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boletín 


SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


A 


boletín 

TOMO  m 

MARZO  1895  Á  FEBRERO  1896 
MADRID 

Imprenta.— Pasaje  de  la  A'hamhra.   i. 


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A/ 


BOIvKTlN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAiOLA  DE  EICÜRSIOIS 


AÑO  III 


nVCadrid  Í-°   de   l^^Carzo   de   1895 


I 


NÜM.  25 


EXCURSIONES 


FORTALEZAS  Y  CASTILLOS 

r)E  Iva:  A-GiXTEiD^A.  -^  eso  A.Lo:isr.A. 


I    . 
Maqueda. 

L  estudio  de  la  arquitectura  mili- 
tar en  la  Edad  Media  ofrece  en  Es- 
paña singular  atractivo,  entre  los 
numerosos  asuntos  que  constitu- 
yen la  arqueología  de  esa  época,  no  sólo 
por  su  importancia  intrínseca,  general- 
mente reconocida ,  sino  que  también  por 
el  carácter  peculiar  que  distingue  á  las 
construcciones  militares  musulmanas  y 
cristianas  de  aquel  tiempo,  en  España,  y 
por  la  escasez  de  especulaciones  artísti- 
cas y  técnicas  de  que  han  sido  objeto. 

Si  la  contemplación  de  esos  inválidos 
testigos  de  la  memorable  epopeya  de  la 
Reconquista  y  de  las  contiendas  civiles, 
eternas  en  nuestra  patria,  embarga  el 
ánimo  del  ferviente  arqueólogo,  no  le  ab- 
sorbe menos  la  resolución  del  intrincado 
problema  cronológico  que  en  cada  ejem- 
plar le  presentan  los  desmochados  muros 
y  los  ruinosos  torreones ,  en  cuyos  recin- 
tos y  al  pie  de  cuyos  adarves  se  desarro- 
llaron los  innúmeros  dramas,  por  tan  grá- 
fico estilo  relatados  en  las  interesantes 
crónicas  generales  y  particulares. 

Entre  las  muchas  ruinas  de  fortificacio- 
nes que  aún  perduran  en  España,  las  de 
las  fortalezas  y  castillos  de  Escalona  y 
Maqueda  presentan  especial  dificultad  á 
la  investigación,  aquí,  como  en  otros  mu- 
chos casos,  hostigada  por  el  interés  histó- 
rico que  guardan  en  sus  desmantelados 
T.  m 


recintos,  inexpugnables  y  nunca  forza- 
dos, vastos,  poblados  y  extraordinaria- 
mente fortalecidos  en  otros  tiempos,  iner- 
mes, yermos  y  asolados  al  presente. 

No  ofrecen,  pues,  á  los  ojos  del  excur- 
sionista un  objetivo  de  gran  bulto  los  es- 
cuetos muros  torreados  que  restan  del 
castillo-palacio  del  Comendador  mayor 
de  León,  construido  en  Maqueda  durante 
los  primeros  años  de  la  segunda  mitad 
del  siglo  XV,  de  una  parte;  la  antigua 
torre  de  la  Vela  y  la  puerta  maestra  de 
la  fortaleza,  únicos  vestigios  de  la  cons- 
trucción mucho  más  antigua,  de  otra. 
Enteramente  desprovistos  de  todo  deta- 
lle de  esos  que  comúnmente  se  llaman 
artísticos  y  que,  como  vulgarmente  se 
dice,  llenan  el  ojo,  sólo  al  aficionado  al 
estudio  de  las  construcciones  militares  ó 
al  que  se  complace  en  la  contemplación 
de  cualquiera  reliquia  arquitectónica  de 
la  Edad  Media  pueden  interesar. 

Debieron  constituir  el  poblado  y  forta- 
leza de  Maqueda  '  una  de  las  más  pode- 
rosas defensas  de  la  línea  del  Tajo  en  to- 
das épocas ,  por  su  situación  próxima  á 
una  de  las  grandes  vías  militares,  reco- 
rrida ya  por  Aníbal  en  su  primera  inva- 
sión, reparada  luego  por  los  romanos,  y 
más  tarde  por  el  amir  Yussuf  el  Fehri 
en  746.  Más  próxima  todavía,  pues  acaso 
pasase  por  el  pie  de  sus  muros,  tenía  la 
vía  de  segundo  orden,  que  guiaba  direc- 
tamente desde  Toledo,  dejando  á  su  de- 
recha el  Guadarrama  y  el  Alberche,  á  los 
pasos  de  la  sierra  de  Cadalso  que  más 
acortaba  el  camino  del  NO.  de  la  Penín- 


1  No  fué  villa  hasta  el  siglo  xiv  muy  entrado. 

I 


boletín 


sula,  eterno  objetivo  de  todos  los  pue- 
blos invasores,  que  codiciaron  las  fabulo- 
sas riquezas  metalúrgicas  de  aquella  re- 
gión, de  que  tan  asombrosas  noticias  nos 
han  dejado  los  historiadores  de  la  anti- 
güedad clásica  ',  y  de  cuya  explotación 
perduran  pruebas  tan  memorables  como 
la  desviación  del  río  Sil  en  Monte  Fura- 
do,  atribuida  á  algún  pueblo  anterior  al 
romano. 

Que  las  razas  primitivas,  de  quienes 
no  se  ha  podido  escribir  historia  alguna, 
dejaron  rastros  de  su  vivienda  en  estas 
tierras  de  Toledo,  lo  prueban  las  aras  de 
Almorox,  los  toros  que  existían  en  la  sie- 
rra de  San  Vicente  en  1576  y  los  sepul- 
cros encontrados  en  muchos  puntos, 
como  Maqueda,  donde  existían  descu- 
biertos y  notados  en  la  segunda  mitad 
del  siglo  XVI.  Más  memorias  se  conser- 
van en  toda  esta  tierra  y  en  la  propia 
villa,  de  la  dominación  romana;  pero  sólo 
por  inducción  puede  decirse  que  en  su 
época  debió  ser  atendida  Maqueda  como 
plaza  fuerte,  defensora  de  vías  importan- 
tes y  de  un  país  llano  y  rico,  sabiendo 
que  en  sus  inmediaciones  debió  librarse 
alguna  gran  batalla,  según  exploraciones 
verificadas  en  el  siglo  xvi. 

Y  así  seguiría  hasta  la  invasión  aga- 
rena.  Los  primeros  amires  atendieron  á 
la  reparación  y  reconstrucción  de  las  nu- 
merosas é  importantes  obras  etruscas  y 
románicas  que  aún  quedaban  en  la  Pe- 
nínsula, y  se  apresuraron  á  fortificar  las 
plazas  que  habían  de  asegurarles  la  po- 
sesión del  rico  país  en  que  tan  á  gusto 
se  iban  estableciendo,  así  las  salvajes 
hordas  africanas,  como  las  tribus  que, 
procedentes  de  Siria,  de  Egipto,  de  Ara- 
bia, traían  una  civilización  tan  diversa  de 
la  romana  y  visigótica.  En  761  se  hallaba 
ya  Toledo  muy  íortalecida,  con  muros  y 
torreones  de  nueva  fábrica ,  y  es  verosí- 
mil que  lo  mismo  sucediera  en  todo  su 
territorio  -.  Más  adelante  Abderahmán  II 
encargaba  á  Giafar  ben  Muhasin  Saheb- 
alehnia,  ó  jefe  de  los  arquitectos,  la  repa- 
ración de  las  fortalezas  y  murallas  de 
Mérida,  y  en  981  el  arquitecto  Fatho  ben 


Ybraim  el  Omeya,  célebre  por  su  saber 
y  por  sus  numerosos  viajes  á  Oriente, 
fortifica  ó  aumenta  las  fortificaciones  de 
Maqueda,  ante  las  cuales  era  vencido  y 
hecho  prisionero,  en  una  gran  batalla  en 
1013,  el  ví^alí  de  Toledo,  Obeidala,  rebe- 
lado contra  el  rey  de  Córdoba,  Hixen. 
Integra  debió  llegar  á  poder  de  las  hues- 
tes de  Alfonso  VI,  cuando,  apoderadas 
ya  de  Madrid,  fueron  dominando  su  terri- 
torio y  el  de  Toledo  antes  de  rendir  á  la 
gran  metrópoli;  y  nada  nos  dicen  las  his- 
torias acerca  de  asedios,  escaladas  ni  des- 
trucciones de  las  numerosas  plazas  fuer- 
tes que  defendían  el  país.  Hay,  pues,  fun- 
dadas razones  para  dar  como  seguro  que 
estas  plazas  fueron  ocupadas  por  los  al- 
caides cristianos  sin  que  necesitasen  nue- 
vas obras  de  defensa  ';  y  como  de  épocas 
posteriores  tampoco  consta  que  Maqueda 
fuese  desmantelada  en  poco  ni  en  mucho, 
puede  afirmarse ,  con  visos  de  certidum- 
bre ,  cuál  sea  la  filiación  cronológica  de 
las  obras  que  hasta  nuestra  época  han 
llegado  y  de  las  que  adelante  nos  ocupa- 
remos. 

