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Full text of "Biografía del padre Fabo, breves rasgos al rededor de su persona y de su obra"

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^EOLCGICPIS^ 


BX  4705   .F213  A9  1941 
Ayape  de  San  Agust  in, 

Eugenio , 
Biograf  ia  del  padre  Fabo 


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the  Internet  Archive 

in  2014 

https://archive.org/details/biografiadelpadrOOayap 


El 

PADRE  FABO 


Biografía 

DEL  , 

7>adte7aU 


BREVES  RASGOS  AL  REDEDOR 
DE  SU  PERSONA  Y  DE  SU  OBRA 
:  :  :  POR  EL  P.  LECTOR  :  :  : 

FR.  EUGENIO  AYAPE 

de  San  Agustín,  A.  R. 

Cronista  de  la  Provincia, 

Miembro  del  Centro  de  Historia  de  Tunja  y 
Correspondiente  de  la  Academia  Colombiana 
de  Historia. 

■  ■ 

■  ■ 

19     4  1 

Tip.  San  Agustín  -  Manizalcs. 


Provincialato  de  Agustinos  Recoletos 
de  la  Candelaria. 


sto  el  informe  de  los  Censores,  damos  nuestra  auto- 
rización para  que  pueda  imprimirse  el  libro  <EI 
R.  P.  Fr.  Pedro  Fabo. .  escrito  por  el  R.  P.  Eu- 
genio Ayape  de  San  Agustín. 

Bogotá,  16  de  agosto  de  1939. 

FR.  EDMUNDO  GOÑI 
de  la  V.  de  Jerusalén 


Imprimatur, 

f  ALOISIUS  CONCHA 
Eppus  Manizalen. 

Manizales,  marzo  27  de  1940. 


Es  propiedad  del  autor. 


HOMENAJE 


En  sabiendo,  por  conducto  del  cable,  la  no- 
ticia de  la  muerte  repentina  del  Padre  Fabo,  es- 
cribí en  cierta  revista  lo  siguiente: 

«Una  sorpresa  dolorosísima  háme  produci- 
do el  fallecimiento  del  querido  y  glorioso  Fray 
Pedro  Fabo  del  Corazón  de  María.  Roma  sa- 
grada contempló  el  espectáculo  de  la  ¡da  a  la 
eternidad  del  gran  polígrafo  agustino  recoleto. 
Beso  emocionado  de  fe  y  de  piedad  resignada, 
la  mano  siempre  buena  del  adorable  dueño  de 
la  vida  y  de  la  muerte. 

Por  qué  nos  ha  abandonado,  en  estas 
precisas  horas,  nuestro  ¡lustre  hermano  de  há- 
bito...? Por  qué  emprendió  el  viaje  definitivo, 
sin  despedirse  de  nosotros,  llevándose  consigo 
secretos  de  futuras  legítimas  grandezas..,?  Por- 


6 


El  Padre  Fabo 


qué  el  que  todo  lo  dispone  sabiamente  no  ha 
permitido  que  el  hijo  estupendo  de  la  Recolec- 
ción Agustiniana  acabase  en  la  tierra  la  obra 
que  tenía  entre  manos,  si  tanto  había  de  redun- 
dar en  gloria  de!  Altísimo...?  Por  qué,  en  este 
momento,  una  colectividad  religiosa  se  ha  de 
vestir  de  luto  y  na  de  verter  copiosas  lágrimas 
ante  la  desaparición  inesperada  del  que  era  su 
precioso  ornato  y  su  más  purísimo  orgullo...? 

Yo  no  pretendo  ahora  trazar  la  biografía 
ni  el  panegírico  del  ilustre  difunto.  Mucho  me 
agradaría,  sin  embargo,  que  Dios  Nuestro  Señor 
me  regalara  licencia  y  modo  de  realizar  esta  em- 
presa. 

Pero  no  he  de  disimular,  en  esta  breve  nota 
necrológica,  e!  cariño  intenso  y  sincero  que  yo 
profesaba  al  padre  Fabo  en  quien  latía  un  cora- 
zón, todo  hidalguía  y  magnanimidad,  y  la  ad- 
miración entusiasta  que  sentía  por  las  fúlgidas 
luces  de  su  talento  y  por  la  gallarda  y  fecunda 
labor  de  su  pluma. 

Conocido  como  era  en  más  de  medio  mun- 
do se  publicarán,  a  buen  seguro,  honrosas  me- 
morias en  las  cuales  se  pongan  de  relieve  las 
cualidades  múltiples  y  edificantes  de  este  apro- 
vechado hijo  de  San  Agustín.  Pues,  en  verdad, 
elogio  completo   han  de  merecer  sus  dotes  de 


El  Padre  Fabo 


novelista,  pulcro  e  ingeniosísimo,  sus  rasgos  fe- 
lices de  poeta  inspirado  y  sentimental,  sus  apa- 
sionamientos líricos  que  a  ratos  arrancan  de  su 
péñola  párrafos  exaltados  de  un  romanticismo 
ultrabironiano,  sus  galas  de  narrador  y  escritor 
descriptivo  fértil  en  imágenes  pintorescas  y  acer- 
tadísimo en  los  epítetos,  sus  prendas  de  historió- 
grafo acucioso  e  infatigable  en  las  búsquedas 
por  archivos  y  bibliotecas,  sus  finuras  y  atisbos 
de  crítico  sagaz  y  penetrante,  su  actividad  enor- 
me que  lo  llevó  a  recorrer  con  igual  ardor  los 
campos  áridos  de  la  filología  que  los  vergeles  flo- 
ridos y  dulces  de  la  ascética  y  mística;  en  fin, 
sus  variadas  modalidades  literarias,  las  opulen- 
cias inagotables  de  su  imaginación  creadora, 
las  sosegadas  armonías  y  pomposas  serenida- 
des deque  con  frecuencia  brinda  modelos  en  su 
estilo,  y  las  frases  preciosas  y  agudas  que  a 
menudo  salpican  sus  escritos  y  que  hicieron  pro- 
verbial a  su  autor  hasta  el  punto  de  llegar  a  de- 
cirse ante  un  dicho  original  y  gracioso:  Esto  es 
una  FABADA». 

Pues  bien;  ya  se  han  publicado  valiosísi- 
mos artículos  de  elogio  en  recuerdo  del  padre 
Fabo  en  muchos  periódicos  y  en  muy  distintas 
revistas  literarias,  científicas  o  religiosas.  Y  las 
Academias  han  celebrado  sesiones  en  su  honor. 


8 


El  Padre  Fabo 


Y  se  han  rendido  férvidos  homenajes  de  reconoci- 
miento a  ¡as  cualidades  del  Sabio, 

Y  yo  ahora  cumplo  el  deseo  que  expresé  a 
raiz  de  la  muerte  del  padre  Fabo. 

No  me  lisonjeo  de  trazar  aquí  una  biogra- 
fía completa.  Sólo  he  recogido  en  las  presentes 
páginas  algunos  rasgos  de  la  semblanza  es- 
piritual del  hombre  del  claustro  y  de  la  ciencia. 

Ansio  que  los  lectores  den  pábulo  a  la 
meditación  ante  la  rica  figura  del  religioso  agus- 
tino recoleto.  Yo  apenas  me  contento  con  su- 
gerir algunas  ideas  que  el  inteligente  lector  se  en- 
cargará de  rumiar  y  explanar  en  sus  adentros. 

Cualquiera  ha  de  ver  que  la  vida  del  pa- 
dre Fabo  es  una  ascensión  continua  a  las  cum- 
bres. Hacia  las  cumbres  del  saber  voló  sin 
Hescanso  su  inteligencia  sedienta  de  luz  y  de 
verdad.  Y  hacia  las  cumbres  de  la  perfección 
moral  tendió  indeclinablemente  su  voluntad  an- 
siosa de  pureza  y  de  armonía.  Dios  es  el  cen- 
tro del  alma  de  tan  ¡lustre  religioso  que  en  la 
tierra  tan  solo  suspiró  por  conocer,  amar  y  ser- 
vir al  Señor  que  nunca  muere. 

Creo  yo  que  por  este  lado  los  capítulos 
que  ofrezco  tienen  mucha  y  eficaz  virtud  ejem- 
plarizadora  y  estimulante. 


El  Padre  Fabo 


9 


Yo  declaro  que  siento  una  dulce  satisfacción 
al  poder  ofrendar  un  homenaje  de  gratitud  al 
que  fue  mi  queridísimo  hermano  de  hábito  y 
mi  respetado  Maestro. 


Fr.  E.  AYAPE 


He  aquí  un  libro  que  hacía  falta.  Hacía  falla  en  el 
campo  universal  de  la  literatura,  de  la  historia  y  de  la 
apologética,  en  el  terreno  espiritual,  religioso  y  social: 
hacía  falta  en  el  campo  agustiniano  y  muy  particular- 
mente en  el  del  recoletismo  porque  por  todos  esos  la- 
dos y  en  todos  esos  aspectos  tuvo  nombre  y  ecos  de 
plenitud  y  significación  alta  el  reverendo  Padre  Pedro 
Fabo  del  Corazón  de  María. 

Pecos  escritores  de  órdenes  religiosas, en  los  tiem- 
pos contemporáneos,  habrán  poseído  una  fama  tan  apre- 
ciada y  santamente  envidiable  romo  éste  en  esas  diver- 
sas disciplinas  profanas  y  eclesiásticas 

Para  la  Orden  de  Agustinos  Recoletos  fué,  y  es,  el 
más  rico  florón  que  adorna  los  siglos  de  su  intelectuali- 
dad, y  el  adalid  más  conspicuo  que  haya  acaso  profesa- 
do en  sus  claustros  desde  los  tiempos  de  aquel  polígra- 
fo tunjano  que  se  llama  Fr.  Andrés  de  San  Nicolás  y 
por  algún  aspecto  aún  supera  nuestro  actual  recoleto 
navarro  al  muy  ilustre  colombiano. 

En  alguna  parte  escribí,  y  hoy  me  ratifico,  que  el  pa- 
dre Fabo  había  heredado  y  recogido  la  pluma  primera 
que  en  historia  posee  nuestra  Orden,   la   pluma  del  pa- 


12 


El  Padre  Fabo 


dre  Fr.  Andrés  de  San  Nicolás.  En  otras  muchas  cuali- 
dades y  condiciones  se  destacaba  el  padre  Fabo,  como 
claramente  se  lo  dirán  al  lector  las  páginas  que  tiene  en- 
tre las  manos. 

Había  sido  un  descuido  imperdonable  el  que  un  su- 
jeto, de  tal  distinción  y  de  semejante  envergadura  espiri- 
tual de  una  acción  tan  constante  y  lucida  y  de  una  obra 
de  tamaña  extensión  e  intensidad  no  se  hubiere  dado  a 
conocer  biográficamente  al  mundo  literario,  científico  y 
religioso  en  el  lapso  de  estos  ocho  años  corridos  desde 
su  muerte.  El  padre  Eugenio  Ayape  llena,  en  parte,  este 
vacío  y  quita  de  encima  de  los  escritores,  particularmen- 
te agustinianos,  este  pecado  de  frialdad  por  no  decir  de 
ingratitud.  Y  me  atrevo  a  escribir  en  parte,  porque  co- 
mo el  mismo  padre  Eugenio  lo  insinúa  por  ahí  en  algu- 
nas de  estas  páginas,  no  es  esta  una  biografía  comple- 
ta, ni  por  consiguiente  definitiva;  son  apuntes  y  datos 
precisos  y  acaso,  digo  yo,  hitos  fundamentales  de  la  vi- 
da del  Padre  Fabo;  y  hemos  de  esperar  que  el  cielo  le 
conceda  el  tiempo  preciso  y  la  calma  y  los  medios  ade- 
cuados para  que  amplíe,  depure  y  verifique  estos  datos 
y  notas,  de  suerte  que  nos  pueda  ofrecer  más  o  menos 
tarde  una  biografía  y  bibliografía  satisfactorias  y  com" 
pletas,  en  cuanto  lo  consienten  la  miopía  y  deficiencia 
humanas.  Afortunadamente  al  Padre  Eugenio  le  sobra 
la  voluntad  y  tiene  un  amor  desinteresado  y  firme  hacia 
el  Padre  Fabo  y  su  obra,  como  claramente  se  trasluce  a 
través  de  los  siguientes  capítulos.  Y  es  ello  muy  puesto 
e*i  razón;  no  le  faltan  motivos  de  todo  orden  para  guar 
dar  en  su  corazón  un  afecto  singular  a  nuestro  querido 
padre  Fabo. 

Salvo  algunas  apreciaciones  mtes  peculiares  y  que 
son  de  poca  monta  en  si,  y  además  por  la  insignificancia 
del  que  las  prohija  y  sustenta — que  por  otra  parte  es  ello 


El  Padre  Fabo 


13 


muy  natural  pues  que  cada  cual  mira  y  enfoca  el  objeto 
ola  persona  desde  su  peculiar  punto  de  vista—;  hecha 
esta  salvedad,  estoy  de  todo  en  todo  conforme  con  lo 
que  se  expone  y  se  defiende  en  esta  obra.  Cierto  que 
se  percibe  el  hervor  del  cariño  y  de  la  admiración,  hay 
calor  en  la  biografía  y  surgen  afirmaciones  y  sentencias 
valientes,  y  fluyen  discursos  llenos  de  novedad  y  de  au- 
dacia con  dejos  de  panegirismo,  pero  eso  es  cabalmen- 
te lo  bueno,  lo  original  y  lo  que  atrae  al  lector,  y  le  da 
movimiento  y  vida  a  esta  biografía;  por  lo  cual  se  lee 
con  verdadero  deleite  y  con  deseos  de  no  parar  en  su 
lectura;  son  páginas  sugeridoras  y  como  aperitivas  que 
predisponen  el  ánimo  y  el  paladar  literario  para  sabo- 
rear nuevas  producciones  de  este  padre  recoleto,  toda- 
vía joven  y  ya  veterano  en  estas  lides. 

Quizá  alguien  piense — mucho  me  equivocaré  si  ello 
no  es  así — que  estos  ocho  años  han  sido  pocos  todavía, 
que  se  ha  festinado  esta  clase  de  juicios  aprobatorios  a 
toda  la  obra  literaria  e  histórica  del  padre  Fabo,  que  im- 
portaría no  adelantarse  sino  dejar  transcurrir  el  tiempo 
el  cual,  con  la  ayuda  de  la  crítica  desapasionada,  habría 
de  decantar  algunos  conceptos  o  relatos  de  historia  que 
más  bien  son  arrebatos  líricos  del  padre  Fabo,  para  de 
esta  manera  situarle  en  su  puesto  sólido  y  definitivo  y 
darle  sus  justas  proporciones.  Pero  esto  a  mi  entender 
más  que  señal  de  cordura  y  miras  de  sensatez  y  pruden- 
cia puede  envolver  una  especie  de  censura  o  animosidad 
al  padre  Fabo  y  a  su  obra  que  no  debe  prevalecer  ni  en 
este  caso  ni  en  otros  por  el  estilo. 

Con  ese  criterio  muchas  de  las  biografías  quedarían 
sin  escribir  o  aparecerían  contrahechas  e  incompletas 
sin  aquellos  rasgos  típicos  y  mas  decidores  de  los  per- 
sonajes. Hoy — creo  que  siempre — pero  hoy  sobre  todo 
se  busca  en  este  género  biográfico  precisamente  el  deta- 


14 


El  Padre  Fabo 


lie,  lo  anecdótico,  lo  espontáneamente  nimio  que  es  ca- 
balmente lo  que  ofrece  una  idea  más  completa,  lo  que 
da  carácter  e  individualiza  y  les  muestra  señeros  a  los 
biografiados. 

Dejar  correr  el  tiempo  excesivamente,  sería  malo- 
grar la  mitad  de  la  biografía  a  lo  mejor. 

No  faltarán  quienes  consideren  este  libro,  no  como 
objetivo  e  impersonal,  sino  como  tendencioso,  porque 
frecuentemente  parece  que  el  autor  pone  el  paño  al  pul- 
pito y  como  maestro  en  cátedra  de  enseñanza  expone 
doctrinas  e  insinúa,  y  a  ratos  demuestra,  tesis  filosóficas 
y  teológicas  tomando  pie  de  la  conducta  y  los  rasgos 
del  padre  recoleto;  pero,  eso  sí,  nadie  podrá  negarle  al 
autor  que  esas  doctrinas  y  consejos  morales  y  ascéticos 
vienen  muy  a  cuento  y  encajan  a  cabalidad  en  los  diver- 
sos episodios  biográficos,  dan  una  provechosa  ameni- 
dad y  se  ordenan  a  procurar  el  bien  moral  y  religioso 
de  los  lectores.  Que  si  esto  se  llama  tendencioso  ningún 
biógrafo  ni  escritor  de  vidas  civiles,  religiosas  o  milita- 
res se  ha  visto  libre  de  ese  pecado — si  lo  es; —  más  o 
menos  paladinamente  lo  han  confesado  todos  de  hecho 
en  sus  obras,  aunque  teóricamente  hayan  afirmado  lo 
contrario;  y  además  en  nuestro  caso  trátase  de  la  vida 
de  un  religioso  y  por  un  religioso  escrita,  estúdianse  en 
ella  señaladamente  ¡a  evolución  o  desenvolmiento  de  una 
existencia,  que  si  científica  y  académica,  es  primera  y  prin- 
cipalmente espiritual  y  de  ambiente  monástico. 

Depare  el  cielo  buen  suceso  a  este  libro,  y  ojalá 
encuentre  él  la  afectuosa  acogida  que  merece,  singular- 
mente en  nuestra  Orden  recoletana;  tiene  algún  derecho 
a  ello,  ya  por  el  tema  ya  por  el  autor,  quien  dicho  sea 
entre  paréntesis,  aparece  por  primera  vez  en  público  en 
funciones  de  Cronista  de  la  Provincia  de  la  Candelaria, 


El  Padre  Fabo 


15 


título  con  que  fué  justamente  honrado  por  nuestro  últi- 
mo Capítulo  Provincial. 

Bogotá,  noviembre  de  1939. 

Fr.  CANDIDO  ARMENTIA 
de  la  V.  del  Carmen. 


CAPITULO  i 


Recuerdos  míos  del  gran  P.  Recoleto 
Fray  Pedro  Fabo 

Se  me  piden  algunas  líneas  para  la  vida  del 
R.  P.  Fabo  que  va  a  publicar  el  P.  Ayape,  y  con 
mucho  guato  tomo  mi  cansada  pluma  para  decir 
alguna  cosa  loable  del  amado  amigo  difunto  y 
gloria  grande  de  la  Orden  Recoleta  de  San  Agustín. 

Dice  un  dicho  que  «amor  quita  conocimiento», 
pero  también  ge  puede  asegurar  que  el  amor  a  la 
persona  amada  aguza  el  entendimiento  y  despier- 
ta la  memoria.  El  P.  Fabo  me  amó  desde  que  de 
joven  me  conoció;  yo  le  correspondí  siempre  en  lo 
poco  que  pude,  y  hoy,  que  él  no  puede  correspon- 
derme  en  la  tierra,  a  su  grata  memoria  dedico  es- 
tas  letricas;  así  no  se  me  podrá  decirme  interesa- 
do. 

Hace  diez  años  el  R.  P.  Fabo  publicó  en  Ma- 
drid su  obra  en  dos  tomos  llamada  «Púlpito  y 
Tribuna»;  me  los  mandó— lo  que  hizo  siempre  con 
todas  las  obras  que  imprimió— y  les  puso  a  loe 
volúmenes  «blancos»  estas  dedicatorias. 


f8 


El  Padre  Fabo 


«Libro  mío:  Vete  a  las  manos  del  M.  R.  P.  An- 
drés  Mesanza,  «dominico  de  tipo  intelectual,  y  dí- 
le  que  vas  a  proponerle  imite  la  vestidura  que  lle- 
vas, con  el  fin  de  que  la  Iglesia  de  Dios  sea  honra- 
da y  el  público  admire  loe  títulos  de  solvencia 
moral  y  progresista  que  los  hijos  del  claustro  po- 
seen en  este  siglo  de  egoísta  y  torpe  materialis- 
mo». — El  autor. 

«Quiero,  oh  libro  mío,  que  seas  compañero  y 
amigo  del  que  tiene  concebido  en  su  cerebro  el  M. 
R.  P.  Andrés  Mesanza,  y  del  cual  ha  dado  mues- 
tras en  su  predicación  altísima,  doctrinaria,  orto 
doxa  y  ungida».— El  autor. 

Pongo  yo  aquí  estas  líneas  del  gran  escritor 
fraile  navarro,  no  porque  en  ellas  me  alaba,  sino 
porque  él  las  escribió  con  el  alma,  y  porque  pintan 
muy  bien  un  defecto  del  Padre:  las  biografías 
completas  nos  cuentan  virtudes  y  vicios,  cosas 
grandes  y  miserias.  Nuestro  escritor  tuvo  para  mí 
la  imperfección  de  alabar  mucho.  Ora  en  libros, 
ora  en  artículos  le  chorreaba  la  ponderación,  el 
panegírico,  casi  sin  querer.  En  cierta  ocasión  me 
atreví  a  decirle  que  sus  alabanzas  eran  injustas  y 
aún  falsas;  y  acuerdóme  que  me  dijo  sonriente: 
«Las  alabanzas  exageradas  de  los  escritos  do  ha- 
cen mucho  daño;  mucho  más  daño  hacen  las  cen- 
auras  acerbas.  Las  alabanzas  animan  mucho  a  se- 
guir escribiendo.  Las  críticas  rudas  desaniman  y 
llevan  a  la  pereza  intelectual».  Tal  vez  tenía  razón 
el  P.  Fabo.  Mejor  es  algo,  aunque  sea  mediocre, 
quenada.  «Lo  mejor  es  enemigo  de  lo  bueno». 

Voy  a  poner  en  este  papel  algunos  recuerdos 
del  biografiado.  Creo  yo  que  el  día  o  mejor  la  no- 
che del  6  de  agosto  de  1912  fue  de  las  de  mejor  re- 


&  Padre  Fabo 


19 


cuerdo  para  su  alma.  La  gloria  humana  vino  a  & 
con  el  premio  que  justicieramente  le  otorgó  \u 
Academia  de  la  Lengua  en  Bogotá.  Ella  habí  i 
abierto,  meses  antes,  un  concurso  para  galardo- 
nar el  mejor  libro  que  ee  compusiera*  acerca  de  un 
escritor  colombiano  muerto.  El  P.  Fabo  envió  el 
suyo,  con  el  mayor  secreto  posible  (pues  temía 
mucho  de  la  parcialidad  del  Jurado),  y  fue  la 
obra  titulada  cRufino  J.  Cuervo  y  la  Lengua  Cas 
tellana». 

Fui  yo  a  saludar  y  a  felicitar  al  amigo  a  los  tres 
días  de  la  noche  venturona,  y  contábame  él,  mi- 
rándome con  sonrisa  maliciosa  a  los  ojos,  todos 
los  pormenores  de  los  aplausos,  apretones  de  ma- 
nos, y  abrazos  que  recibió  en  la  Academia  Colom- 
biana. Y  cuando  yo,  eubebido  o  enibobado  oyén- 
dole, me  imaginaba  por  dentro  la.  glorióla  del 
amigo  premiado,  él  terminó  así  el  relato  deaque- 
Ha  noche:  «P.  Mesanza:  llegamos  los  cuatro  PP. 
que  fuimos  a  la  función  a  las  9  y  media  de  la  no- 
che. No  habíamos  cenado  todavía,  pues  nos  fui- 
mos a  las  7;  llegamos  al  convento;  fuimos  derecho 
a  la  cocina,  y  nos  encontramos  por  toda  comida 
unas  papas  frías  con  mazamorra.  Esta  es  la  glo- 
ria, Mesanza,  esta  es  la  gloria».  Y  aquí  el  P.  Fabo 
soltó  una  de  aquellas  carcajadas  estrepitosas  que 
se  oían  en  todo  el  convento. 

Entré  una  vez  en  Bogotá  a  su  celda,  por  cier- 
to  demasiado  chica,  y  le  dije:  «P.  Fabo:  ¿dónde 
tiene  V.  colgados  los  diplomas  de  tantas  Acade- 
mias a  que  pertenece?» — Mire  aquí,  me  dijo  seña- 
lándome con  el  pie  un  cajoncito  de  pino  que  esta- 
ba debajo  de  la  cama,  aquí  están  mis  diplomas  de 
académico.  Cuando  V.  mire  así,  hasta  con  desdén, 


áo 


El  Podre  Fabo 


las  alabanzas  que  le  eche  la  prensa  por  sus  futu- 
ros escritos,  entonces,  P.  Mesanza,  será  V.  nota- 
ble  escritor». 

Quien  no  conocía  al  P.  Fabo  sino  desde  lejos; 
le  podía  creer  vanidoso  u  orgulloso.  Vanidoso  no 
era,  a  fe  raía;  quizás  un  poco  orgulloso,  pero  sin 
dejar  de  ser  humilde.  La  humildad  es  el  conoci- 
miento de  sí  mismo; el  P.  conocíase  bien  a  sí  pro- 
pio. Puso  siempre  en  la  portada  de  sus  obras  to- 
dos l@s  títulos  de  las  Academias  a  que  perteneció 
y  la  lista,  onda  vez  mayor,  de  sus  obras  publica- 
das; pero  cónstame  que  lo  hizo  para  glorificar  a 
su  amadísima  Corporación  religiosa.  «Es  gloria  de 
la  madre  la  gloria  de  los  hijos».  Quien  lo  veía  en 
la  calle  o  en  un  acto  cualquiera  de  comunidad, 
pensaría  de  él  que  era  un  hombre  adusto  o  apesa- 
dumbrado o  extremadamente  serio  y  caviloso.  Na- 
da de  esto.  El  P.  Fabo  se  reía  a  soias  de  su  mis- 
ma  sombra.  Creo  yo  que  tenía  él  que  reprimirse 
harto  para  no  soltar  estrepitosas  carcajadas. 

Llegado  de  España  a  Bogotá  de  22  años,  fue 
llevado  de  compañero  por  el  P.  Provincial  Casas 
a  visitar  a  M.  A.  Caro,  entonces  Presidente  de  la 
República.  Fabo  muy  comedido  no  abrió  los  la- 
bios en  la  visita.  Caro,  al  despedir  a  los  religio- 
sos, dijo  al  joven  candelario:  «iY  cómo  es  su  ape- 
llido?»—«Mi  apellido  es  Fabo,  y  como  dicen  que  V. 
sabe  mucho,  quisiera  me  dijese  de  dónde  viene  es- 
te apellido»— «Estudiaré  el  panto»,  contestóle  Caro. 

A  los  cuatro  días  un  edecán  del  Presidente  lle- 
gó a  la  portería  de  la  Candelaria  con  un  gran  so- 
bre y  dentro  un  escrito  largo  de  Caro  donde  con- 


El  Padre  Fabo 


¿1 


cluía  por  decir  que  Fabo  venía  de  Fabio,  y  que 
por  lo  tanto  los  Fabos  eran  do  casta  romana. 

Cómo  se  rió  el  corista  Fabo  del  escrito  de  to- 
do un  sabio.  Tornó  él  a  visitar  al  Señor  Caro  con 
el  Provincial  Casas,  y  como  le  interrogase  Caro 
qué  le  había  parecido  su  disertación  sobre  los  Fa- 
bos, nuestro  fraile  contestó  muy  serio:  «Señor  Ca- 
ro: V.  está  muy  equivocado  en  su  estudio;  noso- 
tros los  Fabos  de  Navarra  creemos  que  veuimos 
de  raza  gitana».  Y  aquí  soltó  la  risa  Caro;  Fabo 
se  sonrió,  y  el  P.  Casas  se  puso  más  serio  de  lo  que 
estaba  antes. 

Desde  aquella  tarde  del  95  fueron  grandes 
amigos  el  Presidente  y  sabio  Caro  y  el  P.  Fr.  Pe- 
dro Fabo.  Y  tanto  quiso  éste  a  aquél  gran  colom- 
biano que  me  confesó  Fabo  que  no  quiso  en  el 
Concurso  citado  de  la  Academia,  tomar  por  tema 
una  monografía  sobre  el  Menéndez  Pelayo  de  Co- 
lombia (que  lo  fue  M.  A.  Caro)  porque  su  cariño 
lo  hubiese  traicionado  en  el  escrito  y  se  hubiera 
conocido  por  los  del  Jurado  que  el  panegirista  era 
un  fraile  español,  y  quizás  que  se  llamaba  Pedro 
Fabo.  Caro  siempre  quiso  mucho  a  España  y  mu- 
cho también  a  todos  los  religiosos  españoles.  ¡Qué 
ameno,  qué  variado,  qué  erudito  hubiera  sido  el 
libro  del  P.  Fabo  sobre  el  inmenso  Miguel  A.  Ca- 
ro! Si  el  de  Cuervo  es  ameno  siendo  el  protagonis- 
ta un  asceta,  un  monótono,  un  filólogo  autor  de 
dos  libros,  dígame  el  lector,  que  algo  sepa  de  Caro 
¿cómo  seria  el  de  éste  que  lo  fue  todo? 

Fabo  después  de  1912  debiera  haber  estudia- 
do a  Caro,  no  en  dos  toraitos  ni  en  cuatro  meses, 
sino  en  dos  tomazos  y  en  dos  años. 


-22 


El  Padre  Fabo 


No  alcanzó  a  medio  año  el  tiempo  empleado 
ñor  el  laborioso  agustino  para  hacer  el  estupendo 
ibro  sobre  Cuervo.  Yo  he  conocido  un  autodidac- 
to, el  P.  Fabo.  Estudiaba  por  primera  vez  cual- 
quier asunto  intrincado  y  podia  discurrir  con  sol- 
tura  páginas  y  páginas  sobre  el  mismo  inmedia- 
tamente y  muy  bien.  A  mí  nunca  me  asustó  el  ta- 
lento que  Dios  otorgóle  a  nuestro  hombre;  lo  que 
siempre  me  pasmó  fué  su  laboriosidad,  su  trabajo 
aHiduo.  Mi  personaje  no  conoció  la  pereza  intelec- 
tual sino  de  nombre.  Alguna  vez  me  contó  él  (era 
enemiguísimo  de  hablar  de  sí  mismo)  que  no  te- 
nia, ni  tuvo  nunca,  el  menor  tropiezo  para  escri- 
bir  pliegos  y  pliegos;  que  no  tenía  jamás  que  bus- 
car  la  palabra  o  frase  que  necesitaba.  Algo  igual 
cuentan  que  dijo  una  vez  de  si  mismo  Menéndez 
Pelayo.  A  este  sabio  montañés  no  le  agradaba 
que  alabasen  su  milagrosa  memoria.  «iY  qué  ha- 
ría yo  con  talento  si  no  estudiara  mucho?»  contes- 
tó alguna  vez  él  a  los  ponderadores  de  su  memo- 
ria o  ingenio.  Si  esto  no  dijo  el  hijo  más  ilustre  de 
Marcilla,  sí  lo  pudo  haber  dicho. 

Desconozco  por  completo  el  libro  para  el  cual 
escribo  estos  renglones.  Sé  que  lo  ha  com- 
puesto el  R.  P.  Eugenio  Ayape  y  que  lo  ha  pro- 
logado el  P.  Cándido  Armentia;  luego  tiene  que 
ser  el  libro  muy  ameno  y,  como  se  dice  en  Colom 
bia,  muy  sabroso.  Quizás  tenga  muchas  lagunas 
que  yo  no  puedo  llenar.  ¿Sabrán  estos  despiertos 
Candelarios  que  fue  seudónimo  del  P.  Fabo  tlr. 
Mariano  Corazón-»'.'  iConocerán  ellos  artículos,  asi 
firmados,  o  Mariano  Corazón,  juzgando  rigurosa- 
mente,  en  periódico  bogotano,  el  libro  delSr.  Ca- 


El  Padre  Fabo 


¿3 


sas:  «Enseñanza  de  la  Iglesia  acerca  del  Liberalis- 
mo»?  (1). 

Como  mi  articulo  está  resultando  demasiado 
extenso  le  pongo  punto  final  aquí,  pero  tengo  que 
decir  para  tantos  que  de  nombre  sólo  le  conocie- 
ron que  el  R.  P.  Fabo  fue  ante  todo  religioso  o 
fraile,  después  español  muy  amante  de  Colombia, 
como  el  que  suscribe,  y  después  literato  que  en 
Colombia  dió  brillo  al  hábito  de  la  orden  de  Agus- 
tinos  Recoletos. 

Fr.  Andrés  Mesanz*  O.  P. 
Caracas,  14,  IX,— 39. 


[1]— Estos  artículos  a  que  alude  el  P.  Mesanza  apa- 
recieron en  La  Constitución,  números  6  al  9;  Contienen 
un  exáraen  a  fondo  del  libro  del  Eimo.  P.  Casas.— Nota 
de  Fr.  Eugenio  Aya  pe. 


CAPITULO  II 


Fechas  principales  en  la  vida 
del  Padre  Fabo 

Nació  el  padre  Fabo  en  Marcilla  (Navarra-Es- 
paña)  el  día  primero  de  julio  de  1878. 

Aprendió  las  primeras  letras  en  la  escuela  ofi 
cial  de  su  pueblo.  Y  en  los  años  1886-1887  cursó 
humanidades  en  la  preceptoría  que  allí  mismo 
abrieron  los  padres  Agustinos  Recoletos. 

A  principios  de  octubre  de  1888  tomó  el  hábi- 
to de  los  Recoletos  de  San  Agustín  en  el  conven- 
go de  Marcilla.  Y  pronunció  los  votos  simples, 
después  de  un  año  de  noviciado,  el  dia  7  de  octu- 
bre de  1889. 

Ya  profeso  inició  los  estudios  de  la  carrera  ecle- 
siástica y  sacerdotal  en  Monteagudo.  Se  enfermó, 
y  por  tal  motivo,  en  septiembre  de  1892  fue  desti- 
nado por  la  obediencia  a  Marcilla,  y  pronto  a  San 
Millán  de  la  Cogolla. 

Recibió  el  subdiaconado  en  Marcilla  el  26  de 
agosto  de  1894;  el  diaconado  en  Tunja  en  el  mes 


El  Padre  Fabo 


25 


de  diciembre  de  1895;  el  presbiterado  en  Bogotá 
el  3  de  mayo  de  1896. 

Salió  de  España,  en  compañía  de  los  padres 
Juan  Aransay  y  Justo  Ecay,  a  principios  de  sep- 
tiembre de  1895  y  llegó  a  Bogotá  el  3  de  octubre 
del    mismo  año. 

A  mediados  de  junio  de  1895  fue  enviado  a  la 
misión  de  Arauca  (entonces  parte  del  Vicariato 
Apostólico  de  Casanare).En  Arauca  tuvo  a  su  car- 
go la  dirección  del  Colegio  Superior  allí  establecí, 
do.  En  mayo  de  1899  pasó  a  Támara  en  donde 
explicó  seis  meses  Teología  Moral.  En  este  año  de 
1899  el  Gobierno  Civil  de  Colombia  nombró  a  los 
padres  Marcos  Bartolomé  y  Pedro  Fabo  agrega- 
dos y  capellanes  de  la  Comisión  mixta  demarca- 
dora de  límites  entre  Colombia  y  Venezuela. 

En  el  año  de  1900  sufrió  los  rigores  anexos  a  la 
guerra  civil.  Los  misioneros  agustinos  recoletos  de 
Casanare  anduvieron  algún  tiempo  por  las  selvas. 
El  día  24  de  junio  del  citado  año  salían  el  P.  Fa- 
bo  y  aus  compañeros  de  Manare,  camino  del  des- 
tierro. Por  el  río  Casanare,  luego  por  el  Meta  y 
después  por  el  Orinoco  llegaron  a  Ciudad  Bolívar. 
Salieron  de  Venezuela,  arribaron  a  la  Isla  Trini- 
dad y  el  16  de  agosto  de  1901  tocaron  las  playas 
de  Colombia  en  Barranquilla. 

De  1901  a  1904  vivió  el  padre  Fabo  en  El 
Desierto  de  la  Candelaria.  En  1904  fue  nombrado 
Prior  de  este  monasterio.  En  1906  fue  destinado 
a  Chámeza  en  donde  trabajó  celosamente  como 
párroco  misionero.  En  1910  pasó  a  Bogotá.  En 
abril  de  1911  se  hizo  cargo  de  la  parroquia  de  El 
Espinal.  En  los  Capítulos  de  1908  y  1911  fue 
nombrado  Definidor  Adito. 


26 


El  Padre  Fabo 


En  1913  entró  a  regir  el  convento  de  Sos  [Es. 
paña]  en  calidad  de  Vicario  Prior.  Y  en  el  Capítu- 
lo General  de  1914  fue  nombrado  Definidor  Gene- 
ral  y  cronista  de  la  Orden.  Con  tal  ocasión  trasla- 
dó su  residencia  a  Madrid.  En  este  sexenio  1914— 
1920  el  padre  Fabo  recorrió  toda  España  en  bus- 
ca  de  documentos  para  seguir  las  crónicas  de  su 
Corporación,  entabló  relaciones  literarias  con  los 
más  afamados  escritores  de  la  corte  y  villa,  y  co- 
laboró en  las  mejores  revistas  científicas  de  la  na. 
ción.  Como  Definidor  se  distinguió  por  su  activi- 
dad y  entusiasmo  y  tomó  parte  activa  en  la  re- 
dacción de  las  nuevas  Constituciones. 

A  29  de  mayo  de  1914  fue  nombrado  el  padre 
Fabo  Académico  Correspondiente  en  Sos  de  la 
Real  Academia  de  la  Lengua.  Y  en  noviembre  del 
mismo  año  obtuvo  el  diploma  de  Correspondien- 
te de  la  Academia  de  Historia. 

En  el  año  de  1920  pasó  el  padre  Fabo  otra 
vez  a  Colombia  y  se  le  asignó  la  residencia  de  Ma- 
nizales.  En  esta  ciudad  se  distinguió  por  su  celo 
sacerdotal  y  por  eu  diligencia  científica.  Escribió 
la  historia  de  Manizales.  Y  en  1925  el  Concejo  Mu- 
nicipal le  declaró  Hijo  Adoptivo. 

A  principios  de  1926  la  obediencia  llevó  al  Pa- 
dre Fabo  a  Panamá.  Aquí  fundó,  con  poderes  de 
la  Real  Academia  española,  la  Academia  de  la  Len- 
gua. 

En  octubre  del  mismo  año  de  1926  salió  con 
rumbo  a  España.  En  el  mes  de  noviembre  fue  reci- 
bido triuufalmente  en  su  pueblo  Marcilla  que  lo 
hizo  Hijo  Predilecto  y  le  dedicó  una  plaza. 

Desde  finales  de  1926  hasta  mediados  de  1927 
permaneció  el  padre  Fabo  en  Barcelona  entregado 


El  Padre  Fabo 


27 


a  la  empresa  rifi  editar  libros.  En  el  curso  ecle- 
siástico de  1927-1928  explicó  el  padre  Fabo  en 
Sos  del  Rey  Católico  Oratoria  Sagrada  e  Historia 
de  la  Filosofía. 

Ed  1930  pasó  ai  Colegio  Apostólico  de  Artie- 
da  [Navarra]  y  aquí  explicó  en  varios  cursos  Gra- 
mática Castellana. 

El  Capítulo  General  celebrado  en  1932  nom- 
bró de  nuevo  al  padre  Fabo  Definidor  General  y 
Cronista  de  la  Orden.  Y  con  estos  nombramientos 
hubo  de  trasladarse  a  la  residencia  de  Roma.  En 
la  capital  de  mundo  católico  vivía  dedicado  al 
cumplimiento  de  sus  deberes  y  a  sus  aficiones  li- 
terarias cuando  le  sorprendió  la  muerte  el  día  20 
de  septiembre  de  1933. 

Las  fechas  de  la  aparición  de  cada  uno  de  los 
libros  del  padre  Fabo  veralas  el  lector  al  final  de 
esta  Biografía. 


CAPITULO  III 


Nacimiento  y  niñez 

Nació  el  Padre  Pedro  Fabo  del  Corazón  de 
María  en  la  villa  de  Marcilla,  provincia  de  Nava- 
rra en  España,  el  día  primero  de  julio  de  1873.  Sus 
padres,  modelos  de  honradez  y  de  cristianas  vir- 
tudes, se  llamaron  Evaristo  Fabo  y  Ruperta  Cam- 
po. Fue  bautizado  en  la  iglesia  parroquial  de  su 
pueblo  nativo. 

Sobre  su  apellido  de  sangre  el  padre  Fabo  es- 
cribió en  la  Historia  de  Marcilla:  «Llevados  de  un 
capricho  inquirimos  en  el  libro  del  archivo  de  Mar- 
cilla  el  punto  de  aparición  de  la  familia  Fabo,  y 
advertimos  que  el  primer  ascendiente  es  Pedro  del 
Fabo,  cuyo  hijo  Martín  fue  bautizado  a  6  de  no- 
viembre  de  1642.  Este,  a  los  21  años,  tuvo  un  hi- 
jo, pero  el  que  escribió  la  partida  no  lo  apellida 
del  Fabo,  sino  de  Fabo;en  1668  figura  un  párvulo, 
Pedro  el  Fabo;  en  1675  una  niña  Catalina  d'  el  Fu. 
bo;  de  donde  dedujimos  q'  si  todos  escribían  con  b 
el  apellido,  en  cambio  iban  desfigurándolo  hasta 
quedar  a  secas  Fabo.  Es  corrupción  de  uno  de 
tamos  apellidos  franceses  que  fundaron  el  antiguo 


El  Padre  Fabú 


Sobrarbe...?  Una  persona  muy  ilustrada  con  quien 
estábamos  hablando  sobre  esta  minucia  evadió 
graciosamente  la  respuesta  diciendo  que  Fabo  te- 
nía relación  con  el  rey  don  Francisco  de  Foix,  que 
recorrió  toda  la  Ribera,  sucesor  de  doña  Leonor 
de  Navarra,  muerto  en  1483,  a  quien  por  su  ex- 
traordinaria belleza  lo  llamaban  Faebo.  Pero  lo 
que  nos  satisface  por  completo  es  haber  notado 
que  los  Fabos,  a  juzgar  por  los  libros  parroquia- 
les, dieron  siempre  pruebas  de  ser  buenos  cristia 
nos,  cumplidores  de  sus  obligaciones  religiosas  y 
muy  devotos,  especialmente  algunos,  de  la  Virgen 
del  Plu. 

Así  se  expresa  el  mismo  Padre  Fabo. 

Que  en  realidad  los  progenitores  de  nuestro 
biografiado  merecieron  fama  de  buenos  y  de  co- 
rrectos caballeros  y  de  fieles  y  piadosos  hijos  de  la 
iglesia  no  cabe  ponerlo  en  duda.  Acordes  andan 
los  testimonios  de  personas  que  los  conocieron  y 
trataron  en  pregonar  su  conducta  intachable  y 
sus  inmaculados  procederes.  Así  como  resulta  cier- 
to  de  toda  certidumbre  que  en  la  educación  de  sus 
hijos  fueron  esmeradísimos  y  que  al  calor  del  lio- 
gar  les  infundieron  esencias  de  Evangelio.  Con  los 
mimos  y  bpsos  iban  mezclados  los  consejos  sa- 
nos; y,  al  igual  que  San  Luis  hijo  de  doña  Blanca, 
el  uiño  Pedro  oyó  musitar  en  su  infantil  oído:  an- 
tes muerto,  hijo  mío,  que  pecador. 

En  España,  sobre  todo  en  el  norte,  la  familia 
suele  tener  una  seriedad  edificante,  suavizada  y 
calentada  por  la  unión  más  cordial  entre  sus 
miembros  y  por  la  más  perfecta  identidad  de  que- 
reres y  aspiraciones.  Las  familias  cristianas,  debe 
entenderse.  Porque   las  otras,  ya  minadas  por  el 


30 


El  Padre  Fabo 


gusano  del  laicismo  y  alumbradas  por  los  rayos 
del  siglo  de  las  luces,  no  son  dignas  de  nuestro 
modesto  encomio.  Digo,  pues,  que  en  los  hogares 
católicos  se  forja  el  alma  infantil  al  lado  del  pa- 
dre, juicioso,  formal  y  cumplido  y  austero  como 
un  patriarca,  y  bajólos  auspicios  cuidadosos  y 
dulces  de  1h  madre,  sencilla  y  devota  y  solícita  y 
amante  y  augusta  como  una  reina. 

Hubo  épocas  de  menos  complicaciones  que  laa 
actuales  en  que  la  escuela  uo  hacía  falta,  pues 
que  bastaba  el  hogar  para  desarrollar  las  inteli- 
gencias y  para  formar  los  corazones.  Los  autores 
de  la  vida,  desahogados  y  libres  de  fútiles  éntrete- 
nimientos,  eran  los  encargados  natos  de  propor- 
cionar instrucción  a  los  pequeñuelos.  Entonces  el 
padre  sabía  desempeñar  funciones  de  Director,  de 
Juez,  de  pedagogo.  Premiaba,  estimulaba,  repren- 
día, enseñaba.  La  madre  cumplía  el  oficio  de  equi- 
libradora  y  de  musa  del  amor,  de  la  suavidad  y 
de  la  misericordia  Amonestaba,  inspiraba,  vertía 
perfumes  de  afectos  entrañables  y  endulzaba  las 
horas  con  canciones  de  arrullo  y  con  cuentos  alec- 
cionadores. 

Qué  sabroso  es  evocar  los  tiempos  aquellos...! 
Bellos  lejanos  días,  que  diría  Siurot.  Idílicas  eda- 
des, que  exclamaría  Selgas, 

Pues  bien;  el  Padre  Fabo  vivió  los  primeros 
dichosos  días  de  su  existencia  en  un  sano  ambien- 
te de  cristiandad  incontaminada.  Y  así  su  carác- 
ter rezumará  siempre  bondad  y  sencillez,  cumplién- 
dose en  él  aquello  de  los  proverbios:  el  hombre 
maduro  será  lo  que  fue  de  adolescente.  El  niño  es 
blanda  cera  que  recibe  las  impresiones  fácilmeu 
te,  pero  que  difícilmente  las  olvida.  Es  como  una 


El  Padre  Fabo 


31 


pasta  que,  al  secarse  por  la  acción  del  fuego  o 
del  sol,  guarda  de  un  modo  imborrable  las  huellas 
que  en  ellas  se  labraron  cuando  estaba  fresca  y 
manoseable. 

Reconoce  esto  que  apuntamos  el  padre  Fabo. 
«En  aquella  edad  de  la  niñez  en  que  se  perfuma  el 
entendimiento  con  la  atmósfera  piadosa  del  ho- 
gar, y  el  corazón  se  empapa  con  los  deliciosos  ju- 
gos de  la  religión,  y  sonríe  uno  al  oír  apariciones 
de  angelitos  con  alas  de  mariposas;  cuando  todo 
es  inocencia  y  candor,  y  ósculos  de  madre  y  car- 
cajadas purísimas,  las  ideas  se  adhieren  al  espíritu, 
por  decirlo  así,  de  una  manera  indestructible,  y 
somos  felices  a  fuerza  de  ser  inconscientes.  Enton- 
ces grábanse  en  nuestra  fantasía  mil  y  mil  imáge- 
nes cuyo  recuerdo  perpetuamos  por  todos  los 
días  de  nuestra  existencia». 

El  Padre  Fabo  amaba  tiernamente  desde  niño 
a  la  Virgen  del  Plu,  título  con  el  cual  es  venerada 
Nuestra  Señora  en  una  ermita  de  su  pueblo.  Sien- 
do ya  entrado  en  años  recordaba  con  infinita 
dulzura  las  visitas  que  le  hacía  y  las  ofrendas  que 
le  llevaba.  Y  gustaba  de  contar  aquella  leyenda 
famosa  según  la  cual  hubo  una  riña  entre  la  Vir- 
gen del  Plu,  la  Virgen  de  la  Blanca  y  la  Virgen 
de  Ujué,  las  cuales  eran  tres  hermanitas  cordiales 
que  vivían  juntas  en  no  sé  qué  lugar.  Resultado  de 
la  disputa  fue  que  las  dos  primeras  se  ausentaron  y 
trasladaron  su  residencia  a  las  llanuras  de  Ma  reilla 

De  niño  el  Padre  Fabo  fue  vivaracho,  jugue- 
tón  y  de  fuertes  inclinacu  nes  hacía  el  ef-tado  reli- 
gioso. Era  de  color  trigueño.  Muy  simpático  y 
bien  parecido. 


32 


El  Padre  Fabo 


Voy  a  referir  un  lance  muy  significativo.  El 
año  de  1882  estuvo  en  el  convento  de  los  Agusti- 
nos Recoletos  de  Marcilla  una  temporada  el  enton- 
ces Nuncio  de  Su  Santidad  en  España  Monseñor 
Blanchi.  Un  día  en  que  este  ilustre  personaje  salía 
de  paseo  por  la  carretera  tropezó  con  un  grupo 
de  chicuelos  que,  curiosos,  se  pararon  a  mirarlo. 
El  señor  Nuncio  les  dirigió  sonriente  la  palabra  y 
les  hizo  esta  propuesta  sencilla  y  singular:  cuando 
vuelva  del  paseo  quiero  que  me  presentéis  cada 
uno  cinco  juncos  jugosos  y  tiernos.  Para  qué  los 
querría...?  Qué  haría  con  ellos...? 

A  la  vuelta  todos  los  niños  le  presentaron  los 
flexibles  monocotiledóneos.  Todos  ansiaban  que 
los  suyos  fueran  a  las  manos  del  representante  del 
Vaticano,  el  cual  prefirió,  no  sé  por  qué,  los  de  Pe. 
dro  Fabo.  Con  los  juncos  de  marras  tejió  Monse- 
ñor Blanchi  un  canastillo  precioso  y  lo  entregó  a 
nuestro  niño. 

Cierto  día  la  señora  Ruperta  Campo  recibió 
una  carta  de  un  coleccionista  en  que  se  le  propo- 
nía  la  venta  de  aquel  juguete  de  juncos  que  ella 
guardaba  con  especial  afecto.  Nó,  contestó,  ni  por 
todo  el  oro  del  mundo  doy  este  recuerdo  del  repre- 
sentante de  Su  Santidad  y  de  mi  queridísimo  hijo. 

Cuando  en  noviembre  de  1926  Marcilla  decla- 
ró solemnemente  hijo  predilecto  al  P.  Fabo  éste 
aprovechó  el  momento  de  colocar  una  placa  con- 
memorativa en  su  casa  natal  para  pronunciar  un 
discurso  lleno  de  sentimientos  de  piedad  en  el 
cual  dijo  lo  siguiente:  «Permitidme,  oh  queridos 
paisanos,  recordar  con  especialidad  un  incidente 
de  mi  niñpz.  En  esta  misma  plaza  y  al  frente  de  es- 
te balcón  solía  haber  un  carro  desenganchado 


El  Padre  Fabo 


33 


(uno  de  loa  cinco  que  había  en  Marcilla).  Yo  tenía 
seis  años  y  solía  salirme  de  casa  y  me  ponía  a  ju 
gar  con  otros  niños  de  mi  edad  en  las  varas  del 
carro  dando  volteretas  y  haciendo  ejercicios  de 
gimnasia.  Cierto  día  trabé  con  un  compañero  de 
juego  este  diálogo: 

—Cuántos  años  tienes,  le  dije? 

—Yo,  cinco,  replicó. 
— Pues  yo  tengo  seÍ9-concluí.-y  a  otro  año  me  ha 
dicho  mi  madre  que  dejaré  la  escuela  de  párvulos 
y  entraré  en  la  de  los  grandes  para  aprender  mu- 
cho y  ser  cura». 

He  aquí  copia  de  la  partida  de  bautismo  del 
padre  Fabo.  Me  ha  sido  remitida  bondadosamen- 
te desde  Andosilla  [Navarra  España]  por  los  pa- 
dres de  Fray  José  Martínez  de  la  Inmaculada. 

«Don  Casimiro  Seralegui  y  Lo  rea,  cura  regen- 
te  de  la  parroquia  de  San  Bartolomé  Apóstol  de 
la  villa  de  Marcilla,  diócesis  de  Pamplona,  provin- 
cia  de  Navarra: 

CERTIFICO:  que  en  el  folio  232  del  libro  5  de 
Bautizados  de  esta  parroquia  de  mi  cargo  hay 
una  partida  que  literalmente  dice  así: 

tDía  dos  de  julio  de  mil  novecientos  setenta  y 
tres,  yo  el  infrascrito  cura  propio  dn  la  parro 
quial  de  San  Bartolomé  de  esta  villa  de  Marcilla 
bauticé  en  esta  mi  Parroquia  uu  niño  que  dijeron 
haber  nacido  a  las  cuatro  de  la  tarde  del  día  ante- 
rior;  hijo  legítimo  y  de  legítimo  matrimonio  de 
Evaristo  Fabo,  natural  de  esta  villa,  y  de  Ruper- 
ta  Campo,  su  mujer,  natural  de  la  de  Peralta: 
Abuelos  paternos  Pablo  Fabo  y  Casilda  Pascual, 
naturales  de  esta  villa;  los  maternos  Pedro  Cam- 
po y  Ursula  Doctoniarena,  difuntos,  naturales  de 


34 


El  Padre  Fabo 


en  la  villa  de  Peralta:fue  su  madrina  Juana  Fabo, 
natural  de  esta  villa  a  quien  encargué  la  cog- 
nación espiritual  y  demás  obligaciones.-  Y  nr- 
mé— Emeterio  Rosanz.  (Rubricado)». 

Y  para  que  conste  expido  la  presente  copia 
exacta  del  original  a  que  me  remito,  en  Marcilla  a 
nueve  de  agosto  de  mil  novecientos  treinta  y  nue- 
ve. Casimiro  Saraíeauí,  Cura  Regente.  (Rubricado). 


CAPITULO  IV 


Religioso  y  sacerdote 

Prouto  apuntó  la  gracia  de  la  vocación  reli> 
giosa  en  el  alma  de  Pedro  Fabo,  qu^,  sin  tardan 
za,  se  resolvió  a  obedecer  el  llamamiento  divino' 
No  había  nacido  para  cosas  de  la  tierra;  estaba 
predestinado  para  sagrados  oficios.  Y  comprendió 
que  en  los  claustros  hallaría  ideales  con  que  satis 
facer  las  ansias  de  su  nobilísimo  espíritu. 

Sin  duda  que  en  su  niñez  frecuentaría  ni  trate 
con  los  Padres  Agustinos  Recoletos  que  en  Marei 
Ha  poseen  un  amplio  y  antiguo  convento.  Y  que  se 
aficionó  a  ellos  y  que  gustó  de  nú*  modales  y  de 
su  vida  se  prueba  cou  advertir  que  a  los  quince 
años  tomaba  el  hábito  monástico  y  ceñía  sus  lo- 
mos con  el  cinto  sagrado  de  cuero  que  distingue  a 
los  hijos  de  San  Agustín  y  de  Santa  Mónica. 

Portóse  en  el  noviciado  de  una  manera  edifi- 
cante. Su  conducta  no  mereció  reprensiones.  Antes 
al  contrario  pudo  ser  presentado  como  modelo  a 
sus  connovicios.  El  carácter  abierto  y  franco  que 
lo  distinguió  siempre  no  era  óbice  para  que  se 


36 


E!  Padre  Fabo 


amoldara  a  la  disciplina  con  muy  rigurosa  exacti- 
tud. Sin  embargo  opino  yo  que  su  propio  tempe- 
ramento expansivo  y  españolísimo  lo  condujo  eu 
ocasiones  a  ciertas  expansivas  formas  que,  si  sa- 
nas y  plausibles  en  sí,  no  dejaron  de  sorprender 
sin  embargo  dentro  de  la  austeridad  de  un  novi 
ciado  recoleto,  rígido  y  austero.  Fundo  mi  opi- 
nión en  un  episodio  acaecido  a  nuestro  novicio. 

Fue  el  caso  que  Fray  Pedro,  aficionado  ala 
lectura,  habiendo  nido  enviado  por  su  maestro  a 
la  biblioteca,  hojeó  por  curiosidad  las  f  ágiuas  de 
la  Revista  Agustiniana  y  topó  allí  los  cueutos  del 
Padre  Conrado  Muiños  titulados  «Horas  de  Vaca- 
ciones». Gustóle  al  novicio  sobremanera  el  estilo 
de  estas  narraciones  y.  deseando  leer  con  sosiego 
y  deleite,  arrancó  tranquilamente  las  hojas  que 
contenían  estos  cuentos  y  llevóselas  a  su  celda. 
Pero  héte  ahí  que  a  su  Padre  Maestro  se  le  ocu- 
rrió a  los  poco^  días  el  ir  a  buscar  la  tal  Revista 
con  el  fin  de  gozarse  con  la  lectura  de  las  Horas 
de  Vacacioues. 

Se  llegó  a  saber  que  era  Fray  Pedro,  el  autor 
de  aquel  inocente  robo  de  los  cuadernillos.  Y  en  el 
primar  capítulo  que  se  tvlebró  para  examinar  y 
juzgar  la  conducta  de  los  novicios  planteóse  en  se- 
rio la  expulsióu  de  nuestro  joven  por  motivo  de  su 
afición  a  novelas  y  «libros  de  caballería».  Cuénta- 
se que  un  docto  Padre  Profesor  salió  a  la  defensa 
del  novicio  y  que  pronunció  estas  palabras  casi 
proféticaK.-  «No  impidamos  que  este  joven  sea 
Agustino  Recoleto,  pues  Dios  quiere  que  lo  sea. 
Ka  todo  caso,  si  ahora  destruye  unan  hojas  de 
cuentos,  después  quizá  nos  dará  libros  enteros  de 
ni  i  \  i  las  buenas». 


El  Padre  Fabo 


37 


Tuvo  por  maestro  eu  °1  tiempo  de  prueba  el 
Padre  Fabo  al  R.  P.  Eduardo  Melero,  fraile  de 
singulares  prendas  y  discreto  conocedor  de  espíri- 
tus. 

Hizo  Fray  Pedro  su  profesión  el  7  de  octubre 
de  18S9  con  gran  contento  de  su  alma  que  se  veía 
ligada  a  su  Señor  con  los  tres  vínculos  místicos  de 
los  votos  de  pobrera,  obediencia  y  castidad. 

Hay  en  aigunas  órdenes  la  costumbre  de  que 
sus  miembros  escojan  un  apellido  sagrado,  de  al- 
gún Santo  o  de  algún  título  de  la  Virgen.  Nues- 
tro joven  quiso  llamarse  Fray  Pedro  del  Corazón 
de  María.  A  este  Corazón  purísimo  profesó  una 
devoción  ardiente  y  en  él  puso  toda  su  confianza 
y  todo  su  afecto.  Compuso  su  pluma  una  poesía 
cuyas  estrofas  tiemblan  de  cariño  y  de  pasión  ma- 
riana,  la  primera  de  las  cuales  dice: 

Mientras  titile  entre  las  frescas  sombras 

la  estrella  matutina; 
mientras  el  alba  sonrosada  alegre, 

alegre  la  campiña; 
mientras  canten  amor  en  la  floresta 

las  tiernas  avecillas, 
diré  que  es  el  principio  de  mis  obras 

tu  corazón,  María. 

Una  novedad  que  sufrió  al  pecho  nuestro  Fray 
Pedro  hizo  que  los  Superiores  determinasen  su 
traslado  de  Monteagudo  a  Marcilla  y  luego  a  San 
Millán  de  la  Cogolla.  Hemos  de  advertir  que  du- 
rante los  años  de  su  carrera  escolástica  no  fue  el 
número  uno,  ni  aun  siquiera  descolló  entre  sus 
condiscípulos  por  la  comprensión  de  su  iuteligen- 


33 


El  Padre  Fabo 


"ia  y  por  el  domiüio  de  las  explicaciones  de  sus 
•rofenores.  Así  como  del  gran  tribuno  y  profundo 
llósofo  Mella  se  cuenta  qu»  en  la  universidad  no 
e  distinguió  cerno  estudiante  aventajado,  del  mis- 
ao  modo  cabe  decir  que  el  Padre  Fabo  no  mostró 
ualidades  de  superioridad  en  la  clase. 

Empero,  eso  sí,  siempre  dejaba  ver  su  carácter 
abierto  a  los  grandes  ideales,  y  el  desparpajo  y 
/iveza  de  su  intelecto  eran  admirables. 

Será  que  los  genios  no  se  someten  a  la  discipli- 
na común...?  Acaso  Mella  no  triunfó  eu  los  cana- 
tos del  saber  y  de  la  elocuencia...?  Y  acaso  no  fue 
después  el  Padre  Fabo  un  asombro  de  sabiduría 
j  de  erudición...? 

Recibió  el  nubdiaconado  en  Marcilla  el  26  de 
agosto  de  1894.  Y  en  este  estado  pasó  a  Colom- 
bia, y  en  Tunja,  diciembre  de  1895,  fue  ordenado 
de  diácono.  Y  lo  ordenó  de  sacerdote,  en  Bogotá, 
el  3  de  mayo  de  1896  el  Excmo.  p.  Nicolás  Casas 
recién  consagrado  Obispo.  Esta  ordenación  se 
verificó  en  la  iglesia  de  la  Candelaria  y  hubo  dos 
ordenados,  nuestro  fraile  y  el  P.  Justo  Escay  del 
Rosario. 

En  la  vida  del  Padre  Casas  que  escribió  el  P. 
Fabo  estampa  estas  frases  que  rebosan  sentimien- 
tos de  nobleza  y  gratitud:  «Verdaderamente  me 
fabe  la  satisfacción  de  haber  sido  elevado  a  la  dig- 
nidad sacerdotal  por  tal  obispo, que  además  de  sa- 
bio y  virtuoso,  fue  catedrátcio  mío,  y  más  que  to- 
do  miembro  de  la  Recolección  agustina.  Yo  consti- 
tuyo las  primicias  de  los  sacerdotes  ordenados 
por  él.  Soy  su  primogénito.  Cuánto  gusto  experi- 
mento en  escribir  su  biografía,  siquiera  mi  retribu- 
ción sea  vil  y  menguada!.» 


El  Padre  Fabo 


39 


Hay  algo  que  no  ofrece  discusión  y  que  a  la 
par  edifica  y  cautiva  en  la  existencia  del  Padre 
Fabo.  Este  algo  es  su  cariño  encendido  y  hasta 
apasionado  por  su  vocación  religiosa.  Lo  probó 
siempre  con  su  conducta  rígida  en  el  cumplimien. 
to  del  deber,  con  su  diligencia  en  corresponder  a 
la  gracia  del  cielo,  y  con  la  manifestación  de  sus 
sentimientos  henchidos  de  veneración  hacia  su  ha- 
bito y  su  orden  amadísima. 

Recojamos  algunas  frases  suyas,  salpicadas 
en  su  enorme  producción  literaria.  En  Episodios 
de  un  misionero,  página  29,  escribe:  «El  Señor  me 
llamó  al  claustro,  y  declaro  que  jamás  me  he  arre- 
pentido  ni  avergonzado  de  mi  hábito,  tauto,  que  si 
siete  veces  naciera,  otras  tantas  sería  religioso». 
Estas  palabras  recuerdan  algunas  parecidas  que  se 
complacía  en  repetir  el  dulcísimo  San  Gabriel  de  la 
Dolorosa. 

En  «Críticas  y  Plumadas»,  página  312,  afir- 
ma:  Acaso  pueda  dudar  yo  de  muchas  contingen- 
cias de  mi  vida,  pero  de  que  mi  vocación  es  genui- 
na,  de  que  si  no  fuera  agustino  recoleto,  sería  un 
fracasado,  no  me  queda  la  menor  duda.  Gracias 
a  la  divina  Providencia  me  glorío  de  que  por  mi» 
venas  corre  sangre  de  Fray  Tomó  de  Jesús  y  de 
Fray  Luis  de  León. 

En  otra  parte  agrega:  «Declaro  que  antes  que 
perjudique  con  mis  escritos  en  lo  más  leve  a  mi 
Sagrada  Orden  desearía  que  se  convirtiese  mi  plu- 
ma en  una  víbora  rabiosa  que  me  matase'. 

Cierto  periodista  preguntó  al  Padre  Fabo 
«Qué  insignia  o  condecoración  prefiere  Vuestra  Re 
verencia?  Y  respondió   el  religioso:  «Le  diré  con 


40 


El  Padre  Fabo 


orgullo;  mi  santa  correa  agustina.  Porque  sepa 
íeted  que  yo  sentí  inclinación  al  estado  religioso, 

sosegada,firme,  ininterrumpida,  desde  que  tuve  uso 

le  razón,  y  cada  día  soy  más  feliz  con  mi  suerte  y 
ae  considero  más  fraile.  Todos  mis  libros  no  va- 
en  lo  que  un  puntico  de  la  Regla  de  San  Agustín.. 

«Renacimiento». — Manizales — número  1890. 


CAPITULO  V 


Vocación  literaria 

Hay  hombres  que  han  nacido  para  escribir  lo 
mismo  que  los  pájaros  para  volar  o  la  luí  para 
esplender.  Sin  la  pluma  en  la  mano  son  menos  de 
la  mitad.  Con  esta  arma  poderosa  y  diminuta  se 
complementan  y  engrandecen. 

Afirmo  yo  del  Padre  Fabo  que  su  destino  en 
la  tierra  consistió  en  redactar  cuartillas  y  envol- 
ver en  ellas  su  pensamiento  con  el  fin  de  que  vola- 
ra a  través  de  los  espacios  y  de  los  tiempos  y  fue- 
ra a  llenar  de  luz  muchas  inteligencias  y  a  encen- 
der en  multitud  de  corazones  ansias  de  mejora- 
miento y  de  perfección.  Religioso  como  fue  desde 
la  aurora  de  su  existencia,  porque  hacia  el  claus- 
tro lo  guió  la  estrella  iluminadora  de  la  inspira- 
ción, y  soldado  ungido  de  las  falanges  que  mili- 
tan a  órdenes  del  seráfico  San  Agustín,  compren- 
dió que  bu  apostolado  y  sus  ocupaciones  en  esto 
se  habían  de  cifrar;  en  propagar  por  medio  del  pa- 
peí  impreso  las  semillas  de  la  verdad  y  del  bien. 

En  tal  sentido  la  naturaleza  se  mostró  pró 
diga  con  el  Padre  Fabo.  Porque  le  concedió  un  ta 


42 


El  Padre  Fabo 


lento  luminoso  y  comprensivo,  una  voluntad  a  to. 
da  prueba  para  el  trabajo  y  el  sacrificio,  un  sen- 
timiento ardiente  e  incontenible  de  proselitismo, 
una  fantasía  fértil,  un  ingenio  chisporroteante  y 
una  facilidad  estupenda  en  el  manejo  de  la  péñola. 

A  buen  seguro  nuestro  religioso,  consciente  y 
reflexivo,  hubiera  vivido  con  la  conciencia  atrave- 
sada por  el  agudo  dardo  del  remordimiento  y  hu- 
biera temido  los  juicios  inexorables  del  repartidor 
de  todos  los  dones  que  los  distribuye  con  el  fin  de 
que  sean  explotados  y  de  sacarles  el  máximo  ren- 
dimiento, si  el  polvo  de  la  pereza  o  de  la  esterili- 
dad cubriera  la  mesa  de  su  escritorio. 

Creo  que  en  comprender  el  destino  para  que  ha 
sido  hecha  la  criatura  racional  y  en  ocuparse  en 
los  oficios  para  que  el  Soberano  S°ñor  la  ha  colo- 
cado en  la  tierra  consiste  precisamente  la  santi- 
dad verdadera.  Porque  resulta  indiscutiblH  que 
todo  ser  dotado  de  inteligencia  tiene  que  llenar 
aquí  un  fin  concreto  y  determinado,  a  la  manera 
que  cada  órgano  del  cuerpo  desempeña  su  función 
peculiarísima  y  del  mismo  modo  que  los  elemeutos 
todos  de  la  naturalaza  se  mueven  dentro  de  sus 
órbitas  antefijadas  y  cumplen  instintiva  y  tenaz, 
mente  el  papel  que  su  Creador  les  señalara. 

Asombra,  en  verdad,  la  contemplación  deteni- 
da del  mundo  con  su  variedad  inmensa  y  con  su 
unidad  perfecta.  El  concierto  del  universo  saca 
de  sí  a  la  pobre  razón  nuestra  y  obliga  a  recono- 
cer la  necesidad  de  un  Ser  trascendente  que  seña- 
le leyes  y  rija  los  movimientos  cósmicos.  Un  reloj 
en  marcha  delata  la  mano  del  artífice.  Un  edificio 
grandioso  habla  del  ingeuio  del  constructor.  Un 


E!  Padre  Fabo 


45 


jardín  en  que  las  flores  crecen  alineadas  con  hermo- 
sura supone  el  cuidado  de  un  hábil  jardinero. 

Pues  bien;  los  hombres  caminan  por  los  de- 
rroteros que  su  Dios  les  impuso.  Y  están  dotados 
de  cualidades  diferentes  que  los  capacitan  y  dis- 
ponen para  distintos  destinos.  Ya  San  Pablo  en- 
señaba que  el  Espíritu  Santo  reparte  sus  favores 
según  su  divino  beneplácito  y  según  sus  designios. 
A  uno  le  da  el  don  de  lenguas,  a  otro  el  don  de 
profecía,  a  otro  el  don  de  conocer  los  secretos  del 
corazón.  A  cada  cual  en  conformidad  con  la  medi- 
da de  la  donación  de  Cristo.  Y  nadie  tiene  derecho 
a  quejarse,  pues  que  todos  dependemos  de  Dios  y 
a  El  solo  corresponde  la  función  de  gobernar  y  de 
señalar  los  taleutos. 

