo  que  le  haría  dar  el  paso  sin  gran  trabajo,  pues  está  tan 
en  armonía  con  su  carácter,  con  sus  inclinaciones  y  con  su  virtud.  En  fin,  Rojas, 
termino  suplicándole  por  nuestra  buena  amistad,  por  su  mismo  bien,  y  por  la  pre- 
ciosa Sangre  del  Redentor  que  haga  el  sacrificio  y  se  someta  completamente  sin 
condiciones  ni  cortapisas :  creé  U.  tener  toda  la  razón :  así  será  más  acepto  su 
sacrificio  al  Señor.  Que  El  le  abra  los  ojos  y  le  haga  ver  su  equivocación,  y  alivie 
sus  penas  (graves  por  cierto,  gravísimas)  ha  sido  el  objeto  de  mis  mementos  en 
estos  días.  Lo  mismo  han  hecho  Malo  y  Díaz,  únicos  alumnos  que  saben  su  asunto 
aquí:  los  demás  no  salten  nada  habiéndoles  dicho  yo.  únicamente  que  Ud.  se  enco- 
mendaba a  sus  oraciones. 

No  dudo  que  1\  sabrá  apreciar  las  palabras  mías  como  nacidas  únicamente 
del  cariño  más  desinteresado  y  que  dentro  de  pocos  meses —  otra  cosa  no  permite 
la  distancia  que  nos  separa —  tendré  el  placer  de  recibir  una  caita  suya  fechada 
en  Popayán  llena  de  regocijo  y  de  paz  que  me  dará  más  gusto  que  el  abrazarlo 
de  nuevo.  Esperando  tan  deseada  carta  soy  su  Afmo.  amigo  y  hermano  en  Jesu- 
cristo. Manuel  José  Cáycedo  Pbro". 

Cuan  provechosa  fue  para  él  la  dura  prueba  de  esta  suspensión,  (pie 
aunque  muy  corta,  fue  demasiado  fuerte  para  su  celo  y  delicadeza  de 
conciencia.  Pero  Dios  que  envía  los  sufrimientos,  los  acompaña  siempre 
con  inesperados  consuelos.  En  esos  mismos  días  había  ido  de  Bogotá  a 
Garzón,  a  pasar  una  temporada  con  su  antiguo  condiscípulo  en  el  se- 
minario el  doctor  Heraclio  Castillo,  eminente  sacerdote  de  la  Arquidió- 
cesis  e  íntimo  amigo  y  admirador  de  Rojitas,  como  todos  lo  llamaban. 
El  doctor  Castillo  fue  su  ángel  de  consuelo  en  aquellos  penosos  días; 
le  decía  misa  en  la  casa  y  le  administraba  diariamente  la  sagrada  co- 
munión; mientras  monseñor  Bermúdez,  bien  informado  por  muchos 
sacerdotes,  se  persuadió  de  que  su  subdito  había  obrado  así,  no  por  re- 
beldía, cosa  muy  ajena  a  su  buen  espíritu,  sino  por  excesivo  celo  y 
habiendo  recibido  satisfacciones  cumplidas  del  Padre  Rojas,  según  se 
lo  habían  aconsejado  de  Roma,  en  seguida  lo  rehabilitó,  nombrándolo 
párroco  de  Santa  Librada  y  Guadalupe.  Así  terminó  muy  pronto  este 
penoso  incidente  de  la  vida  sacerdotal  del  doctor  Rojas. 

Quién  hubiera  podido  pensar  entonces  que  Dios,  que  todo  lo  hace 
con  número,  peso  y  medida,  dispusiera  poco  después  (pie  el  señor  obispo 
Bermúdez  viniera  a  morir  en  los  brazos  del  doctor  Rojas,  atendido  por 
él  con  filial  solicitud. 


—  31  — 


DON    ULISES    B     SILVA.    EMINENTE    PEDAGOGO  QUE  AYUDO   EFICAZMENTE   AL  PADRE 
ROJITAS   EN   LA   DIRECCION   DEL  COLEGIO   DE   SAN   LUIS  GONZAGA.   LO  ACOMPAÑA  SU 
HIJO  VICTOR   FELIX     ACTUALMENTE  PARROCO  DE  PALERMO    PRECLARO   HIJO  ESPIRI- 
TUAL DE  MONSEÑOR  ROJAS. 


TERCER  PERIODO 

EL  PARROCO 


CAPITULO  I 

SUS  PRIMERAS  PARROQUIAS  -  PERSECUCION  POR  LA 
JUSTICIA  -  PRISION 

Establecido  en  su  nueva  parroquia  ejercitó  el  ardiente  celo  de  su 
alma  en  la  organización  de  las  costumbres  cristianas,  empezando  por 
solicitar  el  cambio  del  día  de  mercado,  para  evitar  la  profanación  del 
domingo. 

La  mayor  parte  de  los  vecinos  hallaron  muy  justas  las  razones  de 
sil  párroco  y  adhirieron  a  la  solicitud  hecha  al  ('oncejo  Municipal  y  al 
señor  Alcalde,  tanto  en  Guadalupe  como  en  Santa  Librada.  Desgracia- 
damente pudo  más  en  algunos  empleados  el  sectarismo  político  de  en- 
tonces y  el  Concejo  Municipal  de  Santa  Librada  negó  la  petición  popu- 
lar para  el  traslado  del  mercado  al  día  sábado.  Fueron  más  cuerdos  y 
razonables  los  de  Guadalupe,  donde  fácilmente  y  con  gran  satisfacción 
de  todos  se  hizo  el  cambio  al  día  lunes,  como  se  conserva  hasta  hoy. 

101  señor  Cura  hizo  en  Santa  Librada  una  manifestación  popular 
al  H.  Concejo,  en  la  cual  habló  él  mismo  a  nombre  de  sus  feligreses, 
solicitando  que  se  reconsiderara  el  Acuerdo  (pie  se  había  dictado  y  se 
atendiera  a  las  conveniencias  que  para  el  comercio  traería  la  solicitud 
liecha. 

Esta  pacífica  manifestación  se  calificó  de  sediciosa  y  de  ello  se 
elevó  acusación  formal  contra  el  señor  Cura  de  Santa  Librada  y  contra 
los  vecinos  que  lo  secundaban.  En  virtud  de  dicha  acusación  se  tras- 
ladaron a  Santa  Librada  los  señores  Severo  Castro  y  Nepomuceno  Tobar, 
jueces  del  Circuito  de  Gigante,  acompañados  de  un  piquete  de  guardia, 
(pie  comandaba  don  Nicolás  Falla.  Dichos  señores  declararon  perfeccio- 
nado el  aparente  juicio  y  decretaron  auto  de  prisión  para  el  doctor 
Uojas  y  sus  defensores.  Nada  (pie  fuera  más  satisfactorio  para  el  atleta 
de  Cristo  que  "sufrir  persecución  por  la  justicia" ;  resonaban  muy  gra- 
tamente en  sus  oídos  las  palabras  que  la  santa  Iglesia  pone  en  boca  de 
los  Apóstoles:  "Iban  llenos  de  gozo  al  salir  de  los  tribunales  judíos 
porque  habían  sido  juzgados  dignos  de  sufrir  contumelia  y  persecución 
por  el  nombre  de  Jesús". 


—  33  — 


No  hay  palabras  para  ponderar  la  consternación  de  los  vecinos  de 
Santa  Librada  y  Guadalupe  ante  el  atentado  violento  que  se  consumaba 
contra  la  libertad  de  un  pueblo  al  reclamar  un  derecho  justo  por  boca 
de  su  Párroco;  ni  se  puede  pintar  la  indignación  de  todo  el  Sur  por  la 
prisión,  a  todas  luces  injusta,  llevada  a  cabo  por  los  que  usurpaban 
para  sí  el  pomposo  nombre  de  defensores  de  la  libertad. 

Sobre  este  atentado  bochornoso  para  las  autoridades  de  entonces  te- 
nemos a  la  vista  dos  documentos  que  deben  conocerse :  la  nota  del  Al- 
calde de  Santa  Librada  al  Juez  29  de  Gigante  y  un  informe  del  mismo. 
Por  ellos  se  ve  la  arbitrariedad  cometida  so  capa  de  hacer  respetar 
disposiciones  anteriores. 

"Estados  Unidos  de  Colombia. — Estado  S.  del  Tolima — X.  124. — Alcaldía  del 
Distrito. — Sta.  Librada,  noviembre  2s  de  1884. — Sr.  Juez  2?  de  este  Circuito. — Ci- 
gante. — Hoy  ha  tenido  lugar  en  la  Iglesia  la  despedida  eme  de  los  vecinos  del 
pueblo  ha  hecho  el  Presbítero  Esteban  Rojas,  con  motivo  de  seguir  para  ese  Juz- 
gado a  ponerse  a  derecho  en  el  sumario  (pie  se  le  ha  seguido  por  el  delito  de  sedi- 
ción. Si  el  cuatro  de  octubre  último  el  Presbítero  Rojas  se  manifestó  en  completa 
rebeldía  contra  el  Gobierno,  encabezando  la  sedición  por  que  se  le  juzga,  hoy  ha 
sido  más  patética  su  rebeldía  con  las  exhortaciones  que  ha  hecho  al  pueblo,  inci- 
tándolo a  la  desobediencia  de  las  autoridades  y  a  toda  providencia  que  de  ellas 
dimane  con  relación  al  cambio  de  mercado:  le  ha  manifestado  el  <pie  confía  en 
que  de  ningún  modo  debe  atender  más  bien  el  mandato  de  los  enemigos  de  la 
iglesia  y  de  Jesucristo,  (pie  a  lo  que  él  encarga;  que  le  suplica  que  no  desmaye 
en  la  tarea  empeñada,  (pie  sería  muy  feo  quedarse  burlados  de  los  enemigos  des- 
pués de  tener  casi  el  triunfo:  que  él  está  muy  satisfecho  con  el  modo  como  ha 
obrado  y  (pie  repite  una  y  tantas  veces  (pie  el  domingo  se  debe  guardar,  (pie  si 
acaso  él  volviere  y  todavía  están  las  cosas  en  el  mismo  estado,  ayudará  sin  omitir 
ningún  medio;  pero  (pie  si  en  vez  de  tener  establecidos  los  mercados,  el  día  sábado, 
eran  los  domingos,  entonces  sería  el  primero  en  demostrarle  el  desinterés  y  (pie 
no  volverían  a  contar  más  con  él:  (pie  estaba  resuelto  a  hacer  gastos  en  favor  de 
los  vecinos  que  estuvieran  a  su  favor;  que  no  tuvieran  miedo:  (pie  San  Pablo 
lialiía  preferido  primero  ser  descabezado  que  dejarse  seducir  de  sus  enemifíos;  que 
nadie  podía  obligar  a  ningún  campesino  a  (pie  trajera  sus  ventas  el  domingo,  si 
éste  no  quería  ;  (pie  últimamente  lucieran  lo  (pie  él  les  aconsejaba  y  que  aunque 
los  enemigos  de  la  Iglesia  les  lucieran  la  guerra,  no  se  dejaran  vencer,  (pie  Jesu- 
cristo está  con  ellos.  Le  be  hecho  todas  estas  disertaciones  para  ponerlo  a  U.  al 
corriente  de  todo  cuanto  hace  el  Cura  para  salirse  con  su  dicho.  Como  ya  he  to- 
mado el  carácter  de  narrador,  no  pasaré  por  alto  decirle  también  que  el  pueblo 
está  manifestando  su  condolencia,  vistiendo  de  luto  la  casa  cural  y  la  Iglesia,  y 
actual  (i.  e.  "en  este  momento")  sale  acompañado  de  más  de  cincuenta  personas, 
a  la  vez  (pie  una  fúnebre  plegaria  de  campanas  resuena  en  la  población.  Soy  de 
IT.  atento  y  S.  S.  Ramón  Valderrama".  Se  transcribió  la  pte.  nota  al  Sr.  Secretario 
de  Gbno.  en  Of.  X.  G!)4  y  se  agrega  al  expediente  a  que  se  refiere.  Dcbre.  1/84". 

"En  cumplimiento  de  lo  ordenado  por  el  Sr.  Juez  2?  de  este  Circuito  en  la 
última  parte  de  su  auto  de  fecha  seis  del  corriente  dictado  en  el  sumario  instruido 
contra  el  Pbro.  Esteban  Rojas.  Bernardo  Gutiérrez,  Ramón  Almario.  Santiago 
Cabrera,  Cupertino  Plaza  y  otros,  por  el  delito  de  sedición,  evacúa  el  siguiente 
informe:  Con  fecha  2.".  de  Spbre.  último  la  Corporación  Municipal  de  este  Distrito 
expidió  el  Acuerdo  X?  1(¡,  por  el  cual  se  dispone  (pie  los  mercados  públicos  y  prin- 
cipales vuelvan  a  suceder  en  los  días  domingo  y  jueves  de  cada  semana,  el  cual 
fue  sancionado  el  26  del  mismo.  Posteriormente  y  con  fecha  2  de  octubre,  la  misma 
Corporación  Mpal.  expidió  el  Acuerdo  X.  17,  por  el  cual  derogaba  el  marcado  con 
el  X.  1(5.  La  Alcaldía,  penetrada  de  la  necesidad  (pie  tiene  el  Distrito  de  que  los 
mercados  tengan  lugar  en  los  días  domingos  y  jueves  de  cada  semana,  como  han 


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sido  de  antigua  costumbre,  por  exigirlo  asi  la  industria  de  la  sombrerería,  que  es 
la  que  da  vida  propia,  por  decirlo  así,  a  esta  población,  expidió  el  Decreto  X.  24 
de  4  de  octubre  último,  señalando  los  puntos  en  que  debían  tener  lugar  los  mer- 
cados, el  cual  fue  publicado  el  misino  día  de  su  expedición.  Como  en  este  Decreto 
se  señalaba  la  plaza  principal  para  que  allí  se  verificaran  los  mercados  de  los 
días  domingo  y  jueves:  y  el  punto  donde  corta  la  playa  de  la  Quebrada  Satía  la 
calle  de  la  Armonía  para  los  (pie  quisieran  Hacerlos  en  los  demás  días  de  la  semana, 
hubo  necesidad  de  hacer  retirar  a  este  punto  los  expendedores  de  víveres  (pie  lo 
estaban  haciendo  ese  día  en  la  plaza.  En  ese  instante,  los  señores  Juez  principal 
Ramón  Almario.  Síndido  Mpal.  Santiago  Cabrera,  Bernardo  Gutiérrez,  Cupertino 
I'laza,  César  Valderrama  y  otros,  empezaron  a  amonestar  al  pueblo  a  la  desobe- 
diencia ;  siendo  de  advertir  que  desde  el  día  •".  por  la  tarde,  los  dos  empleados  cita- 
dos y  el  señor  Cupertino  Plaza,  habían  dado  a  conocer  su  repugnancia  contra  una 
providencia  (pie  todavía  no  se  había  dictado:  pero  (pie  seguramente  ya  tendrían 
algún  conocimiento  de  su  próxima  expedición  por  medio  de  la  frenética  disención 
que  promovieron  al  infrascrito  en  el  punto  de  la  carnicería,  en  la  cual,  el  Sr.  Juez 
Ramón  Almario  por  dos  veces  (pliso  echarle  encima  el  caballo  en  (pie  andaba  al 
infrascrito.  Además,  el  día  4  de  octubre,  los  señores  Síndico  principal  Santiago 
t'abiera  y  Cupertino  I'laza.  para  andar  más  activos  en  su  oposición  montaron  y 
se  ataron  a  la  cintura  sus  peinillas.  Poco  más  o  menos  a  las  10  de  la  mañana  del 
día  4  de  octubre  último,  se  me  presentó  el  Sr.  César  Valderrama  manifestándome 
que  el  Sr.  Cura  Esteban  Rojas  (pieria  o  deseaba  que  tuviéramos  una  reunión  para 
tratar  sobre  el  asunto  del  mercado:  (pie  igual  manifestación  había  hecho  a  la 
.Municipalidad:  luégo  recibí  una  carta  del  mismo  sacerdote  en  igual  sentido  de  lo 
que  me  acababa  de  hablar  el  Sr.  Valderrama.  Queriendo  agotar  por  mi  parte  todos 
los  medios  conciliatorios  que  me  sugería  la  prudencia,  y  creyendo  al  Sr.  Cura  ani- 
mado de  mejores  sentimientos  en  favor  de  la  tranquilidad  de  los  habitantes  de 
esta  población,  accedí  a  la  exigencia  que  se  me  hacía,  y  salí  del  despacho  con  mi 
secretario  para  ir  a  la  casa  del  Sr.  Cura  Rojas,  pero  al  llegar  a  la  esquina  de  la 
plaza  vi  que  dicho  Sr.  Cura  salía  de  su  casa,  acompañado  por  los  Sres.  Bernardo 
Gutiérrez,  César  Valderrama  y  otros,  y  rodeados  por  una  multitud  (pie  entre  hom- 
bres, mujeres  y  niños  pasaban  de  cien  personas  y  en  medio  de  vivas  a  los  mercados 
del  sábado,  encabezados  por  el  Sr.  Bernardo  Gutiérrez,  llegaron  a  la  casa  de  este 
señor,  en  donde  dicen  «pie  el  Sr.  Cura  se  molestó  por  los  vivas  y  mandó  al  pueblo 
que  se  contuviera.  Viendo  esto  me  dirigí  a  la  plaza,  en  donde  encontré  al  Sr.  Presi- 
dente de  la  Municipalidad  (pie  con  el  Regidor  Juan  Cupertino  Vargas  iban  a  la 
invitación  (pie  dijo  el  primero  le  había  hecho  el  Sr.  Cura.  De  la  plaza  regresé  al 
despacho,  y  luégo  fue  allí  el  Pbro.  Rojas  con  las  mismas  personas  (pie  lo  habían 
acompañado  desde  su  casa  y  el  pueblo  en  mayor  número:  allí  y  en  el  local  de 
las  sesiones  de  la  Municipalidad  tuvo  lugar  la  sesión  propuesta,  a  la  cual  asis- 
tieron entre  otras  personas  los  Sres.  Bernardo  Gutiérrez,  Eduardo  Ovies,  los  miein- 
bros  de  la  Municipalidad.  Santiago  Cleves,  Camilo  Solinas,  Benjamín  Trujillo. 
Daniel  Jaramillo.  Luis  Felipe  Cárdenas.  Alejandro  Falla.  Severiano  Poveda,  César 
Valderrama,  Filomeno  y  Ricardo  I'laza,  etc.  etc.  y  el  infrascrito  alcalde  y  su  se- 
cretario :  en  ese  instante  se  agolpó  el  pueblo  en  mayor  número,  pues  éste  aumen- 
taba por  instantes,  (pie  iba  haciéndose  difícil  impedir  la  invasión  del  local  donde 
tenía  lugar  la  reunión.  Allí  el  Sr.  Cura,  entre  otros  argumentos,  pidió  que  se  le 
enseñara  la  disposición  que  autorizara  al  Alcalde  para  haber  expedido  su  Decreto, 
la  cual  le  fue  enseñada  por  el  secretario,  poniendo  en  sus  manos  el  Código  de  Po- 
licía. Hablaron  en  la  reunión  varios  ciudadanos  de  los  (pie  habían  asistido:  y  sin 
poder  acordarse  en  nada  con  las  exigencias  del  Sr.  Cura,  la  reunión  se  disolvió 
y  el  pueblo  siguió  para  la  plaza  vitoreando  los  mercados  del  sábado.  En  presencia 
de  la  actitud  tomada  por  la  mayor  parte  del  pueblo,  a  instancias  de  los  (pie  se 
habían  propuesto  el  deber  de  azuzarlo  a  la  desobediencia,  y  por  evitar  un  conflicto, 
que  no  habría  dado  otro  resultado  que  el  sacrificio  inútil  de  algunas  vidas,  desistí 


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de  hacer  retirar  a  los  expendedores  de  víveres  al  lugar  designado:  y  el  mercado 
siempre  tuvo  lugar  en  la  plaza,  como  ha  continuado  sucediendo,  a  despecho  de 
todas  las  providencias  dictadas  por  la  Municipalidad  y  la  Alcaldía.  Aunque  los 
acontecimientos  han  continuado  sucediendo  hasta  ahora  como  corolarios  de  aquel 
movimiento,  me  abstengo  de  estamparlos  en  este  informe,  pero  tendré  el  honor  de 
hacerlo,  si  el  Sr.  Juez  2?  del  Circuito  lo  creyere  conveniente.  Sta.  Librada,  diciem- 
bre 1°  de  1884.  Ramón  Valderrama.  Abel  Charria.  Srio.  Into." 

Caita  del  Pbro.  Esteban  Rojas  a  su  hermana  Virginia  desde  la 
cárcel  de  Gigante :  t 

"Gigante,  diciembre  4.  Querida  Virginia  :  recibí  las  cosas  que  me  enviaste  y 
no  te  contesté  con  el  mismo,  portador,  porque  tuve  que  escribir  otras  cosas.  A  mi 
papá  le  escribí  y  le  pedía  la  historia  y  los  episodios  de  Lourdes  y  el  tren  de  hacer 
rosarios.  Te  encargo  que  no  seas  boba  :  no  te  aflijas  por  nada.  Ten  presente  que  las 
penas  son  tesoros  que  no  son  para  todos,  ni  se  hallan  dondequiera,  ni  todos  los  días  : 
hay  (pie  aprovecharlas  cuando  vienen  :  no  hay  que  dejarlas  perder.  Por  mi  parte 
te  digo  que  buen  "provecho  me  haría  alguna  gran  pena  ahora,  pues  nada  he  sufrido. 
Pide  a  Dios  (pie  me  la  mande,  no  sin  la  fuerza  de  ánimo  necesaria.  El  cielo  es  de 
los  valientes:  Animo.  Te  encargo  le  entregues  esa  carta  a  Emiliano.  Recuerdos  a 
papá  y  a  mamá  con  las  mismas  reflexiones.  Conviene  sobremanera  humillarnos  y 
pedir  luz  al  cielo.  Tu  pobre  hermano.  Esteban". 

Caita  del  Pbro.  Esteban  Rojas  a  don  Leopoldo  Cabrera,  de  Garzón: 

"Cárcel  de  Oigante,  diciembre  11  de  1884.  Sr.  1).  Leopoldo  Cabrera.  Estimado 
amigo:  Agradezco  sinceramente  las  expresiones  de  benevolencia  de  su  atenta  caria 
del  5  del  corriente.  Estos  continúan  ejerciendo  su  inicua  saña  contra  nosotros  del 
modo  (pie  les  es  posible.  Allá  verá  i  pues  Emiliano  se  los  mostrará  i  los  documentos 
que  he  extractado  del  expediente.  A  pesar  de  (pie  de  las  declaraciones,  por  más 
apasionadas  (pie  estén,  no  se  deduce  (pie  hayamos  cometido  crimen  alguno  ante  la 
ley,  no  obstante  se  nos  condena  a  permanecer  en  la  prisión  mientras  se  toman  más 
declaraciones.  Mandaré  ahora  los  documentos  (pie  se  pueda  y  luégo  mandaré  los 
demás,  bien  a  C.  o  a  Emiliano.  En  cuanto  al  tratamiento,  no  es  otra  cosa  que  un 
continuo  ultraje  disfrazado.  A  mí  me  ultrajaran  descaradamente,  sería  mejor.  Há- 
game el  favor  de  saludar  a  I).  Joaquín  y  a  toda  la  familia.  Para  él  va  una  carta 
del  Dr.  Soto  ( 1  ). 

Su  Afino,  amigo  cu  .1.  o.  Esteban  Rojas,  Pbro". 

Cai  ta  desde  la  cárcel  en  noviembre  de  L884:  Exhortación  vehemente 
a  los  feligreses  manifestándoles  SU  dolor  por  la  separación:  dándoles  las 
gracias  por  las  demostraciones  de  aprecio  y  sosteniéndolos  en  sus  mutuos 
sufrimientos : 

"Las  tribulaciones  son  regalo  precioso  del  Señor:  no  las  despreciéis:  sabed  apro- 
vecharlas :  dadle  gracias  con  la  frente  en  el  polvo". 

Los  sostiene  luego  en  su  resolución  de  no  profanar  el  día  del  Señor 
y  concluye  con  liases  tan  vehementes  que  es  imposible  no  conservarlas. 

"Teméis  la  cárcel?  Yo  no  la  temo.  Si  entro  en  ella  es  porque  cometí  el  crimen 
de  enseñaros  el  camino  del  cielo.  Dichosa  cárcel  que  mereció  la  honra  de  encerrar 
a  San  Pedro,  a  San  Pablo,  a  los  demás  apóstoles  y  a  nuestros  padres  en  la  fe.  Núes 
tra  persecución  es  continuación  de  la  de  éllos.  Ellos  se  dejaron  matar  y  nosotros, 
porqué  no  hemos  de  hacer  lo  mismo?  Os  suplico  (pie  ahora  más  (pie  nunca  ruguéis  a 

(1)  Kl  Dr.  Soto  era  un  sacerdote  merltlslmo,  que  fue  Párroco  de  (¡arzón  y  allí  cons- 
truyó, con  visión  profetica.  el  gran  templo  que  después  vino  a  ser  la  catedral  diocesana . 


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Dios  con  humildad  que  os  asista.  El  os  escuchará.  Yo  por  mi  párte  no  puedo  aban- 
donaros. Todos  sois  mis  feligreses.  Rogad  por  mí  también;  rogad  por  vuestros 
enemigos  que  os  persiguen  y  calumnian.  María  es  vuestra  Madre,  ño  la  olvidéis: 
recurramos  a  su  bondad.  Esteban  Rojas.  Pbro." 

(Copia  proporcionada  por  D.  Maximino  Cano,  del  Naranjal). 

Atentados  como  éste  se  repetían  impunemente  por  arbitrarias  au- 
toridades e  iban  preparando  el  ánimo  del  pueblo  para  sacudir,  en  el  85, 
el  ominoso  yugo  de  lo  que  en  vez  de  gobierno  no  era  más  que  vergonzosa 
dictadura  y  cruel  persecución.  El  Dr.  Rojas  fue,  pues,  trasladado  preso 
a  Gigante  y  puesto  en  el  mismo  lugar  en  donde  el  Sr.  Cura  de  (ligante, 
Dr.  Francisco  de  Paula  Rosas,  expiaba  también  el  mismo  crimen  de 
reclamar  el  respeto  de  las  autoridades  a  las  creencias  católicas  del 
pueblo.  Ambos  sacerdotes  allí  en  Gigante,  y  muchos  otros  en  distintos 
lugares,  fueron  perseguidos  por  un  gobierno  cuyas  solas  leyes  eran  el 
odio  y  la  saña  contra  todo  lo  que  representara  la  idea  de  Dios. 

De  una  carta  de  insospechable  autoridad,  cual  es  la  del  cumplido 
caballero  don  Bernardino  Ramírez  y  Silva,  testigo  ocular,  copiamos  lo 
siguiente,  que  confirma  en  todo  la  triste  historia  de  estas  arbitrarie- 
dades : 

"El  último  (plinto  del  siglo  pasado  empezaba  y  con  él  daba  término  la  domi- 
nación radical  <pie  desde  el  año  de  1876  se  había  entronizado  en  el  entonces  Estado 
Soberano  del  Tolima.  en  donde  la  persecución  religiosa  se  había  hecho  sentir  con 
los  más  fanáticos  caracteres. 

Muchas  parroquias  lloraban  la  ausencia  de  sus  párrocos  y  las  pocas  que  los 
conservaban  tenían  que  presenciar  escenas  que  oprimían  el  corazón  de  los  cató- 
licos. Cómo  predicar  sin  la  correspondiente  licencia,  no  importa  de  qué  autoridad 
oficial?  Cómo  administrar  los  sacramentos  sin  los  respectivos  pases  de  la  autori- 
dad? Aún  para  tocar  las  campanas  se  necesitaba  la  venia  del  Comisario  Mayor.  Por 
esos  tiempos  vivía  yo  en  Gigante,  cabecera  de  la  Provincia  del  mismo  nombre  y 
sede  de  las  principales  autoridades  judiciales  y  administrativas  provinciales. 

Un  día  se  anunció  la  llegada  de  unos  presos  políticos  que  enviaban  las  autori- 
dades del  Sur  de  la  provincia  con  los  respectivos  sumarios  para  ser  juzgados  por 
el  Juez  competente,  (pie  para  el  caso  era  el  Juez  2?  del  Circuito.  Yo  hacía  entonces 
parte  de  las  tropas  infantiles  que  todo  lo  querían  observar  para  referirlo  luego  en 
sus  hogares. 

Avidos  de  curiosidad  acudimos  todos  los  muchachos  de  Gigante  a  ver  la  entrada 
de  los  presos.  Cuál  no  sería  mi  sorpresa  cuando  entre  la  multitud  se  alzó  una  voz 
que  exclamó:  "El  Padre  Rojitas!  El  Padre  Rojitas!"  Me  fijé  entonces  en  él:  pe- 
queño de  cuerpo,  de  tez  rosada,  muy  joven  y  de  expresión  en  la  que  se  adivinaba 
un  carácter  luchador.  Entró  sonriente  a  la  cárcel  de  los  presos  comunes.  Cuál  era 
su  delito?  El  más  atroz  (pie  por  esos  tiempos  se  podía  cometer:  ejercer  su  influencia 
de  pastor  espiritual  para  hacer  respetar  el  día  del  Señor:  recordar  a  las  católicos 
su  deber  de  santificar  las  fiestas,  como  lo  ordenó  el  Dios  del  Sinaí.  El  Fiscal  de  la 
causa,  D.  Leónidas  Calderón,  comprobó  hasta  la  saciedad  la  inocencia  del  acusado 
y  su  libertad  no  se  hizo  esperar,  con  gran  regocijo  de  los  católicos,  especialmente 
de  sus  feligreses  de  Santa  Librada,  Timaná,  Guadalupe  y  Naranjal.  La  aureola 
(pie  puso  el  martirio  sobre  sus  sienes,  el  prestigio  «pie  tal  acontecimiento  dio  a 
sus  actividades  sacerdotales  y  el  clarear  de  la  Regeneración  predicada  por  el  in- 
signe reformador,  Dr.  Rafael  Xúñez,  dieron  al  Padre  Rojitas  el  poder  que  nece- 
sitaba para  cambiar  los  mercados  dominicales  en  sus  parroquias,  haciéndoles  a 
la  vez  un  gran  bien  comercial". 

(Hasta  aquí  la  caita  del  Sr.  Ramírez). 


—  37  — 


Poco  tiempo  después  estalló  la  guerra  civil  del  85 ;  el  doctor  Rojas 
se  veía  en  la  necesidad  de  viajar  continuamente  de  sus  parroquias  a 
Garzón  para  atender  a  su  padre,  gravemente  enfermo.  En  uno  de  estos 
viajes  fue  nuevamente  cogido  como  preso  político,  por  el  crimen  de  haber 
confesado  enfermos  de  ambos  bandos,  heridos  en  el  combate  de  la  .Tagua  ; 
ni  siquiera  se  le  permitió  volver  a  su  casa  a  ver  a  su  padre  moribundo ; 
del  mismo  cuartel  donde  estaba  confesando  heridos  fue  conducido  a  la 
cárcel  con  los  demás  presos  políticos,  sin  consideraciones  de  ninguna 
clase,  ni  a  su  carácter  sagrado,  ni  a  la  honorabilidad  de  su  familia,  ni 
¡il  penoso  estado  en  (pie  se  hallaba  su  señor  padre.  El  sectarismo  no 
entiende  el  lenguaje  de  la  nobleza  de  alma ;  es  siempre  igual  en  todos 
los  tiempos  y  lugares. 

En  la  cárcel  encontró  como  compañeros  suyos  a  los  señores  General 
Joaquín  María  Córdoba,  Coronel  Gentil  Quintero,  Guillermo  y  Luciano 
Cabrera  Cajiao,  Emiliano  Cantillo  y  otros.  Las  vejaciones,  escarnios, 
burlas  y  ultrajes  personales  que  sufrió  de  la  soldadesca  soez  autori- 
zada para  todo  por  sus  jefes,  no  pueden  describirse;  baste  decir  que 
cualquier  guardia,  a  la  hora  de  la  comida  podía  revolver  con  sus  dedos 
la  sopa  que  le  enviaban  de  fuera  las  familias,  buscando  supuestos  men- 
sajes. De  Garzón  fueron  llevado  a  Gigante  y  de  allí,  con  otros  presos, 
entre  los  cuales  se  hallaba  el  señor  Cura  doctor  Francisco  de  Paula 
Rosas,  fueron  conducidos  a  El  Hobo,  a  la  finca  de  campo  llamada 
Angostura.  Aquí  el  General  Córdoba  organizó  a  sus  compañeros,  les 
templó  el  ánimo  y  resolvió  asaltar  la  guardia  y  darse  la  libertad,  lo 
«pie  hicieron  tomando  la  vía  de  Ríoblanco,  para  salir  por  las  monta 
ñas  de  Cachava  otra  vez  a  Gigante.  En  Cachaya  tuvieron  noticia  de 
la  batalla  de  Cogote,  favorable  a  la  causa  del  orden,  circunstancia  que 
les  permitió  volver  sanos  y  salvos  a  sus  casas.  Encontró  a  su  padre  pos- 
trado, lo  asistió  con  filial  solicitud  hasta  (pie  murió,  y  regresó  luego  a 
sus  parroquias  con  indecible  contento  de  sus  feligreses. 


CAPITULO  II 
PARROCO  MODELO  -  SU  ACTIVIDAD  ACOSTUMBRADA 

Vuelto  a  su  extenso  campo  de  acción  en  la  tranquilidad  de  la  paz. 
emprendió  de  nuevo  su  campaña  depuradora,  primera  obligación  de 
todo  párroco,  organizando  en  sus  parroquias,  como  un  anticipo  de  la 
actual  Acción  Católica,  toda  una  serie  de  asociaciones  piadosas,  bloque 
compacto  de  almas  buenas  (pie  habían  de  influir  decisivamente  en  la 
marcha  normal  (pie  supo  imprimir  este  "alter  Christus"  al  pequeño  re- 
baño (pie  se  le  había  confiado.  Hombres,  mujeres  y  niños  embargaban 
la  atención  del  doctor  Rojas,  mirado  por  todos  con  tal  veneración  (pie 
no  deja  duda  de  (pie  veían  irradiar  de  su  persona  sagrada  el  esplendor 
divino  (pie  presentían  las  multitudes  en  la  persona  misma  de  desús.  Y 
no  podía  ser  de  otra  manera:  admiraban  en  su  joven  Párroco  el  celo 
ardiente  que  le  consumía  por  la  gloria  de  Dios  y  la  salvación  de  las 
almas,  unido  a  una  actividad  no  igualada  hasta  entonces  y  dirigida 
toda  al  bien  espiritual  de  su  rebaño. 

Contribuía  a  acrecentar  este  prestigio  de  santidad  el  exquisito  cui- 
dado del  Párroco  Bojitas  en  presentarse  siempre  ante  su  pueblo  como 
sacerdote  modelo,  cortando  hasta  las  menores  apariencias  (pie  pudieran 


—  38  — 


desedificar  a  los  fieles.  Oigamos  lo  que  sobre  esto  nos  dice  en  su  carta 
ya  citada  l>n.  Bernardino  Ramírez,  testigo  personal: 

"Alguna  vez  me  hallaba  ¡i  l¡i  mesa  del  Sr.  Eduardo  Ovies  en  compañía  de 
éste  y  del  Padre  Bojltas.  Eran  las  nueve  de  la  noche,  hora  qué  en  Santa  Librada 
todos  sus  habitantes  se  entregan  al  descanso.  Hablábamos  familiarmente  cuando 
tocan  a  la  puerta.  La  señora  de  la  casa  abre  la  puerta  y  vimos  entrar  a  una  vie- 
jecita,  apoyada  en  un  grueso  bastón  natural,  quien,  dirigiéndose  al  padre,  le  dijo: 
— Señor  Cura,  por  los  lados  de  la  Guasca  hay  un  hombre  que  pide  confesión,  y 
como  puay  no  hay  naides  de  la  familia,  yo  he  venido  a  avisarle  a  sumercé.  — Y 
quién  me  puede  conducir  al  enfermo'.'  contestó  el  Padre.  — Yo.  señor,  yo  sé.... 
— No,  replicó  el  Padre  interrumpiéndola.  Yo  no  ando  con  mujeres.  Vaya  usted  a 
buscar  un  hombre  eme  me  indique  la  casa  del  enfermo.  El  Padre  no  quiso  marchar 
sino  cuando  vino  un  hombre  a  guiarlo.  Los  circunstantes  nos  quedamos  asombra- 
dos. Quién  había  de  sospechar  nada  del  Cura  (pie  marchaba  al  lado  de  una  anciana 
doblegada  por  los  años?  Sin  embargo,  su  prudencia  se  cuidaba  aun  de  las  puras 
apariencias". 

Jamás  en  su  vida  de  Párroco  se  dijo  ni  se  pensó  siquiera  del  Padre 
Rojitas  nada  «pie  pudiera  mancillar  su  acrisolada  virtud;  todos  veían 
en  él  un  sacerdote  ejemplar,  a  un  ministro  digno  de  su  misión  sublime. 
Don  Llises  P>.  Silva  nos  dice  en  su  carta  sobre  esto  lo  siguiente: 

••Cuando  algunas  de  las  señoras  (pie  manejaban  la  cocina  tenía  necesidad  de 
hablar  con  el  Sr.  Rector,  hacía  sacar  dos  asientos  al  corredor  interior  y  allí  aguar- 
daba a  la  señora  para  saber  qué  necesitaba.  Esto  lo  hacía  porque  no  permitía  (pie 
mujer  alguna  entrara  a  su  pieza". 

ESTADO  LAMENTABLE  DE  LAS  ALMAS  EN  EL  SUR 

DEL  TOLIMA 

El  extenso  territorio  que  en  aquel  tiempo  pertenecía  a  la  diócesis 
de  Popayán  en  el  Estado  Soberano  del  Tolima,  estaba  formado  por  pa- 
rroquias y  caseríos  apenas  atendidos  de  cuando  en  cuando  por  los  es- 
casos sacerdotes  de  entonces,  casi  todos  ancianos,  abrumados  de  trabajo 
y  prácticamente  desconectados  de  su  superior  eclesiástico,  circunstan- 
cia muy  desfavorable  para  la  observancia  de  las  virtudes  sacerdotales  y 
para  la  guarda  de  las  leyes  canónicas. 

Al  llegar  de  Roma  el  doctor  Rojas,  era  Párroco  y  Vicario  de  Garzón 
el  doctor  José  Ignacio  Soto;  de  Gigante  el  doctor  Francisco  de  Paula 
Posas,  de  El  Hato  su  fundador  el  Padre  Sánchez,  y  de  Timaná  el  Padre 
Grijalba.  Cuando  el  doctor  Rojas  estaba  en  plena  organización  de  sus 
parroquias  de  Santa  Librada  y  la  Concepción,  murió  en  Timaná  el  Padre 
Grijalba,  quien  administraba  varios  caseríos  dependientes  de  su  parroquia 
principal.  El  Tilmo,  señor  Hermúdez,  quien  ya  había  podido  apreciar  el 
alma  varonil  del  doctor  Hojas  y  era  testigo  de  su  celo  y  virtud,  pensó 
en  él  para  reemplazar  al  Párroco  y  Vicario  de  Timaná  y  le  dio  este  nom- 
bramiento con  amplias  facultades  para  ejercerlo.  En  su  nuevo  cargo, 
algo  así  como  un  Vicario  general  de  este  lado  de  la  cordillera,  se 
preocupó  primeramente  del  poco  clero  que  había  y  de  la  necesidad 
de  un  retiro  espiritual  en  el  cual  se  reunieran  todos,  cambiaran  ideas 
sobre  las  graves  necesidades  de  las  almas  y  sobre  todo  y  ante  todo 
atendieran  a  su  propia  santificación,  pues  la  mayor  parte  de  ellos  se 
hallaban  impedidos  por  su  edad  y  achaques  para  trasladarse  a  Popa- 


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yán  y  por  lo  tanto  hacía  varios  años  que  no  cumplían  con  aquella  obli- 
gación canónica. 

Buena  sorpresa  se  llevaron  algunos  con  la  inusitada  convocación 
del  señor  Vicario;  hubo  revuelo  de  extrañeza  por  lo  mismo  que  era  el 
más  joven ;  pero  cuando  empezaron  a  saborear  en  los  primeros  días  la 
unción  divina  con  que  les  hablaba  su  joven  superior;  cuando  experi 
mentaron  en  sus  almas  sacerdotales  el  calor  de  celo  (pie  iba  comuni- 
cándoles; cuando  revivió  en  varios  de  ellos  el  abrumador  sentimiento 
de  la  responsabilidad  ante  el  divino  Pastor;  cuando  en  fin  palparon 
la  rectitud  de  intención  de  aquel  santo  sacerdote  que  Dios  les  había 
enviado  como  Vicario,  entonces  bendijeron  a  la  Divina  Providencia  y 
cobraron  por  el  doctor  Rojitas  tal  estimación,  (pie  todos  los  años  subsi- 
guientes le  pedían  aquellos  días  santos  de  recogimiento,  en  los  que  sentían 
repetirse  en  ellos  sensiblemente  la  escena  de  Pentecostés. 

Remediada  la  necesidad  más  urgente,  la  del  clero,  pensó  el  doctor 
Rojitas  en  la  manera  de  cambiar  las  costumbres  del  pueblo,  muy  rela- 
jadas ya  a  consecuencia  del  abandono  espiritual  de  tiempos  anteriores. 
Convencido  de  que  la  palabra  de  Cristo  "vos  estis  sal  térra?"  no  es  sola 
mente  una  bella  figura  significativa,  sino  (pie  es  palpitante  realidad, 
se  propuso  salar  a  sus  ovejas  con  doctrina  cristiana,  con  catecismo  prác- 
tico, aplicado  individualmente  en  retiros  espirituales  cerrados,  (pie  se 
propuso  dar  él  mismo  de  parroquia  en  parroquia  a  toda  clase  de  perso- 
nas, con  tan  feliz  resultado,  (pie  los  pueblos,  como  los  sacerdotes,  com- 
prendieron la  gracia  extraordinaria  que  Dios  les  enviaba  y  despoblaban 
los  campos,  abandonaban  sus  quehaceres,  sufrían  privaciones,  antes  que 
perder  el  pasto  espiritual  (pie  su  nuevo  párroco  les  ofrecía.  Todavía  que- 
dan personas  que  cuentan  conmovidas  el  electo  sobrenatural  obrado  en 
las  almas  por  aquella  palabra  enérgica,  vibrante,  apostólica,  predicada 
con  libertad  subyugadora  y  con  unción  tan  divina  (pie  transfiguraba 
su  rostro  encendido  con  claridad  de  cielo.  Desde  entonces  empezó  en  el 
Tolima  la  transformación  definitiva  de  costumbres  (pie  siguió  acentuán- 
dose más  tarde  bajo  el  cayado  del  Obispo  santo  y  celosísimo  Pastor. 


CAPITULO  III 

VISITA   PASTORAL   DE    MONSEÑOR   BERMUDEZ  -  SU 
MUERTE  EN   BRAZOS  DEL  DOCTOR  ROJAS 

El  linio,  señor  don  Carlos  Bermúdez,  celoso  del  bien  de  sus  ovejas, 
determinó  en  L886,  pacificada  ya  la  república,  vencer  los  graves  obstácu- 
los que  la  naturaleza  oponía  a  SU  acción  pastoral  en  la  parte  toliniense 
de  su  vasta  diócesis  y  practicar  la  Visita  canónica  en  las  parroquias 
más  distantes  de  su  Sede  de  I'opayán.  En  efecto,  emprendió  viaje  a  lomo 
de  muía,  como  entonces  y  ahora  se  viaja  de  I'opayán  a  La  Plata,  con 
todas  las  penalidades  inherentes  al  penoso  andar  de  la  cabalgadura  en 
varios  días  de  camino,  atravesando  la  cordillera  central  por  el  temible 
páramo  de  Las  Delicias,  entre  Silvia  e  [nzá.  Acompañado  de  dos  sacei 
dotes  empezó  la  visita  y  llegó  hasta  Elias,  en  donde  fue  atacado  súbita 
mente  de  la  grave  enfermedad  que  lo  llevó  al  sepulcro.  El  doctor  Rojas, 
en  cuyo  ánimo  había  desaparecido  hasta  el  recuerdo  de  los  sucesos  pa- 
sados con  sn  Obispo  al  principio  de  su  ministerio,  se  dedicó  con  el  mayor 
esmero  ;i  atender  al  ilustre  enfermo  con  la  solicitud  de  un  hijo,  hasta 


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entregar  su  alma  al  Creador,  pues  fueron  inútiles  todos  los  medios  em- 
pleados para  salvarlo.. 

El  Padre  Rojas,  al  ver  la  gravedad  del  señor  Obispo  pidió  fervien- 
tes 01  aciones  a  su  pueblo  por  la  preciosa  salud  del  Prelado,  y  como  viese 
infructuosos  los  esfuerzos  hechos  para  salvarlo,  organizó  una  peregri- 
nación religiosa  al  Naranjal,  otra  de  sus  parroquias,  donde  se  venera 
como  titular  el  Misterio  de  la  Beatísima  Trinidad.  El  mismo  la  dirigió, 
caminando  a  pie  y  descalzo  las  dos  horas  largas  (pie  se  emplean  en  recorrer 
aquella  distancia  en  ángulo  agudo,  cuyo  vértice  está  en  el  río  Timaná 
y  los  extremos  de  sus  lados  en  las  dos  poblaciones,  (pie  se  miran  de  un 
lado  al  otro  como  dos  atalayas;  completando  la  dificultad  de  este  viaje 
un  mal  camino  lleno  de  piedras  en  la  bajada  de  Elias,  con  el  paso  del 
Timaná  a  vado  y  la  interminable  subida  de  Cicana  hasta  Naranjal  con 
sus  temibles  gredales.  Pidió  oraciones  a  todas  sus  parroquias,  en  las 
cuales  se  hicieron  también  procesiones  de  penitencia,  misas  y  peregri- 
naciones con  el  mismo  fin.  Pero  el  decreto  de  Dios  fue  irrevocable;  el 
Prelado  murió  en  los  brazos  de  su  subdito,  sin  (pie  valiera  ninguno  de 
los  medios  (pie  se  agotaron  para  salvarlo. 

Los  dos  sacerdotes  (pie  lo  acompañaban  continuaron,  con  delegación 
especial,  administrando  el  sacramento  de  la  Confirmación  a  los  innu- 
merables niños  y  adultos  que  no  lo  habían  recibido  por  la  falta  de  Obispo 
en  estas  regiones. 

Los  años  del  87  y  88  pasaron  para  Popayán  en  sede  vacante  y  du- 
rante ellos  el  doctor  Pojas  ejerció  sus  funciones  de  Vicario  de  Timaná, 
encargado  de  la  administración  desde  la  .Tagua  hasta  Pitalito,  multipli- 
cando asombrosamente  su  actividad,  sin  descuidar  el  esmerado  cultivo 
de  su  alma.  De  sus  múltiples  ocupaciones  sacaba  anualmente  el  tiempo 
necesario  para  trasladarse  a  la  capital  y  hacer  allá  sus  ejercicios  espi- 
rituales en  alguna  casa  religiosa.  Los  Padres  Jesuítas  se  edificaron 
varias  veces  con  el  ejemplo  de  su  recogimiento  y  de  la  intensidad  con 
(pie  se  aplicaba  en  esos  días  santos  a  la  meditación  y  penitencia. 

Efecto  natural  de  su  acendrado  espíritu  y  de  sus  exquisita  forma- 
ción sacerdotal  fue  siempre  en  el  Dr.  Rojas  el  cuidado  por  el  esplendor 
de  las  ceremonias  religiosas  y  por  el  clasicismo  del  canto  litúrgico.  Es- 
cogió jovencitos  de  buenas  familias  y  sanas  costumbres  y  formó  con 
ellos  su  schola  cantorumj  eran  sus  compañeros  de  faenas  y  sus  mejores 
auxiliares  en  el  ministerio  delicadísimo  de  la  catequesis.  De  allí  salieron 
varios  y  muy  escogidos  sacerdotes,  que  fueron  más  tarde  para  él  "gau- 
dium  meum  et  corona  mea'",  como  dijera  San  Pablo,  su  gozo  y  su  mejor 
corona  temporal.  Todavía  recuerdan  los  viejos  de  aquellas  poblaciones 
las  esplendorosas  fiestas  del  doctor  Rojitas;  la  mesa  eucarística  en 
crujir  continuo  ante  el  empuje  de  innumerables  filas  de  comulgantes; 
el  púlpito  orgulloso  con  el  nuevo  Crisóstomo  que  hacía  palpar  con  la 
claridad  diáfana  de  su  estilo  las  más  arduas  verdades  y  el  inimitable 
coro  que  ejecutaba  a  perfección  las  mejores  composiciones  de  Capocci, 
Palestrina  y  Bataglia. 

El  señor  Ramírez,  antes  citado,  dice  así  en  su  carta  : 

"Habiendo  sabido  el  Padre  Rojitas  que  yo  barruntaba  de  canto  y  música,  fui 
invitado  por  él -varias  veces  para  que  le  ayudara  en  las  solemnidades  religiosas 
que  tenían  lugar  en  sus  parroquias.  En  cada  una  de  éstas  había  organizado  coros 
de  cantores  que  él  personalmente  enseñaba.  Entonces  pude  apreciar  de  cerca  sus 
cualidades  artísticas.  Poseía  una  voz  de  soprano  muy  bien  timbrada  y  firme. 
Nunca  le  oí  una  nota  fuera  de  tono.  Le  entusiasmaba  la  música  clásica.  Recuerdo 


—  41  — 


que  durante  una  misa  le  toqué  en  el  armonio  un  trozo  de  La  sonámbula.  Al  oír 
los  primeros  compases  lo  noté  como  contrariado.  Seguramente,  pensé,  esto  está 
muy  mal  tocado.  Después,  al  inquirir  el  motivo  de  su  disgusto,  me  dijo:  — No, 
señor,  no  tuve  disgusto,  por  qué  había  de  tenerlo?  Fue  que  me  trasladé  con  la 
imaginación  a  Roma,  en  donde  oí  a  gran  orquesta  trozos  de  esa  ópera. 

En  los  ensayos  que  hacía  de  los  más  grandes  compositores  místicos,  como 
Capocci,  Miné  y  otros,  ensayos  a  los  cuales  todos  los  coros  asistían,  se  le  veía  jubi- 
loso, sonriente,  con  su  batuta  en  acción,  más  deleitándose  con  las  armonías  de 
tan  selecta  música  que  enseñando  a  sus  muchachos.  Mas,  cuando  percibía  una 
nota  falsa  o  disonante,  inmediatamente  localizaba  a  su  autor,  y  con  su  batuta  lo 
tocaba  ligeramente  en  la  cabeza,  diciéndole :  Capisce,  Capisce!  El  canto  y  la  mú- 
sica transformaban  su  carácter  serio  y  al  parecer  huraño  en  benévolo  y  jovial. 
Era  la  oportunidad  para  «pie  los  muchachos  se  permitieran  chistes  y  agudezas 
que  en  ninguna  otra  ocasión  se  les  hubieran  permitido. 

Dos  fines  principales  se  propuso  el  Padre  Rojitas  con  la  creación  de  los  coros 
de  cantores  :  primero,  la  formación  cristiana  de  sus  miembros,  y  luégo,  la  catequi- 
zación  de  éstos  para  levitas  del  Señor.  Varios  de  los  cantores  pasaron  a  los  semi- 
narios y  recibieron  su  consagración  sacerdotal  del  mismo  que  los  encauzó  por  tan 
sublime  ministerio. 

Mucho  de  lo  que  se  cantaba  era  compuesto  por  él,  sobre  todo  salves,  letanías, 
himnos,  villancicos,  etc.,  pero  ninguna  composición,  a  mi  juicio,  es  más  hermosa 
que  Las  Siete  Palabras,  que  se  cantaba  el  Viernes  Santo.  Cada  una  de  éstas  expre- 
san anticipadamente  la  tesis  que  luégo  desarrolla  el  orador  sagrado,  y  todas  tienen 
tal  sentimiento  que,  si  se  me  permite  la  comparación,  son  como  la  radiografía 
mística  de  los  sentimientos  del  Redentor  en  la  cruz,  desarrollada  por  el  artista 
divinamente  inspirado.  En  mi  vida  be  oído  música  qüe  refleje  mejor  en  el  corazón 
del  cristiano  el  dolor  de  la  Divina  Tragedia.  La  mayor  parte  de  las  composi- 
ciones del  Padre  Rojitas  lian  pasado  las  fronteras  patrias,  pero  ya  desteñidas  y 
sin  la  expresión  (pie  les  diera  su  autor,  como  que  fueron  tomadas  al  oído  por  afi- 
cionados sin  sentimiento  artístico". 

Si  el  doctor  Rojas  dedicaba  cuidado  especial  al  cultivo  de  las  almas 
y  al  esplendor  de  las  ceremonias  religiosas,  no  descuidaba  por  ello  ni 
la  obra  material  de  los  templos  y  capillas,  ni  el  solícito  cuidado  de  los 
enfermos,  aunque  para  esto  tuviera  que  recorrer,  a  veces  a  pie  o  muy 
mal  montado,  larguísimas  distancias  por  caminos  primitivos  y  a  todas 
horas  del  día  y  de  la  noche.  Bástenos  citar  un  hecho  descrito  con  asom- 
bro por  un  testigo  presencial  abonado,  el  señor  Evaristo  Cabrera,  vecino 
de  Maito,  en  jurisdicción  de  El  Hato. 

Este  hecho  consta  en  carta  (pie  nos  ha  proporcionado  el  Padre  Pío 
Perdomo  Lava,  a  quien  el  señor  Cabrera  se  lo  refirió  personalmente: 
vivía  don  Evaristo  en  Maito,  en  la  margen  izquierda  del  río  Magdalena, 
jurisdicción  de  El  Hato  (hoy  Tarqui).  Una  noche  se  presentó  intem- 
pestivamente a  su  casa  el  Padre  Rojitas,  entonces  Cura  de  Timaná,  al 
otro  lado  del  río,  como  a  hora  y  media.  El  Magdalena  no  tenía  entonces 
puente  y  estaba  aquel  día  muy  crecido,  de  manera  que  la  sorpresa  de 
don  Evaristo  al  ver  al  Padre  fue  tan  grande,  (pie  su  primera  pregunta, 
antes  de  saludarlo,  fue:  — Padre,  quién  lo  pasó?  — No  me  pregunte  eso, 
dígame  por  donde  es  el  camino  de  Caparrosa;  tengo  (pie  ir  a  confesar 
un  enfermo,  fue  toda  la  respuesta  del  Padre  Hojas.  — Y  ahora  de  noche? 
No,  Padre,  el  camino  es  muy  feo.  — Sí,  ahora  mismo,  las  almas  no  tienen 
espera. 

Ante  la  resolución  del  Padre  no  vaciló  el  bueno  de  don  Evaristo 
en  ofrecerle  su  compañía;  ensilló  una  bestia  y  se  dispuso  a  seguir  con 
él  hasta  la  casa  del  enfermo,  distante  2  horas  de  camino  de  allí.  Re- 


—  42  — 


presaron  muy  tarde;  don  Evaristo  I*1  hizo  preparar  cama  en  una  habi- 
tación del  interior;  pero  el  Padre  Hojas  no  quiso  quedarse  allá,  sino 
que  mandó  que  le  abrieran  para  él  el  cuarto  sillero,  pequeñísimo  aparta 
mentó  de  enseres  de  vaquería  situado  en  el  corredor  exterior  de  la  casa, 
y  allí  se  quedó  muy  contento,  recordándole  con  gracia  a  don  Evaristo 
sus  trajines  de  caballería  cuando  era  niño  y  disimulando  con  esto  su 
acto  de  humildad. 

Don  Evaristo,  que  había  llegado  molido  de  aquel  viaje  en  invierno, 
por  caminos  infernales  y  en  altas  horas  de  la  noche,  creyó  «pie  el  Padre 
Hojas  dormiría  hasta  tarde  al  día  siguiente,  y  se  acostó  tranquilo.  A 
eso  de  las  siete  de  la  mañana,  viendo  que  el  Padre  no  salía,  golpeó  en 
la  puerta,  pero  al  ver  (pie  nadie  contestaba,  abrió.  ...  el  Padre  no  estaba 
allí,  ni  la  montura,  ni  La  bestia  en  la  manga.  A  qué  horas  se  fue?  Quién 
lo  pasó  en  el  río?  Misterios  que  don  Evaristo  nunca  pudo  descifrar. 

Dos  años  después  de  la  muerte  de  Monseñor  Bermúdez  fue  elegido 
para  sucederle  Monseñor  Juan  Buenaventura  Ortiz,  consagrado  en  Bo- 
gotá  el  '27  de  diciembre  de  1SSS.  como  consta  en  la  siguiente  carta: 

"Bogotá,  (lie.  2~>  NN.  Mi  (¡uerido  Rojitas  :  el  señor  I).  Federico  Patino  me  ha 
enviado  $  200,  que  dice  le  dio  I  d.  orden  de  entregarme,  y  que  supongo  son  los 
mismos  de  que  me  habló  en  una  de  sus  anteriores;  no  sabe  cuánto  le  agradezco 
este  servicio  y  la  buena  voluntad  con  Que  me  lo  presta  :  pero  espero  me  diga  en 
(pié  términos  le  convendría  reembolsarse  de  esta  suma  que  yo  sé  bien  le  hace  falta. 
Kl  Sr.  Dr.  Rosas  me  ha  escrito  pintándome  entusiasmado  los  brillantes  frutos 
de  las  misiones  dadas  en  esos  pueblos  por  los  Lazaristas.  Yo  calculo  (pie  el  fruto 
íeal  y  duradero  depende  de  las  virtudes  de  los  sacerdotes  (pie  quedan  cuidando 
el  campo  desmontado  y  arado  por  los  misioneros,  y  como  estos  sacerdotes  son 
pocos,  tienen  (pie  suplir  hasta  donde  sea  posible  la  escasez  de  su  número  con  la 
efic  acia  de  sus  virtudes.  Cuando  nosotros  podemos  decir  sin  temor  de  hacer  mentir 
a  nuestra  conciencia  :  "he  hecho  todo  lo  posible",  debemos  estar  tranquilos  y  es- 
perar en  Dios,  porque  si  para  nosotros  es  de  tánto  interés  la  salvación  de  las 
almas,  por  la  (nial  hemos  derramado  quizás  algunas  gotas  de  sudor,  más  debe 
desearla  Jesucristo,  (pie  derramó  por  ellas  toda  su  sangre,  y  Jesucristo  es  omni- 
potente. Nuestros  afanes  y  angustias  son  por  lo  mismo  legítimos  y  santos;  pero 
dentro  de  ciertos  límites:  y  cuando  pasan  de  ahí  muestran  no  sólo  falta  de  con- 
fianza en  Dios  sino  cierto  empeño  de  arrebatar  a  la  Providencia  el  timón  de  la 
nave  en  que  van  las  almas,  para  tomarlo  nosotros,  y  este  empeño  tiene  algo  de 
temerario,  por  no  decir  de  impío. 

Mi  consagración  está  fijada  para  pasado  mañana  :  pero  como  el  único  Obispo 
que  se  ha  presentado  para  hacerla  es  el  Sr.  Toscano.  ya  muy  viejo  y  Achacoso, 
se  hará  temprano  y  en  parte  sin  la  solemnidad  (pie  aquí  se  ha  dado  siempre  a 
esta  clase  de  ceremonias.  Mi  viaje  será  en  enero  y  siempre  por  el  Quindío,  porque 
quiero  arreglar  de  paso  algunos  asuntos  importantes,  conocer  el  Clero  y  pueblo 
de  la  Diócesis  y.  si  Dios  me  lo  permite,  reunir  a  mi  paso  a  los  sacerdotes  por 
grupos  y  darles  ejercicios.  Eso  hará  (pie  tarde  una  semana  más  en  llegar  a  Popa- 
yán  :  pero  (atando  llegue  conoceré  mi  Clero  y  las  principales  necesidades  de  la 
diócesis,  y  habré  ensayado  mis  fuerzas.  Por  desgracia  éstas,  si  en  lo  moral  se 
conservan  intactas,  en  lo  físico  ya  declinan.  Me  encerré  donde  los  Padres  Jesuítas, 
como  l'd.  lo  hizo  en  meses  pasados,  a  prepararme  para  la  consagración  con  un 
retiro  no  de  nueve  sino  de  seis  días:  y  al  tercero  tuve  (pie  salirme  porque  mi  salud 
se  había  alterado  notablemente,  sin  otra  causa  conocida  (pie  el  cambio  en  las 
horas  de  las  comidas.  A  esto  se  agrega  (pie  papá  se  ha  enfermado  también  mucho : 
de  manera  (pie  las  contrariedades,  inquietudes  y  temores  que  me  cercan,  son  muy 
grandes.  Por  lo  mismo  Ud.  orará  y  hará  (pie  se  ore  mucho  por  el  que  tiene  él 
gusto  de  suscribirse  su  Afino.  Prelado  y  amigo.  Juan  Buenaventura,  Obispo  Electo". 


—  43  — 


Eu  esta  caita  se  pinta  al  vivo  su  autor  en  el  celo  que  lo  distinguió 
siempre  por  la  santificación  de  su  clero ;  en  ella  anima  al  doctor  Rojas 
en  la  ardua  tarea  de  su  ministerio,  en  el  cual  debe  hacer  lo  que  pueda 
delante  de  Dios  y  estar  tranquilo.  Todavía  tuvo  que  esperar  el  celoso 
párroco  cuatro  años  largos  en  el  rudo  y  continuo  batallar,  hasta  que 
pudo  el  Sr.  Obispo  enviarle  su  primer  coadjutor,  como  lo  veremos  a  su 
tiempo. 

De  esta  época  de  vertiginosa  actividad  del  doctor  Rojas  data  la 
mayor  parte  de  las  obras  por  él  iniciadas  o  emprendidas  en  sus  parro- 
quias :  el  gran  templo  de  Timaná ;  los  de  Guadalupe  y  Elias  y  la  famosa 
rotonda  del  Naranjal,  cuyos  planos  hizo  él  mismo,  copiando  otra  que 
había  visto  en  Europa. 

De  una  carta  hallada  entre  la  correspondencia  de  su  Excelencia  que- 
remos copiar  lo  que  sobre  este  tiempo  de  la  construcción  de  la  rotonda 
dice  un  testigo  presencial,  cual  es  don  Maximino  Cano,  al  reseñar  en 
las  Bodas  de  Plata  sacerdotales  las  arduas  labores  del  Padre  Rojitas 
en  su  afán  de  dar  a  Dios  un  hogar  digno  de  su  culto: 

"Aquí  (en  el  Naranjal)  hablan  los  muios  del  nuevo  templo  y  repercuten  a 
dúo  las  cercanas  minas  de  cantera  y  atestiguas  los  bosques  adyacentes  los  esfuer- 
zos varoniles  del  entonces  "Dr.  Rojitas"  que  sin  respetar  la  inclemencia  de  las 
estaciones  se  le  veía  presidir  y  entusiasmar  con  su  ejemplo  los  convites  (pie  hacía, 
ya  bajando  leña  de  la  montaña  para  asar  material,  ya  acarreando  enormes  pie- 
dras para  el  cimiento  de  su  proyectado  templo,  compitiendo  en  fuerzas  con  los 
más  esforzados  de  sus  feligreses ;  aquí  habla  esta  vetusta  casa  cural,  en  donde 
después  del  rezo  nos  enseñaba  a  unos  cuantos^  muchachos  de  aquí  y  de  otras 
poblaciones  el  ayudar  a  misa  a  unos,  a  cantar  a  otros,  hasta  que  organizó  un 
numeroso  y  selecto  coro  de  niños  (pie  daba  verdadero  lucimiento  a  las  funciones 
religiosas  en  las  cinco  parroquias  a  su  cargo:  aquí  hablan,  ^n  fin,  ese  antiguo  y 
modesto  altar  en  donde  tantas  veces  celebró  el  augusto  sacrificio  de  la  Misa,  en 
donde  Nuestro  Señor  debió  de  revelarle  la  mayor  parte  de  esas  ideas  tan  eleva- 
das que  debían  dar  por  resultado  el  adelanto  moral  y  material  que  hoy  contem- 
plamos agradecidos  los  habitantes  del  Huila". 

Lo  (pie  el  señor  Cano  dice  del  Naranjal,  lo  pueden  decir  también 
los  feligreses  de  cada  una  de  sus  cinco  parroquias,  porque  en  todas  ellas 
se  repetían  las  mismas  escenas  y  cada  habitante  di'  ellas  podía  asegurar 
(pie  el  Padre  Rojitas  sólo  pensaba  en  lo  que  allí  estaba  haciendo:  Igle- 
sia, Casa  Cural,  hospital,  escuela,  etc.  Tal  era  el  entusiasmo  con  (pie 
se.  le  veía  dar  impulso  efectivo  a  lodo  lo  que  beneficiara  a  sus  encomen- 
dados. 

Humanamente  no  puede  explicarse  cómo  podía  él  disponer  de  tiem- 
po para  tan  diversas  y  complicadas  actividades  en  el  extenso  territorio 
de  sus  parroquias.  Claro  está  que  es  de  advertir  que  para  el  doctor 
Kojas  el  día  y  la  noche  eran  iguales  en  sus  andanzas  y  como  bahía 
aprendido  a  montar  a  perfección,  no  le  arredraban  ni  bestias  cerriles, 
ni  malos  caminos,  ni  peligros  nocturnos,  ni  ríos  crecidos,  ni  sol,  ni  lluvia. 
Para  él  anochecer  en  una  parroquia  y  amanecer  a  veinte  leguas,  todo 
empapado  en  agua  y  lodo,  era  pan  cotidiano.  Por  eso  sus  compañeros 
poco  le  duraban,  a  excepción  de  su  inseparable  Lucas  Gómez,  de  Elias, 
cuyo  nomine  debemos  guardar  con  honda  gratitud,  pues  fue  por  muchos 
años  en  su  vida  de  Párroco  y  obispo  el  ángel  tutelar  de  monseñor 
Kojas.  Dios  haya  premiado  su  abnegada  voluntad  de  servir  siempre  con 
singular  cariño  a  su  queridísimo  Padre  Rojitas. 


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CAPITULO  IV 


EL  COLEGIO  DE  ELIAS,  OBRA  CUMBRE  DEL  APOSTOLADO 

DEL  DOCTOR  ROJAS 

Tienen  los  hombres  de  Dios  sus  inexplicables  intuiciones  que  reali- 
zan como  instrumentos  suyos,  sin  qne  a  veces  vean  claro  en  el  porvenir 
hasta  dónde  llegan  o  pueden  llegar  los  divinos  designos.  Así  obró  el 
doctor  Soto  en  la  construcción  del  hermoso  templo  de  Garzón,  cuando 
apenas  podía  llamarse  pueblo,  con  intuición  lejana  de  sus  futuros  des- 
tinos, y  así  mismo  pensó  el  doctor  Rojas  en  1890  y  01  al  pedir  a  Dios 
la  realización  de  un  ideal  que  acariciaba  en  su  mente:  la  fundación  de 
un  colegio  de  varones.  Al  tratar 
de  La  fundación  del  colegio  de 
Elias  en  el  03  puede  ponerse  como 
causal  del  proyecto  lo  que  el  his- 
toriador don  José  Manuel  Groot 
pone  en  su  Historia  Eclesiástica 
y  Civil  de  la  Nueva  Granada,  al 
hablar  de  la  llegada  al  Nuevo  Rei- 
no del  señor  Obispo  de  Popayán 
don  Juan  Gómez  de  Frías,  "quien 
se  dio  cuenta  en  la  ciudad  de  An- 
tioquia  de  las  dificultades  y  de 
los  muchos  trabajos  y  costos  en 
que  se  ponían  los  que  se  dedica- 
ban a  La  carrera  eclesiástica,  te- 
niendo que  transportarse  hasta 
Santa  Fé,  cosa  que  no  podían  ha- 
cer sino  los  muy  acomodados,  y 
aún  de  éstos  muy  pocos,  por  lo 
largo  y  trabajoso  del  viaje". 

Fundar  un  Colegio  de  varones 
en  el  Sur  del  Tolima  en  1801.  ¡Lo- 
cura !  ;  Teoría  !  ¡  Ilusión  ! .  .  .  .  pen- 
saron y  dijeron  los  conocedores 
del  proyecto.  ¡  Locura  !  ¡  Ilusión ! 
pensaron  también  muchos  en  el 
Puerto  de  Palos  al  despedir  en 
frágil  carabela  a  Cristóbal  Colón. 
La  ilusión  de  Colón  se  cristalizó 
en  un  nuevo  mundo.  ...  y  la  ilu- 
sión del  doctor  Rojas  vive  y  vi- 
virá largos  años  como  la  obra 
cumbre  de  su  sacerdocio  y  de  su 
ministerio  parroquial.  Cou  cuánta  verdad  pudo  cantar  en  hermosísimas 
estrofas  en  1018  el  doctor  Luis  Calixto  Leyva  Charry,  después  obispo 
de  Barranquilla,  en  las  Bodas  de  Plata  del  Colegio: 

Visión  niara  villosa ; 
Tú,  en  la  calma  del  templo  solitario, 
Desplegaste  tus  pétalos  de  rosa 
Al  calor  fecundante  del  sagrario, 
Cuando  sumido  en  oración  profunda 


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El  solerte  operario 

Rogaba  al  Padre  Celestial  que  enríe 

.  1  la  heredad  fecunda 

Una  turba  de  bravos  segadores, 

Que  en  apretada  troja 

Las  gavillas  espléndidas  recoja; 

(¿ae  ya  la  mies  sonríe 

Del  claro  sol  de  junio  a  los  ardores, 

Y  ya  se  mecen  en  doladas  olas 
Las  túrgidas  espigas, 

Y  las  ares  elevan  sas  cantigas 

g  florecen  las  rojas  a  nía  polas .  .  .  . 

Bellísima  imagen  en  que  el  doctor  Leyva,  con  poética  imaginación 
pinta  la  cosecha  de  almas  que  en  el  Sur  del  Tolima  pedían  sacerdotes 
(pie  atendieran  a  sus  ansias  de  fe,  de  virtudes,  de  sacramentos. 

Era  el  año  de  1890;  siete  años  llevaba  el  doctor  Hojas  en  constante  y 
celosísimo  ministerio,  y  es  natural  que  la  siembra  de  bien  hecha  con 
su  ejemplo  y  con  su  palabra  — opere  et  sermone —  como  Cristo,  hubiera 
dado  la  espléndida  cosecha  :  a  medida  que  aumentaba  la  vida  cristiana 
se  acentuaba  más  la  necesidad  de  clero  para  velar  por  la  recta  forma- 
ción de  la  juventud.  Los  padres  de  familia  volvieron  sus  ojos  a  la  lum- 
brera del  Sur,  al  sol  de  sus  esperanzas,  al  doctor  Kojitas. 

Por  aquel  tiempo  no  había  más  colegios  en  el  Tolima.  que  el  de  San 
Simón  en  Ibagué  y  Santa  Librada  en  Ñeiva,  entonces  dirigido  bajo  la 
influencia  laica  y  con  la  grave  dificultad  del  penoso  transporte  a  lomo 
de  ínula.  El  doctor  Rojas,  (pie  todo  lo  confiaba  a  la  oración,  se  postra 
ante  el  sagrario  absorto  en  la  meditación  de  su  proyecto;  ve  la  necesi 
dad,  oye  las  súplicas,  palpa  los  peligros  de  la  juventud....  pero.... 
cómo  emprender  la  gigantesca  obra  de  una  construcción  (le  esa  natura 
¡eza?  En  lo  humano  no  cuenta  sino  con  su  herencia  paterna,  bastante 
mermada  ya  por  el  incansable  afán  de  socorrer  iglesias,  hospitales",  co- 
munidades y  personas.  Por  su  mente  cruzan  alentando  su  esperanza, 
Francisco  de  Asís  construyendo  la  Porciúncula.  Teresa  de  Jesús  fun- 
dando monasterios,  Juan  Poseo  sacando  de  la  nada  la  basílica  de 
Turín.  .  .  .  "In  verbo  tuo  laxabo  rete",  en  nombre  de  Dios  me  embarcaré 
en  la  empresa  :  donde  fallan  los  cálculos  humanos,  allí  empieza  la  acción 
divina;  manos  a  la  obra!....  y  se  levanta  resuello  a  emprender  por  su 
cuenta  la  construcción  de  un  edificio  (pie  ya  se  perfila  en  sus  ensueños. 
Dónde?  En  Elias....  y  Elias  es  la  más  pequeñita  de  sus  parroquias, 
donde  menos  concurso  humano  podría  haber  para  su  obra. 

LA-  MESA  DIO  ELIAS — "Este  Municipio  fue  fundado  en  la  Mesa 
de  Timaná,  por  el  Pbro.  .Manuel  Elias  Carvajal  en  el  año  de  1828,  pero 
solamente  en  1830  se  obtuvo  de  la  diócesis  de  Popayán  el  permiso  para 
daile  el  carácter  de  vice-parroquia.  el  cual  fue  concedido  y  refrendado 
en  el  mismo  año  por  las  autoridades  civiles.  Empero,  el  caserío  pro- 
gresaba visiblemente  y  sus  habitantes,  ansiosos  de  independizarse  de  la 
villa,  pidieron  en  1835  el  nombramiento  de  alcalde,  anhelo  que  les  fue 
satisfecho  dos  años  después,  recibiendo  desde  entonces  la  denominación 
de  Mesa  de  las  Limas.  Más  tarde,  en  virtud  de  lo  dispuesto  por  la  orde- 
nanza N9  2(5  de  1856,  se  le  cambió  el  nomine  por  el  de  Elias,  en  memoria 
de  su  fundador  y  primer  párroco  Pbro.  don  Manuel  Elias  Carvajal. 

Hoy.  mediante  la  iniciativa  brillante  de  su  auténtico  vocero,  el  II. 
D.  Angel  María  Yanegas,  dentro  de  breves  días  será  comunicado  por  la 


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carretera".  (Tomado  de  "Neiva",  periódico  que  dirige  en  la  capital  del 
11  u  i  la  don  Emiliano  Aíadrid). 

Tratan  de  disuadirlo;  le  hablan,  le  escriben,  lo  amenazan  con  el 
fracaso;  pero  él  sabe,  se  lo  han  dicho  de  lo  alto,  que  en  las  obras  de 
Dios  no  hay  fracaso,  esa  palabra  no  existe  en  el  diccionario  de  la  Pro 
videncia,  que  es  donde  él  estudia  y  calcula  sus  proyectos.  Con  mucho 
gusto  volvemos  a  citar  aquí  las  estrofas  de  monseñor  Leyva : 

El  solerte  operario 

Con  claridad  de  cielo  se  ilumina; 

La  luz  del  porvenir  surge  radiante 

Y  quiébrase  en  la  fuente  palpitante 
Que  brota  en  medio  de  feraz  colina  ; 
Al  aire  da  sus  místicos  aromas 

El  lirio  de  Gonzaga, 

Y  una  alegre  bandada  de  palomas 

Su  ardiente  sed  en  el  cristal  apaga .... 
Mas  ayl  sólo  por  ásperos  senderos 
Hasta  el  país  de  la  visión  se  llega; 
Sólo  después  de  la  afanosa  siega 
La  rubia  mies  inunda  los  graneros  

Bella  alusión  a  los  innumerables  sinsabores,  esfuerzos,  fatigas  y 
contrariedades  que  fueron  para  el  doctor  Rojas  su  cosecha  en  esta  siem- 
bra prodigiosa  del  bien.  Justo  es  confesar,  sin  embargo,  que  los  buenos 


TEMPLO  Y  PLAZA  DE  ELIAS  EN  UN  DIA  DE  PRIMERAS  COMUNIONES.  LA  ANTIGUA  CASITA  CURAL 
PAJIZA  DONDE  VIVIO   EL  PADRE   ROJITAS.   FUE   REEMPLAZADA   POR   LA  CASA  MODERNA  QUE   SE  VE 

AL  LADO  DEL  TEMPLO. 


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vecinos  del  caserío  de  Elias,  agradecidos  al  doctor  Rojas  por  su  inicia- 
tiva y  reconociendo  en  él  un  varón  de  Dios,  se  decidieron  a  ayudarle 
en  su  obra,  trabajando  en  ella  de  día  y  de  noche  por  espacio  de  dos  años 
hasta  verla  coronada  del  éxito,  ante  el  asombro  de  todo  el  departa- 
mento. 

Alguien  asegura  que  en  esa  construcción  hizo  milagros  el  doctor 
Rojas?  Probablemente  si,  pero  en  su  modestia  y  virtud  supo  ocultarlos 
a  las  miradas  profanas  y  dar  por  ellos  gracias  a  sólo  Dios.  Y  a  quien 
Enera  osado  a  negar  (pie  Dios  intervino  sensiblemente  en  esta  obra,  le 
argumentaríamos  con  San  Agustín:  hubo  o  no  hubo  milagros:  si  los 
hubo,  justo  es  reconocerlos:  si  no  los  hubo  visibles,  entonces  hay  que 
reconocer  el  glande  y  portentoso  milagro  de  haber  sido  levantado  el 
edificio  más  grande  de  la  población  sin  elementos  de  ninguna  clase  y 
con  sólo  el  esfuerzo  titánico  de  un  hombre,  el  doctor  Rojas,  fundado 
eso  sí  en  la  Providencia  de  Dios.  La  puerta  del  sagrario  de  la  primitiva 
capilla  de  Elias  y  de  las  iglesias  de  Timaná,  Naranjal,  Altamira,  (lúa 
dalupe  y  La  -Tagua,  parroquias  suyas  entonces,  saben  muchos  secretos 
sobre  la  construcción  del  Colegio,  sobre  su  sostenimiento  en  los  prime- 
ros años.  Quién  pudiera  sorprender  esos  secretos,  adivinar  esas  confi- 
dencias y  hacer  hablar  las  paredes  de  la  estrecha  celda  que  el  docto 
Rojas  ocupaba  en  la  antigua  Casa  Cural  de  Elias.  Por  este  tiempo  era 
ya  opinión  general  en  todos  los  pueblos  que  era  tenazmente  perseguido 
por  el  demonio,  como  lo  fue  también  el  santo  Cura  de  Ais.  Varios  casos 
se  refieren  sobre  esto,  pero  por  no  estar  probados  con  testigos  podemos 
atribuirlos  a  leyendas  forjadas  por  la  imaginación  popular.  Ponemos 
uno.  referido  por  testigos  abonados  por  su  buen  criterio,  que  vivían  en 
casa  del  doctor  Rojas  cuando  se  construía  el  Colegio.  Cna  noche,  a  las 
seis  y  media  o  siete,  cuando  acababan  de  salir  del  santo  rosario,  ha- 
llábanse los  esposos  Noémí  Vargas  y  la  señora  Dolores  Silva  de  Var- 
gas sentados  a  la  puerta  de  la  Casa  Cural.  entró  a  la  plaza  un  señor 
magníficamente  montado  en  una  ínula  y  se  dirigió  donde  ellos  estaban  : 
su  aspecto  era  extraño,  no  se  le  veía  el  rostro  sino  al  resplandor  de  su 
grueso  cigarro,  sin  (pie  los  asombrados  esposos  pudieran  identificar  sus 
facciones.  Paró  su  ínula  frente  a  ellos  y  les  preguntó  con  voz  ronca  : 
Aquí  está  Pojas?  — Si,  señor,  contestó  don  Xoeiní  levantándose  para 
avisar  al  señor  Cura.  Mas  cuál  no  fue  su  sorpresa  cuando  al  entrar  cu 
la  habitación  y  antes  de  que  él  abriera  sus  labios,  el  doctor  Pojas  le 
dijo:  — Nada  tengo  (pie  ver  con  el  que  está  ahí:  ya  se  irá.  Don  Xoeiní 
salió  aturdido  sin  explicarse  lo  que  estaba  pasando;  volvió  a  la  puerta 
y  la  señora  Dolores  estaba  muda  de  terror;  aquél  soltó  una  especie  de 
gruñido  de  rabia,  dio  inedia  vuelta  a  la  ínula  y....  desapareció  sin 
que  ella  lo  viera  salir  de  la  plaza,  ni  oyeron  ambos  como  a  la  llegad» 
el  ruido  de  las  herraduras  del  animal  en  los  empedrados  de  la  calle. 
Profundamente  impresionados  cerraron  la  puerta  y  se  recogieron  en 
su  habitación  a  repetir  el  santo  rosario  (pie  ya  habían  rezado  en  la 
iglesia  con  el  señor  Cura.  Al  siguiente  día.  don  Noemí,  picado  de  curio 
sidad.  abordó  el  asunto  de  la  víspera,  pero  el  Padre  Pojas,  llevando  la 
conversación  a  otro  teína  se  limitó  a  decir  (pie  el  diablo  rabiaba  cuando 
se  le  quitaban  almas;  y  era  «pie  en  aquellos  días  había  dado  el  Padre 
Pojas  unos  retiros  fructuosísimos  en  varias  parroquias  a  mujeres  di' 
mal  vivir.  Además,  no  es  extraño  (pie  el  maldito  estuviera  preocupado 
con  la  construcción  de  aquella  fortaleza  que  era  para  él  un  desafío: 
allí  se  estrellarían  sus  baterías:  allí  iban  a  formarse  por  legiones  los 
capitanes  y  soldados  de  Cristo:  ya  veía  perfilarse  en  lontananza  a 
esos  invencibles  que  se  llamaran  obispos  y  sacerdotes,  magistrados  y 


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gobernantes,  intelectuales  y  obreros,  jefes  de  hogar,  en  fin,  sacado» 
todos  de  aquellas  mismas  masas  que  le  habían  pertenecido  liasi ¡i  en 
tonces  con  dominio  pleno  en  la  extensión  de  varias  provincias.  Tenia 
razón  en  el  salvaje  gruñido  <le  rabia;  y  lo  peor  era  <|iie  aquello  no  tenía 
remedio:  esc  hombre  pequeño  de  estillara  pero  gigante  de  alma,  venía 
a  ser  el  fuerte  armado  del  Evangelio,  a  quien  el  débil  (que  era  él)  tenía 
que  ceder  la  plaza  (pie  ya  estaba  tomada.  No  pasará  mucho  tiempo 
sin  que  vea  a  su  enemigo  irreconciliable  armado  caballero  de  mitra 
y  báculo  vistiendo  la  rodela  a  sus  soldados  y  enviándolos,  como  Cristo 
a  sus  apóstoles,  por  lodos  los  ámbitos  de  su  diócesis. 

La  construcción  adelantaba  pasmosamente;  los  pesimistas  empeza- 
ron a  ceder,  y  ante  esa  mole  coronada  ya  con  su  techo  de  teja  no 
podían  menos  de  confesar:  Sólo  Hojas  ha  podido  hacer  esto.  Verdade- 
ramente había  sido  maravilloso  el  resultado  del  colosal  esfuerzo  ben- 
decido por  Dios  con  la  recompensa  del  éxito. 

Pero,  dónde  estarían  los  maestros  para  el  nuevo  Colegio?  El  Padre 
Rojas  todo  lo  tenía  listo.  Con  la  debida  anticipación  había  contratado 
a  los  RR.  Hermanos  Maristas,  al  fíente  de  los  cuales  iba  el  Rdo. 
lino.  Celestino  a  tomar  a  su  cargo  la  dirección  del  establecimiento, 
siempre  bajo  la  mediata  vigilancia  de  su  fundador.  El  reglamento  interno 
de  esta  Casa  de  formación  de  atletas  lo  fundó  el  Padre  Hojas  sobre  lo 
<pie  él  llamó  las  cinco  reglitas,  verdadera  síntesis  de  perfección  espiri- 
tual y  de  ajustada  disciplina.  Con  estas  bases  y  aunque  no  tenía  sino 
pobreza  para  comenzar,  abrió  matrículas;  los  padres  de  familia  se 
apresuraron  a  enviarle  sus  hijos  de  todos  los  pueblos,  y  el  cuatro  de 
abril  de  1893  llenábase  la  mística  colmena  de  almas  juveniles  sedientas 
de  saber. 

Plácenos  consignar  aquí  los  nombres  que  hemos  podido  recoger  de 
algunos  de  los  alumnos  fundadores: 

Salomón  Rivera,  jefe  de  honorable  familia  de  Timaná; 

Buenaventura  .Molina,  dignísimo  padre  de  familia  de  Pitalito,  muer- 
to en  Neiva. 

Pablo  Portilla,  notable  institutor,  muerto  en  su  oficio  en  Pitalito. 
dejando  lucida  familia,  sin  más  tesoro  (pie  la  preciosa  herencia  de  sus 
cristianas  costumbres ; 

Silvestre  Yardas,  ejemplar  sacerdote  oriundo  de  El  Hato,  hoy  pá- 
rroco de  El  Hobo : 

Víctor  Félix  Silva  Porrero,  benemérito  sacerdote,  hoy  párroco  de 
Palermo,  antiguo  rector  de  ambos  seminarios,  secretario  episcopal,  etc.; 

Félix  María  Castro,  de  Elias,  ejemplarísimo  miembro  de  nuestro 
clero,  hermano  y  único  sobreviviente  de  los  otros  tres  Padres  Castros. 
Moisés,  Teófilo  y  Abraham,  todos  hijos  espirituales  del  Padre  Rojas; 

Samuel  Silva,  Diego  Sierra,  Salvador  Parra;  Aquileo  Torres;  Ma- 
nuel A.  Paredes,  José  María  Ordóñez,  José  María  Vargas,  Bernardo  Ro- 
dríguez; Matías  Tobar:  Cristóbal  Torres,  Dimas  Cabrera,  Hipólito  Ma 
lagón,  Gabriel  Acevedo,  Napoleón  Hermida,  Antonio  Sendoya,  Eduardo 
Cuenca,  Jesús  A.  Parra,  Félix  M.  Silva,  Manuel  Mogrovejo,  Juan  de 
la  Cruz  Durán,  Abelardo  Plaza,  Salvador  Molina,  Luciano  Díaz,  jefe 
de  hogar  honorable  de  Neiva  ;  Agustín  Sendoya,  padre  de  un  cristiano 
hogar,  vive  hoy  en  Cajamarca  ;  Poliearpo  A.  Sánchez,  aprovechado  alum- 
no, jefe  de  lucida  familia :  Francisco  Vargas,  ejemplar  ciudadano  y 
padre  de  familia,  muerto  en  Garzón. 

Los  Hermanos  Maristas  dirigieron  el  Colegio  de  San  Luis  Gonzaga, 
(pie  así  quiso  su  fundador  que  se  llamara,  solamente  este  primer  año 
de  1893,  y  según  parece  no  del  todo  completo.  Desconócense  las  causas 


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COLEGIO  DE  SAN  LUIS.  EN  ELIAS.  OBRA  CUMBRE  DEL  APOSTOLADO  SACERDOTAL  DE  MONSEÑOR  ROJAS.  EDIFICADO 
NO  SIN   PRODIGIO  EN  AQUEL  PEQUEÑO  CASERIO.   PATIO   Y  CORREDORES  INTERIORES. 


que  motivaron  el  retiro  definitivo  de  los  Hermanos.  A  este  respecto  no 
tenemos  otra  fuente  de  información  que  la  siguiente  carta  de  monseñor 
Ortiz  al  Padre  Rojas,  respuesta  a  otra  que  con  propio  le  había  remitido 
este  desde  Elias  el  14  de  diciembre  de  este  año.  Dice  así: 

"El  propio  me  entregó  su  carta  del  14  y  los  cálices  para  consagrar  (véase  Que 
hasta  para  eso  había  que  viajar  a  Poparán).  La  carta  me  deja  comprender  el 
origen  y  cansa  del  rompimiento  con  el  Uno.  Celestino,  de  que  el  telegrama  del  20 
me  da  noticia.  De  este  lado  de  la  cordillera  los  Herinanitos  están  muy  bien  reci- 
bidos y  hacen  mucho  bien,  a  pesar  de  que  su  enseñanza  tiene  el  inconveniente  (pie 
l'd.  le  nota  de  abarcar  muchas  materias,  cosa  (pie  no  es  peculiar  de  ellos  sino  de 
todas  las  escuelas  francesas.  Creo  que  el  buen  resultado  de  una  escuela  de  esta 
«  lase  no  se  obtiene  sino  tomando  al  niño  desde  las  primeras  letras  hasta  comple- 
tar la  primera  educación. 

Con  respecto  a  piedad,  pienso  que,  sin  la  acción  constante  del  sacerdote,  los 
resultados  (pie  cualquiera  congregación  laica  obtenga,  dejarán  siempre  mucho  (pie 
desear.  Por  lo  demás,  esta  contrariedad  no  la  croo  imputable  ni  a  l'd.  ni  a  los 
HermanitOS,  porque  una  divergencia  (le  pareceres  puede  existir  aun  entre  las  per- 
sonas mejor  intencionadas;  Dios  ha  proporcionado  esta  contrariedad  y  El  sabrá 
sacar  bien  aún  de  lo  (pie  parece  puro  mal....  Si  l'd.  puede  organizar  el  Colegio 
de  otro  modo,  no  debe  vacilar  en  hacer  lo  que  pueda,  mientras  otra  Congregación 
se  hace  cargo  de  él.  Lo  (pie  no  conviene  es  (pie  se  descorazone  por  contrariedades 
(pie  encuentra  siempre  el  (pie  quiere  hacer  el  bien...." 

Debieron  caer  en  el  alma  atribulada  del  Padre  Hojas  las  palabras 
de  consuelo  de  su  amante  Prelado,  como  cayeron  en  las  llagas  del  herido 


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las  gotas  de  bálsamo  del  buen  samaritano.  Por  otra  parte,  el  radie 
Rojas  no  era  de  alma  pusilánime  que  se  arredrara  en  su  empresa  por 
esta  dificultad.  Resolvió  tomar  en  sus  manos  el  timón  de  esa  pequeña 
barquilla  e  imprimirla  en  la  marcha  el  ritmo  armonioso  de  su  alma  <le 
apóstol.  Con  visión  de  águila  puso  sus  ojos  muy  acertadamente  para 
qiie  lo  acompañara,  en  un  pedagogo  de  relevantes  prendas  y  de  bien 
ganados  méritos  en  el  magisterio:  don  Dises  B.  Silva,  padre  del  (pie  hoy 
es  Párroco  de  Paleimo;  encanecido  en  la  brega  de  la  idea,  experto  plas- 
mador de  mentes  y  forjador  de  corazones.  Don  Ulises,  que  también  sen- 
lía  en  su  alma  aletazos  de  apóstol  y  en  su  pecho  ardor  de  sacrificio, 
aceptó  gustoso  la  invitación  y  se  puso  al  trente  de  las  matrículas  en 
el  siguiente  curso  de  1894,  llenando  los  cuadros  con  más  de  setenta 
alumnos. 

Don  l'lises  tuvo  por  compañero  de  labores  en  su  delicada  tarea  a 
otro  apóstol  abnegado  y  decidido  por  la  juventud,  don  Bernardino  Ra- 
mírez, a  quien  el  Huila  debe  muchos  esfuerzos  coronados  de  éxito  en 
la  noble  tarea  del  magisterio.  El  Colegio  de  Elias  recibió  de  ellos,  jus- 
tamente en  la  época  más  crítica,  la  de  elección  y  consagración  de  mon- 
señor, un  decisivo  impulso  en  su  marcha  progresiva  hacia  la  estabilidad. 
De  la  alta  idea  que  don  Bernardino  tenía  de  monseñor  Hojas,  puede 
juzgarse  por  el  siguiente  aparte  de  una  carta  suya,  en  la  cual  nos  pinta 
el  espíritu  de  trabajo  que  animó  a  esa  "alma  de  fuego  en  cuerpo  de 
acero"  (palabras  de  monseñor  Luis  Duron,  Arzobispo  de  Guatemala, 
quien  fue  misionero  Lazarista  en  Nátaga  y  pudo  admirar  el  celo,  abne- 
gación y  resistencia  de  monseñor  Rojas)  : 

"Varias  épocas  viví  bajo  el  misino  techo  con  el  señor  Hojas,  y  por  ello  piule 
apreciar  entre  otras  virtudes  la  del  trabajo  constante.  El  tiempo  (pie  le  dejaba 
libre  su  ministerio  lo  ocupaba  en  múltiples  trabajos,  sobre  todo  durante  la  noche. 
Ordinariamente  suspendía  el  trabajo  cuando  el  sueño  lo  agobiaba,  lo  (pie  sucedía 
a  la  una  o  dos  de  la  mañana  :  entonces  se  acostaba  sobre  una  tosca  estera  y  allí 
dormía  dos  o  tres  horas  solamente.  Su  cama,  siempre  bien  arreglada,  era  para  él 
un  mueble  decorativo.  Una  noche,  estando  en  Elias,  se  sintió  un  fuerte  movimiento 
sísmico  (pie  alborotó  a  todos  los  moradores  de  la  población,  especialmente  a  los 
muchachos  del  colegio,  (pie  dormían  en  la  parte  alta  del  edificio.  Precipitadamente 
bajamos  llenos  de  terror  al  patio  principal,  en  donde  hallamos  al  obispo  arrodillado 
orando,  perfectamente  vestido  con  todas  sus  prendas.  Serían  las  tres  de  la  ma- 
ñana, pero  a  esa  hora  todavía  velaba  el  Prelado. 

Aquella  sentencia  popular:  "no  dejes  para  mañana  lo  que  puedas  hacer  hoy", 
era  para  el  Sr.  Rojas  un  mandato  divino,  y  como  su  constitución  era  de  acero  y  su 
voluntad  de  hierro,  no  había  colaboradores  cuya  fortaleza  resistiera  el  trabajo  que 
les  imponía,  más  con  el  ejemplo  (pie  con  el  mandato,  por  lo  (pie.  quedándose  éstos 
a  la  vera  del  oficio,  él  lo  seguía  hasta  el  fin.  — Ya  terminó  Ud.  ese  trabajo?  — No. 
señor,  pero  creo  que  dentro  de  media  hora  lo  termine.  — Cuando  termine  eso,  me 
saca  copia  de  esta  circular.  Con  unas  doscientas  son  suficientes.  — Pero,  señor,  si 
ya  sem  las  once  de  la  noche  y  tengo  mucho  sueño....  — Bueno,  acuéstese,  yo  las 
haré.  Estos  diálogos  eran  muy  frecuentes  entre  el  obispo  y  sus  trabajadores". 

La  vida  del  Colegio  en  estos  primeros  años  fue  vida  de  sacrificios 
y  privaciones,  vida  de  prueba  para  los  alumnos  y  de  preocupación  cons- 
tante para  su  fundador,  quien,  sin  desamparar  el  ministerio  parro- 
quial de  los  cinco  pueblos  que  tenía  a  su  cargo,  atendía  al  mismo  tiem- 
po al  sustento  de  la  pequeña  colmena  hija  de  su  celo  por  las  almas  y  de 
su  acendrado  amor  por  la  juventud. 

Una  anécdota  digna  de  saberse  nos  hará  corresponder  la  solicitud 
del  P.  Rojitas  por  el  pequeño  rebaño  de  sus  alumnos  y  l¡i  confianza  de 


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santo  con  que  esperaba  en  Dios  el  remedio  de  sus  necesidades.  Nos  la 
define  así  don  Clises,  Vicerrector  entonces  y  ecónomo  del  Colegio. 
"Voy  ahora  a  referir  los  hechos  más  notables  que  ocurrieron  durante 
los  años  que  tuve  la  honra  de  estar  al  lado  del  Sr.  Rojas,  y  que  dan 
a  conocer  la  santidad,  el  tino,  la  competencia  y  la  humildad  del  señor 
Rector. 

Como  a  mí  me  correspondía  la  Tesorería  y  el  manejo  de  la  caja  del 
Colegio,  una  tarde  noté  que  el  saldo  existente  no  era  suficiente  para 
hacer  las  compras  de  los  alimentos  para  el  día  siguiente ;  puse  esta 
falta  en  conocimiento  del  Sr.  Rector,  quien  me  manifestó  que  no  tu- 
viera cuidado,  que  Dios  no  nos  dejará  morir  de  hambre.  Esa  noche, 
después  del  refresco,  les  dijo  a  los  alumnos:  niños,  se  me  ha  avisado 
que  para  el  día  de  mañana  no  tenemos  dinero  para  hacer  las  compras 
de  los  artículos  necesarios  para  la  alimentación;  quiero  que  ahora 
suban  a  la  capilla,  le  pidan  al  Santísimo  y  a  San  Luis  el  auxilio  nece- 
sario para  satisfacer  esa  necesidad.  Al  día  siguiente,  estando  yo  dando 
la  clase  a  los  niños  más  pequeños,  golpearon  la  puerta,  y  al  abrirla 
se  presentó  el  Sr.  Rojas  con  un  pañuelito  blanco  en  la  mano,  entró  y 
me  lo  puso  sobre  la  mesa  que  yo  tenía  al  frente,  y  me  dijo:  "Aquí  le 
manda  el  Santísimo  para  Ja  alimentación  de  hoy",  y  salió.  Después  de 
la  clase  vi  lo  que  contenía  y  me  fui  a  mostrárselo  al  que  me  lo  había 
llevado,  preguntándole  quién  le  había  traído  eso,  y  me  contestó:  — Una 
mujercita  que  no  conocí.  Abrió  el  atadito  y  sacó  el  dinero  y  una  tarje- 
tica ;  la  leyó  y  decía:  "Sr.  Rojas;  le  remito  esa  limosna  como  auxilio 
para  su  colegio".  Entonces  me  dijo:  — Recuerde  lo  que  le  manifesté 
ayer  tarde:  "que  lo  importante  era  tener  fe.  Ahora  lo  que  debemos 
hacer  es  dar  gracias  a  Dios".  Después  de  esta  relación,  debo  agregar: 
la  víspera  de  las  bodas  de  plata  del  Sr.  Rojas,  me  manifestó  el  señor 
Milcíades  Gómez,  Director  entonces  de  Instrucción  Pública,  que  era 
conveniente  que  publicáramos  en  el  periódico  que  saldrá  mañana,  aque- 
llo que  les  aconteció  el  día  que  les  faltó  dinero  para  comprar  los  ali- 
mentos del  siguiente  día.  Yo  le  contesté:  que  sin  el  permiso  (leí  Sr.  Rojas 
no  se  debía  hacer  esa  publicación :  entonces  se  interesó  que  fuera  ;i 
pedirlo;  yo  le  convine  y  fui;  lo  encontré  escribiendo  y  al  verme,  sus 
pendió  y  me  dijo:  — Qué  ocurre?  Le  contesté:  — Que  si  nos  da  permiso 
para  publicar  aquello  que  nos  pasó  en  el  Colegio  de  Elias  cuando  le 
avisé  que  no  tenía  dinero  para  hacer  las  compras  de  los  alimentos  del 
día  siguiente.  Se  puso  de  pie  y  me  contestó:  — De  ninguna  manera.  Cui- 
dado, cuidado  con  hacer  esa  publicación.  Como  le  notara  que  se  había 
disgustado,  pedí  excusas  y  salí. 

Otras  anécdotas  de  don  Clises  que  nos  dan  a  entender  las  virtu- 
des (pie  desde  entonces  adornaban  el  alma  de  monseñor: 

"En  un  paseo  que  hicimos  al  río  Magdalena,  estando  el  Sr.  Hojas 
recostado  bajo  unos  árboles,  oímos  gritar  en  la  playa:  — Tres  alumnos 
se  van  ahogando  en  el  río!  Todos  corrimos  a  la  orilla  del  río  y  verda- 
deramente, tres  de  los  más  grandes  iban  ya  luchando  con  los  chorros. 
Entonces  el  Señor  Rojas  los  bendijo  tres  veces,  y  así  pudieron  desha- 
cerse de  los  chorros  y  salir  a  la  orilla  del  río. 

Una  noche  muy  tarde  llegó  el  resignado  Sr.  Rojas  con  los  zamarros 
al  hombro  y  a  pie,  muy  cansado  porque  se  le  había  cansado  la  bestia, 
como  a  las  dos  horas  distante  del  colegio.  Al  día  siguiente  tuve  que 
mandar  por  el  .caballo,  porque  lo  había  dejado  ensillado,  pero  sin  freno. 
Cuando  le  llegó  el  nombramiento  de  obispo  para  la  diócesis  del  Tolima, 
fue  tánta  la  tristeza  que  le  dio  (pie  sólo  vivía  llorando,  sin  descansar 
un  momento;  él  suspiraba,  él  se  quejaba,  él  se  paseaba  rezando  el  rosario. 


—  52  — 


1 


DON   BERNARDINO   RAMIREZ.  ASIDUO  Y  VETERANO  COOPERADOR   DE  DON   ULISES  EN 
LAS  ARDUAS  TAREAS  DE  LOS    PRIMEROS   AÑOS   DEL   COLEGIO    SAN    LUIS.  TAMBIEN 
EL    RECIBIO    EL    PREMIO    DE    DIOS    EN    SU    HIJO    SACERDOTE    ANTONIO     MARIA.  HOY 
CAPELLAN  DEL  HOSPITAL  MILITAR  DE  BOGOTA. 


él  se  recostaba  en  la  baranda  del  corredor  del  piso  alto.  No  sabía  ya 
qué  hacer;  así  inconsolable  como  estaba  resolvió  el  viaje  a  Bogotá  a 
conferenciar  con  el  Sr.  Delegado  Apostólico;  pero  "desgraciadamente — 
como  me  decía  él —  nada  conseguí",  y  lo  obligó  a  que  lo  más  breve 
posible  se  fuera  para  Roma,  sin  volver  al  Sur  de  su  Diócesis.  Entonces 
me  escribió  una  carta  en  la  cual  me  decía  qne  nada  había  podido  con- 
seguir con  el  Sr.  Delegado;  pero  que  él  no  convenía  en  suspender  el 
Colegio,  que  yo  hiciera  sus  veces  y  que  lo  abriera  ;  y  que  consiguiera 
un  buen  compañero  para  que  me  ayudara. 

Como  a  mí  me  correspondía  hacer  el  nombramiento  de  los  alum- 
nos que  debían  ejecutar  algún  trabajo  en  el  interior  del  Colegio,  una 


—  53  — 


vez  que  nombré 'a  uno  de  los  más  grandes  para  que  con  otros  dos  hi- 
cieran un  trabajo  poco  agradable, -  no  por  la  fuerza  (pie  debían  hacer, 
sino  por  ser  un  poco  desaseado,  fue  a  mi  pieza  y  me  dijo:  Sr.  Silva: 
mi  padre  me  ha  traído  al  Colegio  a  aprender  algunas  materias  útiles, 
pero....  excusados.  Yo  le  contesté  — Muy  bien,  lo  consultaré  con  el 
Sr.  Rector.  Salí  y  al  consultarle  al  Sr.  Rojas  me  ordenó  que  hiciera 
conseguir  dos  bestias  y  un  peón  para  mandarlo  a  su  casa.  Esto  lo  hice 
inmediatamente  y  se  lo  notifiqué  al  sujeto  para  que  arreglara  esa 
noche  sus  cosas  para  (pie  madrugara  a  marcharse  para  su  casa.  Esa 
misma  noche  se  confesó,  pero  no  salió  de  la  capilla  sino  mucho  después 
del  Sr.  Hojas,  quien  me  dijo  que  el  viaje  del  joven  (pie  íbamos  a  des 
pachar  lo  aplazáramos  unos  días.  Cuando  el  sujeto  salió,  entró  a  mi 
pieza  y  se  me  arrodilló  a  pedirme  perdón  por  la  falta  (pie  había  come 
tido  para  conmigo;  que  él  haría  en  adelante  todo  lo  que  le  mandara  y 
no  sólo  una  vez,  sino  todas  las  veces  que  hubiera  necesidad  de  hacer  esa 
operación  mientras  él  estuviera  en  el  Colegio,  y  que  lo  haría  solo.  Yo 
lo  felicité  y  le  dije  (pie  había  hecho  muy  bien,  que  ese  cambio  Dios  se 
lo  agradecía. 

Una  noche  me  llamó  a  su  pieza  el  Sr.  Rojas  para  decirme  que, 
como  no  podía  oponerse  al  mandato  del  Santo  Padre,  había  resuelto 
ir  a  Bogotá  dentro  de  4  días,  con  el  objeto  de  hablar  con  el  Sr.  Delegado 
Apostólico,  sobre  el  asunto  del  obispado;  pero  que  siempre  tenía  que 
volver  a  arreglar  la  manera  como  quedara  el  colegio:  como  a  los  diez 
días  recibo  de  Girardot  una  caria  en  la  que  me  dice  que  no  ha  podido 
conseguir  que  el  Sr.  Delegado  lo  deje  volver  al  Sur,  porque  debe  em- 
prender el  viaje  a  Roma  inmediatamente;  pero  que  él  no  conviene  en 
suspender  los  estudios  en  el  Colegio  de  San  Luis,  que  yo  siga  haciendo 
sus  veces,  que  consiguiera  un  compañero  bueno,  que  resuelva  el  día 
de  la  apertura  del  colegio  y  que  lo  avise  a  los  padres  de  familia  ;  que  sabe 
muy  bien  (pie  no  me  queda  ni  un  centavo,  pero  que  Dios  y  San  Luis 
no  me  desampararán.  Yo  conseguí  para  compañero  a  Bernardino  Rainí- 
tez  y  con  él  abrimos  el  colegio  con  un  número  considerable  de  alumnos: 
tuve  el  apoyo  de  .Manuel  Antonio  Silva:  y  nna  noche  se  me  ocurrió 
mandar  pedir  limosna  a  las  poblaciones  más  cercanas  de  esta  Provin- 
cia, y  con  esta  operación  me  sobraron  recursos  para  sostener  el  colegio 
(luíanle  el  tiempo  que  el  Sr.  Hojas  estuvo  ausente.  101  Padre  Paredes, 
que  estaba  de  Cura  en  Pitalito,  me  ayudó  mucho". 

EL  PADRE  ROJITAS,  PROFESOR 

Sería  sencillamente  admirable  entender  cómo  este  apóstol  de  cuerpo 
culero  podía  compaginar  las  duras  y  recargadas  tareas  parroquiales 
de  cinco  pueblos  sin  desatenderlas  en  lo  más  mínimo,  con  la  dirección  y 
lectoría  del  Colegio,  atendiendo  además  a  la  parte  económica,  bastante 
complicada  por  la  situación. 

Pero  no  es  esto  sólo:  asombréinonos  de  (pie  hallara  tiempo  para 
diciar  varias  (  lases  diarias  y  muchas  conferencias  espirituales  «pie  man 
tenían  en  tensión  saludable  el  ánimo  de  los  alumnos. 

Tenemos  consentimiento  del  Padre  [gnacio  Córdoba,  sacerdote  de 
la  diócesis  de  (¡arzón  residente  en  Bogotá,  para  citar  aquí  algunos 
apaites  de  la  conferencia  dictada  por  él  en  el  Centro  de  Idiomas  de  la 
Escuela  Normal  Superior  sobre  monseñor  Hojas.  Al  tratar  del  punto 
en  (pie  nos  ocupamos  tiene  una  cita  de  mucho  valor,  la  del  Padre  Oc- 
tavio Hernández.  Héctor  del  Colegio  de  Elias  cuando  era  seminario 
menor.  Dice  así  el  P.  Córdoba: 


—  54  — 


"El  Sr.  Rojas,  así  romo  echó  los  cimientos  de  aquella  construcción, 
en  esie  tiempo  y  lugar,  sencillamente  magnifica,  y  la  vio  terminarse 
en  breve  tiempo  merced  al  empuje  de  su  voluntad  y  de  su  brazo,  dióle 
también  el  impulso  necesario  para  un  recorrido  de  muchos  lustros,  sin 
etapas  ni  tropiezos  en  las  líneas  cortas  pero  saturadas  de  su  espíritu 
poderoso,  de  un  reglamento  que  atendía  por  igual  a  la  formación  del 
espíritu  y  del  cuerpo,  de  la  inteligencia  y  de  la  voluntad.  Y  el  Párroco 
a  quien  liemos  visto  desarrollando  una  labor  sobrehumana  en  la  admi- 
nistración de  varias  parroquias,  tenía  tiempo  además  para  dictar  algu- 
nas asignaturas  en  el  histórico  plantel.  Que  cómo  podía  desarrollar 
una  labor  semejante?  La  pregunta  podría  desconcertar  a  quien  no  lo 
hubiera  conocido:  yo  que  lo  conocí  ya  en  los  últimos  años  de  su  vida, 
podría  contestarla  fácilmente  con  varias  de  mis  propias  experiencias  : 
pero  cedo  la  palabra  al  P.  Octavio  Hernández,  de  quien  es  el  siguiente 
apunte:  "Cuando  vivimos  en  Elias,  trasegando  libros  viejos,  a  los  que 
somos  muy  aficionados,  tuvimos  ocasión  de  encontrar  un  ejemplar  del 
reglamento  que  el  celoso  sacerdote  se  había  impuesto  cuando  a  la  vez 
era  Cura  de  varias  parroquias  y  Rector  del  Colegio  de  San  Luis  Gon- 
zaga,  fundado  por  él.  Recordamos  que  con  gran  edificación  nuestra, 
encontramos  este  detalle:  12  de  la  noche:  estudio  de  Teología  Moral. 

Y  esto,  después  de  haber  recorrido  a  rápido  galopar  varias  leguas 
desde  las  poblaciones  vecinas  en  desempeño  de  su  ministerio  parro- 
quial y  de  haber  dictado  en  el  Colegio  no  sabemos  cuántas  clases  ....'* 
Si  únicamente  a  la  construcción,  organización  y  dirección  del  Colegio 
de  San  Luis  Gonzaga  se  hubiera  ceñido  la  obra  cultural  del  Sr.  Rojas, 
habría  suficiente  motivo  para  que  el  Huila  eternizara  en  el  bronce  su 
memoria". 

Varias  veces,  sumido  en  profunda  meditación,  veía  el  vasto  rebaño 
que  se  le  había  confiado,  disperso  en  una  extensión  de  muchas  leguas, 
sin  medios  de  comunicación  y  su  alma  de  apóstol  aguijoneada  por  el 
celo,  sentía  la  necesidad  de  un  cooperador  y  muchas  veces  lo  había 
pedido  a  su  Prelado. 

Por  este  tiempo  estudiaba  en  Pasto  las  ciencias  eclesiásticas  un 
aventajado  joven  español  llamado  Ignacio  Curt  Brunet,  con  destino  a 
la  diócesis  de  Popayán.  Ordenado  sacerdote  fue  enviado  por  el  Excmo. 
Sr.  Ortiz  a  Timaná  como  coadjutor  del  P.  Rojas,  quien  lo  recibió  con 
los  brazos  abiertos  como  venido  del  cielo  para  aliviar  la  carga  de  su 
apostolado. 

Desde  entonces  se  intensificaron  los  trabajos  apostólicos  en  las 
cinco  parroquias  confiadas  al  cuidado  de  quien  no  pensaba  más  que 
en  la  salvación  de  las  almas  y  en  atender  de  la  mejor  manera  a  la  cris- 
tiana educación  de  la  niñez.  Ni  las  considerables  distancias,  ni  los 
malos  caminos,  ni  el  sol,  ni  la  lluvia,  impedían  que  todos  los  domingos 
y  días  festivos  binaran  ambos  sacerdotes  para  atender  a  la  Misa  do- 
minical de  las  parroquias  por  riguroso  turno,  sin  perjuicio  de  que  pol- 
la noche  volvieran  a  estar  reunidos  en  Timaná  para  disponer  los  traba- 
jos de  la  siguiente  semana. 

En  este  tiempo  dio  principio  el  P.  Rojas  a  varias  obras  de  cons- 
trucción que  reclamaban  continuamente  su  presencia  y  que  redoblaron 
considerablemente  su  ya  fatigante  trabajo.  Tales  fueron:  las  iglesias 
de  Timaná,  Naranjal  y  Guadalupe  y  la  reforma  de  las  de  Elias  y  La 
Jagua.  Bien  entendido  que  el  acarreo  de  maderas,  tierra,  ladrillo  y 
demás  materiales  nunca  se  hacía  con  obreros  remunerados,  sino  en 
grandes  convites  populares  que  se  iban  sucediendo  todas  las  semanas, 
además  de  las  cuadrillas,  que  eran  grupos  de  hombres  o  de  mujeres 


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que  se  obligaban  a  trabajar  dos  o  tres  días  cada  tres  meses  en  la  obra 
iniciada.  Con  esas  cuadrillas,  en  las  que  trabajaban  todos  con  la  mejor 
voluntad,  se  hacía  la  obra  muy  económicamente  y  todos  se  sentían  vin- 
culados a  ella  como  a  una  obra  de  su  propiedad.  No  se  crea  por  esto 
qne  aquellos  días  dedicados  al  trabajo  del  templo  hicieran  falta  a  quie- 
nes con  tánta  generosidad  los  dedicaban  al  culto  de  Dios.  Las  bendi- 
ciones del  cielo  descendían  siempre  en  mayor  abundancia  que  hoy  sobre 
animales  y  semillados,  ni  se  conocían  entonces  las  pestes,  plagas  e  innu- 
merables males  atraídos  después  por  la  indiferencia  religiosa  y  por  la 
creciente  corrupción  de  los  pueblos. 

Benditos  tiempos  aquéllos,  cuando  la  fe  y  religiosidad  de  nuestros 
abuelos  formaban  el  ambiente  de  aquella  vida  patriarcal! 

Por  este  mismo  tiempo  (año  de  94),  preocupado  el  Padre  Rojitas 
de  la  religiosa  enseñanza  de  la  juventud  femenina,  inició  la  fundación 
de  un  colegio  de  señoritas  en  alguna  de  sus  parroquias.  Trató  con  las 
Superioras  de  la  Presentación  y  se  convino  en  escoger  a  Pitalito,  po- 
blación importante  del  Sur  del  Tolima.  El  Concejo  Municipal  cedió  un 
ampio  local  y  el  Colegio  pudo  fundarse  bajo  la  dirección  de  la  Rda. 
Madre  Josafat,  religiosa  francesa  qne  supo  ganarse  con  su  exquisito 
clon  de  gentes,  el  afecto  de  sus  alnmnas  y  el  cariño  de  sus  padres,  dando 
desde  entonces  al  colegio  de  señoritas  el  prestigio  que  le  ha  consagrado 
hasta  hoy,  a  través  de  los  años  y  de  las  dificultades  (pie  se  le  han  pre- 
sentado. Por  él  han  pasado  varias  generaciones  de  jóvenes  (pie  hoy  son 
matronas  de  cristianos  hogares,  qne  tienen  sus  hijas  en  el  mismo  Colegio 
donde  ellas  bebieron  en  purísima  fuente  las  verdades  que  sostienen  su 
fe  y  las  cualidades  morales  qne  las  distinguen. 

Dos  años  más  tarde  (en  el  96  i ,  siendo  ya  obispo  del  Tolima  el 
Padre  Rojitas,  se  fundó  el  Colegio  de  Garzón,  con  la  Pda.  Madre  Maria 
[guacia  como  fundadora.  Fne  la  Pda.  Madre  [guacia  una  de  aquellas 
almas  todas  de  Dios,  (pie  comunican  a  quienes  con  ellas  tratan  la  espi 
ritualidad  que  las  circunda.  El  Colegio  era  en  aquel  tiempo  la  continua 
y  obligada  peregrinación  de  todos  los  que  llevaran  en  el  alma  alguna 
espina  de  dolor.  Grandes  señoras  y  pobres  campesinas,  jóvenes  linaju- 
das y  sencillas  muchachas  del  pueblo  acudían  a  la  .Madre  [gnacia  con 
sus  reservas  y  sus  cuitas,  y  en  ella  encontraban  siempre  el  consejo 
prudente,  la  dulce  reprensión  y  la  segura  muía  en  todo  cuanto  se  le 
consultara. 

Cómo  olvidar  aquellos  ojos  garzos  y  grandes,  penetrantes  hasta 
el  alma,  de  mirada  profundamente  compasiva? 

Garzón  guarda  en  el  cofre  de  sus  más  caros  recuerdos  la  memoria 
fresca  de  la  Madre  [gnacia,  (pie  hizo  de  la  ciudad  su  secunda  patria 
chica  y  del  Colegio  su  segundo  hogar.  Dios  haya  premiado  a  estas  dos 
ejemplares  religiosas  el  bien  (pie  hicieron  al  Departamento. 

Muy  complacidos  dejamos  aquí  la  pluma  al  digno  Coadjutor  del 
Padre  Rojas,  Pbro.  Ignacio  Curt  P>..  que  quiso  escribir  con  cariño  de 
hijo  la  historia  de  aquellos  Felices  días  en  (pie  estuvo  al  lado  "de  un 
santo",  como  él  misino  lo  declara  con  satisfacción. 


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LO  QUE  PUDO  UN  CURA  AYER 


VIDA  DE  UN  SANTO  CURA  PARROCO  ESCRITA  POR 
SU  COADJUTOR 


ADVERTENCIA  PRELIMINAR 

A  raíz  de  la  muerte  del  Illmo.  Sr.  Rojas,  de  santa  y  veneranda  me- 
moria, y  tan  pronto  como  tuve  conocimiento  de  tan  triste  aconteci- 
miento, me  apresuré  a  escribir  y  publicar  aquí  en  Barcelona,  una  lio 
jita,  a  la  (pie  puse  por  título:  "APUNTES  TARA  LA  HISTORIA  DE 
LA  VIDA  DE  I  X  SANTO". 

Fue  mi  propósito  en  aquel  entonces,  dar  con  ello  público  testi- 
monio de  mi  aprecio,  estimación  y  gratitud,  al  que  fue  siempre  mi  ver- 
dadero y  sincero  amigo,  mi  Maestro,  mi  párroco,  mi  Padre  espiritual 
y  mi  santo  Prelado,  a  la  vez  que  manifestar  mi  sentimiento  y  pesar, 
por  tan  sensible  pérdida,  uniéndome  así  al  duelo  general  de  la  Iglesia 
( Colombiana. 

Ya  en  aquel  entonces  concebí  la  idea  de  escribir,  si  Dios  me  alar- 
gaba la  vida,  algo  más  detallada  la  vida  del  Illmo.  Sr.  Rojas,  en  su 
período  de  Cura  párroco:  y  así  completar  y  como  ampliar,  lo  que  pu- 
bliqué en  aquella  Hojita,  para  edificación  y  santo  estímulo  de  todos. 

Hoy  cumplo  mi  deseo  y  mi  propósito,  enviando  estas  cuartillas  ;i 
Colombia,  para  someterlas,  como  es  de  mi  deber,  a  la  Censura  Eclesiás- 
tica y  a  la  aprobación  de  mi  Prelado,  para  que  si  lo  juzga  útil,  conve- 
niente y  oportuno,  las  publique  en  el  Boletín  Diocesano:  es  mi  única 
ambición. 

A.  M.  D.  G. 


NOTA  DEL  AUTOR 

Sometido  humildemente,  de  espíritu  y  de  corazón,  a  los  Decretos 
de  la  Santa  Sede  Apostólica,  DECLARO:  "que  si  en  el  curso  de  este 


—  57  — 


escrito,  doy  a  veces  el  título  de  santo,  bienaventurado,  siervo  de  Dios, 
al  Sr.  Rojas,  es  únicamente  en  testimonio  de  veneración :  pero  de  nin- 
gún modo,  con  intención  de  prevenir  las  decisiones  de  la  Santa  Igle- 
sia, en  cuyo  seno  quiero  vivir  y  morir". 

El  Autor 


DEDICATORIA 

Al  Venerable  Cirro  Parroquial  de  las  Diócesis  úc  Garzón  e  Ibagué. 

No  he  encontrado  a  nadie  más  digno,  ni  más  apropiado,  ni  más  de 
mi  aprecio,  a  quién  dedicar  este  mi  modesto  escrito. 

Lo  publico  tínicamente,  para  dar  a  conocer  a  mis  queridísimos  e 
inolvidables  cohermanos,  algunos  detalles  de  la  vida  del  Illmo.  Sr.  Rojas, 
en  su  calidad  de  Cura  párroco:  detalles  que  tal  vez,  no  son  conocidos 
de  todos  y  que  pueden  servir  de  edificación  y  mutuo  provecho  para  el 
Ministerio  sagrado :  la  vida  del  Sr.  Rojas,  oíle  decir  una  vez  a  un  celoso 
Misionero,  es  como  "un  Tratado  práctico  y  gráfico  de  Teología  Pas- 
toral". 

Tuve  la  suerte,  y  lo  be  reputado  siempre  como  un  gran  beneficio 
de  Dios,  de  convivir  con  él  y  ser  su  Coadjutor  en  Timaná,  en  el  minis 
terio  parroquial :  lo  conozco  íntimamente  y  fui  testigo  presencial  de 
su  santa  vida  y  de  sus  heroicas  virtudes:  bien  puedo  decir  como  las 
Religiosas  Carmelitas  de  Avila,  que  vivieron  con  Santa  Teresa  de  Jesús: 
"Gracias,  Dios  mío,  porque  me  habéis  dado  a  conocer  un  santo  y  vivir 
con  él". 

El  Illmo.  Sr.  Rojas  ha  muerto:  pero  su  memoria  alentadora,  ejem- 
plar y  vivificante,  flotará  siempre  bienhechora,  sobre  el  ambiente  de 
nuestro  querido  Tolima,  sobre  sus  fieles  y  Sacerdotes:  (el  divino  Sal 
vador  ante  la  tumba  de  Lázaro,  exc  lamó  llorando:  "Non  mortuus  est."  i . 

El  fue  algo  más  que  nuestro  buen  amigo  y  Santo  Prelado:  "in  Chris- 
to  autem  ego  vos  genui"  pudo  con  propiedad  decirnos  con  el  Apóstol 
de  las  gentes:  fue  nuestro  Padre  en  Christo. 

Ene  el  Maestro  que  nos  enseñó  con  su  palabra  y  con  el  ejemplo 
constante  de  sus  virtudes:  "exemplum  dedi  vobis"  parece  decirnos  todos 
los  días. 

Será  nuestro  protector  y  abogado  desde  el  cielo,  donde  piadosa 
mente  creemos,  que  Dios  lo  ha  colocado,  en  justo  premio,  a  su  santa 
vida  :  pero  seguirá  acompañándonos  "ómnibus  diebus"  no  lo  dudemos. 


El  célebre  dominicano,  Padre  Lacordaire,  dijo  en  los  últimos  años 
de  su  vida:  "los  ancianos,  no  tenemos  más  autoridad  (pie  nuestras 
canas,  ni  más  placer,  que  nuestros  recuerdos":  reclamo  para  mis  canas, 
esa  hermosa  autoridad,  ya  en  el  ocaso  de  mi  vida  y  con  un  pie  ya  en  el 
sepulcro:  es  lo  único  de  que  puedo  enorgullecerme,  pues  por  lo  demás, 
bien  comprendo  que  "Ego  sum  minimus  Apostolorum  et  indignus  vocari 
Apostólas". 