Maqueda  se  entregó  á  Alfonso  VI  en  la 
campaña  de  1083  con  todo  el  territorio 
comprendido  entre  Talavera  y  Madrid, 
campaña  que  continuaba  la  que  el  año 
anterior  había  llevado  á  cabo  felizmente, 
entrando  por  los  puertos  de  la  sierra  de 
Guisando  y  apoderándose  de  Escalona  y 
de  Talavera,  principales  plazas  fuertes 
al  Norte  y  á  Poniente  de  Toledo  y  que 
con  la  posesión  de  Maqueda,  que  no  debía 
ceder  en  importancia  estratégica  á  las 
mencionadas ,  aseguraba  á  los  cristianos 
el  dominio  de  la  región  fronteriza.  Otra 
prueba  de  la  importancia  militar  de  Ma- 
queda es  que  no  figura  entre  los  pueblos 
con  que  Alfonso  VI  dotó  á  la  iglesia  de 
Toledo  á  raíz  de  la  conquista,  debiendo 
quedar  en  el  dominio  real ;  y  si  bien  en 
1115  doña  Urraca  y  Alfonso  VII  le  dona- 
ban Maqueda  y  Alfamín  y  en  1127  otorga- 
ba el  Papa  Honorio  la  bula  de  donación  ó 
constitución  de  la  diócesis,  era  esto  cuan- 
do ya  se  hallaba  relativamente  consolida- 
da la  posesión  de  entrambas  riberas  del 


1  Y  los  arábigos.  V.  Al-Makari. 

2  Al-Makari  lo  afirma  concretamente. 


1  Así  lo  afirma  la  Crón.  del  Anónimo  de  Córdoba 
coetánea  y  la  arábiga  del  Embajador  de  Marruecos. 


DK    LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


Tajo.  Esa  importancia  resulta  asimismo 
en  el  hecho  de  aparecer  tres  vecinos  de 
Maqueda  confirmando  el  fuero  concedido 
á  los  muzárabes,  castellanos  y  francos  de 
Toledo  en  1118  *  por  el  emperador.  Ase- 
gúrase que  también  figura  esa  confirma- 
ción al  pie  del  fuero  primitivo  de  Madrid; 
y  cuando  Alfonso  VIH  exigió  á  los  "ba- 
rones principales  del  reino,  gobernado- 
res, ciudades,  al  maestre  de  Calatrava 
con  sus  freyles,  al  comendador  de  Lacles 
con  sus  hermanos,  al  arzobispo  de  Tole- 
do y  obispos,,  juramento  y  promesa  de 
recibir  á  Conrado  de  Suevia,  hijo  del  em- 
perador de  Alemania  y  entregarle  por 
mujer  á  la  infanta  doña  Berenguela,  hija 
de  Alfonso  VIII  y  "dar  el  reino  á  la  mis- 
ma mujer  suya  y  á  Conrado  de  Suevia 
con  ella,,,  Maqueda  aparece  confirmando 
al  pie  de  la  escritura  de  contrato  que  pre- 
cedió al  matrimonio  de  la  infanta,  y  al 
lado  de  Toledo,  Madrid,  Talavera,  Gua- 
dalajara,    Cuenca,   Plasencia ,  Trujillo, 
Escalona,  Huete ,   Cuéllar,   Coca,  Por- 
tillo, Pedraza ,  Hita,   Talamanca,  Uze- 
da  y  Buytrago.  Del  texto  de  esta  escri- 
tura deduce  el  marqués  de  Mondéjar  que 
en  esta  época  concurrían  á  las  Cortes  ge- 
nerales de  Castilla,  no  sólo  las  ciudades 
del  reino,  sino  que  también  los /«¿"«r^s 
tnds  señalados  suyos.  Y  esto  se  prueba 
por  cierto,  andando  el  tiempo,  por  ia  con- 
testación que  dan  los  regidores  de  Ma- 
queda, á  una  de  las  sesenta  y  dos  pregun- 
tas que  constituyen  la  Instrucción  en- 
viada por  Felipe  II  á  las  ciudades  y  villas 
de  España,  para  la  formación  del  censo 
general  que  proyectó.  En  1177  D.  Alfon- 
so Vil  había  donado  la  villa,  fortaleza  y 
castillo  de  Maqueda  á  la  Orden  de  Cala- 
trava en  recompensa  de  sus  muchas  y 
valiosas  hazañas  en  la  frontera. 

Maqueda,  como  Toledo  y  Talavera,  re- 
sistían en  1197  la  acometida  del  rey  de 
los  almohades  lusuf,  quien  tuvo  que  re- 
troceder fugitivo. 

Y  este  es  el  último  hecho  de  armas  de 
importancia  general  en  que  mencionan  á 
Maqueda  las  historias  de  la  Edad  Media, 
no  apareciendo  ya  en  los  siglos  posterio- 


res sino  como  uno  de  tantos  alcázares 
fortificados,  que  cambiaba  de  dueño  con 
las  peripecias  de  las  contiendas  civiles, 
amparando  ya  á  monarcas  niños  secues- 
trados por  sus  propios  subditos,  ya  á  re- 
yes fugitivos  de  su  propia  corte ,  ya  sir- 
viendo de  cárcel  y  lugar  de  suplicio  de 
poderosos  magnates,  como  el  maestre  de 
Calatrava  D,  Juan  Núñez  de  Prado,  de- 
gollado en  la  fortaleza  de  Maqueda,  no 
por  orden  de  D.  Pedro  I,  como  han  su- 
puesto algunos,  sino  por  la  del  maestre 
que  le  sucedió  D.  Diego  García  de  Padi- 
lla, quien  castigó  en  él  muchas  traiciones 
y  su  odio  á  la  familia  de  los  Padillas. 

Perteneció  Maqueda  por  donación  de 
Alfonso  VII  á  la  Orden  de  Calatrava, 
constituyendo  con  la  villa  y  castillo  de 
San  Silvestre  y  sus  términos  una  de  sus 
encomiendas,  hasta  el  año  1435,  en  que  el 
condestable  D.  Alvaro  de  Luna  trató  con 
la  Orden  y  su  maestre  y  el  comendador 
de  Maqueda  "que  le  trocasen  la  villa  y  á" 
San  Silvestre  por  los  lugares  de  Arjona 
y  Arjonilla,,,  que  había  comprado  al  con- 
de de  Luna  y  que  constituyendo  el  du- 
cado de  Arjona,  en  la  provincia  de  Jaén, 
le  había  sido  transmitido  por  D.  Juan  II 
tiempo  atrás  "y  después  de  muchos  dares 
y  tomares  se  vinieron  á  concertar  y  po- 
ner tasadores  por  la  una  parte  y  por  la 
otra,  y  al  fin  se  vinieron  á  concertar  y  ha- 
cer el  dicho  trueco„  con  doce  mil  mara- 
vedís que  agregó  el  Condestable  á  sus 
dos  nombrados  lugares  ',  y  según  Sando- 
val,  entrando  en  la  negociación  además 
las  villas  de  Ximena  y  Recena  y  la  escri- 
banía mayor  de  Ciudad  Real. 

