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Full text of "Boletin Eclesiastico (Ecuador)"

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UBRARY  OF  PRINCETON 


SEP  2  7  2004 


THEOLOG'CAL  SEMINARY 


PER  BX1472.A1  B68 
Bolet/nn  eclesiástico. 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2015 


https://archive.org/details/boletineclesias1031cath_7 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


ORGANO  INFORMATIVO 
ARQUIDIOCESIS  DE  QUITO 


Año  Clll  mayo  /  junio  1997 


Cruzada  Eucarístico-Mariana  en  los  diferentes  barrios  de  las  Parroquias 
Rurales  y  Marginales  encuadrada  en  el  Primer  Año  de  Preparación 
para  el  Gran  Jubileo  del  Año  2.000,  bajo  la  asesoría  y  dirección  de 
Mons.  Carlos  Altamirano,  Obispo  Auxiliar  de  Quito. 


En  la  gráfica,  un  aspecto  del  acto  de  clausura  en  la 
Parroquia  de  La  Argelia. 


ORGANO  INFORMATIVO 
Mayo  /  Junio  1 997 


BOLETIN    ECLESIASTICO    AñO  Clll 


Editorial 

Vida  Contemplativa  de  varones  en  el  Ecuador   209 

Documentos  de  la  Santa  Sede 

Vademécum  para  los  confesores    215 

Congreso  europeo  sobre  las  vocaciones   242 

Una  esperanza  nueva  para  el  Líbano    247 

Viaje  de  Juan  Pablo  II  a  Beirut    253 

Documentos  Arquidiocesanos 

Carta  del  Vaticano   261 

María  en  la  Vida  y  Misión  de  Cristo   262 

Fiesta  de  la  Dolorosa  del  Colegio   268 

125  Años  del  Colegio  La  Providencia   273 

Beatificación  de  la  M.  Ma.  Encarnación  Rosal    279 

25  Años  de  Grünenthal    287 

175  Años  de  la  Batalla  de  Pichincha    292 

Funerales  del  Lic.  Jaime  Acosta  Velasco    295 

Centenario  del  nacimiento  del 

Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla    300 

Trabajo  premiado  con  publicación   307 

Administración  Eclesiástica 

Nombramientos   314 

Decretos   314 

Erección  de  la  Parroquia  La  Anunciación   315 

Información  Eclesial 

En  el  Ecuador   318 

En  el  Mundo   320 


Director  Rvmo.  Sr.  Héctor  Soria  S.  Telf.:  210  703  Apartado  17-01-00106. 
Administradora:  Hna  Regina  Córdova  Telf.:  214  429  Apartado  17-01-00106 
Suscripción  anual  dentro  del  país  S/.  30.000.  Fuera  del  país  US$  60. 
Se  aceptan  Canjes 
Levantamiento  de  textos  e  impresión   Mora  &  Asociados  438  866 


Se  inicia  la  vida  contemplativa 
de  varones  en  el  ecuador 


La  Iglesia  Católica  que  peregrina  en  la  actual 
República  del  Ecuador  desde  hace  más  de  cua- 
tro siglos  y  medio,  si  bien  ha  tenido  un  amplio 
desarrollo  institucional  desde  que  en  1545  se 
erigió  canónicamente  el  primer  Obispado,  el 
de  San  Francisco  de  Quito,  no  ha  llegado  a  con- 
tar con  una  de  aquellas  "fuentes  de  gracias  ce- 
lestiales", que  son  los  monasterios  dedicados 
totalmente  a  la  vida  contemplativa  de  varones. 

Desde  la  segunda  mitad  del  siglo  dieciséis,  el 
Obispado  de  Quito  comenzó  a  tener  varios  mo- 
nasterios de  monjas,  como  el  de  la  "Purísima 
Concepción"  en  el  mismo  centro  colonial  de 
Quito.  Las  monjas  conceptas  se  establecieron 
también  en  Loja,  en  Riobamba,  en  Cuenca  y  úl- 
timamente se  establecieron  también  en  una  ju- 
risdicción de  Misión,  en  el  Vicariato  Apostólico 
de  Macas.  Luego  se  establecieron  los  monaste- 
rios de  Clarisas,  de  Catalinas,  de  Agustinas,  de 
Carmelitas  y  los  más  modernos  de  Visitadinas. 

Desde  hace  algunos  años  surgió  en  el  Ecuador 
el  anhelo  o  la  necesidad  de  contar  también  con 
alguno  de  los  monasterios  de  vida  contempla- 
tiva de  varones,  para  llenar  un  vacío  espiritual 
que  experimentaba  nuestra  Iglesia. 


Desde  hace 
algunos  años 
surgió  en  el 
Ecuador 
el  anhelo  o 
la  necesidad  de 
contar  también 
con  alguno  de 
ios  monasterios 
de  vida 
contemplativa  de 
varones, 
para  llenar  un 
vacío  espiritual 
que  experimen- 
taba nuestra 
Iglesia. 


El  Padre  Marco  Vinicio  Rueda,  SJ.,  muy  dedi- 
cado a  los  métodos  de  meditación  y  contem- 
plación, anheló  establecer  un  monasterio  de 
monjes,  quizá  Trapenses,  en  terrenos  de  la  ha- 
cienda "La  Humbría".  Hace  pocos  años  un 
Abad  de  un  monasterio  benedictino  de  la  Ar- 
quidiócesis  de  Munich  vino  al  Ecuador,  para 
ver  las  posibilidades  de  establecer  un  monaste- 
rio benedictino  en  el  Ecuador. 

Hace  unos  quince  años,  el  señor  Cardenal  Pa- 
blo Muñoz  Vega,  entonces  Arzobispo  de  Quito, 
visitó  el  monasterio  de  monjes  Trapenses  de 
San  Isidro  de  las  Dueñas,  cercano  a  la  ciudad 
de  Palencia,  en  España,  y  propuso  a  los  monjes 
que  vinieran  a  fundar  en  el  Ecuador  un  monas- 
terio destinado  a  la  vida  contemplativa  de  va- 
rones. 

En  estos  últimos  hempos,  en  nombre  de  la 
Conferencia  Episcopal  Ecuatoriana,  Mons.  Fru- 
mencio  Escudero,  Obispo  Vicario  Apostólico 
de  El  Puyo,  ha  visitado  en  más  de  una  ocasión 
el  monasterio  de  San  Isidro  de  las  Dueñas,  pa- 
ra proponer  a  los  monjes  la  fundación  de  un 
monasterio  de  trapenses  en  el  Ecuador.  La 
Conferencia  Episcopal  Ecuatoriana  ha  formu- 
lado oficialmente  a  los  monjes  de  la  Trapa  de 
San  Isidro  de  las  Dueñas  la  pehción  de  la  fun- 
dación de  un  monasterio  de  vida  contemplati- 
va de  varones  en  el  Ecuador.  Ante  esta  petición 
formal  de  la  Conferencia  Episcopal  Ecuatoria- 
na el  monasterio  Trapense  español  decidió  fun- 


La  Providencia 
Divina  dispuso 
que  la  familia 
cristiana  del  Ing. 
Julio  Mancheno  y 
señora  María 
Gangotena  de 
Mancheno  hiciera 
generosa  donación 
de  una  propiedad 
rural,  denominada 
"Bella  Vista", 
ubicada  en  el 
cantón  Salcedo, 
para  que  en  ella  se 
hiciera  la 
fundación  del 
nuevo  monasterio 
en  el  Ecuador. 


dar  un  monasterio  en  el  Ecuador  y  oficialmen- 
te le  comunicó  esta  decisión  a  la  Conferencia 
Episcopal  del  Ecuador,  cuando  ésta  celebraba 
su  asamblea  plenaria  en  abril  de  1997.  Esta  fue 
una  noticia  de  trascendental  importancia  para 
la  Iglesia  que  peregrina  en  el  Ecuador. 

A  principios  de  mayo  de  1997  vinieron  de  Es- 
paña a  Quito  el  Abad  del  Monasterio  de  San 
Isidro  de  las  Dueñas  con  el  Hno.  Jesús  Penalva, 
destinado  a  ser  el  Prior  del  monasterio  que  ha- 
bía de  fundarse  en  nuestra  Patria. 

La  Providencia  Divina  dispuso  que  la  familia 
cristiana  del  Ing.  Julio  Mancheno  y  señora  Ma- 
ría Gangotena  de  Mancheno  hiciera  generosa 
donación  de  una  propiedad  rural,  denominada 
"Bella  Vista",  ubicada  en  el  cantón  Salcedo,  pa- 
ra que  en  ella  se  hiciera  la  fundación  del  nuevo 
monasterio  en  el  Ecuador. 

El  catorce  de  mayo  de  este  año  1977  es  la  fecha 
importante  en  la  historia  de  la  Iglesia  en  el 
Ecuador,  la  fecha  de  la  fundación  del  primer 
monasterio  de  vida  contemplativa  de  varones. 
Ese  día  el  Obispo  de  Latacunga,  Mons.  Raúl 
López  Mayorga,  suscribió  el  decreto  de  erec- 
ción canónica  del  Monasterio  Trapense  de 
"Santa  María  del  Paraíso"  de  Bella  Vista  de  Sal- 
cedo. 


Los  monjes  que  fundan  este  monasterio  de 
"Santa  María  del  Paraíso"  pertenecen  a  la  Or- 


den  Cistersiense  de  la  más  estricta  reforma, 
que  se  denomina  también  de  "La  Trapa". 


Con  su  vida  y 
misión,  estos 
monjes 
Tmpenses 
imitarán  n 
Cristo  orando 
en  el  monte  y 
darán 
testimonio  del 
señorío  de  Dios 
sobre  la  historia 
y  de  la  gloria 
futura. 


Con  su  vida  y  misión,  estos  monjes  Trapenses 
imitarán  a  Cristo  orando  en  el  monte  y  darán 
testimonio  del  señorío  de  Dios  sobre  la  historia 
y  de  la  gloria  futura.  En  la  soledad  y  el  silencio, 
mediante  la  escucha  de  la  Palabra  de  Dios,  el 
ejercicio  del  culto  a  la  oración,  la  mortificación 
y  la  comunión  en  el  amor  fraterno,  orientarán 
toda  su  vida  y  actividad  a  la  contemplación  de 
Dios.  Los  monjes  del  monasterio  de  "Santa  Ma- 
ría del  Paraíso"  ofrecerán  también  a  la  comuni- 
dad eclesial  del  Ecuador  un  singular  testimo- 
nio del  amor  de  la  Iglesia  por  su  Señor  y  contri- 
buirán, con  una  misteriosa  fecundidad  apostó- 
lica, al  crecimiento  del  Pueblo  de  Dios  en  nues- 
tra Patria. 


Documentos 
de  lo 
Sonto  Sede 


Il 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


2 


Vademécum  para  los  Confesores  sobre 
algunos  temos  de  Morol  Conyugal 

Presentoción 

Cristo  continúa,  p>or  medio  de  Su  Iglesia,  la  misión  que  El  ha  recibi- 
do del  Padre.  El  envía  a  los  doce  a  anunciar  el  Reino  y  a  llamar  a  la 
penitencia  y  a  la  conversión,  a  la  metanoia  (cfr.  Me  6, 12).  Jesús  resu- 
citado les  transmite  Su  mismo  poder  de  reconciliación:  "Recibid  el 
Espíritu  Santo;  a  quienes  {perdonareis  los  pecados,  les  serán  perdo- 
nados» (Jn  20,  22  -  23).  Por  medio  de  la  efusión  del  Espíritu  por  El 
realizada,  la  Iglesia  prosigue  la  predicación  del  Evangelio,  invitan- 
do a  la  conversión  y  administrando  el  sacramento  de  la  remisión  de 
los  pecados,  mediante  el  cual  el  pecador  arrepentido  obtiene  la  re- 
conciliación con  Dios  y  con  la  Iglesia  y  ve  abrirse  frente  a  sí  mismo 
la  vía  de  la  salvación. 

El  presente  Vademécum  tiene  su  origen  en  la  particular  sensibilidad 
pastoral  del  Santo  Padre,  el  Cual  ha  confiado  al  Pontificio  Consejo 
para  la  Familia  la  tarea  de  preparar  este  subsidio  para  ayuda  de  los 
Confesores.  Con  la  experiencia  madurada  ya  sea  como  sacerdote 
que  como  Obispo,  él  ha  podido  constatar  la  importancia  de  orienta- 
ciones seguras  y  claras  a  las  cuales  los  ministros  del  sacramento  de 
la  reconciliación  pueden  hacer  referencia  en  el  diálogo  con  las  al- 
mas. La  abundante  doctrina  del  Magisterio  de  la  Iglesia  sobre  los  te- 
mas del  matrimonio  y  de  la  familia,  en  modo  especial  a  partir  del 
Concilio  Vaticano  II,  ha  hecho  oportuna  una  buena  síntesis  referida 
a  algunos  temas  de  moral  relativos  a  la  \1da  convojgal. 

Si  bien,  a  nivel  doctrinal,  la  Iglesia  cuenta  con  una  sólida  conciencia 
de  las  exigencias  que  atañen  al  sacramento  de  la  Penitencia,  no  se 
puede  negar  que  se  haya  ido  creando  un  cierto  varío  en  el  tradudr 
estas  enseñanzas  a  la  praxis  pastoral.  El  dato  doctrinal  es,  entonces. 


216 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


el  fundamento  que  sostiene  este  Vademécum,  y  no  es  tarea  nuestra 
repetirlo,  no  obstante,  sea  evocado  en  diversas  ocasiones.  Conoce- 
mos bien  toda  la  riqueza  que  han  ofrecido  a  la  Comunidad  cristia- 
na la  Encíclica  Hmuaime  V'üae,  iluminada  luego  por  la  Encíclica  Ve- 
ritatis  Splemior,  y  las  Exhortaciones  Apostólicas  Familinris  Consortio 
y  Reconcilintio  et  Pnenitentin.  Sabemos  también  cómo  el  Catecismo  de 
la  Iglesia  Católica  haya  provisto  un  eficaz  y  sintético  resumen  de  la 
doctrina  sobre  estos  argumentos. 

«Suscitar  en  el  corazón  del  hombre  la  conversión  y  la  penitencia  y 
ofrecerle  el  don  de  la  reconciliación  es  la  misión  connatural  de  la 
Iglesia,  (...)  una  misión  que  no  se  agota  en  algunas  afirmaciones 
teóricVis  y  en  la  propuesta  de  un  ideal  ético  no  acompañada  por 
energías  operativas,  sino  que  tiende  a  expresarse  en  precisas  funcio- 
nes ministeriales  en  orden  a  una  práctica  concreta  de  la  penitencia 
y  de  la  reconciliación»  (Exhort.  Apost.  Reconcilintio  et  Pnenitentin,  n. 
.23). 

Tenemos  el  gusto  de  poner  en  las  manos  de  los  sacerdotes  este  do- 
cumento, que  ha  sido  preparado  por  \  enerado  encargo  del  Santo 
Padre  y  con  la  competente  colaboración  de  profesores  de  teología  y 
de  algunos  pastores. 

Agradecemos  a  todos  aquellos  que  han  ofrecido  su  contribución, 
mediante  la  cual  han  hecho  posible  la  realización  del  documento. 
Nuestra  gratitud  adquiere  dimensiones  muy  especiales  en  relación 
a  la  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe  y  a  la  Penitenciaría 
Apostólica. 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


217 


Introducción 

1.  Finalidad  del  documento 

La  familia,  que  el  Concilio  Ecuménico  Vaticano  II  ha  ciefinicio  como 
el  santuario  doméstico  de  la  Iglesia,  y  como  «célula  primera  y  vital  de 
la  sociedad»,  ^  constituye  un  objeto  privilegiado  de  la  atención  pas- 
toral de  la  Iglesia.  «En  un  momento  histórico  en  que  la  familia  es 
objeto  de  muchas  fuerzas  que  tratan  de  destruirla  o  deformarla,  la 
Iglesia,  consciente  de  que  el  bien  de  la  sociedad  y  de  sí  misma  está 
profundamente  vinculado  al  bien  de  la  familia,  siente  de  manera 
más  viva  y  acuciante  su  misión  de  proclamar  a  todos  el  designio  de 
Dios  sobre  el  matrimonio  y  la  familia».^ 

En  estos  últimos  años,  la  Iglesia,  a  través  de  la  palabra  del  Santo  Pa- 
dre y  mediante  una  vasta  movilización  espiritual  de  pastores  y  lai- 
cos, ha  multiplicado  sus  esfuerzos  para  ayudar  a  todo  el  pueblo  cre- 
yente a  considerar  con  gratitud  y  plenitud  de  fe  los  dones  que  Dios 
dispensa  al  hombre  y  a  la  mujer  unidos  en  el  sacramento  del  matri- 
monio, para  que  ellos  puedan  llevar  a  término  un  auténtico  camino 
de  santidad  y  ofrecer  un  verdadero  testimonio  evangélico  en  las  si- 
tuaciones concretas  en  las  cuales  viven. 

En  el  camino  hacia  la  santidad  conyugal  y  familiar  los  sacramentos 
de  la  Eucaristía  y  de  la  Penitencia  cumplen  un  papel  fundamental. 
El  primero  fortifica  la  unión  con  Cristo,  fuente  de  gracia  y  de  vida, 
y  el  segundo  reconstruye,  en  caso  que  haya  sido  destruida,  o  hace 


Coxc.  ECL  M.  Vatk  II,  Decreto  sobre  el  npostoLido  de  los  laicos  Ai>o>tí>licniii 
Actiioíitntan,  18  de  noviembre  de  1965,  n.  11. 

Jl  A\  I'ahi  o  11,  Exhort.  Apost.  Fnniilinri>  Ctni^ortuK  22  de  lun  lenibre  de  1981,  n 


218 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


crecer  y  perfecciona  la  comunión  conyugal  y  familiar,^  amenazada 
y  desgarrada  por  el  pecado. 

Para  ayudar  a  los  cónyuges  a  conocer  el  camino  de  su  santidad  y  a 
cumplir  su  misión,  es  fundamental  la  formación  de  sus  conciencias 
y  el  cumplimiento  de  la  voluntad  de  Dios  en  el  ámbito  específico  de 
la  vida  matrimonial,  o  sea  en  su  vida  de  comunión  conyugal  y  de 
servicio  a  la  vida.  La  luz  el  Evangelio  y  la  gracia  del  sacramento  re- 
presentan el  binomio  indispensable  para  la  elevación  y  la  plenitud 
del  amor  conyugal  que  tiene  su  fuente  en  Dios  Creador.  En  efecto, 
«el  Señor  se  ha  dignado  sanar,  perfeccionar  y  elevar  este  amor  con 
un  don  especial  de  la  gracia  y  de  la  caridad».^ 

En  orden  a  la  acogida  de  estas  exigencias  del  amor  auténtico  y  del 
plan  de  Dios  en  la  vida  cotidiana  de  los  cónyuges,  el  momento  en 
el  cual  ellos  solicitan  y  reciben  el  sacramento  de  la  Reconciliación, 
representa  un  acontecimiento  salvífico  de  máxima  importancia,  una 
ocasión  de  luminosa  profundización  de  fe  y  una  ayuda  precisa  pa- 
ra realizar  el  plan  de  Dios  en  la  propia  vida. 

«Es  el  sacramento  de  la  Penitencia  o  Reconciliación  el  que  allana  el 
camino  a  cada  uno,  incluso  cuando  se  siente  bajo  el  peso  de  gran- 
des culpas.  En  este  sacramento  cada  hombre  puede  experimentar 
de  manera  singular  la  misericordia,  es  decir,  el  amor  que  es  más 
fuerte  que  el  pecado». ^ 

Puesto  que  la  administración  del  sacramento  de  la  Reconciliación 
está  confiada  al  ministerio  de  los  sacerdotes,  el  presente  documen- 


Cf.  ]U/VN  Pablo  II,  Exhort.  Apost.  Familiaris  Consortio,  22  do  noviembre  de  1981, 
,\  58. 

^    CoNC.  EcL'M.  Vatica.\"0  II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contempo- 
ráneo Gaudium  el  Spes,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  49. 

]l'a,\"  Padi  o  II,  Ene.  Dives  in  Misericordia,  30  de  noviembre  de  1980,  n.l3. 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


219 


to  se  dirige  específicamente  a  los  confesores  y  tiene  como  finalidad 
ofrecer  algunas  disposiciones  prácticas  para  la  confesión  y  absolu- 
ción de  los  fieles  en  materia  de  castidad  conyugal.  Más  concreta- 
mente, con  este  vníieniécuni  pnrn  el  uso  de  los  confesores  se  quiere  ofre- 
cer un  punto  de  referencia  a  los  penitentes  casados  para  que  pue- 
dan obtener  un  mayor  provecho  de  la  práctica  del  sacramento  de  la 
Reconciliación  y  vivir  su  vocación  a  la  paternidad /maternidad  res- 
ponsable en  armonía  con  la  ley  divina  enseñada  por  la  Iglesia  con 
autoridad.  Servirá  también  para  ayudar  a  quienes  se  preparan  al 
matrimonio. 

El  problema  de  la  procreación  responsable  representa  un  punto 
particularmente  delicado  en  la  enseñanza  de  la  moral  católica  en 
ámbito  conyugal,  pero  aún  más  en  el  ámbito  de  la  administración 
del  sacramento  de  la  Reconciliación,  en  el  cual  la  doctrina  es  con- 
frontada con  las  situaciones  concretas  y  con  el  camino  espiritual  de 
cada  fiel.  Resulta  en  efecto  necesario  recordar  los  puntos  claves  que 
permitan  afrontar  en  modo  pastoralmente  adecuado  las  nuevas 
modalidades  de  la  contracepción  y  el  agravarse  del  fenómeno.''  Con 
el  presente  documento  no  se  pretende  repetir  toda  la  enseñanza  de 
la  Encíclica  Hiimnme  Viine,  de  la  Exhortación  Apostólica  Fnivilinris 
Coiisortio  o  de  otras  intervenciones  del  Magisterio  ordinario  del  Su- 
mo Pontífice,  sino  solamente  ofrecer  algunas  sugerencias  y  orienta- 
ciones para  el  bien  espiritual  de  los  fieles  que  se  acercan  al  sacra- 
mento de  la  Reconciliación  y  para  superar  eventuales  divergencias 
e  incertidumbres  en  la  praxis  de  los  confesores. 

2.  La  castidad  conyugal  en  la  doctrina  de  la  Iglesia 

La  tradición  cristiana  siempre  ha  defendido,  contra  numerosas  he- 
rejías surgidas  ya  al  inicio  de  la  Iglesia,  la  bondad  de  la  unión  con- 

Hn  de  tt'iit'i>t'  i'ii  cuent.i  el  electo  .ibortiv  i>  de  los  iiue\'os  l.iriii.u\is.  Cf,  |i  'A\ 
m  (1  II,  EiH-  Li-iui^^clnnii  \'il,h:  2S  de  ni.iivo  de  IWS,  n  13, 


220 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


yugal  y  de  la  familia.  Querido  por  Dios  en  la  misma  creación,  de- 
vuelto por  Cristo  a  su  primitivo  origen  y  elevado  a  la  dignidad  de 
sacramento,  el  matrimonio  es  una  comunión  íntima  de  amor  y  de  vi- 
da entre  los  esposos  intrínsecamente  ordenada  al  bien  de  los  hijos 
que  Dios  querrá  confiarles.  El  vínculo  natural  tanto  para  el  bien  de 
los  cónyuges  y  de  los  hijos  como  para  el  bien  de  la  misma  sociedad 
no  depende  del  arbitrio  humano. ^ 

La  virtud  de  la  castidad  conyugal  «entraña  la  integridad  de  la  per- 
sona y  la  integridad  del  don»^  y  en  ella  la  sexualidad  «se  hace  per- 
sonal y  verdaderamente  humana  cuando  está  integrada  en  la  rela- 
ción de  persona  a  persona,  en  el  don  mutuo  total  y  temporalmente 
ilimitado  del  hombre  y  de  la  mujer«.^  Esta  virtud,  en  cuanto  se  re- 
fiere a  las  relaciones  ínhmas  de  los  esposos,  requiere  que  se  manten- 
ga «íntegro  el  sentido  de  la  donación  mutua  y  de  la  procreación  hu; 
mana  en  el  contexto  del  amor  verdadero». Por  eso,  entre  los  prin- 
-  cipios  morales  fundamentales  de  la  vida  conyugal,  es  necesario  re- 
cordar «la  inseparable  conexión  que  Dios  ha  querido  y  que  el  hom- 
bre no  puede  romper  por  propia  iniciativa,  entre  los  dos  significa- 
dos del  acto  conyugal:  el  significado  unitivo  y  el  significado  pro- 
creador», 

En  este  siglo  los  Sumos  Pontífices  han  emanado  diversos  documen- 
tos recordando  las  principales  verdades  morales  sobre  la  castidad 
conyugal.  Entre  estos  merecen  una  mención  especial  la  Encíclica 


Cf.  CoNC.  EcuM.  Vaticaxo  II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contem- 
poráneo Gaudium  el  Spes,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  48. 

Catecismo  de  la  Iglesia  Católica,  11  de  octubre  de  1992,  n.  2337. 

Jbid. 

CoNC.  EcuM.  Vaticano  II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contempo- 
ráneo Gaudium  et  Spes,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  51. 
Paulo  Vi,  Ene.  Humanae  Vitas,  25  de  julio  de  1968,  n.  12. 


7 

8 
9 
10 

11 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


221 


Cnsti  Cotmiibii  (1930)  de  Pío  XI, '2  numerosos  discursos  de  Pío  XII, 
la  Encíclica  Húmame  Vitne  (1968)  de  Pablo  VI,!-*  la  Exhortación 
Apostólica  Fmniliaris  Consortio^^  (1981),  la  Carta  a  las  Familias  Grn- 
tissiimm  Snne'^^''  (1994)  y  la  Encíclica  Evangeliiim  Vitne  (1995)  de  Juan 
Pablo  II.  Junto  a  estos  se  deben  tener  presente  la  Constitución  Pas- 
toral Gaudiiim  et  Spes'^^  (1965)  y  el  Cntecismo  de  la  Iglesia  Católica^^ 
(1992).  Además  son  importantes,  en  conformidad  con  estas  ense- 
ñanzas, algunos  documentos  de  Conferencias  Episcopales,  así  co- 
mo de  pastores  y  teólogos  que  han  desarrollado  y  profundizado  la 
materia.  Es  oportuno  recordar  también  el  ejemplo  ofrecido  por  nu- 
merosos cónyuges,  cuyo  empeño  por  vivir  cristianamente  el  amor 
humano  constituye  una  contribución  eficacísima  para  la  nueva 
evangelización  de  las  familias. 

3.  Los  bienes  del  matrimonio  y  la  entrega  de  sí  mismo 

Mediante  el  sacramento  del  Matrimonio,  los  esposos  reciben  de 
Cristo  Redentor  el  don  de  la  gracia  que  confirma  y  eleva  su  comu- 
nión de  amor  fiel  y  fecundo.  La  santidad  a  la  que  son  llamados  es 
sobre  todo  gracia  donaiia. 


^  Pío  XI,  Ene.  Caiti  Coinuibü,  31  de  diciembre  de  1930 

•5 

'   Pic>  XII,  Discurso  al  Congreso  de  la  Unión  católica  italiana  de  obstetras,  2  de  oc- 
tubre de  1951;  Discurso  al  Frente  de  la  familia  y  a  las  Asociaciones  de  familias 
.  numerosas,  27  de  no\  iembre  de  1951. 

\\\\ilo\'l,Enc.  Htiiiiaiwc  Vitne,  25  de  julio  de  1968. 

^  ]l  A\  PabI  (i  II,  Exhort.  Apost.  FaiuiUans  ComorUo,  22  de  noviembre  de  1981. 

^  Jl  a\  Pabio  II,  Carta  a  las  Familias  Grntuiiiiiniii  Snnc,  2  de  febrero  de  1994. 

Coxc.  EcLM.  Va  ikano  II,  Coast.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contempo- 
ráneo Cniiiliimi  ct  Spcí.  7  de  diciembre  de  1965. 

c 

Cí7fiv;s;/;()  ^icln  ¡^¡cfin  Cntólicn,  11  de  octubre  de  1992. 


222 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Las  personas  llamadas  a  vivir  en  el  matrimonio,  realizan  su  voca- 
ción al  amor^*^  en  la  plena  donación  de  sí  mismos,  que  expresa  ade- 
cuadamente el  lenguaje  del  cuerpo. De  la  donación  recíproca  de 
los  esposos  procede,  como  fruto  propio,  el  don  de  la  vida  a  los  hi- 
jos, que  son  signo  y  coronación  del  amor  matrimonial.^i 

La  contracepción,  oponiéndose  directamente  a  la  transmisión  de  la 
vida,  traiciona  y  falsifica  el  amor  oblativo  propio  de  la  unión  matri- 
monial: «altera  el  valor  de  la  donación  total»^^  y  contradice  el  plan 
de  amor  de  Dios  participado  a  los  esposos. 

Vademécum  poro  el  uso  de  los  confesores 

El  presente  vndeniéciini  está  compuesto  por  un  conjunto  de  enuncia- 
dos, que  los  confesores  habrán  de  tener  presente  en  la  administra- 
ción del  sacramento  de  la  Reconciliación,  a  fin  de  poder  ayudar  me- 
jor a  los  cónyuges  a  vivir  cristianamente  la  propia  vocación  a  la  pa- 
ternidad o  maternidad,  en  sus  circunstancias  personales  y  sociales. 

1.  La  santidad  matrimonial 

1.  Todos  los  cristianos  deben  ser  oportunamente  instruidos  de  su 
vocación  a  la  santidad.  En  efecto,  la  invitación  al  segiiiitiento  de 
Cristo  está  dirigida  a  todos,  y  cada  fiel  debe  tender  a  la  plenitud 


CON'C.  EcL'M.  Vatic.W'O  II,  Const.  I'ast.  soLue  la  Iglesia  en  el  mundo  contempo- 
ráneo Gandimii  ct  Spcí,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  24. 

Cf.  Jl'A.\  Pablo  II,  Exhort.  Apost.  Fniiulmiií  Coiiíortio,  22  de  noviembre  de  1981, 
n.  32. 

21  Cf.  Cntcafiiio  i/c  la  l^^lain  Católicn,  n.  2378;  Cf.  Jl  an  Pabi  (>  11,  Carta  a  las  Fami- 
lias Cmiiííiumni  Sane,  2  de  febrero  de  1994,  n.  11. 

22  Jl  an  PaB!(>  II,  Exhort.  Apost.  Fniiiilinrif  ConMntio,  22  de  noviembre  de  1981,  n. 
32. 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


223 


de  la  vida  cristiana  y  a  la  perfección  de  la  caridad  en  su  propio 
estado. 23 

2.  La  caridad  es  el  alma  de  la  santidad.  Por  su  íntima  naturaleza  la 
caridad  — don  que  el  Espíritu  infunde  en  el  corazón —  asume  y 
eleva  el  amor  humano  y  lo  hace  capaz  de  la  perfecta  donación  de 
sí  mismo.  La  caridad  hace  más  aceptable  la  renuncia,  más  livia- 
no el  combate  espiritual,  más  generosa  la  entrega  personal.-'^ 

3.  No  es  posible  para  el  hombre  con  sus  propias  fuerzas  realizar  la 
perfecta  entrega  de  sí  mismo.  Pero  se  vuelve  capaz  de  ello  en  vir- 
tud de  la  gracia  del  Espíritu  Santo.  En  efecto,  es  Cristo  que  reve- 
la la  verdad  originaria  del  matrimonio  y,  liberando  al  hombre  de 
la  dureza  del  corazón,  lo  habilita  para  realizarla  íntegramente.^^ 


«Una  misma  es  la  santidad  que  cultivan  en  cualquier  clase  de  vida  y  de  profe- 
sión los  que  son  guiados  por  el  espíritu  de  Dios  y,  obedeciendo  a  la  voz  del  Pa- 
dre, adorando  a  Dios  y  al  Padre  en  espíritu  y  verdad,  siguen  a  Cristo  pobre, 
humilde  y  cargado  con  la  cruz,  para  merecer  la  participación  de  su  gloria.  Se- 
gún esto,  cada  uno  según  los  propios  dones  y  las  gracias  recibidas,  debe  cami- 
nar sin  vacilación  por  el  camino  de  la  fe  viva,  que  excita  la  esperanza  y  obra 
por  la  caridad  <<(Ctw.  EcUM.  Vaticano  Il,Const.  Dogm.  sobre  la  Iglesia  Lumen 
Gentiuiu,  21  de  noviembre  de  1964,  n.  41). 

«La  caridad  es  el  alma  de  la  santidad  a  la  que  todos  están  llamados»  (Catecis- 
mo lie  lr<  Iglesin  Católica,  n.  826).  «El  amor  hace  que  el  hombre  se  realice  median- 
te la  entrega  sincera  de  sí  mismo.  Amar  significa  dar  y  recibir  lo  que  no  se  pue- 
de comprar  ni  vender,  sino  solo  regalar  libre  y  recíprocamente»  (Juan  Pablo  I!, 
Carta  a  las  Familias  Gratissimam  Sane,  2  de  febrero  de  1994,  n.  11). 

Cf.  Juan  Pablo  II,  Exliort.  Apost.  Familians  Consortio,  22  de  noviembre  de  1981, 
n.  13. 

«La  obsen'ancia  de  la  ley  de  Dios,  en  determinadas  situaciones,  puede  ser  di- 
fícil, muy  difícil:  sin  embargo  jamás  es  imposible.  Esta  es  una  enseñanza  cons- 
tante de  la  tradición  de  la  Iglesia»  (Juan  Pablo  II,  Ene.  Veritatis  Spkmior,  6  de 
agosto  de  1993,  n.  102). 

«Sería  un  gravísimo  error  concluir...  que  la  norma  enseñada  por  la  Iglesia  sea 
de  suyo  solamente  un  "ideal",  que  deba  adaptarse,  proporcionarse,  graduarse 
— como  dicen —  a  las  posibilidades  del  hombre  "contrapesando  los  distintos 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


4.  En  el  camino  hacia  la  santidad,  el  cristiano  experimenta  tanto  la 
debilidad  humana  como  la  benevolencia  y  la  misericordia  del 
Señor.  Por  eso  el  punto  de  apoyo  en  el  ejercicio  de  las  virtudes 
cristianas  — también  de  la  castidad  conyugal —  se  encuentra  en 
la  fe  que  nos  hace  conscientes  de  la  misericordia  de  Dios  y  en  el 
arrepentimiento  que  acoge  humildemente  el  perdón  divino.26 


bienes  en  cuestión".  Pero  ¿cuáles  son  las  "posibilidades  concretas  del  hom- 
bre"? ¿Y  de  qué  hombre  se  está  hablando?  ¿Del  hombre  lionibwdo  por  la  concu- 
piscencia o  del  hombre  redinikio  por  Cristo?  Porque  se  trata  de  esto:  de  la  reali- 
dad de  la  Redención  de  Cristo.  ¡Cristo  nos  hn  redimido!  Esto  significa  que  nos 
ha  dado  la  posibilidad  de  realizar  la  verdad  entera  de  nuestro  ser.  Ha  liberado 
nuestra  libertad  del  dominio  de  la  concupiscencia.  Si  el  hombre  rediniido  sigue 
pecando,  no  se  debe  a  la  imperfección  del  acto  redentor  de  Cristo,  sino  a  la  vo- 
luntnd  del  hombre  de  sustraerse  de  la  gracia  que  deriva  de  aquel  acto.  El  man- 
da nuento  de  Dios  es,  ciertamente  proporcionado  a  las  capacidades  del  hom- 
bre: pero  a  las  capacidades  del  hombre  .  a  quien  se  ha  dado  el  Espíritu  Santo; 
del  hombre  que,  si  ha  caído  en  el  pecado,  siempre  puede  obtener  el  perdón  y 
gozar  de  la  presencia  del  Espíritu»  (Juan  Pablo  II,  discurso  a  los  participantes 
a  un  curso  sobre  la  procreación  responsable,  1  de  marzo  de  1984). 

■^F.eavíocer  el  propio  pecado,  es  más  — yendo  aún  más  a  fondo  en  la  considera- 
ción de  la  propia  personalidad  — reconocerse  pecador,  capaz  de  pecado  e  incli- 
nado al  pecado,  es  el  principio  indispensable  para  volver  a  Dios  (...).  Reconci- 
liarse con  Dios  presupone  e  incluye  desasirse  con  lucidez  y  determinación  del 
pecado  en  el  que  se  ha  caído.  Presupone  e  incluye,  por  consiguiente,  liacer  pe- 
nitencia en  el  sentido  más  completo  del  término:  arrepentirse,  mostrar  arrepen- 
timiento, hacer  propia  la  actitud  concreta  de  arrepentido,  que  es  la  de  quien  se 
pone  en  el  camino  del  retomo  al  Padre  (...).  En  la  condición  concreta  del  hom- 
bre pecador,  donde  no  puede  existir  conversión  sin  el  reconocimiento  del  pro- 
pio pecado,  el  ministerio  de  reconciliación  de  la  Iglesia  inteiTiene  en  cada  ca- 
so con  una  finalidad  claramente  penitencial,  esto  es  la  de  conducir  al  hombre 
al  "conocimiento  de  sí  mismo"»  (Juan  Pablo  II,  Exhort.  Apost.  post-sinodal  Re- 
concilintio  et  Paenitentia,  2  de  diciembre  de  1984,  n.  13). 

«Cuando  nos  damos  cuenta  de  que  el  amor  que  Dios  tiene  por  nosotros  no  se 
detiene  ante  nuestro  pecado,  no  se  echa  atrás  ante  nuestras  ofensas,  sino  que 
se  hace  más  solícito  y  generoso;  cuando  somos  conscientes  de  que  este  amor  lia 
llegado  incluso  a  causar  la  pasión  y  la  muerte  del  Verbo  hecho  carne,  que  ha 
aceptado  redimirnos  pagando  con  su  Sangre,  entonces  prorrumpimos  en  un 
acto  de  reconocimiento:  "Sí,  el  Señor  es  vico  en  misericordia",  y  decimos  asi- 
mismo: "El  í's  misericordia"»  (ibid.,  n.  22). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


226 


5.  Los  esposos  actúan  la  plena  donación  de  sí  mismos  en  la  vida 
matrimonial  y  en  la  unión  conyugal,  que,  para  los  cristianos,  es 
vivificada  por  la  gracia  del  sacramento.  La  específica  unión  de 
los  esposos  y  la  transmisión  de  la  vida  son  obligaciones  propias 
de  su  santidad  matrimonial.^^ 

2.  La  enseñanza  de  la  Iglesia  sobre  la  procreación  responsable 

1 .  Los  esposos  han  de  ser  confirmados  en  el  inestimable  valor  y  ex- 
celencia de  la  vida  humana,  y  deben  ser  ayudados  para  que  se 
comprometan  a  hacer  de  la  propia  familia  un  santuario  de  la  vi- 
da.28  «en  la  paternidad  y  maternidad  humanas  Dios  mismo  está  pre- 


«La  vocación  universal  a  la  santidad  está  dirigida  también  a  los  cónyuges  y  pa- 
dres cristianos.  Para  ellos  está  especificada  por  el  sacramento  celebrado  y  tra- 
ducida concretamente  en  las  realidades  propias  de  la  existencia  conyugal  y  fa- 
miliar. Do  ahí  nacen  la  grada  y  la  exigencia  de  una  auténtica  y  profunda  espi- 
ritualidad conyugal  y  familiar,  que  ha  do  inspirarse  en  los  motivos  de  la  creación, 
de  la  alianza,  de  la  cruz,  de  la  resurrección  y  del  signo  sacramental»  (Juan  Pa- 
blo II,  Exhcrt.  Ápost.  Familiaris  Consortio,  22  de  noviembre  de  1981,  n.  56. 
«El  auténtico  amor  conyugal  es  asumido  en  el  amor  divino  y  se  rige  y  so  enri- 
quece por  la  fuerza  redentora  do  Cristo  y  la  acción  salvífica  de  la  Iglesia,  para 
conducir  eficazmente  a  los  esposos  a  Dios  y  ayudarlos  y  fortalecerlos  en  la  su- 
blime tarea  de  padre  y  madre.  Por  ello,  los  cónyuges  cristianos  son  fortalecidos 
y  como  consagrados  para  los  deberes  y  dignidad  de  su  estado  para  este  sacra- 
mento especial,  en  virtud  del  cual,  cumpliendo  su  deber  conyugal  y  familiar, 
imbuidos  del  espíritu  de  Cristo,  con  el  que  toda  su  vida  está  impregnada  por 
la  fe,  la  esperanza  y  la  caridad,  se  acercan  cada  vez  más  a  su  propia  perfección 
y  a. su  santificación  mutua  y,  por  tanto,  a  la  glorificación  do  Dios  en  común» 
(Co\c.  EcL-M.  Vaticano  II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contempo- 
ráneo Gaudium  et  Spes,  7  de  diciembre  do  1965,  n.  48. 