Dispensadme,  pues,  y  permitidme  que  goce  con  mis  recuerdos,  com- 
pañeros inseparables  de  mi  vida  :  que  sienta  mi  alma  esa  fruición  in- 
mensa, al  recordar  aquellos  gloriosos  tiempos  de  mi  juventud,  entre 
lazando  mi  vida,  en  mi  queridísima  Colombia,  con  la  del  Illmo.  Sr.  Rojas: 
no  perderá  éste  nada  con  tan  mala  compañía:  brillarán  más  y  más 
sus  virtudes,  como  brilló  más  y  más  la   bondad  del  divino  Maestro 


—  58  — 


EL  PADRE  IGNACIO  CURT  BRUNET,  SACERDOTE  ESPAÑOL  ORDENADO  EN  PAS- 
TO,  COADJUTOR  DEL  PADRE  ROJITAS  EN  T1MANA  Y  AUTOR  DEL  SEGUNDO 
PERIODO  DE  ESTA  BIOGRAFIA.  AMO  ENTRAÑABLEMENTE  A  SU  PARROCO  Y 
OBISPO:  SIRVIO  EN  LAS  DIOCESIS  DE  GARZON  E  IBAGUE:  REGRESO  A  ESPAÑA 
Y  VIVE  HOY  EN  MANRESA,  SANATORIO  DE  SAN  JOSE.  AÑORANDO  SU  QUERIDA 
TIERRA   H  U  I  LEN  SE. 


junto  al  pozo  de  la  Samaritana  y  en  la  casa  de  Zaqneo:  yo  seré  siempre 
el  cero  a  la  izquierda,  que  no  aumenta  ni  disminuye  la  cantidad :  seré 
como  la  sombra  que  adorna  un  hermoso  cuadro  de  virtudes. 


No  me  considero  extraño,  ni  extranjero  entre  vosotros ;  pertenezco 
y  a  mucho  honra,  a  la  familia  Sacerdotal  del  Tolima :  he  vivido  en  esa 
nobilísima  tierra  casi  toda  mi  vida,  y  le  he  consagrado  mis  fuerzas  y 
energías  todas:  amo  a  Colombia  de  una  manera  entrañable:  con  el 
cuerpo  estoy  aquí,  pero  mi  alma  todos  los  días  está  allá  con  vosotros, 
junto  al  Altar,  al  confesonario  y  en  el  pulpito:  y  aunque  anciano  ya, 
siento  latir  con  fuerza  dentro  de  mi  pecho  un  corazón  joven,  para  amar 
a  Colombia,  para  servir  a  Colombia  y  desear  dejar  mis  restos  en  Co- 
lombia :  fíat,  fiat. 

Xo  me  olvidéis  en  vuestros  Santos  Sacrificios  y  oraciones :  os  lo 
suplico  de  rodillas,  por  lo  que  más  queráis  en  este  mundo :  yo  haré  lo 
mismo  por  vosotros,  mis  amadísimos  cohermanos,  reservando  para  vos 
otros  todo  mi  afecto  y  gratitud:  llevadme  en  vuestro  corazón,  que  yo 
en  el  mío  os  llevaré  siempre,  peramanter  ac  libenter  in  Domino. 

Ignacio  Curt  B..  Pbro. 


A  MANERA  DE  PROLOGO 

El  Muy  Ilustre  Señor  Arcipreste  de  Huelva,  Fundador  de  las  Marías 
de  los  Sagrarios  y  después  dignísimo  Obispo  de  Málaga,  escribió  un  pie 
cioso  librito,  que  a  mi  entender,  debiera  figurar  en  primera  línea,  en  to- 
das las  Bibliotecas  parroquiales:  lo  tituló  "LO  QUE  PUEDE  UN  CURA 
HOY". 

Al  proponerme  yo  escribir  la  vida  del  lllmo.  Sr.  Rojas,  en  el  pe- 
ríodo de  su  actuación  ministerial,  como  Sacerdote  Párroco,  me  vino 
instintivamente  a  la  memoria  el  lema  del  preciosísimo  librito  del  Sr. 
Arcipreste  de  Huelva,  y  así  lo  he  puesto  en  encabezamiento  de  este 
mi  escrito,  cambiando  el  tiempo  del  verbo,  es  decir,  el  presente  lo  vuelvo 
pasado,  y  la  posibilidad,  la  muestro  en  realidad,  en  la  vida  parroquial 
del  Ilustrísimo  Sr.  Rojas:  y  así.  careciendo  yo  de  autoridad,  ciencia  y 
virtud,  para  enseñar  lo  que  puede  un  Cura  hoy,  pues  ya  yo  soy  de  ayer, 
me  limito  a  presentar  un  Cura  sanio  y  modelo,  por  lo  que  hizo  ayer, 
que  muy  bien  puede  ser  como  un  libro  de  oro.  en  el  que,  puede  muy 
bien  leerse,  lo  (pie  puede  un  Cura  hoy:  este  es  mi  escrito:  "LO  QUE 
PUDO  UN  CUBA  AYER". 

Divido  este  escrito  en  tres  apartes  o  puntos:  el  Coadjutor,  el  pá 
rroco.  el  santo.  Advierto  que  al  hablar  del  Tolima,  me  refiero  a  todo 
el  antiguo  Tolima,  o  sea  lo  que  hoy  comprende  el  Huila  y  el  Tolima  : 
también  hago  constar,  que  no  cito  fechas,  ni  años:  no  escribo  la  bio- 
grafía del  Sr.  Rojas,  sino  su  vida  ejemplar  y  edificantísima  de  Párroco. 

Tal  vez  hablo  demasiado  de  mi  humilde  persona:  en  verdad  puedo 
afirmar  que  no  lo  hago  por  alan  de  notoriedad,  ni  para  darme  impor- 
tancia :  pero  no  he  sabido  escribir  de  otra  manera  lo  (pie  yo  me  he 
propuesto,  dando  a  conocer  la  manera  para  mí  providencial,  de  cómo 
vine  a  conocer  al  Sr.  Hojas,  ser  su  Coadjutor  y  acompañarlo  en  Timaná. 


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PRIMERA  PARTE 


EL  COADJUTOR 

INTIMIDADES. — Una  de  las  cosas  de  que  más  se  dolía  y  acos- 
tumbraba lamentarse  el  Sv.  Rojas  en  sus  conversaciones  familiares  con 
los  Sacerdotes,  era  la  de  que  él  no  había  sido  nunca  coadjutor:  pues 
recién  venido  de  Roma  ya  ordenado  y  no  queriendo  ser  Secretario  del 
íllmo.  Sr.  Bermúdez,  quien  le  li izo  el  nombramiento  y  lo  quería  tener  a 
su  lado,  lo  nombraron  Cura  de  Suaza. 

Decía  él,  pues,  con  su  acostumbrada  llaneza:  "(pie  no  había  tenido 
.Maestro  en  la  práctica  del  ejercicio  del  Ministerio  parroquial:  y  que 
esta  calamidad,  lo  obligó  a  estudiar  mucho  el  Ritual,  la  Teología  Pas- 
toral, los  Casus  Consciéhtiae  y  otras  cosas:  y  aun  así,  decía,  no  me 
libré  de  algunos  disparates,  que  involuntariamente  cometí,  en  los  co- 
mienzos de  mi  Apostolado  sacerdotal:  tuve  que  formarme  solo,  insistía, 
y  eso  naturalmente  tiene  sus  inconvenientes  y  sus  peligros:  eso,  aca- 
baba diciendo,  yo  bien  lo  sé  por  experiencia  propia". 

CURA  DE  TIMAN  A. — En  aquel  entonces,  la  Provincia  de  Garzón 
o  el  Sur  del  Tolima,  como  lo  llamaban  todos,  pertenecía  al  Obispado 
de  Popayán  y  tenía  por  Prelado  al  Illmo.  Sr.  Bermíidez,  de  feliz  recor- 
dación, quien  vino  a  morir  precisamente  en  el  Sur  del  Tolima,  en  la  po- 
blación de  Elias,  durante  una  visita  pastoral. 

En  Timaná  estaba  de  párroco  el  Dr.  Grijalba,  hombre  de  austeras 
costumbres  y  ejemplaridad  de  vida:  era  ya  anciano  y  murió  al  poco 
tiempo  de  haber  llegado  el  Sr.  Rojas  a  esta  región :  fue  entonces  cuando 
el  Illmo.  Sr.  Obispo  de  Popayán,  nombró  al  Sr.  Rojas,  Cura  de  Timaná 
y  Vicario  Foráneo  de  esta  Sección  de  la  Diócesis,  que  comprendía  desde 
la  Jagua,  hasta  el  Pitalito,  dándole  amplias  facultades:  de  modo  que 
venía  a  sel*  como  un  Vicario  General,  lo  cual  era  conveniente  y  casi 
necesario,  por  la  distancia  (pie  separaba  esta  sección  de  la  Diócesis, 
de  la  sede  episcopal  de  Popayán. 

PIDIENDO  AUXILIO. — El  Illmo.  Sr.  Dn.  Juan  Buenaventura 
Ortiz,  sucedió  al  Illmo.  Sr.  Bermúdez  en  la  Sede  Episcopal  de  Popayán: 
era  el  Illmo.  Sr.  Ortiz,  un  hombre  de  cualidades  excepcionales:  bajito 
de  cuerpo,  tenía  un  alma  de  talla  muy  grande  y  un  corazón  de  oro: 
predicador  incansable  y  de  una  galanura  de  estilo  que  encantaba  oírlo: 
era  su  especialidad  la  improvisación:  poseedor  de  una  ilustración  poco 
común,  dotado  de  un  singular  don  de  mando  y  de  una  dulzura,  que 
nadie  se  resistía  a  sus  órdenes:  murió  también  en  una  visita  pastoral, 
en  uno  de  los  pueblos  del  Valle  del  ('auca. 

El  Illmo.  Sr.  Ortiz  distinguía  mucho  con  su  aprecio  al  Sr.  Rojas, 
pues  conocía  lo  (pie  valía  y  lo  que  la  Iglesia  podía  esperar  de  él;  se 
escribían  con  frecuencia  ;  el  Sr.  Rojas,  en  sus  cartas,  le  suplicaba  siem- 
pre, con  insistencia,  hasta  importunarlo  santamente,  para  que  el  en- 
viara uno  o  dos  Sacerdotes  que  le  ayudaran  en  la  administración  parro- 
quial de  un  territorio  tan  extenso  y  poblado,  como  el  que  le  tocaba  ad- 
ministrar. 

Al  Illmo.  Sr.  Ortiz  le  dolía  en  el  alma  tener  que  contestar  al  Sr. 
Rojas  que  por  lo  pronto  le  era  materialmente  imposible  poder  atender 
sus  reiteradas  y  justísimas  demandas  de  Coadjutor:  el  Seminario  de 


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Popayán  daba  pocos  Sacerdotes;  la  necesidad  de  Clero  era  general  en 
toda  la  Diócesis  por  sn  grandísima  extensión,  que  abarcaba  desde  el 
pueblo  de  La  Cruz,  cercano  a  Pasto,  hasta  Antioquia  y  el  litoral  Pací 
tico,  inclusive  el  Chocó,  en  el  que  no  había  más  que  dos  Sacerdotes,  el 
Padre  Terán  y  otro ;  y  le  añadía  que  tenía  que  conformarse  forzosa 
mente  y  hacer  lo  que  pudiera :  pero  siempre  le  prometía  que  tan  pronto 
como  pudiera  sería  él  el  preferido  enviándole  un  Coadjutor. 

EL  COADJUTOR. — Estudiaba  yo  en  el  Seminario  Mayor  de  Pasto, 
pero  pertenecía  a  la  Diócesis  de  Popayán ;  allí  me  relacioné  con  un  ex 
célente  joven,  Jacobo  Vargas,  estudiante  también,  hijo  de  una  distin- 
guida y  muy  cristiana  familia  de  Timaná,  quien  me  hablaba  con  fre- 
cuencia y  apasionadamente  del  Tolima,  de  la  religiosidad  de  sus  habi- 
tantes y  de  las  virtudes  y  trabajos  apostólicos  del  Dr.  Rojitas:  desde 
entonces  se  infiltró  en  mi  alma  una  gran  simpatía  para  el  Tolima  y  un 
grandísimo  afecto  y  entusiasta  admiración  para  el  Dr.  Rojitas,  como 
entonces  cariñosamente  se  le  llamaba. 

Terminé  mis  estudios,  recibí  la  Ordenación  Sacerdotal  y  me  fui 
para  Popayán,  a  ponerme  a  las  órdenes  de  mi  Prelado,  quien  con  esa 
atrayente  bondad,  tan  usual  y  propia  de  él,  me  dijo:  "Lo  tengo  desti- 
nado para  el  Tolima,  de  compañero  del  Dr.  Rojas,  quien  está  abrumado 
con  una  carga  excesiva:  tiene  seis  pueblos  a  su  cargo;  y  aunque  es  un 
Sacerdote  de  cualidades  inmejorables  y  de  una  gran  potencia  física  y 
moral,  por  lo  mismo  necesita  y  me  pide  constantemente  un  Coadjutor: 
y  usted  es  el  designado  para  esc  cargo;  el  Sr.  Rojas,  añadió,  es  un 
Sacerdote  activísimo,  virtuoso  y  de  grandes  energías:  obedézcale  en  todo 
y  procure  aprender  mucho  de  él":  y  levantándose  y  dándome  un  abrazo, 
dijo:  "gracias  a  Dios,  que  puedo  enviar  un  Sacerdote  al  Tolima  y  un 
Coadjutor  al  Dr.  Rojas;  descanse  aquí  un  par  de  días;  el  Dr.  Rojas  ya 
le  tiene  aquí  SU  caballo  y  su  peón;  en  Timaná  descansará  más":  y 
pude  observar  cómo  en  la  cara  del  Elimo.  Sr.  Ortiz  se  dibujaba  una  son 
risita  de  satisfacción:  eran  entonces  tan  escasos  los  Sacerdotes! 

EN  VIAJE.— Y  héteme  aquí  camino  del  Tolima.  montado  en  un 
soberbio  caballo  moro  y  acompañado  por  un  Dn.  Pedro  Cruz,  escogido 
exprofeso  por  el  Dr.  Rojas  para  que  me  cuidara  y  atendiera  en  un  todo 
en  el  camino,  como  así  lo  hizo  admirablemente  y  con  exquisita  bondad. 
Salimos  de  Popayán,  seguimos  para  Silvia,  subimos  por  los  Cuchos 
hasta  la  cima  del  páramo:  pasamos  el  terrible  y  temible  Cnanacas  y 
emprendimos  el  descenso  hacia  el  Tolima,  por  entre  laderas  y  pedre- 
gales horribles,  bajamos  por  esas  interminables  empalizadas,  y  por  fin 
llegamos  a  Inzá,  cansados  a  más  no  poder,  y  chorreando  sangre  los 
«ascos  de  mi  caballo:  (pié  caminos  en  aquel  entonces.  Dios  mío! 

LA  SUIZA  COLOMBIANA.— Salimos  para  Topa  ;  durante  el  ca- 
mino yo  me  entusiasmaba  con  la  grandiosidad  imponente  de  aquella 
naturaleza  virgen  y  con  la  hermosura  del  paisaje,  (pie  se  me  presen- 
taba a  la  vista:  a  mi  espalda,  la  Cordillera  gigante  de  los  Andes,  con 
sus  cascadas  preciosísimas;  a  mi  lado  aquellos  picos  elevadísimos,  como 
sublimes  rascacielos  de  la  naturaleza;  en  frente  comenzaban  ya  a  dibu- 
jarse las  llanuras  inmensas  y  el  hermoso  cielo  del  Tolima;  y  de  allá  de 
las  profundidades,  como  de  las  entrañas  «le  la  tierra,  salía  un  rumor, 
como  eco  de  un  combate  formidable,  alcanzándose  a  ver  la  espuma 
blanca,  (pie  producía  el  agua  del  río  Páez,  al  precipitarse  por  aquellas 
cataratas   gigantescas,   (pie   impetuosas  e   imponentes,   luchaban  para 


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abrirse  paso,  por  entre  peñascos  y  abismos,  para  luégo  seguir  alegres 
y  juguetonas,  por  entre  riscos  y  peñascales:  qué  grandiosa!  qué  subli- 
me: qué  hermosa  es  la  naturaleza  en  nuestra  querida  Colombia! 

FINAL  DE  LA  JORNADA.— Llegamos  a  La  Plata:  allí  recibí  mis 
primeras  satisfactorias  y  halagüeñas  impresiones  del  Tolima.  de  su 
Clero  y  de  sus  habitantes:  allí  estaba  de  Cura  el  benemeritísimo  Dr. 
Quintana,  quien  me  dio  la  bienvenida  en  nombre  del  Sr.  Rojas  y  me 
colmó  de  atenciones:  muy  agradecido  le  estuve  siempre;  seguimos  para 
VA  Pital,  El  Hato  y  por  el  paso  de  Maito,  para  Timaná,  lugar  de  mi 
destino. 

En  el  paso  de  Maito  me  esperaba  ya  el  Dr.  Rojas,  con  una  cabal- 
gata de  vecinos  de  Timaná:  nos  saludamos,  nos  abrazamos  y  seguimos; 
al  poco  rato  nos  encontramos  con  un  grupo  numerosísimo  de  vecinos 
que  venían  a  nuestro  encuentro :  me  dio  la  bienvenida  en  nombre  de 
todos  el  simpático  joven  Manuel  Rivera,  Secretario  de  la  Alcaldía ;  y 
ya  al  entrar  a  Timaná,  repiques  de  campanas,  arcos,  flores,  pólvora, 
música  y  un  gentío  inmenso  que  me  miraba,  me  saludaba  y  se  arrodi- 
llaba a  nuestra  paso :  yo  estaba  emocionadísimo,  como  nunca  lo  he 
estado  en  mi  vida,  con  una  de  esas  emociones  que  llenan  el  alma  y 
hacen  estallar  el  corazón:  no  pude  decir  nada:  me  puse  a  llorar  como 
un  niño ! 

EN  TIMANA. — El  Sr.  Rojas  se  mostró  contentísimo  con  mi  lle- 
gada a  su  parroquia  ;  y  lleno  de  satisfacción  por  haber  obtenido  al  fin 
que  le  mandara  el  Sr.  Obispo  un  Coadjutor  y  un  compañero :  me  abrió 
con  las  puertas  de  su  casa,  las  de  su  corazón  de  padre  y  de  un  verda- 
dero amigo:  me  presentó  a  su  madre,  con  quien  vivía;  me  llevó  a  la 
Iglesia  que  estaba  construyendo  y  me  habló  de  sus  planes  y  proyectos ; 
después  me  mostró  la  habitación  que  me  había  destinado,  que  era  la 
mejor  de  la  casa  cural,  y  me  dijo:  "Aquí  hará  usted  su  penitencia: 
ahora  descanse,  porque  estará  cansadito  de  un  tan  largo  viaje  y  en  se- 
mejantes caminos;  tiempo  tendremos  de  hablar  los  dos;  vamos  a  co- 
menzar la  Semana  Santa,  que  es  tiempo  de  mucho  trabajo  aquí  en  Ti- 
maná, porque  esta  gente  es  muy  buena;  mire,  nos  dividiremos  el  tra- 
bajo: cuando  yo  oficie,  usted  predicará  y  cuando  usted  oficie,  predi- 
caré yo;  que  descanse;  buenas  noches:  qué  antífonas  tan  sublimes, 
pensé  yo,  para  las  Vísperas  solemnes  de  mi  actuación  de  Coadjutor! 

Comprendí  la  gracia  grande  con  que  la  divina  Bondad  me  favore- 
cía enviándome  de  Coadjutor  al  lado  de  un  Sacerdote  que,  aunque  poco 
lo  conocía,  preveía  que  era  un  Sacerdote  y  un  Párroco  segiin  el  Corazón 
de  Dios;  y  acordándome  de  la  recomendación  que  me  hizo  el  Sr.  Obispo 
Ortiz,  de  que  obedeciera  en  todo  y  procurara  aprender  mucho  del  Sr. 
Rojas,  me  arrodillé  esa  noche  en  mi  habitación  y  delante  de  un  Cruci- 
fijo y  un  cuadro  de  la  Virgen  que  había,  di  gracias  al  Señor  por  el  be- 
neficio que  me  había  hecho  de  mandarme  al  lado  de  un  Sacerdote  tan 
bueno  y  virtuoso,  y  prometí  obedecerle  en  un  todo,  sin  contradecirlo, 
ni  anteponérmele  nunca,  estudiando  cada  día  la  manera  de  aprender 
algo  de  mi  buen  Párroco  y  Maestro;  y  debo  confesar  con  ingenuidad, 
•  pie  si  algo  bueno  he  hecho  y  por  algo  bueno  valgo,  lo  debo  después  de 
Dios,  al  Sr.  Rojas,  que  tan  buenos  ejemplos  me  dio  y  supo  modelar  mi 
alma  para  el  bien  y  para  el  ministerio  parroquial. 

EN  COMPAÑIA  DE  UN  SANTO.— Muy  pronto  pude  convencerme 
de  que  el  Sr.  Rojas  era  un  hombre  extraordinario  y  de  gran  envergadura 

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i 


espiritual;  un  párroco  virtuosísimo  y  un  verdadero  siervo  de  Dios: 
eso  lo  veremos  en  la  segunda  y  tercera  partes  que  siguen. 

Réstame  únicamente  declarar  que  escribo  estas  cuartillas  exclusi- 
vamente para  el  Clero:  si  me  hubiera  propuesto  escribir  la  vida  del 
Sr.  Rojas  para  el  pueblo,  lo  presentaría  como  modelo  de  virtudes  cris 
tianas;  pero  no  es  ese  mi  objeto;  más  (pie  la  vida  de  un  Santo,  más 
que  la  vida  santa  de  un  hombre,  me  he  propuesto  escribir  la  vida  ejem 
plarísima  de  un  párroco  que  en  el  ejercicio  del  ministerio  parroquial 
supo  y  quiso  hacerse  un  santo:  huéigame  el  decir  que  eso  sólo  es  propio 
de  sacerdotes,  sean  coadjutores,  sean  párrocos. 

Pudiera  muy  bien  omitirse  la  primera  parte  (pie  antecede,  sin  des 
virtuar  el  objeto  y  el  fin  de  este  escrito:  el  que  quiera  omitirla,  puede 
muy  bien  hacerlo:  yo  me  decidí  a  escribirla  y  ponerla,  como  una  especie 
de  introducción,  al  objeto  que  me  proponía :  y  puesto  que  hablamos 
■orno  en  familia,  el  hermano  mayor  se  complace  en  contar  y  describir 
a  sus  hermanos  más  jóvenes,  los  detalles  de  la  vida  de  su  padre,  que 
no  puede  separarse  de  la  de  sus  hijos,  aun  con  riesgo  de  hacerse  pe- 
sado, extravagante  y  presumido:  pero  en  familia  hay  mucho  dispensante; 
y  mis  hermanitos  son  una  joya  preciosa  de  buenos,  tolerantes  y  cari- 
tativos. 

PARROCO  DÉ  SCAZA.— Va  lo  he  apuntado  en  la  primera  paite 
de  este  escrito;  pero  lo  repito  ahora,  por  juzgarlo  conveniente,  para 
comenzar  desde  su  verdadero  principio  la  vida  de  párroco  del  Sr.  Rojas. 

La  primera  parroquia  que  el  Sr.  Hojas  tuvo  a  su  carino,  recién  lle- 
gado a  su  patria,  después  de  recibir  la  ordenación  sacerdotal  en  Poma, 
fue  la  parroquia  de  San  Lorenzo  de  Suaza.  con  su  anexo  el  Corregi- 
miento de  La  Ceja,  como  se  llamaba  entonces;  después  se  llamó  La 
Concepción  y  hoy  Ácevedo. 

En  Suaza  encontró  el  Sr.  Rojas  vastísimo  campo  de  acción  para 
su  celo  grandioso  en  su  incipiente  ministerio:  su  parroquia  contaría 
con  unos  tres  mil  habitantes  y  sus  límites  comenzaban  en  el  nacimiento 
del  río  Suaza  y  se  perdían  en  las  montañas  inmensas  y  selvas  impenetra- 
bles del  Caquetá;  en  un  territorio  tan  vasto,  «lio,  pues,  el  Sr.  Pojas 
los  primeros  pasos  en  su  ministerio  sacerdotal  y  parroquial  :  cómo  lo 
recordaba  él  en  sus  conversaciones  con  verdadera  emoción! 

Allí  comenzó  a  dar  señalas  y  pruebas  evidentes  de  un  celo  apostó- 
lico, activísimo  y  eficaz;  de  un  espíritu  sacerdotal  y  evangélico  en  la 
dirección  de  las  conciencias,  santificación  y  perfección  de  las  almas;  de 
su  predilección  por  la  enseñanza  y  el  Catecismo;  de  su  consagración  al 
confesonario;  y  en  fin.  al  cumplimiento  fidelísimo  de  todos  sus  deberes 
sacerdotales  y  parroquiales. 

Hay  (pie  añadir,  en  honor  de  la  verdad,  (pie  el  Sr.  Hojas  encontró 
en  su  amada  parroquia  de  Suaza  cooperación  entusiasta  por  parte  de 
la  mayoría  de  sus  fieles  y  vecinos:  siempre  ha  sido  Suaza  un  pueblo 
de  gente  muy  buena,  en  general,  noble,  dócil  y  generosa;  había  tam- 
bién en  esa  parroquia  como  una  colonia  de  gente  nobilísima  y  nota- 
bilísima, de  arraigados  sentimientos  religiosos  y  amantes  de  la  Iglesia, 
(pie  secundaron  y  prestaron  gustosos  toda  su  influencia,  su  apoyo  y 
generosa  ayuda  a  las  iniciativas  de  su  virtuoso  párroco;  de  ahí  ese 
fervor  religioso  que  se  inició  bien  pronto  en  Suaza  ;  de  ahí  esas  fun- 
ciones de  iglesia,  tan  solemnes  y  esplendorosas;  y  esa  grandiosidad  en 
las  funciones  sagradas,  que  aún  hoy  distinguen  a  Suaza;  de  ahí  esas 
numerosas  asociaciones  piadosas,  florecientes  y  devotísimas;  de  ahí 
esa  piedad  y  frecuencia  de  Sacramentos;  de  ahí  esas  numerosas  obras 


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TEMPLO    DE    LA   CEJA.    DESPUES    LLAMADA    LA    CONCEPCION    Y    HOY    ACEVEDO.    UNA    DE    LAS  PRIMERAS 
PARROQUIAS   DEL  PADRE   ROJITAS.  CON  SANTA   LIBRADA  Y  GUADALUPE. 


de  caridad  social;  en  fin,  de  ahí  esa  devoción  general  que  se  respira  en 
Suaza:  fruto  selecto  y  sazonado  fueron  todas  esas  manifestaciones  de 
religiosidad,  del  celo,  de  la  virtud  y  de  la  actuación  como  párroco  del 
Sr.  Rojas ;  era  un  árbol  nuevo  lleno  de  vida,  que  bien  cultivado,  daba 
buenos  y  abundantes  frutos  de  santidad. 

UN  INCIDENTE  EN  EL  RIO. — ruando  venían  a  buscar  al  Sr. 
Rojas  para  la  confesión  de  algún  enfermo,  se  ponía  contentísimo; 
muchas  veces  le  oí  decir,  cuando  estábamos  los  dos  en  Timaná.  "que  las 
confesiones  de  los  pobrecitos  enfermos  es  lo  que  con  mayor  presteza  y 
eusto  el  párroco  debe  atender,  con  toda  diligencia,  cariño  y  amabili- 
dad; que  la  ida  a  los  campos  a  confesiones  de  enfermos,  era  una  parte 
importantísima  del  ministerio  parroquial";  y  agregaba:  "si  el  enfermo 
o  la  confesión  es  bien  lejos,  tanto  mejor:  que  si  era  de  noche,  con  más 
razón,  y  que  había  que  sufrir  mojadas,  embarradas  y  alguna  que  otra 
caída  a  consecuencia  de  los  malos  caminos,  hartísimo  mejor ;  pues  mu- 
chas veces  la  buena  confesión  y  la  salvación  de  un  enfermo,  dependen 
según  los  ocultos  designios  de  Dios,  del  sacrificio  del  párroco  al  cum- 
plir con  su  deber:  es  esto  una  poderosísima  oración  ante  Dios,  en  bien 
del  enfermo". 

Cierto  día  en  Suaza  vinieron  a  buscarlo  para  la  confesión  de  un 
enfermo,  para  la  vereda  de  Hatoviejo,  que  quedaba  del  otro  lado  del 
río;  según  su  costumbre,  lo  dejó  todo,  se  puso  los  zamarros  y  la  ruana 
y  se  fue  para  la  confesión;  le  advirtieron  que  el  río  estaba  algo  crecido 


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y  que  parecía  que  aún  estaba  subiendo,  pero  él  no  hizo  caso  y  no  pen- 
saba más  que  en  el  enfermo ;  llegaron  al  río  y  el  peón  le  hizo  presente 
que  el  paso  era  peligroso,  pues  el  río  estaba  grande  y  venía  creciendo 
y  arrastraba  ya  palizadas;  sin  contestar  palabra,  aguijó  el  caballo  y 
se  arrojó  al  río:  se  tiró  también  el  peóh;  al  llegar  a  la  mitad  del  río. 
donde  la  corriente  es  más  fuerte  y  el  cauce  más  hondo,  el  caballo,  al 
que  el  agua  le  llegaba  ya  muy  por  encima,  perdió  el  piso  y  lo  rebalsó 
el  agua  y  se  puso  trabajosamente  a  nadar,  en  el  preciso  momento  en 
el  que  un  tronco  de  un  árbol  pequeño,  se  le  enredaba  en  las  patas ; 
naturalmente  el  Sr.  Rojas  no  pudo  sostenerse  ya  más  en  la  silla  y  cayó 
al  río  y  desapareció  en  la  corriente;  el  peón  se  arrojó  también  al  agua, 
para  salvar  al  Sr.  Rojas,  aun  con  peligro  de  su  vida,  pero  no  pudo  hacer 
nada  por  la  impetuosidad  de  las  aguas,  que  venían  creciendo ;  el  Sr. 
Rojas,  milagrosamente  no  se  ahogó;  después  de  verse  arrastrado  río 
abajo  y  de  bregar  con  el  agua  y  la  indumentaria  de  montar  que  llevaba 
puesta,  pudo  sacar  la  cabeza  :  y  en  un  remanso  asirse  a  unos  pindos 
que  le  permitieron  salir  a  la  orilla  ;  pero  de  qué  modo  y  en  qué  estado ! 
El  caballo  salió  también  como  pudo  y  el  peón  lo  mismo :  el  Sr.  Rojas, 
contento  y  alegre,  dando  pruebas  de  una  serenidad  pasmosa  y  de  una 
gran  virtud  y  caridad,  bonitamente  se  Volvió  a  montar  en  su  caballo 
y  siguió  su  camino  a  la  confesión  del  enfermo;  y  a  la  vuelta  decía  son- 
riente: "qué  suerte  de  hombre!  este  enfermo  tiene  que  salvarse  irremi- 
siblemente, pues  Dios  ha  permitido  (pie  yo  no  me  ahogara  en  el  i  ío 
Suaza,  para  poderlo  confesar  y  administrarle  los  últimos  Sacramentos! 
qué  viajecito  tan  bien  aprovechado! 

LUTO  EX  SUAZA. — Poco  tiempo  duró  el  Sr.  Rojas  de  Cura  de 
Suaza  :  vinieron  los  acontecimientos  políticos  de  esa  época,  (pie  no  hay 
para  qué  recordar;  murió  el  P.  Grijalba,  anciano  Cura  de  Timaná;  y 
el  Illmo.  Sr.  Bermúdez  nombró  al  Sr.  Rojas.  Cura  y  Vicario  Foráneo 
de  Timaná,  en  el  mejor  de  los  aciertos. 

Suaza  vistió  mucho  tiempo  luto,  por  la  separación  de  su  sanio 
párroco  y  conservará  siempre  con  fervoroso  culto  el  recuerdo  imborra- 
ble del  Dr.  Rojitas;  no  puede  ser  de  otra  manera,  dadas  sus  cualidades 
de  nobleza  de  corazón  e  hidalguía  de  alma:  por  otra  parte,  pueden 
verse  aún  hoy  mismo,  después  de  más  de  cincuenta  años,  frescas  toda 
vía  y  palpables,  las  huellas  del  ministerio  sagrado  del  Sr.  Rojas,  cuando 
regentaba  esa  parroquia.  Suaza  no  lo  olvidará  nunca;  y  tendrá  siempre 
la  gloria  de  haber  servido  de  cuna  sacerdotal  y  parroquial  a  un  párroco 
santo  y  de  haber  recogido  las  primicias  de  un  verdadero  Apóstol,  del 
Apóstol  del  Tolima. 

HABLA  EL  CORAZON.— Suaza !   Guadalupe!   La  Concep- 
ción! yo  no  puedo  oír,  ni  pronunciar  esos  nombres,  sin  que  el  corazón 
brote  a  mis  labios,  sintiéndome  envuelto  como  en  una  atmósfera  o  am- 
biente de  bienestar  y  de  ternura  ;  también  como  para  el  Sr.  Rojas,  fue- 
ion  para  mí,  esos  pueblos  la  cuna  de  mi  carrera  parroquial,  tocándome 
recoger  la  herencia  de  mi  padre  y  maestro,  el  Sr.  Hojas;  los  acompañé 
por  más  de  veinte  años,  «pie  fueron  para  mí  años  de  felicidad,  como  la 
de  los  Israelitas  en  la  tierra  de  promisión.  Suaza!....  Guadalupe!.... 
La  Concepción!....  Dios  os  bendiga. 

Los  ancianos  vivimos  de  nuestros  recuerdos  y  gozamos  íntimamente 
con  ellos:  y  yo  ya  anciano,  cuando  quiero  aquí  gozar  y  soñar  en  visio- 
nes de  «loria  y  de  felicidad,  cierro  los  ojos  del  cuerpo  y  pienso,  y  como  que 
me  encuentro  en  mis  queridísimos  pueblos  de  Suaza,  Guadalupe  y  La 
Concepción:  los  quiero  tánto!  no  quiero  ni  puedo  olvidarlos!  qué  no- 


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bleza  de  alma  y  bondad  de  corazón  tienen  sus  habitantes!  i]né  hermosas 
son  sus  praderas  y  campiñas!  yo  ven,  desde  aquí,  a  Suaza,  recostada 
a  las  orillas  del  lío  de  sn  nombre,  como  noble  matrona  en  su  lecho  nup- 
cial, cubierta  de  llores  y  azahares,  acariciada  por  las  brisas  de  ese 
hermoso  río  que  alegre  y  juguetón  serpentea  por  el  florido  valle  y  pasa 
lamiendo  el  pueblo,  murmurando  canciones  de  dulzura!  me  entusias- 
mo, recreando  La  vista,  contemplando  esos  campos  cubiertos  de  verdura, 
que  semejan  en  hermosa  perspectiva  una  inmensa  esmeralda,  sujeta  por 
un  cinturóu  de  plata  y  guardada  en  la  copa  de  oro  de  sus  hermosas 
playas!  (pié  hermosas  son  las  orillas  del  río  Suaza! 

Vecinos  de  Suaza,  Guadalupe  y  La  Concepción:  vuestro  anciano 
Cura  aún  vive;  ha  sido,  es  y  será  siempre  el  mismo,  amante  fidelísimo 
•  le  todos  vosotros:  os  envío  mi  saludo  y  mi  bendición;  y  mientras  el 
corazón  me  pertenezca,  será  vuestro,  siempre  vuestro;  no  he  perdido 
nunca  la  esperanza  de  volveros  a  ver:  pero  si  Dios  determina  otra 
•osa  y  algún  día  oís  tocar  las  campanas  a  muerto,  anunciando  la  muerte 
de  vuestro  padre  [gnacio  no  lloréis;  dedicadme  un  recuerdo  piadoso 
y  una  oración. 

Perdonen  mis  amables  lectores  esta  digresión,  «pie  me  ha  salido 
espontáneamente,  casi  sin  darme  cuenta  :  ex  abundantia  cordis,  os  lo- 
quitur;  no  es  la  pluma  la  que  lo  ha  escrito;  es  mi  corazón  (pie  se  ha 
vaciado  y  derramado  sobre  el  papel;  llevo  a  todos  mis  antiguos  y  tan 
agradecidos  fieles,  los  vecinos  de  Suaza,  Guadalupe  y  La  Concepción, 
entronizados  en  solio  de  amor  y  gratitud  en  mi  corazón. 

CURA  DE  TI  MANA. — Con  el  nombramiento  de  Cura  y  Vicario  de 
Timaná,  recibió  también  el  Di-.  Hojas  el  encargo  de  administrar  los 
pueblos  de  Elias,  Naranjal,  Altainira,  Guadalupe  y  La  . Ligua,  carga 
verdaderamente  bien  pesada  y  abrumadora,  para  un  solo  Sacerdote,  aten- 
diendo las  distancias  y  crecido  número  de  almas. 

Fácilmente  se  comprenderá  la  alegría  y  contento  del  Sr.  Hojas 
cuando  yo  llegué  para  ayudarle,  como  su  Coadjutor:  yo  entonces  era 
joven  y  recién  salido  del  Seminario,  y  me  sentía,  debo  confesarlo,  mo- 
destia aparte,  algo  fervoroso  y  con  ganas  de  trabajar  en  el  ministerio. 
En  esta  región  no  había  más  Sacerdotes  (pie  los  siguientes:  en  Gi- 
gante estaba  el  Dr.  Francisco  de  Paula  Rosas,  caballeroso  y  noble 
amigo  popayanejo;  en  Garzón,  el  Padre  Aramia  ;  en  La  Plata,  el  Padre 
Quintana  ;  en  el  Pital,  Agrado  y  El  Hato,  el  anciano  Padre  Ortiz;  y 
en  el  Pitalito,  el  simpatiquísimo  pastuso.  Padre  Santacruz;  había  tam- 
bién dos  Sacerdotes  más,  el  P.  Guzmán  y  el  P.  Cediel,  muy  ancianos 
y  enfermos,  quienes  vivían  retirados  en  Garzón;  todos  esos  Sacerdotes, 
venerables  reliquias  de  otros  tiempos  y  de  una  generación  pasada, 
todos  han  muerto:  nos  "precéserunt  in  somno  pacis" :  descansen  en 
paz  tan  buenos  amigos  y  compañeros;  pronto  nos  volveremos  a  ver  en 
el  otro  mundo.  En  aquella  época  era  yo  el  Benjamín  del  Clero;  ahora 
soy  el  Decano  y  ya  estoy  viejo:  me  toca,  pues,  el  turno  de  ir  a  hacerles 
compañía  en  el  otro  mundo;  Dios  me  conceda  la  gracia  de  una  cristiana 
y  buena  muerte;  así  se  lo  pido  todos  los  días. 

LA  PARROQUIA. — Timaná  es  una  parroquia  grande,  de  un  consi- 
derable número  de  almas;  sus  laboriosos  habitantes  se  dedican  a  la 
agricultura  en  general  y  a  la  lucrativa  industria  del  sombrero  de  paja 
toquilla,  como  la  mayoría  de  los  pueblos  del  Sur,  en  la  provincia  de 
I  r  arzón. 

En  general,  la  gente  es  sencilla,  honrada  y  muy  buena  ;  muy  dados 
a  las  prácticas  piadosas  de  la  Iglesia,  son  muy  devotos.  Decía  el  Dr. 


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Rojas  que  en  Timaná  tendría ri  ocupación  permanente  dos  o  tres  Sacer- 
dotes, pues  les  gusta  mucho  frecuentar  los  santos  Sacramentos  y  los 
ejercicios  de  piedad  y  devoción  y  (pie  les  hagan  muchas  funciones  de 
iglesia  y  cuanto  más  solemnes,  mejor;  aquí  en  Timaná,  añadía,  el  Cura 
siempre  tiene  trabajo  y  no  poco;  no  hay  más  que  tocar  las  campanas 
y  repicar,  para  que  la  Iglesia  se  vea  llena  de  gente. 

Tiene  la  parroquia  de  Timaná  numerosas  veredas  o  fracciones, 
algunas  bastante  pobladas;  en  aquel  entonces  de  mi  estancia  en  Timaná 
los  caminos  eran  bastante  malos:  ay!  esa  cuesta  del  Naranjal,  en  tiempo 
de  invierno,  era  un  calvario!  más  de  una  vez  me  caí  y  tuve  que  medir 
con  mi  triste  humanidad  aquellos  resbaladeros!  si  pudieran  hablar  eso- 
caminos  y  los  vados  de  esos  ríos  del  Sur,  (pié  proezas  y  actos  de  valor, 
santo  añojo  y  vei (laderos  heroísmos  nos  contarían  del  Sr.  Cura  Rojitas! 

EL  PARROCO. — Era  el  Dr.  Esteban  Rojas.  Cura  de  Timaná.  de 
estatura  regular,  más  bien  mediana  que  alta  ;  sus  ojos  ligeramente  azu- 
les y  como  algo  apagados,  dejaban  entrever  un  alma  llena  de  bondad  ; 
su  cara  afable  y  de  un  color  marcadamente  pálido:  de  anchas  espaldas., 
algo  grueso,  vestía  modestamente;  usaba  sotana  algo  corta,  zapatos 
bajos,  medias  negras  y  calzón  corto;  su  andar  era  ligero,  como  el  de 
un  hombre  resuelto ;  y  en  general  su  aspecto  era  atrayente  y  simpático. 

Era  amable  y  cortés  con  todo  el  mundo:  gustaba  de  hablar  con  los 
pobres  y  humildes;  detestaba  los  cumplimientos;  era  de  un  carácter 
a  simple  vista,  como  indeciso:  pero  al  poco  tiempo  de  tratarlo,  fácil- 
mente se  descubría  (pie  tenía  que  luchar  fuertemente  contra  un  carác- 
ter fuerte,  vigoroso,  serio  y  tesonero. 

Su  vida  era  muy  sencilla  ;  su  comida  en  extremo  frugal :  no  se 
preocupaba  mucho  de  su  persona,  ni  de  sus  comodidades;  su  modo  de 
ser,  así  exteriormente,  era  el  de  una  persona  que  piensa  poco  en  las 
cosas  de  este  mundo;  y  mucho,  hasta  la  preocupación,  en  la  salvación 
y  perfección  de  su  alma  y  las  de  los  demás. 

Cuando  por  la  mañana,  al  encontrarlo,  se  le  saludaba  y  preguntaba 
cómo  estaba,  contestaba  con  un  suspiro,  que  parecía  un  gemido  que  s* 
desprendía  de  un  alma  (pie  sufre:  "ay !  mi  amito,  decía,  del  cuerpo  estoy 
bien;  no  me  duele  nada:  pero  del  alma,  mal,  muy  mal:  casi  rematado!" 
Asi.  pensaba  yo.  contestarían  los  sanios. 

Si  yo  quisiera  dibujar  con  una  sola  frase  Lapidaria,  los  diferentes 
aspectos  de  la  vida  del  Sr.  Rojas  y  pintar  o  mostrar  su  silueta  personal, 
lo  liaría  así:  en  su  vida  entera,  resplandeció  aquel  "Zelus  domus  tua\ 
comedit  me":  en  su  vida  interior.  "Cupio  dissolvi  et  esse  cuín  Christo"; 
y  para  su  cuerpo,  "Mortifieationem  Jesu  in  corpore  nostro  seniper  cir 
cumferentes" ;  en  su  ministerio.  "I<jnis  ardens";  en  su  Sacerdocio, 
"Chantas  Christi  urget  nos";  y  por  último,  por  lema  y  programa  de 
toda  su  vida,  aquel  divino  e  inspirado  lema  y  a  la  vez  programa  del 
santo  Obispo  de  Mantua,  que  después  se  llamó  Tío  X.  "RENOVARE 
OMNIA  IN  CHRISTO":  coincidieron  el  Papa  santo  con  el  Cura  santo 

ENTRENAMIENTO. —  Durante  los  primeros  días  de  mi  estancia 
en  Timaná.  el  Sr.  Rojas  me  hablaba  con  frecuencia,  mejor  dicho,  me 
instruía,  del  anchísimo  campo  de  acción  en  el  que  debíamos  trabajar 
juntos,  cuanto  más  y  mejor  pudiéramos;  del  sinnúmero  de  almas  (pie 
estaban  a  nuestro  cuidado;  de  los  usos  y  costumbres  de  los  pueblos; 
de  la  manera  de  tratarlos:  y  sobre  todo,  recalcaba  en  la  necesidad  im- 
prescindible (pie  teníamos  de  revestirnos  de  un  gran  espíritu  de  sa- 
crificio y  abnegación  apostólica,  pues  el  trabajo  era  improbo  y  mu 


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enísimo,  La  responsabilidad  inmensa,  pues  ante  Dios  debíamos  respon- 
der de  la  salvación  de  tantísimas  almas  como  estaban  a  nuestro  cuidado. 

Yo  escuchaba  atento  y  con  gusto  las  lecciones  que  me  daba  mi  santo 
Cura;  no  le  objetaba  en  lo  más  mínimo;  me  acordaba  mucho  de  la  re- 
comendación que  me  había  hecho  el  Tilmo.  Sr.  Ortiz,  al  destinarme 
para  el  Tolima,  de  Coadjutor  del  Sr.  Rojas,  de  que  obedeciera  en  todo 
y  aprendiera  mucho  de  mi  compañero  y  tan  buen  párroco;  y  de  acuerdo 
con  estas  instrucciones  y  recomendaciones,  hice  desde  el  principio,  y 
creo  haberlo  cumplido,  el  propósito  de  obedecer  y  aprender:  el  Coadju- 
tor es  una  especie  de  novicio:  pero  sí  pensaba,  lo  confieso,  que  en  Ti- 
tnaná  me  tocaría  seguramente  trabajar  mucho  y  muchísimo,  sufrir  no 
poco,  y  quién  sabe  qué  más:  bonito  noviciado  te  ha  tocado,  me  decía  a 
mí  mismo. 

El  Dr.  Rojas,  con  esa  visión  que  poseía  de  las  personas,  como  (pie 
leyó  los  pensamientos  de  mi  alma  y  sonriendo  me  dijo:  — No  te  asustes, 
ni  te  apures,  hombre,  que  no  estamos  solos:  Dios  nos  ayudará  y  favo- 
récela :  y  con  su  ayuda,  haremos  grandes  cosas  y  muchísimo  bien  en 
las  almas  y  en  todo  caso,  haremos  lo  que  podamos;  mira,  yo  estoy  más 
que  convencido  de  que  los  pueblos  no  se  pierden  por  falta  de  sacerdotes, 
si  los  pocos  que  somos  hacemos  lo  que  podemos  y  somos  virtuosos  y 
buenos ;  Dios  suplirá  nuestra  falta  ;  pero  eso  sí,  hay  que  ser  apóstoles ; 
y  tú  y  yo  debemos  ser  apóstoles. 

VIDA  DE  PARROCO.— La  vida  entera  del  Sr.  Rojas  estaba  dedi- 
cada íntegramente  al  cumplimiento  de  sus  deberes  para  consigo  mismo 
como  sacerdote  y  a  su  ministerio  como  párroco ;  se  levantaba  muy 
temprano,  y  por  nadie,  ni  por  nada,  omitía  su  meditación  y  oración ; 
adelantaba  lo  más  que  podía  el  rezo  del  Oficio  divino ;  luego  iba  a  la 
Iglesia  y  dedicaba  largo  tiempo  al  confesonario;  se  preparaba  para  la 
santa  misa  y  luégo  celebraba,  con  esa  unción  y  devoción  tan  propia  y 
peculiar  en  él  y  que  conservó  toda  su  vida  ;  infundía  verdadera  devo- 
ción y  edificaba  grandemente  el  oírle  su  misa  ;  después  dedicaba  un 
largo  rato,  dando  gracias  y  volvía  al  confesonario,  por  si  había  alguna 
persona  que  deseara  confesarse  y  recibir  la  sagrada  Comunión  ;  en  eso, 
como  en  todo,  atendía  con  el  mayor  gusto  y  presteza  a  sus  queridos 
fieles  y  los  servía  con  amor  y  cariño ;  nunca  mostraba  enfado,  ni  re- 
pugnancia, para  prodigar  su  ministerio  y  especialísimamente  en  el  sa- 
cramento de  la  confesión  y  en  dar  a  cualquiera  hora  la  comunión ;  nunca 
le  noté  impaciencia,  ni  desagrado  en  atender  a  todos;  ni  repugnancia 
en  sufrir  a  veces  las  molestias  y  pesadeces  de  algunas  personas:  a  todos 
los  trataba  siempre  bien. 

Luégo  iba  a  la  casa  cural  y  se  desayunaba ;  y  generalmente  enton- 
ces estaba  de  buen  humor  y  le  gustaba  reírse,  contando  sus  correrías 
y  sus  trabajos  evangélicos;  entonces  hablaba  con  su  madre  y  conmigo 
y  se  le  veía  contento  y  alegre. 

Después  abría  las  puertas  de  su  despacho  parroquial  y  ponía  en 
acción  ese  volcán  de  actividad  que  encerraba  su  pecho ;  recibía  a  las 
gentes,  daba  órdenes,  ponia  telegramas,  convocaba  juntas,  nombraba  co- 
mités, y  en  fin  distribuía  su  tiempo,  en  ese  mar  de  planes,  proyectos  y 
actividades,  de  (pie  yo  en  mi  vida  no  he  visto  ejemplo,  que  se  le  parezca 
siquiera;  eia  incansable  en  el  trabajo  y  de  una  iniciativa  y  unas  ener- 
gías, que  no  son  comunes,  ni  asequibles  a  todos ;  y  a  veces  hasta  me 
atrevo  a  decir,  que  ni  posibles  de  imitar:  eran  de  admirar  y  aplaudir. 

Por  la  tarde  volvía  al  confesonario  y  luégo  también  a  tener  alguna 
junta,  sea  del  Apostolado  de  la  Oración  o  del  Catecismo:  y  luégo,  a  las 


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seis,  rezaba  en  la  Iglesia  el  rosario  con  el  pueblo,  confesaba  hombres  y 
se  retiraba  a  1¡i  casa  cura!;  tomaba  un  pequeño  refrigerio  y  seguía  tra- 
bajando, escribiendo,  estudiando,  orando,  durante  largas  lloras  de  la 
noche;  más  de  lina  vez  le  sorprendió  el  día  en  la  oración  y  en  su  tra- 
bajo; su  madre  y  yo  lo  conocíamos,  porque  amanecía  con  los  ojos  colo- 
rados y  algo  hinchados,  quién  sabe  si  de  llorar  por  los  pecados  de  su 
pueblo  y  de  sus  fieles;  se  le  oía  con  frecuencia  decir:  parce,  Domine, 
parce  populo  tuo:  era  ya  entonces  un  párroco  santo  y  edificantísimo. 

CONFIDENCIAS. — El  santo  párroco  observaba  cuidadosamente  a 
su  Coadjutor";  es  natural  que  así  fuera;  es  más:  esta  era  su  obligación, 
en  justicia  y  caridad ;  recuerdo  de  haber  leído  de  un  Santo  Prelado, 
que  había  sido  religioso  y  después  fue  párroco,  y  había  tenido  coadjutor: 
"que  el  Párroco  debía  . ser  un  verdadero  Maestro  de  novicios,  porque  el 
Coadjutor,  en  toda  la  extensión  de  la  palabra,  es  un  verdadero  novicio: 
y  por  bueno  que  sea  y  por  bien  dispuesto  que  esté,  necesita  de  uno  (pie 
lo  dirija  en  sus  primeros  pasos,  en  el  ministerio  parroquial". 

No  había  pasado  un  mes  desde  mi  llegada  a  Timáná,  cuando  una 
tarde,  después  de  comer,  alegres  y  contentos,  como  todos  los  días,  el 
Sr.  Kojas  me  dijo:  "Deseo  que  esta  noche  tengamos  una  especie  de 
conferencia  entre  los  dos,  para  tratar  de  la  manera  como  hemos  de 
vivir  y  trabajar,  bien  unidos  y  de  acuerdo,  para  salvar  las  almas  con 
nuestro  sagrado  ministerio";  y  así  fue  que  cuando  hubo  terminado  el 
trabajo  de  ese  día,  fuimos  a  mi  habitación  y  entre  serio  y  sonriente  me 
habló  así : 

"Ya  tú  has  visto  las  parroquias  que  tenemos  a  nuestro  cargo  y  co- 
noces nuestra  situación:  te  añadiré,  que  esta  parroquia  de  Timaná  es 
muy  grande;  tenemos  cinco  pueblos  más  a  nuestro  cuidado;  además  hay 
<pie  atender  a  las  invitaciones  de  los  Curas  vecinos;  como  fácilmente 
comprenderás,  esto  supone  un  trabajo  enorme  y  a  veces  pesadísimo, 
pero  más  (pie  trabajo,  exige  por  nuestra  parte  mucha  actividad,  abnega- 
ción y  sacrificio. 

"Yo  les  agradezco  mucho  a  Dios  y  al  Elimo.  Sr.  Ortiz  el  haberme 
enviado  un  Coadjutor  y  compañero;  lo  deseaba  y  necesitaba  tánto!  Pero 
esto  mismo,  a  la  vez  que  me  consuela,  aumenta  mi  inquietud  y  mi  res- 
ponsabilidad ante  Dios,  porque  tengo  (pie  enseñarte  y  darte  ejemplo 
en  todo:  y  yo,  pobre  de  mí!....  en  fin,  confiemos  en  Dios". 

Guardó  un  rato  de  silencio  y  continuó:  "Pues  si,  mi  amito,  aquí 
viviremos  los  dos,  como  buenos  hermanitos ;  no  veas  en  mí  ningún  su- 
perior; ni  yo  en  ti  me  fijaré  en  tu  calidad  de  subdito:  mirémonos  siem- 
pre como  verdaderos  hermanos  Sacerdotes,  (pie  trabajamos  juntos  para 
un  mismo  fin:  salvarnos  y  salvar  a  los  demás;  nos  dividiremos  el  Ira 
bajo  entre  los  dos". 

"Por  lo  «pie  hace  a  la  distribución  de  los  productos  del  beneficio, 
te  propongo  (pie  primero  saquemos  los  gastos  de  la  casa  ;  y  el  resto 
nos  lo  dividiremos  por  partes  iguales;  yo  te  daré  la  mitad  a  ti;  y  la 
otra  mitad  mía,  la  pondré  en  la  obra  de  la  Iglesia  nueva  o  en  el  Hospi- 
tal: y  añadió  riéndose:  tú  no  sabes  (pie  yo  soy  rico,  y  muy  rico  y  mi 
familia  es  muy  rica",  y  continuó  diciéndome  un  poquito  serio: 

"Hemos  de  ser,  ante  todo,  mi  querido  hermano,  buenos  Sacerdotes 
y  más  (pie  buenos,  vil  diosos:  uno  de  los  más  grandes  peligros  que  tene- 
mos es  el  de  «pie,  en  fraseados  y  como  absorbidos  por  nuestro  mismo 
ministerio,  nos  olvidamos  de  nosotros  mismos  y  nos  materializamos: 
«pié  desgracia!  No  olvidemos  ni  un  solo  día  lo  «pie  San  Pablo  recomen- 
daba a  su  Coadjutor:  "Atende  tibí",  no  sea  (pie  trabajando  y  salvando 
a  los  demás,  "ipse  reprobus  efficiar". 


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EL  PRESBITERO  JOSE    IGNACIO    SOTO.    EMINENTE    Y  VIRTUOSO 
SACERDOTE.   NOMBRADO  PARROCO   DE  GARZON  EN  EL  82.  BAJO 
CUYA  DIRECCION   SE  CONSTRUYO  ESE  MILAGRO  DEL  ESFUERZO 
POPULAR  QUE  HOY   SIRVE  DE  CATEDRAL  DIOCESANA. 


"Vivir  en  la  presencia  de  Dios  constantemente :  la  oración  cuoti- 
diana y  casi  continua,  el  rezo  del  Oficio,  la  santa  misa  devota,  la  con- 
fesión y  un  poquito  de  examen  cada  día ;  sobre  todo  te  encargo,  pro- 
cures tener  siempre  el  dominio  sobre  tu  corazón;  no  hay  que  dejar  acó 
rralarse  y  aprisionarse  por  las  criaturas ;  es  este  un  escollo  formida- 
ble para  el  pobre  Sacerdote;  y  en  especial,  tratándose  con  cierta  clase 
de  gentes  y  de  personas ;  muchísimo  cuidado,  hermanito ;  y  no  te  digo 
más :  intelligenti  pauca". 

Y  acabó  la  conferencia  con  un  contrato  original,  propio  de  los 
santos  y  siervos  de  Dios:  "Mira,  me  dijo  sonriendo:  generalmente  uno 
no  se  conoce  a  sí  mismo ;  lo  conocen  los  demás ;  no  se  ha  inventado 
todavía  un  espejo  que  lo  retrate  a  uno  tal  como  uno  es :  me  entiendes  ? 


—  71  — 


Pues  bien,  los  dos  vamos  a  hacer  de  espejos;  y  para  eso  te  invito  a  que 
hagamos  un  contrato,  que  nos  ayudará  a  conocernos  y  enmendarnos: 
cada  semana  o  cada  quince  días,  a  más  tarde,  nos  reuniremos  por  la 
noche  y  tú  me  dirás  a  mí  todos  los  defectos  (pie  hayas  notado  en  mí,  y 
yo  te  diré  a  ti  los  que  te  hubiere  observado,  capisne?.  .  .  "Aceptado, 
le  contesté,  y  con  muchísimo  gusto".  Pensaba  yo:  así  hablaban  los  san- 
tos y  así  debían  ser  los  santos. 

SEMANA  SANTA  EN  TIMAN  A. — Yo  llegué  a  Timaná  casi  en  vis 
peras  del  Domingo  de  Ramos ;  el  Sr.  Rojas  me  había  anticipado  que  en 
la  Semana  Santa  en  Timaná  había  un  trabajo  pesado  y  abrumador  hasta 
los  topes,  y  no  se  había  equivocado,  porque  trabajo  hubo  muchísimo: 
gente  y  más  gente  rodeaba  de  día  y  de  noche  los  confesonarios;  una 
concurrencia  enorme  se  apretaba  en  la  iglesia  y  durante  los  Oficios 
sagrados,  hasta  el  atrio  y  la  calle  vecina  ;  hay  qne  tener  en  cuenta  que 
a  Timaná  concurrían  de  todos  los  pueblos  vecinos  que  no  tenían  Semana 
Santa  y  aún  de  otros  pueblos  lejanos,  atraídos  por  la  fama  de  santidad 
y  virtud  del  Sr.  Rojas;  bullía  en  Timaná  Un  inmenso  gentío,  "ex  omni 
genere  et  tribu". 

Oficios  solemnísimos  y  devotos,  concurridísimos;  sermones  y  plá- 
ticas mañana  y  noche,  y  a  veces  a  medio  día  ;  procesiones,  via-crncis  so- 
lemne; en  fin,  lo  propio  de  esos  santos  días,  multiplicado  por  el  celo  de 
su  párroco;  nos  dividimos  el  trabajo^  aunque  el  Sr.  Rojas  llevaba  siem- 
pre, como  suele  decirse,  la  cabeza  de  la  viga;  me  tocó  predicar  el  jueves 
santo,  mi  primer  sermón:  fne  mi  debnt!  Cómo  sudé!  Desde  la  víspera 
no  pude  dormir:  tenía  un  miedo  pánico;  pero  en  fin.  me  animé  yo  misino 
y  apechugué  con  todo;  no  tenía  otra  salida,  ni  más  remedio:  tenía  qne 
predica  r. 

En  esta  mi  primera  Semana  Santa  comencé  a  conocer  íntimamente 
al  Dr.  Rojas;  y  pensaba  en  mi  gran  suerte  de  ser  el  compañero  de  un 
verdadero  siervo  de  Dios;  el  miércoles,  jueves  y  viernes  santos  no  salió 
de  la  iglesia  ni  de  dia  ni  de  noche;  su  mamá  le  mandaba  la  comida  a 
la  sacristía,  que  la  devolvía  casi  íntegra  :  él  se  la  pasaba  esos  días  con- 
fesando, meditando,  orando,  haciendo  penitencia  y  atendiendo  a  la 
gente,  que  incansablemente  lo  asediaba  para  confesarse  con  el  Dr.  Roji- 
tas ;  esa  sacristía  vieja  de  Timaná!  sólo  ella  nos  podría  contar  la  vida 
(pie  llevaba  ese  varón  de  Dios,  durante  los  días  de  la  Semana  Santa: 
no  hablará  la  sacristía,  pero  es  fácil  adivinar  lo  que  nos  contaría  y 
aún  nos  quedaríamos  cortos. 

Pasada  la  Semana  Santa,  el  Sr.  Rojas  estaba  contentísimo,  según 
sn  costumbre,  después  de  mucho  trabajar;  familiarmente  se  reía  tanto 
de  sus  apuros  y  miedos  y  por  haber  tenido  (pie  comenzar  mi  carrera 
de  ministerio  con  un  trabajo  tan  glande:  y  me  decía:  — Qué  tal.  hom- 
bre? Cómo  te  ha  ido  en  estos  días?  No  le  dije  <pie  aquí  en  mi  parroquia 
había  mucho  trabajo  y  más  en  estos  días?  Pnes  hemos  hecho  entre  los 
dos  lo  que  hemos  podido:  bendito  sea  Dios  siempre;  y  he  visto  con 
agrado  que  tú  también  has  confesado  mucho;  por  lo  (pie  hace  al  canto, 
te  diré  francamente  (pie  te  encuentro  muy  atrasado  y  que  sabes  bien 
poco;  pero  no  te  apures,  ya  aprenderás  y  yo  te  enseñaré  lo  «pie  sepa: 
por  lo  que  hace  al  pulpito,  tienes  buenas  disposiciones;  por  lo  (pie  hace 
a  eso,  yo  sé  bien  poco,  como  ya  lo  habrás  notado;  me  ha  llamado  la 
atención  el  (pie  tú,  como  (pie  no  tienes  miedo  de  subir  al  pulpito,  como 
es  natural  y  más  en  el  primer  sermón;  en  eso  sí  se  equivocó  mi  santo 
cura,  porque  en  Timaná,  en  primer  sermón,  sudé  como  un  fogonero  y 
tuve  miedo  por  arrobas. 


—  72  — 


VACACIONES. —  Pasadas  la  Semana  Santa  y  la  Pascua,  me  dijo: 
"Vamos  a  descansar  un  poquito  y  a  darnos  unas  vacaciones,  no  sea  que 
este  jumento  de  nuestro  cuerpo  se  nos  muera  antes  de  tiempo;  ya  verás, 
va  verás;  vamos  a  hacer  una  salidita  y  una  correría  por  nuestros  pue- 
blecitos:  y  así  los  irás  conociendo  y  ellos  te  conocerán  a  ti:  ya  verás 
cómo  te  gustarán:  es  gentecita  muy  buena:  son  canela  pura". 

Nos  fuimos  para  Guadalupe;  al  llegar  a  ese  pueblo,  donde  el  Sr. 
Rojas  tenía  en  const rucción  una  grande  y  bonita  iglesia,  como  una 
catedral,  pronto  nos  vimos  rodeados  de  mucha  gente;  él,  alegrísimó  y 
sonriente,  les  decía  :  "Aquí  les  traigo  al  Padre  Ignacio,  que  es  mi  com  I 
pañero  y  ayudante";  la  gente  me  .miraba  y  se  sonreía;  y  luego  dijo  | 
al  sacristán:  "Vaya  a  la  iglesia  y  repique  duro  para  que  sepa  el  vecin- 
dario (pie  estamos  nosotros  aquí ;  y  que  se  oigan  esas  campanas  desde 
Turupamba  hasta  el  Cachingal";  y  así  lo  hizo  y  corrió  la  voz  por  todo 
el  pueblo  y  por  todos  los  campos,  de  que  habían  llegado  el  Dr.  Pojas  y 
otro  curita  más. 

Fuimos  al  rosario  de  la  tarde;  hubo  muchísima  gente;  sermón  del 
Sr.  Pojas,  bien  repicado,  recomendando  a  la  gente  y  al  pueblo  para  que 
aprovecharan  la  oportunidad  con  que  Dios  los  favorecía,  con  nuestra 
estancia  en  el  pueblo;  y  exhortándolos  a  que  se  confesaran  y  recibieran 
los  santos  Sacramentos;  y  (pie  no  olvidaran  de  traer  los  niños  al  Cate 
cismo,  que  se  haría  todos  los  días  a  las  tres  de  la  tarde;  amigo,  fue 
como  alborotar  un  avispero,  porque  esa  gente  de  Guadalupe  es  verda- 
deramente gente  muy  buena  y  muy  gustosa  de  asistir  a  la  iglesia ;  y 
querían  tánto  y  con  sobradísima  razón  a  su  Dr.  Pojitas;  así  fue  que 
se  nos  vino  encima  otro  trabajo,  si  no  igual,  a  lo  menos  muy  parecido 
al  de  Timaná  ;  entonces  mi  santo  cura,  como  para  consolarme  y  animar- 
me, me  dijo  sonriendo:  "Ya  ves,  no  te  lo  decía  yo  que  esa  gentecita 
es  muy  buena?  Aquí  también  tendremos  que  trabajar  nuestro  poquito, 
porque  ya  ves,  estas  pobres  gentes  tienen  hambre  y  sed  del  ministerio 
sacerdotal:  misereor  super  turbam". 

Y  así  fue  que  con  todo  empeño  nos  pusimos  al  trabajo;  sermones 
y  pláticas,  mañana  y  noche,  catecismo  por  las  tardes  en  dos  tandas; 
confesiones  mañana  y  noche;  bautismos,  informaciones  y  todo  el  bagaje 
de  un  ministerio  abrumador:  una  pequeña  misión. 

Yo  pensaba:  (pié  descanso  tan  sabroso!  Qué  vacaciones  tan  al  revés 
de  como  yo  me  las  había  figurado!  Aquí  por  lo  visto  es  como  una  sierra 
sin  fin,  (pie  no  tiene  fin,  y  (pie  va  siempre  hacia  el  mismo  fin,  que  es 
trabajo;  pero  yo  entonces  era  muy  joven;  el  mismo  Sr.  Pojas,  en  señal 
de  cariño,  me  llamaba  el  cachifo:  además,  estaba  yo  tan  contento  al 
lado  del  Sr.  Pojas,  lo  quería  tánto,  porque  era  como  un  padre  para 
mí.  que  no  sentía  la  carga  del  trabajo;  antes  me  regocijaba  con  él.  y 
gozaba  viendo  contento  a  mi  santo  cura,  el  Dr.  Pojitas:  cómo  he  re- 
cordado siempre,  con  una  especie  de  fruición  íntima  que  no  se  borra 
jamás  ni  con  los  años,  aquellas  nuestras  excursiones  por  los  pueblitos 
(pie  nos  estaban  encomendados!  Qué  gente  tan  buena,  en  todas  partes! 
Qué  aprecio  y  distinción  para  con  el  sacerdote!  Qué  emulación  de  sus 
vecinos  en  obsequiar  al  sacerdote  y  atenderlo  y  servirlo  en  lo  que  pu- 
dieran! Verdaderamente,  como  lo  dijo  el  Padre  España,  jesuíta,  al 
dar  unas  misiones  por  esos  pueblos,  es  de  razón  y  de  justicia  el  declarar 
(pie  pocos  pueblos  en  esa  tierra  podrían  igualar  en  bondad,  religiosidad 
v  estimación  al  sacerdote,  como  esos  afortunados  pueblos  del  Sur  del 
Tolima. 


—  73 


EL  PARROCO  EN  ACCION. — Apenas  el  Sr.  Rojas  hubo  tomado 
posesión  de  su  cargo  de  Cura  de  Timaná  y  los  cinco  pueblos  que  le 
agregaron,  se  dio  cuenta  de  que  para  el  bien  espiritual  de  sus  feligre- 
ses, bien  pronto  habría  que  empeñar  recios  combates  y  emprender  gran- 
des trabajos  y  campañas,  no  sólo  en  lo  material,  sino  también  en  lo 
espiritual ;  sobre  todo  lo  tenían  muy  preocupado  dos  asuntos  que  él 
creía  de  capital  importancia  para  sus  parroquias :  la  cuestión  del  mer- 
cado grande  en  día  domingo,  y  las  fiestas  profanas  o  de  plaza  en  las 
fiestas  patronales ;  tenía  él  este  asunto  por  tan  importante,  que,  decía,  era 
el  principio  de  la  regeneración  de  sus  pueblos. 

En  sus  conversaciones  familiares  conmigo  y  con  los  demás  sacer- 
dotes, decía  que  una  de  las  cosas  más  tristes  y  desconsoladoras  para 
un  párroco  incipiente  es  ver  a  su  pueblo  completamente  dominado  por 
esas  viejas  costumbres,  inveteradas  y  muy  arraigadas  en  los  pueblos, 
como  el  de  celebrar  el  mercado  en  día  domingo ;  y  las  fiestas  de  plaza, 
con  ocasión  de  las  fiestas  religiosas  del  Santo  Patrono  del  lugar; 
que  no  concebía  tolerables,  desde  el  punto  de  vista  cristiano,  esas  dos 
costumbres;  que  el  mercado  era  un  serio  obstáculo  para  la  santifica- 
ción del  día  domingo;  y  que  el  contubernio  de  fiestas  religiosas  y  fies- 
tas de  plaza  era  una  verdadera  abominación  y  una  verdadera  calami- 
dad:  expresión  muy  suya. 

Y  así  fue  que  las  dos  primeras  campañas  que  emprendió,  en  bien 
de  sus  parroquias  y  de  sus  feligreses,  fueron  éstas:  la  supresión  de  los 
mercados  en  día  domingo,  y  declarar  guerra  sin  cuartel  a  las  fiestas 
de  plaza  en  los  días  en  que  la  parroquia  y  el  pueblo  celebran  su  fiesta 
patronal;  esta  última  batalla  la  ganó  con  poco  esfuerzo  y  relativa  faci- 
lidad, pues  el  Sínodo  diocesano,  que  el  Illmo.  Sr.  Obispo  Ortiz  celebró 
en  Popayán,  al  cual  asistió  el  Sr.  Rojas,  dio  un  Decreto  "en  el  que 
prohibía  terminantemente  al  párroco,  bajo  pena  de  suspensión,  el  cele- 
brar fiesta  religiosa  cuando  viera  que  el  pueblo  se  preparaba  para  hacer 
tiestas  de  plaza  con  ocasión  de  la  fiesta  patronal";  con  el  apoyo  de  ese 
Decreto,  al  Sr.  Rojas  le  fue  fácil  conseguir  (pie  los  pueblos  ya  no  pen- 
saran en  hacer  fiestas  de  plaza  en  esos  días:  y  los  pueblos,  en  su  ma- 
yoría, las  trasladaron  a  las  fiestas  nacionales,  como  el  7  de  agosto.  20 
de  julio  o  en  alguna  otra  fecha,  pero  nunca  en  los  días  de  la  fiesta  reli- 
giosa del  patrón  de  la  parroquia;  y  si  algún  pueblo  se  encaprichaba  y 
no  atendía  las  indicaciones  de  sn  párroco,  éste  no  les  hacía  la  fiesta 
patronal. 

No  le  pasó  igual,  ni  le  fue  tan  fácil  la  victoria,  aunque  siempre  la 
obtuvo,  para  extirpar  los  mercados  en  día  domingo;  encontró  una  re- 
sistencia formidable  por  parte  de  algunos  Concejos  Municipales  y  de 
bastantes  vecinos  influentes;  pero  él  no  se  arredró  y  puso  en  juego  todo 
su  celo,  actividad  y  tenacidad:  bien  comprendía  que  necesitaba  para 
conseguir  su  objeto,  de  mucha  paciencia,  tino,  trabajo,  sagacidad  y 
diplomacia  ;  pero  de  todas  esas  buenas  cualidades,  el  Sr.  Rojas  tenía 
hecho  un  gran  acopio;  y  le  sobraban  fuerzas  para  empeñar  y  ganar  la 
batalla;  veamos  cómo  la  emprendió  y  cómo  la  ganó,  para  estimulo  de 
todos. 

Meditó  biei)  el  asunto,  lo  consultó  con  Dios  y  se  preparó  con  abun- 
dante oración  y  penitencia;  luego  lo  consultó  y  comunicó  a  su  Prelado 
y  a  su  confesor;  y  obtenida  su  aprobación,  se  lanzó  resuelto  al  ataque 
de  esa  fortaleza  enemiga,  (pie  parecía  y  creían  inexpugnable  e  invenci- 
ble, con  una  táctica  y  tenacidad  (pie  se  reveló  con  ello  maestro  en  al- 
canzar victorias:  la  primera  operación  o  preparación,  diríamos  remota, 
era  la  de  (pie  el  pueblo  estaba  más  que  convencido  de  que  su  cura  era 


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un  sanio  y  de  que  no  quería  más  que  el  bien  de  su  pueblo,  al  que  amaba 
entrañablemente;  con  esa  predisposición  le  era  más  fácil  convencer  a 
las  gentes  y  a  las  autoridades;  luégo  predicó  durante  bastante  tiempo 
sobre  la  conveniencia  de  trasladar  el  mercado  principal  ;i  un  día  de 
entre  semana,  para  (pie  el  día  domingo  lo  pudieran  dedicar  mejor  a 
santificar  el  día  del  Señor  y  asistir  a  la  santa  misa,  al  catecismo  y  a 
la  función  de  la  larde,  pues  había  muellísima  "ente,  «pie  por  otra  parte 
eran  muy  buenos  cristianos,  a  quienes  les  era  imposible  asistir  a  la  misa 
parroquial  y  a  la  iglesia,  por  causa  del  mercado;  hizo  conocer  los  bienes 
(pie  esa  medida  reportaría  al  mismo  mercado,  (pie  se  vería  así  más  con- 
currido y  podría  venir  más  gente  de  otros  pueblos;  y  los  mismos  co- 
misionistas de  la  compra  de  sombreros  podrían  asistir  personalmente 
al  mercado;  y  así  activarían  las  compras  y  aún  mejorarían  los  precios-, 
pues  suprimirían  el  intermediario  y  subcomisionista  ;  que  la  Iglesia 
parroquial  se  vería  más  concurrida  también  los  domingos,  así  como 
el  catecismo  y  la  función  de  la  tarde,  cosa  que  con  el  tráfago  y  bullicio 
del  mercado  era  casi  materialmente  imposible;  y  por  último,  se  inte- 
resó con  los  ('oncejos  Municipales  para  que  por  medio  de  un  Acuerdo 
cambiaran  el  día  de  mercado  por  otro  día  de  la  semana  que  no  fuera 
domingo;  con  todas  esas  medidas  tuvo  magníficamente  preparado  el 
terreno  para  alcanzar  una  gran  victoria  ;  pero  fue  una  victoria  labo- 
riosa y  bien  difícil :  el  enemigo  era  muy  fuerte  y  bien  atrincherado : 
tenían  abundantes  provisiones,  pero  capitularon  honrosamente :  cedie- 
ron al  impulso  de  un  santo  cura,  y  un  santo  cura  es  invencible. 

Rudo  fue  el  ataque;  recio  el  batallar;  enemigos  acérrimos  y  nota- 
bles tuvo  esa  medida,  que  la  combatieron  hasta  en  sus  últimas  trinche- 
ras ;  algunos  la  combatieron  tenazmente,  no  tanto  por  la  medida  en 
sí,  sino  por  su  procedencia,  como  sucede  casi  siempre  con  cierta  clase 
de  gente,  (pie  solapadamente  combaten  Ta  medida,  que  creen  buena,  por 
ser  de  la  iniciativa  del  Cura  o  de  la  Iglesia.  El  Concejo  Municipal  dio 
el  esperado  Acuerdo,  imponiendo  el  cambio  de  mercado,  del  domingo  al 
jueves,  en  la  parroquia  de  Timaná;  fue  combatida  la  innovación,  de 
palabra  y  de  hecho;  muchos  no  vinieron,  ni  al  primero,  ni  al  segundo, 
ni  al  tercero  día  de  mercado  del  jueves;  no  faltaron  quienes  alegaran, 
hasta  con  cierta  razón,  intereses  creados;  pero  el  mercado  del  jueves  se 
impuso;  la  mayoría  de  la  población  pudo  ver  la  razón  que  tenía  su 
santo  párroco  al  querer  implantar  esa  medida,  y  la  apoyaron,  cada  día 
con  más  ardor  y  contento;  pronto  se  pudieron  convencer  de  que  el  mer- 
cado el  jueves  era  más  concurrido  y  aún  hoy  aplauden  la  idea  que 
tuvo  su  santo  cura  de  cambial-  el  día  de  mercado  del  domingo  al  jueves; 
todavía  hoy  perduran  los  frutos  de  esa  victoria  del  Sr.  Rojas:  los  pue- 
blos de  Timaná,  Guadalupe,  Suaza  y  Pitalito  cambiaron  también  el  día 
de  su  mercado;  y  los  mismos  enemigos  de  entonces  reconocen  hoy  el 
acierto  del  Kr.  Hojas;  cayeron  las  fortalezas  enemigas  al  empuje  ardo- 
roso de  un  santo  cura  párroco,  como  cayeron  las  murallas  de  Jericó  al 
son  de  las  trompetas  dé  los  soldados  de  Israel. 

Dios  premió  con  la  victoria  el  celo  y  la  virtud  de  un  santo  Cura 
párroco  en  favor  de  su  pueblo  y  de  sus  fieles. 

ACCION  PARROQUIAL.— No  se  durmió  el  santo  y  virtuoso  Cura 
de  Timaná  sobre  sus  laureles;  continuó  luchando  y  trabajando  incan- 
sable y  batallador  en  bien  de  su  parroquia:  una  vez  rendidas  y  ven- 
cidas las  dos  principales  fortalezas  (pie  oponían  fuerte  resistencia  a 
sus  ansias  y  deseos  de  reforma  de  las  costumbres  y  regeneración  espi- 
ritual, lleno  de  energía  y  apostólico  brío,  como  si  comenzara  de  nuevo, 


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emprendió  el  ataque  contra  los  principales  vicios  que  dominaban  a  las 
gentes  y  se  enseñoreaban  de  sus  pueblos:  tal  era  la  embriaguez,  tan 
arraigada,  por  desgracia,  en  sus  pueblos  y  que  diariamente  causaba 
numerosas  víctimas,  con  su  larga  cola  de  pecados,  vicios  y  repugnancias 
que  trae  consigo. 

Durante  mucho  tiempo,  en  la  iglesia  y  fuera  de  ella,  no  hablaba 
de  otra  cosa  que  de  ver  cómo  se  combatía  el  vicio  de  la  embriaguez  y 
todas  sus  pláticas  y  sermones  acababan  recomendando  la  enmienda  y 
el  arrepentimiento  de  los  muchos  pecados  que  tienen  por  causa  y  origen 
el  abuso  del  alcohol;  hacía  ver  palpables  los  peligros,  aún  para  la  salud 
corporal  y  para  los  hijos,  que  encerraba  la  embriaguez,  «lando  medios 
y  modos  eficaces  ¡tara  combatirla,  evitarla  y  acabarla;  diríase  en  aquel 
entonces  qne  el  Sr.  Rojas  padecía  de  la  obsesión  de  acabar  con  la  em- 
briaguez y  todas  sus  funestas  consecuencias,  para  el  cuerpo  y  para  el 
alma. 

Predicó,  habló,  clamó,  gritó  fuerte,  contra  esas  costumbres  inve- 
teradas de  abusar  del  aguardiente,  con  motivo  de  cualquier  reunión,  de 
cualquier  carácter  que  fuera,  aun  en  aquellas  de  carácter  religioso  y 
triste,  como  la  muerte  de  algún  miembro  de  la  familia,  de  velar  su  ca- 
dáver, de  llevarlo  a  enterrar  y  hasta  en  el  cementerio  y  después  hasta 
en  el  hacer  el  novenario  por  el  alma  del  difunto. 

En  las  visitas  que  como  Inspector  local  hacía  a  las  escuelas,  pre- 
venía mucho  a  los  escolares  sobre  este  vicio,  (pie  no  debía  existir, 
siquiera  fuere  por  educación  y  por  cultura  ;  y  encargaba  muellísimo  a 
los  maestros  el  que  no  olvidaran  inculcar  a  sus  educandos  hábitos  de 
templanza  y  aborrecimiento  de  todo  licor. 

Con  esas  medidas  y  con  mucha  oración  y  penitencia,  (pie  él  perso- 
nalmente añadía,  y  con  las  oraciones  de  las  almas  buenas,  a  quienes 
él  tenía  la  laudable  costumbre  de  recomendar  sus  asuntos  parroquiales 
y  las  necesidades  de  sus  parroquias,  el  Sr.  Rojas  consiguió  muchísimo; 
y  si  no  logró  extirpar  del  todo  el  vicio  de  la  embriaguez,  hay  (pie  reco- 
nocer, y  así  lo  reconocían  y  veían  todos,  el  notable  cambio  «pie  se  pro- 
dujo en  sus  pueblos  y  mucha  reforma  en  sus  costumbres  viciosas;  no 
olvidaré  nunca  lo  que  me  dijo  una  vez  un  viejecito,  que  estaba  empe- 
dernido en  la  bebida  :  "Yo,  mi  padrecito,  desde  que  oí  una  plática  al 
Dr.  Rojitas,  hice  el  propósito  de  no  volver  a  tomar  ni  un  trago  más": 
y  lo  cumplió:  soy  testigo. 

Atendidas  las  repetidas  quejas  que  le  daban  sobre  las  frecuentes 
desavenencias  entre  las  personas  casadas,  el  santo  cura  creyó  come 
idealísimo  hacer  de  este  capital  asunto  el  tema  favorito  de  sus  pláticas 
y  exhortaciones  al  pueblo,  baldándoles  sobre  la  importancia  grandísi- 
ma (pie  tenía  para  la  sociedad  y  para  la  familia,  el  conocer  y  practica] 
la  santidad  del  matrimonio,  haciéndoles  presentes  las  causas  de  sus 
desavenencias  y  sus  remedios.  El  fruto  no  se  hizo  esperar:  fueron  ya 
menos  las  quejas  sobre  este  asunto;  y  la  familia  quedó  reformada  cris- 
tianamente. 

En  fin.  el  Sr.  Rojas  iba  tomando  punto  por  punto  las  necesidades 
de  sus  fieles  y  estudiando  sus  principales  defectos,  vicios  y  malas  cos- 
tumbres; y  cuando  les  tocaba  turno,  según  el  plan  que  él  se  había  for- 
mado, instruía  preferentemente  a  la  gente  sobre  estos  asuntos;  la  en- 
mienda era  segurísima,  si  no  total,  a  lo  menos  muy  visible. 

Decíame  él:  "Hay  (pie  hablar  mucho  con  esta  gente  e  instruirla 
muchísimo:  sobre  esto  nunca  se  instruirá  bastante,  porque  hay  muchas 
personas  (pie  son  muy  buenas  por  una  parte,  pero  por  la  ignorancia 


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caen  miserablemente  en  toda  clase  de  defectos  y  aun  graves 
y  más  instrucción:  "Insta,  me  decía,  oportune  et  Importune* 


instrucción 


EXTENSION  DE  LA  ACCION.— Sobresalía  el  Sr.  Rojas  en  una 
cualidad  envidiable  y  tenía  un  don  especial,  muy  de  acuerdo  con  La 
doctrina  de  San  Francisco  de  Sales,  quien  decía:  "Lo  que  hagas,  hazlo 
como  si  no  tuvieras  nada  más  que  hacer".  Pues  bien,  el  Dr.  Rojas  don- 
dequiera que  fuera,  se  ponía  a  trabajar  tesoneramente,  como  si  no  tu- 
viera otras  obligaciones  a  qué  atender;  y  se  ponía  a  trabajar  con  el 
mismo  brío  y  afán  y  constancia,  en  todos  sus  pueblos;  nunca  lo  noté, 
como  decimos,  rendido;  yo  lo  atribuía  a  que  dondequiera  que  fuera,  lle- 
vaba encima  su  corazón  de  fuego,  su  voluntad  de  hierro  y  su  gran  vir- 
tud ;  y  así  era  siempre  el  mismo. 

Como  es  natural,  dedicaba  su 
atención  preferente  a  la  parro- 
quia de  Timaná,  por  ser  la  de  ma- 
yor importancia  y  la  que  tenía  un 
mayor  número  de  habitantes;  pe- 
ro de  ninguna  manera  descuida- 
ba sus  demás  pueblos,  atendiendo 
a  sus  necesidades  y  aspiraciones 
de  progreso  y  reforma,  material  y 
espiritualmente ;  y  aún  le  queda- 
ban fuerzas  y  voluntad  para  aten- 
der a  las  invitaciones  de  los  pue- 
blos vecinos  a  su  jurisdicción ; 
para  ello  ponía  en  juego  toda  esa 
actividad  prodigiosa  y  sostenida, 
de  la  que  era  un  verdadero  proto- 
tipo y  ejemplar. 

Como  los  pueblos  que  le  habían 
sido  confiados  y  puestos  bajo  su 
administración  parroquial  forman 
paite  del  patrimonio  de  virtudes 
del  Sr.  Rojas  y  están  tan  ligados 
a  t  u  ministerio  de  cura  párroco, 
aun  con  riesgo  de  hacerme  algo 
difuso  y  pesado,  voy  a  dedicar 
aquí  unas  cuatro  palabras  a  cada 
pueblo,  que  vienen  a  ser  como  la 
extensión  de  la  acción  parroquial 
del  Sr.  Kojas ;  además,  es  de  jus- 
ticia ;  y  como  un  testimonio  de 
aprecio  y  gratitud  para  esos  pue- 
blos y  para  todos  sus  buenos 
y  afortunados  vecinos. 

LA  MESA  DE  ELIAS — Siempre  oí  decir  y  pude  convencerme  de 
ello,  que  el  pueblo  de  Elias  mereció  siempre  la  predilección  del  Sr. 
Rojas;  hay  que  confesar  que  sus  vecinos  y  buenos  habitantes  bien  lo 
merecían;  fue  un  pueblo  fervorosamente  adicto  a  su  virtuosísimo  cura, 
y  constantemente  obediente  y  sumiso  a  las  iniciativas  del  Sr.  Rojas, 
secundando  con  empeño  digno  de  admiración  y  ejemplo  todos  los  pro- 
yectos que  formulaba  para  el  bien  y  engrandecimiento  de  su  pueblo, 
aun  cuando  fuera  a  costa  de  muchos  y  grandes  sacrificios,  dignos  de 


MONSEÑOR  LUIS  CALIXTO  LEI  VA  CHARRY 
AVENTAJADO  ALUMNO  DEL  PIO  LATINO. 
AUTOR  DE  LA  EPOPEYA  DEL  COLEGIO.  DE 
LA  CUAL  HEMOS  CITADO  ALGUNAS  ES- 
TROFAS. OCUPO  ALTOS  PUESTOS  EN  LA 
D  OCESIS:  FUE  VICARIO  CAPITULAR  EN  LA 
DEMISION  DE  MONSEÑOR  ROJAS  Y  DES- 
PUES OBISPO   DE  BARRANQUILLA. 


—  77  — 


toda  alabanza.  En  Elias  nunca  encontró  el  Sr.  Hojas  un  no.  ni  oposi- 
ción de  nadie;  bastaba  que  él  propusiera  hacer  algo  en  bien  de  esa  pa- 
rroquia, para  (pie  todo  el  pueblo  se  pusiera  de  su  lado,  ofreciéndole  per- 
sonas e  intereses;  no  le  regateaban  nada,  le  ayudaban  en  todo  con  ver- 
dadero empeño;  por  eso  bien  merecida  tenía  esa  predilección,  (pie  tantos 
bienes  ha  traído  a  Elias;  están  a  la  vista;  y  muy  bien  han  hecho  sus 
vecinos  y  admiradores  en  colocar  un  busto  del  Sr.  Rojas  en  el  Colegio 
de  Elias;  una  estatua  merecía  en  esa  simpática  población  levítica,  con 
una  inscripción  bien  visible  que  dijera:  "Al  señor  Cura  de  Elias,  al 
Obispo  del  Tolima,  los  vecinos  de  Elias,  muy  agradecidos". 

LA  JAGUA. — Parece  (pie  Dios  al  crear  el  mundo,  dejó  caer  al  des 
cuido  sobre  la  Jagua  una  semillita  de  gente  muy  buena  ;  y  allí  esa  se- 
millita  arraigó  y  dio  sus  frutos,  que  aún  perduran:  (pié  gente  tan  buena 
es  la  de  la  -Tagua  !  Todo  el  mundo  lo  dice  y  lo  reconoce,  y  es  la  pura 
verdad.  Sus  vecinos,  tostados  por  los  rayos  de  un  sol  ardiente,  viven 
felices  y  contentos  en  ese  su  cielito  lindo,  que  se  ve  y  se  contempla  desde 
su  pueblo,  graciosamente  colocado  en  la  confluencia  del  río  Magdalena 
con  el  río  Suaza  ;  parece  La  Jagua  como  colocado  por  Dios  para  servir 
de  testigo  y  presenciar  el  abrazo  y  reconciliación  de  los  dos  hermo- 
sos ríos. 

La  Jagua  fue  un  pueblito  muy  estimado  del  Sr.  Hojas;  era  como 
la  pupila  de  sus  ojos;  lo  quería  entrañablemente  y  no  podía  ocultar 
su  grande  alegría  cuando  lo  llamaban  o  se  iba  para  la  Jagua  ;  allí  había 
familias  patriarcales,  y  su  mayordomo  de  Fábrica,  el  Sr.  Carvajal,  era 
ya  venerable;  téngase  en  cuenta  lo  reducido  del  pueblo  y  sus  escasos 
recursos;  y  véase  la  reforma  grandiosa  (pie  el  Sr.  Hojas  le  hizo  a  sn 
iglesia  ;  y  con  eso  podrá  medirse  lo  bueno  de  los  jagueños  y  la  coopera- 
ción y  entusiasmo  con  (pie  favorecieron  los  phines  de  su  santo  cura. 
En  la  puerta  de  golpe  (pie  hay  (pie  abrir  para  entrar  a  ese  municipio 
escribí  yo  una  vez  con  Lápiz  estas  palabras:  "Non  plus  ultra";  no  hay 
gente  más  buena  que  la  gente  y  los  vecinos  de  La  Jagua. 

GUADALUPE. — Al  nombrar  ese  pueblo,  me  levanto  de  mi  asiento, 
me  quito  el  sombrero  y  guardo  tres  minutos  de  silencio  en  señal  de  mi 
aprecio  y  gratitud:  y  más  (pie  estimación,  una  especie  de  veneración 
«pie  guardo  en  mi  corazón  para  mi  queridísimo  Guadalupe,  para  todos 
sus  habitantes;  los  venero,  y  los  llevo  grabados  en  mi  alma:  cerca  de 
veinte  años  los  acompañé  como  su  cura  y  amigo;  cerca  de  treinta,  (pie 
estoy  ausente  de  ellos;  y  todavía  me  escriben  y  me  recuerdan  con  el 
misino  aprecio  de  siempre!  Qué  constancia  en  el  querer! 

Después  de  Timaná.  era  Guadalupe  la  población  más  importante 
(pie  teníamos  a  nuestro  cargo;  el  Dr.  Rojitas  era  allí  popular  y  queridí- 
simo; hasta  el  delirio:  dóciles  como  son  sus  habitantes  y  tan  buenos, 
lo  secundaban  en  todas  sus  empresas  y  proyectos;  de  ahí  nació  la  idea 
de  construir  esa  grandiosa  iglesia,  (pie  es  el  mejor  adorno  de  Guadalu- 
pe; esa  iglesia  nueva,  yá  casi  concluida,  representa  los  sudores  de  todos 
mis  vecinos  y  testimonio  elocuente  de  su  bondad  y  de  su  constancia: 
(pie  Dios  y  la  Virgen  de  Guadalupe  me  los  guarde  y  bendiga  siempre,  y 
me  los  libre  de  todo  mal  y  peligro:  Dios  quiera  (pie  algún  día  los  vuelva 
a  ver. 

Guadalupe  está  llamado  a  ser  un  gran  pueblo  y  de  muchísima 
importancia,  si  se  tiene  en  cuenta  (pie  es  el  paso  obligado  para  las  re- 
giones inmensas  del  Caquetá  y  del  río  Putumayo;  supongo  que  con  la 
guerra  con  el  Perú.  Guadalupe  se  ha  transformado  completamente  y 
no  es  el  Guadalupe  al  que  el  Sr.  Rojas  y  yo,  con  táttto  cariño  servimos: 


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una  oleada  de  progreso  lo  habrá  invadido  por  todos  sus  cuatro  costados; 
ojalá  que  ese  progreso  sea  verdadero  y  duradero:  Guadalupe  lo  merece. 

NARANJAL. — Allá  está,  en  la  cima  de  La  tan  temida  cuesta  de 
su  nombre,  este  pintoresco  puebleeito  que  con  sus  contornos  y  paisaje 
parece  una  herniosa  alfombra,  dibujada  y  pintada  primorosamente;  es 
como  la  visión  alegre  de  un  pesebre  de  Navidad  ;  tiene  todo  el  aspecto 
de  un  pueblo  oriental  y  bíblico;  se  asemeja  a  los  pueblecitos  de  Palestina. 

Venera  el  Naranjal,  como  Patrón  o  titular,  el  misterio  de  la  San- 
tísima Trinidad;  y  de  ahí  le  nació  al  Sr.  Rojas  la  idea  de  proyectar  y 
comenzar  una  iglesia  redonda,  idea  al  parecer  singular  y  extraña,  pero 
en  realidad  de  un  sentido  profundamente  cristiano:  porque  así  como  al- 
rededor del  gran  Misterio  de  la  Santísima  Trinidad  gira  todo  el  cris- 
tianismo, por  eso  trazó  la  iglesia  del  Naranjal  en  forma  redonda,  y  es 
copia  de  una  célebre  iglesia  de  Roma. 

Los  habitantes  del  Naranjal  ayudaron  al  Dr.  Hojitas  en  su  proyecto 
y  empresa,  un  poco  admirados  y  sorprendidos  por  la  genial  idea  de  su 
párroco;  pero  le  ayudaban,  con  el  difunto  Dn.  Esteban  Arriguí  a  la  ca- 
beza ;  y  es  gente  muy  buena  y  laboriosa>  de  aquellos  que  de  las  pie- 
dras sacan  pan.  Timaná  les  da  la  vida  y  a  Timaná  acuden  los  naran- 
jaleños  todos  los  jueves  y  domingos  a  hacer  sus  provisiones  y  a  vender 
sus  productos;  no  se  olvidan  tampoco  de  oír  la  misa  y  hacer  su  visita 
a  los  santos. 

ALTAMIRA. — Es  una  población  bonita  y  un  pueblo  simpático, 
noble,  altivo  y  aristocrático;  lo  podemos  apellidar,  porque  lo  es  en  cierto 
modo,  cosmopolita,  pues  allí  tienen  su  centro  y  allí  viven  todos  los  com- 
pradores en  grande  escala  de  sombreros  suazas  y  los  comisionistas  que 
vienen  de  Bogotá  y  aun  de  otras  partes  de  la  República. 

Viven  en  Altamira  ricos  propietarios  que  tienen  sus  haciendas  en 
esas  llanuras  inmensas,  que  le  prestan  a  Altamira  una  perspectiva  sobe- 
rana y  sobresaliente;  forman  un  horizonte  bellísimo;  son  adorno  florido 
de  Altamira  familias  distinguidísimas,  notables  y  verdaderas  matronas 
que  vienen  a  ser  joya  apreciada  de  su  distinguida  sociedad ;  y  un  núcleo 
reducido  de  población  que  jira  alrededor  de  un  centro  comercial  que 
abarca  todos  los  pueblos  del  Sur:  Altamira  es  preciosa,  encantadora. 

El  Sr.  Rojas  concibió  grandes  proyectos  en  favor  de  Altamira : 
con  la  idea  de  agrandar  ésta  y  la  de  fundar  un  Colegio  de  Hermanas 
para  niñas  y  señoritas ;  la  idea  de  su  estimado  párroco,  si  no  prosperó 
de  pronto,  más  tarde  germinó  y  ha  traído  a  Altamira  grandes  bene- 
ficios. 

UN  JUEVES  EN  TIMANA.— El  erudito  escritor  colombiano,  Dr. 
("amargo,  que  fue  por  algún  tiempo  cura  párroco  de  La  Mesa  de  Juan 
Díaz  y  después  Capellán  del  ejército  nacional,  escribió  una  serie  de 
artículos,  con  el  nombre  de  "Escenas  de  la  gleba",  y  los  firmaba  con 
el  pseudónimo  de  Fermín  de  Pimentel  y  Vargas ;  de  entre  esos  artículos 
hay  uno,  con  el  mote  de  "Un  sábado  en  mi  parroquia",  y  pinta  gracio- 
samente en  él  los  afanes  y  trabajos  complicadísimos  que  para  un  cura 
representaba  un  día  de  mercado  en  su  parroquia.  Si  el  Dr.  Camargo 
hubiera  estado  de  cura  en  Timaná,  seguramente  habría  recargado  un 
poco  las  tintas  de  ese  artículo  y  magistralmente,  como  él  sabe  ha- 
cerlo, habría  escrito:  Un  Jueves  cu  Timaná. 

El  jueves  en  Timaná  era  el  día  del  mercado  grande  y  acudían  a 
ese  mercado  gentes  de  todos  los  pueblos,  porque  era  tal  vez  la  plaza 
comercial  más  importante  del  Sur;  sobre  todo  acudían  allí  en  gran  nú- 


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mero  comisionistas  y  compradores  de  sombreros,  por  el  gran  número 
que  de  ellos  producía  esa  plaza,  por  el  crecido  número  de  sus  habitan 
tes;  y  aun  de  otros  pueblos  vecinos,  como  Elias  y  Naranjal,  a  los  que 
por  su  vecindad  les  era  fácil  llevarlos  al  gran  Ulereado  de  Timaná. 

El  Dr.  Hojas  aprovechaba  esa  gran  afluencia  de  gente  a  su  parroquia 
para  prodigar  su  ministerio  a  todos.  El  día  de  mercado,  decía,  es  día 
de  muchísimo  trabajo,  pero  también  es  día  en  el  que  se  hace  muchísimo 
fruto  en  las  almas;  y  se  cosecha  muchísimo  bien  para  las  almas. 

Es  mi  objeto  aquí  el  dar  a  conocer  la  manera  como  el  Sr.  Hojas 
•  aprovechaba  el  día  de  mercado  para  ejercer  el  ministerio  parroquial, 
'  de  una  manera  más  eficaz,  si  cabe,  (pie  de  ordinario:  para  los  jueves, 
día  del  mercado  grande,  siempre  tenía  dispuesta,  y  así  lo  avisaba  y 
recomendaba  la  asistencia  desde  el  domingo,  una  misa  solemne  com- 
pleta, es  decir,  con  vísperas  el  miércoles  por  la  noche;  y  luégo  el  jueves, 
misa  cantada  y  procesión  ;  esto  era  con  el  fin  de  atraer  la  tiente  a  que 
acudiera  en  mayor  número  a  la  iglesia,  se  instruyera  y  recibiera  los 
santos  Sacramentos.  Desde  el  miércoles  por  la  tarde  ya  había  un  mayor 
número  de  gente,  más  que  de  ordinario,  para  confesar,  y  en  eso  ocupá- 
bamos casi  toda  la  tai  de;  por  la  noche  y  bien  repicadas,  como  él  mismo 
decía,  cantábamos  vísperas  solemnes,  después  del  rosario;  la  iglesia  no 
cabía  de  gente;  y  luégo  hacía  también  algún  corto  ejercicio,  y  por  últi 
1110  la  plática  o  instrucción  Catequística  :  después  cantaba  una  Salve  y 
algunos  responsos,  y  nos  poníamos  a  confesar  hombres  hasta  bien  en- 
trada la  noche  o  hasta  (pie  se  acabaran,  que  casi  siempre  era  bien  tarde 
de  la  noche;  así  era  el  miércoles,  víspera  del  gran  mercado. 

El  jueves  había  (pie  madrugar  mucho  para  atender  a  la  confesión 
de  las  mujeres,  que  en  gran  número  esperaban  en  el  confesonario,  y  dal- 
la Sagrada  Comunión  con  frecuencia.  Antes  de  la  misa  solía  hacer 
la  procesión  con  la  imagen  del  Santo,  y  la  hacía  temprano,  como  a  las 
siete,  para  que  no  estuviera  la  plaza  aún  ocupada  por  el  bullicio  del 
mercado;  después  celebraba  la  Santa  Misa  cantada,  no  pudiendo  faltar 
en  ella,  se^ún  su  costumbre  de  siempre,  una  fervorosa  exhortación  pa 
lernal,  terminando  con  los  avisos  parroquiales,  de  los  «pie  era  el  Sr. 
Rojas  un  verdadero  técnico  para  hacer  llegar  al  corazón  de  los  fieles 
lo  (pie  él  se  proponía  :  daba  gusto  el  oírlo,  haciendo  sus  exhortaciones 
al  pueblo  y  hacerle  SUS  avisos  de  padre,  maestro  y  director  del  pueblo; 
entraba  directamente  al  corazón  del  auditorio  y  mandaba  en  él;  el  frute 
era  inmenso  y  la  cosecha  del  bien  en  grande  escala  no  se  hacía  esperar: 
era  admirable. 

V  allí  podemos  decir  que  comenzaba  el  trabajo  ímprobo  de  un  jue- 
ves en  Timaná:  para  asentar  las  partidas  de  bautismos,  (pie  siempre 
eran  numerosas  en  ese  día.  y  cobro  de  recibos  del  culto  y  trabajo  de  la 
iglesia  nueva,  ponía  al  bueno  de  su  primo  Dn.  Sergio;  a  mí  me  destinaba 
las  informaciones  matrimoniales,  el  recibo  de  misas  y  responsos,  que 
eran  incontables;  y  me  agregaba  el  arreglo  de  quejas  y  diferencias  ma- 
trimoniales poco  complicadas;  y  él  se  metía  en  su  despacho  y  se  ocu- 
paba en  todo  lo  demás.  Decía  él.  riéndose:  — En  esta  casa  yo  soy  el  .Mi 
llistro  de  Gobierno;  tú  eres,  dirigiéndose  a  mí.  el  .Ministro  de  Hacienda: 
Dn.  Sergio  el  .Ministro  de  Instrucción  y  Trabajo:  y  allá  en  la  cocina, 
mi  mamá,  con  .Manuel  Agustín,  son  dos  .Ministros  de  la  Guerra,  por 
falta  de  uno ;  y  se  reía. 

Al  Sr.  Rojas  era  de  verlo  y  admirarlo  en  un  jueves  en  Timaná  : 
el  maravilloso  engranaje  de  su  actividad  se  ponía  en  movimiento  y  no 
paraba  en  todo  el  santo  dia,  y  más  de  una  vez  continuaba  el  movi- 
miento toda  la  noche,  confesando  enfermos  por  esos  campos.  En  los  jue- 


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HERMOSO    TEMPLO     DE    SAN     MIGUEL    DE    GARZON.     HOY  CATEDRAL 
DIOCESANA.    CONSTRUIDO    POR    EL    DOCTOR    SOTO    CON     LA  COOPE- 
RACION   ENTUSIASTA    DE   TODOS    LOS  VECINOS.  GLORIA  Y   HONOR  AL 
DOCTOR    SOTO    Y    A    SUS    INSIGNES  COLABORADORES! 


ves  era  indispensable  y  urgente  el  hacer  juntas,  reuniones'  de  comités, 
de  los  diversos  ramos  en  que  él  tenía  repartida  sn  acción  parroquial; 
había  que  hacer  repartos,  contratos  de  trabajo  para  sus  obras,  conse- 
jos, reprimendas,  en  fin,  la  mar  de -asuntos  «pie  habrían  cansado  a  cual- 
quiera otro  sacerdote  párroco  que  no  fuera  el  cerebro  de  hierro  y  el 
brazo  de  acero  del  Dr.  Rojas;  pnes  los  quehaceres  de  los  jueves  eran 
tantos,  <pie  se  atropellaban  unos  a  otros  y  estábamos  como  embargados  y 


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presos  del  trabajo;  no  nos  quedaba  tiempo  para  nada;  de  tal  modo  que 
los  jueves  nunca  podíamos  comer  ni  almorzar  juntos,  ni  a  una  misma  hora. 

A  lo  mejor  llegaban  dos  o  tres  caballos  a  la  puerta  de  la  casa 
cural,  con  su  peón  y  el  acostumbrado:  "Mi  Dr.  Rojitas,  mi  mamita  se 
está  muriendo;  mi  hijo  está  rematado;  mi  mujer  ya  perdió  el  sentido"; 
y  había  necesariamente  que  atenderlos,  porque  para  el  Sr.  Rojas  ha- 
blarle de  un  enfermo,  era  tocar  a  rebato;  y  ordinariamente  se  iba  él  a 
la  confesión  del  enfermo  al  campo,  porque  él  era  muy  ligero  y  yo  siem- 
pre he  sido  un  poco  calmado  y  pompo  y  tai  dio;  pero  ausente  el  Dr. 
Hojas,  se  nos  doblaba  a  mí  y  a  Dn.  Ser»io  el  trabajo;  pero  como  se  había 
ido  el  motor  y  la  rueda  principal,  el  trabajo  no  andaba  tan  aprisa,  ni 
tan  bien  como  hubiera  querido  el  Sr.  Rojas ;  y  así  a  veces,  a  la  vuelta 
de  la  confesión,  como  no  encontraba  las  cosas  como  él  hubiera  querido, 
nos  empajaba  y  nos  regañaba  de  lo  lindo,  aunque  acababa  siempre  rién- 
dose y  poniéndose  de  buen  humor:  — Qué  día  de  mercado,  decía.  Tan 
ocupado  y  complicado!  Estamos  toditos  cansados  y  molidos;  qué  día!  qué 
mercado!  Pero  qué  digo,  Dios  mío!  Si  los  comerciantes  trabajan  sin 
descanso  y  se  afanan  por  sus  negocios,  por  qué  no  hemos  de  trabajar 
nosotros  también  por  santificar  y  salvar  las  almas?  No  desmáyenlos, 
pues ;  trabajemos  y  trabajemos  por  amor  a  Dios  y  el  bien  de  todos. 

DOMINGOS  Y  DIAS  FESTIVOS— No  era  menor,  aunque  más  va- 
riado, el  trabajo  que  teníamos  tanto  el  Sr.  Rojas  como  yo.  los  domingos 
y  días  festivos;  tanto  él  como  yo  binábamos,  pero  aún  así  dos  de  los 
pueblos  que  teníamos  a  nuestro  cargo  tenían  necesariamente  que  que- 
darse sin  misa.  A  Timaná,  como  parroquia  principal  y  más  poblada,  no 
le  faltaba  nunca  su  misa  el  día  domingo  y  festivos;  la  segunda  misa 
eia  un  domingo  en  Elias  y  otro  domingo  en  el  Naranjal,  y  hubo  vez  que 
se  binó  entre  Timaná  y  Altamira.  El  sábado  por  la  tarde  era,  como  él 
decía,  la  dispersio  Apostolorutn,  y  a  mí  me  enviaba  generalmente  a  la 
Jagua  o  a  Guadalupe,  y  tenía  que  binar  también  entre  esos  pueblos; 
más  de  una  y  más  de  veinte  veces  me  tocó  binar  entre  Guadalupe  y  la 
Jagua,  (pie  es  mucho  decir;  y  por  la  noche  debía  estar  ya  de  vuelta  en 
Timaná,  porque  el  lunes  había  que  comenzar  un  retiro  o  unos  ejercicios 
;i  los  niños  de  las  escuelas:  qué  tiempos  aquéllos,  Dios  mío!  Qué  manera 
de  trabajar  entonces!  Los  planes  y  proyectos  del  Sr.  Rojas  iban  in  cres- 
Qendo;  y  así  el  trabajo  cada  día  se  iba  multiplicando;  pero  Dios  nos 
daba  fuerzas  y  alientos  para  todo. 

("reo  oportuno  el  consignar  aquí  la  manera  verdaderamente  admi- 
rable, fructuosa  y  dicaz  como  practicaba  él  y  me  enseñaba  a  practicar 
a  mí  el  ejercicio  importantísimo  en  una  parroquia,  de  la  misa  parro- 
quial en  los  domingos  y  días  festivos:  al  primer  repique  debían  acudir 
los  niños  y  las  personas  grandes  que  quisieran;  al  dar  el  segundo  re- 
pique y  durante  un  cuarto  de  hora,  hacía  una  instrucción  catequística, 
en  tonos  generales;  daban  el  último  repique  y  después  del  Asperges 
comenzaba  la  santa  misa:  después  del  Evangelio  subía  al  pulpito,  hacía 
los  actos  de  Fe,  Esperanza  y  Caridad,  que  repetía  el  pueblo;  y  luego 
predicaba  la  Homilía  del  Domingo  y  explicaba  el  Evangelio:  después 
abría  el  Catecismo  del  Concilio  de  Tiento  y  lo  explicaba  unos  diez  o 
quince  minutos;  después  abría  un  Cuadernito  que  tenia  de  apuntes,  leía 
las  proclamas  de  matrimonios  (pie  hubiera;  y  terminaba  con  sus  origi- 
nales y  admirables  avisos  morales;  y  por  Último  sus  avisos  mate' ¡ales. 

Algunos  de  mis  lectores  querrán  saber  en  qué  consistían  esos  avisos 
morales;  se  lo  voy  a  explicar,  porque  es  un  medio  o  santa  estratagema 
del  párroco  celoso  y  virtuoso  para  mejorar  las  costumbres  de  sn  parro- 


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quia ;  es  notorio  ;i  lodos  que  con  frecuencia  acuden  ;il  despacho  pa- 
rroquial personas  de  todo  género  a  exponer  confidencialmente  a  su 
padre  espiritual,  el  párroco,  sus  quejas,  o  demandando  consejos,  o  pi- 
diendo alguna  cosa  o  encargando  algo,  o,  en  fin,  lo  que  les  ocurre;  es 
como  el  hijo  (pie  acude  al  padre  que  lia  sabido  inspirarle  confianza  : 
y  así  hay  (pie  convenir,  porque  la  experiencia  no  se  puede  negar,  que 
no  hay  despacho  parroquial  en  el  (pie  no  se  haya  oído,  muchas  veces, 
aquello  de. .  . .  "ay  Sr.  Cura,  que  mi  maridito  me  ha  pegado,  porque  es 
un  borracho....  ay !  Sr.  Curita,  (pie  mi  mujer  se  fue  con  otro  y  me 
ha  dejado  con  tres  hijitos....  ay!  mi  l'adrecito,  que  ya  yo  no  sé  qué 
hacer  con  estos  hijos,  que  me  van  a  matar  a  disgustos,  no  quieren  ir  a 
la  escuela,  ni  al  Catecismo":  en  fin,  cada  cual  expone  lo  suyo,  y  espera 
el  remedio  de  su  santo  Cura. 

El  Sr.  Rojas  tenía  en  su  despacho  parroquial  y  en  lugar  reservado, 
un  cuadernito;  y  en  él  apuntaba  todas  esas  quejas,  que  él  llamaba 
"Crónica  triste  de  mi  parroquia":  cada  domingo  escogía  una  de  esas  , 
quejas,  sin  mentar  nombres,  ni  lugar;  y  en  el  pulpito  daba  la  solución 
y  el  remedio  a  las  quejas  de  sus  fieles,  sin  dar  a  conocer  su  procedencia  : 
esos  eran  los  avisos  morales;  y  qué  bien  tan  grande  no  hacían! 

Los  avisos  materiales  se  referían  a  las  obras  que  tenía  en  cons- 
trucción y  a  las  que  proyectaba  en  bien  del  pueblo;  daba  voces  de 
aliento  a  la  gente  para  acometer  los  trabajos,  con  constancia  y  no 
hacer  caso  de  las  contrariedades;  leía  listas  de  repartos;  daba  cuenta 
de  los  donativos,  avisando  en  lo  que  se  habían  invertido;  en  fin,  hablaba 
sobre  todo  aquello  que  se  refería  a  sus  empresas  materiales. 

Con  todo  eso,  puede  calcularse  el  trabajo  que  teníamos  en  los  do- 
mingos y  días  festivos;  a  lo  que  hay  que  agregarse  que  los  avisos  ma- 
teriales acababan  casi  siempre  con  hacer  un  convite  al  pueblo,  para 
que  inmediatamente  después  de  la  misa  fueran  a  hacer  unos  viajes,  a 
traer  ladrillos  al  chircal  o  galpón,  o  ir  al  río  a  traer  cargas  de  arena 
para  la  obra,  y  era  regla  sine  (/iki  non,  que  el  señor  curita  tenía  que 
ir  a  la  cabeza  de  esos  convites,  para  animar  a  la  gente,  con  tres  ladrillos 
al  hombro  o  una  batea  con  arena  del  río;  y  a  mí  me  tocaba  todo  eso  y 
después  montar  en  mi  caballito  y  correr  a  decir  la  segunda  misa  parro- 
quial y  hacer  lo  mismo,  en  otro  pueblo,  a  veces  bien  distante:  Dios  mío! 

CAPITULO  DE  FALTAS.— De  acuerdo  con  el  compromiso  (pie 
teníamos,  nos  reuníamos  periódicamente,  cuando  los  quehaceres  lo  per- 
mitían, para  decirnos  mútuamente  nuestros  defectos  y  faltas,  (pie  hu- 
biéramos notado  en  nuestras  personas  o  en  el  ejercicio  del  ministerio; 
decía  con  gracia  el  Sr.  Rojas  que  ese  sería  nuestro  recreo  y  descanso; 
y  así  ya  en  el  almuerzo,  me  lo  anunciaba,  diciéndome:  — Esta  noche, 
cachifo,  hay  recreo. 

Yo  les  temblaba  a  esos  recreos;  no  por  lo  que  él  me  pudiera  decir 
a  mí,  sino  por  lo  (pie  yo  debía  decir  de  él,  pues  nunca  encontraba  nada 
(pie  decirle  ni  corregirle,  sino  pequeneces  y  defectos  que  más  bien  eran 
excesos  de  virtudes;  yo  por  mi  parte,  era  materia  bien  dispuesta  para 
recibir  cualquiera  corrección  (pie  mi  santo  Cura  quisiera  hacerme,  pues 
era  mucha  la  confianza  y  buena  voluntad  (pie  siempre  me  había  inspi- 
rado; y  más  viendo,  como  convencido  que  estaba,  del  santo  fin  que  él 
se  pi'oponía,  (pie  era  hacer  de  mí  un  buen  Sacerdote. 

Va\  honor  de  la  verdad  debo  declarar  que  él  a  mí  no  me  perdonaba 
nada;  y  me  ponía  delante,  clarito,  clarito,  todos  mis  defectos  y  faltas, 
aun  los  más  pequeños;  y  me  daba  la  razón  de  ese  rigor  conmigo:  decía 
"(pie  él  era  responsable  de  mí  por  un  lado",  y  por  otro,  tú  ya  sabes, 
me  decía,  que  "</n¡  spernit  módica,  paulatim  decidet";  arremetía,  pues. 


—  83  — 


contra  mí,  sua/citer  in  ¡nodo,  fortiter  in  re:  y  más  bien  fortiter  in  re, 
que  suaviter  in  modo;  también  yo  le  inspiraba  confianza  a  él;  lo  quería 
tanto  y  le  debía  tanto!  Pero  en  eso  de  abrir  y  curar  heridas  era  un  ciru- 
jano consumado:  abría  la  carne  viva,  para  curar  el  mal  y  la  enferme- 
dad, pero  tenía  cuidado  de  echar  sobre  la  carne  viva  de  la  hei  ida  abierta, 
no  el  vinagre  que  irrita  y  duele,  sino  el  bálsamo  de  la  caridad  que  cura. 

El  me  urgía  por  su  parte,  con  insistencia  cada  vez  mayor,  a  que 
le  dijera  sus  faltas  y  defectos;  yo  me  veía  negro,  no  sólo  para  decírselos, 
sino  sobre  todo  para  encontrárselos;  y  lo  hacía  pasar  y  lo  entretenía 
con  esperanzas  de  decírselos  en  el  otro  recreo;  y  le  decía  yo,  con  una 
sonrisita  de  escapatoria,  y  le  añadía,  ya  le  estoy  haciendo  una  letanía 
de  sus  defectos;  y  así  pasaron  varias  sesiones  del  capítulo  de  faltas; 
hasta  que  un  día  ya  se  me  puso  algo  serio  y  me  dijo  (pie  no  quería  pasar 
más  tiempo  sin  que  yo  le  dijera  esa  letanía  de  faltas  que  le  había  anun- 
ciado; pues  mire,  Dr.,  le  dije  yo,  es  muy  sencillo:  y  medio  riéndome 
le  dije:  — Pues  bueno,  comience  Ud,  Santa  Maiía,  y  yo  contestaré,  Ora 
pío  uobis;  entonces  se  puso  algo  más  que  serio:  ''Eres  incorregible,  me 
dijo:  tú  todo  lo  tomas  en  broma:  y  ese  es  un  defecto  tuyo  capitalísimo; 
esas  no  son  cosas  de  broma;  son  muy  serias;  a  ver,  di  mis  defectos,  te 
lo  mando".  Yo  le  dije:  — No  tengo  aquí  los  apuntes,  dejémoslo  para 
otro  día. 

Lle^ó  ese  día  y  me  lo  anunció  con  dos  de  anticipación;  fuimos  a 
mi  cuarto,  como  de  costumbre:  —Ya  has  traído  la  lisia?  me  preguntó. 
— Ya  verá,  Dr.,  le  dije....  yo  creo....  y  me  rasqué  la  cabeza....  yo 
creo....  y  me  ("la  mucha  pena  decírselo,  poique  es  Pd.  mi  Superior  y 
además  es  superior  a  mí,  en  edad,  saber  y  virtud.  .  .  .  — Déjese  de  virtud, 
replicó  vivamente:  déjese  de  virtud,  liemos  venido  aquí  a  decirnos  nues- 
tros defectos;  a  ver,  hoy  le  toca  a  Pd.  decirme  los  defectos  que  me  haya 
notado,  y  es  ahora  mismo.  Entonces  yo  me  dije:  "aquí  no  hay  más  re- 
medio (pie  obedecer  como  un  hijo  dé  San  Francisco",  y  tímidamente  le 
dije:  — Pues  mire,  yo  le  he  notado  que  es  Pd.  algo  descuidado  en  su 
persona  y  a  veces  sale  a  la  calle  sin  sombrero :  y  monta  a  caballo  por 
el  .pueblo  a  confesiones,  sin  zamarros  y  sin  nada  a  la  cabeza,  y  eso  me. 
parece  a  mí  que  no  está  muy  bien;  además,  a  veces,  cuando  predica, 
grita  mucho  y  lo  oyen  desde  la  plaza  y  calles  vecinas  y  hasta  di'  alguna 
taberna,  como  aquella  que  tenemos  junto  a  la  casa  cural  ;  y  le  añadí 
alguna  otra  cosita  o  defectillo  insignificante:  él  no  me  contestó  nada, 
ni  una  sola  palabra:  sólo  habiendo  terminado,  me  dijo:  "Dios  le  pague, 
liermanito,  el  bien  que  me  ha  hecho:  procuraré  enmendarme". 

APOSTOLADO  DE  LA  PLUMA— Todos  los  pueblos  que  tenía  a 
su  cargo  tenían  numerosas  veredas  o  fracciones,  algunas  de  ellas  muy 
pobladas  y  distantes  del  centro  de  la  parroquia,  de  modo  (pie  fácilmente 
se  comprenderá,  cuán  difícil  era  atender  minuciosamente  a  todos,  a  pesar 
de  los  esfuerzos,  verdaderamente  titánicos  y  prodigiosa  actividad  de 
su  párroco,  que  incansablemente  recorría  y  visitaba  sus  parroquias. 

Un  día  se  presentó  en  Timaná  un  hombre  robusto,  del  canillo,  cono 
cido  y  amigo  del  Dr.  Hojas,  y  le  habló  delante  de  mí  de  esta  manera  : 

"Vea,  mi  su  merced  Dr.  Kojitas,  allá  del  otro  lado  del  río  Magdalena, 
allá  en  Caparrosa,  ya  no  podemos  vivir  a  ¿justo  y  sobre  todo  los  hijos 
se  nos  echan  a  perder,  porque  como  todos  los  domingos  no  podemos 
venir  a  misa  a  Pa  Mesa,  los  muchachos  se  nos  van  a  la  taberna,  y  allí 
hay  una  caimana  de  ventera,  que  vamos,  sumercé.  ya  puede  calcular; 
y  lo  peor  es  (pie  a  la  taberna  también  van  los  hombres  casados  y  hasta 
las  mujeres  y  allí  se  ponen  a  beber  y  a  bailar  el  palo  parado,  toda  la 


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tarde  y  hasta  parle  de  la  noche;  y  así  no  podemos  seguir:  conque  he 
venido  ;t  ver  qué  remedio  pone  mi  Dr.  Rojitas.  porque  si  sí  vamos  muy 
mal". 

-Buenoj  hombre,  le  contestó  el  Sr.  Hojas:  y  tú  también  vas  a  la 
taberna?  —Yo  no,  mi  cunta,  le  dijo  prontamente  el  hombre;  yo  no  voy 
nunca,  ya  mi  su  merced  me  conoce.  — Pues  bien,  yo  no  puedo  ir  ahorita 
a  Caparrosa,  porque  tengo  que  irme  para  otra  parte;  pero  haremos 
una  cosa:  les  voy  a  escribir  una  carta  y  tú  la  lees  al  Corregidor  y  a 
los  más  que  puedas,  a  ver  si  se  corrigen  algo;  y  les  dices  que  el  domingo 
vayan  a  misa  a  Elias,  que  habrá  misa,  que  la  diré  yo,  a  las  once  de 
la  mañana.  V  dicho  y  hecho,  escribió  la  carta  y  se  la  dio  al  hombre 
para  que  la  llevara  y  leyera  a  los  vecinos  de  Caparrosa:  ahí  nació  el 
Apostolado  de  la  pluma,  con  (pie  tánto  bien  hizo  el  Sr.  Hojas. 

Por  la  tarde,  durante  la  comida,  me  dijo:  "Este  hombre  que  ha 
venido  de  Caparrosa,  me  ha  dado  una  magnífica  idea;  podríamos  com- 
prar una  imprentica,  que  la  manejaría  Sergio,  que  era  un  primo  her- 
mano suyo,  (pie  lo  tenía  en  la  casa  cural  y  nos  servía  de  mucho;  por- 
que ahí  verás  si  esa  carta,  que  yo  le  he  dado  a  este  hombre,  fuera  im- 
presa, se  podría  enviar  una  carta  a  cada  casa  y  hacer  así  un  bien  gran- 
dísimo; y  como  las  ideas  buenas  (pie  se  le  ocurrían  no  las  dejaba  dor- 
mir mucho,  sino  (pie  las  acariciaba  y  no  las  olvidaba,  y  era  muy  pronto 
que  las  traducía  en  hechos ;  así  que  muy  pronto  compró  la  imprentica  ; 
y  Dn.  Sergio  Tobar,  su  primo,  recibió  solemnemente  el  título  de  impre- 
sor parroquial  y  proveedor  de  las  parroquias. 

Pero  el  bueno  de  Dn.  Sergio  se  ponía  a  veces  de  mal  genio  y  algo 
de  mal  humor,  porque  el  Sr.  Hojas  lo  hacía  trabajar  muchísimo  en  la 
Imprenta,  y  a  veces  de  noche,  porque  lo  que  le  mandaba  imprimir  era 
siempre  por  miles  y  más  miles  y  ligerito  y  corriendo,  cuando  había 
afán,  (pie  era  casi  todos  los  días  o  diez  días  a  la  semana;  Dn.  Sergio  se 
amoscaba  en  su  habitación  con  su  imprenta  ;  y  en  sus  intimidades  y 
confidencias  conmigo  me  decía  :  "Este  mi  primo  Esteban  es  muy  bueno, 
nadie  lo  niega  ;  pero  es  tan  afanoso,  que  a  veces  no  le  deja  a  uno  casi  ni 
respirar,  ni  dormir,  ni  casi  comer  a  gusto;  sólo  se  la  pasa  pensando 
en  el  modo  de  ponerle  trabajo  a  uno"  ;  y  se  reía  o  nos  reíamos  juntos, 
porque  yo  lo  quería  muchísimo. 

