^EOLCGICPIS^
BX 4705 .F213 A9 1941
Ayape de San Agust in,
Eugenio ,
Biograf ia del padre Fabo
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El
PADRE FABO
Biografía
DEL ,
7>adte7aU
BREVES RASGOS AL REDEDOR
DE SU PERSONA Y DE SU OBRA
: : : POR EL P. LECTOR : : :
FR. EUGENIO AYAPE
de San Agustín, A. R.
Cronista de la Provincia,
Miembro del Centro de Historia de Tunja y
Correspondiente de la Academia Colombiana
de Historia.
■ ■
■ ■
19 4 1
Tip. San Agustín - Manizalcs.
Provincialato de Agustinos Recoletos
de la Candelaria.
sto el informe de los Censores, damos nuestra auto-
rización para que pueda imprimirse el libro <EI
R. P. Fr. Pedro Fabo. . escrito por el R. P. Eu-
genio Ayape de San Agustín.
Bogotá, 16 de agosto de 1939.
FR. EDMUNDO GOÑI
de la V. de Jerusalén
Imprimatur,
f ALOISIUS CONCHA
Eppus Manizalen.
Manizales, marzo 27 de 1940.
Es propiedad del autor.
HOMENAJE
En sabiendo, por conducto del cable, la no-
ticia de la muerte repentina del Padre Fabo, es-
cribí en cierta revista lo siguiente:
«Una sorpresa dolorosísima háme produci-
do el fallecimiento del querido y glorioso Fray
Pedro Fabo del Corazón de María. Roma sa-
grada contempló el espectáculo de la ¡da a la
eternidad del gran polígrafo agustino recoleto.
Beso emocionado de fe y de piedad resignada,
la mano siempre buena del adorable dueño de
la vida y de la muerte.
Por qué nos ha abandonado, en estas
precisas horas, nuestro ¡lustre hermano de há-
bito...? Por qué emprendió el viaje definitivo,
sin despedirse de nosotros, llevándose consigo
secretos de futuras legítimas grandezas..,? Por-
6
El Padre Fabo
qué el que todo lo dispone sabiamente no ha
permitido que el hijo estupendo de la Recolec-
ción Agustiniana acabase en la tierra la obra
que tenía entre manos, si tanto había de redun-
dar en gloria de! Altísimo...? Por qué, en este
momento, una colectividad religiosa se ha de
vestir de luto y na de verter copiosas lágrimas
ante la desaparición inesperada del que era su
precioso ornato y su más purísimo orgullo...?
Yo no pretendo ahora trazar la biografía
ni el panegírico del ilustre difunto. Mucho me
agradaría, sin embargo, que Dios Nuestro Señor
me regalara licencia y modo de realizar esta em-
presa.
Pero no he de disimular, en esta breve nota
necrológica, e! cariño intenso y sincero que yo
profesaba al padre Fabo en quien latía un cora-
zón, todo hidalguía y magnanimidad, y la ad-
miración entusiasta que sentía por las fúlgidas
luces de su talento y por la gallarda y fecunda
labor de su pluma.
Conocido como era en más de medio mun-
do se publicarán, a buen seguro, honrosas me-
morias en las cuales se pongan de relieve las
cualidades múltiples y edificantes de este apro-
vechado hijo de San Agustín. Pues, en verdad,
elogio completo han de merecer sus dotes de
El Padre Fabo
novelista, pulcro e ingeniosísimo, sus rasgos fe-
lices de poeta inspirado y sentimental, sus apa-
sionamientos líricos que a ratos arrancan de su
péñola párrafos exaltados de un romanticismo
ultrabironiano, sus galas de narrador y escritor
descriptivo fértil en imágenes pintorescas y acer-
tadísimo en los epítetos, sus prendas de historió-
grafo acucioso e infatigable en las búsquedas
por archivos y bibliotecas, sus finuras y atisbos
de crítico sagaz y penetrante, su actividad enor-
me que lo llevó a recorrer con igual ardor los
campos áridos de la filología que los vergeles flo-
ridos y dulces de la ascética y mística; en fin,
sus variadas modalidades literarias, las opulen-
cias inagotables de su imaginación creadora,
las sosegadas armonías y pomposas serenida-
des deque con frecuencia brinda modelos en su
estilo, y las frases preciosas y agudas que a
menudo salpican sus escritos y que hicieron pro-
verbial a su autor hasta el punto de llegar a de-
cirse ante un dicho original y gracioso: Esto es
una FABADA».
Pues bien; ya se han publicado valiosísi-
mos artículos de elogio en recuerdo del padre
Fabo en muchos periódicos y en muy distintas
revistas literarias, científicas o religiosas. Y las
Academias han celebrado sesiones en su honor.
8
El Padre Fabo
Y se han rendido férvidos homenajes de reconoci-
miento a ¡as cualidades del Sabio,
Y yo ahora cumplo el deseo que expresé a
raiz de la muerte del padre Fabo.
No me lisonjeo de trazar aquí una biogra-
fía completa. Sólo he recogido en las presentes
páginas algunos rasgos de la semblanza es-
piritual del hombre del claustro y de la ciencia.
Ansio que los lectores den pábulo a la
meditación ante la rica figura del religioso agus-
tino recoleto. Yo apenas me contento con su-
gerir algunas ideas que el inteligente lector se en-
cargará de rumiar y explanar en sus adentros.
Cualquiera ha de ver que la vida del pa-
dre Fabo es una ascensión continua a las cum-
bres. Hacia las cumbres del saber voló sin
Hescanso su inteligencia sedienta de luz y de
verdad. Y hacia las cumbres de la perfección
moral tendió indeclinablemente su voluntad an-
siosa de pureza y de armonía. Dios es el cen-
tro del alma de tan ¡lustre religioso que en la
tierra tan solo suspiró por conocer, amar y ser-
vir al Señor que nunca muere.
Creo yo que por este lado los capítulos
que ofrezco tienen mucha y eficaz virtud ejem-
plarizadora y estimulante.
El Padre Fabo
9
Yo declaro que siento una dulce satisfacción
al poder ofrendar un homenaje de gratitud al
que fue mi queridísimo hermano de hábito y
mi respetado Maestro.
Fr. E. AYAPE
He aquí un libro que hacía falta. Hacía falla en el
campo universal de la literatura, de la historia y de la
apologética, en el terreno espiritual, religioso y social:
hacía falta en el campo agustiniano y muy particular-
mente en el del recoletismo porque por todos esos la-
dos y en todos esos aspectos tuvo nombre y ecos de
plenitud y significación alta el reverendo Padre Pedro
Fabo del Corazón de María.
Pecos escritores de órdenes religiosas, en los tiem-
pos contemporáneos, habrán poseído una fama tan apre-
ciada y santamente envidiable romo éste en esas diver-
sas disciplinas profanas y eclesiásticas
Para la Orden de Agustinos Recoletos fué, y es, el
más rico florón que adorna los siglos de su intelectuali-
dad, y el adalid más conspicuo que haya acaso profesa-
do en sus claustros desde los tiempos de aquel polígra-
fo tunjano que se llama Fr. Andrés de San Nicolás y
por algún aspecto aún supera nuestro actual recoleto
navarro al muy ilustre colombiano.
En alguna parte escribí, y hoy me ratifico, que el pa-
dre Fabo había heredado y recogido la pluma primera
que en historia posee nuestra Orden, la pluma del pa-
12
El Padre Fabo
dre Fr. Andrés de San Nicolás. En otras muchas cuali-
dades y condiciones se destacaba el padre Fabo, como
claramente se lo dirán al lector las páginas que tiene en-
tre las manos.
Había sido un descuido imperdonable el que un su-
jeto, de tal distinción y de semejante envergadura espiri-
tual de una acción tan constante y lucida y de una obra
de tamaña extensión e intensidad no se hubiere dado a
conocer biográficamente al mundo literario, científico y
religioso en el lapso de estos ocho años corridos desde
su muerte. El padre Eugenio Ayape llena, en parte, este
vacío y quita de encima de los escritores, particularmen-
te agustinianos, este pecado de frialdad por no decir de
ingratitud. Y me atrevo a escribir en parte, porque co-
mo el mismo padre Eugenio lo insinúa por ahí en algu-
nas de estas páginas, no es esta una biografía comple-
ta, ni por consiguiente definitiva; son apuntes y datos
precisos y acaso, digo yo, hitos fundamentales de la vi-
da del Padre Fabo; y hemos de esperar que el cielo le
conceda el tiempo preciso y la calma y los medios ade-
cuados para que amplíe, depure y verifique estos datos
y notas, de suerte que nos pueda ofrecer más o menos
tarde una biografía y bibliografía satisfactorias y com"
pletas, en cuanto lo consienten la miopía y deficiencia
humanas. Afortunadamente al Padre Eugenio le sobra
la voluntad y tiene un amor desinteresado y firme hacia
el Padre Fabo y su obra, como claramente se trasluce a
través de los siguientes capítulos. Y es ello muy puesto
e*i razón; no le faltan motivos de todo orden para guar
dar en su corazón un afecto singular a nuestro querido
padre Fabo.
Salvo algunas apreciaciones mtes peculiares y que
son de poca monta en si, y además por la insignificancia
del que las prohija y sustenta — que por otra parte es ello
El Padre Fabo
13
muy natural pues que cada cual mira y enfoca el objeto
ola persona desde su peculiar punto de vista—; hecha
esta salvedad, estoy de todo en todo conforme con lo
que se expone y se defiende en esta obra. Cierto que
se percibe el hervor del cariño y de la admiración, hay
calor en la biografía y surgen afirmaciones y sentencias
valientes, y fluyen discursos llenos de novedad y de au-
dacia con dejos de panegirismo, pero eso es cabalmen-
te lo bueno, lo original y lo que atrae al lector, y le da
movimiento y vida a esta biografía; por lo cual se lee
con verdadero deleite y con deseos de no parar en su
lectura; son páginas sugeridoras y como aperitivas que
predisponen el ánimo y el paladar literario para sabo-
rear nuevas producciones de este padre recoleto, toda-
vía joven y ya veterano en estas lides.
Quizá alguien piense — mucho me equivocaré si ello
no es así — que estos ocho años han sido pocos todavía,
que se ha festinado esta clase de juicios aprobatorios a
toda la obra literaria e histórica del padre Fabo, que im-
portaría no adelantarse sino dejar transcurrir el tiempo
el cual, con la ayuda de la crítica desapasionada, habría
de decantar algunos conceptos o relatos de historia que
más bien son arrebatos líricos del padre Fabo, para de
esta manera situarle en su puesto sólido y definitivo y
darle sus justas proporciones. Pero esto a mi entender
más que señal de cordura y miras de sensatez y pruden-
cia puede envolver una especie de censura o animosidad
al padre Fabo y a su obra que no debe prevalecer ni en
este caso ni en otros por el estilo.
Con ese criterio muchas de las biografías quedarían
sin escribir o aparecerían contrahechas e incompletas
sin aquellos rasgos típicos y mas decidores de los per-
sonajes. Hoy — creo que siempre — pero hoy sobre todo
se busca en este género biográfico precisamente el deta-
14
El Padre Fabo
lie, lo anecdótico, lo espontáneamente nimio que es ca-
balmente lo que ofrece una idea más completa, lo que
da carácter e individualiza y les muestra señeros a los
biografiados.
Dejar correr el tiempo excesivamente, sería malo-
grar la mitad de la biografía a lo mejor.
No faltarán quienes consideren este libro, no como
objetivo e impersonal, sino como tendencioso, porque
frecuentemente parece que el autor pone el paño al pul-
pito y como maestro en cátedra de enseñanza expone
doctrinas e insinúa, y a ratos demuestra, tesis filosóficas
y teológicas tomando pie de la conducta y los rasgos
del padre recoleto; pero, eso sí, nadie podrá negarle al
autor que esas doctrinas y consejos morales y ascéticos
vienen muy a cuento y encajan a cabalidad en los diver-
sos episodios biográficos, dan una provechosa ameni-
dad y se ordenan a procurar el bien moral y religioso
de los lectores. Que si esto se llama tendencioso ningún
biógrafo ni escritor de vidas civiles, religiosas o milita-
res se ha visto libre de ese pecado — si lo es; — más o
menos paladinamente lo han confesado todos de hecho
en sus obras, aunque teóricamente hayan afirmado lo
contrario; y además en nuestro caso trátase de la vida
de un religioso y por un religioso escrita, estúdianse en
ella señaladamente ¡a evolución o desenvolmiento de una
existencia, que si científica y académica, es primera y prin-
cipalmente espiritual y de ambiente monástico.
Depare el cielo buen suceso a este libro, y ojalá
encuentre él la afectuosa acogida que merece, singular-
mente en nuestra Orden recoletana; tiene algún derecho
a ello, ya por el tema ya por el autor, quien dicho sea
entre paréntesis, aparece por primera vez en público en
funciones de Cronista de la Provincia de la Candelaria,
El Padre Fabo
15
título con que fué justamente honrado por nuestro últi-
mo Capítulo Provincial.
Bogotá, noviembre de 1939.
Fr. CANDIDO ARMENTIA
de la V. del Carmen.
CAPITULO i
Recuerdos míos del gran P. Recoleto
Fray Pedro Fabo
Se me piden algunas líneas para la vida del
R. P. Fabo que va a publicar el P. Ayape, y con
mucho guato tomo mi cansada pluma para decir
alguna cosa loable del amado amigo difunto y
gloria grande de la Orden Recoleta de San Agustín.
Dice un dicho que «amor quita conocimiento»,
pero también ge puede asegurar que el amor a la
persona amada aguza el entendimiento y despier-
ta la memoria. El P. Fabo me amó desde que de
joven me conoció; yo le correspondí siempre en lo
poco que pude, y hoy, que él no puede correspon-
derme en la tierra, a su grata memoria dedico es-
tas letricas; así no se me podrá decirme interesa-
do.
Hace diez años el R. P. Fabo publicó en Ma-
drid su obra en dos tomos llamada «Púlpito y
Tribuna»; me los mandó— lo que hizo siempre con
todas las obras que imprimió— y les puso a loe
volúmenes «blancos» estas dedicatorias.
f8
El Padre Fabo
«Libro mío: Vete a las manos del M. R. P. An-
drés Mesanza, «dominico de tipo intelectual, y dí-
le que vas a proponerle imite la vestidura que lle-
vas, con el fin de que la Iglesia de Dios sea honra-
da y el público admire loe títulos de solvencia
moral y progresista que los hijos del claustro po-
seen en este siglo de egoísta y torpe materialis-
mo». — El autor.
«Quiero, oh libro mío, que seas compañero y
amigo del que tiene concebido en su cerebro el M.
R. P. Andrés Mesanza, y del cual ha dado mues-
tras en su predicación altísima, doctrinaria, orto
doxa y ungida».— El autor.
Pongo yo aquí estas líneas del gran escritor
fraile navarro, no porque en ellas me alaba, sino
porque él las escribió con el alma, y porque pintan
muy bien un defecto del Padre: las biografías
completas nos cuentan virtudes y vicios, cosas
grandes y miserias. Nuestro escritor tuvo para mí
la imperfección de alabar mucho. Ora en libros,
ora en artículos le chorreaba la ponderación, el
panegírico, casi sin querer. En cierta ocasión me
atreví a decirle que sus alabanzas eran injustas y
aún falsas; y acuerdóme que me dijo sonriente:
«Las alabanzas exageradas de los escritos do ha-
cen mucho daño; mucho más daño hacen las cen-
auras acerbas. Las alabanzas animan mucho a se-
guir escribiendo. Las críticas rudas desaniman y
llevan a la pereza intelectual». Tal vez tenía razón
el P. Fabo. Mejor es algo, aunque sea mediocre,
quenada. «Lo mejor es enemigo de lo bueno».
Voy a poner en este papel algunos recuerdos
del biografiado. Creo yo que el día o mejor la no-
che del 6 de agosto de 1912 fue de las de mejor re-
& Padre Fabo
19
cuerdo para su alma. La gloria humana vino a &
con el premio que justicieramente le otorgó \u
Academia de la Lengua en Bogotá. Ella habí i
abierto, meses antes, un concurso para galardo-
nar el mejor libro que ee compusiera* acerca de un
escritor colombiano muerto. El P. Fabo envió el
suyo, con el mayor secreto posible (pues temía
mucho de la parcialidad del Jurado), y fue la
obra titulada cRufino J. Cuervo y la Lengua Cas
tellana».
Fui yo a saludar y a felicitar al amigo a los tres
días de la noche venturona, y contábame él, mi-
rándome con sonrisa maliciosa a los ojos, todos
los pormenores de los aplausos, apretones de ma-
nos, y abrazos que recibió en la Academia Colom-
biana. Y cuando yo, eubebido o enibobado oyén-
dole, me imaginaba por dentro la. glorióla del
amigo premiado, él terminó así el relato deaque-
Ha noche: «P. Mesanza: llegamos los cuatro PP.
que fuimos a la función a las 9 y media de la no-
che. No habíamos cenado todavía, pues nos fui-
mos a las 7; llegamos al convento; fuimos derecho
a la cocina, y nos encontramos por toda comida
unas papas frías con mazamorra. Esta es la glo-
ria, Mesanza, esta es la gloria». Y aquí el P. Fabo
soltó una de aquellas carcajadas estrepitosas que
se oían en todo el convento.
Entré una vez en Bogotá a su celda, por cier-
to demasiado chica, y le dije: «P. Fabo: ¿dónde
tiene V. colgados los diplomas de tantas Acade-
mias a que pertenece?» — Mire aquí, me dijo seña-
lándome con el pie un cajoncito de pino que esta-
ba debajo de la cama, aquí están mis diplomas de
académico. Cuando V. mire así, hasta con desdén,
áo
El Podre Fabo
las alabanzas que le eche la prensa por sus futu-
ros escritos, entonces, P. Mesanza, será V. nota-
ble escritor».
Quien no conocía al P. Fabo sino desde lejos;
le podía creer vanidoso u orgulloso. Vanidoso no
era, a fe raía; quizás un poco orgulloso, pero sin
dejar de ser humilde. La humildad es el conoci-
miento de sí mismo; el P. conocíase bien a sí pro-
pio. Puso siempre en la portada de sus obras to-
dos l@s títulos de las Academias a que perteneció
y la lista, onda vez mayor, de sus obras publica-
das; pero cónstame que lo hizo para glorificar a
su amadísima Corporación religiosa. «Es gloria de
la madre la gloria de los hijos». Quien lo veía en
la calle o en un acto cualquiera de comunidad,
pensaría de él que era un hombre adusto o apesa-
dumbrado o extremadamente serio y caviloso. Na-
da de esto. El P. Fabo se reía a soias de su mis-
ma sombra. Creo yo que tenía él que reprimirse
harto para no soltar estrepitosas carcajadas.
Llegado de España a Bogotá de 22 años, fue
llevado de compañero por el P. Provincial Casas
a visitar a M. A. Caro, entonces Presidente de la
República. Fabo muy comedido no abrió los la-
bios en la visita. Caro, al despedir a los religio-
sos, dijo al joven candelario: «iY cómo es su ape-
llido?»—«Mi apellido es Fabo, y como dicen que V.
sabe mucho, quisiera me dijese de dónde viene es-
te apellido»— «Estudiaré el panto», contestóle Caro.
A los cuatro días un edecán del Presidente lle-
gó a la portería de la Candelaria con un gran so-
bre y dentro un escrito largo de Caro donde con-
El Padre Fabo
¿1
cluía por decir que Fabo venía de Fabio, y que
por lo tanto los Fabos eran do casta romana.
Cómo se rió el corista Fabo del escrito de to-
do un sabio. Tornó él a visitar al Señor Caro con
el Provincial Casas, y como le interrogase Caro
qué le había parecido su disertación sobre los Fa-
bos, nuestro fraile contestó muy serio: «Señor Ca-
ro: V. está muy equivocado en su estudio; noso-
tros los Fabos de Navarra creemos que veuimos
de raza gitana». Y aquí soltó la risa Caro; Fabo
se sonrió, y el P. Casas se puso más serio de lo que
estaba antes.
Desde aquella tarde del 95 fueron grandes
amigos el Presidente y sabio Caro y el P. Fr. Pe-
dro Fabo. Y tanto quiso éste a aquél gran colom-
biano que me confesó Fabo que no quiso en el
Concurso citado de la Academia, tomar por tema
una monografía sobre el Menéndez Pelayo de Co-
lombia (que lo fue M. A. Caro) porque su cariño
lo hubiese traicionado en el escrito y se hubiera
conocido por los del Jurado que el panegirista era
un fraile español, y quizás que se llamaba Pedro
Fabo. Caro siempre quiso mucho a España y mu-
cho también a todos los religiosos españoles. ¡Qué
ameno, qué variado, qué erudito hubiera sido el
libro del P. Fabo sobre el inmenso Miguel A. Ca-
ro! Si el de Cuervo es ameno siendo el protagonis-
ta un asceta, un monótono, un filólogo autor de
dos libros, dígame el lector, que algo sepa de Caro
¿cómo seria el de éste que lo fue todo?
Fabo después de 1912 debiera haber estudia-
do a Caro, no en dos toraitos ni en cuatro meses,
sino en dos tomazos y en dos años.
-22
El Padre Fabo
No alcanzó a medio año el tiempo empleado
ñor el laborioso agustino para hacer el estupendo
ibro sobre Cuervo. Yo he conocido un autodidac-
to, el P. Fabo. Estudiaba por primera vez cual-
quier asunto intrincado y podia discurrir con sol-
tura páginas y páginas sobre el mismo inmedia-
tamente y muy bien. A mí nunca me asustó el ta-
lento que Dios otorgóle a nuestro hombre; lo que
siempre me pasmó fué su laboriosidad, su trabajo
aHiduo. Mi personaje no conoció la pereza intelec-
tual sino de nombre. Alguna vez me contó él (era
enemiguísimo de hablar de sí mismo) que no te-
nia, ni tuvo nunca, el menor tropiezo para escri-
bir pliegos y pliegos; que no tenía jamás que bus-
car la palabra o frase que necesitaba. Algo igual
cuentan que dijo una vez de si mismo Menéndez
Pelayo. A este sabio montañés no le agradaba
que alabasen su milagrosa memoria. «iY qué ha-
ría yo con talento si no estudiara mucho?» contes-
tó alguna vez él a los ponderadores de su memo-
ria o ingenio. Si esto no dijo el hijo más ilustre de
Marcilla, sí lo pudo haber dicho.
Desconozco por completo el libro para el cual
escribo estos renglones. Sé que lo ha com-
puesto el R. P. Eugenio Ayape y que lo ha pro-
logado el P. Cándido Armentia; luego tiene que
ser el libro muy ameno y, como se dice en Colom
bia, muy sabroso. Quizás tenga muchas lagunas
que yo no puedo llenar. ¿Sabrán estos despiertos
Candelarios que fue seudónimo del P. Fabo tlr.
Mariano Corazón-»'.' iConocerán ellos artículos, asi
firmados, o Mariano Corazón, juzgando rigurosa-
mente, en periódico bogotano, el libro delSr. Ca-
El Padre Fabo
¿3
sas: «Enseñanza de la Iglesia acerca del Liberalis-
mo»? (1).
Como mi articulo está resultando demasiado
extenso le pongo punto final aquí, pero tengo que
decir para tantos que de nombre sólo le conocie-
ron que el R. P. Fabo fue ante todo religioso o
fraile, después español muy amante de Colombia,
como el que suscribe, y después literato que en
Colombia dió brillo al hábito de la orden de Agus-
tinos Recoletos.
Fr. Andrés Mesanz* O. P.
Caracas, 14, IX,— 39.
[1]— Estos artículos a que alude el P. Mesanza apa-
recieron en La Constitución, números 6 al 9; Contienen
un exáraen a fondo del libro del Eimo. P. Casas.— Nota
de Fr. Eugenio Aya pe.
CAPITULO II
Fechas principales en la vida
del Padre Fabo
Nació el padre Fabo en Marcilla (Navarra-Es-
paña) el día primero de julio de 1878.
Aprendió las primeras letras en la escuela ofi
cial de su pueblo. Y en los años 1886-1887 cursó
humanidades en la preceptoría que allí mismo
abrieron los padres Agustinos Recoletos.
A principios de octubre de 1888 tomó el hábi-
to de los Recoletos de San Agustín en el conven-
go de Marcilla. Y pronunció los votos simples,
después de un año de noviciado, el dia 7 de octu-
bre de 1889.
Ya profeso inició los estudios de la carrera ecle-
siástica y sacerdotal en Monteagudo. Se enfermó,
y por tal motivo, en septiembre de 1892 fue desti-
nado por la obediencia a Marcilla, y pronto a San
Millán de la Cogolla.
Recibió el subdiaconado en Marcilla el 26 de
agosto de 1894; el diaconado en Tunja en el mes
El Padre Fabo
25
de diciembre de 1895; el presbiterado en Bogotá
el 3 de mayo de 1896.
Salió de España, en compañía de los padres
Juan Aransay y Justo Ecay, a principios de sep-
tiembre de 1895 y llegó a Bogotá el 3 de octubre
del mismo año.
A mediados de junio de 1895 fue enviado a la
misión de Arauca (entonces parte del Vicariato
Apostólico de Casanare).En Arauca tuvo a su car-
go la dirección del Colegio Superior allí establecí,
do. En mayo de 1899 pasó a Támara en donde
explicó seis meses Teología Moral. En este año de
1899 el Gobierno Civil de Colombia nombró a los
padres Marcos Bartolomé y Pedro Fabo agrega-
dos y capellanes de la Comisión mixta demarca-
dora de límites entre Colombia y Venezuela.
En el año de 1900 sufrió los rigores anexos a la
guerra civil. Los misioneros agustinos recoletos de
Casanare anduvieron algún tiempo por las selvas.
El día 24 de junio del citado año salían el P. Fa-
bo y aus compañeros de Manare, camino del des-
tierro. Por el río Casanare, luego por el Meta y
después por el Orinoco llegaron a Ciudad Bolívar.
Salieron de Venezuela, arribaron a la Isla Trini-
dad y el 16 de agosto de 1901 tocaron las playas
de Colombia en Barranquilla.
De 1901 a 1904 vivió el padre Fabo en El
Desierto de la Candelaria. En 1904 fue nombrado
Prior de este monasterio. En 1906 fue destinado
a Chámeza en donde trabajó celosamente como
párroco misionero. En 1910 pasó a Bogotá. En
abril de 1911 se hizo cargo de la parroquia de El
Espinal. En los Capítulos de 1908 y 1911 fue
nombrado Definidor Adito.
26
El Padre Fabo
En 1913 entró a regir el convento de Sos [Es.
paña] en calidad de Vicario Prior. Y en el Capítu-
lo General de 1914 fue nombrado Definidor Gene-
ral y cronista de la Orden. Con tal ocasión trasla-
dó su residencia a Madrid. En este sexenio 1914—
1920 el padre Fabo recorrió toda España en bus-
ca de documentos para seguir las crónicas de su
Corporación, entabló relaciones literarias con los
más afamados escritores de la corte y villa, y co-
laboró en las mejores revistas científicas de la na.
ción. Como Definidor se distinguió por su activi-
dad y entusiasmo y tomó parte activa en la re-
dacción de las nuevas Constituciones.
A 29 de mayo de 1914 fue nombrado el padre
Fabo Académico Correspondiente en Sos de la
Real Academia de la Lengua. Y en noviembre del
mismo año obtuvo el diploma de Correspondien-
te de la Academia de Historia.
En el año de 1920 pasó el padre Fabo otra
vez a Colombia y se le asignó la residencia de Ma-
nizales. En esta ciudad se distinguió por su celo
sacerdotal y por eu diligencia científica. Escribió
la historia de Manizales. Y en 1925 el Concejo Mu-
nicipal le declaró Hijo Adoptivo.
A principios de 1926 la obediencia llevó al Pa-
dre Fabo a Panamá. Aquí fundó, con poderes de
la Real Academia española, la Academia de la Len-
gua.
En octubre del mismo año de 1926 salió con
rumbo a España. En el mes de noviembre fue reci-
bido triuufalmente en su pueblo Marcilla que lo
hizo Hijo Predilecto y le dedicó una plaza.
Desde finales de 1926 hasta mediados de 1927
permaneció el padre Fabo en Barcelona entregado
El Padre Fabo
27
a la empresa rifi editar libros. En el curso ecle-
siástico de 1927-1928 explicó el padre Fabo en
Sos del Rey Católico Oratoria Sagrada e Historia
de la Filosofía.
Ed 1930 pasó ai Colegio Apostólico de Artie-
da [Navarra] y aquí explicó en varios cursos Gra-
mática Castellana.
El Capítulo General celebrado en 1932 nom-
bró de nuevo al padre Fabo Definidor General y
Cronista de la Orden. Y con estos nombramientos
hubo de trasladarse a la residencia de Roma. En
la capital de mundo católico vivía dedicado al
cumplimiento de sus deberes y a sus aficiones li-
terarias cuando le sorprendió la muerte el día 20
de septiembre de 1933.
Las fechas de la aparición de cada uno de los
libros del padre Fabo veralas el lector al final de
esta Biografía.
CAPITULO III
Nacimiento y niñez
Nació el Padre Pedro Fabo del Corazón de
María en la villa de Marcilla, provincia de Nava-
rra en España, el día primero de julio de 1873. Sus
padres, modelos de honradez y de cristianas vir-
tudes, se llamaron Evaristo Fabo y Ruperta Cam-
po. Fue bautizado en la iglesia parroquial de su
pueblo nativo.
Sobre su apellido de sangre el padre Fabo es-
cribió en la Historia de Marcilla: «Llevados de un
capricho inquirimos en el libro del archivo de Mar-
cilla el punto de aparición de la familia Fabo, y
advertimos que el primer ascendiente es Pedro del
Fabo, cuyo hijo Martín fue bautizado a 6 de no-
viembre de 1642. Este, a los 21 años, tuvo un hi-
jo, pero el que escribió la partida no lo apellida
del Fabo, sino de Fabo;en 1668 figura un párvulo,
Pedro el Fabo; en 1675 una niña Catalina d' el Fu.
bo; de donde dedujimos q' si todos escribían con b
el apellido, en cambio iban desfigurándolo hasta
quedar a secas Fabo. Es corrupción de uno de
tamos apellidos franceses que fundaron el antiguo
El Padre Fabú
Sobrarbe...? Una persona muy ilustrada con quien
estábamos hablando sobre esta minucia evadió
graciosamente la respuesta diciendo que Fabo te-
nía relación con el rey don Francisco de Foix, que
recorrió toda la Ribera, sucesor de doña Leonor
de Navarra, muerto en 1483, a quien por su ex-
traordinaria belleza lo llamaban Faebo. Pero lo
que nos satisface por completo es haber notado
que los Fabos, a juzgar por los libros parroquia-
les, dieron siempre pruebas de ser buenos cristia
nos, cumplidores de sus obligaciones religiosas y
muy devotos, especialmente algunos, de la Virgen
del Plu.
Así se expresa el mismo Padre Fabo.
Que en realidad los progenitores de nuestro
biografiado merecieron fama de buenos y de co-
rrectos caballeros y de fieles y piadosos hijos de la
iglesia no cabe ponerlo en duda. Acordes andan
los testimonios de personas que los conocieron y
trataron en pregonar su conducta intachable y
sus inmaculados procederes. Así como resulta cier-
to de toda certidumbre que en la educación de sus
hijos fueron esmeradísimos y que al calor del lio-
gar les infundieron esencias de Evangelio. Con los
mimos y bpsos iban mezclados los consejos sa-
nos; y, al igual que San Luis hijo de doña Blanca,
el uiño Pedro oyó musitar en su infantil oído: an-
tes muerto, hijo mío, que pecador.
En España, sobre todo en el norte, la familia
suele tener una seriedad edificante, suavizada y
calentada por la unión más cordial entre sus
miembros y por la más perfecta identidad de que-
reres y aspiraciones. Las familias cristianas, debe
entenderse. Porque las otras, ya minadas por el
30
El Padre Fabo
gusano del laicismo y alumbradas por los rayos
del siglo de las luces, no son dignas de nuestro
modesto encomio. Digo, pues, que en los hogares
católicos se forja el alma infantil al lado del pa-
dre, juicioso, formal y cumplido y austero como
un patriarca, y bajólos auspicios cuidadosos y
dulces de 1h madre, sencilla y devota y solícita y
amante y augusta como una reina.
Hubo épocas de menos complicaciones que laa
actuales en que la escuela uo hacía falta, pues
que bastaba el hogar para desarrollar las inteli-
gencias y para formar los corazones. Los autores
de la vida, desahogados y libres de fútiles éntrete-
nimientos, eran los encargados natos de propor-
cionar instrucción a los pequeñuelos. Entonces el
padre sabía desempeñar funciones de Director, de
Juez, de pedagogo. Premiaba, estimulaba, repren-
día, enseñaba. La madre cumplía el oficio de equi-
libradora y de musa del amor, de la suavidad y
de la misericordia Amonestaba, inspiraba, vertía
perfumes de afectos entrañables y endulzaba las
horas con canciones de arrullo y con cuentos alec-
cionadores.
Qué sabroso es evocar los tiempos aquellos...!
Bellos lejanos días, que diría Siurot. Idílicas eda-
des, que exclamaría Selgas,
Pues bien; el Padre Fabo vivió los primeros
dichosos días de su existencia en un sano ambien-
te de cristiandad incontaminada. Y así su carác-
ter rezumará siempre bondad y sencillez, cumplién-
dose en él aquello de los proverbios: el hombre
maduro será lo que fue de adolescente. El niño es
blanda cera que recibe las impresiones fácilmeu
te, pero que difícilmente las olvida. Es como una
El Padre Fabo
31
pasta que, al secarse por la acción del fuego o
del sol, guarda de un modo imborrable las huellas
que en ellas se labraron cuando estaba fresca y
manoseable.
Reconoce esto que apuntamos el padre Fabo.
«En aquella edad de la niñez en que se perfuma el
entendimiento con la atmósfera piadosa del ho-
gar, y el corazón se empapa con los deliciosos ju-
gos de la religión, y sonríe uno al oír apariciones
de angelitos con alas de mariposas; cuando todo
es inocencia y candor, y ósculos de madre y car-
cajadas purísimas, las ideas se adhieren al espíritu,
por decirlo así, de una manera indestructible, y
somos felices a fuerza de ser inconscientes. Enton-
ces grábanse en nuestra fantasía mil y mil imáge-
nes cuyo recuerdo perpetuamos por todos los
días de nuestra existencia».
El Padre Fabo amaba tiernamente desde niño
a la Virgen del Plu, título con el cual es venerada
Nuestra Señora en una ermita de su pueblo. Sien-
do ya entrado en años recordaba con infinita
dulzura las visitas que le hacía y las ofrendas que
le llevaba. Y gustaba de contar aquella leyenda
famosa según la cual hubo una riña entre la Vir-
gen del Plu, la Virgen de la Blanca y la Virgen
de Ujué, las cuales eran tres hermanitas cordiales
que vivían juntas en no sé qué lugar. Resultado de
la disputa fue que las dos primeras se ausentaron y
trasladaron su residencia a las llanuras de Ma reilla
De niño el Padre Fabo fue vivaracho, jugue-
tón y de fuertes inclinacu nes hacía el ef-tado reli-
gioso. Era de color trigueño. Muy simpático y
bien parecido.
32
El Padre Fabo
Voy a referir un lance muy significativo. El
año de 1882 estuvo en el convento de los Agusti-
nos Recoletos de Marcilla una temporada el enton-
ces Nuncio de Su Santidad en España Monseñor
Blanchi. Un día en que este ilustre personaje salía
de paseo por la carretera tropezó con un grupo
de chicuelos que, curiosos, se pararon a mirarlo.
El señor Nuncio les dirigió sonriente la palabra y
les hizo esta propuesta sencilla y singular: cuando
vuelva del paseo quiero que me presentéis cada
uno cinco juncos jugosos y tiernos. Para qué los
querría...? Qué haría con ellos...?
A la vuelta todos los niños le presentaron los
flexibles monocotiledóneos. Todos ansiaban que
los suyos fueran a las manos del representante del
Vaticano, el cual prefirió, no sé por qué, los de Pe.
dro Fabo. Con los juncos de marras tejió Monse-
ñor Blanchi un canastillo precioso y lo entregó a
nuestro niño.
Cierto día la señora Ruperta Campo recibió
una carta de un coleccionista en que se le propo-
nía la venta de aquel juguete de juncos que ella
guardaba con especial afecto. Nó, contestó, ni por
todo el oro del mundo doy este recuerdo del repre-
sentante de Su Santidad y de mi queridísimo hijo.
Cuando en noviembre de 1926 Marcilla decla-
ró solemnemente hijo predilecto al P. Fabo éste
aprovechó el momento de colocar una placa con-
memorativa en su casa natal para pronunciar un
discurso lleno de sentimientos de piedad en el
cual dijo lo siguiente: «Permitidme, oh queridos
paisanos, recordar con especialidad un incidente
de mi niñpz. En esta misma plaza y al frente de es-
te balcón solía haber un carro desenganchado
El Padre Fabo
33
(uno de loa cinco que había en Marcilla). Yo tenía
seis años y solía salirme de casa y me ponía a ju
gar con otros niños de mi edad en las varas del
carro dando volteretas y haciendo ejercicios de
gimnasia. Cierto día trabé con un compañero de
juego este diálogo:
—Cuántos años tienes, le dije?
—Yo, cinco, replicó.
— Pues yo tengo seÍ9-concluí.-y a otro año me ha
dicho mi madre que dejaré la escuela de párvulos
y entraré en la de los grandes para aprender mu-
cho y ser cura».
He aquí copia de la partida de bautismo del
padre Fabo. Me ha sido remitida bondadosamen-
te desde Andosilla [Navarra España] por los pa-
dres de Fray José Martínez de la Inmaculada.
«Don Casimiro Seralegui y Lo rea, cura regen-
te de la parroquia de San Bartolomé Apóstol de
la villa de Marcilla, diócesis de Pamplona, provin-
cia de Navarra:
CERTIFICO: que en el folio 232 del libro 5 de
Bautizados de esta parroquia de mi cargo hay
una partida que literalmente dice así:
tDía dos de julio de mil novecientos setenta y
tres, yo el infrascrito cura propio dn la parro
quial de San Bartolomé de esta villa de Marcilla
bauticé en esta mi Parroquia uu niño que dijeron
haber nacido a las cuatro de la tarde del día ante-
rior; hijo legítimo y de legítimo matrimonio de
Evaristo Fabo, natural de esta villa, y de Ruper-
ta Campo, su mujer, natural de la de Peralta:
Abuelos paternos Pablo Fabo y Casilda Pascual,
naturales de esta villa; los maternos Pedro Cam-
po y Ursula Doctoniarena, difuntos, naturales de
34
El Padre Fabo
en la villa de Peralta:fue su madrina Juana Fabo,
natural de esta villa a quien encargué la cog-
nación espiritual y demás obligaciones.- Y nr-
mé— Emeterio Rosanz. (Rubricado)».
Y para que conste expido la presente copia
exacta del original a que me remito, en Marcilla a
nueve de agosto de mil novecientos treinta y nue-
ve. Casimiro Saraíeauí, Cura Regente. (Rubricado).
CAPITULO IV
Religioso y sacerdote
Prouto apuntó la gracia de la vocación reli>
giosa en el alma de Pedro Fabo, qu^, sin tardan
za, se resolvió a obedecer el llamamiento divino'
No había nacido para cosas de la tierra; estaba
predestinado para sagrados oficios. Y comprendió
que en los claustros hallaría ideales con que satis
facer las ansias de su nobilísimo espíritu.
Sin duda que en su niñez frecuentaría ni trate
con los Padres Agustinos Recoletos que en Marei
Ha poseen un amplio y antiguo convento. Y que se
aficionó a ellos y que gustó de nú* modales y de
su vida se prueba cou advertir que a los quince
años tomaba el hábito monástico y ceñía sus lo-
mos con el cinto sagrado de cuero que distingue a
los hijos de San Agustín y de Santa Mónica.
Portóse en el noviciado de una manera edifi-
cante. Su conducta no mereció reprensiones. Antes
al contrario pudo ser presentado como modelo a
sus connovicios. El carácter abierto y franco que
lo distinguió siempre no era óbice para que se
36
E! Padre Fabo
amoldara a la disciplina con muy rigurosa exacti-
tud. Sin embargo opino yo que su propio tempe-
ramento expansivo y españolísimo lo condujo eu
ocasiones a ciertas expansivas formas que, si sa-
nas y plausibles en sí, no dejaron de sorprender
sin embargo dentro de la austeridad de un novi
ciado recoleto, rígido y austero. Fundo mi opi-
nión en un episodio acaecido a nuestro novicio.
Fue el caso que Fray Pedro, aficionado ala
lectura, habiendo nido enviado por su maestro a
la biblioteca, hojeó por curiosidad las f ágiuas de
la Revista Agustiniana y topó allí los cueutos del
Padre Conrado Muiños titulados «Horas de Vaca-
ciones». Gustóle al novicio sobremanera el estilo
de estas narraciones y. deseando leer con sosiego
y deleite, arrancó tranquilamente las hojas que
contenían estos cuentos y llevóselas a su celda.
Pero héte ahí que a su Padre Maestro se le ocu-
rrió a los poco^ días el ir a buscar la tal Revista
con el fin de gozarse con la lectura de las Horas
de Vacacioues.
Se llegó a saber que era Fray Pedro, el autor
de aquel inocente robo de los cuadernillos. Y en el
primar capítulo que se tvlebró para examinar y
juzgar la conducta de los novicios planteóse en se-
rio la expulsióu de nuestro joven por motivo de su
afición a novelas y «libros de caballería». Cuénta-
se que un docto Padre Profesor salió a la defensa
del novicio y que pronunció estas palabras casi
proféticaK.- «No impidamos que este joven sea
Agustino Recoleto, pues Dios quiere que lo sea.
Ka todo caso, si ahora destruye unan hojas de
cuentos, después quizá nos dará libros enteros de
ni i \ i las buenas».
El Padre Fabo
37
Tuvo por maestro eu °1 tiempo de prueba el
Padre Fabo al R. P. Eduardo Melero, fraile de
singulares prendas y discreto conocedor de espíri-
tus.
Hizo Fray Pedro su profesión el 7 de octubre
de 18S9 con gran contento de su alma que se veía
ligada a su Señor con los tres vínculos místicos de
los votos de pobrera, obediencia y castidad.
Hay en aigunas órdenes la costumbre de que
sus miembros escojan un apellido sagrado, de al-
gún Santo o de algún título de la Virgen. Nues-
tro joven quiso llamarse Fray Pedro del Corazón
de María. A este Corazón purísimo profesó una
devoción ardiente y en él puso toda su confianza
y todo su afecto. Compuso su pluma una poesía
cuyas estrofas tiemblan de cariño y de pasión ma-
riana, la primera de las cuales dice:
Mientras titile entre las frescas sombras
la estrella matutina;
mientras el alba sonrosada alegre,
alegre la campiña;
mientras canten amor en la floresta
las tiernas avecillas,
diré que es el principio de mis obras
tu corazón, María.
Una novedad que sufrió al pecho nuestro Fray
Pedro hizo que los Superiores determinasen su
traslado de Monteagudo a Marcilla y luego a San
Millán de la Cogolla. Hemos de advertir que du-
rante los años de su carrera escolástica no fue el
número uno, ni aun siquiera descolló entre sus
condiscípulos por la comprensión de su iuteligen-
33
El Padre Fabo
"ia y por el domiüio de las explicaciones de sus
•rofenores. Así como del gran tribuno y profundo
llósofo Mella se cuenta qu» en la universidad no
e distinguió cerno estudiante aventajado, del mis-
ao modo cabe decir que el Padre Fabo no mostró
ualidades de superioridad en la clase.
Empero, eso sí, siempre dejaba ver su carácter
abierto a los grandes ideales, y el desparpajo y
/iveza de su intelecto eran admirables.
Será que los genios no se someten a la discipli-
na común...? Acaso Mella no triunfó eu los cana-
tos del saber y de la elocuencia...? Y acaso no fue
después el Padre Fabo un asombro de sabiduría
j de erudición...?
Recibió el nubdiaconado en Marcilla el 26 de
agosto de 1894. Y en este estado pasó a Colom-
bia, y en Tunja, diciembre de 1895, fue ordenado
de diácono. Y lo ordenó de sacerdote, en Bogotá,
el 3 de mayo de 1896 el Excmo. p. Nicolás Casas
recién consagrado Obispo. Esta ordenación se
verificó en la iglesia de la Candelaria y hubo dos
ordenados, nuestro fraile y el P. Justo Escay del
Rosario.
En la vida del Padre Casas que escribió el P.
Fabo estampa estas frases que rebosan sentimien-
tos de nobleza y gratitud: «Verdaderamente me
fabe la satisfacción de haber sido elevado a la dig-
nidad sacerdotal por tal obispo, que además de sa-
bio y virtuoso, fue catedrátcio mío, y más que to-
do miembro de la Recolección agustina. Yo consti-
tuyo las primicias de los sacerdotes ordenados
por él. Soy su primogénito. Cuánto gusto experi-
mento en escribir su biografía, siquiera mi retribu-
ción sea vil y menguada!.»
El Padre Fabo
39
Hay algo que no ofrece discusión y que a la
par edifica y cautiva en la existencia del Padre
Fabo. Este algo es su cariño encendido y hasta
apasionado por su vocación religiosa. Lo probó
siempre con su conducta rígida en el cumplimien.
to del deber, con su diligencia en corresponder a
la gracia del cielo, y con la manifestación de sus
sentimientos henchidos de veneración hacia su ha-
bito y su orden amadísima.
Recojamos algunas frases suyas, salpicadas
en su enorme producción literaria. En Episodios
de un misionero, página 29, escribe: «El Señor me
llamó al claustro, y declaro que jamás me he arre-
pentido ni avergonzado de mi hábito, tauto, que si
siete veces naciera, otras tantas sería religioso».
Estas palabras recuerdan algunas parecidas que se
complacía en repetir el dulcísimo San Gabriel de la
Dolorosa.
En «Críticas y Plumadas», página 312, afir-
ma: Acaso pueda dudar yo de muchas contingen-
cias de mi vida, pero de que mi vocación es genui-
na, de que si no fuera agustino recoleto, sería un
fracasado, no me queda la menor duda. Gracias
a la divina Providencia me glorío de que por mi»
venas corre sangre de Fray Tomó de Jesús y de
Fray Luis de León.
En otra parte agrega: «Declaro que antes que
perjudique con mis escritos en lo más leve a mi
Sagrada Orden desearía que se convirtiese mi plu-
ma en una víbora rabiosa que me matase'.
Cierto periodista preguntó al Padre Fabo
«Qué insignia o condecoración prefiere Vuestra Re
verencia? Y respondió el religioso: «Le diré con
40
El Padre Fabo
orgullo; mi santa correa agustina. Porque sepa
íeted que yo sentí inclinación al estado religioso,
sosegada,firme, ininterrumpida, desde que tuve uso
le razón, y cada día soy más feliz con mi suerte y
ae considero más fraile. Todos mis libros no va-
en lo que un puntico de la Regla de San Agustín..
«Renacimiento». — Manizales — número 1890.
CAPITULO V
Vocación literaria
Hay hombres que han nacido para escribir lo
mismo que los pájaros para volar o la luí para
esplender. Sin la pluma en la mano son menos de
la mitad. Con esta arma poderosa y diminuta se
complementan y engrandecen.
Afirmo yo del Padre Fabo que su destino en
la tierra consistió en redactar cuartillas y envol-
ver en ellas su pensamiento con el fin de que vola-
ra a través de los espacios y de los tiempos y fue-
ra a llenar de luz muchas inteligencias y a encen-
der en multitud de corazones ansias de mejora-
miento y de perfección. Religioso como fue desde
la aurora de su existencia, porque hacia el claus-
tro lo guió la estrella iluminadora de la inspira-
ción, y soldado ungido de las falanges que mili-
tan a órdenes del seráfico San Agustín, compren-
dió que bu apostolado y sus ocupaciones en esto
se habían de cifrar; en propagar por medio del pa-
peí impreso las semillas de la verdad y del bien.
En tal sentido la naturaleza se mostró pró
diga con el Padre Fabo. Porque le concedió un ta
42
El Padre Fabo
lento luminoso y comprensivo, una voluntad a to.
da prueba para el trabajo y el sacrificio, un sen-
timiento ardiente e incontenible de proselitismo,
una fantasía fértil, un ingenio chisporroteante y
una facilidad estupenda en el manejo de la péñola.
A buen seguro nuestro religioso, consciente y
reflexivo, hubiera vivido con la conciencia atrave-
sada por el agudo dardo del remordimiento y hu-
biera temido los juicios inexorables del repartidor
de todos los dones que los distribuye con el fin de
que sean explotados y de sacarles el máximo ren-
dimiento, si el polvo de la pereza o de la esterili-
dad cubriera la mesa de su escritorio.
Creo que en comprender el destino para que ha
sido hecha la criatura racional y en ocuparse en
los oficios para que el Soberano S°ñor la ha colo-
cado en la tierra consiste precisamente la santi-
dad verdadera. Porque resulta indiscutiblH que
todo ser dotado de inteligencia tiene que llenar
aquí un fin concreto y determinado, a la manera
que cada órgano del cuerpo desempeña su función
peculiarísima y del mismo modo que los elemeutos
todos de la naturalaza se mueven dentro de sus
órbitas antefijadas y cumplen instintiva y tenaz,
mente el papel que su Creador les señalara.
Asombra, en verdad, la contemplación deteni-
da del mundo con su variedad inmensa y con su
unidad perfecta. El concierto del universo saca
de sí a la pobre razón nuestra y obliga a recono-
cer la necesidad de un Ser trascendente que seña-
le leyes y rija los movimientos cósmicos. Un reloj
en marcha delata la mano del artífice. Un edificio
grandioso habla del ingeuio del constructor. Un
E! Padre Fabo
45
jardín en que las flores crecen alineadas con hermo-
sura supone el cuidado de un hábil jardinero.
Pues bien; los hombres caminan por los de-
rroteros que su Dios les impuso. Y están dotados
de cualidades diferentes que los capacitan y dis-
ponen para distintos destinos. Ya San Pablo en-
señaba que el Espíritu Santo reparte sus favores
según su divino beneplácito y según sus designios.
A uno le da el don de lenguas, a otro el don de
profecía, a otro el don de conocer los secretos del
corazón. A cada cual en conformidad con la medi-
da de la donación de Cristo. Y nadie tiene derecho
a quejarse, pues que todos dependemos de Dios y
a El solo corresponde la función de gobernar y de
señalar los taleutos.
Al padre Fabo plugo el Señor concederle el
don de la pluma. Estuvo el P. Fabo consciente de
esto...? Claro que sí. Y se esforzó por cumplir a
cabalidad su misión.
La afición constante a una cosa es indicio ine-
quívoco de aptitud para ella, y aun generalmente
esa es la forma en que se revela el destino ala
criatura. Quien siente desde la infancia atracción
irresistible hacia los libros puede asegurarse que
nació para estudiar. Quien se deleita cantando y
produciendo armonías tiene alma de músico y en
la música encontrará su placer y su descanso.
