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Full text of "Boletin Eclesiastico (Ecuador)"

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UBRARY  OF  PRINCETON 

SEP  2  7  2004 


THEOLOGICAL  SEMINARY 


PER  BX1472.A1  B68 
Boletnm  eclesiástico. 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2015 


https://archive.org/details/boletineclesiast9910cath 


BOLETIN  ECLESIASTICO 

ORGANO  INFORMATIVO  DE  LA  ARQUIDIOCESIS  DE  QUITO 


AÑO  XCIX  OCT.,  NOV.  Y  DICIEMBRE  DE  1992  •  Nos.  10, 11  y  12 


I 


Imagen  de  la  Sma.  Virgen  María  que  se  venera  en  el  Templo  de  la 
recientemente  eregida  Parroquia  Eclesiástica  de  San  José  de  Ayora. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 

ORGANO  INFORMATIVO  DE  LA  ARQUIDIOCESIS  DE  QUITO 


AÑO  XCIX  OCT.,  NOV.  Y  DICIEMBRE  DE  1992  •  Nos.  10, 11  y  12 


EDITORIAL  Pág. 

•  Medio  Milenio  de  la  Evangelización  de  Amóica   423 

DOCUMENTOS  DE  LA  SANTA  SEDE 

•  De  la  Desesperación  a  la  Esperanza 

(Familia  y  Toxicodependencia)   429 

-  L  El  Fenómeno  de  la  Toxicodependencia   431 

-  n.  Tarea  Específica  de  la  Iglesia   436 

-  ni.  Presencia  Evangelizadora  de  la  Iglesia   441 

•  Mensajes  del  Santo  Padre  JUAN  PABLO  II, 

en  su  tercCTa  visita  a  la  República  Dominicana   450 

•  Apertura  de  la  IV  Conferencia  General 

Episcopal  Latinoamericana   456 

-  L  Jesucristo  ayer,  hoy  y  siempre   457 

-  n.  Nueva  Evangelización   460 

-  ni.  Promoción  Humana   465 

-  r/.  Cultura  Cristiana   470 

DIRECTOR:                   -  V.  Una  Nueva  era  bajo  el  Signo  de  la  Esperanza   473 

Rvmo.  Sr.                      *  &icuentro  con  una  representación  de  indígenas.   478 

Héctor  Soria  S.                '  ^^^'¡^  a  los  indígenas   479 

Telf  •  2 1 0  703                  '  Encuentro  con  una  representación  de  afroamericanos   484 

Apañado  17-01-00106        '  ^^^'^^J^  ^     afroamericanos   485 

DOCL'MENTOS  DEL  CELAM 

ADMINISTRADORA:      '  '^^n^aje  a  los  pueblos  de  América  Latina  y  el  Caribe   491 

Hna.  Regina  Cóidova         DOCUMENTOS  DE 

Telf.:  214  429  LA  CONFERENCU  EPISCOPAL  ECUATORUNA 

Apartado  17-01-00106        '  Medidas  Económicas.  Declaración  del  Consejo  Permanente  de 

la  Conferencia  Episcopal  Ecuatoriana    503 

Suscripción  anual  DOCL'MENTOS  ARQLIDIOCESANOS 

dentro  del  país                  '  Celebremos  el  "Día  del  Papa"   509 

S/SOOOoo                     •  Beatificación  de  Narcisa  de  Jesús   510 

Fuera  del  país                  '  ^'^"^    Nuestra  Señora  de  la  Presentación  de  El  Quinche   513 

US  S  40  00  '  '^^''^"-ación  de  la  Sierva  de  Dios 

Madre  Francisca  de  Sales  Aviat    519 

•  Día  de  laño  violencia  contra  la  mujer    525 

SE  ACEPTAN  ADMINISTRACION  ECLESIASTICA 

CANJES                        .  Nombramientos   527 

•  DecTctos   528 

INFORMACION  ECLESIAL 

•  En  el  Ecuador   534 

•  En  el  mundo   534 

Efemérides  de  la  Evangelización  de  América  Latina    540 


Editorial 

\   .        Medio  Milenio  de  la  Evangelización 

de  América 

£1  12  de  Octubre  de  este  año  mil  novecientos 
noventa  y  dos  hemos  celebrado  una  fecha  del 
todo  singular  en  la  historia  de  la  humanidad;  el 
'  ,         Quinto  Centenario  del  Descubrimiento  del  Nuevo  Mundo 
y  del  inicio  de  la  Evangelización  de  América. 

Es  cierto  que  se  ha  discutido  acerca  del  mismo  nombre  de 
descubrimiento  y  se  ha  hablado  de  "encuentro  de  dos 
mundos",  de  choque  de  culturas,  de  invasión  de  las  tierras 
del  continente  americano  por  parte  de  los  europeos.  Re- 
saltando los  aspectos  negativos  de  la  conquista  que  siguió 
al  descubrimiento,  se  ha  hablado  también  de  genocidio, 
de  dominación  y  esclavitud  o  de  quinientos  años  de  resis- 
tencia de  nuestros  pueblos  aborígenes. 

En  todo  caso,  el  doce  de  Octubre  de  mil  cuatrocientos 
noventa  y  dos,  fecha  en  que  la  pequeña  flota  comandada 
por  Cristóbal  Colón  llega  a  una  pequeña  isla  del  Caribe 
y  descubre  la  existencia  del  continente  americano,  marca 
;  para  la  humanidad  de  finales  del  siglo  quince  un  enorme 

salto  hacia  el  conocimiento  de  la  forma  y  dimensión  más 
exactas  del  planeta  tierra  y  hacia  el  descubrimiento  de  la 
verdadera  "ecumene"  o  universalidad  de  la  humanidad. 


La  llegada  de  Colón  a  América  significó  para  la  Iglesia 
Católica  la  apertura  de  nuevos  e  inmensos  campos  para 
la  evangelización.  Efectivamente,  la  Iglesia,  apoyada  ofi- 
cialmente por  las  monarquías  católicas  de  España  y  Por- 
tugal, emprendió  de  inmediato  la  tarea  de  evangelizar  y 
cristianizar  a  los  habitantes  de  las  islas  y  tierra  firme  que 
aquellos  reinos  iban  descubriendo  y  conquistando  en  la 
amplia  geografía  del  nuevo  mundo.  Numerosos  misio- 
neros, clérigos  y  miembros  de  las  órdenes  religiosas, 
fueron  enviados  para  la  evangelización  del  nuevo  mundo. 
Los  misioneros  procuraron  aprender  las  lenguas  abo- 
rígenes para  enseñar  la  doctrina  cristiana  a  los  indígenas. 
De  inmediato  se  establecieron  doctrinas  y  parroquias, 
hospitales  y  escuelas  y,  algunos  decenios  después,  se 
erigen  las  primeras  diócesis.  De  entre  los  misioneros  y 
obispos  surgen  también  los  primeros  defensores  de  los 
indios  de  la  explotación,  injusticias  y  opresión  de  los  con- 
quistadores. La  Iglesia,  en  la  medida  en  que  se  va  esta- 
bleciendo en  América,  se  organiza  y  desarrolla  su  labor 
evangelizadora,  despliega  una  amplia  labor  educativa 
que  llega  hasta  la  creación  de  célebres  universidades  y  se 
constituye  en  la  modeladora  de  las  nuevas  nacionalidades 
que  se  forman  en  América  Latina. 

Por  esta  labor  evangelizadora  en  el  nuevo  mundo,  a  la 
Iglesia  de  América  Latina  no  le  interesa  tanto  celebrar  los 
quinientos  años  del  descubrimiento  y  conquista  de 
América,  cuanto  el  inicio  de  la  evangelización  de  nuestro 
subcontinente.  El  Papa  Juan  Pablo  II,  con  especial 
clarividencia,  le  ha  exhortado  a  la  Iglesia  de  América 


Latina  a  celebrar  los  "Quinientos  años  del  inicio  de  la 
Evangelización  de  América".  Y  la  mejor  forma  de  cele- 
brar estos  quinientos  años  consiste  en  que  la  Iglesia  que 
peregrina  en  América  Latina  se  empeñe  en  una  nueva 
evangelización,  evangelización  nueva  en  su  ardor,  en  sus 
métodos  y  en  su  expresión. 

El  acto  o  acontecimiento  eclesial  más  importante  con  que 
hemos  celebrado  el  "Quinto  centenario  del  inicio  de  la 
evangelización  de  América"  ha  sido  la  "FV  Conferencia 
del  Episcopado  Latinoamericano",  que  se  ha  llevado  a 
cabo  en  Santo  Domingo,  RepúblicaDominicana,  desde  el 
12  hasta  el  28  de  octubre  de  este  año  de  1992.  El  misrruy 
Papa  Juan  Pablo  II  ha  estado  presente  una  vez  más  en 
América  Latina  para  inaugurar  personalmente  esta 
Cuarta  Conferencia.  Como  un  acto  significativo  de  que  la 
evangelización  de  América  Latina  ha  producido  también 
en  estos  cinco  siglos  frutos  maduros  de  santidad  y 
perfección  cristiana,  Juan  Pablo  II  canonizó,  al  inicio  de 
la  Corferencia  General,  a  Fr.  Ezequiel  Moreno,  quienfue 
un  Obispo  misionero  en  Pasto,  Colombia. 

La  Cuarta  Conferencia  General  del  Episcopado  Lati- 
noamericano reflexionó  sobre  "La  nueva  evangelización, 
promoción  humana  y  cultura  cristiana",  "Cristo  ayer, 
hoy  y  siempre". 

Todas  las  Iglesias  particulares  de  América  Latina,  al 
recordar  y  celebrar  la  primera  evangelización  iniciada 
hace  siglos,  deben  empeñarse  en  una  nueva  evange- 
lización, que  influya  efectivamente  en  la  promoción 


humana  de  nuestros  pueblos  y  que  penetre  en  las  culturas 
autóctonas  de  nuestras  etnias,  en  la  cultura  mestiza  más 
generalizada  y  en  la  cultura  adveniente  de  América 
Latina,  para  que  con  la  inculturación  del  Evangelio, 
nuestra  cultura  sea  verdaderamente  cristiana. 

En  todas  las  Iglesias  particulares  de  América  Latina  de- 
beremos actualizar  nuestros  planes  de  pastoral,  a  fin  de 
asumir  en  ellos  y  llevar  a  la  práctica  todos  los  compromi- 
sos y  orientaciones  pastorales  dados  por  la  "Cuarta  Con- 
ferencia General  del  Episcopado  Latinoamericano" . 


«««•Ni*»: 


^^^^ 


DOCUMENTOS 


«4 


m       DE  LA  SANTA  SEDE 


COLLANA  «DOCUMENTI  VATICANI» 
PONTIHCIO  CONSIGLIO  PER  LA  FAMIGLIA 


De  la  Desesperación 
a  la  Esperanza 

Familia  y  Toxicodependencia 


INTRODUCCION 

La  dependencia  de  la  droga  ha  sido  considerada,  en  diversas  ocasiones  por  el  Santo 
Padre,  en  su  solicitud  pastoral.  La  asignación  del  fenómeno  de  la  droga,  como 
competencia  específica,  al  Pontificio  Consejo  para  la  Familia,  subraya  la  atención 
con  la  cual  la  Iglesia  mira  tales  problemáticas  y  a  sus  funestas  y  dramáticas 
consecuencias  para  la  vida  de  la  familia  y  para  el  crecimiento  de  los  jóvenes. 

En  el  amplio  y  complejo  fenómeno  de  la  droga  y  de  la  toxicodependencia,  no  son 
pocos  los  temas  sobre  los  cuales  se  puede  reflexionar.  Hemos  elegido  uno  de 
particular  importancia:  la  relación  entre  Familia  y  Toxicodependencia.  ^ 

El  tema  de  la  toxicodependencia  preocupa  y  atrae  el  interés  de  varias  instancias 
sociales  y  pastorales.  Del  21  al  23  de  noviembre  de  199 1 ,  por  ejemplo,  el  Pontificio 
Consejo  para  la  Pastoral  de  los  Agentes  Sanitarios,  convocó  en  Roma  una  Confe- 
rencia Internacional  con  el  título  específico  de  «Contra  spem  in  spem:  droga  y 


Otros  aspectos  son  los  problemas  ligados  a  la  producción,  elaboración  y  comercio  de  la  droga  en 
un  mercado  internacional  siempre  más  amplio,  así  como  aquellos  derivantes  del  consumo  de  la 
droga  que  llega  a  ser  el  estímulo  para  una  demanda  siempre  creciente.  Hay  al  respecto  una 
oríeniación  ética  y  pastoral  que  la  Iglesia  debe  ofrecer  y  que  es[>eramos  sea  posible  estudiar  en  una 
próxima  ocasión. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


429 


alcohol  contra  la  vida»,  donde  no  faltaron  contributos  de  gran  realce  de  las  diversas 
facetas  del  fenómeno  de  la  droga  y  de  la  familia.^ 

La  reflexión  que  ahora  nos  disponemos  a  presentar  es  el  fruto  del  encuentro  de 
trabajo  realizado  durante  los  días  20, 21  y  22  de  junio  de  1991.  Fueron  examinados 
documentos,  investigaciones  y  material  diverso  sobre  este  argumento.  El  encuentro 
ha  sido  llamado  «en  el  vértice»  tanto  por  el  número  restringido  de  los  participantes, 
como  por  el  hecho  de  que  se  trata  de  personas  casi  todas  empeñadas  en  el  contacto 
directo  con  los  toxicodependientes. 

No  es  nuestra  intención  suministrar  un  trato  exhaustivo  del  problema  droga  (existen 
numerosos  y  serios  estudios  al  respecto).  Queremos  solamente  poner  en  evidencia 
algunos  aspectos  concernientes  a  nuestra  misión  educativo-pastoral  y  participar, 
además,  a  la  opinión  pública,  una  preocupación  largamente  condividida  y  una 
esperanza  que  anima  a  todos,  agregando  algunas  consideraciones  sobre  la  inter- 
vención de  cuantos,  en  nombre  de  la  Iglesia,  trabajan  activamente  en  el  ámbito  de 
la  toxicodependencia. 

Fuimos  convocados  como  expertos  en  cuanto  que,  a  través  de  nuestras  diversas 
actividades  y  profesiones,  acompañamos  de  hecho,  en  una  exp)eriencia  cotidiana  y 
de  cercanía  continua,  a  las  víctimas  de  un  grave  flagelo,  del  cual  el  recurso  a  la  droga 
es  solo  signo  y  síntoma. 

Hemos  podido  constatar  en  tantos  casos,  que  es  la  esperanza  valiente  de  una  real 
liberación  a  empujamos,  como  creyentes  y  miembros  de  la  Iglesia,  a  sacar  adelante, 
no  obstante  las  dificultades,  este  servicio  en  favor  de  los  hermanos  necesitados  de 
solidaridad,  de  comprensión,  de  confianza  y  de  ayuda. 

Durante  nuestro  encuentro  tuvimos  la  alegría  de  saludar  al  Santo  Padre  Juan  Pablo 
II,  paternalmente  cercano  a  nuestra  acción  pastoral,  y  de  recibir  su  bendición 


A  los  partic¡f>antes  en  esta  Conferencia,  el  Santo  Padre  ha  precisado  la  diferencia  entre  el  recurso 
a  la  droga  y  el  recurso  al  alcohol:  «...  mientras,  en  efecto,  un  uso  moderado  de  éste  (alcohol)  como 
bebida  no  va  contra  prohibiciones  morales,  y  es  de  condenar  solamente  el  abuso,  el  drogarse,  al 
contrarío,  es  siempre  ilícito,  puesto  que  comp>orta  una  renuncia  injuslifícada  e  irracional  a  pensar, 
querer  y  actuar  como  personas  libres.  Para  los  demás,  el  mismo  recurso  bajo  indicaciones  médicas 
a  sustancias  psicotrópicas  para  mitigar,  en  bien  determinados  casos,  sufrimientos  físicos  o 
psíquicos,  ha  de  atenerse  a  críteríos  de  gran  prudencia,  para  evitar  peligrosos  hábitos  y  otras  formas 
de  dependencia»  (Discurso  del  Santo  Padre  a  los  participantes  en  la  VI  Conferencia  Internacional 
promovida  por  el  Pontificio  Consejo  para  la  Pastoral  de  los  Agentes  Sanitaríos,  4). 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


apostólica.  El  Sucesor  de  Pedro  nos  ha  hablado:  ha  definido  este  servicio  eclesial 
como  un  camino  «de  la  desesperación  a  la  esperanza».  No  hubiéramos  podido 
encontrar  una  expresión  mejor!  Por  esto  la  hemos  tomado  como  título,  realista  y 
alentador,  de  nuestro  trabajo. 

I.  EL  FENOMENO 

DE  LA  TOXICODEPENT)ENCL\ 

Indicamos  algunos  aspectos  de  un  fenómeno  complejo  y  preocupante.  En  concreto, 
queremos  referirnos  ahora  a  ¡os  siguientes  puntos:  la  persona,  la  familia,  la 
sociedad. 

a)  La  persona 

I  La  droga  no  es  el  problema  principal  del  toxicodependiente.  El  consumo  de  droga 
es  solo  una  respuesta  falaz  a  la  falta  de  sentido  positivo  de  la  vida.  Al  centro  de  la 
loxicodependencia  se  encuentra  el  hombre,  sujeto  único  e  irrepetible,  con  su 
interioridad  y  específica  personalidad,  objeto  del  amor  del  Padre  que,  en  su  plan 
salvífico,  llama  a  cada  uno  a  la  sublime  vocación  de  hijo  en  el  Hijo.  Sin  embargo, 
la  realización  de  tal  vocación  es  -junto  a  la  felicidad  en  este  mundo-  gravemente 
comprometida  por  el  uso  de  la  droga,  porque  ella,  en  la  persona  humana,  imagen  de 
Dios  (cfr.  Gen  1 ,27),  influye  en  modo  deletéreo  sobre  la  sensibilidad  y  sobre  el  recto 
ejercicio  del  intelecto  y  de  la  voluntad. 

Un  gran  número  de  cuantos  hacen  uso  de  la  droga  está  constituido  p)or  jóvenes,  y  la 
edad  de  acercarse  al  problema  desciende  siempre  más.  Hay,  sin  embargo,  hoy 
también  numerosos  adultos  (35-44  años)  entre  los  consumidores  de  droga  y  esto 
•  constituye  un  cambio  importante  en  este  campo.  Existen  además  toxicodependien- 
tes  fuertemente  dependientes  de  las  sustancias  estupefacientes  y  otros  que  hacen  uso 
esporádico;  personas  marginadas,  y  otras  aparentemente  bien  integradas  en  la 
sociedad.  Como  es  fácil  deducir,  se  está  ante  un  conjunto  complejo  de  un  fenómeno 
diferenciado  y  articulado. 

Los  episodios  de  violencia,  que  se  registran  entre  lo>  loxicodependientes,  indican 
que  no  nos  encontramos  de  frente  al  engañoso  e  ilusorio  «viaje  pacífico»  de  una  vez, 
promovido  por  la  manipulación  de  masa  de  la  cultura  juvenil  en  los  años  sesenta,  sino 
de  frente  a  un  realidad  violenta  y  a  la  caída  del  carácter  moral  como  efecto  del  uso 


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431 


de  la  droga. 


Los  motivos  personales  al  origen  de  la  toma  de  sustancias  estupefacientes,  son 
tantos.  Pero,  en  todos  los  toxicodependientes,  prescindiendo  de  la  edad  y  de  la 
frecuencia  con  que  las  usan,  se  constata  un  motivo  constante  y  fundamental:  la 
ausencia  de  valores  morales  y  una  falta  de  armonía  interior  de  la  persona.  En  todo 
toxicodependiente  pueden  verificarse  diversas  combinaciones  de  acuerdo  con  las 
fragilidades  personales  que  lo  hacen  incapaz  de  vivir  una  vida  normal.  Se  crea  en  él 
un  estado  de  ánimo  «inmotivado»  e  «indiferente»  que  desencadena  un  desequilibrio 
interior  moral  y  espiritual  del  cual  resulta  un  carácter  inmaduro  y  débil  que  empuja 
la  persona  a  asumir  comportamientos  inestables  de  frente  a  las  propias  responsabili- 
dades. 

De  hecho,  la  droga  no  entra  en  la  vida  de  una  persona  como  un  rayo  con  el  cielo 
sereno,  sino  que  como  la  semilla  echa  raíces  en  un  terreno  por  largo  tiempo 
preparado. 

La  mujer  toxicodependiente,  a  diferencia  del  hombre,  es  herida  más  profundamente 
en  su  identidad  y  dignidad  de  mujer,  sobre  todo  si  es  madre  y  por  esto  las 
consecuencias  negativas  pueden  ser  peores. 

Quien  hace  uso  de  la  droga  vive  en  una  condición  mental  equiparada  a  una 
adolescencia  interminable,  como  es  señalado  por  algunos  especialistas.  Tal  estado 
de  inmadurez  tiene  origen  y  se  desarrolla  en  el  contexto  de  una  falta  de  educación. 
La  persona  inmadura  proviene  con  frecuencia  de  familias  que,  también  indepen- 
dientemente de  la  voluntad  de  los  padres,  no  consiguen  transmitir  los  valores,  sea  por 
la  falta  de  una  adecuada  autoridad,  sea  porque  viven  en  una  sociedad  «pasiva»,  con 
un  estilo  de  vida  consumístico  y  permisivo,  secularizado  y  sin  ideales.  Fundamen- 
talmente el  toxicodependiente  es  un  «enfermo  de  amor»;  no  ha  conocido  el  amor; 
no  sabe  amar  en  el  modo  justo  porque  no  ha  sido  amado  en  el  modo  justo. 

La  adolescencia  interminable,  característica  del  toxicodependiente,  se  manifiesta 
frecuentemente  en  el  temor  del  futuro  o  en  el  rechazo  de  nuevas  responsabilidades. 
El  comportamiento  de  los  jóvenes  es  con  frecuencia  revelador  de  un  doloroso 
descontento  debido  a  la  falta  de  confianza  y  de  espectativas  frente  a  estructuras 
sociales  en  las  cuales  ya  no  se  reconocen.  ¿A  quién  atribuir  la  responsabilidad  si 
muchos  jóvenes  parecen  no  desear  llegar  a  ser  adultos  y  rehusan  crecer?  ¿Les  han 
sido  ofrecidos  motivos  suficientes  para  esperar  en  el  mañana,  para  invertir  en  el 
presente  mirando  al  futuro,  para  mantenerse  firmes  sintiendo  como  propias  las  raíces 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


del  pasado?  Detrás  de  comportamientos  desconcertantes,  frecuentemente  aberran- 
tes e  inaceptables,  se  puede  percibir  un  rayo  de  ideas  y  de  esperanza. 

b)  La  familia 

Entre  los  factores  personales  y  ambientales  que  favorecen  de  hecho  el  uso  de  la  droga 
es,  sin  duda,  el  principal,  la  falta  absoluta  o  relativa  de  la  vida  familiar,  porque  la 
familia  es  elemento  clave  en  la  formación  del  carácter  de  una  persona  y  de  sus 
actitudes  hacia  la  sociedad.  Detengámonos  en  algunos  factores  de  mayor  importan- 
cia. 

El  toxicodependiente  viene  frecuentemente  de  una  familia  que  no  sabe  reaccionar 
al  stress  porque  es  inestable,  incompleta  o  dividida.  Hoy  van  en  preocupante 
aumento  las  salidas  negativas  de  las  crisis  matrimoniales  y  familiares:  facilidad  de 
separación  y  de  divorcio,  convivencias,  incapacidad  de  ofrecer  una  educación 
integral  para  hacer  frente  a  problemas  comunes,  falta  de  diálogo,  etc.  Pueden 
preparar  una  elección  de  la  droga,  el  silencio,  el  miedo  de  comunicar,  la  competi- 
tividad,  el  consumismo,  el  stress  como  resultado  de  excesivo  trabajo,  el  egoísmo, 
etc.;  en  síntesis,  una  incapacidad  de  impartir  una  educación  abierta  e  integral.  En 
muchos  casos  los  hijos  se  sienten  no  comprendidos  y  se  encuentran  sin  el  apoyo  de 
la  familia.  Además,  la  fe  y  los  valores  del  sufrimiento,  tan  importante  para  la 
madurez,  son  presentados  como  antivalores.  Padres  no  a  la  altura  de  su  tarea,  cons- 
tituyen una  verdadera  laguna  para  la  formación  del  carácter  de  los  hijos. 

¿Y  qué  decir  de  algunos  comportamientos  distorsionados  o  desviados  en  el  campo 
sexual  de  ciertos  núcleos  familiares? 

En  no  pocos  casos  las  familias  sufren  las  consecuencias  de  la  toxicodependencia  de 
los  hijos  (por  ejemplo,  violencias,  robos,  etc.),  pero  sobre  todo  deben  compartir  las 
penas  psicológicas  o  físicas.  La  vergüenza,  las  tensiones  y  los  conflictos  interperso- 
nales, los  problemas  económicos  y  otras  graves  consecuencias,  pesan  sobre  la 
familia,  debilitando  y  resquebrajando  la  «célula  fundamental»  de  la  sociedad. 

Junto  a  la  familia  de  origen,  ha  de  ser  tenida  en  cuenta  también  la  familia  que  crean 
los  toxicodependientes.  Se  trata  no  raramente  de  parejas  en  las  que  ambos  son 
drogadictos.  Muchos,  aun  siendo  todavía  jóvenes,  son  ya  separados  o  divorciados, 
o  también  conviven  unidos  de  hecho.  En  este  contexto  adquieren  importancia  los 
problemas  de  los  hijos  de  los  toxicodependientes,  sobre  todo  bajo  el  aspecto 


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educativo,  como  también  los  problemas  de  los  hijos  de  toxicodependientes  ya 
fallecidos. 

Merecen  particular  atención  las  mujeres  toxicodependientes  en  embarazo:  muchas 
son  madres  solteras  o  de  cualquier  modo  abandonadas  a  sí  mismas.  Por  desgracia, 
en  vez  de  salir  a  su  encuentro  con  una  concreta  solidaridad  y  asistencia  para  que 
puedan  acoger  y  respetar  la  vida  del  no  nacido,  se  les  propone,  como  soluciónn  más 
oportuna,  el  aborto.  ^ 

c)  La  sociedad 

La  toxicodependencia,  tan  ampliamente  difundida,  es  índice  del  estado  actual  de  la 
sociedad.  Hoy  la  persona  y  la  familia  se  encuentran  en  una  sociedad  «pasiva»,  es 
decir,  sin  ideales,  permisiva,  secularizada,  donde  la  búsqueda  de  evasiones  se 
manifiesta  en  tantos  modos  diversos,  del  cual  uno  es  la  fuga  en  la  toxicodependen- 
cia. 

Nuestra  época  exalta  una  libertad  que  «no  se  ve  positivamente  como  una  tensión 
hacia  el  bien. . .  sino. . .  como  una  emancipación  de  todos  los  condicionamientos  que 
impiden  a  cada  uno  seguir  su  propia  razón».*  Se  exalta  el  utilitarismo  y  el  hedonismo, 
y  con  ellos  el  individualismo  y  el  egoísmo.  La  búsqueda  de  un  bien  ilusorio,  bajo  la 
marca  del  máximo  placer,  termina  por  privilegiar  a  los  más  fuertes,  creando  en  la 
mayoría  de  los  ciudadanos  condiciones  de  frustración  y  de  dependencia.  Y  así,  la 
referencia  a  los  valores  morales  y  a  Dios  mismo  son  cancelados  en  la  sociedad  y  en 
la  relación  entre  los  hombres. 

Se  ha  afianzado  en  la  sociedad  actual  un  consumismo  artificial,  contrario  a  la  salud 
y  a  la  dignidad  del  hombre,  que  favorece  la  difusión  de  la  droga  (cfr.  CA,  36).  Tal 
consumismo,  creando  falsas  necesidades,  empuja  al  hombre,  y  en  particular  a  los 


Un  gran  número  de  especialistas  nos  dicen  que  no  todos  los  niños  nacidos  de  madres  sieropositi- 
vas  y  que  resultan,  también  ellos,  sieropositivos,  están  por  esto  contaminados  del  virus  HTV.  En 
efecto,  la  contaminación  es  difícilmente  diagnosticable  en  el  momento  del  nacimiento  puesto  que 
no  es  posible  distinguir  entre  los  anticuerpos  matemos  y  los  del  niño.  Los  anticuerpos  matemos 
desaparecen  solamente  cuando  el  niño  alcanza  la  edad  de  12-18  meses.  Del  12  al  24  por  ciento  de 
los  niños  nacidos  de  madres  sieropositivas  resultan  tener  solo  anticuerpos  matemos,  y  por  tanto  no 
están  contaminados  por  el  virus. 

Intervención  del  Cardenal  Joseph  Ratzinger  en  el  Consistorio  de  los  cardenales  sobre  «Las  ame- 
nazas contra  la  vida»,  4-7  de  abríl  de  1991. 


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jóvenes,  a  buscar  satisfacciones  solo  en  las  cosas  materiales,  causando  una  depen- 
dencia de  ellas.  Además,  una  cierta  explotación  económica  de  los  jóvenes  se  difunde 
fácilmente,  precisamente  en  este  contexto  materialístico  y  consumístico.  En  diver- 
sas regiones,  además,  la  desocupación  de  los  jóvenes  favorece  la  difusión  de  la 
toxicodependencia. 

A  ningún  atento  observador  escapa  que  la  sociedad  actual  favorece  la  promoción  de 
un  hedonismo  desenfrenado  y  un  desordenado  sentido  de  la  sexualidad.  Se  ha  se- 
parado el  ejercicio  de  la  sexualidad  de  la  comunión  conyugal  y  de  su  intrínseca 
orientación  procreativa,  permaneciendo  en  un  superficial  gozo  al  cual,  con  frecuen- 
cia, se  subordina  incluso  la  dignidad  de  las  personas. 

En  una  sociedad  que  busca  la  gratificación  inmediata  y  la  propia  comodidad  a  toda 
costa,  en  la  cual  se  está  más  interesado  en  «teneD>  que  en  «ser»,  no  sorprende  la 
cultura  de  la  muerte  que  considera  el  aborto  y  la  eutanasia  como  bienes  y  derechos. 
Se  ha  perdido  el  sentido  de  la  vida,  y  se  vacía  la  persona  de  su  dignidad,  llevándola 
a  la  fiustración  y  a  la  vía  de  la  autodestrucción.  En  una  sociedad  así  descrita,  la  droga 
es  una  fácil  e  inmediata,  pero  mentirosa,  respuesta  a  la  necesidad  humana  de 
satisfacción  y  de  verdadero  amor. 

Hoy  la  familia  comparte  la  tarea  de  la  educación  con  tantas  otras  instituciones  y 
agencias  educativas,  pero  faltan  entre  estas  muchas  veces,  la  necesaria  unión  y 
coordinación.  De  esto  resulta  una  falta  de  claridad  y  de  coherencia  entre  los  valores 
propuestos.  Dicha  incoherencia  en  la  educación  de  los  jóvenes  es,  en  gran  parte, 
responsable  de  la  crisis  de  los  valores  que  genera  confusión.  De  hecho,  son 
propuestos  a  los  jóvenes  ideales  no  solo  desarticulados  sino  contradictorios. 

Los  mass  media  ejercen  un  influjo  con  frecuencia  negativo  respecto  de  la  mentalidad 
que  favorece  la  difusión  de  la  toxicodepencia,  sobre  todo  en  el  mundo  juvenil.  Con 
mensajes  directos  e  indirectos,  y  a  través  de  la  industria  del  espectáculo  para  los 
jóvenes,  crean  modelos,  proponen  ídolos  y  defienden  la  «normalidad»  por  medio  de 
un  sistema  de  pseudo-valores.  No  conviene  olvidar  además,  la  violencia  cotidia- 
namente suministrada  al  público  por  medio  de  ciertos  video  cassettes. 

Algunos  de  nosotros,  participantes  al  encuentro,  consideramos  que  existe  el  riesgo, 
por  parte  de  los  mass  media,  de  presentar  una  imagen  del  toxicodependiente  que 
induce  solamente  a  criminalizarlo  como  el  único  culpable.  No  se  pueden  negar  los 
talentos,  la  inteligencia  y  otras  capacidades  de  tantos  jóvenes  toxicodependientes; 
y  conviene  mas  bien  tenerlas  en  cuenta  para  toda  iniciativa  de  recuperación. 


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Ha  sido  además  subrayada  la  responsabilidad  del  Estado  en  aquello  que  concierne 
la  organización  de  los  medios  de  comunicación,  y  más  en  general,  del  entero  sistema 
legal  que  tutela  a  los  ciudadanos  de  la  amenaza  proveniente  de  la  distribución  y  del 
consumo  de  la  droga. 

Hablando  de  responsabilidad  no  conviene  olvidar,  dadas  las  implicaciones  religio- 
sas de  los  problemas  ligados  a  la  droga,  algunos  silencios,  faltas  e  insuficencias 
todavía  presentes  en  la  pastoral  de  la  Iglesia. 

El  fenómeno  de  la  droga,  considerado  en  la  persona,  en  la  familia  y  en  la  sociedad, 
hace  evidente  la  necesidad  urgente  de  «sabiduría»  para  recuperar  la  conciencia  del 
primado  de  los  valores  morales  de  la  persona  como  tal.  «Volver  a  comprender  el 
sentido  último  de  la  vida  y  de  sus  valores  fundamentales»,  afirma  el  Santo  Padre, 
Juan  Pablo  II,  «es  el  gran  e  importante  cometido  que  se  impone  hoy  día  para  la 
renovación  de  la  sociedad. .  .  La  educación  de  la  conciencia  moral  que  hace  a  todo 
hombre  capaz  de  juzgar  y  de  discernir  los  modos  adecuados  para  realizarse  según 
su  verdad  original,  se  convierte  así  en  una  exigencia  prioritaria  e  irrenunciable»  (FC, 
8).  Con  la  ayuda  de  esta  sabiduría  la  nueva  cultura  emergente  «no  apartará  a  los 
hombres  de  su  relación  con  Dios,  sino  que  los  conducirá  a  ella  de  manera  más  plena» 
(Ibid.,  8).  Este  es  el  auténtico  «nuevo  humanismo»,  que  no  puede  dejar  de  ser  «un 
auténtico  humanismo  familiap>,  al  que  pertenece  una  «nueva  mentalidad. . .  esen- 
cialmente positiva,  inspirada  en  los  grandes  valores  de  la  vida  del  hombre».' 

II  TAREA  ESPECIFICA  DE  LA  IGLESIA 

¿Cuál  es  la  tarea  específica  de  la  Iglesia  frente  al  fenómeno  de  la  toxicodependen- 
cia? 

a)  La  Iglesia  y  la  evangelización 

La  Iglesia,  enviada  como  «sacramento  universal  de  salvación»  (LG,  48;  AG,  1),  es 
el  pueblo  misionero  de  Dios.  El  compromiso  misionero  de  la  Iglesia,  su  actividad 
evangelizadora,  cae  sobre  todos  los  miembros  de  este  pueblo,  cada  uno  en 
proporción  de  sus  posibilidades  (cfr.  AG,  23):  «A  todos  los  fieles...  es  impuesto  el 
noble  honor  de  trabajar  con  el  fin  de  que  el  divino  mensaje  de  la  salvación,  sea 
conocido  y  aceptado  por  todos  los  hombres,  sobre  toda  la  tierra»  (AA,  3). 


¡nsegnamenti  di  Giovanni  Paolo  II,  VII,  2,  p.  348 


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La  Iglesia  es  «experta  en  humanidad»  (PP,  1 3).  Al  centro  de  sus  preocupaciones  está 
el  hombre,  objeto  del  amor  creador,  redentor  y  santificador  de  Dios,  Uno  y  Trino. 
Jesucristo,  «propter  nos  homines  et  propter  nostram  salutem»  («por  nosotros  los 
hombres  y  por  nuestra  salvación»),  ha  bajado  del  cielo,  se  ha  encamado,  ha  muerto 
y  ha  resucitado. 

El  mensaje  de  la  Iglesia  se  dirige  a  toda  la  sociedad  y  a  todos  los  hombres  para  señalar 
la  alta  vocación  de  Dios  al  hombre.  Hace  parte,  sin  embargo,  de  este  mensaje,  el 
hecho  de  que  el  hombre  redimido  lleva  en  sí  mismo  las  heridas  del  pecado  original 
y  por  tanto  inclinaciwi  a  la  dependencia  y  a  la  esclavitud  del  pecado. 

La  Iglesia  anuncia  que  Dios  salva  al  hombre  en  Cristo,  revelándole  su  vocación, 
inscrita  en  la  verdad  sobre  el  hombre  y  desvelada  plenamente  en  Cristo  Jesús  (cfr. 
GS,  22).  En  esta  luz,  lodos  tienen  derecho  a  conocer  que  la  vida  es  un  SI  a  Dios  y  a 
la  santidad,  no  simplemente  un  NO  al  maL 

La  persona  está  llamada  a  vivir  en  («ex  sistere»)  comunión  con  Dios,  consigo 
mismo,  con  el  prójimo,  con  el  ambiente  (cfr.  GS,  13).  Vivir  tales  relaciones,  en 
especial  aquella  con  los  otros,  hacen  evidente  la  plena  e  integral  valoración  de  la 
cwporeidad  masculina  y  femenina,  que  desvela  el  sentido  profundo  de  la  vida 
humana,  como  vocación  al  amor  {ct.  FC,  11).  Pero  el  pecado  influye  en  estas 
relaciones.  Para  %ivir  los  valores  humanos  y  cristianos  en  modo  auténtico,  además 
de  la  indispensable  aj-uda  de  la  gracia  divina,  son  necesarios:  la  libertad  del  espíritu 
contra  el  materialismo  y  el  consumismo,  la  verdad  sobre  el  bien  y  sobre  el  hombre 
contra  el  utilitarismo  y  el  subjetivismo  ético,  la  grandeza  del  amor,  que  busca 
siempre  el  bien  del  otro  a  través  también  de  la  donación  de  sí,  contra  la  banalización 
de  la  sexualidad  y  el  hedonismo. 

El  amor  misericordioso  de  Dios  mira  en  modo  especial  a  quienes  necesitan  más  de 
su  acción  compasiva  y  liberadora.  El  Señor  ha  dicho  que  son  los  enfermos  los  que 
tienen  necesidad  del  médico  (cfr.  Mt  9, 12;  Me  2, 17;  Le  5,  31). 

Al  toxicodependiente  se  dirigen  la  soücitud  y  las  actividades  de  muchas  personas  e 
instituciones.  También  diversas  ciencias  y  disciplinas  se  ocupan  de  sus  problemas. 
¿Bajo  qué  aspecto,  entonces,  la  Iglesia  se  pone  al  ser.  icio  de  quienes  se  encuentran 
bajo  el  >'ugo  de  esta  nueva  forma  de  esclavitud? 

En  su  actitud  decididamente  pastoral,  empleando  los  instrumentos  ofrecidos  por  las 
ciencias,  la  Iglesia  se  acerca  al  toxicodependiente  con  su  radiante  concepción  de  la 


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verdad  sobre  Cristo,  sobre  sí  misma  y  sobre  el  hombre  * 

Ella  propone  una  respuesta  específica  en  cuanto  poseedora  de  los  valores  morales 
humano-cristianos,  que  miran  a  todos  y  son  disponibles  para  todos  con  métodos 
abiertos  a  todos:  creyentes  o  no  creyentes,  toxicodependientes  o  personas  con  riesgo 
de  serlo,  jóvenes  o  ancianos,  sujetos  provenientes  de  familias  «sanas»  o  sin  familia. 
Se  trata  de  valores  de  la  persona  como  tal.  La  propuesta  de  la  Iglesia  es  un  proyecto 
evangélico  sobre  el  hombre.  Anuncia  a  cuantos  viven  el  drama  de  la  toxicodepen- 
dencia  y  sufren  una  existencia  miserable,  el  amor  de  Dios  que  no  quiere  la  muerte 
sino  la  conversión  y  la  vida  (cfi".  Ez  18, 23).  Aquí  se  trata  de  la  vida  plena,  de  la  vida 
eterna,  proclamada  en  medio  de  situaciones  que  la  ponen  en  peügro  o  la  amenazan. 

Al  toxicodependiente,  carente  fundamentalmente  de  amor,  hay  que  hacer  conocer 
y  experimentar  el  amor  de  Cristo  Jesús.  En  medio  de  una  desazón  atormentada,  en 
el  vacío  profundo  de  la  propia  existencia,  el  itinerario  hacia  la  esperanza  pasa  por  el 
renacer  de  un  ideal  auténtico  de  vida.  Todo  esto  se  manifiesta  plenamente  en  el 
misterio  de  la  revelación  del  Señor  Jesús.  Quien  toma  sustancias  estupefacientes 
debe  saber  que,  con  la  gracia  de  Dios,  es  capaz  de  abrirse  a  quien  es  «el  camino,  la 
verdad  y  la  vida»  {Jn  14, 6). 

Puede  así  comenzar  un  itinerario  de  liberación  descubriendo  que  él  es  imagen  de 
Dios,  en  la  realidad  de  Hijo,  que  debe  crecer  en  la  similitud  de  la  imagen  por 
excelencia  que  es  Cristo  mismo  (cfr.  Col.  1,15). 

La  Iglesia,  con  su  contribución  específica,  interviene  en  el  problema  de  la  toxicode- 
pendencia,  ya  para  prevenir  el  mal,  ya  para  ayudar  a  los  toxicodependientes  en  su 
recuperación  y  reinserción  social. 

Así,  nosotros  somos  testigos  de  que  el  prisionero  de  la  droga,  con  la  ayuda  de  la 
Iglesia,  puede  iniciar  un  nuevo  camino  y  asumir  una  actitud  que  lo  abra  hacia  una 
siempre  y  mayor  plenitud  de  vida  nueva. 


Cfr.  Discurso  de  Juan  Pablo  11  en  la  IH  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano,  en 
Puebla  de  los  Angeles,  enero  28  de  1979.  En  L'  Osservatore  Romano  año  CXIX,  enero  29-30,  n. 
23 


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b)  La  Iglesia  de  frente  a  la  toxicodependencia 

La  respuesta  de  la  Iglesia  al  fenómeno  de  la  toxicodependencia  es  un  mensaje  de 
esperanza  y  un  servicio  que,  más  allá  de  los  síntomas,  va  al  centro  mismo  del  hombre; 
no  se  limita  a  eliminar  el  mal,  sino  que  propone  rumbos  de  vida.  Sin  ignorar  ni 
despreciar  las  otras  soluciones,  ella  se  sitúa  a  un  nivel  superior  y  global  de 
intervención  que  tiene  en  cuenta  su  precisa  visión  del  hombre  y  en  consecuencia 
indica  nuevas  propuestas  de  vida  y  de  valores.  Su  tarea  es  evangélica:  anunciar  la 
Buena  Nueva.  No  asume  una  especie  de  función  sustitutiva  respecto  de  otras 
instituciones  e  instancias  humanas.  Su  servicio  está,  en  efecto,  en  la  misma  «escuela 
evangélica»  hecha  a  través  de  formas  concretas  de  acogida  que  son  la  traducción  de 
su  propuesta  de  vida,  de  su  mensaje  de  amor. 

Es  precisamente  en  la  misma  actividad  evangelizadora  de  la  Iglesia  que  se  coloca  su 
intervención  sobre  el  problema  de  la  toxicodependencia.  Tal  actividad,  sea  aquella 
dirigida  «ad  intra»  que  «ad  extra»,  lleva  a  «servir  al  hombre  revelándole  el  amor  de 
Dios,  que  se  ha  manifestado  en  Jesucristo»  (RM,  2).  Este  anuncio  «mira  a  la 
conversión  cristiana,  es  decir,  a  la  adhesión  plena  y  sincera  a  Cristo  y  a  su  Evangelio 
mediante  la  fe»  (Ibid.,  n.  46):  «Convertios  y  creed  en  el  Evangelio»  (Me  1, 15).  Se 
trata  de  una  conversión  que  «significa  aceptar,  con  decisión  personal,  la  soberanía 
de  Cristo  y  llegar  a  ser  sus  discípulos»  (RM,  46).  Solo  en  El  toda  persona  puede 
encontrar  el  verdadero  tesoro,  la  verdadera  y  definitiva  razón  de  toda  sus  existencia. 
Adquieren  un  maravilloso  significado  respecto  a  los  toxicodependientes  las  pala- 
bras de  Cristo:  «Venid  a  mí  todos  los  que  estéis  cansados  y  agobiados  que  yo  os 
aliviaré»  (Mí  11,28). 

El  Evangelio  une  la  proclamación  de  la  Buena  Nueva  a  las  buenas  obras,  como  por 
ejemplo,  a  la  curación  de  «toda  enfermedad  y  toda  dolencia»  (Mt  4, 23).  La  Iglesia 
es  «fuerza  dinámica»,  «signo  y  animadora  de  los  valores  evangélicos  entre  los 
hombres»  (RM,  20).  Por  tanto,  la  Iglesia,  «teniendo  siempre  firme  la  prioridad  de  las 
realidades  trascendentes  y  espirituales,  premisas  de  la  salvación  escatológica»,  ha 
ofrecido  siempre  su  testimonio  evangelizador  junto  a  sus  actividades:  diálogo, 
promoción  humana,  compromiso  por  la  justicia  y  la  paz,  educación  y  atención  de  los 
enfermos,  asistencia  a  los  pobres  y  a  los  pequeños  (cfr.  Ibid.).  Sin  embargo,  ha  de 
estar  muy  claro  que  en  la  proclamación  de  la  Buena  Nueva  del  amor  de  Dios,  ella 
no  coarta  la  libertad  humana:  se  detiene  ante  el  sagrario  de  la  conciencia;  propone, 
pero  no  impone  nada  (cfr.  Ibid.) 

El  Santo  Padre  recuerda  que  el  testimonio  evangelizador  de  la  Iglesia  consiste  en 


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proclamar  la  Buena  Nueva,  como  quien  ha  reconocido  en  Jesucristo  la  meta  del 
propio  destino  y  la  razón  de  toda  su  esperanza.' 