Las  razones  políticas  y  de  propia  con- 
veniencia que  á  D.  Alvaro  pudieron  su- 
gerir este  trueque  serán  expuestas  al 
tratar  de  Escalona.  Por  ahora  nos  basta 
consignar  que  la  importancia  de  Maque- 
da  no  debía  haber  disminuido,  sino  antes 
aumentado,  cuando  valía  el  cambio  con 
dos  lugares  y  dos  villas  importantes  y 
una  pingüe  renta. 

En  la  accidentada  historia  del  malaven- 
turado Condestable  figura  Maqueda  como 
uno  de  los  baluartes  inexpugnables  de  su 


1  Hasta  1169  no  obtuvieron  asiento  en  las  Cortes  los 
concejos.  (T.  i,  Códs.  esp.,  pág.  250,  2.") 


1  Relaciones  pedidas  á  las  ciudades  y  villas  de  Es- 
paña de  orden  de  Felipe  II. 


boletín 


poderío.  En  la  conjuración  que  en  el  año 
1441  tramaron  contra  él  las  reinas  de 
Castilla  y  de  Navarra,  el  infante  D.  En- 
rique de  Aragón  y  varios  grandes,  fueron 
á  provocarle  en  sus  estados  con  gran  co- 
pia de  gente,  y  aunque  el  Condestable  les 
salió  al  encuentro  en  Maqueda  y  aceptó 
el  reto,  nada  pudieron  contra  él  ni  en  esta 
plaza  fuerte  ni  en  campo  abierto,  pero 
harto  fortalecido  como  adelante  vere- 
mos. 

Más  triste  papel  desempeñaba  la  invic- 
ta fortaleza  algunos  años  después.  Tenía- 
la por  el  Condestable  Fernando  de   Ri- 
vadeneyra,  uno  de  sus  más  fieles  amigos 
y  servidores,  y  quien  á  su  lado  estuvo  en 
Burgos  hasta  los  últimos  momentos...  "y 
ya  después  de  degollado  el  Maestre,  él 
se  va  derechamente  para  aquella  villa- 
dice  la  Crónica  de  D.  Alvaro— con  pro- 
pósito de  la  defender  por  su  señor  contra 
todas  laspersonas  del  mundo,  e  barréala, 
e  fortalesce  la  misma  villa  e  la  fortaleca 
della  lo  mejor  que  puede.  E  por  mas  se 
enfortalesger,  fase  quemar  e  derribar  un 
grand  numero  de  casas,  que  estavan  en 
cave  la  cerca;  e  aun  a  vueltas  dellas  fas- 
Qe  derribar  unas  dos  Eglesias  por  cabsa 
de  lo  qual  el  se  vido  después  en  assaz  tra- 
bajo por  aver  absolución  del  excesso  e 
crimen  que  cometió  en  las  fascer  derri- 
bar, e  espendió  sobre  ello  assaz  suma  de 
su  fascienda,  fasta  aver  la  tal  absolución. 
El  rey  e  los  que  con  él  iban  se  apossen- 
tan  por  las  casas  de  fuera  como  mejor 
pudieron.  De  la  fortaleza  lanzaban  pie- 
dras con  mandrones  e  lanzaban  passado- 
res  con  ballestas  fuertes  '.  Los  de  fuera 
ponen  sus  anteparas  por  sus  possadas,  de 
puertas  e  de  tablas ,  e  de  otros  amparos 
contra  los  tiros  que  se  langaban,  e  por  las 
calles  andaban  cercanos  e  arrimados  á 
las  paredes  por  se  guardar  e  defender  de 
los  tales  tiros.  El  rey  estovo  allí  algu- 
nos dias ,  e  Fernando  de  Ribadeneyra  e 
los  que  con  él  eran  se  defendieron  recia- 
mente, fasta  tanto  que  el  rey  e  los  de  su 
Consejo,  veyendo  ser  complidero  que  lo 
que  por  armas  non  se  podia  acabar  se 
acabase  con  vozes  e  con  palabras,  e  por 


los  actos,  que  para  en  tales  cosas  é  ca- 
sos están  ordenados  por  las  leyes  de  las 
Partidas  e  Ordenamientos  del  reyno, 
acordaron  que  raandasse,  segund  que  lo 
mandó  el  rey  fascer  dar  pregones  e  fascer 
processo  contra  el  Fernando  de  Ribade- 
neyra e  contra  los  que  con  él  estaban, 
para  fascer  estrado  de  luto  e  los  dar  por 
traydores.  El  Fernando  de  Ribadeneyra 
como  era  cauallero  de  prez  e  de  valor  e 
persona  que  amaua  mucho  su  honor  e  su 
fama;  e  como  sea  otrossi  que  todas  las 
personas  son  más  obligadas  á  sí  mismas 
que  á  otro  alguno...  convínole  de  entre- 
gar la  villa  e  la  fortaleza  al  rey  e  final- 
mente que  lo  entregó  todo  essenta  e  li- 
bremente...,, 

En  virtud  de  las  leyes  que  regían  lass 
relaciones  político-militares  entre  el  rey 
y  sus  magnates,  y  que  rara  vez  se  cum- 
plían sin  lucha  y  transacciones,  la  fortale- 
za y  castillo  de  Maqueda  se  rindió  al  mo- 
narca, tan  solamenteen  el  concepto  de  res- 
tarlos á  la  familia  y  criados  del  Condesta- 
ble. Mediaron  pactos  entre  Fernando  de 
Ribadeneyra  y  el  rey:  éste  nombraría  al- 
caide suyo  que  se  incautase  de  la  plaza, 
pero  quedando  ésta  de  propiedad  del 
conde  de  Santisteban,  hijo  de  D.  Alvaro, 
á  quien  compró  la  villa  y  sus  defensas  el 
arzobispo  de  Toledo,  D.  Alonso  Carrillo, 
el  cual  la  dio  luego  á  un  sobrino  suyo. 
Carrillo  también.  De  éste  la  adquirió  por 
fin  el  comendador  mayor  de  León,  don 
Gutierre  de  Cárdenas  ',  el  célebre  conta- 
dor mayor  del  rey  D.  Fernando  el  Cató- 
lico y  de  la  reina  Isabel,  "á  quien  sirvió  de 
maestresala,, — según  dice  Salazar  y  Men- 
doza—"y  fué  mucha  parte  para  que  se 
efectuase  su  casamiento  con  el  rey,,.  Tuvo 
tanta  mano  en  el  gobierno  destos  reinos, 
como  dice  la  copla: 

«Cárdenas  y  el  Cardenal 
Chacón  y  fray  Montero 
traen  la  corte  al  retortero. „ 

Obtuvo  D.  Gutierre  el  señorío  de  Ma- 
queda con  título  de  duque,  por  merced  de 
los  reyes,  viniendo  así  á  ser  el  postrero 
señor  de  Maqueda  y  quien  la  elevó  á  gran 
esplendor,  reconstruyendo  el  castillo-pa- 


1  Y  ¡iros  de  pólvora ,  según  el  bachiller  Fernán 
Gómez  de  Cibdareal. 


1  Compró  además  al  cabildo  catedral  de   Toledo 
las  villas  de  Torrijos  y  de  Alcabón. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


5 


lacio  y  reparando  sus  defensas  ,  aumen- 
tando hospitales  y  otras  fundaciones,  bien 
ajeno  de  que  la  incuria  de  sus  sucesores 
había  de  dejar  en  breve  tiempo  yermo, 
asolado  y  desierto  el  que  había  sido  por 
tantos  siglos  uno  de  los  más  firmes  ba- 
luartes del  reino  de  Castilla. 