En  su  imprentica  imprimía  hasta  sus  libros  parroquiales  en  esque- 
letos: circulares,  invitaciones,  cartas  a  las  Asociaciones  religiosas,  avi- 
sos y  caitas  a  las  fracciones  de  los  pueblos,  cuando  había  algún  mal 
(pie  corregir  o  algún  bien  que  hacer;  esqueletos  para  los  trabajos  de 
sus  numerosas  obras  en  construcción  o  en  proyecto;  recibos  para  el 
culto:  en  fin,  le  sirvió  de  muchísimo;  y  hasta  sirvió  más  de  una  vez 
para  las  escuelas,  para  los  municipios  y  para  los  pueblos  vecinos. 

Recuerdo  que  cuando  fue  a  Popayán  al  Sínodo  Diocesano  y  a  llevar 
los  restos  del  Rimo.  Sr.  Bermúdez,  nos  dijo  a  todos  muy  contento:  — Me 
voy  para  Popayán  ;  pero  he  pensado  no  irme  por  el  páramo  del  Guana- 
cas,  sino  por  Tierradentro,  a  ver  y  a  visitar  a  esos  pobres  indios,  que 
están  medio  abandonados;  y  así  fue:  tomó  la  vía  de  Tierradentro.  y  de 
más  allá  de  La  Plata  se  llevó  un  baqueano  y  un  intérprete  para  hablar 
a  los  indios  de  Dios  y  enseñarles  la  Doctrina  cristiana  ;  y  allí  le  vino 
la  idea  de  componer,  con  la  ayuda  del  intérprete,  un  Catecismo  breví- 
simo en  la  lengua  de  los  indios;  regresó  a  Timaná  e  hizo  (pie  Dn.  Sergio 
le  imprimiera  miles  y  miles  de  ese  Catecismo  indio;  y  mandó  un  peón 
expresamente  a  Tierradentro  para  que  repartiera  profusamente  ese  Ca- 
tecismo en  lengua  de  los  indígenas. 


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Y  ahora  me  acuerdo  que  estando  yo  una  vez  solo  en  Tinianá,  vinie- 
ron también  repetidas  quejas  de  esos  lados  de  Caparrosa  y  Oporapa  ; 
queriendo  yo  imitar  al  Sr.  Rojas,  cogí  la  pluma  y  escribí  una  carta 
apostólica  a  los  caparrósenses  y  oporapenses  y  la  envié  con  uno  de  los 
ipie  habían  venido,  un  jueves,  a  darme  quejas  de  la  gente  de  por  esos 
lados;  vinieron  al  poco  tiempo  a  dar  misiones,  los  RR.  PP.  Lazaristas, 
Padres  Peña  y  Pineda  ;  y  en  el  almuerzo,  el  Padre  Pineda,  socarrona 
mente  me  dijo:  "Ab  picarón!  Allá  en  Oporapa  vi  una  carta  de  algún 
nuevo  San  Pablo  que  anda  por  aquí,  pues  allá  leímos  y  vimos  una 
carta-epístola  Beati  l</ii(itt¡  ad  Caparrósenses  et  Oporapenses".  Cómo 
nos  reímos ! 

AMPLIOS  HORIZONTES. — El  alma  y  el  corazón  «leí  santo  Cura 
de  Timaná  eran  muy  grandes  y  no  cabían  ni  podían  moverse  en  un 
marco  estrecho:  de  ahí  que  todas  sus  concepciones  y  planes  eran  siem- 
pre grandes  y  de  grandes  proporciones,  gigantescas,  colosales:  se  propo- 
nía y  (pieria  hacer  el  bien,  pero  en  grande  escala :  mucho,  muchísimo 
bien  y  a  muchísima  gente  y  a  todos  los  pueblos;  era  de  amplios  horizon- 
tes, como  el  capitán  de  un  navio,  que  gozoso  contempla  su  nave  sur- 
cando la  inmensidad  de  los  mares. 

Por  eso  no  concebía  planes  pequeños,  de  escaso  rendimiento,  en 
su  afán  de  llevar  a  las  almas  por  el  sendero  de  la  virtud;  si  pensaba 
en  dar  misiones,  había  de  ser  para  todos  sus  pueblos;  y  así  traía  Je 
snítas,  Lazaristas,  Franciscanos;  para  (pie  misionaran  su  grey;  si  pen- 
saba en  dar  Ejercicios  espirituales,  (pie  los  daba  él  mismo,  habían  de 
ser  para  todas  las  clases  y  estados:  para  los  casados  y  para  los  solteros, 
para  los  maestros  de  escuela,  para  las  sirvientas,  para  las  Hijas  de 
María,  para  los  comerciantes;  y  los  daba  públicos,  privados  y  en  com- 
pleto retiro;  y  nunca  estaba,  ni  se  le  veía  tan  contento,  como  cuando 
andaba  ocupadísimo  en  los  preparativos  para  dar  Ejercicios  a  sus  tic 
les,  con  un  trabajo  inmenso  y  a  veces  muy  costoso,  para  preparar  casa, 
mobiliario,  camas  y  demás  (pie  necesitaba,  para  tener  reunidos,  ocho 
días  a  treinta  o  más  personas,  que  venían  de  otros  pueblos  :  y  no  repa- 
raba nunca  en  gasto  cuando  se  trátaba  de  hacer  algún  bien. 

Si  (pieria  construir  iglesias  nuevas  era  en  todos  los  pueblos,  y 
construirlas  bien  grandes,  de  tres  naves,  amplias  y  bien  ventiladas,  con 
rigurosa  arquitectura,  para  lo  cual  se  compró  un  Vignola  y  se  puso  a 
estudiar  las  reglas  y  los  diversos  órdenes  arquitectónicos;  edificó  chir- 
cales en  todos  los  pueblos,  para  fabricar  ladrillos  y  materiales  para  sus 
obras:  y  hasta  formó  maestros  para  sus  trabajos,  pues  era  de  un  carác- 
ter santamente  tenaz,  (pie  no  conocía  obstáculos  ni  dificultades. 

Los  pueblos,  acostumbrados  a  la  antigua  usanza,  oían  absortos  aque- 
llos planes  gigantescos  de  su  santo  Cura,  y  no  salían  de  su  asombro 
cuando  contemplaban,  traducidos  en  hechos  palpables,  aquellas  concep- 
ciones de  engrandecimiento  y  progreso;  algunos,  pocos  por  cierto,  cri- 
ticaban tímidamente,  el  advenimiento  de  aquella  oleada  de  grandiosi- 
dad; no  conocían  todavía  el  alma  verdaderamente  grande  de  su  vir- 
tuoso Cura:  pero  los  más,  bendecían  al  Señor  y  le  ayudaban  y  le  ayu- 
daron hasta  el  fin,  en  todo  y  en  todas  sus  obras:  así  están  todas  en 
pie,  proclamando  bien  alto,  la  amplitud  de  horizontes  del  Sí.  Rojas: 
todas  ellas  parece  «pie  gritan:  Benediotus  Dominus,  Deus  Israel,  quia 
visitavit  el  fecit  redemptionem  ¡>l<  his  stiw. 

MINISTERIO  ABRUMADOR. — Fácilmente  se  comprenderá  que  en 
mi  campo  de  acción  tan  vasto  y  con  tan  gran  número  de  almas  a  su 


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DON  JOAQUIN  CABRERA  CAJIAO.  GRAN  PATRIOTA  Y  EJEMPLAR  CRISTIANO.  JEFE 
DE  HONORABLE  HOGAR.  FUE  UNO  DE  LOS  PRINCIPALES  CONDUCTORES  DEL 
PUEBLO  EN  LA  CONSTRUCCION  DEL  TEMPLO  Y  EN  LA  MARCHA  DE  LA  VIDA 
CIVIL  DE  GARZON.  CON  SUS  HERMANOS  LEOPOLDO.  GUILLERMO  Y  LUC'ANO  Y 
SU    YERNO    EL   GENERAL    BENIGNO  VELASCO. 


cargo,  el  Sr.  Kojas,  por  más  Coadjutor  que  tuviera  y  aunque  hubiera 
tenido  dos  ayudantes,  tendría  siempre  un  trabajo  inmenso,  ímprobo, 
en  la  administración  de  sus  parroquias ;  y  que  necesariamente  tenía 
que  poner  en  juego,  esa  grandiosa  actividad  de  que  Dios  le  había  dotado 
y  era  tan  característica  suya,  para  poder  atender  a  todas  sus  obliga- 
ciones, que  él  consideraba  y  eran  efectivamente  sagradas ;  para  eso 
había  que  andar  ligero,  comer  de  prisa  y  dormir  poco;  esa  era  la  vida 
cuotidiana  y  habitual  del  virtuoso  Cura  de  Timaná. 

En  Timaná  quedaba  siempre  uno  de  los  dos  y  puede  decirse  que 
no  quedaba  sin  Sacerdote  nunca,  a  no  ser  que  fuera  accidentalmente; 


—  87  — 


pero  en  general,  el  Dr.  Rojas  <>  yo  atendíamos  esa  parroquia,  que  puede 
decirse,  ella  sola  absorbía  el  ministerio  más  intenso  del  párroco;  el 
otro,  además  de  la  misa  del  domingo  y  días  festivos,  hacía  sus  corre- 
rías por  los  otros  pueblos,  bien  (pie  nos  llamaran  para  alguna  confesión 
de  enfermo,  lo  que  era  con  frecuencia,  bien  que  alguna  otra  necesidad 
de  la  parroquia  y  de  sus  trabajos  materiales  reclamara  nuestra  pre- 
sencia ;  unas  veces  iba  yo  a  esas  correrías,  que  me  gustaban  muchísimo 
y  como  que  descansaba  con  ellas;  otras  veces  iba  el  Sr.  Rojas,  pues 
muchísimas  veces  su  presencia  era  insustituible,  y  yo  me  quedaba  en 
Timaná  ;  y  Dn.  Sergio  me  ayudaba  en  todo  lo  que  podía. 

Cuando  el  Sr.  Rojas  se  iba  en  correría  por  sus  pueblos,  general 
mente  salía  de  noche  de  Timaná,  y  esa  costumbre  de  andar  de  noche 
era  frecuente  en  él,  porque  así  decía  que  perdía  menos  tiempo  en  dor- 
mir. Voy  a  poner  un  ejemplo  de  los  muchos  que  podría  poner,  de  esas 
<oi  rerías  del  activísimo  Cura  :  montaba  en  su  macho  en  Timaná  y  ama- 
necía en  la  Jagua  :  celebraba  su  misa  y  atendía  a  todo  lo  que  había  que 
hacer,  in  itfroque,  como  él  decía,  es  decir,  en  lo  material  y  en  lo  espiri- 
tual;  entre  oscuro  y  claro,  pasaba  el  río  Magdalena;  y  llanos  andando 
y  cerros  subiendo,  amanecía  en  La  Plata,  que  estaban  allá  en  Cuarenta 
Horas;  se  confesaba,  ayudaba  a  confesar  todo  el  santo  día,  predicaba 
por  la  noche,  confesaba  hombres  lo  menos  hasta  media  noche;  y  sin 
decir  nada  a  nadie,  desaparecía  y  venía  a  amanecerle  a  Guadalupe,  en 
donde  tenía  (pie  presenciar  unos  matrimonios,  visitar  algunos  enfermos, 
«pie  ya  los  había  confesado  otro  día,  y  dar  una  vista  a  la  obra  de  la 
iglesia  nueva  que  estaba  construyendo. 

Yo  entretanto  en  Timaná  hacía  lo  que  podía  en  aquel  maremagnuni 
de  quehaceres  (pie  él  me  había  dejado,  y  viendo  cómo  llegaban  caballos 
y  más  caballos  a  la  puerta  de  la  casa  cural,  para  ir  a  los  campos  y  a 
Elias  o  El  Naranjal  a  confesiones  de  enfermos:  y  cuando  más  atareado 
estaba,  recibía  un  telegramita  del  Sr.  Rojas,  fechado  en  (¡arzón,  en  el 
«pie  me  decía:  "Sitio  para  Xeiva  :  vaya  al  Naranjal  a  visitar  a  Dn.  Es- 
teban Arriguí  que  está  grave;  prepare  Cuarenta  lloras  en  Elias,  y  va- 
yase inmediatamente  al  Pitalito  a  ver  al  Padre  Santacruz,  (pie  está  en- 
fermo". Yo  no  sabía  por  dónde  comenzar,  pero  en  fin,  hacía  lo  (pie 
podía  y  trabajaba  a  más  no  poder;  pero  pensaba  ,»n  mis  adentros,  que 
ni  San  Francisco  .Javier  en  el  Japón,  ni  San  Pedro  Claver  en  Cartagena, 
se  habían  encontrado  nunca  en  ese  ajetreo  de  un  ministerio  tan  abru- 
mador. 

TRABAJADOR  INCANSABLE,  ('reo  no  equivocarme  al  afirmar 
que  los  venerable^  y  muy  estimados  (Miras  de  hoy.  virtuosos,  celosos, 
dignos  a  cual  más,  honra  y  prez  de  la  Diócesis  de  Garzón  e  [bagué,  y 
para  cuya  formación  sacerdotal  el  Sr.  Pojas  trabajó  y  se  afanó  tánto, 
no  conocieron,  en  su  mayor  parte,  esa  vida  sobrehumana  de  acción  in 
tensísima  y  formidable  de  su  Prelado  cuando  era  Cura  de  Timaná:  ellos 
están  ahora  cosechando  los  frutos  de  esa  siembra  colosal  y  admirable 
del  Apóstol  del  Tolinia. 

Pero  en  cambio,  también  con  verdad  puede  afirmarse  (pie  si  leen 
con  atención  estas  páginas  de  mis  cuartillas,  escritas  exprofeso  para 
ellos,  habrán  venido  al  conocimiento  de  que  el  Sr.  Pojas,  en  medio  de 
un  ministerio  abrumador,  fue  un  trabajador  incansable,  que  giraba  al 
rededor  de  grandes  virtudes  e  impulsado  por  un  celo  ardentísimo,  para 
santificarse  y  santificar  a  los  demás. 

Su  vida  de  párroco  se  movía  y  estaba  como  encuadrada  dentro  de 
un  marco  extensísimo  y  de  variadas  proporciones;  el  cumplimiento  de 


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los  quehaceres  ministeriales  exigía  muchísimo  trabajo,  ante  el  cual  él 
no  retrocedió  nunca  y  muchas  veces  se  superaba  ¡i  sí  misino:  le  daba  el 
ejemplo  a  su  Coadjutor  y  se  multiplicaba  por  mil,  aun  a  costa  de  gran- 
des sacrificios;  era  un  coloso  en  el  trabajo;  además,  escogía  siempre  el 
trabajo  más  rudo  y  pesado:  llevaba,  como  decimos  vulgarmente,  la  cabeza 
de  la  viga  :  yo  admiraba  cada  día  más  y  más  edificado,  aquellas  santas 
energías  suyas,  que  no  vi  nunca  decaer;  felizmente  Dios  le  había  dotado 
de  una  constitución  muy  fuerte  y  de  una  contextura  férrea:  nunca  lo 
vi  ni  un  solo  día  enfermo,  ni  hacer  cama,  ni  dejar  de  celebrar  la  sania 
misa. 

Por  más  «pie  el  Dr.  Rojas  trabajara  de  día  y  de  noche,  el  trabajo 
no  le  arredraba,  ni  preocupaba  en  lo  más  mínimo,  ni  se  quejaba  de  él: 
lo  (pie  se  puede  decir  con  toda  verdad,  (pie  lo  preocupaba  y  procuraba 
con  todo  interés  y  con  cuanto  trabajo  y  sacrificios  fueran  necesarios.  « 
era  que  sus  parroquias  fueran  bien  atendidas;  (pie  no  se  muriera  nin- 
gún enfermo  sin  confesión;  (pie  se  administraran  los  Santos  Sacra 
mentos  a  las  gentes.;  que  se  predicara  mucho  y  (pie  se  prodigara  la  ins- 
trucción oportune  et  importune;  para  ese  divino  ideal  del  Cura  párroco, 
encaminaba  toda  su  vida  y  todos  sus  esfuerzos;  el  trabajo  que  costara 
o  los  sacrificios  (pie  tuviera  que  imponerse,  eran  lo  de  menos,  y  en  ellos 
no  pensaba  mucho  el  santo  Cura;  por  eso  es  público  y  notorio  en  esa 
región,  que  al  Sr.  Rojas  le  tenían  sin  cuidado  los  obstáculos  (pie  se 
oponían  a  su  celo  y  a  una  especie  de  delirio  santo,  que  tenía  de  hacer  el 
bien:  y  ni  noche  oscura,  ni  río  grande,  ni  las  inclemencias  del  tiempo, 
ni  las  distancias  enormes,  ni  las  fatigas  consiguientes  y  naturales,  de- 
tenían en  su  carrera  del  cumplimiento  de  sus  deberes  a  esa  alma  verda- 
deramente grande  y  maravillosa;  para  él,  estarse  tres  o  cuatro  días  sin 
dormir  y  mal  comer,  era  cosa  ordinaria  y  corriente;  los  trabajos,  las 
privaciones,  el  hambre  y  los  peligros,  eran  como  un  acicate  que  lo  im- 
pulsaban siempre  ;<  mayores  e  inconcebibles  sacrificios  y  heroicidades. 

ACTIVIDAD  HABITUAL— No  se  vaya  a  creer  por  lo  (pie  acabo 
de  decir,  que  la  actividad,  verdaderamente  heroica  del  santo  Cura,  era 
sólo  de  vez  en  cuando,  como  algún  acto  aislado  y  sublime  de  su  santa 
vida:  nada  de  eso;  su  actividad  era  a  diario  y  en  todas  las  cosas;  era 
como  un  hábito  en  él,  más  que  costumbre:  era  por  decirlo  así,  como  el 
tópico  de  su  vida  ordinaria  ;  a  tal  modo,  que  después  de  sus  virtudes  y 
ejemplaridad  de  vida,  que  no  podía  él  ocultar,  puede  muy  bien  afirmarse 
(pie  la  nota  característica  y  culminante  de  su  vida  de  párroco,  fue  la 
(le  una  actividad  constante  y  siempre  mantenida  en  el  ejercicio  de  su 
ministerio  parroquial. 

Sólo  presenciándolo  de  cerca,  puede  creerse  y  formarse  una  media 
idea  de  esa  su  actividad  asombrosa,  sublime  y  casi  sobrehumana,  en  el 
sentido  de  que  era  muchas  veces  incomprensible,  aunque  siempre  admi- 
rable y  edificante;  una  vez  que  había  concebido  la  idea  de  hacer  algún 
bien  o  de  cumplir  alguna  obligación,  no  conocía  la  demora,  ni  la  dila- 
ción, ni  veía  los  obstáculos:  se  lanzaba  audazmente,  puesta  su  fe  y  su 
esperanza  en  Dios,  en  pos  de  su  idea ;  parecía  que  la  actividad  lo  atraía 
y  subyugaba,  impelida  por  la  fuerza  colosal  de  su  poderosísimo  espí 
ritu ;  así  como  la  válvula  de  una  caldera  de  vapor  lucha  tenazmente 
para  abrirse  paso  y  ponerse  en  movimiento;  era  la  Fe  (pie  traspasa 
las  montañas,  haciendo  verdaderos  milagros ;  era  su  esperanza  en  Dios, 
que  lo  alentaba  y  no  conocía  límites;  era  su  caridad  para  con  los  pió 
jimos ;  y  por  eso.  Dios  bendecía  esa  santa  actividad  y  libraba  a  su 


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siervo  <le  todos  los  peligros,  bendieiéndola  en  un  fecundísimo  ministe- 
rio de  obras  de  santificación:  non  est  in rentas  similis  ¡ll¡. 

ACTIVIDADES  PRODIGIOSAS.— Ni  por  lo  que  yo  escribo,  ni 
por  lo  que  otro  pueda  escribir,  creo  que  se  puede  llegar  a  formarse  una 
idea  aproximada,  ni  venir  al  verdadero  conocimiento  de  la  actividad 
del  Sr.  Rojas ;  aun  presenciándolo,  no  se  acierta  a  explicar  muchas 
veces  cómo  podía  producirse  de  una  manera  tan  activa  y  algunas  veces 
prodigiosa ;  y  todos  los  que  lo  conocíamos  y  veíamos  y  sabíamos  de  su 
gran  virtud  y  santidad,  lo  único  que  hacíamos  era  admirarlo  y  como 
venerarlo,  porque  ni  los  mismos  que  lo  acompañaban,  muchas  veces 
acertaban  a  explicárselo :  porque  si  siempre  era  activo  y  activísimo, 
cada  día  lo  era  más:  y  por  hablar  en  términos  deportivos,  como  ahora 
se  acostumbra,  bien  puedo  decir  que  él  batió  muchísimas  veces  sn  propio 
récord,  pues  no  hay  que  decir  que  ninguno  lo  podía  igualar:  el  que  lo 
intentaba,  se  encontraba  rendido,  muy  lejos  de  la  meta ;  y  el  Sr.  Rojas 
se  superaba  a  sí  mismo. 

Citaré  un  solo  caso  para  demos- 
trarlo: estábamos  en  el  mes  de  ma- 
yo ;  supo  que  en  Bogotá  el  Illmo.  Sr. 
Yelaseo  había  convocado  a  ejerci- 
cios al  Clero  de  su  Arqnidiócesis ; 
me  dijo  que  pensaba  ir,  y  al  efecto, 
puso  un  telegrama  al  Illmo.  Sr. 
Obispo  de  Popayán,  entonces  su  Pre- 
lado, para  que  le  diera  el  permiso 
consiguiente,  y  se  lo  concedió:  se 
puso  contentísimo  y  alegrísimo ;  y 
mandó  llamar  a  Lucas,  un  buen  mu- 
chacho de  Elias  que  lo  acompañaba 
con  frecuencia  en  sus  viajes;  y  pre- 
paradas las  bestias,  se  fue  para  Bo- 
gotá ;  entonces  había  (pie  ir  por  Ana 
poima  y  La  Mesa  y  en  Madrid  se 
tomaba  el  tren. 

Llegó  el  Sr.  Rojas  a  Bogotá  y  allí 
tuvo  un  incidente  que  por  poco  le 
priva  de  entrar  a  Ejercicios  e  inuti- 
lizar su  viaje:  el  Illmo.  Sr.  Yelaseo. 
que  era  un  poco  rígido  en  sus  cosas, 
le  exigió,  como  era  muy  natural,  la 
licencia  (pie  tenía  para  ir  a  Bogotá 
y  ausentarse  de  su  parroquia;  el 
Sr.  Rojas  mostró  el  1  elegí  a  nía  que 
el  Sr.  Ortiz  le  había  enviado;  jumo 
el  Illmo.  Sr.  Yelaseo  no  juzgó  suficiente  ese  telegrama,  y  no  lo  dejo 
entrar  a  ejercicios;  mas  instado  por  el  Sr.  Rojas,  quien  le  daba  toda 
clase  de  explicaciones  sobre  las  distancias  entre  Popayán  y  Tinianá, 
el  Sr.  Yelaseo  se  puso  al  habla  por  telégrafo  con  el  Sr.  Obispo  de  Popa- 
yán, y  entonces  lo  llamó  y  le  dijo  que  entrara  a  los  Ejercicios. 

Quedé  en  Timaná  y  demás  pueblos  yo  solo  y  haciendo  lo  (pie  podía, 
cuando  un  día  recibo  un  telegrama  de  Bogotá,  firmado  por  el  Dr.  Rojas, 
en  el  (pie  me  decía  :  "Yaya  a  Altanara  y  anuncie  mi  misa  tarde  para  el 
próximo  domingo,  y  que  esté  lista  la  Junta  de  Señoras  para  la  fundación 
del  Colegio".  Este  telegrama  lo  puso  el  lunes  en  Bogotá,  lunes  próximo 


DON  CAMILO  SILVA  MENDEZ  Y  SU  ESPO- 
SA DOÑA  IRENE  TOBAR  DE  SILVA.  PU- 
SIERON EN  SARZON  AL  SERVICIO  DE 
DIOS  Y  DE  LA  IGLESIA  SU  CUANTIOSA 
FORTUNA  Y  SU  GRAN  PRESTIGIO. 


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anterior  al  domingo  en  que  debía  decir  la  misa  parroquial  en  Altamira, 
por  allá  cuando  más  tarde  a  las  doce;  pues  bien:  aun  cuando  como  es 
de  suponer  se  pusiera  en  camino,  el  mismo  lunes  en  (pie  puso  el  tele 
grama,  no  tenía  más  «pie  seis  días  y  medio  para  trasladarse  desde  Bogotá 
a  Altamira  ;  hay  «pie  tener  en  cuenta  (pie  entonces  se  dejaba  el  tren 
en  Serrezuela  o  Madrid  y  desde  allí  había  (pie  seguir  a  caballo,  por 
la  Boca  del  Monte,  La  Mesa,  Anapoima  y,  en  fin,  a  caballo  hasta  Alta- 
mira;  y  se  puso  e  hizo  el  prodigio,  (pie  admiró  a  todo  el  vecindario  de 
Altamira  y  de  todas  partes,  de  gastar  en  el  viaje  desde  Bogotá  a  Alta- 
mira  sólo  seis  días  y  medio,  porque  el  domingo,  antes  de  las  doce,  llegó 
a  Altamira,  celebró  su  misa  parroquial  acostumbrada;  presidió  la  Junta 
de  Señoras  para  la  fundación  del  Colegio,  (pie  entonces  andaba  ya  en 
proyecto;  y  por  la  noche,  ya  bien  tarde,  llegó  a  Timaná ;  lo  veíamos 
y  no  lo  creíamos;  pero  es  la  verdad;  no  sé  si  vive  aún  el  amigo  Lucas, 
que  fue  quien  1<>  acompañó;  pero  en  Altamira  y  en  Timaná,  muy  bien 
se  acuerdan  de  este  hecho  asombroso  y  medio  milagroso,  prueba  de  una 
actividad  desconocida. 

Cuando  yo  fui  a  Altamira  para  anunciarles  la  misa  parroquial  del 
domingo  por  el  Dr.  Rojas,  me  dijeron  con  una  especie  de  escepticismo : 
— Pueda  ser.  porque  del  Dr.  Hojas  todo  puede  creerse,  por  ser  un  Cura 
extraordinario:  pero  creemos  (pie  es  poco  menos  (pie  imposible;  y  cuan- 
do ya  llegó  a  Timaná,  le  preguntamos  a  Lucas  (pie  cómo  había  sido 
aquel  viaje  tan  rápido;  y  él  contestaba:  "Ni  yo  mismo  lo  sé:  no  me  pre- 
gunten nada  ;  esos  mochos  como  que  volaban  de  día  y  de  noche;  y  cuando 
menos  pensábamos,  porque  yo  iba  ya  casi  dormido  sobre  el  caballo,  nos 
encontramos  en  Altamira  y  yo  medio  muerto". 

Yo  le  había  notado  al  Sr.  Rojas  que  cuando  iba  de  viaje,  llevaba 
siempre  un  despertador:  y  un  día,  que  estaba  de  buen  humor,  le  pre- 
gunté: — Dígame,  Dr.,  he  notado  que  TTd.  cuando  sale  a  viaje,  lleva  un 
despertador;  será  para  tener  música  en  el  camino?  le  dije  riéndome;  y 
él,  riéndose  también,  me  contestó:  — Pues  ahí  verás  (pie  ese  chisme  del 
despertador  es  muy  útil  y  como  mi  compañero;  porque  cuando  me  rinde 
el  sueño,  en  un  camino,  de  noche,  me  acuesto  a  la  sombra  de  un  palo, 
un  poquito,  y  pongo  el  despertador  cerca  de  mí  y  me  despierta  a  la 
hora  que  yo  le  digo;  no  ves  si  sirve  el  despertador?''  Pues  en  ese  pro- 
digioso viaje  de  Bogotá  a  Altamira  creo  que  el  despertador  podría  dar- 
nos cuenta  de  cómo  lo  hizo  para  andar  tan  ligero  y  sin  pasarle  nada. 

HEROISMOS. — Estábamos  una  noche  en  el  comedor,  cuando  sen- 
timos llegar  unos  caballos  a  la  puerta ;  llovía  a  torrentes ;  el  invierno 
se  iba  prolongando  mucho ;  la  noche  oscurísima ;  entró  en  el  comedor  un 
hombrecito  humilde,  chorreando  agua  y  en  traje  de  montar ;  llevaba  un 
pollo  debajo  del  brazo  y  dos  mochilas  repletas ;  se  quitó  el  sombrero, 
saludó  y  arrodillándose  alabó  a  Dios;  el  Sr.  Rojas,  como  de  costumbre, 
lo  bendijo  y  le  dijo:  — Qué  tal,  hombre,  cómo  te  va?  De  dónde  vienes 
tan  mojado  y  tan  cargado? 

Ay !  mi  su  merced,  contestó  el  hombrecito,  vengo  de  Laboyos ;  tengo 
a  mi  mamita  muy  enferma  y  está  rematada:  ay!  mi  su  mercé,  agregó 
llorando,  venía  a  ver  si  me  daba  algún  consuelo  y  me  la  iba  a  confesar, 
mi  Dr.  Rojitas;  fui  a  buscar  al  Padre  Santacruz  al  Pitalito  y  no  pudo 
ir:  lo  encontré  enfermo  y  en  cama,  con  unos  sudores  que  ha  tomado; 
ay!  mi  padrecito:  mi  mamita  se  me  va  a  morir,  se  va  a  morir,  y  lloraba 
aquel  hombrecito  que  enternecía  el  alma  y  quebraba  el  corazón:  mi  ma- 
mita, mi  Dr.  Rojitas,  ha  sido  siempre  muy  buena  para  mí,  me  ha  que- 
rido tánto!  Ay!  pobrecita  mamita,  y  se  va  a  morir  sin  confesión;  ella 


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que  era  tan  buena  y  querendona  de  la  Iglesia  y  ayudaba  siempre  en 
todo  a  la  Iglesia  y  en  todo  cuanto  le  pedían!  V  ahora  se  va  a  morir  sin 
confesión;  y  restregándose  los  ojos,  concluyó  diciendo:  — Yo  he  pen- 
sado que  su  merced  podría  ir  a  confesármela,  ahora  que  tiene  ese  otro 
Padrecito,  tan  mocitico,  que  el  Sr.  Obispo  le  ha  mandado;  y  aquí  les 
traigo  un  pollito  para  que  se  lo  coman  sudadito;  es  tiernitico;  y  unos 
plátanos  y  unas  yuquitas,  unos  huevitos  y  un  maicito  para  las  galli- 
nas". ¡Qué  elocuencia  de  sencillez  y  emoción! 

Miré  al  Sr.  Rojas:  dos  lágrimas  se  le  resbalaban  por  las  mejillas: 
lloraba ;  y  de  repente  gritó :  — Mamá,  mamá,  que  le  den  algo  de  comer 
a  este  hombre;  y  tú,  Manuel  Agustín,  ve  a  la  manga  a  traer  mi  macho: 
me  voy  ahora  mismo  para  Pitalito.  — Pero  Esteban,  le  objetó  su  madre, 
a  esta  hora  y  con  este  tiempo,  lloviendo  y  con  semejantes  caminos,  no 
te  puedes  ir  para  Pitalito  y  no  te  irás.  El  Sr.  Rojas,  algo  serio,  volvién- 
dose hacia  su  madre,  le  dijo :  "Mamá,  ya  le  tengo  dicho  a  mi  sumercé 
que  no  se  meta  en  mis  cosas  del  ministerio;  me  voy  para  Pitalito  a  con 
tesarle  la  mamita  a  este  hombre,  y  que  sea  lo  que  Dios  quiera  ;  mañana 
téngame  un  buen  desayuno,  chocolate  bien  trancado,  con  plátano  asado 
y  carne  machacada".  Y  poniéndose  el  encauchado  y  los  zamarros,  montó 
en  su  macho  y  desapareció  en  la  oscuridad  de  la  noche,  acompañado  de 
aquel  buen  hombre. 

Pronto  vino  a  la  casa  cural  la  Sra.  Leona  Marlés,  que  era  una  buena 
vecina,  y  preguntó:  — Para  dónde  se  llevan  al  Dr.  Rojitas  con  seme 
jante  tiempo?  Le  contestamos  (pie  para  Pitalito:  — Santo  Dios  bendito!, 
exclamó,  tapándose  la  cara  con  las  manos;  algún  día  se  va  a  matar; 
le  voy  a  poner  una  vela  a  San  Antonio,  para  (pie  no  le  suceda  nada  : 
suerte  que  él  es  un  santo  y  hasta  hace  ya  milagros!  Ciertamente,  todos 
los  <pie  en  aquel  tiempo  conocían  el  camino  de  Timaná  a  Pitalito.  de 
noche  y  en  pleno  invierno,  no  podrán  menos  de  confesar  y  reconocer 
que  se  necesita  valor  y  verdadero  heroísmo  para  lanzarse  en  aquellas 
horas,  lloviendo,  en  crudo  y  largo  invierno,  a  exponer  su  vida  en  se- 
mejante camino:  mares  de  barro,  fangales  hondísimos,  exlraviaderos 
peligrosísimos  y  verdadero  peligro  de  la  vida  a  cada  cuatro  pasos:  bien 
pudiera  yo  decir  aquí,  parodiando  la  frase  histórica  de  Ilumboldt.  refi- 
riéndose a  los  negros  del  río  Dagua  :  "cada  hombre  era  un  santo  y  cada 
paso  del  caballo  era  un  milagro". 

Al  otro  día.  cuando  yo  me  levanté  y  no  era  muy  tai  de,  ya  el  Dr. 
Hojas  había  vuelto  de  sil  confesión  en  Pitalito  y  estaba  en  sil  conteso 
Darío;  cuando  fuimos  a  la  casa  cural,  me  dijo  alegre  y  sonriente:  "Qué 
noche,  amiguito  mío!  qué  noche!  Qué  lástima  no  haberte  llevado  para 
que  hubieras  aprendido  a  nadar  en  barro:  casi  nos  ahogamos  con  macho 
y  todo  en  un  charco  de  barro,  como  aquel  célebre  antioqneño  del  cuento: 
peí  o  en  fin.  nada  nos  pasó:  bendito  sea  Dios". 

PELIGROS. —  Hay  que  tener  en  cuenta,  como  importante  relieve 
de  esa  actividad  asombrosa  «leí  Sr.  Rojas,  (pie  aun  cuando  él  no  lo  ma 
infestaba,  ni  se  quejaba  nunca,  esa  actividad  le  ocasionaba  grandes 
trabajos,  molestias  y  verdaderos  peligros  para  su  misma  vida;  los  arios 
traba  con  gusto  y  nunca  le  vi  negarse  a  nadie  a  prestarle  su  ministerio 
sagrado,  bien  fuera  de  sus  parroquias  o  de  las  de  sus  vecinos  párrocos, 
en  caso  de  urgente  necesidad,  aun  cuando  fuera  a  costa  de  grandes  sa- 
crificios y  poniendo  en  juego  toda  su  inimitable  actividad.  Citaré  sólo 
dos  casos,  en  prueba  de  mi  aserto,  de  entre  los  muchos  que  pudieran 
relatarse. 


—  92  — 


Estábamos  un  día  los  dos  en  Altamira;  y  ya  bien  entrada  la  tarde, 
me  dijo:  — Véte  tú  para  Timaná,  que  allí  encontrarás  mucho  que  hacer; 
yo  me  voy  para  Paicol  n  visitar  a  los  PP.  .Misioneros,  para  confesarme 
con  ellos  y  consultarles  algunos  asuntos;  y  así  Lo  lucimos:  yo  me  fui 
para  Timaná  y  él  se  fue  para  Paicol;  al  llegar  al  río  Magdalena,  por 
el  paso  de  Serrezuela,  encontró  el  río  muy  grande;  los  paseros  se  nega- 
ban a  pasarlo,  porque  había  peligro  de  que  se  volcara  la  canoa  ;  el  Sr. 
Hojas  insistió  en  que  lo  pasaran;  al  fin  los  paseros  le  dijeron:  — Mire, 
su  merced;  el  río  está  peligroso,  porque  está  muy  grande  y  viene  crecien- 
do: si  su  merced  arriesga  lo  pasaremos,  pero  a  su  caballo  no  lo  podemos 
pasar  de  ninguna  manera,  porque  nos  arrastraría  La  canoa  y  no  saldría- 
mos al  otro  lado.  — Convenido,  dijo  él,  y  desmontándose  y  (¡Hitándose 
los  zamarros,  dejó  el  caballo  de  este  lado  y  entrando  a  la  canoa,  dijo 
a  los  paseros:  — Pongan  su  confianza  en  Dios;  suelten  la  canoa.  El  se 
santiguó  y  no  sin  poco  trabajo  y  riesgo  salieron  al  otro  lado,  muy  abajo: 
entonces  el  Sr.  Rojas  recomendó  su  caballo  a  los  paseros  y  ya  oscuro 
echó  caminando  de  a  pie  por  entre  fangales  y  atolladeros,  hacia  Paicol: 
gracias  a  que  en  el  camino  encontró  un  buen  hombre  que  lo  reconoció 
y  le  dio  su  caballo. 

Otra  vez  estábamos  en  Timaná  con  su  mamá ;  y  compareció  una 
mañanita,  todo  él  descompuesto,  embarrado  y  con  señales  de  haber  arro- 
jado sangre  por  la  boca  ;  su  mamá  se  azoró  muchísimo  y  le  pregunta- 
mos qué  le  había  pasado,  y  si  íbamos  a  buscar  a  Dn.  Manuelito  Vargas, 
que  era  el  que  tenía  una  botica  en  Timaná  y  hacía  de  médico  para  todo 
el  vecindario;  estuvo  un  buen  rato  callado;  no  era  muy  amigo  de  contar 
las  peripecias  y  casi  tragedias,  que  le  pasaban  por  esos  tan  malos  ca- 
minos ;  pero  al  fin,  requerido  instantemente  por  su  madre  y  por  mí, 
nos  dijo  que  bajando  la  cuesta  del  Naranjal,  algo  oscuro  y  lluvioso,  se 
le  había  espantado  el  macho ;  y  resbalándose  habían  rodado  juntos  un 
buen  rato;  y  que  al  levantarse,  el  macho  le  había  dado  un  par  de  coces  en 
la  boca  y  le  había  apeado  dos  dientes;  eso  es  todo,  amitos  míos;  no  se 
afanen  tánto  por  tan  poca  cosa ;  me  voy  a  decir  mi  misita  ;  y  tú,  Ma- 
nuel Agustín,  ya  sabes  que  a  ese  macho  lo  llamaremos  de  aquí  en  ade- 
lanta el  dentista:  y  se  echó  a  reír. 

Es  justo  consignar  aquí,  pues  viene  al  caso,  que  esa  actividad  casi 
diaria  y  los  peligros  que  le  ocasionaba,  le  creaban  al  Dr.  Rojas  una  es- 
pecie de  aureola  de  santidad,  por  otra  parte  bien  merecida  ;  y  el  pue- 
blo, con  ese  instinto  tan  práctico  del  que  ha  llegado  a  decirse  proveí 
vialmente  que  es  la  voz  de  Dios,  rodeaba  las  virtudes  y  ejemplaridad 
de  una  vida  santa,  con  esplendores  de  sobrenatural;  y  eso  le  mortifi 
caba  muchísimo;  y  cuando  se  ofrecía  la  conversación  con  las  gentes, 
esquivaba  el  comentario;  y  si  insistían,  él  medio  como  enfadado,  solía 
decir :  "Esos  son  resabios  míos ;  la  gente  cree  que  es  un  milagro  el  po- 
nerse de  aquí  de  Timaná  a  Neiva  en  una  noche  y  medio  día ;  no  hay 
tal;  eso  es  cuestión  del  macho  y  del  látigo;  mi  padre  Chepe,  cuando  yo 
era  pequeño  y  vivíamos  en  Garzón,  me  crió  a  la  baqueta,  y  me  enseñó 
a  perder  el  miedo,  a  caminar  de  noche  y  a  andar  por  malos  caminos  y 
por  barro  y  a  pasar  ríos  crecidos  y  a  ser  un  muchacho  de  rejo  al  ación ; 
y  así  le  parecía  que  despistaba  a  la  gente  y  que  se  quitaba  y  aliviaba 
de  aquella  aureola  de  santidad  que  le  había  colocado  la  gente:  cosas 
de  santos. 

PADRE. — Para  completar  la  vida  del  Sr.  Rojas  en  el  período  de 
su  actuación  como  párroco  de  Timaná  y  darlo  a  conocer  y  presentarlo 


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como  modelo  ejemplarísimo  de  párrocos,  me  falta  considerarlo  como 
Padre  amantísimo  y  como  Maestro:  es  lo  que  me  propongo  ahora. 

Padre:  es  la  palabra  más  dulce  y  conmovedora  que  ha  inventado 
el  amor  de  Dios  y  la  ternura  de  los  hombres;  es  la  llave  del  corazón,  es 
el  cimiento  de  la  esperanza,  es  el  consuelo  supremo  de  la  humanidad  : 
es  la  palabra  más  expresiva  y  humana,  digámoslo  así,  de  la  Divinidad, 
y  la  palabra  más  divina  de  los  hombres. 

El  nombre  de  párroco  envuelve  en  sí  la  idea  de  Padre:  los  fieles 
acuden  a  su  párroco  con  toda  confianza,  como  un  hijo  acude  a  su  padre; 
y  las  gentes  y  los  pueblos  los  llaman  mi  padre,  nuestro  padre ;  y  no  se 
engañan,  porque  el  párroco  es  un  verdadero  padre  en  sus  palabras,  en 
sus  hechos  y  en  sus  manifestaciones  de  todo  género. 

El  Sr.  Rojas  fue  para  sus  queridísimos  fieles  un  verdadero  Padre, 
en  toda  la  extensión  de  la  palabra  :  los  amó  entrañablemente  desde  el 
primer  día  que  entró  en  su  pueblo:  se  consagró  a  su  servicio  diaria- 
mente y  les  prodigó  su  amor  y  su  ministerio,  sirviéndoles  con  cariño  y 
alegría,  amándolos  como  verdaderos  hijos  de  su  corazón  y  dándoles 
pruebas  inequívocas  y  bien  palpables  de  su  amor,  aun  en  sus  necesi- 
dades materiales  y  corporales,  pues  llegó  hasta  el  desinterés  más  gran- 
de, (pie  se  había  conocido,  con  un  desprendimiento  que  rayaba  en  lo 
sublime,  pues  no  dejaba  nada  para  sí;  todo,  absolutamente  todo,  lo  daba, 
sin  cuidarse  de  su  persona,  ni  de  sus  comodidades  más  necesarias  en 
la  vida  :  parece  que  no  pensaba  más  que  en  las  necesidades  de  sus  fieles, 
sin  cuidarse  para  nada  de  sí ;  lo  tenía  completamente  embargado  y  ab- 
sorto la  idea  de  querer  estimar  y  servil-  a  sus  hijos  como  un  buen  padre; 
llegando  en  este  amor  de  padre  hasta  el  sacrificio  y  aún  hasta  el  peli- 
gro de  su  misma  vida  ;  todo  lo  escrito  hasta  aquí  es  una  prueba  de 
ello,  pues  toda  su  santa  vida  fue  hasta  su  muerte  una  carrera  de  amor 
y  sacrificio  en  bien  y  en  servicio  de  sus  prójimos:  fortis  est¡  i(t  mors, 
dilectio. 

El  corazón  del  Sr.  Rojas  era  todo  para  sus  fieles,  quienes  le  corres 
pondían  amándolo  como  a  un  padre  y  agradeciéndole  cuanto  podían  esc 
amor  de  padre  (pie  él  les  profesaba,  porque  el  Sr.  Hojas  no  sólo  amaba 
a  sus  parroquianos,  sino  «pie  tenía  el  talento  de  hacerse  amar  de  ellos; 
de  ahí  esas  repetidas  muestras  de  cariño  (pie  los  pueblos  le  daban  con 
frecuencia  ;  parecía  (pie  todos  sus  pueblos  sentían  santa  emulación  de 
ser  los  primeros  en  manifestarle  su  gratitud  y  de  manifestarse  aun 
como  impotentes  para  agradecerle  sus  beneficios  y  recompensárseles 
debidamente;  él  les  manifestaba,  muy  agradecido  y  recomendándoles 
(pie  lo  agradecieran  a  Dios,  siendo  buenos  y  fervorosos  cristianos. 

Creo  no  equivocarme  ni  exagerar  al  decir  que  todos  los  Sacerdotes 
más  de  una  vez  habrán  tenido  ocasión  de  saborear  las  dulzuras  y  deli- 
cias del  corazón  de  padre  del  Sr.  Hojas;  yo  de  mí,  puedo  en  verdad 
decir  que  fui  como  el  discípulo  amado  del  Salvador,  que  sintió  latir 
muy  de  cerca  su  corazón  de  padre;  ah  !  cuando  pienso  y  recapacito  en 
el  corazón  verdaderamente  paternal  del  Sr.  Hojas  para  conmigo,  me 
conmuevo  y  siento  tal  emoción,  que  a  veces  prorrumpo  en  lágrimas 
abundantes  y  consoladoras!  Yo  me  encontraba  huérfano  y  solo  cuando 
me  destinaron  para  Coadjutor  suyo  en  Tiinaná:  en  tierra  extraña,  sin 
madre,  ni  padre  (pie  me  (pusieran;  y  en  la  inexperiencia  propia  de  la 
juventud;  pero  se  conoce  que  Dios  siempre  me  ha  querido  mucho  y  me 
ha  favorecido  con  sus  "lacias,  bendito  sea;  y  junto  al  Sr.  Rojas  encontré 
al  ángel  de  mi  vida,  el  calor  de  la  familia  y  el  cariño  y  la  solicitud 
de  un  padre  y  una  madre;  atraído  poderosamente  por  el  amor  de  padre 
del  Si-.  Hojas,  llegué  como  a  incorporarme  a  su  misma  familia:  la  Sra. 


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EL  DOCTOR   FRANCISCO  DE  PAULA  ROSAS. 
DE  GARZON:   ERA  UN  GRAN   SEÑOR  POR 


PARROCO  DE  GIGANTE  Y  DESPUES 
SU  CULTURA  Y  DON   DE  GENTES. 


Candelaria  Tobar,  su  mamá,  decía  muy  frecuentemente:  "en  el  Padre 
Ignacio,  Dios  me  ha  dado  otro  hijo",  y  así  fue  y  lo  reconozco  agradecido, 
una  verdadera  madre  para  mí :  Dios  la  habrá  recompensado. 

MAESTRO. — No  era  sólo  Padre  el  Sr.  Rojas;  era  también  Maestro, 
que  es  el  complemento  del  verdadero  padre,  en  su  cuádruple  aspecto 
de  amar,  dar  buen  ejemplo,  enseñar  y  corregir ;  y  así  va  formando  y 
como  modelando  poco  a  poco  la  imagen  que  el  buen  Maestro  se  propone 
formar;  y  en  el  caso  que  nos  ocupa  y  aplicado  al  Sr.  Rojas,  unos  buenos 
cristianos  a  sus  fieles  y  un  buen  Sacerdote  a  su  Coadjutor. 

Por  poco  que  se  repase  y  se  recuerde  lo  que  llevo  escrito  hasta 
aquí,  podrá  fácilmente  leerse,  como  en  caracteres  de  gran  relieve,  la 
cualidad  de  Maestro  que  se  destacaba  en  la  persona  del  Sr.  Rojas ;  y 


—  95  — 


puede  uno  con  vencerse,  sin  necesidad  de  esforzarse  mucho,  de  lo  mucho 
que  él  trabajaba  para  ostentar  dignamente  este  título,  tan  propio  de 
un  virtuoso  sacerdote  y  de  un  párroco  cumplidor  de  sus  múltiples 
deberes. 

Dondequiera  que  él  estuviera  y  a  cualquiera  parte  a  donde  se  diri- 
giera, llevaba  siempre  consigo  la  preocupación  de  enseñar,  porque  decía  : 
"una  de  las  principales  obligaciones  del  Sacerdote  y  sobre  todo  la  misión 
del  párroco,  es  la  de  enseñar  y  dar  buen  ejemplo" :  y  así,  enseñaba, 
ubique  et  in  omni  loco,  en  todas  partes  y  donde  se  encontrara  :  contrariin 
no)i  obsiantibus,  aunque  fuera  en  circunstancias  adversas  y  a  veces 
bien  desagradables:  opfie,  operato,  con  el  propio  ejemplo,  como  San 
Francisco  de  Asís,  cuando  le  decía  a  su  compañero  de  virtudes  Fray 
Junípero:  "Vamos,  hermano,  a  predicar'';  y  se  iban  a  dar  un  paseo  y 
se  volvían  trauquintos  a  la  pobreza  de  su  casa;  enseñaba  y  predicaba 
con  su  compostura  en  el  paseo;  ex  opere  operantis,  es  decir,  enseñaba 
el  Sr.  Kojas,  hablando  dondequiera,  con  un  fervor  y  una  unción  que 
atraía,  fascinaba  y  convencía,  hasta  a  los  más  rehaciós;  recuerdo  que 
una  vez,  cuando  íbamos  de  Bogotá  para  Honda  en  viaje  para  Roma, 
cuando  iba  a  consagrarse  de  Obispo  del  Tolima,  llegamos  a  una  posada 
en  cuya  sala  tenían  pegadas  en  las  paredes  unos  cromos  algo  indeco- 
rosos; el  Si-.  Kojas,  sin  quitarse  los  zamarros,  los  rasgó  todos;  salió 
el  dueño  de  la  casa  y  se  puso  furioso  con  nosotros  por  haberle  despe- 
dazado sus  estampitas,  como  él  las  llamaba  ;  pero  le  duró  poco  su  en- 
fado y  enojo,  porque  el  Sr.  Kojas  lo  invitó  amablemente  a  sentarse  en 
un  banquito  que  había  en  la  salita  y  le  habló  tan  suavemente  y  tan 
apostólicamente,  que  el  buen  hombre  acabó  por  darle  las  gracias  al  Sr. 
Kojas  y  por  ofrecérsele  incondicionalmente :  verdaderamente,  enseñaba 
opere  et  sermone. 

APOSTOLADO  SEGLAR. — No  recuerdo  precisamente  qué  Sumo 
Pontífice  fue  el  que  en  una  de  sus  más  célebres  Encíclicas  puso  entre 
comillas  y  recomendó  muchísimo  el  Apostolado  seglar,  diciéndoles  a  los 
Sacerdotes:  "Id  al  pueblo:  servios  y  aprovechaos  de  él  en  vuestros  mi- 
nisterios": recomendaba  y  ensalzaba  el  Apostolado  Seglar. 

V  aquí  en  Barcelona,  el  año  pasado,  en  la  fiesta  del  Papa  (pie  se 
celebra  todos  los  años,  hubo  una  serie  de  Conferencias  en  las  que 
tomaron  parte  eminentes  y  sabios  sacerdotes,  obispos  y  seglares; 
se  trataron  en  ellas  los  temas  de  más  palpitante  actualidad,  como 
Prensa,  Acción  Social  Católica  y  Apostolado  seglar:  uno  de  los  ora 
dores  que  más  me  gustó,  fue  un  sabio  Prelado  (pie  tiene  su  Sede  en 
Tortosa,  ciudad  populosa  y  trabajadora,  situada  a  las  orillas  del  río 
Ebi'O,  unos  de  los  más  caudalosos  de  España ;  Monseñor  Bilbao,  que 
así  se  apellida  el  sabio  Prelado,  se  expresó  poco  más  o  menos  en  estos 
términos:  "Desde  la  gran  terraza  de  mi  Palacio  Episcopal,  contení 
piando  la  corriente  del  i  ío  Ebro,  pienso  todos  los  días:  (pié  fuerza  tan 
grandiosa,  eficaz  y  provechosa  no  podría  sacarse  de  ese  enorme  caudal 
de  agua  (pie  veo  cómo  se  desliza  mansamente  a  mis  pies!  Millones  de 
kilovatios  en  cierne  de  electricidad,  que  producirían  una  cantidad  fa 
hulosa  de  energía,  (pié  fácilmente  podría  convertirse  en  fuerza  motriz, 
en  luz  y  en  calor!  Es  como  una  riqueza  inmensa,  (pie  se  pierde  y  (pie 
va  a  morir  o  desaparece  en  la  inmensidad  del  mar!  Peí  o  para  aprove- 
char esa  gran  riqueza,  impulsora  de  una  prosperidad  no  soñada,  sería 
necesario  construir  una  gran  represa  (pie  contuviera  la  corriente,  y  un 
canal,  para  producir  una  enorme  caída  o  un  salto  de  agua,  que  por 
medio  de  las  turbinas  pusiera  en  movimiento  los  dinamos  y  produjera 


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electricidad;  pues  bien,  el  inmenso  poder  de  esas  aguas,  que  ahora  co 
rren  mansamente  y  sin  más  provecho  que  el  riego  de  los  campos,  sin 
casi  esfuerzo  de  los  hombres,  representa,  mutatis  mutcmdis,  lo  (pie  se 
puede  hacer  en  nuestra  patria,  en  nuestro  tiempo  y  en  nuestra  socie- 
dad cristiana,  con  el  auxilio  poderosísimo  del  Apostolado  Seglar,  para 
el  bien  común  y  del  alma  de  todos.  El  Apostolado  Seglar  contiene  una 
fuerza  poderosísima  para  el  bien,  poco  conocida  y  bien  poco  explotada 
en  nuestros  tiempos;  y  bien  vale  la  pena  la  causa  que  defendemos  y 
las  necesidades  de  nuestra  época,  el  (pie  tratemos  de  aprovechar  esta 
fuente  de  riqueza  moral,  (pie  Dios  nos  ha  dado". 

El  Si-.  Rojas  estaba  bien  empapado  de  esta,  por  otra  parte,  tan 
sencilla  teoría  ;  y  de  ahí  nacían  sus  ansias  y  deseos  de  ponerla  en  prác- 
tica y  utilizarla  y  traducirla  en  hechos  en  sus  ministerios  parroquia- 
les y  fecundísimas  tareas  apostólicas. 

La  experiencia  parroquial  enseña  al  Párroco  «pie  en  todos  los  pue- 
blos se  conserva  providencialmente  un  núcleo  a  veces  y  muy  a  menudo 
bastante  numeroso  de  gente,  tanto  de  hombres  como  de  mujeres,  tan 
buenos  y  fervorosos,  (pie  son  como  materia  apta  y  admirablemente  bien 
dispuesta,  para  ser  auxiliares  poderosos  de  un  párroco  celoso  y  ac- 
tivo; son  como  la  corriente  de  las  aguas  de  un  gran  río;  al  párroco 
le  toca  utilizar  y.  encauzar  la  fuerza  (pie  contiene  la  corriente  de  esas 
aguas;  ha  de  ser  el  ingeniero  divino,  que  dirija,  impulse  y  conduzca 
esa  fuerza  imensa  (pie  Dios  coloca  en  sus  manos,  para  la  causa  del 
bien  y  de  la  virtud. 

Veamos  al  Sr.  Rojas:  se  encontraba  casi  solo,  con  su  Coadjutor, 
en  medio  de  tanto  trabajo  y  con  un  ministerio  tan  abrumador;  y  tenía 
que  predicar,  enseñar  y  como  alimentar  espiritualmente  a  mucho  más 
de  veinte  mil  almas;  es  verdad  que  él  era  un  verdadero  y  admirable 
coloso  de  actividad,  y  tan  celoso,  que  se  veía  en  la  necesidad  de  mul- 
tiplicarse prodigiosamente  y  de  hacer  casi  milagros;  pero  buscaba  con 
muy  buen  acierto  el  apoyo  y  la  ayuda,  que  por  cierto  no  le  escatimaban 
las  personas  buenas;  de  ahí  su  devoción  y  empeño  para  el  Apostolado 
seglar. 

Para  la  enseñanza,  procuró  y  obtuvo  que  los  maestros  y  maestras 
de  las  escuelas  públicas  fueran  verdaderos  auxiliares  del  Párroco  en 
la  enseñanza  de  la  doctrina  cristiana  ;  y  tan  importante  creía  en  este 
sentido  la  actuación  de  los  maestros,  que  como  Inspector  local  visitaba 
con  frecuencia  las  escuelas  y  en  su  auto  de  visita  recomendaba  mucho 
y  recalcaba  mucho  este  punto1;  y  examinaba  por  sí  mismo  a  los  alum- 
nos para  cerciorarse  de  que  su  recomendación  se  cumplía  ;  no  contento 
con  esto,  invitaba  de  vez  en  cuando  a  los  maestros  a  hacer  Ejercicios 
espirituales  y  aceptada  generalmente  su  invitación,  los  reunía  a  todos 
en  algún  pueblo  céntrico,  y  allí  les  daba  ejercicios  espirituales,  especia- 
les y  adecuados,  para  el  importantísimo  cargo  que  desempeñaban ;  y  de 
esta  manera  los  convertía  en  Apóstoles. 

Para  el  Catecismo  habia  creado  una  verdadera  legión  de  entusias- 
tas catequistas,  tanto  varones  como  señoritas,  en  todos  sus  pueblos, 
comunicándoles  de  antemano  su  ardoroso  espíritu,  en  pláticas  fervoro- 
sas y  ejercicios  que  también  daba  para  ellos  en  cada  pueblo;  su  misión 
era  la  de  enseñar  la  doctrina  cristiana,  los  domingos  y  días  festivos; 
y  cuando  no  había  misa  en  el  pueblo,  siempre  enseñaban  el  Catecismo 
en  la  iglesia,  después  de  rezar  el  Rosario  con  todo  el  pueblo;  en  los 
campos  tenía  también  sus  Catequistas,  y  cuando  iba  a  alguna  confesión 
cumplía  rigurosamente  una  recomendación  que  el  Tilmo.  Sr.  Ortiz,  su 
Prelado  de  Popayán,  daba  a  los  párrocos,  a  saber:  "que  cuando  fueran 


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a  alguna  confesión  a  los  campos,  reunieran  a  los  niños  y  a  las  gentes, 
que  siempre  acuden  en  gran  número  cuando  saben  que  el  Si-.  Cura  va 
a  visitarlos,  y  un  ratito  los  mantengan  reunidos  y  les  enseñen  algún 
punto  esencial  de  la  Doctrina". 

Para  la  familia,  fomentó  eficazmente  el  Apostolado  de  la  Oración, 
que  no  es  otra  cosa  más  que  crear  una  falange  de  Apóstoles  seglares  ¡ 
y  los  Celadores  le  daban  cuenta  de  las  necesidades,  abusos  y  peligros 
(pie  podían  discretamente  observar  en  el  seno  de  las  familias,  al  repar- 
tir cada  mes  los  misterios  correspondientes;  él  bacía  a  veces  imprimir 
hojitas  de  propaganda,  instructivas,  morales,  y  no  olvidaba  para  ello 
lo  que  le  habían  recomendado  los  (Viadores  en  sus  observaciones. 

Hasta  para  sus  obras  materiales,  como  construcción  de  iglesias  y 
demás  obras  que  pensaba  emprender,  se  puso  en  el  trabajo  de  formar 
muy  buenos  maestros  albañiles,  que  le  trabajaban,  bajo  sus  órdenes  y 
dirección;  y  esos  pueden  también  con  justicia  llamarse  Apóstoles  se- 
glares para  el  engrandecimiento  moral  y  material  de  sus  parroquias. 

En  fin,  sería  largo  enumerar  todas  las  santas  estratagemas  de  que 
se  valía  el  virtuoso  Cura  de  Timaná  para  atraer,  enseñar  a  sus  fieles 
y  difundir  la  semilla  del  bien,  cumpliendo  con  su  obligación  de  maestro. 

EL  MAESTRO  ENSEÑA  A  SU  COADJUTOR.— Era  por  la  tarde 
del  Domingo  de  Pascua;  repicaban  las  campanas  para  los  Bautismos; 
acababa  yo  de  rezar  el  divino  Oficio  en  la  Sacristía,  cuando  entro  el 
Sr.  Rojas  de  prisa  y  me  dijo:  — Hay  un  mundo  de  bautismos;  éstos  te 
tocan  a  ti.  pero  asistiré  yo  y  te  serviré  de  sacristán,  para  ver  si  sabes 
bautizar  y  si  lo  haces  bien.  Era  la  primera  vez  que  yo  bautizaba,  pues 
había  llegado  a  Timaná  en  vísperas  de  la  Semana  Santa:  y  con  tánto 
trabajo  como  hubo  en  esos  santos  días,  no  había  tenido  tiempo  para 
abrir  el  Ritual. 

.Me  puse  el  roquete  y  la  estola  bicolor  y  nos  fuimos  los  dos  para 
el  Bautisterio:  había  allí  unos  treinta  o  cuarenta  niños  para  bautizar, 
con  una  gritería  «pie  armaban,  que  no  se  oían  ni  las  campanas  de  la 
iglesia,  que  ya  daban  el  último  toque  o  señal  para  los  bautizos. 

El  Sr.  Hojas  los  puso  en  orden  en  una  gran  circunferencia  y  yo 
comencé  por  el  primero ....  quid  petis  <il>  Eccíesia  Deif....  Yo  estaba 
algo  turbado  y  casi  no  sabía  lo  «pie  me  hacía;  tal  era  mi  turbación;  y 
en  medio  de  ella,  y  como  era  la  primera  ve/,  que  me  tocaba  bautizar, 
iba  leyendo  en  voz  alta  en  el  Ritual  la  letra  colorada  explicativa  de 
las  ceremonias  y  la  letra  negra;  entonces,  el  Sr.  Rojas  me  dijo  bajito: 
''Lea  sólo  la  letra  negra";  y  al  decirme  eso.  no  sé  lo  que  me  pasó,  ni 
cómo  me  pasó:  me  turbé  de  tal  manera  «pie  ya  no  veía  ni  las  letras 
coloradas  ni  las  letras  negras,  ni  sabía  lo  «pie  me  bacía:  tal  era  mi 
atolondramiento,  que  iba  ¡u  crescendo  con  la  presencia  allí,  a  mi  lado, 
del  Sr.  Rojas;  y  para  componerlo  mejor,  él  me  dijo:  "Si^a".  y  yo  en  mi 
turbación  y  azoramiento  tremendísimo  que  me  dominaba,  cogí  la  sal. 
pero  no  sabía  dónde  ponérsela  al  niñito  y  se  la  iba  poniendo  en  las 
orejas....  cómo  se  puso  mi  sanio  (Mira!  Pero  fue  un  momento,  til  ictu 
OCtlUj  un  milésimo  de  segundo;  creo  (pie  ni  los  padrinos  se  percibieron: 
reaccionó  el  Sr.  Rojas  inmediatamente  y  con  amabilidad  y  dando  un 
Suspiro,  me  dijo:  "Todo  sea  por  Dios!  Vea,  mi  sumercesita.  déme  el 
roquete  y  la  estola:  bautizaré  yo  y  fíjese  bien  cómo  lo  hago;  después 
en  la  Sacristía  me  dijo:  "Esto  es  una  calamidad!  Debes  estudiar  mucho 
el  Ritual,  porque  si  no.  no  liarás  más  (pie  disparates". 

CORRECCION  A  TIEMPO. — Si  para  con  todos  sus  fieles  era  el 
Sr.  Rojas  un  verdadero  .Maestro,  admirable,  para  su  Coadjutor  era  más 


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admirable  todavía  y  sencillamente  exquisito:  no  perdía  ocasión  para 
instruirme  y  enseñarme.;  en  sus  conversaciones,  en  los  pocos  ratos  de 
recreo  que  teníamos,  durante  las  comidas,  cu  los  mismos  viajes,  se  mos 
traba  siempre  el  maestro  que  no  pierde  ocasión  para  instruir  y  para 
formar  a  su  discípulo;  si  no  lie  salido  más  bueno  y  aprovechado,  él  no 
tiene  seguramente  la  culpa,  ni  por  falta  de  avisos  e  instrucciones  ade- 
cuadas. 

Pero  quiero  hacer  resaltar  en  este  aparte  de  mi  escrito,  que  el 
Sr.  Hojas  tenía  una  láctica  y  un  modo  de  corregir  los  defectos,  que 
al  mismo  tiempo  que  corregía,  agradaba  y  quedaba  el  discípulo  cada 
vez  más  encantado  de  su  maestro;  sabía  corregir  a  tiempo;  y  dondequie- 
ra que  veía  algún  defectillo,  lo  hacía  notar;  y  ya  de  un  modo,  ya  de 
otro,  pero  siempre  eficaz;  y  de  una  manera  insensible  y  hasta  agrada- 
ble, inyectaba  una  buena  dosis  de  corrección  donde  él  la  creía  necesaria.. 
Para  comprobar  esto,  voy  a  citar  sólo  tres  casos  de  los  muchos  que 
conmigo  usó,  de  esta  agradable  manera  de  corregir  a  su  Coadjutor. 

Primer  caso:  "El  porvenir  duerme  en  la  cuna". —  Hacía  él  un  re- 
tiro a  las  Hijas  de  María  en  Timaná  y  me  encargó  que  les  hiciera  una 
platiquita  ;  lo  hice  con  el  mayor  gusto;  siempre  me  ha  gustado  el  hacer 
pláticas;  es,  por  decirlo  así,  mi  especialidad;  para  comenzar  les  dije 
una  frasecita,  muy  bonita,  que  yo  me  había  leído,  no  me  acuerdo  dónde 
y  que  se  me  había  quedado;  les  dije,  muy  orondo:  El  porvenir  duerme 
en  la  cuna,  mis  queridas  niñas,  como  para  indicarles  a  las  Hijas  de 
María  que  debían  ser  virtuosas  desde  el  principio  de  su  vida  y  seguir 
siéndolo,  porque  el  porvenir  dependía  del  presente  y  generalmente  es 
reflejo  de  él.  El  Sr.  Rojas  oyó  mi  plática,  y  entre  jocoso  y  serio  me 
dijo  en  la  casa  cura! :  "Se  conoce  que  a  ti  te  gustan  las  frasecitas 
bonitas,  eh?  Como  la  que  les  has  soltado  esta  tarde  en  tu  plática  a  las 
Hijas  de  María;  conque  el  porvenir  duerme  en  la  cuna,  eh?"  V  lo  repitió 
tres  o  cuatro  veces,  con  cierta  sorna,  que  me  dio  a  entender  (pie  esa 
mi  frasecita  se  le  había  atravesado  en  la  garganta  y  (pie  no  me  la 
dejaría  pasar;  conque,  continuó,  el  porvenir  duerme  en  la  cuna,  eh?.  .  .  . 
Pues  te  digo  que  por  esc  camino,  por  lo  menos  aquí,  vas  a  un  desastre; 
no  ves,  hombre,  que  esas  Hijas  de  María  no  te  han  entendido?  Y  les 
has  metido  un  lío  en  la  cabeza?  Y  en  toda  tu  plática,  ya  no  han  oído 
nada  más  que  porvenir,  dormir  y  cuna?  PerO.de  provecho  práctico,  nada, 
nada  y  nada  :  corrígete,  hombre ;  pocas  literaturas  aquí  en  estos  pue- 
blos;  déjalas  para  cuando  seas  canónigo;  aquí  vé  siempre  al  grano, 
palabras  y  bien  inteligibles;  y  todo  clarito,  clarito;  y  si  no  lo  haces 
así,  tú  serás  el  (pie  dormirás  siempre  en  la  cuna. 

Segundo  caso:  "Venerable  maestro  Fray  Juan  de  Avila". — Un 
día  de  fiesta  hubo  muchísimo  trabajo  para  los  dos;  al  otro  día  me  le- 
vanté algo  tarde,  porque  estaba  muy  cansado  y  falto  de  sueño;  fui  a 
celebrar  como  per  brevis  et  breve:  un  minuto  a  lo  más,  en  la  acción 
de  gracias,  que  él  tánto  me  había  recomendado;  y  me  salí  para  la  casa 
cural  a  desayunarme.  El  Sr.  Rojas  se  quedó  confesando;  apenas  me 
había  sentado,  cuando  lo  vi  delante  de  mí  en  el  comedor,  como  sonriente 
y  medio  alegre,  que  me  decía:  — Qué  tal,  mi  amito,  siente  alivio?.... 
No  adivinarías  nunca  un  pensamiento  que  he  tenido  ahora.  — Usted  dirá, 
le  contesté.  — Pues  he  tenido  intención,  al  verte  salir  de  la  iglesia,  de 
imitar  al  Venerable  Maestro  Fray  Juan  de  Avila,  quien  una  vez  en  Se- 
villa, viendo  que  un  Sacerdote  después  ele  celebrar  la  santa  misa,  no  hizo 
su  acción  de  gracias  debida,  salió  del  confesonario  donde  él  estaba 
confesando,  cogió  las  dos  velas,  aún  encendidas  en  el  Altar,  y  así  lo 
acompañó  hasta  su  casa,  como  quien  acompaña  el  Viático,  diciéndole: 


—  99  — 


"Trátelo  mejor,  que  es  hijo  de  un  buen  Padre".  V  dirigiéndose  a  mí 
un  poco  serio,  añadió:  — -No,  mi  amigo:  no  deje  usted  nunca  su  acción 
de  gracias  después  de  celebrar,  por  lo  menos  durante  un  cuarto  de 
hora;  prefiero  que  trabaje  menos,  pero  ante  todo,  la  piedad  sacerdotal, 
capisne?  Y  se  echó  a  reír;  pero  el  Maestro  va  bahía  dado  su  lección  y 
corrección  bien  merecida  a  su  Coadjutor. 

Tercer  caso:  El  sancocho  de  la  chata. — Tenía  de  sirvienta  en  Gua- 
dalupe una  viejísima  abuela,  a  la  que  desde  tiempo  inmemorial  todo 
el  pueblo  conocía  y  la  llamaban  La  Chata,  porque  había  que  ponerse 
los  anteojos  para  ver  que  tenía  nariz:  por  añadidura  era  sorda  como 
una  tapia;  no  oía  absolutamente  nada;  había  que.  hablarle  por  señas: 
el  Sr.  Rojas  era  ya  algo  diestro  en  esa  clase  de  mímica  y  de  lenguaje ; 
pero  yo  al  principio,  pobre  de  mi,  cuando  iba  solo  a  Guadalupe,  todo 

el  camino  lo  pasaba  estudiando  mí- 
mica, y  aún  así,  pasaba  las  de  Caín, 
y  era  la  Chata  como  un  jeroglífi- 
co ;  un  día  le  pedí  agua  tibia  para 
afeitarme  y  me  trajo  un  plato  con 
un  pedazo  de  carne  asada  y  pláta- 
no maduro;  otro  día  le  pedí  un  pa- 
lo de  leña  para  trancar  una  puer- 
ta, y  me  respondió  que  no  habían 
puesto  las  gallinas;  era  cosa  de 
reírse  de  veras:  algunos  de  mis  lee- 
lores  y  oyentes,  (pie  a  buen  seguro 
se  habrán  leído  su  poquito  ahora, 
la  conocieron  personalmente  y  has- 
ta tal  vez  comieron  en  la  casa  cu- 
ra! de  Guadalupe  aquellos  sabrosí- 
simos motes  de  maíz,  de  los  (pie  la 
Chata  era  maestra  consumada:  qué 
sabrosos  eran  esos  motecitos  de 
maíz!  Cuánto  diera  yo  ahora  por 
tenerlos  y  comerlos  aquí  o  en  Gua- 
dalupe mismo!  Fue  la  pobre  Chala 
a  morir  a  Timaná:  era  gran  admi- 
radora de  las  virtudes  del  Sr.  Ho- 
jas, ¡i  quien  estimaba  con  verdade- 
ra veneración;  siempre  le  oí  decir: 
101  Dr.  lío) ¡tas  es  un  santo!  Oh! 
ahuelita  Chata!  Cuando  yo  me 
muera,  te  he  de  ver  en  el  cielo,  en 
el  coro  de  los  Profetas! 
Pues  bien:  estábamos  el  Sr.  Rojas  y  yo  en  Guadalupe,  con  motivo 
de  una  gran  función  de  iglesia,  que  él  había  organizado;  nos  sirvió  la 
Chata  el  sancocho  en  el  almuerzo:  el  Sr.  Rojas  lo  probó  y  apartó  el 
plato:  yo  lo  comía,  poco  a  poco:  y  él,  volviéndose  hacia  mí  y  riéndose, 
me  dijo:  — Qué  tal  el  sancochito?  Yo  le  contesté:  — No  esta  mal,  pero 
se  conoce  (pie  lo  han  traído  de  Zipaquirá,  porque  está  algo  salado, 
muy  salado,  más  que  un  andaluz  o  un  anlioqueño  de  .Marinilla.  Nos 
icímos  los  dos  soberanamente;  lo  volvimos  broma  y  le  perdonamos  a 
la  Chata,  sin  decirle  nada,  ese  eclipse  que  tino  en  su  arte  culinario. 

Pero  ahora  viene  lo  mejor,  que  es  el  objeto  y  el  fin  que  me  he  pro- 
puesto en  este  aparte  de  mi  escrito:  y  es  el  demostrar  que  el  Sr.  Rojas 


MONSEÑOR  ROJAS  EN  SU  DESPACHO.  LA 
TAREA  EN  QUE  AQUI  LE  VEMOS  FUE  SOS- 
TENIDA  EN  TODA  SU  VIDA  DE  PARROCO 
Y  DE  OBISPO.  EN  50  AÑOS  DE  ACTIVO 
APOSTOLADO. 


—  100  — 


aprovechaba  todas  las  ocasiones  que  se  le  presentaban  para  corregir  a 
todos,  y  muy  en  particular  a  su  Coadjutor,  pero  de  tal  manera  que  no 
ofendía  sino  qué  cautivaba  y  atraía  a  todos. 

— Qué  tal  el  sancochito?  me  preguntó.  — Muy  salado  y  saladísimo, 
le  contesté  yo.  — Pues  ahí  verás,  mi  amito,  repuso  él  prontamente;  esto 
te  enseñará  que  un  poco  de  sal  en  la  comida,  es  buena:  pero  mucha 
sal,  hostiga  y  repugna,  eapisne?  Eso  lo  decía  para  ver  si  yo  me  corregía 
un  poco  «le  csc  carácter  bromista  y  guasón  «pie  yo  tenía  y  casi  me  domi- 
naba ;  y  confieso  (pie  algo  me  enmendé;  pero  mi  santo  cura  aprovechó 
la  ocasión  del  sancocho  que  nos  sirvió  la  Chata,  muy  salado,  para  darme 
una  lección  como  buen  Maestro,  inoculándome  una  inyección  de  seriedad 
y  de  virtud,  de  una  manera  risueña  y  agradable;  es  una  corrección  así,* 
como  esas  pildoras  que  se  loman  envueltas  en  una  capa  de  azúcar:  son 
agradabilísimas,  pero  hacen  su  efecto,  que  era  lo  que  se  pretendía. 

OBRAS  MATERIALES. — En  pie  están  y  a  la  vista  de  todos  las 
obras  materiales,  a  las  que  el  Sr.  Rojas  prestó  su  atención  y  dedicó  una 
parte  de  sus  actividades  parroquiales,  porque  era  una  potencia  de  pri- 
mer orden  y  tenía  en  su  alma  almacenadas  grandes  energías  y  le  so- 
braban alientos  para  todo;  era  inagotable;  y  le  oí  decir  con  gracia  alguna 
que  otra  vez,  (pie  en  el  ministerio  parroquial  le  había  tocado  no  sólo 
confesar  y  predicar,  sino  también  hacer  de  arquitecto,  maestro  albañil 
y  hasta  de  peón,  pero  que  tratándose  de  la  casa  de  Dios  y  de  la  salva- 
ción de  las  almas,  todo  lo  hacía  con  gusto  y  con  agrado:  y  (pie  él  consi 
deraba  esto  de  construir  iglesias  capaces,  nuevas  y  decentes,  como  una 
especie  de  Apostolado,  muy  propio  y  a  veces  necesario  en  el  párroco. 

Es  este  el  lugar  apropiado  para  dejar  constancia  de  las  obras  ma- 
teriales que  emprendió  el  Sr.  Rojas ;  son  éstas : 

En  Ti  mana  comenzó  desde  sus  cimientos  y  dejó  bien  adelantada 
una  grandiosa  iglesia  de  grandes  dimensiones,  como  convenía  a  su  nu- 
meroso vecindario:  esa  iglesia  es  rigurosamente  arquitectónica  y  bien 
podría  compararse,  con  ventaja,  a  algunas  iglesias  de  la  misma  capital 
de  la  República ;  es  una  verdadera  Catedral ;  baste  decir  que  uua  vez 
terminada  y  techada  la  Sacristía,  colocó  en  ella  provisionalmente  a  las 
Hermanas  de  la  Presentación,  para  que  allí  pusieran,  como  así  lo  hicie- 
ron, un  colegio  de  niñas  internas  y  externas;  calcúlense  por  ese  dato  las 
dimensiones  de  esa  obra  ;  y  qué  elegancia  de  construcción  descuella  en 
toda  ella  ! 

En  Guadalupe  también  comenzó  y  dejó  bien  adelantada  una  her- 
mosísima iglesia  nueva,  de  riguroso  estilo  y  aunque  no  de  las  propor- 
ciones de  la  de  Timaná,  porque  el  pueblo  es  más  pequeño;  es  de  tres 
naves  y  muy  capaz  y  cómoda  para  el  vecindario;  también  podría  hacer 
honor  a  la  misma  capital  de  la  República  ;  y  puede  muy  bien  conside- 
rarse, si  no  la  mejor,  de  las  mejores  del  antiguo  Departamento  del 
Tolima. 

En  La  Jagua  y  Elias  emprendió  y  dejó  acabadas  la  reforma  y  re- 
construcción de  sus  respectivas  iglesias  parroquiales,  y  a  la  vista  están : 
quedaron  magníficas  y  sus  habitantes  contentísimos. 

En  el  Naranjal  proyectó  y  comenzó,  hasta  dejarla  bien  adelantada, 
una  iglesia  bien  original,  pero  de  gran  sentido  místico  y  moral,  como 
ya  lo  dije  en  este  mismo  escrito  en  su  lugar  correspondiente;  era  de 
forma  completamente  redonda  ;  y  dijo  él  mismo  repetidas  veces  que  era 
una  copia,  en  pequeño  de  una  iglesia  de  Roma. 

El  Colegio  de  Elias  fue  también  obra  predilecta  suya,  a  la  que 
consagró  todo  su  cariño,  todo  su  entusiasmo  y  hasta  creo  que  todos  o 


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gran  parte  de  sus  recursos;  amaba  esa  su  obra  como  la  niña  de  sus 
ojos,  por  el  fin  a  que  la  tenía  destinada  ;  a  La  vista  están  los  frutos 
que  ha  dado  esta  concepción  previsora  del  Sr.  Hojas:  fue  por  largos 
años  el  Seminario  menor  de  la  Diócesis  y  un  semillero  fecundísimo  de 
educación  cristiana. 

Por  supuesto  (pie  en  todas  esas  sus  empresas  de  construir  iglesias 
nuevas.  Colegios  y  demás,  tuvo  muchísimos  contratiempos,  disgustos, 
sinsabores  y  hasta  críticas  acerbas  y  dolorosas.  de  personas  de  toda 
clase,  que  no  lo  alcanzaban  a  comprender,  ni  a  él,  ni  a  sus  planes  y 
proyectos,  e  incapaces  de  medir  el  alcance  de  sus  pensamientos;  pero 
el  Sr.  Rojas  tenía  un  alma  de  acero,  forjada  en  su  comunicación  cou 
Dios  y  en  la  rectitud  de  su  intención;  y  así,  cuando  perseguía  algún  fin, 
no  le  arredraba  nada  y  lo  superaba  todo,  hasta  a  sí  misino:  era  un  va- 
liente y  un  genio  emprendedor  y  decidido,  que  confiaba  en  Dios  más 
que  en  los  hombres :  el  tiempo  le  ha  dado  la  razón :  ha  triunfado,  y  la 
historia  y  la  posteridad  agradecida  le  harán  justicia. 

Voy  a  detenerme  un  poco  aquí,  aun  corriendo  el  riesgo  de  acabar 
con  la  paciencia  de  mis  amables  y  caritativos  lectores,  para  explicar 
la  manera  como  el  Sr.  Hojas  tenía  (pie  dirigir  y  arbitrar  recursos  para  sus 
múltiples  trabajos,  en  casi  todos  los  pueblos  (pie  estaban  a  su  cargo; 
porque  todas  sus  empresas  representan  un  esfuerzo  muy  grande  de  una 
parle  y  un  gran  capital  empleado  en  ellas.  Veamos  cómo  lo  hacía,  para 
estímulo  y  provechosa  lección  de  todos. 

Primero,  predicaba  con  insistencia  al  pueblo,  por  algún  tiempo, 
sobre  la  necesidad  ingenie  que  había  de  acometer  la  obra  de  la  cons- 
trucción de  una  buena  iglesia  capaz  y  decente;  pues  las  iglesias  (pie  él 
encontró  eran  en  su  mayor  parte  bien  deficientes  y  a  lo  antiguo;  recal- 
caba una  y  otra  vez  sobre  la  obligación  (pie  tenían  todos,  asolutamente 
todos,  y  subrayaba  esa  palabra,  de  ayudar  con  empeño  a  la  obra,  tpie 
era  para  Dios,  para  la  Iglesia  y  para  su  pueblo;  lo  primero  (pie  hay 
(pie  hacer  en  una  parroquia  es  interesar  en  la  ejecución  de  la  obra  a 
todos  los  vecinos;  él  no  estaba  de  acuerdo  ni  asentía  a  la  idea  (pie  tienen 
algunos  de  (pie  la  iglesia  de  un  pueblo  tienen  que  hacerla  sólo  cuatro 
ricos;  a  veces  sucede,  decía,  (pie  los  ricos  son  los  que  menos  y  con  menos 
voluntad  dan  y  ayudan:  hay  (pie  interesar  a  lodos  y  a  todo  el  pueblo, 
repetía,  y  asi  no  hay  fracaso  posible,  si  el  pueblo  entra  de  lleno  y  con 
entusiasmo  al  trabajo:  sobre  todo  si  el  Cura  procura,  ya  de  un  modo, 
va  de  otro  y  valiéndose  de  todas  las  ocasiones,  que  frecuentemente  se  le 
presentan,  sustentar  y  como  alimentar  el  luego  sagrado  del  entusiasmo 
y  recta  intención. 

Es  natural,  como  fácilmente  se  comprenderá,  dada  la  extensión  y 
multiplicidad  de  sus  trabajos,  «pie  el  Sr.  Hojas  tenía  (pie  trabajar  mu- 
chísimo; y  verdaderamente  asi  lo  hacía,  trabajando  con  ahinco,  con 
decidido  empeño  y  como  poniendo  a  prueba  toda  la  fuerza  de  su  inte- 
ligencia y  su  robusto  brazo;  porque  él  era  para  todo,  la  cabeza  (pie  pen- 
saba, el  Gerente  que  dirigía,  el  Arquitecto  (pie  proyectaba,  el  provee- 
dor de  fondos:  en  fin.  venía  a  ser  como  el  motor,  (pie  ponía  en  movi- 
miento y  alimentaba  y  sostenía  todas  sus  obras  en  proyecto  y  en  cons- 
trucción: y  así  tenía  (pie  poner  en  juego  constante  toda  sus  actividades 
y  recursos  de  todo  género. 

Sobre  el  terreno,  él  misino  hacia  los  trazos  y  comenzaba  los  ci- 
mientos y  ponía  a  sus  maestricos.  como  él  los  llamaba,  a  trabajar  la 
obra;  él  los  vigilaba  y  los  dirigía:  y  a  veces  tenía  necesidad  de  robar 
al  sueño  el  tiempo  que  le  faltaba  para  estudiar  los  planos  de  sus  múl- 
tiples obras:  y  cuando  tenía  alguna  duda,  se  iba  para  Garzón  a  con- 


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sultar  ;i  Dn.  Guillermo  Varney,  director  de  la  iglesia  en  construcción 
de  Garzón;  también  consultaba  con  el  amigo  Noemí  Vargas;  y  basta 
alguna  vez  tuvo  que  ir  ¡i  Bogotá  con  el  misino  objeto,  pues  en  Bogotá  era 
donde  le  hacían  los  planos  para  sus  obras. 

Y  aquí  viene  lo  más  difícil  y  peliagudo:  la  provisión  de  fondos  y 
i-eciiisos  en  cada  pueblo  para  sostener  el  trabajo,  y  que  no  se  parali- 
zara la  obra:  no  le  faltaban  limosnas,  donativos  y  dádivas  de  personas 
buenas  que  lo  secundaban  y  ayudaban  decididamente;  pero  de  donde 
mejor  y  con  más  abundancia  se  proveía  de  fondos,  era  de  una  contri- 
bución trimestral  que  estableció  obligatoria  para  todos  los  vecinos,  en 
la  que  cada  uno  se  obligaba  a  dar  voluntariamente  una  cantidad,  por 
pequeña  que  fuera,  pero  constante,  cada  tres  meses,  para  la  obra  en 
construcción,  de  su  propio  pueblo;  y  unos  daban  diez  centavos,  otros 
veinte  y  otros  hasta  cincuenta  y  aun  más  centavos;  y  eso,  unido  a  las 
demás  limosnas,  sostenía  los  trabajos  de  la  obra  con  relativa  facilidad 
y  descanso;  aunque  no  desdeñaba  ni  despreciaba  las  rifas,  bazares,  fun- 
ciones teatrales  y  cosas  por  este  estilo,  no  era  muy  amigo  de  ellas,  ni 
mucho  menos  su  iniciador;  y  decía  que  la  iglesia  necesita  y  acepta  con 
gusto  y  Dios  la  premia,  la  buena  voluntad;  y  que  no  necesitaba  de  an- 
zuelos, ni  titiriteros;  y  de  ese  modo  y  con  su  celo  constante  y  activo, 
hizo  lo  que  hizo  y  lo  que  todos  admiramos. 

Para  los  trabajos  materiales,  como  acarreo  de  materiales  y  peones 
de  mano,  para  la  obra,  tenía  el  pueblo  organizado  en  cuadrillas,  con 
un  jefe  o  capitán  de  cuadrilla  a  la  cabeza  ;  esas  cuadrillas  se  componían 
de  seis  hombres,  los  cuales  voluntariamente  se  obligaban  a  trabajar 
gratis  en  la  obra  en  construcción  en  su  respectivo  pueblo,  uno  o  dos 
días  cada  tres  meses;  además,  para  el  acarreo  de  leña  para  los  hornos 
de  quemar  cal  y  ladrillo,  organizaba  de  vez  en  cuando  esos  tan  sabro- 
sos convites  (pie  tánto  agradaban  a  la  gente  y  a  los  que  concurría  la 
mayoría  del  vecindario  y  eran  como  unas  verdaderas  y  santas  fiestas 
populares;  la  gente  los  deseaba  y  vivían  preguntando  que  cuándo  habría 
convite  general;  cuando  los  maestros  necesitaban  agua,  se  tocaban  las 
campanas  y  las  mujeres  salían  de  sus  casas  con  la  tinaja  en  la  cabeza, 
y  como  las  hormigas,  se  iban  para  el  río  y  aprovisionaban  la  obra  de 
agua  para  los  trabajos,  para  bastante  tiempo;  y  eso  lo  hacían  gustosas 
y  de  buena  gana,  porque  así  ayudaban  a  la  obra  de  la  iglesia  nueva  de 
su  pueblo.  De  esa  manera  las  obras  marchaban  a  las  mil  maravillas  y 
salían  relativamente  económicas;  si  se  hubiera,  tenido  que  hacerlo  todo 
pagando  jornales,  las  obras  habrían  salido  costosísimas  y  el  pueblo  no 
habría  podido  sufragar  los  gastos  que  demandaban;  ese  admirable  mé- 
todo del  Sr.  Hojas  dio  excelentes  resultados. 

Y  para  cerrar  con  broche  de  oro  y  marcar  con  una  piedra  blanca 
este  aparte  de  mi  escrito,  que  ya  va.  un  poco  largo,  me  es  gratísimo  el 
consignar  aquí,  y  hago  notar  con  íntima  satisfacción  y  santo  orgullo, 
(pie  era  tal  la  fuerza  de  voluntad  de  nuestro  incomparable  Sr.  Kojas  y 
la  atracción  poderosísima  que  derramaba  en  pos  .de  sí,  que  comuni- 
caba su  fe  y  su  entusiasmo  a  los  demás  y  a  todos  los  que  le  rodeaban; 
y  la  fuerza  del  buen  ejemplo  perdura  y  ojalá  perdure  siempre,  no  sólo 
entre  los  fieles,  sino  mayor  y  con  más  razón  entre  todos  sus  Sacerdotes ; 
y  la  prueba  de  que  sí  perdura,  es  que  todos  los  Sacerdotes  que  lo  cono- 
cieron y  trataron,  todos  a  cual  más,  procuran  imitarlo,  no  sólo  en  sus 
virtudes,  sino  en  esa  su  prodigiosa  actividad;  y  vemos  y  ve  todo  el 
mundo  cómo  una  ola  de  progreso  espiritual  y  aun  material  invade  todos 
los  pueblos  y  parroquias  del  antiguo  Tolima ;  y  se  construyen  iglesias, 
casas  cúrales,  cementerios,  escuelas,  hospitales  y  demás  obras  de  acción 


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social  y  de  Apostolado  Sacerdotal;  hay  para  bendecir  a  Dios;  es  la 
fuerza  que  supo  imprimir  el  Sr.  Rojas  y  que  aún  perdura  en  todos  sus 
Sacerdotes,  que  se  afanan  con  santa  emulación  para  imitar  a  su  Maestro: 
es  el  carácter  de  verdadero  Apóstol,  que  supo  dar  a  su  santa  vida,  y  que 
transmitió  como  preciada  herencia  a  todo  su  clero;  es  el  trabajo  apos- 
tólico del  cura  piadoso,  celoso  y  batallador,  que  quiere  hacer  producir 
el  cieuto  por  uno  en  la  heredad  que  le  ha  tocado  cultivar :  Bendito  sea 
Dios  siempre  y  para  -siempre:  repitamos  con  fervor  la  doxología  favo- 
rita del  Apóstol  del  Tolima. 

ACCION  SOCIAL. — En  tiempos  del  Sr.  Rojas  no  se  hablaba  tanto 
como  ahora  de  Acción  Social,  ni  la  misma  Iglesia  urgía  tanto  sobre 
este  tema,  hoy  día  tan  importante  y  absolutamente  necesario;  los  tiem- 
pos han  cambiado  y  se  nos  ha  venido  encima  un  alud  inesperado  y  ava- 
sallador: la  cuestión  obrera,  que  ha  colocado  al  muudo  en  una  pendiente 
peligrosísima  y  resbaladiza,  (pie  a  un  descuido,  puede  conducirnos  a  un 
abismo  y  al  naufragio  de  la  civilización  cristiana ;  por  eso  la  Iglesia, 
atenta  siempre  a  su  divina  misión,  así  como  en  otros  tiempos  combatió 
las  herejías  y  los  errores  de  cada  época,  ahora  sin  descuidar  esto,  se 
ocupa  con  insistencia  en  la  cuestión  obrera:  el  mismo  Papa  actual  ha 
dicho:  "Este  siglo  puede  con  verdad  llamarse  el  siglo  de  los  obreros". 
La  Iglesia  no  puede  cruzarse  de  brazos  ante  esa  nueva  faz  que  presenta 
la  época  actual  del  mundo  en  nuestros  días;  y  recomienda  una  y  otra 
vez  la  Acción  Social  Católica. 

Conocía  el  Sr.  Rojas  la  Acción  Social  Católica?....  Trabajó  en 
sus  parroquias  para  ella?. .  . .  Se  preocupó  de  los  obreros  y  de  los  cam- 
pesinos, atendiendo  a  sus  necesidades  corporales  y  espirituales? 

Voy  a  contestar  a  estas  preguntas,  poniendo  delante  un  ejemplo  o 
espejo,  casi  de  nuestros  días:  en  un  rincón  de  la  Francia  sensual,  atea 
y  revolucionaria,  un  santo  Cura,  el  Cura  de  Ais,  puede  muy  bien  pre- 
sentarse como  modelo  de  acción  social  entre  los  Curas  párrocos;  era 
bien  poco  instruido,  de  figura  poco  atrayente.  era  como  despectiva- 
mente dice  el  vulgo,  un  pobre  hombre  y  un  hombre  pobre,  casi  un  infe- 
liz; pero  era  un  Santo  párroco;  y  en  pocos  años  reformó  su  humilde 
parroquia,  transformándola  por  completo;  y  los  vicios,  la  indiferencia 
y  las  supersticiones  de  sus  rieles,  los  convirtió  en  virtudes  cristianas  y 
en  paz  social,  doméstica,  material  y  espiritual;  puede  decirse  con  ver- 
dad, ante  esos  hechos  palpables  y  recientes,  que  el  Santo  Cura  de  Ais 
no  se  ocupó  en  la  Acción  Social  Católica?  Qu  hablen  los  hechos  y  sus 
obras  y  a  la  vista  de  ellos  no  habrá  quien  se  atreva  a  negarlo;  esto 
prueba  hasta  la  evidencia  que  un  buen  Cura  párroco  es  la  mejor  Acción 
Social  de  un  pueblo,  porque  encierra  en  sí  y  contiene  todas  las  diversas 
manifestaciones  de  una  frustuosa  Acción  Social:  no  hay,  ni  puede  haber, 
pueblo  malo  para  un  Cura  bueno. 

Trabajó  el  Sr.  Rojas  en  sus  parroquias  por  la  Acción  Social?  Hasta 
con  lo  que  yo  he  escrito  y  se  podría  escribir  mucho  más,  para  contestar 
favorablemente  esta  pregunta  ;  cuando  recién  ordenado  llegó  a  los  pue- 
blos del  Sur  del  Tolima  confiados  a  su  cuidado,  los  encontró,  aunque  de 
geute  buena  y  cristiana,  resentidos  marcadamente  de  los  defectos  de 
una  generación  que  agonizaba.  Xo  había  herejes,  ni  incrédulos,  pero  sí 
muchas  necesidades  corporales  y  espirituales  a  (pié  atender ;  de  lo  bueno 
que  habían  aprendido  se  les  había  olvidado  mucho,  sobre  todo  en  mate- 
ria religiosa,  y  muchos  tocaban  va  a  las  puertas  del  vicio. 

El  Sr.  Rojas  se  dio  muy  pronto  cuenta  de  la  situación;  y  como  el 
Santo  Cura  de  Ais.  se  preparó  con  la  penitencia  y  la  oración:  y  espar- 


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riendo  ;i  todo  su  alrededor  el  buen  olor  de  d  isto  entre  sus  amados 
lides,  uniendo  con  su  ejemplo,  con  La  palabra  y  La  acción,  comenzó  a 
trabajar  y  abrir  campaña  contra  esas  Lepras  sociales  y  morales  de  la 
ignorancia  religiosa,  del  vicio  de  La  embriaguez  que  lo  envenena  todo, 
a  las  supersticiones  en  aquel  entonces  tan  en  boga ;  a  La  profanación 
de  los  dias  festivos  y  de  los  demás  vicios  y  malas  costumbres  que  pei- 
naban entre  sus  fieles,  aun  a  veces  entre  personas  buenas  y  sencillas, 
que  de  buena  fe  y  como  por  rutina  se  dejaban  Llevar  a  su  perdición. 

Xo  se  contentó  con  eso:  estableció  Legiones  de  catequistas  para  que 
le  ayudaran  en  todos  los  pueblos  a  hacer  Erente  a  la  ignorancia  reli- 
giosa; fundó  con  el  mismo  fin  y  para  promover  la  piedad  y  frecuencia 
de  Sacramentos,  numerosas  Asociaciones  piadosas;  formó  juventudes 
cristianas  y  fervorosas,  para  que  dieran  ejemplo  público  con  su  buen 
vivir;  fundó  y  mantuvo,  hasta  con  sus  propios  recursos,  numerosos  Hos- 
pitales para  los  pobres  y  desvalidos;  estableció  las  Conferencias  de  San 
Vicente  de  Paúl,  que  tanto  bien  hacen  en  la  Beneficencia;  y  en  fin,  en 
toda  su  vida  dio  muestras  de  que  no  olvidaba  el  divino  precepto  de 
"amar  al  prójimo  como  a  sí  mismo*' :  bien  puede  decirse  sin  faltar  a  la 
verdad,  que  amó  a  su  prójimo  más  que  a  sí  mismo. 

Si  a  esto  agregamos  que  no  se  contentó  con  atacar  y  destruir  vicios 
y  pecados,  sino  que  se  preocupó  también  por  sembrar  buena  semilla  y 
cuidar  de  ella  con  esmero  para  cosechar  frutos  de  santificación  y  de 
santidad,  bien  podemos  afirmar  que  el  Sr.  Rojas  fue  un  buen  operario 
de  la  Acción  Social,  y  que  bajo  su  influencia  transformadora  y  vence- 
dora, cosechó  abundantemente,  y  aún  hoy  se  conocen  sus  frutos:  venció 
y  triunfó;  Renovare  Omitid  ¡ii  Christo,  fue  su  lema  y  su  programa  pa- 
rroquial; y  trajo  para  sus  pueblos  y  para  sus  fieles  "la  Paz  de  Cristo, 
en  el  Reino  de  Cristo" :  son  palabras  de  l'ío  X  y  el  desiderátum  de  la 
Acción  Social. 

APOSTOL  DEL  TOLIMA.— Una  ola  de  veneración  y  respeto  ro- 
deaba por  todas  partes  al  Sr.  Rojas:  todos  a  una  decían  que  era  un 
párroco  modelo  y  un  Santo  Cura  ;  no  se  equivocaban  ;  por  su  virtuosí- 
sima vida,  por  su  manera  amable  y  a  trayente  de  tratar  a  todas  las  per- 
sonas sin  excepción  y  por  la  intención  recta  y  divina  (pie  él  demostraba 
tener  en  todas  sus  acciones  y  trabajos  que  emprendía,  era  tal  el  ascen- 
diente que  tenía  y  brillaba  en  su  persona,  que  todos  lo  respetaban,  vene- 
raban y  obedecían;  aun  por  parte  de  aquellas  personas  que  vivían  ale- 
jadas algún  tanto  de  la  Iglesia,  recibió  muchísimas  veces  muestras  de 
aprobación  a  su  actuación  de  párroco  y  de  aprecio  y  simpatía,  ayudán- 
dole, con  manifiesta  voluntad,  en  sus  iglesias  y  empresas;  basta  (pie 
fuera  del  Dr.  Rojas  alguna  iniciativa,  todos  ayudaban  con  gusto,  con- 
vencidos de  que  él  no  se  proponía  sino  algún  bien  para  su  pueblo;  la 
confianza  que  le  tenían  era  absoluta  y  sin  reservas:  tal  era  el  ascen- 
diente de  su  virtud  y  de  su  vida. 

El  pueblo  bien  pronto  comenzó  a  llamarlo  Apóstol  del  Tolima  ;  su 
nombre  era  sinónimo  de  virtud,  austeridad  de  vida  y  actividad  inimi- 
table, casi  milagrosa;  se  portaba,  tanto  en  su  vida  privada  como  en  su 
vida  pública,  como  un  verdadero  Apóstol ;  y  el  pueblo  lo  consagró  con 
ese  liermoso  nombre,  que  es  la  mayor  honra  a  que  puede  y  debe  aspirar 
un  Santo  párroco. 

Fue  un  verdadero  Sacerdote,  según  el  corazón  de  Dios ;  fue  un  mi- 
nistro de  Jesucristo  que  se  sacrificó  para  el  bien  de  sus  fieles;  y  fue 
un  trabajador  incansable  y  triunfador ;  llegó  a  la  cumbre ;  por  eso  las 


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gentes  y  los  pueblos,  en  unánime  plebiscito,  lo  proclamaron :  Apóstol  <l<l 
Tolima. 

FORMO  EPOCA. — Epoca  de  santidad  y  de  resurgimiento  religio- 
so, época  de  fervor  espiritual,  época  de  santo  entusiasmo  para  el  bien, 
época  de  verdadera  regeneración  ;  una  especie  de  edad  de  oro  y  de  nota 
bilísimos  progresos  de  todo  orden,  material  y  espiritual;  a  la  vista 
están  todavía  sus  efectos  e  influencia:  y  el  espíritu  poderoso  y  santo 
del  Sr.  Rojas  vive  aún  hoy  día  y  continúa  felizmente  la  época  gloriosa 
de  la  que  él  fue  dignísimo  fundador:  continuando  bajo  la  dirección  de 
los  dignísimos  Prelados,  apoyados  eficazmente  por  su  virtuoso  clero, 
que  no  sabe  retroceder  ante  el  trabajo  y  el  sacrificio. 

El  célebre  Jesuíta,  Rdo.  P.  España,  quien  murió  heroicamente  atra- 
vesado por  una  bala  en  los  campos  de  batalla,  auxiliando  a  los  heridos, 
vino  al  Sur  del  Tolima  llamado  por  el  Sr.  Rojas  a  dar  unas  misiones 
a  sus  pueblos:  el  P.  España,  que  personalmente  conoció  el  proceder  del 
Sr.  Rojas  y  sus  trabajos  en  el  ministerio,  hizo  un  caluroso  elogio  de  esta 
región;  y  dijo  que  con  la  actuación  ministerial  del  Dr.  Rojas  se  iniciaba 
una  época  de  regeneración  espiritual  y  de  prosperidad  material:  no  se 
equivocó. 

Más  tarde  vinieron  también  a  dar  unas  misiones  los  RR.  PP.  Qui- 
jauo.  Manzano  y  otro  cuyo  nombre  no  recuerdo  ahora,  y  afirmaron  lo 
mismo  que  el  P.  España  :  varias  veces  lo  oí  yo  mismo  personalmente, 
añadiendo  que  el  Tolima  podía  considerarse  muy  afortunado  ¡il  contar 
entre  sus  hijos  y  entre  sus  párrocos  un  verdadero  Apóstol. 

Dn.  Calixto  Leiva,  caballero  sin  taclia  de  Xeiva  y  Tan  fervoroso 
católico,  (pie  tanto  (pieria  y  admiraba  al  Sr.  Hojas  y  que  tanto  le  ayudó 
en  los  comienzos  de  la  nueva  Diócesis  del  Tolima,  me  decía  un  día  en 
Xeiva:  "He  conocido  muchos  curas  y  sacerdotes,  todos  muy  buenos: 
pero  creo  no  equivocarme  al  afirmar,  y  así  lo  creo  firmemente;  (pie  el 
Dr.  Rojas  es  un  hombre  extraordinario;  es  un  Apóstol  (pie  nos  quisiera 
llevar  a  todos  al  cielo:  y  a  veces  hasta  se  enoja  porque  hay  muchos  que 
parece  que  no  quieren  ir;  el  Dr.  Rojas,  en  nuestros  días  y  en  esta  nues- 
tra tierra  del  Tolima,  formará  época. 

FINEZAS  DE  PADRE. — Dos  años,  poco  más  o  menos,  acompañé 
al  Sr.  Rojas  en  Tiinaná.  como  Coadjutor  y  compañero  suyo:  fue  para 
mí  siempre  y  en  toda  ocasión,  un  verdadero  padre  y  maestro;  estaba 
convencido  de  que  no  quería,  ni  procuraba  más  (pie  mi  bien:  no  tuve 
nunca  la  menor  queja  de  él.  Cierto  día.  que  recordaré  toda  mi  vida, 
me  llevó  a  su  habitación  y  me  dijo:  "Estoy  contento  de  ti:  has  termi- 
nado tu  noviciado  de  coadjutor;  lo  «pie  yo  deseo  es  (pie  tú  te  amañes  aquí 
en  el  Tolima,  y  (pie  no  pienses  en  irle  para  otra  parte;  me  parece  (pie 
Dios  te  quiere  aquí;  y  para  que  estés  mejor  que  aquí  en  Tiinaná  de 
Coadjutor  y  más  contenió,  voy  a  escribir  al  1  Unió.  Sr.  Obispo  de  Popa 
yán  y  me  voy  a  interesar  para  (pie  te  nombren  Cura  de  Suaza;  allí 
puedes  estar  muy  bien  :  es  un  pueblo  de  buena  gente,  de  buen  clima, 
tienes  allí  dos  paisanos  inmejorables;  y  creo  que  estarás  bien;  pero  eso 
si.  seguirás  siendo  mi  Coadjutor  y  le  llamaré  siempre  que  te  necesite". 
Al  cabo  de  algún  tiempo  recibí  el  nombramiento  de  Cura  de  Suaza ;  y 
en  Suaza  viví  contento  y  feliz  más  de  veinte  años,  que  acompañé  a  tan 
buena  gente,  como  también  en  Guadalupe  y  la  Concepción,  que  me  agre 
garon  después:  allí  echó  raíces  profundísimas  ese  mi  afecto,  gratitud 
y  entusiasmo  por  Colombia  y  por  el  Tolima:  la  considero  mi  verdadera 
patria,  y  en  mi  corazón  la  llevo  entronizada,  en  un  solio  de  amor  y  gra- 


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fcitud;  Dios,  como  dijo  el  Sr.  Rojas,  me  quiei'e  allá  cu  Colombia.  V  ha- 
blando ahora  que  viene  al  caso,  con  toda  mi  franqueza  y  con  toda  ver- 
dad, manifiesto  sinceramente  que  un  gran  remordimiento  íntimo  e  in- 
tenso me  amarga  aquí  y  me  martiriza  la  vida;  y  es  el  de  no  volver 
prontamente  a  acabar  mis  días  en  Colombia,  renunciando  para  siempre 
este  lujo  de  comodidades  que  me  rodean  aquí,  por  ese  lujo  de  amor, 
estimación  y  cariño,  con  que  siempre  me  han  honrado  y  favorecido  en 
Colombia:  me  confieso  y  me  reconozco  ingrato,  ingratísimo,  el  mayor 
de  los  ingratos;  pero  la  esperanza  es  lo  último  que  se  pierde  y  yo  no 
la  he  perdido  nunca,  de  volver  a  mi  queridísima  patria  de  Colombia  y 
de  servir  en  lo  que  pueda,  hasta  mi  muerte:  fíat,  lint,  fíat. 

Cuando  vino  la  erección  de  la  Diócesis  del  Tolima,  el  Ilustrísimo 
Sr.  Obispo  de  Poparán  escribió  una  carta  confidencial  a  todos  los  Sa- 
cerdotes residentes  en  el  Tolima,  pero  (pie  no  eran  tolimenses,  dicién- 
doles  que  si  querían  pasarse  a  la  Diócesis  de  Popayán,  lo  hicieran  pronto, 
para  que  el  Decreto  de  erección  de  la  Diócesis  del  Tolima  no  los  co- 
giera allá  y  algunos  lo  hicieron  :  también  me  escribió  a  mí  en  el  mismo 
sentido,  porque  seguramente  yo  no  era  tolimense ;  yo  le  contesté  dán- 
dole las  gracias,  y  le  añadía:  "Yo  me  he  vuelto  ya  timanejo  del  todo: 
y  con  alma,  vida  y  corazón,  y  (pie  me  consideraba  tolimense  y  a  mucha 
honra,  y  que  del  Tolima  no  pensaba  salir  para  ninguna  parte":  y  aún 
hoy,  después  de  más  de  cuarenta  años,  declaro  que  no  retiro  ni  una 
sola  palabra,  ni  letra,  de  lo  dicho  entonces. 

El  Sr.  Rojas  lo  supo;  el  mismo  Si-,  obispo  Ortiz  le  mandó  mi  caria  ;  y 
un  día  se  me  presentó  en  Suaza  y  llamándome  aparte,  me  dijo:  "Lée  esta 
carta,  que  me  ha  mandado  el  Sr.  Obispo  de  Popayán"  :  era  la  mía  que 
yo  le  había  enviado:  le  confirmé  yo  de  palabra  lo  que  decía  en  la  carta  : 
y  abrazándome  emocionado,  me  dijo:  "Eso  esperaba  de  ti":  y  añadió: 
"Mira,  ya  no  hay  remedio,  me  hacen  siempre  Obispo  del  Tolima  :  qué 
le  vamos  a  hacer;  quiero  que  me  acompañes  a  Roma  y  (pie  asistas  a  mi 
consagración:  y  en  ella  me  tengas  el  libro  de  los  Santos  Evangelios  en 
la  espalda,  en  señal  de  que  has  de  continuar  ayudándome".  Yo  me  puse 
contentísimo,  con  las  ganas  que  tenía  yo  de  dar  un  paseíto  Largo  y  tan 
bien  acompañado:  nos  fuimos  para  Bogotá,  para  hacer  los  preparativos 
del  viaje;  y  no  sin  algún  trabajo,  porque  la  República  estaba  entonces 
en  guerra;  partimos  para  la  Costa  a  embarcarnos:  fueron  nuestros  com- 
pañeros de  viaje  dos  jóvenes  seminaristas  tolimenses  que  se  educaban 
en  el  Seminario  de  Bogotá:  y  un  jovencito  del  Tolima  también,  hijo 
del  Chaparral,  que  iba  becado  para  el  Seminario  de  Comillas,  en  España. 

Esos  dos  estudiantes  seminaristas  que  iban  con  nosotros  se  llaman 
hoy:  el  uno,  Excmo.  Sr.  Dr.  Dn.  Ismael  Perdomo,  Arzobispo  de  Bogotá 
y  Primado  de  Colombia;  alcanzó  ya  la  cumbre;  meritissvmus  omnium: 
Dominus  conservet  eumj  el  otro  se  llama  Excmo.  Sr.  Dr.  Dn.  Pedro 
María  Rodríguez  Andrade,  dignísimo  Obispo  de  [bagué,  y  egregio  Pre- 
lado de  gran  corazón  y  alma  nobilísima;  hombre  de  grandes  energías 
y  de  muy  potentes  iniciativas;  mullos  muios  et  a<l  multas  coronas: 
Dominas  r i r ¡ficrt  cam;  y  el  jovencito  (pie  llevamos  al  Seminario  de  Co- 
millas y  que  casi  se  muere  en  el  camino  a  causa  de  un  fuerte  mareo, 
es  también  ya  hoy  una  lumbrera  en  la  Iglesia:  se  llama  desús  Enrique 
Calvo,  Arcipreste  y  segundo  Vicario  General  de  la  Diócesis  de  Pasto: 
bien  lo  merece:  oportet  illum  oreseere:  que  cresca  en  ciencia  y  en  virtud 
y  siga  en  nuestra  querida  Colombia,  la  gloriosa  tradición  de  nuestra 
i-aza,  heroica  siempre  e  invencible,  en  los  campos  de  la  ciencia  cris 
tiana  y  de  la  virtud  ;  sabios  y  santos,  así  son  los  (pie  fueron  nuestros 


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compañeros  de  viaje,  convertidos  ahora  en  astros  dé  primera  magnitud 
que  giran  alrededor  del  Si\  Rojas. 

Perdonen,  mis  augustos  compañeros  de  viaje,  este  cariñoso  recuer- 
do; bien  salten  ellos  cuánto  los  aprecio  y  Lo  muy  honrado  que  me  siento 
con  su  amistad:  no  los  olvido;  y  si  alguna  vez  piensan  volver  a  Roma, 
me  les  ofrezco  gustoso  para  acompañarlos  y  servirles  en  lo  que  pueda; 
en  ello  tendré  una  verdadera  satisfacción:  cumpliré  una  deuda  de  gra- 
titud. 

A  MIS  BONDADOSOS  Y  CARITATIVOS  LECTORES 

Podría  alargar  mucho  este  escrito,  citando  casos  y  hechos  del  Sr. 
Rojas,  de  los  que  fui  testigo  presencial;  pero  los  guardo  con  veneración, 
en  el  archivo  sagrado  de  mis  recuerdos,  que  a  decir  verdad,  son  mi 
único  consuelo  en  esta  mi  ancianidad  y  muy  lejos  del  escenario  donde 
se  desarrollaron;  basta  con  lo  dicho  para  probar  que  el  Sr.  Rojas  fue 
un  virtuoso  sacerdote  y  un  párroco  modelo:  es  lo  que  me  había  pro- 
puesto. 

Tal  vez  me  he  excedido  demasiado  haciendo  salir  a  esceim  con  de- 
masiada frecuencia  mi  pobre  persona:  serán  achaques  de  mi  vejez;  yo 
he  querido  hacer  resaltar  y  pintar  la  figura  del  Sr.  Rojas,  y  para  eso 
le  he  colocado  un  fondo  apropiado:  el  de  su  Coadjutor;  el  pintor  nece- 
sita un  pedazo  de  tela  ordinaria  y  burda  para  poner  en  relieve  sobre 
ella  la  imagen  que  se  propone;  yo  en  este  escrito  soy  ese  pedazo  de  tela 
ordinaria,  burda  y  hasta  despreciable,  si  se  quiere,  sobre  la  que  resplan- 
dece la  imagen  de  mi  santo  párroco;  el  diamante  no  deja  de  serlo,  ni 
pierde  su  brillo,  antes  como  (pie  lo  aumenta,  engastado  en  una  arma- 
zón de  cobre. 

Yo  he  gozado  inmensamente  llenando  estas  cuartillas;  las  tengo 
estereotipadas  e  impresas  en  mi  corazón:  no  se  borrarán  jamás;  y  cuan- 
do pienso  en  aquellos  mis  días  de  felicidad,  me  emociono,  el  corazón 
se  me  oprime  y  late  con  fuerza,  lloro  abundantemente;  y  daría  la  mitad 
de  mi  vida  para  resucitar  y  vivir  de  nuevo  aquella  preciosa  vida  de  Coad- 
jutor del  Sr.  Rojas  de  Timaná. 


TERCERA  PARTE 

EL  SANTO 

TUVO  DEFECTOS  EL  SR.  ROJAS ?— Ciertamente  que  sí  los  tuvo: 
quién  duda  de  ello?  Pero  eso  no  es  un  obstáculo,  ni  una  razón  para 
cpie  no  fuera  un  hombre  de  gran  virtud;  los  santos  fueron  santos,  no 
porque  no  tuvieran  defectos,  sino  por  luchar  por  no  tenerlos;  y  se  hi- 
cieron santos,  luchando  contra  sus  defectos  e  imperfecciones,  hasta 
vencerlos,  dominándose  por  completo  a  sí  mismos ;  y  venciéndose,  alcan- 
zar la  perfección. 

El  mismo  Sr.  Rojas  conocía  sus  defectos  y  harto  se  dolía  de  ellos; 
pero  no  se  paraba  ahí,  a  medio  camino  de  la  santidad ;  sino  que  traba- 
jaba, tenaz  y  constantemente,  por  deshacerse  de  ellos  y  luchaba  a  brazo 
partido  y  tesoneramente  contra  ellos:  porque  hay  que  distinguir  lo 
que  hay  de  divino  y  de  humano  en  el  santo,  y  llegar  a  la  persuasión  de 
que  no  todas  las  obras  del  santo  han  sido  santas;  ni  todos  los  santos 


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lo  fueron  siempre  y  de  un  golpe;  el  hombre  mientras  vive  no  puede  sus 
traerse  a  la  influencia  de  su  cuerpo ;  y  su  alma  viene  a  este  mundo 
con  la  mancha  del  pecado  original ;  contra  todo  eso  y  sus  derivaciones 
tiene  que  luchar  fuertemente  el  hombre  virtuoso,  e  ir  borrando  y  neu- 
tralizando, a  fuerza  de  un  trabajo  enorme  y  diario,  los  efectos  de  su 
mismo  sér:  es  la  batalla  más  difícil;  no  es  tan  fácil  como  parece  a  pri- 
mera vista. 

El  Sr.  Rojas  dio  esa  batalla  y  la  emprendió  con  firmeza,  siempre 
mantenida;  tuvo  sus  defectos,  es  verdad,  no  se  puede  negar;  pero  luchó 
contra  ellos,  los  venció,  los  ahogó  en  el  mar  inmenso  de  sus  virtudes ; 
y  así  llegó  a  ser  un  hombre  de  virtudes  heroicas  y  eminentes,  un  Sa- 
cerdote ejemplarísimo  y  virtuoso,  un  párroco  modelo  y  dechado  de  per- 
fección, un  verdadero  siervo  de  Dios  y  hasta  un  Santo,  que  bien  puede 
llegar  a  ser  venerado  en  los  Altares. 

SANTIDAD. — Todo  el  que  hablaba  y  sobre  todo  si  tenía  ocasión  de 
Tratar  con  frecuencia  al  Sr.  Rojas,  muy  pronto  se  convencía  de  que  él  era 
un  hombre  que  se  preocupaba  de  la  santidad :  porque  a  poco  de  conversar 
con  él,  siempre  lo  hacía  converger  todo,  cualquiera  asunto  que  se  tra- 
tara, a  la  práctica  de  la  virtud;  y  sobre  todo  con  los  Sacerdotes  con 
quienes  conversaba,  procuraba  imbuirles  la  idea,  en  él  predominante, 
de  que  todo  sacerdote  debe  ser  o  procurar  ser  un  santo:  "Nuestro  mi- 
nisterio, decía,  es  santísimo  y  nosotros  debemos  ser  unos  santos;  y 
para  ello  hemos  de  ser  hombres  de  oración  constante  y  fervorosa,  y 
pedírselo  muy  de  veras  a  Dios;  porque  eso  de  la  santidad  es  obra  de 
la  gracia  y  es  obra  de  Dios:  pero  no  hay  que  olvidar  que  esa  gracia 
divina  exige  de  nuestra  parte  un  esfuerzo  constante,  arduo  y  heroico"; 
y  añadía  :  "La  gracia  es  algo  que  Dios  nos  da,  pero  que  ha  de  ganarse 
también  correspondiendo  a  ella  y  sabiéndola  conservar";  y  él  así  lo 
hacía  ;  por  eso  fue  un  santo  Sacerdote,  un  párroco  santo  y  santificó  a 
muchos. 

Porque  en  el  Sr.  Rojas  se  veía  brillar  la  santidad  y  la  virtud  en 
todas  sus  acciones;  y  se  manifestaba  siempre,  en  todas  las  variadas 
circunstancias  de  SU  vida,  en  su  vida  familiar,  en  su  vida  de  Sacerdote, 
en  su  vida  de  párroco,  en  su  vida  de  Apóstol,  en  su  vida  íntima;  la 
santidad  no  puede  fácilmente  ocultarse;  es  como  la  luz  del  sol,  que  a 
pesar  de  interponérsele  las  nubes,  siempre  vivifica  y  alumina,  brilla 
y  se  deja  sentir.  Un  ambiente  de  santidad  y  perfección  envolvía  por 
doquiera  al  Sr.  Rojas,  y  se  esparcía  y  derramaba  por  sobre  los  puebles, 
y  a  la  vista  de  las  gentes;  por  eso  en  todas  partes  decían  (pie  el  Dr. 
Rojitas  era  un  Santo. 

VIKTri)  HEROICA. — Lo  que  yo  más  admiraba  en  la  vida  usual 
del  Sr.  Rojas,  era  su  constancia,  nunca  decaída,  en  el  ejercicio  de  la 
virtud,  lo  <pie  supone  un  heroísmo  continuado  y  a  diario,  para  mortifi- 
carse, acallar  las  pasiones  y  vencerse  a  sí  misino;  porque  se  comprende 
el  fervor  de  un  día,  de  una  semana  o  de  un  mes;  pero  pasar  años  enteros 
y  aún  toda  la  vida,  sin  decaer  de  ánimo  en  el  camino  de  la  virtud  y  de 
la  perfección,  esto  es  propio  de  santos  y  de  almas  que  quieren  de  veras 
ser  santas. 

Los  misinos  actos  heroicos  de  actividad  y  de  virtud  que  a  todos 
Llamaban  tanto  la  atención  y  (pie  de  vez  en  cuando  sobresalían  en  su 
vida,  eran,  por  decirlo  así.  actos  ordinarios  en  él:  y  hasta  tal  vez.  él 
mismo  en  su  humildad  no  se  daba  cuenta  de  ellos;  porque  su  alma 
estaba  siempre  dispuesta  a  practicar  heroísmos  de  virtud;  y  no  cían 


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Fruto  pasajero  de  circunstancias  fortuitas  O  transitorias.  Los  santos 
lian  sido  todos  santamente  audaces;  es  su  vida  ordinaria;  es  La  gran 
fuerza  de  la  virtud  que  posee  su  alma,  teniéndola  como  almacenada,  y 
se  manifiesta  naturalmente,  según  las  circunstancias  y  las  diversas 
vicisitudes  de  la  vida:  su  alma  siempre  está  igual,  como  La  tuerza  de 
un  gran  motor,  que  a  veces  funciona  lentamente  y  otras  más  aprisa  ; 
pero  siempre  el  mismo  motor,  está  dispuesto  para  funcionar  a  gran 
\  elocidad. 

PE,  ESPERANZA,  CARIDAD. — Ubi  esi  charitas  et  «mor,  ibi  Deus 
ext:  palabras  sapientísimas  que  vienen  a  ser  una  prueba  evidente  de  la 
santidad  del  Sr.  Rojas;  resplandeció  en  su  vida,  con  rasgos  y  rayos 
divinos  de  heroica  virtud,  una  gran  Fe  en  Dios,  una  esperanza  ilimi- 
tada y  puesta  a  prueba  muchas  veces,  y  un  amor  grandísimo  a  Dios  y 
a  sus  prójimos,  a  quienes  amó  más  (pie  así  mismo:  Ubi  est  charitas  el 
amor,  ibi  Dais  est. 

La  Fe  lo  era  todo  para  él  y  en  su  conciencia  :  su  libro  era  .Jesu- 
cristo crucificado  y  no  buscaba  la  sabiduría  en  otra  parte;  su  poder  y 
su  gran  virtud  estaban  en  su  Fe,  en  su  oración  ante  el  Tabernáculo. 

Fl  secreto  de  la  santidad  reconoce  ante  todo,  como  su  único  prin- 
cipio, esa  divina  trilogía  de  las  tres  virtudes  teologales:  Fe,  Esperanza 
y  Caridad:  se  ven  siempre  y  bien  visibles  sus  electos,  pero  no  todos  ati- 
nan fácilmente  con  la  cansa.  Todos  los  que  conocen  la  vida  extraordina- 
ria del  Sr.  Rojas  no  pueden  menos  de  exclamar:  el  Sr.  Rojas  debe  haber- 
tenido  un  espíritu  colosal,  un  alma  muy  grande  y  un  aliento  formi- 
dable y  gigante  para  sus  empresas;  en  parte  es  verdad;  pero  bien  pocos 
dirían:  el  Sr.  Rojas  debió  tener  una  Fe  vivísima,  una  Esperanza  muy 
grande  en  Dios  y  una  Caridad  inmensa  y  sobrenatural  :  sin  embargo, 
ésta  es  la  verdad. 

Las  obras  (pie  él  emprendió  exceden  en  mucho  a  la  actividad  de 
un  hombre:  en  su  vida  hay  rasgos  y  hechos  que  alcanzan  el  límite  de 
lo  prodigioso;  pero  todo  esto  tiene  una  explicación:  Cuando  algunos 
le  ponían  reparos  a  su  modo  de  proceder,  a  los  peligros  a  que  se  ex- 
ponía y  a  los  hechos  rayanos  en  Lo  imposible  que  él  solía  proyectar  y 
llevar  a  la  práctica,  su  respuesta  era  siempre  la  misma :  "Tendamos 
recta  intención  y  mucha  Fe  y  esperanza  en  Dios;  El  nos  ayudará:  no 
estamos  solos;  no  nos  afanemos:  Dios  verá  por  nosotros". 

V  su  gran  Fe  en  Dios  y  su  esperanza  en  los  divinos  auxilios,  se 
complementaron  con  su  caridad  :  amaba  a  Dios  con  todo  su  gran  corazón  y 
con  todas  sus  fuerzas:  y  por  Dios  y  con  la  ayuda  de  Dios  lo  hizo  todo;  y 
fue  muchísimo  lo  que  él  hizo:  Charitas  omnia  rincit,  omnia  sustinet. 