Refiriéndose  al  toxicodependiente,  el  Sumo  Pontífice  afirma  que  es  necesario 
«llevarlo  al  descubrimiento  o  al  redescubrimiento  de  la  propia  dignidad  de  hombre; 
ayudarlo  a  hacer  resurgir  y  crecer,  como  un  sujeto  activo,  aquellos  recursos 
personales  que  la  droga  había  sepultado,  mediante  una  confiada  reactivación  de  los 
mecanismos  de  la  voluntad,  orientada  hacia  seguros  y  nobles  ideales».*  Siguiendo 
esta  línea  de  la  formación  del  carácter  del  toxicómano,  el  Santo  Padre  continúa:  «Ha 
sido  concretamente  probada  la  posibilidad  de  recuperación  y  de  redención  de  la 
pesante  esclavitud. . .  con  métodos  que  excluyen  rigurosamente  cualquier  concesión 
a  la  droga,  legal  o  ilegal,  con  carácter  sustitutivo».'  Luego  concluye:  «La  droga  no 
se  vence  con  la  droga».^° 

¿Pero  diales  son  los  «seguros  y  nobles  ideales»  necesarios  para  el  crecimiento  del 
toxicodependiente  como  sujeto  activo?.  Son  aquellos  que  responden  a  la  necesidad 
extrema  del  hombre  de  «saber  si  hay  un  por  qué  que  justifique  su  existencia 
terrena»."  Por  este  motivo,  «es  necesaria  la  luz  de  la  Trascendencia  y  de  la 
Revelación  cristiana.  La  enseñanza  de  la  Iglesia,  anclada  en  la  palabra  ¡defectible  de 
Cristo,  da  una  respuesta  iluminadora  y  segura  a  los  interrogantes  sobre  el  sentido  de 
la  vida,  enseñando  a  constituirla  sobre  la  roca  de  la  certeza  doctrinal  y  sobre  la  fuerza 
moral  que  proviene  de  la  oración  y  de  los  sacramentos.  La  serena  convicción  de  la 
inmortalidad  del  alma,  de  la  futura  resurrección  de  los  cuerpos  y  de  la  responsabili- 
dad eterna  de  los  propios  actos  es  el  método  más  seguro  también  para  prevenir  el  mal 
terrible  de  la  droga,  para  curar  y  rehabilitar  sus  pobres  víctimas,  para  fortalecerlas 
en  la  perseverancia  y  en  la  firmeza  sobre  las  vías  del  bien».^^ 

Hoy,  con  la  vasta  difusión  de  la  droga,  la  Iglesia  se  encuentra  frente  a  un  nuevo  reto: 
debe  evangelizar  tal  situación  concreta.  Por  esto  indica:  1.  el  anuncio  del  amor 


'  Cfr.  JUAN  PABLO  H.  Homilía  en  la  Plaza  Soidello  en  Mantova,  junio  23  de  1991. 

'  ínsegnamenti  di  Giovanni  Paolo  II,  VII,  2,  p.  347. 

'fbid. 

"Ibid.  p.  349. 
"  Ibid.  p.  350. 
"  Ibid. 


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paterno  de  Dios  para  salvar  al  hombre,  un  amor  que  supera  todo  sentido  de  culpa; 
2.  la  denuncia  de  los  males  personales  y  de  los  males  sociales,  que  causan  y 
favorecen  el  fenómeno  de  la  droga;  3.  el  testimonio  de  aquellos  creyentes  que  se 
dedican  a  la  atención  de  los  toxicodependientes  según  el  ejemplo  de  Cristo  Jesús,  que 
no  ha  venido  para  ser  servido,  sino  para  servir  y  dar  la  vida  (cfr.  Mt  20, 28;  Fit  2, 7). 
Esta  triple  actividad  comporta: 

-  Una  tarea  de  anuncio  y  profecía  que  presenta  la  visión  evangélica  original  del 
hombre; 

-  Una  tarea  de  servicio  humilde  a  imagen  del  Buen  Pastor  que  da  su  vida  por  sus 
ovejas. 

-  Una  tarea  de  formación  moral  hacia  las  personas,  las  familias  y  las  comunidades 
humanas,  a  través  de  los  principios  naturales  y  sobrenaturales  para  llegar  al 
hombre  pleno  y  total. 

m  PRESENCIA  EVANGELIZADORA  DE  LA  IGLESIA 

Después  de  haber  examinado  cuál  es  la  misión  específica  de  la  Iglesia  frente  al 
fenómeno  de  la  droga,  deseamos  considerar  los  sujetos  llamados  a  intervenir  en  la 
atención  pastoral  de  la  Iglesia  en  combatir  el  mal  de  la  toxicodependencia  y  ayudar 
a  las  víctimas. 

a)  Presencia  en  la  familia 

La  Iglesia  siente  el  deber  de  reservar  una  atención  privilegiada  a  la  familia,  núcleo 
central  de  toda  estructura  social,  y  debe  «anunciar  con  alegría  y  convicción  la  Buena 
Nueva  sobre  la  familia»  (FC,  86)  para  promover  una  auténtica  cultura  de  la  vida. 
Aunque  la  familia  es  asediada  por  tantos  peligros  hoy  en  una  sociedad  secularizada, 
hay  que  tener  confianza  en  ella.  «La  familia  -afirma  Juan  Pablo  11-  posee  y  comunica 
todavía  hoy  energías  formidables  capaces  de  sacar  al  hombre  del  anonimato,  de 
mantenerlo  consciente  de  su  dignidad  personal ,  de  enriquecerlo  con  profunda  huma- 
nidad y  de  inserirlo  activamente  con  su  unicidad  e  irrepetibilidad  en  el  tejido  de  la 
sociedad»  (FC,  43). 

Más  aún,  según  el  Santo  Padre,  la  Iglesia  debe  tener  una  particular  solicitud  pastoral 
«hacia  los  individuos  cuyas  existencias  están  marcadas  por  tragedias  personales  y 
devastadoras  y  hacia  las  sociedades  que  se  encuentran  ame  el  deber  dominar  un 


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fenómeno  siempre  más  peligroso»  como  es  la  toxicodependenciaJ 


La  familia  es  un  núcleo  vital  e  imprescindible  de  la  misma  existencia  humana,  dado 
que  el  hombre  es  a  la  vez  sujeto  personal  y  comunitario  (reflejo  del  Dios  Uno  y 
Trino).  Ahora  bien,  si  la  Iglesia  quiere  hacer  frente  de  modo  eficaz  al  fenómeno  de 
la  droga,  debe  centrar  en  la  familia  su  prioridad  pastoral:  «el  futuro  de  la  humanidad 
se  fragua  en  la  familia! » (FC,  86).  La  familia  es  «La  primera  estructura  fundamental 
a  favor  de  la  ecología  humana»  ...  y  «Santuario  de  la  vida»  (CA,  39),  célula  crucial 
de  la  sociedad,  porque  en  ella  se  reflejan  en  el  bien  y  en  el  mal,  los  diversos  aspectos 
de  la  vida  y  de  la  cultura. 

No  obstante  el  desinterés,  los  perjuicios  y  hasta  la  hostilidad  que  hoy  amenazan  la 
institución  familiar,  la  experiencia  de  cuantos  trabajan  con  especial  competencia  en 
el  mundo  de  la  toxicodependencia  (Psiquiatras,  psicólogos,  sociólogos,  médicos, 
asistentes  sociales,  etc.),  confirma  en  modo  unánime  que  el  modelo  cristiano  de  la 
familia  permanece  como  el  punto  de  referencia  prioritario  sobre  el  cual  insistir  en 
toda  acción  de  prevención,  recuperación  e  inserción  de  la  vitalidad  del  individuo  en 
la  sociedad. 

Este  modelo  radica  en  el  amor  auténtico:  único,  fiel,  indisoluble  de  los  cónyuges.  Es 
necesario  volver  a  la  concepción  cristiana  del  matrimonio  como  comunidad  de  vida 
y  de  amor,  porque  de  otra  manera  se  cae  en  modelos  de  egoísmo  e  individualismo. 
Esto  exige  una  educación  en  el  don  recíproco  y  en  la  generosidad  junto  a  una 
constante  educación  espiritual  y  religioso-moral. 

Somos  bien  conscientes  que  tal  proyecto  divino  choca  contra  la  actual  cultura 
narcisística,  autosuficiente  y  efímera.  Es  entonces  indispensable  una  estrategia  de 
sostenimiento,  de  solidaridad,  de  apertura  entre  las  diversas  familias,  en  una  obra  de 
paciente  y  recíproca  acogida. 

En  el  esfuerzo  de  prevención  y  en  la  lucha  contra  la  droga,  la  familia  debe  hacer  un 
llamado,  frente  a  las  dificultades  de  la  vida  cotidiana,  a  los  recursos  interiores  de 
todos  sus  miembros.  Desde  la  primera  adolescencia  los  hijos  miran  a  los  padres  y  a 
la  familia  como  modelos  de  vida.  Luego  tienden  a  separarse  y  casi  a  oponerse  a  ellos, 
para  buscar  una  propia  y  autónoma  realización  fuera  de  la  familia,  siguiendo  mode- 
los con  frecuencia  en  contraste  con  aquellos  famiUares.  La  familia,  debe  regresar  a 


"  ínsegnamenti  di  Giovanni  Paolo  II,  WU,  1 .  1984.  p.  1 15. 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


ser  el  lugar  donde  ellos  puedan  tener  la  experiencia  de  la  unidad  que  los  refuerza  en 
su  peculiar  personalidad.  Las  familias  deben  ser  objeto  y  sujeto  de  educación  en  la 
solidaridad  y  en  el  amor-don. 

Es  necesario  recuperar  el  sentido  de  la  vida  de  cada  día;  por  tanto  la  familia  debe 
reaccionar  ante  los  grandes  llamados  publicitarios  que  falsean  la  perspectiva  de  la 
vida. 

La  acción  pastoral  de  la  Iglesia,  centrada  en  la  prioridad  de  la  familia,  interesa  a  todos 
y  no  solamente  a  aquellos  que  trabajan  en  tantos  sectores  de  «malestar  social».  La 
pastoral  familiar  constituye  la  mejor  prevención  porque  se  interesa  de  la  educación, 
informa  la  catequesis,  orienta  los  cursos  de  preparación  al  matrimonio,  da  vida  a  ins- 
titutos de  formación  familiar,  suscita  grupos  de  reflexión  y  de  oración,  promueve 
formas  concretas  de  empeño  como  el  voluntariado,  implicando  a  todo  componente 
de  la  comunidad  cristiana. 

La  familia,  «Iglesia  Doméstica»  (cfr.  LG,  1 1),  es  capaz  de  afrontar  todo  a  la  luz  de 
la  Palabra  de  Dios  interpretada  por  el  Magisterio,  y  si  Dios  ocupa  realmente  el  primer 
puesto,  llega  a  ser  el  lugar  del  crecimiento  y  de  la  esperanza  pues  en  ella  cada  día  se 
reconstruye  la  vida  cristiana  con  amor,  fe,  paciencia  y  oración.  El  Magisterio  afirma 
que  «la  familia,  como  la  Iglesia,  debe  ser  un  espacio  en  el  cual  el  Evangelio  es  trans- 
mitido y  de  donde  el  Evangelio  se  irradia»  (EN,  71). 

La  familia  crea  «un  ambiente  de  vida  en  el  cual  el  niño  puede  nacer  y  desarrollar  sus 
potencialidades,  hacerse  consciente  de  su  dignidad  y  prepararse  a  afrontar  su  destino 
único  e  irrepetible»  (CA,  39).  En  ella  los  adultos  descubren  su  papel  educativo  para 
la  formación  del  carácter  de  los  hijos,  y  el  niño  se  presenta  a  la  vida  y  aprende  a  amar. 
El  hombre  recibe  «las  primeras  nociones  sobre  la  verdad  y  el  bien;  aprende  qué 
quiere  decir  amar  y  ser  amado  y,  por  consiguiente  qué  quiere  decir  en  concreto  ser 
una  persona»  {Ibid).  Los  adultos  son  educados  en  respetar  los  hijos  como  personas 
únicas  e  irrepetibles,  con  sus  dones  y  una  propia  vocación.  Deben  formarlos  en  la 
autoestima,  en  el  descubrimiento  de  sus  propias  capacidades  para  discernir  los  va- 
lores-morales. La  familia  debe  continuamente  sensibilizarles  en  modo  formativo 
sobre  el  fenómeno  de  la  droga  y  los  peligros  del  descarrilamiento.  Recuérdese  sin 
embargo  que  «educar»  no  es  solo  «informar»:  la  sola  información  podría  despertar 
el  deseo  de  probar,  la  curiosidad"  y  la  imitación.  En  el  proceso  formativo  es 
importante  tener  presente  las  diversas  etapas  del  desarrollo  de  la  personalidad  del  in- 
dividuo que  se  ha  de  educar.  Si  la  familia,  posteriormente,  descubre  que  está 
directamente  impücada  en  el  drama  de  la  toxicodependencia  no  debe  absolutamente 


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cerrarse,  ni  tener  miedo  de  hablar  de  manera  clara  de  lo  que  está  viviendo.  Debe  tener 
el  valor  de  pedir  ajuda  a  quien  está  en  grado  de  ayudar  y  puede  válidamente 
aconsejarla.  Cerrándose,  en  efecto,  en  la  propia  pena  a  causa  de  una  malentendida 
vergüenza,  terminaría  por  hacer  el  juego  del  toxicodependiente. 

Todo  esto  no  es  fácil.  Pero  solamente  se  crece  a  través  de  la  superación  de  las 
dificultades,  en  un  entrenamiento  constante,  hecho  también  de  derrotas.  En  este  caso 
los  padres  ven  el  sufrimiento  y  los  sacrificios  como  sinvalores,  pero  no  es  así.  El 
sufrimiento  y  los  sacrificios  a>Tidan  a  crecer  y  a  madurar,  reforzando  la  voluntad  y 
el  carácter.  Nos  lo  ha  enseñado  quien,  a  través  del  sufrimiento,  ha  redimido  la  hu- 
manidad. A  veces  los  padres  deben  saber  tomar  decisiones  dolorosas  para  a>ajdar  al 
hijo  toxicodependiente.  Decisiones  que,  sin  embargo,  nunca  están  despro\istas  de 
afecto.  Y  de  afecto  tienen  ciertamente  necesidad  también  los  padres.  Cuánto  es 
elocuente  la  observación  de  tantos  padres  cuando  manifiestan  que  les  es  necesario 
ante  todo  cargarse  ellos  de  afecto  para  poderío  luego  dar  a  sus  hijos  tan  necesitados 
de  amor! 

b)  Presencia  en  la  parroquia 

El  trabajo  pasüxal  de  la  parroquia  coopera  en  edificar  la  Iglesia,  comunidad  de 
salvación,  y  en  sanar  el  corazón  del  hombre.  Y  a  esto  tiende  a  través  de  toda  su 
actividad. 

Ante  todo,  en  el  anuncio  de  la  Palabra  de  Dios:  un  anuncio  fuerte  y  comprometido 
en  todas  sus  formas  (catequesis,  homüía,  enseñanza  de  la  religión  en  la  escuela,  etc.) 
que  favorece  el  crecimiento  de  la  fe.  La  palabra  proclamada,  cuando  es  acogida, 
renueva  al  hombre  y  lo  convierte  en  verdadero  testigo  del  Evangelio.  En  el  Evangelio 
se  aprende  la  caridad  de  Cristo,  reveladora  de  la  justicia  y  de  la  misericordia  del 
Padre  celeste,  evitando  así,  juzgar  al  propio  hermano  (cfr.  Sant.  4, 11  -12).  Se  forman 
además  conciencias  críticas  respecto  a  los  falsos  valores  y  a  los  ídolos  propuestos 
por  la  sociedad  consumista  y  hedonista.  Se  comprende  mejor  que  las  vías  para  una 
calidad  de  vida  digna  del  hombre,  no  son  aquellas  que  hacen  de  la  eficiencia  y  del 
suceso  el  primer  y  absoluto  criterio,  sino  aquellas  que  presentan  al  hombre  propues- 
tas exigentes  y  empeños  valerosos,  abriéndolo  al  horizonte  de  la  verdadera  libertad, 
lejos  de  las  abundantes  dependencias  y  placeres  que  lo  hacen  ev.  lavo.  La  palabra  de 
Dios  da  a  los  jóvenes  valor,  fuerza,  comprensión  y  esperanza. 

En  la  liturgia  se  hace  presente  el  misterio  salvífico  de  Cristo.  Toda  comunidad,  al 
celebrarla  gozosamente,  recibe  los  dones  de  su  Redentor,  y  descubre  las  indigencias 


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de  los  necesitados  y  de  los  pobres. 

Al  recibir  en  la  Eucaristía  al  Señor,  descubre  la  exigencia  de  abrirse  a  los  hermanos. 
La  Iglesia,  además,  medita  el  ejemplo  de  Cristo  que  no  vino  a  buscar  los  sanos  sino 
a  los  enfermos,  a  llamar  no  a  los  justos,  sino  a  los  pecadores  a  la  conversión  (cfr.  Me 
2, 15. 17).  Esto  implica,  para  las  comunidades  eclesiales,  la  disponibilidad  a  prestar 
una  atención  concreta  a  las  diversas  formas  de  pobreza  presentes  en  su  propio 
ámbito.  Hacerse  cargo  de  estas  pobrezas  en  nombre  de  la  solidaridad  activa,  es  la 
primera  vía  para  prevenir  estas  desgracias  y  dar  sentido  a  la  vida. 

La  pastoral  de  la  prevención  es  para  la  parroquia  una  prioridad  pues  ella  es 
comimidad  educadora.  Los  adultos  deberían  sentirse  en  la  comunidad  educadores 
y  corresponsables  de  la  formación  de  cada  hijo,  de  cada  joven.  En  este  ámbito  debe 
revalorizarse  la  corrección  firatema  como  recíproco  estímulo  al  bien  y  a  lo  mejor.  A 
la  base  de  todo  está  el  amor  abierto  a  todo  hombre,  especialmente  a  los  más  pobres. 
Este  amor  se  manifiesta  en  la  solidaridad. 

En  cuanto  a  los  jóvenes  es  necesaria  una  pastoral  exigente: 

-  En  el  plan  espiritual  del  crecimiento  en  la  santidad; 

-  En  el  adiestramiento  al  servicio  gratuito  y  generoso; 

-  En  las  actividades  de  formación  juvenil  y  en  general  de  «educación  a  la  vida 
sana»,  bajo  el  aspecto  deportivo,  sanitario,  cultural  y  espiritual. 

La  presencia  de  toxicodependientes  llama  toda  la  parroquia  al  empeño  que  sobre- 
pasa la  simple  ayuda  económica  o  la  fácil  delegación  a  las  estructuras  especializadas. 
En  la  comunidad  cristiana,  deberían  las  familias  o  los  grupos  de  familias,  hacerse 
disponibles  para  acoger  o  asistir  un  toxicodependiente  en  la  fase  de  reinserción 
social  o  laborativa.  Así  pues,  deberán  surgir,  como  ya  se  está  dando  de  hecho, 
comunidades  educativas  de  voluntariado  abiertas  al  territorio  (parroquia,  barrio, 
municipio).  Toma  cuerpo  de  tal  manera  un  servicio  evangélico  y  se  ofrece  un 
mensaje  de  esperanza,  concretizado  por  medio  de  precisos  gestos  de  acogida  y  de 
amor. 

c)  Presencia  en  las  comunidades  para  la  atención  de 
los  toxicodependientes 

En  la  Iglesia  existen  también  múltiples  iniciativas  para  la  prevención,  la  acogida  y 


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la  recuperación  de  los  toxicodependientes,  y  su  reinserción  social.  Mientras  su 
fuente  de  inspiración  es  única,  diversas  son  las  capacidades  creativas  de  quienes  la 
concretizan.  Pero  si  la  fuente  es  el  Evangelio,  y  su  servicio  es  un  mensaje  de  amor 
y  de  esperanza,  todas  estas  iniciativas  no  pueden  ser  sino  de  comunión,  teniendo 
como  punto  de  referencia  la  regeneración  de  la  persona  y  de  la  familia  y  la  llamada 
del  hombre  a  vivir  en  relación. 

La  comunidad  para  la  atención  de  los  toxicodependientes  no  es  solamente  una 
estructura,  sino  un  estilo  de  vida  que  debe  encamarse  en  todas  partes:  en  casa,  por 
la  calle,  en  la  escuela,  en  el  trabajo,  en  la  diversión.  El  elemento  indispensable,  y 
punto  de  fuerza  del  empeño  eclesial  en  este  campo,  permanece  la  recuperación  del 
hombre  mediante  una  acción  inspirada  por  una  propuesta  evangélica  que  se  hace 
posible  a  través  de  varias  formas  de  acogida  en  la  cual  se  hace  concreto  el  mensaje 
de  amor  y  de  salvación  de  la  Iglesia. 

Somos  conscientes,  desde  luego,  de  cómo,  en  tantas  comunidades,  personas  que  han 
superado  la  toxicodep>endencia  se  convierten  en  apoyos  válidos  y  testigos  creíbles 
para  otros;  son  como  maestros  de  prevención  con  el  ejemplo  de  esperanza  y  de 
recuperación  positiva.  Los  ex-toxicodependientes  llegan  a  ser  especialistas  en 
afrontar  el  problema  de  la  droga  puesto  que  han  vivido  en  su  propia  piel  el  sufri- 
miento; han  sabido  aceptar  la  propuesta  evangélica,  y  por  consiguiente  son  los  más 
adecuados  para  transmitir  cuanto  han  recibido  a  quien  está  en  la  situación  en  la  que 
ellos  mismos  se  encontraban. 

Otras  características  específicas  de  las  comunidades  para  la  recuperación  de  los 
toxicodependientes  se  confían  a  la  creatividad  y  a  los  diversos  carismas  y  con- 
cepciones de  cuantos  participan  en  ella.  En  el  respeto  de  las  diversas  formas  de 
iniciativa,  la  Iglesia  por  medio  de  tales  estructuras,  ofrece  un  servicio  eficaz  a  los 
toxicodependientes  permaneciendo  siempre  fiel  a  la  propia  misión;  y  exige  una 
propuesta  de  clara  coherencia  a  cuantos  pretenden  seguirla.  Ante  estas  múltiples 
obras  e  iniciativas,  la  Iglesia  tiene  también  la  tarea  del  discernimiento.  La  adhesión 
al  Evangelio  y  al  Magisterio  de  la  Iglesia,  constituye  el  parámetro  para  definir  la 
identidad  cristiana  de  cada  comunidad,  que  tal  pretende  ser. 

En  un  texto  de  esta  naturaleza,  no  podemos  adentramos  en  valorar  la  variedad  de  los 
métodos  utilizados  en  la  atención  de  las  víctimas  de  la  toxicodependencia.  Estas 
dependen  también  del  contexto  cultural  de  las  naciones,  del  estado  particular  de  las 
familias  y  de  los  toxicodependientes  mismos.  í*uedcn  existir  acentuaciones,  de 


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acuerdo  con  el  grado  de  secularización,  de  presencia  de  los  valores  cristianos  en  la 
comunidad  y  en  la  persona,  víctima  de  esta  esclavitud.^* 

La  Iglesia,  respetando  la  autonomía  de  las  ciencias,  y  su  propia  metodología,  se 
interesa  más  en  el  esfuerzo  de  la  evangelización,  sobre  todo  cuando  el  trabajo  se 
desarrolla  en  las  instituciones  que  pertenecen  o  que  son  puestas  bajo  la  inspiración 
y  la  dirección  de  agentes  pastorales  de  la  Iglesia.  La  verdad  sobre  el  hombre  y  sobre 
Cristo  debe  estar  en  el  centro  de  una  recuperación  integral.  Es  necesario  leer  con 
atención  la  afirmación  del  Santo  Padre,  Juan  Pablo  II:  «Los  hombrea  tienen 
necesidad  de  la  verdad;  tienen  la  necesidad  absoluta  de  saber  por  qué  viven,  mueren, 
sufren!  Pues  bien,  vosotros  sabéis  que  la  verdad  es  Jesucristo!.  El  mismo  lo  ha 
afirmado  categóricamente:  «Yo  soy  la  verdad»  (Jn  14, 6).  «Yo  soy  la  luz  del  mundo: 
quien  me  sigue,  no  camina  en  las  tinieblas»  (JnS,  12).  Amad,  pues,  la  verdad!  Llevad 
la  verdad  al  mundo!  Testimoniad  la  verdad  que  es  Jesús,  con  toda  la  doctrina 
revelada  por  El  mismo  y  enseñada  por  la  Iglesia  divinamente  asistida  e  inspirada.  Es 
la  verdad  que  salva  nuestros  jóvenes:  la  verdad  toda  entera,  iluminadora  y  exigente, 
como  es!  No  tengáis  miedo  de  la  verdad  y  oponed  solo  y  siempre  a  Jesucristo  ante 
tantos  maestros  del  absurdo  y  del  recelo,  que  puedan  tal  vez  fascinar,  pero  que  luego 
llevan  fatalmente  a  la  destrucción».** 

d)  Presencia  en  la  cultura 

Existe  una  interdependencia  entre  el  perfeccionamiento  de  la  persona  humana  y  el 
desarrollo  de  la  misma  sociedad  (cfir.  GS,  25).  Desde  el  momento  en  que  el  hombre 
y  la  sociedad  tienden,  en  el  interior  del  orden  temporal,  al  bien  común,  por  medio  de 
la  cultura,  de  manera  especial,  el  desarrollo  y  la  transmisión  de  esta  se  encuentran 
entre  los  principales  campos  de  servicio  a  la  humanidad  en  la  que  la  Iglesia  debe  estar 
presente. 

La  cultura  contribuye  al  desarrollo  y  a  la  perfección  de  las  capacidades  del  hombre, 


"  Se  ha  hecho  referencia,  entre  otros,  al  método  empleado  por  Víctor  Frankl,  llamado  logoterapia. 
Este  subraya  los  valores  que  dan  sentido  a  la  vida.  Tiene,  pues,  un  fuerte  contenido  ético  y  puede 
ayudar  en  el  proceso  de  recuperación.  En  un  cierto  momento  puede  ser  conveniente  abrirse  hacia 
una  evangelización  explícita,  donde  el  centro  es  Cristo  Logos.  Así  podremos  también  hablar  de 
Logos-lerapia  (Palabra  del  Padre). 

"  Homilía  de  Juan  Pablo  11  al  Centro  Italiano  de  Solidaridad,  9  agosto  de  1980,  en  L'Osservalore 
Romano,  año  CXX,  n.  185/10-Vin-80. 


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tanto  mentales  como  físicas.  A  través  de  la  cultura  el  hombre  promueve  el  bien 
común  de  la  sociedad  creando  aquellas  condiciones  sociales  aptas  para  satisfacer 
con  facUidad  sus  necesidades  y  sus  legítimos  deseos.  Tales  condiciones  sociales,  si 
quieren  corresponder  a  la  verdadera  vocación  del  hombre,  deben  basarse  en  la 
eminente  dignidad  de  la  persona  humana  que  puede  ser  completamente  com- 
prendida solo  a  la  luz  de  la  trascendencia  de  la  revelación  cristiana. 

Por  esto  la  Iglesia  debe  «evangelizar  -no  de  manera  decorativa,  a  semejanza  de  un 
barniz  superficial,  sino  de  modo  vital,  en  profundidad  y  hasta  las  raíces-  la  cultura 
y  las  culturas  del  hombre. . . ,  partiendo  siempre  de  la  persona  y  regresando  a  las 
relaciones  de  las  personas  entre  ellas  y  con  Dios»  (EN,  20).  A  través  de  esta 
evangelización,  la  Iglesia  mira  a  la  conversión,  es  decir,  a  la  transformación  de  las 
conciencias,  sea  individuales  que  colectivas.  Al  hacer  esto,  la  Iglesia  no  destruye, 
sino  que  transforma  interiormente  la  cultura,  regenerando  «los  criterios  de  juicio,  los 
valores  determinantes,  los  puntos  de  interés,  las  líneas  de  pensamiento,  las  fuentes 
inspiradoras  y  los  modelos  de  vida  de  la  humanidad,  que  están  en  contraste  con  la 
Palabra  de  Dios  y  con  el  diseño  de  salvación»  (EN,  19). 

Por  otra  parte,  la  toxicodependencia  es  el  resultado  de  una  cultura  que,  vacía  de 
tantos  valores  humanos,  compromete  la  promoción  del  bien  común  y,  por  tanto,  la 
auténtica  promoción  de  la  persona.  De  aquí  el  empeño  que  pide  el  Santo  Padre  a  los 
laicos  en  promover  el  ámbito  del  bien  común  que  protege  la  solidez  de  tantas 
personas  en  el  bien.  Es  por  tanto  la  misión  de  la  Iglesia  reevangilizar  esta  cultura  y 
animar  este  orden  temporal  que  la  hace  posible.  Esto  es  sobre  todo  tarea  de  los  fieles 
laicos  en  su  participación  en  el  orden  social  en  sus  diversos  aspectos  (cfr.  CL,  42). 

Es  necesaria  la  presencia  evangelizadora  de  la  Iglesia  en  los  puestos  privilegiados 
de  la  cultura  como  las  instituciones  educativas  (escuela,  universidad,  etc.),  para  una 
eficaz  acción  de  prevención.  Tales  centros  son  también  lugares  fundamentales  para 
la  formación  del  carácter  donde  los  educadores  son  llamados  a  detectar  a  tiempo 
aquellos  que  pueden  ser  víctimas  de  la  droga.  La  escuela  debe  obrar  siempre  en 
estrecha  colaboración  con  los  padres  en  cuanto  participa,  en  modo  subsidiario,  en  la 
formación  de  los  jóvenes. 

Dada  la  importancia  de  los  medios  de  comunicación  social,  sea  para  la  formación 
que  para  la  transmisión  de  la  cultura,  no  puede  faltar  la  presencia  de  la  Iglesia  en  este 
campo.  La  Iglesia  evangelizadora  debe  hacer  una  obra  de  prevención  promoviendo, 
a  través  de  ellos,  un  «nuevo  humanismo»  (cfr.  FC,  7). 


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CONCLUSION 


Estas  páginas,  fruto  del  encuentro  de  personas  con  muchos  años  de  experiencia, 
proponen  algunas  reflexiones  para  el  trabajo  de  prevención  de  la  toxicodependencia 
y  la  recuperación  de  los  toxicodependientes.  Objetivo  final  del  presente  estudio  es 
que  el  hombre,  dejando  a  un  lado  las  falaces  dependencias,  reencuentre  la  verdadera 
libertad  en  la  dependencia  filial  del  Padre  celestial. 

Al  concluir,  nos  dirigimos  a  la  Madre  de  Dios,  que  ha  vivido  en  modo  armonioso  sus 
relaciones  fundamentales  de  acuerdo  con  el  querer  de  Dios.  Ayude,  María,  a  cuantos 
son  amenazados  por  el  azote  de  la  droga  y  a  aquellos  que  han  llegado  a  ser  sus 
víctimas,  guiándolos  al  Padre  en  el  conocimiento  y  en  el  amor  de  su  Hijo,  Jesucristo. 
El,  Señor  de  la  vida,  haga  pasar  tantas  personas,  esclavas  de  la  droga,  de  la 
desesperación  a  la  esperanza. 


ALFONSO  Cardenal  TRUJILLO 
Presidente 


t  JEAN-FRANCOIS  ARRIGHI 

Vice-P  residente 
Obispo  titular  de  Vico  Equense 


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Mensajes  del  Santo  Padre 
JUAN  PABLO  II 

En  su  Tercera  visita  a  la  República  Dominicana 

Faro  a  Colón 
Santa  Misa 

"Levántate  y  resplandece,  pues  ha  llegado  tu  luz"  (Is  60,1)- 

1.  La  conmemoración  del  V  Centenario  el  comienzo  de  la  evangelización  del 
Nuevo  Mundo,  es  un  día  grande  para  la  Iglesia.  Como  sucesor  del  Apóstol  Pedro 

tengo  la  dicha  de  celebrar  esta  Eucaristía  junto  con  mis  Hermanos  Obispos  de  toda 
América  Latina,  así  como  miembros  de  otros  Episcopados  invitados,  en  esta  bendita 
tierra,  que  hace  ahora  quinientos  años,  recibió  a  Cristo,  luz  de  las  naciones,  y  fue 
marcada  con  el  signo  de  la  Cruz  salvadora. 

Desde  Santo  Domingo  quiero  hacer  llegar  a  todos  los  amadísimos  hijos  de  América 
mi  saludo  entrañable  con  las  palabras  del  apóstol  San  Pablo:  "Que  la  gracia  y  la  paz 
sea  con  vosotros  de  parte  de  Dios  Padre  y  de  Nuestro  Señor  Jesucristo"  (Gál  1, 3). 
Al  conmemorar  el  12  de  Octubre  de  1492,  una  de  las  fechas  más  importantes  en  la 
historia  de  la  humanidad,  mi  pensamiento  y  mi  afecto  se  dirigen  a  todas  y  cada  una 
de  las  Iglesias  particulares  del  continente  americano.  Que  a  pesar  de  la  distancia 
llegue  a  todas  mi  voz  y  la  cercanía  de  mi  presencia. 

2.  Voz  que  abraza  en  el  Señor  a  las  Iglesias  en  el  Cono  Sur:  Chile,  y  Argentina, 
Uruguay  y  Paraguay. 

Voz  de  fraterno  amor  en  Cristo  a  la  Iglesia  de  Brasil,  a  las  Iglesias  de  los  Países 
andinos:  Boüvia  y  Perú,  Ecuador  y  Colombia. 

Voz  de  afectuosa  comunión  en  la  fe  a  la  Iglesia  en  Venezuela,  en  Surinam,  en  las 
Antillas,  en  República  Dominicana  y  Haití,  en  Cuba,  Jamaica  y  Puerto  Rico. 

Voz  de  paz  en  el  Señor  a  las  Iglesias  de  América  Central  y  Panamá,  de  México  y 
América  del  Norte. 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


Junto  con  el  abrazo  fraterno  a  mis  Hermanos  en  el  Episcopado,  deseo  presentar  mi 
cordial  y  deferente  saludo  al  Señor  Presidente  de  la  República  y  demás  Autoridades 
que  nos  acompañan. 

3 .  Las  palabras  de  Isaías,  proclamadas  en  la  primera  lectura,  "levántate  y  resplan- 
dece, pues  ha  llegado  tu  luz"  (Is  60, 1),  nos  presentan  la  gloria  de  la  nueva 

Jerusalén.  El  profeta,  a  distancia  de  siglos,  anuncia  a  Aquel  que  él  ve  como  Luz  del 
mundo.  De  Jerusalén  viene  la  aurora  que  resplandecerá  en  la  plenitud  del  Misterio 
divino  diseñado  desde  toda  la  eternidad.  S  u  claridad  se  extenderá  a  todas  las  naciones 
de  la  tierra. 

En  efecto,  hoy,  reunidos  en  tomo  al  altar,  celebramos  en  Santo  Domingo,  en  rendida 
acción  de  gracias  a  Dios,  la  llegada  de  la  luz  que  ha  alumbrado  con  esplendor  de  vida 
y  esperanza  el  caminar  de  los  pueblos  que,  hace  ahora  quinientos  años,  nacieron  a 
la  fe  cristiana.  Con  la  fuerza  del  Espúitu  Santo  la  obra  redentora  de  Cristo  se  hacía 
presente  por  medio  de  aquella  multitud  de  misioneros  que,  urgidos  por  el  mandato 
del  Señor  de  "predicar  la  Buena  Nueva  a  toda  criatura"  (Me  16,  15),  cruzaron  el 
océano  para  anunciar  a  sus  hermanos  el  mensaje  de  salvación.  Junto  con  mis 
Hermanos  Obispos  de  América,  doy  gracias  a  la  Santísima  Trinidad  porque  "los 
confines  de  la  tierra  han  contemplado  la  salvación  de  nuestro  Dios"  (Sal  98, 3).  Las 
palabras  del  profeta  se  han  hecho  verdad  y  vida  en  este  continente  de  la  esperanza; 
por  ello,  con  gozo  incontenible,  podemos  hoy  proclamar  de  nuevo:  América 
"levántate  y  resplandece,  pues  ha  llegado  tu  luz,  y  la  gloria  del  Señor  sobre  ti  ha 
amanecido"  (Is  60, 1). 

4.  Y  ¿qué  mayor  timbre  de  gloria  para  América  que  el  de  poder  presentar  a  todos 
aquellos  testimonios  de  santidad  que  a  lo  largo  de  estos  cinco  siglos  han  hecho 

vida  en  el  Nuevo  Mundo  el  mensaje  de  Jesucristo?  Ahí  están  esa  admirable  pléyade 
de  santos  y  beatos  que  adornan  la  casi  totalidad  de  la  geografía  americana,  cuyas 
vidas  representan  los  más  sazonados  frutos  de  la  evangelización  y  son  modelo  y 
fuente  de  inspiración  para  los  nuevos  evangelizadores. 

En  este  marco  de  santidad  se  sitúa  la  presente  canonización  del  Beato  Ezequiel 
Moreno,  que  en  su  vida  y  obra  apostólica  compendia  admirablemente  los  elementos 
centrales  de  la  efemérides  que  celebramos.  En  efecto,  en  la  reseña  de  su  vida  santa, 
así  como  de  los  méritos  y  gracias  celestiales  con  que  el  Señor  quiso  adornarle  -que 
hemos  oído  hace  unos  momentos  al  solicitar  oficialmente  su  canonización-  aparecen 
España,  Filipinas  y  América  Latina  como  los  lugares  en  que  desarrolló  su 
incansable  labor  misionera  este  hijo  insigne  de  la  Orden  Agustina  Recoleta.  Como 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


451 


obispo  de  Pasto,  en  Colombia,  se  sintió  particularmente  urgido  por  el  celo  apostólico 
que,  como  hemos  oído  en  la  segunda  lectura  de  esta  celebración  litúrgica,  hace 
exclamar  a  San  Pablo:  "Cómo  invocarán  a  aquel  en  quien  no  han  creído?  ¿Cómo 
creerán  en  aquel  a  quien  no  han  oído?  ¿Cómo  oirán  sin  que  se  les  predique?"  (Rom 
10,  14). 

5 .  El  nuevo  Santo  se  nos  presenta  ante  todo  como  modelo  de  evangelizador,  cuyo 
incontenible  deseo  de  anunciar  a  Cristo  guió  todos  los  pasos  de  su  vida.  En 

Casanare,  Arauca,  Pasto,  Santafé  de  Bogotá  y  tantos  otros  lugares  se  entregó  sin 
reserva  a  la  predicación,  al  sacramento  de  la  reconciliación,  a  la  catcquesis,  a  la 
asistencia  a  los  enfermos.  Su  inquembrantable  fe  en  Dios,  alimentada  en  todo 
momento  por  una  intensa  vida  interior,  fue  la  gran  fuerza  que  le  sostuvo  en  su 
dedicación  al  servicio  de  todos,  en  particular  de  los  más  pobres  y  abandonados. 
Como  Pastor  profundamente  espiritual  y  vigilante,  dio  vida  a  diversas  asociaciones 
religiosas;  y  a  donde  no  podía  llegar  en  persona  procuraba  hacerse  presente  mediante 
la  publicación,  el  periódico,  la  carta  particular. 

San  Ezequiel  Moreno,  con  su  vida  y  obra  de  evangelizador,  es  modelo  para  los 
Pastores,  especialmente  de  América  Latina,  que  bajo  la  guía  del  Espíritu  quieren 
responder  con  nuevo  ardor,  nuevos  métodos  y  nueva  expresión  a  los  grandes 
desafíos  con  que  se  enfrenta  la  Iglesia  latinoamericana,  la  cual,  llamada  a  la  santidad, 
que  es  la  más  preciada  riqueza  del  cristianismo,  ha  de  proclamar  sin  descanso  a 
"Jesucristo  ayer,  hoy  y  siempre"  (Heb  13, 8).  El  Señor  Jesús,  que  fue  anunciado  por 
primera  vez  a  los  pueblos  de  este  continente  hace  quinientos  años,  nos  trae  la 
salvación,  pues  solo  El  tiene  palabras  de  vida  eterna  (cf.  Jn  6,69).  "Tanto  amó  Dios 
al  mundo  que  dio  a  su  Hijo  unigénito,  para  que  todo  el  que  crea  en  El  no  perezca,  sino 
que  tenga  vida  eterna"  {Jn,  3, 16 ).  Es  el  Dios  que  ama  al  hombre  hasta  entregar  su 
vida  por  él.  Es  el  Dios  encamado,  que  muere  y  resucita.  ¡Es  el  Dios  Amor! 

Hoy,  junto  con  toda  la  Iglesia,  elevamos  nuestra  acción  de  gracias  pwr  los  cinco 
siglos  de  evangelización.  En  verdad  se  cumplen  las  palabras  del  profeta  Isaías,  que 
hemos  escuchado:  "Se  estremecerá  y  se  ensanchará  tu  corazón  porque  vendrán  a  ti 
los  tesoros  del  mar"  (Is  60,  5).  Son  las  riquezas  de  la  fe,  de  la  esperanza,  del  amor. 
Son  "las  riquezas  de  las  naciones"  flbid.):  sus  valores,  sus  conocimientos,  su  cultura. 
La  Iglesia,  que  a  lo  largo  de  su  historia  ha  conocido  pruebas  y  divisiones,  se  siente 
enriquecida  por  Aquel  que  es  el  Señor  de  la  historia. 

6.  América,  ¡abre  de  par  en  par  las  puertas  a  Cristo!  Deja  que  la  semilla  plantada 
hace  cinco  siglos  fecunde  todos  los  ámbitos  de  tu  vida:  los  individuos  y  las 


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familias,  la  cultura  y  el  trabajo,  la  economía  y  la  política,  el  presente  y  el  futuro. 

En  esta  solemne  efemérides,  quiero  dirigir  mi  mensaje  de  paz  y  esperanza  a  todos 
los  hombres  y  mujeres  de  buena  voluntad  que  en  este  bendito  continente  caminan 
entre  gozos  y  las  tristezas  del  presente  y  aspiran  a  un  porvenir  más  justo  y  fraterno. 

A  quienes  tienen  la  responsabilidad  del  gobierno  de  las  Naciones,  con  deferencia  y 
respeto  hacia  las  funciones  que  ejercen,  les  invito  a  un  renovado  empeño  a  favor  de 
la  justicia  y  la  paz,  de  la  libertad  y  el  desarrollo  integral.  Que  no  ahorren  esfuerzos 
para  potenciar  los  valores  fundamentales  de  la  convivencia  social:  el  respeto  a  la 
verdad,  los  vínculos  de  solidaridad,  la  tutela  de  los  derechos  humanos,  la  honestidad, 
el  diálogo,  la  participación  de  los  ciudadanos  a  todos  los  niveles.  Que  el  imperativo 
ético  sea  un  constante  punto  de  referencia  en  el  ejercicio  de  sus  funciones.  Los 
principios  cristianos  que  han  informado  la  vida  de  sus  pueblos,  inspirando  muchas 
de  sus  instituciones,  serán  factor  determinante  en  la  consecución  de  la  deseada 
integración  latinoamericana  e  infundirán  viva  esperanza  y  nuevo  dinamismo  que  les 
lleve  a  ocupar  el  puesto  que  les  corresponde  en  el  concierto  de  las  Naciones. 

7.  A  los  representantes  del  mundo  de  la  cultura,  les  aliento  a  una  generosa  puesta 
en  común  de  inteligencias,  voluntades  y  trabajo  creador  ante  el  reto  con  que 

enfrenta  América  Latina  en  el  momento  actual.  Motivando  y  estimulando  la 
capacidad  moral  y  espiritual  de  las  personas,  sois,  en  gran  medida,  corresponsables 
en  la  construcción  de  una  nueva  sociedad.  América  Latina  ha  de  consolidar  su 
identidad  cultural  y  debe  hacerlo  desde  sí  misma,  siendo  fiel  a  sus  raíces  más 
genuinas  en  las  que  a  lo  largo  de  estos  cinco  siglos  se  han  encamado  los  valores 
cristianos.  La  cultura,  como  instrumento  de  acercamiento  y  participación,  de 
comprensión  y  solidaridad,  ha  de  abrir  nuevos  caminos  de  progreso  y  sentar  las  bases 
de  un  auténtico  humanismo  integral  que  eleve  la  dignidad  del  hombre  a  su  verdadera 
e  irrenunciable  dimensión  de  hijo  de  Dios.  Hago,  pues,  un  apremiante  llamado  a  los 
responsables  de  la  cultura  de  América  Latina  para  que  intensifiquen  sus  esfuerzos 
en  favor  de  la  educación,  que  es  llave  maestra  del  futuro,  alma  del  dinamismo  social, 
derecho  y  deber  de  toda  persona. 

8.  A  los  trabajadores  y  empresarios  -desde  sus  respectivas  responsabilidades  en 
la  sociedad-  no  puedo  por  menos  de  exhortarles  a  la  solidaridad  real  y  eficiente. 

Vuestro  desafío  en  las  actuales  circunstancias  ha  de  tener  como  objetivo  común  el 
de  servir  al  hombre  latinoamericano  en  sus  impostergables  necesidades:  luchar 
contra  la  pobreza  y  el  hambre,  el  desempleo  y  la  ignorancia;  transformar  los  recur- 
sos potenciales  de  la  naturaleza  con  inteligencia,  laboriosidad  y  constancia;  aumen- 


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453 


tar  la  producción  y  promover  el  desarrollo;  humanizar  las  relaciones  laborales 
poniendo  siempre  a  la  persona  humana,  su  dignidad  y  derechos,  por  encima  de  los 
egoísmos  e  intereses  de  grupo.  Mirando  el  actual  panorama  de  América  Latina  y, 
más  aún,  las  perspectivas  de  futuro,  se  hace  necesario  sentar  las  bases  para  la 
creación  de  una  economía  solidaria.  Hay  que  sentir  la  pobreza  ajena  como  propia 
y  convencerse  de  que  los  pobres  no  pueden  esperar.  Por  su  parte,  los  poderes 
públicos  han  de  salir  al  paso  de  injustas  diferencias  que  ofenden  la  condición  humana 
de  los  hombres,  hermanos  e  hijos  de  un  mismo  Padre  y  copartícipes  de  los  dones  que 
el  Creador  puso  en  manos  de  todos.  Aunque  la  Iglesia  no  pretende  en  ningún 
momento  ofrecer  soluciones  técnicas,  sí  alienta  la  creación  de  un  proyecto 
económico  a  nivel  continental  que,  superando  los  aislacionismos,  pueda  presentarse 
como  interlocutor  válido  en  la  escena  internacional  y  mundial.  Por  otra  parte,  no 
puedo  por  menos  de  dirigir  un  urgente  llamado  a  las  naciones  desarrolladas  para  que 
enfrenten  su  responsabilidad  moral  ante  la  dramática  situación  de  pobreza  de 
millones  de  seres  humanos  en  América  Latina. 