«La  Iglesia  croo  firmemente  que  la  vida  humana,  aunque  débil  y  enferma,  es 
siempre  un  don  espléndido  del  Dios  do  la  bondad.  Contra  el  pesimismo  y  el 
egoísmo  que  ofuscan  al  mundo,  la  Iglesia  está  en  favor  de  la  vida,  y  en  cada  vi- 
da humana  sabe  descubrir  el  esplendor  do  aquel  "Sí",  de  aquel  "Amén"  que  es 
Cristo  mismo.  Al  "no"  que  invade  y  aflige  al  mundo,  contrapone  este  "Sí"  vi- 
viente, defendiendo  de  este  modo  al  hombre  y  al  mundo  de  cuantos  acechan  y 
desprecian  la  vida»  (Juan  t'ablo  II,  Exhort.  Apost.  Familiaris  Consortio,  22  de 
noviembre  de  1981,  n.  30). 


226 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


senté  de  un  modo  diverso  a  como  lo  está  en  cualquier  otra  gene- 
ración "sobre  la  tierra" 

2.  Consideren  los  padres  y  madres  de  familia  su  misión  como  un 
honor  y  una  responsabilidad,  en  cuanto  son  cooperadores  del 
Señor  en  la  llamada  a  la  existencia  de  una  nueva  persona  huma- 
na, hecha  a  imagen  y  semejanza  de  Dios,  redimida  y  destinada, 
en  Cristo,  a  una  Vida  de  eterna  felicidad.^^  «Precisamente  en  es- 
ta función  suya  como  colaboradores  de  Dios  que  transmiten  Su 
imagen  a  la  nueva  criatura,  está  la  grandeza  de  los  esposos  dis- 


«Hay  que  volver  a  considerar  la  familia  como  el  santuario  de  la  vida.  En  efecto, 
es  sagrada:  es  el  ámbito  donde  la  vida,  don  de  Dios,  puede  ser  acogida  y  pro- 
tegida de  manera  adecuada  contra  los  múltiples  ataques  a  que  está  expuesta,  y 
puede  desarrollarse  según  las  exigencias  de  un  auténtico  crecimiento  humano. 
Contra  la  llamada  cultura  de  la  muerte,  la  familia  constituye  la  sede  de  la  cul- 
tura de  la  vida"  (Juan  Pablo  II,  Ene.  Centesimus  Annus,  1  de  mayo  de  1991,  n. 
39). 

jVAS  Pablo  II,  Carta  a  las  Familias  Gratissimam  Sane,  2  de  febrero  de  1994,  n.  9. 
«El  mismo  Dios,  que  dijo  "no  es  bueno  que  el  hombre  esté  solo"  (Gén  2, 18)  y 
que  "hizo  desde  el  principio  al  hombre,  varón  y  mujer"  {Mi  19,  4),  queriendo 
comunicarles  cierta  participación  especial  en  su  propia  obra  creadora,  bendijo 
al  varón  y  a  la  mujer  diciendo;  "Creced  y  multiplicaos"  {Gén  1,  28).  De  ahí  que 
el  cultivo  verdadero  del  amor  conyugal  y  todo  el  sistema  de  vida  familiar  que 
de  él  procede,  sin  posponer  los  otros  fines  del  matrimonio,  tienden  a  que  los 
esposos  estén  dispuestos  con  fortaleza  de  ánimo  a  cooperar  con  el  amor  del 
Creador  y  SaK'ador,  que  por  medio  de  ellos  aumenta  y  enriquece  su  propia  fa- 
milia cada  día  más»  (Coxc.  Eclm.  Vaticaxo  II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en 
el  inundo  contemporáneo  Caudium  d  Spes,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  50. 
«La  familia  cristiana  es  una  comunión  de  personas,  reflejo  e  imagen  de  la  co- 
munión del  Padre  y  del  Hijt)  en  el  Espíritu  Santo.  Su  actividad  procreadora  y 
educati\-a  es  reflejo  de  la  obra  creadora  de  Dios»  {Catecismo  de  Ja  Iglesia  Católi- 
ca, n  .  2205). 

«Cooperar  con  Dios  llamando  a  la  \'ida  a  los  nuc\'os  seros  humanos  significa 
contribuir  a  la  transmisión  de  aquella  imagen  y  semejanza  divina  de  la  que  es 
portador  todo  "nacido  de  mujer"»  (Jua.v  Pablo  II,  Carta  a  las  Familias  Gratissi- 
mam Sane,  2  de  febrero  de  1994,  n.  8). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


227 


puestos  "a  cooperar  con  el  amor  del  Creador  y  Salvador,  que  por 
medio  de  ellos  aumenta  y  enriquece  su  propia  familia  cada  día 
más"».3i 

3.  De  esto  deriva,  para  los  cristianos,  la  alegría  y  la  estima  de  la  pa- 
ternidad y  de  la  maternidad.  Esta  paternidad-maternidad,  es  lla- 
mada "responsable"  en  los  recientes  documentos  de  la  Iglesia,  pa- 
ra subrayar  la  actitud  consciente  y  generosa  de  los  esposos  en  su 
misión  de  transmitir  la  vida,  que  tiene  en  sí  un  valor  de  eterni- 
dad, y  para  evocar  una  vez  más  su  papel  de  educadores.  Com- 
pete ciertamente  a  los  esposos  — que  por  otra  parte  no  dejarán 
de  solicitar  los  consejos  oportunos —  deliberar,  en  modo  ponde- 
rado y  con  espíritu  de  fe,  acerca  de  la  dimensión  de  su  familia  y 
decidir  el  modo  concreto  de  realizarla  respetando  los  criterios 
morales  de  la  vida  conyugal.^^ 


Juan  Pablo  II,  Inc.  Evnngelium  Vitae,  25  de  marzo  de  1995,  n.  43;  cí.  CoNC. 
EcuM.  Vaticano  II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contemporáneo 
Gaudimu  et  Spes,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  50. 

«Los  cónyuges  saben  que  son  cooperadores  del  amor  de  Dios  Creador  y  en 
cierta  manea  sus  intérpretes.  Por  ello,  cumplirán  su  tarea  con  responsabilidad 
humana  y  cristiana,  y  con  dócil  reverencia  hacia  Dios,  de  común  acuerdo  y  con 
un  esfuerzo  común,  se  formarán  un  recto  juicio,  atendiendo  no  solo  a  su  pro- 
pio bien,  sino  también  al  bien  de  los  hijos,  ya  nacidos  o  futuros,  discerniendo 
las  condiciones  de  los  tiempos  y  del  estado  de  vida,  tanto  materiales  como  es- 
pirituales, y,  finalmente,  teniendo  en  cuenta  el  bien  de  la  comunidad  familiar, 
de  la  sociedad  temporal  y  de  la  propia  Iglesia.  En  último  término,  son  los  mis- 
mos esposos  los  que  deben  formar  este  juicio  ante  Dios.  En  su  modo  de  obrar, 
los  esposos  cristianos  deben  ser  conscientes  de  que  ellos  no  pueden  proceder 
según  su  arbitrio,  sino  que  deben  regirse  siempre  por  la  conciencia  que  ha  de 
ajustarse  a  la  misma  ley  divina,  dóciles  al  Magisterio  de  la  Iglesia,  que  interpre- 
ta auténticamente  esta  ley  a  la  luz  del  Evangelio. 

Esta  ley  divina  muestra  la  significación  plena  del  amor  conyugal,  lo  protege  y 
lo  impulsa  a  su  perfección  verdaderamente  humana»  (CoNC.  EcUM.  Vaticano 
II,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contemporáneo  Gaudiuni  et  Spes,  7 
de  diciembre  de  1965,  n.  50). 

"Cuando  se  trata  de  conciliar  el  amor  conyugal  con  la  transmisión  responsable 
de  la  vida,  la  conducta  moral  no  depende  solo  de  la  sincera  intención  y  la  apre- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


4.  La  Iglesia  siempre  ha  enseñado  la  intrínseca  malicia  de  la  contra- 
cepción,  es  decir  de  todo  acto  conyugal  hecho  intencionalmente 
infecundo.  Esta  enseñanza  debe  ser  considerada  como  doctrina 
definihva  e  irreformable.  La  contracepción  se  opone  gravemen- 
te a  la  castidad  matrimonial,  es  contraria  al  bien  de  la  transmi- 
sión de  la  vida  (aspecto  procreativo  del  matrimonio),  y  a  la  do- 
nación recíproca  de  los  cónyuges  (aspecto  unitivo  del  matrimo- 
nio), lesiona  el  verdadero  amor  y  niega  el  papel  soberano  de 
Dios  en  la  transmisión  de  la  vida  humana.^^ 


ciación  de  los  motivos,  sino  que  debe  determinarse  a  partir  de  criterios  objeti- 
vos, tomados  de  la  naturaleza  de  la  persona  y  de  sus  actos:  criterios  que  con- 
serven íntegro  el  sentido  de  la  donación  mutua  y  de  la  procreación  humana  en 
el  contexto  del  amor  verdadero;  esto  es  imposible  si  no  se  cultiva  con  sinceri- 
dad la  virtud  de  la  castidad  conyugal.  En  la  regulación  de  la  procreación  no  les 
está  permitido  a  los  hijos  de  la  Iglesia,  apoyados  en  estos  principios,  seguir  ca- 
minos que  son  reprobados  por  el  Magisterio,  al  explicar  la  ley  divina»  (CoNC. 
EcuM.  Vaticano  11,  Const.  Past.  sobre  la  Iglesia  en  el  mundo  contemporáneo 
Gauíiiuni  et  Spes,  7  de  diciembre  de  1965,  n.  51). 

«En  relación  con  las  condiciones  físicas,  económicas,  psicológicas  y  sociales,  la 
paternidad  responsable  se  pone  en  práctica  ya  sea  con  la  deliberación  ponde- 
rada y  generosa  de  tener  una  familia  numerosa  ya  sea  con  la  decisión,  tomada 
por  graves  motivos  y  en  el  respeto  de  la  ley  moral,  de  evitar  un  nuevo  naci- 
miento durante  algún  tiempo  o  por  tiempo  indefinido. 
La  paternidad  responsable  comporta  sobre  todo  una  vinculación  más  profun- 
da con  el  orden  moral  objetivo,  establecido  por  Dios,  cuyo  fiel  intéiprete  es  la 
recta  conciencia.  El  ejercicio  responsable  de  la  paternidad  exige,  por  tanto,  que 
los  cónyuges  reconozcan  plenamente  sus  propios  deberes  para  con  Dios,  para 
consigo  mismo,  para  con  la  familia  y  la  sociedad,  en  una  justa  jerarquía  de  va- 
lores. 

En  la  misión  de  transmitir  la  vida,  los  esposos  no  quedan  por  tanto  libres  para 
proceder  arbitrariamente,  como  si  ellos  pudiesen  determinar  de  manera  com- 
pletamente autónoma  los  caminos  lícitos  a  seguir,  sino  que  deben  conformar 
su  conducta  a  la  intención  creadora  de  Dios,  manifestada  en  la  misma  natura- 
leza del  matrimonio  y  de  sus  actos  y  constantemente  enseñada  por  la  Iglesia» 
(Pablo  VI,  Ene.  Hntimimc  Vitnc,  25  de  julio  de  1968,  n.  10). 

La  Encíclica  Hunmmc  Vitac  declara  ilícita  -toda  acción  que,  o  en  previsión  del 
acto  conyugal,  o  en  su  realización,  o  en  el  desarrollo  de  sus  consecuencias  na- 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


5.  Una  específica  y  aún  más  grave  malicia  moral  se  encuentra  en  el 
uso  de  medios  que  tienen  un  efecto  abortivo,  impidiendo  la  ani- 
dación del  embrión  apenas  fecundado  o  también  causando  su 
expulsión  en  una  fase  precoz  del  embarazo.^ 


turales,  se  proponga,  como  fin  o  como  medio,  hacer  imposible  la  procreación». 
Y  agrega:  «Tampoco  se  pueden  invocar  como  razones  válidas,  para  justificar 
los  actos  conyugales  intencional  mente  infecundos,  el  mal  menor  o  el  hecho  de 
que  tales  actos  constituirían  un  todo  con  los  actos  fecundos  anteriores  o  que  se- 
guirán después,  y  que  por  tanto  compartirían  la  única  e  idéntica  bondad  mo- 
ral. En  verdad,  si  es  lícito  alguna  vez  tolerar  un  mal  menor  a  fin  de  evitar  un 
mal  mayor  o  de  promover  un  bien  más  grande,  no  es  lícito,  ni  aun  por  razones 
gravísimas,  hacer  el  mal  para  conseguir  el  bien,  es  decir  hacer  objeto  de  un  ac- 
to positivo  de  voluntad  lo  que  es  intrínsecamente  desordenado  y  por  lo  mismo 
indigno  de  la  persona  humana,  aunque  con  ello  se  quisiese  salvaguardar  o  pro- 
mover el  bien  individual,  familiar  o  social.  Es  por  tanto  un  error  prensar  que  un 
acto  conyugal,  hecho  voluntariamente  infecundo,  y  por  esto  intrínsecamente 
deshonesto,  pueda  ser  cohonestado  por  el  conjunto  de  una  vida  conyugal  fe- 
cunda» (Pablo  VI,  Ene.  Hunmiiae  Vitae,  25  de  julio  de  1968,  n.  14). 
"Cuando  los  esposos,  mediante  el  recurso  a  la  contracepción,  separan  estos  dos 
significados  que  Dios  Creador  ha  inscrito  en  el  ser  del  hombre  y  de  la  mujer  y 
en  el  dinamismo  de  su  comunión  sexual,  se  comportan  como  "arbitros"  del  de- 
signio divino  y  "manipulan"  y  envilecen  la  sexualidad  humana,  y,  con  ella,  la 
propia  persona  del  cónyuge,  alterando  su  valor  de  donación  "tota!".  Así,  al 
lenguaje  natural  que  expresa  la  recíproca  donación  total  de  los  esposos,  la  con- 
tracepción impone  un  lenguaje  objetivamente  contradictorio,  es  decir,  el  de  no 
darse  al  otro  completamente;  se  produce  no  solo  el  rechazo  positivo  de  la  aper- 
tura a  la  vida,  sino  también  una  falsificación  de  la  verdad  interior  del  amor 
conyugal,  llamado  a  entregarse  en  plenitud  personal»  (Juan  Pablo  II,  Exhort. 
Appst.  Faiinliaris  Consortio,  22  de  noviembre  de  1981,  n.  32). 
«El  ser  humano  debe  ser  respetado  y  tratado  como  persona  desde  el  instante 
de  su  concepción  y,  por  eso,  a  partir  de  ese  mismo  momento  se  le  deben  reco- 
nocer los  derechos  de  la  persona,  principalmente  el  derecho  inviolable  de  todo 
ser  humano  inocente  a  la  vida»  (Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe, 
Instrucción  sobre  el  respeto  de  la  vida  humana  naciente  y  la  dignidad  de  la 
procreación  Doniiiiu  Vitne,  22  de  febrero  de  1987,  n.  1). 

«La  estrecha  conexión  que,  como  mentalidad,  existe  entre  la  práctica  de  la  an- 
ticoncepción y  la  del  aborto  se  manifiesta  cada  vez  más  y  lo  demuestra  de  mo- 
do alarmante  también  la  preparación  de  productos  químicos,  dispositivos  in- 
trauterinos y  "vacunas"  que,  distribuidos  con  la  misma  facilidad  que  los  anti- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


6.  En  cambio  es  profundamente  diferente  de  toda  práctica  contra- 
ceptiva, tanto  desde  el  punto  de  vista  antropológico  como  mo- 
ral, porque  ahonda  sus  raíces  en  una  concepción  distinta  de  la 
persona  y  de  la  sexualidad,  el  comportamiento  de  los  cónyuges 
que,  siempre  fundamentalmente  abiertos  al  don  de  la  vida,  vi- 
ven su  intimidad  solo  en  los  períodos  infecundos,  debido  a  se- 
rios motivos  de  paternidad  y  maternidad  responsable.-^^ 


conceptivos,  actúan  en  realidad  como  abortivos  en  las  primerísinias  fases  del 
desarrollo  de  la  vida  del  nuevo  ser  humano»  (Ji'an  Pablo  II,  Ene.  Evnngclitiiii 
Vitne,  25  de  marzo  de  1995,  n.  13). 

«Por  consiguiente  si  para  espaciar  los  nacimientos  existen  serios  motivos,  de- 
rivados de  las  condiciones  físicas  o  psicológicas  de  los  cónyuges,  o  de  circuns- 
tancias exteriores,  la  Iglesia  enseña  que  entonces  es  lícito  tener  en  cuenta  los  rit- 
mos naturales  inmanentes  a  las  funciones  generadoras  para  usar  del  matrimo- 
nio solo  en  los  períodos  infecundos  y  así  regular  la  natalidad  siii  ofender  loS' 
principios  morales  que  acabamos  de  recordar. 

La  Iglesia  es  coherente  consigo  misma  cuando  juzga  lícito  el  recurso  a  los  pe- 
ríodos infecundos,  niientras  condena  siempre  como  ilícito  el  uso  de  medios  di- 
rectamente contrarios  a  la  fecundación,  aunque  se  haga  por  razones  aparente- 
mente honestas  y  serias.  En  realidad,  entre  ambos  casos  existe  una  diferencia 
esencial:  en  el  primero  los  cónyuges  se  sirven  legítimamente  de  una  disposi- 
ción natural;  en  el  segundo  impiden  el  desarrollo  de  los  procesos  naturales.  Es^ 
verdad  que  tanto  en  uno  como  en  otro  caso,  los  cónyuges  están  de  acuerdo  en 
la  voluntad  positiva  de  evitar  la  prole  por  razones  plausibles,  buscando  la  se- 
guridad de  que  no  se  seguirá;  pero  es  igualmente  verdad  que  solamente  en  el 
primer  caso  renuncian  conscientemente  al  uso  del  matrimonio  en  los  períodos 
fecundos  cuando  por  justos  motivos  la  procreación  no  es  deseable,  y  hacen  uso 
después  en  los  períodos  agenésicos  para  manifestarse  el  afecto  y  para  salva- 
guardar la  mutua  fidelidad.  Obrando  así  ellos  dan  prueba  de  amor  verdadero 
e  integralmente  honesto»  (Pablo  VI,  Ene.  Huiiimine  Vitnc,  25  de  julio  de  1968,  n. 
16). 

«Cuando  los  esposos,  mediante  el  recurso  a  períodos  de  infecundidad,  respe- 
tan la  conexión  inseparable  de  los  significados  unitivo  y  procreador  de  la  se- 
xualidad humana,  se  comportan  como  "ministros"  del  designio  de  Dios  y  "se 
sirven"  de  la  sexualidad  según  el  dinamismo  de  la  donación  "total",  sin  mani- 
pulaciones ni  alteraciones»  (Juan  I'abi.(>  II,  Exhort.  Apost.  Fniiiilinris  Coi¡>ortio, 
22  de  noviembre  de  1981,  n.  32). 

«La  labor  de  educación  para  la  vida  requiere  h  formación  de  los  csfvsos  para  la 
procreación  reíipo¡táa}>le.  Esta  exige,  en  su  verdadero  significado,  que  los  esposos 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


El  testimonio  de  los  matrimonios  que  desde  hace  tiempo  viven 
en  armonía  con  el  designio  del  Creador  y  lícitamente  utilizan, 
cuando  hay  razón  proporcionalmente  seria,  los  métodos  justa- 
mente llamados  "naturales",  confirma  que  los  esposos  pueden 
vivir  íntegramente,  de  común  acuerdo  y  con  plena  donación  las 
exigencias  de  la  castidad  y  de  la  vida  conyugal. 

3.  Orientaciones  pastorales  de  los  confesores 

1.  En  relación  a  la  actitud  que  debe  adoptar  con  los  penitentes  en 
materia  de  procreación  responsable,  el  confesor  deberá  tener  en 
cuenta  cuatro  aspectos:  a)  el  ejemplo  del  Señor  que  «es  capaz  de 
inclinarse  hacia  todo  hijo  pródigo,  toda  miseria  humana  y  sin- 
gularmente hacia  toda  miseria  moral  o  pecado»;^^  b)  la  pruden- 
te cautela  en  las  preguntas  relativas  a  estos  pecados;  c)  la  ayuda 
y  el  estímulo  que  debe  ofrecer  al  penitente  para  que  se  arrepien- 
ta y  se  acuse  íntegramente  de  los  pecados  graves;  d)  los  conse- 
jos que,  en  modo  gradual,  animen  a  todos  a  recorrer  el  camino 
de  la  santidad. 

2.  El  ministro  de  la  Reconciliación  tenga  siempre  presente  que  el 
sacramento  ha  sido  instituido  para  hombres  y  mujeres  que  son 
pecadores.  Acoja,  por  tanto,  a  los  penitentes  que  se  acercan  al 
confesionario  presuponiendo,  salvo  que  exista  prueba  en  con- 


.sean  dóciles  a  la  llamada  del  Señor  y  actúen  como  fieles  intérpretes  de  su  de- 
signio: esto  se  realiza  abriendo  generosamente  la  familia  a  nuevas  vidas  y,  en 
todo  caso,  permaneciendo  en  actitud  de  apertura  y  servicio  a  la  vida  incluso 
cuando,  por  motivos  serios  y  respetando  la  ley  moral,  los  esposos  optan  por 
evitar  temporalmente  o  por  tiempo  indeterminado  un  nuevo  nacimiento.  La 
ley  moral  les  obliga  de  todos  modos  a  encauzar  las  tendencias  del  instinto  y  de 
las  pasiones  y  a  respetar  las  leyes  biológicas  inscritas  en  sus  personas.  Precisa- 
mente este  respeto  legitima,  al  servicio  de  la  responsabilidad  en  la  procreación, 
el  rtxiirm  n  los  iiiétaios  nahirnles  de  regulación  de  Infertilidad»  (Ji'AN  Pablo  II,  Ene. 
Ei'nugeliiiiu  Viine,  25  de  marzo  de  1995,  n.  97). 

Juan  Pablo  1!,  Ene.  Diirs  in  Misericordia,  30  de  noviembre  de  1980,  n.  6. 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


trario,  la  buena  voluntad  — que  nace  de  tin  corazón  arrepentido  y 
humillado  (Salmo  50, 19),  aunque  en  grados  distintos  — de  recon- 
ciliarse con  el  Dios  misericordioso.^^ 

3.  Cuando  se  acerca  al  sacramento  un  penitente  ocasional,  que  se 
confiesa  después  de  un  largo  tiempo  y  muestra  una  situación 
general  grave,  es  necesario,  antes  de  hacer  preguntas  directas  y 
concretas  sobre  el  tema  de  la  procreación  responsable  y  en  ge- 
neral sobre  la  castidad,  orientarlo  para  que  comprenda  estas 
obligaciones  en  una  visión  de  fe.  Por  esto  mismo,  si  la  acusación 
de  los  pecados  ha  sido  demasiado  sucinta  o  mecánica,  se  le  de- 
berá ayudar  a  replantear  su  vida  frente  a  Dios  y,  con  preguntas 
generales  sobre  las  diversas  virtudes  y/u  obligaciones,  de 
acuerdo  con  las  condiciones  personales  del  interesado,-^^  recor- 
darle positivamente  la  invitación  a  la  santidad  del  amor  y  la  im^ 
portancia  de  sus  deberes  en  el  ámbito  de  la  procreación  y  edu- 
cación de  los  hijos. 

4.  Cuando  es  el  penitente  quien  formula  preguntas  o  solicita  — 


"Como  en  el  altar  donde  celebra  la  Eucaristía  y  como  en  cada  uno  de  los  Sacra- 
mentos, el  sacerdote,  niinistro  de  la  Penitencia,  actúa  in  persona  Christi.  Cristo, 
a  quien  él  hace  presente,  y  por  su  medio  realiza  el  misterio  de  la  remisión  de 
los  pecados,  es  el  que  aparece  como  heriiimio  del  hombre,  pontífice  misericor- 
dioso, fiel  y  compasivo,  pastor  decidido  a  buscar  la  oveja  perdida,  médico  que 
cura  y  conforta,  maestro  único  que  enseña  la  verdad  e  indica  los  caminos  de 
Dios,  juez  de  los  vivos  y  de  los  muertos,  que  juzga  según  la  verdad  y  no  según 
las  apariencias»  (Juan  Pablo  II,  Exhort.  Apost.  post-sinodal  Rcconciliniio  et  Pne- 
lútciüia,  2  de  diciembre  de  1984,  n.  29). 

«Cuando  celebra  el  sacramento  de  la  Penitencia,  el  sacerdote  ejerce  el  ministe- 
rio del  Buen  Pastor  que  busca  la  oveja  perdida,  el  del  Buen  Samaritano  que  cu- 
ra las  heridas,  del  Padre  que  espera  al  Hijo  pródigo  y  lo  acoge  a  su  vuelta,  del 
justo  Juez  que  no  hace  acepción  de  personas  y  cuyo  juicio  es  a  la  vez  justo  y  mi- 
sericordioso. En  una  palabra,  el  sacerdote  es  el  signo  y  el  iastrumento  del  amor 
misericordioso  con  el  pecador»  (Catecismo  de  In  Iglesia  Católica,  n.  1465). 
Cí.  Congregación  del  Santo  Oficio,  Nonnae  quaeiiam  de  agendi  rntione  coiifessn- 
rionim  circn  sextiiiii  Decalo¡:;i  prneceptiiiii,  16  de  mayo  de  1943. 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


también  en  modo  implícito —  aclaraciones  sobre  puntos  concre- 
tos, el  confesor  deberá  responder  adecuadamente,  pero  siempre 
con  prudencia  y  discreción,^^  sin  aprobar  opiniones  erróneas. 

5.  El  confesor  tiene  la  obligación  de  advertir  a  los  penitentes  sobre 
las  transgresiones  de  la  ley  de  Dios  graves  en  sí  mismas,  y  pro- 
curar que  deseen  la  absolución  y  el  perdón  del  Señor  con  el  pro- 
pósito de  replantear  y  corregir  su  conducta.  De  todos  modos  la 
reincidencia  en  los  pecados  de  contracepción  no  es  en  sí  misma 
motivo  para  negar  la  absolución;  en  cambio,  ésta  no  se  puede 
impartir  si  faltan  el  suficiente  arrepentimiento  o  el  propósito  de 
evitar  el  pecado.'*'^ 

6.  El  penitente  que  habitualmente  se  confiesa  con  el  mismo  sacer- 
dote busca  a  menudo  algo  más  que  la  sola  absolución.  Es  nece- 
sario que  el  confesor  sepa  realizar  una  tarea  de  orientación,  que 
ciertamente  será  más  fácil  donde  exista  una  relación  de  verda- 
dera y  propia  dirección  espiritual  — aunque  no  se  utilice  tal  ex- 
presión—  para  ayudarle  a  mejorar  en  todas  las  virtudes  cristia- 
nas y,  consecuentemente,  en  la  santificación  de  la  vida  matrimo- 
nial.-i^ 


«Al  interrogar,  el  sacerdote  debe  comportarse  con  prudencia  y  discreción, 
atendiendo  a  la  condición  y  edad  del  penitente;  y  ha  de  abstenerse  de  pregun- 
tar sobre  el  nombre  del  cómplice»  (Código  de  Derecho  Canónico,  c.  979). 
«La  pedagogía  concreta  de  la  Iglesia  debe  estar  siempre  unida  y  nunca  separa- 
da de  su  doctrina.  Repito,  por  tanto,  con  la  misma  persuasión  de  mi  Predece- 
sor; "No  menoscabar  en  nada  la  saludable  doctrina  de  Cristo  es  una  forma  de 
caridad  eminente  hacia  las  almas"»  (Juan  Pablo  II,  Exhort.  Apost.  Faniilinris 
Coiiiortio,  22  de  noviembre  de  1981,  n.  33). 

Cf.  Denzi.\ger-ShO\metzer,  Enchiridion  Symbolorwu,  3187. 

«La  confesión  de  los  pecados  hecha  al  sacerdote  constituye  una  parte  esencial 
del  sacramento  de  la  penitencia:  "En  la  confesión,  los  penitentes  deben  enume- 
rar todos  los  pecados  mortales  de  que  tienen  conciencia  tras  haberse  examina- 
do seriamente,  incluso  si  estos  pecados  son  muy  secretos  y  si  han  sido  cometi- 
dos solamente  contra  los  dos  últimos  mandamientos  del  Decálogo,  pues,  a  ve- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


7.  El  sacramento  de  la  Reconciliación  requiere,  por  parte  del  peni- 
tente, el  dolor  sincero,  la  acusación  formalmente  íntegra  de  los 
pecados  mortales  y  el  propósito,  con  la  ayuda  de  Dios,  de  no  pe- 
car en  adelante.  Normalmente  no  es  necesario  que  el  confesor 
indague  sobre  los  pecados  cometidos  a  causa  de  una  ignorancia 
invencible  de  su  malicia,  o  de  un  error  de  juicio  no  culpable. 
Aunque  esos  pecados  no  sean  imputables,  sin  embargo  no  de- 
jan de  ser  un  mal  y  un  desorden.  Esto  vale  también  para  la  nm- 
licin  objetiva  de  In  contracepción,  que  introduce  en  la  vida  conyu- 
gal de  los  esposos  un  hábito  desordenado.  Por  consiguiente  es 
necesario  esforzarse,  en  el  modo  más  oportuno,  por  liberar  la 
conciencia  moral  de  aquellos  errores-'^  que  están  en  contradic- 
ción con  la  naturaleza  de  la  donación  total  de  la  vida  conyugal. 

Aun  teniendo  presente  que  la  formación  de  las  conciencias  se 
realiza  sobre  todo  en  la  catequesis  general  y  específica  de  los  es- 
posos, siempre  es  necesario  ayudar  a  los  cónyuges,  incluso  en  el 
momento  del  sacramento  de  la  Reconciliación,  a  examinarse  so- 
bre sus  obligaciones  específicas  de  vida  conyugal.  Si  el  confesor 
considerase  necesario  interrogar  al  penitente,  debe  hacerlo  con 
discreción  y  respeto. 

8.  Ciertamente  continúa  siendo  válido  el  principio,  también  referi- 


ces,  estos  pecados  hieren  más  gravemente  el  alma  y  son  más  peligrosos  que  los 
que  han  sido  cometidos  a  la  vista  de  todos"»  (Cahxnuw  de  In  ¡¡^lcí:in  Cntólicn.  n. 
1456). 

"Si  por  el  contrario,  la  ignorancia  es  invencible,  o  el  juicio  erróneo  sin  respon- 
sabilidad del  sujeto  moral,  el  mal  cometido  por  la  persona  no  puede  serle  im- 
putado. Pero  no  deja  de  ser  un  mal,  una  privación,  un  desorden.  Por  tanto,  es 
preciso  trabajar  por  corregir  la  conciencia  moral  de  sus  errores»  {Cnteciinio  th' 
la  ¡¡^Iciin  Católica,  n.  1793). 

"El  mal  cometido  a  causa  de  una  ignorancia  invencible,  o  de  un  error  de  juicio 
no  culpable,  puede  no  ser  imputable  a  la  persona  que  lo  hace;  pero  tampoco  en 
este  caso  aquél  deja  de  ser  un  mal,  un  desorden  con  relación  a  la  verdad  sobre 
el  bien»  Qvah  Vahí  o  II,  Ene,  Veritntia  Splciuior.  8  de  agosto  de  1993,  n.  63). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


do  a  la  castidad  conyugal,  según  el  cual  es  preferible  dejar  a  los 
penitentes  en  buena  fe  si  se  encuentran  en  el  error  debido  a  una 
ignorancia  subjetivamente  invencible,  cuando  se  prevea  que  el 
penitente,  aun  después  de  haberlo  orientado  a  vivir  en  el  ámbi- 
to de  la  vida  de  fe,  no  modificaría  la  propia  conducta,  y  con  ello 
pasaría  a  pecar  formalmente;  sin  embargo,  aun  en  esos  casos,  el 
confesor  debe  animar  estos  penitentes  a  acoger  en  la  propia  vi- 
da el  plan  de  Dios,  también  en  las  exigencias  conyugales,  por 
medio  de  la  oración,  la  llamada  y  la  exhortación  a  la  formación 
de  la  conciencia  y  la  enseñanza  de  la  Iglesia. 

9.  La  «ley  de  la  gradualidad»  pastoral,  que  no  se  puede  confundir 
con  «la  gradualidad  de  la  ley»  que  pretende  disminuir  sus  exi- 
gencias, implica  una  decisiva  ruptura  con  el  pecado  y  un  camino 
progresivo  hacia  la  total  unión  con  la  voluntad  de  Dios  y  con  sus 
amables  exigencias.'*^ 


«También  los  esposos,  en  el  ámbito  de  su  vida  moral,  están  llamados  a  un  in- 
cesante camino,  sostenidos  por  el  deseo  sincero  y  activo  de  conocer  cada  vez 
mejor  los  valores  que  la  ley  divina  tutela  y  promueve  y  por  la  voluntad  recta  y 
generosa  de  encamarlos  en  sus  opciones  concretas.  Ellos,  sin  embargo,  no  pue- 
den mirar  la  ley  como  un  mero  ideal  que  se  puede  alcanzar  en  el  futuro,  sino 
que  deben  considerarla  como  un  mandato  de  Cristo  Señor  a  superar  con  valen- 
tía las  dificultades.  "Por  ello,  la  llamada  'ley  de  gradualidad'  o  camino  gradual 
no  puede  identificarse  con  la  'gradualidad  de  la  ley',  como  si  hubiera  varios 
grados  o  formas  de  precepto  en  la  ley  divina  para  diversos  hombres  y  situacio- 
nes. Todos  los  esposos,  según  el  plan  de  Dios,  están  llamados  a  la  santidad  en 
el  matrimonio,  y  esta  excelsa  vocación  se  realiza  en  la  medida  en  que  la  perso- 
na humana  se  encuentra  en  condiciones  de  responder  al  mandaniiento  divino 
con  ánimo  sereno,  confiando  en  la  gracia  divina  y  en  la  propia  voluntad".  En 
la  niisma  línea,  la  pedagogía  de  la  Iglesia  comporta  que  los  esposos  reconoz- 
can, ante  todo,  claramente  la  dcxtrina  de  la  Hiiniaiwc  Vitne  como  normativa  pa- 
ra el  ejercicio  de  su  sexualidad  y  se  comprometan  sinceramente  a  poner  las 
condiciones  necesarias  para  observar  tal  norma»  (Juan  Pablo  II,  Exliort.  Apost. 
Fninilinris  Coiisortio,  22  de  noviembre  de  1981,  n.  34). 


BOLETIN    ECLESIASTICO  ! 


10.  Resulta  por  tanto  inaceptable  el  intento  — que  en  realidad  es  un 
pretexto —  de  hacer  de  la  propia  debilidad  el  criterio  de  la  ver- 
dad moral.  Ya  desde  el  primer  anuncio  que  recibe  de  la  palabra 
de  Jesús,  el  cristiano  se  da  cuenta  que  hay  una  «desproporción» 
entre  la  ley  moral,  natural  y  evangélica,  y  la  capacidad  del  hom- 
bre. Pero  también  comprende  que  reconocer  la  propia  debilidad 
es  el  camino  necesario  y  seguro  para  abrir  las  puertas  de  la  mi- 
sericordia de  Dios.'*'* 

11.  A  quien,  después  de  haber  pecado  gravemente  contra  la  casti- 
dad conyugal,  se  arrepiente  y,  no  obstante  las  recaídas,  mani- 
fiesta su  voluntad  de  luchar  para  abstenerse  de  nuevos  pecados, 
no  se  le  ha  de  negar  la  absolución  sacramental.  El  confesor  de- 
berá evitar  toda  manifestación  de  desconfianza  en  la  gracia  de 
Dios,  o  en  las  disposiciones  del  penitente,  exigiendo  garantías 
absolutas,  que  humanamente  son  imposibles,  de  una  futura 
conducta  irreprensible,'*^  y  esto  según  la  doctrina  aprobada  y  la 
praxis  seguida  por  los  Santos  Doctores  y  confesores  acerca  de 
los  penitentes  habituales. 


«En  este  contexto  se  abre  el  justo  espacio  a  la  nnsericoniia  de  Dios  para  el  peca- 
do del  hombre  que  se  convierte,  y  a  la  comprensión  for  la  dclnlidnii  Itiinmiia.  Esta 
comprensión  jamás  significa  comprometer  y  falsificar  la  medida  del  bien  y  del 
mal  para  adaptarla  a  las  circunstancias.  Mientras  es  humano  que  el  hombre, 
habiendo  pecado,  reconozca  su  debilidad  y  pida  misericordia  por  las  propias 
culpas,  en  cambio  es  inaceptable  la  actitud  de  quien  hace  de  su  propia  debili- 
dad el  criterio  de  la  verdad  sobre  el  bien,  de  manera  que  se  puede  sentir  justi- 
ficado por  sí  mismo,  incluso  sin  necesidad  de  recurrir  a  Dios  y  a  su  misericor- 
dia. Semejante  actitud  corrompe  la  moralidad  de  la  sociedad  entera,  porque 
enseña  a  dudar  de  la  objetividad  de  la  ley  moral  en  general  y  a  rechazar  las 
prohibiciones  morales  absolutas  sobre  determinados  actos  humanos,  y  termi- 
na por  confundir  todos  los  juicios  de  valor»  (Jlian  Pabi  o  1!,  Ene.  Veritntis  Splcn- 
dor  8  de  agosto  de  1993,  n.  104). 
'^^  <<No  debe  negarse  ni  retrasarse  la  absolución  si  el  confesor  no  duda  de  la  bue- 
na disposición  del  penitente  y  éste  pide  ser  absuelto»  (Códij^o  de  Derecho  Cnno- 
mco.  can.  980). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


237 


12.  Cuando  en  el  penitente  existe  la  disponibilidad  de  acoger  la  en- 
señanza moral,  especialmente  en  el  caso  de  quien  habitualmen- 
te  frecuenta  el  sacramento  y  demuestra  interés  en  la  ayuda  es- 
piritual, es  conveniente  infundirle  confianza  en  la  Providencia  y 
apoyarlo  para  que  se  examine  honestamente  en  la  presencia  de 
Dios.  A  tal  fin  convendrá  verificar  la  solidez  de  los  motivos  que 
se  tienen  para  limitar  la  paternidad  o  maternidad,  y  la  licitud  de 
los  métodos  escogidos  para  distanciar  o  evitar  una  nueva  con- 
cepción. 