HUMILDAD. — No  podía  faltar  en  la  persona  del  Sr.  Rojas  la  pre- 
ciosa e  indispensable  virtud  de  la  humildad:  es  como  el  alma  de  toda 
virtud  y  piedra  de  toque  de  la  verdadera  perfección;  a  no  haberla 
poseído  en  grado  superior,  se  habría  venido  abajo  todo  el  edificio  de 
su  santidad,  como  se  vendría  abajo  con  estrépito  un  edificio  que  no 
tuviera  buenos  y  sólidos  cimientos;  porque  la  humildad,  reina  de  las 
virtudes  morales,  es  como  el  cimiento  y  sostén  de  todo  el  edificio  de  la 
perfección  cristiana. 

Por  poco  que  se  conociera  y  se  tratara  con  el  Sr.  Rojas,  se  convencía 
uno  fácilmente  de  que  todo  el  grandioso  edificio  de  sus  virtudes  y  de 
su  santa  vida,  se  sostenía  en  ese  armazón  formidable  de  una  Fe  muy 
grande  en  Dios;  y  de  una  gran  humildad  y  hasta  desprecio  de  sí  mismo. 

La  humildad  fue  la  Maestra  de  toda  su  vida,  tanto  más  necesaria 
y  meritoria,  cuanto  el  Sr.  Rojas,  por  sus  mismas  virtudes  en  grado 


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no  común,  y  por  el  puesto  que  ocupaba,  era  continuamente  objeto  de 
alabanzas  por  parte  de  todos ;  pero  él,  como  todos  los  humildes,  tenía 
sumo  cuidado  en  cultivar  con  esmero  esa  preciosa  virtud  de  la  humildad; 
sabía  lo  mucho  que  ella  valía  ;  por  eso  tenía  que  hacerse  tánta  violen- 
cia y  constantes  esfuerzos  para  contrarrestar  esa  aureola  de  alabanzas 
y  admiración  que  lo  perseguían  por  todas  partes. 

Bastaba  mirarlo  y  observarlo  un  poco  en  su  porte  sencillo  y  en 
su  modo  de  ser  atable,  para  convencerse  de  que  la  virtud  de  la  hu- 
mildad anidaba  en  su  alma  y  era  como  su  virtud  preferida ;  no  quería 
sobresalir  en  nada,  quería  ser  el  último  y  ocupar  el  último  lugar,  y 
siempre  había  que  instarle  con  aquella  frase  del  Evangelio:  Asccndc 
superius.  A  pesar  de  su  cargo  de  Vicario  Foráneo  y  superior  de  los 
demás  Sacerdotes,  no  lo  parecía,  ni  nadie  lo  habría  adivinado:  llaneza, 
simplicidad  y  afecto  para  todos;  y  eso  siempre  y  en  toda  ocasión:  era 
humilde. 

Muchas  veces  me  he  acordado,  pensando  en  la  vida  del  Sr.  Rojas, 
a  quien  tan  de  cerca  conocía,  de  una  preciosa  idea,  que  yo  leí  en  algún 
libro  y  que  me  llamó  mucho  la  atención,  pues  era  para  mí  desconocida  ; 
y  es  ésta  :  Dios  pone  en  los  ojos  de  los  santos  una  especie  de  velo,  que 
les  impide  ver  sus  virtudes  y  su  santidad  :  es  la  economía  de  la  sabi- 
duría de  Dios;  es  el  efecto  inmediato  y  sólo  visible  a  los  santos,  de 
la  misma  humildad:  si  un  santo  se  viera  santo  y  se  creyera  santo,  ya 
no  sería  santo:  por  eso  el  santo  Cura  de  Ars  se  sorprendió  grande- 
mente cuando  vio  que  las  gentes  iban  en  pos  de  él  y  hacían  viaje  a 
Ars,  sólo  por  verlo  y  recibir  su  bendición;  y  él  mismo  se  decía  y  decía 
a  los  demás:  a  estas  buenas  «entes  las  han  engañado;  yo  no  sé  lo  que 
vienen  a  ver  ni  a  buscar  aquí  a  este  pueblito  arrinconado  de  Ars:  no 
se  lo  explicaba  el  santo  Cura  de  Ars.  sencillamente  porque  no  veía  su 
santidad;  pero  bien  claro  la  veían  los  demás;  así  son  los  santos:  no  ven 
sino  sus  defectos  y  se  creen  grandes  pecadores;  un  velo  divino  les  oculta 
sus  virtudes,  para  favorecer  su  santidad  :  Dios  ama  mucho  y  vela  por 
sus  siervos. 

AMOB  AL  TRABAJO. — No  hay  que  esforzarse  mucho  para  reco- 
nocer en  la  vida  del  Sr.  Rojas  esta  su  virtud  de  amor  al  trabajo; 
pues  casi  podríamos  decir  con  verdad  que  era  en  él  su  pasión  domi- 
nante; esto  lo  saben  y  lo  proclaman  en  alta  voz  hasta  las  piedras. 
Todo  sacerdote  por  razón  de  su  mismo  ministerio,  al  que  ha  dedicado 
y  consagrado  su  vida,  debe  ser  devotísimo  de  esta  virtud  y  rendirle 
fervoroso  culi  o  en  su  corazón  y  en  la  práctica  ;  es  Apóstol  que  ha  de 
salvarse  él  y  ha  de  salvar  a  muchos  otros,  y  esto  implica  arduo  tra- 
bajo y  constancia  en  el  mismo;  somos  apóstoles,  y  los  apóstoles  habrán 
podido  ser  pobres,  ignorantes  y  rústicos,  pero  haraganes,  nunca:  con 
la  gracia  divina  lucieron  prodigios. 

El  Sr.  Rojas  sobresalía  en  esta  virtud  de  arraigado  amor  al  tra- 
bajo, speciali  modo:  fuera  de  su  grandísima  virtud,  que  impulsaba  y 
dignificaba  ese  mismo  trabajo,  fue  durante  toda  su  vida  el  amor  al 
trabajo  y  de  una  manera  activísima,  y  tan  sostenida,  que  bien  puede 
decirse  que  no  menguó  en  toda  su  vida  :  amó  el  trabajo  hasta  la  muerte: 
y  según  parece,  hasta  su  misma  muerte  fue  debida  al  trabajo. 

Labor  omnia  vincit  decía  el  mismo  muchas  veces;  multam  malitiam 
docuit  otiositax,  repetía  frecuentemente;  caritas  Christi  urget  nos,  solía 
exclamar  entusiasmado  por  el  trabajo;  y  poniendo  en  práctica  esas 
divinas  sentencias,  podríamos  preguntar:  de  dónde  procedía  esa  su 
admirable  actividad,  tan  difícil  de  igualar  y  mucho  menos  de  superar'.' 


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De  su  amor  a  Dios,  de  su  ardiente  caridad  y  de  su  amor  ;il  trabajo. 
De  dónde  procedía  esa  su  admirable  paciencia,  para  pasarse  días  y 
noches  enteras  en  un  confesonario?  De  su  amor  a  la  salvación  de  las 
almas  y  de  su  amor  al  trabajo:  trabajar  sin  descanso,  vencer  dificul 
tades.  sufrir  contrariedades  y  vencerlas;  era  su  amor  al  trabajo,  que 
se  daba  a  conocer  y  se  manifestaba  de  diferentes  modos  e  iban  a  un 
mismo  fin.  reconociendo  un  solo  principio:  amor  de  Dios  y  amor  al 
trabajo. 

OBEDIENCIA.- — Amonestaba  con  frecuencia  el  Si".  Hojas  a  su 
Coadjutor  y  le  decía:  "Te  aconsejo  que  tengas  toda  tu  vida  una  gran 
afición  a  la  santa  virtud  de  La  obediencia  :  obediencia  primero  a  La 
Ley  santa  del  Señor;  obediencia  a  las  leyes  y  prescripciones  de  la  Santa 
Iglesia,  hasta  Llegar  a  Lo  mínimo;  obediencia  y  sumisión  al  Prelado 
diocesano  y  a  tus  Superiores,  cualesquiera  (pie  ellos  fueren  ;  te  voy  a 
dar  un  consejo,  que  deseo  se  grabe  bien  en  tu  memoria  y  no  lo  olvides 
en  toda  tu  vida:  y  es  éste:  somételo  todo  a  la  obediencia  y  no  errarás 
nunca  y  ganarás  el  ciento  por  uno;  y  añadía:  Yo  sé  por  dolorosa  ex- 
periencia que  muchos  disparates  que  yo  he  hecho,  han  tenido  por  cansa 
principal  el  no  haber  sometido  a  consejo  y  obediencia  muchos  actos 
de  mi  vida:  la  obediencia  es  el  secreto  del  éxito:  vir  obediens  loqueiur 
victorias". 

Xo  hay  por  qué  añadir  que  ese  espíritu  de  obediencia  que  el  Sr. 
Rojas  aconsejaba  a  su  Coadjutor,  fue  la  pauta,  la  norma  y  como  la 
brújula  de  su  vida:  antes  de  emprender  en  alguna  cosa  o  empresa,  y 
aun  para  su  misma  vida  interior  o  ejercicio  extraordinario  de  alguna 
virtud,  primero  consultaba  con  su  confesor,  y  oía  primero  su  opinión 
y  consejo;  después  consultaba  y  buscaba  la  opinión  de  su  Prelado;  y 
así  decía  él:  Estoy  seguro  de  no  errar  y  de  tener  la  asistencia  y  tun- 
dición de  Dios;  y  muchas  veces  me  han  salido  a  mí  mal  las  cosas,  pie 
cisamente  poique  he  querido  obrar  por  cuenta  propia  y  he  prescindido 
del  consejo,  que  es  el  camino  recto  que  me  lleva  a  la  obediencia. 

POBREZA. — En  su  modo  de  ser,  en  sus  cosas,  en  sus  casas  cúrales 
y  hasta  en  su  misma  persona,  era  el  Sr.  Rojas  un  practicante  asiduo 
de  la  virtud  de  la  santa  pobreza  ;  todo  lo  contrario,  de  cuando  se  trataba 
o  se  relacionaba  con  la  Iglesia  y  con  el  culto  sagrado:  decía  que  a  Dios 
había  que  darle  lo  mejor  que  hubiera  en  este  mundo  y  lo  más  grandioso 
que  el  hombre  pudiera  alcanzar;  de  ahí  se  explican  aquellas  grandes 
concepciones  suyas,  cuando  se  trataba  de  edificar  iglesias  nuevas,  o 
de  hacer  funciones  religiosas,  para  las  «pie  no  omitía  esfuerzo,  ni  gasto 
alguno  por  considerable  que  fuera,  para  (pie  resultaran  majestuosas 
e  imponentes:  eran  para  Dios,  decía,  y  para  Dios  todo  es  poco;  y  todo 
le  parecía  poco ;  pero  para  sí  y  para  su  persona,  todo  le  parecía  de- 
masiado ;  y  así  resplandecía  en  él  y  en  todo  lo  suyo,  una  pobreza  fran- 
ciscana y  tal  vez  más  que  franciscana  :  había  que  ver  los  lujos  que 
se  daba !  Veámoslo. 

Vivía  en  una  pobre  casa  eural,  de  techo  de  paja  y  pecaba  casi  de 
demasiado  modesta  ;  así  al  menos  todos  lo  reconocían ;  el  comedor  estaba 
en  el  saledizo  de  la  casa  y  por  adorno  un  banco  y  dos  taburetes;  y  al 
extremo  de  ese  corredorcito  había  una  pieza  pequeña  y  bajita  de  techo, 
con  una  hamaca,  un  petate,  un  reclinatorio  con  un  Santo  Cristo,  un 
cuadro  de  la  Virgen:  era  todo  el  ajuar  y  mobiliario  de  esa  habitación; 
era  el  cuarto  dormitorio  del  Sr.  Rojas;  por  puerta  hacia  el  lado  inte- 
rior, había  un  marco  de  madera,  forrado  en  una  tela  gruesa,  sobre  la 


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que  había  pintado  un  esqueleto  de  tamaño  natural,  con  su  guadaña,  el 
amigo  Anastasio  Betés  de  la  Mesa  de  Elias. 

En  la  sala,  en  su  despacho  y  en  las  demás  dependencias  de  la 
casa,  lucía  una  verdadera  sencillez;  y  en  las  casas  cúrales  de  los  demás 
pueblos,  una  mesa  viejísima  en  el  despacho  parroquial,  con  dos  tabu- 
retes y  un  banquito  para  que  se  sentara  la  gente;  en  el  comedor  una 
mesa  prehistórica  y  un  tinajero;  y  en  otro  cuartito  una  hamaca  y  un 
petate  en  el  santo  suelo,  permitiéndose  a  lo  más  el  lujo  de  un  catre. 

Su  comida  era  frugal,  a  más  no  poder:  el  tradicional  sancochito!, 
un  pedazo  de  carne  machacada,  el  chocolatico  y  un  poco  de  dulce,  acom- 
pañado del  consiguiente  vaso  de  agua  del  río:  eran  éstos  todos  sus  re- 
galos en  la  mesa;  por  lo  que  hace  a  su  vestir,  era  igualmente  un  de- 
chado de  pobreza  :  más  de  una  rabieta  le  costaba  a  su  buena  mamá,  para 
que  su  hijo  le  aceptara  y  se  pusiera  una  sotana  nueva  o  unos  zapatos 
remendados:  su  modo  de  ser  así  exteriormente  era  el  de  una  persona 
pobre,  que  bien  poco  se  preocupaba  de  su  persona  y  de  las  cosas  de 
este  mundo. 

CARIDAD — AMOR  A  LOS  POBRES. — Era  patente  y  notorio  a 
todos  los  vecinos  de  las  parroquias  y  voz  general  en  los  pueblos,  y  a 
él  mismo  se  le  dificultaba  ocultarlo,  su  caridad  extraordinaria  y  su 
grande  amor  a  los  pobres  y  desvalidos:  todo  lo  daba,  no  sólo  el  dinero 
de  que  él  podía  disponer  y  era  bien  suyo,  sino  a  veces  hasta  su  misma 
ropa  y  demás  cosas  suyas  o  propias  para  su  uso  personal.  En  la  vida 
de  San  Martín,  recuerdo  haber  leído,  que  una  vez  que  un  pobre  le  pidió 
limosna,  le  dio  el  santo  la  mitad  de  su  capa  ;  si  ese  pobre  se  hubiera 
tropezado  con  el  Sr.  Rojas,  seguramente  que  al  pedirle  limosna  le  hu- 
biera dado  la  capa  entera.  Vendo  una  vez  para  Bogotá  con  él,  pude  ob- 
servar muy  edificado  que  no  dejó  de  dar  limosna,  ni  a  uno  solo  de  los 
muchísimos  pobres  que  se  colocaban  en  el  camino,  sobre  todo  desde 
Girardol  hasta  la  Boca  del  Monte:  diríase  que  se  dejaba  explotar  por 
la  caridad. 

A  veces  comparecía  a  la  casa  cural  sin  sombrero  o  sin  zamarros; 
y  al  preguntarle  qué  los  había  hecho,  contestaba  riéndose:  "Pero  mamá, 
si  ha  llovido  tánto  y  ha  crecido  el  río,  y  la  corriente  se  los  ha  llevado". 
Cuántas  veces  al  ir  a  confesar  a  algún  enfermo,  lo  hallaba  necesitado, 
casi  desnudo  y  sin  quien  lo  cuidara  ;  regresaba  a  la  casa  cural,  le  en- 
viaba su  ropa  y  pagaba  a  alguna  persona  para  que  lo  cuidara  y  aten- 
diera en  un  todo;  y  no  lo  olvidaba:  seguía  visitándolo  y  auxiliándolo 
corporal  y  espiritualmente ;  y  si  moría,  le  hacía  un  buen  entierro  y  lo 
acompañaba  hasta  el  cementerio;  y  al  preguntar  (pie  quién  era  el  di- 
funto, Contestaba:  "Un  pobre  en  la  tierra  y  un  rico  en  el  cielo". 

El)  los  pueblos  «pie  él  administraba  tenía  mucho  cuidado  de  (pie  se 
atendiera  a  los  pobres.  En  Timaná  fundó  un  buen  Hospital,  «pie  lo  hizo 
y  lo  sostuvo  con  sus  propios  recursos;  y  allí  recogió  a  los  pobres,  indi- 
gentes, ancianos  y  desamparados;  y  cuando  escaseaban  sus  recursos  y 
aumentaban  las  necesidades,  (pie  era  con  frecuencia,  iba  de  puerta  en 
puerta  y  por  el  mercado,  pidiendo  por  amor  de  Dios  y  para  sus  pobres 
del  Hospital  una  limosna:  y  hago  notar  aquí,  para  edificación  de  todos, 
que  cuando  esto  hacía,  lo  hacía  siempre  con  la  cabeza  descubierta,  en 
señal  de  respeto  m  sus  pobres  y  a  la  virtud  de  la  caridad;  al  Hospital 
lo  llamaba  su  casa  :  y  se  le  notaba  una  satisfacción  grandísima  y  como 
una  fruición  íntima  cuando  con  frecuencia  le  decía  a  su  mamá:  "Mamá, 
déme  su  merced  algo  para  los  pobres  de  mi  casa  del  Hospital;  mañana 
voy  a  pasar  el  día  con  mis  pobres";  y  en  el  Hospital  pasaba  todo  el 
día  y  comía  con  sus  pobres. 


-  114  - 


EL    PADRE    JOSE    RUFINO    MACIAS     DE   GARZON.    SACERDOTE  EJEMPLAR 
INCANSABLE  OBRERO  DEL  EVANGELIO.  A  QUIEN  GARZON  LE  DEBE.  COMO 
VARIAS  OTRAS  PARROQUIAS.    IMPORTANTES   OBRAS   DE   ALIENTO.  MURIO 
EN  TEMPRANA   EDAD  DEJANDO  MUY  SENTIDO   LUTO  EN   LA  DIOCESIS. 


DESINTERES. — No  he  conocido  yo  en  mi  vida,  y  eso  que  ya  soy 
viejo  y  he  andado  mucho  por  el  mundo,  un  hombre  más  desinteresado 
que  el  Sr.  Rojas:  al  principio  de  estar  con  él  en  Timaná,  esta  su  buena 
cualidad  me  llamaba  mucho  mi  atención:  y  a  no  haberlo  visto,  casi  no 
lo  hubiera  creído :  a  mí  me  daba  la  mitad,  deducidos  gastos,  de  lo  cpie 
producía  el  beneficio:  y  él  distribuía  su  parte,  es  decir  la  otra  mitad, 
en  sus  obras  y  demás  asunlos  que  tenía  pendientes:  y  siempre  le  tal 


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tab;i  dinero,  que  Tenía  que  dar  por  los  compromisos  contraídos,  no  para 
él  personalmente,  sino  para  ejercer  la  caridad  y  para  las  obras  de  celo. 

El  dinero,  o  más  bien  el  afán  de  ganar  dinero,  guardar  y  atesorarlo, 
no  lo  atraía ;  no  es  aventurado  el  decir  que  el  dinero  no  fue  nunca  una 
tentación  para  él;  lo  conceptuaba  como  materia  indiferente,  pero  muy 
peligroso,  si  uno  caía  en  sus  garras,  con  afán  desmedido;  él  (pieria  el 
dinero,  lo  buscaba  y  hasta  se  afanaba  para  conseguirlo,  no  para  él  per- 
sonalmente, sino  para  hacer  y  practicar  el  bien:  y  como  (pieria  hacer 
el  bien  en  grande  escala  y  realmente  lo  hacía,  porque  contaba  ante  todo 
con  la  Providencia  divina,  necesitaba  también  dinero  y  bastante,  para 
alimentar  y  dar  impulso  a  sus  múltiples  obras  y  empresas,  como  edi- 
ficar iglesias.  Colegios,  Hospitales  y  cosas  parecidas;  y  como  para  todo 
esto  era  el  Gerente  y  Director  y  la  única  firma  responsable,  (pie  debía 
responder  por  todos  los  compromisos  contraídos,  que  eran  muchísimos  y 
de  diversa  índole,  necesitaba  el  dinero  y  lo  buscaba  con  afán;  y  solo 
Dios  y  él  saben  los  apuros  granelísimos  en  (pie  a  veces  se  encontraba 
para  salir  de  deudas  y  urgencias  de  pagos  de  obreros,  maestros,  mate- 
riales, maderas,  contratos,  en  fin,  una  baraúnda  de  obligaciones,  que 
yo  me  admiraba  le  cupieran  en  la  cabeza,  muchísimo  más.  el  cumplir- 
las; pero  él  se  salía  con  todo  y  siempre  bien:  y  decía  contentísimo: 
''Dios  nos  ayuda":  pero  nunca  le  oí  pedir,  ni  dejar  nada  para  él:  suerte 
que  su  buena  mamá  le  proveía  de  todo:  porque  él  no  pensaba  sino  en 
los  demás  y  en  sus  obras;  pero  bien  poco  en  sus  necesidades,  a  veces 
bien  apremiantes. 

A  pesar  de  ser  hijo  y  heredero  de  una  rica  familia  y  de  ocupar 
parroquias  bien  remunerad  oras,  siempre  andaba  escaso  de  recursos  para 
sus  empresas  y  trabajos  de  celo  y  caridad  :  padecía  en  ese  sentido  ver- 
daderas angustias:  él  daba  todo  aquello  de  (pie  podía  disponer  y  era 
bien  suyo:  pero  nunca  le  alcanzaba  para  tánto  como  tenía  (pie  hacer; 
pero  hagamos  constar,  para  honra  de  Dios,  (pie  su  gran  Fe  y  esperanza 
en  Dios,  lo  sacaron  gloriosamente  a  flote  de  lodos  sus  trabajos;  tenía 
como  Dn.  líosco  a  la  divina  Providencia  de  su  lado:  aunque  yo  creo 
que  más  de  una  ve/,  pudo  decir  como  Santa  Teresa  de  desiís:  "('ico  (pie 
he  fatigado  y  lie  hecho  enojar  a  San  -losé,  de  tánto  pedirle". 

ESPIRITU  DE  ORACION.-^En  calidad  de  Coadjutor  y  viviendo 
COIl  el  Sr.  Rojas,  tuve  más  de  una  ocasión  de  penetrar  hasta  el  fondo 
de  su  alma  y  leer  sus  virtudes  y  perfecciones;  y  pensando  yo  muchas 
veces  en  las  causas  de  su  gratl  virtud  y  santidad,  llegué  siempre  a  la 
misma  conclusión,  de  que  eso  era  debido  mayormente  a  su  gran  espí- 
ritu de  oración,  (pie  era  el  tema  favorito  de  sus  conversaciones,  de  sus 
consejos,  de  sus  pláticas  familia  res  y  de  sus  sermones,  y  de  sus  más 
encarecidas  recomendaciones  para  todo:  para  mantener  y  como  ali- 
mentar ese  espíritu  de  oración  casi  constante,  usaba  del  ejercicio  de  la 
presencia  de  Dios:  y  ya  fuera  en  la  iglesia  o  en  la  casa,  ya  andando 
de  a  caballo  por  esos  caminos  o  trepado  en  los  andamios  de  alguna  de 
sus  obras,  allí  pensaba  en  Dios,  hablaba  de  Dios  y  todo  lo  refería  a 
Dios:  Dios  era  como  sn  centro,  al  (pie  convergía  toda  su  vida:  era  el 
reino  de  Dios  viviente. 

No  se  contentaba  el  virtuoso  Sr.  Rojas  con  hacer  su  meditación 
diaria  por  la  mañana,  sino  (pie  dedicaba  otras  horas  del  día  a  la  ora 
ción,  según  se  lo  permitían  sus  quehaceres;  aunque  bien  puede  decirse 
(pie  a  él  se  le  pasaba  el  día  entero  en  oración,  pues  no  abandonaba 
nunca  el  ejercicio  de  la  presencia  de  Dios;  y  las  jaculatorias  frecuentí- 
simas; por  las  (pie  respiraba  sn  devoto  espíritu. 


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Se  Le  veía  con  harta  frecuencia  delante  del  Sagrario,  orando;  y 
nunca  pasaba  por  delante  del  Tabernáculo  sin  detenerse  un  ratito,  ha- 
ciendo una  corla  oración  que  se  traducía  siempre  cu  mayor  fervor  de  su 
ordinaria  vida  y  en  bendiciones  para  sus  fieles  y  para  sus  pueblos;  La 
Lámpara  de  La  oración  no  estaba  nunca  apagada  en  su  alma  ;  por  eso  las 
gentes  se  encomendaban  siempre  en  sus  oraciones,  y  tenían  fe  y  con 
lianza  ciega  en  las  oraciones  de  su  santo  cura,  porque  decían  que  Dios 
nada  le  negaba  por  su  fervor  y  frecuencia  en  la  oración:  con  la  ora- 
ción, podemos  decir  casi  continua,  se  ponía  en  comunicación  con  Dios 
y  a  fuerza  de  oración  y  presencia  de  Dios,  llegó  a  altura  de  gran  per- 
fección: pudo  llegar  a  ese  desasimiento  completo  de  sí  mismo  y  de  las 
cosas  de  este  mundo,  y  al  deseo  continuo  de  Dios  y  de  las  realidades 
de  lo  alto;  en  eso  precisamente  creo  (pie  consiste  la  santidad;  por  eso 
el  Sr.  Rojas  y  por  ese  camino  llegó  a  hacerse  y  a  ser  un  Cura  santo. 

PIEDAD. — ¡  Con  «pié  devoción  celebraba  el  Sr.  Rojas  el  sanio  sa- 
crificio de  la  misa  !  Era  como  una  especialidad  en  él,  la  devoción  y 
santa  unción  con  que  celebraba  y  (pie  todos  le  observaban,  pues  se  notaba 
a  simple  vista  ;  y  esa  su  devoción  en  celebrar  la  conservó  igual  toda  su 
santa  vida.  Una  buena  señora  de  Timaná,  con  frecuencia  decía:  "A  mí 
me  gusta  muellísimo  oírle  la  misa  al  Dr.  Rojitas:  parece  un  santo  y 
como  (pie  ve  una  los  ángeles  a  su  lado!  La  oigo  y  me  produce  grandí- 
sima devoción  y  fruto  en  mi  alma". 

Yo  no  pude  anotar  ni  un  solo  día  que  dejara  de  celebrar  y  siempre 
de  igual  modo,  con  gran  fervor  y  devoción;  ya  podía  estar  urgidísimo 
de  quehaceres;  él  no  dejaba  su  misa  y  bien  celebrada:  a  veces  llegaba  a 
un  pueblo,  muy  cerca  de  las  doce:  mandaba  llamar  a  misa  y  celebraba; 
la  mente  ya  lo  sabía  y  adivinaba:  es  misa,  decían,  del  Dr.  Kojitas;  y 
pronto  y  a  aquella  hora  se  llenaba  la  iglesia  de  hombres  y  mujeres. 

En  un  viaje  (pie  hizo  a  Bogotá  salió  de  Neiva  en  balsa,  y  llegó 
muy  tarde  a  Purificación;  allí  estaba  de  Cura  el  Dr.  Rana,  si  mal  no 
recuerdo;  al  ver  el  Sr.  Cura  al  Sr.  Rojas  a  aquella  hora,  pronto  le  hizo 
servir  el  almuerzo;  pero  él  le  dijo  (pie  si  se  lo  permitía,  (pieria  celebrar 
su  misa,  y  después  almorzaría. 

El  rezo  del  Oficio  divino  lo  rezaba  también  de  una  manera  edifi- 
cante: despacio  y  como  saboreando  lo  que  leía  y  rezaba;  más  de  una 
vez  me  reprendió  porque  yo  (pieria  correr  e  ir  más  de  prisa  en  el.  rezo: 
"Desengáñate,  mi  amito,  me  decía:  no  hay  que  darle  vueltas;  por  más 
ocupaciones  que  uno  tenga,  siempre  hay  tiempo  para  lo  que  uno  verda- 
deramente desea:  no  hay  que  ir  de  prisa,  hablando  con  Dios,  cuando 
se  pierde  a  veces  tánto  tiempo  hablando  despacio  con  Los  hombres". 

No  omitía  la  visita  diaria  al  Santísimo;  y  si  podía  la  repetía  una 
o  más  veces;  practicaba  su  examen  todas  las  noches:  y  creo  que  tam- 
bién usaba  el  examen  particular,  a  juzgar  por  el  rosario  de  cuentas  que 
llevaba. 

Rezaba  el  Rosario  y  novenas  en  la  iglesia  con  el  pueblo,  y  general- 
mente lo  acompañaba  con  una  corta  plática  o  exhortación  piadosa  : 
"Hay  que  alimentar,  decía,  a  esta  pobre  gente:  misereor  super  turbam, 
dijo  el  Salvador;  y  sobre  todo  hay  que  instruirlos  y  darles  de  comer 
espiritualmente,  para  que  su  alma  no  desfallezca  y  se  muera'*;  en  fin, 
en  todos  los  actos  de  su  vida,  se  veía  al  hombre  de  Ee  y  al  sacerdote 
piadoso. 

MORTIFICACION. — Una  vida  tan  llena  de  ocupaciones,  trato  de 
diversas  gentes  y  caracteres,  trabajos,  empresas  y  proyectos,  presupo- 
nen en  el  espíritu  o  alma  del  Sr.  Rojas  una  gran  mortificación,  que 


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según  San  Pablo,  debe  rodearnos  a  iodos,  porque  viviendo  entre  los 
hombres  debemos  necesariamente  muchas  veces  ofrecer  blanco  certero 
v  seguro  a  La  virtud  de  la  mortificación;  sin  ella,  la  virtud  se  hace 
difícil. 

No  se  crea,  como  es  bien  notorio  a  todos,  qué  al  Sr.  Rojas,  aun 
siendo  tan  bueno  y  virtuoso,  lodo  le  salía  a  pedir  de  boca;  no  todo 
y  a  todo  el  mundo  sucede  lo  mismo,  .sale  bien,  ni  conforme  lo  había  uno 
planeado  y  lo  desearía;  siempre  hay  disgustos,  contrariedades  y  contra- 
tiempos, y  en  eso  el  Sr.  Rojas  no  fue  una  excepción :  tuvo  que  sufrir 
verdaderas  contrariedades,  que  le  amargaron  su  vida  y  lo  hicieron  su- 
frir mucho ;  pero  con  la  mortificación  todo  se  condimenta  admirable- 
mente; y  el  Sr.  Rojas  dio  repetidas  veces  en  su  vida  señales  de  tener 
almacenada  en  su  alma  una  grandísima  dosis  de  mortificación  y  amor 
al  sufrimiento ;  porque  decía  :  "El  cristiano  y  más  el  sacerdote  y  aún 
más  el  párroco,  debe  saber  orar,  sufrir  y  a  veces  callar;  sin  la  mortifi- 
cación, la  vida  es  imposible";  y  hay  que  convenir  en  (pie  tenía  muchísima 
razón. 

Como  él  era  tan  fervoroso  y  era  tan  amigo  de  la  prontitud  en 
todo  lo  que  a  Dios  se  refería  le  mortificaba  mucho  la  lentitud  de  no 
pocas  gentes  en  secundar  sus  planes.  "Xn  ves,  me  decía  una  vez.  ya  no 
podremos  dar  esos  ejercicios  en  la  lecha  en  que  yo  pensaba  comenzarlos, 
porque  muchos  no  han  contestado  todavía  a  mi  invitación;  tánto  bien 
como  habríamos  hecho!  Tero  en  fin,  todo  sea  por  Dios!  Tal  vez  núes 
tros  pecados  son  la  causa  de  estos  retrasos  y  desbarajustes". 

En  su  persona,  no  hay  que  decirlo,  se  mortificaba  muchísimo:  era 
por  decirlo  así.  lo  ordinario  en  su  vida  y  cada  día;  no  se  regalaba  en 
nada:  ni  en  comer,  ni  en  vestir,  ni  en  dormir:  en  regalarse  no  pensó 
él  nunca  :  trataba  a  su  cuerpo  con  dureza,  hasta  sujetarlo  a  su  espíritu 
severo  y  riguroso;  lo  obligaba  a  llevar  cargas  pesadísimas  y  le  añadía 
sobernales,  que  son,  en  graciosa  expresión  del  mismo  Sr.  Rojas,  los  que 
producen  las  mataduras;  dormía  muchas  veces  en  el  suelo,  cuando  no 
sobre  el  lomo  de  su  macho,  andando  de  noche  por  esos  caminos;  y  más 
de  una  vez  tuvo  (pie  pasar  una  buena  parte  de  la  noche  y  dormir  su 
poquito,  bien  mojado,  a  la  sombra  de  un  ceibo  o  a  la  orilla  de  algún 
río  crecido:  eso  y  otras  cosas  por  el  estilo,  es  más  fácil  decirlo  que 
hacerlo;  los  Venerables  y  abnegados  Sacerdotes  que  tienen  la  paciencia 
de  leerme,  lo  saben  muy  bien;  pues  allí,  esos  y  parecidos  actos  de  mor- 
tificación son  necesarios  con  frecuencia. 

ABNEGACION" — SACRIFICIO.— Oración,  abnegación  y  sacrificio, 
son  los  tres  grandes  atributos  y  al  mismo  tiempo,  corona  y  diadema 
del  Sacerdote  santo.  101  santo  Cura  de  Timaná,  no  sólo  predicaba,  en- 
señaba y  oraba,  sino  (pie  se  sacrificaba  en  beneficio  de  sus  fieles  y  hacía 
penitencia  por  ellos  y  por  su  santificación  :  varias  veces  me  decía  :  "El 
sacerdote  párroco  tiene,  por  desgracia,  sobradas  ocasiones  para  decir: 
¡'tuce  Domine,  parce  populo  tuo". 

Un  gran  corazón  y  una  gran  virtud,  (pie  ama  de  veras,  opere  <  i 
veritate,  no  se  satisface  con  sólo  amar:  quiere  el  sacrificio,  lo  busca  y 
se  goza  en  él;  por  eso  la  vida  del  Sr.  Rojas  esta  llena  de  sacrificios 
heroicos  y  presenta  aspectos  de  abnegación  frecuentísima,  porque  amaba 
mucho  a  Dios,  y  en  Dios  las  almas  todas  de  sus  amados  fieles;  y  (pieria 
santificarlas  y  salvarlas  a  todas,  aun  a  costa  de  grandes  sacrificios, 
los  que  no  escatimaba  nunca;  y  como  (pie  los  buscaba  y  le  complacían: 
ubi  esf  cha/ritas  et  amor,  ibi  est  Deus. 


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Era  i¡il  su  sed  de  abnegación  y  sacrificio,  que  íe  parecía  estrecho 
su  campo  de  acción,  con  ser  tan  grande;  padecía  de  verdadera  sed  de 
trabajos,  sufrimientos  y  sacrificios  de  todo  género;  por  eso  se  le  veía 
muy  contento  y  complacido,  cuando  se  le  ofrecía  ocasión  de  ayudar  a  sus 
párrocos  vecinos  y  a  los  pueblos  Limítrofes,  aunque  fuera  a  costa  de 
grandes  sacrificios  y  penalidades;  buscaba  el  sacrificio,  como  busca  el 
avaro  el  dinero;  y  por  esa  su  sed  de  sacrificio  y  amor  a  la  virtud  de  la 
abnegación,  afligía  su  cuerpo  y  andaba  continuamente  en  busca  de  su- 
frimientos y  liumillaciones,  hasta  llegar  a  convertirse  voluntariamente 
en  limosnero  y  mendigo  de  los  mismos  harapientos,  pobres  y  mendigos; 
pi'Odigios  de  la  caridad  santa!  sublime  espíritu  de  abnegación  y  sa- 
crificio ! 

VERDADERO  SIERVO  DE  DIOS.— No  me  parece  prudente  el 
detenerme  más  relatando  las  muchas  virtudes  que  adornaban  al  Sr. 
Rojas:  sería  interminable  y  sobradamente  pesado;  además,  creo  que 
ello  no  es  necesario,  porque  La  mayoría  de  los  sacerdotes  o  casi  todos 
tuvieron  ocasión  de  conocer  personalmente  y  de  tratar  al  (pie  fue  su 
dignísimo  Prelado,  teniendo  ocasión  con  ello  de  conocer  y  apreciar 
tanto  o  más  que  yo,  las  excelsas  virtudes  que  culminaban  en  su  santidad, 
reconocida  por  todos;  fue  durante  su  vida  un  verdadero  siervo  de  Dios. 

Fue  una  vez  el  Emperador  de  Alemania  a  visitar  una  escuela  pú- 
blica; entre  la  multitud  de  niños,  había  uno  (pie  llamó  la  atención  del 
Emperador:  era  de  ojos  azules  y  cabecita  rubia,  parecía  un  serafín; 
el  Emperador  le  preguntó:  — Díme,  niño,  cuántos  son  los  reinos  de  la 
naturaleza?  El  niño  contestó:  — Son  tres:  el  reino  animal,  el  vegetal  y 
el  mineral.  — Muy  bien,  dijo  el  Emperador,  y  replicó:  — A  cuál  de 
estos  reinos  pertenezco  yo?  El  niño,  algo  turbado,  vaciló  en  contestar: 
no  esperaba  esa  pregunta;  pero  de  pronto  dijo  con  viveza  infantil:  "Su 
Majestad  pertenece  al  Reino  de  Dios". 

La  herniosísima  contestación  de  ese  precioso  niño  me  servirá  para 
cerrar,  como  con  broche  de  oro,  estas  mis  cuartillas,  sobre  la  "Vida  de 
mi  Santo  Gura  Párroco  escrita  por. su  Coadjutor":  el  Sr.  Rojas  perte- 
neció toda  su  virtuosa  vida  al  Reino  de  Dios :  no  perteneció  al  mundo ; 
por  Dios  vivió;  por  Dios  trabajó,  por  Dios  sufrió  y  por  Dios  murió; 
fue  un  verdadero  siervo  de  Dios;  y  Dios  será  su  eterno  premio  y  galar- 
dón. Amén. 

CONCLUSION 

lie  llegado  al  término  de  mi  trabajo;  doy  las  gracias  a  todos  los 
que  han  tenido  la  paciencia  de  leerme;  que  Dios  les  pague:  acepten  mi 
buena  voluntad  y  mi  recta  intención ;  yo  he  gozado  inmensamente  al 
escribir  estas  páginas,  y  ellas  han  sido  para  mí  como  un  paréntesis 
de  felicidad,  al  recordar  aquellos  tiempos  de  tan  gratísimos  recuerdos: 
me  he  sentido  como  rejuvenecer  y  vivir  de  nuevo,  como  Coadjutor  del 
Sr.  Rojas  en  Timaná;  son  los  resplandores  de  su  santa  vida,  (pie  alegran 
y  como  que  alumbran  el  ocaso  de  mi  vida. 

El  Sr.  Rojas  gozaba  también  recordando  aquellos  tiempos  en  que 
estaba  de  Cura  en  Timaná  ;  me  consta  y  lo  afirmo,  porque  yo  cada  año 
le  escribía  una  cartica  de  felicitación  de  Año-Nuevo  y  le  recordaba 
aquellos  tiempos  y  aquellas  correrías  que  hacíamos  juntos  por  los  pue- 
blos del  Sur ;  y  él  me  contestaba  diciéndome  que  él  también  recordaba 
mucho  y  con  gusto  aquellos  tiempos  de  su  vida  en  Timaná;  y  cuando 
para  sus  Bodas  de  Oro  Sacerdotales  le  mandé  mi  adhesión  entusiasta. 


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me  contestó  muy  agradecido  y  me  envió  una  estampíta  de  recuerdo,  con 
un  autógrafo  suyo,  en  el  que  me  decía  :  "La  primera  Bendición,  en  mis 
Bodas  de  Oro  Sacerdotales,  es  para  mi  querido  hermano,  Ignacio  Curt 
B.,  compañero  de  ministerio  y  mi  muy  fiel  amigo. — Agua  de  Dios,  mz. 
27/33 — E.  Obispo".  Esa  estampita  con  tan  precioso  autógrafo,  junto 
con  unos  anteojos  que  él  usó  y  un  par  de  pañuelos  de  su  uso,  que  me 
enviaron  de  Agua  de  Dios  cuando  él  murió,  como  reliquia  de  verdadero 
santo  y  siervo  de  Dios,  los  guardaré  toda  mi  vida  con  veneración  y  apre- 
cio; y  los  tengo  colocados  en  un  hernioso  relicario  colgado  en  mi  ha- 
bitación; lo  veo  todos  los  días  y  varias  veces  al  día;  me  sirve  de  com- 
pañía y  consuelo:  como  que  veo  al  Si*.  Rojas  viviendo  aquí  conmigo, 
como  cuando  vivíamos  los  dos  en  Timan á :  ay !  bendito  sea  Dios!  Qué 
bueno  ha  sido  Dios  conmigo  siempre!  Mil  veces  bendito  sea! 

Para  terminar,  creo  no  estará  nial  el  copiar  aquí  el  último  párrafo 
de  la  Hojita  que  publiqué  aquí  en  Barcelona,  a  raíz  de  la  muerte  del 
Sr.  Rojas  :  dice  así : 

"Calvario — Pasión  y  Muerte. 

No  le  faltaron  al  Sr.  Rojas  tribulaciones  y  sinsabores;  el  camino 
de  la  Cruz  es  el  sendero  de  las  almas  perfectas;  y  el  Calvario,  el  au- 
gusto Trono  de  la  Santidad  :  su  vida  de  Párroco  fue  sin  duda  su  Do- 
mingo de  Ramos:  le  batieron  palmas  y  cosechó  laureles,  empapados 
con  el  sudor  de  su  frente;  pero  conoció  también  esa  dulce  y  santa  em- 
briaguez <pie  producen  en  el  alma  del  Sacerdote  la  conciencia  del  deber 
cumplido  y  cosechar  abundatísima  mies,  de  un  .Ministerio  fecundo  y 
santificador. 

Vino  la  erección  de  la  Diócesis  del  Tolima  :  la  Santa  Sede  lo  esco- 
gió con  divino  e  inspirado  acierto,  su  primer  Obispo;  no  había  quién 
lo  mereciera  más  ni  quién  lo  ambicionara  menos ;  frescos  están  aún  los 
altísimos  ejemplos  de  virtud  en  su  vida  privada,  y  los  heroísmos  incon- 
cebibles de  santidad  y  de  celo  apostólico  en  su  vida  pública  :  el  Venera- 
ble Cura  de  Timaná  se  veía  agrandado  y  superado  a  sí  mismo,  en  el  can- 
delera de  la  Iglesia  y  en  su  cargo  y  dignidad  de  Obispo. 

Pero  estaba  en  la  última  etapa  de  su  santa  vida;  y  Dios  para  san- 
tificarlo y  glorificarlo  más,  le  hizo  conocer  su  Semana  de  Pasión,  hasta 
sentarlo  en  el  solio  del  Calvario:  tino  que  sufrir  la  acerba  crítica  de 
personas  menguadas  (pie  no  alcanzaron  a  comprender  la  amplitud  de 
sus  proyectos,  ni  la  grandeza  de  su  alma;  la  prensa  hostil  a  la  Iglesia 
lo  hizo  blanco  de  sus  tiros;  conoció  lo  amargo  de  la  ingratitud  de  quie- 
nes menos  debía  y  podía  esperarla;  tuvo  la  honra  de  recibir  el  primer 
arietazo  de  esa  política  «pie  tántos  males  lia  causado  a  Colombia:  re- 
nunció su  Obispado;  se  ausentó  de  su  amadísima  Diócesis;  y  renun- 
ciando su  casa,  parentela,  honores,  dignidades  y  pensiones  que  se  le 
ofrecieron,  se  sepultó  vivo  en  las  selvas  del  Caquetá,  a  trabajar  pobre 
como  misionero,  a  fundar  pueblos,  a  navegar  por  esos  inmensos  ríos  y 
a  trepar  por  esas  trochas  inipasables,  siempre  el  mismo,  virtuoso,  gran 
dioso,  heroico:  era  de  raza  de  héroes  y  leones:  descendiente  de  conquis- 
tadores ! 

V  anciano  ya,  agotadas  sus  fuerzas  en  el  constante  trabajar  y 
remar  por  los  mares  de  este  mundo,  ya  en  plácida  bonanza,  ya  sorteando 
escollos  y  arrecifes,  ya  desafiando  borrascas  y  calleando  temporales,  sin 
haber  naufragado  nunca,  vino  a  anclar  su  nave  en  las  arenosas  playas 
de  ardiente  leprosorio,  para  vivir  allí,  curando  llagas  y  podredumbres: 


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MONSEÑOR  PERDOMO.  SUBDIACONO.  AL  PARTIR  PARA  EL  FIO  LATINO  CON  EL 
SEÑOR   ROJAS  Y    CON   SU  COMPAÑERO   OE    ESTUOIOS    MONSEÑOR  RODRIGUEZ 


y  rendir  allí  la  última  jornada  de  su  vida,  nimbado  por  arreboles  de 
majestad  y  de  virtud,  y  aureolado  con  una  corona  de  sublime  heroísmo, 
del  que  no  se  había  visto  el  primer  ejemplo  todavía. 

Levantaos  muertos;  moveos  y  alzaos  en  vuestras  tosas  funerarias; 
salid  de  vuestros  sepulcros ;  y  acudid  a  recibir  y  rendir  homenaje  al 
nuevo  compañero  (pie  la  muerte  os  envía  ;  entronizadlo  en  vuestra  fúne- 


—  121  — 


bre  mansión ;  es  un  nuevo  Apóstol  el  que  os  llega;  es  un  Príncipe  dé 
La  iglesia,  a  quien  Dios  liará  muy  pronto  gloriosa  su  sepultura. 


¡Alma  bendita  de  mi  buen  amigo,  mi  Santo  Cura,  mi  Padre,  mi 
Maestro  y  mi  Prelado!  No  olvides  en  el  cielo  a  tu  Coadjutor  :  no  me 
dejes  solo;  no  olvides  a  esta  nuestra  querida  patria  de  Colombia:  pro- 
tégela; y  a  nuestro  antiguo  Departamento  del  Tolima,  tu  tierra  natal 
y  campo  de  tu  Apostolado:  bendice  y  alienta  a  todos  sus  Sacerdotes, 
para  (pie  sigamos  el  ejemplo  de  tus  virtudes:  sigue  viviendo  con  nos- 
otros, Mane  nobiscum  Domine,  ahora  y  en  la  eternidad.  Amén. 


A. — M. — D. — G. — 


Ignacio  Gwrt  B. 
Coadjutor. 


—  122  — 


CUARTO  PERIODO 


EL  OBISPO 

Curio-so  antecedente. —  Del  relato  fidedigno  de  D.  Ulises  B.  Silva 
sobre  detalles  de  la  vida  de  monseñor,  tomamos  el  siguiente,  muy  cu- 
rioso y  significativo'.  Estaba  D.  Clises  en  la  dirección  del  Tolegio  de 
S.  Luis  en  Elias,  siendo  monseñor  todavía  sacerdote.  "Un  día  entré  por 
necesidad  en  la  pieza  del  Padre  Rojas  para  buscar  algunos  papeles  que 
necesitaba  y  entre  otros  le  hallé  un  cuaderno  grande  en  el  cual  había 
escritas  unas  lecciones  de  distintas  materias  y  con  diferentes  formas 
de  letra.  Al  revisarlo  hallé  en  una  de  sus  páginas  un  margen  en  blanco 
con  un  ancho  distinto  de  las  demás  páginas;  en  ese  margen  estaba 
dibujado  un  río,  en  su  orilla  una  bonita  palma  y  debajo  de  ella  un 
obispo  con  báculo  y  nutra  y  al  pie  un  letrero  que  decía  :  "Esteban 
Rojas,  obispo".  Como  el  Padre  Rojas  estaba  en  la  pieza  le  pregunté: 
Cuándo  y  quién  dibujó  esto?  V  después  de  pensar  un  rato  contestó: 
"Ese  dibujo  lo  hizo  en  Roma  cuando  estábamos  en  el  Colegio  Pío  Latino 
Americano,  uno  de  los  alumnos,  que  es  hoy  Arzobispo  de  Colombia, 
quien  es  muy  amigo  mío  y  con  quien  nos  queríamos  mucho".  Bella  pro- 
fecía! Este  Arzobispo  con  quien  Monseñor  Rojas  guardó  siempre  íntima 
y  santa  amistad  fue  Monseñor  Caycedo;  ya  desde  entonces  presentía 
él  que  en  Rojitas  había  madera  episcopal. 


CAPITULO  I 

ORIGEN  DE  LA  DIOCESIS  DEL  TOLIMA  -  SU  ERECCION 
POR  S.  S.  LEON  XIII. 

Años  hacía  (pie  los  habitantes  del  Estado  Soberano  del  Tolima 
venían  solicitando  de  la  Santa  Sede  la  erección  en  Diócesis  de  todo 
el  territorio  que  ocupaba  el  Tolima.  perteneciente  en  lo  eclesiástico  a 
la  Arquidiócesis  de  Bogotá  y  a  la  Diócesis  de  Popayán,  con  dificultades 
casi  insuperables  para  su  recta  y  conveniente  administración  espiritual. 
La  parte  Norte,  de  El  Hobo  hacia  Ibagué,  dependía  de  Bogotá,  de  donde 
venían  los  señores  Párrocos,  generalmente  con  alguna  repugnancia  pol- 
las dificultades  del  transporte  a  tan  largas  distancias,  con  miedo  a  los 


—  123  — 


malsanos  climas  y  a  La  pobreza  extremada  de  sus  habitantes.  La  parte 
del  Sur  y  Occidente  dependiente  de  Poparán,  de  Gigante  hasta  Pita- 
lito  y  La  Plata,  sufría  mayores  dificultades  todavía  por  la  brava  cor- 
dillera que  había  que  atravesar  en  varios  días  de  penoso  andar  por 
inclementes  páramos,  recorriendo  regiones  desprovistas  de  recursos. 

Su  Santidad  León  XIII,  atendidas  estas  razones  y  consultadas 
ambas  autoridades,  decidió,  de  acuerdo  y  con  la  anuencia  obsequiosa 
de  Bogotá  y  Popayán,  desmembrar  el  territorio  correspondiente  en  lo 
civil  al  Estado  Soberano  del  Tolima,  desde  el  río  de  La  Miel  al  Norte 
hasta  las  vertientes  del  Magdalena  al  Sur,  y  constituir  la  nueva  Dió- 
cesis del  Tolima  por  medio  del  Decreto  Consistorial  de  30  de  agosto  de 
1894,  en  los  términos  siguientes: 


ERECCION  DE  LA  DIOCESIS  DEL  TOLIMA 


DECRETO  CONSISTORIAL  DE  30  DE  AGOSTO  DE  1894 

La  Santa  Sede  Apostólica,  teniendo  presente  la  divina  gloria  y  la 
salvación  de  las  almas,  siempre  se  ha  propuesto  atender  con  toda  dili- 
gencia y  solicitud  a  procurar  aquellos  medios  (pie  contribuyen  a  la  más 
fácil  y  provechosa  administración  de  las  cosas  sagradas,  en  los  países 
católicos.  Habiendo,  pues,  suplicado  muchas  veces  los  fieles  de  Colom- 
bia a  nuestro  Santísimo  Padre  León  XI 11,  (pie  se  erigiese  canónica- 
mente en  la  región  del  Tolima  perteneciente  a  la  misma  República,  una 
nueva  Sede  Episcopal,  que  se  había  de  llamar  "del  Tolima",  Su  Santi- 
dad, acogiendo  benignamente  las  referidas  preces,  aplicó  su  solicitud 
Apostólica  a  examinar  todo  lo  necesario  a  la  expedición  de  este  asunto. 
Por  lo  cual,  en  conformidad  con  el  Concordato  celebrado  con  la  Repú- 
blica de  Colombia  en  1887,  no  omitió  Su  Santidad  consultar  al  Go- 
bierno de  esta  República,  para  el  electo  de  erigir  la  nueva  Diócesis 
del  Tolima;  y,  como  en  ese  tiempo  la  región  tolimense  estuviese  sujeta, 
parle  a  la  jurisdicción  del  Arzobispo  de  Bogotá,  y  parte  a  la  del  Obispo 
de  Popayán,  el  misino  Soberano  Pontífice  creyó  conveniente  pedir  el 
consentimiento  ¡i  dichos  Prelados,  para  separar  y  agregar  a  la  nueva 
Diócesis  las  comarcas  pertenecientes  a  sus  respectivas  jurisdicciones; 
el  cual  consentimiento  lo  prestaron  obsequiosamente,  atendiendo  a  la 
utilidad  de  la  Iglesia,  lo  misino  el  Arzobispo  de  Bogotá,  (pie  el  Obispo 
de  Popayán. 

Así,  pues,  dispuestas  y  arregladas  en  forma  todas  las  cosas  y  pe- 
sadas todas  con  madurez.  Su  Santidad,  queriendo,  para  gloria  del  Señor, 
atender  al  bien  espiritual  de  los  fieles  y  acceder  a  las  presentadas  sú- 
plicas, con  conocimiento  cierto  y  haciendo  uso  de  toda  su  autoridad 
Apostólica,  decretó  benignamente  la  erección  de  la  Diócesis  del  Tolima 
en  la  República  de  Colombia,  y  ordenó  que  se  ejecutara  en  la  forma 
siguiente : 

I 

Primeramente  manda  Su  Santidad  (pie  la  ciudad  de  \eiva.  situada 
casi  en  el  centro  del  territorio  tolimense  e  ilustre  por  muchos  títulos, 
sea  elevada  a  ciudad  Episcopal,  con  los  derechos,  honores  y  prerroga 
tivas  de  que  usan  otras  ciudades  engrandecidas  con  Sede  Pontifical,  y 
sus  ciudadanos,  en  la  República  de  Colombia. 


—  124  — 


II 


igualmente  se  ha  diguado  Su  Santidad,  haciendo  uso  de  la  pleni- 
tud de  su  potestad  Apostólica,  erigir  e  instituir  La  ilustre  iglesia  de 
Neiva,  consagrada  a  la  Inmaculada  Concepción  de  la  Virgen  Madre  de 
Dios,  y  en  la  cual  se  vienen  ejerciendo  los  oficios  parroquiales,  en  la 
iglesia  Catedral,  bajo  el  misino  título  e  invocación;  y  en  La  misma,  la 
Sede  y  dignidad  Episcopal  para  el  nuevo  obispo  del  Tolima,  que  ha  de 
presidir  a  La  misma  Iglesia,  ciudad  y  Diócesis,  que  se  ha  de  formar 
como  adelante  se  dirá;  para  (pie,  convoque  Sínodo,  y  tenga  y  ejerza  todos 
y  cada  uno  de  los  derechos,  oficios  y  deberes  Episcopales,  con  su  Capí- 
tulo, Mesa  Episcopal  y  demás  derechos  Catedrales  y  Episcopales,  juris- 
dicciones, prerrogativas,  gracias,  indultos  reales  y  mixtos  de  que  dis- 
frutan o  podrán  disfrutar  otras  iglesias  Catedrales  erigidas  en  Colom- 
bia y  sus  Prelados,  excepto  los  de  título  oneroso  o  peculiar  indulto. 

III 

Se  ha  dignado  también  Su  Santidad  desmembrar,  dividir  y  separar 
perpetuamente  de  las  Diócesis  de  Bogotá  y  Popayán,  respectivamente, 
todo  el  territorio  que  en  sus  límites  coincide  exactamente  con  los  de  la 
actual  circunscripción  civil  tolimense,  denominada  Departamento  del 
Tolima,  y  (pie  en  parte  pertenece  al  régimen  eclesiástico  del  Arzobis- 
po de  Bogotá,  y  en  parte  a  la  jurisdicción  del  Obispo  de  Popayán  ;  y 
a  los  habitantes  del  mencionado  territorio,  así  desmembrado  y  dividido, 
tanto  laicos  como  clérigos,  las  iglesias  anexas.  Su  Santidad  igualmente 
los  exime  y  separa  a  perpetuidad  de  la  ordinaria  jurisdicción  respectiva 
de  los  dichos  Obispos. 

IV 

Hechas  estas  desmembraciones,  divisiones  y  separaciones,  el  San- 
tísimo Padre  asignó  y  constituyó  perpetuamente  el  predicho  territorio 
tolimense  para  Diócesis  del  nuevo  Obispado  del  Tolima,  en  donde  deberá 
residir  siempre  el  nuevo  obispo  y  sus  sucesores  en  el  Episcopado;  y 
también  a  los  mismos  habitantes,  así  laicos  como  clérigos  y  religiosos 
antes  expresados,  los  asignó  y  sujetó  Su  Santidad  a  la  Iglesia  Episcopal 
del  Tolima  y  a  su  futuro  Prelado,  para  que  constituyan  su  ciudad,  terri- 
torio. Diócesis,  clero  y  pueblo. 

V 

Mas,  para  (pie  los  límites  del  territorio  tolimense,  que,  según  queda 
dicho,  corresponden  perfectamente  a  los  de  toda  la  región  tolimense 
llamada  Departamento  del  Tolima,  se  designen  clara  y  distintamente, 
se  inserta  aquí  su  descripción  : 

La  línea  que  circunscribe  la  nueva  Diócesis  en  la  región  tolimense 
comienza  en  el  lío  La  Miel,  en  el  punto  en  que  desemboca  en  el  río 
Magdalena,  hasta  sus  fuentes  en  el  monte  La  Picona,  y  desde  aquí,  por 
el  monte  llamado  San  Félix,  hasta  el  lugar  denominado  Nevado  de  Huila, 
en  donde  nace  el  río  Negro  de  Narváez;  luégo,  desde  el  nacimiento  de 
este  río,  hasta  su  desagüe  en  el  río  Páez;  y  desde  el  Páez,  desde  el 
punto  en  que  confluye  con  este  río  el  Negro  de  Narváez,  hasta  el  lugar 
en  que  recibe  las  aguas  del  torrente  de  Buenosaires ;  luégo  desde  este 
torrente  hasta  su  manantial  en  el  monte  Topa,  que  es  un  brazo  de  la 


—  125  — 


cordillera  central  de  Los  Andes;  desde  el  Topa  hasta  la  cumbre  Guana- 
cas,  en  donde  sigue  elevándose  la  cordillera  de  Los  Andes;  desde  estos 
montes,  por  la  región  volcánica  del  Puracé,  hasta  la  cumbre  del  monte 
Las  Papas;  desde  las  rocas  Catanga  hasta  el  vértice  del  monte  Fragua; 
luego  desde  el  costado  oriental  de  Los  Andes,  por  donde  se  eleva  el 
Fragua,  hasta  la  cumbre  Las  Oseras;  luégo  desde  el  monte  eme  se  ex- 
tiende desde  las  Oseras  hasta  las  fuentes  del  torrente  Mundo-nuevo;  y 
desde  este  toi'rente,  hasta  la  orilla  por  donde  vierte  sus  aguas  en  el 
Sumapaz  o  Fusagasugá ;  desde  este  río,  en  el  punto  en  que  recibe  las 
aguas  del  Mundonuevo,  hasta  que  las  vierte  en  el  Magdalena,  y  final- 
mente, desde  el  Magdalena,  en  la  confluencia  del  Sumapaz  o  Fusaga- 
sugá, hasta  el  lugar  en  que  recibe  el  río  La  Miel. 

VI 

Al  erigir  esta  nueva  Diócesis  y  señalarle  los  límites  indicados, 
expresamente  se  ha  reservado  el  Sumo  Pontífice  a  Sí  y  a  la  Sede  Apos- 
tólica la  facultad  de  hacer  libremente  nueva  desmembración  y  circuns- 
cripción de  la  misma  Diócesis,  siempre  que  así  le  pareciere  conveniente 
en  el  Señor,  sin  añadir  compensación  alguna  territorial. 

VII 

Respecto  a  la  dotación  de  la  Mesa  Episcopal,  establece  Su  Santidad 
que  todos  los  proventos  que  de  derecho  le  pertenecen  sean  aplicados 
en  lo  sucesivo,  según  correspondan,  al  Obispo  del  Tolima  o  a  su  Mesa, 
de  acuerdo  con  los  predichos  Ordinarios,  a  quienes  antes  estaba  respec- 
tivamente sujeta  la  región  tolimense,  y  salvo  todo  lo  establecido,  según 
el  Concordato  con  la  República  de  Colombia :  y  confia  Su  Santidad 
que  los  piadosos  fieles  del  Tolima  suministrarán  generosamente,  según 
sus  intereses,  lo  necesario  para  la  gloria  de  Dios  y  provecho  de  las 
almas. 

VIII 

Además,  cuando  sea  posible,  se  formará,  según  las  sanciones  cañó 
nicas,  Capítulo  Catedral  en  la  Iglesia  Catedral  de  la  ciudad  de  Neiva, 
guardando  en  todo  la  forma  de  las  otras  iglesias  Catedrales  existentes 
en  Colombia  ;  y  el  Capítulo,  así  formado,  gozará  «le  todos  los  privilegios, 
indultos,  prerrogativas,  honores,  indulgencias  y  gracias,  de  (pie  nsan 
y  gozan  los  otros  capítulos  de  las  Iglesias  Catedrales  en  la  dicha  Re- 
pública. 

IX 

Concede  benignamente  Su  Santidad  al  nuevo  Capítulo  de  la  Iglesia 
Catedral  de  la  Diócesis  del  Tolima,  luégo  (pie  haya  sido  constituido  en 
forma,  la  facultad  de  hacer  conforme  a  las  sagradas  constituciones,  los 
estatutos,  ordenaciones  y  decretos  que  sean  necesarios,  los  cuales,  sin 
embargo,  habrán  de  ser  confirmados  con  la  aprobación  del  Obispo  Or- 
dinario. 

X 

De  conformidad  con  los  decretos  del  Sagrado  Concilio  de  Trento, 
se  fundará  Seminario  Conciliar  tan  pronto  como  lucre  posible,  eu  el 
cual  serán  recibidos  los  clérigos  que  juzgue  conveniente  admitir  el  Or- 
dinario del  Tolima.  según  las  necesidades  y  utilidad  de  su  Diócesis. 


—  126  - 


XI 


Al  decretar  y  mandar  todas  y  cada  una  de  las  cosas  referidas, 
expresó  también  Su  ¡Santidad  la  esperanza  y  seguridad  que  pone  en  la 
justicia  y  piedad  del  Gobierno  de  Colombia,  a  saber:  de  (pie  el  indicado 
Gobierno,  tan  pronto  como  lo  permita  la  condición  de  las  cosas  públicas, 
pondrá  diligencia  en  subvenir  a  las  necesidades  de  la  nueva  Diócesis 
del  Tolima,  teniendo  en  cuenta  principalmente  los  gastos  que  son  nece- 
sarios para  proveer  debidamente  a  la  fundación  del  sagrado  Seminario 
y  del  Colegio  de  Canónigos  en  la  iglesia  Catedral. 

XII 

Dispuso  también  Su  Santidad  que  la  Sede  Episcopal  del  Tolima, 
una  vez  erigida  y  constituida  canónicamente,  quede  sujeta  al  derecho 
de  Metropolitano  del  Arzobispo  de  Santafé  de  Nueva  Granada,  hasta 
tanto  que  se  disponga  otra  cosa  por  la  Sede  Apostólica. 

XIII 

Impone  también  y  prescribe  Su  Santidad,  que  todos  y  cada  uno 
de  los  documentos  que  se  refieren  a  los  lugares  desmembrados  y  sepa- 
rados, lo  mismo  de  la  Arquidiócesis  de  Bogotá  que  de  la  Diócesis  de 
Popayán,  y  aplicados  a  la  nueva  Diócesis  del  Tolima,  se  saquen  de 
las  Secretarías  de  los  expresados  Obispos,  y  sean  entregados  en  la 
debida  forma  a  la  Secretaría  del  Obispado  del  Tolima,  a  que  han  sido 
unidos  e  incorporados,  y  en  ella  perpetuamente  se  guarden. 

XIV 

En  todo  lo  relativo  a  cosas,  derechos  y  personas  eclesiásticas,  cuya 
mención  expresa  no  se  ha  hecho  en  el  presente  Decreto  Consistorial, 
si  surgiere  alguna  duda  o  dificultad,  debe  ser  elevada  a  la  Silla  Apos- 
tólica; la  cual,  maduramente  examinadas  las  cosas,  juzgará  conforme  a 
derecho. 

XV 

Decretó  además  Su  Santidad  que  en  la  expedición  de  las  Letras 
Apostólicas,  siempre  que  se  haya  de  nombrar  nuevo  Pastor  para  la 
Iglesia  del  Tolima,  conforme  a  la  costumbre,  sea  tasada  la  misma  Igle- 
sia, según  sus  proventos,  y  que  esta  tasa  en  los  libros  de  la  Cámara 
Apostólica,  consideradas  las  particulares  circunstancias  de  los  tiem- 
pos, quede  señalada  solamente  en  treinta  y  tres  florines  de  oro  de  la 
Cámara. 

XVI 

Finalmente  nuestro  Santísimo  Padre  designó  Ejecutor  de  este  De- 
creto Consistorial,  lo  mismo  que  de  la  desmembración  del  Obispado, 
al  K.  P.  Señor  Antonio  Sabatucci,  Arzobispo  Titular  de  Antinoe  y  De- 
legado Apostólico  en  la  República  de  Colombia,  con  las  facultades  ne- 
cesarias y  oportunas  aún  para  subdelegar  otra  persona  constituida  en 
dignidad  eclesiástica  al  efecto  de  que  se  trata;  y  también  con  facultad 
al  mismo  R.  P.  señor  Arzobispo  Titular  de  Antinoe,  o  al  que  haya  de 


—  127  — 


subdelegar,  para  fallar  definitivamente  sobre  cualquiera  oposición  que 
de  cualquiera  manera  se  originara  en  contra  de  lo  aquí  propuesto,  con 
la  obligación  de  trasmitir  las  actas  de  la  ejecución  dentro  de  seis  meses 
a  la  Sagrada  Congregación  Consistorial ;  y  mandó  expedir  este  Decreto, 
qne  ha  de  valer  como  si  las  Leí  ras  Apostólicas  fueran  hechas  en  forma 
de  Breve,  o  bajo  el  sello  de  plomo,  y  que  sen  incluido  entre  las  acias 
de  la  Sagrada  Congregación  Consistorial. 

Dado  en  Roma,  el  30  de  Agosto  de  18!U. 

(L.  f  8.)  Caños  Nocella, 

Secretario  de  la  Sagrada  Congregación 
Consistorial. 


DECRETO  DEL  EJECUTIVO  DE  22  DE  ENERO  DE  1895 

En  el  nombre  del  Señor.  Amén. 

El  Sumo  Pontífice  por  la  Divina  Providencia,  León  XIII,  corres- 
pondiendo con  caridad  de  Padre  a  las  súplicas  del  pueblo  del  Tolima. 
y  de  acuerdo  con  el  Gobierno  de  la  República  de  Colombia,  desmembró 
y  separó  de  la  jurisdicción  eclesiástica  de  los  Prelados  de  Pogotá  y 
Popayán  toda  la  región  del  Tolima,  y  la  erigió  en  nuéva  Diócesis  el 
treinta  de  Agosto  de  mil  ochocientos  noventa  y  cuatro:  y  habiendo 
mandado  ;i  Nos  que  ejecutásemos  el  Decreto  Consistorial  dado  en  Roma 
en  la  fecha  ya  citada,  por  tanto: 

Nos  Antonio  Sabatucci,  por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Santa  Sede 
Apostólica,  Arzobispo  de  Antinoe.  Enviado  Extraordinario  y  Delegado 
Apostólico  ante  la  República  de  Colombia,  deseando  ejecutar  solicita 
y  reverentemente  este  honorífico  mandato,  apoyados  en  la  autoridad 
Apostólica,  decretamos  y  ordenamos  lo  siguiente  y  lo  notificamos  a 
todas  y  a  cada  una.  principalmente  de  aquellas  personas  a  quienes  co- 
rresponde. 

I 

La  región  del  Tolima,  que  antes  estaba  sometida  en  parte  al  Me- 
tropolitano de  Bogotá  y  en  parte  al  Obispo  de  Popayán,  queda  sepa- 
rada y  desmembrada  de  la  jurisdicción  de  ellos  y  erigida  en  una  nueva 
y  propia  Diócesis. 

II 

La  ciudad  de  Neiva  sea  la  Sede  Episcopal,  con  los  derechos,  hono- 
res y  prerrogativas  de  que  gozan  y  usan  las  demás  ciudades  Episcopales 
de  la  Nación  de  Colombia. 

III 

Igualmente  declaramos  (pie  la  Iglesia  de  Xeiva.  dedicada  a  la  in- 
maculada Concepción  de  la  Virgen  Madre  de  Dios,  queda  elevada  al 
honor  y  dignidad  de  Catedral  bajo  el  mismo  título,  de  tal  suerte  (pie  el 
obispo,  que  se  llamará  Obispo  del  Tolima.  leniza  y  ejerza  en  (día  todos 


—  128  — 


y  cada  uno  de  los  derechos,  oficios  y  funciones  episcopales,  según  La 
noinia  del  expresado  Decreto  Consistorial,  Número  II. 

IV 

Los  límites  de  esta  nueva  Diócesis  serán  los  mismos  que  en  lo  civil 
Limitan  la  región  tolimense  llamada  Departamento  del  Tolima,  y  que 
se  encuentran  descritos  distinta  y  exactamente  en  el  Decreto  Consis- 
torial, sin  perjuicio  de  la  facultad  o  derecho  de  la  Santa  Sede  Apos- 
tólica, para  desmembrar  y  limitar  de  nuevo  en  cualquier  tiempo  esta 
nueva  Diócesis;  y  el  Obispo  del  Tolima  tenga  y  ejerza  jurisdicción  y 
autoridad  propia  y  ordinaria,  tanto  sobre  los  habitantes  en  ella,  laicos 
y  clérigos,  como  sobre  las  iglesias,  piadosos  institutos  y  Religiosos  no 
exentos,  existentes  en  la  misma. 

V 

Queremos  que  se  constituya  la  dote  de  La  Mesa  Episcopal  de  manera 
que  todos  los  proventos  (pie  actualmente  coi-respondan  a  la  región  del 
Tolima,  y  de  los  cuales  gozaban  anteriormente  el  Arzobispo  de  Bogotá 
y  el  Obispo  de  Popayán,  pertenezcan  al  nuevo  Obispo  del  Tolima  desde 
el  día  que  señalamos  más  abajo;  salvo  lo  prescrito  en  el  Artículo  doce 
de  La  nueva  Convención  de  24  de  Septiembre  de  1888,  según  el  artículo 
J.">  del  Concordato  de  31  de  Diciembre  de  18S7. 

YL 

Tan  pronto  como  sea  posible,  el  Obispo  del  Tolima  erigirá  el  Capí 
tulo  en  la  misma  Iglesia  Catedral  de  la  ciudad  (Le  Neiva,  observando  en 
lodo  la  forma  de  las  otras  Iglesias  Catedrales  que  existan  en  la  Repú- 
blica de  Colombia  ;  y  el  Capítulo  así  erigido  gozará  de  todos  Los  privi- 
legios y  derechos  de  que  usan  y  gozan  los  demás  Capítulos  de  las  Igle- 
sias Catedrales  en  Colombia,  con  todas  las  facultades  necesarias  y  opor- 
tunas para  establecer  Estatutos  o  Constituciones  Capitulares,  según  la 
norma  de  los  Sagrados  Cánones,  las  cuales  habrán  de  ser  aprobadas 
por  el  Obispo  Ordinario. 

VII 

El  Obispo  del  Tolima,  tan  pronto  como  sea  posible,  erigirá  el  Semi- 
nario Conciliar,  exactamente  como  lo  manda  el  Santo  Concilio  de  Trento 
y  los  Sagrados  Cánones. 

VIII 

Insistiendo  en  lo  mandado  en  el  dicho  Decreto  Consistorial,  quere- 
mos que  esta  nueva  Diócesis,  así  erigida  y  constituida,  quede  sujeta, 
como  a  su  Metropolitano,  al  Arzobispo  de  Santafé  de  La  Nueva  Granada, 
hasta  tanto  que  disponga  de  otro  modo  la  Sede  Apostólica. 

IX 

Queremos,  además,  que  todos  Los  documentos  correspondientes  a 
esta  nueva  Diócesis  del  Tolima,  que  se  encuentran  en  los  archivos  del 
Arzobispo  de  Bogotá  o  deL  Obispo  de  Popayán,  se  extraigan  cuanto  antes 
y  se  entreguen  (Leí  modo  más  oportuno  a  La  Secretaría  Episcopal  del 
Tolima. 


—  129  — 


X 


Decretamos,  finalmente,  que  este  Decreto  de  ejecución  tenga  su 
efecto  y  empiece  a  regir  después  de  quince  días  de  firmado,  con  el  objeto 
de  que  llegue  con  seguridad  al  conocimiento  del  Prelado  de  Bogotá  y 
principalmente  del  de  Popayán. 

No  obstante  cualquiera  otra  cosa  contraria. 

Dado  en  Bogotá,  en  el  Despacho  de  la  Delegación  Apostólica,  el  22 
de  Enero  de  1895. 

f  Antonio, 
Arzobispo  de  Antinoe,  Delegado  Apostólico. 

( L.  s.j  Enrique  Sibilla, 

Auditor  de  la  Delegación  Apostólica. 
Notario  Apostólico. 


CAPITULO  II 

PRECONIZACION  DEL  PRIMER  OBISPO 

EL  PADRE  ROJITAS,  OBISPO  ELECTO  -  SU  ASOMBRO  - 
ESFUERZOS  PARA  SUSTRAERSE  -  VIAJA  A  ROMA  -  LLEVA 
A  LOS  ALUMNOS  PERDOMO  Y  RODRIGUEZ  -  SU  CONSA- 
GRACION POR  EL  EXCELENTISIMO  CARDENAL  SERAFIN 
VANNUTELLI. 

"A  la  nueva  Catedral  del  Tolima  recientemente  erigida  por  Nos  en 
la  República  de  Colombia,  intentamos  nombrarle  Obispo  a  nuestro  que- 
rido hijo  Esteban  Hojas,  Párroco  de  Tímaná  en  la  misma  región  toli- 
mense.  Qué  os  parece  a  vosotros? 

"Con  la  Autoridad  de  Dios  Omnipotente,  de  los  Santos  Apóstoles 
Pedro  y  Pablo  y  la  nuestra,  proveemos  a  dicha  Iglesia  en  la  persona 
de  nuestro  amado  hijo  Esteban  Hojas  elevándolo  a  la  dignidad  de  Obispo 
y  Pastor  al  tenor  del  Decreto  y  Cédula  Consistorial.  En  el  Nombre  del 
Padre  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo  Amén".  Concuerda  con  el  origi- 
nal leído  por  nuestro  Santísimo  Señor  León  Papa  XIII  el  18  de  marzo 
de  1895  delante  de  los  Eminentísimos  y  Reverendísimos  Sres.  Cardenales 
en  el  Consistorio  Secreto  habido  en  el  Vaticano.  En  fe  de  lo  cual  etc. 
(Hay  un  sello)  Francisco  Illuminati,  Sustituto  del  Sdo.  Consistorio'*. 

Él  Padre  Hojas  hallábase  engolfado  en  sus  recargadísimos  minis- 
terios sin  acordarse  de  sí  mismo  para  nada,  cuando  le  llejíó  del  Sr.  Dele- 
gado Apostólico  la  noticia  de  haber  sido  preconizado  Obispo  de  la  nueva 
Diócesis  del  Tolima,  con  fecha  18  de  Marzo  de  1895. 

El  mismo  1).  Clises  agrega  en  su  carta: 

••('nando  le  Llegó  el  nombramiento  de  obispo  para  el  Tolima  fue  tanta  su 
tristeza  (pie  vivía  sólo  llorando,  sin  descansar  un  momento;  suspiraba,  se  quejaba, 
se  paseaba  rezando  el  rosario,  se  recostaba  en  la  baranda  del  piso  alto:  no  sabia 
(pié  hacer!  Así  inconsolable  como  estaba  resolvió  el  viaje  a  Bogotá  a  conferen- 
ciar con  el  Señor  Delegado  Apostólico,  "pero  desgraciadamente  — como  decía  ci- 
liada conseguí",  antes  bien  lo  obligó  a  (pie  lo  más  pronto  posible  se  fuera  a  Boma, 
sin  volver  al  Sur  de  su  Diócesis.  En  efecto,  partió  para  la  ciudad  eterna  llevando 


—  130  — 


romo  compañeros  suyos  al  sacerdote  español  [guació  Gurí  Brunet,  su  Coadjutor, 
y  a  los  alumnos  Ismael  Perdomo  y  Pedro  María  Rodríguez,  *  1 1 1  <  -  iban  ;i  concluir 
sus  estudios  en  Europa". 

De  los  valiosos  datos  que  nos  luí  proporcionado  personalmente  el 
Excmo.  Si*.  Arzobispo  Primado,  ¡Monseñor  Ismael  Perdomo,  es  la  si- 
guiente preciosa  información  sobre  el  accidentado  viaje  del  Padre 
Rojitas. 

Eran  los  dos  estudiantes  del  Seminario  de  Bogotá  con  Monseñor 
Pedro  María  Rodríguez  cuando  el  Padre  Rojas  fue  preconizado  Obispo 
del  Tolima,  y  decidió,  de  acuerdo  con  Monseñor  Sabatucci,  Delegado 
Apeo.,  llevárselos  a  Roma  a  terminar  allá  sus  estudios.  101  señor  Per- 
domo  era  subdiácono  y  el  señor  Rodríguez  minorista. 

Hallábanse  ambos  en  Xeiva  cuando  pasó  el  Padre  Rojas  para  I><>- 
gotá  a  hablar  con  el  señor  Delegado  sobre  su  elección,  con  miras  a  (pie 
desistieran  de  lo  (pie  él  creía  un  disparate.  Xo  habiendo  conseguido 
lo  que  intentaba,  tuvo  (pie  marchar  inmediatamente  a  Europa  de  orden 
del  señor  Sabatucci,  por  lo  cual  ordenó  a  los  dos  seminaristas  que  se 
hallaban  en  Xeiva,  que  se  embarcaran  para  encontrarse  con  él  en  Honda. 
En  efecto,  se  embarcaron  el  22  de  enero  del  !>•">,  a  tiempo  que  estallaba 
la  pequeña  revolución  de  aquel  año,  que  fue  debelada  al  poco  tiempo 
por  el  (¡ral.  Reyes. 

Antes  de  llegar  a  Honda  encontraron  un  buque  cogido  por  los  revo- 
lucionarios (pie  navegaba  aguas  arriba;  los  del  buque  detuvieron  la 
balsa,  les  quitaron  todo  lo  que  llevaban  y  los  pusieron  presos,  condu- 
ciéndolos nuevamente  a  Ambalema,  en  donde  les  dieron  la  ciudad  por 
cárcel.  Ya  se  comprende  que  los  dos  seminaristas  creyeron  frustrados 
sus  planes  de  ir  por  entonces  a  Europa,  si  aquella  guerra  se  prolongaba, 
como  era  natural  suponer.  Mientras  los  revolucionarios  siguieron  a  to- 
marse a  Ibagué,  nuestros  presos,  que  no  pensaban  en  otra  cosa  (pie  en 
fugarse,  contrataron  una  canoa  y  burlando  la  vigilancia  volvieron  a 
tomar  su  camino  en  busca  del  Padre  Rojitas,  su  única  esperanza,  con 
quien  habían  quedado  de  encontrarse  en  Honda. 

Iban  los  dos  jóvenes  en  su  canoa  cerca  de  Cambao  cuando  divisaron 
otio  buque;  nuevos  sustos  y  peores  conjeturas,  temiendo  (pie  también 
fuera  de  los  rebeldes  y  entonces....  se  descubriría  su  fuga  y  les  iría 
peor  (pie  antes;  pero  al  ser  detenidos  vieron  que  quien  comandaba  aquella 
gente  era  nada  menos  que  el  mismísimo  Gral.  Reyes,  quien  venía  en  per- 
secución de  la  revolución.  Los  tomó  en  su  buque  para  darles  toda  clase 
de  seguridades;  mas,  aquella  noche,  como  a  las  nueve  pitó  marcha  el 
vapor  y  averiguando  hacia  dónde  se  dirigía,  les  fue  informado  que  seguía 
hacia  Ambalema,  de  donde  ellos  venían.  Inmediatamente  saltaron  a  tie- 
rra para  quedarse  y  providencialmente  se  encontraron  allí  con  el  Padre 
Rojas  que  acababa  de  llegar  y  se  proponía  seguir  aquella  misma  noche : 
había  venido  en  una  balsita  de  tan  mala  muerte  (pie  en  expresión  de 
Monseñor  Perdomo  más  parecía  un  nido  de  pachócolos  (pájaros  que 
fabrican  su  nido  de  chamizas).  En  esa  embarcación  quiso  el  Padre  que 
siguieran  todos,  pero  al  embarcarse  los  tres  y  entrar  primero  el  señor 
Perdomo,  la  balsa  se  hundió  con  su  solo  peso  y  el  Padre  Kojas  tuvo 
que  convencerse  de  que  era  imposible  arriesgar  la  vida  de  todos  y  desis- 
tió. Contrataron  entonces  una  canoa  y  en  ella  siguieron  aquella  misma 
noche.  Era  tiempo  de  invierno  en  el  Sur  y  el  río  empezó  a  crecer  y  em- 
bravecerse extraordinariamente,  hasta  el  punto  de  negarse  el  boga  a 
seguir  en  esas  condiciones,  con  la  noche  muy  oscura  y  el  río  salido  de 
madre  por  potreros  y  plantíos.  Se  detuvieron,  arrimando  la  canoa  a  la 


—  131  — 


orilla  para  buscar  algún  lugar  seco  donde  pasar  el  resto  de  la  madru- 
gada y  se  hallaron  en  medio  de  una  platanera,  donde  espera  ion  el  ama- 
necer para  poder  seguir,  hasta  que  alcanzándolos  de  nuevo  el  Gral  Reyes 
en  Honda  los  tomó  a  todos  y  los  condujo  a  Calamar,  de  donde  fueron 
en  tren  a  Cartagena. 

En  este  trayecto  de  Honda  a  Calamar  ocurrió  un  incidente:  llegó 
el  buque  en  que  viajaban  con  el  Gral.,  porque  llevaba  varios,  a  uno  de 
los  pequeños  puertecitos  de  la  ribera,  (listante  un  poco  de  la  orilla,  y 
como  era  por  la  mañana  quiso  el  Padre  Rojas  salir  a  celebrar,  como  lo 
hizo.  Cuando  empezaba  la  Misa  pitó  el  buque:  el  señor  Perdomo  salió 
al  puerto  y  le  dijeron  que  el  Gral.  estaba  esperando  al  Padre  para  mar- 
char; volvió  inmediatamente  a  la  capilla  y  avisó  en  medio  de  la  .Misa 
al  Padre  Rojas,  quien  tranquilamente  le  contestó:  "Déjeme  acabar  tran- 
quilo". Terminada  la  Misa  vinieron  al  puerto,  pero  ya  el  General  había 
marchado  en  su  buque  dejándoles  otro  que  los  llevara,  de  lo  cual  se 
apenó  mucho  el  Padre  Rojas  y  estuvo  todo  el  día  preocupado  con  el  in- 
cidente. 

En  Cartagena  fueron  a  palacio  y  apenas  los  vio  Monseñor  Biffi 
les  tendió  los  brazos  diciéndoles :  "Vengan  acá  estos  confesores  de  la 
fe",  por  haber  tenido  conocimiento  de  que  habían  sido  presos  por  la 
revolución.  Volvieron  de  Cartagena  a  Calamar  y  fueron  a  Rarranquilla 
y  Puerto  Colombia,  donde  los  esperaba  el  vapor  que  debía  conducirlos 
a  España.  Se  embarcaron  los  tres  con  el  Pbro.  Ignacio  Curt  Brunet,  Coad- 
jutor del  Padre  Rojas,  y  el  niño  Enrique  Calvo,  del  Chaparral,  que 
también  iba  a  estudiar  en  el  Colegio  de  Comillas  en  España.  El  buque 
(pie  los  condujo  tenía  por  nombre  El  Labrador.  El  Padre  Rojas  decidió 
convencer  a  sus  compañeros  de  que  hicieran  el  viaje  en  tercera  clase, 
para  destinar  la  economía  de  precio  a  un  obsequio  especial  (pie  pensaba 
hacer  a  Santa  Eulalia,  venerada  en  Barcelona.  Todos  convinieron  ge- 
nerosamente por  condescendencia  con  el  Padre:  pasaron  la  primera 
noche  entre  unos  bultos,  comidos  de  las  jijeadas  terribles  de  bichos  para 
ellos  desconocidos  (probablemente  piojos  de  la  gentuza  de  tercera  l.  sin 
poder  dormir  un  momento:  pero  al  día  siguiente  se  dio  cuenta  de  ello 
el  Capitán  y  llamando  al  Padre  Rojas  le  notificó  que  no  podía  pe  mitir 
que  una  persona  de  su  categoría  fuera  allí,  porque  eso  perjudicaba  el 
prestigio  de  la  Compañía;  (pie,  o  lomaba  la  clase  (pie  le  correspondía, 
o  se  vería  obligado  a  desembarcarlos  en  el  primer  puerto  de  Venezuela: 
con  lo  que  terminó  todo  y  pasaron  a  primera  clase,  con  visible  contra 
riedad  del  Padre  Rojitas,  quien  había  perdido  esa  ocasión  de  mortificarse. 

Llegados  a  España  fueron  a  Comillas  a  dejar  el  niño  Calvo  en  su 
colegio;  pasaron  a  Lourdes  y  luégo  a  Roma,  sin  (pie  ocurriera  nada 
extraño.  El  Padre  Rojas  iba  con  la  remota  esperanza  de  disuadir  a  Su 
Santidad  León  XIII  de  que  fueran  a  hacerlo  obispo  a  él,  (pie  se  creía 
el  peor  (le  todos  y  el  más  indigno  e  incompetente  para  tan  ponderoso 
cargo.  Se  valió  para  (dio  del  cardenal  Rampolla  del  Tíndaro.  Secretario 
de  Su  Santidad,  a  quien  expuso  la  multitud  de  inconvenientes  y  obs- 
táculos (pie  él  veía  para  ser  obispo.  A  cada  argumentación  ciceroniana 
del  Padre  Rojitas  contestaba  el  cardenal  tranquilamente,  en  italiano: 
"Si  tranquilizzi,  si  tranquilizzi,  Monsigniore" ;  Tranquilícese,  tranquilí- 
cese, Monseñor.  No  hubo  apelación:  había  hablado  Roma  y  no  quedaba 
más  remedio  (pie  obedecer  y  prepararse.  Entró  en  ejercicios  espirituales 
donde  los  Padres  .Jesuítas,  sus  antiguos  maestros,  y  si  en  Bogotá  había 
edificado  muchas  veces  a  los  misinos  Jesuítas  cuando,  siendo  Párroco, 
sacaba  todos  los  años  el  tiempo  necesario  para  sus  ejercicios  anuales 
en  casa  de  los  Padres,  aquí  en  Roma  en  esta  ocasión  fue  mayor,  si  cabe. 


—  132  — 


la  edificación  de  todos  ¡il  presenciar  el  recogimiento,  devoción  y  fervor 
con  que  el  Padre  Rojas  pasó  aquellos  santos  días.  Llegó  el  día  feliz  para 
la  diócesis  del  Tolinia,  pero  el  más  terrible  para  el  Padre  Rojas,  según 
el  pánico  que  sentía  de  la  tremenda  carga;  el  '2\  de  abril  del  95  fue 
consagrado  por  el  Emmo.  Cardenal  Serafín  Vanutelli,  con  asistencia 
de  los  alumnos  tolimenses  del  Pío  Latino  Americano. 

CAPITULO  III 

SU  REGRESO  A  COLOMBIA  -  TOMA  DE  POSESION. 

Regresó  inmediatamente  a  Colombia  ;  llegó  a  Garzón  en  julio  riel 
mismo  año;  trajo  consigo  desde  España  a  los  RR.  Padres  Trinitarios 
Carlos,  Celestino.  Teodoro,  Nicolás,  Benito,  Florencio  y  Cayetano  de 
las  Maravillas;  de  los  cuales,  pasado  algún  tiempo,  sólo  quedó  en  la 
diócesis  el  Padre  Cayetano  García,  quien  poco  después  se  secularizó  y 
prestó  importantísimos  servicios  en  varias  parroquias,  en  la  Curia  Dio- 
cesana y  murió  en  Cazón,  muy  querido  y  venerado  de  todos.  De  una 
caita  de  D.  Bernardino  Ramírez,  testigo  abonado,  tomamos  lo  siguiente: 

"A  fines  de  enero  de  tS0.~>  emprendió  viaje  el  Padre  Rojitas  a  Roma  a  reci- 
bir la  consagración  episcopal.  El  Colegio  de  Elias,  empresa  a  la  cual  había  dedi- 
cado sus  mejores  energías  y  casi  todo  su  patrimonio  herencíal,  lo  dejó  bajo  la 
dirección  del  señor  Clises  B.  Silva,  con  la  colaboración  de  quien  estas  líneas 
escribe.  Al  año  siguiente,  ya  consagrado  obispo  del  Tolima.  comunicó  a  los  Supe- 
riores del  Colegio  su  próximo  regreso  y  su  inmediata  visita  al  Establecimiento. 
Clises  y  yo  quisimos  hacer  personalmente  el  arreglo  de  la  pieza  (pie  había  ocu- 
pado el  Padre  Rojitas.  para  recibir  al  obispo.  El  escritorio  y  la  biblioteca  fueron 
objeto  de  nuestros  mejores  cuidados.  Al  examinar  los  rincones  más  ocultos  del 
escritorio  encontramos  una  cajita  de  cartón  y  dentro  de  ella,  muy  bien  envuelta 
en  papel  de  seda,  una  pluma  de  oro  con  esta  inscripción:  "Para  que  firme  su 
primera  Pastoral.  Caycedo".  Esta  pluma  le  había  sido  obsequiada  al  seminarista 
Esteban  Rojas  por  su  condiscípulo.  La  profecía  se  cumplió  en  su  parte  principal, 
pero  como  se  ve  por  lo  expresado,  no  le  sirvió  para  firmar  su  primera  Pastoral, 
pues  ésta  la  escribió  en  Roma  con  la  misma  fecha  de  su  consagración  Episcopal. 
Esta  historia,  al  parecer  de  poca  importancia,  tiene  para  el  señor  Rojas  el  más 
alto  elogio  de  sus  virtudes,  conocidas  desde  el  Seminario  y  (pie  lo  hacían  ya 
digno  de  la  jerarquía  a  donde  llegó  muchos  años  después,  méritos  apreciados  por 
quien,  según  lo  expresado,  poseía  el  don  de  profecía". 

EL  ESCUDO  DEL  NUEVO  OBISPO 

El  escudo  de  un  Prelado,  como  el  de  una  casa  o  familia,  debe  revelar 
los  rasgos  más  salientes  del  carácter  y  las  hazañas  cuyo  emblema  se 
quiere  delinear. 

No  podía  sustraerse  el  nuevo  Obispo  al  escoger  el  escudo  de  armas 
de  su  episcopado  a  la  preocupación  constante  de  su  vida  :  el  amor  Ma- 
riano; como  tampoco  podía  ocultar  su  espíritu  batallador  contra  todo 
lo  que  se  opusiera  al  deseo  de  evangelizar  las  almas  y  salvarlas. 

Bajo  el  sombrero  episcopal  cuyas  borlas  verdes  caen  graciosamente 
por  los  lados  enmarcando  el  redondel,  aparece  en  círculo  perfecto  el 
conjunto  llamativo  y  artístico  de  un  paisaje  encantador:  las  ondas 
azules  del  Magdalena  columpian  una  humilde  barquilla  pescadora ;  al 
fondo  los  primeros  contrafuertes  de  la  cordillera  central  recatan  la 
amplia  base  del  nevado  del  Tolima  que  se  yergue  airoso  y  fantástico  en 
colosal  altura  coronada  de  nieves  perpetuas,  sobre  las  cuales,  entre 


—  133  — 


EL  ESCUDO   DEL  NUEVO  OBISPO.  VEASE  LA  BELLA  INTERPRETACION  POETICA  HECHA 
POR    EL   DOCTOR    LUIS   CALIXTO   LEI  VA  CHARRY. 


Resplandores  deslumbrantes,  aparecen  entrelazadas  las  letras  de]  angé- 
lie.  saludo  a  La  Madre  de  Dios:  A.  M. :  Ave  .María.  Ahajo  el  lema:  Inep 
fabilis  Deus,  como  primeras  palabras  de  la  Encíclica  de  s.  S.  Tío  IX 
al  definir  el  dogma  de  la  Inmaculada. 

Una  pluma  maestra  en  el  decir,  la  de  monseñor  Luis  Calixto  Lena, 
interpretó  con  pasmosa  fidelidad  el  sentido  del  escudo  en  las  siguientes 
ést  rolas : 


Sobre  las  ondas  claras,  tranquilas, 
que  leveméntt  las  auras  rizan, 
si  rena  flota  la  navecilla, 
como  una  garza  que  se  reclina 
en  los  juncales  <le  las  orillas. 

En  muelle  comba  su  dorso  arquean 
las  mansas  linfas  del  Magdalenas 
sus  hondos  senos  son  de  turquesa 
¡I  sus  cambiantes  de  luz  de  perlas, 
donde. la  pompa  muda  riela 
de  un  claro  cielo  de  primavera. 

Tras  la  bruñida  zona  de  ¡data 
leves  ondulan  colinas  pardas, 
donde  en  las  tardes  anaranjadas 
y  en  los  albores  tersos  de  nácar 
en  lluvia  de  oro  mojan  sus  alas 
las  frescas  brisas  <Je  la  montaña. 

Sobre  los  Andes,  firmes  columnas, 
yergue  el  Tolima  su  inmensa  cúpula; 
gigante  aéreo,  rea  de  las  brumas, 
son  de  diamante  sus  vestiduras, 
II  entre  él  zafiro  que  lo  circunda 
flota  en  la  gloria  de  las  alturas. 

Sobre  el  Tolima  raya  la  aurora ; 
las  nubes  blancas  se  tornasolan ; 
II  es  de  oro  y  perla  la  mole  airosa; 
cutre  la  lluvia  sutil  de  aljófar 
parece  el  cielo  jardín  de  rosas 
(jue  sobre  el  mundo  bajando  en  ondas 
fingen  cascadas  de  luz  y  aromas. 

Pero  más  bello  que  el  sol  naciente 

cuando  despliega  sus  áureas  redes, 

tu  nombre  augusto  destellos  vierte 

sobre  la  cumbre  de  rosa  y  nieve, 

Virgen  María,  perla  celeste, 

nube  de  aromas,  miel  entre  mieles, 

luz  de  los  cielos  indeficiente, 

que  en  flechas  de  oro  la  tierra  envuelves. 

Tu  hermoso  escudo,  libre  de  sombras, 
no  fue  trasunto  fiel  de  tu  historia ; 
no  fue  tu  vida  blanca  gaviota 
que  se  columpia  sobre  las  olas: 
fue  alción  marino  que  se  remonta 
entre  borrascas  atronadoras. 

Veló  tu  alegre  visión  suave 
bruma  de  llantos  y  de  combates; 
tu  noble  frente  batió  incesante 
racha  temible  de  tempestades, 
que  huracanada  llevó  tu  nave 
a  la  escollera  de  los  pesares. 


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Brillaba  en  tanto  pura  //  serena 
luz  de  los  cielos  en  tu  conciencia . 
como  alborada  que  se  refleja 
en  los  cristales  del  Magdalena ; 
fue  firme  roca  tu  fe  sincera 
contra  los  golpes  de  la  tormenta. 

Hoy  que  la  nieve  tu  sien  decora, 
cual  del  Tolima  la  cumbre  airosa, 
la  Virgen  Madre  tu  frente  adorna, 
miel  de  alegrías  vierte  en  tu  copa, 
y  es  su  caricia  regaladora 
luz  de  tu  alma,  sol  de  tus  Bodas. 

Qué  bien  interpretadas  están  en  el  escudo  las  luchas  de  toda  la 
vida  de  Monseñor:  no  siempre  fueron  blancas  nubes  las  que  coronaron 
el  nevado,  que  a  veces  negros  nubarrones  de  tormenta  descargaron  sobre 
él  rayos  implacables  de  persecución  y  de  calumnia. 

Monseñor  Rojas  recibió,  como  lo  liemos  visto,  para  su  diócesis  del 
Tolima  un  extenso  territorio  segregado  a  dos  Arquidiócesis :  a  la  de 
Bogotá  la  parte  del  Norte  y  a  Poparán  la  del  Sur,  con  Sede  Episcopal 
en  la  ciudad  de  Neiya,  aunque  la  capital  civil  del  Tolima  era  Ibagué. 
El  número  de  sacerdotes  que  quedaron  en  la  nueva  diócesis  apenas  lie 
gaba  a  cuarenta,  número  insignificante  comparado  con  las  gravísimas 
necesidades  de  las  almas.  Así  lo  comprendió  el  nuevo  prelado  e  inme- 
diatamente dio  providencias  de  formar  sacerdotes,  aún  en  medio  de 
pobreza  y  dificultades  casi  insuperables,  elevando  a  Seminario  Menor  su 
Colegio  de  Elias  y  redoblando  sus  esfuerzos  y  los  del  clero  para  alcanzar, 
de  Dios  con  oraciones  y  de  los  pueblos  con  limosnas,  los  medios  indis- 
pensables a  su  sostenimiento. 


CAPITULO  IV 

PRIMEROS    MINISTERIOS    DEL  PRELADO 

Una  de  las  mejoras  y  más  claras  manifestaciones  de  celo  por  las 
almas  es  el  empeño  en  facilitarles  los  medios  de  que  puedan  disponer 
para  su  santificación.  De  ello  se  preocupó  el  nuevo  obispo  desde  el  día 
mismo  de  su  consagración  en  la  ciudad  eterna.  Apenas  recibió  sobre  sus 
hombros  el  pesado  .Alisal  romano,  símbolo  de  la  tremenda  responsabili- 
dad pastoral,  dirige  desde  Roma  su  primera  carta  a  todos  sus  dioce- 
sanos para  darles  cuenta  de  su  consagración  y  encarecerles  el  amor  a 
Cristo  como  fundamento  de  la  vida  cristiana. 

El  mismo  día  de  su  consagración  episcopal  (abril  21  de  95),  escribió 
cu  Boma  su  primera  pastoral  sobre  la  vida  cristiana  y  la  envió  a  sus 
amados  diocesanos.  Después  de  graves  consideraciones  sobre  la  ponde- 
rosa carga  (pie  el  Sumo  Pontífice  lia  puesto  sobre  sus  hombros  y  los 
muchos  esfuerzos  (pie  requiere  la  fundación  de  una  diócesis  en  las 
apartadas  regiones  de  América,  sienta  las  bases  de  la  prosperidad  de 
su  diócesis  en  las  ventajas  de  la  vida  cristiana  y  pide,  y  suplica,  y  con 
jura  a  sus  nuevos  hijos  a  (pie  aspiren  a  los  bienes  celestiales  con  la 
observancia  de  los  mandamientos  y  de  los  deberes  del  hogar.  Alienta  a 
sus  sacerdotes  con  frases  de  cariño  y  pide  las  luces  (pie  ellos  puedan 
proporcionarle  para  la  mejor  administración  espiritual  de  su  rebaño. 


—  136  — 


No  quiso  L'egresar  ¡i  su  diócesis  sin  traer  a  sus  hijos  un  valioso 
obsequio  obtenido  del  Sumo  Pontífice:  la  concesión  de  indulgencia 
plenaria  para  todos  aquellos  que  debidamente  confesados,  recibieran  la 
Sagrada  Comunión  y  asistieran  a  la  primera  Visita  Pastoral.  El  res- 
cripto en  (pie  S.  S.  León  XI 11  concede  esta  gracia  singular  está  lechado 
el  21  de  mayo,  un  mes  justo  desde  la  consagración  episcopal;  ya  puede 
suponerse  la  satisfacción  con  «pie  monseñor  avisaría  a  sus  afortunados 
diocesanos  el  privilegio  obtenido  para  ellos  y  el  empeño  en  que  todos 
se  aprovecharan  de  tan  insigne  beneficio. 

He  aquí  el  acta  de  posesión  : 

///  Nomine  Domini  Amen. 

"Notorio  sea  a  los  que  el  présente  público  instrumento  vieren,  cómo  en  la 
ciudad  de  Xeiva.  a  veintiuno  de  Julio  de  mil  ochocientos  noventa  y  cinco,  en  la 
Santa  Iglesia  Catedral,  ante  el  Señor  Administrador  Apostólico  de  la  Diócesis  del 
Tolima,  presentes  los  Presbíteros  Ignacio  Curt  y  siete  Sacerdotes  religiosos  Tri- 
nitarios, muchedumbre  de  pueblo  congregados  todos  a  són  de  campanas,  en  pre- 
sencia del  Secretario  de  la  Diócesis:  el  Ilustrísimo  Señor  Doctor  D.  Esteban 
Hojas  mostró  en  copia  legalmente  otorgada  el  veintiuno  de  Abril  del  presente 
año  unas  Rulas  y  Letras  Apostólicas  de  Nuestro  Santísimo  Padre  León  Xllí,  de 
provisión  de  este  obispado  del  Tolima  :  y  habiendo  sido  leídas  en  voz  alta  por 
mí,  el  presente  Secretario,  el  Señor  Administrador  Apostólico  Doctor  Don  Fede- 
rico Vergara,  cumpliendo  con  lo  ordenado  en  la  citada  Bula,  dio  posesión  real, 
actual  y  corporal  de  esta  Santa  Iglesia  de  Neiva  y  Obispado  del  Tolima  al  Ilus- 
trísimo Señor  Doctor  Don  Esteban  Rojas  Obispo  del  Tolima  :  lo  recibió,  admitió 
y  puso  en  posesión  de  ella  como  de  costumbre:  sentándolo  en  el  Solio  Episcopal: 
conduciéndolo  después  a  la  Casa  episcopal,  acompañándolo  con  los  Sacerdotes  ya 
citados  hasta  la  dicha  Casa. 

No  se  le  recibió  juramento  ni  la  profesión  de  Fé  conforme  al  Santo  Concilio 
de  Trento,  por  constar  en  la  Rula  haberlo  hecho  ya  en  Roma,  en  manos  del  Obispo 
( 'onsagrante. 

Para  (pie  conste,  lo  firman  el  Señor  Administrador  Apostólico,  el  Ilustrísimo 
Señor  Obispo,  el  Presbítero  Ignacio  Curt  y  Reverendísimo  Padre  Carlos  de  Jesús 
y  María,  religioso  de  la  orden  de  la  Santísima  Trinidad. 

Federico  Vergara.  —  f  ESTEBAN,  Obispo  del  Tolima.  —  Fr.  Carlos  de  Jesús 
y  María.  —  Ignacio  Curt  B.,  Pbro.  —  Joaquín  Valbuena  Perdonio,  Secretario". 


CAPITULO  V 

PRIMEROS  EJERCICIOS  DEL  CLERO  -  ORDENACION  DE 
LOS  PBROS.  RUDOLFO  PEREZ  CASTILLO  Y  MANUEL 
SUAREZ  SAAVEDRA  -  ADHESION  DEL  PRELADO  CON  SU 
CLERO  A  S.  S.  LEON  XIII  -  ORGANIZACION  DE  SUS 
SEMINARIOS  Y  CONSAGRACION  QUE  DE  ELLOS  HACE 
A  MARIA  INMACULADA  -  FUNDA  EL  ORGANO  OFICIAL  DE 
LA  DIOCESIS  -  LA  IGLESIA  DEL  TOLIMA. 

La  primera  medida  tomada  por  el  nuevo  obispo  en  su  inmensa  dió- 
cesis fue  la  de  reunir  a  todo  su  clero,  bien  escaso  por  cierto,  en  saluda- 
bles ejercicios  espirituales;  cambiar  impresiones  con  sus  Párrocos;  co- 
municarles el  fervor  de  su  pecho  de  apóstol  y  trazar  los  planes  que  se 
proponía  llevar  a  cabo  en  bien  de  su  rebaño.  En  efecto,  reuniéronse  en 
Elias,  en  el  Seminario  Menor,  que  hasta  entonces  había  sido  su  querido 


—  137  — 


Colegio  de  San  Luis  Gonzaga,  dieciséis  sacerdotes,  entre  ellos  ocho  Re- 
ligiosos, quienes  bajo  la  dirección  del  Prelado  terminaron  su  retiro  el 
día  '24:  de  agosto  del  95;  hacía  apenas  un  mes  que  había  llegado  a  Neiva 
a  posesionarse;  en  este  día  confirió  el  presbiterado  al  diácono  Bodulfo 
Pérez  Castillo,  e  hizo  firmar  de  todos  los  ejercitantes,  encabezándola 
él  mismo,  una  bellísima  adhesión  a  S.  S.  León  XIII,  en  la  cual  el  rie- 
lado y  Clero  de  la  nueva  Diócesis  del  Tolima  profesan  omnímoda  adhe- 
sión a  su  sagrada  Persona  ;  profundo  agradecimiento  por  los  beneficios 
otorgados  a  la  Diócesis;  amarga  pena  por  los  sufrimientos  de  S.  S. 
causados  por  el  Gobierno  italiano  y  fervientes  votos  por  el  pronto  tér- 
mino de  esos  sufrimientos. 
La  adhesión  termina  así : 

•'Dignaos,  Beatísimo  Padre,  impartirnos  vuestra  paternal  bendición  a  nos 
otros,  a  nuestras  parroquias  y  a  toda  esta  pobre  y  naciente  Diócesis,  para  (pie 
Dios  nos  conceda  el  fundarla  sobre  su  santo  temor  y  sobre  el  conocimiento  y  amol- 
de Jesús,  su  Divino  Hijo,  y  podamos  así  consolar  el  afligido  corazón  de  Vuestra 
Santidad.  Santísimo  Padre.  San  Emigdio  de  Elias,  agosto  24  del  95. — Esteban. 
Obispo  del  Tolima. — Fr.  Carlos  de  Jesús  y  María. — Fr.  Teodoro  de  la  Presenta 
ción. — Fr.  Florencio  del  Sdo.  Corazón  de  Jesús. — Fr.  Cayetano  de  las  Maravillas. 
Fr.  Benito  de  la  Virgen  de  Fuensanta. — Fr.  Nicolás  de  Jesús  María. — Fr.  Celes- 
tino de  San  Pedro. — Pbros.  José  Rufino  Macías. — Antonio  Guzmán. — Hipólito  Mu- 
rías.— Francisco  de  Paula  Rosas. — José  María  Ortiz. — Ignacio  Curt  B. — Santiago 
Santacruz. — Rodulfo  Pérez  C. — Fr.  Felipe  de  San  Félix". 

Otro  grujió  de  sacerdotes  hizo  su  retiro  en  San  Antonio  de  Forta- 
lecillas,  en  donde  adhirieron  a  esta  manifestación  filial  los  Pbros.  Fr. 
-I.  Ramón  Murcia. — Marcelino  Toro. — Joaquín  M.  Gamboa. — Belisario 
Herrera. — Joaquín  Valbuena  Perdomo,  el  25  de  septiembre  siguiente,  y 
el  en  el  mismo  lugar,  los  Pbros.  Pedro  P.  -limeño. — Bartolomé  Pérez. 
Fausto  Perdomo. — Fr.  Prágédo  Joaquín  López. — Francisco  II.  Delgado. 
Neftalí  Lozano  A. 

Fu  Ibagué  practicaron  sus  ejercicios  y  firmaron  la  adhesión  el  14 
de  lebrero  del  96  los  Pbros.  Jesús  María  Kestrepo. — Tomás  María  Ga- 
llego.— Luis  Meabe. — Juan  X.  Pana. — luán  F.  Hurtado. — Rómulo  C. 
Madrid. —  Florentino  Hincón. — Francisco  A.  González. — Leopoldo  Plan 
Co. — I.  Benito  Salazar. — Lorenzo  J.  Rubio.— Lucas  Hortúa. — Francisco 
J.  García  y  Dionisio  Navarro. 

En  Garzón  la  firmaron  los  Pbros.  Parménides  Velasco  y  Manuel 
Esteban  Paredes. 

Se  ve  por  la  anterior  manifestación  (pie  todo  el  (Mero  con  que  podía 
contar  el  nuevo  Obispo  se  reducía  a  los  cuarenta  y  tres  sacerdotes  y 
algunos  otros,  de  los  cuales  hay  (pie  restar  nueve  Religiosos  no  incar- 
dinados,  (pie  se  retiraron  al  poco  tiempo,  quedando  tan  sólo  treinta  y 
cuatro  sacerdotes,  la  mayor  parte  de  ellos  ancianos  y  achacosos,  con 
los  cuales  empezó  a  organizar  las  parroquias  y  atender  a  su  Seminario, 
primera  y  principalísima  preocupación  de  monseñor  Hojas. 

Fl  primer  Seminario  Mayor  lo  organizó  en  Neiva  con  los  alumnos 
de  Bogotá  y  Popayán  pertenecientes  al  Tolima.  Fstos  alumnos  fueron: 
Leoncio  Chinchilla.  Manuel  Suárez  Saavedra,  Máximo  Luna.  Arturo 
Calderón,  .Moisés,  Teófilo,  Abraham  y  Félix  Castro,  Arsenio  Hepizo,  An 
tonio  Bartulan,  Heliodoro  Perdomo.  Manuel  María  Hada.  Rafael  Pareja 
y  Rufino  Salazar. 

Poco  tiempo  permaneció  en  Neiva  el  Seminario  Mayor,  pues  ya  el 
29  de  noviembre  siguiente,  primer  día  de  la  novena  de  la  Inmaculada, 


—  138  — 


vemos  a  sus  alumnos  en  Elias  firmando  la  manifestación  de  amor  filial 
compuesta  por  el  Prelado  para  ambos.  Seminarios. 

101  Prelado  tenía  determinación  de  elevar  a  Seminario  Menor  el 
Colegio  de  San  Luis  Gonzaga  de  Elias,  fruto  de  sus  desvelos  de  Párroco 
y  obra  cumbre  de  su  apostolado  sacerdotal.  Cuál  sería  entonces  la  sa- 
tisfacción que  inundó  su  alma  al  ver  coronados  sus  esfuerzos,  sus  fati- 
gas, sus  trabajos  materiales  en  el  acarreo  de  tierra  y  ladrillo,  sus  fer- 
vientes oraciones  y  sus  largas  vigilias  al  pié  del  tabernáculo?  Sólo  Dios 
pudo  saberlo  y  El  bendijo  abundantemente  la  fecunda  siembra  de  su 
apóstol  y  la  rectitud  de  intención  con  que  había  trabajado. 

Escogió  para  tan  solemne  acto  la  fiesta  más  querida  de  su  corazón, 
el  ocho  de  diciembre,  fiesta  universal  de  la  Concepción  Inmaculada  de 
.María,  a  Quien  había  consagrado  su  diócesis.  Preparada  con  solemne 
novena,  predicación,  abundancia  de  confesiones,  retiro  de  los  alumnos 
del  Colegio  y  nutrido  programa  de  festejos,  se  celebró  la  fiesta  con 
grande  esplendor.  1 

En  la  .Alisa  Pontifical  de  este  día  ordenó  de  Presbítero  al  joven 
.Manuel  Suárez  Saavedra,  lo  (pie  dio  mayor  interés  a  la  solemnidad, 
por  ser  la  primera  vez  (pie  los  vecinos  presenciaban  estas  solemnes 
ceremonias. 

El  Prelado  exhortó  a  los  asistentes  a  secundar  sus  propósitos  de 
situar  el  Seminario  de  sus  diócesis  en  aquel  pequeño  pueblecito  (pie  tanto 
había  contribuido  a  la  fundación  del  Colegio;  manifestó  las  ventajas 
que  sobrevendrían  a  sus  habitantes  y  la  honra  de  tener  allí  el  centro 
de  la  formación  de  sacerdotes  para  la  diócesis,  llamando  de  manera 
especial  la  atención  sobre  la  circunstancia  de  ser  la  Sma.  Virgen  la  por- 
tadora de  aquel  beneficio  para  Elias.  En  el  ánimo  de  todos  se  reflejo 
la  íntima  gratitud  al  señor  obispo,  que  así  quería  corresponder  a  la  ge- 
nerosidad con  que  todos  los  vecinos,  con  "i-andes  sacrificios,  habían  ayu- 
dado, años  atrás,  a  la  construcción  y  sostenimiento  de  ese  Colegio,  em- 
pezado con  tántas  privaciones,  pero  que  ahora  era  elevado  a  la  mayor 
categoría  entre  todos  los  del  Tolima.  En  solemne  Te  Deum  al  terminar 
la  .Misa  fue  el  broche  de  oro  (pie  cerró  la  solemnidad  de  la  mañana. 

De  nuevo  en  el  local  del  Colegio  procedió  el  Prelado  a  sancionar 
las  Constituciones  del  Colegio  como  Seminario  Menor  y  a  la  organi- 
zación del  Seminario  .Mayor  en  el  mismo  edificio,  con  los  alumnos  que 
estudiaban  hasta  entonces  en  los  Seminarios  de  Bogotá  y  Poparán. 

Nombró  Rector  de  ambos  Seminarios  al  Pbro.  D.  Rodulfo  Pérez  C. ; 
Profesores  del  Mayor:  Sda.  Escritura,  Dogma  y  Liturgia,  Pbro.  D.  Ma- 
nuel Suárez  Saavedra  ;  Filosofía  Superior  e  Inferior,  Señores  Semina- 
ristas Clodomiro  Díaz  y  Heliodoro  Perdomo ;  Oratoria  Sda.,  Dogma 
inf.,  Moral  y  Derecho  Canónico,  Pbro.  D.  Rodulfo  Pérez  Castillo:  Canto 
Gregoriano,  Señor  Demetrio  Luque;  Canto  figurado.  Señor  Teófilo 
('astro  P. 

En  el  Seminario  Menor  fueron  nombrados  Vicerrector  y  Prefecto 
General  los  señores  D.  Clises  I>.  Silva  y  D.  Bernardino  Ramírez,  encar- 
gados desde  el  94  de  la  dirección  del  Colegio. 

En  este  mismo  día,  consagrado  de  manera  particular  al  culto  de 
la  Sma.  Virgen,  quiso  el  Prelado  que  su  órgano  oficial  La  Iglesia  del 
Tolima,  rindiera  expresa  manifestación  de  amor  y  simpatía  a  su  celes- 
tial Patrona  en  un  número  extraordinario,  en  el  cual  quedó  para  siem 
pre  testificado  el  amor  de  la  Diócesis,  del  Seminario  Mayor  y  Menor  y 
del  periódico  diocesano  a  María  Inmaculada. 


—  139  — 


Transcribimos  a  continuación  tan  importantes  documentos,  que  de- 
bemos guardar  como  muestra  inequívoca  de  La  piedad  filial  de  Mon- 
señor hacia  la  Sma.  Virgen. 

"Organo  Oficial  de  la  Diócesis  del  Tolima. — El  li)  de  Nov°  de  lN¡>r>  dictó 
Mons.  Rojas  el  Decreto  Xo  18,  por  el  cual  se  funda  el  periódico  oficial  de  la 
Diócesis. — Nos  Esteban  Rojas  por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  S.  Sede  Apea.  Ob.  del 
Tolima. — ¡Para  dar  gloria  a  Dios  y  a  María  su  Inmaculada  Madre:  para  atraer 
su  divina  protección  sobre  la  Diócesis,  y  para  facilitar  la  comunicación  indis- 
pensable del  Prelado  con  el  clero  y  con  los  fieles.  Decretamos:  Io  Fúndase  un  pe- 
riódico con  el  nombre  de  La  Iglesia  del  Tolima,  que  se  publicará  bajo  nuestra 
inmediata  dirección  en  el  lugar  y  tiempo  que  permitan  las  circunstancias,  pre- 
ferentemente los  días  dedicados  al  culto  de  la  Sma.  Virgen. — 2°  Dicho  periódico 
tendrá  tres  secciones:  oficial,  piadosa  y  doctrinal. — 3°  Todas  las  iglesias  de  la 
Diócesis  pagarán  una  suscripción  para  su  archivo. — 1?  Los  Sacerdotes,  además  de 
su  suscripción  personal  (como  se  supone  l  procurarán  colocar  otras  entre  sus  feli- 
greses y  entre  las  congregaciones  piadosas  establecidas  en  cada  población.  Cuida- 
rán, además,  de  cumplir  lo  ordenado  en  el  periódico,  difundir  las  enseñanzas  en  él 
contenidas  y  propagar  las  prácticas  en  él  recomendadas. — Dado  en  Elias  a  11)  de 
Xov°  de  180."),  fiesta  de  Sta.  Isabel  de  Hungría. — Esteban.  Obispo  del  Tolima. — Por 
man.  de  S.  S.  I.  Rodulfo  Pérez  C.,  Secretario". 

He  aquí  la  consagración  compuesta  por  el  Prelado  para  la  revista 
diocesana  : 

"La  Iglesia  del  Tolima  a  María  Inmaculada. — Bien  comprendéis.  Madre  ama- 
dísima, con  qué  intenciones  hemos  querido  escoger  este  día.  el  más  bello  y  sim- 
pático del  año,  para  dar  principio  a  esta  publicación.  Estando  ella  destinada  a 
dar  vida  y  desarrollo  a  esta  naciente  Diócesis,  que  os  tiene  a  Vos  por  Madre,  nada 
más  justo  (pie  coincidir  su  principio  con  el  de  todas  vuestras  grandezas;  y  que 
su  primer  acto  sea  una  alabanza  de  la  primera  y  más  cara  de  vuestras  prerro- 
gativas, para  que,  teniéndoos  a  Vos  por  principio,  os  tenga  también  por  medio  y 
fin,  y,  siendo  Vos  la  dueña  de  su  primer  acto,  lo  seáis  también  de  todos  los  demás. 
Madre  piadosa,  bendecid  esta  obra  vuestra,  vivificadla  y  santificadla. — Vos  habéis 
destruido  todas  las  herejías  en  todo  el  mundo,  porque  nadie  ha  salido  del  error 
sino  porque  una  suavísima  luz  salida  de  vuestro  corazón  de  madre  ha  iluminado 
su  inteligencia,  haciéndole  ver  la  multitud  de  errores  y  engaños  en  que  estaba 
sumido. — Y  en  el  Tolima  hay  tántos. — Vos  habéis  ejercido  siempre  un  inefable 
dominio  sobre  todos  los  corazones  humanos  y  sobre  el  del  mismo  Dios,  y  sois  asi 
la  poderosísima  Autora  de  los  admirables  misterios  de  reconciliación  que  en  la 
Iglesia  diariamente  se  verifican  entre  el  Corazón  de  Vuestro  Hijo  Dios  y  los  de 
tántos  hijos  vuestros,  pródigos,  desconocidos,  duros  y  abandonados. — Y  en  el  To- 
lima hay  tántos. — En  fin,  sois  el  medio  obligado  por  el  cual  Dios  gobierna  y  vivi- 
fica su  Iglesia,  y  así.  en  Vuestro  Corazón,  más  que  en  el  de  los  Apóstoles,  se  halla 
en  toda  su  actividad  la  solicitud  y  el  cuidado  de  todas  las  iglesias. — Y  la  del  To- 
lima lo  necesita  tánto. — Ea,  pues.  Madre  solícita  y  cuidadosa,  los  momentos  son 
preciosos,  éste  es  vuestro  tiempo  oportuno:  aquí  tenéis  la  más  propicia  ocasión 
para  vuestras  ternuras  y  compasiones:  hé  aquí  bastante  campo  donde  espaciaros, 
Si  vuestros  principios  son  tan  brillantes  e  inmaculados,  no  es  sino  para  (pie  sean 
remedio  de  los  nuestros,  tan  ennegrecidos  y  manchados. — Si  la  medida  de  vuestro 
poder  es  la  misma  del  de  Dios,  es  para  que,  como  101,  hagáis  posible  y  realicéis 
lo  (pie  parece  a  ojos  humanos  imposible,  y  con  fuerzas  humanas  irrealizable. — Cuan 
do  San  Gabriel  OS  aseguró  de  esta  verdad.  Vos,  como  fiel  y  muy  crédula  a  la 
divina  palabra,  respondisteis  con  un  Hágase,  y  realizasteis  así  la  más  portentosa  de 
las  obras  divinas. — Pues  ese  mismo  llágase,  pronunciado  ahora  por  vuestra  omni 


—  140  — 


EL  SEÑOR  OBISPO  CON   LOS    EMPLEADOS   DE    LA   CURIA    DE  GARZON.   DON  RUDOLFO 
PEREZ  CASTILLO.   ARCEDIANO  Y  PROVISOR;   DR.   PEDRO   MARIA   RODRIGUE  Z.  VICARIO 
GENERAL    PBROS.   VICTOR    FELIX    SILVA    Y    SABAS    LARA.    Y    EL    RECORDADO  PADRE 
CAYETANO  GARCIA.   EXTRINITARIO  ESPAÑOL. 


potente  voluntad,  realizará  y  llevará  a  perfecto  y  feliz  término  esta  otra  obra, 
que  sería  imposible  si  no  estuviera  en  vuestras  manos,  si  no  os  tuviera  a  Vos 
por  Autora  amorosísima. — Así  lo  esperan  vuestros  indignos  hijos,  el  Obispo,  Clero 
y  fieles  del  Tolima". 

El  amor  que  el  señor  obispo  tenía  a  la  Inmaculada  Virgen  se  exte- 
riorizaba no  sólo  en  sus  pastorales  y  escritos  diocesanos,  sino  en  todos 
los  actos  de  su  ministerio  pastoral.  Así  vemos  que  le  consagró  la  dióce- 
sis, el  periódico  oficial,  el  Seminario,  etc. 


—  141  — 


Siendo  el  año  de  95  el  primer  año  de  existencia  de  la  nueva  diócesis 
del  Tolima,  quiso  qne  la  fiesta  de  la  Inmaculada  de  aquel  año  revis- 
tiera  especial  solemnidad  en  la  Diócesis  y  sobre  todo  en  el  Seminario. 

El  primer  día  de  la  novena  de  la  Patroria  los  alumnos  de  ambos 
Seminarios  filmaron  un  acto  de  consagración  que  vale  la  pena  (pie  lo 
conservemos.  Helo  aquí : 

"EL  SEMINARIO  MAYOR  A  SU  CELESTIAL  PATROXA: 

;()h  Purísima  Virgen!,  bellísimo  encanto  de  la  Santísima  Trinidad,  con  quien 
compartís  inmensas  prerrogativas;  en  cuya  mente  sois  concebida  desde  toda  eter- 
nidad como  su  criatura  más  perfecta  posible,  cuyo  sereno  rostro  y  plácido  sem- 
illante fijó  las  miradas  del  Eterno  pata  descender  por  A'os  misericordiosa  al 
mundo;  jardín  de  las  más  frailantes  flores  de  virtudes,  en  el  cual  está  constituida 
toda  la  dicha  y  alegría  del  cielo  y  de  la  tierra:  humildísima,  aunque  llena  de 
todas  las  gracias  y  dispensadora  de  todos  los  tesoros  del  Altísimo.  Reconozcan  y 
alaben  vuestra  Inmaculada  Concepción,  que  brilla  eternamente  sobre  todos  los 
esplendores  de  los  ángeles  y  santos.  Sea  ensalzado,  reconocido  y  retornado  con 
todas  nuestras  fuerzas,  el  inmenso  amor  (pie  nos  tenéis,  el  cual  enjuga  todas 
nuestras  lágrimas:  al  cual  debemos  el  no  haber  sido  eternamente  confundidos: 
del  cual  esperamos  las  gracias,  virtudes  y  santidades  a  (pie  el  Señor  nos  llama. 
Madre  del  amor  hermoso,  del  temor  y  de  la  santa  esperanza,  vía  única  y  ama- 
bilísima, por  donde  nos  bajan  los  dones  del  cielo,  y  por  donde  suben  nuestras 
pobres  oraciones  hasta  el  trono  del  Señor.  Ea,  Estrella  Divina,  (pie  iluminas  a 
todo  hombre  (pie  viene  a  este  mundo.  Virgen  Madre  de  Dios  y  nuestra,  y  refugio 
de  pecadores:  tened  piedad  y  compasión  de  vuestros  hijos  guardándolos  y  defen- 
diéndolos como  cosa  y  posesión  vuestra.  En  vuestras  manos  depositamos  la  causa 
de  nuestra  vocación.  Iluminadnos,  llamadnos,  hacednos  corresponder  con  exacti- 
tud a  la  Divina  Voluntad,  y  a  todas  sus  gracias:  dadnos  verdadero  dolor  de  todas 
nuestras  culpas;  libradnos  en  todo  tiempo  del  orgullo,  y  haced  que  en  la  humi- 
llación hallemos  la  paz  de  la  humildad,  con  todas  las  demás  virtudes  de  (pie  nos 
dais  inefables  ejemplos  (pie  Imitar:  fervoroso  amor  a  Vos  y  a  Vuestro  Santísimo 
Hijo:  intención  recta  de  la  gloria  divina:  pureza  inmaculada:  desprecio  del 
mundo  y  amor  a  la  pobreza.  En  fin.  vivificadnos  en  el  Espíritu  de  Jesús. 