Al  padre  Fabo  plugo  el  Señor  concederle  el 
don  de  la  pluma.  Estuvo  el  P.  Fabo  consciente  de 
esto...?  Claro  que  sí.  Y  se  esforzó  por  cumplir  a 
cabalidad  su  misión. 

La  afición  constante  a  una  cosa  es  indicio  ine- 
quívoco de  aptitud  para  ella,  y  aun  generalmente 
esa  es  la  forma  en  que  se  revela  el  destino  ala 
criatura.  Quien  siente  desde  la  infancia  atracción 
irresistible  hacia  los  libros  puede  asegurarse  que 
nació  para  estudiar.  Quien  se  deleita  cantando  y 
produciendo  armonías  tiene  alma  de  músico  y  en 
la  música  encontrará  su  placer  y  su  descanso. 
Quien  traza  por  gusto  planos  de  caminos  o  entre- 
tiene sus  ratos  de  ocio  voluntariamente  en  sacar 
ecuaciones  y  resolver  problemas  numéricos  es  que 
nació  para  ingeniero  o  matemático. 

Nuestro  Padre  Fabo  comenzó  a  ser  escritor 
en  el  propio  comienzo  de  su  razón  consciente.  Ni- 
ño aúu  cogía  la  pluma  y  pouía  en  orden  sus  peu- 


44 


El  Padre  Fabo 


samientos.  Eu  las  lecturas  fijaba  tanto  su  aten- 
ción  en  la  forma  como  en  el  fondo  y  ya  se  ofrecía 
a  eu  imaginación  la  posibilidad  de  llenar  páginas 
y  aún  libros.  Y  apenas  reunió  los  caudales  suficien- 
tes en  su  avispada  cabeza  entregóse  a  la  tarea  de 
emborronar  papeles  blancos  y  de  redactar  ar- 
tículos literarios  que  presentaba  por  su  cuenta, 
aponte  sua,  a  sus  amables  y  edificados  profesores. 

Después,  a  lo  largo  de  eu  existencia,  fue  cre- 
ciendo en  el  Padre  Fabo  la  convicción  mas  honda 
de  que  él  había  sido  destinado  para  Apóstol  de  la 
pluma.  Y  no  desfalleció  un  momento.  Dedicóse  a 
predicar  a  Cristo  desde  la  cátedra  del  libro  y  del 
periódico  con  ardentías  de  cruzado. 

En  un  sermón  que  predicó  con  motivo  de  la 
Conversión  de  San  Agustín  tuvo  nuestro  biogra- 
fiado este  arranque  sacerdotal:  «Estoy  profunda- 
mente persuadido  de  los  grandiosos  destinos  de 
la  prensa,  tanto,  que,  dispensadme  una  confiden- 
cia, cuando  paso  por  ea  frente  de  una  imprenta 
católica,  me  descubro  la  cabeza.  Las  casas  edito- 
riales son  templos  auxiliares  del  porvenir,  los  sa- 
bios sus  sacerdotes,  los  poetas  y  literatos,  sus  án- 
geles». 

Con  frecuencia  solía  repetir,  lleno  de  afán  por 
los  intereses  de  la  iglesia  su  Madre:  Yo  no  concibo 
un  sacerdote  que,  teniendo  dotes  para  escribir,  no 
las  ejercite.  La  guerra  procaz  que  el  enemigo  plan- 
tea a  la  iglesia  se  desarrolla  principalmennte  en  el 
periodismo.  Al  periodismo,  pues,  debe  acudir  el 
clero. 

Y  en  su  libro  «Los  Aborrecidos»  exclama:  «Ah, 
los  mártires  de  la  pluma.  Antes  se  derramaba  la 
sangre,  hoy  se  necesita  la  efusión  de  tinta.  Las  ar- 


El  Padre  Fabo 


45 


roas  de  los  antiguos  cruzados  deben  ser  sustitui- 
das por  plumas  y  espadas,  baluartes  y  muros  de 
libros,  revistas  y  periódicos.  Derramemos  por  to- 
do el  mundo  la  plegaria  hecha  artículo  y  suscrip- 
ción. La  limosna  del  pan  es  buena,  la  limosna  del 
consejo  es  mejor.  Que  los  templos  tengan  anejo  un 
taller  de  imprenta.  Yo  prefiero  una  casa  editorial  a 
una  de  beneficencia.  Amo  la  escuela  cristiana,  pero 
amo  más  la  del  periódico,  que  es  la  escuela  de  las 
escuelas.  El  periodismo  es  una  especie  de  sacerdo- 
cio». 

A  la  luz  de  estas  ideas  y  de  estos  sentimientos 
hay  que  estudiar  la  activa  y  fecunda  vida  litera- 
ria del  Padre  Fabo.  Fue  escritor  constante  por- 
que abrigaba  la  convicción  profunda  deque  así 
servía  mejor  a  su  Capitán  Jestis. 

Vino  la  muerte  a  sorprender  a  este  soldado  de 
la  pluma  cuando  se  disponía  a  dar  a  luz  nuevas 
obras  de  propaganda  y  de  defensa  de  su  religión. 

Copio  unas  palabras  del  Padre  Fabo  en  que 
se  refiere  a  sus  primeros  escritos:  «Escribí,  siendo 
muy  mozo,  un  drama  titulado  Juventud,  una  es- 
pecie de  auto  sHcramental,  y  una  comedia  del  gé- 
nero bufo,  Zapatero  Remendón,  que  no  publicaré 
jamás,  y  que  conservo,  llenos  de  defectos,  con 
amor  inefable.  Ambas  piezas  se  representaron  en 
un  Colegio.  Estos  pormenores  de  mi  juventud  li- 
teraria no  los  hedicho  minea.  Respecto  de  lasotras 
obras, resulta  tantico  curioso  lo  que  me  sucediócon 
la  primera  poesía  mía  que  vi  en  letras  de  molde; 
me  la  r<  bó  un  amigo  y  la  lanzó  a  la  publicidad 
con  su  firma;  lánguida  apareció  en  la  Revista 
del  Rosario,  de  B<  gotá,  a  instancias  apretadas  de 
don  Miguel  Antonio  Caro,  quien  pudo  vencer  mis 


46 


El  Padre  Fabo 


escrúpulos  y  resistencias.  Del  primer  sermón  que 
prediqué,  dijeron  que  era  copiado  de  no  se  qué  li- 
bro; mi  primera  obra  estampada,  El  doctor  Na- 
vascués,  me  ocasionó  graves  disgustos  y  críticas. 
Un  fraile  escribiendo  novelas?  Sí,  me  pusieron  de 
oro  y  azul». 

Aunque  el  padre  Fabo  asegura  que  guardaba 
entre  sus  papeles  copia  de  Juventud  y  de  Zapate- 
ro Remendóu  yo  no  he  dado  con  estos  escritos.  Sí 
tengo  la  portada  de  una  pieza  literaria  compues- 
ta en  sus  primeros  años.  He  aquí  lo  que  dice,  de 
puño  y  letra  de  nuestro  religioso: 
«Recolección  y  Recoletos*. 

Comedia  místico-alegórica  en  un  acto 

Surget  ordo  qui  videtur  novus  et  non 
est,  indutus  nigris  vestibus,  et  desuper 
zona  pellicea;  hi  crescent  etfama  eorum 
divulgabitur,  et  predicabunt  fidem 
quam  et  defendet  usque  ad  consumatio- 
nem  in  spiritu  et  vi r tu  te  Eliae. 

Prophetia  Joaquini  Abbatis  Florensis 
Monasterii  Cisterciencis  «apud  Lanteri». 

Personajes   Actores   Voces  

Recolección  íDamn)  Fr.  Gerraslo  Gil  Contralto 
Eco  de  muchos  amantes  (Galán;  Francisco  Orduña  Bajo 
Virtud      (Dama)      Fr.  Julián  Ortlz.  Tenor  I. 

Ciencia     [Dama]      Fr.  Juan  Benito  Cañas   Tenor  II. 
Vanidad   [Dama]       Fr.  Llclnlo  Ruiz. 
Filipinas  (Dama)      Fr.  Esteban  Azcona. 
Colombia  [Dama]      Fr.  Antonio  Bartolomé. 

Original  de  Fr.  Pedro  Fabo  del  Sdo.  Corazón 
de  María. 

Música  de  Fr.  Elias  Goñi  de  San  Bernardo. 
Marcilla,  2  de  mayo  de  1893. 


CAPITULO  VI 


Buscando  perlas 

Diez  años  de  intensa  actividad  apostólica  en 
los  llanos  de  Casauare  dan  lugar  a  un  comentario 
misionero.  Al  Padre  Fabo  le  gustaba  recordar  loa 
dífis  de  juventud  que  consumió  trabajando  por  la 
gloria  de  Dios  y  el  bien  de  las  almas  en  ardientes 
climas  y  en  salvajes  regiones.  Tal  vez  de  ninguna 
otra  época  de  su  vida  hacía  memoria  con  tanta 
frecuencia  y  con  fruición  tan  morosa. 

Conviene  advertir  que  la  Provincia  de  Sau  Ni- 
colás de  Tolentino  en  la  que  profesó  nuestro  bio- 
grafiado llevaba  en  su  seno  jugos  misionales  en 
abundancia.  De  ella  salieron  varones  eminentísi- 
mos y  numerosos,  hasta  formar  brillante  pléyade, 
que  realizaron  gestas  de  imponderable  heroísmo 
en  la  reducción  de  los  infieles  en  Filipinas,  Japón, 
China,  india  y  Nuevo  Mundo.  Desde  el  padre  Juan 
de  San  Jerónimo  hasta  el  venerable  padre  Eze- 
quiel  Moreno  ha  corrido  un  desfile  magnífico  de 
soldados  de  la  cruz  que  han  recorrido  la*  latitu- 
des de  ambos  hemisferios  henchidos  de  amor  y  lo 
eos  con  la  locura  excelsa  que  produce  el  con- 
templar un  sinnúmero  de  almas  redimida»  con  la 


48 


El  Padre  Fabo 


sangre  de  Dios  y  soterradas  en  las  cuevas  de  la  ig- 
norancia y  del  pecado. 

A  los  países  de  las  perlas  perdidas,  que  son 
las  almas,  han  volado  \ot  agustinos  recoletos  con 
afán  inmenso  de  búsqueda  y  redención. 

En  el  último  tercio  del  siglo  XIX,  a  injertar 
nueva  vida  en  la  ya  prácticamente  extinguida 
Provincia  de  la  Candelaria,  llegaron  varias  expe- 
diciones religiosas  procedentes  de  los  colegios  mi- 
sionales que  la  Provincia  de  San  Nicolás  de  To- 
lentino  tenía  en  España.  La  primera  estuvo  presi- 
dida  por  el  padre  Ezequiel  Moreno,  de  santa  re- 
cordación,  y  en  la  sexta  misión  llegaron  el  padre 
Juan  Aransay,  y  los  subdiáconos  Pedro  Fabo 
y  Justo  Ecay,  los  cuales  saludaron  a  Bogotá  el 
día  3  de  octubre  de  1895.  Habían  salido  de  Espa- 
ña a  principios  de  septiembre. 

A  partir  de  esta  fecha  el  Padre  Fabo  queda  in- 
corporado a  las  empresas  apostólicas  que  la  Pro- 
vincia de  Nuestra  Señora  de  la  Candelaria  adelan. 
taba  con  vigores  seráficos.  Ya  se  podía  llamar  un 
buscador  de  perlas. 

En  agosto  de  1896  está  el  Padre  Fabo,  en 
compañía  del  padre  Mauuel  Fernández  y  del  Her- 
mano Diácono  Jiménez,  como  misionero  activo  en 
la  población  de  Arauca  donde  se  acababa  de  fun- 
dar un  centro  de  misión  que  diese  facilidades  a  la 
evangelizHción  de  las  tribus  errantes  que  por  sus 
contornos  merodeaban,  y  en  especial  por  Cuiloto. 
Pronto  se  notó  allí  uu  movimiento  sano  de  ins 
tracción  y  de  moralidad  que  cuajó  en  el  estableci- 
miento de  dos  asociaciones  piadosas  la  del  Cora- 
zón de  Jei-ús  y  de  Hijas  de  María,  y  *>n  la  apertu- 
tura  de  una  Escuela  Superior  de  la  que  fue  uom- 


El  Padre  Fabo  49 

brado  rector  el  Padre  Fabo  quien,  en  realidad,  su- 
po  hacer  que  produjera  copiosos  y  benéficos  fru- 
tos. 

Ha  de  saberse  que  Arauca  es  puerto  fluvial  de 
importancia  y  que,  como  lugar  limítrofe  entre  Co- 
lombia y  Venezuela,  se  veía  inundado  con  frecuen- 
cia  por  gente  advenediza  no  siempre  de  buenas  re- 
comendaciones. En  todo  caso  este  fue  el  teatro  de 
operaciones  apostólicas  donde  se  ensayó  nuestro 
biografiado. 

Las  hazañas  aquí  realizadas,  de  orden  espiri- 
tual  y  material;  no  son  conocidas  en  todos  sus 
admirables  pormenores  sino  de  Dios  que  habrá  sa- 
bido apreciarlas  y  les  habrá  otorgado  el  galardón 
adecuado.  La  reducción  de  los  salvajes  guahivos 
principió  en  esta  sazón  con  los  trabajos  que  le  es 
dable  imaginar.  Y  sería  entonces  cuando  la  musa 
del  Padre  Fabo  se  inspiró  para  componer  aquella 
pieza  poética  titulada  El  Salvaje  y  que  comienza 
así: 


En  medio  del  selvático  arbolado, 
do  habitan  sin  cesar  la  agreste  sombra 
el  reptil,  el  león  y  el  tigre  osado, 
con  secas  hojarascas  por  alfombra, 
recostado  el  salvaje  en  tronco  añoso, 
la  nariz  horadada  y  las  orejas, 
el  cabello  al  desgaire,  y  ojeroso, 
la  pupila  brillando  entre  guedejas; 
desnudo  como  Adán,  cual  Caín  fiero, 
sosteniendo  en  la  mano  el  arco  fuerte 
con  que  al  tigre  derrota  más  roñero 

Íal  pájaro  más  raudo  da  la  muerte, 
uego  por  sendas  de  boscaje  oscuro 


50 


El  Padre  Fabo 


intérnase,  llevando  en  su  garganta 
sonido  que  se  ignora  si  es  conjuro 
o  la  voz  del  que  rabia  o  del  que  canta. 

En  ganar  para  Cristo  y  para  la  civilización  a 
esta  clase  de  hombres  selváticos  gastó  el  Padre 
Fabo  parte  de  sus  energías  juveniles.  Era  de  ver 
el  celo  tan  industrioso  de  que  daba  muestras 
nuestro  misionero  y  las  mañas  de  que  se  valía  con 
el  fin  de  atraerlos  hacia  la  verdad.  Supo  hacerse 
todo  para  todos  hasta  con  los  salvajes,  los  cuales 
lo  querían  y  lo  trataban  con  familiar  confianza. 

Llevado  de  sus  aficiones  científicas  aprovechó 
el  Padre  Fabo  su  contacto  con  los  indígenas  pa- 
ra ir  recogiendo  datos  etnológicos  y  filológicos 
que,  ordenados  convenientemente,  publicó  después 
en  un  tomo  que  tituló  «Idiomas  y  Etnografía»  de 
la  región  oriental  de  Colombia.  Y  por  cierto  que 
este  libro  obtuvo  un  éxito  ruidoso  y  conquistó  a 
su  autor  fama  internacional,  pues  que  no  sólo  la 
Academia  de  Historia  de  Bogotá  se  encargó  de 
costear  la  impresión  y  felicitó  muy  efusivamente 
a  su  autor  si  que  también  ei  instituto  de  Antropo- 
logía de  París  extendió  a  su  favor  dipluma  de 
Miembro  Correspondiente. 

El  tal  libro  está  elaborado  con  agudeza  de  in- 
genio y  con  paciencia  fie  benedictino.  Y  es  a  la  vez 
que  una  aportación  importante  a  los  estudios  de 
etnología  y  filología  una  vtudicación  de  la  acción 
sabia  y  benemérita  desarrollada  por  los  minis- 
tros de  Jesucristo  en  las  llanuras  orientales.  (1) 


(1)  — El  P.  Jesfie  Martínez  ayudó  eficazmente  al  P 
Fabo  eu  recoger  flatos  para  este  libro. 


El  Padre  Fabo 


51 


En  el  año  de  1899  el  Gobierno  civil  nombró  a 
loe  padres  Marcos  Bartolomé  y  Pedro  Fabo  agre- 
gados y  capellanes  de  la  Comisión  Mixta  demar- 
cadora  de  límites  entre  Colombia  y  Venezuela,  la 
cual  debía  de  comeuzar  a  obrar  por  Arauca.  Con 
tal  motivo  el  P.  Marcos  Bartolomé  salió  de  Nun- 
chía  en  dirección  a  Manare  y  aquí  se  unió  con  el 
P.  Fabo  el  día  4  de  enero,  eu  vísperas  cabalmen- 
te  do  la  graü  fiesta  anual  de  Nuestra  Señora  de  los 
Dolores  de  Manare  Patrona  de  los  Llanos.  Para 
solemnizar  la  fecha  hallábanse  reunidos  los  pa- 
dres Alberto  Fernández,  Pedro  Fabo,  Jesús  Mar- 
tínez, Amadeo  Alvarez,  Marciano  López,  Julián 
Ciriza  y  Valeriano  Tanco. 

Ya  a  la  sazón  la  revolución  había  estallado. 
Y  sucedió  que  el  General  Gabriel  Rosas  se  enteró 
de  la  noticia  del  nombramiento  de  don  religiosos 
como  miembros  de  la  Comisión  demarcadora  de 
límites  y,  pensando  que  se  trataba  de  una  maqui- 
nación entre  el  gobierno  y  los  misioneros,  envió 
un  pelotón  de  foragidos  con  el  encargo  de  apresar 
a  los  frailes  en  Manare  y  traerlos  amarrados  a  la 
presencia  del  General  que  los  esperaba  eu  More- 
no. 

Ün  coronel  venezolano,  j*  fe  de  aquella  siuies- 
tra  expedición,  se  presentó  de  cualquier  modo 
ante  la  casa  cural  intimando  prisión.  Cuál  no  sería 
la  sorpresa  de  los  misioneros...?  Y  cuál  no  sería 
también  la  alarma  de  los  sencillos  cristianos  de- 
votos de  la  Vii gen  que  habían  concurrido  a  la 
fiesta...?  Debióse  a  la  intervención  delicada  del  Pa» 
dre  Fabo,  que  era  conocidísimo  de  este  coronel, 
pues  había  convivido  con  él  en  Arauca,  el  que 
aquello  no  terminara  en  una  zambra  sangrienta. 


52 


El  Padre  Fabo 


Loa  manareños,  en  efecto,  apenas  se  dieron  cuenta 
de  lo  que  acontecía,  se  mostraron  dispuestos  a 
acuchillar  a  los  soldados  atrevidos. 

Pero,  eso  sí,  no  se  logró  evitar  que  se  robaran 
muchas  alhajas  del  templo  y  que  los  misioneros, 
cual  si  fueran  vulgares  criminales  o  ruines  faci- 
nerosos, sufrieran  prisión  y  que  se  les  obligara  a 
seguir  a  los  expedicionarios  militares  que  se  diri- 
gieron a  Moreno. 

Los  fieles,  arremolinados  por  la  indignación 
y  por  el  cariño  en  torno  de  la  residencia  de  los  mi- 
sioneros, rompieron  unos  en  lágrimas  y  otros  en 
gritos  de  protesta,  y  aun  de  amenaza.  El  Padre 
Fabo,  en  nombre  de  sus  compañeros  agradecidos, 
tomó  la  palabra  y  con  tiernas  y  apostólicas  fra- 
see despidió  a  los  buenos  hijos  de  Manare  y  les 
exhortó  a  esperar  en  Dios  y  en  su  justicia  inexo- 
rable. 

Era  el  día  6  de  Enero.  Ese  día  se  iba  a  cele 
brar  la  magna  festividad  que,  claro  está,  quedó 
suspendida.  Todavía  muy  de  mañana  los  ocho  hu- 
mildes y  muy  perseguidos  recoletos,  montados  en 
muías  y  asnos,  abandonaron  el  pueblo  de  sus 
amores  misioneros.  Una  orden  impía  los  arreba- 
taba hacia  destinos  desconocidos  y  de  seguro  pa- 
vorosos. 

Ya  en  Moreno  ios  religiosos  fueron  introduci- 
dos a  la  cárcel  doude  varios  días  consecutivos  so- 
portaron toda  clase  de  vejámenes  e  iusultos  de 
parte  de  los  jefes,  faltos  de  educación  y  llenos  de  li- 
cor. Contra  los  padres  Marcos  Bartolomé,  y  Pe- 
dro Fabo  se  dictó  dpcreto  de  condenación,  des- 
pués de  un  brevísimo  sumario,  por  el  cual  se  les 
sometía  a  prisión  rigurosa  en  el  pueblo  de  Oro- 


El  Padre  Fabo 


53 


cué.  Esto  se  debió  al  hecho  de  haber  sido  elegidos 
miembros  de  la  Comisión  demarcadora,  en  lo  cual 
veían  los  revolucionarios  alta  traición  y  conni- 
vencia con  el  Gobierno. 

Las  peripecias  del  viaje  a  Orocué  en  compañía 
de  varios  soldados  groseros  y  ebrios,  están  narra- 
das con  lujo  de  detalles  en  Liberaladas  de  una  re- 
volución. 

En  Orocué  residían  el  padre  Tomás  Martínez  y 
el  Hermano  Gabriel  Araño  quienes  recibieron  con 
los  brazos  abiertos  a  los  dos  presos.  Pero,  con 
una  injusticia  increíble,  unos  y  otros  fueron  ence- 
rrados en  la  cárcel.  Y  en  qué  cárcel,  Dios  mío...! 
Cuatro  metros  de  ancho  por  eeis  de  largo  tenía  el 
recinto.  Y  allí  además  se  encontraban  varios  ga- 
ñanes y  otros  dos  presos  políticos. 

Los  hijos  de  San  Agustín  estuvieron  encerra- 
dos tres  días  con  sus  noches  dando  gracias  al  Se- 
ñor porque  les  proporcionaba  una  ocasión  de  su- 
frir por  El. 


CAPITULO  VII 


Palma  de  mártir 

Las  guerras  civiles  suelen  estár  salpicadas  de 
lances  por  demás  curiosos  e  interesantes.  Mien- 
tras nuestros  religiosos  vivían  presos  y  escarne- 
cidos, pero  ya  sueltos  y  con  la  relativa  libertad, 
en  Orocué,  acaeció  algo  que  los  colmó  de  esperan- 
za. A  principios  de  febrero  aparecieron  de  pronto 
dos  señores,  Manuel  Sánchez  y  Pedro  Calvo,  ase- 
gurando  que  traían  la  comisión  oficial  de  la  Inten- 
dencia sita  en  Tame  de  desconocer  al  general  Ga- 
briel Rosas  y  de  echar  por  tierra  toda  su  obra.  Es- 
te se  había  ausentado  momentáneamente.  La 
pueblada  se  regocijó  con  tal  misiva.  Presentaron 
ayuda  a  los  citados  señores  Sánchez  y  Calvo,  y  en 
un  santiamén,  con  el  eficaz  auxilio  del  hacendado 
Policarpo  Reyes,  cayó  derrumbado  el  imperio  de 
Rosas  en  Orocué.  Los  Padres,  naturalmente,  al- 
canzaron plenísimo  jubileo  entre  los  aplausos  y  ví- 
tores jubilosos  de  la  multitud  alborozada. 

Mas,  oh,  dolor!.  En  las  algazaras  embriagado- 
i  as  de  la  victoria  se  encontraban  cuando  he  ahí 


El  Padre  Fabo 


55 


que  corre  muy  autorizado  el  rumor  de  que  el  Ge- 
neral Rosas  ha  sido  derrotado  en  Yillavicencio  y 
que,  furiobo  y  vengativo,  ha  hecho  asesinar  a  mu- 
chos  adversarios,  y  que  se  vuelve  aOrocué  con  un 
formidable  ejército  y  dispuesto  a  desquitarse  a  to« 
do  trance.  La  confusión  que  se  apodera  de  los  áni- 
mos es  indescriptible.  Quién  se  preparará  a  resis- 
tir...? Pensar  en  esto  es  una  temeridad. 

Todos  huyen  a  la  desbandada  buscando  el  re- 
fugio de  las  selvas  impenetrables. 

Presentóse  a  los  Padres  el  buen  caballero  Ar- 
cadio  Albarracín  y  recomendóles  que  sin  demora 
se  alejaran  de  la  población.  Y  a  pie,  con  un  borri- 
co que  llevaba  hamacas,  bayetones  y  bastimen- 
tos, y  acompañados  de  dicho  señor,  los  cuatro 
religiosos  se  internaron  en  una  espesísima  selva, 
orillas  del  Meta,  donde  permanecieron  once  días 
mortales  entre  peligros  sin  cuento  y  con  muy  es- 
casas provisiones  de  comida. 

Finalmente  abandonaron  el  escondite,  y  co- 
mo  supiesen  que  el  General  Rosas  ya  no'  volvía 
a  molestar,  se  reintegraron  a  sus  misiones.  A  pri- 
meros  de  abril  se  encargó  de  nuevo  el  Padre  Fabo 
de  la  misión  de  Manare.  Allí  trabajó  mucho.  Hizo 
varias  salidas  al  llano.  Administró  a  enfermos 
distantes  días  y  días.  Y  no  escasearon  los  inci- 
dentes raros  que  sirven  para  amenizar  la  historia. 

üna  tarde  se  hallaba  en  el  despacho  parro- 
quial sentando  partidas.  Y  de  pronto  se  le  acercó 
un  militar  pidiéndole  papel  de  oficio:  Dióselo  el 
Padre  Fabo  sin  resistencia.  Al  día  siguiente  vol- 
vió el  mismo  militar  con  la  misma  petición. 

—Señor,  advirtióle  el  religioso:  tengo  papel 


56 


El  Padre  Fabo 


pero  es  déla  parroquia  y  lo  necesito  para  copiar 
partidas. 

—Fraile  mezquino,  contestó  el  militar:  la  re- 
volución tambiéu  necesita  papel  y  es  preciso  ser- 
vir ante  todo  a  los  ideales  de  la  revolución. 

—Yo  sirvo  a  la  verdad  y  a  la  justicia. 

—Pues  yo  le  digo  que  este  despacho  es  del  ejér- 
cito que  lucha  por  la  libertad. 

Y  al  poco  rato  aparecieron  varios  soldados  y 
saquearon  la  casa  cural. 

La  guerra  produjo  males  sin  cuento  y  atrajo 
en  distintos  momentos  para  los  misioneros  una 
dificilísima  situación  económica.  Se  dedicaron  a 
plantar  maíz.  Pero  resultaba  que  ninguno 
quería  contratarse  como  peón,  pues  temían 
todos  que  si  lo  sabían  los  revolucionarios  loa 
maltratarían  por  ponerse  al  servicio  de  los  frailes. 
Y  nuestros  religiosos  tuvieron  que  coger  el  azadón 
y  la  escardilla,  y  cavaron  la  tierra,  y  tumbaron 
matorrales  y  rajaron  leña.  Y  así  lograron  no  pere- 
cer de  hambre. 

El  Padre  Fabo  era  el  primero  en  esta  clase  de 
menesteres. 

El  primero  de  marzo  de  1900  otra  vez  los  mi- 
sioneros que  residían  en  Manare  se  vieron  obliga- 
dos a  8alira  las  montañas  tupidas  en  busca  de 
salvación.  Los  revolucionarios  amenazaron  con 
acabarlos  y  derramar  su  sangre  inocente.  Eran 
entonces  allí  los  siguientes  religiosos:  P.  Fabo, 
Robustiano  Gil,  Amadeo  Alvarez,  Marciano  Ló- 
pez y  Valeriano  Tanco. 

Internáronse  en  el  bosque  y  fueron  a  dar  a  un 
lugar  escondido  donde  se  levantaba  una  choza 
destartalada  que  les  sirvió  de  guarida.  Luego  tu- 


El  Padre  Fabo 


57 


vieron  que  huir  más  adentro  temiendo,  y  con  ra- 
zón, ser  hallados  por  sus  perseguidores.  Y  fueron 
a  parar  a  la  cumbre  de  un  monte  donde  sentaron 
sus  reales.  Dios  les  deparó  la  casa  en  un  colosal 
matapalo,  árbol  frondosísimo  de  aquellos  sitios, 
en  cuyas  ramas  colgaron  sus  hamacas. 

De  qué  se  alimentaron  en  esos  días...?  Esta 
pregunta  casi  no  debía  hacerse.  Muy  poco  comie- 
ron y  esto  poco  consistió  en  alguna  guara- 
cha y  en  cualquier  otro  pájaro  que  cazaron  a  fle- 
cha. En  lo  demás  todo  quedó  suplido  con  la  resig- 
nación. Por  lo  pronto  la  primera  noche  aguanta- 
ron impasibles  las  iras  de  un  enorme  chubasco  que 
regó  de  lo  lindo  sus  viejos  vestidos  y  sus  macilen- 
tas  carnes. 

Y  claro  ee,  no  alcanzaron  más  compañía  que 
la  nada  agradable  de  hormigas,  cucarachas,  pi- 
tos, arañas  casi  tan  grandes  como  una  mano,  y 
otras  mil  sabandijas  y  gusarapos  en  que  es  fecun- 
da aquella  tierra.  Pero  dije  mal;  los  acompañó  un 
buen  llanero,  dicharachero  y  alegre  como  unas 
castañuelas  y  muy  amigo  de  guitarras  y  joropos, 
que  los  entretuvo  deliciosamente  con  sus  chistes  y 
con    «sonecitos»  del  tenor  siguiente: 

El  cangrejo  asado  es  rojo, 

y  la  esperanza  es  azul, 

por  el  suelo  está  el  primero, 

por  el  cielo  está  Jesús. 

Nada  perdería 

el  suelo  de  aquí 

e i  en  vez  de  rojitos 

produjera  ají. 

Parecen  así 

parecen  asá 


58 


El  Padre  Fabo 


parecen  de  tó, 
pero  no  son  ná. 

Las  peripecias  todas  de  este  trance  cuéntalas 
con  primorosa  pluma  el  Padre  Fabo  en  el  capítu- 
lo XIX  de  Liberaladas. 

A  los  pocos  días  de  volver  los  fugitivos  a  Ma- 
nare presentáronse  unos  soldados  que,  sin  forma, 
lidad  alguna  y  con  una  fanfarria  vulgar,  intima- 
ron a  los  religiosos  orden  de  salir  de  Casanare.  Y 
por  lo  pronto    la  orden  de  ingresar  en  la  cárcel. 

—Cuya  es  la  orden  de  la  expulsión?  preguntó 
el  Padre  Fabo. 

— De  su  Superior. 

— A  dónde  vamos? 

— ¿No  se  puede  decir. 

— Cuándo  salimos? 

— Mañana. 

—Por  qué  se  nos  expulsa» 
—No  sé. 

El  día  24  de  junio,  montados  en  mulos  de  car- 
ga aparejados  con  enjalmas,  hicieron  su  triunfal 
salida  de  Manare  camino  del  destierro.  En  la  cár- 
cel de  Chire  esperaron  la  llegada  de  los  otros  mi- 
sioneros que  vendrían  de  Moreno  y  con  loa  cuales 
partirían  el  pan  amargo  de  la  proscripción.  Ya 
unidos,  todos  juntos,  se  dirigieron  al  puerto  de 
Casanare,  antiguamente  Puerto  de  San  Salvador, 
población  celebérrima  en  los  tiempos  de  la  colonia 
sito  a  la  margen  izquierda  del  río  Casanare. 

El  río  Casanare  y  luego  el  gran  río  Mfta  y  des- 
pués el  caudlaoso  Orinoco  condujeron  en  sus  on- 
dulantes lomos  a  los  misioneros  que  no  llevaban 
más  provisiones  que  carne  cecina,  plátanos, 
sal,  cazabe  y  un  caldero,  sin  vasos,  platos  ni  cu- 


El  Padre  Fabo 


59 


chame.  La  fiebre  por  contera  Pe  cebó  en  ellos.  Hu- 
bo quien  comió  sabrosamente,  impelido  por  la  ne- 
cesidad, arroz  convertido  en  gusanos.  El  jején  los 
mortificó  a  sus  anchas. 

Ellos,  sin  embargo,  iban  rebosando  gozo  y  sa- 
tisfacción. En  sus  venas  hervía  la  sangre  ardiente 
y  generosa  de  San  Agustín.  El  padecer  por  Jesu- 
cristo trae  deleites  suavísimos  que  no  pueden  ni 
concebir  los  impíos. 

En  Ciudad  Bolívar  fueron  recibidos  poruña 
multitud  de  curiosos  que  los  contemplaban  con 
una  mezcla  de  lástima  y  de  desprecio.  En  todo  ca- 
po  sirvieron  de  espectáculo  al  mundo,  según  frase 
de  San  Pablo. 

Cuál  no  sería,  escribe  *1  padre  Fabo,  la  angus- 
tia  de  los  Padres  al  verse  obligados  a  salir  del 
barco  hechos  unos  gitanos,  con  los  hábitos  sucios 
y  remendados  cou  trapos  de  colores,  calzados  de 
alpargatas  rotas,  los  sombreros  apabullados  y 
raídos,  los  semblantes  macilentos  y  sombreados 
por  largas  barbas?  Salir  del  vapor  y  recibir  una 
rechifla  mayúscula  que  rajaba  los  oídos  fue  una 
misma  cosa  para  los  padres  que  cruzaron  el  mue- 
lle aprisa  y  corriendo». 

También  la  caridad  salió  a  recibirlos  con  cari- 
cias de  arrullo.  El  gran  apóstol  agustino  recoleto 
P.  Patricio  Adell  se  apresuró  a  regalar  a  los  des- 
terrados con  toda  clane  de  atenciones.  El  Obispo 
de  la  Guayana,  don  Antonio  María  Durán,  les  con- 
cedió honores  triunfales.  Este  prelado  tuvo  la 
bondad  de  abogar  por  nuestros  frailes,  pues  estos, 
otra  vez  víctima*  de  la  calumnia  y  de  la  persecu- 
ción, fueron  llevados  a  la  cárcel  de  Ciudad  Bolívar 


60 


El  Padre  Fabo 


por  orden  inexorable  de  la  autoridad  que  los  con- 
sideró como  a  hombres  de  sospechosa  catadura. 

Salieron,  finalmente,  de  Venezuela;  arribaron 
a  la  isla  Trinidad  en  la  que  abrazaron  a  varios  de 
sus  hermanos  religiosos;  y  el  7  de  agosto  de  1901 
tocaron  La  Guaira  hasta  que  el  16  del  mes  citado 
entraron  por  Barranquilla  a  Colombia. 

El  Padre  Fabo  vivió  siempre  santamente  or- 
gulloso de  haber  sido  digno  de  padecer  persecu- 
ción por  su  Dios,  y  de  poder  ostentar  en  su  mano 
la  palma  de  mártir. 


CAPITULO  VIH 


El  apóstol-poeta 

El  Padre  Fabo  cultivó  el  arte  de  la  poesía. 
Pero  no  profesó  la  teoría  del  arte  por  el  arte.  No. 
Se  siutió  apóstol  hasta  en  la  composición  de  las 
estrofas.  Tan  empeñado  estaba  en  propagar  el 
amor  hacia  Jesucristo,  fuente  de  toda  belleza  y  de 
toda  dicha,  que  se  sirvió  del  verso  para  llevar  al- 
mas  a  su  conocimiento  y  a  su  servicio.  Como  to~ 
do  el  que  se  ve  dominado  por  la  pasión  de  un  ideal 
echa  mano  de  todos  los  recursos  en  su  consecu- 
ción, así  nuestro  religioso  se  lanzó  a  versificar  con 
el  fin  excelso  de  hacer  amable  la  verdad  y  de  pre- 
dicar desde  la  cátedra  dulce  de  la  poesía. 

Véase  en  qué  se  reeume  su  programa  de  poeta: 

En  mi  escudo  de  trovero 
campan  la  cruz  y  el  león, 
y  en  el  orillo  cimero 
destácase  este  letrero; 
Arte,  Patria  y  Religión. 


62 


El  Padre  Fabo 


En  otra  parte  exclama  enardecido: 

Consúmase,  pues,  mi  lira 
en  bien  del  arte  y  de  Dios, 
sea  mi  pecho  una  pira, 
cuya  llama  ascienda  en  pos 
del  ideal  a  que  aspira. 

Publicó  coleccionadas  sus  poesías  el  padre  Fa- 
bo en  un  volúmeu  que  tituló  «Ruiseñores».  Un  to- 
mo de  244  páginas  que  contiene  112  piezas.  Algu- 
na de  ellas  de  regular  extensión.  Las  demás,  en 
general,  son  cortas. 

Y  hay  en  ellas,  además  de  intención  raorali- 
zadora,  mérito  e  inspiración?  Yo  no  quisiera  dar 
por  definitivo  mi  juicio  crítico  sobre  el  valor  de 
«Ruiseñores».  Pero  sí  digo  q' no  faltan  allí  rasgos 
felices  y  acentos  legítimos  de  un  auténtico  hijo  de 
las  musas.  En  algunos  de  sus  pasajes  descriptivos 
tiene  aciertos  soberanos  de  uua  viveza  y  de  un 
grafismo  difícilmente  imitables.  Por  otras  com- 
posiciones vaga  un  suave  perfume  de  parnaso 
aristocrático  y  muy  agradable.  Sin  llegar  «n  nin- 
gún momento  al  grado  supremo  de  lo  épico  y  de 
lo  sublime  ofrece,  no  obstante,  golpes  de  luz  pode- 
rosa y  de  uu  sentido  intenso  y  aún  de  emocionan- 
te  plenitud  trágica. 

También  sabe  poetizar  con  ironía  delicadísi 
ma.  Y  no  permanece  ajeno  a  las  bellezas  tiernas 
del  idilio  o  del  ensueño  romántico.  Paisajista, 
epigramático,  didáctico,  piutor,  bucólico,  concep- 
tuoso y  siempre  apóstol  de  Cristo,  aparece  el  ver- 
so del  Padre  Fabo  a  ratos  lírico  e  inflamado  en 
llamas  de  pasión. 


El  Padre  Fabo 


65 


Es,  pues,  perfecta  la  factura  externa  del  verso 
del  padre  Fabo...?  En  muchas  ocasiones  sí.  Y  en 
muchas  ocasiones  no.  No  sé  qué  violencia  se  al- 
canza a  ver  en  la  construcción  de  algunas  estro- 
fas o  en  el  desenvolvimiento  de  algún  pensamien- 
to. Podría  citar  ejemplos  de  casos  en  que  la  forma 
y  el  sentido  interno  no  se  hallan  acopeados  y  en 
sana  armonía.  Y  me  figuro  que,  al  escribir  algu- 
nas de  sus  poesías,  el  Padre  Fabo  tuvo  que  hacer 
agudos  esfuerzos  de  imaginativa  creación  porque 
el  soplo  inspiratorio  no  refrescaba  sus  sienes  en 
aquellos  precisos  instantes. 

Que  el  Padre  Fabo  poseía  capacidad  creado- 
ra y  disposiciones  de  poeta  es  indiscutible.  Y  que 
sabía  soñar  y  elevarse  en  alas  de  un  puro  y  subi- 
do romanticismo,  mejor  diríamos  misticismo,  lo 
afirmará  cualquiera  que  con  él  hubiera  convivido 
o  que  ahora  penetre  en  el  fondo  de  su  espíritu  va- 
ciado  en  sus  obras. 

Por  lo  demás  acaso  no  sea  fuera  de  propósito 
el  recordar  ahora  que  el  Padre  Fabo  andaba  reñi- 
do con  las  matemáticas  y  que  no  gustaba  del  tra- 
bajo de  combinar  números  y  de  jugar  con  las  la 
tas  operaciones  aritméticas.  Por  qué  esto...?  Tiene 
ello  relación  con  lo  que  se  ha  escrito  respecto  a 
que  la  poesía  y  las  matemáticas  andan  siempre  de 
morro  y  que  nuuca  se  encuentran  juntas  en  un 
solo  sujeto...? 

Sobre  los  temas  de  su  inspiración  no  hay  que 
añadir  palabra.  Canta  a  Dios,  canta  a  la  Virgen 
Nuestra  Señora,  canta  al  sol,  y  a  las  estrellas  y  a 
todo  destello  de  belleza  que  resplandece  en  la  obra 
de  la  creación.  Y  anatematiza  el  vicio,  y  condena 
el  libertinaje,  y  procura  hacer  amable  la  virtud,  y 


64 


El  Padre  Fabo 


moraliza  y  desarrolla  actividades  de  apóstol  en 
todos  sus  versos. 

En  un  instante  de  arrobamiento  le  habla  así 
al  corazón  Sagrado  de  Jesús: 

Oh  rosa  de  pasión,  con  fé  te  adoro; 
sol  de  bondad,  tuyo  soy; 
rubí  de  amor,  yo  te  imploro 
que  me  des  la  salvación. 

Queriendo  elevar  sus  afectos  más  arriba  del 
firmamento  y  anhelando  que  todos  los  hombrea 
sientan  ansias  de  superación  dice; 

Más  arriba  las  nubes  y  los  astros; 
más  arriba  los  cielos  de  los  cielos, 
y  más  arriba  DÍ03,  y  Dios  en  todo. 

Con  acentos  de  pasión  se  dirige  a  la  Virgen 
María  y  le  expresa  sus  deseos; 

Yo  quisiera  hacerte  un  ramo  de  poéticas  canciones 
y  tener  para  ofrecerte  mil  rendidos  corazones, 
y  morir  en  tu  presencia,  yo  sieudo  áng^l,  tu 

(mi  amor, 

yo  el  incienso,  tú  mi  gloria,  yo  laurel,  tú  mi 

(heroína, 

yo  la  lámpara,  tú  el  templo;  cirio  yo,  tú  luz  divina; 
cielo  tú,  yo  mariposa;  tú  jardín,  yo  ruiseñor. 
Oh  divina  Nazarena,  formahumana  de  aquel  beso, 
que  el  Eterno  dió  a  su  Hijo  con  castísimo 

(embelesol 

Yo  te  amo,  yo  te  adoro,  yo  soy  todo  para  Tí. 
En  otra  parte  se  pone  a  meditar  y  termina: 


El  Padre  Fabo 


Vivir  para  morir  cristianamente, 

sufrir  para  gozar, 

servir  para  reinar, 

morir  para  vivir  eternamente. 

En  fin:  El  Padre  Fabo  quiso  que  sus  versos 
fueran  mensajeros  de  la  verdad  y  de  la  belleza.  Su 
empefio  de  apóstol  en  este  punto  se  resumió  así: 

Poner  el  arte  al  servicio  de  la  religión. 
Emplear  la  poesía  como  recurso  de  apostolado. 

Inserto  a  continuación  algunos  juieios  que 
merecieron  las  canciones  del  Padre  Fabo: 

Cejador  y  Franca  llama  al  padre  Fabo  «poeta 
excelente  de  variadas  tonalidades, .  Historia  de  la 
Literatura,  tomo  XII.  pág.  127. 

Rodríguez  Marín  lo  denomina  «poeta  inspira- 
do  y  fecundo*. 

Miguel  Antonio  Caro:  «He  leído,  padre  Fabo, 
las  poesías  que  Y.  R.  me  remitió;  las  sentimentales 
son  las  mejores.  La  que  V.  R.  me  dedica  intitulada 
«De  Noche»  es  bellísima.  Carta  autógrafa  al  padre 
Fabo. 

«El  Padre  Fabo  es  poeta  correcto  e  ius-pirado 
que  versifica  con  facilidad  y  galanura  y  que  nabo 
eücerrar  en  el  molde  de  la  rima  castellana  descrip- 
ciones brillantes,  sentimientos  delicados  e  ideas 
nobles».  «La  Ilustración  Española  y  Americana», 
15  de  octubre  de  1914. 

«Pertenece  «Ruiseñores»  a  las  modernísimas 
antologías  de  amplia  base,  que  arrancan,  mas  que 
del  parnasianismo  francés,  del  romanticismo  hon- 
do  y  aplaudido  de  las  escuelas  inglesas...  El  padre 
Fabo  por  tendencia  de  un  temperamento,  de  una 


66 


Él  Padre  Fabo 


sensibilidad,  tocado  del  actual  diletantismo,  os- 
tenta en  todas  las  varias  poesías  de  su  libro  múl- 
tiples y  fastuosos  aspectos,  resaltando  en  medio 
de  este  su  simpático  sincretismo  su  fuerte  perso- 
nalidad puramente  literaria.  Sus  sonetos  «La 
prensa»  y  «  Progreso»  son  piezas  escultóricas  dig- 
nas del  cincel  renaciente  de  Pollajuelo,  camafeos 
clásicos  tallados  eu  cristal  de  roca  delicioso  de  sa- 
bor  antiguo. 

En  resumen,  este  libro,  uno  de  los  más  rico» 
en  efecto,  sugestiones  e  imágenes  de  puro  arte,  lle- 
va con  su  enorme  circulación  en  América,  un  pres- 
tigio más  para  el  idioma,  una  gloria  nueva  para 
la  raza  y  para  la  sabia  Orden  de  San  Agustín*. 
Federico  Leal  «El  Universo» .—Madrid,  diciembre 
de  1914. 

«No  son  todos  los  versos  de  «Ruiseñores»  irre- 
prochables por  su  forma;  pero  el  'talento  de  su  au- 
tor viste  con  tan  espléndidas  galas  sus  conceptos, 
y  son  estos  tan  elevados  que,  aun  aquellas  com 
posiciones  meno9  pulidas,  tienen  e!  encanto  de  la 
sonoridad  y  de  la  delicadeza  y  profundidad  de 
bus  pensamientos.  Noche  estival  es  una  de  las  más 
bellas  poesías  de  este  atrayente  libro».  Manuel 
Valdemoro.  — Unión  Ibero  Americana.— Madrid, 
mayo  de  1915. 

«El  Padre  Fabo  tiene  facilidad  relativa  para 
la  rima  e  imaginación  fresca  y  fértil;  pero  carece 
de  sensibilidad  y  de  vigor  meditabundo  o  los  po- 
see  en  grado  muy  remiso.  Aunque  describe  regu- 
larmente, y  a  veces  con  fuego,  y  mide  casi  siem- 
pre con  soltura,  no  hace  sentir  ni  pensar,  por  la 
sencilla  razón  de  qne  acaso  siente  y  piensa  poco 
él.  Eloy,  cuando  la  poesía  es  o  debe  ser  metafísica 


El  Padre  Fabo 


67 


y  sentimientos  condensados!  Bruno  lbeas,  O.  S. 
A. — España  y  América,  octubre  de  1914. 

«Las  poesías  de  «Ruiseñores»  se  leen  eon  pla- 
cer. Las  hay  de  un  lirismo  de  pura  ley,  en  que  a  lo 
vivo  de  la  inspiración  se  une  lo  delicado  del  afec- 
to como  la  canción  a  Nuestra  Señora  y  Adiós». 
Daniel  Restrepo  S.  J.  «Razón  y  Fe».— Madrid,  fe- 
brero de  1915. 

«Un  hilo  de  sentimiento  y  delicadeza  va  unien- 
do estas  joyas  de  la  rima  con  aparente  desorden, 
pero  con  amenísima  variedad  de  asuntos  y  de 
modos  poéticos.  En  Tumaco  nos  sabe  a  leyenda 
de  la  factura  de  Zorrilla,  hace  una  descripción 
onomatopéyica  del  mar  soberbia;  otra  parecida 
en  imitación  del  sonido  hay  en  Las  Pampas  de 
Casanare.  Lirismo  y  sentimiento  son  las  notas  de 
este  volumen.  No  se  acaba,  por  lo  visto,  la  deseen, 
dencia  de  fray  Luis  de  León  y  de  Calderón  de  la 
Barca».— «El  Debate,,  Madrid, octubre  30  de  1914. 

Antonio  Gómez  Restrepo  califica  las  décimas 
a  Casanare  de  «sonoras  y  rumbosas»  y  a  la  com- 
posición «De  Noche»  la  llama  obra  de  «inspiración 
y  de  factura  modernas,  vaga.,  musical,  llena  de  su- 

festiones  y  de  ensueños».  Prólogo  a  Idiomas  y 
¡tnografía,  pág.  15  (1). 


[1]  Muchas  de  las  poesías  de  «Ruiseñores»  fueron 
publicadas  en  revistas  y  periódicos.  Algunas  dedicadas 
a  personas  particulares.  En  el  libro  no  puso  el  autor  de- 
dicatoria alguna. 


CAPITULO  IX 


£1  misionero- novelista 

Hay  católicos  que  anatematizan  de  la  novela  co- 
mo de  algo  esencialmente  pernicioso.  La  mejor  no- 
Tela,  para  muchos,  es  un  libro  malo.  Porque,  di- 
cen, al  menos  hace  perder  el  tiempo  que  es  un  gran 
tesoro. 

Yo  diría  con  grandes  eminencias  teológicas  y 
morales  que  en  esto,  al  igual  que  en  el  cine  y  que 
en  el  teatro  y  que  en  el  periódico,  hay  que  distin- 
guir el  uso  y  el  abuso.  El  teatro  y  el  cine  y  el  pe- 
riódico y  la  novela  pueden  ser  buenos  o  pueden 
ser  malos  en  conformidad  con  el  uso,  bueno  o  ma- 
lo, que  de  ellos  se  haga.  De  suyo  son  elementos  de 
instrucción  capaces  de  producir  belleza  y  de  dar 
satisfacciones  legítimas  a  la  inteligencia  y  al  cora- 
zón. 

Por  qué,  pues,  condenarlos...? 

Confederaos  que,  en  ewto,  lo  que  sucede  es  que 
los  católicos  nos  hemos  descuidado.  Hemos  permi- 
tido que  los  impíos  nos  robaran  estas  armas  for- 
midables de  propoganda  y  de  ataque  con  qu«» 
cuenta  el  mundo  moderno.  Hemos  dejado  todo  en 
manos  del  enemigo.  Y  a  fuerza  de  verjprostituídos, 
a  fuerza  de  contemplar  al  servicio  de  los  genios  del 


El  Padre  Fabo 


mal  estos  elementos  ee  ha  llegado  a  detestar  lo 
que  en  sí  no  es  detestable. 

Qué  hacer...?  Sencillamente  abandonar  inútiles 
lamentaciones,  sacudirla  perexa  e ir  a  combatir 
con  resolución  con  las  mismas  armas  con  que  se 
nos  combate.  Ir  al  periodismo,  ir  al  cine,  al  tea- 
tro, ira  la  novela,  para  moralizarlos,  para  ele- 
varlos, para  ennoblecer  su  empleo,  para  santifi- 
carlos, para  utilizarlos  como  medios  de  difusión 
evangélica. 

He  ahí  lo  que  embargaba  el  pensamiento  infla- 
mado en  amor  de  Dios  y  de  las  almas  del  moder- 
nísimo San  Juan  Bosco. 

He  ahí  también  lo  que  movió  al  Padre  Fabo  a 
coger  mil  veces  su  pluma  ágil  de  periodista  y  a  es- 
cribir varias  novelas  de  carácter  apostólico,  de  ca- 
rácter apostólico  sí,porque,  aunque  revestidas  con 
todos  los  atavíos  artísticos  y  aunque  traten  temas 
profanos,  no  tienen  otro  fin  que  el  de  afear  el  vicio 
y  condenar  el  pecado  y  hacer  atractiva  la  virtud  y 
engendrar  ansias  de  pureza  y  de  perfección. 

Una  hermosísima  conferencia  que  en  ocasión 
solemne  pronunció  el  Padre  Fabo  versó  sobre  la 
moralidad  de  la  novela/ Y  con  claridad  y  valor 
defendió  su  tesis.  Y  sostuvo  que  eran  dignos  de 
bendición  y  de  ejemplo  Fernán  Caballero,  Navarro 
Villoslada,  Manzoni,  Clavarana,  Wiseman,  Pierre 
I/Ermitey  Sienkiewicz.  Y  cantó  con  ardor  los  va- 
lores  estéticos  de  la  novela.  Y  añadió  que,  si  San 
Pablo  viviera,  se  dedicaría  a  novelista  con  este  le- 
ma: Restaurar  la  novela  en  Cristo. 

Invadamos  el  campo  de  esta  forma  literaria 
para  arrebatar  a  los  contrarios  el  monopolio.  No 
nos  aislemos  en  fanales  de  cristal. 


70 


El  Padre  Fabo 


No  es  cierto  que  el  primer  novelista  fue  Jesús, 
maestro  Divino,  autor  de  las  parábolas  evangéli- 
cas llenas  de  encanto  y  seducción...?  Y  no  es  cierto 
que  El  ha  dicho;  ejemplo  os  he  dado  para  que  vo- 
sotros hagáis  como  Yo  he  hecho...? 

Traspasado  de  celo  escribe  el  Padre  Fabo:  «A 
mis  labores  de  maestro  de  escuela  y  de  misionero, 
recién  ordenado  de  sacerdote  como  estaba,  pro- 
yecté unir  la  de  escritor  de  novelas,  a  modo  de 
prolongación  del  apostolado;  como  si  dijera,  la 
enseñanza  de  verdades  morales  en  un  pulpito  re- 
vestido de  flores  y  de  armonías  literarias.  Es  que 
veía  que  en  el  territorio  había  un  grupo  de  «ilus- 
trados» que  no  acudían  al  templo  y  al  mismo 
tiempo  entretenían  sus  ocios  con  libros  de  frivoli- 
dad perniciosa,  y  debido  a  esto  principié  a  enten- 
der en  toda  su  realidad  el  alcance  de  propaganda 
mala  que  las  lecturas  producen». 

Y  escribió  novelas  el  Padre  Fabo.  Y  lo  hizo 
con  mucha  maestría  y  con  gran  donaire.  Y  logró 
aplausos.  Y  conquistó  bienes  espirituales.  Y  sintió 
la  satisfacción  del  deber  cumplido  y  del  apostola- 
do literario  realizado. 

Cuatro  novelas  publico  en  su  vida.  Y  vamos  a 
dar  brevísima  idea  de  cada  una  de  ellas. 

—«El  Doctor  Navascués».— Novela  de  costum- 
bres  americanas.  Así  reza  el  subtítulo.  La  primera 
edición  se  publicó  en  Bogotá,  año  de  1904,  con 
un  prólogo  muy  oportuno  del  R.  P.  Regino  Macu- 
let.  La  impresión  que  produjo  su  aparición  en  el 
mundo  de  las  letras  fue  algo  pocas  veces  visto  en 
esta  tierra  de  los  castizos  decires  que  es  Colombia. 
Casi  todos  los    periódicos  y  muchas  revistas  se 


El  Padre  Fabo 


71 


apresuraron  a  saludarla  alborozados.  Y  la  apoda- 
ron «novela  nacional». 

Después  esta  novela  fue  laurada  por  «Biblio- 
teca Patria»  con  el  premio  Eusebio  Giraldo  Cres- 
po. 

El  tema  de  «El  Doctor  Novascuéa»  resulta  su- 
gestivo y  aleccionador  en  extremo.  Se  trata  de  un 
aventurero  con  ínfulas  de  ilustrado  que  entró  al 
territorio  de  la  misión.  Y  fué  sembrando  escánda- 
los. Y  recibió  su  paga  merecida.  Y  entre  los  pací- 
ficos habitantes  recogió  desprecios.  Y  todos  vie- 
ron que  las  villanías  y  los  vicios  no  sirven  sino 
para  corromper  los  cuerpos  y  degradar  los  espíri. 
tus. 

El  Padre  Fabo  fue  apóstol  con  la  hechura  de 
esta  novela. 

—  «Corazón  de  Oro».  Es  la  segunda  novela  pro- 
ducida por  su  ingenio  y  por  su  celo  misionero. 
También  habla  allí  de  costumbres  casanareñas.  Y 
pinta  historias  y  escenas  repletas  de  colorido.  Y 
saca  a  relucir  las  miserias  que  se  encierran  ocultas 
debajo  de  las  apariencias  seductoras  del  pecado. 
Y  consigue  excitar  en  el  ánimo  del  lector  anhelos 
de  superación.  Y  predica  desde  ese  púlpito  las 
grandezas  de  la  religión  católica  que  prodiga  con 
suelo  al  doliente  y  produce  heroísmos  de  caridad 
y  de  sacrificio  y  que  es  inmortal  como  su  Funda- 
dor. (1). 

—«Amores  y  Letras».  Ésta  novela  está  dedicada 
por  su  autor  a  don  José  Ignacio  S.  de  Urbina,  fun- 


(1)  Esta  Dovela  "Corazón  de  Oro"  fue  publicada 
primero  en  varios  números  déla  revista  "España  y 
América",  en  Madrid. 


72 


El  Padre  Fabo 


dador  de  «Biblioteca  Patria»,  porque  su  ideal  es 
restaurar  la  novela  en  Cristo.  «Amores  y  Letras» 
lúe  laureada  por  Biblioteca  Patria.  Obtuvo  el  pre- 
mio Conde  de  Jáieres  instituido  para  el  fomento  de 
las  buenas  lecturas  por  el  dicho  Conde. 

Esta  uovela  viene  a  ser,  por  el  contenido,  her- 
mana de  Pequeñeces,  la  inimitable  producción  del 
P.  Luis  Coloma.  El  Padre  Fabo  tambiéu  poseyó 
olfato  social,  también  tuvo  roce  e  influencia  entre 
la  alta  aristocracia  española,  y  también  se  atre- 
vió a  pintar  con  paleta  de  colores  originalísimos 
ius  costumbres,  vicios  y  virtudes.  Hay  en  este  li- 
bro  complicaciones  de  situación  muy  ingeniosa- 
mente realizadas;  y  hay  asimismo  cuadros  de  rea- 
lismo muy  nano  y  paisajes  de  un  hondo  dramatis- 
mo que  contrastan  con  otros  de  una  hilaridad 
muy  ingenua  y  regocijante. 

Que  el  Padre  Fabo  estaba  dotado  por  el  Crea- 
dor  de  un  talento  imaginativo  enorme  se  conven- 
cerá al  momento  quien  repase  los  capítulos  de  es- 
ta novela,  de  intenciones  educadoras  muy  claras 
y  de  puntos  repletos  de  luz,  de  armonía  y  de  su- 
gp^tión.  Era  yo  estudiante  eo  Sos  del  Rey  Católi- 
co  y  un  día  que  entré  a  la  celda  del  Padre  Fabo, 
éste  cogió  su  estilógrafo  y  escribió  en  la  portada 
de  un  ejemplar  de  «Amores  y  Letras»  esta  dedica- 
toria: «Al  corista  Fr.  Eugenio  Ayape  para  que.  sin 
eer  novelero,  sea  novelista». 

Aprenderé  yo  esta  lección...  Y  la  practicaré..,? 
—«San  Agustín,  de  Joven».  La  última  novela  del 
Padro  Fabo  dedicóla  a  San  Agustín.  A  su  Padre 
Fundador  a  quien  tanto  quería  y  a  quien  tanto 
•  o  imitar.  La  conversión  del  hijo  de  Santa  Mó- 
dica expuesto  en  forma  de  novela.  Tal  es  el  argu- 


El  Padre  Fabo 


73 


mentó  de  este  libro.  La  figura  del  mancebo  áfrica- 
no,  sediento  de  felicidad,  ávido  de  gloria,  de  carác- 
ter apasionado  y  noble,  de  exquisitas  maneras  y 
de  elevadas  aspiraciones,  aparece  aquí  en  rasgos 
literarios  que  rebosan  armonía  y  belleza.  El  Padre 
Fabo  vindica  a  San  Agustín  a  quien  muchos  escri- 
tores han  retratado  corno  un  monstruo  de  impie- 
dad y  de  bajeza  moral.  Y  lo  presenta  tal  como  fue. 
Un  pobre  explorador  de  la  Verdad  que  equivocó 
los  caminos  que  a  Ella  conducen.  Un  joven,  aplau- 
dido y  triunfante,  que  puso  por  unos  momentos  el 
objeto  de  su  dicha  donde  esta  no  se  encontraba. 

En  esta  libro  muestra  su  autor  mucha  expe- 
riencia en  el  conocimiento  de  la  vida  interior.  Hay 
allí  atisbos  sicológicos  de  una  amplitud  y  de  una 
hondura  que  pasman. 

Y  por  dondequiera  asoman  los  fines  educado- 
res que  mueven  su  pluma. 

Digamos,  pues,  que  el  Padre  Fabo  no  sólo  fue 
misionero  cuando  rorría  por  las  llanuras  áridas  y 
solitarias  de  Casanare  en  busca  de  infieles.  Lo  fue 
también,  y  de  una  juanera  muy  eficaz  y  meritoria, 
empleando  los  ratos  dp  deseauso  en  predicar  des- 
de la  cátedra  del  libro.  Saludemos  y  admiremos  al 
misionero- novelista. 

Cuando  apareció  la  novela  «El  Dr.  Navascués» 
la  prensa  habló  en  muy  distintas  formas.  Algunos 
vieron  allí  acerbas  críticas  con  miras  personales  y 
se  ensañaron  en  el  nombre  jdel  padre  Fabo.  Los 
más,  sin  embargo,  saludaron  el  primer  libro  del 
religioso  recoleto  con  alborozo  y  loas.  A  continua- 
ción verá  el  lector  algunos  párrafos; 

«El  protagonista  doctor  Navascués  es 
uno  de  esos  que  van  de  la  ceca  a  la  meca  pro- 


74 


El  Padre  Fabo 


bando  fortuna  por  hallarla  y  huir  de  la  justi- 
cia, refúgiase  en  Casanare  donde  pone  cátedra  de 
inmoralidad;  él,  va  'recomendado,  por  su  audacia 
y  galantería,  tiene  por  teatro  un  pueblo  rüstico 
e  ignorante;  logra  gallear,  empieza  a  segar  con  la 
hoz  de  la  impudicia  las  flore9  más  lindas  y  en  su 
desmedido  goce  de  voluptuosidad  pretende  asal- 
tar el  jardín  de  María  cuyo  jardinero  Pedro  y 
guardián  dou  Eduardo  le  salen  al  encuentro  y  lo 
detienen.  El  «guate»  arma  un  tinglado  de  celos, 
intrigas  femeninas,  lances  amorosos  con  una  u 
otra  señorita  de  la  población,  a  fiu  de  dar  sobre 
seguro  el  asalto;  pero  los  dueños  de  la  hermosísi- 
ma y  angelical  María  le  desbaratan  el  armazón  y 
le  hacen  caer  ridiculamente  por  el  suelo. 

Irritado  entonces  El  doctor  Navascués  apela 
a  la  venganza,  inocula  carate  a  la  prometida  de 
Pedro,  y  por  ir  esta  a  su  casa  de  campo  a  casar- 
se,  cae  en  poder  de  una  tribu  salvaje  que  se  la  lle- 
va a  las  rancherías  donde  desempeña  el  oficio  de 
mujer  del  capitán. 

El  enamorado  joven  Pedro  resuelve  salvarla 
internándose  en  las  selvas  disfrazado  de  indio  nó- 
made. La  población,  mientras  tanto,  no  podiendo 
aguantar  más  al  malévolo  Doctor,  prepara  uu  es- 
carmiento encabezado  por  el  sexo  femenino,  medi 
da  ingeniosa  y  formidable  que  hace  desocupar  al 
«guate»  el  teatro.  En  el  ínterin  Pedro  recorre  sel 
vas  y  más  selvas,  halla  a  María  y  la  saca  a  tierra 
civilizada. 

Este  es  el  argumento  de  la  novela.  Literaria- 
mente hablando,  la  pieza  es  buena  en  su  conjunto; 
tiene  escenas  patéticas  que  hacen  llorar,  otras 


El  Padre  Fabo 


75 


producen  la  hilaridad  más  franca,  pero  en  todas 
domina  el  espíritu  hondamente  moralizador.  No  le 
falta  pureza  de  dicción,  aunque  algunos  giros  sa- 
len confusos  por  el  excesivo  hipérbaton.  Temo  que 
muchos  serán  los  que  miren  con  desprecio  esta 
obra».  A.  R.  P. 

En  verdad  hizo  sufrir  bastante  en  Colombia  al 
Padre  Fabo  la  aparición  de  esta  novelita.  Y,  no 
obstante,  a  ella  debió  gran  fama. 

Al  abrir  «Corazón  de  Oro»  se  ve  la  inventiva  ge- 
nial del  autor  que  hace  que  los  capítulos  se  deslicen 
por  los  ojos  del  lector  rápidamente  con  gusto  has- 
ta leerla  de  un  tirón,  pues  el  interés  crece  gradual- 
mente y  las  peripecias  múltiples  de  Juan  Andrés 
mantienen  despierta  la  curiosidad,  a  más  de  que 
el  paisaje  de  la  escena  es  encantador».  Diario  de 
León,  Junio  4  de  1915. 

«Corazón  de  Oro»  es  sencillamente  admirable. 
El  autor,  que  conoce  bien  la  tierra  americana, 
donde  se  desarrolla  la  acción  de  la  novela  y  aún 
mejor  el  corazón  humano,  desarrolla  un  interesan- 
tísimo argumento  ni  que  dan  relieve  un  estilo  bri- 
llante al  par  que  sencillo  y -una  riqueza  y  verdad 
en  las  descripciones  que  darían  por  sí  solas  renom- 
bre a  un  escritor».  El  Correo  Gallego.  Mavo  18  de 
1915.  Ferrol. 

«Amores  y  Letras,  alcanzó  un  éxito  lijsonjero 
en  el  mundo  literario.  La  Real  Academia  Españo- 
la  se  digtó  leer  en  sesión  un  capítulo  de  este  libro. 
Antonio  Maura  expresó  su  complacencia.  Ricardo 
León  tuvo  alabanzas  muy  fervientes  El  Conde  de 
Torres  Altas  decía  en  carta  al  padre  Fabo:  «Con 
ceptuaron  los  académicos  la  lectura  de  gran  fuer- 
za descriptiva,  trágica,  de  emocionante  episodio, 


76 


El  Padre  Fabo 


llena  de  bellezas  de  estilo.  Se  confirma  que  S.  R. 
heredó  muchas  cosas  del  padre  Colonia.  No  dude 
S.  R.  del  triunfo.  Varias  revistas  se  han  ocupado 
de  su  novela.  La  edición  se  está  consumiendo  a- 
prisa. 

En  «El  Diario».— Manuales,  1922,  en  tres  arrí- 
cu'os  atacó  Juan  de  Locar  la  forma  literaria  de 
«Amores  y  Letras».  Y  en  <La  Patria,,  N?  299,  re- 
plicó  con  brillo  un  tal  firmado  El  del  Sombrerito. 

A  propósito  de  Corazón  de  Oro,  copio  aquí 
una  carta  autógrafa  que  poseo,  dirigida  al  padre 
Fabo  por  el  eminente  filológo  y  prosista  Marco 
Fidel  Suárez.  Tal  vez  sirva  para  completar  el  epis 
tolario  del  eximio  hombre  público  de  Colombia. 

«Bogotá,  primero  de  abril  1911. 
R.  P.  Fray  Pedro  Fabo. 
Reverendo  Padre  y  Señor: 

En  el  asunto  del  prólogo  de  «Corazón  de 
Oro»,  yo  saldría  tan  ganancioso  como  el  indio 
que  sube  a  la  carroza  del  magnate;  pero  no  sería 
gananciosa  la  novela,  antes  perdería  mucho  a 
causa  de  una  verruga  adventicia  que  destruiría 
sus  muchísimas  y  grandes  bellezas. 

Para  hacer  un  prólogo  adecuado  a  esta  clase 
de  obras  es  preciso  entender  de  crítica,  de  estética 
y  demás  artes  científicas  o  ciencias  artísticas,  que 
son  la  quiuta  esencia  más  refinada  de  la  literatu- 
ra. Yo,  qué  poseo?  Asidua  lectura  de  pergaminos 
y  nada  más;  algo  apenas  de  aquel  caudal  de  ver- 
dades rancias  espigadas  en  esas  lecturas  con  las 


El  Padre  Fabo 


77 


cuales  salgo  del  paso  una  que  otra  vez,  como  sa- 
lían los  prologuistas  de  antaño,  sarpullendo  de 
citas  vetustas  y  acotaciones  eruditas  sus  amane- 
rados prefacios' 

Yo  soy,  en  suma,  barnizador  de  brocha  gor- 
da, pero  nada  se  me  alcanza  de  escultura,  talla 
ni  geometría  ni  dibujo.  Quod  habeo  tibi  dabo,  es 
decir,  una  vez  que  salga  la  novela,  elevaré  un 
canto  de  grillo  en  loor  de  su  leuguaje  gracioso 
y  opulento.  Las  descripciones  admirables,  los  diá- 
logos animados,  los  caracteres  bien  descritos  y  de- 
finidos, eso  es  para  un  Gómez  Restrepo,  para  un 
Marroquín,  para  un  Casas,  para  uno  de  tantos 
verdaderos  artistas  y  alumnos  sobresalientes  de 
la  bella  literatura  y  de  la  literatura  bella. 

Ya  que  hablamos  del  preclaro  Marroquín  he 
de'decirle  a  V.  R.  cómo  me  achacan  un  Análisis  de 
Pax,  muy  prolijo,  desleído  y  acerbo  que  salió  des- 
pués de  la  gran  novela.  Algo  hay  de  cierto  en  ese 
supuesto  génesis;  pero  francamente  le  digo  que 
aquella  vez  se  movió  la  péñola  al  influjo  de  cierta 
irritación  que  produjo  en  algunos  el  exponer  que 
Pñx  tenía  intenciones  bellacas;  ahora  que  estoy 
persuadido  de  lo  contrario  veo  que  las  críticas 
esas  no  alcanzan  a  ser  un  , cinco  por  ciento  de  ano- 
taciones  justas. 