9.  A  las  familias  de  América,  santuarios  del  amor  y  de  la  vida,  las  exhorto  a  ser 
verdaderas  "iglesias  domésticas",  lugar  de  encuentro  con  Dios,  centro  de 
irradiación  de  la  fe,  escuela  de  vida  cristiana,  donde  se  construyan  los  sóüdos 
fundamentos  de  una  sociedad  más  íntegra,  fraterna  y  solidaria.  Que  en  su  seno,  los 
jóvenes,  la  gran  fuerza  y  esperanza  de  América,  puedan  hallar  ideales  altos  y  nobles 
que  satisfagan  las  ansias  de  sus  corazones  y  les  aparte  de  la  tentación  de  una  cultura 
insoüdaria  y  sin  horizontes  que  conduce  irremediablemente  al  vacío  y  al  desaliento. 
Deseo  en  esta  ocasión  rendir  particular  homenaje  a  la  mujer  latinoamericana  que, 
generación  tras  generación,  ha  sido  como  el  ángel  custodio  del  alma  cristiana  de  este 
Continente. 

Finalmente,  mi  pensamiento  y  mi  plegaria  a  Dios  se  dirige  a  los  enfermos,  a  los 
ancianos,  a  los  marginados,  a  las  víctimas  de  la  violencia,  a  los  que  no  tienen  empleo 
ni  vivienda  digna,  a  los  desplazados  y  encarcelados;  en  una  palabra,  a  cuantos  sufren 
en  el  cuerpo  o  en  el  espíritu.  Que  la  conciencia  del  dolor  y  de  las  injusticias  infligidas 
a  tantos  hermanos,  sea,  en  este  V  Centenario,  ocasión  propicia  para  pedir  humilde- 
mente perdón  por  las  ofensas  y  crear  las  condiciones  de  vida  individual,  familiar  y 
social  que  permitan  un  desarrollo  integral  y  justo  í)ara  todos,  pero  particularmente 
para  los  más  abandonados  y  desposeídos.  Vienen  a  mi  mente  aquellas  palabras  de 
Santo  Toribio  de  Mogrovejo,  Patrono  del  Episcopado  Latinoamericano,  en  las  que 
se  declara  profundamente  dolido  porque  "no  solo  en  tiempos  pasados  se  les  ha  hecho 
a  estos  pobres  indios  tantos  agravios  y  con  tanto  exceso,  sino  que  también  en  el  día 
de  hoy  muchos  procuran  hacer  lo  mismo".  Los  sentimientos  y  la  solicitud  pastoral 


454 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


que  reflejan  estas  palabras,  pronunciadas  por  Santo  Toribio  en  el  m  Concilio 
Provincial  de  Lima  de  1582,  conservan  hoy  plena  actualidad,  queridos  Hermanos 
Obispos  de  América  Latina,  que  maiíana  iniciaréis  los  trabajos  de  la  IV  Conferencia 
General.  Era  el  mandato  del  Señor,  de  predicar  el  evangelio  a  toda  criatura  ( cf,  A/c 
16,  15)  lo  que  movía  al  Santo  Arzobispo  a  entregarse  sin  límites  al  anuncio  del 
mensaje  de  salvación  y  a  la  defensa  de  los  pobres.  Hoy,  los  sucesores  de  los 
Apóstoles  en  esta  tierra  fértil,  qüe  recibió  hace  cinco  siglos  la  palabra  de  Dios,  se 
enfrentan  a  nuevos  y  apremiantes  retos,  pero  sienten  en  su  alma  de  Pastores  las 
urgentes  interrogantes  de  San  Pablo,  que  hemos  escuchado  en  la  segunda  lectura: 
"¿Cómo  invocarán  a  aquel  en  quien  no  han  creído?  ¿Cómo  creerán  en  aquel  a  quien 
no  han  oído?  ?Cómo  oirán  sin  que  se  les  predique?  Y  ¿cómo  predicarán  si  no  son 
enviados?"  (Rom  10, 14-15). 

10.  Se  trata,  amadísimos  Hermanos  en  el  Episcopado,  de  interrogantes  funda- 
mentales que  interpelan  a  los  Pastores  de  la  Iglesia  de  todas  las  épocas.  Res- 
ponder a  tales  urgencias  y  desafíos,  antiguos  y  nuevos,  es  ciertamente  vuestra  tarea 
prioritaria  en  el  Continente  de  la  esperanza  y  el  objetivo  esencial  de  la  importante 
reunión  eclesial  que  os  disponéis  a  celebrar.  Estamos  congregados  frente  a  ese  Faro 
a  Colón,  que  con  su  forma  de  cruz  quiere  simbolizar  la  Cruz  de  Cristo  plantada  en 
esta  tierra  en  1492.  Con  ello,  se  ha  querido  también  rendir  homenaje  al  gran 
Almirante  que  dejó  escrito  como  voluntad  suya:  "Poned  cruces  en  todos  los  caminos 
y  senderos,  para  que  Dios  os  bendiga". 

¡"Jesucristo  ayer,  hoy  y  siempre"!  {Heb  13,  8).  El  es  nuestra  vida  y  nuestro  único 
guía.  Solo  en  El  está  puesta  nuestra  esperanza.  Su  Espíritu  ilumina  los  senderos  de 
la  Iglesia,  que  hoy  como  ayer,  le  proclama  Salvador  del  mundo  y  Señor  de  la  historia. 
Nos  sostiene  la  sólida  certeza  de  que  El  no  nos  abandona:  "Yo  estoy  con  vosotros 
siempre  hasta  el  fin  del  mundo"  {Mt  28,  20),  fueron  sus  últimas  palabras  antes  de 
ascender  a  su  gloria.  Jesucristo,  luz  del  mundo,  "camino,  verdad  y  vida"  (/«  14, 6), 
nos  guía  por  los  senderos  que  pasan  por  el  corazón  de  los  hombres  y  por  la  historia 
de  los  pueblos  para  que  en  todo  tiempo  y  todas  las  generaciones  "vean  la  salvación 
de  nuestro  Dios"  {Sal  97,  3). 

Amén 


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455 


Apertura  IV  Conferencia  General 
Episcopado  Latinoamericano 


Tema:  "Nueva  Evangelización,  Promoción  humana.  Cultura  cristiana.  "Jesucristo 
ayer,  hoy  y  siempre"  (Heb  13,  8). 

Queridos  Hermanos  en  el  Episcopado,  amados  sacerdotes,  religiosos,  religiosas  y 
laicos: 

1.  Bajo  la  guía  del  Espíritu,  al  que  hemos  invocado  fervientemente  para  que 
ilumine  los  trabajos  de  esta  importante  asamblea  eclesial,  inauguramos  la  JV 
Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano,  poniendo  nuestros  ojos  y 
nuestro  corazón  en  Jesucristo,  "el  mismo  ayer,  hoy  y  siempre"  {Heb  13, 8).  El  es  el 
Principio  y  el  Fin,  el  Alfa  y  la  Omega  (Ap  21,6),  la  plenitud  de  la  evangelización, 
"el  primero  y  más  grande  evangelizador.  Lo  ha  sido  hasta  el  final,  hasta  la  perfección, 
hasta  el  sacrificio  de  su  existencia  terrena"  (Evangelii  nuntiandi,  7). 

En  este  encuentro  eclesial  sentimos  muy  viva  la  presencia  de  Jesucristo,  Señor  de  la 
historia.  En  su  nombre  se  reunieron  los  Obispos  de  América  Latina  en  las  anteriores 
Asambleas  -Río  de  Janeiro  en  1955;  Medellín  en  1968;  Puebla  en  1979-,  y  en  su 
mismo  nombre  nos  reunimos  ahora  en  Santo  Domingo,  para  tratar  el  tema  "Nueva 
Evangelización,  Promoción  humana.  Cultura  cristiana",  que  engloba  las  grandes 
cuestiones  que,  de  cara  al  futuro,  debe  afrontar  la  Iglesia  ante  las  nuevas  situaciones 
que  emergen  en  Latinoamérica  y  en  el  mundo. 

Es  ésta,  queridos  Hermanos,  una  hora  de  gracia  para  todos  nosotros  y  para  la  Iglesia 
en  América.  En  realidad,  para  la  Iglesia  universal,  que  nos  acompaña  con  su  plegaria, 
con  esa  comunión  profunda  de  los  corazones  que  el  Espíritu  Santo  genera  en  todos 
los  miembros  del  único  cuerpo  de  Cristo.  Hora  de  gracia  y  también  de  gran 
responsabihdad.  Ante  nuestros  ojos  se  vislumbra  ya  el  tercer  milenio.  Y  si  la 
Providencia  nos  ha  convocado  para  dar  gracias  a  Dios  por  los  quinientos  años  de  fe 
y  de  vida  cristiana  en  el  continente  americano,  acaso  podemos  decir  con  más  razón 
aún  que  nos  ha  convocado  también  a  renovamos  interiormente,  y  a  "escrutar  los 
signos  de  los  tiempos"  (cf.  Mt  16, 3).  En  verdad,  la  llamada  a  la  nueva  evangelización 
es  ante  todo  una  llamada  a  la  conversión.  En  efecto,  mediante  el  testimonio  de  una 
Iglesia  cada  vez  más  fiel  a  su  identidad  y  más  viva  en  todas  sus  manifestaciones,  los 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


hombres  y  los  pueblos  de  América  Latina,  y  todo  el  mundo,  podrán  seguir 
encontrando  a  Jesucristo,  y  en  El  la  verdad  de  su  vocación  y  su  esperanza,  el  camino 
hacia  una  humanidad  mejor. 

Mirando  a  Cristo,  "fijando  los  ojos  en  el  que  inicia  y  completa  nuestra  fe:  Jesús"  (Heb 
12,  2),  seguimos  el  sendero  trazado  por  el  Concilio  Vaticano  II,  del  que  ayer  se 
cumplió  el  XXX  aniversario  de  su  solemne  inauguración.  Por  ello,  al  inaugurar  esta 
magna  Asamblea,  deseo  recordar  aquellas  sentidas  palabras  pronunciadas  por  mi 
venerable  predecesor,  el  Papa  Pablo  VI,  en  la  apertura  de  la  segunda  sesión  conciliar: 

"¡Cristo! 

Cristo,  nuestro  principio. 

Cristo,  nuestra  vida  y  nuestro  guía. 

Cristo,  nuestra  esperanza  y  nuestro  término... 

Que  no  se  cierna  sobre  esta  asamblea  otra  luz 

que  no  sea  la  de  Cristo,  luz  del  mundo. 

Que  ninguna  otra  verdad  atraiga  nuestra  mente 

fuera  de  las  palabras  del  Señor,  único  Maestro. 

Que  no  tengamos  otra  aspiración  que  la  de  serle  absolutamente  fieles. 

Que  ninguna  otra  esperanza  nos  sostenga,  si  no  es  aquella  que,  mediante  su  palabra, 

conforta  nuestra  debilidad. . .". 

I.  JESUCRISTO  AYER,  HOY  Y  SIEMPRE 

2.  Esta  Conferencia  se  reúne  para  celebrar  a  Jesucristo,  para  dar  gracias  a  Dios 
por  su  presencia  en  estas  tierras  de  América,  donde  hace  ahora  500  años  comenzó 
a  difundirse  el  mensaje  de  la  salvación;  se  reúne  para  celebrar  la  implantación  de  la 
Iglesia,  que  durante  estos  cinco  siglos  tan  abundantes  frutos  de  santidad  y  amor  ha 
dado  en  el  Nuevo  Mundo. 

Jesucristo  es  la  Verdad  eterna  que  se  manifestó  en  la  plenitud  de  los  tiempos.  Y 
precisamente,  para  transmitir  la  Buena  Nueva  a  todos  los  pueblos,  fundó  su  Iglesia 
con  la  misión  específica  de  evangelizar:  "Id  por  todo  el  mundo  y  proclamad  el 
evangelio  a  toda  creatura"  (Me  16,  15).  Se  puede  decir  que  en  estas  palabras  está 
contenida  la  proclama  solemne  de  la  evangelización.  Así  pues,  desde  el  día  en  que 
los  Apóstoles  recibieron  el  Espíritu  Santo,  la  Iglesia  inició  la  gran  tarea  de  la 
evangelización.  San  Pablo  lo  expresa  en  una  frase  lapidaria  y  emblemática: 
"Evangelizare  lesum  Christum",  "anunciar  a  Jesucristo"  {Gál  1, 16).  Esto  es  lo  que 
han  hecho  los  discípulos  del  Señor,  en  todos  los  tiempos  y  en  todas  las  latitudes  del 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


457 


mundo. 


3.  En  este  proceso  singular  el  año  1492  marca  una  fechi  clave.  En  efecto,  el  12 
de  Octubre  -hace  hoy  exactamente  cinco  siglos-  el  Almirante  Cristóbal  Colón, 

con  las  tres  carabelas  procedentes  de  España,  llegó  a  estas  tierras  y  plantó  en  ellas 
la  cruz  de  Cristo.  La  evangelización  propiamente  dicha,  sin  embargo,  comenzó  con 
el  segundo  viaje  de  los  descubridores,  a  quienes  acompañaban  los  primeros  misio- 
neros. Se  iniciaba  así  la  siembra  del  don  precioso  de  la  fe.  Y  ¿cómo  no  dar  gracias 
a  Dios  por  ello,  junto  con  vosotros,  queridos  Hermanos  Obispos,  que  hoy  hacéis 
presentes  en  Santo  Domingo  a  todas  las  Iglesias  particulares  de  Latinoamérica? 
¡Cómo  no  dar  gracias  por  los  abundantes  frutos  de  la  semilla  plantada  a  lo  largo  de 
estos  cinco  siglos  por  tantos  y  tan  intrépidos  misioneros! 

Con  la  llegada  del  Evangelio  a  América  se  ensancha  la  historia  de  la  salvación,  crece 
la  familia  de  Dios,  se  multiplica  "para  gloria  de  Dios  el  número  de  los  que  dan 
gracias"  (2  Cor  4,  15).  Los  pueblos  del  Nuevo  Mundo  eran  "pueblos  nuevos... 
totalmente  desconocidos  para  el  Viejo  Mundo  hasta  el  año  1492",  pero  "conocidos 
por  Dios  desde  toda  la  eternidad  y  por  El  siempre  abrazados  con  la  paternidad  que 
el  Hijo  ha  revelado  en  la  plenitud  de  los  tiempos  (cf.  Gál  4, 4)"  (Homilía,  1  de  enero 
1992).  En  los  pueblos  de  América,  Dios  se  ha  escogido  un  nuevo  pueblo,  lo  ha 
incorporado  a  su  designio  redentor,  lo  ha  hecho  partícipe  de  su  espíritu.  Mediante 
la  evangelización  y  la  fe  en  Cristo,  Dios  ha  renovado  su  alianza  con  América  Latina. 

Damos,  pues,  gracias  a  Dios  por  la  pléyade  de  evangelizadores  que  dejaron  su  patria 
y  dieron  su  vida  para  sembrar  en  el  Nuevo  Mundo  la  vida  nueva  de  la  fe,  la  esperanza 
y  el  amor.  No  los  movía  la  leyenda  de  "El  Dorado",  o  intereses  personales,  sino  el 
urgente  llamado  a  evangelizar  a  unos  hermanos  que  aún  no  conocían  a  Jesucristo. 
Ellos  anunciaron  "la  bondad  de  Dios  nuestro  Salvador  y  su  amor  a  los  hombres"  {Tit 
3, 4)  a  unas  gentes  que  ofrecían  a  sus  dioses  incluso  sacrificios  humanos.  Ellos  tes- 
timoniaron, con  su  vida )'  con  su  palabra,  la  humanidad  que  brota  del  encuentro  con 
Cristo.  Por  su  testimonio  y  su  predicación,  el  número  de  hombres  y  mujeres  que  se 
abrían  a  la  gracia  de  Cristo  se  multiplicaron"  como  las  estrellas  del  cielo,  incontables 
como  las  arenas  de  las  orillas  del  mar"  {Heb  11, 12). 

4.  Desde  los  primeros  pasos  de  la  evangelización,  la  Iglesia  católica,  movida  por 
la  fidelidad  al  Espíritu  de  Cristo,  fue  defensora  infatigable  de  los  indios,  pro- 
tectora de  los  valores  que  había  en  sus  culturas,  promotora  de  humanidad  frente  a  los 
abusos  de  colonizadores  a  veces  sin  escrúpulos.  La  denuncia  de  las  injusticias  y 
atropellos  por  obra  de  Montesinos,  Las  Casas,  Córdoba,  fray  Juan  del  Valle  y  tantos 


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otros,  fue  como  un  clamor  que  propició  una  legislación  inspirada  en  el  recono- 
cimiento del  valor  sagrado  de  la  persona.  La  conciencia  cristiana  afloraba  con 
valentía  profética  en  esa  cátedra  de  dignidad  y  de  libertad  que  fue,  en  la  Universidad 
de  Salamanca,  la  Escuela  de  Vitoria,  (cf.  Discurso,  14  de  mayo  1992),  y  en  tantos 
eximios  defensores  de  los  nativos,  en  España  y  en  América  Latina.  Nombres  que  son 
bien  conocidos  y  que  con  ocasión  del  V  Centenario  han  sido  recordados  con 
admiración  y  gratitud.  Por  mi  parte,  y  para  precisar  los  perfiles  de  la  verdad  histórica 
poniendo  dereUeve  las  raíces  cristianas  y  la  identidad  católica  del  Continente,  sugerí 
que  se  celebrara  un  Simposio  Internacional  sobre  la  Historia  de  la  Evangelización 
de  América,  organizado  por  la  Pontificia  Comisión  para  América  Latina.  Los  datos 
históricos  muestran  que  se  llevó  a  cabo  una  válida,  fecunda  y  admirable  obra 
evangelizadora  y  que,  mediante  ella,  se  abrió  camino  de  tal  modo  en  América  la 
verdad  sobre  Dios  y  sobre  el  hombre  que,  de  hecho,  la  evangeUzación  misma 
constituye  una  especie  de  tribunal  de  acusación  para  los  responsables  de  aquellos 
abusos. 

De  la  fecundidad  de  la  semilla  evangélica  depositada  en  estas  benditas  tierras  he 
podido  ser  testigo  durante  los  viajes  apostólicos  que  el  Señor  me  ha  concedido 
realizar  a  vuestras  Iglesias  particulares.  ¡Cómo  no  manifestar  abiertamente  mi 
ardiente  gratitud  a  Dios,  porque  me  ha  dado  a  conocer  de  cerca  la  realidad  viva  de 
la  Iglesia  en  América  Latina!  En  mis  viajes  al  Continente,  así  como  durante  vuestras 
visitas  "adLimina"  y  en  otros  diversos  encuentros  -que  han  robustecido  los  vínculos 
de  la  colegialidad  episcopal  y  la  corresponsabilidad  en  la  solicitud  pastoral  por  toda 
la  Iglesia-  he  podido  comprobar  repetidamente  la  lozanía  de  la  fe  de  vuestras 
comunidades  eclesiales  y  también  medir  la  amplitud  de  los  desafíos  para  la  iglesia, 
ligada  indisolublemente  a  la  suene  misma  de  los  pueblos  del  Continente. 

5.  La  presente  Conferencia  General  se  reúne  para  perfilar  las  líneas  maestras  de 
una  acción  evangelizadora  que  ponga  a  Cristo  en  el  corazón  y  en  los  labios  de 
todos  los  latinoamericanos.  Esta  es  nuestra  tarea:  hacer  que  la  verdad  sobre  Cristo 
y  la  verdad  sobre  el  hombre  penetren  aún  más  profundamente  en  todos  los  estratos 
de  la.sociedad  y  la  transformen  (cf.  Discurso  a  la  Pont.  Comisión  para  América 
Latina,  14  de  junio  1991). 

En  sus  deliberaciones  y  conclusiones,  esta  Conferencia  ha  de  saber  conjugar  los  tres 
elementos  doctrinales  y  pastorales,  que  constituyen  como  las  tres  coordenadas  de  la 
nueva  evangelización:  Cristología,  Eclesiología  y  Antropología.  Contado  con  una 
profunda  y  sólida  Cristología,  basados  en  una  sana  antropología  y  con  una  clara  y 
recta  visión  eclesiológica,  hay  que  afrontar  los  retos  que  se  plantean  hoy  a  la  acción 


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evangelizadora  de  la  Iglesia  en  América. 

A  continuación  deseo  compartir  con  vosotros  algunas  reflexiones  que,  siguiendo  la 
pauta  del  enunciado  de  la  Conferencia  y  como  signo  de  profunda  comunión  y  co- 
rresponsabilidad eclesial,  os  ayuden  en  vuestro  ministerio  de  Pastores  enti^egados 
generosamente  a  la  grey  que  el  Señor  os  ha  confiado.  Se  trata  de  presentar  algunas 
prioridades  doctrinales  y  pastorales  desde  la  perspectiva  de  la  nueva  evangelización. 

II.  NUEVA  EVANGELIZACION 

6.  La  nueva  evangelización  es  la  idea  central  de  toda  la  temática  de  esta 
Conferencia. 

Desde  mi  encuentro  en  Haití  con  los  Obispos  del  CELAM  en  1983  he  venido 
poniendo  particular  énfasis  en  esta  expresión,  para  despertar  así  un  nuevo  fervor  y 
nuevos  afanes  evangelizadores  en  América  y  en  el  mundo  entero;  esto  es,  para  dar 
a  la  acción  pastoral  "un  impulso  nuevo,  capaz  de  crear  tiempos  nuevos  de 
evangelización,  en  una  Iglesia  todavía  más  arraigada  en  la  fuerza  y  en  el  poder 
perennes  de  Pentecostés"  (Evangelli  nuntiandi,  2). 

La  nueva  evangelización  no  consiste  en  un  "nuevo  evangelio",  que  surgiría  siempre 
de  nosotros  mismos,  de  nuestra  cultura,  de  nuestros  análisis  de  las  necesidades  del 
hombre.  Por  ello,  no  sería  "evangelio",  sino  mera  invención  humana,  y  no  habría  en 
él  salvación.  Tampoco  consiste  en  recortar  del  Evangelio  todo  aquello  que  parece 
difícilmente  asimilable  para  la  mentalidad  de  hoy.  No  es  la  cultura  la  medida  del 
Evangelio,  sino  Jesucristo  la  medida  de  toda  cultura  y  de  toda  obra  humana.  No,  la 
nueva  evangelización  no  nace  del  deseo  "de  agradar  a  los  hombres"  o  de  "buscar  su 
favor"  {Gál  1, 10),  sino  de  la  responsabilidad  para  con  el  don  que  Dios  nos  ha  hecho 
en  Cristo,  en  el  que  accedemos  a  la  verdad  sobre  Dios  y  sobre  el  hombre,  y  a  la 
posibilidad  de  la  vida  verdadera. 

La  nueva  evangelización  tiene,  como  punto  de  partida,  la  certeza  de  que  en  Cristo 
hay  una  "inescrutable  riqueza"  (£/3,  8),  que  no  agota  ninguna  cultura,  ni  ninguna 
época,  y  a  la  cual  podemos  acudir  siempre  los  hombres  para  enriquecemos  (cf. 
Asamblea  especial  para  Europa  del  Sínodo  de  los  Obispos, Declaración  final  3).  Esa 
riqueza  es,  ante  todo,  Cristo  mismo,  su  persona,  porque  El  mismo  es  nuestra 
salvación.  Los  hombres  de  cualquier  tiempo  y  de  cualquier  cultura  podemos, 
acercándonos  a  El  mediante  la  fe  y  la  incorporación  a  su  Cuerpo,  que  es  la  Iglesia, 
hallar  respuesta  a  esas  preguntas,  siempre  antiguas  y  siempre  nuevas,  con  las  que  los 


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hombres  afipontamos  el  misterio  de  nuestra  existencia  y  que  llevamos  indeleble- 
mente grabadas  en  nuestro  corazón  desde  la  creación  y  desde  la  herida  del  pecado. 

7.  La  novedad  no  afecta  al  contenido  del  mensaje  evangélico  que  es  inmutable, 
pues  Cristo  es  "el  mismo  ayer,  hoy  y  siempre".  Por  esto,  el  evangelio  ha  de  ser 

predicado  en  plena  fidelidad  y  pureza,  tal  como  ha  sido  custodiado  y  transmitido  por 
la  Tradición  de  la  Iglesia.  Evangelizar  es  anunciar  a  una  persona,  que  es  Cristo.  En 
efecto,  "no  hay  evangelización  verdadera,  mientras  no  se  anuncie  el  nombre,  la 
doctrina,  la  vida,  las  promesas,  el  reino,  el  misterio  de  Jesús  de  Nazareth,  Hijo  de 
Dios"  (Evangelii  nuntiandi,  22).  Por  eso,  las  cñstologías  redutivas,  de  las  que  en 
diversas  ocasiones  he  señalado  sus  desviaciones  (cf.  Discurso  Inaugural  de  la 
Conferencia  de  Puebla,  28  de  enero  1979,  1,  4),  no  pueden  aceptarse  como 
instrumentos  de  la  nueva  evangelización.  Al  evangelizar,  la  unidad  de  la  fe  de  la 
Iglesia  tiene  que  resplandecer  no  solo  en  el  magisterio  auténtico  de  los  Obispos,  sino 
también  en  el  servicio  a  la  verdad  por  parte  de  los  pastores  de  almas,  de  los  teólogos, 
de  los  catequistas  y  de  todos  los  que  están  comprometidos  en  la  proclamación  y 
predicación  de  la  fe. 

A  este  respecto,  la  Iglesia  estimula,  admira  y  respeta  la  vocación  del  teólogo,  cuya 
"función  es  lograr  una  comprensión  cada  vez  más  profunda  de  la  palabra  de  Dios 
contenida  en  la  Escritura  inspirada  y  transmitida  por  la  Tradición  viva  de  la  Iglesia" 
(Instrucción  de  la  Congregación  para  la  doctrina  de  la  Fe  sobre  la  vocación  eclesial 
del  teólogo,  24  de  mayo  de  1990, 6).  Esta  vocación  noble  y  necesaria,  surge  en  el 
interior  de  la  Iglesia  y  presupone  la  condición  de  creyente  en  el  mismo  teólogo,  con 
una  actitud  de  fe  que  él  mismo  debe  testimoniar  en  la  comunidad.  "La  recta 
conciencia  del  teólogo  católico  supone  consecuentemente  la  fe  en  la  Palabra  de  Dios 
(...)  el  amor  a  la  Iglesia  de  la  que  ha  recibido  su  misión  y  el  respeto  al  Magisterio 
asistido  por  Dios"  (Ihid.  38).  La  teología  está  llamada,  pues,  a  prestar  un  gran 
servicio  a  la  nueva  evangelización. 

8.  Ciertamente  es  la  verdad  la  que  nos  hace  lita-es  (cf.  Jn  8, 32).  Pero  no  podemos 
por  menos  de  constatar  que  existen  posiciones  inaceptables  sobre  lo  que  es  la 

verdad,  la  libertad,  la  conciencia.  Se  llega  incluso  a  justificar  el  disenso  con  el 
recurso  "al  pluralismo  teológico,  llevado  a  veces  hasta  un  relativismo  que  pone  en 
peligro  la  integridad  de  la  fe".  No  faltan  quienes  piensan  que  "los  documentos  del 
Magisterio  no  serían  sino  el  reflejo  de  una  teología  opinable"  (Ibid.  34);  y  "surge  así 
una  especie  de  'magisterio  paralelo'  de  los  teólogos,  en  oposición  y  rivalidad  con  el 
Magisterio  auténtico"  (ibid. ).  Por  otra  parte,  no  podemos  soslayar  el  hecho  de  que 
las  "actitudes  de  oposición  sistemática  a  la  Iglesia,  que  llegan  incluso  a  constituirse 


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en  grupos  organizados" ,  la  contestación  y  la  discordia,  al  igual  que  "acarrean  graves 
inconvenientes  a  la  comunión  de  la  Iglesia",  son  también  un  obstáculo  para  la 
evangelización  (cf.  Ibid.,  32). 

La  confesión  de  fe  "Jesucristo  ayer,  hoy  y  siempre"  de  la  Carta  de  los  Hebreos  -que 
es  como  el  telón  de  fondo  del  tema  de  esta  FV  Conferencia-  nos  lleva  a  recordar  las 
palabras  del  versículo  siguiente:  "No  os  dejéis  seducir  por  doctrinas  varias  y 
extrañas"  (Heb  13,9).  Vosotros,  amados  Pastores,  tenéis  que  velar  sobre  todo  por 
la  fe  de  la  gente  sencilla  que,  de  lo  contrario,  se  vería  desorientada  y  confundida. 

9.  Todos  los  evangelizadores  han  de  prestar  también  una  atención  especial  a  la 
catequesis.  Al  comienzo  de  mi  Pontificado  quise  dar  nuevo  impulso  a  esta  labor 

pastoral  mediante  la  Exhortación  Apostólica  Catechesi  tradendae,  y  recientemente 
he  aprobado  el  Catecismo  de  la  Iglesia  Católica,  que  presento  como  el  mejor  don 
que  la  Iglesia  puede  hacer  a  sus  Obispos  y  a  todo  el  Pueblo  de  Dios.  Se  trata  de  un 
valioso  instrumento  para  la  nueva  evangelización,  donde  se  compendia  toda  la 
doctrina  que  la  Iglesia  ha  de  enseñar. 

Confío  asimismo  que  el  movimiento  bíblico  continúe  desplegando  su  benéfica  labor 
en  América  Latina  y  que  las  Sagradas  Escrituras  nutran  cada  vez  más  la  vida  de  los 
fíeles,  para  lo  cual  se  hace  imprescindible  que  los  agentes  de  pastoral  profundicen 
incansablemente  en  la  Palabra  de  Dios,  viviéndola  y  transmitiéndola  a  los  demás  con 
fidelidad,  es  decir,  "teniendo  muy  en  cuenta  la  unidad  de  toda  la  Escritura,  la 
tradición  viva  de  toda  la  Iglesia  y  la  analogía  de  la  fe".  (Dei  Verbum,  12).  Igualmente, 
el  movimiento  litúrgico  ha  de  dar  renovado  impulso  a  la  vivencia  íntima  de  los 
misterios  de  nuestra  fe,  llevando  al  encuentro  con  Cristo  Resucitado  en  la  Uturgia  de 
la  Iglesia.  Es  en  la  celebración  de  la  Palabra  y  de  los  Sacramentos,  pero  sobre  todo 
en  la  Eucaristía,  culmen  y  fuenic  de  la  vida  de  la  Iglesia  y  de  toda  la  evangelización, 
donde  se  realiza  nuestro  encuentro  salvífico  con  Cristo,  al  que  nos  unimos 
místicamente  formando  su  Iglesia  (cf.  Lumen  gentium,  7).  Por  ello  os  exhorto  a  dar 
un  nuevo  impulso  a  la  celebración  digna,  viva  participada  de  las  asambleas 
litúrgicas,  con  ese  profundo  sentido  de  la  fe  de  la  contemplación  de  los  misterios  de 
la  salvación,  tan  arraigados  en  vuestros  pueblos. 

10.  La  novedad  de  la  acción  evangclizadora  a  que  hemos  convocado  afecta  a  la 
actitud,  al  estilo,  al  esfuerzo  y  a  la  programación  o,  como  propuse  en  Haití,  al 

ardor,  a  los  métodos  y  a  la  expresión,  (cf.  Discurso  a  los  Obispos  del  CELAM,  9  de 
marzo  1983).  Una  evangelización  nueva  en  su  ardor  supone  una  fe  sólida,  una 
caridad  pastoral  intensa  y  una  rica  fidelidad  que,  bajo  la  acción  del  Espítiru,  generen 


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una  mística,  un  incontenible  entusiasmo  en  la  Tarea  de  anunciar  el  Evangelio.  En 
lenguaje  neotestamentario  es  la  "parresía"  que  inflama  el  corazón  del  apóstol  (cí.Act 
5, 28-29;  cf.  Redemptoris  missio,  45).  Esta  "parresía"  ha  de  ser  también  el  sello  de 
vuestro  apostolado  en  América.  Nada  puede  haceros  callar,  pues  sois  heraldos  de  la 
verdad.  La  verdad  de  Cristo  ha  de  iluminar  las  mentes  y  los  corazones  con  la  activa, 
incansable  y  pública  proclamación  de  los  valores  cristianos. 

Por  otra  parte,  los  nuevos  tiempos  exigen  que  el  mensaje  cristiano  llegue  al  hombre 
de  hoy  mediante  nuevos  métodos  de  apostolado,  y  que  sea  expresado  en  lenguaje  y 
formas  accesibles  al  hombre  latinoamericano,  necesitado  de  Cristo  y  sediento  del 
evangelio:  ¿Cómo  hacer  accesible,  penetrante,  válida  y  profunda  la  respuesta  al 
hombre  de  hoy,  sin  alterar  o  modificar  en  nada  el  contenido  del  mensaje  evangélico? 
¿Cómo  llegar  al  corazón  de  la  cultura  que  queremos  evangelizar?  ¿Cómo  hablar  de 
Dios  en  un  mundo  en  el  que  está  presente  un  proceso  creciente  de  secularización? 

11.  Como  lo  habéis  manifestado  en  los  encuentros  y  conversaciones  que  hemos 
tenido  a  lo  largo  de  estos  años,  tanto  en  Roma  como  en  mis  visitas  a  vuestras 
Iglesias  particulares,  hoy  la  fe  sencilla  de  vuestros  pueblos  sufre  el  embate  de  la 
secularización,  con  el  consiguiente  debihtamiento  de  los  valores  religiosos  y 
morales.  En  los  ambientes  urbanos  crece  una  modalidad  cultural  que,  confiando  solo 
en  la  ciencia  y  en  los  avances  de  la  técnica,  se  presenta  como  hostil  a  la  fe.  Se 
transmiten  unos  "modelos"  de  vida  en  contraste  con  los  valores  del  evangelio.  Bajo 
la  presión  del  secularismo,  se  llega  a  presentar  la  fe  como  si  fuera  una  amenaza  a  la 
libertad  y  autonomía  del  hombre. 

Sin  embargo,  no  podemos  olvidar  que  la  historia  reciente  ha  mostrado  que  cuando, 
al  amparo  de  ciertas  ideologías,  se  niegan  la  verdad  sobre  Dios  y  la  verdad  sobre  el 
hombre,  se  hace  imposible  construir  una  sociedad  de  rostro  humano.  Con  la  caída 
de  los  regímenes  del  llamado  "socialismo  real"  en  Europa  oriental  cabe  esperar  que 
también  en  este  continente  se  saquen  las  deducciones  pertinentes  en  relación  con  el 
valor  efímero  de  tales  ideologías.  La  crisis  del  colectivismo  marxista  no  ha  tenido 
solo  raíces  económicas,  como  he  puesto  en  relieve  en  la  Encíclica  Centesimus  annus 
(n.  41),  pues  la  verdad  sobre  el  hombre  está  íntima  y  necesariamente  ligada  a  la 
verdad  sobre  Dios. 

La  nueva  evangelización  ha  de  dar,  pues,  una  respuesta  integral,  pronta,  ágil,  que 
fortalezca  la  fe  católica,  en  sus  verdades  fundamentales,  en  sus  dimensiones 
individuales,  familiares  y  sociales. 


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12.  A  ejemplo  del  Buen  Pastor,  habéis  de  apacentar  el  rebaño  que  os  ha  sido 
confiado  y  defenderlo  de  los  lobos  rapaces.  Causa  de  división  y  discordia  en 
vuestras  comunidades  eclesiales  son  -lo  sabéis  bien-  las  sectas  y  movimientos 
"pseudo-espirituales"  de  que  habla  el  Documento  de  Puebla  (n.  628),  cuya  expresión 
y  agresividad  urge  afrontar. 

Como  muchos  de  vosotros  habéis  señalado,  el  avance  de  las  sectas  pone  de  relieve 
un  vacío  pastoral,  que  tiene  frecuentemente  su  causa  en  la  falta  de  formación,  lo  cual 
mina  la  identidad  cristiana  y  hace  que  grandes  masas  de  católicos  sin  una  atención 
religiosa  adecuada  -entre  otras  razones,  por  falta  de  sacerdotes-,  queden  a  merced  de 
campañas  de  proselitismo  sectario  muy  activas.  Pero  también  puede  suceder  que  los 
fieles  no  hallen  en  los  agentes  de  pastoral  aquel  fuerte  sentido  de  Dios  que  ellos 
deberían  transmitir  en  sus  vidas.  "Tales  situaciones  pueden  ser  ocasión  de  que 
muchas  personas  pobres  y  sencillas,  -como  por  desgracia  está  ocurriendo-  se 
conviertan  en  fácil  presa  de  las  sectas,  en  las  que  buscan  un  sentido  religioso  de  la 
vida  que  quizás  no  encuentran  en  quienes  se  lo  tendrían  que  ofrecer  a  manos  llenas" 
(Carta  Apostólica  Los  Caminos  del  Evangelio,  20). 

Por  otra  parte,  no  se  puede  infravalorar  una  cierta  estrategia,  cuyo  objetivo  es 
debilitar  los  vínculos  que  unen  a  los  Países  de  América  Latina  y  minar  así  las  fuerzas 
que  nacen  de  la  unidad.  Con  este  objeto  se  destinan  importantes  recursos 
económicos  para  subvencionar  campañas  proselitistas,  que  tratan  de  resquebrajar 
esta  unidad  católica. 

Al  preocupante  fenómeno  de  las  sectas  hay  que  responder  con  una  acción  pastoral 
que  ponga  en  el  centro  de  todo  a  la  persona,  su  dimensión  comunitaria  y  su  anhelo 
de  una  relación  personal  con  Dios.  Es  un  hecho  que  allí  donde  la  presencia  de  la 
Iglesia  es  dinámica,  como  es  el  caso  de  las  parroquias  en  las  que  se  imparte  una 
asidua  formación  en  la  Palabra  de  Dios,  donde  existe  una  liturgia  activa  y  partici- 
pada, una  sólida  piedad  mariana,  una  efectiva  solidaridad  en  el  campo  social,  una 
marcada  solicitud  pastoral  por  la  familia,  los  jóvenes  y  los  enfermos,  vemos  que  las 
sectas  o  los  movimientos  para-religiosos  no  logran  instalarse  o  avanzar. 

La  arraigada  religiosidad  popular  de  vuestros  fieles,  con  sus  extraordinarios  valores 
de  fe  y  de  piedad,  de  sacrificio  y  de  solidaridad,  convenientemente  evangelizada  y 
gozosamente  celebrada,  orientada  en  tomo  a  los  misterios  de  Cristo  y  de  la  Virgen 
María,  puede  ser,  por  sus  raíces  eminentemente  católicas,  un  antídoto  contra  las 
sectas  y  una  garantía  de  fidelidad  al  mensaje  de  la  salvación. 


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ra.  PROMOCION  HUMANA 

13.  Puesto  que  la  iglesia  es  consciente  de  que  el  hombre  -no  el  hombre  abstracto, 
sino  el  hombre  concreto  e  histórico-  "es  el  primer  camino  que  ella  debe  recorrer 

en  el  cumplimiento  de  su  misión"  {Redemptor  hominis,  14),  la  promoción  humana 
ha  de  ser  consecuencia  lógica  de  la  evangelización,  la  cual  tiende  a  la  liberación 
integral  de  la  persona  (cf.  Evangelii  nuntiandi,  nn.  29-39). 

Mirando  a  ese  hombre  concreto,  vosotros.  Pastores  de  la  Iglesia,  constatáis  la  difícil 
y  delicada  realidad  social  por  la  que  atraviesa  hoy  América  Latina,  donde  existen 
ampüas  capas  de  población  en  la  pobreza  y  la  marginación.  Por  ello,  solidarios  con 
el  clamor  de  los  pobres,  os  sentís  llamados  a  asumir  el  papel  del  buen  saman  taño  (cf . 
Le  10, 25-37),  pues  el  amor  a  Dios  se  muestra  en  el  amor  a  la  persona.  Así  nos  lo  re- 
cuerda el  apóstol  Santiago  con  aquellas  graves  palabras:  "Si  un  hermano  o  una 
hermana  están  desnudos  y  carecen  del  sustento  diario,  y  alguno  de  vosotros  les  dice: 
'Idos  en  paz,  calentaos  y  hartaos',  pero  no  les  dais  lo  necesario  para  el  cuerpo,  ¿de 
qué  sirve?"  {Sant  2, 15-16). 

La  preocupación  por  lo  social  "forma  parte  de  la  misión  evangelizadora  de  la  Iglesia" 
{Sollicitudo  rei  sociatis,  41)  y  es  también  "parte  esencial  del  mensaje  cristiano,  ya 
que  esta  doctrina  expone  sus  consecuencias  directas  en  la  vida  de  la  sociedad  y 
encuadra  incluso  el  trabajo  cotidiano  y  las  luchas  por  la  justicia  en  el  testimonio  de 
Cristo  Salvador"  {Centesimas  annus,  5). 

Como  afirma  el  Concilio  Vaticano  II  en  la  Constitución  pastoral  Gaudium  et  spes, 
el  problema  de  la  promoción  humana  no  se  puede  considerar  al  margen  de  la  relac  ión 
del  hombre  con  Dios  (cf.  nn.  43-45).  En  efecto,  contraponer  la  promoción 
auténticamente  humana  y  el  proyecto  de  Dios  sobre  la  humanidad  es  una  grave 
distorsión,  fruto  de  una  cierta  mentahdad  de  inspiración  secularista.  La  genuina 
promoción  humana  ha  de  respetar  siempre  la  verdad  sobre  Dios  y  la  verdad  sobre  el 
hombre,  los  derechos  de  Dios  y  los  derechos  del  hombre. 

14.  Vosotros,  amados  Pastores,  tocáis  de  cerca  la  situación  angustiosa  de  tantos 
hermanos  que  carecen  de  lo  necesario  para  una  vida  auténticamente  humana.  No 

obstante  el  avance  registrado  en  algunos  campos,  persiste  e  incluso  crece  el 
fenómeno  de  la  pobreza.  Los  problemas  se  agravan  con  la  pérdida  del  poder 
adquisitivo  del  dinero,  a  causa  de  la  inflación,  a  veces  incontrolada,  y  del  deterioro 
de  los  términos  de  intercambio,  con  la  consiguiente  disminución  de  los  precios  de 
ciertas  materias  primas  con  el  peso  insoportable  de  la  deuda  internacional  de  la  que 


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se  derivan  tremendas  consecuencias  sociales.  La  situación  se  hace  todavía  más 
dolorosa  con  el  grave  problema  del  desempleo  creciente,  que  no  permite  llevar  el  pan 
al  hogar  e  impide  el  acceso  a  otros  bienes  fundamentales  (cf .  Laborem  exercens,  18). 

Sintiendo  vivamente  la  gravedad  de  esta  situación,  no  he  dejado  de  dirigir  apre- 
miantes llamados  en  favor  de  una  activa,  justa  y  urgente  solidaridad  internacional. 
Es  éste  un  deber  de  justicia  que  afecta  a  toda  la  humanidad,  pero  sobre  todo  a  los 
países  ricos  que  no  pueden  eludir  su  responsabilidad  hacia  los  países  en  vías  de 
desarrollo.  Esta  soüdaridad  es  una  exigencia  del  bien  común  universal  que  ha  de  ser 
respetado  por  todos  los  integrantes  de  la  familia  humana  (cf.  Gaudium  et  spes,  26). 

15.  El  mundo  no  puede  sentirse  tranquilo  y  satisfecho  ante  la  situación  caótica 
y  desconcertante  que  se  presenta  ante  nuestros  ojos:  naciones,  sectores  de  po- 
blación, familias  e  individuos  cada  vez  más  ricos  y  privilegiados  frente  a  pueblos, 
familias  y  multitud  de  personas  sumidas  en  la  pobreza,  víctimas  del  hambre  y  las  en- 
fermedades, carentes  de  vivienda  digna,  de  servicios  sanitarios,  de  acceso  a  la  cul- 
tura. Todo  ello  es  testimonio  elocuente  de  un  desorden  real  y  de  una  injusticia  ins- 
titucionalizada, a  lo  cual  se  suman  a  veces  el  retraso  en  tomar  medidas  necesarias, 
la  pasividad  y  la  imprudencia,  cuando  no  la  transgresión  de  los  principios  éticos  en 
el  ejercicio  de  las  funciones  administrativas,  como  es  el  caso  de  la  corrupción.  Ante 
todo  esto,  se  impone  un  "cambio  de  mentalidad,  de  comportamiento  y  de  estructu- 
ras" (Centesimus  annus,  60),  en  orden  a  superar  el  abismo  existente  entre  los  países 
ricos  y  los  países  pobres  (cf.Lúiéore/nej^ercení,  16;  C  ente  simus  annus,  14), así  como 
las  profundas  diferencias  existentes  entre  ciudadanos  de  un  mismo  país.  En  una 
palabra:  hay  que  hacer  valer  el  nuevo  ideal  de  solidaridad  frente  a  la  caduca  voluntad 
de  dominio. 

Por  otra  parte,  es  falaz  e  inaceptable  la  solución  que  propugna  la  reducción  del 
crecimiento  demográfico  sin  importarle  la  moralidad  de  los  medios  empleados  para 
conseguirlo.  No  se  trata  de  reducir  a  toda  costa  el  número  de  invitados  al  banquete 
de  la  vida;  lo  que  hace  falta  es  aumentar  los  medios  de  distribuir  con  mayor  justicia 
la  riqueza  para  que  todos  puedan  participar  equitativamente  de  los  bienes  de  la 
creación. 

