UBRARY OF PRINCETON
SEP 2 7 2004
THEOLOG'CAL SEMINARY
PER BX1472.A1 B68
Bolet/nn eclesiástico.
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in 2015
https://archive.org/details/boletineclesias1031cath_7
BOLETIN ECLESIASTICO
ORGANO INFORMATIVO
ARQUIDIOCESIS DE QUITO
Año Clll mayo / junio 1997
Cruzada Eucarístico-Mariana en los diferentes barrios de las Parroquias
Rurales y Marginales encuadrada en el Primer Año de Preparación
para el Gran Jubileo del Año 2.000, bajo la asesoría y dirección de
Mons. Carlos Altamirano, Obispo Auxiliar de Quito.
En la gráfica, un aspecto del acto de clausura en la
Parroquia de La Argelia.
ORGANO INFORMATIVO
Mayo / Junio 1 997
BOLETIN ECLESIASTICO AñO Clll
Editorial
Vida Contemplativa de varones en el Ecuador 209
Documentos de la Santa Sede
Vademécum para los confesores 215
Congreso europeo sobre las vocaciones 242
Una esperanza nueva para el Líbano 247
Viaje de Juan Pablo II a Beirut 253
Documentos Arquidiocesanos
Carta del Vaticano 261
María en la Vida y Misión de Cristo 262
Fiesta de la Dolorosa del Colegio 268
125 Años del Colegio La Providencia 273
Beatificación de la M. Ma. Encarnación Rosal 279
25 Años de Grünenthal 287
175 Años de la Batalla de Pichincha 292
Funerales del Lic. Jaime Acosta Velasco 295
Centenario del nacimiento del
Dr. Mariano Suárez Veintimilla 300
Trabajo premiado con publicación 307
Administración Eclesiástica
Nombramientos 314
Decretos 314
Erección de la Parroquia La Anunciación 315
Información Eclesial
En el Ecuador 318
En el Mundo 320
Director Rvmo. Sr. Héctor Soria S. Telf.: 210 703 Apartado 17-01-00106.
Administradora: Hna Regina Córdova Telf.: 214 429 Apartado 17-01-00106
Suscripción anual dentro del país S/. 30.000. Fuera del país US$ 60.
Se aceptan Canjes
Levantamiento de textos e impresión Mora & Asociados 438 866
Se inicia la vida contemplativa
de varones en el ecuador
La Iglesia Católica que peregrina en la actual
República del Ecuador desde hace más de cua-
tro siglos y medio, si bien ha tenido un amplio
desarrollo institucional desde que en 1545 se
erigió canónicamente el primer Obispado, el
de San Francisco de Quito, no ha llegado a con-
tar con una de aquellas "fuentes de gracias ce-
lestiales", que son los monasterios dedicados
totalmente a la vida contemplativa de varones.
Desde la segunda mitad del siglo dieciséis, el
Obispado de Quito comenzó a tener varios mo-
nasterios de monjas, como el de la "Purísima
Concepción" en el mismo centro colonial de
Quito. Las monjas conceptas se establecieron
también en Loja, en Riobamba, en Cuenca y úl-
timamente se establecieron también en una ju-
risdicción de Misión, en el Vicariato Apostólico
de Macas. Luego se establecieron los monaste-
rios de Clarisas, de Catalinas, de Agustinas, de
Carmelitas y los más modernos de Visitadinas.
Desde hace algunos años surgió en el Ecuador
el anhelo o la necesidad de contar también con
alguno de los monasterios de vida contempla-
tiva de varones, para llenar un vacío espiritual
que experimentaba nuestra Iglesia.
Desde hace
algunos años
surgió en el
Ecuador
el anhelo o
la necesidad de
contar también
con alguno de
ios monasterios
de vida
contemplativa de
varones,
para llenar un
vacío espiritual
que experimen-
taba nuestra
Iglesia.
El Padre Marco Vinicio Rueda, SJ., muy dedi-
cado a los métodos de meditación y contem-
plación, anheló establecer un monasterio de
monjes, quizá Trapenses, en terrenos de la ha-
cienda "La Humbría". Hace pocos años un
Abad de un monasterio benedictino de la Ar-
quidiócesis de Munich vino al Ecuador, para
ver las posibilidades de establecer un monaste-
rio benedictino en el Ecuador.
Hace unos quince años, el señor Cardenal Pa-
blo Muñoz Vega, entonces Arzobispo de Quito,
visitó el monasterio de monjes Trapenses de
San Isidro de las Dueñas, cercano a la ciudad
de Palencia, en España, y propuso a los monjes
que vinieran a fundar en el Ecuador un monas-
terio destinado a la vida contemplativa de va-
rones.
En estos últimos hempos, en nombre de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana, Mons. Fru-
mencio Escudero, Obispo Vicario Apostólico
de El Puyo, ha visitado en más de una ocasión
el monasterio de San Isidro de las Dueñas, pa-
ra proponer a los monjes la fundación de un
monasterio de trapenses en el Ecuador. La
Conferencia Episcopal Ecuatoriana ha formu-
lado oficialmente a los monjes de la Trapa de
San Isidro de las Dueñas la pehción de la fun-
dación de un monasterio de vida contemplati-
va de varones en el Ecuador. Ante esta petición
formal de la Conferencia Episcopal Ecuatoria-
na el monasterio Trapense español decidió fun-
La Providencia
Divina dispuso
que la familia
cristiana del Ing.
Julio Mancheno y
señora María
Gangotena de
Mancheno hiciera
generosa donación
de una propiedad
rural, denominada
"Bella Vista",
ubicada en el
cantón Salcedo,
para que en ella se
hiciera la
fundación del
nuevo monasterio
en el Ecuador.
dar un monasterio en el Ecuador y oficialmen-
te le comunicó esta decisión a la Conferencia
Episcopal del Ecuador, cuando ésta celebraba
su asamblea plenaria en abril de 1997. Esta fue
una noticia de trascendental importancia para
la Iglesia que peregrina en el Ecuador.
A principios de mayo de 1997 vinieron de Es-
paña a Quito el Abad del Monasterio de San
Isidro de las Dueñas con el Hno. Jesús Penalva,
destinado a ser el Prior del monasterio que ha-
bía de fundarse en nuestra Patria.
La Providencia Divina dispuso que la familia
cristiana del Ing. Julio Mancheno y señora Ma-
ría Gangotena de Mancheno hiciera generosa
donación de una propiedad rural, denominada
"Bella Vista", ubicada en el cantón Salcedo, pa-
ra que en ella se hiciera la fundación del nuevo
monasterio en el Ecuador.
El catorce de mayo de este año 1977 es la fecha
importante en la historia de la Iglesia en el
Ecuador, la fecha de la fundación del primer
monasterio de vida contemplativa de varones.
Ese día el Obispo de Latacunga, Mons. Raúl
López Mayorga, suscribió el decreto de erec-
ción canónica del Monasterio Trapense de
"Santa María del Paraíso" de Bella Vista de Sal-
cedo.
Los monjes que fundan este monasterio de
"Santa María del Paraíso" pertenecen a la Or-
den Cistersiense de la más estricta reforma,
que se denomina también de "La Trapa".
Con su vida y
misión, estos
monjes
Tmpenses
imitarán n
Cristo orando
en el monte y
darán
testimonio del
señorío de Dios
sobre la historia
y de la gloria
futura.
Con su vida y misión, estos monjes Trapenses
imitarán a Cristo orando en el monte y darán
testimonio del señorío de Dios sobre la historia
y de la gloria futura. En la soledad y el silencio,
mediante la escucha de la Palabra de Dios, el
ejercicio del culto a la oración, la mortificación
y la comunión en el amor fraterno, orientarán
toda su vida y actividad a la contemplación de
Dios. Los monjes del monasterio de "Santa Ma-
ría del Paraíso" ofrecerán también a la comuni-
dad eclesial del Ecuador un singular testimo-
nio del amor de la Iglesia por su Señor y contri-
buirán, con una misteriosa fecundidad apostó-
lica, al crecimiento del Pueblo de Dios en nues-
tra Patria.
Documentos
de lo
Sonto Sede
Il
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
2
Vademécum para los Confesores sobre
algunos temos de Morol Conyugal
Presentoción
Cristo continúa, p>or medio de Su Iglesia, la misión que El ha recibi-
do del Padre. El envía a los doce a anunciar el Reino y a llamar a la
penitencia y a la conversión, a la metanoia (cfr. Me 6, 12). Jesús resu-
citado les transmite Su mismo poder de reconciliación: "Recibid el
Espíritu Santo; a quienes {perdonareis los pecados, les serán perdo-
nados» (Jn 20, 22 - 23). Por medio de la efusión del Espíritu por El
realizada, la Iglesia prosigue la predicación del Evangelio, invitan-
do a la conversión y administrando el sacramento de la remisión de
los pecados, mediante el cual el pecador arrepentido obtiene la re-
conciliación con Dios y con la Iglesia y ve abrirse frente a sí mismo
la vía de la salvación.
El presente Vademécum tiene su origen en la particular sensibilidad
pastoral del Santo Padre, el Cual ha confiado al Pontificio Consejo
para la Familia la tarea de preparar este subsidio para ayuda de los
Confesores. Con la experiencia madurada ya sea como sacerdote
que como Obispo, él ha podido constatar la importancia de orienta-
ciones seguras y claras a las cuales los ministros del sacramento de
la reconciliación pueden hacer referencia en el diálogo con las al-
mas. La abundante doctrina del Magisterio de la Iglesia sobre los te-
mas del matrimonio y de la familia, en modo especial a partir del
Concilio Vaticano II, ha hecho oportuna una buena síntesis referida
a algunos temas de moral relativos a la \1da convojgal.
Si bien, a nivel doctrinal, la Iglesia cuenta con una sólida conciencia
de las exigencias que atañen al sacramento de la Penitencia, no se
puede negar que se haya ido creando un cierto varío en el tradudr
estas enseñanzas a la praxis pastoral. El dato doctrinal es, entonces.
216
BOLETIN ECLESIASTICO
el fundamento que sostiene este Vademécum, y no es tarea nuestra
repetirlo, no obstante, sea evocado en diversas ocasiones. Conoce-
mos bien toda la riqueza que han ofrecido a la Comunidad cristia-
na la Encíclica Hmuaime V'üae, iluminada luego por la Encíclica Ve-
ritatis Splemior, y las Exhortaciones Apostólicas Familinris Consortio
y Reconcilintio et Pnenitentin. Sabemos también cómo el Catecismo de
la Iglesia Católica haya provisto un eficaz y sintético resumen de la
doctrina sobre estos argumentos.
«Suscitar en el corazón del hombre la conversión y la penitencia y
ofrecerle el don de la reconciliación es la misión connatural de la
Iglesia, (...) una misión que no se agota en algunas afirmaciones
teóricVis y en la propuesta de un ideal ético no acompañada por
energías operativas, sino que tiende a expresarse en precisas funcio-
nes ministeriales en orden a una práctica concreta de la penitencia
y de la reconciliación» (Exhort. Apost. Reconcilintio et Pnenitentin, n.
.23).
Tenemos el gusto de poner en las manos de los sacerdotes este do-
cumento, que ha sido preparado por \ enerado encargo del Santo
Padre y con la competente colaboración de profesores de teología y
de algunos pastores.
Agradecemos a todos aquellos que han ofrecido su contribución,
mediante la cual han hecho posible la realización del documento.
Nuestra gratitud adquiere dimensiones muy especiales en relación
a la Congregación para la Doctrina de la Fe y a la Penitenciaría
Apostólica.
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
217
Introducción
1. Finalidad del documento
La familia, que el Concilio Ecuménico Vaticano II ha ciefinicio como
el santuario doméstico de la Iglesia, y como «célula primera y vital de
la sociedad», ^ constituye un objeto privilegiado de la atención pas-
toral de la Iglesia. «En un momento histórico en que la familia es
objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la
Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está
profundamente vinculado al bien de la familia, siente de manera
más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de
Dios sobre el matrimonio y la familia».^
En estos últimos años, la Iglesia, a través de la palabra del Santo Pa-
dre y mediante una vasta movilización espiritual de pastores y lai-
cos, ha multiplicado sus esfuerzos para ayudar a todo el pueblo cre-
yente a considerar con gratitud y plenitud de fe los dones que Dios
dispensa al hombre y a la mujer unidos en el sacramento del matri-
monio, para que ellos puedan llevar a término un auténtico camino
de santidad y ofrecer un verdadero testimonio evangélico en las si-
tuaciones concretas en las cuales viven.
En el camino hacia la santidad conyugal y familiar los sacramentos
de la Eucaristía y de la Penitencia cumplen un papel fundamental.
El primero fortifica la unión con Cristo, fuente de gracia y de vida,
y el segundo reconstruye, en caso que haya sido destruida, o hace
Coxc. ECL M. Vatk II, Decreto sobre el npostoLido de los laicos Ai>o>tí>licniii
Actiioíitntan, 18 de noviembre de 1965, n. 11.
Jl A\ I'ahi o 11, Exhort. Apost. Fnniilinri> Ctni^ortuK 22 de lun lenibre de 1981, n
218
BOLETIN ECLESIASTICO
crecer y perfecciona la comunión conyugal y familiar,^ amenazada
y desgarrada por el pecado.
Para ayudar a los cónyuges a conocer el camino de su santidad y a
cumplir su misión, es fundamental la formación de sus conciencias
y el cumplimiento de la voluntad de Dios en el ámbito específico de
la vida matrimonial, o sea en su vida de comunión conyugal y de
servicio a la vida. La luz el Evangelio y la gracia del sacramento re-
presentan el binomio indispensable para la elevación y la plenitud
del amor conyugal que tiene su fuente en Dios Creador. En efecto,
«el Señor se ha dignado sanar, perfeccionar y elevar este amor con
un don especial de la gracia y de la caridad».^
En orden a la acogida de estas exigencias del amor auténtico y del
plan de Dios en la vida cotidiana de los cónyuges, el momento en
el cual ellos solicitan y reciben el sacramento de la Reconciliación,
representa un acontecimiento salvífico de máxima importancia, una
ocasión de luminosa profundización de fe y una ayuda precisa pa-
ra realizar el plan de Dios en la propia vida.
«Es el sacramento de la Penitencia o Reconciliación el que allana el
camino a cada uno, incluso cuando se siente bajo el peso de gran-
des culpas. En este sacramento cada hombre puede experimentar
de manera singular la misericordia, es decir, el amor que es más
fuerte que el pecado». ^
Puesto que la administración del sacramento de la Reconciliación
está confiada al ministerio de los sacerdotes, el presente documen-
Cf. ]U/VN Pablo II, Exhort. Apost. Familiaris Consortio, 22 do noviembre de 1981,
,\ 58.
^ CoNC. EcL'M. Vatica.\"0 II, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contempo-
ráneo Gaudium el Spes, 7 de diciembre de 1965, n. 49.
]l'a,\" Padi o II, Ene. Dives in Misericordia, 30 de noviembre de 1980, n.l3.
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
219
to se dirige específicamente a los confesores y tiene como finalidad
ofrecer algunas disposiciones prácticas para la confesión y absolu-
ción de los fieles en materia de castidad conyugal. Más concreta-
mente, con este vníieniécuni pnrn el uso de los confesores se quiere ofre-
cer un punto de referencia a los penitentes casados para que pue-
dan obtener un mayor provecho de la práctica del sacramento de la
Reconciliación y vivir su vocación a la paternidad /maternidad res-
ponsable en armonía con la ley divina enseñada por la Iglesia con
autoridad. Servirá también para ayudar a quienes se preparan al
matrimonio.
El problema de la procreación responsable representa un punto
particularmente delicado en la enseñanza de la moral católica en
ámbito conyugal, pero aún más en el ámbito de la administración
del sacramento de la Reconciliación, en el cual la doctrina es con-
frontada con las situaciones concretas y con el camino espiritual de
cada fiel. Resulta en efecto necesario recordar los puntos claves que
permitan afrontar en modo pastoralmente adecuado las nuevas
modalidades de la contracepción y el agravarse del fenómeno.'' Con
el presente documento no se pretende repetir toda la enseñanza de
la Encíclica Hiimnme Viine, de la Exhortación Apostólica Fnivilinris
Coiisortio o de otras intervenciones del Magisterio ordinario del Su-
mo Pontífice, sino solamente ofrecer algunas sugerencias y orienta-
ciones para el bien espiritual de los fieles que se acercan al sacra-
mento de la Reconciliación y para superar eventuales divergencias
e incertidumbres en la praxis de los confesores.
2. La castidad conyugal en la doctrina de la Iglesia
La tradición cristiana siempre ha defendido, contra numerosas he-
rejías surgidas ya al inicio de la Iglesia, la bondad de la unión con-
Hn de tt'iit'i>t' i'ii cuent.i el electo .ibortiv i> de los iiue\'os l.iriii.u\is. Cf, |i 'A\
m (1 II, EiH- Li-iui^^clnnii \'il,h: 2S de ni.iivo de IWS, n 13,
220
BOLETIN ECLESIASTICO
yugal y de la familia. Querido por Dios en la misma creación, de-
vuelto por Cristo a su primitivo origen y elevado a la dignidad de
sacramento, el matrimonio es una comunión íntima de amor y de vi-
da entre los esposos intrínsecamente ordenada al bien de los hijos
que Dios querrá confiarles. El vínculo natural tanto para el bien de
los cónyuges y de los hijos como para el bien de la misma sociedad
no depende del arbitrio humano. ^
La virtud de la castidad conyugal «entraña la integridad de la per-
sona y la integridad del don»^ y en ella la sexualidad «se hace per-
sonal y verdaderamente humana cuando está integrada en la rela-
ción de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente
ilimitado del hombre y de la mujer«.^ Esta virtud, en cuanto se re-
fiere a las relaciones ínhmas de los esposos, requiere que se manten-
ga «íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación hu;
mana en el contexto del amor verdadero». Por eso, entre los prin-
- cipios morales fundamentales de la vida conyugal, es necesario re-
cordar «la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hom-
bre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significa-
dos del acto conyugal: el significado unitivo y el significado pro-
creador»,
En este siglo los Sumos Pontífices han emanado diversos documen-
tos recordando las principales verdades morales sobre la castidad
conyugal. Entre estos merecen una mención especial la Encíclica
Cf. CoNC. EcuM. Vaticaxo II, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contem-
poráneo Gaudium el Spes, 7 de diciembre de 1965, n. 48.
Catecismo de la Iglesia Católica, 11 de octubre de 1992, n. 2337.
Jbid.
CoNC. EcuM. Vaticano II, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contempo-
ráneo Gaudium et Spes, 7 de diciembre de 1965, n. 51.
Paulo Vi, Ene. Humanae Vitas, 25 de julio de 1968, n. 12.
7
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11
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
221
Cnsti Cotmiibii (1930) de Pío XI, '2 numerosos discursos de Pío XII,
la Encíclica Húmame Vitne (1968) de Pablo VI,!-* la Exhortación
Apostólica Fmniliaris Consortio^^ (1981), la Carta a las Familias Grn-
tissiimm Snne'^^'' (1994) y la Encíclica Evangeliiim Vitne (1995) de Juan
Pablo II. Junto a estos se deben tener presente la Constitución Pas-
toral Gaudiiim et Spes'^^ (1965) y el Cntecismo de la Iglesia Católica^^
(1992). Además son importantes, en conformidad con estas ense-
ñanzas, algunos documentos de Conferencias Episcopales, así co-
mo de pastores y teólogos que han desarrollado y profundizado la
materia. Es oportuno recordar también el ejemplo ofrecido por nu-
merosos cónyuges, cuyo empeño por vivir cristianamente el amor
humano constituye una contribución eficacísima para la nueva
evangelización de las familias.
3. Los bienes del matrimonio y la entrega de sí mismo
Mediante el sacramento del Matrimonio, los esposos reciben de
Cristo Redentor el don de la gracia que confirma y eleva su comu-
nión de amor fiel y fecundo. La santidad a la que son llamados es
sobre todo gracia donaiia.
^ Pío XI, Ene. Caiti Coinuibü, 31 de diciembre de 1930
•5
' Pic> XII, Discurso al Congreso de la Unión católica italiana de obstetras, 2 de oc-
tubre de 1951; Discurso al Frente de la familia y a las Asociaciones de familias
. numerosas, 27 de no\ iembre de 1951.
\\\\ilo\'l,Enc. Htiiiiaiwc Vitne, 25 de julio de 1968.
^ ]l A\ PabI (i II, Exhort. Apost. FaiuiUans ComorUo, 22 de noviembre de 1981.
^ Jl a\ Pabio II, Carta a las Familias Grntuiiiiiniii Snnc, 2 de febrero de 1994.
Coxc. EcLM. Va ikano II, Coast. Past. sobre la Iglesia en el mundo contempo-
ráneo Cniiiliimi ct Spcí. 7 de diciembre de 1965.
c
Cí7fiv;s;/;() ^icln ¡^¡cfin Cntólicn, 11 de octubre de 1992.
222
BOLETIN ECLESIASTICO
Las personas llamadas a vivir en el matrimonio, realizan su voca-
ción al amor^*^ en la plena donación de sí mismos, que expresa ade-
cuadamente el lenguaje del cuerpo. De la donación recíproca de
los esposos procede, como fruto propio, el don de la vida a los hi-
jos, que son signo y coronación del amor matrimonial.^i
La contracepción, oponiéndose directamente a la transmisión de la
vida, traiciona y falsifica el amor oblativo propio de la unión matri-
monial: «altera el valor de la donación total»^^ y contradice el plan
de amor de Dios participado a los esposos.
Vademécum poro el uso de los confesores
El presente vndeniéciini está compuesto por un conjunto de enuncia-
dos, que los confesores habrán de tener presente en la administra-
ción del sacramento de la Reconciliación, a fin de poder ayudar me-
jor a los cónyuges a vivir cristianamente la propia vocación a la pa-
ternidad o maternidad, en sus circunstancias personales y sociales.
1. La santidad matrimonial
1. Todos los cristianos deben ser oportunamente instruidos de su
vocación a la santidad. En efecto, la invitación al segiiiitiento de
Cristo está dirigida a todos, y cada fiel debe tender a la plenitud
CON'C. EcL'M. Vatic.W'O II, Const. I'ast. soLue la Iglesia en el mundo contempo-
ráneo Gandimii ct Spcí, 7 de diciembre de 1965, n. 24.
Cf. Jl'A.\ Pablo II, Exhort. Apost. Fniiulmiií Coiiíortio, 22 de noviembre de 1981,
n. 32.
21 Cf. Cntcafiiio i/c la l^^lain Católicn, n. 2378; Cf. Jl an Pabi (> 11, Carta a las Fami-
lias Cmiiííiumni Sane, 2 de febrero de 1994, n. 11.
22 Jl an PaB!(> II, Exhort. Apost. Fniiiilinrif ConMntio, 22 de noviembre de 1981, n.
32.
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
223
de la vida cristiana y a la perfección de la caridad en su propio
estado. 23
2. La caridad es el alma de la santidad. Por su íntima naturaleza la
caridad — don que el Espíritu infunde en el corazón — asume y
eleva el amor humano y lo hace capaz de la perfecta donación de
sí mismo. La caridad hace más aceptable la renuncia, más livia-
no el combate espiritual, más generosa la entrega personal.-'^
3. No es posible para el hombre con sus propias fuerzas realizar la
perfecta entrega de sí mismo. Pero se vuelve capaz de ello en vir-
tud de la gracia del Espíritu Santo. En efecto, es Cristo que reve-
la la verdad originaria del matrimonio y, liberando al hombre de
la dureza del corazón, lo habilita para realizarla íntegramente.^^
«Una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y de profe-
sión los que son guiados por el espíritu de Dios y, obedeciendo a la voz del Pa-
dre, adorando a Dios y al Padre en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre,
humilde y cargado con la cruz, para merecer la participación de su gloria. Se-
gún esto, cada uno según los propios dones y las gracias recibidas, debe cami-
nar sin vacilación por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra
por la caridad <<(Ctw. EcUM. Vaticano Il,Const. Dogm. sobre la Iglesia Lumen
Gentiuiu, 21 de noviembre de 1964, n. 41).
«La caridad es el alma de la santidad a la que todos están llamados» (Catecis-
mo lie lr< Iglesin Católica, n. 826). «El amor hace que el hombre se realice median-
te la entrega sincera de sí mismo. Amar significa dar y recibir lo que no se pue-
de comprar ni vender, sino solo regalar libre y recíprocamente» (Juan Pablo I!,
Carta a las Familias Gratissimam Sane, 2 de febrero de 1994, n. 11).
Cf. Juan Pablo II, Exliort. Apost. Familians Consortio, 22 de noviembre de 1981,
n. 13.
«La obsen'ancia de la ley de Dios, en determinadas situaciones, puede ser di-
fícil, muy difícil: sin embargo jamás es imposible. Esta es una enseñanza cons-
tante de la tradición de la Iglesia» (Juan Pablo II, Ene. Veritatis Spkmior, 6 de
agosto de 1993, n. 102).
«Sería un gravísimo error concluir... que la norma enseñada por la Iglesia sea
de suyo solamente un "ideal", que deba adaptarse, proporcionarse, graduarse
— como dicen — a las posibilidades del hombre "contrapesando los distintos
224
BOLETIN ECLESIASTICO
4. En el camino hacia la santidad, el cristiano experimenta tanto la
debilidad humana como la benevolencia y la misericordia del
Señor. Por eso el punto de apoyo en el ejercicio de las virtudes
cristianas — también de la castidad conyugal — se encuentra en
la fe que nos hace conscientes de la misericordia de Dios y en el
arrepentimiento que acoge humildemente el perdón divino.26
bienes en cuestión". Pero ¿cuáles son las "posibilidades concretas del hom-
bre"? ¿Y de qué hombre se está hablando? ¿Del hombre lionibwdo por la concu-
piscencia o del hombre redinikio por Cristo? Porque se trata de esto: de la reali-
dad de la Redención de Cristo. ¡Cristo nos hn redimido! Esto significa que nos
ha dado la posibilidad de realizar la verdad entera de nuestro ser. Ha liberado
nuestra libertad del dominio de la concupiscencia. Si el hombre rediniido sigue
pecando, no se debe a la imperfección del acto redentor de Cristo, sino a la vo-
luntnd del hombre de sustraerse de la gracia que deriva de aquel acto. El man-
da nuento de Dios es, ciertamente proporcionado a las capacidades del hom-
bre: pero a las capacidades del hombre . a quien se ha dado el Espíritu Santo;
del hombre que, si ha caído en el pecado, siempre puede obtener el perdón y
gozar de la presencia del Espíritu» (Juan Pablo II, discurso a los participantes
a un curso sobre la procreación responsable, 1 de marzo de 1984).
■^F.eavíocer el propio pecado, es más — yendo aún más a fondo en la considera-
ción de la propia personalidad — reconocerse pecador, capaz de pecado e incli-
nado al pecado, es el principio indispensable para volver a Dios (...). Reconci-
liarse con Dios presupone e incluye desasirse con lucidez y determinación del
pecado en el que se ha caído. Presupone e incluye, por consiguiente, liacer pe-
nitencia en el sentido más completo del término: arrepentirse, mostrar arrepen-
timiento, hacer propia la actitud concreta de arrepentido, que es la de quien se
pone en el camino del retomo al Padre (...). En la condición concreta del hom-
bre pecador, donde no puede existir conversión sin el reconocimiento del pro-
pio pecado, el ministerio de reconciliación de la Iglesia inteiTiene en cada ca-
so con una finalidad claramente penitencial, esto es la de conducir al hombre
al "conocimiento de sí mismo"» (Juan Pablo II, Exhort. Apost. post-sinodal Re-
concilintio et Paenitentia, 2 de diciembre de 1984, n. 13).