Quien traza por gusto planos de caminos o entre-
tiene sus ratos de ocio voluntariamente en sacar
ecuaciones y resolver problemas numéricos es que
nació para ingeniero o matemático.
Nuestro Padre Fabo comenzó a ser escritor
en el propio comienzo de su razón consciente. Ni-
ño aúu cogía la pluma y pouía en orden sus peu-
44
El Padre Fabo
samientos. Eu las lecturas fijaba tanto su aten-
ción en la forma como en el fondo y ya se ofrecía
a eu imaginación la posibilidad de llenar páginas
y aún libros. Y apenas reunió los caudales suficien-
tes en su avispada cabeza entregóse a la tarea de
emborronar papeles blancos y de redactar ar-
tículos literarios que presentaba por su cuenta,
aponte sua, a sus amables y edificados profesores.
Después, a lo largo de eu existencia, fue cre-
ciendo en el Padre Fabo la convicción mas honda
de que él había sido destinado para Apóstol de la
pluma. Y no desfalleció un momento. Dedicóse a
predicar a Cristo desde la cátedra del libro y del
periódico con ardentías de cruzado.
En un sermón que predicó con motivo de la
Conversión de San Agustín tuvo nuestro biogra-
fiado este arranque sacerdotal: «Estoy profunda-
mente persuadido de los grandiosos destinos de
la prensa, tanto, que, dispensadme una confiden-
cia, cuando paso por ea frente de una imprenta
católica, me descubro la cabeza. Las casas edito-
riales son templos auxiliares del porvenir, los sa-
bios sus sacerdotes, los poetas y literatos, sus án-
geles».
Con frecuencia solía repetir, lleno de afán por
los intereses de la iglesia su Madre: Yo no concibo
un sacerdote que, teniendo dotes para escribir, no
las ejercite. La guerra procaz que el enemigo plan-
tea a la iglesia se desarrolla principalmennte en el
periodismo. Al periodismo, pues, debe acudir el
clero.
Y en su libro «Los Aborrecidos» exclama: «Ah,
los mártires de la pluma. Antes se derramaba la
sangre, hoy se necesita la efusión de tinta. Las ar-
El Padre Fabo
45
roas de los antiguos cruzados deben ser sustitui-
das por plumas y espadas, baluartes y muros de
libros, revistas y periódicos. Derramemos por to-
do el mundo la plegaria hecha artículo y suscrip-
ción. La limosna del pan es buena, la limosna del
consejo es mejor. Que los templos tengan anejo un
taller de imprenta. Yo prefiero una casa editorial a
una de beneficencia. Amo la escuela cristiana, pero
amo más la del periódico, que es la escuela de las
escuelas. El periodismo es una especie de sacerdo-
cio».
A la luz de estas ideas y de estos sentimientos
hay que estudiar la activa y fecunda vida litera-
ria del Padre Fabo. Fue escritor constante por-
que abrigaba la convicción profunda deque así
servía mejor a su Capitán Jestis.
Vino la muerte a sorprender a este soldado de
la pluma cuando se disponía a dar a luz nuevas
obras de propaganda y de defensa de su religión.
Copio unas palabras del Padre Fabo en que
se refiere a sus primeros escritos: «Escribí, siendo
muy mozo, un drama titulado Juventud, una es-
pecie de auto sHcramental, y una comedia del gé-
nero bufo, Zapatero Remendón, que no publicaré
jamás, y que conservo, llenos de defectos, con
amor inefable. Ambas piezas se representaron en
un Colegio. Estos pormenores de mi juventud li-
teraria no los hedicho minea. Respecto de lasotras
obras, resulta tantico curioso lo que me sucediócon
la primera poesía mía que vi en letras de molde;
me la r< bó un amigo y la lanzó a la publicidad
con su firma; lánguida apareció en la Revista
del Rosario, de B< gotá, a instancias apretadas de
don Miguel Antonio Caro, quien pudo vencer mis
46
El Padre Fabo
escrúpulos y resistencias. Del primer sermón que
prediqué, dijeron que era copiado de no se qué li-
bro; mi primera obra estampada, El doctor Na-
vascués, me ocasionó graves disgustos y críticas.
Un fraile escribiendo novelas? Sí, me pusieron de
oro y azul».
Aunque el padre Fabo asegura que guardaba
entre sus papeles copia de Juventud y de Zapate-
ro Remendóu yo no he dado con estos escritos. Sí
tengo la portada de una pieza literaria compues-
ta en sus primeros años. He aquí lo que dice, de
puño y letra de nuestro religioso:
«Recolección y Recoletos*.
Comedia místico-alegórica en un acto
Surget ordo qui videtur novus et non
est, indutus nigris vestibus, et desuper
zona pellicea; hi crescent etfama eorum
divulgabitur, et predicabunt fidem
quam et defendet usque ad consumatio-
nem in spiritu et vi r tu te Eliae.
Prophetia Joaquini Abbatis Florensis
Monasterii Cisterciencis «apud Lanteri».
Personajes Actores Voces
Recolección íDamn) Fr. Gerraslo Gil Contralto
Eco de muchos amantes (Galán; Francisco Orduña Bajo
Virtud (Dama) Fr. Julián Ortlz. Tenor I.
Ciencia [Dama] Fr. Juan Benito Cañas Tenor II.
Vanidad [Dama] Fr. Llclnlo Ruiz.
Filipinas (Dama) Fr. Esteban Azcona.
Colombia [Dama] Fr. Antonio Bartolomé.
Original de Fr. Pedro Fabo del Sdo. Corazón
de María.
Música de Fr. Elias Goñi de San Bernardo.
Marcilla, 2 de mayo de 1893.
CAPITULO VI
Buscando perlas
Diez años de intensa actividad apostólica en
los llanos de Casauare dan lugar a un comentario
misionero. Al Padre Fabo le gustaba recordar loa
dífis de juventud que consumió trabajando por la
gloria de Dios y el bien de las almas en ardientes
climas y en salvajes regiones. Tal vez de ninguna
otra época de su vida hacía memoria con tanta
frecuencia y con fruición tan morosa.
Conviene advertir que la Provincia de Sau Ni-
colás de Tolentino en la que profesó nuestro bio-
grafiado llevaba en su seno jugos misionales en
abundancia. De ella salieron varones eminentísi-
mos y numerosos, hasta formar brillante pléyade,
que realizaron gestas de imponderable heroísmo
en la reducción de los infieles en Filipinas, Japón,
China, india y Nuevo Mundo. Desde el padre Juan
de San Jerónimo hasta el venerable padre Eze-
quiel Moreno ha corrido un desfile magnífico de
soldados de la cruz que han recorrido la* latitu-
des de ambos hemisferios henchidos de amor y lo
eos con la locura excelsa que produce el con-
templar un sinnúmero de almas redimida» con la
48
El Padre Fabo
sangre de Dios y soterradas en las cuevas de la ig-
norancia y del pecado.
A los países de las perlas perdidas, que son
las almas, han volado \ot agustinos recoletos con
afán inmenso de búsqueda y redención.
En el último tercio del siglo XIX, a injertar
nueva vida en la ya prácticamente extinguida
Provincia de la Candelaria, llegaron varias expe-
diciones religiosas procedentes de los colegios mi-
sionales que la Provincia de San Nicolás de To-
lentino tenía en España. La primera estuvo presi-
dida por el padre Ezequiel Moreno, de santa re-
cordación, y en la sexta misión llegaron el padre
Juan Aransay, y los subdiáconos Pedro Fabo
y Justo Ecay, los cuales saludaron a Bogotá el
día 3 de octubre de 1895. Habían salido de Espa-
ña a principios de septiembre.
A partir de esta fecha el Padre Fabo queda in-
corporado a las empresas apostólicas que la Pro-
vincia de Nuestra Señora de la Candelaria adelan.
taba con vigores seráficos. Ya se podía llamar un
buscador de perlas.
En agosto de 1896 está el Padre Fabo, en
compañía del padre Mauuel Fernández y del Her-
mano Diácono Jiménez, como misionero activo en
la población de Arauca donde se acababa de fun-
dar un centro de misión que diese facilidades a la
evangelizHción de las tribus errantes que por sus
contornos merodeaban, y en especial por Cuiloto.
Pronto se notó allí uu movimiento sano de ins
tracción y de moralidad que cuajó en el estableci-
miento de dos asociaciones piadosas la del Cora-
zón de Jei-ús y de Hijas de María, y *>n la apertu-
tura de una Escuela Superior de la que fue uom-
El Padre Fabo 49
brado rector el Padre Fabo quien, en realidad, su-
po hacer que produjera copiosos y benéficos fru-
tos.
Ha de saberse que Arauca es puerto fluvial de
importancia y que, como lugar limítrofe entre Co-
lombia y Venezuela, se veía inundado con frecuen-
cia por gente advenediza no siempre de buenas re-
comendaciones. En todo caso este fue el teatro de
operaciones apostólicas donde se ensayó nuestro
biografiado.
Las hazañas aquí realizadas, de orden espiri-
tual y material; no son conocidas en todos sus
admirables pormenores sino de Dios que habrá sa-
bido apreciarlas y les habrá otorgado el galardón
adecuado. La reducción de los salvajes guahivos
principió en esta sazón con los trabajos que le es
dable imaginar. Y sería entonces cuando la musa
del Padre Fabo se inspiró para componer aquella
pieza poética titulada El Salvaje y que comienza
así:
En medio del selvático arbolado,
do habitan sin cesar la agreste sombra
el reptil, el león y el tigre osado,
con secas hojarascas por alfombra,
recostado el salvaje en tronco añoso,
la nariz horadada y las orejas,
el cabello al desgaire, y ojeroso,
la pupila brillando entre guedejas;
desnudo como Adán, cual Caín fiero,
sosteniendo en la mano el arco fuerte
con que al tigre derrota más roñero
Íal pájaro más raudo da la muerte,
uego por sendas de boscaje oscuro
50
El Padre Fabo
intérnase, llevando en su garganta
sonido que se ignora si es conjuro
o la voz del que rabia o del que canta.
En ganar para Cristo y para la civilización a
esta clase de hombres selváticos gastó el Padre
Fabo parte de sus energías juveniles. Era de ver
el celo tan industrioso de que daba muestras
nuestro misionero y las mañas de que se valía con
el fin de atraerlos hacia la verdad. Supo hacerse
todo para todos hasta con los salvajes, los cuales
lo querían y lo trataban con familiar confianza.
Llevado de sus aficiones científicas aprovechó
el Padre Fabo su contacto con los indígenas pa-
ra ir recogiendo datos etnológicos y filológicos
que, ordenados convenientemente, publicó después
en un tomo que tituló «Idiomas y Etnografía» de
la región oriental de Colombia. Y por cierto que
este libro obtuvo un éxito ruidoso y conquistó a
su autor fama internacional, pues que no sólo la
Academia de Historia de Bogotá se encargó de
costear la impresión y felicitó muy efusivamente
a su autor si que también ei instituto de Antropo-
logía de París extendió a su favor dipluma de
Miembro Correspondiente.
El tal libro está elaborado con agudeza de in-
genio y con paciencia fie benedictino. Y es a la vez
que una aportación importante a los estudios de
etnología y filología una vtudicación de la acción
sabia y benemérita desarrollada por los minis-
tros de Jesucristo en las llanuras orientales. (1)
(1) — El P. Jesfie Martínez ayudó eficazmente al P
Fabo eu recoger flatos para este libro.
El Padre Fabo
51
En el año de 1899 el Gobierno civil nombró a
loe padres Marcos Bartolomé y Pedro Fabo agre-
gados y capellanes de la Comisión Mixta demar-
cadora de límites entre Colombia y Venezuela, la
cual debía de comeuzar a obrar por Arauca. Con
tal motivo el P. Marcos Bartolomé salió de Nun-
chía en dirección a Manare y aquí se unió con el
P. Fabo el día 4 de enero, eu vísperas cabalmen-
te do la graü fiesta anual de Nuestra Señora de los
Dolores de Manare Patrona de los Llanos. Para
solemnizar la fecha hallábanse reunidos los pa-
dres Alberto Fernández, Pedro Fabo, Jesús Mar-
tínez, Amadeo Alvarez, Marciano López, Julián
Ciriza y Valeriano Tanco.
Ya a la sazón la revolución había estallado.
Y sucedió que el General Gabriel Rosas se enteró
de la noticia del nombramiento de don religiosos
como miembros de la Comisión demarcadora de
límites y, pensando que se trataba de una maqui-
nación entre el gobierno y los misioneros, envió
un pelotón de foragidos con el encargo de apresar
a los frailes en Manare y traerlos amarrados a la
presencia del General que los esperaba eu More-
no.
Ün coronel venezolano, j* fe de aquella siuies-
tra expedición, se presentó de cualquier modo
ante la casa cural intimando prisión. Cuál no sería
la sorpresa de los misioneros...? Y cuál no sería
también la alarma de los sencillos cristianos de-
votos de la Vii gen que habían concurrido a la
fiesta...? Debióse a la intervención delicada del Pa»
dre Fabo, que era conocidísimo de este coronel,
pues había convivido con él en Arauca, el que
aquello no terminara en una zambra sangrienta.
52
El Padre Fabo
Loa manareños, en efecto, apenas se dieron cuenta
de lo que acontecía, se mostraron dispuestos a
acuchillar a los soldados atrevidos.
Pero, eso sí, no se logró evitar que se robaran
muchas alhajas del templo y que los misioneros,
cual si fueran vulgares criminales o ruines faci-
nerosos, sufrieran prisión y que se les obligara a
seguir a los expedicionarios militares que se diri-
gieron a Moreno.
Los fieles, arremolinados por la indignación
y por el cariño en torno de la residencia de los mi-
sioneros, rompieron unos en lágrimas y otros en
gritos de protesta, y aun de amenaza. El Padre
Fabo, en nombre de sus compañeros agradecidos,
tomó la palabra y con tiernas y apostólicas fra-
see despidió a los buenos hijos de Manare y les
exhortó a esperar en Dios y en su justicia inexo-
rable.
Era el día 6 de Enero. Ese día se iba a cele
brar la magna festividad que, claro está, quedó
suspendida. Todavía muy de mañana los ocho hu-
mildes y muy perseguidos recoletos, montados en
muías y asnos, abandonaron el pueblo de sus
amores misioneros. Una orden impía los arreba-
taba hacia destinos desconocidos y de seguro pa-
vorosos.
Ya en Moreno ios religiosos fueron introduci-
dos a la cárcel doude varios días consecutivos so-
portaron toda clase de vejámenes e iusultos de
parte de los jefes, faltos de educación y llenos de li-
cor. Contra los padres Marcos Bartolomé, y Pe-
dro Fabo se dictó dpcreto de condenación, des-
pués de un brevísimo sumario, por el cual se les
sometía a prisión rigurosa en el pueblo de Oro-
El Padre Fabo
53
cué. Esto se debió al hecho de haber sido elegidos
miembros de la Comisión demarcadora, en lo cual
veían los revolucionarios alta traición y conni-
vencia con el Gobierno.
Las peripecias del viaje a Orocué en compañía
de varios soldados groseros y ebrios, están narra-
das con lujo de detalles en Liberaladas de una re-
volución.
En Orocué residían el padre Tomás Martínez y
el Hermano Gabriel Araño quienes recibieron con
los brazos abiertos a los dos presos. Pero, con
una injusticia increíble, unos y otros fueron ence-
rrados en la cárcel. Y en qué cárcel, Dios mío...!
Cuatro metros de ancho por eeis de largo tenía el
recinto. Y allí además se encontraban varios ga-
ñanes y otros dos presos políticos.
Los hijos de San Agustín estuvieron encerra-
dos tres días con sus noches dando gracias al Se-
ñor porque les proporcionaba una ocasión de su-
frir por El.
CAPITULO VII
Palma de mártir
Las guerras civiles suelen estár salpicadas de
lances por demás curiosos e interesantes. Mien-
tras nuestros religiosos vivían presos y escarne-
cidos, pero ya sueltos y con la relativa libertad,
en Orocué, acaeció algo que los colmó de esperan-
za. A principios de febrero aparecieron de pronto
dos señores, Manuel Sánchez y Pedro Calvo, ase-
gurando que traían la comisión oficial de la Inten-
dencia sita en Tame de desconocer al general Ga-
briel Rosas y de echar por tierra toda su obra. Es-
te se había ausentado momentáneamente. La
pueblada se regocijó con tal misiva. Presentaron
ayuda a los citados señores Sánchez y Calvo, y en
un santiamén, con el eficaz auxilio del hacendado
Policarpo Reyes, cayó derrumbado el imperio de
Rosas en Orocué. Los Padres, naturalmente, al-
canzaron plenísimo jubileo entre los aplausos y ví-
tores jubilosos de la multitud alborozada.
Mas, oh, dolor!. En las algazaras embriagado-
i as de la victoria se encontraban cuando he ahí
El Padre Fabo
55
que corre muy autorizado el rumor de que el Ge-
neral Rosas ha sido derrotado en Yillavicencio y
que, furiobo y vengativo, ha hecho asesinar a mu-
chos adversarios, y que se vuelve aOrocué con un
formidable ejército y dispuesto a desquitarse a to«
do trance. La confusión que se apodera de los áni-
mos es indescriptible. Quién se preparará a resis-
tir...? Pensar en esto es una temeridad.
Todos huyen a la desbandada buscando el re-
fugio de las selvas impenetrables.
Presentóse a los Padres el buen caballero Ar-
cadio Albarracín y recomendóles que sin demora
se alejaran de la población. Y a pie, con un borri-
co que llevaba hamacas, bayetones y bastimen-
tos, y acompañados de dicho señor, los cuatro
religiosos se internaron en una espesísima selva,
orillas del Meta, donde permanecieron once días
mortales entre peligros sin cuento y con muy es-
casas provisiones de comida.
Finalmente abandonaron el escondite, y co-
mo supiesen que el General Rosas ya no' volvía
a molestar, se reintegraron a sus misiones. A pri-
meros de abril se encargó de nuevo el Padre Fabo
de la misión de Manare. Allí trabajó mucho. Hizo
varias salidas al llano. Administró a enfermos
distantes días y días. Y no escasearon los inci-
dentes raros que sirven para amenizar la historia.
üna tarde se hallaba en el despacho parro-
quial sentando partidas. Y de pronto se le acercó
un militar pidiéndole papel de oficio: Dióselo el
Padre Fabo sin resistencia. Al día siguiente vol-
vió el mismo militar con la misma petición.
—Señor, advirtióle el religioso: tengo papel
56
El Padre Fabo
pero es déla parroquia y lo necesito para copiar
partidas.
—Fraile mezquino, contestó el militar: la re-
volución tambiéu necesita papel y es preciso ser-
vir ante todo a los ideales de la revolución.
—Yo sirvo a la verdad y a la justicia.
—Pues yo le digo que este despacho es del ejér-
cito que lucha por la libertad.
Y al poco rato aparecieron varios soldados y
saquearon la casa cural.
La guerra produjo males sin cuento y atrajo
en distintos momentos para los misioneros una
dificilísima situación económica. Se dedicaron a
plantar maíz. Pero resultaba que ninguno
quería contratarse como peón, pues temían
todos que si lo sabían los revolucionarios loa
maltratarían por ponerse al servicio de los frailes.
Y nuestros religiosos tuvieron que coger el azadón
y la escardilla, y cavaron la tierra, y tumbaron
matorrales y rajaron leña. Y así lograron no pere-
cer de hambre.
El Padre Fabo era el primero en esta clase de
menesteres.
El primero de marzo de 1900 otra vez los mi-
sioneros que residían en Manare se vieron obliga-
dos a 8alira las montañas tupidas en busca de
salvación. Los revolucionarios amenazaron con
acabarlos y derramar su sangre inocente. Eran
entonces allí los siguientes religiosos: P. Fabo,
Robustiano Gil, Amadeo Alvarez, Marciano Ló-
pez y Valeriano Tanco.
Internáronse en el bosque y fueron a dar a un
lugar escondido donde se levantaba una choza
destartalada que les sirvió de guarida. Luego tu-
El Padre Fabo
57
vieron que huir más adentro temiendo, y con ra-
zón, ser hallados por sus perseguidores. Y fueron
a parar a la cumbre de un monte donde sentaron
sus reales. Dios les deparó la casa en un colosal
matapalo, árbol frondosísimo de aquellos sitios,
en cuyas ramas colgaron sus hamacas.
De qué se alimentaron en esos días...? Esta
pregunta casi no debía hacerse. Muy poco comie-
ron y esto poco consistió en alguna guara-
cha y en cualquier otro pájaro que cazaron a fle-
cha. En lo demás todo quedó suplido con la resig-
nación. Por lo pronto la primera noche aguanta-
ron impasibles las iras de un enorme chubasco que
regó de lo lindo sus viejos vestidos y sus macilen-
tas carnes.
Y claro ee, no alcanzaron más compañía que
la nada agradable de hormigas, cucarachas, pi-
tos, arañas casi tan grandes como una mano, y
otras mil sabandijas y gusarapos en que es fecun-
da aquella tierra. Pero dije mal; los acompañó un
buen llanero, dicharachero y alegre como unas
castañuelas y muy amigo de guitarras y joropos,
que los entretuvo deliciosamente con sus chistes y
con «sonecitos» del tenor siguiente:
El cangrejo asado es rojo,
y la esperanza es azul,
por el suelo está el primero,
por el cielo está Jesús.
Nada perdería
el suelo de aquí
e i en vez de rojitos
produjera ají.
Parecen así
parecen asá
58
El Padre Fabo
parecen de tó,
pero no son ná.
Las peripecias todas de este trance cuéntalas
con primorosa pluma el Padre Fabo en el capítu-
lo XIX de Liberaladas.
A los pocos días de volver los fugitivos a Ma-
nare presentáronse unos soldados que, sin forma,
lidad alguna y con una fanfarria vulgar, intima-
ron a los religiosos orden de salir de Casanare. Y
por lo pronto la orden de ingresar en la cárcel.
—Cuya es la orden de la expulsión? preguntó
el Padre Fabo.
— De su Superior.
— A dónde vamos?
— ¿No se puede decir.
— Cuándo salimos?
— Mañana.
—Por qué se nos expulsa»
—No sé.
El día 24 de junio, montados en mulos de car-
ga aparejados con enjalmas, hicieron su triunfal
salida de Manare camino del destierro. En la cár-
cel de Chire esperaron la llegada de los otros mi-
sioneros que vendrían de Moreno y con loa cuales
partirían el pan amargo de la proscripción. Ya
unidos, todos juntos, se dirigieron al puerto de
Casanare, antiguamente Puerto de San Salvador,
población celebérrima en los tiempos de la colonia
sito a la margen izquierda del río Casanare.
El río Casanare y luego el gran río Mfta y des-
pués el caudlaoso Orinoco condujeron en sus on-
dulantes lomos a los misioneros que no llevaban
más provisiones que carne cecina, plátanos,
sal, cazabe y un caldero, sin vasos, platos ni cu-
El Padre Fabo
59
chame. La fiebre por contera Pe cebó en ellos. Hu-
bo quien comió sabrosamente, impelido por la ne-
cesidad, arroz convertido en gusanos. El jején los
mortificó a sus anchas.
Ellos, sin embargo, iban rebosando gozo y sa-
tisfacción. En sus venas hervía la sangre ardiente
y generosa de San Agustín. El padecer por Jesu-
cristo trae deleites suavísimos que no pueden ni
concebir los impíos.
En Ciudad Bolívar fueron recibidos poruña
multitud de curiosos que los contemplaban con
una mezcla de lástima y de desprecio. En todo ca-
po sirvieron de espectáculo al mundo, según frase
de San Pablo.
Cuál no sería, escribe *1 padre Fabo, la angus-
tia de los Padres al verse obligados a salir del
barco hechos unos gitanos, con los hábitos sucios
y remendados cou trapos de colores, calzados de
alpargatas rotas, los sombreros apabullados y
raídos, los semblantes macilentos y sombreados
por largas barbas? Salir del vapor y recibir una
rechifla mayúscula que rajaba los oídos fue una
misma cosa para los padres que cruzaron el mue-
lle aprisa y corriendo».
También la caridad salió a recibirlos con cari-
cias de arrullo. El gran apóstol agustino recoleto
P. Patricio Adell se apresuró a regalar a los des-
terrados con toda clane de atenciones. El Obispo
de la Guayana, don Antonio María Durán, les con-
cedió honores triunfales. Este prelado tuvo la
bondad de abogar por nuestros frailes, pues estos,
otra vez víctima* de la calumnia y de la persecu-
ción, fueron llevados a la cárcel de Ciudad Bolívar
60
El Padre Fabo
por orden inexorable de la autoridad que los con-
sideró como a hombres de sospechosa catadura.
Salieron, finalmente, de Venezuela; arribaron
a la isla Trinidad en la que abrazaron a varios de
sus hermanos religiosos; y el 7 de agosto de 1901
tocaron La Guaira hasta que el 16 del mes citado
entraron por Barranquilla a Colombia.
El Padre Fabo vivió siempre santamente or-
gulloso de haber sido digno de padecer persecu-
ción por su Dios, y de poder ostentar en su mano
la palma de mártir.
CAPITULO VIH
El apóstol-poeta
El Padre Fabo cultivó el arte de la poesía.
Pero no profesó la teoría del arte por el arte. No.
Se siutió apóstol hasta en la composición de las
estrofas. Tan empeñado estaba en propagar el
amor hacia Jesucristo, fuente de toda belleza y de
toda dicha, que se sirvió del verso para llevar al-
mas a su conocimiento y a su servicio. Como to~
do el que se ve dominado por la pasión de un ideal
echa mano de todos los recursos en su consecu-
ción, así nuestro religioso se lanzó a versificar con
el fin excelso de hacer amable la verdad y de pre-
dicar desde la cátedra dulce de la poesía.
Véase en qué se reeume su programa de poeta:
En mi escudo de trovero
campan la cruz y el león,
y en el orillo cimero
destácase este letrero;
Arte, Patria y Religión.
62
El Padre Fabo
En otra parte exclama enardecido:
Consúmase, pues, mi lira
en bien del arte y de Dios,
sea mi pecho una pira,
cuya llama ascienda en pos
del ideal a que aspira.
Publicó coleccionadas sus poesías el padre Fa-
bo en un volúmeu que tituló «Ruiseñores». Un to-
mo de 244 páginas que contiene 112 piezas. Algu-
na de ellas de regular extensión. Las demás, en
general, son cortas.
Y hay en ellas, además de intención raorali-
zadora, mérito e inspiración? Yo no quisiera dar
por definitivo mi juicio crítico sobre el valor de
«Ruiseñores». Pero sí digo q' no faltan allí rasgos
felices y acentos legítimos de un auténtico hijo de
las musas. En algunos de sus pasajes descriptivos
tiene aciertos soberanos de uua viveza y de un
grafismo difícilmente imitables. Por otras com-
posiciones vaga un suave perfume de parnaso
aristocrático y muy agradable. Sin llegar «n nin-
gún momento al grado supremo de lo épico y de
lo sublime ofrece, no obstante, golpes de luz pode-
rosa y de uu sentido intenso y aún de emocionan-
te plenitud trágica.
También sabe poetizar con ironía delicadísi
ma. Y no permanece ajeno a las bellezas tiernas
del idilio o del ensueño romántico. Paisajista,
epigramático, didáctico, piutor, bucólico, concep-
tuoso y siempre apóstol de Cristo, aparece el ver-
so del Padre Fabo a ratos lírico e inflamado en
llamas de pasión.
El Padre Fabo
65
Es, pues, perfecta la factura externa del verso
del padre Fabo...? En muchas ocasiones sí. Y en
muchas ocasiones no. No sé qué violencia se al-
canza a ver en la construcción de algunas estro-
fas o en el desenvolvimiento de algún pensamien-
to. Podría citar ejemplos de casos en que la forma
y el sentido interno no se hallan acopeados y en
sana armonía. Y me figuro que, al escribir algu-
nas de sus poesías, el Padre Fabo tuvo que hacer
agudos esfuerzos de imaginativa creación porque
el soplo inspiratorio no refrescaba sus sienes en
aquellos precisos instantes.
Que el Padre Fabo poseía capacidad creado-
ra y disposiciones de poeta es indiscutible. Y que
sabía soñar y elevarse en alas de un puro y subi-
do romanticismo, mejor diríamos misticismo, lo
afirmará cualquiera que con él hubiera convivido
o que ahora penetre en el fondo de su espíritu va-
ciado en sus obras.
Por lo demás acaso no sea fuera de propósito
el recordar ahora que el Padre Fabo andaba reñi-
do con las matemáticas y que no gustaba del tra-
bajo de combinar números y de jugar con las la
tas operaciones aritméticas. Por qué esto...? Tiene
ello relación con lo que se ha escrito respecto a
que la poesía y las matemáticas andan siempre de
morro y que nuuca se encuentran juntas en un
solo sujeto...?
Sobre los temas de su inspiración no hay que
añadir palabra. Canta a Dios, canta a la Virgen
Nuestra Señora, canta al sol, y a las estrellas y a
todo destello de belleza que resplandece en la obra
de la creación. Y anatematiza el vicio, y condena
el libertinaje, y procura hacer amable la virtud, y
64
El Padre Fabo
moraliza y desarrolla actividades de apóstol en
todos sus versos.
En un instante de arrobamiento le habla así
al corazón Sagrado de Jesús:
Oh rosa de pasión, con fé te adoro;
sol de bondad, tuyo soy;
rubí de amor, yo te imploro
que me des la salvación.
Queriendo elevar sus afectos más arriba del
firmamento y anhelando que todos los hombrea
sientan ansias de superación dice;
Más arriba las nubes y los astros;
más arriba los cielos de los cielos,
y más arriba DÍ03, y Dios en todo.
Con acentos de pasión se dirige a la Virgen
María y le expresa sus deseos;
Yo quisiera hacerte un ramo de poéticas canciones
y tener para ofrecerte mil rendidos corazones,
y morir en tu presencia, yo sieudo áng^l, tu
(mi amor,
yo el incienso, tú mi gloria, yo laurel, tú mi
(heroína,
yo la lámpara, tú el templo; cirio yo, tú luz divina;
cielo tú, yo mariposa; tú jardín, yo ruiseñor.
Oh divina Nazarena, formahumana de aquel beso,
que el Eterno dió a su Hijo con castísimo
(embelesol
Yo te amo, yo te adoro, yo soy todo para Tí.
En otra parte se pone a meditar y termina:
El Padre Fabo
Vivir para morir cristianamente,
sufrir para gozar,
servir para reinar,
morir para vivir eternamente.
En fin: El Padre Fabo quiso que sus versos
fueran mensajeros de la verdad y de la belleza. Su
empefio de apóstol en este punto se resumió así:
Poner el arte al servicio de la religión.
Emplear la poesía como recurso de apostolado.
Inserto a continuación algunos juieios que
merecieron las canciones del Padre Fabo:
Cejador y Franca llama al padre Fabo «poeta
excelente de variadas tonalidades, . Historia de la
Literatura, tomo XII. pág. 127.
Rodríguez Marín lo denomina «poeta inspira-
do y fecundo*.
Miguel Antonio Caro: «He leído, padre Fabo,
las poesías que Y. R. me remitió; las sentimentales
son las mejores. La que V. R. me dedica intitulada
«De Noche» es bellísima. Carta autógrafa al padre
Fabo.
«El Padre Fabo es poeta correcto e ius-pirado
que versifica con facilidad y galanura y que nabo
eücerrar en el molde de la rima castellana descrip-
ciones brillantes, sentimientos delicados e ideas
nobles». «La Ilustración Española y Americana»,
15 de octubre de 1914.
«Pertenece «Ruiseñores» a las modernísimas
antologías de amplia base, que arrancan, mas que
del parnasianismo francés, del romanticismo hon-
do y aplaudido de las escuelas inglesas... El padre
Fabo por tendencia de un temperamento, de una
66
Él Padre Fabo
sensibilidad, tocado del actual diletantismo, os-
tenta en todas las varias poesías de su libro múl-
tiples y fastuosos aspectos, resaltando en medio
de este su simpático sincretismo su fuerte perso-
nalidad puramente literaria. Sus sonetos «La
prensa» y « Progreso» son piezas escultóricas dig-
nas del cincel renaciente de Pollajuelo, camafeos
clásicos tallados eu cristal de roca delicioso de sa-
bor antiguo.
En resumen, este libro, uno de los más rico»
en efecto, sugestiones e imágenes de puro arte, lle-
va con su enorme circulación en América, un pres-
tigio más para el idioma, una gloria nueva para
la raza y para la sabia Orden de San Agustín*.
Federico Leal «El Universo» .—Madrid, diciembre
de 1914.
«No son todos los versos de «Ruiseñores» irre-
prochables por su forma; pero el 'talento de su au-
tor viste con tan espléndidas galas sus conceptos,
y son estos tan elevados que, aun aquellas com
posiciones meno9 pulidas, tienen e! encanto de la
sonoridad y de la delicadeza y profundidad de
bus pensamientos. Noche estival es una de las más
bellas poesías de este atrayente libro». Manuel
Valdemoro. — Unión Ibero Americana.— Madrid,
mayo de 1915.
«El Padre Fabo tiene facilidad relativa para
la rima e imaginación fresca y fértil; pero carece
de sensibilidad y de vigor meditabundo o los po-
see en grado muy remiso. Aunque describe regu-
larmente, y a veces con fuego, y mide casi siem-
pre con soltura, no hace sentir ni pensar, por la
sencilla razón de qne acaso siente y piensa poco
él. Eloy, cuando la poesía es o debe ser metafísica
El Padre Fabo
67
y sentimientos condensados! Bruno lbeas, O. S.
A. — España y América, octubre de 1914.
«Las poesías de «Ruiseñores» se leen eon pla-
cer. Las hay de un lirismo de pura ley, en que a lo
vivo de la inspiración se une lo delicado del afec-
to como la canción a Nuestra Señora y Adiós».
Daniel Restrepo S. J. «Razón y Fe».— Madrid, fe-
brero de 1915.
«Un hilo de sentimiento y delicadeza va unien-
do estas joyas de la rima con aparente desorden,
pero con amenísima variedad de asuntos y de
modos poéticos. En Tumaco nos sabe a leyenda
de la factura de Zorrilla, hace una descripción
onomatopéyica del mar soberbia; otra parecida
en imitación del sonido hay en Las Pampas de
Casanare. Lirismo y sentimiento son las notas de
este volumen. No se acaba, por lo visto, la deseen,
dencia de fray Luis de León y de Calderón de la
Barca».— «El Debate,, Madrid, octubre 30 de 1914.
Antonio Gómez Restrepo califica las décimas
a Casanare de «sonoras y rumbosas» y a la com-
posición «De Noche» la llama obra de «inspiración
y de factura modernas, vaga., musical, llena de su-
festiones y de ensueños». Prólogo a Idiomas y
¡tnografía, pág. 15 (1).
[1] Muchas de las poesías de «Ruiseñores» fueron
publicadas en revistas y periódicos. Algunas dedicadas
a personas particulares. En el libro no puso el autor de-
dicatoria alguna.
CAPITULO IX
£1 misionero- novelista
Hay católicos que anatematizan de la novela co-
mo de algo esencialmente pernicioso. La mejor no-
Tela, para muchos, es un libro malo. Porque, di-
cen, al menos hace perder el tiempo que es un gran
tesoro.
Yo diría con grandes eminencias teológicas y
morales que en esto, al igual que en el cine y que
en el teatro y que en el periódico, hay que distin-
guir el uso y el abuso. El teatro y el cine y el pe-
riódico y la novela pueden ser buenos o pueden
ser malos en conformidad con el uso, bueno o ma-
lo, que de ellos se haga. De suyo son elementos de
instrucción capaces de producir belleza y de dar
satisfacciones legítimas a la inteligencia y al cora-
zón.
Por qué, pues, condenarlos...?
Confederaos que, en ewto, lo que sucede es que
los católicos nos hemos descuidado. Hemos permi-
tido que los impíos nos robaran estas armas for-
midables de propoganda y de ataque con qu«»
cuenta el mundo moderno. Hemos dejado todo en
manos del enemigo. Y a fuerza de verjprostituídos,
a fuerza de contemplar al servicio de los genios del
El Padre Fabo
mal estos elementos ee ha llegado a detestar lo
que en sí no es detestable.
Qué hacer...? Sencillamente abandonar inútiles
lamentaciones, sacudirla perexa e ir a combatir
con resolución con las mismas armas con que se
nos combate. Ir al periodismo, ir al cine, al tea-
tro, ira la novela, para moralizarlos, para ele-
varlos, para ennoblecer su empleo, para santifi-
carlos, para utilizarlos como medios de difusión
evangélica.
He ahí lo que embargaba el pensamiento infla-
mado en amor de Dios y de las almas del moder-
nísimo San Juan Bosco.
He ahí también lo que movió al Padre Fabo a
coger mil veces su pluma ágil de periodista y a es-
cribir varias novelas de carácter apostólico, de ca-
rácter apostólico sí,porque, aunque revestidas con
todos los atavíos artísticos y aunque traten temas
profanos, no tienen otro fin que el de afear el vicio
y condenar el pecado y hacer atractiva la virtud y
engendrar ansias de pureza y de perfección.
Una hermosísima conferencia que en ocasión
solemne pronunció el Padre Fabo versó sobre la
moralidad de la novela/ Y con claridad y valor
defendió su tesis. Y sostuvo que eran dignos de
bendición y de ejemplo Fernán Caballero, Navarro
Villoslada, Manzoni, Clavarana, Wiseman, Pierre
I/Ermitey Sienkiewicz. Y cantó con ardor los va-
lores estéticos de la novela. Y añadió que, si San
Pablo viviera, se dedicaría a novelista con este le-
ma: Restaurar la novela en Cristo.
Invadamos el campo de esta forma literaria
para arrebatar a los contrarios el monopolio. No
nos aislemos en fanales de cristal.
70
El Padre Fabo
No es cierto que el primer novelista fue Jesús,
maestro Divino, autor de las parábolas evangéli-
cas llenas de encanto y seducción...? Y no es cierto
que El ha dicho; ejemplo os he dado para que vo-
sotros hagáis como Yo he hecho...?
Traspasado de celo escribe el Padre Fabo: «A
mis labores de maestro de escuela y de misionero,
recién ordenado de sacerdote como estaba, pro-
yecté unir la de escritor de novelas, a modo de
prolongación del apostolado; como si dijera, la
enseñanza de verdades morales en un pulpito re-
vestido de flores y de armonías literarias. Es que
veía que en el territorio había un grupo de «ilus-
trados» que no acudían al templo y al mismo
tiempo entretenían sus ocios con libros de frivoli-
dad perniciosa, y debido a esto principié a enten-
der en toda su realidad el alcance de propaganda
mala que las lecturas producen».
Y escribió novelas el Padre Fabo. Y lo hizo
con mucha maestría y con gran donaire. Y logró
aplausos. Y conquistó bienes espirituales. Y sintió
la satisfacción del deber cumplido y del apostola-
do literario realizado.
Cuatro novelas publico en su vida. Y vamos a
dar brevísima idea de cada una de ellas.
—«El Doctor Navascués».— Novela de costum-
bres americanas. Así reza el subtítulo. La primera
edición se publicó en Bogotá, año de 1904, con
un prólogo muy oportuno del R. P. Regino Macu-
let. La impresión que produjo su aparición en el
mundo de las letras fue algo pocas veces visto en
esta tierra de los castizos decires que es Colombia.
Casi todos los periódicos y muchas revistas se
El Padre Fabo
71
apresuraron a saludarla alborozados. Y la apoda-
ron «novela nacional».
Después esta novela fue laurada por «Biblio-
teca Patria» con el premio Eusebio Giraldo Cres-
po.
El tema de «El Doctor Novascuéa» resulta su-
gestivo y aleccionador en extremo. Se trata de un
aventurero con ínfulas de ilustrado que entró al
territorio de la misión. Y fué sembrando escánda-
los. Y recibió su paga merecida. Y entre los pací-
ficos habitantes recogió desprecios. Y todos vie-
ron que las villanías y los vicios no sirven sino
para corromper los cuerpos y degradar los espíri.
tus.
El Padre Fabo fue apóstol con la hechura de
esta novela.
— «Corazón de Oro». Es la segunda novela pro-
ducida por su ingenio y por su celo misionero.
También habla allí de costumbres casanareñas. Y
pinta historias y escenas repletas de colorido. Y
saca a relucir las miserias que se encierran ocultas
debajo de las apariencias seductoras del pecado.
Y consigue excitar en el ánimo del lector anhelos
de superación. Y predica desde ese púlpito las
grandezas de la religión católica que prodiga con
suelo al doliente y produce heroísmos de caridad
y de sacrificio y que es inmortal como su Funda-
dor. (1).
—«Amores y Letras». Ésta novela está dedicada
por su autor a don José Ignacio S. de Urbina, fun-
(1) Esta Dovela "Corazón de Oro" fue publicada
primero en varios números déla revista "España y
América", en Madrid.
72
El Padre Fabo
dador de «Biblioteca Patria», porque su ideal es
restaurar la novela en Cristo. «Amores y Letras»
lúe laureada por Biblioteca Patria. Obtuvo el pre-
mio Conde de Jáieres instituido para el fomento de
las buenas lecturas por el dicho Conde.
Esta uovela viene a ser, por el contenido, her-
mana de Pequeñeces, la inimitable producción del
P. Luis Coloma. El Padre Fabo tambiéu poseyó
olfato social, también tuvo roce e influencia entre
la alta aristocracia española, y también se atre-
vió a pintar con paleta de colores originalísimos
ius costumbres, vicios y virtudes. Hay en este li-
bro complicaciones de situación muy ingeniosa-
mente realizadas; y hay asimismo cuadros de rea-
lismo muy nano y paisajes de un hondo dramatis-
mo que contrastan con otros de una hilaridad
muy ingenua y regocijante.
Que el Padre Fabo estaba dotado por el Crea-
dor de un talento imaginativo enorme se conven-
cerá al momento quien repase los capítulos de es-
ta novela, de intenciones educadoras muy claras
y de puntos repletos de luz, de armonía y de su-
gp^tión. Era yo estudiante eo Sos del Rey Católi-
co y un día que entré a la celda del Padre Fabo,
éste cogió su estilógrafo y escribió en la portada
de un ejemplar de «Amores y Letras» esta dedica-
toria: «Al corista Fr. Eugenio Ayape para que. sin
eer novelero, sea novelista».
Aprenderé yo esta lección... Y la practicaré..,?
—«San Agustín, de Joven». La última novela del
Padro Fabo dedicóla a San Agustín. A su Padre
Fundador a quien tanto quería y a quien tanto
• o imitar. La conversión del hijo de Santa Mó-
dica expuesto en forma de novela. Tal es el argu-
El Padre Fabo
73
mentó de este libro. La figura del mancebo áfrica-
no, sediento de felicidad, ávido de gloria, de carác-
ter apasionado y noble, de exquisitas maneras y
de elevadas aspiraciones, aparece aquí en rasgos
literarios que rebosan armonía y belleza. El Padre
Fabo vindica a San Agustín a quien muchos escri-
tores han retratado corno un monstruo de impie-
dad y de bajeza moral. Y lo presenta tal como fue.
Un pobre explorador de la Verdad que equivocó
los caminos que a Ella conducen. Un joven, aplau-
dido y triunfante, que puso por unos momentos el
objeto de su dicha donde esta no se encontraba.
En esta libro muestra su autor mucha expe-
riencia en el conocimiento de la vida interior. Hay
allí atisbos sicológicos de una amplitud y de una
hondura que pasman.
Y por dondequiera asoman los fines educado-
res que mueven su pluma.
Digamos, pues, que el Padre Fabo no sólo fue
misionero cuando rorría por las llanuras áridas y
solitarias de Casanare en busca de infieles. Lo fue
también, y de una juanera muy eficaz y meritoria,
empleando los ratos dp deseauso en predicar des-
de la cátedra del libro. Saludemos y admiremos al
misionero- novelista.
Cuando apareció la novela «El Dr. Navascués»
la prensa habló en muy distintas formas. Algunos
vieron allí acerbas críticas con miras personales y
se ensañaron en el nombre jdel padre Fabo. Los
más, sin embargo, saludaron el primer libro del
religioso recoleto con alborozo y loas. A continua-
ción verá el lector algunos párrafos;
«El protagonista doctor Navascués es
uno de esos que van de la ceca a la meca pro-
74
El Padre Fabo
bando fortuna por hallarla y huir de la justi-
cia, refúgiase en Casanare donde pone cátedra de
inmoralidad; él, va 'recomendado, por su audacia
y galantería, tiene por teatro un pueblo rüstico
e ignorante; logra gallear, empieza a segar con la
hoz de la impudicia las flore9 más lindas y en su
desmedido goce de voluptuosidad pretende asal-
tar el jardín de María cuyo jardinero Pedro y
guardián dou Eduardo le salen al encuentro y lo
detienen. El «guate» arma un tinglado de celos,
intrigas femeninas, lances amorosos con una u
otra señorita de la población, a fiu de dar sobre
seguro el asalto; pero los dueños de la hermosísi-
ma y angelical María le desbaratan el armazón y
le hacen caer ridiculamente por el suelo.
Irritado entonces El doctor Navascués apela
a la venganza, inocula carate a la prometida de
Pedro, y por ir esta a su casa de campo a casar-
se, cae en poder de una tribu salvaje que se la lle-
va a las rancherías donde desempeña el oficio de
mujer del capitán.
El enamorado joven Pedro resuelve salvarla
internándose en las selvas disfrazado de indio nó-
made. La población, mientras tanto, no podiendo
aguantar más al malévolo Doctor, prepara uu es-
carmiento encabezado por el sexo femenino, medi
da ingeniosa y formidable que hace desocupar al
«guate» el teatro. En el ínterin Pedro recorre sel
vas y más selvas, halla a María y la saca a tierra
civilizada.
Este es el argumento de la novela. Literaria-
mente hablando, la pieza es buena en su conjunto;
tiene escenas patéticas que hacen llorar, otras
El Padre Fabo
75
producen la hilaridad más franca, pero en todas
domina el espíritu hondamente moralizador. No le
falta pureza de dicción, aunque algunos giros sa-
len confusos por el excesivo hipérbaton. Temo que
muchos serán los que miren con desprecio esta
obra». A. R. P.
En verdad hizo sufrir bastante en Colombia al
Padre Fabo la aparición de esta novelita. Y, no
obstante, a ella debió gran fama.
Al abrir «Corazón de Oro» se ve la inventiva ge-
nial del autor que hace que los capítulos se deslicen
por los ojos del lector rápidamente con gusto has-
ta leerla de un tirón, pues el interés crece gradual-
mente y las peripecias múltiples de Juan Andrés
mantienen despierta la curiosidad, a más de que
el paisaje de la escena es encantador». Diario de
León, Junio 4 de 1915.
«Corazón de Oro» es sencillamente admirable.
El autor, que conoce bien la tierra americana,
donde se desarrolla la acción de la novela y aún
mejor el corazón humano, desarrolla un interesan-
tísimo argumento ni que dan relieve un estilo bri-
llante al par que sencillo y -una riqueza y verdad
en las descripciones que darían por sí solas renom-
bre a un escritor». El Correo Gallego. Mavo 18 de
1915. Ferrol.
«Amores y Letras, alcanzó un éxito lijsonjero
en el mundo literario. La Real Academia Españo-
la se digtó leer en sesión un capítulo de este libro.
Antonio Maura expresó su complacencia. Ricardo
León tuvo alabanzas muy fervientes El Conde de
Torres Altas decía en carta al padre Fabo: «Con
ceptuaron los académicos la lectura de gran fuer-
za descriptiva, trágica, de emocionante episodio,
76
El Padre Fabo
llena de bellezas de estilo. Se confirma que S. R.
heredó muchas cosas del padre Colonia. No dude
S. R. del triunfo. Varias revistas se han ocupado
de su novela. La edición se está consumiendo a-
prisa.
En «El Diario».— Manuales, 1922, en tres arrí-
cu'os atacó Juan de Locar la forma literaria de
«Amores y Letras». Y en <La Patria,, N? 299, re-
plicó con brillo un tal firmado El del Sombrerito.
A propósito de Corazón de Oro, copio aquí
una carta autógrafa que poseo, dirigida al padre
Fabo por el eminente filológo y prosista Marco
Fidel Suárez. Tal vez sirva para completar el epis
tolario del eximio hombre público de Colombia.
«Bogotá, primero de abril 1911.
R. P. Fray Pedro Fabo.
Reverendo Padre y Señor:
En el asunto del prólogo de «Corazón de
Oro», yo saldría tan ganancioso como el indio
que sube a la carroza del magnate; pero no sería
gananciosa la novela, antes perdería mucho a
causa de una verruga adventicia que destruiría
sus muchísimas y grandes bellezas.
Para hacer un prólogo adecuado a esta clase
de obras es preciso entender de crítica, de estética
y demás artes científicas o ciencias artísticas, que
son la quiuta esencia más refinada de la literatu-
ra. Yo, qué poseo? Asidua lectura de pergaminos
y nada más; algo apenas de aquel caudal de ver-
dades rancias espigadas en esas lecturas con las
El Padre Fabo
77
cuales salgo del paso una que otra vez, como sa-
lían los prologuistas de antaño, sarpullendo de
citas vetustas y acotaciones eruditas sus amane-
rados prefacios'
Yo soy, en suma, barnizador de brocha gor-
da, pero nada se me alcanza de escultura, talla
ni geometría ni dibujo. Quod habeo tibi dabo, es
decir, una vez que salga la novela, elevaré un
canto de grillo en loor de su leuguaje gracioso
y opulento. Las descripciones admirables, los diá-
logos animados, los caracteres bien descritos y de-
finidos, eso es para un Gómez Restrepo, para un
Marroquín, para un Casas, para uno de tantos
verdaderos artistas y alumnos sobresalientes de
la bella literatura y de la literatura bella.
Ya que hablamos del preclaro Marroquín he
de'decirle a V. R. cómo me achacan un Análisis de
Pax, muy prolijo, desleído y acerbo que salió des-
pués de la gran novela. Algo hay de cierto en ese
supuesto génesis; pero francamente le digo que
aquella vez se movió la péñola al influjo de cierta
irritación que produjo en algunos el exponer que
Pñx tenía intenciones bellacas; ahora que estoy
persuadido de lo contrario veo que las críticas
esas no alcanzan a ser un , cinco por ciento de ano-
taciones justas.
Saluda a V. R.
Su amigo respetuoso y servidor obediente
Q. S. M. B.
MARCO FIDEL SÜAREZ
78
El Padre Fabo
«San Agustín de joven. Qué e8 este libro? Una
novela a lo Quo Vadis? No. Y sin embargo presen,
ta capítulos de magnificencia superior y de coló-
rido más exquisito todavía. Un libro alo Fabio-
la? Tampoco, porque resulta menos piadoso y
sencillo en su estructura interna, pero más real y a
la vez más psicológico y con escenas muy tiernas
y emocionantes. Es acaso un libro a lo Fray
Francisco, de Coloma? He aquí su mejor clasifica-
ción de escuela. Una magistral biografía dialoga-
da.