Hay  que  buscar  soluciones  a  nivel  mundial,  instaurando  una  verdadera  economía  de 
comunicación  y  participación  de  bienes,  tanto  en  el  orden  internacional  como 
nacional.  A  este  propósito,  un  factor  que  puede  contribuir  notablemente  a  superar  los 
apremiantes  problemas  que  hoy  afectan  a  este  continente  es  la  integración  latino- 
americana. Es  grave  responsabilidad  de  los  gobernantes  el  favorecer  el  ya  iniciado 


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prcx^eso  de  integración  de  unos  pueblos  a  quienes  la  misma  geografía,  la  fe  cristiana, 
la  lengua  y  la  cultura  han  unido  definitivamente  en  el  camino  de  la  historia. 

16.  En  continuidad  con  las  Conferencias  de  Medelb'n  y  Puebla,  la  Iglesia 
reafirma  la  opción  preferencial  en  favor  de  los  pobres.  Una  opción  no  exclusiva 

ni  excluyente,  pues  el  mensaje  de  la  salvación  está  destinado  a  todos.  "Una  opción, 
además,  basada  esencialmente  en  la  Palabra  de  Dios  y  no  en  criterios  aportados  por 
ciencias  humanas  o  ideologías  contrapuestas,  que  con  frecuencia  reducen  a  los 
pobres  a  categorías  sociopoh'ticas  económicas  abstractas.  Pero  una  opción  firme  e 
irrevocable"  (Discurso  a  los  Cardenales  y  Prelados  de  la  Curia  Romana,  21  di- 
ciembre 1984, 9). 

Como  afirma  el  Documento  de  Puebla,  "acercándonos  al  pobre  para  acompañarlo 
y  servirlo,  hacemos  lo  que  Cristo  nos  enseñó  haciéndose  hermano  nuestro,  pobre 
como  nosotros.  Por  eso,  el  servicio  a  los  pobres  es  la  medida  privilegiada,  aunque 
no  excluyente,  de  nuestro  seguimiento  de  Cristo.  El  mejor  servicio  al  hermano  es  la 
evangelización  que  lo  dispone  a  realizarse  como  Hijo  de  Dios,  lo  libera  de  las 
injusticias  y  lo  promueve  integralmente"  (Puebla,  1145).  Dichos  criterios 
evangélicos  de  servicio  al  necesitado  evitarán  cualquier  tentación  de  connivencia 
con  los  responsables  de  las  causas  de  la  pobreza,  o  peligrosas  desviaciones 
ideológicas,  incompatibles  con  la  doctrina  y  misión  de  la  Iglesia. 

La  genuina  praxis  de  liberación  ha  de  estar  siempre  inspirada  por  la  doctrina  de  la 
Iglesia  según  se  expone  en  las  dos  Instrucciones  de  la  Congregación  para  la  Doctrina 
de  la  Fe  (Libertatis  muntius,  1984;  Libertatis  conscientia,  1986),  que  han  de  ser 
tenidas  en  cuenta  cuando  se  aborda  el  tema  de  las  teologías  de  la  liberación.  Por  otra 
parte,  la  Iglesia  no  puede  en  modo  alguno  dejarse  arrebatar  por  ninguna  ideología 
o  corriente  política  la  bandera  de  la  justicia,  lo  cual  es  una  de  las  primeras  exigencias 
del  evangelio  y,  a  la  vez,  fruto  de  la  venida  del  Reino  de  Dios. 

17.  Como  ya  lo  señaló  la  Conferencia  de  Puebla,  existen  grupos  humanos  par- 
ticylarmente  sumidos  en  la  pobreza;  tal  es  el  caso  de  los  indígenas  (cf.  n.  1265). 

A  ellos,  y  también  a  los  afroamericanos,  he  querido  dirigir  un  mensaje  especial  de 
solidaridad  y  cercam'a,  que  entregaré  mañana  a  un  grupo  de  representantes  de  sus 
respectivas  comunidades.  Como  gesto  de  solidaridad,  la  Santa  Sede  ha  creado  re- 
cientemente la  Fundación  "Populorum  Progressio",  que  dispone  de  un  fondo  de 
ayuda  en  favor  de  los  campesino,  indios  y  demás  grupos  humanos  del  sector  rural, 
particularmente  desprotegidos  en  América  Latina. 


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En  esta  misma  línea  de  solicitud  pastoral  por  las  categorías  sociales  más  desprote- 
gidas, esta  Conferencia  General  podría  valorar  la  oportunidad  de  que,  en  un  futuro 
no  lejano,  pueda  celebrarse  un  Encuentro  de  representantes  de  los  Episcopados  de 
todo  el  Continente  Americano,  -que  podría  tener  también  carácter  sinodal-  en  orden 
a  incrementar  la  cooperación  entre  las  diversas  Iglesias  particulares  en  los  distintos 
campos  de  la  acción  pastoral  y  en  el  que,  dentro  del  marco  de  la  nueva  evangelización 
y  como  expresión  de  comunión  episcopal,  se  afronten  también  los  problemas 
relativos  a  la  justicia  y  la  solidaridad  entre  todas  las  Naciones  de  América.  La  Iglesia, 
ya  a  las  puertas  del  tercer  milenio  cristiano  y  en  unos  tiempos  en  que  han  caído 
muchas  barreras  y  fronteras  ideológicas,  siente  como  un  deber  ineludible  unir 
espiritualmente  aún  más  a  todos  los  pueblos  que  forman  este  gran  Continente  y,  a 
la  vez,  desde  la  misión  religiosa  que  le  es  propia,  impulsar  un  espíritu  solidario  entre 
todos  ellos,  que  permita,  en  modo  particular,  encontrar  vías  de  solución  a  las 
dramáticas  situaciones  de  amplios  sectores  de  población  que  aspiran  a  un  legítimo 
progreso  integral  y  a  condiciones  de  vida  más  justas  y  dignas. 

18.  No  existe  auténtica  promoción  humana,  verdadera  liberación,  ni  opción 
preferencial  por  los  pobres,  si  no  se  parte  de  los  fundamentos  mismos  de  la 
dignidad  de  la  persona  y  del  ambiente  en  que  tiene  que  desarrollarse,  según  el 
proyecto  del  Creador.  Por  eso  entre  los  temas  y  opciones  que  requieren  toda  la 
atención  de  la  Iglesia  no  puedo  dejar  de  recordar  el  de  la  familia  y  el  de  la  vida:  dos 
realidades  que  van  estrechamente  unidas,  pues  la  "familia  es  como  el  santuario  de 
la  vida"  (Centesimus  annus,  n.  39).  En  efecto,  "el  futuro  de  la  humanidad  se  fragua 
en  la  familia;  por  consiguiente,  es  indispensable  y  urgente  que  todo  hombre  de  buena 
voluntad  se  esfuerce  por  salvar  y  promover  los  valores  y  exigencias  de  la  familia" 
(Familiar is  consortio,  86). 

No  obstante  los  problemas  que  en  nuestros  días  asedian  al  matrimonio  y  la 
institución  familiar,  ésta,  como  "célula  primera  y  vital  de  la  sociedad"  (Apostolicam 
actuasitatem,  1 1)  puede  generar  grandes  energías,  que  son  necesarias  para  el  bien 
de  la  humanidad.  Por  eso,  hay  que  "anunciar  con  alegría  y  convicción  la  Ijuena 
nueva'  sobre  la  familia"  (cf.  Familiaris  consortio,  86).  Hay  que  anunciarla  aquí,  en 
América  Latina,  donde,  junto  al  aprecio  que  se  tiene  por  la  familia,  prolifcran  por 
desgracia  las  uniones  consensúales  libres.  Ante  este  fenómeno  y  ante  las  crecientes 
presiones  divorcistas  urge  promover  medidas  adecuadas  en  favor  del  núcleo 
familiar,  en  primer  lugar  para  asegurar  la  unión  de  vida  y  el  amor  estable  dentro  del 
matrimonio,  según  el  plan  de  Dios,  así  como  una  idónea  educación  de  los  hijos. 

En  estrecha  conexión  con  los  problemas  señalados  se  encuentra  el  grave  fenómeno 


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de  los  niños  que  viven  permanentemente  en  las  calles  de  las  grandes  ciudades 
latinoamericanas,  minados  por  el  hambre  y  la  enfermedad,  sin  protección  alguna, 
sujetos  a  tantos  peligros,  no  excluida  la  droga  y  la  prostitución.  He  aquí  otra  cuestión 
que  ha  de  apremiar  vuestra  solicitud  pastoral,  recordando  las  palabras  de  Jesús: 
"Dejad  que  los  niños  vengan  a  mí"  (Mt  19, 14). 

La  vida,  desde  su  concepción  en  el  seno  materno  hasta  su  término  natural,  ha  de  ser 
defendida  con  decisión  y  valentía.  Es  necesario,  pues,  crear  en  América  una  cultura 
de  la  vida  que  contrarreste  la  anticultura  de  la  muerte,  la  cual  -a  través  del  aborto, 
la  eutanasia,  la  guerra,  la  guerrilla,  el  secuestro,  el  terrorismo  y  otras  formas  de 
violencia  o  explotación-  intenta  prevalecer  en  algunas  naciones.  En  este  espectro  de 
atentados  a  la  vida  ocupa  un  lugar  de  primer  orden  el  narcotráfico,  que  las  instancias 
competentes  han  de  contrarrestar  con  todos  los  medios  lícitos  a  disposición. 

19.  ¿Quién  nos  librará  de  estos  signos  de  muerte?  La  experiencia  del  mundo 
contemporáneo  ha  mostrado  más  y  más,  que  las  ideologías  son  incapaces  de 
derrotar  aquel  mal  que  tiene  al  hombre  sujeto  a  servidumbre.  El  único  que  puede 
librar  de  este  mal  es  Cristo.  Al  celebrar  el  V  Centenario  de  la  Evangelizacióri, 
volvemos  los  ojos,  conmovidos,  a  aquel  momento  de  gracia  en  el  que  Cristo  nos  ha 
sido  dado  de  una  vez  para  siempre.  La  dolorosa  situación  de  tantas  hermanas  y 
hermanos  latinoamericanos  no  nos  lleva  a  la  desesperanza.  Al  contrario,  hace  más 
urgente  la  tarea  que  tiene  la  Iglesia  ante  sí:  reavivar  en  el  corazón  de  cada  bautizado 
la  gracia  recibida.  "Te  recomiendo  -escribía  San  Pablo  a  Timoteo-  que  reavives  la 
gracia  de  Dios  que  está  en  ti"  (2  Tim  1,6). 

Como  de  la  acogida  del  Espúitu  en  Pentecostés  nació  el  pueblo  de  la  Nueva  Alianza, 
solo  esta  acogida  hará  surgir  un  pueblo  capaz  de  generar  hombres  renovados  y  libres, 
conscientes  de  su  dignidad.  No  podemos  olvidar  que  la  promoción  integral  del 
hombre  es  de  capital  importancia  para  el  desarrollo  de  los  pueblos  de  Latinoamérica. 
Pues,  "el  desarrollo  de  un  pueblo  no  deriva  primariamente  del  dinero,  ni  de  las 
ayudas  materiales,  ni  de  las  estructuras  técnicas,  sino  más  bien  de  la  formación  de 
las  conciencias,  de  la  madurez  de  la  mentalidad  y  de  las  costumbres.  Es  el  hombre 
el  protagonista  del  desarrollo,  no  el  dinero  ni  la  técnica"  (Redemptoris  missio,  58). 
La  mayor  riqueza  de  Latinoamérica  son  sus  gentes.  La  Iglesia,  "despertando  las 
conciencias  con  el  Evangelio",  contribuye  a  despertar  las  energías  dormidas  para 
disponerlas  a  trabajar  en  la  construcción  de  una  nueva  civilización  (cf.  Ibid.). 


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IV.  CULTURA  CRISTIANA 


20.  Aunque  el  Evangelio  no  se  identifica  con  ninguna  cultura  en  particular,  sí 
debe  inspirarlas,  para  de  esta  manera  transformarlas  desde  dentro,  enrique- 
ciéndolas con  los  valores  cristianos  que  derivan  de  la  fe.  En  verdad,  la  evange- 
lización  de  las  culturas  representa  la  forma  más  profunda  y  global  de  evangelizar  a 
una  sociedad,  pues  mediante  ella  el  mensaje  de  Cristo  penetra  en  las  conciencias  de 
las  personas  y  se  proyecta  en  el  "ethos"  de  un  pueblo,  en  sus  actitudes  vitales,  en  sus 
instituciones  y  en  todas  las  estructuras  (cf.  Discurso  a  los  intelectuales  y  al  mundo 
universitario,  Medellín  5  de  julio  1.986, 2). 

El  tema  "cultura"  ha  sido  objeto  de  particular  estudio  y  reflexión  por  parte  del 
CELAM  en  los  últimos  años.  También  la  Iglesia  toda  dirige  su  atención  a  esta 
importante  materia  "ya  que  la  nueva  evangelización  ha  de  proyectarse  sobre  la 
cultura"  'adveniente',  sobre  todas  las  culturas,  incluidas  las  culturas  indígenas"  (cf. 
Angelus,  28  de  junio  1992).  Anunciar  a  Jesucristo  en  todas  las  culturas  es  la 
preocupación  central  de  la  Iglesia  y  objeto  de  su  misión.  En  nuestros  días,  esto  exige, 
en  primer  lugar,  el  discernimiento  de  las  culturas  como  realidad  humana  a  evange- 
lizar y,  consiguientemente,  la  urgencia  de  un  nuevo  tipo  de  colaboración  entre  todos 
los  responsables  de  la  obra  evangelizadora. 

21.  En  nuestros  días  se  percibe  una  crisis  cultural  de  proporciones  insos- 
pechadas. Es  cierto  que  el  sustrato  cultural  actual  presenta  un  buen  número  de 

valores  positivos ,  muchos  de  ellos  fruto  de  la  evangelizac ión ;  pero,  al  mismo  tiempo, 
ha  eliminado  valores  religiosos  fundamentales  y  ha  introducido  concepciones 
engañosas  que  no  son  aceptables  desde  el  punto  de  vista  cristiano. 

La  ausencia  de  esos  valores  cristianos  fundamentales  en  la  cultura  de  la  modernidad 
no  solamente  ha  ofuscado  la  dimensión  de  lo  trascendente,  abocando  a  muchas 
personas  hacia  el  indiferentismo  religioso  -también  en  América  Latina-,  sino  que, 
a  la  vez,  es  causa  determinante  del  desencanto  social  en  que  se  ha  gestado  la  crisis 
de  esta  cultura.  Tras  la  autonomía  introducida  por  el  racionalismo,  hoy  se  tiende  a 
basar  los  valores  sobre  todo  en  consensos  sociales  subjetivos  que,  no  raramente, 
llevan  a  posiciones  contrarias  incluso  a  la  misma  ética  natural.  Piénsese  en  el  drama 
del  aborto,  los  abusos  en  ingeniería  genética,  los  atentados  a  la  vida  y  a  la  dignidad 
de  la  persona. 

Frente  a  la  pluralidad  de  opciones  que  hoy  se  ofrecen,  se  requiere  una  profunda 
renovación  pastoral  mediante  el  discernimiento  evangélico  sobre  los  valores  domi- 


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nantes,  las  actítudes,  los  comportamientos  colectivos,  que  frecuentemente  represen- 
tan un  factor  decisivo  para  optar  por  el  bien  como  por  el  mal.  En  nuestros  días  se  hace 
necesario  un  esfuerzo  y  un  tacto  especial  para  incul turar  el  mensaje  de  Jesús,  de  tal 
manera  que  los  valores  cristianos  puedan  transformar  los  diversos  núcleos  cultu- 
rales, piuificándolos,  si  fuera  necesario  y  haciendo  posible  el  afianzamiento  de  una 
cultura  cristiana  que  renueve,  amplíe  y  unifique  los  valores  históricos  pasados  y 
presentes  para  responder  así  en  modo  adecuado  a  los  desafíos  de  nuestro  tiempo  (cf. 
Redemptoris  missio,  52).  Uno  de  estos  retos  a  la  evangelización  es  el  de  intensificar 
el  diálogo  entre  las  ciencias  y  la  fe,  en  orden  a  crear  un  verdadero  humanismo 
cristiano.  Se  trata  de  mostrar  que  la  ciencia  y  la  técnica  contribuyen  a  la  civilización 
y  a  la  humanización  del  mundo  en  la  medida  en  que  están  penetradas  por  la  sabiduría 
de  Dios.  A  este  propósito,  deseo  alentar  vivamente  a  las  Universidades  y  Centros  de 
Estudios  Superiores,  especialmente  los  que  dependen  de  la  Iglesia,  a  renovar  su 
empeño  en  el  diálogo  entre  fe  y  ciencia. 

22.  La  Iglesia  mira  con  preocupación  la  fractura  existente  entre  los  valores 
evangélicos  y  las  culturas  modernas,  pues  éstas  corren  el  riesgo  de  encerrarse 
dentro  de  sí  en  una  especie  de  involución  agnóstica  y  sin  referencia  a  la  dimensión 
moral  (cf.  Discurso  al  Pont.  Consejo  para  la  Cultura,  18  de  enero  1983).  A  este 
respecto,  conservan  pleno  vigor  aquellas  palabras  del  Papa  Pablo  VI:  "La  ruptura 
entre  evangelio  y  cultura  es  sin  duda  alguna  el  drama  de  nuestro  tiempo,  como  lo  fue 
también  en  otras  épocas.  De  ahí  que  haya  que  hacer-todos  los  esfuerzos  con  vistas 
auna  generosa  evangelización  de  la  cultura,  o  más  exactamente  de  las  culturas.  Estas 
deben  ser  regeneradas  por  el  encuentro  con  la  Buena  Nueva"  (Evangelii  nuntiandi, 
n.  20). 

La  Iglesia,  que  considera  al  hombre  como  su  "camino"  (cf.  Redemptor  hominis.  14), 
ha  de  saber  dar  una  respuesta  adecuada  a  la  actual  crisis  de  la  cultura.  Frente  al 
complejo  fenómeno  de  la  modernidad,  es  necesario  dar  vida  a  una  alternativa 
cultiiral  plenamente  cristiana.  Si  la  verdadera  cultura  es  la  que  expresa  los  valores 
universales  de  la  persona,  ¿quién  puede  proyectar  más  luz  sobre  la  realidad  del 
hombre,  sobre  su  dignidad  y  razón  de  ser,  sobre  su  libertad  y  destino  que  el  evangelio 
de  Cristo? 

En  este  hito  histórico  del  medio  milenio  de  la  evangelización  de  vuestros  pueblos, 
os  invito  pues,  queridos  Hermanos,  a  que,  con  el  ardor  de  la  nueva  evangelización, 
animados  por  el  Espíritu  del  Señor  Jesús,  hagáis  presente  la  Iglesia  en  la  encrucijada 
cultural  de  nuestro  tiempo,  para  impregnar  con  los  valores  cristianos  las  raíces 
mismas  de  la  cultura  "adveniente"  y  de  todas  las  culturas  ya  existentes.  A  este 


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respecto,  particular  atención  habréis  de  prestar  a  las  culturas  indígenas  y  ctfroameri- 
canas,  asimilando  y  poniendo  de  relieve  todo  lo  que  en  ellas  hay  de  profundamente 
humano  y  humanizante.  Su  visión  de  la  vida,  que  reconoce  la  sacralidad  del  ser 
humano,  su  profundo  respeto  a  la  naturaleza,  la  humildad,  la  sencillez,  la  solidaridad 
son  valores  que  han  de  estimular  el  esfuerzo  por  llevar  a  cabo  una  auténtica 
evangelización  inculturada,  que  sea  también  promotora  de  progreso  y  conduzca 
siempre  a  la  adoración  a  Dios  "en  espíritu  y  en  verdad"  (Jn  3, 23).  Más,  el  recono- 
cimiento de  dichos  valores  no  os  exime  de  proclamar  en  todo  momento  que  "Cristo 
es  el  único  Salvador  de  la  humanidad,  el  único  en  condiciones  de  revelar  a  Dios  y 
de  guiar  hacia  Dios"  (Redemptoris  missio,  5). 

"La  evangelización  de  la  cultura  es  un  esfuerzo  por  comprender  las  mentalidades  y 
las  actitudes  del  mundo  actual  e  iluminarlas  desde  el  evangelio.  Es  la  voluntad  de 
llegar  a  todos  los  niveles  de  la  vida  humana  para  hacerla  más  digna"  {Discurso  al 
mundo  de  la  cultura,  Lima  15  de  mayo  1988, 5).  Pero  este  esfuerzo  de  comprensión 
e  iluminación  debe  estar  siempre  acompañado  del  anuncio  de  la  Buena  Nueva  (cf. 
Redemptoris  missio,  40),  de  tal  manera  que  la  penetración  del  evangelio  en  las 
culturas  no  sea  una  simple  adaptación  externa,  sino  un  "proceso  profundo  y  global 
que  abarque  tanto  el  mensaje  cristiano,  como  reflexión  y  la  praxis  de  la  Iglesia" 
(Ibid.,  52),  respetando  siempre  las  características  y  la  integridad  de  la  fe. 

23.  Al  ser  la  comunicación  entre  las  personas  un  importante  elemento  generador 
de  cultura,  los  modernos  medios  de  comunicación  social  revisten  en  este  terreno 
una  importancia  de  primer  orden.  Intensificar  la  presencia  de  la  Iglesia  en  el  mundo 
de  la  comunicación  ha  de  ser  ciertamente  una  de  vuestras  prioridades.  Vienen  a  mi 
mente  las  graves  palabras  de  mi  venerado  predecesor  el  Papa  Pablo  VI:  "La  Iglesia 
se  sentiría  culpable  ante  Dios  si  no  empleara  esos  poderosos  medios,  que  la 
inteligencia  humana  perfecciona  cada  vez  más"  {Evangelii  nuntiandi,  45). 

Por  otra  parte,  se  ha  de  vigilar  también  sobre  el  uso  de  los  medios  de  comunicación 
social  en  la  educación  de  la  fe  y  en  la  difusión  de  la  cultura  religiosa.  Una 
responsabilidad  que  incumbe  sobre  todo  a  las  casas  editoriales  dependientes  de 
instituciones  católicas  que  deben  "ser  objeto  de  particular  solitud  por  parte  de  los 
Ordinarios  de  lugar,  a  fin  de  que  sus  publicaciones  sean  siempre  conformes  a  la 
docü-ina  de  la  Iglesia  y  contribuyan  eficazmente  al  bien  de  las  almas"  {Instrucción 
de  la  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe  sobre  algunos  aspectos  relativos  al 
uso  de  los  instrumentos  de  comunicación  social  en  la  promoción  de  la  doctrina  de 
la  fe,  30  de  marzo  1992,  15,  2). 


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Ejemplos  de  inculturación  del  evangelio  lo  constituyen  también  ciertas  manifes- 
taciones socioculturales  que  están  surgiendo  en  defensa  del  hombre  y  de  su  entorno, 
y  que  han  de  ser  iluminadas  por  la  luz  de  la  fe.  Es  el  caso  del  movimiento  ecologista 
en  favor  del  respeto  debido  a  la  naturaleza  y  contra  la  explotación  desordenada  de 
sus  reciu"sos,  con  el  consiguiente  deterioro  de  la  calidad  de  vida.  La  convicción  de 
que  "Dios  ha  destinado  la  tierra  y  cuanto  ella  contiene  para  uso  de  todo  el  género 
humano"  (Gaudium  et  spes,  69)  ha  de  inspirar  un  sistema  de  gestión  de  los  recursos 
más  justo  y  mejor  coordinado  a  nivel  mundial.  La  Iglesia  hace  suya  la  preocupación 
por  el  medio  ambiente  e  insta  a  los  gobiernos  para  que  protejan  este  patrimonio  según 
los  criterios  del  bien  común  (cf.  Mensaje  para  la  XXV  Jornada  Mundial  de  la  Paz. 
1°  enero  1992). 

24.  El  desafío  que  representa  la  cultura  "adveniente"  no  debilita  sin  embargo 
nuestra  esperanza,  y  damos  gracias  a  Dios  porque  en  América  Latina  el  don  de 

la  fe  católica  ha  penetrado  en  lo  más  hondo  de  sus  gentes,  conformando  en  estos 
quinientos  años  el  alma  cristiana  del  Continente  e  inspirando  muchas  de  sus 
instituciones.  En  efecto.  La  Iglesia  en  Latinoamérica  ha  logrado  impregnar  la 
cultura  del  pueblo,  ha  sabido  situar  el  mensaje  evangélico  en  la  base  de  su  pensar, 
en  sus  principios  fundamentales  de  vida,  en  sus  criterios  de  juicio,  en  sus  normas  de 
acción. 

Se  nos  presenta  ahora  el  reto  formidable  de  la  continua  inculturación  del  evangelio 
en  vuestros  pueblos,  temas  que  habréis  de  abordar  con  clarividencia  y  profundidad 
durante  los  próximos  días.  América  Latina,  en  Santa  María  de  Guadalupe,  ofrece 
un  gran  ejemplo  de  evangelización  perfectamente  inculturada.  En  efecto,  en  la  figura 
de  María  -desde  el  principio  de  la  cristianización  del  Nuevo  Mundo  y  a  la  luz  del 
evangelio  de  Jesús-  se  encamaron  auténticos  valores  culturales  indígenas.  En  el 
rostro  mestizo  de  la  Virgen  del  Tepeyac  se  resume  el  gran  principio  de  la  incul- 
turación: la  íntima  transformación  de  los  auténticos  valores  culturales  mediante  la 
integración  en  el  cristianismo  y  el  enraizamiento  del  cristianismo  en  las  varias 
culturas  (cf.  Redemptoris  missio,  52). 

V.  UNA  NUEVA  ERA  BAJO  EL  SIGNO  DE  LA  ESPERANZA 

25.  He  ahí,  queridos  hermanos  y  hermanas,  algunos  de  los  desafíos  que  se 
presentan  a  la  Iglesia  en  esta  hora  de  la  nueva  evangelización.  Ante  este  pa- 
norama cargado  de  interrogantes,  pero  también  grávido  de  promesas,  hemos  de 
preguntamos  cuál  es  el  camino  que  debe  seguir  la  Iglesia  en  América  Latina  para  que 
su  misión  dé  en  la  próxima  etapa  de  su  historia  los  frutos  que  espera  el  Dueño  de  la 


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mies  (cf.  Le  10,  2;  A/c  4, 20).  Vuestra  Asamblea  habrá  de  delinear  el  rostro  de  una 
Iglesia  viva  y  dinámica  que  crece  en  la  fe,  se  santifica,  ama,  sufre,  se  compromete 
y  espera  en  su  Señor,  como  nos  recuerda  el  Concilio  Ecuménico  Vaticano  II,  punto 
obligado  de  referencia  en  la  vida  y  misión  de  todo  Pastor  (cf.  Gaudium  et  spes,  2). 

La  tarea  que  os  aguarda  durante  las  próximas  jomadas  es  ardua,  pero  marcada  por 
el  signo  de  la  esperanza  que  viene  de  Cristo  Resucitado.  Misión  vuestra  es  la  de  ser 
heraldos  de  la  esperanza,  de  que  nos  habla  el  apóstol  Pedro  (cf .  /  Fe  3 , 1 5) :  esperanza 
que  se  apoya  en  las  promesas  de  Dios,  en  la  fidelidad  a  su  palabra  y  que  tiene  como 
certeza  inquebrantable  la  resurrección  de  Cristo,  su  victoria  definitiva  sobre  el 
pecado  y  la  muerte,  primer  anuncio  y  raíz  de  toda  evangelización,  fundamento  de 
toda  promoción  humana,  principio  de  toda  auténtica  cultura  cristiana,  que  no  puede 
por  menos  de  ser  la  cultura  de  la  resurrección  y  de  la  vida,  vivificada  por  el  soplo  del 
Espíritu  de  Pentecostés. 

Amados  Hermanos  en  el  Episcopado,  en  la  unidad  de  la  Iglesia  local,  que  brota  de 
la  Eucaristía,  se  encuentra  todo  el  Colegio  Episcopal  con  el  Sucesor  de  Pedro  a  la 
cabeza,  como  perteneciente  a  la  misma  esencia  de  la  Iglesia  particular  (cf.  Carta  de 
la  Congregación  para  la  Doctrina  de  la  Fe  sobre  algunos  aspectos  de  la  Iglesia 
entendida  como  comunión,  14).  En  tomo  al  Obispo  y  en  perfecta  comunión  con  él 
tienen  que  florecer  las  parroquias  y  comunidades  cristianas  como  células  pujantes 
de  vida  eclesial.  Por  eso,  la  nueva  evangelización  requiere  una  vigorosa  renovación 
de  toda  la  vida  diocesana.  Las  parroquias,  los  movimientos  apostólicos  y  asocia- 
ciones de  fieles,  y  todas  las  comunidades  eclesiales  en  general,  han  de  ser  siempre 
evangelizadas  y  evangelizadóras.  En  particular,  las  Comunidades  eclesiales  de  base 
deben  caracterizarse  siempre  por  una  decidida  proyección  universalista  y  misionera, 
que  les  infunda  un  renovado  dinamismo  apostólico  (cf.  Evangelii  nuntiandi,  58; 
Puebla,  640-642).  Ellas,  -que  han  de  estar  marcadas  por  una  clara  identidad  eclcsial- 
debcn  tener  en  la  Eucaristía,  que  preside  el  sacerdote,  el  centro  de  la  vida  y  comunión 
de  sus  miembros,  en  estrecha  unión  con  sus  pastores  y  en  plena  sintonía  con  el 
Magisterio  de  la  Iglesia. 

26.  Condición  indispensable  para  la  nueva  evangelización  es  poder  contar  con 
evangelizadorcs  numerosos  y  cualificados.  Por  ello,  la  prorrwción  de  las  vo- 
caciones sacerdotales  y  religiosas,  así  como  de  otros  agentes  de  pastoral,  ha  de  ser 
una  prioridad  de  los  Obispos  y  un  compromiso  de  todo  el  Pueblo  de  Dios.  Hay  que 
dar,  en  toda  América  Latina,  un  impulso  decisivo  a  la  pastoral  vocacional  y  afrontar, 
con  criterios  acertados  y  con  esperanza,  lo  referente  a  los  Seminarios  y  Centros  de 
formación  de  los  religiosos  y  rcligio.sas,  así  como  el  problema  de  la  formación 


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permanente  del  Clero  y  de  una  mejor  distribución  de  los  sacerdotes  entre  las  diversas 
Iglesias  locales,  en  las  que  hay  que  considerar  también  la  apreciada  labor  de  los 
diáconos  permanentes.  Para  todo  esto  se  encuentran  orientaciones  apropiadas  en  la 
Exhortación  Apostólica  Postsinodal  Pastores  dabo  vobis. 

Por  lo  que  se  refiere  a  los  religiosos  y  religiosas,  que  en  América  Latina  llevan  el 
peso  de  una  pane  considerable  de  la  acción  pastoral,  deseo  hacer  mención  de  la  Carta 
Apostólica  Lo  j  Caminos  del  Evangelio,  que  les  dirigí  con  fecha  29  de  junio  de  1990. 
También  quiero  recordar  aquí  a  los  Institutos  Seculares,  con  su  pujante  vitalidad  en 
medio  del  mundo,  y  a  los  miembros  de  las  Sociedades  de  Vida  Apostólica,  que 
desarrollan  una  gran  actividad  misionera. 

En  la  hora  presente,  los  miembros  de  los  Institutos  religiosos,  tanto  masculinos  como 
femeninos,  han  de  centrarse  más  en  la  labor  específicamente  evangelizadora 
desplegando  toda  la  riqueza  de  iniciativas  y  tareas  pastorales  que  brotan  de  sus 
diversos  carismas.  Fieles  al  espíritu  de  sus  Fundadores,  les  debe  caracterizar  un 
profundo  sentido  de  Iglesia  y  el  testimonio  de  una  estrecha  y  fiel  colaboración  en  la 
pastoral,  cuya  dirección  compete  a  los  Ordinarios  diocesanos  y,  en  determinados 
aspectos,  a  las  Conferencias  Episcopales. 

Como  recordé  en  mi  Carta  a  las  contemplativas  de  América  Latina  ( 1 2  de  diciembre 
1989),  la  acción  evangelizadora  de  la  Iglesia  está  sostenida  por  esos  santuarios  de 
la  vida  contemplativa,  tan  numerosos  en  todo  el  Continente,  que  constituyen  un 
testimonio  de  la  radicalidad  de  la  consagración  a  Dios,  que  tiene  que  ocupar  siempre 
el  primer  puesto  en  nuestras  opciones. 

27.  En  la  Exhortación  Apostólica  Postsinodal  Christifideles  laici  sobre  la 
"vocación  y  la  misión  de  los  laicos  en  la  Iglesia",  he  querido  poner  parti- 
cularmente de  relieve  que  en  la  "grande,  comprometedora  y  magnífica  empresa"  de 
la  nueva  evangelización  es  indispensable  la  labor  de  los  seglares,  en  especial  de  los 
catequistas  y  "delegados  de  la  Palabra".  La  Iglesia  espera  mucho  de  todos  aquellos 
laicos  que,  con  entusiasmo  y  eficacia  evangélica,  operan  a  través  de  los  nuevos 
movimientos  apostólicos,  que  han  de  estar  coordinados  en  la  pastoral  de  conjunto  y 
que  responden  a  la  necesidad  de  una  mayor  presencia  de  la  fe  en  la  vida  social.  En 
esta  hora  en  que  he  convocado  a  todos  a  trabajar  con  ardor  apostólico  en  la  viña  del 
Señor,  sin  que  nadie  quede  excluido,  "los fieles  laicos  han  de  sentirse  parte  viva  y 
responsable  de  esta  empresa  (de  la  nueva  evangelización),  llamados  como  están  a 
anunciar  y  a  vivir  el  evangelio  en  el  servicio  de  los  valores  y  a  las  exigencias  de  las 
personas  y  de  la  sociedad"  (n.  64).  Digna  de  todo  elogio,  como  transmisora  de  la  fe. 


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es  la  mujer  latinoamericana,  cuyo  papel  en  la  Iglesia  y  en  la  sociedad  hay  que  poner 
debidamente  de  relieve  (cf.  Carta  Apostólica  Mulieris  dignitatem).  Particular 
solicitud  pastoral  se  ha  de  prestar  a  los  enfermos,  en  vista  también  de  la  fuerza 
evangelizadora  del  sufrimiento  (cf.  Carta  Apostólica  Salvifici  doloris,  sobre  el 
sentido  cristiano  del  sufrimiento  humano,  1 1  de  febrero  1984). 

Hago  una  llamada  especial  a  los  jóvenes  de  América  Latina.  Ellos  -tan  numerosos 
en  un  Continente  joven-  habrán  de  ser  protagonistas  en  la  vida  de  la  sociedad  y  de 
la  Iglesia  en  el  nuevo  milenio  cristiano  ya  a  las  puertas.  A  ellos  hay  que  presentar  en 
su  propio  lenguaje  la  belleza  de  la  vocación  cristiana  y  ofrecerles  ideales  altos  y 
nobles,  que  les  sostengan  en  sus  aspiraciones  de  una  sociedad  más  justa  y  fraterna. 

28.  Todos  están  llamados  a  construir  la  civilización  del  amor  en  este  Continente 
de  la  esperanza.  Es  más,  América  Latina,  que  ha  sido  receptora  de  la  fe  trans- 
mitida por  las  Iglesias  del  Viejo  Mundo,  ha  de  prepararse  a  difundir  el  mensaje  de 
Cristo  en  el  mundo  entero  dando  "desde  su  pobreza"  (cf.  Mensajes  al  III  y  IV 
Congresos  Misioneros  Latinoamericanos,  Saniafé  de  Bogotá  1987  y  Lima  1991). 
"Ha  llegado  el  momento  de  dedicar  todas  las  fuerzas  eclesiales  a  la  nueva 
evangelización  y  a  la  misión  ad  gentes.  Ningún  creyente  en  Cristo,  ninguna 
institución  de  la  Iglesia  puede  eludir  este  deber  supremo:  anunciar  a  Cristo  a  todos 
los  pueblos"  (Redemptoris  missio,  3).  Este  momento  ha  llegado  también  para 
América  Latina.  "¡La  fe  se  fortalece  dándola!  La  nueva  evangelización  de  los 
pueblos  cristianos",  también  en  las  Iglesias  de  América,  "hallará  inspiración  y  apoyo 
en  el  compromiso  por  la  misión  universal"  (Ibid.,  2).  Para  América  Latina,  que 
recibió  a  Cristo  hace  ahora  quinientos  años,  el  mayor  signo  del  agradecimiento  por 
el  don  recibido,  y  de  su  vitalidad  cristiana,  es  empeñarse  ella  misma  en  la  misión. 

29.  Queridos  Hermanos  en  el  Episcopado,  como  sucesores  de  los  Apóstoles 
debéis  dedicar  todos  vuestros  desvelos  a  la  grey  "en  medio  de  la  cual  os  ha  puesto 

el  Espíritu  Santo  para  pastorear  la  Iglesia  de  Dios"  (Act  20, 28).  Por  offa  parte,  como 
miembros  del  Colegio  Episcopal,  en  estrecha  unidad  afectiva  y  efectiva  con  el 
Sucesor  de  Pedro,  estáis  llamados  a  mantener  la  comunión  y  preocupación  por  toda 
la  Iglesia.  Y,  en  esta  circunstancia,  como  miembros  de  la  IV  Conferencia  General 
del  Episcopado  Latinoamericano,  os  incumbe  una  responsabilidad  histórica. 

En  virtud  de  la  misma  fe,  de  la  Palabra  revelada,  de  la  acción  del  Espíritu  y  por  medio 
de  la  Eucaristía  que  preside  el  Obispo,  la  Iglesia  particular  tiene  con  la  Iglesia 
Universal  una  peculiar  relación  de  mutua  interioridad,  porque  en  ella  se  encuentra 
y  opera  verdaderamente  la  Iglesia  de  Cristo  que  es  Una,  Santa,  Católica  y  Apostólica 


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(cf.  Christus  Dominus.  1 1).  En  ella  ha  de  resplandecer  la  santidad  de  vida  a  la  que 
todo  evangelizador  está  llamado,  dando  testimonio  de  una  intensa  vivencia  del 
misterio  de  Jesucristo,  sentido  y  experimentado  fuertemente  en  la  Eucaristía,  en  la 
asidua  escucha  de  la  Palabra,  en  la  oración,  en  el  sacrificio,  en  la  entrega  generosa 
al  Señor,  que  en  los  sacerdotes  y  las  demás  personas  consagradas  se  expresa  de  modo 
especial  mediante  el  celibato. 

No  hay  que  olvidar  que  la  primera  forma  de  evangelización  es  el  testimonio  (cf. 
Remptoris  missio,  42-43),  es  decir,  la  proclamación  del  mensaje  de  salvación 
mediante  las  obras  y  la  coherencia  de  vida,  llevando  a  cabo  así  su  encamación  en  la 
historia  cotidiana  de  los  hombres.  La  Iglesia,  desde  los  orígenes,  se  hizo  presente  y 
operante  no  solo  mediante  el  anuncio  explícito  del  evangelio  de  Cristo  sino  también, 
y  sobre  todo,  mediante  la  irradiación  de  la  vida  cristiana.  Por  eso  la  nueva 
evangelización  exige  coherencia  de  vida,  testimonio  compacto  de  la  caridad,  bajo 
el  signo  de  la  unidad,  para  que  el  mundo  crea  (cr.  Jn  17, 23). 

30.  Jesucristo,  el  Testigo  fiel,  el  Pastor  de  los  pastores,  está  en  medio  de  nosotros, 
pues  nos  hemos  reunido  en  su  nombre  (cf.  Mí  18, 20).  Con  nosotros  está  el 

Espíritu  del  Señor  que  guía  la  Iglesia  a  la  plenitud  de  la  verdad  y  la  rejuvenece  con 

la  palabra  revelada,  como  en  un  nuevo  Pentecostés. 

En  la  comunión  de  los  Santos  velan  sobre  los  trabajos  de  este  importante  encuentro 
eclesial  una  pléyade  de  Santos  y  Santas  latinoamericanos,  que  evangelizaron  este 
Continente  con  su  palabra  y  sus  virtudes,  y  -muchos  de  ellos-  lo  fecundaron  con  su 
sangre.  Ellos  son  los  frutos  más  excelsos  de  la  evangelización. 

Como  en  el  Cenáculo  de  Pentecostés  nos  acompaña  la  Madre  de  Jesús  y  Madre  de 
la  Iglesia.  Su  presencia  entrañable  en  todos  los  rincones  de  Latinoamérica  y  en  los 
corazones  de  sus  hijos  es  garantía  del  sentido  profético  y  del  ardor  evangélico  que 
deben  acompañar  vuestros  trabajos. 

3J .  ¡  "Dichosa  tú  que  has  creído,  porque  lo  que  te  ha  dicho  el  Señor  se  cumplirá"! 

{Le  1, 45).  Estas  palabras,  que  Isabel  dirige  a  María,  portadora  de  Cristo,  son 
aplicables  a  la  Iglesia,  de  la  que  la  Madre  del  Redentor  es  tipo  y  modelo.  ¡Dichosa 
tú,  América,  Iglesia  de  América,  portadora  de  Cristo  también,  que  has  recibido  el 
anuncio  de  la  salvación  y  has  creído  en  "lo  que  te  ha  dicho  el  Señor" !  La  fe  es  tu  dicha, 
la  fuente  de  tu  alegría.  ¡Dichosos  vosotros,  hombre  y  mujeres  de  América  Latina, 
adultos  y  jóvenes,  que  habéis  conocido  al  Redentor!  Junto  con  toda  la  Iglesia,  y  con 
María,  vosotros  podéis  decir  que  el  Señor  "ha  puesto  los  ojos  en  la  humildad  de  su 


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sierva"  (Le  1, 148),  ¡dichosos  vosotros,  los  pobres  de  la  tierra  porque  ha  llegado  a 
vosotros  el  Reino  de  Dios! 

"Lo  que  te  ha  dicho  el  Señor  se  cumplirá".  ¡Sé  fiel  a  tu  bautismo,  reaviva  en  este 
Centenario  la  inmensa  gracia  recibida,  vuelve  tu  corazón  y  tu  mirada  al  centro,  al 
origen,  a  Aquel  que  es  fundamento  de  toda  dicha,  plenitud  de  todo!  ¡Abrete  a  Cristo, 
acoge  el  Espíritu,  para  que  en  todas  tus  comunidades  tenga  lugar  un  nuevo 
Pentecostés!  Y  surgirá  de  ti  una  humanidad  nueva,  dichosa;  y  experimentarás  de 
nuevo  el  brazo  poderoso  del  Señor,  y  "lo  que  te  ha  dicho  el  Señor  se  cumplirá".  Lo 
que  te  ha  dicho,  América,  es  su  amor  por  ti,  es  su  amor  por  tus  hombres,  por  tus 
familias,  por  tus  pueblos.  Y  ese  amor  se  cumplirá  en  ti,  y  te  hallarás  de  nuevo  a  ti 
misma,  hallarás  tu  rostro,  "te  proclamarán  bienaventurada  todas  las  generaciones" 
(Le  1,48). 

Iglesia  de  América,  el  Señor  pasa  hoy  a  tu  lado.  Te  llama.  En  esta  hora  de  gracia, 
pronuncia  de  nuevo  tu  nombre,  renueva  su  alianza  contigo.  ¡Ojalá  escuchases  su  voz, 
para  que  conozcas  la  dicha  verdadera  y  plena,  y  entres  en  su  descanso!  (cf.  Sal  94, 
7-11). 

Terminemos  invocando  a  María,  Estrella  de  la  primera  y  de  la  nueva  evan- 
gelización.  A  ella,  que  siempre  esperó,  confiamos  nuestra  esperanza.  En  sus  manos 
ponemos  nuestros  afanes  pastorales  y  todas  las  tareas  de  esta  Conferencia,  enco- 
mendando a  su  corazón  de  Madre  el  éxito  y  la  proyección  de  la  misma  sobre  el  futuro 
del  Continente.  Que  Ella  nos  ayude  a  anunciar  a  su  Hijo. 

¡"Jesucristo  ayer,  hoy  y  siempre"! 

Amén. 

Encuentro  con  una  representación  de 

Indígenas 

Es  para  mí  motivo  de  particular  gozo  daros  mi  más  cordial  y  afectuosa  bienvenida, 
representantes  de  diversas  emias  indígenas  del  Continente  Americano,  que  habéis 
querido  venir  a  Santo  Domingo  para  tener  este  encuentro  con  el  Papa. 

Mi  ferviente  deseo  era  el  de  celebrar  el  V  Centenario  de  la  llegada  del  Evangelio  al 


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Nuevo  Mundo  reunido  con  multitud  de  hermanos  y  hermanas  indígenas  en  Yucatán, 
cuna  de  gloriosas  cilivilizaciones  de  vuestros  antepasados.  Pero  por  razones  que  son 
bien  conocidas,  ha  sido  necesario  reducir  los  actos  de  la  programación  inicial, 
confiando  que  el  Señor  me  permita  en  un  futuro  no  lejano  poder  encontrarme  con  los 
hijos  e  hijas  de  los  nobles  pueblos  indígenas  para,  juntos,  celebrar  una  vez  más  la  fe 
cristiana  que  inspira  a  vuestras  comunidades  y  alienta  vuestros  esfuerzos  por  lograr 
condiciones  de  vida  más  digna  y  justa. 

En  esta  tierra,  donde  fiie  plantada  la  cruz  de  Cristo  hace  ahora  cinco  siglos,  os  hago 
entrega  del  Mensaje  de  paz  y  amor  que  dirijo  a  todas  las  personas  y  grupos  éüiicos 
amerindios.  Sed,  pues,  portadores  de  mis  palabras  de  aliento  y  del  profundo  afecto 
que  siento  por  todos  los  hermanos  y  hermanas  indígenas,  a  quienes  encomiendo  a 
la  maternal  protección  de  Nuestra  Señora  de  Guadalupe  para  que  la  efemérides  que 
conmemoramos  les  corrobore  en  su  fe  cristiana  y  sostenga  sus  legítimas  aspiraciones 
por  conseguir  el  puesto  que  les  corresponde  en  la  sociedad  y  en  la  Iglesia. 