«Cuando nos damos cuenta de que el amor que Dios tiene por nosotros no se
detiene ante nuestro pecado, no se echa atrás ante nuestras ofensas, sino que
se hace más solícito y generoso; cuando somos conscientes de que este amor lia
llegado incluso a causar la pasión y la muerte del Verbo hecho carne, que ha
aceptado redimirnos pagando con su Sangre, entonces prorrumpimos en un
acto de reconocimiento: "Sí, el Señor es vico en misericordia", y decimos asi-
mismo: "El í's misericordia"» (ibid., n. 22).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
226
5. Los esposos actúan la plena donación de sí mismos en la vida
matrimonial y en la unión conyugal, que, para los cristianos, es
vivificada por la gracia del sacramento. La específica unión de
los esposos y la transmisión de la vida son obligaciones propias
de su santidad matrimonial.^^
2. La enseñanza de la Iglesia sobre la procreación responsable
1 . Los esposos han de ser confirmados en el inestimable valor y ex-
celencia de la vida humana, y deben ser ayudados para que se
comprometan a hacer de la propia familia un santuario de la vi-
da.28 «en la paternidad y maternidad humanas Dios mismo está pre-
«La vocación universal a la santidad está dirigida también a los cónyuges y pa-
dres cristianos. Para ellos está especificada por el sacramento celebrado y tra-
ducida concretamente en las realidades propias de la existencia conyugal y fa-
miliar. Do ahí nacen la grada y la exigencia de una auténtica y profunda espi-
ritualidad conyugal y familiar, que ha do inspirarse en los motivos de la creación,
de la alianza, de la cruz, de la resurrección y del signo sacramental» (Juan Pa-
blo II, Exhcrt. Ápost. Familiaris Consortio, 22 de noviembre de 1981, n. 56.
«El auténtico amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y so enri-
quece por la fuerza redentora do Cristo y la acción salvífica de la Iglesia, para
conducir eficazmente a los esposos a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la su-
blime tarea de padre y madre. Por ello, los cónyuges cristianos son fortalecidos
y como consagrados para los deberes y dignidad de su estado para este sacra-
mento especial, en virtud del cual, cumpliendo su deber conyugal y familiar,
imbuidos del espíritu de Cristo, con el que toda su vida está impregnada por
la fe, la esperanza y la caridad, se acercan cada vez más a su propia perfección
y a. su santificación mutua y, por tanto, a la glorificación do Dios en común»
(Co\c. EcL-M. Vaticano II, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contempo-
ráneo Gaudium et Spes, 7 de diciembre do 1965, n. 48.
«La Iglesia croo firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es
siempre un don espléndido del Dios do la bondad. Contra el pesimismo y el
egoísmo que ofuscan al mundo, la Iglesia está en favor de la vida, y en cada vi-
da humana sabe descubrir el esplendor do aquel "Sí", de aquel "Amén" que es
Cristo mismo. Al "no" que invade y aflige al mundo, contrapone este "Sí" vi-
viente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y
desprecian la vida» (Juan t'ablo II, Exhort. Apost. Familiaris Consortio, 22 de
noviembre de 1981, n. 30).
226
BOLETIN ECLESIASTICO
senté de un modo diverso a como lo está en cualquier otra gene-
ración "sobre la tierra"
2. Consideren los padres y madres de familia su misión como un
honor y una responsabilidad, en cuanto son cooperadores del
Señor en la llamada a la existencia de una nueva persona huma-
na, hecha a imagen y semejanza de Dios, redimida y destinada,
en Cristo, a una Vida de eterna felicidad.^^ «Precisamente en es-
ta función suya como colaboradores de Dios que transmiten Su
imagen a la nueva criatura, está la grandeza de los esposos dis-
«Hay que volver a considerar la familia como el santuario de la vida. En efecto,
es sagrada: es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y pro-
tegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y
puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano.
Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cul-
tura de la vida" (Juan Pablo II, Ene. Centesimus Annus, 1 de mayo de 1991, n.
39).
jVAS Pablo II, Carta a las Familias Gratissimam Sane, 2 de febrero de 1994, n. 9.
«El mismo Dios, que dijo "no es bueno que el hombre esté solo" (Gén 2, 18) y
que "hizo desde el principio al hombre, varón y mujer" {Mi 19, 4), queriendo
comunicarles cierta participación especial en su propia obra creadora, bendijo
al varón y a la mujer diciendo; "Creced y multiplicaos" {Gén 1, 28). De ahí que
el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que
de él procede, sin posponer los otros fines del matrimonio, tienden a que los
esposos estén dispuestos con fortaleza de ánimo a cooperar con el amor del
Creador y SaK'ador, que por medio de ellos aumenta y enriquece su propia fa-
milia cada día más» (Coxc. Eclm. Vaticaxo II, Const. Past. sobre la Iglesia en
el inundo contemporáneo Caudium d Spes, 7 de diciembre de 1965, n. 50.
«La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la co-
munión del Padre y del Hijt) en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y
educati\-a es reflejo de la obra creadora de Dios» {Catecismo de Ja Iglesia Católi-
ca, n . 2205).
«Cooperar con Dios llamando a la \'ida a los nuc\'os seros humanos significa
contribuir a la transmisión de aquella imagen y semejanza divina de la que es
portador todo "nacido de mujer"» (Jua.v Pablo II, Carta a las Familias Gratissi-
mam Sane, 2 de febrero de 1994, n. 8).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
227
puestos "a cooperar con el amor del Creador y Salvador, que por
medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia cada día
más"».3i
3. De esto deriva, para los cristianos, la alegría y la estima de la pa-
ternidad y de la maternidad. Esta paternidad-maternidad, es lla-
mada "responsable" en los recientes documentos de la Iglesia, pa-
ra subrayar la actitud consciente y generosa de los esposos en su
misión de transmitir la vida, que tiene en sí un valor de eterni-
dad, y para evocar una vez más su papel de educadores. Com-
pete ciertamente a los esposos — que por otra parte no dejarán
de solicitar los consejos oportunos — deliberar, en modo ponde-
rado y con espíritu de fe, acerca de la dimensión de su familia y
decidir el modo concreto de realizarla respetando los criterios
morales de la vida conyugal.^^
Juan Pablo II, Inc. Evnngelium Vitae, 25 de marzo de 1995, n. 43; cí. CoNC.
EcuM. Vaticano II, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo
Gaudimu et Spes, 7 de diciembre de 1965, n. 50.
«Los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en
cierta manea sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad
humana y cristiana, y con dócil reverencia hacia Dios, de común acuerdo y con
un esfuerzo común, se formarán un recto juicio, atendiendo no solo a su pro-
pio bien, sino también al bien de los hijos, ya nacidos o futuros, discerniendo
las condiciones de los tiempos y del estado de vida, tanto materiales como es-
pirituales, y, finalmente, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar,
de la sociedad temporal y de la propia Iglesia. En último término, son los mis-
mos esposos los que deben formar este juicio ante Dios. En su modo de obrar,
los esposos cristianos deben ser conscientes de que ellos no pueden proceder
según su arbitrio, sino que deben regirse siempre por la conciencia que ha de
ajustarse a la misma ley divina, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que interpre-
ta auténticamente esta ley a la luz del Evangelio.
Esta ley divina muestra la significación plena del amor conyugal, lo protege y
lo impulsa a su perfección verdaderamente humana» (CoNC. EcUM. Vaticano
II, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Gaudiuni et Spes, 7
de diciembre de 1965, n. 50).
"Cuando se trata de conciliar el amor conyugal con la transmisión responsable
de la vida, la conducta moral no depende solo de la sincera intención y la apre-
BOLETIN ECLESIASTICO
4. La Iglesia siempre ha enseñado la intrínseca malicia de la contra-
cepción, es decir de todo acto conyugal hecho intencionalmente
infecundo. Esta enseñanza debe ser considerada como doctrina
definihva e irreformable. La contracepción se opone gravemen-
te a la castidad matrimonial, es contraria al bien de la transmi-
sión de la vida (aspecto procreativo del matrimonio), y a la do-
nación recíproca de los cónyuges (aspecto unitivo del matrimo-
nio), lesiona el verdadero amor y niega el papel soberano de
Dios en la transmisión de la vida humana.^^
ciación de los motivos, sino que debe determinarse a partir de criterios objeti-
vos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos: criterios que con-
serven íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación humana en
el contexto del amor verdadero; esto es imposible si no se cultiva con sinceri-
dad la virtud de la castidad conyugal. En la regulación de la procreación no les
está permitido a los hijos de la Iglesia, apoyados en estos principios, seguir ca-
minos que son reprobados por el Magisterio, al explicar la ley divina» (CoNC.
EcuM. Vaticano 11, Const. Past. sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo
Gauíiiuni et Spes, 7 de diciembre de 1965, n. 51).
«En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la
paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponde-
rada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada
por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo naci-
miento durante algún tiempo o por tiempo indefinido.
La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profun-
da con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intéiprete es la
recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que
los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para
consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de va-
lores.
En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan por tanto libres para
proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera com-
pletamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar
su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma natura-
leza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia»
(Pablo VI, Ene. Hntimimc Vitnc, 25 de julio de 1968, n. 10).
La Encíclica Hunmmc Vitac declara ilícita -toda acción que, o en previsión del
acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias na-
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
5. Una específica y aún más grave malicia moral se encuentra en el
uso de medios que tienen un efecto abortivo, impidiendo la ani-
dación del embrión apenas fecundado o también causando su
expulsión en una fase precoz del embarazo.^
turales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación».
Y agrega: «Tampoco se pueden invocar como razones válidas, para justificar
los actos conyugales intencional mente infecundos, el mal menor o el hecho de
que tales actos constituirían un todo con los actos fecundos anteriores o que se-
guirán después, y que por tanto compartirían la única e idéntica bondad mo-
ral. En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal menor a fin de evitar un
mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones
gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir hacer objeto de un ac-
to positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo
indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o pro-
mover el bien individual, familiar o social. Es por tanto un error prensar que un
acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente
deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fe-
cunda» (Pablo VI, Ene. Hunmiiae Vitae, 25 de julio de 1968, n. 14).
"Cuando los esposos, mediante el recurso a la contracepción, separan estos dos
significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y
en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como "arbitros" del de-
signio divino y "manipulan" y envilecen la sexualidad humana, y, con ella, la
propia persona del cónyuge, alterando su valor de donación "tota!". Así, al
lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, la con-
tracepción impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no
darse al otro completamente; se produce no solo el rechazo positivo de la aper-
tura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor
conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal» (Juan Pablo II, Exhort.
Appst. Faiinliaris Consortio, 22 de noviembre de 1981, n. 32).
«El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante
de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reco-
nocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo
ser humano inocente a la vida» (Congregación para la Doctrina de la Fe,
Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la
procreación Doniiiiu Vitne, 22 de febrero de 1987, n. 1).
«La estrecha conexión que, como mentalidad, existe entre la práctica de la an-
ticoncepción y la del aborto se manifiesta cada vez más y lo demuestra de mo-
do alarmante también la preparación de productos químicos, dispositivos in-
trauterinos y "vacunas" que, distribuidos con la misma facilidad que los anti-
BOLETIN ECLESIASTICO
6. En cambio es profundamente diferente de toda práctica contra-
ceptiva, tanto desde el punto de vista antropológico como mo-
ral, porque ahonda sus raíces en una concepción distinta de la
persona y de la sexualidad, el comportamiento de los cónyuges
que, siempre fundamentalmente abiertos al don de la vida, vi-
ven su intimidad solo en los períodos infecundos, debido a se-
rios motivos de paternidad y maternidad responsable.-^^
conceptivos, actúan en realidad como abortivos en las primerísinias fases del
desarrollo de la vida del nuevo ser humano» (Ji'an Pablo II, Ene. Evnngclitiiii
Vitne, 25 de marzo de 1995, n. 13).
«Por consiguiente si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, de-
rivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circuns-
tancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los rit-
mos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimo-
nio solo en los períodos infecundos y así regular la natalidad siii ofender loS'
principios morales que acabamos de recordar.
La Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a los pe-
ríodos infecundos, niientras condena siempre como ilícito el uso de medios di-
rectamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparente-
mente honestas y serias. En realidad, entre ambos casos existe una diferencia
esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposi-
ción natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es^
verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en
la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la se-
guridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el
primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los períodos
fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso
después en los períodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salva-
guardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero
e integralmente honesto» (Pablo VI, Ene. Huiiimine Vitnc, 25 de julio de 1968, n.
16).
«Cuando los esposos, mediante el recurso a períodos de infecundidad, respe-
tan la conexión inseparable de los significados unitivo y procreador de la se-
xualidad humana, se comportan como "ministros" del designio de Dios y "se
sirven" de la sexualidad según el dinamismo de la donación "total", sin mani-
pulaciones ni alteraciones» (Juan I'abi.(> II, Exhort. Apost. Fniiiilinris Coi¡>ortio,
22 de noviembre de 1981, n. 32).
«La labor de educación para la vida requiere h formación de los csfvsos para la
procreación reíipo¡táa}>le. Esta exige, en su verdadero significado, que los esposos
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
El testimonio de los matrimonios que desde hace tiempo viven
en armonía con el designio del Creador y lícitamente utilizan,
cuando hay razón proporcionalmente seria, los métodos justa-
mente llamados "naturales", confirma que los esposos pueden
vivir íntegramente, de común acuerdo y con plena donación las
exigencias de la castidad y de la vida conyugal.
3. Orientaciones pastorales de los confesores
1. En relación a la actitud que debe adoptar con los penitentes en
materia de procreación responsable, el confesor deberá tener en
cuenta cuatro aspectos: a) el ejemplo del Señor que «es capaz de
inclinarse hacia todo hijo pródigo, toda miseria humana y sin-
gularmente hacia toda miseria moral o pecado»;^^ b) la pruden-
te cautela en las preguntas relativas a estos pecados; c) la ayuda
y el estímulo que debe ofrecer al penitente para que se arrepien-
ta y se acuse íntegramente de los pecados graves; d) los conse-
jos que, en modo gradual, animen a todos a recorrer el camino
de la santidad.
2. El ministro de la Reconciliación tenga siempre presente que el
sacramento ha sido instituido para hombres y mujeres que son
pecadores. Acoja, por tanto, a los penitentes que se acercan al
confesionario presuponiendo, salvo que exista prueba en con-
.sean dóciles a la llamada del Señor y actúen como fieles intérpretes de su de-
signio: esto se realiza abriendo generosamente la familia a nuevas vidas y, en
todo caso, permaneciendo en actitud de apertura y servicio a la vida incluso
cuando, por motivos serios y respetando la ley moral, los esposos optan por
evitar temporalmente o por tiempo indeterminado un nuevo nacimiento. La
ley moral les obliga de todos modos a encauzar las tendencias del instinto y de
las pasiones y a respetar las leyes biológicas inscritas en sus personas. Precisa-
mente este respeto legitima, al servicio de la responsabilidad en la procreación,
el rtxiirm n los iiiétaios nahirnles de regulación de Infertilidad» (Ji'AN Pablo II, Ene.
Ei'nugeliiiiu Viine, 25 de marzo de 1995, n. 97).
Juan Pablo 1!, Ene. Diirs in Misericordia, 30 de noviembre de 1980, n. 6.
232
BOLETIN ECLESIASTICO
trario, la buena voluntad — que nace de tin corazón arrepentido y
humillado (Salmo 50, 19), aunque en grados distintos — de recon-
ciliarse con el Dios misericordioso.^^
3. Cuando se acerca al sacramento un penitente ocasional, que se
confiesa después de un largo tiempo y muestra una situación
general grave, es necesario, antes de hacer preguntas directas y
concretas sobre el tema de la procreación responsable y en ge-
neral sobre la castidad, orientarlo para que comprenda estas
obligaciones en una visión de fe. Por esto mismo, si la acusación
de los pecados ha sido demasiado sucinta o mecánica, se le de-
berá ayudar a replantear su vida frente a Dios y, con preguntas
generales sobre las diversas virtudes y/u obligaciones, de
acuerdo con las condiciones personales del interesado,-^^ recor-
darle positivamente la invitación a la santidad del amor y la im^
portancia de sus deberes en el ámbito de la procreación y edu-
cación de los hijos.
4. Cuando es el penitente quien formula preguntas o solicita —
"Como en el altar donde celebra la Eucaristía y como en cada uno de los Sacra-
mentos, el sacerdote, niinistro de la Penitencia, actúa in persona Christi. Cristo,
a quien él hace presente, y por su medio realiza el misterio de la remisión de
los pecados, es el que aparece como heriiimio del hombre, pontífice misericor-
dioso, fiel y compasivo, pastor decidido a buscar la oveja perdida, médico que
cura y conforta, maestro único que enseña la verdad e indica los caminos de
Dios, juez de los vivos y de los muertos, que juzga según la verdad y no según
las apariencias» (Juan Pablo II, Exhort. Apost. post-sinodal Rcconciliniio et Pne-
lútciüia, 2 de diciembre de 1984, n. 29).
«Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministe-
rio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, el del Buen Samaritano que cu-
ra las heridas, del Padre que espera al Hijo pródigo y lo acoge a su vuelta, del
justo Juez que no hace acepción de personas y cuyo juicio es a la vez justo y mi-
sericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el iastrumento del amor
misericordioso con el pecador» (Catecismo de In Iglesia Católica, n. 1465).
Cí. Congregación del Santo Oficio, Nonnae quaeiiam de agendi rntione coiifessn-
rionim circn sextiiiii Decalo¡:;i prneceptiiiii, 16 de mayo de 1943.
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
también en modo implícito — aclaraciones sobre puntos concre-
tos, el confesor deberá responder adecuadamente, pero siempre
con prudencia y discreción,^^ sin aprobar opiniones erróneas.
5. El confesor tiene la obligación de advertir a los penitentes sobre
las transgresiones de la ley de Dios graves en sí mismas, y pro-
curar que deseen la absolución y el perdón del Señor con el pro-
pósito de replantear y corregir su conducta. De todos modos la
reincidencia en los pecados de contracepción no es en sí misma
motivo para negar la absolución; en cambio, ésta no se puede
impartir si faltan el suficiente arrepentimiento o el propósito de
evitar el pecado.'*'^
6. El penitente que habitualmente se confiesa con el mismo sacer-
dote busca a menudo algo más que la sola absolución. Es nece-
sario que el confesor sepa realizar una tarea de orientación, que
ciertamente será más fácil donde exista una relación de verda-
dera y propia dirección espiritual — aunque no se utilice tal ex-
presión— para ayudarle a mejorar en todas las virtudes cristia-
nas y, consecuentemente, en la santificación de la vida matrimo-
nial.-i^
«Al interrogar, el sacerdote debe comportarse con prudencia y discreción,
atendiendo a la condición y edad del penitente; y ha de abstenerse de pregun-
tar sobre el nombre del cómplice» (Código de Derecho Canónico, c. 979).
«La pedagogía concreta de la Iglesia debe estar siempre unida y nunca separa-
da de su doctrina. Repito, por tanto, con la misma persuasión de mi Predece-
sor; "No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de
caridad eminente hacia las almas"» (Juan Pablo II, Exhort. Apost. Faniilinris
Coiiiortio, 22 de noviembre de 1981, n. 33).
Cf. Denzi.\ger-ShO\metzer, Enchiridion Symbolorwu, 3187.
«La confesión de los pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial
del sacramento de la penitencia: "En la confesión, los penitentes deben enume-
rar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examina-
do seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometi-
dos solamente contra los dos últimos mandamientos del Decálogo, pues, a ve-
BOLETIN ECLESIASTICO
7. El sacramento de la Reconciliación requiere, por parte del peni-
tente, el dolor sincero, la acusación formalmente íntegra de los
pecados mortales y el propósito, con la ayuda de Dios, de no pe-
car en adelante. Normalmente no es necesario que el confesor
indague sobre los pecados cometidos a causa de una ignorancia
invencible de su malicia, o de un error de juicio no culpable.
Aunque esos pecados no sean imputables, sin embargo no de-
jan de ser un mal y un desorden. Esto vale también para la nm-
licin objetiva de In contracepción, que introduce en la vida conyu-
gal de los esposos un hábito desordenado. Por consiguiente es
necesario esforzarse, en el modo más oportuno, por liberar la
conciencia moral de aquellos errores-'^ que están en contradic-
ción con la naturaleza de la donación total de la vida conyugal.
Aun teniendo presente que la formación de las conciencias se
realiza sobre todo en la catequesis general y específica de los es-
posos, siempre es necesario ayudar a los cónyuges, incluso en el
momento del sacramento de la Reconciliación, a examinarse so-
bre sus obligaciones específicas de vida conyugal. Si el confesor
considerase necesario interrogar al penitente, debe hacerlo con
discreción y respeto.
8. Ciertamente continúa siendo válido el principio, también referi-
ces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los
que han sido cometidos a la vista de todos"» (Cahxnuw de In ¡¡^lcí:in Cntólicn. n.
1456).
"Si por el contrario, la ignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin respon-
sabilidad del sujeto moral, el mal cometido por la persona no puede serle im-
putado. Pero no deja de ser un mal, una privación, un desorden. Por tanto, es
preciso trabajar por corregir la conciencia moral de sus errores» {Cnteciinio th'
la ¡¡^Iciin Católica, n. 1793).
"El mal cometido a causa de una ignorancia invencible, o de un error de juicio
no culpable, puede no ser imputable a la persona que lo hace; pero tampoco en
este caso aquél deja de ser un mal, un desorden con relación a la verdad sobre
el bien» Qvah Vahí o II, Ene, Veritntia Splciuior. 8 de agosto de 1993, n. 63).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
do a la castidad conyugal, según el cual es preferible dejar a los
penitentes en buena fe si se encuentran en el error debido a una
ignorancia subjetivamente invencible, cuando se prevea que el
penitente, aun después de haberlo orientado a vivir en el ámbi-
to de la vida de fe, no modificaría la propia conducta, y con ello
pasaría a pecar formalmente; sin embargo, aun en esos casos, el
confesor debe animar estos penitentes a acoger en la propia vi-
da el plan de Dios, también en las exigencias conyugales, por
medio de la oración, la llamada y la exhortación a la formación
de la conciencia y la enseñanza de la Iglesia.
9. La «ley de la gradualidad» pastoral, que no se puede confundir
con «la gradualidad de la ley» que pretende disminuir sus exi-
gencias, implica una decisiva ruptura con el pecado y un camino
progresivo hacia la total unión con la voluntad de Dios y con sus
amables exigencias.'*^
«También los esposos, en el ámbito de su vida moral, están llamados a un in-
cesante camino, sostenidos por el deseo sincero y activo de conocer cada vez
mejor los valores que la ley divina tutela y promueve y por la voluntad recta y
generosa de encamarlos en sus opciones concretas. Ellos, sin embargo, no pue-
den mirar la ley como un mero ideal que se puede alcanzar en el futuro, sino
que deben considerarla como un mandato de Cristo Señor a superar con valen-
tía las dificultades. "Por ello, la llamada 'ley de gradualidad' o camino gradual
no puede identificarse con la 'gradualidad de la ley', como si hubiera varios
grados o formas de precepto en la ley divina para diversos hombres y situacio-
nes. Todos los esposos, según el plan de Dios, están llamados a la santidad en
el matrimonio, y esta excelsa vocación se realiza en la medida en que la perso-
na humana se encuentra en condiciones de responder al mandaniiento divino
con ánimo sereno, confiando en la gracia divina y en la propia voluntad". En
la niisma línea, la pedagogía de la Iglesia comporta que los esposos reconoz-
can, ante todo, claramente la dcxtrina de la Hiiniaiwc Vitne como normativa pa-
ra el ejercicio de su sexualidad y se comprometan sinceramente a poner las
condiciones necesarias para observar tal norma» (Juan Pablo II, Exliort. Apost.
Fninilinris Coiisortio, 22 de noviembre de 1981, n. 34).
BOLETIN ECLESIASTICO !
10. Resulta por tanto inaceptable el intento — que en realidad es un
pretexto — de hacer de la propia debilidad el criterio de la ver-
dad moral. Ya desde el primer anuncio que recibe de la palabra
de Jesús, el cristiano se da cuenta que hay una «desproporción»
entre la ley moral, natural y evangélica, y la capacidad del hom-
bre. Pero también comprende que reconocer la propia debilidad
es el camino necesario y seguro para abrir las puertas de la mi-
sericordia de Dios.'*'*
11. A quien, después de haber pecado gravemente contra la casti-
dad conyugal, se arrepiente y, no obstante las recaídas, mani-
fiesta su voluntad de luchar para abstenerse de nuevos pecados,
no se le ha de negar la absolución sacramental. El confesor de-
berá evitar toda manifestación de desconfianza en la gracia de
Dios, o en las disposiciones del penitente, exigiendo garantías
absolutas, que humanamente son imposibles, de una futura
conducta irreprensible,'*^ y esto según la doctrina aprobada y la
praxis seguida por los Santos Doctores y confesores acerca de
los penitentes habituales.
«En este contexto se abre el justo espacio a la nnsericoniia de Dios para el peca-
do del hombre que se convierte, y a la comprensión for la dclnlidnii Itiinmiia. Esta
comprensión jamás significa comprometer y falsificar la medida del bien y del
mal para adaptarla a las circunstancias. Mientras es humano que el hombre,
habiendo pecado, reconozca su debilidad y pida misericordia por las propias
culpas, en cambio es inaceptable la actitud de quien hace de su propia debili-
dad el criterio de la verdad sobre el bien, de manera que se puede sentir justi-
ficado por sí mismo, incluso sin necesidad de recurrir a Dios y a su misericor-
dia. Semejante actitud corrompe la moralidad de la sociedad entera, porque
enseña a dudar de la objetividad de la ley moral en general y a rechazar las
prohibiciones morales absolutas sobre determinados actos humanos, y termi-
na por confundir todos los juicios de valor» (Jlian Pabi o 1!, Ene. Veritntis Splcn-
dor 8 de agosto de 1993, n. 104).
'^^ <<No debe negarse ni retrasarse la absolución si el confesor no duda de la bue-
na disposición del penitente y éste pide ser absuelto» (Códij^o de Derecho Cnno-
mco. can. 980).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
237
12. Cuando en el penitente existe la disponibilidad de acoger la en-
señanza moral, especialmente en el caso de quien habitualmen-
te frecuenta el sacramento y demuestra interés en la ayuda es-
piritual, es conveniente infundirle confianza en la Providencia y
apoyarlo para que se examine honestamente en la presencia de
Dios. A tal fin convendrá verificar la solidez de los motivos que
se tienen para limitar la paternidad o maternidad, y la licitud de
los métodos escogidos para distanciar o evitar una nueva con-
cepción.
13. Presentan una dificultad especial los casos de cooperación al pe-
cado del cónyuge que voluntariamente hace infecundo el acto
unitivo. En primer lugar, es necesario distinguir la cooperación
propiamente dicha de la violencia o de la injusta imposición por
parte de uno de los cónyuges, a la cual el otro no se puede opo-
ner.-^^ Tal cooperación puede ser lícita cuando se dan conjunta-
mente estas tres condiciones:
1. la acción del cónyuge cooperante no sea en sí misma ilícita;'*^
2. existan motivos proporcionalmente graves para cooperar al
pecado del cónyuge;
3. se procure ayudar al cónyuge (pacientemente, con la ora-
ción, con la caridad, con el diálogo: no necesariamente en
aquel momento, ni en cada ocasión) a desistir de tal conduc-
ta.
"Sabe muy bien la Santa Iglesia que no raras veces uno de los cónyuges, más
que cometer el pecado, lo soporta, al permitir, por cauSa muy grave, el trastor-
no del recto orden que aquél rechaza, y que carece, por lo tanto, de culpa, siem-
pre que tenga en cuenta la ley de la caridad y no se descuide en disuadir y
apartar del pecado al otro cónyuge» (Pió XI, Ene. Casti Coniuibü, AAS 22 [1930],
561).
Cf. De\zi\cer-Sho\metzer, Enchiruliou Si/iiiboloriiin, 2795, 3634.
BOLETIN ECLESIASTICO
14. Además, se deberá evaluar cuidadosamente la cooperación al
mal cuando se recurre al uso de medios que pueden tener efec-
tos abortivos.'*^
15. Los esposos cristianos son testigos del amor de Dios en el mun-
do. Deben, por tanto estar convencidos, con la ayuda de la fe e
incluso contra la ya experimentada debilidad humana, que es
posible con la gracia divina seguir la voluntad del Señor en la
vida conyugal. Resulta indispensable el frecuente y perseveran-
te recurso a la oración, a la Eucaristía y a la Reconciliación, pa-
ra lograr el dominio de sí mismo."*^
16. A los sacerdotes se les pide que, en la catequesis y en la orienta-
ción de los esposos al matrimonio, tengan uniformidad de cri-
terios tanto en lo que se enseña como en el ámbito del sacra-
mento de la Reconciliación, en completa fidelidad al magisterio
de la Iglesia sobre la malicia del acto contraceptivo.
«Desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente en el
mal. Esta cooperación se produce cuando la acción realizada, o por su misma
naturaleza o por la configuración que asume en un contexto concreto, se cali-
fica como colaboración directa en un acto contra la vida humana Inocente o co-
mo participación en la intención inmoral del agente principal» (Juan Pablo 11,
Ene. Evniij^cliiiiii Vitac, 25 de marzo de 1995, n. 74).
"Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de perjudicar el amor
conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige un esfuerzo conti-
nuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges desarrollan íntegra-
mente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales: aportando a la
vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando la solución de otros
problemas; favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge; ayudando a supe-
rar el egoísmo, enemigo del verdadero amor, y enraizando más su sentido de
responsabilidad. Los padres adquieren así la capacidad de un influjo más pro-
fundo y eficaz para educar a los hijos; los niños y los jóvenes crecen en la jus-
ta estima de los valores humanos y en el desarrollo sereno y armónico de sus
facultades espirituales y sensibles» (1'ahu> VI, Ene. Hiiiiiniiac Vitnc. 25 de julio
de 196«, n. 21).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
Los Obispos vigilen con particular cuidado cuanto se refiere al
tema: no raramente los fieles se escandalizan por esta falta de
unidad tanto en la catequesis como en el sacramento de la Re-
conciliación.5i^
17. Esta pastoral de la confesión será más eficaz si va unida a una
incesante y capilar catequesis sobre la vocación cristiana al
amor conyugal y sobre sus dimensiones de alegría y de exigen-
cia, de gracia y de responsabilidad personal,^! y si se instituyen
consultorios y centros a los cuales el confesor pueda enviar fá-
cilmente al penitente para que conozca adecuadamente los mé-
todos naturales.
«Para los sacerdotes <'la primera incumbencia — en especial la de aquellos que
enseñan la teología moral es exponer sin ambigüedades la doctrina de la Igle-
sia sobre el matrimonio. Sed los primeros en dar ejemplo de obsequio leal, in-
terna y externamente, al Magisterio de la Iglesia, en el ejercicio de vuestro mi-
nisterio. Tal obsequio, bien lo sabéis, es obligatorio no solo por las razones adu-
cidas, sino sobre todo por razón de la luz del Espíritu Santo, de la cual están
particularmente asistidos los Pastores de la Iglesia para ilustrar la verdad.
Conocéis también la suma importancia que tiene para la paz de las conciencias
y para la luiidad del pueblo cristiano, que en el campo de la moral )' del dog-
ma se atengan todos al Magisterio de la Iglesia y hablen del mismo modo. Por
esto renovamos con todo Nuestro ánimo el angustioso llamamiento del Após-
tol Pablo: "Os ruego, hermanos, por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo,
que todos habléis igualmente, y no haya entre vosotros cismas, antes seáis con-
cordes en el mismo pensar y en el niismo sentir".
No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de cari-
dad eminente hacia las almas. Pero esto debe ir acompañado siempre de la pa-
ciencia y de la bondad de que el mismo Señor dio ejemplo en su trato con los
hombres. Venido no para juzgar sino para salvar. El fue ciertamente intransi-
gente con el mal, pero misericordioso con las personas» (Pablo VI, Ene. Huiun-
nae Viiae. 25 de julio de 1968, nn. 28 - 29).
"Ante el problema de una honesta regulación de la natalidad, la comunidad
eclesial, en el tiempo presente, debe preocuparse por suscitar convicciones y
ofrecer ayudas concretas a quienes desean vivir la paternidad y la maternidad
de modo verdaderamente responsable.
En este campo, mientras la Iglesia se alegra de los resultados alcanzados por
240
BOLETIN ECLESIASTICO
18. Para que sean aplicables en concreto las directivas morales rela-
tivas a la procreación responsable es necesario que la valiosa
obra de los confesores sea completada por la catcquesis. 52 En es-
te esfuerzo está comprendida a pleno título una esmerada ilu-
minación sobre la gravedad del pecado referido al aborto.
19. En lo que atañe a la absolución del pecado de aborto subsiste
siempre la obligación de tener en cuenta las normas canónicas.
Si el arrepentimiento es sincero y resulta difícil remitir el caso a
la autoridad competente, a quien le está reservada levantar la
censura, todo confesor puede hacerlo a tenor del can. 1398, su-
giriendo la adecuada penitencia e indicando la necesidad de re-
currir ante quien goza de tal facultad, ofreciéndose eventual-
mente para tramitarla.53
las investigaciones científicas para un conocimiento más preciso de los ritmos
de fertilidad femenina y alienta a una más decisiva y amplia extensión do tales
estudios, no puede menos de apelar, con renovado vigor, a la responsabilidad
de cuantos — médicos, expertos, consejeros matrimoniales, educadores, matri-
monios — pueden ayudar efectivamente a los esposos a vivir su amor respetan-
do la estructura y finalidades del acto conyugal, que lo expresa. Esto significa
un compromiso más amplio, decisivo y sistemático en hacer conocer, estimar
y aplicar los métodos naturales do rcgT.i]ación de la fertilidad.
Un testimonio precioso puede y debe ser dado por aquellos esposos que, me-
diante el compromiso comv'm de la continencia periódica, han llegado a vina
responsabilidad personal más madura ante el amor y la vida. Como escribía
Pablo VI, "a ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible ante los hom-
bres la santidad y la suavidad de la ley que une el amor mutuo de los esposos
con su cooperación al amor do Dios, autor de la vida humana"» (¡vas Pai3LO
II, Exhort. Apost. Fainilicirii Comortio, 22 de nox'iembre do 1981, n. 35).
«Desde el siglo primero, la iglesia ha afirmado la malicia moral de todo abor-
to provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El abor-
to directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gra\'emente con-
trario a la ley moral» (Catccinno de la Iglciia Católica, n. 2271; \'er Co.VGKi-.CACiox
VAHA l.A DütlKl.VA iji; LA Fi', Dccli¡raci(h¡ sobre el aborto procurado, 18 do noviem-
bre de 1974).
«La gravedad moral del aborto pwcuradi) se manifiesta en toda su \'erdad si
se reconoce que se trata de un homicidio en particular, si se consideran las
circunstancias específicas que lo cualifican. Quien se elimina es un ser huma-
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
2
Conclusión
La Iglesia considera como uno de sus principales deberes, espe-
cialmente en el momento actual, proclamar e introducir en la vida
el misterio de la misericordia, revelado de modo excelso en la per-
sona de ]esucristo.54
El lugar por excelencia de tal proclamación y realización de la
misericordia, es la celebración del sacramento de la Reconciliación.
La coincidencia con este primer año del trienio de preparación
al Tercer Milenio dedicado a Jesucristo, único Salvador del mundo,
ayer, hoy y siempre id. Hebr 13, 8), puede ofrecer una gran oportuni-
dad para la tarea de actualización pastoral y de profundización ca-
tequística en las diócesis y concretamente en los santuarios, donde
acuden muchos peregrinos y se administra el Sacramento del per-
dón con abundante presencia de confesores.
Los sacerdotes estén completamente disponibles a este ministe-
rio del cual depende la felicidad eterna de los esposos, y también,
en buena parte, la serenidad y el gozo de la vida presente: ¡sean pa-
ra ellos auténticos testigos vivientes de la misericordia del Padre!
Ciudad del Vaticano, 12 de febrero de 1997.
Alfonso Card. López Trujillo
Presidente del Pontificio Consejo para la Familia
+Francisco Gil Hellín
Secretario
no que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se pueda
imaginar» (Juan Pablo II, Ene. Evangelium Vitae, 25 de marzo de 1995, n. 58).
Tengase presente que «ipso iure» la facultad de levantar la censura do esta ma-
teria en el Riero interno pertenece, como para todas las censuras no reservadas
a la Santa Sede y no declaradas, a todo Obispo, aunque solamente sea titular,
y al Penitenciario diocesano o colegiado (can. 508), así como a los capellanes de
hospitales, cárceles e internados (can. 566 & 2). Para la censura relativa al abor-
to gozan de la facultad de levantarla, por privilegio, los confesores que perte-
necen a Ordenes mendicantes o a algunas Congregaciones religiosas moder-
nas.
Cf. JüAM Paulo II, Ene. Divcs in Misericordia, 30 de noviembre de 1980, n. 14.
242
BOLETIN ECLESIASTICO
Un gran signo de esperanza
Mensaje a los participantes en el Congreso
sobre las vocaciones al sacerdocio
y a la vida consagrada en Europa
Queridos participantes en el Congreso europeo sobre las vocacio-
nes:
1 . Me alegra saludaros y expresaros mis mejores deseos al comien-
zo de los trabajos sobre el arduo tema: «Nuevas vocaciones para una
nueva Europa». El congreso, preparado cuidadosamente con la cola-
boración de muchas personas dedicadas a la pastoral de las voca-
ciones, constituye un gran signo de esperanza para las Iglesias del
continente europeo y confluye providencialmente en el gran río de
experiencias de fe, que recuerdan a Europa sus raíces cristianas y a
las Iglesias la misión de anunciar a Jesucristo a las generaciones del
tercer milenio.
Esta oportuna iniciativa quiere centrar la atención en la pastoral vo-
cacional, reconociendo en ella un problema vital para el futuro de
la fe cristiana en el continente y, en consecuencia, para el progreso
espiritual de los mismos pueblos europeos. No se trata de un aspec-
to parcial o marginal de la experiencia eclesial, sino de la vivencia
de la fe en Jesucristo, único Proyecto capaz de colmar plenamente
las aspiraciones más profundas del corazón humano.
2. La vida tiene una estructura esencialmente vocacional. En efec-
to, su proyecto hunde sus raíces en el corazón del misterio de Dios:
«Dios nos ha elegido en él — en Cristo — antes de la creación del
mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor»
(Ef 1,4).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
Toda la existencia humana, por consiguiente, es respuesta a Dios,
que hace sentir su amor sobre todo en algunos momentos: la llama-
da a la vida; la entrada en la comunión de gracia de su Iglesia; la in-
vitación a dar testimonio de Cristo en la comunidad eclesial, según
un proyecto totalmente personal e irrepetible; y la llamada a la co-
munión definitiva con él en la hora de la muerte.
Por tanto, no cabe duda de que el compromiso de la comunidad
eclesial en favor de la pastoral vocacional es uno de los más graves
y urgentes. En efecto, hay que ayudar a todos los bautizados a des-
cubrir la llamada que Dios les dirige en su proyecto, y a disponer-
se a acogerla. Así, al destinatario de una vocación particular al ser-
vicio del Reino le resultará más fácil reconocer su valor y aceptarla
generosamente. En efecto, no se trata de educar a las personas para
que hagan algo, sino para que den una orientación radical a su vi-
da y realicen opciones que determinen para siempre su futuro.
3. En esa perspectiva, este congreso sobre las vocaciones al sacer-
docio y a la vida consagrada en Europa constituye un acto de fe en
la acción eficaz y constante de Dios; un acto de esperanza en el fu-
turo de la Iglesia en Europa; y un gesto de amor al pueblo de Dios
del «viejo continente», que necesita personas consagradas plena-
mente al anuncio del Evangelio y al servicio de sus hermanos. Que-
réis determinar las estrategias oportunas, a fin de ayudar a quienes
el Señor elige para esta entrega total a descubrir su llamada y a pro-
nunciar su «sí» sin reservas.
Vuestra atención se dirige, sobre todo, a los jóvenes, para que sepan
acoger la invitación del Maestro a seguirlo. Jesús fija en ellos su mi-
rada penetrante, de la que habla el evangelio de san Marcos (cf. Me
10, 21): una mirada evocadora del misterio de luz y amor, que en-
vuelve y acompaña a toda persona humana desde el primer instan-
te de su existencia.
244
BOLETIN ECLESIASTICO
Son bien conocidas las dificultades que hay que afrontar hoy para
acoger la propuesta de Cristo. Entre ellas se hallan: el consumismo,
la visión hedonista de la vida, la cultura de la evasión, el subjetivis-
mo exasperado, el miedo a los compromisos definitivos, y una di-
fundida carencia de proyectos.
Como el joven rico, del que habla el evangelio (cf. Me 10, 22), mu-
chos jóvenes sienten fuertes resistencias interiores y exteriores a la
llamada de Cristo y, con frecuencia, se retiran entristecidos, cedien-
do ante los condicionamientos que los frenan. La tristeza que se
apoderó del rostro del joven rico es el riesgo que suelo correr quien
no se decide por el «sí» a la llamada; y la tristeza es solo un reflejo
del vacío de valores que reina en lo profundo del corazón y que, a
menudo, induce a su víctima a seguir la senda de la alienación, la
violencia y el nihilismo.
El Congreso, con todo, no puede detenerse a examinar los proble-
mas, bastante evidentes, que caracterizan el mundo juvenil. Su ta-
rea consiste, sobre todo, en indicar a las comunidades cristianas los
recursos, las expectativas y los valores presentes en las nuevas ge-
neraciones, dando al mismo tiempo sugerencias concretas para la
elaboración, basándose en esas premisas, de un serio proyecto de
vida inspirado en el Evangelio. Quien ama a los jóvenes no puede
privarlos de esta nueva y exaltante posibilidad de vida, a la que
Cristo llama a la persona con vistas a una realización más plena de
sus potencialidades, como premisa de una alegría íntima y durade-
ra. Por tanto, es preciso hacer todos los esfuerzos posibles para que
los jóvenes lleguen a poner a Cristo en el centro de su búsqueda y
a seguir dócilmente su eventual llamada.
4. Gran luz pueden brindar a vuestro congreso las palabras del
Apóstol, que delinean el estatuto teológico de toda comunidad ecle-
sial: «Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; di-
versidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
245
operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos» (1 Co 12, 4 -
6). En esta perspectiva, las Iglesias particulares deben comprome-
terse a sostener el desarrollo de los dones y los carismas que el Se-
ñor no deja de suscitar en su pueblo. Engendrar en el Espíritu nue-
vas vocaciones es posible cuando la comunidad cristiana es viva y
fiel a su Señor. Esta fecunda vitalidad implica una fuerte atmósfera
de fe, la oración intensa y asidua, la atención a la calidad de la vida
espiritual, el testimonio de comunión y estima con respecto a los
múltiples dones del Espíritu, y el celo misionero al servicio del rei-
no de Dios.
Por tanto, hay que reafirmar que la pastoral vocacional no puede
agotarse en iniciativas ocasionales y extraordinarias, que se yuxta-
ponen al camino normal de la comunidad eclesial. Más bien, debe
ser una de las preocupaciones constantes en la pastoral de la Iglesia
particular.
A este propósito, el mismo año litúrgico constituye una escuela per-
manente de fe, gracias a la cual todo bautizado está invitado a en-
trar en lo más vivo del misterio de Dios, para dejarse modelar a su
imagen y semejanza.
5. Es sabido cuán urgente resulta hoy la atención pastoral a la me-
diación educativa. Más aún, una Iglesia particular solo puede mirar
con confianza hacia su futuro si es capaz de realizar esta atención
pedagógica, cuidando de modo constante de sus formadores y, an-
te todo, de sus presbíteros.
Por tanto, este congreso es una invitación a todos los llamados —
sacerdotes, consagrados y consagradas — a ser testigos gozosos al
servicio del Reino, sabiendo bien que su vida es presencia siempre
significativa al lado de los jóvenes: alienta o desalienta, suscita el
deseo de Dios o constituye un obstáculo para seguirlo. El testimo-
nio coherente de Cristo resucitado representa la primera propuesta
246
BOLETIN ECLESIASTICO
vocacional. El congreso, además, quiere favorecer el crecimiento de
una auténtica conciencia educativa en los mismos formadores, lla-
mados a una responsabilidad grave y exaltante al lado de los jóve-
nes: la de acompañarlos en su búsqueda, haciéndoles sentir el de-
seo de dar una respuesta generosa a su vocación, para renovar en
esta etapa de la Iglesia el milagro de la santidad, verdadero secreto
de la anhelada renovación eclesial.
6. Amadísimos hermanos y hermanas, ante vosotros tenéis una ta-
rea ciertamente difícil, pero la oración incesante, que está acompa-
ñando este encuentro de las Iglesias en Europa, alimenta la espe-
ranza en la promesa de Dios y en las respuestas radicales a su lla-
mada, que también son posibles en nuestros días. La oración es el
secreto capaz de garanhzar el renacimiento de la confianza dentro
de las comunidades cristianas. La oración es el apoyo constante a.
cuantos están llamados a servir a la causa del Evangelio y a promo-
ver la pastoral de las vocaciones durante estos años difíciles, pero
con claras señales de una nueva primavera espiritual. El Señor no
permitirá que falte a su Iglesia, ya en el umbral del tercer milenio,
el don de la profecía del radicalismo evangélico.
María, modelo de toda vocación y ejemplo transparente de respues-
ta sin reservas a la llamada de Dios, os acompañe en vuestro esfuer-
zo pastoral al servicio de «nuevas vocaciones para una nueva Euro-
pa»
Con estos sentimientos, os imparto a todos una especial bendición
apostólica.
Vaticano, 29 de abril de 1997
Joannes Paulus pp 11
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
2
Presentación de la exhortación apostólica
«Una esperanza nueva para el Líbano»
La Asamblea especial para el Líbano del Sínodo de los obispos constituyó
un momento providencial para la Iglesia y para todo el Líbano. Con
la exhortación apostólica postsinodal, el Papa quiere invitar a sus
hermanos y hermanas del Líbano a una nueva esperanza, en el um-
bral del tercer milenio.
En el capítulo primero, el Santo Padre presenta la situación actual
de la Iglesia Católica en el Líbano y destaca la diversidad existente
en la Iglesia, que representa una riqueza innegable. En efecto, las
antiguas tradiciones espirituales y litúrgicas confieren a cada una
de las Iglesias patriarcales y al vicariato apostólico lahno una enti-
dad propia. Con todo, esta diversidad es también fuente de dificul-
tades y tensiones entre las diferentes comunidades, que a veces
tienden a vivir solamente unas al lado de otras, pero sin afirmar su
unidad. Durante los años de la guerra, la Iglesia sufrió mucho a
causa de la división de sus hijos y quedó herida en su interior. Sin
embargo, hoy es más fuerte que nunca el deseo de colaboración
dentro de cada Iglesia patriarcal, entre las Iglesias patriarcales y con
las demás Iglesias y comunidades cristianas.
La Asamblea especial para el Líbano del Sínodo de los obispos representó
para la Iglesia católica en el Líbano una ocasión muy significativa
para hacer un examen de conciencia, a fin de fortalecer el diálogo
dentro de ella misma, así como con las Iglesias ortodoxas y con las
que surgieron de la Reforma. También fue una ocasión para afirmar
las buenas relaciones con los musulmanes y los drusos. En sus di-
versas fases de preparación, impulsó el dinamismo y un renovado
compromiso pastoral.
En definitiva, todos los libaneses participaron en ese acontecimien-
to de la Iglesia católica. El Papa acude al Líbano para celebrar so-
248
BOLETIN ECLESIASTICO
lemnemente la fase conclusiva; no para poner punto final al Síno-
do, sino para invitar a los fieles católicos y a todos los hombres de
buena voluntad a contribuir a la edificación de la sociedad libane-
sa, respetando las múltiples tradiciones espirituales, y para promo-
ver la solidaridad y la convivencia entre los componentes cultura-
les y religiosos del país. La construcción del Líbano es posible por-
que sus hijos e hijas comparten valores espirituales, morales y hu-
manos indiscutibles.
En el capítulo segundo, el Santo Padre expone una reflexión teoló-
gica sobre la Iglesia, Cuerpo de Cristo. El concepto de comunión es
importante para tomar justa conciencia de lo que es la Iglesia, cuyo
misterio se manifiesta en las Iglesias particulares, que tienen tradi-
ciones propias. Cristo, cabeza y pastor, guía a su Iglesia por el Espí-
ritu Santo, que transforma a los discípulos y les confía una misión
de perdón y reconciliación, con el fin de restaurar la unidad origi-
naria del pueblo de Dios. Cristo es la esperanza de los cristianos y
la luz del mundo. Los invita a vivir en la caridad y a comprometer-
se al servicio de sus hermanos.
En el capítulo tercero, el más largo de todos, el Papa recuerda qüe
los padres sinodales quisieron destacar lo que significa ser renova-
dos por el Espíritu de Cristo, preguntándose también cuál renova-
ción están llamados a realizar, bajo la guía del Espíritu Santo, los ca-
tólicos del Líbano. La vida cristiana está fundada, ante todo, en la
lectura y la meditación de la palabra de Dios, manantial de vida es-
piritual e inspiración de la vida diaria. Esta lectura de la Escritura
se realiza en la Iglesia, en continuidad con la Tradición común y el
Magisterio, y en continuidad con las tradiciones particularmente ri-
cas del Oriente cristiano, principalmente la antioquena y la arme-
nia. La liturgia alimenta la fe. Eso supone una pastoral sacramental
renovada, para consolidar a los cristianos en la fe, es importante
asegurarles una formación catequética permanente, que les ayude
en su oración personal y comunitaria, y en su actividad en el mun-
do.
DCTOS, DE LA SANTA SEDE
249
El Papa ha prestado gran atención a la familia, a la que correspon-
de una misión esencial. Por una parte, los padres deben educar a
sus hijos en los valores morales e iniciarlos en la fe. Por otra, la fa-
milia es también una escuela de vida social, importante para for-
marse en el respeto a sus hermanos, el perdón y el sentido del diá-
logo. La Iglesia tiene el deber de ayudar a las familias.
Las mujeres ocupan un lugar privilegiado en la sociedad libanesa.
Con igual dignidad e iguales derechos que los hombres, desempe-
ñan un papel importante como educadoras en la paz y en los nume-
rosos campos de la vida diaria. No se puede olvidar la labor que
realizaron para defender la vida y mantener viva la esperanza de la
paz durante los años de guerra. El Santo Padre expresa su deseo de
que a las mujeres se les brinde la posibilidad de ser más activas en
la Iglesia y en la sociedad.
También los jóvenes son objeto de gran atención. Ante ellos el Papa
ha firmado oficialmente la exhortación apostólica, pues los eligió
como testígos privilegiados y depositarios del mensaje de renova-
ción, que tanto necesitan la Iglesia y el país. Conviene integrarlos en
todos los engranajes de la sociedad y brindarles la formación nece-
saria para sus futuras misiones.
Siguiendo la exhortación apostólica postsinodal Vita consécrala, el
Papa invita a los religiosos y a las religiosas a ahondar en sus caris-
mas y a ponerse cada vez más al servicio de la Iglesia. Mediante la
práctica de los consejos evangélicos, serán testigos creíbles del ca-
rácter central de Cristo y de su mensaje de Scdvación en su existen-
cia y ayudarán a los fieles a vivir una vida digna de Cristo.
El Santo Padre exhorta a los institutos de vida consagrada a una vi-
da espiritual, intelectual y pastoral más intensa. Con numerosas re-
ferencias a los Padres de la Iglesia de Oriente, los invita a acudir a
las fuentes del monacato para encontrar en ellas el fervor de los orí-
250
BOLETIN ECLESIASTICO
genes y dar al Líbano el impulso vital de espíritu, que tanto necesi-
ta. Por su parte, los sacerdotes deben dar ejemplo, como humildes
servidores del Señor, en la misión que se les ha confiado. Urge de-
sarrollar la pastoral de las vocaciones sacerdotales y religiosas, pa-
ra que las comunidades cristianas que están en el Líbano y en la
diáspora cuenten con la asistencia espiritual necesaria para toda vi-
da cristiana.
La renovación de las personas implica también la renovación de las
estructuras eclesiales, dentro de cada patriarcado, así como en las
relaciones entre los patriarcados. El Papa pide que, partiendo de la
parroquia, la comunidad cristiana en su conjunto emprenda las
transformaciones necesarias para que aumente entre los católicos la
comunión, como testimonio eminente de cristianos, para ayudarse
recíprocamente entre las Iglesias patriarcales, con las formas de
asistencia pastoral y de vida caritativa, y para desarrollar las instan-
cias de diálogo y concertación.
Así, todos los componentes tomarán parte activa en la vida de la co-
munidad cristiana. El Líbano y la región cuentan con dos institucio-
nes que representan organismos valiosos de concertación: La Asmii-
blea de los patriarcas y obispos católicos del Líbano y el Consejo de los pa-
triarcas católicos de Oriente. Con respecto a la renovación pastoral, el
Papa destaca la importancia que atribuye, de acuerdo con los pa-
dres sinodales, a la catequesis, a la familia, a los movimientos cris-
tianos y a los institutos de enseñanza. En efecto, estos diferentes lu-
gares de educación brindan grandes posibilidades a los jóvenes y a
los adultos. Los cristianos, para actuar en el mundo, necesitan con
urgencia referencias bíblicas, teológicas y morales.
El capítulo cuarto es un llamamiento a consolidar la comunión, tan-
to dentro de la Iglesia católica que está en Líbano como con la diás-
pora. Con este fin, todos los fieles están llamados a la conversión
del corazón, para pasar de una mentalidad confesional a un senti-
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
251
do auténtico de Iglesia, como pedía recientemente el Consejo lie los
patriarcas católicos de Oriente en la IV carta pastoral Mi/stére de l'Egli-
se (Navidad de 1996). Asimismo, se pide a la Iglesia católica y a las
Iglesias ortodoxas que, redescubriendo y ahondando en sus tradi-
ciones comunes, caminen por la senda de la unidad querida por el
Señor, y prosigan los esfuerzos concretos y las realizaciones en los
diferentes campos pastorales, tratando de hacer triunfar la verdad
y el diálogo de la caridad. Igualmente, con las Iglesias surgidas de
la Reforma, el diálogo fraterno, la oración y las acciones sociales co-
munes contribuirán a pasar de la desconfianza al compromiso co-
mún en el camino de la unidad.
En el capítulo quinto, el Papa invita al diálogo interreligioso en el
Líbano, país que debe ser un ejemplo, para la región y para el mun-
do entero, de convivencia entre los creyentes de las diferentes reli-
giones. El diálogo entre musulmanes y cristianos debe abarcar to-
dos los aspectos de la convivencia entre las diversas comunidades,
para la edificación de una sociedad más justa y fraterna. Ese diálo-
go se realizará en la vida diaria, en el trabajo y en el ámbito de la vi-
da de la ciudad, donde las personas aprenden a apreciarse. El diá-
logo religioso debe reanudarse, para que se reconozca la grandeza
de las aspiraciones espirituales que permiten hacer progresar, tanto
en la vida individual como en la colectiva, los valores espirituales,
morales y socioculturales. El Santo Padre hace un apremiante lla-
mamiento a intensificar la colaboración entre cristianos y musulma-
nes, donde sea posible, y a promover la convivencia, para que cada
uno pueda desarrollarse y coexistir en paz con sus hermanos.
El Papa, recogiendo los mensajes que dirigió a lo largo de los años
pasados, exhorta a los católicos, a los demás cristianos y a todos los
libaneses, a realizar gestos proféticos en favor de la paz y la recon-
ciliación, para superar los conflictos de intereses personales y para
construir un Líbano democrático. Por último, subraya que la paz
dentro del país permitirá a todos los prófugos volver a sus lugares
BOLETIN ECLESIASTICO
de origen en condiciones satisfactorias, con la ayuda de la comuni-
dad internacional.
El capítulo sexto, el último, pone de relieve el lugar de la Iglesia en
la sociedad, pues su misión tiene también una dimensión social.
Los cristianos deben encontrar en la Escritura inspiración para su
acción y dar un testimonio evangélico con su vida diaria. La recons-
trucción de la sociedad libanesa es una tarea urgente, para superar
la crisis económica y para constituir un Estado social donde nadie
quede marginado. Con este espíritu, los católicos del Líbano quie-
ren trabajar confiadamente con todos sus hermanos, en particular
en los campos de la educación, la sanidad, la información, y en la
vida política. En este último campo, la Iglesia no debe involucrarse
directamente; con todo, los fieles laicos, que de ninguna manera
pueden renunciar a participar en la política, prestan un auténtico,
servicio al hombre y a la comunidad nacional.