Escasísimos  son,  con  efecto,  los  restos 
que  de  esa  pasada  y  prepotente  grandeza 
quedan  en  Maqueda,  pero  miserables  y 
t  abatidos  como  subsisten  todavía,  repre- 
sentan muy  característicamente  á  los  dos 
pueblos  que,  en  las  últimas  etapas  de  su 
historia  militar,  tuvieron  en  ella  una  de 
sus  mejores  fortalezas.  La  alta  torre  de 
la  vela,  cuya  gallarda  altivez  aún  no  han 
abatido  ni  las  dentelladas  del  año ,  ni  la 
codicia  del  hombre;  la  puerta  maestra 
de  la  fortaleza,  nos  hablan  de  los  arqui- 
tectos militares  de  Yusuf-el-Fehri,  de 
otros  anteriores  y  de  los  primeros  califas. 
El  desmantelado  alcázar  que,  á  40  me- 
tros de  altura  sobre  el  llano ,  le  domina 
por  Oriente  y  Mediodía ,  aún  ostenta  so- 
bre su  puerta  los  blasones  de  los  Cárde- 
nas y  nos  presenta  la  época,  harto  diver- 
sa, de  la  terminación  de  la  Reconquista;  y 
estos  dos  puntos  extremos:  puerta  y  al- 
cázar, limitan  el  eje  mayor  del  plano 
poligonal  de  la  fortaleza,  de  la  villeta, 
como  se  designaba  en  el  siglo  xvi,  por  lo 
que  de  vasto  campo  atrincherado  y  copio- 
samente fortalecido  tuvo  siempre,  como 
tantas  otras  en  la  Península. 

Debió  tener  Maqueda,  como  hemos 
apuntado,  gran  importancia  estratégica 
en  todas  épocas,  como  la  más  importante 
defensa  en  la  orilla  derecha  del  Tajo,  y 
avanzada  de  las  artificiales  y  naturales 
que  cortaban  el  paso  á  los  invasores  en 
las  vías  que ,  desde  la  región  meridional, 
se  dirigían,  por  la  línea  más  corta  y  prac- 
ticable, al  centro  y  Noroeste  de  la  Pe- 
nínsula, por  sus  vastas  llanuras. 

Era,  asimismo,  la  principal  avanzada 
en  el  sistema  defensivo  de  la  línea  del 
Tajo,  comprendido  entre  este  río  y  las 
sierras  de  Cadalso,  al  Norte,  y  de  San  Vi- 
cente al  Poniente,  dominando  la  conñuen- 
cia  de  la  vía  que,  desde  el  Mediodía,  por 


Toledo,  llevaba  á  la  región  central  de 
ultra  puertos,  por  el  Portachuelo  de  Pa- 
redes y  por  Almorox,  camino  directo  á 
las  llanuras  castellanas,  con  la  que,  desde 
el  Nordeste ,  se  dirigía  á  Extremadura  y 
Portugal,  por  Talavera. 

Tuvo  fuertes  avanzados  en  San  Silves- 
tre, á  una  legua,  con  castillo  y  fortaleza 
al  Oriente,  y  á  Quismondo  al  Nordeste 
que,  con  la  importante  fortaleza  de  Alfa- 
min  y  la  Torre  de  Esteban  Ambrán,  se 
apoyaban  en  la  orilla  izquierda  del  Al- 
berche;  á  Noves  y  Caudilla,  pueblo  aquél 
rico  y  con  casas  fuertes  de  los  González 
de  Mendoza  y  Pérez  de  Ayala,  patria  de 
Juan  de  Padilla  y  de  Juan  Bravo,  á  una 
legua  al  Oriente;  fuerte  atrincherado  el 
segundo  á  igual  distancia  hacia  el  Medio- 
día, y  comprendiendo  entre  ambos,  que 
distan  dos  kilómetros  uno  de  otro ,  la 
atalaya  de  Noves ,  fuerte  destacado  que 
vigilaba  los  caminos  de  Toledo  á  Maque- 
da  y  San  Silvestre,  y  que  continuaban 
la  línea  defensiva  del  Sudeste,  hasta  rasar 
con  el  Tajo,  teniendo  á  Val  de  Santo  Do- 
mingo, Alcabón  y  Santa  Olalla,  y  algunos 
otros  fuertes  destacados,  como  eslabones 
dependientes  de  la  jurisdicción  militar  de 
Maqueda,  hasta  enlazar  con  el  castillo  de 
Montalbán  en  el  meridiano  de  Escalona, 
avanzada  extrema  del  llano,  al  amparo 
del  Alberche  y  del  Tajo. 

Aún  tuvo  Maqueda  mayor  población  en 
su  territorio,  y  precisa  tenerlo  en  cuenta, 
pues,  dada  la  organización  social  y  militar 
de  pasadas  épocas,  sobre  todo  de  la  Edad 
Media,  aldeas  y  lugares  podían  conside- 
rarse, aun  no  teniendo  defensas  de  impor- 
tancia, ya  como  fuertes  destacados,  ya 
como  simples  acuartelamientos  de  los 
que,  en  momentos  de  peligro  y  á  la  señal 
de  una  ahumada  ó  de  una  almenara  he- 
cha desde  la  plataforma  de  una  atalaya, 
como  la  de  Noves,  acudían  á  concen- 
trarse en  el  fuerte,  castillo  ó  fortaleza 
designados  los  ballesteros  y  lanceros  de 
nómina. 

Con  efecto,  en  1576  quedaban  vestigios 
que  demostraban  haber  existido  en  torno 
á  Maqueda,  los  lugares  ó  aldeas  de  Jaén, 
Carmena,  Don  Andrés,  la  Fuente  de  Doña 
Guiomar,  San  Juan  de  la  Higuera  y  el 
Torrejón  del  Retamal,  que  sería  proba- 


boletín 


blemente  otra  atalaya  ó   fuerte  desta- 
cado '. 

De  todo  esto  resulta  que  Maqueda  debió 
ser  un  campo  atrincherado  de  dos  recin- 
tos: la  villa,  cercada  y  torreada,  la  for- 
taleza, con  más  fuertes  muros  y  más  po- 
derosas torres,  y  con  un  gran  reducto  de 
seguridad  en  su  sólido  y  bien  situado  cas- 
tillo, dominando  un  extenso  y  despejado 
territorio  muy  poblado  y  abastecido  de 
defensas  de  todas  las  categorías,  necesa- 
rias en  un  completo  plan  de  fortificación. 

Aun  en  la  época  en  que  se  había  ini- 
ciado su  decadencia,  era  Maqueda  pobla- 
ción de  cierta  importancia,  puesto  que 
en  1575  tenía  quinientos  hogares  y  unos 
quinientos  cincuenta  vecinos,  con  reli- 
quias de  haber  sido  mucho  mayor  en  ex- 
tensión. Contaba  veinte  casas  de  hijos- 
dalgo, guardábala  una  cerca  torreada, 
cuyas  cortinas  y  cubos  de  argamasa  de- 
nunciaban su  fábrica  indígena  muy  anti- 
gua, pues  en  esta  época  estaban  ya  muy 
decrépitas  *,  y  desde  el  centro  de  la  villa, 
donde  hoy  se  levanta  aún  el  rollo ,  se  su- 
bía á  la  villeta,  cuya  puerta  principal  es 
uno  de  los  restos  que  han  quedado  de  la 
antigua  fortaleza.  Desde  aquí,  extendién- 
dose á  derecha  é  izquierda  hasta  unirse 
con  el  alcázar,  corría  un  fuerte  muro  de 
cal  y  canto  "con  vnas  torres  muy  anti- 
guas, á  manera  de  flautas ',  de  cinquenta  e 
noventa  pies,,,  dentro  de  las  cuales  había 
"algunas  casas,,.  Tenía  la  villeta  dos 
puertas,  defendidas  una  de  ellas  por  un 
verdadero  baluarte  avanzado  de  planta 
pentagonal,  y  la  otra  por  la  torre  del  ho- 
menaje, con  más  la  puerta  que  subsiste 
hoy,  sobre  la  cual  se  alzaba  "otra  torre 
fuerte,,.  Todas  estas  defensas  eran  de  cal 
y  canto  y  ladrillo. 