Saluda  a  V.  R. 

Su  amigo  respetuoso  y  servidor  obediente 
Q.  S.   M.  B. 

MARCO  FIDEL  SÜAREZ 


78 


El  Padre  Fabo 


«San  Agustín  de  joven.  Qué  e8  este  libro?  Una 
novela  a  lo  Quo  Vadis?  No.  Y  sin  embargo  presen, 
ta  capítulos  de  magnificencia  superior  y  de  coló- 
rido  más  exquisito  todavía.  Un  libro  alo  Fabio- 
la?  Tampoco,  porque  resulta  menos  piadoso  y 
sencillo  en  su  estructura  interna,  pero  más  real  y  a 
la  vez  más  psicológico  y  con  escenas  muy  tiernas 
y  emocionantes.  Es  acaso  un  libro  a  lo  Fray 
Francisco,  de  Coloma?  He  aquí  su  mejor  clasifica- 
ción  de  escuela.  Una  magistral  biografía  dialoga- 
da. 

El  joven  Agustín,  el  gran  equivocado,  pero 
noblemente,  dentro  de  la  vida  afro  romana,  llena 
de  ignorancias  y  concupiscencias,  estudiando  to- 
dos los  problemas  ético  filosóficos  de  la  época  y 
analizando  sus  costumbres  brillantísimas  y  com- 
plejas, fue  retratado  por  sí  mismo,  es  decir,  por  el 
Obispo  San  Agustín  en  sus  Confesiones,  y  resultó 
un  gran  retrato  del  joven  del  talento  y  del  amor... 

Y  qué  ha  hecho,  pues,  ahora  con  las  Confesio- 
nes el  Padre  Fabo?  Colocar  esa  autobiografía 
agustiniana,  sin  desfigurarla  en  lo  más  mínimo, 
en  un  ambiente  clásico,  costumbrista,  a  la  moder- 
na, aclarar  situaciones  difíciles,  introducir  diálo- 
gos y  descripciones,  y,  en  fin,  darnos  el  carácter 
verdaderamente  simpárico,  noble  y  honrado  de 
aquel  joven  que  estaba  ante  la  historia  tan  desfi- 
gurado por  la  leyenda  mgra  de  ciertos  exégetas». 
Boletín  Oficial  del  Obispado  de  Menorca,  núme- 
ro 742. 

«Bien  dibujadas  en  «San  Agustín  de  Joven» 
del  Padre  Fabo,  Santa  Mónica,  Sila;  atrayente, 
como  en  las  páginas  del  Santo,  Alipio.  Mayor  ra- 
pidez en  el  dialogo,  algún  corte  en   las  descripcio- 


El  Padre  Fabo 


79 


nes,  más  ajustada  propiedad  en  el  modo  de  ha- 
blar los  personajes,  y  ganaría  el  libro  en  vida  y 
fuerza.  Tal  como  está,  se  lee  con  gusto  y  con  pro- 
vecho aun  para  aprender  muchas  eosas  de  histo- 
ria artística  y  científica  de  aquella  época».  Estu- 
dios Eclesiásticos.  C.  Bayle,  S.  J. 


CAPITULO  X 


Músico  y  naturalista 

Con  otro  género  de  belleza  adornó  su  espirita 
también  nuestro  Padre  Fabo.  Siendo  niño  apren- 
dió ya  en  su  pueblo  el  método  de  solfeo  del  maes- 
tro Eslava.  Desde  entonces  fue  un  filarmónico 
apasionado.  Hijo  legítimo  del  Gran  San  Agustín 
que  se  enardecía  y  lloraba  lágrimas  de  emoción  al 
oír  los  suaves  cánticos  que  entonaban  ¡os  primi- 
tivos fieles  de  la  Iglesia  Católica. 

Y  a  fe  que  tal  arte  había  de  aprovecharle  al 
misionero  en  su  vida. 

No  era  que  gozara  de  muy  hermosa  voz  nues- 
tro fraile,  a  propósito  para  dar  conciertos  y  con- 
quistarse  aplausos.  No.  Ni  ruiseñor,  ni  mirlo,  fue  el 
Padre  Fabo.  Pero  con  el  solfeo  que  conocía  y  con 
el  don  natural  de  su  garganta  pudo  ayudar  en 
muchas  ocasiones  a  reforzar  la  masa  coral  y  ser- 
vir de  buen  elemento  en  los  cantos  orfeónicos  que 
se  usan  en  todas  los  colegios  agustinianos. 

Yo  recuerdo  un  detalle  que  viene  al  caso  y  que 
voy  a  referir  ahora.  Estaba  el  Padre  Fabo  cerca 


El  Padre  Fabo 


81 


de  los  sesenta  años.  Cierto  día  en  que  obsequia- 
mos a  nuestro  religioso  los  jóvenes  estudiantes 
con  algunas  piezas  de  nuestro  repertorio  musical 
nos  prometió  el  Padre  que  nos  proporcionaría 
una  nueva  composición  sencilla  y  corta,  pero  muy 
agradable  y  sentimental.  Y  nos  relató  al  caso  no 
se  qué  incidente  relacionado  con  su  infancia.  Se 
trataba  de  una  habanera  muy  popular  con  cierta 
letra  profana.  El  Padre  Fabo  dedicóse  a  recons- 
truír  la  melodía,  ya  medio  olvidada,  con  su  me- 
moria. Tarareando,  tarareando,  alcanzó  a  recor- 
darla y  él  mismo  la  trasladó  al  papel  con  la  ano- 
tación debida.  En  sustitución  de  la  letra  original 
hizo  unos  versos  muy  oportunos  que  hablan  de  la 
despedida  del  misionero  y  cuya  primera  estrofa  re- 
za así: 

Soy  misionero  que  sólo  ansia 
conquistar  almas  para  el  Señor 
y  es  mi  destino  ir  dondequiera 
llevando  a  todos  la  salvación. 

Tres  instrumentos  músicos  distintos  supo  to- 
car nuestro  religioso.  Aunque  yo  no  voy  a  afirmar 
que  los  dominara  con  maestría.  (1) 

Entróle  afición  a  la  flauta  desde  su  niñez.  El 
cuenta  cómo  en  cierta  tarde  primaveral,  andando 
or  los  alrededores  del  convento  de  Marcilla,  llegó 
asta  sus  oídos  una  sonata  dulcísima  tan  arro- 
badora y  embelesante  que  le  hizo  formular  este 
propósito;  Yo  he  de  ser  flautista.  Y  en  efecto;  ape- 
nas acabó  su  noviciado  religioso  dedicóse  a  estu- 
diar tal  instrumento.  Y  al  poco  tiempo  pudo  figu- 

(1)  No  pasó  de  ser  un  aficionado  a  la  música  el  P. 
Fabo.  Eutléudase  así  lo  que  decimos  en  este  parágrafo. 


89 


El  Padre  Fabo 


rar  como  flautista  primero  en  la  capilla  del  mo- 
nasterio. 

Luego  le  sirvió  de  mucho  provecho  la  flauta 
en  las  misiones.  Cuántos  ratos  de  soledad  ameni- 
zó a  su  sonido...!  En  cuántos  viajes  larguísimoa 
no  tuvo  más  compañía  que  su  suavísimo  instru- 
mento...! Y  cómo  con  él  añoraba  la  Patria  ausente 
y  amada  y  a  sus  padres  buenísimos  y  lejanísi- 
mos...! 

Subiendo  por  el  río  Magdalena  internóse  el 
Padre  Fabo  en  un  poblado  mísero  donde  había 
una  destartalada  capilla.  Sintió  pena  al  ver  la  casa 
del  Señor  casi  en  ruinas  y  completamente  sola.  Y 
se  le  ocurrió  sacar  su  flauta  y  retirarse  a  un  bos- 
que lleno  de  palmeras  y  allí  ejecutar  algunas  me- 
lodías. Entre  otras  ejecutó  la  conocidísima  que 
lleva  este  título:  La  oranión  de  un  monje.  No  ha- 
bían pasado  varios  minutos  y  alrededor  del 
monje  flautista  se  congregaba  un  grupo  de  gentes 
curiosas.  Recreó  los  oídos  de  la  multitud  nuestro 
misionero  y  para  finalizar  la  función  invitó  a  loa 
presentes  a  rezar  el  rosario  en  la  iglesia  cercana. 

Con  lo  cual  resultó  aquella  una  tarde  de  mi- 
sión  bien  aprovechada. 

—Aprendió  también  el  Pedro  Fabo  a  manejar 
con  cierta  gracia  la  guitarra.  Hallándose  de  resi- 
dencia en  el  famosa  convento  del  Desierto  de  la 
Candelaria,  sito  en  el  Departamento  de  Boyacá 
(Colombia),  cayó  enfermo  de  los  ojos.  No  resistía 
la  fuerza  de  la  luz.  Se  veía  obligado  a  vivir  en  la 
obscuridad.  Y  claro  está,  no  podía  leer,  ni  rezar  el 
breviario.  Y  para  distraer  sus  ocios  obligados  el 
mismísimo  Padre  Superior  le  propuso  que  apren- 
diese el  manejo  de  este  instrumento  de  cuerda,  tan 


El  Padre  Fabo 


83 


español  y  tan  bello.  Y  el  Padre  Fabo,  vestidos  sus 
ojos  cod  vendajes  y  con  antiparras  de  color  o  en- 
vuelto en  la  penumbra,  empleó  muchos  ratos  en  es- 
tudiar el  arte  de  tañer  la  guitarra.  Y  logró  algo.  Y 
fue  capaz  de  tocar  varias  piezas  bastante  bien  y 
de  acompañar  al  canto.  Y  así  distribuía  el  tiempo 
con  variedad  de  entretenimientos.  Meditaba,  dor- 
mía, dirigía  jaculatorias  al  cielo,  hacía  sonar  la 
flauta,  y  cantaba  al  compás  de  su  guitarra. 

Dicen  que  los  ciegos  tienen  más  abierta  la  vis- 
ta interior. 

Varios  meses  vivió  el  Padre  Fabo  con  esta  en- 
fermedad que  le  impedía  en  absoluto  toda  lectura. 

Cuando  se  hallaba  convaleciente  salió  en  una 
ocasión  al  balcón  y  se  puso  a  cantar  a  media  voz 
aquello  del  romántico  Núñez  de  Arce: 
Al  duro  peso  del  dolor  me  inclino 
póstranme  fatigosos  desengaños. 
— Y  de  repente  se  le  apareció  el  Superior  y  le 
dijo: 

— Mire  quién  está  a  sus  espaldas. 

—No  veo  a  nadie,  respondió  el  Padre  Fabo. 

— Vuelva  a  mirar  y  fíjese  bien. 

—Si  no  hay  nadie! 

^Pues  yo  veo,  dijo  sentenciosamente  el  Supe- 
rior, al  ángel  de  su  guarda. 

Con  esto  entendió  el  Padre  Fabo  que  debía 
colgar  su  guitarra  que  le  sirvió  de  entretenimiento 
durante  su  enfermedad.  Y  la  colgó  para  no  descol- 
garla hasta  cierto  día  en  que,  dando  una  misión 
rural,  hubo  de  enseñar  a  afinar  las  cuerdas  a  los 
músicos  de  aquella  fiesta. 

Vivía  en  fcasanare  nuestro  religioso.  Y  en  el 
templo  del  pueblo  que  le  tocó  en  suerte  no  había 
armonium.  Y  la  concurrencia  a  las  funciones  era 


84 


El  Padre  Fabo 


casi  nula.  Estableció  el  catecismo  con  el  fin  de  ga- 
narse a  los  niños.  El  tnisrao  dirigía  la  escuelita.  Y 
predicó  sin  cesar  la  conveniencia  de  acercarse  a  re- 
cibir frecuentemente  los  santos  Sacramentos. 

No  alcanzaron  gran  resultado  sus  sermones. 

Llegó  a  oídos  del  Padre  Fabo  i  a  noticia  de 
que  en  una  de  las  casas  del  vecindario  había  un 
piano  viejo  y  medio  deshecho  que  enantes  trajera 
al  puí  blo  un  vecino  pudiente  con  el  objeto  de  que 
sus  hijos  aprendiesen  a  teclear.  Una  idea  se  le  ocu- 
rrió en  spguida  a  nuestro  misionero.  Tal  vez  con 
la  ayuda  de  la  música  lograra  atraer  a  la  gente 
y  aficionarla  a  la  piedad.  Y  se  fue  en  busca  del  ins 
trumento  que  arrinconado  e  inservible  por  comple- 
to, dormía  el  sueño  de  la  muerte  en  el  cuarto  de 
los  cachivaches. 

Y  quién  lo  creería  ..?  El  Fadre  Fabo  encargó 
cuerdas  a  Bogotá.  Remendó  y  compuso  aquel 
piano  como  su  ingenio  y  su  celo  le  ayudaron.  Y 
aprendió  a  teclear.  Y  sin  tardar  amenizaba  las 
funciones  litúrgicas  con  cantos  y  acompañamien- 
to. Y  organizó  el  misionero  un  coro  de  niños  que 
allá  fue  una  novedad  jamás  soñada.  Y  principió 
la  gente  a  moverse  en  torno  del  culto.  Y  muchos 
que  comenzaban  a  ir  a  la  iglesia  por  curiosidad 
acababan  por  volverse  devotos. 
He  ahía  dónde  puede  alcanzarel celode  un  apóstol. 

He  ahí  los  recursos  de  un  misionero  músico. 

— Quiero  tambiéu  advertir  que  el  Padre  Fabo 
fue  discípulo  aprovechado  en  Historia  Natural. 
Eu  «Liberaladas»  de  la  revolución  dejó  muchos 
apuntes  sobre  botánica  y  zoología  en  la  región 
oriental  de  Colombia.  Durante  sus  excursiones 
por  Casanare  fue  incansable  eu  la  colección  de  da- 
tos acerca  de  la  flora  de  aquella  región. 


El  Padre  Fabo 


85 


He  visto  con  mis  ojos  la  riqueza  de  sus  anota- 
ciones manuscritas  comprendidas  en  un  cartapa- 
cio que  lleva  este  título;  «Para  la  Historia  Natu- 
ral de  Casanare».  A  buen  seguro  que  su  ingenio 
hubiera  formado  un  interesante  libro  con  este  ina- 
gotable tema. 

Púsose  el  padro  Fabo  a  ventilar  no  se  qué 
disquisiciones  anatómicas  y  organográficas  sobre 
la  «otoba»,  y  el  General  Cuervo  Márquez,  distinguí- 
do  naturalista  colombiano,  reconoció  \n  ciencia 
de  nuestro  fraile  en  este  punto.  Cuando  Cuervo 
publicó  su  Tratado  Elemental  de  Botánica  hízole 
su  elogio  el  Padre  Fabo  con  mucha  mesura  y 
competencia.  En  esas  líneas  escribió;  «Tengo  mis 
pujos  de  afición  a  estas  materias  y  los  ejercité  es- 
tudiando la  flora  y  la  fauna  de  Casanare,  bien  que 
con  resultado  dudoso*. 

En  el  convento  del  Desierto  de  la  Candelaria, 
por  los  años  de  1917  y  1918,  cundió  el  fervor  na- 
turalista entre  los  coristas  estudiantes.  A  la  cabe- 
za figuraba  el  malogrado  fray  Pedro  Archanco, 
joven  prometedor,  muerto  en  la  flor  de  la  edad  y 
de  los  entusiasmos.  Llegaron  a  formar  estos  reli- 
giosos recoletos  una  como  sociedad  de  especiaba 
tas  «imitación  de  la  Expedición  Botánica  de  Mu- 
tis».  Sus  pretensiones  tendían  nada  menos  que  a 
escribir  en  varios  tomos  «La  Gran  Flora  Colom- 
biana» . 

El  grandioso  proyecto  fracasó  con  la  tempra- 
na desaparición  del  Fray  Pedro  Archanco. 

Pues  bien;  el  alma  de  aquellos  juveniles  empu- 
jes era  el  Padre  Fabo.  En  Boletín  de  la  provincia 
de  San  Nicolás  de  Tolentino,  enero  de  1919,  hay 
una  carta  en  que  se  habla  de  estas  casas  al  deta- 


86 


El  Padre  Fabo 


lie. 

Nuestro  fraile  dió  a  luz  un  opúsculo  titulado 
«Manual»,  práctico  y  nuevo,  de  Horticultura.  Por 
cierto  que  la  prensa  alabó  las  cualidades  de  clari- 
dad,  método  y  espíritu  de  observación  que  en  sus 
páginas  resplandecen.  Salpicado  se  encuentra  este 
librito  curioso  de  avisos  prácticos,  sencillos  y  or- 
denados; de  noticias  muy  bellas  sobre  fenómenos 
de  la  naturaleza;  y  de  refranes  y  dichos  que  reve- 
lan la  sabiduría  popular  en  cuestiones  de  meteoro- 
logía y  astronomía. 

En  lo  tocante  al  cultivo  de  plantas  se  sirvió  el 
Padre  Fabo,  para  la  composición  de  este  folleto, 
de  las  observaciones  que  le  brindaron  los  hortela. 
nos  agustinos  recoletos  Canuto  Qambarte  y  San- 
tuargo  Huarte,  Hermanos  de  Obediencia. 

En  muchos  de  los  libros  del  Padre  Fabo  aso- 
ma su  afición  a  las  ciencias  naturales. 


CAPITULO  XI 


Episodios 

«Episodios  de  un  Misionero»  es  el  título  suges- 
tivo de  un  librito  que  la  Editorial  «El  Siglo  de 
las  misiones»,  en  Burgos,  España,  publicó  en  1930. 
Su  autor  no  es  otro  que  nuestro  Padre  Fabo. 

Como  el  título  resulta  llamatiro^y  encantador 
así  su  lectura  produce  en  el  ánimo  deliciosas  im- 
presiones. Esta  de  verdad  entra  en  el  número  de 
aquellas  narraciones  que  no  pueden  dejarse  de  la 
mano  una  vez  que  se  abre  su  primera  página.  Qué 
claridad  en  la  expresión,  qué  belleza  de  estilo, 
qué  gracia  y  que  perfección  gráfica  tan  sor- 
prendentes en  las  descripciones,  qué  revelaciones 
tan  oportunas  y  buenas  acerca  de  la  vida  íntima 
del  misionero,  héroe  y  mártir,  que  consume  sus 
energías  allá  en  las  soledades  más  espantosas, 
buscando  almas  para  agregarlas  al  rebaño  de  Je- 
sucristo, entre  peligros  sin  cuento,  entre  incomodi- 
dades terribles,  entre  selvas  y  entre  fieras,  lejos  de 
su  hogar,  de  su  patria  ..! 

Episodios  de  un  Misionero  que  por  su  factura 


88 


El  Padre  Fabo 


externa  pertenece  al  género  hoy  muy  en  boga  de 
la  literatura  ligera  ee  en  el  fondo  una  rica  fuente  de 
enseñanzas  provechosísimas.  Da  idea  de  lo  que  va- 
le la  salvación  de  un  alma,  realza  la  labor  civili- 
zadora y  evangelizadora  de  los  abnegados  solda- 
dos de  la  Cruz,  e  inspira  sentimientos  muy  puros 
de  caridad  y  d»  celo  por  la  conversión  de  los  po- 
bres que  no  han  tenido  la  fortuna  inapreciable  de 
nacer  en  el  seno  de  nuestra  santa  madre  la  Iglesia, 
depositaría  de  la  Verdad.  Demás  de  esto  repasan- 
do las  páginas  que  nos  regaló  el  Padre  Fabo  se 
ven  las  dulzuras  que  Dios  pone  en  los  sufrimien- 
tos por  El  soportados,  y  se  aprende  a  trabajar 
con  la  mirada  colocada  únicamente  en  el  cielo, 
mansión  serena  de  las  eternas  recompensas  y  de 
los  inefables  deleites. 

Lector,  te  invito  a  que  te  apresures  a  tomar 
en  tus  manos  Episodios  de  un  Misionero.  Pasarás 
unos  ratos  muy  entretenidos  y  sentirás  emociones 
muy  tiernas  e  intensas.  (1) 

El  libro  en  cuestión  posee  proporciones  peque- 
ñas, pero  tiene  pretensiones  nobilísimas  y  serias. 
El  autor  lo  despide  con  estas  palabras:  «Anda, 
pues,  librito  mío  por  esos  mundos  de  Dios  a  fo- 
mentar el  espíritu  délos  operarios  evangélicos, 
anda  a  recordar  a  todos  la  obligación  que  les  ur- 
ge  de  apoyar  la  propagación  de  la  Fe  con  la  gene- 
rosidad de  sus  donativos  y  oraciones;  anda  a  ser- 
vir de  documento  a  los   misionólogos  modernos. 


[1]  Cuando  apareció  este  llbrlto  publiqué  yo  en  «Re- 
vista de  Mleiones>,  Bogotá,  un  juicio  crítico,  y  hubo  mu- 
chas nereonas  que  se  sintieron  con  deseo  vivo  de  repasar 


El  Padre  Fabo 


89 


Haz,  librito  mío,  que  miremos  desde  las  selvas 
hacia  la  cúpula  del  Vaticano;  y  desde  la  cúpula 
del  Vaticano  hasta  el  cielo,-  y  desde  el  cielo  hasta 
el  Corazón  de  Cristo,  Rey  de  las  misiones». 

Voy  ahora  yo  a  entresacar  algunos  episodios 
de  este  librito  y  a  relatarlos,  resumidos,  a  mi  ma- 
nera. Servirán  de  complemento  y  de  amenidad  a  es- 
ta semblanza  que  vamos  haciendo  del  Padre  Fabo. 

—Navegando  de  Barranquilla  hacia  el  interior 
déla  república  de  Colombia  y  subiendo  en  un  va- 
por fluvial  aguas  arriba  por  el  caudoloso  río  Mag- 
dalena llegaron  los  misioneros  a  un  pueblecito 
compuesto  de  varias  casas  de  paja.  Tenían  sólo 
dos  horas  de  tiempo.  La  navegación  no  esperaba 
más.  Brincaron  los  religiosos  a  tierra,  dirigiéronse 
a  la  iglesia  destartalada  y  pobrísima;  hicieron  ta- 
ñer las  campanas  rajadas  y  mohosas. 

Al  poco  rato  hallábase  reunida  una  regular 
cantidad  de  gente. 

Dióse  principio  al  rezo  del  santo  Rosario  y  los 
Heles  iban  en  aumento. 

El  Padre  Fabo  tenía  entre  sus  compañeros  el 
encargo  de  hacer  la  plática.  Eran  todos  muy  jó. 
venes.  Ninguno  había  aún  predicado.  Ni  tampoco 
nuestro  fraile.  Por  esta  razón  estaba  algo  turba- 
do.  Escogió  para  tema  de  e*u  catcquesis  la  explica- 
ción del  Padre  Nuestro. 

El  discurso  corría  bueno  y  apostólico.  Pero 
sucedió  que  al  tocar  el  punto  de  la  caridad  mutua 
y  del  perdón  de  las  injurias,  usando  un  lenguaje 
familiar,  vino  a  decir  que  no  se  volviesen  las  es- 
paldas los  unos  a  los  otros.  Qué  dijo  el  'predica 
dor»...?  En  el  momento  uuos  cuantos  indios  que 
allí  había  echáronse  a  correr  como  perseguidos 


90 


El  Padre  Fabo 


por  el  diablo.  Un  movimiento  de  alarma  cundió 
por  todos  los  circunstantes  como  si  sucediera  al- 
gún peligro  o  en  la  calle  pasara  alguna  cosa  insó- 
lita. 

El  catequista  quedóse  pasmado  de  frío  y  sin 
saber  qué  pensar. 

Por  qué  habían  huido.  .  .?  Porque  les  causó 
sorpresa  el  oír  que  no  se  volviesen  las  espaldas  los 
unos  a  los  otros,  ellos  que  no  llevaban  chaqueta 
ni  camisa.  .  . 

Esta  fue  la  primera  aparición  en  público  de 
nuestro  religioso  en  calidad  de  misionero. 

— El  Padre  Fabo  recordaba  con  cariño  y  has- 
ta con  nostalgia  las  temporadas  que  vivió  con  los 
salvajes.  Ah!  solía  exclamar!  Ah,  mis  sálivas,  y  mis 
guahivos...!  Cuando  todavía  estaba  recién  ordena- 
do de  sacerdote  le  tocó  vivir  con  el  Padre  Manuel 
Fernández  en  Arauca.  3e  empeñaron  los  dos  misio 
ñeros  en  reducir  a  los  hijos  de  la  selva  y  en  obli- 
garlos a  vivir  en  poblado.  Y  un  día  en  que  por 
hacer  negocio  se  presentaron  en  el  pueblo  los  sal 
vajes,  desnudos  por  entero,  aprovecharon  los  pa- 
dres la  ocasión  para  proponerles  su  pensamiento. 
Regaláronles  vestidos  y  alimento.  Y  era  de  ver  a 
los  salvajes  comiendo  la  sal  a  puñadas,  fumar 
mascando  el  tabaco,  y  colocarse  la  ropa  de  cual- 
quier  manera  sobre  sus  tostados  cuerpos.  En 
cuanto  a  someterse  a  habitar  en  un  poblado  sólo 
se  convino  por  entonces  en  eitarse  para  una  reu- 
nión en  cierto  lugar  escondido.  Se  reunirían  los 
misioneros  y  los  salvajes  a  la  orilla  de  un  río  en  la 
noche  de  un  plenilunio. 

Tuvieron  los  frailes  que  andar  ocho  días  a  ca- 
bailo  para  internarse  en  el  corazón  de  las  selvas. 


El  Padre  Fabo 


91 


Durmieron  a  la  pampa.  Contemplaron  muy  de  cer- 
ca a  varios  tigres. 

Por  fin  llegaron  al  punto  de  cita.  T  los  salva- 
jes,  cumplidísimos,  acudieron  en  la  forma  conveni- 
da. La  entrevista  fue  muy  cordial.  Y  se  fijó  el  sitio 
en  que  se  levantaría  el  caserío  proyectado. 

Pero  por  desgracia  aquello  no  cuajó  en  reali- 
dad.  Misterios  de  Dios.  .  .! 

—Hay  que  hacer  memoria  de  una  borrachera  que 
dió  una  vez  en  el  suelo  con  nuestro  Padre  Fabo. 
Iba  a  una  administración  en  un  mulo.  Y  avanza- 
ba por  sabanas  y  sabanas  inmensas  y  secas,  are- 
nosas y  carbonizadas  por  el  fuego  del  trópico.  Lo 
acompañaba  un  guía  conocedor  de  aquellos  para- 
jes. Por  acordarse  del  enfermo  nuestro  misionero 
no  se  acordó  de  sí  mismo.  Y  no  llevó  provisión  ni 
comestible  ninguno.  Y  claro  está  su  estómago  le 
exigió  lo  debido. 

—Qué  hacemos,  dijo  el  Padre  a  su  compañero? 

—Caminemos  unas  tres  horas  y  encontrare 
mos  una  casa. 

Aguantaron  un  poco  más.  Llegaron  a  la  ca- 
sa. Y  esta  se  hallaba  cerrada. 

—Cómo  acallamos  los  gritos  de  este  pedigüe- 
ño que  se  llama  estómago,  volvió  a  preguntar 
nuestro  religioso.  .  .? 

— Yo  tengo  aquí  un  excelente  remedio  contra 
el  hambre,  la  sed  y  la  sofocación,  respondió  el 
guía.  Le  gustará  a  Vuestra  Reverencia  el  chimó 
llanero? 

Sacó  el  buen  señor  una  cajita  de  cuerno  y  dió 
al  Padre  Fabo  un  poco  de  su  contenido,  el  cual  to- 
mó,  a  estilo  de  Noé.  Y  al  poco  rato  se  sintió  com- 
pletamente trastornado. 


92 


El  Padre  Fabo 


—Y  durmió  a  la  sombra  de  unos  árboles. 

Había  ido  el  Padre  Fabo  a  confesar  a  una  mo- 
ribunda y,  después  de  cumplir  con  su  sagrado  mi- 
nisterio,  sentóse  a  charlar  con  la  pobre  viejecita 
que  vivía  casi  sola  en  un  rancho  de  mala  muerte. 
Fume,  mi  Padre,  le  dijo  la  enferma.  Allí,  en  ese  rin- 
cón, en  el  aparador  sobre  la  cestilla  que  se  ve  hay- 
unos  cigarros  que  yo  misma  hice  para  mi  Padre- 
cito. 

Muy  agradecido  el  misionero  aceptó  la  oferta. 
Alargó  el  brazo  para  sacar  los  cigarros  de  la  ces- 
ta y,  oh  sorpresa!  en  vez  del  paquete  de  cigarri- 
llos sacó  una  culebra  que  se  le  enrroscó  en  la 
mano. 

—En  un  rancho  desvencijado  le  tocó  pasar  una 
noche  en  una  de  tantas  correrías  apostólicas.  Al 
acostarse,  y  ya  con  la  luz  apagada,  se  puso  a  re- 
zar nuestro  Padre  Fabo  las  oraciones  que  debe  re- 
zar todo  buen  cristiano.  Ya  finalizada  esta  obliga- 
ción para  con  Dios,  en  señal  de  humildad,  besó 
con  sencillez  el  suelo.  El  suelo  he  dicho.  .  .?  Algo 
blando  palparon  sus  labios.  Pero  no  sospechó  lo 
que  había  sido.  A  la  mañana  siguiente,  al  primer 
chorro  de  luz,  observó  que  al  pin  de  su  cama  ha- 
bía una  culebra  con  la  cabeza  despedazada.  Oh  be- 
so  escalofriante  y  macabro,  exclama  el  Padre  Fa- 
boj  Había  besado  el  cuer¡  o  de  aquel  ofidio...  Y 
gracias  a  que  con  un  pie,  sin  darse  cuenta,  la  ha- 
bía dado  muerte. 

— De  vuelta  de  una  administración,  distante  el 
punto  del  enfermo  dos  días  a  caballo,  tuvo  que 
atravesar  nuestro  misionero  un  torrentoso  río. 
Era  ya  la  hora  del  crepúsculo  vespertino.  Nos 
aventuramos  a  pasar  la  corriente...?  Preguntó  el 


El  Padre  Fabo 


93 


Padre  a  su  baqueano.  Qué  remedio,  mi  Padre! 
Hay  que  atravesarlo,  porque  en  este  lado  no  hay 
lugar  cubierto  donde  nos  podamos  quedar. 

Sea  en  nombre  de  Dios,  exclamó  el  religioso. 

Y  caballos  al  agua,  con  caballeros  encima.  Y 
triunfaron  de  las  iras  del  caudaloso  río.  .  .?  Sí;  pe- 
ro el  pobre  Padre  se  vio  anegado  y  próximo  a 
naufragar.  Y  ya  en  la  orilla  se  encontró  hecho  una 
sopa,  con  las  riendas  del  caballo  deshechas,  el  ji- 
nete sin  sombrero,  el  recado  de  la  Extrema  unción 
y  los  menesteres  de  la  administración  del  bautis- 
mo arrastrados  por  las  aguas. 

Dió  gracias  al  Señor  y  al  ángel  de  su  guarda. 
Y  descansó  en  una  choza  que  junto  había. .  . 

—Suelen  residir  los  misioneros  de  dos  en  dos 
en  el  centro  de  la  misión.  Y  de  cuando  en  cuando 
sale  uno  de  ellos  a  recorrer  el  territorio  misional 
que  de  ordinario  es  muy  extenso.  La  mies  es  mu- 
cha y  los  operarios  son  pocos.  La  misión  enco- 
mendada  al  Padre  Fabo  y  a  un  su  compañero 
abarcaba  un  área  mayor  que  la  que  ocupa  Gre- 
cia.  Sucedió,  pues,  que  el  compañero  del  Padre  Fa- 
bo se  ausentó  con  el  fin  de  pasar  algunos  meses  en 
correría.  Le  tocaría  celebrar  en  el  campo  la  Sema- 
na Santa. 

El  martes  Santo  se  presenta  un  hombre  al  Pa- 
dre Fabo  con  la  noticia  de  que  su  compañero  ha- 
liábase  postrado  en  grave  peligro  de  muerte  a 
causa  de  unas  fuertes  fiebres  palúdicas.  Qué  ha. 
cer...?  Dejaría  de  celebrar  la  Semana  Santa  en  el 
pueblo  por  ir  a  auxiliar  a  pu  hermano...?  Espera, 
ría  hasta  el  Domingo  de  Resurrección.  .  .í  Pero,  y 
si  moría  abandonado  en  la  soledad  su  querido 
compañero...? 


94 


El  Padre  Fabo 


Esa  mintna  noche  a  las  doce  se  levantó,  cele- 
bró la  santa  misa,  consumió  las  sagradas  For. 
mas,  y  partió  a  todo  escape  al  lugar  donde  sufría 
el  compañero  enfermo.  Catorce  leguas  anduvo 
aquel  día  a  todo  galope  por  senderos  asperísimos. 
Ya  entrada  la  noche  abrazó  a  su  hermano  tendido 
en  el  lecho  de  la  dolencia. 

Y  sucedió  que  nuestro  Padre,  a  efeeto  del  can- 
sancio de  la  jornada,  cayó  también  víctima  de  la 
fiebre.  Qué  cuadro...!  Los  dos  misioneros  en  una 
misma  habitación,  allá  en  el  puro  y  salvaje  desier- 
to, abatidos  por  idéntica  y  terrible  enfermedad. 

Y  eran  los  días  de  Semana  Santa.... 

No  pudieron  celebrar  el  Santo  Sacrificio.  Y  pa- 
saron varios  días  padeciendo  hasta  que  el  Dueño 
de  la  Vida  y  de  la  Muerte  les  mandó  alivio. 

—Topóse  en  cierta  ocasión  nuestro  religioso, 
en  medio  del  desierto,  con  un  individuo  que  se  diri- 
gía hacia  el  pueblo  de  la  misión  conduciendo  dos 
acémilas. 

— Buenas  tardes,  dijo  amablemente  el  misio- 
ñero. 

Volvió  la  cara  el  tal  señor,  malhumorado,  y 
contestó  el  saludo  como  de  mala  gana. 

—Adonde  va,  buen  señor?  prosiguió  el  reli- 
gioso. 

—Eso  no  le  importa  a  usted,  fraile  atrevido. 
Yo  estoy  muy  disgustado  con  los  padres  misione- 
ros. Resulta  que  yo  me  dedico  a  la  venta  de  aguar- 
diente. Y  los  misioneros  parece  que  me  están  ha- 
ciendo la  guerra.  Por  qué  no  visitan  con  más  fre- 
cuencia los  puntos  del  territorio? 

Era  que  este  señor  negociaba  con  esta  bebida 
alcohólica  y  uecesitaba  la  concurrencia  de  gentes 


El  Padre  Fabo 


95 


que  atraían  los  misioneros  con  el  fin  de  sacar  ma- 
yores ganancias. 

Tuvo  que  ofrecer  el  Padre  Fabo  al  Señor  aque- 
lla copa  tan  amarga  que  se  le  brindaba  en  la  sole- 
dad ardiente  del  camino.  Y  se  despidió  de  aquel 
señor  con  lástima  y  pidiendo  al  cielo  la  conversión 
de  ese  su  feligrés  extraviado  e  insultador. 

Y  oh  poder  de  la  oración  de  un  misionero...!  A 
los  pocos  días  el  señor  del  aguardiente  se  entable- 
cía  en  la  cabecera  de  la  misión,  se  casó  religiosa- 
mente, hízose  gran  amigo  de  los  frailes,  y  aun  lle- 
gó a  servir  de  organista  en  las  funciones  litúrgicas. 

Luego  fue  uno  de  mis  mejores  amigos,  anota  el 
Padre  Fabo. 

He  aquí  alguuas  frases  sobre  el  librito  «Episo- 
dios de  un  Misionero»: 

«Qué  contiene  este  último  libro  del  Padre  Fa- 
bo! Una  serie  de  narraciones  amenísimas  y  edifi- 
cantes dentro  del  género  de  la  autobiografía.  Y 
Memorias  son  auuque  el  autor  lo  niegue  en  el  pró- 
lugo;  si  bien  pertenecen  a  la  ciencia  nueva  de  la 
misionología  que  está  dando  resultados  estupen- 
dos.  Así  se  comprende  el  éxito  del  libro,  cuya  edi. 
ción  primera  copiosísima,  lleva  camino  de  la  se- 
gunda y  de  muchas  otras,  según  dicen.  Un  libro 
de  moda,  siempre  vieja  y  siempre  nueva,  sobre  un 
asunto  de  moda  que  no  morirá».  Archivo  Agusti- 
niano.  Marzo,  abril  de  1931.  Firma,  P.  A.  J.  íí. 

«En  cuanto  al  mérito  literario  de  sus  narra- 
ciones y  diálogos,  vivos,  discretos,  sugeridores, 
huelga  decir  que  honra  a  su  pluma  registrada 
en  la  Real  Academia.  El  padre  Fabo  resulta  pro- 
teiforme;  novelista,  filólogo,  crítico,  poeta,  histo- 


96 


El  Padre  Fabo 


riador,  apologista,  orador,  cambia  de  estilo  y  de 
procedimiento  según  la  materia;  ahora  nos  da 
ejemplo  de  misionología.  Imitémoslo».  Santa  Rita 
y  el  Pueblo  Cristiano.  Granada,  abril  de  1931. 

«La  Misionología — aveutura  sobrenatural  de 
nuestro  tiempo — está  creando  un  nuevo  género  li- 
terario,  de  peregrina  contextura,  un  poco  en  em- 
brión quizás  todavía,  pero  que  fortalecerá  sus 
raíces  cuando  los  operarios  evangélicos  ee  decidan 
a  ofrecernos  en  libros  de  ejemplaridad  conmovedo- 
ra lo  que  el  Padre  Fabo  con  atinada  frase  deno- 
mina «sublimes  peripecias,  anécdotas  santas,  in- 
trépidas excursiones,  nostálgicas  clamores  y  lágri- 
mas de  mártires  anónimos  para  gran  parte  de  la 
conciencia  contemporánea». 

Buen  ejemplo  e  incitación  les  brinda  este  escri- 
tor infatigable  que  llega  en  la  lista  de  sus  obras 
al  número  XXXI.  Es  el  Padre  Fabo  un  conversa- 
dor amenísimo  y  galano.  En  estas  páginas  que  to- 
can tan  de  cerca  su  gran  corazón  se  le  oye  hablar. 
Contiene  la  obra  24  relatos,  a  más  del  prólogo, 
con  un  grave  aire  de  novedad,  y  todos  ellos  com- 
piten en  jugosidad,  interés,  belleza  y  maestría  na- 
rrativa». Eladio  Esparza.  «Diario  de  Navarra», 
octubre  7  de  1930. 


CAPITULO  X  1 1 


El  religioso 

Antes  que  todo  el  Padre  Fabo  fu«  un  religioso, 
üo  religioso  en  toda  la  rígida  significación  de  la 
palabra. 

Creo  que  en  su  semblanza  biográfica  habría  un 
lunar  si  no  se  tocara  en  serio  este  tema.  Un  fraile 
con  hábito  negro,  símbolo  de  la  humildad,  con 
cíngulo  de  cuero  que  representa  la  mortificación, 
y  con  capucha  estrecha  que  dice  renunciamiento  y 
penitencia  Ese  es  el  mejor  retrato  del  Padre 
Fabo. 

La  vida  religiosa  viene  a  constituir  la  realiza- 
ción  feliz  de  los  ¡denles  soñados  por  los  filósofos 
de  la  pagana  antigüedad.  Sócrates,  el  austero  y 
pensador,  no  quería  para  sí,  sino  un  mendrugo  de 
pan  y  un  sitio  solitario  y  plácido  donde  esparcir 
su  cerebro  en  altas  elucubraciones.  Séneca,  el  mo- 
ralista severo,  reconocía  que  la  misión  del  hombre 
consistía  en  perfeccionar  ante  todo  sus  facultades 
espirituales  y  en  no  dejarse  esclavizar  del  cuerpo 
Urárió. 


98 


El  Padre  Fabo 


El  Evangelio  resulta,  en  verdad,  una  concre- 
ción divinamente  hecha  de  todas  las  doctrinas 
que  predican  perfección  y  santidad  por  las  vías  del 
vencimiento  propio  y  del  señorío  de  sí  mismo,  se- 
ñorío el  más  difícil  de  alcanzar  en  esta  vida.  Y  las 
Ordenes  religiosas  son  asilos  en  que  se  recogen  a 
cumplir  estos  sublimes  programas  los  que  sien 
ten  en  su  ser  ansias  vivas  de  superación  y  sed  de 
grandeza  espiritual. 

En  llevar  vida  común  y  en  practicar  los  tres 
votos  esenciales  de  pobreza,  obediencia  y  castidad 
durante  la  existencia  hay  un  mérito  imponderable 
y  oculto  que  sólo  el  Juez  de  las  justicias  puede  jus- 
tamente upreciar.  Mantener  en  cada  día  y  en  ca 
da  momento  a  raya  los  impulsos  de  la  baja  natu- 
raleza, conservar  la  serena  armonía  de  las  faculta 
des  interiores  y  exteriores,  acordar  y  dirigir  recta- 
mente los  afectos  del  corazón  hacia  la  Soberana 
Belleza,  encauzar  y  disparar  en  pos  de  la  Verdad 
Increada  los  rayos  y  las  inquietudes  de  la  inteli- 
gencia, elevarse  sobre  las  ruindades  del  mundo 
creado  en  alas  del  deseo  y  de  la  virtud,  eso  es  lo 
que  forma  ia  ocupación  y  el  mérito  de  las  almas 
que  se  consagran  al  servicio  de  Dios  en  los  claus- 
tros. 

La  parte  escogida  de  la  humanidad  logra  a 
ratos  como  despegarse  de  la  tierra  que  pisa  y  al- 
zarse a  regiones  superiores.  Mas  quien  tiene  valor 
para  encerrarse  entre  cuatro  paredes  y  confundir 
su  voluntad  con  la  voluntad  de  Dios  de  un  vuelo 
se  pone  en  las  cimas  excelsas  donde  revolotean  los 
ángeles. 

Vivir  en  un  convento  es  ya  una  hazaña.  Y  vi. 
vir  bien,  dando  cumplimiento  a  sus  deberes,  sin 


El  Padre  Fabo 


99 


desmayos  y  sin  caídas,  es  obtener  derecho  a  una 
hornacina  en  los  altares  católicos. 

Benedicto  XIV  no  titubeó  en  afirmar  que  el  re- 
ligioso observante  durante  toda  su  vida  merecía, 
sin  más.  los  honores  de  la  canonización. 

Pues  yo  quiero  hacer  aplicación  de  lo  dicho  al 
Padre  Fabo,  religioso  cumplidor  y  ferviente,  que 
por  más  de  cuarenta  años  consecutivos  cifró  sus 
delicias  en  llevar  a  la  práctica  su  Regla  y  Consti- 
tuciones. Disciplinado  e  inexorable  con  su  perso- 
na siempre  anduvo  a  la  vanguardia  de  los  buenos 
y  edificantes.  El  perfume  de  su  religiosidad  segui- 
rá embalsamando  por  mucho  tiempo,  después  de 
su  muerte,  el  ambiente  de  las  casas  y  de  los  sitios 
donde  habitó. 

La  obediencia  lo  ocupó  en  muy  diversos  me- 
nesteres y  en  distantes  y  distintos  lugares  y  don- 
de quiera  supo  portarse  cual  convenía  a  su  carác- 
ter y  a  su  profesión.  En  los  Llanos  de  Casanare, 
en  el  Tolima  o  en  El  Desierto  al  igual  que  en  las 
grandes  ciudades  de  Bogotá,  Madrid,  Barcelona, 
Manizales  o  Roma,  en  misiones  lo  mismo  que  en 
los  Colegios,  el  curso  de  su  ejemplar  conducta  no 
se  torció  o  desvió  un  sólo  jeme. 

Testigos  de  estas  afirmaciones  son  cuantos  lo 
conocieron  y  trataron,  todos  los  cuáles  únicamen- 
te tendrán  lenguas  para  ensalzar  la  humildad  y  la 
virtud  de  un  individuo  aclamado  por  los  sabios,  y 
no  obstante,  siempre  devoto  y  sencillo. 

Su  pobreza  era  públicamente  reconocida  y 
alabada.  Entrar  en  su  celda  era  lo  mismo  que  ir 
a  escuchar  una  lección  de  desprendimiento  evan- 
gélico.  No  había  allí  más  que  unos  cuantos  libros 
con  una  silla,  una  mesa  y  una  máquina  de  escribir 


100 


El  Padre  Fabo 


Esta  fue  objeto  de  un  regalo  que  le  hicieron  y  que 
recibió  con  el  permiso  de  su  Superior.  Nada  de  lu 
jo  o  de  superfluidades.  Hasta  un  movimiento  de 
sorpresa  agitaba  espontáneamente  los  ojos  del 
observador  al  ver  la  míoima  cantidad  de  libros 
que  lucían  en  sus  estantes,  siendo  así  que  de  conti- 
nuo adelantaba  la  factura  de  alguna  obra  litera- 
ria o  científica,  la  cual,  de  seguro  saldría  después 
repleta  de  alusiones  eruditas. 

Las  resmas  de  papel  que  gastaba  para  sus  es- 
critos pedíalas  a  su  Prelado  con  todo  respeto,  así 
como  lo  necesario  para  sostener  su  corresponden- 
cia epistolar,  que  no  era  escasa,  por  razón  de  sus 
relaciones  literarias  con  Academias  y  personajes 
de  letras 

Para  lograr  la  publicación  de  sus  primeros 
trabajos  ne  vió  en  dificultades,  por  cuanto  la  Or 
den  Agustino  Recoleta  a  que  pertenecía  no  nadó 
nunca  en  piélago  de  abundancia  monetaria.  Algu 
ñas  veces  le  ayudaron  generosamente  los  extra 
ños  a  costear  el  gasto  de  la  impresión,  como  por 
ejemplo  el  Excelentísimo  íseñor  Obispo  de  Sigüen- 
za  Toribio  Vünguella  y  el  Excelentísimo  señor 
Obispo  de  Pi'tnplona  José  López  Mendoza  (1). 

Al  final  de  su  carrera  los  Superiores  le  permi- 
tieron hacer  sus  ahorros  con  las  ganancias  edito- 
riales de  sus  libros  con  el  objeto  de  que  gozara  de 
más  libertad  y  desahogo  en  sus  campañas  apos- 
tólicas por  la  prensa.  No  sé  a  qué  cantidad  alcan- 
zaría su  renta.  Pero  supongo  que  no  sería  muy 
crecida.  El  carácter  de  sus  obras,  en  general,  no 

(1)  El  P  Mínguella  costeó  la  Impresión  de  "Olor  de 
Santidad'',  y  ol  Exmo.  Sr.  López  Mendoza  ayudó  a  la 
edición  de  "Llbersladas". 


El  Padre  Fabo 


101 


es  el  más  a  propósito,  ciertamente,  para  desarro, 
llar  un  negocio  lucrativo.  Sus  novelas,  sí,  le  dieron 
algo. 

Yo  le  oí  hablar  cierto  día  de  sus  propósitos  de 
formar  una  suma  conveniente  y  depositarla  en  el 
banco  con  el  fin  de  prestar  ayuda  a  muchos  reli- 
giosos que  por  falta  de  medios  tienen  sus  traba, 
jos  manuscritos  o  dejan  dormir  sus  péñolas  pre- 
viendo la  imposibilidad  de  dar  algo  a  la  estampa. 

Rasgos  de  sencillez  y  desinterés  en  la  historia 
del  Padre  Fabo  se  encuentran  en  abundancia.  En 
Sos  del  Rey  Católico  salía  de  paseo  con  un  sombre- 
ro de  teja,  todo  envejecido,  y  con  un  bastón  de  pa- 
lo ordinario.  Pidió  al  Superior  le  concediese  la 
gracia  de  ser  acompañado  por  un  joven  estudian- 
te, y  ambos  marchaban  dialogando  como  si  fue- 
ran dos  iguales. 

El  mejor  panegírico  del  Padre  Fabo  como  re- 
ligioso está  hecho  por  él  mismo  en  su  hermosísi. 
mo  libro  titulado  «Los  Aborrecidos»  o  en  defensa 
de  las  órdenes  religiosas.  Allí  se  retrata  su  alma 
penetrada  por  los  aromas  de  la  cantidad,  enamo- 
rada de  la  pobreza,  y  atravesada  por  la  convic- 
ción de  la  excelsitud  de  la  obediencia.  Quizá  las 
páginas  más  bellas  salidas  de  la  pluma  de  nuestro 
fraile  se  hallan  en  esta  apología  de  las  Corpora- 
ciones religiosas,  brotadas,  según  su  galano  deGir, 
del  Corazón  abierto  de  Cristo  como  creaciones  ful- 
gurantes del  h  mor 

Fue  logro  de  los  empeños  perseverantes  del 
Padre  Fabo  el  que  en  los  cuarteles  de  escudo  de  su 
Orden  campeara  este  lema:Caritas  et  Scientia.  Para 
él  no  se  concebía  en  el  día  de  hoy  un  religioso — sa- 
cerdote en  el  que  no  se  juntaran,  completándose 


102 


El  Padre  Fabo 


y  perfeccionándose,  la  virtud  y  la  sabiduría.  Un 
libro  y  un  corazón  que  son  los  símbolos  de  todo 
ministro  del  Altar.  (2). 

San  Francisco  de  Sales  escribe  que  la  ilustra- 
ción y  la  buena  conducta  son  los  dos  ojos  de  las 
personas  eclesiásticas.  En  faltando  cualquiera  de 
estos  dos  elementos  viene -el  adefesio  y  la  incompe- 
tencia lamentable.  El  sacerdote  tuerto  no  se  halla 
bieu  visto. 

Las  circunstancias  actuales,  sobre  todo,  exi- 
gen una  integral  formación  moral  e  intelectual  en 
los  individuos  que  se  consagran  al  ministerio  sa. 
cerdotal.  La  Iglesia  ha  comprendido  esto  muy 
bien,  y  así  organiza  sus  seminarios  en  una  forma 
completa  y  eficiente  y  vigila  la  marcha  de  los  es- 
tablecimientos en  que  se  preparan  apóstoles  con 
una  diligencia  exquisita. 

Por  naturaleza  un  religioso  debe  amar  la  per. 
fección.  A  todos  se  ha  dicho  de  un  modo  categóri- 
co y  urgente;  Sed  santos  como  vuestro  Padre  ce 
lestial  es  Santo.  Pero  las  almas  religiosas  se  han 
comprometido  solemnemente  bajo  palabra  de  ho- 
nor y  bajo  juramento  sagrado  a  trabajar  sin  des 
canso  por  seguir  de  cerca  ¡as  huellas  de  reuuncia 
miento  heroico  del  Hijo  del  Eterno  Cristo  Jesús.  Y 
si  el  religioso  aspira  además  a  ser  vir  a  Dios  en  el 
ministerio  sacerdotal,  no  sólo  deberá  tener  una 
conducta  intachable,  sino  que  debe  tener  su  inteli- 


(2)  El  nuevo  escudo  de  la  Orden  no  tiene  leyenda  al- 
guna. He  visto,  entre  los  apuntes  y  manuscritos  del  Pa- 
dre Fabo,  un  estudio  ratonado  en  que  se  defiende  la 
conveniencia  histórica  y  moral  de  hacer  campear  estas 
palabras:  Sclentia  et  caritas. 


El  Padre  Fabo 


103 


gencia  con  abundantes  luces  y  conocimientos  que 
lo  capaciten  para  llenar  a  cabalidad  sus  excelsas 
funciones  de  maestro  y  de  doctor,  y,  para  no  me- 
recer la  repulsa  de  quien  ha  dicho:  Yo  rechazaré  a 
mis  ministros  ignorantes. 

Más  que  nunca  en  nuestros  días  necesita  el  sa- 
cerdote ser  sal  de  la  tierra  y  luz  del  mundo. 

El  Padre  Fabo  vivió  hondamente  penetrado 
del  sentido  del  deber  sacerdotal  y  de  su  enorme 
responsabilidad.  Sintióse  religioso,  y  como  tal, 
obligado  a  dar  ejemplo  de  buenas  y  perfectas 
obras.  Así  que  cultivó  afanosamente  su  voluntad 
y  pulió  su  corazón  agolpe  de  sacrificios  y  de 
mortificaciones  haciéndolo  recto  y  amable.  Y  sin- 
tióse asimismo  sacerdote  del  Santo  de  los  Santos 
y  por  ello  enriqueció  su  mente  a  fuerza  de  estudio 
y  de  consagración  con  toda  clase  de  prendas  inte- 
lectuales. 

Parece  que  el  Padre  Fabo  compuso  con  el  fin 
de  colocarlo,  a  guisa  de  leyenda,  debajo  de  su  re- 
trato  este  elocuente  soneto  que  tomamos  de  su  li- 
bro poético  «Ruiseñores»  y  que  cuadra  a  maravi- 
lla para  remate  de  este  parágrafo: 


El  Religioso: 

La  ciencia  verdadera  pretendía 
llevar  a  cabo  original  proyecto, 
crear  un  sabio  sin  igual,  perfecto, 
un  tipo  de  genial  sabiduría. 
A  su  vez  la  virtud  también  quería 
encontrar  de  su  haber  en  el  prospecto 
la  fórmula  cabal  de  un  hombre  recto 


104 


El  Padre  Fabo 


que  tuviese  del  bien  la  primacía. 

Al  encontrarse,  con  afable  labio 

entablaron  las  dos  diálogo  ameno, 

que  acabó  de  este  modo  compendioso: 

—Tú  qué  quieres  formar?— Un    hombre  sabio 

— Y  tú,  hermana  virtud?— Un  horubie  bueno. 

— Pues  hagamos  las  dos  un  religioso. 

Porque  la  historia  es  verdad  y  porque  de 
hombres  es  el  desfallecer  voy  a  indicar  algún  ras- 
go que  viene  a  sombrear  el  cuadro,  sí,  pero  que 
también  lo  complementa  y  le  brinda  objetiva  rea 
lidad.  A  lo  largo  de  la  vida  del  Padre  Fabo  se  pre- 
sentan ráfagas  de  apego  al  juicio  propio  y  de  un 
ánimo  voluntarioso.  No  sé  que  hubiera  desobedeci- 
do formalmente  nunca,  aunque  conozco  estos  de- 
talles que,  a  fuer  de  justo  y  sincero,  voy  a  contar- 
los. 

El  Padre  Provincial  de  la  Candelaria  fray  Ma- 
nuel Fernández  de  San  José  quiso  emplear  al  pa- 
dre Fabo  en  determinado  oficio  y  atomismo  le 
ofreció  la  Dirección  de  la  revista  «Apostolado  Do- 
méstico» que  los  recoletos  publicaban  en  Mañiza- 
les.  Puso  objeciones  el  Fadie  Fabo.  Y  se  disgustó 
el  Padre  Provincial  y  mandó  al  Padre  Fabo  a  la 
misión  de  Chámeza.  Esto  sucedió  en  1906.  Allí, 
en  Chámeza,  permaneció  cuatro  años.  Este  es  un 
pueblo  de  ¡as  misiones  de  Casa  na  re  de  una  exten 
sión  tan  grande  como  cualquier  diócesis  de  Espa 
ña.  He  oido  decir  que  en  este  sitio  se  entregó  el 
Padre  Fabo  a  leer  y  escribir  a  sus  anchas.  Me 
consta  lo  contrario:  No  le  alcanzó  el  tiempo  para 
dedicarse  a  estas  sus  aficiones  literarias,  pues  sus 
afanes,  que  le  absorvíau  las  horas  por  completo, 


El  Padre  Fabo 


105 


fueron  todos  apostólicos. 

El  Padre  Fabo  sintió  remordimiento  por  ha- 
ber hecho  sufrir  al  Superior  en  aquel  trance,  que 
motivó  su  envío  a  Chámeza.  En  un  apunte  auto, 
biográfico  dice:  "Yo  llevaba  uu  pesar,  el  de  haber 
sido  acaso  excesivamente  voluntarioso  al  exponer 
las  razones  de  mi  repugnancia  en  aceptar  la  obe- 
diencia. En  el  religioso  el  exponer  es  bueno,  el  sa- 
crificarse es  mejor". 

En  el  Capítulo  General  celebrado  en  1920  fue 
nombrado  Cronista  General  de  la  Orden  de  Agus- 
tinos Recoletos  el  R.  F.  Gregorio  Ochoa  del  Car- 
men. Üe  1914  a  1920  lo  había  sido  el  Padre  Fabo, 
el  cual  tenía  en  este  año  de  1920  un  tomo  de  cró- 
nicas en  prensa.  Causó  desagradable  impresión  el 
cambio  de  Cronista,  porque  el  Padre  Fabo  había 
trabajado  mucho  y  bien  y  porque  ala  sazón  ce 
hallaba  empeñado  en  lo  mejor  de  su  empresa.  El 
mismo  padre  Ochoa,  en  carta  autógrafa  que  he 
visto,  esbribía  a  nuestro  religioso:  «Con  grandísi- 
mo di-gusto  he  recibido  yo  el  nombramiento  de 
Cronista  que  pertenece  a  V.  R.  por  derecho  propio, 
indiscutible,  porque  estoy  íntimamente  persuadi- 
do de  que  V.  R.  es  el  único  que  puede  desempeñar- 
lo a  satisfacción  y  con  provecho  y  gloria  para 
toda  la  Orden. 

Lamento,  pues,  con  toda  mi  alma  que  no  haya 
Bido  nombrado  V.  R.  y  que  lo  haya  sido  yo.  Co 
rao  consecuencia  de  esto,  me  encuentro  perplejo, 
vacilante;  y  acudo  a  V.  R.  para  que  me  diga  algo, 
para  que  me  oriente  en  la  marcha  y  continuación 
délas  Crónicas  que  tan  magistralmente  ha  escrito; 
para  que  tenga  la  bondad  de  decirme  dónde  se  po- 
dría eucontrar  algo  de  provecho  Que  V.  R.  no  ha- 


106 


El  Padre  Fabo 


ya  acotado;  y  para  que  haga  conmigo  la  caridad 
de  poner  a  mi  disposición  lo  que  tenga  preparado 
o  reunido». 

El  Padre  Fabo,  desconcertado  no  supo  si  con- 
tinuar o  no  la  impresión  del  volumen  ya  comenza- 
da. Y  la  suspendió.  Y  cuando  hubo  publicado  ya 
por  su  cuenta  el  padre  Ochoa  el  último  tomo  cre- 
yó oportuno  el  Padre  Fabo  ordenar  la  termina 
ción  de  la  impresión  de  su  volumen  principiado  al 
que  tituló  así;  Tomo  VI  (bis)  Segunda  Parte.  Es- 
to  satisfizo  al  entonces  General  Fr.  Gerardo  La- 
rrondo  quien  escribió  al  Padre  Fabo  así:  «Me  ha 
gustado  la  resolución  de  Vuestra  Reverencia  que 
ha  puesto  tal  mote  a  su  volumen  de  Historia.  Con 
ello  me  evita  posibles  amarguras  y  disgustos».  De 
semejante  manera  quedó  bien  nuestro  religioso 
con  su  conciencia,  con  el  Superior  y  con  el  Padre 
Ochoa,  quien  de  verdad,  se  mostró  hidalgo  siem- 
pre. 

En  el  año  1929  se  organizó  en  Barcelona  una 
exposición  Misioual.  El  Rmo.  P.  Prior  General  Fr, 
Gerardo  Larrondo  nombró  como  representante 
de  la  Recolección  en  la  ciudad  condal  para  los 
efectos  consiguientes  de  preparar  lo  tocante  a 
nuestra  Ordeu  y  de  entenderse  con  la  comisión  al 
Padre  Fabo,  puesto  que  el  Señor  Obispo  indicó 
que  hacía  falta  «un  religioso  competente,  active  y 
celoso  de  la  causa  misional,  residente,  si  posible 
fuera,  en  Barcelona». 

El  Padre  Fabo  contestó  al  Rmo.  P.  Larrondo, 
agradeciendo  el  honor  y  exponiendo  las  razones 
que  creía  suficientes  para  no  aceptar  tal  encargo. 
Entre  otras  cosas  sostenía  que  la  Orden  de  Agus- 
tinos Recoletos  no  debía  permitir  que  su  carácter 


El  Padre  Fabo 


107 


se  tomara  casi  principalmente  «parroquial  y  mi- 
sionero». También  alpgó  euferrnedad  y  algún  otro 
inconveniente.  Insistió  a  Desar,  de  todo  N.  P.  Gene- 
ral. Y  el  caso  es  que,  por  fin,  no  desempeñó  nues- 
tro religioso  tan  alto  oficio,  aunque  procuró  que 
nuestra  Orden  saliera  lucida  en  aquel  Certamen 
misional. 

Repito  las  palabras  ha  poco  citadas  del  Padro 
Fabo:  En  el  religioso  el  exponer  es  bueno,  el  sacri- 
ficarse es  mejor. 

En  el  año  1930  el  Rmo.  P.  Larrondo  designó 
al  Padre  Fabo  para  que  escogiera  y  desenvolviera 
un  tema  misionero  en  la  Semana  misional  celebra- 
do  en  Barcelona  en  el  mismo  año. 


CAPITULO  XIII 


Sus  amores  agustinianos 

La  patrón  dominante,  digámoslo  así,  del  Pa- 
dre  Fabo  consistió  en  una  inclinación  irresistible 
hacia  la  figura  intelectual  y  moral  de  Sai:  Agustín. 
No  sólo  como  hijo  quería  y  admiraba  al  Doctor 
de  la  gracia.  Sentía  además  por  él  una  simpatía 
artística  y  científica  indeclinable. 

Hoy  constituya  uua  elegancia  eutre  los  altoa 
círculos  literarios  el  pertenecer  a.  la  Academia  de 
Agustinología.  No  son  tan  sólo  el  académico  y 
convertido  francés  Luis  Berfcrand  y  el  inquieto  y 
audaz  italiano  Giovanni  Papini  los  que  corren 
anhelantes  tras  los  perfumes  y  los  prestigios  agus- 
tinianos.  Falanges  forman  en  el  mundo  entero  los 
escritoieey  sabios  de  nota  que  riuden  homenaje 
de  pleitesía  a  quieu  ha  sido  denominado  «patrón 
de  los  psicólogos,  y  primer  hombre  moderno*. 

Fl  Padre  Fabo  contribuyó  al  movimiento  a- 
gustiniano  con  buenas  obras  de  su  talento  y  de 
su  ingenio.  Amén  de  multitud  de  escritos  sueltos 
que  publicó  en  diversos  periódicos  y  revistas,  ahí 


El  Padre  Fabo 


109 


están  sus  libros,  voluminosos  y  densos  de  sentido. 
La  juventud  de  San  Agustín  ante  la  Crítica  mo- 
derna y  San  Agustín  de  J  ven.  Su  Novena  en  ho 
ñor  del  eximio  Doctor  es  una  llamarada  de  amo- 
res agustinianos. 

Propagar  la  doctrina  de  San  Agustín  en  todo 
lo  que  tiene  de  belleza  y  de  eternidad  era  su  delei 
te  y  su  orgullo. 

En  cuanto  al  amor  del  Padre  Fabo  para  con 
su  Orden  Agustino  Recoleta  bien  alto  predican  sus 
largas  disquisiciones  históricas. 

Quien  conozca  la  historia  de  la  Orden  Agusti- 
na sabrá  también  que  hubo  críticos  ligeros  que  se 
atrevieron  a  negarle  su  procedencia  directa  del  ni 
jo  de  Santa  Mónica.  Pues  este  punto  dio  al  Padre 
Fabo  ocasión  propicia  para  desplegar  enormes 
caudales  de  amor  a  su  glorioso  instituto.  En  va- 
rios de  sus  libros  sostuvo,  contra  los  gratuitos 
afirmantes  délo  contrario,  la  continuidad  históri- 
ca de  la  Orden  Agustiniaua  que  remonta  su  ori- 
gen hasta  los  principios  del  siglo  V  y  que  fue  con- 
cebida en  el  pecho  seráfico  del  mismísimo  Obispo 
de  Hipoua. 

De  igual  modo  el  Padre  Fabo  hizo  derroche  da 
sentimientos  filiales  al  defender  a  la  Recolección 
agustiniana  víctima  de  injustos  ataques  que  le  di- 
rigieron aquellos  que  debían  admirarla  y  aún 
amarla.  Que  la  Recolección  agustiniana  es  una  ra- 
ma desgajada  del  grau  árbol  agustiniano  y  que 
nada  tiene  que  ver  con  el  tronco  de  donde  se  des- 
prendió. .  .?  Que  la  Recolección  agustiniana  ha  de- 
generado de  sus  fervores  primitivos  ..  ,fl?  Que  carece 
de  savia  espiritual  y  que  Fray  Tomé  de  Jesús  y 
Fray  Luis  de  León  no  alientan  su  existencia.  .  .  ? 


110 


El  Padre  Fabo 


A  estas  preguntas  contestó  brillantemente 
nuestro  biografiado  en  distintas  formas  y  con  in 
discutible  eficacia.  Tanto  que  sus  adversarios  se 
vieron  en  la  precisión  ineludible  de  proclamarla 
verdad  compañera  del  Padrp  Fabo  y  ponderaron 
en  este  sus  grandes  dotes  de  hijo  reconocido  a  su 
madre  y  de  amartelado  y  documentadísimo  apo- 
logista de  su  idolatrada  Orden  Agustino-Reco- 
leta. 

Los  agustinos  observantes,  que  acariciaron  la 
idea  de  fundir  en  una  las  dos  familias  agustina  cal- 
zada y  agustina  recoleta  y  que  para  lograr  sus 
empeños  laboraron  con  tesón  y  constancia,  mira- 
ron siempre  en  el  Padre  Fabo  a  un  competidor 
muy  respetable  y  de  recursos  dialécticos  inexpug- 
nables. 

Ejemplarísima  resulta  la  actitud  del  Padre 
Fabo  en  estas  lides.  Ejemplarísima  porque  rebosa 
gratitud  hacia  su  madre,  y  ejemplarísima  además 
por  la  compostura  siempre  noble,  siempre  digna, 
siempre  cristianísima  que  guardó. 

Cuando  se  contempla  a  este  religioso  en  estas 
andanzas  se  acuerda  uno  con  placer  de  la  simpáti- 
ca Santa  Teresa  de  Jesús,  defeusora  hidalga  de  su 
Reforma  carmelitana. 

Por  lo  demás  cabe  afirmar  que  en  muchos 
años  se  consideró  al  Padre  Fabo,  entre  propios  y 
extraños,  como  la  encarnación  viva  de  la  Recolec. 
ción  agustiniana.  Tal  era  su  prestigio  y  tal  su 
identificación,  digamos,  con  los  intereses  de  este 
religioso  instituto.  En  los  sucesos  prósperos  o  ad- 
versos que  sobrevenían  al  gran  polígrafo  se  diri- 
gían todas  las  miradas.  En  los  momentos  difíciles 
y  en  las  horas  de  prueba  el  Padre  Fabo  era  inte- 


El  Padre  Fabo 


111 


rrogado  y  consultado. 

Ya  dijimos  que  el  Padre  Fabo  daba  importan, 
cia  suma  a  la  prensa  como  factor  de  civiliza- 
ción y  como  arma  de  apostolado,  una  de  las  más 
eficaces  en  los  tiempos  actuales.  Pues  bien;  en 
cuanto  tuvo  relación  con  las  letras  agustino  reco- 
letas, nuestro  fraile  fue  el  Mecenas  obligado  de  to- 
dos los  escritores.  Y  con  qué  amorosa  solicitud  y 
con  qué  magnánima  benevolencia  cumplía  su  mi- 
sión en  semejante  punto...?  A  los  que  veía  con  afi- 
ción y  aptitud  para  el  manejo  déla  pluma  los 
amonestaba,  alabándoles  discretamente,  a  culti- 
var sus  dotes  sin  desfallecimiento.  Y  a  los  que  co- 
nocía poseedores  de  talentos  y  cualidades  litera- 
rias los  aplaudía  y  estimulaba. 

Casi  no  hubo  libro  publicado  en  veinticinco 
años  por  algún  hijo  de  la  Recolección  agustiniana 
que  no  recibiera  la  aprobación  entusiasta  del  Pa- 
dre Fabo. 

Cuando  en  el  Desierto  de  la  Candelaria,  por 
los  años  de  1917  y  1918,  los  jóvenes  Coristas  bajo 
la  dirección  del  malogrado  naturalista  Fr.  Pedro 
Archanco,  se  organizaron  en  grupos  científicos  con 
•1  objeto  de  estudiar  la  fauna  y  la  flora  de  Colom- 
bia el  Padre  Fabo  fu*1  su  orientador  y  su  impulso. 
Adelante,  les  decía,  adelante  jóvenes.  Cumplid  con 
un  deber  sacratísimo  dp  apostolado  y  de  apología 
de  la  Religión  en  el  campo  d>*  la  cultura. 

Proyectos  de  grandeza  bullen  a  granel  en  la 
cabeza  de  este  religioso  Y  todo  en  favor  de  su  Or- 
den Amada  y  en  gloria  de  Dios  a  quien  anhelaba 
gloria  sin  fin.  Soñó  con  varios  colegios  regidos 
por  agustinos  recoletos,  deseando  encarrilar  a  su 
Instituto  por  la  vida  de  la  enseñanza.  Por  ejemplo 


112 


El  Padre  Fabo 


quiso  que  en  Manizales  se  abriera  un  plantel  de  se- 
gunda enseñanza  aprovechando  los  magníficos  lo- 
cales anejos  al  convento  y  teniendo  en  cuenta  el 
encogido  personal  docente  de  que  se  componía  la 
Comunidad.  Hizo  un  presupuesto  y  unos  planes 
maravillosos  para  el  efecto.  Pero,  sin  culpa  suya, 
no  cuajó  en  realidad  la  idea.  (1). 