El Papa hace, también, un llamamiento al respeto de los derechos
del hombre, elemento primordial de un Estado de derecho. En ca-
da país, todas las personas y comunidades deben poder gozar de
los mismos derechos y someterse a los mismos deberes, según los
principios de la equidad, la igualdad y la justicia. Entre estos dere-
chos está también el de la libertad religiosa. El buen entendimiento
y el respeto entre las diferentes comunidades del Líbano son aspec-
tos de la vida diaria que servirán de ejemplo para la convivencia
que debe existir en toda nación que aspire a salvaguardar su inde-
pendencia y su soberanía.
En la conclusión, juntamente con los padres del Sínodo, el Papa ex-
horta a los católicos a la renovación pastoral y a un decidido com-
promiso en la sociedad. Los libaneses están llamados a vencer el de-
safío de la reconciliación y la fraternidad, para que todos puedan
recuperar la esperanza. Así, el pueblo «crecerá como palmera, se al-
zará como cedro del Líbano» (Sal 92, 13).
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
Los sufrimientos de los años posados
fortalecerán vuestra libertad
y vuestra unidad
Homilía del Popo Juan Pablo II en la Santa Misa
celebrada en Beirut
1. Hoy, saludo al Líbano. Ya desde hace mucho tiempo deseaba ve-
nir a vosotros, y por muchas razones. He llegado, por fin, a vuestro
país para concluir la Asamblea especial para el Líbano del Sínodo de los
obispos. Hace casi dos años la Asamblea sinodal realizó sus trabajos
en Roma. Pero su parte solemne, la publicación del documento
postsinodal, tiene lugar ahora, aquí en el Líbano. Estas circunstan-
cias me permiten estar en vuestra tierra por primera vez y manifes-
taros el amor que la Iglesia y la Sede apostólica sienten hacia vues-
tra nación y hacia todos los libaneses: hacia los católicos de los di-
versos ritos — maronita, melquita, armenio, caldeo, sirio y latino —
, hacia los fieles que pertenecen a las demás Iglesias cristianas, así
como a los musulmanes y drusos, que creen en el único Dios. Des-
de lo más profundo de mi corazón, os saludo a todos en esta cir-
cunstancia tan importante. Queremos ahora presentar a Dios los
frutos del Sínodo para el Líbano.
Agradezco al señor cardenal Nasrallah Fierre Sfeir, patriarca maro-
nita, las palabras de acogida que me ha dirigido en nombre de to-
dos vosotros. Asimismo, doy las gracias a los cardenales que me
acompañan: con su presencia ponen de relieve el afecto de la Sede
apostólica hacia el Líbano. Saludo a los patriarcas y a los obispos
presentes, al igual que a todas la personas que han tomado parte en
los trabajos del Sínodo para el Líbano.
Me alegra saludar a los patriarcas y a ios ilustres representantes de
BOLETIN ECLESIASTICO
las demás Iglesias y comunidades eclesiales, en particular a los de-
legados fraternos que participaron en el Sínodo y que han querido
asociarse a esta fiesta de sus hermanos católicos. Dirijo un cordial
saludo también a las personalidades musulmanas y drusas.
Con deferencia, expreso mi agradecimiento al señor presidente de
la República, al señor presidente del Parlamento, al señor presiden-
te del Consejo de ministros, así como a las autoridades del Estado
por su presencia en esta celebración litúrgica.
Una misión histórica
2. En esta asamblea extraordinaria queremos declarar ante el mun-
do In iniportnncm del Líbano, su misión histórica, realizada a través de
los siglos. En efecto, país de numerosas confesiones religiosas, ha
demostrado que estas diferentes confesiones pueden convivir en
paz, en fraternidad y en colaboración; ha demostrado que se puede
respetar el derecho de todo hombre a la libertad religiosa; que todos
están unidos en el amor a esta patria que maduró en el curso de los
siglos, conservando la herencia espiritual de los padres, especial-
mente del monje san Marón.
Un país bíblico
3. Nos encontramos en la región que los pies de Cristo, Salvador
del mundo, pisaron hace dos mil años. La sagrada Escritura nos in-
forma de que Jesús salió a predicar fuera de los límites de la Pales-
tina de entonces, y visitó también el territorio de las diez ciudades
de lo Decápolis, en particular Tiro y Sidón, y que en ellas realizó mi-
lagros. Hermanos y hermanas libaneses, el Hijo mismo de Dios fue
el primer evangelizador de vuestros antepasados. Se trata de un
privilegio extraordinario.
Hablando de Ti»-o y Sidón, no puedo menos de mencionar los gran-
des sufrimientos que han padecido sus poblaciones. Hoy pido a Je-
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
265
sus que ponga fin a estos dolores y le imploro la gracia de una paz
justa y definitiva en Oriente Medio, con el respeto de los derechos
y las aspiraciones de todos.
Al escuchar el evangelio de hoy, que presenta el pasaje de las ocho
Bienaventuranzas recogidas en el sermón de la Montaña, no pode-
mos olvidar que el eco de estas palabras de salvación, pronunciadas
un día en Galilea, llegó pronto hasta acá. Los autores del Antiguo
Testamento se referían a menudo en sus escritos a los montes del Lí-
bano y del Hermón, que veían en el horizonte. Así pues, el Líbano es
un país bíblico. Dado que se encontraba muy cerca de los lugares
donde Jesús cumplió su misión, fue uno de los primeros en recibir
la buena nueva. La buena nueva que vuestros antepasados recibie-
ron directamente del Salvador.
Ciertamente, vuestros antepasados conocieron, mediante la predi-
cación apostólica, y en particular a través de las misiones de san Pa-
blo, la historia de la salvación, los acontecimientos que se sucedie-
ron desde el domingo de Ramos hasta el domingo de Pascua, pa-
sando por el Viernes santo. Cristo fue crucificado y colocado en la
tumba, pero resucitó al tercer día. El misterio pascual de Jesucristo
constituxje el centro mismo de la historia de la salvación, como lo mani-
fiesta muy bien, durante la misa, la aclamación paulina después de
la consagración: «Anunciamos tu muerte; proclamamos tu resurrec-
ción; ¡ven. Señor Jesús!». Toda la Iglesia, tanto en Oriente como en
Occidente, espera su venida. Los hijos e hijas del Líbano esperan su
nueva venida. Todos vivimos el Adviento de los últimos tiempos de
la historia y todos tratamos de preparar la venida de Cristo y cons-
truir el reino de Dios que él anunció.
La promesa del Espíritu
4. La primera lectura de esta liturgia, tomada de los Hechos de los
Apóstoles, nos recuerda el período que siguió n la Ascensión de Cristo al
cielo, cuando los Apóstoles, siguiendo su recomendación, volvie-
BOLETIN ECLESIASTICO
ron al cenáculo y allí permanecieron en oración, en compañía de la
Madre de Jesús y los hermanos y hermanas de la comunidad primi-
tiva, que fue el primer núcleo de la Iglesia (cf. Hch 1,12- 14). Cada
año, después de la Ascensión, la Iglesia revive esta primera novena,
la novena al Espíritu Santo. Los Apóstoles, reunidos en el cenáculo
con la Madre de Cristo, oran para que se cumpla la promesa que les
hizo Cristo resucitado: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que
vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos» (Hch 1, 8). Esa prime-
ra novena apostólica al Espíritu Santo es el modelo de lo que hace
la Iglesia todos los años.
La Iglesia ora así: «Veni, Creator Spiritus!».
«Ven, Espíritu creador, visita nuestra mente, llena de tu gracia los
corazones que has creado...»
Repito con emoción esta oración de la Iglesia universal juntamente
con vosotros, queridos hermanos y hermanas, hijos e hijas del Líba-
no. Estamos seguros: el Espíritu Santo renovará la faz de vuestra tierra,
renovará la paz en la tierra.
El Líbano mártir
5. En la carta que leemos hoy, san Pedro escribe: «Alegraos en la
medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que tam-
bién os alegréis, alborozados, en la revelación de su gloria. Dicho-
sos vosotros, si os ultrajan por el nombre de Cristo, pues el Espíri-
tu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros» (1 P
4, 13 - 14).
A menudo se ha hablado del «Líbano mártir», sobre todo durante el
período de la guerra que azotó vuestro país más de diez años. En
este marco histórico, las palabras de san Pedro pueden aplicarse
muy bien a todos los que han sufrido en esta tierra libanesa. El
Apóstol escribe: «Alebraos en la medida en que participáis en los su-
DCTOS. DE LA SANTA SEDE
257
frimientos de Cristo» porque el Espíritu de Dios reposa en vosotros, y es
el Espíritu de gloria (cf. ib).). No olvido que nos hallamos reunidos
en las cercanías del centro histórico de Beirut, la plaza de los Márti-
res; pero vosotros la habéis llamado también plaza de la Libertad y
plaza de la Unidad. Estoy seguro de que los sufrimientos de los
años pasados no serán inútiles, sino que fortalecerán vuestra liber-
tad y vuestra unidad.
Hoy la palabra de Jesús inspira nuestra oración. Oramos para que
los que lloran sean consolados; para que los misericordiosos alcancen
misericordia (cf. Mt 5, 5 - 7); para que, recibiendo el perdón del Pa-
dre, todos acepten a su vez perdonar las ofensas. Oramos para que
los hijos e hijas de esta tierra sientan la felicidad de ser artífices de
paz y sean llamados hijos de Dios (cf. Mt 5, 9).. Si, mediante el sufri-
miento, participamos en la pasión de Cristo, tendremos también
parte en su gloria.
Oración al Espíritu
6. El Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo, es un Espíritu de glo-
ria. Oremos hoy para que esta gloria divina envuelva a todos los
que en tierra libanesa experimentan el sufrimiento. Oremos para
que se transforme en germen de fuerza espiritual para todos vosotros,
para la Iglesia y para la nación, a fin de que el Líbano pueda desem-
peñar su misión en Oriente Medio, entre las naciones vecinas y con
todas las naciones del mundo.
¡Espíritu de Dios, infunde tu luz y tu amor en los corazones, para
llevar a cumplimiento la reconciliación entre las personas, en el se-
no de las familias, entre los vecinos, en las ciudades y en las aldeas,
y dentro de las instituciones de la sociedad civil!
¡Espíritu de Dios, que tu fuerza reúna a todos los hijos de esta tie-
rra, para que caminen juntos con valentía y tenacidad por la senda
de la paz y la convivencia, respetando la dignidad y la libertad de
BOLETIN ECLESIASTICO
las demás personas, con vistas al pleno desarrollo de cada uno y al
bien de todo el país!
¡Espíritu de Dios, concede a las familias libanesas que desarrollen
los dones de gracia del matrimonio! ¡Concede a los jóvenes que for-
men su personalidad con confianza y que tomen conciencia de sus
responsabilidades en la Iglesia y en la ciudad!
¡Espíritu de Dios haz que los fieles del Líbano consoliden la unidad
de cada una de las Iglesias patriarcales y de toda la Iglesia católica
que está en el Líbano! ¡Ayúdales a dar nuevos pasos por el camino
de la plena unidad de todos los que han recibido el don de la fe en
Cristo Salvador!
¡Espíritu de Dios, tú que eres llamado «Consolador, manantial vivo,
fuego y caridad», manifiesta en este pueblo los frutos que se espe-
ran de la Asamblea sinodal!
¡Espíritu de luz y amor, sé para los hijos e hijas del Líbano manan-
tial de fuerza, de fuerza espiritual, especialmente en esta hora, en el
umbral del tercer milenio cristiano! ¡Ven Espíritu de Dios! ¡Ven Es-
píritu Santo! Amén.
Documentos
Arquidiocesonos
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
Roma 7 de marzo de 1997
PONTIFICIUM OPUS A SANCTA INFANTIA
Secretariatus Internationalis Cittá del Vaticano
Monseñor
Antonio José González Zumárraga, Arzobispo de Quito
Excelencia:
En nombre de millones de niños del mundo, le manifiesto nuestro agra-
decimiento por su amor a ellos y por los diversos servicios con los cuales
su Excelencia los ayuda a ser buenos discípulos de Jesiis y sus buenos mi-
sioneros. Ellos tendrán siempre una sonrisa y sus brazos abiertos para ex-
presar su alegría de encontrarlo como padre, pastor y amigo.
Por recomendación de muchos de nuestros colaboradores, le estamos
enviando con mucho gusto el folleto "Infancia Misionera en nuestra comu-
nidad", que interesará mucho a su Excelencia, a sus animadores misione-
ros, a los niños y a toda su Iglesia Particular.
Allí se describe cómo aprovechar esta Obra de la Infancia Misionera o
Santa Infancia, que es Pontificia y de su comunidad eclesial, porque su ser-
vicio es decisivo para la evangelización, para la promoción de las vocacio-
nes misioneras, y sobre todo para la pastoral misionera con los niños: ani-
mación, formación, comunión y cooperación misioneras de los niños
y de sus educadores, en favor de todos los niños del mundo.
Para su información le enviamos también una copia del formulario ac-
tual para la solicitud de subsidio extraordinario a esta Obra.
Gracias, de nuevo. Excelencia, por tener a los niños, como jesús, en el
centro de su corazón.
Todos los niños de la Infancia Misionera, sus animadores misioneros y
nosotros, queremos ser siempre sus pequeños grandes colaboradores.
Cordiahnente,
Mons. ¡¡dio Daniel BOTIA APONTE
Secretario General
262
BOLETIN ECLESIASTICO
María en la vida y misión de Cristo
y del Cristiano
"Hagan lo que él les diga" ün 2, 5)
Queridos hermanas y hermanos en N. S. Jesucristo, devotos de la
Dolorosa del Colegio:
La novena y fiesta en honor de la Dolorosa del Colegio de este año
1997 se celebran en el primer año de preparación para la celebra-
ción del Jubileo universal del año 2.000.
Como ha dispuesto Su Santidad el Papa Juan Pablo II, este primer
año de preparación del gran jubileo está destinado a una reflexión
sobre Jesucristo, El Verbo de Dios encarnado en el seno virginal de
María para la salvación de los hombres.
Por este motivo la Comisión organizadora de la novena y fiesta de
la Dolorosa del Colegio muy oportunamente ha escogido como te-
ma de la novena el siguiente: "Con Jesús hacia el año 2.000". Así
pues la ferv orosa novena que el pueblo católico de Quito y de todo
el Ecuador está celebrando en honor de la Dolorosa del Colegio, co-
mo preparación para su fiesta del 20 de abril de 1997, se ha inserta-
do adecuadamente en la preparación espiritual de nuestro pueblo
para el jubileo universal del año 2.000.
Para este noveno día de la novena de la Dolorosa del Colegio se ha
dispuesto que reflexionemos, guiados por las palabras que María
Santísima dijo a los sir\ ientes en las bodas de Caná de Galilea, "Ha-
gan lo que él les diga" (Jn 2, 5) en este tema: "María en la vida y mi-
sión de Cristo y del cristiano".
Hagamos, pues, nuestra reflexión en estos dos puntos: 1. María en
la vida y misión de Cristo y 2. María en la vida y misión del cristia-
no.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
263
1 . María en la vida y misión de Cristo
La Santísima Virgen María, al aceptar el mensaje divino que le fue
propuesto por el Arcángel Gabriel, se convirtió en Madre de Jesús,
el Hijo de Dios hecho hombre, y se consagró totalmente, como Es-
clava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con di-
ligencia al misterio de la redención con El y bajo El. María, como
Madre del Verbo encarnado, estuvo siempre unida a Cristo en su vi-
da y en su misión. Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de
la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virgi-
nal de Cristo hasta su muerte. (L.G. 57). María estuvo íntimamente
unida a Cristo, cuando lo llevó en su seno a visitar a su pariente Isa-
bel y el Precursor saltó de gozo en el seno de su madre, al sentirse
santificado con la presencia del Redentor. María estuvo unida a la
vida y misión de Cristo en el nacimiento en Belén, cuando la Madre
de Dios, llena de gozo, presentó a los pastores y a los Magos a su
Hijo primogénito, que, lejos de menoscabar, consagró su integridad
virginal. María estuvo unida a la vida y misión de su Hijo, cuando
hecha la ofrenda propia de los pobres lo presentó en el templo y oyó
profetizar a Simeón que el Hijo sería signo de contradicción y que
una espada atravesaría el alma de la Madre. Después de haber per-
dido al Niño Jesús y haberlo buscado con angustia, sus padre lo en-
contraron en el templo, ocupado en las cosas de su Padre. Pero su
Madre conservaba todo esto en su corazón para meditarlo.
En la vida pública de Jesús, María Santísima aparece reveladora-
mente unida a Jesús, cuando en las Bodas de Caná de Galilea, mo-
vida a misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los
milagros de Jesús Mesías. A lo largo de su predicación, acogió las
palabras con que su Hijo proclamó bienaventurados a los que escu-
chan y guardan la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente (cf.
Le 2, 29 y 51). Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregri-
nación de la fe y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la
cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo erguida,
sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con en-
BOLETIN ECLESIASTICO
trañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la
inmolación de la víctima que ella misma había engendrado; y, final-
mente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante en la cruz co-
mo madre al discípulo con estas palabras: "Mujer, he ahí a tu hijo"
(Jn 19, 26 - 27). (L.G. 58).
Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha
de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue
llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como
Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hi-
jo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte (L.G. 59).
Así la Sma. Virgen María se unió a la vida gloriosa y a la misión de
Cristo resucitado que, a la derecha del Padre, como nuestro Sacer-
dote Eterno, intercede por nosotros. La Asunción de la Sma. Virgen
constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo
y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos (CIC
966).
2. María en la vida y misión del cristiano
Así como la Sma. Virgen María estuvo íntimamente unida a Jesu-
cristo, nuestro Redentor, en su vida y misión, también está unida en
la vida y misión del cristiano y de la comunidad de cristianos que
es la Iglesia. Esta presencia de la Sma. Virgen María en la vida y mi-
sión del cristiano se debe al hecho de que María, la Madre de Jesús,
es también para el cristiano Madre en el orden de la gracia, podero-
sa Mediadora y Modelo o tipo o figura de la Iglesia.
Marín es Madre de los cristianos en el orden de la gracia
La Sma. Virgen María que, en la realización del plan de salvación
de la humanidad, fue elevada a la sublime dignidad de Madre de
Dios, fue constituida también en Madre de los cristianos en el orden
de la gracia. María colaboró de manera totalmente singular a la
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para resta-
blecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nues-
tra Madre en el orden de la gracia (L.G. 61). Jesucristo, el Verbo en-
carnado, desde el momento de su encarnación en el seno virginal de
María, ya fue constituido en Cabeza de su Cuerpo Místico, que es
la Iglesia; y, si María es Madre de Jesucristo, lo es del Cristo total,
no solo de la Cabeza, sino también del Cuerpo Místico del que los
cristianos somos miembros. Esta maternidad de María sobre los
cristianos fue promulgada por Jesús moribundo, cuando ofrecía en
la cruz del Calvario el sacrificio redentor de la humanidad. Enton-
ces, en la persona del discípulo amado Juan, que nos representaba
a todos los discípulos de Jesús, a todos los cristianos, el divino Re-
dentor nos dio a su Madre como nuestra Madre, cuando le dijo a
María, que estaba junto a la cruz de Jesús: "Mujer, he ahí a tu hijo"
y cuando le dijo al discípulo Juan: "He ahí a tu Madre" (Jn 19, 26
27). Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de
la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anuncia-
ción y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización
plena y definitiva de todos los elegidos.
Así pues, los cristianos somos hijos de la Sma. Virgen María en el
orden de la gracia. Como hijos, debemos a esta Madre bondadosa
amor y obediencia. Y María, con solicitud maternal, nos dice a to-
dos los cristianos las mismas palabras que dirigió a los sirvientes en
las Bodas de Cana de Galilea: "Hagan todo lo que él les diga". Esta
es la orden que nos da María a los cristianos: "Hagan todo cuanto
Jesús les diga". Y Jesús nos ha dejado a los cristianos su manda-
miento nuevo, su mandamiento propio: "Os doy un mandamiento
nuevo: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado" (Jn
13, 34) "Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los
otros, como yo os he amado" (Jn 15, 12). Más aún, Jesucristo ha he-
cho del amor fraterno la señal característica por la que debe recono-
cerse a los cristianos: "En esto conocerán todos que sois mis discí-
pulos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn 13, 35). Por tanto.
266
BOLETIN ECLESIASTICO
si los cristianos somos hijos de María en el orden de la gracia, sea-
mos obedientes y cumplamos la exhortación que nos dirige esta
bendita Madre: "Hagan lo que Jesús les diga": amémonos sincera y
efectivamente los unos a los otros, amémonos todos los ecuatoria-
nos, que este amor fraterno nos una a todos los ecuatorianos, para
que trabajemos por la rehabilitación espiritual, moral, cívica y eco-
nómica de nuestra Patria. Que los políticos se unan y trabajen con
desinterés por la restauración y progreso social y económico de
nuestro pueblo. Unámonos los ecuatorianos con los lazos del amor
fraterno para que se solucione definitivamente el problema territo-
rial que tenemos con el vecino país de el Perú; que se consolide la
paz entre estos dos pueblos hermanos. Pidamos a Dios, por la po-
derosa intercesión de la Dolorosa del Colegio, que nos conceda es-
ta gracia de una solución justa, digna y equitativa de nuestro pro-
blema territorial.
María está presente en la vida y misión de los cristianos, porque es
Mediadora. Con su asunción a los cielos, María Santísima no aban-
donó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su
múltiple intercesión los dones de la salvación eterna. Con su amor
materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrina-
mos y nos hallamos en peligros y ansiedad hasta que seamos con-
ducidos a la patria bienaventurada. Por eso la Sma. Virgen es invo-
cada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro,
Mediadora" (L.G. 62).
María, como virgen y madre, es tipo o modelo de la Iglesia
La Virgen Santísima, por el don y la prerrogativa de la maternidad
divina, que la une con el Hijo Redentor, está también íntimamente
unida con la Iglesia. Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón
es llamada también madre y virgen, precedió la Sma. Virgen, pre-
sentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la
virgen como de la madre. Creyendo y obedeciendo, engendró en la
tierra al mismo Hijo del Padre y sin conocer varón, cubierta con la
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
26
sombra del Espíritu Santo, dio a luz al Hijo, a quien Dios constitu-
yó primogénito entre muchos hermanos, esto es, los fieles, a cuya
generación y educación coopera con amor materno. (L.G. 63).
La Iglesia, contemplando su profunda santidad e imitando su cari-
dad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se hace también
madre mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues
por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e in-
mortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos
de Dios. Y es igualmente virgen, que guarda pura e íntegramente la
fe prometída al Esposo y, a imitación de la Madre de su Señor, por
la virtud del Espíritu Santo, conserva virginalmente una fe íntegra,
una esperanza sólida y una caridad sincera. (L.G. 64).
La Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es
la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el
siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Se-
ñor, María brilla ante el Pueblo de Dios peregrinante, como señal de
esperanza cierta y de consuelo (L.G. 68). Así sea.
Sermón predicado por Mons. Antonio /. González Z.,
Arzobispo de Quito, en el noveno día de la
Novena de ¡a Dolorosa del Colegio,
sábado 19 de abril de 1997, en la iglesia de La Dolorosa.
BOLETIN ECLESIASTICO
Fiesta de la Dolorosa del Colegio
Muy estimados hermanos, devotos de la Dolorosa del Colegio:
Estamos celebrando, con intensa devoción, la fiesta de la Sma. Vir-
gen María en su advocación de la Dolorosa del Colegio, en este pri-
mer año de preparación para la celebración del Jubileo universal
del año 2.000. Como este primer año está dedicado a uña reflexión
sobre Jesucristo, el Verbo de Dios encarnado en el seno virginal de
María, oportunamente se ha escogido, como tema de la novena y
fiesta de la Dolorosa del Colegio el siguiente: "Con Jesús hacia el
año 2.000".
Por este motivo, reflexionemos en esta fíesta de la Dolorosa en la ín-
tima unión de la Sma. Virgen María con Jesucristo Redentor y con
la Iglesia.
1 . La Sma. Virgen María, compartiendo los dolores
y sufrimientos de Jesucristo, cooperó en la obra
de nuestra redención
La Sma. Virgen María, cuando permanece junto a la cruz del Calva-
rio, en !a que Jesucristo se ofrece a la Justicia divina como sacrificio
redentor de la humanidad, es la "Madre Dolorosa", porque en su
corazón se han acumulado la pena, los sufrimientos y dolores y la
compasión que siente una madre bondadosa, cuando ve y acompa-
ña a su hijo predilecto, que ha recibido en su cuerpo y en su perso-
na los dolores más intensos y las afrentas más ignominiosas en su
prendimiento como malhechor en el Huerto de Getsemaní, en el
proceso ante el Sanedrín judío, con las bofetadas y salivazos que re-
cibió en casa de Caifás; en la humilliación que sufrió en el pretorio
de Pilatos, cuando fue sentenciado a morir, como un vil criminal, en
el patíbulo de la cruz; en la horrenda flagelación y coronación de es-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
269
pinas; en la fatiga y agotaniiento con que atravesó la vía dolorosa,
cargado con la cruz hasta el Gólgota; en la vergüenza que soportó,
al ser despojado de sus vestiduras; en los agudos dolores que se le
renovaron, cuando fue clavado en la cruz y estuvo pendiente de
aquel patíbulo, experimentando una sed abrasadora y el abandono
de Dios y de los hombres. Todos aquellos dolores y sufrimientos
que experimentó Jesucristo, nuestro Redentor, hasta cuando consu-
mó su sacrificio, al exclamar aquellas palabras: "Padre, en tus ma-
nos encomiendo mi espíritu", todos esos dolores y sufrimientos los
experimentó la Sma. Virgen María y los experimentó también en su
corazón en virtud de la compasión de madre, que se conduele de
los sufrimientos de su Hijo querido e inocente.
Jesucristo, a pesar de ser verdadero Hijo de Dios, se despojó de su
rango y se humilló hasta hacerse obediente a la voluntad divina, se
sometió a los sufrimientos y a la muerte y una muerte de cruz, pa-
ra ofrecer a Dios Padre el sacrificio de la redención humana. Con es-
te sacrificio que ofreció de sí mismo en el ara de la cruz, Jesús, su-
mo Sacerdote y víctima inocente al mismo tiempo, fue llevado a la
consumación y así se convirtió para todos los hombres que le obe-
decen por la fe en autor de salvación eterna. El sacrificio de Jesucris-
to en la cruz fue el sacrificio de la redención eterna, el sacrificio de
la salvación de la humanidad.
La Sma. Virgen María avanzó en la peregrinación de la fe, fue en la
tierra Madre excelsa del divino Redentor y fue compañera singular-
mente generosa de Jesucristo en la obra de la redención y, por ello,
mantuvo su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual se man-
tuvo erguida, sufriendo profundamente con su Unigénito y aso-
ciándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amo-
rosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había en-
gendrado (cfr. LG 58). Así con sus dolores la Sma. Virgen María co-
laboró muy de cerca con su Divino Hijo en la obra de la redención
humana. La Madre Dolorosa, compartiendo en su corazón los dolo-
270
res y sufrimientos del Redentor, se convirtió en nuestra "Correden-
tora".
2. La Sma. Virgen María Dolorosa nos fue dada
como madre espiritual a todos los hombres
al pie de la cruz
La suma prerrogativa y excelsa dignidad a las que fue elevada la
Sma. Virgen María por Dios consisten en el hecho de haber sido
predestinada a ser Madre del Hijo de Dios, que se encarnó en sus
purísimas entrañas por obra del Espíritu Santo. Pero, según el de-
signio salvífico de Dios, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre
por nuestra salvación, no es una persona aislada y solitaria. Con su
obra redentora, Jesucristo nos ha comunicado a los hombres su pro-
pia vida divina, elevándonos a la dignidad de hijos de Dios dentro
de la familia de los hijos de Dios que es la Iglesia. Más aún, Jesucris-
to, al comunicarnos la vida divina por la gracia, nos ha unido vital-
mente consigo, como a sarmientos a la vid, como a miembros a su
Cuerpo místico. Los cristianos somos miembros de un solo Cuerpo,
el "Cuerpo Místico" de Jesucristo, en el cual Cristo es la Cabeza y
los cristianos somos miembros. Si la Sma. Virgen María es verdade-
ra Madre de Jesucristo, lo es no solo de la Cabeza, sino de todo el
"Cuerpo Místico de Cristo", de la Cabeza y de los miembros. Por
eso San Agustín exclama que María "es verdadera madre de los
miembros (de Cristo)..., por haber cooperado con su amor a que
naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabe-
za" (De s. virginitate 6: PL 40. 399).