Estas  noticias  que  nos  suministra  la  mi- 
nuciosa Relación  extendida  en  7  de  Fe- 
brero de  1576  por  los  alcaldes  honorarios 
en  la  dicha  villa,  que  nombraba  el  ilus- 
trísimo  Sr.  D.  Bernardino  de  Cárdenas, 
duque  de  Maqueda,  en  cumplimiento  de 


1  De  la'antigüedad  y  prodigioso  número  de  estas 
atala^-as  existentes  en  la  Península,  nos  habla  Plinio 
en  el  libro  citado  más  adelante,  de  su  Natnralis  Hi. 
sto}  iae,  y  los  cronistas  y  geógrafos  arábigos  copiados 
por  Al-Makarí,  el  moro  Rasís,  etc. 

2  Véase  adelante  la  cita  que  hago  de  Plinio. 

3  Torres  de  planta  semicircular. 


la  cédula  real  expedida  por  Felipe  II,  para 
la  confección  del  censo  de  sus  reinos,  in- 
dican cuál  era  todavía  en  el  siglo  xvi  la 
importancia  de  Maqueda  y  el  estado  de 
sus  fortificaciones,  hoy  en  tan  gran  parte 
arrasadas.  Colacionados  estos  auténticos 
datos  con  las  plantas  y  estructura  de  la 
torre  y  puerta  existentes,  comprueban 
la  fortaleza  de  aquellas  defensas ,  que 
eran  numerosas,  sobre  todo  las  torres, 
por  lo  que  dice  en  otro  lugar  la  citada  Re- 
lación. 

Con  efecto,  la  que,  por  su  situación  y 
altura,  no  hemos  vacilado  en  llamar  to-  \ 
rre  de  la  vela,  atalaya  dominante  del  re- 
cinto, principalmente  para  la  campaña  del 
Norte,  Nordeste  y  Noroeste,  vigilaba  una 
extensión  de  más  de  30  kilómetros  ha- 
cia el  arco  del  horizonte  señalado  por  la 
sierra  de  San  Vicente  al  Poniente ,  la  de 
Guisando  ó  Cadalso  al  Norte,  y  hasta  las 
últimas  estribaciones  de  la  de  Guadarra- 
ma al  Nordeste,  que  constituía  el  frente 
de  más  cuidado  para  la  plaza,  desde  la 
época  de  su  construcción  hasta  el  fin  de 
su  ocupación  por  los  musulmanes.  Por  la 
parte  meridional  aún  dominaba  mayor 
extensión,  por  ser  todo  terreno  llano  has- 
ta los  límites  del  horizonte.  Podían,  pues, 
los  vigías  percibir  desde  las  plataformas 
de  la  torre  los  avisos  de  alarma  que  en 
ahumadas  ó  almenaras  daban  las  nume- 
rosas atalayas  y  los  fuertes  destacados, 
diseminados  por  toda  la  campaña,  así 
como  los  castillos  atrincherados  de  San 
Silvestre,  de  Caudilla  y  otros  que  han 
desaparecido;  distinguir  á  largas  distan- 
cias el  centelleo  de  los  bruñidos  bacinetes 
y  capellinas,  los  destellos  de  los  acicala- 
dos hierros  de  las  lanzas,  mudos  delato- 
res de  toda  fuerza  armada;  empardecerse 
la  campaña  con  las  nubes  de  polvo  que 
levantaban  caballos  y  peones,  señalando 
por  entre  los  olivares  el  camino  que  se- 
guían los  tropeles  de  amigos  que  venían 
en  auxilio,  ó  de  adversarios  que  acudían 
al  ataque,  con  mucho  más  tiempo  del  ne- 
cesario para  apercibirse  á  la  defensa. 

Es  la  estructura  de  esta  torre  con  ex- 
tremo interesante,  por  cuanto  ofrece  el 
único  ejemplar  de  su  época  y  estilo,  y 
casi  integro,  que  conozco.  Semejante  en 
su  aparejo,  en  los  cinchos  ó  plintos  de 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


ladrillo  que  señalan  la  línea  de  sus  dos 
pisos  superiores,  y  en  su  planta  á  algunas 
de  las  que  en  los  muros  de  Toledo  y  de 
Talavera  se  reputan  muy  fundadamente 
como  de  la  primera  época  musulmana, 
presenta,  sobre  todo  en  la  disposición  de 
los  dos  órdenes  de  ventanas  de  sus  adar- 
ves cubiertos,  un  carácter  oriental  de  in- 
discutible originalidad,  que  confirman  da- 
tos gráficos  tan  auténticos  como  la  minia- 
tura del  códice  Vigilano  ,  conservado  en 
la  Biblioteca  Escurialense,  que  nos  re- 


TORRE  DE  LA  VELA  EN  LA  FORTALEZA 
DE    MAQUEDA 


presenta  una  imagen  detallada  de  los  mu- 
ros, puertas  y  torres  de  Toledo,  tales 
cuales  eran  á  mediados  del  siglo  x  y  tal 
cual  se  conservan,  aunque  tapiadas  las 
ventanas ,  en  la  Puerta  Vieja  de  Bisagra 
y  la  de  la  Almofala  y  la  torre  de  planta 
rectangular  inmediata  á  la  Puerta  Nueva 
de  Bisagra,  entre  otras. 

Son  estas  ventanas,  en  las  torres  sobre 
todo,  uno  de  los  accidentes  característi- 
cos de  las  fortificaciones  del  extremo 
Oriente  y  hay  indicios  vehementes  para 
afirmar  que  fué  esta  una  de  las  modifica- 
ciones que  introdujeron  en  la  fortifica- 
ción los  arquitectos  caldeos  y  asirlos,  des- 


de que  se  percataron  de  que  el  objetivo 
primordial  de  las  máquinas  de  tiro  del 
sitiador  eran  los  merlones  del  adarve, 
destrozados  los  cuales  quedaban  sin  am- 
paro los  arqueros  que  contenían  el  apro- 
che  de  los  buzones  y  gatas  del  enemigo.  Y 
esos  indicios  nos  los  dan  las  numerosas 
reproducciones  de  asedios  de  plazas  y  de 
fortificaciones  de  todos  los  grados,  que 
se  ven  en  los  relieves  asirlos  5'  en  los  mo- 
numentos egipcios,  recogidos  y  guarda- 
dos en  los  Museos  del  Louvre  y  Británi- 
co, ó  reproducidos  en  obras  monumenta- 
les *.  Casi  todos  ofrecen  ese  detalle  de  las 
ventanas  correspondientes  á  uno  ó  dos 
pisos  inmediatamente  inferiores  á  las  pla- 
taformas de  las  torres  ó  al  suelo  del  adar- 
ve en  los  muros,  por  donde  podía  conti- 
nuarse la  defensa  aun  después  de  destro- 
zado el  clatel  de  almenas.  Esas  mismas 
reproducciones  presentan  éste,  formado 
por  merlones  triangulares  unas  veces, 
semicirculares  otras,  como  se  ven  en  el 
Códice  Vigilano,  dentellados  ó  de  esca- 
lones otras,  como  quedan  en  monumen- 
tos subsistentes  en  la  Península.  Estas  y 
otras  enseñanzas,  que  adelante  expondré, 
me  han  hecho  adquirir  la  convicción  de 
que  no  es  tan  descabellada  la  asevera- 
ción de  los  escritores  rabínicos  antiguos, 
que  aseguraron  el  origen  hebreo  de  las 
villas  de  Escalona  y  Maqueda,  cuyas  ho- 
mónimas existieron  en  Siria  ^,  así  como 
que  los  pueblos  de  origen  semita  que  en 
Egipto,  Arabia,  Siria  y  otras  regiones 
habían  recibido  las  tradiciones  de  las  an- 
tiguas civilizaciones  caldea  y  asiría ,  tra- 
jeron en  su  invasión  de  la  Península  ibé- 
rica muchos  de  sus  gérmenes,  si  no  de 
sus  frutos  sazonados.  Sabido  es,  además, 
que,  como  otros  muchos  sabios  cordobe- 
ses anteriores,  Fatho  ben  Ibrahim  el  Ome- 
ya,  acaso  el  que  perfeccionó  las  defensas 
de  Maqueda ,   viajó  mucho  por  Oriente 
antes  de  acometer  muchas  obras  de  forti- 
ficación en  el  territorio  del  califato.  Mu- 
chos datos  podría  aducir  para  la  confir- 
mación del  origen  asiático  de  no  pocos 


1  Monuments  of  Nineveh ,  por  Mr.  Layand,  entre 
otras  muchas. 

2  No  es  de  este  lugar  explanar  algo  este  punto,  que 
trato  con  más  extensión  en  mi  monografía  acerca  del 
Gran  Condestable  D.  Alvaro  de  Luna, 


boletín 


detalles  relativos  al  arte  militar  de  la 
Edad  Media  en  España;  pero  tendría  que 
apartarme  demasiado  del  asunto  de  estos 
apuntes,  y  extenderme  con  exceso  imper- 
tinente. 