13.  Presentan  una  dificultad  especial  los  casos  de  cooperación  al  pe- 
cado del  cónyuge  que  voluntariamente  hace  infecundo  el  acto 
unitivo.  En  primer  lugar,  es  necesario  distinguir  la  cooperación 
propiamente  dicha  de  la  violencia  o  de  la  injusta  imposición  por 
parte  de  uno  de  los  cónyuges,  a  la  cual  el  otro  no  se  puede  opo- 
ner.-^^  Tal  cooperación  puede  ser  lícita  cuando  se  dan  conjunta- 
mente estas  tres  condiciones: 

1.  la  acción  del  cónyuge  cooperante  no  sea  en  sí  misma  ilícita;'*^ 

2.  existan  motivos  proporcionalmente  graves  para  cooperar  al 
pecado  del  cónyuge; 

3.  se  procure  ayudar  al  cónyuge  (pacientemente,  con  la  ora- 
ción, con  la  caridad,  con  el  diálogo:  no  necesariamente  en 
aquel  momento,  ni  en  cada  ocasión)  a  desistir  de  tal  conduc- 
ta. 


"Sabe  muy  bien  la  Santa  Iglesia  que  no  raras  veces  uno  de  los  cónyuges,  más 
que  cometer  el  pecado,  lo  soporta,  al  permitir,  por  cauSa  muy  grave,  el  trastor- 
no del  recto  orden  que  aquél  rechaza,  y  que  carece,  por  lo  tanto,  de  culpa,  siem- 
pre que  tenga  en  cuenta  la  ley  de  la  caridad  y  no  se  descuide  en  disuadir  y 
apartar  del  pecado  al  otro  cónyuge»  (Pió  XI,  Ene.  Casti  Coniuibü,  AAS  22  [1930], 
561). 

Cf.  De\zi\cer-Sho\metzer,  Enchiruliou  Si/iiiboloriiin,  2795,  3634. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


14.  Además,  se  deberá  evaluar  cuidadosamente  la  cooperación  al 
mal  cuando  se  recurre  al  uso  de  medios  que  pueden  tener  efec- 
tos abortivos.'*^ 

15.  Los  esposos  cristianos  son  testigos  del  amor  de  Dios  en  el  mun- 
do. Deben,  por  tanto  estar  convencidos,  con  la  ayuda  de  la  fe  e 
incluso  contra  la  ya  experimentada  debilidad  humana,  que  es 
posible  con  la  gracia  divina  seguir  la  voluntad  del  Señor  en  la 
vida  conyugal.  Resulta  indispensable  el  frecuente  y  perseveran- 
te recurso  a  la  oración,  a  la  Eucaristía  y  a  la  Reconciliación,  pa- 
ra lograr  el  dominio  de  sí  mismo."*^ 

16.  A  los  sacerdotes  se  les  pide  que,  en  la  catequesis  y  en  la  orienta- 
ción de  los  esposos  al  matrimonio,  tengan  uniformidad  de  cri- 
terios tanto  en  lo  que  se  enseña  como  en  el  ámbito  del  sacra- 
mento de  la  Reconciliación,  en  completa  fidelidad  al  magisterio 
de  la  Iglesia  sobre  la  malicia  del  acto  contraceptivo. 


«Desde  el  punto  de  vista  moral,  nunca  es  lícito  cooperar  formalmente  en  el 
mal.  Esta  cooperación  se  produce  cuando  la  acción  realizada,  o  por  su  misma 
naturaleza  o  por  la  configuración  que  asume  en  un  contexto  concreto,  se  cali- 
fica como  colaboración  directa  en  un  acto  contra  la  vida  humana  Inocente  o  co- 
mo participación  en  la  intención  inmoral  del  agente  principal»  (Juan  Pablo  11, 
Ene.  Evniij^cliiiiii  Vitac,  25  de  marzo  de  1995,  n.  74). 

"Esta  disciplina,  propia  de  la  pureza  de  los  esposos,  lejos  de  perjudicar  el  amor 
conyugal,  le  confiere  un  valor  humano  más  sublime.  Exige  un  esfuerzo  conti- 
nuo, pero,  en  virtud  de  su  influjo  beneficioso,  los  cónyuges  desarrollan  íntegra- 
mente su  personalidad,  enriqueciéndose  de  valores  espirituales:  aportando  a  la 
vida  familiar  frutos  de  serenidad  y  de  paz  y  facilitando  la  solución  de  otros 
problemas;  favoreciendo  la  atención  hacia  el  otro  cónyuge;  ayudando  a  supe- 
rar el  egoísmo,  enemigo  del  verdadero  amor,  y  enraizando  más  su  sentido  de 
responsabilidad.  Los  padres  adquieren  así  la  capacidad  de  un  influjo  más  pro- 
fundo y  eficaz  para  educar  a  los  hijos;  los  niños  y  los  jóvenes  crecen  en  la  jus- 
ta estima  de  los  valores  humanos  y  en  el  desarrollo  sereno  y  armónico  de  sus 
facultades  espirituales  y  sensibles»  (1'ahu>  VI,  Ene.  Hiiiiiniiac  Vitnc.  25  de  julio 
de  196«,  n.  21). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


Los  Obispos  vigilen  con  particular  cuidado  cuanto  se  refiere  al 
tema:  no  raramente  los  fieles  se  escandalizan  por  esta  falta  de 
unidad  tanto  en  la  catequesis  como  en  el  sacramento  de  la  Re- 
conciliación.5i^ 

17.  Esta  pastoral  de  la  confesión  será  más  eficaz  si  va  unida  a  una 
incesante  y  capilar  catequesis  sobre  la  vocación  cristiana  al 
amor  conyugal  y  sobre  sus  dimensiones  de  alegría  y  de  exigen- 
cia, de  gracia  y  de  responsabilidad  personal,^!  y  si  se  instituyen 
consultorios  y  centros  a  los  cuales  el  confesor  pueda  enviar  fá- 
cilmente al  penitente  para  que  conozca  adecuadamente  los  mé- 
todos naturales. 


«Para  los  sacerdotes  <'la  primera  incumbencia  — en  especial  la  de  aquellos  que 
enseñan  la  teología  moral  es  exponer  sin  ambigüedades  la  doctrina  de  la  Igle- 
sia sobre  el  matrimonio.  Sed  los  primeros  en  dar  ejemplo  de  obsequio  leal,  in- 
terna y  externamente,  al  Magisterio  de  la  Iglesia,  en  el  ejercicio  de  vuestro  mi- 
nisterio. Tal  obsequio,  bien  lo  sabéis,  es  obligatorio  no  solo  por  las  razones  adu- 
cidas, sino  sobre  todo  por  razón  de  la  luz  del  Espíritu  Santo,  de  la  cual  están 
particularmente  asistidos  los  Pastores  de  la  Iglesia  para  ilustrar  la  verdad. 
Conocéis  también  la  suma  importancia  que  tiene  para  la  paz  de  las  conciencias 
y  para  la  luiidad  del  pueblo  cristiano,  que  en  el  campo  de  la  moral )'  del  dog- 
ma se  atengan  todos  al  Magisterio  de  la  Iglesia  y  hablen  del  mismo  modo.  Por 
esto  renovamos  con  todo  Nuestro  ánimo  el  angustioso  llamamiento  del  Após- 
tol Pablo:  "Os  ruego,  hermanos,  por  el  nombre  de  Nuestro  Señor  Jesucristo, 
que  todos  habléis  igualmente,  y  no  haya  entre  vosotros  cismas,  antes  seáis  con- 
cordes en  el  mismo  pensar  y  en  el  niismo  sentir". 

No  menoscabar  en  nada  la  saludable  doctrina  de  Cristo  es  una  forma  de  cari- 
dad eminente  hacia  las  almas.  Pero  esto  debe  ir  acompañado  siempre  de  la  pa- 
ciencia y  de  la  bondad  de  que  el  mismo  Señor  dio  ejemplo  en  su  trato  con  los 
hombres.  Venido  no  para  juzgar  sino  para  salvar.  El  fue  ciertamente  intransi- 
gente con  el  mal,  pero  misericordioso  con  las  personas»  (Pablo  VI,  Ene.  Huiun- 
nae  Viiae.  25  de  julio  de  1968,  nn.  28  -  29). 

"Ante  el  problema  de  una  honesta  regulación  de  la  natalidad,  la  comunidad 
eclesial,  en  el  tiempo  presente,  debe  preocuparse  por  suscitar  convicciones  y 
ofrecer  ayudas  concretas  a  quienes  desean  vivir  la  paternidad  y  la  maternidad 
de  modo  verdaderamente  responsable. 

En  este  campo,  mientras  la  Iglesia  se  alegra  de  los  resultados  alcanzados  por 


240 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


18.  Para  que  sean  aplicables  en  concreto  las  directivas  morales  rela- 
tivas a  la  procreación  responsable  es  necesario  que  la  valiosa 
obra  de  los  confesores  sea  completada  por  la  catcquesis. 52  En  es- 
te esfuerzo  está  comprendida  a  pleno  título  una  esmerada  ilu- 
minación sobre  la  gravedad  del  pecado  referido  al  aborto. 

19.  En  lo  que  atañe  a  la  absolución  del  pecado  de  aborto  subsiste 
siempre  la  obligación  de  tener  en  cuenta  las  normas  canónicas. 
Si  el  arrepentimiento  es  sincero  y  resulta  difícil  remitir  el  caso  a 
la  autoridad  competente,  a  quien  le  está  reservada  levantar  la 
censura,  todo  confesor  puede  hacerlo  a  tenor  del  can.  1398,  su- 
giriendo la  adecuada  penitencia  e  indicando  la  necesidad  de  re- 
currir ante  quien  goza  de  tal  facultad,  ofreciéndose  eventual- 
mente  para  tramitarla.53 


las  investigaciones  científicas  para  un  conocimiento  más  preciso  de  los  ritmos 
de  fertilidad  femenina  y  alienta  a  una  más  decisiva  y  amplia  extensión  do  tales 
estudios,  no  puede  menos  de  apelar,  con  renovado  vigor,  a  la  responsabilidad 
de  cuantos  — médicos,  expertos,  consejeros  matrimoniales,  educadores,  matri- 
monios — pueden  ayudar  efectivamente  a  los  esposos  a  vivir  su  amor  respetan- 
do la  estructura  y  finalidades  del  acto  conyugal,  que  lo  expresa.  Esto  significa 
un  compromiso  más  amplio,  decisivo  y  sistemático  en  hacer  conocer,  estimar 
y  aplicar  los  métodos  naturales  do  rcgT.i]ación  de  la  fertilidad. 
Un  testimonio  precioso  puede  y  debe  ser  dado  por  aquellos  esposos  que,  me- 
diante el  compromiso  comv'm  de  la  continencia  periódica,  han  llegado  a  vina 
responsabilidad  personal  más  madura  ante  el  amor  y  la  vida.  Como  escribía 
Pablo  VI,  "a  ellos  ha  confiado  el  Señor  la  misión  de  hacer  visible  ante  los  hom- 
bres la  santidad  y  la  suavidad  de  la  ley  que  une  el  amor  mutuo  de  los  esposos 
con  su  cooperación  al  amor  do  Dios,  autor  de  la  vida  humana"»  (¡vas  Pai3LO 
II,  Exhort.  Apost.  Fainilicirii  Comortio,  22  de  nox'iembre  do  1981,  n.  35). 

«Desde  el  siglo  primero,  la  iglesia  ha  afirmado  la  malicia  moral  de  todo  abor- 
to provocado.  Esta  enseñanza  no  ha  cambiado;  permanece  invariable.  El  abor- 
to directo,  es  decir,  querido  como  un  fin  o  como  un  medio,  es  gra\'emente  con- 
trario a  la  ley  moral»  (Catccinno  de  la  Iglciia  Católica,  n.  2271;  \'er  Co.VGKi-.CACiox 
VAHA  l.A  DütlKl.VA  iji;  LA  Fi',  Dccli¡raci(h¡  sobre  el  aborto  procurado,  18  do  noviem- 
bre de  1974). 

«La  gravedad  moral  del  aborto  pwcuradi)  se  manifiesta  en  toda  su  \'erdad  si 
se  reconoce  que  se  trata  de  un  homicidio  en  particular,  si  se  consideran  las 
circunstancias  específicas  que  lo  cualifican.  Quien  se  elimina  es  un  ser  huma- 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


2 


Conclusión 

La  Iglesia  considera  como  uno  de  sus  principales  deberes,  espe- 
cialmente en  el  momento  actual,  proclamar  e  introducir  en  la  vida 
el  misterio  de  la  misericordia,  revelado  de  modo  excelso  en  la  per- 
sona de  ]esucristo.54 

El  lugar  por  excelencia  de  tal  proclamación  y  realización  de  la 
misericordia,  es  la  celebración  del  sacramento  de  la  Reconciliación. 

La  coincidencia  con  este  primer  año  del  trienio  de  preparación 
al  Tercer  Milenio  dedicado  a  Jesucristo,  único  Salvador  del  mundo, 
ayer,  hoy  y  siempre  id.  Hebr  13, 8),  puede  ofrecer  una  gran  oportuni- 
dad para  la  tarea  de  actualización  pastoral  y  de  profundización  ca- 
tequística en  las  diócesis  y  concretamente  en  los  santuarios,  donde 
acuden  muchos  peregrinos  y  se  administra  el  Sacramento  del  per- 
dón con  abundante  presencia  de  confesores. 

Los  sacerdotes  estén  completamente  disponibles  a  este  ministe- 
rio del  cual  depende  la  felicidad  eterna  de  los  esposos,  y  también, 
en  buena  parte,  la  serenidad  y  el  gozo  de  la  vida  presente:  ¡sean  pa- 
ra ellos  auténticos  testigos  vivientes  de  la  misericordia  del  Padre! 

Ciudad  del  Vaticano,  12  de  febrero  de  1997. 

Alfonso  Card.  López  Trujillo 
Presidente  del  Pontificio  Consejo  para  la  Familia 

+Francisco  Gil  Hellín 
Secretario 


no  que  comienza  a  vivir,  es  decir,  lo  más  inocente  en  absoluto  que  se  pueda 
imaginar»  (Juan  Pablo  II,  Ene.  Evangelium  Vitae,  25  de  marzo  de  1995,  n.  58). 
Tengase  presente  que  «ipso  iure»  la  facultad  de  levantar  la  censura  do  esta  ma- 
teria en  el  Riero  interno  pertenece,  como  para  todas  las  censuras  no  reservadas 
a  la  Santa  Sede  y  no  declaradas,  a  todo  Obispo,  aunque  solamente  sea  titular, 
y  al  Penitenciario  diocesano  o  colegiado  (can.  508),  así  como  a  los  capellanes  de 
hospitales,  cárceles  e  internados  (can.  566  &  2).  Para  la  censura  relativa  al  abor- 
to gozan  de  la  facultad  de  levantarla,  por  privilegio,  los  confesores  que  perte- 
necen a  Ordenes  mendicantes  o  a  algunas  Congregaciones  religiosas  moder- 
nas. 

Cf.  JüAM  Paulo  II,  Ene.  Divcs  in  Misericordia,  30  de  noviembre  de  1980,  n.  14. 


242 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Un  gran  signo  de  esperanza 

Mensaje  a  los  participantes  en  el  Congreso 
sobre  las  vocaciones  al  sacerdocio 
y  a  la  vida  consagrada  en  Europa 

Queridos  participantes  en  el  Congreso  europeo  sobre  las  vocacio- 
nes: 

1 .  Me  alegra  saludaros  y  expresaros  mis  mejores  deseos  al  comien- 
zo de  los  trabajos  sobre  el  arduo  tema:  «Nuevas  vocaciones  para  una 
nueva  Europa».  El  congreso,  preparado  cuidadosamente  con  la  cola- 
boración de  muchas  personas  dedicadas  a  la  pastoral  de  las  voca- 
ciones, constituye  un  gran  signo  de  esperanza  para  las  Iglesias  del 
continente  europeo  y  confluye  providencialmente  en  el  gran  río  de 
experiencias  de  fe,  que  recuerdan  a  Europa  sus  raíces  cristianas  y  a 
las  Iglesias  la  misión  de  anunciar  a  Jesucristo  a  las  generaciones  del 
tercer  milenio. 

Esta  oportuna  iniciativa  quiere  centrar  la  atención  en  la  pastoral  vo- 
cacional,  reconociendo  en  ella  un  problema  vital  para  el  futuro  de 
la  fe  cristiana  en  el  continente  y,  en  consecuencia,  para  el  progreso 
espiritual  de  los  mismos  pueblos  europeos.  No  se  trata  de  un  aspec- 
to parcial  o  marginal  de  la  experiencia  eclesial,  sino  de  la  vivencia 
de  la  fe  en  Jesucristo,  único  Proyecto  capaz  de  colmar  plenamente 
las  aspiraciones  más  profundas  del  corazón  humano. 

2.  La  vida  tiene  una  estructura  esencialmente  vocacional.  En  efec- 
to, su  proyecto  hunde  sus  raíces  en  el  corazón  del  misterio  de  Dios: 
«Dios  nos  ha  elegido  en  él  — en  Cristo —  antes  de  la  creación  del 
mundo,  para  ser  santos  e  inmaculados  en  su  presencia,  en  el  amor» 
(Ef  1,4). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


Toda  la  existencia  humana,  por  consiguiente,  es  respuesta  a  Dios, 
que  hace  sentir  su  amor  sobre  todo  en  algunos  momentos:  la  llama- 
da a  la  vida;  la  entrada  en  la  comunión  de  gracia  de  su  Iglesia;  la  in- 
vitación a  dar  testimonio  de  Cristo  en  la  comunidad  eclesial,  según 
un  proyecto  totalmente  personal  e  irrepetible;  y  la  llamada  a  la  co- 
munión definitiva  con  él  en  la  hora  de  la  muerte. 

Por  tanto,  no  cabe  duda  de  que  el  compromiso  de  la  comunidad 
eclesial  en  favor  de  la  pastoral  vocacional  es  uno  de  los  más  graves 
y  urgentes.  En  efecto,  hay  que  ayudar  a  todos  los  bautizados  a  des- 
cubrir la  llamada  que  Dios  les  dirige  en  su  proyecto,  y  a  disponer- 
se a  acogerla.  Así,  al  destinatario  de  una  vocación  particular  al  ser- 
vicio del  Reino  le  resultará  más  fácil  reconocer  su  valor  y  aceptarla 
generosamente.  En  efecto,  no  se  trata  de  educar  a  las  personas  para 
que  hagan  algo,  sino  para  que  den  una  orientación  radical  a  su  vi- 
da y  realicen  opciones  que  determinen  para  siempre  su  futuro. 

3.  En  esa  perspectiva,  este  congreso  sobre  las  vocaciones  al  sacer- 
docio y  a  la  vida  consagrada  en  Europa  constituye  un  acto  de  fe  en 
la  acción  eficaz  y  constante  de  Dios;  un  acto  de  esperanza  en  el  fu- 
turo de  la  Iglesia  en  Europa;  y  un  gesto  de  amor  al  pueblo  de  Dios 
del  «viejo  continente»,  que  necesita  personas  consagradas  plena- 
mente al  anuncio  del  Evangelio  y  al  servicio  de  sus  hermanos.  Que- 
réis determinar  las  estrategias  oportunas,  a  fin  de  ayudar  a  quienes 
el  Señor  elige  para  esta  entrega  total  a  descubrir  su  llamada  y  a  pro- 
nunciar su  «sí»  sin  reservas. 

Vuestra  atención  se  dirige,  sobre  todo,  a  los  jóvenes,  para  que  sepan 
acoger  la  invitación  del  Maestro  a  seguirlo.  Jesús  fija  en  ellos  su  mi- 
rada penetrante,  de  la  que  habla  el  evangelio  de  san  Marcos  (cf.  Me 
10,  21):  una  mirada  evocadora  del  misterio  de  luz  y  amor,  que  en- 
vuelve y  acompaña  a  toda  persona  humana  desde  el  primer  instan- 
te de  su  existencia. 


244 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Son  bien  conocidas  las  dificultades  que  hay  que  afrontar  hoy  para 
acoger  la  propuesta  de  Cristo.  Entre  ellas  se  hallan:  el  consumismo, 
la  visión  hedonista  de  la  vida,  la  cultura  de  la  evasión,  el  subjetivis- 
mo exasperado,  el  miedo  a  los  compromisos  definitivos,  y  una  di- 
fundida carencia  de  proyectos. 

Como  el  joven  rico,  del  que  habla  el  evangelio  (cf.  Me  10,  22),  mu- 
chos jóvenes  sienten  fuertes  resistencias  interiores  y  exteriores  a  la 
llamada  de  Cristo  y,  con  frecuencia,  se  retiran  entristecidos,  cedien- 
do ante  los  condicionamientos  que  los  frenan.  La  tristeza  que  se 
apoderó  del  rostro  del  joven  rico  es  el  riesgo  que  suelo  correr  quien 
no  se  decide  por  el  «sí»  a  la  llamada;  y  la  tristeza  es  solo  un  reflejo 
del  vacío  de  valores  que  reina  en  lo  profundo  del  corazón  y  que,  a 
menudo,  induce  a  su  víctima  a  seguir  la  senda  de  la  alienación,  la 
violencia  y  el  nihilismo. 

El  Congreso,  con  todo,  no  puede  detenerse  a  examinar  los  proble- 
mas, bastante  evidentes,  que  caracterizan  el  mundo  juvenil.  Su  ta- 
rea consiste,  sobre  todo,  en  indicar  a  las  comunidades  cristianas  los 
recursos,  las  expectativas  y  los  valores  presentes  en  las  nuevas  ge- 
neraciones, dando  al  mismo  tiempo  sugerencias  concretas  para  la 
elaboración,  basándose  en  esas  premisas,  de  un  serio  proyecto  de 
vida  inspirado  en  el  Evangelio.  Quien  ama  a  los  jóvenes  no  puede 
privarlos  de  esta  nueva  y  exaltante  posibilidad  de  vida,  a  la  que 
Cristo  llama  a  la  persona  con  vistas  a  una  realización  más  plena  de 
sus  potencialidades,  como  premisa  de  una  alegría  íntima  y  durade- 
ra. Por  tanto,  es  preciso  hacer  todos  los  esfuerzos  posibles  para  que 
los  jóvenes  lleguen  a  poner  a  Cristo  en  el  centro  de  su  búsqueda  y 
a  seguir  dócilmente  su  eventual  llamada. 

4.  Gran  luz  pueden  brindar  a  vuestro  congreso  las  palabras  del 
Apóstol,  que  delinean  el  estatuto  teológico  de  toda  comunidad  ecle- 
sial:  «Hay  diversidad  de  carismas,  pero  el  Espíritu  es  el  mismo;  di- 
versidad de  ministerios,  pero  el  Señor  es  el  mismo;  diversidad  de 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


245 


operaciones,  pero  es  el  mismo  Dios  que  obra  en  todos»  (1  Co  12, 4  - 
6).  En  esta  perspectiva,  las  Iglesias  particulares  deben  comprome- 
terse a  sostener  el  desarrollo  de  los  dones  y  los  carismas  que  el  Se- 
ñor no  deja  de  suscitar  en  su  pueblo.  Engendrar  en  el  Espíritu  nue- 
vas vocaciones  es  posible  cuando  la  comunidad  cristiana  es  viva  y 
fiel  a  su  Señor.  Esta  fecunda  vitalidad  implica  una  fuerte  atmósfera 
de  fe,  la  oración  intensa  y  asidua,  la  atención  a  la  calidad  de  la  vida 
espiritual,  el  testimonio  de  comunión  y  estima  con  respecto  a  los 
múltiples  dones  del  Espíritu,  y  el  celo  misionero  al  servicio  del  rei- 
no de  Dios. 

Por  tanto,  hay  que  reafirmar  que  la  pastoral  vocacional  no  puede 
agotarse  en  iniciativas  ocasionales  y  extraordinarias,  que  se  yuxta- 
ponen al  camino  normal  de  la  comunidad  eclesial.  Más  bien,  debe 
ser  una  de  las  preocupaciones  constantes  en  la  pastoral  de  la  Iglesia 
particular. 

A  este  propósito,  el  mismo  año  litúrgico  constituye  una  escuela  per- 
manente de  fe,  gracias  a  la  cual  todo  bautizado  está  invitado  a  en- 
trar en  lo  más  vivo  del  misterio  de  Dios,  para  dejarse  modelar  a  su 
imagen  y  semejanza. 

5.  Es  sabido  cuán  urgente  resulta  hoy  la  atención  pastoral  a  la  me- 
diación educativa.  Más  aún,  una  Iglesia  particular  solo  puede  mirar 
con  confianza  hacia  su  futuro  si  es  capaz  de  realizar  esta  atención 
pedagógica,  cuidando  de  modo  constante  de  sus  formadores  y,  an- 
te todo,  de  sus  presbíteros. 

Por  tanto,  este  congreso  es  una  invitación  a  todos  los  llamados  — 
sacerdotes,  consagrados  y  consagradas —  a  ser  testigos  gozosos  al 
servicio  del  Reino,  sabiendo  bien  que  su  vida  es  presencia  siempre 
significativa  al  lado  de  los  jóvenes:  alienta  o  desalienta,  suscita  el 
deseo  de  Dios  o  constituye  un  obstáculo  para  seguirlo.  El  testimo- 
nio coherente  de  Cristo  resucitado  representa  la  primera  propuesta 


246 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


vocacional.  El  congreso,  además,  quiere  favorecer  el  crecimiento  de 
una  auténtica  conciencia  educativa  en  los  mismos  formadores,  lla- 
mados a  una  responsabilidad  grave  y  exaltante  al  lado  de  los  jóve- 
nes: la  de  acompañarlos  en  su  búsqueda,  haciéndoles  sentir  el  de- 
seo de  dar  una  respuesta  generosa  a  su  vocación,  para  renovar  en 
esta  etapa  de  la  Iglesia  el  milagro  de  la  santidad,  verdadero  secreto 
de  la  anhelada  renovación  eclesial. 

6.  Amadísimos  hermanos  y  hermanas,  ante  vosotros  tenéis  una  ta- 
rea ciertamente  difícil,  pero  la  oración  incesante,  que  está  acompa- 
ñando este  encuentro  de  las  Iglesias  en  Europa,  alimenta  la  espe- 
ranza en  la  promesa  de  Dios  y  en  las  respuestas  radicales  a  su  lla- 
mada, que  también  son  posibles  en  nuestros  días.  La  oración  es  el 
secreto  capaz  de  garanhzar  el  renacimiento  de  la  confianza  dentro 
de  las  comunidades  cristianas.  La  oración  es  el  apoyo  constante  a. 
cuantos  están  llamados  a  servir  a  la  causa  del  Evangelio  y  a  promo- 
ver la  pastoral  de  las  vocaciones  durante  estos  años  difíciles,  pero 
con  claras  señales  de  una  nueva  primavera  espiritual.  El  Señor  no 
permitirá  que  falte  a  su  Iglesia,  ya  en  el  umbral  del  tercer  milenio, 
el  don  de  la  profecía  del  radicalismo  evangélico. 

María,  modelo  de  toda  vocación  y  ejemplo  transparente  de  respues- 
ta sin  reservas  a  la  llamada  de  Dios,  os  acompañe  en  vuestro  esfuer- 
zo pastoral  al  servicio  de  «nuevas  vocaciones  para  una  nueva  Euro- 
pa» 

Con  estos  sentimientos,  os  imparto  a  todos  una  especial  bendición 
apostólica. 

Vaticano,  29  de  abril  de  1997 
Joannes  Paulus  pp  11 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


2 


Presentación  de  la  exhortación  apostólica 
«Una  esperanza  nueva  para  el  Líbano» 

La  Asamblea  especial  para  el  Líbano  del  Sínodo  de  los  obispos  constituyó 
un  momento  providencial  para  la  Iglesia  y  para  todo  el  Líbano.  Con 
la  exhortación  apostólica  postsinodal,  el  Papa  quiere  invitar  a  sus 
hermanos  y  hermanas  del  Líbano  a  una  nueva  esperanza,  en  el  um- 
bral del  tercer  milenio. 

En  el  capítulo  primero,  el  Santo  Padre  presenta  la  situación  actual 
de  la  Iglesia  Católica  en  el  Líbano  y  destaca  la  diversidad  existente 
en  la  Iglesia,  que  representa  una  riqueza  innegable.  En  efecto,  las 
antiguas  tradiciones  espirituales  y  litúrgicas  confieren  a  cada  una 
de  las  Iglesias  patriarcales  y  al  vicariato  apostólico  lahno  una  enti- 
dad propia.  Con  todo,  esta  diversidad  es  también  fuente  de  dificul- 
tades y  tensiones  entre  las  diferentes  comunidades,  que  a  veces 
tienden  a  vivir  solamente  unas  al  lado  de  otras,  pero  sin  afirmar  su 
unidad.  Durante  los  años  de  la  guerra,  la  Iglesia  sufrió  mucho  a 
causa  de  la  división  de  sus  hijos  y  quedó  herida  en  su  interior.  Sin 
embargo,  hoy  es  más  fuerte  que  nunca  el  deseo  de  colaboración 
dentro  de  cada  Iglesia  patriarcal,  entre  las  Iglesias  patriarcales  y  con 
las  demás  Iglesias  y  comunidades  cristianas. 

La  Asamblea  especial  para  el  Líbano  del  Sínodo  de  los  obispos  representó 
para  la  Iglesia  católica  en  el  Líbano  una  ocasión  muy  significativa 
para  hacer  un  examen  de  conciencia,  a  fin  de  fortalecer  el  diálogo 
dentro  de  ella  misma,  así  como  con  las  Iglesias  ortodoxas  y  con  las 
que  surgieron  de  la  Reforma.  También  fue  una  ocasión  para  afirmar 
las  buenas  relaciones  con  los  musulmanes  y  los  drusos.  En  sus  di- 
versas fases  de  preparación,  impulsó  el  dinamismo  y  un  renovado 
compromiso  pastoral. 

En  definitiva,  todos  los  libaneses  participaron  en  ese  acontecimien- 
to de  la  Iglesia  católica.  El  Papa  acude  al  Líbano  para  celebrar  so- 


248 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


lemnemente  la  fase  conclusiva;  no  para  poner  punto  final  al  Síno- 
do, sino  para  invitar  a  los  fieles  católicos  y  a  todos  los  hombres  de 
buena  voluntad  a  contribuir  a  la  edificación  de  la  sociedad  libane- 
sa,  respetando  las  múltiples  tradiciones  espirituales,  y  para  promo- 
ver la  solidaridad  y  la  convivencia  entre  los  componentes  cultura- 
les y  religiosos  del  país.  La  construcción  del  Líbano  es  posible  por- 
que sus  hijos  e  hijas  comparten  valores  espirituales,  morales  y  hu- 
manos indiscutibles. 

En  el  capítulo  segundo,  el  Santo  Padre  expone  una  reflexión  teoló- 
gica sobre  la  Iglesia,  Cuerpo  de  Cristo.  El  concepto  de  comunión  es 
importante  para  tomar  justa  conciencia  de  lo  que  es  la  Iglesia,  cuyo 
misterio  se  manifiesta  en  las  Iglesias  particulares,  que  tienen  tradi- 
ciones propias.  Cristo,  cabeza  y  pastor,  guía  a  su  Iglesia  por  el  Espí- 
ritu Santo,  que  transforma  a  los  discípulos  y  les  confía  una  misión 
de  perdón  y  reconciliación,  con  el  fin  de  restaurar  la  unidad  origi- 
naria del  pueblo  de  Dios.  Cristo  es  la  esperanza  de  los  cristianos  y 
la  luz  del  mundo.  Los  invita  a  vivir  en  la  caridad  y  a  comprometer- 
se al  servicio  de  sus  hermanos. 

En  el  capítulo  tercero,  el  más  largo  de  todos,  el  Papa  recuerda  qüe 
los  padres  sinodales  quisieron  destacar  lo  que  significa  ser  renova- 
dos por  el  Espíritu  de  Cristo,  preguntándose  también  cuál  renova- 
ción están  llamados  a  realizar,  bajo  la  guía  del  Espíritu  Santo,  los  ca- 
tólicos del  Líbano.  La  vida  cristiana  está  fundada,  ante  todo,  en  la 
lectura  y  la  meditación  de  la  palabra  de  Dios,  manantial  de  vida  es- 
piritual e  inspiración  de  la  vida  diaria.  Esta  lectura  de  la  Escritura 
se  realiza  en  la  Iglesia,  en  continuidad  con  la  Tradición  común  y  el 
Magisterio,  y  en  continuidad  con  las  tradiciones  particularmente  ri- 
cas del  Oriente  cristiano,  principalmente  la  antioquena  y  la  arme- 
nia. La  liturgia  alimenta  la  fe.  Eso  supone  una  pastoral  sacramental 
renovada,  para  consolidar  a  los  cristianos  en  la  fe,  es  importante 
asegurarles  una  formación  catequética  permanente,  que  les  ayude 
en  su  oración  personal  y  comunitaria,  y  en  su  actividad  en  el  mun- 
do. 


DCTOS,  DE  LA  SANTA  SEDE 


249 


El  Papa  ha  prestado  gran  atención  a  la  familia,  a  la  que  correspon- 
de una  misión  esencial.  Por  una  parte,  los  padres  deben  educar  a 
sus  hijos  en  los  valores  morales  e  iniciarlos  en  la  fe.  Por  otra,  la  fa- 
milia es  también  una  escuela  de  vida  social,  importante  para  for- 
marse en  el  respeto  a  sus  hermanos,  el  perdón  y  el  sentido  del  diá- 
logo. La  Iglesia  tiene  el  deber  de  ayudar  a  las  familias. 

Las  mujeres  ocupan  un  lugar  privilegiado  en  la  sociedad  libanesa. 
Con  igual  dignidad  e  iguales  derechos  que  los  hombres,  desempe- 
ñan un  papel  importante  como  educadoras  en  la  paz  y  en  los  nume- 
rosos campos  de  la  vida  diaria.  No  se  puede  olvidar  la  labor  que 
realizaron  para  defender  la  vida  y  mantener  viva  la  esperanza  de  la 
paz  durante  los  años  de  guerra.  El  Santo  Padre  expresa  su  deseo  de 
que  a  las  mujeres  se  les  brinde  la  posibilidad  de  ser  más  activas  en 
la  Iglesia  y  en  la  sociedad. 

También  los  jóvenes  son  objeto  de  gran  atención.  Ante  ellos  el  Papa 
ha  firmado  oficialmente  la  exhortación  apostólica,  pues  los  eligió 
como  testígos  privilegiados  y  depositarios  del  mensaje  de  renova- 
ción, que  tanto  necesitan  la  Iglesia  y  el  país.  Conviene  integrarlos  en 
todos  los  engranajes  de  la  sociedad  y  brindarles  la  formación  nece- 
saria para  sus  futuras  misiones. 

Siguiendo  la  exhortación  apostólica  postsinodal  Vita  consécrala,  el 
Papa  invita  a  los  religiosos  y  a  las  religiosas  a  ahondar  en  sus  caris- 
mas  y  a  ponerse  cada  vez  más  al  servicio  de  la  Iglesia.  Mediante  la 
práctica  de  los  consejos  evangélicos,  serán  testigos  creíbles  del  ca- 
rácter central  de  Cristo  y  de  su  mensaje  de  Scdvación  en  su  existen- 
cia y  ayudarán  a  los  fieles  a  vivir  una  vida  digna  de  Cristo. 

El  Santo  Padre  exhorta  a  los  institutos  de  vida  consagrada  a  una  vi- 
da espiritual,  intelectual  y  pastoral  más  intensa.  Con  numerosas  re- 
ferencias a  los  Padres  de  la  Iglesia  de  Oriente,  los  invita  a  acudir  a 
las  fuentes  del  monacato  para  encontrar  en  ellas  el  fervor  de  los  orí- 


250 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


genes  y  dar  al  Líbano  el  impulso  vital  de  espíritu,  que  tanto  necesi- 
ta. Por  su  parte,  los  sacerdotes  deben  dar  ejemplo,  como  humildes 
servidores  del  Señor,  en  la  misión  que  se  les  ha  confiado.  Urge  de- 
sarrollar la  pastoral  de  las  vocaciones  sacerdotales  y  religiosas,  pa- 
ra que  las  comunidades  cristianas  que  están  en  el  Líbano  y  en  la 
diáspora  cuenten  con  la  asistencia  espiritual  necesaria  para  toda  vi- 
da cristiana. 

La  renovación  de  las  personas  implica  también  la  renovación  de  las 
estructuras  eclesiales,  dentro  de  cada  patriarcado,  así  como  en  las 
relaciones  entre  los  patriarcados.  El  Papa  pide  que,  partiendo  de  la 
parroquia,  la  comunidad  cristiana  en  su  conjunto  emprenda  las 
transformaciones  necesarias  para  que  aumente  entre  los  católicos  la 
comunión,  como  testimonio  eminente  de  cristianos,  para  ayudarse 
recíprocamente  entre  las  Iglesias  patriarcales,  con  las  formas  de 
asistencia  pastoral  y  de  vida  caritativa,  y  para  desarrollar  las  instan- 
cias de  diálogo  y  concertación. 

Así,  todos  los  componentes  tomarán  parte  activa  en  la  vida  de  la  co- 
munidad cristiana.  El  Líbano  y  la  región  cuentan  con  dos  institucio- 
nes que  representan  organismos  valiosos  de  concertación:  La  Asmii- 
blea  de  los  patriarcas  y  obispos  católicos  del  Líbano  y  el  Consejo  de  los  pa- 
triarcas católicos  de  Oriente.  Con  respecto  a  la  renovación  pastoral,  el 
Papa  destaca  la  importancia  que  atribuye,  de  acuerdo  con  los  pa- 
dres sinodales,  a  la  catequesis,  a  la  familia,  a  los  movimientos  cris- 
tianos y  a  los  institutos  de  enseñanza.  En  efecto,  estos  diferentes  lu- 
gares de  educación  brindan  grandes  posibilidades  a  los  jóvenes  y  a 
los  adultos.  Los  cristianos,  para  actuar  en  el  mundo,  necesitan  con 
urgencia  referencias  bíblicas,  teológicas  y  morales. 

El  capítulo  cuarto  es  un  llamamiento  a  consolidar  la  comunión,  tan- 
to dentro  de  la  Iglesia  católica  que  está  en  Líbano  como  con  la  diás- 
pora. Con  este  fin,  todos  los  fieles  están  llamados  a  la  conversión 
del  corazón,  para  pasar  de  una  mentalidad  confesional  a  un  senti- 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


251 


do  auténtico  de  Iglesia,  como  pedía  recientemente  el  Consejo  lie  los 
patriarcas  católicos  de  Oriente  en  la  IV  carta  pastoral  Mi/stére  de  l'Egli- 
se  (Navidad  de  1996).  Asimismo,  se  pide  a  la  Iglesia  católica  y  a  las 
Iglesias  ortodoxas  que,  redescubriendo  y  ahondando  en  sus  tradi- 
ciones comunes,  caminen  por  la  senda  de  la  unidad  querida  por  el 
Señor,  y  prosigan  los  esfuerzos  concretos  y  las  realizaciones  en  los 
diferentes  campos  pastorales,  tratando  de  hacer  triunfar  la  verdad 
y  el  diálogo  de  la  caridad.  Igualmente,  con  las  Iglesias  surgidas  de 
la  Reforma,  el  diálogo  fraterno,  la  oración  y  las  acciones  sociales  co- 
munes contribuirán  a  pasar  de  la  desconfianza  al  compromiso  co- 
mún en  el  camino  de  la  unidad. 