Obsesión  continua  del  Padre  Fabo  constituyó 
el  pensamiento  de  fundar  una  revista  científica  de 
altos  vuelos,  la  cual  acogiera  en  sus  páginas  los 
trabajos  de  los  mejores  pensadores  y  escritores 
tendientes  a  rebatir  las  argucias  con  que  se  ataca 
la  Iglesia.  En  el  año  de  1932,  luego  de  ser  elegido 
Definidor  General,  propuso  su  proyecto  al  Definí- 
torio,  y  corno  resultado  recibieron  el  encargo  él, 
nuestro  fraile,  y  el  P.  Victorino  Capánaga,  deredac- 
tar  un  plan  y  arreglar  un  presupuesto.  Todo  pa- 
recía ir  viento  en  popa  y  todos  veían  cercana  la 
fecha  de  saludar  cristalizados  estos  propósitos.  Y 
sin  embargo  las  esperanzas  por  entonces  queda 
ron  fallidas. 

En  las  revistas  que  la  Orden  publica  en  Améri- 
ca Española  colaboró  incansablemente  nuestro  Pa- 
dre  Fabo,  porque  consideraba  que  ello  era  un  de- 
ber  suyo  y  que  así  desarrollaba  mejor  su  desti 
no  de  apóstol  y  rendía  un  servicio  efectivo  a  los 
intereses  de  su  amado  Instituto.  Recórranselas 
colecciones  de  los  Boletines  de  San  Nicolás  de  To- 
lentino  y  de  la  Candelaria,  de  Navarra  y  Bogotá, 


(1)  Este  proyecto  redactado  por  el  P.  Vaho  es  cla- 
ro, y  extenso,  lo  he  visto  y  leído  coa  detención.  Está  es- 
crlto  con  sabiduría  y  amor.  Tal  voz,  síii  embarco,  hay 
allí  algo  bastante  utópico. 


El  Padre  Fabo 


113 


respectivamente,  de  Santa  Rita,  publicada  en  Grn 
nada,  de  Apostolado  Doméstico,  en  Manizales,  da 
La  Madre  Cristiana  de  Caracas,  de  Consolación, 
en  Buenos  Aires,  de  Es;  aña  y  América  y  la  Ciu- 
dad  de  Dios,  de  Madrid.  En  todas  estas  publicacio- 
nes aparece  esparcida  la  fecundidad  agustiniaua 
del  misionero  de  Casanare. 

En  el  Capítulo  General  de  1932  que  los  Agusti- 
nos Recoletos  celebraron  en  Sos  del  Rey  Católico 
(Zaragoza)  y  en  que  salió  electo  Definidor  Gene- 
ral tomó  parte  activa  nuestro  religioso,  y  a  él  se 
debió  la  propuesta  de  nombrar  patronos  de  los 
Hermanos  Coristas,  de  los  Hermauos  de  Obedien- 
cia y  de  los  niños  del  Colegio  Apostólico,  en  orden 
respectivo,  al  Beato  Juan  de  Rieti,  al  Beato  Gra- 
cia de  Cataro,  y  a  San  Máximo  Mártir-  Y  el  mis- 
mo Padre  Fabo,  aprobada  su  feliz  iniciativa,  pro- 
movió  un  Certamen  con  el  fin  de  premiar  los  mejo- 
res trabajos  que  sobre  la  vida  de  cada  uno  de  es. 
tos  celestiales  patronos  se  presentaran,  y  las  más 
devotas  y  edificantes  novenas  que  se  escribieran. 
Los  originales  deberían  s«r  enviados  a  él  mismo, 
como  Cronista  General  y  Presidente  del  Tribunal 
Calificador  Yo  no  i-é  qué  resultado  tendría  esre 
Certamen,  pues  a  la  hora  más  interesante  pasó 
nuestro  biografiado  a  la  eternidad.  (1). 

(1)  El  R.  P.  Victorino  Cápanaga  ha  publicado  ya 
en  dos  tomltos.  las  vldaa  del  Beato  Gracia  1e  Cataro  y 
del  Beato  Juao  de  Rieti.  Parala  vida  de  este  último,  ee 
sirvió  de  muchos  datos  recopilados  del  Padre  Fabo.  Co- 
rre ya  publicada  la  Novena  del  Beato  Gracia  por  el  P. 
Juan  Araiz  Y  en  la  vida  del  Beato  Rieti  aparece  su 
Novena  compuesta  por  el  P.  Eue^nlo  Ayape,  el  cual  la 
había  enviado  como  contribución  al  Certamen  promovi- 
do por  tíl  P.  Fabo. 


114 


El  Padre  Fabo 


De  toda  suerte  con  ello  el  Padre  Fabo  dejó  de- 
mostrado  su  interés  por  la  más  completa  forma- 
ción espiritual  de  los  aspirantes  al  habito  agusti- 
niano.  Y  una  vez  más  pregonó  que  ante  todo  que- 
ría en  su  Orden  almas  de  piedad  y  de  oración  más 
que  de  estudio  y  de  cultura.  Cómo  se  complacía  en 
repetir  a  los  jóvenes  este  dicho  expresivo;  Religio 
so  y  estudiante — religioso  por  delante.  Y  este  otro 
parecido:  Religioso  y  escritor— religioso  lo  mejor. 
Y  aún  más:  Religioso  y  Misionero — Religioso  lo 
primero.  (2). 

En  dos  épocas  distingas  honraron  los  capítu- 
los Generales  al  Padre  Fabo  con  el  título  v  la  car. 
ga  de  Cronista  General.  En  1920  y  en  1932.  Fruto 
de  sus  primeras  labores  de  historiador  oficial  fue 
la  publicación  de  los  tres  tomos  de  Historia  Gene- 
ral de  Agustinos  Recoletos.  De  la  segunda  época 
no  tenemos  noticia  si  ya  había  ordenado  apuntes 
y  estaba  a  punto  de  darlos  a  la  estampa  cuando 
lo  sorprendió  la  muerte.  (3). 

Además  el  Padre  Fabo  había  dado  a  luí  doa 
tomos  voluminosos  de  Historia  de  la  Provincia  de 
Nuestra  Señ  >ra  de  la  Candelaria  y  varios  otros 
trabajos  del  mismo  carácter. 

Al  Padre  Fabo  le  tocó  asistir  a  varias  asam- 

(I)  Estas  sentencias  las  hizo  populares  el  Recoleto 
P.  Juan  Gascón  y  las  repetía  a  menudo  el  P.  Mlnguella. 


(3)  Gran  cantidad  de  apuntamientos  tenía  en  efec- 
to. Muchos  de  ellos  aprovecharán  al  Cronista  General  que 
venga.  Otros  servirán  al  Cronista  de  la  Provincia  de  la 
Candelaria.  Yo  digo  con  gratitud  que  me  serviré  de  bas- 
tantes manuscritos  d«l  P.  Fabo  que  debo  al  R.  P.  Jesús 
Martínez. 


El  Padre  Fabo 


115 


bleas  provinciales  y  generales.  Y  su  asistencia  no 
fue  pasiva.  Participó  de  un  modo  notable  en  to- 
das las  deliberaciones.  Y  muchas  determinaciones 
admitidas  y  muchas  reformas  a  su  inspiración  se 
deben. 

Durante  los  seis  años  (1914 — 1920)  que  nues- 
tro religioso  vivió  en  Madrid  actuando  de  Defini- 
dor General  se  dio  a  conocer  por  sus  conocimien- 
tos canónicos,  por  su  carácter  integérrimo,  y  por 
su  recto  criterio.  Allí  lo  acompañó  con  el  mismo 
oficio  el  que  hoy  es  General  de  la  Orden  Fr.  Jesús 
Fernández  de  San  José.  El  Rmo.  P.  Eugenio  Sola 
nombró  al  P  Fabo  miembro  de  la  Comisión  que 
estudió  el  pliego  de  las  nuevas  constituciones.  (4). 

Talmente  se  destacó  la  figura  del  P.  Fabo 
en  estos  años,  tan  claros  perfiles  de  sabiduría,  de 
virtud  y  de  moderación  adquirió  que  al  aproxi- 
marse los  comicios  para  elegir  Prior  General  su 
nombre  corría  de  boca  en  boca  como  candidato 
posible  y  muy  excelente. 

Con  ocasión  del  décimo  quinto  Centenario  de  la 
muerte  de  San  Agustín  cayeron  sobre  el  Padre 
Fabo  los  siguientes  nombramientos:  La  Junta  pro 
Centenario  lo  eligió  miembro  del  Jurado  Examina- 
dor del  certamen  científieo  promovido.  Así  consta 
en  una  comunicación  dirigida  a  nuestro  religioso, 
fecha  19  de  diciembre,  y  firmada  por  el  Secretario 
de  la  Junta  Fr.  Rafael  Serna,  O.  S.  A.  Y  por  cierto 
que  rindió  el  P.  Fabo  un  informe  hermosísimo 
acerca  de  los  trabajos  cuyo  estudio  le  fue  en- 


(4)   Dejó  de  ser  General  el  P.  Jesús   Fernández  eu 


116 


El  Padre  Fabo 


comendado.  Lo  he  leído  detenidamente.  Lo  guar- 
dó escrito  en  mecanografía. 

El  Venerable  Definitorio  Provincial  de  la 
Candelaria,  en  sesión  de  23  de  enero  de  1930,  de- 
signó al  Padre  Fabo  redactor  de  la  Revista  cien- 
tífleo-literaria  que  el  Definitorio  General  había  a- 
cordado  publicar.  El  P.  Provincial  Fr.  Edmundo 
Goñi  así  se  lo  comunicó  al  Padre  Fabo  en  oficio  de 
16  de  marzo  del  dicho  año.  Esta  revista  no  salió. 

El  Vicario  Provincial  en  España  Fr.  Manuel 
Fernández  de  San  José  nombró  a  20  de  abril  de 
1930  a  nuestro  religioso  para  que,  en  nombre  y 
representación  de  la  Provincia  asistiera  al  Con- 
greso Eu^aríntico  Internacional  que  se  celebraría 
en  Cartago  con  motivo  del  décimo  quinto  Cente- 
nario de  la  muerte  de  nuestro  Padre  San  Agustín. 
Y  por  cierto  que  desempeñó  brillantemente  la  co- 
misión. Formaba  parte  de  la  Sección  Española. 
Fue  al  Africa  en  la  motonave  Príncipe  Alfonso. 
Allí  iban  además  el  Obispo  de  Tarazona  Isidro 
Gomá,  el  Obispo  de  Madrid  Leopoldo  Eijo  y  el  0- 
bispo  titula:  de  Cafamaún  Fr.  Santos  Ballesteros. 

Hubo  Misa  Pontifical  en  Hipona,  y  pronunció 
el  panegírico  en  honor  de  N.  P.  San  Agustín  el 
Padre  Fabo.  Durante  las  sesiones  del  Congreso 
presentó  este  fraile  una  ponencia,  por  encargo  que 
le  impusieron,  con  este  tema:  «San  Agustín  merece 
ser  llamado  el  Doctor  de  la  Eucaristía,  por  tres 
razones:  1,  por  sus  actos  personales;  2,  por  sus 
doctrinas;  y  3,  por  sus  hijos  de  España».  El  cronis- 
ta de  a  bordo,  limo.  Deán  de  Toledo  Polo  y  Beni- 
to,  estampó  este  elogio:  «Desarrolló  el  ponente  es- 
te  tema  tan  a  maravilla  como  a  su  saber  corres- 
ponde, y  además  tuvo  el  acierto  de  ser  lacónico  y 


El  Padre  Fabo 


117 


preciso». 

En  esta  ocasión  trabó  el  Padre  Fabo  amistad 
muy  estrecha  cou  el  entonces  Obispo  de  Tarazona 
Excmo.  Isidro  Gomá,  después  Arzobispo  Primado 
de  Esqaña,  apologista  insigne  de  la  Iglesia  y  hon 
ra  de  las  ciencias  sagradas.  Este  personaje  admi- 
ró el  talento  del  Padre  Fabo,  y  hasta  le  dio  un 
discurso  para  ser  examinado,  antes  de  entregarlo 
a  la  publicidad,  por  el  religioso  recoleto.  Al  ser 
promovido  el  limo.  Gomá  al  arzobispado  de  Tole- 
do, en  1983,  recibió  una  cartica  de  felicitación  que 
le  envió  el  Padre  Fabo,  a  la  cual  contestó  de  este 
modo: 

«Tengo  su  cariñosa  felicitación  de  28  de  abril. 
Se  la  agradezco  mucho.  Recuerdo  bien  a  aquel«po- 
bre  frailuco»  que  dice  V.  R.  que  se  me  reveló  en  el 
viaje  dé  Cartago,  como  lo  que  es,  un  escritorazo 
eximio  conocedor  de  las  obras  y  espíritu  de  San 
Agustín,  en  cuya  escuela  he  aprendido  yo  tantas 
cosas  de  las  pocas  que  sé». 


CAPITULO  XIV 


La  voluntad  manda 

Sabido  es  que  entre  las  facultades  de  la  intelí 
gencia  y  de  la  voluntad  media  un  nexo  íntimo.  Y 
que  la  voluntad  no  se  resuelve  a  querer  sino  lo  que 
antes  se  le  manifiesta  como  bueno  y  apetecible  por 
el  entendimiento.  Y  que  asimismo  el  entendimien- 
to no  se  aplica  a  pensar  si  no  es  determinado  por 
la  voluntad. 

Por  tal  motivo  y  por  tal  armonía  discuten  los 
filósofos  si  en  el  hombrees  antes  la  voluntad  que 
el  entendimiento,  o  por  el  contrario  si  es  antes  el 
entendimiento  que  la  voluntad.  Se  parece  esta  a  la 
enorme  cuestión  del  huevo  y  la  gallina.  Quién  lle- 
va la  precedencia  por  razón  de  origen  ?  El  hue- 
vo? La  gallina?  Porque  el  cayo  es  que  no  hay  hue- 
vo siu  gallina  ni  gallina  sin  huevo. 

Con  respecto  a  lo  nuestro  responden  los  discí 
pulos  de  Aristóteles  y  de  Santo  Tomás  de  Aquino 
distinguiendo  muy  bella  y  sutilmente  la  determi- 
nación y  la  especificación.  Y  dicen  que  la  voluntad 
va  primero  en  determinar,  en  impulsar,  en  mover; 


El  Padre  Fabo 


119 


y  que,  en  cambio,  el  entendimiento  se  gana  la  pal- 
ma  en  orden  a  la  especificación,  a  la  elección,  a  la 
diferenciación. 

Pues  bien,  dejando  a  un  lado  este  punto  filo, 
sófico,  yo  quiero  afirmar  aquí  el  poderoso  señorío 
de  la  voluntad  en  la  vida  del  hombre.  Y  sostengo 
que  en  nosotros  la  voluntad  manda.  Y  sostengo 
mi  aserto  con  el  ejemplo  del  P.  Fabo.  Yo  digo  de 
él  que  era  hombre  más  de  voluntad  que  de  inteli- 
gencia.  Allá  los  sicólogos  con  el  voluntarismo  y 
con  el  intelectualismo.  En  él  defiendo  que  predo- 
minó «1  querer  sobre  el  mismo  saber.  Y  no  es  que 
ponga  reparos  a  su  inmenso  talento  indiscutible, 
ni  que  vaya  a  echar  sombras  a  la  lucidez  esplendo- 
rosa  de  su  mente. 

Pero  digo  y  para  mí  tengo  que  la  admirable  e 
ímproba  labor  que  desarrolló  el  Padre  Fabo,  cien- 
tífica  y  literaria,  más  se  debe  a  sus  empeños  tena- 
ees  y  a  sus  deseos  bien  claros  de  aprovechar  la 
existencia  y  de  dejar  ejemplos  d*  laboriosidad  efi- 
caz a  la  posteridad  que  a  sus  incuestionables  luces 
y  gracias  mentales.  Yo  adivino  en  seguida  en 
cualquiera  de  sus  páginas  las  influencias  de  su  co- 
razón impulsivo  y  amante.  Vivía  obsesionado  con 
la  preocupación  fija  de  que  un  hombre  es  capaz  de 
realizar  cuanto  realizó  otro  hombre,  más  o  meno-< 
naturalmente,  y  de  que  viene  a  tener  mucha  exac- 
titud aquello  de  que  «quereres  poder». 

Ecos  de  ente  pensamiento  dominante  en  el  Pa- 
dre Fabo  se  encuentran  a  granel  en  sus  obras. 

El  aforismo  escolástico  «nada  hay  querido  si 
no  ha  sido  conocido»  está  cargado  de  verdad. Mas 
en  el  caso  concreto  a  que  me  refiero  no  voy  a  tor- 
turar el  sentido  obvio  de  ninguna  sentencia  sino 


120 


El  Padre  Fabo 


que  deseo  expresar  que  hubo  aquí  más  predominio 
de  afreto  que  de  luz,  que  el  imperio  de  la  voluntad 
en  el  Padre  Fabo  fue  soberano  y  absoluto,  pues 
que  logró  poner  en  movimiento  eficaz  a  todas  sus 
otras  facultades,  no  exceptuando  la  razón,  y  diri- 
gió toda  su  abundante  potencialidad  a  la  ejecu- 
ción de  una  empresa  intelectual  extraordinaria  en 
la  que  campea  una  variedad  pasmosa  finamente 
ordenada  por  la  unidad  de  intención  que  la  infor- 
ma. Por  una  intención  siempre  elevada. 

Balmes  en  su  jugoso  libro  titulado  «El  Criterio» 
teje  unas  hermosas  y  profundas  reflexiones  acerca 
de  la  firmeza  de  la  voluntad  que  no  será  mal  el  re- 
cordarlas ahora.  Vienen  a  nuestro  propósito  co- 
mo anillo  al  dedo.  La  verdadera  firmeza  que 
triunfa  de  todas  las  resistencias  y  de  todos  los 
obstáculos,  que  no  se  desalienta  con  el  mal  éxito 
ni  so  quebranta  con  los  choques  más  rudos,  y  que 
según  la  oportunidad  del  momento  es  fuego  abra- 
sador o  frialdad  aterradora...  esa  firmeza  resulta 
de  la  acción  combinada  de  dos  causas,  una  idea  y 
un  sentimiento.  Una  idea  viva,  clara,  fija,  podero- 
sa, qne  absorba  el  entendimiento  ocupándolo  todo 
llenáudolo  todo.  Un  sentimiento  fuerte,  enérgico, 
dueño  exclusivo  del  corazóu  y  oompletameute  su- 
bordinado a  la  idea. 

El  que  conoció  de  cerca  al  Padre  Fabo  diga  ei 
no  lo  vio  fascinado  por  un  ideal,  el  ideal  de  la  glo- 
ria de  Dios,  de  la  Iglesia  y  del  hábito  agustino  re- 
coleto, y  si  no  adivinó  en  él  la  pasión  de  un  senti- 
miento que  lo  penetraba  todo,  que  lo  invadía  to- 
do, la  pasión  del  trabajo,  la  pasión  del  deber,  la 
pasión  del  buen  ejemplo  a  sus  hermanos  y  compa- 
ñeros. 


El  Padre  Fabo 


121 


Vivió  persuadido  de  que  había  nacido  para 
ejercer  el  apostolado  de  la  pluma.  Y  su  pluma  no 
conoció  vacaciones.  Jamás  se  oxidó  en  el  ocio  es- 
téril,  ni  se  durmió  en  brazos  de  la  pereza  arruina 
dora.  Y  es  que  detrás  de  ella  había  un  resorte  mis- 
terioso que  la  ponía  en  continuo  juego.  Era  la  má- 
quina que  produce  el  sentimiento.  Era  el  corazón. 

Si  tanto  escribió  este  hijo  de  San  Agustín 
(más  de  cuarenta  volúmenes)  fue  porque  amó 
mucho. 

Claro  está  que  tenía  por  naturaleza  inclina- 
ción muy  marcada  a  las  letras.  Pero  su  estrella,  su 
inclinación  no  lo  guiaba  a  los  predios  de  Clío,  ni  a 
las  espesuras  de  las  selvas  de  la  filología.  Entrega- 
do a  su  genio  hubiera  descollado  como  un  fanta- 
seador oriental,  hubiera  sido  un  paisajista  de  tor- 
nasoladas coloraciones,  un  mago  de  la  novela 
embrujadora.  Imaginación  estupenda  de  novelista 
soñador  se  la  concederán  todos  al  polígrafo  agus- 
tino recoleto.  Y  no  pondrán  eu  duda  que  poseía 
también  un  caudal  de  voces  y  de  giros  inagotable. 
Esto  precisamente,  su  fantasía  de  ilimitada  virtud 
inventiva  y  su  léxico  jamás  empobrecido  le  fueron 
en  ocasiones  desfavorables,  pues  se  declararon 
enemigos  de  su  perfección  escrituraria.  Y  así  el  crí- 
tico desapasionado  se  verá  pii  la  precisión  de  po- 
ner reparos  y  de  colocar  tachaduras  a  ciertas  pro- 
ducciones históricas  o  simplemente  narrativas  cu- 
ya seriedad  austera  sufre  mengua  por  la  inconte- 
nible y  no  contenida  impetuosidad  de  la  pluma  a 
cadémica  del  laureado  recoleto. 

Pero  de  lo  advertido  salta  cabalmente  la  con- 
firmación de  lo  que  vengo  sosteniendo.  El  literato 
y  novelista  por  afición  y  naturaleza  se  metió  a 


122  El  Padre  Fabo 

historiador  y  a  científico  por  amor.  Quería  eer  a- 
pologista  de  la  Iglesia  católica  calumniada  por  los 
que  se  llaman  sabios,  quería  que  su  hábito  no  per- 
maneciera ajeno  a  los  cenáculos  del  saber,  quería 
que  eu  Ord«n  contase  con  una  Crónica  escrita  de 
sus  grandezas  y  de  sus  glorias,  quería  también  que 
sus  hermanos  ios  religiosos  llegaran  a  persuadirse 
con  el  ejemplo  que  en  cualquier  disciplina  pueden 
lucir  y  brillar.  Sobre  todo  su  apasionamiento  a- 
gustinista  fue  muy  poderoso  acicate  en  él,  hasta 
el  extremo  de  que  en  sus  libros  corre  estampada 
esta  frase:  «plegué  al  cielo  que  ame  y  sirva  tanto 
a  mi  Orden  que  eu  mi  tumba  escriban  este  epita- 
fio: murió  de  agustinismo».  (1) 

Y  por  eso  se  hizo  lo  que  hizo  el  glorioso  fraile. 
Y  es  así  que  resulta  su  obra  fruto  de  la  inteligen- 
cia y  del  talento,  sí,  pero  aún  más  fruto  de  la  vo- 
luntad  y  del  amor.  Má^i  de  la  mitad  de  los  escritos 
que  componen  todo  el  tesoro  que  nos  ha  dejado 
como  herencia  el  Padre  Fabo  no  lo  tuviéramos  a 
no  haber  palpitado  en  su  pecho  un  corazón  apa. 
sionado  por  el  cumplimiento  del  deber  y  convenci- 
do de  que  en  escribir  consistía  su  misión. 

Y  obsérvese  aquí  cuánto  logra  un  empeño  fir- 
me y  cómo  es  susceptible  de  perfección  nuestra  na- 
turaleza. P<  rque  el  Padre  Fabo,  fueran  cuales  fue- 
ran sus  aptitudes  nativas,  es  lo  cierto  que  con- 
quistó renombre  universal  en  los  círculos  literarios 
y  que  las  Academias  le  abrían  a  porfía  sus  puer- 
tas, y  que  acicaló  su  lenguaj»  y  hermoseó  su  estilo 


(I»  Eu  la  Revista  «anta  Rita  de  Casia  y  el  Pueblo 
Cristiano,  dedicó  el  P.  Alfonso  üflclaldegul  al  P.  Fabo 
uu  artículo  necrológico  con  este  título. 


El  Padre  Fabo 


123 


de  tal  manera  que  cabe  entresacar  de  sus  obras 
fiases  y  párrafos  para  formar  una  bella  antología 
y  que  las  musa»  fueron  con  él  muy  largas  en  dádi- 
vas y  caricias,  y  que  recogió  muchas  flores  de  a- 
plausos  como  conferencista,  y  que  en  el  terreno  de 
las  investigaciones  históricas  cosechó  ricos  lau- 
reles. 

Solamente  con  la  explicación  que  nosotros  le 
damos  puede  comptenderse  la  producción  tan 
enorme  y  polifacética  de  este  portentoso  fraile.  Y 
conste  además  que  la  obediencia  lo  colocó  en  ofi- 
cio» nada  propicios  al  ejercicio  del  iogenio.  Porque 
fue  varios  años  misionero  en  los  Llanos  de  Casa- 
nare,  y  en  diferentes  épocas  dirigió  como  superior 
algunas  cabás,  estuvo  al  frente  de  parroquias, 
desempeñó  el  ministerio  apostólico  en  el  confe- 
sonario y  en  el  pulpito  y  no  siempre  gozó  de  me- 
dios abundantes  para  la  culminación  de  sus  em. 
presas  literarias.  Y  en  todos  estos  cargos  y  em- 
pleos fue  edificante  y  el  primero  de  todos  en  asistir 
h  los  actos  de  Comunidad  y  en  atender  a  los  me- 
nesteres domésticos. 

Yo  he  oído  pxclamara  algunos  religiosos  de 
su  tiempo  y  que  convivieron  con  él:  Verdadera, 
mente  asombra  ese  Padre  Fabo  que  no  sabe  uno 
cuándo  escribe  ni  cómo  se  da  maña  para  recoger 
tanta  clase  de  conocimiento  y  para  presentar  sus 
libros  tan  caigados  de  espíritu  y  de  erudición. 

Oh  ¡que  la  constancia  todo  lo  alcanza!  Y  que 
una  voluntad  ayudada  por  la  gracia  divina  y  em- 
p»  ñada  en  una  obra  santa  es  capaz  de  hacer  ma- 
ravillas! 

La  voluntad  manda,  diremos  con  Marden. 
Y  mejor:  la  gracia  triunfa. 


XV 


Facetas 

Tenia  nuestro  Padre  Fabo  un  carácter  nada 
opaco  y  esquivo.  Gustaba  de  intimar  con  los  de- 
más  y  se  distinguía  por  cierta  vena  festiva  y  cierta 
jovialidad  inofensiva  con  que  amenizaba  las  char- 
las muy  oportuna  y  agradablemente.  Su  mayor 
placer  lo  fincaba  en  poder  proporcionar  algún  ra 
to  de  distracción  sana  a  sus  hermanos.  Para  esto 
exprimía  todo  su  ingenio  jocoso  y  daba  funciones 
famosas  de  limpia  y  aleccionadora  comicidad. 

Cuando  escribo  «sto  me  acuerdo  del  simpático 
San  Juan  Bosco,  el  Santo  de  las  piruetas  y  de  las 
comedian  empleadas  en  enseñar  y  hacer  reír  a  los 
desterradÓH  hijos  de  Eva. 

Eso  era  el  Padre  Fabo  con  los  hombres.  Ale- 
gre, efusivo,  ómnibus  omnia  factu*,  hecho  todo 
para  todo*. 

Y  también  con  Dios  fue  intime,  y  también  con 
El  desahogaba  su  corazón  en  el  coro,  frente  a  fren- 
te del  prisionero  del  Sagrario  a  quien  visitaba  con 
mucha  frecuencia.  Y  también  amaba  a  María  con 


El  Padre  Fabo 


125 


delicada  sencillez  de  niño.  Yo  le  vi  muchas  veces  a 
solas  con  el  Amor  Eucarísticu  repasando  con  sus 
dedos  un  breve  y  ya  viejo  devocionario. 

Poseía  la  virtud  de  la  piedad,  entendiendo  por 
piedad  aquella  buena  disposición  de  la  voluntad 
pronta  en  todo  momento  a  poner  en  práctica  sus 
deberes  para  con  Dios.  Es  esta  la  cualidad  hermo- 
sa que  adorna  a  los  cristianos  ejemplares  y  que 
compone  en  ellos  todo  su  ser,  moderando  sus  pa- 
siones, ajustando  sus  deseos,  prestando  pureza  y 
elevación  a  sus  intenciones,  dando  firmeza  noble 
al  carácter,  y  luminosidad  limpia  al  pensamiento, 
La  oración,  la  meditación,  el  examen  de  coucien 
cia,  la  lectura  espiritual,  la  celebración  devota  de 
la  Santa  Misa  y  el  ejercicio  de  otros  actos  piado- 
sos eran  el  foco  donde  el  Padre  Fabo  encendía  la 
lámpara  siempre  ardiente  de  su  fe  y  de  su  caridad 
para  con  Dios  y  para  con  el  pi  ójimo. 

Ad  Deum  tendimus  itinere  pletatis.  (Del  lib. 
arbt.  lib.  III.  c.  21)  Nos  acercamos  a  Dios  por  el 
camino  de  la  piedad,  escribe  San  Agustín.  Y  es 
cierto  que  nuestro  biografiado  tomó  resueltamen- 
te  esta  vía  privilegiada  que  lo  condujo  al  lado  del 
Señor  Dios  en  quien  descansó  y  en  enya  contem- 
plación y  amor  encontraron  sosiego  y  ventura  su 
inteligencia  y  su  corazón. 

—  Un  día,  en  Man  ízales,  quiso  el  Padre  Fran- 
cisco T  ibo-uJa,  hábil  fotógrafo,  retratar  a  nues- 
tro Padre  Fabo.  Pero  éste  accedió  con  la  condi- 
ción de  que  escogería  la  Bctii  ud.  Así  se  convino. 
Buscó  un  sitio  apartado  y  claro,  púaose  la  capilla 
eremaica  «ubre  la  cabeza,  dobló  y  apretó  las  ma- 
nos encima  de  su  pecho,  clavó  las  anchas  pupilas 
de  sus  ojos  en  el  cielo  y  dijo:  ya  estoy  listo.  Esta 


126 


El  Padre  Fabo 


fotografía  ha  sido  publicada  en  Revista  de  Misio 
nes  de  Bogotá.  Y  cuando  yo  la  miro  adivino  en 
ella  retratada  el  alma  ansiosa  de  luz  inextinguible 
del  bendito  Padre  Fabo.  Parece  que  sus  ojos  abier- 
tos hacia  el  firmamento  y  su  postura  renunciado- 
ra  del  inundo  están  repitiendo  la  frase  superadora 
de  David  el  Profeta;  Sitivit  anima  ad  Deum  fortem 
vivuru.  Quando  veniam  et  apparebo  ante  faciem 
Dei.?  Ps.  41.  Mi  alma  está  sedienta  de  Dios  fuerte 
y  vivo.  Cuándo  iré  y  apareeeré  ante  su  rostro...? 

— Entre  sus  devociones  cultivaba  preferente- 
mente una  nuestro  fraile.  Veneraba  con  una  con- 
fianza  y  un  ardor  ravanos  en  delirio  a  la  proto- 
beata  agustino  recoleta  Josefa  de  Beuiganmi.  Iba 
a  dondequiera  cargado  con  medallas  y  estampas 
que  exhibían  su  efigie  y  por  todas  partes  las  rega- 
laba y  repartía  con  fines  proselitistas.  En  sn  ca- 
becera dominaba  la  imagen  de  esta  dulce  Virgen- 
cita  valenciana.  Y  una  de  las  ocurrencias  del  Pa- 
dre Fabo  consistió  en  nombrar  a  esta  Beata  su 
enfermera  y  su  abogada  en  todas  sus  causas  apu 
radas.  Necesitaba  el  remedio  de  alguna  necesidad? 
la  curación  de  algún  mal?  la  conversión  de  algún 
pecador?   A  ella  acudía  con  insistencia  filial. 

Y  si  parecía  retardar  la  concesión  de  la  gracia 

solicitada  la  importunaba  y  la  regañaba  y 

la  cubría  con  un  velo  en  castigo  por  su  "sordera". 
Yo  presencié  esta  escena  más  de  una  vez.  Y  por 
eso  lo  cuento. 

—El  Padre  Fabo  pasó,  sobre  todo  los  últimos 
años,  por  el  crisol  de  las  tribulaciones.  Tuvo  que 
soportar  la  carga  de  su  cuerpo  gastado  y  acome- 
tido por  una  arteriesclerosis  pertinaz  y  aguda  y 
por  una  inclasificable  novedad  que  redujo  a  sus 


El  Padre  Fabo 


127 


piernas  a  un  estado  de   miseria    lastimosa.  Se  le 
amorataban  los  muslos  y  se  le  ponían  en  carne  vi 
va  convirtiéndose  por  completo  en  una  llaga  lar- 
ga y  supuradora. 

Ello  sirvió  para  aquilatar  sus  virtudes  y  para 
que  sus  hermanos  aprendiesen  de  él  enseñanzas 
preciosas  de  resignación  y  de  paciencia. 

El  Evangelio  asegura  que  los  enemigos  del 
hombre  son  sus  domésticos.  Y  tampoco  faltó  en  la 
diadema  del  Padre  Fabo  este  diamante  relurabra- 
dor  de  la  contradicciórj  de  los  suyos.  Hubo  quien 
por  diversidad  de  temperamento  o  de  criterio  sal- 
picó de  contrariedades  los  camiuos  por  donde  a- 
vanzaba  triunfante  y  pacífica  la  carrera  de  nue3 
tro  biografiado.  (1) 

Así  lo  suele  disponer  el  que  gobierna  los  mun 
dos.  Que  haya  en  las  sendas  de  la  existencia  pie 
dras  y  zarzas  que  la  tornen  más  meritoria  y  fe. 
cunda.  En  el  yunque  dn  la  contrariedad  se  forjan 
los  caracteres  y  se  labran  las  almas.  Y  quien  car- 
ga la  sruz  más  pesada  y  coa  más  fe  y  virtud  sabe 
llevarla  más  se  asemeja  al  diviuo  modelo  de  todos 
los  predestinados. 

Tal  vez  la  Providencia  permitió  este  género 


(1)  La  humana  condición  es  así.  Entre  religiosos 
suele  haber  disgustus  originados  por  diferencia  de  crite- 
rios o  por  otras  causas.  iSan  Pedro  y  San  Pablo  dinln 
tieron  eti  algún  punto  de  táetica  apostólica.  Muchos 
frailes  que  viven  sabeu  que  el  Padre  Fabo  no  agradó  en 
todos  sus  pensamientos  y  procederes  a  otros  hermanos 
suyos.  Eu  las  relaciones  de  uuos  con  otros  debe  haber 
siempre  generosidad  y  benevolencia.  Y  yo,  al  referirme  a 
este  detalle  de  la  historia  del  Padre  Fabo,  quiero  ser 
también  generoso  y  benévolo  Los  lectores  hallarán  en 
esto  caridad  y  Justicia. 


128 


El  Padre  Fabo 


de  pruebas  morales  para  poner  a  salvo  su  humil- 
dad,  pues  su  cabeza  siempre  oreada  por  vientos 
de  fama  y  de  aplausos  necesitaba  de  un  contrape- 
so para  que  no  perdiera  el  equilibrio.  La  tenta- 
ción  más  pérfida  y  sutil  en  los  hombres  es  esta  de 
los  honores  y  de  las  alabanzas.  Quien  haya  subido 
al  pedestal  de  la  gloria  por  una  hazaña  bélica  o 
por  un  triunfo  científico  y  sepa  contenerse  dentro 
del  marco  de  la  modestia  es  más  héroe  indudable, 
mente  por  esto  último  que  por  lo  primero. 

Hay  más  dificultad  y  más  mérito  en  vencerse 
a  sí  mismo  que  en  todo  lo  demás.  Y  el  humilde 
eso  es:  un  vencedor  de  sí  mismo  y  de  las  ansias  in- 
génitas de  sobresalir  y  de  dominar  al  prójimo. 

Yo  admiro  sobremanera  en  este  punto  de  su 
historia  al  glorioso  y  humilde  Padre  Fabo. 

Creo  oportuno  salir  aquí  al  paso  de  algún  in- 
terrogante que  alguien  me  pueda  endilgar;  Por  qué 
el  Padre  Fabo,  si  era  tan  humilde,  exhibía  con  fre- 
cuencia la  lista  entera  de  sus  títulos  académicos? 
Responda  por  mí  el  ilustre  dominico  Padre  Mesan- 
za  que,  en  una  breve  y  enjundiosa  nota  necrológi- 
ca que  publicó  en  «La  Religión»,  Caracas,  número 
12.087  se  adelantó  a  contestar  con  estas  pala- 
bras: No  se  le  conoció  vanidad  ninguna,  y  si  ponía 
en  todos  sus  libros  todas  sus  condecoraciones  y 
una  lista  larga  de  sus  obras  hacíalo  para  que  más 
brilláse  no  él,  sino  el  hábito  que  vestía. 

La  pura  verdad. 

Imposible  suponer  que  en  ello  procediese  el 
gran  amador  de  Dios  por  un  motivo  personal  y 
egoísta. 

Léase  lo  que  afirma  el  mismo  Padre  Mesanza; 
«En  cierta  nación  suramericana  se  le  ofreció  una 


El  Padre  Fabo 


129 


mitra,  pero  a  condición  de  abandonar  su  naciona- 
lidad  española  y  dijo:  No;  moriré  agustino  y  espa- 
ñol; eso  me  basta». 

A  quien  así  rechazaba  las  encumbraciones  per- 
sonales  no  es  dable  tacharlo  de  ambicioso  y  es- 
clavo  déla  vanidad.  Denotaría  escasez  de  talento 
ei  por  cualquier  halago  o  por  un  perfume  de  in- 
cienso pasajero  fuera  a  perder  el  mérito  de  sus  ac- 
ciones. 

Séame  permitido  el  copiar  unas  frases  que  es- 
cribió el  Padre  Edmundo  Goñi  al  prologar  un 
opusculito  dado  a  la  estampa  con  motivo  de  la 
proclamación  del  Padre  Fabo  como  Hijo  predilec- 
to de  Marcilla:  «Es  sofisma  viejo  y  que  arguye  es- 
casa mentalidad  el  barajar  el  sentimiento  de  la 
humildad  con  el  de  la  glorificación  externa  de  las 
obras  divinas;  pues  no  falta  quien  confunde  los 
principios  de  la  Teología  Ascética  con  los  de  la 
Etica  cristiana  y  de  la  Historia  eclesiástica,  de 
donde  resulta  que  tienden  a  ocultar  el  don  de  Dios 
como  si  fuera  propio.  Y  lo  peores  que  lo  hacen 
movidos  por  un  sutilísimo  móvil  de  orgullo  que  se 
disfraza  de  modestia.  Hay  modestias  muy  orgu- 
llosas.  En  el  religioso,  repito,  importa  distinguir 
el  individuo  y  al  miembro  colectivo,  y  si  como 
persona  natural  tiene  derechos  inalienables,  como 
parte  de  un  todo  no  los  tiene  en  modo  alguno. 

Más  aún;  por  el  hecho  de  estar  vinculado  a  la 
Orden  con  los  tres  lazos  indisolubles  de  los  votos, 
su  pertenencia  completa  es  de  la  comunidad  o  en- 
tidad colectiva,  y  así  resulta  que  comete  un  géne- 
ro  de  hurto  quien  privare  a  Dios  y  al  Convento  de 
la  gloria  humana  y  de  sus  resultados  buenos  con- 
siguientes». 


130 


El  Padre  Fabo 


De  perlas  viene  el  citar  lo  que  el  mismísimo 
Padre  Fabo  escribió  en  la  Biografía  del  Padre 
Santiago  Matute».  Si  el  Evangelio  aconseja  que 
oculte  una  mano  lo  bueno  que  verifica,  también 
nos  encarga  que  brille  la  luz  de  nuestras  buenas 
obras  ante  los  hombres.  Me  parece  que  no  ando 
equivocado  al  aconsejar  que  todos  los  que  tuvie- 
ren que  decir  algo  bueno  de  sí,  lo  consignen  por 
escrito  a  manera  de  Memorias  póstumas.  El  reli- 
gioso no  se  pertenece  a  sí  ni  en  cuanto  a  su  histo- 
ria personal... 

«Yo  asqueo  los  melindres  de  la  humildad  de  ga- 
rabato». 

Son  palabras  sinceras  de  nuestro  biografiado. 


Sí 


CAPITULO  XVI 


Don  de  consejo 

El  don  de  consejo,  dice  Tunquerey,  hace  per- 
fecta  la  virtud  de  la  prudencia  dándonos  a  enten- 
der pronta  y  seguramente,  por  una  especie  de  in- 
tuición sobrenatural  lo  que  conviene  hacer,  espe- 
cialmente en  los  casos  difíciles. 

Es  este  uno  de  los  dones  más  preciosos  del  Es- 
píritu Santo  con  que  regala  a  las  almas  excogidas 
y  destinadas  a  intervenir  en  la  solución  de  trances 
difíciles. 

Decía  Jesucristo  a  sus  queridos  apóstoles: 
Cuando  os  viereis  entregados  al  enemigo  no  os 
preocupéis  de  cémo  o  qué  habéis  de  hablar.  Por- 
que se  os  dará  en  aquel  punto  lo  que  habéis  de 
hablar. 

Los  Superiores  y  directores  espirituales  viven 
necesitadísimos  de  esta  luz  interior  y  dp  ente  acier- 
te en  dictar  consejos  oportunos  y  eficaces.  Oué 
difícil  resulta  conocer,  con  los  sólos  ojos  de  la  ra- 
zón, las  complicaciones  sicológicas  y  los  replie- 
gues íntimos  de  la  oonciencia.  ¡Y  cuán  peliagudos 
casos  se  presentan  en  que  el  más  lince  y  prudente 


132 


El  Padre  Fabo 


vacila  al  tener  que  pronunciar  su  parecer  sobre  la 
vocación  de  una  persona,  sobre  la  elección  de  es- 
tado,  o  sobre  la  perfección  a  que  es  llamada,  o  so- 
bre los  medios  que  le  conviene  elegir! 

Raros  son  los  hombres  que  poseen  tal  ornato 
espiritual.  Raros  son  los  que  no  tienen  precipita- 
ción en  sus  resoluciones,  inconsideración  en  sus 
palabras,  y  temeridad  en  sus  obras.  Raros  son  los 
que  proceden  con  rigurosa  medida  y  los  que  saben 
responder  al  que  les  pide  un  consejo  o  una  orien- 
tación con  acierto  provechoso  y  con  eficacia  opor- 
tuna. 

Hay  que  pedir  a  Dios  fervorosamente  con  el 
Profeta  David  que  nos  conceda  este  don  inapre- 
ciable. Hay  que  acudir  con  frecuencia  al  Espíritu 
Santo  suplicándole,  llenos  de  fe  y  humildad:  Vias 
tuas.  Domine,  demonstra,  mihi;  et  semitas  tuas 
edoce  me:  Señor,  enséñame  tus  caminos  y  guíame 
por  tus  sendas. 

Muchos  Santos  gozaron  del  don  de  consejo.  Y 
a  ellos  acudieron  Reyes  y  Obispos  implorando  la 
limosna  de  su  palabra  inspirada.  Recuérdese  el  ca- 
so de  Santa  Catalina  de  Sena,  consejera  de  prínci- 
pes, de  Cardenales  y  de  Romanos  Pontífices.  Y  re- 
cuérdese  también  a  San  Antonio  por  antonoma- 
sia apodado  «Antonius  consiliorum». 

Nuestro  Padre  Fabo  era  un  varón  recto.  Y  te- 
nía penetración  interior.  Y  conocía  los  secretos 
del  saber  Y  era  discreto  y  prudente  en  el  hablar. 
Y  muchísimas  personas  corrieron  presurosas  a 
disfrutar  de  su  sabio  consejo. 

Yo  no  voy  a  hacer  afirmaciones  atrevidas  que 
toquen  el  orden  sobrenatural.  Pero  atendidos  su 
carácter  sacerdotal  y  su  espíritu  ilustrado  en  las 


El  Padre  Fabo 


133 


ciencias  teológicas  digo  que  en  nuestro  religioso 
se  posó  el  Espíritu  Santo  y  no  le  negó  ui  escatimó 
el  don  de  aconsejar. 

Que  rindan  testimonio  sincero  las  incontables 
almas  quw  acudieron  al  Padre  Fabo  en  el  confeso- 
nario  a  exponerle  sus  dudas  o  en  el  consultorio  a 
decirle  sus  cuitas. 

Y  que  hablen  los  que  recibieron  sus  cartas,  sus 
bellísimas  cartas,  llenas  de  bondad  y  henchidas  de 
celo,  en  las  cuales  juntaba  su  autor  la  gracia  en  la 
expresión  y  la  discreta  manera  de  orientar  las 
mentes  y  calentar  los  corazones. 

Belisario  Porras,  Presidente  que  fue  déla  Re- 
pública de  Panamá,  ilustre  hombre  público  y  cé- 
lebre escritor,  con  el  alma  atribulada  e  inquieta, 
en  cierto  trance  apurado,  escribió  al  Padre  Fabo 
ausente  en  demanda  de  luz  y  de  lenitivo.  Este  le 
contestó  en  tono  apostólico  y  cordial,  y  el  doctor 
Porras,  aludía  así  a  tal  contestación:  «Su  carta 
ha  sido  como  un  bálsamo  derramado  por  usted 
con  su  bondad  característica  sobre  mi  espíritu,  al 
apreciar  la  rudeza  de  los  ataques  de  mis  adversa- 
rios que  no  desperdician  oportunidad  para  morti- 
ficarme, aun  por  los  asuntos  más  triviales.  Gra- 
cias, mi  buen  amigo,  muchas  gracias.  Felizmente 
que  siguiendo  las  máximas  saludables  que  usted 
me  cita  d°l  Evangelio,  he  podido  sobreponerme  a 
mi  carácter.  Pareciera  que  la  ingratitud  fuera  don 
preciado  del  hombret. 

A  cierto  director  de  un  importante  periódico 
de  América  escribía  el  Padre  Fabo  desde  Barcelo- 
na: «permítame  le  indique,  querido  amigo,  que  co- 
mo somos  flacos,  no  drb*  admitir  a  ningún  cola- 
¡     borador  intemperancias,  aunque  tiendan  a  defen. 


134 


El  Padre  Fabo 


der  la  patria  y  la  religión,  porque  estas  causas 
solamente  necesitan  de  la  verdad,  y  los  que  em- 
plearen defensa  eseasa  de  prudencia  delinquen  con 
reato  de  leso  patriotismo  y  catolicismo  Prosi- 
ga usted  respetando  los  podaras  legítimamente 
constituidos,  procure  con  tino  corregir  los  desma- 
nes antisociales  e  irreligiosos,  haga  esfuerzos  por 
contrarrestarlas  olas  de  materialismo  » 

ün  estimable  volumen  daría  la  colección  de 
cartas  que  en  el  seno  de  la  intimidad  salieron  de 
la  pluma  del  Padre  Fabo,  mojada  siempre  en  agua 
de  dulzura  y  de  amor. 

Mi  buenísima  madre  que  vive  en  un  rincón  de 
España  sirviendo  a  Dios  Nuestro  Señor  y  repitién- 
dole el  sacrificio  que  un  día  memorable  le  hiciera 
de  su  hijo  ausente,  me  envió,  poco  después  de  mo- 
rir el  Padre  Fabo,  una  encantadora  epistolita  de 
este  religioso.  En  ella  tejía  reflexiones  de  carácter 
ascético  a  la  que  me  dio  el  ser  y  la  aconsejaba 
con  evangélica  caridad. 

Yo  fui  favorecido  por  la  bondad  de  este  reli- 
gioso eou  varias  misivas  suyas  ¡lenas  de  luces  y 
de  sabias  2ousideraciones.  Y  confieso  agradecido 
que  en  múltiples  ocasiones  sus  advertimientos  pa- 
ternales, arrancados  por  su  cariño  y  por  su  celo, 
fueron  para  mí  lumbre  y  estímulo. 

Santo  Tomás  de  Aquino  prefería  para  el  go- 
bierno de  una  colectividad  al  individuo  que  ante 
todo  se  hallara  dotado  de  la  virtud  de  la  pru- 
dencia. 

Santa  Teresa  de  Jesús  quería  para  la  direc- 
ción de  las  conciencias  sujetos  letrados  y  dueños 
3e  cultura  y  de  talento. 

Muestro  Padre  Fabo  poseía  prudencia  y  era 


El  Padre  Fabo 


135 


ilustrado  en  extremo  en  las  disciplinas  divinas  y 
humanas.  Y  gobernó  con  acierto  y  éxito  las  Co- 
munidades  y  las  parroquias  a  él  encomendadas 
por  sus  Superiores.  Y  dirigió  las  almas  y  las  con- 
dujo, cual  experto  piloto,  por  los  caminos  de  la 
perfección  cristiana. 

El  Padre  Fabo  conocía  y  procuraba  practicar 
aquella  preciosa  máxima  de  San  Francisco  de  Sa- 
les: tpara  hacer  el  bien  es  preciso  doblegarse  gra- 
desámente  a  las  exigencias  de  los  demás». 

Ni  su  fama  ni  su  saber  impidieron  a  nuestro 
religioso  el  carácter  franco  y  sencillo  que  lo  dis- 
tinguía. Con  todos  conversaba;  con  todos  convi- 
vía amigablemente;  con  todos  observaba  un  trato 
confiado  y  modesto- 

Y  a  nadie  negó  jamás  el  regalo  de  una  sonrisa 
amable  o  la  caricia  de  una  palabra  alegre  y  cris- 
tiana. 

Cuando  el  consejo  es  imposible  o  el  mal  es 
irremediable  para  el  pobre  doliente  no  queda  otro 
recurso  que  el  desahogo  y  la  resignación.  Y  en  este 
trance  es  indecible  el  consuelo  que  brinda  una  acó- 
gida  cordial  y  benévola  por  parte  de  aquel  a  quien 
se  acude  en  busca  de  ayuda. 


CAPITULO  XVII 


Pinceladas  sueltas 

Visitaba  una  vez  el  Padre  Fabo  en  Madrid  al  ilua- 
tre  jesuíta  Padre  Daniel  Restrepo;  y  al  mostrarle 
éste  entre  sus  libros  un  tomo  de  Monumento  Históri- 
co 8.  J,  dedicado  al  Beato  Pedro  Fabro,  dijo  de  repen- 
te el  P.  Fabo:  Vea,  qué  sorpresa  tan  buena,,  Pedro 
y  labro.  ■  •  !  Pues  por  una  «r»  no  somos  iguales; 
por  una  «r»  me  perdí  el  estar  en  los  altares. 

El  Padre  era  muy  andarín  y  poseía  aficiones 
alpinistas.  Subir  montañas  constituía  para  el  una 
delicia.  Tal  vez  su  cabeza  fatigada  con  labores  in- 
telectuales le  exigía  el  ir  a  buscar  aires  oxigena- 
dos y  frescos.  Un  día  en  la  misión  de  Chámeza  hi- 
zo una  apuesta  con  los  más  afamados  «andado- 
res».  Se  trataba  de  ascender  a  la  cumbre  de  un  pi- 
co cercano  al  pueblo.  Todos  los  competidores  de 
nuestro  religioso  se  rindieron  a  la  mitad  del  cami- 
no áspero  y  enmarañado.  El  Padre  Fabo  cantó  y 
triunfó  sólo,  y  allá  en  lo  más  alto  colocó  unas  pie- 
Iras  en  forma  de  columna  en  señal  de  su  victo- 
ria. 


El  Padre  Fabo 


137 


Me  cuenta  el  Padre  José  Martínez  de  la  Inmacu- 
lada, A.  R.  misionero  de  Chámeza,  los  recuerdos 
tan  gratos  que  allí  se  guardan  del  Padre  Fabo. 
Los  que  entonces  eran  niños  y  ahora  son  hombres 
maduros  hablan  del  carácter  festivo  de  su  párroco 
que  les  enseñaba  el  catecismo  entre  risas  y  anécdo- 
tas Los  ancianos  dicen  de  qué  mañas  apostólicas 
se  servía  para  obligar  a  muchos  a  santificar  sus 
uniones  ilícitas;  todos  repiten  sin  excepción,  que  el 
Padre  Fabo  fue  un  misionero  celosísimo,  incansa- 
ble, lleno  de  sentimientos  de  caridad,  amigo  de  vi- 
sitar los  enfermos,  hecho  todo  para  todos. 

En  Los  Llano»  deCasanare  todawía  hay  muchas 
personas  que  hacen  memoria  de  las  cualidades  del 
Padre  Fabo  como  jinete.  No  las  poseía  muy  altas. 
Cuántas  veces  vió  el  suelo  sostener  el  cuerpo  del 
misionero  que  caía  de  su  muía  o  caballo! 

Era  corpulento  nuestro  religioso.  En  los  viajes 
largos  o  difíciles  llevaba  dos  bestias,  pues  era  de 
necesidad  el  dar  un  descanso  a  la  muía  que  lo  car- 
gaba y  el  reemplazarla  con  otra. 

La  llaneza,  la  tranquilidad  de  ánimo,  la  cons- 
tancia en  su  voluntad  y  la  maña  para  conseguir 
sup  cosas  cualidades  sobresalientes  en  el  carácter 
del  padre  Fabo.  Y  gracias  a  estas  cualidades  pu 
do  salir  airoso  y  triunfador  en  los  varios  lances 
difíciles  que  se  le  presentaron  en  su  vida  como  re- 
ligioso, como  apóstol  y  como  publicista.  Si  este 
fraile  hubiera  sido  pusilánime,  quisquilloso  y  de 
aguda  susceptibilidad,  no  hubiera  podido  ir  ade- 
lante en  su  carrera  y  en  sus  empeños.  Momentos 
hubo  en  que  causaron  sorpresa  la  «frescura»  y  la 
calma  del  Padre  Fabo.  Sin  ateuder  a  lo  que  algu- 


138 


El  Padre  Fabo 


no  diría  o  pensaría,  o  a  lo  que  alguno  dijo  o  pen- 
só,  el  Padre  hacía  sus  eosas  o  publicaba  sus  libros 
y  sus  conceptos.  Luchó  en  sus  empresas  literarias 
con  la  indiferencia  de  algunos  y  contra  la  mur. 
muradora  actitud  de  otros. 

En  el  año  1908  asistieron  a  una  comida  cam- 
pestre en  honor  del  Exmo.  señor  Presidente  de  la 
República  de  Colombia  General  Rafael  Reyes  el 
Padre  Fabo  y  el  Padre  Ubaldo  Ballesteros.  Fue 
esto  en  la  ciudad  boyacense  de  Duitama,  en  una 
hacienda  llamada  «La  Parásita».  Pronunció  un 
discurso  el  General  Reyes.  T  con  asombro  de  to- 
da la  concurrencia,  pues  no  estaba  ello  en  el  pro- 
grama,  sacó  del  bolsillo  un  papel  arrugado  el  Pa- 
dre Fabo  y  leyó,  con  voz  y  gesto  vibrantes  de  en- 
tusiasmo,  unas  cuartillas. 

Era  entonces  el  Padre  Fabo  misionero  párro- 
co de  Chámeza.  De  allí  venía.  Y  habló  de  las  nece- 
sidades de  Casanare,  del  progreso  de  Colombia,  y 
prodigó  frases  'aduladoras  dirigidas  a  la  persona 
y  a  la  obra  administrativa  del  General  Reyes,  el 
cual,  satisfecho  por  espontáneas  alabanzas,  se  le- 
vantó y  abrazó  al  orador  recoleto  en  medio  de  las 
aclamaciones  generales.  Muy  amigos  se  hicieron 
desde  aquella  fecha  el  Padre  Fabo  y  el  General 
Reyes.  Y  si  éste  se  hubiera  sostenido  por  mucho 
tiempo  en  la  Presidencia  de  la  República  hubiera 
sido  bien  explotado  en  favor  de  las  Misiones  por 
el  párroco  misionero  de  Chámeza. 

Algunas  comisiones  honrosas  le  fueron  designa- 
das al  Padre  Fabo.  En  e!  año  de  1925,  cuando  re- 
sidía en  Manizales,  fue  designado  Miembro  del  Ju- 


El  Padre  Fabo 


139 


rado  Calificador  en  dos  concursos  abiertos  por  la 
Junta  de  Festejos  de  Santa  Rosa  de  Cabal.  Fueron 
compañeros  del  Padre  Fabo  en  el  Jurado  don 
Juan  Bautista  López  O.  y  don  Ricardo  Arango 
Franco.  Se  celebraban  grandes  fiestas  en  Santa 
Rosa  con  motivo  déla  inauguración  allí  del  Fe- 
rrocarril. 

Con  fecha  15  de  octubre  y  bajo  el  número 
1642  le  fuá  enviada  una  comunicación  al  Padre 
Fabo,  residente  en  Sos  del  Rey  Católico  desde  Tun- 
ja.  El  Obispo  Eduardo  Maldonado  Calvo  nombró 
a  nuestro  religioso  Delegado  para  representarlo 
en  el  Congreso  Mariano  hispano- americano  que  se 
celebró  en  Sevilla  en  mayo  de  1929.  Aceptó  el  Pa- 
dre Fabo.  Y  he  visto  algunas  cartas  e  indicacio- 
nes que  dirigió  a  la  Junta  Organizadora  del  Con 
greso. 

Tenía  el  Padre  Fabo  el  título  de  Académico 
Correspondiente  de  la  Real  Academia  Española  en 
Sos  y  el  6  de  diciembre  de  1928,  precisamente  co- 
mo premio  por  haber  fundado  la  Academia  en 
Panamá  y  por  sus  esfuerzos  en  pro  de  la  cultura, 
le  fue  enviada  esta  nota:  A  propuesta  de  los 
Ecmos.  Sres.  Don  Francisco  Rodríguez  Marín  y 
don  Leonardo  Torres  Quevedo  y  del  señor  don  Ju- 
lio Casares,  la  Real  Academia  Española  nombró  a 
V.  R.  en  junta  celebrada  anoche,  mediante  vota- 
ción secreta  y  unánime,  individuo  de  esta  Corpo- 
ración en  la  clase  de  Correspondiente  español,  en 
León,  dando  así  testimonio  de  apreciar  justamen- 
te los  conocimientos  de  V.  R.  en  lingüística  y  le- 
tras  humanas». 

E!  Rmo,  Padre  Prior.  General  Fr.  Gerardo  La- 
rrondo  nombró  al  Padre  Fabo  censor  del  Com- 


140 


El  Padre  Fabo 


pendió  Histórico  de  la  Orden  de  Agustinos  Recole- 
tos. En  el  oficio  indicaba  el  Padre  General  a  nues- 
tro religioso  su  deseo  de  que  hiciera  un  estudio  de- 
tenido  y  a  conciencia  porque  quería  que  este  libro 
sirviera  como  un  manual  para  los  jóvenes  aspiran- 
tes agustinos  recoletos.  Cumplió  el  encargo  a  ma- 
ravilla el  Padre  Fabo.  He  visto  el  informe  que  rin- 
dió, minucioso,  lleno  de  observaciones  atinadas, 
rebosante  de  amor  al  hábito.  Bien  hubiera  pedido 
el  Padre  Corro  poner  estas  líneas  del  Padre  Fabo 
a  manera  de  introducción  en  su  obra. 

Bé  aquí  un  párrafo  auto-crítico  del  Padre  Fabo: 
«Concibo  aprisa  y  redacto  más  aprisa.  Eso  sí,  con- 
cluido el  asunto,  dejo  a  un  lado  las  cuartillas  es- 
critas, y  pasado  el  estado  deifico,  digámosle  así, 
me  pongo  a  corregir  con  refiexión.  Corrijo  muchí- 
simo; hasta  en  Iay  disciplinas  teológicas  busco  la 
armonía  del  período.  Soy  capaz  de  escribir  nueve 
horas  diarias,  y  temporadas  han  transcurrido  con 
tan  abrumadora  labor.  Trabajo  tres  horas  segui- 
das sin  cansarme.  Soy  metódico  en  mis  apunta- 
ciones; apuntar  es  saber,  y  saber  apuntar  es  saber 
tres  veces. 

Imito  a  las  veces  a  los  clásicos  antiguos,  cuya 
escuela  me  priva  y  enamora.  En  mis  primeros  a- 
ños,  es  natural,  adolecí  de  "difuso  y  verboso"; 
ahora,  en  cambio,  tiendo  a  "hebraizarme"  supri- 
miendo los  adjetivos  y  los  incisos  redundantes 
todo  lo  posible». 

Marco  Fidel  Suárez  cita  al  Padre  Fabo  en  el 
Sueño  de  las  Recaídas:  Dích  pkí  Luciano:  '  Per- 
mítanme informar  a  ustedes  que  en  los  libros  del 


El  Padre  Fabo 


141 


Padre  Fabo,  especialmente  en  Etnografía  y  la  no- 
vela El  Doctor  Navascués,  tengo  anotadas  cen- 
tenas de  semejanzas  entre  el  lenguaje  de  Robledo 
y  el  del  Dorado,  entre  mi  tierra  y  los  mares  de 
pasto  donde  buscaron  los  Quesadas  el  Idolo  fa. 
moso  con  que  los  eugañaron  los  indios  '. 

En  Diario  de  Navarra,  17  de  junio  de  1925, 
hay  un  artículo  firmado  por  Anguelos  a  propó- 
sito de  ser  declarado  el  Padre  Fabo  "hijo  adopti- 
vo de  Maoizales".  Allí  se  asegura  que  Xavier  de 
Miranda  ha  escrito  varias  veces  en  Diario  sobre 
el  Padre  Fabo. 

Con  fecha  25  de  diciembre  de  1929  escribía  el 
agustinólogo  jesuíta  Padre  Záraeza  al  Padre  Fa- 
bo  lo  siguiente:  "Sepa  que  he  leído  sin  dejar  una 
letra  su  obra  la  Juventud  de  San  Agustín,  y  me 
ha  dado  usted  no  sólo  ratos  deliciosos  supra 
modum  sino  que  me  ha  hecho  admirar  su  grande 
competencia,  su  erudición  variadísima  y  a  fondo, 
su  talento,  de  saber  poner  las  cosas  en  su  debido 
punto  y  su  admirable  objetividad"- 

Cuando  en  1926  fue  declarado  el  Padre  Fabo 
Hijo  Predilecto  de  Marcilla  apareció  en  Diario  de 
Navarra  uu  artículo  titulado  así:  Un  marcillés 
ilustre.  Y  la  firma,  decía:  fin  marcil'é*.  Este  ar- 
tículo fue  reproducido  eu  el  folleto  que  con  tal 
motivo  publicó  el  P-  Edmundo  Goñi.  Y  también 
aparece  en  la  necrología  del  Padre  Fabo  que  se, 
puede  ver  en  el  libro  del  P.  Miguel  Avellaneda 
Continuación  del  P.  Sádaba.  Pues  bien:  el  autor 
de  tal  artículo  que  se  llama  Un  marcillés  es  el  P. 


142 


El  Padre  Fabo 


Eugenio  Ayape,  que  entonces  era  estudiante  co- 
rista en  el  convento  de  Valentuñana  de  Sos  del 
Rey  Católico. 

El  Padre  Fabo  acariciaba  el  proyecto  de  escribir 
una  Historia  de  la  Diplomacia  Pontificia  en  Co- 
lombia. He  visto  el  esquema.  Ya  tenía  recogidos 
algunos  datos  y  hecha  la  biografía  de  eu  Excelen- 
cia Enrique  Ragonesi. 

He  leído  un  estudio  que  hizo  nuestro  religioso 
acerca  del  escudo  heráldico  de  la  Orden  Agustino 
Recoleta.  Está  bien  elaborado. 

En  2  páginas,  a  máquina,  redactó  el  Padre 
Fabo  un  Proyecto  de  Reglamento  para  el  Co- 
legio Preparatorio  Apostólico  de  Artieda  (Na- 
varra). 

12  páginas  ocupa  uo  Proyecto  de  Acta  Capi- 
tular sobre  la  fundación  de  un  Colegio  de  segunda 
enseñanza  en  Manizales.  Lleva  firma  del  primero 
de  septiembre  de  1925.  Ignoro  si  fue  o  no  presen- 
tado  al  Capítulo.  Asimismo  el  Padre  Fabo  redac 
tó  un  Proyecto  para  encargarse  la  Provincia  del  Insti- 
tuto Universitario  de  la  citada  ciudad. 

A  la  pluma  incaasable  de  nuestro  religioso  se 
debe  además  la  redacción  de  unos  Estatutos  de  la 
Archicofradía  de  la  Correa  de  la  Virgen  de  la  Con- 
solación, de  San  Agustín  y  de  Santa  Mónica.prece- 
didos  de  una  reseña  histórica. 

M  Padre  Julián  Moreno,  escribió  en  Boletín  de 
San  Ncolás,  número  216,  junio  de  1928,  un  ar. 
tículo  de  crítica  sobre  la  Biografía  del  Padre  San- 
tiago Matute  que  dio  a  la  luz  el  Padre  Fabo.  Es- 


El  Padre  Fabo 


143 


pecialmente  se  refiere  al  punto  en  que  nuestro  reli- 
gioso habla  sobre  el  Vicariato  de  Casanare  y  en 
que  defiende  cómo,  por  el  aspecto  económico,  no 
fue  un  acierto  para  la  Provincia  de  la  Candelaria 
el  haberse  hecho  cargo  de  la  administración  espi- 
ritual de  las  Misiones  de  los  Llanos 

Al  Padre  Moreno  no  le  place  la  manera  de 
pensar  del  Padre  Fabo. 


CAPITULO  XVIII 


Biógrafo  y  místico 

El  género  biográfico  es  muy  a  propósito  para 
hacer  campaña  docente  y  ejemplarizadora.  Nada 
enseña  y  mueve  tanto  al  hombreen  orden  a  la 
práctica  de  la  virtud  como  el  contemplar  a  sus  se- 
mejantes caminando  cou  resolución  hacia  las  cum- 
bres del  heroísmo  moral. 

Y  e*o  fue  cabalmente  lo  que  impulsó  la  pluma 
del  Padre  Fabo  a  trazar  alguuas  semblanzas 
biográficas.  Quino  perpetuarla  memoria  de  los 
personajes  biografiados;  y  quiso  también  poner  de 
relieve  sus  buenas  y  gloriosas  acciones  con  el  fin 
de  que  sii  vieran  de  modelo  y  de  estímulo  a  los  vi- 
vientes. 

Vamos  a  ofrecer  una  ligerísima  idea  délos  li- 
bros biográficos  que  publicó  el  Padre  Fabo.  Con 
ello  realizamos  propaganda  cristiana  y  a  la  vez 
el  lector  alcanzará  a  vi-lumbrar  la  prodigiosa  ac- 
tividad de  nuestro  religioso  agustino  recoleto. 

Escribió  el  Padre  Fabo  la  Vida  del  Excruo. 
Padre  Nicolás  Casas,  Obi^do  de  Casanare.  Está 


El  Padre  Fabo 


145 


escrita  con  diligencia  y  con  amor.  El  biógrafo  ha- 
bía  sido  discípulo  del  biografiado  en  Física  y  Quí- 
mica. Así  es  que  sus  frases  se  hallan  empapadas 
en  aromas  de  gratitud  Toda  la  materia  se  desa- 
rrolla en  veinticuatro  capítulos,  bastante  largros, 
y  avanza  la  historia  con  el  método  más  sencillo 
que  conste  en  exponer  cronológicamente  loe  he- 
chos jalonadores  de  la  existencia.  Abundan  los  epi- 
sodios anecdóticos  y  hay  observaciones  certeras 
de  crítico  y  de  moralizador.  Gran  parte  del  libro 
es  autobiografía,  pues  nueve  capítulos  por  lo  me- 
nos, y  los  másexteusos,  eou  copia  literal  del  Dia- 
rio de  su  vida  que  con  acuciosidad  edificante  lleva, 
ba  el  activísimo  Padre  Casas.  La  figura  gigantea- 
ca  del  segundo  Vicario  Apostólico  de  Caeanare, 
tal  cual  fue,  como  Provincial  de  la  Candelaria  en 
Bogotá,  como  Prelado  lleno  de  proyectos  y  de  ha- 
zanas  apostólicas  de  subidos  quilates,  como  escrb 
tor  de  dicción  castiza  y  de  profundos  conceptos 
que  produjo  sus  luminosas  Enseñanzas  de  la  Igle- 
sia sobre  el  Liberalismo,  y  como  practicador  es- 
tupendo de  las  más  raras  virtudes. 

Otra  Tida  muy  estimable  que  se  debe  a  la  plu- 
ma  (IhI  Padre  Fabo  es  la  del  Excmo.  P.  Toribio 
Minguella,  Obispo  de  Puerto  Rico  y  después  de 
rtiguenza.  Adornan  a  este  tomo  cualidades  muy 
buena  >  de  fondo  y  de  forma.  Es  confortador  e  ins- 
tructivo. Y  se  lee  con  agrado  y  con  provecho  des. 
d<>  la  primera  hasta  la  última  de  sus  páginas.  Se 
pinta  sin  excesivo  recargo  de  colores  la  semblanza 
atrayente  del  Padre  Minguella,  y  el  lector  se  sien- 
te trasladado  al  escenario  de  los  episodios  que  ee 
relatan,  a  Filipinas,  a  Puerto  Rico,  y  a  España. 
Tiene  la  historia  interés  especial  por  tratarse  de 


146 


El  Padre  Fabo 


todo  un  gran  hombre,  filólogo  insigne,  orador  de 
vuelos  altísimos,  hagiógrafo  alabadísimo,  y  pas- 
tor de  almas  encendido  en  llamas  de  celo,  y  sujeto 
de  alto  espíritu  contemplativo  a  la  par  que  de  re- 
ció  carácter.  Yo  no  dudo  que  cualquiera  que  reco- 
rra las  páginas  de  esta  obra  se  engolosinará  con 
su  lectura  y  aprenderá  muchas  cosas  buenas,  sobre 
todo  a  mortificar  las  pasiones  desordenadas,  a 
proceder  con  rectitud  de  intención  y  a  amar  a 
Dios  Creador  y  Redentor  y  a  los  hombres  criatu- 
ras divinas.  (1). 