El joven Agustín, el gran equivocado, pero
noblemente, dentro de la vida afro romana, llena
de ignorancias y concupiscencias, estudiando to-
dos los problemas ético filosóficos de la época y
analizando sus costumbres brillantísimas y com-
plejas, fue retratado por sí mismo, es decir, por el
Obispo San Agustín en sus Confesiones, y resultó
un gran retrato del joven del talento y del amor...
Y qué ha hecho, pues, ahora con las Confesio-
nes el Padre Fabo? Colocar esa autobiografía
agustiniana, sin desfigurarla en lo más mínimo,
en un ambiente clásico, costumbrista, a la moder-
na, aclarar situaciones difíciles, introducir diálo-
gos y descripciones, y, en fin, darnos el carácter
verdaderamente simpárico, noble y honrado de
aquel joven que estaba ante la historia tan desfi-
gurado por la leyenda mgra de ciertos exégetas».
Boletín Oficial del Obispado de Menorca, núme-
ro 742.
«Bien dibujadas en «San Agustín de Joven»
del Padre Fabo, Santa Mónica, Sila; atrayente,
como en las páginas del Santo, Alipio. Mayor ra-
pidez en el dialogo, algún corte en las descripcio-
El Padre Fabo
79
nes, más ajustada propiedad en el modo de ha-
blar los personajes, y ganaría el libro en vida y
fuerza. Tal como está, se lee con gusto y con pro-
vecho aun para aprender muchas eosas de histo-
ria artística y científica de aquella época». Estu-
dios Eclesiásticos. C. Bayle, S. J.
CAPITULO X
Músico y naturalista
Con otro género de belleza adornó su espirita
también nuestro Padre Fabo. Siendo niño apren-
dió ya en su pueblo el método de solfeo del maes-
tro Eslava. Desde entonces fue un filarmónico
apasionado. Hijo legítimo del Gran San Agustín
que se enardecía y lloraba lágrimas de emoción al
oír los suaves cánticos que entonaban ¡os primi-
tivos fieles de la Iglesia Católica.
Y a fe que tal arte había de aprovecharle al
misionero en su vida.
No era que gozara de muy hermosa voz nues-
tro fraile, a propósito para dar conciertos y con-
quistarse aplausos. No. Ni ruiseñor, ni mirlo, fue el
Padre Fabo. Pero con el solfeo que conocía y con
el don natural de su garganta pudo ayudar en
muchas ocasiones a reforzar la masa coral y ser-
vir de buen elemento en los cantos orfeónicos que
se usan en todas los colegios agustinianos.
Yo recuerdo un detalle que viene al caso y que
voy a referir ahora. Estaba el Padre Fabo cerca
El Padre Fabo
81
de los sesenta años. Cierto día en que obsequia-
mos a nuestro religioso los jóvenes estudiantes
con algunas piezas de nuestro repertorio musical
nos prometió el Padre que nos proporcionaría
una nueva composición sencilla y corta, pero muy
agradable y sentimental. Y nos relató al caso no
se qué incidente relacionado con su infancia. Se
trataba de una habanera muy popular con cierta
letra profana. El Padre Fabo dedicóse a recons-
truír la melodía, ya medio olvidada, con su me-
moria. Tarareando, tarareando, alcanzó a recor-
darla y él mismo la trasladó al papel con la ano-
tación debida. En sustitución de la letra original
hizo unos versos muy oportunos que hablan de la
despedida del misionero y cuya primera estrofa re-
za así:
Soy misionero que sólo ansia
conquistar almas para el Señor
y es mi destino ir dondequiera
llevando a todos la salvación.
Tres instrumentos músicos distintos supo to-
car nuestro religioso. Aunque yo no voy a afirmar
que los dominara con maestría. (1)
Entróle afición a la flauta desde su niñez. El
cuenta cómo en cierta tarde primaveral, andando
or los alrededores del convento de Marcilla, llegó
asta sus oídos una sonata dulcísima tan arro-
badora y embelesante que le hizo formular este
propósito; Yo he de ser flautista. Y en efecto; ape-
nas acabó su noviciado religioso dedicóse a estu-
diar tal instrumento. Y al poco tiempo pudo figu-
(1) No pasó de ser un aficionado a la música el P.
Fabo. Eutléudase así lo que decimos en este parágrafo.
89
El Padre Fabo
rar como flautista primero en la capilla del mo-
nasterio.
Luego le sirvió de mucho provecho la flauta
en las misiones. Cuántos ratos de soledad ameni-
zó a su sonido...! En cuántos viajes larguísimoa
no tuvo más compañía que su suavísimo instru-
mento...! Y cómo con él añoraba la Patria ausente
y amada y a sus padres buenísimos y lejanísi-
mos...!
Subiendo por el río Magdalena internóse el
Padre Fabo en un poblado mísero donde había
una destartalada capilla. Sintió pena al ver la casa
del Señor casi en ruinas y completamente sola. Y
se le ocurrió sacar su flauta y retirarse a un bos-
que lleno de palmeras y allí ejecutar algunas me-
lodías. Entre otras ejecutó la conocidísima que
lleva este título: La oranión de un monje. No ha-
bían pasado varios minutos y alrededor del
monje flautista se congregaba un grupo de gentes
curiosas. Recreó los oídos de la multitud nuestro
misionero y para finalizar la función invitó a loa
presentes a rezar el rosario en la iglesia cercana.
Con lo cual resultó aquella una tarde de mi-
sión bien aprovechada.
—Aprendió también el Pedro Fabo a manejar
con cierta gracia la guitarra. Hallándose de resi-
dencia en el famosa convento del Desierto de la
Candelaria, sito en el Departamento de Boyacá
(Colombia), cayó enfermo de los ojos. No resistía
la fuerza de la luz. Se veía obligado a vivir en la
obscuridad. Y claro está, no podía leer, ni rezar el
breviario. Y para distraer sus ocios obligados el
mismísimo Padre Superior le propuso que apren-
diese el manejo de este instrumento de cuerda, tan
El Padre Fabo
83
español y tan bello. Y el Padre Fabo, vestidos sus
ojos cod vendajes y con antiparras de color o en-
vuelto en la penumbra, empleó muchos ratos en es-
tudiar el arte de tañer la guitarra. Y logró algo. Y
fue capaz de tocar varias piezas bastante bien y
de acompañar al canto. Y así distribuía el tiempo
con variedad de entretenimientos. Meditaba, dor-
mía, dirigía jaculatorias al cielo, hacía sonar la
flauta, y cantaba al compás de su guitarra.
Dicen que los ciegos tienen más abierta la vis-
ta interior.
Varios meses vivió el Padre Fabo con esta en-
fermedad que le impedía en absoluto toda lectura.
Cuando se hallaba convaleciente salió en una
ocasión al balcón y se puso a cantar a media voz
aquello del romántico Núñez de Arce:
Al duro peso del dolor me inclino
póstranme fatigosos desengaños.
— Y de repente se le apareció el Superior y le
dijo:
— Mire quién está a sus espaldas.
—No veo a nadie, respondió el Padre Fabo.
— Vuelva a mirar y fíjese bien.
—Si no hay nadie!
^Pues yo veo, dijo sentenciosamente el Supe-
rior, al ángel de su guarda.
Con esto entendió el Padre Fabo que debía
colgar su guitarra que le sirvió de entretenimiento
durante su enfermedad. Y la colgó para no descol-
garla hasta cierto día en que, dando una misión
rural, hubo de enseñar a afinar las cuerdas a los
músicos de aquella fiesta.
Vivía en fcasanare nuestro religioso. Y en el
templo del pueblo que le tocó en suerte no había
armonium. Y la concurrencia a las funciones era
84
El Padre Fabo
casi nula. Estableció el catecismo con el fin de ga-
narse a los niños. El tnisrao dirigía la escuelita. Y
predicó sin cesar la conveniencia de acercarse a re-
cibir frecuentemente los santos Sacramentos.
No alcanzaron gran resultado sus sermones.
Llegó a oídos del Padre Fabo i a noticia de
que en una de las casas del vecindario había un
piano viejo y medio deshecho que enantes trajera
al puí blo un vecino pudiente con el objeto de que
sus hijos aprendiesen a teclear. Una idea se le ocu-
rrió en spguida a nuestro misionero. Tal vez con
la ayuda de la música lograra atraer a la gente
y aficionarla a la piedad. Y se fue en busca del ins
trumento que arrinconado e inservible por comple-
to, dormía el sueño de la muerte en el cuarto de
los cachivaches.
Y quién lo creería ..? El Fadre Fabo encargó
cuerdas a Bogotá. Remendó y compuso aquel
piano como su ingenio y su celo le ayudaron. Y
aprendió a teclear. Y sin tardar amenizaba las
funciones litúrgicas con cantos y acompañamien-
to. Y organizó el misionero un coro de niños que
allá fue una novedad jamás soñada. Y principió
la gente a moverse en torno del culto. Y muchos
que comenzaban a ir a la iglesia por curiosidad
acababan por volverse devotos.
He ahía dónde puede alcanzarel celode un apóstol.
He ahí los recursos de un misionero músico.
— Quiero tambiéu advertir que el Padre Fabo
fue discípulo aprovechado en Historia Natural.
Eu «Liberaladas» de la revolución dejó muchos
apuntes sobre botánica y zoología en la región
oriental de Colombia. Durante sus excursiones
por Casanare fue incansable eu la colección de da-
tos acerca de la flora de aquella región.
El Padre Fabo
85
He visto con mis ojos la riqueza de sus anota-
ciones manuscritas comprendidas en un cartapa-
cio que lleva este título; «Para la Historia Natu-
ral de Casanare». A buen seguro que su ingenio
hubiera formado un interesante libro con este ina-
gotable tema.
Púsose el padro Fabo a ventilar no se qué
disquisiciones anatómicas y organográficas sobre
la «otoba», y el General Cuervo Márquez, distinguí-
do naturalista colombiano, reconoció \n ciencia
de nuestro fraile en este punto. Cuando Cuervo
publicó su Tratado Elemental de Botánica hízole
su elogio el Padre Fabo con mucha mesura y
competencia. En esas líneas escribió; «Tengo mis
pujos de afición a estas materias y los ejercité es-
tudiando la flora y la fauna de Casanare, bien que
con resultado dudoso*.
En el convento del Desierto de la Candelaria,
por los años de 1917 y 1918, cundió el fervor na-
turalista entre los coristas estudiantes. A la cabe-
za figuraba el malogrado fray Pedro Archanco,
joven prometedor, muerto en la flor de la edad y
de los entusiasmos. Llegaron a formar estos reli-
giosos recoletos una como sociedad de especiaba
tas «imitación de la Expedición Botánica de Mu-
tis». Sus pretensiones tendían nada menos que a
escribir en varios tomos «La Gran Flora Colom-
biana» .
El grandioso proyecto fracasó con la tempra-
na desaparición del Fray Pedro Archanco.
Pues bien; el alma de aquellos juveniles empu-
jes era el Padre Fabo. En Boletín de la provincia
de San Nicolás de Tolentino, enero de 1919, hay
una carta en que se habla de estas casas al deta-
86
El Padre Fabo
lie.
Nuestro fraile dió a luz un opúsculo titulado
«Manual», práctico y nuevo, de Horticultura. Por
cierto que la prensa alabó las cualidades de clari-
dad, método y espíritu de observación que en sus
páginas resplandecen. Salpicado se encuentra este
librito curioso de avisos prácticos, sencillos y or-
denados; de noticias muy bellas sobre fenómenos
de la naturaleza; y de refranes y dichos que reve-
lan la sabiduría popular en cuestiones de meteoro-
logía y astronomía.
En lo tocante al cultivo de plantas se sirvió el
Padre Fabo, para la composición de este folleto,
de las observaciones que le brindaron los hortela.
nos agustinos recoletos Canuto Qambarte y San-
tuargo Huarte, Hermanos de Obediencia.
En muchos de los libros del Padre Fabo aso-
ma su afición a las ciencias naturales.
CAPITULO XI
Episodios
«Episodios de un Misionero» es el título suges-
tivo de un librito que la Editorial «El Siglo de
las misiones», en Burgos, España, publicó en 1930.
Su autor no es otro que nuestro Padre Fabo.
Como el título resulta llamatiro^y encantador
así su lectura produce en el ánimo deliciosas im-
presiones. Esta de verdad entra en el número de
aquellas narraciones que no pueden dejarse de la
mano una vez que se abre su primera página. Qué
claridad en la expresión, qué belleza de estilo,
qué gracia y que perfección gráfica tan sor-
prendentes en las descripciones, qué revelaciones
tan oportunas y buenas acerca de la vida íntima
del misionero, héroe y mártir, que consume sus
energías allá en las soledades más espantosas,
buscando almas para agregarlas al rebaño de Je-
sucristo, entre peligros sin cuento, entre incomodi-
dades terribles, entre selvas y entre fieras, lejos de
su hogar, de su patria ..!
Episodios de un Misionero que por su factura
88
El Padre Fabo
externa pertenece al género hoy muy en boga de
la literatura ligera ee en el fondo una rica fuente de
enseñanzas provechosísimas. Da idea de lo que va-
le la salvación de un alma, realza la labor civili-
zadora y evangelizadora de los abnegados solda-
dos de la Cruz, e inspira sentimientos muy puros
de caridad y d» celo por la conversión de los po-
bres que no han tenido la fortuna inapreciable de
nacer en el seno de nuestra santa madre la Iglesia,
depositaría de la Verdad. Demás de esto repasan-
do las páginas que nos regaló el Padre Fabo se
ven las dulzuras que Dios pone en los sufrimien-
tos por El soportados, y se aprende a trabajar
con la mirada colocada únicamente en el cielo,
mansión serena de las eternas recompensas y de
los inefables deleites.
Lector, te invito a que te apresures a tomar
en tus manos Episodios de un Misionero. Pasarás
unos ratos muy entretenidos y sentirás emociones
muy tiernas e intensas. (1)
El libro en cuestión posee proporciones peque-
ñas, pero tiene pretensiones nobilísimas y serias.
El autor lo despide con estas palabras: «Anda,
pues, librito mío por esos mundos de Dios a fo-
mentar el espíritu délos operarios evangélicos,
anda a recordar a todos la obligación que les ur-
ge de apoyar la propagación de la Fe con la gene-
rosidad de sus donativos y oraciones; anda a ser-
vir de documento a los misionólogos modernos.
[1] Cuando apareció este llbrlto publiqué yo en «Re-
vista de Mleiones>, Bogotá, un juicio crítico, y hubo mu-
chas nereonas que se sintieron con deseo vivo de repasar
El Padre Fabo
89
Haz, librito mío, que miremos desde las selvas
hacia la cúpula del Vaticano; y desde la cúpula
del Vaticano hasta el cielo,- y desde el cielo hasta
el Corazón de Cristo, Rey de las misiones».
Voy ahora yo a entresacar algunos episodios
de este librito y a relatarlos, resumidos, a mi ma-
nera. Servirán de complemento y de amenidad a es-
ta semblanza que vamos haciendo del Padre Fabo.
—Navegando de Barranquilla hacia el interior
déla república de Colombia y subiendo en un va-
por fluvial aguas arriba por el caudoloso río Mag-
dalena llegaron los misioneros a un pueblecito
compuesto de varias casas de paja. Tenían sólo
dos horas de tiempo. La navegación no esperaba
más. Brincaron los religiosos a tierra, dirigiéronse
a la iglesia destartalada y pobrísima; hicieron ta-
ñer las campanas rajadas y mohosas.
Al poco rato hallábase reunida una regular
cantidad de gente.
Dióse principio al rezo del santo Rosario y los
Heles iban en aumento.
El Padre Fabo tenía entre sus compañeros el
encargo de hacer la plática. Eran todos muy jó.
venes. Ninguno había aún predicado. Ni tampoco
nuestro fraile. Por esta razón estaba algo turba-
do. Escogió para tema de e*u catcquesis la explica-
ción del Padre Nuestro.
El discurso corría bueno y apostólico. Pero
sucedió que al tocar el punto de la caridad mutua
y del perdón de las injurias, usando un lenguaje
familiar, vino a decir que no se volviesen las es-
paldas los unos a los otros. Qué dijo el 'predica
dor»...? En el momento uuos cuantos indios que
allí había echáronse a correr como perseguidos
90
El Padre Fabo
por el diablo. Un movimiento de alarma cundió
por todos los circunstantes como si sucediera al-
gún peligro o en la calle pasara alguna cosa insó-
lita.
El catequista quedóse pasmado de frío y sin
saber qué pensar.
Por qué habían huido. . .? Porque les causó
sorpresa el oír que no se volviesen las espaldas los
unos a los otros, ellos que no llevaban chaqueta
ni camisa. . .
Esta fue la primera aparición en público de
nuestro religioso en calidad de misionero.
— El Padre Fabo recordaba con cariño y has-
ta con nostalgia las temporadas que vivió con los
salvajes. Ah! solía exclamar! Ah, mis sálivas, y mis
guahivos...! Cuando todavía estaba recién ordena-
do de sacerdote le tocó vivir con el Padre Manuel
Fernández en Arauca. 3e empeñaron los dos misio
ñeros en reducir a los hijos de la selva y en obli-
garlos a vivir en poblado. Y un día en que por
hacer negocio se presentaron en el pueblo los sal
vajes, desnudos por entero, aprovecharon los pa-
dres la ocasión para proponerles su pensamiento.
Regaláronles vestidos y alimento. Y era de ver a
los salvajes comiendo la sal a puñadas, fumar
mascando el tabaco, y colocarse la ropa de cual-
quier manera sobre sus tostados cuerpos. En
cuanto a someterse a habitar en un poblado sólo
se convino por entonces en eitarse para una reu-
nión en cierto lugar escondido. Se reunirían los
misioneros y los salvajes a la orilla de un río en la
noche de un plenilunio.
Tuvieron los frailes que andar ocho días a ca-
bailo para internarse en el corazón de las selvas.
El Padre Fabo
91
Durmieron a la pampa. Contemplaron muy de cer-
ca a varios tigres.
Por fin llegaron al punto de cita. T los salva-
jes, cumplidísimos, acudieron en la forma conveni-
da. La entrevista fue muy cordial. Y se fijó el sitio
en que se levantaría el caserío proyectado.
Pero por desgracia aquello no cuajó en reali-
dad. Misterios de Dios. . .!
—Hay que hacer memoria de una borrachera que
dió una vez en el suelo con nuestro Padre Fabo.
Iba a una administración en un mulo. Y avanza-
ba por sabanas y sabanas inmensas y secas, are-
nosas y carbonizadas por el fuego del trópico. Lo
acompañaba un guía conocedor de aquellos para-
jes. Por acordarse del enfermo nuestro misionero
no se acordó de sí mismo. Y no llevó provisión ni
comestible ninguno. Y claro está su estómago le
exigió lo debido.
—Qué hacemos, dijo el Padre a su compañero?
—Caminemos unas tres horas y encontrare
mos una casa.
Aguantaron un poco más. Llegaron a la ca-
sa. Y esta se hallaba cerrada.
—Cómo acallamos los gritos de este pedigüe-
ño que se llama estómago, volvió a preguntar
nuestro religioso. . .?
— Yo tengo aquí un excelente remedio contra
el hambre, la sed y la sofocación, respondió el
guía. Le gustará a Vuestra Reverencia el chimó
llanero?
Sacó el buen señor una cajita de cuerno y dió
al Padre Fabo un poco de su contenido, el cual to-
mó, a estilo de Noé. Y al poco rato se sintió com-
pletamente trastornado.
92
El Padre Fabo
—Y durmió a la sombra de unos árboles.
Había ido el Padre Fabo a confesar a una mo-
ribunda y, después de cumplir con su sagrado mi-
nisterio, sentóse a charlar con la pobre viejecita
que vivía casi sola en un rancho de mala muerte.
Fume, mi Padre, le dijo la enferma. Allí, en ese rin-
cón, en el aparador sobre la cestilla que se ve hay-
unos cigarros que yo misma hice para mi Padre-
cito.
Muy agradecido el misionero aceptó la oferta.
Alargó el brazo para sacar los cigarros de la ces-
ta y, oh sorpresa! en vez del paquete de cigarri-
llos sacó una culebra que se le enrroscó en la
mano.
—En un rancho desvencijado le tocó pasar una
noche en una de tantas correrías apostólicas. Al
acostarse, y ya con la luz apagada, se puso a re-
zar nuestro Padre Fabo las oraciones que debe re-
zar todo buen cristiano. Ya finalizada esta obliga-
ción para con Dios, en señal de humildad, besó
con sencillez el suelo. El suelo he dicho. . .? Algo
blando palparon sus labios. Pero no sospechó lo
que había sido. A la mañana siguiente, al primer
chorro de luz, observó que al pin de su cama ha-
bía una culebra con la cabeza despedazada. Oh be-
so escalofriante y macabro, exclama el Padre Fa-
boj Había besado el cuer¡ o de aquel ofidio... Y
gracias a que con un pie, sin darse cuenta, la ha-
bía dado muerte.
— De vuelta de una administración, distante el
punto del enfermo dos días a caballo, tuvo que
atravesar nuestro misionero un torrentoso río.
Era ya la hora del crepúsculo vespertino. Nos
aventuramos a pasar la corriente...? Preguntó el
El Padre Fabo
93
Padre a su baqueano. Qué remedio, mi Padre!
Hay que atravesarlo, porque en este lado no hay
lugar cubierto donde nos podamos quedar.
Sea en nombre de Dios, exclamó el religioso.
Y caballos al agua, con caballeros encima. Y
triunfaron de las iras del caudaloso río. . .? Sí; pe-
ro el pobre Padre se vio anegado y próximo a
naufragar. Y ya en la orilla se encontró hecho una
sopa, con las riendas del caballo deshechas, el ji-
nete sin sombrero, el recado de la Extrema unción
y los menesteres de la administración del bautis-
mo arrastrados por las aguas.
Dió gracias al Señor y al ángel de su guarda.
Y descansó en una choza que junto había. . .
—Suelen residir los misioneros de dos en dos
en el centro de la misión. Y de cuando en cuando
sale uno de ellos a recorrer el territorio misional
que de ordinario es muy extenso. La mies es mu-
cha y los operarios son pocos. La misión enco-
mendada al Padre Fabo y a un su compañero
abarcaba un área mayor que la que ocupa Gre-
cia. Sucedió, pues, que el compañero del Padre Fa-
bo se ausentó con el fin de pasar algunos meses en
correría. Le tocaría celebrar en el campo la Sema-
na Santa.
El martes Santo se presenta un hombre al Pa-
dre Fabo con la noticia de que su compañero ha-
liábase postrado en grave peligro de muerte a
causa de unas fuertes fiebres palúdicas. Qué ha.
cer...? Dejaría de celebrar la Semana Santa en el
pueblo por ir a auxiliar a pu hermano...? Espera,
ría hasta el Domingo de Resurrección. . .í Pero, y
si moría abandonado en la soledad su querido
compañero...?
94
El Padre Fabo
Esa mintna noche a las doce se levantó, cele-
bró la santa misa, consumió las sagradas For.
mas, y partió a todo escape al lugar donde sufría
el compañero enfermo. Catorce leguas anduvo
aquel día a todo galope por senderos asperísimos.
Ya entrada la noche abrazó a su hermano tendido
en el lecho de la dolencia.
Y sucedió que nuestro Padre, a efeeto del can-
sancio de la jornada, cayó también víctima de la
fiebre. Qué cuadro...! Los dos misioneros en una
misma habitación, allá en el puro y salvaje desier-
to, abatidos por idéntica y terrible enfermedad.
Y eran los días de Semana Santa....
No pudieron celebrar el Santo Sacrificio. Y pa-
saron varios días padeciendo hasta que el Dueño
de la Vida y de la Muerte les mandó alivio.
—Topóse en cierta ocasión nuestro religioso,
en medio del desierto, con un individuo que se diri-
gía hacia el pueblo de la misión conduciendo dos
acémilas.
— Buenas tardes, dijo amablemente el misio-
ñero.
Volvió la cara el tal señor, malhumorado, y
contestó el saludo como de mala gana.
—Adonde va, buen señor? prosiguió el reli-
gioso.
—Eso no le importa a usted, fraile atrevido.
Yo estoy muy disgustado con los padres misione-
ros. Resulta que yo me dedico a la venta de aguar-
diente. Y los misioneros parece que me están ha-
ciendo la guerra. Por qué no visitan con más fre-
cuencia los puntos del territorio?
Era que este señor negociaba con esta bebida
alcohólica y uecesitaba la concurrencia de gentes
El Padre Fabo
95
que atraían los misioneros con el fin de sacar ma-
yores ganancias.
Tuvo que ofrecer el Padre Fabo al Señor aque-
lla copa tan amarga que se le brindaba en la sole-
dad ardiente del camino. Y se despidió de aquel
señor con lástima y pidiendo al cielo la conversión
de ese su feligrés extraviado e insultador.
Y oh poder de la oración de un misionero...! A
los pocos días el señor del aguardiente se entable-
cía en la cabecera de la misión, se casó religiosa-
mente, hízose gran amigo de los frailes, y aun lle-
gó a servir de organista en las funciones litúrgicas.
Luego fue uno de mis mejores amigos, anota el
Padre Fabo.
He aquí alguuas frases sobre el librito «Episo-
dios de un Misionero»:
«Qué contiene este último libro del Padre Fa-
bo! Una serie de narraciones amenísimas y edifi-
cantes dentro del género de la autobiografía. Y
Memorias son auuque el autor lo niegue en el pró-
lugo; si bien pertenecen a la ciencia nueva de la
misionología que está dando resultados estupen-
dos. Así se comprende el éxito del libro, cuya edi.
ción primera copiosísima, lleva camino de la se-
gunda y de muchas otras, según dicen. Un libro
de moda, siempre vieja y siempre nueva, sobre un
asunto de moda que no morirá». Archivo Agusti-
niano. Marzo, abril de 1931. Firma, P. A. J. íí.
«En cuanto al mérito literario de sus narra-
ciones y diálogos, vivos, discretos, sugeridores,
huelga decir que honra a su pluma registrada
en la Real Academia. El padre Fabo resulta pro-
teiforme; novelista, filólogo, crítico, poeta, histo-
96
El Padre Fabo
riador, apologista, orador, cambia de estilo y de
procedimiento según la materia; ahora nos da
ejemplo de misionología. Imitémoslo». Santa Rita
y el Pueblo Cristiano. Granada, abril de 1931.
«La Misionología — aveutura sobrenatural de
nuestro tiempo — está creando un nuevo género li-
terario, de peregrina contextura, un poco en em-
brión quizás todavía, pero que fortalecerá sus
raíces cuando los operarios evangélicos ee decidan
a ofrecernos en libros de ejemplaridad conmovedo-
ra lo que el Padre Fabo con atinada frase deno-
mina «sublimes peripecias, anécdotas santas, in-
trépidas excursiones, nostálgicas clamores y lágri-
mas de mártires anónimos para gran parte de la
conciencia contemporánea».
Buen ejemplo e incitación les brinda este escri-
tor infatigable que llega en la lista de sus obras
al número XXXI. Es el Padre Fabo un conversa-
dor amenísimo y galano. En estas páginas que to-
can tan de cerca su gran corazón se le oye hablar.
Contiene la obra 24 relatos, a más del prólogo,
con un grave aire de novedad, y todos ellos com-
piten en jugosidad, interés, belleza y maestría na-
rrativa». Eladio Esparza. «Diario de Navarra»,
octubre 7 de 1930.
CAPITULO X 1 1
El religioso
Antes que todo el Padre Fabo fu« un religioso,
üo religioso en toda la rígida significación de la
palabra.
Creo que en su semblanza biográfica habría un
lunar si no se tocara en serio este tema. Un fraile
con hábito negro, símbolo de la humildad, con
cíngulo de cuero que representa la mortificación,
y con capucha estrecha que dice renunciamiento y
penitencia Ese es el mejor retrato del Padre
Fabo.
La vida religiosa viene a constituir la realiza-
ción feliz de los ¡denles soñados por los filósofos
de la pagana antigüedad. Sócrates, el austero y
pensador, no quería para sí, sino un mendrugo de
pan y un sitio solitario y plácido donde esparcir
su cerebro en altas elucubraciones. Séneca, el mo-
ralista severo, reconocía que la misión del hombre
consistía en perfeccionar ante todo sus facultades
espirituales y en no dejarse esclavizar del cuerpo
Urárió.
98
El Padre Fabo
El Evangelio resulta, en verdad, una concre-
ción divinamente hecha de todas las doctrinas
que predican perfección y santidad por las vías del
vencimiento propio y del señorío de sí mismo, se-
ñorío el más difícil de alcanzar en esta vida. Y las
Ordenes religiosas son asilos en que se recogen a
cumplir estos sublimes programas los que sien
ten en su ser ansias vivas de superación y sed de
grandeza espiritual.
En llevar vida común y en practicar los tres
votos esenciales de pobreza, obediencia y castidad
durante la existencia hay un mérito imponderable
y oculto que sólo el Juez de las justicias puede jus-
tamente upreciar. Mantener en cada día y en ca
da momento a raya los impulsos de la baja natu-
raleza, conservar la serena armonía de las faculta
des interiores y exteriores, acordar y dirigir recta-
mente los afectos del corazón hacia la Soberana
Belleza, encauzar y disparar en pos de la Verdad
Increada los rayos y las inquietudes de la inteli-
gencia, elevarse sobre las ruindades del mundo
creado en alas del deseo y de la virtud, eso es lo
que forma ia ocupación y el mérito de las almas
que se consagran al servicio de Dios en los claus-
tros.
La parte escogida de la humanidad logra a
ratos como despegarse de la tierra que pisa y al-
zarse a regiones superiores. Mas quien tiene valor
para encerrarse entre cuatro paredes y confundir
su voluntad con la voluntad de Dios de un vuelo
se pone en las cimas excelsas donde revolotean los
ángeles.
Vivir en un convento es ya una hazaña. Y vi.
vir bien, dando cumplimiento a sus deberes, sin
El Padre Fabo
99
desmayos y sin caídas, es obtener derecho a una
hornacina en los altares católicos.
Benedicto XIV no titubeó en afirmar que el re-
ligioso observante durante toda su vida merecía,
sin más. los honores de la canonización.
Pues yo quiero hacer aplicación de lo dicho al
Padre Fabo, religioso cumplidor y ferviente, que
por más de cuarenta años consecutivos cifró sus
delicias en llevar a la práctica su Regla y Consti-
tuciones. Disciplinado e inexorable con su perso-
na siempre anduvo a la vanguardia de los buenos
y edificantes. El perfume de su religiosidad segui-
rá embalsamando por mucho tiempo, después de
su muerte, el ambiente de las casas y de los sitios
donde habitó.
La obediencia lo ocupó en muy diversos me-
nesteres y en distantes y distintos lugares y don-
de quiera supo portarse cual convenía a su carác-
ter y a su profesión. En los Llanos de Casanare,
en el Tolima o en El Desierto al igual que en las
grandes ciudades de Bogotá, Madrid, Barcelona,
Manizales o Roma, en misiones lo mismo que en
los Colegios, el curso de su ejemplar conducta no
se torció o desvió un sólo jeme.
Testigos de estas afirmaciones son cuantos lo
conocieron y trataron, todos los cuáles únicamen-
te tendrán lenguas para ensalzar la humildad y la
virtud de un individuo aclamado por los sabios, y
no obstante, siempre devoto y sencillo.
Su pobreza era públicamente reconocida y
alabada. Entrar en su celda era lo mismo que ir
a escuchar una lección de desprendimiento evan-
gélico. No había allí más que unos cuantos libros
con una silla, una mesa y una máquina de escribir
100
El Padre Fabo
Esta fue objeto de un regalo que le hicieron y que
recibió con el permiso de su Superior. Nada de lu
jo o de superfluidades. Hasta un movimiento de
sorpresa agitaba espontáneamente los ojos del
observador al ver la míoima cantidad de libros
que lucían en sus estantes, siendo así que de conti-
nuo adelantaba la factura de alguna obra litera-
ria o científica, la cual, de seguro saldría después
repleta de alusiones eruditas.
Las resmas de papel que gastaba para sus es-
critos pedíalas a su Prelado con todo respeto, así
como lo necesario para sostener su corresponden-
cia epistolar, que no era escasa, por razón de sus
relaciones literarias con Academias y personajes
de letras
Para lograr la publicación de sus primeros
trabajos ne vió en dificultades, por cuanto la Or
den Agustino Recoleta a que pertenecía no nadó
nunca en piélago de abundancia monetaria. Algu
ñas veces le ayudaron generosamente los extra
ños a costear el gasto de la impresión, como por
ejemplo el Excelentísimo íseñor Obispo de Sigüen-
za Toribio Vünguella y el Excelentísimo señor
Obispo de Pi'tnplona José López Mendoza (1).
Al final de su carrera los Superiores le permi-
tieron hacer sus ahorros con las ganancias edito-
riales de sus libros con el objeto de que gozara de
más libertad y desahogo en sus campañas apos-
tólicas por la prensa. No sé a qué cantidad alcan-
zaría su renta. Pero supongo que no sería muy
crecida. El carácter de sus obras, en general, no
(1) El P Mínguella costeó la Impresión de "Olor de
Santidad'', y ol Exmo. Sr. López Mendoza ayudó a la
edición de "Llbersladas".
El Padre Fabo
101
es el más a propósito, ciertamente, para desarro,
llar un negocio lucrativo. Sus novelas, sí, le dieron
algo.
Yo le oí hablar cierto día de sus propósitos de
formar una suma conveniente y depositarla en el
banco con el fin de prestar ayuda a muchos reli-
giosos que por falta de medios tienen sus traba,
jos manuscritos o dejan dormir sus péñolas pre-
viendo la imposibilidad de dar algo a la estampa.
Rasgos de sencillez y desinterés en la historia
del Padre Fabo se encuentran en abundancia. En
Sos del Rey Católico salía de paseo con un sombre-
ro de teja, todo envejecido, y con un bastón de pa-
lo ordinario. Pidió al Superior le concediese la
gracia de ser acompañado por un joven estudian-
te, y ambos marchaban dialogando como si fue-
ran dos iguales.
El mejor panegírico del Padre Fabo como re-
ligioso está hecho por él mismo en su hermosísi.
mo libro titulado «Los Aborrecidos» o en defensa
de las órdenes religiosas. Allí se retrata su alma
penetrada por los aromas de la cantidad, enamo-
rada de la pobreza, y atravesada por la convic-
ción de la excelsitud de la obediencia. Quizá las
páginas más bellas salidas de la pluma de nuestro
fraile se hallan en esta apología de las Corpora-
ciones religiosas, brotadas, según su galano deGir,
del Corazón abierto de Cristo como creaciones ful-
gurantes del h mor
Fue logro de los empeños perseverantes del
Padre Fabo el que en los cuarteles de escudo de su
Orden campeara este lema:Caritas et Scientia. Para
él no se concebía en el día de hoy un religioso — sa-
cerdote en el que no se juntaran, completándose
102
El Padre Fabo
y perfeccionándose, la virtud y la sabiduría. Un
libro y un corazón que son los símbolos de todo
ministro del Altar. (2).
San Francisco de Sales escribe que la ilustra-
ción y la buena conducta son los dos ojos de las
personas eclesiásticas. En faltando cualquiera de
estos dos elementos viene -el adefesio y la incompe-
tencia lamentable. El sacerdote tuerto no se halla
bieu visto.
Las circunstancias actuales, sobre todo, exi-
gen una integral formación moral e intelectual en
los individuos que se consagran al ministerio sa.
cerdotal. La Iglesia ha comprendido esto muy
bien, y así organiza sus seminarios en una forma
completa y eficiente y vigila la marcha de los es-
tablecimientos en que se preparan apóstoles con
una diligencia exquisita.
Por naturaleza un religioso debe amar la per.
fección. A todos se ha dicho de un modo categóri-
co y urgente; Sed santos como vuestro Padre ce
lestial es Santo. Pero las almas religiosas se han
comprometido solemnemente bajo palabra de ho-
nor y bajo juramento sagrado a trabajar sin des
canso por seguir de cerca ¡as huellas de reuuncia
miento heroico del Hijo del Eterno Cristo Jesús. Y
si el religioso aspira además a ser vir a Dios en el
ministerio sacerdotal, no sólo deberá tener una
conducta intachable, sino que debe tener su inteli-
(2) El nuevo escudo de la Orden no tiene leyenda al-
guna. He visto, entre los apuntes y manuscritos del Pa-
dre Fabo, un estudio ratonado en que se defiende la
conveniencia histórica y moral de hacer campear estas
palabras: Sclentia et caritas.
El Padre Fabo
103
gencia con abundantes luces y conocimientos que
lo capaciten para llenar a cabalidad sus excelsas
funciones de maestro y de doctor, y, para no me-
recer la repulsa de quien ha dicho: Yo rechazaré a
mis ministros ignorantes.
Más que nunca en nuestros días necesita el sa-
cerdote ser sal de la tierra y luz del mundo.
El Padre Fabo vivió hondamente penetrado
del sentido del deber sacerdotal y de su enorme
responsabilidad. Sintióse religioso, y como tal,
obligado a dar ejemplo de buenas y perfectas
obras. Así que cultivó afanosamente su voluntad
y pulió su corazón agolpe de sacrificios y de
mortificaciones haciéndolo recto y amable. Y sin-
tióse asimismo sacerdote del Santo de los Santos
y por ello enriqueció su mente a fuerza de estudio
y de consagración con toda clase de prendas inte-
lectuales.
Parece que el Padre Fabo compuso con el fin
de colocarlo, a guisa de leyenda, debajo de su re-
trato este elocuente soneto que tomamos de su li-
bro poético «Ruiseñores» y que cuadra a maravi-
lla para remate de este parágrafo:
El Religioso:
La ciencia verdadera pretendía
llevar a cabo original proyecto,
crear un sabio sin igual, perfecto,
un tipo de genial sabiduría.
A su vez la virtud también quería
encontrar de su haber en el prospecto
la fórmula cabal de un hombre recto
104
El Padre Fabo
que tuviese del bien la primacía.
Al encontrarse, con afable labio
entablaron las dos diálogo ameno,
que acabó de este modo compendioso:
—Tú qué quieres formar?— Un hombre sabio
— Y tú, hermana virtud?— Un horubie bueno.
— Pues hagamos las dos un religioso.
Porque la historia es verdad y porque de
hombres es el desfallecer voy a indicar algún ras-
go que viene a sombrear el cuadro, sí, pero que
también lo complementa y le brinda objetiva rea
lidad. A lo largo de la vida del Padre Fabo se pre-
sentan ráfagas de apego al juicio propio y de un
ánimo voluntarioso. No sé que hubiera desobedeci-
do formalmente nunca, aunque conozco estos de-
talles que, a fuer de justo y sincero, voy a contar-
los.
El Padre Provincial de la Candelaria fray Ma-
nuel Fernández de San José quiso emplear al pa-
dre Fabo en determinado oficio y atomismo le
ofreció la Dirección de la revista «Apostolado Do-
méstico» que los recoletos publicaban en Mañiza-
les. Puso objeciones el Fadie Fabo. Y se disgustó
el Padre Provincial y mandó al Padre Fabo a la
misión de Chámeza. Esto sucedió en 1906. Allí,
en Chámeza, permaneció cuatro años. Este es un
pueblo de ¡as misiones de Casa na re de una exten
sión tan grande como cualquier diócesis de Espa
ña. He oido decir que en este sitio se entregó el
Padre Fabo a leer y escribir a sus anchas. Me
consta lo contrario: No le alcanzó el tiempo para
dedicarse a estas sus aficiones literarias, pues sus
afanes, que le absorvíau las horas por completo,
El Padre Fabo
105
fueron todos apostólicos.
El Padre Fabo sintió remordimiento por ha-
ber hecho sufrir al Superior en aquel trance, que
motivó su envío a Chámeza. En un apunte auto,
biográfico dice: "Yo llevaba uu pesar, el de haber
sido acaso excesivamente voluntarioso al exponer
las razones de mi repugnancia en aceptar la obe-
diencia. En el religioso el exponer es bueno, el sa-
crificarse es mejor".
En el Capítulo General celebrado en 1920 fue
nombrado Cronista General de la Orden de Agus-
tinos Recoletos el R. F. Gregorio Ochoa del Car-
men. Üe 1914 a 1920 lo había sido el Padre Fabo,
el cual tenía en este año de 1920 un tomo de cró-
nicas en prensa. Causó desagradable impresión el
cambio de Cronista, porque el Padre Fabo había
trabajado mucho y bien y porque ala sazón ce
hallaba empeñado en lo mejor de su empresa. El
mismo padre Ochoa, en carta autógrafa que he
visto, esbribía a nuestro religioso: «Con grandísi-
mo di-gusto he recibido yo el nombramiento de
Cronista que pertenece a V. R. por derecho propio,
indiscutible, porque estoy íntimamente persuadi-
do de que V. R. es el único que puede desempeñar-
lo a satisfacción y con provecho y gloria para
toda la Orden.
Lamento, pues, con toda mi alma que no haya
Bido nombrado V. R. y que lo haya sido yo. Co
rao consecuencia de esto, me encuentro perplejo,
vacilante; y acudo a V. R. para que me diga algo,
para que me oriente en la marcha y continuación
délas Crónicas que tan magistralmente ha escrito;
para que tenga la bondad de decirme dónde se po-
dría eucontrar algo de provecho Que V. R. no ha-
106
El Padre Fabo
ya acotado; y para que haga conmigo la caridad
de poner a mi disposición lo que tenga preparado
o reunido».
El Padre Fabo, desconcertado no supo si con-
tinuar o no la impresión del volumen ya comenza-
da. Y la suspendió. Y cuando hubo publicado ya
por su cuenta el padre Ochoa el último tomo cre-
yó oportuno el Padre Fabo ordenar la termina
ción de la impresión de su volumen principiado al
que tituló así; Tomo VI (bis) Segunda Parte. Es-
to satisfizo al entonces General Fr. Gerardo La-
rrondo quien escribió al Padre Fabo así: «Me ha
gustado la resolución de Vuestra Reverencia que
ha puesto tal mote a su volumen de Historia. Con
ello me evita posibles amarguras y disgustos». De
semejante manera quedó bien nuestro religioso
con su conciencia, con el Superior y con el Padre
Ochoa, quien de verdad, se mostró hidalgo siem-
pre.
En el año 1929 se organizó en Barcelona una
exposición Misioual. El Rmo. P. Prior General Fr,
Gerardo Larrondo nombró como representante
de la Recolección en la ciudad condal para los
efectos consiguientes de preparar lo tocante a
nuestra Ordeu y de entenderse con la comisión al
Padre Fabo, puesto que el Señor Obispo indicó
que hacía falta «un religioso competente, active y
celoso de la causa misional, residente, si posible
fuera, en Barcelona».
El Padre Fabo contestó al Rmo. P. Larrondo,
agradeciendo el honor y exponiendo las razones
que creía suficientes para no aceptar tal encargo.
Entre otras cosas sostenía que la Orden de Agus-
tinos Recoletos no debía permitir que su carácter
El Padre Fabo
107
se tomara casi principalmente «parroquial y mi-
sionero». También alpgó euferrnedad y algún otro
inconveniente. Insistió a Desar, de todo N. P. Gene-
ral. Y el caso es que, por fin, no desempeñó nues-
tro religioso tan alto oficio, aunque procuró que
nuestra Orden saliera lucida en aquel Certamen
misional.
Repito las palabras ha poco citadas del Padro
Fabo: En el religioso el exponer es bueno, el sacri-
ficarse es mejor.
En el año 1930 el Rmo. P. Larrondo designó
al Padre Fabo para que escogiera y desenvolviera
un tema misionero en la Semana misional celebra-
do en Barcelona en el mismo año.
CAPITULO XIII
Sus amores agustinianos
La patrón dominante, digámoslo así, del Pa-
dre Fabo consistió en una inclinación irresistible
hacia la figura intelectual y moral de Sai: Agustín.
No sólo como hijo quería y admiraba al Doctor
de la gracia. Sentía además por él una simpatía
artística y científica indeclinable.
Hoy constituya uua elegancia eutre los altoa
círculos literarios el pertenecer a. la Academia de
Agustinología. No son tan sólo el académico y
convertido francés Luis Berfcrand y el inquieto y
audaz italiano Giovanni Papini los que corren
anhelantes tras los perfumes y los prestigios agus-
tinianos. Falanges forman en el mundo entero los
escritoieey sabios de nota que riuden homenaje
de pleitesía a quieu ha sido denominado «patrón
de los psicólogos, y primer hombre moderno*.
Fl Padre Fabo contribuyó al movimiento a-
gustiniano con buenas obras de su talento y de
su ingenio. Amén de multitud de escritos sueltos
que publicó en diversos periódicos y revistas, ahí
El Padre Fabo
109
están sus libros, voluminosos y densos de sentido.
La juventud de San Agustín ante la Crítica mo-
derna y San Agustín de J ven. Su Novena en ho
ñor del eximio Doctor es una llamarada de amo-
res agustinianos.
Propagar la doctrina de San Agustín en todo
lo que tiene de belleza y de eternidad era su delei
te y su orgullo.
En cuanto al amor del Padre Fabo para con
su Orden Agustino Recoleta bien alto predican sus
largas disquisiciones históricas.
Quien conozca la historia de la Orden Agusti-
na sabrá también que hubo críticos ligeros que se
atrevieron a negarle su procedencia directa del ni
jo de Santa Mónica. Pues este punto dio al Padre
Fabo ocasión propicia para desplegar enormes
caudales de amor a su glorioso instituto. En va-
rios de sus libros sostuvo, contra los gratuitos
afirmantes délo contrario, la continuidad históri-
ca de la Orden Agustiniaua que remonta su ori-
gen hasta los principios del siglo V y que fue con-
cebida en el pecho seráfico del mismísimo Obispo
de Hipoua.
De igual modo el Padre Fabo hizo derroche da
sentimientos filiales al defender a la Recolección
agustiniana víctima de injustos ataques que le di-
rigieron aquellos que debían admirarla y aún
amarla. Que la Recolección agustiniana es una ra-
ma desgajada del grau árbol agustiniano y que
nada tiene que ver con el tronco de donde se des-
prendió. . .? Que la Recolección agustiniana ha de-
generado de sus fervores primitivos .. ,fl? Que carece
de savia espiritual y que Fray Tomé de Jesús y
Fray Luis de León no alientan su existencia. . . ?
110
El Padre Fabo
A estas preguntas contestó brillantemente
nuestro biografiado en distintas formas y con in
discutible eficacia. Tanto que sus adversarios se
vieron en la precisión ineludible de proclamarla
verdad compañera del Padrp Fabo y ponderaron
en este sus grandes dotes de hijo reconocido a su
madre y de amartelado y documentadísimo apo-
logista de su idolatrada Orden Agustino-Reco-
leta.
Los agustinos observantes, que acariciaron la
idea de fundir en una las dos familias agustina cal-
zada y agustina recoleta y que para lograr sus
empeños laboraron con tesón y constancia, mira-
ron siempre en el Padre Fabo a un competidor
muy respetable y de recursos dialécticos inexpug-
nables.
Ejemplarísima resulta la actitud del Padre
Fabo en estas lides. Ejemplarísima porque rebosa
gratitud hacia su madre, y ejemplarísima además
por la compostura siempre noble, siempre digna,
siempre cristianísima que guardó.
Cuando se contempla a este religioso en estas
andanzas se acuerda uno con placer de la simpáti-
ca Santa Teresa de Jesús, defeusora hidalga de su
Reforma carmelitana.
Por lo demás cabe afirmar que en muchos
años se consideró al Padre Fabo, entre propios y
extraños, como la encarnación viva de la Recolec.
ción agustiniana. Tal era su prestigio y tal su
identificación, digamos, con los intereses de este
religioso instituto. En los sucesos prósperos o ad-
versos que sobrevenían al gran polígrafo se diri-
gían todas las miradas. En los momentos difíciles
y en las horas de prueba el Padre Fabo era inte-
El Padre Fabo
111
rrogado y consultado.
Ya dijimos que el Padre Fabo daba importan,
cia suma a la prensa como factor de civiliza-
ción y como arma de apostolado, una de las más
eficaces en los tiempos actuales. Pues bien; en
cuanto tuvo relación con las letras agustino reco-
letas, nuestro fraile fue el Mecenas obligado de to-
dos los escritores. Y con qué amorosa solicitud y
con qué magnánima benevolencia cumplía su mi-
sión en semejante punto...? A los que veía con afi-
ción y aptitud para el manejo déla pluma los
amonestaba, alabándoles discretamente, a culti-
var sus dotes sin desfallecimiento. Y a los que co-
nocía poseedores de talentos y cualidades litera-
rias los aplaudía y estimulaba.
Casi no hubo libro publicado en veinticinco
años por algún hijo de la Recolección agustiniana
que no recibiera la aprobación entusiasta del Pa-
dre Fabo.
Cuando en el Desierto de la Candelaria, por
los años de 1917 y 1918, los jóvenes Coristas bajo
la dirección del malogrado naturalista Fr. Pedro
Archanco, se organizaron en grupos científicos con
•1 objeto de estudiar la fauna y la flora de Colom-
bia el Padre Fabo fu*1 su orientador y su impulso.
Adelante, les decía, adelante jóvenes. Cumplid con
un deber sacratísimo dp apostolado y de apología
de la Religión en el campo d>* la cultura.
Proyectos de grandeza bullen a granel en la
cabeza de este religioso Y todo en favor de su Or-
den Amada y en gloria de Dios a quien anhelaba
gloria sin fin. Soñó con varios colegios regidos
por agustinos recoletos, deseando encarrilar a su
Instituto por la vida de la enseñanza. Por ejemplo
112
El Padre Fabo
quiso que en Manizales se abriera un plantel de se-
gunda enseñanza aprovechando los magníficos lo-
cales anejos al convento y teniendo en cuenta el
encogido personal docente de que se componía la
Comunidad. Hizo un presupuesto y unos planes
maravillosos para el efecto. Pero, sin culpa suya,
no cuajó en realidad la idea. (1).
Obsesión continua del Padre Fabo constituyó
el pensamiento de fundar una revista científica de
altos vuelos, la cual acogiera en sus páginas los
trabajos de los mejores pensadores y escritores
tendientes a rebatir las argucias con que se ataca
la Iglesia. En el año de 1932, luego de ser elegido
Definidor General, propuso su proyecto al Definí-
torio, y corno resultado recibieron el encargo él,
nuestro fraile, y el P. Victorino Capánaga, deredac-
tar un plan y arreglar un presupuesto. Todo pa-
recía ir viento en popa y todos veían cercana la
fecha de saludar cristalizados estos propósitos. Y
sin embargo las esperanzas por entonces queda
ron fallidas.