En  el  capítulo  quinto,  el  Papa  invita  al  diálogo  interreligioso  en  el 
Líbano,  país  que  debe  ser  un  ejemplo,  para  la  región  y  para  el  mun- 
do entero,  de  convivencia  entre  los  creyentes  de  las  diferentes  reli- 
giones. El  diálogo  entre  musulmanes  y  cristianos  debe  abarcar  to- 
dos los  aspectos  de  la  convivencia  entre  las  diversas  comunidades, 
para  la  edificación  de  una  sociedad  más  justa  y  fraterna.  Ese  diálo- 
go se  realizará  en  la  vida  diaria,  en  el  trabajo  y  en  el  ámbito  de  la  vi- 
da de  la  ciudad,  donde  las  personas  aprenden  a  apreciarse.  El  diá- 
logo religioso  debe  reanudarse,  para  que  se  reconozca  la  grandeza 
de  las  aspiraciones  espirituales  que  permiten  hacer  progresar,  tanto 
en  la  vida  individual  como  en  la  colectiva,  los  valores  espirituales, 
morales  y  socioculturales.  El  Santo  Padre  hace  un  apremiante  lla- 
mamiento a  intensificar  la  colaboración  entre  cristianos  y  musulma- 
nes, donde  sea  posible,  y  a  promover  la  convivencia,  para  que  cada 
uno  pueda  desarrollarse  y  coexistir  en  paz  con  sus  hermanos. 

El  Papa,  recogiendo  los  mensajes  que  dirigió  a  lo  largo  de  los  años 
pasados,  exhorta  a  los  católicos,  a  los  demás  cristianos  y  a  todos  los 
libaneses,  a  realizar  gestos  proféticos  en  favor  de  la  paz  y  la  recon- 
ciliación, para  superar  los  conflictos  de  intereses  personales  y  para 
construir  un  Líbano  democrático.  Por  último,  subraya  que  la  paz 
dentro  del  país  permitirá  a  todos  los  prófugos  volver  a  sus  lugares 


BOLETIN  ECLESIASTICO 



de  origen  en  condiciones  satisfactorias,  con  la  ayuda  de  la  comuni- 
dad internacional. 

El  capítulo  sexto,  el  último,  pone  de  relieve  el  lugar  de  la  Iglesia  en 
la  sociedad,  pues  su  misión  tiene  también  una  dimensión  social. 
Los  cristianos  deben  encontrar  en  la  Escritura  inspiración  para  su 
acción  y  dar  un  testimonio  evangélico  con  su  vida  diaria.  La  recons- 
trucción de  la  sociedad  libanesa  es  una  tarea  urgente,  para  superar 
la  crisis  económica  y  para  constituir  un  Estado  social  donde  nadie 
quede  marginado.  Con  este  espíritu,  los  católicos  del  Líbano  quie- 
ren trabajar  confiadamente  con  todos  sus  hermanos,  en  particular 
en  los  campos  de  la  educación,  la  sanidad,  la  información,  y  en  la 
vida  política.  En  este  último  campo,  la  Iglesia  no  debe  involucrarse 
directamente;  con  todo,  los  fieles  laicos,  que  de  ninguna  manera 
pueden  renunciar  a  participar  en  la  política,  prestan  un  auténtico, 
servicio  al  hombre  y  a  la  comunidad  nacional. 

El  Papa  hace,  también,  un  llamamiento  al  respeto  de  los  derechos 
del  hombre,  elemento  primordial  de  un  Estado  de  derecho.  En  ca- 
da país,  todas  las  personas  y  comunidades  deben  poder  gozar  de 
los  mismos  derechos  y  someterse  a  los  mismos  deberes,  según  los 
principios  de  la  equidad,  la  igualdad  y  la  justicia.  Entre  estos  dere- 
chos está  también  el  de  la  libertad  religiosa.  El  buen  entendimiento 
y  el  respeto  entre  las  diferentes  comunidades  del  Líbano  son  aspec- 
tos de  la  vida  diaria  que  servirán  de  ejemplo  para  la  convivencia 
que  debe  existir  en  toda  nación  que  aspire  a  salvaguardar  su  inde- 
pendencia y  su  soberanía. 

En  la  conclusión,  juntamente  con  los  padres  del  Sínodo,  el  Papa  ex- 
horta a  los  católicos  a  la  renovación  pastoral  y  a  un  decidido  com- 
promiso en  la  sociedad.  Los  libaneses  están  llamados  a  vencer  el  de- 
safío de  la  reconciliación  y  la  fraternidad,  para  que  todos  puedan 
recuperar  la  esperanza.  Así,  el  pueblo  «crecerá  como  palmera,  se  al- 
zará como  cedro  del  Líbano»  (Sal  92, 13). 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


Los  sufrimientos  de  los  años  posados 
fortalecerán  vuestra  libertad 
y  vuestra  unidad 

Homilía  del  Popo  Juan  Pablo  II  en  la  Santa  Misa 
celebrada  en  Beirut 

1.  Hoy,  saludo  al  Líbano.  Ya  desde  hace  mucho  tiempo  deseaba  ve- 
nir a  vosotros,  y  por  muchas  razones.  He  llegado,  por  fin,  a  vuestro 
país  para  concluir  la  Asamblea  especial  para  el  Líbano  del  Sínodo  de  los 
obispos.  Hace  casi  dos  años  la  Asamblea  sinodal  realizó  sus  trabajos 
en  Roma.  Pero  su  parte  solemne,  la  publicación  del  documento 
postsinodal,  tiene  lugar  ahora,  aquí  en  el  Líbano.  Estas  circunstan- 
cias me  permiten  estar  en  vuestra  tierra  por  primera  vez  y  manifes- 
taros el  amor  que  la  Iglesia  y  la  Sede  apostólica  sienten  hacia  vues- 
tra nación  y  hacia  todos  los  libaneses:  hacia  los  católicos  de  los  di- 
versos ritos  — maronita,  melquita,  armenio,  caldeo,  sirio  y  latino — 
,  hacia  los  fieles  que  pertenecen  a  las  demás  Iglesias  cristianas,  así 
como  a  los  musulmanes  y  drusos,  que  creen  en  el  único  Dios.  Des- 
de lo  más  profundo  de  mi  corazón,  os  saludo  a  todos  en  esta  cir- 
cunstancia tan  importante.  Queremos  ahora  presentar  a  Dios  los 
frutos  del  Sínodo  para  el  Líbano. 

Agradezco  al  señor  cardenal  Nasrallah  Fierre  Sfeir,  patriarca  maro- 
nita, las  palabras  de  acogida  que  me  ha  dirigido  en  nombre  de  to- 
dos vosotros.  Asimismo,  doy  las  gracias  a  los  cardenales  que  me 
acompañan:  con  su  presencia  ponen  de  relieve  el  afecto  de  la  Sede 
apostólica  hacia  el  Líbano.  Saludo  a  los  patriarcas  y  a  los  obispos 
presentes,  al  igual  que  a  todas  la  personas  que  han  tomado  parte  en 
los  trabajos  del  Sínodo  para  el  Líbano. 

Me  alegra  saludar  a  los  patriarcas  y  a  ios  ilustres  representantes  de 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


las  demás  Iglesias  y  comunidades  eclesiales,  en  particular  a  los  de- 
legados fraternos  que  participaron  en  el  Sínodo  y  que  han  querido 
asociarse  a  esta  fiesta  de  sus  hermanos  católicos.  Dirijo  un  cordial 
saludo  también  a  las  personalidades  musulmanas  y  drusas. 

Con  deferencia,  expreso  mi  agradecimiento  al  señor  presidente  de 
la  República,  al  señor  presidente  del  Parlamento,  al  señor  presiden- 
te del  Consejo  de  ministros,  así  como  a  las  autoridades  del  Estado 
por  su  presencia  en  esta  celebración  litúrgica. 

Una  misión  histórica 

2.  En  esta  asamblea  extraordinaria  queremos  declarar  ante  el  mun- 
do In  iniportnncm  del  Líbano,  su  misión  histórica,  realizada  a  través  de 
los  siglos.  En  efecto,  país  de  numerosas  confesiones  religiosas,  ha 
demostrado  que  estas  diferentes  confesiones  pueden  convivir  en 
paz,  en  fraternidad  y  en  colaboración;  ha  demostrado  que  se  puede 
respetar  el  derecho  de  todo  hombre  a  la  libertad  religiosa;  que  todos 
están  unidos  en  el  amor  a  esta  patria  que  maduró  en  el  curso  de  los 
siglos,  conservando  la  herencia  espiritual  de  los  padres,  especial- 
mente del  monje  san  Marón. 

Un  país  bíblico 

3.  Nos  encontramos  en  la  región  que  los  pies  de  Cristo,  Salvador 
del  mundo,  pisaron  hace  dos  mil  años.  La  sagrada  Escritura  nos  in- 
forma de  que  Jesús  salió  a  predicar  fuera  de  los  límites  de  la  Pales- 
tina de  entonces,  y  visitó  también  el  territorio  de  las  diez  ciudades 
de  lo  Decápolis,  en  particular  Tiro  y  Sidón,  y  que  en  ellas  realizó  mi- 
lagros. Hermanos  y  hermanas  libaneses,  el  Hijo  mismo  de  Dios  fue 
el  primer  evangelizador  de  vuestros  antepasados.  Se  trata  de  un 
privilegio  extraordinario. 

Hablando  de  Ti»-o  y  Sidón,  no  puedo  menos  de  mencionar  los  gran- 
des sufrimientos  que  han  padecido  sus  poblaciones.  Hoy  pido  a  Je- 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


265 


sus  que  ponga  fin  a  estos  dolores  y  le  imploro  la  gracia  de  una  paz 
justa  y  definitiva  en  Oriente  Medio,  con  el  respeto  de  los  derechos 
y  las  aspiraciones  de  todos. 

Al  escuchar  el  evangelio  de  hoy,  que  presenta  el  pasaje  de  las  ocho 
Bienaventuranzas  recogidas  en  el  sermón  de  la  Montaña,  no  pode- 
mos olvidar  que  el  eco  de  estas  palabras  de  salvación,  pronunciadas 
un  día  en  Galilea,  llegó  pronto  hasta  acá.  Los  autores  del  Antiguo 
Testamento  se  referían  a  menudo  en  sus  escritos  a  los  montes  del  Lí- 
bano y  del  Hermón,  que  veían  en  el  horizonte.  Así  pues,  el  Líbano  es 
un  país  bíblico.  Dado  que  se  encontraba  muy  cerca  de  los  lugares 
donde  Jesús  cumplió  su  misión,  fue  uno  de  los  primeros  en  recibir 
la  buena  nueva.  La  buena  nueva  que  vuestros  antepasados  recibie- 
ron directamente  del  Salvador. 

Ciertamente,  vuestros  antepasados  conocieron,  mediante  la  predi- 
cación apostólica,  y  en  particular  a  través  de  las  misiones  de  san  Pa- 
blo, la  historia  de  la  salvación,  los  acontecimientos  que  se  sucedie- 
ron desde  el  domingo  de  Ramos  hasta  el  domingo  de  Pascua,  pa- 
sando por  el  Viernes  santo.  Cristo  fue  crucificado  y  colocado  en  la 
tumba,  pero  resucitó  al  tercer  día.  El  misterio  pascual  de  Jesucristo 
constituxje  el  centro  mismo  de  la  historia  de  la  salvación,  como  lo  mani- 
fiesta muy  bien,  durante  la  misa,  la  aclamación  paulina  después  de 
la  consagración:  «Anunciamos  tu  muerte;  proclamamos  tu  resurrec- 
ción; ¡ven.  Señor  Jesús!».  Toda  la  Iglesia,  tanto  en  Oriente  como  en 
Occidente,  espera  su  venida.  Los  hijos  e  hijas  del  Líbano  esperan  su 
nueva  venida.  Todos  vivimos  el  Adviento  de  los  últimos  tiempos  de 
la  historia  y  todos  tratamos  de  preparar  la  venida  de  Cristo  y  cons- 
truir el  reino  de  Dios  que  él  anunció. 

La  promesa  del  Espíritu 

4.  La  primera  lectura  de  esta  liturgia,  tomada  de  los  Hechos  de  los 
Apóstoles,  nos  recuerda  el  período  que  siguió  n  la  Ascensión  de  Cristo  al 
cielo,  cuando  los  Apóstoles,  siguiendo  su  recomendación,  volvie- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


ron  al  cenáculo  y  allí  permanecieron  en  oración,  en  compañía  de  la 
Madre  de  Jesús  y  los  hermanos  y  hermanas  de  la  comunidad  primi- 
tiva, que  fue  el  primer  núcleo  de  la  Iglesia  (cf.  Hch  1,12- 14).  Cada 
año,  después  de  la  Ascensión,  la  Iglesia  revive  esta  primera  novena, 
la  novena  al  Espíritu  Santo.  Los  Apóstoles,  reunidos  en  el  cenáculo 
con  la  Madre  de  Cristo,  oran  para  que  se  cumpla  la  promesa  que  les 
hizo  Cristo  resucitado:  «Recibiréis  la  fuerza  del  Espíritu  Santo,  que 
vendrá  sobre  vosotros,  y  seréis  mis  testigos»  (Hch  1, 8).  Esa  prime- 
ra novena  apostólica  al  Espíritu  Santo  es  el  modelo  de  lo  que  hace 
la  Iglesia  todos  los  años. 

La  Iglesia  ora  así:  «Veni,  Creator  Spiritus!». 

«Ven,  Espíritu  creador,  visita  nuestra  mente,  llena  de  tu  gracia  los 
corazones  que  has  creado...» 

Repito  con  emoción  esta  oración  de  la  Iglesia  universal  juntamente 
con  vosotros,  queridos  hermanos  y  hermanas,  hijos  e  hijas  del  Líba- 
no. Estamos  seguros:  el  Espíritu  Santo  renovará  la  faz  de  vuestra  tierra, 
renovará  la  paz  en  la  tierra. 

El  Líbano  mártir 

5.  En  la  carta  que  leemos  hoy,  san  Pedro  escribe:  «Alegraos  en  la 
medida  en  que  participáis  en  los  sufrimientos  de  Cristo,  para  que  tam- 
bién os  alegréis,  alborozados,  en  la  revelación  de  su  gloria.  Dicho- 
sos vosotros,  si  os  ultrajan  por  el  nombre  de  Cristo,  pues  el  Espíri- 
tu de  gloria,  que  es  el  Espíritu  de  Dios,  reposa  sobre  vosotros»  (1  P 
4, 13  - 14). 

A  menudo  se  ha  hablado  del  «Líbano  mártir»,  sobre  todo  durante  el 
período  de  la  guerra  que  azotó  vuestro  país  más  de  diez  años.  En 
este  marco  histórico,  las  palabras  de  san  Pedro  pueden  aplicarse 
muy  bien  a  todos  los  que  han  sufrido  en  esta  tierra  libanesa.  El 
Apóstol  escribe:  «Alebraos  en  la  medida  en  que  participáis  en  los  su- 


DCTOS.  DE  LA  SANTA  SEDE 


257 


frimientos  de  Cristo»  porque  el  Espíritu  de  Dios  reposa  en  vosotros,  y  es 
el  Espíritu  de  gloria  (cf.  ib).).  No  olvido  que  nos  hallamos  reunidos 
en  las  cercanías  del  centro  histórico  de  Beirut,  la  plaza  de  los  Márti- 
res; pero  vosotros  la  habéis  llamado  también  plaza  de  la  Libertad  y 
plaza  de  la  Unidad.  Estoy  seguro  de  que  los  sufrimientos  de  los 
años  pasados  no  serán  inútiles,  sino  que  fortalecerán  vuestra  liber- 
tad y  vuestra  unidad. 

Hoy  la  palabra  de  Jesús  inspira  nuestra  oración.  Oramos  para  que 
los  que  lloran  sean  consolados;  para  que  los  misericordiosos  alcancen 
misericordia  (cf.  Mt  5,  5  -  7);  para  que,  recibiendo  el  perdón  del  Pa- 
dre, todos  acepten  a  su  vez  perdonar  las  ofensas.  Oramos  para  que 
los  hijos  e  hijas  de  esta  tierra  sientan  la  felicidad  de  ser  artífices  de 
paz  y  sean  llamados  hijos  de  Dios  (cf.  Mt  5,  9).. Si,  mediante  el  sufri- 
miento, participamos  en  la  pasión  de  Cristo,  tendremos  también 
parte  en  su  gloria. 

Oración  al  Espíritu 

6.  El  Espíritu  Santo,  el  Espíritu  de  Jesucristo,  es  un  Espíritu  de  glo- 
ria. Oremos  hoy  para  que  esta  gloria  divina  envuelva  a  todos  los 
que  en  tierra  libanesa  experimentan  el  sufrimiento.  Oremos  para 
que  se  transforme  en  germen  de  fuerza  espiritual  para  todos  vosotros, 
para  la  Iglesia  y  para  la  nación,  a  fin  de  que  el  Líbano  pueda  desem- 
peñar su  misión  en  Oriente  Medio,  entre  las  naciones  vecinas  y  con 
todas  las  naciones  del  mundo. 

¡Espíritu  de  Dios,  infunde  tu  luz  y  tu  amor  en  los  corazones,  para 
llevar  a  cumplimiento  la  reconciliación  entre  las  personas,  en  el  se- 
no de  las  familias,  entre  los  vecinos,  en  las  ciudades  y  en  las  aldeas, 
y  dentro  de  las  instituciones  de  la  sociedad  civil! 

¡Espíritu  de  Dios,  que  tu  fuerza  reúna  a  todos  los  hijos  de  esta  tie- 
rra, para  que  caminen  juntos  con  valentía  y  tenacidad  por  la  senda 
de  la  paz  y  la  convivencia,  respetando  la  dignidad  y  la  libertad  de 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


las  demás  personas,  con  vistas  al  pleno  desarrollo  de  cada  uno  y  al 
bien  de  todo  el  país! 

¡Espíritu  de  Dios,  concede  a  las  familias  libanesas  que  desarrollen 
los  dones  de  gracia  del  matrimonio!  ¡Concede  a  los  jóvenes  que  for- 
men su  personalidad  con  confianza  y  que  tomen  conciencia  de  sus 
responsabilidades  en  la  Iglesia  y  en  la  ciudad! 

¡Espíritu  de  Dios  haz  que  los  fieles  del  Líbano  consoliden  la  unidad 
de  cada  una  de  las  Iglesias  patriarcales  y  de  toda  la  Iglesia  católica 
que  está  en  el  Líbano!  ¡Ayúdales  a  dar  nuevos  pasos  por  el  camino 
de  la  plena  unidad  de  todos  los  que  han  recibido  el  don  de  la  fe  en 
Cristo  Salvador! 

¡Espíritu  de  Dios,  tú  que  eres  llamado  «Consolador,  manantial  vivo, 
fuego  y  caridad»,  manifiesta  en  este  pueblo  los  frutos  que  se  espe- 
ran de  la  Asamblea  sinodal! 

¡Espíritu  de  luz  y  amor,  sé  para  los  hijos  e  hijas  del  Líbano  manan- 
tial de  fuerza,  de  fuerza  espiritual,  especialmente  en  esta  hora,  en  el 
umbral  del  tercer  milenio  cristiano!  ¡Ven  Espíritu  de  Dios!  ¡Ven  Es- 
píritu Santo!  Amén. 


Documentos 
Arquidiocesonos 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


Roma  7  de  marzo  de  1997 


PONTIFICIUM  OPUS  A  SANCTA  INFANTIA 
Secretariatus  Internationalis  Cittá  del  Vaticano 


Monseñor 

Antonio  José  González  Zumárraga,  Arzobispo  de  Quito 
Excelencia: 

En  nombre  de  millones  de  niños  del  mundo,  le  manifiesto  nuestro  agra- 
decimiento por  su  amor  a  ellos  y  por  los  diversos  servicios  con  los  cuales 
su  Excelencia  los  ayuda  a  ser  buenos  discípulos  de  Jesiis  y  sus  buenos  mi- 
sioneros. Ellos  tendrán  siempre  una  sonrisa  y  sus  brazos  abiertos  para  ex- 
presar su  alegría  de  encontrarlo  como  padre,  pastor  y  amigo. 

Por  recomendación  de  muchos  de  nuestros  colaboradores,  le  estamos 
enviando  con  mucho  gusto  el  folleto  "Infancia  Misionera  en  nuestra  comu- 
nidad", que  interesará  mucho  a  su  Excelencia,  a  sus  animadores  misione- 
ros, a  los  niños  y  a  toda  su  Iglesia  Particular. 

Allí  se  describe  cómo  aprovechar  esta  Obra  de  la  Infancia  Misionera  o 
Santa  Infancia,  que  es  Pontificia  y  de  su  comunidad  eclesial,  porque  su  ser- 
vicio es  decisivo  para  la  evangelización,  para  la  promoción  de  las  vocacio- 
nes misioneras,  y  sobre  todo  para  la  pastoral  misionera  con  los  niños:  ani- 
mación, formación,  comunión  y  cooperación  misioneras  de  los  niños 
y  de  sus  educadores,  en  favor  de  todos  los  niños  del  mundo. 

Para  su  información  le  enviamos  también  una  copia  del  formulario  ac- 
tual para  la  solicitud  de  subsidio  extraordinario  a  esta  Obra. 

Gracias,  de  nuevo.  Excelencia,  por  tener  a  los  niños,  como  jesús,  en  el 
centro  de  su  corazón. 

Todos  los  niños  de  la  Infancia  Misionera,  sus  animadores  misioneros  y 
nosotros,  queremos  ser  siempre  sus  pequeños  grandes  colaboradores. 

Cordiahnente, 

Mons.  ¡¡dio  Daniel  BOTIA  APONTE 
Secretario  General 


262 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


María  en  la  vida  y  misión  de  Cristo 
y  del  Cristiano 

"Hagan  lo  que  él  les  diga"  ün  2, 5) 

Queridos  hermanas  y  hermanos  en  N.  S.  Jesucristo,  devotos  de  la 
Dolorosa  del  Colegio: 

La  novena  y  fiesta  en  honor  de  la  Dolorosa  del  Colegio  de  este  año 
1997  se  celebran  en  el  primer  año  de  preparación  para  la  celebra- 
ción del  Jubileo  universal  del  año  2.000. 

Como  ha  dispuesto  Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II,  este  primer 
año  de  preparación  del  gran  jubileo  está  destinado  a  una  reflexión 
sobre  Jesucristo,  El  Verbo  de  Dios  encarnado  en  el  seno  virginal  de 
María  para  la  salvación  de  los  hombres. 

Por  este  motivo  la  Comisión  organizadora  de  la  novena  y  fiesta  de 
la  Dolorosa  del  Colegio  muy  oportunamente  ha  escogido  como  te- 
ma de  la  novena  el  siguiente:  "Con  Jesús  hacia  el  año  2.000".  Así 
pues  la  ferv  orosa  novena  que  el  pueblo  católico  de  Quito  y  de  todo 
el  Ecuador  está  celebrando  en  honor  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  co- 
mo preparación  para  su  fiesta  del  20  de  abril  de  1997,  se  ha  inserta- 
do adecuadamente  en  la  preparación  espiritual  de  nuestro  pueblo 
para  el  jubileo  universal  del  año  2.000. 

Para  este  noveno  día  de  la  novena  de  la  Dolorosa  del  Colegio  se  ha 
dispuesto  que  reflexionemos,  guiados  por  las  palabras  que  María 
Santísima  dijo  a  los  sir\  ientes  en  las  bodas  de  Caná  de  Galilea,  "Ha- 
gan lo  que  él  les  diga"  (Jn  2, 5)  en  este  tema:  "María  en  la  vida  y  mi- 
sión de  Cristo  y  del  cristiano". 

Hagamos,  pues,  nuestra  reflexión  en  estos  dos  puntos:  1.  María  en 
la  vida  y  misión  de  Cristo  y  2.  María  en  la  vida  y  misión  del  cristia- 
no. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


263 


1 .  María  en  la  vida  y  misión  de  Cristo 

La  Santísima  Virgen  María,  al  aceptar  el  mensaje  divino  que  le  fue 
propuesto  por  el  Arcángel  Gabriel,  se  convirtió  en  Madre  de  Jesús, 
el  Hijo  de  Dios  hecho  hombre,  y  se  consagró  totalmente,  como  Es- 
clava del  Señor,  a  la  persona  y  a  la  obra  de  su  Hijo,  sirviendo  con  di- 
ligencia al  misterio  de  la  redención  con  El  y  bajo  El.  María,  como 
Madre  del  Verbo  encarnado,  estuvo  siempre  unida  a  Cristo  en  su  vi- 
da y  en  su  misión.  Esta  unión  de  la  Madre  con  el  Hijo  en  la  obra  de 
la  salvación  se  manifiesta  desde  el  momento  de  la  concepción  virgi- 
nal de  Cristo  hasta  su  muerte.  (L.G.  57).  María  estuvo  íntimamente 
unida  a  Cristo,  cuando  lo  llevó  en  su  seno  a  visitar  a  su  pariente  Isa- 
bel y  el  Precursor  saltó  de  gozo  en  el  seno  de  su  madre,  al  sentirse 
santificado  con  la  presencia  del  Redentor.  María  estuvo  unida  a  la 
vida  y  misión  de  Cristo  en  el  nacimiento  en  Belén,  cuando  la  Madre 
de  Dios,  llena  de  gozo,  presentó  a  los  pastores  y  a  los  Magos  a  su 
Hijo  primogénito,  que,  lejos  de  menoscabar,  consagró  su  integridad 
virginal.  María  estuvo  unida  a  la  vida  y  misión  de  su  Hijo,  cuando 
hecha  la  ofrenda  propia  de  los  pobres  lo  presentó  en  el  templo  y  oyó 
profetizar  a  Simeón  que  el  Hijo  sería  signo  de  contradicción  y  que 
una  espada  atravesaría  el  alma  de  la  Madre.  Después  de  haber  per- 
dido al  Niño  Jesús  y  haberlo  buscado  con  angustia,  sus  padre  lo  en- 
contraron en  el  templo,  ocupado  en  las  cosas  de  su  Padre.  Pero  su 
Madre  conservaba  todo  esto  en  su  corazón  para  meditarlo. 

En  la  vida  pública  de  Jesús,  María  Santísima  aparece  reveladora- 
mente  unida  a  Jesús,  cuando  en  las  Bodas  de  Caná  de  Galilea,  mo- 
vida a  misericordia,  suscitó  con  su  intercesión  el  comienzo  de  los 
milagros  de  Jesús  Mesías.  A  lo  largo  de  su  predicación,  acogió  las 
palabras  con  que  su  Hijo  proclamó  bienaventurados  a  los  que  escu- 
chan y  guardan  la  palabra  de  Dios,  como  ella  lo  hacía  fielmente  (cf. 
Le  2, 29  y  51).  Así  avanzó  también  la  Santísima  Virgen  en  la  peregri- 
nación de  la  fe  y  mantuvo  fielmente  su  unión  con  el  Hijo  hasta  la 
cruz,  junto  a  la  cual,  no  sin  designio  divino,  se  mantuvo  erguida, 
sufriendo  profundamente  con  su  Unigénito  y  asociándose  con  en- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


trañas  de  madre  a  su  sacrificio,  consintiendo  amorosamente  en  la 
inmolación  de  la  víctima  que  ella  misma  había  engendrado;  y,  final- 
mente, fue  dada  por  el  mismo  Cristo  Jesús  agonizante  en  la  cruz  co- 
mo madre  al  discípulo  con  estas  palabras:  "Mujer,  he  ahí  a  tu  hijo" 
(Jn  19,  26  -  27).  (L.G.  58). 

Finalmente,  la  Virgen  Inmaculada,  preservada  libre  de  toda  mancha 
de  pecado  original,  terminado  el  curso  de  su  vida  en  la  tierra,  fue 
llevada  a  la  gloria  del  cielo  y  elevada  al  trono  por  el  Señor  como 
Reina  del  universo,  para  ser  conformada  más  plenamente  a  su  Hi- 
jo, Señor  de  señores  y  vencedor  del  pecado  y  de  la  muerte  (L.G.  59). 
Así  la  Sma.  Virgen  María  se  unió  a  la  vida  gloriosa  y  a  la  misión  de 
Cristo  resucitado  que,  a  la  derecha  del  Padre,  como  nuestro  Sacer- 
dote Eterno,  intercede  por  nosotros.  La  Asunción  de  la  Sma.  Virgen 
constituye  una  participación  singular  en  la  Resurrección  de  su  Hijo 
y  una  anticipación  de  la  resurrección  de  los  demás  cristianos  (CIC 
966). 

2.  María  en  la  vida  y  misión  del  cristiano 

Así  como  la  Sma.  Virgen  María  estuvo  íntimamente  unida  a  Jesu- 
cristo, nuestro  Redentor,  en  su  vida  y  misión,  también  está  unida  en 
la  vida  y  misión  del  cristiano  y  de  la  comunidad  de  cristianos  que 
es  la  Iglesia.  Esta  presencia  de  la  Sma.  Virgen  María  en  la  vida  y  mi- 
sión del  cristiano  se  debe  al  hecho  de  que  María,  la  Madre  de  Jesús, 
es  también  para  el  cristiano  Madre  en  el  orden  de  la  gracia,  podero- 
sa Mediadora  y  Modelo  o  tipo  o  figura  de  la  Iglesia. 

Marín  es  Madre  de  los  cristianos  en  el  orden  de  la  gracia 

La  Sma.  Virgen  María  que,  en  la  realización  del  plan  de  salvación 
de  la  humanidad,  fue  elevada  a  la  sublime  dignidad  de  Madre  de 
Dios,  fue  constituida  también  en  Madre  de  los  cristianos  en  el  orden 
de  la  gracia.  María  colaboró  de  manera  totalmente  singular  a  la 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


obra  del  Salvador  por  su  fe,  esperanza  y  ardiente  amor,  para  resta- 
blecer la  vida  sobrenatural  de  los  hombres.  Por  esta  razón  es  nues- 
tra Madre  en  el  orden  de  la  gracia  (L.G.  61).  Jesucristo,  el  Verbo  en- 
carnado, desde  el  momento  de  su  encarnación  en  el  seno  virginal  de 
María,  ya  fue  constituido  en  Cabeza  de  su  Cuerpo  Místico,  que  es 
la  Iglesia;  y,  si  María  es  Madre  de  Jesucristo,  lo  es  del  Cristo  total, 
no  solo  de  la  Cabeza,  sino  también  del  Cuerpo  Místico  del  que  los 
cristianos  somos  miembros.  Esta  maternidad  de  María  sobre  los 
cristianos  fue  promulgada  por  Jesús  moribundo,  cuando  ofrecía  en 
la  cruz  del  Calvario  el  sacrificio  redentor  de  la  humanidad.  Enton- 
ces, en  la  persona  del  discípulo  amado  Juan,  que  nos  representaba 
a  todos  los  discípulos  de  Jesús,  a  todos  los  cristianos,  el  divino  Re- 
dentor nos  dio  a  su  Madre  como  nuestra  Madre,  cuando  le  dijo  a 
María,  que  estaba  junto  a  la  cruz  de  Jesús:  "Mujer,  he  ahí  a  tu  hijo" 
y  cuando  le  dijo  al  discípulo  Juan:  "He  ahí  a  tu  Madre"  (Jn  19,  26 
27).  Esta  maternidad  de  María  perdura  sin  cesar  en  la  economía  de 
la  gracia,  desde  el  consentimiento  que  dio  fielmente  en  la  Anuncia- 
ción y  que  mantuvo  sin  vacilar  al  pie  de  la  cruz,  hasta  la  realización 
plena  y  definitiva  de  todos  los  elegidos. 

Así  pues,  los  cristianos  somos  hijos  de  la  Sma.  Virgen  María  en  el 
orden  de  la  gracia.  Como  hijos,  debemos  a  esta  Madre  bondadosa 
amor  y  obediencia.  Y  María,  con  solicitud  maternal,  nos  dice  a  to- 
dos los  cristianos  las  mismas  palabras  que  dirigió  a  los  sirvientes  en 
las  Bodas  de  Cana  de  Galilea:  "Hagan  todo  lo  que  él  les  diga".  Esta 
es  la  orden  que  nos  da  María  a  los  cristianos:  "Hagan  todo  cuanto 
Jesús  les  diga".  Y  Jesús  nos  ha  dejado  a  los  cristianos  su  manda- 
miento nuevo,  su  mandamiento  propio:  "Os  doy  un  mandamiento 
nuevo:  que  os  améis  los  unos  a  los  otros,  como  yo  os  he  amado"  (Jn 
13,  34)  "Este  es  el  mandamiento  mío:  que  os  améis  los  unos  a  los 
otros,  como  yo  os  he  amado"  (Jn  15, 12).  Más  aún,  Jesucristo  ha  he- 
cho del  amor  fraterno  la  señal  característica  por  la  que  debe  recono- 
cerse a  los  cristianos:  "En  esto  conocerán  todos  que  sois  mis  discí- 
pulos: si  os  tenéis  amor  los  unos  a  los  otros"  (Jn  13,  35).  Por  tanto. 


266 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


si  los  cristianos  somos  hijos  de  María  en  el  orden  de  la  gracia,  sea- 
mos obedientes  y  cumplamos  la  exhortación  que  nos  dirige  esta 
bendita  Madre:  "Hagan  lo  que  Jesús  les  diga":  amémonos  sincera  y 
efectivamente  los  unos  a  los  otros,  amémonos  todos  los  ecuatoria- 
nos, que  este  amor  fraterno  nos  una  a  todos  los  ecuatorianos,  para 
que  trabajemos  por  la  rehabilitación  espiritual,  moral,  cívica  y  eco- 
nómica de  nuestra  Patria.  Que  los  políticos  se  unan  y  trabajen  con 
desinterés  por  la  restauración  y  progreso  social  y  económico  de 
nuestro  pueblo.  Unámonos  los  ecuatorianos  con  los  lazos  del  amor 
fraterno  para  que  se  solucione  definitivamente  el  problema  territo- 
rial que  tenemos  con  el  vecino  país  de  el  Perú;  que  se  consolide  la 
paz  entre  estos  dos  pueblos  hermanos.  Pidamos  a  Dios,  por  la  po- 
derosa intercesión  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  que  nos  conceda  es- 
ta gracia  de  una  solución  justa,  digna  y  equitativa  de  nuestro  pro- 
blema territorial. 

María  está  presente  en  la  vida  y  misión  de  los  cristianos,  porque  es 
Mediadora.  Con  su  asunción  a  los  cielos,  María  Santísima  no  aban- 
donó su  misión  salvadora,  sino  que  continúa  procurándonos  con  su 
múltiple  intercesión  los  dones  de  la  salvación  eterna.  Con  su  amor 
materno  cuida  de  los  hermanos  de  su  Hijo,  que  todavía  peregrina- 
mos y  nos  hallamos  en  peligros  y  ansiedad  hasta  que  seamos  con- 
ducidos a  la  patria  bienaventurada.  Por  eso  la  Sma.  Virgen  es  invo- 
cada en  la  Iglesia  con  los  títulos  de  Abogada,  Auxiliadora,  Socorro, 
Mediadora"  (L.G.  62). 

María,  como  virgen  y  madre,  es  tipo  o  modelo  de  la  Iglesia 

La  Virgen  Santísima,  por  el  don  y  la  prerrogativa  de  la  maternidad 
divina,  que  la  une  con  el  Hijo  Redentor,  está  también  íntimamente 
unida  con  la  Iglesia.  Pues  en  el  misterio  de  la  Iglesia,  que  con  razón 
es  llamada  también  madre  y  virgen,  precedió  la  Sma.  Virgen,  pre- 
sentándose de  forma  eminente  y  singular  como  modelo  tanto  de  la 
virgen  como  de  la  madre.  Creyendo  y  obedeciendo,  engendró  en  la 
tierra  al  mismo  Hijo  del  Padre  y  sin  conocer  varón,  cubierta  con  la 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


26 


sombra  del  Espíritu  Santo,  dio  a  luz  al  Hijo,  a  quien  Dios  constitu- 
yó primogénito  entre  muchos  hermanos,  esto  es,  los  fieles,  a  cuya 
generación  y  educación  coopera  con  amor  materno.  (L.G.  63). 

La  Iglesia,  contemplando  su  profunda  santidad  e  imitando  su  cari- 
dad y  cumpliendo  fielmente  la  voluntad  del  Padre,  se  hace  también 
madre  mediante  la  palabra  de  Dios  aceptada  con  fidelidad,  pues 
por  la  predicación  y  el  bautismo  engendra  a  una  vida  nueva  e  in- 
mortal a  los  hijos  concebidos  por  obra  del  Espíritu  Santo  y  nacidos 
de  Dios.  Y  es  igualmente  virgen,  que  guarda  pura  e  íntegramente  la 
fe  prometída  al  Esposo  y,  a  imitación  de  la  Madre  de  su  Señor,  por 
la  virtud  del  Espíritu  Santo,  conserva  virginalmente  una  fe  íntegra, 
una  esperanza  sólida  y  una  caridad  sincera.  (L.G.  64). 

La  Madre  de  Jesús,  glorificada  ya  en  los  cielos  en  cuerpo  y  alma,  es 
la  imagen  y  comienzo  de  la  Iglesia  que  llegará  a  su  plenitud  en  el 
siglo  futuro.  También  en  este  mundo,  hasta  que  llegue  el  día  del  Se- 
ñor, María  brilla  ante  el  Pueblo  de  Dios  peregrinante,  como  señal  de 
esperanza  cierta  y  de  consuelo  (L.G.  68).  Así  sea. 

Sermón  predicado  por  Mons.  Antonio  /.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito,  en  el  noveno  día  de  la 
Novena  de  ¡a  Dolorosa  del  Colegio, 
sábado  19  de  abril  de  1997,  en  la  iglesia  de  La  Dolorosa. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Fiesta  de  la  Dolorosa  del  Colegio 

Muy  estimados  hermanos,  devotos  de  la  Dolorosa  del  Colegio: 

Estamos  celebrando,  con  intensa  devoción,  la  fiesta  de  la  Sma.  Vir- 
gen María  en  su  advocación  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  en  este  pri- 
mer año  de  preparación  para  la  celebración  del  Jubileo  universal 
del  año  2.000.  Como  este  primer  año  está  dedicado  a  uña  reflexión 
sobre  Jesucristo,  el  Verbo  de  Dios  encarnado  en  el  seno  virginal  de 
María,  oportunamente  se  ha  escogido,  como  tema  de  la  novena  y 
fiesta  de  la  Dolorosa  del  Colegio  el  siguiente:  "Con  Jesús  hacia  el 
año  2.000". 

Por  este  motivo,  reflexionemos  en  esta  fíesta  de  la  Dolorosa  en  la  ín- 
tima unión  de  la  Sma.  Virgen  María  con  Jesucristo  Redentor  y  con 
la  Iglesia. 