Os  consagramos  íntegramente  nuestras  personas,  facultades,  actos  y  todo  lo 
que  nos  pertenece.  Delante  del  cielo  y  de  la  tierra  protestamos  no  querer  (pie 
baya  en  nuestros  corazons  ninguna  fibra  que  no  sea  para  amaros,  y  os  prome- 
temos emplearnos  toda  nuestra  vida  en  la  suavísima  ocupación  de  serviros  y  dila- 
tar vuestra  gloria,  vuestro  amor,  vuestro  reinado  en  todos  los  lugares  donde  este- 
nios. Sólo  por  vuestro  medio,  ¡oh  potentísima  dueña  de  la  gracia!,  esperamos 
producir  frutos  en  nuestras  propias  almas  y  en  las  de  nuestros  prójimos. 

Así  lo  esperan  por  vuestra  maternal  bendición,  sublime  y  amantisinia  Patrona  : 

N  uestros  indignísimos  hijos,  los  alumnos  del  Seminario  Mayor. 

Elias,  noviembre  Ü!)  de  1S!IÓ.  primer  día  de  la  novena  de  la  Inmaculada. 

Aristides  Nieto.  Drigelio  Muñoz.  Bartolomé  Guevara,  Andrés  Cruz,  Heliodoro 
Pérdomo,  Anselmo  España,  Delfín  Losada;  Félix  Castro.  Isidoro  Salgado.  Moisés 
Castro,  Arturo  Calderón.  Juan  de  Dios  Jaramillo,  Demetrio  Llique,  Antonio  Hart- 
niann,  Jesús  M.  Cuartas,  Ahrahani  Castro,  Manuel  Suárez.  Teófilo  Castro.  Olodo 
miro  Díaz.  Leoncio  Chinchilla.  Andrés  llermida.  Silvestre  Kahamón,  Máxime 
Luna.  Benjamín  Moncaleano,  Arsenio  Kcpizo". 


—  142  — 


"EL  COLEGIO  OE  SAN  LUIS  GONZAGA  A  Sil  MUY  AMADA  MADKE 


Bendecimos  y  ensalzamos  vuestra  Inmaculada  Concepción  y  vuestra  gran 
pureza,  \oh  poderosísima  Madre  de  Dios  y  la  mejor  tic  todas  sus  criaturas!;  hu- 
mildísima pero  terrible  como  un  ejército  bien  ordenado,  que  redimisteis  del  poder 
infernal  a  todas  las  naciones;  astro  que  ilumináis  la  ciudad  de  Dios,  pues  allá 
en  el  cielo  en  cuerpo  y  alma  sois  el  asiento  de  todas  las  virtudes;  puerto  seguro 
de  salvación,  refugio  de  los  pecadores  por  cuyo  amor  padecisteis  inmensísimas 
penas  al  pie  de  la  Cruz;  Reina  y  Madre  bondadosa  que  llena  de  dulzura  estáis 
siempre  pronta  para  escuchar  a  quien  os  invoca.  Llenos  de  agradecimiento  por 
vuestros  insignes  beneficios  venimos  a  haceros  nuevas  súplicas.  Placednos,  Señora, 
buenos  cristianos:  dadnos  buen  corazón  y  luz  para  conocer  nuestras  culpas,  gracia 
para  aborrecerlas,  fuerza  para  vencernos  y  para  vencer  las  tentaciones,  principal- 
mente las  de  impureza;  para  destruir  todo  lo  malo  «pie  hay  en  nuestro  corazón, 
principalmente  nuestro  vicio  dominante;  huir  de  las  ocasiones  malas,  enmendar 
nuestra  vida,  no  caer  en  el  pecado  y  perseverar  en  la  gracia.  Concedednos  el  temor 
de  Dios,  la  humildad,  la  pureza,  la  paciencia,  la  oración  y  devoción  verdadera,  la 
mortificación  de  la  lengua,  la  obediencia  al  reglamento.  No  pedimos  riquezas  sino 
cpie  nos  libréis  del  demonio  y  nos  enseñéis  a  amar  a  Dios.  Venga  vuestra  bendición 
sobre  nosotros,  para  (pie  seamos  buenos  hijos  vuestros,  que  vivamos  y  muramos 
sólo  para  Vos.  Concedednos  el  honraros  en  vuestro  día  con  una  buena  confesión 
y  comunión  y  el  acordarnos  siempre  de  Vos ;  dirigid  todos  nuestros  pasos  a  cum- 
plir vuestra  voluntad  y  la  de  Dios;  enseñadnos  a  salvar  nuestra  alma  y  si  es  po- 
sible haced  (pie  podamos  ayudar  a  salvar  las  de  nuestros  prójimos  y  a  servir  de 
alguna  cosa  en  la  casa  del  Señor:  hacednos  conocer  nuestra  vocación  y  perseverar 
en  ella.  Consoladnos  en  todas  nuestras  penas  y  venid  a  asistirnos  en  la  hora  de 
la  muerte.  Ayudadnos  en  nuestros  estudios  para  (pie  hagamos  mucho  adelantos  en 
ellos  para  gloria  de  Dios:  hacednos  buenos  alumnos  del  Colegio,  bendecid  y  favo- 
reced a  nuestros  padres  y  nuestras  familias ;  bendecid,  iluminad  y  santificad  a 
nuestros  superiores;  bendecid,  asistid  y  consolad  a  nuestro  Santo  Padre  el  Papa 
y  rogad  por  todos  los  cristianos,  haciéndolos  vivir  en  paz.  Rogad  por  las  ánimas 
del  purgatorio  y  nunca  os  olvidéis  de  nosotros,  (pie  a  Vos  nos  ofrecemos  y  a  vues- 
tro servicio  y  alabanza  por  toda  nuestra  vida  y  esperamos  en  Vos  continuar 
mandóos  y  alabándoos  en  el  cielo. 

Divina  Madre. 

Elias,  noviembre  20  de  1895,  primer  día  de  la  novena. 
Vuestros  pobres  hijos.  Los  alumnos  del  Seminario  Menor. 

Julio  Castaño.  Juan  Bautista  Cortés,  Luciano  Díaz,  José  María  Medina,  Juan 
de  la  C.  Rocha,  Elias  Silva  (\,  Roberto  Silva,  Angel  María  Villaveces,  Anastasio 
Vásquez,  José  María  Cabrera,  Abelardo  Plaza.  Eduardo  Guzmán,  Santos  Hermida. 
Flavio  Méndez,  Sixto  Holiua,  Bernardino  Ochoa.  José  María  Ordóñez,  Milcíades 
Perdomo,  Pedro  Puyo,  Julio  Quesada,  Rafael  Ramírez,  Anastasio  Sendoya,  Gon- 
zalo Sendoya,  José  A.  Silva,  Daniel  Soto,  Jesús  Suárez,  Rafael  Valderrama,  Juan 
Velásquez,  Pío  Perdomo,  Angelino  Calderón,  Aquileo  Torres,  Agustín  Sendoya, 
Pablo  Portilla,  Luciano  Cabrera.  Silvano  Carvajal,  Aureliano  Méndez.  Benjamín 
Martínez,  Gabriel  J.  Sendoya.  Aristides  Plaza,  Dimas  Cabrera.  Manuel  Antonio 
Ovies,  Teófilo  Vera.  Jorge  I.  Sánchez,  Policarpo  Sánchez.  Aniceto  Bermeo.  Miguel 
Castro.  Gabriel  Acevedo,  Simón  Vega,  Juan  Plaza,  Carlos  Ovies.  Sabas  Lara,  Fran- 
cisco Serrano,  Rafael  Forero,  Santos  Manuel  Toledo.  Baldomcro  Calderón,  Víctor 
Félix  Silva,  Leónidas  Guzmán,  Tomás  Maclas. 

Los  demás  alumnos  del  Colegio  de  San  Luis  u 

Sixto  Octavio  Vega,  Carlos  Silva,  Arcadio  Ramírez,  Ramón  Ochoa,  Antonio 
Sendoya.  Evangelista  Silva,  Milcíades  Trujillo,  Antonio  A.  Escorcia,  Teodoro  Sen- 


—   143  — 


doya,  Olegario  Gómez,  Enrique  Ovies,  Julio  O.  Neira,  Valentín  Trujillo,  Juan 
María  Perdomo,  Mi¿i'iel  Antonio  Vega,  Juan  de  la  C.  Muñoz.  Samuel  Silva.  Alfredo 
Neira,  Roberto  Falla.  Eduardo  Ovies,  José  María  Vargas,  Bernardino  Silva  Y.. 
Trifón  Plaza.  Manuel  J.  Hernández.  Manuel  Castro.  Cristóbal  Castro.  Luis  Benigno 
Fernández.  Ignacio  A.  Valderrama,  Filemón  Martínez.  Félix  Dussán,  Urbano  ('na- 
varro, Ramón  Maclas.  Moisés  Ibarra,  Ricardo  Vega  Sergio  Guzmán,  Federico 
Forero.  Lucio  Dussán.  Crisanto  Victoria,  Juan  de  Dios  Fernández.  Ricardo  Piza- 
rro,  ('arlos  Pizarro.  Pedro  Pizarro»  Constantino  Gutiérrez,  Salvador  Molina.  Moisés 
Polanía.  Isidro  Escobar". 

Los  «lías  siguientes  permaneció  el  Prelado  en  Elias  dictando  pro- 
videncias para  la  recta  organización  de  ambos  Seminarios,  instalando 
clases  e  imprimiendo  a  su  amadísimo  plantel  la  marcha  progresiva  que 
había  de  impulsarlo  en  adelante.  El  día  21  pontificó  de  nuevo  para  or- 
dena]- sacerdote  al  joven  diácono  ÍTeliodoro  Perdomo,  profesor  del  Semi- 
nario. En  esta  misma  fecha  y  lugar  dictó  el  Decreto  X9  24  sobre  con- 
tribución del  Clero  para  el  Seminario.  El  4  de  noviembre  había  dictado 
el  X9  21,  (pie  organiza  los  estudios  en  ambos  Seminarios. 

El  24  del  mismo  mes  dirigió  a  los  sacerdotes  la  Circular  N°  13  sobre 
la  carta  dirigida  por  S.  S.  León  XII 1  al  Cardenal  Secretario  de  Estado 
quejándose  de  la  situación  aflictiva  en  que  lo  ha  puesto  el  Gobierno 
italiano.  En  ella  lamenta  el  Prelado  el  proceder  sectario  de  la  maso- 
nería, apoderada  de  la  pobre  nación  italiana  y  las  vejaciones  a  (pie  está 
sometido  el  Santo  Padre. 


CAPITULO  VI 

PRIMEROS  PASOS  PARA  EL  EDIFICIO  DEL  SEMINARIO 
EN  GARZON  -  OFRECIMIENTO  DE  LOS  VECINOS  -  SU 
PRIMERA  VISITA  Y  CARTA  PASTORAL  SOBRE  ELLA. 
DILIGENCIAS  PARA  LA  CONSAGRACION  DEL  DEPARTA- 
MENTO AL  SAGRADO  CORAZON  DE  JESUS  -  GOZO  QUE 
EXPERIMENTO  AL  CONSEGUIRLO. 

Al  trasladarse  el  Prelado  a  (¡arzón  recibió  con  sumo  agrado  y  com- 
placencia el  ofrecimiento  espontáneo  que  los  vecinos  le  hicieron  de  di- 
nero, materiales  y  trabajo  voluntario  para  la  construcción  del  Semi- 
nario en  aquella  ciudad.  El  día  MI  de  diciembre  dictó  el  Decreto  X"  27 
por  el  cual  agradece  y  acepta  gustoso  dicho  ofrecimiento  y  nombra  una 
junta  directora  de  los  trabajos  y  como  tesorero  de  ella  al  señor  Rodolfo 
Rojas. 

Dictadas  las  providencias  (pie  acabamos  de  ver  sobre  la  marcha  de 
ambos  Seminarios  y  construcción  del  nuevo  edificio  en  (¡arzón,  se  con 
sagró  a  la  realización  de  otro  proyecto  que  traía  en  sn  mente  desde 
Roma:  la  primera  Visita  Pastoral  de  su  extensa  diócesis,  para  la  cual 
había  conseguido  del  Sumo  Pontífice  la  gracia  de  indulgencia  plenaria 
para  los  diocesanos  que  a  ella  asistieran. 

El  primero  de  enero  del  96  saludó  a  la  diócesis  con  su  segunda  Pas- 
toral, que  trata  de  esta  primera  Visita  y  del  modo  como  debe  llevarse  a 
cabo  por  el  Prelado  y  por  los  fieles:  el  Prelado  apacentando  su  grey  con 
la  palabra  y  con  los  sacramentos  y  los  fieles  recibiendo  esa  palabra  y 
esos  sacramentos  con  verdaderas  disposiciones  de  alma  para  aprove- 
charse. 

Iba  por  la  primera  vez  a  conocer  una  a  una  sus  ovejas:  iba  a  palpar 
de  cerca  sus  incalculables  necesidades:  a  oír  sus  quejas  y  lamentos:  a 


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remediar  en  lo  posible  el  hambre  y  la  sed  que  de  tánto  tiempo  atrás 
las  aquejaban;  llevaba  en  su  corazón  de  Pastor  amantísimo  todo  el 
fuego  acumulado  en  los  años  «le  sacerdocio,  cuando  pudo  aproximarse 
en  los  pueblos  que  le  fueron  encomendados,  ;i  las  almas  enfermas,  a  las 
almas  ¡nocentes  y  buenas  y  ;i  todas  aquellas  que  sentían  a  releí*  las  ansias 
de  salvación. 

De  paso  para  Ibagué  a  empezar  la  Santa  Visita,  dictó  en  Xeiva 
una  importante  Circular  a  los  sacerdotes  y  Párrocos  sobre  las  dispensas 
matrimoniales,  modo  de  pedirlas  y  defectos  que  en  dichas  peticiones 
se  deben  evitar. 

Emprendió  esta  primera  Visita  Pastoral  ayudado  de  los  PP.  Tri- 
nitarios y  en  ella  fue  incalculable  el  bien  espiritual  obtenido  y  el  ca- 
riño (pie  el  joven  Prelado  despertó  con  su  celo  y  su  convincente  predi- 
cación en  todos  los  pueblos  y  caseríos  de  su  diócesis.  Desde  esta  su 
primera  Visita  se  sintió  en  la  diócesis  el  nuevo  despertar  de  la  piedad  : 
renacieron  en  todas  las  parroquias  las  Congregaciones  piadosas,  que 
son  la  floración  de  la  Iglesia  en  las  almas;  hubo  regeneración  social 
en  las  familias;  se  aumentaron  considerablemente  los  hogares  bende- 
cidos por  Dios,  bajo  la  égida  del  santo  matrimonio,  y  empezó,  en  fin, 
esa  influencia  santificadora  de  un  Prelado  celoso  por  la  gloria  de  Dios 
y  la  salvación  de  su  rebaño. 

Si  antes  en  su  vida  de  Párroco  hemos  admirado  la  increíble  acti- 
vidad del  Padre  Hojas,  ahora  ya  obispo  quiso  multiplicarse  y  hacerse 
como  San  Pablo  todo  para  todos:  el  pobre,  el  niño,  el  necesitado  tenían 
puesto  de  preferencia  en  el  corazón  bondadosísimo  de  Monseñor  Rojas 
y  nadie  se  acercó  a  él  en  su  larga  vida  de  Prelado  sin  llevar  la  con- 
vicción de  (pie  había  hablado  con  un  santo  varón,  lleno  del  espíritu  de 
Cristo. 

El  7  de  febrero  empezó  solemnemente  la  Santa  Visita  en  la  ciudad 
de  Ibagué,  y  durante  ella  dirigió  su  tercera  Pastoral  sobre  la  unión 
cristiana,  fechada  el  Ib  de  febrero,  y  para  (pie  veamos  que  a  monseñor 
Rojas  nada  se  le  pasaba  desapercibido,  sino  que  su  atención  captaba 
en  todos  los  momentos  los  sucesos  trascendentales,  el  día  21  de  febrero, 
hallándose  todavía  en  Visita  en  Ibagué,  dirigió  una  interesante  Circular  a 
los  Párrocos  sobre  los  festejos  que  debían  hacerse  en  las  parroquias  con 
motivo  del  18  aniversario  de  la  coronación  de  S.  S.  León  XIII,  por 
quien  monseñor  tuvo  siempre  amor  de  verdadero  hijo.  Prescribe  en  dicha 
Circular  (pie  se  firme  en  todas  las  parroquias  una  adhesión  a  S.  S. 
firmada  por  sacerdotes  y  fieles  y  se  remita  directamente  al  Delegado 
Apostólico,  a  Bogotá. 

Terminada  la  ^  í'sita  en  Ibagué,  dirige  el  22  de  febrero  otra  Circular 
a  los  Párrocos,  remitiéndoles  el  itinerario  de  Visita,  sin  poder  precisar 
fechas  de  demora  en  cada  parroquia,  porque  eso  depende  del  trabajo  (pie 
en  cada  una  vaya  resultando.  El  itinerario  está  determinado  para  todas 
las  parroquias  del  Norte. 

El  30  de  marzo  recibió  en  Ortega  una  Nota  del  R.  P.  L.  A.  Toledo, 
Superior  de  los  Padres  Jesuítas  en  Bogotá,  en  la  cual  le  pide  el  nom- 
bramiento de  Director  del  Apostolado  de  la  Oración  para  la  diócesis; 
allí  mismo  nombró  al  Pbro.  Leopoldo  Blanco,  Párroco  del  Chaparral, 
y  comunicó  al  R.  P.  Toledo  dicho  nombramiento. 

La  devoción  ferviente  que  hemos  visto  manifestada  en  monseñor 
por  la  Sma.  Virgen  no  era  en  él  otra  cosa  que  la  irradiación  natural 
del  incendio  interior  que  sentía  por  el  Corazón  Sagrado  de  Jesús,  su 
devoción  favorita  en  toda  la  vida.  Quería  que  Cristo  fuera  conocido, 
amado  y  servido  por  todos;  (pie  fuera  El  el  Rey  y  el  Soberano  en  los 


—  145  — 


Impares,  eu  los  pueblos  y  en  las  naciones;  a  este  fin  dirigía  todas  sus 
actividades  y  enderezaba  todos  sus  conatos. 

No  fue,  pues;  obstáculo  a  esta  iniciativa  el  hallarse  en  Santa  Visita 
ocupado  por  tanto  en  atender  a  las  necesidades  parroquiales  e  indi- 
viduales de  sus  diocesanos;  veía  acercarse  el  mes  del  Sagrado  Corazón, 
el  primer  mes  de  junio  en  su  Pontificado,  y  no  quiso  «pie  pasase  esta 
oportunidad  sin  (pie  se  le  diera  al  Sdo.  Corazón  una  muestra  de  amor 
y  de  adhesión  incondicional  como  él  lo  deseaba. 

Los  límites  de  su  diócesis  coincidían  en  todo  con  los  del  Departa- 
mento del  Tolima  ;  la  Asamblea  reunida  recientemente  le  ofreció  la  opor- 
tunidad (pie  había  esperado,  y  así,  desde  Piedras,  dirigió  a  los  11H. 
Diputados  la  siguiente  solicitud,  (pie  copiamos  íntegra,  con  su  respuesta 
y  demás  documentos  concernientes  a  tan  trascendental  acto: 

"Honorables  Diputados:  Interesado  vivamente  en  el  verdadero  bien  de  nues- 
tro muy  querido  Departamento  del  Tolima.  y  confiando  en  (pie  entre  vosotros 
no  hay  ninguno  (pie  no  sea  católico  y  discípulo  de  Cristo,  me  atrevo  a  dirigiros 
una  solicitud  cuyos  motivos  o  apoyos  son  exclusivos  de  la  fe,  y  por  lo  mismo 
decisivos  para  vosotros,  y  cuya  solución  puede  ser  también  decisiva  en  bien  o 
en  mal  para  vuestro  caro  suelo  tolimense.  Os  pido.  pues,  (pie  dictéis  una  Orde- 
nanza por  la  que  consagréis  nuestro  Departamento  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús. 

Bien  sabéis  y  creéis  que  Dios  es  el  arbitro  supremo  y  absoluto  de  las  nacio- 
nes y  gobiernos.  Por  su  voluntad  reinan  los  reyes  y  legislan  los  legisladores  (Prov. 
VIII-t.">).  Dios  es  quien  funda  y  sostiene  los  gobiernos  y  quien  los  hace  caer:  y 
éstos  están  en  tal  dependencia  de  El.  (pie  sin  su  divino  apoyo  no  pueden  subsis- 
tir ni  un  instante,  mucho  menos  adelantar  o  progresar.  Kstos  tienen,  pues,  no  sólo 
el  imprescindible  deber  sino  la  absoluta  necesidad  de  reconocer  a  Dios  por  su 
Dueño:  y  ese  reconocimiento,  al  mismo  tiempo  (pie  a  ellos  los  honra  y  enaltece, 
a  Dios  le  agrada  sobremanera,  y  lo  inclina  poderosamente  a  favorecerlos.  Vosotros 
tenéis  la  fortuna  de  hacer  parte  de  un  gobierno  que.  único  en  el  mundo,  hace  hoy 
profesión  de  estas  verdades  proclamándose  católico.  Rehusaríais,  pues,  darle  a 
Dios  hoy  un  público  testimonio  de  (pie  le  reconocéis  por  Dueño  absoluto  de  vues- 
tro país  y  de  todos  sus  intereses?  Rehusaríais  agradarle?  Rehusaríais  asegurar 
para  el  Tolima  la  divina  protección  V  Ah !  (pie.  el  Tolima  la  necesita  hoy  quizás 
más  (pie  ningún  otro  departamento. 

Vosotros  profesáis  en  política  unas  doctrinas  (pie  se  llaman  regeneración  y  (pie 
efectivamente  consisten  en  una  verdadera  regeneración  de  ideas  y  enseñanzas, 
principa  luiente  en  lo  que  se  refiere  a  la  Religión:  reconocéis  como  causa  de  nues- 
tro actual  malestar  las  enseñanzas  y  prácticas  corruptoras  de  un  Gobierno  ateo, 
y  está  por  lo  tanto  en  vuestros  intereses  y  en  los  de  la  causa  (pie  defendéis,  el 
oponeros  enérgicamente  a  ese  desorden  lamentable  de  ideas  antirreligiosas,  en  (pie 
hemos  (piedado  sumidos  y  a  sus  consecuencias  pésimas  para  las  familias  y  para 
las  fundamentales  de  vuestra  causa'.'  Rehusaríais  darle  a  esa  misma  juventud 
mi  noble  ejemplo  de  conformidad  práctica  con  las  doctrinas  religiosas  que  son 
las  fundamentales  de  vuestra  causa.  Rehusaríais  darle  a  esa  misma  juventud 
una  Lección  objetiva  y  provechosísimo  de  aquello  (pie  más  ardientemente  deseáis 
implantar  en  sus  corazones  como  único  remedio  a  los  males  contraidos  en  la 
iniquidad  de  tiempos  (pie  pasaron?  Vosotros  comprendéis  muy  bien  (pie  el  ateísmo 
moderno  ha  tomado  una  nueva  forma,  que  consiste  en  no  atacar  directamente 
a  Dios,  sino  sus  obras,  que  son  Jesucristo  y  su  Iglesia.  Por  tanto,  si  vosotros 
dáis  el  paso  (pie  os  pido,  dáis  golpe  de  muerte  al  ateísmo  en  su  forma  Última, 
que  es  la  más  engañosa  y  peligrosa. — Honorables  Diputados. — Piedras,  mayo 
del  !)«.— f  ESTÉBAN,  Obispo  del  Tolima". 


—   146  — 


MONSEÑOR  PERDOMO.  RECIEN  ORDENADO  SACERDOTE.  DE  REGRESO  DE 
ROMA  CON  EL  PADRE  PAREDES.  JOVEN  CAUCANO  ORDENADO  EN  LA 
DIOCESIS  A  LA  QUE  SIRVIO  CON  GRANDE  CARIÑO.  COMO  RECTOR  DEL 
SEMINARIO  TESORERO  GENERAL.  ETC.  FUE  MERECIDAMENTE  ESTIMADO 
Y  SU   RECUERDO   SE  GUARDA  CON  GRATITUD  SOBRE  TODO   EN  GARZON. 


"Presidencia  de  la  Asamblea. — Ibagué,  junio  ."i  del  !Mi. — Avísese  recibo  de  estilo 
a  Su  Señoría  Ilustrísima.  Publíquese  la  solicitud  en  los  Anales  de  la  Asamblea  y 
liase  en  comisión  a  los  HH.  Diputados  Carvajal,  Méndez.  Valencia  y  Herrán. 
con  ocho  días  de  término.  Arcadio  Charry. — Herrera  C.  Secretario." 


—  147  — 


Informe. — Honorables  Diputados:  Con  verdadera  satisfacción  liemos  estudiado 
la  solicitud  dé  S.  S.  Ilustrísima  el  Señor  obispo  de  esta  Diócesis  para  que  se 
consagre  el  Departamento  al  Sdo.  Corazón  de  Jesús.  Vosotros,  no  dudamos,  esta- 
réis empapados  como  nosotros  de  La  idea  de  que.  sólo  bajo  la  protección  de  la 
Divina  Providencia  pueden  los  pueblos  mejorar,  y  cimentarse  en  ellos  las  doctri- 
nas del  bien.  Por  fortuna,  HH.  DI).,  el  Gobierno  actual,  como  la  mayoría  del 
pueblo  colombiano  y  en  especial  el  tolimense.  profesa  la  religión  católica,  y  nada 
más  natural  y  corriente»  que  hacer  un  acto  espontáneo  de  reconocimiento  al  Su- 
premo Hacedor,  consagrando  el  Departamento  al  Sdo.  Corazón  de  Jesús,  y  mucho 
más  si  se  tiene  en  cuenta  (pie  la  iniciativa  viene  del  Illmo.  Sr.  Dr.  Rojas,  (pie 
tanto  interés  ha  tomado  por,  el  bienestar  del  Tolima  y  (pie  tantos  esfuerzos  hace 
para  Lograr  la  moralidad  de  los  pueblos. — Como  muy  bien  lo  dice  S.  S.  Illma.  en 
su  memorial,  "si  hacéis  esto  daréis  golpe  de  muerte  al  ateísmo  en  su  forma  última, 
que  es  la  más  engañosa  y  peligrosa",  y  por  esto  os  proponemos: 

Dése  primer  debate  al  proyecto  de  Ordenanza  por  el  cual  se  consagra  el 
Tolima  al  Sdo.  Corazón  de  Jesús. — Ibagué,  junio  8  del  96. — Rafael  Méndez  B. — José 
I.  Carvajal. — Aurelio  Valencia. 


Honorables  Diputados:  Vuestra  comisión  encargada  de  estudiar  para  segundo 
debate  el  Proyecto  de  Ordenanza  por  la  cual  se  consagra  el  Departamento  al  Sdo. 
Corazón  de  Jesús,  ha  encontrado  perfectamente  convenientes  las  razones  aducidas 
por  la  comisión  que  estudió  el  memorial  de  S.  S.  Illma.  el  Señor  Obispo  de  esta 
Diócesis,  y  correcto  el  proyecto  presentado  en  ella. — Por  tanto,  acogiendo  el  in- 
forme a  (pie  nos  referimos,  os  proponemos  : 

Dése  segundo  debate  al  proyecto  de  Ordenanza  por  el  cual  se  consagra  el  De- 
partamento al  Sdo.  Corazón  de  Jesús. —Ibagué.  junio  !>  del  96. — José  Manuel 
Res  trepo. — Maximiliano  Xeira. 


ORDENANZA  N<?  10  POR  LA  CUAL  SE  CONSAGRA  EL  DEPARTAMENTO 
DEL  TOLIMA  AL  SAGRADO  CORAZON  DE  JESl  S 

La  Asamblea  del.  Departamento  del  Tolima,  ordena: 

Art.  1. — Conságrese  el  Departamento  del  Tolima  al  Sdo.  Corazón  de  Jesús. 

Art.  2. — El  Gobernador  del  Departamento,  de  acuerdo  con  el  [limo.  Sr.  Obispo 
de  la  Diócesis,  señalará  la  fecha  en  (pie  deba  tener  lugar  la  consagración. 

Art.  8. — Incluyase  en  él  presupuesto  la  partida  necesaria  para  la  solemniza- 
ción de  la  fiesta  que  con  tal  objeto  se  celebre  en  la  Capital  del  Departamento. 

Dada  en  Ibagué.-  a  11  de  junio  del  !)(>. — El  Presidente.  Arcadio  Charry. — El 
Srio.,  José  Joaquín  Herrera  ('. —  Gobernación,  junio  12  del  '.»(>. 

Publíquese  y  ejecútese.  Aquilino  Aparicio. — El  Srio.  de  Gbno.,  Fidel  Peláez. 


ACTO  DE  CONSAGRACION  LEIDO  POR  EL  GOBERNADOR, 

con  asistencia  plena  de  la  Asamblea  del  Departamento  y  de  todas  las  altas  auto- 
ridades del  Tolima.  el  día  28  de  junio  de  1896. 

Divino  Corazón  de  Jesús,  lleno  de  amor  por  nosotros,  creado  expresamente 
para  amarnos,  venimos  hoy  al  pie  del  trono  de  vuestro  amor,  a  presentaros  el 
homenaje  (le  nuestros  pobres  corazones  y  a  reconoceros  como  Rey  absoluto  de 
ellos  y  de  nuestra  sociedad.  Os  consagramos  este  Departamento  con  todas  sus 
instituciones  y  todos  sus  intereses:  protegcdlo  y  hacedlo  marchar  en  todo  de  acuerdo 
con  vuestras  divinas  leyes:   libradlo  (le  todas  las  calamidades  y  principalmente 


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de  la  guerra  :  haced  I|IVB  por  en  medio  de  tudas  las  vicisitudes  de  este  inundo 
Lleguemos  todos  finalmente  a  nuestra  verdadera  patria.  Amén. 

[bagué,  junio      del  96. 

inmenso  fue  pava  el  Prelado  el  gozo  que  experimentó  por  la  con 
sagración  del  Departamento  ;il  Silo.  Corazón  de  Jesús  y  así  1<>  mani- 
festó de  palabra  y  por  escrito  a  los  IIII.  Diputados,  a  quienes  tocó  ese 
honor. 

Había  anunciado  en  su  Circular  sobre  Visita  Pastoral  que  la  haría 
continua  en  toda  la  Diócesis,  con  la  sola  interrupción  necesaria  para 
atender  a  las  necesidades  de  su  Seminario  que  reclamaran  allá  su  pre- 
sencia. 

En  efecto,  terminada  la  Visita  en  el  Norte,  lo  vemos  en  Elias  al 
pie  de  sus  amadísimos  hijos  los  Seminaristas,  proveyendo  a  sus  nece- 
sidades .y  animando  a  Superiores  y  alumnos  con  sus  fervientes  pláticas, 
que  hacían  en  ellos  el  mismo  efecto  que  las  de  Cristo  en  los  discípulos 
de  Emaús,  los  incendiaban  en  divino  ardor  por  su  propia  santificación 
y  por  la  salvación  de  las  almas. 


CAPITULO  VII 

CARACTER  SEVERO  DE  MONSEÑOR,  A  VECES  MAL 
INTERPRETADO  -  BAJO  ESA  DURA  CORTEZA,  UN 
CORAZON  DE  ORO  -  CUANTO  AMABA  A  SUS  SACER- 
DOTES -  DIFICULTADES  CON  LOS  PADRES  TRINITA- 
RIOS -  NOMBRA  VICARIO  GENERAL  -  ORDENACION  -  DOS 
VALIOSAS  CARTAS. 

Ha  querido  exagerarse,  sobre  todo  de  parte  de  cierta  clase  de  per- 
sonas, la  severidad  de  monseñor.  Los  que  con  él  vivimos,  estudiando 
continuamente  su  carácter  austero  y  su  gran  rectitud  de  alma,  podemos 
asegurar  con  toda  verdad  que  la  mayor  parte  de  las  personas  que  así 
lo  juzgaban  fueron  engañadas  por  las  apariencias.  Monseñor  era  serio, 
todo  lo  veía  a  través  del  prisma  de  lo  sobrenatural,  y  cuando  se  trataba 
de  males  morales  o  de  pecados  públicos  no  podía  contener  su  celo  y  ex- 
teriorizaba en  gestos  y  palabras  el  disgusto  por  no  poder  remediar  in- 
mediatamente lo  tpie  en  manera  alguna  quería  ver  en  sus  diocesanos,  el 
desvío  moral  o  el  error  en  la  doctrina. 

Pero  ningún  corazón  que  haya  tenido  más  delicada  sensibilidad 
para  las  miserias  humanas;  las  sentía  como  propias,  máxime  si  esas 
miserias  afectaban  el  alma  de  sus  prójimos.  Cuántas  conversiones,  cuán- 
tos cambios  de  vida,  cuántos  hijos  pródigos  y  cuántas  Magdalenas 
atraídas  de  nuevo  al  corazón  de  Cristo  por  las  santas  industrias  que  le 
sugería  su  celo  inflamado  en  el  deseo  de  dar  gloria  a  Dios  y  salvarle 
almas. 

Todas  sus  actitudes,  aún  aquellas  en  que  aparecía  como  santa 
mente  airado,  obedecían  a  una  grande  rectitud  de  intención  y  al  deseo 
vehemente  de  remediar  los  graves  males  que  afectaban  las  almas. 

Pudiera  decirse  que  con  ninguna  clase  de  personas  era  tan  severo 
como  con  sus  sacerdotes ;  quería  ver  en  ellos  verdaderos  apóstoles, 
llenos  de  caridad,  rodeados  del  prestigio  que  da  la  virtud  y  merecedores 
de  la  estimación  de  Dios  y  del  cariño  agradecido  de  los  pueblos.  Para 
ello  los  vigilaba  y  exhortaba  ;  dirigía  personalmente  los  ejercicios  anua- 
les; sostenía  con  todos  abundante  correspondencia  paternal,  y  si  tenía 


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conocimiento  de  sus  debilidades  o  faltas,  no  tenía  en  cuenta  otra  cosa 
que  su  deber  de  Prelado  para  aplicar  saludable  e  inmediata  medicina, 
aunque  aquello  costara  muchas  veces  lágrimas  al  Prelado  y  al  subdito. 
;  Bendita  severidad  que  mereció  a  la  diócesis  un  clero  sumiso,  virtuoso 
y  abnegado! 

Ya  se  le  había  presentado  un  problema  de  difícil  solución  con  los 
BB.  Padres  Trinitarios  que  trajo  a  la  diócesis  al  venirse  de  Europa; 
ellos  no  habían  fundado  Convento  de  vida  común,  sino  (pie  estaban  dis- 
persos por  varias  parroquias,  administrándolas  en  su  carácter  de  Vica- 
rios ecónomos  o  Sustitutos  de  los  Párrocos.  Bien  lo  veía  el  Prelado  que 
no  era  esa  la  mente  de  la  Iglesia,  ni  la  del  Fundador  de  los  Trinita- 
rios; pero  en  las  circunstancias  difíciles  en  que  había  sido  fundada  su 
diócesis,  no  le  era  posible  por  el  momento  poder  ofrecerles  otra  cosa  : 
los  mismos  Padres  lo  veían  así. 

El  Superior  de  la  Congregación,  residente  en  España,  dirigió  al 
señor  obispo  una  carta  suplicándole  cambiar  la  manera  de  vivir  de  los 
Padres,  para  que  ellos  pudieran  llevar  vida  religiosa  en  comunidad, 
siguiendo  en  cuanto  fuera  posible  su  Re^ia  y  fundación. 

Monseñor  Bojas,  quien  miraba  a  sus  queridos  Padres  con  cariño 
verdaderamente  paternal,  se  apresuró  a  remediarles  cuanto  pudo  esa 
necesidad. 

Desde  Elias,  a  donde  le  llegó  la  carta  del  P.  Superior,  dictó  el 
Decreto  X"  32,  .de  -  de  agosto  del  96,  sobre  exoneración  del  cargo  de 
Párrocos  a  los  BB.  PP.  Trinitarios,  por  no  acomodarse  al  espíritu  de 
la  Iglesia,  ni  al  carácter  de  su  fundación  la  vida  de  cada  religioso  en 
su  Parroquia,  separado  de  su  Comunidad.  Les  encomienda  a  todos  en 
común  las  Parroquias  de  Carnicerías,  Paicol,  Nátaga,  Yaguará,  Iquira 
y  Retiro  (hoy  Teruel),  bajo  la  dirección  del  B.  P.  Carlos,  Superior 
Local,  quien  "enviará  los  Religiosos  alternativamente,  cual  si  se  tra- 
tara de  oficios  hebdomadarios,  a  regentar  por  una  semana  o  quince 
días  las  demás  Parroquias  encomendadas,  volviendo  luégo  los  enviados 
a  la  casa  de  residencia  a  recobrar  nuevas  fuerzas  en  el  espíritu".  Asi 
continuaron  por  algún  tiempos  los  RR.  Padres  prestando  importantísi- 
mos servicios  a  la  Diócesis,  tanto  en  el  ministerio  parroquial  como  en 
el  de  las  misiones  que  con  frecuencia  daban  por  los  pueblos  con  abun- 
dancia de  fruto  espiritual. 

El  (!  de  este  mes  de  agosto  dictó  en  Elias  el  Decreto  N°  33,  por  el 
cual  nombra  Provisor  y  Vicario  Genera]  al  Pbro.  desús  .María  Res  trepo, 
Párroco  de  [bagué,  y  el  día  IT)  del  mismo  mes  el  N°  38,  por  el  cual 
reglamenta  la  conducta  de  los  Párrocos  con  sus  Coadjutores  y  los  pro- 
ventos a  (pie  éstos  tienen  derecho. 

Tuvo  conocimiento  de  la   propaganda   anticristiana  y  atea  de  la 
masonería  en  la   Diócesis  y  publicó  una  Circular,  fechada  también  en 
Elias,  el  20  de  agosto,  dando  a  conocer  un  escrito  de  Miss  Diana  YVau 
glian  sobre  los  secretos  de  la  secta,  con  saludables  advertencias  a  los 
fieles. 

101  30  de  este  mes  ordenó  sacerdote  en  El  Agrado  al  joven  diácono 
Angel  María  Aya.  Aprovechó  esta  ocasión  para  exhortar  a  los  fieles 
de  la  importante  parroquia  de  El  Agrado  a  interesarse  por  las  voca- 
ciones y  por  nna  (dicaz,  ayuda  al  Seminario  diocesano. 

La  mayor  preocupación  de  monseñor  Rojas  como  Prelado  fue  siem- 
pre sn  Seminario;  podía  decir  con  San  Pablo  de  todos  y  de  cada  uno 
de  sus  seminaristas:  "Filioli  quos  ¡tcritm  parturio  doñee  formetur  Chris- 
tus  ¡ii  vobis".  "Hrjitos  míos  a  quienes  llevo  en  mi  corazón  hasta  for- 
maros! en  el  molde  de  Cristo". 


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Ya  de  sacerdote,  con  visión  pi-ofética  innegable,  lo  hemos  visto  ven- 
cer las  mayores  dificultades  para  fundar  el  Colegio  de  San  Luis  Con 
zaga  en  Elias,  que  ahora  lo  va  a  servir  muy  oportunamente  de  Semina 
rio  Menor.  De  los  datos  que  de  este  tiempo  nos  ha  proporcionado  el 
eminente  sacerdote  Dr.  Etodulfo  Pérez  ('astillo,  benemérito  de  la  Dió- 
cesis, por  haber  consumido  su  vida  al  servicio  de  ella,  tomamos  lo  si- 
guiente, que  nos  da  mucha  luz  sobre  las  primeras  actividades  y  preocu- 
paciones de  monseñor : 

"El  Excmo.  Sr.  Dr.  Esteban  Rojas  fue  consagrado  y  posesionado  Obispo  de 
l¡i  antigua  Diócesis  del  Tolima  en  Roma  por  el  Sumo  Pontífice,  quien  le  regaló 
un  liellísimo  Cristo  enriquecido  con  muchas  indulgencias,  cu  el  año  de  1895.  En 
el  mes  de  agosto  del  mismo  año  se  encargó  de  su  Diócesis  en  Xeiva.  ciudad  capital 
de  aquélla. 

Pocos  días  después  de  llegar  a  Xeiva  se  trasladó  a  Elias,  en  donde  ordenó 
de  sacerdote  a  Rodulfo  Pérez  Castillo,  quien  hizo  sus  estudios  filosóficos  y  teo- 
lógicos en  el  Seminario  de  Bogotá.  El  24  de  agosto  dicho  se  verificó  la  expresada 
ordenación  sacerdotal  y  el  día  :><i  cantó  el  mismo  Pérez  su  primera  misa  en 
Xeiva,  con  asistencia  pontifical  de  Monseñor  Rojas  y  muchísimos  sacerdotes  y 
fieles.  Pocos  meses  después  de  lo  dicho,  Monseñor  Rojas  elevó  el  Colegio  de  San 
Luis  en  Elias  a  la  categoría  de  Seminario  Menor:  organizó  el  Seminario  Mayor 
en  el  mismo  local,  con  los  alumnos  del  Tolima  que  estudiaban  y  se  preparaban 
en  el  Seminario  Conciliar  de  Bogotá  y  nombró  Rector  de  ambos  Seminarios  al 
nuevo  Presbítero  R.  Pérez  C.  En  el  Seminario  Menor  fueron  Vicerrector  y  Prefecto 
General  D.  Clises  I!.  Silva  y  D.  Berna rdino  Ramírez.  Algún  tiempo  después  fue 
ordenado  el  Pbro.  Manuel  Suárez  Saavedra  y  nombrado  Rector  del  Seminario 
Menor. 

Mientras  se  hacían  los  estudios  en  ambos  Seminarios.  Monseñor  Rojas  prac- 
ticaba la  Santa  Visita  en  las  parroquias  y  yice-parroquias  en  su  antigua  Diócesis 
del  Tolima.  El  misino  Prelado  dirigió  la  construcción  de  un  edificio  de  tres  pisos 
para  el  Seminario  Mayor  y  otro  para  el  Palacio  Episcopal  en  la  ciudad  de  Gar- 
zón, de  tres  pisos  también.  En  el  tercer  piso  de  su  palacio  dormía  Monseñor  Rojas, 
sin  vista  alguna  para  afuera;  allí  hacía  oraciones  y  penitencias  solo,  sin  más 
compañero  que  el  Angel  Custodio;  celebraba  temprano  cuando  no  pontificaba  y 
recitaba  diariamente  el  Oficio  Divino  y  el  Santo  Rosario  con  gran  devoción  : 
confesaba,  predicaba  y  confirmaba  con  bastante  frecuencia.  Cuando  el  Seminario 
Mayor  estaba  colocado  ya  en  el  nuevo  edificio  de  Garzón,  Monseñor  Rojas  con- 
fería periódicamente  órdenes  desde  tonsura  hasta  presbiterado:  lo  mismo  hizo 
en  el  Seminario  de  Ibagué. 

Ya  cansado  y  enfermo  el  Excmo.  Sr.  Obispo  Rojas  renunció  la  Diócesis  (pie 
gobernaba  y  se  retiró  al  Caquetá  a  ayudar  al  Señor  Prefecto  Apostólico  y  des- 
pués pasó  al  Lazareto  de  Agua  de  Dios  a  auxiliar  a  los  leprosos,  donde  terminó 
su  vida  santamente". 

Hasta  aquí  la  relación  del  Dr.  Pérez  Castillo.  Copiamos  a  conti- 
nuación otra  carta  de  inestimable  valor  para  apreciar  la  visión  profé- 
tica  de  monseñor  Rojas  y  los  infinitos  esfuerzos  hechos  por  él  en  favor 
de  su  Seminario.  El  nombre  de  su  autor  nos  releva  de  recomendaciones ; 
el  Padre  Silvestre  Vargas,  testigo  presencial  de  cuanto  nos  dice,  es  nues- 
tra mejor  garantía  de  veracidad : 

"Mi  querido  Padre : 

Su  estimable  carta  aviva  los  remordimientos  de  conciencia  por  el  tiempo 
perdido  y  el  descuido  con  el  asunto  de  Monseñor  Rojas.  Los  traslados  empobrecen, 
desconciertan.  Soy  hechura  suya  y  no  tengo  al  presente  un  apunte,  una  fecha  : 


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sólo  recuerdo  la  de  mi  ordenación  sacerdotal  porque  la  repaso  cada  vez  que  se 
ofrece:  confieso  mi  vergüenza:  desde  mi  segundo  año  de  Colegio  en  Elias,  un 
condiscípulo  inteligente  y  amantísimo  de  su  superior,  al  ver  a  Monseñor  Unjas 
repartiéndonos  almuerzo  por  su  propia  mano  y  preguntándonos  con  sumo  interés 
si  deseábamos  repetición  de  yuca,  me  decía  :  "Fíjese  en  el  Señor  Rojas  para  que 
escribamos  su  historia".  Hoy.  ¡qué  desilusión!  no  queda  el  recuerdo  de  tantos 
detalles  importantes  que  presencié  y  conocí.  Entre  las  obras  realizadas  por  Mon- 
señor Rojas  para  la  regeneración  de  nuestra  tierra  está  la  provisión  del  clero, 
cuya  escasez  supo  estimar:  de  aquí  el  empeño  que  tomó  en  rehabilitar  los  sacer- 
dotes ancianos  y  formar  jóvenes  seminaristas.  Mandó,  costeados  con  sus  bienes 
y  las  limosnas  del  apostolado,  que  organizó,  unos  diez  estudiantes  a  Bogotá  y 
fundó  el  Colegio  de  Elias,  que  como  se  sabe,  elevó  a  Seminario  Menor  al  ser  con- 
sagrado Obispo. 

Estas  líneas  compendian  una  historia  larga  de  sufrimientos  físicos  y  morales, 
decepciones,  el  vacío  de  los  colegas  y  muchas  incomprensiones  y  humillaciones 
muy  graves  como  la  de  llegar  a  verse  suspenso.  El  fue  altamireño  en  su  niñez, 
porque  allí  tenía  tías  y  su  venerable  madrina  la  señorita  Cristina  Díaz:  sin 
duda  por  esta  circunstancia  buscó  ese  pueblo  para  fundar  su  Colegio,  pero  como 
no  hallara  apoyo  para  su  proyecto,  se  fue  ¡i  Elias,  en  donde  de  una  manera  pro- 
videncial edificó  y  sostuvo  este  Colegio,  albergue  de  tántos  estudiantes  pobres  y 
que  tánto  bien  ha  hecho  al  Departamento  del  Huila.  Todos  esos  detalles  de  la 
construcción  y  apertura,  como  los  trazos  a  la  luz  de  manojos  de  bagazo,  sumi- 
nistrados por  los  Cerqueras  y  Julio  López,  testigos  únicos  de  esa  iniciativa  :  las 
correrías  por  los  pueblos  conquistando  alumnos,  contratando  profesores  y  arbi- 
trando recursos  de  todo  género,  escasos  en  aquel  pueblecito;  imposible  describir  la 
lucha  contra  la  incomprensión  y  el  vacío  consiguientes  que  experimentó.  No  faltó 
en  esta  faena  un  milagro  que  acreditara  la  empresa  y  fue  el  de  suministrar  dinero 
al  Síndico  1).  Juan  de  la  C.  Castro,  en  momentos  en  que  se  carecía  de  todo  arbi- 
trio. A  medio  terminar  el  local  abrió  el  Colegio  con  buen  número  de  niños  y  encargó 
la  dirección  a  los  Hermanos  Maristas  (pie  había  traído  al  efecto.  Las  condiciones 
del  local,  la  indisciplina  de  los  alumnos  y  el  método  inadecuado  de  los  profesores, 
hicieron  que  este  primer  año  fuera  de  mucha  labor  y  poco  éxito,  según  lo  mani- 
festó el  semblante  tristísimo  de  Monseñor  Rojas  el  día  de  exámenes  y  salida  de 
los  alumnos.  Los  Hermanos  se  retiraron  de  la  dirección  del  Colegio.  En  sus  dili- 
gencias por  reemplazarlos  se  consiguió  a  D.  Clises  B.  Silva,  maestro  de  Escuela 
de  Sta.  Librada,  padre  de  nuestro  cohermano  Víctor  Eélix.  y  a  I).  Rernardino 
Ramírez.  Don  Clises  se  trasladó  a  Elias  con  su  familia  y  fue.  en  mi  concepto,  en 
compañía  de  D.  Rernardino.  el  brazo  derecho  del  Señor  Rojas  respecto  al  Colegid 
en  los  dos  años  siguientes  en  esa  población  y  en  su  traslación  a  Garzón.  Estos 
dos  ancianos  existen  hoy  y  podrían  ser  los  más  autorizados  cronistas  o  historia- 
dores del  Colegio  y  de  su  Fundador  en  ese  tiempo. 

En  el  segundo  período,  que  debió  ser  entre  el  94  y  '.»•">.  cuando  estaba  .Monse- 
ñor Rojas  multiplicando  sus  actividades  paro  atender  a  las  parroquias  de  su  cargo 
y  a  las  necesidades  del  Colegio,  se  le  llamó  a  Xatagaima  para  tratar  los  asuntos 
relacionados  con  su  preconización  ib'  Obispo.  Qué  de  pasos  acelerados  le  vi  dar: 
(pié  afluencia  de  lágrimas  a  sus  ojos!  Nos  dejó  encomendados  a  los  señores  Silva 
y  Ramírez,  con  el  Padre  Santacrnz  ■como  tapa",  según  su  misma  expresión,  (pie 
me  parece  oír  todavía.  Me  tocó  el  honor  de  arreglar  una  celda  estrecha  (pie  ocupó 
en  el  Colegio  hasta  su  inolvidable  salida  de  la  diócesis,  la  (pie  también  me  tocó 
presenciar  en  Altamira.  En  las  vacaciones  subsiguientes  mandó  a  Popayán  a  mis 
Compañeros  de  clase  y  yo  me  retiré.  Siguióse  ese  tiempo  en  (pie  su  consagración 
Episcopal  le  ensanchó  el  radio  de  acción  y  valiéndose  ya  de  su  autoridad  reunió 
en  Elias  los  Seminaristas  tolimenses,  con  otros  (pie  vinieron  de  Bogotá,  Medellín 
y  Popayán :  Suárez  Saavedra,  Díaz.  Misas.  Mera.  Rada.  etc..  y  ordenó  inmedia- 
tamente a  su  primogénito,  el  Dr.  Rodolfo  Pérez  Castillo. 


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INTERIOR  DE  LA  CATEDRAL.  PUEDE  APRECIARSE  EL  HERMOSO  TEMPLETE 
DEL   ALTAR    MAYOR    PARA    EL   CUAL    ENVIO    LOS    PLANOS    DESDE  ROMA 
MONSEÑOR   ROJAS  CUANDO   ERA  ESTUDIANTE. 


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La  misma  buena  marcha  del  Colegio  y  la  diferencia  notoria  entre  Garzón  y 
Elias  causaron  la  traslación  del  Colegio  a  Garzón,  a  pesar  de  la  oposición  de 
¡Monseñor  Rojas.  Dura  prueba  para  el  Colegio  que.  según  se  vio.  no  pudo  resistir 
y  tuvo  que  regresar  a  su  pobre  pero  querido  palomar.  ¡Oh  tiempos!  Era  su  Re- 
verencia un  niño:  yo  estaba  menos  viejo  y  ambos  estábamos  muy  lejos  de  soñar 
siquiera  nuestro  porvenir. 

Monseñor  como  Obispo  y  Fundador  de  dos  Diócesis  aparece  muy  grande  para 
que  se  le  pueda  justipreciar  en  su  acción  regeneradora  y  progresista  sobre  nuestro 
pobre  terruño,  que  encarriló  en  el  adelanto  de  (pie  hoy  alardeamos. 

Y  si  fue  grande  como  Obispo  del  Tolima  y  Garzón,  no  lo  fue  menos  en  sus 
aventuras  posteriores  como  titular  de  Modra.  Instalado  como  lo  vimos  en  el  es- 
trecho cuartico  del  Colegio  de  Elias,  como  para  terminar  allí  su  meritoria  vida, 
cosa  justísima,  tuvo  que  salir,  como  de  raspa,  a  buscar  un  albergue  en  las  mon- 
tañas de  Belén  del  Andaqui.  Tampoco  lo  dejó  allí  tranquilo  el  destino,  como  dicen: 
y  tuvo  (pie  ir  a  mendigar,  como  el  último,  en  la  Ciudad  del  Dolor,  un  hospital 
y  una  tumba.  Afortunadamente  los  encontró  en  la  caridad  de  los  Padres  Sale- 
sianos  «pie  rigen  Agua  de  Dios.  (  Y  sobre  todo  en  la  solicitud  maternal  de  la  Rda. 
Madre  Ana  del  Pilar,  de  santa  memoria,  quien  se  dedicó  con  sumo  cariño  a  pro- 
porcionarle a  Monseñor  cuidados  y  atenciones  tan  adecuados  a  su  celo  y  circuns- 
tancias de  vejez,  como  nosotros  no  hubiéramos  podido  proporcionárselos. — Nota 
del  Autor  I . 

Allá  celebró  sus  Bodas  de  Oro  sacerdotales,  ¡i  las  cuales  tuve  el  honor  de 
concurrir.  Siempre  intensamente  vinculado  a  nuestro  Hutía,  según  lo  manifestó 
en  el  rato  (pie  tan  paternalmente  estuvo  conversándome. 

Mi  Padre  :  el  aprieto  en  que  su  Reverencia  me  ha  puesto  tuvo  por  resultado 
estas  líneas  que.  por  la  confianza,  me  atrevo  a  mandárselas,  con  el  presentimiento 
de  que  muy  poco  le  han  de  servir.  Excúseme  y  mida  con  su  caridad  mi  buena 
voluntad.  Lástima  que  ni  S.  R.  pueda  venir,  ni  yo  ir  a  juntarnos.  Cómo  charla- 
ríamos recordando  episodios  como  el  de  la  famosa  noche  en  Cicana.  en  el  tras- 
lado del  Colegio  de  Garzón  a  Elias,  y  tántas  otras  minucias  que  hierven  en  mi 
mente:  pero  (pie  ni  la  salud  ni  el  tiempo  permiten  describir.  Se  me  ha  preguntado 
si  quiero  ir  al  traslado  de  los  restos  venerables  de  ¡Monseñor  Rojas:  esto  me  ha 
indicado  la  probabilidad  de  que  me  toque  esa  suerte.  Dios  lo  quiera  para  que  nos 
veamos  Vfmo.  Silvestre  Vargas.  Phro." 

Reanudemos  el  hilo  de  nuestra  historia  :  establecido  su  Seminario 
en  Elias,  fue  preocupación  suya  la  recta  formación  de  sus  alumnos  en 
ciencia  y  virtud;  sin  descuidar  la  primera  atendía  preferentemente  a 
la  formación  espiritual  de  los  alumnos,  dirigiendo  él  mismo  los  dos  reti- 
ros anuales  y  sosteniendo  con  ellos  frecuentes  relaciones  de  conciencia 
y  prudentísimos  consejos  individuales  de  verdadero  padre  de  sus  esco- 
gidos para  el  sacerdocio  y  se  llenaba  su  alma  de  legítimo  contento  el 
día  que  confería  órdenes  sagradas  a  los  (pie  había  formado  según  su 
corazón.  Esta  satisfacción  la  tuvo  por  primera  vez  en  la  ordenación 
«pie  nos  ha  referido  el  Di-.  Pérez  Castillo.  Cuando  llegó  .Monseñor  Rojas 
el  joven  Hodulfo  Pérez,  oriundo  de  Xeiva,  de  noble  raigambre  por  ambas 
líneas  ascendentes,  acababa  de  terminar  sus  estudios  en  el  Seminario 
Conciliar  de  Bogotá,  donde  se  formaban  cu  aquel  tiempo  los  ínclitos 
valones  (pie  habían  de  dirigir  después  los  destinos  de  las  almas  en  las 
distintas  diócesis  de  Colombia. 

Fueron  Rectores  del  Seminario  de  Bogotá  en  el  tiempo  a  (pie  nos 
referimos,  dos  eminencias  del  clero  colombiano:  el  Dr.  Joaquín  (Jóme/. 
Otero,  sucesor  de  Monseñor  Herrera  RestrepO  en  esc  puesto,  y  el  Dr. 
Rafael  María  Carrasquilla,  y  ya  puede  comprenderse  la  escogida  for- 
mación del  clero  bajo  la  dirección  de  tan  hábiles  plasmadores  de  almas. 


—  154  — 


Encontró,  pues.  .Monseñor  Rojas  ;i  su  priméi*  sacerdote  convenien- 
temente preparado  para  conferirle  las  órdenes  como  lo  hizo  en  Elias, 
apacible  rinconcito  de  su  diócesis,  donde  él  tenía  puesto  su  corazón  de 
Prelado  en  el  Colegio  de  San  Luis  Gonzaga,  piometedora  esperanza  para 
su  Seminario  futuro.  Quién  podrá  decirnos  en  cuál  de  estos  dos  corazo- 
nes latía  más  precipitadamente  La  emoción?  En  el  corazón  del  nuevo 
Prelado,  que  por  primera  vez  iba  a  imponer  sus  manos  consagradas  para 
comunicar  poderes  sobrehumanos,  o  en  el  corazón  agitado  del  levita 
(pie  los  ¡ha  a  recibir?  Dios  lo  sabe.  Nosotros  debemos  creer  (pie  en  ambos 
pechos  hubo  el  24  (le  agosto  de  18!)a  comunicaciones  celestiales  e  im- 
presiones tan  hondas  «pie  debieron  durar  en  ellos  por  toda  la  vida. 


CAPITULO  VIII 

EL  BACULO  DE  MADERA  -  ESPIRITU  DE  POBREZA  Y  DES- 
PRENDIMIENTO   -    SU    MORTIFICACION     -    OTRAS  ACTI- 
VIDADES. 

El  Dr.  Pérez  quiso  conservar  como  precioso  recuerdo  de  ese  día 
el  báculo  de  madera  con  (pie  Monseñor  Rojas  ofició  en  la  misa  de  Orde- 
nación, prenda  dejada  por  monseñor  Bérmúdez,  pero  monseñor  Rojas 
quiso  conservarlo;  dato  éste  (pie  dice  mucho  de  la  modestia  y  pobreza 
voluntaria  del  Señor  Obispo  teniendo  como  tenía  él  suficientes  recursos 
personales  para  adquirir  las  prendas  de  su  oficio  pastoral  del  precio  y 
calidad  «pie  deseara.  Pero  este  desprendimiento  apostólico  y  esta  sen 
cillez  en  su  modo  de  ser,  tildada  muchas  veces  de  descuido,  la  conservó 
toda  su  vida  de  Prelado.  Va  nos  describió  el  Dr.  Pérez  Castillo  su  ha- 
bitación privada  en  el  palacio  de  su  segunda  diócesis  en  Garzón,  a 
lo  cual  nosotros  los  que  con  él  vivimos  mucho  tiempo  podemos  agregar 
«pie  aquello  no  era  habitación,  sino  un  reducto  del  tercer  piso,  situado 
entre  el  maderamen  del  techo,  cruzado  de  palos  en  todas  direcciones  y 
sin  más  luz  que  la  que  escasamente  entraba  por  la  angosta  portezuela. 
Pero  Monseñor  era  feliz  en  su  escondrijo,  donde  nadie  lo  molestaba  en 
su  oración  constante  y  en  sus  rigurosas  maceraciones,  acostumbradas 
ya  desde  sacerdote  en  su  parroquia  de  Elias.  Valga  el  fiel  testimonio 
de  I).  Ulises  1>.  Silva,  a  quien  ya  citamos,  y  de  quien  es  la  afirmación 
siguiente : 

"Como  ouando  el  Padre  Hojas  salía  para  alguna  parte  me  dejaba  siempre  la 
llave  de  su  pieza,  un  día  tuve  necesidad  de  abrir  uno  de  sus  baúles  y  encontré  en 
él  un  ctnturón  que  tenía  en  uno  de  sus  lados  más  anchos  un  sinnúmero  de  pavitas 
(clavos  salientes  i  de  hierro,  que  alcanzaban  a  pasar  la  piel  del  individuo.  Otro 
día  (pie  madrugó  mucho  a  una  confesión,  al  abrir  su  pieza  hallé  la  cama  destendida 
y  en  la  sábana  una  cuantas  manchas  de  sangre  no  pequeñas". 

El  menaje  de  esta  habitación  no  quedaría  mal  en  una  celda  tra 
líense:  una  pobre  niesita  desnuda  con  un  crucifijo  ensangrentado;  un 
duro  banquillo  al  pie  de  ella;  cuatro  tablas  con  estera  de  junco;  una 
sábana,  una  sobrecama,  una  almohada  henchida  con  virutas  de  pino  de 
las  que  se  usan  para  empaques,  y  como  complemento  de  todo  un  lujoso 
baño:  aljofaina  y  jarra  de  greda  vidriada  sobre  un  cajón  conseguido 
en  alguna  botica. 

Y  hemos  querido  intencionalmente  hacer  esta  descripción  porque 
ella,  como  toda  la  vida  de  monseñor  Rojas,  nos  hace  comprender  su  alto 


—  155  — 


espíritu  de  mortificación  voluntaria  y  buscada  <t<J  hoc  para  vencerse  y 
contrariarse  siempre. 

La  cuantiosa  fortuna  heredada  de  sus  padres,  pasó  muy  pronto  al 
banco  eterno,  en  las  dos  fo-  mas  en  que  la  consumió,  el  culto  ordinario : 
iglesias,  capillas,  cementerios,  imágenes,  y  la  beneficencia  :  hospitales, 
asilos,  limosnas  particulares  a  familias  vergonzantes,  etc.  Tal  vez  no 
hubo  un  día  de  su  vida  de  sacerdote  y  de  Prelado  que  quedara  en 
blanco  en  materia  de  caridad  con  el  prójimo;  había  recibido  de  Dios  el 
don  de  una  sensibilidad  exquisita  de  corazón  para  las  miserias  ajenas, 
así  del  cuerpo  como  del  alma. 

Continuemos:  La  primera  carta  Pastoral  del  Prelado  a  sus  dioce- 
sanos de  todo  el  antiguo  Tolima  respira  amor  inmenso  de  padre  hacia 
sus  hijos  a  quienes  desea  salvar  por  medio  de  la  vida  cristiana",  de  las 
buenas  costumbres  y  del  respeto  profundo  hacia  la  Santa  Iglesia  y  hacia 
el  Pontífice  Romano,  Padre  universal  de  obispos  y  de  fieles. 

Convencido  de  que  la  fe  debe  cimentarse  en  convicciones  profun- 
das «pie  nazcan  de  sólida  instrucción  religiosa,  desplegó  actividad  he- 
roica en  la  formación  de  maestros  de  ambos  sexos  que  dieran  garantías 
morales  y  religiosas  en  el  manejo  de  la  niñez  y  de  la  juventud  ;  con 
este  objeto  solicitó  y  obtuvo  la  venida  a  la  diócesis  de  dos  Congrega- 
ciones religiosas  dedicadas  a  la  educación  de  la  niñez:  los  Hermanos 
Maristax,  experimentados  por  él  en  su  Colegio  de  Elias  y  a  quienes 
hizo  venir  y  establecerse  en  valias  poblaciones,  Ibagué,  Neiva,  Pitalito 
y  Timaná,  y  las  RR.  Hermanas  de  La  Presentación,  beneméritas  en  la 
educación  de  la  niñez  y  juventud  femeninas.  Los  colegios  de  Garzón 
y  Pitalito  han  educado,  gracias  a  Dios,  a  varias  generaciones  y  en  ellos 
se  guarda,  como  en  todo  el  Departamento,  con  singular  veneración  y 
aprecio  la  memoria  inovidable  de  sus  fundadoras,  las  Rdas.  Madres 
María  Ignacia  y  Josafat.  Dios  haya  premiado  con  corona  de  eterna 
gloria  el  cariño  y  abnegación  con  que  estas  dos  almas  santas  inculcaron 
en  las  matoonas  del  Hiüla  los  más  nobles  sentimientos  de  virtud!  Des- 
pués fueron  fundados  los  colegios  de  Neiva,  Agrado,  Altainira,  Timaná 
y  últimamente,  después  de  separado  monseñor  de  la  diócesis,  el  de  San 
Agustín.  Los  RR.  Hermanos  se  retiraron  de  la  Diócesis  y  ni  ellos  ni 
otros  religiosos  docentes  se  han  establecido  después.  Por  este  tiempo 
rigieron  el  Colegio  de  Santa  Librada  en  Neiva  los  RR.  PI\  Maristas  y 
educaron  en  él  una  generación  brillante  de  jóvenes  que  dieron  lustre  al 
antiguo  Tolima  y  ocupan  hoy  puestos  destacados  en  la  sociedad  huilense. 

Preocupaba  mucho  al  Señor  Obispo,  como  lo  hemos  dicho,  la  for- 
mación de  maestros  y  maestras  qué  dieran  toda  clase  de  garantías  en 
la  formación  moral  e  intelectual  de  la  niñez.  No  fueron  pocos  los  es- 
fuerzos y  gastos  (pie  para  conseguirlo  hizo  siempre,  aunque  no  en  todas 
las  ocasiones  le  sonriera  el  éxito;  al  contrario,  esos  esfuerzos  fueron 
muchas  veces  para  él  fuente  de  disgustos,  contrariedades  y  reveses  que 
sobrellevó  con  indecible  paciencia  por  la  noble  causa  de  la  instrucción, 
que  lo  obsesiono  en  todos  los  años  de  su  vida.  Los  valores  morales  e 
intelectuales  de  que  hoy  se  ufana  el  Departamento  tuvieron  que  agrá 
decerlo  en  lodo  o  en  mucho  a  monseñor  Rojas,  sea  porque  fueron  edu- 
cados en  colegios  fundados  o  favorecidos  por  él,  o  porque  él  influyó  con 
sus  padres  o  educadores  en  la  recta  formación  (pie  salvó  su  porvenir. 

Xo  hay  una  sola  obra  de  aliento  en  el  progreso  religioso,  social  o 
material  de  ese  tiempo  en  el  Tolima  y  Iluila  de  la  (pie  haya  sido  ajeno 
o  se  haya  hecho  sin  su  concurso,  dirección  o  consejo. 


—  156  — 


No  todos  los  pueblos  ni  todas  las  personas  lo  han  reconocido  asi  ¡ 
pero  ello  nada  quita  al  mérito  de  quien  quiso  sacrificarse  por  su  dió 
cesis  y  por  sus  compatriotas. 

Amaba  a  los  niños  como  ('lisio;  en  medio  de  su  natural  carácter  aus- 
tero, a  veces  severísimo,  se  le  veía  aleare,  risueño  y  festivo  cuando  lo 
rodeaban,  como  un  enjambre,  bandadas  de  chicuelos,  atraídos  por  él 
con  regalitos  o  por  el  color  llamativo  de  sus  capisayos  morados.  Si  en 
esos  momentos  se  acercaba  a  él  uno  de  sus  sacerdotes  acompañantes, 
inmediatamente  dividía  en  dos  grupos  sus  corderitos  y  hacía  que  el 
sacerdote  o  seminarista  en  uno  y  él  en  otro  se  les  diera  una  lección  de 
catecismo,  en  la  (pie  él  naturalmente  ganaba  a  todos,  porque  se  hacía 
niño  con  los  niños  para  ganarlos  y  atraerlos  hacia  Cristo. 

No  vaya  a  pensaise  (pie  esta  conducta  sería  exclusiva  del  tiempo 
de  misión;  nó ;  era  siempre  lo  mismo;  en  el  templo,  en  la  calle,  en  el 
campo;  con  los  niños,  con  los  pobres,  con  los  arrieros,  con  toda  (dase 
de  personas. 

Lo  que  puede  llama: se  respiración  del  alma  de  monseñor  fue  siem- 
pre el  celo,  especie  de  obsesión  constante  de  llevarlo  todo  al  terreno  de 
la  piedad,  refiriéndolo  a  Dios,  a  su  "loria  y  a  la  salvación  de  sus  en- 
comendados. 

Tres  años  escasos  habían  pasado  desde  el  nombramiento  de  mon- 
señor Rojas,  en  los  cuales  su  trabajo  Pastoral  se  había  intensificado 
en  tal  forma  que  casi  no  puede  creerse  que  en  tan  corto  tiempo  y  lu- 
chando con  las  primeras  gravísimas  dificultades  de  todo  orden  para  su 
instalación  y  organización-,  hubiera  podido  visitar  el  extenso  territorio 
de  su  diócesis  para  darse  cuenta  de  sus  más  urgentes  necesidades;  y  sin 
embargo,  este  buen  Pastor  conocía  ya  a  sus  ovejas  y  se  había  hecho 
conocer  de  ellas,  diseminadas  como  se  hallaban  en  el  intrincado  labe- 
rinto de  montañas,  valles  y  hondonadas  del  río  Magdalena  y  sus  afluen- 
tes, desde  su  nacimiento,  en  los  lejanos  límites  del  Departamento  de 
Xa  riño,  hasta  la  desembocadura  del  río  de  La  Miel  en  el  bajo  Mag- 
dalena. Hay  que  saber  lo  que  ese  territorio  comprende  y  apreciar  las 
dificultades  de  transporte  de  hace  cincuenta  años,  para  poder  medir  la 
intensidad  de  la  fatiga  diaria,  la  actividad  nunca  igualada  de  este 
obispo  pleno  de  energías  e  impulsado  por  un  motor  secreto,  su  amor 
a  Dios  y  al  prójimo,  que  no  le  dejaba  momento  de  reposo.  Lo  habíamos 
dejado  en  Elias  organizando  ambos  Seminarios. 

CAPITULO  IX 

DETERMINA    CONSAGRAR    LA    DIOCESIS    AL  SAGRADO 
CORAZON  DE  JESUS  -  SU  SEGUNDA  VISITA  PASTORAL  - 
OTRAS  ORDENACIONES  -  INTERESANTES  DOCUMENTOS  - 
ORGANIZACION  DE  BECAS  EN  EL  SEMINARIO. 

Vuelto  a  Xeiva,  capital  de  la  Diócesis,  pensó  en  realizar  su  pro- 
yecto de  consagrarla  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  como  lo  había  hecho 
con  el  Departamento.  Ningún  día  le  pareció  mejor  que  el  primero  de 
enero  del  año  siguiente  y  así  lo  resolvió  en  Circular  del  10  de  noviem- 
bre, fechada  en  la  ciudad  capital,  señalando  ese  día  para  la  consa- 
gración de  la  diócesis  y  parroquias,  "para  buscar  en  el  Corazón  del 
Redentor  el  remedio  a  las  tres  llagas  más  profundas  de  que  adolece 
la  sociedad  actual:  incredulidad  e  indiferencia  religiosa;  olvido  de  Dios 
y  de  nuestro  eterno  destino,  y  egoísmo  y  sensualidad.  Avisa  que  a  su 
paso  por  París  hizo  inscribir  esta  diócesis  en  la  adoración  perpetua  in- 


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ternacional  de  Montmartre;  dispone  que  el  primero  de  enero  siguiente 
se  haga  dicha  consagración  de  toda  la  diócesis  y  determina  las  prác- 
ticas que  deben  seguirse  y  la  fórmula  que  deben  pronunciar  los  párrocos 
a  nombre  de  sus  parroquias  en  dicha  consagración. 

No  contento  con  esta  Circular  y  deseando  enfervorizar  a  sacer- 
dotes y  fieles  en  el  amor  al  Corazón  de  Jesús  y  en  el  sentido  espiritual 
de  la  consagración,  les  dirigió  desde  Garzón,  el  quince  de  noviembre, 
una  interesante  y  piadosísima  Pastoral  sobre  la  consagración  de  la 
diócesis,  señalada  para  el  primero  de  enero  siguiente. 

Por  estos  mismos  días  despachó  para  Roma  los  documentos  nece- 
sarios a  la  ordenación  del  alumno  del  Pío  Latino,  Ismael  Perdomo 
Boriero,  hoy  dignísimo  Arzobispo  Primado  de  Colombia,  a  quien  él 
mismo  había  llevado  a  terminar  sus  estudios  en  Roma,  cuando  fue  a 
su  consagración  Episcopal. 

Con  las  testimoniales  canónicas  enviadas  fue  ordenado  sacerdote 
el  19  de  diciembre  de  este  año  del  96  y  regresó  a  la  diócesis  a  servir 
importantes  cargos  que  le  confió  el  señor  obispo,  quien  lo  apreciaba 
entrañablemente. 

En  la  Visita  Pastoral  que  estaba  practicando  completó  monseñor 
su  trabajo  de  preparación  de  los  pueblos  para  la  consagración  de  la 
diócesis  al  Sagrado  Corazón,  de  tal  manera  que  el  primero  de  enero 
del  año  siguiente,  de  1897,  se  convirtió  la  diócesis  entera  en  un  ascua 
de  amor  a  Jesús  Sacramentado,  expuesto  por  orden  suya  todo  el  día, 
en  adoración  perpetúa  por  grupos  de  las  Congregaciones,  Colegios,  es- 
cuelas y  gremios  establecidos  en  cada  parroquia. 

El  Prelado  pontificó  en  su  Catedral  de  Neiva  y  al  terminar  la 
Misa  pi'onunció  con  voz  trémula  por  la  emoción  la  fórmula  compuesta 
por  él  para  tan  solemne  acto.  La  alocución  dirigida  a  los  felices  habi- 
tantes de  su  ciudad  episcopal  fue  un  brote  de  exquisita  ternura  hacia 
el  Corazón  Sacratísimo,  al  mismo  tiempo  (pie  una  saludable  inyección 
de  fervor  enea rist ico  en  todos  sus  oyentes. 

En  los  días  siguientes  se  dirigió  a  [bagué  en  su  segunda  Visita 
Pastoral,  y  allí  confirió  el  Presbiterado,  el  1'4  de  febrero,  a  los  jóvenes 
diáconos  1).  Leoncio  Chinchilla  y  D.  Máximo  Luna,  el  primero  de  los 
cuales  es  actualmente  Vicario  General  del  Excmo.  Sr.  Rodríguez,  en 
1  bagué. 

Envió  a  Roma  las  testimoniales  para  la  ordenación  del  joven  Pedro 
María  Rodríguez  Andrade,  hoy  dignísimo  obispo  de  [bagué,  con  las 
cuales  pudo  recibir  el  I'iesbiterado  el  19  de  abril  de  ese  año,  y  regresar 
a  la  diócesis,  en  la  cual  prestó  invaluables  servicios  en  puestos  de  con 
sideración:  Rector  del  Seminario  Mayor,  Vicario  General  y  párroco  de 
varias  poblaciones,  entre  ellas  de  Neiva,  su  ciudad  natal,  justamente 
orgullosa  de  tan  prestante  cuna. 

Los  meses  siguientes  los  empleó  en  continuar  la  Santa  Visita,  sin 
(pie  los  incesantes  trabajos  apostólicos  interrumpieran  en  él  la  aten 
ción  (pie  prestaba  a  las  demás  necesidades  (pie  iban  presentándose.  Es 
asombrosa  en  monseñor  Rojas  la  actividad  desplegada  en  tan  variados 
asuntos,  sin  (pie  el  menor  detalle  se  le  pasara  en  blanco.  Veamos  una 
muestra:  se  halla  en  Chaparral,  población  importante  del  Norte  de  su 
diócesis:  los  trabajos  de  la  Santa  Visita  tienen  que  ser  de  un  recargo 
abrumador,  y  con  todo  lo  vemos  dictar  allí,  el  19  de  abril  de!  97,  dos 
Decretos  de  suma  importancia:  el  N°  43,  sobre  exhibición  de  letras 
testimoniales  para  ejercer  ministerios  en  la  diócesis.  Ni  los  párrocos,  ni 
los  sacristanes  o  mayordomos  en  ausencia  del  párroco  podrán  permitir 
(pie  ningún  sacerdote  extraño  celebre  o  haga  función  alguna  sagrada 


—   158  — 


SEMINARIO    DE   GARZON    EN    NAZARET.    MANSION    SOLARIEGA    A    LA    QUE   AMAMOS    CON    TODA   EL   ALMA  LOS 
ALUMNOS.    ULTIMAMENTE    HA    SIDO    DEDICADA    A   COLEG'O    PARTICULAR    Y    REEMPLAZADO    POR    EL  EDIFICIO 
NUEVO   DEL  SEMINARIO   MENOR.   SITUADO  A  HORA    Y    MEDIA    DE    LA    CIUCAD.    EN    UNA    ALTURA    QUE  DOMINA 
TODO   EL  VALLE.   CON   DELICIOSO  CLIMA  Y  MEJORES  COMODIDADES  DE  CAMPO. 


en  la  iglesia,  sin  la  presentación  «le  testimoniales  debidamente  auten- 
ticadas. Manda  a  los  párrocos  en  cuyas  iglesias  ejerció  algún  ministerio 
el  falso  fraile  Julio  Villegas,  qne  avisen  a  los  fieles  la  ilicitud  y  nuli- 
dad de  los  matrimonios,  confesiones,  etc.,  administrados  por  él,  y  los 
condena  a  pagar  la  multa  de  $  50  a  las  Fábricas  de  las  iglesias  donde 
hubiera  tenido  lugar  esa  profanación. 

El  otro  Decreto  es  el  N<?  44,  sobre  construcciones.  Prohibe  a  los 
párrocos  emprender  construcciones  nuevas  o  reformas  de  considera- 
ción en  las  iglesias,  casas  cúrales,  etc.,  sin  aprobación  de  la  Curia,  como 
también  encargarse  de  dirigir  construcciones  extrañas  a  su  ministerio. 

Para  la  mejor  administración  de  los  negocios  de  la  Curia  referentes 
a  las  parroquias,  había  nombrado  Vicario  General  suplente,  con  resi- 
dencia en  Neiva,  al  Pbro.  Parménides  Velasco,  nombramiento  que  le 
fue  ratificado  el  30  de  mayo,  desde  el  Caguán: 

El  día  31  del  mismo  mes  dictó  también  desde  el  Caguán  el  Decreto 
N?  47,  que  reglamenta  la  adjudicación  de  becas  particulares  en  el  Se- 
minario; y  con  la  misma  fecha  dirige  una  Circular  a  los  sacerdotes 
sobre  las  preces  mandadas  por  S.  S.  León  XIII  para  las  funciones 
cantadas:  Bendito  sea  Dios,  etc.,  y  Domine  salvam  fac  Rempúblicam. 

Desde  La  Plata,  el  19  de  junio  del  mismo  año  escribe  la  Circular 
33,  para  ordenar  la  publicidad  de  la  Pastoral  del  Señor  Arzobispo 
de  Bogotá,  en  la  que  recomienda  ahincadamente  la  unión  de  los  ca- 
tólicos. 


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Allí  mismo  recibe  con  sumo  agrado  y  complacencia  la  comunica- 
ción del  señor  Cura  de  El  Hato,  El  Pital  y  El  Agrado,  Pbro.  D.  José 
Rufino  Macías,  avisándole  haber  cumplido  lo  mandado  sobre  la  con- 
sagración de  sns  parroquias  al  Sdo.  Corazón  de  desús,  precedida  de 
ejercicios  de  primera  comunión  y  solemne  novena  al  Corazón  Deifico. 

De  vuelta  a  Xeiva  lo  preocupaba  la  reglamentación  de  las  becas 
sostenidas  con  el  dinero  colectado  en  los  pueblos,  becas  qué  eran  dis- 
tintas de  las  llamadas  becas  particulares,  sostenidas  por  personas  pu- 
dientes a  petición  del  Prelado.  Para  ese  fin  dictó,  el  25  de  julio,  el 
Decreto  X9  48,  en  Xeiva,  por  el  cual  reglamenta  tanto  la  recolección  de 
fondos,  como  la  adjudicación  de  dichas  becas  y  la  elección  de  los  que 
deben  disfrutarlas. 

Este  Decreto  fue  enviado  inmediatamente  a  los  Párrocos  y  a  los 
Concejos  Municipales  con  nna  Circular  para  que  se  cumplan  con  exac 
titud  sus  disposiciones. 

Hasta  entonces  estaba  vigente  sobre  Vicarías  Foráneas  la  división 
anterior  a  la  existencia  de  la  diócesis;  pero  en  atención  a  las  dificul- 
tades que  se  presentaban  para  los  párrocos,  dictó  en  Xeiva  el  Decreto 
N°  49,  de  fecha  10  de  agosto,  (pie  divide  la  diócesis  en  trece  Mearías 
Foráneas  y  a  cada  nna  le  asigna  las  parroquias  correspondientes. 

Por  este  tiempo  apareció  en  varias  poblaciones  del  Norte,  sobre  todo 
en  la  capital  y  pueblos  vecinos,  la  terrible  epidemia  de  la  viruela  negra, 
(pie  causó  alarmante  mortalidad.  Conmovido  el  Prelado  por  este  azote, 
mandó  como  oración  imperada  a  los  sacerdotes  en  todas  las  Misas  la 
ipie  la  Iglesia  prescribe  para  evitar  la  mortalidad  (Pro  vitanda  morta- 
Htate)  desde  el  trece  de  agosto  en  adelante  hasta  nueva  orden.  Fue  tan 
eficaz  la  oración  del  Prelado  y  de  sns  sacerdotes  por  el  pueblo,  que 
muy  pronto  cesó  la  epidemia  y  se  tranquilizaron  las  poblaciones  y  los 
campos  azotados  por  el  terrible  flagelo. 

Los  RR.  Padres  Maristas,  encargados  del  Colegio  de  Santa  Librada, 
de  Xeiva,  prestaban  en  aquella  parroquia  importantes  servicios  espi- 
rituales a  las  almas,  que  no  pasaron  desapercibidos  para  el  Prelado. 
El  15  de  agosto,  como  agradecimiento  de  los  servicios  prestados  por 
ellos  en  la  peste  de  viruela,  dirigió  al  R.  P.  Superior,  .losé  C.anven. 
Rector  de  Santa  Librada,  nna  atenta  Nota  en  la  cual  le  agradece  el 
apoyo  espontáneo  prestado  por  él  y  por  los  otros  Padres  en  la  admi- 
nistración de  los  sacramentos,  predicación  y  otros  oficios  parroquiales. 

Con  la  misma  fecha  L5  de  agosto  expidió  el  Decreto  V  50,  sobre 
constitución  del  Comité  Diocesano  para  la  digna  celebración  del  final 
del  siglo  y  principio  del  siguiente.  La  Presidencia  de  este  Comité  se  la 
reserva  el  Rielado  y  nombra  primero  y  segundo  Vicepresidentes,  res- 
pectivamente, a  los  muy  dignos  Vicarios  Generales,  Pbros.  desús  María 
Restrepo  y  Parménides  Velasco;  Vocales,  al  R.  P.  -Fosé  Gauvan,  Rector 
de  Sta.  Librada;  Uno.  Atenodoro.  Superior  de  los  linos.  .Maristas,  y 
Director  de  la  Escuela  Superior,  y  Sres.  (¡ral.  Olegario  Rivera,  D.  Ca- 
lixto Leiva  L.  y  D.  Bartolomé  Gutiérrez. 

La  constitución  de  este  Comité  y  el  programa  elaborado  para  la 
celebración  del  magno  acontecimiento,  fueron  comunicados  en  nota  de 
estilo  al  Emmo.  Cardenal  Jacobini,  Presidente  del  Comité  Romano  para 
la  celebración  universal  de  la  terminación  del  siglo  XIX  v  principio 
del  XX. 

Constituido  el  Comité  Diocesano  y  dispuesto  lo  concerniente  a  la 
mayor  solemnidad  que  debía  darse  a  la  última  noche  del  siglo,  partió 
monseñor  a  (¡arzón;  dirigió  los  ejercicios  espirituales  de  los  ordenan 
dos.  y  el  día  S  de  septiembre,  fiesta  (le  la  Xatividad  de  la  Sina.  Virgen, 


—  160  — 


pontificó  la  .Mis.-i  para  ordenar  sacerdotes  ;i  los  jóvenes  Clodomiro  I>ín/. 
y  Silvestre  Bahamón;  diácono  ¡il  señor  .Juan  de  Dios  Jaramillo  y  sub- 
diácono  al  señor  .Medardo  Molina. 

Inmenso  era  el  júbilo  que  sentía  monseñor  Rojas  en  cada  ordena 
cion  sacerdotal;  acompañaba  a  los  ordenados  en  las  comidas  del  día. 
que  él  mismo  les  hacía  preparar  en  Palacio,  y  procuraba  que  la  alegría 
reinara  en  ellos  y  en  sus  familias  por  tan  señalado  acontecimiento. 
Generalmente  hacía  en  la  Misa  de  ordenación  una  patética  exhortación 
a  los  asistentes  sobre  la  grandeza  de  la  dignidad  sacerdotal,  animán- 
dolos con  vivas  frases  a  ayudar  con  generosidad  a  la  formación  de 
sacerdotes  por  medio  de  los  auxilios  al  Seminario. 


CAPITULO  X 

EL  SINODO  DEL  TOLIMA    -    PREPARACION    Y  PRIMERAS 
MEDIDAS   -   CONSAGRACION    DE    MONSEÑOR  BLANCO, 
OBISPO   DEL  SOCORRO  -   GRANDES   FESTIVIDADES  DE 
LA    INMACULADA   -    MAS  ORDENACIONES. 

Terminada  su  primera  Visita  en  el  Norte,  vino  a  su  mente  otra 
preocupación:  Su  Santidad  le  mandaba  en  el  Decreto  Consistorial  de 
erección,  qne  en  la  primera  oportunidad  debía  convocar  y  celebrar 
Sínodo  Diocesano.  Otro  Prelado,  por  virtuoso  que  se  le  suponga,  se 
hubiera  creído  excusado  legítimamente  del  cumplimiento  de  lo  que.  si 
bien  era  un  mandato  del  Pontífice,  no  podía  ejecutarse  sin  una  larga 
y  muy  asidua  preparación. 

Pues  monseñor  Rojas,  quien  nunca  entendía  de  dilaciones,  ni  jamás 
se  detuvo  en  dificultades,  resolvió  dar  a  todos  la  sorprendente  noticia 
de  la  convocación  del  Sínodo  antes  de  completar  tres  años  de  recibida 
la  diócesis. 

El  mismo  día  de  la  ordenación  de  los  nuevos  Presbíteros  en  Gar- 
zón firmó  el  Decreto  N°  51,  por  el  cual  manda  que  se  hagan  especiales 
oraciones  en  toda  la  diócesis  por  esta  necesidad,  a  fin  de  que  pudieran 
solventarse  las  dificultades  para  la  celebración  del  Sínodo  en  el  año 
siguiente. 

Inmediatamente  después  continuó  la  Santa  Visita  en  los  pueblos 
del  Sur,  con  los  mismos  frutos  obtenidos  en  esos  días,  (pie  constituían 
para  cada  parroquia  una  verdadera  y  fervorosa  misión. 

Hallándose  en  esta  Visita  recibió  de  monseñor  Evaristo  Blanco 
el  aviso  de  su  consagración  episcopal  el  21  de  septiembre,  para  obispo 
del  Socorro. 

Desde  Sta.  Librada  responde  a  Monseñor  Blanco  el  30  del  mismo, 
agradeciendo  el  aviso  y  deseando  al  nuevo  Prelado  y  a  su  afortunada 
diócesis  abundantes  bendiciones  de  Dios.  El  mismo  día,  en  Circular 
al  clero  de  la  diócesis  manda  que  se  promuevan  oraciones  en  todas  las 
parroquias  por  el  nuevo  obispo  y  por  su  diócesis.  En  otra  circular 
de  la  misma  fecha,  organiza  las  contribuciones  personales  y  parroquia- 
les para  S.  S.  León  XIII,  como  manifestación  de  gratitud  por  los  bene- 
ficios otorgados  por  él  a  la  diócesis. 

Una  nueva  Circular  del  mismo  día,  que  tiene  el  ísT°  40,  prohibe  el 
opúsculo  "Los  Intransigentes",  del  Pbro.  Baltasar  Vélez. 

Preocupado  con  las  crecientes  necesidades  que  iba  palpando  en  la 
Santa  Visita,  quiso  implorar  su  remedio  por  intercesión  de  la  Sma. 
Virgen,  su  consuelo  y  refugio,  mandando  celebrar  con  la  mayor  solem- 


—  161  — 


nidad  la  fiesta  de  la  Inmaculada,  y  el  primero  de  enero  del  98.  A  este 
fin  envió  una  Circular  a  las  parroquias  para  que  se  preparara  el  ánimo 
de  los  fieles  a  la  digna  celebración  de  ambas  fiestas,  con  la  intención 
señalada  por  el  Prelado.  Esta  Circular  tiene  fecha  28  de  octubre,  en 
Santa  Visita  en  Timaná. 

Terminada  la  Santa  Visita  en  el  Sur,  permaneció  algunos  días  con 
sus  amados  hijos  los  Seminaristas,  y  regresó  a  Garzón  para  la  novena 
y  fiesta  de  la  Inmaculada,  a  fin  de  preparar  lo  necesario  para  que  en 
aquella  ciudad  se  cumpliera  lo  mejor  posible  lo  dispuesto  en  la  Circular 
de  octubre.  Durante  la  novena,  predicada  por  el  Prelado,  dirigió  tam- 
bién los  ejercicios  espirituales  de  los  ordenandos  que  iban  a  recibir 
Presbiterado  el  día  de  la  fiesta.  La  solemnidad  con  que  se  celebró  ésta 
superó  a  lo  que  podía  esperarse ;  todos  los  gremios,  en  orden  perfecto 
acudieron  a  dar  realce  a  la  Misa  Pontifical,  en  la  cual  el  Prelado,  visi- 
blemente conmovido,  hizo  una  manifestación  de  gratitud  a  Dios  por  los 
beneficios  concedidos  a  su  diócesis  por  intercesión  de  María  Inmacu- 
lada, y  sobre  todo  por  el  grande  beneficio  de  la  organización  de  los 
Seminarios,  y  terminó  exhortando  vivamente  a  los  fieles  a  trabajar  sin 
descanso  en  la  terminación  del  edificio  que  en  aquella  ciudad  se  estaba 
construyendo  con  ese  fin,  mediante  el  concurso  generoso  de  los  garzo- 
nenses. 

Los  jóvenes  que  recibieron  Presbiterado  en  ese  día  fueron:  Moisés 
y  Abraham  Castro,  Antonio  Hartman  y  Juan  de  Dios  Jaramillo,  quie- 
nes habían  terminado  sus  estudios  en  el  Seminario  ya  organizado  en 
la  diócesis  y  podían  contarse  entre  las  primicias  que  estaba  cosechando 
de  sus  esfuerzos  el  nuevo  obispo. 

Rebosante  de  satisfacción  con  el  aumento  de  cuatro  operarios  en 
la  viña  del  Señor,  regresó  a  la  ciudad  episcopal  para  preparar  allí  las 
fiestas  de  Navidad  y  primero  de  enero.  El  día  25  de  diciembre  confirió  el 
Presbiterado  al  joven  Medardo  Molina,  quien  había  terminado  sus  estudios 
en  Bogotá,  y  venía  encendido  en  el  celo  que  lo  distinguió  siempre,  dis- 
puesto a  trabajar  como  buen  obrero  al  lado  de  su  Prelado. 

La  fiesta  del  Primero  de  Enero  del  98,  celebrada  por  el  Señor  Obis- 
po en  la  capital  diocesana,  fue  una  espléndida  manifestación  de  amor  a 
Jesús  Sacramentado:  las  altas  autoridades  civiles,  las  Comunidades,  los 
Colegios  y  una  incontable  multitud  venida  de  los  pueblos  vecinos  rin- 
dieron durante  todo  el  día  su  homenaje  de  sumisión  y  acatamiento  al 
Rey  inmortal  de  los  simios,  expuesto  solemnemente  para  atender  com- 
placido las  súplicas  que  el  Prelado  y  el  pueblo  católico  le  dirigían  de  lo 
íntimo  del  alma. 

Al  terminar  la  exposición  se  renovó  la  consagración  de  la  Diócesis. 
Parroquia  y  Municipio  al  (Virazón  Sacratísimo,  pidiendo  especiales  ben- 
diciones para  todas  las  obras  de  la  naciente  diócesis. 

En  la  Visita  Pastoral,  repetida  en  algunas  parroquias  por  la  se- 
gunda vez,  se  bahía  dado  cuenta  el  señor  obispo  de  la  propaganda  de 
malas  lecturas  en  proporciones  alarmantes  en  varias  poblaciones. 

Para  contener  el  mal  y  prevenir  en  lo  futuro  ese  peligro,  escribió  en 
Xeiva  una  Pastoral,  firmada  el  21  de  lebrero,  con  muy  claras  adverten- 
cias sobre  la  amenaza  (pie  los  malos  escritos  entrañan  para  la  fe  de  los 
pueblos,  con  mayor  razón  para  pueblos  sencillos  como  los  del  Tolima. 


—  162  — 


CAPITULO  XI 


CONVOCACION  DEL  SINODO  -  SU  CELEBRACION  SOLEM- 
NE EN  LA  CAPITAL  -  QUIENES  ASISTIERON. 

Pei'O  el  remedio  principal  de  tantos  niales  quería  ponerlo  el  Prelado 
en  la  pronta  celebración  del  Sínodo,  como  ya  lo  había  anunciado  en  Cir- 
culares anteriores.  A  ellos  procedió  resueltamente,  de  acuerdo  con  los 
señoies  párrocos,  en  los  meses  siguientes  hasta  el  de  mayo,  en  el  cual 
se  reunió  el  deseado  Sínodo  con  todas  las  reglas  y  ceremonias  canónicas. 

En  efecto:  con  fecha  8  de  febrero  del  98  dictó  en  su  Sede  de  Neiva 
el  edicto  convocatorio  del  primer  Sínodo  del  Tolima,  y  el  19  de  marzo 
siguiente  expidió  el  Decreto  N°  57,  sobre  la  manera  como  debía  prepa- 
rarse lo  concerniente  a  tan  importante  acontecimiento. 

EDICTO  CONVOCATORIO  AL  PRIMER  SINODO  DE  LA 
DIOCESIS  DEL  TOLIMA 

Nos,  Esteban  Rojas,  por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Santa  Sede  Apostólica, 

Obispo  del  Tolima. 

Al  Venerable  Clero  Secular  y  Regular  de  nuestra  Diócesis,  Salud  y  Bendición 
en  Nuestro  Señor  Jesucristo  y  en  María,  su  Inmaculada  Madre. 

Me  ha  sido  dada  toda  potestad  en  el  cielo  y  en 
la  tierra ;  id  pues  y  enseñad  a  todas  las  naciones .... 
a  guardar  todo  lo  que  os  he  mandado  a  vosotros. 

(S.  ¡Wat.— XVIII— 18,  10  y  20). 

"Venerables  Cooperadores :  Uno  de  los  deberes  del  cargo  que  pesa  sobre  núes 
tros  hombros  es  el  de  celebrar  con  vuestro  concurso  el  Sínodo  Diocesano,  en  el 
cual,  a  la  vez  que  se  recuerden  las  leyes  generales  de  la  Iglesia,  se  formen  y  san- 
cionen las  Constituciones  y  Decretos  que  deben  regirnos  en  el  culto  que  se  ha  de 
dar  a  Dios  y  en  la  administración  espiritual  de  los  fieles  en  esta  parte  del  rebaño 
de  Cristo,  e  igualmente  se  reprueben  los  abusos  locales  que  se  cometen. 

Este  deber  impuesto  a  los  Obispos  por  el  Santo  Concilio  de  Trento.  recordado 
por  el  Venerable  Concilio  Provincial  y  recomendado  por  los  más  grandes  Prelados 
como  San  Carlos  Borromeo,  reviste  entre  nosotros  circunstancias  especiales,  que 
hacen  más  importante  su  cumplimiento. 

En  efecto,  esta  Diócesis,  de  reciente  creación,  en  regiones  insalubres  y  apar- 
tadas, sustraída  por  consiguiente  a  la  directa  vigilancia  de  sus  Pastores,  escasa 
de  clero  y  abundante  en  elementos  de  error  y  desmoralización,  ha  de  estar,  natu- 
ralmente, plagada  de  defectos,  extravíos  y  de  pecados,  y  desprovista  de  aquella 
organización  y  orden  que  ha  de  reinar  en  el  rebaño  de  Jesucristo. 

La  Visita  Pastoral  que  acabamos  de  hacer  en  toda  la  Diócesis  ha  puesto  de 
manifiesto  ante  nuestros  ojos  el  deber  en  que  estamos  de  atender  cuanto  antes  el 
remedio  de  sus  necesidades :  y  para  unir  y  conformar  nuestras  operaciones  en  este 
sentido,  hemos  palpado  la  gravísima  conveniencia  de  practicar  cuanto  antes  nues- 
tro Sínodo  Diocesano. 

Muchas  e  importantísimas  son  las  cuestiones  que  tenemos  que  tratar  en  el 
Sínodo. 

La  digna  celebración  del  culto  divino  y  principalmente  el  del  Santísimo  Sa- 
cramento ;  la  santificación  de  las  fiestas,  principalmente  la  del  domingo ;  el  culto 
debido  a  los  Santos  y  sus  imágenes :  la  reforma  de  los  templos :  la  instrucción  cris- 


—  163  — 


tiana  de  los  fieles,  principalmente  de  los  niños;  la  recta  administración  de  los 
sacramentos  y  demás  ministerios  sacerdotales ;  el  fomento  de  las  vocaciones  ecle- 
siásticas;  la  reglamentación  de  las  parroquias  y  Vicarías:  los  cementerios:  la 
creación  y  aumento  de  rentas  para  las  parroquias,  la  Diócesis  y  el  Seminario : 
en  fin,  éstas  y  otras  materias  que  indicamos  en  nuestra  Circular  número  28, 
fechada  en  Santa  Visita  en  Natagaima  el  1°  de  Mayo  de  1897  y  publicada  en  el 
número  19  de  La  Iglesia  del  Tolima,  y  las  demás  que  requieren  un  estudio  espe- 
cial para  la  honra  de  Dios,  la  santificación  de  las  almas  y  la  administración  de 
los  pueblos  son  otros  tantos  asuntos  de  nuestro  examen  y  deliberación  en  el  Sínodo 
Diocesano  que  nos  proponemos  celebrar.  Por  consiguiente,  Venerables  Hermanos 
y  Cooperadores  nuestros,  debéis  desde  ahora  poner  en  esta  materia  toda  vuestra 
atención  para  determinar  lo  que  a  ese  respecto  ha  de  establecerse,  corregirse  o 
reprobarse  en  nuestra  Diócesis.  Cualquiera  observación  sugerida  por  este  estudio, 
debe  enviársenos  a  más  tardar  el  18  de  abril,  para  tenerlas  en  cuenta  en  los  tra- 
bajos de  la  Comisión  Preparatoria. 

No  olvidéis,  Venerables  Sacerdotes,  que  en  esta  empresa  de  suyo  grande  y 
trascendental,  no  conseguiremos  el  acierto  sin  los  auxilios  especiales  de  Dios  y  la 
mediación  poderosa  de  la  Santísima  Virgen,  a  quienes  hemos  de  recurrir  en  estos 
días  de  una  manera  humilde  y  fervorosa.  Para  lo  cual:  Primero:  Recomendamos 
todo  lo  mandado  en  nuestro  Decreto  X?  51,  impreso  en  el  X?  23  de  La  Iglesia  del 
Tolima,  ordenando  además  que  la  práctica  de  los  siete  Padrenuestros  que  allí  se 
mandan  rezar  con  el  pueblo  los  domingos,  se  cumpla  de  hoy  en  adelante  todos  los 
días  hasta  la  terminación  del  Sínodo :  Segundo :  En  vez  de  la  colecta  Pro-Papa 
y  Pro-vitanda  mortalitate,  se  dirá  en  la  Misa  la  del  Espíritu  Santo,  cuidando  de 
anteponerla  a  la  de  la  Inmaculada  :  Tercero :  En  todas  las  parroquias  se  celebrará 
una  misa  cantada  en  un  día,  a  elección  del  respectivo  cura,  terminada  la  cual  se 
expondrá  el  Santísimo  Sacramento  y  se  cantarán  las  letanías  mayores  con  sus 
respectivas  creces  y  oraciones  y  luego  se  reservará,  después  de  dar  la  bendición: 
Cuarto:  Concedemos  indulgencia  plenaria  a  todos  los  fieles  que  se  confiesen  y  co- 
mulguen el  día  de  dicha  misa  cantada,  y  visiten  el  templo,  orando  por  el  Santo 
Padre  y  sus  intenciones  y  por  el  buen  éxito  del  Sínodo :  para  lo  cual  los  sacerdotes 
tomarán  mucho  interés  en  obtener  el  mayor  número  posible  de  personas  que  cum- 
plan dichas  condiciones:  en  cumplimiento  de  lo  mandado  por  el  ceremonial  para 
estos  casos,  las  dominicas  primera,  segunda  y  tercera  después  de  Pascua,  o  sea 
los  días  17  y  24  de  abril  y  18  de  mayo,  "se  repetirá  en  todas  las  misas  el  aviso  del 
(lí.i  de  apertura  del  Sínodo  y  se  exhortará  a  los  fieles  a  la  devoción,  oraciones, 
ayunos,  recepción  de  los  Sacramentos  de  la  Penitencia  y  Santísima  Eucaristía  y 
a  practicar  otras  obras  buenas:  para  < me.  con  el  auxilio  de  Dios,  el  Sínodo  tenga 
digno  principio,  feliz  y  fructuoso  progreso  y  fin"  :  Sexto :  Finalmente,  todos  los 
curas  traerán  por  escrito,  si  vienen  al  Sínodo,  o  enviarán  a  la  Curia,  en  caso  con- 
fcrariO,  la  noticia  detallada  del  modo  como  han  cumplido  estas  prescripciones,  bajo 
pena  «le  suspensión  por  cuatro  o  seis  meses,  que  impondrá  el  Sínodo  a  los  que  no 
Las  cumplan  o  no  den  el  aviso  de  su  cumplimiento. 

Con  el  fin  de  preparar  las  materias  de  nuestro  Sínodo  y  de  ordenar  los  asuntos 
que  en  él  deben  ventilarse,  nombramos  una  Comisión  Preparatoria,  que  debe  tra- 
bajar en  asocio  nuestro,  y  estará  compuesta  de  nuestro  Provisor  y  Vicario  General, 
Presbítero  D.  Jesús  María  Restrepo;  del  R.  P.  José  Gauven,  Rector  del  Colegio 
de  Santa  Librada,  y  de  los  Presbíteros  I).  Rómulo  .Madrid.  D.  Rodulfo  Pérez  y  I). 
Manuel  Su.'mv.  S.  Esta  comisión  se  reunirá  y  dará  principio  a  sus  trabajos  el 
día  3  de  marzo  próximo,  aniversario  de  la  Coronación  de  nuestro  Santísimo  Padre 

León  XIII. 

Convocamos,  de  acuerdo  con  las  disposiciones  de  la  Iglesia,  a  todos  aquellos 
que  por  derecho  o  por  costumbre  deben  asistir  al  Sínodo  Diocesano,  para  que  se 
reúnan  en  esta  ciudad  el  2.1  de  abril  próximo,  día  de  San  Marcos  Evangelista, 


—  164  — 


eu  que  deben  principiarse  los  ejercicios  espirituales  preparatorios  al  Sínodo,  coyas 
sesiones  se  inaugurarán  el  :i  de  mayo,  día  de  la  Invención  de  la  Santa  Cruz.  Invi- 
tamos especialmente  a  nuestro  Provisor  y  Vicario  General;  a  los  Vicarios  Foráneos 
de  nuestra  Diócesis;  a  los  Superiores  de  las  Ordenes  o  Congregaciones  Religiosas 
que  funcionan  eu  ella,  en  el  magisterio  <>  eu  las  misiones;  a  los  párrocos  y  demás 
beneficiados. 

No  exigimos,  sin  embargo,  de  uu  modo  terminante  sino  la  concurrencia  de  los 
Vicarios  General  y  Foráneos,  a  los  cuales  exigimos  que,  en  caso  de  impedimento 
grave,  designen,  de  acuerdo  con  los  demás  sacerdotes  de  la  respectiva  Vicaría,  un 
sacerdote  que  los  reemplace  en  el  Sínodo.  Los  demás  sacerdotes  que  quieran  con- 
currir se  servirán  indicarnos  con  anticipación  el  nombre  del  sacerdote  que  ha  de 
reemplazarlos  en  la  administración  de  las  parroquias. 

Mandamos  (pie.  para  que  este  Edicto  llegue  a  conocimiento  de  todos  aquellos 
a  quienes  interesa  y  nadie  pueda  alegar  ignorancia,  sea  publicado  al  tiempo  de 
la  misa  parroquial  el  primer  domingo  después  de  su  recepción  y  fijado  en  las 
puertas  de  todas  las  iglesias  de  la  Diócesis. 

Dado  en  Neiva,  sellado  con  nuestro  sello  mayor  y  refrendado  por  nuestro  Se- 
cretario, en  la  feria  tertia  después  de  la  Septuagésima,  día  de  la  oración  de  X.  S. 
.T.  C,  ocho  de  febrero  del  año  de  nuestra  Redención  de  1898. 

(li.  S.) 

ESTEBAN 
Obispo  del  Tolima . 

Por  mandato  de  Su  Señoría  Ilustrísima. 

Kodulfo  Pérez 

Presbítero  Secretario". 


DECRETO  NUMERO  57 

Nos.  Esteban  Rojas,  por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Santa  Sede  Apostólica, 

Obispo  del  Tolima. 

Deseando  poner  todos  los  medios  que  estén  a  nuestro  alcance  a  fin  de  obtener 
la  bendición  divina  sobre  nuestro  primer  Sínodo  y  que  éste  se  celebre  con  la 
mayor  solemnidad  y  decencia  posibles;  teniendo  en  cuenta  la  doctrina  del  cere- 
monial y  del  Sumo  Pontífice  Benedicto  XIV  sobre  el  mismo  asunto, 

DECRETAMOS : 

1°  Los  señores  Vicarios  foráneos  recordarán  a  los  sacerdotes  de  sus  respectivas 
Vicarías  que  el  Domingo  de  Quasimodo  y  los  dos  siguientes,  deben  anunciar  a  los 
fieles  la  fecha  de  la  apertura  del  Sínodo  Diocesano  y  exhortarlos  a  la  devoción, 
a  la  oración,  al  ayuno,  a  la  frecuencia  de  sacramentos  y  otras  obras  de  piedad 
para  obtener  para  el  Sínodo  la  bendición  de  Dios.  También  recordarán  la  sus- 
pensión en  que  incurrirán  los  (pie  no  avisen  oportunamente  el  cumplimiento  que 
hayan  dado  a  todo  lo  prescrito  en  el  Edicto  convocatorio; 

29  Ordenarán  también  a  los  mismos  sacerdotes,  que  en  el  pueblo  donde  se 
hallen  el  día  de  San  Marcos,  practiquen  con  los  fieles,  invitados  a  ello  de  ante- 
mano, la  procesión  de  las  Letanías  Mayores  según  el  Ritual,  con  la  misma  inten- 
ción indicada  en  el  artículo  anterior : 

39  Xombramos  Prefectos  de  hospedajes  a  los  señores  D.  Calixto  Leiva  y  D. 
Xarciso  Morera,  para  que  entiendan  en  el  conveniente  alojamiento  y  recepción 
de  los  señores  Sinodales,  que  llegarán  a  la  ciudad  el  24  y  el  25  de  Abril  próximo: 


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49  Nombramos  maestros  de  ceremonias  para  el  Sínodo  a  nuestro  Secretario, 
Presbítero  D.  Rodulto  Pérez,  al  Rector  del  Seminario.  Presbítero  D.  Manuel  Suá- 
rez  S.  y  al  Diácono  señor  D.  Zabulón  Hoyos,  quienes  estudiarán  cuidadosamente 
su  oficio  y  a  cuyas  indicaciones  obedecerán  todos ; 

59  Nuestro  Secretario  colocará  en  las  puertas  de  nuestra  Santa  Iglesia  Cate- 
dral, una  cédula  firmada  por  él,  en  que  se  anuncie  el  día  y  el  lugar  de  la  inaugu- 
ración del  Sínodo ; 

6?  Los  Maestros  de  Ceremonias  redactarán  y  harán  imprimir  una  hoja  que 
contenga  las  ceremonias  solemnes  del  Sínodo  y  la  repartirán  con  tiempo  a  los 
señores  Sinodales ; 

79  Encargamos  a  la  Sociedad  de  Caridad  y  Beneficencia  de  esta  nuestra  ciu- 
dad episcopal,  que  adorne  nuestra  Catedral  de  modo  festivo  y  solemne  en  lo  po- 
sible, observando  las  prescripciones  del  Ceremonial  y  las  indicaciones  de  los  Maes- 
tros de  Ceremonias ; 

89  Todo  el  clero  secular  que  esté  presente  en  la  ciudad  el  día  de  San  Marcos, 
asistirá  con  sobrepelliz,  estola  morada  y  bonete  a  la  procesión  de  las  Letanías 
Mayores,  que  principiará  a  las  siete  de  la  mañana  en  la  Catedral: 

99  El  Sínodo  dará  principio  a  sus  sesiones  con  una  solemne  procesión  en  que 
se  llevará  bajo  de  palio  el  Sagrado  Lignum  Crucis,  y  también  algunas  otras  reli- 
quias de  Santos,  que  llevarán  los  señores  Sinodales,  vestidos  de  sobrepelliz  y 
estola  roja ; 

10.  Esta  solemne  procesión  partirá  de  la  casa  donde  habrán  sucedido  los 
ejercicios,  y,  después  de  recorrer  la  plaza,  entrará  en  la  iglesia  :  durante  ella  estará 
sonando  continuamente  el  órgano : 

11.  Tanto  en  la  Catedral  como  en  la  Capilla  de  Santa  Bárbara,  se  repicarán 
las  campanas  largamente  después  de  las  vísperas  y  por  la  mañana  del  día  de  la 
apertura,  hasta  que  la  procesión  haya  entrado  a  la  iglesia : 

12.  En  todas  las  quintas  ferias  que  ocurran  durante  el  Sínodo,  se  cantará  misa 
solemne  de  Spiritu  Sancto; 

13.  Concedemos  indulgencia  plenaria  a  todos  los  que  mediante  una  confesión 
y  comunión,  visiten  la  Santa  Iglesia  Catedral  desde  el  día  de  la  apertura  hasta  el 
de  la  clausura  del  Sínodo,  y  oren  por  las  intenciones  del  Sumo  Pontífice  y  buen 
éxito  espiritual  del  Sínodo  mismo: 

14.  Los  gastos  indispensables  para  los  efectos  de  este  Decreto,  se  harán  de  los 
fondos  de  la  Diócesis. 

Dado  en  Neiva  a  1!)  de  Marzo  de  1898,  fiesta  del  Patriarca  San  José,  Protector 
del  Sínodo. 

ESTEBAN 
Obispo  del  Tolima. 

De  orden  de  Su  Señoría  llustrísima. 

Rodulfo  Pérez 

Presbítero  Secretario. 

Preparado  todo  convenientemente  y  convocados  los  sacerdotes  que 
debían  asistir  a  él,  se  prepararon  con  nueve  días  de  ejercicios  dirigidos 
por  los  RR.  Padres  Jesuítas  -rosó  Yalenzuela  y  Enrique  Albela,  hasta 
el  día  dos  de  Mayo  en  que  se  tuvo  la  reunión  preparatoria,  y  el  3,  día 
de  la  Santa  Cruz,  en  la  primera  reunión  plena  y  solemne  declaró  Su 
Excelencia  legítimamente  constituido  el  Sínodo  y  nombró  empleados 
canónicos  de  él  a  los  siguientes: 

Promotor,  Pbro.  D.  Parménides  Yelasco; 
Secretario,  Pbro.  Rómulo  C.  Madrid; 
Lector.  Pbro.  Manuel  Suárez  Saavedra  : 


—  166  — 


MONSEÑOR 


PERDONO 


RECIEN 


CONSAGRADO   OBISPO    DE   IBAGUE  Y   POSESIONADO    EN  HONDA 
POR   MONSEÑOR  ROJAS. 


Notario,  Pbro.  Rodulfo  Pérez  <\; 
Procurador,  Pbro.  Pedro  Pablo  .limeño; 
Jueces,  Pbros.  Jesús  María  Restrepo  y  Leopoldo  Blanco. 
Ceremonieros,  Pbros.  Rodulfo  Pérez  O.,  Manuel  Suárez  Saavedra,  y 
Diácono  Zabulón  Hoyos. 

Abrióse  solemnísimamente  el  Sínodo  con  una  procesión  de  peni 
tencia  en  la  que  el  Prelado  llevó  bajo  palio  el  Lignum  Crucis  y  los  sacer- 
dotes con  sobrepelliz  y  estola  roja  llevaban  reliquias  de  Santos  e  iban 
rodeados  de  incontable  multitud  venida  de  toda  la  Diócesis  a  presenciar 
tan  inusitadas  y  para  ellos  sorprendentes  ceremonias.  Entrados  al  tem- 
plo se  celebró  la  misa  Pontifical  y  a  continuación  habló  el  Prelado  en 
patética  alocución  al  clero  y  fieles,  dejando  en  todos  saludable  impresión. 

Bueno  será  (pie  tomemos  algunos  apuntes  de  esta  pieza  apostólica. 

ALOCUCION 

con  la  cual  el  Prelado  Diocesano  inauguró  el  Sínodo  en  la  primera  sesión 
solemne  el  día  8  de  mayo  de  1898. 

l'bi  enim  sunt  dúo  vel  tres  congregar!  in  nomine 
meo,  ibi  sum  in  medio  eorum. 

Matth,  c.  XVIII  v.  2(1. 

Venerables  Sacerdotes  y  muy  amados  Cooperadores: 

El  Padre  de  las  misericordias  y  Dios  do  lodo  consuelo,  que  habita  en  las 
alturas  en  medio  de  una  luz  inaccesible,  yero  teniendo  siempre  su  mirada  fija 
sobre  lo  que  es  pequeño  y  humilde  en  la  tierra  :  aquel  Padre  de  luces,  fuente 
única  de  todo  lo  que  es  bueno  y  perfecto,  (pie  tiene  por  naturaleza  el  difundir  abun- 
dantemente en  sus  criaturas  los  beneficios  de  su  sabiduría,  sin  atender  a  mereci- 
mientos ni  a  dignidad  de  ninguna  persona  y  sin  enrostrar  a  nadie  sus  favores: 
aquel  Eterno  y  buen  Pastor  de  nuestras  almas.  Jesucristo,  no  interrumpe  ni  un 
instante  la  serie  de  sus  inefables  operaciones  en  favor  de  las  mismas  almas,  las 
cuales  constituyen  el  único  objeto  de  sus  pensamientos  y  el  fin  a  (pie  encamina 
todas  sus  obras.  Palpable  prueba  de  esta  verdad  es  esta  respetable  reunión  que 
vosotros,  desde  muy  lejanas  regiones,  habéis  venido  a  constituir  en  este  gran  día, 
en  que  celebramos  el  triunfo  del  patíbulo  en  que,  como  última  prueba  de  su  amor, 
quiso  morir  por  nosotros. 

Es  El  quien,  tres  años  bá,  segregó  de  las  Diócesis  de  Bogotá  y  Poparán  los 
varios  centenares  de  miles  de  almas  (pie  peregrinan  todavía  en  el  extensísimo 
territorio  tolimense.  dándonos,  a  vosotros  y  a  Nos.  la  peculiar  misión  de  establecer 
y  determinar  una  corriente  de  salud  para  todas  esas  almas;  es  El  también  quien 
os  reúne  ahora  por  primera  vez  en  este  santo  lugar  con  el  mismo  objeto;  y  El.  por 
fin,  cumpliendo  su  palabra  empeñada,  permanecerá  aquí  en  medio  de  nosotros  con- 
gregados en  su  nombre  para  tratar  de  sus  más  caros  intereses. 


Multiplicadas  y  muy  importantes  son  las  cuestiones  sobre  las  cuales  tenemos 
que  deliberar  y  legislar  con  el  apoyo  de  vuestras  luces  y  consejos;  pues  aunque  no 
será  ésta,  lo  esperamos,  la  única  o  última  vez  (pie  nos  reunimos  en  Sínodo,  es, 
sin  embargo,  muy  cierto  (pie  tenemos  desde  ahora  (pie  fijarnos  en  muchos  y  muy 
importantes  asuntos,  pues  las  circunstancias  de  esta  Diócesis  en  la  actualidad 
son  especialmente  difíciles,  ya  por  estar  recién  creada  y  desprovista  de  todo,  ya 
por  constar  de  regiones  extensísimas  y  de  muy  distintos  climas  y  costumbres,  ya 
por  la  variedad  de  usos  y  reglamentos  (pie  hasta  ahora  ha  habido  en  la  adminis- 


—  168  — 


tracíón,  ya,  eii  fin,  sobre  todo,  por  l;is  grandes  y  antiguas  necesidades  espirituales 
que  la  aqúejan.  Inútil  cosa  parece  el  volver  de  nuevo  a  enumerar  una  por  una  las 
cuestiones  <iu<'  liemos  de  tratar,  pues  vosotros  las  conocéis  por  vuestra  propia  expe- 
riencia,  y  Nos  incesantemente  hemos  llamado  vuestra  atención  sobre  ellas  desde 
que  nos  encargamos  de  la  Diócesis,  y  hoy  hace  un  año  que  venimos  enumerándolas 
más  concreta  y  determinadamente,  en  orden  a  la  presenté  reunión  Sinodal. 

Sin  embargo,  queremos  señalaros  ahora  los  asuntos  que  más  deben  ocuparnos: 
Nuestra  propia  salvación  buscada  con  corazón  grande  y  ánimo  resuelto,  por  medio 
del  cumplimiento  estricto  de  las  disposiciones  canónicas  sobre  nuestro  santo  es- 
tado, y  empleando  los  medios  (pie  los  santos  sacerdotes  nos  señalan  con  su  ejem- 
plo; la  tristísima  situación  de  ignorancia  religiosa  en  que,  sin  distinción  de  clases 
sociales,  se  bailan,  en  lo  general,  los  fieles  de  nuestras  poblaciones,  a  causa  de  la 
deficiencia  y  aun  de  la  maldad  de  la  educación  doméstica  y  escolar  que  se  ha 
empleado  en  tiempos  anteriores,  y  (pie  aún  al  presente  tiene  mucho  (pie  enmendar; 
el  aterrador  progreso  (pie  lian  tenido  el  indiferentismo  y  la  incredulidad,  con  todo 
su  detestable  cortejo  de  corrupción  y  escándalos,  a  causa  de  esa  misma  educación 
perversa  de  (pie  hablamos  y  de  la  notable  falta  de  predicación  sacerdotal  asidua 
y  oportuna,  de  que  han  carecido  la  mayor  parte  de  los  pueblos,  por  la  escasez  de 
sacerdotes:  la  profanación  del  domingo  por  medio  de  los  mercados,  y  la  de  las 
prácticas  del  culto  por  medio  de  diversiones  pecaminosas,  el  cortísimo  número  de 
vocaciones  eclesiásticas,  y  los  obstáculos  (pie  se  presentan  para  la  provisión  de 
clero,  a  cuyo  mal  gravísimo  tócanos  principalmente  a  nosotros  promover  el  eficaz 
remedio:  la  necesidad  de  reglamentar  y  uniformar  la  administración  espiritual  y 
temporal  de  las  parroquias,  mejorándola  en  cuanto  lo  permitan  las  circunstancias; 
la  falta  absoluta  de  rentas  para  las  parroquias,  que  condena  a  muchas  de  ellas  a 
carecer  de  las  solemnes  y  benéficas  funciones  del  culto  y  de  los  requisitos  nece- 
sarios en  los  templos  para  ejercerlo  digna  y  provechosamente:  en  fin,  la  exigüidad 
de  la  renta  decimal,  (pie  es  la  única  con  que  se  puede  contar  seguramente  para  el 
sostenimiento  del  Gobierno  Eclesiástico  y  del  Seminario,  la  cual  sin  embargo  bas- 
taría, si  se  recaudase  con  religiosidad.  Tales  son.  Venerables  Hermanos  y  Coope- 
radores, los  asuntos  más  culminantes  que  han  de  ocupar  vuestra  atención  en  el 
Sínodo. 


Y  vosotros,  honorables  señores,  representantes  de  la  autoridad  temporal,  cuyo 
único  fundamento  sólido  es  también  Jesucristo  y  su  Cruz  atendiendo  benévola- 
mente a  nuestra  invitación,  habéis  conferido  con  vuestra  presencia  no  poco  es- 
plendor a  la  instalación  de  este  Sínodo,  y  dado  un  nuevo  testimonio  de  feliz  con- 
cordia entre  las  dos  potestades.  Estad  seguros  vosotros,  y  esté  seguro  el  Gobierno 
a  quien  representáis,  de  que  este  Sínodo,  llamado  a  ser  fundamental  para  esta 
Diócesis,  uno  de  los  principales  fundamentos  (pie  procurará  poner,  será  la  conso- 
lidación, cada  día  mayor,  en  cuanto  de  nosotros  dependa,  de  esa  feliz  y  provecho- 
sísima armonía  y  cordialidad  entre  la  Iglesia  y  el  Estado.  Muchos  bienes  resultarán 
de  ahí  para  el  Tolima  :  el  Poder  civil  ganará  no  poco  en  prestigio  y  estabilidad : 
la  Iglesia  reportará  del  apoyo  civil  mayor  facilidad  para  hacer  efectivas  sus  santas 
leyes  y  realizar  sus  benéficos  y  salvadores  proyectos;  y  todos  los  asociados,  súb- 
ditos  de  una  y  otra  autoridad,  gozarán  los  inmensos  beneficios  de  la  paz  pública  y 
privada. 


Al  terminar  la  procesión  solemne  se  dirigió  a  los  Sinodales  para 
pedirles  especial  espíritu  de  oración  en  aquellos  días  santos,  a  fin  de 
implorar  las  luces  del  Altísimo.  He  aquí  sus  ardientes  palabras: 

Creemos  que  todos  vosotros  comprendéis,  tanto  la  suma  importancia  de  la 
obra  que  hemos  emprendido,  como  nuestra  absoluta  impotencia  para  verificarla, 


—  169  — 


si  el  Señor  no  nos  ilumina  y  nos  mueve.  También  sabéis  perfectamente  que  la 
Bondad  Divina,  ron  todos  sus  tesoros  fle  sabiduría  y  de  ciencia,  os  patrimonio 
exclusivo  de  todo  hombre  de  buena  voluntad.  Permitid,  pues,  que,  en  cumplimiento 
de  lo  preceptuado  en  estos  momentos  por  el  Pontifical,  os  dirijamos  ahora  estas 
palabras,  para  dirigir  en  vosotros  esa  buena  voluntad  que  siempre  habéis  tenido 
y  que  hoy  acaba  de  recibir  buen  impulso  del  Espíritu  Divino. 