En las revistas que la Orden publica en Améri-
ca Española colaboró incansablemente nuestro Pa-
dre Fabo, porque consideraba que ello era un de-
ber suyo y que así desarrollaba mejor su desti
no de apóstol y rendía un servicio efectivo a los
intereses de su amado Instituto. Recórranselas
colecciones de los Boletines de San Nicolás de To-
lentino y de la Candelaria, de Navarra y Bogotá,
(1) Este proyecto redactado por el P. Vaho es cla-
ro, y extenso, lo he visto y leído coa detención. Está es-
crlto con sabiduría y amor. Tal voz, síii embarco, hay
allí algo bastante utópico.
El Padre Fabo
113
respectivamente, de Santa Rita, publicada en Grn
nada, de Apostolado Doméstico, en Manizales, da
La Madre Cristiana de Caracas, de Consolación,
en Buenos Aires, de Es; aña y América y la Ciu-
dad de Dios, de Madrid. En todas estas publicacio-
nes aparece esparcida la fecundidad agustiniaua
del misionero de Casanare.
En el Capítulo General de 1932 que los Agusti-
nos Recoletos celebraron en Sos del Rey Católico
(Zaragoza) y en que salió electo Definidor Gene-
ral tomó parte activa nuestro religioso, y a él se
debió la propuesta de nombrar patronos de los
Hermanos Coristas, de los Hermauos de Obedien-
cia y de los niños del Colegio Apostólico, en orden
respectivo, al Beato Juan de Rieti, al Beato Gra-
cia de Cataro, y a San Máximo Mártir- Y el mis-
mo Padre Fabo, aprobada su feliz iniciativa, pro-
movió un Certamen con el fin de premiar los mejo-
res trabajos que sobre la vida de cada uno de es.
tos celestiales patronos se presentaran, y las más
devotas y edificantes novenas que se escribieran.
Los originales deberían s«r enviados a él mismo,
como Cronista General y Presidente del Tribunal
Calificador Yo no i-é qué resultado tendría esre
Certamen, pues a la hora más interesante pasó
nuestro biografiado a la eternidad. (1).
(1) El R. P. Victorino Cápanaga ha publicado ya
en dos tomltos. las vldaa del Beato Gracia 1e Cataro y
del Beato Juao de Rieti. Parala vida de este último, ee
sirvió de muchos datos recopilados del Padre Fabo. Co-
rre ya publicada la Novena del Beato Gracia por el P.
Juan Araiz Y en la vida del Beato Rieti aparece su
Novena compuesta por el P. Eue^nlo Ayape, el cual la
había enviado como contribución al Certamen promovi-
do por tíl P. Fabo.
114
El Padre Fabo
De toda suerte con ello el Padre Fabo dejó de-
mostrado su interés por la más completa forma-
ción espiritual de los aspirantes al habito agusti-
niano. Y una vez más pregonó que ante todo que-
ría en su Orden almas de piedad y de oración más
que de estudio y de cultura. Cómo se complacía en
repetir a los jóvenes este dicho expresivo; Religio
so y estudiante — religioso por delante. Y este otro
parecido: Religioso y escritor— religioso lo mejor.
Y aún más: Religioso y Misionero — Religioso lo
primero. (2).
En dos épocas distingas honraron los capítu-
los Generales al Padre Fabo con el título v la car.
ga de Cronista General. En 1920 y en 1932. Fruto
de sus primeras labores de historiador oficial fue
la publicación de los tres tomos de Historia Gene-
ral de Agustinos Recoletos. De la segunda época
no tenemos noticia si ya había ordenado apuntes
y estaba a punto de darlos a la estampa cuando
lo sorprendió la muerte. (3).
Además el Padre Fabo había dado a luí doa
tomos voluminosos de Historia de la Provincia de
Nuestra Señ >ra de la Candelaria y varios otros
trabajos del mismo carácter.
Al Padre Fabo le tocó asistir a varias asam-
(I) Estas sentencias las hizo populares el Recoleto
P. Juan Gascón y las repetía a menudo el P. Mlnguella.
(3) Gran cantidad de apuntamientos tenía en efec-
to. Muchos de ellos aprovecharán al Cronista General que
venga. Otros servirán al Cronista de la Provincia de la
Candelaria. Yo digo con gratitud que me serviré de bas-
tantes manuscritos d«l P. Fabo que debo al R. P. Jesús
Martínez.
El Padre Fabo
115
bleas provinciales y generales. Y su asistencia no
fue pasiva. Participó de un modo notable en to-
das las deliberaciones. Y muchas determinaciones
admitidas y muchas reformas a su inspiración se
deben.
Durante los seis años (1914 — 1920) que nues-
tro religioso vivió en Madrid actuando de Defini-
dor General se dio a conocer por sus conocimien-
tos canónicos, por su carácter integérrimo, y por
su recto criterio. Allí lo acompañó con el mismo
oficio el que hoy es General de la Orden Fr. Jesús
Fernández de San José. El Rmo. P. Eugenio Sola
nombró al P Fabo miembro de la Comisión que
estudió el pliego de las nuevas constituciones. (4).
Talmente se destacó la figura del P. Fabo
en estos años, tan claros perfiles de sabiduría, de
virtud y de moderación adquirió que al aproxi-
marse los comicios para elegir Prior General su
nombre corría de boca en boca como candidato
posible y muy excelente.
Con ocasión del décimo quinto Centenario de la
muerte de San Agustín cayeron sobre el Padre
Fabo los siguientes nombramientos: La Junta pro
Centenario lo eligió miembro del Jurado Examina-
dor del certamen científieo promovido. Así consta
en una comunicación dirigida a nuestro religioso,
fecha 19 de diciembre, y firmada por el Secretario
de la Junta Fr. Rafael Serna, O. S. A. Y por cierto
que rindió el P. Fabo un informe hermosísimo
acerca de los trabajos cuyo estudio le fue en-
(4) Dejó de ser General el P. Jesús Fernández eu
116
El Padre Fabo
comendado. Lo he leído detenidamente. Lo guar-
dó escrito en mecanografía.
El Venerable Definitorio Provincial de la
Candelaria, en sesión de 23 de enero de 1930, de-
signó al Padre Fabo redactor de la Revista cien-
tífleo-literaria que el Definitorio General había a-
cordado publicar. El P. Provincial Fr. Edmundo
Goñi así se lo comunicó al Padre Fabo en oficio de
16 de marzo del dicho año. Esta revista no salió.
El Vicario Provincial en España Fr. Manuel
Fernández de San José nombró a 20 de abril de
1930 a nuestro religioso para que, en nombre y
representación de la Provincia asistiera al Con-
greso Eu^aríntico Internacional que se celebraría
en Cartago con motivo del décimo quinto Cente-
nario de la muerte de nuestro Padre San Agustín.
Y por cierto que desempeñó brillantemente la co-
misión. Formaba parte de la Sección Española.
Fue al Africa en la motonave Príncipe Alfonso.
Allí iban además el Obispo de Tarazona Isidro
Gomá, el Obispo de Madrid Leopoldo Eijo y el 0-
bispo titula: de Cafamaún Fr. Santos Ballesteros.
Hubo Misa Pontifical en Hipona, y pronunció
el panegírico en honor de N. P. San Agustín el
Padre Fabo. Durante las sesiones del Congreso
presentó este fraile una ponencia, por encargo que
le impusieron, con este tema: «San Agustín merece
ser llamado el Doctor de la Eucaristía, por tres
razones: 1, por sus actos personales; 2, por sus
doctrinas; y 3, por sus hijos de España». El cronis-
ta de a bordo, limo. Deán de Toledo Polo y Beni-
to, estampó este elogio: «Desarrolló el ponente es-
te tema tan a maravilla como a su saber corres-
ponde, y además tuvo el acierto de ser lacónico y
El Padre Fabo
117
preciso».
En esta ocasión trabó el Padre Fabo amistad
muy estrecha cou el entonces Obispo de Tarazona
Excmo. Isidro Gomá, después Arzobispo Primado
de Esqaña, apologista insigne de la Iglesia y hon
ra de las ciencias sagradas. Este personaje admi-
ró el talento del Padre Fabo, y hasta le dio un
discurso para ser examinado, antes de entregarlo
a la publicidad, por el religioso recoleto. Al ser
promovido el limo. Gomá al arzobispado de Tole-
do, en 1983, recibió una cartica de felicitación que
le envió el Padre Fabo, a la cual contestó de este
modo:
«Tengo su cariñosa felicitación de 28 de abril.
Se la agradezco mucho. Recuerdo bien a aquel«po-
bre frailuco» que dice V. R. que se me reveló en el
viaje dé Cartago, como lo que es, un escritorazo
eximio conocedor de las obras y espíritu de San
Agustín, en cuya escuela he aprendido yo tantas
cosas de las pocas que sé».
CAPITULO XIV
La voluntad manda
Sabido es que entre las facultades de la intelí
gencia y de la voluntad media un nexo íntimo. Y
que la voluntad no se resuelve a querer sino lo que
antes se le manifiesta como bueno y apetecible por
el entendimiento. Y que asimismo el entendimien-
to no se aplica a pensar si no es determinado por
la voluntad.
Por tal motivo y por tal armonía discuten los
filósofos si en el hombrees antes la voluntad que
el entendimiento, o por el contrario si es antes el
entendimiento que la voluntad. Se parece esta a la
enorme cuestión del huevo y la gallina. Quién lle-
va la precedencia por razón de origen ? El hue-
vo? La gallina? Porque el cayo es que no hay hue-
vo siu gallina ni gallina sin huevo.
Con respecto a lo nuestro responden los discí
pulos de Aristóteles y de Santo Tomás de Aquino
distinguiendo muy bella y sutilmente la determi-
nación y la especificación. Y dicen que la voluntad
va primero en determinar, en impulsar, en mover;
El Padre Fabo
119
y que, en cambio, el entendimiento se gana la pal-
ma en orden a la especificación, a la elección, a la
diferenciación.
Pues bien, dejando a un lado este punto filo,
sófico, yo quiero afirmar aquí el poderoso señorío
de la voluntad en la vida del hombre. Y sostengo
que en nosotros la voluntad manda. Y sostengo
mi aserto con el ejemplo del P. Fabo. Yo digo de
él que era hombre más de voluntad que de inteli-
gencia. Allá los sicólogos con el voluntarismo y
con el intelectualismo. En él defiendo que predo-
minó «1 querer sobre el mismo saber. Y no es que
ponga reparos a su inmenso talento indiscutible,
ni que vaya a echar sombras a la lucidez esplendo-
rosa de su mente.
Pero digo y para mí tengo que la admirable e
ímproba labor que desarrolló el Padre Fabo, cien-
tífica y literaria, más se debe a sus empeños tena-
ees y a sus deseos bien claros de aprovechar la
existencia y de dejar ejemplos d* laboriosidad efi-
caz a la posteridad que a sus incuestionables luces
y gracias mentales. Yo adivino en seguida en
cualquiera de sus páginas las influencias de su co-
razón impulsivo y amante. Vivía obsesionado con
la preocupación fija de que un hombre es capaz de
realizar cuanto realizó otro hombre, más o meno-<
naturalmente, y de que viene a tener mucha exac-
titud aquello de que «quereres poder».
Ecos de ente pensamiento dominante en el Pa-
dre Fabo se encuentran a granel en sus obras.
El aforismo escolástico «nada hay querido si
no ha sido conocido» está cargado de verdad. Mas
en el caso concreto a que me refiero no voy a tor-
turar el sentido obvio de ninguna sentencia sino
120
El Padre Fabo
que deseo expresar que hubo aquí más predominio
de afreto que de luz, que el imperio de la voluntad
en el Padre Fabo fue soberano y absoluto, pues
que logró poner en movimiento eficaz a todas sus
otras facultades, no exceptuando la razón, y diri-
gió toda su abundante potencialidad a la ejecu-
ción de una empresa intelectual extraordinaria en
la que campea una variedad pasmosa finamente
ordenada por la unidad de intención que la infor-
ma. Por una intención siempre elevada.
Balmes en su jugoso libro titulado «El Criterio»
teje unas hermosas y profundas reflexiones acerca
de la firmeza de la voluntad que no será mal el re-
cordarlas ahora. Vienen a nuestro propósito co-
mo anillo al dedo. La verdadera firmeza que
triunfa de todas las resistencias y de todos los
obstáculos, que no se desalienta con el mal éxito
ni so quebranta con los choques más rudos, y que
según la oportunidad del momento es fuego abra-
sador o frialdad aterradora... esa firmeza resulta
de la acción combinada de dos causas, una idea y
un sentimiento. Una idea viva, clara, fija, podero-
sa, qne absorba el entendimiento ocupándolo todo
llenáudolo todo. Un sentimiento fuerte, enérgico,
dueño exclusivo del corazóu y oompletameute su-
bordinado a la idea.
El que conoció de cerca al Padre Fabo diga ei
no lo vio fascinado por un ideal, el ideal de la glo-
ria de Dios, de la Iglesia y del hábito agustino re-
coleto, y si no adivinó en él la pasión de un senti-
miento que lo penetraba todo, que lo invadía to-
do, la pasión del trabajo, la pasión del deber, la
pasión del buen ejemplo a sus hermanos y compa-
ñeros.
El Padre Fabo
121
Vivió persuadido de que había nacido para
ejercer el apostolado de la pluma. Y su pluma no
conoció vacaciones. Jamás se oxidó en el ocio es-
téril, ni se durmió en brazos de la pereza arruina
dora. Y es que detrás de ella había un resorte mis-
terioso que la ponía en continuo juego. Era la má-
quina que produce el sentimiento. Era el corazón.
Si tanto escribió este hijo de San Agustín
(más de cuarenta volúmenes) fue porque amó
mucho.
Claro está que tenía por naturaleza inclina-
ción muy marcada a las letras. Pero su estrella, su
inclinación no lo guiaba a los predios de Clío, ni a
las espesuras de las selvas de la filología. Entrega-
do a su genio hubiera descollado como un fanta-
seador oriental, hubiera sido un paisajista de tor-
nasoladas coloraciones, un mago de la novela
embrujadora. Imaginación estupenda de novelista
soñador se la concederán todos al polígrafo agus-
tino recoleto. Y no pondrán eu duda que poseía
también un caudal de voces y de giros inagotable.
Esto precisamente, su fantasía de ilimitada virtud
inventiva y su léxico jamás empobrecido le fueron
en ocasiones desfavorables, pues se declararon
enemigos de su perfección escrituraria. Y así el crí-
tico desapasionado se verá pii la precisión de po-
ner reparos y de colocar tachaduras a ciertas pro-
ducciones históricas o simplemente narrativas cu-
ya seriedad austera sufre mengua por la inconte-
nible y no contenida impetuosidad de la pluma a
cadémica del laureado recoleto.
Pero de lo advertido salta cabalmente la con-
firmación de lo que vengo sosteniendo. El literato
y novelista por afición y naturaleza se metió a
122 El Padre Fabo
historiador y a científico por amor. Quería eer a-
pologista de la Iglesia católica calumniada por los
que se llaman sabios, quería que su hábito no per-
maneciera ajeno a los cenáculos del saber, quería
que eu Ord«n contase con una Crónica escrita de
sus grandezas y de sus glorias, quería también que
sus hermanos ios religiosos llegaran a persuadirse
con el ejemplo que en cualquier disciplina pueden
lucir y brillar. Sobre todo su apasionamiento a-
gustinista fue muy poderoso acicate en él, hasta
el extremo de que en sus libros corre estampada
esta frase: «plegué al cielo que ame y sirva tanto
a mi Orden que eu mi tumba escriban este epita-
fio: murió de agustinismo». (1)
Y por eso se hizo lo que hizo el glorioso fraile.
Y es así que resulta su obra fruto de la inteligen-
cia y del talento, sí, pero aún más fruto de la vo-
luntad y del amor. Má^i de la mitad de los escritos
que componen todo el tesoro que nos ha dejado
como herencia el Padre Fabo no lo tuviéramos a
no haber palpitado en su pecho un corazón apa.
sionado por el cumplimiento del deber y convenci-
do de que en escribir consistía su misión.
Y obsérvese aquí cuánto logra un empeño fir-
me y cómo es susceptible de perfección nuestra na-
turaleza. P< rque el Padre Fabo, fueran cuales fue-
ran sus aptitudes nativas, es lo cierto que con-
quistó renombre universal en los círculos literarios
y que las Academias le abrían a porfía sus puer-
tas, y que acicaló su lenguaj» y hermoseó su estilo
(I» Eu la Revista «anta Rita de Casia y el Pueblo
Cristiano, dedicó el P. Alfonso üflclaldegul al P. Fabo
uu artículo necrológico con este título.
El Padre Fabo
123
de tal manera que cabe entresacar de sus obras
fiases y párrafos para formar una bella antología
y que las musa» fueron con él muy largas en dádi-
vas y caricias, y que recogió muchas flores de a-
plausos como conferencista, y que en el terreno de
las investigaciones históricas cosechó ricos lau-
reles.
Solamente con la explicación que nosotros le
damos puede comptenderse la producción tan
enorme y polifacética de este portentoso fraile. Y
conste además que la obediencia lo colocó en ofi-
cio» nada propicios al ejercicio del iogenio. Porque
fue varios años misionero en los Llanos de Casa-
nare, y en diferentes épocas dirigió como superior
algunas cabás, estuvo al frente de parroquias,
desempeñó el ministerio apostólico en el confe-
sonario y en el pulpito y no siempre gozó de me-
dios abundantes para la culminación de sus em.
presas literarias. Y en todos estos cargos y em-
pleos fue edificante y el primero de todos en asistir
h los actos de Comunidad y en atender a los me-
nesteres domésticos.
Yo he oído pxclamara algunos religiosos de
su tiempo y que convivieron con él: Verdadera,
mente asombra ese Padre Fabo que no sabe uno
cuándo escribe ni cómo se da maña para recoger
tanta clase de conocimiento y para presentar sus
libros tan caigados de espíritu y de erudición.
Oh ¡que la constancia todo lo alcanza! Y que
una voluntad ayudada por la gracia divina y em-
p» ñada en una obra santa es capaz de hacer ma-
ravillas!
La voluntad manda, diremos con Marden.
Y mejor: la gracia triunfa.
XV
Facetas
Tenia nuestro Padre Fabo un carácter nada
opaco y esquivo. Gustaba de intimar con los de-
más y se distinguía por cierta vena festiva y cierta
jovialidad inofensiva con que amenizaba las char-
las muy oportuna y agradablemente. Su mayor
placer lo fincaba en poder proporcionar algún ra
to de distracción sana a sus hermanos. Para esto
exprimía todo su ingenio jocoso y daba funciones
famosas de limpia y aleccionadora comicidad.
Cuando escribo «sto me acuerdo del simpático
San Juan Bosco, el Santo de las piruetas y de las
comedian empleadas en enseñar y hacer reír a los
desterradÓH hijos de Eva.
Eso era el Padre Fabo con los hombres. Ale-
gre, efusivo, ómnibus omnia factu*, hecho todo
para todo*.
Y también con Dios fue intime, y también con
El desahogaba su corazón en el coro, frente a fren-
te del prisionero del Sagrario a quien visitaba con
mucha frecuencia. Y también amaba a María con
El Padre Fabo
125
delicada sencillez de niño. Yo le vi muchas veces a
solas con el Amor Eucarísticu repasando con sus
dedos un breve y ya viejo devocionario.
Poseía la virtud de la piedad, entendiendo por
piedad aquella buena disposición de la voluntad
pronta en todo momento a poner en práctica sus
deberes para con Dios. Es esta la cualidad hermo-
sa que adorna a los cristianos ejemplares y que
compone en ellos todo su ser, moderando sus pa-
siones, ajustando sus deseos, prestando pureza y
elevación a sus intenciones, dando firmeza noble
al carácter, y luminosidad limpia al pensamiento,
La oración, la meditación, el examen de coucien
cia, la lectura espiritual, la celebración devota de
la Santa Misa y el ejercicio de otros actos piado-
sos eran el foco donde el Padre Fabo encendía la
lámpara siempre ardiente de su fe y de su caridad
para con Dios y para con el pi ójimo.
Ad Deum tendimus itinere pletatis. (Del lib.
arbt. lib. III. c. 21) Nos acercamos a Dios por el
camino de la piedad, escribe San Agustín. Y es
cierto que nuestro biografiado tomó resueltamen-
te esta vía privilegiada que lo condujo al lado del
Señor Dios en quien descansó y en enya contem-
plación y amor encontraron sosiego y ventura su
inteligencia y su corazón.
— Un día, en Man ízales, quiso el Padre Fran-
cisco T ibo-uJa, hábil fotógrafo, retratar a nues-
tro Padre Fabo. Pero éste accedió con la condi-
ción de que escogería la Bctii ud. Así se convino.
Buscó un sitio apartado y claro, púaose la capilla
eremaica «ubre la cabeza, dobló y apretó las ma-
nos encima de su pecho, clavó las anchas pupilas
de sus ojos en el cielo y dijo: ya estoy listo. Esta
126
El Padre Fabo
fotografía ha sido publicada en Revista de Misio
nes de Bogotá. Y cuando yo la miro adivino en
ella retratada el alma ansiosa de luz inextinguible
del bendito Padre Fabo. Parece que sus ojos abier-
tos hacia el firmamento y su postura renunciado-
ra del inundo están repitiendo la frase superadora
de David el Profeta; Sitivit anima ad Deum fortem
vivuru. Quando veniam et apparebo ante faciem
Dei.? Ps. 41. Mi alma está sedienta de Dios fuerte
y vivo. Cuándo iré y apareeeré ante su rostro...?
— Entre sus devociones cultivaba preferente-
mente una nuestro fraile. Veneraba con una con-
fianza y un ardor ravanos en delirio a la proto-
beata agustino recoleta Josefa de Beuiganmi. Iba
a dondequiera cargado con medallas y estampas
que exhibían su efigie y por todas partes las rega-
laba y repartía con fines proselitistas. En sn ca-
becera dominaba la imagen de esta dulce Virgen-
cita valenciana. Y una de las ocurrencias del Pa-
dre Fabo consistió en nombrar a esta Beata su
enfermera y su abogada en todas sus causas apu
radas. Necesitaba el remedio de alguna necesidad?
la curación de algún mal? la conversión de algún
pecador? A ella acudía con insistencia filial.
Y si parecía retardar la concesión de la gracia
solicitada la importunaba y la regañaba y
la cubría con un velo en castigo por su "sordera".
Yo presencié esta escena más de una vez. Y por
eso lo cuento.
—El Padre Fabo pasó, sobre todo los últimos
años, por el crisol de las tribulaciones. Tuvo que
soportar la carga de su cuerpo gastado y acome-
tido por una arteriesclerosis pertinaz y aguda y
por una inclasificable novedad que redujo a sus
El Padre Fabo
127
piernas a un estado de miseria lastimosa. Se le
amorataban los muslos y se le ponían en carne vi
va convirtiéndose por completo en una llaga lar-
ga y supuradora.
Ello sirvió para aquilatar sus virtudes y para
que sus hermanos aprendiesen de él enseñanzas
preciosas de resignación y de paciencia.
El Evangelio asegura que los enemigos del
hombre son sus domésticos. Y tampoco faltó en la
diadema del Padre Fabo este diamante relurabra-
dor de la contradicciórj de los suyos. Hubo quien
por diversidad de temperamento o de criterio sal-
picó de contrariedades los camiuos por donde a-
vanzaba triunfante y pacífica la carrera de nue3
tro biografiado. (1)
Así lo suele disponer el que gobierna los mun
dos. Que haya en las sendas de la existencia pie
dras y zarzas que la tornen más meritoria y fe.
cunda. En el yunque dn la contrariedad se forjan
los caracteres y se labran las almas. Y quien car-
ga la sruz más pesada y coa más fe y virtud sabe
llevarla más se asemeja al diviuo modelo de todos
los predestinados.
Tal vez la Providencia permitió este género
(1) La humana condición es así. Entre religiosos
suele haber disgustus originados por diferencia de crite-
rios o por otras causas. iSan Pedro y San Pablo dinln
tieron eti algún punto de táetica apostólica. Muchos
frailes que viven sabeu que el Padre Fabo no agradó en
todos sus pensamientos y procederes a otros hermanos
suyos. Eu las relaciones de uuos con otros debe haber
siempre generosidad y benevolencia. Y yo, al referirme a
este detalle de la historia del Padre Fabo, quiero ser
también generoso y benévolo Los lectores hallarán en
esto caridad y Justicia.
128
El Padre Fabo
de pruebas morales para poner a salvo su humil-
dad, pues su cabeza siempre oreada por vientos
de fama y de aplausos necesitaba de un contrape-
so para que no perdiera el equilibrio. La tenta-
ción más pérfida y sutil en los hombres es esta de
los honores y de las alabanzas. Quien haya subido
al pedestal de la gloria por una hazaña bélica o
por un triunfo científico y sepa contenerse dentro
del marco de la modestia es más héroe indudable,
mente por esto último que por lo primero.
Hay más dificultad y más mérito en vencerse
a sí mismo que en todo lo demás. Y el humilde
eso es: un vencedor de sí mismo y de las ansias in-
génitas de sobresalir y de dominar al prójimo.
Yo admiro sobremanera en este punto de su
historia al glorioso y humilde Padre Fabo.
Creo oportuno salir aquí al paso de algún in-
terrogante que alguien me pueda endilgar; Por qué
el Padre Fabo, si era tan humilde, exhibía con fre-
cuencia la lista entera de sus títulos académicos?
Responda por mí el ilustre dominico Padre Mesan-
za que, en una breve y enjundiosa nota necrológi-
ca que publicó en «La Religión», Caracas, número
12.087 se adelantó a contestar con estas pala-
bras: No se le conoció vanidad ninguna, y si ponía
en todos sus libros todas sus condecoraciones y
una lista larga de sus obras hacíalo para que más
brilláse no él, sino el hábito que vestía.
La pura verdad.
Imposible suponer que en ello procediese el
gran amador de Dios por un motivo personal y
egoísta.
Léase lo que afirma el mismo Padre Mesanza;
«En cierta nación suramericana se le ofreció una
El Padre Fabo
129
mitra, pero a condición de abandonar su naciona-
lidad española y dijo: No; moriré agustino y espa-
ñol; eso me basta».
A quien así rechazaba las encumbraciones per-
sonales no es dable tacharlo de ambicioso y es-
clavo déla vanidad. Denotaría escasez de talento
ei por cualquier halago o por un perfume de in-
cienso pasajero fuera a perder el mérito de sus ac-
ciones.
Séame permitido el copiar unas frases que es-
cribió el Padre Edmundo Goñi al prologar un
opusculito dado a la estampa con motivo de la
proclamación del Padre Fabo como Hijo predilec-
to de Marcilla: «Es sofisma viejo y que arguye es-
casa mentalidad el barajar el sentimiento de la
humildad con el de la glorificación externa de las
obras divinas; pues no falta quien confunde los
principios de la Teología Ascética con los de la
Etica cristiana y de la Historia eclesiástica, de
donde resulta que tienden a ocultar el don de Dios
como si fuera propio. Y lo peores que lo hacen
movidos por un sutilísimo móvil de orgullo que se
disfraza de modestia. Hay modestias muy orgu-
llosas. En el religioso, repito, importa distinguir
el individuo y al miembro colectivo, y si como
persona natural tiene derechos inalienables, como
parte de un todo no los tiene en modo alguno.
Más aún; por el hecho de estar vinculado a la
Orden con los tres lazos indisolubles de los votos,
su pertenencia completa es de la comunidad o en-
tidad colectiva, y así resulta que comete un géne-
ro de hurto quien privare a Dios y al Convento de
la gloria humana y de sus resultados buenos con-
siguientes».
130
El Padre Fabo
De perlas viene el citar lo que el mismísimo
Padre Fabo escribió en la Biografía del Padre
Santiago Matute». Si el Evangelio aconseja que
oculte una mano lo bueno que verifica, también
nos encarga que brille la luz de nuestras buenas
obras ante los hombres. Me parece que no ando
equivocado al aconsejar que todos los que tuvie-
ren que decir algo bueno de sí, lo consignen por
escrito a manera de Memorias póstumas. El reli-
gioso no se pertenece a sí ni en cuanto a su histo-
ria personal...
«Yo asqueo los melindres de la humildad de ga-
rabato».
Son palabras sinceras de nuestro biografiado.
Sí
CAPITULO XVI
Don de consejo
El don de consejo, dice Tunquerey, hace per-
fecta la virtud de la prudencia dándonos a enten-
der pronta y seguramente, por una especie de in-
tuición sobrenatural lo que conviene hacer, espe-
cialmente en los casos difíciles.
Es este uno de los dones más preciosos del Es-
píritu Santo con que regala a las almas excogidas
y destinadas a intervenir en la solución de trances
difíciles.
Decía Jesucristo a sus queridos apóstoles:
Cuando os viereis entregados al enemigo no os
preocupéis de cémo o qué habéis de hablar. Por-
que se os dará en aquel punto lo que habéis de
hablar.
Los Superiores y directores espirituales viven
necesitadísimos de esta luz interior y dp ente acier-
te en dictar consejos oportunos y eficaces. Oué
difícil resulta conocer, con los sólos ojos de la ra-
zón, las complicaciones sicológicas y los replie-
gues íntimos de la oonciencia. ¡Y cuán peliagudos
casos se presentan en que el más lince y prudente
132
El Padre Fabo
vacila al tener que pronunciar su parecer sobre la
vocación de una persona, sobre la elección de es-
tado, o sobre la perfección a que es llamada, o so-
bre los medios que le conviene elegir!
Raros son los hombres que poseen tal ornato
espiritual. Raros son los que no tienen precipita-
ción en sus resoluciones, inconsideración en sus
palabras, y temeridad en sus obras. Raros son los
que proceden con rigurosa medida y los que saben
responder al que les pide un consejo o una orien-
tación con acierto provechoso y con eficacia opor-
tuna.
Hay que pedir a Dios fervorosamente con el
Profeta David que nos conceda este don inapre-
ciable. Hay que acudir con frecuencia al Espíritu
Santo suplicándole, llenos de fe y humildad: Vias
tuas. Domine, demonstra, mihi; et semitas tuas
edoce me: Señor, enséñame tus caminos y guíame
por tus sendas.
Muchos Santos gozaron del don de consejo. Y
a ellos acudieron Reyes y Obispos implorando la
limosna de su palabra inspirada. Recuérdese el ca-
so de Santa Catalina de Sena, consejera de prínci-
pes, de Cardenales y de Romanos Pontífices. Y re-
cuérdese también a San Antonio por antonoma-
sia apodado «Antonius consiliorum».
Nuestro Padre Fabo era un varón recto. Y te-
nía penetración interior. Y conocía los secretos
del saber Y era discreto y prudente en el hablar.
Y muchísimas personas corrieron presurosas a
disfrutar de su sabio consejo.
Yo no voy a hacer afirmaciones atrevidas que
toquen el orden sobrenatural. Pero atendidos su
carácter sacerdotal y su espíritu ilustrado en las
El Padre Fabo
133
ciencias teológicas digo que en nuestro religioso
se posó el Espíritu Santo y no le negó ui escatimó
el don de aconsejar.
Que rindan testimonio sincero las incontables
almas quw acudieron al Padre Fabo en el confeso-
nario a exponerle sus dudas o en el consultorio a
decirle sus cuitas.
Y que hablen los que recibieron sus cartas, sus
bellísimas cartas, llenas de bondad y henchidas de
celo, en las cuales juntaba su autor la gracia en la
expresión y la discreta manera de orientar las
mentes y calentar los corazones.
Belisario Porras, Presidente que fue déla Re-
pública de Panamá, ilustre hombre público y cé-
lebre escritor, con el alma atribulada e inquieta,
en cierto trance apurado, escribió al Padre Fabo
ausente en demanda de luz y de lenitivo. Este le
contestó en tono apostólico y cordial, y el doctor
Porras, aludía así a tal contestación: «Su carta
ha sido como un bálsamo derramado por usted
con su bondad característica sobre mi espíritu, al
apreciar la rudeza de los ataques de mis adversa-
rios que no desperdician oportunidad para morti-
ficarme, aun por los asuntos más triviales. Gra-
cias, mi buen amigo, muchas gracias. Felizmente
que siguiendo las máximas saludables que usted
me cita d°l Evangelio, he podido sobreponerme a
mi carácter. Pareciera que la ingratitud fuera don
preciado del hombret.
A cierto director de un importante periódico
de América escribía el Padre Fabo desde Barcelo-
na: «permítame le indique, querido amigo, que co-
mo somos flacos, no drb* admitir a ningún cola-
¡ borador intemperancias, aunque tiendan a defen.
134
El Padre Fabo
der la patria y la religión, porque estas causas
solamente necesitan de la verdad, y los que em-
plearen defensa eseasa de prudencia delinquen con
reato de leso patriotismo y catolicismo Prosi-
ga usted respetando los podaras legítimamente
constituidos, procure con tino corregir los desma-
nes antisociales e irreligiosos, haga esfuerzos por
contrarrestarlas olas de materialismo »
ün estimable volumen daría la colección de
cartas que en el seno de la intimidad salieron de
la pluma del Padre Fabo, mojada siempre en agua
de dulzura y de amor.
Mi buenísima madre que vive en un rincón de
España sirviendo a Dios Nuestro Señor y repitién-
dole el sacrificio que un día memorable le hiciera
de su hijo ausente, me envió, poco después de mo-
rir el Padre Fabo, una encantadora epistolita de
este religioso. En ella tejía reflexiones de carácter
ascético a la que me dio el ser y la aconsejaba
con evangélica caridad.
Yo fui favorecido por la bondad de este reli-
gioso eou varias misivas suyas ¡lenas de luces y
de sabias 2ousideraciones. Y confieso agradecido
que en múltiples ocasiones sus advertimientos pa-
ternales, arrancados por su cariño y por su celo,
fueron para mí lumbre y estímulo.
Santo Tomás de Aquino prefería para el go-
bierno de una colectividad al individuo que ante
todo se hallara dotado de la virtud de la pru-
dencia.
Santa Teresa de Jesús quería para la direc-
ción de las conciencias sujetos letrados y dueños
3e cultura y de talento.
Muestro Padre Fabo poseía prudencia y era
El Padre Fabo
135
ilustrado en extremo en las disciplinas divinas y
humanas. Y gobernó con acierto y éxito las Co-
munidades y las parroquias a él encomendadas
por sus Superiores. Y dirigió las almas y las con-
dujo, cual experto piloto, por los caminos de la
perfección cristiana.
El Padre Fabo conocía y procuraba practicar
aquella preciosa máxima de San Francisco de Sa-
les: tpara hacer el bien es preciso doblegarse gra-
desámente a las exigencias de los demás».
Ni su fama ni su saber impidieron a nuestro
religioso el carácter franco y sencillo que lo dis-
tinguía. Con todos conversaba; con todos convi-
vía amigablemente; con todos observaba un trato
confiado y modesto-
Y a nadie negó jamás el regalo de una sonrisa
amable o la caricia de una palabra alegre y cris-
tiana.
Cuando el consejo es imposible o el mal es
irremediable para el pobre doliente no queda otro
recurso que el desahogo y la resignación. Y en este
trance es indecible el consuelo que brinda una acó-
gida cordial y benévola por parte de aquel a quien
se acude en busca de ayuda.
CAPITULO XVII
Pinceladas sueltas
Visitaba una vez el Padre Fabo en Madrid al ilua-
tre jesuíta Padre Daniel Restrepo; y al mostrarle
éste entre sus libros un tomo de Monumento Históri-
co 8. J, dedicado al Beato Pedro Fabro, dijo de repen-
te el P. Fabo: Vea, qué sorpresa tan buena,, Pedro
y labro. ■ • ! Pues por una «r» no somos iguales;
por una «r» me perdí el estar en los altares.
El Padre era muy andarín y poseía aficiones
alpinistas. Subir montañas constituía para el una
delicia. Tal vez su cabeza fatigada con labores in-
telectuales le exigía el ir a buscar aires oxigena-
dos y frescos. Un día en la misión de Chámeza hi-
zo una apuesta con los más afamados «andado-
res». Se trataba de ascender a la cumbre de un pi-
co cercano al pueblo. Todos los competidores de
nuestro religioso se rindieron a la mitad del cami-
no áspero y enmarañado. El Padre Fabo cantó y
triunfó sólo, y allá en lo más alto colocó unas pie-
Iras en forma de columna en señal de su victo-
ria.
El Padre Fabo
137
Me cuenta el Padre José Martínez de la Inmacu-
lada, A. R. misionero de Chámeza, los recuerdos
tan gratos que allí se guardan del Padre Fabo.
Los que entonces eran niños y ahora son hombres
maduros hablan del carácter festivo de su párroco
que les enseñaba el catecismo entre risas y anécdo-
tas Los ancianos dicen de qué mañas apostólicas
se servía para obligar a muchos a santificar sus
uniones ilícitas; todos repiten sin excepción, que el
Padre Fabo fue un misionero celosísimo, incansa-
ble, lleno de sentimientos de caridad, amigo de vi-
sitar los enfermos, hecho todo para todos.
En Los Llano» deCasanare todawía hay muchas
personas que hacen memoria de las cualidades del
Padre Fabo como jinete. No las poseía muy altas.
Cuántas veces vió el suelo sostener el cuerpo del
misionero que caía de su muía o caballo!
Era corpulento nuestro religioso. En los viajes
largos o difíciles llevaba dos bestias, pues era de
necesidad el dar un descanso a la muía que lo car-
gaba y el reemplazarla con otra.
La llaneza, la tranquilidad de ánimo, la cons-
tancia en su voluntad y la maña para conseguir
sup cosas cualidades sobresalientes en el carácter
del padre Fabo. Y gracias a estas cualidades pu
do salir airoso y triunfador en los varios lances
difíciles que se le presentaron en su vida como re-
ligioso, como apóstol y como publicista. Si este
fraile hubiera sido pusilánime, quisquilloso y de
aguda susceptibilidad, no hubiera podido ir ade-
lante en su carrera y en sus empeños. Momentos
hubo en que causaron sorpresa la «frescura» y la
calma del Padre Fabo. Sin ateuder a lo que algu-
138
El Padre Fabo
no diría o pensaría, o a lo que alguno dijo o pen-
só, el Padre hacía sus eosas o publicaba sus libros
y sus conceptos. Luchó en sus empresas literarias
con la indiferencia de algunos y contra la mur.
muradora actitud de otros.
En el año 1908 asistieron a una comida cam-
pestre en honor del Exmo. señor Presidente de la
República de Colombia General Rafael Reyes el
Padre Fabo y el Padre Ubaldo Ballesteros. Fue
esto en la ciudad boyacense de Duitama, en una
hacienda llamada «La Parásita». Pronunció un
discurso el General Reyes. T con asombro de to-
da la concurrencia, pues no estaba ello en el pro-
grama, sacó del bolsillo un papel arrugado el Pa-
dre Fabo y leyó, con voz y gesto vibrantes de en-
tusiasmo, unas cuartillas.
Era entonces el Padre Fabo misionero párro-
co de Chámeza. De allí venía. Y habló de las nece-
sidades de Casanare, del progreso de Colombia, y
prodigó frases 'aduladoras dirigidas a la persona
y a la obra administrativa del General Reyes, el
cual, satisfecho por espontáneas alabanzas, se le-
vantó y abrazó al orador recoleto en medio de las
aclamaciones generales. Muy amigos se hicieron
desde aquella fecha el Padre Fabo y el General
Reyes. Y si éste se hubiera sostenido por mucho
tiempo en la Presidencia de la República hubiera
sido bien explotado en favor de las Misiones por
el párroco misionero de Chámeza.
Algunas comisiones honrosas le fueron designa-
das al Padre Fabo. En e! año de 1925, cuando re-
sidía en Manizales, fue designado Miembro del Ju-
El Padre Fabo
139
rado Calificador en dos concursos abiertos por la
Junta de Festejos de Santa Rosa de Cabal. Fueron
compañeros del Padre Fabo en el Jurado don
Juan Bautista López O. y don Ricardo Arango
Franco. Se celebraban grandes fiestas en Santa
Rosa con motivo déla inauguración allí del Fe-
rrocarril.
Con fecha 15 de octubre y bajo el número
1642 le fuá enviada una comunicación al Padre
Fabo, residente en Sos del Rey Católico desde Tun-
ja. El Obispo Eduardo Maldonado Calvo nombró
a nuestro religioso Delegado para representarlo
en el Congreso Mariano hispano- americano que se
celebró en Sevilla en mayo de 1929. Aceptó el Pa-
dre Fabo. Y he visto algunas cartas e indicacio-
nes que dirigió a la Junta Organizadora del Con
greso.
Tenía el Padre Fabo el título de Académico
Correspondiente de la Real Academia Española en
Sos y el 6 de diciembre de 1928, precisamente co-
mo premio por haber fundado la Academia en
Panamá y por sus esfuerzos en pro de la cultura,
le fue enviada esta nota: A propuesta de los
Ecmos. Sres. Don Francisco Rodríguez Marín y
don Leonardo Torres Quevedo y del señor don Ju-
lio Casares, la Real Academia Española nombró a
V. R. en junta celebrada anoche, mediante vota-
ción secreta y unánime, individuo de esta Corpo-
ración en la clase de Correspondiente español, en
León, dando así testimonio de apreciar justamen-
te los conocimientos de V. R. en lingüística y le-
tras humanas».
E! Rmo, Padre Prior. General Fr. Gerardo La-
rrondo nombró al Padre Fabo censor del Com-
140
El Padre Fabo
pendió Histórico de la Orden de Agustinos Recole-
tos. En el oficio indicaba el Padre General a nues-
tro religioso su deseo de que hiciera un estudio de-
tenido y a conciencia porque quería que este libro
sirviera como un manual para los jóvenes aspiran-
tes agustinos recoletos. Cumplió el encargo a ma-
ravilla el Padre Fabo. He visto el informe que rin-
dió, minucioso, lleno de observaciones atinadas,
rebosante de amor al hábito. Bien hubiera pedido
el Padre Corro poner estas líneas del Padre Fabo
a manera de introducción en su obra.
Bé aquí un párrafo auto-crítico del Padre Fabo:
«Concibo aprisa y redacto más aprisa. Eso sí, con-
cluido el asunto, dejo a un lado las cuartillas es-
critas, y pasado el estado deifico, digámosle así,
me pongo a corregir con refiexión. Corrijo muchí-
simo; hasta en Iay disciplinas teológicas busco la
armonía del período. Soy capaz de escribir nueve
horas diarias, y temporadas han transcurrido con
tan abrumadora labor. Trabajo tres horas segui-
das sin cansarme. Soy metódico en mis apunta-
ciones; apuntar es saber, y saber apuntar es saber
tres veces.
Imito a las veces a los clásicos antiguos, cuya
escuela me priva y enamora. En mis primeros a-
ños, es natural, adolecí de "difuso y verboso";
ahora, en cambio, tiendo a "hebraizarme" supri-
miendo los adjetivos y los incisos redundantes
todo lo posible».
Marco Fidel Suárez cita al Padre Fabo en el
Sueño de las Recaídas: Dích pkí Luciano: ' Per-
mítanme informar a ustedes que en los libros del
El Padre Fabo
141
Padre Fabo, especialmente en Etnografía y la no-
vela El Doctor Navascués, tengo anotadas cen-
tenas de semejanzas entre el lenguaje de Robledo
y el del Dorado, entre mi tierra y los mares de
pasto donde buscaron los Quesadas el Idolo fa.
moso con que los eugañaron los indios '.
En Diario de Navarra, 17 de junio de 1925,
hay un artículo firmado por Anguelos a propó-
sito de ser declarado el Padre Fabo "hijo adopti-
vo de Maoizales". Allí se asegura que Xavier de
Miranda ha escrito varias veces en Diario sobre
el Padre Fabo.
Con fecha 25 de diciembre de 1929 escribía el
agustinólogo jesuíta Padre Záraeza al Padre Fa-
bo lo siguiente: "Sepa que he leído sin dejar una
letra su obra la Juventud de San Agustín, y me
ha dado usted no sólo ratos deliciosos supra
modum sino que me ha hecho admirar su grande
competencia, su erudición variadísima y a fondo,
su talento, de saber poner las cosas en su debido
punto y su admirable objetividad"-
Cuando en 1926 fue declarado el Padre Fabo
Hijo Predilecto de Marcilla apareció en Diario de
Navarra uu artículo titulado así: Un marcillés
ilustre. Y la firma, decía: fin marcil'é*. Este ar-
tículo fue reproducido eu el folleto que con tal
motivo publicó el P- Edmundo Goñi. Y también
aparece en la necrología del Padre Fabo que se,
puede ver en el libro del P. Miguel Avellaneda
Continuación del P. Sádaba. Pues bien: el autor
de tal artículo que se llama Un marcillés es el P.
142
El Padre Fabo
Eugenio Ayape, que entonces era estudiante co-
rista en el convento de Valentuñana de Sos del
Rey Católico.
El Padre Fabo acariciaba el proyecto de escribir
una Historia de la Diplomacia Pontificia en Co-
lombia. He visto el esquema. Ya tenía recogidos
algunos datos y hecha la biografía de eu Excelen-
cia Enrique Ragonesi.
He leído un estudio que hizo nuestro religioso
acerca del escudo heráldico de la Orden Agustino
Recoleta. Está bien elaborado.
En 2 páginas, a máquina, redactó el Padre
Fabo un Proyecto de Reglamento para el Co-
legio Preparatorio Apostólico de Artieda (Na-
varra).
12 páginas ocupa uo Proyecto de Acta Capi-
tular sobre la fundación de un Colegio de segunda
enseñanza en Manizales. Lleva firma del primero
de septiembre de 1925. Ignoro si fue o no presen-
tado al Capítulo. Asimismo el Padre Fabo redac
tó un Proyecto para encargarse la Provincia del Insti-
tuto Universitario de la citada ciudad.
A la pluma incaasable de nuestro religioso se
debe además la redacción de unos Estatutos de la
Archicofradía de la Correa de la Virgen de la Con-
solación, de San Agustín y de Santa Mónica.prece-
didos de una reseña histórica.
M Padre Julián Moreno, escribió en Boletín de
San Ncolás, número 216, junio de 1928, un ar.
tículo de crítica sobre la Biografía del Padre San-
tiago Matute que dio a la luz el Padre Fabo. Es-
El Padre Fabo
143
pecialmente se refiere al punto en que nuestro reli-
gioso habla sobre el Vicariato de Casanare y en
que defiende cómo, por el aspecto económico, no
fue un acierto para la Provincia de la Candelaria
el haberse hecho cargo de la administración espi-
ritual de las Misiones de los Llanos
Al Padre Moreno no le place la manera de
pensar del Padre Fabo.
CAPITULO XVIII
Biógrafo y místico
El género biográfico es muy a propósito para
hacer campaña docente y ejemplarizadora. Nada
enseña y mueve tanto al hombreen orden a la
práctica de la virtud como el contemplar a sus se-
mejantes caminando cou resolución hacia las cum-
bres del heroísmo moral.
Y e*o fue cabalmente lo que impulsó la pluma
del Padre Fabo a trazar alguuas semblanzas
biográficas. Quino perpetuarla memoria de los
personajes biografiados; y quiso también poner de
relieve sus buenas y gloriosas acciones con el fin
de que sii vieran de modelo y de estímulo a los vi-
vientes.
Vamos a ofrecer una ligerísima idea délos li-
bros biográficos que publicó el Padre Fabo. Con
ello realizamos propaganda cristiana y a la vez
el lector alcanzará a vi-lumbrar la prodigiosa ac-
tividad de nuestro religioso agustino recoleto.
Escribió el Padre Fabo la Vida del Excruo.
Padre Nicolás Casas, Obi^do de Casanare. Está
El Padre Fabo
145
escrita con diligencia y con amor. El biógrafo ha-
bía sido discípulo del biografiado en Física y Quí-
mica. Así es que sus frases se hallan empapadas
en aromas de gratitud Toda la materia se desa-
rrolla en veinticuatro capítulos, bastante largros,
y avanza la historia con el método más sencillo
que conste en exponer cronológicamente loe he-
chos jalonadores de la existencia. Abundan los epi-
sodios anecdóticos y hay observaciones certeras
de crítico y de moralizador. Gran parte del libro
es autobiografía, pues nueve capítulos por lo me-
nos, y los másexteusos, eou copia literal del Dia-
rio de su vida que con acuciosidad edificante lleva,
ba el activísimo Padre Casas. La figura gigantea-
ca del segundo Vicario Apostólico de Caeanare,
tal cual fue, como Provincial de la Candelaria en
Bogotá, como Prelado lleno de proyectos y de ha-
zanas apostólicas de subidos quilates, como escrb
tor de dicción castiza y de profundos conceptos
que produjo sus luminosas Enseñanzas de la Igle-
sia sobre el Liberalismo, y como practicador es-
tupendo de las más raras virtudes.
Otra Tida muy estimable que se debe a la plu-
ma (IhI Padre Fabo es la del Excmo. P. Toribio
Minguella, Obispo de Puerto Rico y después de
rtiguenza. Adornan a este tomo cualidades muy
buena > de fondo y de forma. Es confortador e ins-
tructivo. Y se lee con agrado y con provecho des.
d<> la primera hasta la última de sus páginas. Se
pinta sin excesivo recargo de colores la semblanza
atrayente del Padre Minguella, y el lector se sien-
te trasladado al escenario de los episodios que ee
relatan, a Filipinas, a Puerto Rico, y a España.
Tiene la historia interés especial por tratarse de
146
El Padre Fabo
todo un gran hombre, filólogo insigne, orador de
vuelos altísimos, hagiógrafo alabadísimo, y pas-
tor de almas encendido en llamas de celo, y sujeto
de alto espíritu contemplativo a la par que de re-
ció carácter. Yo no dudo que cualquiera que reco-
rra las páginas de esta obra se engolosinará con
su lectura y aprenderá muchas cosas buenas, sobre
todo a mortificar las pasiones desordenadas, a
proceder con rectitud de intención y a amar a
Dios Creador y Redentor y a los hombres criatu-
ras divinas. (1).
La Biografía del P. Mariano Bernard recrea y
edifica el espíritu. Su autor a todo trance trata
de hacer resaltar la estampa del religioso y ansia
infiltrar en el ánimo de los lectores deseos de per.
fección.
En la Biografía del Padre Pedro de Santiago,
übiaoo de Lérida, ahonda el Padre Fabo sus fer-
vores agustinianos y pretende vindicar el nombre
y la fama de este Prelado, ornato precioso de la
Iglesia y flor de los jardines que eu la tierra riega
y cuida San Agustín.
La Biografía del Padre Santiago Matute es un
estudio sereno y breve de la.« cualidades del Padre
Matute. Allí se describe su carácter jovial y cari-
tativo y se analizan y se destacan sus modalida-
des múltiples de poeta, músico, escritor y orador
excelente y de amante devotísimo de la Virgen
María.
También en el campo de la literatura mística
(1) El P. Fabo visito muchas veces en sti palacio
al Excroo. P. Mlnguella y aprovechó observaciones per-
sonales para escribir la Vida del Ilustre Prelndo.