Tienen valor excepcional, valor de un testamento las palabras con
que Jesucristo, agonizante en la cruz, dio a su Madre María como
madre al discípulo predilecto, Juan, palabras que son las siguientes:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Jn 19, 26). Luego dice al discípulo: "Ahí
tienes a tu madre" (jn 19, 27). Estas palabras del Redentor fueron la
promulgación solemne de la maternidad espiritual de María sobre
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
271
todos los cristianos, sobre toda la Iglesia. En aquel momento supre-
mo del sacrificio redentor de Jesucristo, el discípulo amado, Juan,
nos representaba a todos los discípulos de Jesús, a todos los cristia-
nos. En Juan Jesús agonizante nos dio a todos los hombres a su Ma-
dre como a nuestra madre. Y a María le amplió su maternidad es-
piritual, porque la consideraba no solo como su Madre, sino que a
su maternidad nos confiaba a todos los hombres, cuando le dijo:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo". Con sus dolores la Sma. Virgen María
nos dio a luz, al pie de la cruz, como a sus hijos espirituales. Desde
entonces tenemos la dicha de contar con el amor materno de la Ma-
dre Dolorosa, que nos ama y protege como a sus propios hijos.
Estimados hermanos, devotos de la Dolorosa del Colegio, al cele-
brar en este año esta fiesta en honor de la Sma. Virgen María en su
advocación de la Dolorosa del Colegio, agradezcamos a Jesucristo,
nuestro Redentor, tanto el beneficio de habernos salvado con su sa-
crificio en la cruz, como el inefable beneficio de habernos regalado
a su Madre, la Virgen María, como nuestra Madre. Como a nuestra
Madre bondadosa, amemos a la Sma. Virgen María, la Dolorosa del
Colegio, con amor filial, acudamos confiados a su amor y amparo
maternales:
1. Pidámosle que siga protegiendo a la niñez y juventud ecuatoria-
nas y asegure para ellas una efectiva educación cristiana, por la
aplicación de la ley de libertad de las familias cristianas para es-
coger para sus hijos una educación religiosa y moral;
2. Pidámosle a la Dolorosa del Colegio, en esta Jornada mundial de
las vocaciones que suscite en nuestros hogares cristianos nume-
rosas y santas vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida con-
sagrada y a la actividad misionera y apostólica de la Iglesia;
3. Pidámosle que proteja a nuestra Patria, el Ecuador, y le guíe por
los senderos de una rehabilitación espiritual, moral, social y eco-
BOLETIN ECLESIASTICO
nómica, que supere la corrupción administrativa y la grave cri-
sis económica que le agobia;
4. Pidámosle a la Sma. Virgen, la Dolorosa del Colegio, que ilumi-
ne y guíe a las delegaciones de los dos países, Ecuador y Perú,
que están negociando los impases, a fin de lograr una solución
defirütiva, justa, digna y equitativa de nuestro problema territo-
rial y se consolide la paz en las relaciones entre pueblos herma-
nos.
Oh Madre Dolorosa, ruega por nosotros ahora y en la hora de
nuestra muerte. Así sea.
Homilía proniincindn por Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de
Quito, en la fiesta de la Dolorosa del Colegio, 20 de abril de 1997.
María, desde el sí de Nazaret hasta el del Gólgota, se sitúa
en total sintonía de mente y de corazón con el acto de entre-
ga de su hijo. La Virgen vive en constante comunión con
Cristo: toda su vida podría definirse como una especie de co-
munión "eucarística", comunión con el "Pan del cielo" que
el Padre ha dado para la vida del mundo.
Juan Pablo pp II
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
125 Años del Colegio "Lo Providencia"
"Doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de Dios
que os ha sido otorgada en Cristo Jesús" (I Co 1, 4)
Hna. Superiora Provincial y Hnas. de la Providencia, Miembros de
la comunidad educativa del Colegio de la Providencia; estimados
hermanas y hermanos en el Señor:
El Colegio de la Providencia, importante establecimiento de educa-
ción católica para la niñez y juventud femeninas de la ciudad de
Quito, cumple, en este año de 1997, 125 años de existencia y de efi-
ciente servicio a la sociedad quiteña y a esta Iglesia particular, que
es la Arquidiócesis de Quito. Entre los actos con los que la comuni-
dad educativa del Colegio de la Providencia ha querido celebrar es-
ta fecha jubilar, el más importante es la celebración de esta Eucaris-
tía solemne en la Catedral primada de Quito. Con esta Eucaristía, la
Congregación de Hnas. de la Providencia y de la Inmaculada Con-
cepción y la comunidad educativa del Colegio de la Providencia
quieren tributar a la Providencia Divina una ferviente acción de
gracias por el beneficio que significó para la Iglesia y para la socie-
dad ecuatoriana la llegada al Ecuador de las primeras religiosas de
la Providencia y la fundación del Colegio del mismo nombre en el
centro histórico de la ciudad de Quito. Ambos acontecimientos se
llevarQn a cabo hace ciento veinticinco años. En esta Eucaristía, la
comunidad educativa del Colegio de la Providencia recibe también
de la Palabra de Dios un mensaje especial para que continúe desa-
rrollando con mayor eficacia su acción educativa cristiana en favor
de la niñez y juventud femeninas del Ecuador.
1. Demos gracias a Dios por el beneficio que significó para la Igle-
sia y para la Patria la llegada de las primeras religiosas de la Provi-
dencia y la consiguiente fundación del Colegio de la Providencia.
BOLETIN ECLESIASTICO
Las primeras siete Hermanas de la Providencia y de la Inmaculada
Concepción: Madre Honoria, M. Marie Edmand, Madre de Loyola,
M. Antonina, M. Claire, M. Rosina Margarita y M. Lutgarda llega-
ron a Quito, el 4 de enero de 1872, o sea hace 125 años y hace 125
años se fundó también en Quito el Colegio de la Providencia. Por
eso estamos celebrando la fecha jubilar del centésimo vigésimo
quinto aniversario tanto de la llegada de las primeras religiosas de
esta Congregación religiosa como de la fundación en Quito del Co-
legio católico de la Providencia. Estos acontecimientos se deben a
gestiones del Presidente Gabriel García Moreno, quien tuvo el mé-
rito de dar impulso a la educación católica de la niñez y juventud
especialmente femenina, trayendo de Europa a Congregaciones re-
ligiosas educadoras, como a la de los SS. Corazones y a la de la Pro-
videncia y a sabios jesuítas alemanes para la fundación de la Poli-
técnica.
La primera intención del Presidente García Moreno fue la de traer
al Ecuador una Congregación religiosa que se hiciese cargo de la
atención a las niñas que habían quedado huérfanas a consecuencia
del terremoto de Ibarra. El entonces Arzobispo de Quito, Mons. Jo-
sé Ignacio Checa y Barba había viajado a Roma, para tomar parte en
el Concilio Ecuménico Vaticano 1, convocado por el papa Pío IX, y
que se celebró desde el 8 de diciembre de 1869 hasta julio de 1870.
García Moreno solicitó a Mons. Checa y Barba que obtuviera del Pa-
pa Pío IX la consecución de una congregación religiosa que se hicie-
ra cargo de la atención y educación de las niñas huérfanas del terre-
moto de Ibarra. Por insinuación del Cardenal Mérode, Su Santidad
pensó en las Hermanas de la Providencia, un instituto joven funda-
do por el sacerdote francés Juan Martín Moye, especialmente para
la educación cristiana de las niñas y jóvenes, instituto que tenía su
casa general en Champión, Bélgica. El Cardenal Mérode y Mons.
Checa y Barba viajaron a Bélgica para obtener de la Superiora Ge-
neral, a petición del Papa, la fundación en el Ecuador. Las siete re-
ligiosas designad.RS para la nueva fundación se embarcaron en el
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
puerto de San Nazario, Francia, el 7 de noviembre de 1871. Nave-
garon hasta Guayaquil en el barco inglés "Chile". Llegaron a Gua-
yaquil, el 6 de diciembre de 1871. Después de descansar unos días
en Guayaquil, continuaron viaje a Quito, navegando en el río Bode-
gas o Babahoyo, luego viajaron a muía hacia la Sierra. En Guaran-
da fueron entusiastamente recibidas. Desde Ambato hasta Quito hi-
cieron el viaje de dos días en diligencia y llegaron a la capital, como
hemos recordado, el 4 de enero de 1872, las Hnas. de la Providencia
fueron huéspedes de las religiosas de los SS. Corazones, que tenían
su colegio en la plaza de Santo Domingo. Después de algunos me-
ses, se hicieron cargo del Beaterío, en donde comenzaron a atender
a 75 niñas huérfanas. Como la renta para el sostenimiento del Bea-
terío era insuficiente, las Hermanas de la Providencia se vieron en
la necesidad de fundar un pensionado, para lo cual, el 12 de junio
de 1872 se efectuó la compra de una casa de propiedad del señor
Francisco José Carrión, después se compró también la casa conti-
gua, para ampliar el centro educativo. Así comenzó en 1872, o sea,
hace 125 años, a funcionar el Colegio de la Providencia, en el que se
dio una verdadera revolución en la educación de la mujer quiteña.
Su plan educativo abarcaba las asignaturas de Religión, Idiomas Vi-
vos, Historia, Geografía, Ciencias Naturales, Matemáticas, Tenedu-
ría de libros. Pintura, Música y Gimnasia. El Colegio de la Provi-
dencia, desde 1872 fue creciendo y perfeccionándose y adquiriendo
un gran preshgio en la sociedad quiteña. La obra de las Religiosas
de la Providencia fue también creciendo; más tarde establecieron el
Colegio de la Inmaculada, el noviciado para la formación de las re-
ligiosas. Luego se extendieron a otras ciudades del país.
Sintieron también la necesidad de extender la educación católica a
los sectores populares y establecieron la escuela "Santa Teresita".
Dentro del Instituto surgió también un movimiento de jóvenes mi-
sioneros y misioneras, la Asociación de Misioneros seglares, las Fra-
ternidades Providencia y los Orantes Apostólicos. Las Hnas. de la
Providencia han extendido su acción evangelizadora y educativa a
BOLETIN ECLESIASTICO
los barrios suburbanos de Quito, como a la parroquia de Santa Cruz
del Casitagua, en donde ha comenzado una nueva escuela católica
popular y al barrio Santa Cruz de Tilicucho, en las faldas del Ataca-
zo y a la parroquia de Ayora, en el cantón Cayambe, en donde las
religiosas de la Providencia han aceptado un trabajo pastoral direc-
to, atendiendo a la parroquia eclesiáshca con la facultad de párroco
y extendiendo la evangelización y servicio pastoral a los sectores
campesinos y a los numerosos grupos de indígenas de esa zona de
la Arquidiócesis de Quito.
Por este valioso servicio prestado a la Iglesia y a la Patria en la edu-
cación cristiana de la niñez y juventud femeninas, a lo largo de es-
tos 125 años, en los Colegios de la Providencia y de la Inmaculada,
por este desarrollo muy notorio de las obras y servicios que ha pres-
tado la Congregación de la Providencia y de la Inmaculada en el
Ecuador, tributemos nuestra ferviente acción de gracias a Dios en
esta Eucaristía que con alegría y entusiasmo celebramos en esta fe-
cha jubilar. Así como Cristo bendecía y daba gracias a Dios su Pa-
dre, porque todo le había sido entregado por su Padre, de igual ma-
nera las religiosas de la Providencia, a quienes nos unimos todos
nosotros en sus sentimientos de gratitud, tributan su acción de gra-
cias al Padre celestial, porque El, en su Providencia Divina, todo se
lo ha entregado a esta Congregación religiosa, para que pudiera de-
sarrollar esta admirable acción educativa y apostólica en estos 125
años de permanencia en el Ecuador.
2. La celebración de esta fecha jubilar de 125 años es también para
la Congregación de la Providencia la oportunidad para que reciba
de la Palabra de Dios un mensaje oportuno. Este mensaje está sin-
tetizado en estas palabras de Jesucristo: "Nadie conoce bien al Hijo si-
no el Padre, y nadie conoce bien al Padre sino el Hijo y aquel a qitien el Hi-
jo se lo quiera revelar" (Mt 11, 27).
Si bien la Congregación de la Providencia se ha manifestado exper-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
2
ta en educación católica de la niñez y juventud con su prolongado
trabajo educativo en los colegios que ha regentado. Dios, en esta fe-
cha jubilar, le pide que revise y actualice su labor educativa, a fin de
que ésta se desarrolle de acuerdo a las directivas que ha dado en es-
tos últimos tiempos el Magisterio de la Iglesia. El Concilio Vaticano
II, en su "Declaración sobre la educación cristiana de la juventud"
recordó a los educadores católicos que la educación cristiana no
persigue solamente la formación y madurez de la persona humana,
sino que busca, sobre todo, la formación y madurez del cristiano, a
fin de que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don
recibido de la fe; se inicien gradualmente en el conocimiento del
misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios en espíritu y en
verdad, ante todo en la acción litúrgica, formándose para vivir se-
gún el hombre nuevo en justicia y santidad verdadera y así lleguen
al hombre perfecto, según el modelo, que es Cristo, y contribuyan
al crecimiento de la Iglesia, Cuerpo místico. Los cristianos, bien for-
mados con una buena educación católica, se hacen conscientes de
su vocación de dar testimonio de Cristo en sus ambientes y de con-
tribuir a la configuración cristiana del mundo con su actividad
apostólica, a fin de que los valores del Evangelio contribuyan al
bien de toda la sociedad. Las religiosas de la Providencia, con la co-
laboración de todo el personal docente que trabaja con ellas, deben
renovar, en esta fecha, su disponibilidad y competencia para des-
plegar una labor educativa que tienda a formar en las educandas
auténticas cristianas con inquietudes apostólicas y buenas ciudada-
nas que, superada la actitud egoísta de la búsqueda del propio pro-
vecho, trabajen efectivamente por el bien común, la superación y
desarrollo del pueblo ecuatoriano.
Además, el mensaje que les trae la Palabra de Dios a las religiosas
de la Providencia, en esta fecha jubilar de 125 años, las impulsa a
ampliar su actividad apostólica, con la educación católica y la evan-
gelización y apostolado a amplios sectores populares, que las espe-
ran. Esta ampliación de su apostolado educativo y evangelizador
BOLETIN ECLESIASTICO
ya la han hecho efectiva no solo en nuestra Arquidiócesis de Quito,
sino también en otras iglesias particulares del Ecuador. Sin embar-
go, cuando Su Santidad el Papa Juan Pablo II llama a toda la Iglesia
a empeñarse en una nueva evangelización, para prepararse a la ce-
lebración del Jubileo universal del año 2.000, es indispensable que
la Congregación de la Providencia siga desarrollando esta nueva
evangelización y acción misionera en diversos ambientes, especial-
mente populares y marginados, y en diversas latitudes de la Iglesia.
De esta manera, esta fecha jubilar que estamos celebrando, va a ser
para la Congregación de la Providencia y de la Inmaculada Concep-
ción, la ocasión de un nuevo impulso evangelizador y misionero,
para intensificar la nueva evangelización, nuevos en su ardor, nue-
va en sus métodos y nueva en su expresión, en nuestra Patria ecua-
toriana con la colaboración entusiasta y generosa de jóvenes segla-
res, misioneros voluntarios.
Estimadas Hermanas de la Providencia, todos los que estamos par-
ticipando de esta Eucaristía jubilar, nos unimos a sus sentimientos
de gratitud y con Uds. tributamos a la Providencia divina nuestra
ferviente acción de gracias por todos los beneficios concedidos a la
Iglesia y a la Patria por medio de su labor educativa y apostólica de
125 años. También les presentamos, con sincera cordialidad, nues-
tra congratulación ferviente en esta fecha jubilar de su permanencia
en el Ecuador y de sus valiosos servicios a nuestra sociedad. En fin,
les formulamos nuestros votos cordiales de que Dios N. S. les con-
ceda abundantes gracias para que puedan perfeccionar y ampliar
su labor educativa y evangelizadora a amplios sectores de nuestro
pueblo ecuatoriano, para que este pueblo siga siendo católico y
nuestra Patria ecuatoriana viva de acuerdo a su dignidad de nación
consagrada al Sacratísmo Corazón de Jesucristo. Así sea.
Honiilín proniincindn por Mons. Antonio j. González Z., Arzobispo lie
Quito, en ¡n Misa de acción de gracias por los 225 aíws de la llegada de
las Hnas. de la Providencia al Ecuador, el sábado 3 de mayo de 1997,
a las 10 a. ni., en la Catedral primada del Quito.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
En la Beatificación de la Madre
María Encarnación Rosal
Estimadas Hnas. Bethlemitas Hijas del S. C. de Jesús,
Miembros de las comunidades educativas de los establecimientos
regentados por las Bethlemitas, Hnas. y Hnos. en N. S. Jesucristo:
Hoy, domingo 4 de mayo de 1997, sexto domingo de Pascua, es un
día de gloria y de intenso regocijo espiritual para el Instituto religio-
so de las Hnas. Bethlemitas Hijas del Sagrado Corazón de Jesús,
porque es el día de la Beatificación de la Venerable Sierva de Dios,
la Madre María Encarnación del Sagrado Corazón Rosal, Reforma-
dora o Restauradora del Inshtuto religioso de las Hnas. Bethlemitas
Hijas del Sagrado Corazón de Jesús.
En efecto, esta mañana, a las diez horas. Su Santidad el Papa Juan
Pablo II, celebrando la Eucaristía del sexto Domingo de Pascua, en
la Plaza de San Pedro, delante de la fachada renacentista de la mo-
numental Basílica Vaticana, declaró, en forma infalible. Beata a la
Vble. Sierva de Dios, Madre María Encarnación del Sagrado Cora-
zón Rosal, Reformadora del Instituto de las Hnas. Bethlemitas Hi-
jas del Sagrado Corazón de Jesús. Con esta Beatificación se enrique-
ce el santoral de la Iglesia latinoamericana, puesto que la nueva
Beata nació en Guatemala, extendió su obra de la restauración del
Instituto religiosos de las Hermanas Bethlemitas desde Guatemala
a Costa Rica, a Colombia y al Ecuador y falleció, naciendo para el
cielo, en la ciudad de Tulcán o sea en tierras ecuatorianas. En la ce-
remonia de Beatificación de la Madre María Encarnación Rosal fue-
ron también declarados Beatos los Vbles. Enrico Rebuschini, Gaeta-
no Catanoso y otros Siervos de Dios. Esta Beatificación alegra de
manera especial a la Iglesia que peregrina en América Latina, por-
que el Instituto religioso de las Hnas. Bethlemitas, restaurado por la
Beata María Encarnación, se consolidó en Colombia y en el Ecua-
BOLETIN ECLESIASTICO
dor, de tal manera que la casa generalicia de este Instituto está ubi-
cada en Santa Fe de Bogotá y una de sus provincias importantes es
la de "Nuestra Señora de Belén" del Ecuador con su casa provincial
en esta ciudad de Quito.
Con justa razón la Muy Rvda. Madre Berenice Moreno, Superiora
General de las Hnas. Bethlemitas, y la Rvda. Madre Zoraida Alva-
rez, Superiora Provincial de la Provincia "Nuestra Señora de Belén"
del Ecuador, al participarnos con alegría la Beatificación de su Re-
formadora de su Instituto, nos invitaron también a participar en es-
ta Eucaristía que celebramos en esta Catedral primada de Quito en
el mismo día de la Beatificación de Madre María Encarnación, para
dar gracias a Dios por el precioso don que nos hace a la Iglesia y al
Instituto de Bethlemitas de una nueva Beata, que será para nosotros
modelo de virtudes cristianas y poderosa intercesora ante Dios.
En esta homilía quiero referirme, al menos brevemente, 1" a la per-
sona de la Beata María Encarnación Rosal y 2*^ a su obra de la Refor-
ma o restauración del Instituto de Hnas. Bethlemitas Hijas del S. C.
de Jesús, obra que fue para la Beata camino de santificación y per-
fección cristiana.
1 . La persona de la nueva Beata
María Encarnación Rosal
El nombre de pila de la Beata María Encarnación fue el de Vicenta.
Vicenta Rosal Vásquez nació en Quezaltenango, Guatemala, el 26
de octubre de 1820 y fue bautizada al día siguiente de su nacimien-
to. Sus padres fueron don Manuel Encarnación Rosal y doña Ger-
trudis Leocadia Vásquez. De ellos aprendió la niña su amor a Cris-
to en la Eucaristía, su devoción a la Sma. Virgen María y su amor
compasivo a sus semejantes. Recibió su primera educación en su
hogar, luego pasó a una escuela, siendo muy aplicada a los estu-
dios. A los quince años de edad, la joven Vicenta comenzó a entre-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
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garse a las vanidades propias de su edad y de su alta posición so-
cial. Su hermana preocupada le pregunta si no ha pensado en en-
trar en algún convento. Vicenta le da una respuesta evasiva, le dice:
"Tal vez, cuando tenga unos veinte años, pensaré en entrar en algu-
na tercera Orden". Sin embargo este ideal de ingresar en la vida re-
ligiosa se le despertó mucho antes, a los diecisiete años. A finales de
1837, cuando está para tomar una decisión, Vicenta oye hablar del
Beaterío de Belén a una amiga suya, Manuelita Arbizú. Este nom-
bre "Belén" despierta en Vicenta Rosal una simpatía especial, una
atracción irresistible, queda como fascinada y desde ese momento
el Beaterío de Belén entra a formar parte de su vida. Cuando madu-
ró en ella el propósito de entrar en la vida religiosa, una tarde se lo
comunicó a su madre. Cariñosamente le pregunta: "Mamá, qué di-
jeras, si yo te hablara de que quiero irme a un convento". A doña
Gertrudis no le sorprendió la confidencia de su hija, la esperaba en
cierto modo y su respuesta fue: "Hijita, yo sacrificaría cualquier co-
sa, con tal de que tú entraras", respuesta de una mujer cristiana, que
comprende la grandeza de la vida religiosa.
El Beaterío de Belén de Guatemala había sido fundado por los años
de 1674 por el Hno. Rodrigo de la Cruz, para hacer efectivo el de-
seo manifestado por el Hno. Pedro de San José Betancourt de orga-
nizar la enfermería para la mujer, separada de la de los hombres. El
Beato Pedro de San José Betancourt fundó la Orden Bethlemita en
1658, Orden que se extendió por gran parte de la América del Sur.
Los Hnos. Bethlemitas llegaron también a Quito y por un tiempo
sirvieron en el Hospital de la Misericordia de N. S. Jesucristo, que
luego se llamó Hospital "San Juan de Dios". La Orden Bethlemita
fue suprimida en 1820 por el gobierno de España.
Vicenta Rosal, a la edad de 17 años, ingresó en el Beaterio de Belén,
el 1° de enero de 1838. Allí la espera el grupo de beatas que la aco-
gen con muestras de simpatía y de cariño, sentimientos que perdu-
rarán aún en momentos más dolorosos de separación y distancia.
BOLETIN ECLESIASTICO
Inicia su formación para la vida religiosa, pasando por las etapas de
postulantado y noviciado. Vistió el hábito de la Orden Bethlemita e
inició el noviciado en el Beaterío de Belén de la ciudad de Santiago
de los Caballeros de Guatemala, el 16 de julio de 1838. En esa cere-
monia cambió su nombre por el de María Encarnación del Sagrado
Corazón. Hizo su noviciado con fervor creciente, pero fue descu-
briendo que el ambiente que se respiraba en el convento no le era
propicio para realizar su ideal de mayor acercamiento a Dios, de
oración y silencio. No encontró constituciones, a las cuales hacer re-
ferencia en las actividades del convento. Terminado el noviciado,
tuvo dudas de pasar a la profesión religiosa. Obediente a su direc-
tor espiritual, profesó el 26 de enero de 1840, día en que la Orden
celebraba la fiesta de nuestra Señora de Belén.
Una vez profesa, la Hna. Encarnación nada encontró de aquel ideal
de entrega y donación a Dios que se había forjado de la vida religio-
sa. Con frecuencia se preguntaba qué había sido de la herencia es-
piritual de Pedro Betancourt, de quien había oído tantas proezas de
santidad y cuyo espíritu esperaba encontrar en esta comunidad,
que debía recoger el carisma y la tradición de la Orden Bethlemita.
Esta circunstancia fue la coyuntura histórica que hizo de María En-
carnación Rosal la reformadora del Instituto Bethlemita.
2. La reforma o restauración del Instituto de las
Hnas. Bethlemitas Hijas del S. C. de Jesús.
La Hna. Encarnación, al no encontrar en el Beaterío aquella perfec-
ción de vida religiosa que ella anhelaba, resuelve pasarse al conven-
to de las Catalinas, uno de los más fervorosos de su época. Allí en-
cuentra un ambiente propicio a la oración, al fervor, a la observan-
cia religiosa. Sin embargo, no encuentra allí la paz que esperaba. Se
sentía con la inquietud de estar donde no era llamada por Dios. Ca-
da día su corazón y su mente volvían con insistencia hacia Belén y
una idea empieza a tomar fuerza en su mente: "Y qué tal que Belén
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
cambiara, que las beatas fueran tan fervorosas como las Catalinas.
¿Por qué no unir la oración de este convento con el apostolado que
ellas hacen con enfermas y alumnas?. Es allí, en el convento de las
Catalinas, donde la Hna. Encarnación descubre su identidad espiri-
tual a través de la misión que dará sentido a su existencia: LA RE-
FORMA. Reformar el Beaterio, hacer que se vivan sus valores fun-
damentales, devolverle su pureza primitiva es — pensaba ella — su-
mergirlo nuevamente en sus orígenes, de suerte que beba en ellos
el frescor del Evangelio.
Habían pasado seis meses. La Hna. Encarnación, urgida por Dios,
regresa al Beaterio de Belén, donde fue recibida con muestras de
gran afecto por parte de todas las beatas. Una vez allí, se sintió im-
pulsada a buscar infatigablemente redescubrir la espiritualidad
bethlemita de la cual solo existe una débil pincelada en el beaterio.
Poco después de su regreso a Belén, empiezan los cargos. Pronto es
nombrada Prefecta del colegio y aprovecha de su cargo para un
cambio en la organización y en el reglamento de las alumnas. En
1849 es nombrada vicaria y maestra de novicias y en 1855, Priora de
Belén. Allí donde es colocada, deja una huella de organización, de
fervor, de impulso y dinamismo. Lucha para que las religiosas más
antiguas acepten las constituciones redactadas por ella de acuerdo
con el espíritu de la Orden y aprobadas por el Obispo. Pero hay re-
sistencia por parte de algunas y nada puede hacer. Entonces la Ma-
dre Encarnación piensa seriamente en salir a fundar un nuevo Bea-
terío, para salvar el carisma y la espiritualidad bethlemitas. Intenta
fundar en la Antigua, cuna de la Orden, pero la fundación fracasó
y se vio obligada a regresar al Beaterio de Guatemala. Después de
superar dificultades, el día 21 de octubre de 1861 llegó a Quezalte-
nango, su tierra natal, acompañada por algunas religiosas formadas
por ella misma, y allí fundó la primera casa de la reforma, que se
afianzó con nuevas vocaciones y obras apostólicas florecientes co-
mo colegio y enfermería para gente pobre. Las Bethlemitas refor-
madas vivieron en Quezaltenango por más de diez años; pero el
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BOLETIN ECLESIASTICO
vendaval antirreligioso que azotó a Guatemala causó la expulsión
de las ordenes y congregaciones religiosas. La Madre Encarnación
con las profesas de Quezaltenango tuvieron que salir de Guatema-
la con rumbo a Costa Rica, donde fundaron los colegios de Cartago
y Heredia. En Costa Rica el Instituto de Bethlemitas tomó nuevo
impulso.
En Costa Rica permanecieron las Betlemitas desde diciembre de
1877 hasta 1884, año en que estalló también en este país el vendaval
antirreligioso y la persecución contra las comunidades religiosas.