A  los  aquí  presentes,  a  vuestras  familias,  a  vuestros  pueblos  y  naciones  bendigo  en 
el  nombre  del  Padre,  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo. 

Amén. 


Mensaje  a  los  indígenas 

Amadísimos  hermanos  y  hermanas  indígenas  del  Continente  Americano: 

1.  En  el  marco  de  la  conmemoración  del  V  Centenario  del  inicio  de  la 
evangelización  del  Nuevo  Mundo,  lugar  preferente  en  el  corazón  y  el  afecto  del 
Papa  ocupan  los  descendientes  de  los  hombres  y  mujeres  que  poblaban  este 
Continente  cuando  la  cruz  de  Cristo  fue  plantada  aquel  12  de  Octubre  de  1492. 

Desde  la  República  Dominicana,  donde  he  tenido  el  gozo  de  encontrarme  con 
algunos  de  vuestros  representantes,  dirijo  mi  mensaje  de  paz  y  amor  a  todas  las 
personas  y  grupos  étnicos  indígenas,  desde  la  Península  de  Alaska  hasta  la  Tierra  del 
Fuego.  Sois  continuadores  de  los  pueblos  tupi-guaram',  aymará,  maya,  quechua, 
chibcha,  nahualt,  mixteco,  araucano,  yanomani,  guajiro,  inuit,  apaches  y  tantísimos 
otros  que  se  distinguen  por  su  nobleza  de  espíritu,  que  se  han  destacado  en  sus 
valores  autóctonos  culturales,  como  las  civilizaciones  azteca,  inca,  maya,  y  que 


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pueden  gloriarse  de  poseer  una  visión  de  la  vida  que  reconoce  la  sacralidad  del 
mundo  y  del  ser  humano.  La  sencillez,  la  humildad,  el  amor  a  la  libertad,  la 
hospitalidad,  la  solidaridad,  el  apego  a  la  familia,  la  cercanía  a  la  tierra  y  el  sentido 
de  la  contemplación  son  otros  tantos  valores  que  la  memoria  indígena  de  América 
ha  conservado  hasta  nuestros  días  y  constituyen  una  aportación  que  se  palpa  en  el 
alma  latinoamericana. 

2.  Hace  ahora  500  años  el  Evangelio  de  Jesucristo  llegó  a  vuestros  pueblos.  Pero 
ya  antes,  y  sin  que  acaso  lo  sospecharan,  el  Dios  vivo  y  verdadero  estaba  presente 
iluminando  sus  caminos.  El  apóstol  San  Juan  nos  dice  que  el  Verbo,  el  Hijo  de  Dios, 
"es  la  luz  verdadera  que  ilumina  a  todo  hombre  que  llega  a  este  mundo"  {Jn  1 , 9).  En 
efecto,  las  "semillas  del  Verbo"  estaban  ya  presentes  y  alumbraban  el  corazón  de 
vuestros  antepasados  para  que  fueran  descubriendo  las  huellas  del  Dios  Creador  en 
todas  sus  criaturas:  el  sol,  la  luna,  la  madre  tierra,  los  volcanes  y  las  selvas,  las 
lagunas  y  los  ríos. 

Pero,  a  la  luz  de  la  Buena  Nueva,  ellos  descubrieron  que  todas  aquellas  maravillas 
de  la  creación  no  eran  sino  un  pálido  reflejo  de  su  Autor  y  que  la  persona  humana, 
por  ser  imagen  y  semejanza  del  Creador,  es  muy  superior  al  mundo  material  y  está 
llamada  a  un  destino  trascendente  y  eterno.  Jesús  de  Nazaret,  el  Hijo  de  Dios  hecho 
hombre,  con  su  muerte  y  resurección,  nos  ha  liberado  del  pecado,  haciéndonos  hijos 
adoptivos  de  Dios  y  abriéndonos  el  camino  hacia  la  vida  que  no  tiene  fin.  El  mensaje 
de  Jesucristo  les  hizo  ver  que  todos  los  hombres  son  hermanos  porque  tienen  un 
Padre  común:  Dios.  Y  todos  están  llamados  a  formar  parte  de  la  única  Iglesia  que  el 
Señor  ha  fundado  con  su  sangre  (cf.  Act  20, 28). 

A  la  luz  de  la  revelación  cristiana  las  virtudes  ancestrales  de  vuestros  antepasados 
como  la  hospitalidad,  la  solidaridad,  el  espíritu  generoso,  hallaron  plenitud  en  el  gran 
mandamiento  del  amor,  que  ha  de  ser  la  suprema  ley  del  cristiano.  La  persuasión  de 
que  el  mal  se  idenfíca  con  la  muerte  y  el  bien  con  la  vida,  les  abrió  el  corazón  a  Jesús 
que  es  "el  Camino,  la  Verdad  y  la  Vida"  (Jn  14, 6). 

Todo  esto,  que  los  Padres  de  la  Iglesia  llaman  las  "semillas  del  Verbo",  fue 
purificado,  profundizado  y  completado  por  el  mensaje  cristiano,  que  proclama  la 
fraternidad  universal  y  defiende  la  justicia.  Jesús  llamó  bicnaveturados  a  los  que 
tienen  sed  de  justicia  (cf.  Mí  5, 6).  ¿Qué  otro  motivo  sino  lapredicación  de  los  ideales 
evangélicos  movió  a  tantos  misioneros  a  denunciar  los  atropellos  cometidos  contra 
los  indios  en  la  época  de  la  conquista?  Ahí  están  para  demostrarlo  la  acción 
apostóUca  y  los  escritos  de  Bartolomé  de  Las  Casas,  Fray  Antonio  de  Montesinos, 


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Vasco  de  Quiroga,  Juan  del  Valle,  Julián  Garcés,  José  de  Anchieta,  Manuel  de 
Nóbrega  y  de  tantos  otros  hombres  y  mujeres  que  dedicaron  generosamente  su  vida 
a  los  nativos,  y  a  los  que  el  documento  de  Puebla  llama  "intrépidos  luchadores  por 
la  justicia,  evangelizadores  de  la  paz"  (n.  8). 

3.  En  esta  conmemoración  del  V  Centenario,  deseo  repetir  cuanto  os  dije  durante 
mi  primer  viaje  pastoral  a  América  Latina:  "El  Papa  y  la  Iglesia  están  con 

vosotros  y  os  aman:  aman  vuestras  personas,  vuestra  cultura,  vuestras  tradiciones; 
admiran  vuestro  maravilloso  pasado,  os  alientan  en  el  presente  y  esperan  tanto  en  el 
porvenir"  {Discurso  en  Cuilapan,  29. 1. 1979,  n.  5).  Por  eso,  quiero  también  hacerme 
eco  y  portavoz  de  vuestros  más  profundos  anhelos. 

Sé  que  queréis  ser  respetados  como  personas  y  como  ciudadanos.  Por  su  parte,  la 
Iglesia  hace  suya  esta  legítima  aspiración,  ya  que  vuestra  dignidad  no  es  menor  que 
la  de  cualquier  otra  persona  o  raza.  Todo  hombre  o  mujer  ha  sido  creado  a  imagen 
y  semejanza  de  Dios  (cf.  Gén  1 , 26-27).  Y  Jesús,  que  mostró  siempre  su  predilección 
por  los  pobres  y  abandonados,  nos  dice  que  todo  lo  que  hagamos  o  dejemos  de  hacer 
"a  uno  de  estos  mis  hermanos  menores",  a  él  se  lo  hicimos  (cf.  Mt  25, 40).  Nadie  que 
se  precie  del  nombre  de  cristiano  puede  despreciar  o  discriminar  por  motivos  de  raza 
o  cultura.  El  apóstol  Pablo  nos  amonesta  al  respecto:  "Porque  en  un  mismo  Espíritu 
hemos  sido  todos  bautizados,  para  no  formar  más  que  un  cuerpo,  judíos  y  griegos, 
esclavos  y  libres"  (I  Cor  12, 13). 

La  fe,  queridos  hermanos  y  hermanas,  supera  las  diferencias  entre  los  hombres.  La 
fe  y  el  bautismo  dan  vida  a  un  nuevo  pueblo:  el  pueblo  de  los  hijos  de  Dios.  Sin 
embargo,  aún  superando  las  diferencias,  la  fe  no  las  destruye  sino  que  las  respeta. 
La  unidad  de  todos  nosotros  en  Cristo  no  significa,  desde  el  punto  de  vista  humano, 
uniformidad.  Por  el  contrario,  las  comunidades  eclesiales  se  sienten  enriquecidas  al 
acoger  la  múltiple  diversidad  y  variedad  de  todos  sus  miembros. 

4.  Por  eso,  la  Iglesia  alienta  a  los  indígenas  a  que  conserven  y  promuevan  con 
legítimo  orgullo  la  cultura  de  sus  pueblos:  las  sanas  tradiciones  y  costumbres,  el 

idioma  y  los  valores  propios.  Al  defender  vuestra  identidad,  no  solo  ejercéis  un 
derecho,  sino  que  cumplís  también  el  deber  de  transmitir  vuestra  cultura  a  las 
generaciones  venideras,  enriqueciendo  de  este  modo  a  toda  la  sociedad.  Esta 
dimensión  cultural,  con  miras  a  la  evangelización,  será  una  de  las  prioridades  de  la 
IV  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano,  que  se  desarrolla  en 
Santo  Domingo  y  que  he  tenido  el  gozo  de  inaugurar  como  acto  preeminente  de  mi 
viaje  con  ocasión  del  V  Centenario. 


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La  tutela  y  respeto  de  las  culturas,  valorando  todo  lo  que  de  positivo  hay  en  ellas,  no 
significa,  sin  embargo,  que  la  Iglesia  renuncia  a  su  misión  de  elevar  las  costumbres, 
rechazando  todo  aquello  que  se  opone  o  contradice  la  moral  evangélica.  "La  Iglesia 
-afirma  el  Documento  de  Puebla-  tiene  la  misión  de  dar  testimonio  del  "verdadero 
Dios  y  único  Señor" .  Por  lo  cual,  no  puede  verse  como  un  atropello  la  evangelización 
que  invita  a  abandonar  las  falsas  concepciones  de  Dios,  conductas  antinaturales  y 
aberrantes  manipulaciones  del  hombre  por  el  hombre"  (nn.  405-406). 

Elemento  central  en  las  culturas  indígenas  es  el  apego  y  cercam'a  a  la  madre  tierra. 
Amáis  la  tierra  y  queréis  permanecer  en  contacto  con  la  naturaleza.  Uno  mi  voz  a  la 
de  cuantos  demandan  la  puesta  en  acto  de  estrategias  y  medios  eficaces  para  proteger 
y  conservar  la  naturaleza  creada  por  Dios.  El  respeto  debido  al  medio  ambiente  ha 
de  ser  siempre  tutelado  por  encima  de  intereses  exclusivamente  económicos  o  de  la 
abusiva  explotación  de  recursos  en  tierras  y  mares. 

5.  Entre  los  problemas  que  aquejan  a  muchas  de  las  comunidades  indígenas  están 
los  relacionados  con  la  tenencia  de  la  tierra.  Me  consta  que  los  Pastores  de  la 
Iglesia,  desde  la  exigencia  del  Evangelio  y  en  consonancia  con  el  magisterio  social, 
no  han  dejado  de  apoyar  vuestros  legítimos  derechos  favoreciendo  adecuadas  refor- 
mas agrarias  y  exhortando  a  la  solidaridad  como  camino  que  conduce  a  la  justicia. 
También  conozco  las  dificultades  con  que  tenéis  que  enfrentaros  en  temas  como  lá 
seguridad  social,  el  derecho  de  asociación,  la  capacitación  agrícola,  la  participación 
en  la  vida  nacional,  la  formación  integral  de  vuestros  hijos,  la  educación,  la  salud, 
la  vivienda  y  tantas  otras  cuestiones  que  os  preocupan.  A  este  propósito,  vienen  a  mi 
mente  las  palabras  que,  hace  algunos  aiíos,  dirigí  a  los  indígenas  en  el  inolvidable 
encuentro  de  Quetzaltenango:  "La  Iglesia  conoce,  queridos  hijos,  la  marginación 
que  sufirís;  las  injusticias  que  soportáis;  las  serias  dificultades  que  tenéis  para 
defender  vuestras  tierras  y  vuestros  derechos;  la  frecuente  falta  de  respeto  hacia 
vuestras  costumbres  y  tradiciones.  Por  ello,  al  cumplir  su  tarea  evangelizadora,  ella 
quiere  estar  cerca  de  vosotros  y  elevar  su  voz  de  condena  cuando  se  viole  vuestra 
dignidad  de  seres  humanos  e  hijos  de  Dios;  quiere  acompañaros  pacíficamente  como 
lo  exige  el  Evangelio,  pero  con  decisión  y  energía,  en  el  logro  del  reconocimiento 
y  promoción  de  vuestra  dignidad  y  de  vuestros  derechos  como  personas"  (Discurso 
en  Quetzaltenango,  7,  III.  1983,  n.  4). 

Dentro  de  la  misión  religiosa  que  le  es  propia,  la  Iglesia  no  ahorrará  esfuerzos  en 
continuar  fomentando  todas  aquellas  iniciativas  encaminadas  a  promover  el  bien 
común  y  el  desarrollo  integral  de  vuestras  comunidades.  Muestra  de  esta  decidida 
voluntad  de  colaboración  y  asistencia  es  la  reciente  erección  por  parte  de  la  Santa 


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Sede  de  la  Fundación  "Populorum  Progressio",  que  dispone  de  un  fondo  de  ayuda 
para  los  grupos  indígenas  y  poblaciones  campesinas  menos  favorecidas  de  América 
Latina. 

Os  aliento,  pues,  a  un  renovado  empeño  a  ser  también  protagonistas  de  vuestra 
propia  elevación  espiritual  y  humana  mediante  el  trabajo  digno  y  constante,  la 
fidelidad  a  vuestras  mejores  tradiciones,  la  práctica  de  las  virtudes.  Para  ellos  contáis 
con  los  genuinos  valores  de  vuestra  cultura,  acrisolada  a  lo  largo  de  las  generaciones 
que  os  han  precedido  en  esta  bendita  tierra.  Pero,  sobre  todo,  contáis  con  la  mayor 
riqueza  que,  por  la  gracia  de  Dios,  habéis  recibido:  vuestra  fe  católica.  Siguiendo  las 
enseñanzas  del  Evangelio,  lograréis  que  vuestros  pueblos,  fíeles  a  sus  legítimas 
tradiciones,  progresen  tanto  en  lo  material  como  en  lo  espiritual.  Iluminados  por  la 
fe  en  Jesucristo,  veréis  en  los  demás  hombres,  por  encima  de  cualquier  diferencia  de 
raza  o  cultura,  a  hermanos  vuestros.  La  fe  agrandará  vuestro  corazón  para  que 
quepan  en  él  todos  vuestros  conciudadanos.  Y  esa  misma  fe  llevará  a  los  demás  a 
amaros,  a  respetar  vuestra  idiosincrasia  y  a  unirse  con  vosotros  en  la  construcción 
de  un  futuro  en  el  que  todos  sean  parte  activa  y  responsable,  como  corresponde  a  la 
dignidad  cristiana. 

6.  Acerca  del  puesto  que  os  corresponde  en  la  Iglesia  exhorto  a  todos  a  fomentar 
aquellas  iniciativas  pastorales  que  favorezcan  una  mayor  integración  y  parti- 
cipación de  las  comunidades  indígenas  en  la  vidaeclesial.  Para  ello,  habrá  que  hacer 
un  renovado  esfuerzo  en  lo  que  se  refiere  a  la  inculturación  del  EvangeUo,  pues  "una 
fe  que  no  se  hace  cultura  es  una  fe  no  plenamente  acogida,  ni  totalmente  pensada, 
ni  fielmente  vivida"  {Discurso  al  mundo  de  la  cultura,  Lima  15.  V.  1988)  Se  trata, 
en  definitiva,  de  conseguir  que  los  católicos  indígenas  se  conviertan  en  los  prota- 
gonistas de  su  propia  promoción  y  evangeüzación.  Y  ello,  en  todos  los  terrenos, 
incluidos  los  diversos  ministerios.  ¡Qué  inmenso  gozo  el  día  en  que  vuestras 
comunidades  puedan  estar  servidas  por  misioneros  y  misioneras,  por  sacerdotes  y 
obispos  que  hayan  salido  de  vuestras  propias  familias  y  os  guíen  en  la  adoración  a 
Dios  "en  espíritu  y  en  verdad"  (Jn  4, 23)! 

El  mensaje  que  hoy  os  entrego  en  tierras  americanas,  conmemorando  cinco  siglos 
de  presencia  del  Evangelio  entre  vosotros,  quiere  ser  una  llamada  a  la  esperanza.  La 
Iglesia,  que  durante  estos  quinientos  años  os  ha  acompañado  en  vuestro  caminar, 
hará  cuanto  esté  en  su  mano  para  que  los  descendientes  de  los  antiguos  pobladores 
de  América  ocupen  en  la  sociedad  y  en  las  comunidades  eclesiales  el  puesto  que  les 
corresponde.  Soy  consciente  de  los  graves  problemas  y  dificultades  con  que  habéis 
de  enfrentaros.  Pero  estad  seguros  de  que  nunca  os  va  a  faltar  el  auxilio  de  Dios  y 


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la  protección  de  su  Santísima  Madre,  como  un  día,  en  la  colina  del  Tepeyac  le  fue 
prometido  al  indio  Juan  Diego,  un  insigne  hijo  de  vuestra  misma  sangre  a  quien  tuve 
el  gozo  de  exaltar  al  honor  de  los  altares:  "Oye  y  ten  entendido,  hijo  mío  el  más 
pequeño,  que  es  nada  lo  que  te  asusta  y  aflije;  no  se  turbe  tu  corazón;  no  temas  esa 
enfermedad  ni  otra  enfermedad  y  angustia.  ¿No  estoy  yo  aquí  que  soy  tu  Madre?  ¿No 
estás  bajo  mi  sombra?  ¿No  soy  yo  tu  salud?  ¿No  estás  por  ventura  en  mi  regazo?" 
(Nican  Mopohua)! 

Que  Nuestra  Señora  de  Guadalupe  os  proteja  a  todos,  mientras  os  bendigo  de 
corazón  en  el  nombre  del  Padre,  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo.  Amén. 

Dado  en  Santo  Domingo,  el  día  12  de  octubre  de  1992,  V  Centenario  de  la  Evangelización  de  América. 

Encuentro  con  una  representación 
de  Afroamericanos 

Amadísimos  hermanos  y  hermanas: 

Me  es  muy  grato  poder  tener  este  encuentro  con  vosotros,  representantes  de  las 
comunidades  afroamericanas  de  este  continente,  con  motivo  de  cumplirse  el  V 
Centenario  de  la  llegada  del  Evangelio. 

Como  bien  sabéis,  era  mi  ferviente  deseo  haber  tenido  una  celebración  litúrgica 
especialmente  dedicada  a  los  descendientes  de  aquellos  hombres  y  mujeres  que,  tras 
el  descubrimiento  de  América,  fueron  forzados  a  abandonar  el  Continente  Africano 
y  trasladados  a  las  nuevas  tierras. 

Por  vuestro  medio,  deseo  hacer  llegar  mi  Mensaje  de  saludo  y  aliento  a  todas  las 
personas  y  comunidades  afroamericanas  del  Nuevo  Mundo,  en  especial  a  los  hijos 
e  hijas  de  la  Iglesia  católica,  que  en  acción  de  gracias  a  Dios,  conmemoran  los 
quinientos  años  de  presencia  de  la  fe  cristiana  en  el  continente  de  la  esperanza. 

Os  agradezco  vivamente  vuestra  visita  y  os  ruego  que,  junto  con  mi  palabra,  seáis 
portadores  de  mi  saludo  entrañable  a  vuestras  familias  y  comunidades  en  todo  el 
Caribe,  en  Brasil,  en  las  costas  atlánticas  y  pacífica,  en  todo  el  continente.  Decidles 


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que  el  Papa  les  ama  y  que  quiere  estar  cercano  a  quienes  más  lo  necesitan:  a  los 
pobres,  a  los  enfermos,  a  cuantos  sufren  en  el  cuerpo  o  en  el  espíritu. 

Sed  en  todo  momento  fieles  a  la  Iglesia  de  Cristo,  al  mandamiento  del  amor  fraterno. 
Que  en  vuestras  manifestaciones  de  religiosidad  y  piedad  popular,  plenamente 
inculturales  en  vuestra  idiosincrasia,  resplandezca  siempre  la  vitalidad  del  mensaje 
cristiano,  la  pureza  de  su  doctrina,  la  devoción  eucarística  y  mariana.  Todo  ello  será 
garantía  de  profunda  y  sólida  vida  cristiana  y  os  defenderá  también  del  proselitismo 
de  las  sectas. 

Mientras  encomiendo  a  todos  a  la  maternal  protección  de  la  Santísima  Virgen,  os 
imparto  de  corazón  la  Bendición  Apostólica. 


Mensaje  a  los  Afroamericanos 

Amadísimos  hermanos  y  hermanas  Afroamericanos: 

1.  El  V  Centenario  de  la  Evangelización  del  Nuevo  Mundo  es  ocasión  propicia 
para  dirigiros,  desde  la  ciudad  de  Santo  Domingo,  mi  mensaje  de  aliento  que 
acreciente  vuestra  esperanza  y  sostenga  vuestro  empeño  cristiano  en  dar  renovada 
vitalidad  a  vuestras  comunidades,  a  las  que,  como  Sucesor  de  Pedro,  envío  un  saludo 
entrañable  y  afectuoso  con  las  palabras  del  apóstol  San  Pablo:  "Que  la  gracia  y  la  paz 
sea  con  vosotros  de  parte  de  Dios  Padre  y  de  Nuestro  Señor  Jesucristo"  {Gál  1 , 3). 

La  evangelización  de  América  es  motivo  de  profunda  acción  de  gracias  a  Dios  que, 
en  su  infinita  misericordia,  quiso  que  el  mensaje  de  salvación  llegara  a  los  habitantes 
de  estas  benditas  tierras,  fecundadas  por  la  cruz  de  Cristo,  que  ha  marcado  la  vida 
y  la  historia  de  sus  gentes,  y  que  tan  abundantes  frutos  de  santidad  y  virtudes  ha  dado 
a  lo  largo  de  estos  cinco  siglos. 

La  fecha  del  12  de  Octubre  de  1942  señala  el  inicio  del  encuentro  de  razas  y  culturas 
que  configurarían  la  historia  de  estos  quinientos  años,  en  los  que  la  penetrante  mirada 
cristiana  nos  permite  descubrir  la  intervención  amorosa  de  Dios,  a  pesar  de  las 
limitaciones  e  infidelidades  de  los  hombres.  En  efecto,  en  el  cauce  de  la  historia  se 
da  una  confluencia  misteriosa  de  pecado  y  de  gracia,  pero,  a  lo  largo  de  la  misma, 
la  gracia  triunfa  sobre  el  poder  del  pecado.  Como  nos  dice  San  Pablo:  "donde  abundó 
el  pecado,  sobreabundó  la  gracia"  {Rom  5, 20). 


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2.  En  las  celebraciones  de  este  V  Centenario  no  podía  faltar  mi  mensaje  de 
cercanía  y  vivo  afecto  a  las  poblaciones  afroamericanas,  que  representan  una 

parte  relevante  en  el  conjunto  del  continente  y  que  con  sus  valores  humanos  y 
cristianos,  y  también  con  su  cultura,  enriquecen  a  la  Iglesia  y  a  la  sociedad  en  tantos 
países.  A  este  propósito,  vienen  a  mi  mente  aquellas  palabras  de  Simón  Bolívar 
afirmando  que  "América  es  el  resultado  de  la  unión  de  Europa  y  Africa  con 
elementos  aborígenes.  Por  eso,  en  ella  no  caben  los  prejuicios  de  raza  y,  si  cupiesen, 
América  volvería  al  caos  primitivo". 

De  todos  es  conocida  la  gravísima  injusticia  cometida  contra  aquellas  poblaciones 
negras  del  continente  africano,  que  fueron  arrancadas  con  violencia  de  sus  tierras, 
de  sus  culturas  y  de  sus  tradiciones,  y  traídos  como  esclavos  a  América.  En  mi 
reciente  viaje  apostólico  a  Senegal  no  quise  dejar  de  visitar  la  Isla  de  Corea,  donde 
se  desarrolló  parte  de  aquel  ignominioso  comercio,  y  quise  dejar  constancia  del 
firme  repudio  de  la  Iglesia  con  las  palabras  que  ahora  deseo  recordar  nuevamente: 
"La  visita  a  la  Casa  de  los  Esclavos  nos  trae  a  la  memoria  esa  trata  de  negros  que  Pío 
II,  en  una  carta  dirigida  a  un  misionero  que  partía  hacia  Cuinea  califica  de  "crimen 
enorme".  Durante  todo  un  período  de  la  historia  del  continente  africano,  hombres, 
mujeres  y  niños  fueron  traídos  aquí,  arrancados  de  su  tierra  y  separados  de  sus 
familias  para  ser  vendidos  como  mercancías.  Estos  hombres  y  mujeres  han  sido 
víctimas  de  un  vergonzoso  comercio  en  el  que  han  tomado  parte  personas  bautizadas 
que  no  han  vivido  según  su  fe.  ¿Cómo  olvidar  los  enormes  sufrimientos  inflingidos 
a  la  población  deportada  del  continente  africano,  despreciando  los  derechos  huma- 
nos más  elementales?  ¿Cómo  olvidar  las  vidas  humanas  aniquiladas  por  la  esclavi- 
tud? Hay  que  confesar  con  toda  verdad  y  humildad  este  pecado  del  hombre  contra 
el  hombre"  (Discurso  en  la  Isla  de  Gorea,  21,  II,  1992). 

3.  Mirando  la  realidad  actual  del  Nuevo  Mundo,  vemos  pujantes  y  vivas 
comunidades  afroamericanas  que,  sin  olvidar  su  pasado  histórico,  aportan  la 

riqueza  de  su  cultura  a  la  variedad  multiforme  del  continente.  Con  tenacidad  no 
exenta  de  sacrificios  contribuyen  al  bien  común  integrándose  en  el  conjunto  social 
pero  manteniendo  su  identidad,  usos  y  costumbres.  Esta  fidelidad  a  su  propio  ser  y 
patrimonio  espiritual  es  algo  que  la  Iglesia  no  solo  respeta  sino  que  alienta  y  quiere 
potenciar,  pues  siendo  el  hombre  -todo  hombre-  creado  a  imagen  y  semejanza  de 
Dios  (cf.  Gén  1 , 26-27),  toda  realidad  auténticamente  humana  es  expresión  de  dicha 
imagen,  que  Cristo  ha  regenerado  con  su  sacrificio  redentor. 

Gracias  a  la  redención  de  Cristo,  amados  hermanos  y  hermanas  afroamericanos, 
todos  los  hombres  hemos  pasado  de  las  tinieblas  a  la  luz,  de  ser  "no-mi-pueblo"  a 


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llamamos  "hijos-de-Dios-vivo"  (cf.  Os  2,1).  Como  "elegidos  de  Dios"  formamos  un 
solo  cuerpo  que  es  la  Iglesia  (cf.  Col  3, 12, 15)  en  la  cual,  en  palabras  de  San  Pablo, 
"no  hay  griegos  y  judíos;  circuncisión  e  incircucisión;  bárbaro,  escita,  esclavo,  libre, 
sino  que  Cristo  es  todo  en  todos"  (Col  3, 1 1).  En  efecto,  la  fe  supera  las  diferencias 
entre  los  hombres  y  da  vida  a  un  pueblo  nuevo  que  es  el  pueblo  de  los  hijos  de  Dios. 
Sin  embargo,  aún  superando  las  diferencias  en  la  común  condición  de  cristianos,  la 
fe  no  las  destruye  sino  que  las  respeta  y  dignifica. 

Por  eso,  en  esta  conmemoración  del  V  Centenario,  os  aliento  a  defender  vuestra 
identidad,  a  ser  conscientes  de  vuestros  valores  y  hacerlos  fructificar.  Pero,  como 
Pastor  de  la  Iglesia,  os  exhorto  sobre  todo  a  ser  conscientes  del  gran  tesoro  que,  por 
la  gracia  de  Dios,  habéis  recibido:  vuestra  fe  catóhca.  A  la  luz  de  Cristo,  lograréis 
que  vuestras  comunidades  crezcan  y  progresen  tanto  en  lo  espiritual  como  en  lo  ma- 
terial, difundiendo  así  los  dones  que  Dios  os  ha  otorgado.  Iluminado  por  la  fe 
cristiana,  veréis  a  los  demás  hombres,  por  encima  de  cualquier  diferencia  de  raza  o 
cultura,  como  a  hermanos  vuestros,  hijos  del  mismo  Padre. 

4.  La  solicitud  de  la  Iglesia  por  vosotros  y  vuestras  comunidades  con  miras  a  la 
nueva  evangelización,  promoción  humana  y  cultura  cristiana,  será  puesta  de 
manifiesto  en  la  IV  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  que  ayer 
tuve  la  dicha  de  inaugurar.  Sin  olvidar  que  muchos  valores  evangélicos  han 
penetrado  y  enriquecido  la  cultura,  la  mentalidad  y  la  vida  de  los  afroamericanos,  se 
desea  potenciar  la  atención  pastoral  y  favorecer  los  elementos  específicos  de  las 
comunidades  eclesiales  con  rostro  propio. 

La  obra  evangelizadora  no  destruye,  sino  que  se  encama  en  vuestros  valores,  los 
consolida  y  fortalece;  hace  crecer  las  semillas  esparcidas  por  el  "Verbo  de  Dios,  que 
antes  de  hacerse  carne  para  salvarlo  todo  y  recapitularlo  todo  en  El,  estaba  en  el 
mundo  como  luz  verdadera  que  ilumina  todo  hombre"  (Gaudium  et  spes,  57).  La 
Iglesia,  fiel  a  la  universalidad  de  su  misión,  anuncia  a  Jesucristo  e  invita  a  los 
hombres  de  todas  las  razas  y  condición  a  aceptar  su  mensaje.  Como  afirmaron  los 
Obispos  latinoamericanos  en  la  Conferencia  General  de  Puebla  de  los  Angeles,  "la 
Iglesia  tiene  la  misión  de  dar  testimonio  del  verdadero  Dios  y  del  único  Señor.  Por 
lo  cual,  no  puede  verse  como  un  atropello  la  evangelización  que  invita  a  abandonar 
falsas  concepciones  de  Dios,  conductas  antinaturales  y  aberrantes  manipulaciones 
del  hombre  por  el  hombre"  (n.  406).  En  efecto,  con  la  evangelización,  la  Iglesia 
renueva  las  culturas,  combate  los  errores,  purifica  y  eleva  la  moral  de  los  pueblos, 
fecunda  las  tradiciones  las  consolida  y  restaura  en  Cristo  (cf.  Gaudium  et  spes,  58). 


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5.  Sé  que  la  vida  de  muchos  afroamericanos  en  los  diversos  países  no  está  exenta 
de  dificultades  y  problemas.  La  Iglesia,  bien  consciente  de  ello,  comparte 
vuestros  sufrimientos  y  os  acompaña  y  apoya  en  vuestras  legítimas  aspiraciones  en 
una  vida  más  justa  y  digna  para  todos.  A  este  propósito,  no  puedo  por  menos  de 
expresar  viva  gratitud  y  alentar  la  acción  apostólica  de  tantos  sacerdotes,  religiosos 
y  religiosas  que  ejercen  su  ministerio  con  los  más  pobres  y  necesitados.  Pido  a  Dios 
que  en  vuestras  comunidades  cristianas  surjan  también  numerosas  vocaciones 
sacerdotales  y  religiosas,  para  que  los  afroamericanos  del  continente  puedan  contar 
con  ministros  que  hayan  salido  de  vuestras  propias  familias. 

Mientras  os  encomiendo  a  la  maternal  protección  de  la  Santísima  Virgen,  cuya 
devoción  está  tan  arraigada  en  la  vida  y  prácticas  cristianas  de  los  católicos 
afroamericanos,  os  bendigo  en  el  nombre  del  Padre,  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo. 

Amén. 


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DOCUMENTOS 
DEL  CELAM 


Mensaje  a  los  pueblos  de 
América  Latina  y  el  Caribe 


I.  PRESENTACION 

1 .  Convocados  por  el  Santo  Padre  Juan  Pablo  II  a  la  IV  Conferencia  General  del 
Episcopado  Latinoamericano  y  presididos  por  él  en  su  inauguración,  nos  hemos 

reunido  en  Santo  Domingo,  representantes  de  los  episcopados  de  América  Latina  y 
del  Caribe  y  colaboradores  del  Papa  en  la  Curia  Romana.  Participaron  también  otros 
obispos  invitados  de  diversas  partes  del  mundo  e  igualmente  sacerdotes,  diáconos, 
religiosos,  religiosas  y  laicos,  además  de  observadores  pertenecientes  a  otras  igle- 
sias cristianas. 

2.  Una  significativa  efemérides  ha  surgido  la  fecha  de  esta  IV  Conferencia:  los 
500  años  del  inicio  de  la  evangelización  del  nuevo  mundo.  Desde  entonces,  la 

Palabra  de  Dios  fecundó  las  culturas  de  nuestros  pueblos  llegando  a  ser  parte 
integrante  de  su  historia.  Por  eso,  tras  una  larga  preparación  que  incluyó  una  novena 
de  años  inaugurada  aquí  mismo  en  Santo  Domingo  por  el  Santo  Padre,  nos  hemos 
congregado  con  actitud  asumida  por  el  mismo  Santo  Padre,  a  saber,  con  la  humildad 
de  la  verdad  dando  gracias  a  Dios  por  las  muchas  y  grandes  luces  y  pidiendo  perdón 
por  las  innegables  sombras  que  cubrieron  este  período. 

3.  La  IV  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  ha  querido 
perfilar  las  h'neas  fundamentales  de  un  nuevo  impulso  evangelizador  que  ponga 

a  Cristo  en  el  Corazón  y  en  los  labios,  en  la  acción  y  la  vida  de  todos  los  latinoameri- 
canos. Esta  es  nuestra  tarea:  hacer  que  la  verdad  sobre  Cristo,  la  Iglesia  y  el  hombre 
penetren  más  profundamente  en  todos  los  estratos  de  la  sociedad  en  búsqueda  de  su 
progresiva  transformación.  La  NUEVA  EVANGELIZACION  ha  sido  la 
preocupación  de  nuestro  trabajo. 

4.  Nuestra  reunión  está  en  estrecha  relación  y  continuidad  con  las  anteriores  de 
la  misma  naturaleza:  la  primera  celebrada  en  Río  de  Janeiro  en  1955;  la  siguiente 

en  Medellín  en  1968,  y  la  tercera  en  Puebla  en  1979.  Reasumimos  plenamente  las 
opciones  que  enmarcaron  aquellos  encuentros  y  encamaron  sus  conclusiones  más 
sustanciales. 


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5.  Estos  eventos  constituyen  una  valiosa  experiencia  eclesial  de  la  cual  procede 
una  rica  enseñanza  episcopal,  útil  a  las  Iglesias  y  a  la  sociedad  de  nuestro 

Continente.  A  estas  orientaciones  se  suma  ahora  el  compromiso  evangelizador  que 
emerge  de  la  presente  reunión,  y  que  ofrecemos  con  humildad  y  alegría  a  nuestros 
pueblos. 

6.  La  presencia  maternal  de  la  Virgen  María,  unida  entrañablemente  a  la  fe 
cristiana  en  Latinoamérica  y  el  Caribe,  ha  sido  desde  siempre,  y  en  especial  en 

estos  días,  guía  de  nuestro  camino  de  fe,  aliento  en  nuestros  trabajos  y  estímulo  frente 
a  los  desafíos  pastorales  de  hoy. 

II.  AMERICA  LATINA  Y  EL  CARIBE; 
ENTRE  EL  TEMOR  Y  LA  ESPERANZA 

7.  Grandes  mayorías  de  nues&os  pueblos,  padecen  condiciones  dramáticas  en 
sus  vidas.  Así  lo  hemos  comprobado  en  las  diarias  tareas  pastorales,  y  lo  hemos 

expresado  con  claridad  en  muchos  documentos.  Así  cuando  sus  dolores  nos  apre- 
mian, resuena  en  nuestros  oídos  la  palabra  que  dijo  Dios  a  Moisés:  "He  visto  la 
aflicción  de  mi  pueblo,  he  oído  sus  gritos  de  dolor.  Conozco  muy  bien  sus 
sufrimientos.  Por  eso  he  bajado  para  hacerlo  subir  a  la  tierra  espaciosa  y  fértil" 
(Exodo  3,  7-8). 

8.  Esas  condiciones  podrían  cuestionar  nuestra  esperanza.  Pero  la  acción  del 
Espíritu  Santo  nos  proporciona  un  motivo  vigoroso  y  sólido  para  esperar:  la  fe 

en  Jesucristo,  muerto  y  resucitado,  quien  cumple  su  promesa  de  estar  con  nosotros 
siempre  (Cf.  Mateo  28, 20).  Esta  fe  nos  lo  muestra  atento  y  solícito  a  toda  necesidad 
humana.  Nosotros  buscamos  realizar  lo  que  El  hizo  y  enseñó:  asumir  el  dolor  de  la 
humanidad  y  actuar  para  que  se  convierta  en  camino  de  redención. 

9.  Vana  sería  nuestra  esperanza  si  no  fuera  actuante  y  eficaz.  Falaz  sería  el 
mensaje  de  Jesucrito  si  permitiera  una  disociación  entre  el  creer  y  el  actuar. 

Exhortamos  a  quienes  sufren  a  abrir  sus  corazones  al  mensaje  de  Jesús,  que  tiene  el 
poder  de  dar  un  sentido  nuevo  a  sus  vidas  y  dolores.  La  fe,  unida  a  la  esperanza  y  a 
la  caridad  en  el  ejercicio  de  la  actividad  apostóhca  tiene  que  traducirse  en  "Tierra 
espaciosa  y  fértil"  para  quienes  hoy  sufren  en  latinoamérica  y  el  Caribe. 

10.  La  hora  presente  nos  hace  evocar  el  episodio  evangélico  del  paralítico  que 
estaba  desde  hacía  treinta  y  ocho  años  junto  a  la  piscina  de  la  curación  pero  que 


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no  tenía  quien  le  introdujese  en  ella.  Nuestro  quehacer  evangelizador  quiere 
actualizar  la  palabra  de  Jesús  al  hombre  inválido  "Levántate,  toma  tu  camilla  y  anda" 
(Cf.  Jn  5, 1-8). 

11.  Deseamos  convertir  nuestros  afanes  evangelizadores  en  acciones  concretas 
que  hagan  posible  a  las  personas  superar  sus  problemas  y  sanar  sus  dolencias 

-tomar  sus  camillas  y  caminar-  siendo  protagonistas  de  sus  propias  vidas,  a  partir  del 

contacto  salvífico  con  el  Señor. 


m.  UNA  ESPERANZA  QUE  SE  CONCRETA  EN  MISION 

1 .  La  Nueva  Evangelización 

12.  Desde  la  visita  del  Santo  Padre  a  Haití  en  1983  nos  hemos  sentido  animados 
por  un  impulso  alentador  para  una  renovada  y  más  eficaz  acción  pastoral  en 

nuestras  iglesias  particulares.  A  ese  proyecto  global  que  auspicia  un  nuevo 
Pentecostés,  se  le  da  el  nombre  de  Nueva  Evangelización.  (Cf.  Discurso  Inaugural, 
Juan  Pablo  11,  nro  6  y  7). 

13 .  El  episodiode  los  discípulos  de  Emaús,  relatado  por  el  evangelista  Lucas,  nos 
presenta  a  Jesús  resucitado  anunciando  la  Buena  Nueva.  Puede  ser  también  un 

modelo  de  la  Nueva  Evangelización. 

2 .  Jesucristo  Ayer,  Hoy  y  Siempre:  Jesús  sale  al  encuentro  de  la  humanidad  que 
camina  (Le  24.13-17). 

14.  Mientras  los  discípulos  de  Emaús  desconcertados  y  tristes  caminaban  de 
regreso  a  su  aldea,  el  Maestro  se  les  acerca  para  acompañarlos  en  su  camino, 

Jesús  busca  las  personas  y  camina  con  ellas  para  asumir  las  alegrías  y  esperanzas, 
las  dificultades  y  tristezas  de  la  vida. 

15.  Hoy  también  nosotros,  como  pastores  de  la  Iglesia  en  América  Latina  y  el 
Caribe,  en  fidelidad  al  Divino  Maestro,  queremos  renovar  su  actitud  de  cercanía 

y  de  acompañamiento  a  todos  nuestros  hermanos  y  hermanas;  proclamamos  el  valor 
y  la  dignidad  de  cada  persona,  y  procuramos  iluminar  con  la  fe  su  historia,  su  camino 
de  cada  día.  Este  es  un  elemento  fundamental  de  la  Nueva  Evangelización. 


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3.  Promoción  Humana:  Jesús  comparte  el  camino  de  los  seres  humanos.  (Le 
24.17-24). 

16.  Jesús  no  solamente  se  acerca  a  los  caminantes.  Va  más  allá:  Se  hace  camino 
para  ellos  (cf.  Jn  14, 6),  penetra  en  la  vivencia  profunda  de  la  persona,  en  sus 

sentimientos,  en  sus  actitudes.  Por  medio  de  un  diálogo  sencillo  y  directo  conoce  sus 
preocupaciones  inmediatas.  El  mismo  Cristo  Resucitado  acompaña  los  pasos,  las  as- 
piraciones y  búsquedas,  los  problemas  y  dificultades  de  sus  discípulos  cuando  estos 
se  dirigen  a  su  aldea. 

17.  Aquí  Jesús  pone  en  práctica  con  sus  discípulos  cuanto  enseñara  un  día  a  un 
doctor  de  la  ley:  las  heridas  y  gemidos  del  hombre  apaleado  y  moribundo  que 

yacía  al  borde  del  camino  constituyen  las  urgencias  del  propio  caminar,  (cf.  Le,  10, 
25-37).  La  parábola  del  Buen  Samaritano  nos  concierne  directamente  frente  a  todos 
nuestros  hermanos,  especialmente  a  los  pecadores  por  los  cuales  Jesús  derramó  su 
sangre.  Recordamos  en  particular  a  todos  los  que  sufren:  los  enfermos,  los  ancianos 
que  viven  en  soledad,  los  niños  abandonados.  Miramos  también  a  los  que  son 
víctima  de  la  injusticia:  los  marginados,  los  más  pobres,  los  habitantes  de  los 
suburbios  de  las  grandes  ciudades,  los  indígenas  y  afroamericanos,  los  campesinos, 
los  sin  tierra,  los  desempleados,  los  sin  techo,  las  mujeres  desconocidas  en  sus 
derechos.  Nos  interpelan  también  otras  formas  de  opresión:  la  violencia,  la 
pornografía,  el  tráfico  y  el  uso  de  drogas,  el  terrorismo,  el  secuestro  de  personas,  y 
otros  muchos  problemas  acuciantes. 

4.  La  cultura:  Jesús  ilumina  con  las  Escrituras  el  camino  de  los  hombres.  (Le 
24,  25-28). 

18.  La  presencia  del  Señor  no  se  agota  en  una  simple  solidaridad  humana.  El 
drama  interior  de  los  dos  caminantes  era  que  habían  perdido  toda  esperanza.  Ese 

desencanto  se  iluminó  por  la  explicación  de  las  Escrituras.  La  Buena  Nueva  que 
oyeron  de  Jesús  transmitía  el  mensaje  recibido  de  su  Padre. 

19.  Explicándoles  las  Escrituras,  Jesús  corrige  los  errores  de  un  mesianismo 
puramente  temporal  y  de  todas  las  ideologías  que  esclavizan  al  hombre.  Ex- 
plicándoles las  Escrituras,  les  ilumina  su  situación  y  les  abre  horizontes  de  espe- 
ranza. 

20.  El  camino  que  Jesús  recorre  al  lado  de  sus  discípulos  está  marcado  con  las 
huellas  del  designio  de  Dios  sobre  cada  una  de  las  criaturas  y  sobre  el  acontecer 


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humano. 


21.  Exhortamos  a  todos  los  agentes  pastorales  a  profundizar  en  el  estudio  y  la 
meditación  de  la  Palabra  de  Dios  para  poder  vivirla  y  transm  itirla  a  los  demás  con 

fidelidad. 

22.  Reiteramos  la  necesidad  de  encontrar  nuevos  métodos  para  que  a  los  cons- 
tructores de  la  sociedad  pluralista  les  lleguen  las  exigencias  éticas  del  Evan- 
gelio, sobre  todo  en  el  orden  social.  La  Doctrina  Social  de  la  Iglesia  forma  parte 
esencial  del  mensaje  cristiano.  Su  enseñanza,  difusión,  profundización  y  aplicación 
son  exigencias  imprescindibles  para  la  nueva  evangelización  de  nuestros  pueblos. 

5.  Un  nuevo  ardor:  Jesús  se  da  a  conocer  en  la  fracción  del  pan.  (Le  24, 2S-32) 

23.  Pero  la  explicación  de  la  Escritura  no  fue  suficiente  para  abrirles  los  ojos  y 
hacerles  ver  la  realidad  desde  la  perspectiva  de  la  fe.  Es  cierto  que  hizo  arder  sus 

corazones  pero  el  gesto  definitivo  para  que  pudieran  reconocerle  vivo  y  resucitado 
de  entre  los  muertos  fue  el  signo  concreto  de  partir  el  pan. 

24.  En  Emaús  se  abrió  además  un  hogar  para  Alguien  que  andaba  peregrino. 
Cristo  reveló  su  intimidad  a  los  compañeros  de  camino  y  en  su  actitud  de 

compartir  reconocieron  al  que  durante  su  vida  no  hizo  más  que  darse  a  los  hermanos 
y  quien  selló  con  su  muerte  en  la  cruz  la  entrega  de  toda  su  vida. 