Seniper  orare  et  non  defirere:  lie  aquí  dos  campos  en  que  ha  de  ejercerse 
vuestra  buena  voluntad,  como  se  ejerció  en  ellos  la  de  los  primeros  cristianos ;  dos 
cosas  que  exige  a  sus  ministros  la  Iglesia  de  Cristo  en  estas  circunstancias,  más 
que  en  ningún  otro  tiempo.  Orad,  pues,  vosotros,  sin  interrupción  en  estos  días, 
mediadores  que  sois  entre  los  hombres  y  Dios.  Si  las  oraciones  que  habéis  con- 
seguido de  los  fieles  han  sido  eficaces,  ¿qué  no  podréis  vosotros,  a  quienes  Dios 
ha  puesto  la  oración  por  oficio  y  a  quienes  ha  provisto  del  irresistible  medio  de 
la  celebración  de  la  Santa  Misa?  Orad.  pues,  sin  interrupción  y  celebrad  diaria- 
mente el  Divino  Ministerio  con  fervor  y  humildad,  y  pedid  mucho  por  toda  la 
Iglesia  y  su  augusto  Jefe,  por  esta  Iglesia  colombiana  tan  querida,  por  nuestro 
patria  y  su  Gobierno  y,  sobre  todo,  por  esta  «rey  del  Tolima.  a  cuya  dirección  el 
Señor  ha  querido  asociaros. 

Pero  debéis  principalmente  cumplir  el  non  deficere.  Que  vuestra  vida  sea 
modelo  de  virtudes  en  estos  días,  mucho  más  (pie  en  el  resto  de  vuestra  vida  : 
que  el  buen  olor  de  vuestro  ejemplo  invite  las  almas  a  correr  en  pos  de  él  y  las 
atraiga  a  seguir  presurosas  vuestras  pisadas  por  el  camino  del  cielo,  como  las 
pinta  el  Cantar  de  los  Cantares.  Que  no  se  ofenda  al  Señor  en  estos  días,  ni  por 
nosotros  ni  por  nadie,  en  cuanto  de  nosotros  dependa.  Con  estas  condiciones,  nues- 
tra Sinodal  reunión  será  abundantemente  bendecida,  no  sólo  ahora  en  nuestros 
trabajos  actuales,  sino  también  en  los  resultados  futuros". 

Las  constituciones  de  este  primer  Sínodo  del  Tolima  fueron  una 
verdadera  inspiración  de  Dios:  contienen  tan  sabias  enseñanzas;  están 
tan  bien  pensadas  y  ordenadas,  (pie  indudablemente  asombra  que  en 
aquel  corto  tiempo  hubiera  podido  prepararse  materia  tan  vasta  de  un 
modo  perfecto  y  ordenado.  Se  vio  en  lodo  la  protección  de  Dios  implo- 
rada en  toda  la  diócesis  con  actos  especiales  mandados  por  monseñor 
Rojas.  Duró  el  Sínodo  del  .'5  al  12  de  mayo  con  sesiones  solemnes 
los  días  :>.  T  y  12,  además  de  las  ordinarias,  con  asistencia  de  1S  sacer 
dotes,  sin  contar  al  Prelado.  Copiamos  a  continuación  el  Decreto  de 
clausura  y  la  Nota  de  conclusión  del  Sínodo: 

DECRETO  NUMERO  61 

que  clausura  el  Sínodo. 

NOS,  Esteban  Hojas,  por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Santa  Sede  Apostólica 
( >bispo  del  Tolima. 

1*?  Hemos  terminado  hoy  felizmente  nuestro  primer  Sínodo.  Damos  al  Señor 
infinitas  gracias  y  exhortamos  a  todos  los  sacerdotes  y  fieles  de  la  diócesis  a  que 
hagan  eso  mismo,  no  sólo  privadamente,  sino  también  en  público. 

29  Ordenamos  que  en  todas  las  iglesias  parroquiales  donde  baya  párroco 
durante  los  nueve  días  que  preceden  a  la  solemnidad  de  Pentecostés,  se  haga  una 
novena  al  Espíritu  Santo  por  las  intenciones  de  Su  Santidad,  y  en  acción  de  gra- 
cias por  la  terminación  del  Sínodo :  publíquense  además  las  indulgencias  que  ha 
concedido  el  Santo  Padre  a  esta  novena. 

39  Todos  los  Venerables  Eclesiásticos  (pie  compusieron  el  Sínodo  están  en 
libertad  para  retirarse  a  sus  parroquias  o  destinos. 


—  170  — 


4"?  Cesa  la  obligación  de  recitar  las  preces  ordenadas  eu  el  Edicto  convoca- 
torio; pero  queda  vigente  La  recitación  de  la  coleta  de  la  Inmaculada,  en  la  misa, 
advirtiendo  que  debe  terminarse  Per  Euindem  Donñnum  Nostrum  la  oración,  Per 
doniinum  a  secreta  y  postcoinmiiiiio. 

5?  Exigimos,  sin  embargo,  las  oraciones  de  los  sacerdotes  y  de  los  fieles 
pidiendo  el  recto  cumplimiento  de  las  constituciones  Sinodales. 

6?  Estas  empezarán  a  regir  desde  el  30  de  Agosto  próximo,  4*?  aniversario 
de  la  creación  de  la  diócesis  por  Su  Santidad  León  XIII. 

7?  Ordenamos  que  de  los  fondos  de  cada  iglesia,  se  compre  un  ejemplar  de  las 
mismas  Constituciones  para  el  respectivo  archivo ;  y  esperamos  que  cada  sacer- 
dote se  proveerá  de  su  propio  ejemplar  para  su  uso  personal. 

89  Mandamos  igualmente  que  las  Constituciones  Sinodales  se  publiquen  ínte- 
gras en  todas  las  iglesias  parroquiales  tan  pronto  como  sea  posible,  aunque  no 
haya  empezado  aún  la  vigencia  de  ellas. 

9?  No  es  nuestro  ánimo  inmutar  nada  de  lo  que  hemos  decretado  en  el  Sínodo 
y  que  esté  de  acuerdo  con  los  cánones  o  con  la  voluntad  de  la  Santa  Sede ;  pero 
si  por  error  hubiéramos  decretado  algo  que  no  esté  de  acuerdo  con  esas  santas 
leyes,  desde  luego  le  reprobamos  y  lo  borraremos  de  nuestras  ya  dichas  Consti- 
tuciones. 

Dado  en  Neiva,  a  12  de  Mayo  de  189S. 

f  ESTEBAN 
Obispo. 

Por  mandato  de  S.  S.  Ilustrísima. 

Rómulo  C.  Madrid 

Secretario  del  Sínodo. 

CONCLUSION 

Estas  son  las  primeras  constituciones  sinodales  que  con  el  auxilio  divino  y  la 
cooperación  de  nuestro  Venerable  Clero  hemos  formado  y  publicado  en  nuestra 
Catedral  para  gloria  de  Dios,  organización  de  nuestra  Diócesis  y  bien  espiritual 
de  nuestros  Diocesanos.  Y  poniéndolas  bajo  la  protección  de  San  José,  Patrono 
de  toda  la  Iglesia,  y  encareciendo  a  nuestro  clero  y  fieles  su  puntual  observancia, 
no  menos  que  sus  súplicas  al  Señor  por  su  buen  resultado,  declaramos  (pie  empe- 
zará su  vigencia  el  30  de  agosto  próximo  y  las  firmamos  y  sellamos  en  Neira  a 
12  de  mayo  de  mil  ochocientos  noventa  y  ocho. 

f  ESTEBAN 
Obispo  del  Tolinin. 

Por  mandato  de  S.  S.  I. 

Rómulo  C.  Madrid 

Secretario  del  Sínodo. 

Fueron  incalculables  los  bienes  de  todo  género  que  vinieron  a  la 
diócesis  con  el  cumplimiento  de  tan  sabias  disposiciones :  se  organizaron 
las  parroquias,  empezaron  a  dar  su  fruto  las  rentas  eclesiásticas,  se 
implantó  la  disciplina  en  el  Clero  y  pueblo  y  quedó  definitivamente  cons- 
tituida la  diócesis  y  satisfecho  su  Prelado  con  el  cumplimiento  de  este 
segundo  deber. 

Muchas  felicitaciones  recibió  monseñor  Rojas  de  los  Prelados  y  del 
Clero  al  conocerse  el  sorprendente  trabajo  canónico  de  este  primer  Sí- 
nodo, y  de  él  han  tomado  más  tarde  luces  e  indicaciones  oportunas  otros 
Sínodos  de  varias  diócesis  colombianas. 


—  171  — 


El  día  1-!  de  mayo,  al  cerrarse  el  Sínodo  firmaron  lodos  los  sacer- 
dotes asistentes  a  él  un  expresivo  manifiesto  de  adhesión  al  Prelado, 
en  el  cual  le  agradecen  los  esfuerzos  por  llevar  a  cabo  la  magna  Asam- 
blea y  le  asesinan  su  apoyo  para  el  cumplimiento  de  sus  disposiciones. 
El  Prelado  agradeció  cordialmente  a  sus  Cooperadores  la  buena  volun- 
tad manifestada  y  les  anunció  muchos  beneficios  que  para  ellos  y  sus 
parroquias  se  seguirían  del  cumplimiento  de  las  leyes  que  acababan 
de  dictar. 

Durante  el  Sínodo  recibió  monseñor  el  día  11  de  mayo  una  carta 
del  Pbro.  Joaquín  M.  Gamboa,  sacerdote  de  la  Diócesis,  solicitando 
humildemente  su  rehabilitación  en  el  ministerio,  de  la  que  había  sido 
privado  por  anterior  suspensión. 

El  señor  obispo  comisionó  al  K.  P.  Jesuíta  José  Valenzuela  para 
atender  la  solicitud  del  Pbro.  Gamboa,  "quien  entrará  a  ejercicios  con  el 
Clero  en  Ibagué  el  6  de  julio  siguiente  y  después  de  su  confesión  puede 
ser  rehabilitado  por  el  mismo  Edo.  Padre". 

El  día  16  del  mismo  mes  de  mayo  escribió  el  señor  obispo  una  tierna 
Nota  al  Pbro.  Gamboa,  felicitándolo  por  sus  buenas  disposiciones  y 
animándolo  a  perseverar  en  el  bien,  para  su  propia  salvación  y  la  de  las 
almas  que  se  le  encomienden. 

Terminado  el  Sínodo  continuó  monseñor  en  la  dura  tarea  de  edi- 
tarlo lo  más  pronto  posible  para  que  cada  párroco  lo  leyera  y  explicara 
al  pueblo  por  largo  tiempo;  para  ello  se  trasladó  ;i  Bogotá  y  lo  hizo 
editar  en  los  talleres  Salesianos  y  consagró  la  edición  a  María  Inma- 
culada con  esta  bella  inscripción  latina  compuesta  por  el  mismo  Prelado: 

"Muría — Virgo  Deipara  Sirte  labe  origina}*  concepta — Manda  Corde- 
corporc  qwB  serpentis  inferni  caput — Semper  ubique  contrivisti — Da.r 
sis  et  prwsidium—Peramanti  pastori — Gregiqae — Supplici — Tolimensis 
ecclesiee — Quce  onmi  indigens  opc — Te  sospite  gaudet — Patrón  a-n  colit — 
Se  tibí  sacra t. 

Fiat  —  Fiat. 


CAPITULO  XII 

PASTORAL  SOBRE  EL  SINODO  -  SALUDABLES  CONSE- 
CUENCIAS DE  EL  EN  LA  DIOCESIS  -  ELOGIOS  DE  MON- 
SEÑOR RODRIGUEZ  Y  DEL  PRESBITERO  IGNACIO  CORDO- 
BA -  EL  SEMINARIO  DE  GARZON  -  CIRCULAR  SOBRE  EL 
SOLEMNE  HOMENAJE  A  JESUCRISTO  -  CONSAGRACION 
DE  LA  REPUBLICA  AL  SAGRADO  CORAZON. 

Para  remitir  el  primer  pliego  de  las  disposiciones  Sinodales  envió 
una  Pastoral  con  fecha  siete  de  agosto  del  mismo  año  de  98,  desde  Bo- 
gotá, donde  se  encontraba  empeñado  en  el  trabajo  de  impresión  del 
Sínodo. 

Trata  en  ella  de  las  gravísimas  necesidades  que  aquejan  al  Tolinia 
y  se  esfuerza  insistentemente  en  convencer  a  sus  diocesanos  de  que  el 
remedio  de  tales  necesidades,  por  graves  que  sean,  está  eu  la  oración,  pues 
este  ha  sido  siempre  el  medio  más  seguro  y  eficaz  para  obtener  de  Dios 
todas  las  gracias. 

Termina  haciendo  suyas  las  patrióticas  palabras  con  que  el  señor 
Marroquín.  posesionado  ese  mismo  día  de  la  Yicepresideneia  de  Colom- 
bia en  ejercicio  del  Poder,  dirigía  a  sus  conciudadanos: 


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"Sacrificad  vuestro  amor  propio;  olvidad  agravios  y  disensiones  que  ya  pa- 
saron; quemad  sin  vacilación  en  el  fuego  de  vuestro  amor  a  la  Patria  terrenal, 
y  aún  más.  en  el  del  amor  del  Señor,  que  con  su  sangre  os  conquistó  la  Patria  del 
Cielo,  "aquellas  páginas  de  nuestra  historia  que  puedan  servir  para  mantener  y 
avivar  los  reneores".  Nada  de  reminiscencias,  nada  de  recriminaciones  ni  con 
razón  ni  sin  ella  :  no  le  permitáis  a  vuestra  memoria  ocuparse  de  lo  pasado  para 
otra  cosa  que  para  hacer  prorrumpir  vuestro  cristiano  y  generoso  corazón  en 
agradecimiento  al  Gran  Señor  que,  viéndose  tan  ofendido  en  la  tierra,  ha  conti- 
nuado sobre  ella  el  maravilloso  curso  de  sus  beneficios". 

Los  presentimientos  de  monseñor  eran  los  que  embargaban  todos 
los  corazones.  Oigamos  a  D.  Carlos  Martínez  Silva,  al  tratar  de  la  po- 
sesión del  señor  Marroquín: 

"Una  necesidad  de  expansión  nos  domina  a  todos,  y,  tan  poderoso  es  este 
sentimiento,  que,  hasta  el  olvido  y  el  perdón  por  lo  pasado,  para  no  pensar  sino 
en  el  porvenir,  es  la  nota  dominante....  todos  los  temores  han  desaparecido,  y 
los  pechos  se  han  abierto  a  la  esperanza". 

Ilusiones  de  un  momento  de  calma.  Quién  hubiera  podido  pensar 
que  un  año  después  estallaría  la  más  cruel  y  sangrienta  de  las  guerras 
civiles  de  Colombia? 

El  30  de  agosto  siguiente,  cuarto  aniversario  de  la  erección  de 
la  diócesis,  entraron  en  vigencia  estas  Constituciones  Sinodales,  únicas 
(pie  rigieron  en  la  antigua  diócesis  del  Tolima.  Hablando  de  este  Sínodo 
se  expresa  así  monseñor  Pedro  María  Rodríguez,  obispo  de  Ibagué,  en 
la  oración  fúnebre  de  monseñor  Rojas : 

"Después  de  descubiertos  el  estado  y  las  necesidades  de  su  diócesis,  preparó 
magistralmente  un  magnífico  y  solemne  Sínodo  en  el  cual  culminaron  como  astros 
en  bruñido  cielo  las  grandes  dotes  de  diestro  gobernante,  sus  capacidades,  sus 
profundos  estudios  de  las  ciencias  sagradas,  a  par  de  sus  floridas  y  acendradas 
virtudes  episcopales". 

Con  autorización  expresa  del  autor  queremos  que  quede  en  esta 
corta  memoria  que  como  tributo  de  afecto  estamos  delineando  sobre  el 
grande  apóstol  del  Tolima  y  Huila,  una  constancia  de  las  frases  de 
cariño  filial  que  el  Pbro.  D.  Ignacio  Córdoba,  del  clero  huilense,  pro- 
nunció en  memorable  conferencia  ya  citada,  sobre  la  obra  de  monseñor 
Rojas,  al  reseñar  su  gigantesca  labor  de  obispo  del  Tolima: 

"Asomarnos  ahora  a  contemplarlo  desde  el  mirador  enhiesto  de  la  justicia 
con  el  ánimo  sereno  y  la  mente  despejada,  recorriendo  ya  obispo  del  Tolima,  su 
inmensa  diócesis  que  se  extendía  desde  San  Agustín  en  la  vertientes  iniciales 
del  Magdalena,  hasta  Honda  y  La  Dorada,  tierras  incendiadas  por  el  sol  del 
trópico  en  sus  llanuras  ilímites  o  ceñidas  con  el  manto  de  las  nieblas  perpetuas 
en  sus  cumbres  arcanas,  sin  que  repliegue  ninguno  guardara  secreto  para  sus 
plantas  de  apóstol,  constelándolo  todo  con  el  brillo  de  su  enseñanza  y  de  su  ejem- 
plo, improvisando  las  más  de  las  veces  lo  necesario  para  el  culto,  combatiendo 
errores  y  vicios,  regenerando  individuos  y  familias,  azotado  inmisericordemente 
por  todas  las  inclemencias  del  tiempo  y  punzado  su  pecho  por  todos  los  dardos 
de  la  ingratitud,  escarnecido  y  calumniado,  arado  por  todos  los  sufrimientos  del 
espíritu  y  desvelado  por  todos  los  afanes  de  su  celo,  agobiado  y  animoso  siempre, 
cosa  es  ipie  deja  caer  la  majestad  del  silencio  sobre  el  alma.  Por  todas  partes 
intensificó  su  acción  cultural  sembrando  de  escuelas,  colegios  e  iglesias  el  vasto 


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territorio  de  su  diócesis;  organizador  admirable,  apenas  tuvo  sobre  sus  hombros 
la  ponderosa  carga  de  una  diócesis  tan  extensa  cuanto  desprovista  de  todo  lo  nece- 
sario, la  dotó  de  un  organismo  de  vida  intensamente  fecundo  en  el  primer  Sínodo 
del  Tolima,  que  unificó  el  culto  consultando  su  esplendidez  y  la  pulcritud  litúrgica 
e  impulsó  vigorosamente  la  acción  del  ministerio  sacerdotal  en  la  santificación  de 
las  almas  con  un  acopio  de  doctrina  que  todavía  hoy  se  consulta  con  tanta  fruición 
como  provecho. 

Pero  quizá  su  mayor  empresa  fue  la  fundación  de  los  Seminarios  de  Garzón 
e  Ibagué,  hasta  dejar  el  primero  en  condiciones  envidiables  de  vida  propia ;  ambos 
institutos  han  rendido  admirables  frutos  de  cultura  humana,  ciencias  divinas  y 
bienestar  social.  Sin  embargo,  toda  su  vida  exterior  fecunda  en  tantas  obras  de 
regeneración  espiritual  y  de  progreso,  no  fue  más  que  la  consecuencia  lógica,  el 
natural  desbordamiento  de  su  vida  interior,  vida  de  fe  y  de  oración  continua  y 
fervorosa ;  la  palanca  motriz  de  todas  sus  empresas  fue  siempre  su  confianza  en 
Dios  y  bien  pudo  hacer  suya  la  frase  del  Apóstol :  "Todo  lo  puedo  en  Aquel  que 
me  fortalece".  Su  ideal  supremo  puede  compendiarse  así:  infundir  en  todos  los 
entendimientos  las  verdades  de  la  fe  y  hacerlas  vivir  en  cada  corazón  en  perenne 
floración  de  buenas  obras;  y  para  esto  mostrarse  él  mismo,  vivo  ejemplar  de  fe, 
de  piedad,  de  mortificación,  de  caridad  y  sacrificio. 

Quisiera  estampar  aquí  con  palabras  empapadas  de  fervor  su  empeño  en  mo- 
delar el  espíritu  de  su  clero  conforme  al  ejemplar  divino.  Cristo  Señor  Nuestro, 
pero  me  lo  impide  la  misma  intensidad  de  sus  anhelos.  Vibran  aún  en  mis  oídos 
sus  palabras  encendidas  de  amor  divino  y  me  parece  ver  al  Pontífice  sublimado, 
transformado,  gustando  y  haciendo  gustar  a  sus  sacerdotes  las  dulzuras  de  la  de- 
voción al  Sacratísimo  Corazón  de  Jesús,  cuyas  perfecciones  y  anhelos  quería  que 
fueran  los  anhelos  y  las  perfecciones  del  sacerdote,  para  lo  cual  ponía  el  sacrificio 
como  primera  y  última  condición.  Ante  mis  ojos  está  para  siempre  brillando  el 
fulgor  de  sus  lágrimas  cuando  hablaba  sobre  la  caridad  y  unión  de  las  volun- 
tades para  el  bien.  Hombre  de  un  carácter  con  brillantez  y  consistencia  de  dia- 
mante, de  humildad  y  sabiduría  consumadas,  atento  únicamente  al  beneplácito 
divino  en  sos  palabras  y  en  sus  obras,  desconcertaba  y  aún  mortificaba  muchas 
veces  a  quienes  sólo  se  fijaban  en  las  apariencias  de  su  trato.  Pero  su  corazón 
fue  siempre  arca  millonada  de  virtudes  y  de  afectos  paternales. 

Cortamos  aquí  estas  frases  que  nada  dicen  ante  la  realidad  de  su  vida,  impo- 
sible de  aprisionar  en  tan  ligeras  y  desmayadas  líneas,  con  el  siguiente  recuerdo: 
cuando  el  1!)21  tuve  el  placer  de  saludar  al  párroco  de  Buenaventura,  doctor  Be  ja- 
rano, lo  primero  (pie  me  dijo  al  darnos  el  saludo  fue:  "y  el  señor  Rojas?....  Qué 
obispo  ése  para  ser  todo  un  apóstol!  En  las  ocasiones  que  ha  desembarcado  en 
este  puerto  y  le  he  visto  venir  aquí,  lia  sido  no  a  pedirme  posada,  sino  al  confe- 
sonario, el  catecismo  y  a  visitar  enfermos". 

Apenas  terminados  y  puestos  en  vigencia  los  importantísimos  tra- 
bajos del  Sínodo,  emprendió  monseñor  los  trabajos  del  nuevo  Semina- 
rio en  Garzón,  parte  alta  de  la  ciudad,  barrio  de  Nazaret,  donde  se 
había  adquirido  al  efecto  un  extenso  lote  de  terreno  con  ese  fin.  Como 
en  Elias,  en  el  91  y  92,  así  en  (¡arzón  pudo  monseñor  Hojas  llevar  a 
cabo  la  obra  magna  de  un  edificio  de  tres  pisos  con  su  iglesia  adya- 
cente, mediante  el  concurso  decidido  y  generoso  de  los  vecinos,  en  los 
últimos  años  del  siglo  pasado.  Convites,  cuadrillas,  bazares,  donaciones 
voluntarias;  todo  le  fue  facilitado  a  monseñor  para  llevar  a  cabo  su 
obra  en  favor  de  la  formación  sacerdotal.  Así  lo  reconoció  en  auto  de 
visita  practicada  en  la  parroquia  de  San  Miguel  de  Garzón,  en  1900; 
dice  así: 


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"Hemos  estado  cuatro  veces  en  esta  parroquia  de  Garzón  después  de  núes 
tro  regreso  de  Roma,  dos  veces  de  paso  y  otras  dos  ocupados  en  la  clausura  y 
apertura  del  Seminario.  Infinitas  gracias  damos  al  Señor  por  habernos  permitido 
hacer  algún  bien  en  esta  ciudad  y  provincia  y  principalmente  por  los  inmensos 
beneficios  que  ha  derramado  sobre  nosotros  preservando  ostensiblemente  esta  región 
casi  íntegra  de  los  horrores  de  la  guerra ;  proveyéndonos  de  nueve  cooperadores 
nuevos,  dejándonos  entrever  otros  para  lo  futuro  y  haciéndonos  otros  muchos 
favores  para  cuya  enumeración  nuestra  lengua  es  impotente.  Nos  limitamos  a 
exclamar  con  el  Príncipe  del  Cielo  y  excelso  Patrono  de  la  parroquia,  San  Miguel : 
"Quién  como  Dios?  Quién  como  el  Señor  Dios  nuestro,  (pie  habitando  en  las  altu- 
ras dirige  sus  miradas  a  todo  lo  que  es  humilde  en  el  cielo  y  en  la  tierra?" 

Nuevamente  testificamos  además  nuestro  agradecimiento  a  los  vecinos  de 
Garzón  por  la  cooperación  que  nos  prestan  en  la  más  grande  de  nuestras  preocu- 
paciones que  es  el  Seminario.  Y  muy  expresivas  gracias  damos  a  los  señores  que 
haciendo  ingentes  gastos  están  actualmente  construyendo  un  altar  mayor  que  será 
el  mejor,  el  más  bello  de  toda  la  diócesis — ESTElíAX.  obispo  del  Tolima". 

Lista  de  los  que  costearon  el  altar  mayor  de  la  iglesia  de  Garzón: 
Rodolfo  Rojas,  Benigno  Velasco,  Manuel  Cabrera  A.,  Timoteo  Silva, 
Jesús  Ardila,  Joaquín  Silva  G.,  Jesús  Casanova,  Emeterio  Cabrera,  Juan 
Maclas,  Félix  Macías,  Neponiuceno  Salazar,  Vicente  Barreiro,  José  Man 
rique  M.,  Rafael  Méndez  T.,  Lisímaco  Quintero  y  Vicente  Fernández, 
una  acción.  El  primer  contado  es  de  f¡  1.150,  el  segundo  de  $  ó25. 

Las  palabras  de  agradecimiento  del  Prelado  a  los  vecinos  de  la  ciu- 
dad de  Garzón  son  muy  merecidas  por  ellos,  pues  no  sólo  entonces  sino 
antes  en  la  construcción  del  grandioso  templo  y  después  en  la  del  pala- 
cio episcopal  y  en  la  de  los  templos  de  Nazaret  y  el  Rosario,  han  mos- 
trado con  obras  que  su  catolicismo  es  práctico  y  que  la  herencia  de 
hidalguía  y  generosidad  recibida  de  sus  mayores  ha  sido  y  será  con- 
servada intacta  y  sin  mengua  a  través  de  las  generaciones.  Bendiga 
Dios  esa  generosidad  y  colme  a  los  hogares  i;arzonenses  de  toda  clase 
de  bienes. 

Año  1898. — El  20  de  agosto  de  este  año.  hallándose  el  señor  obispo 
en  Bogotá  con  ocasión  de  imprimir  el  Sínodo,  recibió  una  Nota  del 
Excmo.  Sr.  Arzobispo  de  Bogotá,  Dr.  Bernardo  Herrera  Restrepo,  en 
la  cual  comunica  el  Prelado  que  la  Sania  Sede  ha  tenido  a  bien  cambiar  el 
nombre  de  Santa  Fé  de  Nueva  Granada  por  el  de  Bogotá,  para  evitar 
algunas  confusiones  a  que  ha  dado  lugar  el  hecho  de  existir  oirás  dió- 
cesis del  mismo  nombre  en  Argentina  y  .México. 

Desde  la  misma  ciudad  de  Bogotá  y  mientras  adelantaba  la  im- 
presión de  lo  restante  del  Sínodo,  pues  ya  había  remitido  el  primer 
pliego,  quiso  enardecer  los  ánimos  de  sus  diocesanos  en  el  amor  a!  Co- 
razón de  Jesús,  como  medio  de  manifestar  a  Jesucristo  el  homenaje 
del  mundo  entero  al  terminar  el  siglo.  A  eslc  dedo  dirigió  una  Circular 
concebida  en  términos  vehementes  sobre  la  atracción  universal  (pie  Je- 
sucristo ejerce  en  el  mundo,  sobre  todo  al  terminar  d  siglo  XIX  y  em- 
pezar el  XX,  y  manda  que  sus  sacerdotes  "no  omitan  oportunidad  para 
hacer  (pie  todos  testifiquen  su  agradecimiento  al  Divino  Redentor.  .  .  . 
que  se  hable  mucho  de  El  para  hacerlo  conocer  y  amar,  para  hacer 
pensar  mucho  en  El  a  todos,  y  (pie  se  aumenten  progresivamente  las 
oraciones  en  todos  los  pueblos.  ...  a  fin  de  que  las  puertas  del  infierno, 
que  están  boy  rechinando  con  tanta  fuerza  por  impedir  una  obra  tan 
justa  y  santa,  no  logren  con  todos  sus  esfuerzos  sino  hacer  más  vergon- 
zosa  y  completa  su  derrota....  Encomendemos  mucho  a  las  oraciones 
de  todos  la  consagración  oficial  de  nuestra  República  al  Sagrado  Co- 


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razón  de  Jesús:  nunca,  como  ahora,  se  encuentra  ella  tan  necesitada  de 
la  protección  especialísima  de  Dios;  afligida  por  males  internos,  per- 
seguida en  sns  instituciones  y  en  sn  Gobierno.  Honor  grande,  a  no  du- 
darlo, pero  peligro  también  muy  grande,  si  Claqueara  en  su  fe  y  cu  su  sen 
tido  católico.  Olemos  por  los  incrédulos!  Oremos  por  los  pecadores! 
Oremos  por  el  Gobierno!  Oremos  por  el  Clero!.  .  .  ." 

Termina  esta  pastoral  exhortando  a  que  se  propaguen  los  buenos 
escritos,  sobre  todo  el  Mensajero  del  Corazón  de  desús. 

El  Sumo  Pontífice  había  determinado  que  con  ocasión  de  la  ter- 
minación del  siglo  se  ofreciera  un  homenaje  universal  a  Cristo,  y  halda 
nombrado  al  efecto  una  Comisión  Internacional  (pie  dirigiera  el  movi- 
miento universal  de  todas  las  naciones,  presidida  por  el  Excmo.  Car- 
denal Jacobini.  Dicha  Comisión  elaboró  el  Programa  y  lo  remitió  a 
todas  las  diócesis.  Monseñor  Hojas  dispuso  reproducirlo  íntegro  en  un 
número  extraordinario  del  órgano  diocesano,  (pie  mandó  imprimir  en 
los  mismos  talleres  Salesianos  donde  se  imprimía  el  Sínodo.  El  Progra- 
ma propone  como  medios  para  preparar  el  homenaje:  la  palabra  de 
Dios,  las  oraciones  públicas  y  las  peregrinaciones,  sobre  todo  la  gran- 
diosa peregrinación  mundial  a  Roma  y  a  la  casa  de  Loreto,  donde  el  Hijo 
de  Dios  se  dignó  hacerse  hombre. 

Dispone,  además,  que  en  conmemoración  de  este  hecho  trascenden- 
tal, se  erijan  monumentos,  ante  todo  cruces,  que  lleven  esta  inscripción: 
Jesucristo  —  Dios  1/  Hombre  —  Vive  —  Reina  Impero  Año 
de  1900. 

Todavía  está  vivo  en  nuestra  mente  el  recuerdo  de  la  curiosidad 
con  que  veíamos  los  alumnos  del  Seminario  Menor  de  Elias  a  don  Den 
jamín  Castro  labrar  en  piedra  la  hermosa  Cruz  que  se  colocó  en  esta 
ocasión  en  los  muros  exteriores  del  edificio  y  la  emulación  en  traducir 
el  latín  de  la  inscripción:  Jesús  Christus  Deus  Homo  Vivit  Regnqt  Im- 
pera-i —  Auno  1900. 

Aquella  noche  de  la  terminación  del  siglo  y  de  la  unión  misteriosa 
con  el  (pie  a  las  doce  en  punto  debía  empezar,  no  hubo  para  qué  dormir; 
la  Comunidad  se  turnaba  incesantemente  en  perpetua  adoración  de 
Jesús  Sacramentado,  expuesto  solemnemente  en  el  Colegio  y  en  la  Pa- 
rroquia :  los  grupos  sobrantes  se  paseaban  ansiosos  esperando  que  al 
unirse  los  dos  siglos  pudieran  presenciar  algún  fenómeno  estelar,  alguna 
conmoción  violenta  de  la  naturaleza,  algo  así  como  lo  (pie  en  la  muerte 

de  Cristo  presenció  el  Areopagita.  Sonaron  las  doce   y  el  tiempo 

siguió  su  marcha  imperturbable....  con  grande  desilusión  nuestra: 
nada  había  pasado;  los  siglos  se  unían  como  los  años,  Nos  quedó,  ese 
sí  imborrable,  el  perfumado  recuerdo  de  ese  brote  de  amor  a  Jesucristo, 
cual  no  lo  hemos  visto,  ni  sentido  después.  Monseñor  Rojas  nos  había 
incendiado  hasta  la  combustión,  hasta  el  delirio,  como  incendió  a  toda 
sú  diócesis. 

Superando  graves  dificultades  había  fundado  monseñor  su  pequeña 
Revista  oficial  de  la  diócesis,  llamada  La  Iglesia  del  Tolimá;  la  mayor 
parte  de  sus  números  se  veía  obligado  a  imprimirlos  en  Bogotá;  pero 
así  y  todo  resolvió  que  en  lugar  de  una  o  dos  veces  que  podía  salir  cada 
mes,  siguiera  saliendo  desde  el  dos  de  octubre  en  adelante  tres  veces 
por  mes;  le  parecía  poco  el  espacio  de  que  podía  disponer  para  comu- 
nicarse con  sus  párrocos  y  publicar  ese  sinnúmero  de  Circulares,  Pas- 
torales, Decretos  y  cartas  particulares  que  forman  en  la  vida  de  mon- 
señor uno  de  los  fenómenos  más  admirables  de  su  actividad. 


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El  tiempo  que  permaneció  monseñor  en  Bogotá  para  imprimir  el 
Sínodo,  no  fue  perdido  para  otra  clase  de  actividades  que  lo  preocupa- 
ban. Había  logrado  que  el  Gobieimo  del  Tolima  consagrara  el  Departa- 
mento al  Sdo.  Corazón  de  Jesús  y  él  como  Prelado  le  había  consagrado 
su  diócesis;  faltaba  la  consagración  de  la  República  y  en  esc  empeño 
lo  vemos  desarrollar  toda  clase  de  gestiones  para  obtenerla.  Tratado  el 
asunto  con  el  Excmo.  Sr.  Delegado  Apeo.,  con  el  Sr.  Arzobispo  de  Bo- 
gotá y  con  varios  señores  obispos  en  compañía  de  los  cuales  firmó  el 
Memorial  por  ellos  dirigido  a  las  Cámaras,  quienes  manifestaron  su  con- 
formidad con  aquella  feliz  idea,  habló  personalmente  con  la  mayor  parte 
de  Senadores  y  Representantes  al  Congreso  entonces  reunido  y  pudo 
congratularse  el  24  de  octubre  de  98  al  dar  esta  feliz  noticia  a  sus  dio- 
cesanos. Las  palabras  de  la  Circular  X1?  47  nos  dan  idea  de  la  satis- 
facción experimentada  por  el  señor  obispo  por  la  medida  tomada  por 
los  representantes  del  pueblo  colombiano.  Dice  así: 

"A  TODOS  LOS  SACERDOTES  Y  FIELES  DE  LA  DIOCESIS. — Rebosando 
nuestra  alma  de  júbilo  por  la  glorificación  nacional  cine  preparan  nuestras  Cá- 
maras Legislativas  a  Nuestro  Señor  Jesucristo,  nos  es  grato  comunicaros,  amados 
diocesanos,  que  ya  ha  sido  sancionada  en  el  Senado  y  lo  será  próximamente  en 
la  Cámara  de  Representantes,  por  unanimidad  de  votos,  la  Ley  tan  deseada  y  es- 
perada por  vosotros  (el  señor  obispo  había  hecho  en  su  diócesis  incesante  cam- 
paña en  ese  sentido  y  de  todos  los  municipios  se  habían  dirigido  memoriales  a 
los  congresistas  i  y  por  todos  los  pueblos,  tributando  a  Jesucristo  nuestro  Redentor 
y  nuestro  Rey  un  solemne  homenaje  de  adhesión,  de  vasallaje  y  de  amor,  por  el 
que  nuestra  querida  Colombia  queda  oficialmente  constituida  en  República  cris- 
tiana. Con  el  texto  de  dicha  Ley,  apenas  sea  emitida,  os  comunicaremos  nuestros 
pensamientos  y  os  haremos  partícipes  de  nuestras  esperanzas  en  favor  de  la  que- 
rida patria  colombiana.  Entretanto,  pedid  al  Corazón  Divino  de  Jesús  que  tome 
pronto  posesión  de  lo  que  le  pertenece  y  nos  encienda  a  todos  en  las  llamas  de 
su  caridad. 

ESTERAN.  Obispo— Oct.  24  de  9K". 

Para  cumplir  lo  ofrecido  cu  esta  Circular  y  no  contento  con  lo  que 
en  ella  había  expresado,  dirigió  desde  Bogotá  una  Pastoral  adjunta  al 
texto  de  la  Ley  del  Congreso,  de  la  cual,  y  para  que  se  vea  el  gozo  de 
que  estaba  inundado,  copiamos  algunos  párrafos,  mientras  nos  es  dado 
publicar  completas  las  ardientes  pastorales  de  Monseñor: 

"Amados  hermanos  nuestros:  con  toda  verdad  y  por  lo  mismo  con  inefable 
efusión,  consuelo  y  esperanza  os  lo  decimos,  para  que  vosotros  lo  meditéis  con 
atención  y  os  gocéis  santamente  en  ello:  La  República  ha  sido  consagrada  por 
una  Ley  del  Congreso  y  con  entusiasta  unanimidad  de  sus  miembros,  al  Sacratísimo 
Corazón  de  Jesús:  ha  quedado  profundamente  acentuado  el  carácter  netamente 
católico  de  nuestra  Patria:  somos  la  única  y  honrosísima  excepción  del  mundo 
entero,  pues  al  terminal  el  Siglo  de  los  errores,  nuestra  Nación  es  la  única  que. 
como  tal,  y  sin  ambajes,  rodeos  ni  respetos  humanos  profesa  abiertamente  la  fe 
católica.  Podemos  decir  con  verdad  (pie  Jesucristo  es  el  verdadero  y  Supremo  Go- 
bernante de  Colombia,  es  el  Dueño  de  casa  y  Padre  de  la  familia  colombiana,  y 
su  Esposa  la  Iglesia  católica  es  la  Madre.  Benditos  sean  mil  veces  uno  y  otra  ! 
Continúen  gobernando  y  poseyendo  en  paz  esta  su  heredad  que.  por  pobre  y  hu- 
milde, ha  sido  escogida  entre  mil.  Cante  Colombia  con  su  celestial  l'atrona  y  Abo 
gada :  Miró  (Dios)  la  humildad  de  sn  esclava.  Henditos  sean  también  los  cató- 
licos pueblos  de  Colombia,  (pie  con  su  fe  sencilla  se  han  adelantado  a  hacer  este 
acto  de  adoración  y  amor  a  quien  únicamente  merece  todos  sus  homenajes,  y  han 


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determinado  una  corriente  que  nos  lia  conducido  a  tan  feliz  término!  Benditos 
seáis,  por  último,  vosotros.  Honorables  Legisladores  del  actual  Congreso!  que  todos 
los  pueblos  de  Colombia  y  del  mundo  entero  os  den  todas  las  alabanzas  y  bendi- 
ciones de  la  justicia,  pues  la  habéis  cumplido  dando  a  Dios  lo  que  es  de  Dios  y 
al  César  lo  que  es  del  César!...." 

".Mandamos  que  en  todas  las  iglesias  de  la  diócesis  se  celebre  una  solemne 
función  de  acción  de  gracias  con  exposición,  procesión  y  Te  Deum  el  día  que  escojan 
los  párrocos  antes  de  la  terminación  del  presente  año  y  (pie  a  ella  sean  invitados  y 
concurran  todos  los  empleados  civiles  de  la  localidad....  Bogotá,  Xov.  4  de  08. 
ESTEBAN,  obispo". 

En  el  curso  del  mes  de  noviembre  fegresó  el  Prelado  a  la  diócesis 
y  su  primer  acto,  en  guarda  de  la  fe  de  los  fieles  amenazada,  fue  la 
prohibición  de  un  opúsculo  que  se  difundía  profusamente  y  que  por  la 
natural  curiosidad  que  el  asunto  despierta  era  de  mayor  peligro :  "El 
magnetismo  animal",  y  un  periódico,  "El  Cóndor",  con  el  cual  se  dis- 
tribuía. Este  Decreto  tiene  fecha  Nov.  28  de  98. 

Llegado  a  Neiva  tuvo  conocimiento  de  que  en  la  población  Aipe 
se  había  fundado  un  colegio,  cuyo  rector  se  negaba  a  aceptar  las  clases 
de  Religión  que  el  párroco  le  ofrecía  y  se  informó  también  de  que  las 
ideas  profesadas  por  él  y  por  los  miembros  de  la  Junta  del  Colegio  eran 
erróneas.  En  cumplimiento  de  su  deber  de  Pastor  de  las  almas  y  para 
prevenir  el  daño  que  sufrirían  en  su  fe  los  niños  o  jóvenes  que  fueran 
matriculados  en  dicho  establecimiento,  dictó  el  Decreto  N°  64,  fechado 
en  Neiva  el  21  de  diciembre  de  98,  por  el  cual  declara  "abiertamente 
anticatólico  el  Colegio  "Acevedo  Gómez"  de  Aipe  y  por  tanto  los  padres 
de  familia  católicos  no  pueden  lícitamente  poner  en  él  sus  hijos,  ni  favo- 
recerlo de  ninguna  manera. 

"El  Director  y  los  miembros  de  la  .Tunta  han  incurrido  en  herejía 
y  por  tanto  en  excomunión  mayor  reservada  al  S.  Pontífice....  En  la 
cual  incurrirán  también  todos  los  que  lo  favorezcan". 

Con  la  misma  fecha  y  lugar  ratifica  el  Pbro.  D.  Parménides  .Ve- 
lasco  en  su  cargo  de  Vicario  General  residente  en  Neiva,  asignándole 
expresamente  las  facultades  de  que  puede  usar  en  su  cargo. 

En  el  mes  de  febrero  de  99  pidió  a  la  Nunciatura  la  división  de  su 
diócesis  y  la  hizo  pedir  del  Clero  y  de  los  HH.  Concejos  Municipales. 
Caso  increíble  y  casi  único  en  los  anales  del  Episcopado. 

Por  este  tiempo  había  emprendido  su  segunda  Visita  en  el  Norte. 
Durante  ella  confirió  el  Presbiterado  en  Ibagué,  el  9  de  abril  de  99, 
día  en  que  terminaron  los  ejercicios  del  Clero  en  la  misma  ciudad,  al 
joven  diácono  Manuel  María  Eada,  payanes,  quien  había  terminado  sus 
estudios  en  el  Seminario  diocesano. 

CAPITULO  XIII 

EL  CONCILIO  PLENARIO  LATINOAMERICANO  -  PASTORAL 
DE  DESPEDIDA  -  ORDENACION  EN  IBAGUE  -  SU  VIAJE 
A  ROMA  -  SU  REGRESO  -  VISITA  PASTORAL  -  ESTALLA 
LA  GUERRA  DEL  99  -  A  PESAR  DE  ELLA  VISITA  SU 
DIOCESIS  Y  PREPARA  PARA  EL  FINAL  DEL  SIGLO  EL 
GRANDIOSO  HOMENAJE  AL  REDENTOR. 

Como  estuviese  ya  convocado  el  Concilio  Plenario  Latino  Americano 
para  mediados  de  ese  año,  preparó  su  viaje  para  efectuarlo  inmedia- 
tamente. Pero  el  celoso  Prelado  no  podía  partir  para  la  ciudad  eterna 


—  179  — 


sin  dirigir  cariñosa  despedida  a  sus  muy  queridos  diocesanos,  advir- 
tiéndoles al  mismo  tiempo  los  peligros  que  amenazan  la  fe  en  estas 
regiones  y  el  remedio  que  deben  poner.  En  los  XII  apartes  que  contiene 
la  Pastoral  trata  monseñor  de  la  llamada  del  Sumo  Pontífice  a  los  Pre- 
lados de  América,  a  ia  cual  se  propone  atender,  dejando  a  Cristo,  Su- 
premo Pastor,  el  cuidado  de  su  rebaño;  de  la  santificación  del  día  del 
Señor,  que  con  tánto  ahinco  ha  procurado  desde  párroco;  del  impulso 
que  ha  deseado  dar  por  todos  los  medios  a  la  instrucción  pública,  selec- 
cionando los  establecimientos  de  educación ;  de  sus  esfuerzos,  a  todos 
patentes,  con  que  ha  procurado  la  fundación  y  sostenimiento  de  sus 
Seminarios ;  de  la  prohibición  de  malos  escritos  y  de  los  ataques  sufri- 
dos por  él  y  por  su  Clero  de  esos  mismos  periódicos  que  propagan  el 
mal;  de  la  necesidad  de  acatar  a  la  Iglesia  en  sus  enseñanzas  y  exhor- 
taciones; de  los  errores  que  contra  Ella  y  sus  doctrinas  propagan  los 
que  están  inficionados  de  malas  ideas,  a  quienes  en  sus  últimos  apartes 
llama  con  cariño  de  padre,  para  que  reflexionen  en  su  extravío  y  con 
decidida  voluntad  busquen  la  verdad.  Termina  su  bella  Pastoral  pidiendo 
ahincadamente  a  los  que  se  han  mantenido  fieles,  que  dupliquen  en  este 
tiempo  sus  fervientes  oraciones  a  Dios  para  que  este  Concilio  que  va 
a  celebrarse  traiga  para  América  todos  los  bienes  espirituales  que  los 
Prelados  esperan  de  él. 

Hallábase  monseñor  al  firmar  esta  Pastoral  en  Mariquita  el  21  de 
abril  de  98. 

Presentándose  dificultades  graves  para  la  recia  administración  del 
Norte  de  la  diócesis,  resuelve  nombrar  Vicario  General  de  Ibagué  al 
Pbro.  D.  Jesús  María  Restrepo,  párroco  de  dicha  ciudad,  con  las  mismas 
facultades  del  de  Neiva.  Estos  dos  Vicarios  Generales  necesitaban  sus- 
titutos para  los  casos  de  ausencia  :  el  Prelado  se  los  nombra  desde  Honda 
el  25  de  abril  de  99,  así:  para  las  Provincias  de  Centro  y  Norte  serán 
sustitutos  del  Pbro.  Restrepo  el  R.  P.  Félix  Rougier  y  en  su  defecto  el 
Pbro.  Leopoldo  Blanco;  para  las  de  Neiva  y  Sur  los  Poros.  Rodulfo 
Pérez  y  Manuel  Suárez  Saavedra. 

Todavía  antes  de  su  partida  recibió  en  Honda  La  Circular  dirigida 
desde  Bogotá  a  todos  los  Prelados  y  personajes  católicos  por  un  grupo 
escogido  de  caballeros,  con  el  intento  de  fundar  una  Revista  de  sanas 
ideas,  en  contraposición  al  alud  de  papeluchos  que  en  ese  tiempo  inun- 
daban el  suelo  de  Colombia,  con  grave  peligro  para  los  sencillos.  Las 
firmas  «pie  aprestigian  esa  invitación  bastan  para  garantizar  su  éxito: 
Vicente  Restrepo,  Eduardo  Restrepo  Sáenz,  Lisimaco  Paláu,  Enrique 
Alvarez  Bonilla,  -losé  María  Rivas  Groot,  Holguin  y  Caro  y  otros. 

Monseñor  recibió  el  proyecto,  como  recibía  él  todo  lo  que  pudiera 
llevarse  al  terreno  «le  dar  gloria  a  Dios  y  salvar  almas,  con  intimo 
regocijo  manifestado  en  la  Circular  .">:',.  de  28  de  abril,  a  los  señores 
párrocos.  En  ella  les  recomienda  que  se  hagan  "insignes  favorecedores" 
de  la  obra  y  junta  su  voz  de  aplauso  a  los  iniciadores  con  las  de  los 
otros  Rielados  colombianos. 

Quizás  este  es  el  último  documento  oficial  de  Monseñor  al  partir 
hacia  Roma,  pues  un  mes  después,  mayo  28,  se  inauguró  el  Concilio  y 
el  29  firmaban  los  Prelados  la  carta  al  Sumo  Pontífice  para  pedir  su 
bendición  en  las  sesiones. 

Quedó  la  diócesis  a  cargo  de  los  señores  Vicarios  principales  y  sus 
titutos,  por  fortuna  sacerdotes  de  gran  prestigio  y  virlud,  (pie  supieron 
llevar  el  gobierno  espiritual  sin  menoscabo,  antes  bien  con  laudable 
celo  por  el  cuidado  del  rebaño. 


—  180  — 


MONSEÑOR   PEDRO   MARIA   RODRIGUEZ.  OBISPO  DE   I  BAGUE.    ENTUSIASTA  COLABO- 
RADOR  DEL   SEÑOR    ROJAS    EN    GARZON.    CUYO    RECUERDO    GUARDA    EL   CLERO  Y 
PUEBLO  HUILENSE  CON   HONDA  GRATITUD. 

Inmediatamente  que  se  tuvo  conocimiento  de  la  apertura  de  las 
sesiones  del  Concilio  ordenó  el  señor  Vicario  General  de  Neiva  la  ora- 
ción del  Espíritu  Santo  como  imperada  en  las  Misas  mientras  durara 
la  magna  Asamblea  y  por  igual  tiempo  las  Letanías  Mayores  los  domin- 
gos ante  el  Santísimo  expuesto. 

Asistieron  al  Concilio  los  Prelados  colombianos  siguientes: 
D.  Bernardo  Herrera  Restrepo,  Bogotá:  D.  Joaquín  Pardo  Ver 
gara,  Medellín ;  D.  Manuel  José  Caycedo,  Popayán;  D.  Esteban  Rojas, 


—  181  — 


Tolima  ;  D.  Evaristo  Blanco,  Socorro,  y  I).  Pedio  Adán  Briosehi,  Car- 
tagena. 

Duró  el  Concilio  desde  el  28  de  mayo  al  9  de  julio,  con  veintinueve 
Congregaciones  generales  y  nueve  sesiones  solemnes,  la  última  de  ellas 
el  domingo  9  de  julio  por  la  mañana,  en  la  cual  el  Emmo.  Cardenal 
Vives,  en  feliz  improvisación,  alabó  con  palabras  altamente  lisonjeras 
la  admirable  y  constante  concordia,  la  ciencia  sacerdotal,  sabiduría 
pastoral,  celo  exquisito,  vivísima  fe  y  ardiente  caridad  de  los  Prelados 
durante  el  Concilio. 

Por  la  tarde  se  celebró  la  terminación  de  la  sesión  y  del  Concilio 
ante  inmensa  multitud  de  clero  y  fieles,  con  bendición  solemne  del  San- 
tísimo y  bendición  Papal  concedida  por  S.  S.  León  XIII. 

Terminado  el  Concilio  regresó  monseñor  a  Colombia,  no  sin  que 
antes  volviera  a  visitar  agradecido  a  su  queridísima  Madre  de  Lourdes, 
a  quien  debía  desde  estudiante  la  envidiable  salud  de  que  siempre 
disfrutó. 

Su  primer  cuidado,  como  lo  había  prometido  en  la  Pastoral  de 
despedida,  fue  la  Visita  Pastoral  en  los  pueblos  del  Norte,  primeros  que 
encontró  a  su  regreso. 

El  12  de  septiembre  del  9!)  empezó  Visita  en  Buenavista  hasta  el 
14;  del  15  al  20  en  Honda;  del  22  al  26  en  Victoria;  del  27  al  2  de  oc- 
tubre en  Manzanares;  del  2  al  10  en  Marulanda  y  caseríos  de  Lourdes 
y  Brasil;  del  10  al  15  en  Fresno;  del  15  al  19  en  Soledad.  Aquí  fue  sor- 
prendido el  Prelado  por  la  revolución  que  estalló  en  esos  días,  con 
grave  detrimento  de  sus  labores  apostólicas,  que  tuvo  que  suspender. 
No  podemos  omitir  las  frases  de  reproche  con  que  monseñor  deplora 
esc  castigo.  En  el  párrafo  X  del  auto  de  visita  se  expresa  así: 

"Lamentamos  con  toda  La  amargura  de  nuestra  alma  el  que,  sorprendidos 
en  este  pueblo  por  el  trastorno  del  orden  público,  causado  por  los  secuaces  de  las 
malhadadas  libertades  modernas,  nunca  suficientemente  reprobadas  y  execradas, 
nos  veamos  forzados  sin  duda  a  interrumplir  nuestra  visita  pastoral  y  a  sen- 
tarnos a  llorar  como  Jeremías,  las  espantosas  y  ya  inevitables  ruinas  de  la  revo- 
lución y  a  esperar  un  desenlace  (pie  nuestros  pecados  nos  hacen  temer  que  sea 
adverso  para  la  Santa  Iglesia.  No  obstante,  considerando  la  infinita  misericordia 
del  Corazón  de  Jesucristo  y  los  intereses  «pie  El  tiene  en  tantas  pobres  almas 
diseminadas  en  todo  este  país,  nos  atrevemos  a  esperar  que,  por  pura  compasión 
y  riqueza  de  bondad,  hará  lO  contrario  de  lo  que  nuestros  méritos  piden". 

Tasó  a  Santo  Domingo  e  hizo  la  visita  allí,  pero  se  vio  precisado  a 
suspenderla,  como  lo  manifiesta  en  el  aparte  VI  del  auto,  que  dice: 

■Con  profunda  amargura  de  nuestra  alma  suspendemos  nuestra  Pastoral 
Visita,  ya  (pie.  aunque  pudiera  acaso  continuarse  materialmente,  no  podría  ha- 
cerse con  sus  principales  efectos  en  lo  moral  y  espiritual". 

Sigue  enumerando  los  males  que  acarrearía  el  triunfo  de  las  ideas 
revolucionarias  si  en  Colombia  llegaran  a  implantarse  las  falsas  liber- 
tades <lc  pensamiento,  palabra  e  imprenta;  el  amor  libre,  con  matrimo- 
nio civil  y  divorcio;  la  enseñanza  laica  y  obligatoria;  el  odio  a  las  comu- 
nidades religiosas;  la  libertad  de  cultos  y  el  sometimiento  de  la  Iglesia 
al  Estado,  etc.,  etc.,  y  termina  exhortando  a  la  oración  como  remedio 
de  tales  calamidades. 


—  132  — 


VA  27  de  octubre,  desde  Villahermosa  manda  que  se  bagan  oraciones 
especiales  que  deja  ;il  arbitrio  de  los  párrocos,  mas  determina  que  en 
las  .Misas  se  agregue  la  oración  de  La  Missa  tempore  belli  mientras  dure 
La  guerra,  y  que  los  domingos  se  exponga  el  Santísimo  y  se  canten  las 
Letanías  Mayores,  repitiendo  tres  veces  La  invocación  Ut  iflimicOS,  etc. 

El  28  dispone  en  el  Decreto  X"  Tfi  que  las  poblaciones  de  Victoria, 
Marulanda.  Fresno,  Soledad,  Santo  Domingo,  Villahermosa  y  Líbano, 
recientemente  erigidas  en  municipios,  pidan  La  erección  en  parroquias. 

En  Honda  recibió  monseñor  una  comunicación  del  señor  Goberna- 
dor de  Ibagué  solicitando  su  aquiescencia  para  que  el  Fbro.  Jesús  María 
Restrepo,  Vicario  General,  acepte  el  nombramiento  de  Secretario  de 
Instrucción  Pública. 

El  Prelado  agradece  esa  deferencia  y  permite  lo  pedido,  como  una 
lionra  para  la  Iglesia.  Esta  respuesta  tiene  fecha  3  de  noviembre  de  99. 

Ya  estaba  mandado  por  el  Papa  el  solemne  homenaje  a  Jesucristo 
con  ocasión  de  la  terminación  del  siglo.  Monseñor  dio  una  interesante 
Pastoral  sobre  la  manera  de  celebrarlo  y  nombra  dos  comités,  uno  para 
Neiva  y  otro  para  Ibagué;  dispone  además  las  oraciones,  ceremonias 
religiosas  y  funciones  públicas  que  deben  hacerse  con  motivo  del  so- 
lemne homenaje. 

Regresó  a  Neiva  el  16  de  diciembre,  como  consta  en  La  Iglesia  del 
Tolima,  que  consigna  este  hecho  llamando  la  atención  sobre  la  predi- 
cación continua  del  Prelado,  con  estas  palabras :  "durante  su  perma- 
nencia aquí  no  ha  dejado  de  predicar  con  aquel  tesón  y  aquella  energía 
que  lo  caracterizan"'  y  enumera  luego  las  funciones  celebradas  en  el 
tiempo  de  su  permanencia,  del  16  de  diciembre  al  19  de  enero.  La  fiesta 
de  Navidad,  con  todos  los  oficios  pontificales;  las  cuarenta  horas  en 
los  dos  últimos  días  del  año  y  primero  de  enero;  novena  y  fiesta  del 
Dulcísimo  Nombre  de  Jesús,  varias  velaciones  que  terminaron  el  18, 
ofrecidas  por  la  Patria  con  motivo  de  la  guerra.  A  todas  estas  funcio- 
nes, realzadas  con  numerosísima  asistencia  de  fieles,  ayudaron  el  Se- 
cretario Episcopal  y  cuatro  Padres  Agustinos,  que  acompañan  al  Prelado. 

El  19  salió  hacia  el  Norte;  visitó  varias  poblaciones  acompañado  de 
los  RR.  Padres;  en  Honda,  el  li  de  febrero  de  900,  "deseando  dar  mayor 
esplendor  y  provecho  al  Homenaje  Solemne  que  se  tributa  este  año  al 
Divino  Redentor",  permite  que  se  exponga  el  Santísimo  en  los  triduos 
de  consagración  de  hombres  que  había  mandado  se  hicieran,  en  las  pere- 
grinaciones y  en  los  cinco  días  de  las  Cuarenta  Horas. 

Con  la  misma  fecha  y  lugar  da  una  explicación  muy  clara  del  modo 
como  deben  cumplirse  las  condiciones  para  ganar  las  indulgencias  de 
las  peregrinaciones  del  Jubileo. 

Al  mismo  tiempo  que  atendía  a  que  todos  sus  diocesanos  aprove- 
charan íntegramente  el  Gran  Jubileo  como  una  gracia  extraordinaria, 
no  descuidaba  las  obras  de  caridad,  de  las  cuales  fue  impulsor  enérgico 
en  toda  la  diócesis.  En  la  Pastoral  de  despedida  hacia  el  Concilio  Ple- 
nario  había  dispuesto  (pie  se  estableciera  en  las  parroquias  la  obra  de 
Pan  de  San  Antonio  en  favor  de  los  pobres,  pero  no  estaba  debidamente 
organizada.  Por  Decreto  del  17  de  abril  de  900,  fechado  en  Ibagué,  nom- 
bra Director  de  la  obra  al  R.  P.  Félix  Rougier,  Superior  de  los  PP.  Ma- 
ristas,  y  reglamenta  el  funcionamiento  de  las  juntas  locales  y  la  distri- 
bución equitativa  de  las  limosnas. 

Vuelto  a  Neiva  y  con  el  vivo  deseo  de  que  el  Santísimo  Sacramento 
recibiera  el  mayor  número  de  actos  solemnes  de  adoración  durante  ese 
año  de  Jubileo,  dictó  el  Decreto  84  de  3  de  mayo,  autorizando  a  los 


—  183  — 


párrocos  para  la  celebración  de  Cuarenta  Horas,  en  cinco  días,  por  au- 
torización especial  recibida  de  la  Santa  Sede,  en  agosto  anterior:  y  el 
Decreto  85  que  subdelega  ;i  los  párrocos  la  facultad  de  bendecir  cruci- 
fijos con  las  indulgencias  del  Viacrucis,  por  el  tiempo  que  dura  el  Ju- 
bileo, hasta  el  'M  de  diciembre  de  901.  El  día  (>  i nsta ló  el  Comité  de 
Xeiva  liara  el  (irán  Jubileo. 

El  8  de  marzo  de  000  se  instaló  el  Comité  organizador  <lel  Solemne 
Homenaje  en  la  pai*te  Norte  y  ('entro  del  Departamento,  presidido  por 
el  señor  Gobernador  Federico  Tobar,  en  ausencia  del  Presidente  nato, 
que  lo  era  el  Prelado. 

El  día  liO  de  mayo  de  este  año  fue  expedido  en  Roma  el  Decreto 
Consistorial  de  la  división  de  la  Diócesis  del  Tolima  en  las  de  Ibagué  y 
(¡arzón,  ejecutado  el  7  del  siguiente  abril  por  Monseñor  Vico,  Delegado 
Apostólico. 

El  mismo  Comité  para  las  provincias  de  Neiva  y  Sur,  ya  instalado 
el  día  6,  estaba  formado  por  el  señor  obispo,  presidente;  Dr.  Parméni- 
des  Velasco,  Vicario  General  y  Vicepresidente,  y  los  señores  Pbro.  D. 
Pedro  María  Rodríguez,. Olegario  Rivera,  Bartolomé  Gutiérrez  y  Calixto 
Leiva,  Vocales. 

El  día  8  de  julio  ordeno  sacerdote  en  Garzón  al  joven  Isidoro 
Salgado,  de  Elias. 

El  día  30  de  agosto  de  900,  sexto  aniversario  de  La  erección  de  la 
diócesis,  dirige  el  Prelado  una  Pastoral  sobre  los  errores  modernos,  en 
la  cual,  con  claridad  meridiana,  trata  de  precaber  a  sus  diocesanos  del 
peligro  que  dichos  errores  encierran  para  las  almas  y  ordena  a  sus  sa- 
cerdotes (pie  prediquen  continuamente  contra  el  error  y  el  vicio.  No 
quería  el  celoso  Pastor  que  por  falta  de  claridad  en  la  explicación  de 
estos  errores  sufrieran  perjuicio  las  almas  sencillas  e  ignorantes  que 
no  alcanzan  a  comprender  la  enorme  malicia  de  esas  doctrinas  y  que 
apenas  se  fijan  en  la  sonoridad  o  simpatía  del  nombre  que  llevan. 

La  promulgación  oficial  del  Gran  Jubileo  La  hizo  el  Prelado  por 
Decreto  del  15  de  septiembre  de  000.  fechado  en  Neiva.  liara  que  las 
parroquias  se  fueran  preparando  con  tiempo  a  ganarlo. 

El  día  22  de  septiembre  ordenó  en  La  Plata  a  Andrés  A.  llermida, 
Félix  Castro,  Rufino  Salazar,  Teófilo  Castro,  Demetrio  Duque  y  Rafael 
Pareja,  y  el  7  de  octubre,  en  Elias,  a  Arsenio  Repizo  y  Arturo  Calderón. 

Parece  increíble  el  hecho  que  lamenta  el  Prelado,  en  la  caita  diri- 
gida al  párroco  de  Neiva  el  2'.i  de  noviembre  de  000,  no  tanto  por  el 
hecho  mismo,  cuanto  por  haber  hallado  medios  de  llevarlo  a  cabo: 

"Después  de  tomar  todos  los  informes  y  datos  del  caso  ine  he  persuadido 
del  hecho  que  tuvo  Lügar  en  esta  santa  iglesia  el  30  de  septiembre  próximo  pa- 
sado: la  celebración  de  una  misa  cantada  de  carácter  revolucionario  y  una  Expo- 
sición y  Bendición  del  Santísimo  dada  a  las  tropas  revolucionarias.  Profunda- 
mente lie  lamentado  la  ocasional  ausencia  mía  y  de  usted  en  esos  desgraciados 
tlins.  pues  se  hubiera  evitado  un  hecho  que  reúne  los  caracteres  de  sacrilegio, 
escándalo,  cooperación  a  la  revolución  y  ataque  a  la  predicación  y  a  la  oración". 
• 

Explica  el  señor  obispo  cada  uno  de  esos  puntos  y  termina  orde- 
nando una  Exposición  de  varias  horas  en  la  iglesia  Catedral,  en  repa- 
ración de  ése  y  de  los  demás  ultrajes  (pie  se  le  han  inferido  al  Santísimo. 

Este  hecho  doloroso  pasó  mientras  el  Prelado  visitaba  los  pueblos 
del  Sur  y  Occidente,  a  pesar  de  los  inconvenientes  de  la  guerra. 

Desde  Paicol  había  dirigido  el  8  de  noviembre  la  Circular  X"  til. 
sobre  la  celebración  del  final  del  siglo.  En  seis  puntos  distribuye  los 


—  184  — 


¡icios  qué  lian  <lc  sueederse  desde  el  23  de  diciembre  hasta  el  I"  de 
enero,  con  toda  minuciosidad,  para  que  el  Solemne  Homenaje  a  Jesu- 
cristo sea  en  toda  la  diócesis  un  contrapeso  a  los  horrores  que  Dios 
está  permitiendo  en  castigó  de  tantas  ofensas  que  se  le  hacen  con  La 

guerra. 

Suspendida  La  Visita  del  Sur  el  Prelado  se  trasladó  a  la  ciudad 
capital  a  preparar  él  mismo  la  grandiosa  manifestación  de  amor  que 
proyectaba  para  el  mes  de  diciembre.  Llegó  a  Neiva  el  1(¡  de  noviembre 
para  asistir  a  la  novena  de  la  Inmaculada;  el  30  firmó  la  Pastoral  para 
La  cuaresma  de  901,  sobre  los  horrores  de  la  revolución. 

Tomamos  de  La  Iglesia  <¡<l  Tolima  los  siguientes  datos  sobre  las 
festividades  de  Xeiva  y  demás  poblaciones: 

"VARIEDADES 
Solemne  homenaje  a  Jesucristo  Redentor — 1900-1901 

Muy  consolador  es  el  entusiasmo  con  que  ha  sido  celebrado  este  Homenaje 
al  Invisible  e  Inmortal  Rey  de  los  Siglos.  Notable  ha  sido  la  preparación  remota 
que  a  pesar  (le  sus  angustias  lian  hecho  muchos  pueblos  en  peregrinaciones,  mi- 
siones, novenas,  triduos  y  sobre  todo  con  la  solemne  Exposición  de  Cuarenta 
lloras  que  se  han  celebrado  (que  sepamos  i  en  las  siguientes  poblaciones  por 
cinco  días  consecutivos,  en  virtud  del  privilegio  pontificio:  Ibagué,  Honda,  Man- 
zanares. Guamo,  Xeiva,  Garzón,  La  Plata,  Carnicerías,  Pital,  Hato,  Elias,  Timaná. 
Agrado,  Paicol,  Jagua,  Altamira,  Valle,  M  i  ra  flores.  Espinal,  Gigante  y  El  Hobo. 

Esta  ciudad  de  Neiva,  capital  de  la  Diócesis,  ha  dado  notables  muestras  de 
religiosidad.  Digna  fue  La  manera  con  que  se  celebró  la  novena  y  fiesta  de  la 
Inmaculada  Concepción,  como  preparación  apropiada  al  Homenaje.  El  señor  Pre- 
fecto, por  Decreto  especial,  declaró  de  cargo  del  erario  público  los  gastos  de  la 
fiesta.  Cerca  de  cien  presos  políticos,  mediante  protesta  escrita  de  reprobación 
del  Liberalismo  y  su  partido  y  de  adhesión  incondicional  a  la  Santa  Sede,  obse- 
quiaron a  la  Virgen  con  una  confesión  y  comunión:  amén  del  extraordinario  con- 
curso de  los  demás  fieles  en  la  Santa  Mesa.  Vísperas  solemnes,  misa  pontifical 
con  muy  buen  sermón  del  Presbítero  D.  Rodulfo  Pérez,  abundante  iluminación 
amlias  noches,  magnífica  música  ejecutada  por  la  banda  de  Garzón,  muchos  globos, 
cohetes,  etc.,  etc. 

Celebróse  luégo  la  fiesta  de  Navidad  con  gran  concurso  y  notable  devoción 
en  los  Maitines,  Misa  de  media  noche  y  Misa  Pontifical  con  sermón  a  las  nueve. 

Notable  y  siempre  creciente  fue  el  concurso  a  las  pláticas  y  novena  del  Sa- 
grado Corazón  en  las  noches  siguientes,  últimas  del  siglo  XIX.  Entusiasta  era 
el  apresuramiento  de  los  fieles  en  conseguir,  arreglar  y  hacer  bendecir  las  cruces 
conmemorativas  que  en  sus  casas  habían  de  servir  de  recuerdo  del  acontecimiento 
y  como  testimonio  de  su  adhesión  a  Cristo,  Dios.  Hombre  y  Rey. 

El  29,  con  autorización  del  señor  Obispo,  se  celebró  una  función  fúnebre  por 
todos  los  difuntos  colombianos  y  especialmente  por  las  almas  de  los  Prelados  y 
sacerdotes  que  han  ejercido  ministerio  en  Colombia.  El  domingo  30,  una  misa 
cantada  en  honor  de  los  bienaventurados  que  lian  pisado  nuestro  suelo,  encabeza- 
dos por  Sau  Pedro  Claver  y  San  Luis  Beltrán,  sin  excluir  los  innumerables  niños 
colombianos  que  han  muerto  con  La  gracia  del  bautismo.  Todo  para  pedir  auxilios 
grandes  para  nuestra  Patria  en  el  siglo  XX. 

Principióse  la  Exposición  el  30  a  las  7.45  p.  m.  y  hubo  varias  personas  que 
pasaron  la  noche  íntegra  velando  al  Santísimo  Sacramento:  el  31  a  las  11  p.  m. 
con  extraordinario  concurso  se  rezó  el  rosario  con  los  misterios  gozosos  y  cauto 
de  las  letanías  de  la  Virgen,  respondiéndolas  todo  el  pueblo:  después  del  canto 
de  un  motete  al  Santísimo  Sacramento,  se  rezó  el  rosario  con  los  misterios  dolo- 


—  185  — 


rosos  y  cantando  con  el  pueblo  las  letanías  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús;  algunos 
minutos  antes  de  las  doce  se  rezaron  con  el  pueblo  Las  oraciones  apropiadas  para 
el  Homenaje,  a  saber : 

"Clementísimo  Dios:  Concédenos,  por  la  intercesión  de  la  Inmaculada  Virgen 
María,  la  gracia  de  expiar  con  las  lágrimas  de  nuestro  arrepentimiento  las 
culpas  de  este  siglo  que  pasa  y  de  preparar  el  próximo  de  tal  modo  que  sea  consa- 
grado a  la  gloria  de  tu  santo  nombre  y  al  reinado  de  tu  sacratísimo  Hijo,  a  fin 
de  que  todos  le  rindan  homenaje  en  la  unidad  de  fe  y  en  la  caridad  perfecta. 
Así  sea". 

"Concédenos,  oh  Dios  misericordioso,  que  deseemos  con  ardor,  busquemos  con 
acierto,  conozcamos  con  certeza  y  cumplamos  con  perfección  tu  santa  voluntad 
para  alabanza  y  «loria  de  tu  nombre.  Amén'*. 

Dada  la  última  campanada  de  las  doce,  el  señor  Obispo  pronunció,  y  el  pueblo 
repitió  los  actos  de  consagración  de  todos  los  hombres,  de  la  Diócesis  y  parroquias 
del  municipio  de  Neiva  y  demás  Municipios,  Provincias  y  Departamento  del  To- 
lima :  siguióse  luego  la  misa,  de  profundas  emociones  para  todos,  y  después  de 
rezadas  en  castellano  las  oraciones  finales  "Oh  Dios,  nuestro  refugio  y  fortaleza, 
etc.,  se  cantó  por  los  sacerdotes  el  Himno  Veni  Creator,  Spiritus,  se  rezó  el  Ro- 
sario con  los  misterios  gloriosos,  cantando  el  Ave  ¡Maris  Stella  y  respondiendo  el 
pueblo  a  cada  verso,  como  en  Lourdes.  Ave,  Ave,  Ave  María;  y  cantadas  igual- 
mente con  el  pueblo  las  Letanías  de  Todos  los  Santos,  se  terminó  a  la  una  y  media 
la  función  de  media  noche,  continuando  siempre  la  Exposición;  a  las  4  y  media 
de  la  mañana  se  cantó  de  nuevo  el  Ave  María  Stella,  los  himnos  litúrgicos  de  la 
fiesta  de  Nuestra  Señora  de  Lourdes,  de  la  Inmaculada  Concepción  y  algunos  otros 
del  oficio  de  la  Virgen,  cantando  siempre  el  pueblo  la  acostumbrada  responsión 
Ave,  Ave,  Ave  María.  A  las  nueve,  misa  Pontifical  con  sermón  y  procesión  del 
Santísimo  en  la  iglesia,  y  Reserva. 

Del  2  al  6,  con  extraordinario  concurso  en  la  Santa  Mesa  (se  consumieron 
en  los  cinco  días  2.000  formas  i.  tuvieron  lugar  las  Cuarenta  Horas  en  que  la 
asiduidad  de  8  confesores  de  día  y  de  noche  no  fue  suficiente  a  impedir  que  se 
quedaran  más  de  200  personas  sin  poderse  confesar,  apesar  de  haber  continuado  la 
tarea  hasta  el  8,  inclusive. 

Durante  la  noche  del  ."!  al  4  se  celebró  la  Exposición  para  la  Adoración 
nocturna  establecida  en  esta  ciudad  a  moción  del  Comité  Diocesano  para  el  Home- 
naje. El  7  tuvo  lugar  la  primera  comunión  de  unos  120  niños  (pie  durante  los 
l  días  anteriores  fueron  preparados  al  acto  con  un  pequeño  retiro. 


Sabemos  que  la  misma  Exposición  del  30  de  diciembre  al  1°  de  enero  se 
celebró  en  varios  otros  pueblos  como  [bagué,  El  Guamo.  Aipe,  Alpujarra,  La  Unión. 
Campoalegre.  Yaguará  y  casi  todos  los  del  Sur.  Esto  a  pesar  de  (pie  el  eterno 
enemigo  del  honor  de  Jesucristo  no  cesó  de  perturbar  los  ánimos  con  noticias  y 
a  la  rmas  revolucionarias. 

El  Capellán  del  Ejército  del  General  Rivera  dice  en  carta  fechada  en  San 
Francisco  (Espinal)  el  2  de  enero,  lo  siguiente:  "Hay  una  capillita  por  aquí 
cerca  y  me  ha  parecido  corriente  reunir  allí  a  toda  esta  gentecita.  hacerles  algu- 
nas platiquitas  y  excitarla  a  (pie  no  abandone  sus  devociones  y  su  piedad. 

El  31  por  la  noche  se  dirigieron  todos  a  un  cerro  muy  alto,  llevando  una 
cruz  grande,  rezando  el  Rosario  y  esmerándose  en  manifestar  públicamente  BU 
piedad.  Allí  permanecieron  rezando  hasta  las  12  de  la  noche,  hora  en  que,  después 
de  haber  echado  al  viento  unos  cuantos  cohetes,  se  dispusieron  a  descender  del 
cerro,  dejando  como  testimonio  de  haber  estado  allí.  luminarias  por  todas  partes". 


—  186  — 


CAPITULO  XIV 


VUELVE  EL  SEMINARIO  DE  GARZON  A  ELIAS  -  GRAVES 
SUCESOS  DE  LA  GUERRA  -  PASMOSA  SERENIDAD  DE 
MONSEÑOR  EN  LOS  COMBATES,  AL  BUSCAR  HERIDOS 
DE  AMBOS  BANDOS  -  TOMA  DE  GARZON  POR  LOS 
REVOLUCIONARIOS  -  LE  MATAN  SU  CABALLO. 

Gravísimas  e  invencibles  dificultades  se  habían  presentado  para 
sostener  el  Seminario  Menor  en  Garzón,  a  donde  había  sido  trasladado 
en  períodos  anteriores,  puede  decirse  que  contra  la  voluntad  del  Pre- 
lado, que  veía  con  claridad  las  dificultades  que  ahora  obligaron  a  vol- 
verlo a  su  humilde  nidito  de  Elias.  El  traslado  se  efectuó  por  los  mesu- 
nos,  quienes,  dirigidos  por  el  inolvidable  Don  Cruz  Castro,  vinieron  con 
tiempo  y  fueron  llevando  las  camas,  los  bancos,  mesas  de  comedor,  pu- 
pitres de  estudio,  mesas  de  clase,  todo  el  meuaje  del  dormitorio,  en  fin, 
todo  lo  que  ellos  mismos  habían  traído  con  dolor  y  únicamente  por  obe- 
decer, ahora  lo  conducían  gozosos  en  sus  bestias  siu  cobrar  flete  alguno, 
antes  bien  creyendo,  como  era  verdad,  que  con  ese  servicio  daban  a  su 
amadísimo  Prelado  la  mayor  muestra  de  amor. 

Cuando  terminó  aquella  peregrina  caravana  que  tenía  intrigados  a 
los  pueblos  del  tránsito,  se  dispuso  el  alegre  viaje  de  los  muchachos  el 
17  y  18  de  febrero  del  99,  de  Garzón  a  Elias. 

Aquello  fue  para  nosotros  como  las  mejores  pascuas:  la  noche  ante- 
rior no  hubo  para  qué  dormir,  ni  dejar  dormir  a  los  vecinos;  todos 
estábamos  con  la  torturante  preocupación  de  la  partida  a  la  madrugada, 
preparando  lo  poco  que  nos  había  quedado  en  casa,  (pie  era  lo  estricta- 
mente necesario :  un  vestido,  el  que  teníamos  puesto,  un  morral  pequeño 
'con  avío  oficial,  además  del  particular  de  cada  familia,  y  los  cachivaches 
que  resultan  en  todo  viaje,  máxime  si  es  de  muchachos.  No  hay  que 
decir  que  la  mayor  preocupacióu  fue  la  elección  de  las  cabalgaduras : 
los  mesunos  habían  recogido  de  los  hermosos  llanos  de  Elias  todo  cuanto 
se  mueve  en  cuatro  patas,  porque  también  iban  allí  un  par  de  bueyes 
y  algunos  perros  acompañantes  ;  aquello  era  la  entrada  de  los  auimales 
al  arca.  La  hora  de  partida  en  la  madrugada  siguiente,  después  del 
bullicioso  desayuno,  al  que  asistieron  la  mayor  paite  de  las  mamás,  con 
las  inevitables  advertencias  de  "cuidado,  mijito,  uo  vaya  a  correr",  "no 
le  vaya  a  pasar  nada",  "no  se  separe  del  Padre  tál",  "mire  que  esa  yegua 
es  brava";  etc.,  etc.,  etc.,  fue  para  Garzón,  segúü  creo  yo,  la  más  alegre 
de  todas  las  madrugadas  del  año;  ni  Navidad,  ni  primero  de  enero,  ni 
San  Juan,  ni  San  Pedro,  qué  digo,  ni  la  entrada  de  Pulido.  Ochenta  albo- 
rotadores estudiantes,  entre  los  diez  y  los  veinte  años,  la  mayor  parte 
de  pantalón  corto,  sin  zamarros,  algunos  de  ellos  montando  por  la  pri- 
mera vez,  pero  todos  felices  y  divertidos,  salimos  del  Seminario,  hoy 
palacio  episcopal,  y  nos  dirigimos  a  la  plaza ;  allí  nos  despedimos  de 
la  Catedral,  del  querido  Seminario,  de  la  departamental;  no  faltó  quien 
gritara  nostálgicamente:  — Adiós,  charco  del  burro,  adiós.  Majo,  adiós, 
Balseadero,  etc. 

Ya  se  comprende  que  nadie  quedó  despierto  en  toda  la  calle  real, 
por  donde  desfilamos  en  alegre  cabalgata.  A  las  siete  pasó  la  langosta 
(así  nos  decían  las  jagüeñas)  por  el  simpático  pueblecito  que  nunca 
crece,  pero  jamás  se  acaba.  La  Jagua,  en  la  confluencia  del  Magdalena 
y  el  Suaza,  tierra  de  las  ciruelas  calentanas,  de  las  que  cogimos  buena 
cantidad,  pues  estaban  los  árboles  suplicando  descargue  de  la  abundante 
cosecha.  En  el  hermoso  llano  de  la  Virgen  empezaron  las  peripecias: 


—  187  — 


sombreros  que  se  llevó  el  viento,  muías  que  se  espantaron,  caballos  des- 
bocados, muchachos  al  suelo  y  los  demás  a  recocerlos.  Los  mayores  se 
encargaban  de  la  tarea  de  arreglar  calzones,  porque,  como  no  llevábamos 
zamarros,  los  picaros  trepabau  pierna  arriba  hasta  quedar  de  corbata, 
con  fastidiosa  mortificación  del  novel  jinete. 

Tasamos  por  Altanara  a  eso  de  las  nueve  y  fuimos  ;i  tomar  el  almuer- 
zo, ya  preparado  de  antemano,  en  casa  de  campo  de  I).  Camilo  Calderón, 
de  los  buenos  patriarcas  de  aquel  tiempo,  quien  con  su  señora,  tan  buena 
como  él.  nos  atendieron  a  cuerpo  de  rey  y  a  qué  más  quieres,  Sancho. 

A  eso  de  las  dos  de  La  tarde  se- 
guimos hacia  el  Naranjal  por  el  ca- 
mino de  entonces  (y  de  ahora  tam- 
bién, cuando  se  viaja  a  caballo,  por- 
que la  carretera  Lo  dejó  aislado)  ; 
sin  pensar  en  La  buena  que  nos  es- 
peraba, (pie  fue  un  aguacero  tima- 
nejo  de  los  que  caen  por  allá,  que 
pone  la  subida  del  Naranjal  y  la  ba- 
jada de  Cica  na  como  cucaña  jabo- 
nada. 

Supóngase  el  lector  si  nos  que 
pihiria  seco  ni  el  paladar  ¡i  nosotros 
(pie  no  llevábamos  encauchado,  ni 
ruana,  algtinos  ni  sombrero,  y  todos 
con  el  sencillo  vestidito  dominguero 
que  íbamos  luciendo  muy  campan- 
tes ? 

Del  Naranjal  para  allá  no  ha-, 
bía  ya  camino:  hubo  necesidad  de 
que  los  mesunos  (pie  nos  dirigían 
rompieran  el  alambre  de  los  cercos 
para  salimos  a  los  potreros  y  evitar 
el  continuo  rodar  de  caballos  y  jine- 
tes por  aquellos  colchones  de  barro. 

EL  PADRE  PAREDES  POCO  ANTES  DE  SU 

por  suerte  muy  blandos  y  acogedo- 

MUERTE    EN    POP AYA  N    COMO   PARROCO  YGS 
DE  LA    CATEDRAL     EL    ÍO    DE  ABRIL  DE 

1938.  paz  a  su  tumba!  No  Llegamos  a   Elias;  muy  en- 

trada la  noche  arrimamos  ;i  Cicana  y 
en  la  casa  de  La  hacienda  y  otras  de  La  vecindad  nos  alojamos  como 
abejas  en  enjambres,  tiritando  de  frío,  bostezando  de  hambre,  porque 
la  comida  estaba  en  r\  Colegio.  l>i<>s  bendiga  al  Padre  Silvestre  Vargas 
(pie  se  compadeció  del  más  pequeño  de  la  caravana,  consiguió  una  sá- 
bana seca,  me  mandó  quitar  el  vestido  y  envolverme  como  insulso  en  la 
sábana,  mientras  él  y  los  mesunos  me  secaban  La  ropa  en  una  lioguera 
que  habían  hecho  para  calentarse  al  menos,  a  falta  de  (pié  comer.  Así, 
otra  vez  en  pañales,  me  acostó  en  el  cuarto  sillero  y  yo  me  quedé  pro- 
fundamente dormido.  Al  día  siguiente,  con  las  neblinas  del  aguacero 
anterior,  subimos  a  la  Mesa  de  Elias,  donde  nos  recibieron  como  a  Ale- 
jandro Magno  en  sus  conquistas. 

Allá  siguió  el  Seminario  .Menor  y  en  902  también  el  Mayor,  hasta 
que  se  estrenó  el  edificio  de  Garzón,  en  !)()í). 

La  última  noche  del  siglo  XIX  fue  en  toda  La  diócesis  una  vehe- 
mente explosión  de  entusiasmo  eucarístico,  como  ya  lo  dijimos  antes. 
La  capital,  las  parroquias,  los  caseríos  y  las  habitaciones  de  los  campos 


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ostentaban  una  profusa  iluminación:  faroles  de  mil  colores  por  l;is 
calles  de  los  pueblos  y  enormes  hogueras  en  todas  las  casas  de  campo, 
daban  al  suelo  de  la  diócesis  un  aspecto  fantástico  y  bellísimo,  que 
fue  uno  de  los  espectáculos  favoritos  en  aquella  noche  para  los  que 
no  pudieron  asislii-  a  las  solemnes  funciones  religiosas  de  la  termina- 
ción del  siglo.  Monseñor,  por  su  parte,  pasó  la  noche  íntegra  en  su  Ca- 
tedral atendiendo  solícito  a  la  confesión  de  la  inmensa  multitud  de 
hombres  (pie  al  siguiente  día  se  acerca  ion,  por  expresa  insinuación  del 
Prelado,  en  las  Cuarenta  lloras,  a  recibir  la  sagrada  Comunión  con 
gozo  indecible  de  sus  almas  y  con  rebozante  júbilo  del  Pastor,  que  los 
miraba  complacido. 

La  misma  escena  de  entusiasmo  desbordante  (pie  se  vio  en  la  capital 
de  la  diócesis  se  repitió  en  iguales  circunstancias  de  fervor  en  todas  y 
cada  una  de  las  parroquias.  V  los  caseríos  que  mí  tuvieron  esa  dicha  en 
la  precisa  noche  de  despedida  del  siglo,  lo  hicieron  después  con  permiso 
del  Prelado,  que  en  materia  de  facilitar  a  sus  ovejas  el  pan  y  la  sal  de 
la  divina  palabra  y  de  los  sacramentos,  no  omitía  esfuerzo,  ni  escati- 
maba concesiones. 

Pero  quizás  donde  mejor  se  celebró  la  unión  de  los  dos  siglos  fue 
en  la  parroquia  de  Elias  y  en  el  Seminario,  como  ya  lo  dijimos  antes. 
No  hay  palabras  que  puedan  pintar  las  escenas  de  aquella  inolvidable 
noche  de  intensas  emociones.  En  el  pueblo  nadie  durmió  y  casi  nadie 
permaneció  en  su  casa;  el  templo  era  el  lugar  preferido,  sobre  todo  al 
acercarse  la  hora  esperada,  las  doce  de  la  noche,  con  la  Santa  Misa 
cantada  y  predicada  solemnísimamente,  como  broche  de  unión  de  los  dos 
siglos  que  para  siempre  iban  a  despedirse.  Grupos  de  hombres  recorrían 
sin  cesar  las  dos  cuadras  (pie  separan  la  iglesia  del  Colegio,  a  donde 
tenían  entrada  libre  a  la  capilla,  primorosamente  adornada  para  la 
fiesta ;  en  todos  los  corazones  había  algo  que  nadie  podía  expresar, 
pero  que  a  todos  tenía  preocupados  y  ansiosos.  Las  personas  mayores, 
sacerdotes,  señoras  y  caballeros  adoraban  a  Cristo  Sacramentado  en 
acción  de  gracias  por  los  beneficios  recibidos  e  imploraban  otros  para 
el  siglo  venidero.  Los  chicuelos,  en  los  ratos  que  nos  quedaban  libres, 
estábamos  pendientes  de  algo  extraordinario  que  nos  figurábamos  tenía 
que  pasar  al  choque  de  los  siglos.  Por  eso  en  la  Misa  estuvimos  atentos 
al  momento  en  que  el  sacerdote  entonó:  Gloria  in  excelsis  Deo,  porque 
en  ese  preciso  momento  daban  las  doce  de  la  noche.  Qué  emoción,  nos 
miramos  todos  y  parecía  como  si  cada  uno  le  dijera  al  otro:  — Gracias 
(pie  quedamos  vivos,  nada  ha  pasado. 

Pasada  la  Misa,  un  cuarto  de  hora  de  bulla  en  animado  recreo  de 
comentarios,  y  luego  la  cena....  y  a  dormir  la  primera  media  noche 
del  siglo  XX! 

En  los  últimos  meses  del  99  había  estallado  la  guerra  civil  de  los 
3  años  que  enlutó  el  territorio  nacional,  sembrando  el  terror,  la  miseria 
y  el  llanto  en  toda  la  extensión  de  la  República,  hallándose  el  Prelado 
en  Santa  Visita  en  Villahermosa.  Era  natural  que  la  diócesis  del  Tolima 
sufriera  sus  consecuencias,  aunque  su  territorio  no  fue  directamente 
teatro  de  escenas  sangrientas  sino  al  final  de  la  guerra.  El  Prelado  da 
gracias  a  Dios  por  este  favor  y  por  otros  muchos  otorgados  a  su  rebaño, 
entre  los  cuales  enumera  la  ordenación  de  nueve  sacerdotes  que  se  han 
sumado  a  sus  hermanos  en  el  apostolado  de  las  almas. 


189 


CAPITULO  XV 


GESTIONES  PARA  LA  DIVISION  DE  SU  DIOCESIS  -  VIAJA 
A  BOGOTA  CON  ESE  FIN  -  FUNDACION  DEL  SEMINARIO 
DE  1  BAGUE  -  DESMEMBRACION  DE  LA  DIOCESIS  -  ES 
NOMBRADO  OBISPO  DE  GARZON  Y  ADMINISTRADOR 
APOSTOLICO  DE  1BAGUE-  IMPORTANTES  DISPOSICIONES. 

Inmediatamente  después  de  terminadas  estas  grandiosas  festivida- 
des en  la  capital  diocesana,  partió  el  señor  obispo  para  Bogotá  con  el 
propósito  de  activar  nn  proyecto  qne  lo  traía  preocupado  desde  que  se 
dio  cuenta  de  la  inmensa  extensión  de  sus  diócesis  y  de  la  escasez  de 
clero  para  regirla  convenientemente.  Este  proyecto  era  el  de  la  división 
de  la  diócesis,  cuyo  Decreto  Consistorial  había  logrado  que  se  expi- 
diera en  Roma  el  20  de  mayo  del  año  anterior,  pero  no  había  sido  eje- 
cutoriado aún  por  las  graves  dificultades  de  la  guerra. 

Apenas  llegado  a  Bogotá  dirigió  a  monseñor  Vico,  Delegado  Apos- 
tólico, la  siguiente  nota,  que  da  a  entender  el  celo  que  inflamaba  a 
este  apostólico  varón  por  la  salvación  de  las  almas,  que  era  el  único 
móvil  de  ésta  hasta  entonces  inusitada  resolución: 

"Bogotá,  febrero  4  de  1901. 

Exem?  Sr.  Delegado  Apostólico. — Presente. 


He  deseado  mucho  que  la  división  del  Tolima  en  dos  Diócesis  suceda  lo  más 
pronto  posible,  por  estar  persuadido  de  que  mientras  eso  no  se  baga,  la  adminis- 
tración espiritual,  por  más  que  se  trabaje,  dejará  mucho  que  desear,  y  mucho  más 
en  este  tiempo,  en  que  es  casi  imposible  la  comunicación  entre  la  región  del  norte 
y  la  del  sur:  por  eso  mismo,  y  obedeciendo  las  indicaciones  de  V.  E.,  partiré  lo 
más  pronto  posible  a  ver  si  puedo  con  el  auxilio  de  Dios,  iniciar  un  Seminario 
Menor  en  Ibagué.  Incluyo  una  copia  de  la  Circular  que  he  dirigido  con  ese  objeto 
a  los  sacei-dotes  de  la  Provincia  del  Centro,  pudieudo.  como  espero,  hablar  perso- 
nalmente con  los  del  Norte.  Los  RR.  PP.  Maristas,  que  habían  estado  encargados 
de  los  Colegios  de  San  Simón  de  (bagué  y  de  Santa  Librada  de  Neiva,  han  sido 
llamados  por  su  superior:  reputo  esto  como  una  gran  calamidad,  principalmente 
en  las  actuales  circunstancias,  y  ruego  encarecidamente  a  V.  E.  se  digne  hacer 
todo  lo  posible  para  que  ellos  no  partan,  o  que  por  lo  menos  vuelvan  a  continuar: 
Hlos  desean  y  pueden  tomar  la  dirección  de  ese  Seminario,  y  yo  creo  que  V.  E. 
puede  arreglar  el  asunto  con  ellos,  si  se  resignan  a  la  pobreza  de  la  Diócesis,  y 
si  se  toma  alguna  medida  para  que  los  alumnos  aseguren  sus  servicios  a  la  Dió- 
cesis en  el  Clero  secular.  Pero  lo  que  yo  deseo  sobre  todo  es  que  ellos  continúen 
encargados  de  la  Dirección  de  los  dos  Colegios  oficiales  de  San  Simón  de  Ibagué 
y  de  Santa  Librada,  de  Neiva. 

He  distribuido  el  Clero  de  suerte  que  los  sacerdotes  que  son  naturales  del 
Tolima  queden  cada  cual  en  la  Diócesis  de  donde  es  originario,  y  los  demás  de 
suerte  (pie  ambas  Diócesis  queden  igualmente  servidas.  Asi,  quedan  en  la  región 
del  Sur  29  sacerdotes,  a  saber : 


Tolimenses  existentes  cuando  se  erigió  la  Diócesis  del  Tolima   4 

No  tolimenses  existentes  en  el  Tolima  en  la  misma  época   5 

No  tolimenses  que  después  de  dicha  erección  se  han  domiciliado   3 

Tolimenses  ordenados  después  de  la  erección   14 

No  tolimenses  ordenados  después  de  la  erección   3 


29 


—  190  — 


Entre  estos  ü!»  hay  i  incapacitados  para  servir.  V  no  se  ha  incluido  en 
este  número  uno  de  los  tolimenses  recién  ordenados  que  murió  en  estos  días. 


En  la  región  del  Norte  quedan  30  sacerdotes,  a  saber: 

Tolimenses  existentes  (Miando  se  erigió  la  Diócesis  del  Tolima   6 

No  tolimenses  existentes  en  el  Tolima  en  la  misma  época   10 

No  tolimenses  que  después  de  dicha  erección  se  han  domiciliado   tí 

Tolimenses  ordenados  después  de  la  erección   3 

No  tolimenses  ordenados  después  de  la  erección   5 


30 

A  estos  30  quizás  habrá  que  agregar  más  tarde  los  PP.  Maris  tas,  si  se  con- 
sigue que  continúen,  y  dos  PP.  Agustinos,  fuera  de  los  cuatro  que  actualmente 
existen  en  Honda. 

De  esta  región  del  Norte  había  34  futuros  seminaristas  en  el  Colegio  de 
San  Simón  y  otros  pocos  en  los  Seminarios  de  Garzón  y  Elias:  la  revolución 
ha  acallado  por  completo  la  esperanza  fincada  en  ellos,  pues  no  quedan  sino  uno  en 
el  Seminario  Mayor  y  otro  en  el  Menor. 

Hay  además  tres  seminaristas  en  Popayán  y  Elias  no  tolimenses,  uno  de  ellos 
ordenado  in  saeris,  los  cuales  también  será  preciso  distribuirlos  entre  las  dos 
Diócesis. 

Es  verdad  que  en  la  región  del  Sur,  fuera  de  los  4  sacerdotes  inválidos,  no 
quedan  sino  unos  dos  bastante  ancianos,  y  todos  los  demás  son  jóvenes  y  de  regular 
salud,  aunque  hay  todavía  3  haciendo  estudios  y  sin  ejercer  ministerios,  pues  ape- 
nas celebran  y  enseñan  el  Catecismo:  mientras  que  en  la  región  del  Norte  hay 
unos  T  u  8  menos  aptos  por  su  ancianidad  o  enfermedad.  Como  es  fácil  ver,  todo 
depende  de  que  en  esta  región  del  Norte  no  ha  habido  vocaciones  eclesiásticas,  y 
las  que  habíamos  logrado  después  de  la  erección  del  Tolima  en  Diócesis,  las  perdió 
la  revolución,  y  ahora  es  preciso  comenzar  nuevamente  a  fundamentis. 

En  el  Seminario  Mayor  de  Garzón  hay  17  alumnos,  entre  los  cuales  dos  sacer- 
dotes y  un  Diácono ;  en  el  Menor,  hasta  el  6  de  diciembre  intimo,  había  40,  con- 
tando un  Sacerdote,  un  Diácono,  un  Subdiácono  y  otro  alumno  del  Mayor,  los 
cuales,  al  mismo  tiempo  que  hacen  sus  estudios  eclesiásticos,  ayudan  a  la  vigilan- 
cia y  enseñanza  de  los  alumnos  del  mismo  Seminario  Menor.  En  el  Seminario  Mayor 
de  Popayán  hay  dos  Subdiáconos  y  otros  dos  alumnos  pertenecientes  a  la  región  de 
Sur:  y  en  este  Seminario  de  Bogotá  hay  también  algunos  tolimenses  cuya  voca- 
ción aún  no  se  ha  decidido.  Tengo  además  en  el  Colegio  Pío  Latino  Americano 
de  Roma  un  alumno  perteneciente  a  la  región  del  Sur. 

Para  mayor  abundancia  agregaré  el  siguiente  dato  sobre  el  Clero  que  había 
en  el  Tolima  al  tiempo  de  su  erección  en  Diócesis: 

Sacerdotes  originarios  del  Tolima   13 

Id.  no  tolimenses  ;   25 


28  (1) 

De  éstos  han  muerto  tí.  se  han  retirado  7  del  ministerio  en  la  Diócesis  y  tres 
son  incapacitados,  quedando,  pues,  actualmente  sólo  22  en  servicio  de  los  que 
existían  al  tiempo  de  la  erección. 

La  Diócesis  del  Sur  contendrá  34  poblaciones  y  la  del  Norte  48,  sin  contar 
algunos  caseríos  importantes  que  todavía  no  tienen  Iglesia  ni  Capilla. 

Dios  guarde  a  V.  E.  muchos  años. 

f  ESTEBAN 
Obispo  del  Tolima. 

(1)  Tal  vez  no  so  contaron  en  este  número  los  Pbros.  Manuel  A.  Pefiuela.  que  quizá 
habría  muerto  antes  de  comenzar  la  Pifieesis.  y  S.  Santaeruz.  que  no  llegó  a  incardinarse. 


—  191  — 


Tratado  este  asunto  con  el  señor  Delegado  regresó  a  la  diócesis 
con  otra  de  sus  gigantescas  preocupaciones :  el  Seminario  de  Ibagué.  No 
(pieria  que  al  dividir  la  diócesis  tuviera  el  nuevo  obispo  que  luchar  con 
esa  gravísima  dificultad  que  él  ya  había  experimentado,  y  así  decidió, 
"confiando  siempre  en  el  Dueño  de  la  mies",  crear  el  Semilunio  Menor 
de  Ibagué  por  Decreto  N°  90.  de  12  de  marzo  de  901,  que  copiamos  a 
continuación : 

"DECRETO  DE  FUNDACION  DEL  SEMINARIO  CONCILIAR 

DE  IBAGUE 

(Decreto  N<?  90,  de  12  de  marzo  de  1001,  sobre  establecimiento  del  Seminario 
Menor  de  San  Joaquín,  en  la  ciudad  de  Ibagué). 

Nos  Esteban  Rojas,  por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Santa  Sede  Apostólica 
Obispo  del  Tolima. 

En  el  mes  de  febrero  de  1899  dirigimos  a  la  Delegación  Apostólica  un  memo- 
rial para  pedir  a  la  Santa  Sede  la  división  del  Tolima  en  dos  Diócesis.  Esta  misma 
petición,  a  invitación  nuestra,  fue  repetida  por  el  clero  y  por  muchos  Concejos 
Municipales  el  mismo  año  y  tratada  luego  por  Nos  directamente  con  la  Santa 
Sede,  cuando  tuvimos  la  fortuna  de  ir  a  Roma  al  Concilio  Plenario  de  la  América 
T^a  tina. 

Muchas  razones,  tanto  del  orden  temporal  como  del  espiritual,  se  lian  ale 
gado  a  este  propósito:  pero  la  principal  es  la  configuración  topográfica  del  Tolima, 
que  hace  difícil  y  muy  demorada  la  comunicación  entre  la  parte  del  Norte  y  la 
del  Sur,  lo  (pie  hace  casi  imposible  la  vigilancia  y  recto  gobierno  de  la  una  cuando 
el  Prelado  permanece  en  la  otra,  resultando  de  ahí  bastantes  y  graves  males  para 
las  almas. 

La  Santa  Sede  acogió  desde  el  principio  con  agrado  nuestra  solicitud,  y  sabe- 
mos que  la  ha  despachado  favorablemente,  y  que,  tal  vez  antes  de  terminar  este 
año.  se  constituirán  las  provincias  del  Norte  y  del  Centro  en  una  Diócesis,  y  en 
otra  las  de  Neiva  y  del  Sur. 

Notable  era  la  escasez  del  clero  al  erigirse  la  Diócesis  del  Tolima  en  1895,  y 
notable  también  es  la  protección  (pie  el  Señor  nos  ha  dispensado  a  este  respecto : 
treinta  y  dos  sacerdotes  solamente  había  entonces  en  estado  de  trabajar:  y  hoy. 
sin  contar  a  los  Padres  Maristas  y  a  pesar  de  haber  muerto  siete  sacerdotes  y 
retirádose  de  la  Diócesis  otros  tantos,  contamos  con  cincuenta  y  seis  en  servicio 
activo,  y  con  dos  Seminarios.  Mayor  y  Menor,  que  funcionan,  a  pesar  de  la  guerra, 
en  la  Provinca  del  Sur.  con  veinticuatro  estudiantes  de  Ciencias  Eclesiásticas, 
cinco  de  ellos  ordenados  ya  ín  sacris,  y  unos  cincuenta  que  cursan  literatura  en 
el  Seminario  Menor.  Teníanlos  además  treinta  y  cuatro  estudiantes  en  el  Colegio 
de  San  Simón  de  esta  ciudad,  que  se  encaminaban  al  estado  eclesiástico,  casi  todos 
de  esta  región  del  Norte;  pero  estas  esperanzas  han  sido  destruidas,  quizá  en  su 
totalidad,  por  esta  detestable  revolución. 

Hoy.  pues,  volvemos  a  principiar  este  trabajo,  que.  a  no  haberse  Interrum- 
pido, nos  había  dado  dentro  de  poco  una  buena  cosecha  de  sacerdotes  para  esta 
Diócesis  de  la  región  del  Norte:  y  confiando  siempre  en  el  Dueño  de  la  mies,  orde- 
namos lo  siguiente: 

Art.  1. — Se  dará  en  las  Misas  la  colecta  de  Espíritu  Santo  en  vez  de  la  de  la 
Inmaculada,  y  se  harán  en  todas  las  Iglesias  oraciones  públicas  por  nueve  días  a 
San  José  para  pedir  la  omnímoda  protección  del  cielo  y  el  acierto  en  todos  los 
pasos  que  hay  que  dar  en  esta  obra  de  la  división  del  Tolima  en  dos  Diócesis.  Los 
sacerdotes  exhortarán  a  los  fieles  a  que  hagan  también  en  sus  casas,  principal- 
mente en  los  campos,  la  novena  a  San  José  con  el  mismo  fin. 


—  192 


Art.  2. — El  15  de  abril  próximo  se  abrirá  en  la  casa  que  la  Diócesis  posee 
en  esta  ciudad  un  Seminario  Menor,  el  cual,  en  honra  de  nuestro  Santísimo  Padre 
León  XIII,  ponemos  bajo  la  protección  de  San  Joaquín. 

Art.  3. — En  este  Colegio  se  recibirán  toda  clase  de  niños  o  jóvenes  que  cum- 
plan las  siguientes  condiciones : 

I —  Comprobar  con  certificados  abonados  buena  salud  e  intachable  conducta  : 

II —  Pagar  la  pensión  mensual  de  $  30,  u  obtener  beca  mediante  el  cumpli- 
miento de  las  disposiciones  sinodales: 

III —  Tener  en  esta  ciudad  un  acudiente  abonado. 

Art.  4. — En  todas  las  provincias  del  Centro  y  del  Norte,  se  hará  una  cues- 
tación para  los  primeros  gastos  del  Seminario.  Cada  párroco  designará  y  publi- 
cará con  anticipación  el  día  en  (pie  haya  de  hacerse  la  cuestación  en  cada  una 
de  sus  respectivas  poblaciones  y  enviará  cuanto  antes  la  suma  recogida  al  señor 
Tesorero  de  las  becas  en  esta  ciudad,  con  la  lista  en  (pie  consten  los  nombres  de 
las  personas  (pie  hayan  dado  más  de  $  1. 

Art.  5. — Los  señores  Párrocos  tratarán  de  reorganizar  inmediatamente  la  re- 
caudación de  las  becas  particulares  y  de  (pie  sustituyan  con  otros  los  contribu- 
yentes (pie  acaso  falten. 

Art.  6. — Los  señores  sacerdotes  y  demás  personas  piadosas  harán  una  obra 
muy  agradable  a  Dios  con  auxiliar  pecuniariamente  a  los  niños  y  jóvenes  pobres, 
pagando  su  pensión  siquiera  los  dos  primeros  años. 

Dado  en  Ibagué,  a  12  de  marzo  de  1901,  fiesta  de  San  Gregorio  Magno. — ESTE- 
BAN, Obispo  del  Tolima. 

Por  mandato  de  Su  Señoría  Ilustrísima, 

Silvestre  Bahamón,  Pbro.  Pro-secretario". 


Desde  el  15  de  abril  de  ese  año  existe  el  Seminario  de  San  Joaquín 
de  Ibagué,  al  cual  después  se  le  nombró  Patrona  a  María  Inmaculada, 
lia  sido  el  venero  inagotable  de  donde  lian  salido  para  la  diócesis  las 
legiones  de  invictos  campeones  de  la  verdad  y  entusiastas  sembradores 
del  bien.  El  clero  y  los  fieles  de  aquella  diócesis  no  pueden,  no  deben 
olvidar  nunca  esa  deuda  de  gratitud  a  Monseñor  Rojas. 

El  2!)  de  marzo  de  901  se  dirige  el  Prelado  a  sus  diocesanos  en  la 
Circular  N°  64,  en  la  cual  dispone  todo  lo  necesario  para  la  preparación 
del  gran  Jubileo  del  Año  Santo,  prorrogado  para  Colombia  por  S.  San- 
tidad para  este  año.  Vuelve  a  enfervorizar  a  sus  párrocos  y  feligreses 
a  fin  de  (pie  aprovechen  la  gracia  abundantísima  que  se  les  brinda.  Pero 
ya  hemos  visto  que  monseñor  no  se  contentaba  con  cualquier  cosa  si  se 
trataba  de  asuntos  de  trascendencia  espiritual ;  martillaba  recio  y  repe- 
tido sobre  lo  mismo  hasta  dejar  empapados  de  lo  (pie  proponía  a  todos 
y  cada  uno  de  los  interesados,  que  en  este  caso  eran  sus  diocesanos.  E] 
7  de  abril  siguiente  firmó  una  bella  Pastoral  para  inaugurar  el  Jubileo; 
en  ella  prescribe  las  condiciones  que  se  deben  cumplir  y  excita  a  que 
nadie  vaya  a  quedarse  sin  obtener  todo  el  fruto  posible  de  tan  singular 
beneficio. 

En  este  mismo  día,  siete  de  abril  de  901,  salieron  de  la  Delegación 
Apostólica  los  dos  Decretos  relativos  a  la  desmembración  de  la  diócesis : 
el  primero,  ejecución  del  Decreto  Consistorial,  y  el  segundo,  de  nombra- 
miento del  señor  Rojas  como  Administrador  Apostólico  de  Ibagué  mien- 
tras se  posesiona  el  nuevo  obispo. 

Al  conocer  dichos  decretos,  que  llenaban  un  viejo  deseo  de  su  alma, 
no  pudo  menos  de  escribir  nueva  Pastoral  sobre  división  de  la  diócesis 
y  las  ventajas  que  ella  traería  para  el  desarrollo  espiritual,  única  razón 


—  193  — 


que  se  había  propuesto  al  pedirla.  Después  de  firmar  en  Ibaguá,  el  26 
de  mayo,  una  Circular  sobre  el  liberalismo,  qne  produjo  muy  saludable 
efecto  en  las  almas  extraviadas  por  ignorancia,  emprendió  el  remeso 
a  la  capital  de  la  diócesis:  arregló  en  los  meses  siguientes  varios  asnil- 
los de  los  Seminarios  y  en  agbsto  volvió  al  Norte,  a  practicar  algunas 
diligencias  como  Administrador  de  la  diócesis  de  Ibagué. 

El  22  de  agosto  firmó  en  el  Espinal  una  Circular  N°  67,  para  remitir 
a  los  párrocos  dos  fascículos  de  disposiciones  del  Concilio  Pléñario, 
exhortándolos  a  su  estricto  cumplimiento. 

Con  la  misma  fecha  y  lugar  otra  Circular  a  los  sacerdotes  del  To- 
lima  para  pedirles  con  urgencia  varios  datos  relativos: 

1 —  A  propagandas  impías  y  heréticas,  pedido  por  el  señor  Delegado 
en  febrei  o  pasado  : 

2 —  Si  se  repite  con  el  pueblo  el  catecismo  brevísimo  todos  los  días 
de  tiesta  en  las  Misas  parroquiales; 

3.  — Cuántas  veces  en  el  año  se  hace  la  Prime' a  Comunión  en  cada 
pueblo  separadamente  a  niños  y  niñas: 

4.  — Si  se  practica  puntualmente  el  catecismo  de  los  niños  cada 
semana  : 

5 — Qué  se  ha  practicado  en  cada  pueblo  respecto  al  Jubileo:  cuán- 
tas pláticas  extradominicales  se  lian  hecho  cada  semana,  cuántas  pro- 
cesiones por  mes  y  cuáles  los  resultados  obtenidos; 

(i — Si  cada  iglesia  y  cada  sacerdote  poseen  un  ejemplar  del  Sínodo: 

7 — Si  se  han  recaudado  las  limosnas  indicadas. 

Al  día  siguiente.  23,  escribió  la  Circular  N°  69.  en  la  cual  ordena 
publicar  y  cumplir  una  Circular  de  la  diócesis  de  Popayán  sobre  los 
errores  liberales. 

No  sólo  el  azote  de  la  guerra  entristecía  el  corazón  del  Prelado. 
Venido  a  Neiva,  da  cuenta  de  la  muerte  de  varios  sacerdotes,  entre  ellos 
dos  (le  la  diócesis,  en  Circular  fechada  en  Neiva  el  S  de  septiembre,  y 
pide  oiaciones  por  ellos,  atribuyendo  esas  muertes  a  castigo  de  Dios 
por  los. pecados  de  la  guerrá.  Esos  sacerdotes  fueron:  el  Padre  Salgado, 
de  sólo  seis  meses  de  ordenación,  muerto  de  fiebre  amarilla  en  Neiva. 
el  l!)  de  enero  de  901 ;  el  R.  P.  Ramón  Murcia,  Agustino,  quien  había  sido 
párioco  de  El  Hobo,  Espinal  y  San  Luis,  muerto  en  Bogotá;  el  Pino. 
Joaquín  Vaíbuena  Perdomo,  muerto  en  junio;  los  RR.  PP.  Froilán  y 
Modesto,  también  Agustinos,  muertos  en  Honda,  de  fiebre  amarilla:  el 
Padre  Barragán,  muerto  en  Honda  de  la  misma  fiebre,  al  sustituir  a 
los  PP.  Agustinos. 

Las  atrocidades  de  la  cruel  guerra  seguían  adelante  y  la  suerte  de 
los  pobres  soldados  preocupaba  hondamente  a  monseñor,  en  ambos  sen- 
tidos: le  preocupaba  su  alma  sumergida  en  medio  de  tantos  peligros, 
la  desesperación,  el  odio,  la  corrupción  de  los  cuarteles  y  el  completo 
abandono  de  sus  deberes  religiosos  por  parte  del  militar  en  guerra;  y 
le  conmovía  también  el  estado  en  (pie  él  veía  a  las  tropas,  necesitadas 
de  todo  en  el  continuo  vaivén  de  la  campaña.  Es  muy  bella  la  Circular 
que  en  este  sentido  dirige  a  sus  sacerdotes  y  párrocos  el  4  de  septiembre 
de  901.  En  ella  les  suplica,  después  de  varias  consideraciones  muy  sen 
tidas,  (pie  presten  toda  clase  de  atenciones  a  los  pobres  soldados  de  la 
Patria,  lo  mismo  (pie  a  los  encarcelados  políticos;  a  todos  mira  como 
hijos  suyos  y  por  todos  se  interesa  como  buen  padre.  Autoriza  a  los 
sacerdotes  para  binar  cuando  sea  necesario,  darles  .Misa  en  los  cuarte- 
les; manda  que  los  visiten,  instruyan  y  exhorten  a  llevar  vida  cristiana: 


—  194  — 


que  les  den  la  absolución,  después  de  exhortarlos  a  penitencia,  cuando 
haya  peligro  de  cómbale,  que  es  muy  frecuentemente. 

Este  año  <lc  901  fue  el  año  de  la  extensión  del  Jubileo  a  Colombia; 
el  señor  Obispo  había  entusiasmado  a  toda  la  diócesis  con  esta  gracia 
singular,  había  hablado  mucho  de  ella,  pero  deseaba  (pie  hasta  en  los 
caseríos  más  lejanos  hubiera  facilidades  para  que  lo  pudieran  ganar. 

A  este  fin  dictó  la  Circular  V-'  71,  en  la  cual  dispone  las  oraciones 
que  deben  hacerse  para  prepararlo  y  determina  cómo  deben  los  sacer- 
dotes atender  a  los  fieles  en  las  iglesias  que  no  tienen  párroco,  para 
que  sean  visitadas  periódicamente  y  se  les  predique  varias  veces,  ha- 
ciendo las  procesiones  mandadas.  ♦ 

Hasta  entonces  la  residencia  del  Prelado  en  la  ciudad  capital  había 
sido  la  casa  situada  detrás  de  la  iglesia,  y  la  parroquia  tenía  destinada 
al  párroco  la  casa  alta  de  la  plaza  en  la  esquina  que  sigue  a  la  Gober- 
nación. Pareció  mejor  hacer  un  cambio  de  esas  dos  casas,  entre  la  «lió 
cesis  y  la  parroquia,  lo  que  hizo  monseñor  por  Decreto  de  J  de  septiem- 
bre, marcado  con  el  92.  En  el  mismo  Decreto  dispone  poner  a  la 
venta  la  que  le  queda  a  la  diócesis. 

A  mediados  de  septiembre  se  trasladó  a  (¡arzón  a  dirigir  los  retiros 
de  los  ordenandos  y  atender  a  varios  asuntos  del  Seminario  en  Garzón 
y  Elias.  El  día  de  la  fiesta  patronal  de  Garzón,  29  de  septiembre,  ordenó 
en  la  iglesia  catedral  a  los  jóvenes  Anselmo  España  y  Juan  Bautista 
Misas,  el  primero  de  la  diócesis  de  Garrón  y  el  segundo  de  la  de  Ibagué. 

Había  tenido  hasta  entonces  como  su  secretario  al  Pbro.  Rodulfo 
Pérez  Castillo;  por  Decreto  del  2  de  octubre  dio  este  nombramiento 
al  Pbro.  Dr.  D.  Ismael  Perdomo  Porrero,  para  ambas  diócesis,  cargo 
que  ejerció  hasta  su  preconización  para  Obispo  de  Ibagué. 

Tan  preocupado  vivía  con  el  cumplimiento  de  todas  y  cada  una  de 
las  leyes  canónicas  en  su  diócesis,  que  no  cejaba  en  el  empeño  de  (pie 
sacerdotes  y  fieles  fueran  escrupulosos  observadores  de  la  voluntad  de 
la  Santa  Sede,  expresada  en  ellas.  El  Decreto  N°  95  es  prueba  de  esta 
solicitud  ;  en  él  manda  que  todos,  sacerdotes  y  fieles,  hagan  la  profesión 
de  fe,  los  sacerdotes  dentro  de  un  mes,  los  fieles  siempre  que  vayan  a 
servir  de  padrinos  de  algún  sacramento,  hayan  de  contraer  matrimonio 
o  enseñar  en  escuelas  y  colegios,  para  lo  cual  delega  a  los  sacerdotes 
la  facultad  de  recibirla. 

Hemos  visto  el  estado  lamentable  que  la  guerra  estaba  produciendo 
en  la  República,  sobre  todo  en  el  ramo  de  la  instrucción,  más  vigilado 
por  su  Excelencia  por  ser  el  peor  afectado  por  la  revolución. 

Bien  veía  que  el  Gobierno  no  estaba  en  capacidad  de  atender  a 
tan  urgente  necesidad  ;  le  era  imposible,  porque  antes  debía  atender  a 
pacificar  el  territorio  patrio.  Monseñor  dictó  providencias  para  el  esta- 
blecimiento de  escuelas  privadas  por  cuenta  de  las  parroquias,  mientras 
podía  remediarse  oficialmente  ese  estado  de  cosas.  En  Circular  del  2S 
de  octubre  dispone  que  en  cada  parroquia  se  establezca  inmediatamente 
la  escuela  parroquial,  de  lo  cual  encarga  al  párroco,  secundado  por  los 
vecinos. 

Ni  esta  guerra  civil  de  tres  años  (99  a  903)  pudo  suspender  la  acti- 
vidad apostólica  de  monseñor  Rojas;  pues  durante  ella  y  con  graves 
peligros  por  las  incesantes  guerrillas  de  revolucionarios,  visitó  el  Sur 
de  su  diócesis  sin  darse  momento  de  descanso. 

Esta  asombrosa  actividad  de  monseñor  durante  la  guerra  civil  de 
los  mil  días  ha  sido  reconocida  indistintamente  por  tirios  y  tróvanos. 
Véase  lo  que  nos  transcribe  en  reciente  carta  el  señor  D.  Gabriel  Baha- 
món,  de  Neiva  : 


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"Por  si  Lo  estima  del  caso,  le  transcribo  ;i  continuación  lo  que  Gonzalo  París 
Lozano,  historiador  liberal,  refiere  sobre  el  linio.  Señor  Rojas  en  el  libro  que 
publicó  en  l!t:;7.  titulado  "Guerrilleros  del  Tolima",  en  la  guerra  de  los  mil  días. 
Dice  así:  Por  las  tierras  del  Tolima,  más  vastas  y  silenciosas  cuando  enrojece 
sus  horizontes  la  siniestra  hoguera,  vaga  la  inconfundible  silueta  del  Obispo  don 
Esteban  Rojas.  De  baja  estatura,  robusto,  con  el  habla  llena  del  acento  peculiar 
a  los  hombres  del  Sur.  tiene  unos  ojos  carmelitas  vivos,  fuertes,  de  un  extraño 
mirar.  Cerrado  a  los  halagos  del  bienestar,  insensible  al  miedo  del  sufrimiento, 
lleva  una  vida  de  elevada  austeridad,  sin  que  ésta  alcance  a  domeñar  las  explo- 
siones de  su  temperamento  fuerte  y  enérgico. 

Sin  cuidarse  de  peligros,  sin  concesiones  a  la  fatiga,  estimando  (pie  el  tur- 
bión de  malas  pasiones  desatado  por  la  guerra  lo  obliga  a  cuidar  más  asiduamente 
de  su  grey,  recorre  incansable  esas  extensas  comarcas,  sobre  las  cuales  planea  la 
muerte.  El  más  activo  de  los  guerrilleros  no  demostró  la  fortaleza  de  jinete  que 
caracterizó  al  Obispo  Rojas,  ni  sumó  en  sus  andanzas  las  leguas  que  éste  quemó 
en  sus  correrías.  Desde  los  confines  de  la  tierra  de  los  Andaquíes,  al  Sur.  hasta 
el  río  de  la  Miel,  al  Norte:  desde  los  climas  abrasadores  de  la  orilla  del  Magda- 
lena, hasta  los  fríos  casi  glaciales  de  las  vecindades  de  los  nevados,  el  infatigable 
Obispo  señalaba  una  y  otra  vez  su  presencia.  Convencido,  intransigente,  duro, 
tenía  una  idea  obsesionante  y  la  predicaba  sin  tregua  y  sin  atenuación:  "El  Libe- 
ralismo es  Pecado". 

Hallábase  en  [bagué  cuando  ocurrió  uno  de  los  combates  habidos  allí  en  los 
mil  días.  Montado  en  un  gran  caballo  blanco  acudió  al  lugar  donde  se  desarro- 
llaba la  pelea,  y  con  un  soberano  desprecio  de  las  balas,  con  una  impavidez  que 
sólo  podía  venirle  de  un  profundo  sentimiento  del  deber,  recorría  imperturbable 
la  línea  del  cruce  de  los  fuegos  auxiliando  a  los  heridos  de  uno  y  otro  bando. 

Alguna  vez,  yendo  del  Guamo  para  Ortega,  cayó,  adelante  del  río  Cucuana, 
en  poder  de  una  guerrilla  liberal.  Obligáronlo  a  desmontarse  y  a  seguir  con  ellos 
el  viaje  a  pie.  Llegados  a  la  orilla  del  río  Ortega,  el  jefe  de  la  guerrilla  quiso 
obligarlo  a  (pie  atravesara  también  a  pie  la  caudalosa  corriente,  y  como  el  Obispo 
le  pidiera  tiempo  para  refrescarse  antes  de  lanzarse  al  agua,  el  desalmado  guerri- 
llero descargó  sobre  él  varios  latigazos  y  lo  empujó  río  adentro".  (Páginas  12f>  y 
126).  Taris  Lozano  no  fue  revolucionario  porque  estaba  muy  joven,  y  los  detalles 
que  consigna  en  el  libro  — dice —  "son.  en  mínima  parte  imborrables  recuerdos  de 
la  infancia,  y  en  su  mayor  porción,  los  he  obtenido  de  personas  (pie  militaron  en 
las  fuerzas  de  Tulio  Barón".  Hasta  aquí  la  carta  de  D.  Gabriel  Bahamón. 

Es  indudable  (pío  la  confesión  espontánea,  desinteresada  y  sincera 
de  quien  no  puede  ser  tildado  de  parcialidad,  ni  simpatía  hacia  Monse- 
ñor Hojas,  vale  lanío  o  más  que  si  fuera  hecha  por  uno  de  los  sacerdotes 
que  lo  acompañaron  en  su  infatigable  vida  de  apóstol.  I><»  «pie  el  señor 
París  reconoce  para  los  días  de  la  guerra  se  repitió  diariamente  en  cin- 
cuenta años  de  vida  de  ininterrumpida  actividad. 

Como  lo  vimos  en  la  ".nena  del  85  auxiliando  heridos  en  cuarteles  y 
en  campos  de  batalla,  así  ahora  lo  vemos  también  exponer  su  vida  en  el 
asalto  a  Garzón  por  las  fuerzas  revolucionarias  del  General  Cesáreo 
Pulido,  el  2  de  agosto  de  1902,  día  domingo. 