La  Biografía  del  P.  Mariano  Bernard  recrea  y 
edifica  el  espíritu.  Su  autor  a  todo  trance  trata 
de  hacer  resaltar  la  estampa  del  religioso  y  ansia 
infiltrar  en  el  ánimo  de  los  lectores  deseos  de  per. 
fección. 

En  la  Biografía  del  Padre  Pedro  de  Santiago, 
übiaoo  de  Lérida,  ahonda  el  Padre  Fabo  sus  fer- 
vores agustinianos  y  pretende  vindicar  el  nombre 
y  la  fama  de  este  Prelado,  ornato  precioso  de  la 
Iglesia  y  flor  de  los  jardines  que  eu  la  tierra  riega 
y  cuida  San  Agustín. 

La  Biografía  del  Padre  Santiago  Matute  es  un 
estudio  sereno  y  breve  de  la.«  cualidades  del  Padre 
Matute.  Allí  se  describe  su  carácter  jovial  y  cari- 
tativo  y  se  analizan  y  se  destacan  sus  modalida- 
des múltiples  de  poeta,  músico,  escritor  y  orador 
excelente  y  de  amante  devotísimo  de  la  Virgen 
María. 

También  en  el  campo  de  la  literatura  mística 


(1)  El  P.  Fabo  visito  muchas  veces  en  sti  palacio 
al  Excroo.  P.  Mlnguella  y  aprovechó  observaciones  per- 
sonales para  escribir  la  Vida  del  Ilustre  Prelndo. 


E  Padre  Fabo 


147 


entró  a  cosechar  laureles  nuestro  Padre  Fabo, 
Aunque  no  escribió  ningún  tratado  especial  sobro 
este  sublime  tema,  pero  sí  compuso  paginas  bellí- 
simas que  autorizan  a  su  biógrafo  a  denominarlo 
místico.  Y  decimos  místico  &in  atender  a  las  dife- 
rencias que  entre  mística  y  ascética  puedan  hacer- 
se en  los  textos  escolásticos.  Es  místico  nuestro 
religioso  en  cuanto  que  cultivó  en  sí  mismo  con 
amoroso  afán  la  vida  sobrenatural  y  en  cuanto 
que  contribuyó  con  sus  consejos  y  con  sus  escritos 
a  aumentar  en  las  almas  las  ansias  de  perfección 
cristiana. 

Hé  ahí  apuntadas  algunas  obritas  suyas  para 
comprobación  y  muestra. 

Olor  de  Santidad  es  un  volumen  escaso  de  pá- 
ginas pero  presentado  con  primores  de  forma  y 
con  riqueza  de  fondo.  Habla  sobre  el  Padre  Eíe- 
quiel  Moreno.  Pondera  lo  heróico  desús  virtudes 
y  analiza  su  sicología  de  hombre  y  de  siervo  de 
Dios.  En  esto  tiene  observaciones  muy  agudas  y 
certeras. 

La  Autora  de  la  Mística  Ciudad  de  Dios  es  ua 
folleto  de  nuestro  religioso  en  que  se  traza  la  sem- 
blanza singular  de  la  Venerable  Madre  Agreda  con 
agilidad  de  estilo.  El  Padre  Fabo  aprovecha  todos 
los  capítulos  para  insertar  piadosas  exhortacio- 
nes y  para  inculcar  hasta  la  saciedad  el  odio  a  lo 
pasajero  y  el  amor  a  lo  eterno. 

En  un  Septenario  a  la  Virgen  de  Manare  con- 
deusó  su  gratitud  y  su  amor  el  Padre  Fabo  hacia 
la  Reina  de  Casanare  a  la  cual  se  creía  obligado 
por  múltiples  motivos  temporales  y  espirituales, 
En  varias  de  sus  obras  se  refiere  a  la  celestial  Prin- 
cesa de  Manare  en  términos  entusiastas  y  con  a- 


148 


El  Padre  Fabo 


centos  blandos  de  filial  ternura.  Este  Septenario 
está  redactado  ante  todo  con  el  corazón.  Las  me- 
ditaciones  son  sobrias,  devotas  y  edificantes  en 
alto  grado.  Tiene  ejemplos  para  cada  día  y  Gozos 
propios. 

Compuso  el  Padre  Fabo  una  Novena  a  San 
Agustín.  Con  ella  quiso  el  autor  bacer  más  amable 
la  figura  del  hijo  de  Santa  Mónica.  Con  razón  se 
lamentó  en  inultitad  de  ocasiones  el  Padre  Fabo 
de  que  a  San  Agustín  muchos  lo  citan  y  lo  admi- 
ran  y  pocos  le  rezan  uu  Padrenuesto.  Háse  mirado 
más  en  el  Doctor  de  la  gracia  su  ciencia  que  sn 
amor.  Háse  contemplado  su  figura  radiante  de  es- 
plendores deslumbrantes  de  gloria  y  de  fama,  y  se 
ha  descuida  Jo  la  consideración  de  su  carácter  sua- 
vísimo y  humildísimo  y  enamoradísimo.  La»  me- 
ditaciones de  esta  Novena  quieren  henchir  de  amo- 
res divinos  los  pechos  de  los  cristianos  proponien- 
do  como  ejemplo  al  Serafín  de  Hipona. 

Ejercicio  al  Beato  Querubín  de  Avillana.  El 
Beato  Querubín,  simpática  flor  de  pureza  florecida 
en  los  vergeles  agustinianos,  tuvo  en  el  Padre  Fa- 
bo  un  admirador  ferviente  y  un  cantor  entusiasta. 
En  el  ejercicio  en  referencia  brillan  los  deseo» 
siempre  visibles  de  sn  autor  de  intensificar  la 
piedad  en  los  corazones  de  los  crif-tianos  y  de 
ayudar  a  que  las  almas  encuentren  pastos  saluda 
bles  y  medios  fáciles  de  cultivar  las  relaciones  con 
Dios  Nuestro  Señor, 

Novena  a  Nuestra  Señora  de  la  Consolación, 
La  propaganda  agustiniaua  fue  una  obsesión  pia- 
dosa en  el  Padre  Fabo.  Y  por  eso  compuso  este 
novenario  a  la  Virgen  de  la  Consolación  o  Correa, 
madre  entrañable  de  la  Orden  de  San  Agustín  y 


El  Padre  Fabo 


Protectora  de  sus  hijos  que  pregonan  sus  excelen, 
cias  y  sus  misericordias  por  los  cuatro  lados  del 
universo  y  que  en  todas  partes  ostentan  sus  lomos 
ceñidos  con  el  emblema  que  en  la  tierra  hermoseó 
la  cintura  de  la  Reina  de  los  Angeles.  La  historia 
nos  dice  que  la  Virgen  Santísima  se  apareció  a 
Santa  Móuica  con  hábito  negro  y  ceñida  con  una 
correa  y  que  le  habló  con  estas  o  parecidas  pala- 
bras: «Hija  Mónica,  este  es  el  traje  con  que  anda, 
ve  cuando  estaba  entre  los  hombres,  y  así  quiero 
que  vistas  tú  a  devoción  mía.. 

El  Padre  Fabo  quiso  propagar  más  y  más  es- 
ta  devoción  tan  consoladora. 

Catecismo  del  Terciario  de  la  Orden  de  Agusti- 
nos Recoletos.  Las  obligaciones  y  loe  privilegios 
del  terciario  agustino  recoleto  se  hallan  expues- 
tos aqní  de  una  manera  sencilla  y  lumioos^,.  En 
forma  dialogada  va  discurriendo  el  autor  y  a  ca. 
da  página  deja  caer  preciosos  consejos  y  purísi- 
mas  enseñanzas. 

Cuando  el  famoso  Santo  Cristo  de  Limpias  es- 
tremeció al  mundo  espiritual  con  los  prodigios 
que  se  le  atribuían  el  Padre  Fabo  le  dedicó  una 
Novena  henchida  de  seráfica  caridad.  En  ver- 
dad las  almas  que  se  nutran  con  su  lectura 
y  penetren  en  su  espíritu  y  se  dejen  traspasar  por 
sus  afectos  subirán  pronto  a  la  cumbre  de  la  per- 
fección y  bebprán  a  raudales  las  aguas  de  vida  que 
brotan  del  Costado  de  Cristo  abierto  por  una 
lanza.  (1) 

(1)  El  Santo  Cristo  de  Limpias— Provincia  de  Santan- 
der,— España — dio  bastante  que  hablar  con  sus  mila- 
gros que  eonmovían  al  pueblo.  La  autoridad  ecleslástl 
ca  intervino  y  dijo  su  palabra.  El  dominico  P.  Luis  Ur- 
bano estudio  en  un  libro  esta  suceso  célebre  y  lo  redujo 
a  sus  justas  proporciones. 


150 


El  Padre  Fabo 


En  honor  de  Nuestra  Señera  de  la  Candelaria, 
a  quien  amaba  entrañablemente  nuestro  religio- 
so, hiso  asimismo  una  Novena  muy  preciosa,  sus 
meditaciones  constan  de  dos  puntos,  el  uno  histó- 
rico, el  otro  ascético.  Los  Gozos  responden  a  esta 
estrofa  primera  y  principal: 

Por  el  sagrado  misterio 
De  tu  Purificación 
Líbrame  del  cautiverio 
De  toda  mala  pasión. 

Desde  niño  dijimos  que  el  Padre  Fabo  se  afi- 
cionó a  la  Tirgen  del  Pilar,  patrona  de  su  pueblo 
natal.  Y  en  sus  peregrinaciones  misioneras  o  lite- 
rarias siempre  llevó  encendida  en  su  pecho  la  !á ca- 
para de  hu  veneración  hacia  la  Virgen  de  sus  días 
infantiles.  En  1917  le  compuso  una  piadosa  No 
vena  para  testimoniarle  su  cariño  y  su  gratitud  y 
para  sembrar  también  en  los  corazones  de  los 
marcilleses  gérmenes  de  fe  y  de  sobrenaturales  as- 
piraciones. 

En  otras  muchas  partes  se  manifiesta  el  Padre 
Fabo  como  místico.  Pero  baste  con  lo  apuntado 

Eara  que  el  lector  se  dé  cuenta  de  lo  abundante  de 
i  vida  apostólica  y  sobrenatural  de  este  religio- 
so, el  cual,  cuando  se  movía  y  se  afanaba  por  san- 
tificarse a  sí  mismo  y  por  santificar  a  los  demás 
recordaba  aquel  dicho  tan  maravilloso  del  Padre 
Gracián:  -Obrad  como  si  no  tuvieseis  más  medios 
que  los  naturales,  y  trabajad  como  si  no  los  tu- 
vieseis más  que  sobrenaturales*. 


CAPITULO  XIX 


Polígrafo 

La  cultura  y  el  celo  del  Padre  Fabo  se  hallan 
derramados  en  una  larga  retahila  de  libros  que 
abarcan  muj  distintas  disciplinas  del  espíritu,  co- 
mo historia,  filología,  novela,  etnografía,  orato- 
ria, crítica  literaria,  ascética,  poesía,  apologética, 
y  polémica. 

En  un  volumen  firmado  por  Paseual  Campo, 
Pbro.,  y  titulado  «Album  de  ideas  y  páginas  selec- 
tas» se  hace  una  breve  y  completa  descripción  bi- 
bliográfica de  los  impresos  del  Padre  Fabo.  Y  en 
el  mismo  volumen  se  alcanza  a  ver  la  enorme  pro- 
ducción polifacética  de  este  ingenio  fecundo  que,  a 
manera  de  flor,  fue  deshojando  los  pétalos  de  su 
saber  y  los  perfumes  de  su  bondad,  a  todo  lo  lar. 
go  de  su  existencia.  (1). 

La  parte  más  principal,  al  menos  cuanto  a  la 
cantidad,  de  la  obra  científica  de  nuestro  religioso 
pertenece  a  la  historia.   Historia  de  la  Orden  de 

1)  Pascual  Campo  es  un  seudónimo  del  mismo  Pa- 
ire Fabo. 


152 


El  Padre  Fabo 


Agustinos  Recoletos,  en  tres  tomos;  Historia  de  la 
Proviucia  de  la  Candelaria,  también  tres  tomos; 
Historia  de  varios  personajes,  en  varios  tomos; 
Historia  asimismo  de  monasterios;  y  otros  folie- 
tos  de  carácter  histórico.  He  ahí  la  labor  del  dis- 
cípulo de  Clío. 

El  Padre  Fabo  supo  hacer  que  bajo  su  pluma 
cumpliera  la  historia  los  altos  destinos  que  le  co 
rresponde  cumplir.  El  sabía  que  la  historia,  para 
que  lo  sea,  ha  de  tener  ante  todo  objetividad  y 
veracidad.  El  sabía  además  que  no  consiste  sólo 
eu  papel,  como  sacerdote  oficiante  en  el  templo  d« 
Clío.  en  relatar  escuetamente  los  hechos  para  sa- 
tisfacer la  curiosidad  de  los  lectores.  El  conocía  y 
lo  afirmaba  que  en  la  historia  deben  entrar  tam- 
bién otros  factores  y  otras  finalidades. 

Do  historiador  es  un  maestro  de  la  humani- 
dad, Un  historiador  es  un  filósofo  que  examina  las 
pausas  últimas  e  inmediatas  de  los  acontecimien- 
tos, y  de  estos  deduce  resultados  prácticos  y  pro- 
vechosos.  Un  historiador  es  un  apóstol  que  mora- 
liza obligando  a  aborrecer  el  mal,  el  error,  el  vi- 
cio, y  la  impiedad  por  las  funestas  consecuencias 
que  traen,  e  incita  a  seguir  el  bien,  fuente  de  paz, 
de  alegría  y  de  venturas  de  todo  género. 

En  una  disertación  acerca  de  la  personalidad 
del  Padre  Fabo  leída  en  Junta  pública  de  la  Aca- 
demia panameña  de  la  Leugua,  el  4  de  agosto  de 
1934,  decía  el  doctor  José  déla  Cruz  Herrera: 
«Puede  ya  entenderse  que  la  historia  del  Padre 
Fabo  es" institución  a  la  altura  de  los  tiempos,  en 
que  si  se  busca  como  fundamento  el  hecho  que  sa- 
cia la  curiosidad,  se  exige  no  menos  la  enseñanza 
universal  que  encierra,  porque  ias  instituciones 


El  Padre  Fabo  1  53 

públicas,  como  ella,  deben  cumplir  so  fia  prov  ien- 
cial  y  no  pueden  mirarse  en  la  complejidad  déla 
vida  como  meros  instrumentos  de  pasatiempo  y 
placer,  sino  que  es  íadi-pensable  que  contribuyan 
al  mejoramiento  de  la  humanidad». 

Indiscutible  resulta  que  los  libros  histéricos  del 
Padre  Fabo  possen  una  gran  eficacia  docente  y 
moraliiadora. 

Tomo  filólogo  y  lingüistica  produjo  nues:ro 
religioso  buenas  y  alabadas  obras. 

Es  frecuente  caer  en  confusión  al  hablar  de  lin- 
güista y  de  filología,  porque  hay  quien  junta  es- 
tos  dos  vocablos  en  una  misma  significación  La 
filología  comprende  el  estudio  7  el  conocimiento 
del  lenguaje,  la  literatura,  y  otras  manifestaciones 
de  la  cultura  de  un  pueblo.  Filología  es  el  exámen 
de  las  culturas  antiguas.  Filología  es  el  estudio 
de  las  las  leyes  etimológicas,  gramaticales,  e  his- 
tóricas de  una  lengua  en  particular.  Filología  es, 
enseña  a  su  modo  de  Otofredo  Muller.  la  percep- 
ción integral  y  plena  de  la  vida  intelectual  anti- 
gua. 0  sea.  la  filología,  no  estudia  las  lenguas 
anatómicameate.  realizando  sus  elementos  primi- 
tivos ejintegractes,  sino  que  las  mira  y  contempla 
como  instrumento  de  las  relaciones  sociales,  como 
vehículo  de  la  cultura  general,  como  medio  para  la 
formación  de  la  vida  intelectual  en  los  distintos 
países. 

La  lingüistica,  en  cambio,  as  refiere  al  análi- 
sis de  una  lengua,  al  examen,  de  sus  elementos 
componentes  y  de  las  leyes  que  rigen  su  forma- 
ción y  desenvolvimiento.  Puede  hacerse  este  análi- 
sis, bien  simple  y  aisladamente,  fiiándoss  tan  srtlo 
en  una  lengüa.  bien  cotejando  dos  lenguas  diver. 


154 


El  Padre  Fabo 


sas  para  observar  y  concretar  sus  analogías  y  di- 
ferencias. 

La  filología  tiene  mucho  de  historia  y  de  filo- 
sofía de  la  historia.  Lo  que  se  denomina  cultura 
difundida  por  la  lengua  con  todo  su  amplio  radio 
de  artes,  arqueología,  bellas  letras  y  monumentos 
es  objeto  adecuado  de  las  investigaciones  del  filó- 
logo. 

El  lingüista  particulariza  más,  concreta 
más  su  labor.  Se  fija  en  las  vocales  y  consonantes 
de  una  palabra  y  en  la  formación  de  su  núcleo  o 
raíz,  en  las  modificaciones  que  ha  sufrido.  Y  asi- 
mismo compara  los  dialectos  provenientes  de 
idéntico  tronco  haciendo  notar  sus  semejanzas  y 
sus  discrepancias. 

El  Padre  Fabo  reúne  condiciones  de  filólogo 
y  lingüista  a  la  vez.  En  sus  dos  obras  Idiomas  y 
Etnografía  de  la  región  Oriental  de  Colombia,  y 
Rufino  José  Cuervo  y  la  Lengua  Castellana  vertió 
bus  conocimientos  en  estas  ramas  vastísimas  del 
saber  humano.  Y  a  esto  hay  que  agregar  una  se- 
rie de  artículos  que  publicó  bajo  el  mote  decidor 
de  Cosuelas  idiomáticas. 

De  otros  aspectos  interesantes  del  tempera- 
mento literario  o  científico  de  nuestro  religioso 
hemos  ya  hablado,  bien  que  sin  mucho  detenimien- 
to. En  partes  distintas  lo  hemos  contemplado  co- 
rno poeta,  como  orador,  como  novelista,  etc.  Y, 
aunque  incidentalmente,  hemos  advertido  que  es- 
cribió páginas  ascéticas  de  subida  unción  mística, 
y  que  actuó  de  polemista  y  de  teólogo  en  Los 
Aborrecidos  y  en  La  juventud  de  San  Agustín  aD- 
te  la  crítica  moderna,  y  que  vertió  los  caudales 


El  Padre  Fabo 


155 


copiosos  de  su  saber  en  artículos  y  folletos  de  ca- 
rácter heterogéneo. 

Si  se  quiere  formar  idea  en  especial  de  su  tem- 
peramento literario  léase  sus  Críticas  y  Plumadas, 
colección  de  juicion,  ensayos  y  prólogos,  que  escri- 
bió  en  ocasiones  distintas  de  su  vida. 

No  llegó  a  ver  la  luz  pública  la  colección  que 
el  Padre  Fabo  estaba  preparando  de  trabajos  so- 
bre Derecho  Canónico,  Filosofía,  Teología  y  Cien 
cias  eclesiásticas. 

Tampoco  alcanzó  a  dar  a  la  imprenta  sus 
anunciados  Pétalos  de  novela,  o  sea,  un  tomo  de 
cuentos  morales  muy  ingeniosos. 

Observe  el  lector  desapasionadamente,  en 
atención  a  lo  indicado,  la  enorme  labor  realizada 
por  el  religioso  hijo  de  San  Agustín. 

Yo  no  me  detengo  más  en  ponderar  la  eficacia 
de  una  vida  toda  consagrada  a  la  gloria  de  Dios 
y  al  bien  d6l  prójimo. 

Reseñas  bio-bibliográficae,  más  o  menos  com- 
pletas y  extensas,  las  hallará  el  lector  en  la  Enci- 
clopedia Espasa,  y  en  el  Ensayo  de  una  Biblioteca 
hispano-americana  del  P.  Santiago  Vela,  y  en 
el  tomo  XII  de  la  Historia  de  la  Literatura  con- 
temporánea de  Julio  Cejador  y  Frauca. 

El  Padre  Fabo  con  su  incansable  actividad 
desplegada  en  empresas  literarias  encaminadas  a 
la  difusión  de  la  verdad  es  una  enseñanza  para  los 
mortales. 

Su  diligencia  asombrosa  hace  recordar  al  sier- 
vo fiel  del  Evangelio  que  negocia  lucrativamente 
con  los  talentos  recibidos. 

Su  buen  empleo  del  tiempo  es  un  reproche 
fuerte  para  los  perezosos  que  se  cruxan  de  brazos 


156 


El  Padre  Fabo 


y  se  entregan  a  un  ocio  estéril. 

Cuando  vio  la  luz  pública  el  libro  Críticas  y 
Plumadas  fueron  muchísimos  los  juicios  críticos 
que  lanzó  la  prensa.  Recojo  al  azar: 

«Si,  como  es  justo,  aplicamos  a  este  libro  o  co- 
lección de  críticas  del  Padre  Fabo  la  medida  por 
él  empleada  con  sus  enjuiciados  o  censurados,  no 
podemos  menos  de  ser  con  él  benévolos  y  conten- 
tadizos. 

Pero  más  que  benevolencia  es  justicia  consig- 
nar el  mérito,  algo  desigual  en  verdad,  pero  nada 
común  a  ratos  de  los  múltiples  trabajos  críticos 
encerrados  en  este  grueso  volumen,  que  aseguran 
al  P.  Fabo  un  puesto  señaladísimo  en  la  alta  crí- 
tica,  sobre  todo  en  la  literatura  americana  y  co- 
lombiana La  Ilustración   del  Clero.— Madrid. 

Salvador  Esteban,  C.  M.  F. 

«En  Críticas  y  Plumadas  ostenta  con  orgullo 
el  Padre  Fabo  las  galanuras  de  su  prosa,  de  estir- 
pe refinadadamente  clásica,  y  el  poder  de  6u  sabi- 
duría. Es  erudito  en  «El  P.  Juan  Mir»,  severo  en. 
«Rafael  María  Carrasquilla*,  conceptuoso  en 
«Marco  Fidel  Suárez» ,  intransigente  honrado  en 
«Errores  de  Rafael  Cribe»,  observador  en  «La  poe- 
sía popular  de  Casanare»,  justo  en  «Triple  aspecto 
de  un  panameño»,  espléndido  en  «El  P.  Consola- 
ción», filósofo  en  «Catolicismo  y  Conservatismo», 
minucioso  en  «Optómetra  u  Optometrista»,  mag- 
nífico en  «Olor  de  santidad»,  benévolamente  inci- 
sivo en  «Literatura  de  la  ciudad  de  Manizales». 
Eudoro  Galarza  Ossa.  La  Voz  de  Caldas. — Mani- 
zales, 1*.  de  septiembre  de  1928. 


El  Padre  Fabo 


157 


"Empieza  el  volumen  coa  un  estudio  muy  acer- 
tado acerca  del  P.  Juan  Mir,  benemérito  lingüista 
balear,  de  nuestra  Compañía,  y  se  cierra  casi  con 
otras  impresiones  necrológicas  acerca  del  Sr.  Mar- 
co Fidel  Suárez,  distinguido  estadista  y  literato 
colombiano.  Ahí  está  representada  en  su  forma  y 
extensión  la  dirección  crítica  del  académico  agus- 
tino. Desde  España  para  América,  pasando  por  el 
puro  ambiente  del  clasicismo  español  cristiano, 

Es  de  cepa  recia  y  muy  jugoso  el  pensamiento 
y  el  sentir  del  docto  agustino.  Sus  expresiones  se 
han  caldeado  en  el  resistero  castellano.  Son  todo 
nuestras  las  leyes,  modos  y  formas  de  su  dialécti- 
ca de  claustro  español».  C.  Eguía.  Razón  y  Fe.  25 
noviembre  de  1928. 


CAPITTLO  XX 


El  Profesor  de  Oratoria 

Yo  me  siento  honrado  en  pregonar  que  fui  dis- 
cípulo, aunque  nada  aprovechado,  del  insigne  Pa- 
dre Fabo  en  la  clase  de  Oratoria  Sagrada.  De  su 
docta  boca  escuché  en  días  inolvidables  lecciones 
vivas  de  sabiduría  y  de  amor. 

Voj  a  querer  decir  en  cortas  frases  la  modali- 
dad didáctica  del  publicista  fecundo,  del  poeta  iris 
pirado,  del  historiador  diligente,  del  enorme  poli- 
glota.  Cumpliré  con  ello  un  deber  de  gratitud  pa 
ra  con  el  maestro  y  adornaré  quizá  con  rasgos  re- 
cogidos por  mí  mismo  enta  biografía. 

El  Padre  Fabo  poseía  la  virtud  de  la  sencillez 
en  un  grado  excelentísimo.  Alguno  afirmaría  que 
a  ratos  se  excedía  en  este.  Nunca  se  creyó  en  las 
cumbres.  Jamás  lo  envolvieron  las  nubes  densas 
del  orgullo  ode  la  vanidad.  En  ningún  caso  se  des- 
deñó  en  departir  con  los  humildes.  Siempre  su  mo- 
destia lo  llevó  a  evitar  en  las  conversaciones  fa 
miliares,  el  lenguaje  rebuscado  y  pomposo 

Trasladémonos  a  clase  de  Oratoria. 


El  Padre  Fabo 


150 


Estoy  seguro  que,  al  evocar  este  momento, 
tan  a  estallar  en  tempestades  de  risa  y  en  lágri- 
mas de  agradecimiento  todos  mis  condiscípulos 
que  me  lean.  El  catedrático  en  su  silla  testera  se 
encasqueta  solemnemente  sus  quevedos  sobre  su 
voluminosa  nariz,  patea  su  mirada  lenta  y  curio- 
sa en  su  rededor;  se  da  por  enterado  y  dueño  de 
la  situación;  y  empieza  sus  funciones  de  profesor. 
Le  place  menudear  las  preguntas.  Csa  el  diálogo 
socrático.  Es  claro,  sencillo  en  sus  explicaciones. 
No  asume  actitudes  de  dómine.  Habla  con  sus 
discípulos  como  uno  de  tantos.  Y  sólo  muy  de 
vez  en  cuando,  sin  él  darse  cuenta,  se  deja  llevar 
de  su  inspiración  y  no9  permite  gozar  de  la  fluidez 
caudalosa  de  su  verbo  que,  ora  se  inflama  en  ar- 
dores  líricos,  ora  se  eleva  en  vu-lo  rápido  en  pos 
de  su  inteligencia  a  las  regiones  de  las  ideas  abs- 
tractas, ora  se  torna  suave  y  acariciante. 

Y  no  pasan  muchos  minutos  en  la  gravedad 
del  aula  sin  que  renga  a  prestar  amenidad  el  chis- 
te festivo  o  la  sal  y  pimienta  de  una  agudeza 
oportuna  o  de  una  salida  graciosa.  ■  Otile  dulcir 
Juntar  lo  provechoso  con  lo  agradable  es  una  fór- 
mula pedagógica  de  maravillosa  eficacia.  tRi- 
dendo  corrigere  moresi.  Corregir  las  costumbres 
entre  risas  constituye  la  mejor  y  la  más  laudable 
délas  empresas  humanas. 

Pues  tal  manera  de  obrar  la  poseía  y  practi 
caba  a  las  mil  maravillas  mi  querido  profesor  de 
Oratoria.  Imposible  que  los  que  gozamos  de  las 
enseñanzas  del  maestro  nos  oividemos  de  él.  Im- 
posible que  6U  memoria  no  nos  haga  recordar 
aquellas  sabrosuras  de  su  carácter,  aquellos  ins- 
tantes de  fresca  espontaneidad  en  que  todos  rom- 


160 


El  Padre  Fabo 


piamos  en  carcajadas  sonoras  ante  las  didáctica? 
ocurrencias  del  catedrático.  Cuando  supimos  la 
noticia  del  fallecimiento  de  nuestro  Profesor  hilos 
furtivos  de  lágrimas  calientes  se  escaparon  de  los 
ojos  de  aquellos  que  fuimos  sus  discípulos  y  entre 
nosotros  nos  cruzamos  cartas  que  vibraban  las 
cuerdas  de  la  gratitud  y  del  dolor. 

Principiamos  a  estudiar  el  texto  de  Oratoria 
Sagrada  de  Monegal.  No  le  satisfizo  al  Padre  Fa- 
bo.  Luego  nos  aprovechamos  del  de  Costa.  Y  ter- 
minamos con  un  método  original  debido  al  mismo 
Padre  Fabo,  quien  hizo  6Íutesis  de  síntesis,  y  nos 
repartió  a  cada  uno  de  los  estudiantes  sendas  co- 
pias dactilografiadas  por  él  mismo.  Yo  creo  que 
en  el  convento  de  Sos  del  Rey  Católico  se  guarda 
este  trabajito  que,  quizá  aumentado  en  alguna  de 
•us  partea,  pudiera  formar  un  estimable  compen- 
dio y  servir  de  texto  en  colegios  religiosos  y  semi- 
narios. También  a  la  acuciosidad  del  Padre  Fabo 
se  debe  otro  compendio  del  compendio  de  Histo- 
ria de  la  Filosofía  de  fierranz  y  Establos,  el  cual 
asimismo  opino  que  se  encontrará  en  la  biblioteca 
de  Sos.  (1). 

Con  el  fin  de  ejercitarnos  en  el  arte  de  escribir 
nos  hizo  nuestro  Profesor  presentar  varias  cortas 
composiciones  originales.  Y  él  las  criticaba  con  in- 
dulgencia y  gracia  singulares.  Sabía  que  a  los  jó- 
venes no  se  les  puede  en  estas  cosas  tratar  con  se- 
veridades de  aristarco  so  pena  de  lanzarlos  para 
siempre  en  las  simas  profundas  del  más  estéril  pe- 

(1)  El  Padre  José  Martínez  guardó  un  ejemplar  del 
Compendio  de  Oratoria  del  Padre  Fabo  Y  actualmen- 
te—1940— constituye  el  texto  en  el  Desierto  de  la  Cande 
larln. 


El  Padre  Fabo 


161 


simismo.  Por  temperamento  y  por  táctica  peda- 
gógica era  alentador  de  entusiasmos,  optimista  y 
amable.  Si  tenía  que  hacer  alguna  observación  li- 
teraria,  bien  procuraba  antes  untar  con  miel  sus 
finos  labios.  La  benignidad  constituyó  el  rasgo 
característico  de  este  religioso  agustino  en  cuyas 
obras,  sin  duda,  tuvo  más  intervención  su  cora- 
zón bondadoso  e  hidalgo  que  su  misma  poderosa 
inteligencia.  Sólo  los  fueros  de  la  verdad  y  de  la 
justicia  le  obligaron  a  lo  largo  de  su  vida  a 
temar  cierto  tono  de  austeridad  y  de  rígida  dure- 
za. 

Al  desempeñar  sus  oficios  de  crítico  litera- 
rio soltó  algunas  frases  de  reprobación  fuerte  Pe- 
ro yo  sé  cuanto  sufrió  por  estos  desenfados  de  su 
pluma  inquieta  y  donairosa  que.  eso  sí.  nunca  se 
movió  cou  intención  de  herir  a  nadie. 

Y  hemos  de  advertir  con  franqueza  que  el  Pa- 
dre Fabo,  aunque  Profesor  discreto  y  sabio  de 
Oratoria,  no  reunía  en  su  persona  las  dotes  espe- 
ciales que  Cicerón  exige  en  el  perfecto  orador.  En 
los  ensayos  de  acción  oratoria  y  de  mímica  que  en 
clase  teníamos  pudimos  fácilmente  observarlo. 

Y  es  cierto  que  en  su  vida  apostólica  no  des- 
colló mucho  en  este  ramo.  Se  entiende  por  el  lado 
artístico  o  técnico  de  la  Oratoria.  No  es  que  diga- 
mos que  le  falta  celo  por  las  almas.  Que  en  esto 
sabemos  cuanto  se  aventajó.  Mas  las  aptitudes 
del  Padre  Fabo,  sin  embarco,  y  sus  aficiones  no 
eran  para  el  pulpito  o  la  tribuna.  Con  la  pluma 
en  la  mano  se  sentía  formidable. 

Y  perorando  ya  su  figura  perdía  relieve. 

Si  ocupó  las  cátedras  en  ocasiones  solemnes 
solicitado  por  los  públicos  ello  6e  debía  al  presci- 


162 


El  Padre  Fabo 


gio  de  su  nombre  y  a  la  fama  de  religioso  y  de  sa- 
bio  que  por  doquier  le  acompañaba. 

La  historia  del  primer  sermón  predicado  por 
el  Padre  Fabo  la  cuenta  él  mismo.  Era  en  su  pue- 
blo Marcüla.  Aún  no  había  cantado  su  primera 
misa.  Pero  por  un  favor  especial  se  le  permitió  el 
ocupar  el  pulpito  eu  una  tarde  del  mes  de  mayo. 
Nuestro  religioso  compuso  su  discurso  en  honor 
de  la  Virgen  y  subió  a  la  cátedra  sagrada.  Inició 
su  peroracióu  con  un  exordio  rimbombante  en 
que  cantaba  la  excelsitud  de  la  dignidad  de  la  mu- 
jer levantada  por  el  cristianismo  a  la  altura  en 
que  actualmente  se  encuentra.  Iba  viento  en  popa 
luciendo  sus  dotes  declamatorias  cuando  de  repen- 
te se  fue  el  Santo  al  cielo  y  quedó  completamente 
mudo.  Oh,  qué  angustias  tan  atroces.  .  .  !  La  Vir- 
gen a  quien  invocó  acudió  en  eu  ayuda  y  pudo 
proseguir  a  su  manera  el  sermón  hasta  el  final. 

La  obra  oratoria  del  Padre  Pabo  se  halla  re- 
cogida en  dos  volúmenes  titulados  «Púlpito  y  Tri- 
buna» y  que  forman  parte  de  una  colección  de 
sermoues  y  discursos  que  en  Madrid  publica  el  edi- 
tor Bruno  d^l  Amo  bajo  el  mote  de  la  Predicación 
Contemporánea. 

En  el  primer  tomo,  o  sea,  en  Púlpito  están  los 
panegíricos  sagrados.  Total,  veinte  piezas. 

Guardaba  el  Padre  Fabo  sus  sermones  y  pláti- 
cas morales  para  otro  volúmen  que  no  sedió  por 
fin  a  la  estampa. 

Y  qué  juzgar  del  mérito  y  la  belleza  de  sus  pa- 
negíricos. .  .  ?  Diré  mi  parecer  franca  y  paladina- 
mente. Vuela  en  ellos,  sí,  la  fantasía  por  los  parna- 
sos del  ensueño,  ofrece  su  autor  decires  de  castiza 
elocuencia  arrebatadora,  prodiga  cláusulas  armo- 


E  Padre  Fabo 


163 


niosas  y  repletas  de  sonoridad  pomposa.  Y  claro 
está  todo  lo  ordena  a  lograr  la  exaltación  de  la 
virtud,  a  condenar  el  pecado  como  el  mal  de  loa 
males,  a  glorificar  al  Señor,  y  a  conseguir  que  los 
corazones  de  los  oyentes  se  inflamen  en  llamas  de 
amor  puro  y  divino: 

Empero,  tocante  a  la  estructura  y  a  la  forma, 
he  de  advertir  que  hay  en  estos  sermones  bastante 
notorio  artificio,  les  falta  sobriedad  evangélica,  y 
abundan  en  desmayos  y  desigualdades  de  estilo  y 
de  aliento.  Y  aún  opino  que  recitados  por  el  autor 
no  ganarían  gran  cosa. 

Ello  no  obstante  sus  enseñanzas  y  su  doctrina 
se  nutren  de  las  más  legítimas  fuentes  de  verdad. 
El  Padre  Fabo  no  inculcó  en  clase  hasta  la  sacie- 
dad el  amor  a  la  sencillez  y  a  la  claridad;  y  mil  ve- 
ees  nos  repitió  que  es  preciso  no  confundir  la  ora- 
toria sagrada  con  la  oratoria  tribunicia.  Crimen  y 
mengua  en  un  sacerdote,  según  el  lo  dijo,  es  el 
prescindir  de  la  Sagrada  Escritura  y  de  la  Patro- 
logía. La  palabra  de  Dios  en  los  sermones  debe 
aparecer  legítima  y  viva,  y  no  palabra  de  confe- 
renciante: ni  declamación  de  comentarista  pro- 
fano. 

El  segundo  tomo,  es  decir,  Tribuna  contiene 
una  serie  de  conferencias  y  discursos  que  el  Padre 
Fabo  pronunció  en  distintos  tiempos  y  ocasiones. 
Casi  podríamos  advertir,  mutatis  mutandis,  res- 
pecto a  este  volumen,  lo  que  acabamos  de  adver- 
tir a  propósito  de  sus  panegíricos.  Cierto  que  hay 
allí  conceptos  muy  elevados  y  frases  muy  felices, 
cierto  que  en  muchos  párrafos  campea  la  hermo- 
sura del  pensamiento  envuelto  en  aamonías  ver. 
bales  de  una  eficacia  estética  soberana;  cierto  que 


164 


El  Padre  Fabo 


en  esa  su  prosa  tribu oieia  abuadau  los  arranques 
líricos,  el  donaire  de  los  decires,  y  los  apostrofes 
arrogante»;  cierto  que  ofrece  multitud  de  pasajes 
que  colman  de  placer  los  oídos  por  su  musicalidad 
y  por  la  magia  del  ritmo  y  del  número.  Y  cierto 
que  las  imágenes  garridas  y  los  epítetos  gráficos 
brotan  de  la  boca  del  tribuno,  arrebatados  y  fres- 
cos, a  la  manera  de  las  aguas  de  un  surtidor. 

Pero  al  lado  de  estas  hermosuras  y  de  estos 
aciertos  aparecen  la  falta  de  sencillez  en  algunas 
ocasiones  y  de  espontaneidad,  y  la  sobra  de  refi 
namieDto  y  de  exageración  de  pensamiento  y  de 
actitud^s.Üna  postura  más  natural  en  el  orador  y 
menos  estudiada  tendría  mejores  efectos. 

Y  resta  agregar  que  en  sus  discursos  se  retra- 
ta a  sí  mismo  el  Pudre  Fabo.  Allí  aparece  con  su 
carácter  magnánimo  volcando  los  sentimientos 
generosos  de  su  corazón  y  haciéndose  todo  para 
todo.  Ei  que  habla  y  se  desborda  en  raudales  de 
elocuencia  es  el  buen  fraile  de  bondad  ingénita,  de 
magnánimas  caballerosidades  y  el  que  e»tá  domi- 
nado siempre  por  el  de*^o  de  practicar  acciones 
caritativas  y  de  pronunciar  palabras  buenas. 

El  alma  bella  del  Padre  Fabo,  espléndida,  lu- 
minosa y  cristiana.  &e  le  salía  por  la  boca  cuando 
*e  ponía  a  hablar. 

Así  sé  explica  lo  que  advertimos  nosotros  como 
si  fuera  un  defecto  en  la  forma  de  sus  sermones  y 
discursos,  y  lo  que  más  bien  es  una  exhibición  de 
virtud  y  de  bondad. 

Tengo  que  indicar,  agradecido,  que  la  obra 
Pulpito  y  Tribuna  se  halla  dedicada  a  loa  que  fui- 


El  Padre  Fabo 


165 


mos  discípulos  de  Oratoria  Sagrada  del  Padre 
Fabo:  (1) 

Extracto  algunos  pareceres  sobre  el  libro  Pal- 
pito y  Tribuna: 

«Trátase  de  una  recopilación  de  discurso*  y 
conferencias  de  muy  diversa  índole,  pero  todos  va- 
lisísimos  bajo  el  triple  aspecto  religioso,  cultural 
t  literario.  Son  ellos  un  precioso  a.arde  de  vasta 
erudición,  de  sólido  ratonar  y  muy  bello  decir.  Por 
el  sano  criterio  que  los  informa  y*  la  fina  percep. 
ción  del  momento  actual  que  en  ellos  campea,  se 
deduce  el  maravilloso  efecto  que  el  Padre  Fabo 
haría  en  sus  auditorios.  Realmente  no  necesita  el 
ilustre  agustino  de  nuestros  elogios  para  presen- 
tarse con  su  nuevo  libro  al  público  y  merecer  sus 
aplausos».— Rosas  y  Espinas — Marzo  15  de  1930. 

«Dos  partes  comprende  esta  producción  ora- 
toria del  Padre  Fabo.  La  primera  contenida  en  el 
tomo  primero,  nos  ofrece  una  serie  de  sermones 
sobre  Jesucristo,  la  Virgen  Santísima  y  varios 
Santo?.  En  todos  ellos  se  encontra  solidez  de 
doctrina,  bebida  en  las  purísimas  fuentes  de  la  Sa- 
grada Escritura,  de  los  Santos  Padres.  Doctores  y 
grandes  Teólogos;  claridad  en  la  exposición;  ex- 
presivas imágenes,  mochas  de  inspiración  bíblica; 
un  estilo  siempre  sencillo,  pero  al  mismo  tiempo 
animado,  vario  y  elegante:  y  todo  ello  informado 
por  la  unción  evangélica  propia  de  quien,  como  el 

(1)  Discípulos  en  clase  de  Oratoria  del  P.  Fabo,  en  el 
año  1927— raimes  los  atentantes:  Fr  Pablo  Sañosa, 
Sabino  Atienta.  Entrenlo  Arape.  José  Martines,  Jesús 
Dornenca,  Custodio  Domeño.  Felicísimo  R&día.  Agus- 
tín López  y  Martín  Armendária. 


166 


El  Padr«  Fabo 


Padre  Fabo,  ha  sido  un  celoso  misionero. 

El  tomo  segundo  comprende  doce  conferen- 
cias, todas  d&  verdadera  actualidad.  En  seguida  se 
echa  de  ver  que  el  ilustre  agustino  sabe  distinguir 
entre  las  diferentes  clas«s  de  oratoria,  pues  en  es- 
ta segunda  parte  todo  cambia  de  decoración  con 
respecto  a  la  primera;  la  argumentación,  el  pro- 
cedimiento, el  estilo  y  con  elocuencia  de  confe- 
renciante, ya  reposada,  ya  ardorosa,  junta  todas 
las  .ralas  de  la  literatura,  y  con  frecuencia,  las 
hwtRHiaH,  los  ensueños  dorados  de  la  poesíai. 
Fr.  F.  Télez.— La  Ciencia  Tomista. —  Mavo  de 
1930. 

«De  sus  dos  volúmenes,  el  más  aprovechable 
para  qui°n  guste  predicar  lo  aereno  es  el  de  pane- 
gíricos; el  otro  es  más  de  silla  y  contiene  asuntos 
de  varia  instrucción.  Ni  el  nombre  ni  el  mérito  del 
Padre  Fabo  hay  que  descubrirlos.  Su  cultura,  sus 
dotes  literarias,  la  efusión  de  su  carácter,  todo, 
auncuando  usa  formas  ya  algo  pesadas  o  discu- 
tibies,  hace  se  le  lea  con  gusto;  de  seguro  se  le  oye 

con  más  Y  si  he  de  decir  lo  qu^  siento,  el  mila. 

gro  se  da  en  todos  los  sermones  de  estos  volóme- 
nes.  Tal  vez  es  gusto  propio  particular,  pero  pare- 
ce hay  abuso  de  recurso»  artísticos  y  de  placer: 

1  En  sermones  enteros,  como  el  de  la  Virgen 
del  Rosario,  todo  él  descripción  de  una  escultura; 
y  la  Oración  gratulatoria,  toda  ella  llevada  por  la 
figura  que  ¡laman  «preterición». 

2  En  el  amontonamiento  de  flores  poéticas, 
v.  srr-  en  el  sermón  de  Santa  Rita. 

'3  En  adornos  de  figuras,  algo  usados,  y  en 
palabras  por  varios  titu¡03  ilamativas:  ejemplo  de 


El  Padre  Fabo 


167 


lo  primero  la  dilatación  por  Colombia  del  culto  a 
Nuestra  Señora  del  Sagrado  Corazón,  paga, 
siga 

Eato  y  más  que  pudiéramos  ditar  denota  gran 
potencia,  y  si  no  mal  gusto  en  su  autor,  pero  «í 
alguna  mayor  condescendencia  d*>  lo  que.  aún  en 
panegíricos  reclama  el  pulpito  y  el  asunto  mismo 
que  pierde  en  hermosa  gravedad  lo  que  gana  en 
fácil  encanto». — Quintín  Pér^z.  B.  J.  Estudio*  Bd» 
siásticos. — Julio  de  1930  —Madrid. 

•  Predicados  la  mayoría  en  Colombia,  el  país 
de  la  pureza  de  lenguaje  castellano  con  estilo  a  la 
americana,  dicho  se  está  que.  y  también  los  predi- 
cados en  España,  la  palabra  y  la  frase  son  de  lo 
más  castizo  con  tendencia  pronunciada  a  lo  poé- 
tico y  ornamental  Una  o  dos  piezas   hay  que 

parecen  inferiores  Léanse,  porque  son  de  mucha 

fecundidad  de  ideas  y  de  mucha  actualidad  de  apli- 
cación. Feminismo  y  Sfasculinis-mo.  El  Problema  hit- 
paño  americano.  Misión*.*  J  Misioneros*  — Sal  Terrae. 
vol.  XIX.  num.  12. 

"Los  sermones  panegíricos,  están  tan  bien  he- 
chos: Y  las  conferencias  y  discursos,  son  todos  tan 

hermosos  y  de  temas  tan  Migy»üviM|  Además 

el  Padre  Fabo  cuenta  siempre  eu  su  favor  con  una 
cualidad  mny  propia  y  característica  que  es  la 
"amenidad".  Y  en  esto,  sea  lo  que  quiera  de  otras 
cualidades  de  fondo  y  forma,  nunca  se  le  nota  de- 
caimiento alguno;  la  ley  del  equilibrio  no  sufre  de 
eu  pluma  alteraciones  caprichosas"'. — Fr. 
Sáenz,  A.  R. — La  Madre  Cristiana. — Caracas,  no- 
viembre de  1929. 


CAPITULO  XXI 


Aromas  de  juventud 

La  juventud  es  la  edad  de  las  ilusiones  puras 
y  de  los  proyectos  bellos  y  fantásticos.  La  juven- 
tud es  generosa  y  sincera  por  naturaleza,  porque 
no  está  contaminada  aún  por  las  impurezas  del 
mundo  y  porque  no  tiene  compromisos  con  la 
mentira  ni  con  otros  mezquinos  intereses.  Por  ser 
precisamente  tan  sincera  y  tan  inexperta  suele  ser 
.mprudente  y  quimérica. 

Todo  lo  contrario  de  la  madurez  o  la  anciani- 
dad en  las  cuales  se  halla  el  juicio,  el  cálculo  y  la 
prudente  reflexión  ante  los  arduos  problemas  que 
presenta  la  existencia. 

La  juventud  que  ha  sabido  preservarse  de  la 
atmósfera  arruinadora  de  la  malicia  y  del  pecado 
es  ímpetu  generoso  hacia  los  ideales  blancos  y  lu- 
minosos, es  tendencia  incontenible  al  bien  desinte- 
resado y  la  justicia  completa,  es  aspiración  entu- 
siasta a  la  belleza  y  al  amor,  es  desafío  a  los  peli- 
gros, reto  valeroso  a  la  muerte,  ansia  insaciable 
de  superación  y  de  sacrificio,  sed  de  grandeza  y  de 


El  Padre  Fabo 


169 


heroísmos. 

Cuando  leemos  en  los  anuncios  industriales 
que  se  pondera  la  eficacia  de  un  especí6co  genial  o 
de  un  elíxir  maravilloso  para  conservar  perenne- 
mente la  juventud  nos  vemos  obligados  a  dibujar 
una  sonrisa  de  incrédulo  desencanto.  La  parte  físi- 
ca nuestra  se  aniquila  y  envejece  de  un  modo  irre 
mediable  pese  a  todos  los  iu  ven  toe  de  la  humana 
ciencia.  El  óxido  del  tiempo  obra  en  ella  con  una 
virtud  tremenda. 

Pero  noe  acordamos  que  si  hay  un  secreto 
precioso  de  conservar  inmarchitable  la  juventud 
y  la  frescura  del  alma  Es  la  gracia  de  Dios,  es  el 
amor  a  la  virtud  qn^  nutre  de  optimismo  y  vivifi- 
ca y  renueva  la  ilusión  hermosa  y  riente  de  cada 
día. 

Un  corazón  que  se  desahoga  y  se  limpia  en  el 
Sacramento  de  la  Penitencia  se  siente  leve  y  regó- 
cijado  y  capaz  de  cualquier  noble  y  difícil  empresa 
sin  tener  en  cuenta  sus  dolores  o  sus  achaques. 

Un  cristiano,  después  de  la  Comunión,  que  re- 
cibe en  cada  amanecer,  después  de  alimentarse  con 
el  celestial  maná  eucarístico,  consistente  en  la 
carne  y  sustancia  misma  de  Jesucristo  puede,  me- 
jor que  los  israelitas  peregrinos  por  el  desierto,  se- 
guir tranquilo  y  animoso  las  ásperas  sendas  del 
deber  y  reñir,  seguro  de  victoria,  las  batallas 
rudas  del  vivir. 

Los  sacerdotes  católicos,  al  iniciar  la  celebra 
ción  del  Sacrificio  de  la  Misa,  repiten  estas  pala- 
bras vivificadoras  del  Profeta  David:  Entraré  al 
altar  del  Señor  y  me  acercaré  a  Dios  que  letifica 
mi  juventud. 

Realmente  un  espíritu  henchido  de  Dios  no  en- 


170 


El  Padre  Fabo 


vejece  jamás.  Una  conciencia  recta  transida  por  la 
gracia  sobrenatural  rebosa  siempre  contento  de 
júbilo.  Gon  sólo  mirar  al  cielo  estrellado  y  volar 
en  alas  de  la  fe  y  de  la  esperanza  a  las  regiones 
bienaventuradas  prorrumpe  en  gritos  inmensos 
de  amor  y  revienta  de  placer  y  de  juventud. 

Nuestro  Padre  Fabo  es  un  dechado  de  juven- 
tud perpetuamente  florecida.  Ni  sombrasen  su 
mente,  ni  arrugas  en  su  corazón  conoció  nadie. 
Una  sonrisa  blanca  adornaba  sin  cesarla  expre 
sión  de  su  rostro  ya  maduro.  Desbordaba  opti- 
mismo y  bondad  por  todos  los  poros  de  su  ser. 
De  sus  labios  salían  a  borbotones  las  frases  olo- 
rosas a  lirios  recién  abiertos.  Las  carcajadas  so- 
lemnísimas con  que  amenizaba  sus  charlas  reso- 
naban en  el  espacio  con  la  misma  limpieza  con 
que  resuenan  las  perlas  al  caer  en  una  bandeja  de 
plata.  i 

Un  día  pidieron  a  nuestro  religioso  que  pre 
sentara  algunos  versos  festivos  para  cierta  reu- 
nión familiar.  Y  él,  galante  y  accesible,  amenizó  la 
fiesta  con  una  composición  poética  que  tituló  «El 
Corazón  Poeta»,  algunas  de  cuyas  cuartetas  dicen 
así: 

El  corazón  del  poeta 
es  un  nido  de  cantares 
para  quitar  los  pesares 
a  que  el  alma  está  sujeta. 

El  corazón  del  poeta 
es  una  huerta  profusa 
que  tiene  para  la  musa 
en  el  centro  una  glorieta. 

El  corazón  del  poeta 


El  Padre  Fabo 


171 


es  espejo  que  retrata; 
para  algunos,  mucha  plata; 
y  para  sí.  .  .  mucha  dieta. 

El  corazón  del  poeta 
es  cítara  que  solloza, 
pero  a  veces  se  alborota 
como  alegre  paudereta. 

El  corazón  del  poeta 
dicen  que  es  un  cielo  algunos; 
mas  otros,  zoilos  o  tunos, 
afirman  que  es  una  seta. 

En  el  Boletín  de  San  Nicolás  de  Tolentino,  re- 
vista mensual,  publicó  el  Padre  Fabo  una  serie  de 
artículos  que  responden  al  mote  de  aideicas».  Ha- 
bía él  ya  llegado  a  aquellas  cimas  de  la  edad  y  de 
la  madurez  en  que  blanquean  las  nieves  simbóli- 
cas sobre  las  cabezas  que  principian  a  inclinarte 
hacia  abajo  como  las  espigas  de  trigo  en  sazón. 
Sus  ideicas  eran  consejos  ala  juventud,  alientos 
para  la  juventud,  admiración  hacia  las  iniciativas 
sanas  y  hacia  los*  impulsos  generosos  de  la  juven- 
tud. La  juventud,  escribía,  nos  empuja  a  los  varo- 
nes. Nos  arrolla  con  sus  ímpetus  y  sus  bríos.  Y  es 
preciso  abrirle  camino  franco.  Es  preciso  dejarse 
contagiar  de  sus  sinceros  optimismos.  Que  los  jó. 
venes  nos  brinden  a  nosotros  una  inyección  de  vi- 
talidad  y  de  ilusión.  Y  nosotros,  a  cambio,  les  da- 
remos un  sorbo  de  experiencia  y  bastantes  adar- 
mes de  juicio  y  de  sensatez. 

Con  motivo  de  una  procesión  solemne  celebra- 
da  el  día  del  Corpus  Christi  en  Bogotá  trazó  unas 


172 


El  Padre  Fabo 


líneas  el  Padre  Fabo  en  que  trata  principalmente 
de  hacer  ver  la  actitud  fervorosa  asumida  por  un 
grupo  de  jóvenes  ante  el  paso  de  la  Hostia  santa. 

Y  aprovecha  la  ocasión  para  arengar  en  tonos 
encendidos  a  los  jóvenes  católicos  en  quienes  de- 
searía contemplar  cruzados  dispuesos  al  martirio 
por  defender  y  proclamar  los  derechos  de  Cristo. 

Y  añade:  «La  fe  en  Colombia  no  morirá  porque  la 
generación  que  hoy  crece  es  vigorosa,  disciplina- 
da e  inteligente;  pueden  bajar  con  tranquilidad 
los  ancianos  al  sepulcro,  porque  sus  hijos  hereda 
ron  su  valor  y  juntamente  su  ternura  de  alma. 
Tienen  corazón  de  León  para  la  lucha,  dulzura  de 
paloma  para  el  altar,  y  pluma  Je  águila  para  la 
polémica  religiosa. 

Era  un  encanto  el  hablar  con  el  Padre  Fabo 
vecino  ya  de  los  sesenta  años.  Jovial  siempre,  en- 
tusiasta  siempre,  soñador  siempre,  optimista  siem- 
pre. Gozaba  al  verse  rodeado  de  los  jóvenes  estu- 
diantes y  charlaba  y  reía  con  ellos  con  alegría  y 
frescura  muy  singulares.  Sólo  tenía  expresiones 
de  aplauso  para  toda  inicia  tiva  buena  brotada 
de  alguna  mente  juvenil,  y  celebraba  toda  clase  de 
ocurrencias  amenas  y  todas  las  aficiones  nobles. 

El  sabía  que  el  corazón  joven  es  una  fuente  de 
arranques  generosos,  que  hay  que  encauzar,  pero 
que  de  ninguna  manera  es  permitid  j  destruir  o  en- 
torpecer. Reos  de  falta  muy  grave  son  los  que 
siembran  gérmenes  dp  maldad  en  las  mentes  juve- 
niles o  los  que  introducen  en  los  tiernos  y  Cándi- 
dos corazones  los  miasmas  aniquiladores  del  pesi- 
mismo. 

Cuántos  brillos  se  han  malogrado  por  una  go- 
ta  de  ajenjo  derramada  en  muchos  adolescentes 


El  Padre  Fabo 


173 


nacidos  para  ser  grandes  en  el  terreno  de  la  cien- 
cia y  de  la  virtud. .  .  ! 

Véanse  estas  estrofas  pertenecientes  a  una  poe- 
sía que  es  ornato  en  la  página  de  Ruiseñores  y  en 
la  cual  canta  el  corazón  joven  del  Padre  Fabo: 

Oh  sueño  del  amor,  del  amor  noble! 
Oh  torrente  de  grandes  energías! 
Oh,  recuerdo  tenaz  de  aquellos  días 
de  entusiasmo  febril! 

Durad,  horas  de  dicha  y  esperanza, 
que  el  honor,  la  honradez  y  la  justicia, 
son  pasiones  que  férvida  acaricia 
la  mente  juvenil. 


Y  decid  al  ciclón  de  las  edades 
que  respete  los  pliegues  de  aquel  manto 
con  que  cubre  la  vida  su  quebranto, 
toda  su  felicidad. 

Decid  al  desengaño  que  no  infiltre 
ponzoña  en  los  cerebros  juveniles, 
mientras  haya  verdor  en  los  pensiles 
y  en  la  luz  claridad. 

Al  tocar  las  cumbres  de  la  existencia  no  todos 
los  hombres  se  sienten  en  el  mismo  estado.  Para 
los  unos  el  otoño  de  la  vida  es  amarillento  y  esté- 
ril. El  can^amcio  y  la  infecundidad  los  dominó  por 
completo.  Se  creen  con  derecho  a  un  descauso  bien 


174 


El  Padre  Fabo 


ganado.  Y,  lo  que  es  peor,  se  consideran  incapaces 
de  cualquier  empresa  y  de  cualquier  obra.  Estos 
son  los  viejos  que  en  calidad  son  viejos. 

Otros,  por  el  contrario,  los  privilegiados,  sa- 
ben  conservar  debajo  de  las  apariencias  de  una 
humanidad  desgastada  y  oprimida  por  los  años 
un  impulso  creciente  de  mejoramiento  y  de  supe- 
ración. Palpan  su  propio  acabamiento  corporal. 
Y  sin  embargo  retoza  en  ellos  el  espíritu  con  ale- 
giía  quinceabrileña.  Se  desmorona  el  edificio  de  su 
materia.  Mas  su  espíritu  adivina  la  cercanía  de  su 
liberación  definitiva  y  de  su  anhelada  transforma- 
ción  luminosa.  Y  sonríe  y  goza  y  vence  a  la  triste- 
za melancólica  que  traen  los  ocasos,  el  ocaso  del 
sol  y  el  ocaso  de  la  vida. 

Un  anciano  que  posee  un  corazón  joven  y  un 
alma  tranquila  y  serena  cautiva  la  admiración  y 
se  roba  las  simpatías. 

El  Padre  Fabo  fue  un  joven  sin  crepúsculo.  Vi- 
vió  en  primavera  perpetua  del  espíritu.  Los  desen- 
gaños que  experimentó  no  lograron  destruir  su 
optimismo  fecundo  y  sus  lozanas  alegrías.  (1) 

Hasta  la  hora  de  partir  a  la  eternidad  cantó, 
cual  ruiseñor,  las  bondades  y  los  regocijos  de  la 
naturaleza  y  de  la  vida. 

A  ratos  tomaba  la  cítara  y  entonaba  cancio- 
nes de  desterrado  que  espera  en  breve  volver  a  su 
patria  verdadera,  al  cielo. 


(1)  En  los  últimos  afios  de  su  vida  apareefau  a  ratos 
en  el  Padre  Fabo  síntomas  de  reconcentrada  tristeza  y 
de  agobladora  pesadumbre.  Pero  pronto  reaccionaba 
ante  las  contrariedades  y  las  amarguras  y  se  lanzaba 
por  los  caminos  de  la  esperanza  y  la  alegría. 


CAPITULO  XXII 


Salpicaduras 

Voy  a  recoger,  al  amparo  de  este  epígrafe,  al- 
gunos detalles  curiosos  que  ilustrarán  y  perfeccio- 
narán la  semblanza  de  nuestro  biografiado.  Sal- 
picaduras  que  riegan  y  adornan  su  historia. 

DOS  ANGELES  DE  GUARDA 

El  Padre  Fabo  profesaba  una  devoción  espe 
cial  a  su  ángel  de  guarda.  Lo  consultaba  en  sus 
dudas,  le  hablaba  amigablemente,  le  contaba  sus 
cuitas,  y  a  sus  cuidados  solícitos  se  encomendaba. 
En  cierta  ocasión  me  dio  este  consejo:  Mire,  cuan- 
do vaya  de  viaje  no  se  olvide  de  proveerse  de  dos 
cosas  importantes. — Qué  cosas  son  esas?  le  pre- 
gunté— Examine  el  bolsillo  y  vea  si  lleva  plata.  Y 
sobre  todo  no  emprenda  camino  jamás  sin  acom- 
pañamiento. Observe  si  a  su  derecha  marcha  con 
tentó  el  ánge  de  su  guarda. 

Hablando  desús  peripecias  misionerus  asegu- 
ra el  Padre  Fabo:  "Todo  hombre  por  dispósición 


176 


El  Padre  Fabo 


divina  tiene  un  ángel  de  la  guarda.  Pues  yo  creo 
de  firine  que  cada  misionero  tiene  dos". 

CONDECORACIONES 

Los  méritos  literarios  y  científicos  de  nuestro 
religioso  le  hicieron  acreedor  a  muchos  honores 
por  parte  de  Centros  y  Academias.  He  ahí  una 
lista  de  sus  títulos  honoríficos  que  pongo  con  el 
fin  de  que  se  advierta  la  grandeza  de  la  figura  a 
que  nos  referimos.  Era  el  Padre  Fabo:  Miembro 
Correspondiente  de  la  Real  Academia  de  la  Len- 
gua, de  Madrid;  de  la  Real  Academia  de  la  Histo- 
ria, de  Madrid;  de  la  Real  Academia  de  Ciencias  y 
Artes,  de  Cádiz;  de  la  Real  Academia  de  Bellas 
Artes,  de  San  Luiw,  de  Zaragoza;  de  la  Real  Acade- 
mia de  Declamación  y  Bueuas  Letras,  de  Málaga; 
de  la  Academia  de  la  Lengua,  de  Bogotá;  de  la 
Academia  Nacional  de  la  Historia,  de  Bogotá;  de 
la  Academia  Nacional  de  la  Historia,  de  Caracas; 
de  la  Academia  Colombiana  de  la  Poesía,  de  Bo- 
gotá; de  la  Sociedad  Antropológica,  de  París;  de 
la  Sociedad  de  Americanistas  de  París;  y  Honora- 
rio de  la  Academia  Panameña  de  la  Lengua. 

BUEN  AMIGO 

Un  buen  amigo  es  el  mejor  de  los  tesoros,  en 
frase  de  la  Sagrada  Escritura.  Y  por  ser  un  tesoro 
se  hace  muy  difícil  el  hallarlo.  Es  como  la  perla. 
No  vive  en  abundancia. 

Pues  bien;  nuestro  religioso  era  un  modelo  de 
amigos  buenos  y  leales.  Palpitaba  en  su  pecho  un 
corazón  de  oro.  Noble,  efusivo  cordial,  cultivó  re 


El  Padre  Fabo 


177 


laciones  de  amistad  con  toda  clase  de  personas.  Y 
siempre  fue  constante  y  generoso  e  hidalgo.  En 
ello  no  perseguía  más  fines  q«e  el  propagar  el  rei- 
nado de  las  doctrinas  evangélicas  y  el  de  hallar 
ocasiones  de  insinuarse  en  los  corazones  y  de  po- 
der hacer  el  bien. 

Véanse  las  siguientes  líneas  que  pertenecen  al 
exquisito  escritor  católico  Eladio  Esparza,  y  en 
las  cuales  se  refiere  a  las  bellas  cualidades  de  ami- 
go de  nuestro  fraile.  "Trece  años  van  cumplidos 
desde  que  tuve  la  primera  noticia  del  Padre  Fa- 
bo. Llegó  en  una  carta  suya,  colmada  de  elogios, 
como  todas  las  de  este  fraile  que  no  sabe  hacer  de 
su  gran  corazón  cuando  lo  da  a  sus  amigos.  En  es 
tos  trece  años,  qué  amistad  tan  estrecha,  tan  ple- 
tórica  de  lealtad  y  de  buen  deseo  he  podido  cono- 
cer yo  en  las  palabras  siempre  bellas  y  en  las 
obras  siempre  buenas  de  este  ilustre  paisano!  Y  es 
esta  sin  embargo  la  segunda  vez  que  nos  hemos 
visto.  Bien  dice  la  copla  que  la  ausencia  es  aire 
que  apaga  el  fuego  chico  y  enciende  el  grande.  No 
cabe  con  el  Padre  Fabo  el  fuego  chico.  Quien  sien- 
ta la  suavidad  de  su  alma,  la  entereza  de  su  conse- 
jo, el  ardor  ampüo  y  generono  de  su  simpa- 
tía  no  puede  ya  olvidarle.  In  cordibus  vestris 
munquam  delebitur,  que  dice  San  Agustín.  Queda 
cautivadoy  sin  ansiadequele  libren  de  lcautiverio. 
Es  que  su  amistad  tiene  el  gozo  úe  bu  refugio  se- 
guro, la  alegría  del  camino  inconfundible,  la  llama 
dulce  del  hogar  en  el  relente  de  la  noche  oscura. 
Es  emoción  que  imprime  carácter  en  el  alma  y  pe- 
netra en  ella  como  una  raíz  y  vive  siempre 
ella  como  rosa  divina  de  recuerdo  perdurable,'. 


178 


El  Padre  Fabo 


ÜN  TRIUNFO 

Con  motivo  del  primer  centenario  del  nacimien- 
to de  Rufino  José  Cuervo,  el  insigne  filólogo,  la 
Academia  de  la  Lengua  abrió  un  concurso  para 
premiar  la  mejor  obra  que  se  presentase  sobre  el 
sabio  colombiano.  En  los  cuatro  meses  compuso 
nuestro  Padre  Fabo  un  trabajo  original  extenso 
y  con  seudónimo  lo  llevó  al  certamen.  Y  quién  lo 
diría  ?  El  estudio  en  tan  poco  tiempo  prepara- 
do y  debido  a  un  religioso  español  mereció  el  lau- 
do favorable  del  Jurado  Calificador  y  los  aplausos 
universales.  No  hay  otra  biografía  crítica,  tan 
hermosa  de  forma  y  tan  densa  de  contenida,  del 
gran  sabio  y  cristiano  Rufino  José  Cuervo  como 
ésta  debida  a  la  pluma  maravillosa  de  nuestro 
Padre  Fabo. 

Fue  publicada  por  cuenta  de  la  Academia  de 
la  Lengua  y  consta  de  tres  voluminosos  tomos. 

AFICIONES  ALPINISTAS 

El  alpiniimo,  uno  de  tantos  bellos  y  sanos  de- 
portes, tiene  la  aprobación  y  hasta  la  bendición 
de  la  Iglesia.  Pío  XI,  tuvo  en  su  juventud  esa  afi- 
ción.  San  Bernardo  de  Mentón  ha  sido  declarado 
patrono  de  los  que  la  practican. 

Y  es  que  el  escalar  las  alturas  resulta  un  ejer- 
cicio doblemente  provechoso.  Se  vigorizan  los 
cuerpos,  y  se  purifican  y  ensanchan  las  almas. 
Oh  !  En  las  cumbres  se  siente  el  espíritu  más  li- 
bre, más  dueño  del  sosiego  que  permite  aspirar  al 
cielo,  y  más  cercano  a  las  regiones  puras  y  eter- 
nas. Recuerdo  con  simpatía  en  este  instante  al  jo- 


El  Padre  Fabo 


179 


ven  italiano  oloroso  a  santidad  Pedro  Jorge  Fra- 
ssati  que  halló  en  el  alpinismo  un  motivode  amar 
más  a  Dios. 

A  nuestro  Padre  Fabo  también  le  gustaba  so- 
bremanera  esto.  También  se  arriesgaba  a  subir 
montes  y  a  dominar  amplios  horizontes. 

Estando  jo  en  el  colegio  preparatorio  salimos 
los  niños  varias  veces  a  paseo  bajo  la  dirección  de 
nuestro  religioso.  E  íbamos  casi  siempre  a  trepar 
colinas.  Y  nos  desafiaba  el  presidente  de  la  excur- 
sión así:  A  que  llego  yo  antes  que  vosotros  al  pico 

más  alto  !  Y  era  de  ver  las  carreras  que  hacía- 

mos  Y  era  de  ver  también  al  fraile,  ya  grueso  y 

algo  pesado,  jadeante  y  animoso  avanzar  el  pri- 
mero hacia  la  meta. 

Ei  Padre  Fabo  escribió  estas  frases  sinceras: 
«Me  entusiasman  las  cumbres:  nunca  he  concebido 
a  Dios  tan  infinito  ni  tan  cerca  de  mí  como  cuan- 
do he  coronado  vertiginosas  ascensiones.  Dios  do- 
mina  la  integridad  de  mi  ser;  creo  y  amo  con  deli 
cia  inefable. 

SU  FEMINISMO 

En  distintas  partes  de  sus  obras  ha  regado  el 
Padre  Fabo  una  serie  de  pensamientos  referentes 
al  problema  feminista.  Y  en  Pulpito  y  Tribuna 
publicó  dos  conferencias  sobre  este  sugestivo  y 
modernísimo  tema.  Qué  criterio  orienta  en  este 

punto  al  religioso  recoleto  ?  Veamos  en  varias 

frases  recogidas  acá  y  acullá  cuán  ortodoxo  y  dis- 
creto es  su  modo  de  enfocar  el  asunto. 

•  La  mujer  ha  nacido  para  la  misericordia,  pa- 
ra la  plegaria  y  para  la  dulzura  de  la  vida». 