E Padre Fabo
147
entró a cosechar laureles nuestro Padre Fabo,
Aunque no escribió ningún tratado especial sobro
este sublime tema, pero sí compuso paginas bellí-
simas que autorizan a su biógrafo a denominarlo
místico. Y decimos místico &in atender a las dife-
rencias que entre mística y ascética puedan hacer-
se en los textos escolásticos. Es místico nuestro
religioso en cuanto que cultivó en sí mismo con
amoroso afán la vida sobrenatural y en cuanto
que contribuyó con sus consejos y con sus escritos
a aumentar en las almas las ansias de perfección
cristiana.
Hé ahí apuntadas algunas obritas suyas para
comprobación y muestra.
Olor de Santidad es un volumen escaso de pá-
ginas pero presentado con primores de forma y
con riqueza de fondo. Habla sobre el Padre Eíe-
quiel Moreno. Pondera lo heróico desús virtudes
y analiza su sicología de hombre y de siervo de
Dios. En esto tiene observaciones muy agudas y
certeras.
La Autora de la Mística Ciudad de Dios es ua
folleto de nuestro religioso en que se traza la sem-
blanza singular de la Venerable Madre Agreda con
agilidad de estilo. El Padre Fabo aprovecha todos
los capítulos para insertar piadosas exhortacio-
nes y para inculcar hasta la saciedad el odio a lo
pasajero y el amor a lo eterno.
En un Septenario a la Virgen de Manare con-
deusó su gratitud y su amor el Padre Fabo hacia
la Reina de Casanare a la cual se creía obligado
por múltiples motivos temporales y espirituales,
En varias de sus obras se refiere a la celestial Prin-
cesa de Manare en términos entusiastas y con a-
148
El Padre Fabo
centos blandos de filial ternura. Este Septenario
está redactado ante todo con el corazón. Las me-
ditaciones son sobrias, devotas y edificantes en
alto grado. Tiene ejemplos para cada día y Gozos
propios.
Compuso el Padre Fabo una Novena a San
Agustín. Con ella quiso el autor bacer más amable
la figura del hijo de Santa Mónica. Con razón se
lamentó en inultitad de ocasiones el Padre Fabo
de que a San Agustín muchos lo citan y lo admi-
ran y pocos le rezan uu Padrenuesto. Háse mirado
más en el Doctor de la gracia su ciencia que sn
amor. Háse contemplado su figura radiante de es-
plendores deslumbrantes de gloria y de fama, y se
ha descuida Jo la consideración de su carácter sua-
vísimo y humildísimo y enamoradísimo. La» me-
ditaciones de esta Novena quieren henchir de amo-
res divinos los pechos de los cristianos proponien-
do como ejemplo al Serafín de Hipona.
Ejercicio al Beato Querubín de Avillana. El
Beato Querubín, simpática flor de pureza florecida
en los vergeles agustinianos, tuvo en el Padre Fa-
bo un admirador ferviente y un cantor entusiasta.
En el ejercicio en referencia brillan los deseo»
siempre visibles de sn autor de intensificar la
piedad en los corazones de los crif-tianos y de
ayudar a que las almas encuentren pastos saluda
bles y medios fáciles de cultivar las relaciones con
Dios Nuestro Señor,
Novena a Nuestra Señora de la Consolación,
La propaganda agustiniaua fue una obsesión pia-
dosa en el Padre Fabo. Y por eso compuso este
novenario a la Virgen de la Consolación o Correa,
madre entrañable de la Orden de San Agustín y
El Padre Fabo
Protectora de sus hijos que pregonan sus excelen,
cias y sus misericordias por los cuatro lados del
universo y que en todas partes ostentan sus lomos
ceñidos con el emblema que en la tierra hermoseó
la cintura de la Reina de los Angeles. La historia
nos dice que la Virgen Santísima se apareció a
Santa Móuica con hábito negro y ceñida con una
correa y que le habló con estas o parecidas pala-
bras: «Hija Mónica, este es el traje con que anda,
ve cuando estaba entre los hombres, y así quiero
que vistas tú a devoción mía..
El Padre Fabo quiso propagar más y más es-
ta devoción tan consoladora.
Catecismo del Terciario de la Orden de Agusti-
nos Recoletos. Las obligaciones y loe privilegios
del terciario agustino recoleto se hallan expues-
tos aqní de una manera sencilla y lumioos^,. En
forma dialogada va discurriendo el autor y a ca.
da página deja caer preciosos consejos y purísi-
mas enseñanzas.
Cuando el famoso Santo Cristo de Limpias es-
tremeció al mundo espiritual con los prodigios
que se le atribuían el Padre Fabo le dedicó una
Novena henchida de seráfica caridad. En ver-
dad las almas que se nutran con su lectura
y penetren en su espíritu y se dejen traspasar por
sus afectos subirán pronto a la cumbre de la per-
fección y bebprán a raudales las aguas de vida que
brotan del Costado de Cristo abierto por una
lanza. (1)
(1) El Santo Cristo de Limpias— Provincia de Santan-
der,— España — dio bastante que hablar con sus mila-
gros que eonmovían al pueblo. La autoridad ecleslástl
ca intervino y dijo su palabra. El dominico P. Luis Ur-
bano estudio en un libro esta suceso célebre y lo redujo
a sus justas proporciones.
150
El Padre Fabo
En honor de Nuestra Señera de la Candelaria,
a quien amaba entrañablemente nuestro religio-
so, hiso asimismo una Novena muy preciosa, sus
meditaciones constan de dos puntos, el uno histó-
rico, el otro ascético. Los Gozos responden a esta
estrofa primera y principal:
Por el sagrado misterio
De tu Purificación
Líbrame del cautiverio
De toda mala pasión.
Desde niño dijimos que el Padre Fabo se afi-
cionó a la Tirgen del Pilar, patrona de su pueblo
natal. Y en sus peregrinaciones misioneras o lite-
rarias siempre llevó encendida en su pecho la !á ca-
para de hu veneración hacia la Virgen de sus días
infantiles. En 1917 le compuso una piadosa No
vena para testimoniarle su cariño y su gratitud y
para sembrar también en los corazones de los
marcilleses gérmenes de fe y de sobrenaturales as-
piraciones.
En otras muchas partes se manifiesta el Padre
Fabo como místico. Pero baste con lo apuntado
Eara que el lector se dé cuenta de lo abundante de
i vida apostólica y sobrenatural de este religio-
so, el cual, cuando se movía y se afanaba por san-
tificarse a sí mismo y por santificar a los demás
recordaba aquel dicho tan maravilloso del Padre
Gracián: -Obrad como si no tuvieseis más medios
que los naturales, y trabajad como si no los tu-
vieseis más que sobrenaturales*.
CAPITULO XIX
Polígrafo
La cultura y el celo del Padre Fabo se hallan
derramados en una larga retahila de libros que
abarcan muj distintas disciplinas del espíritu, co-
mo historia, filología, novela, etnografía, orato-
ria, crítica literaria, ascética, poesía, apologética,
y polémica.
En un volumen firmado por Paseual Campo,
Pbro., y titulado «Album de ideas y páginas selec-
tas» se hace una breve y completa descripción bi-
bliográfica de los impresos del Padre Fabo. Y en
el mismo volumen se alcanza a ver la enorme pro-
ducción polifacética de este ingenio fecundo que, a
manera de flor, fue deshojando los pétalos de su
saber y los perfumes de su bondad, a todo lo lar.
go de su existencia. (1).
La parte más principal, al menos cuanto a la
cantidad, de la obra científica de nuestro religioso
pertenece a la historia. Historia de la Orden de
1) Pascual Campo es un seudónimo del mismo Pa-
ire Fabo.
152
El Padre Fabo
Agustinos Recoletos, en tres tomos; Historia de la
Proviucia de la Candelaria, también tres tomos;
Historia de varios personajes, en varios tomos;
Historia asimismo de monasterios; y otros folie-
tos de carácter histórico. He ahí la labor del dis-
cípulo de Clío.
El Padre Fabo supo hacer que bajo su pluma
cumpliera la historia los altos destinos que le co
rresponde cumplir. El sabía que la historia, para
que lo sea, ha de tener ante todo objetividad y
veracidad. El sabía además que no consiste sólo
eu papel, como sacerdote oficiante en el templo d«
Clío. en relatar escuetamente los hechos para sa-
tisfacer la curiosidad de los lectores. El conocía y
lo afirmaba que en la historia deben entrar tam-
bién otros factores y otras finalidades.
Do historiador es un maestro de la humani-
dad, Un historiador es un filósofo que examina las
pausas últimas e inmediatas de los acontecimien-
tos, y de estos deduce resultados prácticos y pro-
vechosos. Un historiador es un apóstol que mora-
liza obligando a aborrecer el mal, el error, el vi-
cio, y la impiedad por las funestas consecuencias
que traen, e incita a seguir el bien, fuente de paz,
de alegría y de venturas de todo género.
En una disertación acerca de la personalidad
del Padre Fabo leída en Junta pública de la Aca-
demia panameña de la Leugua, el 4 de agosto de
1934, decía el doctor José déla Cruz Herrera:
«Puede ya entenderse que la historia del Padre
Fabo es" institución a la altura de los tiempos, en
que si se busca como fundamento el hecho que sa-
cia la curiosidad, se exige no menos la enseñanza
universal que encierra, porque ias instituciones
El Padre Fabo 1 53
públicas, como ella, deben cumplir so fia prov ien-
cial y no pueden mirarse en la complejidad déla
vida como meros instrumentos de pasatiempo y
placer, sino que es íadi-pensable que contribuyan
al mejoramiento de la humanidad».
Indiscutible resulta que los libros histéricos del
Padre Fabo possen una gran eficacia docente y
moraliiadora.
Tomo filólogo y lingüistica produjo nues:ro
religioso buenas y alabadas obras.
Es frecuente caer en confusión al hablar de lin-
güista y de filología, porque hay quien junta es-
tos dos vocablos en una misma significación La
filología comprende el estudio 7 el conocimiento
del lenguaje, la literatura, y otras manifestaciones
de la cultura de un pueblo. Filología es el exámen
de las culturas antiguas. Filología es el estudio
de las las leyes etimológicas, gramaticales, e his-
tóricas de una lengua en particular. Filología es,
enseña a su modo de Otofredo Muller. la percep-
ción integral y plena de la vida intelectual anti-
gua. 0 sea. la filología, no estudia las lenguas
anatómicameate. realizando sus elementos primi-
tivos ejintegractes, sino que las mira y contempla
como instrumento de las relaciones sociales, como
vehículo de la cultura general, como medio para la
formación de la vida intelectual en los distintos
países.
La lingüistica, en cambio, as refiere al análi-
sis de una lengua, al examen, de sus elementos
componentes y de las leyes que rigen su forma-
ción y desenvolvimiento. Puede hacerse este análi-
sis, bien simple y aisladamente, fiiándoss tan srtlo
en una lengüa. bien cotejando dos lenguas diver.
154
El Padre Fabo
sas para observar y concretar sus analogías y di-
ferencias.
La filología tiene mucho de historia y de filo-
sofía de la historia. Lo que se denomina cultura
difundida por la lengua con todo su amplio radio
de artes, arqueología, bellas letras y monumentos
es objeto adecuado de las investigaciones del filó-
logo.
El lingüista particulariza más, concreta
más su labor. Se fija en las vocales y consonantes
de una palabra y en la formación de su núcleo o
raíz, en las modificaciones que ha sufrido. Y asi-
mismo compara los dialectos provenientes de
idéntico tronco haciendo notar sus semejanzas y
sus discrepancias.
El Padre Fabo reúne condiciones de filólogo
y lingüista a la vez. En sus dos obras Idiomas y
Etnografía de la región Oriental de Colombia, y
Rufino José Cuervo y la Lengua Castellana vertió
bus conocimientos en estas ramas vastísimas del
saber humano. Y a esto hay que agregar una se-
rie de artículos que publicó bajo el mote decidor
de Cosuelas idiomáticas.
De otros aspectos interesantes del tempera-
mento literario o científico de nuestro religioso
hemos ya hablado, bien que sin mucho detenimien-
to. En partes distintas lo hemos contemplado co-
rno poeta, como orador, como novelista, etc. Y,
aunque incidentalmente, hemos advertido que es-
cribió páginas ascéticas de subida unción mística,
y que actuó de polemista y de teólogo en Los
Aborrecidos y en La juventud de San Agustín aD-
te la crítica moderna, y que vertió los caudales
El Padre Fabo
155
copiosos de su saber en artículos y folletos de ca-
rácter heterogéneo.
Si se quiere formar idea en especial de su tem-
peramento literario léase sus Críticas y Plumadas,
colección de juicion, ensayos y prólogos, que escri-
bió en ocasiones distintas de su vida.
No llegó a ver la luz pública la colección que
el Padre Fabo estaba preparando de trabajos so-
bre Derecho Canónico, Filosofía, Teología y Cien
cias eclesiásticas.
Tampoco alcanzó a dar a la imprenta sus
anunciados Pétalos de novela, o sea, un tomo de
cuentos morales muy ingeniosos.
Observe el lector desapasionadamente, en
atención a lo indicado, la enorme labor realizada
por el religioso hijo de San Agustín.
Yo no me detengo más en ponderar la eficacia
de una vida toda consagrada a la gloria de Dios
y al bien d6l prójimo.
Reseñas bio-bibliográficae, más o menos com-
pletas y extensas, las hallará el lector en la Enci-
clopedia Espasa, y en el Ensayo de una Biblioteca
hispano-americana del P. Santiago Vela, y en
el tomo XII de la Historia de la Literatura con-
temporánea de Julio Cejador y Frauca.
El Padre Fabo con su incansable actividad
desplegada en empresas literarias encaminadas a
la difusión de la verdad es una enseñanza para los
mortales.
Su diligencia asombrosa hace recordar al sier-
vo fiel del Evangelio que negocia lucrativamente
con los talentos recibidos.
Su buen empleo del tiempo es un reproche
fuerte para los perezosos que se cruxan de brazos
156
El Padre Fabo
y se entregan a un ocio estéril.
Cuando vio la luz pública el libro Críticas y
Plumadas fueron muchísimos los juicios críticos
que lanzó la prensa. Recojo al azar:
«Si, como es justo, aplicamos a este libro o co-
lección de críticas del Padre Fabo la medida por
él empleada con sus enjuiciados o censurados, no
podemos menos de ser con él benévolos y conten-
tadizos.
Pero más que benevolencia es justicia consig-
nar el mérito, algo desigual en verdad, pero nada
común a ratos de los múltiples trabajos críticos
encerrados en este grueso volumen, que aseguran
al P. Fabo un puesto señaladísimo en la alta crí-
tica, sobre todo en la literatura americana y co-
lombiana La Ilustración del Clero.— Madrid.
Salvador Esteban, C. M. F.
«En Críticas y Plumadas ostenta con orgullo
el Padre Fabo las galanuras de su prosa, de estir-
pe refinadadamente clásica, y el poder de 6u sabi-
duría. Es erudito en «El P. Juan Mir», severo en.
«Rafael María Carrasquilla*, conceptuoso en
«Marco Fidel Suárez» , intransigente honrado en
«Errores de Rafael Cribe», observador en «La poe-
sía popular de Casanare», justo en «Triple aspecto
de un panameño», espléndido en «El P. Consola-
ción», filósofo en «Catolicismo y Conservatismo»,
minucioso en «Optómetra u Optometrista», mag-
nífico en «Olor de santidad», benévolamente inci-
sivo en «Literatura de la ciudad de Manizales».
Eudoro Galarza Ossa. La Voz de Caldas. — Mani-
zales, 1*. de septiembre de 1928.
El Padre Fabo
157
"Empieza el volumen coa un estudio muy acer-
tado acerca del P. Juan Mir, benemérito lingüista
balear, de nuestra Compañía, y se cierra casi con
otras impresiones necrológicas acerca del Sr. Mar-
co Fidel Suárez, distinguido estadista y literato
colombiano. Ahí está representada en su forma y
extensión la dirección crítica del académico agus-
tino. Desde España para América, pasando por el
puro ambiente del clasicismo español cristiano,
Es de cepa recia y muy jugoso el pensamiento
y el sentir del docto agustino. Sus expresiones se
han caldeado en el resistero castellano. Son todo
nuestras las leyes, modos y formas de su dialécti-
ca de claustro español». C. Eguía. Razón y Fe. 25
noviembre de 1928.
CAPITTLO XX
El Profesor de Oratoria
Yo me siento honrado en pregonar que fui dis-
cípulo, aunque nada aprovechado, del insigne Pa-
dre Fabo en la clase de Oratoria Sagrada. De su
docta boca escuché en días inolvidables lecciones
vivas de sabiduría y de amor.
Voj a querer decir en cortas frases la modali-
dad didáctica del publicista fecundo, del poeta iris
pirado, del historiador diligente, del enorme poli-
glota. Cumpliré con ello un deber de gratitud pa
ra con el maestro y adornaré quizá con rasgos re-
cogidos por mí mismo enta biografía.
El Padre Fabo poseía la virtud de la sencillez
en un grado excelentísimo. Alguno afirmaría que
a ratos se excedía en este. Nunca se creyó en las
cumbres. Jamás lo envolvieron las nubes densas
del orgullo ode la vanidad. En ningún caso se des-
deñó en departir con los humildes. Siempre su mo-
destia lo llevó a evitar en las conversaciones fa
miliares, el lenguaje rebuscado y pomposo
Trasladémonos a clase de Oratoria.
El Padre Fabo
150
Estoy seguro que, al evocar este momento,
tan a estallar en tempestades de risa y en lágri-
mas de agradecimiento todos mis condiscípulos
que me lean. El catedrático en su silla testera se
encasqueta solemnemente sus quevedos sobre su
voluminosa nariz, patea su mirada lenta y curio-
sa en su rededor; se da por enterado y dueño de
la situación; y empieza sus funciones de profesor.
Le place menudear las preguntas. Csa el diálogo
socrático. Es claro, sencillo en sus explicaciones.
No asume actitudes de dómine. Habla con sus
discípulos como uno de tantos. Y sólo muy de
vez en cuando, sin él darse cuenta, se deja llevar
de su inspiración y no9 permite gozar de la fluidez
caudalosa de su verbo que, ora se inflama en ar-
dores líricos, ora se eleva en vu-lo rápido en pos
de su inteligencia a las regiones de las ideas abs-
tractas, ora se torna suave y acariciante.
Y no pasan muchos minutos en la gravedad
del aula sin que renga a prestar amenidad el chis-
te festivo o la sal y pimienta de una agudeza
oportuna o de una salida graciosa. ■ Otile dulcir
Juntar lo provechoso con lo agradable es una fór-
mula pedagógica de maravillosa eficacia. tRi-
dendo corrigere moresi. Corregir las costumbres
entre risas constituye la mejor y la más laudable
délas empresas humanas.
Pues tal manera de obrar la poseía y practi
caba a las mil maravillas mi querido profesor de
Oratoria. Imposible que los que gozamos de las
enseñanzas del maestro nos oividemos de él. Im-
posible que 6U memoria no nos haga recordar
aquellas sabrosuras de su carácter, aquellos ins-
tantes de fresca espontaneidad en que todos rom-
160
El Padre Fabo
piamos en carcajadas sonoras ante las didáctica?
ocurrencias del catedrático. Cuando supimos la
noticia del fallecimiento de nuestro Profesor hilos
furtivos de lágrimas calientes se escaparon de los
ojos de aquellos que fuimos sus discípulos y entre
nosotros nos cruzamos cartas que vibraban las
cuerdas de la gratitud y del dolor.
Principiamos a estudiar el texto de Oratoria
Sagrada de Monegal. No le satisfizo al Padre Fa-
bo. Luego nos aprovechamos del de Costa. Y ter-
minamos con un método original debido al mismo
Padre Fabo, quien hizo 6Íutesis de síntesis, y nos
repartió a cada uno de los estudiantes sendas co-
pias dactilografiadas por él mismo. Yo creo que
en el convento de Sos del Rey Católico se guarda
este trabajito que, quizá aumentado en alguna de
•us partea, pudiera formar un estimable compen-
dio y servir de texto en colegios religiosos y semi-
narios. También a la acuciosidad del Padre Fabo
se debe otro compendio del compendio de Histo-
ria de la Filosofía de fierranz y Establos, el cual
asimismo opino que se encontrará en la biblioteca
de Sos. (1).
Con el fin de ejercitarnos en el arte de escribir
nos hizo nuestro Profesor presentar varias cortas
composiciones originales. Y él las criticaba con in-
dulgencia y gracia singulares. Sabía que a los jó-
venes no se les puede en estas cosas tratar con se-
veridades de aristarco so pena de lanzarlos para
siempre en las simas profundas del más estéril pe-
(1) El Padre José Martínez guardó un ejemplar del
Compendio de Oratoria del Padre Fabo Y actualmen-
te—1940— constituye el texto en el Desierto de la Cande
larln.
El Padre Fabo
161
simismo. Por temperamento y por táctica peda-
gógica era alentador de entusiasmos, optimista y
amable. Si tenía que hacer alguna observación li-
teraria, bien procuraba antes untar con miel sus
finos labios. La benignidad constituyó el rasgo
característico de este religioso agustino en cuyas
obras, sin duda, tuvo más intervención su cora-
zón bondadoso e hidalgo que su misma poderosa
inteligencia. Sólo los fueros de la verdad y de la
justicia le obligaron a lo largo de su vida a
temar cierto tono de austeridad y de rígida dure-
za.
Al desempeñar sus oficios de crítico litera-
rio soltó algunas frases de reprobación fuerte Pe-
ro yo sé cuanto sufrió por estos desenfados de su
pluma inquieta y donairosa que. eso sí. nunca se
movió cou intención de herir a nadie.
Y hemos de advertir con franqueza que el Pa-
dre Fabo, aunque Profesor discreto y sabio de
Oratoria, no reunía en su persona las dotes espe-
ciales que Cicerón exige en el perfecto orador. En
los ensayos de acción oratoria y de mímica que en
clase teníamos pudimos fácilmente observarlo.
Y es cierto que en su vida apostólica no des-
colló mucho en este ramo. Se entiende por el lado
artístico o técnico de la Oratoria. No es que diga-
mos que le falta celo por las almas. Que en esto
sabemos cuanto se aventajó. Mas las aptitudes
del Padre Fabo, sin embarco, y sus aficiones no
eran para el pulpito o la tribuna. Con la pluma
en la mano se sentía formidable.
Y perorando ya su figura perdía relieve.
Si ocupó las cátedras en ocasiones solemnes
solicitado por los públicos ello 6e debía al presci-
162
El Padre Fabo
gio de su nombre y a la fama de religioso y de sa-
bio que por doquier le acompañaba.
La historia del primer sermón predicado por
el Padre Fabo la cuenta él mismo. Era en su pue-
blo Marcüla. Aún no había cantado su primera
misa. Pero por un favor especial se le permitió el
ocupar el pulpito eu una tarde del mes de mayo.
Nuestro religioso compuso su discurso en honor
de la Virgen y subió a la cátedra sagrada. Inició
su peroracióu con un exordio rimbombante en
que cantaba la excelsitud de la dignidad de la mu-
jer levantada por el cristianismo a la altura en
que actualmente se encuentra. Iba viento en popa
luciendo sus dotes declamatorias cuando de repen-
te se fue el Santo al cielo y quedó completamente
mudo. Oh, qué angustias tan atroces. . . ! La Vir-
gen a quien invocó acudió en eu ayuda y pudo
proseguir a su manera el sermón hasta el final.
La obra oratoria del Padre Pabo se halla re-
cogida en dos volúmenes titulados «Púlpito y Tri-
buna» y que forman parte de una colección de
sermoues y discursos que en Madrid publica el edi-
tor Bruno d^l Amo bajo el mote de la Predicación
Contemporánea.
En el primer tomo, o sea, en Púlpito están los
panegíricos sagrados. Total, veinte piezas.
Guardaba el Padre Fabo sus sermones y pláti-
cas morales para otro volúmen que no sedió por
fin a la estampa.
Y qué juzgar del mérito y la belleza de sus pa-
negíricos. . . ? Diré mi parecer franca y paladina-
mente. Vuela en ellos, sí, la fantasía por los parna-
sos del ensueño, ofrece su autor decires de castiza
elocuencia arrebatadora, prodiga cláusulas armo-
E Padre Fabo
163
niosas y repletas de sonoridad pomposa. Y claro
está todo lo ordena a lograr la exaltación de la
virtud, a condenar el pecado como el mal de loa
males, a glorificar al Señor, y a conseguir que los
corazones de los oyentes se inflamen en llamas de
amor puro y divino:
Empero, tocante a la estructura y a la forma,
he de advertir que hay en estos sermones bastante
notorio artificio, les falta sobriedad evangélica, y
abundan en desmayos y desigualdades de estilo y
de aliento. Y aún opino que recitados por el autor
no ganarían gran cosa.
Ello no obstante sus enseñanzas y su doctrina
se nutren de las más legítimas fuentes de verdad.
El Padre Fabo no inculcó en clase hasta la sacie-
dad el amor a la sencillez y a la claridad; y mil ve-
ees nos repitió que es preciso no confundir la ora-
toria sagrada con la oratoria tribunicia. Crimen y
mengua en un sacerdote, según el lo dijo, es el
prescindir de la Sagrada Escritura y de la Patro-
logía. La palabra de Dios en los sermones debe
aparecer legítima y viva, y no palabra de confe-
renciante: ni declamación de comentarista pro-
fano.
El segundo tomo, es decir, Tribuna contiene
una serie de conferencias y discursos que el Padre
Fabo pronunció en distintos tiempos y ocasiones.
Casi podríamos advertir, mutatis mutandis, res-
pecto a este volumen, lo que acabamos de adver-
tir a propósito de sus panegíricos. Cierto que hay
allí conceptos muy elevados y frases muy felices,
cierto que en muchos párrafos campea la hermo-
sura del pensamiento envuelto en aamonías ver.
bales de una eficacia estética soberana; cierto que
164
El Padre Fabo
en esa su prosa tribu oieia abuadau los arranques
líricos, el donaire de los decires, y los apostrofes
arrogante»; cierto que ofrece multitud de pasajes
que colman de placer los oídos por su musicalidad
y por la magia del ritmo y del número. Y cierto
que las imágenes garridas y los epítetos gráficos
brotan de la boca del tribuno, arrebatados y fres-
cos, a la manera de las aguas de un surtidor.
Pero al lado de estas hermosuras y de estos
aciertos aparecen la falta de sencillez en algunas
ocasiones y de espontaneidad, y la sobra de refi
namieDto y de exageración de pensamiento y de
actitud^s.Üna postura más natural en el orador y
menos estudiada tendría mejores efectos.
Y resta agregar que en sus discursos se retra-
ta a sí mismo el Pudre Fabo. Allí aparece con su
carácter magnánimo volcando los sentimientos
generosos de su corazón y haciéndose todo para
todo. Ei que habla y se desborda en raudales de
elocuencia es el buen fraile de bondad ingénita, de
magnánimas caballerosidades y el que e»tá domi-
nado siempre por el de*^o de practicar acciones
caritativas y de pronunciar palabras buenas.
El alma bella del Padre Fabo, espléndida, lu-
minosa y cristiana. &e le salía por la boca cuando
*e ponía a hablar.
Así sé explica lo que advertimos nosotros como
si fuera un defecto en la forma de sus sermones y
discursos, y lo que más bien es una exhibición de
virtud y de bondad.
Tengo que indicar, agradecido, que la obra
Pulpito y Tribuna se halla dedicada a loa que fui-
El Padre Fabo
165
mos discípulos de Oratoria Sagrada del Padre
Fabo: (1)
Extracto algunos pareceres sobre el libro Pal-
pito y Tribuna:
«Trátase de una recopilación de discurso* y
conferencias de muy diversa índole, pero todos va-
lisísimos bajo el triple aspecto religioso, cultural
t literario. Son ellos un precioso a.arde de vasta
erudición, de sólido ratonar y muy bello decir. Por
el sano criterio que los informa y* la fina percep.
ción del momento actual que en ellos campea, se
deduce el maravilloso efecto que el Padre Fabo
haría en sus auditorios. Realmente no necesita el
ilustre agustino de nuestros elogios para presen-
tarse con su nuevo libro al público y merecer sus
aplausos».— Rosas y Espinas — Marzo 15 de 1930.
«Dos partes comprende esta producción ora-
toria del Padre Fabo. La primera contenida en el
tomo primero, nos ofrece una serie de sermones
sobre Jesucristo, la Virgen Santísima y varios
Santo?. En todos ellos se encontra solidez de
doctrina, bebida en las purísimas fuentes de la Sa-
grada Escritura, de los Santos Padres. Doctores y
grandes Teólogos; claridad en la exposición; ex-
presivas imágenes, mochas de inspiración bíblica;
un estilo siempre sencillo, pero al mismo tiempo
animado, vario y elegante: y todo ello informado
por la unción evangélica propia de quien, como el
(1) Discípulos en clase de Oratoria del P. Fabo, en el
año 1927— raimes los atentantes: Fr Pablo Sañosa,
Sabino Atienta. Entrenlo Arape. José Martines, Jesús
Dornenca, Custodio Domeño. Felicísimo R&día. Agus-
tín López y Martín Armendária.
166
El Padr« Fabo
Padre Fabo, ha sido un celoso misionero.
El tomo segundo comprende doce conferen-
cias, todas d& verdadera actualidad. En seguida se
echa de ver que el ilustre agustino sabe distinguir
entre las diferentes clas«s de oratoria, pues en es-
ta segunda parte todo cambia de decoración con
respecto a la primera; la argumentación, el pro-
cedimiento, el estilo y con elocuencia de confe-
renciante, ya reposada, ya ardorosa, junta todas
las .ralas de la literatura, y con frecuencia, las
hwtRHiaH, los ensueños dorados de la poesíai.
Fr. F. Télez.— La Ciencia Tomista. — Mavo de
1930.
«De sus dos volúmenes, el más aprovechable
para qui°n guste predicar lo aereno es el de pane-
gíricos; el otro es más de silla y contiene asuntos
de varia instrucción. Ni el nombre ni el mérito del
Padre Fabo hay que descubrirlos. Su cultura, sus
dotes literarias, la efusión de su carácter, todo,
auncuando usa formas ya algo pesadas o discu-
tibies, hace se le lea con gusto; de seguro se le oye
con más Y si he de decir lo qu^ siento, el mila.
gro se da en todos los sermones de estos volóme-
nes. Tal vez es gusto propio particular, pero pare-
ce hay abuso de recurso» artísticos y de placer:
1 En sermones enteros, como el de la Virgen
del Rosario, todo él descripción de una escultura;
y la Oración gratulatoria, toda ella llevada por la
figura que ¡laman «preterición».
2 En el amontonamiento de flores poéticas,
v. srr- en el sermón de Santa Rita.
'3 En adornos de figuras, algo usados, y en
palabras por varios titu¡03 ilamativas: ejemplo de
El Padre Fabo
167
lo primero la dilatación por Colombia del culto a
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, paga,
siga
Eato y más que pudiéramos ditar denota gran
potencia, y si no mal gusto en su autor, pero «í
alguna mayor condescendencia d*> lo que. aún en
panegíricos reclama el pulpito y el asunto mismo
que pierde en hermosa gravedad lo que gana en
fácil encanto». — Quintín Pér^z. B. J. Estudio* Bd»
siásticos. — Julio de 1930 —Madrid.
• Predicados la mayoría en Colombia, el país
de la pureza de lenguaje castellano con estilo a la
americana, dicho se está que. y también los predi-
cados en España, la palabra y la frase son de lo
más castizo con tendencia pronunciada a lo poé-
tico y ornamental Una o dos piezas hay que
parecen inferiores Léanse, porque son de mucha
fecundidad de ideas y de mucha actualidad de apli-
cación. Feminismo y Sfasculinis-mo. El Problema hit-
paño americano. Misión*.* J Misioneros* — Sal Terrae.
vol. XIX. num. 12.
"Los sermones panegíricos, están tan bien he-
chos: Y las conferencias y discursos, son todos tan
hermosos y de temas tan Migy»üviM| Además
el Padre Fabo cuenta siempre eu su favor con una
cualidad mny propia y característica que es la
"amenidad". Y en esto, sea lo que quiera de otras
cualidades de fondo y forma, nunca se le nota de-
caimiento alguno; la ley del equilibrio no sufre de
eu pluma alteraciones caprichosas"'. — Fr.
Sáenz, A. R. — La Madre Cristiana. — Caracas, no-
viembre de 1929.
CAPITULO XXI
Aromas de juventud
La juventud es la edad de las ilusiones puras
y de los proyectos bellos y fantásticos. La juven-
tud es generosa y sincera por naturaleza, porque
no está contaminada aún por las impurezas del
mundo y porque no tiene compromisos con la
mentira ni con otros mezquinos intereses. Por ser
precisamente tan sincera y tan inexperta suele ser
.mprudente y quimérica.
Todo lo contrario de la madurez o la anciani-
dad en las cuales se halla el juicio, el cálculo y la
prudente reflexión ante los arduos problemas que
presenta la existencia.
La juventud que ha sabido preservarse de la
atmósfera arruinadora de la malicia y del pecado
es ímpetu generoso hacia los ideales blancos y lu-
minosos, es tendencia incontenible al bien desinte-
resado y la justicia completa, es aspiración entu-
siasta a la belleza y al amor, es desafío a los peli-
gros, reto valeroso a la muerte, ansia insaciable
de superación y de sacrificio, sed de grandeza y de
El Padre Fabo
169
heroísmos.
Cuando leemos en los anuncios industriales
que se pondera la eficacia de un especí6co genial o
de un elíxir maravilloso para conservar perenne-
mente la juventud nos vemos obligados a dibujar
una sonrisa de incrédulo desencanto. La parte físi-
ca nuestra se aniquila y envejece de un modo irre
mediable pese a todos los iu ven toe de la humana
ciencia. El óxido del tiempo obra en ella con una
virtud tremenda.
Pero noe acordamos que si hay un secreto
precioso de conservar inmarchitable la juventud
y la frescura del alma Es la gracia de Dios, es el
amor a la virtud qn^ nutre de optimismo y vivifi-
ca y renueva la ilusión hermosa y riente de cada
día.
Un corazón que se desahoga y se limpia en el
Sacramento de la Penitencia se siente leve y regó-
cijado y capaz de cualquier noble y difícil empresa
sin tener en cuenta sus dolores o sus achaques.
Un cristiano, después de la Comunión, que re-
cibe en cada amanecer, después de alimentarse con
el celestial maná eucarístico, consistente en la
carne y sustancia misma de Jesucristo puede, me-
jor que los israelitas peregrinos por el desierto, se-
guir tranquilo y animoso las ásperas sendas del
deber y reñir, seguro de victoria, las batallas
rudas del vivir.
Los sacerdotes católicos, al iniciar la celebra
ción del Sacrificio de la Misa, repiten estas pala-
bras vivificadoras del Profeta David: Entraré al
altar del Señor y me acercaré a Dios que letifica
mi juventud.
Realmente un espíritu henchido de Dios no en-
170
El Padre Fabo
vejece jamás. Una conciencia recta transida por la
gracia sobrenatural rebosa siempre contento de
júbilo. Gon sólo mirar al cielo estrellado y volar
en alas de la fe y de la esperanza a las regiones
bienaventuradas prorrumpe en gritos inmensos
de amor y revienta de placer y de juventud.
Nuestro Padre Fabo es un dechado de juven-
tud perpetuamente florecida. Ni sombrasen su
mente, ni arrugas en su corazón conoció nadie.
Una sonrisa blanca adornaba sin cesarla expre
sión de su rostro ya maduro. Desbordaba opti-
mismo y bondad por todos los poros de su ser.
De sus labios salían a borbotones las frases olo-
rosas a lirios recién abiertos. Las carcajadas so-
lemnísimas con que amenizaba sus charlas reso-
naban en el espacio con la misma limpieza con
que resuenan las perlas al caer en una bandeja de
plata. i
Un día pidieron a nuestro religioso que pre
sentara algunos versos festivos para cierta reu-
nión familiar. Y él, galante y accesible, amenizó la
fiesta con una composición poética que tituló «El
Corazón Poeta», algunas de cuyas cuartetas dicen
así:
El corazón del poeta
es un nido de cantares
para quitar los pesares
a que el alma está sujeta.
El corazón del poeta
es una huerta profusa
que tiene para la musa
en el centro una glorieta.
El corazón del poeta
El Padre Fabo
171
es espejo que retrata;
para algunos, mucha plata;
y para sí. . . mucha dieta.
El corazón del poeta
es cítara que solloza,
pero a veces se alborota
como alegre paudereta.
El corazón del poeta
dicen que es un cielo algunos;
mas otros, zoilos o tunos,
afirman que es una seta.
En el Boletín de San Nicolás de Tolentino, re-
vista mensual, publicó el Padre Fabo una serie de
artículos que responden al mote de aideicas». Ha-
bía él ya llegado a aquellas cimas de la edad y de
la madurez en que blanquean las nieves simbóli-
cas sobre las cabezas que principian a inclinarte
hacia abajo como las espigas de trigo en sazón.
Sus ideicas eran consejos ala juventud, alientos
para la juventud, admiración hacia las iniciativas
sanas y hacia los* impulsos generosos de la juven-
tud. La juventud, escribía, nos empuja a los varo-
nes. Nos arrolla con sus ímpetus y sus bríos. Y es
preciso abrirle camino franco. Es preciso dejarse
contagiar de sus sinceros optimismos. Que los jó.
venes nos brinden a nosotros una inyección de vi-
talidad y de ilusión. Y nosotros, a cambio, les da-
remos un sorbo de experiencia y bastantes adar-
mes de juicio y de sensatez.
Con motivo de una procesión solemne celebra-
da el día del Corpus Christi en Bogotá trazó unas
172
El Padre Fabo
líneas el Padre Fabo en que trata principalmente
de hacer ver la actitud fervorosa asumida por un
grupo de jóvenes ante el paso de la Hostia santa.
Y aprovecha la ocasión para arengar en tonos
encendidos a los jóvenes católicos en quienes de-
searía contemplar cruzados dispuesos al martirio
por defender y proclamar los derechos de Cristo.
Y añade: «La fe en Colombia no morirá porque la
generación que hoy crece es vigorosa, disciplina-
da e inteligente; pueden bajar con tranquilidad
los ancianos al sepulcro, porque sus hijos hereda
ron su valor y juntamente su ternura de alma.
Tienen corazón de León para la lucha, dulzura de
paloma para el altar, y pluma Je águila para la
polémica religiosa.
Era un encanto el hablar con el Padre Fabo
vecino ya de los sesenta años. Jovial siempre, en-
tusiasta siempre, soñador siempre, optimista siem-
pre. Gozaba al verse rodeado de los jóvenes estu-
diantes y charlaba y reía con ellos con alegría y
frescura muy singulares. Sólo tenía expresiones
de aplauso para toda inicia tiva buena brotada
de alguna mente juvenil, y celebraba toda clase de
ocurrencias amenas y todas las aficiones nobles.
El sabía que el corazón joven es una fuente de
arranques generosos, que hay que encauzar, pero
que de ninguna manera es permitid j destruir o en-
torpecer. Reos de falta muy grave son los que
siembran gérmenes dp maldad en las mentes juve-
niles o los que introducen en los tiernos y Cándi-
dos corazones los miasmas aniquiladores del pesi-
mismo.
Cuántos brillos se han malogrado por una go-
ta de ajenjo derramada en muchos adolescentes
El Padre Fabo
173
nacidos para ser grandes en el terreno de la cien-
cia y de la virtud. . . !
Véanse estas estrofas pertenecientes a una poe-
sía que es ornato en la página de Ruiseñores y en
la cual canta el corazón joven del Padre Fabo:
Oh sueño del amor, del amor noble!
Oh torrente de grandes energías!
Oh, recuerdo tenaz de aquellos días
de entusiasmo febril!
Durad, horas de dicha y esperanza,
que el honor, la honradez y la justicia,
son pasiones que férvida acaricia
la mente juvenil.
Y decid al ciclón de las edades
que respete los pliegues de aquel manto
con que cubre la vida su quebranto,
toda su felicidad.
Decid al desengaño que no infiltre
ponzoña en los cerebros juveniles,
mientras haya verdor en los pensiles
y en la luz claridad.
Al tocar las cumbres de la existencia no todos
los hombres se sienten en el mismo estado. Para
los unos el otoño de la vida es amarillento y esté-
ril. El can^amcio y la infecundidad los dominó por
completo. Se creen con derecho a un descauso bien
174
El Padre Fabo
ganado. Y, lo que es peor, se consideran incapaces
de cualquier empresa y de cualquier obra. Estos
son los viejos que en calidad son viejos.
Otros, por el contrario, los privilegiados, sa-
ben conservar debajo de las apariencias de una
humanidad desgastada y oprimida por los años
un impulso creciente de mejoramiento y de supe-
ración. Palpan su propio acabamiento corporal.
Y sin embargo retoza en ellos el espíritu con ale-
giía quinceabrileña. Se desmorona el edificio de su
materia. Mas su espíritu adivina la cercanía de su
liberación definitiva y de su anhelada transforma-
ción luminosa. Y sonríe y goza y vence a la triste-
za melancólica que traen los ocasos, el ocaso del
sol y el ocaso de la vida.
Un anciano que posee un corazón joven y un
alma tranquila y serena cautiva la admiración y
se roba las simpatías.
El Padre Fabo fue un joven sin crepúsculo. Vi-
vió en primavera perpetua del espíritu. Los desen-
gaños que experimentó no lograron destruir su
optimismo fecundo y sus lozanas alegrías. (1)
Hasta la hora de partir a la eternidad cantó,
cual ruiseñor, las bondades y los regocijos de la
naturaleza y de la vida.
A ratos tomaba la cítara y entonaba cancio-
nes de desterrado que espera en breve volver a su
patria verdadera, al cielo.
(1) En los últimos afios de su vida apareefau a ratos
en el Padre Fabo síntomas de reconcentrada tristeza y
de agobladora pesadumbre. Pero pronto reaccionaba
ante las contrariedades y las amarguras y se lanzaba
por los caminos de la esperanza y la alegría.
CAPITULO XXII
Salpicaduras
Voy a recoger, al amparo de este epígrafe, al-
gunos detalles curiosos que ilustrarán y perfeccio-
narán la semblanza de nuestro biografiado. Sal-
picaduras que riegan y adornan su historia.
DOS ANGELES DE GUARDA
El Padre Fabo profesaba una devoción espe
cial a su ángel de guarda. Lo consultaba en sus
dudas, le hablaba amigablemente, le contaba sus
cuitas, y a sus cuidados solícitos se encomendaba.
En cierta ocasión me dio este consejo: Mire, cuan-
do vaya de viaje no se olvide de proveerse de dos
cosas importantes. — Qué cosas son esas? le pre-
gunté— Examine el bolsillo y vea si lleva plata. Y
sobre todo no emprenda camino jamás sin acom-
pañamiento. Observe si a su derecha marcha con
tentó el ánge de su guarda.
Hablando desús peripecias misionerus asegu-
ra el Padre Fabo: "Todo hombre por dispósición
176
El Padre Fabo
divina tiene un ángel de la guarda. Pues yo creo
de firine que cada misionero tiene dos".
CONDECORACIONES
Los méritos literarios y científicos de nuestro
religioso le hicieron acreedor a muchos honores
por parte de Centros y Academias. He ahí una
lista de sus títulos honoríficos que pongo con el
fin de que se advierta la grandeza de la figura a
que nos referimos. Era el Padre Fabo: Miembro
Correspondiente de la Real Academia de la Len-
gua, de Madrid; de la Real Academia de la Histo-
ria, de Madrid; de la Real Academia de Ciencias y
Artes, de Cádiz; de la Real Academia de Bellas
Artes, de San Luiw, de Zaragoza; de la Real Acade-
mia de Declamación y Bueuas Letras, de Málaga;
de la Academia de la Lengua, de Bogotá; de la
Academia Nacional de la Historia, de Bogotá; de
la Academia Nacional de la Historia, de Caracas;
de la Academia Colombiana de la Poesía, de Bo-
gotá; de la Sociedad Antropológica, de París; de
la Sociedad de Americanistas de París; y Honora-
rio de la Academia Panameña de la Lengua.
BUEN AMIGO
Un buen amigo es el mejor de los tesoros, en
frase de la Sagrada Escritura. Y por ser un tesoro
se hace muy difícil el hallarlo. Es como la perla.
No vive en abundancia.
Pues bien; nuestro religioso era un modelo de
amigos buenos y leales. Palpitaba en su pecho un
corazón de oro. Noble, efusivo cordial, cultivó re
El Padre Fabo
177
laciones de amistad con toda clase de personas. Y
siempre fue constante y generoso e hidalgo. En
ello no perseguía más fines q«e el propagar el rei-
nado de las doctrinas evangélicas y el de hallar
ocasiones de insinuarse en los corazones y de po-
der hacer el bien.
Véanse las siguientes líneas que pertenecen al
exquisito escritor católico Eladio Esparza, y en
las cuales se refiere a las bellas cualidades de ami-
go de nuestro fraile. "Trece años van cumplidos
desde que tuve la primera noticia del Padre Fa-
bo. Llegó en una carta suya, colmada de elogios,
como todas las de este fraile que no sabe hacer de
su gran corazón cuando lo da a sus amigos. En es
tos trece años, qué amistad tan estrecha, tan ple-
tórica de lealtad y de buen deseo he podido cono-
cer yo en las palabras siempre bellas y en las
obras siempre buenas de este ilustre paisano! Y es
esta sin embargo la segunda vez que nos hemos
visto. Bien dice la copla que la ausencia es aire
que apaga el fuego chico y enciende el grande. No
cabe con el Padre Fabo el fuego chico. Quien sien-
ta la suavidad de su alma, la entereza de su conse-
jo, el ardor ampüo y generono de su simpa-
tía no puede ya olvidarle. In cordibus vestris
munquam delebitur, que dice San Agustín. Queda
cautivadoy sin ansiadequele libren de lcautiverio.
Es que su amistad tiene el gozo úe bu refugio se-
guro, la alegría del camino inconfundible, la llama
dulce del hogar en el relente de la noche oscura.
Es emoción que imprime carácter en el alma y pe-
netra en ella como una raíz y vive siempre
ella como rosa divina de recuerdo perdurable,'.
178
El Padre Fabo
ÜN TRIUNFO
Con motivo del primer centenario del nacimien-
to de Rufino José Cuervo, el insigne filólogo, la
Academia de la Lengua abrió un concurso para
premiar la mejor obra que se presentase sobre el
sabio colombiano. En los cuatro meses compuso
nuestro Padre Fabo un trabajo original extenso
y con seudónimo lo llevó al certamen. Y quién lo
diría ? El estudio en tan poco tiempo prepara-
do y debido a un religioso español mereció el lau-
do favorable del Jurado Calificador y los aplausos
universales. No hay otra biografía crítica, tan
hermosa de forma y tan densa de contenida, del
gran sabio y cristiano Rufino José Cuervo como
ésta debida a la pluma maravillosa de nuestro
Padre Fabo.
Fue publicada por cuenta de la Academia de
la Lengua y consta de tres voluminosos tomos.
AFICIONES ALPINISTAS
El alpiniimo, uno de tantos bellos y sanos de-
portes, tiene la aprobación y hasta la bendición
de la Iglesia. Pío XI, tuvo en su juventud esa afi-
ción. San Bernardo de Mentón ha sido declarado
patrono de los que la practican.
Y es que el escalar las alturas resulta un ejer-
cicio doblemente provechoso. Se vigorizan los
cuerpos, y se purifican y ensanchan las almas.
Oh ! En las cumbres se siente el espíritu más li-
bre, más dueño del sosiego que permite aspirar al
cielo, y más cercano a las regiones puras y eter-
nas. Recuerdo con simpatía en este instante al jo-
El Padre Fabo
179
ven italiano oloroso a santidad Pedro Jorge Fra-
ssati que halló en el alpinismo un motivode amar
más a Dios.
A nuestro Padre Fabo también le gustaba so-
bremanera esto. También se arriesgaba a subir
montes y a dominar amplios horizontes.
Estando jo en el colegio preparatorio salimos
los niños varias veces a paseo bajo la dirección de
nuestro religioso. E íbamos casi siempre a trepar
colinas. Y nos desafiaba el presidente de la excur-
sión así: A que llego yo antes que vosotros al pico
más alto ! Y era de ver las carreras que hacía-
mos Y era de ver también al fraile, ya grueso y
algo pesado, jadeante y animoso avanzar el pri-
mero hacia la meta.
Ei Padre Fabo escribió estas frases sinceras:
«Me entusiasman las cumbres: nunca he concebido
a Dios tan infinito ni tan cerca de mí como cuan-
do he coronado vertiginosas ascensiones. Dios do-
mina la integridad de mi ser; creo y amo con deli
cia inefable.
SU FEMINISMO
En distintas partes de sus obras ha regado el
Padre Fabo una serie de pensamientos referentes
al problema feminista. Y en Pulpito y Tribuna
publicó dos conferencias sobre este sugestivo y
modernísimo tema. Qué criterio orienta en este
punto al religioso recoleto ? Veamos en varias
frases recogidas acá y acullá cuán ortodoxo y dis-
creto es su modo de enfocar el asunto.
• La mujer ha nacido para la misericordia, pa-
ra la plegaria y para la dulzura de la vida».
180
El Padre Fabo
«No pasen por vuestras manos esos libros que
tratan de masculinizar a la mujer deformando sus
gracias y sus méritos, en busca de un ideario que
no fructificará en el terreno de lo realizable».
«Qué primor de joven! Ni mojigata, ni coque-
ta, ni huraña, ni desvergonzada»
«A medida que la mujer se manifiesta libre
pensadora y socialista dejará de ser reina del ho-
gar para ser esclava del amor libre».
«El don más raro y encantador de una mujer
es hablar poco y con discreción».
«La piedad es al corazón de la madre lo que el
sol a un jardín; una madre con ideas irreligiosas
supera en horror a la Medusa coronada de vi.
boras».
—«Has formado muchos propósitos?— pregun-
taron a una señorita que acababa de hacer los
ejercicios espirituales
— He formado uno solamente.
-Cuál?
—Obedecer en todo a mi madre.
El que deeeare fórmula más sencilla y perfecta
de virtud en una joven, que emigre de este mundo
y la busque entre los ángeles».
«La Iglesia, depositaría de la verdad, así como
hasta ahora ha sido la única amparadora de la
mujer con sus doctrinas y con sus procedimientos
dignificándola y sublimándola progresivamente,
El Padre Fabo
181
de la misma suerte coronará su obra feminista, se-
gún las necesidades de los tiempos y de las na-
ciones».
REGALO AL PAPA
En el año de 1918 mandó nuestro religioso la
colección de sus obras, en testimonio de adhesión
irrestricta, a Benedicto XV. y obtuvo esta respues-
ta del Cardenal Secretario de Estado:
«Secretaría de Estado de Su Santidad —Núme-
ro 83.609.
Del Vaticano. 14 de noviembre de 1918.
R. Padre Fabo del Corazón de María.
Muy Reverendo Padre: Las muchaa obras que
V. P. Rvma. ha presentado ante el Trono del San-
to Padre por medio del Rvmo. Sr. Cardenal Vico,
son un bello testimonio de filial adhesión y de pro-
funda veneración al Romano Pontífice y a su cá-
tedra infalible de verdad.