Su  Excelencia  celebró  muy  temprano  con  el  Dr.  Ismael  Perdomo 
y  ambos  salieron  hacia  los  farallones  que  defienden  la  ciudad  del  lado 
norte,  pues  ya  se  tenía  conocimiento  de  que  desde  la  noche  anterior  se 
había  trabado  una  escaramuza  entre  los  que  marchaban  hacia  la  ciudad 
para  tomarla  y  unos  cuantos  civiles  (pie  habían  podido  organizarse  para 
la  defensa,  aunque  sin  contar  con  armas  ni  pertrechos  suficientes.  En 
lo  más  alto  de  la  colina  (pie  oculta  la  ciudad,  se  reorganizó  la  defensa, 
pero  una  coincidencia  fatal  hizo  ceder  a  los  defensores:  al  abrir  una 


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VISTAS  DE  NATAGA.      EL   SANTUARIO    MAS    POPULAR  DEL  H  U I  LA.   DEDICADO  A 
LA  VIRGEN   DE  LAS   MERCEDES   DESDE  TIEMPO  INMEMORIAL. 


caja  que  se  había  llevado  como  pertrecho,  se  encontró  que  contenía  he- 
rraduras; ante  esa  noticia  se  replegaron  camino  abajo  hacia  la  ciudad. 
Varios  señores  encontraron  a  monseñor,  montado,  que  se  dirigía  hacia 
el  enemigo,  y  trataron  de  disuadirlo,  avisándole  que  era  imposible  la 
resistencia;  él,  sin  atenderlos,  siguió  adelante  en  el  preciso  momento  en 
que  el  abanderado  de  la  revolución,  que  había  sido  alumno  del  Senii 
na  rio  de  Elias,  se  presentaba  con  las  primeras  fuerzas.  Una  descarga 


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(le  los  dos  acompañantes  de  la  bandera  roja  hizo  caer  muerta  en  Tierra 
la  cabalgadura  de  monseñor,  a  quien  milagrosamente  nada  le  pasó.  Le- 
vantóse convencido  de  la  verdad  de  lo  que  acababan  de  decirle,  y  entre 
algunos  amigos  que  acudieron  a  auxiliarlo  bajó  a  pie  para  la  ciudad, 
entre  la  lluvia  de  balas  que  de  todos  lados  levantaban  el  polvo  del  ca- 
mino. Rara  coincidencia  :  en  ese  mismo  sitio  donde  cayó  muerto  el  ca- 
ballo de  monseñor  Rojas,  recibió  el  joven  abanderado,  su  antiguo  dis- 
cípulo, una  herida  mortal  en  el  abdomen.  Conducido  a  la  ciudad,  fue  con 
tesado  y  administrado  por  el  Dr.  Ismael  Perdomo  y  murió  allí,  de  donde 
poco  antes  había  salido  hacia  su  pueblo  natal  para  tomar  las  armas 
en  favor  de  las  fuerzas  rebeldes. 

A  las  nueve  de  la  mañana,  hallándose  el  santo  templo  colmado 
de  señoras  en  la  Santa  Misa,  entraron  las  fuerzas  de  Pulido  a  la  plaza 
principal,  y  tino  de  sus  soldados,  con  la  visible  intención  de  producir 
confusión  en  el  templo,  penetró  en  él  por  la  puerta  falsa  y  disparó  su 
arma  en  el  aire,  interrumpiendo  el  Santo  Sacrificio  que  celebraba  el 
Arcediano  Dr.  Rodulfo  Pérez. 

Muchos  fueron  los  muertos  y  heridos  (pie  quedaron  en  las  inme- 
diaciones y  a  lo  largo  de  las  calles.  Al  día  siguiente  llegaron  del  Norte 
fuerzas  del  Gobierno  y  los  asaltantes  huyeron  en  desbandada  por  las 
montañas  del  Sur,  donde  fueron  presos  en  su  mayor  parte. 

El  General  Pulido,  con  su  Estado  Mayor,  tomó  la  vía  de  Guadalupe, 
por  las  montañas  del  Pescado,  con  tan  mala  suerte  que  tuvo  que  escon 
derse  en  la  maleza  de  la  selva,  donde  fueron  hallados  rendidos  de  can- 
sancio y  exhaustos  de  fuerzas.  Llevados  a  Garzón  y  colocados  en  capilla 
se  dispuso  todo,  para  su  fusilamiento,  pero  el  Excmo.  Señor,  quien  todos 
los  días  decía  o  mandaba  al  Sr.  Perdomo  a  decirles  misa  en  su  prisión 
y  los  exhortaba  a  prepararse  a  la  muerte,  levantó  una  petición  al  Jefe 
Civil  y  Militar,  Dr.  José  Antonio  Gómez,  firmada  por  toda  la  sociedad, 
sin  distingos  políticos,  para  que  no  fuera  ejecutada  la  sentencia  cu 
aquella  ciudad. 

El  Dr.  Gómez  consultó  el  caso  a  Bogotá,  y  obtenida  respuesta  favo 
rabie  a  la  solicitud,  ordenó  la  conducción  de  los  presos  al  Espinal,  donde 
fueron  ejecutados.  Poco  después  se  pacificó  la  República,  pero  quedaron 
en  los  pueblos  las  desastrosas  consecuencias  de  aquella  guerra  :  mise- 
ria, orfandad  y  llanto  por  todas  las  regiones  de  la  Patria.  Monseñor 
tomó  en  sus  hombros  la  empresa  de  reconstrucción  moral  y  material  de 
aquel  desastre:  las  escuelas  cerradas  por  tres  años;  muchos  de  los  locales 
destruidos  por  uno  u  otro  bando;  la  niñez  y  la  juventud  en  el  consi- 
guiente abandono  y  una  multitud  de  hogares  llorando  la  muerte  de 
padres,  esposos  e  hijos,  inmolados  en  el  altar  del  odio  a  la  execrable 
deidad  de  la  venganza.  Fue  entonces  cuando  monseñor  Rojas,  con  lau- 
dable generosidad  y  con  espíritu  público  (pie  nunca  se  le  agradeció  lo 
bastante.  levantó  fondos  en  toda  la  diócesis  con  el  decidido  apoyo  de  su 
clero,  para  construir  locales  para  escuelas  y  colegios,  ofreciéndolos  al 
Gobierno  como  apoyo  a  la  educación  nacional. 

Alarmado  el  Excmo.  Sr.  Arzobispo  de  Bogotá,  Dr.  Dn.  Bernardo 
Herrera  Restrepo,  por  la  prolongación  de  la  guerra  y  por  los  incalcu- 
lables males  sufridos  durante  ella  en  toda  la  nación,  dirigió  a  sus  dio- 
cesanos una  carta  pastoral  invitándolos  a  volver  los  ojos  al  Corazón 
Sacratísimo  de  desús  para  implorar  de  El  la  paz,  haciendo  al  misino 
tiempo  un  voto  o  promesa  solemne  de  consagrarle  la  República,  edifi- 
cando en  su  honor  un  templo  en  la  capital,  y  dedicarle  al  mismo  Sacra 
tísimo  Corazón,  con  el  nombre  de  Templo  del  Voto  Nacional  por  la  paz. 


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Ejercía  por  entonces  La  suprema  autoridad  civil  el  señor  -lose  Manuel 
Marroquín,  como  Vicepresidente  de  Colombia  en  ejercicio  del  poder,  y 
él,  interpretando  en  SU  acendrado  catolicismo  el  sentir  unánime  del  pue- 
blo colombiano,  dictó  el  Decreto  X"  de  18  de  mayo  de  1!)(>2,  por  el 
cual  se  asocia  el  Gobierno  de  Colombia  al  voto  del  Prelado  y  toma  a  sn 
cargo  la  ejecución  de  él  en  la  construcción  del  templo  con  carácter 
de  templo  nacional.  No  hay  qilé  decir  (pie  por  todo  el  ámbito  de  la 
nación  se  dejó  oír  la  voz  de  aplauso  de  los  Prelados  a  esta  iniciativa 
que  llenaba  un  anhelo  general;  de  todas  Las  Diócesis  ofrecieron  ayuda 
pecuniaria  al  proyecto,  y  así  fue  como  vino  a  llevarse  a  cabo  el  cambio 
de  la  pequeña  ermita  construida  al  Sagrado  Corazón  en  la  plaza  de  los 
Mártires  de  Bogotá  por  el  hermosísimo  Templo  del  Voto  Nacional  (pie 
hoy  admiramos  y  en  el  cual  posee  cada  una  de  las  diócesis  de  Colombia 
un  altar,  como  un  voto  de  patriotismo  por  la  paz  desde  entonces  ase- 
gurada en  la  República.  La  construcción  del  templo,  su  ornamentación 
y  cuidado  se  confiaron  por  el  Excmo.  Sr.  Herrera  Restrepo,  en  1912, 
a  la  Congregación  de  Misioneros  del  Corazón  de  María,  en  la  persona 
del  R.  P.  Pueyo  del  Val,  insigne  misionero,  más  tarde  obispo  de  Pasto. 
En  este  templo  se  construirá,  con  el  concurso  del  Gobierno  y  pueblo  co- 
lombiano, el  grandioso  monumento  nacional  a  Cristo  Rey,  (pie  será  el 
complemento  y  la  terminación  del  templo  de  la  paz. 

El  Prelado  había  ordenado  como  uno  de  los  principales  números 
del  programa  del  Jubileo  (pie  se  hicieran  primeras  comuniones  en  las 
parroquias  durante  todo  ese  año,  proporcionando  a  los  fieles  todas  las 
facilidades  posibles  para  «pie  ningún  niño  o  niña  (pie  tuviera  edad  com- 
pétente se  quedara  sin  comulgar,  para  ganar  el  Jubileo.  Todos  los  pá- 
rrocos cumplieron  fielmente  la  insinuación  de  su  obispo.  Tenemos  a  la 
vista  varias  comunicaciones  que  llegaban  a  la  Curia  dando  cuenta  de 
haberse  cumplido  esta  disposición,  tanto  en  las  parroquias  como  en  los 
caseríos.  Consta  en  Nota  del  nueve  de  octubre,  fechada  en  Timaná,  de 
donde  era  párroco,  (pie  el  Pbro.  D.  Pedro  María  Rodríguez  hizo  en  Ti- 
maná y  el  Naranjal  la  simpática  y  alegre  fiesta  de  las  primeras  comu- 
niones del  Jubileo. 

CAPITULO  XVI 

NUEVAS  ORDENACIONES  EN  ELIAS  -  INSTALACION  DEL 
CAPITULO  CATEDRAL  -  CONSAGRACION  DE  LA  DIOCESIS 
AL  SAGRADO  CORAZON  -  FUNDA  EL  ECO  DEL  VATICANO, 
ORGANO  OFICIAL  DE  LA  DIOCESIS. 

Inmediatamente  que  sus  ocupaciones  se  lo  permitieron  se  trasladó 
a  Elias,  su  amado  retirito,  su  querida  Betania,  a  donde  iba  siempre  a 
buscar  descanso  a  sus  fatigas  y  solaz  a  su  alma  de  pastor  con  la  compa- 
ñía de  su  colmenar. 

Traía  la  ilusión  gratísima  de  preparar  por  sí  mismo  el  grupo  de 
alumnos  que  iban  a  ordenarse  en  aquel  año:  cuatro  sacerdotes,  tres 
diáconos  y  ocho  subdiáconos,  cosecha  abundantísima  de  sus  pasadas 
siembras,  que  venía  a  resarcirlo  de  los  desvelos  y  fatigas  anteriores. 

Con  sobra  de  verdad  pudo  más  tarde  (1918),  en  las  Bodas  de  Plata 
del  Colegio,  cantar  con  plectro  de  oro  monseñor  Leiva  Charry: 

Mas,  quiénes  son  aquellos 

que  llegan  revestidos  de  albas  vestes, 

d  ¡  vi  ñamen  te  bell  os 


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como  un  coro  de  espíritus  celestes ? 
Con  vividos  destellos 

la  Cruz  brilla  en  sus  frentes  luminosas, 
luz  de  felicidad  brilla  en  sus  ojos, 
y  en  sus  plantas  que  hirieron  los  abrojos 
hay  una  fresca  floración  de  rosas.... 

Cual  en  azul  y  límpida  mañana 
del  ardoroso  trópico  en  la  zona 
una  banda  de  aves  vuela  ufana 
y  dulces  cantos  al  volar  entona, 
con  variados  colores  peregrinos 
del  viandante  alegra  la  pupila, 
\¡  con  las  áureas  notas  de  sus  trinos 
hace  vibrar  la  atmósfera  tranquila ; 
así  el  coro  lumínico  desfila 
en  armonioso  bando 
tras  de  la  santa  enseña  redentora 
••]'(. /¡lia  Rcgis"  dulce  modulando 
que  e.rtremece  la  atmósfera  sonora. 

Salve  a  vosotros,  salve  a  los  ungidos 
heraldos  de  la  paz:  triunfales  palmas 
lleváis  con  gloria,  oh  mártires  preclaros, 
granos  en  hostias  puras  con  vertidos, 
que  por  Cristo  y  con  Cristo  al  inmolaros 
germináis  en  los  surcos  <le  las  almas! 


Yagan  también  a  coronar  tus  sienes 
mis  notas  de  ent usiastas  parabienes, 
de  gratitud  en  luminoso  engaste 
oh  Sembrador,  que  en  las  repletas  trojes 
el  grano  que  con  lágrimas  sembraste, 
con  exultante  júbilo  recoges. 


Guardemos  los  nombres  de  los  felices  ordenados  que  dieron  a  mon- 
señor en  aquel  dos  de  noviembre  de  !H)2  una  de  las  más  grandes  satis- 
facciones de  su  alma:  ordenar  ministros  de  la  Iglesia,  dispensadores  lit- 
ios dones  divinos  : 

Sacerdotes:  Pedro  .losé  Molina,  Drigelio  Muñoz  y  Juan  Bautista 
( tortés  ( iodos  han  muerto  I  ¡ 

Diáconos:  Teófilo  Vera,  Froilán  Cabrera  y  Julián  Quesada  (murió)  : 

Subdiáconos:  Rafael  Forero,  Sabas  Lara,  Pío  Perdomo  Lara,  Eduar- 
do Guzmán,  Víctor  Félix  Silva,  Daniel  Soto,  silvestre  Vargas  y  Tomás 
Maclas  (murió). 

Cumplida  con  íntima  satisfacción  esa  tarea  tan  grata  a  su  corazón, 
regresó  hacia  el  Norte.  Detúvose  en  Garzón  en  la  instalación  del  Capí- 
tulo Catedral,  nombramiento  de  canónigos,  etc. 

.Mientras  preparaba  dicha  instalación  dirigió  a  los  sacerdotes  la 
Circular  X"  1  de  29  de  noviembre,  para  remitirles  un  ejemplar  de  las 
"Instrucciones  del  Comité  Internacional  del  solemne  Homenaje  a  Je- 
sucristo para  el  jubileo  de  León  XI II"'. 


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IMAGEN  MILAGROSA  DE  LAS  MERCEDES.  VENERADA  EN  EL  SANTUARIO 
DE  NATAGA.  A  DONDE  ACUDEN  ANUALMENTE  MILLARES  DE  PEREGRINOS 
DE  VARIOS  DEPARTAMENTOS  A  DAR  GRACIAS  A  LA  BUENA  MADRE  POR 
FAVORES  RECIBIDOS  E  IMPLORAR  NUEVAS  GRACIAS  EN  LA  FIESTA  DEL 
24  DE  SEPTIEMBRE. 


En  ella  dispone  las  oraciones,  funciones  sagradas,  colectas,  tirinas, 
ofrendas,  etc.,  para  Su  Santidad.  Manda  que  se  celebren  con  especiali- 
dad las  tres  fechas:  20  de  febrero,  3  de  marzo  y  28  de  abril  y  termina 
avisando  (pie  el  Delegado  Apostólico,  al  tener  conocimiento  de  que  el 
señor  obispo  tenía  el  proyecto  de  ir  a  Roma  en  tan  propicia  ocasión  a 
cumplir  su  Visita  (id  Limina,  le  exige  "(pie  esté  en  Roma  el  27  de  abril, 
en  representación  del  Episcopado  colombiano,  y  en  compañía  del  Reve- 
rendísimo señor  Perdomo,  futuro  Obispo  de  Ibagué,  que  va  a  consa- 
grarse. Termina  agradeciendo  por  conducto  de  los  párrocos  las  limosnas 
muy  generosas  (pie  los  fieles  han  enviado  para  los  Seminarios,  "las 
cuales  ciertamente  han  sobrepujado  mucho  mis  esperanzas". 

Preparado  todo  convenientemente  para  la  instalación  de  su  Capí- 
tulo Catedralicio,  dictó  el  Decreto  N°  5  de  30  de  noviembre,  por  el  cual 
erige  el  Capítulo  en  la  siguiente  forma: 

Dos  Dignidades,  Deán  y  Arcediano; 

Cuatro  Canonicatos,  Teologal.  Penitenciario.  Magistral  y  Doctoral,  y 
Cuatro  Capellanías. 

En  cuanto  sea  posible  todo  este  Clero  tendrá  vida  y  mesa  común. 
Pone  el  Capítulo  bajo  la  protección  de  San  Carlos  Borromeo  como  Pa- 
trono y  manda  (pie  su  imagen  se  coloque  en  el  lugar  más  digno  de  la 
Sala  Capitular  y  se  le  invoque  en  las  sesiones. - 

Por  medio  de  Decreto  N°  0,  de  la  misma  fecha,  llena  cuatro  de  los 
asientos  del  Capítulo  con  el  siguiente  personal: 

Arcediano,  Parménides  Velasco;  Penitenciario.  Pino.  Rodolfo  Pérez: 
Teólogo,  Pbro.  Pedro  María  Rodríguez,  y  Magistral,  Pbro.  Hipólito 
Macías. 

El  día  8  de  diciembre,  en  la  solemnísima  fiesta  de  la  Inmaculada, 
se  cantó  por  primera  vez  la  Misa  Conventual  de  los  Canónigos  en  la  Ca- 
tedral de  (¡arzón.  Esta  Misa,  por  orden  del  Prelado  se  seguirá  aplicando 
por  todos  los  benefactores  de  la  Diócesis  presentes,  pasados  y  futuros. 

Poco  después  hubo  de  reformar  dicho  Capítulo  y  nombró  Arcediano 
al  Pbro.  Rodulfo  Pérez;  Canónigo,  Cayetano  (Jarcia;  Capellanes.  .losé 
Pufino  Macías  y  desús  María  Mera. 

No  podía  monseñor  resistir  por  más  tiempo  el  impulso  de  su  devo- 
ción al  Sagrado  Corazón  de  desús  sin  consagrarle  su  nueva  diócesis, 
romo  ]o  había  hecho  con  la  del  Tolima,  como  la  mejor  prenda  de  ben- 
diciones celestiales.  Empezó  a  preparar  los  ánimos  para  que  dicha  con 
sagración  se  hiciera  el  primero  de  enero  siguiente,  y  a  este  fin  dicto 
el  12  de  diciembre  el  Decreto  N°  7,  por  el  cual  se  consagra  la  nueva 
diócesis  al  Sagrado  Corazón  de  desús  y  se  ordena  que  lo  hagan  todas 
las  parroquias  «pie  aún  no  estén  consagradas  y  lo  renueven  las  que  lo 
hayan  sido  anteriormente.  Manda  (pie  los  párrocos  inviten  de  manera 
especial  a  las  autoridades  civiles  para  (pie  el  1"  de  enero  de  903  se 
celebre  una  Misa  solemne  con  el  Santísimo  Sacramento  y  se  liaga  la 
consagración  de  las  parroquias  y  municipios  al  Sagrado  Corazón. 

Preparadas  convenientemente  tanto  la  Sede  Episcopal  como  las 
demás  parroquias  para  el  acto  solemne  mandado  por  el  Prelado  quedó 
definitiva  y  oficialmente  consagrada  la  diócesis  con  sus  parroquias,  mu- 
nicipios y  caseríos  al  Sagrado  Corazón  de  desús,  cumpliéndose  así  uno 
de  los  más  vehementes  anhelos  del  Prelado.  En  su  Iglesia  Catedral  pre- 
sidió él  mismo  este  acto  y  asistieron  a  él  todas  las  autoridades  civiles. 
Prefecto  de  la  Provincia,  alcalde  y  Concejo  Municipal,  Jueces  del  en- 
cuito. Personen),  Comandantes  del  Ejército  y  de  la  Policía,  con  extraor- 
dinario concurso  de  fieles  que  oyeron  entusiasmados  la  palabra  infla- 


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mada  de  amor  con  que  el  señor  obispo  explicó  en  ta  -Misa  el  alcance  y 
significado  del  acto  de  la  consagración,  invitando  a  todos  a  asistir  a 
las  Cuarenta  lloras,  que  empezarían  ese  mismo  día  con  las  vísperas  de 
La  noche,  en  acción  de  gracias  por  los  beneficios  otorgados  por  Dios  a 
La  diócesis  y  a  La  Patria,  especialmente  por  la  cesación  de  La  guerra. 

Del  2  al  (i  de  enero  se  celebraron  las  Cuarenta  lloras  en  La  Catedral, 
terminándolas  con  la  fiesta  de  los  Santos  Reyes  y  ese  misino  día  empe- 
zaron las  de  la  capital  del  Departamento. 

liemos  visto  antes  la  preocupación  de  monseñor  para  comunicarse 
frecuentemente  con  sus  sacerdotes  y  fieles  en  cumplimiento  de  su  deli- 
cado cargo  de  Pastor,  y  cómo  al  ser  nombrado  obispo  del  Tolima  fundó 
inmediatamente  la  Revista  La  Iglesia  del  Tolima  como  órgano  de  comu- 
nicación oficial. 

Lo  misino  se  proponía  hacer  en  su  nueva  diócesis  de  Garzón,  aun- 
que las  circunstancias  difíciles  de  la  guerra  se  lo  habían  impedido. 
Rara  ello  adquirió,  por  cuenta  de  la  diócesis,  una  pequeña  imprenta, 
preocupación  que  lo  dominó  desde  párroco,  según  lo  vimos  atrás  en  la 
relación  del  Padre  Curt,  y  en  ella  se  imprimió  el  primer  número  de  la 
nueva  revista  diocesana  de  Garzón,  que  aún  existe,  con  el  nombre  muy 
bien  pensado  de  Eco  del  Vaticano,  porque  ella  no  podía  ser  otra  cosa 
que  un  fiel  receptor  de  las  ondas  sonoras  emanadas  de  Roma  para 
transmitirlas  a  la  diócesis.  Encabeza  el  primer  número  con  la  Circular 
N°  U,  que  es  como  programa  de  lo  que  será  la  revista  "que  tiene  como 
fin  principal  facilitar  la  comunicación  indispensable  del  Prelado  con 
el  Clero  y  con  los  fieles,  y,  como  su  nombre  lo  indica,  hacer  oír  en  todo 
este  pequeño  rebaño  las  voces  del  Supremo  Pastor ;  y  como  fin  secun- 
dario el  servir  de  repertorio  perpetuo  de  la  diócesis,  para  conservar  el 
recuerdo  de  todo  lo  principal  que  en  ella  sucede". 

El  día  6  de  enero  en  la  Misa  Pontifical  de  terminación  de  las  Cua- 
renta Horas,  ordenó  de  sacerdote  al  joven  diácono  Jesús  María  Mera, 
de  raza  negra,  oriundo  del  Cauca,  de  donde  vino  a  hacer  sus  estudios 
en  el  Seminario  de  Garzón. 

El  día  primero  de  enero  había  dado  el  Prelado,  a  falta  de  Pastoral 
de  Cuaresma,  un  Decreto  marcado  con  el  N°  8,  por  el  cual  promulga  el 
indulto  para  la  Cuaresma  y  manda  a  los  sacerdotes  instruir  a  los  fieles 
en  la  ley  del  ayuno,  pero  lo  hace  con  tan  nimias  particularidades,  que 
vale  la  pena  de  apreciar  el  escrúpulo  que  tenía  monseñor  en  que  las 
leyes  de  la  Iglesia  fueran  observadas  en  su  diócesis  de  una  manera  lo 
más  perfecta  en  el  alcance  de  los  fieles.  Veamos  una  muestra  : 

"4 — Que  minea  se  excusen  (los  párrocos)  de  tomarse  el  trabajo  de  investigar 
el  verdadero  estado  de  capacidad  o  incapacidad  de  cada  uno  de  los  fieles,  para 
observar  los  días  exceptuados :  averigüen  si  han  hecho  el  experimento  de  ayuno 
sin  abstinencia,  abstinencia  sin  ayuno  o  ambas  cosas  reunidas:  de  (pié  modo  han 
hecho  tales  experimentos,  pues  suelen  ellos  reputarse  incapaces  por  debilidad,  poí- 
no haber  podido  ayunar  a  pan  y  agua,  o  de  otros  modos  rigurosos  a  que  no  están 
obligados.  Por  esta  paciente  investigación  podrán  los  sacerdotes  conocer  de  qué 
parte  del  precepto  son  capaces  los  fieles....  para  dispensar  de  todo  el  ayuno  o 
abstinencia  en  todo  el  año,  o  ya  para  dispensar  en  parte". 

No  creemos  que  obispo  alguno  haya  descendido  a  detalles  tan  dis- 
criminados para  la  instrucción  de  sus  ovejas. 


—  203  — 


CAPITULO  XVII 


ELECCION  DE  MONSEÑOR  PERDOMO  -  VIAJAN  AMBOS  A 
ROMA  -  JUBILEO  DE  S.  S.  LEON  XIII  -  REPRESENTACION 
QUE  LLEVAN  -  CONSAGRACION  DE  MONSEÑOR  PERDO- 
MO -  REGRESO  -  SORPRESA  DEL  CAPITAN  DEL  BARCO  Y 
PREGUNTA  A  MONSEÑOR  PERDOMO  -  RESPUESTA  DE 
ESTE  -  SU  POSESION  COMO  OBISPO  DE  IB  AGÜE  -  VISITA 
PASTORAL  DE  MONSEÑOR  ROJAS  -  ULTIMAS  ACTIVIDA- 
DES DE  903. 

Consagrada  su  diócesis  al  Sagrado  Corazón,  instalado  el  Capítulo, 
promulgado  el  indulto  del  ayuno  pava  aquel  año,  ordenado  el  Pbrb. 
Mera,  al  cual  nombró  capellán  de  dicho  capítulo,  procedió  monseñor  á 
preparar  su  viaje  a  Roma,  como  vimos  antes  que  se  lo  había  exigido 
el  delegado  en  Bogotá.  Partió  a  Xeiva  con  el  T'bro.  Ismael  Perdomo,  a 
quien  llevaba  de  compañero  para  ser  consagrado  obispo  de  Ibagué.  Sa- 
lieron de  Neiva  el  22  de  enero  de  903  para  Bogotá,  en  donde  monseñor 
Sabatucci,  Delegado  Apostólico,  y  monseñor  Herrera  Restrepo.  Arzo- 
bispo de  Bogotá,  les  confiaron  la  honrosa  misión  de  representar  el  Epis- 
copado colombiano,  y  llevar  las  adhesiones  y  obsequios  de  las  diversas 
diócesis  a  S.  S.  León  XIII. 

Lo  mismo  hizo  el  Gobierno  de  Colombia,  representado  por  el  señor 
llarroquín,  quien  entregó  a  monseñor  Rojas  diez  hermosísimas  esmeral- 
das de  Muzo,  de  gran  tamaño,  para  que  fueran  presentadas  a  Su  Santi- 
dad a  nombre  del  Gobierno  y  pueblo  colombianos. 

Llevaron  en  esta  ocasión,  como  compañeros  de  viaje,  a  Luis  Calixto 
y  Onías  Leiva,  Rafael  Cuervo,  de  Altamira,  Luis  Felipe  Buenaventura, 
de  Ibagué,  y  Relisario  Monroy,  familiar  de  monseñor  Rojas. 

El  26  de  abril  fueron  recibidos  en  audiencia  por  S.  S.  León  XIII. 
acompañados  por  los  alumnos  colombianos  del  Pío  Latino,  Carlos  Ovies. 
Agustín  Rodríguez,  .losé  Ignacio  Silva,  los  jóvenes  salesianos  Rodríguez 
y  Heredia  y  el  joven  Agustín  Glen,  diácono  de  Bárranquilla,  cuyo  padre 
estaba  presente  en  la  audiencia  con  otros  colombianos. 

Para  (pie  no  quede  olvidado  este  acto  trascendental  para  la  dióce- 
sis, como  también  a  modo  de  información  de  lo  (pie  es  una  Audiencia 
de  Su  San!  ¡dad.  damos  copia  de  una  parte  de  la  Nota  oficial  (pie  el 
señor  obispo  dirigió  desde  Poma  el  1"  de  mayo  a  monseñor  Antonio 
Vico,  Delegado  en  Colombia,  para  informarlo  del  cumplimiento  de  su 
comel  ido : 

"Kl  domingo  2(1  del  citado  abril  obtuve  una  audiencia  para  los  dos.  nosotros,  el 
señor  l'erdomo  y  yo.  y  para  varios  otros  colombianos  presentes  en  Roma,  inclusos 
dos  estudiantes  Salesianos  y  nueve  alumnos  de  este  Colegio  (1). 

Incluyo  copla  de  la  traducción  de  la  nota  «pie  con  esa  ocasión  dirigí  al  Santo 
Padre  y  de  la  respectiva  respuesta. 

La  audiencia  tuvo  lugar  a  las  once  y  media.  Después  de  haberme  postrado  y 
besado  el  pie  y  la  mano  de  Su  Santidad,  le  manifesté  la  entrega  «pie  había  hecho 
al  Cardenal  Hampolla  de  las  diez  esmeraldas  con  (pie  el  Gobierno  de  Colombia 
honraba  a  Su  Santidad  con  ocasión  de  su  Jubileo:  el  Santo  Padre  dio  a  entender 
que  ya  tenía  noticia  de  ello  y  se  manifestó  muy  complacido.  Al  manifestarle  (pie 
veníamos  en  nombre  del  Kpiscopado  colombiano  y  al  entregarle  las  adhesiones  del 
Gobierno  y  de  los  prelados  y  fieles.  Su  Santidad  manifestó  su  agradecimiento  y 
dijo  (pie  había  recibido  muchas  felicitaciones  por  el  Jubileo,  las  cuales  Kl  no  re- 
di listos  eran:  Esteban  Cardona  y  Benjamín  Belalcásar,  sacerdotes;  Teodoro  Rosas, 
diácono;  ('arlos  Ovles,  José  Ignacio  silva.  Agustín  Rodríguez,  Rafael  Cuervo.  Luis  Calixto 
Leiva  y  laiis  Felipe  Buenaventura.  Los  demás  eran  «los  jóvenes.  Rodríguez  y  Heredia.  Sa- 
lesianos: Agustín  Glen,  Beliüarlo  Monroy  y  .lose  Onías  Leiva. 


—  204  — 


feria  a  su  propia  persona,  la  cual  no  valia  nada,  sino  ;i  Pedro,  Principe  de  los 
Apóstoles»  y  ¡i  Jesucristo,  fnndndor  de  l¡i  Iglesia,  y  de  quien  Kl  es  Vicario.  Al 
entregarle  lOS  donativos  de  los  fieles  de  mi  Diócesis  y  hacerle  presente  su  poco 
valor,  Su  Santidad  dijo  une  cualquier  cosa  que  le  enviaran  la  aceptaba  y  agrade 
cía:  me  preguntó  el  nombre  de  mi  Diócesis,  y  al  recordarle  la  división  que  Kl 
misino  había  hecho  de  ella  en  dos.  Su  Santidad  recordó  que  eso  era  cena  de 
Bogotá  y  mencionó  el  cambio  introducido  en  Colombia  en  la  Jerarquía  con  la  nueva 
división  eclesiástica  del  territorio;  y  al  presentarle  al  señor  Perdomo  como  obispo 
de  la  Diócesis  de  Ibagué,  Su  Santidad  le  tendió  la  mano  con  afecto,  manifestó 
que  se  alegraba  por  su  nombramiento  y  le  felicitó  por  su  dignidad  de  que  iba  a 
ser  investido.  Habiéndose  transcurrido  ya  en  todo  esto  unos  diez  minutos  y  siendo 
tiempo  de  retirarnos,  fuimos  todos  admitidos  a  besarle  la  mano  y  entonces  con- 
cedió las  gracias  que  le  pidieron,  ;i  saber:  la  bendición  (pie  le  pidieron  los  dos 
Salesianos  para  toda  su  Congregación  y  principalmente  para  sus  miembros  colom- 
bianos y  más  aún  para  los  que  cuidan  los  leprosos  y  para  los  leprosos  mismos:  la 
(pie  le  pidió  el  joven  diácono  Teodoro  Rosas  para  su  futuro  ministerio:  la  que 
solicitó  para  su  Diócesis  de  Antioqnia  el  sacerdote  Esteban  Cardona,  y  la  que 
pidió  el  señor  Cien,  de  Rarranquilla.  para  su  hijo  Agustín,  (pie  será  ordenado 
sacerdote  muy  próximamente.  Hizo  el  Santo  Padre  algunas  caricias  a  los  tres 
alumnos  más  pequeños,  de  los  tolimenses  que  habían  llegado  a  Roma  en  nuestra 
compañía  y  los  alabó  diciéndóles  que  eran  muy  buenos,  hecho  lo  cual  se  retiraron 
ellos  con  todos  los  demás  compañeros.  Antes  de  hacerlo  yo  mismo,  pedí  al  Santo 
Padre  una  bendición  especia lí sima  para  el  Gobierno  y  para  todo  el  orden  civil  y 
político  de  mi  Patria  y  para  el  Colegio  Pío  Catino  Americano;  Su  Santidad  mani- 
festó satisfacción  por  haberse  restablecido  ya  la  paz  en  Colombia  y  se  dignó  ben- 
decirme con  la  fórmula  acostumbrada  líenedictio  Dei,  etc..  añadiendo  (pie  con  eso 
se  proponía  dar  su  bendición  no  sólo  para  lo  (pie  yo  había  pedido  sino  para  todos, 
per  tutii.  dando  a  entender  que  quería  no  sólo  conceder  todas  las  bendiciones  que 
le  habíamos  pedido  expresamente,  sino  también  satisfacer  todo  lo  que  nosotros 
deseábamos  y  que  acaso  no  habíamos  podido  expresar.  En  seguida  me  retiré  tam- 
bién yo  con  el  alma  llena  de  una  satisfacción  que  creo  es  de  las  más  grandes  que 
pueden  experimentarse  en  esta  vida. 

Xos  dirigimos  luego  a  saludar  al  Eminentísimo  Cardenal  Rampolla,  y  después 
a  hacer  una  Visita  a  la  Basílica  de* San  Pedro,  en  acción  de  gracias  por  el  favor 
que  acabábamos  de  recibir  y  cuyo  recuerdo  nos  acompaña  incesantemente". 

Los  preparativos  de  la  Consagración  de  monseñor  Perdomo,  que  el 
señor  Rojas  tomó  como  cosa  propia,  y  las  ocupaciones  de  la  Visita  <td 
lámina  entretuvieron  la  atención  de  monseñor  los  meses  de  abril  y  mayo 
y  parte  de  junio.  El  día  1!),  fiesta  del  Sagrado  Corazón,  fue  consagrado 
monseñor  Perdomo  en  la  Capilla  del  Colegio  Pío  Latino  Americano  por 
el  Exento.  Cardenal  (Jotti. 

Después  de  la  Consagración  regresaron  ambos  a  España  por  dis- 
tinta vía:  monseñor  Hojas  por  tierra  para  visitar  en  Lourdes  a  su  Madre 
y  Protectora,  y  monseñor  Perdomo  por  mar,  con  tan  mala  suerte  ([tic 
naufragó  entre  Genova  y  Marsella  y  fue  sacado  a  esta  última  ciudad 
con  otros  náufragos  en  una  pequeña  embarcación.  Se  juntaron  en  Es- 
paña y  regresaron  a  Colombia.  En  la  travesía  preocupó  mucho  al  Ma- 
yordomo del  barco  la  actitud  pensativa  y  continuamente  preocupada  de 
monseñor  Hojas,  y  acercándose  a  monseñor  Perdomo.  lo  interrogó: 
— ¿Quién  es  y  qué  tiene  este  señor  obispo,  que  le  noto  alguna  preocupa- 
ción muy  honda?  Y  el  señor  Perdomo  le  contestó:  — Ese  es  el  obispo  de 
Garzón,  en  Colombia,  y  lo  (pie  tiene  es  "la  obsesión  de  la  gloria  de  Dios 
y  de  la  salvación  de  las  almas**.  Era  la  verdad,  que  a  lodos  los  (pie  no 


—  205  — 


conocían  al  señor  Rojas  les  llamaba  Inertemente  la  atención  su  modo 
de  ser  y  de  tratarse;  nada  le  preocupaba,  como  no  fuera  relativo  a  la 
gloria  de  Dios,  al  negocio  de  la  salvación  propia  y  ajena  y  a  la  adminis- 
tración de  su  diócesis. 

Después  de  salidos  de  Roma  falleció  S.  S.  León  XIII,  y  fue  ele- 
gido Pío  X;  en  La  Habana  pusiéronle  los  dos  obispos  el  siguiente  cable: 

"Agosto  4 — ?903 — Pío  X — Felicitaciones.  Votos  obediencia — Obispos  Colombianos 
Garzón,  Ibagué". 

FA  Cardenal  Secretario  Merry  del  Val!  contestó: 

"Roma  12 — Obispos  (¡arzón.  Ibagué — Habana-*-Sn  Santidad  agradece  felicita- 
ciones, bendice  Obispos  colombianos  que  regresan  a  sns  Diócesis". 

Llegados  a  Puerto  Colombia  en  agosto  de  !)().">,  subieron  por  el  Mag- 
dalena basta  Honda.  Va  en  la  diócesis  de  Ibagué,  el  señor  Rojas  dijo 
a  monseñor  Perdomo:  "Bueno,  aquí  me  descargo  de  este  pedazo  de  dió- 
cesis; tome  posesión  de  ella".  En  efecto,  el  día  2b  del  mismo  mes  de 
agosto,  ante  los  testigos  R.  P.  Eugenio  Morón  y  Pbro.  Juan  de  Dios  Jara- 
millo,  Vicario  General,  dio  posesión  con  los  respectivos  ritos  canónicos 
a  monseñor  Ismael  Peí  domo  P>.,  como  primer  obispo  de  la  diócesis,  en- 
tregándole .'51  sacerdotes  seculares  y  el  Seminario  de  Ibagué  ya  estable- 
cido, como  vimos  antes. 

ACTA  DE  POSESION  DE  MONSEÑOR  PERDOMO 

"En  la  parroquia  de  San  Bartolomé  de  Monda,  a  veintiséis  de  agosto  de  mil 
novecientos  tres  :  Xos  los  infranscritos  Esteban  Rojas.  Obispo  de  Garzón  y  Admi- 
nistrador Apostólico  de  Ibagué,  e  Ismael  I'erdomo.  nombrado  Obispo  de  Ibagué 
por  Breve  de  ocho  de  junio  de  este  mismo  año:  nos  reunimos  con  el  objeto  de  dar 
el  primero  al  segundo  posesión  legítima  y  canónica  del  Gobierno  de  la  dicha  Dió- 
cesis de  Ibagué. 

Con  tal  objeto,  ante  los  testigos  R.  1'.  Eugenio  Morón  y  l'bro.  I).  Juan  de 
Oíos  Jaramillo  se  dio  lectura  al  expresado  Breve,  que  principia  :  "Apostolatus  Of- 
ficium",  en  cuya  virtud  el  ya  dicho  Administrador  Apostólico  de  Ibagué  declaró 
al  Ilustrísimo  Señor  I'erdomo  en  posesión  de  la  legítima  autoridad  y  Gobierno 
sobre  la  dicha  Diócesis  de  Ibagué  y  sobre  todos  sus  subditos  y  cosas  al  tenor  del 
Decreto  Consistorial  de  su  erección:  declarando  además  (pie  son  sus  domiciliarios 
y  por  consiguiente  sujetos  ¡i  la  episcopal  autoridad  del  Obispo  de  Ibagué  los  sa- 
cerdotes seculares  siguientes:  Máximo  Luna,  francisco  Delgado.  Neftalí  Lozano. 
Rafael  Pareja.  Dionisio  Navarro,  Belisario  Herrera,  Jorge  Tricot.  Leopoldo  Blanco. 
Marcelino  Toro.  Lorenzo  Rubio,  Leoncio  Chinchilla.  Manuel  Suárez,  José  Justo 
Villar,  Joaquín  M.  Gamboa,  Demetrio  Cuque,  Fausto  I'erdomo.  Bartolomé  Pérez, 
Juan  Bautista  Misas,  Juan  Francisco  Hurtado.  Juan  de  Dios  Jaramillo.  Ileliodoro 
I'erdomo.  Zabulón  Hoyos.  Angel  María  Melgui/.o.  Jesús  María  Res  trepo,  Antonio 
Hartmanu.  Tomás  (¡allego.  Rómulo  Madrid,  Francisco  Antonio  González,  Pedro 
León  Navarro  y  Patrocinio  rejarano. 

Kn  fé  de  lo  cual  firmamos  la  presente  acta. 

•j-  ESTEBAN,  obispo  de  Garzón. — f  ISMAEL,  Obispo  de  Ibagué. 
Testigo.  Eugenio  Morón, — Testigo,  Juan  de  Dios  Jaramillo. 


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MONSEÑOR   JOSE   IGNACIO   LOPEZ.    PRIMER   SUCESOR  DEL  SEÑOR   ROJAS,    DE  QUIEN 
LA   DIOCESIS   RECIBE   FUERTE   IMPULSO   DE   PROGRESO  ESPIRITUAL. 

Honda,  agostp  28  de  1908. — Testifico  que  el  Pbro.  Juan  Nepomuceno  Paria  es 
también  domiciliario  de  esta  Diócesis  de  Ibagué,  y  que  su  nombre  se  omitió  en 
la  enumeración  anterior  por  olvido,  por  causa  de  estar  dicho  sacerdote  ausente 
de  la  Diócesis  desde  el  año  de  1897. 

y  ESTEBAN,  Obispo  de  Garzón". 


—  207  — 


Solamente  Las  personas  que  conocieron  la  acrisolada  virtud  de  mon- 
señor Rojas,  su  ardiente  celo  por  la  gloria  de  Dios  y  la  sed  que  lo  devoró 
toda  su  vida  por  hacer  bien  a  las  almas,  pueden  explicarse  este  fenó- 
meno: un  obispo  que  sólo  lleva  cinco  años  al  trente  de  su  grey,  a  quien 
todos  admiran  y  secundan,  joven  en  edad  y  ya  cargado  de  méritos,  pide 
él  mismo  que  dividan  su  rebaño  para  (pie  las  almas  sean  mejor  atendi- 
das, para  que  se  aumente  el  culto  a  Dios  y  se  facilite  a  todos  la  salva- 
ción eterna.  Fenómeno  sí,  pero  fenómeno  sobrenatural  producido  por  las 
fuerzas  ocultas  de  una  gran  potencia  de  virtud. 

Alcanzado  su  anhelo  procura  que  la  parte  que  va  a  entregar  despren- 
diéndose de  ella  como  pastor,  quede  al  cuidado  de  otro  corazón  forjado 
en  el  molde  de  la  más  austera  virtud,  dotado  de  cualidades  inapreciables 
y  lleno  del  espíritu  de  Dios.  Bien  puede  decirse  que  él  mismo  había  sido 
el  modelador  de  la  vocación  sacerdotal  de  aquel  a  quien  presentaba  a  la 
Santa  Sede  como  candidato  a  la  Mitra  de  Ibagué,  el  Pbro.  Dr.  Dn.  Ismael 
Perdomo,  hijo  de  Gigante,  en  el  antiguo  Tolinia,  de  hidalga  sangre  y  de 
timbres  proceros. 

Su  Santidad  León  XIII.  quien  conocía  a  ambos  y  sentía  singular 
estimación  a  Rojitas,  a  quien  apreciaba  en  todo  su  valor,  comprendió 
el  acierro  en  la  elecciém  de  candidato  y  descargó  sobre  los  robustos 
hombros  del  señor  Perdomo  la  carga  (pie  quitaba  al  obispo  del  Tolima. 

Antes  de  separarse  dejó,  dice  monseñor  Rodríguez,  "organizada  y 
provista  la  diócesis  de  Ibagué  con  casa  episcopal,  seminario,  algunos 
enseres  sagrados,  clero  bien  distribuido,  y  recibió  para  su  gobierno  la 
nueva  diócesis  de  Garzón,  en  cuya  organización,  desarrollo  y  régimen 
llegó  hasta  los  mínimos  detalles  canónicos  para  ponerla  en  la  marcha 
ordenada  de  las  mejores  circunscripciones  eclesiásticas.  Catedral,  curia, 
seminarios,  administración  parroquial,  templos,  rentas,  imprenta  y  pe- 
riódicos diocesanos,  cartas  pastorales  y  comunicaciones  oficiales,  biblio- 
teca. Sínodo,  todo  fue  estrictamente  dispuesto  y  ordenado  cual  la  casa 
y  posesiones  de  un  sabio  padre  de  familias".  (.Monseñor  Rodríguez:  Ora- 
ción fúnebre). 

La  apreciación  de  monseñor  Rodríguez,  como  de  persona  (pie  conoció 
íntimamente  a  monseñor  Rojas,  por  haber  sido  su  asiduo  colaborador 
en  el  gobierno  y  organización  de  la  diócesis,  vale  por  toda  una  biografía. 
Ambos  huilenses,  vinculados  a  esa  tierra  querida  con  la  soldadura  de 
la  sangre  y  del  alecto,  lucharon  juntos  para  hacer  de  la  diócesis  de 
(¡arzón  una  de  "las  mejores  circunscripciones  eclesiásticas". 

Vaya  para  monseñor  Rodríguez  la  gratitud  y  cariño  de  sus  conté 
míneos  y  una  muy  especial  y  sincera  de  los  sacerdotes  que  de  él  reci- 
bimos, como  alumnos  suyos,  luces  y  consejos,  dirección  y  ejemplo. 

Separadas  las  diócesis  y  puesta  la  de  Ibagué  por  el  señor  Rojas  en 
manos  de  su  nuevo  pastor,  el  Excmo.  Sr.  Dn.  Ismael  Perdomo,  a  quien 
dio  posesión  de  ella  en  la  forma  que  dejamos  relatada  antes,  se  dedicó 
monseñor  Rojas  a  la  organización  de  la  de  Garzón,  (pie  le  tocó  en  suerte 
por  voluntad  de  Su  Santidad. 

Posesionado  monseñor  Perdomo  y  vuelto  monseñor  Pojas  al  terri- 
torio de  su  diócesis  de  Garzón,  emprendió  visita  pastoral  en  Aipe,  Villa- 
vieja,  Baraya,  Colombia  y  demás  pueblos  del  norte  en  los  meses  de  sep- 
tiembre y  parte  de  octubre;  durante  ella  recibió  el  Decreto  de  Su  San 
tidad  León  XIII,  por  el  cual  concede  a  Colombia  un  Jubileo  extraordi- 
nario e  inmediatamente  lo  avisó  asi  a  las  parroquias  por  medio  de  un 
telegrama  circular,  mientras  llegaba  a  la  Capital  Diocesana. 


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Ya  eu  Garzón,  dictó,  el  28  de  octubre,  el  Decreto  X9  10,  por  el 
cual  promulga  el  (lian  Jubileo  extraordinario  y  ordena  de  la  manera 
más  minuciosa,  cómo  debe  ser  ganado  y  qué  obras  están  prescritas  para 
ello,  señalando  al  mismo  tiempo  las  iglesias  y  capillas  que  deben  ser 
\  [sitadas  para  ganarlo.  Recuerda  a  los  diocesanos  el  entrañable  amor 
que  León  XIII  profesó  siempre  a  nuestra  patria  y  cómo  la  probó  hasta 
el  fin,  pues  diez  días  antes  de  su  muerte  concedía  esta  gracia  extraordi- 
naria, tal  vez  en  el  último  acto  oficial  de  su  glorioso  Pontificado. 

En  confirmación  de  este  aserto  de  monseñor  Rojas  podemos  citar 
las  cortas  y  sintéticas  palabras  con  que  el  maestro  del  decir,  monseñor 
Carrasquilla,  aseguraba  lo  mismo  en  la  oración  fúnebre  del  gran  Pon- 
tífice: "León  XIII  nunca  se  ha  olvidado  de  nosotros;  y  cinco  diócesis 
nuevas,  tres  arquidiócesis,  un  vicariato  apostólico,  y  el  título,  raías  veces 
concedido,  y  los  honores  de  Primado  de  Colombia  otorgados  al  arzobispo 
de  Bogotá,  son  muestras  de  su  dilección  a  esta  república,  descarriada  a 
veces,  pero  católica  hasta  el  alma". 

El  1°  de  noviembre  firmó  el  prelado  con  todo  su  clero  una  muy  sen- 
tida adhesión  a  su  santidad  Pío  X,  sucesor  de  León  XIII,  "en  quien 
reconocemos  y  acatamos  al  mismo  León  XIII,  al  mismo  Pío  IX,  al  mismo 
San  Pedro,  al  mismo  Cristo".  Firman  la  adhesión  los  sacerdotes  y  los 
alumnos  del  seminario  mayor  en  Garzón  el  l9  de  noviembre,  y  en  Elias 
el  22  del  mismo  mes,  en  la  visita  pastoral  que  el  prelado  estaba  practi- 
cando en  el  sur  y  que  era  la  segunda  a  su  nueva  diócesis  de  Garzón. 

En  Timaná  firmó,  el  8  de  noviembre,  la  Circular  X9  8,  sobre  el  50° 
aniversario  de  la  Inmaculada,  que  debía  celebrarse  el  8  de  diciembre  de 
!)04.  Con  un  año  de  anticipación  desea  el  señor  obispo  que  se  empiecen 
los  preparativos  para  la  magna  fiesta  de  la  Virgen,  y  al  efecto  deter- 
mina que  en  la  fiesta  de  903  se  haga  lo  posible  para  obsequiar  a  la  Pa- 
trona  de  la  diócesis  de  la  mejor  manera  y  sugiere  que  se  haga,  como  en 
Timaná  y  Altamira,  un  obsequio  particular  a  Ella,  dedicándole  un  im- 
pulso especial  durante  el  año  a  las  obras  de  la  instrucción  pública,  ini- 
ciadas por  el  prelado. 

Para  el  año  de  904  había  sido  nombrado  Rector  del  Seminario  Mayor 
el  Dr.  Pedro  M.  Rodríguez  y  Mee-rector  el  Pbro.  Octavio  Hernández 
Riaño :  Rector  del  Menor,  Pbro.  Anselmo  España ;  tesorero  general  de  la 
diócesis,  Pbro.  Manuel  E.  Paredes;  síndico  del  seminario  y  párroco  de 
Elias  el  padre  Teófilo  Castro  y  canónigo  doctoral,  el  Pbro.  José  Rufino 
Macías. 

Es  de  todo  punto  imposible  al  compilador  de  estos  datos  en  la  vida 
admirable  de  este  Varón  excepcional  relatar  todos  y  cada  uno  de  los 
actos  multiplicadísimos  de  celo,  de  previsión,  de  solicitud  constante  por 
el  cuidado  de  las  almas. 

Parécenos  esta  solicitud  tan  acuciosa  y  sostenida  de  modo  invero- 
símil, a  lo  que  pinta  la  simpática  fábula  de  la  gallina  que  criaba  simul- 
táneamente pollitos  y  patitos:  qué  de  afanes  de  la  pobre  gallina  al  vel- 
los patos  echarse  confiadamente •  al  agua,  sin  que  ella  pudiera  reme- 
diarlo, qué  carreras  alrededor  del  estanque,  qué  gritos  de  auxilio,  qué 
afanes  maternales  torturaban  su  corazón  ante  el  peligro  de  sus  hijos! 
Así  monseñor  no  tenía  momento  de  reposo  ni  de  tranquilidad  ante  el 
peligro  de  las  almas,  considerando  su  gravísima  responsabilidad! 

En  una  sola  página  de  la  revista  diocesana,  en  la  .sección  útilísima 
de  "Advertencias  para  leer  al  pueblo  varias  veces",  encontramos  cinco 
asuntos  distintos  de  la  mayor  trascendencia,  que  manda  advertir  y  co- 
mentar y  urgir  por  parte  de  los  señores  párrocos,  sobre :  asociación  de 


—  209  — 


la  Sagrada  Familia;  comunión  mensual  reparadora  entre  hombres;  co- 
lectas mandadas  en  el  año;  juntas  especiales  y  misiones  en  ambas  pro- 
vincias como  preparación  al  jubileo. 

Tiene  uno  que  declararse  humildemente  incapaz,  ni  siquiera  de 
copiar  de  sn  vida  todos  los  ¡u  tos  de  celo  y  abnegación  de  monseñor 
Rojas,  mucho  menos  de  poder  seguirlos  0  imitarlos;  son  tantos,  tan 
variados,  tan  constantes  y  sostenidos,  (pie  sería  necesario  un  instru- 
mento mecánico  maravilloso,  como  si  dijéramos  nn  psicómetro  poten- 
tísimo, pai a  poder  medir  la  capacidad  potencial  de  este  señor  obispo  en 
cincuenta  años  de  acción  no  interrumpida  ni  un  momento. 

El  Kxcmo.  señor  obispo  de  [bagué,  monseñor  Pedro  .Alaría  Rodrí- 
guez, quien  lo  conoció  y  estudió  de  cerca  muchos  años,  no  encuentra  pala- 
bras para  ponderar  la  resistencia  tenaz  del  señor  obispo,  y  termina  por 
confesai  :  "No  sé  si  entre  almas  de  apóstol  haya  habido  alguna  (pie  su- 
pere a  la  del  Kxcmo.  señor  Hojas  en  resistencia  y  actividad  inquebran- 
tables e  ininterrumpidas  en  la  labor  sobrenatural".  (Oración  fúnebre). 

CAPITULO  XVIII 

REORGANIZACION    DE    LA    CURIA    Y    DEL    CAPITULO  - 
NOMBRAMIENTOS  -  SEGUNDA  VISITA  PASTORAL  -  DECI- 
DIDO EMPEÑO  POR  LA  INSTRUCCION. 

Desprendido  de  la  diócesis  de  [bagué  se  preocupó  monseñor  Rojas 
por  la  reorganización  de  la  Curia  diocesana  en  <  ¡arzón  y  del  Capitulo 
catedralicio.  Veía  la  escase/,  de  clero  para  atender  a  las  necesidades 
parroquiales;  muchos  sacerdotes  estaban  abrumados  bajo  el  peso  de 
varias  parroquias;  los  seminarios  le  demandaban  la  ocupación  de  varios 
sacerdotes  y  la  Curia  reclamaba  también  un  personal  escogido  y  pre- 
parado. 

Pero  en  las  grandes  preocupaciones  que  lo  asediaban  tenía  monseñor 
un  recurso  supremos  la  oración!  Olí  capillita  recogida  y  secreta  del 
Santísimo  Sacramento  en  la  catedral  de  Garzón!  ¡Cuántos  secretos 
guardas!  Cuántas  noches  pasadas  en  vigilia  de  ferviente  oración  al  pie 
del  tabernáculo,  en  el  silencio  acogedor  del  Santuario,  tan  solo  inte 
rrumpido  por  sus  hondos  suspiros,  por  el  graznido  de  los  buhos  del  cam- 
panario y  por  el  lento  sonar  de  las  horas  en  la  lorie. 

Allí  se  resolvieron  muchos  problemas,  se  desataron  muchos  nudo--, 
se  obviaron  graves  dificultades!  Allí  también  se  halló  la  solución  favo 
rabie  a  la  presente  necesidad!  desús  Sacramentado  le  dio  valor  para 
establecer  su  Capítulo,  organizar  su  Curia  y  no  abandonar  las  almas 
diseminadas  por  el  vasto  territorio  huilense. 

Con  la  más  entera  confianza,  con  la  convicción  de  (pie  Dios  bende- 
ciría lo  (pie  le  había  sugerido  en  la  oración,  se  resolvió  a  hacer  los  si 
guien  tes  nombramientos,  con  los  cuales  quedó  reconstituida  la  Curia 
y  el  primer  Capítulo  catedral  de  Garzón: 

Vicario  General,  Pbro.  Dn.  Parménides  Veiasco. 

Tesorero  General  y  Secretario,  Pbro.  Dr.  Rodulfo  Pérez  C. 

Capítulo  Catedral:  Dr.  Rodulfo  Pérez  C,  Pbro.  Parménides  Ve 
lasco,  Pbro.  Hipólito  .Macías.  Pbro.  José  Pufino  Macías,  Pbro.  desús 
M*  .Mera,  Capellán. 

Como  rector  del  Seminario  Menor  había  sido  nombrado  el  Pbro. 
Dn.  Clodomiro  Díaz  P>.  En  el  \"  14  de  "El  Eco  del  Vaticano",  corres 


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pondiente  al  13  de  enero  de  1904,  aparecen  los  siguientes  nombramien- 
tos complementarios : 

Pbro.  Dr.  Dn.  Pedio  M?  Rodríguez,  Rector  del  Seminario  Mayor; 

Pbro.  Dr.  Dn.  Octavio  Hernández  Riaño,  Vice-rector  del  Seminario 
.Mayor ; 

Pbro.  Dr.  Dn.  Anselmo  España,  Rector  del  Seminario  Menor; 
Pbro.  Dr.  Dn.  Manuel  E.  Paredes,  Tesorero  General; 
Pbro.  Dr.  Dn.  Teófilo  Castro,  Párroco  de  Elias,  y  Síndico  del  Se- 
minario ; 

Pbro.  Dr.  Dn.  José  Rufino  Maclas,  Canónigo  doctoral; 
Pbro.  Dr.  Dn.  Pedro  José  Molina,  Párroco  de  Carnicerías,  Paicol 
y  Nátaga. 

Uno  de  los  medios  más  prácticos,  tal  vez  el  principal  de  que  se  valía 
el  Exorno,  señor  Rojas  para  mantener  ardiente  el  fuego  de  la  fe  y  la 
pureza  de  las  costumbres  en  su  diócesis,  era  el  de  las  frecuentes  visitas 
pastorales :  es  verdaderamente  admirable  que  en  el  corto  espacio  de 
ocho  años  que  duró  la  administración  de  la  extensa  diócesis  del  Tolima, 
hubiera  podido  visitarla  íntegra  varias  veces,  sabiendo  los  que  fuimos 
sus  compañeros  el  modo  tan  minucioso  como  monseñor  practicaba  sus 
visitas  sin  omitir  detalle  alguno. 

Razón  tenía  quien  le  informó  a  Su  Santidad  León  XIII  que  la  sede 
del  señor  obispo  Kojas  era  el  lomo  de  su  muía.  En  1900  había  practi- 
cado visita  en  plena  guerra  civil  a  todas  las  parroquias  del  sur  del  To- 
lima, y  ya  en  1903,  a  su  regreso  de  la  Visita  «d  Li'mina  y  apenas  pisó 
el  territorio  de  su  nueva  diócesis  de  Garzón,  lo  hemos  visto  empezar 
en  Aipe  otra  visita  pastoral,  la  segunda  que  hacía  a  su  recién  fundada 
diócesis. 

El  objeto  de  esta  visita,  practicada  a  raíz  de  la  atroz  perturbación 
de  la  guerra  civil  de  los  tres  años,  fue  el  de  levantar  el  ánimo  de  los 
pueblos  en  favor  de  la  instrucción,  gravemente  afectada  por  la  larga 
suspensión  de  las  escuelas.  Oigamos  sus  exhortaciones  y  comprendere- 
mos el  vivo  interés  que  animaba  a  monseñor  en  tan  delicada  materia  : 

"El  objeto  en  que  queremos  ver  desplegado  mayor  esfuerzo  de  los  pueblos  es 
la  instrucción :  basta  considerar  el  estado  en  que  se  encuentran  los  niños  en .  la 
actualidad,  desprovistos  casi  por  completo  de  toda  buena  dirección,  entregados 
al  ocio  y  a  la  tremenda  influencia  de  pésimos  ejemplos  durante  más  de  cuatro 
años  y  nos  convenceremos  de  que  la  desmoralización  (pie  ahora  sufrimos  será 
muy  inferior  a  la  corrupción  futura,  si  no  corregimos  el  mal  en  tiempo,  estable- 
ciendo las  escuelas  debidamente,  aunque  para  ello  nos  fuera  necesario  hacer  gran 
des  sacrificios.  Y  como  aquí  se  trata  no  sólo  de  un  bien  o  interés  exclusivo  del 
Gobierno  civil,  sino  de  la  suerte  próxima  de  cada  población,  de  cada  familia  y  de 
cada  persona,  se  sigue  necesariamente  que  cada  persona,  cada  familia  y  cada  po- 
blación deben  tomar  la  iniciativa,  sin  esperar  la  del  Gobierno,  en  la  remoción  de 
obstáculos,  hechura  de  preparativos,  complemento  de  recursos  y  demás  cosas  nece- 
sarias que  sería  absurdo  esperar  que  todo  nos  viniera  del  Gobierno. 

Tan  importante  es  el  asunto  (pie  gustosos  consentimos  en  (pie  se  suspendan 
o  se  aplacen  cualesquiera  otras  obras  en  las  parroquias,  para  (pie  todos  los  em- 
pleados públicos,  clero  y  pueblos  de  la  diócesis  atiendan  eficazmente  a  la  pronta 
provisión  de  escuelas  urbanas  y  aun  congregaciones  religiosas,  y  ya  tenemos  segu- 
ros con  ese  objeto  cerca  de  sesenta  Hermanos  Maristas  que  haremos  venir  de 
Francia,  Dios  mediante,  en  este  año  y  el  siguiente,  siempre  que  encontremos  la 
cooperación  que  pedimos". 


—  211  — 


Convencido  de  (pie  la  formación  de  la  niñez  y  juventud,  para  que 
sea  satisfactoria  y  garantice  la  felicidad  temporal  y  eterna  de  los  edu- 
candos, tiene  que  regirse  por  las  normas  de  la  más  estricta  moral  y 
religiosidad,  quiso  (pie  fuera  confiada  a  congregaciones  religiosas,  y  así 
determinó  (pie  se  trajeran,  como  antes  lo  había  hecho  ya.  Hermanos  dia- 
ristas «pie  se  encargaran  de  las  escuelas  superiores. 

Previendo  que  los  fondos  oficiales  no  serían  suficientes  para  reme 
diar  tan  urgente  necesidad,  ordena  a  los  párrocos  levantar  una  suscrip- 
ción especial,  cuyo  producido  se  entregará  al  respectivo  tesorero  para 
cubrir  el  déficit. 


CAPITULO  XIX 

PRIMERA  ENCICLICA  DE  S.  S.  PIO  X  -  PREOCUPACION  DEL 
PRELADO  POR  LA  SANTIFICACION  DE  LA  FAMILIA  -  ESTA- 
BLECE LA  ADORACION  NOCTURNA. 

El  Excmo.  señor  obispo,  quien  acababa  de  regresar  de  liorna  dejando 
vivo  a  León  XIII,  cuya  muerte  le  sorprendió  al  llegar  a  La  Habana, 
desde  donde  había  saludado,  en  compañía  de  monseñor  Perdomo,  como 
obedientes  hijos,  al  nuevo  Pontífice  Pío  X.  estaba  pendiente  de  la  lle- 
gada de  la  primera  Encíclica  del  nuevo  Jerarca  de  la  iglesia.  Este 
precioso  documento  no  se  hizo  esperar.  El  4  de  octubre  de  1)08  se  dirigía 
Pío  X,  por  la  primera  vez.  a  todo  el  orbe  católico  en  la  bellísima  carta 
de  saludo  a  todos  sus  hijos  en  el  Señor,  en  la  cual,  después  de  pintar 
vivamente  las  lágrimas  y  encarecidas  súplicas  con  (pie  procuró  alejar 
de  sí  "la  carga  formidable  del  pontificado",  conociendo  «pie  era  voluntad 
.le  Dios,  se  resigna  a  ella  y  empieza  desde  ese  momento  su  oficio  de  pas- 
tor supremo,  pintando  la  desastrosa  situación  del  mundo  por  el  aban 
dono  y  desprecio  de  Dios,  inspirado  por  el  nefando  racionalismo  y  exhor- 
tando en  Cristo  a  todos  y  cada  uno  de  los  pastores  de  almas,  obispos 
y  sacerdotes,  a  que  con  grande  caridad  atraigan  a  Cristo  a  las  almas 
extraviadas  y  preparen  entre  los  seglares  una  falange  de  cooperadores, 
con  los  cuales  pueda  contarse  con  absoluta  confianza,  en  la  tarea  de 
salvar  la  sociedad.  Perfílase  en  esta  frase  del  Pontífice  la  organización 
actual  de  la  Acción  Católica,  preocupación  constante  de  la  iglesia. 

El  Excmo.  señor  publicó,  el  24  de  enero  de  !)04,  en  el  órgano  oficial, 
"El  Eco  del  Vaticano",  esta  primera  caita  de  su  Santidad  para  (pie  fuera 
leída  y  comentada  en  las  parroquias.  Su  Señoría  fue  el  primero  que  se 
hizo  eco  de  ella  en  la  visita  pastoral,  como  tema  de  su  asidua  y  apos- 
tólica predicación. 

En  largas  vigilias,  de  asidua  meditación,  pensaba  continuamente  el 
prelado  en  la  manera  más  eficaz  de  procurar  que  en  su  diócesis  reinara 
Dios  como  soberano  en  los  individuos  y  en  los  hogares.  Una  idea  feliz 
vino  a  coronar  sus  plegarias:  establecer  en  todas  las  parroquias  la  Aso- 
ciación de  la  Sagrada  Familia,  para  implantar  por  ese  medio  las  virtu- 
des cristianas,  cuyos  modelos  en  el  hogar  son  desús,  .María  y  José,  en 
SU  casita  de  Xazarel. 

Va  en  uno  de  los  apéndices  del  Sínodo,  había  hecho  conocer  los  docn 
mentos  relativos  a  la  Asociación  ;  ahora  ordena  a  los  párrocos  (pie  ins- 
criban en  ella   a   todos  los  padres  de  familia   y   los  instruyan  en  las 
obligaciones,  av  isando  a  la  Curia  lo  (pie  al  respecto  se  haya  hecho.  Pero 
bien  veía  con  su  maravillosa  comprensión,  que  no  sería  factible  la  san- 


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MONSEÑOR    ROJAS    TOMA    CORTO     DESCANSO    EN     UNA     DE  SUS 
FRECUENTES  EXCURSIONES   A  CABALLO   POR   LOS  ALREDEDORES 
DE  AGUA  DE  DIOS.   SIRVIENDO  A  SANOS   Y  ENFERMOS. 

tifieaeión  del  hogar,  si  antes  no  se  procuraba  santificar  la  cabeza  del 
hogar,  que  es  el  hombre. 

Con  este  fin  se  propuso  promover  la  adoración  nocturna  para  la 
víspera  de  los  primeros  viernes  entre  sólo  hombres,  que  harían  guardia 
de  honor  a  Jesús  Sacramentado,  turnándose  por  coros  cada  media  hora, 
duiante  toda  la  noche  del  jueves. 

Los  hombres  correspondieron  más  de  lo  esperado  a  los  deseos  de 
su  queridísimo  obispo,  y  muy  pronto  la  Adoración  Nocturna  fue  en  la 


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diócesis  de  Garzón  el  medio  más  eficaz  para  mantener  ardiente  la  llama 
de  la  fe  en  los  hogares.  En  las  poblaciones  y  en  los  campos  cundió 
aquella  llamarada  de  fervor  eucarístico ;  los  templos  repletos  de  adora- 
dores que  en  plegaria  no  interrumpida  imploraban  para  ellos,  para  sus 
familias,  parroquias,  diócesis  y  patria,  las  bendiciones  qne  el  Sacratí- 
simo Corazón  ha  prometido  a  sus  devotos.  Desde  entonces  en  la  diócesis 
de  Garzón  se  produce  en  la  noche  del  primer  jueves  de  cada  mes  ese 
fenómeno  que  asombra  a  los  misioneros  y  sacerdotes  de  fuera  que  lo 
presencian:  el  párroco  y  sus  coadjutores  no  se  acuestan,  porque  toda  la 
noche,  hasta  las  cuatro  o  cinco  de  la  mañana,  hora  en  que  se  canta  la 
misa,  permanecen  oyendo  las  confesiones  de  los  adoradores ;  y  esto,  des- 
pués de  que  toda  la  semana,  desde  el  lunes,  han  hecho  lo  mismo  durante 
el  día,  para  atender  a  las  señoras  del  pueblo  y  del  campo  que  acuden 
con  el  deseo  de  comulgar  el  primer  viernes  para  ganar  la  gra/n  promesa 
de  Cristo  a  quienes  practiquen  esta  devoción. 

Se  ve  perfectamente  claro  que  con  esta  medida  obtuvo  monseñor 
cuanto  deseaba  en  relación  con  la  cristianización  del  hogar;  pues  ya 
se  comprende  que  los  adoradores  todos  llevaban  una  vida  de  envidiable 
felicidad  espiritual,  que  influía  favorablemente  en  toda  la  familia. 

CAPITULO  XX 

FUNDACION  DE  LA  CASA  DE  MISIONES  EN  NATAGA  -  NO- 
TICIA   DEL    SANTUARIO    DE    LAS    MERCEDES    -  PERE- 
GRINACION. 

Era  viejo  deseo  del  Prelado  el  establecimiento  de  misioneros  en 
su  diócesis,  convencido  de  que  cada  casa  de  misioneros  (pie  en  ella  se 
fundara  sería  una  fuente  de  bendiciones  abundantísimas  para  las  almas, 
una  ayuda  constante  para  los  señores  párrocos  y  un  descanso  aliviador 
para  el  Prelado  en  la  abrumadora  carga  de  su  responsbilidad. 

Dios  facilitó  el  cumplimiento  de  esa  justa  aspiración  de  monseñor 
Rojas,  puede  decirse  (pie  de  una  manera  providencial. 

Años  hacía  que  el  joven  .Marcos  Puyo,  de  distinguidísima  familia 
de  Carnicerías,  hijo  del  venerable  patriarca  del  mismo  nombre,  quien  vivía 
en  "El  Diamante",  entre  Carnicerías  y  Paicol,  había  decidido  por  divina 
vocación  hacerse  lazarista.  Conocedor  el  Hdo.  Padre  Puyo  de  las  virtu- 
des y  méritos  del  señor  obispo,  no  vaciló  en  interesarse  con  él  para  que 
la  fundación  proyectada  fuera  de  los  ilustres  hijos  de  San  Vicente 
de  Paúl. 

El  Padre  Marcos  conocía  desde  su  tiernos  años  el  Santuario  de 
Nuestra  Señora  de  las  Mercedes  de  Nátaga,  pequeñito  e  insignificante 
caserío  indígena,  enclavado  en  lo  más  abrupto  de  la  cordillera  que  do- 
mina las  llanuras  de  Carnicerías,  y  distante  de  esta  población  tres  horas 
de  camino  a  caballo  por  áspera  pendiente. 

La  Sma.  Virgen  decidió  como  buena  Madre,  pagarle  a  monseñor 
Rojas  tántas  muestras  de  filial  amor  (pie  de  él  recibía  desde  niño,  y 
más  aún  el  amor  que  como  párroco  y  obispo  había  infundido  en  sus 
ovejas  por  Aquella  a  quien  había  consagrado  su  diócesis,  y  se  valió  del 
Padre  Marcos  para  crear  en  su  Santuario  indígena,  hasta  entonces  has 
tante  ignorado,  una  sucursal  de  Lourdes  en  tierra  colombiana  y  huilense. 

Parece  conveniente  (pie  Se  conozca  por  los  lectores  algo  del  origen 
de  este  caserío,  (pie  es  hoy  uno  de  los  pueblos  más  simpáticos,  pinto- 
rescos y  al  rayentes  de  la  bella  tierra  huilense. 


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Dejamos  la  pluma  al  Rdo.  Padre  Tedio  Vargas  8.,  lazarista,  quien 
rebuscando  archivos,  nos  describe  los  primeros  actos  civiles  y  eclesiás- 
ticos que  dieron  nacimiento  a  Nátaga. 

"NATAGA  EN  1919 

Xátaga  es  un  Corregimiento  de  Carnicerías,  Departamento  del  Huila,  Diócesis 
de  Garzón,  República  de  Colombia.  Está  situado  como  ;i  la  mitad  de  un  enorme 
ceno.  a  1°30'15"  de  longitud  occidental  dd  meridiano  de  Bogotá,  2°4<s'2!»"  de 
latitud  X,  y  a  1.500  m.  sobre  el  nivel  del  mar,  con  una  temperatura  inedia  de  21°  c. 

Limita  al  Norte  y  Este  con  Carnicerías,  al  Sur  y  ( )este  con  la  región  de  los 
l'áeccs  de  Tierradentro  y  goza  de  las  amplias  perspectivas  del  Valle  de  La  Plata. 

El  último  censo  i  el  1*.  escribe  en  1919)  dio  a  la  Parroquia  como  1.200  almas, 
una  tercera  parte  blancos,  los  otros  indígenas,  y  todos  honrados,  laboriosos  y  fieles 
defensores  de  la  Religión. 

Xátaga  es  una  aldea  humilde,  pero  a  pesar  de  su  pequenez,  es  acaso  el  pueblo 
más  conocido  y  visitado  de  todo  el  Huila,  desde  que  en  este  cerro  se  dignó  la 
Santísima  Virgen  de  las  Mercedes  colocar  el  trono  de  sus  misericordias. 

Antigüedades  de  Nátaga — La  más  antigua  noticia  de  este  pueblo,  la  debo  a 
1>.  Gabino  Cfaarri,  solícito  rebuscador  de  antigüedades  del  Huila.  quien  copia  una 
escritura,  donde  consta  (pie  por  1630  (26  de  agosto)  Andrés  Muñoz  de  Otero,  vecino 
y  morador  de  la  Villa  de  Timaná  dió  poder  al  Capitán  Luis  Godoy,  residente  en 
dicha  Villa  para  que  por  mí  y  en  mi  nombre  haga  vecindad  en  la  ciudad  de 
Neiva  y  administre  los  indios  de  mi  encomienda,  que  tengo  en  el  dicho  valle  de 
Neiva  de  nación  Nátaga,  sujetos  a  D.  Diego  Maco,  cacique  y  los  defienda  y  ampare 
de  quien  mal  y  daño  les  quisiere  hacer  y  los  junte  y  agregue  en  la  parte  donde 
ellos  estuvieren  poblados  y  de  éllos  cobre  los  tributos,  ventas  y  aprovechamientos 
que  por  tasa  deben  pagar.  En  diciembre  de  1.697  ya  existía  el  pueblo  de  indios  de 
Xátaga. 

Ordenados  y  consultados  detenidamente  los  libros  de  este  archivo  parroquial, 
aparece  organizado  en  l~7<:>,,  en  cuya  fecha  Fray  Lorenzo  Valenzuela.  primer  cura 
de  este  pueblo,  abre  libros  de  bautismos  y  matrimonios.  En  ellos  se  reconoce  como 
patrono  de  Xátaga  al  apóstol  Santiago. 

El'Padre  Valenzuela  duró  hasta  su  muerte  en  la  administración  de  este  bene- 
ficio, o  sea  hasta  1.772  en  cuyo  mes  de  diciembre  suscribe  su  última  partida  bau- 
tismal". 

La  tradición  ha  conservado  el  recuerdo  de  la  traslación  de  la  ima- 
gen milagrosa  al  caserío  de  Xátaga  por  los  años  de  1762  o  poco  después. 

El  K.  P.  Vargas,  en  su  opúsculo,  da  noticia  completa  sobre  los  re- 
cuerdos que  se  conservan  del  origen  de  la  imagen  ;  de  cómo  fue  venerada 
primeramente  en  el  paso  del  Colegio,  confluencia  de  los  ríos  Magdalena 
y  Páez  y  cómo  también  fue  trasladada  al  caserío  de  Nátaga,  donde  ahora 
se  venera  con  numerosísima  peregrinación  anual,  para  su  fiesta  el  24 
de  septiembre,  sin  que  durante  todo  el  resto  del  año  falten  peregrinos, 
sobre  todo  para  las  fiestas  de  Lourdes,  11  de  febrero,  y  San  Vicente  de 
Paúl,  19  de  julio. 

En  este  Santuario  de  las  misericordias  de  María  (Mercedes)  se  esta- 
blecieron en  este  año  de  904  los  RE.  Padres  Lazaristas. 

Oigamos  nuevamente  al  K.  P.  Vargas: 


—  215  — 


"LOS  MISIONEROS  Y  LAS  HERMANAS 


Entre  las  prudentes  disposiciones  del  auto  de  la  santa  Visita,  que  en  enero 
de  1904  hizo  aquí  nuestro  muy  digno  Prelado  limo.  Sr.  I).  Esteban  Rojas,  hallamos 
la  cláusula  siguiente: 

"Encargamos  a  los  fieles  que  oren  sin  cesar  por  el  pronto  y  sólido  estableci- 
miento de  la  casa  de  misiones  y  para  que  Dios  bendiga  abundantemente  su  obra". 

Y  en  la  primera  quincena  de  febrero  tomaron  posesión  de  esta  parroquia  los 
Sres.  Juan  F.  Brét,  Visitador  de  los  Misioneros  o  Lazaristas  de  Colombia  y  el  P. 
Marcos  Puyo,  a  los  que  siguieron  poco  después  los  Sres.  Larquére,  hoy  Prefecto 
Apostólico  de  Tierradentro  y  el  P.  Luis  Tramecourt.  Mientras  los  Misioneros  hacían 
residencia  adecuada  se  instalaron  en  la  vieja  casa  cura!,  pero  tal  fue  la  actividad 
y  cooperación  del  pueblo  que  un  año  después  so  inauguró  nuestra  actual  morada. 

En  1906  el  Sr.  Obispo  autorizaba  para  que  de  fondos  de  fábrica  se  ayudara 
al  Colegio  de  las  Hermanas. 

Xo  hay  para  (pié  contar  los  rápidos  progresos  de  este  pueblo  mañana.  Basta 
decir  que  en  1904.  había  en  NAtaga  unas  treinta  casas  pajizas:  hoy  año  del  Con- 
greso Mariano  se  cuentan  151  y  de  ellas  34  son  de  teja  :  dato  que  manifiesta  el 
aumento  grande  de  población.  Mejora  trascendental  y  fuente  de  todo  nuestro  pro- 
greso fue  la  apertura  del  nuevo  camino  de  la  loma  de  Xátaga.  cuyo  trazo  y  eje- 
cución fue  obra  de  los  Padres  Rojas  y  Puyo". 

Para  que  no  perezca  la  memoria  de  los  fundadores  de  la  casa-misión 
de  Xátaga  y  por  ellos  se  guarde  siempre  gratitud  especial,  queremos 
consignar  aquí  los  nombres  de  los  ilustres  hijos  de  San  Vicente  de  Paúl 
que  llegaron  por  primera  vez  al  santuario,  como  también  los  de  sus  suce- 
sores : 

1904— Juan  F.  Bret,  Visitador. 

R.  P.  Emilio  Larquiere,  hoy  Prefecto  Apostólico  de  Tierradentro. 
R.  P.  Marcos  Antonio  Puyo,  iniciador  y  ejecutor. 
R.  P.  Luis  Tramecourt. 
R.  P.  Víctor  Delzart. 

R.  P.  Luis  Durou,  después  Arzobispo  de  Guatemala,  donde  murió. 
1906— R.  P.  Faustino  Segura. 
R.  1'.  José  Elias  Sánchez. 

1908 — R.  P.  Guillermo  Rojas,  veterano  misionero,  amantísimo  de 
nuestra  tierra,  elegido  después  obispo  de  Panamá,  donde  murió. 
H.  P.  David  Ortiz. 
R.  P.  Luis  María  ('astillo. 

R.  P.  Marco  Tulio  Botero,  hoy  otra  vez  al  líente  del  Santuario. 
R.  P.  Augusto  Castiau. 

R.  P.  Joaquín  M?  Puyo,  sobrino  del  P.  Marcos. 
1910 — R.  P.  José  Martín  Amaya. 
R.  P.  David  González. 

R.  P.  Pedro  Puyo,  sobrino  del  P.  Marcos. 

1912 —  R.  P.  Luis  Duriez. 

R.  I'.  Ramón  ('ampo.  » 

1913—  R.  P.  Luis  Mosquera. 

R.  P.  Augusto  Castiau.  '3  vez. 
R.  P.  Luis  M.  ( 'asidlo.  2?  vez. 

1915—  R.  P.  Pastor  Santos. 

1916 —  R.  P.  -losé  M»  Guerrero. 
R.  P.  Pedio  Vargas  Sáez. 

R.  P.  Antonio  Suau. 
R.  P.  Juan  L.  Bozec. 


—  216  — 


En  años  posteriores  lian  pasado  por  Nátaga,  al  servicio  de  Marín 
y  de  la  diócesis,  los  RR.  PP.  Nicasio  Buitrago,  Rafael  Domínguez,  R.  P. 
Kerremans,  Luis  E.  Herrera  y  Juan  de  la  Cruz  Puyo,  sobrino  del  P. 
Marcos. 

Gloria  sea  dada  a  los  insignes  hijos  de  San  Vicente  de  Paúl,  cuyos 
nombres  han  quedado  eternamente  soldados  con  fuego  de  amor  al  re- 
cuerdo y  a  la  gratitud  del  pueblo  huilense. 

Honor  imperecedero  al  Padre  Marcos  Puyo,  iniciador  y  ejecuto)- 
valeroso  de  esta  obra. 

Más  tarde,  en  907,  vinieron  a  completar  la  labor  misional  de  los 
Padres,  las  Religiosas,  Hijas  de  la  Caridad,  con  un  Colegio  para  seño- 
ritas, donde  se  han  educado  muchas  de  las  matronas  que  hoy  son  reinas 
de  hogares  cristianos  y  madres  modelos  de  honestísimas  familias. 

Cuánto  bien  se  ha  seguido  a  la  diócesis  de  la  creación  de  esta  sucur- 
sal de  divinas  gracias,  no  solamente  para  el  Huila,  sino  para  los  Depar- 
tamentos vecinos,  Tolima,  Valle,  Cauca  y  Xariño,  desde  donde  acuden 
millares  de  peregrinos  a  los  pies  de  la  Divina  Madre! 

Desde  la  fundación  de  los  Padres  Lazaristas  quiso  monseñor  dar 
a  la  fiesta  anual  de  las  Mercedes  la  mayor  importancia,  atrayendo  a 
ese  lugar  de  bendición  las  multitudes  de  incontables  peregrinos  qué 
han  ido  creciendo  gradualmente  hasta  formar  esa  corriente  majestuosa, 
verdadero  Amazonas  humano,  que  año  por  año  vemos  subir  por  la  empi- 
nada cuesta  de  Carnicerías  hasta  coronar  la  altura  donde  se  asienta 
la  Reina  del  Huila  en  su  trono  de  amor. 

('asi  todos  los  años  asistió  personalmente  monseñor  Rojas  y  quería 
que  el  mayor  número  de  sus  sacerdotes  lo  acompañaran  en  la  Misa  Pon- 
tifical del  día  24  y  ayudaran  con  todo  empeño,  como  lo  hacía  él.  a  atender 
en  el  Sacramento  de  la  penitencia  a  millares  de  peregrinos  que  acudían 
;i  Nátaga,  como  a  la  piscina  probática  de  Jerusalén  para  sumergirse 
en  sus  aguas  saludables  al  ser  removidas  por  la  Divina  Madre  de  las 
Mercedes. 

Esta  tradición  de  piedad  filial  ha  sido  heredada,  por  monseñor  José 
Ignacio  López,  dignísimo  sucesor  de  monseñor  Rojas;  varias  veces  se 
ha  hecho  peregrino  de  María,  realzando  la  grandiosa  solemnidad  con  la 
prestancia  de  su  sagrada  persona. 

En  los  secretos  de  Dios  hay  historias  muy  íntimas  y  conmovedoras 
de  conversiones  y  gracias  singulares  recibidas  por  los  cuerpos  y  las 
almas  de  los  devotos  de  María  en  este  Santuario. 

Hoy,  con  la  facilidad  de  comunicaciones,  es  Nátaga,  más  (pie  lo 
fue  ayer,  el  tibio  regazo  de  la  Madre  Amantísima  que  abriga  bajo  su 
manto  de  misericordia  y  perdón  las  secretas  miserias  de  los  que  a  Ella 
acuden  en  demanda  de  tranquilidad  y  de  consuelo. 

Conserve  Dios,  para  bieu  de  la  diócesis,  la  Vble.  Comunidad  de 
Hijos  e  Hijas  de  San  Vicente  de  Paúl  y  crezca  con  los  años  la  devo- 
ción huilense  a  la  Madre  Mercedaria,  hasta  que  la  veamos  coronada 
como  lo  está  la  Reina  de  Colombia  en  su  Santuario  de  Chiquinquirá. 


—  217  — 


CAPITULO  XXI 


DESPEDIDA   DE  MONSEÑOR  VICO,   DELEGADO  APOSTO- 
LICO  -    MISIONES    EN    LA    DIOCESIS   -    DEVOCION  DEL 
PERPETUO  SOCORRO  -  OTRAS  DISPOSICIONES. 

El  Exento,  Sr.  Antonio  Vico,  Delegado  Apostólico,  a  quien  corres- 
pondió la  elección  de  la  diócesis  del  Tolima  y  la  división,  en  las  de 
[bagué  y  Garzón,  había  sido  llamado  en  diciembre  de  903  a  la  Nuncia- 
tura «le  Bruselas  y  había  dirigido  a  los  obispos  de  Colombia  un  extenso 
telegrama  para  despedirse  de  este  país,  que  fue  para  él  sn  segunda 
patria. 

La  Visita  Pastoral  impidió  (pie  monseñor  Hojas  recibiera  oportu- 
namente el  telegrama  de  monseñor  Vico  hasta  marzo  de  !)04.  Muchos  eran 
los  vínculos  de  sincera  amistad  y  mutuo  reconocimiento  de  los  dos  pre- 
lados, y  así  lo  manifestó  monseñor  Hojas  en  la  siguiente  carta  al  señor 
I  delegado. 

"Garzón,  Marzo  12  de  1!)04. 

Excmo.  Señor  Doctor  1).  Antonio  Vico. — Roma. 
Excelentísimo  Señor : 

Ctninclo  recibí  el  telegrama  de  Y.  E.  ya  hacía  mucho  tiempo  que  había  suce- 
dido su  partida  de  Bogotá;  y  la  visita  que  emprendí  en  toda  la  Diócesis  y  otros 
muchos  asuntos  que  hallé  pendientes  me  han  impedido  dirigirme  a  V.  E.  cor) 
alguna,  tranquilidad. 

Hoy  lo  hago  manifestándole  que  su  partida  es  para  esta  tierra  del  Tolima  y 
para  mí  con  especialidad  motivo  de  gran  dolor.  ¡Cuántos  beneficios  hemos  reci- 
bido de  sus  manos!  Yo  personalmente  no  tengo  cómo  expresarle  mi  gratitud.  Los 
bienes  (pie  las  almas  del  Tolima  y  las  de  todo  este  país  hemos  recibido  de  Y.  E. 
como  digno  representante  de  nuestro  Padre  común,  le  saldrán  al  encuentro  en  la 
eternidad  diciendo:  opera  tua  sumus. 

Me  permito  pensar  (pie  Y.  E.,  en  los  altos  puestos  a  (pie  lo  ha  encumbrado 
o  encumbrará  la  Divina  Previdencia  no  olvidará  este  pobre  país  de  Colombia  tan 
necesitado....  Que  nosotros  por  nuestra  parte,  pues  no  podemos  más,  toda  nuestra 
vida  pediremos  al  Señor  bendiciones  de  predilección  para  Y.  E. 

Dios,  pues,  bendiga  y  guarde  a  Y.  E.  muchos  años. 

f  ESTEBAN,  Obispo" 


"Nunciatura  Apostólica  en  Bruselas.  22  de  Mayo  de  1904. 
tilmo,  y  Rmo.  Sr.  Dr.  D.  Esteban  Rojas. — Digno  Obispo  de  (¡arzón, 
limo.  Sr.  y  muy  estimado  amigo: 

Monseñor  Solari  me  ha  transmitido  su  muy  grata  carta  de  12  de  Marzo,  con- 
testación a  mi  telegrama  de  despedida.  Dios  quiera  (pie  haya  podido  hacer  algún 
bien  a  ese  país,  o  mejor  (pie  haya  podido  cooperar  al  celo  de  esos  Prelados.... 
así  es  (pie  lejos  de  olvidarme  de  Colombia  y  de  los  amigos  como  Y.  S.  les  pido 
(pie  si  puedo  serles  útil,  les  prestaré  con  el  nurvor  gusto  los  servicios  (pie  pueda. 
Lo  digo  a  Y.  S.  y  dígalo  al  limo.  Señor  Perdomo.  a  mi  llegada  a  Roma  pedi  una 
Bendición  especial  a  Su  Santidad  para  Colombia  y  para  su  dignísimo  Episcopado, 
y  Pío  X  bendijo  con  efusión  a  todos. 

Mil  gracias  por  la  promesa  (pie  me  hace  de  pedir  por  mi  al  Señor  en  sus  oo. 
y  s.s.  Es  como  podemos  entendernos  en  el  Corazón  S.  de  Jesús. 

De  Y.  S.  I.  muy  atento  Servidor  y  Hermano. 

f  A.  Arzob?  de  Fillpos 

Nuncio  Aplico." 


—  218  — 


!  —  Humilde  aposento  escogido    por    Monseñor  Roja:- 
para  pasar  sus  últimos  seis  anos  en  el  hospital  de  San 
Rafael  de  Agua   de    Dios,  sirvie.ndo  a  los  leprosos, 
n —  Pasadizo  al  interior  del  Hospital. 


HUMILDE   CELD1TA   QUE   OCUPO   MONSEÑOR    ROJAS    EN    AGUA   DE    DIOS.  ELLA 
SABE  MUCHOS   SECRETOS   DE  CONSUELOS  ESPIRITUALES.  LIMOSNAS  Y  LA3RI- 
MAS   ENJUGADAS  A   SUS  QUERIDOS  ENFERMOS. 


El  Ilusivísimo  Señor  estaba  pendiente  de  proporcionar  a  la  diócesis 
la  mejor  manera  de  (pie  todos  pudieran  ganar  holgadamente  las  gracias 
extraordinarias  del  Jubileo  promulgado  por  Su  Santidad  con  motivo 
del  quinquagésimo  aniversario  de  la  Inmaculada  Concepción.  A  este  fin 
hizo  venir  misioneros  que  recorrieran  simultáneamente  el  norte  y  sur 
de  la  diócesis.  Los  KK.  Padres  Redentoristas  de  Buga  se  encargaron  de 
las  misiones  en  el  norte  y  los  Lazaristas.  que  estaban  entonces  fundando 
una  Casa-misión  en  Nátaga,  recorrieron  el  sur. 

En  mayo  de  este  año  jubilar  publicó  la  Encíclica  de  S.  S.  Pío  X 
sobre  el  jubileo  de  la  Inmaculada  y  mandó  que  en  todas  las  parroquias 
y  caseríos  se  levantara  una  adhesión  fervorosa  al  Santo  Padre,  firmada 
ppr  el  mayor  número  de  personas,  que  sería  enviada  a  Su  Santidad, 
como  homenaje  de  filial  amor  y  de  sincera  gratitud  por  la  gracia  del 
Jubileo. 

La  devoción  a  María  fue  en  monseñor  Hojas  distintivo  protuberante 
de  su  vida  :  de  niño,  de  joven,  de  estudiante,  de  seminarista,  de  sacer- 
dote, de  párroco  y  de  obispo,  prendió  en  las  almas  que  se  le  acercaban, 
el  fuego  de  amor  mariano  que  lo  consumía.  En  su  catedral  promovió  el 
culto  al  Perpetuo  Socorro  entre  los  fieles  de  manera  muy  eficaz. 

Mas  no  quiso  monseñor  Rojas  que  la  devoción  al  Perpetuo  Socorro 
cu  su  catedral  fuera  una  cosa  limitada  a  los  fieles;  comisionó  al  Pbro. 
1  >.  Víctor  Félix  Silva  B.,  alto  empleado  de  la  Curia  diocesana,  para 
promover  la  devoción  y  construir  el  bellísimo  altar  lateral,  donde  se 
venera  el  milagroso  cuadro,  y  dispuso  que  todo  el  clero  se  consagrara  a 
la  celestial  Madre,  como  prenda  de  santificación  propia  y  de  abundante 
fruto  en  las  almas. 

El  acto  de  la  consagración  en  la  catedral  fue  solemnísimo  y  la  fór- 
mula que  monseñor  redactó  para  dicho  acto  es  un  brote  de  amor  y  de 
confianza.  Hélo  aquí : 

"Santísima  Virgen,  Madre  del  Perpetuo  Socorro! 

Xadie,  después  de  vuestro  Divino  Hijo,  conoce  mejor  que  Vos  nuestras  nece- 
sidades y  las  de  esta  Diócesis.  Xadie  mejor  que  Vos.  Trono  de  la  Divina  Sabiduría, 
conoce  con  perfección  el  remedio  que  necesitamos.  Nadie  más  que  Vos.  tierna 
.Madre  de  las  almas,  desea  nuestro  verdadero  bien.  Vemos  cuánto  habéis  hecho  por 
nosotros  hasta  aluna  y  cuán  grande  debe  ser  nuestra  gratitud.  Pero  hoy  venimos 
a  poner  de  nuevo  en  vuestras  manos  omnipotentes  el  asunto  de  la  salvación  eterna 
nuestra  y  de  las  almas  (pie  componen  este  rebaño,  a  cuyo  cuidado  liemos  sido 
llamados....  Socorrednos,  pues.  Madre  Divina,  en  todos  los  actos  de  nuestra  vida, 
confortadnos,  hablad  por  nosotros  en  la  hora  de  nuestra  muerte  y  llevadnos  con 
las  almas  de  nuestros  fieles  a  la  Patria  celestial. 

Así  lo  esperan  de  vuestra  bondad  de  Madre. 

Kl  Obispo  y  Clero  de  la  Diócesis  de  Garzón. 

Garzón,  Junio  P>  de  1904". 

101  1!»  de  junio  de  904,  fiesta  del  Perpetuo  Socorro,  quedaron  en- 
vueltos en  el  manto  maternal  de  María,  el  obispo,  el  clero  y  los  fieles 
todos  de  la  diócesis  de  (¡arzón. 

En  este  mismo  año.  de  !)()4,  con  motivo  de  un  favor  milagroso  otor- 
gado por  la  Sitia.  Virgen  en  su  advocación  del  Perpetuo  Socorro  a  la 
familia  Villárreal  Santos,  de  Bogotá.,  del  cual  tuvo  conocimiento  el  pre- 
lado, le  fue  dirigida  la  siguiente  carta,  principio  de  la  fundación  de  la 
Tiesta  del  Perpetuo  Socorro  en  la  Catedral  de  (¡arzón: 


—  220  — 


"Bogotá,  Septiembre  ii  de  1904, 

Ilusivísimo  Señor  Esteban  Rojas. — Presente, 

Deseando  con  mi  esposa  Waldina  Santos  atraer  para  nuestros  hijos  las  ben- 
diciones de  Nuestra  Señora,  l>a.i<>  la  advocación  del  Perpetuo  Socorro,  liemos  des- 
tinado la  suma  de  cinco  mil  pesos,  moneda  corriente,  con  el  objeto  de  <pie  con 
sus  réditos  se  celebre  a  perpetuidad  su  fiesta.  Y  para  darle  a  ésta  mayor  estabi- 
lidad, (lucremos  que  quede  radicada  en  la  catedral  de  (¡arzón:  y  con  tal  objeto 
tenemos  el  honor  de  poner  en  manos  de  S.  S.  In  suma  expresada  para  que,  si  lo 
tiene  a  bien,  se  digne  dictar  las  disposiciones  concernientes  al  cumplimiento  de 
nuestro  deseo. 

Es  nuestra  voluntad  que  esta  suma  quede  a  perpetuidad  en  poder  del  prelado 
de  Garzón,  única  y  exclusivamente  con  el  fin  ya  indicado. 

Somos  de  S.  S.  lima,  humildes  servidores. — Joaquín  Ma.  Yillarreal. — Waldina 
S.  ilc  Villarreal". 

El  19  de  junio  de  &03  había  sido  consagrado  monseñor  Perdonío, 
en  Roma,  como  ooispo  de  [bagué.  En  este  mismo  día  en  904  encontramos 
en  "El  Eco  del  Vaticano"  una  exhortación  del  prelado  al  clero  y  fieles, 
para  (pie  se  ore  de  manera  especial  por  monseñor  Perdomo  y  por  su  dió- 
cesis de  [bagué  en  el  primer  aniversario  de  su  consagración  episcopal. 
Cómo  estaban  unidas  estas  dos  almas  en  el  deseo  de  su  mutua  ayuda 
espiritual!  Esta  unión  durará  hasta  la  muerte  y  más  allá  de  la  muerte, 
Como  lo  veremos  muchas  veces  en  el  transcurso  de  esta  biografía,  sobre 
todo  en  su  segunda  parte. 


CAPITULO  XXII 

PASTORAL  SOBRE    EL   JUBILEO   DE   LA   INMACULADA  - 
NUEVOS    NOMBRAMIENTOS    -    CONTINUA    LA    VISITA  - 
GRAVES  PERCANCES. 

El  21  de  julio  de  este  año  jubilar  de  904,  salió  de  la  pluma  del 
Prelado,  dictada  por  su  corazón,  la  interesante  Pastoral  sobre  el  Jubileo 
extraordinario,  concedido  por  Su  Santidad  Pío  X  para  el  50°  aniver- 
sario de  la  Inmaculada  Concepción. 

La  pastoral  es  un  estudio  completo  sobre  el  misterio  de  la  concep- 
ción inmaculada  de  María  y  su  elección  para  madre  de  Dios;  pinta  la 
lucha  perenne  y  erudelísima  entre  la  serpiente  y  la  piole  de  Eva  y  el 
vencimiento  de  esa  misma  serpiente,  por  la  planta  soberana  de  María. 

Llama  a  todos  los  fieles  a  formar  en  las  filas  de  los  ejércitos  ven 
cedores  del  mal,  (pie  van  en  pos  del  blanco  estandarte  mariano  y  los 
exhorta  a  huir  de  los  lazos  engañosos  del  error,  de  las  doctrinas  per- 
versas y  de  las  falsas  libertades  modernas. 

Declara  promulgado  el  Gran  Jubileo  desde  el  día  7  de  noviembre 
hasta  el  7  de  diciembre  del  mismo  año  de  1904. 

Su  Santidad  Pío  X,  por  medio  del  Cardenal  Merry  del  Val,  Secre 
ta  rio  de  Estado,  respondió  afablemente  a  la  adhesión  del  clero  y  los 
fieles  de  Garzón,  enviada  por  el  prelado,  concediendo  a  todos,  como  de 
costumbre,  la  bendición  apostólica. 

El  día  23  de  julio  de  este  año  de  904,  como  lo  hemos  visto  antes, 
reorganizó  el  señor  obispo,  su  Capítulo  Catedral  con  los  nombramientos 
siguientes,  tomados  de  "El  Eco  del  Vaticano": 


—  221  — 


"Por  decreto  de  28  de  julio  del  presente  año,  el  Illmo.  señor  obispo  de  esta 
diócesis  tuvo  a  l>ien  hacer  los  siguientes  nombramientos: 

19 — FA  señor  canónigo  teólogo  doctor  D.  Pedro  María  Rodríguez  fue  desig- 
nado para  ocupar  la  primera  dignidad  del  capítulo  (pie  es  la  de  Deán,  y  en  tal 
virtud  el  Illmo.  Sr.  obispo  ha  solicitado  su  nombramiento  de  la  Santa  Sede. 

2? — Por  haber  renunciado  el  venerable-  Sr.  D.  Parménides  Velasco  el  cargo  de 
Arcediano  de  esta  iglesia  catedral,  fue  nombrado  en  su  reemplazo  el  Sr.  canónigo 
I).  Rodnlfo  Pérez  C,  quien  antes  ejercía  el  cargo  de  penitenciario. 

3"? — Asimismo,  fue  nombrado  penitenciario  el  Sr.  Canónigo  D.  Hipólito  Alacias, 
antes  canónigo  magistral,  quedando  por  tanto  esta  última  canonjía  vacante. 

49 — Además,  por  decreto  episcopal  de  fecha  25  de  julio  último,  fue  nombrado 
vicario  general  de  la  diócesis,  el  Sr.  canónigo  Dr.  D.  Pedio  María  Rodríguez,  y 
el  Sr.  Arcediano  de  la  catedral,  D.  Rodulfo  Pérez  ('..  fué  nombrado  Provisor. 
Juez  eclesiástico  y  suplente  del  Sr.  vicario. 

5? — El  Sr.  canónigo  D.  José  Rufino  Maclas,  fue  nombrado  tesorero  general 
de  la  diócesis,  y  el  Sr.  Pbro.  I).  Manuel  Esteban  Paredes,  antes  tesorero  general, 
fue  nombrado  cura  de  la  parroquia  de  Garzón". 

Reorganizado  en  esta  forma  el  Capítulo,  reanudó  la  visita  pastoral 
por  el  norte,  el  día  26  del  mismo  mes.  En  esta  correría  del  prelado,  le 
preparaba  Dios  nuestro  señor  abundancia  de  bienes  espirituales  para 
las  almas,  pero  a  costa  de  acerbos  sufrimientos  morales  y  físicos  del 
abnegado  Pastor. 

Los  miembros  del  ('oncejo  Municipal  de  una  de  las  principales  po- 
blaciones del  norte,  dieron,  con  ocasión  de  esta  Visita,  una  nota  de 
descortesía  y  mala  educación,  para  decir  lo  menos,  al  dirigir  al  Prelado 
una  nota  altanera  sobre  los  mercados  del  domingo,  que  monseñor  se 
esforzaba  en  cambiar.  La  respuesta  del  prelado  es  una  excitación  a  los 
IIH.  Concejales  para  (pie  consideren  la  representación  (pie  llevan  de  un 
pueblo  católico  (pie  no  podrá,  en  manera  alguna,  aprobar  dicha  con 
ducta.  En  ella  recuerda  varios  casos  anteriores  de  insultos,  profana- 
ciones y  burlas  a  lo  más  sagrado,  hechas  y  repetidas  en  esa  misma  po- 
blación y  por  las  cuales  desea  el  prelado  <pie  se  dé  a  Dios  y  a  su  Sma, 
Madre,  las  convenientes  reparaciones  públicas. 

Continuando  la  Visita  hacia  el  norte  sufrió  el  Prelado  una  fuerte 
caída  de  la  cabalgadura,  con  lamentable  consecuencia  de  la  luxación 
del  hombro  y  ruptura  del  brazo,  que  lo  hicieron  sufrir  lo  (pie  ya  puede 
suponerse,  sin  que  este  accidente  fuera  bastante  a  convencerlo  de  la 
suspensión  de  la  Visita.  Continuó  como  antes,  con  admiración  de  todos, 
pues  110  «pieria  (pie  ese  acontecimiento,  tenido  por  él  como  ardid  del 
demonio  para  impedir  el  bien  de  las  almas,  fuera  causa  de  que  varios 
lineólos  v  caseríos  quedaran  privados  del  beneficio  espiritual  de  la  Sania 
Visita. 

"El  Eco  del  Vaticano",  refiriéndose  a  estos  episodios,  describe  asi 
los  sufrimientos  del  Prelado  y  el  fruto  abundantísimo  cosechado  en  las 
almas : 


"VISITA  DEL  PRELADO 

Desde  (pie  salió  el  ilnstrisiino  Sr.  obispo  a  practicar  la  santa  visita  en  su 
diócesis,  (pie  fue  a  fines  de  julio  último,  avisamos,  y  pedimos  al  clero  y  fieles, 
oraciones  por  el  buen  fruto  de  ella.  Hoy  tenemos  la  satisfacción  de  comunicarles 
(pie  los  resultados  obtenidos  en  los  pueblos  visitados,  han  superado  nuestras  aspi- 


—  222  — 


raciones,  pues  la  divina  gracia,  las  oraciones  hechas  pública  y  privadamente  y  los 
continuos  esfuerzos  de  nuestro  infatigable  y  celoso  obispo,  han  sido  tan  eficaces, 
que  en  todas  las  parroquias  y  hasta  en  las  poblaciones  nacientes,  que  lian  estado 
privadas  de  los  inmediatos  y  continuos  cuidados  pastorales,  los  fieles  y  las  auto 
ridades  civiles,  excepto  un  Concejo  Municipal  (cuyos  miembros  son  liberales),  se 
han  apresurado  a  oír  con  docilidad  la  voz  del  Prelado,  han  acatado  sus  disposi- 
ciones con  entusiasmo,  y  multitud  de  personas  de  todas  clases  y  condiciones  han 
recibido  los  Sanios  Sacramentos  y  arreglado  sus  conciencias. 

\o  podemos  calcular  ni  decir  cuántos  bienes  se  han  hecho  delante  de  Dios, 
ni  cuántos  niales  se  han  corregido,  cuántos  pecados  se  han  evitado,  cuántos  que 
iban  caminando  derecho  a  la  perdición,  han  vuelto  a  la  senda  (pie  conduce  al 
•icio:  porque  así  como  son  secretos  los  llamamientos  y  estímulos  del  Espíritu 
Divino,  también  suelen  ser  ocultos  a  los  hombres,  los  frutos  más  preciosos  que  se 
obtienen  en  la  santificación  y  salvación  de  las  almas. 

Pero  quizá  en  los  tesoros  de  la  misericordia  divina,  habría  reservados  algunos 
dones  especiales,  destinados  para  ciertas  almas  necesitadas  de  auxilios  poderosí- 
simos para  salvarse;  pero  (pie  no  los  recibirían  sino  medíante  un  sacrificio  de  pro- 
piciación, que  fuese  digno  por  parte  de  la  víctima,  y  por  esto  es  de  creer  que  fue 
escogida  la  persona  del  prelado  visitante,  quien  ha  tenido  que  sufrir  los  graves 
y  dolorosos  incidentes  morales  y  físicos,  (pie  ya  ninguno  en  la  Diócesis  dejará  de 
conocer.  Somos  sabedores  de  la  paciencia  y  resignación  con  que  ha  sobrellevado 
unos  y  otros  sufrimientos,  y  de  la  energía  y  constancia  con  que  se  ha  fortalecido 
para  no  desmayar,  sino  más  bien  seguir  con  el  mismo  ardor  que  antes,  en  la  obra 
eminentemente  grande,  de  restaurar  todo  en  Cristo,  por  medio  de  María  Santí- 
sima, como  fiel  cooperador  de  nuestro  santo  Padre  Pío  X'". 


CAPITULO  XXMI 

QUINCUAGESIMO  ANIVERSARIO  DE  LA  INMACULADA  - 
SOLEMNES  FESTIVIDADES  EN  LA  DIOCESIS  -  REGOCIJO 

GENERAL. 

l'n  acontecimiento  extraordinario  conmovió  al  orbe  católico  en 
este  año  de  1904:  el  jubileo  universal  en  el  quincuagésimo  aniversario 
de  la  definición  dogmática  de  la  Inmaculada  Concepción.  Su  Santidad 
León  XIII  dio  el  lífí  de  mayo  una  carta  con  el  nombramiento  de  la  co- 
misión cardenalicia  que  debía  dirigir  la  solemnidad  en  Roma,  solemni- 
dad que  luégo  fue  extendida  a  todo  el  orbe  católico.  Monseñor  Hojas, 
quien  desde  niño  había  mostrado  filial  cariño  a  la  Madre  de  Dios,  a  la 
cual  tenía  consagrada  su  diócesis,  quiso  que  el  jubileo  de  la  Inmaculada 
Concepción  fuese  un  acontecimiento  inolvidable  en  toda  ella.  Con  este 
Tin  dictó  el  decreto  X9  10  de  28  de  octubre  para  promulgar  el  jubileo 
con  las  disposiciones  convenientes  para  su  celebración  en  todas  las  pa- 
rroquias y  caseríos.  Los  señores  párrocos  se  apresuraron  a  poner  en 
práctica  las  disposiciones  del  prelado  y  lograron  entusiasmar  a  sus  feli- 
greses hasta  el  punto  de  conseguir  que  el  jubileo  hiciera  época  en  lo:; 
anales  de  todas  y  cada  una  de  las  parroquias.  Fue  tan  profusa  y  grande 
la  iluminación  de  la  noche  anterior  al  S  de  diciembre,  que  todos  los  cam- 
pos de  la  diócesis,  emulando  con  las  poblaciones,  se  convirtieron  en  cielo 
estiellado  de  luces,  alrededor  de  las  cuales  las  familias  (pie  no  pudieron 
concurrir  a  la  gran  fiesta  jubilar  del  pueblo,  cantaban  himnos  y  rezaban 
el  santo  rosario  hasta  el  amanecer  del  día  feliz,  8  de  diciembre,  en  el 
cual  las  luces  se  cambiaron  por  banderolas  blancas  diseminadas  como 
palomas  mensajeras  de  amor  por  valles  y  colinas. 


—  223  — 


En  el  número  extraordinario  de  la  revista  diocesana  "El  Eco  del 
Vaticano",  ante  una  bella  estampa  de  la  Inmaculada,  escribió  el  prelado 
la  siguiente  consagración  latina  que  gustosos  traducimos : 

"María — Virgo  Deipara — Sine  labe  originali  concepta — Munda  corde — Corpore — Quse 
serpentis  inferni  caput — Semper — Ubique — Contrivisti — Dux  sis  et  presidium — 
Peramanti  pastori — Gregique  supplici — Garzonensis  ecclesiae — Quae  omni  indigens 
ope — Te  sospite  gaudet — Patronam  colit — Se  tibí  sacrat — Fiat — Fiat. 

Oh  María,  Virgen  y  madre  de  Dios, 
concebida  sin  mancha  original, 
pura  de  cuerpo  y  alma, 

(pie  doquiera  y  siempre  aplastaste 
la  cabeza  de  la  infernal  serpiente, 
sé  guía  y  defensa 

al  pastor  amantísimo  y  a  la  devota  grey 

de  la  iglesia  garzonense, 

que  tanto  necesita  de  tu  ayuda 

y  se  goza  de  tu  amparo 

y  reconociéndote  por  patrona, 

se  consagra  a  Ti". 

En  la  misa  pontifical  de  aquel  din  memorable  habló  el  prelado  de 
la  Sma.  Virgen  con  emoción  tan  sentida,  (pie  lloró  e  hizo  llorar  de  amor 
y  de  cariño  ;i  todos  sus  oyentes,  y  al  terminar  la  misa  consagró  él  misino 
a  María  la  ciudad  de  Garzón. 

Este  jubileo  extraordinario  de  !M)4  en  el  509  aniversario  de  la  Con 
cepción  Inmaculada  de  María  dejó  honda  huella  en  ambos  seminarios. 
¡Cómo  olvidar  los  días,  qué  digo,  los  meses  de  preparación  entusiasta 
de  lodos  los  alumnos  para  el  magno  acontecimiento!  La  novena  fue  un 
certamen  de  fervor  en  el  que  emularon  santamente  los  alumnos;  nadie 
quería  quedar  rezagado  en  los  obsequios,  ante  lodo  espirituales,  que  iban 
llenando  en  devotas  papeletas  nn  cot'recito  colocado  en  el  espléndido  altar 
levantado  en  la  capilla  a  la  blanca  y  azul  silueta  de  la  Inmaculada. 
Cómo  gozaban  nuestros  superiores,  a  la  cabeza  de  los  cuales  iba  siempre 
el  Dr.  Tedio  M?  Rodríguez,  Héctor  del  .Mayor  y  entusiasta  preparador 
de  La  tiesta  anual  de  la  Inmaculada.  El  fue  el  alma  del  jubileo  y  el 
propulsor  de  todos  los  actos  de  la  grandiosa  festividad,  (pie  no  se  lia 
borrado,  ni  se  borrará  de  nuestro  recuerdo.  La  academia  de  María  in- 
maculada celebró  en  esta  ocasión  una  velada  literaria  que  difícilmente 
habrá  sido  o  será  superada  en  parte  alguna. 

También  la  parroquia  de  Elias  participó  de  nuestro  regocijo  aso- 
ciándose a  nuestros  actos  y  el  seminario,  a  su  vez,  realzó  grandemente 
los  espléndidos  cultos  en  el  templo,  con  el  coro  (pie  dirigía  magistral 
mente  el   Padre  Teófilo  Castro  y  ejecutaba  en  el  órgano  su  hermano 
I».  Isaías,  con  sin  igual  maestría. 

¡Oh  tiempos!  Cuán  lejos  estáis  y  cuán  cerca  os  sentimos  todavía! 


—  224  — 


CAPITULO  XXIV 


LLEGADA  DE  MONSEÑOR  RAGONESSI,  DELEGADO  APOS- 
TOLICO -  EL  GENERAL  REYES  Y  LA  "CONCORDIA"  - 
PASTORAL  DEL  PRELADO  SOBRE  EL  TRABAJO  -  DIVISION 
DE  LA  PARROQUIA  DE  SAN  MIGUEL  DE  GARZON  -  LAS 
TRES  NUEVAS  PARROQUIAS  -  MONSEÑOR  MORENO  Y 
MONSEÑOR  ROJAS  -  PASO  DE  MONSEÑOR  MORENO  POR 
LA  DIOCESIS. 

El  16  de  noviembre  de  este  ano  !)()4  había  llegado  a  Bogotá  el  nuevo 
delegado  apostólico  monseñor  Francisco  Ragonessi,  hallándose  en  la 
presidencia  de  Colombia  el  General  Rafael  Heves.  Traía  para  el  primer 
mandatario  la  confirmación  del  autógrafo  que  Su  Santidad  Pío  X  había 
obsequiado  al  presidente  electo,  con  las  siguientes  palabras: 

"Al  dignísimo  hijo,  General  Rafael  Reyes,  presidente  electo  de  Colombia,  con 
el  voto  ardiente  y  la  firme  convicción  de  que  su  gobierno  será  memorable  por  la 
paz  y  el  progreso  de  la  nación  y  por  la  libertad  de  la  Iglesia  Católica  en  aquella 
república,  imploramos  para  él  las  bendiciones  divinas,  y  como  prueba  de  nuestra 
particular  benevolencia  le  impartimos  la  bendición  apostólica.  En  el  Vaticano,  a 
odio  de  marzo  de  1904.  Pío  X". 

Pon  la  llegada  a  Colombia  de  monseñor  Kagonessi  y  su  amistad 
intima  con  el  (íeneral  Reyes  se  dio  principio  a  la  época  llamada  de  la 
concordia,  que  tanto  dio  (pié  decir  a  los  periódicos  y  qué  sentir  a  algunos 
prelados,  en  especial  a  monseñor  Moreno,  obispo  de  Pasto,  y  a  monseñor 
Hojas.  Ambos  prelados,  gemelos  en  ideas  y  procederes  con  las  llamadas 
libertades  modernas,  fueion  acusados  ante  el  presidente  y  llamados  por 
él  y  por  el  Delegado  a  responder  de  tales  acusaciones.  Vale  la  pena  de 
conocer  un  enérgico  telegrama  de  monseñor  Moreno  sobre  la  tan  traída 
concordia : 

"Señor  Presidente  de  la  República. — Bogotá. 

Tengo  el  gusto  de  acusar  a  usted  recibo  de  su  telegrama  del  veintitrés  (23), 
con  cablegramas  cruzados  con  el  Vaticano. 

Hago  míos  en  absoluto  y  con  el  mayor  placer  sentimientos  de  pacificación 
y  concordia  del  Santo  Padre,  porque  creo  firmemente  (pie  están  de  acuerdo  con 
lo  que  Dios  quiere  en  este  punto. 

Esperaba  ocasión  y  aprovecho  ésta  para  decir  lo  siguiente.  — «pie  exige  ya 
la  conciencia. 

La  palabra  concordia  tiene  ya  un  sentido  ambiguo,  al  menos  por  estos  lugares. 
Los  literales  lian  dado  a  entender  aquí  que  esa  palabra  concordia,  aun  salida 
de  los  labios  del  Santo  Padre  o  su  Representante  en  Colombia,  significa  tpie  hay 
que  reconciliarse  con  el  liberalismo  y  condena  a  los  (pie  enseñan  que  no  es  posible 
esa  reconciliación. 

Protesto,  con  toda  mi  alma,  contra  esa  interpretación,  como  injuriosa  a  la 
Santa  Sede,  y  añado  que  creo  y  confieso,  una  vez  más  a  la  faz  del  mundo,  que  el 
Romano  Pontífice  ni  puede  ni  debe  reconciliarse  ni  transigir  con  el  liberalismo 
moderno. 

Así  lo  enseñó  Pío  IX  de  modo  infalible:  y  jamás  habrá  Pontífice  Romano 
que  enseñe  cosa  contraria. 

La  pureza  de  la  fe  y  salvación  de  las  almas  hacen  ya  necesaria  esta  decla- 
ración. 

Fray  Ezequiel,  Obispo  de  Pasto". 


—  225  — 


Cuántas  molestias,  decepciones  y  amarguras  vinieron  en  905  y  906 
sobre  ambos  prelados  por  causa  de  la  concordia,  lo  veremos  muy  pronto. 
Dios  quiso  escogerlos  como  víctimas  propiciatorias  y  expiatorias  por 
La  patria  :  quizás  ellos  con  su  resignación  y  paciencia,  bien  probadas 
en  este  tiempo,  obtuvieron  de  la  divina  bondad  que  se  evitara  la  guerra 
civil  que  se  veía  venir  con  la  exacerbación  de  los  ánimos  contra  el  pri- 
mer mandatario. 

En  los  secretos  de  Dios  hallaremos  en  la  eternidad  sorpresas  ines- 
peradas que  sacarán  verídico  al  apóstol  San  Pablo:  Cuan  incomprensi- 
bles son  los  juicios  de  Dios  y  cuán  inexcrutables  sus  caminos.  Los  hom- 
bres juzgan  como  hombres,  según  lo  que  se  ve:  Dios  escruta  los  cora 
zones  y  hace  justicia  a  los  inocentes. 


PASTORAL  DEL  PRELADO  SOBRE  EL  TRABAJO 

El  pueblo  del  Un  ¡la  es  esencialmente  trabajador;  son  raras  las  ex 
cepciones  de  individuos  y  menos  de  familias  que  no  vivan  consagradas 
al  honrado  laboreo  de  la  tierra,  a  la  industria  creadora  de  riqueza  na- 
cional o  al  comercio  de  los  artículos  necesarios  a  la  vida  social. 

Para  estimular  al  pueblo  a  explotar  esa  fuente  de  bienestar  y  de 
virtud  (pie  es  el  trabajo,  dirigió  el  prelado  la  importante  pastoral  del 
1S  de  enero  de  905,  sobre  este  fecundo  tenia  del  trabajo.  Prueba  en  ella 
con  sentencias  de  la  Sda.  Escritura,  que  el  trabajo  es  una  ley  divina 
ineludible  pero  fecunda  en  bienes  naturales  y  espirituales:  forma  hom- 
bres y  ciudadanos  dignos  para  la  patria  y  favorece  al  mismo  tiempo 
la  vida  cristiana  del  hogar  con  la  práctica  de  las  virtudes  que  de  él 
nacen,  ya  que  la  ociosidad  y  la  vagancia  son  madres  fecundas  de  todos 
los  vicios  y  pecados. 

Termina  esta  Pastoral  de  cuaresma  promulgando  el  indulto  del 
ayuno  hasta  el  siguiente  año  de  906. 

En  este  misino  año  de  L905  fueron  numeradas  las  calles  de  (¡¡arzón, 
a  las  cuales  se  les  habían  puesto  nombres  alusivos  al  jubileo  de  la  Inma- 
culada en  diciembre  del  año  anterior,  por  especial  insinuación  del  pre- 
lado. El  25  de  abril  del  misino  año  fue  desmembrada  la  parroquia  de 
San  Miguel  de  Garzón  y  de  ella  salieron  las  lies  parroquias  de  la  ciu- 
dad. Para  tomar  esta  trascendental  resolución  había  consultado  mon- 
señor Hojas  el  parecer  del  Vble.  Capítulo  el  9  de  marzo  del  año  anterior, 
y  había  celebrado  el  22  del  mismo  mes  una  reunión  plena  de  todo  el 
clero  y  autoridades  civiles  y  concurso  del  pueblo,  para  resolver  el  mismo 
asunto,  siendo  favorables  ambos  pareceres.  Desde  entonces  han  venido 
las  parroquias  independientes,  aunque  a  veces  la  Catedral  y  101  Rosario 
han  sido  administradas  por  un  misino  párroco  en  diversos  tiempos.  La 
parroquia  de  la  Catedral  no  recibió  campos  en  su  territorio,  circuns- 
crito a  unas  cuantas  manzanas  del  centro  de  la  ciudad:  la  de  Nazareth 
Comprende  la  parte  oriental  y  sur  del  territorio  municipal,  y  la  de  Sto. 
Domingo  del  Rosario  la  parte  occidental  y  norte  hasta  la  quebrada  de 
Ríoloro,  límite  con  Gigante. 

El  mes  de  mayo,  dedicado  a  honrar  a  la  Madre  de  Dios,  fue  esco- 
gido por  el  prelado  para  hacer  los  nombramientos  de  párrocos.  El  día 
primero  fue  nombrado  para  Nazareth  el  presbítero  Sabas  La  ra  S.  y  tomo 
posesión  de  su  curato  con  general  contento  de  sus  nuevos  feligreses, 
gente  sencilla,  la  mayor  parte  honrados  campesinos  y  fervientes  católicos. 


—  226  — 


Para  la  Catedral  fue  nombrado  el  señor  canónigo  Rodulfo  Pérez  < '.. 
con  fecha  «los  del  mismo  mes.  Procedió  inmediatamente  a  organiza r 
el  culto  con  el  mayor  esplendor  posible,  como  correspondía  a  la  cale 
goría  de  su  parroquia  ;  conservó  y  dio  mayor  impulso  a  las  congrega- 
ciones piadosas  ya  existentes  en  la  antigua  parroquia,  y  celebró  de 
manera  esplendorosa  el  primer  mes  de  mayo,  con  el  entusiasta  concurso 
de  señoras  y  señoritas  de  la  ciudad,  (pie  siempre  se  han  distinguido  por 
su  amor  a  María  y  por  el  esmero  en  el  arreglo  ornamental  del  templo 
en  estas  ocasiones. 

La  parroquia  del  Rosario  recibió  su  primer  impulso  de  fervor  ma- 
ñano del  joven  sacerdote  don  Anselmo  España,  nombrado  como  su  pri- 
mer párroco  el  día  siete  de  este  mismo  mes.  Era  natural  (pie  teniendo 
por  patrona  a  la  Santísima  Virgen  y  empezando  la  vida  parroquial  en 
su  mes  privilegiado,  hubiera  derroche  de  entusiasmo  en  todas  las  fami- 
lias para  secundar  la  iniciativa  del  Padre  España,  que  muy  pronto  se 
ganó  el  corazón  de  sus  feligreses  y  prestó  atención  especial  a  las  impor- 
tantes veredas  de  su  parroquia,  dotándolas  de  escuelas-capillas  y  \ •  ¡si- 
tándolas con  la  frecuencia  (pie  le  permitían  sus  ocupaciones. 

Con  esta  medida  tendiente  al  bien  espiritual  de  los  fieles  ganó  la 
ciudad  de  (¡arzón  un  nuevo  timbre  agregado  a  su  ya  acendrada  catoli- 
cidad ;  se  intensificó  la  vida  cristiana  multiplicándose  las  funciones  reli- 
giosas; la  administración  de  los  sacramentos,  las  obras  de  celo  y  de 
acción  católica  y  sobre  todo  los  campos  recibieron  un  nuevo  impulso  de 
piedad  con  las  frecuentes  visitas  de  los  párrocos,  el  establecimiento  de 
escuelas  y  catecismo  y  el  mejor  cuidado  de  los  enfermos.  Los  dos  her- 
mosos templos  de  Nazareth  y  de  El  Rosario,  aunque  no  terminados  aún. 
son  bello  ornato  para  la  ciudad  y  serán  con  el  tiempo  centros  de  culto 
y  de  piedad  cristiana. 