Todavía  en  el  siglo  xvi  pudo  ser  esta 
una  de  las  torres  "que  tenían  casas,,  den- 
tro, según  expresa  la  Relación  citada, 
pues  ho}^  se  ven  claramente  sus  dos  pisos 
superiores  á  una  altura  de  veinticinco 
metros  por  lo  menos,  y  esto  indica  que 
en  sus  cuerpos  inferiores,  por  donde  es- 
tuviera unida  al  muro,  hubo  de  tener 
construcciones  de  mayor  planta,  que  con 
ella  formasen  edificios  de  importancia. 

No  creo  aventurarme  gran  cosa  al  afir- 
mar que  toda  la  evolución  del  arte  del 
arquitecto  militar  se  encuentra  en  las  épo- 
cas de  que  trato,  supeditada  al  sucesivo 
desenvolvimiento  de  las  armas  de  tiro 
manuables;  el  arco,  la  ballesta  de  mano  y 
la  ballesta  de  muro.  De  los  pueblos  orien- 
tales antiguos  no  sabemos  que  empleasen 
sino  el  primero,  y  á  juzgar  por  el  resul- 
tado de  las  exploraciones  en  Oriente  rea- 
lizadas con  tanto  resultado,  su  alcance  de- 
bía ser  de  unos  veintisiete  metros ,  pues 
esta  es  la  distancia  que  separaba  las  to- 
rres en  las  cortinas  de  los  muros.  An- 
dando el  tiempo,  aparece  la  ballesta  de 
muro  y  de  mano  (scorpio,  arcubalista) 
entre  los  ejércitos  romanos,  quienes  la  to- 
maron de  otros  pueblos  que  no  se  nom- 
bran; pero  ni  entonces,  ni  hasta  mucho 
después  debía  ser  grande  su  alcance,  y 
el  arco  debía  seguir  siendo  la  poderosa 
defensa  opuesta  desde  los  adarves  á  los 
zapadores  de  los  muros.  Así  se  ve  que 
entre  los  egipcios,  caldeos,  asirlos  y  de- 
más pueblos  del  Oriente,  por  excepción 
se  ven  torres  de  planta  curvilínea  ó  mix- 
ta (semicircular  ó  paralelográmica-semi- 
circular),  cuya  adopción  en  posteriores 
tiempos  acusa  un  progreso  en  la  arqui- 
tectura militar,  ó,  mejor  dicho,  una  nece- 
sidad de  adaptación  al  progreso  evolutivo 
de  la  artillería  de  sitio,  y  á  la  adopción  de 
la  arcubalista  y  de  la  balista  de  muro, 
de  efecto  más  cierto  y  eficaz  que  el  arco, 
pero  de  más  corto  alcance  en  sus  prime- 
ros tiempos.  Y  mientras  en  la  época  de 
Vitrubio  se  preconiza  ya  por  este  autor 
como  más  ventajosa  la  planta  poligonal 


y  paralelográmico-semicírcular  ',  pero 
prefiriendo  aún  la  planta  rectangular,  que 
copiaron  de  los  griegos,  como  éstos  la 
habían  tomado  de  los  pueblos  del  Asia, 
los  persas,  á  quienes  se  atribuye  la  in- 
vención de  la  ballesta  y  muchos  otros 
perfeccionamientos  en  el  arte  militar,  lle- 
vaban á  Egipto ,  á  Arabia,  á  Siria,  etc., 
nuevos  procedimientos  y  nuevas  prácti- 
cas, que  fueron  asimilándose  las  razas 
de  quienes  salieron  los  ejércitos  musul- 
manes, conquistadores  de  la  Península 
ibérica. 

Débense  contar  entre  estos  perfeccio- 
namientos las  torres  de  gf an  elevación  y 
cara  exterior  convexa,  el  aparejo  mixto 
ó  de  solo  ladrillo  y  los  adarves  de  venta- 
nales cubiertos.  Con  la  estructura  semi- 
circular se  aumentó  mucho  el  ñanqueodel 
recinto  adyacente;  se  obtuvo  mayor  re- 
sistencia en  la  obra  contra  la  artillería 
de  zapa  y  tiro,  con  la  supresión  de  esqui- 
nas y  la  sustitución  del  aparejo  de  ladri- 
llo al  mediano  de  sillarejos  ó  de  mam- 
puestos -.  Los  dobles  adarves  con  clatel 
de  almenas  en  la  plataforma  y  ventanas 
ballesteras  en  el  piso  inmediato ,  ya  usa- 
das anteriormente  en  Asiría,  completa- 
ron la  torre  perfeccionada  de  esta  época. 

Al  tomar  posesión  de  Toledo  y  de  su 
territorio,  debieron  considerar  los  mu- 
sulmanes la  línea  del  Tajo  como  la  más 
formidable  defensa  central  de  sus  nuevos 
dominios ,  y  así  se  lo  confirmaron  los  su- 
cesos durante  cerca  de  cuatro  siglos. 
Nada  de  extraño  tiene,  pues,  que  extre- 
masen su  defensa  en  ambas  orillas  del 
Tajo,  hasta  las  sierras,  como  atestiguan 
los  numerosos  restos  de  fortificación  que 
aún  se  encuentran,  y  los  datos  estadísti- 
cos del  siglo  XVI. 

Estas  construcciones  militares  de  los 
primeros  amires  y  califas  tienen  un  ca- 
rácter muy  determinado,  que,  diferen- 
ciándolas esencialmente  de  las  que,  se- 
gún Plinio  ',  y  posteriormente  los  cronis- 
tas arábigos  de  la  invasión  *,  existían  de 


1  Lib.  I,  cap.  V,  De  Arqtiitecluya.  De  fundamentis 
nnirorum  et  turriura. 

2  Véase  el  incidente  del  asedio  de]  castillo  de  Gi- 
braltar  en  tiempo  de  Alfonso  XI,  entre  otros  muchos 
casos  que  podría  citar. 

3  iVatnralís  Historiae  ,  xxxv  ,  48. 

4  Citados  por  Al-Makari. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


tiempos  muy  antiguos  en  la  Península, 
delatan  su  origen  asiático  perfectamente 
justificado,  no  sólo  por  la  presencia  de 
gentes  persas,  sirias  y  egipcias  en  los 
ejércitos  de  Muza,  sino  que  también  por 
las  constantes  relaciones  que ,  hasta  la 
época  de  Abderrhaman  III  sobre  todo, 
mantuvo  el  califato  con  Oriente.  Es  sabi- 
do, además,  que  este  califa  llevó  le  gue- 
rra á  Egipto  y  Siria.  Seguramente  las 
huestes  musulmanas  trajeron  á  la  Penín- 
sula los  procedimientos  y  sistemas  de 
fortificación  empleados  en  aquellas  re- 
giones, del  mismo  modo  que  los  cruzados 
llevaron  á  Palestina  los  suyos  y  sus  ar- 
quitectos, dejando  allí  las  numerosas  cons- 
trucciones que  aún  perduran,  y  portan 
magistral  estilo  ha  estudiado  y  reprodu- 
cido M.  G.  Rey  ',  confirmando  las  noti- 
cias de  los  muchos  documentos  coetá- 
neos registrados  en  las  historias  de  las 
Cruzadas,  en  nuestra  Gran  conquista 
de  Ultramar ,  etc. 