De ahí que no podía menos el Augusto Pontí-
fice de acoger benévolamente este obsequioso y re-
verente homenaje; y yo me complazco en manifes-
tarle que Su Santidad le guarda vivo reconoci-
miento, y le expresa al mismo tiempo sus congra-
tulaciones por las referidas obras que, mientras
hacen honor a V. P. y a la ínclita Orden de Agus-
tinos Recoletos, no sólo contribuirán notablemen-
te al incremento de los estudios históricos, sino
que también han de produeir en los lectores bue-
nos frutos de piedad y de religión.
Queriendo entre tanto darle una prueba de
poutificio agradecimiento el Santo Padre se ha
dignado conceder a V. y a todos sus hermanos la
implorada Bendición Apostólica prenda de celes-
182
El Padre Fabo
tiales favores.
Tenga a bien a la vez aceptar la expresión de
mi viva gratitud por los ejemplares de las sobre-
dichas obras a mí cortesmente destiuados; y con
sentimientos de muy sincera estima tengo el gus-
to de suscribirme,
De V. Paternidad Reverendísima afmo. en el
Señor,
P. CAEW. OASPARRl,.
Esta carta y esta Bendición Apostólica fueron
para el Padre Fabo un motivo de gratas y alen-
tadoras satisfacciones.
SEUDONIMOS
Al Padre Fabo, escritor, le gustó en muchas
ocasiones ocultar su nombre y salir al público de
visera, o como hoy decimos, anónimo o seudóni
mo. Esto indudablemente favorece a la libertad
del publicista, el cual necesita esconder su carác
ter para decir con claridad algunas verdades y
para alejar prevenciones del ánimo de los lecto-
res Los seudónimos más usados por nuestro re-
ligioso a lo largo de su carrera literaria de propa-
gandista cristiano fueron los siguientes: Ñuño de
la Eternidad, Fr. Gil del Silencio, Fr. Gregorio del
Cielo, Fadrique de la Correa, Cid y otros.
Sea este el momento de advertir que no fue el
Padre Fabo aquel famoso Valmala que en Bogo,
tá, a principios de este siglo, publicó unos sona-
dos Ripios Colombianos. Alguien supuso y propa
ló que el autor de estos Ripios era nuestro Religio-
so. Pero éste declaró enfáticamente en algunos de
El Padre Fabo
183
sus escritos, no ser él el Padre de tales ensayos li-
terarios. (1).
EN CARNAVALES
Sucedió que la ciudad Mau ízales donde resi-
día el Padre Fabo había llegado a las Bodas de
Diamante de su fundación. Y para f^st^jar tal íe-
eha se prepararon grandes -'olemnidridps. Dn nú-
mero del programa consistiría hu unos lujosísi-
mos carnavales. Unos carnaval*1-? a la moderua en
la católica Manizales ! Nuestro religioso ardió
en llamas ie celo por la gloria de Dios y por los
fueros de la moral. Y ante una excitación de la
autoridad eclesiástica que pidió a los sacerdotes
explicaseu desde los pulpitos los peligros de estos
torneos tan «incultos e iucm!e«». tomó su pluma
el periodista-apóstol j con el seudónimo de «Cid»
escribió unas famosas Cariasen el periódico iLa
Patria.» combatiendo el intento descabellado de
los organizadores de las fiestas. Y a fe que en tal
ocasión nuestro religioso derramó ingenio en a-
bundancia y obtuvo un éxito clamoroso.
Así resumía los males del carnaval: fNo abo-
minamos de las farándulas carnavalescas por ser
intrínsecamente malas, sino que las tenernos por
asaz peligrosas y amparadoras, ocasionalmente,
de innúmeras defecciones de orden antirreligioso
y antisocial, puerta y camino como son de enfer-
medades físicas, trampolín d*» audacia* inverecun-
da», peligro de políticos desquites, acéano doude
(1) Valmaln era un agustino calzado, Fr. Martfu
Bluueo García.
184
El Padre Fabo
se piratea el pudor de los menores, naufragan los
dineros del ciudadano, y se ahogan los deberes de
aquellos que timonean la nave pública o bien en-
sordecidos por el clamor de los audaces o bien se-
ducidos por las vislumbres de irisadas lontanan-
zas. Los carnavales de suyo no son malos, pero
acasionan males pésimos a manta. Por razón de
origen se entroncan nada menos que con las fies-
tas Saturnales y con las Lupercales y con las Bá-
quicas, en línea rectísima, de los tiempos del Im-
perio. Vaya con el paganismo greco- romano. ¡Mas-
caradas con danzas promiscuas, sarcáeticas y lu-
juriantes, mojigangas bufas, carcajadas antiesté-
ticas, licorosas vestales del diablo en ejercicio li-
bre, farsas de animales antropormizados Y el
carnaval de hoy día en los paísps que se dicen civi-
lizados vale tan sólo como uu signo de reversión
y retroceso en las ideas y en las costumbres, algo
así como un culto a las generaciones abolidas por
el Cristianismo»,
CARITULO XXIII
Anécdotas
Una anécdota tiene muchas veces más fuerza
descriptiva y persuasiva en la semblanza de un
hombre que tudas las consideraciones y que los
más escogidos epítetos. Hay hechos, aislados y es
pontáneos, en la vida ordinaria capaces de ilumi-
nar y vivificar la más oscura existencia. Son co-
mo chispas. Yo recojo ahora varios casos anecdó-
ticos pertenecientes a nuestro biografiado y los
reúno en un sólo parágrafo para solaz y enseñan-
za de los lectores y para amenidad y alegría de mi
narración.
En su mocedad el Padre Fabo era de apostu-
ra gallarda y hasta elegante. Su físico bien confor-
mado, su temperamento sanguíneo que daba a su
rostro colores encendidos de grana madura, su
gtntileza de maneras, su paso largo de culto y so-
berano caballero, su talla elevada, su cuerpo, en
fin, proporcionado y armonioso, y la luz de sus
ojos grandes y rasgados y el sonreír de ana labios
delgados y amables le prestaban una simpatía
186
El Padre Fab°
contagiosa y le ganaban los homenajesde admira
ción que lleva consigo la belleza en cualquiera de
sus manifestaciones.
Fue el caso, y yo lo oí de su boca, que cuando
caminab* por una de las calles de Madrid a cum-
plir un deber de su ministerio se encontró con dos
señoritas encopetadas y frivolas de lasque por
desgracia tanto abundan en la capital española y
en todas las capital, s del mundo. La pareja del
bello sexo fijó su atención en el fraile recoleto. Y
una de ellas se atrevió a preguntar en alto estas
palabras: Lástima que tan garrida figura vista
un hábito negro.
Y el Padre Fabo, que si supo de modestia reli-
giosa, no anduvo huérfano de ingenio saleroso y
picante, exclamó al rompe: Dos eran dos las hijas
de Elena, dos eran dos y ninguna era buena. Mu-
chas gracias, damitas, por su galantería. Con qué
gusto devolvería la atención si me fuera lícito fal-
tar a la verdad!
Y el austero hijo de San Agustín, orgulloso de
su vocación y de ir ostentando la librea religiosa
prosiguió su cnniino después de haber dado una
lección de serenidad y de virtud a las descocadas
mujeres.
Por temperamento y por convicción (mejor
diré por vir tud) gm-tó siempre el Padre Fabo de
sazonar las conversaciones con bromas iuofensi-
vas y de buena ley. Cultivaba la alegría festiva de
la vida y la jovialidad estimulante del espíritu.
Alababa frecuentemente a San Francisco de Sales
en su dicho feliz: tristeza y melancolía huyan de la
El Padre Fabo
187
casa mía. Y con otras palabras: Un santo triste
es un triste santo.
En Chiquiuquirá celebraron los Padres domi-
nicanos una Velada familiar que el Padre Fabo
acertó la regocijar con un número raro y ameno.
Consistió éste en un intento o simulacro de hipno-
tización. Cogió como víctima a un religioso de há-
bito blanco en presencia de todos los demás. La
función resultó interesantísima. El hipnotizante se
puso un delantal, invocó el silencio unánime, hizo
traer mil cachivaches diversos, tomó una actitud
solemne de oráculo. Y no pasó nada. Que la vícti-
ma un hijo de Santo Domingo, tembló de emoción
y no sé si de susto. Y que todos se rieron de lo lin-
do. . .
Carlos E. Restrepo, fundador del partido re-
publica no eu Colombia, y presidente de esta repú
blica en el período 1910 1914. tuvo durante su
administración algunos procederes que no agra-
daron a todos los buenos y que dieron lugar a pú-
blicos comentarios y a generales protestas. Y el
Padre Fnbo no se recató en expresar paladina-
mente su opinión adversa. Resprepo entonces ma-
nifestó su contrariedad con el religioso agustino y
basta se permitió decir contra él frases bastante
fuertes. Qué hizo el autor de Liberaladas y de
Ruiseñores? Llamó a las musas, se sentó en su es-
critorio, y en un santiaméu red.ictó un ditirátnbi-
co soneto en que panegirizaba las virtudes cívicas
de Mon y Veíanle acerca del cunl pronunció un
discurso el Presidente. Metió la tal composición en
una cubierta y la remitió a palacio,
Y a los pocos minutos llegaba a Ihs manos del
Padie F;ibo una esquelita de Carlos* E Rustrepo
concebida eu estos o parecidos términos; Tiene
188
El Padre Fabo
Vuestra Reverencia la rara virtud de quitar el mal
humor y de conquistarse simpatías. Muy agrade-
cido a V. R. por su gentil misiva. El palacio está
abierto para V. R. a todas las horas.
Y fueron desde aquel instante dos fieles amigas.
Y el Padre Fabo con eso en realidad pudo sen-
tirse satisfecho.
Esta composición está publicada en Ruiseño-
res. En un soneto en que se alude a las virtudes
del colonizador Mon y Velarde. He visto un apun-
te autógrafo del PHdre Fabo en que rectifica al-
gún coucepto que se emitió en cierto artículo del
Boletín de la Candelaria, mayo de 1932, titulado
Acontecimiento Político. Carlos E. Restrepo pro-
nunció un discurso eu la Academia de Historia en
1912 o 1913. Habló sobre Mon y Velarde. El Pa-
dre Fabo asistió a la sesión y se entusiasmó con
las palabras de Restrepo. Con tal motivo le dedi-
có el soneto que se publicó en La Sociedad y des-
pués en Ruiseñores. Eu el periódico apareció con
dedicatoria; en Ruiseñores dice: Con motivo de un
discurso sobre Mon y Velarde.
Eu Roma fueron amigos muy íntimos el Padre
Fabo y Carlos E. Restrepo cuando este era minis-
tro de Colombia en el Vaticano.
— En el mes de noviembre de 1926 el pueblo de
Marcilla declaró solemnemente a nuestro religioso
su hijo predilecto. Y organizó una serie de festejos
solemnísimos en su honor. Yo residía a la sa-
zón, como estudiante, en Sos del Rey Católico. Y
se me ocurrió, creyéndolo oportuno, componer un
suelto elogioso sobre el Padre Fabo y mandarlo a
El Padre Fabo
189
las columnas del Diario de Navarra. Titulé mi ar-
tículo cod el mote dp un inarcillés ilustre, y escon-
dí mi nombre cou el seudónimo de «Un marcillés».
Fue, pues, el caso que en Marcilla se dieron a con.
jeturar sobre el autor probable de tales líneas pe-
riodísticas, y como nadie apareciera responsable,
alguien atribuyó su paternidad al mismísimo Pa-
dre Fabo, el cual inútilmente lo negó. Pasaron va-
rios días, y encontrándoselconraigo en uno de los
ciaustros del con vento rae dijo cou gracia muy
amable: saludo al picaro joven que me hizo tra-
gar un rato amarguísimo.
El Padre Fabo en ano dp sus escarceos de crí
tica literaria habla de Ricardo León en los siguien
tes términos; Ricardo León, en algunas, no todas
de sus obras, está encalabrinando el cerebro de la
juventud y de cuyas influencias topa uno efluvios
de carne podrida en los pudrideros de Venus. No
se asuste nadie de que meta entre los novelistas
pecaminosos a Ricardo León, pues a pesar de las
alabanzas con que me honró en una de sus obras,
digo que tiene cabeza de Zola con peluquín de in-
fanzón de la corte de Felipe IV. (1).
Yo que, a la verdad, me engolosiné leyendo y re-
leyendo los versos y la prosa de este singular inge-
nio de la lengüa castelleua, me sentí un titánico
afectado con estas frases tan duras que juzgué ca-
si como un agravio. Sinceramente confieso que si
en las obras de Ricardo León advt-rtí cierto subi-
do color de tono y un aire movido de naturalis-
(1) En su libro Escuela de los Sofistas, dedica Ri-
cardo León al Padre Fabo algunas frases muy enco-
miásticas.
190
El Padre Fabo
mo, en sus frases y en su intención jamás lo consi-
deré como tachable desde el punto de vista de su
ortodoxia católica. El autor de «Alivio de Cami
nantes» y de «Comedia Sentimental» era por mí
considerado como un ejemplo de seriedad litera,
ria. Cuántas de sus escultóricas estrofas aprendí
de memoria para deleitarme con su musicalidad
y con su intensidad lírica! Y cuántas veces con mis
compañeros de estudios hice comentarios sobre el
gallardo decir de este estilista!
Pues bien; un día me resolvía preguntar al
Padre Fabo por qué había sido tan severo con el
castizo escritor. Y el amable religioso, dibujando
en su semblante un gesto de sorpresa, dijo; Sien
tese y le hablaré. Ricardo León posee el dón má-
ximo del estilo. Es un mago de la pluma. A mí
me asombra y me estremece de júbilo y de admi-
ración con sus primores de forma literaria. Sus
poesías son joyas riquísimas del parnaso castella-
no. Su prosa es manjar de paladares exquisitos. Y
es un hijo legítimo de la Esp-ña tradicional y cris-
tiana. Yo sé que piensa y siente en católico.
Entonces le interrumpí: A qué, se debe, pues,
el que Vuestra Reverencia ponga reparos a su mo
ralidad? Es que, repuso con matiz edificante de
bondad, se ha tornado débil en algunas ocasiones
ante las acometidas invasoras del naturalismo
materialista en boga. Sólo una de las escenas que
pinta en su novela «El amor de los amores» basta
para conquistarse mi desaprobación rotunda.
Ojalá que mi advertencia sirva a Ricardo León de
provecho y dé pruebas de cristianismo en todas
sus producciones literarias.
Yo sé que en el áuimo del Padre Fabo dominó
siempre un criterio de benevolencia, y estoy segu-
El Padre Fabo
191
roque en Ion anatemas críticos que le correspon-
dió lanzar sobre obras y autores obró tan sólo
inspirado por el amor a la verdad y por el celo de
la gloria de Dios.
Los escritores muy fértiles no suelen castigar
mucho sus producciones intelectuales, aunque Co-
lema y Buffou sean excepciones gloriosas en esto.
El Padre Fabo que se mantuvo en fiebrosa activi-
dad literaria durante su vida entera era asimismo
meticuloso en medir el alcance de las palabras.
Testigo fui yo de un detalle curioso. Mientras se
imprimía su volumen je Críticas y Plumadas vivía
él en el convento de Sos y allí estaba también mi
residencia. Y fui llamado a su celda con el fin de
ayudarle a corregir las pruebas.
En tal ocasión pude observar la nimiedad de
su espíritu y la delicadeza de su conciencia. Quién
creerá que sobre la conveniencia de pouer un sinó-
nimo mejor que otro, por razón de significación
más o menos exacta, pasó largo rato de medita
ción, y que borrara y volviera a borrar varias ve-
ces una frase por no satisfacerle por completo su
significado ?
A él aplicaremos la estrofa de Lope de Vega:
—Cómo compones ?Leyendo,
y lo que leo imitando,
y lo que imito escribiendo,
y lo que escribo borraudo,
y lo borrado escogiendo.
Andaría el siglo por el año 1926. El Padre
Fabo acababa de arribar a la Patria española pro-
ceden te de Sur América en donde había alcanzado
resonantes triunfos. Vino de visita a Sos del Rey
Católico, y los FL rmanos Coristas o estudiautes
192
El Padre Fabo
en Filosofía y Teología del convento aquí estable-
cido quisimos manifestara nuestro modo los sen
timientos de admiración que profesábamos hacia
eu ilustre persona. El Padre Fabo supo, en cual-
quier ocasión, ser gentilísimo. Le sobraban frases
oportunas y decidoras. Y en ocurrencias cómicas
no era parco.
Recuerdo que un día quiso corresponder a
nuestras atenciones, y para ello nos reunió en el
salóu principal de clase. Entró el insigne religioso
con sencillez. Sentóse en el testero. Y después de
dirigirnos breves palabrae afectuosas de saludo y
de gratitud y de hacernos paternal exhortación
propuso la siguiente divertida idea: Traigo aquí
un premio para el que tenga la nariz más volumi-
nosa. Dos técnicos, entre ruidosas carcajadas, fue-
ron examinando y calificando estos importantes
órganos fisiológicos de cada uno. Y lo diré ?
Yo fui uno de los dos agraciados. Entre los dos
agraciados se puso a rifa el premio que consistía
en un ejemplar de Don Quijote de la Mancha escri-
to en latín macarrónico. Y debo confesar que tam-
bién a mí me correspondió esta fortuna.
A un requerimiento de la Comunidad que de-
seaba tener novena prupia de Nuestra Señora de
la Candelaria compuso el Padre Fabo un hermoso
ejercicio novenario a cuyos g«>zos puso acompa-
ñamiento musical el pianista Liborio Pérez. Esto
fue en el convento citado antes. No sé qué vio de
extraño o de admirable el Padre Fabo en el canto
de los tales Gozos. El coro le pareció lleno y gra-
ve; el dúo armonioso y singular; las estrofas califi-
cólas de tiernas y melancólicas.
El Padre Fabo
193
Pero Ponía vario* peros en cuanto a ¡a mú.
sica y en cuanto a la ejecución, sobre codo. El día
de la fiesta de Nuestra Señora, hallándose la Co-
munidad reunida en la celda prioral, hizo leer un
cuento o un sueño en el que, a vuelta de mil inve-
rosímiles fantasías, venía a relatar cómo vio dea.
cender del cielo hasta el coro bandadas de pinta-
dos y canoros pajarillos, turpiales, mirlos, ruise-
ñores, entre los cuales se metió a hurtadillas un
montudo gorrión. La armonía que resultaba de su
canto era agradable en extremo. Empero la voz
del conirrostro lo estropeaba todo. En fin, que el
talento crítico de nuestro religioso en todos los
campos encontraba pábulo, y su sal satírica y có.
mica dondequiera se desarrollaba y entretenía,
entreteniendo también sabrosamente a los pró-
jimos. (1)
El doctor Miguel Antonio Caro, presidente que
había sido de la República de Colombia, gran hu.
mani8ta, gran político, gran tribuno, y gran pen.
sador, se hallaba en la postrimería de su existen-
cia. Hasta la luz de los ojos le iba faltando. No la
luz de la fe que conservó indefectiblemente sana y
viva.
Cierto editor ambulante se llegó un día a su
casa y le pidió una poesía cod el fin de enriquecer
una publicación que se proponía hacer bajo el mo-
te de Musa Americana. El doctor Caro, compla-
cien te en extremo, puso a sus órdenes un soneto
inédito.
(1) Era Prior el P. Pedro Cuartero. y Subprlor el P.
Pascual Zabalza. Don Llborlo Pérez es un fino señor
muy amigo de la Comunidad de Valentufiana.
194
El Padre Fabo
Y he ahí que nuestro P. Fabo, metido por aque-
llas calendas a severo aristarco, hizo objeto de su
censura a esta composición poética. La reputó
buena por la idea y por el sentimiento; pero me-
diana y aúu mala por la hechura. Así se lo mani-
festó con franqueza al doctor Caro en carta priva-
da. El doctor Caro contestó a nuestro religioso
con una epístola bellísima, salpicada de amones-
taciones y de citas latinas y clásicas, y tendiente
a indicar al Padre Fabo los peligros que lleva con-
sigo la profesión de crítico severo y profesional.
Oyó el consejo, lleno de humildad, nuestro
fraile. Y desde entonces profesó al doctor Caro un
respeto profundo y una admiración sin límites, y
una gratitud sincera e intensa. Mucho después de
este caso exclamaba el Padre Fabo: Quién sabe a
qué despeñaderos me hubiera arrojado yo, si no
hago caso de esta carta. Mil gracias a la sabia
advertencia del buenísirao anciano..
CAPITULO XXIV
Algunos escritos especiales
y una polémica
Concedo un más detenido examen a los escri-
tos del Padre Fabo que a continuación verá men-
cionados el lector y a una polémica hoisteuida en
Manizales — Colombia— entre nuestro religioso y el
distinguido escritor y político Aquilino Villegas.
LA JUVENTUD DE SAN AGUSTIN ANTE
LA CRITICA MODERNA
Este libro es un estudio concienzudo y pro-
fundo, de observación sicológica muy fina, de ar.
gumentación serena y formidable y de estilo y
lenguaje sobrios y castizos. Chorrea erudición por
todas partes y contiene la síntesis, muy docta-
mente realizada, de las diversas opisiones que so-
bre el dulcísimo hijo de Santa Mónica se han emi-
tido, especialmente en la época moderna. Bienve-
nido sea este volumen de agustiuología, numeroso
196
El Padre Fabo
en páginas, intenso en ideas, y henchido de fervo-
res agustinianos. El carácter del joven Agustín
queda aquí luminosamente definido; caballeroso y
aristocrático, ardiente, inquieto, ávido y desgra-
ciado peregrino de la belleza, de la dicha y de la
Verdad.
Con estas palabras, sinceras y juveniles, saludé
yo esta obra del Padre Fabo apenas salió a la luz
pública.
Y ahora digo lo que escribió El Noticiero Za-
ragoza, noviembre 28 de 1929:
«Obra cumbre. Se ha dicho que en España no
se escriben libros de importancia trascendental ni
por el asunto ni por el procedimiento. Lo cual no
es cierto; y a comprobar que se hace labor de alta
ideología, como en Alemania, por ejemplo, viene
hoy e9te libro honrando las ciencias españolas y
aún europeas Es obra de largas vigilias, de
enorme cantidad de fósforo cerebral y de novedad
extraordinaria, como que es la primera que ve la
luz pública en la lengua de España y sus Améri-
cas; libro fuerte, de polémica sobre altísimos pla-
nos, en cuya ejecución se revelan dos cosa*: talen-
to sosegado y ecuanimidad justiciera».
El ilustre historiador jesuíta Paire Z icarias
García Villada estampó en El Debata. Madrid 1*'
de enero de 1930, estas líneas: iEl decimoquinto
Centenario de la muerte de San Agustín no ha
producido aquella abundancia de trabajos sóli-
dos, que eran de esperar, dada la significación del
Gran Padre de la Iglesia y su influjo en toda la
catolicidad. Se leerá sin embargo con gusto y pro-
El Padre Fabo
197
recho el libro del Padre Fabo, agustino, que lleva
por título: La Juventud de San Agustín; es histó-
rico, polémico y apologético a la vez. reflejando
en sus páginas con bastaDte exactitud, el proceso
de la formación intelectual y moral de aquel va-
rón extraordinario».
Ei célebre Padre Boyer, gran agustinólogo y
profesor en la Universidad Gregoriana, calificó a
este libro del Padre Fabo así: iMuy interesante y
muy útil a todos los que quieren conocer la ver-
dad sobre San Agustín y responder a las novele-
rías de los racionalistas».
En Boletín de la Provincia de 3an Nicolás,
mayo de 1930, escribía el Padre Victoriano Capá-
naga, A. R. maravilloso expositor: «Sin temor a
equivocarnos podemos decir de este libro que seña-
la el cénit de la madurez intelectual del fecundísi-
mo escritor recoleto».
El Padre Angel Custodio Vega, agustino, pu-
blicó en Religión y Cultura, agosto de 1930. una
crítica llena de elogios sobre La Juventud de San
Agustín. En ella puso algunos reparos, Y el Padre
Fabo contestó con una Carta Abierta en que ha-
re muy juiciosas y erudita» explicaeiones.Son ocho
páginas, a máquina, en papel de tamaño ordina-
rio. Ignoro si esta carta fue publicada. Yo tengo
eopia.
El Padre Fabo estuvo preparando durante
varios años esta obra. En alguna lista de sos li-
bros lo anunció con este lítulo: San Agustín no
fué hereje formal.
198
El Padre Fabo
CRONICAS
Escribió nuestro religioso un libro llamado
Restauración de la Provincia de Nuestra Señora
de la Candelaria. Hay en sus páginas muchas ver-
dades y aciertos. Aunque no se trata allí de algo
muy definido y concreto y se ve forzado el autor a
tocar muchos puntos de historia bastante inco-
nexos, logra, sin embargo, dar unidad al conjun-
to y ofrecer una visión interesante y hermosa."
A la actividad asimismo del incansable Padre
Fabo se deben dos volúmenes de Historia de la
Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria, en
los cuales se narra porraenorizadaraente la funda-
cióti del Instituto Rpcoleto en América y su desa-
rrollo y progreso. Documentos y pruebas se adu-
cen en apoyo de las afirmaciones históricas, pero
hay que confesar que en estos dos tomos el Padre
Fabo desea ro-ó opulencias de estilo y colores de
fantasía en tal cantidad que la dignidad de la His-
toria queda a ratos como apabullada u ofuscada.
El amor encendido a su Familia Religiosa y los
entusiasmos líricos pudieron más que la seriedad
y la calma narrativa.
El Capítulo General de la Oí den de Agustinos
Recoletos tenido en Marcilla (Navarra), España,
nombró al Padre Fabo Cronista de la Corpora
ción. Aceptó el oficio nuestro religioso y se dispuso
adeserapi'ñ irlo con todas las energías que alma-
cenaba en su inteligencia y en su corazón Reco-
rrió bibliotecas, desempolvó archivos, se quemó
las cejas en la búsqueda de documentos y en el re-
volvimiento de legajos, y ofreció, como frutos de
sus sacrificios y diligencias, tres gruesos volú-
menes.
El Padre Fabo
199
Y es preciso reconocer que el Padre Fabo qui-
so aquí ser antes cronista que literato. Aunque en
momentos asoma su verbosidad, pero sabe refre-
narla y registra los hechos con serenidad y con
discreción.
En El Iris de Paz, Madrid 18 da agosto de
1918. «ecribió el Padre Juan Postíus, C. M. F1:
«La interesantísima historia de los Agustinos
Recoletos, contenida en cuatro tomos que com-
prende un siglo de existencia (1588—1688). quedó
detenida en el cuarto, estampado el año 1756, ha-
ce 162 años. Afortunadamente ha suscitado Dios
un hijo de la gloriosa Recolección Agustiuiana
que. dotado de condiciones de talento, de literatu-
ra, independencia y constancia y, «obre todo, de un
amor sin límites a su Religión y de un amor más
grande a la verdad, ha reanudado el hilo, en mal
hora interrumpido de su hermosísima historia,
mezcla indefinida de ascetismo y apostolado acti-
vo, con predominio del primero, cosa ininteligible
para las generaciones de hoy, que no ven la raíz
íntima de las eflorescencias externas de las Orde-
nes Religiosas.
El Padre Fabo no les quiere desengañar con
filosofías históricas: a pesar de conocer muy bien
las orientaciones de la crítica moderna prefiere
seguir en la década estudiada por él la forma de
anales. Más de cuatro años de incesante trabajo
ha dedicado a tan ardua labor. Muy bien cuadra
el nombre de cronista a quien por cumplir su ofi-
ció se apartó por completo de la vida exterior y
sacrificó sus aficiones literarias».
Y A. Pérez Goyeua, S. J. en Razón y Fe, no-
viembre de 1927 dijo: «Lo característico de esta
obra (Tomo Yí, Segunda Parte) es la riquísima
200
El Padre Fabo
información que atesora: el autor ha registrado
infinidad de archivos y bibliotecas para exhumar
documentos y testimonios desconocidos en que
apoyar sus relatos y afianzar sus afirmaciones.
En esto ha seguido fielmente los cánones de la crí.
tica histórica, y en la interpretación de los docu-
mentos procura ser imparcial, pero, a veces, pro-
pende, como es natural, a favorecer y beneficiar a
bu Orden Hay sin embargo, en la vida del limo.
P. Pedro de Santiago, Obispo de Solsona y Léri-
da, un punto oscuro, la ausencia de Lérida duran-
te el sitio por los franceses y después hasta su
muerte, que no ha logrado ponerlo en claro ni jus-
tificarlo satisfactoriamente el docto historiador.
«Un Prelado de las dotes de Fr. Pedro debía ha-
ber compartido con sus ovejas las angustias del
asedio, y lugo volar a repararar los desórdenes y
desarreglos, que son las reliquias que en pos de sí
deja la guerra».
ALBUM DE IDEAS Y PAGINAS SELECTAS
Es este un libro curioso en que aparecen colec-
cionadas, por grupos muy bien definidos, muchísi-
mas ideas y páginas literarias derramadas por el
Padre Fabo, a través de su carrera científica, en
la diversidad de sus obras. En una hoja de propa-
§anda que lanzó la Editorial Librería Religiosa
e Barcelona se dice:
«En estos tiempos de síntesis y selección, viene
a llenar una función de altísimo provecho la pre-
sente obra para todos los que se dedican a la cul-
tura del espíritu en rus divnisas disciplinas, por-
que en las páginas de la «primera parte» se recuen-
tan un millar de sentencias o máximas originales
El Padre Fabo
201
profundas, trascendentes, y a la vez clarísimas-
del célebre Padre Fabo, el Feijóo del siglo XX, cu-
mo se le ha llamado-, ideas— madres que saben re,
flexionar y sugieren muchas otras a los que aspi-
ran a manejar la pluma sabiamente
Relativamente a la «segunda parte» del volu-
men, Páginas, está formado por una variedad
asombrosa de fragmentos largos o de capítulos
íntegros, tomados de las obras de dicho polígra-
fo, que dan idea tanto de la cultura, extensa e in-
tensa, del autor, como de la discreción del compi-
lador, señor Campo».
En el Boletíu de la Provincia de la Candelaria,
Bogotá, septiembre de 1932, estampó estas frases
R. M.
«Este Album es mejor y más completo que una
biografía y que un examen crítico del Padre Fabo;
el biografiado, o coleccionado, no es alabado ni
vituperado, sino presentado al público en su pro
pia fisonomía, en el traje propio de sus libros, pa-
ra que el lector forme de él y de sus obras el juicio
favorable o desfavorable, que más le plazca;aunque
en el convencimiento de que ha de serle favora-
ble».
En el citado número del Boletín se publica el
Prólogo del Álbum y se dice que este libro está
compuesto por el sacerdote mejicano Pascual
Campo. Pues bien; cumple al historiador hacer
constar que Paecual Campo, F'bro. que aparece
como autor de esta obra no es otro que el mis.
m'simo Padre Pedro Fabo. El prólogo es el del
Padre Fabo, y el trabajo de recopilación y clasifi-
cación se debe únicamente al Padre Fabo. qni<jn
deseó ocultar su nombre y divulgar con disfiuz
sus pensamientos y sus doctrinas.
202
El Padre Fabo
Campo era el segundo apellido del Padre Fa-
bo.
UNA POLEMICA
El doctor Aquilino Villegas, ágil y robusto es-
critor, pronunció un discurso el 12 de octubre de
1921 en uua Velada organizada por el Comité
Olímpico de Caldas. Esto fue en Manizales.
Calificó Villegas a los colonizadores de Sura-
mérica de «raza latino-americana». Ese discurro
fue publicado en el diario «Renacimiento». El Pa-
dre Fabo, eon el seudónimo de Pelayo, defendió
en el mismo periódico que, tratándose de los pue-
blos conquistados y civilizados por España era
más propio decir hispaoo-americanos que latino-
americanos.
Y se hizo sonada la contienda periodística.
Aquilino escribió varias Epístolas a Pelayo insis-
tiendo en la exactitud histórica de sus palabras.
Pelayo, por su parte, vertió erudición crítica y
gramatical sosteniendo su punto de vista y sus
afirmaciones.
En los primeros días de diciembre de 1921, en
el diario «Renacimiento», pueden verse los inge-
niosos artículos del Padre Fabo bajo el m^Te ge-
neral así: Y VA DE CRITICA. . . Los títulos espe-
ciales son; Preámbulos, diciembre I; Laoocoont-3 -e
retuerce, diciembre 3; Las serpientes dialécticas
con .-trinen, diciembre 12; Ay del doctor!, diciembre
14; Non fuyades!, diciembre 19. Aquilino es Aqui-
lino, diciembre 20.
Las últimas líneas del Padre Fabo en la polé-
mica son de esta laya. Por lo dpmás, sí algunas
palabras raías han enojado a mi contendor, retiró-
las luego al punto. Las ideas no las retiro.
CARITULO XXV
La parábola de los talentos
Cuando Jesucristo Nuestro Señor, modelo
eterno de todos los predestinados, y fuente de to-
da perfeccción, estaba para partir de este mundo
ala presencia de su Padre dij¡>, en forma solemne
a su* discípulos; Ejemplo os he dado para que
vosotros hngáis como yo he hecho. Que es decir:
vine h viví' entre vosotros y a estampar mis hue
Has en la tierra con el fin de qu" vosotros sigáis
tras ellas en consecución de la Verdad y del
Amor.
Ninguno &e atreverá a poner en duda la eleva-
ción de miras que guiaba al Padre Fabo en sus
acciones y en haber ensayado escritos los más he
terogéneo-j v disímiles y las formas más diversas
de apostolado sacerdotal. Lo hizo (no par gusto
personal) (esto pudiera reb»tj«r su mérito) sino
por fines de ejemplaridad imitando en elio al divi.
no Maestro.
En el Boletín de San Nicolás de Tolentin» ,
año 1919, publicó nuestro biografiado uriri gprje
de artículos bajo el epígrafe de «hípicas» muy ju-
204
El Padre Fabo
gosos y muy interesantes. Allí estampó esta confe-
Bión: «No me las doy de maestro (Dios Nuestro
Señor me libre), pero adrede he acometido varios
tratados, con diferentes estilos, y a veces aún sin
vocación, siempre con la mira (eutre otras) de
mostrar a nuestras juventudes los derroteros de la
pluma, sin orgullo, sin afán, y sin miedo al «guau,
guau» «de los perrillos de la crítica,.
La parábola evangélica de los talentos en-
vuelve en su sencillez sublime una provechosísi-
ma significación. Y está bien que la recordemos.
Un hombre iba a emprender un largo viaje. Y lla-
mó a sus siervos y les entregó sus bienes en depó-
sito. Al uno le dió cinco talentos, al otro dos, y al
otro uno solo, a cada cual en conformidad con
sus posibilidades na turales. Partió a sus afanes el
que había recibido cinco talentos, trabajó diligen-
temente con ellos y ganó otros cinco. Dobló el de-
pósito.
Igualmente el que recibió dos talentos, consi-
guió lucrar otros dos. Mas el que había recibido
un solo talento, perezosa y baldragas, cavó un
hoyo en la tierra y escondió allí la plata de su se-
ñor sin que le produjera, el más mínimo fruto.
Después de mucho tiempo vino el Señor de di-
chos criados y llamólos a cuentas.
Llegado el que había recibido cinco talentos,
presentóle otros cii co, diciendo: Señor, cinco ta-
lentos me entregante, he aquí otros cinco más que
he ganado con ellos. Respondióle su amo: Muy
bien, siervo bueno y leal. Ya que han sido fiel eu lo
poco yo te confia ró lo mucho; ven a tomar parte
en el gozo de tu Señor
Llegóse después el que había recibido dos ta-
lentos y dijo: Señor; dos talentos me diste; aquí te
El Padre Fabo
205
traigo otros dos, que he gr anjeado con ellos. Díjole
su amo: Muy bieu, siervo bueno y fiel; pues has si-
do fiel en pocas cosas, yo te couflaré muchas tnás.
Ven a participar del gozo de t u Señor.
Por último, llegando el que había recibido un
talento, dijo: ¡Señor, yo sé que eres un hombre de
recia condición, que siegas donde no has sembra-
do y recoges donde no has esparcido. Y así teme-
roso me fui y eseoudí tu taleuto en tierra. Aquí
tienes lo que es tuyo. — Pero su amo le replicó y di-
jo: Oh siervo malo y perezoso! Tú sabías que yo
siego donde uo siembro y recojo donde nada he
esparcido. Pues por eso mismo debías haber dado
a los banquero» mi dinero, para que yo a la vuel-
ta recobrase mi caudal con los intereses. Ea, pues,
quitadle aquel talento, y dádselo al que tiene diez
talentos.
Porque a quien tiene, dársele há; y estará a-
bundante; mas a quien no tiene quitarásele aun
aquello que parece que tiene. Ahora bieu,a ese sier-
vo inútil arrojadle a las tinieblas exteriores. Allí
6erá el llorar y el crujir de dientes.
El buen siervo, activo y diligente, alabado y
premiado por el Señor, fue nuestro Padre Fabo
que, conocedor de sus deberes, cousciente de los
talentos que el cielo le había regalado, se dedicó
en cuerpo y alma a hacerlos fructificar en la ma
yor proporción posible. La múltiple riqueza de sus
facultades constituyó una mina que explotó sin
descanso y con eficacia evidente.
Al comparecer delante del Juez de vivos y de
muertos no se tendría qué tapar de vergüenza la
cara viéndose vacío de obras buenas. No. Como
el siervo fiel diría a su amo: Me diste cinco talen-
tos; he ahí que he conquistado otros cinco.
206
El Padre Fabo
Resulta evidentísimo. El Padre Fabo fué un
milagro de actividad. De la misma manera que al
emperador romano cabe apellidarlo "monstruum
activitatib". Sin el pesimismo que engendra el pro-
saísmo de la vida, sin los desmayos propios de
nuestra flaca y endeble naturaleza, y sin bullan-
gas ni bombos transcurrió la existencia fecunda
en extremo de nuestro religioso.
La posteridad ha de alabarlo por esta condi
ción de íu carácter y por esta virtud de su volun-
tad. Porque virtud de la voluntad fue esta cons.
tancia y este tesón en agradar a su Dios y Señor
negociando con sus bienes en depósito. I virtud
de la voluntad fue asimismo el empeño del Padre
Fabo en dejar ejemplo de laboriosidad a sus her-
manos y a todos los ieles, sujetos a un destino
en la tierra y criados para robarse el cielo a precio
de sacrificio, de bondad, y del cumplimiento del
deber.
Y si queremos averiguar la fuente de dónde
sacaba energías y arrestos nuestro fraile tendre-
mos qué acudir a la oración. Sí. En la oración be-
bía aliento y gracia. En la comunicación con Dios
cobraba fuerzas su espíritu incansable. Un sacer-
dote que celebra con la preparación y el recogi-
miento debidos el Santo Sacrificio de la Misa to-
dos los días: un sacerdote que hace una hora dia-
ria de meditación; un sacerdote que pone el ma-
yor cuidado posible en rezar el Oficio Divino; un
sacerdote que visita con frecuencia a Jesucristo
encerrado en la prisión del amor; un sacerdote
consciente de su altísima dignidad y del carácter
augusto de que se halla investido; un sacerdote
así no puede menos de sentirse en todo momento
El Padre Fabo
207
con arrestos capaces para la más recia y difícil
empresa.
Y ese sacerdote fué el Padre Fabo.
Para vivir eu este mundo una vida aprove-
chada y fecunda se hace preciso teuer un concepto
claro del valor del tiempo. El tiempo es oro, dicho
que dicen los ingleses. Más elocuente estuvo Séneca
al atimar que el tiempo es una cosa tan sublime y
rica que no tiene precio. Y nada hay comparable
a la expresión atrevida y verdadera de San Ber-
nardino de Sena el cual llegó a asegurar que un
solo momento vale tanto como el mismo Dios.
Tiene razón este santo ? Sí que la tiene, y
mucha. Porque en un fugaz instaute, con un mal
pensamiento consentido o con un acto criminal se
puede perder a Dios. Y asimismo en un momento
de contrición o de amor se alcauza a conseguir la
gracia de Dios. La eternidad feliz o desgraciada
depende de un indefinible fugacísimo instante en
que se nos escapa la vida.
Peregrino es el hombre sobre la tierra. No de-
be tener aquí más ocupación que obrar diligente-
mente el negocio de la salvación. Üt vestrum ne-
gotium agatis, que diría San Pablo en una frase
cortante.
Ni en el cielo ni en el infierno se encuentra este
tesoro inestimable que se llama tiempo, y del que
gozamos los mortales. Del que gozamos, he dicho,
y del que no solemos hacer por desgracia con de-
masiada frecuencia casi ningún aprecio. Es una
palabra tristísima ésta que anda de ordinario en
muchas bocas: Estoy matando el tiempo. Al pre-
guntar a cualquiera en qué ocupa sus horas es da-
ble oír esta lastimosa contestación: Estoy pasan,
do el tiempo.
208
El Padre Fabo
En fruselerías, en nadas, en bagatelas se em-
p'ean muchas hora- preciosas que debieran em-
plearse eu trabajar i>or mejorar el espíritu, por
euriquecer la inteligencia, por pulir y purificar el
corazón y la voluntad.
El Evangelio condena en forma terrible la
ociosidad.
Jesucristo maldijo a la higuera sin fruto con
estas palabras tremendas; Nunca más coma nadie
fruto de tí para siempre. Marc. Xi. 1A.
A los operarios de la viña de que habla San
Mat^o se les dirigió esta fuerte reconvención: Qué
hacéis aquí todo el día ociosos? Math, XX, 6.
En el Eclesiástico se lee; Cualquiera cosa que
pueda hacer tu mano, óbrala con instancia, por-
que ni obra, ni razón, ni sabiduría, ni ciencia ha-
brá en el sepulcro a donde caminas muv aprisa.
Eccl. IX. 10.
Este es cabalmente el punto en que más lauda-
ble y edificante resulta nuestro biografiado. El
Padre Fabo tuvo un concepto cristiano muy recto
y muy provechoso del tiempo. Quién jamás lo vió
ocioso ? Qnién no pudo apreuder de él acuciosi-
dad y diligencia ? Qjién no se admiró al con-
templarlo, cual aveja solícita, laborando sin cesar
en la construcción de un pnnal rebosante de miel
de buenas obras ?
Los ratos que el cumplimiento del d^ber le de-
jaban libres, gastábalos en rosas útiles o en afi
ciones nobles y proficuas. Huyendo, perseguido,
por las montañas salvajes se dedicó a estudiar la
naturaleza y a clasificar los animales raros. En la
s dedad y retiro de los conventos, o asistía al co
r >, o estudiaba en su celda, o trazaba párrafos de
mística, de literatura bella, o de apologética.
El Padre Fabo
209
De dónde saca tanto tiempo el Padre Fabo
para hacer sus cosas, Piclamaban atónitos sos
hermanos religiosos. Es que hacía buen uso del
tiempo, les respondo yo.
Meditó en la parábola de los talentos y quiso
imitar al siervo bueno y fiel.
El Padre Fabo condensó en sencillos versos la
doctrina que practicaba sobre el buen empleo de
la vida:
El hombre vicioso y muelle
es digno de desamparo;
árbol que no diere fruto
al fuego sea arrojado.
CAPITULO XXVI
Ligado a Colombia
El Padre Fabo sintió en su pecho arder la lia-
ma del más encendido patriotismo. Era español y
amaba a España con fervores candantes. Ello es
muy natural y muy comprensible. En la misma
naturaleza va fundado el amor de Patria.
Y también amaba con especial predilección a
Colombia su segunda Patria. Como blasón altísi-
mo ostentaba en cualquier lugar su afecto entra-
ñable a ese pedazo hermoso de la tierra america-
na. Tal se mostraba en este punto que hubo per-
sonas que equivocaron su origen y quien lo creyó
paisano de Nariño y de Ricaurte.
De dos maneras puede explicarse esto. Primero
atendiendo a su carácter de apóstol católico y mi-
sionero del Evangelio. Realmente, en tal virtud,
las fronteras de las naciones se borran. El mundo
entero para el que ha sido convertido en prego-
nero oficial de la Verdad, que es universal, consti-
tuye su patria. En lo cual fue modelo nuestro reli-
gioso. Nadie conoció jamás en él raquitiqueces
El Padre Fabo
211
frontsrizas o regionalistas. Todo para to :os en
lodi 8 punes. Todos hermanos en Cristo. Todos
miembiOH de la iglesia ecuménica y destinados a
vivir eternamente unidos en las regiones serenas
déla bienaventnraiiZH. Y se acomodó a las cos-
tumbres del suelo y a sus modos peculiares, por
que en eso veía que se bacía más apto para ejer-
cer eficazmente su apostatado. Loque el adagio
reza: Dum Romae fueris romano vivito more.
Otra razón o explicación hay que dar de su co-
lombianismo. Ahí vivió una parte considerable de
bu vida. La parte mejor de su vida. Allí se de.-hojó
su juventud, gallarda 3' reventadora de ilusiones y
de esperanzas optimistas; allí, en los Llanos de
Ca*anare y en varias parroquias del interior, de-
rrochó su celo de misionero ardoroso; allí conoció
las delicias del martirio y de! destierro; allí su plu-
ma consiguió los primeros triunfos literarios; allí
sostuvo polémicas resonantes con I09 primates
del pensamiento; allí soñó, y fue condecorado, y
ocupó pulpitos y tribunas, y luchó por perfeccio-
narse a sí mismo, y por ayudar al prójimo, y gozó
de amistades nobilísimas, y derramó su ingenio
en múltiples ocasiones, y regó los caudales gene-
rosos de su corazón y de su inteligencia.
Relaciones estrechas y hondas lo vincularon
a Colombia. El hombre no resiste a la influencia
del medio ambiente. Yes naturalmente agradeci-
do. Y si en un país extraño halla acogida hidalga
y satisfacción a sus anhelos y afectos queda para
con él obligado por la dulce ley del cariño y de la
correspondencia.
Vivir con gentes forasteras y no contagiarse
de sus maneras y no mantener con elle.8 algún in
teres común, y no seutirse solidario cou sus cosas
212
El Padre Fabo
constituye casi un imposible humano. Cuando al-
guien permanece años y años en nación distinta a
la de su nacimiento llega a considerarse como hijo
suyo.
Yo soy testigo de mí mismo. Acerquéme de jo-
ven a Colombia y para mí su historia y sus preo-
cupaciones nunca son ajenas.
Del Padre Fabo cabe afirmar otro tanto. Muy
temprano tocó las riberas de este suelo acogedor
y cristiano. Y en él quiso emplear sus aficiones y
verter sus energías. Con el item, conviene advertir-
lo, que un español en Colombia no se siente extra-
ño. Porque esto es una prolongación de la Patria
de Santa Teresa de Jesús y del Duque de Alba y
aquí viven las tradiciones ibéricas alimentadas
por idéntica religión, por idéntica lengua y por
idéntica raza. Tal consideración importa, sobre
todo, de^r icarla al hablar del Padre Fabo, caba-
llero ferviente de los ideales hispano-arnerieanos.
Ya hemos historiado, bien que ligeramente, la
vida misionera de nuestro religio.-o en los Llanos
de Casanare.
Eu 1904 el Padre Fabo fue nombrado Prior
del famoso Desierto de la Candelaria cuyas glorias
cantó con entusiasmo en varias ocasiones. Allí
trabajó mucho, moral y materialmente. A su es-
fuerzo ¡?e deben notables mejoras y gracias a 6U
propaganda ganó enormemente en prestigio y en
fama el iusigne monasterio en que se guarda la
imagen veueranda de Nuestra Señora de la Luz de
la Candelaria, muy antigua y muy querida, y cu-
na que ha sido de varones ilustrísimos por su vir
tud y por 6U sabiduría.
t'no de los anhelos acariciados con más fervor
por el Padre Fabo, siendo Prior del Desierto, fue
El Padre Fabo
213
el de hallar los restos sagrados del venerable fun-
dador Fray Mateo Delgado de los Angeles. Duran-
te casi todo el año de 1905 realizó excavaciones
con tal fin. Pero la búsqueda resultó inútil.
Y aprovechemos la oportunidad para poner
de relieve un acto de mortificación y de dominio
de sí mismo que ejerció en esta ocasión el Padre
Fabo. Con el objeto de mover a Dios y de lograr
encontrarlos restos del F'adre Mateo hizo una pro-
mesa de no volver a fumar en toda su vida. Tal
costumbre de echar humo habífila adquirido en
los Llanos donde la abundancia de mosquitos
mueve a usar de este recurso. Y cumplió su pro-
mesa ? Con fidelísima exactitud.
Todavía no se ha conseguido lo que con este
voto del Prior se pretendía. Pero tal vez el cielo
espera el momento en que los hombres nos haga-
mos dignos por la santidad de nuestras costum-
brea de poseer un tan rico tesoro. Y entonces con-
cederá que gocemos de las reliquias de un peniten-
tísimo asceta que hace cuatro siglos murió en olor
de santidad.
Durante el tiempo que ejerció el Padre Fabo
el priorato del Desierto funcionó allí un Colegio
apostólico en el que se formaban elementos co-
lombianos que a la sazón están ya dando lustre a
la Patria y gloria a Dios. Asimismo en esa época
se abrió un noviciado que produjo sabrosos
frutos.
En 1906 volvió de nuevo a Casanare y estuvo
en Cháraeza hasta 1910. Imposible resulta spguir
paso a paso a este celoso misionero en los cuatro
años que se dedicó a las evangélicas empresas. Si
el lector quiere saber algo de lo que se movió y de
lo que hizo en Chámeza el Padre Fabo vaya allí y
El Padre Fabo
pregunte por su autiguo párroco. Todos lo re-
cuerdan aún todos lo alaban todos evocan
aquello* días que gozaron de su presencia y escu
charou su encendida palabra.
Por loa años de 1911 y 1912 habitó el Padre
Fabo en las parroquias de El Espinal y El Fresno
en el departamento del Tolima. Sus campañas mo«
ralizadoras abiertas en estos lugares alcanzaron
resonantes éxitos y lograron bienhechores resulta-
dos. No se olvidará su nombre enere aquellas bue-
nas gentes. Apenas supieron la muerte de su anti-
guo párroco acaecida en Roma, los Concejos Mu-
nicipales de ambos pueblos aprobaron sendas no-
tas de duelo reveladoras de gratitud y de nobles
sentimientos cristianos.