MONSEÑOR  MORENO  Y  MONSEÑOR  ROJAS 

En  el  mes  de  abril  de  este  año  fue  llamado  a  Bogotá  monseñor 
Gzequiel  Moreno  Díaz,  obispo  de  Pasto  y  amantísimo  hermano  de  sufri- 
miento y  persecuciones,  de  monseñor  Rojas. 

La  causa  ocasional  de  este  llamamiento,  hecha  por  conducto  del 
Delegado  Apostólico,  monseñor  Ragonessi,  fue  el  telegrama  que  ya  cono- 
cemos;, dirigido  al  Presidente  Eeyes  con  apostólica  libertad  por  mon- 
señor Moreno  sobre  la  decantada  concordia,  asunto  escabrosísimo  de  la 
política  colombiana,  que  tanto  a  él  como  a  monseñor  Rojas  les  causó 
sinsabores  y  contrariedades  de  todo  género. 

Conocedor  el  Sr.  obispo  de  que  monseñor  Moreno  se  dirigía  de 
Pasto  a  Bogotá,  lo  invitó  a  pasar  por  su  diócesis,  como  en  efecto  lo 
hizo  con  gran  contentamiento  de  ambos. 

Al  tener  la  promesa  de  paso  por  el  Huila  el  señor  obispo  la  comu- 
nicó a  los  párrocos  del  tránsito  para  que  se  prepararan  a  dispensar  al 
insigne  viajero  todas  las  atenciones  merecidas  por  él.  Estos  párrocos 
afortunados  fueron  los  de  La  Plata,  Paicol,  El  Hobo  y  Neiva  ;  todos 
ellos  correspondieron  a  tal  insinuación  con  la  mejor  voluntad  por  la 
simpatía  que  todos  sentían  hacia  tan  distinguido  prelado. 

El  señor  Rojas  se  encaminó  a  La  Plata,  primera  parroquia  de  la 
diócesis  a  donde  sale  el  camino  del  Cauca.  Era  el  mes  de  mayo  de  905. 
Allí  se  le  preparó  a  monseñor  Moreno  suntuoso  recibimiento  presidido 


—  227  — 


UoúxHf  íalieci^ 
«Tollo  a>&  a-' o"  uo  eü 


Eíi  el  co  c, .torio    a  A 
¿el  día  diez  y  sol»  de  Knora  de 
.¿eutu;;  el  Kúo.t'ecire  I.  .  <cl  ■  A.  Ti 
ilr>  -iij. ana       i¡nxz5¡>;  el  Sdo*  i1.  El  i 
.'<:llán  dol  Lazareto;  1  ^  R-  os.  Padrea  Fe 
.  sé  .«irá,  VaLe.ití  i  Ro....  >of  Vicenta  >,o  . 
del    Corarán    o  aaríu»  1-^  Rda:;.  .¿ 
jrlora;»  üo  1,j.>  .io".  11.  dea  c    Jan  RiJacl  j 
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1  día  ve  itiuaeva.  de  Julio  de  rill  oovociur.toe  tx<iuta  fjHflH 
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ok  *hjx  la  acción  del  tic     >.  Se  ur.V.06  «atoa  a.arcoieren  loé 
Ir. tes.  .  •         v    .caí    u'or,  ¿  a  .  e-.'.a-o  oral. 

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di6ü.»í»lü    v  i./ir«.5 ». 

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da  Mnataaala  le  ente  aota  oa  ua  ¿ruaco  eolia -o  con  lnc.iv.  y  iHroou- 
iiose  a  so      •      i     i  .r  .  t.   l  i  tipa  do  lo  un..-»  .  '  i.,6  eoa-uaa 


Be  en.-, 
daahc;. 


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K.,óí»  ur...í    etílica  s    introdujo  1. 


la  ur:ia  exterior  e 


FOTOCOPIA    DEL    ACTA    DE    EXHUMACION    DE    LOS    RESTOS    DE    MONSEÑOR  ROJAS. 

(PRIMERA  PARTE) 


por  monseñor  Rojas.  Terminados  los  festejos  y  después  de  algún  des 
canso  al  levantarse  de  la  mesa,  se  encellaron  los  dos  prelados  en  el  apo- 
sento preparado  para  monseñor  .Moreno  y  permanecieron  largas  horas 


—  228  — 


FOTOCOPIA  DEL  ACTA  DE  EXHUMACION  DE  LOS   RESTOS  DE  MONSEÑOR  ROJAS. 
(SEGUNDA  PARTE) 


en  conferencia  familiar  y  secreta.  Cuántas  impresiones  cambiarían  esas 
dos  almas  gemelas,  identificadas  en  celo  e  iguales  en  abnegación  apos- 
tólica, ante  la  realidad  de  los  hechos  que  estaban  pasando  en  su  querida 


—  229  — 


Colombia!  Cómo  se  comunicarían  mutuamente  el  valor  que  cada  cual 
sentía  para  sufrir  por  la  causa  ele  Cristo  la  persecución  que  contra  ellos 
se  desencadenaba  de  donde  menos  se  podía  esperar! 

Al  día  siguiente,  terminada  la  santa  misa  y  tomado  el  desayuno, 
se  despidieron  con  efusivo  abrazo.  Monseñor  .Moreno  continuó  por  Tai- 
col  y  El  Hobo  su  viaje  hasta  Neiva,  agasajado  y  ovacionado  en  cada 
población  por  los  señores  párrocos  y  por  el  católico  pueblo  huilense  (pie 
lo  miraba  como  a  un  santo. 

El  señor  Pbro.  D.  Manuel  M*  Rada,  párroco  hoy  de  ("ajamaren. 
Tolima.  estaba  en  ese  tiempo  de  párroco  en  El  Hobo  (Huila)  y  nos  cuen- 
ta así  el  paso  de  monseñor  Moreno: 

"PASO  DE  MONSEÑOR  MORENO  POR  LA  DIOCESIS  DE  GARZON 

HACIA  BOGOTA 

101  señor  obispo  Rojas  había  avisado  que  monseñor  Moreno  pasaría  de  Pasto 
;i  Bogotá  por  el  Huila.  Yo  me  trasladé  a  El  Hóbo  a  esperarlo  durante  toda  una 
semana,  sin  (pie  en  ese  tiempo  tuviera  noticia  alguna  de  él.  Creí  (pie  habría  pasado 
por  otro  camino  y  mandé  quitar  de  la  casa  las  colgaduras  y  entregar  los  objetos 
prestados.  Acababa  de  hacerlo  cuando  inesperadamente  llegó  una  tarde  del  mes 
de  María,  con  un  Padre  Fernández,  agustino. 

Entró  al  corredor  y  no  quiso  sentarse  a  descansar  sino  que  siguió  paseándose 
rezando  el  rosario.  En  la  comida  no  pude  obtener  que  se  sentara  en  la  cabecera 
de  la  mesa:  me  hizo  sentar  a  mí  como  párroco:  acabada  la  comida  nos  obligó  a 
fumar  delante  de  él.  lo  que  no  queríamos  hacer  por  respeto:  luégo  le  supliqué 
que  les  dijera  unas  palabras  en  la  iglesia  y  lo  hizo  con  mucha  edificación  de  los 
fieles.  Al  día  siguiente  lo  acompañé  hasta  La  Palma,  le  di  un  baqueano  para 
pasar  el  río  Neiva  y  regresé  edificado  con  sus  ejemplos  de  santidad". 

Dejó  imborrable  huella  de  simpatía  en  todo  el  Huila  y  se  embarcó 
en  Neiva  con  rumbo  a  la  capital.  Entre  la  correspondencia  de  monseñor 
Rojas  encontramos  varias  caitas  de  monseñor  Moreno,  cuidadosamente 
conservadas  como  una  reliquia  entre  un  marco  de  peluche  adornado 
con  bordados.  En  el  cielo  se  habrán  dado  estos  insignes  apóstoles  de  la 
verdad  el  abrazo  interminable  de  felicitación  quoniam  digni  hábiti  sunt 
pro  nomine  Jesu  contumeliam  ¡t<it¡,  muy  felices  ambos  por  los  sufri- 
mientos (pie  acá  sobrellevaron  por  Jesucristo. 

CAPITULO  XXV 

ESFUERZOS  POR  EL  CATECISMO  Y  LAS  ESCUELAS  - 
ENCICLICA  ACERBO  NIMIS  -  PASTORAL  SOBRE  EL 
APRENDIZAJE  DE  LA  DOCTRINA  -  PRIMEROS  INTENTOS 
DE  MISIONES  EN  EL  CAQUETA,  PARA  AYUDAR  A  LOS 
PADRES  CAPUCHINOS  -  PERSECUCIONES  GRATUITAS  - 
PRIMERA  RENUNCIA  DE  LA  DIOCESIS  -  MONSEÑOR 
ROJAS  Y  EL  GENERAL  REYES. 

Este  año  de  906  puede  llamarse  en  Colombia  el  año  catequístico 
de  la  doctrina  cristiana.  Su  Santidad  Pío  X,  con  fecha  L5  de  abril  de 
905,  había  dado  la  inmortal  Encíclica  Acerbo  nimis,  sobre  la  enseñanza 
de  la  doctrina  cristiana,  (pie  produjo  en  el  orbe  católico  saludable  reac- 
ción en  favor  del  más  importante  de  los  oficios  de  la  Santa  Iglesia  :  "Id 
y  enseñad". 


—  230  — 


Monseñor  Francisco  Ragonessi,  Delegado  Apostólico  en  Colombia, 
había  dado  también,  en  desarrollo  de  la  misma  Encíclica,  la  importante 
Circular  del  20  de  julio  de  ese  mismo  año,  "Sobre  la  enseñanza  prima 
l  ia",  recalcando  en  la  idea  de  que  "la  enseñanza  cristiana  debe  ser  el 
punto  céntrico  de  la  pedagogía;  del  Catecismo,  como  de  su  raíz  natural, 
deben  brotar  las  tres  grandes  ramas  de  la  educación  y  de  la  instrucción 
popular". 

NO  podía  el  celo  de  monseñor  Rojas  dejar  pasar  más  tiempo  sin 
hacer  conocer  ambos  documentos  y  fundar  en  ellos  y  en  las  claras  ense- 
ñanzas de  la  Iglesia,  SU  interesante  pastoral  de  ese  año,  "sobre  el  apren- 
dizaje de  la  doctrina  cristiana".  Este  documento,  fechado  el  12  de  enero 
de  000,  es  quizás  uno  de  los  más  claros  y  terminantes  de  monseñor, 
siendo  todas  sns  pastorales  de  una  claridad  diáfana  y  de  una  conmo- 
vedora sencillez  evangélica. 

Lo  preocupaba  tanto  la  enseñanza  de  las  verdades  reveladas  y  era 
tal  el  empeño  de  que  ninguna  de  sns  ovejas,  ni  el  último  de  sns  campe- 
sinos, pudiera  alegar  disculpa  alguna  de  su  ignorancia,  que  son  al  pare- 
cer como  duras  o  exageradas  las  órdenes  qne  a  ese  respecto  imitarle  en 
su  pastoral:  todos  los  fieles  de  cualquier  sexo  y  condición  están  obliga- 
dos "bajo  pena  de  perdición  eterna"  a  estudiar,  o  repasar,  en  la  iglesia 
o  en  la  casa  el  Catecismo  y  los  que  no  estén  cumpliendo  con  ese  deber, 
ni  quieran  cumplirlo,  son  indignos  de  Ja  absolución  sacramental,  lo  mismo 
que  los  padres,  dueños  de  casa  y  personas  qne  tienen  subditos  y  no  cui- 
dan de  qne  aprendan  la  doctrina,  no  se  la  enseñan  o  se  la  hacen  enseñar. 

Manda  a  los  párrocos  qne  durante  el  tiempo  apto  para  el  cumpli- 
miento pascual,  enseñen  por  sí  o  por  personas  piadosas  competentes 
la  doctrina  cristiana  diariamente  en  las  iglesias  y  capillas,  lo  mismo 
en  los  pueblos  que  en  los  caseríos  y  campos ;  qne  los  domingos  y  fiestas, 
la  hora  mandada  de  Catecismo  para  los  niños  sea  "un  verdadero  curso 
de  religión";  que  se  haga  dos  veces  por  año  el  retiro  de  las  escuelas  y. 
además  de  ése.  otros  dos  de  primera  comunión,  uno  para  niños  y  otro 
para  niñas.  Termina  su  exhortación  con  una  súplica  a  los  párrocos  para 
que  lo  mismo  se  haga  en  las  cárceles,  hospitales  y  demás  establecimientos 
similares. 

Comprendiendo  que  la  carga  que  esto  impone  a  los  párrocos  es  for- 
midable, los  anima  y  conforta  con  la  esperanza  de  abundantes  bendi- 
ciones de  Dios  por  la  obediencia  a  su  Vicario  sobre  esta  materia. 

Para  complementar  sus  disposiciones,  recuerda  lo  dispuesto  en  el 
apéndice  al  Sínodo  diocesano :  "Exigimos  que  se  distribuyan  los  niños 
y  las  niñas  por  grupos,  para  que  se  confiese  cada  semana  un  grupo  de 
cada  sexo  y  así  se  obtengan  siquiera  tres  confesiones  anuales. 

En  los  establecimientos  de  jóvenes  mayores  de  doce  años,  la  confe- 
sión y  comunión  debería  suceder  cada  mes". 

Tan  solícita  acuciosidad  y  tan  menudos  detalles,  parecen  dictados 
por  el  celo  ardiente  de  San  Pablo  o  por  la  solicitud  pastoral  de  un  Fran- 
cisco de  Sales. 

Por  este  tiempo  había  terminado  brillantemente  sns  estudios  ecle 
siásticos  en  el  Colegio  Pío  Latino  Americano  de  Roma  el  alumno  Agustín 
Rodríguez  Andrade,  hermano  del  Dr.  Pedro  María,  Vicario  General  de 
Garzón. 

El  señor  obispo  envió  a  su  tiempo  las  letras  testimoniales  para  su 
ordenación,  efectuada  por  el  Cardenal  Vicario  el  día  10  de  agosto  de  906. 

Regresó  a  su  patria  y  fue  nombrado  por  el  señor  Rojas  secretario 
de  la  Curia  de  Garzón,  como  cooperador  de  su  ilustre  hermano. 


—  231  — 


PREOCUPACION  DEL  SEÑOR  ROJAS  POR  LA 
INSTRUCCION 


Tanto  se  preocupaba  por  las  escuelas  y  deseaba  ayudar  a  la  acción 
del  Gobierno  en  ese  ramo,  que  toca  muy  de  cerca  a  los  prelados  y  párro- 
cos, que  queremos  hacer  notar  una  llamada  que  en  la  pastoral  hace  a 
los  HH.  Concejos  Municipales  sobre  el  cumplimiento  de  la  Ley  56  de 
905  que  cede  a  los  municipios,  con  destino  a  la  instrucción  pública,  el 
usufructo  de  los  baldíos  nacionales.  Para  dar  fuerza  a  su  insinuación, 
manda  publicar  en  "El  Eco  del  Vaticano",  a  raíz  de  la  Pastoral,  la 
Circular  del  21  de  septiembre  del  mismo  año,  en  la  cual  el  señor  Go- 
bernador, D.  Gabriel  Perdomo  C,  urge  a  los  Concejos  Municipales  en 
el  cumplimiento  de  dicha  disposición. 

Los  límites  de  su  diócesis  parecían  estrechos  para  la  expansión  in- 
contenible del  celo  de  monseñor  Rojas  por  la  salvación  de  las  almas. 
Vecina  de  su  diócesis  y  poblada  en  su  mayor  parte  por  colonos  huilenses 
estaba  la  inmensa  prefectura  del  Caquetá,  hoy  Vicariato  Apostólico; 
los  RR.  PP.  Capuchinos  encargados  de  ella  pasaban  con  frecuencia  por 
el  Huila  para  dirigirse  de  Florencia  a  San  Vicente  y  a  su  vez  los  colonos 
salían  a  las  parroquias  colindantes  con  la  prefectura  a  recibir  sacra 
mentos  y  a  solicitar  (pie  los  señores  párrocos  los  visitaran  de  cuándo 
en  cuándo,  para  lo  cual  se  tropezaba  con  la  no  pequeña  dificultad  de 
las  facultades  canónicas. 

Monseñor  remedió  la  dificultad  solicitando  del  señor  Prefecto  Fray 
Fidel  de  Montclar  la  autorización  necesaria  para  los  párrocos.  Fray 
Fidel,  quien  tenía  por  monseñor  Pojas  gran  veneración  y  sabía  apreciar 
sus  buenos  deseos  en  favor  de  los  colonos,  accedió  gustoso  a  conceder 
las  facultades  necesarias.  El  prelado  lo  comunicó  así  en  el  siguiente  do- 
cumento : 

"NOS  ESTEBAN  HOJAS,  por  la  gracia  (lo  Dios  y  de  la  Santa  Sede  Apostó 
lien  Obispo  de  Garzón. 

El  Reverendísimo  señor  Prefecto  Apostólico  del  Caquetá  ha  tenido  a  bien 
conceder  a  Nos  y  a  los  sacerdotes  <pie  Nos  designemos  facultad  para  administrar 
los  sacramentos,  incluso  el  matrimonio,  y  ejercer  todas  las  funciones  parroquiales 
tanto  dentro  del  territorio  de  la  Prefectura  Apostólica  como  fuera  de  él.  con  los 
fieles  a  ella  pertenecientes.  Deseando  Nós  prestar  nuestra  exigua  cooperación  a 
esa  tan  importante  y  necesaria  obra,  tenemos  a  bien  designar  para  ejercer  las 
dichas  facultades  dentro  de  sus  respectivas  parroquias  a  los  curas  de  Campoale- 
gre.  El  Hobo,  Gigante.  Nazareth.y  Rosario  de  Garzón',  Guadalupe,  Santa  Librada. 
Concepción,  Pitálito  y  San  Agustín,  (pie  son  los  territorios  limítrofes  con  dicha 
Prefectura  Apostólica,  con  tal  (pie  observen  estrictamente  todas  las  disposiciones 
canónicas,  sobre  todo  respecto  del  matrimonio. 

Cada  uno  de  los  (airas  expresados  puede  ejercer  las  facultades  con  todos  los 

fieles  SÚbditoS  de  la  Prefectura  Apostólica. 


PERSECUCION  AL  PRELADO  Y  AL  CLERO 

Las  palabras  de  Cristo:  "Si  a  mí  me  han  perseguido,  a  vosotros  os 
peí  seguirán",  se  lian  cumplido  y  se  cumplirán  siempre,  como  consecuen- 
cia de  estas  otras:  "No  lia  de  ser  más  afortunado  el  discípulo  que  su 
Maesl  ro". 


—  232  — 


.Monseñor  Rojas  lo  experimentó  desde  su  vida  de  párroco;  ya  lo 
liemos  visto  varias  veces  preso  y  muchas  calumniado  y  perseguido.  Tam- 
bién su  clero  tenía  que  participar  del  odio,  mala  voluntad  e  inquina 
qué  los  malos  profesaban  al  señor  obispo. 

.Muchos  sacerdotes  sufrieron  persecuciones  gratuitas  de  palabra  y 
por  escrito.  Pero  no  se  sentían  solos;  delante  de  ellos,  como  Cristo,  iba 
su  prelado,  más  perseguido  y  peor  calumniado  (pie  sus  cooperadores. 
Parece  que  se  cumplía  la  consigna  de  los  enemigos  del  rey  Enrique  IV. 
cuando  mandaban  buscar  en  medio  de  la  batalla  el  penacho  blanco,  (pie 
distinguía  al  monarca  :  a  él,  a  él. 

Peí  o  monseñor  lo  recibía  todo  como  prueba  de  Dios,  cuando  los 
tiros  caían  sobre  él  y  defendía  a  sus  sacerdotes,  dándoles  reglas  para 
conducirse.  Una  de  ellas  está  consignada  en  la  advertencia  marcada 
con  el  X"  101  para  leer  al  pueblo  varias  veces: 

"101. — El  Illmo.  Sr.  obispo  luí  ordenado  a  sus  sacerdotes  que  no  se  ocupen 
cu  contestar  cartas,  en  que  se  les  insulta  y  calumnia  o  en  que  personas  seglares 
o  empleados  públicos  pretenden  corregirlos  en  su  sagrado  ministerio  y  señalarles 
la  línea  de  conducta  que  en  él  deben  seguir.  Pierden,  pues,  su  tiempo  todas  tas 
personas  que  de  palabra  p  por  escrito  se  ocupen  en  cualquiera  de  estos  tristes 
oficios,  pues  el  clero  ningún  caso  liará  de  sus  ataques.  Esto  mismo  decimos  do  las 
congregaciones  religiosas  que  como  hijas  de  la  Iglesia  corren  su  misma  suerte. 
\o  que  repugnemos,  antes  bien  agradecemos,  cualquiera  indicación  amistosa,  útil 
y  bien  intencionada  que  se  nos  haga  por  particulares  o  por  las  autoridades,  con 
quienes  deseamos  trabajar  unidos  en  el  bien  de  la  sociedad:  pero  en  nuestro  minis- 
terio no  podemos  ser  juzgados,  corregidos  ni  dirigidos  por  personas  a  quienes  Jesu- 
cristo no  ha  conferido  tal  poder.  Encarecidamente  suplicamos  a  todas  las  almas 
buenas  (pie  nos  ayuden  a  orar  por  esas  personas,  que  con  los  ataques  que  nos  diri- 
gen no  hacen  otra  cosa  que  hacerse  reos  ante  Dios  de  muchos  daños  ajenos  y 
hacer  cada  día  más  difícil  el  arreglo  definitivo  de  sus  (  lientas  con  la  Ley  divina 
en  la  hora  de  su  muerte". 


CONDUCTA  DE  MONSEÑOR  ROJAS  CON  EL  GENERAL 

REYES 

En  el  curso  de  nuestra  narración,  hemos  visto  «pie  con  motivo  de  la 
eoncordia  del  General  Reyes,  sufrieron  no  pocos  sinsabores  monseñor 
Hojas  y  monseñor  Moreno*  Identificados  en  su  modo  de  apreciar  los 
gravísimos  peligros  que  para  Colombia  podrían  sobrevenir  con  aquella 
amalgama  inadmisible,  manifestaron  su  inconformidad  con  el  método 
empleado,  no  con  la  buena  intención  (pie  el  General  pudiera  tener  en 
su  deseo  de  que  los  colombianos  todos  vivieran  como  hermanos  y  se 
preocuparan  por  el  engrandecimiento  patrio. 

A  pesar  de  todo,  ambos  prelados  supieron  distinguir  entre  lo  que 
era  una  opinión  y  modo  de  proceder  personal  del  General  Reyes  y  su 
carácter  de  primer  mandatario  de  la  Patria  y  nunca  guardaron  resentí 
miento  personal,  que  no  podía  caber  en  pechos  episcopales  y  menos  en 
corazones  inflamados  en  el  amor  divino,  como  eran  los  de  ambos  prelados. 

Prueba  evidente  la  tenemos  en  la  conducta  observada  por  monseñor 
Rojas  en  el  atentado  del  10  de  febrero  de  905  contra  la  vida  del  señor 
Presidente. 

Al  tener  conocimiento  de  él,  se  apresuró  monseñor,  como  lo  hizo 
todo  el  Episcopado,  a  reprobar  el  hecho  criminal  y  a  dar  gracias  a  Dios 


—  233  — 


por  haber  salvado  al  General  de  la  muerte  y  a  Colombia  de  una  ver- 
güenza ante  el  mundo  entero.  Veamos  el  telegrama  que  monseñor  le 
dirigió : 

"Garzón,  febrero  13. — Excmo.  Sr.  Gral.  Reyes. — Bogotá. — Anoche  tarde  recibí 
telegrama-circular,  del  diez.  Mañana  celebraremos  catedral,  velación  al  Sino.,  con 
misa  y  Te  Deuin,  solemne  acción  de  gracias,  por  haber  librado  a  A'.  E.  y  su  hija 
de  nefando  atentado,  inaudito  en  nuestra  República. — Esteban,  obispo  de  Garzón". 

Rara  que  se  vea  que  tanto  monseñor  Rojas  tomo  monseñor  Moreno 
entendían  e  interpretaban  como  debe  ser  el  adagio:  "lo  cortés  no  quita 
lo  valiente",  en  este  mismo  año  y  a  raíz  de  las  protestas,  por  el  atentado 
personal  al  Presidente,  fue  llamado  monseñor  Moreno  y  poco  después 
monseñor  Rojas  para  dar  explicaciones  de  su  conducta  en  relación  con 
el  asunto  de  la  concordia;  porque  ambos  prelados  habían  hablado  con 
apostólica  franqueza  sobre  lo  (pie  ellos  creían  en  conciencia  tener  que 
rectificar. 

Años  de  intensos  sufrimientos  para  monseñor  Moreno  y  monseñor 
Hojas  fueron  los  de  1905  y  1906  con  motivo  de  la  concordia  del  General 
Reyes.  Xo  nos  toca  a  nosotros  juzgar  de  las  intenciones  (pie  pudo  tener 
este  gran  patriota  que  se  había  sacrificado  por  Colombia  en  los  campos 
de  batalla  y  que  quería  verla  engrandecida  y  próspera  ;  esas  intenciones 
tuvieron  que  ser  buenas;  pero  quizás  el  medio  de  que  quiso  valerse  para 
unificar  las  voluntades,  se  prestó  para  los  muchos  males  que  se  siguie- 
ron, no  sólo  para  Colombia,  sino  para  la  misma  persona  del  General. 

Así  lo  entendieron  los  dos  prelados,  siempre  unánimes  en  la  apre- 
ciación de  la  concordia. 

El  11  de  noviembre  de  este  año  de  906  confirió  el  señor  Rojas  la 
ordenación  sacerdotal,  en  la  capital  de  la  diócesis,  al  diácono  señor 
don  Sabas  Lara  Silva,  de  (¡arzón,  y  las  demás  órdenes  a  varios  alumnos 
del  Seminario. 

El  27  de  enero  siguiente  ordenó  en  Elias  a  los  jóvenes  Ricardo  Vega, 
de  La  Plata,  y  Benjamín  Martínez,  de  El  Hato. 

Las  palabras  que  ya  hemos  citado,  con  las  cuales  monseñor  Moreno 
manifestó  su  parecer  con  apostólica  franqueza,  secundadas  y  adoptadas 
por  monseñor  Rojas,  fueron  causa  de  graves  acusaciones  ante  el  Go- 
bierno y  motivo  de  calumnias  y  falaces  interpretaciones  de  los  perió 
dicos  conlia  él:  hasta  el  punto  de  verse  obligado  el  clero  de  la  diócesis 
a  elevar  indignada  protesta  el  L6  de  julio  (le  !)()(>,  en  defensa  de  la  apos- 
tólica actitud  del  prelado,  quien,  atendiendo  a  escrúpulos  de  su  con- 
ciencia por  creerse  un  estorbo  en  los  designios  de  Dios,  había  renun- 
ciado su  diócesis  con  motivo  de  estos  acontecimientos. 

El  Excmo.  señor  Delegado  Apostólico  confirmó  ante  la  diócesis 
entera  la  inocencia  de  monseñor  Rojas  en  las  acusaciones  formuladas 
por  sus  detractores,  en  el  siguiente  valiosísimo  documento  (pie  gustosos 
publicamos : 

"Delegación  Apostólica  en  Colombia — Bogotá,  septiembre  n  de  1906 — Ulmo, 
Sr.  Vicario  General  de  Garzón  [limo,  señor:  Con  grandísima  satisfacción  he  leído 
las  múltiples  manifestaciones  que  en  honor  del  Ilhno.  señor  Rojas  me  han  llenado 
de  todas  las  partes  de  esa  amada  diócesis.  Tal  tributo  de  filial  afecto  y  venera- 
ción al  propio  Pastor  no  podrá  menos  de  traer  especial  regocijo  a  mi  alma.  Qui- 
siera contestar  una  a  una  todas  las  cartas  y  dirigir  a  cada  cual  de  los  signa- 
tarios mi  palabra  para  congratularme  con  todos,  y  a  todos  dar  las  más  expresivas 


—  234  — 


gracias.  Pero  ya  que  esto  no  me  es  posible,  por  falta  de  tiempo,  ruego  a  V.  S. 
se  sirva  hacer  mis  veces:  ruégole  los  excite  a  todos  a  deponer  sus  temores  y 
decirles  que  las  acusaciones  movidas  contra  el  egregio  obispo  no  han  logrado  em- 
pañar el  brillo  de  sus  eximias  virtudes.  Ojalá  que  todos  los  diocesanos  sin  excep- 
ción ninguna,  conocieran,  como  yo  he  conocido  de  cerca,  la  hermosura  de  su  alma, 
sus  santas  intenciones  y  su  extraordinario  celo,  que  lo  tienen  siempre  dispuesto 
a  cualesquiera  sacrificios  por  el  bien  de  su  grey  :  así  esa  región  se  convertiría 
pronto  en  un  jardín.  Con  este  ferviente  voto  que  hago  al  cielo,  bendigo  de  corazón 
a  todo  el  clero  y  fieles,  y  me  honro  en  suscribirme  de  Y.  S.,  muy  ato.  s.  s.  -J-  FRAN- 
CISCO RAGONESSI,  Arzobispo  de  Myra,  Delegado  Apeo." 

Brilló  la  inocencia  de  ambos  prelados,  cuya  conducta  fue  aplaudida 
y  hallada  digna  de  los  primeros  Padres  de  la  Iglesia  :  pero  se  hizo  grave 
mal  a  las  almas  y  se  facilitó  a  los  enemigos  del  clero  la  ocasión  para 
saciar  su  odio  volteriano  contra  dos  de  los  más  insignes  prelados  colom- 
bianos. 

Pudo  tener  su  influencia  en  los  sufrimientos  del  señor  Rojas  con 
motivo  de  la  concordia,  la  carta-pastoral,  vibrante  y  enérgica,  dada  por 
él  con  fecha  25  de  diciembre  de  este  año  de  906,  sobre  la  autoridad  y 
magisterio  de  los  obispos. 

Hace,  en  primer  lugar,  un  profundo  estudio  de  dos  documentos 
emanados  de  S.  S.  Pío  X,  su  primera  encíclica  y  su  última  carta  a  los 
obispos  de  Italia,  de  los  cuales  deduce  (pie  los  males  de  la  sociedad  actual 
tienen  como  causa  la  rebeldía  del  espíritu,  (pie  rehusa  someterse  a  las 
leyes  de  Dios  y  rechaza  las  leyes  humanas,  con  el  pretexto  de  falsas  liber- 
tades modernas.  Después  de  señalar  el  remedio  (pie  a  estos  males  pres- 
cribe el  Romano  Pontífice,  que  no  es  otro  (pie  la  obediencia  a  la  Iglesia, 
reprueba  el  prelado  la  ligereza  con  que  el  periódico  "La  Tarde",  de 
Popayán,  se  ha  permitido  interpretar  a  su  acomodo  las  encíclicas  "Plu- 
res"  y  "Generalibus",  para  sacar  de  ellas  argumento  en  favor  de  las 
libertades  modernas,  cohonestándolas  con  palabras  del  Pontífice  y  que- 
riendo probar  «pie  ya  pueden  admitirse  dichas  doctrinas,  para  (pie  haya 
armonía  entre  todos. 

V  luego  exclama  en  el  inciso  24  de  la  pastoral:  "quién  pudiera  obte- 
ner de  la  Bondad  y  Omnipotencia  Divinas.  .  v.  que  viéramos  tornarse 
realidad  lo  que  afirmamos  no  haber  sucedido  aún,  llevarse  finalmente 
a  término  verdadero  lo  que  se  ha  comenzado  exlerioi  mente  y  que  la  con 
cordia,  que  tanto  anhelamos  todos,  y  sin  la  cual  es  imposible  la  pros? 
peridad  del  país,  no  se  limitara  a  cosas  accidentales  y  temporales,  sino 
qué  se  tornase  sólida  y  fundada  en  la  aceptación  sincera  de  los  principios 
religiosos  enseñados  por  Dios  misino  y  en  los  cuales  eslá  ciliada  la  ver- 
dadera felicidad  de  individuos,  familias  y  pueblos  colombianos: 


Pero  mientras  estos  votos  no  se  cumplan  en  (oda  realidad....  no 
podemos  consentir  en  (pie  se  crea  que  ello  lia  sucedido,  porque  sería 
un  engaño  fatal  para  los  pueblos  y  para  los  intereses  de  la  Iglesia  en 
nuestra  Patria". 

La  renuncia  de  monseñor  Hojas  no  le  fue  aceptada  por  entonces, 
de  lal  manera  que  no  se  cumplieron  sus  anhelos  de  entrarse  al  ('aqueta, 
como  lo  había  pensado.  No  hay  dato  de  fecha  precisa,  aunque  se  hablaba 
ya  de  (pie  monseñor  Hojas  deseaba  retirarse;  y  como  estas  actitudes  se 
prestan  para  toda  clase  de  comentarios,  hubo  diversas  versiones:  (pie 
el  Sr.  obispo  se  va  de  cartujo;  que  desea  hacerse  jesuíta:  que  se  va  a 
los  Llanos,  al  Caquetá,  etc.  Es  verdaderamente  inexplicable  la  intuición 


—  236  — 


popular,  de  donde  ha  salido  el  adagio:  "Cuando  el  río  suena,  piedras 
trae".  Ya  desde  entonces  (!M)7)  corría  el  rumor,  que  el  tiempo  vino  a 
confirmar. 

Hay,  sin  embargo,  una  circunstancia  que  pudo  dar  ocasión  favo- 
rable a  La  sospecha,  aunque  por  entonces  no  salió  a  la  luz  su  renuncia  : 
los  RB.  PP.  Capuchinos,  encargados  de  la  Misión  del  Caquctá,  atrave- 
saban con  frecuencia  la  diócesis,  con  mucha  complacencia  de  monseñor. 
Los  atendía  personalmente  en  su  palacio  y  los  hacía  atender  en  las  pa- 
rroquias; y  muchas  veces  en  las  conversaciones  familiares  con  ellos,  se 
le  oía  exclamar  con  hondo  suspiro:  "Quién  fuera  misionero!  De  mil  amo- 
res dejaría  mi  cargo  episcopal  para  ir  a  catequizar  indios!  Padres, 
pidan  a  Dios  que  me  deje  realizar 
mi  deseo. 

Frases  como  éstas  eran  muy  fre- 
cuentes en  monseñor,  y  es  natural 
suponer  que  quienes  las  oían  no  po- 
dían creer  (pie  fueran  bromas,  sino 
que  les  daban  el  verdadero  sentido 
de  una  realidad  deseada. 

V  era  verdad  que  monseñor  pen- 
saba mucho  en  las  Misiones  del  Pa- 
quete!, que  tenía  al  lado  de  su  dió- 
cesis. 

En  este  mismo  año  hizo  que  el 
Padre  Quesada,  párroco  de  Campo- 
aleare,  limítrofe  con  el  territorio  de 
San  Y  Ícente  del  Caguán,  hiciera  una 
entrada  a  la  Estrella,  llevando  to- 
das las  facultades  que  el  mismo  pre- 
lado le  consiguió  del  Prefecto  Apos- 
tólico, para  ejercer  el  ministerio  co- 
mo misionero. 

De  esta  entrada  nació  en  el  Pa- 
dre Quesada  la  idea  de  ir  después 
hasta  San  Vicente ;  idea  que  monse- 
ñor no  solamente  aprobó,  sino  que 
impulsó  e  hizo  que  se  realizara  más 
tarde  en  compañía  del  'Padre  Pedro 
José  Molina,  como  lo  veremos  a  su 
tiempo  en  la  segunda  parte  de  esta 
biografía. 

Tampoco  el  prelado  se  quedó  con  el  proyecto  de  misionar  por  enton- 
ces las  tierras  que  después  santificó  con  su  presencia  :  entró  varias  veces 
con  sus  sacerdotes  y  se  interesó  como  de  cosa  propia,  por  la  suerte  de 
los  blancos  y  de  los  indígenas  que  habitaban  aquellas  lejanías. 

Veremos  a  su  tiempo,  en  la  segunda  parte,  estos  rasgos  de  celo 
incontenible  y  el  efecto  abundante  que  aquellas  misiones  produjeron 
y  quiénes  acompañaron  a  monseñor  en  sus  excursiones  apostólicas. 


R.  P.  ELADIO  AGU  DELO.  SUPERIOR  Y  PA- 
RROCO DE  AGUA  DE  DIOS.  REPRESENTAN- 
TE DE  LA  COMUNIDAD  SALESIANA.  CON  EL 
R.  P.  MEDARDO  CHARRY,  EN  LA  COMISION 
DE  HONOR  QUE  TRASLADO  LOS  RESTOS 
DEL  SEÑOR  OBISPO  A  LA  CATEDRAL  DE 
GARZON. 


—  237  — 


COMPASIVA  DEVOCION   DEL  SEÑOR  ROJAS  POR  LAS 
ALMAS  DEL  PURGATORIO 


Todos  los  santos,  así  como  las  personas  que  entienden  los  senti- 
mientos de  la  verdadera  piedad,  han  tenido  durante  su  vida  profunda 
conmiseración  de  los  detenidos  en  las  terribles  mansiones  del  dolor, 
donde  las  almas  se  purifican,  serrín  doctrina  de  fe,  mientras  son  dignas 
de  ascender  a  los  goces  eternos  de  la  visión  beatífica. 

El  señor  obispo  se  apropió  de  manera  tan  real  esta  doctrina  y  se 
empapó  tanto  en  ella,  que  hacía  poner  carne  de  gallina  a  qnienes  en 
pláticas  doctrinales  o  en  conversaciones  familiares  le  oyeran  ponderar 
los  sufrimientos  y  torturas  no  soñadas,  con  las  cuales  Dios  quema  y 
desbarata  hasta  las  más  pequeñas  e  insignificantes  faltas,  que  acá  abajo 
se  tienen  como  una  broma  o  pasatiempo. 

Empeñado  en  promover  en  todas  las  formas  posibles  el  mayor  nú- 
mero de  sufragios,  dio  el  17  de  febrero  de  Í107  un  decreto  especial  sobre 
este  asunto.  Dispone  "que  en  toda  iglesia  en  cuyo  favor  se  haya  hecho 
alguna  donación  considerable,  se;i  ínter  vivos  o  mortis  causa,  o  por  tes- 
tamento, se  celebren  funerales  por  el  alma  de  la  persona  autora  del 
beneficio,  tan  pronto  como  haya  sucedido  la  muerte.  Igualmente  reno- 
vamos la  orden  que  dimos  el  año  último  de  celebrar  en  cada  iglesia  dos 
misas  privadas  al  principio  de  cada  mes  en  sufragio  de  las  ánimas  y 
por  cuenta  de  la  misma  iglesia". 

Exhorta  luégo  ¡i  los  fieles  de  la  diócesis  a  imitar  la  buena  obra  de 
una  persona  piadosa  que  ha  fundado  un  capital  para  que  con  sus  réditos 
se  celebren  niis;is  en  favor  de  los  contribuyentes  y  manda  a  los  párrocos 
(pie  le  den  cuenta  de  cuanto  hayan  hecho  en  ese  sentido. 

Más  tarde  veremos  cómo  extendió  a  toda  la  diócesis  el  llamado 
capital  dr  ánimas  y  cuán  bien  se  hizo  y  se  está  haciendo  con  él  en  las 
parroquias  donde  se  ha  conservado. 

Llegó  a  manos  del  prelado  una  hoja  suelta  en  la  cual  se  anunciaba 
una  obra  norteamericana  de  hipnotismo  e  inmediatamente,  como  buen 
hortelano  (pie  no  deja  sembrar  cizaña  en  su  campo,  lanzó  contra  esa 
propaganda  el  decreto  de  fecha  siete  de  abril  de  907,  con  instrucciones 
determinadas  para  párrocos  y  fieles  sobre  la  manera  de  conducirse  con 
esta  clase  de  propaganda,  a  fin  de  que  sean  entregados  dichos  folletos, 
hojas  o  Minos.  Nadie  se  exponga  al  gravísimo  pecado  de  contribuir  a  su 
pérdida  de  la  fe  en  sí  mismo  o  en  sus  prójimos,  así  como  a  las  sanciones 
de  la  [glesia.  El  11  del  mismo  mes  hizo  nombramientos  de  vicarios  forá- 
neos en  la  diócesis  y  dictó  en  los  días  siguientes  las  órdenes  e  instruc- 
ciones al  señor  Vicario  General  para  el  tiempo  (pie  duraría  su  ausencia. 

inmediatamente  siguió  preparando  su  proyectado  viaje  a  Roma  a 
cumplir  la  visita  mi  Límina,  al  misino  tiempo  que  a  cumplir  su  antiguo 
deseo  de  visitar  los  Santos  Lugares. 

Se  alísenlo  de  (¡arzón  en  mayo,  llevando  como  compañero  de  viaje 
al  Pbl'O.  Víctor  Félix  Silva  15.,  a  quien  profesaba  especial  cariño,  desde 
(pie  su  padre  don  l'lises  fue  su  cooperador  en  el  Colegio  de  Elias. 

Durante  la  ausencia  del  prelado  murió  en  Pitalito  el  I'bro.  Carmelo 
Arturo  Calderón,  de  grandes  promesas  para  la  diócesis,  víctima  de  cruel 
enfermedad  contraída  en  el  ministerio  parroquial.  "El  Eco  del  Nati 
cano"  daba  así  la  noticia  de  su  lamentada  muerte: 

"Luto  en  la  diócesis. — 101  Pbro.  I>.  Carmelo  Arturo  Calderón  murió  en  el  l'ita- 
lito  el  17  de  julio  último,  a  la  edad  de  .">4  años  cumplidos,  pues  nació  el  lti  de 


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Urna  que  guarda  los  restos  mortales  *.ic  Monseñor 

ESTEBAN  ROJAS 
Colocada  el  28  de  julio  de  1941.  octavo  aniversario- 
de  su  muerte,  en  la  Catedral  de  (iar/ón,  de  ta  que 

fué  su  primer  Obispo. 
jl_  :  ,   ' 

URNA  QUE  GUARDA   LOS   RESTOS  DEL  SEÑOR  OBISPO  Y  EN  LA  CUAL  FUERON 
TRASLADADOS   DE  AGUA  DE  DIOS  A  GARZON.   LOS  DIAS  26  Y  27  DEL  PRESEN- 
TE MES  DE  JULIO  DEL  41. 


julio  de  INT.'S,  en  esta  ciudad.  Hizo  con  provecho  sus  estudios  en  los  Seminarios 
de  Bogotá,  Xeiva.  Garzón  y  Elias.  Recibió  el  Presbiterado  el  T2  de  octubre  dé 
1900.  Como  Cura  administró  las  parroquias  de  Tiniauá.  Colombia.  Baraya,  La 
l'nión,  San  Antonio.  La  .Tagua,  Altamira.  El  Hato,  Pitalito  y  San  Agustín,  y  se 
distinguió  por  su  celo  constante.  Había  recibido  de  Dios  la  gracia  de  frailarse  las 
voluntades  y  el  afecto  de  sus  feligreses. 

Todo  el  Clero  y  fieles  de  las  parroquias  (pie  administró  han  sentido  inmen- 
samente su  muerte.  Dios  le  baya  dado  ya  la  recompensa  eterna  de  sus  virtudes 
y  méritos". 

Este  \  ¡aje  del  señor  Hojas  a  Europa  lia  hecho  época  en  la  diócesis 
por  el  interesante  folleto  que  publicó  más  tarde,  a  raíz  de  sus  Bodas 
Sacerdotales,  como  testimonio  de  gratitud  a  sus  diocesanos  por  los  ho- 
menajes que  se  le  tributaron. 

Nos  parece  conveniente,  y  creemos  que  los  lectores  nos  lo  agrade- 
cerán, que  demos  aquí  una  ligerísima  noticia  de  él,  sobre  todo  para  las 
personas  y  familias  de  la  diócesis  que  no  tengan  o  no  conozcan  la  reseña 
de  monseñor,  que  ojalá  no  faltara  en  ningún  hogar. 


PEREGRINACION  A  TIERRA  SANTA 

Cumplidas  las  diligencias  necesarias  a  su  oficio  en  el  Vaticano, 
emprendió  monseñor  su  peregrinación  el  2<>  de  junio,  partiendo  de  Roma 
para  Nápoles  en  tren,  con  los  siguientes  compañeros,  además  del  Padre 
Silva:  Tomás  Camacho,  sacerdote  uruguayo  y  Uladislao  González,  pá- 
rroco de  Santiago  de  Cali,  colombiano. 

El  Padre  Marcos  Puyo  quiso  acompañarlos,  pero  los  médicos  de 
Roma  no  se  lo  permitieron  por  falta  de  salud. 

Vamos  a  poner  la  peregrinación  en  forma  de  diario,  por  no  poder 
extendernos  en  nuestra  relación  más  allá  de  lo  qué  permiten  los  mo- 
destos límites  de  esta  reseña. 

Mes  de  junio. — El  día  26  siguieron  de  Ñapóles,  a  las  4  de  la  larde, 
cu  el  vapor  Orione,  italiano,  con  rumbo  a  Alejandría. 

Día  -7.  en  .Mesina.  isla  de  Sicilia,  con  demora  de  medio  día;  pu- 
dieron celebrar,  visitar  al  prelado,  obtener  facultades  de  confesar  en  la 
navegación  y  comprar  y  consagrar  una  patena,  por  haber  olvidado  otra 
en  Roma.  Los  «lías  28  y  29  navegaron  el  .Mediterráneo  hasta  llegar  el 
a  Alejandría,  donde,  conducidos  por  un  viejo  servidor  del  convento 
de  Santa  Catalina,  pudieron  celebrar  en  la  iglesia  adyacente,  muy  bien 
atendidos  por  los  Padres  Franciscanos.  A  las  3  siguieron  hacia  el  Cairo, 
donde  fueron  alojados  cu  otro  convenio  de  los  misinos  Padres,  pues 
llevaban  como  guía  a  uno  de  los  de  Alejandría. 

Al  día  siguiente  visitaron  las  pirámides,  el  museo,  la  fuente  y  el 
árbol  de  la  Virgen,  y  el  lugar  de  .Matarieh.  donde  vivió  la  Sagrada 
Familia. 

Al  día  siguiente.  1*  de  julio,  volvieron  a  Alejandría  a  tomar  el  vapor 
Elektra,  austríaco,  en  dirección  a  Beyrut,  a  donde  llegaron  el  jueves  4 
por  la  mañana,  pero  no  pudieron  salir  del  buqué  hasta  el  día  •».  por  la 
cuarentena.  Visitaron  la  ciudad  y  el  domingo  7  de  julio  embarcaron 
hacia  el  sur,  pasando  por  Tiro  y  Sidón,  hasta  llegar  a  Caiffa,  al  pie 
del  monte  Carmelo,  donde  debía  empezar  la  verdadera  peregrinación 
por  Tierra  Santa.  De  Caiffa  pasaron  en  cuarto  horas  de  coche  a  Xaza 
reth,  a  sentir  allí  las  hondas  impresiones  que  los  recuerdos  de  tan  sanio 


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lugar  arrancan  al  viajero.  Visitaron  la  iglesia  de  la  Anunciación,  con 
La  Cripta  y  el  lugar  donde  la  Santísima  Virgen  recibió  el  saludo  del 
Arcángel  Gabriel,  la  fuente  de  la  cual,  diariamente,  conducían  el  auna 
del  servicio  la  Santísima  Virgen  y  el  Divino  Niño;  la  capilla  de  la  Nu- 
trición y  la  del  Desmayo,  lugares  todos  de  inenarrables  impresiones  para 
almas  como  las  de  nuestros  viajeros. 

El  !>  de  julio  se  separaron  los  Padres  González  y  ('amacho  para 
¡seguir  a  Jerusalén  por  tierra,  recorriendo  "sin  paraguas  ni  defensa 
alguna  del  sol,  sin  provisiones,  en  malas  bestias  y  peores  monturas  y 
conducidos  por  un  árabe  con  quien  no  podían  cruzar  ni  una  palabra", 
los  tres  días  mortales  de  camino,  (pie  fueron  para  (dios  "una  verdadera 
peregrinación  de  penitencia". 

El  señor  Hojas  y  el  Padre  Silva  visitaron  el  lago  de  Tiberíades  y 
el  monte  Tabor,  a  donde  fueron  conducidos  por  el  famoso  Tótari  — hom- 
bre como  de  sesenta  años,  de  formidable  talla  y  terrible  e  imponente 
aspecto,  (pie  después  de  una  vida  pésima  como  jefe  de  bandidos,  se  había 
convertido  y  se  ocultaba  en  alquilar  cabalgaduras  a  los  peregrinos  y  con- 
ducirlos en  sus  viajes:  se  sabía  que  a  su  lado  estaba  uno  seguro  de  no 
ser  atacado  por  malhechores,  pues  temblaban  al  solo  nomine  de  Tótari. 
ipie  era  su  apellido". 

El  día  10  subieron  al  Tabor;  atendidos  allí  por  Padres  Francis- 
canos visitaron  de  corrida  esos  lugares  hasta  el  medio  día,  pues  deseaban 
salir  en  seguida  para  llegar  a  Jerusalén  el  viernes.  Salieron,  en  efecto, 
con  disgusto  de  Tótari.  quien  no  pensaba  en  (pie  siguieran  sino  al  día 
siguiente;  en  la  bajada  del  monte  se  extravió  el  señor  Hojas  por  haberse 
adelantado,  lo  que  le  mereció  "una  buena  reprimenda  de  Tótari.  y  la 
acepté  sin  replicarle,  pues  la  merecía". 

Tampoco  el  Padre  Silva  quedó  sin  su  parte  de  aventuras,  pues  al 
pasar  su  caballo  por  sobre  una  roca  plana  e  ¡indinada,  se  le  resbalaron 
las  herraduras  planas  (pie  allá  se  usan  y  dio  con  él  sobre  la  baldosa, 
con  toda  solemnidad,  aunque  sin  consecuencias,  gracias  a  la  agilidad 
del  Padre. 

Bien  molidos  y  asados  de  calor  llegaron  a  Venin,  lugar  de  la  cura- 
ción de  los  diez  leprosos,  donde  el  mismo  Tótari.  saliendo  de  su  natural 
desalmado,  les  preparó  una  tortilla  de  huevos,  que  él  llamaba  frittata 
y  "que  nosotros  comimos  con  la  mejor  salsa,  el  apetito.  Preparó  también 
una  gallina  y  más  huevos  para  el  día  siguiente". 

El  día  11  fue  mejor  aprovechado  en  cuanto  a  sol  y  cansancio,  por 
las  12  horas  largas  de  camino,  pasando  por  varios  poblados,  todos  de 
aspecto  desolado  y  triste,  que  emplearon  en  llegar,  como  a  las  5  y  media, 
a  Naplusa,  antigua  Siquem.  donde  los  atendieron  galantemente  el  señor 
cura  y  su  coadjutor. 

El  viernes  12  celebraron  temprano  y  salieron  a  las  4  con  Tótari, 
hasta  llegar  a  la  carretera  que  va  a  Jerusalén.  Allí  tomaron  el  almuerzo, 
dejaron  las  malas  cabalgaduras,  alquilaron  un  coche  y  después  de  des- 
pedirse del  temible  conductor,  que  tan  bien  se  había  manejado  con  ellos, 
siguieron  hacia  la  ciudad  deirida,  en  la  cual  entraron  a  las  3  en  punto, 
hora  en  que  se  daba  el  toque  del  Vía  Crucis. 

Al  dirigirse  al  lugar  de  la  primera  estación  se  encontraron  con  los 
Padres  González  y  ("amacho,  con  grande  contento  de  todos.  Aquel  mismo 
día  viernes  visitaron  Betania  y  Betfage,  lugares  muy  memorables  en 
la  vida  de  Cristo,  con  el  sepulcro  de  Lázaro  y  el  lugar  donde  mandó 
preparar  la  humilde  cabalgadura  del  Domingo  de  Ramos.  Al  regreso  se 
desmontó  del  coche  el  señor  Rojas  en  el  punto  donde  fue  apedreado 


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su  patrono  San  Esteban,  para  orar  unos  momentos  sobre  la  dura  roca 
«pie  recibió  el  cuerpo  del  proto-inártir. 

El  sábado  13  visitaron  el  monte  Olívete  y  el  huerto  de  Getsemaní, 
lugares  consagrados  por  el  recuerdo  de  la  Ascensión  y  del  sudor  de 
sangre,  la  gruta  de  la  agonía  y  el  sepulcro  que  conservó  por  poco  tiempo 
el  cuerpo  santísimo  de  María. 

Pasaron  luego  al  lugar  de  la  Visitación  de  la  Virgen  a  Santa  Isabel 
y  emprendieron  la  marcha  Inicia  Belén,  pasando  por  el  Hortus  conclusm 
o  Jardines  de  Salomón,  donde  hay  un  asilo  de  niñas,  atendido  por  reli- 
giosas del  mismo  nombre. 

Llegaron  a  las  S  de  la  noche  a  Belén,  sin  tiempo  ya  para  visitar 
sino  el  lugar  del  Pesebre,  con  su  gruta  subteminea,  donde  nació  el  Hijo 
de  Dios. 

Muy  de  mañana  volvieron  a  tomar  el  camino  de  Jerusalén,  donde 
se  quedaron  los  Padres  González  y  ("amacho,  mientras  el  señor  Rojas  y 
el  Padre  Silva  fueron  al  Jordán,  pasando  por  la  posada  del  Buen  Sama- 
ritano.  construida  en  recuerdo  de  la  parábola  evangélica;  bajaron  a  la 
llanura  de  Jericó,  y  después  de  una  hora  de  coche  llegaron  al  Jordán 
en  el  sitio  preciso  del  bautismo  de  Jesús,  donde  el  señor  Hojas  se  dio 
un  ''devoto  baño",  como  él  lo  llama,  por  los  piadosos  recuerdos  y  altí- 
simas consideraciones  que,  sin  duda,  tuvo  al  bañarse. 

En  el  regreso  a  la  (Mudad  Santa  tuvieron  el  percance  de  la  enfer- 
medad de  uno  de  los  caballos,  lo  que  los  obligó  a  caminar  a  pie  largo 
trecho  y  guarecerse  en  una  gran  bóveda  de  cal  y  canto,  llena  de  cabras, 
donde  para  calmar  la  sed  bebieron  agua,  a  la  oriental,  en  un  odre  de 
pestilentísimo  cuero,  de  los  que  allá  usan  los  pastores.  Por  fin  llegó  el 
deseado  coche  y  pudieron  llegar  a  la  ciudad. 

I']]  día  15  celebraron  todos  en  la  sagrada  gruta  de  la  Agonía,  visi- 
taron devotamente  el  Santo  Sepulcro,  el  monte  Sión,  el  Cenáculo  y  demás 
sacratísimos  lugares,  de  donde  el  señor  Hojas  no  hubiera  querido  sepa- 
rarse jamás. 

El  día  K¡,  nía  ríes,  tiesta  del  ('aunen,  dieron  término  a  su  peregri- 
nación celebrando  en  el  altar  (le  las  Angustias  del  Calvario,  en  el  misino 
punto  donde  la  Madre  dolorida  recibió  en  sus  brazos  el  cuerpo  de  Jesús. 

Partición  de  Jerusalén  a  almorzar  a  Jaffa  lo  Joppe).  donde  se 
embarcó  el  profeta  Jonás  y  donde  San  Pedro  resucitó  a  Tabita  ;  tomaron 
allí  el  vapor  Portugal  y  fueron  a  Port-Said,  en  el  canal  de  Suez,  donde 
celebraron  el  día  17  y  llegaron  el  1S  a  Alejandría  a  lomar  el  vapor 
Perseo,  con  rumbo  a  Italia. 

El  día  21  celebró  el  señor  Hojas  como  a  las  11  en  la  catedral  de 
.Mesina,  donde  a  lodos  llamó  la  atención  ver  celebrar  a  un  canónigo  con 
mitra  y  "predicar  al  tiempo  del  Evangelio  a  un  niño  en  pleno  pulpito 
con  sotana,  sobrepelliz  y  bonete". 

101  lunes  22  llegaron  a  Nápoles  a  medio  día  y  a  Roma  por  la  noche. 
VA  sábado  '27  fueron  recibidos  en  audiencia  por  Su  Santidad,  como  feliz 
terminación  de  tan  gratas  impresiones.  En  la  travesía  de  regreso  a  Co- 
lombia escribió  el  señor  Hojas  el  interesante  folleto  (le  que  hemos  ha- 
blado, con  ayuda  de  los  recuerdos  y  ñolas  de  sus  compañeros  de  viaje, 
iodos  atentos  observadores. 

En  septiembre  volvió  a  la  diócesis  y  el  27  entró  solemnemente  en 
la  capital  diocesana,  en  medio  de  las  entusiastas  aclamaciones  de  sus 
hijos. 

"101  Eqo  del  Vaticano",  órgano  oficial  de  la  diócesis,  le  dio  el  si- 
guiente saludo  : 


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Lápida  que  cierra  ta  hornacina  de  ios  restos  ée 
ñONSEHOR  ROJAS 
en  ia  Catedral  de  Cañón. 


LAPIDA  DE  MARMOL  DE  UN  METRO  POR  SETENTA  CENTIMETROS  COSTEADA 
POR   EL  CLERO   DIOCESANO   PARA  CERRAR  LA  HORNACINA  DONDE  REPOSAN 
LOS   RESTOS.   EN   LA  CATEDRAL  DE  GARZON. 


"Solemne  ovación. — El  27  del  mes  pasado  llegó  a  esta  capital  el  Illmo.  y  Rvdmo. 
Sr.  obispo  diocesano,  de  regreso  de  Europa  y  Palestina.  General  fue  el  entusiasmo 
de  los  habitantes  de  esta  población  en  presentar  al  dignísimo  Mitrado  sus  mani- 
festaciones de  amor  y  respeto  a  que  tan  justamente  es  acreedor.  Sabemos  que  S. 
S.  Illma.  fue  feliz  en  su  viaje  y  sobre  todo  al  visitar  los  lugares  santificados 
por  el  Divino  Redentor,  en  donde  el  corazón  del  piadoso  Pastor  se  robusteció  más 
y  más  para  emprender  nuevas  labores  en  beneficio  de  su  amada  grey.  Conceda  el 
Señor  a  tan  celoso  prelado  grata  permanencia  entre  los  suyos,  y  demos  infinitas 
gracias  al  Todopoderoso  por  los  inmensos  favores  recibidos  por  su  mediación. 

También  saludamos  cordialmente  al  Pbro.  I).  Víctor  Silva,  compañero  de 
viaje  del  Illmo.  y  le  deseamos  cumplido  bienestar". 

No  podía  el  señor  obispo  guardar  como  un  avaro  en  su  corazón  el 
Tesoro  de  santas  impresiones  recibidas  en  su  peregrinación,  como  no 
puede  la  madre  descansar  basta  que  descargue  el  peso  de  su  pecho  en  el 
pequeñuelo  que  lo  solicita. 

También  los  diocesanos  lo  esperaban,  poique  conocían  a  su  pastor 
y  sabían  bien  que  no  era  otra  su  preocupación  que  proporcionarles  todo 
aquello  que  pudiera  alimentar  su  piedad  y  robustece]-  su  fe. 

Inmediatamente  después  de  su  llegara  firmó,  el  (>  de  octubre,  fiesta 
del  Rosario,  su  pastoral  "con  motivo  de  su  reciente  peregrinación  a 
los  Santos  Lugares  y  del  próximo  Jubileo  sacerdotal  de  S.  Santidad 
Pío  X". 

Después  de  dar  una  ligera  reseña  del  recorrido  (pie  con  indecible 
emoción  acababa  de  hacer  (del  cual  quedan  informados  nuestros  lecto- 
res |  los  exhorta  a  que  ellos  lo  hagan  espiritualmente,  con  ocasión  del 
cincuentenario  de  la  ordenación  sacerdotal  del  Santo  Padre,  que  debe 
ser  en  la  diócesis  un  acontecimiento  sensacional,  no  tanto  por  las  fun- 
ciones exteriores  de  culto,  sino  por  la  interior  renovación  de  las  almas 
en  los  santos  sacramentos  y  por  los  obsequios  espirituales  que  formarán, 
junto  con  la  limosna  de  la  misa  de  aquel  día,  la  mejor  ofrenda  de  piedad 
filial  al  Padre  de  la  cristiandad. 

El  8  siguió  hacia  Elias,  donde  fue  recibido  el  0  con  igual  amor  que 
en  Garzón,  por  sus  benjamines  los  seminaristas,  y  por  la  multitud  entu- 
siasmada de  los  vecinos. 

El  10  confirió  el  sacerdocio  al  diácono  Rafael  Perdomo  la.  Perdo- 
initoi  ;  arregló  muchos  asuntos  pendientes  en  el  Seminario  y  regresó  a 
(¡arzón,  donde  halló  en  el  correo  el  memorial  que  monseñor  Pedro  Adán 
Brioschi,  arzobispo  de  Cartagena,  dirigió  ;il  General  Reyes  sobre  la 
masonería.  Por  su  parte,  el  señor  Hojas  adhirió  a  dicho  memorial  en 
telegrama  de  0  de  noviembre,  en  el  cual  anima  al  Presidente  a  "defender 
intereses  divinos  sin  temer  persecuciones  infernales  ni  mundanas". 

El  General  Reyes  contestó  con  fecha  lo  un  telegrama  evasivo,  ofre- 
ciendo "ayudar  en  cuanto  se  pueda  para  que  el  pueblo  se  moralice  y  se 
ponga  en  práctica  la  doctrina  evangélica  de  verdad,  de  amor  y  de 
caridad". 

Las  relaciones  del  señor  Pojas  con  las  autoridades  civiles  ¡nerón 
siempre  tenidas  por  sentimientos  de  mutuo  respeto  y  consideración. 

Amigos  personales  como  fueron  toda  la  vida  con  el  Di'.  Rafael  Puyo, 
gobernador  del  Huila  por  este  tiempo,  pudieron  en  mutuo  acuerdo  llevar 
a  cabo  muchas  iniciativas  de  progreso,  sobre  todo  en  lo  relativo  a  la  ins- 
trucción, no  sólo  pública,  sino  también  particular. 

Eli  Garzón  había  fundado,  tres  años  antes,  en  004,  el  Instituto  de 
San  .losé,  regido  por  sacerdotes  como  centro  de  estudio  y  escuela  de 


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artes  para  las  clases  pobres.  Mucho  bien  hizo,  a  pesar  de  las  dificultades 
que  se  le  opusieron,  la  mayor  paite  dependientes  de  la  falta  de  recursos 
para  su  sostenimiento  y  desarrollo.  El  señor  obispo  había  expuesto  esa 
necesidad  al  señor  gobernador,  al  mismo  tiempo  (pie  lo  interesaba  por 
el  Colegio  ile  la  Presentación,  muy  necesario  en  la  capital  de  la  diócesis 
para  la  educación  de  las  jóvenes. 

101  Dr.  Puyo  correspondió  enviando  a  ambos  planteles  un  auxilio 
en  dinero,  por  el  cual  recibió  del  prelado  los  más  efusivos  agradeci- 
mientos. 

Su  mayor  preocupación  fue  el  Seminario,  niña  de  sus  ojos,  pedazo 
de  su  corazón.  Le  afectaban  sobremanera  sus  necesidades  y  se  sacrifi- 
caba por  él,  como  lo  hemos  visto  en  el  transcurso  de  su  vida,  desde  que 
era  Colegio  de  San  Luis. 

Había  establecido  (pie  la  limosna  del  primer  domingo  de  cada  mes 
en  todas  las  iglesias  fuera  remitida  al  síndico  del  Seminario,  y  de  clin 
tomaba  estricta  cuenta  a  los  párrocos. 

101  15  de  noviembre  de  907  prescribe,  además,  que  donde  no  pueda 
pedirse  ese  día  en  la  iglesia,  por  no  haber  misa,  se  colecte  la  limosna 
en  el  mercado  siguiente,  por  medio  de  comisiones  activas  e  interesadas 
en  el  mayor  rendimiento  y  se  remita  al  síndico.  Los  pueblos  compren- 
dían que  el  interés  del  señor  obispo  por  el  Seminario  redundaba  en 
beneficio  de  ellos  mismos,  y  fueron  siempre  generosos  en  donaciones 
para  el  plantel,  porque  sabían  que  el  señor  Rojas  oraba  diariamente 
por  los  bienhechores  de  su  obra.  Nunca  faltó  al  Seminario  al  menos 
lo  indispensable  para  su  sostenimiento,  con  modestia  y  pobreza  es  ver- 
dad, pero  esta  circunstancia  favoreció  la  formación  del  clero  en  el  des- 
prendimiento de  comodidades  mundanas  y  en  el  espíritu  de  abnegación 
y  sacrificio,  que  es  una  de  las  mejores  prendas  que  lo  distinguen. 


MUERTE  DE  LA  SEÑORA  CANDELARIA 

Es  muy  sabia  providencia  de  Dios  al  contrapesarnos  los  grandes  gozos 
con  grandes  dolores,  para  que  desprendidos  más  y  más  de  lo  que  nos 
puedé  atar  a  la  tierra,  aspiremos  a  la  única  felicidad  verdadera:  la 
del  cielo. 

V  si  esa  conducta  divina  es  ordinaria  con  todos,  lo  es  mayor  con. 
las  almas  escogidas,  en  las  cuales  va  evaporándose  todo  lo  caduco  y 
determinándose  más  claramente  el  anhelo  de  San  Pablo:  quién  me  li- 
brará de  la  énvoltura  de  mi  cuerpo  f 

Poco  tiempo  después  de  su  llegada  de  Palestina,  cuando  aún  estaban 
frescas  en  el  alma  del  señor  Rojas  las  dulcísimas  fruiciones  de  Tierra 
Santa  y  no  se  habían  borrado  de  su  mente  los  lugares  con  tánto  gusto 
recordados,  vino  para  él  la  pena  más  grande  que  puede  existir  para  un 
hijo  amante:  la  pérdida  de  su  querida  madre,  la  señora  Candelaria 
Tobar  de  Rojas. 

Años  hacía  «pie  la  ancianita,  alma  endiosada  presa  en  el  pergamino 
de  su  disecado  cuerpo,  vivía  en  el  palacio  de  Garzón,  al  amparo  de  su 
hijo  obispo,  acatada  y  venerada  de  todos  los  sacerdotes,  (pie  veían  en 
ella  una  madre  y  la  veneraban  como  preciosa  reliquia. 

Los  cuantiosos  bienes  de  su  patrimonio,  desde  la  muerte  de  don 
Chepe,  •"!  de  julio  del  85,  fueron  puestos  por  la  buena  señora  en  manos 


—  245  — 


de  su  hijo  sacerdote,  con  determinada  y  espontánea  voluntad  de  que 
Eneran  empleados  en  obras  buenas.  Ya  hemos  visto  que  no  se  los  dio  ¡i 
un  leído  en  emplearlos  como  ella  (pieria  ;  quedaron  bien  colocados  en 
las  sucursales  del  banco  de  Dios:  los  pobres,  los  hospitales,  los  asilos, 
las  iglesias  y  el  colegio  de  Elias  que  consumió  gran  parte. 

Por  esta  razón  la  señora  Candelaria  vivía  con  su  hijo,  pendiente, 
mientras  ella  tuvo  salud,  de  servirlo  cariñosamente  en  todo.  Ahora,  ago- 
biada por  los  años,  no  pensaba  en  otra  cosa  «pie  en  orar  por  él,  por 
la  diócesis,  por  los  sacerdotes,  por  el  Seminario,  repasando  sin  cesar 
las  gastadas  cuentas  de  su  rosario,  traído  de  Roma  con  abundantes 
indulgencias  por  su  hijo  recién  ordenado. 

A  su  habitación  se  le  llevaba  diariamente  el  Santísimo,  sin  el  cual 
le  era  imposible  conformarse. 

Allí  pasaba  su  hijo  con  ella  los  ratos  que  podía  robar  a  sus  múlti- 
ples y  complicadas  ocupaciones,  y  allí  también  se  reunían  los  sácenlo 
tes,  a  quienes  ella  miraba  como  hijos. 

Su  figura  ascética  se  perfilaba  cada  vez  más;  el  color  de  su  rostro 
había  tomado  un  tinte  de  marfil  marcadamente  pálido;  las  fuerzas,  ago- 
tadas por  la  edad,  la  iban  abandonando,  pero  su  alma,  a  medida  que 
se  desligaba  de  esas  débiles  ataduras,  se  sentía  más  lejos  de  la  tierra, 
más  cerca  de  Dios. 

Así  lo  comprendió  la  buena  ancianita,  y  ella  misma,  con  perfecta 
conciencia  de  su  voluntad,  pidió  el  viático  y  la  extremaunción. 

Escena  conmovedora  presenciaron  asombrados  varios  sacerdotes: 
el  señor  obispo  en  persona,  con  imperturbable  serenidad,  administró  a 
su  madre  los  últimos  auxilios,  dejando  escapar  al  terminar  la  ceremonia 
dos  gruesas  y  mudas  lágrimas  recogidas  por  el  ángel  del  dolor. 

La  viejecita  santa  murió  como  había  vivido,  durmiéndose  suave 
mente  en  brazos  del  Señor,  el  8  de  diciembre  de  907.  La  Sa lilísima  Vir- 
gen, a  quien  tánto  había  amado,  quiso  llevarla  en  el  día  de  su  fiesta 
a  presenciar  la  del  cielo. 

Suntuosísimas  boinas  se  hicieron  en  la  catedral  a  esta  última  reli- 
quia que  aún  quedaba  de  la  familia  Tobar.  La  ciudad  de  (¡arzón,  siem- 
pre hidalga,  se  portó  esta  vez  como  lo  merecían  el  señor  obispo  y  su 
buena  madre. 

Todo  el  clero  y  pueblo  diocesano  y  los  obispos  y  sacerdotes  amigos 
personales  de  monseñor  se  apresuraron  a  manifestarle  su  condolencia. 
Kn  valias  parroquias  se  celebraron  funerales  y  misas  por  el  alma  de 
quien  había  sido  en  su  vida  un  acabado  modelo  de  matronas  cristianas. 

101  periódico  oficial  conserva  la  sentida  respuesta  del  señor  obispo 
en  la  siguiente: 

"Tarjeta  de  agradecimiento. — VA  obispo  de  Garzón  agradece  muy  sinceramente 
a  I'd.  las  manifestaciones  de  condolencia  y  sobre  todo  las  oraciones  que  ha  hecho 
por  el  alma  de  su  finada  madre,  desea  y  pide  instantemente  a  Dios  toda  clase  de 
bendiciones  para  I'd.  y  toda  su  familia". 

Conservamos  como  estimado  recuerdo  una  hoja  impresa  que  con- 
firma en  todas  sus  paites  Lo  que  acabamos  de  narrar.  La  insertamos 
para  solaz  de  los  lectores  y  para  que  se  conserve  el  recuerdo  de  la  madre 
afortunada  del  gran  apóstol  cuya  vida  estamos  delineando: 


—  246  — 


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"GRATA  MEMORIA 
Regem,  oui  omnia  vivunt:  veiiite  adoremus! 
Venid,  adoremos  al  Rey  para  Quien  todo  vive. 

(Off.  Defunct  i . 

Ante  la  augusta  majestad  de  Dios  que  dispone  como  le  place  de  la  vida  de 
los  mortales  no  queda  más  que  decir  con  la  Santa  Iglesia  en  las  ceremonias  de 
los  difuntos:  "Venid,  adoremos  al  Rey  para  quien  existen  todas  las  cosas".  Para 
el  Señor  viven  los  seres,  porque  todos  deben  concurrir  a  darle  honra  y  gloria  : 
para  el  Señor  viven,  porque  ninguno  de  ellos  desaparece  sino  cuando  El  lo  ipiiere.  t, 
De  esta  soberana  dominación  viene  a  resultarle  al  corazón  humano  el  más  duro 
de  los  sacrificios,  a  saber:  la  pérdida  de  los  suyos:  suyos  o  por  la  sangre  o 
por  la  gratitud  o  por  la  amistad  o  por  la  reverencia  o  por  la  admiración.  A  herida 
tan  cruel  y  casi  mortal  no  le  queda  otro  lenitivo  que  el  pensamiento  cristiano: 
"Así  os  plugo,  Dios  mío!"  y  esta  suprema  oblación:  "Hágase  vuestra  voluntad 
en  todo". 

La  «ciudad  de  Garzón  acaba  de  presenciar  un  espectáculo  hondamente  con- 
movedor:  la  señora  doña  Candelaria  T.  de  Rojas,  meritísima  madre  de  nuestro 
ilustre  Pastor,  ha  muerto  con  la  muerte  de  los  justos.  La  población  toda  ha  dado 
muestras  inequívocas  de  la  admiración,  estima  y  amor  que  profesaba  a  la  digna 
señora.  El  afán  y  angustia  (pie  se  pintaba  en  la  concurrencia  que  acudió  desde 
las  vísperas  del  fallecimiento:  las  múltiples  e  incesantes  plegarias  (pie  se  ele- 
varon por  ella  :  los  obsequios  fúnebres  con  que  las  familias  notables  engalanaron 
y  perfumaron  el  féretro:  el  apiñado  y  reverente  cortejo  (pie  acompañó  al  cadáver 
hasta  el  cementerio:  las  muchas  visitas  y  sabidos  de  condolencia  para  el  Illmo. 
señor  obispo,  todo  hace  ver  (pie  se  ganó  ella,  sin  darse  la  menor  cuenta,  los  cora- 
zones de  un  pueblo  entero.  V  justamente  ese  tenía  que  ser  el  desenlace  de  una 
vida  ejemplar.  .Nada  más  edificante  que  la  piedad,  fortaleza  y  sobriedad  de  esta 
matrona.  Los  dos  polos  entre  los  cuales  giraron  sus  bellos  días  fueron  el  templo 
y  el  hogar:  oración  y  laboriosidad,  he  ahí  la  síntesis  de  su  vida.  En  casa  nunca 
se  le  veía  ociosa  y  se  complacía  en  ayudar  con  sus  manos  trémulas  a  las  gentes 
del  servicio:  nadie  la  ¡(ventajaba  en  la  asistencia  a  la  iglesia;  bien  temprano,  a  no 
estar  gravemente  enferma,  ilia.  corría  diremos,  al  peso  de  su  ancianidad,  hacia  la 
Mesa  Eucarística  donde  se  alimentaba  todas  las  mañanas,  y  los  domingos  y  días 
festivos  concurría  a  las  predicaciones  y  diversas  ceremonias  con  (pie  suelen  solem- 
nizarse, y  permanecía  largo  espacio  en  medio  de  las  muchedumbres.  Amantísima 
de  Nuestra  Señora,  nunca  dejaba  de  rezar  el  Santo  Rosario  y,  cosa  que  pone 
admiración  !.  casi  hasta  en  sus  últimos  años  sabía  íntegramente  de  memoria,  con 
preguntas  y  respuestas,  el  catecismo  de  Astete.  que  repasaba  y  preguntaba  todas 
las  noches  a  los  domésticos  sin  perdonar  una  tilde. 

Era.  aunque  de  continente  austero,  de  corazón  sumamente  tierno,  de  maneras 
comedidas,  de  trato  sencillo,  generosa  hasta  el  sacrificio  (1),  reconocidamente 
modesta,  de  muy  delicada  conciencia  así  como  de  pecho  angelical! 

Y  porque  conforme  a  la  vida  es  la  muerte,  después  de  corta  enfermedad 
sufrida  con  cristiana  resignación  y  desprendimiento  infantil,  rodeada  de  los  extre- 
madísimos cuidados  de  su  Illmo.  hijo,  quien  desplegó  en  esos  momentos,  para 
ejemplo  de  los  fieles,  las  nías  de  su  ternura  y  amor  hacia  ella,  grandes  por  sobre 
toda  ponderación,  robustecida  con  los  Santos  Sacramentos  y  abundancia  de  auxi- 
lios sobrenaturales,  en  brazos  de  los  Sacerdotes  y  de  las  Rvdas.  Hermanas  de  la 
Presentación,  se  apagó  dulcemente  en  este  oscuro  mundo,  a  modo  de  lámpara  sa- 
grada, para  ir  a  lucir  con  eternos  resplandores  en  el  Reino  de  Dios  y  de  sus 
santos. 

(1)  La  señora  doña  Candelaria  no  tuvo  de  'iuó  b&cer  testamento,  después  que  todos 
conocieron  sn  crecida  fortuna  de  otros  tiempos. 


—  248  — 


;  Quién  lograra  que  estas  raras  semillas  de  t-spírit u  verdaderamente  cristiano, 
deshechas  bajo  IflS  lozas  <l»'l  sepulcro,  se  reprodujeran  en  plantas  del  mismo  rigor 
y  jugo,  que  cubiertas  de  aromáticas  flores  fueran  a  purificar  el  ambiente  infi- 
cionado de  la  sociedad,  y  les  lucieran  percibir  con  sus  celestes  exhalaciones  a  las 
generaciones  que  vienen,  los  aromas  de  los  lirios  y  las  rosas  del  Paraíso!.... 

Juntamos  nuestras  lágrimas  con  las  de  los  muy  distinguidos  huérfanos  y  su- 
plicamos al  Señor  nos  llene  a  todos  de  santos  consuelos.  ¡Que  la  benemérita  finada 
repose  en  las  regiones  «le  la  paz  sempiterna  ! 

A.  M.  I).  Mq.  G. 
CON  LICENCIA  ECLESIASTICA". 

El  mes  de  diciembre  permaneció  el  señor  obispo  en  Garzón  sabo- 
reando la  amargura  de  tan  cruel  separación;  eran  más  largas  sus  vigi- 
lias  nocturnas  ante  el  Santísimo;  más  hondos  sus  frecuentes  Suspiros; 
pero  más  lesionado  su  dolor.  Visitó  valias  veces  la  tumba  de  su  madre 
y  agradeció  la  profusión  de  flores  que  las  manos  compasivas  de  las 
señoras  depositaban  diariamente  sobre  la  sepultura. 

Las  fiestas  de  Navidad  y  Añonuevo  fueron  solemnizadas  con  su  pre- 
sencia, aunque  velada  siempre  por  la  tristeza. 

En  el  mes  de  enero  se  trasladó  a  Nátaga  en  compañía  del  Dr.  Pérez 
Tastillo,  Arcediano  y  Provisor  de  la  diócesis,  para  hacer  a  los  pies  de 
la  Virgen  de  las  .Mercedes  sus  ejercicios  de  preparación  a  las  pióximas 
Bodas  de  Plata  sacerdotales. 

Terminados  los  ejercicios  regresó  el  Dr.  Pérez  a  Garzón  el  día  3 
de  febrero  y  monseñor  visitó  algunas  parroquias  del  sur  antes  de  volver 
a  la  sede  episcopal. 

Mientras  tanto,  el  Dr.  Pedro  Rodríguez,  Vicario  General,  ponía 
en  juego  su  dinámica  actividad  y  su  inteligente  iniciativa  para  preparar 
con  circulares  y  cartas  los  festejos  que  debían  ofrecerse  al  prelado  el 
24  de  marzo  siguiente. 

Conocedor  como  ninguno  de  la  virtud  del  señor  Hojas,  quiso  que 
los  principales  obsequios  consistieran  en  actos  espirituales,  «pie  se  mul- 
tiplicarían en  las  parroquias  con  el  decidido  apoyo  de  los  señores  pá- 
rrocos. 

Los  pueblos,  «pie  saben  comprender,  pesar  y  medir  lo  que  por  ellos 
se  hace,  correspondieron  más  de  lo  esperado  a  las  insinuaciones  del  señor 
\  icario.  En  la  mayor  parte  de  las  parroquias  se  dispusieron  solemnida- 
des similares  a  las  que  iban  a  tener  lugar  en  la  capital  diocesana:  los 
obsequios  espirituales  llegaron  a  cifras  elevadas  y  en  todas  las  almas 
se  sentía  bullir  el  entusiasmo  por  la  esperada  solemnidad. 

Una  de  las  circulares  del  señor  vicario  nos  dará  idea  de  lo  que 
se  proyectaba : 

BODAS  DE  PLATA  SACERDOTALES  DE  MONSEÑOR  ROJAS 

"Garzón,  febrero  :¡  de  1908. 

Señores  Curas  y  Sacerdotes  de  la  Diócesis: 

Torno  a  ocupar  la  amable  atención  de  I  T.  para  indicarles  algo  más  sobre 
las  fiestas  del  24  de  marzo:  1?  El  Clero  le  presentará  ese  día  al  Illmo.  señor 
Obispo  como  obsequio  un  valioso  anillo.  2?  Serán  benévolamente  acogidos  todos 
los  regalos,  aun  los  más  modestos,  (pie  las  Congregaciones  piadosas,  las  familias 
y  los  particulares  quieran  enviar  de  cada  población  fuera  del  obsequio  especial 
de  que  se  habló  en  la  otra  Circular.  Conocida  como  nos  es.  la  rara  humildad  del 


—  249  — 


Illmo.  señor  Rojas,  estemos  seguros  de  que  se  complacerá  íntimamente  hasta  con 
los  más  pobres  clones.  39  Los  regalos,  limosnas  y  demás  datos  exigidos,  han  de 
estar  aquí,  a  más  tardar,  el  20  de  marzo.  49  Se  les  encarece  a  los  señores  Párrocos 
(pie  tengan  dos  Curatos,  aunque  el  uno  de  ellos  sea  incipiente,  que  envíen  todo 
con  perfecta  distinción  y  bien  rotulado.  59  En  el  saludo  telegráfico  del  24.  los 
señores  Curas  enviarán  en  cifras  separadas  el  número  de  comuniones  infantiles 
y  el  de  las  de  los  adultos  recibidas  en  las  Misas  de  ese  día. 

La  gracia  del  Señor  sea  siempre  con  IT. 

Pedro  María  Rodríguez  A. 

Vicario  General".  ■ 

Los  alumnos  de  ambos  seminarios  esperábamos  la  anhelada  fecha 
contando  los  minutos,  tal  era  nuestro  contento  con  la  noticia  de  nues- 
tra traslación  a  Garzón. 

Llegó  el  día  esperado  y  Elias  se  revolucionó.  Mientras  en  todos  los 
pueblos  se  preparaban  las  comisiones,  algunas  muy  numerosas,  de  niños 
y  de  adultos  que  debían  representar  a  sus  parroquias,  asociaciones, 
gremios  y  escuelas,  acudieron  a  Elias  muchos  padres  de  familia  a  llevar 
cabalgaduras  para  los  alumnos;  no  hay  (pie  decir  que  en  los  líennosos 
llanos  de  la  Mesa  de  Elias  no  quedó  nn  cuadrúpedo  caballar  de  mues- 
tra; hasta  las  madres  iban  llevando  encima  a  un  seminarista  y  al  lado 
el  muleto  juguetón  o  el  relinchador  potro,  como  parte  divertida  de  la 
comitiva.  Hubo  números  muy  cómicos,  (pie  no  es  del  caso  enumerar 
porque  viven  aún  los  protagonistas,  pero  que  constituyeron  quizás  lo 
mejor  del  viaje. 

Ya  en  Garzón  se  normalizó  la  vida  de  seminario  y  se  nos  pasó  muy 
rápido  el  día  de  descanso  y  de  ensayos  de  (pie  disponíamos  antes  del 
24,  día  clásico  de  la  fiesta. 

El  día  22  recibió  Garzón  al  señor  gobernador,  Dr.  Rafael  Puyo,  el 
cual  (pliso  tomar  parte  activa  en  esta  manifestación  de  gratitud,  tra- 
yendo consigo  la  banda  departamental,  dirigida  hábilmente  por  el  maes- 
tro Milcíades  Durán  para  amenizar  los  actos  de  la  fiesta.  Este  acto  de 
gentileza  le  fue  muy  agradecido  al  señor  gobernador,  tanto  por  el  señor 
obispo  como  por  el  clero,  en  especial  por  el  señor  vicario  general. 

El  23  por  la  noche,  solemnes  vísperas  pontificales;  los  Padres  del 
seminario  y  los  numerosos  sacerdotes  asistentes  se  consagraron  a  con- 
fesar hombres  para  la  concentración  de  comuniones  «pie  se  ofrecerían 
al  prelado  como  primero  y  principal  obsequio  del  siguiente  día.  Los 
alumnos  de  ambos  seminarios  salimos  al  atrio  de  la  catedral  a  con- 
templar el  fantástico  espectáculo  (pie  presentaba  la  plaza  principal, 
profusamente  iluminada  y  rejileta  de  la  entusiasta  multitud  «pie  había 
venido  de  todo  el  departamento  a  festejar  al  prelado. 

Cerca  de  una  hora  permaneció  la  multitud  en  la  plaza  y  nosotros 
muy  divertidos  en  el  atrio  con  los  juegos  pirotécnicos,  globos,  vaca-loca, 
caballito  y  pelotas  encendidas  para  la  incontable  turba  de  chiquillos  (pie 
no  las  dejaban  quietas  un  momento,  con  la  consiguiente  alarma  de  las 
mujeres,  cuyos  gritos  ahogaban  los  acordes  de  la  banda. 

.  Aquella  noche  nos  obsequió  el  señor  vicario  con  apetitosa  cena  y 
fuimos  luego  a  soñar  con  los  castillos  y  voladores  de  la  plaza. 

El  día  24  nos  despertamos  a  los  acordes  del  himno  nacional,  nía 
gistralinente  ejecutado  por  la  banda  al  recorrer  las  calles  de  la  ciudad 
pai  a  anunciar  la  alborada. 

Desde  el  amanecer  (5  de  la  mañana  I  estuvo  la  caled  ,  al  asaltada 
por  numerosísima  concurrencia,  que  venía  a  comulgar. 


—  250  — 


El  señor  obispo  esperaba  ya  en  su  confesonario,  donde  permaneció 
hasta  la  hora  de  la  pontifical,  disfrutando  del  contento  que  le  producían 
siempre  semejantes  espectáculos.  Fue  sin  duda  el  mejor  obsequio  que  se 
hizo  al  prelado  y  el  que  le  llegó  a  lo  íntimo  del  alma :  el  de  las  comuniones. 
Contarlas?  Imposible!  De  sólo  niños  eran  interminables  las  filas  que 
por  turno  riguroso  iban  recibiendo  quieteeitos  en  sus  puestos  la  sagrada 
comunión;  después  de  que  lo  habían  hecho  las  señoras,  señoritas  y  hom- 
bres en  las  primeras  misas,  sin  contar  los  que  comulgaron  en  las  otras 
dos  iglesias  del  Rosario  y  Nazareth,  en  el  Colegio  de  la  Presentación 
y  en  la  cárcel,  poique  el  señor  obispo  no  omitía  nunca  la  misa  de  los 
presos,  cuando  podía  disponer  de  sacerdotes  suficientes. 

La  misa  pontifical  de  aquel  día  fue  el  acto  más  solemne  de  la  ma- 
ñana. El  señor  gobernador,  en  puesto  de  honor  con  las  autoridades  civi- 
les y  militares  de  la  ciudad ;  la  presencia  de  ambos  seminarios,  de  los 
colegios  y  de  las  numerosas  delegaciones  de  los  pueblos  dieron  gran 
realce  a  la  solemnidad  de  la  misa. 

Terminada  ésta  se  dispuso  en  palacio  el  banquete  para  el  señor 
obispo  con  su  clero,  autoridades,  familiares  de  monseñor  y  convidados 
particulares. 

Ofreció  el  banquete  el  señor  vicario.  Dn.  Pedro  María  Rodrigue/., 
con  la  elocuencia  y  maestría  que  lo  adornan  en  el  arte  del  bien  decir. 

Hablaron  luego  el  Dr.  Manuel  de  J.  Navia,  en  nombre  de  las  autori- 
dades locales,  y  un  alumno  del  seminario  mayor. 

Terminado  el  banquete  y  tomado  un  ligero  descanso,  se  procedió  a 
la  sesión  solemne  de  la  tarde,  celebrada  en  el  atrio  de  la  catedral,  con 
dosel  especial  preparado  al  efecto. 

El  señor  obispo  fue  conducido  en  vistoso  desfile  desde  su  palacio, 
en  el  siguiente  orden:  el  prelado,  rodeado  de  los  canónigos  y  seguido 
del  clero  y  del  seminario  mayor;  las  autoridades  civiles  al  lado  del  señor 
gobernador;  los  niños  representantes  de  las  parroquias,  llevando  sus 
obsequios,  y  por  último,  la  banda  en  traje  de  parada,  tocando  una 
marcha  triunfal. 

A  La  llegada  al  atrio  y  al  cesar  la  banda  en  sus  acordes,  se  produjo 
en  la  plaza  un  silencio  sepulcral,  como  en  la  elevación  de  la  misa,  y 
se  oyeron  las  voces  argentinas  de  los  seminaristas  que  entonaban  el 
saludo  al  pontífice:  Ecce  Saoerdos  Magnus,  he  aquí  al  gran  sacerdote. 

Sentado  monseñor  en  su  solio,  se  acercó  a  él  respetuosamente  el 
señor  vicario  general  llevando  el  valioso  anillo,  obsequio  del  clero,  para 
dedicárselo  en  admirable  discurso  que  fue  muy  aplaudido.  El  señor 
gobernador  saludó  al  prelado  a  nombre  del  departamento,  e  inmediata- 
mente después  entonó  un  hernioso  himno  el  Colegio  de  la  Presentación. 

El  tercer  número  de  este  programa  correspondió,  como  era  natural. 
;il  seminario  mayor,  cuyos  alumnos  traían  su  obsequio  a  monseñor,  dedi 
cado  en  cortas  y   filiales  frases  por  uno  de  los  alumnos  de  órdenes 
mayores. 

Los  caballeros  de  la  ciudad  le  obsequiaron  un  valioso  bastón  de 
rica  empuñadura,  dedicado  por  el  señor  Eduardo  .Martínez. 

Vino  luego  el  más  alrayente  y  bello  adorno  del  programa:  la  dedi 
cación  de  los  numerosos  obsequios  parroquiales  por  niños  y  niñas  vis- 
tosamente ataviados,  que  nos  hicieron  recordar  la  bella  escena  evangé- 
lica: "Dejad  a  los  niños  (pie  se  acerquen  a  mí". 

El  señor  obispo,  visiblemente  emocionado,  recibía  sonriente  a  los 
pequeñuelos  y  les  correspondía  con  alguna  palmadita  en  el  hombro  o  con 


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un  suave  golpecito  en  la  cabeza,  que  los  niños  recibían  como  el  mejor 
regalo. 

Cuarenta  y  cuatro  niños  desfilaron  ante  el  prelado  mezclados  entre 
discursos  y  cantos. 

Entre  los  caballeros  que  llevaron  la  palabra  en  representación,  ya 
de  Las  autoridades,  ya  de  gremios  sociales,  recordamos  al  Dr.  Manuel 
de  .1.  Nayia,  D.  Emiliano  Luna  T.  y  el  General  Luis  María  Ruiz  Ja- 
ramillo. 

Los  colegíps  de  señoritas  de  la  Presentación  y  de  Santa  Inés,  diri- 
gido por  la  señora  María  Villanal  de  Solano,  benemérita  de  la  educa- 
ción femenina  del  Huila,  como  también  el  Instituto  de  San  José,  dieron 
gran  lucimiento  al  acto  con  los  "hermosos  cantos,  de  los  cuales  llamaron 
especialmente  la  atención  los  preparados  por  don  Berriardino  Ramírez, 
con  las  alumnas  de  Santa  Inés.  Todos  los  colegios  dedicaron  su  obsequio 
con  discursos  apropiados,  que  el  señor  obispo  agradeció  de  manera 
singular. 

Los  valiosos  y  numerosísimos  obsequios  hechos  a  monseñor  fueron 
exhibidos  por  varios  días  ante  el  público,  y  por  ellos  pudo  tenerse  idea 
de  la  estimación  que  el  señor  Rojas  se  había  ganado  entre  sus  dioce- 
sanos; aunque  estaba  en  el  ánimo  de  todos  que  muy  pronto  aquellos  ob- 
sequios serían  destinados  por  él  a  obras  de  beneficencia,  a  iglesias  y  ca- 
pillas, donde  fueran  testimonio  de  caridad  e  imán  de  bendiciones  ce- 
lestiales. 

Cumplido  este  deber  con  satisfacción  general,  regresó  el  señor  go- 
bernador a  Xeiva,  el  seminario  a  Elias,  los  párrocos  y  comisiones  a  sus 
parroquias  y  los  particulares  a  sus  casas,  llevando  en  el  ánimo  el  gozo 
de  <pie  la  realidad  correspondió  esta  vez  a  la  previsión  del  señor  vicario 
y  a  la  buena  voluntad  con  que  todos  secundaron  la  feliz  iniciativa  para 
gloria  «le  Dios. 

Los  alumnos  huilenses  del  Colegio  Lío  Latino  Americano  de  Roma 
enviaron  al  Excmo.  señor  en  sus  Rodas  de  Plata  un  hermoso  retrato 
de  Su  Santidad  Lío  X,  con  un  autógrafo  del  misino,  lleno  de  unción  y 
de  dulzura,  cuyo  contenido  es  el  siguiente: 

"Al  Venerable  Hermano  Esteban  Unjas.  Obispo  de  Garzón,  al  celebrar  el 
vigésimoquinto  aniversario  de  su  ordenación  sacerdotal,  le  concedemos  de  todo 
corazón  la  bendición  apostólica,  como  presagio  de  bienes  celestiales  y  prueba  de 
especial  benevolencia  nuestra.  El  día  doce  de  abril  de  1908. — PÍO  Papa  X". 

La  respuesta  de  monseñor  al  Sumo  Pontífice  respira  los  humildes 
y  fervientes  sentimientos  de  adhesión  y  amor  que  animaron  toda  su 
vida  al  prelado  por  la  Augusta  Persona  de  Su  Santidad: 

••Santísimo  Padre: 

Aunque  fuera  yo  muy  elocuente,  no  podría  expresar  la  consolación  y  el  gozo 
de  que  fue  penetrado  mi  espíritu  cuando  recibí  el  carísimo  retrato  de  Vuestra 
Santidad,  y  leí  las  dulcísimas  palabras  con  que  se  dignó  felicitarme  en  el  vigési- 
moquinto  aniversario  de  mi  sacerdotal  ordenación,  y  darme  a  mi  y  a  mi  grey  la 
Bendición  Apostólica.  Ciertamente,  en  aquellos  momentos  parecióme  que  estaba 
el  cielo  más  resplandeciente  y  (pie  el  Divino  Pastor  me  sonreía  :  pues  nada  podía 
hacer  para  mí  más  grato,  nada  más  dulce  (pie  este  testimonio  de  amor. 

Por  lo  cual,  postrado  a  los  pies  de  Vuestra  Santidad,  le  doy  infinitas  gracias: 
me  prometo  trabajar  en  adelante  con  más  ahinco  en  la  salvación  de  las  almas 
y  con  todas  las  veras  de  mi  alma  ruego  a  Dios  (pie  se  digne  recompensar  la 


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TEMPLO  DE  AGUADEDIOS  DONDE  CELEBRO  MONSEÑOR  LOPEZ  LAS  HONRAS  FUNEBRES  DEL  SEÑOR 
OBISPO   EN    933    Y     DONDE     SE     HIZO     EL    SOLEMNE     FUNERAL    DE    DESPEDIDA     DE    SUS     RESTOS  EL 

DIA  26  DEL  PRESENTE  MES. 


inmensa  bondad  de  mi  amadísimo  Padre  con  dones  celestiales,  con  que  logre 
destruir  todos  los  errores  de  estos  desgraciados  tiempos,  y  continuar  por  muchos 
años  vivificando,  defendiendo  y  extendiendo  la  santa  religión  cristiana. 

Y  por  último,  diré  a  vuestra  Santidad  las  mismas  palabras  que  el  apóstol 
Javier  dirigía  al  gran  Ignacio :  "Oh  Padre  de  mi  alma,  a  quien  debo  sumamente 
venerar  yo  con  la  más  profunda  humildad,  como  si  te  tuviese  presente,  te  suplico 
(pie  no  dejes  de  rogar  por  mí  a  Dios,  a  fin  de  que  me  conceda  su  gracia  para 
conocer  con  certidumbre  y  ejecutar  con  perfección  su  santísima  voluntad". 

Santísimo  Padre. 

De  Vuestra  Santidad  humildísimo  siervo. 

Bogotá,  día  de  Todos  los  Santos  de  1908. 

.  f  ESTEBAX 

Obispo  de  Garzón". 

Monseñor  Rojas,  cuyo  corazón  fue  muy  sensible  a  la  gratitud,  quiso 
corresponder  a  este  homenaje  dedicando  a  todos  los  que  en  él  formaron 
parte  el  interesante  folleto  "Una  semana  en  Tierra  Santa",  que  estaba 
imprimiendo  en  Bogotá  cuando  lo  sorprendieron  las  solemnidades  de 
las  Bodas. 

No  podemos  prescindir  de  citar  las  palabras  con  que  lo  dedica, 
porque  en  ellas  resplandecen  dos  de  las  más  características  virtudes 
del  señor  Rojas :  su  sencillez  y  su  humildad : 

"Cuando  emprendí  mi  peregrinación,  de  ninguna  manera  pensé  en  escribir 
nada  de  ella,  y  sólo  me  proponía  satisfacer  privadamente  su  antiguo  y  devoto 


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deseo  mío.  Pero  esta  peregrinación  está  llena  de  profundas  impresiones  y  seña- 
ladas gracias  del  Señor,  y  por  eso.  una  vez  concluida,  creí  ser  una  ingratitud 
dejar  caer  en  olvido  el  beneficio,  y  me  apresuré  a  escribir  una  corta  relación 
(luíante  el  regreso:  empecé  a  imprimirla  con  algunas  adiciones  que  juzgué  útiles, 
y  cuando  estaba  en  ese  trabajo  fui  grandemente  sorprendido  por  las  manifesta- 
ciones (pie  el  Clero  y  los  fieles  de  la  Diócesis  y  algunos  amigos  de  fuera  de  ella 
me  lucieron,  con  ocasión  del  vigésimoquinto  aniversario  de  mi  ordenación  Sacer- 
dotal y  primera  misa  el  21  y  2o  de  Marzo  último.  En  mi  estupefacción  me  pre- 
guntaba ¿quiá  retribuam?  No  tengo  más  que  mi  triste  persona  y  mis  pobres  ora- 
ciones; pero  me  pareció  bien  el  dedicarles  a  todos  esos  benévolos  amigos  este  tra- 
bajito,  aunque  tan  imperfecto  y  lleno  de  defectos  de  toda  especie.  Así  lo  hago, 
confiando  en  esa  misma  tan  gratuita  benevolencia  con  que  han  prescindido  de  mis 
pecados  y  defectos  personales,  para  honrarme  por  el  carácter  sagrado  de  que 
estoy  investido.  Y  así  deseo  que  lo  malo  que  hay  en  este  opúsculo  no  sea  parte 
para  que  la  gracia  de  los  misterios  verificados  en  la  Tierra  Santa,  deje  de  difun- 
dirse en  los  que  al  leerlo  los  recuerden  con  piedad. 

Garzón,  Abril  de  190S". 

Al  cerrar  con  las  palabras  de  monseñor  esta  primera  parte  de  unes 
tro  modesto  trabajo,  pura  continuarlo  lo  más  pronto  posible  en  su  parte 
más  interesante,  los  últimos  veinticinco  unos  de  su  admirable  vida,  pedi- 
mos excusas  por  el  desaliño  con  (pie  se  presenta.  Hemos  querido  única- 
mente «pie  no  perezcan  de  la  memoria  de  los  pueblos,  que  nos  consta  que 
son  agradecidos,  los  hechos  principales  de]  gran  apóstol  del  Tolima  y 
del  Huila,  que  se  llamó : 

ESTEBAN  ROJAS  TOBAR. 

Queremos  cerrar  airosamente  los  datos  (pie  liemos  podido  recordar 
sobre  las  Bodas  de  Plata  del  señor  obispo,  con  una  preciosa  carta,  hija 
de  la  gratitud  de  un  venerable  anciano,  don  Donato  Castro,  padre  afor- 
tunado de  los  cuatro  sacerdotes  .Moisés,  Teófilo,  Abraham  y  Félix,  de 
los  cuales  hemos  tratado  en  su  lugar.  Lo  hacemos  como  tributo  de  fia 
terna]  cariño  a  los  Padres  Castros,  en  especial  al  único  sobreviviente, 
Padre  Félix,  así  como  a  su  sobrino  el  Padre  desús  Antonio;  y  al  mismo 
tiempo  como  un  acto  de  reconocimiento  a  las  patriarcales  familias  de 
la  .Mesa  de  Elias,  ('asiros,  Rojas,  Muñoz,  Carvajal,  etc.,  a  quienes  reco- 
nocimos los  seminaristas  de  aquel  tiempo  añorado,  no  tanto  como  acu- 
dientes, sino  como  verdaderos  padres  y  madres  de  los  alumnos. 

Don  Donato  y  la  señora  Dolores  PenagOS,  su  sencilla  y  santa  esposa, 
fueron  como  el  patriarca  Jacob  y  Raquel  .con  sus  doce  hijos.  Por  eso 
en  las  bodas  de  oro  de  su  matrimonio,  de  las  cuales  lia  quedado  el  va- 
lioso recuerdo  que  aquí  reproducimos,  se  ven  rodeados  por  sus  cuatro 
hijos  y  por  los  numerosos  nietos  de  su  cariño,  los  seminaristas,  hijos 
de  nuestro  virtuoso  y  nunca  olvidado  Padre  Teófilo,  rector  del  seminario. 

11c  aquí  la  carta,  empapada  en  lágrimas  de  gratitud  del  ejemplar 
anciano : 

"Elias,  marzo  2.i  de  1008. — Señor  Pbro.  Dr.  I).  Esteban  Rojas. — Garzón. — Ilustri- 
siino  Señor: — (¿uise  ir  personalmente  a  hallarme  en  la  fiesta  que  vuestros  hijos 
os  han  preparado:  no  me  ha  sido  posible.  Hoy  por  eso  desde  acá  levanto  mi  voz 
para  deciros.  Ilustríshno  señor,  que  mi  corazón  rebosa  de  alegría  al  veros  feste- 
jado. Los  viejos,  a  quienes  ya  casi  nada  les  agrada,  vivimos  de  recuerdos.  Y  cómo 
se  agolpan  ahora  en  mi  mente,  al  veros  aclamado,  mis  más  caros  recuerdos  pasa- 


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dos.  A  vos,  Uustrisimo  señor,  debo  el  haber  gozado  del  singular  placer  de  verme 
rodeado  de  hijos  obedientes:  a  vos,  el  verme  ahora,  en  los  días  de  mi  vejez,  soste- 
nido por  el  cuádruple  báculo  de  mis  cuatro  hijos  sacerdotes.  A  vos  lo  debo  todo, 
Uustrisimo  señor.  Ah !  vean  mis  ojos  aclamado,  ensalzado  al  autor  de  mi  felici- 
(l.iil.  y  entonces  sí.  Dios  mío,  despide  en  paz  de  la  escena  humana  a  este  pobre 
viejo.  Estos  son  mis  deseos.  Aceptad,  pues.  Uustrisimo  señor,  el  saludo  del  que  no 
volverá  a  ver  otra  ocasión  solemne  como  la  presente  para  repetirse  de  Vos.  hu- 
milde, atento  y  agradecido  hijo  en  Cristo. — Donato  Castro". 

Los  votos  de  este  nuevo  Simeón  se  cumplieron  muy  pronto;  lo 
Llamó  Dios,  antes  que  a  sus  hijos,  a  contemplar  desde  el  cielo  los  frutos 
obtenidos  con  la  acertada  dirección  que  supo  dar  a  su  educación.  Hoy 
tres  de  ellos  lo  rodean  allá,  como  lo  esperamos,  con  fulgor  de  estrellas, 
en  perpetuas  eternidades. 

Bogotá,  julio  de  1941, 


El  Autok 


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PENSAMIENTOS  Y  MAXIMAS  DEL 
SEÑOR  ROJAS 

(EXTRACTADOS  DE  CARTAS  Y  MANUSCRITOS  SUYOS) 


A  una  señora  de  muy  buen  espíritu  con  la  cual  mantuvo  mon- 
señor larga  correspondencia  para  sostenerla  en  sus  desalientos  y  con- 
solarla en  sus  penas,  desde  que  era  párroco,  le  da  un  consejo  muy  pru- 
dente y  piadoso,  para  que  no  tenga  afán,  ni  preocupación  por  la  llegada 
de  unos  miembros  de  su  familia  : 

"Deje  todo  otro  pensamiento  y  ocúpese  sólo  en  el  gusto  que  la  Di- 
vina Bondad  va  a  presentarle  tan  grande  mañana ;  desde  ahora  dele 
gracias,  alégrese  muy  en  regla  y  regocíjese,  sin  olvidar  que  en  esta  mise- 
rable vida  nada  hay  completo".  (Enero  6  de  95). 

A  la  misma,  en  la  dura  prueba  de  la  muerte  de  un  miembro  que- 
rido de  familia  en  circunstancias  nada  tranquilizadoras,  le  dice:  "así 
como  muchos  mueren  con  muerte  que  todos  alaban  y  sin  embargo  se 
perdieron,  así  mucbos  tienen  muerte  en  apariencia  mala  y  se  salvan  : 
lo  que  se  ve  acá  casi  siempre  tiene  por  objeto  el  bien  de  los  que  queda- 
mos, y  el  Señor,  infinitamente  sabio,  con  un  solo  hecho  puede  salvar  a 
un  alma  y  remediar  a  otras  que  quedan".  Y  en  la  misma  carta :  "las 
oraciones  que  para  nosotros  son  futuras,  para  Dios  son  presentes  y  pa 
sadas  y  pueden  ser  causa  en  su  divina  mente  para  hacerle  al  alma 
oportuna  misericordia ;  me  acuerdo  que  esta  reflexión  se  la  hacía  mon- 
señor Perdomo  cuando  la  muerte  de  sus  dos  hermanos''.  "Al  Señor  le 
agrada  la  esperanza  contra  esperanza,  como  la  de  Abraham".  (Ab. 
22/08) . 

Como  se  aumentaran  sus  penas  con  nueva  muerte,  le  avisa  :  "pediré 
mucho  al  Señor  para  que  no  permita  que  Ud.  pierda  un  ápice  de  las 
riquezas  espirituales  que  le  envía  con  tantos,  tan  multiplicados  y  siem- 
pre crecientes  sufrimientos".  (Mzo.  7/23). 


—  259  — 


La  señora  le  pide  sus  oraciones  para  que  Dios  le  dé  buena  muerte, 
por  tener  ella  mucho  temor  de  ta  cuenta  de  Dios;  el  señor  Rojas  le 
retuerce  el  argumento  asegurándole  que  la  cuenta  de  él  es  incompara- 
blemente mayor,  y  con  todo,  si  "mis  temores  son  infinitos,  mi  confianza 
en  el  Divino  Redentor  y  en  su  Santísima  Madre  también  es  infinita'". 
"No  olvide  nunca  el  gusto  (pie  le  da  a  Dios  quien  confía  en  El  y  por 
eso  El  mismo  fue  Quien  hizo  que  el  santo  Job  concibiera,  dijera  y  es- 
cribiera estas  palabras:  Aunque  El  me  mate,  en  El  esperaré".  "Lo  que 
interesa  es  humillarse  uno  mucho,  humillarse  cada  día  más,  y  humillarse 
sin  acabar,  ni  terminar,  pues  nuestra  miseria  tampoco  se  acaba  ni  tiene 
término".  (Dbre.  18/24). 

Cuando  se  le  pedían  oraciones  por  su  familia,  contestaba:  "yo  no 
tengo  otro  oficio  que  rogar  por  todas  las  almas  que  me  incumben,  estén 
en  esta  o  en  la  otra  vida".  (Id.  id.). 

Ante  la  insistencia  de  la  señora  por  el  temor  de  la  muerte  y  por 
su  conversión,  le  dice:  "no  se  preocupe  por  convertirse  y  menos  por 
saber  que  ya  se  convirtió:  preocúpese  por  conocer  bien  su  nada,  su  mi- 
seria, pida  a  Dios  ese  conocimiento,  pues  sólo  El  lo  da".  "Cada  vez  que 
se  sienta  humillada,  avergonzada  delante  de  Dios,  quédese  ahí,  confór- 
mese ahí.  dele  gracias  porque  le  comienza  a  conceder  ese  conocimiento 
de  su  nada  y  miserias  y  pídale  que  la  haga  descender  más".  "La  miseria 
propia  es  un  abismo  sin  fondo,  que  en  esta  vida  minea  se  llega  a  cono- 
cer bien".  "Procure  convencerse  bien  convencida  de  que  no  es  nada,  que 
no  merece  con  toda  verdad  sino  desprecio  de  todos,  y  cuando  esté  ínti- 
mamente persuadida  de  eso  verá  que  se  le  facilita  la  verdadera  estima- 
ción de  Dios  y  la  confianza  sólo  en  El  y  nada  en  sí  misma".  "Todo do 
(pie  uno  se  estime  a  sí  mismo,  eso  menos  estima  a  Dios,  eso  menos  confía 
en  El".  "Haga  con  frecuencia  actos  de  desprecio  de  sí  misma  y  pida 
también  esa  gracia".  "Yo  sí  que  tengo  por  qué  temer  la  muerte  aunque 
tánto  la  deseo,  y  sobre  esto  son  erradísimos  los  juicios  humanos  y  le 
hacen  a  uno  mucho  nial",  f Abril  24  26). 

Nuevas  penas  trajeron  para  la  señora  nuevos  reclamos  al  señor 
obispo  sobre  la  suerte  futura  de  los  difuntos,  pero  monseñor  le  aconseja 
resignación  callada  y  tranquila  en  la  voluntad  de  Dios,  pues  "cada  acto 
ipie  TTd.  haga  de  resignación  de  su  voluntad  en  la  Divina,  en  un  tesoro 
para  su  alma".  (Marzo  3/27). 

De  uno  de  aquellos  hijos  muertos  inesperadamente  le  quedó  a  la 
señora  una  niña  privada  del  uso  de  razón,  (pie  le  causaba  gran  pena 
y  tormento.  El  señor  obispo  le  cuenta  a  ese  propósito,  que  también  su 
madre,  la  señora  Candelaria,  lidió  por  espacio  de  veinte  años  con  ma- 
ternal solicitud  a  un  hijo  en  las  mismas  condiciones,  al  cual  ella  llamaba 
su  cscalcrita  para  subir  al  cirio,  y  agrega :  "persuádase  que  no  hay  cosa 
igual  a  la  resignación  de  nuestra  voluntad  a  la  Divina".  "Estoy  muy 
necesitado  de  la  Divina  misericordia,  sobre  todo  para  la  hora  de  mi 
muerte".  "Nuestras  oraciones  no  pueden  tener  más  valor  que  el  que  les 
dé  su  unión  con  las  de  Nuestro  Señor,  la  Santísima  Virgen  y  los  ángeles 
y  santos".  (Jul.  1/27). 

Su  dirigida  avisa  al  señor  obispo  un  favorable  cambio  en  uno  de 
sus  hijos,  y  él  le  dice:  "Dios,  si  va  tejiendo  nuestras  telas  con  hilos  ne- 
gros, a  veces  mete  también  hilos  blancos,  y  siempre  será  admirable  su 
obra,  (pie  veremos  cuando  salgamos  de  este  mundo".  (Agosto  16/27). 


—  260  — 


GRUPO  DE  SEPULTUREROS  DE  AGUA  DE  DIOS  TESTIGOS  DE  LA  AFLUENCIA  DE  ENFERMOS  AGRADECIDOS 
A     LA     TUMBA     DEL     SEÑOR     OBISPO.     LOS     DIRIGE     EL     SEPULTURERO    MAYOR      QUIEN     LLEVA     MAS  DE 

VEINTICINCO    AÑOS    EN    SU  OFICIO. 


Avisado  el  señor  Rojas  de  que  la  señora  está  inválida  y  no  puede 
salir  a  comulgar,  de  lo  que  ella  se  queja,  le  aconseja  que  se  haga  llevar 
al  templo  para  que  reciba  ese  consuelo  (pie  le  dará  el  buen  Jesús,  pues 
''Nuestro  Señor  Jesucristo  no  negó  el  título  de  samaritano  que  por  in- 
sulto le  daban  los  judíos,  porque  samaritano  significa  consolador". 
(Oct.  30/27). 

El  señor  Rojas  fue  siempre  muy  sensible  en  la  amistad,  por  lo  mismo 
que  él  correspondía  a  ella  muy  sinceramente.  En  alguna  vez  en  que  la 
señora  de  quien  tratamos  le  pedía  excusas  por  creer  que  le  molestaran 
sus  frecuentes  cartas,  le  responde  que  no  le  molesta  que  le  escriban  y 
más  en  esta  época  en  (pie  "el  Señor  ha  querido  que  muchos  que  antes 
eran  mis  amigos,  hoy  estén  en  completo  olvido  y  silencio  conmigo". 
"Pedí  al  Señor  le  concediera  la  gracia  de  abandonarse  con  todo  lo  suyo 
completa,  total  y  absolutamente  en  manos  de  Dios".  "Oh  si  Ud.  reflexio- 
nara en  el  inmenso  incendio  de  amor  en  que  arde  Dios  hacia  Ud. ;  pues 
la  benéfica  conducta  de  El  con  toda  la  humanidad  es  tan  misteriosa 
e  infinita  que  lo  hecho  por  todos  es  también  hecho  por  cada  persona 
como  si  ésta  sola  existiera".  "Pero  lo  más  misterioso  y  divino  de  este 
amor  es  que  es  tanto  mayor  cuanto  más  ofendido  se  ve,  cuanto  más 
olvidado  y  rechazado".  "Así  se  ha  de  pedir,  sometiéndose  siempre  a  que 
la  voluntad  propia  no  se  cumpla,  si  el  Señor  no  quiere.  Esto  agrada 
mucho  a  Dios  y  lo  llena  a  uno  de  beneficios  y  gracias  y  de  coronas  de 
gloria  en  la  eternidad".  ( Dic.  9/27). 

"Los  sufrimientos  son  oro  puro  con  que  se  compra  el  cielo,  si  se 
saben  sufrir".  "Es  preciso  que  al  sufrir  tengamos  las  mismas  inten- 


—  261  — 


ciones  que  Dios  tiene  al  hacernos  sufrir  y  que  no  dejemos  que  nuestra 
voluntad  discrepe  de  la  Divina".  "Suframos,  lloremos,  quejémonos  tam- 
bién!, pero  sometámonos ;  y  sobre  todo  no  hagamos  nada  que  sepamos 
que  desagrada  al  Señor".  í'Corresponda,  pues,  a  ese  amor,  entregúese  a 
él,  entre  por  ese  camino,  y  tendrá  mucho  de  qué  congratularse  en  todo 
tiempo,  y  sobre  todo  en  la  hora  de  su  muerte".  I  Oct.  3/28). 

"Mientras  más  afligida  se  vea,  más  ore  con  humildad.  La  oración 
humilde  todo  lo  puede''.  (Dic.  29/28). 

''Dios  es  el  vínico  que  sabe  lo  que  nos  conviene,  y  nosotros  debemos 
confiarnos  a  El,  sin  dejar  de  pedirle  pero  l  esionados",   i  Abril  4  '2U  i . 

"Haga  como  nuestro  Padre  Abraham.  y  espere  en  Dios  contra  toda 
esperanza:  Dios  no  abandona  a  quien  confía  en  El".  (Dic.  9/29). 

"Mucho  la  considero  con  tantas,  tan  graves  y  tan  diversas  penas; 
pero  éstas  le  disminuirán  muchas  de  la  otra  vida.  Pídale  a  la  Virgen 
de  Dolores  le  enseñe  a  tener  todo  adentro,  inclusive  los  sufrimientos". 
(Sep.  8/30). 

"San  Pablo  asegura  que  Dios  a  quien  más  quiere  es  a  quien  más 
aflige ;  por  tanto  debe  ser  mucho  lo  que  la  quiere  a  Ud.,  pues  no  la  deja 
descansar  de  sufrir".  Recuerde  que  "hay  que  llevar  las  cruces  en  pos 
de  nuestro  Señor".  (Ag.  29/31). 

•"Acostúmbrese  a  no  esperar  sino  de  El  (Dios)  todo  remedio;  y 
aunque  busque  medios  humanos,  no  los  mire  sino  como  cosa  secundaria 
y  falible".  "Vida  sin  sufrimientos  es  vida  inútil  y  peligrosa". 

Basten  estas  máximas,  entresacadas  de  otras  muchas,  para  com- 
prender el  alto  espíritu  de  austeridad,  abnegación  y  sacrificio  que  el 
señor  obispo  deseaba  en  todas  aquellas  almas  que  se  ponían  bajo  su 
dirección.  En  verdad  que  la  moldeaba  en  su  propio  molde  y  las  quería 
desprendidas  de  la  tierra  y  aspirantes  al  cielo,  como  él. 


¡ALABADO  SEA  DIOS! 


ENCARECIMIENTO  FINAL 


El  autor  de  estos  apuntes  suplica  a  todas  las  familias  huilenses  y 
de  otros  Departamentos  que  tengan  cartas,  fotografías  o  documentos,  de 
cualquier  naturaleza  que  sean,  relativos  a  mouseñor  Rojas,  se  dignen 
proporcionárselos,  originales  o  en  copia,  para  completar  la  biografía  del 
señor  Obispo,  a  fin  de  (pie,  al  salir  próximamente  la  segunda  parte 
hasta  su  muerte,  pueda  hacerse  lo  más  completa  posible,  subsanando  a 
su  vez  las  lagunas  de  esta  primera  parte. 

Anticipa  por  ello  su  más  sincera  gratitud  y  ofrece  devolver  religio- 
samente, como  lo  ha  hecho  ahora,  los  originales  y  fotografías  que  a  tal 
fin  se  le  proporcionen. 

Bogotá,  julio  de  1941 

Calle  10,  N<?  15-70. 


—  263  — 


INDICE 


Págs. 

Aprobaciones  eclesiástica  y  religiosa   4 

Protesta  del  autor   6 

PRIMEE  PERIODO 

CAPITULOS 

I.  Noticia  del  antiguo  Tolima — Infancia  del  señor  obispo...  7 

II.  La  visión — El  estudiante   14 

III.  En  el  Pío  Latino — El  ángel  guardián   20 

SEGUNDO  PERIODO 
Capítulo  único — El  sacerdote — Regreso  a  la  patria — Pri- 
meros ministerios — Dura  prueba  de  Dios   25 

TERCER  PERIODO 

EL  PARROCO 

I.  Sus   primeras   parroquias — Persecución    por   la  justicia. 

Prisión  : . . .  33 

II.  Párroco  modelo — Su  actividad  acostumbrada   38 

III.  Visita  pastoral  de  monseñor  Bermúdez — Su  muerte  en 

brazos  del  Padre  Rojitas   10 

[V.  El  Colegio  de  Elias,  obra  cumbre  del  apostolado  del  Padre 

Rojas    45 

LO  QUE  PUDO  UN  CURA  AYER 

Vida  de  un  santo  Cura  Párroco  escrita  por  su  coadjutor 

el  Pbro.  Ignacio  Curt  Brunet   57 

Vida  de  Párroco   69 

Un  jueves  en  Timaná  :   79 


—  265  — 


CAPITULOS  Págs. 

Apostolado  de  la  pluma   84 

Heroísmos    91 

Apostolado  seglar  t   96 

Obras  materiales   101 

Apóstol  del  Tolima   105 

Tuvo  defectos  el  señor  Rojas?   109 

Virtud  heroica   110 

Espíritu  de  oración  y  demás  virtudes   116 

CUARTO  PERIODO 

EL  OBISPO 

I.  Origen  de  la  diócesis  del  Tolima — Su  erección  por  S.  S. 

León  XIII..   123 

II.  Preconización  del  señor  Hojas — Su  consagración  en  Roma  130 

III.  Regreso — Toma  de  posesión   133 

IV.  Primeros  ministerios  del  Prelado   136 

V.  Primeros  ejercicios  del  Clero — Ordenación  de  los  Presbíte- 
ros Rodulfo  Pérez  Castillo  y  Manuel  Suárez  Saavedra   137 

VI.  Nuevo  Seminario  de  (¡arzón — Su  primera  visita — Consa- 
gración del  Departamento  al  Sagrado  Corazón  de  desús..  141 
Vil.  Carácter  severo  de  monseñor  Rojas,  a  veces  mal  interpre- 
tado—  Bajó  esa  dura  corteza,  nn  corazón  de  oro   149 

VIII.  El  báculo  de  madera — Espíritu  de  pobreza  y  desprendi- 
miento— Su  mortificación   155 

IX.  Consagración  de  la  diócesis  al  Sagrado  Corazón — Segunda 

visita — Ordenaciones    157 

X.  101  Sínodo  del  Tolima — Consagración  de  monseñor  Planeo 
para  el  Socorro — Festividad  de  la  Inmaculada — Más  orde- 
naciones   161 

XI.  Celebración  del  Sínodo   163 

XII.  Pastoral  sobre  el  Sínodo — Saludables  consecuencias  eu  la 

diócesis    172 

XIII.  El  Concilio  Plenario  Latinoamericano — Despedida — Viaje 

a  Roma— Regreso — Guerra  de  los  tres  años   17!) 

XIV.  Vuelve  el  Seminario  a  Elias-  -Graves  sucesos  de  la  guerra. 
Toma  de  (¡arzón  por  los  revolucionarios — Le  matan  el  ca- 
ballo a  monseñor  Rojas   187 

XV.  División  de  la  diócesis — Fundación  del  Seminario  de  [ba- 
gué— Obispo  de   (¡arzón   y   Administrador   Apostólico  (le 

Ibagué    190 

XVI.  Ordenaciones  en  (¡arzón — Instalación  del  Capitulo — Fun- 
dación de  "El  Eco  del  Vaticano"   199 

XVII.  Elección  de  Monseñor  Perdomo — Viajan  ambos  a  Poma. 


Consagración  por  el  Cardenal  Gotti — Regreso — Muerte  de 


—  266  — 


(Al'ITfLOS  l'ágs. 

S.  S.  León  XIII — Posesión  de  monseñor  Perdomo — Visita 

^       pastoral   204 

XVIII.  Reorganización  de  la  Curia  y  Capítulo — La  instrucción...  21U 
XIX.  Primera  Encíclica  de  S.  S.  Pío  X — Preocupación  de  mon- 
señor Rojas  por  la  santificación  de  1¡i  familia — Establece 

la  Adoración  Nocturna  para  hombres   212 

XX.  Fundación  de  la  ('asa — Misión  de  Lazaristas  en  Nátaga. 

Noticia  del  Santuario  de  Las  Mercedes — Romerías   214 

XXI.  Despedida  de  monseñor  Vico,  Delegado  Apostólico — .Mi- 
siones  218 

XXII.  Pastoral  sobre  el  Jubileo  de  la  Inmaculada — Graves  per- 
cances en  la  visita  pastoral   221 

XXIII.  Quincuagésimo  aniversario  de  la  Inmaculada — Cómo  fue 
celebrado  en  la  diócesis   223 

XXIV.  Llegada  de  monseñor  Ragonessi,  Delegado  Apostólico — El 
General  Reyes  y  la  concordia — Monseñor  Moreno  y  mon- 
señor Rojas   225 

XXV.  Encíclica  "Acerbo  Xiinis" — Pastoral  sobre  ella — Primeros 
intentos  de  misiones  en  el  Caquétá — Monseñor  Hojas  y  el 

General  Reyes   230 

Peregrinación  a  Tierra  Santa  '.   240 

Muerte  de  la  señora  Candelaria   245 

Bodas  de  plata  sacerdotales  de  monseñor   249 

Pensamientos  y  máximas  del  señor  Rojas   259 

Encarecimiento  final   263 


—  267  — 


/