Más  evidente  aún,  si  cabe,  que  en  la  to- 
rre de  Maqueda,  aparece  esa  tradición 
oriental  en  la  ya  nombrada  puerta  de  su 
fortaleza.  En  ambas  construcciones  pre- 
domina el  ladrillo ,  elemento  caracterís- 
lico  de  los  monumentos  civiles  y  milita- 
res de  los  persas ,  de  quienes  tanto  toma- 
ron los  musulmanes  de  Oriente,  á  quie- 
nes copiaron  luego  los  africanos  del  Norte 
y  de  quienes  es  otro  auténtico  vestigio, 
así  los  merlones  dentados  de  la  cerca  y 
muros  déla  Mezquita  de  Córdoba,  de  la 
antigua  convertida  en  Iglesia  de  Santa 
María  del  Águila  en  el  centro  de  la  forta- 
leza de  Alcalá  de  Guadaira,  y  en  el  to- 
rreón del  patio  de  los  Naranjos  de  la  ca- 
tedral de  Sevilla,  como  los  merlones  de 
sillarejos  escalonados  que  adoptaron  los 
arquitectos  cristianos  y  se  conservan  en 
las  torres  de  la  catedral  de  Sigüemza,  en 
la  Puerta  Baja  de  Daroca ,  en  la  de  San 
Vicente  de  Avila,  etc. 

Fueron  siempre  éstas  en  las  villas  y 
fortalezas  orientales  construcciones  en 
cierto  modo  independientes  de  los  recin- 
tos, según  han  revelado  á  los  modernos 
exploradores  las  fortalezas  aún  existentes 


en  Siria  *  y  Persia,  y  las  ruinas  de  Pteria 
en  Capadocia,  las  del  puesto  ó  avanzada 
militar,  campo  atrincherado  más  bien,  de 
Abydoss  en  Egipto.  Ni  los  griegos,  ni  los 
romanos,  ni  los  bizantinos,  ni  francos,  ni 
españoles  de  la  Edad  Media,  creyeron 
conveniente  adoptar  en  sus  construccio- 
nes nuevas  este  sistema,  mientras  los 
musulmanes  lo  practicaban  estrictamen- 
te aun  en  el  siglo  xiv,  al  levantar  la  mag- 
nífica puerta  del  Juicio  en  la  fortaleza  de 
la  Alhambra,  siguiendo  las  prácticas  em- 
pleadas al  levantar  la  de  las  Torres  Ber- 


'^^^ 


PUERTA  PRINCIPAL  DE  LA  FORTALEZA 
DE    MAQUEDA 


mejas ,  la  de  los  Siete  Suelos ,  y  antes  en 
el  recinto  de  la  Alcazaba  Cadima,  en 
tiempos  mucho  más  antiguos,  las  de  El- 
vira, la  del  Estandarte,  la  Siyada,  la 
Monaita,  ó  de  las  Banderas  y  la  del  Al- 
baicín.  En  Carmona,  en  Sevilla  (la  de 
Triana),  en  Málaga,  en  Almería,  en  Ron- 
da, en  Alcalá  de  Guadaira  y  aun  otras 
muchas  plazas  de  Andalucía,  en  la  puer- 
ta de  Vieja,  de  Bisagra  y  en  la  cabeza  de 
Puente  denominada  Baños  de  la  Cava,  y 
en  Talavera,  con  otras  del  reino  de  To- 
ledo, que  no  cabe  en  los  límites  de  estos 
ligeros  apuntes  detallar,  ni  reproducir, 


1  Monuments  de  l'arcltitecttire  milituire  des  Croi- 
sées. 

T.  III 


1  Una  de  las  más  elocuentes  es  la  Puerta  Judicia- 
ria  en  Jerusalén. 

2 


boletín 


puede  estudiarse  este  sistema  de  defensa 
eficacísima  aplicado  al  ingreso  principal, 
constituyendo  un  baluarte,  no  avanzado, 
sino  constituyendo  obra  integrante^ del 
recinto. 

Tuvieron  en  todo  tiempo  entre  los 
orientales  gran  importancia  estas  puer- 
tas defensivas.  La  de  la  ciudad,  demás  de 
su  destino  natural  de  guardar  suficiente- 
mente su  entrada,  fué  siempre  y  en  cierto 
modo  lo  que  el  agora  para  las  ciudades 
griegas  y  el  foruin  en  las  de  Italia.  "Se- 
guramente—dice M.  Perrot  '  —no  habían 
servido  como  las  plazas  públicas  del  mun- 
do greco-romano  de  teatro  para  los  de- 
bates políticos  y  judicia'es,  pero  las  so- 
ciedades asiáticas  jamás  conocieron  la 
vida  municipal  moderna...  no  necesitaron 
un  amplio  espacio  donde  levantar  una 
tribuna  y  emitir  el  voto  popular...  Basta- 
ba un  sitio  para  reunirse,  para  comuni- 
carse las  noticias,  donde  los  ancianos,  ro- 
deados por  un  círculo  de  conciudadanos 
encuclillas,  pudiesen,  después  de  haber 
escuchado  á  las  partes,  pronunciar  aque- 
llas sentencias  arbitrales  que  son  la  for- 
ma más  antigua  de  la  justicia  ^.  Ningún  lu- 
gar más  apropiado  á  este  destino  que  la 
puerta  de  la  ciudad  fortificada  ó  de  la  for- 
taleza de  extenso  recinto.  Abierta  en  el 
espesor  del  grueso  muro,  resguardaba  en 
invierno  del  cierzo  á  los  que  se  sentaban 
en  los  bancos  adheridos  á  sus  paredes; 
en  verano  les  facilitaba  esa  media  luz  y 
esa  fresca  umbría  que  constituyen  en  los 
países  cálidos  el  mayor  de  los  solaces. 
Por  allí  pasaban  yentes  y  vinientes ;  pa- 
rábanse para  charlar  un  momento  antes 
de  partir  para  la  labranza  ó  para  la  gue- 
rra, allí  se  detenía  todo  rumor  antes  de 
penetrar  en  la  ciudad  ó  en  la  fortaleza,  y 
allí  pasaba  una  gran  parte  del  tiempo  en 
conversación  ó  en  esa  semi-somnolencia 
á  que  tan  inclinados  son  los  orientales, 
aquellos  á  quienes  su  edad  ó  su  posición 
social  dispensaban  del  trabajo  ó  de  la 
guerra.,, 

¿No  se  está  viendo  aquí  la  Puerta  del 
Juicio   de  la  Alhambra?  Que  esto  era 


además  la  Puerta;  sala  del  tribunal,  co- 
mo puede  verse  en  muchas  páginas  del 
libro  que  con  más  sincera  fidelidad  des- 
cribe las  antiguas  costumbres  de  Oriente 
en  gran  parte  por  el  pueblo  hebreo,  de 
los  antiguos  imperios  asiáticos  *.  Así  lo 
relatan  las  crónicas  árabes  y  las  mismas 
castellanas,  pues  esta  costumbre  orien- 
tal, como  tantas  otras,  hubo  de  trascen- 
der á  los  reinos  cristianos. 