Después rie una ausencia larga d'jl pueblo co-
lombiano, durante la cual permaneció en España,
vino el Padie Fabo a Colombia en 1920. Fue des-
tinado a la ciudad de Manizales. Tienen aquí los
Padres Agustinos Recoletos un hernioso Templo
dedicado al Sagrado Corazón de J^ús y una casa
de residencia amplia doude viven consagrados al
ministeiio sacerdotal cinco o seis religiosos. Nues-
tro biografiado habitó algunos iños en este lugar
haciendo el bien por medio del confesionario y del
pulpito y manejando incansablemente su pluma
de literato y apologista católico, ("orno en todas
partes en seguida su presencia se abrió ancho cam-
po de simpatías y de relacionas sociales (que es-
quivaba modesta aunque inútilmente). Fue nom-
brado consultor y examinador por el si ñor Obis.
po Tiberio de J. Su lazar v Herrera quien siempre
le manifesió confianz i suma y admiración irres-
tricta. Los sujetos de letras se disputaron el ho-
nor de su t rato. Las personas influyentes de todas
El Padre Fabo
215
clases corrían a valerse de su consejo sabio y
recto.
Estaba ya «n la madurez de la edad y del ta-
lento.
El nombre del Padre Fabo en Manizales llegó
a ser popularísimo y era pronunciado cou cierta
especie de admirativa veneración.
Con el objeto de recolectar fondos para la obra
de la iglesia dictó el Padre Fabo una serie de con.
ferencias histórico-morales que constituyeron un
verdadero triunfo. Habló el conferencista sobre
los priucipios y el desenvolvimiento material y es-
piritual de la ciudad de Manizales, la ciudad mo-
delo, de pujantes vigores, que en cincuenta años
de existencia logró colocarse entre las más flore-
cientes y populosas de la república. Con el iugeuioy
los recursos de su oratoria y con el prestigio de
su nombre supo el hijo de San Agustín interesar
la atención pública, y al templo donde dejaba es-
cuchar sus eruditas disertaciones acudían muche-
dumbres incontenibles formadas, por cierto, de lo
mejor y más valioso de la sociedad.
Por demás está el decir que la circunstancia
fue aprovechada por el celo de nuestro religioso
para moralizar, para corregir vicios y para reco-
mendar honradez y cristiandad y vida sobrena-
tural.
Al poco tiempo, para conmemorar el cincuen-
tenario de la fundación de Manizales conv( có el
Municipio a un concurso en el que se premiaría la
mejor Historia que se presentara. Y el Padre Fa-
bo puso manos a la obra. Y recogió datos, y los
coleccionó y ordenó. Y los adornó con las galas de
su mágico estilo. Y obtuvo una victoria completa.
216
El Padre Fabo
Su Historia presentada al concurso se llevó el pre-
mio.
En dos gruesos y ricos volúmenes fue publica-
do por cuenta del municipio.
En atención a esto y a los méritos alcanzados
por nuestro religioso en el tiempo en que habitó
en Manizales le fue concedido el título de Hijo
Adoptivo de la ciudad. El acto de dársele el diplo-
ma correspondiente fue solemnísimo con asisten-
cia de las autoridades eclesiásticas y civiles y de lo
más granado de la sociedad.
Este episodio de la vida del Padre Fabo tuvo
lugar el día 16 de marzo de 1925.
Un folleto ordenado por el P. Pablo Planillo
contiene la reseña y los discursos de esta fiesta.
Cuando le tocó hablar a nuestro biografiado
se expresó en términos de enceudida gratitud y,
después de hacer alusiones moralizadoras, como
en toda ocasión solía hacerlo el apóstol, recordó
sus amores para Colombia y trajo a cuento unas
bellas décimas en que resume sus cariños para con
su Patria primera y para con su Patria segunda
y que lleva el epígrafe de Abrazo de banderas. Di-
ce así:
Cuando veo que tremola
con belleza soberana
la baudera colombiana
al lado de la española,
siento en mi pecho una ola
del más patriúrii-o ardor
porque al leóu y al cóndor,
es decir, a madre e hija,
£1 Padre Fabo
217
un mismo ci^lo cobija,
un cielo de eterno amor. (1)
Sobre el pendón de Castilla
trazó tres franjas la Historia
con sangre y oro. en memoria
de sus triunfos sin mancilla;
Y le dijo: — En frágil quilla
surca el piélago profundo
j descubrirás un mundo
que será digno de mí
porque aprenderá de tí
a ser cristiano y fecundo. — ■
Y entre las veinte naciones
que brotaron a su beso,
mimó a Colombia y. por eso,
más que en los otros pendones
hay en el suyo blasones
de gualda prez inviolada,
de azul religión sagrada
y rojo castizo hablar
que nunca se han de trocar
ni por nadie ni por nada.
A COLOMBIA
Salve patria de heroi-mo
de los siglos heredera,
a quien ninguna supera
en hidalguía y civHmr !
Oh tierra de patriotismo
(1) El padre Jopé Abel Balasar A. R. colombiano,
publicó a miz de la runerte del Pa^re Fabo un suelto ne
crológieo con este epígrafe: Amó u Colombia. «Boletín
de la Candelaria, año I933i.
218
El Padre Fabo
donde no se pone el solí
sin pintar nuevo arrebol
de porvenir soberaro!
Quisiera ser colombiano
para ser más español! (1).
He aquí copia del acuerdo en que se nombra
al Padre Hijo Adoptivo de Manizales. Guarde la
historia este documento:
EL CONCEJO DE MANIZALES
considerando:
1?— Que esciibir la historia documentada de
nuestra ciudad, es honrar a la ciudad misma, enal-
tecer a los antepasados, marcando orientaciones
de grandeza material, patriótica, social y religio-
sa, y estimular a las generaciones actuales y veni.
deras a impulsar el progreso manizaleño en todo
sentido.
2? — Queel Rvdo. Padre Pedro Fabo del Cora-
zón de María, Agustino Recoleto, ha escrito, con
incalculable sacrificio de tiempo y de dinero una
obra titulada «Historia de la (Mudad de Maniza-
les», la cual, a juicio del Jurado Calificador en el
Laudo que rindió «es la más completa historia de
su nacimiento, desenvolvimiento y estado í:ctual,oo
mo quizás no lo posee ninguna otra capital de su
categoría»,
(1) He visto estas décimas publicarlas en varias re-
vistas y periódicos. Quizá la primera vez que vieron la
luz publica fue en «La Patria», Manizales, 22 de diciem-
bre de lí)21, con esta dedicatoria: A Pelaj'o por eu hisp*
uofilía.
Él Padre Fabo
21$
39 — Que dicho religioso, además, contribuyó
a la cultura social y científica, con una serie de
conferencias históricas sobre Manizales dictadas
en esta ciudad con éxito reconocido Uüáuimeineu-
te por la prensa local.
4^ — Que por pspacio de más de tres años, que
hace está viviendo en esta ciudad, su conducta
moral pública y privada, no solamente es intacha-
ble, sino ejemplar.
o? — Que es hijo preclaro de nuestra Madre Pa-
tria. España, cuyos vínculos de rHza importa es-
trechar por fuero de hidalguía y agradecimiento, y
6? — Que los Concejos son voceros de la opi.
nión pública, y deben proponer a los ciudadanos
ejemplos de virtudes y energías provechosas para
estímulo de la juventud.
ACUERDA
Art. 1.— Declárase al Rvdo. P. Fr. Pedro Fabo
del Corazón de María Hijo Adoptivo de la ciudad de
Manizales.
Art. 2. — Propónese a todos el ejemplo de las
virtudes y facundas actividades del Hdo. P. Fabo
y hárense votos cumplidos por su bienestar.
Art, 3. — Un ejemplar de este Acuerdo lujosa-
mente impreeo en pergamino o en cartulina.se
pondrá en manos del Rdo. P. Fabo, en sesión ex
traordinaria. que se celebrará para el caso¡ y otro
ejempla r será enviado, con nota de estilo, al Se-
ñor Ministro de España, residente en Bogotá.
Dado en Manizales, el día 3 de febrero de 1925.
Los per iódicos de Manizales publicaron retía-
tos del Padre Fabo y elegios encendidísimos. Sus
220
El Padre Fabo
conferencias y su Historia fueron muy aplaudidas.
Sin embargo anoto algunos conceptos que vienen
a censurar lo que era característico en nuestro re-
ligioso, es a saber, su desmedido afán de prodigar
alabanzas:
«Una cosa sí vamos a permitirnos spñalnr a !a
conferencia con perdón del erudito académico; qui-
zás abusó de la hipérbole en sus consideraciones
sobre Manizales. Bien comprendamos que, tal vez,
ellas resultaron de su grande amor que expresa
tenerle a la ciudad, lo que tenemos sus habitantes
a mucha honra, pero la excesiva ponderación pue-
de ser inconvenien re. «Renacimiento». Manizales, 2
de noviembre de 1923
«O p1 docto académico se burla de nosotros o
su bondad exquisita lo lleva a prodigar elogios
desconsiderados, que no están bien tratándose de
una pobre, pequ"ña y embrionaria literatura re-
gional». «La Patria». Manizales, 30 de marzo
de 1922.
CAPITULO XXVII
Filología y cartas
Quiero dedicar unos párrafos a ensalzar las
cualidades de filólogo que adornan al Padre Fa-
bo. Quizá ninguna afición tan marcada hubo en
su vida como esta que sintió hacia la purpza del
idioma. Sus trabajos, pn gran parte presentan co-
nexión con asuntos idiomático*.
«Críticas y Plumadas» es un libro que publi-
có y en el cual coleccionó muchos artículos disper
sos en periódicos y revistas que versau sobre pun-
toe de filología. Por pjpmplo ahí dió cabida a sus
Cosuelas Idiomáticas, sprie dp escritos cortos acer
ca del origen de muchas palabras y del alcance dp
su significado.
Idiomas y Etnografía de la región oriental de
Colombia es una obra rapritísima del Padre Fabo.
Sabemos qup en algunos libros y revistas dp Ale-
manía, Francia e Italia se han aprovechado datos
proporcionados en estp libro, de sumo inferí fol-
klórico. El insigue cervantófilo Francisco Kodrí-
222
El Padre Fabo
guez Marín dirimió una contienda lingüística pon
uua copla de la colece ón de cantares casauareños
que en las páginas de Idiomas y Etnografía iuser-
tó el Padre Fabo. Puede verse El Ingenioso hi a -
go Don Quijote de 1m Mancha. Edición crítica de
I). Francisco Rodriga- z María. Parte segunda, ca-
pítulo 44, tomo V, página 382.
En los volúmene- 31 y 32 de la revista Espa.
ña y América el sabio colombiano Liborio Zerda
escribió dos artículos sobre Miomas y Etnografía.
Alií dice: «Esta es la obra acometida por el Padre
Fabo, religioso de la Orden de Agustinos Rcoletos,
q nien, después de permanecer algunos años evan-
gelizando los restos de aquellas tribus salvajes,
estudiando sus costumbres, sus mitos religiosos,
sur variadas lenguas y dialectos, con un acopio de
observaciones prácticas y doctas recogidas en
aquellas dilatadas regiones llaneras, ha v> nido ha
sacudir el polvo de las bibliotecas de la historia
de la conquista del nuevo reino de Granada, para
buscar en ellas como se busca un tesoro escondi-
do, todo lo que sus antecesores correligionarios
dejaron como fruto de sus esfuerzos catequistas y
de sus estudios en las lenguas y etnología indíge-
nas, para después comparar aquellas lenguas y es-
tablecer en un orden filológico sus íntimas ore.
motas relaciones gra nati^ales y fonéticas. En su
trabajo ha puesto en concurrencia los muchos co-
nocímientos que posee en las diversas ramas de la
historia antigua, medios accesorios muy útiles pa-
ra llegara conclusiones acertadas o muy próxi-
mas a la verdad en el campo de la prehistoria co
lombiana».
Ernesto Restrep'» Tirado, en informe rendido
a la Academia de Historia de Colombia, apunta:
El Padre Fabo
223
«Es un concienzudo y bien elaborado trabajo, fru-
to de muchas vigilias, de largas investigaciones y
de vasta erudición; escrito en estilo sencillo, ame-
no y correcto».
Eu el número de noviembre de Archivo Histo-
rial, Manizales, se lee: «El trabajo más notable
del Padre Fabo es, sin duda e! titulado idiomas y
Etnografía, hermoso libro eu que resultan los me
ditados estudios del insigne etnologista y en que
brilla el hombre analítico y el investigador pa-
ciente y erudito. Esta obra cuya edicióu está ago-
tada, y cuyos juicios son citados por sabios emi
nen tes del Viejo Confine > re, es p ico conocida en
Colombia, mases apreci ida y estimada de cuan
tos la disfrutan».
Rufino José Cuervo y la lengua castellana,
una obra en 3 volúmenes premiada y editada por
la Academia Colombiana, resultó un gran triunfo
soberano del Padre Fubo en el campo de las letras
y de la Filología. Este libro abrió a nuestro reli-
gioso las puertas de la Academia Real Española.
En un reportaje que el autor concedió a Julio Ta-
saría, «Renacimiento» Manizales, junio 7 de 1922,
dice así:
«La obra, en tres tomos, quedó compuesta en
el espacio de medio año de incesante trabajar. En-
tré en el concurso abierto por la Academia Colom-
biana de la Lengua bajo el más riguroso incógni-
to, como que fiaba en él precisamente el triunfo.
El Jurado ni siquiera sospechó que la obra era
mía. Bien es cierto que yo desde años atrás culti-
vaba con deleite la filología».
Rafael María Carrasquilla en Revista del Cole-
gio Mayor del Rosario, marzo de 1913, escribe;
muy poco tiempo.
224
El Padre Fabo
«Si nos es el más original, es sí el más sazonado
fruto del ingenio de su autor. Es una obra digna
de él, y también, lo que no es poco decir, del sabio
a quien estudia. Revela erudición nada común,
lingüística y filológica, familiaridad con los clási-
cos latinos y castellanos, agudeza y rectitud de
juicio, y estudio de los escritos de don Rufino du-
rante largos años, con paciencia que llamaríamos
benedictina, si no fuera mejor calificarla de agusti-
niaua, puesto que los monjes de vSan Agustín com-
partieron con los de San Benito la ardua empresa
d» salvar, cuando las irrupciones bárbaras, los
náufragos restos de las culturas griega y ro-
mana».
En la Ciencia Tomista, tomo VIII, página
345, estampó el Padre Andrés Mesanza: «No está
ei, mis fuerzas el hacer un juicio acertado de obra
tan hermosa y concienzudamente escrita. Peca
ella, como todos los demás escritos del Padre Fa-
bo, de cierto exagerado optimismo, aunque la
verdad es que es preferible ésto a hacer gala de
pesimismo en todas las cosas».
Don Manuel Segundo Sánchez, en Bibliogra-
fía Yeriezolanista, número 284, dice: «Aprecia el
Padre Fabo en todo su valer la colosal empresa
qu^ llevó a cima el eminente lexicógrafo Cuervo,
quien enriqueció el Mioma de Castilla con volú-
menes de portentosa erudición. Habla de todas
las ediciones comentadas que se han hecho, en tie-
rra de Colombia, de la filosófica gramática de
Bello, a quien anotó Cuervo con prolijidad y sa-
piencia; y tiene para el ilustre venezolano los más
justos encomios. El académico y filólogo Julio Cal-
caño publicó en El Universal, de Caracas, número
El Padre Fabo
225
1293, del 10 de enero de 1913. unos apuntes críti-
cos sobre la obra del Padre Fabo».
üon Américo Castro en Revista da Libres,
enero de 1914, puso algunos reparos a esta obra
del Padre Fabo.
Multitud de papeletas sobre el idioma dejó el
Padre Fabo entre sus apuntes. Y asimismo, junto
con datos interesantes de toda clase de materias,
guardó algunas cartas a él dirigidas por eruditos
y sabios, de las cuales desgloso algunos párrafos:
El insigne Padre Juan Mir y Noguera le escri.
be en carta fechada en Torto'sa. febrero 24 de
1912:
«Muy señor mío y estimado Paire: Ha Ilesa-
do a mis manos el libro idiomas y Etnografía
que V. R. acaba de dar a luz. Muy fina considera-
ción ha usado V. R. con este pobre siervo suyo
enviándome su obra. Aunque más apremiantes
ocupaciones no me hayan dado la holgura nece-
saria para hacerme careo de todos sus capítulos,
por algunos he pasado mis ojos con alguna de-
tención. La erudición, acierto y gravedad con
que V. R. trata materias arduas de filología me
han dejado muy complacido. Mil parabienes le en-
vio gustoso por su erudito trsbajo. y justamente
afectuosísimas gracias por la merced de haberse
acordado de mi indigna perdona. Ruego a la Divi-
na Bondad le conserve a V. R. la vida, para pro-
seguir la publicación de semejantes escritos que
honran la Religión y la Patria.
Mucho me alegro de que trate V. R. de cele-
brar la memoria de Don Rufino José Cuervo
(q.D.b.), varón insigne, literato benemérito, es-
critor infatigable, hombre a todas lucrs disno de
elogio por su literaria laboriosidad Su Diccionario
226
El Padre Fabo
pone a la vista el gran caudal de noticiosa erudi-
ción que con la paciencia del estudio había ateso-
rado; de suerte que pocos son hoy los literatos
que puedan aspirar a la houra de emparejar con
él en orden a lo trabajoso del estudio.
Lástima grande que en la composición de su
Diccionario haya tomado por norma el Dicciona-
rio de la Academia Española, fárrago imperfectí-
simo por poco español, cuyas imperfecciones dejó
Cuervo más asentadas y remachadas con su aus-
teridad eu vez de castigarlas con rigurosa roano.
Es verdad que puso correctivo a muchas frases
y significaciones, ajenas de la propiedad castella-
na; pero otras muchas dejólas correr sin enmien-
da, teniéndola muy merecida.
La causa principal de estos descuidos fue, a mi
pobre juicio tener el autor muy poco estudiada
la índole de la lengua castellana, como lo dicen a
veces los innumerables galicismos y barba rismos
que gasta, los muchos autores galicistas que re-
produce, las formas afrancesadas de su estilo y
lengnanje. las pocas frases castizas que asoman
a su pluma; tanto que rae atreveré a decir que V.
R. sin blasonar de humanista, emplea lenguaje
más puro y castizo que Cuervo, sin embargo de
tener la pluma contamiuada cor. la jerigonza
moderna». (1).
(1) A este último párrafo de la carta del Padre Mlr
puso el Padre Fabo esta nota de modestia: «Eso me re-
cuerda aquello de Jesús pospuesto a Barrabás». Parte
pe esta carta fue publicada en el tomo segundo de Rufi-
no José Cuervo y la lengua Castellana. Como verá el
El Padre Fabo
227
El académico, Bibliotecario Perpetuo de la
Real Academia de Historia Española, Conde de
Cedillo, escribía al Padre Fabo, 21 de enero de
1919:
"Algo menos ocupado en estos últimos días,
he leído a mi sabor su espléndida obra Rufino Jo.
sé Cuervo. Conocía yo parcialmente la producción
literaria del ilustre Cuervo. La obra de V. me ha
dado a conocer del todo a quien con entera justi-
cia llama V. "rey de la filología"; y no sólo al es-
critor sino al hombre cargado de méritos y de ex-
celencias. Después de leer a V. me siento devotísi-
mo admirador de Cuervo. Felicito a V. efusiva-
mente por su labor".
Francisco Rodríguez Marín honraba con su
amistad al Padre Fabo. Y él también se conside-
raba honrado con la amistad del religioso. He leí-
do varias epístolas autógrafas del benemérito an-
ciano que a raudales ha vertido en la vida iagenio
andaluz. Con frecuencia califica al Padre Fabo
"de excelente escritor, muy docto y habilísimo
conocedor de la lengua de Cervantes, hombre de
mucho talento y cultura». El Padre Fabo le ayu-
dó a coleccionar coplas y refranes. El 8 de marzo
de 1933 escribía a nuestro religioso y le mandaba
copia autógrafa de un soneto "que el bachiller de
Osuna, mi pasante, hizo a Castelar cuando éste vi-
jlector el Padre Mlr ee deja llevar de su amor puritan© a
la lengua española y critica acerbamente a Cuervo. Y
mo que aquí no publico la epístola íntegra, la cual en
sus últimos párrafos es todavía más dura. Sucedió que
esta carta se publicó en el periódico de Bogotá, La Cró-
pica. Disgustó a muchos. Don Enrique Alvarez Bonilla
1 e quejó. YT el Padre Fabo hubo de explicar el asunto eu
rtículo de El Nuevo Tiempo, Septiembre 26 de 1912.
Ei Padre Fabo
sitó al Papa. Es colilla inéd ¡ta e blicaoie (y
~á; 2:7 y ~c la na .-f::r-isi: e. -c .? :a*:e.a::.
do o ca&teÜLñco con que he de franquear esta car-
ta. Lea V y rompa incontinenti". Pongo yo aquí
•1 susodicho soneto, porque tal vez satisfaga la
curiosidad del lector y brinde a la posteridad esta
primicia editorial, si aún no ha visto la luz pá-
CASTELAJI KM SU VISITA AL PAPA LFüX XIII
Aquella alondra gárrula de Iberia,
Servóla eontumax. Catón garrido.
Que anduvo por doquier metiendo ruido,
Más que por patriotismo, por histeria
Después de hacer de sus discursos feria,
T echando a Garibaldi en negro olvido.
Pidió en eí Vaticano, compungido.
Perdón a tanta femenil laceria.
¡>; '.f el Pa-a -r.trar por no rfírse
M.ritra- a: a E :.: io rumoroso,
Tapábase la boca el buen anciano.
Entendieran** bien; v. al de-pedirse.
Pencaba ^astelar: [>ios. qué coloso!
T irisa: a I>f_ Diant'e zié-uan::
A a vista z carta- i.r.^ii a- a ?a::r Fa-
bo, del ilustre filólogo venezolano Julio Calcaño.
del marqué* de Torres A 'ta?, del Cárdena! Iludain
de Sevilla, d-1 Arzobispo de lledellín Manuel José
Cayeedo. del Obispo de Tuoja Eduardo Maldcna-
c: rt; .. . -:: ci ti-ia* se : : ::¿-»i a. abana*
íervientísimas al religioso Agustino Recoleto.
CAPITULO XXVII!
En Panamá
A principies del año de 1926 fue el Padre Fa-
bo trasladado a la eaaa de San José de Panamá. So
■alad a la sazón se hallaba bastante quebrantada,
v esto fue parcial motivo para tal traslado.
Ei Padre Fabo, auaqae arribó a la capital del
Istmo de una manera recatada y silenciosa, pron-
to interesó la atención general. En seguida llovie-
ron sobre su persona los más calurosos elogios,
y loe periódicos publicaron la noticia desu llegada
a grandes títulos, y numerosos caballeros, los arfa
conspicuos v connotados intelecto»!», ae apresa-
ra ron a visitarlo y a estrechar sa laureada ma-
no.
El mismo señor Ministro de Instrucción Públú
distinguido reli^riosu y hombre de letras y de cien
cia y. en nota de estiló, a nombre del Gobierno, le
manifestó los más vivos deseos desque dictara una
conferencia en la Universidad Para más obligarlo
y argirlo paso a su? órdenes ana colección eopio-
iló del arribo a Panamá de un tan
230
El Padre Fabo
sa de obras de aurora nacionales. Parecido ruego
le nizo, con instancias muy encarecidas, el propio
rector de la Universidad J. D. Moscote.
Oprimido por las múltiples atenciones y corte-
sías q iip a diario se le prodigaban vacilaba el
P dre Fabo en aceptar el honroso encargo que se
le dispensaba, pues fus achaques de salud conti-
bt;n fuertes y obstinados.
Y he ahí que por estas calendas se conoció en
Panamá la Bula de Pío XI de fecha 14 de diciera
bie de 1925 por la cual elevaba a la categoría de
Arzobispado el Obispado de esta ciudad conce-
diendo la dignidad de primer Arzobispo al que la
regía como Obispo Monseñor Guillermo Rojas y
Arrieta.
Este benemérito y celoso Prelado conocía y
admirábalos talentos y las virtudes de nuestro
religioso Y queriendo celebrar su ascenso con una
tanda de ejercicios espirituales al Clero solicitó
para dirigirlos a nuestro biografiado. Cumplió su
cometido el Padre Fabo a maravilla y satisfac-
ción. La primera tanda oyó su encendida y sabia
palabra en la población de Los Santos. La segun-
da se verificó en la ciudad de Santiago de Vera-
guas. Pero la enfermedad que iba lentamente mi-
nando el organismo de nuestro fraile se le recrude-
ció durante estos días acompañada además de fie-
bres violentas. Y no pudo por ello completar su
obra apostólica.
Regresó entonces a Panamá y, ya restableci-
do, dictó su ansiada Conferencia que versó sobre
este sugestivo e importante tema: Hispano Ameri-
canismo, sí; Latino Americanismo, no. El éxito
que obtuvo fue resonante y rotundo. La concu-
rrencia se componía de lo más granado del Istmo.
El Padre Fabo
231
Presidió el acto el Ministro de Relaciones Exterio.
res.
Y al día siguiente la prensa aparecía repleta
de encomios al ilustre conferenciante. Se pueden
ver los periódicos «El Pueblo» «La Estrella» de Pa-
namá y otros, todos los cuales coinciden en caliti
car de magistral v eruditísima la diseitacióu del
gran agustino recoleto.
La tal conferencia salió publicada en uno de
los tomos de Pulpito y Tribuna. No sabemos si
su autor siguió ampliando este trabajo, pues él
mismo declaró en Panamá a los periodistas que
solicitaron copia de su conferencia su propósito de
arreglarla y formar un folleto de propaganda. Y
en la lista de sus libros en preparación figura uno
con este mote: Hispanoamericanismo, sí; Latinoa.
mericanismo, no.
Otro honor y otra confianza muy grandes dis-
pensó el recién nombrado Arzobispo de Panamá al
Padre Fabo cuando lo hizo miembro y a la vez Se-
cretario de la Junta Organizadora de los festejos
que en semejante trance convenía se celebra-
ran.
Es de advertir que la modestia característica
del Prelado y circuustancias políticas muy espe-
cíales tenían a Monseñor Rojas en hondas preocu-
paciones. Pero el Padre Fabo se interesó en ello,
y quitó obstáculos, y sembró de optimismo y en-
tusiasmo los ánimos decaídos, y preparó con una
actividad prodigiosa y con una táctica iniguala-
ble todas las cosas para un triunfo seguroy es-
plendoroso. La oración gratulatoria correría por
cuenta de nuestro biografiado, ídolo en el momen
to del pulpito y de la tribuna en Panamá. E)
aprovecharía la oportunidad y ei prestigio para
232
El Padre Fabo
pregonaren voz alta muchas verdades que era de-
licado el pregonar.
Cedamos la vez en el relato de este episodio
de la historia del Padre Fabo al Padre Angel
Marcos el cual mandó uua reseña completa de es-
tas fiestas al Boletín de la Provincia de Nuestra
Si ñora de la Candelaria. Dice entre otras cosas;
« El resultado de las gestiones de nuestro religioso
asombró a los mismos que intervinieron en6u con-
secución, y el domingo tuvimos el gusto de ver
reunidos en la Catedral al Excmo. señor Presiden-
te de la República con todos los miembros del go-
bierno y el Cuerpo diplomático, representaciones
de todas las comunidades religiosas, tanto de
hombres como de mujeres, y un número de fieles
como jamás se había visto en Panamá. El señor
Arzobispo ofició de Pontifical y a la hora acos-
tumbrada, después de leídas las Bulas y el Deere-
to de erección del Arzobispado, el Padre Fabo
pronunció su Oración gratulatoria, en la que ex-
puso las ventajas que reportará al país ««i acto
trascendental en la vida de la Iglesia y de la Pa-
tria panameñas que celebramos, en el que, unidos
la piedad y el patriotismo, dejan entrever la fecun.
da y saludable armonía que reinarían siempre en-
tre el Estado y la Iglesia, con la que será impulsa
da la nave pública por los mares del bienestar
material, de la civilización social, de la cultura
psíquica, y de las ideas religiosas cumpliéndose
asi aquel dicho sublime del rey salmista: Justitia
et pax osculatae sunt» ).
A grandes rasgos habló el Padre Fabo de la
je 'arquía eclesiástica. Hizo una llamada muy opor-
tuna sobre el abandono en que se tiene a los in-
dios salvajes. Trajo a la memoria las palabras de
El Padre Fabo
233
León XIII según las males: es un error muy gran-
de el excluir a la Iglesia, obra de Dios, de la vida
social, de las leyes, de la educacióu, de la juventud
y de las familias. El tiro principal del discurso se
enderezó a estrechar las relaciones eclesiásticas y
civiles y a mover al Gobierno, allí presente con el
señor Presidente, a gestionar la celebración de
un Concordato con el Vaticano.
Cualquiera puede observar las intenciones
apostólicas del Padre Fabo en todo este modo de
hablar y de proceder. (1).
El Club Rotario de la ciudad de Panamá soli
citó del Señor Arzobispo nombrara un delegado
suyo que tomara parte de la Junta Directiva de
la Semana del Niño que se iba a celebrar. El Dele-
gado nombrado fue el Padre Fabo, el cual actuó,
como siempre, para no dejar torcer el rumbo de
las festividades y para imprimirles un carácter
moralizador y sano.
Pero el acto más trascendental y de mayor
gloria externa que en Panamá realizó nuestro reli-
gioso consistió en gestionar y llevar a término la
fundación de la Academia Panameña de la Len-
gua Correspondiente de la Española. Arrastrado
por su hispanismo y queriendo poner un dique a
los avances atrapadores de Yanquilandia (en
cuanto a la propaganda protestante especialmen
te) concibió el Padre Fabo la idea de esta funda]
(1) La prensa de Panamá «El Diarloi y cLa Estre-
lla» publican algunas cartas del Padre Fabo en que se
refiere el religioso a una declaración hecha por el Secre-
torio de Instrucción Pública Octivlo Méndez Perehu.
Fue un pequeño incidente sin consecuencias.
234
El Padre Fabo
ción, convencido de la inmensa influencia que el
idioma ejerce en toda clase do relaciones, naciona-
les e internacionales, morales, étnicas, comercia-
les y espirituales.
Puesto al habla con los principales agentes
del pensamiento en Panamá, y después de haber
movido sus voluntades al efecto, acudió a Madrid
por escrito comunicando sus propósitos a la Acá-
demia de la Lengua de la cual era Miembro Co-
rrespondiente. Esta Corporación Madre, encarga-
da de guardar y pulir el idioma precioso de Cer-
vantes, aplaudió el proyecto y en junta que tuvo
el 12 de mayo de 1926 acordó crear en la capi-
tal del Istmo la Academia Panameña de la Len-
gua Correspondiente de la Española.
Al Padre Fabo le fue conferido el alto honor
de represeutar a la Academia de Madrid en el ac-
to de declarar iuaugurada la Academia de Pana
má. Acto que se celebró en medio de la mayor so-
lemnidad y con asistencia del Presidente de la re-
pública Rodolfo Chiari, y de sus Ministros de Es-
tado, de los altos funcionarios públicos y del
Cuerpo Diplomático y consular así como de nume-
rosos artistas, escritores e importantísimos perso-
najes nacionales y extranjeros.
El doctor Samuel Lewis quedó constituido pri-
mer presidente. Y el discurso oficial corrió por
cuenta de nuestro Padre Fabo, el cual hizo una
manifestación de sus amores por la lengua de San-
ta Teresa, sí, y también expresó el voló más ar-
diente de que Panamá fuera siempre católica y no
se dejara envolver en las redes del protestantismo.
En atención a este servicio prestado a Espa-
ña y a su idioma el Gobierno de esta nación presi-
El Padre Fabo
235
dido por el General Primo de Rivera, nombró a
nuestro religioso hijo benemérito de la Patria. (1)
El Pueblo, periódico de Panamá, 2 de enero de
1926, escribía: «Deuda grande de gratitud ba con-
traído la nación panameña con el eminente hom-
bre de letras R. P. Fr. Pedro Fabo, Agustino Reco-
leto, por su iniciativa de establecer la academia
panameña».
La Estrella de Panamá, 18 de agosto de 1926,
estampó esto: «Corresponde el éxito obtenido c<>n
esa manifestación elocuente de nuestra cultura (la
inauguración de la Academia de la Lengua) a la>¡
valiosas iniciativas del ilustre y eminente académi-
co R. P. Fabo de María».
He visto carta autógrafa del secretario de la
Real Academia Española Emilio Co tárelo en que
se confieren poderes al Padre Fabo para obrar en
nombre de tan elevado Cuerpo; y allí se expresan
sentimientos de gratitud honda para con este reli
gioso tan entusiasta y tan españolísimo.
En Boletín de la Real Academia Española, Ma-
drid, junio de 1926, se lee: «No debe omitirse que el
principal organizador de este Cuerpo (la Academia
Panameña) fue el Padre agustino español Pedro
Fabo, a quien las muchas amistades que tiene en
la República de Panamá, donde actualmente resi-
de, dieron facilidades para reunir a los futuros a-
(1) El Padre Fabo dejó muchas simpatías en Pana-
má. Su nombre sonó como candidato para el Arzobispa-
do; en Críticas y Plumadas hay varios estudios sobre
hombres nótales o cosas del Istmo; sostuvo una polémi-
ca de orden histórico con el escritor Juan B. Sosa acerca
del sitio que ocupó la casa antigua de los Agustinos Re-
coletos; y el 20 de agosto de 1926 pronunció una conferen-
cia sobre el problema mejicano en el Salón Bolívar.
236
El Padre Fabo
cadémicos y lograr que éstos, después de varias
juntas preparatorias, llegasen a conseguir el fin
tan plausible que todos anhelaban».
El doctor José de la Cruz Herrera, en la prime-
ra sesión de la Academia, presentó la siguiente
proposición aprobada por unanimidad: «La Aca-
demia Panameña, en reconocimiento de los méri-
tos adquiridos para con ella por el eminente aca-
démico y hombre de letras Fray Pedro Fabo de
María, Agustino Recoleto, a cuya iniciativa y deci-
siva influencia ante la Real Academia Española se
debe su creación, acuerda nombrarlo miembro su-
yo en la clase de honorario».
El primer número del Boletín de la Academia
trae una relación minuciosa de los actos de inau-
guración de la Academia. Allí se inserta el discur.
so que pronunció nuestro Padre Fabo.
Y trascribe ahora el siguiente documento que
puso en manos del Padre Fabo el encargado de
negocios español en Panamá Emilio Moreno: De
Real Orden comunicada por el Señor Ministro de
Estado y con referencia al despacho de V. S. nú-
mero 20 de 14 de febrero último, que ha merecido
toda la atención de este Departamento, encargo a
V. S. que felicita al Rvdo. Padre Fabo por su bri-
lante disertación, que ha sido juzgada muy intere-
sante.—Dios guarde a V. S. muchos años. — Madrid
8 de mayo de 1926.— El Secretario General, (fir-
mado y rubricado). F. Espinosa de los Mod teros»
Hace alusión al discurso que pronunció el Pa-
dre Fabo sobre este tema: Hispanoamericanismo,
sí; Latinoamericanismo, no.
CAPITULO XXIX
En España
En 1912 pasó el Padre Fabo a su Patria en
colidad de Prior del Convento de Sos del Rey Ca-
tólico. Diecisiete años había estado ausente de su
suelo nativo. Y en ese largo intervalo, qué acón,
tecimientos tan diversos habían sucedido !
El anduvo en viajes evangélicos, llenos de pe-
ripecias y desgarrones, por llanuras y montañas;
y vio marchitarse su juventud ardiente y generosa
(la juventud física, pues la juventud de su espíritu
jamás se marchitó); y sufrió hambrea y persecu-
ciones y desamparos; y también fue objeto de acia,
maciones y conquistó lauros gloriosos en su Orden
y fuera de su Orden.
Y allá en España sus progenitores habían vo-
lado a la eternidad; y su hogar, el dulce hogar de
su idílica infancia, ya no existía.
En la casa-noviciado que los Agustinos Reco-
letos tienen en la Provincia de Zaragoza vivió
nuestro religioso desempeñando las funciones de
Superior con provecho y loa. Logró ser querido,
238
El Padre Fabo
bueno y prudente, paternal en sus procedimientos
gubernativos, suave y caritativo en sus amonesta-
ciones, cumplidor de las leyes.
En 1914 se reunió el Capítulo General en Marci-
11a. Y allí acudió con voz y voto nuestro Padre
Fabo. Y salió elegido Definidor General.
Por tal motivo trasladó su residencia a Ma-
drid. Seis años consecutivos habitó en la capital
española. Y por cierto que no perdió el tiempo.
Sobresalió por sus conocimientos en Derecho Ca-
nónigo y por su criterio muy juicioso en la solu-
ción de las cuestiones pertinentes a su cargo. Y
adquirió relieve su figura apostólica y literaria,
de tal manera, que ilustrísirnos prelados de la Igle.
eia y muchos sabios se disputaron el honor de su
amistad y solicitaron en graves circunstancias el
auxilio de su consejo ilustrado.
Escritores como Rodríguez M-arín y Menéndez
Pidal y Octavio Picón y ciento más cultivaron re-
laciones de ínlima confianza con el polígrafo agus-
tino recoleto.
El, allí, al igual que en otras partes, se man-
tuvo en constante actividad espiritual e intelec-
tual. No olvidaba nunca que la vida es un don re
cibido de Dios para gastarlo en su servicio y en
su amor. Y su pluma no conoció el descauso. En
varias revistas de carácter científico y piadoso
vertió las riquezas de su inteligencia y los fuegos
de su corazón. Y escribió libros de historia y de
polémica y de crítica literaria y de vulgarización
ascética. (1).
(1) Colaboró el P. Fabo principalmente en la revlsta
de los agustinos ealzailos «Eupaña y América».
El Padre Fabo
239
En este lapso de tiempo preparó y ordenó loa
materiales de sus tres gruesos volúmenes de His-
toria de la Orden de Agustinos Recoletos, nutri-
dos con documentos originales de mucha valía que
recogió en búsquedas infatigables o por los archi.
vos principales de la Península. Asimismo a esta
época de su vida corresponden sus trabajos titu-
lados Los Aborrecidos o en Defensa de la Vida
Religiosa, y Un Sabio del Siglo XIX y las Biogra-
fías del P. Mariano Bernard y del Obispo de Léri-
da Pedro de Santiago, y su Historia de Marcilla,
y Olor de Santidad, y las Novenas del Santo Cris-
to de Limpias y de la Virgen del Plu,
Sus investigaciones históricas que suponen
una paciencia y un mérito extraordinarios acerea
de la Ordeu Agustino - Recoleta le merecieron uq
voto unánime de aplauso de parte de los asisten-
tes al Capítulo General convocado en 1920 y le
fueron concedidos al Padre Fabo en esa Asamblea
todos los honores y preeminencias de un Ex- Pro-
vincial, galardón que rarísimamente se suele
otorgar.
En 1920 volvió de nuevo el Padre Fabo a Co-
lombia, Y en 1926 pasó a Panamá. Y a últimos
de este año partía otra vez en dirección a su
Patria.
Con motivo de esa vuelta a España su pueblo
Marcillo quiso rendir a su ilustre y varias veces
laureado hijo un homenaje solemne de aprecio y
de admiración. Fue en el mes de noviembre.
Con máxima pompa se celebró el acto de en-
trega a nuestro fraile de uc primoroso pergamiuo
en el cual se declara que es nombrado Hijo Predi-
lecto de Marcilla en atención a sus altísimos méri-
240
El Padre Fabo
tos como apóstol de Jesucristo y como escritor y
autor de muchísimas obras científicas.
Era alcalde por ese entonces de Marcilla el en-
tusiasta y cristiano señor don José Bolea.
Asimismo se colocó una placa de mármol en la
casa donde nació el insigne religioso con una ins-
cripción en letras de oro que decía:
Casa donde nació
el P. Fr. Pedro Fabo de María,
Agustino Recoleto.
Primero de Julio de 1873.
21 de Noviembre de 1926.
La serie de homenajes acabó con la dedicación
de una plaza que desde aquel día se llama: Plaza
del Padre Fabo.
Toda la prensa de Pamplona y aún de otras
partes habló con elogio de estos homenajes. Y el
retrato de nuestro religioso adornó las primeras
planas de los periódicos. Y llovieron felicitaciones
de Obispos y de Gobernadores y de insignes perso-
nalidades.
Y la modestia del buen religioso tuvo que so-
portarlo todo y que ofrecérselo al Señor, a cuya
gloria los dirigía.
Educado e hidalgo como era nuestro fraile ma-
nifestó publicamente y con rendidas frases sus a-
gradecimientos a los hijos de un pueblo que así lo
quería honrar. Y se valió como siempre, de esta
inmejorable circunstancia para hacer fecunda obra
apostólica. Regaló una imagen preciosa del Sagra-
do Corazón de Jesús al municipio y quiso que las
fiestas dieran principio con la entronización de
Cristo Rey en el salón de la Casa Consistorial,
El Padre Fabo
241
Oh, y qué devota resultó esta ceremonia !
Y cuánto gozó el Padre Fabo al ver al pueblo en
masa postrado ante .Jesús de rodillas y al oír que
e! Ayuntamiento decía en el acuerdo que a «mo-
ción del fraile agustino recoleto y por voluntad
propia se consagraba al Sagrado Corazón de Je-
sús, Dupüo de los hogares, R^y de los corazones, y
Dios de quien procede toda potestad en la tierra y
en el cielo» .
Por los demás en los discursos que pronunció
nuestro religioso habló más como misionero que
como académico y tuvo frases al estilo de lae que
copio:
«MarcilleseS; sed buenos sin mied i al qué dirán
los malos compañeros, sin temer a los forasteros
que quieren enseñar doctrinas y políticas opuestas
a la Iglesia y a la tradición de nuestros mayores,
y, sobre todo, prometed no proferir ni una blas-
femia donde aparece mi nombre aquí pii esta pía
za. Marcillpses; escupid mil veces mi nombre antes
que blasfemar de Dios».
En 192/ vivió el Padre Fabo en Barcelona.
Allí no se entregó al ocio. Dio la última mano a
algunos de sus libros que tenía en preparación y
aprovechó el ambi-nte favorable de la ciudad con-
dal para otros oficios apostólicos. Celebró el Cen-
tro Navarro establecido en Barcelona la fiesta de
San Fermín y nuestro fraile fue el encardado del
panegírico. Muy bellamente cumplió su ministerio
y con muchas veras exhortó a los hijos de la cató-
lica Navarra «a ser fidelísimos súbditos de la Igle-
sia, a cumplir los Mandamientos, a no leer perió-
dicos malos y a evitar las compañías peligrosas».
Después, hasta 1932, habitó el Padre Faho
alternativamente en los colegios de S09 del Rey
242
El Padre Fabo
Católico y de Artieda. Dictó varias clases como la
de Oratoria Sagrada, de Gramática Castellana y
de Historia de la Filosofía.
Acerca de! españolismo ardiente y genuino de
nuestro religioso huelga el hacer ponderaciones.
El, hijo enamorado de San Agustín, sabía perfec-
tamente que el amor a la patria entra en la cate
goría de virtud moral y que, después del amor a
Dios nada hay tan noble y tan hermoso como el
amor a la Madre patria. «Mayor sit patria et ipsis
parentibus tuis», escribió el insigne Obispo de Hi-
pona. El afecto a la patria ha de colocarse aún
por encima del afecto a los mismos padres que
nos dieron la vida.
El Padre F.ibo entiende las obligaciones del
patriotismo: «El patriotismo, como virtud moral,
obliga al hombre a guardar sus deberes de ciuda-
danía en calidad de miembro de una sociedad
cristiana. Más aún, el patriotismo resulta uo sólo
un instinto, y un sentimiento, y una pa-
sión, sino también un ideal ético-religioso de he-
roicidad suprema».
Con todo el poder de su alma trabajó nuestro
fraile por el engrandecimiento de su amada Espa-
ña. Jamás habló mal de las cosas extranjera-; por
prurito patriotero. Y siempre tuvo frases di1 elo-
gio para cou lo bueno de su Patria, cuya historia
gloriosa estudió con ahinco y de cuya riquísima
tradición católica se mauifestó santamente orgu-
lloso.
La Raza española, con todo lo que tiene de
noble, de puro y de grande, constituyó un tema su-
gestivo para los entusiasmos literarios de nuestro
religioso. Y en múltiples ocasiones, en confereu-
cias, en artículos de periódico y en libros, cantó,
El Padre Fabo
243
henchido de pasión patriótica la? riquUM insnpe-
rabies de la nación privilegiada en cuyo suelo pre-
dicó el apóstol Santiago y que engen-
dró a héroes de la santidad que se" llaman I-i lora
de Sevilla, Teresa de Jesús. Francisco Javier y To-
más de Villanueva; y entonó fervientes himnos a
la sonora y armoniosa lengua en Cervantes en cu-
ya belleza envolvieron su pensamiento y lo fcrane
mitieron a la posteridad los innumerables inge-
nios que desfilan dndfl Gonzalo de Berceo harta
Meuéndez y Pelayo;soltó una catarata de loas a la
Madre y cristianizadora de un Nuevo Mundo que
descubrió y conquistó para la civilización y pa-
ra la Verdad.
Era proverbial dondequiera la hispanófila
del Padre Fabo. El cual, ciertamente, empleó su
prestigio y su valer y sus ardores patrióticos en
defensa de su Fe y en propaganda de la* bueuas
costumbres. Además de que vino a desmentir la
menguada calumnia que consiste en afirmar que
debajo dnl hábito monástico no alienta la chispa
patriótica y que el fraile en nad i presta servicios
a la Patria.
H-* dicho que de todo se valió el Padre Fabo
para 1h d fen-*a de la fe y que en todo obraba co-
mo un apóstol.
Cuando hablaba sobre lo* peligros de la domi-
nación ya» kee en Centro y S'ir América se refería
especialmente al daño qu^ s ífrirían los intereses
católicos cou la invasión protestante de los sajo-
nes norteamericanos. Y cuando abogaba por una
más estrecha unión de relaciones hi-pano-am°ri-
canae1 lo hacía con miras a la mejor propaganda
^e los ideales cristianes.
El patriotismo en nuestro religioso se ponía
244
El Padre Fabo
al servicio de Dios de quien todo procede y hacia
quien convergen, como a centro, todas las cosas.
Cierto escritor muy conocido por sus avanza
das ideas revolucionarias publicó un libelo contra
el que entonces era rey de España Alfonso XIII.
Y nuestro fraile cogió su pluma, y lleno de cari-
dad y de justicia, hizo una apología del monarca
calumniado, jefe de un pueblo católico, y represen-
tan te de una nación que acababa [ recis imente de
ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús en u-
na forma solemne y oficial. (1).
Fue el Padre Fabo un guardián siempre aler-
ta de los intereses espirituales y morales de su Pa-
tria a la que amó como Dios manda que se le
ame.
Bienaventurados los que son agradecidos.
(1) Este escritor Izquierdista se llamaba Vicente
Blanco Ibáñez. En «Críticas y Plumadas» aparecen las
líneas apologéticas y españollstaa del Padre Fabo.
CAPITULO XXX
De Roma a la Eternidad
En el Capítulo General que la Orden de Agüe-
tinos Recoletos celebró en mayo de 1^32 s»lió
electo el Padre Fabo Definidor General por la
Provincia de Nuestra Señora de la Candelada. El
nuevo cargo imponía el traslado de su residencia
oficial a Roma donde funciona la Curia Genera-
licia.
Así es que nuestro religioso pasó a la Ciudad
Eterna y allí fue preparando su espíritu para la
partida definitiva a las regiones de las cuales ya
no se vuelve.
Huelga el ponderar cuánto gozaría su alma
de creyente y de artista en la capital del orbe ca-
tólico, a la sombra protectora del Augusto Vica-
rio de Cristo eu la tierra, y en un ambiente todo
saturado de clasicismo y de antigüedad heróica.
La casa de los Agustinos Recoletos se halla
situada en la Vía Sistina. Aneja se levanta uua
devota iglesia dedicada a San Ildefonso y Santo
Tomás de Villanueva. El Padre Fabo decía Misa
246
El Padre Fabo
aquí todos los día», asistía puntualmente a la ora-
ción y a los otros actos de Comunidad, atendía
a las funciones del culto, y se entregaba al estudio
y resolución de las cuestiones propias de su alto
oficio de consejero. Y aún le quedaba tiempo pa-
ra llevar adelante las obras literarias que tenía
principiadas y para recoger y ordenar datos his-
tóricos relativos a su querida Orden agustino re-
coleta. Porque ha de saberse que en el mismo Ca-
pítulo General arriba citado se le encomendó nue.
vamente al Padre Fabo el honroso y difícil cargo
de Cronista General.
Me consta que tenía material listo para el to-
mo noveno de las Crónicas y quizá hubiera rega-
lado a la posteridad el tomo décimo y el tomo un-
décimo. A la sazón se encontraba nuestro fraile en
plena madurez intelectual y anheloso de ofrendar
a su Madre la Religión lo más granado y el últi-
mo producto de su ingenio. El Cronista General
que le ha sucedido en el oficio podrá, quizá, ser-
virse de los apuntamientos que dejó el Padre Fa-
bo. Digo quizá porque no es tarea tan fácil el in-
terpretar el pensamiento ajeno y el adivinar el
significado de lo que se anota en papeletas y en
abreviaturas.
He visto un legajo interesante de papeles, ano-
taciones, consultas y citas sobre la historia de
les Beatos Juan Rieti y Gracia de Cátaro. El Pa-
dre Fabo se proponía, sin duda dará la estam.
pi la semblanza de estos bienaventurados nom-
brados patronos de los jóvenes Coristas y de los
Hermanos de obediencia, respectivamente, en la
Orden de Agustinos Recoletos por instancia* del
mismo Padre Fabo. El Padre Victorino Capána-
El Padre Fabo
247
£8 aprovechó algún dato de nuestro religioso pa-
ra componer su Vida de! Beato Juan Rieti.
Un placer mu}' hondo del Padre Fabo, mien-
tras vivió en Roma, consistía en acompañara las
peregrinaciones de católicos españoles que con fre-
cuencia llegaban. La víspera de su muerte, preci-
samente, tuvo quH privart-e de este gusto ante el
mal estado de su salud.
No se puede hablar de agotamiento cerebral
en un hombre que produjo libros sin cesar. Pero sí
ee vio que el Padre Fabo había tocado aquella
etapa de la vida en que mira hacia atrás más que
adelante. ¡Sus últimas producciones literarias se
distinguieron por una tendencia retrospectiva.
Allí están Episodios de un Misionero, Críticas y
Plumadas, Album de Ideas y Páginas Selectas Y
tengo entendido que escribió también su Autobio-
grafía, alguua de cujas páginas he tenido la for-
tuna de contemplar.
Cierto cansancio fínico y cierta otoñal melan-
colía que se observaba en uuestro religioso daban
a entender que su misión en la tierra iba a termi-
narse.
Dios gobierna sapientísimamente todas las co-
sas. Y es dueño absoluto de la vida y de la muer,
te. Y había dispuesto que su servidor recibiera ya
su recompensa.
En alguna composición poética exclamó el Pa-
dre Fabo; nostálgicamente;
Oh reina del callado firmamento!
No sabes los misterios del mortal,
No sabes mi tormento,
No sabes lo que siento
Cuando pienso en la patria celeitial.