180 


El  Padre  Fabo 


«No  pasen  por  vuestras  manos  esos  libros  que 
tratan  de  masculinizar  a  la  mujer  deformando  sus 
gracias  y  sus  méritos,  en  busca  de  un  ideario  que 
no  fructificará  en  el  terreno  de  lo  realizable». 

«Qué  primor  de  joven!  Ni  mojigata,  ni  coque- 
ta, ni  huraña,  ni  desvergonzada» 

«A  medida  que  la  mujer  se  manifiesta  libre 
pensadora  y  socialista  dejará  de  ser  reina  del  ho- 
gar para  ser  esclava  del  amor  libre». 

«El  don  más  raro  y  encantador  de  una  mujer 
es  hablar  poco  y  con  discreción». 

«La  piedad  es  al  corazón  de  la  madre  lo  que  el 
sol  a  un  jardín;  una  madre  con  ideas  irreligiosas 
supera  en  horror   a  la  Medusa  coronada  de  vi. 

boras». 

—«Has formado  muchos  propósitos?— pregun- 
taron a  una  señorita  que  acababa  de  hacer  los 
ejercicios  espirituales 

— He  formado  uno  solamente. 

-Cuál? 

—Obedecer  en  todo  a  mi  madre. 

El  que  deeeare  fórmula  más  sencilla  y  perfecta 
de  virtud  en  una  joven,  que  emigre  de  este  mundo 
y  la  busque  entre  los  ángeles». 

«La  Iglesia,  depositaría  de  la  verdad,  así  como 
hasta  ahora  ha  sido  la  única  amparadora  de  la 
mujer  con  sus  doctrinas  y  con  sus  procedimientos 
dignificándola  y  sublimándola  progresivamente, 


El  Padre  Fabo 


181 


de  la  misma  suerte  coronará  su  obra  feminista,  se- 
gún  las  necesidades  de  los  tiempos  y  de  las  na- 
ciones». 

REGALO  AL  PAPA 

En  el  año  de  1918  mandó  nuestro  religioso  la 
colección  de  sus  obras,  en  testimonio  de  adhesión 
irrestricta,  a  Benedicto  XV. y  obtuvo  esta  respues- 
ta del  Cardenal  Secretario  de  Estado: 

«Secretaría  de  Estado  de  Su  Santidad —Núme- 
ro 83.609. 

Del  Vaticano.  14  de  noviembre  de  1918. 

R.  Padre  Fabo  del  Corazón  de  María. 

Muy  Reverendo  Padre:  Las  muchaa  obras  que 
V.  P.  Rvma.  ha  presentado  ante  el  Trono  del  San- 
to Padre  por  medio  del  Rvmo.  Sr.  Cardenal  Vico, 
son  un  bello  testimonio  de  filial  adhesión  y  de  pro- 
funda veneración  al  Romano  Pontífice  y  a  su  cá- 
tedra  infalible  de  verdad. 

De  ahí  que  no  podía  menos  el  Augusto  Pontí- 
fice de  acoger  benévolamente  este  obsequioso  y  re- 
verente homenaje;  y  yo  me  complazco  en  manifes- 
tarle que  Su  Santidad  le  guarda  vivo  reconoci- 
miento, y  le  expresa  al  mismo  tiempo  sus  congra- 
tulaciones por  las  referidas  obras  que,  mientras 
hacen  honor  a  V.  P.  y  a  la  ínclita  Orden  de  Agus- 
tinos Recoletos,  no  sólo  contribuirán  notablemen- 
te al  incremento  de  los  estudios  históricos,  sino 
que  también  han  de  produeir  en  los  lectores  bue- 
nos frutos  de  piedad  y  de  religión. 

Queriendo  entre  tanto  darle  una  prueba  de 
poutificio  agradecimiento  el  Santo  Padre  se  ha 
dignado  conceder  a  V.  y  a  todos  sus  hermanos  la 
implorada  Bendición  Apostólica  prenda  de  celes- 


182 


El  Padre  Fabo 


tiales  favores. 

Tenga  a  bien  a  la  vez  aceptar  la  expresión  de 
mi  viva  gratitud  por  los  ejemplares  de  las  sobre- 
dichas obras  a  mí  cortesmente  destiuados;  y  con 
sentimientos  de  muy  sincera  estima  tengo  el  gus- 
to de  suscribirme, 

De  V.  Paternidad  Reverendísima  afmo.  en  el 
Señor, 

P.  CAEW.  OASPARRl,. 

Esta  carta  y  esta  Bendición  Apostólica  fueron 
para  el  Padre  Fabo  un  motivo  de  gratas  y  alen- 
tadoras satisfacciones. 

SEUDONIMOS 

Al  Padre  Fabo,  escritor,  le  gustó  en  muchas 
ocasiones  ocultar  su  nombre  y  salir  al  público  de 
visera,  o  como  hoy  decimos,  anónimo  o  seudóni 
mo.  Esto  indudablemente  favorece  a  la  libertad 
del  publicista,  el  cual  necesita  esconder  su  carác 
ter  para  decir  con  claridad  algunas  verdades  y 
para  alejar  prevenciones  del  ánimo  de  los  lecto- 
res Los  seudónimos  más  usados  por  nuestro  re- 
ligioso a  lo  largo  de  su  carrera  literaria  de  propa- 
gandista cristiano  fueron  los  siguientes:  Ñuño  de 
la  Eternidad,  Fr.  Gil  del  Silencio,  Fr.  Gregorio  del 
Cielo,  Fadrique  de  la  Correa,  Cid  y  otros. 

Sea  este  el  momento  de  advertir  que  no  fue  el 
Padre  Fabo  aquel  famoso  Valmala  que  en  Bogo, 
tá,  a  principios  de  este  siglo,  publicó  unos  sona- 
dos Ripios  Colombianos.  Alguien  supuso  y  propa 
ló  que  el  autor  de  estos  Ripios  era  nuestro  Religio- 
so. Pero  éste  declaró  enfáticamente  en  algunos  de 


El  Padre  Fabo 


183 


sus  escritos,  no  ser  él  el  Padre  de  tales  ensayos  li- 
terarios. (1). 

EN  CARNAVALES 

Sucedió  que  la  ciudad  Mau  ízales  donde  resi- 
día el  Padre  Fabo  había  llegado  a  las  Bodas  de 
Diamante  de  su  fundación.  Y  para  f^st^jar  tal  íe- 
eha  se  prepararon  grandes  -'olemnidridps.  Dn  nú- 
mero del  programa  consistiría  hu  unos  lujosísi- 
mos carnavales.  Unos  carnaval*1-?  a  la  moderua  en 

la  católica  Manizales  !  Nuestro  religioso  ardió 

en  llamas  ie  celo  por  la  gloria  de  Dios  y  por  los 
fueros  de  la  moral.  Y  ante  una  excitación  de  la 
autoridad  eclesiástica  que  pidió  a  los  sacerdotes 
explicaseu  desde  los  pulpitos  los  peligros  de  estos 
torneos  tan  «incultos  e  iucm!e«».  tomó  su  pluma 
el  periodista-apóstol  j  con  el  seudónimo  de  «Cid» 
escribió  unas  famosas  Cariasen  el  periódico  iLa 
Patria.»  combatiendo  el  intento  descabellado  de 
los  organizadores  de  las  fiestas.  Y  a  fe  que  en  tal 
ocasión  nuestro  religioso  derramó  ingenio  en  a- 
bundancia  y  obtuvo  un  éxito  clamoroso. 

Así  resumía  los  males  del  carnaval:  fNo  abo- 
minamos  de  las  farándulas  carnavalescas  por  ser 
intrínsecamente  malas,  sino  que  las  tenernos  por 
asaz  peligrosas  y  amparadoras,  ocasionalmente, 
de  innúmeras  defecciones  de  orden  antirreligioso 
y  antisocial,  puerta  y  camino  como  son  de  enfer- 
medades físicas,  trampolín  d*»  audacia*  inverecun- 
da», peligro  de  políticos  desquites,  acéano  doude 


(1)  Valmaln  era  un  agustino  calzado,  Fr.  Martfu 
Bluueo  García. 


184 


El  Padre  Fabo 


se  piratea  el  pudor  de  los  menores,  naufragan  los 
dineros  del  ciudadano,  y  se  ahogan  los  deberes  de 
aquellos  que  timonean  la  nave  pública  o  bien  en- 
sordecidos  por  el  clamor  de  los  audaces  o  bien  se- 
ducidos por  las  vislumbres  de  irisadas  lontanan- 
zas. Los  carnavales  de  suyo  no  son  malos,  pero 
acasionan  males  pésimos  a  manta.  Por  razón  de 
origen  se  entroncan  nada  menos  que  con  las  fies- 
tas  Saturnales  y  con  las  Lupercales  y  con  las  Bá- 
quicas, en  línea  rectísima,  de  los  tiempos  del  Im- 
perio. Vaya  con  el  paganismo  greco- romano.  ¡Mas- 
caradas con  danzas  promiscuas,  sarcáeticas  y  lu- 
juriantes, mojigangas  bufas,  carcajadas  antiesté- 
ticas, licorosas  vestales  del  diablo  en  ejercicio  li- 
bre, farsas  de  animales  antropormizados  Y  el 

carnaval  de  hoy  día  en  los  paísps  que  se  dicen  civi- 
lizados vale  tan  sólo  como  uu  signo  de  reversión 
y  retroceso  en  las  ideas  y  en  las  costumbres,  algo 
así  como  un  culto  a  las  generaciones  abolidas  por 
el  Cristianismo», 


CARITULO  XXIII 


Anécdotas 

Una  anécdota  tiene  muchas  veces  más  fuerza 
descriptiva  y  persuasiva  en  la  semblanza  de  un 
hombre  que  tudas  las  consideraciones  y  que  los 
más  escogidos  epítetos.  Hay  hechos,  aislados  y  es 
pontáneos,  en  la  vida  ordinaria  capaces  de  ilumi- 
nar y  vivificar  la  más  oscura  existencia.  Son  co- 
mo chispas.  Yo  recojo  ahora  varios  casos  anecdó- 
ticos pertenecientes  a  nuestro  biografiado  y  los 
reúno  en  un  sólo  parágrafo  para  solaz  y  enseñan- 
za de  los  lectores  y  para  amenidad  y  alegría  de  mi 
narración. 

En  su  mocedad  el  Padre  Fabo  era  de  apostu- 
ra gallarda  y  hasta  elegante.  Su  físico  bien  confor- 
mado, su  temperamento  sanguíneo  que  daba  a  su 
rostro  colores  encendidos  de  grana  madura,  su 
gtntileza  de  maneras,  su  paso  largo  de  culto  y  so- 
berano caballero,  su  talla  elevada,  su  cuerpo,  en 
fin,  proporcionado  y  armonioso,  y  la  luz  de  sus 
ojos  grandes  y  rasgados  y  el  sonreír  de  ana  labios 
delgados  y  amables  le   prestaban   una  simpatía 


186 


El  Padre  Fab° 


contagiosa  y  le  ganaban  los  homenajesde  admira 
ción  que  lleva  consigo  la  belleza  en  cualquiera  de 
sus  manifestaciones. 

Fue  el  caso,  y  yo  lo  oí  de  su  boca,  que  cuando 
caminab*  por  una  de  las  calles  de  Madrid  a  cum- 
plir un  deber  de  su  ministerio  se  encontró  con  dos 
señoritas  encopetadas  y  frivolas  de  lasque  por 
desgracia  tanto  abundan  en  la  capital  española  y 
en  todas  las  capital,  s  del  mundo.  La  pareja  del 
bello  sexo  fijó  su  atención  en  el  fraile  recoleto.  Y 
una  de  ellas  se  atrevió  a  preguntar  en  alto  estas 
palabras:  Lástima  que  tan  garrida  figura  vista 
un  hábito  negro. 

Y  el  Padre  Fabo,  que  si  supo  de  modestia  reli- 
giosa,  no  anduvo  huérfano  de  ingenio  saleroso  y 
picante,  exclamó  al  rompe:  Dos  eran  dos  las  hijas 
de  Elena,  dos  eran  dos  y  ninguna  era  buena.  Mu- 
chas gracias,  damitas,  por  su  galantería.  Con  qué 
gusto  devolvería  la  atención  si  me  fuera  lícito  fal- 
tar a  la  verdad! 

Y  el  austero  hijo  de  San  Agustín,  orgulloso  de 
su  vocación  y  de  ir  ostentando  la  librea  religiosa 
prosiguió  su  cnniino  después  de  haber  dado  una 
lección  de  serenidad  y  de  virtud  a  las  descocadas 
mujeres. 

Por  temperamento  y  por  convicción  (mejor 
diré  por  vir  tud)  gm-tó  siempre  el  Padre  Fabo  de 
sazonar  las  conversaciones  con  bromas  iuofensi- 
vas  y  de  buena  ley.  Cultivaba  la  alegría  festiva  de 
la  vida  y  la  jovialidad  estimulante  del  espíritu. 
Alababa  frecuentemente  a  San  Francisco  de  Sales 
en  su  dicho  feliz:  tristeza  y  melancolía  huyan  de  la 


El  Padre  Fabo 


187 


casa  mía.  Y  con  otras  palabras:  Un  santo  triste 
es  un  triste  santo. 

En  Chiquiuquirá  celebraron  los  Padres  domi- 
nicanos una  Velada  familiar  que  el  Padre  Fabo 
acertó  la  regocijar  con  un  número  raro  y  ameno. 
Consistió  éste  en  un  intento  o  simulacro  de  hipno- 
tización. Cogió  como  víctima  a  un  religioso  de  há- 
bito blanco  en  presencia  de  todos  los  demás.  La 
función  resultó  interesantísima.  El  hipnotizante  se 
puso  un  delantal,  invocó  el  silencio  unánime,  hizo 
traer  mil  cachivaches  diversos,  tomó  una  actitud 
solemne  de  oráculo.  Y  no  pasó  nada.  Que  la  vícti- 
ma un  hijo  de  Santo  Domingo,  tembló  de  emoción 
y  no  sé  si  de  susto.  Y  que  todos  se  rieron  de  lo  lin- 
do. .  . 

Carlos  E.  Restrepo,  fundador  del  partido  re- 
publica  no  eu  Colombia,  y  presidente  de  esta  repú 
blica  en  el  período  1910  1914.  tuvo  durante  su 
administración  algunos  procederes  que  no  agra- 
daron a  todos  los  buenos  y  que  dieron  lugar  a  pú- 
blicos comentarios  y  a  generales  protestas.  Y  el 
Padre  Fnbo  no  se  recató  en  expresar  paladina- 
mente su  opinión  adversa.  Resprepo  entonces  ma- 
nifestó su  contrariedad  con  el  religioso  agustino  y 
basta  se  permitió  decir  contra  él  frases  bastante 
fuertes.  Qué  hizo  el  autor  de  Liberaladas  y  de 
Ruiseñores?  Llamó  a  las  musas,  se  sentó  en  su  es- 
critorio, y  en  un  santiaméu  red.ictó  un  ditirátnbi- 
co  soneto  en  que  panegirizaba  las  virtudes  cívicas 
de  Mon  y  Veíanle  acerca  del  cunl  pronunció  un 
discurso  el  Presidente.  Metió  la  tal  composición  en 
una  cubierta  y  la  remitió  a  palacio, 

Y  a  los  pocos  minutos  llegaba  a  Ihs  manos  del 
Padie  F;ibo  una  esquelita  de  Carlos*  E  Rustrepo 
concebida  eu  estos  o  parecidos   términos;  Tiene 


188 


El  Padre  Fabo 


Vuestra  Reverencia  la  rara  virtud  de  quitar  el  mal 
humor  y  de  conquistarse  simpatías.  Muy  agrade- 
cido a  V.  R.  por  su  gentil  misiva.  El  palacio  está 
abierto  para  V.  R.  a  todas  las  horas. 

Y  fueron  desde  aquel  instante  dos  fieles  amigas. 

Y  el  Padre  Fabo  con  eso  en  realidad  pudo  sen- 
tirse satisfecho. 

Esta  composición  está  publicada  en  Ruiseño- 
res. En  un  soneto  en  que  se  alude  a  las  virtudes 
del  colonizador  Mon  y  Velarde.  He  visto  un  apun- 
te autógrafo  del  PHdre  Fabo  en  que  rectifica  al- 
gún coucepto  que  se  emitió  en  cierto  artículo  del 
Boletín  de  la  Candelaria,  mayo  de  1932,  titulado 
Acontecimiento  Político.  Carlos  E.  Restrepo  pro- 
nunció un  discurso  eu  la  Academia  de  Historia  en 
1912  o  1913.  Habló  sobre  Mon  y  Velarde.  El  Pa- 
dre  Fabo  asistió  a  la  sesión  y  se  entusiasmó  con 
las  palabras  de  Restrepo.  Con  tal  motivo  le  dedi- 
có el  soneto  que  se  publicó  en  La  Sociedad  y  des- 
pués en  Ruiseñores.  Eu  el  periódico  apareció  con 
dedicatoria;  en  Ruiseñores  dice:  Con  motivo  de  un 
discurso  sobre  Mon  y  Velarde. 

Eu  Roma  fueron  amigos  muy  íntimos  el  Padre 
Fabo  y  Carlos  E.  Restrepo  cuando  este  era  minis- 
tro de  Colombia  en  el  Vaticano. 


— En  el  mes  de  noviembre  de  1926  el  pueblo  de 
Marcilla  declaró  solemnemente  a  nuestro  religioso 
su  hijo  predilecto.  Y  organizó  una  serie  de  festejos 
solemnísimos  en  su  honor.  Yo  residía  a  la  sa- 
zón, como  estudiante,  en  Sos  del  Rey  Católico.  Y 
se  me  ocurrió,  creyéndolo  oportuno,  componer  un 
suelto  elogioso  sobre  el  Padre  Fabo  y  mandarlo  a 


El  Padre  Fabo 


189 


las  columnas  del  Diario  de  Navarra.  Titulé  mi  ar- 
tículo cod  el  mote  dp  un  inarcillés  ilustre,  y  escon- 
dí mi  nombre  cou  el  seudónimo  de  «Un  marcillés». 
Fue,  pues,  el  caso  que  en  Marcilla  se  dieron  a  con. 
jeturar  sobre  el  autor  probable  de  tales  líneas  pe- 
riodísticas, y  como  nadie  apareciera  responsable, 
alguien  atribuyó  su  paternidad  al  mismísimo  Pa- 
dre Fabo,  el  cual  inútilmente  lo  negó.  Pasaron  va- 
rios días,  y  encontrándoselconraigo  en  uno  de  los 
ciaustros  del  con  vento  rae  dijo  cou  gracia  muy 
amable:  saludo  al  picaro  joven  que  me  hizo  tra- 
gar un  rato  amarguísimo. 

El  Padre  Fabo  en  ano  dp  sus  escarceos  de  crí 
tica  literaria  habla  de  Ricardo  León  en  los  siguien 
tes  términos;  Ricardo  León,  en  algunas,  no  todas 
de  sus  obras,  está  encalabrinando  el  cerebro  de  la 
juventud  y  de  cuyas  influencias  topa  uno  efluvios 
de  carne  podrida  en  los  pudrideros  de  Venus.  No 
se  asuste  nadie  de  que  meta  entre  los  novelistas 
pecaminosos  a  Ricardo  León,  pues  a  pesar  de  las 
alabanzas  con  que  me  honró  en  una  de  sus  obras, 
digo  que  tiene  cabeza  de  Zola  con  peluquín  de  in- 
fanzón de  la  corte  de  Felipe  IV.  (1). 

Yo  que,  a  la  verdad,  me  engolosiné  leyendo  y  re- 
leyendo los  versos  y  la  prosa  de  este  singular  inge- 
nio de  la  lengüa  castelleua,  me  sentí  un  titánico 
afectado  con  estas  frases  tan  duras  que  juzgué  ca- 
si como  un  agravio.  Sinceramente  confieso  que  si 
en  las  obras  de  Ricardo  León  advt-rtí  cierto  subi- 
do color  de  tono  y  un  aire  movido  de  naturalis- 

(1)  En  su  libro  Escuela  de  los  Sofistas,  dedica  Ri- 
cardo León  al  Padre  Fabo  algunas  frases  muy  enco- 
miásticas. 


190 


El  Padre  Fabo 


mo,  en  sus  frases  y  en  su  intención  jamás  lo  consi- 
deré como  tachable  desde  el  punto  de  vista  de  su 
ortodoxia  católica.  El  autor  de  «Alivio  de  Cami 
nantes»  y  de  «Comedia  Sentimental»  era  por  mí 
considerado  como  un  ejemplo  de  seriedad  litera, 
ria.  Cuántas  de  sus  escultóricas  estrofas  aprendí 
de  memoria  para  deleitarme  con  su  musicalidad 
y  con  su  intensidad  lírica!  Y  cuántas  veces  con  mis 
compañeros  de  estudios  hice  comentarios  sobre  el 
gallardo  decir  de  este  estilista! 

Pues  bien;  un  día  me  resolvía  preguntar  al 
Padre  Fabo  por  qué  había  sido  tan  severo  con  el 
castizo  escritor.  Y  el  amable  religioso,  dibujando 
en  su  semblante  un  gesto  de  sorpresa,  dijo;  Sien 
tese  y  le  hablaré.  Ricardo  León  posee  el  dón  má- 
ximo del  estilo.  Es  un  mago  de  la  pluma.  A  mí 
me  asombra  y  me  estremece  de  júbilo  y  de  admi- 
ración con  sus  primores  de  forma  literaria.  Sus 
poesías  son  joyas  riquísimas  del  parnaso  castella- 
no. Su  prosa  es  manjar  de  paladares  exquisitos.  Y 
es  un  hijo  legítimo  de  la  Esp-ña  tradicional  y  cris- 
tiana. Yo  sé  que  piensa  y  siente  en  católico. 

Entonces  le  interrumpí:  A  qué,  se  debe,  pues, 
el  que  Vuestra  Reverencia  ponga  reparos  a  su  mo 
ralidad?  Es  que,  repuso  con  matiz  edificante  de 
bondad,  se  ha  tornado  débil  en  algunas  ocasiones 
ante  las  acometidas  invasoras  del  naturalismo 
materialista  en  boga.  Sólo  una  de  las  escenas  que 
pinta  en  su  novela  «El  amor  de  los  amores»  basta 
para  conquistarse  mi  desaprobación  rotunda. 
Ojalá  que  mi  advertencia  sirva  a  Ricardo  León  de 
provecho  y  dé  pruebas  de  cristianismo  en  todas 
sus  producciones  literarias. 

Yo  sé  que  en  el  áuimo  del  Padre  Fabo  dominó 
siempre  un  criterio  de  benevolencia,  y  estoy  segu- 


El  Padre  Fabo 


191 


roque  en  Ion  anatemas  críticos  que  le  correspon- 
dió lanzar  sobre  obras  y  autores  obró  tan  sólo 
inspirado  por  el  amor  a  la  verdad  y  por  el  celo  de 
la  gloria  de  Dios. 

Los  escritores  muy  fértiles  no  suelen  castigar 
mucho  sus  producciones  intelectuales,  aunque  Co- 
lema  y  Buffou  sean  excepciones  gloriosas  en  esto. 
El  Padre  Fabo  que  se  mantuvo  en  fiebrosa  activi- 
dad literaria  durante  su  vida  entera  era  asimismo 
meticuloso  en  medir  el  alcance  de  las  palabras. 
Testigo  fui  yo  de  un  detalle  curioso.  Mientras  se 
imprimía  su  volumen  je  Críticas  y  Plumadas  vivía 
él  en  el  convento  de  Sos  y  allí  estaba  también  mi 
residencia.  Y  fui  llamado  a  su  celda  con  el  fin  de 
ayudarle  a  corregir  las  pruebas. 

En  tal  ocasión  pude  observar  la  nimiedad  de 
su  espíritu  y  la  delicadeza  de  su  conciencia.  Quién 
creerá  que  sobre  la  conveniencia  de  pouer  un  sinó- 
nimo mejor  que  otro,  por  razón  de  significación 
más  o  menos  exacta,  pasó  largo  rato  de  medita 
ción,  y  que  borrara  y  volviera  a  borrar  varias  ve- 
ces una  frase  por  no  satisfacerle  por  completo  su 

significado  ? 

A  él  aplicaremos  la  estrofa  de  Lope  de  Vega: 

—Cómo  compones  ?Leyendo, 

y  lo  que  leo  imitando, 

y  lo  que  imito  escribiendo, 

y  lo  que  escribo  borraudo, 

y  lo  borrado  escogiendo. 

Andaría  el  siglo  por  el  año  1926.  El  Padre 
Fabo  acababa  de  arribar  a  la  Patria  española  pro- 
ceden  te  de  Sur  América  en  donde  había  alcanzado 
resonantes  triunfos.  Vino  de  visita  a  Sos  del  Rey 
Católico,  y  los  FL  rmanos  Coristas  o  estudiautes 


192 


El  Padre  Fabo 


en  Filosofía  y  Teología  del  convento  aquí  estable- 
cido quisimos  manifestara  nuestro  modo  los  sen 
timientos  de  admiración  que  profesábamos  hacia 
eu  ilustre  persona.  El  Padre  Fabo  supo,  en  cual- 
quier  ocasión,  ser  gentilísimo.  Le  sobraban  frases 
oportunas  y  decidoras.  Y  en  ocurrencias  cómicas 
no  era  parco. 

Recuerdo  que  un  día  quiso  corresponder  a 
nuestras  atenciones,  y  para  ello  nos  reunió  en  el 
salóu  principal  de  clase.  Entró  el  insigne  religioso 
con  sencillez.  Sentóse  en  el  testero.  Y  después  de 
dirigirnos  breves  palabrae  afectuosas  de  saludo  y 
de  gratitud  y  de  hacernos  paternal  exhortación 
propuso  la  siguiente  divertida  idea:  Traigo  aquí 
un  premio  para  el  que  tenga  la  nariz  más  volumi- 
nosa. Dos  técnicos,  entre  ruidosas  carcajadas,  fue- 
ron examinando  y  calificando   estos  importantes 

órganos  fisiológicos  de  cada  uno.  Y  lo  diré  ? 

Yo  fui  uno  de  los  dos  agraciados.  Entre  los  dos 
agraciados  se  puso  a  rifa  el  premio  que  consistía 
en  un  ejemplar  de  Don  Quijote  de  la  Mancha  escri- 
to en  latín  macarrónico.  Y  debo  confesar  que  tam- 
bién a  mí  me  correspondió  esta  fortuna. 


A  un  requerimiento  de  la  Comunidad  que  de- 
seaba tener  novena  prupia  de  Nuestra  Señora  de 
la  Candelaria  compuso  el  Padre  Fabo  un  hermoso 
ejercicio  novenario  a  cuyos  g«>zos  puso  acompa- 
ñamiento musical  el  pianista  Liborio  Pérez.  Esto 
fue  en  el  convento  citado  antes.  No  sé  qué  vio  de 
extraño  o  de  admirable  el  Padre  Fabo  en  el  canto 
de  los  tales  Gozos.  El  coro  le  pareció  lleno  y  gra- 
ve;  el  dúo  armonioso  y  singular;  las  estrofas  califi- 
cólas de  tiernas  y  melancólicas. 


El  Padre  Fabo 


193 


Pero  Ponía  vario*  peros  en  cuanto  a  ¡a  mú. 

sica  y  en  cuanto  a  la  ejecución,  sobre  codo.  El  día 
de  la  fiesta  de  Nuestra  Señora,  hallándose  la  Co- 
munidad reunida  en  la  celda  prioral,  hizo  leer  un 
cuento  o  un  sueño  en  el  que,  a  vuelta  de  mil  inve- 
rosímiles fantasías,  venía  a  relatar  cómo  vio  dea. 
cender  del  cielo  hasta  el  coro  bandadas  de  pinta- 
dos  y  canoros  pajarillos,  turpiales,  mirlos,  ruise- 
ñores, entre  los  cuales  se  metió  a  hurtadillas  un 
montudo  gorrión.  La  armonía  que  resultaba  de  su 
canto  era  agradable  en  extremo.  Empero  la  voz 
del  conirrostro  lo  estropeaba  todo.  En  fin,  que  el 
talento  crítico  de  nuestro  religioso  en  todos  los 
campos  encontraba  pábulo,  y  su  sal  satírica  y  có. 
mica  dondequiera  se  desarrollaba  y  entretenía, 
entreteniendo  también  sabrosamente  a  los  pró- 
jimos. (1) 

El  doctor  Miguel  Antonio  Caro,  presidente  que 
había  sido  de  la  República  de  Colombia,  gran  hu. 
mani8ta,  gran  político,  gran  tribuno,  y  gran  pen. 
sador,  se  hallaba  en  la  postrimería  de  su  existen- 
cia. Hasta  la  luz  de  los  ojos  le  iba  faltando.  No  la 
luz  de  la  fe  que  conservó  indefectiblemente  sana  y 
viva. 

Cierto  editor  ambulante  se  llegó  un  día  a  su 
casa  y  le  pidió  una  poesía  cod  el  fin  de  enriquecer 
una  publicación  que  se  proponía  hacer  bajo  el  mo- 
te de  Musa  Americana.  El  doctor  Caro,  compla- 
cien  te  en  extremo,  puso  a  sus  órdenes  un  soneto 
inédito. 

(1)  Era  Prior  el  P.  Pedro  Cuartero.  y  Subprlor  el  P. 
Pascual  Zabalza.  Don  Llborlo  Pérez  es  un  fino  señor 
muy  amigo  de  la  Comunidad  de  Valentufiana. 


194 


El  Padre  Fabo 


Y  he  ahí  que  nuestro  P.  Fabo,  metido  por  aque- 
llas calendas  a  severo  aristarco,  hizo  objeto  de  su 
censura  a  esta  composición  poética.  La  reputó 
buena  por  la  idea  y  por  el  sentimiento;  pero  me- 
diana y  aúu  mala  por  la  hechura.  Así  se  lo  mani- 
festó con  franqueza  al  doctor  Caro  en  carta  priva- 
da. El  doctor  Caro  contestó  a  nuestro  religioso 
con  una  epístola  bellísima,  salpicada  de  amones- 
taciones y  de  citas  latinas  y  clásicas,  y  tendiente 
a  indicar  al  Padre  Fabo  los  peligros  que  lleva  con- 
sigo la  profesión  de  crítico  severo  y  profesional. 

Oyó  el  consejo,  lleno  de  humildad,  nuestro 
fraile.  Y  desde  entonces  profesó  al  doctor  Caro  un 
respeto  profundo  y  una  admiración  sin  límites,  y 
una  gratitud  sincera  e  intensa.  Mucho  después  de 
este  caso  exclamaba  el  Padre  Fabo:  Quién  sabe  a 
qué  despeñaderos  me  hubiera  arrojado  yo,  si  no 
hago  caso  de  esta  carta.  Mil  gracias  a  la  sabia 
advertencia  del  buenísirao  anciano.. 


CAPITULO  XXIV 


Algunos  escritos  especiales 
y  una  polémica 

Concedo  un  más  detenido  examen  a  los  escri- 
tos del  Padre  Fabo  que  a  continuación  verá  men- 
cionados el  lector  y  a  una  polémica  hoisteuida  en 
Manizales — Colombia— entre  nuestro  religioso  y  el 
distinguido  escritor  y  político  Aquilino  Villegas. 

LA  JUVENTUD  DE  SAN   AGUSTIN  ANTE 
LA  CRITICA  MODERNA 

Este  libro  es  un  estudio  concienzudo  y  pro- 
fundo,  de  observación  sicológica  muy  fina,  de  ar. 
gumentación  serena  y  formidable  y  de  estilo  y 
lenguaje  sobrios  y  castizos.  Chorrea  erudición  por 
todas  partes  y  contiene  la  síntesis,  muy  docta- 
mente  realizada,  de  las  diversas  opisiones  que  so- 
bre  el  dulcísimo  hijo  de  Santa  Mónica  se  han  emi- 
tido, especialmente  en  la  época  moderna.  Bienve- 
nido sea  este  volumen  de  agustiuología,  numeroso 


196 


El  Padre  Fabo 


en  páginas,  intenso  en  ideas,  y  henchido  de  fervo- 
res agustinianos.  El  carácter  del  joven  Agustín 
queda  aquí  luminosamente  definido;  caballeroso  y 
aristocrático,  ardiente,  inquieto,  ávido  y  desgra- 
ciado peregrino  de  la  belleza,  de  la  dicha  y  de  la 
Verdad. 

Con  estas  palabras,  sinceras  y  juveniles,  saludé 
yo  esta  obra  del  Padre  Fabo  apenas  salió  a  la  luz 
pública. 

Y  ahora  digo  lo  que  escribió  El  Noticiero  Za- 
ragoza, noviembre  28  de  1929: 

«Obra  cumbre.  Se  ha  dicho  que  en  España  no 
se  escriben  libros  de  importancia  trascendental  ni 
por  el  asunto  ni  por  el  procedimiento.  Lo  cual  no 
es  cierto;  y  a  comprobar  que  se  hace  labor  de  alta 
ideología,  como  en  Alemania,  por  ejemplo,  viene 
hoy  e9te  libro  honrando  las  ciencias  españolas  y 

aún  europeas  Es  obra  de  largas  vigilias,  de 

enorme  cantidad  de  fósforo  cerebral  y  de  novedad 
extraordinaria,  como  que  es  la  primera  que  ve  la 
luz  pública  en  la  lengua  de  España  y  sus  Améri- 
cas;  libro  fuerte,  de  polémica  sobre  altísimos  pla- 
nos, en  cuya  ejecución  se  revelan  dos  cosa*:  talen- 
to  sosegado  y  ecuanimidad  justiciera». 

El  ilustre  historiador  jesuíta  Paire  Z  icarias 
García  Villada  estampó  en  El  Debata.  Madrid  1*' 
de  enero  de  1930,  estas  líneas:  iEl  decimoquinto 
Centenario  de  la  muerte  de  San  Agustín  no  ha 
producido  aquella  abundancia  de  trabajos  sóli- 
dos, que  eran  de  esperar,  dada  la  significación  del 
Gran  Padre  de  la  Iglesia  y  su  influjo  en  toda  la 
catolicidad.  Se  leerá  sin  embargo  con  gusto  y  pro- 


El  Padre  Fabo 


197 


recho  el  libro  del  Padre  Fabo,  agustino,  que  lleva 
por  título:  La  Juventud  de  San  Agustín;  es  histó- 
rico, polémico  y  apologético  a  la  vez.  reflejando 
en  sus  páginas  con  bastaDte  exactitud,  el  proceso 
de  la  formación  intelectual  y  moral  de  aquel  va- 
rón extraordinario». 

Ei  célebre  Padre  Boyer,  gran  agustinólogo  y 
profesor  en  la  Universidad  Gregoriana,  calificó  a 
este  libro  del  Padre  Fabo  así:  iMuy  interesante  y 
muy  útil  a  todos  los  que  quieren  conocer  la  ver- 
dad  sobre  San  Agustín  y  responder  a  las  novele- 
rías de  los  racionalistas». 

En  Boletín  de  la  Provincia  de  3an  Nicolás, 
mayo  de  1930,  escribía  el  Padre  Victoriano  Capá- 
naga,  A.  R.  maravilloso  expositor:  «Sin  temor  a 
equivocarnos  podemos  decir  de  este  libro  que  seña- 
la el  cénit  de  la  madurez  intelectual  del  fecundísi- 
mo escritor  recoleto». 

El  Padre  Angel  Custodio  Vega,  agustino,  pu- 
blicó en  Religión  y  Cultura,  agosto  de  1930.  una 
crítica  llena  de  elogios  sobre  La  Juventud  de  San 
Agustín.  En  ella  puso  algunos  reparos,  Y  el  Padre 
Fabo  contestó  con  una  Carta  Abierta  en  que  ha- 
re  muy  juiciosas  y  erudita»  explicaeiones.Son  ocho 
páginas,  a  máquina,  en  papel  de  tamaño  ordina- 
rio. Ignoro  si  esta  carta  fue  publicada.  Yo  tengo 
eopia. 

El  Padre  Fabo  estuvo  preparando  durante 
varios  años  esta  obra.  En  alguna  lista  de  sos  li- 
bros lo  anunció  con  este  lítulo:  San  Agustín  no 
fué  hereje  formal. 


198 


El  Padre  Fabo 


CRONICAS 

Escribió  nuestro  religioso  un  libro  llamado 
Restauración  de  la  Provincia  de  Nuestra  Señora 
de  la  Candelaria.  Hay  en  sus  páginas  muchas  ver- 
dades y  aciertos.  Aunque  no  se  trata  allí  de  algo 
muy  definido  y  concreto  y  se  ve  forzado  el  autor  a 
tocar  muchos  puntos  de  historia  bastante  inco- 
nexos,  logra,  sin  embargo,  dar  unidad  al  conjun- 
to y  ofrecer  una  visión  interesante  y  hermosa." 

A  la  actividad  asimismo  del  incansable  Padre 
Fabo  se  deben  dos  volúmenes  de  Historia  de  la 
Provincia  de  Nuestra  Señora  de  la  Candelaria,  en 
los  cuales  se  narra  porraenorizadaraente  la  funda- 
cióti  del  Instituto  Rpcoleto  en  América  y  su  desa- 
rrollo y  progreso.  Documentos  y  pruebas  se  adu- 
cen en  apoyo  de  las  afirmaciones  históricas,  pero 
hay  que  confesar  que  en  estos  dos  tomos  el  Padre 
Fabo  desea ro-ó  opulencias  de  estilo  y  colores  de 
fantasía  en  tal  cantidad  que  la  dignidad  de  la  His- 
toria  queda  a  ratos  como  apabullada  u  ofuscada. 
El  amor  encendido  a  su  Familia  Religiosa  y  los 
entusiasmos  líricos  pudieron  más  que  la  seriedad 
y  la  calma  narrativa. 

El  Capítulo  General  de  la  Oí  den  de  Agustinos 
Recoletos  tenido  en  Marcilla  (Navarra),  España, 
nombró  al  Padre  Fabo  Cronista  de  la  Corpora 
ción.  Aceptó  el  oficio  nuestro  religioso  y  se  dispuso 
adeserapi'ñ  irlo  con  todas  las  energías  que  alma- 
cenaba  en  su  inteligencia  y  en  su  corazón  Reco- 
rrió bibliotecas,  desempolvó  archivos,  se  quemó 
las  cejas  en  la  búsqueda  de  documentos  y  en  el  re- 
volvimiento de  legajos,  y  ofreció,  como  frutos  de 
sus  sacrificios  y  diligencias,  tres  gruesos  volú- 
menes. 


El  Padre  Fabo 


199 


Y  es  preciso  reconocer  que  el  Padre  Fabo  qui- 
so  aquí  ser  antes  cronista  que  literato.  Aunque  en 
momentos  asoma  su  verbosidad,  pero  sabe  refre- 
narla y  registra  los  hechos  con  serenidad  y  con 
discreción. 

En  El  Iris  de  Paz,  Madrid  18  da  agosto  de 
1918.  «ecribió  el  Padre  Juan  Postíus,  C.  M.  F1: 

«La  interesantísima  historia  de  los  Agustinos 
Recoletos,  contenida  en  cuatro  tomos  que  com- 
prende  un  siglo  de  existencia  (1588—1688).  quedó 
detenida  en  el  cuarto,  estampado  el  año  1756,  ha- 
ce  162  años.  Afortunadamente  ha  suscitado  Dios 
un  hijo  de  la  gloriosa  Recolección  Agustiuiana 
que.  dotado  de  condiciones  de  talento,  de  literatu- 
ra, independencia  y  constancia  y, «obre  todo,  de  un 
amor  sin  límites  a  su  Religión  y  de  un  amor  más 
grande  a  la  verdad,  ha  reanudado  el  hilo,  en  mal 
hora  interrumpido  de  su  hermosísima  historia, 
mezcla  indefinida  de  ascetismo  y  apostolado  acti- 
vo, con  predominio  del  primero,  cosa  ininteligible 
para  las  generaciones  de  hoy,  que  no  ven  la  raíz 
íntima  de  las  eflorescencias  externas  de  las  Orde- 
nes Religiosas. 

El  Padre  Fabo  no  les  quiere  desengañar  con 
filosofías  históricas:  a  pesar  de  conocer  muy  bien 
las  orientaciones  de  la  crítica  moderna  prefiere 
seguir  en  la  década  estudiada  por  él  la  forma  de 
anales.  Más  de  cuatro  años  de  incesante  trabajo 
ha  dedicado  a  tan  ardua  labor.  Muy  bien  cuadra 
el  nombre  de  cronista  a  quien  por  cumplir  su  ofi- 
ció  se  apartó  por  completo  de  la  vida  exterior  y 
sacrificó  sus  aficiones  literarias». 

Y  A.  Pérez  Goyeua,  S.  J.  en  Razón  y  Fe,  no- 
viembre de  1927  dijo:  «Lo  característico  de  esta 
obra  (Tomo  Yí,  Segunda  Parte)  es  la  riquísima 


200 


El  Padre  Fabo 


información  que  atesora:  el  autor  ha  registrado 
infinidad  de  archivos  y  bibliotecas  para  exhumar 
documentos  y  testimonios  desconocidos  en  que 
apoyar  sus  relatos  y  afianzar  sus  afirmaciones. 
En  esto  ha  seguido  fielmente  los  cánones  de  la  crí. 
tica  histórica,  y  en  la  interpretación  de  los  docu- 
mentos procura  ser  imparcial,  pero,  a  veces,  pro- 
pende, como  es  natural,  a  favorecer  y  beneficiar  a 

bu  Orden  Hay  sin  embargo,  en  la  vida  del  limo. 

P.  Pedro  de  Santiago,  Obispo  de  Solsona  y  Léri- 
da,  un  punto  oscuro,  la  ausencia  de  Lérida  duran- 
te el  sitio  por  los  franceses  y  después  hasta  su 
muerte,  que  no  ha  logrado  ponerlo  en  claro  ni  jus- 
tificarlo satisfactoriamente  el  docto  historiador. 
«Un  Prelado  de  las  dotes  de  Fr.  Pedro  debía  ha- 
ber compartido  con  sus  ovejas  las  angustias  del 
asedio,  y  lugo  volar  a  repararar  los  desórdenes  y 
desarreglos,  que  son  las  reliquias  que  en  pos  de  sí 
deja  la  guerra». 

ALBUM  DE  IDEAS  Y  PAGINAS  SELECTAS 

Es  este  un  libro  curioso  en  que  aparecen  colec- 
cionadas, por  grupos  muy  bien  definidos,  muchísi- 
mas ideas  y  páginas  literarias  derramadas  por  el 
Padre  Fabo,  a  través  de  su  carrera  científica,  en 
la  diversidad  de  sus  obras.  En  una  hoja  de  propa- 

§anda  que  lanzó  la  Editorial  Librería  Religiosa 
e  Barcelona  se  dice: 

«En  estos  tiempos  de  síntesis  y  selección,  viene 
a  llenar  una  función  de  altísimo  provecho  la  pre- 
sente obra  para  todos  los  que  se  dedican  a  la  cul- 
tura del  espíritu  en  rus  divnisas  disciplinas,  por- 
que en  las  páginas  de  la  «primera  parte»  se  recuen- 
tan un  millar  de  sentencias  o  máximas  originales 


El  Padre  Fabo 


201 


profundas,  trascendentes,  y  a  la  vez  clarísimas- 
del  célebre  Padre  Fabo,  el  Feijóo  del  siglo  XX,  cu- 
mo  se  le  ha  llamado-,  ideas— madres  que  saben  re, 
flexionar  y  sugieren  muchas  otras  a  los  que  aspi- 
ran a  manejar  la  pluma  sabiamente  

Relativamente  a  la  «segunda  parte»  del  volu- 
men, Páginas,  está  formado  por  una  variedad 
asombrosa  de  fragmentos  largos  o  de  capítulos 
íntegros,  tomados  de  las  obras  de  dicho  polígra- 
fo,  que  dan  idea  tanto  de  la  cultura,  extensa  e  in- 
tensa, del  autor,  como  de  la  discreción  del  compi- 
lador, señor  Campo». 

En  el  Boletíu  de  la  Provincia  de  la  Candelaria, 
Bogotá,  septiembre  de  1932,  estampó  estas  frases 
R.  M. 

«Este  Album  es  mejor  y  más  completo  que  una 
biografía  y  que  un  examen  crítico  del  Padre  Fabo; 
el  biografiado,  o  coleccionado,  no  es  alabado  ni 
vituperado,  sino  presentado  al  público  en  su  pro 
pia  fisonomía,  en  el  traje  propio  de  sus  libros,  pa- 
ra que  el  lector  forme  de  él  y  de  sus  obras  el  juicio 
favorable  o  desfavorable,  que  más  le  plazca;aunque 
en  el  convencimiento  de  que  ha  de  serle  favora- 
ble». 

En  el  citado  número  del  Boletín  se  publica  el 
Prólogo  del  Álbum  y  se  dice  que  este  libro  está 
compuesto  por  el  sacerdote  mejicano  Pascual 
Campo.  Pues  bien;  cumple  al  historiador  hacer 
constar  que  Paecual  Campo,  F'bro.  que  aparece 
como  autor  de  esta  obra  no  es  otro  que  el  mis. 
m'simo  Padre  Pedro  Fabo.  El  prólogo  es  el  del 
Padre  Fabo,  y  el  trabajo  de  recopilación  y  clasifi- 
cación se  debe  únicamente  al  Padre  Fabo.  qni<jn 
deseó  ocultar  su  nombre  y  divulgar  con  disfiuz 
sus  pensamientos  y  sus  doctrinas. 


202 


El  Padre  Fabo 


Campo  era  el  segundo  apellido  del  Padre  Fa- 
bo. 

UNA  POLEMICA 

El  doctor  Aquilino  Villegas,  ágil  y  robusto  es- 
critor, pronunció  un  discurso  el  12  de  octubre  de 
1921  en  uua  Velada  organizada  por  el  Comité 
Olímpico  de  Caldas.  Esto  fue  en  Manizales. 
Calificó  Villegas  a  los  colonizadores  de  Sura- 
mérica  de  «raza  latino-americana».  Ese  discurro 
fue  publicado  en  el  diario  «Renacimiento».  El  Pa- 
dre Fabo,  eon  el  seudónimo  de  Pelayo,  defendió 
en  el  mismo  periódico  que,  tratándose  de  los  pue- 
blos conquistados  y  civilizados  por  España  era 
más  propio  decir  hispaoo-americanos  que  latino- 
americanos. 

Y  se  hizo  sonada  la  contienda  periodística. 
Aquilino  escribió  varias  Epístolas  a  Pelayo  insis- 
tiendo en  la  exactitud  histórica  de  sus  palabras. 
Pelayo,  por  su  parte,  vertió  erudición  crítica  y 
gramatical  sosteniendo  su  punto  de  vista  y  sus 
afirmaciones. 

En  los  primeros  días  de  diciembre  de  1921,  en 
el  diario  «Renacimiento»,  pueden  verse  los  inge- 
niosos  artículos  del  Padre  Fabo  bajo  el  m^Te  ge- 
neral así:  Y  VA  DE  CRITICA.  .  .  Los  títulos  espe- 
ciales son;  Preámbulos,  diciembre  I;  Laoocoont-3  -e 
retuerce,  diciembre  3;  Las  serpientes  dialécticas 
con  .-trinen,  diciembre  12;  Ay  del  doctor!,  diciembre 
14;  Non  fuyades!,  diciembre  19.  Aquilino  es  Aqui- 
lino, diciembre  20. 

Las  últimas  líneas  del  Padre  Fabo  en  la  polé- 
mica son  de  esta  laya.  Por  lo  dpmás,  sí  algunas 
palabras  raías  han  enojado  a  mi  contendor,  retiró- 
las luego  al  punto.  Las  ideas  no  las  retiro. 


CARITULO  XXV 


La  parábola  de  los  talentos 

Cuando  Jesucristo  Nuestro  Señor,  modelo 
eterno  de  todos  los  predestinados,  y  fuente  de  to- 
da perfeccción,  estaba  para  partir  de  este  mundo 
ala  presencia  de  su  Padre  dij¡>,  en  forma  solemne 
a  su*  discípulos;  Ejemplo  os  he  dado  para  que 
vosotros  hngáis  como  yo  he  hecho.  Que  es  decir: 
vine  h  viví'  entre  vosotros  y  a  estampar  mis  hue 
Has  en  la  tierra  con  el  fin  de  qu"  vosotros  sigáis 
tras  ellas  en  consecución  de  la  Verdad  y  del 
Amor. 

Ninguno  &e  atreverá  a  poner  en  duda  la  eleva- 
ción  de  miras  que  guiaba  al  Padre  Fabo  en  sus 
acciones  y  en  haber  ensayado  escritos  los  más  he 
terogéneo-j  v  disímiles  y  las  formas  más  diversas 
de  apostolado  sacerdotal.  Lo  hizo  (no  par  gusto 
personal)  (esto  pudiera  reb»tj«r  su  mérito)  sino 
por  fines  de  ejemplaridad  imitando  en  elio  al  divi. 
no  Maestro. 

En  el  Boletín  de  San  Nicolás  de  Tolentin»  , 
año  1919,  publicó  nuestro  biografiado  uriri  gprje 
de  artículos  bajo  el  epígrafe  de  «hípicas»  muy  ju- 


204 


El  Padre  Fabo 


gosos  y  muy  interesantes.  Allí  estampó  esta  confe- 
Bión:  «No  me  las  doy  de  maestro  (Dios  Nuestro 
Señor  me  libre),  pero  adrede  he  acometido  varios 
tratados,  con  diferentes  estilos,  y  a  veces  aún  sin 
vocación,  siempre  con  la  mira  (eutre  otras)  de 
mostrar  a  nuestras  juventudes  los  derroteros  de  la 
pluma,  sin  orgullo,  sin  afán,  y  sin  miedo  al  «guau, 
guau»  «de  los  perrillos  de  la  crítica,. 

La  parábola  evangélica  de  los  talentos  en- 
vuelve en  su  sencillez  sublime  una  provechosísi- 
ma significación.  Y  está  bien  que  la  recordemos. 
Un  hombre  iba  a  emprender  un  largo  viaje.  Y  lla- 
mó a  sus  siervos  y  les  entregó  sus  bienes  en  depó- 
sito. Al  uno  le  dió  cinco  talentos,  al  otro  dos,  y  al 
otro  uno  solo,  a  cada  cual  en  conformidad  con 
sus  posibilidades  na  turales.  Partió  a  sus  afanes  el 
que  había  recibido  cinco  talentos,  trabajó  diligen- 
temente con  ellos  y  ganó  otros  cinco.  Dobló  el  de- 
pósito. 

Igualmente  el  que  recibió  dos  talentos,  consi- 
guió lucrar  otros  dos.  Mas  el  que  había  recibido 
un  solo  talento,  perezosa  y  baldragas,  cavó  un 
hoyo  en  la  tierra  y  escondió  allí  la  plata  de  su  se- 
ñor sin  que  le  produjera,  el  más  mínimo  fruto. 

Después  de  mucho  tiempo  vino  el  Señor  de  di- 
chos criados  y  llamólos  a  cuentas. 

Llegado  el  que  había  recibido  cinco  talentos, 
presentóle  otros  cii  co,  diciendo:  Señor,  cinco  ta- 
lentos me  entregante,  he  aquí  otros  cinco  más  que 
he  ganado  con  ellos.  Respondióle  su  amo:  Muy 
bien,  siervo  bueno  y  leal.  Ya  que  han  sido  fiel  eu  lo 
poco  yo  te  confia ró  lo  mucho;  ven  a  tomar  parte 
en  el  gozo  de  tu  Señor 

Llegóse  después  el  que  había  recibido  dos  ta- 
lentos y  dijo:  Señor;  dos  talentos  me  diste;  aquí  te 


El  Padre  Fabo 


205 


traigo  otros  dos,  que  he  gr  anjeado  con  ellos.  Díjole 
su  amo:  Muy  bieu,  siervo  bueno  y  fiel;  pues  has  si- 
do fiel  en  pocas  cosas,  yo  te  couflaré  muchas  tnás. 
Ven  a  participar  del  gozo  de  t  u  Señor. 

Por  último,  llegando  el  que  había  recibido  un 
talento,  dijo:  ¡Señor,  yo  sé  que  eres  un  hombre  de 
recia  condición,  que  siegas  donde  no  has  sembra- 
do  y  recoges  donde  no  has  esparcido.  Y  así  teme- 
roso me  fui  y  eseoudí  tu  taleuto  en  tierra.  Aquí 
tienes  lo  que  es  tuyo. — Pero  su  amo  le  replicó  y  di- 
jo: Oh  siervo  malo  y  perezoso!  Tú  sabías  que  yo 
siego  donde  uo  siembro  y  recojo  donde  nada  he 
esparcido.  Pues  por  eso  mismo  debías  haber  dado 
a  los  banquero»  mi  dinero,  para  que  yo  a  la  vuel- 
ta recobrase  mi  caudal  con  los  intereses.  Ea,  pues, 
quitadle  aquel  talento,  y  dádselo  al  que  tiene  diez 
talentos. 

Porque  a  quien  tiene,  dársele  há;  y  estará  a- 
bundante;  mas  a  quien  no  tiene  quitarásele  aun 
aquello  que  parece  que  tiene.  Ahora  bieu,a  ese  sier- 
vo inútil  arrojadle  a  las  tinieblas  exteriores.  Allí 
6erá  el  llorar  y  el  crujir  de  dientes. 

El  buen  siervo,  activo  y  diligente,  alabado  y 
premiado  por  el  Señor,  fue  nuestro  Padre  Fabo 
que,  conocedor  de  sus  deberes,  cousciente  de  los 
talentos  que  el  cielo  le  había  regalado,  se  dedicó 
en  cuerpo  y  alma  a  hacerlos  fructificar  en  la  ma 
yor  proporción  posible.  La  múltiple  riqueza  de  sus 
facultades  constituyó  una  mina  que  explotó  sin 
descanso  y  con  eficacia  evidente. 

Al  comparecer  delante  del  Juez  de  vivos  y  de 
muertos  no  se  tendría  qué  tapar  de  vergüenza  la 
cara  viéndose  vacío  de  obras  buenas.  No.  Como 
el  siervo  fiel  diría  a  su  amo:  Me  diste  cinco  talen- 
tos; he  ahí  que  he  conquistado  otros  cinco. 


206 


El  Padre  Fabo 


Resulta  evidentísimo.  El  Padre  Fabo  fué  un 
milagro  de  actividad.  De  la  misma  manera  que  al 
emperador  romano  cabe  apellidarlo  "monstruum 
activitatib".  Sin  el  pesimismo  que  engendra  el  pro- 
saísmo de  la  vida,  sin  los  desmayos  propios  de 
nuestra  flaca  y  endeble  naturaleza,  y  sin  bullan- 
gas ni  bombos  transcurrió  la  existencia  fecunda 
en  extremo  de  nuestro  religioso. 

La  posteridad  ha  de  alabarlo  por  esta  condi 
ción  de  íu  carácter  y  por  esta  virtud  de  su  volun- 
tad.  Porque  virtud  de  la  voluntad  fue  esta  cons. 
tancia  y  este  tesón  en  agradar  a  su  Dios  y  Señor 
negociando  con  sus  bienes  en  depósito.  I  virtud 
de  la  voluntad  fue  asimismo  el  empeño  del  Padre 
Fabo  en  dejar  ejemplo  de  laboriosidad  a  sus  her- 
manos y  a  todos  los  ieles,  sujetos  a  un  destino 
en  la  tierra  y  criados  para  robarse  el  cielo  a  precio 
de  sacrificio,  de  bondad,  y  del  cumplimiento  del 
deber. 

Y  si  queremos  averiguar  la  fuente  de  dónde 
sacaba  energías  y  arrestos  nuestro  fraile  tendre- 
mos qué  acudir  a  la  oración.  Sí.  En  la  oración  be- 
bía aliento  y  gracia.  En  la  comunicación  con  Dios 
cobraba  fuerzas  su  espíritu  incansable.  Un  sacer- 
dote que  celebra  con  la  preparación  y  el  recogi- 
miento debidos  el  Santo  Sacrificio  de  la  Misa  to- 
dos los  días:  un  sacerdote  que  hace  una  hora  dia- 
ria de  meditación;  un  sacerdote  que  pone  el  ma- 
yor cuidado  posible  en  rezar  el  Oficio  Divino;  un 
sacerdote  que  visita  con  frecuencia  a  Jesucristo 
encerrado  en  la  prisión  del  amor;  un  sacerdote 
consciente  de  su  altísima  dignidad  y  del  carácter 
augusto  de  que  se  halla  investido;  un  sacerdote 
así  no  puede  menos  de  sentirse  en  todo  momento 


El  Padre  Fabo 


207 


con  arrestos  capaces  para  la  más  recia  y  difícil 
empresa. 

Y  ese  sacerdote  fué  el  Padre  Fabo. 

Para  vivir  eu  este  mundo  una  vida  aprove- 
chada y  fecunda  se  hace  preciso  teuer  un  concepto 
claro  del  valor  del  tiempo.  El  tiempo  es  oro,  dicho 
que  dicen  los  ingleses.  Más  elocuente  estuvo  Séneca 
al  atimar  que  el  tiempo  es  una  cosa  tan  sublime  y 
rica  que  no  tiene  precio.  Y  nada  hay  comparable 
a  la  expresión  atrevida  y  verdadera  de  San  Ber- 
nardino  de  Sena  el  cual  llegó  a  asegurar  que  un 
solo  momento  vale  tanto  como  el  mismo  Dios. 

Tiene  razón  este  santo  ?  Sí  que  la  tiene,  y 

mucha.  Porque  en  un  fugaz  instaute,  con  un  mal 
pensamiento  consentido  o  con  un  acto  criminal  se 
puede  perder  a  Dios.  Y  asimismo  en  un  momento 
de  contrición  o  de  amor  se  alcauza  a  conseguir  la 
gracia  de  Dios.  La  eternidad  feliz  o  desgraciada 
depende  de  un  indefinible  fugacísimo  instante  en 
que  se  nos  escapa  la  vida. 

Peregrino  es  el  hombre  sobre  la  tierra.  No  de- 
be  tener  aquí  más  ocupación  que  obrar  diligente- 
mente el  negocio  de  la  salvación.  Üt  vestrum  ne- 
gotium  agatis,  que  diría  San  Pablo  en  una  frase 
cortante. 

Ni  en  el  cielo  ni  en  el  infierno  se  encuentra  este 
tesoro  inestimable  que  se  llama  tiempo,  y  del  que 
gozamos  los  mortales.  Del  que  gozamos,  he  dicho, 
y  del  que  no  solemos  hacer  por  desgracia  con  de- 
masiada  frecuencia  casi  ningún  aprecio.  Es  una 
palabra  tristísima  ésta  que  anda  de  ordinario  en 
muchas  bocas:  Estoy  matando  el  tiempo.  Al  pre- 
guntar a  cualquiera  en  qué  ocupa  sus  horas  es  da- 
ble oír  esta  lastimosa  contestación:  Estoy  pasan, 
do  el  tiempo. 


208 


El  Padre  Fabo 


En  fruselerías,  en  nadas,  en  bagatelas  se  em- 
p'ean  muchas  hora-  preciosas  que  debieran  em- 
plearse eu  trabajar  i>or  mejorar  el  espíritu,  por 
euriquecer  la  inteligencia,  por  pulir  y  purificar  el 
corazón  y  la  voluntad. 

El  Evangelio  condena  en  forma  terrible  la 
ociosidad. 

Jesucristo  maldijo  a  la  higuera  sin  fruto  con 
estas  palabras  tremendas;  Nunca  más  coma  nadie 
fruto  de  tí  para  siempre.  Marc.  Xi.  1A. 

A  los  operarios  de  la  viña  de  que  habla  San 
Mat^o  se  les  dirigió  esta  fuerte  reconvención:  Qué 
hacéis  aquí  todo  el  día  ociosos?  Math,  XX,  6. 

En  el  Eclesiástico  se  lee;  Cualquiera  cosa  que 
pueda  hacer  tu  mano,  óbrala  con  instancia,  por- 
que ni  obra,  ni  razón,  ni  sabiduría,  ni  ciencia  ha- 
brá en  el  sepulcro  a  donde  caminas  muv  aprisa. 
Eccl.  IX.  10. 

Este  es  cabalmente  el  punto  en  que  más  lauda- 
ble y  edificante  resulta  nuestro  biografiado.  El 
Padre  Fabo  tuvo  un  concepto  cristiano  muy  recto 
y  muy  provechoso  del  tiempo.  Quién  jamás  lo  vió 
ocioso  ?  Qnién  no  pudo  apreuder  de  él  acuciosi- 
dad y  diligencia  ?  Qjién  no  se  admiró  al  con- 
templarlo, cual  aveja  solícita,  laborando  sin  cesar 
en  la  construcción  de  un  pnnal  rebosante  de  miel 
de  buenas  obras  ? 

Los  ratos  que  el  cumplimiento  del  d^ber  le  de- 
jaban libres,  gastábalos  en  rosas  útiles  o  en  afi 
ciones  nobles  y  proficuas.  Huyendo,  perseguido, 
por  las  montañas  salvajes  se  dedicó  a  estudiar  la 
naturaleza  y  a  clasificar  los  animales  raros.  En  la 
s  dedad  y  retiro  de  los  conventos,  o  asistía  al  co 
r  >,  o  estudiaba  en  su  celda,  o  trazaba  párrafos  de 
mística,  de  literatura  bella,  o  de  apologética. 


El  Padre  Fabo 


209 


De  dónde  saca  tanto  tiempo  el  Padre  Fabo 
para  hacer  sus  cosas,  Piclamaban  atónitos  sos 
hermanos  religiosos.  Es  que  hacía  buen  uso  del 
tiempo,  les  respondo  yo. 

Meditó  en  la  parábola  de  los  talentos  y  quiso 
imitar  al  siervo  bueno  y  fiel. 

El  Padre  Fabo  condensó  en  sencillos  versos  la 
doctrina  que  practicaba  sobre  el  buen  empleo  de 
la  vida: 

El  hombre  vicioso  y  muelle 
es  digno  de  desamparo; 
árbol  que  no  diere  fruto 
al  fuego  sea  arrojado. 


CAPITULO  XXVI 


Ligado  a  Colombia 

El  Padre  Fabo  sintió  en  su  pecho  arder  la  lia- 
ma  del  más  encendido  patriotismo.  Era  español  y 
amaba  a  España  con  fervores  candantes.  Ello  es 
muy  natural  y  muy  comprensible.  En  la  misma 
naturaleza  va  fundado  el  amor  de  Patria. 

Y  también  amaba  con  especial  predilección  a 
Colombia  su  segunda  Patria.  Como  blasón  altísi- 
mo ostentaba  en  cualquier  lugar  su  afecto  entra- 
ñable a  ese  pedazo  hermoso  de  la  tierra  america- 
na. Tal  se  mostraba  en  este  punto  que  hubo  per- 
sonas que  equivocaron  su  origen  y  quien  lo  creyó 
paisano  de  Nariño  y  de  Ricaurte. 

De  dos  maneras  puede  explicarse  esto.  Primero 
atendiendo  a  su  carácter  de  apóstol  católico  y  mi- 
sionero del  Evangelio.  Realmente,  en  tal  virtud, 
las  fronteras  de  las  naciones  se  borran.  El  mundo 
entero  para  el  que  ha  sido  convertido  en  prego- 
nero oficial  de  la  Verdad,  que  es  universal,  consti- 
tuye su  patria.  En  lo  cual  fue  modelo  nuestro  reli- 
gioso. Nadie  conoció  jamás  en  él  raquitiqueces 


El  Padre  Fabo 


211 


frontsrizas  o  regionalistas.  Todo  para  to  :os  en 
lodi  8  punes.  Todos  hermanos  en  Cristo.  Todos 
miembiOH  de  la  iglesia  ecuménica  y  destinados  a 
vivir  eternamente  unidos  en  las  regiones  serenas 
déla  bienaventnraiiZH.  Y  se  acomodó  a  las  cos- 
tumbres del  suelo  y  a  sus  modos  peculiares,  por 
que  en  eso  veía  que  se  bacía  más  apto  para  ejer- 
cer eficazmente  su  apostatado.  Loque  el  adagio 
reza:  Dum  Romae  fueris  romano  vivito  more. 

Otra  razón  o  explicación  hay  que  dar  de  su  co- 
lombianismo. Ahí  vivió  una  parte  considerable  de 
bu  vida.  La  parte  mejor  de  su  vida.  Allí  se  de.-hojó 
su  juventud,  gallarda  3'  reventadora  de  ilusiones  y 
de  esperanzas  optimistas;  allí,  en  los  Llanos  de 
Ca*anare  y  en  varias  parroquias  del  interior,  de- 
rrochó su  celo  de  misionero  ardoroso;  allí  conoció 
las  delicias  del  martirio  y  de!  destierro;  allí  su  plu- 
ma consiguió  los  primeros  triunfos  literarios;  allí 
sostuvo  polémicas  resonantes  con  I09  primates 
del  pensamiento;  allí  soñó,  y  fue  condecorado,  y 
ocupó  pulpitos  y  tribunas,  y  luchó  por  perfeccio- 
narse a  sí  mismo,  y  por  ayudar  al  prójimo,  y  gozó 
de  amistades  nobilísimas,  y  derramó  su  ingenio 
en  múltiples  ocasiones,  y  regó  los  caudales  gene- 
rosos de  su  corazón  y  de  su  inteligencia. 

Relaciones  estrechas  y  hondas  lo  vincularon 
a  Colombia.  El  hombre  no  resiste  a  la  influencia 
del  medio  ambiente.  Yes  naturalmente  agradeci- 
do. Y  si  en  un  país  extraño  halla  acogida  hidalga 
y  satisfacción  a  sus  anhelos  y  afectos  queda  para 
con  él  obligado  por  la  dulce  ley  del  cariño  y  de  la 
correspondencia. 

Vivir  con  gentes  forasteras  y  no  contagiarse 
de  sus  maneras  y  no  mantener  con  elle.8  algún  in 
teres  común,  y  no  seutirse  solidario  cou  sus  cosas 


212 


El  Padre  Fabo 


constituye  casi  un  imposible  humano.  Cuando  al- 
guien permanece  años  y  años  en  nación  distinta  a 
la  de  su  nacimiento  llega  a  considerarse  como  hijo 

suyo. 

Yo  soy  testigo  de  mí  mismo.  Acerquéme  de  jo- 
ven a  Colombia  y  para  mí  su  historia  y  sus  preo- 
cupaciones nunca  son  ajenas. 

Del  Padre  Fabo  cabe  afirmar  otro  tanto.  Muy 
temprano  tocó  las  riberas  de  este  suelo  acogedor 
y  cristiano.  Y  en  él  quiso  emplear  sus  aficiones  y 
verter  sus  energías.  Con  el  item,  conviene  advertir- 
lo, que  un  español  en  Colombia  no  se  siente  extra- 
ño. Porque  esto  es  una  prolongación  de  la  Patria 
de  Santa  Teresa  de  Jesús  y  del  Duque  de  Alba  y 
aquí  viven  las  tradiciones  ibéricas  alimentadas 
por  idéntica  religión,  por  idéntica  lengua  y  por 
idéntica  raza.  Tal  consideración  importa,  sobre 
todo,  de^r  icarla  al  hablar  del  Padre  Fabo,  caba- 
llero ferviente  de  los  ideales  hispano-arnerieanos. 

Ya  hemos  historiado,  bien  que  ligeramente,  la 
vida  misionera  de  nuestro  religio.-o  en  los  Llanos 
de  Casanare. 

Eu  1904  el  Padre  Fabo  fue  nombrado  Prior 
del  famoso  Desierto  de  la  Candelaria  cuyas  glorias 
cantó  con  entusiasmo  en  varias  ocasiones.  Allí 
trabajó  mucho,  moral  y  materialmente.  A  su  es- 
fuerzo  ¡?e  deben  notables  mejoras  y  gracias  a  6U 
propaganda  ganó  enormemente  en  prestigio  y  en 
fama  el  iusigne  monasterio  en  que  se  guarda  la 
imagen  veueranda  de  Nuestra  Señora  de  la  Luz  de 
la  Candelaria,  muy  antigua  y  muy  querida,  y  cu- 
na que  ha  sido  de  varones  ilustrísimos  por  su  vir 
tud  y  por  6U  sabiduría. 

t'no  de  los  anhelos  acariciados  con  más  fervor 
por  el  Padre  Fabo,  siendo  Prior  del  Desierto,  fue 


El  Padre  Fabo 


213 


el  de  hallar  los  restos  sagrados  del  venerable  fun- 
dador Fray  Mateo  Delgado  de  los  Angeles.  Duran- 
te  casi  todo  el  año  de  1905  realizó  excavaciones 
con  tal  fin.  Pero  la  búsqueda  resultó  inútil. 

Y  aprovechemos  la  oportunidad  para  poner 
de  relieve  un  acto  de  mortificación  y  de  dominio 
de  sí  mismo  que  ejerció  en  esta  ocasión  el  Padre 
Fabo.  Con  el  objeto  de  mover  a  Dios  y  de  lograr 
encontrarlos  restos  del  F'adre  Mateo  hizo  una  pro- 
mesa de  no  volver  a  fumar  en  toda  su  vida.  Tal 
costumbre  de  echar  humo  habífila  adquirido  en 
los  Llanos  donde  la  abundancia  de  mosquitos 
mueve  a  usar  de  este  recurso.  Y  cumplió  su  pro- 
mesa ?  Con  fidelísima  exactitud. 

Todavía  no  se  ha  conseguido  lo  que  con  este 
voto  del  Prior  se  pretendía.  Pero  tal  vez  el  cielo 
espera  el  momento  en  que  los  hombres  nos  haga- 
mos dignos  por  la  santidad  de  nuestras  costum- 
brea  de  poseer  un  tan  rico  tesoro.  Y  entonces  con- 
cederá  que  gocemos  de  las  reliquias  de  un  peniten- 
tísimo asceta  que  hace  cuatro  siglos  murió  en  olor 
de  santidad. 