25.  Concluidos  estos  días  de  oración  y  de  reflexión  volvemos  a  los  hogares  que 
forman  nuesttas  iglesias  particulares  para  compartir  con  los  hermanos,  con 

quienes  construimos  lo  cotidiano  de  la  vida;  en  especial  con  quienes  participan  más 
de  cerca  en  nuestro  ministerio:  nuestros  presbíteros  y  diáconos  a  quienes  deseamos 
expresar  un  particular  afecto  y  gratitud.  Que  la  celebración  eucarística  inflame 
siempre  más  sus  corazones  para  llevar  a  la  práctica  la  Nueva  Evangelización,  la 
promoción  humana  y  la  cultura  cristiana. 

6.  Misión:  Jesús  es  anunciado  por  los  discípulos.  (Le  24,  33-35) 

26.  El  cncucnu-o  entre  el  Maestro  y  los  discípulos  ha  terminado,  Jesús  desaparece 
de  su  vista.  Pero  ellos  impulsados  por  un  nuevo  ardor,  salen  gozosos  a  emprender 

su  tarea  misionera.  Abandonan  la  aldea  y  van  en  busca  de  los  otros  discípulos.  La 
vivencia  de  la  fe  se  realiza  en  comunidad.  Por  eso  los  discípulos  regresan  a  Jcrusalcn 
a  encontrarse  con  sus  hermanos  y  comunicarles  el  encuentro  con  el  Señor.  A  partir 


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de  la  fe,  vivida  en  comunidad,  ellos  se  convierten  en  pregoneros  de  una  realidad 
totalmente  nueva:  "El  Señor  ha  resucitado  y  está  de  nuevo  entre  nosotros".  La  fe  en 
Jesús  lleva  consigo  la  misión. 

27.  "Para  América  Latina  y  el  Caribe  que  recibió  a  Cristo  hace  ahora  quinientos 
años,  el  mayor  signo  de  agradecimiento  por  el  don  recibido,  y  de  su  vitalidad 

cristiana,  es  empeñarse  ella  misma  en  la  misión"  (Discurso  Inaugural,  Juan  Pablo  II, 
nro.  28),  sea  en  su  interior,  sea  más  allá  de  sus  fronteras. 

IV.  LINEAS  PASTORALES  PRIORITARIAS 

28.  La  rv  Conferencia  propone,  con  grandes  esperanzas  y  teniendo  en  cuenta 
los  meritorios  aportes  recibidos  de  las  Conferencias  Episcopales  y  de  tantas  otras 

instancias  de  la  Iglesia,  las  siguientes  líneas  de  acción  pastoral.  Para  guiar  nuestros 
trabajos  hemos  tenido  la  orientación  y  el  apoyo  del  Santo  Padre,  quien  desde  mucho 
tiempo  atrás  ha  estado  motivando  a  esta  IV  Conferencia. 

29.  Ante  todo,  proclamamos  la  adhesión  en  la  fe  de  la  Iglesia  en  América  latina 
y  en  el  Caribe  a  Jesucristo,  El  mismo,  ayer,  hoy  y  siempre  (Cf.  Hebr,  13,  8). 

30.  Para  que  Cristo  esté  en  medio  de  la  vida  de  nuestros  pueblos,  convocamos 
a  todos  los  fíeles  a  una  Nueva  Evangelización  y  llamamos  especialmente  a  los 

laicos,  y  entre  ellos  a  los  jóvenes.  Y  en  esta  hora  confiamos  que  muchos  jóvenes, 
ayudados  por  una  eficaz  pastoral  vocacional,  puedan  responder  al  llamado  del  Señor 
para  el  sacerdocio  y  la  vida  consagrada. 

-  Una  catcquesis  renovada  y  una  liturgia  viva,  en  una  Iglesia  en  estado  de  misión, 
serán  los  medios  para  acercar  y  santificar  más  a  todos  los  cristianos  y,  en 
particular,  a  los  que  están  lejos  y  son  indiferentes. 

-  La  Nueva  Evangelización  intensificará  una  pastoral  misionera  en  todas  nuestras 
Iglesias  y  nos  hará  sentir  responsables  de  ir  más  allá  de  nuestras  fronteras  para 
llevar  a  otros  pueblos  la  fe  que  hace  500  años  llegara  hasta  nosotros. 

3 1 .  Como  expresión  de  la  Nueva  Evangelización  nos  comprometemos  también 
a  trabajar  por  una  promoción  integral  del  pueblo  latinoamericano  y  caribeño, 

teniendo  como  preocupación  que  sus  principales  destinatarios  sean  los  más  pobres. 

-  En  esta  promoción  humana  ocupa  un  lugar  privilegiado  y  fundamental  la  familia, 
donde  se  origina  la  vida.  Hoy  es  necesario  y  urgente  promover  y  defender  la  vida, 


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por  los  múltiples  ataques  con  que  la  amenazan  sectores  de  la  sociedad  actual. 

32.  Debemos  alentar  una  evangelización  que  penetre  en  las  raíces  más  hondas  de 
la  cultura  común  de  nuestros  pueblos,  teniendo  una  especial  preocupación  por 

la  creciente  cultura  urbana. 

-  Nos  ha  merecido  una  particular  atención  ocupamos  de  una  auténtica  encamación 
del  Evangelio  en  las  culturas  indígenas  y  afroamericanas  de  nuestro  continente. 

-  Para  toda  esta  inculturación  del  Evangelio  es  muy  importante  desarrollar  una 
eficaz  acción  educativa  y  utilizar  los  medios  modemos  de  comunicación. 

V.  SALUDOS  Y  VOTOS 

33.  No  deseamos  concluir  este  Mensaje  sin  dirigir  una  palabra  afectuosa  a 
algunas  personas  y  grupos  sobre  quienes  gravitan  una  particular  responsabilidad 

eclesial  o  social. 

34.  Un  saludo  especial  dirigimos  a  nuestros  presbíteros  y  diáconos,  solícitos 
colaboradores  de  nuestra  misión  episcopal,  que  han  estado  presentes  todos  los 

días  en  nuestro  recuerdo  y  oración.  Alimentamos  la  esperanza  de  que ,  como  siempre, 
nos  ayudarán  a  llevar  al  pueblo  de  nuestras  Iglesias  particulares  las  conclusiones  de 
esta  conferencia.  Reciban  ellos  la  expresión  de  nuestro  afecto  paterno  y  fraterno  y 
nuestra  gratitud  por  su  sacrificio  e  infatigable  compromiso  en  el  ministerio. 

35.  Con  igual  solicitud  tenemos  presentes  a  los  religiosos  y  religiosas,  miembros 
de  institutos  seculares,  agentes  de  pastoral,  catequistas,  animadores  de  comu- 
nidades, miembros  de  comunidades  eclesiales  de  base,  de  movimientos  eclesiales  y 
ministros  extraordinarios  que  ciertamente  recibirán  de  los  contenidos  de  la  IV 
Conferencia  renovado  ánimo  para  su  quehacer  eclesial. 

36.  Va  nuestro  pensamiento  agradecido  a  los  numerosos  misioneros  y  misio- 
neras que  desde  la  primera  hora,  en  condiciones  de  gran  dificultad  y  con  mucha 

renuncia  hasta  el  sacrificio  de  la  vida,  anunciaron  el  Evangelio  en  nuestro  continente. 

37.  Fue  para  nosotros  causa  de  aliento  y  alegría  tener  en  nuestro  Encuentro 
observadores  pertenecientes  a  Iglesias  cristianas  hermanas.  A  ellos,  y  por  su 

medio  a  todas  estas  Iglesias  con  las  cuales  compartimos  la  fe  en  Jesucristo  Salvador, 
llegue  nuestro  saludo  fraterno,  unido  a  la  oración,  a  fin  de  que,  en  la  hora  que  Dios 


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señale,  podamos  realizar  el  testamento  espiritual  de  Jesucristo:  "que  todos  sean  uno 
para  que  el  mundo  crea"  (Jn  17, 21). 

38.  A  los  pueblos  indígenas,  habitantes  originarios  de  estas  tierras,  poseedores 
de  innumerables  riquezas  culturales,  que  están  en  la  base  de  nuestra  cultura 

actual,  y  a  los  descendientes  de  millares  de  familias  venidas  de  varias  regiones  del 
Africa  manifestamos  nuestra  estima  y  el  deseo  de  servirles  como  ministros  del 
Evangelio  de  Nuestro  Señor  Jesucristo. 

39.  Nos  unimos  a  los  constructores  y  dirigentes  de  la  sociedad  -gobernantes, 
legisladores,  magistrados,  jefes  políticos  y  militares,  educadores,  empresarios, 

responsables  sindicales  y  tantos  otros-  y  a  todos  los  hombres  de  buena  voluntad  que 
trabajan  por  la  promoción  y  defensa  de  la  vida,  en  la  exaltación  y  dignidad  del 
hombre  y  la  mujer,  en  la  custodia  de  sus  derechos,  en  la  búsqueda  y  afianzamiento 
de  la  paz,  alejada  toda  forma  de  carrera  armamentística.  Desde  esta  IV  Conferencia 
les  exhortamos  a  que,  en  el  ejercicio  de  su  respetable  misión  al  servicio  de  los 
pueblos,  se  empeñen  en  favor  de  la  justicia,  de  la  solidaridad  y  del  desarrollo  integral, 
guiados  por  el  indispensable  imperativo  ético  en  sus  decisiones. 

40.  De  un  modo  especial  deseamos  que  las  enseñanzas  que  entregamos  de  parte 
del  Señor  resuenen  en  el  interior  de  las  familias  latinoamericanas  y  caribeñas.  A 

ellas,  que  son  el  santuario  de  la  vida,  se  les  pide  que  hagan  germinar  el  Evangelio  en 
el  corazón  de  sus  hijos  por  medio  de  una  adecuada  educación.  En  un  momento  en 
que  la  cultura  de  muerte  nos  amenaza  encontrarán  aquí  una  "fuente  que  salta  hasta 
la  vida  eterna".  Los  padres,  con  su  ejemplo  y  su  palabra  son  los  grandes  evangeli- 
zadores  de  su  "Iglesia  doméstica"  y  de  ellos  depende,  en  buena  parte,  que  esta 
Conferencia  de  Santo  Domingo  dé  sus  frutos.  Por  eso  junto  con  saludarles 
quisiéramos  expresarles  nuestra  cercanía  y  apoyo. 

41.  A  los  representantes  del  mundo  de  la  cultura  les  alentamos  a  que  intensi- 
fiquen sus  esfuerzos  en  favor  de  la  educación,  que  es  llave  maestra  del  futuro; 

alma  del  dinamismo  social,  derecho  y  deber  de  toda  persona,  para  sentar  las  bases 
de  un  auténtico  humanismo  integral  (Juan  Pablo  II.  Misa  Faro  a  Colón,  N°  7). 

42.  Cordialmente  invitamos  a  todos  los  comunicadores  sociales  a  ser  voceros 
incansables  de  reconciliación,  firmes  promotores  de  los  valores  humanos  y 

cristianos,  defensores  de  la  vida  y  animadores  de  la  esperanza,  de  la  paz  y  de  la 
solidaridad  entre  los  pueblos. 


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VI.  CONCLUSION 


43.  Entregamos  pues  llenos  de  confianza  este  mensaje  al  Pueblo  de  Dios  en 
América  Latina  y  el  Caribe.  Lo  entregamos  con  igual  sentimiento  a  todos  los 

hombres  y  a  todas  las  mujeres,  especialmente  a  los  jóvenes  del  continente  llamados 
a  ser  protagonistas  en  la  vida  de  la  sociedad  y  de  la  Iglesia  en  el  nuevo  milenio 
cristiano  ya  a  las  puertas  (D.I.,  27).  También  a  quienes  sin  participar  de  nuestra  fe 
cristiana  y  católica  se  adhieren  al  mensaje  de  esta  Asamblea  de  Santo  Domingo  por 
reconocer  en  ella  una  llamada  al  humanismo  cristiano  y  evangélico  que  ellos  esti- 
man y  viven. 

44.  A  los  hermanos  en  la  fe,  este  mensaje  desea  trazarles  una  expHcita  profesión 
de  fe  en  Jesucristo  y  en  su  Buena  Nueva.  En  este  Jesús,  "el  mismo  ayer,  hoy  y 

siempre"  (Hb.  8, 13),  tenemos  la  certeza  de  encontrar  inspiración,  luz  y  fuerza  para 
un  renovado  espíritu  evangelizador.  En  El  se  encuentran  también  motivos  y  orien- 
taciones para  nuevos  esfuerzos  en  vista  de  la  auténtica  promoción  humana  de  casi 
quinientos  millones  de  latinoamericanos.  Es  El  igualmente  quien  nos  ayudará  a 
infundir  en  los  valores  culturales  propios  de  nuestra  gente  su  marca  cristiana,  su 
identidad,  la  riqueza  de  la  unidad  en  medio  de  la  variedad. 

45.  A  todos  queremos  proponer  el  contenido  de  la  Conferencia  de  Santo 
Domingo  como  premisa  para  el  permanente  rejuvenecimiento  del  ideal  de 

nuestros  próceres  sobre  la  Patria  Grande.  Estamos  efectivamente  persuadidos  de  que 
el  encuentro  con  las  raíces  cristianas  y  católicas  comunes  a  nuestros  países  dará  a 
América  Latina  la  unidad  deseada. 

46.  Hay  en  América,  fermentos  de  división  muy  activos.  Falta  mucho  en  nuestra 
tierra  americana  para  ser  el  continente  unificado  que  deseamos.  Ahora,  además 

de  su  objetivo  primariamente  religioso,  la  Nueva  Evangelización  lanzada  por  la 
Cuarta  Conferencia  General  ofrece  los  elementos  necesarios  para  el  surgimiento  de 
la  Patria  Grande: 

-  la  indispensable  reconciliación  gracias  a  la  cual,  en  la  lógica  del  PADRE 
NUESTRO  se  superan  antiguas  y  nuevas  discordias,  se  dará  el  perdón  mutuo  a 
los  antiguos  y  nuevos  agravios,  se  limarán  antiguas  y  nuevas  ofensas,  se 
restaurará  la  paz; 

-  la  solidaridad,  ayuda  de  unos  para  volver  soportable  el  peso  de  otros  y  para 
compartir  con  los  otros  los  propios  logros:  "Hay  que  hacer  valer  el  nuevo  ideal 


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de  solidaridad  frente  a  la  caduca  voluntad  de  dominio"  (Discurso  Inaugural,  Juan 
Pablo  II,  N«  15). 

-  la  integración  de  nuestros  países  unos  con  los  otros,  vencidas  las  barreras  de 
aislamiento,  de  las  discriminaciones  y  de  los  desintereses  recíprocos:  "Un  factor 
que  puede  contribuir  notablemente  a  superar  los  apremiantes  problemas  que  hoy 
afectan  a  este  continente  es  la  integración  latinoamericana"  (Discurso  Inaugural, 
Juan  Pablo  II,  N«  15  y  también  N°  17). 

-  la  profunda  comunión  desde  la  Iglesia  en  tomo  a  la  voluntad  política  de  progreso 
y  de  bienestar. 

47.  Que  el  patrimonio  social  y  espiritual  contenido  en  estas  cuatro  palabras 
claves:  -reconciliación,  solidaridad,  integración  y  comunión-  se  transforme 

en  la  mayor  riqueza  de  América  Latina.  Son  estos  los  votos  y  las  oraciones  de  los 
obispos  integrantes  de  la  Cuarta  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoameri- 
cano. Sea  también  el  mejor  regalo  que  la  Gracia  de  Dios  nos  conceda.  Pensamos 
que  tal  patrimonio  es  tarea  y  obligación  de  todos  y  cada  uno. 

48.  A  Nuestra  Señora  de  Guadalupe,  Estrella  de  la  Nueva  Evangelización 
confiamos  nuestros  trabajos.  Ella  ha  caminado  con  nuestros  pueblos  desde  el 

primer  anuncio  de  Cristo.  A  Ella  le  suplicamos  hoy  que  llene  de  ardor  nuestros 
corazones  para  proclamar  con  nuevos  métodos  y  nuevas  expresiones  que  Jesucristo 
es  el  mismo  Ayer,  Hoy  y  Siempre  (Hebreos  13, 8). 


500 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


'      DOCUMENTOS  DE  LA 
CONFERENCIA  EPISCOPAL 
f  ECUATORIANA 


Quito,  septiembre  17  de  1992 


MEDIDAS  ECONOMICAS 

Declaración  del  Consejo  Permanente  de 
la  Conferencia  Episcopal  Ecuatoriana 

El  Gobierno  Nacional,  para  hacer  frente  a  la  grave  crisis  económica  que  afecta  al 
país,  dictó  hace  pocos  días  medidas  económicas  orientadas  a  dar  un  nuevo  rumbo  al 
Ecuador. 

Como  a  Pastores,  nos  preocupa  el  grave  impacto  que  las  medidas  han  producido  en 
el  pueblo  ecuatoriano.  Viendo  las  medidas  desde  la  realidad  de  la  mayoría  del 
pueblo,  integrada,  entre  otros,  por  los  que  no  tienen  ni  pequeños  salarios  fijos,  ni 
seguridad  social,  los  jubilados,  los  artesanos,  los  campesinos  e  indígenas  y  otros 
ecuatorianos  en  general,  reconocemos  que  las  medidas  son  severas. 

Sin  embargo,  una  vez  que  han  sido  dictadas  por  un  Gobierno  democráticamente 
elegido,  el  bien  común  nos  exige  a  todos  que  colaboremos  y  garanticemos  el  éxito, 
porque  está  en  juego  nuestro  futuro.  Tengamos  en  cuenta,  para  comprender  a 
nuestros  gobernantes,  que  un  país  solo  no  puede  librarse  de  las  exigencias  de  la 
economía  mundial  ni  cambiar  el  espíritu  que  la  guía. 

Todos,  desde  nuestra  responsabilidad  específica,  hemos  de  buscar  el  éxito.  Gober- 
nantes y  gobernados  hemos  de  poner  lo  mejor  de  nosotros  para  lograr  el  éxito  de  estas 
medidas. 

El  Gobierno  que  nos  preside  ha  demostrado  tener  capacidad  para  evaluar  sus  actos 
y  para,  si  es  necesario,  rectificarlos.  La  aplicación  de  éstas  medidas  exigirá 
evaluaciones  periódicas ,  guiadas  por  el  principio  irrenunciable  de  la  dignidad  de 
toda  persona  humana,  a  cuyo  servicio  ha  de  estar  la  economía.  En  la  evaluación  de 
las  medidas  el  Gobierno  deberá  también  atender  a  los  más  pobres,  procurando  que 
el  costo  social  de  las  medidas  sea  menos  grave.  Las  medidas  se  proponen  generar 
recursos.  Hay  que  evaluar  el  costo  social  para  no  llegar  en  momento  alguno  a  amasar 
recursos  con  las  lágrimas  de  los  desposeídos.  Y  hay  que  informar  objetivamente  a 
los  ciudadanos  acerca  del  uso  de  los  recursos. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


503 


Para  que  el  pueblo  apoye  aún  con  dolor  la  aplicación  de  las  medidas,  es  necesaria 
la  moral  administratatíva.  Deberá  demostrarse  periódicamente  que  los  gobernantes 
logran  subordinar  sus  intereses  personales,  que  pueden  estar  en  contraste  con  el  bien 
común  que  han  jurado  defender.  La  austeridad,  que  se  expresa  en  supresión  de  gas- 
tos supérfluos,  es  una  condición  del  éxito  de  las  medidas.  Reiteramos  que  el 
ciudadano  acepta  con  menor  resistencia  las  privaciones,  cuando  son  compartidas;  la 
austeridad  se  ha  de  expresar,  también,  en  la  superación  de  situaciones  de  privilegio. 

Lo  que  afecta  gravemente  a  la  situación  económica  del  pueblo  es  el  cáncer  social  de 
la  especulación.  Reprobamos  enérgicamente  como  grave  pecado  el  hecho  de  que 
muchos  comerciantes  quieran  lucrar  injustamente  con  las  necesidades  del  pueblo. 

Los  ciudadanos  hemos  de  colaborar  con  la  dedicación  seria  a  nuestras  funciones 
específicas,  conscientes  de  que  hay  que  "ganar  el  pan  con  el  sudor  de  la  frente". 
Hemos  de  colaborar  con  la  solidaridad  y  el  espíritu  comunitario  para  ayudamos 
mutuamente  en  nuestro  trabajo  y  en  la  consecución  de  lo  necesario  para  la  vida.  No 
podremos  hacer  frente  a  la  grave  crisis  económica,  sino  a  base  de  esfuerzo,  de  trabajo 
y  de  unión  en  un  ambiente  de  orden  y  paz  social. 

Asimismo  hay  que  estudiar  en  concreto  la  amplitud  de  la  tarea  del  Estado.  Es  verdad 
que,  según  el  principio  de  subsidiaridad,  el  Estado  no  ha  de  realizar  una  tarea,  que 
la  pueden  realizar  las  personas  o  entidades  privadas.  Sin  embargo,  para  aplicar 
adecuadamente  el  principio,  hay  que  examinar  la  real  capacidad  de  las  personas  y 
de  las  entidades  privadas  y  el  origen  y  significación  social  concreta  de  las  entidades 
que  se  proponen  privatizar.  Por  ejemplo,  hay  que  tener  en  cuenta  que  el  petróleo,  por 
ser  un  recurso  natural  con  el  que  se  financia  más  del  cincuenta  por  ciento  del 
presupuesto  nacional,  y  que  las  infraestructuras  del  ENECEL,  por  representar  un 
ingente  ahorro  de  todos  y  para  todos,  son  uno  de  los  sustentos  de  la  identidad  de 
nuestro  pueblo.  Además,  recordemos  que  también  empresas  privadas  han  sido  mal 
administradas  y  que  su  rescate  ha  sido  pagado  por  todos. 

La  solución  de  nuestro  problema  económico  no  vendrá  principalmente  de  un 
sistema,  sino  de  la  ética  personal  y  social  y  de  la  laboriosidad  de  todos. 

Rogamos  a  Nuestra  Madre,  la  Virgen  María,  que  nos  ayude  en  la  hora  presente  a 
todos  los  ecuatorianos,  a  dar  testimonio  de  fe,  siguiendo  a  su  hijo  Jesús  desde  la 
opción  preferencial  por  los  pobres,  inspirados  en  el  canto  del  Magníficat. 

Quito,  17  de  septiembre  de  1992 


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BOLETIN  ECLESIASTICO 


EL  CONSEJO  PERMANENTE  DE  LA  CONFERENCIA  EPISCOPAL 


t  Pablo  Cardenal  Muñoz  Vega, 
ARZOBISPO  EMERITO  DE  QUTTO 
Presidente  de  Honor  de  la  Conferencia 
Episcopal  Ecuatoriana 

t  Juan  Larrea  Holguín, 
ARZOBISPO  DE  GUAYAQUIL 
Vicepresidente  de  la  Conferencia 

Episcopal  Ecuatoriana 


t  Antonio  González  Zumárraga. 
ARZOBISPO  DE  QUITO 
Presidente  de  la  Conferencia 
Episcopal  Ecuatoriana 

t  Luis  Alberto  Luna  Tobar, 
ARZOBISPO  DE  CUENCA 
Miembro  del  Consejo  Permanente 


t  Raúl  López  Mayorga, 
OBISPO  DE  LATACUNGA 
Presidente  de  la  Comisión 
Episcopal  Magisterio  de  la  Iglesia 


t  Raúl  Vela  Chiriboga, 
OBISPO  CASTRENSE  DEL  ECUADOR 
Presidente  de  la  Comisión 
Episcopal  Función  Santificadora 
de  la  Iglesia 


t  Néstor  Herrera  Heredia, 
OBISPO  DE  MACHALA 
Presidente  de  la  Comisión 
Episcopal  Pueblo  de  Dios 


t  José  Mario  Ruiz  Navas, 
OBISPO  DE  PORTO  VIEJO 

Presidente  de  la  Comisión 
Episcopal  de  Pastoral  Social 


t  Vicente  Cisneros  Durán,  t  Antonio  Arregui  Yarza, 

OBISPO  DE  AMBATO  OBISPO  AUXILIAR  DE  QUITO 

Secretario  General  de  la  Conferencia  Secretario  Adjunto  de  la  Conferencia 

Episcopal  Ecuatoriana  Episcopal  Ecuatoriana 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


505 


LA  CONFERENCIA  EPISCOPAL  ECUATORIANA 


Considerando 


Que  la  Santísima  Virgen  María  "cuida  de  los  hermanos  de  su  Hijo,  que  todavía 
peregrinan  y  se  hallan  en  peligros  y  ansiedad  hasta  que  sean  conducidos  a  la  patria 
bienaventurada"  (LG.  N°  62); 

Que  bajo  la  advocación  de  Nuestra  Señora  de  La  Merced  se  ha  manifestado  con 
especial  vigor  el  maternal  amparo  de  María,  especialmente  en  la  Fundación  de  la 
Orden  de  la  Merced,  nacida  para  la  liberación  de  los  cristianos  cautivos; 

Que  Nuestra  Señora  de  la  Merced  se  hace  presente  en  la  misma  Fundación  de  Quito 
y  después  en  muchos  de  los  acontecimientos  más  notables  de  la  vida  del  País,  siendo 
invocada  por  la  piedad  cristiana  en  todo  el  Ecuador. 

Que  bajo  su  inspiración  y  mediación  maternal,  la  Provincia  Mercedaria  del  Ecuador 
atiende  las  Capellanías  de  los  Centros  de  Rehabilitación  Social,  para  ayudar  a  los 
presos  en  la  vivencia  de  la  fe  y  la  esperanza; 

Que  el  24  de  Septiembre  de  1965,  mediante  Auto  Episcopal  de  S.E.  Mons.  Pablo 
Muñoz  Vega,  S.J.,  Obispo  Coadjutor  Sedi  datus  de  Quito,  Nuestra  Señora  de  La 
Merced  es  declarada  patrona  y  Celestial  Protectora  de  las  Cárceles  de  la 
Arquidiócesis  de  Quito; 


Art.  1  Declara  a  Nuestra  Señora  de  La  Merced  como  Patrona  y  Celestial  Protectora 

de  los  presidios  y  cárceles  del  Ecuador. 
Art.  2  Celebrar  la  fiesta  de  Nuestra  Señora  de  La  Merced  en  todas  las  cárceles  del 

Ecuador  el  día  24  de  Septiembre! 

Dado  en  Quilo,  a  los  veinte  y  cuatro  días  del  mes  de  Septiembre  de  mil  novecientos 
noventa  y  dos. 

t  Antonio  González  Zumárraga  t  Vicente  Cisneros  Durán 


DECRETA 


ARZOBISPO  DE  QUITO 
Presidente  de  la  Conferencia 
Episcopal  Ecuatoriana 


OBISPO  DE  AMBATO 
Secretario  General  de  la  Conferencia 
Episcopal  Ecuatoriana 


506 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


DOCUMENTOS 
ARQUIDIOCESANOS 


Celebremos  el 
DIA  DEL  PAPA" 


Al  Vble.  Cabildo  Metropolitano,  al  Consejo  de  Presbiterio,  a  los  Vbles. 
párrocos  y  rectores  de  iglesia  y  a  los  fieles  de  la  Arquidiócesis  de  Quito. 

Vbles.  hermanos  y  estimados  fieles: 

Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II,  que  fiie  elegido  al  Sumo  Pontificado  el  16  de 
octubre  de  1978,  dio  inicio  solemne  a  su  ministerio  de  Pastor  universal  de  la  Iglesia 
el  22  de  octubre  de  aquel  mismo  año  1978.  Por  este  motivo,  el  22  de  octubre  de  cada 
año  se  celebra  en  la  Iglesia  Católica  el  "Día  del  Papa".  En  este  año  el  "Día  del  Papa" 
será  el  jueves  22  de  octubre  de  1992. 

Como  debo  participar  en  la  IV  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoameri- 
cano de  Santo  Domingo,  no  me  encontraré  en  Quito  el  22  de  este  mes  de  octubre  y 
por  ello  no  podré  presidir  personalmente  el  "Te  Deum"  que  suele  celebrarse  en  la 
Catedral  Metropolitana  de  Quito  con  ocasión  del  "Día  del  Papa". 

Pero  es  necesario  que  en  la  Arquidiócesis  de  Quito  se  celebre  el  "Día  del  Papa",  a 
fin  de  que  los  fieles  de  nuestra  Iglesia  particular  den  un  especial  testimonio  de  su 
amor  filial  y  de  su  adhesión  al  Vicario  de  Jesucristo. 

Invito,  pues,  a  los  Vbles.  párrocos,  capellanes  y  rectores  de  iglesia  de  la  Arqui- 
diócesis de  Quito  a  solemnizar,  en  este  año,  el  "Día  del  Papa"  con  una  Misa  especial 
que  celebrarán  en  su  respectiva  parroquia  e  iglesia,  el  domingo  25  de  octubre,  a  las 
18  horas. 

En  esa  Misa,  que  puede  ser  la  que  el  Misal  trae  "Por  el  Papa" ,  todos  los  fieles  daremos 
gracias  a  Dios  por  el  beneficio  del  fecundo  ministerio  de  Pastor  universal  de  la 
Iglesia  que  el  Papa  Juan  Pablo  II  viene  ejerciendo  en  estos  catorce  años .  En  la  hom  il  ía 
los  celebrantes  pondrán  de  relieve  la  especial  preocupación  pastoral  del  Papa  Juan 
Pablo  II  en  favor  de  la  Iglesia  que  peregrina  en  América  Latina,  pues  una  vez  más 
Juan  Pablo  II  ha  venido  a  América  Latina  para  inaugurar  la  IV  Conferencia  General 
del  Episcopado  Latinoamericano,  iniciada  en  Santo  Domingo  el  12  de  octubre  de 
1992.  Juan  Pablo  II  nos  ha  invitado  también  a  los  católicos  de  América  Latina  a 
celebrar  los  quinientos  años  del  inicio  de  la  evangelización  de  América,  cmpe- 


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509 


ñándonos  en  una  "Nueva  Evangelización",  en  la  promoción  humana  y  en  la  cultura 
cristiana  de  nuesti"os  pueblos. 

En  esta  Misa  del  25  de  octubre,  pediremos  a  Dios  por  la  salud  y  bienestar  del  Santo 
Padre,  a  fin  de  que  Juan  Pablo  II  siga  sirviendo  a  la  Iglesia  como  Pastor  universal  y 
Maestro  infalible  por  muchos  años. 

Con  ocasión  del  "Día  del  Papa",  todos  los  católicos  debemos  renovar  nuestra  leal 
obediencia  al  Pastor  supremo,  nuestra  sincera  adhesión  al  Maestro  de  la  verdad  y 
nuestro  amor  filial  al  Padre  bondadoso,  que  es  el  centro  de  la  unidad  de  la  Iglesia. 

Afino,  en  Cristo, 

t  Antonio  J.  González  Z., 

ARZOBISPO  DE  QUITO 


Beatificación  de 
NARCISA  DE  JESUS 

A  los  Vbles.  párrocos  y  rectores  de  Iglesia  de  la  Arquidiócesis  de  Quito. 
Estimados  hermanos  en  el  Señor: 

El  Domingo  25  de  octubre  de  1992,  Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II  beatificará, 
en  Roma,  a  la  ecuatoriana  Sierva  de  Dios,  Narcisa  de  Jesús  Martillo  Morán.  Con  esta 
beatificación  Dios  concede  al  Ecuador  un  nuevo  don  espiritual,  el  de  presentar  ante 
la  Iglesia  un  nuevo  modelo  de  perfección  cristiana  que  imitar  y  una  nueva  intercesora 
ante  Dios.  Esta  beatificación  permite  también  el  culto  público  a  la  nueva  beata  en 
ciertos  lugares  de  la  Iglesia,  como  en  el  Ecuador. 

Es,  pues,  necesario  que  en  las  misas  del  domingo  25  de  octubre  los  fieles  de  la 
Arquidiócesis  de  Quito  nos  unamos  espiritualmente  a  la  ceremonia  de  beatificación 
de  Narcisa  de  Jesús,  que  ese  mismo  día  se  llevará  a  cabo  en  el  Vaticano. 

A  fin  de  que  los  celebrantes  de  las  misas  del  domingo  25  de  octubre  hagan  alusión, 


510 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


en  la  homilía,  a  la  beatificación  de  Narcisa  de  Jesús,  les  proporciono  algunos  datos 
de  su  vida: 

Nació  Narcisa  de  Jesús  Martillo  Morán  en  Nobol,  un  pequeño  pueblo  ubicado  entre 
Guayaquil  y  Daule  en  el  territcaio  de  la  Arquidiócesis  de  Guayaquil,  a  finales  del  año 
1832  o  principios  de  1833.  Fue  hija  de  Pedro  Martillo  y  de  Josefa  Morán,  piadosos 
agricultores  de  ese  lugar.  Desde  temprana  edad  se  dedicó  a  la  oración,  al  retiro  y  a 
penitencias  voluntarias.  Al  quedar  totalmente  huérfana,  todavía  adolescente,  se 
radicó  en  Guayaquil,  en  donde  trábajó  como  costiu^ra  en  la  casa  de  una  honorable 
señora.  Desde  muy  joven  se  distinguió  por  la  práctica  de  la  humildad,  de  una 
fervorosa  piedad  y  de  una  rigiirosa  penitencia.  En  sus  penitencias  y  mortificaciones 
fue  imitadora  de  Santa  Mariana  de  Jesús.  El  sacerdote  Padre  Medina  afirma:  "Todos 
sus  confesores  dan  testimonio  de  que  sus  penitencias  voluntarias  eran  severas: 
llevaba  continuamente  puestos  cilicios;  todos  los  días  se  flagelaba  hasta  derramar 
sangre;  dedicaba  muchas  horas  diarias  a  la  oración.  Constantemente  soportaba  en  su 
cuerpo  la  crucifixión  del  Señor  y  padecía  acerbos  dolores.  Todas  las  noches  hacía 
cuatro  horas  de  oración,  coronada  de  agudas  espinas,  suspendida  en  una  cruz  con 
algunos  clavos.  Domua  en  el  suelo  sobre  una  tabla  con  aceradas  púas,  que  para  ese 
fin  había  preparado  expresamente.  Sus  médicos  estaban  admirados  y  se  pregunta- 
ban cómo  podía  vivir  con  tan  poco  alimento".  Quiso  ser  víctima  para  consolar  al 
Corazón  de  Jesús  y  reparar  los  pecados  de  todos  los  hombres,  particularmente  los  de 
su  nación. 

Por  algún  tiempo  vivió  en  la  misma  casa  junto  con  la  beata  Mercedes  de  Jesús  Molina 
(+  1883).  Al  rededor  del  año  1867  viajó  a  Cuenca  acompañando  a  su  confesor 
gravemente  enfermo  de  tuberculosis  pulmonar.  Una  vez  que  él  falleció,  regresó  a 
Guayaquil,  de  donde  viajó  a  Lima,  hacia  el  año  de  1868,  buscando  la  dirección 
espiritual  del  P.  Pedro  Gual.  En  Lima  fue  recibida  en  el  Monasterio  del  Patrocinio, 
habitado  por  la  Comunidad  de  las  Terciarias  Dominicas.  Aún  cuando  estaba  como 
simple  huésped,  sin  embargo  observaba  fielmente  la  Regla  del  Monasterio  y 
participaba  en  la  vida  común.  Con  todo  fervor  mantuvo  la  vida  de  oración  y 
contemplación  y  siguió  practicando  la  mortificación  y  penitencia.  En  su  cuanito 
trabajaba  por  la  Iglesia  y  por  los  pobres,  de  quienes  tenía  siempre  especial  cuidado. 
Generosa  y  dihgentemente  atendía  a  las  Terciarias  enfermas.  El  empeño  de  repro- 
ducir en  sí  misma  la  imagen  de  Cristo  Crucificado  estaba  unido  a  un  constante  gozo 
y  notoria  alegría  de  su  espíritu,  de  modo  que  su  rostro  aparecía  continuamente 
tranquilo  y  sereno.  Diariamente  participaba  en  la  Santa  Misa  y  recibía  la  Sagrada 
Comunión,  con  fervorosa  piedad  daba  culto  a  la  Eucaristía  y  al  Sagrado  Corazón  de 
Jesús.  Para  mejor  entregarse  a  su  Amado,  formuló  varios  votos,  entre  ellos  los  de 


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perpetua  virginidad,  pobreza  y  obediencia,  en  los  que  perseveró  hasta  la  muerte. 

Practicaba  también  una  filial  devoción  a  la  Sma.  Virgen  María,  a  la  que  honró 
particularmente  con  la  piadosa  recitación  del  Rosario.  Para  recorrer  con  seguridad 
el  camino  de  la  perfección  cristiana,  se  atenía  sumisamente  a  los  consejos  de 
prudentes  sacerdotes,  con  los  cuales  modelaba  su  alma. 

El  Señor,  generoso  con  los  humildes  y  limpios  de  corazón,  le  otorgó  gracias  y  dones 
extraordinarios  y  le  concedió  conocer  anticipadamente  el  día  de  su  muerte.  La 
víspera,  al  retirarse  a  su  celda  para  descansar,  se  despidió  de  todas  las  Terciarias, 
diciéndoles  que  iba  a  realizar  un  largo  viaje.  Todas  pensaron  que  decía  estas  cosas 
por  broma,  pero  toda  la  noche  su  celda  estuvo  iluminada  con  un  gran  resplandor  y 
perfumada  con  un  grato  olor,  que  se  expandía  intensamente  en  el  lugar.  La  Priora  del 
Monasterio,  al  abrir  la  puerta  de  la  celda  en  donde  descansaba  la  Sierva  de  Dios,  no 
solo  vio  el  fulgor,  sino  que  percibió  el  intenso  perfume  y  se  dio  cuenta  deque  Narcisa 
había  fallecido.  Era  el  8  de  diciembre  de  1869. 

Su  cuerpo  p>ermaneció  inexplicablemente  incorrupto  y  flexible.  Su  rostro  mantenía 
el  color  de  una  persona  sana.  En  esos  mismos  días  algunos  enfermos  recobraron  la 
salud  por  intercesión  de  la  Sierva  de  Dios.  Estos  sucesos  contribuyeron  a  crear  y 
propagar  la  fama  de  santidad,  que  había  conseguido  durante  su  vida. 

Su  cuerpo  fue  traído  de  Lima  a  Guayaquil  y  actualmente  se  venera  en  su  santuario 
de  Nobol. 

En  la  Eucaristía  de  este  domingo,  demos  gracias  a  Dios  por  el  don  de  una  nueva  Beata 
que  concede  a  su  Iglesia  y  al  Ecuador,  resolvámonos  a  imitar  la  humildad,  la  piedad 
y  el  espíritu  de  penitencia  de  la  Beata  Narcisa  de  Jesús  y  por  su  intercesión  pidamos 
a  Dios  que  proteja  al  Ecuador,  remedie  sus  necesidades  y  ayude  a  sus  gobernantes 
a  trabajar  por  la  justicia,  la  unión  y  la  paz  de  nuestro  pueblo. 

Afmo.  en  Cristo 


+  Antonio  J.  González  Z. 
ARZOBISPO  DE  QUITO 


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Fiesta  de  Nuestra  Señora  de 
La  Presentación  de  El  Quinche 

"El  Poderoso  ha  hecho  obras  grandes  por  mí:  su 
nombre  es  santo  y  su  misericordia  llega  a  sus  fieles  de 
generación  en  generación"  (Le.  1,  49-50) 

Estimados  hermanos,  devotos  de  la  Sma.  Virgen  de  El  Quinche:  La  fiesta  de  la 
Presentación  de  la  Sma.  Virgen  María  en  el  templo  y,  por  tanto,  la  fiesta  anual  que 
se  celebra  en  este  Santuario  Nacional  en  honor  de  la  Sma.  Virgen  de  El  Quinche,  el 
21  de  noviembre,  coincide  en  este  año  de  1992  con  la  celebración  del  Quinto 
Centenario  del  Descubrimiento  de  América  y  del  inicio  de  la  evangelización  en 
nuestro  Continente.  El  Quinto  Centenario  del  inicio  de  la  evangelización  de  América 
ha  sido  celebrado  solemnemente,  el  12  de  octubre  de  1992,  con  la  presencia  del 
Vicario  de  Jesucristo  en  República  Dominicana,  tierra  en  la  cual  plantó  Colón,  por 
vez  primera,  el  signo  de  la  Cruz  redentora  en  nuestro  Continente.  El  Papa  Juan  Pablo 
II  solemnizó  este  Quinto  Centenario,  inaugurando,  con  un  importante  discurso,  la  IV 
Conferencia  General  del  Episcopado.  Latinoamericano,  que  se  celebró  en  la  ciudad 
de  Santo  Domingo  hasta  el  28  de  octubre  de  este  año. 

Por  coincidir,  en  este  año,  la  celebración  de  la  fiesta  de  Nuestra  Señora  de  El  Quinche 
con  la  conmemoración  del  V  Centenario  del  inicio  de  la  evangelización  de  América, 
hemos  querido  celebraren  la  Arquidiócesis  de  Quito  la  "Semana  Nacional  del  indio" 
en  coincidencia  con  la  Novena  preparatoria  de  la  fiesta  de  Nuestra  Señora  de  El 
Quinche,  a  fin  de  que  esa  Semana  del  indio  concluya  en  este  Santuario  Mariano  con 
esta  solemne  celebración  Eucarístíca.  Ha  habido  razones  poderosas  para  hacer 
coincidir  la  celebración  de  la  Semana  del  indio  con  la  fiesta  de  Nuestra  Señora  de 
la  Presentación  de  El  Quinche.  Esas  razones  son  las  siguientes:  1.-  La  Sma.  Virgen 
María  ha  sido  la  "Estrella  de  la  evangelización"  del  indio  en  América  Latina;  y,  2.- 
Influencia  de  la  Sma.  Virgen  María  en  la  evangelización  de  nuestros  pueblos 
indígenas  del  Ecuador. 

1.  La  Sma.  Virgen  María  ha  sido  la  "Estrella  de  la  evangelización"  del  indio 
en  América  Latina. 

En  el  inicio  de  la  evangelización  de  América,  evangeUzación  que  comenzó  con  los 
viajes  de  Colón,  descubridor  del  Nuevo  Mundo,  ocupó  un  puesto  importante  y 
decisivo  la  Sma.  Virgen  María.  María  vino  a  tierras  del  Nuevo  Mundo  en  el  nombre 


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de  la  nave  capitana  de  la  expedición  descubridora,  la  "Santa  María".  La  Sma.  Virgen 
María  era  invocada  diariamente  por  la  tripulación  comandada  por  Colón  con  el  canto 
vespertino  del  himno,  "Salve,  Regina",  con  el  que  María  era  invocada  por  los  ma- 
rianos  como  Madre  de  misericordia,  vida,  dulzura  y  esperanza  nuestra.  Cuando 
Hernán  Cortez  conquistó  en  México  el  imperio  de  los  Aztecas,  él  demostró  su 
devoción  a  la  Sma.  Virgen  María,  llevando  su  imagen  en  el  estandarte  que  precedía 
a  los  combatientes. 

La  presencia  e  influencia  decisiva  de  María  en  el  inicio  de  la  evangelización  de 
América  se  hizo  sensible  y  patente  en  las  apariciones  de  la  Madre  de  Dios  al  indio 
mexicano,  el  Beato  Juan  Diego.  El  hecho  se  inició  un  sábado,  12  de  diciembre  de 
1531.  Juan  Diego  iba  muy  de  madrugada  del  pueblo  en  que  residía  a  Tlatelolco, 
actual  ciudad  de  México,  a  tomar  parte  en  el  culto  divino  y  a  escuchar  la  Palabra  de 
Dios.  Esta  actitud  de  Juan  Diego  es  signo  de  la  docilidad  con  que  los  indígenas  del 
Nuevo  Mundo  aceptaron  el  Evangelio.  María  Sma.  se  le  apareció  al  indio  Juan  Diego 
en  la  cima  del  Tepeyac.  El  diálogo  sostenido  por  la  Virgen  María  con  Juan  Diego  nos 
da  a  conocer  claramente  la  influencia  decisiva  de  María  en  la  evangelización  de 
América.  El  hecho  guadalupano  es  también  señal  y  prueba  de  que,  desde  el  principio, 
se  dio  la  inculturación  del  Evangelio  en  nuestros  aborígenes.  La  evangelización  es 
la  proclamación  de  la  Buena  Nueva  de  que  Dios  salva  a  la  humanidad  por  medio  de 
su  Hijo  Jesucristo,  muerto  y  resucitado,  y  de  que  esta  salvación  consiste  en  hacer  al 
hombre  partícipe  de  la  vida  divina  de  Cristo  resucitado,  mediante  nuestra 
incorporación,  por  medio  de  los  sacramentos,  a  la  comunidad  cristiana,  la  Iglesia, 
que  es  el  Cuerpo  Místico  de  Jesucristo  y  sacramento,  es  decir,  signo  e  instrumento 
de  salvación  para  el  género  humano.  Cuando  María  Santísima  habló  a  Juan  Diego 
en  el  Tepeyac,  se  le  presentó  como  la  "siempre  Virgen  María,  Madre  del  verdadero 
Dios  por  quien  se  vive".  Por  tanto,  María  se  presentó  como  Madre  de  Jesucristo,  el 
Hijo  de  Dios  hecho  hombre  en  su  seno  virginal,  María  le  anunció  a  Juan  Diego  la 
Buena  Nueva  de  que  Jesucristo  es  nuestro  Salvador  por  el  misterio  de  su  muerte  y 
resurrección,  de  que  Jesucristo  es  el  Hijo  del  Dios  vivo  y  verdadero.  Pero  además  la 
Sma.  Virgen  María  dio  a  conocer  a  Juan  Diego  el  especial  amor  que  ella  profesaba 
a  los  aborígenes  de  estas  tierras.  Le  habló  con  cariño,  le  dijo:  "Hijo  mío  el  más 
pequeño. . .  No  estoy  yo  aquí  que  soy  tu  madre?  ¿No  estás  tú  bajo  mi  sombra?  ¿No 
estás,  por  ventura,  en  mi  regazo?".  La  Virgen  María  dio  a  conocer  a  Juan  Diego  su 
maternidad  espiritual  sobre  todos  los  cristianos,  sobre  toda  la  Iglesia.  Por  orden  de 
la  Virgen  se  construye  junto  al  Tepeyac  el  Santuario  Mariano  de  Nuestra  Señora  de 
Guadalupe,  que  se  ha  constituido  para  México  y  para  toda  América  Latina  en  centro 
de  irradiación  del  Evangelio  y  de  una  tierna  y  cordial  devoción  a  la  Madre  de  Dios. 
Con  razón  Puebla  dice  lo  siguiente:  "El  Evangelio  encamado  en  nuestros  pueblos  los 


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congrega  en  una  originalidad  histórica  cultural  que  llamamos  América  Latina.  Esa 
identidad  se  simboliza  muy  luminosamente  en  el  rostro  mestizo  de  María  de  Guada- 
lupe, que  se  yergue  al  inicio  de  la  Evangelización"  (P.  446).  "En  nuestros  pueblos, 
el  Evangelio  ha  sido  anunciadí^presentando  a  la  Virgen  María  como  su  realización 
más  alta.  Desde  los  orígenes  -en  su  aparición  y  advocación  de  Guadalupe-  María 
constituyó  el  gran  signo,  de  rostro  maternal  y  misericordioso  de  la  cercanía  del  Padre 
y  de  Cristo  con  quienes  ella  nos  invita  a  entrar  en  comunión"  (P.  282). 