1 .  La  Sma.  Virgen  María,  compartiendo  los  dolores 
y  sufrimientos  de  Jesucristo,  cooperó  en  la  obra 
de  nuestra  redención 

La  Sma.  Virgen  María,  cuando  permanece  junto  a  la  cruz  del  Calva- 
rio, en  !a  que  Jesucristo  se  ofrece  a  la  Justicia  divina  como  sacrificio 
redentor  de  la  humanidad,  es  la  "Madre  Dolorosa",  porque  en  su 
corazón  se  han  acumulado  la  pena,  los  sufrimientos  y  dolores  y  la 
compasión  que  siente  una  madre  bondadosa,  cuando  ve  y  acompa- 
ña a  su  hijo  predilecto,  que  ha  recibido  en  su  cuerpo  y  en  su  perso- 
na los  dolores  más  intensos  y  las  afrentas  más  ignominiosas  en  su 
prendimiento  como  malhechor  en  el  Huerto  de  Getsemaní,  en  el 
proceso  ante  el  Sanedrín  judío,  con  las  bofetadas  y  salivazos  que  re- 
cibió en  casa  de  Caifás;  en  la  humilliación  que  sufrió  en  el  pretorio 
de  Pilatos,  cuando  fue  sentenciado  a  morir,  como  un  vil  criminal,  en 
el  patíbulo  de  la  cruz;  en  la  horrenda  flagelación  y  coronación  de  es- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


269 


pinas;  en  la  fatiga  y  agotaniiento  con  que  atravesó  la  vía  dolorosa, 
cargado  con  la  cruz  hasta  el  Gólgota;  en  la  vergüenza  que  soportó, 
al  ser  despojado  de  sus  vestiduras;  en  los  agudos  dolores  que  se  le 
renovaron,  cuando  fue  clavado  en  la  cruz  y  estuvo  pendiente  de 
aquel  patíbulo,  experimentando  una  sed  abrasadora  y  el  abandono 
de  Dios  y  de  los  hombres.  Todos  aquellos  dolores  y  sufrimientos 
que  experimentó  Jesucristo,  nuestro  Redentor,  hasta  cuando  consu- 
mó su  sacrificio,  al  exclamar  aquellas  palabras:  "Padre,  en  tus  ma- 
nos encomiendo  mi  espíritu",  todos  esos  dolores  y  sufrimientos  los 
experimentó  la  Sma.  Virgen  María  y  los  experimentó  también  en  su 
corazón  en  virtud  de  la  compasión  de  madre,  que  se  conduele  de 
los  sufrimientos  de  su  Hijo  querido  e  inocente. 

Jesucristo,  a  pesar  de  ser  verdadero  Hijo  de  Dios,  se  despojó  de  su 
rango  y  se  humilló  hasta  hacerse  obediente  a  la  voluntad  divina,  se 
sometió  a  los  sufrimientos  y  a  la  muerte  y  una  muerte  de  cruz,  pa- 
ra ofrecer  a  Dios  Padre  el  sacrificio  de  la  redención  humana.  Con  es- 
te sacrificio  que  ofreció  de  sí  mismo  en  el  ara  de  la  cruz,  Jesús,  su- 
mo Sacerdote  y  víctima  inocente  al  mismo  tiempo,  fue  llevado  a  la 
consumación  y  así  se  convirtió  para  todos  los  hombres  que  le  obe- 
decen por  la  fe  en  autor  de  salvación  eterna.  El  sacrificio  de  Jesucris- 
to en  la  cruz  fue  el  sacrificio  de  la  redención  eterna,  el  sacrificio  de 
la  salvación  de  la  humanidad. 

La  Sma.  Virgen  María  avanzó  en  la  peregrinación  de  la  fe,  fue  en  la 
tierra  Madre  excelsa  del  divino  Redentor  y  fue  compañera  singular- 
mente generosa  de  Jesucristo  en  la  obra  de  la  redención  y,  por  ello, 
mantuvo  su  unión  con  el  Hijo  hasta  la  cruz,  junto  a  la  cual  se  man- 
tuvo erguida,  sufriendo  profundamente  con  su  Unigénito  y  aso- 
ciándose con  entrañas  de  madre  a  su  sacrificio,  consintiendo  amo- 
rosamente en  la  inmolación  de  la  víctima  que  ella  misma  había  en- 
gendrado (cfr.  LG  58).  Así  con  sus  dolores  la  Sma.  Virgen  María  co- 
laboró muy  de  cerca  con  su  Divino  Hijo  en  la  obra  de  la  redención 
humana.  La  Madre  Dolorosa,  compartiendo  en  su  corazón  los  dolo- 


270 


res  y  sufrimientos  del  Redentor,  se  convirtió  en  nuestra  "Correden- 
tora". 

2.  La  Sma.  Virgen  María  Dolorosa  nos  fue  dada 
como  madre  espiritual  a  todos  los  hombres 
al  pie  de  la  cruz 

La  suma  prerrogativa  y  excelsa  dignidad  a  las  que  fue  elevada  la 
Sma.  Virgen  María  por  Dios  consisten  en  el  hecho  de  haber  sido 
predestinada  a  ser  Madre  del  Hijo  de  Dios,  que  se  encarnó  en  sus 
purísimas  entrañas  por  obra  del  Espíritu  Santo.  Pero,  según  el  de- 
signio salvífico  de  Dios,  Jesucristo,  el  Hijo  de  Dios  hecho  hombre 
por  nuestra  salvación,  no  es  una  persona  aislada  y  solitaria.  Con  su 
obra  redentora,  Jesucristo  nos  ha  comunicado  a  los  hombres  su  pro- 
pia vida  divina,  elevándonos  a  la  dignidad  de  hijos  de  Dios  dentro 
de  la  familia  de  los  hijos  de  Dios  que  es  la  Iglesia.  Más  aún,  Jesucris- 
to, al  comunicarnos  la  vida  divina  por  la  gracia,  nos  ha  unido  vital- 
mente consigo,  como  a  sarmientos  a  la  vid,  como  a  miembros  a  su 
Cuerpo  místico.  Los  cristianos  somos  miembros  de  un  solo  Cuerpo, 
el  "Cuerpo  Místico"  de  Jesucristo,  en  el  cual  Cristo  es  la  Cabeza  y 
los  cristianos  somos  miembros.  Si  la  Sma.  Virgen  María  es  verdade- 
ra Madre  de  Jesucristo,  lo  es  no  solo  de  la  Cabeza,  sino  de  todo  el 
"Cuerpo  Místico  de  Cristo",  de  la  Cabeza  y  de  los  miembros.  Por 
eso  San  Agustín  exclama  que  María  "es  verdadera  madre  de  los 
miembros  (de  Cristo)...,  por  haber  cooperado  con  su  amor  a  que 
naciesen  en  la  Iglesia  los  fieles,  que  son  miembros  de  aquella  Cabe- 
za" (De  s.  virginitate  6:  PL  40.  399). 

Tienen  valor  excepcional,  valor  de  un  testamento  las  palabras  con 
que  Jesucristo,  agonizante  en  la  cruz,  dio  a  su  Madre  María  como 
madre  al  discípulo  predilecto,  Juan,  palabras  que  son  las  siguientes: 
"Mujer,  ahí  tienes  a  tu  hijo"  (Jn  19, 26).  Luego  dice  al  discípulo:  "Ahí 
tienes  a  tu  madre"  (jn  19,  27).  Estas  palabras  del  Redentor  fueron  la 
promulgación  solemne  de  la  maternidad  espiritual  de  María  sobre 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 

271 

todos  los  cristianos,  sobre  toda  la  Iglesia.  En  aquel  momento  supre- 
mo del  sacrificio  redentor  de  Jesucristo,  el  discípulo  amado,  Juan, 
nos  representaba  a  todos  los  discípulos  de  Jesús,  a  todos  los  cristia- 
nos. En  Juan  Jesús  agonizante  nos  dio  a  todos  los  hombres  a  su  Ma- 
dre como  a  nuestra  madre.  Y  a  María  le  amplió  su  maternidad  es- 
piritual, porque  la  consideraba  no  solo  como  su  Madre,  sino  que  a 
su  maternidad  nos  confiaba  a  todos  los  hombres,  cuando  le  dijo: 
"Mujer,  ahí  tienes  a  tu  hijo".  Con  sus  dolores  la  Sma.  Virgen  María 
nos  dio  a  luz,  al  pie  de  la  cruz,  como  a  sus  hijos  espirituales.  Desde 
entonces  tenemos  la  dicha  de  contar  con  el  amor  materno  de  la  Ma- 
dre Dolorosa,  que  nos  ama  y  protege  como  a  sus  propios  hijos. 

Estimados  hermanos,  devotos  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  al  cele- 
brar en  este  año  esta  fiesta  en  honor  de  la  Sma.  Virgen  María  en  su 
advocación  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  agradezcamos  a  Jesucristo, 
nuestro  Redentor,  tanto  el  beneficio  de  habernos  salvado  con  su  sa- 
crificio en  la  cruz,  como  el  inefable  beneficio  de  habernos  regalado 
a  su  Madre,  la  Virgen  María,  como  nuestra  Madre.  Como  a  nuestra 
Madre  bondadosa,  amemos  a  la  Sma.  Virgen  María,  la  Dolorosa  del 
Colegio,  con  amor  filial,  acudamos  confiados  a  su  amor  y  amparo 
maternales: 


1.  Pidámosle  que  siga  protegiendo  a  la  niñez  y  juventud  ecuatoria- 
nas y  asegure  para  ellas  una  efectiva  educación  cristiana,  por  la 
aplicación  de  la  ley  de  libertad  de  las  familias  cristianas  para  es- 
coger para  sus  hijos  una  educación  religiosa  y  moral; 

2.  Pidámosle  a  la  Dolorosa  del  Colegio,  en  esta  Jornada  mundial  de 
las  vocaciones  que  suscite  en  nuestros  hogares  cristianos  nume- 
rosas y  santas  vocaciones  al  ministerio  sacerdotal,  a  la  vida  con- 
sagrada y  a  la  actividad  misionera  y  apostólica  de  la  Iglesia; 

3.  Pidámosle  que  proteja  a  nuestra  Patria,  el  Ecuador,  y  le  guíe  por 
los  senderos  de  una  rehabilitación  espiritual,  moral,  social  y  eco- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


nómica,  que  supere  la  corrupción  administrativa  y  la  grave  cri- 
sis económica  que  le  agobia; 

4.  Pidámosle  a  la  Sma.  Virgen,  la  Dolorosa  del  Colegio,  que  ilumi- 
ne y  guíe  a  las  delegaciones  de  los  dos  países,  Ecuador  y  Perú, 
que  están  negociando  los  impases,  a  fin  de  lograr  una  solución 
defirütiva,  justa,  digna  y  equitativa  de  nuestro  problema  territo- 
rial y  se  consolide  la  paz  en  las  relaciones  entre  pueblos  herma- 
nos. 

Oh  Madre  Dolorosa,  ruega  por  nosotros  ahora  y  en  la  hora  de 
nuestra  muerte.  Así  sea. 

Homilía  proniincindn  por  Mons.  Antonio  J.  González  Z.,  Arzobispo  de 
Quito,  en  la  fiesta  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  20  de  abril  de  1997. 


María,  desde  el  sí  de  Nazaret  hasta  el  del  Gólgota,  se  sitúa 
en  total  sintonía  de  mente  y  de  corazón  con  el  acto  de  entre- 
ga de  su  hijo.  La  Virgen  vive  en  constante  comunión  con 
Cristo:  toda  su  vida  podría  definirse  como  una  especie  de  co- 
munión "eucarística",  comunión  con  el  "Pan  del  cielo"  que 
el  Padre  ha  dado  para  la  vida  del  mundo. 

Juan  Pablo  pp  II 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


125  Años  del  Colegio  "Lo  Providencia" 

"Doy  gracias  a  Dios  sin  cesar  por  vosotros,  a  causa  de  la  gracia  de  Dios 
que  os  ha  sido  otorgada  en  Cristo  Jesús"  (I  Co  1, 4) 

Hna.  Superiora  Provincial  y  Hnas.  de  la  Providencia,  Miembros  de 
la  comunidad  educativa  del  Colegio  de  la  Providencia;  estimados 
hermanas  y  hermanos  en  el  Señor: 

El  Colegio  de  la  Providencia,  importante  establecimiento  de  educa- 
ción católica  para  la  niñez  y  juventud  femeninas  de  la  ciudad  de 
Quito,  cumple,  en  este  año  de  1997, 125  años  de  existencia  y  de  efi- 
ciente servicio  a  la  sociedad  quiteña  y  a  esta  Iglesia  particular,  que 
es  la  Arquidiócesis  de  Quito.  Entre  los  actos  con  los  que  la  comuni- 
dad educativa  del  Colegio  de  la  Providencia  ha  querido  celebrar  es- 
ta fecha  jubilar,  el  más  importante  es  la  celebración  de  esta  Eucaris- 
tía solemne  en  la  Catedral  primada  de  Quito.  Con  esta  Eucaristía,  la 
Congregación  de  Hnas.  de  la  Providencia  y  de  la  Inmaculada  Con- 
cepción y  la  comunidad  educativa  del  Colegio  de  la  Providencia 
quieren  tributar  a  la  Providencia  Divina  una  ferviente  acción  de 
gracias  por  el  beneficio  que  significó  para  la  Iglesia  y  para  la  socie- 
dad ecuatoriana  la  llegada  al  Ecuador  de  las  primeras  religiosas  de 
la  Providencia  y  la  fundación  del  Colegio  del  mismo  nombre  en  el 
centro  histórico  de  la  ciudad  de  Quito.  Ambos  acontecimientos  se 
llevarQn  a  cabo  hace  ciento  veinticinco  años.  En  esta  Eucaristía,  la 
comunidad  educativa  del  Colegio  de  la  Providencia  recibe  también 
de  la  Palabra  de  Dios  un  mensaje  especial  para  que  continúe  desa- 
rrollando con  mayor  eficacia  su  acción  educativa  cristiana  en  favor 
de  la  niñez  y  juventud  femeninas  del  Ecuador. 

1.  Demos  gracias  a  Dios  por  el  beneficio  que  significó  para  la  Igle- 
sia y  para  la  Patria  la  llegada  de  las  primeras  religiosas  de  la  Provi- 
dencia y  la  consiguiente  fundación  del  Colegio  de  la  Providencia. 


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Las  primeras  siete  Hermanas  de  la  Providencia  y  de  la  Inmaculada 
Concepción:  Madre  Honoria,  M.  Marie  Edmand,  Madre  de  Loyola, 
M.  Antonina,  M.  Claire,  M.  Rosina  Margarita  y  M.  Lutgarda  llega- 
ron a  Quito,  el  4  de  enero  de  1872,  o  sea  hace  125  años  y  hace  125 
años  se  fundó  también  en  Quito  el  Colegio  de  la  Providencia.  Por 
eso  estamos  celebrando  la  fecha  jubilar  del  centésimo  vigésimo 
quinto  aniversario  tanto  de  la  llegada  de  las  primeras  religiosas  de 
esta  Congregación  religiosa  como  de  la  fundación  en  Quito  del  Co- 
legio católico  de  la  Providencia.  Estos  acontecimientos  se  deben  a 
gestiones  del  Presidente  Gabriel  García  Moreno,  quien  tuvo  el  mé- 
rito de  dar  impulso  a  la  educación  católica  de  la  niñez  y  juventud 
especialmente  femenina,  trayendo  de  Europa  a  Congregaciones  re- 
ligiosas educadoras,  como  a  la  de  los  SS.  Corazones  y  a  la  de  la  Pro- 
videncia y  a  sabios  jesuítas  alemanes  para  la  fundación  de  la  Poli- 
técnica. 

La  primera  intención  del  Presidente  García  Moreno  fue  la  de  traer 
al  Ecuador  una  Congregación  religiosa  que  se  hiciese  cargo  de  la 
atención  a  las  niñas  que  habían  quedado  huérfanas  a  consecuencia 
del  terremoto  de  Ibarra.  El  entonces  Arzobispo  de  Quito,  Mons.  Jo- 
sé Ignacio  Checa  y  Barba  había  viajado  a  Roma,  para  tomar  parte  en 
el  Concilio  Ecuménico  Vaticano  1,  convocado  por  el  papa  Pío  IX,  y 
que  se  celebró  desde  el  8  de  diciembre  de  1869  hasta  julio  de  1870. 
García  Moreno  solicitó  a  Mons.  Checa  y  Barba  que  obtuviera  del  Pa- 
pa Pío  IX  la  consecución  de  una  congregación  religiosa  que  se  hicie- 
ra cargo  de  la  atención  y  educación  de  las  niñas  huérfanas  del  terre- 
moto de  Ibarra.  Por  insinuación  del  Cardenal  Mérode,  Su  Santidad 
pensó  en  las  Hermanas  de  la  Providencia,  un  instituto  joven  funda- 
do por  el  sacerdote  francés  Juan  Martín  Moye,  especialmente  para 
la  educación  cristiana  de  las  niñas  y  jóvenes,  instituto  que  tenía  su 
casa  general  en  Champión,  Bélgica.  El  Cardenal  Mérode  y  Mons. 
Checa  y  Barba  viajaron  a  Bélgica  para  obtener  de  la  Superiora  Ge- 
neral, a  petición  del  Papa,  la  fundación  en  el  Ecuador.  Las  siete  re- 
ligiosas designad.RS  para  la  nueva  fundación  se  embarcaron  en  el 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


puerto  de  San  Nazario,  Francia,  el  7  de  noviembre  de  1871.  Nave- 
garon hasta  Guayaquil  en  el  barco  inglés  "Chile".  Llegaron  a  Gua- 
yaquil, el  6  de  diciembre  de  1871.  Después  de  descansar  unos  días 
en  Guayaquil,  continuaron  viaje  a  Quito,  navegando  en  el  río  Bode- 
gas o  Babahoyo,  luego  viajaron  a  muía  hacia  la  Sierra.  En  Guaran- 
da  fueron  entusiastamente  recibidas.  Desde  Ambato  hasta  Quito  hi- 
cieron el  viaje  de  dos  días  en  diligencia  y  llegaron  a  la  capital,  como 
hemos  recordado,  el  4  de  enero  de  1872,  las  Hnas.  de  la  Providencia 
fueron  huéspedes  de  las  religiosas  de  los  SS.  Corazones,  que  tenían 
su  colegio  en  la  plaza  de  Santo  Domingo.  Después  de  algunos  me- 
ses, se  hicieron  cargo  del  Beaterío,  en  donde  comenzaron  a  atender 
a  75  niñas  huérfanas.  Como  la  renta  para  el  sostenimiento  del  Bea- 
terío era  insuficiente,  las  Hermanas  de  la  Providencia  se  vieron  en 
la  necesidad  de  fundar  un  pensionado,  para  lo  cual,  el  12  de  junio 
de  1872  se  efectuó  la  compra  de  una  casa  de  propiedad  del  señor 
Francisco  José  Carrión,  después  se  compró  también  la  casa  conti- 
gua, para  ampliar  el  centro  educativo.  Así  comenzó  en  1872,  o  sea, 
hace  125  años,  a  funcionar  el  Colegio  de  la  Providencia,  en  el  que  se 
dio  una  verdadera  revolución  en  la  educación  de  la  mujer  quiteña. 
Su  plan  educativo  abarcaba  las  asignaturas  de  Religión,  Idiomas  Vi- 
vos, Historia,  Geografía,  Ciencias  Naturales,  Matemáticas,  Tenedu- 
ría de  libros.  Pintura,  Música  y  Gimnasia.  El  Colegio  de  la  Provi- 
dencia, desde  1872  fue  creciendo  y  perfeccionándose  y  adquiriendo 
un  gran  preshgio  en  la  sociedad  quiteña.  La  obra  de  las  Religiosas 
de  la  Providencia  fue  también  creciendo;  más  tarde  establecieron  el 
Colegio  de  la  Inmaculada,  el  noviciado  para  la  formación  de  las  re- 
ligiosas. Luego  se  extendieron  a  otras  ciudades  del  país. 

Sintieron  también  la  necesidad  de  extender  la  educación  católica  a 
los  sectores  populares  y  establecieron  la  escuela  "Santa  Teresita". 
Dentro  del  Instituto  surgió  también  un  movimiento  de  jóvenes  mi- 
sioneros y  misioneras,  la  Asociación  de  Misioneros  seglares,  las  Fra- 
ternidades Providencia  y  los  Orantes  Apostólicos.  Las  Hnas.  de  la 
Providencia  han  extendido  su  acción  evangelizadora  y  educativa  a 


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los  barrios  suburbanos  de  Quito,  como  a  la  parroquia  de  Santa  Cruz 
del  Casitagua,  en  donde  ha  comenzado  una  nueva  escuela  católica 
popular  y  al  barrio  Santa  Cruz  de  Tilicucho,  en  las  faldas  del  Ataca- 
zo  y  a  la  parroquia  de  Ayora,  en  el  cantón  Cayambe,  en  donde  las 
religiosas  de  la  Providencia  han  aceptado  un  trabajo  pastoral  direc- 
to, atendiendo  a  la  parroquia  eclesiáshca  con  la  facultad  de  párroco 
y  extendiendo  la  evangelización  y  servicio  pastoral  a  los  sectores 
campesinos  y  a  los  numerosos  grupos  de  indígenas  de  esa  zona  de 
la  Arquidiócesis  de  Quito. 

Por  este  valioso  servicio  prestado  a  la  Iglesia  y  a  la  Patria  en  la  edu- 
cación cristiana  de  la  niñez  y  juventud  femeninas,  a  lo  largo  de  es- 
tos 125  años,  en  los  Colegios  de  la  Providencia  y  de  la  Inmaculada, 
por  este  desarrollo  muy  notorio  de  las  obras  y  servicios  que  ha  pres- 
tado la  Congregación  de  la  Providencia  y  de  la  Inmaculada  en  el 
Ecuador,  tributemos  nuestra  ferviente  acción  de  gracias  a  Dios  en 
esta  Eucaristía  que  con  alegría  y  entusiasmo  celebramos  en  esta  fe- 
cha jubilar.  Así  como  Cristo  bendecía  y  daba  gracias  a  Dios  su  Pa- 
dre, porque  todo  le  había  sido  entregado  por  su  Padre,  de  igual  ma- 
nera las  religiosas  de  la  Providencia,  a  quienes  nos  unimos  todos 
nosotros  en  sus  sentimientos  de  gratitud,  tributan  su  acción  de  gra- 
cias al  Padre  celestial,  porque  El,  en  su  Providencia  Divina,  todo  se 
lo  ha  entregado  a  esta  Congregación  religiosa,  para  que  pudiera  de- 
sarrollar esta  admirable  acción  educativa  y  apostólica  en  estos  125 
años  de  permanencia  en  el  Ecuador. 

2.  La  celebración  de  esta  fecha  jubilar  de  125  años  es  también  para 
la  Congregación  de  la  Providencia  la  oportunidad  para  que  reciba 
de  la  Palabra  de  Dios  un  mensaje  oportuno.  Este  mensaje  está  sin- 
tetizado en  estas  palabras  de  Jesucristo:  "Nadie  conoce  bien  al  Hijo  si- 
no el  Padre,  y  nadie  conoce  bien  al  Padre  sino  el  Hijo  y  aquel  a  qitien  el  Hi- 
jo se  lo  quiera  revelar"  (Mt  11, 27). 

Si  bien  la  Congregación  de  la  Providencia  se  ha  manifestado  exper- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


2 


ta  en  educación  católica  de  la  niñez  y  juventud  con  su  prolongado 
trabajo  educativo  en  los  colegios  que  ha  regentado.  Dios,  en  esta  fe- 
cha jubilar,  le  pide  que  revise  y  actualice  su  labor  educativa,  a  fin  de 
que  ésta  se  desarrolle  de  acuerdo  a  las  directivas  que  ha  dado  en  es- 
tos últimos  tiempos  el  Magisterio  de  la  Iglesia.  El  Concilio  Vaticano 
II,  en  su  "Declaración  sobre  la  educación  cristiana  de  la  juventud" 
recordó  a  los  educadores  católicos  que  la  educación  cristiana  no 
persigue  solamente  la  formación  y  madurez  de  la  persona  humana, 
sino  que  busca,  sobre  todo,  la  formación  y  madurez  del  cristiano,  a 
fin  de  que  los  bautizados  se  hagan  más  conscientes  cada  día  del  don 
recibido  de  la  fe;  se  inicien  gradualmente  en  el  conocimiento  del 
misterio  de  la  salvación;  aprendan  a  adorar  a  Dios  en  espíritu  y  en 
verdad,  ante  todo  en  la  acción  litúrgica,  formándose  para  vivir  se- 
gún el  hombre  nuevo  en  justicia  y  santidad  verdadera  y  así  lleguen 
al  hombre  perfecto,  según  el  modelo,  que  es  Cristo,  y  contribuyan 
al  crecimiento  de  la  Iglesia,  Cuerpo  místico.  Los  cristianos,  bien  for- 
mados con  una  buena  educación  católica,  se  hacen  conscientes  de 
su  vocación  de  dar  testimonio  de  Cristo  en  sus  ambientes  y  de  con- 
tribuir a  la  configuración  cristiana  del  mundo  con  su  actividad 
apostólica,  a  fin  de  que  los  valores  del  Evangelio  contribuyan  al 
bien  de  toda  la  sociedad.  Las  religiosas  de  la  Providencia,  con  la  co- 
laboración de  todo  el  personal  docente  que  trabaja  con  ellas,  deben 
renovar,  en  esta  fecha,  su  disponibilidad  y  competencia  para  des- 
plegar una  labor  educativa  que  tienda  a  formar  en  las  educandas 
auténticas  cristianas  con  inquietudes  apostólicas  y  buenas  ciudada- 
nas que,  superada  la  actitud  egoísta  de  la  búsqueda  del  propio  pro- 
vecho, trabajen  efectivamente  por  el  bien  común,  la  superación  y 
desarrollo  del  pueblo  ecuatoriano. 

Además,  el  mensaje  que  les  trae  la  Palabra  de  Dios  a  las  religiosas 
de  la  Providencia,  en  esta  fecha  jubilar  de  125  años,  las  impulsa  a 
ampliar  su  actividad  apostólica,  con  la  educación  católica  y  la  evan- 
gelización  y  apostolado  a  amplios  sectores  populares,  que  las  espe- 
ran. Esta  ampliación  de  su  apostolado  educativo  y  evangelizador 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


ya  la  han  hecho  efectiva  no  solo  en  nuestra  Arquidiócesis  de  Quito, 
sino  también  en  otras  iglesias  particulares  del  Ecuador.  Sin  embar- 
go, cuando  Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II  llama  a  toda  la  Iglesia 
a  empeñarse  en  una  nueva  evangelización,  para  prepararse  a  la  ce- 
lebración del  Jubileo  universal  del  año  2.000,  es  indispensable  que 
la  Congregación  de  la  Providencia  siga  desarrollando  esta  nueva 
evangelización  y  acción  misionera  en  diversos  ambientes,  especial- 
mente populares  y  marginados,  y  en  diversas  latitudes  de  la  Iglesia. 

De  esta  manera,  esta  fecha  jubilar  que  estamos  celebrando,  va  a  ser 
para  la  Congregación  de  la  Providencia  y  de  la  Inmaculada  Concep- 
ción, la  ocasión  de  un  nuevo  impulso  evangelizador  y  misionero, 
para  intensificar  la  nueva  evangelización,  nuevos  en  su  ardor,  nue- 
va en  sus  métodos  y  nueva  en  su  expresión,  en  nuestra  Patria  ecua- 
toriana con  la  colaboración  entusiasta  y  generosa  de  jóvenes  segla- 
res, misioneros  voluntarios. 

Estimadas  Hermanas  de  la  Providencia,  todos  los  que  estamos  par- 
ticipando de  esta  Eucaristía  jubilar,  nos  unimos  a  sus  sentimientos 
de  gratitud  y  con  Uds.  tributamos  a  la  Providencia  divina  nuestra 
ferviente  acción  de  gracias  por  todos  los  beneficios  concedidos  a  la 
Iglesia  y  a  la  Patria  por  medio  de  su  labor  educativa  y  apostólica  de 
125  años.  También  les  presentamos,  con  sincera  cordialidad,  nues- 
tra congratulación  ferviente  en  esta  fecha  jubilar  de  su  permanencia 
en  el  Ecuador  y  de  sus  valiosos  servicios  a  nuestra  sociedad.  En  fin, 
les  formulamos  nuestros  votos  cordiales  de  que  Dios  N.  S.  les  con- 
ceda abundantes  gracias  para  que  puedan  perfeccionar  y  ampliar 
su  labor  educativa  y  evangelizadora  a  amplios  sectores  de  nuestro 
pueblo  ecuatoriano,  para  que  este  pueblo  siga  siendo  católico  y 
nuestra  Patria  ecuatoriana  viva  de  acuerdo  a  su  dignidad  de  nación 
consagrada  al  Sacratísmo  Corazón  de  Jesucristo.  Así  sea. 


Honiilín  proniincindn  por  Mons.  Antonio  j.  González  Z.,  Arzobispo  lie 
Quito,  en  ¡n  Misa  de  acción  de  gracias  por  los  225  aíws  de  la  llegada  de 
las  Hnas.  de  la  Providencia  al  Ecuador,  el  sábado  3  de  mayo  de  1997, 
a  las  10  a.  ni.,  en  la  Catedral  primada  del  Quito. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


En  la  Beatificación  de  la  Madre 
María  Encarnación  Rosal 

Estimadas  Hnas.  Bethlemitas  Hijas  del  S.  C.  de  Jesús, 

Miembros  de  las  comunidades  educativas  de  los  establecimientos 

regentados  por  las  Bethlemitas,  Hnas.  y  Hnos.  en  N.  S.  Jesucristo: 

Hoy,  domingo  4  de  mayo  de  1997,  sexto  domingo  de  Pascua,  es  un 
día  de  gloria  y  de  intenso  regocijo  espiritual  para  el  Instituto  religio- 
so de  las  Hnas.  Bethlemitas  Hijas  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús, 
porque  es  el  día  de  la  Beatificación  de  la  Venerable  Sierva  de  Dios, 
la  Madre  María  Encarnación  del  Sagrado  Corazón  Rosal,  Reforma- 
dora o  Restauradora  del  Inshtuto  religioso  de  las  Hnas.  Bethlemitas 
Hijas  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús. 

En  efecto,  esta  mañana,  a  las  diez  horas.  Su  Santidad  el  Papa  Juan 
Pablo  II,  celebrando  la  Eucaristía  del  sexto  Domingo  de  Pascua,  en 
la  Plaza  de  San  Pedro,  delante  de  la  fachada  renacentista  de  la  mo- 
numental Basílica  Vaticana,  declaró,  en  forma  infalible.  Beata  a  la 
Vble.  Sierva  de  Dios,  Madre  María  Encarnación  del  Sagrado  Cora- 
zón Rosal,  Reformadora  del  Instituto  de  las  Hnas.  Bethlemitas  Hi- 
jas del  Sagrado  Corazón  de  Jesús.  Con  esta  Beatificación  se  enrique- 
ce el  santoral  de  la  Iglesia  latinoamericana,  puesto  que  la  nueva 
Beata  nació  en  Guatemala,  extendió  su  obra  de  la  restauración  del 
Instituto  religiosos  de  las  Hermanas  Bethlemitas  desde  Guatemala 
a  Costa  Rica,  a  Colombia  y  al  Ecuador  y  falleció,  naciendo  para  el 
cielo,  en  la  ciudad  de  Tulcán  o  sea  en  tierras  ecuatorianas.  En  la  ce- 
remonia de  Beatificación  de  la  Madre  María  Encarnación  Rosal  fue- 
ron también  declarados  Beatos  los  Vbles.  Enrico  Rebuschini,  Gaeta- 
no  Catanoso  y  otros  Siervos  de  Dios.  Esta  Beatificación  alegra  de 
manera  especial  a  la  Iglesia  que  peregrina  en  América  Latina,  por- 
que el  Instituto  religioso  de  las  Hnas.  Bethlemitas,  restaurado  por  la 
Beata  María  Encarnación,  se  consolidó  en  Colombia  y  en  el  Ecua- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


dor,  de  tal  manera  que  la  casa  generalicia  de  este  Instituto  está  ubi- 
cada en  Santa  Fe  de  Bogotá  y  una  de  sus  provincias  importantes  es 
la  de  "Nuestra  Señora  de  Belén"  del  Ecuador  con  su  casa  provincial 
en  esta  ciudad  de  Quito. 

Con  justa  razón  la  Muy  Rvda.  Madre  Berenice  Moreno,  Superiora 
General  de  las  Hnas.  Bethlemitas,  y  la  Rvda.  Madre  Zoraida  Alva- 
rez,  Superiora  Provincial  de  la  Provincia  "Nuestra  Señora  de  Belén" 
del  Ecuador,  al  participarnos  con  alegría  la  Beatificación  de  su  Re- 
formadora de  su  Instituto,  nos  invitaron  también  a  participar  en  es- 
ta Eucaristía  que  celebramos  en  esta  Catedral  primada  de  Quito  en 
el  mismo  día  de  la  Beatificación  de  Madre  María  Encarnación,  para 
dar  gracias  a  Dios  por  el  precioso  don  que  nos  hace  a  la  Iglesia  y  al 
Instituto  de  Bethlemitas  de  una  nueva  Beata,  que  será  para  nosotros 
modelo  de  virtudes  cristianas  y  poderosa  intercesora  ante  Dios. 

En  esta  homilía  quiero  referirme,  al  menos  brevemente,  1"  a  la  per- 
sona de  la  Beata  María  Encarnación  Rosal  y  2*^  a  su  obra  de  la  Refor- 
ma o  restauración  del  Instituto  de  Hnas.  Bethlemitas  Hijas  del  S.  C. 
de  Jesús,  obra  que  fue  para  la  Beata  camino  de  santificación  y  per- 
fección cristiana. 

1 .  La  persona  de  la  nueva  Beata 
María  Encarnación  Rosal 

El  nombre  de  pila  de  la  Beata  María  Encarnación  fue  el  de  Vicenta. 
Vicenta  Rosal  Vásquez  nació  en  Quezaltenango,  Guatemala,  el  26 
de  octubre  de  1820  y  fue  bautizada  al  día  siguiente  de  su  nacimien- 
to. Sus  padres  fueron  don  Manuel  Encarnación  Rosal  y  doña  Ger- 
trudis Leocadia  Vásquez.  De  ellos  aprendió  la  niña  su  amor  a  Cris- 
to en  la  Eucaristía,  su  devoción  a  la  Sma.  Virgen  María  y  su  amor 
compasivo  a  sus  semejantes.  Recibió  su  primera  educación  en  su 
hogar,  luego  pasó  a  una  escuela,  siendo  muy  aplicada  a  los  estu- 
dios. A  los  quince  años  de  edad,  la  joven  Vicenta  comenzó  a  entre- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


281 


garse  a  las  vanidades  propias  de  su  edad  y  de  su  alta  posición  so- 
cial. Su  hermana  preocupada  le  pregunta  si  no  ha  pensado  en  en- 
trar en  algún  convento.  Vicenta  le  da  una  respuesta  evasiva,  le  dice: 
"Tal  vez,  cuando  tenga  unos  veinte  años,  pensaré  en  entrar  en  algu- 
na tercera  Orden".  Sin  embargo  este  ideal  de  ingresar  en  la  vida  re- 
ligiosa se  le  despertó  mucho  antes,  a  los  diecisiete  años.  A  finales  de 
1837,  cuando  está  para  tomar  una  decisión,  Vicenta  oye  hablar  del 
Beaterío  de  Belén  a  una  amiga  suya,  Manuelita  Arbizú.  Este  nom- 
bre "Belén"  despierta  en  Vicenta  Rosal  una  simpatía  especial,  una 
atracción  irresistible,  queda  como  fascinada  y  desde  ese  momento 
el  Beaterío  de  Belén  entra  a  formar  parte  de  su  vida.  Cuando  madu- 
ró en  ella  el  propósito  de  entrar  en  la  vida  religiosa,  una  tarde  se  lo 
comunicó  a  su  madre.  Cariñosamente  le  pregunta:  "Mamá,  qué  di- 
jeras, si  yo  te  hablara  de  que  quiero  irme  a  un  convento".  A  doña 
Gertrudis  no  le  sorprendió  la  confidencia  de  su  hija,  la  esperaba  en 
cierto  modo  y  su  respuesta  fue:  "Hijita,  yo  sacrificaría  cualquier  co- 
sa, con  tal  de  que  tú  entraras",  respuesta  de  una  mujer  cristiana,  que 
comprende  la  grandeza  de  la  vida  religiosa. 

El  Beaterío  de  Belén  de  Guatemala  había  sido  fundado  por  los  años 
de  1674  por  el  Hno.  Rodrigo  de  la  Cruz,  para  hacer  efectivo  el  de- 
seo manifestado  por  el  Hno.  Pedro  de  San  José  Betancourt  de  orga- 
nizar la  enfermería  para  la  mujer,  separada  de  la  de  los  hombres.  El 
Beato  Pedro  de  San  José  Betancourt  fundó  la  Orden  Bethlemita  en 
1658,  Orden  que  se  extendió  por  gran  parte  de  la  América  del  Sur. 
Los  Hnos.  Bethlemitas  llegaron  también  a  Quito  y  por  un  tiempo 
sirvieron  en  el  Hospital  de  la  Misericordia  de  N.  S.  Jesucristo,  que 
luego  se  llamó  Hospital  "San  Juan  de  Dios".  La  Orden  Bethlemita 
fue  suprimida  en  1820  por  el  gobierno  de  España. 

Vicenta  Rosal,  a  la  edad  de  17  años,  ingresó  en  el  Beaterio  de  Belén, 
el  1°  de  enero  de  1838.  Allí  la  espera  el  grupo  de  beatas  que  la  aco- 
gen con  muestras  de  simpatía  y  de  cariño,  sentimientos  que  perdu- 
rarán aún  en  momentos  más  dolorosos  de  separación  y  distancia. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Inicia  su  formación  para  la  vida  religiosa,  pasando  por  las  etapas  de 
postulantado  y  noviciado.  Vistió  el  hábito  de  la  Orden  Bethlemita  e 
inició  el  noviciado  en  el  Beaterío  de  Belén  de  la  ciudad  de  Santiago 
de  los  Caballeros  de  Guatemala,  el  16  de  julio  de  1838.  En  esa  cere- 
monia cambió  su  nombre  por  el  de  María  Encarnación  del  Sagrado 
Corazón.  Hizo  su  noviciado  con  fervor  creciente,  pero  fue  descu- 
briendo que  el  ambiente  que  se  respiraba  en  el  convento  no  le  era 
propicio  para  realizar  su  ideal  de  mayor  acercamiento  a  Dios,  de 
oración  y  silencio.  No  encontró  constituciones,  a  las  cuales  hacer  re- 
ferencia en  las  actividades  del  convento.  Terminado  el  noviciado, 
tuvo  dudas  de  pasar  a  la  profesión  religiosa.  Obediente  a  su  direc- 
tor espiritual,  profesó  el  26  de  enero  de  1840,  día  en  que  la  Orden 
celebraba  la  fiesta  de  nuestra  Señora  de  Belén. 

Una  vez  profesa,  la  Hna.  Encarnación  nada  encontró  de  aquel  ideal 
de  entrega  y  donación  a  Dios  que  se  había  forjado  de  la  vida  religio- 
sa. Con  frecuencia  se  preguntaba  qué  había  sido  de  la  herencia  es- 
piritual de  Pedro  Betancourt,  de  quien  había  oído  tantas  proezas  de 
santidad  y  cuyo  espíritu  esperaba  encontrar  en  esta  comunidad, 
que  debía  recoger  el  carisma  y  la  tradición  de  la  Orden  Bethlemita. 
Esta  circunstancia  fue  la  coyuntura  histórica  que  hizo  de  María  En- 
carnación Rosal  la  reformadora  del  Instituto  Bethlemita. 