Durante  el  tiempo  que  ejerció  el  Padre  Fabo 
el  priorato  del  Desierto  funcionó  allí  un  Colegio 
apostólico  en  el  que  se  formaban  elementos  co- 
lombianos que  a  la  sazón  están  ya  dando  lustre  a 
la  Patria  y  gloria  a  Dios.  Asimismo  en  esa  época 
se  abrió  un  noviciado  que  produjo  sabrosos 
frutos. 

En  1906  volvió  de  nuevo  a  Casanare  y  estuvo 
en  Cháraeza  hasta  1910.  Imposible  resulta  spguir 
paso  a  paso  a  este  celoso  misionero  en  los  cuatro 
años  que  se  dedicó  a  las  evangélicas  empresas.  Si 
el  lector  quiere  saber  algo  de  lo  que  se  movió  y  de 
lo  que  hizo  en  Chámeza  el  Padre  Fabo  vaya  allí  y 


El  Padre  Fabo 


pregunte  por  su  autiguo  párroco.  Todos  lo  re- 
cuerdan aún  todos  lo  alaban  todos  evocan 

aquello*  días  que  gozaron  de  su  presencia  y  escu 
charou  su  encendida  palabra. 

Por  loa  años  de  1911  y  1912  habitó  el  Padre 
Fabo  en  las  parroquias  de  El  Espinal  y  El  Fresno 
en  el  departamento  del  Tolima.  Sus  campañas  mo« 
ralizadoras  abiertas  en  estos  lugares  alcanzaron 
resonantes  éxitos  y  lograron  bienhechores  resulta- 
dos. No  se  olvidará  su  nombre  enere  aquellas  bue- 
nas gentes.  Apenas  supieron  la  muerte  de  su  anti- 
guo párroco  acaecida  en  Roma,  los  Concejos  Mu- 
nicipales de  ambos  pueblos  aprobaron  sendas  no- 
tas de  duelo  reveladoras  de  gratitud  y  de  nobles 
sentimientos  cristianos. 

Después  rie  una  ausencia  larga  d'jl  pueblo  co- 
lombiano, durante  la  cual  permaneció  en  España, 
vino  el  Padie  Fabo  a  Colombia  en  1920.  Fue  des- 
tinado a  la  ciudad  de  Manizales.  Tienen  aquí  los 
Padres  Agustinos  Recoletos  un  hernioso  Templo 
dedicado  al  Sagrado  Corazón  de  J^ús  y  una  casa 
de  residencia  amplia  doude  viven  consagrados  al 
ministeiio  sacerdotal  cinco  o  seis  religiosos.  Nues- 
tro biografiado  habitó  algunos  iños  en  este  lugar 
haciendo  el  bien  por  medio  del  confesionario  y  del 
pulpito  y  manejando  incansablemente  su  pluma 
de  literato  y  apologista  católico,  ("orno  en  todas 
partes  en  seguida  su  presencia  se  abrió  ancho  cam- 
po de  simpatías  y  de  relacionas  sociales  (que  es- 
quivaba modesta  aunque  inútilmente).  Fue  nom- 
brado consultor  y  examinador  por  el  si  ñor  Obis. 
po  Tiberio  de  J.  Su  lazar  v  Herrera  quien  siempre 
le  manifesió  confianz  i  suma  y  admiración  irres- 
tricta. Los  sujetos  de  letras  se  disputaron  el  ho- 
nor de  su  t  rato.  Las  personas  influyentes  de  todas 


El  Padre  Fabo 


215 


clases  corrían  a  valerse  de  su  consejo  sabio  y 
recto. 

Estaba  ya  «n  la  madurez  de  la  edad  y  del  ta- 
lento. 

El  nombre  del  Padre  Fabo  en  Manizales  llegó 
a  ser  popularísimo  y  era  pronunciado  cou  cierta 
especie  de  admirativa  veneración. 

Con  el  objeto  de  recolectar  fondos  para  la  obra 
de  la  iglesia  dictó  el  Padre  Fabo  una  serie  de  con. 
ferencias  histórico-morales  que  constituyeron  un 
verdadero  triunfo.  Habló  el  conferencista  sobre 
los  priucipios  y  el  desenvolvimiento  material  y  es- 
piritual  de  la  ciudad  de  Manizales,  la  ciudad  mo- 
delo, de  pujantes  vigores,  que  en  cincuenta  años 
de  existencia  logró  colocarse  entre  las  más  flore- 
cientes y  populosas  de  la  república. Con  el  iugeuioy 
los  recursos  de  su  oratoria  y  con  el  prestigio  de 
su  nombre  supo  el  hijo  de  San  Agustín  interesar 
la  atención  pública,  y  al  templo  donde  dejaba  es- 
cuchar  sus  eruditas  disertaciones  acudían  muche- 
dumbres  incontenibles  formadas,  por  cierto,  de  lo 
mejor  y  más  valioso  de  la  sociedad. 

Por  demás  está  el  decir  que  la  circunstancia 
fue  aprovechada  por  el  celo  de  nuestro  religioso 
para  moralizar,  para  corregir  vicios  y  para  reco- 
mendar honradez  y  cristiandad  y  vida  sobrena- 
tural. 

Al  poco  tiempo,  para  conmemorar  el  cincuen- 
tenario de  la  fundación  de  Manizales  conv(  có  el 
Municipio  a  un  concurso  en  el  que  se  premiaría  la 
mejor  Historia  que  se  presentara.  Y  el  Padre  Fa- 
bo puso  manos  a  la  obra.  Y  recogió  datos,  y  los 
coleccionó  y  ordenó.  Y  los  adornó  con  las  galas  de 
su  mágico  estilo.  Y  obtuvo  una  victoria  completa. 


216 


El  Padre  Fabo 


Su  Historia  presentada  al  concurso  se  llevó  el  pre- 
mio. 

En  dos  gruesos  y  ricos  volúmenes  fue  publica- 
do por  cuenta  del  municipio. 

En  atención  a  esto  y  a  los  méritos  alcanzados 
por  nuestro  religioso  en  el  tiempo  en  que  habitó 
en  Manizales  le  fue  concedido  el  título  de  Hijo 
Adoptivo  de  la  ciudad.  El  acto  de  dársele  el  diplo- 
ma  correspondiente  fue  solemnísimo  con  asisten- 
cia de  las  autoridades  eclesiásticas  y  civiles  y  de  lo 
más  granado  de  la  sociedad. 

Este  episodio  de  la  vida  del  Padre  Fabo  tuvo 
lugar  el  día  16  de  marzo  de  1925. 

Un  folleto  ordenado  por  el  P.  Pablo  Planillo 
contiene  la  reseña  y  los  discursos  de  esta  fiesta. 

Cuando  le  tocó  hablar  a  nuestro  biografiado 
se  expresó  en  términos  de  enceudida  gratitud  y, 
después  de  hacer  alusiones  moralizadoras,  como 
en  toda  ocasión  solía  hacerlo  el  apóstol,  recordó 
sus  amores  para  Colombia  y  trajo  a  cuento  unas 
bellas  décimas  en  que  resume  sus  cariños  para  con 
su  Patria  primera  y  para  con  su  Patria  segunda 
y  que  lleva  el  epígrafe  de  Abrazo  de  banderas.  Di- 
ce así: 

Cuando  veo  que  tremola 
con  belleza  soberana 
la  baudera  colombiana 
al  lado  de  la  española, 
siento  en  mi  pecho  una  ola 
del  más  patriúrii-o  ardor 
porque  al  leóu  y  al  cóndor, 
es  decir,  a  madre  e  hija, 


£1  Padre  Fabo 


217 


un  mismo  ci^lo  cobija, 

un  cielo  de  eterno  amor.  (1) 


Sobre  el  pendón  de  Castilla 
trazó  tres  franjas  la  Historia 
con  sangre  y  oro.  en  memoria 
de  sus  triunfos  sin  mancilla; 

Y  le  dijo: — En  frágil  quilla 
surca  el  piélago  profundo 
j  descubrirás  un  mundo 
que  será  digno  de  mí 
porque  aprenderá  de  tí 

a  ser  cristiano  y  fecundo. — ■ 

Y  entre  las  veinte  naciones 
que  brotaron  a  su  beso, 
mimó  a  Colombia  y.  por  eso, 
más  que  en  los  otros  pendones 
hay  en  el  suyo  blasones 

de  gualda  prez  inviolada, 
de  azul  religión  sagrada 
y  rojo  castizo  hablar 
que  nunca  se  han  de  trocar 
ni  por  nadie  ni  por  nada. 

A  COLOMBIA 
Salve  patria  de  heroi-mo 
de  los  siglos  heredera, 
a  quien  ninguna  supera 
en  hidalguía  y  civHmr ! 
Oh  tierra  de  patriotismo 


(1)  El  padre  Jopé  Abel  Balasar  A.  R.  colombiano, 
publicó  a  miz  de  la  runerte  del  Pa^re  Fabo  un  suelto  ne 
crológieo  con  este  epígrafe:  Amó  u  Colombia.  «Boletín 
de  la  Candelaria,  año  I933i. 


218 


El  Padre  Fabo 


donde  no  se  pone  el  solí 
sin  pintar  nuevo  arrebol 
de  porvenir  soberaro! 
Quisiera  ser  colombiano 
para  ser  más  español!  (1). 

He  aquí  copia  del  acuerdo  en  que  se  nombra 
al  Padre  Hijo  Adoptivo  de  Manizales.  Guarde  la 
historia  este  documento: 

EL  CONCEJO  DE  MANIZALES 

considerando: 

1?— Que  esciibir  la  historia  documentada  de 
nuestra  ciudad,  es  honrar  a  la  ciudad  misma, enal- 
tecer a  los  antepasados,  marcando  orientaciones 
de  grandeza  material,  patriótica,  social  y  religio- 
sa,  y  estimular  a  las  generaciones  actuales  y  veni. 
deras  a  impulsar  el  progreso  manizaleño  en  todo 
sentido. 

2? — Queel  Rvdo.  Padre  Pedro  Fabo  del  Cora- 
zón de  María,  Agustino  Recoleto,  ha  escrito,  con 
incalculable  sacrificio  de  tiempo  y  de  dinero  una 
obra  titulada  «Historia  de  la  (Mudad  de  Maniza- 
les», la  cual,  a  juicio  del  Jurado  Calificador  en  el 
Laudo  que  rindió  «es  la  más  completa  historia  de 
su  nacimiento, desenvolvimiento  y  estado  í:ctual,oo 
mo  quizás  no  lo  posee  ninguna  otra  capital  de  su 
categoría», 

(1)  He  visto  estas  décimas  publicarlas  en  varias  re- 
vistas y  periódicos.  Quizá  la  primera  vez  que  vieron  la 
luz  publica  fue  en  «La  Patria»,  Manizales,  22  de  diciem- 
bre de  lí)21,  con  esta  dedicatoria:  A  Pelaj'o  por  eu  hisp* 
uofilía. 


Él  Padre  Fabo 


21$ 


39 — Que  dicho  religioso,  además,  contribuyó 
a  la  cultura  social  y  científica,  con  una  serie  de 
conferencias  históricas  sobre  Manizales  dictadas 
en  esta  ciudad  con  éxito  reconocido  Uüáuimeineu- 
te  por  la  prensa  local. 

4^ — Que  por  pspacio  de  más  de  tres  años,  que 
hace  está  viviendo  en  esta  ciudad,  su  conducta 
moral  pública  y  privada,  no  solamente  es  intacha- 
ble, sino  ejemplar. 

o? — Que  es  hijo  preclaro  de  nuestra  Madre  Pa- 
tria.  España,  cuyos  vínculos  de  rHza  importa  es- 
trechar por  fuero  de  hidalguía  y  agradecimiento,  y 

6? — Que  los  Concejos  son  voceros  de  la  opi. 
nión  pública,  y  deben  proponer  a  los  ciudadanos 
ejemplos  de  virtudes  y  energías  provechosas  para 
estímulo  de  la  juventud. 

ACUERDA 

Art.  1.—  Declárase  al  Rvdo.  P.  Fr.  Pedro  Fabo 
del  Corazón  de  María  Hijo  Adoptivo  de  la  ciudad  de 
Manizales. 

Art.  2.  —  Propónese  a  todos  el  ejemplo  de  las 
virtudes  y  facundas  actividades  del  Hdo.  P.  Fabo 
y  hárense  votos  cumplidos  por  su  bienestar. 

Art,  3. — Un  ejemplar  de  este  Acuerdo  lujosa- 
mente impreeo  en  pergamino  o  en  cartulina.se 
pondrá  en  manos  del  Rdo.  P.  Fabo,  en  sesión  ex 
traordinaria.  que  se  celebrará  para  el  caso¡  y  otro 
ejempla r  será  enviado,  con  nota  de  estilo,  al  Se- 
ñor Ministro  de  España,  residente  en  Bogotá. 

Dado  en  Manizales,  el  día  3  de  febrero  de  1925. 


Los  per  iódicos  de  Manizales  publicaron  retía- 
tos  del  Padre  Fabo  y  elegios  encendidísimos.  Sus 


220 


El  Padre  Fabo 


conferencias  y  su  Historia  fueron  muy  aplaudidas. 
Sin  embargo  anoto  algunos  conceptos  que  vienen 
a  censurar  lo  que  era  característico  en  nuestro  re- 
ligioso, es  a  saber,  su  desmedido  afán  de  prodigar 
alabanzas: 

«Una  cosa  sí  vamos  a  permitirnos  spñalnr  a  !a 
conferencia  con  perdón  del  erudito  académico;  qui- 
zás abusó  de  la  hipérbole  en  sus  consideraciones 
sobre  Manizales.  Bien  comprendamos  que,  tal  vez, 
ellas  resultaron  de  su  grande  amor  que  expresa 
tenerle  a  la  ciudad,  lo  que  tenemos  sus  habitantes 
a  mucha  honra,  pero  la  excesiva  ponderación  pue- 
de ser  inconvenien  re.  «Renacimiento».  Manizales,  2 
de  noviembre  de  1923 

«O  p1  docto  académico  se  burla  de  nosotros  o 
su  bondad  exquisita  lo  lleva  a  prodigar  elogios 
desconsiderados,  que  no  están  bien  tratándose  de 
una  pobre,  pequ"ña  y  embrionaria  literatura  re- 
gional». «La  Patria».  Manizales,  30  de  marzo 
de  1922. 


CAPITULO  XXVII 


Filología  y  cartas 

Quiero  dedicar  unos  párrafos  a  ensalzar  las 
cualidades  de  filólogo  que  adornan  al  Padre  Fa- 
bo. Quizá  ninguna  afición  tan  marcada  hubo  en 
su  vida  como  esta  que  sintió  hacia  la  purpza  del 
idioma.  Sus  trabajos,  pn  gran  parte  presentan  co- 
nexión con  asuntos  idiomático*. 

«Críticas  y  Plumadas»  es  un  libro  que  publi- 
có y  en  el  cual  coleccionó  muchos  artículos  disper 
sos  en  periódicos  y  revistas  que  versau  sobre  pun- 
toe  de  filología.  Por  pjpmplo  ahí  dió  cabida  a  sus 
Cosuelas  Idiomáticas,  sprie  dp  escritos  cortos  acer 
ca  del  origen  de  muchas  palabras  y  del  alcance  dp 
su  significado. 

Idiomas  y  Etnografía  de  la  región  oriental  de 
Colombia  es  una  obra  rapritísima  del  Padre  Fabo. 
Sabemos  qup  en  algunos  libros  y  revistas  dp  Ale- 
manía,  Francia  e  Italia  se  han  aprovechado  datos 
proporcionados  en  estp  libro,  de  sumo  inferí  fol- 
klórico. El  insigue  cervantófilo    Francisco  Kodrí- 


222 


El  Padre  Fabo 


guez  Marín  dirimió  una  contienda  lingüística  pon 
uua  copla  de  la  colece  ón  de  cantares  casauareños 
que  en  las  páginas  de  Idiomas  y  Etnografía  iuser- 
tó  el  Padre  Fabo.  Puede  verse  El  Ingenioso  hi  a - 
go  Don  Quijote  de  1m  Mancha.  Edición  crítica  de 
I).  Francisco  Rodriga- z  María.  Parte  segunda,  ca- 
pítulo 44,  tomo  V,  página  382. 

En  los  volúmene-  31  y  32  de  la  revista  Espa. 
ña  y  América  el  sabio  colombiano  Liborio  Zerda 
escribió  dos  artículos  sobre  Miomas  y  Etnografía. 
Alií  dice:  «Esta  es  la  obra  acometida  por  el  Padre 
Fabo,  religioso  de  la  Orden  de  Agustinos  Rcoletos, 
q nien,  después  de  permanecer  algunos  años  evan- 
gelizando los  restos  de  aquellas  tribus  salvajes, 
estudiando  sus  costumbres,  sus  mitos  religiosos, 
sur  variadas  lenguas  y  dialectos,  con  un  acopio  de 
observaciones  prácticas  y  doctas  recogidas  en 
aquellas  dilatadas  regiones  llaneras,  ha  v>  nido  ha 
sacudir  el  polvo  de  las  bibliotecas  de  la  historia 
de  la  conquista  del  nuevo  reino  de  Granada,  para 
buscar  en  ellas  como  se  busca  un  tesoro  escondi- 
do, todo  lo  que  sus  antecesores  correligionarios 
dejaron  como  fruto  de  sus  esfuerzos  catequistas  y 
de  sus  estudios  en  las  lenguas  y  etnología  indíge- 
nas, para  después  comparar  aquellas  lenguas  y  es- 
tablecer en  un  orden  filológico  sus  íntimas  ore. 
motas  relaciones  gra  nati^ales  y  fonéticas.  En  su 
trabajo  ha  puesto  en  concurrencia  los  muchos  co- 
nocímientos  que  posee  en  las  diversas  ramas  de  la 
historia  antigua,  medios  accesorios  muy  útiles  pa- 
ra llegara  conclusiones  acertadas  o  muy  próxi- 
mas a  la  verdad  en  el  campo  de  la  prehistoria  co 
lombiana». 

Ernesto  Restrep'»  Tirado,  en  informe  rendido 
a  la  Academia  de  Historia  de  Colombia,  apunta: 


El  Padre  Fabo 


223 


«Es  un  concienzudo  y  bien  elaborado  trabajo,  fru- 
to de  muchas  vigilias,  de  largas  investigaciones  y 
de  vasta  erudición;  escrito  en  estilo  sencillo,  ame- 
no y  correcto». 

Eu  el  número  de  noviembre  de  Archivo  Histo- 
rial, Manizales,  se  lee:   «El  trabajo    más  notable 
del  Padre  Fabo  es,  sin  duda  e!  titulado  idiomas  y 
Etnografía,  hermoso  libro  eu  que  resultan  los  me 
ditados  estudios  del  insigne  etnologista  y  en  que 
brilla  el  hombre  analítico  y  el    investigador  pa- 
ciente y  erudito.  Esta  obra  cuya  edicióu  está  ago- 
tada, y  cuyos  juicios  son  citados  por  sabios  emi 
nen tes  del  Viejo  Confine  > re,  es  p  ico  conocida  en 
Colombia,  mases  apreci  ida  y  estimada  de  cuan 
tos  la  disfrutan». 

Rufino  José  Cuervo  y  la  lengua  castellana, 
una  obra  en  3  volúmenes  premiada  y  editada  por 
la  Academia  Colombiana,  resultó  un  gran  triunfo 
soberano  del  Padre  Fubo  en  el  campo  de  las  letras 
y  de  la  Filología.  Este  libro  abrió  a  nuestro  reli- 
gioso las  puertas  de  la  Academia  Real  Española. 


En  un  reportaje  que  el  autor  concedió  a  Julio  Ta- 
saría, «Renacimiento»  Manizales,  junio  7  de  1922, 
dice  así: 

«La  obra,  en  tres  tomos,  quedó  compuesta  en 
el  espacio  de  medio  año  de  incesante  trabajar.  En- 
tré en  el  concurso  abierto  por  la  Academia  Colom- 
biana de  la  Lengua  bajo  el  más  riguroso  incógni- 
to, como  que  fiaba  en  él  precisamente  el  triunfo. 
El  Jurado  ni  siquiera  sospechó  que  la  obra  era 
mía.  Bien  es  cierto  que  yo  desde  años  atrás  culti- 
vaba con  deleite  la  filología». 

Rafael  María  Carrasquilla  en  Revista  del  Cole- 
gio Mayor  del  Rosario,  marzo  de   1913,  escribe; 


muy  poco  tiempo. 


224 


El  Padre  Fabo 


«Si  nos  es  el  más  original,  es  sí  el  más  sazonado 
fruto  del  ingenio  de  su  autor.  Es  una  obra  digna 
de  él,  y  también,  lo  que  no  es  poco  decir,  del  sabio 
a  quien  estudia.  Revela  erudición  nada  común, 
lingüística  y  filológica,  familiaridad  con  los  clási- 
cos latinos  y  castellanos,  agudeza  y  rectitud  de 
juicio,  y  estudio  de  los  escritos  de  don  Rufino  du- 
rante largos  años,  con  paciencia  que  llamaríamos 
benedictina,  si  no  fuera  mejor  calificarla  de  agusti- 
niaua,  puesto  que  los  monjes  de  vSan  Agustín  com- 
partieron con  los  de  San  Benito  la  ardua  empresa 
d»  salvar,  cuando  las  irrupciones  bárbaras,  los 
náufragos  restos  de  las  culturas  griega  y  ro- 
mana». 

En  la  Ciencia  Tomista,  tomo  VIII,  página 
345,  estampó  el  Padre  Andrés  Mesanza:  «No  está 
ei,  mis  fuerzas  el  hacer  un  juicio  acertado  de  obra 
tan  hermosa  y  concienzudamente  escrita.  Peca 
ella,  como  todos  los  demás  escritos  del  Padre  Fa- 
bo, de  cierto  exagerado  optimismo,  aunque  la 
verdad  es  que  es  preferible  ésto  a  hacer  gala  de 
pesimismo  en  todas  las  cosas». 

Don  Manuel  Segundo  Sánchez,  en  Bibliogra- 
fía Yeriezolanista,  número  284,  dice:  «Aprecia  el 
Padre  Fabo  en  todo  su  valer  la  colosal  empresa 
qu^  llevó  a  cima  el  eminente  lexicógrafo  Cuervo, 
quien  enriqueció  el  Mioma  de  Castilla  con  volú- 
menes de  portentosa  erudición.  Habla  de  todas 
las  ediciones  comentadas  que  se  han  hecho,  en  tie- 
rra de  Colombia,  de  la  filosófica  gramática  de 
Bello,  a  quien  anotó  Cuervo  con  prolijidad  y  sa- 
piencia; y  tiene  para  el  ilustre  venezolano  los  más 
justos  encomios.  El  académico  y  filólogo  Julio  Cal- 
caño  publicó  en  El  Universal,  de  Caracas,  número 


El  Padre  Fabo 


225 


1293,  del  10  de  enero  de  1913.  unos  apuntes  críti- 
cos sobre  la  obra  del  Padre  Fabo». 

üon  Américo  Castro  en  Revista  da  Libres, 
enero  de  1914,  puso  algunos  reparos  a  esta  obra 
del  Padre  Fabo. 

Multitud  de  papeletas  sobre  el  idioma  dejó  el 
Padre  Fabo  entre  sus  apuntes.  Y  asimismo,  junto 
con  datos  interesantes  de  toda  clase  de  materias, 
guardó  algunas  cartas  a  él  dirigidas  por  eruditos 
y  sabios,  de  las  cuales  desgloso  algunos  párrafos: 

El  insigne  Padre  Juan  Mir  y  Noguera  le  escri. 
be  en  carta  fechada  en  Torto'sa.  febrero  24  de 

1912: 

«Muy  señor  mío  y  estimado  Paire:  Ha  Ilesa- 
do  a  mis  manos  el  libro  idiomas  y  Etnografía 
que  V.  R.  acaba  de  dar  a  luz.  Muy  fina  considera- 
ción ha  usado  V.  R.  con  este  pobre  siervo  suyo 
enviándome  su  obra.  Aunque  más  apremiantes 
ocupaciones  no  me  hayan  dado  la  holgura  nece- 
saria  para  hacerme  careo  de  todos  sus  capítulos, 
por  algunos  he  pasado  mis  ojos  con  alguna  de- 
tención. La  erudición,  acierto  y  gravedad  con 
que  V.  R.  trata  materias  arduas  de  filología  me 
han  dejado  muy  complacido.  Mil  parabienes  le  en- 
vio  gustoso  por  su  erudito  trsbajo.  y  justamente 
afectuosísimas  gracias  por  la  merced  de  haberse 
acordado  de  mi  indigna  perdona.  Ruego  a  la  Divi- 
na  Bondad  le  conserve  a  V.  R.  la  vida,  para  pro- 
seguir la  publicación  de  semejantes  escritos  que 
honran  la  Religión  y  la  Patria. 

Mucho  me  alegro  de  que  trate  V.  R.  de  cele- 
brar la  memoria  de  Don  Rufino  José  Cuervo 
(q.D.b.),  varón  insigne,  literato  benemérito,  es- 
critor infatigable,  hombre  a  todas  lucrs  disno  de 
elogio  por  su  literaria  laboriosidad  Su  Diccionario 


226 


El  Padre  Fabo 


pone  a  la  vista  el  gran  caudal  de  noticiosa  erudi- 
ción que  con  la  paciencia  del  estudio  había  ateso- 
rado; de  suerte  que  pocos  son  hoy  los  literatos 
que  puedan  aspirar  a  la  houra  de  emparejar  con 
él  en  orden  a  lo  trabajoso  del  estudio. 

Lástima  grande  que  en  la  composición  de  su 
Diccionario  haya  tomado  por  norma  el  Dicciona- 
rio de  la  Academia  Española,  fárrago  imperfectí- 
simo  por  poco  español,  cuyas  imperfecciones  dejó 
Cuervo  más  asentadas  y  remachadas  con  su  aus- 
teridad eu  vez  de  castigarlas  con  rigurosa  roano. 
Es  verdad  que  puso  correctivo  a  muchas  frases 
y  significaciones,  ajenas  de  la  propiedad  castella- 
na; pero  otras  muchas  dejólas  correr  sin  enmien- 
da, teniéndola  muy  merecida. 

La  causa  principal  de  estos  descuidos  fue,  a  mi 
pobre  juicio  tener  el  autor  muy  poco  estudiada 
la  índole  de  la  lengua  castellana,  como  lo  dicen  a 
veces  los  innumerables  galicismos  y  barba rismos 
que  gasta,  los  muchos  autores  galicistas  que  re- 
produce,  las  formas  afrancesadas  de  su  estilo  y 
lengnanje.  las  pocas  frases  castizas  que  asoman 
a  su  pluma;  tanto  que  rae  atreveré  a  decir  que  V. 
R.  sin  blasonar  de  humanista,  emplea  lenguaje 
más  puro  y  castizo  que  Cuervo,  sin  embargo  de 
tener  la  pluma  contamiuada  cor.  la  jerigonza 
moderna».  (1). 


(1)  A  este  último  párrafo  de  la  carta  del  Padre  Mlr 
puso  el  Padre  Fabo  esta  nota  de  modestia:  «Eso  me  re- 
cuerda aquello  de  Jesús  pospuesto  a  Barrabás».  Parte 
pe  esta  carta  fue  publicada  en  el  tomo  segundo  de  Rufi- 
no José  Cuervo  y  la  lengua  Castellana.  Como  verá  el 


El  Padre  Fabo 


227 


El  académico,  Bibliotecario  Perpetuo  de  la 
Real  Academia  de  Historia  Española,  Conde  de 
Cedillo,  escribía  al  Padre  Fabo,  21  de  enero  de 
1919: 

"Algo  menos  ocupado  en  estos  últimos  días, 
he  leído  a  mi  sabor  su  espléndida  obra  Rufino  Jo. 
sé  Cuervo.  Conocía  yo  parcialmente  la  producción 
literaria  del  ilustre  Cuervo.  La  obra  de  V.  me  ha 
dado  a  conocer  del  todo  a  quien  con  entera  justi- 
cia  llama  V.  "rey  de  la  filología";  y  no  sólo  al  es- 
critor  sino  al  hombre  cargado  de  méritos  y  de  ex- 
celencias. Después  de  leer  a  V.  me  siento  devotísi- 
mo admirador  de  Cuervo.  Felicito  a  V.  efusiva- 
mente  por  su  labor". 

Francisco  Rodríguez  Marín  honraba  con  su 
amistad  al  Padre  Fabo.  Y  él  también  se  conside- 
raba honrado  con  la  amistad  del  religioso.  He  leí- 
do  varias  epístolas  autógrafas  del  benemérito  an- 
ciano  que  a  raudales  ha  vertido  en  la  vida  iagenio 
andaluz.  Con  frecuencia  califica  al  Padre  Fabo 
"de  excelente  escritor,  muy  docto  y  habilísimo 
conocedor  de  la  lengua  de  Cervantes,  hombre  de 
mucho  talento  y  cultura».  El  Padre  Fabo  le  ayu- 
dó a  coleccionar  coplas  y  refranes.  El  8  de  marzo 
de  1933  escribía  a  nuestro  religioso  y  le  mandaba 
copia  autógrafa  de  un  soneto  "que  el  bachiller  de 
Osuna,  mi  pasante,  hizo  a  Castelar  cuando  éste  vi- 

jlector  el  Padre  Mlr  ee  deja  llevar  de  su  amor  puritan©  a 
la  lengua  española  y  critica  acerbamente  a  Cuervo.  Y 
mo  que  aquí  no  publico  la  epístola  íntegra,  la  cual  en 
sus  últimos  párrafos  es  todavía  más  dura.  Sucedió  que 
esta  carta  se  publicó  en  el  periódico  de  Bogotá,  La  Cró- 
pica.  Disgustó  a  muchos.  Don  Enrique  Alvarez  Bonilla 
1  e  quejó.  YT  el  Padre  Fabo  hubo  de  explicar  el  asunto  eu 
rtículo  de  El  Nuevo  Tiempo,  Septiembre  26  de  1912. 


Ei  Padre  Fabo 


sitó  al  Papa.  Es  colilla  inéd ¡ta  e  blicaoie  (y 
~á;  2:7  y  ~c  la  na  .-f::r-isi:  e.  -c  .?  :a*:e.a::. 
do  o  ca&teÜLñco  con  que  he  de  franquear  esta  car- 
ta. Lea  V  y  rompa  incontinenti".  Pongo  yo  aquí 
•1  susodicho  soneto,  porque  tal  vez  satisfaga  la 
curiosidad  del  lector  y  brinde  a  la  posteridad  esta 
primicia  editorial,   si  aún  no  ha   visto  la  luz  pá- 


CASTELAJI  KM  SU  VISITA  AL  PAPA  LFüX  XIII 
Aquella  alondra  gárrula  de  Iberia, 
Servóla  eontumax.  Catón  garrido. 
Que  anduvo  por  doquier  metiendo  ruido, 
Más  que  por  patriotismo,  por  histeria 

Después  de  hacer  de  sus  discursos  feria, 
T  echando  a  Garibaldi  en  negro  olvido. 
Pidió  en  eí  Vaticano,  compungido. 
Perdón  a  tanta  femenil  laceria. 

¡>;  '.f  el  Pa-a  -r.trar  por  no  rfírse 
M.ritra-         a: a  E  :.:  io  rumoroso, 
Tapábase  la  boca  el  buen  anciano. 

Entendieran**  bien;  v.  al  de-pedirse. 
Pencaba  ^astelar:  [>ios.  qué  coloso! 
T  irisa: a  I>f_    Diant'e  zié-uan:: 

A  a  vista  z  carta-  i.r.^ii  a-  a  ?a::r  Fa- 
bo, del  ilustre  filólogo  venezolano  Julio  Calcaño. 
del  marqué*  de  Torres  A 'ta?,  del  Cárdena!  Iludain 
de  Sevilla,  d-1  Arzobispo  de  lledellín  Manuel  José 
Cayeedo.  del  Obispo  de  Tuoja  Eduardo  Maldcna- 
c:  rt;  ..  .  -::  ci  ti-ia*  se  : :  ::¿-»i  a. abana* 
íervientísimas  al  religioso  Agustino  Recoleto. 


CAPITULO  XXVII! 


En  Panamá 


A  principies  del  año  de  1926  fue  el  Padre  Fa- 
bo trasladado  a  la  eaaa  de  San  José  de  Panamá.  So 
■alad  a  la  sazón  se  hallaba  bastante  quebrantada, 
v  esto  fue  parcial  motivo  para  tal  traslado. 

Ei  Padre  Fabo,  auaqae  arribó  a  la  capital  del 
Istmo  de  una  manera  recatada  y  silenciosa,  pron- 
to interesó  la  atención  general.  En  seguida  llovie- 
ron sobre  su  persona  los  más  calurosos  elogios, 
y  loe  periódicos  publicaron  la  noticia desu  llegada 
a  grandes  títulos,  y  numerosos  caballeros,  los  arfa 
conspicuos  v  connotados  intelecto»!»,  ae  apresa- 
ra ron  a  visitarlo  y  a  estrechar  sa  laureada  ma- 
no. 

El  mismo  señor  Ministro  de  Instrucción  Públú 


distinguido  reli^riosu  y  hombre  de  letras  y  de  cien 
cia  y.  en  nota  de  estiló,  a  nombre  del  Gobierno,  le 
manifestó  los  más  vivos  deseos  desque  dictara  una 
conferencia  en  la  Universidad  Para  más  obligarlo 
y  argirlo  paso  a  su?  órdenes  ana  colección  eopio- 


iló  del  arribo  a  Panamá  de  un  tan 


230 


El  Padre  Fabo 


sa  de  obras  de  aurora  nacionales.  Parecido  ruego 
le  nizo,  con  instancias  muy  encarecidas,  el  propio 
rector  de  la  Universidad  J.  D.  Moscote. 

Oprimido  por  las  múltiples  atenciones  y  corte- 
sías q  iip  a  diario  se  le  prodigaban  vacilaba  el 
P  dre  Fabo  en  aceptar  el  honroso  encargo  que  se 
le  dispensaba,  pues  fus  achaques  de  salud  conti- 
bt;n  fuertes  y  obstinados. 

Y  he  ahí  que  por  estas  calendas  se  conoció  en 
Panamá  la  Bula  de  Pío  XI  de  fecha  14  de  diciera 
bie  de  1925  por  la  cual  elevaba  a  la  categoría  de 
Arzobispado  el  Obispado  de  esta  ciudad  conce- 
diendo la  dignidad  de  primer  Arzobispo  al  que  la 
regía  como  Obispo  Monseñor  Guillermo  Rojas  y 
Arrieta. 

Este  benemérito  y  celoso  Prelado  conocía  y 
admirábalos  talentos  y  las  virtudes  de  nuestro 
religioso  Y  queriendo  celebrar  su  ascenso  con  una 
tanda  de  ejercicios  espirituales  al  Clero  solicitó 
para  dirigirlos  a  nuestro  biografiado.  Cumplió  su 
cometido  el  Padre  Fabo  a  maravilla  y  satisfac- 
ción. La  primera  tanda  oyó  su  encendida  y  sabia 
palabra  en  la  población  de  Los  Santos.  La  segun- 
da se  verificó  en  la  ciudad  de  Santiago  de  Vera- 
guas.  Pero  la  enfermedad  que  iba  lentamente  mi- 
nando el  organismo  de  nuestro  fraile  se  le  recrude- 
ció durante  estos  días  acompañada  además  de  fie- 
bres violentas.  Y  no  pudo  por  ello  completar  su 
obra  apostólica. 

Regresó  entonces  a  Panamá  y,  ya  restableci- 
do, dictó  su  ansiada  Conferencia  que  versó  sobre 
este  sugestivo  e  importante  tema:  Hispano  Ameri- 
canismo, sí;  Latino  Americanismo,  no.  El  éxito 
que  obtuvo  fue  resonante  y  rotundo.  La  concu- 
rrencia se  componía  de  lo  más  granado  del  Istmo. 


El  Padre  Fabo 


231 


Presidió  el  acto  el  Ministro  de  Relaciones  Exterio. 
res. 

Y  al  día  siguiente  la  prensa  aparecía  repleta 
de  encomios  al  ilustre  conferenciante.  Se  pueden 
ver  los  periódicos  «El  Pueblo»  «La  Estrella»  de  Pa- 
namá y  otros,  todos  los  cuales  coinciden  en  caliti 
car  de  magistral  v  eruditísima  la  diseitacióu  del 
gran  agustino  recoleto. 

La  tal  conferencia  salió  publicada  en  uno  de 
los  tomos  de  Pulpito  y  Tribuna.  No  sabemos  si 
su  autor  siguió  ampliando  este  trabajo,  pues  él 
mismo  declaró  en  Panamá  a  los  periodistas  que 
solicitaron  copia  de  su  conferencia  su  propósito  de 
arreglarla  y  formar  un  folleto  de  propaganda.  Y 
en  la  lista  de  sus  libros  en  preparación  figura  uno 
con  este  mote:  Hispanoamericanismo,  sí;  Latinoa. 
mericanismo,  no. 

Otro  honor  y  otra  confianza  muy  grandes  dis- 
pensó el  recién  nombrado  Arzobispo  de  Panamá  al 
Padre  Fabo  cuando  lo  hizo  miembro  y  a  la  vez  Se- 
cretario  de  la  Junta  Organizadora  de  los  festejos 
que  en  semejante  trance  convenía  se  celebra- 
ran. 

Es  de  advertir  que  la  modestia  característica 
del  Prelado  y  circuustancias  políticas  muy  espe- 
cíales  tenían  a  Monseñor  Rojas  en  hondas  preocu- 
paciones. Pero  el  Padre  Fabo  se  interesó  en  ello, 
y  quitó  obstáculos,  y  sembró  de  optimismo  y  en- 
tusiasmo  los  ánimos  decaídos,  y  preparó  con  una 
actividad  prodigiosa  y  con  una  táctica  iniguala- 
ble todas  las  cosas  para  un  triunfo  seguroy  es- 
plendoroso. La  oración  gratulatoria  correría  por 
cuenta  de  nuestro  biografiado,  ídolo  en  el  momen 
to  del  pulpito  y  de  la  tribuna  en  Panamá.  E) 
aprovecharía  la  oportunidad  y  ei  prestigio  para 


232 


El  Padre  Fabo 


pregonaren  voz  alta  muchas  verdades  que  era  de- 
licado el  pregonar. 

Cedamos  la  vez  en  el  relato  de  este  episodio 
de  la  historia  del  Padre  Fabo  al  Padre  Angel 
Marcos  el  cual  mandó  uua  reseña  completa  de  es- 
tas  fiestas  al  Boletín  de  la  Provincia  de  Nuestra 
Si  ñora  de  la  Candelaria.  Dice  entre  otras  cosas; 
« El  resultado  de  las  gestiones  de  nuestro  religioso 
asombró  a  los  mismos  que  intervinieron  en6u  con- 
secución, y  el  domingo  tuvimos  el  gusto  de  ver 
reunidos  en  la  Catedral  al  Excmo.  señor  Presiden- 
te de  la  República  con  todos  los  miembros  del  go- 
bierno y  el  Cuerpo  diplomático,  representaciones 
de  todas  las  comunidades  religiosas,  tanto  de 
hombres  como  de  mujeres,  y  un  número  de  fieles 
como  jamás  se  había  visto  en  Panamá.  El  señor 
Arzobispo  ofició  de  Pontifical  y  a  la  hora  acos- 
tumbrada, después  de  leídas  las  Bulas  y  el  Deere- 
to  de  erección  del  Arzobispado,  el  Padre  Fabo 
pronunció  su  Oración  gratulatoria,  en  la  que  ex- 
puso las  ventajas  que  reportará  al  país  ««i  acto 
trascendental  en  la  vida  de  la  Iglesia  y  de  la  Pa- 
tria panameñas  que  celebramos,  en  el  que,  unidos 
la  piedad  y  el  patriotismo,  dejan  entrever  la  fecun. 
da  y  saludable  armonía  que  reinarían  siempre  en- 
tre el  Estado  y  la  Iglesia,  con  la  que  será  impulsa 
da  la  nave  pública  por  los  mares  del  bienestar 
material,  de  la  civilización  social,  de  la  cultura 
psíquica,  y  de  las  ideas  religiosas  cumpliéndose 
asi  aquel  dicho  sublime  del  rey  salmista:  Justitia 
et  pax  osculatae  sunt» ). 

A  grandes  rasgos  habló  el  Padre  Fabo  de  la 
je  'arquía  eclesiástica.  Hizo  una  llamada  muy  opor- 
tuna sobre  el  abandono  en  que  se  tiene  a  los  in- 
dios salvajes.  Trajo  a  la  memoria  las  palabras  de 


El  Padre  Fabo 


233 


León  XIII  según  las  males:  es  un  error  muy  gran- 
de el  excluir  a  la  Iglesia,  obra  de  Dios,  de  la  vida 
social,  de  las  leyes,  de  la  educacióu,  de  la  juventud 
y  de  las  familias.  El  tiro  principal  del  discurso  se 
enderezó  a  estrechar  las  relaciones  eclesiásticas  y 
civiles  y  a  mover  al  Gobierno,  allí  presente  con  el 
señor  Presidente,  a  gestionar  la  celebración  de 
un  Concordato  con  el  Vaticano. 

Cualquiera  puede  observar  las  intenciones 
apostólicas  del  Padre  Fabo  en  todo  este  modo  de 
hablar  y  de  proceder.  (1). 

El  Club  Rotario  de  la  ciudad  de  Panamá  soli 
citó  del  Señor  Arzobispo  nombrara  un  delegado 
suyo  que  tomara  parte  de  la  Junta  Directiva  de 
la  Semana  del  Niño  que  se  iba  a  celebrar.  El  Dele- 
gado nombrado  fue  el  Padre  Fabo,  el  cual  actuó, 
como  siempre,  para  no  dejar  torcer  el  rumbo  de 
las  festividades  y  para  imprimirles  un  carácter 
moralizador  y  sano. 

Pero  el  acto  más  trascendental  y  de  mayor 
gloria  externa  que  en  Panamá  realizó  nuestro  reli- 
gioso consistió  en  gestionar  y  llevar  a  término  la 
fundación  de  la  Academia  Panameña  de  la  Len- 
gua Correspondiente  de  la  Española.  Arrastrado 
por  su  hispanismo  y  queriendo  poner  un  dique  a 
los  avances  atrapadores  de  Yanquilandia  (en 
cuanto  a  la  propaganda  protestante  especialmen 
te)  concibió  el  Padre  Fabo  la  idea  de  esta  funda] 


(1)  La  prensa  de  Panamá  «El  Diarloi  y  cLa  Estre- 
lla» publican  algunas  cartas  del  Padre  Fabo  en  que  se 
refiere  el  religioso  a  una  declaración  hecha  por  el  Secre- 
torio de  Instrucción  Pública  Octivlo  Méndez  Perehu. 
Fue  un  pequeño  incidente  sin  consecuencias. 


234 


El  Padre  Fabo 


ción,  convencido  de  la  inmensa  influencia  que  el 
idioma  ejerce  en  toda  clase  do  relaciones,  naciona- 
les e  internacionales,  morales,  étnicas,  comercia- 
les y  espirituales. 

Puesto  al  habla  con  los  principales  agentes 
del  pensamiento  en  Panamá,  y  después  de  haber 
movido  sus  voluntades  al  efecto,  acudió  a  Madrid 
por  escrito  comunicando  sus  propósitos  a  la  Acá- 
demia  de  la  Lengua  de  la  cual  era  Miembro  Co- 
rrespondiente.  Esta  Corporación  Madre,  encarga- 
da de  guardar  y  pulir  el  idioma  precioso  de  Cer- 
vantes, aplaudió  el  proyecto  y  en  junta  que  tuvo 
el  12  de  mayo  de  1926  acordó  crear  en  la  capi- 
tal del  Istmo  la  Academia  Panameña  de  la  Len- 
gua Correspondiente  de  la  Española. 

Al  Padre  Fabo  le  fue  conferido  el  alto  honor 
de  represeutar  a  la  Academia  de  Madrid  en  el  ac- 
to  de  declarar  iuaugurada  la  Academia  de  Pana 
má.  Acto  que  se  celebró  en  medio  de  la  mayor  so- 
lemnidad  y  con  asistencia  del  Presidente  de  la  re- 
pública Rodolfo  Chiari,  y  de  sus  Ministros  de  Es- 
tado, de  los  altos  funcionarios  públicos  y  del 
Cuerpo  Diplomático  y  consular  así  como  de  nume- 
rosos artistas,  escritores  e  importantísimos  perso- 
najes nacionales  y  extranjeros. 

El  doctor  Samuel  Lewis  quedó  constituido  pri- 
mer presidente.  Y  el  discurso  oficial  corrió  por 
cuenta  de  nuestro  Padre  Fabo,  el  cual  hizo  una 
manifestación  de  sus  amores  por  la  lengua  de  San- 
ta Teresa,  sí,  y  también  expresó  el  voló  más  ar- 
diente de  que  Panamá  fuera  siempre  católica  y  no 
se  dejara  envolver  en  las  redes  del  protestantismo. 

En  atención  a  este  servicio  prestado  a  Espa- 
ña y  a  su  idioma  el  Gobierno  de  esta  nación  presi- 


El  Padre  Fabo 


235 


dido  por  el  General  Primo  de  Rivera,  nombró  a 
nuestro  religioso  hijo  benemérito  de  la  Patria.  (1) 

El  Pueblo,  periódico  de  Panamá,  2  de  enero  de 
1926,  escribía:  «Deuda  grande  de  gratitud  ba  con- 
traído la  nación  panameña  con  el  eminente  hom- 
bre de  letras  R.  P.  Fr.  Pedro  Fabo, Agustino  Reco- 
leto, por  su  iniciativa  de  establecer  la  academia 
panameña». 

La  Estrella  de  Panamá,  18  de  agosto  de  1926, 
estampó  esto:  «Corresponde  el  éxito  obtenido  c<>n 
esa  manifestación  elocuente  de  nuestra  cultura  (la 
inauguración  de  la  Academia  de  la  Lengua)  a  la>¡ 
valiosas  iniciativas  del  ilustre  y  eminente  académi- 
co R.  P.  Fabo  de  María». 

He  visto  carta  autógrafa  del  secretario  de  la 
Real  Academia  Española  Emilio  Co tárelo  en  que 
se  confieren  poderes  al  Padre  Fabo  para  obrar  en 
nombre  de  tan  elevado  Cuerpo;  y  allí  se  expresan 
sentimientos  de  gratitud  honda  para  con  este  reli 
gioso  tan  entusiasta  y  tan  españolísimo. 

En  Boletín  de  la  Real  Academia  Española,  Ma- 
drid, junio  de  1926,  se  lee:  «No  debe  omitirse  que  el 
principal  organizador  de  este  Cuerpo  (la  Academia 
Panameña)  fue  el  Padre  agustino  español  Pedro 
Fabo,  a  quien  las  muchas  amistades  que  tiene  en 
la  República  de  Panamá,  donde  actualmente  resi- 
de, dieron  facilidades  para  reunir  a  los  futuros  a- 

(1)  El  Padre  Fabo  dejó  muchas  simpatías  en  Pana- 
má. Su  nombre  sonó  como  candidato  para  el  Arzobispa- 
do; en  Críticas  y  Plumadas  hay  varios  estudios  sobre 
hombres  nótales  o  cosas  del  Istmo;  sostuvo  una  polémi- 
ca de  orden  histórico  con  el  escritor  Juan  B.  Sosa  acerca 
del  sitio  que  ocupó  la  casa  antigua  de  los  Agustinos  Re- 
coletos; y  el  20  de  agosto  de  1926  pronunció  una  conferen- 
cia sobre  el  problema  mejicano  en  el  Salón  Bolívar. 


236 


El  Padre  Fabo 


cadémicos  y  lograr  que  éstos,  después  de  varias 
juntas  preparatorias,  llegasen  a  conseguir  el  fin 
tan  plausible  que  todos  anhelaban». 

El  doctor  José  de  la  Cruz  Herrera,  en  la  prime- 
ra sesión  de  la  Academia,  presentó  la  siguiente 
proposición  aprobada  por  unanimidad:  «La  Aca- 
demia Panameña,  en  reconocimiento  de  los  méri- 
tos adquiridos  para  con  ella  por  el  eminente  aca- 
démico y  hombre  de  letras  Fray  Pedro  Fabo  de 
María,  Agustino  Recoleto,  a  cuya  iniciativa  y  deci- 
siva influencia  ante  la  Real  Academia  Española  se 
debe  su  creación,  acuerda  nombrarlo  miembro  su- 
yo  en  la  clase  de  honorario». 

El  primer  número  del  Boletín  de  la  Academia 
trae  una  relación  minuciosa  de  los  actos  de  inau- 
guración de  la  Academia.  Allí  se  inserta  el  discur. 
so  que  pronunció  nuestro  Padre  Fabo. 

Y  trascribe  ahora  el  siguiente  documento  que 
puso  en  manos  del  Padre  Fabo  el  encargado  de 
negocios  español  en  Panamá  Emilio  Moreno:  De 
Real  Orden  comunicada  por  el  Señor  Ministro  de 
Estado  y  con  referencia  al  despacho  de  V.  S.  nú- 
mero 20  de  14  de  febrero  último,  que  ha  merecido 
toda  la  atención  de  este  Departamento,  encargo  a 
V.  S.  que  felicita  al  Rvdo.  Padre  Fabo  por  su  bri- 
lante  disertación,  que  ha  sido  juzgada  muy  intere- 
sante.—Dios  guarde  a  V.  S.  muchos  años. — Madrid 
8  de  mayo  de  1926.— El  Secretario  General,  (fir- 
mado y  rubricado).  F.  Espinosa  de  los  Mod teros» 

Hace  alusión  al  discurso  que  pronunció  el  Pa- 
dre Fabo  sobre  este  tema:  Hispanoamericanismo, 
sí;  Latinoamericanismo,  no. 


CAPITULO  XXIX 


En  España 

En  1912  pasó  el  Padre  Fabo  a  su  Patria  en 
colidad  de  Prior  del  Convento  de  Sos  del  Rey  Ca- 
tólico.  Diecisiete  años  había  estado  ausente  de  su 
suelo  nativo.  Y  en  ese  largo  intervalo,  qué  acón, 
tecimientos  tan  diversos  habían  sucedido  ! 

El  anduvo  en  viajes  evangélicos,  llenos  de  pe- 
ripecias y  desgarrones,  por  llanuras  y  montañas; 
y  vio  marchitarse  su  juventud  ardiente  y  generosa 
(la  juventud  física,  pues  la  juventud  de  su  espíritu 
jamás  se  marchitó);  y  sufrió  hambrea  y  persecu- 
ciones y  desamparos;  y  también  fue  objeto  de  acia, 
maciones  y  conquistó  lauros  gloriosos  en  su  Orden 
y  fuera  de  su  Orden. 

Y  allá  en  España  sus  progenitores  habían  vo- 
lado a  la  eternidad;  y  su  hogar,  el  dulce  hogar  de 
su  idílica  infancia,  ya  no  existía. 

En  la  casa-noviciado  que  los  Agustinos  Reco- 
letos tienen  en  la  Provincia  de  Zaragoza  vivió 
nuestro  religioso  desempeñando  las  funciones  de 
Superior  con  provecho  y  loa.  Logró  ser  querido, 


238 


El  Padre  Fabo 


bueno  y  prudente,  paternal  en  sus  procedimientos 
gubernativos,  suave  y  caritativo  en  sus  amonesta- 
ciones,  cumplidor  de  las  leyes. 

En  1914  se  reunió  el  Capítulo  General  en  Marci- 
11a.  Y  allí  acudió  con  voz  y  voto  nuestro  Padre 
Fabo.  Y  salió  elegido  Definidor  General. 

Por  tal  motivo  trasladó  su  residencia  a  Ma- 
drid. Seis  años  consecutivos  habitó  en  la  capital 
española.  Y  por  cierto  que  no  perdió  el  tiempo. 
Sobresalió  por  sus  conocimientos  en  Derecho  Ca- 
nónigo y  por  su  criterio  muy  juicioso  en  la  solu- 
ción de  las  cuestiones  pertinentes  a  su  cargo.  Y 
adquirió  relieve  su  figura  apostólica  y  literaria, 
de  tal  manera,  que  ilustrísirnos  prelados  de  la  Igle. 
eia  y  muchos  sabios  se  disputaron  el  honor  de  su 
amistad  y  solicitaron  en  graves  circunstancias  el 
auxilio  de  su  consejo  ilustrado. 

Escritores  como  Rodríguez  M-arín  y  Menéndez 
Pidal  y  Octavio  Picón  y  ciento  más  cultivaron  re- 
laciones de  ínlima  confianza  con  el  polígrafo  agus- 
tino recoleto. 

El,  allí,  al  igual  que  en  otras  partes,  se  man- 
tuvo en  constante  actividad  espiritual  e  intelec- 
tual. No  olvidaba  nunca  que  la  vida  es  un  don  re 
cibido  de  Dios  para  gastarlo  en  su  servicio  y  en 
su  amor.  Y  su  pluma  no  conoció  el  descauso.  En 
varias  revistas  de  carácter  científico  y  piadoso 
vertió  las  riquezas  de  su  inteligencia  y  los  fuegos 
de  su  corazón.  Y  escribió  libros  de  historia  y  de 
polémica  y  de  crítica  literaria  y  de  vulgarización 
ascética.  (1). 


(1)  Colaboró  el  P.  Fabo  principalmente  en  la  revlsta 
de  los  agustinos  ealzailos  «Eupaña  y  América». 


El  Padre  Fabo 


239 


En  este  lapso  de  tiempo  preparó  y  ordenó  loa 
materiales  de  sus  tres  gruesos  volúmenes  de  His- 
toria de  la  Orden  de  Agustinos  Recoletos,  nutri- 
dos con  documentos  originales  de  mucha  valía  que 
recogió  en  búsquedas  infatigables  o  por  los  archi. 
vos  principales  de  la  Península.  Asimismo  a  esta 
época  de  su  vida  corresponden  sus  trabajos  titu- 
lados Los  Aborrecidos  o  en  Defensa  de  la  Vida 
Religiosa,  y  Un  Sabio  del  Siglo  XIX  y  las  Biogra- 
fías del  P.  Mariano  Bernard  y  del  Obispo  de  Léri- 
da Pedro  de  Santiago,  y  su  Historia  de  Marcilla, 
y  Olor  de  Santidad,  y  las  Novenas  del  Santo  Cris- 
to  de  Limpias  y  de  la  Virgen  del  Plu, 

Sus  investigaciones  históricas  que  suponen 
una  paciencia  y  un  mérito  extraordinarios  acerea 
de  la  Ordeu  Agustino  -  Recoleta  le  merecieron  uq 
voto  unánime  de  aplauso  de  parte  de  los  asisten- 
tes al  Capítulo  General  convocado  en  1920  y  le 
fueron  concedidos  al  Padre  Fabo  en  esa  Asamblea 
todos  los  honores  y  preeminencias  de  un  Ex- Pro- 
vincial,  galardón  que  rarísimamente  se  suele 
otorgar. 

En  1920  volvió  de  nuevo  el  Padre  Fabo  a  Co- 
lombia, Y  en  1926  pasó  a  Panamá.  Y  a  últimos 
de  este  año  partía  otra  vez  en  dirección  a  su 
Patria. 

Con  motivo  de  esa  vuelta  a  España  su  pueblo 
Marcillo  quiso  rendir  a  su  ilustre  y  varias  veces 
laureado  hijo  un  homenaje  solemne  de  aprecio  y 
de  admiración.  Fue  en  el  mes  de  noviembre. 

Con  máxima  pompa  se  celebró  el  acto  de  en- 
trega a  nuestro  fraile  de  uc  primoroso  pergamiuo 
en  el  cual  se  declara  que  es  nombrado  Hijo  Predi- 
lecto de  Marcilla  en  atención  a  sus  altísimos  méri- 


240 


El  Padre  Fabo 


tos  como  apóstol  de  Jesucristo  y  como  escritor  y 
autor  de  muchísimas  obras  científicas. 

Era  alcalde  por  ese  entonces  de  Marcilla  el  en- 
tusiasta y  cristiano  señor  don  José  Bolea. 

Asimismo  se  colocó  una  placa  de  mármol  en  la 
casa  donde  nació  el  insigne  religioso  con  una  ins- 
cripción en  letras  de  oro  que  decía: 

Casa  donde  nació 
el  P.  Fr.  Pedro  Fabo  de  María, 
Agustino  Recoleto. 
Primero  de  Julio  de  1873. 
21  de  Noviembre  de  1926. 

La  serie  de  homenajes  acabó  con  la  dedicación 
de  una  plaza  que  desde  aquel  día  se  llama:  Plaza 
del  Padre  Fabo. 

Toda  la  prensa  de  Pamplona  y  aún  de  otras 
partes  habló  con  elogio  de  estos  homenajes.  Y  el 
retrato  de  nuestro  religioso  adornó  las  primeras 
planas  de  los  periódicos.  Y  llovieron  felicitaciones 
de  Obispos  y  de  Gobernadores  y  de  insignes  perso- 
nalidades. 

Y  la  modestia  del  buen  religioso  tuvo  que  so- 
portarlo  todo  y  que  ofrecérselo  al  Señor,  a  cuya 
gloria  los  dirigía. 

Educado  e  hidalgo  como  era  nuestro  fraile  ma- 
nifestó publicamente  y  con  rendidas  frases  sus  a- 
gradecimientos  a  los  hijos  de  un  pueblo  que  así  lo 
quería  honrar.  Y  se  valió  como  siempre,  de  esta 
inmejorable  circunstancia  para  hacer  fecunda  obra 
apostólica.  Regaló  una  imagen  preciosa  del  Sagra- 
do Corazón  de  Jesús  al  municipio  y  quiso  que  las 
fiestas  dieran  principio  con  la  entronización  de 
Cristo  Rey  en  el  salón  de  la  Casa  Consistorial, 


El  Padre  Fabo 


241 


Oh,  y  qué  devota  resultó  esta  ceremonia  ! 

Y  cuánto  gozó  el  Padre  Fabo  al  ver  al  pueblo  en 
masa  postrado  ante  .Jesús  de  rodillas  y  al  oír  que 
e!  Ayuntamiento  decía  en  el  acuerdo  que  a  «mo- 
ción del  fraile  agustino  recoleto  y  por  voluntad 
propia  se  consagraba  al  Sagrado  Corazón  de  Je- 
sús, Dupüo  de  los  hogares,  R^y  de  los  corazones,  y 
Dios  de  quien  procede  toda  potestad  en  la  tierra  y 
en  el  cielo» . 

Por  los  demás  en  los  discursos  que  pronunció 
nuestro  religioso  habló  más  como  misionero  que 
como  académico  y  tuvo  frases  al  estilo  de  lae  que 
copio: 

«MarcilleseS;  sed  buenos  sin  mied  i  al  qué  dirán 
los  malos  compañeros,  sin  temer  a  los  forasteros 
que  quieren  enseñar  doctrinas  y  políticas  opuestas 
a  la  Iglesia  y  a  la  tradición  de  nuestros  mayores, 
y,  sobre  todo,  prometed  no  proferir  ni  una  blas- 
femia  donde  aparece  mi  nombre  aquí  pii  esta  pía 
za.  Marcillpses;  escupid  mil  veces  mi  nombre  antes 
que  blasfemar  de  Dios». 

En  192/  vivió  el  Padre  Fabo  en  Barcelona. 
Allí  no  se  entregó  al  ocio.  Dio  la  última  mano  a 
algunos  de  sus  libros  que  tenía  en  preparación  y 
aprovechó  el  ambi-nte  favorable  de  la  ciudad  con- 
dal para  otros  oficios  apostólicos.  Celebró  el  Cen- 
tro  Navarro  establecido  en  Barcelona  la  fiesta  de 
San  Fermín  y  nuestro  fraile  fue  el  encardado  del 
panegírico.  Muy  bellamente  cumplió  su  ministerio 
y  con  muchas  veras  exhortó  a  los  hijos  de  la  cató- 
lica Navarra  «a  ser  fidelísimos  súbditos  de  la  Igle- 
sia, a  cumplir  los  Mandamientos,  a  no  leer  perió- 
dicos malos  y  a  evitar  las  compañías  peligrosas». 

Después,  hasta  1932,  habitó  el  Padre  Faho 
alternativamente  en  los  colegios  de  S09  del  Rey 


242 


El  Padre  Fabo 


Católico  y  de  Artieda.  Dictó  varias  clases  como  la 
de  Oratoria  Sagrada,  de  Gramática  Castellana  y 
de  Historia  de  la  Filosofía. 

Acerca  de!  españolismo  ardiente  y  genuino  de 
nuestro  religioso  huelga  el  hacer  ponderaciones. 
El,  hijo  enamorado  de  San  Agustín,  sabía  perfec- 
tamente que  el  amor  a  la  patria  entra  en  la  cate 
goría  de  virtud  moral  y  que,  después  del  amor  a 
Dios  nada  hay  tan  noble  y  tan  hermoso  como  el 
amor  a  la  Madre  patria.  «Mayor  sit  patria  et  ipsis 
parentibus  tuis»,  escribió  el  insigne  Obispo  de  Hi- 
pona.  El  afecto  a  la  patria  ha  de  colocarse  aún 
por  encima  del  afecto  a  los  mismos  padres  que 
nos  dieron  la  vida. 

El  Padre  F.ibo  entiende  las  obligaciones  del 
patriotismo:  «El  patriotismo,  como  virtud  moral, 
obliga  al  hombre  a  guardar  sus  deberes  de  ciuda- 
danía en  calidad  de  miembro  de  una  sociedad 
cristiana.  Más  aún,  el  patriotismo  resulta  uo  sólo 
un  instinto,  y  un  sentimiento,  y  una  pa- 
sión, sino  también  un  ideal  ético-religioso  de  he- 
roicidad suprema». 

Con  todo  el  poder  de  su  alma  trabajó  nuestro 
fraile  por  el  engrandecimiento  de  su  amada  Espa- 
ña. Jamás  habló  mal  de  las  cosas  extranjera-;  por 
prurito  patriotero.  Y  siempre  tuvo  frases  di1  elo- 
gio para  cou  lo  bueno  de  su  Patria,  cuya  historia 
gloriosa  estudió  con  ahinco  y  de  cuya  riquísima 
tradición  católica  se  mauifestó  santamente  orgu- 
lloso. 

La  Raza  española,  con  todo  lo  que  tiene  de 
noble,  de  puro  y  de  grande,  constituyó  un  tema  su- 
gestivo para  los  entusiasmos  literarios  de  nuestro 
religioso.  Y  en  múltiples  ocasiones,  en  confereu- 
cias,  en  artículos  de  periódico  y  en    libros,  cantó, 


El  Padre  Fabo 


243 


henchido  de  pasión  patriótica  la?  riquUM  insnpe- 
rabies  de  la  nación  privilegiada  en  cuyo  suelo  pre- 
dicó el  apóstol  Santiago  y  que  engen- 
dró a  héroes  de  la  santidad  que  se"  llaman  I-i  lora 
de  Sevilla,  Teresa  de  Jesús.  Francisco  Javier  y  To- 
más de  Villanueva;  y  entonó  fervientes  himnos  a 
la  sonora  y  armoniosa  lengua  en  Cervantes  en  cu- 
ya belleza  envolvieron  su  pensamiento  y  lo  fcrane 
mitieron  a  la  posteridad  los  innumerables  inge- 
nios que  desfilan  dndfl  Gonzalo  de  Berceo  harta 
Meuéndez  y  Pelayo;soltó  una  catarata  de  loas  a  la 
Madre  y  cristianizadora  de  un  Nuevo  Mundo  que 
descubrió  y  conquistó  para  la  civilización  y  pa- 
ra la  Verdad. 

Era  proverbial  dondequiera  la  hispanófila 
del  Padre  Fabo.  El  cual,  ciertamente,  empleó  su 
prestigio  y  su  valer  y  sus  ardores  patrióticos  en 
defensa  de  su  Fe  y  en  propaganda  de  la*  bueuas 
costumbres.  Además  de  que  vino  a  desmentir  la 
menguada  calumnia  que  consiste  en  afirmar  que 
debajo  dnl  hábito  monástico  no  alienta  la  chispa 
patriótica  y  que  el  fraile  en  nad  i  presta  servicios 
a  la  Patria. 

H-*  dicho  que  de  todo  se  valió  el  Padre  Fabo 
para  1h  d  fen-*a  de  la  fe  y  que  en  todo  obraba  co- 
mo un  apóstol. 

Cuando  hablaba  sobre  lo*  peligros  de  la  domi- 
nación ya»  kee  en  Centro  y  S'ir  América  se  refería 
especialmente  al  daño  qu^  s  ífrirían  los  intereses 
católicos  cou  la  invasión  protestante  de  los  sajo- 
nes norteamericanos.  Y  cuando  abogaba  por  una 
más  estrecha  unión  de  relaciones  hi-pano-am°ri- 
canae1  lo  hacía  con  miras  a  la  mejor  propaganda 
^e  los  ideales  cristianes. 

El  patriotismo  en   nuestro  religioso  se  ponía 


244 


El  Padre  Fabo 


al  servicio  de  Dios  de  quien  todo  procede  y  hacia 
quien  convergen,  como  a  centro,  todas  las  cosas. 

Cierto  escritor  muy  conocido  por  sus  avanza 
das  ideas  revolucionarias  publicó  un  libelo  contra 
el  que  entonces  era  rey  de  España  Alfonso  XIII. 
Y  nuestro  fraile  cogió  su  pluma,  y  lleno  de  cari- 
dad  y  de  justicia,  hizo  una  apología  del  monarca 
calumniado,  jefe  de  un  pueblo  católico,  y  represen- 
tan  te  de  una  nación  que  acababa  [  recis  imente  de 
ser  consagrada  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús  en  u- 
na  forma  solemne  y  oficial.  (1). 

Fue  el  Padre  Fabo  un  guardián  siempre  aler- 
ta  de  los  intereses  espirituales  y  morales  de  su  Pa- 
tria a  la  que  amó  como  Dios  manda  que  se  le 
ame. 

Bienaventurados  los  que  son  agradecidos. 


(1)  Este  escritor  Izquierdista  se  llamaba  Vicente 
Blanco  Ibáñez.  En  «Críticas  y  Plumadas»  aparecen  las 
líneas  apologéticas  y  españollstaa  del  Padre  Fabo. 


CAPITULO  XXX 


De  Roma  a  la  Eternidad 

En  el  Capítulo  General  que  la  Orden  de  Agüe- 
tinos  Recoletos  celebró  en  mayo  de  1^32  s»lió 
electo  el  Padre  Fabo  Definidor  General  por  la 
Provincia  de  Nuestra  Señora  de  la  Candelada.  El 
nuevo  cargo  imponía  el  traslado  de  su  residencia 
oficial  a  Roma  donde  funciona  la  Curia  Genera- 
licia. 

Así  es  que  nuestro  religioso  pasó  a  la  Ciudad 
Eterna  y  allí  fue  preparando  su  espíritu  para  la 
partida  definitiva  a  las  regiones  de  las  cuales  ya 
no  se  vuelve. 

Huelga  el  ponderar  cuánto  gozaría  su  alma 
de  creyente  y  de  artista  en  la  capital  del  orbe  ca- 
tólico, a  la  sombra  protectora  del  Augusto  Vica- 
rio de  Cristo  eu  la  tierra,  y  en  un  ambiente  todo 
saturado  de  clasicismo  y  de  antigüedad  heróica. 

La  casa  de  los  Agustinos  Recoletos  se  halla 
situada  en  la  Vía  Sistina.  Aneja  se  levanta  uua 
devota  iglesia  dedicada  a  San  Ildefonso  y  Santo 
Tomás  de  Villanueva.  El  Padre  Fabo  decía  Misa 


246 


El  Padre  Fabo 


aquí  todos  los  día»,  asistía  puntualmente  a  la  ora- 
ción  y  a  los  otros  actos  de  Comunidad,  atendía 
a  las  funciones  del  culto,  y  se  entregaba  al  estudio 
y  resolución  de  las  cuestiones  propias  de  su  alto 
oficio  de  consejero.  Y  aún  le  quedaba  tiempo  pa- 
ra llevar  adelante  las  obras  literarias  que  tenía 
principiadas  y  para  recoger  y  ordenar  datos  his- 
tóricos relativos  a  su  querida  Orden  agustino  re- 
coleta. Porque  ha  de  saberse  que  en  el  mismo  Ca- 
pítulo General  arriba  citado  se  le  encomendó  nue. 
vamente  al  Padre  Fabo  el  honroso  y  difícil  cargo 
de  Cronista  General. 

Me  consta  que  tenía  material  listo  para  el  to- 
mo noveno  de  las  Crónicas  y  quizá  hubiera  rega- 
lado a  la  posteridad  el  tomo  décimo  y  el  tomo  un- 
décimo. A  la  sazón  se  encontraba  nuestro  fraile  en 
plena  madurez  intelectual  y  anheloso  de  ofrendar 
a  su  Madre  la  Religión  lo  más  granado  y  el  últi- 
mo producto  de  su  ingenio.  El  Cronista  General 
que  le  ha  sucedido  en  el  oficio  podrá,  quizá,  ser- 
virse de  los  apuntamientos  que  dejó  el  Padre  Fa- 
bo. Digo  quizá  porque  no  es  tarea  tan  fácil  el  in- 
terpretar el  pensamiento  ajeno  y  el  adivinar  el 
significado  de  lo  que  se  anota  en  papeletas  y  en 
abreviaturas. 