248
El Padre Fabo
El día 19 de septiembre de 1933 sintió nuestro
religioso una rara m vedad, aunque pudo perfec-
tamente celebrar el sauto sacrificio de la Misa. Du-
rante el día se recogió en su celday estuvo bastan,
te tranquilo. Pasó la noche siguiente con algún
malestar que se le recrudeció al amanecer. Como a
bis cinco de la mañana del día 20 llamó al Padre
Definidor Fr. Eugenio Cantera quien acudió en
compañía del Padre Victorino Capánaga. Era víc-
tima el Padre Fabo de un fuerte dolor de cabeza.
(Dando logró una mejoría y recobró la calma se
n tiraron los citados religiosos, pensando que nD
existía gravedad.
Al poco rato, providencialmente, se presentó
en la celda del enfermo el Padre Juan Araiz. Y
cuál no sería su sorpresa al encontrar al paciente
en estado agónico sin habla y sin conocimiento?
Avisó el Padre Araiz inmediatamente a la Comu-
nidad, y reunidos, todos los religiosos de nuestra
casa de Roma, llenos de alarma y de dolor, le fue
administrado al agonizante el Sacramento de la
Extrema unción, se le dio la Bendición Papal, y
le fueron leídas las oraciones rituales.
Unos minutos antes de las siete falleció en el
Señor. Dos días antes se había confesado. El día
anterior había celebrado la Santa Misa. A los ofi-
ciosfunebres asistieron representantes de varias na-
ciones y eminentes personalidades admiradores de
la i virtudes y de los talentos del Padre Fabo.
El cable trasmitió la triste noticia al mundo
en tero. La prensa rindió su homenaje al religioso
y il sabio. Las Academias aprobaron mociones de
di elo por la desaparición de uno de sus más cons-
picuos miembros.
La Orden de Agustinos Recoletos se vio inun-
El Padre Fabo
249
dada en un mar de amarguras. La Provincia de
Nuestra Señora de la Candelaria, en especia!, se
vistió de pena y de lnto. El Padre Regino Macnlet
explicó con esta frase f locue nte la causa de seme-
jante aflicción: «En el hermoso y estrellado cielo
de nuestra esclarecida fan ilia recoletana se ha
eclipsado el sol qut la bañaba en resplandores de
luz purísima».
Tres días antes de morir el Padre Fabo me
mandó nna cartica a Colombia. Y me llegó un mes
después de acaecida su defunción. Era unaepisto-
lita sentida, fraternal, llena de efusiones, de cariño
y de bondad. Yo la consideré como un mensaje de
amor y un estímulo que me enviaba desde la eter-
nidad.
Cuando me escribía al Desierto de la Candela-
ria terminaba así; 'Recuerdos mil a mi dulce Vir-
gen de ese convento».
Fue sepultado el cadáver del Padre Fabo en
el cementerio del Campo Verano, parte central, en
el panteón de los agustinos descalzos italianos.
Muy cerca se encuentra la efigie de Jesús Resucita-
do en cuyo pedestal se lee: «Yo soy la resurrección
y la vida».
CAPITULO XXXI
Proposiciones de duelo y párrafos
necrológicos
Doy traslado a varias proposiciones de duelo
que, con ocasión de la muerte del P. Fabo, apro-
baron algunos centros de Ciencia o de Historia, u
otras entidades oficiales
Bogotá, septiembre 30 de 1933.
Tengo el honor de transcribir a Ud. la siguien-
to proposición, aprobada a una voz por la Acade-
mia Colombiana en su junta ordinaria de ayer
tarde:
«La Academia Colombiana, habida considera-
ción a que el 20 de este mes falleció en Roma el
R. P. Pedro Fabo del Corazón de María, erudito
comentador del señor Cuervo, hace constar en el
acta de este día su vivo sentimiento de pesar y ex.
presa su condolencia a los R.R, P.P. Agustinos
Recoletos, .
Con sentimientos de mi mayor consideración
y aprecio soy deuited muy atento servidor. (Fdo).
El Padre Fabo
251
Antonio Gómez Restrepo. Srio. perpetuo. Al M. R.
P. Fr. Jesús Fernández de San José.— ROMA.
Bogotá, octubre 16 de 1933.
R. P. Superior de Agustinos Recoletos.
Tengo el honor de comunicar a V. R. para
que se sirva trasmitir a los demás Reverendos pa-
dres, que la Academia Colombiana de la Historia
aprobó la siguiente proposicióu con motivo del
fallecimiento del R. P. Fr. Pedro Fabo del C. de
María:
« La Academia Colombiana de Historia hace
constar en el acta de este día su profundo senti-
miento de pesar por el fallecimiento del R. P. Fr.
Pedro Fabo del Corazón de María, Miembro Co-
rrespondiente de la Corporación e historiador y
escritor de grandes méritos».
Reitero a V. R. el sentimiento de la Academia
por la pérdida que haexperimentado la Comunidad
de la que V. R. es digno rector, y me suscribo de V.
R. atento servidor. (Fdo). Roberto Cortázar, Se-
cretario.
Espinal, noviembre 2 de 1933.
R. P. Superior de la Comunidad de Agustinos
Recoletos.
Bogotá.
Tengo el honor de transcribir a S. R. la si-
guiente proposición aprobada por el H. Concejo
Municipal de esta ciudad, en su sesión verificada
el 30 de octubre último que dice así:
«El Concejo Municipal del Espinal, dolorosa-
mente informado por la prensa de la Capital, de
la muerte del Padre Pedro Fabo, ocurrida en Ro-
ma, lamenta la desaparición de tan esclarecido j
252
El Padre Fabo
virtuoso sacerdote, antiguo Párroco de estaciu-
dad »
De S. Rvcia. atto. servidor. (Fdo). Juan F.
Sánchez,
La Academia Panameña dé la Lengua.
Considerando:
Que el 20 de Septiembre próximo pasado falle-
ció en Roma desempeñando el cargo de Definidor
y Cronista de los Agustinos Recoletos, el Rvdo.
Padre PEDRO FABO de María. Correspondiente
de la Real Academia de la Lengua; de la Acade-
mia de la Historia, de la Real Academia de Cien-
cias y Artes de Cádiz, etc. etc. y Honorario de la
Academia Panameña de la Lengua.
Que el R. P. Pedro Fabo de María fue el inicia-
dor unte la Real Academia de la Lengua, de Ma-
drid, de la Academia Correspondiente de Pana-
má y figuraba como Honorario de esta:
RESUELVE:
Lamentar la desaparición del erudito y sabio
agustino, celebrar una sesión solemne en su honor;
asistir en cuerpo a los funerales que se celebrarán
en la Iglesia de San José, de esta capital, el sába-
do próximo 14 de los corrientes, a las 6 y 30 a. m.
en sufragio del alma del Rvdo. Padre Pedro Fabo
de María; y enviar copia de esta Resolución ala
casa matriz de los padres Agustinos Recoletos.
Panamá, 1.8 de octubre de 1933.
Samuel Lewis, Director. — Ricardo Miró. Secre-
tario.
«Fue sabio, fue literato, fue lo que se llama un
verdadero polígrafo el padre Fabo; pero fue tam-
bién buen religioso, y eso le habrá valido en la
El Padre Fabo
253
eternidad más que su? pasajeros triunfos litera-
rios. Sin descuidar los trabajos científicos y litera-
rios, se dio más de lleno al cumplimiento de sus
deberes religiosos Yes precisamente lo que
más llama en él la atención: que fuera tan religio-
so cargado con tantos laureles y títulos académi-
cos, coronado por los hombres de tanta gloria».
R. M— Boletín de la Candelaria. Núm. 136. No-
viembre de 1933.
tDiguo hijo del multimillonario doctor del sa-
ber y de la gracia, nutrió su espíritu en las divi-
ñas fuentes del evangelio y avisroró su sapiencia
en las doctrinas de su padre Fundador. Escribió
sus numerosas obras con una agilidad tan pas-
mosa que dijérase un ave que iba por entre la sel-
va del error humano dejando oír los cantos de su
espíritu. Para él no había tropiezo en la documen-
tación por su variadísimo acerbo de conocimien-
tos, obtenidos al rigor del estudio.
Poseía la perseverancia y el tesón del sabio
verdadero y en su celda todo era estudio, libros,
pápele»? manuscritos. Qué ánimo el suyo para
acometer cualquiera obra intelectual! Hasta en los
últimos instantes de su vida pensaba en escribir
en defensa de la verdad.
Imposible en una breve nota como esta, tan
sólo escrita para rendir un tributo de admiración
a su memoria, exponer siquiera someramente sus
méritos altísimos. Para juzgar la obra del Padre
Fabo habría que estudiarla detenidamente en su
coi. junto, con el alto espíritu del saber metódico
que c.impea en toda ella y con la visión sintética
que sólo Meuéndez y Pelayo sabía tener de los
más variados escritores, para fallar sobre ellos
254
El Padre Fabo
con criterio definitivo». JOSE IGNACIO VERNA-
ZA — «Correo del Cauca».— Cali Núm. 7228.
«Con muy sincera pena registra la Iglesia la
desaparición del M. R. Pedro Fabo, A. R. fallecido
en Roma. Por el amor que profesó a nuestra pa-
tria y por el bien que en ella hizo es acreedor a
nuestra gratitud y a nuestras oraciones».
La Iglesia — Bogotá — número 9. Año XXVII.
«El Padre Fabo, antiguo misionero de Casana-
re, socio dignísimo de varias Academias nacionales
y foráneas, ha terminado repentinamente sus días
en la capital del orbp católico Sacerdotes e hi-
jos de Colombia cumplimos una obligación de jus-
ticia haciendo buena memoria de Fr. Pedro Fabo
y dando el más expresivo pésame a la Comunidad
Recoleta de San Agustín».
Revista de Estudios Eclesiásticos. — Bogotá
número 8.
«Ha muerto en Roma el Padre Fabo. No hace
mucho nos escribía triste carta contestación a
una nuestra anunciadora de la muerte de su queri
do hermano y amigo el Padre Benito. Quién iba a
decir que presto y de manera parecida iba a falle-
cer él! Respetemos las obra9 de Dios. La muerte
súbita puede ser merced del cielo si el hombre es
bueno y vive sin temor. Nuestro llorado amigo era
de éstos, y detrás de su jovialidad y ruidosa ale-
gría era fraile ejemplar.
Su marca, su ideal fue siempre honrar a su Ma-
dre la Recolección Agustiniaua, y todas las meda-
llas, diplomas y honores, todos los quería porque
Ei Padre Fabc
255
eran gloria de su Madre espiritual. Si señal de vo-
cación es tener aprecio a su Instituto, magna vo-
cación tuvo el R. P. Fabo
En América predicó las glorias de España: en
España las grandazas de América. Fue aas: de.
y constante, hombre sufrido y muy caballeroso.
Sus hermanos tendrán que llorarlo, pues aunque
tenía sesenta años cumplidos, murió en la palestra
preparando trabajos de Derecho Canónico».
Fr. A. MESANZA. O. P.
La BiiBfcMhi fhiiii m — número 12.0S7.
«En la reverenda Comunidad Agustiniana se dea-
tacaron las virtudes y conocimientos d-1 P. Fabo
con sorprendentes resplandores que iluminaban
fervorosamente los claustro* gloriosos de los no-
bles hijos de Agustín: su espirita fue un lirio siem-
pre abierto en los jardines conventuales, que es-
parcía el aroma de la fe católica y la delicada esen-
cia d- ¡a caridad y la benevolencia. Fué humilde
en su grandeza; sencillo en au esplendor: ; :í:c. se-
reno y piadoso.
Manizales está obligado a depositar sobre su
tumba el homenaje de agradecimiento y admira-
ción que le es debido; fue su hijo adoptivo y como
hijo y como sacerdote y como sabio le dió" fisono-
mía espiritual a nuestro medio»
R. ARA.SGO FRANCO
La Voz d« Caldas— Manizales, octubre 7 de 1933
«La vida de este eminente hijo de Navarra pu-
diera resumirse en pocas Iín-ñ- : :- ::. _ -
ejemplar un gran patriota, un publi< ista privile-
giado y un amigo inolvidable Aquel b cubre
nu conocía el descanso; era ei «cor inquietaos» de
256
El Padre Fabo
rii excelso Patrono San Agustín, no para buscar
la verdad, que él la poseyó siempre, sino para dár-
sela al mundo, para pulirla y hermosearla y ha-
cerla agradable ante los ojos humanos Era to-
do ternura en la atnistad, todo entereza en el con
seio, todo ardor en la simpatía».
ELADIO ESPARZA.
Diario de Navarra, número 9.758.
«Era el P. Fabo gloria de España en el claus-
tro y en las letras Pierde la Patria un hijo pre-
claro, la Comunidad Agustina una de sus más au-
ténticas glorias, y América a su "hijo adoptivo
y dulce cantor».
La Vanguardia — Barcelona, octubre
18 de 1033.
«l'ara nosotros el insigne escritor y miembro
amautísirno de nuestra CongregMción y después
(por motivos impertinentes aquí) Orden de Reco-
letos de San Agustín, fue.ante todo, un autodidac
to. Euferraucho ya de estudiante, hizo los estu-
dios lo más brillantemente que pudo, dadas sus
facultades; como estudiante servía, por lo visto,
más para los estudios literarios y aún históricos,
que para los de filosofía y teología. Esa fue, al rae.
nos, su posterior tendencia y la más fuerte mani-
festación de su ingenio.
Por ser este vivo y poderoso, ha sido fecunda
su obra: mas, por no haberse desarropado eu am-
biente siempre favorable, ni contado con los re-
cursos necesarios, muchos y caros en la moderna
cultura, sus obras no timen toda la petfección
deseada. Cuando después, va en España, el P. Fa-
bo pudo contar con más medios, sus obras fueron
El Padre Fabo
257
visiblemente mejores; y cuando últimamente en
Roma trabajaba incansablemente para producir,
las más perfectas, un derrame cerebral le produjo
rápidamente la muerte, pasando así, en un mo-
mentó, de esta vida mortal a la inmortalidad de
la gloria».
Archivo Agustiniano — Madrid — Año XX.
número 6.
«Nunca podrán nuestras pobres cuartillas en-
cerrar alabanzas adecuadas a la gigantesca figu-
ra de este gran sabio de nuestro siglo Nosotros
deploramos grandemente la pérdida irremediable
de esta pluma agustiniana, una de las mejores de
la épaca contemporánea, y creemos firmemente
que se ha cumplido uno de sus mayores anhelos,
cuando escribía; "Plegué a Dios que ame y sirva
tanto a mi Orden, que merezca que en mi tumba
escriban este epitafio: murió de agustinismo".
Fr. SATURNINO S0T1L, A. R.
Tumaco, número 37.
CAPITULO XXXII
Comceptos
EL PADRE PEDRO FABO
El Padre Fabo fue un tipo genuinamente es-
pañol. Su temperamento sanguíneo y robusto, su
ánimo ardoroso y resuelto, sue ademanes briosos
y varoniles, eran los de un luchador; y esto fue el
Padre Fabo, no en los campos de batalla, sino en
aquellos donde se desarrollan las lides del pensa-
miento, expresaba sin desenfado sus ideas sin temor
de herir susceptibilidades. Fue un trabajador infa-
tigable y cultivó los más diversos géneros litera-
rios como buen hijo de su Orden, ilustró su histo-
ria con eruditos volúmenes cultivó los estudios
lingüísticos y su obra capital es tal vez la mono-
grafía que dedicó a don Rufino J. Cuervo que pre-
mió la Academia Colombiana. Escribía con la
Abundancia del Corazón, elogiaba con entusias-
mo, y a veces con cierto énfasis retórico muy pro.
pió de su carácter. Fue un buen amigo de Coloni-
bia y la mayor parte de sus obras versan sobre
El Padre Fabo
259
temas colombianos. Murió en Roma en Ir ie-:<!'
eia de los padres bgustinos descalzo", o catdela-
rio9, como cariñosamente aquí los llamamos, pe
ro el espectáculo de las grandazas de la ciudad
eterna, no le hizo olvidar ni sus correrías por las
vastas llanuras de Casanare, ni su predicación en
el templo colonial de la Candelaria, uno de los cen-
tros más ant'guo9 de la vida religiosa de Bogotá.
Su nombre debe conservarse con respeto y simpa-
tía en el país en donde residió largos años de su
vida y con el cual estaba ligado con vínculos que
no pudo romper la ausencia.
jXintcvdo- Qá*tl&l 'TledUefió-
EL PADRE FABO
Me ha pedido el reconocido escritor Fr. Euge-
nio Ayage unas líneas para la biografía del Padre
Fabo.
No es a mí a quien corresponde analizar la i I-
ta personalidad de tan ilustre religioso, ni coni<-
filósofo, ni como historiador o literato; para eilo
tenemos diamantinas plumas que lujosamente lle-
narán su cometido.
En él, en el P. Pabo. la virtud de la humil-
dad se destacaba de manera sorprendente; dígalo
aquel acto sublime cuando abandonaba su silla
académica nara remontarse a las sillas del Ruíz y
obsequiar por conducto de mi libro Recuerdos de
un viaje --entido homenaje de admiración a las no-
bles damas Manizalitas.
Su preclaro talento se traslucía en sus escri-
tos, pues su pluma tenía la fuerza del Aguila de
los Doctores.
En un bello episodio de su vida mostró ?l
amor a nuestra Patria, cuando en una tiesta es-
260
El Padre Fabo
pañola enarbolaban todos los pabellones: al mi.
rar ondear el de Colombia el R. P. Fabo dobló su
rodilla y lo saludó con un ósculo. Fué para él
nuestra tierra su segunda Patria, y cuando escri-
bió la historia de Manizales y fue proclamado
«hijo adoptivo» hizo un derroche de amor hacia
este suelo de la hidalguía. En una carta me decía:
«soy paisa y a mucho honor lo tengo».
Desconoció el egoísmo y fue la caridad el cen-
tro de sus acciones; adivinaba las necesidades y
las remediaba instantáneamente sin ningún inte-
rés.
Con mncho gusto y honda gratitud dedico
este recuerdo a mi insigne y laureado prologador.
OhaAia 1$oWia ¿loMedo-
EL PADRE FABO
Hombre de vastísimos conocimientos litera-
rios, insigne orador, historiador de gran relieve,
novelista, poeta, políglota, unía a todos esos dis-
tintivos una sencillez encantadora, una afabilidad
especial, un don de gentes que hacían olvidarla
mbjestad del sabio para ver en él únicamente,
arrebolado por la humildad de un Francisco de
Asís o de un Alfonso de Ligorio. al hijo de Cristo,
al Apóstol que lleva en su corazón el perfume de
la calidad como un símbolo de su más alta mi-
eión sobre la tierra.
Nadie que hubiera ignorado por otros medios
la riquísima ilustración que aquel varón insigne
poseía, la hubiera adivinado al ver la modestia
que él se gastaba cuando departía lleno de bon-
dad con el hermano hombre.
Manizales, 1940.
CAPITULO XXXIIi
Descripción bibliográfica de cada uno de
los impresos del Padre Pedro Fabo
1 — El Doctor Navascués. Novela de costum-
bres casauareñas. Bogotá. Librería Nueva — 171.
Calle 12. 1004.
A la cabeza de la portada: Fr. Pedro Fabo.
Agustino Recoleto (Candelario). Al fin de la última
página: Tip. de la Biblioteca Popular.— Director,
E. Aubert. 148 páginss. VIII pág. de prólogo fir-
niado por Fr. Regino Maculet de la Merced,
El Doctor Navascués. Novela de costumbres
americanas de Fr. Pedro Fabo Correspondiente de
la Real Academia Española. — Obra laureada con
el premio Eusebio Giraldo Crespo. Convocatoria
de 1916. Oficina?: Fuencarral, 125. Entresuelo,
MADRID. A la cabeza de la portada: Biblioteca
Patria de obras premiadas. — Tomo CXX1V. 16 i
10 centímetros. Páginas 139.
En alguna parte he visto que se iba a lanzar
ui a tercera edición del Doctor Navascués. No co-
262
El Padre Fabo
nozco ningún ejemplar. También el PadreGregorio
de Santiago habla de una edición hecha en Vene-
zuela, Biblioteca Iberoamericana, tomo II, pág.
373. Tampoco tengo datos de e8ta edición.
2— Septenario de la Virgen de loe Dolores de
Manare,por Fray Pedro Fabo, Agustino Recoleto.
Bogotá. Imprenta de La Luz. (1910) 15 x 10
cms. Págs. 35.
3 — Discurso sobre la Virgen del Rosario, pro-
nunciado en Chiquinquirá por Fr. P. Fabo del Co-
razón de María, Agustino Recoleto. Tunja.lmpren-
ta Diocesana. 1910. 15 x 10.
4 — Discurso «obre Nuestra Señora del Sagrado
Corazón, por Fr. P. Fabo, Agustino Recoleto,
predicado en la Iglesia de La Candelaria de Bogo-
tá. Bogotá. Imprenta de La Luz. 1910. Págs. 18.
5 — Restauración de la Provincia de La Cande-
laria, por Fr. P. Fabo del Corazón de María, A-
gustino Recoleto. Individuo Correspondiente de la
Academia Nacional de Historia, de Bogotá, de la
de Poesía Colombinna y de la de Historia Nacio-
nal de Venezuela.— Bogotá. Imprenta de La Cru-
zada. Carrera 7. número 461. 1911. 24 x 16 cms.
Pags. XVI-348. Con fotograbados.
6— Idiomas y Etnografía de la región orien-
tal de Colombia, p >r Fr. P. Fabo, del Corazón de
María, Agustino Recoleto. Miembro Correspon-
diente de la Academia Nacional de Historia de
Bogotá. Con las licencias necesarias. José Benet.
El Padre Fabo
263
Impresor. Rambla de Cataluña, núm. 5. Barcelo-
na. 1911. 22 x 16 cms. Págs, 29a.
7— Novena en honor del eximio Doctor y Pa-
triarca de la Iglesia San Agustín, por Fr. P. Fa-
bo, Agustino Recoleto. Manizales. 1912. Imprenta
de San Agustín. Págs. 52.
8 — Ejercicio al Beato Querubín de Avillana,
por Fr. P. Fabo. Agustino Recoleto. Manizales.
Imprenta de San Agustín. 1912. Págs. 12. 15x10.
9— Novena de Nuestra Señora d« la Correa o
Consolación, por Fr. P. Fabo. Agustino Recoleto.
Manizales. 1912. Págs. 44. 15 x 10.
10— Rufino José Cuervo y la Lengua Castella-
na. Obra premiada y editada por la Academia
Colombiana. MCMXI1, Arboleda & Valencia. Bo-
gotá A la cabeza de la portada: Fray Pedro Fa-
o, Agustino Recoleta. 21 x 14 cms, tomo 1. Págs.
239. Tomo II. Págs. 248. Tomo III. Págs. 274, y
dos más de erratas y colofón. Lleva al principio
este tomo un retrato de Cuervo. Todo el volumen
se compone de cartas y juicios críticos sobre don
Rufino José.
11— Historia de la Provincia de La Candelaria
de Agustinos Recoletos, por Fr. Pedro Fabo del
Corazón de María, hijo de la misma Provincia. Co-
rrespondiente de la Real Academia Española, etc.
(siguen todos los títulos que suele poner en todas
sus obrase. Tomo primero. Madrid. Imprenta del
Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús. Juan Brá-
264
El Padre Fabo
vo, 3. Teléfono 219S. 1914. Licencias. Dedicato-
rias. Instrucción págs. XV-CIV. 25 x 16 cms. To
mo II Madrid. Págs. 395 y 9 de índice. 25 x 16
eme.
12— Corazón de Oro. Novela de costumbres
americanas. Con las licencias necesarias. Madrid,
imprenta del Asilo de Huérfanos. Juan Bravo, 5.
Teléfons 2L98. 1914. Págs. 330. 18 x 12 cms. A
la cabeza de la portada; Fr. Pedro Fabo, Agusti-
no Recoleto. Esta novela fué publicada en España
y América, tomo XXXVII y sigs. Después se hi-
cieron otras ediciones. No tengo a mano ejem-
piares.
13 — Liberaladas de una Revolución, por Fray
P. Fabo, Agustino Recoleto. Miembro de las Acá-
demias, etc, etc Pamplona. Imprenta y Librería
Diocesana. .losé Alon8o,núra.2 (planta baja). 1914.
21 x 13. Pág-, 310. Preámbulo (numeración ro
mana) III — IV. Habla este iibro de la guerra civil
en Colombia qup principié en 1899 y de los sufri.
mientos de los Misionero* de Casana're.
14— Ruiseñores, por Fr. P. Fabo, Agustino Re-
coleto. C. de la R-al Academia Española. (Texto
de San Agustín.) Con las debidas licencias. Luis
Gili, Librero Editor. Ciaría, 82. Barcelona. 1914.
18 x 11 , cms. Páginas VIII — 214, A manera de
prólogo precede al libro un artículode la Sociedad,
de Bogotá, suscrito por J. Acevedn Castillo.
Ruiseñores conriene muchísimas poesías inédi-
tas, y otras ya publicadas en periódicos o revistas
de E«paña o de Colombia.
El Padre Fabo
265
15 — Los Aborrecidos o en Defensa de la Vida
R^liariosa, por Fr. Pedro Fabo, etc. Madrid. 1915
21 x 14 Pág* 168.
E*te libn-» fué publicado por partes en España
y América, volúmenes XL1 y sgs.
16— Un Sabio del Siglo XIX. 24 x 16 cms.
Pág*. VIII— 129. Madrid. 1915. Habla del Recolé-
to Padre Joaquín Jara de Santa Teresa que vivió
en el siglo diecinueve y eseribió bastante. Algunos
capítulos fueron publicados en Boletín dé San Ni-
colás.
17— Los Agustinos Recoletos v la Francesada
22 x 16 cms. Pág*. 24. Monachil. 1915.
Es un folleto en que ?¡e relata la participación
de los Recoletos en la guerrn de la Independencia
Española contra Napoleón. Se había publicado, al
menos en parte, en Santa Rita y el Pueblo Cris
tiano.
18— Olor de Santidad, por Fr. Pedro Fab . ...
etc. Dates i>*ra la hisroria del P. Fzequiel More-
do. Págs. 200. 16 x 13 cm> M,d id 1915
19— El Convento de S*n Mi'lán. Pás* 28. Con
fotográbalo* Cádiz. 1916. 1S x 11. Segunda edi
ción. Y tenemos a mano un ejemplar de la prime-
ra ed cióu.
20 — Novena a Nuestn S*m .ra d»! Plu. por Fr.
P. Fabo... .etc. Págs. 22.P mptoM, 1917. 14 x 10
cms.
L-í Virgen del Plu es venerada en Martilla.
266
El Padre Fabo
21— Historia de Marcilla. 18 x 13 eras. Págs.
281. Con fotograbados. Pamplona, 1917.
Escribió el Padre Fabo la historia de su pue-
blo con amor. Esto le valió el título de Hijo Pre-
dilecto de Marcilla.
22 — Catecismo del Terciario de la Orden de
Agustinos Recoletos, por Fr. P. Fabo etc. 16
x 11 cms. Págs. 36. Monachil, 1917.
23— La Autora de la Mística Ciudad de Dios,
16 x 11 cms. Págs. 63. Con fotograbados. Madrid,
1917. Presenta el Padre Fabo unos rasgos histó.
ricos sobre la Venerable Sor Josefa de Agreda y
uuos comentarios sobre su famoso libro.
24— Historia Gpneral de la Orden de Agusti*
nos Recoletos, por Fr. Pedro Fabo del Corazón de
María. Cronista de la misma Orden. Tomo V. En
seguida el escudo agustino con esta leyenda: Cari-
tas et Scientia. Madrid. Irap. del Asilo de Huérfa-
nos del S. C. de Jesús. Calle de Juan Bravo, 3.
1918. Licencia. Dedicatorias al Cardenal Vico. Car-
ta autógrafa de éste al Padre Fabo. 24 x 17 cms.
Págs XXiX de introducción. 536 de texto. Al fi-
nal fe de erratas e Indice.
25— Historia General de la Ordea de Agustinos
Recoletos, por Fr. Pedro Fabo del Corazón de Ma-
ría. Cronista de la misma Ordeu. Tomo VI. El es-
cudo como en el tomo quinto. Madrid, 1602. Imp.
de Gabriel López de Horno. San Bernardo, 92, te-
léfono j. 1002. 1919. En a portada aparece la
imagen de San Agustín en un óvalo y a lado y la-
El Padre Fabo
267
do San Fulgencio y San Alipio. Al pie se lee: Desde
el año 1696 hasta el de 1705. 24 x 17 cms. Págs.
463. 5 de índice. Al final: fe de erratas principales.
26— Historia del Convento de Marcilla, por
Fr. P. Fabo etc., Agustino Recoleto. Cronista
de la Orden. El escudo agustiniano con la leyenda
Caritas et Scientia. Con las licencias necesarias
Monachil. lmp. de Santa Rita, 1919. A la vuelta
de la página: Artículos publicados en el Boletín
de la Provincia de San Nieolás de Tolentino. 23
x 16 cms. Págs. 171. Monachil, 1919.
27 — Biografía del Rmo. P. Fr. Mariano Ber"
nard dpi Pilar. (Artículos publicados en el Boletín
de la Provincia de San Nicolás de Tolentino), por
Fr. Pedro Fabo etc. E*cudo con la leyenda Ca
ritas et Scientia. Monachil. Tip. de Santa Rita,
1919. Págs. VI que ocupan la lista de las obras
del mismo autor, p1 retrato del Rmo. P. Bernard
y Advertencias. 122 páginas de texto. Sin íudice.
23 x 16 cms.
28— Biografía del Sr. D, Fr. Pedro de Santiago,
Obispo de Lérida, de la Orden de Agustinos Reco-
letos. 24 x 16 cms. Págs. 150. Madrid, 1919.
29— Amores y Letras. Novela original de Fr
P. Fabo, Agustino Recoleto. C. de la Academia Es-
pañola. Obra laureada con el premio Conde de
Mieres, Oficinas: Fuencarral, 138. I. Derecha, MA-
DRID. A la cabeza de la portada: Biblioteca PA
TRIA de obras premiadas. Tomo CLXXI. 15 x 10
cms. Pags. 298.
268
El Padre Fabo
30— Novena al Santo Cristo de Limpias, por
Fr. Ñuño de la Eternidad (seudónimo del P. Fa-
bo). 12 x 9 cms. Págs. 50. Manizales, 1922.
31— Historia de la ciudad de .Manizales, por
Fr. P. Fabo de María, Agustino Recoleto. Corres-
pondiente de la Real Academia etc. Editado en
la Tip. Blanco y Negro. Mario Camargo & C? — Ma-
nizalps— Colombia— 1926. Págs. XVI en las cuales
va el retrato del Padre Fabo, la lista de sus
obras y Advertencias. 412 paginas de texto, y VI
de índice.
El segundo tomo sigue la paginación y abarca
de 414 a 699, y III de índice. 28 x 21 cms.
Esta Historia fue premiada en concurso pú.
blico.
32— Vida del limo. P. Nicolás Casas, Obispo
de Casanare, por Fr. P. Fabo del Corazón de Ma-
ría, Agustino Recoleto. Correspondiente de la Real
Academia le la Historia etc. El escudo agusti-
niano. Y al pip de 1h portada: Editorial Librería
Religiosa. Calle Aviñó, 20, Barcelona. Obras del
mismo autor. Licencias. Retrato del limo. P. Ca-
sas. Preámbulo. Págs. VIH— 355. Inuiee.
33 — Vida del Excmo. P. Toribio MingueHa,
Obispo de Sigüenza, por Fr. P. Fabo del C. de Ma
ría, Agustino Recoleto. Corrrespondiente etc.
El escudo agustiniano. P^ditorial Librería Religio-
sa. Calle Aviñó, 20. Barcelona. Obras del mismo
autor. Págs. 223. Una de índice. 21 x 14 cms.
34— Críticas y Plumadas, por Fr. P. Fabo
etc. El escudo agustiniano. Editorial Librería Re-
El Padre Fabo
269
ligiosa. Calle Aviñó, 20. Barcelona. A la v
Vicaría Provincial d^ la Candelaria de Agustinos
Recoletos, Visto el informe de la censura, impríma-
se. Barcelona, a 23 de abril de 1928. Fr. Edmun-
do Goñi de la V. de Jerasaléo. Otras licencias. Ad-
vertencia del autor. Pága. VI— Í70 con índice.
Hay en este libro muchos artículos ya publi-
cados antes en revistas y periódicos.
35— Biografía del P. Fr. Santiago Matute del
Santo Cristo de la Tercera Oí den, Agustino Reco
leto, por Fr. P. Fabo del C. de María etc.Al pie:
Pamplona. Imp. y Lib y ene. de Viuda de N. A-
ramburu. San Saturnino, 14 y Nueva. 10. 1928.
Al principio están las licencias del R. P. Edmundo
Goñi de la V. de Jerusalén y del Obispo de Pam-
plona. Después el retrato del P. Matute. 22 x 16.
Páginas 75.
36— Pulpito y Tribuna por Fr. P. Fabo de
María, Agustino Recoleto etc. Primera parte.
(panegíricos sagrados). Bruno del Amo Editor
Toledo, 72, Madrid. En la primera página dice:
La Predicación Contemporánea. IV. Fr. Pedro Fa-
bo de María, Agustino Recoleto. Pulpito y Tribu-
na (primera parte). Después, licencia de la Orden
y del Obispado. Al pie: Imp. de L. Rubio, Aguas,
11. A la memoria del P. Fr. Isidoro Manzano, de
Jesús María, el Crisóstomo de la Orden Agustino-
Recoleta, haciendo votos porque se reediten sus
libros de sermones y discursos. El autor 17 i II.
Págs. 274.
Pulpito y Tribuna por Fr. P. Fabo de María.,
etc. Segunda part*- (Conferencias y discursos. Y
270
El Padre Fabo
lo demás como en el primer tomo. 17 x U. Págs.
258. He aquí los títulon de los discursos y confe-
rencias que contiene: Feminismo o masculioismo?
La moralidad de la novela. El problema religioso
en Méjico. Día de campo. Latino-americanismo,
no! Inauguración de la Academia Panameña de la
Lengua. La mujer manizalita. Homenaje. El pro-
blema hispano americano. Elogio de un templo
histórico. La Candelaria de Bogotá. El niño en el
bogar. Misiones y misioneros.
37. — La Juventud de San Agustín ante la crí-
tica moderna, por Fr. P. Fabo... Madrid. Bruno
del Amo. Editor. 1929. Licencia de la Orden y del
Obispado. Contiene esta dedicatoria: A San Agus-
tín, Doctor y Patriarca de la Iglesia, con motivo
del décimo quinto centenario de su muerte, glo-
rioso acontecimiento para el cielo agustino, ante
cuyas aras depositamos las presentes páginas de
amor filial, haciendo votos porque se cumpla el
sentido de ésta su enseñauzn: Scientia et caritas
dúo bona sunt, quorum caritas est melius. (De
bon. conj. VIH). Introducción, páginas. XLV1I.
Texto, 446 con índice. 21 x 14 cms.
38. — Episodios de un misionero, por Fr. P.
Fabo de María etc. El Siglo de las Misiones.
Apartado. 7. Burgos. Licencias. Al pie: Imp. Alde-
coa. Burgos. En la portada hay un grabado de
carácter misionero en que aparece un tigre y una
culebra enroscada en un árbol. Págs. 197. Indice.
Lista de obras del mismo autor. 19 x 12.
39 — Historia General de la Orden de Agusti
nos Recoletos por Fr. P. Fabo Tomo VI. (Se-
El Padre Fabo
271
gunda parte). Años 1706 — 1914. El escudo de la
Orden. Barcelona Irap. de la Editorial Librería
Religiosa. Calle Aviñó, número 20.1927. Licencias
de la Orden y del Obispado. Este tomo había prin-
cipiado a imprimirse en 1919 y la impresión que-
dó paralizada en la página 168. Esto obedeció a
que el Padre Fabo cesó en su cargo de Cronista en
el Capítulo de 1920. Hace coustarel autor que la
impresión se hace a expensas de la Provincia de la
Candelaria. Págs. VIII— 514 incluyendo los indi
ees, 25 x 18 cms.
41 — Manual, práctico y nuevo, de Horticultu-
ra por Fr. Gil del Silencio. 1932. Irup. Solana, 13
y 15 Madrid. 16 x II. Págs. VIII. El texto comien-
za en página II y acaba en 90. Indice. Fr. Gil del
Silencio es seudónimo del Padre Fabo. Se sirvió
para escribir este folleto el autor de observaciones
que le proporcionaron los hermanos de obediencia
Canuto Gambarte y Santiago Huarte.
42— Novena a la Virgen de la Purificación o
Candelaria. 16 x II cms. Págs. Manizales. Año.
43— Album de ideas y páginas selectas, por
Pascual Campo, Pbro. Barcelona Tipografía La
Educación. Aviñó. 20.1932. Licencias del Obispa-
do. Páginas XX-356 con índice. Precede una in-
troducción y una reseña bibliográfica de las obras
del Padre Fabo.
Pascual Campo es seudónimo del Padre Fabo.
Conste así porqne en alguna parte s« ha afirmado
otra cosa,
Se presenta una gran variedad de ideas y de
páginas entresacadas de todos los libros del Pa.
272
El Padre Fabo
dre Fabo. La9 ideas van divididas pn dos grupos,
y lo mismo las páginas. Grupo primero de ideas:
teológicas, eristológicas. Luariauae. hagiogránVas,
agustinas, ascéticas, psico-morales, oratorias, re-
ligiosas, misioneras, regulares y congregacionis.
tas, agustino-recoletas. Grupo segundo de ideas:
BlosóBcas, científica*, históricas, patrióticas, his
pano-americanas, liuguísticae. literarias, críticas,
poéticas, políticas, feministas, artísticas, jocose-
rias, autobiográficas.
Prólogos del Padre Fabo
Escribió el Padre Fabo prólogos para lae si-
guientes obras:
I— Nuestra Señora de Chiquinquirá y mono-
grafía histórica de esta villa por el P. L. Fr. Me-
eanza, O P.— Bogotá 1913. (A modo de prólogo
va ud juicio crítico firmado por Fr. P, Fabo, A.
R. Habían aparecido estas líneas en La Sociedad.
Bogotá, núm. 716.
2. — Historia de los Santuarios célebres maria-
nos en Colombia por el P. Fr. Andrés Mesan-
za, O. P.
3. — La Cruz de Piedra (Novela de costumbre»)
por Fr. Esteban Azcona, A. R. Impresa en Grana-
da (España) 1919.
4. — Bibliografía acerca del padre Juan Mir,
por Enrique Bayprri. 1719. Va el prólogo dei Pa-
dre Fabo en forma de carta abierta.
5. — La sombra del pecado. Novela de Eladio
Esparza. Este prólogo, como algunos de los otros
eótá publicado en Críticas y Plumadas. La Som*
274 El Padre Fabo
bra del pecado forma el volumen CXXV de Bi-
blioteca Patria.
6.— Biografía de dos Agustinos Recoletos por
Fr. Angel Marcos de la Sagrada Familia, Ma-
drid, 1920.
7 — Playas r Tumbos por J. B. Jaramillo Me-
za— Manizales.
8— Recuerdos de un viaje por la señorita Ma-
ría Botero Robledo.— Pamplona, 1929.
9.— Trozos de Vida por Belisario Porras, ex.
presidente de la república de Panamá. 1935.
Otros escritos y artículos
del Padre Fabo
Ponaro ana lista, lo más eooipieta ponihlr. de
escrito-» y artículos que se daben a la ptama 44
Paurv Fáb-.-. a.^.- ,5 ,o: d- :.r:a ii
cao* de ellos fueron publicados ea periódicos y re-
vistas v después reproducidos ea algún libró del
autor.
Juveorni.— Dmm*. -Irédito.
Zapateru remeud»'>u. »Y»üiei» InÉií*:».
Recolección y Br.o. -:o-
górica.— Inédita.
Viacrucis. Ea verso. Cada
tava. Firma el aaror tu El Desierto de la Candela-
ria 1904.
La poesía popular en la región oriental de Co-
lombia. Carca a Miguel Antonio Caro. Publicada
•n Espaza y Ac:é:::a. tomo XIX
Cnámeza y Los Arus::zrs F-ecc tói:
«a España y América, tomo XXIII. Desda Colom-
bia.'A rt. ea Espada y América, tomó XXVI.
£7c
El Padre Fabo
Vínculos de unión ibero-amer:c3na. Arr. To-
mo XXII de id.
El Dr. D. Rafael M. Carrasquilla. Axt en dos
números del tomo XXX de id.
Críticas por el Padre Fabo a Cien poeiías
de Isaael Enrique Arciniegas. a versos de W. Fer-
náudez. tomo XXX de id.
Adolfo León Gómez y el teatro colombiano.
Art. tomo XXXII de id.
Acción españoleta de los misioneros en Amé-
rica. Art. tomo XXXIII de id.
La noche. Poesía dedicada a Antonio Gómez
Restrepo. Tomo id. de id.
La diplomático ilustre. Monseñor Ragone6Í.
Art. tomo XXXVI de id.
En defensa de la vida religiosa. Artículos pu
blicados eu los tomos XLI y siguientes de E*pa-
ña y América y después en libro con el título de
Loé Aborrecidos.
E¡ Padre Consolación. — Carta al Padre Fran-
cisco Losares desde Sos. Art. publicado en La Ciu-
dad de Dios, volumen XCVI. Se reprodujo en San-
ta Rita y el Pueblo Cristiano y después en Críticas
y Plumadas.
Estudio crítico de Enseñanza? de la Iglesia
por el limo. P. Casas. Artículos del Padre Fabo pu-
blicados en La Constitución. Bogotá, núms. 5 y 9.
• arta de Colombia. Publicada en Santa Rita
y el Pueblo Cristiano. 22 de septiembre de 1911.
En^ñanza y Paz. Dos artículos publicados en
La Juventud, núms. 5 y 6.
Enigmas crueles. El Nuevo Tiempo, núms.
1^3*
B Podre Fabo 277
B limo. 8r. Gum y Conde. B Huero Tiempo,
núm. 1262.
Diácono en honor del S. doctor don José Joa-
quín Casas. El Popular, nfim. 43.
▲ Cnanaare. Poetan. Revista dai Colegio del
Piadoso Recuerdo. Poesía traducida del latín.
Revi=ta Dominicana, núm. 21.
Cn sabio del siglo XIX Volms XCIX y CL ds
!a Ciiiad i* £«:-« Lr=p-;é* a:a.-*::ó :i a".!: • :
con el mismo título.
Ir::*;:::-? Ssi:a Rita t ?:*;.:, l'r.-iái: .
Ir :. V ;c 1013
Trii liaren os La S::.ria: 15 ¿? U
1913.
B catolicismo ds Col—bis. Colombia tiislin
Eticff'sía t L:=rt"sT::a U Casáis re z-zz i.
P Fa:: r^r>:a Ai:!::::? Orzar: Ii=:::i:i
Anthropos. Yiena. tom. IX 1919—1920, naga.
21 32.
Ante el primer retrato ds Pío XI. Apostolado
Doméatiso, majo 15 de 1922.
Los masones. Apostolado Doméstico. Jubo
15 de 1922
Comentario n la Ley de prensa. La Cróniea.
Bogotá. 14 de abril de 1423.
Acción social católica. B Nuevo Tiempo. Bo-
gotá. 29 de mayo de 1923
Cn párroco de lujo. Hoja Parroquial, Fresno
Sfrr>m':rí * ir 1*23
Breve del cuatrsnic. Boletín de la Provincia
278 El Padre Fabo
de la Candelaria, núrn. XV. Rodríguez de Sosa en
La Cuchilla. Dos artículos en «La Patria». Mani-
zales, 5 de diciembre de 1924 v lo de enero de
1926.
Historia del Convento de Martilla. Boletín de
San Nicolás. Varios artículos en 1919. después
publicados en libro.
Un sabio del siglo XIX. Boletín de San Nico-
lás. 1919. Después reunidos varios escritos en li-
bro.
Biografía de X. P. Mariano Bernard. Boletín
de San Nicolás, 1919. En cuadernillos aparte y
luego en folleto.
Ideieas. Tres artículos en Boletín de San Ni-
colás, 1919.
El Rosario vía Letanía Lauretana. Boletín
de S. Xicolás. 1719,
Viernes Santo. Poesía. Boletín de S. Nicolás.
1919.
Mis amores. Poesía id. 1919
Libertad. Poesía id. 1$19.
Obispo octogenario escribiendo libros. Id.
1919.
Cartas sobre el carnaval. tLa Patria». 6 y 10
de septiembre de 1924.
Carta a don Silvio Villegas. «La Patria» 20
de marzo de 1925.
Un busto. «La Patria» 25 de marzo de 1925.
Catolicismo y conservatismo. Teoría de Suá-
rez. «La Patria». 6 de junio de 1925.
Correspondencia de Panamá. Boletín de la
Candelaria, núm. 45.
El Padre Fabo 279
El altar da oro. Boletín de la Candelaria,
núm. 51.
De Historia panameña Boletín de la Candela-
ria, núm. 58.
Breve del procarador Boletín de la Candela-
ria. Núm. 58.
Navarro ¡lastre. (El P.Daniel Delgado) Dia-
rio do Navarra. 23 agosto de 1928.
rir:a a::e--a a ? .4.---. >*-tz La M*i."*
Cristiana. Caracas. 28 de agosto de 1931.
Entre Santos. La Madre Cristiana. 1931.
Revisión hagiográfica. Boletín de Santo To-
más, noviembre de 1931.
Una jova bibliográfica. Santa Rita, 22 de sep-
tiembre de" 1932. Carta abierta al P. Angel Sáecx.
La Madre Cristiana. Diciembre de 1932.
Gozos de San Máximo. Boletín de la Candela-
ria, núm. 127.
Gozos al Beato Gracia de Cataro. Id. nóm. 12?
Desde Roma. Id. núm. 130.
Nararroe a Roma. Diario Navarra 13 le
abril de 1933 .(1).
A continuación agredo ana lista de los ca^ntoe
que tenía preparados^ Padre Fabo para formar
NOTA. — Advertimos qae macho* artículos aparecie-
ron eon seudónimo Recordamos los siguientes seudóni-
mos que a-ó el padre Fabo: Mirón. Bascón, Mariano
Corazón. Pelayo, Cid, Fr. José" de Albárzazu. Candela-
rio Valeatuñano, Doctor Ñuño, Fr. Ñaño de la Eterni-
dad, Fr. Fadrlque de la Correa.
280
El Padre Fabo
con ellos un libro que anunció, durante mucho
tiempo con este título: «Pétalos de Novela'.
Hay una nota del autor que dice:
A guisa de prólogo.
Cópiese el episodio del librito que publiqué y
que dice; Por unos cuentos Y en terminando,
6e añade: Lo escrito hasta aquí es un capitulito
de mi libro Episodios de un Misionero- Pues bien, el
niño arranca— cuentos, convertido en hombre —
pluma, cumple, gracias a Dios, su palabra esco
giendo algunas cuartillas pergeñadas en distintos
tiempos y países, formando un ramillete de siem.
previvas y depositándolo humildemente a la en-
trada def santo Convento de Monteagudo para
gloria de la Orden Agustino — Recoleta.
1— El día de Santa Rita.— Cuento corto publi-
cado en La Tradición— Manizales. 6 de mayo de
11)25. — Firma así: Mirón.
2 — El Remordimiento . — Manuscrito— Firma
así: Corazón.
3— Flor de Campiña.— Firma autógrafa. Es-
crito en dactilografía.
4— Por un Baile. — Manuscrito. Firma así;
Mariano.
5— El Altar de Oro —Publicado en La Estrella
de Panamá. 9 de agosto de 1926 —Firma: Fray
Buscón.
El Padre Fabo 281
6 — Pesadilla —'Melquíades, Lerroax y Pesta-
ña; En dactilografía. Sin firma.
7— En el Purgatorio —En dactilografía. Sin
firm.
8— Angeles, al Cielo.— Dactilografiado. Sin
firma
9— Ocho de Diciembre —Dactilografiado Sin
firma.
10— Religión y Patriotismo —Dactilografiado
Sin firma
11— Noche Buena .— Dactilografiado. Sin
firma
12— Vitndo Visiones.— A máquina. Firma: Fr.
Blas del Silencio.
12 — De Talla Cardenalicia. — A máquina. Kr.
na a: Peregrino.
14 — Cosas de San José —A máqaina. Sin firma.
15— Al más zorro se la pegan.— A máquina
Sin firma.
16— Por la Caridad.— A máquina Sin firma
Por último completo la bibliografía del Padre
Fabo coa estos escritos inéditos:
282 El Padre Fabo
1 — Compendio de la Historia de la Filosofía
de Anselmo Herranz, distribuido para un curso de
dos clases semanales.
2— Compendio de la Oratoria Sagrada de Ma-
riano Costa, distribuido
3— Autobiografía —He yisto alguna muestra
de una voluminosa Autobiografía del Padre Fabo.
Obras del autor de esta biografía
1 — Una perla de Colombia (Folleto)
2— Cn gran sabio colombiano o el P Andrés
de San Nicolás
8 — El Desierto de la Candelaria Libro en el
cual se hace la hiBtoria del célebre Monasterio
4— Monografía de Suba.
5— Breve historia y novena de la Virgen de
Valvanera
6 — Sangre de España. Libro en que ss habla
de la Cruzada contra el comunismo.
7— Novena de la Virg-en de La Merced.
8— Dos Triduos en honor de los Beato? Juan
de Rieti y Gracia de Cátaro
9— Discursos de Acción Católica.
Indice :
Páginas
HOMENAJE 5
PROLOGO 1 1
Capítulo 1 Recuerdos míos del gran P.
Recoleto Fr. P. Fabo 17
II Fechas principales en la vida
del P. Fabo 24
111 Nacimiento y niñez 28
IV Religioso > sacerdote 35
V Vocación literaria 41
VI Buscando perlas 47
Vil Palma de mártir 54
VIH El apóstol-poeta 61
IX El misionero-novelista 68
X Músico y naturalista 80
XI Episodios 87
XII El religioso Q7
XIII Sus amores agustinianos 108
XIV La voluntad manda 118
XV Facetas 124
286 El Padre Fabo
XVI Don de consejo 131
XVII Pinceladas sueltas 136
XV111 Biógrafo y místico 146
XIX Polígrafo 151
XX El profesor de Oratoria 158
XXI Aromas de juventud 168
XXII Salpicaduras 173
XXIII Anécdotas 185
XXIV Algunos escritos especiales y
una polémica 195
XXV La parábola de los talentos.... 203
XXVI Ligado a Colombia 210
XXVII Filología y cartas 221
- XXV111 En Panamá 229
XXIX En España 237
XXX De Roma a la Eternidad 246
XXXI Proposiciones dn duelo y pá-
rrafos necrológicos: 250
XXXII Conceptos 258
XXXIII Descripción bibliográfica, 261
Prólogos del Padre Fabo 273
Otros escritos y artículos del
P. Fabo 275
Obras del autor de esta bio-
grafía 283
-» 81 5SNY2 10 OHS * 6230