2.  La  reforma  o  restauración  del  Instituto  de  las 
Hnas.  Bethlemitas  Hijas  del  S.  C.  de  Jesús. 

La  Hna.  Encarnación,  al  no  encontrar  en  el  Beaterío  aquella  perfec- 
ción de  vida  religiosa  que  ella  anhelaba,  resuelve  pasarse  al  conven- 
to de  las  Catalinas,  uno  de  los  más  fervorosos  de  su  época.  Allí  en- 
cuentra un  ambiente  propicio  a  la  oración,  al  fervor,  a  la  observan- 
cia religiosa.  Sin  embargo,  no  encuentra  allí  la  paz  que  esperaba.  Se 
sentía  con  la  inquietud  de  estar  donde  no  era  llamada  por  Dios.  Ca- 
da día  su  corazón  y  su  mente  volvían  con  insistencia  hacia  Belén  y 
una  idea  empieza  a  tomar  fuerza  en  su  mente:  "Y  qué  tal  que  Belén 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


cambiara,  que  las  beatas  fueran  tan  fervorosas  como  las  Catalinas. 
¿Por  qué  no  unir  la  oración  de  este  convento  con  el  apostolado  que 
ellas  hacen  con  enfermas  y  alumnas?.  Es  allí,  en  el  convento  de  las 
Catalinas,  donde  la  Hna.  Encarnación  descubre  su  identidad  espiri- 
tual a  través  de  la  misión  que  dará  sentido  a  su  existencia:  LA  RE- 
FORMA. Reformar  el  Beaterio,  hacer  que  se  vivan  sus  valores  fun- 
damentales, devolverle  su  pureza  primitiva  es  — pensaba  ella —  su- 
mergirlo nuevamente  en  sus  orígenes,  de  suerte  que  beba  en  ellos 
el  frescor  del  Evangelio. 

Habían  pasado  seis  meses.  La  Hna.  Encarnación,  urgida  por  Dios, 
regresa  al  Beaterio  de  Belén,  donde  fue  recibida  con  muestras  de 
gran  afecto  por  parte  de  todas  las  beatas.  Una  vez  allí,  se  sintió  im- 
pulsada a  buscar  infatigablemente  redescubrir  la  espiritualidad 
bethlemita  de  la  cual  solo  existe  una  débil  pincelada  en  el  beaterio. 
Poco  después  de  su  regreso  a  Belén,  empiezan  los  cargos.  Pronto  es 
nombrada  Prefecta  del  colegio  y  aprovecha  de  su  cargo  para  un 
cambio  en  la  organización  y  en  el  reglamento  de  las  alumnas.  En 
1849  es  nombrada  vicaria  y  maestra  de  novicias  y  en  1855,  Priora  de 
Belén.  Allí  donde  es  colocada,  deja  una  huella  de  organización,  de 
fervor,  de  impulso  y  dinamismo.  Lucha  para  que  las  religiosas  más 
antiguas  acepten  las  constituciones  redactadas  por  ella  de  acuerdo 
con  el  espíritu  de  la  Orden  y  aprobadas  por  el  Obispo.  Pero  hay  re- 
sistencia por  parte  de  algunas  y  nada  puede  hacer.  Entonces  la  Ma- 
dre Encarnación  piensa  seriamente  en  salir  a  fundar  un  nuevo  Bea- 
terío, para  salvar  el  carisma  y  la  espiritualidad  bethlemitas.  Intenta 
fundar  en  la  Antigua,  cuna  de  la  Orden,  pero  la  fundación  fracasó 
y  se  vio  obligada  a  regresar  al  Beaterio  de  Guatemala.  Después  de 
superar  dificultades,  el  día  21  de  octubre  de  1861  llegó  a  Quezalte- 
nango,  su  tierra  natal,  acompañada  por  algunas  religiosas  formadas 
por  ella  misma,  y  allí  fundó  la  primera  casa  de  la  reforma,  que  se 
afianzó  con  nuevas  vocaciones  y  obras  apostólicas  florecientes  co- 
mo colegio  y  enfermería  para  gente  pobre.  Las  Bethlemitas  refor- 
madas vivieron  en  Quezaltenango  por  más  de  diez  años;  pero  el 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


vendaval  antirreligioso  que  azotó  a  Guatemala  causó  la  expulsión 
de  las  ordenes  y  congregaciones  religiosas.  La  Madre  Encarnación 
con  las  profesas  de  Quezaltenango  tuvieron  que  salir  de  Guatema- 
la con  rumbo  a  Costa  Rica,  donde  fundaron  los  colegios  de  Cartago 
y  Heredia.  En  Costa  Rica  el  Instituto  de  Bethlemitas  tomó  nuevo 
impulso. 

En  Costa  Rica  permanecieron  las  Betlemitas  desde  diciembre  de 
1877  hasta  1884,  año  en  que  estalló  también  en  este  país  el  vendaval 
antirreligioso  y  la  persecución  contra  las  comunidades  religiosas. 
La  Madre  Encarnación,  ante  tanto  sufrimiento,  encuentra  su  refugio 
en  la  oración  y  en  los  momentos  más  tristes  oyó  una  voz  interior 
que  le  decía:  "En  Pasto  verás  mi  gloria".  Suprimidos  los  colegios  de 
Costa  Rica,  las  Betlemitas  se  encaminaron  hacia  Colombia,  país  que 
se  presenta  ante  ellas  como  un  oasis  de  salvación.  Hacen  escala  en 
Panamá  y  llegan  al  puerto  de  Buenaventura.  Pasaron  por  Palmira  y 
Popayán  y,  después  de  un  viaje  lleno  de  penalidades,  la  Madre  En- 
carnación y  sus  compañeras  llegaron  a  Pasto  al  atardecer  del  23  de 
diciembre  de  1885  y  fueron  recibidas  con  manifestaciones  de  cariño 
y  simpatía  por  el  pueblo,  que  repetía  emocionado:  ¡Llega  la  santa, 
llega  la  santa!  Con  la  llegada  de  la  Madre  Encarnación  a  Pasto,  se 
consolida  la  fundación  del  colegio,  que  ya  había  iniciado  labores  el 
1°  de  mayo  de  1885,  bajo  la  dirección  de  la  Hna.  Ignacia  González, 
sobrina  de  Madre  Encarnación. 

En  Pasto  la  Madre  abrió  el  noviciado  y  fundó  el  Hogar  "San  José" 
para  niñas  huérfanas  y  pobres.  Pasto  se  convirtió  así  en  cuna  de  la 
Congregación  en  Colombia  y  plataforma  desde  la  cual  se  lanzaron 
las  Betlemitas  a  su  misión  apostólica  a  muchas  partes.  Por  esos  días 
Madre  Encarnación  recibió  cartas  del  Ecuador,  de  las  autoridades 
civiles,  que  pedían  una  fundación  en  Tulcán  y  de  Mons.  Pedro  Ra- 
fael González  Calisto,  Obispo  de  Ibarra,  que  pedía  una  fundación 
en  Otavalo.  La  Madre  deseaba  venir  al  Ecuador,  nación  consagrada 
oficialmente  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  de  quien  era  tan  devota. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


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El  10  de  agosto  de  1886,  Madre  Encarnación  parte  con  su  hijas  de 
Pasto  con  rumbo  hacia  el  Ecuador.  Al  pasar  por  Ipiales,  visitó  el 
santuario  de  las  Lajas,  erigido  en  honor  de  la  Sma.  Virgen  del  Rosa- 
rio. A  nuestra  Señora  de  las  Lajas  encomendó  su  naciente  Instituto. 

Al  día  siguiente  hizo  la  última  jornada  hacia  Tulcán.  Al  ver  tierras 
ecuatorianas,  la  Madre  Encarnación  dijo  emocionada:  "Oh  Ecuador, 
en  ti  entregaré  mi  espíritu  en  manos  de  Dios.  Este  tu  retirado  suelo 
será  mi  descanso;  muriendo  en  ti  cumplo  un  anhelo  de  mi  espíritu". 
Llegaron  a  Tulcán  el  14  de  agosto  de  1886. 

El  recibimiento  en  Tulcán  fue  apoteósico.  En  la  plaza  central  el  pue- 
blo las  esperaba  con  guirnaldas  y  flores.  En  la  Iglesia  Matriz  se  can- 
tó el  "Te  Deum"  y  las  religiosas  fueron  instaladas  en  la  casa  que  se 
Ies  había  preparado.  Madre  Encarnación  ya  se  encontraba  muy  de- 
caída y  enferma.  Postrada  en  el  lecho  del  dolor  nombró  a  las  religio- 
sas que  debían  conformar  la  Comunidad  de  Tulcán  y  las  que  debían 
continuar  viaje  hasta  Otavalo. 

Diez  días  después  de  la  llegada  a  Tulcán,  el  24  de  agosto  de  1886, 
víspera  de  la  fiesta  de  los  Dolores  internos  del  Sagrado  Corazón  de 
Jesús,  celebración  que  el  mismo  Señor  le  había  pedido,  la  Madre 
María  Encarnación  Rosal,  Restauradora  del  Instituto  de  Hnas.  Beth- 
lemitas  Hijas  del  S.  Corazón  de  Jesús,  falleció  en  tierra  ecuatoriana, 
como  ella  había  presentido.  Ese  día  ella  nació  para  la  gloria  del  cie- 
lo, cuando  iba  a  cumplir  66  años  de  edad.  Su  cuerpo  incorrupto  fue 
trasladado  de  Tulcán  a  Pasto  (Colombia),  en  donde  ha  sido  expues- 
to a  la  veneración  de  los  fieles. 

La  obra  establecida  en  el  Ecuador  por  la  misma  Beata  María  Encar- 
nación, hace  111  años,  ha  crecido  y  se  ha  desarrollado  en  varias  Igle- 
sias particulares,  de  tal  manera  que  las  Hnas.  Bethlemitas  Hijas  del 
S.  C.  de  Jesús  regentan  actualmente  un  Instituto  Superior  en  Tulcán, 
cinco  Colegios  en  Tulcán,  Ibarra,  en  la  Arquidiócesis  de  Quito,  en 


286 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


donde  funcionan  también  la  casa  provincial  de  la  provincia  "Nues- 
tra Señora  de  Belén",  un  noviciado  y  una  residencia  universitaria, 
Latacunga  y  San  Miguel.  Con  los  colegios  funcionan  también  los  es- 
tablecimientos educacionales  de  primaria  y  preprimaria.  Las  Beth- 
lemitas  sostienen  también  obras  sociales  y  han  establecido  casas  de 
Misiones  o  actividad  pastoral  en  La  Calera,  en  Chambo  y  en  Porto- 
velo. 

La  protección  de  Beata  María  Encarnación  sobre  estas  obras  educa- 
cionales y  apostólicas  y  su  poderosa  intercesión  ante  Dios  harán 
que  estas  obras  crezcan  y  se  consoliden,  para  que  contribuyan  efi- 
cazmente a  la  nueva  evangelización  en  la  que  debemos  empeñar- 
nos en  este  período  de  preparación  para  la  celebración  del  Jubileo 
universal  del  año  dos  mil. 

Al  felicitar,  en  nombre  de  la  Iglesia  que  peregrina  en  el  Ecuador,  a 
las  Hnas.  Bethlemitas  Hijas  del  S.  C.  de  Jesús  por  este  fausto  acon- 
tecimiento de  la  BeaHficacion  de  su  Fundadora-Restauradora,  Ma- 
dre María  Encarnación  Rosal,  les  exhortamos  también  a  que  lleven 
a  la  práctica  esa  suprema  recomendación  que  les  formuló:  "Que  se 
pierda  todo,  hijas  mías,  pero  que  no  se  pierda  la  caridad".  Y  para 
que  no  se  pierda  la  caridad,  "Se  acogerán  todas  al  Sagrado  Corazón 
de  Jesús".  Así  sea. 

Homilía  pronunciada  por  Mons.  Antonio  j.  González  Z. 
en  la  misa  celebrada  en  la  Catedral  primada  de  Quito, 

el  domingo  4  de  mayo  de  1997,  con  ocasión  de  la 
beatificación  de  la  Madre  María  Encarnación  Rosal. 


DCTOS,  ARQUIDIOCESANOS 


287 


25  Años  de  "Grünenthal" 

"Doy  gracias  sin  cesar  a  Dios  por  Uds.  por  la  gracia  de  Dios  que  les  ha  si- 
do otorgada  en  Cristo  Jesús;  pues  en  él  han  sido  enriquecidos  de  mil  mane- 
ras, recibiendo  todos  los  dones  de  palabra  y  de  conocimiento"  (I  Co,  1,4-5) 

Señor  Gerente  de  Grünenthal  Alemana  y  Ecuatoriana, 
Señores  funcionarios,  trabajadores  de  la  Empresa  Grünenthal 
Estimados  hermanas  y  hermanos  en  N.  S.  Jesucristo: 

El  Apóstol  San  Pablo,  al  principio  de  su  primera  Carta  a  los  Corin- 
tios, prorrumpe  en  un  inspirado  himno  de  acción  de  gracias  a  Dios 
por  la  gracia  que  a  esa  comunidad  cristiana  de  Corinto  le  había  si- 
do otorgada  por  medio  de  la  actividad  apostólica  de  Pablo.  La  co- 
munidad cristiana  de  Corinto  había  sido  enriquecida  en  Cristo  Je- 
sús de  mil  maneras,  recibiendo  los  dones  de  la  Palabra  divina,  me- 
diante la  predicación  del  Apóstol  de  las  gentes,  y  dones  de  conoci- 
miento del  misterio  cristiano. 

Cuando  hoy,  en  esta  ciudad  de  Quito,  capital  de  la  República  del 
Ecuador,  estamos  celebrando  los  25  años  del  establecimiento  en 
nuestra  Patria,  de  una  de  las  filiales  más  antiguas  en  el  exterior  de 
la  famosa  empresa  farmacéutica  alemana  Grünenthal,  la  primera 
lectura  de  esta  Eucaristía,  nos  invita  a  todos  los  presentes  a  dar  a  es- 
ta Misa  el  valor  de  una  ferviente  acción  de  gracias  a  Dios  por  el 
enorme  beneficio  que  significó  para  el  Ecuador  y  para  América  La- 
tina el  establecimiento  en  1972  de  Grünenthal  Ecuatoriana. 

Demos  gracias  a  Dios  fervientemente  con  esta  Eucaristía  por  la  fun- 
dación, hace  25  años  de  la  Empresa  Grünenthal  Ecuatoriana. 

En  efecto,  la  Empresa  Grünenthal  Alemana  tiene  su  origen  en  Stol- 
berg,  en  donde  en  1703  la  propiedad  Kupferhof  Grünenthal  se  cons- 
tituyó en  un  centro  fabril,  en  el  que  se  trabajó  con  metales,  textiles 
y  productos  químicos. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


La  familia  Maurer/Wirtz  tomó  posesión,  en  1888,  de  esta  planta  in- 
dustrial, y  en  ella  fundó,  al  término  de  las  dos  guerras  mundiales, 
en  1946,  una  de  las  Compañías  farmacéuticas  alemanas  más  jóve- 
nes, la  Grünenthal,  que  a  base  de  investigación  científica,  supo  in- 
ventar y  desarrollar  los  antibióticos  que  se  hicieron  necesarios  para 
tratar  las  enfermedades  infecciosas,  que  fueron  secuelas  de  las  dos 
conflagraciones  mundiales. 

A  la  gran  importancia  que  la  Empresa  Grünenthal  ha  dado  a  la  in- 
vestigación científica  se  debe  el  hecho  histórico  de  que  a  Grünent- 
hal le  corresponde  el  mérito  de  ser  el  primer  laboratorio  alemán  que 
después  de  la  guerra  en  el  año  de  1948  produjo  la  penicilina  reque- 
rida terapéuticamente  con  urgencia,  completándose  este  trabajo  en 
el  año  de  1949  con  la  primera  penicilina  alemana  de  depósito,  la  Pe- 
nicilina Clemizol  (Megacilina)  y  en  1950  la  primera  Penicilina  ale- 
mana oral  (Megacilina  oral).  Así  Grünenthal  se  ha  colocado  en  la 
vanguardia  de  la  investigación  v  elaboración  de  antibióticos.  Así 
también  Grünenthal  ha  conseguido  importantes  logros  y  admira- 
bles progresos  en  la  medicina.  En  reconocimiento  justo  de  esta  la- 
bor invesfigativa  pionera  y  dinámica,  Grünenthal  fue  galardonada 
con  el  premio  "Claudius  Galenus"  en  1985. 

En  esta  Eucaristía,  que  celebramos  en  esta  bella  y  artística  capilla  de 
Nuestra  Señora  del  Rosario  de  esta  Iglesia  de  Santo  Domingo  de 
Quito,  tributemos  a  Dios  nuestra  ferv  iente  acción  de  gracias  por  el 
establecimiento  en  Quito  de  Grünenthal  Ecuatoriana. 

Para  hacer  beneficiarios  a  muchos  países  de  los  nuevos  conocimien- 
tos médicos  y  de  los  progresos  obtenidos  en  el  campo  farmacéutico 
por  la  investigación  científica,  Grünenthal  Alemana  trató  de  comer- 
cializar sus  fármacos  en  el  campo  internacional.  Como  consideró  el 
área  latinoamericana  una  de  las  más  importantes,  decidió  crear  en 
el  Ecuador,  hace  veinticinco  años,  en  1972,  una  de  las  filiales  más 
antiguas  del  exterior,  la  Grünenthal  Ecuatoriana.  Grünenthal  del 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


Ecuador  comenzó  en  Quito,  modestamente,  en  un  pequeño  local  de 
la  calle  6  de  Diciembre  cerca  de  la  intersección  de  la  Avenida  Eloy 
Alfaro. 

1972  es  el  año  que  marca  un  hito  importante  en  la  industria  farma- 
céutica ecuatoriana,  pues  esta  filial  de  Grünenthal,  después  de  va- 
rios años  de  responsable  y  fructífera  labor,  llega  a  constituirse,  des- 
de 1985,  en  el  primer  consorcio  farmacéutico  del  país,  aglutinando 
líneas  de  reconocido  prestigio  mundial,  como  Janssen,  Boehringer 
Mannheim,  Syntex,  Knoll  y  otras.  Grünenthal  Ecuatoriana  es  ac- 
tualmente una  de  las  filiales  más  importantes  de  la  Casa  Matriz 
Grünenthal  Alemana. 

Grünenthal  Ecuatoriana  ha  establecido  en  Pomasqui  su  planta  de 
producción  Tecnandina  S.  A.,  donde  la  aplicación  de  las  técnicas  de 
producción  más  modernas  y  rigurosas  garantizan  la  óptima  calidad 
de  los  productos  Grünenthal,  que  justifican  totalmente  la  confianza 
de  los  médicos. 

El  establecimiento  de  la  filial  Grünenthal  en  el  Ecuador  ha  sido  un 
especial  beneficio  para  nuestro  país,  pues  ha  creado  un  nuevo  cen- 
tro de  producción  farmacéutica,  que  ha  contribuido  eficazmente  al 
desarrollo  industrial  y  económico  de  nuestro  pueblo;  ha  creado 
nuevos  puestos  de  trabajo  y  ha  dado  a  muchas  personas  la  oportu- 
nidad de  prepararse  y  capacitarse  para  la  producción  de  fármacos 
y  medicamentos. 

Agradezcamos  también  a  Dios  por  este  beneficio  de  la  promoción  y 
formación  profesional  de  las  personas.  Se  dice  que  el  recurso  más 
importante  y  valioso  de  Grünenthal  Ecuatoriana  son  los  hombres 
que  participan  en  su  trabajo,  tanto  en  el  terreno  técnico,  como  en  las 
áreas  administrativas,  comerciales  de  mercadeo  y  ventas  y  en  el 
campo  laboral  de  la  producción.  Los  que  trabajan  en  Grünenthal 
Ecuatoriana  son  personas  jóvenes,  calificadas  y  penetradas  de  espí- 
ritu de  responsabilidad  en  sus  tareas.  Sus  puestos  de  trabajo  están 
ocupados  de  acuerdo  a  su  preparación  y  especializaciones.  Todos 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


están  orientados  hacia  el  más  efectivo  rendimiento,  para  una  mayor 
retribución  bilateral.  Muchos  colaboradores  provienen  de  la  propia 
escuela  de  aprendizaje  de  la  Empresa.  Toda  persona  que  empieza  a 
trabajar  en  Grünenthal  sabe  que  en  esta  empresa  puede  realizarse, 
desarrollar  sus  capacidades,  segura  de  que  para  ello  encontrará  el 
apoyo  necesario. 

Para  nuestro  país,  el  Ecuador,  ha  significado  también  un  especial 
beneficio,  por  el  que  debemos  dar  gracias  a  Dios,  el  hecho  de  que 
Grünenthal  Alemana,  consciente  del  profesionalismo  alcanzado 
por  su  subsidiaria  ecuatoriana,  le  ha  confiado  la  comercialización 
de  sus  productos  farmacéuticos  en  Centroamérica,  Panamá,  El  Ca- 
ribe, Bolivia  y  Paraguay,  de  esta  manera  el  Ecuador  se  ha  converti- 
do en  centro  de  difusión  de  los  programas  terapéuticos  y  de  los  pro- 
ductos de  Grünenthal  en  América  Latina.  Por  esta  confianza  depo-, 
sitada  por  Grünenthal  Alemana  en  Grünenthal  Ecuatoriana,  los 
ecuatorianos  presentamos  nuestro  sincero  agradecimiento  a  los  di- 
rectivos de  Alemania,  presentes  en  el  Ecuador  con  ocasión  de  esta 
fecha  jubilar  de  Bodas  de  Plata. 

Un  mensaje  de  la  Palabra  de  Dios  para  Grünenthal  (Mt.  9, 27-38) 

El  pasaje  del  Evangelio  según  S.  Mateo,  que  ha  sido  proclamado  en 
esta  Eucaristía  de  acción  de  gracias,  nos  narra  que  Jesús,  después  de 
haber  devuelto  la  vista  a  dos  ciegos  y  de  haber  echado  al  demonio 
de  un  poseso,  recorría  los  pueblos  y  aldeas  de  Galilea,  curando  las 
dolencias  y  enfermedades  de  la  gente,  que  andaba  descarriada  y 
desanimada  como  ovejas  sin  pastor.  De  aquel  gentío  Jesús  sintió 
compasión;  a  esas  gentes  les  proclamaba  la  Buena  Nueva  del  reino 
y  curaba  sus  dolencias  y  enfermedades. 

Este  ejemplo  de  Jesucristo  es  un  valioso  estímulo  para  la  empresa 
farmacéutica  Grünenthal  Ecuatoriana,  estímulo  que  le  impulsa  a  se- 
guir adelante  y  a  ampliar  y  perfeccionar  el  "Proyecto  de  Medicina 
Comunitaria"  que  ya  ha  iniciado  en  el  Ecuador  y  concretamente  en 
la  provincia  de  Pichincha. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


Tomando  en  cuenta  que  "la  salud  del  pueblo  es  la  suprema  ley",  se- 
gún un  principio  del  Derecho  Romano,  y  ante  la  realidad  de  que  la 
migración  del  campo  a  la  ciudad  ha  creado  las  grandes  zonas  urba- 
no-marginales, carentes  de  servicios  básicos  y,  por  tanto  de  servi- 
cios de  salud  y  de  que  amplias  áreas  rurales  dispersas  no  disponen 
de  servicios  médicos  para  una  atención  primaria  de  la  salud,  Grü- 
nenthal  ha  asumido  el  compromiso  de  contribuir  a  la  atención  de  la 
salud  de  sectores  urbano-marginales  y  rurales,  estableciendo  por 
ahora  dos  unidades  operativas  de  atención  primaria  de  la  salud,  lo- 
calizadas la  una  en  San  Rafael  de  Alugullá  (Pomasqui),  comunidad 
situada  al  noroccidente  de  Quito.  Esta  unidad  operativa  cuenta  con 
dispensario  médico,  dispensario  odontológico,  farmacia  popular, 
formación  de  promotores  de  salud  y  educación  para  la  salud.  La 
otra  unidad  operativa,  en  el  sector  rural  de  Pitaná  Bajo,  anejo  de  la 
parroquia  de  Cangahua,  del  cantón  Cayambe.  Esta  comunidad  in- 
dígena cuenta  con  un  dispensario  médico,  botiquín  popular,  forma- 
ción de  promotores  de  salud,  asesoría  para  microempresas  y  con- 
trol médico  escolar. 

Agradecemos  a  Grünenthal  el  importante  servicio  que  está  prestan- 
do para  la  atención  primaria  a  la  salud  de  estos  sectores  populares. 

Pero  el  mensaje  que  le  da  a  Grünenthal  el  Evangelio  de  esta  Euca- 
ristía de  Bodas  de  Plata  consiste  en  una  exhortación  a  que  amplíe 
este  "Proyecto  de  Medicina  Comunitaria"  a  otros  sectores  necesita- 
dos y. marginados  de  nuestro  pueblo  ecuatoriano.  De  esta  manera, 
la  mundialmente  famosa  empresa  farmacéutica  Grünenthal  seguirá 
proyectando  a  la  comunidad  ecuatoriana  su  espíritu  cristiano  de  so- 
lidaridad, de  servicio  y  de  contribución  efectiva  a  la  salud,  desarro- 
llo y  paz  social.  Así  sea. 

Homilía  pwnuficiada  por  Mons.  Antonio  J.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito,  en  la  Misa  de  acción  de  gracias  por  los 
25  años  de  Grünenthal  Ecuatoriana,  celebrada  en  la  Capilla  del  Rosario 
de  Santo  Domingo  de  Quito,  el  miércoles  21  de  mayo  de  1997. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


175-  Aniversario  de  la  Batalla  de  Pichincha 

Señor  Ministro  de  Defensa  Nacional;  Señor  General  Jefe  del  Co- 
mando Conjunto  de  las  FF.  AA.;  Señores  Comandantes  generales 
del  Ejército,  de  la  Marina  y  de  la  Fuerza  Aérea;  señores  Jefes,  Oficia- 
les y  soldados  de  las  FF.  AA.  del  Ecuador: 

El  pueblo  ecuatoriano  celebra  el  día  de  mañana,  24  de  mayo  de 
1997,  el  centésimo  septuagésimo  quinto  aniversario  del  histórico 
triunfo  que  los  ejércitos  patriotas,  al  mando  del  General  Antonio  Jo- 
sé de  Sucre,  obtuvieron  sobre  las  fuerzas  españolas  en  la  batalla  que 
libraron  en  las  faldas  del  Pichincha  en  la  mañana  del  24  de  mayo  de 
1822.  El  24  de  mayo  de  cada  año,  al  conmemorar  la  Batalla  de  Pi- 
chincha, en  el  Ecuador  celebramos  también  el  "Día  de  las  Fuerzas 
Armadas  Ecuatorianas". 

Se  refiere  que  el  triunfador  de  Pichincha,  después  de  haber  obteni- 
do con  aquel  ejército  de  las  naciones  el  glorioso  triunfo  sobre  las 
fuerzas  españolas,  triunfo  que  selló  la  libertad  e  independencia  de 
lo  que  poco  después  iba  a  constituirse  en  la  República  del  Ecuador, 
descendió  del  Pichincha  y  acudió  a  este  Santuario  mariano  de  la  Ba- 
sílica de  la  Merced,  para  agradecer  a  Dios,  el  Señor  de  los  ejércitos, 
quien  le  había  concedido  el  triunfo  de  Pichincha,  por  la  poderosa 
mediación  de  la  Sma.  Virgen  de  la  Merced,  protectora  de  los  ejérci- 
tos patriotas.  Pocos  días  después,  el  mismo  General  Antonio  José  de 
Sucre  ofició  al  Deán  del  Cabildo  catedralicio  de  Quito,  para  solici- 
tarle la  celebración  de  un  solemne  "Te  Deum",  con  el  cual  tributar 
rendidas  gracias  al  Señor,  Dios  de  los  ejércitos,  por  la  eficaz  ayuda 
y  protección  que  concedió  a  los  ejércitos  patriotas  para  la  obtención 
del  triunfo  en  la  batalla  de  Pichincha,  triunfo  que  selló  la  libertad  e 
independencia  de  nuestra  Patria. 

Cuando  en  este  24  de  mayo  de  1997,  las  Fuerzas  Armadas  del  Ecua- 
dor desean  celebrar  el  centésimo  septuagésimo  quinto  aniversario 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


293 


de  la  batalla  de  Pichincha  y  el  "Día  clásico"  de  estas  mismas  glorio- 
sas Fuerzas  Armadas,  nos  han  invitado  a  participar  piadosa  y  entu- 
siastamente a  esta  solemne  Eucaristía  y  a  este  ferviente  "Te  Deum", 
a  fin  de  tributar  con  ellos  una  cordial  y  fervorosa  acción  de  gracias 
a  Dios  por  el  histórico  triunfo  de  la  batalla  de  Pichincha,  triunfo  que 
fue  decisivo  para  la  independencia  de  nuestra  patria  y  acción  de 
gracias  también  por  el  "Día  de  las  Fuerzas  Armadas  Ecuatorianas". 
Oportunamente  tributamos  esta  acción  de  gracias  a  EHos  por  medio 
de  lo  celebración  de  esta  solemne  Eucaristía  y  de  este  himno  el  "Te 
Deum"  en  esta  Basílica  de  la  Merced,  en  la  que  se  honra  y  venera  a 
esta  histórica  imagen  de  Nuestra  Señora  de  la  Merced,  que  ha  sido 
proclamada  Patrona  y  Generalísima  de  las  Fuerzas  Armadas  del 
Ecuador. 

-  Por  la  poderosa  intercesión  de  su  celestial  Patrona,  Nuestra  Seño- 
ra de  la  Merced,  las  Fuerzas  Armadas  Ecuatorianas  agradecen  tam- 
bién a  la  Providencia  Divina  por  la  oportuna  y  especial  protección 
que  experimentaron  en  el  grave  conflicto  o  guerra  no  declarada  que 
tuvieron  que  afrontar  con  las  fuerzas  peruanas  en  el  Alto  Cenepa, 
en  enero  y  febrero  de  1995.  En  aquel  conflicto  nuestras  Fuerzas  Ar- 
madas tuvieron  que  defender  con  valentía  y  lealtad  patriótica  la  in- 
tegridad territorial  y  la  soberanía  nacional  de  nuestra  Patria.  Gra- 
cias a  la  sacrificada  actuación  de  nuestras  gloriosas  Fuerzas  Arma- 
das, el  vecino  país  del  Perú  se  decidió  a  negociar,  después  de  los 
acuerdos  de  Itamaratí  y  de  Montevideo,  la  paz  definihva  con  el 
Ecuador.  Las  delegaciones  de  los  dos  países  están  actualmente  ne- 
gociando los  llamados  impaces  y  esperamos  llegar  a  una  solución 
definitiva,  justa,  equitativa  y  digna  del  problema  territorial. 

Imploremos  la  intercesión  de  la  Sma.  Virgen  de  la  Merced,  Patrona 
de  las  Fuerzas  Armadas  a  fin  de  que  lleguemos  a  concertar  una  paz 
definitiva  entre  pueblos  hermanos. 

-  Con  esta  solemne  Eucaristía  y  con  este  "Te  Deum",  las  Fuerzas  Ar- 
madas Ecuatorianas  agradecen  también  fervientemente  a  Dios  por 
la  forma  patriótica  y  desinteresada  con  que  defendieron  decidida- 


mente  el  orden  constitucional  y  el  régimen  democrático  del  Ecua- 
dor, cuando  en  las  jornadas  del  cinco  y  seis  de  febrero  de  este  año, 
el  pueblo  ecuatoriano  y  especialmente  el  pueblo  de  Quito  exigieron, 
con  manifestaciones  entusiastas  y  multitudinarias  la  destitución  de 
quien  había  sido  elegido  Presidente  constitucional  del  Ecuador,  me- 
diante la  ilusoria  propaganda  de  la  "Fuerza  de  los  pobres". 

Las  Fuerzas  Armadas  jamás  pensaron  en  aprovecharse  de  aquella 
coyuntura  para  asumir  el  poder.  Tampoco  se  consideraron  fuerza 
dirimente  para  solucionar  las  tensiones  entre  los  poderes  del  Esta- 
do o  entre  contiendas  políticas.  Las  Fuerzas  Armadas  actuaron  en 
una  línea  de  profesionalismo.  Con  sensibilidad  patriótica  hicieron 
respetar  la  decisión  del  pueblo  ecuatoriano,  manifestada  en  la  reso- 
lución del  Congreso  Nacional,  representante  de  la  soberanía  popu- 
lar. 

Por  esta  actuación  patriótica  de  las  Fuerzas  Armadas,  actuación  que 
las  consolida  institucionalmente,  demos  gracias  a  Dios  con  esta  Eu- 
caristía y  "Te  Deum"  que  celebramos  en  este  centésimo  septuagési- 
mo quinto  aniversario  de  la  batalla  de  Pichincha  y  del  "Día  de  las 
Fuerzas  Armadas  Ecuatorianas". 

Pidamos  piadosa  y  fervientemente  que  la  Sma.  Virgen  María,  Nues- 
tra Señora  de  la  Merced,  Patrona  y  Generalísima  de  las  Fuerzas  Ar- 
madas del  Ecuador,  las  conduzca  a  su  mayor  profesionalización,  a 
su  creciente  superación  moral,  a  un  abnegado  patriotismo,  a  fin  de 
que  sigan  siendo  forjadoras  de  la  grandeza  de  nuestra  Patria,  defen- 
soras de  su  soberanía  e  integridad  territorial  y  constructoras  de  la 
unión  fraterna  del  pueblo  ecuatoriano,  de  su  paz  y  de  su  desarrollo. 

Así  sea. 

Homilía  pronunciada  por  Mons.  Antonio  J.  González  Z.,  Arzobispo  íle 
Quito,  Primado  del  Ecuador,  en  el  175"  aniversario  de  la  Batalla  de 
Pichincha  y  en  el  "Día  de  las  Fuerzas  Armadas  Ecuatorianas", 
23  de  mayo  de  1997,  en  la  Basílica  de  la  Merced  de  Quito. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


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En  los  Funerales  del 
Lic.  Jaime  Acosta  Velasco 

"Jesús,  levantando  los  ojos  al  cielo,  dijo:  Padre,  ha  llegado  la  hora,  da  glo- 
ria a  tu  Hijo,  para  que  tu  Hijo  te  dé  gloria  a  ti...  Yo  te  he  glorificado  sobre 
la  tierra,  cumpliendo  la  obra  que  me  habías  encomendado.  Ahora,  Padre, 
glorifícame  cerca  de  ti,  con  la  gloria  que  yo  tenía  junto  a  ti  desde  antes  que 
el  mundo  existiese"  (Jn  17, 1.  4  -  5). 

Señora  Raquel  Espinosa  de  Acosta,  miembros  de  las  familias  Acos- 
ta Espinosa  y  Acosta  Velasco,  estimados  hermanos  en  el  Señor: 

El  sábado  31  de  mayo  de  1997,  retornó  a  la  "casa  del  Padre",  des- 
pués de  una  larga  peregrinación  de  ochenta  años  por  esta  tierra,  un 
fervoroso  cristiano,  miembro  activo  y  militante  de  esta  Iglesia  par- 
ticular de  Quito,  el  Ledo.  Jaime  Acosta  Velasco.  El  hecho  de  que  su 
fallecimiento  acaeciera  casi  a  medio  día  del  último  sábado  de  ma- 
yo, día  característicamente  mariano,  es  signo  de  que  la  Sma.  Virgen 
María  quiso  premiar  la  intensa  devoción  mariana  que  Jaime  Acosta 
Velasco  profesó  y  cultivó  a  la  Dolorosa  del  Colegio,  a  la  que  honró 
con  intenso  amor  filial  y  especial  fervor,  participando  en  el  rosario 
de  la  aurora  de  cada  veinte  del  mes  y  solemnizando  la  novena  y 
fiesta  del  20  de  abril  con  su  piadosa  y  viril  actuación  en  el  coro  de 
la  Dolorosa. 

Por  otra  parte,  la  Providencia  Divina  dispuso  que  nuestro  hermano 
en  la  fe,  Jaime  Acosta  Velasco,  fuera  llamado  por  Dios  a  la  gloria  de 
los  justos,  después  de  haberlo  purificado  con  una  larga  y  dolorosa 
enfermedad,  soportada  por  Jaime  con  fortaleza  cristiana.  El  sobre- 
llevó los  dolores  de  su  enfermedad  ofreciéndolos  generosamente, 
como  víctima  expiatoria,  por  la  actividad  evangelizadora  de  la  Igle- 
sia y  por  el  bien  de  la  Patria.  En  su  larga  enfermedad.  Dios  y  la  Sma. 
Virgen  María  le  depararon  la  gracia  de  ser  atendido  espiritualmen- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


te  por  su  especial  amigo,  Mons.  José  Mario  Ruiz  Navas,  por  su  Pre- 
lado el  Arzobispo  de  Quito,  y  principalmente  de  su  hermano,  el  Pa- 
dre Alfonso  Acosta  Velasco,  S.  J. 

Cuando  hoy  celebramos  sus  funerales  en  este  santuario  mariano  de 
la  Dolorosa  del  Colegio,  acaba  de  ser  proclamado  el  pasaje  del 
Evangelio  según  S.  Juan,  que  contienen  la  oración  sacerdotal  de  Je- 
sucristo. Nuestro  Redentor,  la  víspera  de  su  sacrificio  en  la  Cruz, 
después  de  la  última  Cena,  en  su  oración  sacerdotal,  pidió  a  Dios 
que  le  glorificara,  para  que  él,  a  su  vez,  le  glorificara  plenamente  al 
Padre  celestial. 

Haciendo  un  recuento  de  la  misión  que  había  cumplido  en  la  tierra, 
misión  de  redentor  encomendada  por  el  Padre,  Jesús  le  dijo  en  su 
oración:  "Padre,  yo  te  he  glorificado  en  la  tierra,  cumpliendo  la  obra 
que  me  habías  encomendado.  Ahora  tú.  Padre  dame  junto  a  ti  la 
misma  gloria  que  yo  tenía  desde  antes  que  el  mundo  existiese"  (Jn 
17,4-5). 

Creo  que  también  nuestro  hermano  en  la  fe,  el  Ledo.  Jaime  Acosta 
Velasco,  si  no  con  palabras  expresas,  pero  si  con  el  testimonio  de  su 
vida  fiel  cristiana  y  con  la  fortaleza  con  que  soportó  los  dolores  y 
sufrimientos  de  su  larga  enfermedad,  le  formuló  también,  a  nuestro 
Padre,  la  misma  oración  de  Jesucristo:  "Padre,  yo  te  he  glorificado 
sobre  la  tierra,  cumpliendo  a  cabalidad  la  obra,  la  misión  que  me 
habías  encomendado".  Ahora,  al  término  de  mi  vida  terrena,  glori- 
fícame también  junto  a  ti,  concediéndome  la  gloria  que  generosa- 
mente concedes  a  quienes  cumplen  tu  voluntad. 

Como  toda  persona  humana  y  especialmente  como  todo  cristiano, 
cuando  viene  al  mundo  como  efecto  de  la  acción  creadora  de  Dios, 
recibe  una  vocación  de  Dios,  para  cumplir  una  misión  en  este  mun- 
do, también  nuestro  hermano  en  la  fe,  el  Ledo.  Jaime  Acosta  Velas- 
co, recibió  de  Dios  una  obra,  una  misión  que  cumplir  en  este  mun- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


297 


do  y  Jaime,  como  hijo  de  Dios,  dignidad  a  la  que  fue  elevado  en  el 
bautismo,  procuró,  durante  su  larga  vida  de  ochenta  años,  glorifi- 
car a  Dios  sobre  la  tierra,  cumpliendo  debidamente  la  obra  y  la  mi- 
sión que  el  Padre  celestial  le  había  encomendado. 