La Madre Encarnación, ante tanto sufrimiento, encuentra su refugio
en la oración y en los momentos más tristes oyó una voz interior
que le decía: "En Pasto verás mi gloria". Suprimidos los colegios de
Costa Rica, las Betlemitas se encaminaron hacia Colombia, país que
se presenta ante ellas como un oasis de salvación. Hacen escala en
Panamá y llegan al puerto de Buenaventura. Pasaron por Palmira y
Popayán y, después de un viaje lleno de penalidades, la Madre En-
carnación y sus compañeras llegaron a Pasto al atardecer del 23 de
diciembre de 1885 y fueron recibidas con manifestaciones de cariño
y simpatía por el pueblo, que repetía emocionado: ¡Llega la santa,
llega la santa! Con la llegada de la Madre Encarnación a Pasto, se
consolida la fundación del colegio, que ya había iniciado labores el
1° de mayo de 1885, bajo la dirección de la Hna. Ignacia González,
sobrina de Madre Encarnación.
En Pasto la Madre abrió el noviciado y fundó el Hogar "San José"
para niñas huérfanas y pobres. Pasto se convirtió así en cuna de la
Congregación en Colombia y plataforma desde la cual se lanzaron
las Betlemitas a su misión apostólica a muchas partes. Por esos días
Madre Encarnación recibió cartas del Ecuador, de las autoridades
civiles, que pedían una fundación en Tulcán y de Mons. Pedro Ra-
fael González Calisto, Obispo de Ibarra, que pedía una fundación
en Otavalo. La Madre deseaba venir al Ecuador, nación consagrada
oficialmente al Sagrado Corazón de Jesús, de quien era tan devota.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
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El 10 de agosto de 1886, Madre Encarnación parte con su hijas de
Pasto con rumbo hacia el Ecuador. Al pasar por Ipiales, visitó el
santuario de las Lajas, erigido en honor de la Sma. Virgen del Rosa-
rio. A nuestra Señora de las Lajas encomendó su naciente Instituto.
Al día siguiente hizo la última jornada hacia Tulcán. Al ver tierras
ecuatorianas, la Madre Encarnación dijo emocionada: "Oh Ecuador,
en ti entregaré mi espíritu en manos de Dios. Este tu retirado suelo
será mi descanso; muriendo en ti cumplo un anhelo de mi espíritu".
Llegaron a Tulcán el 14 de agosto de 1886.
El recibimiento en Tulcán fue apoteósico. En la plaza central el pue-
blo las esperaba con guirnaldas y flores. En la Iglesia Matriz se can-
tó el "Te Deum" y las religiosas fueron instaladas en la casa que se
Ies había preparado. Madre Encarnación ya se encontraba muy de-
caída y enferma. Postrada en el lecho del dolor nombró a las religio-
sas que debían conformar la Comunidad de Tulcán y las que debían
continuar viaje hasta Otavalo.
Diez días después de la llegada a Tulcán, el 24 de agosto de 1886,
víspera de la fiesta de los Dolores internos del Sagrado Corazón de
Jesús, celebración que el mismo Señor le había pedido, la Madre
María Encarnación Rosal, Restauradora del Instituto de Hnas. Beth-
lemitas Hijas del S. Corazón de Jesús, falleció en tierra ecuatoriana,
como ella había presentido. Ese día ella nació para la gloria del cie-
lo, cuando iba a cumplir 66 años de edad. Su cuerpo incorrupto fue
trasladado de Tulcán a Pasto (Colombia), en donde ha sido expues-
to a la veneración de los fieles.
La obra establecida en el Ecuador por la misma Beata María Encar-
nación, hace 111 años, ha crecido y se ha desarrollado en varias Igle-
sias particulares, de tal manera que las Hnas. Bethlemitas Hijas del
S. C. de Jesús regentan actualmente un Instituto Superior en Tulcán,
cinco Colegios en Tulcán, Ibarra, en la Arquidiócesis de Quito, en
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BOLETIN ECLESIASTICO
donde funcionan también la casa provincial de la provincia "Nues-
tra Señora de Belén", un noviciado y una residencia universitaria,
Latacunga y San Miguel. Con los colegios funcionan también los es-
tablecimientos educacionales de primaria y preprimaria. Las Beth-
lemitas sostienen también obras sociales y han establecido casas de
Misiones o actividad pastoral en La Calera, en Chambo y en Porto-
velo.
La protección de Beata María Encarnación sobre estas obras educa-
cionales y apostólicas y su poderosa intercesión ante Dios harán
que estas obras crezcan y se consoliden, para que contribuyan efi-
cazmente a la nueva evangelización en la que debemos empeñar-
nos en este período de preparación para la celebración del Jubileo
universal del año dos mil.
Al felicitar, en nombre de la Iglesia que peregrina en el Ecuador, a
las Hnas. Bethlemitas Hijas del S. C. de Jesús por este fausto acon-
tecimiento de la BeaHficacion de su Fundadora-Restauradora, Ma-
dre María Encarnación Rosal, les exhortamos también a que lleven
a la práctica esa suprema recomendación que les formuló: "Que se
pierda todo, hijas mías, pero que no se pierda la caridad". Y para
que no se pierda la caridad, "Se acogerán todas al Sagrado Corazón
de Jesús". Así sea.
Homilía pronunciada por Mons. Antonio j. González Z.
en la misa celebrada en la Catedral primada de Quito,
el domingo 4 de mayo de 1997, con ocasión de la
beatificación de la Madre María Encarnación Rosal.
DCTOS, ARQUIDIOCESANOS
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25 Años de "Grünenthal"
"Doy gracias sin cesar a Dios por Uds. por la gracia de Dios que les ha si-
do otorgada en Cristo Jesús; pues en él han sido enriquecidos de mil mane-
ras, recibiendo todos los dones de palabra y de conocimiento" (I Co, 1,4-5)
Señor Gerente de Grünenthal Alemana y Ecuatoriana,
Señores funcionarios, trabajadores de la Empresa Grünenthal
Estimados hermanas y hermanos en N. S. Jesucristo:
El Apóstol San Pablo, al principio de su primera Carta a los Corin-
tios, prorrumpe en un inspirado himno de acción de gracias a Dios
por la gracia que a esa comunidad cristiana de Corinto le había si-
do otorgada por medio de la actividad apostólica de Pablo. La co-
munidad cristiana de Corinto había sido enriquecida en Cristo Je-
sús de mil maneras, recibiendo los dones de la Palabra divina, me-
diante la predicación del Apóstol de las gentes, y dones de conoci-
miento del misterio cristiano.
Cuando hoy, en esta ciudad de Quito, capital de la República del
Ecuador, estamos celebrando los 25 años del establecimiento en
nuestra Patria, de una de las filiales más antiguas en el exterior de
la famosa empresa farmacéutica alemana Grünenthal, la primera
lectura de esta Eucaristía, nos invita a todos los presentes a dar a es-
ta Misa el valor de una ferviente acción de gracias a Dios por el
enorme beneficio que significó para el Ecuador y para América La-
tina el establecimiento en 1972 de Grünenthal Ecuatoriana.
Demos gracias a Dios fervientemente con esta Eucaristía por la fun-
dación, hace 25 años de la Empresa Grünenthal Ecuatoriana.
En efecto, la Empresa Grünenthal Alemana tiene su origen en Stol-
berg, en donde en 1703 la propiedad Kupferhof Grünenthal se cons-
tituyó en un centro fabril, en el que se trabajó con metales, textiles
y productos químicos.
BOLETIN ECLESIASTICO
La familia Maurer/Wirtz tomó posesión, en 1888, de esta planta in-
dustrial, y en ella fundó, al término de las dos guerras mundiales,
en 1946, una de las Compañías farmacéuticas alemanas más jóve-
nes, la Grünenthal, que a base de investigación científica, supo in-
ventar y desarrollar los antibióticos que se hicieron necesarios para
tratar las enfermedades infecciosas, que fueron secuelas de las dos
conflagraciones mundiales.
A la gran importancia que la Empresa Grünenthal ha dado a la in-
vestigación científica se debe el hecho histórico de que a Grünent-
hal le corresponde el mérito de ser el primer laboratorio alemán que
después de la guerra en el año de 1948 produjo la penicilina reque-
rida terapéuticamente con urgencia, completándose este trabajo en
el año de 1949 con la primera penicilina alemana de depósito, la Pe-
nicilina Clemizol (Megacilina) y en 1950 la primera Penicilina ale-
mana oral (Megacilina oral). Así Grünenthal se ha colocado en la
vanguardia de la investigación v elaboración de antibióticos. Así
también Grünenthal ha conseguido importantes logros y admira-
bles progresos en la medicina. En reconocimiento justo de esta la-
bor invesfigativa pionera y dinámica, Grünenthal fue galardonada
con el premio "Claudius Galenus" en 1985.
En esta Eucaristía, que celebramos en esta bella y artística capilla de
Nuestra Señora del Rosario de esta Iglesia de Santo Domingo de
Quito, tributemos a Dios nuestra ferv iente acción de gracias por el
establecimiento en Quito de Grünenthal Ecuatoriana.
Para hacer beneficiarios a muchos países de los nuevos conocimien-
tos médicos y de los progresos obtenidos en el campo farmacéutico
por la investigación científica, Grünenthal Alemana trató de comer-
cializar sus fármacos en el campo internacional. Como consideró el
área latinoamericana una de las más importantes, decidió crear en
el Ecuador, hace veinticinco años, en 1972, una de las filiales más
antiguas del exterior, la Grünenthal Ecuatoriana. Grünenthal del
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
Ecuador comenzó en Quito, modestamente, en un pequeño local de
la calle 6 de Diciembre cerca de la intersección de la Avenida Eloy
Alfaro.
1972 es el año que marca un hito importante en la industria farma-
céutica ecuatoriana, pues esta filial de Grünenthal, después de va-
rios años de responsable y fructífera labor, llega a constituirse, des-
de 1985, en el primer consorcio farmacéutico del país, aglutinando
líneas de reconocido prestigio mundial, como Janssen, Boehringer
Mannheim, Syntex, Knoll y otras. Grünenthal Ecuatoriana es ac-
tualmente una de las filiales más importantes de la Casa Matriz
Grünenthal Alemana.
Grünenthal Ecuatoriana ha establecido en Pomasqui su planta de
producción Tecnandina S. A., donde la aplicación de las técnicas de
producción más modernas y rigurosas garantizan la óptima calidad
de los productos Grünenthal, que justifican totalmente la confianza
de los médicos.
El establecimiento de la filial Grünenthal en el Ecuador ha sido un
especial beneficio para nuestro país, pues ha creado un nuevo cen-
tro de producción farmacéutica, que ha contribuido eficazmente al
desarrollo industrial y económico de nuestro pueblo; ha creado
nuevos puestos de trabajo y ha dado a muchas personas la oportu-
nidad de prepararse y capacitarse para la producción de fármacos
y medicamentos.
Agradezcamos también a Dios por este beneficio de la promoción y
formación profesional de las personas. Se dice que el recurso más
importante y valioso de Grünenthal Ecuatoriana son los hombres
que participan en su trabajo, tanto en el terreno técnico, como en las
áreas administrativas, comerciales de mercadeo y ventas y en el
campo laboral de la producción. Los que trabajan en Grünenthal
Ecuatoriana son personas jóvenes, calificadas y penetradas de espí-
ritu de responsabilidad en sus tareas. Sus puestos de trabajo están
ocupados de acuerdo a su preparación y especializaciones. Todos
BOLETIN ECLESIASTICO
están orientados hacia el más efectivo rendimiento, para una mayor
retribución bilateral. Muchos colaboradores provienen de la propia
escuela de aprendizaje de la Empresa. Toda persona que empieza a
trabajar en Grünenthal sabe que en esta empresa puede realizarse,
desarrollar sus capacidades, segura de que para ello encontrará el
apoyo necesario.
Para nuestro país, el Ecuador, ha significado también un especial
beneficio, por el que debemos dar gracias a Dios, el hecho de que
Grünenthal Alemana, consciente del profesionalismo alcanzado
por su subsidiaria ecuatoriana, le ha confiado la comercialización
de sus productos farmacéuticos en Centroamérica, Panamá, El Ca-
ribe, Bolivia y Paraguay, de esta manera el Ecuador se ha converti-
do en centro de difusión de los programas terapéuticos y de los pro-
ductos de Grünenthal en América Latina. Por esta confianza depo-,
sitada por Grünenthal Alemana en Grünenthal Ecuatoriana, los
ecuatorianos presentamos nuestro sincero agradecimiento a los di-
rectivos de Alemania, presentes en el Ecuador con ocasión de esta
fecha jubilar de Bodas de Plata.
Un mensaje de la Palabra de Dios para Grünenthal (Mt. 9, 27-38)
El pasaje del Evangelio según S. Mateo, que ha sido proclamado en
esta Eucaristía de acción de gracias, nos narra que Jesús, después de
haber devuelto la vista a dos ciegos y de haber echado al demonio
de un poseso, recorría los pueblos y aldeas de Galilea, curando las
dolencias y enfermedades de la gente, que andaba descarriada y
desanimada como ovejas sin pastor. De aquel gentío Jesús sintió
compasión; a esas gentes les proclamaba la Buena Nueva del reino
y curaba sus dolencias y enfermedades.
Este ejemplo de Jesucristo es un valioso estímulo para la empresa
farmacéutica Grünenthal Ecuatoriana, estímulo que le impulsa a se-
guir adelante y a ampliar y perfeccionar el "Proyecto de Medicina
Comunitaria" que ya ha iniciado en el Ecuador y concretamente en
la provincia de Pichincha.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
Tomando en cuenta que "la salud del pueblo es la suprema ley", se-
gún un principio del Derecho Romano, y ante la realidad de que la
migración del campo a la ciudad ha creado las grandes zonas urba-
no-marginales, carentes de servicios básicos y, por tanto de servi-
cios de salud y de que amplias áreas rurales dispersas no disponen
de servicios médicos para una atención primaria de la salud, Grü-
nenthal ha asumido el compromiso de contribuir a la atención de la
salud de sectores urbano-marginales y rurales, estableciendo por
ahora dos unidades operativas de atención primaria de la salud, lo-
calizadas la una en San Rafael de Alugullá (Pomasqui), comunidad
situada al noroccidente de Quito. Esta unidad operativa cuenta con
dispensario médico, dispensario odontológico, farmacia popular,
formación de promotores de salud y educación para la salud. La
otra unidad operativa, en el sector rural de Pitaná Bajo, anejo de la
parroquia de Cangahua, del cantón Cayambe. Esta comunidad in-
dígena cuenta con un dispensario médico, botiquín popular, forma-
ción de promotores de salud, asesoría para microempresas y con-
trol médico escolar.
Agradecemos a Grünenthal el importante servicio que está prestan-
do para la atención primaria a la salud de estos sectores populares.
Pero el mensaje que le da a Grünenthal el Evangelio de esta Euca-
ristía de Bodas de Plata consiste en una exhortación a que amplíe
este "Proyecto de Medicina Comunitaria" a otros sectores necesita-
dos y. marginados de nuestro pueblo ecuatoriano. De esta manera,
la mundialmente famosa empresa farmacéutica Grünenthal seguirá
proyectando a la comunidad ecuatoriana su espíritu cristiano de so-
lidaridad, de servicio y de contribución efectiva a la salud, desarro-
llo y paz social. Así sea.
Homilía pwnuficiada por Mons. Antonio J. González Z.,
Arzobispo de Quito, en la Misa de acción de gracias por los
25 años de Grünenthal Ecuatoriana, celebrada en la Capilla del Rosario
de Santo Domingo de Quito, el miércoles 21 de mayo de 1997.
BOLETIN ECLESIASTICO
175- Aniversario de la Batalla de Pichincha
Señor Ministro de Defensa Nacional; Señor General Jefe del Co-
mando Conjunto de las FF. AA.; Señores Comandantes generales
del Ejército, de la Marina y de la Fuerza Aérea; señores Jefes, Oficia-
les y soldados de las FF. AA. del Ecuador:
El pueblo ecuatoriano celebra el día de mañana, 24 de mayo de
1997, el centésimo septuagésimo quinto aniversario del histórico
triunfo que los ejércitos patriotas, al mando del General Antonio Jo-
sé de Sucre, obtuvieron sobre las fuerzas españolas en la batalla que
libraron en las faldas del Pichincha en la mañana del 24 de mayo de
1822. El 24 de mayo de cada año, al conmemorar la Batalla de Pi-
chincha, en el Ecuador celebramos también el "Día de las Fuerzas
Armadas Ecuatorianas".
Se refiere que el triunfador de Pichincha, después de haber obteni-
do con aquel ejército de las naciones el glorioso triunfo sobre las
fuerzas españolas, triunfo que selló la libertad e independencia de
lo que poco después iba a constituirse en la República del Ecuador,
descendió del Pichincha y acudió a este Santuario mariano de la Ba-
sílica de la Merced, para agradecer a Dios, el Señor de los ejércitos,
quien le había concedido el triunfo de Pichincha, por la poderosa
mediación de la Sma. Virgen de la Merced, protectora de los ejérci-
tos patriotas. Pocos días después, el mismo General Antonio José de
Sucre ofició al Deán del Cabildo catedralicio de Quito, para solici-
tarle la celebración de un solemne "Te Deum", con el cual tributar
rendidas gracias al Señor, Dios de los ejércitos, por la eficaz ayuda
y protección que concedió a los ejércitos patriotas para la obtención
del triunfo en la batalla de Pichincha, triunfo que selló la libertad e
independencia de nuestra Patria.
Cuando en este 24 de mayo de 1997, las Fuerzas Armadas del Ecua-
dor desean celebrar el centésimo septuagésimo quinto aniversario
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
293
de la batalla de Pichincha y el "Día clásico" de estas mismas glorio-
sas Fuerzas Armadas, nos han invitado a participar piadosa y entu-
siastamente a esta solemne Eucaristía y a este ferviente "Te Deum",
a fin de tributar con ellos una cordial y fervorosa acción de gracias
a Dios por el histórico triunfo de la batalla de Pichincha, triunfo que
fue decisivo para la independencia de nuestra patria y acción de
gracias también por el "Día de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas".
Oportunamente tributamos esta acción de gracias a EHos por medio
de lo celebración de esta solemne Eucaristía y de este himno el "Te
Deum" en esta Basílica de la Merced, en la que se honra y venera a
esta histórica imagen de Nuestra Señora de la Merced, que ha sido
proclamada Patrona y Generalísima de las Fuerzas Armadas del
Ecuador.
- Por la poderosa intercesión de su celestial Patrona, Nuestra Seño-
ra de la Merced, las Fuerzas Armadas Ecuatorianas agradecen tam-
bién a la Providencia Divina por la oportuna y especial protección
que experimentaron en el grave conflicto o guerra no declarada que
tuvieron que afrontar con las fuerzas peruanas en el Alto Cenepa,
en enero y febrero de 1995. En aquel conflicto nuestras Fuerzas Ar-
madas tuvieron que defender con valentía y lealtad patriótica la in-
tegridad territorial y la soberanía nacional de nuestra Patria. Gra-
cias a la sacrificada actuación de nuestras gloriosas Fuerzas Arma-
das, el vecino país del Perú se decidió a negociar, después de los
acuerdos de Itamaratí y de Montevideo, la paz definihva con el
Ecuador. Las delegaciones de los dos países están actualmente ne-
gociando los llamados impaces y esperamos llegar a una solución
definitiva, justa, equitativa y digna del problema territorial.
Imploremos la intercesión de la Sma. Virgen de la Merced, Patrona
de las Fuerzas Armadas a fin de que lleguemos a concertar una paz
definitiva entre pueblos hermanos.
- Con esta solemne Eucaristía y con este "Te Deum", las Fuerzas Ar-
madas Ecuatorianas agradecen también fervientemente a Dios por
la forma patriótica y desinteresada con que defendieron decidida-
mente el orden constitucional y el régimen democrático del Ecua-
dor, cuando en las jornadas del cinco y seis de febrero de este año,
el pueblo ecuatoriano y especialmente el pueblo de Quito exigieron,
con manifestaciones entusiastas y multitudinarias la destitución de
quien había sido elegido Presidente constitucional del Ecuador, me-
diante la ilusoria propaganda de la "Fuerza de los pobres".
Las Fuerzas Armadas jamás pensaron en aprovecharse de aquella
coyuntura para asumir el poder. Tampoco se consideraron fuerza
dirimente para solucionar las tensiones entre los poderes del Esta-
do o entre contiendas políticas. Las Fuerzas Armadas actuaron en
una línea de profesionalismo. Con sensibilidad patriótica hicieron
respetar la decisión del pueblo ecuatoriano, manifestada en la reso-
lución del Congreso Nacional, representante de la soberanía popu-
lar.
Por esta actuación patriótica de las Fuerzas Armadas, actuación que
las consolida institucionalmente, demos gracias a Dios con esta Eu-
caristía y "Te Deum" que celebramos en este centésimo septuagési-
mo quinto aniversario de la batalla de Pichincha y del "Día de las
Fuerzas Armadas Ecuatorianas".
Pidamos piadosa y fervientemente que la Sma. Virgen María, Nues-
tra Señora de la Merced, Patrona y Generalísima de las Fuerzas Ar-
madas del Ecuador, las conduzca a su mayor profesionalización, a
su creciente superación moral, a un abnegado patriotismo, a fin de
que sigan siendo forjadoras de la grandeza de nuestra Patria, defen-
soras de su soberanía e integridad territorial y constructoras de la
unión fraterna del pueblo ecuatoriano, de su paz y de su desarrollo.
Así sea.
Homilía pronunciada por Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo íle
Quito, Primado del Ecuador, en el 175" aniversario de la Batalla de
Pichincha y en el "Día de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas",
23 de mayo de 1997, en la Basílica de la Merced de Quito.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
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En los Funerales del
Lic. Jaime Acosta Velasco
"Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, ha llegado la hora, da glo-
ria a tu Hijo, para que tu Hijo te dé gloria a ti... Yo te he glorificado sobre
la tierra, cumpliendo la obra que me habías encomendado. Ahora, Padre,
glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía junto a ti desde antes que
el mundo existiese" (Jn 17, 1. 4 - 5).
Señora Raquel Espinosa de Acosta, miembros de las familias Acos-
ta Espinosa y Acosta Velasco, estimados hermanos en el Señor:
El sábado 31 de mayo de 1997, retornó a la "casa del Padre", des-
pués de una larga peregrinación de ochenta años por esta tierra, un
fervoroso cristiano, miembro activo y militante de esta Iglesia par-
ticular de Quito, el Ledo. Jaime Acosta Velasco. El hecho de que su
fallecimiento acaeciera casi a medio día del último sábado de ma-
yo, día característicamente mariano, es signo de que la Sma. Virgen
María quiso premiar la intensa devoción mariana que Jaime Acosta
Velasco profesó y cultivó a la Dolorosa del Colegio, a la que honró
con intenso amor filial y especial fervor, participando en el rosario
de la aurora de cada veinte del mes y solemnizando la novena y
fiesta del 20 de abril con su piadosa y viril actuación en el coro de
la Dolorosa.
Por otra parte, la Providencia Divina dispuso que nuestro hermano
en la fe, Jaime Acosta Velasco, fuera llamado por Dios a la gloria de
los justos, después de haberlo purificado con una larga y dolorosa
enfermedad, soportada por Jaime con fortaleza cristiana. El sobre-
llevó los dolores de su enfermedad ofreciéndolos generosamente,
como víctima expiatoria, por la actividad evangelizadora de la Igle-
sia y por el bien de la Patria. En su larga enfermedad. Dios y la Sma.
Virgen María le depararon la gracia de ser atendido espiritualmen-
BOLETIN ECLESIASTICO
te por su especial amigo, Mons. José Mario Ruiz Navas, por su Pre-
lado el Arzobispo de Quito, y principalmente de su hermano, el Pa-
dre Alfonso Acosta Velasco, S. J.
Cuando hoy celebramos sus funerales en este santuario mariano de
la Dolorosa del Colegio, acaba de ser proclamado el pasaje del
Evangelio según S. Juan, que contienen la oración sacerdotal de Je-
sucristo. Nuestro Redentor, la víspera de su sacrificio en la Cruz,
después de la última Cena, en su oración sacerdotal, pidió a Dios
que le glorificara, para que él, a su vez, le glorificara plenamente al
Padre celestial.
Haciendo un recuento de la misión que había cumplido en la tierra,
misión de redentor encomendada por el Padre, Jesús le dijo en su
oración: "Padre, yo te he glorificado en la tierra, cumpliendo la obra
que me habías encomendado. Ahora tú. Padre dame junto a ti la
misma gloria que yo tenía desde antes que el mundo existiese" (Jn
17,4-5).
Creo que también nuestro hermano en la fe, el Ledo. Jaime Acosta
Velasco, si no con palabras expresas, pero si con el testimonio de su
vida fiel cristiana y con la fortaleza con que soportó los dolores y
sufrimientos de su larga enfermedad, le formuló también, a nuestro
Padre, la misma oración de Jesucristo: "Padre, yo te he glorificado
sobre la tierra, cumpliendo a cabalidad la obra, la misión que me
habías encomendado". Ahora, al término de mi vida terrena, glori-
fícame también junto a ti, concediéndome la gloria que generosa-
mente concedes a quienes cumplen tu voluntad.
Como toda persona humana y especialmente como todo cristiano,
cuando viene al mundo como efecto de la acción creadora de Dios,
recibe una vocación de Dios, para cumplir una misión en este mun-
do, también nuestro hermano en la fe, el Ledo. Jaime Acosta Velas-
co, recibió de Dios una obra, una misión que cumplir en este mun-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
297
do y Jaime, como hijo de Dios, dignidad a la que fue elevado en el
bautismo, procuró, durante su larga vida de ochenta años, glorifi-
car a Dios sobre la tierra, cumpliendo debidamente la obra y la mi-
sión que el Padre celestial le había encomendado.
Jaime Acosta Velasco recibió de Dios la vocación de ser hombre,
persona humana, que nació el 29 de mayo de 1917 en el seno de una
familia de sólidas convicciones cristianas, formada por el Dr. Alber-
to Acosta Soberón y la señora Lucila Velasco Ibarra. Supo cumplir
la misión que Dios le dio, siendo buen hijo, generoso hermano y es-
tudiante responsable, que supo cultivar sus talentos, preparándose
a ser hombre de bien, servidor eficiente de la sociedad a la que per-
teneció.
Jaime Acosta Velasco recibió de Dios la vocación de ser un empre-
sario eficiente y un funcionario respetable que sirvió con generosi-
dad a su Patria.
Joven aún, ingresó el 23 de enero de 1937 al Banco del Pichincha, co-
mo ayudante de contador. Ingresó con la condición que le impuso
su padre, el Dr. Alberto Acosta Soberón, gerente del Banco, de que
no descuidara sus estudios universitarios. En el Banco trató de dar
gloria a Dios, cumpliendo con responsabilidad sus obligaciones co-
mo empleado y funcionario durante 35 años, hasta que en septiem-
bre de 1972 le sucedió a su padre en la gerencia general del Banco
del Pichincha. Al asumir la gerencia del Banco, tuvo muy en cuen-
ta el consejo que le dio su padre: "Un banquero debe ser solo ban-
quero y nada más que banquero". Trabajó en el banco del Pichincha
por más de sesenta años, y a su acción se debe el que el Banco del
Pichincha haya llegado a ser, en el ámbito económico del país, una
de las instituciones bancarias de mayor prestigio. Jaime Acosta, con
su conciencia cristiana y con su mentalidad iluminada por el Evan-
gelio, no le dio al Banco como única fuerza y norma de crecimiento
la del lucro, sino que hizo de él fuente de impulso para el desarro-
BOLETIN ECLESIASTICO
lio agrícola, el desarrollo comercial, el desarrollo industrial y em-
presarial, de tal manera que el Banco del Pichincha ha sido en Qui-
to en la Sierra y en el Ecuador una fuente de recursos que ha con-
tribuido al crecimiento económico y social de nuestra Patria.
Jaime Acosta Velasco dio gloria a Dios, cumpliendo debidamente la
misión que le había encomendado en este su puesto de trabajo y de
servicio al país.