Desde  el  Santuario  de  Guadalupe  la  presencia  de  María  influyó  eficazmente  en  la 
evangelización  de  los  demás  países  de  América  Latina.  En  cada  país  se  hizo  sensible 
la  presencia  maternal  de  María  en  célebres  santuarios  que  se  fueron  erigiendo  como 
prolongación  del  de  Guadalupe:  el  de  Nuestra  Señora  de  Alta  Gracia  de  Igüey  en 
República  Dominicana;  el  de  Nuestra  Señora  de  los  Angeles  de  Cartago  en  Costa 
Rica;  el  de  Nuestra  Señora  de  la  Caridad  del  Cobre  en  Cuba;  el  de  Nuestra  Señora 
de  Coromoto  en  Venezuela;  el  de  Chiquinquirá  o  Las  Lajas  en  Colombia;  el  de 
Nuestra  Señora  de  la  Presentación  de  El  Quinche  o  el  Cisne  en  nuestro  Ecuador;  el 
de  la  Aparecida  en  Brasil;  el  de  Copacabana  en  Solivia;  el  de  Maipú  o  de  Nuestra 
Señora  de  AndacoUo  en  Chile;  el  de  Luján  en  Argentina.  Todos  estos  santuarios,  en 
los  que  se  ha  cultivado  la  devoción  mariana  de  nuestros  pueblos  de  América  Latina, 
han  contribuido  a  la  evangelización  y  fortalecimiento  de  la  fe  cristiana  y  al  cultivo 
de  una  positiva  religiosidad  popular  en  nuestras  Iglesias.  Acertadamente  afirma  el 
documento  de  Puebla:  "María  fue  también  la  voz  que  impulsó  a  la  unión  entre  los 
hombres  y  los  pueblos.  Como  el  de  Guadalupe,  los  otros  santuarios  marianos  del 
Continente  son  signos  del  encuentro  de  la  fe  de  la  Iglesia  con  la  Historia  Lati- 
noamericana" (P.  282).  La  IV  Conferencia  General  del  episcopado  Latinoamericano 
de  Santo  Domingo  reccmoce  que  "María  es  el  sello  distintivo  de  la  cultura  de  nuestro 
Continente.  Madre  y  educadora  del  naciente  pueblo  latinoamericano,  en  Santa 
María  de  Guadalupe,  a  través  del  Beato  Juan  Diego,  se  "ofrece  un  gran  ejemplo  de 
Evangelización  perfectamente  inculturada"  (DI  24).  Nos  ha  precedido  en  la 
peregrinación  de  la  fe  y  en  el  camino  a  la  gloria  y  acompaña  a  nuestros  pueblos  que 
la  invocan  con  amor  hasta  que  nos  encontremos  definitivamente  con  su  Hijo. . .  Por 
eso  la  invocamos  como  Estrella  de  la  Primera  y  de  la  Nueva  Evangelización".  (S. 
Dgo.  15). 

2.  Influencia  de  la  Sma.  Virgen  María  en  la  evangelización  de  nuestros 
pueblos  indígenas. 

La  Sma.  Virgen  María,  con  sus  imágenes  y  santuarios  de  Nuestra  Señora  de  la 
Presentación  de  El  Quinche  y  de  Nuestra  Señora  de  El  Cisne,  ha  influido  de  manera 


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eficaz  en  la  evangelización  de  los  pueblos  indígenas  del  Ecuador.  Por  eso  convenien- 
temente concluimos  la  "semana  del  indio"  en  la  Arquidiócesis  de  Quito  con  la 
celebración  de  la  fiesta  de  Nuestra  Señora  de  El  Quinche  aquí  en  su  Santuario.  La 
bella  imagen  de  la  Sma.  Virgen  María,  que  hoy  conocemos  como  "Nuestra  Señora 
de  la  Presentación  de  El  Quinche",  fue  tallada  en  Quito  por  el  escultor  toledano, 
Diego  de  Robles,  hacia  1588,  a  petición  de  una  comunidad  indígena,  la  de  Lumbisí. 
Los  indios  de  Lumbisí,  lugar  perteneciente  al  pueblo  de  Cumbayá,  desearon  tener 
una  copia,  lo  más  exacta  posible,  de  la  bellísima  imagen  de  Nuestra  Señora  de 
Guápulo,  que  ya  era  venerada  cerca  de  Quito.  A  este  fin  contrataron  con  el  mismo 
escultor  de  la  imagen  de  Nuestra  Señora  de  Guápulo,  Diego  de  Robles,  que  les 
trabajara  un  trasunto  de  aquella  imagen.  El  escultor,  que  era  muy  hábil  y  entendido, 
realizó  admirablemente  la  obra  que  se  le  había  pedido.  Hizo  la  segunda  efigie  del 
mismo  tamaño  y  facciones  que  la  primera  y  tanto  o  quizá  más  hermosa  que  la 
primera.  Los  indígenas  de  Lumbisí  o  no  quisieron  o  no  pudieron  pagar  a  Diego  de 
Robles  el  precio  convenido  por  la  confección  de  la  imagen.  Por  este  motivo  el 
escultor  se  trasladó  con  la  imagen  de  la  Virgen  María  a  la  lejana  comarca  de 
Oyacachi,  pequeño  caserío  perdido  en  las  estribaciones  de  la  cordillera  oriental  de 
los  Andes  y  la  entregó,  a  cambio  de  tablas  y  madera,  a  los  indígenas  de  aquel  caserío. 
Esta  bendita  imagen  de  Nuestra  Señora  de  la  Presentación  de  El  Quinche,  con- 
feccionada a  petición  de  una  comunidad  indígena,  comenzó  a  ser  venerada  por  otra 
comunidad  indígena,  la  de  Oyacachi,  entre  1590  y  1 59 1 .  La  bella  imagen  de  María 
fue  acomodada  en  la  hendidura  de  una  peña  o  cueva  antes  de  que  se  construyera  una 
capilla.  Por  este  motivo  esta  sagrada  imagen  de  María  al  principio  fue  conocida 
como  la  Virgen  de  Oyacachi,  la  Virgen  de  la  Peña  o  la  Virgen  de  la  Cueva.  La 
preciosa  imagen  de  la  Madre  de  Dios  permaneció  en  Oyacachi  durante  unos  quince 
años.  En  1604  la  sagrada  imagen  fue  trasladada  desde  Oyacachi  al  pueblo  de  El 
Quinche,  en  cumplimiento  de  una  orden  que  había  dado  el  cuarto  Obispo  de  Quito, 
el  limo.  Fr.  Luis  López  de  Solís.  La  imagen  de  la  Sma.  Virgen  entró  triunfalmenle 
en  El  Quinche  el  10  de  marzo  de  1604.  Desde  entonces  a  la  Sagrada  Imagen  se  la 
conoce  como  "Nuestra  Señora  de  la  Presentación  de  El  Quinche"  y  se  ha  venido 
celebrando  su  fiesta  el  21  de  noviembre  de  cada  año.  A  principios  del  siglo  XVII 
indígenas  de  Chuquiribamba,  de  la  provincia  de  Loja,  pidieron  al  mismo  Diego  de 
Robles  que  les  labrara  una  imagen  de  la  Sma.  Virgen  María  según  el  modelo  de  la 
imagen  de  la  Virgen  de  Guápulo.  La  imagen  hecha  para  los  indios  de  Chuquiribamba 
es  la  actual  bella  imagen  de  la  Sma.  Virgen  de  El  Cisne,  que  se  venera  en  el  grandioso 
Santuario  de  la  población  de  El  Cisne  y  cuya  fiesta  anual  se  celebra  ell  5  de  agosto. 

Estas  venerandas  imágenes  de  la  Sma.  Virgen  de  El  Quinche  y  de  El  Cisne  influyeron 
eficazmente  en  la  evangelización  de  nuestro  pueblo  ecuatoriano  y  especialmente  de 


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de  nuestros  indígenas.  Esa  evangelización  consistió  en  la  presentación  y 
proclamación,  hecha  a  nuestros  aborígenes,  de  la  existencia  de  un  Dios  vivo  y 
verdadero  y  de  su  Enviado,  Jesucristo.  En  estas  imágenes,  la  Iglesia  presenta  a 
Jesucrito  a  nuestros  aborígenes  como  el  bello  Niño,  Hijo  de  Dios  hecho  hombre  e 
Hijo  de  la  Virgen  María,  que  nos  es  presentado  en  brazos  de  su  Madre.  Por  eso 
podemos  afirmar  que  los  habitantes  del  Ecuador  y  especialmente  los  indígenas 
llegaron  a  conocer  a  Jesús,  el  Salvador,  el  Hijo  de  Dios  hecho  hombre,  porque  les 
fue  presentado  por  su  Madre,  la  siempre  Virgen  María.  Por  eso  podemos  afirmar  que 
la  presencia  de  María  en  sus  imágenes,  como  la  de  la  Virgen  de  El  Quinche,  la  de 
la  Virgen  de  El  Cisne  o  la  de  la  Virgen  de  Baños  o  de  Chilla,  ha  sido  evangelizadora 
de  nuestro  pueblo  ecuatoriano,  ha  sido  evangelizadora  de  nuestros  indios.  Cuán 
acertadamente  nos  dice  el  Papa  Juan  Pablo  II:  "Las  palabras,  los  gestos  y  hasta  los 
milagros  de  Jesús  se  manifiestan  de  algún  modo  en  la  Virgen  de  Nazareth  y  resuenan 
en  su  corazón  "por  haber  creído".  "Más  aún,  cuando  ella  nos  muestra  a  su  Hijo,  nos 
está  señalando  a  la  vez  a  la  Iglesia  y  su  origen,  esto  es,  a  la  misma  persona  de  Cristo". 
Por  otra  parte,  María  Santísima  ha  evangelizado  y  evangeliza  a  nuestro  pueblo, 
porque  se  ha  presentado  ante  él  como  modelo  de  quien  escucha  la  palabra  de  Dios 
y  la  cumple.  Juan  Pablo  II  eleva  su  plegaria  al  Señor,  por  intercesión  de  la  Sma. 
Virgen,  para  que  el  pueblo  fiel  ecuatoriano  no  vea  desfallecer  nunca  su  fe  ante  el 
ejemplo  de  María.  "María,  con  su  fe  y  obediencia,  está  señalando  el  camino"  para 
una  consolidación  de  la  fe  católica  de  todos  los  ecuatorianos.  Para  concebir  a  Jesús, 
ella  escuchó  la  Palabra  de  Dios  y  recibió  el  don  del  Espíritu  Santo  que  fue 
alimentando  su  gozo  en  el  único  Dios  salvador!"  "Bienaventurada  la  que  ha  creído 
(Le.  1 , 45)  hasta  hacer  de  la  dócil  esclava  del  Señor  la  más  distinguida  entre  quienes 
"oyen  la  Palabra  de  Dios  y  la  cumplen"  (Le.  8, 21)  (Cfr.  Carta  de  S.S.  Juan  Pablo  II 
al  Arzobispo  de  Quito,  en  el  IV  Centenario  del  culto  a  la  Sma.  Virgen  de  El  Quinche). 

Termino  esta  homiUa  de  la  fiesta  de  Nuestra  Señora  de  la  Presentación  de  El  Quinche 
con  estas  palabras  del  mensaje  a  los  indígenas  de  América  Latina  dirigido  por  el  Papa 
Juart  Pablo  II  desde  Santo  Domingo,  el  1 3  de  octubre  de  este  año:  "Os  aliento,  pues, 
a  un  renovado  empeño  a  ser  también  protagonistas  de  vuestra  propia  elevación 
espiritual  y  humana  mediante  el  trabajo  digno  y  constante.  Para  ello  contáis  con  los 
genuinos  valores  de  vuestra  cultura,  acrisolada  a  lo  largo  de  las  generaciones  que  os 
han  precedido  en  esta  bendita  tierra.  Pero  sobre  todo,  contáis  con  la  mayor  riqueza 
que,  por  la  gracia  de  Dios,  habéis  recibido:  vuestra  fe  católica.  Siguiendo  las 
enseñanzas  del  Evangelio,  lograréis  que  vuestros  pueblos,  fieles  a  sus  legítimas 
tradiciones,  progresen  tanto  en  lo  material  como  en  lo  espiritual.  Iluminados  por  la 
fe  en  Jesucristo  veréis  en  los  demás  hombres,  por  encima  de  cualquier  diferencia  de 
raza  o  cultura,  a  hermanos  vuestros.  La  fe  agrandará  vuestro  corazón  para  que 


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quepan  en  él  todos  vuestros  conciudadanos.  Y  esa  misma  fe  llevará  a  los  demás  a 
amaros,  respetar  vuestra  idiosincrasia  y  a  unirse  con  vosotros  en  la  construcción  de 
un  futuro  en  el  que  todos  sean  parte  activa  y  responsable,  como  corresponde  a  la 
dignidad  cristiana". . .  "Estad  seguros  de  que  nunca  os  va  a  faltar  el  auxilio  de  Dios 
y  la  protección  de  su  Santísima  Madre,  como  un  día,  en  la  colina  de  Tepeyac  le  fue 
prometido  al  indio  Juan  Diego,  un  insigne  hijo  de  vuestra  misma  sangre  a  quien  tuve 
el  gozo  de  exaltar  al  honor  de  los  altares". 

Así  sea. 

(Homilía pronunciada porMons.  Antonio  J.  González  Z. ,  Arzobispo  de  Quito,  en  la 
fiesta  de  la  Sma.  Virgen  de  El  Quinche,  el  21  de  noviembre  de  1992). 


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Beatificación  de  la  Sierva  de  Dios 
Madre  Francisca  de  Sales  Aviat 


En  este  último  daningo  del  año  litúrgico,  en  que  celebramos  la  solemnidad  de 
Jesucristo,  Rey  del  universo,  la  Palabra  de  Dios  que  se  proclama  en  la  segunda 
lectura  de  esta  Misa  nos  invita  a  dar  gracias  a  Dios  Padre,  porque  nos  ha  hecho 
capaces  de  compartir  la  herencia  del  pueblo  santo  en  la  luz  y  porque  nos  ha  sacado 
del  dominio  de  las  tinieblas  y  nos  ha  trasladado  al  reino  de  la  santidad  y  de  la  gracia 
de  su  Hijo  Jesucristo.  Por  el  bautismo  fuimos  sacados  del  dominio  de  las  tinieblas 
del  pecado  y  entramos  a  formar  parte  del  pueblo  santo  en  la  luz  de  la  santidad  y  de 
la  gracia.  Los  cristianos  tenemos  una  vocación  a  la  Santidad  en  la  Iglesia.  Hoy 
celebramos  esta  Eucaristía  como  acción  de  gracias  de  la  comunidad  de  hermanas 
Oblatas  de  San  Francisco  de  Sales  de  la  Región  de  Ecuador  y  Colombia  y  de  esta 
iglesia  particular  de  la  Arquidiócesis  de  Quito  por  la  beatificación  de  la  Fundadora 
de  esta  Congregación  religiosa,  la  Madre  Francisca  de  Sales  Aviat  Esta 
beatificación  fue  una  proclamación  solemne,  hecha  por  el  Vicario  de  Jesucristo,  de 
que  la  Madre  Francisca  de  Sales  Aviat  correspondió  efectivamente  a  la  vocación 
universal  a  la  santidad  en  la  Iglesia  y  ha  sido  presentada  como  modelo  de  perfección 
cristiana  al  pueblo  de  Dios  y  como  su  intercesora  ante  Dios. 

En  efecto,  en  la  mañana  del  domingo  27  de  septiembre  de  este  año  de  1992,  a  las  10 
de  la  mañana.  Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II  presidió,  por  vez  primera  después 
del  período  de  su  enfermedad  y  convalecencia,  la  solemne  ceremonia  de 
beatificación  de  veintiún  siervos  de  Dios,  entre  ellos  de  la  Madre  Francisca  de  Sales 
Aviat.  La  ceremonia  se  llevó  a  cabo  en  la  Plaza  de  San  Pedro  en  Roma,  la  que  volvió 
a  llenarse  de  miles  de  peregrinos  de  diversas  partes  del  mundo  y  también  del 
Ecuador,  de  donde  acudieron  algunas  representantes  de  las  hermanas  Oblatas  de  San 
Francisco  de  Sales. 

Después  de  escuchar  una  breve  biografía  de  la  Sierva  de  Dios  pronunciada,  junto  con 
la  petición  de  beatificación,  por  Mons.  Ennio  Antonelli,  Arzobispo  de  Perugia-Cittá 
della  Pieve,  Su  Santidad  el  Papa  pronunció  en  latín  la  siguiente  fórmula  de 
beatificación:  "Nos,  acogiendo  el  deseo  de  nuestros  hermanos. . .  Ennio  Antonelli, 
Arzobispo  de  Perugia-Cittá  delle  Pieve. . .  así  como  de  otros  muchos  hermanos  en  el 
Episcopado  y  de  numerosos  fieles,  después  de  haber  escuchado  el  parecer  de  la 
Congregación  para  las  causas  de  los  santos,  con  nuestra  autoridad  apostólica 
concedemos  que  la  venerable  Sierva  de  Dios  Leonie  Francoise  de  Sales  Aviat  sea 
llamada  beata  y  se  pueda  celebrar  su  fiesta  todos  los  años  en  los  lugares  y  del  modo 


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establecido  por  el  Derecho,  ellO  de  enero.  En  el  nombre  del  Padre  y  del  Hijo  y  del 
Espíritu  Santo".  La  Asamblea  prorrumpió  en  un  gran  aplauso,  en  señal  de  alegría 
espiritual,  mientras  en  los  balcones  de  la  fachada  de  la  Basílica  de  San  Pedro  se 
descubrirían  los  tapices  con  la  efigie  de  los  nuevos  beatos. 

Hoy  también  con  gran  alegría  e  intenso  fervor  nos  congregamos  en  esta  Catedral 
Metropolitana  de  Quito,  para  celebrar  esta  solemne  Eucaristía  con  la  que  festejamos 
la  beatificación  de  la  Madre  Leonie  Francisca  de  Sales  Aviat  y  damos  gracias  a  Dios 
por  el  beneficio  de  conceder  a  la  iglesia  y  en  especial  al  Instituto  Religioso  de  las 
hermanas  Oblatas  de  San  Francisco  de  Sales  un  modelo  de  virtudes  cristianas  que 
imitar  y  una  intercesora  a  quien  encomendarse.  Con  esta  Eucarisüa  damos  gracias 
a  Dios  Padre,  porque  a  la  Beata  Francisca  de  Sales  Aviat  le  ha  hecho  compartir  la 
herencia  del  pueblo  santo  en  la  luz  de  la  gloria  celestial  y  la  ha  trasladado  al  reino 
de  la  santidad  y  de  la  gracia. 

En  esta  homilía  recordemos  algunos  datos  de  la  vida  de  la  nueva  Beata  y  reparemos 
en  los  rasgos  característicos  de  su  espiritualidad. 

Datos  de  la  vida  de  la  Beata  Francisca  de  Sales  Aviat 

El  nombre  de  pila  de  la  Madre  Francisca  de  Sales  Aviat  es  Leonie  Aviat.  Nació  en 
la  población  francesa  de  Sézanne,  en  la  Champagne,  el  16  de  septiembre  de  1844. 
Hija  del  negociante  Teodoro  Aviat  y  de  madame  Aviat,  que  tenían  un  almacén  en 
Sézanne,  en  donde  una  buena  clientela  le  ha  permitido  a  la  familia  obtener  una 
situación  económica  cómoda  y  aquella  notoriedad  reservada  a  los  negociantes 
honorables.  Dado  el  ambiente  religioso  de  una  familia  cristiana,  Leonie  recibe  el 
sacramento  del  bautismo  al  día  siguiente  de  su  nacimiento,  el  17  de  septiembre  de 
1844  en  la  Iglesia  parroquial  de  Saint-Denis.  Cuando  Leonie  tiene  once  años  de 
edad,  en  el  otoño  de  1855,  sus  padres  la  conducen  al  Pensionado  de  la  Visitación  de 
Troyes,  en  donde  deberá  realizar  sus  estudios  bajo  la  dirección  de  la  Superiora  del 
Monasterio  de  la  Visitación  de  Troyes,  Madre  María  de  Sales  Chappuis,  y  del 
capellán  L'Abbé  Louis  Brisson.  El  2  de  julio  de  1856  recibe  con  gran  fervor  la 
primera  comunión  y  comienza  a  recibir  una  esmerada  dirección  esp.iritual  del  P, 
Brisson,  que  ejerce  sobre  ella  una  influencia  decisiva.  Formada  en  la  espiritualidad 
de  San  Francisco  de  Sales,  Leonie  se  prepara  para  su  misión  futura:  la  fundación  de 
una  Congregación  Religiosa  que,  con  la  espiritualidad  de  San  Francisco  de  Sales,  se 
dedicará  a  la  cvangelización  de  la  juventud  obrera.  En  la  segunda  mitad  del  siglo  XIX 
se  realiza  la  revolución  industrial.  El  desarrollo  de  la  gran  industria  atrae  hacia  la 
ciudad  mano  de  obra  barata  procedente  del  campo.  Tal  es  el  caso  de  Troyes,  en  donde 


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las  fábricas  textiles  enganchan  para  el  trabajo  a  muchas  niñas  y  jóvenes  venidas  del 
campo.  El  Padre  Luis  Brisson,  apóstol  de  corazón  ardiente  y  precursor  del  gran 
movimiento  social  de  fines  del  siglo  XIX,  había  abierto  en  1858  en  la  ciudad  de 
Troyes,  una  casa  de  acogida  para  las  jóvenes  obreras,  a  fin  de  asegurarles  refugio 
contra  los  peligros  y  una  educación  humana  y  cristiana  indispensable.  La  casa  estuvo 
ubicada  en  la  "rué  des  Terrasses"  y  la  fundación  se  denominó  "Oeuvres  Ouvrieres". 
Ante  la  imposibilidad  de  encontrar  para  este  "Hogar  de  jóvenes  obreras",  que  luego 
se  denominó  "Obra  de  San  Francisco  de  Sales"  una  dirección  y  encauzamiento  es- 
tables, el  P.  Brison  decide,  con  inspiración  divina,  fundar  una  Congregación 
religiosa.  El  P.  Brison  encuentra  en  la  joven  Leonie  Aviat  una  colaboradora  eficaz, 
en  la  que  descubre,  por  otra  parte,  signos  de  vocación  religiosa.  Leonie  al  principio 
estuvo  atraída  hacia  el  Monasterio  de  la  Visitación,  venciendo  la  oposición  de  sus 
padres,  que  querían  para  ella  el  partido  de  un  buen  matrimonio.  Luego,  ante  la 
propuesta  del  P.  Brison,  y  al  ver  la  situación  de  las  jóvenes  trabajadoras  en  fábricas, 
siente  en  su  corazón  brotar  ardiente  la  llama  del  celo  apostólico.  Después  de  un  retiro 
realizado  en  la  Visitación,  el  18  de  abril  de  1866  Leonie  entra  a  la  "Obra  de  San 
Francisco  de  Sales",  con  una  de  sus  antiguas  compañeras  de  la  Visitación,  Lucía 
Canuet.  El  nuevo  Instituto  religioso  de  las  hermanas  Oblatas  de  San  Francisco  de 
Sales  está  fundado.  El  nuevo  Instituto  se  pone  bajo  la  protección  del  santo  Obispo 
deGinebra  y  adopta  su  espiritualidad  y  pedagogía.  El  30  de  octubre  de  1 868,  la  joven 
fundadora  recibe,  con  el  hábito  religioso,  el  significativo  nombre  de  Sor  Francisca 
de  Sales.  Formula  los  votos  de  su  profesión  religiosa  el  11  de  octubre  de  1871.  El  5 
de  junio  de  1872  el  Instituto  obtiene  el  breve  laudatorio  del  Papa  Pío  IX.  El  20  de 
septiembre  de  ese  mismo  año  1872  Madre  Francisca  de  Sales  es  constituida  primera 
Superiora  General  del  naciente  Instituto.  Bajo  su  gobierno  la  Comunidad  crece,  las 
obras  en  favor  de  las  jóvenes  obreras  se  desarrollan.  Al  mismo  tiempo,  se  abren  en 
las  parroquias  escuelas  primarias  y  en  París  comienza  a  funcionar  el  Primer 
Pensionado  de  Jóvenes,  que  la  Madre  Francisca  de  Sales  Aviat  dirigirá  durante  ocho 
años.  El  apostolado  de  las  Oblatas  de  San  Francisco  de  Sales  se  extiende  de  esta 
mánera  a  las  diferentes  clases  sociales  y  a  todas  las  formas  de  educación  y  también, 
desde  los  años  de  la  fundación,  a  las  misiones  "ad  gentes". 

Después  de  un  período  de  ocultamiento,  que  pone  de  relieve  su  gran  humildad. 
Madre  Francisca  de  Sales  es  nuevamente  elegida  Superiora  General  de  su  Instituto 
en  1893  y  este  cargo  ocupará  hasta  su  muerte  con  repetidas  reelecciones  en  1899,  en 
1905  y  en  1912.  Como  Superiora  General  se  emplea  a  fondo  al  desarrollo  del 
Instituto  de  las  Hermanas  de  San  Francisco  de  Sales,  que  extiende  su  presencia  y  sus 
obras  en  Europa,  en  Africa  del  Sur  y  en  el  Ecuador.  En  mayo  de  1890  obtiene  del 
Papa  León  XIII  la  aprobación  decenal  de  las  Constituciones  de  la  Congregación.  El 


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mismo  Papa  León  Xm  la  recibe  en  audiencia  el  4  de  abril  de  1894.  Varias  veces  se 
entrevista  con  el  Papa  San  Pío  X,  la  primera  vez  el  22  de  mayo  de  1 904,  luego  en  abril 
y  diciembre  de  1906,  el  4  de  abril  de  1911  Pío  X  da  la  aprobación  definitiva  de  las 
constituciones  de  las  Oblatas  de  San  Francisco  de  Sales.  En  1903  Madre  Francisca 
de  Sales  Aviat  debe  hacer  ft-ente  a  la  persecución  religiosa  que  se  desata  en  Francia, 
procura  mantener  las  casas  que  se  pueden  y  transfiere  la  Casa  Madre  a  Perugia  en 
Italia.  El  diez  de  enero  de  19 14  muere  en  Perugia  en  un  ambiente  de  serenidad  y  aban- 
dono total  en  las  manos  de  Dios,  permaneciendo  fiel  hasta  el  último  momento  de  su 
vida  a  la  resolución  hecha  en  su  profesión  religiosa:  "Moublier  entierement" 
"Olvidarme  completamente  de  mí  misma". 

Rasgos  de  la  espiritualidad  de  la  Beata  Francisca  de  Sales  Aviat 

Cumplir  apasionadamente  bien  la  misión  que  Dios  le  ha  confiado  sin  apartarse  de 
su  deber  cotidiano,  desde  el  principio  de  su  vida  religiosa  hasta  su  muerte,  esto 
constituyó  para  Madre  Francisca  de  Sales  una  marcha  ascendente  hacia  la  santidad. 
De  dónde  ha  sacado  la  fuerza  necesaria  para  no  desfallecer  ni  un  momento?  ¿Cuál 
es  la  característica  de  su  espiritualidad?  Siguiendo  la  espiritualidad  de  San  Francisco 
de  Sales,  ella  ha  sabido  "amar  igualmente  a  Dios  en  todas  las  cosas".  Gracias  a  su 
formación  recibida  durante  sus  años  de  estudio  en  la  Visitación,  Leonie  Aviat  se  ha 
impregnado  de  la  espiritualidad  de  San  Francisco  de  Sales  y  en  esa  espiritualidad  ha 
encontrado  el  camino  directo  y  seguro.  El  nombre  de  Sor  Francisca  de  Sales  que  le 
dio  el  Obispo  de  Ginebra,  Monseñor  Mermillod,  el  día  de  su  toma  de  hábito,  el  30 
de  octubre  de  1 868  se  convierte  para  ella  en  un  programa  de  vida.  Amor  a  Dios.  Ella 
se  dona,  se  ofrece  en  oblación  a  Dios  y  al  mismo  tiempo  pone  los  fundamentos  de 
una  nueva  familia  religiosa.  Madre  Francisca  de  Sales  enseña  a  sus  hijas  de  todos  los 
tiempos  a  ofrecerse  en  una  oblación  continua  de  sí  mismas  a  Dios  y  al  prójimo.  Ellas 
"se  dedicarán  a  la  perfección  del  divino  Amor",  según  la  expresión  salesiana,  ellas 
serán  "oblatas",  ofrecidas,  enroladas  bajo  la  bandera  de  San  Francisco  de  Sales  "No 
es  por  la  grandeza  de  nuestras  acciones  por  la  que  agradamos  a  Dios  -escribe  S .  Fran- 
cisco de  Sales-  sino  por  el  amor  con  el  que  las  hacemos. . .  Es  el  amor  el  que  da  la 
perfección  y  el  valor  a  nuestras  obras".  Madre  Aviat  adopta  totalmente  para  sí  esta 
concepción  del  amor.  Ella  escribe  en  sus  notas  íntimas,  durante  su  noviciado,  en 
1869:  "Intenciones  particulares  para  todos  los  días:  ofrecer  todas  mis  respiraciones, 
mis  movimientos,  mis  palabras,  mis  pasos,  mis  gestos  y  mis  pensamientos,  como 
otros  tantos  actos  de  amor  y  de  sumisión  a  la  Voluntad  de  Dios,  queriendo  decir  y 
repetir  cada  vez:  "Señor,  yo  soy  toda  tuya,  haz  de  mí  lo  que  te  plazca".  Amar  a  Dios 
es  para  ella  cumplir  enteramente  su  voluntad,  aún  en  los  pequeños  deberes  de  la  vida 
cotidiana:  "Dios  mío  -escribe  el  martes  santo  de  1870-  dame,  te  lo  pido,  el  espíritu 


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de  resignación,  la  plena  conformidad  con  tu  voluntad  en  todas  las  cosas,  a  fin  de  que 
llegue  a  ser  tu  imitadora,  que  yo  aspire  a  unirme  a  ti  por  el  sacrificio".  Amar  a  Dios 
es  despojarse  totalmente  de  sí  misma  para  unise  más  de  cerca  a  El.  Madre  Francisca 
de  Sales  comienza  su  vida  religiosa,  anotando  en  su  cuaderno  de  retiro  en  abril  de 
1866:  "Oh!  Qué  dulce  es  despojarse  de  todo  por  Jesucristo!".  Y  cuando  escribe  la 
víspera  de  su  profesión  religiosa,  en  1871:  "NToublier  entiérement",  es  decir, 
"Olvidarme  completamente  de  mí  misma",  no  se  trata  de  una  resolución  tomada 
circunstancialmente,  sino  de  una  orientación  de  toda  su  vida.  Ella  quiere  dar 
testimonio  de  su  amor  a  Dios  hasta  la  aceptación  de  la  Cruz,  pues,  según  lo  que 
escribe  San  Francisco  de  Sales  en  el  Tratado  del  Amor  a  Dios  (1.  IX,  c.  2):  "Amar 
el  sufrimiento  y  las  aflicciones  es  el  punto  más  alto  de  la  santa  caridad,  porque  en 
esto  nada  hay  de  amable  que  la  sola  voluntad  divina".  Leonie  Aviat  entrará 
plenamente  en  esta  vía  del  Amor  puro,  pues  toma  esta  firme  determinación,  cuando 
comienza  su  vida  religiosa:  "Yo  no  rehusaré  a  mi  Dios  la  cruz  que  El  me  presente 
y,  a  su  ejemplo,  quiero  llevarla  con  amor,  animándome  con  este  pensamiento:  por 
Dios  es  preciso  sufrir,  sufrir  todo  hasta  la  muerte,  para  ganar  la  eternidad". 

El  amor  al  prójimo 

"Amar  igualmente  a  Dios  en  todas  las  cosas"  es  también  amarle  en  todo  prójimo, 
doble  e  inseparable  amor  que  produce  el  celo  por.  el  apostolado.  Madre  Aviat  ha 
vivido  admirablemente  esta  doble  dimensión  de  la  caridad.  Guiada  y  animada  por 
el  P.  Brisson,  ella  ha  hecho  el  objetivo  y  fundamento  de  su  Congregación  la  siguiente 
intención  general  del  Directorio  Espiritual  de  San  Francisco  de  Sales:  "Que  toda  su 
vida  y  ejercicios  sean  para  unirse  con  Dios,  para  ayudar  con  la  oración  y  buenos 
ejemplos  a  la  Santa  Iglesia  y  a  la  salvación  del  prójimo" .  Ella  misma  ha  vivido  el  ideal 
de  la  oblata  de  San  Francisco  de  Sales,  al  proponerlo  a  sus  hijas:  "La  inteligencia  de 
la  caridad  se  adquiere,  al  practicar  la  humildad  -les  dice-.  Esta  máxima  llena  de 
sabiduría  dicta  al  apóstol  la  actitud  interior  que  debe  guiar  su  acción:  desconfiar  de 
sí  mismo,  confiar  en  Dios  hasta  el  abandono  total  entre  sus  manos,  no  considerarse 
sino  como  un  instrumento  del  que  el  Señor  se  puede  servir  a  su  agrado.  Madre  Aviat 
ejercita  la  caridad  para  con  el  prójimo,  considerándolo  como  muy  amable  y  amado, 
hasta  el  punto  de  que  Jesús  muere  por  él.  Ella  escribe  a  una  de  sus  hermanas:  "Piense 
a  menudo  en  lo  que  vale  un  alma  y  en  lo  que  San  Francisco  de  Sales  hubiese  hecho 
por  ayudarla  y  salvarla".  En  la  práctica  del  amoral  prójimo,  ella  se  considera  humilde 
mediadora  entre  Dios  y  las  almas:  conducir  las  almas  a  Dios  y  dar  a  Dios  a  las  almas, 
según  este  grito  que  sale  de  su  corazón:  "Oh  Jesús,  sé  conocido,  sé  amado,  sé 
glorificado  por  todos  los  corazones"  (abril  de  1 866).  Cuando  ella  escribe  estas  líneas, 
tiene  21  años  de  edad  y  desde  el  día  siguiente  ella  comienza  su  misión.  "Todos  los 


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corazones" ,  cuáles  serán  en  concreto  para  ella  todos  los  corazones"  En  primer  lugar, 
los  de  las  jóvenes  obreras,  los  de  los  niños  de  las  ecuelas  populares  de  Troyes.  Pero 
el  amor  engendra  el  celo  misionero:  la  fundadora  desea  que,  según  el  mandato  del 
Maestro,  el  Evangelio  sea  proclamado  a  todas  las  naciones  y  penetre  en  todas  las 
clases  sociales.  Por  eso  envía  ella  a  las  Oblatas  a  ciunplir  su  misión  en  otras  regiones 
de  Francia,  en  varios  países  de  Europa  y  hasta  las  lejanas  tierras  de  Africa  del  Sur 
y  de  América  Latina,  como  el  Ecuador.  Ella  sigue  repitiendo  a  sus  hijas  de  todos  los 
tiempos:  "Trabajemos  en  hacer  la  felicidad  de  los  otros". 

"Olvidarme  completamente  de  mí  misma":  de  esta  resolución  tan  propia  de  la  Beata 
Francisca  de  Sales  Aviat  sus  hijas  han  hecho  su  divisa,  su  lema.  ¿No  podría  ser 
también  su  mensaje  para  nuestro  mundo  de  hoy? 

Olvidamos  de  nosotros  mismos  para  ir  contra  corriente  del  egoísmo  y  de  los  placeres 
fáciles.  Olvidamos  completamente  de  nosotros  mismos,  para  abrimos  a  las  necesi- 
dades sociales  y  espirituales  de  nuestro  tiempo,  para  sacrificamos  por  nuestros 
hermanos  más  necesitados,  para  hacer  efectiva  la  opción  preferencial  por  los  pobres. 

Olvidamos  completamente  de  nosotros  mismos  para  servir  a  Dios  con  un  corazón 
libre,  ofreciéndole  cada  instante  de  nuestra  vida  cotidiana,  con  sus  fatigas,  sus 
pmebas  y  sus  alegrías,  a  fin  de  que  Dios  nos  encuentre  siempre  dispuestos  a  acoger 
su  gracia,  pues  nos  recuerda  Madre  Francisca  de  Sales  Aviat:  "El  momento  presente 
contiene  la  luz  que  es  preciso  seguir  y  los  auxilios  necesarios  en  cada  circunstancia". 

Así  sea. 

Homilía  pronunciada  por  Mons.  Antonio  J.  González  Z. ,  Arzobispo  de  Quito,  en  la 
Misa  de  Acción  de  Gracias  por  la  Beatificación  de  la  Madre  Francisca  de  Sales 
Aviat,  Fundadora  de  las  Hermanas  Oblatas  de  San  Francisco  de  Sales,  el  domingo 
22  de  noviembre  de  1992,  en  la  Catedral  Metropolitana. 


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Día  de  la  no  violencia  contra  la  mujer 

Miércoles  25  de  noviembre  de  1992 

A  los  Vbles.  Sres.  Párrocos  y  Rectores  de  la  Iglesia  de  la  Arquidiócesis  de  Quito. 
Amados  hermanos  en  el  Señor: 

El  miércoles  25  de  noviembre  de  1992  se  celebra  en  el  Ecuador  el  "Día  de  la  no 
violencia  contra  la  mujer"  con  un  programa  organizado  por  las  Organizaciones  de 
mujeres  y  la  Dirección  Nacional  de  la  Mujer,  DINAMU,  del  Ministerio  de  Bienestar 
Social,  bajo  el  lema  "  La  violencia  contra  la  mujer  viola  los  derechos  humanos" . 

Los  objetivos  que  persigue  esta  campaña  son  los  siguientes: 

-  Sensibilización  de  la  sociedad  y  del  Estado  sobre  los  problemas  de  la 
violencia  en  contra  de  la  mujer; 

-  Orientación  de  la  opinión  pública  a  la  luz  de  los  principios  de  convivencia 
humana  y  cristiana; 

-  Motivación  a  la  ONU  para  que  incluya  en  la  Declaración  Universal,  la 
próxima  Cumbre  de  1993,  la  no  violencia  en  contra  de  la  mujer, 

-  Apoyo  del  proceso  organizativo  de  las  mujeres  y  del  rol  de  la  Dirección 
Nacional  de  la  Mujer,  DINAMU. 

Esta  clase  de  campañas  por  la  No  violencia  en  contra  de  la  Mujer  parte  de  la 
constatación  de  una  realidad  concreta  que  lamentablemente  se  da  en  el  Ecuador  y  en 
el  mundo.  En  efecto,  existen  en  contra  de  la  mujer: 

•  La  violencia  conyugal 

•  El  maltrato  doméstico 

•  La  violación 

•  El  incesto 

•  El  hostigamiento  sexual  especialmente  en  los  centros  de  trabajo  y  en  las 
entidades  educativas 

•  La  prostitución 

•  La  violencia  sexual  contra  las  mujeres  detenidas  y  presas. 

Todas  estas  violencias  deben  ser  consideradas  como  transgresiones  de  la  Ley  de 
Dios,  de  las  normas  fundamentales  que  rigen  el  convivir  humano  y  cristiano  y  de  los 
derechos  humanos  de  la  mujer. 


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En  vista  de  que  la  Dirigencia  de  las  Organizaciones  de  Mujeres  del  Ecuador  y  la 
Dirección  Nacional  de  la  Mujer,  DINAMU,  del  Ministerio  de  Bienestar  Social  han 
solicitado  la  colaboración  de  la  Iglesia  para  el  éxito  de  esta  Campaña  de  la  no 
violencia  en  contra  de  la  Mujer,  pido  a  los  Vbles.  Sres.  Párrocos  y  Rectores  de  la 
Iglesia  de  la  Arquidiócesis  de  Quito  lo  siguiente: 

1 .  Que  en  las  homih'as  del  domingo  29  de  noviembre  o  del  domingo  6  de  diciembre 
hablen  a  los  fieles  sobre  el  contenido  y  el  lema  de  esta  campaña,  invitándoles  a 
tomar  conciencia  de  que  su  compromiso  cristiano  incluye  el  respeto  y  cuidado 
de  la  dignidad  de  la  mujer. 

2.  Que  en  los  programas  ordinarios  de  evangelización  y  catcquesis  incluyan  el  tema 
de  la  "No  violencia  en  contra  de  la  mujer". 

Afectísimo  en  el  Señor, 

Quito,  noviembre  de  1992. 


t  Antonio  J.  González  Z., 
ARZOBISPO  DE  QUITO 


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ADMINISTRACION  ECLECIASTICA 


Nombramientos 

A  partir  del  mes  de  septiembre  de  1992,  el  Excmo.  Mons.  Antonio  J.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito,  ha  extendido  los  siguientes  nombramientos: 

SEPTIEMBRE 

Al  Rvdo.  P.  Alberico  Zanella,  CSJ.,  Párroco  y  Síndico  de  San  Sebastián 


01 
01 
01 
03 
03 
03 
03 
14 
21 
21 


de  Pifo. 

Al  Rvdo.  P.  Renzo  Sartori,  CSJ.,  Vicario  Parroquial  de  San  Sebastián  de 
Pifo. 

Al  Rvdo.  P.  Marcos  Camaglia,  CSJ.,  Vicario  Parroquial  de  San  Sebastián 
de  Pifo., 

Al  Rvdo.  P.  Segundo  Jiménez  Sánchez,  Párroco  y  Síndico  del  Espíritu 
Santo  (San  Bartolo). 

Al  Rvdo.  P.  José  Mesías  Herrera  Baroja,  Párroco  y  Síndico  de  San  José 
de  Calderón. 

Al  Rvdo.  P.  José  Miguel  Asimbaya  Moreno,  Párroco  y  Síndico  de  San 
Martín  de  Porres  (Ferroviaria  Alta). 

Al  Rvdo.  P.  José  Miguel  Asimbaya  Moreno,  Director  de  la  Escuela 
"Isabel  Tobar  N»  2". 

Al  Rvdo.  P.  Ramiro  Rodríguez  Escobar,  Párroco  y  Síndico  de  Chi- 
Uogallo. 

Al  Rvdo.  Padre  Nelson  Alfonso  García  Chacón,  Vicario  Parroquial  de  El 
Carmelo. 

Al  Rvdo.  P.  Marcelo  Vicente  Sarmiento,  OCD.,  Vicario  Parroquial  de 
Santa  Teresita. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


527 


OCTUBRE 


A  la  Rvda.  Hna.  Flor  María  Prócel  Valarezo,  religiosa  franciscana 
misionera  de  la  Inmaculada,  Juez  Instructor  del  Tribunal  Arquidiocesano 
de  Primera  Instancia  para  las  Causas  Matrimoniales. 


NOVIEMBRE 


Al  Rvdo.  P.  Luis  A.  Cruz,  S  J.,  Confesor  Ordinario  de  la  Comunidad  del 
Monasterio  de  la  Visitación  de  Santa  María. 

Al  Rvdo.  P.  José  Mauricio  Sanango  Palaguachi,  Párroco  y  Síndico  de 
Jesús  del  Gran  Poder  de  Palma  Real. 

Al  Rvdo.  Padre  José  Mauricio  Sanango  Palaguachi,  Vicario  Parroquial 
de  Ntra.  Sra.  de  la  Paz. 

A  Mons.  Gustavo  Naranjo  Soto,  Capellán  del  Monasterio  de  la  Inmacu- 
lada Concepción. 

Al  Rvdo.  P.  Luis  Emilio  Chacón  Padilla,  S.J.,  Párroco  de  San  Ignacio  de 
Loyola  (Solanda). 

Al  Rvdo.  Padre  Luis  Bayas,  S.J.,  Vicario  Parroquial  de  San  Ignacio  de 
Loyola  (Solanda). 


DECRETOS 


SEPTIEMBRE 


08 


08 


Decreto  de  creación  de  la  Residencia  Juvenil  "María  Inmaculada"  de  la 
Congregación  de  Religiosas  de  María  Inmaculada  en  la  ciudad  de  Quito. 

Decreto  de  erección  de  una  Capilla  privada  en  casa  de  los  esposos  José 
Luis  Sancho  y  Beatriz  Arias. 


528 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


OCTUBRE 

Q2     Decreto  de  erección  de  la  Parroquia  eclesiástica  de  San  José  de  Ayora. 

Qj     Decreto  de  erección  de  la  Parroquia  eclesiástica  de  Jesús  del  Gran  Poder 
de  Palma  Real. 


NOVIEMBRE 

04 


Decreto  de  erección  del  Noviciado  "Nuestra  Señora  de  Nazaret"  de  la 
Provincia  Josefina  de  Ecuador  y  Colombia  en  la  parroquia  eclesiástica  de 
San  Sebastián  de  Pifo. 