Jaime  Acosta  Velasco  recibió  de  Dios  la  vocación  de  ser  hombre, 
persona  humana,  que  nació  el  29  de  mayo  de  1917  en  el  seno  de  una 
familia  de  sólidas  convicciones  cristianas,  formada  por  el  Dr.  Alber- 
to Acosta  Soberón  y  la  señora  Lucila  Velasco  Ibarra.  Supo  cumplir 
la  misión  que  Dios  le  dio,  siendo  buen  hijo,  generoso  hermano  y  es- 
tudiante responsable,  que  supo  cultivar  sus  talentos,  preparándose 
a  ser  hombre  de  bien,  servidor  eficiente  de  la  sociedad  a  la  que  per- 
teneció. 

Jaime  Acosta  Velasco  recibió  de  Dios  la  vocación  de  ser  un  empre- 
sario eficiente  y  un  funcionario  respetable  que  sirvió  con  generosi- 
dad a  su  Patria. 

Joven  aún,  ingresó  el  23  de  enero  de  1937  al  Banco  del  Pichincha,  co- 
mo ayudante  de  contador.  Ingresó  con  la  condición  que  le  impuso 
su  padre,  el  Dr.  Alberto  Acosta  Soberón,  gerente  del  Banco,  de  que 
no  descuidara  sus  estudios  universitarios.  En  el  Banco  trató  de  dar 
gloria  a  Dios,  cumpliendo  con  responsabilidad  sus  obligaciones  co- 
mo empleado  y  funcionario  durante  35  años,  hasta  que  en  septiem- 
bre de  1972  le  sucedió  a  su  padre  en  la  gerencia  general  del  Banco 
del  Pichincha.  Al  asumir  la  gerencia  del  Banco,  tuvo  muy  en  cuen- 
ta el  consejo  que  le  dio  su  padre:  "Un  banquero  debe  ser  solo  ban- 
quero y  nada  más  que  banquero".  Trabajó  en  el  banco  del  Pichincha 
por  más  de  sesenta  años,  y  a  su  acción  se  debe  el  que  el  Banco  del 
Pichincha  haya  llegado  a  ser,  en  el  ámbito  económico  del  país,  una 
de  las  instituciones  bancarias  de  mayor  prestigio.  Jaime  Acosta,  con 
su  conciencia  cristiana  y  con  su  mentalidad  iluminada  por  el  Evan- 
gelio, no  le  dio  al  Banco  como  única  fuerza  y  norma  de  crecimiento 
la  del  lucro,  sino  que  hizo  de  él  fuente  de  impulso  para  el  desarro- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


lio  agrícola,  el  desarrollo  comercial,  el  desarrollo  industrial  y  em- 
presarial, de  tal  manera  que  el  Banco  del  Pichincha  ha  sido  en  Qui- 
to en  la  Sierra  y  en  el  Ecuador  una  fuente  de  recursos  que  ha  con- 
tribuido al  crecimiento  económico  y  social  de  nuestra  Patria. 

Jaime  Acosta  Velasco  dio  gloria  a  Dios,  cumpliendo  debidamente  la 
misión  que  le  había  encomendado  en  este  su  puesto  de  trabajo  y  de 
servicio  al  país. 

Jaime  Acosta  Velasco  dio  gloria  a  Dios,  cumpliendo  la  misión  que  él 
mismo  le  encomendó  como  empresario,  presidente  de  la  Empresa 
Eléctrica,  gerente  de  la  Güitig,  presidente  de  la  Asociación  de  Ban- 
cos privados  del  Ecuador.  Jaime  Acosta  Velasco  correspondió  tam- 
bién con  decisión  a  la  vocación  que  Dios  le  dio  para  servir  a  la  Pa- 
tria en  el  desempeño  de  cargos  públicos  para  el  bien  común:  fue 
concejal  del  Municipio  de  Quito  en  varios  períodos,  fue  legislador 
de  la  República,  fue  Secretario  de  Estado  en  la  cartera  de  Finanzas, 
en  varias  ocasiones  fue  Presidente  de  la  Junta  Monetaria.  En  el  de- 
sempeño de  los  cargos  públicos,  se  destacó  por  su  competencia  pro- 
fesional, por  su  honradez  acrisolada  y  por  el  espíritu  de  servicio  a 
la  comunidad  que  le  inspiraba  su  fe  cristiana.  En  alguna  ocasión  se 
le  propuso  que  aceptara  ser  candidato  a  Presidente  de  la  República. 

Jaime  Acosta  Velasco  dio  gloria  a  Dios,  cumpliendo  a  cabalidad  la 
misión  que  él  mismo  le  encomendó  como  esposo  fiel  y  padre  res- 
ponsable y  generoso  de  una  numerosa  familia.  Con  su  esposa  se 
preocupó  de  hacer  de  su  hogar  una  verdadera  Iglesia  doméstica,  en 
la  cual  sus  hijos  fueron  creciendo  como  personas  y  como  cristianos, 
educados  cristianamente  sobre  todo  con  el  ambiente  cristiano  del 
hogar  y  con  el  testimonio  de  vida  de  sus  padres.  La  familia  Acosta- 
Espinosa,  por  la  efectiva  vivencia  de  la  espiritualidad  matrimonial, 
se  capacitó  para  que  fuera  la  familia  presidente  y  formadora  del 
Movimiento  Familiar  Cristiano  en  el  Ecuador  con  el  asesoramiento 
de  Mons.  José  Mario  Ruiz. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


Jaime  Acosta  Velasco  dio  gloria  a  Dios,  cumpliendo  la  misión  que  él 
mismo  le  encomendó  en  este  mundo  de  ser  un  cristiano  de  gran  fer- 
vor religioso  y  un  católico  de  decidida  militancia  apostólica.  Se  edu- 
có en  la  fe  cristiana  en  el  seno  de  un  hogar  cristiano,  en  el  Pensiona- 
do Pedro  Pablo  Borja  y  en  el  Colegio  San  Gabriel.  Militó  en  las  filas 
de  la  Acción  Católica,  con  su  esposa  fueron  los  fundadores  del  Mo- 
vimiento Familiar  Cristiano.  Devoto  fervoroso  de  la  Dolorosa  del 
Colegio,  colaboró  generosamente  en  la  celebración  de  las  novenas  y 
fiestas  anuales  del  20  de  abril  y  en  el  Rosario  de  la  aurora  de  cada 
veinte  de  mes  en  las  calles  céntricas  de  Quito.  Fue  el  primer  teso- 
rero de  la  PUCE,  fue  presidente  del  Comité  Central  de  la  celebra- 
ción del  Congreso  Eucarístico  Bolivariano  que  se  llevó  a  cabo  en 
Quito  en  1974,  con  ocasión  del  centenario  de  la  consagración  oficial 
del  Ecuador  al  Sagrado  .Corazón  de  Jesús.  Fue  también  dirigente 
entusiasta  del  Comité  que  en  Quito  preparó  la  Visita  Apostólica  de 
S.S.  el  Papa  Juan  Pablo  II  al  Ecuador,  a  fines  de  enero  de  1985. 

Puesto  que  nuestro  hermano  en  la  fe,  Jaime  Acosta  Velasco  dio  glo- 
ria a  Dios  cumpliendo  debidamente  la  obra  y  misión  que  Dios  mis- 
mo le  confió  en  esta  tierra,  tenemos  la  certeza  de  que  Dios  Padre 
bondadoso  y  generoso  remunerador,  ya  le  habrá  glorificado  junto  a 
sí  en  el  cielo.  Hoy  celebramos  esta  Eucaristía,  como  sus  funerales, 
en  este  Santuario  de  la  Dolorosa  del  Colegio,  para  pedir  al  Padre  ce- 
lestial que,  así  como  ya  le  ha  hecho  participar  a  nuestro  hermano 
Jaime  Acosta  Velasco,  de  la  muerte  de  Jesucristo,  le  haga  participar 
también  plenamente  de  la  gloria  de  su  resurrección. 

Así  sea. 

Honiilín  pronuncindn  por  Mons.  Antonio  J.  González  Z.,  Arzobispo  de 
Quito,  en  ¡os  funerales  de  Ledo,  jnime  Acostn  Velasco,  el  lunes  2  de  jimio 
de  1997  en  la  iglesia  de  La  Dolorosa  del  Colegio  de  Quito. 


IJ 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


En  el  Centenario  del  Nacimiento  del 
Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla 

Miembros  de  la  Familia  Suárez  Veintimilla,  estimados  hermanas  y 
hermanos  en  Jesucristo: 

Ayer,  8  de  junio  de  1997,  se  cumplió  el  primer  centenario  de  aquel 
acontecimiento  fausto  en  la  historia  política  del  Ecuador,  el  naci- 
miento del  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla.  En  efecto,  hace  cien 
años,  el  8  de  junio  de  1897,  dos  años  después  de  iniciada  la  revolu- 
ción liberal,  que  convulsionó  el  ambiente  social  y  político  del  Ecua- 
dor, nació  en  Otavalo,  provincia  de  Imbabura,  Mariano  Suárez 
Veintimilla.  Nació  en  el  seno  del  hogar  cristiano  formado  por  el  Dr. 
Rafael  Suárez  España  y  la  señora  Matilde  Veintimilla  García  de  Suá- 
rez. Tan  intenso  era  el  ambiente  religioso  y  cristiano  de  la  familia 
Suárez  Veintimilla,  que  uno  de  sus  hijos  fue  llamado  por  Dios  al  mi- 
nisterio sacerdotal,  el  Rvmo.  Carlos  Suárez  Veintimilla,  presbítero 
de  la  diócesis  de  Ibarra  quien  llegó  a  ser  Canónigo  del  Cabildo  Ca- 
tedral Ibarrense. 

Para  celebrar  el  centenario  del  nacimiento  del  Dr.  Mariano  Suárez 
Veintimilla,  nos  hemos  congregado  en  esta  asamblea  litúrgica  en  es- 
ta Basílica  del  Voto  Nacional,  cerca  de  la  cripta,  en  la  que  reposan 
los  restos  mortales  de  nuestro  homenajeado,  para  celebrar  esta  Eu- 
caristía, con  la  que,  en  nombre  de  la  Iglesia  y  de  la  Patria,  queremos 
tributar  a  Dios  una  pública  acción  de  gracias  por  el  inapreciable  be- 
neficio que  significó  para  la  Iglesia  y  la  Patria  ecuatorianas  el  naci- 
miento, hace  cien  años,  del  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla.  Demos 
gracias  a  Dios,  con  esta  Eucaristía,  1.  Porque  hace  cien  años  nació 
un  fiel  cristiano  fervoroso,  que  con  su  vida  y  actividad  apostólica 
sirvió  a  la  Iglesia  que  peregrina  en  el  Ecuador;  2.  Porque  hace  cien 
años,  en  el  momento  histórico  más  oportuno,  nació  un  político 
ecuatoriano  que,  iluminado  por  el  Evangelio  e  imbuido  de  la  doc- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


301 


trina  cristiana,  sirvió  con  eficiencia  a  la  Patria  con  su  fecunda  acti- 
vidad de  político  cristiano;  y  3.  Agradezcamos  a  Dios  por  el  benefi- 
cio que  significó  para  el  Ecuador  la  defensa  decidida  del  orden 
constitucional  que  hizo  el  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla,  cuando 
un  golpe  de  estado  lo  iba  a  quebrantar. 

1 .  Demos  gracias  a  Dios,  porque  hace  cien  años 
nació  un  fiel  cristiano  fervoroso,  que  sirvió 
eficazmente  a  la  Iglesia  en  el  Ecuador. 

El  8  de  junio  de  1897,  nació  en  el  seno  de  un  hogar  de  profundas  y 
firmes  convicciones  cristianas  Mariano  Suárez  Veintimilla,  que  en 
las  aguas  bautismales  fue  elevado  a  la  dignidad  de  hijo  de  Dios  y 
miembro  de  la  Iglesia  Católica.  Con  la  educación  católica  que  reci- 
bió, primero,  en  la  escuela  preparatoria  del  Colegio  Seminario  de 
San  Diego  de  la  ciudad  de  Ibarra  y  luego,  con  la  instrucción  secun- 
daria que  recibió  en  el  ambiente  piadoso  del  Colegio  Seminario  de 
San  Diego,  después  en  el  Colegio  San  Gabriel  de  los  PP.  Jesuitas  en 
Quito,  Mariano  Suárez  Veintimilla  fue  creciendo  como  cristiano  y  se 
fueron  robusteciendo  sus  convicciones  religiosas,  no  obstante  la  fi- 
nalización de  sus  estudios  secundarios  en  el  Colegio  Nacional  "Teo- 
doro Gómez  de  la  Torre"  de  Ibarra.  Los  estudios  de  instrucción  su- 
perior (en  Jurisprudencia),  realizados  en  la  Universidad  Central  del 
Ecuador  en  Quito,  en  la  que  se  graduó  de  doctor  en  Jurisprudencia 
en  1924,  no  disminuyeron  la  firmeza  de  sus  convicciones  religiosas, 
ni  él  fervor  de  su  piedad  cristiana. 

Fue  creciendo  su  formación  católica  y  se  hizo  más  ferviente  y  efec- 
tivo su  apostolado  de  católico  convencido  y  militante.  Hacia  1946, 
el  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla  formó  parte  de  aquel  grupo  selec- 
to de  caballeros  que  colaboraron  con  el  Arzobispo  de  Quito,  Mons. 
Carlos  María  de  la  Torre,  para  la  fundación  de  la  Universidad  Cató- 
lica del  Ecuador.  Este  mismo  Prelado  le  designó  Vocal  del  Consejo 
Gubernativo  de  los  bienes  de  la  Universidad  Católica  en  reemplazo 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


del  señor  Jacinto  Jijón  y  Caamaño.  Por  su  piedad  mariana,  en  di- 
ciembre de  1949,  el  Dr.  Suárez  Veintimilla  fue  elegido  Prefecto  de  la 
Congregación  de  Caballeros  de  la  Inmaculada.  En  1950  fue  elegido 
Presidente  del  Comité  Nacional  Pro  Canonización  de  la  Azucena  de 
Quito,  Mañanita  de  Jesús  y  como  Presidente  del  Comité  Nacional 
viajó  a  Roma,  en  representación  del  País,  para  participar  en  las  ce- 
remonias de  la  canonización  de  la  primera  Santa  ecuatoriana,  cano- 
nizada por  Pío  XII,  el  9  de  julio  de  1950. 

Como  a  caballero  católico  de  su  plena  confianza,  el  Cardenal  de  la 
Torre  designó  al  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla  como  su  represen- 
tante ante  el  Directorio  de  la  Empresa  La  Unión  para  la  publicación 
del  diario  católico.  En  reconocimiento  de  sus  méritos  de  militante 
católico,  la  Santa  Sede  le  otorgó  la  condecoración  pontificia  de  la 
Orden  de  San  Silvestre. 

Porque  Dios  nos  hizo,  hace  cien  años,  el  don  de  un  fiel  cristiano  fer- 
voroso y  de  un  caballero  católico  militante  en  la  persona  del  Dr.  Ma- 
riano Suárez  Veintimilla,  démosle  fervientes  gracias  en  esta  solem- 
ne Eucaristía. 

2.  Demos  gracias  a  Dios,  con  esta  Eucaristía, 
porque  en  el  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla, 
Dios  le  hizo  al  Ecuador  el  don  de  un  político 
de  inspiración  cristiana, 

La  Providencia  Divina  dispuso  que  el  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimi- 
lla naciera  dos  años  después  de  iniciada  la  revolución  liberal  en  el 
Ecuador.  La  revolución  liberal  impuso  el  laicismo  en  la  educación 
pública  y  en  las  instituciones  del  Estado;  estableció  el  matrimonio 
civil  y  consiguientemente  el  divorcio. 

La  revolución  liberal  inició  una  verdadera  persecución  contra  la 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


303 


Iglesia  y  prohibió  el  ingreso  al  país  de  misioneros  extranjeros.  Fren- 
te a  los  desmanes  de  los  gobiernos  liberales,  el  Dr.  Mariano  Suárez 
Veintimilla  se  siente  con  la  vocación  de  actuar  en  política,  inspi'^ado 
por  su  fe  católica,  para  procurar  el  auténtico  bien  común  público 
del  Ecuador.  Comenzó  fundando,  apenas  graduado  de  abogado, 
primero  el  semanario  EL  CLARIN  y  después  LA  ESTRELLA  PO- 
LAR, para  criticar  y  atacar  los  abusos  de  poder  de  los  gobiernos  li- 
berales. Sus  primeras  actuaciones  políticas  le  acarrean  prisiones  y 
persecuciones,  hasta  que  en  agosto  de  1926  se  ve  obligado  a  salir  del 
país  por  las  amenazas  de  la  dictadura  del  Dr.  Isidro  Ayora.  Desde 
agosto  de  1926  hasta  agosto  de  1928  permaneció  en  Europa  y  apro- 
vechó de  este  tiempo  para  prepararse  mejor  para  su  actividad  polí- 
tica, realizando  estudios  en  Francia  y  en  Italia.  Para  encauzar  ade- 
cuadamente su  actuación  política,  se  afilió  al  Partido  Conservador 
Ecuatoriano  en  1926.  Comenzó  sus  servicios  al  pueblo  como  conce- 
jal del  Municipio  de  Ibarra;  en  1931  concurrió  por  primera  vez  al 
Congreso  como  diputado  por  la  provincia  de  Imbabura,  después 
formó  parte  de  varios  Congresos,  siendo  elegido  en  uno  de  ellos  Vi- 
cepresidente de  la  Cámara  de  Diputados.  En  las  dictaduras  del  Ing. 
Federico  Páez  y  del  General  Alberto  Enríquez  sufrió  prisiones  y 
confinamientos.  El  Partido  Conservador  le  encargó  la  publicación 
del  diario  EL  DEBATE.  Clausurado  El  Debate  como  consecuencia 
de  la  persecución  del  régimen  del  Dr.  Arroyo  del  Río,  bajo  su  direc- 
ción apareció  LA  PATRIA  con  el  respaldo  moral  y  económico  del 
señor  Jacinto  Jijón  y  Caamaño. 

Desde  1943  se  inició  la  campaña  política  contra  el  régimen  del  Dr. 
Carlos  Arroyo  del  Río,  organizada  por  una  coalición  de  todos  los 
partidos  políticos  con  el  nombre  de  Alianza  Democrática  Ecuatoria- 
na (ADE).  El  partido  conservador  designó  al  Dr.  Mariano  Suárez 
Veintimilla  su  representante  en  dicho  organismo.  Los  integrantes 
de  Alianza  Democrática  Ecuatoriana  y  en  especial  el  Partido  Con- 
servador desempeñaron  un  papel  decisivo  en  la  campaña  electoral 
de  1943  y  1944  y  en  la  caída  del  Gobierno  de  Arroyo  del  Río,  el  28 


•¿^^H    BOLETIN  ECLESIASTICO 


de  mayo  de  1944.  Como  representante  del  Partido  Conservador  en 
el  Bureau  Político  de  Alianza  Democrática  Ecuatoriana,  el  Dr.  Suá- 
rez  Veintimilla  concurrió  a  la  histórica  entrevista  de  ADE  con  el  Dr. 
José  María  Velasco  Ibarra,  en  la  ciudad  de  Ipiales  en  1944. 
Organizado  el  Gobierno  del  Dr.  Velasco  Ibarra,  en  junio  de  1944,  el 
Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla  fue  designado  Ministro  de  Agricul- 
tura y  luego  Ministro  del  Tesoro.  En  diciembre  de  1945,  la  Asamblea 
del  Partido  Conservador  Ecuatoriano  le  eligió  Director  General  del 
Partido.  Como  Jefe  del  Conservatismo  debió  afrontar  y  resolver  los 
graves  problemas  planteados  como  consecuencia  de  los  aconteci- 
mientos del  30  de  marzo  de  1946.  A  él  le  tocó  presidir  y  dirigir  las 
elecciones  de  Diputados  a  la  Convención  de  1946-1947,  elecciones 
en  las  que  el  Partido  Conservador  obtuvo  el  mayor  número  de  Di- 
putados que  en  ninguna  otra  ocasión.  Elegido  el  Dr.  Mariano  Suá- 
rez Veintimilla  Diputado  por  la  Provincia  de  Pichincha  a  la  Conven- 
ción de  1946,  fue  elegido  Presidente  de  ella  y  en  enero  de  1947  esa 
misma  Convención  le  eligió  Vicepresidente  de  la  República. 

En  su  actividad  política  al  servicio  de  la  Patria,  el  Dr.  Mariano  Suá- 
rez Veintimilla  realizó  plenamente  aquello  que  dice  la  Exhortación 
Apostólica  Postsinodal  "Christi  Fideles  Laici":  "Para  animar  cristia- 
namente el  orden  temporal  los  fieles  lacios  de  ningún  modo  pueden 
abdicar  de  su  participación  en  la  "política";  es  decir,  de  la  multifor- 
me y  variada  acción  económica,  social,  legislativa,  administrativa  y 
cultural,  destinada  a  promover  orgánica  e  institucionalmente  el 
bien  común"  (n.  42).  El  Concilio  Vaticano  II  añade:  "La  Iglesia  alaba 
y  estima  la  labor  de  quienes,  al  servicio  del  hombre,  se  consagran  al  bien  de 
la  cosa  pública  y  aceptan  el  peso  de  las  correspondientes  responsabilidades" 
(G.  S.  75).  Esto  es  lo  que  hizo  el  Dr.  Suárez  Veintimilla  en  su  activi- 
dad política:  aceptó  el  peso  de  sus  responsabilidades  para  consa- 
grarse al  bien  común  de  la  cosa  pública  en  servicio  del  hombre 
ecuatoriano.  También,  como  católico  militante  y  como  político  cris- 
tiano, el  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla  cumplió  perfectamente  la 
exhortación  que  Jesucristo  nos  da  en  el  Evangelio:  "Dad  al  César  lo 
que  es  del  César  y  dad  a  Dios  lo  que  es  de  Dios"  (Me  13, 17). 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


3.  Demos  gracias  a  Dios  con  esta  Eucaristía, 
por  el  beneficio  que  significó  para  el  Ecuador 
la  defensa  del  orden  constitucional  que  hizo  el 
Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla, 

En  la  noche  del  23  de  agosto  de  1947  — se  van  a  cumplir  cincuenta 
años—  el  Coronel  Carlos  Mancheno  Cajas,  a  la  sazón  Ministro  de 
Defensa  Nacional,  procedió  a  exigir  al  Dr.  José  María  Velasco  Ibarra 
la  renuncia  del  poder,  alegando  como  causa  o  razón  "la  desorgani- 
zación total  del  fenómeno  económico  y  financiero  del  país".  El  Co- 
ronel Mancheno  realizó  actos  de  ejercicio  del  poder:  firmó  su  pri- 
mer decreto,  asumiendo  la  presidencia  de  la  República,  designó  un 
gabinete  ministerial  y  convocó  a  Asamblea  Constituyente  para  el  1° 
de  febrero  de  1948.  Mientras  tanto,  el  mismo  día  domingo  24  de 
agosto  de  1947,  el  Vicepresidente  de  la  República,  Dr.  Mariano  Suá- 
rez Veintimilla,  asumió  valientemente  la  defensa  de  la  constitucio- 
nalidad,  formó  su  Gabinete  provisional  y  convocó  a  Congreso  ex- 
traordinario. El  Dr.  Suárez  Veintimilla  se  había  negado  a  renunciar 
al  cargo  de  Vicepresidente  de  la  República  que  una  comisión  de  al- 
tos Jefes  del  Ejército  le  exigía;  ante  esta  negativa,  fue  arrestado  y  lle- 
vado a  un  cuartel,  en  donde  permaneció  varias  horas,  hasta  cuando 
otra  comisión  de  Oficiales  le  puso  en  libertad.  Dirigió  personalmen- 
te el  movimiento  constitucionalista  que  triunfó  sobre  el  intento  dic- 
tatorial del  Coronel  Mancheno  y  ocupó  la  primera  Magistratura  de 
la  República,  hasta  cuando  el  Congreso  Extraordinario,  que  él  mis- 
mo convocó,  aceptó  la  renuncia  irrevocable  que  le  presentó  de  con- 
formidad con  el  ofrecimiento  que  había  hecho  al  principiar  su  cam- 
paña contra  el  Coronel  Mancheno.  Aceptada  la  renuncia,  luego  de 
que  el  Congreso  eligió  al  Dr.  Carlos  Julio  Arosemena  Tola,  Vicepre- 
sidente de  la  República,  éste  ciudadano  ocupó  la  presidencia.  En  el 
Mensaje  que  el  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla,  en  calidad  de  Presi- 
dente constitucional  de  la  República,  leyó  al  Congreso  Extraordina- 
rio, pudo  afirmar:  "Triunfó  la  democracia,  ha  tenido  razón  la  demo- 


6 


cracia.  Y  la  dictadura  ha  pasado  a  la  categoría  de  institución  — si  ca- 
be el  término —  bárbara  y  primitiva,  que  humilla  a  los  hombres  y 
produce  en  ellos  y  en  las  organizaciones  sociales  una  "capítis  dimi- 
nutio". 

La  actitud  valiente  y  definida  del  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla 
salvó  a  la  República  de  los  males  de  la  dictadura  y  él  pasó  a  la  his- 
toria como  el  adalid  defensor  de  la  estabilidad  constitucional.  El  no 
buscó  su  figuración,  tampoco  ambicionó  el  poder.  Su  característica 
fue  la  modestia  y  una  auténtica  humildad.  Pero  tuvo  la  valentía  y  el 
patriotismo  de  levantar  inicialmente  él  solo  su  voz  contra  la  dicta- 
dura militar  y  esa  voz  fue  tan  viril  y  potente,  que  sacudió  el  am- 
biente nacional,  enfervorizó  al  pueblo  y  logró  aún  la  reacción  de  las 
Fuerzas  Armadas  y  así  se  salvó  el  régimen  democrático  y  el  orden 
constitucional  del  Ecuador. 

En  fin,  en  esta  Eucaristía  que  celebramos  en  el  centenario  del  naci- 
miento del  Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla,  demos  gracias  a  Dios, 
Señor  de  la  Historia,  porque  Dios  y  la  Patria  — en  vital  conjunción 
de  ideales —  fueron  para  él  la  meta  a  cuyo  servicio  orientó  toda  su 
vida:  fue  el  ciudadano  católico  ejemplar,  que  cumplía  sus  deberes 
para  con  Dios  y  entregaba  todos  sus  esfuerzos  al  servicio  de  la  Pa- 
tria. El  supo  dar  a  Dios  lo  que  es  de  Dios  y  al  César  lo  que  es  del  Cé- 
sar, según  la  sentencia  evangélica. 

Así  sea. 

Alocución  proniinciniiíi  por  Mons.  Antonio  j.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito,  en  la  Misa  de  acción  de  gracias  celebrada  en  la 
Basílica  del  Voto  Nacional  de  Quito,  el  lunes  9  de  junio  de  1997, 
con  ocasión  del  centenario  del  nacimiento  del 
Dr.  Mariano  Suárez  Veintimilla,  8  de  junio  de  1897. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


Preparación  del  Jubileo  2.000 
Año  1997  dedicado  a  Jesucristo 

(Trabajo  premiado  con  publicación) 

En  la  antigüedad  el  hombre  llevaba  la  cuenta  del  tiempo  tomando 
como  referencia  un  hecho  importante  de  la  región  a  la  que  se  perte- 
necían, de  esta  forma  en  el  Imperio  Romano  tomaban  como  referen- 
cia del  tiempo  el  año  de  fundación  de  Roma,  la  capital  del  Imperio, 
o  el  tiempo  de  ejercicio  del  emperador  en  turno. 

En  el  año  313  d.C,  el  emperador  Constantino,  convencido  por  su 
madre,  Santa  Elena,  proclama  religión  oficial  del  Imperio  al  Cristia- 
nismo, cesando  de  esta  forma  la  persecución  a  la  Iglesia.  Años  más 
tarde  se  encarga  al  fraile  Dionisio  "El  Exiguo"  hacer  la  concordan- 
cia de  los  años. 

Cristo  marca  un  hito  en  la  humanidad  y  su  nacimiento  es  tomado 
como  punto  de  referencia.  Desde  entonces  la  historia  de  la  humani- 
dad gira  en  torno  al  nacimiento  del  Rey. 

Estamos  a  tres  años  de  entrar  en  el  tercer  milenio,  de  conmemorar 
2.000  años  del  nacimiento  de  Jesús,  nacimiento  del  Verbo,  del  Elegi- 
do del  Padre  para  salvar  a  los  hombres,  del  Mesías  que  viene  anun- 
ciando la  Buena  Nueva. 

Muchos  lo  vieron  físicamente,  vieron  sus  milagros,  sintieron  su  in- 
menso amor,  y  algunos  de  ellos  no  tuvieron  confianza,  en  libertad, 
sin  condicionamientos,  en  el  contenido  de  la  palabra  y  acciones  de 
jesús.  Esperaban  a  Cristo,  pero  lo  esperaban  diferente,  lo  esperaban 
a  la  manera  que  la  limitada  mente  humana  lo  había  concebido. 

Llegó  Cristo,  de  naturaleza  divina  y  naturaleza  humana,  naturale- 
zas íntimamente  unidas,  que  no  se  pueden  separar.  Llegó  Cristo, 


p 

308 

■    BOLETIN  ECLESIASTICO 

que  no  es  parte  Dios  y  parte  hombre,  ni  tampoco  el  resultado  de 
una  mezcla  confusa  entre  lo  divino  y  humano.  Jesús  se  hizo  verda- 
deramente hombre  sin  dejar  de  ser  verdaderamente  Dios.  Jesús  asu- 
me la  naturaleza  humana  que  pertenece  propiamente  a  la  persona 
divina  del  Hijo  de  Dios. 

Nace  a  la  humanidad  de  una  mujer  perfectísima  que  tendría  con 
profusión  todos  los  tesoros  de  la  sabiduría  y  la  gracia.  Ella  traspa- 
saría en  gracia,  en  virtud  y  en  gloria  a  todos  los  seres  más  excelen- 
tes creados  por  Dios.  Un  molde  humano  perfecto,  capaz  de  trans- 
mitir desde  el  seno  materno  y  fuera  de  él  también,  las  cualidades  y 
virtudes  más  perfectas  de  la  naturaleza  humana  a  su  hijo,  huésped 
de  sus  entrañas.  Sí,  la  Virgen  María  es  madre  de  Dios  hijo,  en  su  na- 
turaleza humana  y  divina  desde  que  Jesús  se  inserta  en  nuestros 
tiempos. 

Llegó  Cristo,  derribando  los  esquemas  equivocados  formados  en  la 
mente  humana,  revelando  un  nuevo  nombre  de  Dios:  Padre,  Padre 
Nuestro,  Padre  de  Jesús,  Padre  tuyo  y  también  mío. 

Muchos  no  vieron  al  Hijo  de  Dios  hecho  hombre,  no  le  creyeron,  les 
faltó  la  fe  que  se  requiere  para  sentirlo,  virtud  que  2.000  años  des- 
pués sigue  siendo  necesaria  para  abrazarlo  en  la  Eucaristía,  en  el 
Sacramento  de  la  Reconciliación,  en  nuestros  hermanos,  en  la  liber- 
tad y  paz  que  nos  proporciona. 

Jesús  vino  al  mundo  a  manifestar  a  Dios  como  Padre,  porque  el 
hombre  por  su  propio  esfuerzo  no  puede  llegar  a  conocer  al  Padre 
si  no  es  a  través  del  Hijo,  que  es  "el  Camino,  la  Verdad  y  la  Vida", 
manifestación  valedera  y  necesaria  en  nuestros  tiempos,  que  debe 
conducir  al  reinado  de  Cristo  en  el  mundo,  pues  necesitamos  recon- 
ciliarnos con  el  Padre  y  Jesús  es  la  Alianza  de  Reconciliación  y  Per- 
dón. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


309 


La  Misión  de  jesús  no  termina  con  su  Resurrección  y  Ascensión  a 
los  cielos,  su  papel  continúa  ciía  a  día  mediando  entre  los  hombres 
y  el  Padre  Eterno  con  la  misma  oración  que  El  mismo  nos  enseñó: 

"Padre  mío  y  de  mis  hermanos, 

escucha  a  los  que  te  invocan, 

a  los  que  te  glorifican  por  tu  infinito  amor  y 

que  están  dispuestos  a  aceptar  tu  Reino  porque 

proviene  de  tu  plan  de  amor  que  yo  les  propuse. 

Que  se  abandonen  en  Ti 

para  que  hagas  tu  voluntad  en  ellos  así  como  en  mí  lo  haces, 
en  la  tierra  como  en  el  cielo. 

Manifiesta  tu  eterno  amor  en  las  necesidades  de  mis  hermanos. 
Por  su  condición  humana.  Oh  Padre  Misericordioso!, 
perdónales  sus  pecados, 

para  que  ellos  también  aprendan  a  perdonarse  mutuamente. 
Así  como  me  acompañaste  para  vencer  las  tentaciones  del  desierto, 
no  abandones  a  mis  hermanos  en  su  lucha  por  vencerlas. 
Como  Padre  y  Madre  amorosa  cúbrelos  con  tu  protección  divina. 
Así  sea  la  vida  de  mis  hermanos  y  la  mía  por  hoy  y  siempre". 

Así  es  como  Jesús  actuó  y  continúa  actuando  en  presencia  del  pa- 
dre, sirviendo  como  puente,  como  camino  entre  Dios  y  nosotros  co- 
mo Hijo  de  Dios  y  hermano  nuestro,  de  esta  forma  nos  hace  partí- 
cipes de  su  ser  divino.  Así  como  El  nos  manifiesta  ser  hijos  de  Dios 
en  la  oración  que  nos  enseñó,  nosotros  manifestamos  a  Jesús  como 
hermano  y  a  Dios  como  Padre  Eterno. 

Jesús  es  verdadero  Dios  y  verdadero  hombre.  El  evangelio  de  San 
Lucas  nos  lo  dice:  "Al  principio  era  el  Verbo,  y  frente  a  Dios  era  el 
Verbo,  y  el  Verbo  era  Dios"  (Jn  1,1),  "Y  el  Verbo  se  hizo  carne  y  ha- 
bitó entre  nosotros"  (Jn  1, 14).  El  Hijo  no  es  una  parte  de  Dios,  pues 
no  tiene  nada  propio,  sino  que  todo  lo  que  tiene  el  Padre  es  suyo. 
Por  eso  El  también  es  Dios.  Verdadero  hombre  por  haberse  hecho 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


carne,  por  haber  asumido  la  naturaleza  humana  en  El  y  habitar  en- 
tre nosotros.  Jesucristo  por  ser  verdadero  hombre  y  verdadero  Dios 
es  el  único  mediador  entre  Dios  y  los  hombres.  Como  hombre  Jesu- 
cristo nos  conoce,  sabe  de  nuestras  debilidades,  nuestras  falencias  e 
imperfecciones,  propias  de  nuestra  naturaleza  humana;  como  Dios 
nos  conduce,  nos  ama,  nos  perdona. 

Y  así  como  la  misión  de  Jesús  continúa  en  los  cielos,  así  en  la  tierra 
permanece  entre  nosotros  "con  su  Cuerpo  y  su  Sangre  resucitada, 
que  nos  renueva,  conserva  y  acrecienta  la  vida  de  gracia  recibida  en 
el  Bautismo,  reaviva  nuestro  amor  y  nos  hace  capaces  de  romper  los 
lazos  desordenados  con  las  criaturas  y  de  arraigarnos  en  El,  por  me- 
dio del  Espíritu  Santo"  (Cat  1392).  Cumpliendo  de  ésta  forma  la 
promesa  que  El  nos  hizo  de  permanecer  con  nosotros  hasta  el  fin 
del  mundo. 

Así  como  ahora  Jesús  se  da  en  la  Eucaristía  en  su  Cuerpo  y  Sangre, 
también  se  da  a  nuestros  hermanos,  a  través  de  nosotros,  como  se 
dio  hace  2.000  años  a  la  Samaritana  (Jn  4, 1)  para  a  través  de  noso- 
tros dar  a  conocer  a  Dios  Padre;  en  la  multiplicación  de  los  panes 
(Me  8,1)  para  cooperar  en  la  satisfacción  de  las  necesidades  mate- 
riales de  nuestros  hermanos;  el  perdón  con  la  mujer  adúltera  en  el 
Templo  mientras  predicaba  (Jn  8, 1)  para  acrecentar  la  dignidad  de 
nuestros  hermanos;  el  expulsar  demonios  (Mt  8,  28)  con  la  libertad 
a  la  que  nos  invita  el  Padre  y  que  no  debemos  limitar  en  nuestros 
hermanos;  el  fariseo  y  la  mujer  pecadora  (Le  7,  36)  para  perdonar  a 
nuestros  hermanos  en  correspondencia  al  perdón  que  nos  brindan 
nuestro  Padre  y  nuestros  hermanos;  en  la  curación  de  un  leproso 
(Le  5, 12)  en  la  asistencia  que  tenemos  que  proporcionar  a  nuestros 
hermanos  en  la  enfermedad  corporal  y  espiritual.  Enseñanzas  que 
con  ejemplo  vivo  nos  dio  para  vivir  el  verdadero  amor  al  Padre. 

Para  culminar  majestuosamente  su  obra  redentora  en  la  tierra  Jesús 
es  víctima  por  el  perdón  de  los  pecados.  En  la  última  cena  manifies- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


31  1 


ta  a  los  apóstoles  que  "su  sangre  será  derramada  por  una  muche- 
dumbre, para  el  perdón  de  sus  pecados"  (Mt  16,  28).  Jesús  al  morir 
y  "reedificar  el  Templo  de  Dios  en  tres  días"  ha  conseguido  el  per- 
dón a  los  hombres  por  la  falsa  concepción  que  tenían  de  Dios,  ha 
derrumbado  el  falso  templo  y  ha  reedificado  con  su  resurrección  el 
verdadero  Templo  de  Dios  Padre  que  es  El,  y  que  es  donde  nosotros 
debemos  permanecer  y  que  nos  llevará,  junto  con  nuestros  herma- 
nos, al  encuentro  con  el  Padre  en  la  plenitud  de  los  tiempos. 

Perdón  que  seguimos  experimentando  gracias  a  la  misión  enco- 
mendada a  los  apóstoles  (Jn  20,  21)  y  que  se  va  trasladando  hasta 
los  sacerdotes.  Perdón  que  es  consecuencia  del  reconocer  nuestras 
debilidades,  en  que  hemos  caído  y  que  nos  arrepentimos  de  ello. 

Así  como  el  perdón  de  ios  pecados  ha  continuado  hasta  nuestros 
días,  Jesús  también  ha  querido  que  su  sacrificio  se  siga  realizando 
en  su  memoria  en  cada  Eucaristía  para  que  la  alianza  que  Dios  hi- 
zo con  su  pueblo  se  siga  renovando. 

Es  tanto  el  amor  de  Jesús  por  nosotros  que  nos  ha  dejado  su  Cuer- 
po glorioso  y  su  Sangre  preciosa  como  alimento  de  vida:  "El  Verbo 
hecho  carne,  por  su  palabra  hace  de  su  carne  verdadero  pan  y  el  vi- 
no se  convierte  en  sangre  de  Cristo;  y  si  nuestros  pobres  sentidos  no 
lo  perciben,  la  fe  es  suficiente  para  cerciorar  de  ello  al  corazón  pu- 
ro" (Sto.  Tomás  de  Aquino,  "Pange  Lingua"). 