Jaime Acosta Velasco dio gloria a Dios, cumpliendo la misión que él
mismo le encomendó como empresario, presidente de la Empresa
Eléctrica, gerente de la Güitig, presidente de la Asociación de Ban-
cos privados del Ecuador. Jaime Acosta Velasco correspondió tam-
bién con decisión a la vocación que Dios le dio para servir a la Pa-
tria en el desempeño de cargos públicos para el bien común: fue
concejal del Municipio de Quito en varios períodos, fue legislador
de la República, fue Secretario de Estado en la cartera de Finanzas,
en varias ocasiones fue Presidente de la Junta Monetaria. En el de-
sempeño de los cargos públicos, se destacó por su competencia pro-
fesional, por su honradez acrisolada y por el espíritu de servicio a
la comunidad que le inspiraba su fe cristiana. En alguna ocasión se
le propuso que aceptara ser candidato a Presidente de la República.
Jaime Acosta Velasco dio gloria a Dios, cumpliendo a cabalidad la
misión que él mismo le encomendó como esposo fiel y padre res-
ponsable y generoso de una numerosa familia. Con su esposa se
preocupó de hacer de su hogar una verdadera Iglesia doméstica, en
la cual sus hijos fueron creciendo como personas y como cristianos,
educados cristianamente sobre todo con el ambiente cristiano del
hogar y con el testimonio de vida de sus padres. La familia Acosta-
Espinosa, por la efectiva vivencia de la espiritualidad matrimonial,
se capacitó para que fuera la familia presidente y formadora del
Movimiento Familiar Cristiano en el Ecuador con el asesoramiento
de Mons. José Mario Ruiz.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
Jaime Acosta Velasco dio gloria a Dios, cumpliendo la misión que él
mismo le encomendó en este mundo de ser un cristiano de gran fer-
vor religioso y un católico de decidida militancia apostólica. Se edu-
có en la fe cristiana en el seno de un hogar cristiano, en el Pensiona-
do Pedro Pablo Borja y en el Colegio San Gabriel. Militó en las filas
de la Acción Católica, con su esposa fueron los fundadores del Mo-
vimiento Familiar Cristiano. Devoto fervoroso de la Dolorosa del
Colegio, colaboró generosamente en la celebración de las novenas y
fiestas anuales del 20 de abril y en el Rosario de la aurora de cada
veinte de mes en las calles céntricas de Quito. Fue el primer teso-
rero de la PUCE, fue presidente del Comité Central de la celebra-
ción del Congreso Eucarístico Bolivariano que se llevó a cabo en
Quito en 1974, con ocasión del centenario de la consagración oficial
del Ecuador al Sagrado .Corazón de Jesús. Fue también dirigente
entusiasta del Comité que en Quito preparó la Visita Apostólica de
S.S. el Papa Juan Pablo II al Ecuador, a fines de enero de 1985.
Puesto que nuestro hermano en la fe, Jaime Acosta Velasco dio glo-
ria a Dios cumpliendo debidamente la obra y misión que Dios mis-
mo le confió en esta tierra, tenemos la certeza de que Dios Padre
bondadoso y generoso remunerador, ya le habrá glorificado junto a
sí en el cielo. Hoy celebramos esta Eucaristía, como sus funerales,
en este Santuario de la Dolorosa del Colegio, para pedir al Padre ce-
lestial que, así como ya le ha hecho participar a nuestro hermano
Jaime Acosta Velasco, de la muerte de Jesucristo, le haga participar
también plenamente de la gloria de su resurrección.
Así sea.
Honiilín pronuncindn por Mons. Antonio J. González Z., Arzobispo de
Quito, en ¡os funerales de Ledo, jnime Acostn Velasco, el lunes 2 de jimio
de 1997 en la iglesia de La Dolorosa del Colegio de Quito.
IJ
300
BOLETIN ECLESIASTICO
En el Centenario del Nacimiento del
Dr. Mariano Suárez Veintimilla
Miembros de la Familia Suárez Veintimilla, estimados hermanas y
hermanos en Jesucristo:
Ayer, 8 de junio de 1997, se cumplió el primer centenario de aquel
acontecimiento fausto en la historia política del Ecuador, el naci-
miento del Dr. Mariano Suárez Veintimilla. En efecto, hace cien
años, el 8 de junio de 1897, dos años después de iniciada la revolu-
ción liberal, que convulsionó el ambiente social y político del Ecua-
dor, nació en Otavalo, provincia de Imbabura, Mariano Suárez
Veintimilla. Nació en el seno del hogar cristiano formado por el Dr.
Rafael Suárez España y la señora Matilde Veintimilla García de Suá-
rez. Tan intenso era el ambiente religioso y cristiano de la familia
Suárez Veintimilla, que uno de sus hijos fue llamado por Dios al mi-
nisterio sacerdotal, el Rvmo. Carlos Suárez Veintimilla, presbítero
de la diócesis de Ibarra quien llegó a ser Canónigo del Cabildo Ca-
tedral Ibarrense.
Para celebrar el centenario del nacimiento del Dr. Mariano Suárez
Veintimilla, nos hemos congregado en esta asamblea litúrgica en es-
ta Basílica del Voto Nacional, cerca de la cripta, en la que reposan
los restos mortales de nuestro homenajeado, para celebrar esta Eu-
caristía, con la que, en nombre de la Iglesia y de la Patria, queremos
tributar a Dios una pública acción de gracias por el inapreciable be-
neficio que significó para la Iglesia y la Patria ecuatorianas el naci-
miento, hace cien años, del Dr. Mariano Suárez Veintimilla. Demos
gracias a Dios, con esta Eucaristía, 1. Porque hace cien años nació
un fiel cristiano fervoroso, que con su vida y actividad apostólica
sirvió a la Iglesia que peregrina en el Ecuador; 2. Porque hace cien
años, en el momento histórico más oportuno, nació un político
ecuatoriano que, iluminado por el Evangelio e imbuido de la doc-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
301
trina cristiana, sirvió con eficiencia a la Patria con su fecunda acti-
vidad de político cristiano; y 3. Agradezcamos a Dios por el benefi-
cio que significó para el Ecuador la defensa decidida del orden
constitucional que hizo el Dr. Mariano Suárez Veintimilla, cuando
un golpe de estado lo iba a quebrantar.
1 . Demos gracias a Dios, porque hace cien años
nació un fiel cristiano fervoroso, que sirvió
eficazmente a la Iglesia en el Ecuador.
El 8 de junio de 1897, nació en el seno de un hogar de profundas y
firmes convicciones cristianas Mariano Suárez Veintimilla, que en
las aguas bautismales fue elevado a la dignidad de hijo de Dios y
miembro de la Iglesia Católica. Con la educación católica que reci-
bió, primero, en la escuela preparatoria del Colegio Seminario de
San Diego de la ciudad de Ibarra y luego, con la instrucción secun-
daria que recibió en el ambiente piadoso del Colegio Seminario de
San Diego, después en el Colegio San Gabriel de los PP. Jesuitas en
Quito, Mariano Suárez Veintimilla fue creciendo como cristiano y se
fueron robusteciendo sus convicciones religiosas, no obstante la fi-
nalización de sus estudios secundarios en el Colegio Nacional "Teo-
doro Gómez de la Torre" de Ibarra. Los estudios de instrucción su-
perior (en Jurisprudencia), realizados en la Universidad Central del
Ecuador en Quito, en la que se graduó de doctor en Jurisprudencia
en 1924, no disminuyeron la firmeza de sus convicciones religiosas,
ni él fervor de su piedad cristiana.
Fue creciendo su formación católica y se hizo más ferviente y efec-
tivo su apostolado de católico convencido y militante. Hacia 1946,
el Dr. Mariano Suárez Veintimilla formó parte de aquel grupo selec-
to de caballeros que colaboraron con el Arzobispo de Quito, Mons.
Carlos María de la Torre, para la fundación de la Universidad Cató-
lica del Ecuador. Este mismo Prelado le designó Vocal del Consejo
Gubernativo de los bienes de la Universidad Católica en reemplazo
BOLETIN ECLESIASTICO
del señor Jacinto Jijón y Caamaño. Por su piedad mariana, en di-
ciembre de 1949, el Dr. Suárez Veintimilla fue elegido Prefecto de la
Congregación de Caballeros de la Inmaculada. En 1950 fue elegido
Presidente del Comité Nacional Pro Canonización de la Azucena de
Quito, Mañanita de Jesús y como Presidente del Comité Nacional
viajó a Roma, en representación del País, para participar en las ce-
remonias de la canonización de la primera Santa ecuatoriana, cano-
nizada por Pío XII, el 9 de julio de 1950.
Como a caballero católico de su plena confianza, el Cardenal de la
Torre designó al Dr. Mariano Suárez Veintimilla como su represen-
tante ante el Directorio de la Empresa La Unión para la publicación
del diario católico. En reconocimiento de sus méritos de militante
católico, la Santa Sede le otorgó la condecoración pontificia de la
Orden de San Silvestre.
Porque Dios nos hizo, hace cien años, el don de un fiel cristiano fer-
voroso y de un caballero católico militante en la persona del Dr. Ma-
riano Suárez Veintimilla, démosle fervientes gracias en esta solem-
ne Eucaristía.
2. Demos gracias a Dios, con esta Eucaristía,
porque en el Dr. Mariano Suárez Veintimilla,
Dios le hizo al Ecuador el don de un político
de inspiración cristiana,
La Providencia Divina dispuso que el Dr. Mariano Suárez Veintimi-
lla naciera dos años después de iniciada la revolución liberal en el
Ecuador. La revolución liberal impuso el laicismo en la educación
pública y en las instituciones del Estado; estableció el matrimonio
civil y consiguientemente el divorcio.
La revolución liberal inició una verdadera persecución contra la
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
303
Iglesia y prohibió el ingreso al país de misioneros extranjeros. Fren-
te a los desmanes de los gobiernos liberales, el Dr. Mariano Suárez
Veintimilla se siente con la vocación de actuar en política, inspi'^ado
por su fe católica, para procurar el auténtico bien común público
del Ecuador. Comenzó fundando, apenas graduado de abogado,
primero el semanario EL CLARIN y después LA ESTRELLA PO-
LAR, para criticar y atacar los abusos de poder de los gobiernos li-
berales. Sus primeras actuaciones políticas le acarrean prisiones y
persecuciones, hasta que en agosto de 1926 se ve obligado a salir del
país por las amenazas de la dictadura del Dr. Isidro Ayora. Desde
agosto de 1926 hasta agosto de 1928 permaneció en Europa y apro-
vechó de este tiempo para prepararse mejor para su actividad polí-
tica, realizando estudios en Francia y en Italia. Para encauzar ade-
cuadamente su actuación política, se afilió al Partido Conservador
Ecuatoriano en 1926. Comenzó sus servicios al pueblo como conce-
jal del Municipio de Ibarra; en 1931 concurrió por primera vez al
Congreso como diputado por la provincia de Imbabura, después
formó parte de varios Congresos, siendo elegido en uno de ellos Vi-
cepresidente de la Cámara de Diputados. En las dictaduras del Ing.
Federico Páez y del General Alberto Enríquez sufrió prisiones y
confinamientos. El Partido Conservador le encargó la publicación
del diario EL DEBATE. Clausurado El Debate como consecuencia
de la persecución del régimen del Dr. Arroyo del Río, bajo su direc-
ción apareció LA PATRIA con el respaldo moral y económico del
señor Jacinto Jijón y Caamaño.
Desde 1943 se inició la campaña política contra el régimen del Dr.
Carlos Arroyo del Río, organizada por una coalición de todos los
partidos políticos con el nombre de Alianza Democrática Ecuatoria-
na (ADE). El partido conservador designó al Dr. Mariano Suárez
Veintimilla su representante en dicho organismo. Los integrantes
de Alianza Democrática Ecuatoriana y en especial el Partido Con-
servador desempeñaron un papel decisivo en la campaña electoral
de 1943 y 1944 y en la caída del Gobierno de Arroyo del Río, el 28
•¿^^H BOLETIN ECLESIASTICO
de mayo de 1944. Como representante del Partido Conservador en
el Bureau Político de Alianza Democrática Ecuatoriana, el Dr. Suá-
rez Veintimilla concurrió a la histórica entrevista de ADE con el Dr.
José María Velasco Ibarra, en la ciudad de Ipiales en 1944.
Organizado el Gobierno del Dr. Velasco Ibarra, en junio de 1944, el
Dr. Mariano Suárez Veintimilla fue designado Ministro de Agricul-
tura y luego Ministro del Tesoro. En diciembre de 1945, la Asamblea
del Partido Conservador Ecuatoriano le eligió Director General del
Partido. Como Jefe del Conservatismo debió afrontar y resolver los
graves problemas planteados como consecuencia de los aconteci-
mientos del 30 de marzo de 1946. A él le tocó presidir y dirigir las
elecciones de Diputados a la Convención de 1946-1947, elecciones
en las que el Partido Conservador obtuvo el mayor número de Di-
putados que en ninguna otra ocasión. Elegido el Dr. Mariano Suá-
rez Veintimilla Diputado por la Provincia de Pichincha a la Conven-
ción de 1946, fue elegido Presidente de ella y en enero de 1947 esa
misma Convención le eligió Vicepresidente de la República.
En su actividad política al servicio de la Patria, el Dr. Mariano Suá-
rez Veintimilla realizó plenamente aquello que dice la Exhortación
Apostólica Postsinodal "Christi Fideles Laici": "Para animar cristia-
namente el orden temporal los fieles lacios de ningún modo pueden
abdicar de su participación en la "política"; es decir, de la multifor-
me y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y
cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el
bien común" (n. 42). El Concilio Vaticano II añade: "La Iglesia alaba
y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de
la cosa pública y aceptan el peso de las correspondientes responsabilidades"
(G. S. 75). Esto es lo que hizo el Dr. Suárez Veintimilla en su activi-
dad política: aceptó el peso de sus responsabilidades para consa-
grarse al bien común de la cosa pública en servicio del hombre
ecuatoriano. También, como católico militante y como político cris-
tiano, el Dr. Mariano Suárez Veintimilla cumplió perfectamente la
exhortación que Jesucristo nos da en el Evangelio: "Dad al César lo
que es del César y dad a Dios lo que es de Dios" (Me 13, 17).
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
3. Demos gracias a Dios con esta Eucaristía,
por el beneficio que significó para el Ecuador
la defensa del orden constitucional que hizo el
Dr. Mariano Suárez Veintimilla,
En la noche del 23 de agosto de 1947 — se van a cumplir cincuenta
años— el Coronel Carlos Mancheno Cajas, a la sazón Ministro de
Defensa Nacional, procedió a exigir al Dr. José María Velasco Ibarra
la renuncia del poder, alegando como causa o razón "la desorgani-
zación total del fenómeno económico y financiero del país". El Co-
ronel Mancheno realizó actos de ejercicio del poder: firmó su pri-
mer decreto, asumiendo la presidencia de la República, designó un
gabinete ministerial y convocó a Asamblea Constituyente para el 1°
de febrero de 1948. Mientras tanto, el mismo día domingo 24 de
agosto de 1947, el Vicepresidente de la República, Dr. Mariano Suá-
rez Veintimilla, asumió valientemente la defensa de la constitucio-
nalidad, formó su Gabinete provisional y convocó a Congreso ex-
traordinario. El Dr. Suárez Veintimilla se había negado a renunciar
al cargo de Vicepresidente de la República que una comisión de al-
tos Jefes del Ejército le exigía; ante esta negativa, fue arrestado y lle-
vado a un cuartel, en donde permaneció varias horas, hasta cuando
otra comisión de Oficiales le puso en libertad. Dirigió personalmen-
te el movimiento constitucionalista que triunfó sobre el intento dic-
tatorial del Coronel Mancheno y ocupó la primera Magistratura de
la República, hasta cuando el Congreso Extraordinario, que él mis-
mo convocó, aceptó la renuncia irrevocable que le presentó de con-
formidad con el ofrecimiento que había hecho al principiar su cam-
paña contra el Coronel Mancheno. Aceptada la renuncia, luego de
que el Congreso eligió al Dr. Carlos Julio Arosemena Tola, Vicepre-
sidente de la República, éste ciudadano ocupó la presidencia. En el
Mensaje que el Dr. Mariano Suárez Veintimilla, en calidad de Presi-
dente constitucional de la República, leyó al Congreso Extraordina-
rio, pudo afirmar: "Triunfó la democracia, ha tenido razón la demo-
6
cracia. Y la dictadura ha pasado a la categoría de institución — si ca-
be el término — bárbara y primitiva, que humilla a los hombres y
produce en ellos y en las organizaciones sociales una "capítis dimi-
nutio".
La actitud valiente y definida del Dr. Mariano Suárez Veintimilla
salvó a la República de los males de la dictadura y él pasó a la his-
toria como el adalid defensor de la estabilidad constitucional. El no
buscó su figuración, tampoco ambicionó el poder. Su característica
fue la modestia y una auténtica humildad. Pero tuvo la valentía y el
patriotismo de levantar inicialmente él solo su voz contra la dicta-
dura militar y esa voz fue tan viril y potente, que sacudió el am-
biente nacional, enfervorizó al pueblo y logró aún la reacción de las
Fuerzas Armadas y así se salvó el régimen democrático y el orden
constitucional del Ecuador.
En fin, en esta Eucaristía que celebramos en el centenario del naci-
miento del Dr. Mariano Suárez Veintimilla, demos gracias a Dios,
Señor de la Historia, porque Dios y la Patria — en vital conjunción
de ideales — fueron para él la meta a cuyo servicio orientó toda su
vida: fue el ciudadano católico ejemplar, que cumplía sus deberes
para con Dios y entregaba todos sus esfuerzos al servicio de la Pa-
tria. El supo dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del Cé-
sar, según la sentencia evangélica.
Así sea.
Alocución proniinciniiíi por Mons. Antonio j. González Z.,
Arzobispo de Quito, en la Misa de acción de gracias celebrada en la
Basílica del Voto Nacional de Quito, el lunes 9 de junio de 1997,
con ocasión del centenario del nacimiento del
Dr. Mariano Suárez Veintimilla, 8 de junio de 1897.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
Preparación del Jubileo 2.000
Año 1997 dedicado a Jesucristo
(Trabajo premiado con publicación)
En la antigüedad el hombre llevaba la cuenta del tiempo tomando
como referencia un hecho importante de la región a la que se perte-
necían, de esta forma en el Imperio Romano tomaban como referen-
cia del tiempo el año de fundación de Roma, la capital del Imperio,
o el tiempo de ejercicio del emperador en turno.
En el año 313 d.C, el emperador Constantino, convencido por su
madre, Santa Elena, proclama religión oficial del Imperio al Cristia-
nismo, cesando de esta forma la persecución a la Iglesia. Años más
tarde se encarga al fraile Dionisio "El Exiguo" hacer la concordan-
cia de los años.
Cristo marca un hito en la humanidad y su nacimiento es tomado
como punto de referencia. Desde entonces la historia de la humani-
dad gira en torno al nacimiento del Rey.
Estamos a tres años de entrar en el tercer milenio, de conmemorar
2.000 años del nacimiento de Jesús, nacimiento del Verbo, del Elegi-
do del Padre para salvar a los hombres, del Mesías que viene anun-
ciando la Buena Nueva.
Muchos lo vieron físicamente, vieron sus milagros, sintieron su in-
menso amor, y algunos de ellos no tuvieron confianza, en libertad,
sin condicionamientos, en el contenido de la palabra y acciones de
jesús. Esperaban a Cristo, pero lo esperaban diferente, lo esperaban
a la manera que la limitada mente humana lo había concebido.
Llegó Cristo, de naturaleza divina y naturaleza humana, naturale-
zas íntimamente unidas, que no se pueden separar. Llegó Cristo,
p
308
■ BOLETIN ECLESIASTICO
que no es parte Dios y parte hombre, ni tampoco el resultado de
una mezcla confusa entre lo divino y humano. Jesús se hizo verda-
deramente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesús asu-
me la naturaleza humana que pertenece propiamente a la persona
divina del Hijo de Dios.
Nace a la humanidad de una mujer perfectísima que tendría con
profusión todos los tesoros de la sabiduría y la gracia. Ella traspa-
saría en gracia, en virtud y en gloria a todos los seres más excelen-
tes creados por Dios. Un molde humano perfecto, capaz de trans-
mitir desde el seno materno y fuera de él también, las cualidades y
virtudes más perfectas de la naturaleza humana a su hijo, huésped
de sus entrañas. Sí, la Virgen María es madre de Dios hijo, en su na-
turaleza humana y divina desde que Jesús se inserta en nuestros
tiempos.
Llegó Cristo, derribando los esquemas equivocados formados en la
mente humana, revelando un nuevo nombre de Dios: Padre, Padre
Nuestro, Padre de Jesús, Padre tuyo y también mío.
Muchos no vieron al Hijo de Dios hecho hombre, no le creyeron, les
faltó la fe que se requiere para sentirlo, virtud que 2.000 años des-
pués sigue siendo necesaria para abrazarlo en la Eucaristía, en el
Sacramento de la Reconciliación, en nuestros hermanos, en la liber-
tad y paz que nos proporciona.
Jesús vino al mundo a manifestar a Dios como Padre, porque el
hombre por su propio esfuerzo no puede llegar a conocer al Padre
si no es a través del Hijo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida",
manifestación valedera y necesaria en nuestros tiempos, que debe
conducir al reinado de Cristo en el mundo, pues necesitamos recon-
ciliarnos con el Padre y Jesús es la Alianza de Reconciliación y Per-
dón.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
309
La Misión de jesús no termina con su Resurrección y Ascensión a
los cielos, su papel continúa ciía a día mediando entre los hombres
y el Padre Eterno con la misma oración que El mismo nos enseñó:
"Padre mío y de mis hermanos,
escucha a los que te invocan,
a los que te glorifican por tu infinito amor y
que están dispuestos a aceptar tu Reino porque
proviene de tu plan de amor que yo les propuse.
Que se abandonen en Ti
para que hagas tu voluntad en ellos así como en mí lo haces,
en la tierra como en el cielo.
Manifiesta tu eterno amor en las necesidades de mis hermanos.
Por su condición humana. Oh Padre Misericordioso!,
perdónales sus pecados,
para que ellos también aprendan a perdonarse mutuamente.
Así como me acompañaste para vencer las tentaciones del desierto,
no abandones a mis hermanos en su lucha por vencerlas.
Como Padre y Madre amorosa cúbrelos con tu protección divina.
Así sea la vida de mis hermanos y la mía por hoy y siempre".
Así es como Jesús actuó y continúa actuando en presencia del pa-
dre, sirviendo como puente, como camino entre Dios y nosotros co-
mo Hijo de Dios y hermano nuestro, de esta forma nos hace partí-
cipes de su ser divino. Así como El nos manifiesta ser hijos de Dios
en la oración que nos enseñó, nosotros manifestamos a Jesús como
hermano y a Dios como Padre Eterno.
Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. El evangelio de San
Lucas nos lo dice: "Al principio era el Verbo, y frente a Dios era el
Verbo, y el Verbo era Dios" (Jn 1,1), "Y el Verbo se hizo carne y ha-
bitó entre nosotros" (Jn 1, 14). El Hijo no es una parte de Dios, pues
no tiene nada propio, sino que todo lo que tiene el Padre es suyo.
Por eso El también es Dios. Verdadero hombre por haberse hecho
BOLETIN ECLESIASTICO
carne, por haber asumido la naturaleza humana en El y habitar en-
tre nosotros. Jesucristo por ser verdadero hombre y verdadero Dios
es el único mediador entre Dios y los hombres. Como hombre Jesu-
cristo nos conoce, sabe de nuestras debilidades, nuestras falencias e
imperfecciones, propias de nuestra naturaleza humana; como Dios
nos conduce, nos ama, nos perdona.
Y así como la misión de Jesús continúa en los cielos, así en la tierra
permanece entre nosotros "con su Cuerpo y su Sangre resucitada,
que nos renueva, conserva y acrecienta la vida de gracia recibida en
el Bautismo, reaviva nuestro amor y nos hace capaces de romper los
lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en El, por me-
dio del Espíritu Santo" (Cat 1392). Cumpliendo de ésta forma la
promesa que El nos hizo de permanecer con nosotros hasta el fin
del mundo.
Así como ahora Jesús se da en la Eucaristía en su Cuerpo y Sangre,
también se da a nuestros hermanos, a través de nosotros, como se
dio hace 2.000 años a la Samaritana (Jn 4, 1) para a través de noso-
tros dar a conocer a Dios Padre; en la multiplicación de los panes
(Me 8,1) para cooperar en la satisfacción de las necesidades mate-
riales de nuestros hermanos; el perdón con la mujer adúltera en el
Templo mientras predicaba (Jn 8, 1) para acrecentar la dignidad de
nuestros hermanos; el expulsar demonios (Mt 8, 28) con la libertad
a la que nos invita el Padre y que no debemos limitar en nuestros
hermanos; el fariseo y la mujer pecadora (Le 7, 36) para perdonar a
nuestros hermanos en correspondencia al perdón que nos brindan
nuestro Padre y nuestros hermanos; en la curación de un leproso
(Le 5, 12) en la asistencia que tenemos que proporcionar a nuestros
hermanos en la enfermedad corporal y espiritual. Enseñanzas que
con ejemplo vivo nos dio para vivir el verdadero amor al Padre.
Para culminar majestuosamente su obra redentora en la tierra Jesús
es víctima por el perdón de los pecados. En la última cena manifies-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
31 1
ta a los apóstoles que "su sangre será derramada por una muche-
dumbre, para el perdón de sus pecados" (Mt 16, 28). Jesús al morir
y "reedificar el Templo de Dios en tres días" ha conseguido el per-
dón a los hombres por la falsa concepción que tenían de Dios, ha
derrumbado el falso templo y ha reedificado con su resurrección el
verdadero Templo de Dios Padre que es El, y que es donde nosotros
debemos permanecer y que nos llevará, junto con nuestros herma-
nos, al encuentro con el Padre en la plenitud de los tiempos.
Perdón que seguimos experimentando gracias a la misión enco-
mendada a los apóstoles (Jn 20, 21) y que se va trasladando hasta
los sacerdotes. Perdón que es consecuencia del reconocer nuestras
debilidades, en que hemos caído y que nos arrepentimos de ello.
Así como el perdón de ios pecados ha continuado hasta nuestros
días, Jesús también ha querido que su sacrificio se siga realizando
en su memoria en cada Eucaristía para que la alianza que Dios hi-
zo con su pueblo se siga renovando.
Es tanto el amor de Jesús por nosotros que nos ha dejado su Cuer-
po glorioso y su Sangre preciosa como alimento de vida: "El Verbo
hecho carne, por su palabra hace de su carne verdadero pan y el vi-
no se convierte en sangre de Cristo; y si nuestros pobres sentidos no
lo perciben, la fe es suficiente para cerciorar de ello al corazón pu-
ro" (Sto. Tomás de Aquino, "Pange Lingua").
Jesús mismo nos invita en varias ocasiones a alimentarnos de El. Es-
tas amorosas invitaciones, promesas y amenazas nacen del encen-
dido deseo que tiene de unirse con nosotros en este Sacramento. Je-
sús continúa realizando su sacrificio por nosotros, como El dijo:
"No hay nada más grande que el dar la vida por los amigos".
El amor siempre aspira y busca la unión, "dos corazones que se
aman suspiran por hacer de los dos uno" (Sto. Tomás), de esta for-
2
ma Jesús busca darse a todos y a cada uno de nosotros para que vi-
vamos en gracia de Dios y crezcamos en su amor.
El sello culmen de la obra redentora de Jesús se manifiesta en su Re-
surrección, siendo Dios vence a la muerte. Nosotros, 2.000 años des-
pués basamos este prodigio en el testimonio de quienes lo conocie-
ron, testimonio que se ha transmitido a través de los siglos hasta
nuestros días.
Para que ese testimonio continúe nace la Iglesia nueve días después
de la Ascensión de Jesucristo, "en el día de Pentecostés los apósto-
les estaban reunidos y de repente llegó el Espíritu Santo quedándo-
se llenos de El" (He 2, 1). A partir de ese momento los apóstoles
comprenden todo lo sucedido y hablan con fuerza sobre ello. Esa no
ha sido la única venida del Espíritu Santo de Dios sobre la Iglesia,,
pues el Espíritu se sigue manifestando en los movimientos religio-
sos, en las comunidades dinámicas que rejuvenecen la Iglesia.