I  Decreto  de  erección  del  Noviciado  de  la  Congregación  de  Hermanas 
Franciscanas  Misioneras  de  María  Auxiliadora  en  la  ciudad  de  Quito. 


DECRETO 


DE  ERECCION  DE  LA  PARROQLTA  ECLESIASTICA 
DE  SAN  JOSE  DE  AYORA 


t  Antonio  J.  González  Z., 
Por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Sede  Apostólica 
Arzobispo  de  Quito, 

CONSIDERANDO: 

1.  Que  la  parroquia  civil  de  Ayora  ha  experimentado  un  notable  crecimiento 
demográfico,  de  manera  que  es  urgente  proveerle  de  un  cuidado  pastoral  más 
permanente  y  esmerado; 

2.  Que  la  parroquia  civil  de  Ayora  dispone  de  una  Iglesia  propia  para  la  celebración 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


529 


del  culto  divino  y  de  una  casa  parroquial  adecuada  para  habitación  del  párroco 
y  provista  de  un  local  apto  para  despacho  parroquial  y  para  las  reuniones  de  la 
comunidad; 

3.  Que  no  se  puede  atender  debidamente  al  bien  espiritual  de  los  fieles  de  la 
parroquia  civil  de  Ayora  si  no  es  con  la  erección  de  una  nueva  parroquia 
eclesiástica;  y 

4.  Que  las  autoridades,  dirigentes  barriales,  animadores  y  numerosos  moradores  de 
Ayora  Nos  han  dirigido,  con  fecha  15  de  agosto  de  1992,  una  respetuosa  e 
insistente  solicitud,  pidiendo  la  erección  canónica  de  Ayora  como  parroquia 
eclesiástica. 

Oído  el  parecer  favorable  del  Consejo  de  Presbiterio,  hechas  las  respectivas 
consultas  y  en  uso  de  las  facultades  que  Nos  competen  según  el  can.  515,  párrafo  2, 
del  Código  de  Derecho  Canónico  vigente. 

ERIGIMOS  Y  CONSTITUIMOS  EN  PARROQUIA  ECLESIASTICA  LA 
PARROQUIA  CIVIL  DE  AYORA. 

El  Patrono  de  la  nueva  parroquia  eclesiástica  de  Ayora  será  San  José,  el  cual  será, 
al  mismo  tiempo,  el  Titular  de  la  Iglesia  parroquial. 

Los  límites  de  la  nueva  parroquia  eclesiástica  de  San  José  de  Ayora  coincidirán  con 
los  límites  de  la  parroquia  civil: 

POR  EL  NORTE:        El  Nudo  de  Cajas,  Yanahuaico,  El  Rodadero  y  Púliza; 
POR  EL  SUR:  El  Río  Blanco; 

POR  EL  ESTE:  Los  páramos  de  la  hacienda  Santo  Domingo;  y 

POR  EL  OCCIDENTE:  El  Río  Granobles  en  parte,  luego  el  Upayacu  y  una  que- 
brada que,  bajando  desde  el  Nudo  del  Cajas,  divide  las 
haciendas  "Tupigachi"  y  "Florencia"  y  se  encuentran  con 
el  callejón  de  Tupigachi  que  continúa  hacia  el  sur  hasta  el 
"Upayacu". 


530 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


La  Iglesia  de  San  José  de  Ayora  será  tenida  en  adelante  como  PARROQUIAL  y 
gozará,  por  lo  mismo,  de  todos  los  privilegios  que  el  Derecho  concede  a  las  iglesias 
parroquiales,  por  lo  cual  tendrá  fuente  bautismal  y  podrán  celebrarse  en  ella  todas 
las  funciones  parroquiales.  Junto  a  la  Iglesia  funcionará  el  despacho  parroquial. 

La  parroquia  de  San  José  de  Ayora  deberá  ser  el  centro  de  coordinación  y  de 
animación  de  las  comunidades  menores,  de  los  grupos  y  de  los  movimientos 
parroquiales  (Cf.  Puebla  644  y  648  a  653),  de  tal  manera  que  propenda  sin  cesar  a 
la  edificación  de  la  Iglesia,  mediante  la  entrega  de  la  Palabra  de  Dios,  la  celebración 
de  la  Eucaristía  y  demás  sacramentos  de  la  fe,  y  la  práctica  de  la  caridad,  de  modo 
que  la  evangelización  comprenda  la  promoción  humana  y  el  desarrollo  integral  de 
la  gente  que  vive  en  la  parroquia  de  Ayora. 

El  Párroco  de  San  José  de  Ayora  coordinará  sus  actividades  pastorales  con  el  Equipo 
Sacerdotal  de  Cayambe  y  Tabacundo  y  con  la  Zona  Pastoral  del  mismo  nombre. 

Damos,  pues,  por  erigida  y  constituida  la  nueva  parroquia  eclesiástica  de  San  José 
de  Ayora  y  ordenamos  que  el  presente  Decreto  de  erección  sea  leído  públicamente 
en  la  nueva  parroquia  y  en  la  parroquia  de  San  Pedro  de  Cayambe. 


Dado  en  Quito,  en  el  Palacio  Arzobispal,  a  los  2  días  del  mes  de  octubre  del  año  del 
Señor  de  1992. 


ARZOBISPO  DE  QUITO 


t  Antonio  J.  González  Z. 


Héctor  Soria  S., 
CANCILLER 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


531 


DECRETO 


DE  ERECCION  DE  LA  PARROQUIA  ECLESIASTICA  DE  JESUS 
DEL  GRAN  PODER  DE  PALMA  REAL 

t  Antonio  J.  González  Z., 
por  la  gracia  de  Dios  y  de  la  Sede  Apostólica 
ARZOBISPO  DE  QUITO, 

CONSIDERANDO: 

1 .  Que  la  zona  de  Palma  Real  y  Meridiano,  perteneciente  a  la  parroquia  eclesiástica 
de  San  José  de  Minas,  ha  experimentado  un  notable  crecimiento  demográfico, 
de  manera  que  es  urgente  proveerle  de  im  cuidado  pastoral  más  permanente  y 
esmerado; 

2.  Que  dicha  zona  dispone  de  una  Iglesia  propia  para  la  celebración  del  culto  divino 
y  de  una  casa  adecuada  para  la  habitación  del  párroco  y  provista  de  un  local  apto 
para  despacho  parroquial  y  para  las  reuniones  de  la  comunidad  cristiana; 

3.  Que  no  se  puede  atender  debidamente  al  bien  espiritual  de  los  fíeles  de  la  zona 
de  Palma  Real  y  Meridiano  si  no  es  con  la  erección  de  una  nueva  parroquia 
eclesiástica;  y 

4.  Que  los  moradores  de  la  zona  de  Palma  Real  y  Meridiano  Nos  han  solicitado 
insistentemente  la  erección  de  una  nueva  parroquia  eclesiástica  en  dicho  sector. 

Oído  el  parecer  favorable  del  Consejo  de  Presbiterio,  consultado  el  Rvdo.  Padre 
Párroco  de  San  José  de  Minas  y  en  uso  de  las  facultades  que  Nos  competen  según 
el  can.  515,  párrafo  2,  del  Código  de  Derecho  Canónico  vigente. 

ERIGIMOS  Y  CONSTITUIMOS  EN  PARROQUIA  ECLESIASTICA 
LA  ZONA  DE  PALMA  REAL  Y  MERIDIANO 

El  Patrono  de  la  nueva  parroquia  eclesiástica  será  Jesús  del  Gran  Poder,  el  cual  será, 
al  mismo  tiempo,  el  Titular  de  la  Iglesia  parroquial. 

Los  límites  de  la  nueva  parroquia  eclesiástica  de  Jesús  del  Gran  Poder  de  Palma  Real 
serán  los  siguientes: 

POR  EL  NORTE:        El  Río  Pamplona,  desde  su  confluencia  con  el  Río  Guay- 
llabamba,  aguas  arriba,  hasta  la  quebrada  de  San  Francisco 


532 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


y,  siguiendo  el  curso  de  ésta,  hasta  los  párannos  de 
Cambugán; 

POR  EL  OESTE:         El  Río  Cambugán,  aguas  abajo,  desde  su  nacimiento  en  los 

páramos  de  Cambugán; 
POR  EL  SUR  Y  EL  OESTE:  El  Río  Cambugán  y  el  Río  Guayllabamba,  desde  su 

confluencia  con  el  Río  Cambugán,  aguas  abajo,  hasta  su 

confluencia  con  el  Río  Pamplona. 

La  iglesia  de  Jesús  del  Gran  Poder  de  Palma  Real  será  tenida  en  adelante  como 
PARROQUIAL  y  gozará,  por  lo  mismo,  de  todos  los  privilegios  que  el  Derecho 
concede  a  las  iglesias  parroquiales,  por  lo  cual  tendrá  fuente  bautisma'  y  podrán 
celebrarse  en  ella  todas  las  funciones  parroquiales.  Junto  a  la  Iglesia  funcionará  el 
despacho  parroquial. 

La  parroquia  eclesiástica  de  Jesús  del  Gran  Poder  de  Palma  Real  deberá  ser  el  centro 
de  coordinación  y  de  animación  de  las  comunidades  menores,  de  los  grupos  y  de  los 
movimientos  parroquiales  (Cf.  Puebla  644  y  648  a  653),  de  tal  manera  que  propenda 
sin  cesar  a  la  edificación  de  la  Iglesia,  mediante  la  entrega  de  la  Palabra  de  Dios,  la 
celebración  de  la  Eucaristía  y  demás  sacramentos  de  la  fe,  de  modo  que  la 
evangelización  comprenda  la  promoción  humana  y  el  desarrollo  integral  de  la  gente 
que  vive  en  la  zona  de  Palma  Real  y  Meridiano. 

El  Párroco  de  Jesús  del  Gran  Poder  de  Palma  Real  coordinará  sus  actividades 
pastorales  con  el  Equipo  Sacerdotal  de  la  Zona  Peruchana  y  con  la  Zona  Pastoral  del 
mismo  nombre. 

Damos,  pues,  por  erigida  y  constituida  la  nueva  parroquia  eclesiástica  de  Jesús  del 
Gran  Poder  de  Palma  Real  y  ordenamos  que  el  presente  Decreto  de  erección  sea  leído 
públicamente  en  la  nueva  parroquia  y  en  la  parroquia  de  San  José  de  Minas. 

Dado  en  Quito,  en  el  Palacio  Arzobispal,  a  los  7  días  del  mes  de  octubre  del  año  del 
Señor  de  1992,  día  de  Nuestra  Señora  del  Rosario. 


t  Antonio  J.  González  Z.,  Héctor  Soria  S., 

ARZOBISPO  DE  QUITO  CANCILLER 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


533 


INFORMACION  ECLESIAL 


En  el  Ecuador 

Seminario  de  religiosos  sobre  la 

IV  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano 


Desde  el  lunes  1 7  hasta  el  sábado  22  de 
agosto  de  1992,  se  realizó  en  Quito,  en 
el  local  del  Colegio  Marista  "Pedro  Pablo 
Borja"  N°  2,  un  Seminario  sobre  la  IV 
Conferencia  General  del  Episcopado 
Latinoamericano. 

Este  Seminario  fue  organizado  por  el 
Departamento  de  Vida  Consagrada  del 
CELAM  (DEVICON)  y  por  la  Conferen- 
cia Ecuatoriana  de  Religiosos.  Objeto 
de  estudio  en  este  Seminario  fue  el 
"Instrumento  de  Trabajo"  que  el  CELAM 
ha  preparado  para  la  IV  Conferencia 
General  del  Episcopado  Latinoameri- 
cano que  se  celebrará  en  Santo  Domin- 


go desde  el  1 2  de  octubre  hasta  el  28  del 
mismo  mes  de  este  año. 

Este  Seminario,  para  el  que  vinieron 
expositores  del  CELAM,  despertó  gran 
interés  en  las  Comunidades  religiosas 
del  Ecuador,  de  tal  manera  que  en  él 
participaron  al  rededor  de  trecientos 
religiosos  y  religiosas.  Más  hubo  religio- 
sas que  religiosos. 

El  sábado  22  de  agosto  Mons.  Antonio  J. 
González,  Arzobispo  de  Quito  y  Presi- 
dente de  la  Conferen.  Episcopal  Ecua- 
toriana, presidió  la  celebración  de  la 
Eucaristía  de  clausura  del  Seminario.! 


II  Congreso  Nacional  de  Catequesis  del  Ecuador 


En  los  días  miércoles  2,  jueves  3  y 
viernes  4  de  septiembre  de  1992,  se 
realizó  en  Quito  el  II  Congreso  Nacional 
de  Catequesis  del  Ecuador.  El  Primer 
Congreso  Nacional  de  Catequesis  se 
había  celebrado  en  la  ciudad  de  Ibarra 
hace  más  de  veinticinco  años. 

Se  celebró  este  II  Congreso  Nacional  de 
Catequesis  como  un  acto  importante  de 
la  celebración  del  medio  milenio  del  ini- 
cio de  la  evangelización  de  América  y  en 
vista  déla  celebración  de  la  IV  Conferen- 
cia General  del  Episcopado  Lati- 


noamericano que  se  iniciará  el  12  de 
octubre  en  Santo  Domingo. 

Este  II  Congreso  Nacional  de  Cateque- 
sis, convocado  por  la  Conferencia  Epis- 
copal Ecuatoriana  fue  organizado  por  el 
Departamento  de  Catequesis  del  área 
pastoral  del  Magisterio  de  la  iglesia. 

El  Congreso  se  inició  con  el  Pregón  de 
Inauguración,  que  estuvo  a  cargo  de 
Mons.  Antonio  J.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito  y  Presidente  de  la 
Conferencia  Episcopal  Ecuatoriana. 


534 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Luego  se  desarrollaron  las  siguientes 
ponencias:  "Catequesis  y  Nueva  Evan- 
gelización"  por  Mons.  Javier  Lozano, 
Obispo  de  Zacatecas  y  Presidente  del 
Departamento  de  Catequesis  del 
CELAM;  "Catequesis  y  Biblia"  por  el  P. 
Ernesto  Bravo,  S.J.,  Director  del  Depar- 
tamentode  Fe  y  Ecumenismo  de  la  Con- 
ferencia Episcopal  Ecuatoriana;  "Cate- 
quesis y  Comunidad"  por  Mons.  Jesús 
Martínez  de  Ezquerecocha;  Prelado  de 
Los  Ríos  y  Presidente  del  Departamento 
de  Catequesisde  laC.E.E.;"Catequesis 
y  Familia"  por  el  P.  Luis  Richiardi, 
S.D.B.;  "Catequesis e  Inculturación" por 
el  P.  Diego  Irarrázaval,  SSCC  y  "Cate- 
quesis hacia  el  año  2.000"  por  el  Lic. 
Ricardo  Grzona,  Secretario  Ejecutivo 


del  DECAT. 

Participaron  en  este  II  Congreso  Nacio- 
nal de  Catequesis  cerca  de  dos  mil  cate- 
quistas de  las  distintas  circunscripcio- 
nes eclesiásticas  del  Ecuador.  El  Con- 
greso se  desarrolló  en  el  Coliseo  de  la 
Pontifica  Universidad  Católica  del  Ecua- 
dor. Se  clausuró  el  Congreso  con  una 
Eucaristía  presidida  por  el  señor  Carde- 
nal Pablo  Muñoz  Vega,  Eucaristía  en 
cuyo  ofertorio  fueron  presentados  los 
compromisos  que  asumieron  los  partici- 
pantes de  las  diversas  Iglesias  particu- 
lares del  Ecuador.  Durante  el  Congreso 
reinó  entre  los  participantes  mucha 
unión,  entusiasmo  en  el  trabajo,  alegría 
y  una  grata  expriencia  de  fraternidad.* 


Superiora  General  de  Dominicas  visitó  el  Ecuador 


La  Muy  Rvda.  Madre  María  Inmaculada 
Hervé,  Superiora  General  de  la  Con- 
gregación de  Dominicas  de  la  Inmacu- 
lada Concepción  llegó  al  Ecuador,  a 
principios  del  mes  de  septiembre  de 
1992,  para  realizar  la  visita  canónica  a 
las  casas  de  las  provincias  del  Ecuador 
de  la  Congregación  de  Dominicas. 


El  lunes  7  de  septiembre,  la  Superiora 
General  de  Dominicas  visitó  al  Arzo- 
bispo de  Quito,  antes  de  iniciar  la  visita 
canónica,  la  que  durará  más  de  tres 
meses,  pues  la  Muy  Rvda.  Madre  María 
Inmaculada  Hervé  piensa  permanecer 
en  el  Ecuador  hasta  fines  de  diciembre 
de  este  año.B 


Se  inauguró  el  Instituto  Andi 

La  CLATo  Confederación  Latinoameri- 
cana de  Trabajadores,  que  tiene  su 
sede  en  Venezuela,  ha  establecido  en  la 
ciudad  de  Quito  el  "Instituto  Andino  de 
Estudios  Sociales"  (INANDES).  Este 
Instituto,  que  estará  dedicado  espe- 
cialmente al  estudio  de  la  Doctrina  So- 
cial de  la  Iglesia  y  que  estará  al  servicio 
de  los  dirigentes  laborales  de  Bolivia, 
Colombia,  Chile,  Ecuador,  Perú  y  Vene- 
zuela, funcionará  en  Quito,   en  la 


no  de  Estudios  Sociales 

Avenida  Coruña  y  Salazar  N-  530. 

El  día  sábado  28  de  agosto  de  1992, 
Mons.  Antonio  J.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito,  bendijo  el  local  en  el 
que  funcionará  "INANDES".  Con 
ocasión  de  la  inauguración  del  INAN- 
DES se  llevó  a  cabo  una  sesión  so- 
lemne, en  el  salón  "Jorge  Icaza"  de  la 
Casa  de  la  Cultura  Ecuatoriana.  ■ 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


535 


Nueva  Visitadora  Provincial  de  las 
Hijas  de  la  Caridad  en  el  Ecuador 


Sor  Alba  Arreaga  Rivas  terminó  su 
período  de  Visitadora  Provincial  de  las 
Hijas  de  la  Caridad  en  el  Ecuador,  el  día 
27  de  septiembre  de  1 992,  festividad  de 
San  Vicente  de  Paúl.  De  acuerdo  a  las 
Constituciones  y  Estatutos  que  rigen  la 
vida  de  las  Hijas  de  la  Caridad,  el  Muy 
Rvdo.  P.  Robert  Maloney,  Superior 
General  de  Lazaristas,  ha  nombrado 


Visitadora  de  la  provincia  del  Ecuador  a 
Sor  Fausta  Montesdeoca  Cedeño, 
quien  tomó  posesión  de  su  cargo  el 
mismo  27  de  septiembre  de  1992. 

Auguramos  a  Sor  Fausta  Montesdeoca 
Cedeño  pleno  éxito  en  su  servicio  a  las 
Hijas  de  la  Caridad  de  la  provincia  del 
Ecuador.! 


Religiosas  de  María  Inmaculada  se  establecieron  en  Quito 


Las  Religiosas  de  María  Inmaculada, 
fundadas  en  España  y  que  se  hallan  ya 
establecidas  en  América  Latina,  en  Perú 
y  en  Colombia,  llegaron  también  a  Quito, 
en  donde  adquirieron  una  casa  en  la 
Avenida  América  intersección  con  la 
Cuero  y  Caicedo.  En  este  edificio,  Mons. 
Antonio  J.  González  Z.,  Arzobispo  de 
Quito,  erigió  canónicamente  la  Primera 


Casa  Religiosa  de  la  Congregación  de 
Religiosas  de  María  Inmaculada.  Esta 
casa  será  dedicada  a  un  hogar  de 
jóvenes,  especialmente  estudiantes.  ■ 


Primer  Encuentro  de  la  Asamblea  del  Pueblo  de  Dios 


En  la  semana  del  lunes  14  hasta  el 
sábado  19  de  septiembre  de  1992  se 
realizó  en  Quito  (Ecuador),  en  la  casa 
"Vida  Nueva"  de  La  Merced,  en  el  valle 
de  los  Chillos,  el  Primer  Encuentro  de  la 
"Asamblea  del  Pueblo  de  Dios",  Se 
llamó  "Asamblea  del  Pueblo  de  Dios"  a 
una  reunión  de  más  de  cuatrocientos 
hermanos  y  hermanas  creyentes  de  var- 
ias confesiones  cristianas  -católicos  y 
evangélicos-  y  de  varias  religiones  no 
cristianas,  representantes  de  veinte 
países  especialmente  de  América 


Latina.  Se  reunieron  con  ocasión  del 
Quinto  Centenario  del  Descubrimiento 
de  América,  para  dar  testimonio,  como 
creyentes,  de  su  fe  en  el  Dios  de  la  vida 
y  para  comprometerse  con  el  caminar 
liberador  de  ios  pueblos  de  América 
Latina. 

Participaron  en  este  Encuentro  de  la 
"Asamblea  del  Pueblo  de  Dios"  obispos, 
sacerdotes  y  miembros  de  comuni- 
dades eclesiales  de  base  de  la  iglesia 
Católica. 


536 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Los  participantes  en  este  Encuentro 
renovaron  los  siguientes  compromisos: 

•  Ck>mpromiso  por  la  afirmación  de  la 
identidad  indígena,  negra  y  mestiza 
de  América  Latina; 

•  Compromiso  en  el  proyecto  popular 
de  la  conquista  de  la  tierra  y  de  una 
vida  digna  para  todos; 


•  Compromiso  en  la  lucha  organizada 
de  nuestros  pueblos  y  de  los  demás 
pueblos  del  Tercer  Mundo; 

•  Compromiso  en  la  creatividad  alterna- 
tiva de  los  procesos  con  que  nuestros 
pueblos  están  construyendo  la  otra 
democracia,  la  de  las  hijas  e  hijos  de 
Dios,  hermanados  entre  si.  ■ 


Participantes  del  Ecuador  en  la  iV  Conferencia  General 
del  Episcopado  Latinoamericano 


Participaron  en  la  IV  Conferencia  del 
Episcopado  Latinoamericano  de  Santo 
Domingo  por  parte  del  Ecuador:  el  señor 
Cardenal  Pablo  Muñoz  Vega,  Mons. 
Antonio  J.  González  Z.,  Arzobispo  de 
Quito  y  Presidente  de  la  Conferencia 
Episcopal  Ecuatoriana.  Fueron  elegidos 
por  la  Conferencia  Episcopal:  Mons. 
Juan  Larrea  Holguín,  Arzobispo  de 
Guayaquil;  Mons.  Luis  Alberto  Luna  T., 
Arzobispo  de  Cuenca;  Mons.  Raúl 
López  M.,  Obispo  de  Latacunga;  Mons. 
José  Mario  Ruiz  N.,  Obispo  de  Portovie- 
jo;  Mons.  Vicente  Cisneros,  Obispo  de 
Ambato  y  Secretario  General  de  la 
C.E.E.;  Mons.  Antonio  Arregui  Yarza, 
Obispo  Auxiliar  de  Quito;  Mons.  Bernar- 
dino  Echeverría  Ruiz,  Administrador 
Apostólico  de  Ibarra,  fue  nombrado  por 


el  Papa  Juan  Pablo  I!  miembro  de  la  IV 
Conferencia.  Asistió  también  el  P.  Angel 
Heredia,  presbítero  de  la  Arquidiócesis 
de  Quito;  Mons.  José  Vicente  Eguigu- 
ren,  como  Presidente  de  Cáritas  Inter- 
nacional para  América  Latina.  Como 
representante  de  religiosos,  participó  la 
Hna.  Cecilia  Guarderas,  Presidenta  de 
la  CER;  la  Superiora  General  de  las 
Mañanitas  fue  invitada  por  S.S.  el  Papa 
Juan  Pablo  II;  como  representante  de 
los  seglares,  participó  en  la  IV  Conferen- 
cia el  señor  José  Cachimuel,  del  Depar- 
tamento de  Pastoral  indígena.  En  fin,  el 
P.  Dr.  Julio  Terán  Dutari,  participó  como 
Experto  de  la  IV  Conferencia.  El  Episco- 
pado Ecuatoriano  llevó  a  Santo  Domin- 
go, como  su  experto  particular,  al  Rvdo. 
P.  Angel  Salvatierra.  ■ 


Quinto  Congreso  Nacional  Mariano 


Por  disposición  de  la  Conferencia  Epis- 
copal Ecuatoriana,  se  celebró  en  la 
ciudad  de  Ibarra  el  "Quinto  Congreso 
Nacional  Mariano"  del  Ecuador.  El  tema 
del  Congreso  fue  el  siguiente:  "La  Fe  de 
María  y  la  Nueva  Evangelización".  Se 


celebró  este  Congreso  Mariano  como 
uno  de  los  últimos  actos  de  la 
celebración  del  Quinto  Centenario  del 
Inicio  de  la  Evangelización  de  América  y 
para  conmemorar  el  Centenario  de  la 
Consagración  del  Ecuador  al  Inmacu- 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


537 


lado  Corazón  de  María,  que  se  realizó 
en  julio  y  agosto  de  1 892. 

El  Cardenal  Eduardo  Pironio,  Presi- 


dente del  Consejo  Pontificio  para  lo: 
Laicos,  fue  nombrado  Enviado  Especia 
del  Papa  Juan  Pablo  II  para  las  celebra 
clones  de  este  Congreso  Mariano.  ■ 


Curso  de  preparación  de  Instructoras 


Con  el  auspicio  del  señor  Arzobispo  de 
Quito  Monseñor  Antonio  González  Z., 
se  realizó  un  Curso  de  Preparación  de 
Instructores  de  Paternidad  Respon- 
sable por  el  Método  Billengs,  con  asis- 
tencia de  quince  participantes  de  las 
parroquias  de  la  Magdalena,  Cara- 


pungo,  Carcelón,  Quito  Sur,  y  Mi- 
raflores. 

El  Seminario  se  realizó  en  la  Casa  de 
Retiros  Nuestra  Señora  de  El  Quinche, 
los  días  7,  8,  9  y  1 0  de  agosto  de  1 992. 


En  el  Mundo 
IV  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano 


Para  conmemorar  el  V  Centenario  del 
Inicio  de  la  Evangelización  de  América, 
se  celebró,  en  Santo  Domingo, 
República  Dominicana,  la  IV  Conferen- 
cia General  del  Episcopado  Lati- 
noamericano. Las  cuatro  Conferencias 
Generales  anteriores  fueron:  la  primera 
en  Río  de  Janeiro  en  1955;  la  segunda 
en  Medellín,  Colombia,  en  1968;  la  ter- 
cera en  Puebla  de  los  Angeles,  México, 
en  1979.  Esta  IV  Conferencia  General 
se  ha  celebrado,  trece  años  después  de 
la  tercera,  desde  el  1 2  de  octubre  hasta 
el  28  del  mismo  mes  de  1 992. 

Su  Santidad  el  Papa  Juan  Pablo  II  vino 
a  Santo  Domingo  para  inaugurar  la  IV 
Conferencia  General  del  Episcopado 
Latinoamericano  y  para  canonizar  al 
Obispo  misionero  Ezequiel  Moreno. 


El  tema  de  esta  IV  Conferencia  Genera 
fue  el  siguiente:  "Nueva  Evangelización, 
Promoción  Humana  y  Cultura  Cris- 
tiana". "Cristo  ayer,  hoy  y  siempre"  (Cfr. 
Hb.  13.  8). 

Más  de  trecientos  miembros  partici- 
paron en  esta  Conferencia,  que  fue 
presidida  por  el  Cardenal  Angelo  Se- 
daño, Secretario  de  Estado,  el  Cárdena 
Nicolás  de  Jesús  López  R.,  Arzobispo 
de  Santo  Domingo  y  Presidente  del 
CELAM,  y  por  Mons.  Serafín  Fernández 
de  Araujo,  Arzobispo  de  Belo  Horizonte 

Se  espera  el  documento  conclusivo  d( 
esta  IV  Conferencia,  a  fin  de  que  la; 
Iglesias  particulares  de  América  Latín; 
asuman  en  sus  planes  de  pastoral  la 
orientaciones  de  Santo  Domingo.  ■ 


538 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


Donativo  del  Papa  para  la  población  de  Somalia 


El  Papa  Juan  Pablo  II  pasó  los  úKImos 
días  de  agosto  en  un  período  de  reposo 
y  de  convalecencia  en  la  zona  monta- 
ñosa de  Lorenzago  de  Cadore.  En  el 
Angelus  de  un  domingo  en  la  plaza 
central  del  pueblo  de  Domee  de  Cadore, 
rodeada  de  las  montañas  de  los  Dolomi- 
tas, el  Papa  dijo:  "En  estos  días  de  con- 
valecencia y  descanso  he  caminado  por 
los  bosques  de  vuestras  montañas, 
apreciando  las  bellezas  naturales  y  ad- 
mirando los  paisajes  majestuosos  del 
Cadore  y,  sobre  todo,  he  podido  rezar 


por  la  iglesia  y  el  mundo. 

Juan  Pablo  II,  profundamente  entris- 
tecido por  los  tremendos  sufrimientos 
del  pueblo  de  Somalia  y  después  de  sus 
reiterados  llamamientos  en  favor  de 
esta  población  extenuada  por  el  hambre 
y  las  enfermedades,  ha  enviado  un 
donativo  de  cien  mil  dólares  (U.S. 
$1 00,000)  para  apoyar  las  iniciativas  de 
socorro.  El  Santo  Padre  ha  enviado  este 

don  a  través  del  Consejo  Pontificio  "Cor- 
unum".  ■ 


El  Cardenal  Tomko  enviado  especial  del 
Papa  a  la  isla  de  San  Salvador 


El  Santo  Padre  Juan  Pablo  II  nombró  al 
Cardenal  Jozef  Tomko,  prefecto  de  la 
Congregación  para  la  Evangelización 
de  los  pueblos,  enviado  especial  suyo 
para  las  celebraciones  que  se  realizaron 
en  la  isla  de  San  Salvador,  Diócesis  de 
Nassau,  los  días  17y  18  de  octubre,  con 


ocasión  del  V  Centenario  déla  Evangeli- 
zación de  América. 

Cristóbal  Colón  puso  el  nombre  de  San 
Salvador  a  la  isla  a  la  que  llegó  el  1 2  de 
octubre  de  1 492.  ■ 


Encuentro  Internacional  para 
se  celebró  en  Bruselas 

Se  celebró  en  Bruselas,  del  13  al15  de 
septiembre  de  1992,  un  Encuentro  Inter- 
nacional para  pedir  por  la  Paz.  Lo  or- 
ganizó la  Comunidad  de  San  Egidio,  en 
colaboración  con  la  Arquidiócesis  de 
Manilas-Bruselas,  como  continuación 
de  la  histórica  jornada  de  oración  in- 
terreligiosa por  la  paz,  promovida  por  el 
Papa  Juan  Pablo  II  y  celebrada  en  Asís 
en  octubre  de  1 986. 

Autoridades  eclesiásticas  cristianas, 


pedir  por  la  paz, 

judías,  islámicas,  budistas  e  hinduístas 
han  reflexionado  sobre  el  tema  actual: 
"Europa,  religiones  y  paz". 

El  Papa  Juan  Pablo  II  se  unió  al  Encuen- 
tro con  un  mensaje  enviado  al  Cardenal 
Edward  Idris  Cassidy,  Presidente  del 
Consejo  Pontificio  para  la  Promoción  de 
la  Unidad  de  los  Cristianos,  en  el  que 
afirmó  que  el  subdesarrollo  representa 
una  amenaza  creciente  para  la  paz.  ■ 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


539 


Religiosos  colombianos  fueron  beatificados 


El  25  de  octubre  de  1 992  fueron  beatifi- 
cados siete  religiosos  colombianos, 
miembros  de  la  orden  Hospitalaria  de 
San  Juan  de  Dios,  que  fueron  martiri- 
zados durante  la  Guerra  Civil  española 
por  las  milicias  republicanas  anticleri- 
cales. Los  siete  jóvenes  religiosos  ase- 
sinados en  odio  de  la  fe  son:  Juan  Bau- 
tista Velásquez,  Eugenio  Ramírez, 
Rubén  de  Jesús  López,  Melquíades 
Ramírez,  Esteban  Maya,  Gaspar  Páez y 


Arturo  Ayala.  Estos  jóvenes  religiosos 
colombianos  de  la  Orden  Hospitalaria 
de  "San  Juan  de  Dios"  fueron  enviados 
a  España  para  reforzar  el  personal  de  la 
Orden,  y  se  ocuparon  de  la  atención  a 
los  enfermos  en  el  Hospital  de  Ciem- 
pozuelos,  cerca  de  Madrid. 

Estos  siete  religiosos  serán  los  primeros 
beatos  colombianos,  que  serán  venera- 
dos por  la  Iglesia.  ■ 


Efemérides  de  la  Evangelización  de 
América  Latina 


Con  ocasión  de  los  quinientos  años  del  inicio  de  la  evangelización  de  América, 
recordamos  las  siguientes  efemérides: 


1492  Cristóbal  Colón  llega  a  tierras  del  Nuevo  Mundo. 


1493  El  Papa  Alejandro  VI,  por  las  bulas  "Inter  Coetera",  del  3  y  4  de  mayo, 
concede  a  la  Corona  Española  las  nuevas  tierras  y  el  encargo  de  la 
cristianización  del  Nuevo  Mundo,  y  delimita  las  zonas  de  influencia  de 
España  y  de  Portugal. 

1 503  Femando  de  Aragón  obtiene  del  Papa  Julio  II  la  promulgación  de  la  Bula  de 
la  Concesión  del  "Patronato  Regio",  por  el  cual  la  Iglesia  del  Nuevo  Mundo 
depende  para  todos  los  asuntos  disciplinares  de  la  Corona  Española. 

1508  Se  erigen  las  primeras  diócesis  americanas  de  Santo  Domingo,  La 
Concepción,  en  la  isla  Española,  y  de  San  Juan  en  la  Isla  de  Puerto  Rico. 


540 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


1546  El  Papa  crea  las  provincias  eclesiásticas  de  Santo  Domingo,  de  México  y  de 
Lima  y  eleva  estos  obispados  a  la  categoría  de  Arquidiócesis. 

1601  IV  Concilio  Provincial  de  Lima,  convocado  por  el  Arzobispo  Toribio  de 
Mogrovejo. 

1602  Fundación  del  Primer  Hospital  en  Caracas. 

1603  Fundación  de  las  universidades  de  Quito  y  Lima. 

1617  Muere  Santa  Rosa  de  Lima.  Ella  fue  beatificada  en  1672. 

1634  La  Corona  prohibe  el  comercio  de  esclavos  en  el  Pacífico. 

1651  Nace  Sor  Inés  de  la  Cruz,  primera  poetisa  de  lengua  española  (1651-1695). 

1674  Decreto  concerniente  a  la  libertad  de  los  esclavos. 

1687  Fundación  de  las  reducciones  de  la  Santa  Trinidad,  de  San  Ignacio,  de  San 
Francisco  Xavier  y  de  San  Francisco  de  Borja  (1687-1793). 

1720  Cédula  Real,  que  suprime  las  encomiendas.. 

1722  Publicación  del  primer  periódico  mexicano  "La  Gaceta  de  México"  e  "Infor- 
maciones sobre  la  Nueva  España", 

1724  Fundación  en  México  del  Convento  de  "Corpus  Christi"  para  religiosas 
indígenas. 

1737  Concordato  entre  la  Santa  Sede  y  Felipe  V. 

1767  Expulsión  de  la  Compañía  de  Jesús  y  propuesta  de  reforma  de  las  Ordenes 
religiosas  en  América. 

1776  Independencia  de  los  Estados  Unidos  de  América. 

1 898  Primer  Concilio  Plenario  Latinoamericano  en  Roma. 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


541 


1955  Primera  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  en  Río  de 
Janeiro  (Brasil) 

1968  Segunda  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  en  Medeilín 
(Colombia). 

1 979  Tercera  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  en  Puebla  de 
los  Angeles  (México). 

1992  Cuarta  Conferencia  General  del  Episcopado  Latinoamericano  en  Santo 
Domingo  (República  Dominicana). 


La  fundación  catequística 

LUZ  Y  VI  DA 

ir\stalada  en  el  interior  del 
Pasaje  Arzobispal  -  local  N°  13 

OFRECE: 
Variedad  de  Agendas  para  1993 

a  cargo  de 

PEDRO  LOMB ARDIA  y  JUAN  IGNACIO  ARRIETA 

^  211451  Apartado  Postal:  17-01-139 

QUITO  -  ECUADOR 


542 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


INDICE  GENERAL  DE  1992 

EDITORIALES:                                                    NUMEROS  PAG. 

•  Proyecciones  del  Primer  Congreso 

Latinoamericano  de  Doctrina  Social  de  la  iglesia  1 ,  2  y  3  3 

•  La  formación  de  los  sacerdotes  en  la  situación  actual  4  y  5            1 27 

•  Un  importante  Centenario  6  y  7  203 

•  El  Catecismo  de  la  Iglesia  Católica  8  y  9  359 

•  Medio  Milenio  de  la  Evangelización  de  América       10,  11  y  12  423 

DOCUMENTOS  DE  LA  SANTA  SEDE 

•  Carta  de  la  Sta.  Sede  a  los  Presidentes 

Rodrigo  Borja  y  Alberto  Fujimori  1 , 2  y  3  9 

•  Carta  de  Juan  Pablo  II  10 

•  Mensaje  del  Santo  Padre  Juan  Pablo  II  para  la 

VII  Jornada  Mundial  de  la  Juventud  11 

•  Desarrollo  de  la  Pastoral  de  las  Vocaciones  en 

las  Iglesias  Particulares  17 

-  Tema  e  intenciones  18 
Capítulo  I  •  Aspectos  generales  y  estudio  de  situaciones  22 
Capítulo  II  •  Urgencias  de  carácter  doctrinal  27 
Capítulo  III  •  Opciones  de  la  pastoral  de  las  vocaciones  32 
Capítulo  IV  •  Responsabilidades  de  personas  y  comunidades  35 
Capítulo  V  •  Pastoral  juvenil  y  pastoral  de  las  vocaciones  39 
Capítulo  VI  •  Aspectos  organizativos  51 

-  Conclusiones  55 

•  Mensaje  Cuaresmal  1992  65 

•  Instrucción  pastoral  del  pontificio  Consejo  para  las 

Comunidades  Sociales  «Aetatis  novae»  4y5  133 

-  I.  Contexto  de  las  comunicaciones  sociales 

para  el  proceso  electoral  135 

-  II.  Tarea  de  las  comunicaciones  138 

-  III.  Retos  actuales  143 

-  IV.  Prioridades  Pastorales  y  medios  de  respuesta  145 

-  V.  Necesidades  de  una  planificación  pastoral  147 

•  ANEXO 

-  Elementos  de  un  plan  pastoral  de  comunicaciones  149 

•  Erección  de  la  Fundación  Autónoma 

"Populorum  Progressio"  156 

•  Estatutos  de  la  Fundación  Populorum  Progressio  157 

•  Carta  del  Santo  Padre  JUAN  PABLO  II 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


543 


NUMEROS  PAG. 

a  los  sacerdotes  para  el  jueves  Santo  de  1 992  1 61 

•  Mensaje  del  Santo  Padre  para  la 

XXIX  Jornada  Mundial  de  Oración  por  las  Vocaciones  1 63 

•  Exhortación  Apostólica  Postsinodal  «Pastores  dabo  vobis»  209 

-  CAPITULO  I.  Tomado  de  entre  los  hombres  214 

-  CAPITULO  II.  Me  ha  ungido  y  me  ha  enviado  223 

-  CAPITULO  III.  El  espíritu  del  Señor  está  sobre  mí  234 

-  CAPITULO  IV.  Venid  y  lo  veréis  255 

-  CAPITULO  V.  Instituyó  Doce  para  que  estuvieran  con  El  269 

-  L  Dimensiones  de  la  formación  sacerdotal  271 

-  II.  Ambientes  propios  de  la  formación  sacerdotal  295 

-  III.  Protagonistas  de  la  formación  sacerdotal  301 

-  CAPITULO  VI.  Te  recomiendo  que  reavives 

el  carisma  de  Dios  que  está  en  ti  308 

-  Conclusión  327 

•  Alocución  del  Papa  a  la  hora  del  "Angelus"  365 

•  Textos  del  Mensaje  del  Papa  Juan  Pablo  II 

para  el  "DOMUND"  de  1 992  367 

•  De  la  Desesperación  a  la  Esperanza 

(Familia  y  Toxicodependencia)                           10,  11  y  12  429 

-  I.  El  Fenómeno  de  la  Toxicodependencia  431 

-  II.  Tarea  Específica  de  la  Iglesia  436 

-  III.  Presencia  Evangelizadora  de  la  Iglesia  441 

•  Mensajes  del  Santo  Padre  JUAN  PABLO  II, 

en  su  tercera  visita  a  la  República  Dominicana  450 

•  Apertura  de  la  IV  Conferencia  General 

Episcopal  Latinoamericana  456 

-  I.  Jesucristo  ayer,  hoy  y  siempre  457 

-  II.  Nueva  Evangelización  460 

-  III.  Promoción  Humana  465 

-  IV.  Cultura  Cristiana  470 

-  V.  Una  Nueva  era  bajo  el  Signo  de  la  Esperanza  473 

•  Encuentro  con  una  representación  de  indígenas  478 

•  Mensaje  a  los  indígenas  479 
Encuentro  con  una  representación  de  afroamericanos  484 
Mensaje  a  los  afroamericanos.  485 

DOCUMENTOS  DEL  CELAM 

•  Congreso  Ecuménico  Iberoamericano  1,2y3  69 
I  Congreso  Latinoamericano  de  Jóvenes  73 
Primer  Congreso  Latinoamericano  de  Pastoral 


544 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


NUMEROS  PAG. 

de  Santuarios  Getsemaní  Quito  -  Ecuador                     8  y  9  373 

•  Conferencia  Episcopal  Peruana  377 

•  Mensaje  a  los  pueblos  de  América  Latina 

y  el  Caribe.                                                  10,  11  y  12  491 

DOCUMENTOS  DE  LA  C.  EPISCOPAL  ECUATORIANA 

Declaración  de  la  C.  Episcopal  Ecuatoriana  ante 

la  visita  del  señor  Presidente  del  Perú  1 ,  2  y  3  79 

Orientaciones  pastorales  de  la 

C.  Episcopal  Ecuatoriana  para  el  proceso  electoral  83 
Declaración  de  la  Conferencia  Episcopal 

sobre  la  "Marcha  Indígena"  6  y  7  333 

Condecoración  "Iglesia  y  Servicio" 

al  Dr.  Rodrigo  Borja  Cevallos  8  y  9  381 

El  "Domund"  de  1992  386 
Medidas  Económicas.  Declaración  del  Consejo 
Permanente  de  la  Conferencia 

Episcopal  Ecuatoriana  10,  11  y  12  503 


DOCUMENTOS  ARQUIDIOCESANOS 

•    Eucaristía  en  la  Sesión  de  Clausura 

del  Proceso  de  Beatificación  y  Canonización  dé 

la  sierva  de  Dios  Francisca  de  las  Llagas  Cornejo  1 ,  2  y  3  89 
La  mediación  Papal  en  el  conflicto  de  límites  95 
El  Santo  Hermano  Miguel  Pebres  Cordero  107 
"Compartir  es  amar"  111 
Centenario  de  la  Congregación  de 

Hermanas  Oblatas  de  los  CC.SS.  4  y  5  1 69 

Jueves  Santo,  día  del  Sacerdocio  Ministerial  175 
VII  Jornada  Mundial  de  la  Juventud  1 80 

Mensaje  de  Pascua  de  Mons.  Antonio  J.  González  Z., 
Arzobispo  de  Quito  y  Presidente  de  la 

Conferencia  Episcopal  Ecuatoriana  184 
Semana  Vocacional  en  la  Arquidiócesis  de  Quito  186 
Puesto  de  María  en  la  Evangelización 

pasada  y  presente  6  y  7  337 

El  Obolo  de  San  Pedro  348 
Fiesta  del  Nuevo  Beato  Josemaría  Escriva  de  Balaguer  8  y  9  391 
Oración  Gratulatoria  396 
Primer  Centenario  de  la  Consagración  del  Ecuador 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


545 


NUMEROS 

PAG. 

al  Inmaculado  Corazón  de  María 

402 

•    Celebremos  el  "Día  del  Papa" 

10.  11  y  12 

509 

•    Beatificación  de  Narcisa  de  Jesús 

510 

•    Fiesta  de  Nuestra  Señora  de  la  Presentación  de 

El  Quinche 

513 

•    Beatificación  de  la  Sierva  de  Dios 

Madre  Francisca  de  Sales  Aviat 

519 

•    Día  de  la  no  violencia  contra  la  mujer 

525 

ADMINISTRACION  ECLESIASTICA 

•  Nombramientos 

1,2y3 

113 

4y  5 

190 

6y  7 

349 

8y  9 

406 

10,  11  y  12 

527 

•  Ordenaciones 

1.2y3 

114 

4y  5 

190 

8y  9 

407 

•  Decretos 

1,2y3 

116 

4y  5 

191 

6  V  7 

349 

8y  9 

409 

10,  11  y  12 

528 

INFORMACION  ECLESIAL  EN  EL  ECUADOR 

•    En  el  Ecuador 

1,2y3 

117 

4y  5 

192 

6y  7 

350 

8y  9 

410 

10.  11  y  12 

534 

•    En  el  mundo 

1,  2y3 

120 

4y  5 

195 

6y  7 

353 

8y  9 

415 

10.  11  y  12 

538 

Efemérides  de  la  Evangelización  de  América  Latina 

540 

Indice  general  de  1992. 

543 

546 


BOLETIN  ECLESIASTICO 


La  Dirección 

y 

Administración 
del 

BOLETIN  ECLESIASTICO 
DE  LA  ARQUIDIOCESIS 
DE  QUITO 

Saludan  cordialmente  a  sus 
suscriptores  y  anhelan  que  la 
paz  y  la  alegría  de  la  Navidad 
se  prolonguen  a  lo  largo 
del  año  1993. 


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