He  visto  un  legajo  interesante  de  papeles,  ano- 
taciones,  consultas  y  citas  sobre  la  historia  de 
les  Beatos  Juan  Rieti  y  Gracia  de  Cátaro.  El  Pa- 
dre  Fabo  se  proponía,  sin  duda  dará  la  estam. 
pi  la  semblanza  de  estos  bienaventurados  nom- 
brados patronos  de  los  jóvenes  Coristas  y  de  los 
Hermanos  de  obediencia,  respectivamente,  en  la 
Orden  de  Agustinos  Recoletos  por  instancia*  del 
mismo  Padre  Fabo.  El  Padre  Victorino  Capána- 


El  Padre  Fabo 


247 


£8  aprovechó  algún  dato  de  nuestro  religioso  pa- 
ra componer  su  Vida  de!  Beato  Juan  Rieti. 

Un  placer  mu}'  hondo  del  Padre  Fabo,  mien- 
tras vivió  en  Roma,  consistía  en  acompañara  las 
peregrinaciones  de  católicos  españoles  que  con  fre- 
cuencia llegaban.  La  víspera  de  su  muerte,  preci- 
samente, tuvo  quH  privart-e  de  este  gusto  ante  el 
mal  estado  de  su  salud. 

No  se  puede  hablar  de  agotamiento  cerebral 
en  un  hombre  que  produjo  libros  sin  cesar.  Pero  sí 
ee  vio  que  el  Padre  Fabo  había  tocado  aquella 
etapa  de  la  vida  en  que  mira  hacia  atrás  más  que 
adelante.  ¡Sus  últimas  producciones  literarias  se 
distinguieron  por  una  tendencia  retrospectiva. 
Allí  están  Episodios  de  un  Misionero,  Críticas  y 
Plumadas,  Album  de  Ideas  y  Páginas  Selectas  Y 
tengo  entendido  que  escribió  también  su  Autobio- 
grafía, alguua  de  cujas  páginas  he  tenido  la  for- 
tuna de  contemplar. 

Cierto  cansancio  fínico  y  cierta  otoñal  melan- 
colía que  se  observaba  en  uuestro  religioso  daban 
a  entender  que  su  misión  en  la  tierra  iba  a  termi- 
narse. 

Dios  gobierna  sapientísimamente  todas  las  co- 
sas. Y  es  dueño  absoluto  de  la  vida  y  de  la  muer, 
te.  Y  había  dispuesto  que  su  servidor  recibiera  ya 
su  recompensa. 

En  alguna  composición  poética  exclamó  el  Pa- 
dre Fabo;  nostálgicamente; 

Oh  reina  del  callado  firmamento! 

No  sabes  los  misterios  del  mortal, 

No  sabes  mi  tormento, 

No  sabes  lo  que  siento 

Cuando  pienso  en  la  patria  celeitial. 


248 


El  Padre  Fabo 


El  día  19  de  septiembre  de  1933  sintió  nuestro 
religioso  una  rara  m  vedad,  aunque  pudo  perfec- 
tamente celebrar  el  sauto  sacrificio  de  la  Misa.  Du- 
rante el  día  se  recogió  en  su  celday  estuvo  bastan, 
te  tranquilo.  Pasó  la  noche  siguiente  con  algún 
malestar  que  se  le  recrudeció  al  amanecer.  Como  a 
bis  cinco  de  la  mañana  del  día  20  llamó  al  Padre 
Definidor  Fr.  Eugenio  Cantera  quien  acudió  en 
compañía  del  Padre  Victorino  Capánaga.  Era  víc- 
tima el  Padre  Fabo  de  un  fuerte  dolor  de  cabeza. 
(Dando  logró  una  mejoría  y  recobró  la  calma  se 
n  tiraron  los  citados  religiosos,  pensando  que  nD 
existía  gravedad. 

Al  poco  rato,  providencialmente,  se  presentó 
en  la  celda  del  enfermo  el  Padre  Juan  Araiz.  Y 
cuál  no  sería  su  sorpresa  al  encontrar  al  paciente 
en  estado  agónico  sin  habla  y  sin  conocimiento? 
Avisó  el  Padre  Araiz  inmediatamente  a  la  Comu- 
nidad, y  reunidos,  todos  los  religiosos  de  nuestra 
casa  de  Roma,  llenos  de  alarma  y  de  dolor,  le  fue 
administrado  al  agonizante  el  Sacramento  de  la 
Extrema  unción,  se  le  dio  la  Bendición  Papal,  y 
le  fueron  leídas  las  oraciones  rituales. 

Unos  minutos  antes  de  las  siete  falleció  en  el 
Señor.  Dos  días  antes  se  había  confesado.  El  día 
anterior  había  celebrado  la  Santa  Misa.  A  los  ofi- 
ciosfunebres  asistieron  representantes  de  varias  na- 
ciones y  eminentes  personalidades  admiradores  de 
la  i  virtudes  y  de  los  talentos  del  Padre  Fabo. 

El  cable  trasmitió  la  triste  noticia  al  mundo 
en  tero.  La  prensa  rindió  su  homenaje  al  religioso 
y  il  sabio.  Las  Academias  aprobaron  mociones  de 
di  elo  por  la  desaparición  de  uno  de  sus  más  cons- 
picuos miembros. 

La  Orden  de  Agustinos  Recoletos  se  vio  inun- 


El  Padre  Fabo 


249 


dada  en  un  mar  de  amarguras.  La  Provincia  de 
Nuestra  Señora  de  la  Candelaria,  en  especia!,  se 
vistió  de  pena  y  de  lnto.  El  Padre  Regino  Macnlet 
explicó  con  esta  frase  f  locue  nte  la  causa  de  seme- 
jante aflicción:  «En  el  hermoso  y  estrellado  cielo 
de  nuestra  esclarecida  fan  ilia  recoletana  se  ha 
eclipsado  el  sol  qut  la  bañaba  en  resplandores  de 
luz  purísima». 

Tres  días  antes  de  morir  el  Padre  Fabo  me 
mandó  nna  cartica  a  Colombia.  Y  me  llegó  un  mes 
después  de  acaecida  su  defunción.  Era  unaepisto- 
lita  sentida,  fraternal,  llena  de  efusiones,  de  cariño 
y  de  bondad.  Yo  la  consideré  como  un  mensaje  de 
amor  y  un  estímulo  que  me  enviaba  desde  la  eter- 
nidad. 

Cuando  me  escribía  al  Desierto  de  la  Candela- 
ria  terminaba  así;  'Recuerdos  mil  a  mi  dulce  Vir- 
gen de  ese  convento». 

Fue  sepultado  el  cadáver  del  Padre  Fabo  en 
el  cementerio  del  Campo  Verano,  parte  central,  en 
el  panteón  de  los  agustinos  descalzos  italianos. 
Muy  cerca  se  encuentra  la  efigie  de  Jesús  Resucita- 
do  en  cuyo  pedestal  se  lee:  «Yo  soy  la  resurrección 
y  la  vida». 


CAPITULO  XXXI 


Proposiciones  de  duelo  y  párrafos 
necrológicos 

Doy  traslado  a  varias  proposiciones  de  duelo 
que,  con  ocasión  de  la  muerte  del  P.  Fabo,  apro- 
baron algunos  centros  de  Ciencia  o  de  Historia,  u 
otras  entidades  oficiales 

Bogotá,  septiembre  30  de  1933. 

Tengo  el  honor  de  transcribir  a  Ud.  la  siguien- 
to  proposición,  aprobada  a  una  voz  por  la  Acade- 
mia Colombiana  en  su  junta  ordinaria  de  ayer 
tarde: 

«La  Academia  Colombiana,  habida  considera- 
ción a  que  el  20  de  este  mes  falleció  en  Roma  el 
R.  P.  Pedro  Fabo  del  Corazón  de  María,  erudito 
comentador  del  señor  Cuervo,  hace  constar  en  el 
acta  de  este  día  su  vivo  sentimiento  de  pesar  y  ex. 
presa  su  condolencia  a  los  R.R,  P.P.  Agustinos 
Recoletos, . 

Con  sentimientos  de  mi  mayor  consideración 
y  aprecio  soy  deuited  muy  atento  servidor.  (Fdo). 


El  Padre  Fabo 


251 


Antonio  Gómez  Restrepo.  Srio.  perpetuo.  Al  M.  R. 
P.  Fr.  Jesús  Fernández  de  San  José.— ROMA. 

Bogotá,  octubre  16  de  1933. 

R.  P.  Superior  de  Agustinos  Recoletos. 

Tengo  el  honor  de  comunicar  a  V.  R.  para 
que  se  sirva  trasmitir  a  los  demás  Reverendos  pa- 
dres, que  la  Academia  Colombiana  de  la  Historia 
aprobó  la  siguiente  proposicióu  con  motivo  del 
fallecimiento  del  R.  P.  Fr.  Pedro  Fabo  del  C.  de 
María: 

« La  Academia  Colombiana  de  Historia  hace 
constar  en  el  acta  de  este  día  su  profundo  senti- 
miento de  pesar  por  el  fallecimiento  del  R.  P.  Fr. 
Pedro  Fabo  del  Corazón  de  María,  Miembro  Co- 
rrespondiente de  la  Corporación  e  historiador  y 
escritor  de  grandes  méritos». 

Reitero  a  V.  R.  el  sentimiento  de  la  Academia 
por  la  pérdida  que  haexperimentado  la  Comunidad 
de  la  que  V.  R.  es  digno  rector,  y  me  suscribo  de  V. 
R.  atento  servidor.  (Fdo).  Roberto  Cortázar,  Se- 
cretario. 

Espinal,  noviembre  2  de  1933. 

R.  P.  Superior  de  la  Comunidad  de  Agustinos 

Recoletos. 

Bogotá. 

Tengo  el  honor  de  transcribir  a  S.  R.  la  si- 
guiente proposición  aprobada  por  el  H.  Concejo 
Municipal  de  esta  ciudad,  en  su  sesión  verificada 
el  30  de  octubre  último  que  dice  así: 

«El  Concejo  Municipal  del  Espinal,  dolorosa- 
mente  informado  por  la  prensa  de  la  Capital,  de 
la  muerte  del  Padre  Pedro  Fabo,  ocurrida  en  Ro- 
ma, lamenta  la  desaparición  de  tan  esclarecido  j 


252 


El  Padre  Fabo 


virtuoso  sacerdote,  antiguo  Párroco  de  estaciu- 
dad  » 

De  S.  Rvcia.  atto.  servidor.  (Fdo).  Juan  F. 
Sánchez, 

La  Academia  Panameña  dé  la  Lengua. 
Considerando: 

Que  el  20  de  Septiembre  próximo  pasado  falle- 
ció  en  Roma  desempeñando  el  cargo  de  Definidor 
y  Cronista  de  los  Agustinos  Recoletos,  el  Rvdo. 
Padre  PEDRO  FABO  de  María.  Correspondiente 
de  la  Real  Academia  de  la  Lengua;  de  la  Acade- 
mia de  la  Historia,  de  la  Real  Academia  de  Cien- 
cias y  Artes  de  Cádiz,  etc.  etc.  y  Honorario  de  la 
Academia  Panameña  de  la  Lengua. 

Que  el  R.  P.  Pedro  Fabo  de  María  fue  el  inicia- 
dor unte  la  Real  Academia  de  la    Lengua,  de  Ma- 
drid, de  la  Academia  Correspondiente  de  Pana- 
má y  figuraba  como  Honorario  de  esta: 
RESUELVE: 

Lamentar  la  desaparición  del  erudito  y  sabio 
agustino,  celebrar  una  sesión  solemne  en  su  honor; 
asistir  en  cuerpo  a  los  funerales  que  se  celebrarán 
en  la  Iglesia  de  San  José,  de  esta  capital,  el  sába- 
do próximo  14  de  los  corrientes,  a  las  6  y  30  a.  m. 
en  sufragio  del  alma  del  Rvdo.  Padre  Pedro  Fabo 
de  María;  y  enviar  copia  de  esta  Resolución  ala 
casa  matriz  de  los  padres  Agustinos  Recoletos. 

Panamá,  1.8  de  octubre  de  1933. 

Samuel  Lewis,  Director. — Ricardo  Miró.  Secre- 
tario. 

«Fue  sabio,  fue  literato,  fue  lo  que  se  llama  un 
verdadero  polígrafo  el  padre  Fabo;  pero  fue  tam- 
bién buen  religioso,  y  eso  le  habrá  valido  en  la 


El  Padre  Fabo 


253 


eternidad  más  que  su?  pasajeros  triunfos  litera- 
rios. Sin  descuidar  los  trabajos  científicos  y  litera- 
rios, se  dio  más  de  lleno  al    cumplimiento  de  sus 

deberes   religiosos         Yes  precisamente  lo  que 

más  llama  en  él  la  atención:  que  fuera  tan  religio- 
so cargado  con  tantos  laureles  y  títulos  académi- 
cos, coronado  por  los  hombres  de  tanta  gloria». 
R.  M— Boletín  de  la  Candelaria.  Núm.  136.  No- 
viembre de  1933. 

tDiguo  hijo  del  multimillonario  doctor  del  sa- 
ber y  de  la  gracia,  nutrió  su  espíritu  en  las  divi- 
ñas  fuentes  del  evangelio  y  avisroró  su  sapiencia 
en  las  doctrinas  de  su  padre  Fundador.  Escribió 
sus  numerosas  obras  con  una  agilidad  tan  pas- 
mosa que  dijérase  un  ave  que  iba  por  entre  la  sel- 
va del  error  humano  dejando  oír  los  cantos  de  su 
espíritu.  Para  él  no  había  tropiezo  en  la  documen- 
tación por  su  variadísimo  acerbo  de  conocimien- 
tos, obtenidos  al  rigor  del  estudio. 

Poseía  la  perseverancia  y  el  tesón  del  sabio 
verdadero  y  en  su  celda  todo  era  estudio,  libros, 
pápele»?  manuscritos.  Qué  ánimo  el  suyo  para 
acometer  cualquiera  obra  intelectual!  Hasta  en  los 
últimos  instantes  de  su  vida  pensaba  en  escribir 
en  defensa  de  la  verdad. 

Imposible  en  una  breve  nota  como  esta,  tan 
sólo  escrita  para  rendir  un  tributo  de  admiración 
a  su  memoria,  exponer  siquiera  someramente  sus 
méritos  altísimos.  Para  juzgar  la  obra  del  Padre 
Fabo  habría  que  estudiarla  detenidamente  en  su 
coi. junto,  con  el  alto  espíritu  del  saber  metódico 
que  c.impea  en  toda  ella  y  con  la  visión  sintética 
que  sólo  Meuéndez  y  Pelayo  sabía  tener  de  los 
más  variados  escritores,  para   fallar  sobre  ellos 


254 


El  Padre  Fabo 


con  criterio  definitivo».  JOSE  IGNACIO  VERNA- 
ZA  —  «Correo  del  Cauca».— Cali  Núm.  7228. 

«Con  muy  sincera  pena  registra  la  Iglesia  la 
desaparición  del  M.  R.  Pedro  Fabo,  A.  R.  fallecido 
en  Roma.  Por  el  amor  que  profesó  a  nuestra  pa- 
tria y  por  el  bien  que  en  ella  hizo  es  acreedor  a 
nuestra  gratitud  y  a  nuestras  oraciones». 

La  Iglesia — Bogotá — número  9.  Año  XXVII. 

«El  Padre  Fabo,  antiguo  misionero  de  Casana- 
re,  socio  dignísimo  de  varias  Academias  nacionales 
y  foráneas,  ha  terminado  repentinamente  sus  días 
en  la  capital  del  orbp  católico  Sacerdotes  e  hi- 
jos de  Colombia  cumplimos  una  obligación  de  jus- 
ticia haciendo  buena  memoria  de  Fr.  Pedro  Fabo 
y  dando  el  más  expresivo  pésame  a  la  Comunidad 
Recoleta  de  San  Agustín». 

Revista  de   Estudios  Eclesiásticos. — Bogotá 

número  8. 

«Ha  muerto  en  Roma  el  Padre  Fabo.  No  hace 
mucho  nos  escribía  triste  carta  contestación  a 
una  nuestra  anunciadora  de  la  muerte  de  su  queri 
do  hermano  y  amigo  el  Padre  Benito.  Quién  iba  a 
decir  que  presto  y  de  manera  parecida  iba  a  falle- 
cer  él!  Respetemos  las  obra9  de  Dios.  La  muerte 
súbita  puede  ser  merced  del  cielo  si  el  hombre  es 
bueno  y  vive  sin  temor.  Nuestro  llorado  amigo  era 
de  éstos,  y  detrás  de  su  jovialidad  y  ruidosa  ale- 
gría era  fraile  ejemplar. 

Su  marca,  su  ideal  fue  siempre  honrar  a  su  Ma- 
dre la  Recolección  Agustiniaua,  y  todas  las  meda- 
llas, diplomas  y  honores,  todos  los  quería  porque 


Ei  Padre  Fabc 


255 


eran  gloria  de  su  Madre  espiritual.  Si  señal  de  vo- 
cación es  tener  aprecio  a  su  Instituto,  magna  vo- 
cación tuvo  el  R.  P.  Fabo  

En  América  predicó  las  glorias  de  España:  en 
España  las  grandazas  de  América.  Fue  aas:  de. 
y  constante,  hombre  sufrido  y  muy  caballeroso. 
Sus  hermanos  tendrán  que  llorarlo,  pues  aunque 
tenía  sesenta  años  cumplidos,  murió  en  la  palestra 
preparando  trabajos  de  Derecho  Canónico». 

Fr.  A.  MESANZA.  O.  P. 
La  BiiBfcMhi  fhiiii  m — número  12.0S7. 

«En  la  reverenda  Comunidad  Agustiniana  se  dea- 
tacaron  las  virtudes  y  conocimientos  d-1  P.  Fabo 
con  sorprendentes  resplandores  que  iluminaban 
fervorosamente  los  claustro*  gloriosos  de  los  no- 
bles hijos  de  Agustín:  su  espirita  fue  un  lirio  siem- 
pre abierto  en  los  jardines  conventuales,  que  es- 
parcía el  aroma  de  la  fe  católica  y  la  delicada  esen- 
cia d- ¡a  caridad  y  la  benevolencia.  Fué  humilde 
en  su  grandeza;  sencillo  en  au  esplendor:  ;  :í:c.  se- 
reno  y  piadoso. 

Manizales  está  obligado  a  depositar  sobre  su 
tumba  el  homenaje  de  agradecimiento  y  admira- 
ción que  le  es  debido;  fue  su  hijo  adoptivo  y  como 
hijo  y  como  sacerdote  y  como  sabio  le  dió"  fisono- 
mía espiritual  a  nuestro  medio»  

R.  ARA.SGO  FRANCO 

La  Voz  d«  Caldas— Manizales,  octubre  7  de  1933 

«La  vida  de  este  eminente  hijo  de  Navarra  pu- 
diera resumirse  en  pocas  Iín-ñ-    :  :-    ::.       _  - 
ejemplar  un  gran  patriota,  un  publi<  ista  privile- 
giado y  un    amigo  inolvidable  Aquel  b  cubre 

nu  conocía  el  descanso;  era  ei  «cor  inquietaos»  de 


256 


El  Padre  Fabo 


rii  excelso  Patrono  San  Agustín,  no  para  buscar 
la  verdad,  que  él  la  poseyó  siempre,  sino  para  dár- 
sela al  mundo,  para  pulirla  y  hermosearla  y  ha- 
cerla  agradable  ante  los  ojos  humanos  Era  to- 
do ternura  en  la  atnistad,  todo  entereza  en  el  con 
seio,  todo  ardor  en  la  simpatía». 

ELADIO  ESPARZA. 
Diario  de  Navarra,  número  9.758. 

«Era  el  P.  Fabo  gloria  de  España  en  el  claus- 
tro y  en  las  letras  Pierde  la  Patria  un  hijo  pre- 
claro, la  Comunidad  Agustina  una  de  sus  más  au- 
ténticas glorias,  y  América  a  su  "hijo  adoptivo 
y  dulce  cantor». 

La  Vanguardia — Barcelona,  octubre 

18  de  1033. 

«l'ara  nosotros  el  insigne  escritor  y  miembro 
amautísirno  de  nuestra  CongregMción  y  después 
(por  motivos  impertinentes  aquí)  Orden  de  Reco- 
letos de  San  Agustín,  fue.ante  todo,  un  autodidac 
to.  Euferraucho  ya  de  estudiante,  hizo  los  estu- 
dios lo  más  brillantemente  que  pudo,  dadas  sus 
facultades;  como  estudiante  servía,  por  lo  visto, 
más  para  los  estudios  literarios  y  aún  históricos, 
que  para  los  de  filosofía  y  teología.  Esa  fue,  al  rae. 
nos,  su  posterior  tendencia  y  la  más  fuerte  mani- 
festación de  su  ingenio. 

Por  ser  este  vivo  y  poderoso,  ha  sido  fecunda 
su  obra:  mas,  por  no  haberse  desarropado  eu  am- 
biente siempre  favorable,  ni  contado  con  los  re- 
cursos necesarios,  muchos  y  caros  en  la  moderna 
cultura,  sus  obras  no  timen  toda  la  petfección 
deseada.  Cuando  después,  va  en  España,  el  P.  Fa- 
bo pudo  contar  con  más  medios,  sus  obras  fueron 


El  Padre  Fabo 


257 


visiblemente  mejores;  y  cuando  últimamente  en 
Roma  trabajaba  incansablemente  para  producir, 
las  más  perfectas,  un  derrame  cerebral  le  produjo 
rápidamente  la  muerte,  pasando  así,  en  un  mo- 
mentó,  de  esta  vida  mortal  a  la  inmortalidad  de 
la  gloria». 

Archivo  Agustiniano — Madrid — Año  XX. 
número  6. 

«Nunca  podrán  nuestras  pobres  cuartillas  en- 
cerrar alabanzas  adecuadas  a  la  gigantesca  figu- 
ra de  este  gran  sabio  de  nuestro  siglo  Nosotros 

deploramos  grandemente  la  pérdida  irremediable 
de  esta  pluma  agustiniana,  una  de  las  mejores  de 
la  épaca  contemporánea,  y  creemos  firmemente 
que  se  ha  cumplido  uno  de  sus  mayores  anhelos, 
cuando  escribía;  "Plegué  a  Dios  que  ame  y  sirva 
tanto  a  mi  Orden,  que  merezca  que  en  mi  tumba 
escriban  este  epitafio:  murió  de  agustinismo". 

Fr.  SATURNINO  S0T1L,  A.  R. 
Tumaco,  número  37. 


CAPITULO  XXXII 


Comceptos 

EL  PADRE  PEDRO  FABO 

El  Padre  Fabo  fue  un  tipo  genuinamente  es- 
pañol.  Su  temperamento  sanguíneo  y  robusto,  su 
ánimo  ardoroso  y  resuelto,  sue  ademanes  briosos 
y  varoniles,  eran  los  de  un  luchador;  y  esto  fue  el 
Padre  Fabo,  no  en  los  campos  de  batalla,  sino  en 
aquellos  donde  se  desarrollan  las  lides  del  pensa- 
miento, expresaba  sin  desenfado  sus  ideas  sin  temor 
de  herir  susceptibilidades.  Fue  un  trabajador  infa- 
tigable  y  cultivó  los  más  diversos  géneros  litera- 
rios como  buen  hijo  de  su  Orden,  ilustró  su  histo- 
ria  con  eruditos  volúmenes  cultivó  los  estudios 
lingüísticos  y  su  obra  capital  es  tal  vez  la  mono- 
grafía  que  dedicó  a  don  Rufino  J.  Cuervo  que  pre- 
mió  la  Academia  Colombiana.  Escribía  con  la 
Abundancia  del  Corazón,  elogiaba  con  entusias- 
mo, y  a  veces  con  cierto  énfasis  retórico  muy  pro. 
pió  de  su  carácter.  Fue  un  buen  amigo  de  Coloni- 
bia  y  la  mayor  parte  de  sus   obras  versan  sobre 


El  Padre  Fabo 


259 


temas  colombianos.  Murió  en  Roma  en  Ir  ie-:<!' 
eia  de  los  padres  bgustinos  descalzo",  o  catdela- 
rio9,  como  cariñosamente  aquí  los  llamamos,  pe 
ro  el  espectáculo  de  las  grandazas  de  la  ciudad 
eterna,  no  le  hizo  olvidar  ni  sus  correrías  por  las 
vastas  llanuras  de  Casanare,  ni  su  predicación  en 
el  templo  colonial  de  la  Candelaria,  uno  de  los  cen- 
tros más  ant'guo9  de  la  vida  religiosa  de  Bogotá. 
Su  nombre  debe  conservarse  con  respeto  y  simpa- 
tía en  el  país  en  donde  residió  largos  años  de  su 
vida  y  con  el  cual  estaba  ligado  con  vínculos  que 
no  pudo  romper  la  ausencia. 

jXintcvdo-  Qá*tl&l  'TledUefió- 

EL  PADRE  FABO 

Me  ha  pedido  el  reconocido  escritor  Fr.  Euge- 
nio Ayage  unas  líneas  para  la  biografía  del  Padre 
Fabo. 

No  es  a  mí  a  quien  corresponde  analizar  la  i  I- 
ta  personalidad  de  tan  ilustre  religioso,  ni  coni<- 
filósofo,  ni  como  historiador  o  literato;  para  eilo 
tenemos  diamantinas  plumas  que  lujosamente  lle- 
narán su  cometido. 

En  él,  en  el  P.  Pabo.  la  virtud  de  la  humil- 
dad se  destacaba  de  manera  sorprendente;  dígalo 
aquel  acto  sublime  cuando  abandonaba  su  silla 
académica  nara  remontarse  a  las  sillas  del  Ruíz  y 
obsequiar  por  conducto  de  mi  libro  Recuerdos  de 
un  viaje  --entido  homenaje  de  admiración  a  las  no- 
bles damas  Manizalitas. 

Su  preclaro  talento  se  traslucía  en  sus  escri- 
tos,  pues  su  pluma  tenía  la  fuerza  del  Aguila  de 
los  Doctores. 

En  un  bello  episodio  de  su  vida  mostró  ?l 
amor  a  nuestra  Patria,  cuando  en  una  tiesta  es- 


260 


El  Padre  Fabo 


pañola  enarbolaban  todos  los  pabellones:  al  mi. 
rar  ondear  el  de  Colombia  el  R.  P.  Fabo  dobló  su 
rodilla  y  lo  saludó  con  un  ósculo.  Fué  para  él 
nuestra  tierra  su  segunda  Patria,  y  cuando  escri- 
bió  la  historia  de  Manizales  y  fue  proclamado 
«hijo  adoptivo»  hizo  un  derroche  de  amor  hacia 
este  suelo  de  la  hidalguía.  En  una  carta  me  decía: 
«soy  paisa  y  a  mucho  honor  lo  tengo». 

Desconoció  el  egoísmo  y  fue  la  caridad  el  cen- 
tro de  sus  acciones;  adivinaba  las  necesidades  y 
las  remediaba  instantáneamente  sin  ningún  inte- 
rés. 

Con  mncho  gusto  y  honda  gratitud  dedico 
este  recuerdo  a  mi  insigne  y  laureado  prologador. 

OhaAia  1$oWia  ¿loMedo- 
EL  PADRE  FABO 

Hombre  de  vastísimos  conocimientos  litera- 
rios, insigne  orador,  historiador  de  gran  relieve, 
novelista,  poeta,  políglota,  unía  a  todos  esos  dis- 
tintivos una  sencillez  encantadora,  una  afabilidad 
especial,  un  don  de  gentes  que  hacían  olvidarla 
mbjestad  del  sabio  para  ver  en  él  únicamente, 
arrebolado  por  la  humildad  de  un  Francisco  de 
Asís  o  de  un  Alfonso  de  Ligorio.  al  hijo  de  Cristo, 
al  Apóstol  que  lleva  en  su  corazón  el  perfume  de 
la  calidad  como  un  símbolo  de  su  más  alta  mi- 
eión  sobre  la  tierra. 

Nadie  que  hubiera  ignorado  por  otros  medios 
la  riquísima  ilustración  que  aquel  varón  insigne 
poseía,  la  hubiera  adivinado  al  ver  la  modestia 
que  él  se  gastaba  cuando  departía  lleno  de  bon- 
dad con  el  hermano  hombre. 
Manizales,  1940. 


CAPITULO  XXXIIi 


Descripción  bibliográfica  de  cada  uno  de 
los  impresos  del  Padre  Pedro  Fabo 

1  — El  Doctor  Navascués.  Novela  de  costum- 
bres casauareñas.  Bogotá.  Librería  Nueva — 171. 
Calle  12.  1004. 

A  la  cabeza  de  la  portada:  Fr.  Pedro  Fabo. 
Agustino  Recoleto  (Candelario).  Al  fin  de  la  última 
página:  Tip.  de  la  Biblioteca  Popular.— Director, 
E.  Aubert.  148  páginss.  VIII  pág.  de  prólogo  fir- 
niado  por  Fr.  Regino  Maculet  de  la  Merced, 

El  Doctor  Navascués.  Novela  de  costumbres 
americanas  de  Fr.  Pedro  Fabo  Correspondiente  de 
la  Real  Academia  Española. — Obra  laureada  con 
el  premio  Eusebio  Giraldo  Crespo.  Convocatoria 
de  1916.  Oficina?:  Fuencarral,  125.  Entresuelo, 
MADRID.  A  la  cabeza  de  la  portada:  Biblioteca 
Patria  de  obras  premiadas. — Tomo  CXX1V.  16  i 
10  centímetros.  Páginas  139. 

En  alguna  parte  he  visto  que  se  iba  a  lanzar 
ui  a  tercera  edición  del  Doctor  Navascués.  No  co- 


262 


El  Padre  Fabo 


nozco  ningún  ejemplar.  También  el  PadreGregorio 
de  Santiago  habla  de  una  edición  hecha  en  Vene- 
zuela,  Biblioteca  Iberoamericana,  tomo  II,  pág. 
373.  Tampoco  tengo  datos  de  e8ta  edición. 

2—  Septenario  de  la  Virgen  de  loe  Dolores  de 
Manare,por  Fray  Pedro  Fabo,  Agustino  Recoleto. 
Bogotá.  Imprenta  de   La  Luz.  (1910)    15  x  10 

cms.  Págs.  35. 

3 —  Discurso  sobre  la  Virgen  del  Rosario,  pro- 
nunciado  en  Chiquinquirá  por  Fr.  P.  Fabo  del  Co- 
razón de  María,  Agustino  Recoleto.  Tunja.lmpren- 
ta  Diocesana.  1910.  15  x  10. 

4 —  Discurso  «obre  Nuestra  Señora  del  Sagrado 
Corazón,  por  Fr.  P.  Fabo,  Agustino  Recoleto, 
predicado  en  la  Iglesia  de  La  Candelaria  de  Bogo- 
tá. Bogotá.  Imprenta  de  La  Luz.  1910.  Págs.  18. 

5 —  Restauración  de  la  Provincia  de  La  Cande- 
laria, por  Fr.  P.  Fabo  del  Corazón  de  María,  A- 
gustino  Recoleto.  Individuo  Correspondiente  de  la 
Academia  Nacional  de  Historia,  de  Bogotá,  de  la 
de  Poesía  Colombinna  y  de  la  de  Historia  Nacio- 
nal de  Venezuela.— Bogotá.  Imprenta  de  La  Cru- 
zada. Carrera  7.  número  461.  1911.  24  x  16  cms. 
Pags.  XVI-348.  Con  fotograbados. 

6—  Idiomas  y  Etnografía  de  la  región  orien- 
tal de  Colombia,  p  >r  Fr.  P.  Fabo,  del  Corazón  de 
María,  Agustino  Recoleto.  Miembro  Correspon- 
diente de  la  Academia  Nacional  de  Historia  de 
Bogotá.  Con  las  licencias  necesarias.  José  Benet. 


El  Padre  Fabo 


263 


Impresor.  Rambla  de  Cataluña,  núm.  5.  Barcelo- 
na. 1911.  22  x  16  cms.  Págs,  29a. 

7—  Novena  en  honor  del  eximio  Doctor  y  Pa- 
triarca de  la  Iglesia  San  Agustín,  por  Fr.  P.  Fa- 
bo, Agustino  Recoleto.  Manizales.  1912.  Imprenta 
de  San  Agustín.  Págs.  52. 

8 —  Ejercicio  al  Beato  Querubín  de  Avillana, 
por  Fr.  P.  Fabo.  Agustino  Recoleto.  Manizales. 
Imprenta  de  San  Agustín.  1912.  Págs.  12.  15x10. 

9—  Novena  de  Nuestra  Señora  d«  la  Correa  o 
Consolación,  por  Fr.  P.  Fabo.  Agustino  Recoleto. 
Manizales.  1912.  Págs.  44.  15  x  10. 

10—  Rufino  José  Cuervo  y  la  Lengua  Castella- 
na. Obra  premiada  y  editada  por  la  Academia 
Colombiana.  MCMXI1,  Arboleda  &  Valencia.  Bo- 

gotá  A  la  cabeza  de  la  portada:  Fray  Pedro  Fa- 
o,  Agustino  Recoleta.  21  x  14  cms,  tomo  1.  Págs. 
239.  Tomo  II.  Págs.  248.  Tomo  III.  Págs.  274,  y 
dos  más  de  erratas  y  colofón.  Lleva  al  principio 
este  tomo  un  retrato  de  Cuervo.  Todo  el  volumen 
se  compone  de  cartas  y  juicios  críticos  sobre  don 
Rufino  José. 

11—  Historia  de  la  Provincia  de  La  Candelaria 
de  Agustinos  Recoletos,  por  Fr.  Pedro  Fabo  del 
Corazón  de  María,  hijo  de  la  misma  Provincia.  Co- 
rrespondiente de  la  Real  Academia  Española,  etc. 
(siguen  todos  los  títulos  que  suele  poner  en  todas 
sus  obrase.  Tomo  primero.  Madrid.  Imprenta  del 
Asilo  de  Huérfanos  del  S.  C.  de  Jesús.  Juan  Brá- 


264 


El  Padre  Fabo 


vo,  3.  Teléfono  219S.  1914.  Licencias.  Dedicato- 
rias.  Instrucción  págs.  XV-CIV.  25  x  16  cms.  To 
mo  II  Madrid.  Págs.  395  y  9  de  índice.  25  x  16 

eme. 

12—  Corazón  de  Oro.  Novela  de  costumbres 
americanas.  Con  las  licencias  necesarias.  Madrid, 
imprenta  del  Asilo  de  Huérfanos.  Juan  Bravo,  5. 
Teléfons  2L98.  1914.  Págs.  330.  18  x  12  cms.  A 
la  cabeza  de  la  portada;  Fr.  Pedro  Fabo,  Agusti- 
no Recoleto.  Esta  novela  fué  publicada  en  España 
y  América,  tomo  XXXVII  y  sigs.  Después  se  hi- 
cieron otras  ediciones.  No  tengo  a  mano  ejem- 
piares. 

13 —  Liberaladas  de  una  Revolución,  por  Fray 
P.  Fabo,  Agustino  Recoleto.  Miembro  de  las  Acá- 

demias,  etc,  etc  Pamplona.  Imprenta  y  Librería 

Diocesana. .losé  Alon8o,núra.2  (planta  baja). 1914. 
21  x  13.  Pág-,  310.  Preámbulo  (numeración  ro 
mana)  III — IV.  Habla  este  iibro  de  la  guerra  civil 
en  Colombia  qup  principié  en  1899  y  de  los  sufri. 
mientos  de  los  Misionero*  de  Casana're. 

14—  Ruiseñores,  por  Fr.  P.  Fabo,  Agustino  Re- 
coleto. C.  de  la  R-al  Academia  Española.  (Texto 
de  San  Agustín.)  Con  las  debidas  licencias.  Luis 
Gili,  Librero  Editor.  Ciaría,  82.  Barcelona.  1914. 
18  x  11 ,  cms.  Páginas  VIII — 214,  A  manera  de 
prólogo  precede  al  libro  un  artículode  la  Sociedad, 
de  Bogotá,  suscrito  por  J.  Acevedn  Castillo. 

Ruiseñores  conriene  muchísimas  poesías  inédi- 
tas, y  otras  ya  publicadas  en  periódicos  o  revistas 
de  E«paña  o  de  Colombia. 


El  Padre  Fabo 


265 


15 —  Los  Aborrecidos  o  en  Defensa  de  la  Vida 
R^liariosa,  por  Fr.  Pedro  Fabo,  etc.  Madrid.  1915 

21  x  14  Pág*  168. 

E*te  libn-»  fué  publicado  por  partes  en  España 
y  América,  volúmenes  XL1  y  sgs. 

16—  Un  Sabio  del  Siglo  XIX.  24  x  16  cms. 
Pág*.  VIII— 129.  Madrid.  1915.  Habla  del  Recolé- 
to  Padre  Joaquín  Jara  de  Santa  Teresa  que  vivió 
en  el  siglo  diecinueve  y  eseribió  bastante.  Algunos 
capítulos  fueron  publicados  en  Boletín  dé  San  Ni- 
colás. 

17—  Los  Agustinos  Recoletos  v  la  Francesada 

22  x  16  cms.  Pág*.  24.  Monachil.  1915. 

Es  un  folleto  en  que  ?¡e  relata  la  participación 
de  los  Recoletos  en  la  guerrn  de  la  Independencia 
Española  contra  Napoleón.  Se  había  publicado,  al 
menos  en  parte,  en  Santa  Rita  y  el  Pueblo  Cris 
tiano. 

18—  Olor  de  Santidad,  por  Fr.  Pedro  Fab  .  ... 
etc.  Dates  i>*ra  la  hisroria  del  P.  Fzequiel  More- 
do.  Págs.  200.  16  x  13  cm>  M,d  id  1915 

19—  El  Convento  de  S*n  Mi'lán.  Pás*  28.  Con 
fotográbalo*  Cádiz.  1916.  1S  x  11.  Segunda  edi 
ción.  Y  tenemos  a  mano  un  ejemplar  de  la  prime- 
ra ed  cióu. 

20 —  Novena  a  Nuestn  S*m  .ra  d»!  Plu.  por  Fr. 
P.  Fabo... .etc.  Págs.  22.P  mptoM,  1917.  14  x  10 
cms. 

L-í  Virgen  del  Plu  es  venerada  en  Martilla. 


266 


El  Padre  Fabo 


21—  Historia  de  Marcilla.  18  x  13  eras.  Págs. 
281.  Con  fotograbados.  Pamplona,  1917. 

Escribió  el  Padre  Fabo  la  historia  de  su  pue- 
blo  con  amor.  Esto  le  valió  el  título  de  Hijo  Pre- 
dilecto de  Marcilla. 

22 —  Catecismo  del  Terciario  de  la   Orden  de 

Agustinos  Recoletos,  por  Fr.  P.   Fabo  etc.  16 

x  11  cms.  Págs.  36.  Monachil,  1917. 

23—  La  Autora  de  la  Mística  Ciudad  de  Dios, 
16  x  11  cms.  Págs.  63.  Con  fotograbados.  Madrid, 

1917.  Presenta  el  Padre  Fabo  unos  rasgos  histó. 
ricos  sobre  la  Venerable  Sor  Josefa  de  Agreda  y 
uuos  comentarios  sobre  su  famoso  libro. 

24—  Historia  Gpneral  de  la  Orden  de  Agusti* 
nos  Recoletos,  por  Fr.  Pedro  Fabo  del  Corazón  de 
María.  Cronista  de  la  misma  Orden.  Tomo  V.  En 
seguida  el  escudo  agustino  con  esta  leyenda:  Cari- 
tas et  Scientia.  Madrid.  Irap.  del  Asilo  de  Huérfa- 
nos del  S.  C.  de  Jesús.  Calle  de  Juan   Bravo,  3. 

1918.  Licencia.  Dedicatorias  al  Cardenal  Vico.  Car- 
ta  autógrafa  de  éste  al  Padre  Fabo.  24  x  17  cms. 
Págs  XXiX  de  introducción.  536  de  texto.  Al  fi- 
nal fe  de  erratas  e  Indice. 

25—  Historia  General  de  la  Ordea  de  Agustinos 
Recoletos,  por  Fr.  Pedro  Fabo  del  Corazón  de  Ma- 
ría. Cronista  de  la  misma  Ordeu.  Tomo  VI.  El  es- 
cudo como  en  el  tomo  quinto.  Madrid,  1602.  Imp. 
de  Gabriel  López  de  Horno.  San  Bernardo,  92,  te- 
léfono j.  1002.  1919.  En  a  portada  aparece  la 
imagen  de  San  Agustín  en  un  óvalo  y  a  lado  y  la- 


El  Padre  Fabo 


267 


do  San  Fulgencio  y  San  Alipio.  Al  pie  se  lee:  Desde 
el  año  1696  hasta  el  de  1705.  24  x  17  cms.  Págs. 
463.  5  de  índice.  Al  final:  fe  de  erratas  principales. 

26—  Historia  del  Convento  de  Marcilla,  por 

Fr.  P.  Fabo  etc.,  Agustino   Recoleto.  Cronista 

de  la  Orden.  El  escudo  agustiniano  con  la  leyenda 
Caritas  et  Scientia.  Con  las  licencias  necesarias 
Monachil.  lmp.  de  Santa  Rita,  1919.  A  la  vuelta 
de  la  página:  Artículos  publicados  en  el  Boletín 
de  la  Provincia  de  San  Nieolás  de  Tolentino.  23 
x  16  cms.  Págs.  171.  Monachil,  1919. 

27 —  Biografía  del  Rmo.  P.  Fr.  Mariano  Ber" 
nard  dpi  Pilar.  (Artículos  publicados  en  el  Boletín 
de  la  Provincia  de  San  Nicolás  de  Tolentino),  por 

Fr.  Pedro  Fabo  etc.  E*cudo  con  la  leyenda  Ca 

ritas  et  Scientia.  Monachil.  Tip.  de  Santa  Rita, 
1919.  Págs.  VI  que  ocupan  la  lista  de  las  obras 
del  mismo  autor,  p1  retrato  del  Rmo.  P.  Bernard 
y  Advertencias.  122  páginas  de  texto.  Sin  íudice. 
23  x  16  cms. 

28—  Biografía  del  Sr.  D,  Fr.  Pedro  de  Santiago, 
Obispo  de  Lérida,  de  la  Orden  de  Agustinos  Reco- 
letos. 24  x  16  cms.  Págs.  150.  Madrid,  1919. 

29—  Amores  y  Letras.  Novela  original  de  Fr 
P.  Fabo,  Agustino  Recoleto.  C.  de  la  Academia  Es- 
pañola. Obra  laureada  con  el  premio  Conde  de 
Mieres,  Oficinas:  Fuencarral,  138.  I.  Derecha,  MA- 
DRID. A  la  cabeza  de  la  portada:  Biblioteca  PA 
TRIA  de  obras  premiadas.  Tomo  CLXXI.  15  x  10 
cms.  Pags.  298. 


268 


El  Padre  Fabo 


30—  Novena  al  Santo  Cristo  de  Limpias,  por 
Fr.  Ñuño  de  la  Eternidad  (seudónimo  del  P.  Fa- 
bo). 12  x  9  cms.  Págs.  50.  Manizales,  1922. 

31—  Historia  de  la  ciudad  de  .Manizales,  por 
Fr.  P.  Fabo  de  María,  Agustino  Recoleto.  Corres- 
pondiente de  la  Real  Academia  etc.  Editado  en 

la  Tip.  Blanco  y  Negro.  Mario  Camargo  &  C? — Ma- 
nizalps— Colombia— 1926.  Págs.  XVI  en  las  cuales 
va  el  retrato  del  Padre  Fabo,  la  lista  de  sus 
obras  y  Advertencias.  412  paginas  de  texto,  y  VI 
de  índice. 

El  segundo  tomo  sigue  la  paginación  y  abarca 
de  414  a  699,  y  III  de  índice.  28  x  21  cms. 

Esta  Historia  fue  premiada  en  concurso  pú. 
blico. 

32—  Vida  del  limo.  P.  Nicolás  Casas,  Obispo 
de  Casanare,  por  Fr.  P.  Fabo  del  Corazón  de  Ma- 
ría, Agustino  Recoleto.  Correspondiente  de  la  Real 

Academia  le  la  Historia       etc.  El  escudo  agusti- 

niano.  Y  al  pip  de  1h  portada:  Editorial  Librería 
Religiosa.  Calle  Aviñó,  20,  Barcelona.  Obras  del 
mismo  autor.  Licencias.  Retrato  del  limo.  P.  Ca- 
sas. Preámbulo.  Págs.  VIH— 355.  Inuiee. 

33 —  Vida  del  Excmo.  P.  Toribio  MingueHa, 
Obispo  de  Sigüenza,  por  Fr.  P.  Fabo  del  C.  de  Ma 

ría,  Agustino  Recoleto.   Corrrespondiente  etc. 

El  escudo  agustiniano.  P^ditorial  Librería  Religio- 
sa. Calle  Aviñó,  20.  Barcelona.  Obras  del  mismo 
autor.  Págs.  223.  Una  de  índice.  21  x  14  cms. 

34—  Críticas  y  Plumadas,  por  Fr.  P.  Fabo  

etc.  El  escudo  agustiniano.  Editorial  Librería  Re- 


El  Padre  Fabo 


269 


ligiosa.  Calle  Aviñó,  20.  Barcelona.  A  la  v 
Vicaría  Provincial  d^  la  Candelaria  de  Agustinos 
Recoletos,  Visto  el  informe  de  la  censura, impríma- 
se. Barcelona,  a  23  de  abril  de  1928.  Fr.  Edmun- 
do Goñi  de  la  V.  de  Jerasaléo.  Otras  licencias.  Ad- 
vertencia del  autor.  Pága.  VI— Í70  con  índice. 

Hay  en  este  libro  muchos  artículos  ya  publi- 
cados antes  en  revistas  y  periódicos. 

35—  Biografía  del  P.  Fr.  Santiago  Matute  del 
Santo  Cristo  de  la  Tercera  Oí  den,  Agustino  Reco 

leto,  por  Fr.  P.  Fabo  del  C.  de  María  etc.Al  pie: 

Pamplona.  Imp.  y  Lib  y  ene.  de  Viuda  de  N.  A- 
ramburu.  San  Saturnino,  14  y  Nueva.  10.  1928. 
Al  principio  están  las  licencias  del  R.  P.  Edmundo 
Goñi  de  la  V.  de  Jerusalén  y  del  Obispo  de  Pam- 
plona. Después  el  retrato  del  P.  Matute.  22  x  16. 
Páginas  75. 

36—  Pulpito  y  Tribuna  por  Fr.  P.    Fabo  de 

María,  Agustino  Recoleto        etc.  Primera  parte. 

(panegíricos  sagrados).  Bruno  del  Amo  Editor 
Toledo,  72,  Madrid.  En  la  primera  página  dice: 
La  Predicación  Contemporánea.  IV.  Fr.  Pedro  Fa- 
bo de  María,  Agustino  Recoleto.  Pulpito  y  Tribu- 
na (primera  parte).  Después,  licencia  de  la  Orden 
y  del  Obispado.  Al  pie:  Imp.  de  L.  Rubio,  Aguas, 
11.  A  la  memoria  del  P.  Fr.  Isidoro  Manzano,  de 
Jesús  María,  el  Crisóstomo  de  la  Orden  Agustino- 
Recoleta,  haciendo  votos  porque  se  reediten  sus 
libros  de  sermones  y  discursos.  El  autor  17  i  II. 
Págs.  274. 

Pulpito  y  Tribuna  por  Fr.  P.  Fabo  de  María., 
etc.  Segunda  part*-  (Conferencias  y  discursos.  Y 


270 


El  Padre  Fabo 


lo  demás  como  en  el  primer  tomo.  17  x  U.  Págs. 
258.  He  aquí  los  títulon  de  los  discursos  y  confe- 
rencias que  contiene:  Feminismo  o  masculioismo? 
La  moralidad  de  la  novela.  El  problema  religioso 
en  Méjico.  Día  de  campo.  Latino-americanismo, 
no!  Inauguración  de  la  Academia  Panameña  de  la 
Lengua.  La  mujer  manizalita.  Homenaje.  El  pro- 
blema hispano  americano.  Elogio  de  un  templo 
histórico.  La  Candelaria  de  Bogotá.  El  niño  en  el 
bogar.  Misiones  y  misioneros. 

37.  — La  Juventud  de  San  Agustín  ante  la  crí- 
tica moderna,  por  Fr.  P.  Fabo...  Madrid.  Bruno 
del  Amo.  Editor.  1929.  Licencia  de  la  Orden  y  del 
Obispado.  Contiene  esta  dedicatoria:  A  San  Agus- 
tín, Doctor  y  Patriarca  de  la  Iglesia,  con  motivo 
del  décimo  quinto  centenario  de  su  muerte,  glo- 
rioso acontecimiento  para  el  cielo  agustino,  ante 
cuyas  aras  depositamos  las  presentes  páginas  de 
amor  filial,  haciendo  votos  porque  se  cumpla  el 
sentido  de  ésta  su  enseñauzn:  Scientia  et  caritas 
dúo  bona  sunt,  quorum  caritas  est  melius.  (De 
bon.  conj.  VIH).  Introducción,  páginas.  XLV1I. 
Texto,  446  con  índice.  21  x  14  cms. 

38.  — Episodios  de   un  misionero,  por  Fr.  P. 

Fabo  de  María  etc.  El  Siglo  de  las  Misiones. 

Apartado.  7.  Burgos.  Licencias.  Al  pie:  Imp.  Alde- 
coa.  Burgos.  En  la  portada  hay  un  grabado  de 
carácter  misionero  en  que  aparece  un  tigre  y  una 
culebra  enroscada  en  un  árbol.  Págs.  197.  Indice. 
Lista  de  obras  del  mismo  autor.  19  x  12. 

39 — Historia  General  de  la  Orden  de  Agusti 
nos  Recoletos  por  Fr.  P.  Fabo         Tomo  VI.  (Se- 


El  Padre  Fabo 


271 


gunda  parte).  Años  1706 — 1914.  El  escudo  de  la 
Orden.  Barcelona  Irap.  de  la  Editorial  Librería 
Religiosa.  Calle  Aviñó,  número  20.1927.  Licencias 
de  la  Orden  y  del  Obispado.  Este  tomo  había  prin- 
cipiado a  imprimirse  en  1919  y  la  impresión  que- 
dó paralizada  en  la  página  168.  Esto  obedeció  a 
que  el  Padre  Fabo  cesó  en  su  cargo  de  Cronista  en 
el  Capítulo  de  1920.  Hace  coustarel  autor  que  la 
impresión  se  hace  a  expensas  de  la  Provincia  de  la 
Candelaria.  Págs.  VIII— 514  incluyendo  los  indi 
ees,  25  x  18  cms. 

41 —  Manual,  práctico  y  nuevo,  de  Horticultu- 
ra por  Fr.  Gil  del  Silencio.  1932.  Irup.  Solana,  13 
y  15  Madrid.  16  x  II.  Págs.  VIII.  El  texto  comien- 
za en  página  II  y  acaba  en  90.  Indice.  Fr.  Gil  del 
Silencio  es  seudónimo  del  Padre  Fabo.  Se  sirvió 
para  escribir  este  folleto  el  autor  de  observaciones 
que  le  proporcionaron  los  hermanos  de  obediencia 
Canuto  Gambarte  y  Santiago  Huarte. 

42—  Novena  a  la  Virgen  de  la  Purificación  o 
Candelaria.  16  x  II  cms.  Págs.  Manizales.  Año. 

43—  Album  de  ideas  y  páginas  selectas,  por 
Pascual  Campo,  Pbro.  Barcelona  Tipografía  La 
Educación.  Aviñó.  20.1932.  Licencias  del  Obispa- 
do. Páginas  XX-356  con  índice.  Precede  una  in- 
troducción y  una  reseña  bibliográfica  de  las  obras 
del  Padre  Fabo. 

Pascual  Campo  es  seudónimo  del  Padre  Fabo. 
Conste  así  porqne  en  alguna  parte  s«  ha  afirmado 
otra  cosa, 

Se  presenta  una  gran  variedad  de  ideas  y  de 
páginas  entresacadas  de  todos  los   libros  del  Pa. 


272 


El  Padre  Fabo 


dre  Fabo.  La9  ideas  van  divididas  pn  dos  grupos, 
y  lo  mismo  las  páginas.  Grupo  primero  de  ideas: 
teológicas,  eristológicas.  Luariauae.  hagiogránVas, 
agustinas,  ascéticas,  psico-morales,  oratorias,  re- 
ligiosas, misioneras,  regulares  y  congregacionis. 
tas,  agustino-recoletas.  Grupo  segundo  de  ideas: 
BlosóBcas,  científica*,  históricas,  patrióticas,  his 
pano-americanas,  liuguísticae.  literarias,  críticas, 
poéticas,  políticas,  feministas,  artísticas,  jocose- 
rias, autobiográficas. 


Prólogos  del  Padre  Fabo 

Escribió  el  Padre  Fabo  prólogos  para  lae  si- 
guientes  obras: 

I— Nuestra  Señora  de  Chiquinquirá  y  mono- 
grafía histórica  de  esta  villa  por  el  P.  L.  Fr.  Me- 
eanza,  O  P.— Bogotá  1913.  (A  modo  de  prólogo 
va  ud  juicio  crítico  firmado  por  Fr.  P,  Fabo,  A. 
R.  Habían  aparecido  estas  líneas  en  La  Sociedad. 
Bogotá,  núm.  716. 

2.  — Historia  de  los  Santuarios  célebres  maria- 
nos  en  Colombia  por  el  P.  Fr.  Andrés  Mesan- 
za,  O.  P. 

3.  — La  Cruz  de  Piedra  (Novela  de  costumbre») 
por  Fr.  Esteban  Azcona,  A.  R.  Impresa  en  Grana- 
da (España)  1919. 

4.  — Bibliografía  acerca  del  padre  Juan  Mir, 
por  Enrique  Bayprri.  1719.  Va  el  prólogo  dei  Pa- 
dre  Fabo  en  forma  de  carta  abierta. 

5.  — La  sombra  del  pecado.  Novela  de  Eladio 
Esparza.  Este  prólogo,  como  algunos  de  los  otros 
eótá  publicado  en  Críticas  y  Plumadas.  La  Som* 


274  El  Padre  Fabo 

bra  del  pecado  forma  el  volumen  CXXV  de  Bi- 
blioteca Patria. 

6.— Biografía  de  dos  Agustinos  Recoletos  por 
Fr.  Angel  Marcos  de  la  Sagrada  Familia,  Ma- 
drid, 1920. 

7 —  Playas  r  Tumbos  por  J.  B.  Jaramillo  Me- 
za— Manizales. 

8—  Recuerdos  de  un  viaje  por  la  señorita  Ma- 
ría Botero  Robledo.— Pamplona,  1929. 

9.— Trozos  de  Vida  por  Belisario  Porras,  ex. 
presidente  de  la  república  de  Panamá.  1935. 


Otros  escritos  y  artículos 
del  Padre  Fabo 

Ponaro  ana  lista,  lo  más  eooipieta  ponihlr.  de 
escrito-»  y  artículos  que  se  daben  a  la  ptama  44 
Paurv  Fáb-.-.  a.^.-  ,5  ,o:  d-  :.r:a  ii 
cao*  de  ellos  fueron  publicados  ea  periódicos  y  re- 
vistas v  después  reproducidos  ea  algún  libró  del 
autor. 

Juveorni.— Dmm*.  -Irédito. 

Zapateru  remeud»'>u.  »Y»üiei»  InÉií*:». 

Recolección  y  Br.o.  -:o- 
górica.— Inédita. 

Viacrucis.  Ea  verso.  Cada 
tava.  Firma  el  aaror  tu  El  Desierto  de  la  Candela- 
ria 1904. 

La  poesía  popular  en  la  región  oriental  de  Co- 
lombia. Carca  a  Miguel  Antonio  Caro.  Publicada 
•n  Espaza  y  Ac:é:::a.  tomo  XIX 

Cnámeza  y  Los  Arus::zrs  F-ecc  tói: 
«a  España  y  América,  tomo  XXIII.  Desda  Colom- 
bia.'A  rt.  ea  Espada  y  América,  tomó  XXVI. 


£7c 


El  Padre  Fabo 


Vínculos  de  unión  ibero-amer:c3na.  Arr.  To- 
mo XXII  de  id. 

El  Dr.  D.  Rafael  M.  Carrasquilla.  Axt  en  dos 
números  del  tomo  XXX  de  id. 

Críticas  por  el  Padre  Fabo  a  Cien  poeiías 
de  Isaael  Enrique  Arciniegas.  a  versos  de  W.  Fer- 
náudez.  tomo  XXX  de  id. 

Adolfo  León  Gómez  y  el  teatro  colombiano. 
Art.  tomo  XXXII  de  id. 

Acción  españoleta  de  los  misioneros  en  Amé- 
rica.  Art.  tomo  XXXIII  de  id. 

La  noche.  Poesía  dedicada  a  Antonio  Gómez 
Restrepo.  Tomo  id.  de  id. 

La  diplomático  ilustre.  Monseñor  Ragone6Í. 
Art.  tomo  XXXVI  de  id. 

En  defensa  de  la  vida  religiosa.  Artículos  pu 
blicados  eu  los  tomos  XLI  y  siguientes  de  E*pa- 
ña  y  América  y  después  en  libro  con  el  título  de 
Loé  Aborrecidos. 

E¡  Padre  Consolación. — Carta  al  Padre  Fran- 
cisco Losares  desde  Sos.  Art.  publicado  en  La  Ciu- 
dad de  Dios,  volumen  XCVI.  Se  reprodujo  en  San- 
ta Rita  y  el  Pueblo  Cristiano  y  después  en  Críticas 
y  Plumadas. 

Estudio  crítico  de  Enseñanza?  de  la  Iglesia 
por  el  limo.  P.  Casas.  Artículos  del  Padre  Fabo  pu- 
blicados en  La  Constitución.  Bogotá,  núms.  5  y  9. 

•  arta  de  Colombia.  Publicada  en  Santa  Rita 
y  el  Pueblo  Cristiano.  22  de  septiembre  de  1911. 

En^ñanza  y  Paz.  Dos  artículos  publicados  en 
La  Juventud,  núms.  5  y  6. 

Enigmas  crueles.  El  Nuevo  Tiempo,  núms. 
1^3* 


B  Podre  Fabo  277 

B  limo.  8r.  Gum  y  Conde.  B  Huero  Tiempo, 
núm.  1262. 

Diácono  en  honor  del  S.  doctor  don  José  Joa- 
quín Casas.  El  Popular,  nfim.  43. 

▲  Cnanaare.  Poetan.  Revista  dai  Colegio  del 

Piadoso  Recuerdo.  Poesía  traducida  del  latín. 
Revi=ta  Dominicana,  núm.  21. 

Cn  sabio  del  siglo  XIX  Volms  XCIX  y  CL  ds 
!a  Ciiiad  i*  £«:-«  Lr=p-;é*  a:a.-*::ó  :i  a".!:  •  : 
con  el  mismo  título. 

Ir::*;:::-?  Ssi:a  Rita  t     ?:*;.:,  l'r.-iái: . 

Ir  :.     V  ;c  1013 

Trii liaren  os  La  S::.ria:  15  ¿?  U 
1913. 

B  catolicismo  ds  Col—bis.  Colombia  tiislin 

Eticff'sía  t  L:=rt"sT::a  U  Casáis  re  z-zz  i. 
P  Fa::  r^r>:a  Ai:!::::?  Orzar:  Ii=:::i:i 
Anthropos.  Yiena.  tom.  IX  1919—1920,  naga. 
21  32. 

Ante  el  primer  retrato  ds  Pío  XI.  Apostolado 
Doméatiso,  majo  15  de  1922. 

Los  masones.  Apostolado  Doméstico.  Jubo 
15  de  1922 

Comentario  n  la  Ley  de  prensa.  La  Cróniea. 
Bogotá.  14  de  abril  de  1423. 

Acción  social  católica.  B  Nuevo  Tiempo.  Bo- 
gotá. 29  de  mayo  de  1923 

Cn  párroco  de  lujo.  Hoja  Parroquial,  Fresno 
Sfrr>m':rí  *  ir  1*23 

Breve  del  cuatrsnic.  Boletín  de  la  Provincia 


278  El  Padre  Fabo 

de  la  Candelaria,  núrn.  XV.  Rodríguez  de  Sosa  en 
La  Cuchilla.  Dos  artículos  en  «La  Patria».  Mani- 
zales,  5  de  diciembre  de  1924  v  lo  de  enero  de 
1926. 

Historia  del  Convento  de  Martilla.  Boletín  de 
San  Nicolás.  Varios  artículos  en  1919.  después 
publicados  en  libro. 

Un  sabio  del  siglo  XIX.  Boletín  de  San  Nico- 
lás.  1919.  Después  reunidos  varios  escritos  en  li- 
bro. 

Biografía  de  X.  P.  Mariano  Bernard.  Boletín 
de  San  Nicolás,  1919.  En  cuadernillos  aparte  y 
luego  en  folleto. 

Ideieas.  Tres  artículos  en  Boletín  de  San  Ni- 
colás, 1919. 

El  Rosario  vía  Letanía  Lauretana.  Boletín 
de  S.  Xicolás.  1719, 

Viernes  Santo.  Poesía.  Boletín  de  S.  Nicolás. 
1919. 

Mis  amores.  Poesía  id.  1919 
Libertad.  Poesía  id.  1$19. 
Obispo    octogenario    escribiendo  libros.  Id. 
1919. 

Cartas  sobre  el  carnaval.  tLa   Patria».  6  y  10 

de  septiembre  de  1924. 

Carta  a  don  Silvio  Villegas.  «La  Patria»  20 
de  marzo  de  1925. 

Un  busto.  «La  Patria»  25  de  marzo  de  1925. 

Catolicismo  y  conservatismo.  Teoría  de  Suá- 
rez.  «La  Patria».  6  de  junio  de  1925. 

Correspondencia  de  Panamá.  Boletín  de  la 
Candelaria,  núm.  45. 


El  Padre  Fabo  279 

El  altar  da  oro.  Boletín  de  la  Candelaria, 
núm.  51. 

De  Historia  panameña  Boletín  de  la  Candela- 
ria, núm.  58. 

Breve  del  procarador  Boletín  de  la  Candela- 
ria. Núm.  58. 

Navarro  ¡lastre.  (El  P.Daniel  Delgado)  Dia- 
rio do  Navarra.  23  agosto  de  1928. 

rir:a  a::e--a  a  ?  .4.---.  >*-tz  La  M*i."* 
Cristiana.  Caracas.  28  de  agosto  de  1931. 

Entre  Santos.  La  Madre  Cristiana.  1931. 

Revisión  hagiográfica.  Boletín  de  Santo  To- 
más, noviembre  de  1931. 

Una  jova  bibliográfica.  Santa  Rita,  22  de  sep- 
tiembre de"  1932.  Carta  abierta  al  P.  Angel  Sáecx. 
La  Madre  Cristiana.  Diciembre  de  1932. 

Gozos  de  San  Máximo.  Boletín  de  la  Candela- 
ria, núm.  127. 

Gozos  al  Beato  Gracia  de  Cataro.  Id.  nóm.  12? 
Desde  Roma.  Id.  núm.  130. 

Nararroe  a  Roma.  Diario  Navarra  13  le 
abril  de  1933  .(1). 

A  continuación  agredo  ana  lista  de  los  ca^ntoe 
que  tenía  preparados^  Padre  Fabo  para  formar 

NOTA. — Advertimos  qae  macho*  artículos  aparecie- 
ron eon  seudónimo  Recordamos  los  siguientes  seudóni- 
mos que  a-ó  el  padre  Fabo:  Mirón.  Bascón,  Mariano 
Corazón.  Pelayo,  Cid,  Fr.  José"  de  Albárzazu.  Candela- 
rio Valeatuñano,  Doctor  Ñuño,  Fr.  Ñaño  de  la  Eterni- 
dad, Fr.  Fadrlque  de  la  Correa. 


280 


El  Padre  Fabo 


con  ellos  un  libro  que  anunció,  durante  mucho 
tiempo  con  este  título:  «Pétalos  de  Novela'. 

Hay  una  nota  del  autor  que  dice: 

A  guisa  de  prólogo. 

Cópiese  el  episodio  del  librito  que  publiqué  y 

que  dice;  Por  unos  cuentos  Y  en  terminando, 

6e  añade:  Lo  escrito  hasta  aquí  es  un  capitulito 
de  mi  libro  Episodios  de  un  Misionero-  Pues  bien,  el 
niño  arranca—  cuentos,  convertido  en  hombre — 
pluma,  cumple,  gracias  a  Dios,  su  palabra  esco 
giendo  algunas  cuartillas  pergeñadas  en  distintos 
tiempos  y  países,  formando  un  ramillete  de  siem. 
previvas  y  depositándolo  humildemente  a  la  en- 
trada def santo  Convento  de  Monteagudo  para 
gloria  de  la  Orden  Agustino — Recoleta. 

1—  El  día  de  Santa  Rita.— Cuento  corto  publi- 
cado en  La  Tradición— Manizales.  6  de  mayo  de 
11)25. — Firma  así:  Mirón. 

2 —  El  Remordimiento  . —  Manuscrito— Firma 
así:  Corazón. 

3—  Flor  de  Campiña.— Firma  autógrafa.  Es- 
crito en  dactilografía. 

4—  Por  un  Baile. — Manuscrito.  Firma  así; 
Mariano. 

5—  El  Altar  de  Oro —Publicado  en  La  Estrella 
de  Panamá.  9  de  agosto  de  1926  —Firma:  Fray 

Buscón. 


El  Padre  Fabo  281 

6 —  Pesadilla —'Melquíades,  Lerroax  y  Pesta- 
ña; En  dactilografía.  Sin  firma. 

7—  En  el  Purgatorio —En  dactilografía.  Sin 
firm. 

8—  Angeles,  al  Cielo.— Dactilografiado.  Sin 
firma 

9—  Ocho  de  Diciembre —Dactilografiado  Sin 
firma. 

10—  Religión  y  Patriotismo —Dactilografiado 
Sin  firma 

11—  Noche  Buena  .—  Dactilografiado.  Sin 
firma 

12—  Vitndo  Visiones.— A  máquina.  Firma:  Fr. 
Blas  del  Silencio. 

12 — De  Talla  Cardenalicia. — A  máquina.  Kr. 
na  a:  Peregrino. 

14 —  Cosas  de  San  José  —A  máqaina.  Sin  firma. 

15—  Al  más  zorro  se  la  pegan.— A  máquina 
Sin  firma. 

16—  Por  la  Caridad.— A  máquina  Sin  firma 

Por  último  completo  la  bibliografía  del  Padre 
Fabo  coa  estos  escritos  inéditos: 


282  El  Padre  Fabo 

1 —  Compendio  de  la  Historia  de  la  Filosofía 
de  Anselmo  Herranz,  distribuido  para  un  curso  de 
dos  clases  semanales. 

2—  Compendio  de  la  Oratoria  Sagrada  de  Ma- 
riano Costa,  distribuido  

3—  Autobiografía —He  yisto  alguna  muestra 
de  una  voluminosa  Autobiografía  del  Padre  Fabo. 


Obras  del  autor  de  esta  biografía 

1 —  Una  perla  de  Colombia  (Folleto) 

2—  Cn  gran  sabio  colombiano  o  el  P  Andrés 
de  San  Nicolás 

8 — El  Desierto  de  la  Candelaria  Libro  en  el 
cual  se  hace  la  hiBtoria  del  célebre  Monasterio 

4—  Monografía  de  Suba. 

5—  Breve  historia  y  novena  de  la  Virgen  de 
Valvanera 

6 —  Sangre  de  España.  Libro  en  que  ss  habla 
de  la  Cruzada  contra  el  comunismo. 

7—  Novena  de  la  Virg-en  de  La  Merced. 

8—  Dos  Triduos  en  honor  de  los  Beato?  Juan 
de  Rieti  y  Gracia  de  Cátaro 

9—  Discursos  de  Acción  Católica. 


Indice : 

Páginas 


HOMENAJE    5 

PROLOGO    1 1 

Capítulo  1  Recuerdos  míos  del  gran  P. 

Recoleto  Fr.  P.  Fabo    17 

II  Fechas  principales  en  la  vida 

del  P.  Fabo   24 

111  Nacimiento  y  niñez   28 

IV  Religioso  >  sacerdote   35 

V  Vocación  literaria   41 

VI  Buscando  perlas   47 

Vil  Palma  de  mártir   54 

VIH  El  apóstol-poeta   61 

IX  El  misionero-novelista   68 

X  Músico  y  naturalista   80 

XI  Episodios   87 

XII  El  religioso   Q7 

XIII  Sus  amores  agustinianos   108 

XIV  La  voluntad  manda   118 

XV  Facetas   124 


286  El  Padre  Fabo 

XVI  Don  de  consejo   131 

XVII  Pinceladas  sueltas   136 

XV111  Biógrafo  y  místico   146 

XIX  Polígrafo   151 

XX  El  profesor  de  Oratoria   158 

XXI  Aromas  de  juventud   168 

XXII  Salpicaduras    173 

XXIII  Anécdotas   185 

XXIV  Algunos  escritos  especiales  y 

una  polémica   195 

XXV  La  parábola  de  los  talentos....  203 

XXVI  Ligado  a  Colombia   210 

XXVII  Filología  y  cartas   221 

-       XXV111  En  Panamá    229 

XXIX  En  España   237 

XXX  De  Roma  a  la  Eternidad   246 

XXXI  Proposiciones  dn  duelo  y  pá- 
rrafos necrológicos:   250 

XXXII  Conceptos   258 

XXXIII  Descripción  bibliográfica,   261 

Prólogos  del  Padre  Fabo   273 

Otros  escritos  y  artículos  del 

P.  Fabo     275 

Obras  del  autor  de  esta  bio- 
grafía  283 


-»      81  5SNY2  10  OHS  *  6230