Jesús  mismo  nos  invita  en  varias  ocasiones  a  alimentarnos  de  El.  Es- 
tas amorosas  invitaciones,  promesas  y  amenazas  nacen  del  encen- 
dido deseo  que  tiene  de  unirse  con  nosotros  en  este  Sacramento.  Je- 
sús continúa  realizando  su  sacrificio  por  nosotros,  como  El  dijo: 
"No  hay  nada  más  grande  que  el  dar  la  vida  por  los  amigos". 

El  amor  siempre  aspira  y  busca  la  unión,  "dos  corazones  que  se 
aman  suspiran  por  hacer  de  los  dos  uno"  (Sto.  Tomás),  de  esta  for- 


2 


ma  Jesús  busca  darse  a  todos  y  a  cada  uno  de  nosotros  para  que  vi- 
vamos en  gracia  de  Dios  y  crezcamos  en  su  amor. 

El  sello  culmen  de  la  obra  redentora  de  Jesús  se  manifiesta  en  su  Re- 
surrección, siendo  Dios  vence  a  la  muerte.  Nosotros,  2.000  años  des- 
pués basamos  este  prodigio  en  el  testimonio  de  quienes  lo  conocie- 
ron, testimonio  que  se  ha  transmitido  a  través  de  los  siglos  hasta 
nuestros  días. 

Para  que  ese  testimonio  continúe  nace  la  Iglesia  nueve  días  después 
de  la  Ascensión  de  Jesucristo,  "en  el  día  de  Pentecostés  los  apósto- 
les estaban  reunidos  y  de  repente  llegó  el  Espíritu  Santo  quedándo- 
se llenos  de  El"  (He  2,  1).  A  partir  de  ese  momento  los  apóstoles 
comprenden  todo  lo  sucedido  y  hablan  con  fuerza  sobre  ello.  Esa  no 
ha  sido  la  única  venida  del  Espíritu  Santo  de  Dios  sobre  la  Iglesia,, 
pues  el  Espíritu  se  sigue  manifestando  en  los  movimientos  religio- 
sos, en  las  comunidades  dinámicas  que  rejuvenecen  la  Iglesia. 

De  igual  forma  Cristo  resucitado  está  presente  en  la  Iglesia: 

-  En  Cuerpo  y  Sangre  en  la  renovación  del  sacrificio  Eucarístico 

-  En  el  perdón  de  los  pecados  mediante  el  Sacramento  de  la  Re- 
conciliación 

-  En  la  Unción  de  los  enfermos 

-  Cuando  oramos 

-  Presente  en  nuestros  hermanos,  sobre  todo  en  los  más  necesita- 
dos 

-  Presente  en  los  Ministros,  en  los  catequistas,  en  los  niños 

-  Presente  en  el  Altar 

-  Presente  en  su  Palabra 

Es  necesario  compartir  la  Palabra  de  Dios  y  hacer  conocer  a  Jesús  a 
todos  los  hombres  de  la  tierra  para  que  juntos  encontremos  la  vida 
plena,  y  vayamos  al  Padre  por  el  Hijo,  en  una  comunicación  actual 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


313 


y  un  amor  continuo  por  medio  de  la  oración,  relación  consciente 
con  Jesús  y  el  Padre  Eterno,  reconociéndolo  en  los  pobres,  solidari- 
zándonos con  ellos,  profundizando  en  su  conocimiento. 

Y  será  el  Hijo  quien  determine  quienes  son  salvos,  pues  nosotros 
como  criaturas  de  Dios  fuimos  creados  por  medio  del  Hijo  y  para  el 
Hijo  (Col  1, 15). 

En  la  llegada  del  Tercer  Milenio  Jesús  quiere  hacernos  un  llamado  a 
la  conversión  por  medio  del  fortalecimiento  de  la  fe  en  el  Hijo  de 
Dios  cuya  consecuencia  debe  transformar  a  la  sociedad. 

Parroquia  "Reina  del  Mundo  de  Carcelén" 
Equipo  de  Catequistas 
Marzo  de  1997 


La  Fundación  Catequística 

"LUZ  Y  VIDA" 

instalada  en  el  interior  del  Pasaje  Arzobispal 
ofrece: 

libros  y  folletos  sobre  Jesucristo, 
a  quien  está  dedicado  el  año  1997. 

Local  13 

^  211  451      Apartado  Postal  17-01-139 
Quito  -  Ecuador 


314 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Administración  Eclesiástica 


Nombramientos 

Marzo 

21  P.  Walter  Eduardo  Ossa  Sánchez,  CMF.,  Vicario  parroquial 
de  Ntra.  Sra.  de  los  Dolores  de  la  Armenia. 

26  Señores  Elias  Torres,  Gloria  Espinosa,  Jorge  Espinosa,  Vi- 
viana Torres  y  Fernando  Arce,  miembros  de  la  Comisión 
Arquidiocesana  de  Quito  de  Pastoral  Afro. 

26  P.  Franco  Nascimbene,  MCCJ,  Asesor  eclesiástico  de  la  Co- 
misión Arquidiocesana  de  Quito  de  Pastoral  Afro. 

Mayo 

20  Mons.  José  Carollo  Pasín,  Vicario  Episcopal  de  Quito  Sur, 
para  otros  tres  aiños. 

20  P.  Román  Guzmán  Bravo,  SDB.,  Párroco  de  San  Juan  Sos- 
co de  la  Tola. 

28  Ing.  Marcelo  Contreras,  Administrador  de  la  iglesia  de  la 
Ascensión  de  la  Primavera,  Cumbayá,  para  un  año  más. 

Decretos 

Marzo 

19  Decreto  de  erección  de  un  oratorio  en  el  Hogar  de  Ancia- 
nos "San  Vicente  de  Paúl",  ubicado  en  San  Antonio  de  Pi- 
el"! i  nc  ha. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


315 


Abril 

07  Decreto  de  erección  de  una  capilla  privada  en  la  propiedad 
de  la  familia  Suárez-Barba,  ubicada  en  Tumbaco. 

11  Decreto  de  erección  de  un  oratorio  en  la  casa  "Vergel  Ma- 
ría Francisca"  de  la  Congregación  de  Religiosas  Francisca- 
nas Misioneras  de  la  Inmaculada. 

15  Decreto  de  erección  canónica  de  una  casa  religiosa  de  la 
Congregación  de  Hermanitas  de  la  Anunciación  en  Ama- 
guaña,  destinada  a  guardería  infantil. 

Mayo 

26  Decreto  de  erección  de  la  parroquia  eclesiástica  "La  Anun- 
ciación" de  la  ciudadela  Tarqui,  Quito  Sur. 

Decreto 

De  erección  de  la  Parroquia  Eclesiástica 
"La  Anunciación" 

Antonio  J.  González  Z., 
Por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Sede  Apostólica 
Arzobispo  de  Quito  y  Primado  del  Ecuador 

Considerando: 

1.  Que  el  sector  de  la  Ciudadela  Tarqui  ha  experimentado  un  nota- 
ble crecimiento  demográfico,  de  tal  manera  que  se  hace  necesa- 
rio proveerle  de  un  cuidado  más  esmerado  y  permanente; 

2.  Que  dicho  sector  cuenta  con  iglesia  y  casa  parroquial  propias, 
donde  la  comunidad  cristiana  puede  reunirse  para  celebrar  el 


316 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


culto  religioso  y  para  realizar  actividades  de  carácter  pastoral  y 
social,  bajo  la  dirección  del  párroco;  y 

3.  Que  no  es  posible  atender  debidamente  al  cuidado  espiritual  de 
los  moradores  de  dicho  sector  si  no  es  mediante  la  erección  de 
una  nueva  parroquia  eclesiástica. 

Oído  el  parecer  favorable  del  Consejo  de  Presbiterio,  consultado  el 
Vicario  Episcopal  de  Quito  Sur  y  en  uso  de  las  facultades  que  nos 
competen  según  el  can  515,  párrafo  2,  del  Código  de  Derecho  Canó- 
nico. 

Erigimos  y  constituimos  en  Parroquia  Eclesiástica 
el  Sector  de  la  Ciudadela  Tarqui 

La  Patrona  de  esta  nueva  parroquia  eclesiástica  será  la  Santísima 
Virgen  en  el  misterio  de  LA  ANUNCIACION,  quien  será,  al  mismo 
tiempo,  la  Titular  de  la  iglesia  parroquial. 

Los  límites  de  la  nueva  parroquia  eclesiástica  de  LA  ANUNQA- 
CION  serán  los  siguientes: 

Al  Norte:  La  calle  Carapungo,  limitando  con  La  Raya; 

Al  Oriente:  La  Avenida  Mariscal  Antonio  José  de  Sucre; 

Al  Sur:  La  calle  Tachina,  limitando  con  Santa  Bárbara;  y 

Al  Occidente:  Con  el  monte  Lungüí. 

La  iglesia  de  LA  ANUNCIACION  será  tenida  en  adelante  como  pa- 
rroquial y  gozará,  por  lo  mismo,  de  todos  los  privilegios  y  prerro- 
gativas que  el  Derecho  concede  a  las  iglesias  parroquiales,  por  lo 
cua!  tendrá  fuente  bautismal  y  podrán  celebrarse  en  ella  todas  las 
funciones  parroquiales.  Junto  a  la  iglesia  funcionará  el  despacho 
parroquial. 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


317 


La  parroquia  eclesiástica  de  LA  ANUNCIACION  deberá  ser  una 
comunidad  de  comunidades  y  de  movimientos,  que  acoge  las  an- 
gustias y  esperanzas  de  los  hombres,  anima  y  orienta  la  comunión, 
participación  y  misión;  y  deberá  cumplir  su  misión  de  evangelizar, 
de  celebrar  la  liturgia,  de  impulsar  la  promoción  humana  v  de  ade- 
lantar la  inculturación  de  la  fe  en  las  familias,  en  los  grupos  y  mo- 
vimientos apostólicos  y,  a  través  de  ellos,  en  la  sociedad  (Santo  Do- 
mingo, N'^  58). 

El  párroco  de  LA  ANUNCIACION  coordinará  sus  actividades  pas- 
torales con  el  equipo  sacerdotal  de  Quito  Sur  y  con  la  Zona  pasto- 
ral del  mismo  nombre. 

Damos,  pues,  por  erigida  y  constituida  la  nueva  Parroquia  Eclesiás- 
tica de  LA  ANUNCIACION  y  ordenamos  que  el  presente  decreto 
de  erección  sea  leído  públicamente  en  esta  parroquia  y  en  la  parro- 
quia de  Cristo  Resucitado. 

Dado  en  Quito,  en  el  Palacio  Arzobispal,  a  los  26  días  del  mes  de 
mayo  del  año  del  Señor  de  1997,  fiesta  de  Santa  Mariana  de  Jesús. 

Antonio  J.  González  Z. 
Arzobispo  de  Quito 
Primado  del  Ecuador 


Héctor  Soria  S. 
Canciller 


318 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Información  Eclesial 


En  el  Ecuador 

Décimo  Aniversario  de  la 
Fundación  de  SICNIE 

En  los  días  27,  28  y  29  de  mayo  de 
1997,  se  realizó  en  la  "Casa  campe- 
sina" de  la  diócesis  de  Riobamba  una 
concentración  nacional  de  los  "Servi- 
dores de  la  Iglesia  Católica  de  las  na- 
cionalidades indígenas  del  Ecuador" 
SICNIE,  a  fin  de  celebrar  el  décimo 
aniversario  de  la  fundación  de  esta 
organización  nacional  de  los  servido- 
res indígenas  de  la  Iglesia  Católica. 

En  la  medida  en  que  fue  avanzando 
la  evangelización  del  mundo  indíge- 
na en  diversas  diócesis  del  Ecuador 
y  en  la  medida  en  que  se  fue  organi- 
zando una  verdadera  "Pastoral  indí- 
gena", fueron  surgiendo  los  sen/ido- 
res  de  las  comunidades  cristianas 
entre  los  indígenas.  Incluso  se  orga- 
nizaron los  ministerios  que  son  con- 
feridos a  quienes  se  preparan  para 
servir  a  las  comunidades  cristianas. 

Hace  diez  años,  en  1987,  Mons,  Leó- 
nidas Proaño  fundó  SICNIE  como  un 
organismo  de  coordinación  en  ámbi- 
to nacional  de  los  "Servidores  de  la 
Iglesia  Católica  de  las  nacionalida- 
des indígenas  del  Ecuador". 

SICNIE  convocó  a  los  servidores  in- 
dígenas de  las  comunidades  cristia- 
nas a  una  concentración  nacional. 


que  se  realizó  en  Riobamba,  desde 
el  27  hasta  el  29  de  mayo  de  1997, 
para  celebrar  el  décimo  aniversario 
de  la  fundación  de  SICNIE.  Participa- 
ron en  la  reunión  de  Riobamba  servi- 
dores indígenas  de  las  diócesis  del 
Ecuador  en  las  que  funciona  esta  or- 
ganización. Participaron  en  esta  ce- 
lebración Mons.  Raúl  López  M., 
Obispo  de  Latacunga,  Presidente  del 
Departamento  de  Pastoral  indígena; 
Mons.  Víctor  Corral  M.,  Obispo  de 
Riobamba,  miembro  de  la  comisión 
de  Pastoral  indígena,  y  Mons.  Carlos 
Altamirano  A.,  Obispo  Auxiliar  de 
Quito. 

Entre  los  actos  con  los  que  se  cele- 
bró este  décimo  aniversario  pueden 
citarse:  una  exposición  de  pintura  de 
artistas  indígenas,  un  foro  sobre  la 
Iglesia  indígena  en  la  Teología,  en  la 
Liturgia,  etc.  Mons.  Víctor  Corral  pre- 
sidió la  celebración  de  la  Eucaristía, 
con  la  que  en  la  Catedral  de  Riobam- 
ba se  dieron  gracias  a  Dios  por  la 
fundación  y  actividad  de  SICNIE  en 
este  lapso  se  diez  años. 

Nuevo  Superior  Provincial  de 
Mercedarios  en  el  Ecuador 

El  Muy  Rvdo.  P.  Ricardo  Chamorro 
Armas.  O.  de  M.,  ha  desempeñado, 
en  dos  períodos  seguidos,  el  cargo 
de  Superior  Provincial  de  la  Orden  de 
Nuestra  Señora  de  la  Merced  en  el 
Ecuador.  Ha  sido  Superior  Provincial 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


desde  1991  hasta  el  mes  de  abril  de 
1997.  Como  nuevo  Superior  Provin- 
cial de  Mercedarios  en  el  Ecuador  ha 
sido  designado  el  Muy  Rvdo.  P.  Gui- 
llermo Hurtado  Alvarez,  O.  de  M., 
quien  era  hasta  abril  de  1997  Co- 
mendador o  Superior  local  del  Con- 
vento Máximo  de  la  Basílica  de  la 
Merced  en  Quito. 

El  P.  Guillermo  Hurtado  Alvarez,  O. 
de  M.,  ha  sido  formador  de  los  futu- 
ros mercedarios.  En  estos  últimos 
tiempos  ha  actuado  con  eficacia  y  di- 
ligencia como  vicepostulador  en  la 
Causa  de  canonización  del  Siervo  de 
Dios  Francisco  de  Jesús  Bolaños, 
causa  que  ya  llega  a  su  término  en  el 
Tribunal  respectivo  de  la  Arquidióce- 
sis  de  Quito. 

El  P.  Ricardo  Chamorro  Armas  conti- 
núa prestando  sus  servicios  pastora- 
les al  Obispado  castrense  como  ca- 
pellán de  la  Guardia  presidencial. 

MoNS.  Vicente  Cisneros  D., 
Obispo  de  Ambato,  participo 
EN  UN  Seminario  contra  la  Co- 
rrupción, en  Chile. 

El  Consejo  Episcopal  Latinoamerica- 
no CELAM  con  colaboración  de  la 
Fundación  Adenauer  organizó  en 
Santiago  de  Chile,  en  mayo  de  1997, 
un  Seminario  contra  la  Corrupción 
pública  y  privada.  Puesto  que  la  Co- 
rrupción administrativa  es  un  fenó- 
meno social  y  político  que  se  ha  ex- 
tendido escandalosamente  en  estos 
tiempos  casi  en  todos  los  países,  el 


CELAM  juzgó  necesario  organizar  un 
Seminario  internacional  en  Santiago 
de  Chile,  para  estudiar  la  situación 
de  América  Latina  sobre  la  Corrup- 
ción y  para  dar  orientaciones  oportu- 
nas a  fin  de  oponer  un  dique  al  avan- 
ce de  este  mal  social. 

Participaron  en  este  Seminario  con- 
tra la  Corrupción  dieciséis  obispos 
representantes  de  las  Conferencias 
Episcopales  de  América  Latina  y  va- 
rios expertos  en  economía  y  política 
social. 

En  representación  de  la  Conferencia 
Episcopal  Ecuatoriana,  participó  en 
el  Seminario  de  Chile  Mons.  Vicente 
Cisneros  Durán,  Obispo  de  Ambato  y 
Vicepresidente  de  nuestra  Conferen- 
cia Episcopal. 

Mons.  Vicente  Cisneros  informó  que 
en  el  Seminario  llevado  a  cabo  en 
Santiago  de  Chile  se  redactó  una  De- 
claración ética  contra  la  Corrupción  y 
se  reflexionó  detenidamente  para 
elaborar  unas  Bases  para  un  "Pro- 
yecto de  Ley  contra  la  Corrupción". 

En  el  Seminario  de  Santiago  de  Chi- 
le, a  cuya  sesión  de  clausura  asistió 
también  el  Presidente  de  Chile,  se 
recomendó  a  los  participantes  que,  al 
volver  a  su  país,  se  preocuparan  de 
que  cada  Conferencia  Episcopal  en- 
viara el  Documento  de  la  "Declara- 
ción ética  contra  la  Corrupción"  y  de 
las  "Bases  para  un  Proyecto  de  Ley 
contra  la  Corrupción"  a  su  respectivo 
Gobierno,  al  Congreso  legislativo  y  a 
la  Corte  Suprema  de  Justicia. 


320 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Fechas  Jubilares  de 
Ordenaciones  Sacerdotales 
en  junio  y  julio  de  1  997 

El  domingo  4  de  julio  de  1937,  hace 
sesenta  años,  el  Arzobispo  de  Quito, 
Mons.  Carlos  María  de  la  Torre,  con- 
firió en  la  Catedral  de  Quito,  el  pres- 
biterado a  Luis  Carvajal.  Honorato 
Cobo  y  Felicísimo  Maya,  de  la  dióce- 
sis de  Ibarra;  y  a  Fr.  Bernardino 
Echeverría  Ruiz  ,  O.F.M.  y  a  Fr.  Jor- 
ge Mosquera,  O.F.M.  Por  tanto,  el  4 
de  julio  de  1997,  celebran  el  60  ani- 
versario de  su  ordenación  sacerdotal 
el  señor  Cardenal  Bernardino  Eche- 
verría Ruiz,  Arzobispo  emérito  de 
Guayaquil,  y  Mons.  Luis  Alfredo  Car- 
vajal, Obispo  emérito  de  Portoviejo. 
Mons.  Vicente  Felicísimo  Maya  y 
Mons.  Jorge  Mosquera,  O.F.M.  falle- 
cieron hace  algunos  años. 

El  domingo  29  de  junio  de  1947,  ha- 
ce cincuenta  años,  Mons.  Carlos  Ma- 
ría de  la  Torre,  confirió  el  presbitera- 
do al  P.  Jorge  Rivadeneira,  C.M. 
El  domingo  21  de  julio  de  1957,  hace 
cuarenta  años,  Mons.  Carlos  María 
de  la  Torre  confirió  el  presbiterado  al 
P.  Jaime  Eduardo  Fernández,  al  Dr. 
Hugo  Aníbal  Reinoso,  al  P.  César 
Gustavo  Viteri,  de  la  Arquidiócesis  de 
Quito;  a  Fr.  Guillermo  Hurtado,  O.  de 
M.,  y  al  P.  Luis  Delgado,  C.M. 

El  sábado  1^  de  julio  de  1972,  hace 
veinticinco  años,  el  señor  Cardenal 
Pablo  Muñoz  Vega,  S.J.,  Arzobispo 
de  Quito,  celebrando  ordenaciones 
en  la  iglesia  parroquial  de  la  Sma. 
Trinidad  del  Seminario  Mayor  de  San 


José,  confirió  el  presbiterado  al  P. 
Luis  Oswaido  Garzón,  que  falleció;  ai 
Dr.  Angel  Heredia,  párroco  de  Nues- 
tra Señora  de  la  Paz;  al  P.  Mario  Al- 
berto Vaca,  párroco  de  Cristo  Salva- 
dor de  El  Camal;  al  P.  Lucio  Yánez, 
párroco  de  Alangasí;  y,  al  P.  Pedro 
Le  Maire,  quien  regresó  a  Bélgica. 

Por  lo  tanto,  los  PP.  Angel  Heredia, 
Mario  Alberto  Vaca  y  Lucio  Yánez, 
de  la  Arquidiócesis  de  Quito,  cele- 
bran el  1 2  de  julio  de  1 997,  las  Bodas 
de  Plata  de  su  ordenación  sacerdo- 
tal. 

Comunicado  a  los  Medios  de 
Comunicación  Social 

Con  fecha  20  de  junio  de  1997,  la 
Conferencia  Ecuatoriana  emitió  el  si- 
guiente comunicado  a  los  Medios  de 
Comunicación  Social. 

En  los  próximos  días  los  delegados 
de  Ecuador  y  Perú  se  reunirán  en 
Brasilia,  en  torno  a  la  mesa  de  nego- 
ciaciones, con  el  ánimo  de  llegar  a 
una  solución  definitiva,  digna  y  justa, 
del  diferendo  limítrofe  que  funda- 
menta la  paz  y  la  integración  que  los 
dos  pueblos  necesitan  para  su  desa- 
rrollo humano  integral. 

Los  ecuatorianos  hemos  optado  por 
la  paz  y  la  fraternidad  con  el  Perú. 
Tenemos  una  política  de  Estado  que 
nos  compromete  a  no  utilizar  las  di- 
vergencias con  el  Perú  con  intereses 
partidistas.  Gracias  a  esta  política 
nuestro  actual  Gobierno  renuncia  a 
fomentar  la  animosidad  con  el  her- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


321 


mano  pueblo  del  Perú,  para  así  gran- 
jearse el  apoyo  popular. 

Nuestros  delegados  requieren  la 
confianza  y  la  comprensión  de  lodo 
el  pueblo  ecuatoriano  ante  la  históri- 
ca misión  a  ellos  encomendada,  para 
seguir  manteniendo  la  necesaria  se- 
renidad y  la  imprescindible  unidad,  a 
pesar  de  falsas  voces  que  se  dejan 
oír  al  inicio  de  cada  ronda  de  nego- 
ciaciones. 

Por  eso  pedimos,  a  los  Medios  d^e 
Comunicación  Social,  mantener/la 
serena  visión  de  los  hechos  que  les 
caracteriza,  evitando  hacer  eco  a  fal- 
sos rumores.  A  los  creyentes  y  a  los 
hombres  de  buena  voluntad,  invita- 
mos a  pedir  a  Dios  que  abra  las  men- 
tes de  unos  y  otros  y  nos  transforme 
en  forjadores  de  la  paz. 

La  paz  exige  apertura  y  compren- 
sión. La  paz  es  un  don  de  Dios. 

Semana  de  Prevención  contra 
EL  Uso  Indebido  de  Drogas 

Con  ocasión  de  celebrarse  el  26  de 
junio  el  '.'Día  Internacional  de  la  lucha 
contra  el  uso  indebido  y  tráfico  ilícito 
de  las  drogas",  el  Consejo  Nacional 
de  Control  de  Sustancias  Estupefa- 
cientes y  Psicotrópicas,  CONSEP, 
ha  establecido  la  "Semana  de  la  Pre- 
vención del  Uso  indebido  de  Dro- 
gas", para  recordar  a  todos  los  esta- 
mentos de  nuestra  sociedad,  la  obli- 
gación que  tienen  de  salvaguardar  a 
nuestra  niñez  y  juventud  del  peligro 
de  las  drogas. 


Visitas  de  Ilustres  Prelados  a 
LA  Iglesia  en  el  Ecuador 

Desde  el  23  de  julio  hasta  el  4  de 
agosto  visitará  el  Ecuador  Mons.  Ci- 
priano Calderón,  Vicepresidente  de 
la  Pontificia  Comisión  para  América 
Latina,  CAL. 

En  Quito,  Mons.  Cipriano  Calderón 
participará  en  la  celebración  del  60- 
aniversario  de  la  ordenación  sacer- 
dotal del  señor  Cardenal  Bernardino 
Echeverría  y  de  Mons.  Luis  Alfredo 
Carvajal  y  en  la  celebración  del  25° 
aniversario  de  la  ordenación  episco- 
pal de  Mons.  Raúl  Vela  Chiriboga.  El 
viernes  25  de  julio,  Mons.  Cipriano 
Calderón  participará  en  la  Misa  del 
10-  aniversario  de  la  muerte  de 
Mons.  Alejandro  Labaca  y  de  la  Hna. 
Inés  Arango,  en  la  Capilla  del  Semi- 
nario Mayor  San  José  de  Quito.  Lue- 
go Mon.  Cipriano  Calderón  visitará  la 
Arquidiócesis  de  Portoviejo,  la  dióce- 
sis de  Máchala,  la  de  Ibarra  y  la  de 
Latacunga.  Terminará  su  visita  en  la 
Arquidiócesis  de  Quito  con  una  pere- 
grinación al  santuario  mariano  de  El 
Quinche. 

El  sábado  26  de  julio  de  1 997  llegará 
a  Quito,  en  una  nueva  visita  al  Ecua- 
dor, el  señor  Cardenal  Friedrich  Wet- 
ter.  Arzobispo  de  Munich,  atendiendo 
a  una  invitación  que  le  formuló  Mons. 
José  Mario  Ruiz  Navas,  Arzobispo 
de  Portoviejo  y  Presidente  de  la  Con- 
ferencia Episcopal  Ecuatoriana.  El 
señor  Cardenal  Wetter  visitará  las 
principales  obras  de  carácter  social 
construidas  en  Quito  con  ayuda  de  la 
Arquidiócesis  de  Munich,  como  el 


322 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Hospital  Psiquiátrico  del  Sagrado 
Corazón  de  Jesús  de  Parcayacu. 

Con  ocasión  de  la  visita  del  Cardenal 
Wetter,  se  celebrará  en  la  sede  de  la 
Conferencia  Episcopal,  en  Quito,  una 
sesión  del  Consejo  Permanente  am- 
pliado, el  jueves  26  de  julio  a  las 
lOhOO,  en  la  que  se  tratará  principal- 
mente del  tema  de  las  relaciones  de 
la  Iglesia  de  Munich  con  las  Iglesias 
particulares  del  Ecuador.  El  señor 
Cardenal  Wetter  visitará  también 
Guayaquil,  Portoviejo  e  Ibarra.  Espe- 
ramos que  en  todas  estas  iglesias  re- 
ciba el  testimonio  de  gratitud  de  los 
católicos  ecuatorianos  por  la  fraterna 
y  generosa  ayuda  que  desde  hace 
muchos  años  la  Arquidiócesis  de  Mu- 
nich viene  prestando  al  Ecuador. 


En  el  Mundo 

Ceferino  Gifv/iÉNEZ  Malla,  el 

PRIMER  BEATO  DE  RAZA  GITANA 

La  Conferencia  Espiscopal  Españo- 
la, reunida  en  Asamblea  Plenaria,  se 
dirigió  gozosamente  a  toda  la  Iglesia, 
a  la  sociedad  de  su  país  y  de  mane- 
ra especial  al  pueblo  gitano,  con  mo- 
tivo de  la  beatificación  de  Ceferino 
Giménez  Malla,  "el  Pelé",  primer  gita- 
no beatificado  el  4  de  mayo  de  1997. 

Ceferino  Giménez  Malla,  "el  Pelé", 
fue  una  de  las  figuras  significativas 
dei  pueblo  gitano,  que  coronó  una  vi- 
da criítiana  auténtica  con  el  martirio. 
Nacido  de  familia  de  gitanos  nóma- 
das en  1881,  experimentó  las  caren- 


cias de  la  pobreza  en  su  infancia. 
Después  de  casarse  con  Teresa  Gi- 
ménez Castro  se  estableció  en  Bar- 
bastro  y  cambió  su  suerte  consi- 
guiendo una  posición  desahogada 
como  tratante  de  caballerías.  En  es- 
te oficio  gozó  de  un  amplio  reconoci- 
miento por  su  saber  y  honradez.  Fue 
miembro  de  distintas  obras  de  apos- 
tolado. Se  distinguió  por  su  preocu- 
pación por  los  niños  y,  siendo  analfa- 
beto, se  manifestó  como  un  gran  ca- 
tequista que  gustaba  de  reunir  a  los 
pequeños,  gitanos  y  payos,  para  ha- 
blarles de  Dios.  A  finales  de  julio  de 
1936  fue  arrestado  junto  con  un  sa- 
cerdote joven  por  salir  en  su  defensa; 
esta  circunstancia  podía  llevarle  a  la 
muerte;  hubiera  podido  salvar  su  vi- 
da entregando  un  rosario  a  un  mili- 
ciano amigo  que  quería  ayudarle,  pe- 
ro prefirió  ser  testigo  fiel  de  su  fe. 

Encuentro  Ecuménico 
CELAM-CLAI 

Desde  el  2  al  4  de  mayo  de  1997  se 
llevó  a  cabo  en  Quito  el  primer  En- 
cuentro Oficial  entre  el  Consejo  Epis- 
copal Latinoamericano  (CELAM),  el 
Consejo  Latinoamericano  de  Iglesias 
(CLAI)  y  la  Conferencia  Episcopal 
Ecuatoriana  (CEE).  Este  encuentro 
fue  convocado  por  el  CELAM  y  el 
CLAI  y  fue  organizado  por  la  Confe- 
rencia Episcopal  Ecuatoriana.  Por 
parte  del  CELAM  vinieron  al  encuen- 
tro de  Quito  Mons.  José  Luis  Lacun- 
za,  Obispo  de  Chitré  (Panamá)  y 
Responsable  de  la  Sección  de  Ecu- 
menismo  del  CELAM,  con  el  secreta- 
rio ejecutivo  de  esa  sección;  por  par- 


DCTOS.  ARQUIDIOCESANOS 


323 


te  de  la  Conferencia  Episcopal  Ecua- 
toriana participaron  en  este  encuen- 
tro Mons.  Julio  Terán  Dutari,  Presi- 
dente del  Departamento  de  Cultura, 
Ecumenismo  y  Diálogo  interreligioso 
de  la  CEE  y  su  secretario,  P.  Luis 
Cabrera,  O.F.M. 

Entre  los  posibles  temas  a  conside- 
rarse en  este  encuentro  se  escogie- 
ron los  siguientes:  Visión  general  del 
ecumenismo  en  América  Latina,  pre- 
sentación de  los  programas  del  CE- 
LAM  y  del  CLAI,  las  celebraciones 
ecuménicas  con  ocasión  del  Tercer 
Milenio,  las  acciones  comunes  de  ca- 
rácter social,  como  la  paz,  la  ecolo- 
gía, etc. 

Los  ULTIMOS  Viajes  Apostóli- 
cos DEL  Papa  Juan  Pablo  II 

En  los  meses  de  abril  y  mayo  de 
1997,  Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pa- 
blo II  realizó  importantes  viajes  apos- 
tólicos: En  los  días  12  y  13  de  abril 
de  1997,  el  Papa  Juan  Pablo  II  pudo 
realizar  su  anhelada  visita  pastoral  a 
Sarajevo,  "ciudad  símbolo  de  las  tra- 
gedias que  han  afectado  a  Europa  en 
el  siglo  XX".  El  mensaje  fundamental 
del  Vicario  de  Cristo  en  este  su  75- 
viaje  apostólico  internacional  ha  sido: 
la  paz,  la  amistad,  el  respeto  y  la  re- 
conciliación entre  las  poblaciones 
que  integran  Bosnia-Herzegovina, 
donde  están  llamados  a  entenderse 
os  bosnios  musulmanes,  los  serbios 
ortodoxos  y  los  croatas  católicos. 

Del  viernes  25  de  abril  al  domingo 


27,  Juan  Pablo  I!  realizó  su  76'  viaje 
apostólico  internacional,  en  el  que  ha 
visitado  por  tercera  vez  la  República 
Checa.  La  finalidad  principal  de  este 
viaje  apostólico  fue  la  clausura  de  las 
celebraciones  del  milenario  del  marti- 
rio de  San  Adalberto,  obispo  de  Pra- 
ga, gran  misionero  en  varios  países 
de  Europa  central  y  oriental. 

El  sábado  1 0  y  el  domingo  1 1  de  ma- 
yo, el  Papa  Juan  Pablo  II  realizó  su 
77-  viaje  apostólico  internacional,  en 
el  que  visitó  Beirut,  capital  del  Líba- 
no. La  finalidad  de  este  viaje  pastoral 
de  Juan  Pablo  II  fue  la  celebración 
de  la  fase  conclusiva  de  la  Asamblea 
especial  para  el  Líbano  del  Sínodo 
de  los  Obispos,  en  la  que  hizo  la  en- 
trega de  la  exhortación  apostólica 
postsinodal. 

Dignatarios  de  la  Asamblea 
Especial  para  America  del 
Sínodo  de  los  Obispos 

Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II  ha 
dispuesto  que  la  Asamblea  Especial 
para  América  del  Sínodo  de  los  Obis- 
pos se  celebre  en  Roma,  en  el  aula 
sinodal,  desde  el  16  de  noviembre 
hasta  el  12  de  diciembre  de  1997  y 
ha  designado  a  los  dignatarios  de  es- 
ta asamblea  sinodal.  Han  sido  desig- 
nados Presidentes  delegados:  el 
Cardenal  Eugenio  de  Araujo  Sales, 
Arzobispo  de  San  Sebastián  de  Río 
de  Janeiro;  el  Cardenal  Roger  Mi- 
chael  Mahony,  Arzobispo  de  Los  An- 
geles (EE.UU.),  el  Arzobispo  Darío 
Castrillón  Hoyos,  Pro-Prefecto  de  la 
Congregación  para  el  Clero. 


Relator  General  ha  sido  nombrado  el 
Cardenal  Juan  Sandoval  Iñiguez,  Ar- 
zobispo de  Guadalajara  (México). 

Secretarios  Especiales:  el  Arzobispo 
Francis  Eugene  George,  O.M.I.,  Ar- 
zobispo de  Chicago  (EE.UU.)  y 
Mons.  Estanislao  Esteban  Karlic,  Ar- 
zobispo de  Paraná  (Argentina),  Pre- 
sidente de  la  Conferencia  Episcopal 
Argentina. 

Presidente  de  la  Comisión  para  el 
mensaje:  el  Card.  Jean  Claude  Ture- 
cott,  Arzobispo  de  Montreal  (Cana- 
dá), presidente  de  la  Comisión  para 
Información:  Mons.  Andrés  Rodrí- 
guez Madariaga,  S.D.B.,  Arzobispo 
de  Tegucigalpa  (Honduras),  Presi- 
dente del  CELAM. 


El  Papa  Juan  Pablo  II 

CLAUSURO    EL   46°  CONGRESO 

EucARisTico  Internacional 


mayo.  Entre  los  concelebrantes,  que 
acudieron  de  todo  el  mundo,  desta- 
caban ochenta  obispos  y  cardenales. 

El  sábado  31  de  mayo  de  1997,  Su 
Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II  inició 
su  78^  viaje  apostólico  internacional 
y  el  6-  a  su  patria,  Polonia. 

El  motivo  principal  de  este  viaje  fue 
la  solemne  clausura  del  46^  Congre- 
so Eucarístico  Internacional  celebra- 
do en  la  ciudad  de  Wroclaw,  el  do- 
mingo 1-  de  junio.  Juan  Pablo  II  pre- 
sidió, en  la  ciudad  de  Gniezno  una 
concelebración  eucarística  con  oca- 
sión del  milenario  del  martirio  de  San 
Adalberto,  el  martes  3  de  junio.  El 
domingo  8  de  junio  el  Santo  Padre 
canonizó,  en  Cracovia,  a  la  beata 
Eduvigis.  La  nueva  visita  del  Papa  a 
Polonia  concluyó  el  martes  10  de  ju- 
nio a  las  20h30,  hora  en  que  llegó  a 
Roma. 


El  46-  Congreso  Eucarístico  Interna- 
cional se  celebró  en  Wroclaw  (Polo- 
nia) desde  el  domingo  25  de  mayo 
hasta  el  domingo  1-  de  junio  de 
1997.  El  tema  adoptado  para  este 
Congreso  Eucarístico  Internacional 
fue  el  siguiente:  "Eucaristía  y  liber- 
tad". 

El  Cardenal  Angelo  Sodano,  Secre- 
tario de  Estado  de  Su  Santidad,  fue 
nombrado  Legado  Pontificio  ante  es- 
te Congreso,  e  inauguró  este  evento 
religioso  internacional  con  una  Euca- 
ristía celebrada  en  la  milenaria  Cate- 
dral de  San  Juan  Baustista  de  Wro- 
claw, a  las  17h00  del  domingo  25  de 


Conclusión  del  Mes  de  Mayo 
EN  EL  Vaticano 

Siguiendo  la  tradición,  el  último  día  del 
mes  de  mayo  tuvo  lugar  el  rezo  del  ro- 
sario por  los  jardines  vaticanos  en  pro- 
cesión hasta  la  gruta  de  la  Virgen  de 
Lourdes,  como  conclusión  del  mes  de- 
dicado a  María.  Participaron  algunos 
obispos,  muchos  religiosos  y  cerca  de 
2.500  fieles,  todos  con  una  vela  encen- 
dida. Presidió  la  ceremonia  el  Card. 
Virgilio  Noé,  Vicario  General  del  Papa 
Juan  Pablo  II  en  la  ciudad  del  Vaticano, 
puesto  que  Su  Santidad  se  hallaba  en 
Polonia. 


Oración 
de  S.  S.  el  Papa  Juan  Pablo  II 
para  el  Primer  Año  de  Preparación  para 
Jubileo  Universal 
del  Año  2.000 


Jesús,  poder  y  sabiduría  de  Dios, 
enciende  en  nosotros  el  amor  por  la  divina  Escritura, 
donde  resuena  la  voz  del  Padre, 
que  ilumina  e  inflama,  alimenta  y  consuela. 

Tú,  Palabra  del  Dios  vivo, 
renueva  en  la  Iglesia  el  ímpetu  misionero, 
para  que  todos  los  pueblos  lleguen  a  conocerte, 
verdadero  Hijo  de  Dios  y  verdadero  Hijo  del  hombre, 
único  Mediador  entre  el  hombre  y  Dios. 

Gloria  y  alabanza  a  ti,  oh  Cristo, 
hoy  y  siempre  y  por  los  siglos  sin  fin 


También  en  el  Barrio  "La  Victoria"  de  Ei  Quincine  se  vivió  intensamente 
el  fervor  del  Mes  de  María  que  se  clausuró  solemnemente  con  una 
Eucaristía  presidida  por  Mons.  Carlos  Altamirano,  Obispo  Auxiliar  de  I 
Quito,  y  un  Programa  preparado  por  las  Hnas.  del  Buen  Pastor 
con  las  comunidades  cristianas. 


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