De igual forma Cristo resucitado está presente en la Iglesia:
- En Cuerpo y Sangre en la renovación del sacrificio Eucarístico
- En el perdón de los pecados mediante el Sacramento de la Re-
conciliación
- En la Unción de los enfermos
- Cuando oramos
- Presente en nuestros hermanos, sobre todo en los más necesita-
dos
- Presente en los Ministros, en los catequistas, en los niños
- Presente en el Altar
- Presente en su Palabra
Es necesario compartir la Palabra de Dios y hacer conocer a Jesús a
todos los hombres de la tierra para que juntos encontremos la vida
plena, y vayamos al Padre por el Hijo, en una comunicación actual
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
313
y un amor continuo por medio de la oración, relación consciente
con Jesús y el Padre Eterno, reconociéndolo en los pobres, solidari-
zándonos con ellos, profundizando en su conocimiento.
Y será el Hijo quien determine quienes son salvos, pues nosotros
como criaturas de Dios fuimos creados por medio del Hijo y para el
Hijo (Col 1, 15).
En la llegada del Tercer Milenio Jesús quiere hacernos un llamado a
la conversión por medio del fortalecimiento de la fe en el Hijo de
Dios cuya consecuencia debe transformar a la sociedad.
Parroquia "Reina del Mundo de Carcelén"
Equipo de Catequistas
Marzo de 1997
La Fundación Catequística
"LUZ Y VIDA"
instalada en el interior del Pasaje Arzobispal
ofrece:
libros y folletos sobre Jesucristo,
a quien está dedicado el año 1997.
Local 13
^ 211 451 Apartado Postal 17-01-139
Quito - Ecuador
314
BOLETIN ECLESIASTICO
Administración Eclesiástica
Nombramientos
Marzo
21 P. Walter Eduardo Ossa Sánchez, CMF., Vicario parroquial
de Ntra. Sra. de los Dolores de la Armenia.
26 Señores Elias Torres, Gloria Espinosa, Jorge Espinosa, Vi-
viana Torres y Fernando Arce, miembros de la Comisión
Arquidiocesana de Quito de Pastoral Afro.
26 P. Franco Nascimbene, MCCJ, Asesor eclesiástico de la Co-
misión Arquidiocesana de Quito de Pastoral Afro.
Mayo
20 Mons. José Carollo Pasín, Vicario Episcopal de Quito Sur,
para otros tres aiños.
20 P. Román Guzmán Bravo, SDB., Párroco de San Juan Sos-
co de la Tola.
28 Ing. Marcelo Contreras, Administrador de la iglesia de la
Ascensión de la Primavera, Cumbayá, para un año más.
Decretos
Marzo
19 Decreto de erección de un oratorio en el Hogar de Ancia-
nos "San Vicente de Paúl", ubicado en San Antonio de Pi-
el"! i nc ha.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
315
Abril
07 Decreto de erección de una capilla privada en la propiedad
de la familia Suárez-Barba, ubicada en Tumbaco.
11 Decreto de erección de un oratorio en la casa "Vergel Ma-
ría Francisca" de la Congregación de Religiosas Francisca-
nas Misioneras de la Inmaculada.
15 Decreto de erección canónica de una casa religiosa de la
Congregación de Hermanitas de la Anunciación en Ama-
guaña, destinada a guardería infantil.
Mayo
26 Decreto de erección de la parroquia eclesiástica "La Anun-
ciación" de la ciudadela Tarqui, Quito Sur.
Decreto
De erección de la Parroquia Eclesiástica
"La Anunciación"
Antonio J. González Z.,
Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica
Arzobispo de Quito y Primado del Ecuador
Considerando:
1. Que el sector de la Ciudadela Tarqui ha experimentado un nota-
ble crecimiento demográfico, de tal manera que se hace necesa-
rio proveerle de un cuidado más esmerado y permanente;
2. Que dicho sector cuenta con iglesia y casa parroquial propias,
donde la comunidad cristiana puede reunirse para celebrar el
316
BOLETIN ECLESIASTICO
culto religioso y para realizar actividades de carácter pastoral y
social, bajo la dirección del párroco; y
3. Que no es posible atender debidamente al cuidado espiritual de
los moradores de dicho sector si no es mediante la erección de
una nueva parroquia eclesiástica.
Oído el parecer favorable del Consejo de Presbiterio, consultado el
Vicario Episcopal de Quito Sur y en uso de las facultades que nos
competen según el can 515, párrafo 2, del Código de Derecho Canó-
nico.
Erigimos y constituimos en Parroquia Eclesiástica
el Sector de la Ciudadela Tarqui
La Patrona de esta nueva parroquia eclesiástica será la Santísima
Virgen en el misterio de LA ANUNCIACION, quien será, al mismo
tiempo, la Titular de la iglesia parroquial.
Los límites de la nueva parroquia eclesiástica de LA ANUNQA-
CION serán los siguientes:
Al Norte: La calle Carapungo, limitando con La Raya;
Al Oriente: La Avenida Mariscal Antonio José de Sucre;
Al Sur: La calle Tachina, limitando con Santa Bárbara; y
Al Occidente: Con el monte Lungüí.
La iglesia de LA ANUNCIACION será tenida en adelante como pa-
rroquial y gozará, por lo mismo, de todos los privilegios y prerro-
gativas que el Derecho concede a las iglesias parroquiales, por lo
cua! tendrá fuente bautismal y podrán celebrarse en ella todas las
funciones parroquiales. Junto a la iglesia funcionará el despacho
parroquial.
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
317
La parroquia eclesiástica de LA ANUNCIACION deberá ser una
comunidad de comunidades y de movimientos, que acoge las an-
gustias y esperanzas de los hombres, anima y orienta la comunión,
participación y misión; y deberá cumplir su misión de evangelizar,
de celebrar la liturgia, de impulsar la promoción humana v de ade-
lantar la inculturación de la fe en las familias, en los grupos y mo-
vimientos apostólicos y, a través de ellos, en la sociedad (Santo Do-
mingo, N'^ 58).
El párroco de LA ANUNCIACION coordinará sus actividades pas-
torales con el equipo sacerdotal de Quito Sur y con la Zona pasto-
ral del mismo nombre.
Damos, pues, por erigida y constituida la nueva Parroquia Eclesiás-
tica de LA ANUNCIACION y ordenamos que el presente decreto
de erección sea leído públicamente en esta parroquia y en la parro-
quia de Cristo Resucitado.
Dado en Quito, en el Palacio Arzobispal, a los 26 días del mes de
mayo del año del Señor de 1997, fiesta de Santa Mariana de Jesús.
Antonio J. González Z.
Arzobispo de Quito
Primado del Ecuador
Héctor Soria S.
Canciller
318
BOLETIN ECLESIASTICO
Información Eclesial
En el Ecuador
Décimo Aniversario de la
Fundación de SICNIE
En los días 27, 28 y 29 de mayo de
1997, se realizó en la "Casa campe-
sina" de la diócesis de Riobamba una
concentración nacional de los "Servi-
dores de la Iglesia Católica de las na-
cionalidades indígenas del Ecuador"
SICNIE, a fin de celebrar el décimo
aniversario de la fundación de esta
organización nacional de los servido-
res indígenas de la Iglesia Católica.
En la medida en que fue avanzando
la evangelización del mundo indíge-
na en diversas diócesis del Ecuador
y en la medida en que se fue organi-
zando una verdadera "Pastoral indí-
gena", fueron surgiendo los sen/ido-
res de las comunidades cristianas
entre los indígenas. Incluso se orga-
nizaron los ministerios que son con-
feridos a quienes se preparan para
servir a las comunidades cristianas.
Hace diez años, en 1987, Mons, Leó-
nidas Proaño fundó SICNIE como un
organismo de coordinación en ámbi-
to nacional de los "Servidores de la
Iglesia Católica de las nacionalida-
des indígenas del Ecuador".
SICNIE convocó a los servidores in-
dígenas de las comunidades cristia-
nas a una concentración nacional.
que se realizó en Riobamba, desde
el 27 hasta el 29 de mayo de 1997,
para celebrar el décimo aniversario
de la fundación de SICNIE. Participa-
ron en la reunión de Riobamba servi-
dores indígenas de las diócesis del
Ecuador en las que funciona esta or-
ganización. Participaron en esta ce-
lebración Mons. Raúl López M.,
Obispo de Latacunga, Presidente del
Departamento de Pastoral indígena;
Mons. Víctor Corral M., Obispo de
Riobamba, miembro de la comisión
de Pastoral indígena, y Mons. Carlos
Altamirano A., Obispo Auxiliar de
Quito.
Entre los actos con los que se cele-
bró este décimo aniversario pueden
citarse: una exposición de pintura de
artistas indígenas, un foro sobre la
Iglesia indígena en la Teología, en la
Liturgia, etc. Mons. Víctor Corral pre-
sidió la celebración de la Eucaristía,
con la que en la Catedral de Riobam-
ba se dieron gracias a Dios por la
fundación y actividad de SICNIE en
este lapso se diez años.
Nuevo Superior Provincial de
Mercedarios en el Ecuador
El Muy Rvdo. P. Ricardo Chamorro
Armas. O. de M., ha desempeñado,
en dos períodos seguidos, el cargo
de Superior Provincial de la Orden de
Nuestra Señora de la Merced en el
Ecuador. Ha sido Superior Provincial
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
desde 1991 hasta el mes de abril de
1997. Como nuevo Superior Provin-
cial de Mercedarios en el Ecuador ha
sido designado el Muy Rvdo. P. Gui-
llermo Hurtado Alvarez, O. de M.,
quien era hasta abril de 1997 Co-
mendador o Superior local del Con-
vento Máximo de la Basílica de la
Merced en Quito.
El P. Guillermo Hurtado Alvarez, O.
de M., ha sido formador de los futu-
ros mercedarios. En estos últimos
tiempos ha actuado con eficacia y di-
ligencia como vicepostulador en la
Causa de canonización del Siervo de
Dios Francisco de Jesús Bolaños,
causa que ya llega a su término en el
Tribunal respectivo de la Arquidióce-
sis de Quito.
El P. Ricardo Chamorro Armas conti-
núa prestando sus servicios pastora-
les al Obispado castrense como ca-
pellán de la Guardia presidencial.
MoNS. Vicente Cisneros D.,
Obispo de Ambato, participo
EN UN Seminario contra la Co-
rrupción, en Chile.
El Consejo Episcopal Latinoamerica-
no CELAM con colaboración de la
Fundación Adenauer organizó en
Santiago de Chile, en mayo de 1997,
un Seminario contra la Corrupción
pública y privada. Puesto que la Co-
rrupción administrativa es un fenó-
meno social y político que se ha ex-
tendido escandalosamente en estos
tiempos casi en todos los países, el
CELAM juzgó necesario organizar un
Seminario internacional en Santiago
de Chile, para estudiar la situación
de América Latina sobre la Corrup-
ción y para dar orientaciones oportu-
nas a fin de oponer un dique al avan-
ce de este mal social.
Participaron en este Seminario con-
tra la Corrupción dieciséis obispos
representantes de las Conferencias
Episcopales de América Latina y va-
rios expertos en economía y política
social.
En representación de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana, participó en
el Seminario de Chile Mons. Vicente
Cisneros Durán, Obispo de Ambato y
Vicepresidente de nuestra Conferen-
cia Episcopal.
Mons. Vicente Cisneros informó que
en el Seminario llevado a cabo en
Santiago de Chile se redactó una De-
claración ética contra la Corrupción y
se reflexionó detenidamente para
elaborar unas Bases para un "Pro-
yecto de Ley contra la Corrupción".
En el Seminario de Santiago de Chi-
le, a cuya sesión de clausura asistió
también el Presidente de Chile, se
recomendó a los participantes que, al
volver a su país, se preocuparan de
que cada Conferencia Episcopal en-
viara el Documento de la "Declara-
ción ética contra la Corrupción" y de
las "Bases para un Proyecto de Ley
contra la Corrupción" a su respectivo
Gobierno, al Congreso legislativo y a
la Corte Suprema de Justicia.
320
BOLETIN ECLESIASTICO
Fechas Jubilares de
Ordenaciones Sacerdotales
en junio y julio de 1 997
El domingo 4 de julio de 1937, hace
sesenta años, el Arzobispo de Quito,
Mons. Carlos María de la Torre, con-
firió en la Catedral de Quito, el pres-
biterado a Luis Carvajal. Honorato
Cobo y Felicísimo Maya, de la dióce-
sis de Ibarra; y a Fr. Bernardino
Echeverría Ruiz , O.F.M. y a Fr. Jor-
ge Mosquera, O.F.M. Por tanto, el 4
de julio de 1997, celebran el 60 ani-
versario de su ordenación sacerdotal
el señor Cardenal Bernardino Eche-
verría Ruiz, Arzobispo emérito de
Guayaquil, y Mons. Luis Alfredo Car-
vajal, Obispo emérito de Portoviejo.
Mons. Vicente Felicísimo Maya y
Mons. Jorge Mosquera, O.F.M. falle-
cieron hace algunos años.
El domingo 29 de junio de 1947, ha-
ce cincuenta años, Mons. Carlos Ma-
ría de la Torre, confirió el presbitera-
do al P. Jorge Rivadeneira, C.M.
El domingo 21 de julio de 1957, hace
cuarenta años, Mons. Carlos María
de la Torre confirió el presbiterado al
P. Jaime Eduardo Fernández, al Dr.
Hugo Aníbal Reinoso, al P. César
Gustavo Viteri, de la Arquidiócesis de
Quito; a Fr. Guillermo Hurtado, O. de
M., y al P. Luis Delgado, C.M.
El sábado 1^ de julio de 1972, hace
veinticinco años, el señor Cardenal
Pablo Muñoz Vega, S.J., Arzobispo
de Quito, celebrando ordenaciones
en la iglesia parroquial de la Sma.
Trinidad del Seminario Mayor de San
José, confirió el presbiterado al P.
Luis Oswaido Garzón, que falleció; ai
Dr. Angel Heredia, párroco de Nues-
tra Señora de la Paz; al P. Mario Al-
berto Vaca, párroco de Cristo Salva-
dor de El Camal; al P. Lucio Yánez,
párroco de Alangasí; y, al P. Pedro
Le Maire, quien regresó a Bélgica.
Por lo tanto, los PP. Angel Heredia,
Mario Alberto Vaca y Lucio Yánez,
de la Arquidiócesis de Quito, cele-
bran el 1 2 de julio de 1 997, las Bodas
de Plata de su ordenación sacerdo-
tal.
Comunicado a los Medios de
Comunicación Social
Con fecha 20 de junio de 1997, la
Conferencia Ecuatoriana emitió el si-
guiente comunicado a los Medios de
Comunicación Social.
En los próximos días los delegados
de Ecuador y Perú se reunirán en
Brasilia, en torno a la mesa de nego-
ciaciones, con el ánimo de llegar a
una solución definitiva, digna y justa,
del diferendo limítrofe que funda-
menta la paz y la integración que los
dos pueblos necesitan para su desa-
rrollo humano integral.
Los ecuatorianos hemos optado por
la paz y la fraternidad con el Perú.
Tenemos una política de Estado que
nos compromete a no utilizar las di-
vergencias con el Perú con intereses
partidistas. Gracias a esta política
nuestro actual Gobierno renuncia a
fomentar la animosidad con el her-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
321
mano pueblo del Perú, para así gran-
jearse el apoyo popular.
Nuestros delegados requieren la
confianza y la comprensión de lodo
el pueblo ecuatoriano ante la históri-
ca misión a ellos encomendada, para
seguir manteniendo la necesaria se-
renidad y la imprescindible unidad, a
pesar de falsas voces que se dejan
oír al inicio de cada ronda de nego-
ciaciones.
Por eso pedimos, a los Medios d^e
Comunicación Social, mantener/la
serena visión de los hechos que les
caracteriza, evitando hacer eco a fal-
sos rumores. A los creyentes y a los
hombres de buena voluntad, invita-
mos a pedir a Dios que abra las men-
tes de unos y otros y nos transforme
en forjadores de la paz.
La paz exige apertura y compren-
sión. La paz es un don de Dios.
Semana de Prevención contra
EL Uso Indebido de Drogas
Con ocasión de celebrarse el 26 de
junio el '.'Día Internacional de la lucha
contra el uso indebido y tráfico ilícito
de las drogas", el Consejo Nacional
de Control de Sustancias Estupefa-
cientes y Psicotrópicas, CONSEP,
ha establecido la "Semana de la Pre-
vención del Uso indebido de Dro-
gas", para recordar a todos los esta-
mentos de nuestra sociedad, la obli-
gación que tienen de salvaguardar a
nuestra niñez y juventud del peligro
de las drogas.
Visitas de Ilustres Prelados a
LA Iglesia en el Ecuador
Desde el 23 de julio hasta el 4 de
agosto visitará el Ecuador Mons. Ci-
priano Calderón, Vicepresidente de
la Pontificia Comisión para América
Latina, CAL.
En Quito, Mons. Cipriano Calderón
participará en la celebración del 60-
aniversario de la ordenación sacer-
dotal del señor Cardenal Bernardino
Echeverría y de Mons. Luis Alfredo
Carvajal y en la celebración del 25°
aniversario de la ordenación episco-
pal de Mons. Raúl Vela Chiriboga. El
viernes 25 de julio, Mons. Cipriano
Calderón participará en la Misa del
10- aniversario de la muerte de
Mons. Alejandro Labaca y de la Hna.
Inés Arango, en la Capilla del Semi-
nario Mayor San José de Quito. Lue-
go Mon. Cipriano Calderón visitará la
Arquidiócesis de Portoviejo, la dióce-
sis de Máchala, la de Ibarra y la de
Latacunga. Terminará su visita en la
Arquidiócesis de Quito con una pere-
grinación al santuario mariano de El
Quinche.
El sábado 26 de julio de 1 997 llegará
a Quito, en una nueva visita al Ecua-
dor, el señor Cardenal Friedrich Wet-
ter. Arzobispo de Munich, atendiendo
a una invitación que le formuló Mons.
José Mario Ruiz Navas, Arzobispo
de Portoviejo y Presidente de la Con-
ferencia Episcopal Ecuatoriana. El
señor Cardenal Wetter visitará las
principales obras de carácter social
construidas en Quito con ayuda de la
Arquidiócesis de Munich, como el
322
BOLETIN ECLESIASTICO
Hospital Psiquiátrico del Sagrado
Corazón de Jesús de Parcayacu.
Con ocasión de la visita del Cardenal
Wetter, se celebrará en la sede de la
Conferencia Episcopal, en Quito, una
sesión del Consejo Permanente am-
pliado, el jueves 26 de julio a las
lOhOO, en la que se tratará principal-
mente del tema de las relaciones de
la Iglesia de Munich con las Iglesias
particulares del Ecuador. El señor
Cardenal Wetter visitará también
Guayaquil, Portoviejo e Ibarra. Espe-
ramos que en todas estas iglesias re-
ciba el testimonio de gratitud de los
católicos ecuatorianos por la fraterna
y generosa ayuda que desde hace
muchos años la Arquidiócesis de Mu-
nich viene prestando al Ecuador.
En el Mundo
Ceferino Gifv/iÉNEZ Malla, el
PRIMER BEATO DE RAZA GITANA
La Conferencia Espiscopal Españo-
la, reunida en Asamblea Plenaria, se
dirigió gozosamente a toda la Iglesia,
a la sociedad de su país y de mane-
ra especial al pueblo gitano, con mo-
tivo de la beatificación de Ceferino
Giménez Malla, "el Pelé", primer gita-
no beatificado el 4 de mayo de 1997.
Ceferino Giménez Malla, "el Pelé",
fue una de las figuras significativas
dei pueblo gitano, que coronó una vi-
da criítiana auténtica con el martirio.
Nacido de familia de gitanos nóma-
das en 1881, experimentó las caren-
cias de la pobreza en su infancia.
Después de casarse con Teresa Gi-
ménez Castro se estableció en Bar-
bastro y cambió su suerte consi-
guiendo una posición desahogada
como tratante de caballerías. En es-
te oficio gozó de un amplio reconoci-
miento por su saber y honradez. Fue
miembro de distintas obras de apos-
tolado. Se distinguió por su preocu-
pación por los niños y, siendo analfa-
beto, se manifestó como un gran ca-
tequista que gustaba de reunir a los
pequeños, gitanos y payos, para ha-
blarles de Dios. A finales de julio de
1936 fue arrestado junto con un sa-
cerdote joven por salir en su defensa;
esta circunstancia podía llevarle a la
muerte; hubiera podido salvar su vi-
da entregando un rosario a un mili-
ciano amigo que quería ayudarle, pe-
ro prefirió ser testigo fiel de su fe.
Encuentro Ecuménico
CELAM-CLAI
Desde el 2 al 4 de mayo de 1997 se
llevó a cabo en Quito el primer En-
cuentro Oficial entre el Consejo Epis-
copal Latinoamericano (CELAM), el
Consejo Latinoamericano de Iglesias
(CLAI) y la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana (CEE). Este encuentro
fue convocado por el CELAM y el
CLAI y fue organizado por la Confe-
rencia Episcopal Ecuatoriana. Por
parte del CELAM vinieron al encuen-
tro de Quito Mons. José Luis Lacun-
za, Obispo de Chitré (Panamá) y
Responsable de la Sección de Ecu-
menismo del CELAM, con el secreta-
rio ejecutivo de esa sección; por par-
DCTOS. ARQUIDIOCESANOS
323
te de la Conferencia Episcopal Ecua-
toriana participaron en este encuen-
tro Mons. Julio Terán Dutari, Presi-
dente del Departamento de Cultura,
Ecumenismo y Diálogo interreligioso
de la CEE y su secretario, P. Luis
Cabrera, O.F.M.
Entre los posibles temas a conside-
rarse en este encuentro se escogie-
ron los siguientes: Visión general del
ecumenismo en América Latina, pre-
sentación de los programas del CE-
LAM y del CLAI, las celebraciones
ecuménicas con ocasión del Tercer
Milenio, las acciones comunes de ca-
rácter social, como la paz, la ecolo-
gía, etc.
Los ULTIMOS Viajes Apostóli-
cos DEL Papa Juan Pablo II
En los meses de abril y mayo de
1997, Su Santidad el Papa Juan Pa-
blo II realizó importantes viajes apos-
tólicos: En los días 12 y 13 de abril
de 1997, el Papa Juan Pablo II pudo
realizar su anhelada visita pastoral a
Sarajevo, "ciudad símbolo de las tra-
gedias que han afectado a Europa en
el siglo XX". El mensaje fundamental
del Vicario de Cristo en este su 75-
viaje apostólico internacional ha sido:
la paz, la amistad, el respeto y la re-
conciliación entre las poblaciones
que integran Bosnia-Herzegovina,
donde están llamados a entenderse
os bosnios musulmanes, los serbios
ortodoxos y los croatas católicos.
Del viernes 25 de abril al domingo
27, Juan Pablo I! realizó su 76' viaje
apostólico internacional, en el que ha
visitado por tercera vez la República
Checa. La finalidad principal de este
viaje apostólico fue la clausura de las
celebraciones del milenario del marti-
rio de San Adalberto, obispo de Pra-
ga, gran misionero en varios países
de Europa central y oriental.
El sábado 1 0 y el domingo 1 1 de ma-
yo, el Papa Juan Pablo II realizó su
77- viaje apostólico internacional, en
el que visitó Beirut, capital del Líba-
no. La finalidad de este viaje pastoral
de Juan Pablo II fue la celebración
de la fase conclusiva de la Asamblea
especial para el Líbano del Sínodo
de los Obispos, en la que hizo la en-
trega de la exhortación apostólica
postsinodal.
Dignatarios de la Asamblea
Especial para America del
Sínodo de los Obispos
Su Santidad el Papa Juan Pablo II ha
dispuesto que la Asamblea Especial
para América del Sínodo de los Obis-
pos se celebre en Roma, en el aula
sinodal, desde el 16 de noviembre
hasta el 12 de diciembre de 1997 y
ha designado a los dignatarios de es-
ta asamblea sinodal. Han sido desig-
nados Presidentes delegados: el
Cardenal Eugenio de Araujo Sales,
Arzobispo de San Sebastián de Río
de Janeiro; el Cardenal Roger Mi-
chael Mahony, Arzobispo de Los An-
geles (EE.UU.), el Arzobispo Darío
Castrillón Hoyos, Pro-Prefecto de la
Congregación para el Clero.
Relator General ha sido nombrado el
Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, Ar-
zobispo de Guadalajara (México).
Secretarios Especiales: el Arzobispo
Francis Eugene George, O.M.I., Ar-
zobispo de Chicago (EE.UU.) y
Mons. Estanislao Esteban Karlic, Ar-
zobispo de Paraná (Argentina), Pre-
sidente de la Conferencia Episcopal
Argentina.
Presidente de la Comisión para el
mensaje: el Card. Jean Claude Ture-
cott, Arzobispo de Montreal (Cana-
dá), presidente de la Comisión para
Información: Mons. Andrés Rodrí-
guez Madariaga, S.D.B., Arzobispo
de Tegucigalpa (Honduras), Presi-
dente del CELAM.
El Papa Juan Pablo II
CLAUSURO EL 46° CONGRESO
EucARisTico Internacional
mayo. Entre los concelebrantes, que
acudieron de todo el mundo, desta-
caban ochenta obispos y cardenales.
El sábado 31 de mayo de 1997, Su
Santidad el Papa Juan Pablo II inició
su 78^ viaje apostólico internacional
y el 6- a su patria, Polonia.
El motivo principal de este viaje fue
la solemne clausura del 46^ Congre-
so Eucarístico Internacional celebra-
do en la ciudad de Wroclaw, el do-
mingo 1- de junio. Juan Pablo II pre-
sidió, en la ciudad de Gniezno una
concelebración eucarística con oca-
sión del milenario del martirio de San
Adalberto, el martes 3 de junio. El
domingo 8 de junio el Santo Padre
canonizó, en Cracovia, a la beata
Eduvigis. La nueva visita del Papa a
Polonia concluyó el martes 10 de ju-
nio a las 20h30, hora en que llegó a
Roma.
El 46- Congreso Eucarístico Interna-
cional se celebró en Wroclaw (Polo-
nia) desde el domingo 25 de mayo
hasta el domingo 1- de junio de
1997. El tema adoptado para este
Congreso Eucarístico Internacional
fue el siguiente: "Eucaristía y liber-
tad".
El Cardenal Angelo Sodano, Secre-
tario de Estado de Su Santidad, fue
nombrado Legado Pontificio ante es-
te Congreso, e inauguró este evento
religioso internacional con una Euca-
ristía celebrada en la milenaria Cate-
dral de San Juan Baustista de Wro-
claw, a las 17h00 del domingo 25 de
Conclusión del Mes de Mayo
EN EL Vaticano
Siguiendo la tradición, el último día del
mes de mayo tuvo lugar el rezo del ro-
sario por los jardines vaticanos en pro-
cesión hasta la gruta de la Virgen de
Lourdes, como conclusión del mes de-
dicado a María. Participaron algunos
obispos, muchos religiosos y cerca de
2.500 fieles, todos con una vela encen-
dida. Presidió la ceremonia el Card.
Virgilio Noé, Vicario General del Papa
Juan Pablo II en la ciudad del Vaticano,
puesto que Su Santidad se hallaba en
Polonia.
Oración
de S. S. el Papa Juan Pablo II
para el Primer Año de Preparación para
Jubileo Universal
del Año 2.000
Jesús, poder y sabiduría de Dios,
enciende en nosotros el amor por la divina Escritura,
donde resuena la voz del Padre,
que ilumina e inflama, alimenta y consuela.
Tú, Palabra del Dios vivo,
renueva en la Iglesia el ímpetu misionero,
para que todos los pueblos lleguen a conocerte,
verdadero Hijo de Dios y verdadero Hijo del hombre,
único Mediador entre el hombre y Dios.
Gloria y alabanza a ti, oh Cristo,
hoy y siempre y por los siglos sin fin
También en el Barrio "La Victoria" de Ei Quincine se vivió intensamente
el fervor del Mes de María que se clausuró solemnemente con una
Eucaristía presidida por Mons. Carlos Altamirano, Obispo Auxiliar de I
Quito, y un Programa preparado por las Hnas. del Buen Pastor
con las comunidades cristianas.
Princeton Theological Seminarv Library
1012 01458 9032
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