Constituía  pues,  la  puerta  maesfa  ó 
principal,  en  las  fortalezas  musulmanas, 
un  cuerpo  de  edificio  de  cierta  importan- 
cia, independiente  de  los  muros  y. consti- 
tuyendo una  avanzada  fortificada.  En 
Carmona,  en  Alcalá  ie  Guadaira  y  en  la 


BARBACANA  DE  LA  PUERTA  PRINCIPAL 
DE  LA  FORTALEZA 


Puerta  del  Juicio  de  la  Alhambra  se 
puede  hoy  estudiar  más  especialmente 
(entre  otras  muchas)  lo  que  fué  la  de  Ma- 
queda,  cuya  planta  hemos  tratado  de  re- 
construir para  que  se  vean  los  obstácu- 
los que  se  oponían  al  ataque  directo  por 
el  frente,  por  medio  de  los  buzones,  ga- 
tos y  picos  al  amparo  de  gatas  y  mantas, 
y  el  frecuente  medio  del  incendio  que  tan 
gráficamente  describe  el  Obispo  D.  Pe- 
dro, cronista  presencial  de  las  campañas 


1  L'Art  Aticien,  t.  ii,  Clialdée  et  Assyyie. 

2  El  Tribunal  de  las  aguas  en  la  Puerta  de  la  Ca- 
tedral de  Valencia  conserva  íntegra  esta  costumbre 
oriental. 


1  No  pudiendo  extendernos  en  justificar  nuestros 
asertos,  remitimos  al  lector  que  sienta  curiosidad  á 
los  siguientes  libros  de  la  Biblia:  Gen.,  xxiii,  10; 
Deut.,  XVII,  5,  8;  xxi,  19;  xxii,  15;  Josué,  xx,  4;  Ruth, 
IV,  1  y  2;  Rej'es,  xviii,  33;  Esther,  ii,  21;  iii,  2  y  3;  iv, 
2  y  6;  Ps  ,  cxxvi,  5;  Prov.,  xxxi,  23;  Jer.,  xxvi,  10. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


de  Alfonso  VI,  tratando  del  ataque  al 
castillo  de  San  Servando  por  las  huestes 
de  Almohait  Yaya  en  1099. 

Amparados  por  paveses,  gatas  y  otras 
defensas ,  los  sitiadores  amontonaban 
materias  combustibles  al  pie  de  la  puer- 
ta ',  y  luego  con  flechas  incendiarias  les 
prendían  fuego  desde  lejos. 

Nada  de  esto  se  podía  hacer  ante  la 
puerta  de  Maqueda,  amparada  en  primer 
término  por  la  barbacana  transversal,  to- 
rreada y  aspillerada,  que  ocultaba  el  in- 
greso al  frente  de  ataque,  y  cuya  planta 
baja  estaba  cimentada  en  un    firme  de 
roca  de  algunos  metros  de  altura  sobre 
el  nivel  de  la  plaza  de  armas  exterior  que 
era  la  plaza  de  la  villa.  De  suerte  que  ni 
picos,  ni  buzones,  ni  el  fuego,  podían  em- 
plearse contra  ella.  Había  que  tomar  el 
flanco  izquierdo,  en  pendiente,  de  la  bar- 
bacana, único  acceso  á  ella  *,  y  arrostrar 
así  los  tiros  del  adarve  del  muro  por  el 
flanco,  y  los  del  adarve  de  la  torre  de  la 
barbacana  por  el  frente,  sin  contar  con  la 
fuerza  que  pudiera  mantenerse  en  el  cen- 
tro de  la  planta  baja  de  esta.  Rechazada 
la  defensa,  y  apoderado  el  sitiador  de  la 
barbacana,  tenía  que  enfilar  el  pasadizo  de 
la  puerta  largo  y  estrecho,  en  el  cual  se 
le  oponían  unos  fuertes  batientes  barrea- 
dos de  hierro  (en  el  punto  señalado  con 
la  letra  b  en  el  plano)  luego  el  peine,  ras- 
trillo ú  órganos  (en  c),  un  pozo  descu- 
bierto ó  claraboya  abierta  en  el  piso  del 
adarve,  desde  donde  podían  llover  sobre 
el  enemigo  piedras ,  flechas ,  agua  hir- 
viendo, etc.  (entre  b  y  d)\  y  por  fin,  otra 
puerta   que   abrir  en  d.    Forzada   esta 
puerta,  hallábase  el  sitiador  ante  un  re- 
cinto aspillerado  al  frente  y  al  flanco  iz- 
quierdo, abierto  por  arriba  y  almenado 
(e),  y  sin  más  salida  que  la  puerta  f  por 
donde  se  pasaba  á  la  primera  plaza  de 
armas  ó  compás  de  la  fortaleza,  cuyo 
arco  de  herradura  y  obra  de  ladrillo  es 
hoy  el  de  la  nave  de  la  epístola  de  la 
iglesia. 
Constituye  el  detalle  más  importante 


de  esta  defensa  la  barbacana  de  través 
de  enfilada  y  torreada  de  que  no  he  visto 
indicios  sino  en  esta  puerta  y  en  la  lla- 
mada del  Castillo  en  la  villa  de  Escalo- 
na, entre  los  numerosos  ejemplares  de 
construcciones  militares  que  he  estudia- 
do. No  debía  ser  raro,  sin  embargo,  pues 
he  encontrado  frecuentes  referencias  á 
torres  construidas  sobre  puertas,  en  las 
crónicas,  pero  debía  ser  obra  peculiar  de 
los  ingenieros  musulmanes  y  cristianos 
de  la  Península,  porque  tampoco  se  en- 
cuentra referencia  alguna  ni  ejemplar,  ni 


1  o  desencajaban  sus  hojas  con  fuertes  palancas 
como  en  el  asedio  de  Cuenca,  por  Fernán  Ruiz  en 
1106. 

2  Por  error  aparece  en  el  plano  abierto  el  flanco 
derecho. 


PLANTA  DE   LA    PUERTA  PRINCIPAL 
DE  LA  FORTALEZA 


restos  de  construcción  que  la  acusen,  ni 
en  tratados,  ni  en  monumentos  de  otros 
países,  así  europeos  como  asiáticos. 

De  esta  barbacana  de  Maqueda  sólo 
restan  los  dos  cinchos  de  ojiva  que  soste- 
nían la  bóveda  sobre  que  se  extendía  la 
plataforma  del  adarve.  La  abertura  del 
ángulo  curvilíneo  de  estos  cinchos  lo  de- 
latan como  de  los  principios  del  sistema 
ojival,  por  lo  que  puede  asignársele  como 
época  de  su  construcción  el  promedio  del 
siglo  XII,  y,  por  tanto,  ser  una  de  tantas 
obras  que  se  iban  agregando  á  las  cons- 
trucciones militares,  á  medida  de  los  ma- 
yores perfeccionamientos  de  las  armas 
de  tiro  ó  de  los  mayores  recursos  ó  nece- 
sidades de  defensa  del  señor  de  la  plaza. 


boletín 


Donadas  la  fortaleza  y  villa  de  Maqueda 
á  la  orden  de  Calatrava  por  Alfonso  VII, 
en  1177,  en  recompensa  de  sus  hazañosos 
hechos  en  la  frontera,  nada  de  aventura- 
do me  parece  que  tiene  el  suponer  que 
esta  obra  se  debiera áiniciativa  del  maes- 
tre en  aquella  época,  dado  que,  no  obs- 
tante hallarse  asegurada  al  parecer  la 
reconquista  de  la  línea  del  Tajo,  no  era 
prudente  descuidar  la  mayor  fortifica- 
ción posible  en  todas  las  numerosas  de- 
fensas de  su  territorio.  Así  se  ven  en  ellas 
multitud  de  obras  de  esta  época,  aumen- 
tadas á  las  torres  y  espolones  musulma- 
nes y  á  los  muros  de  diversas  épocas, 
poco  ó  nada  discernibles  en  muchos  casos 
por  la  larga  persistencia  que  ciertos  apa- 
rejos han  guardado  al  través  de  los  si- 
glos. 

Esta  era,  pues,  la  entrada  principal  de 
la  villeta,  de  la  fortaleza  de  Maqueda, 
que  en  vasta  y  no  muy  áspera  pendiente 
en  plano  pentagonal,  se  extendía  al  Orien- 
te de  la  villa,  dominándola  por  Occidente 
y  amparándola  por  el  Norte,  pues  en  la 
época  anterior  á  la  Reconquista,  esto  es, 
durante  la  dominación  musulmana,  debió 
tener  mucha  extensión,  á  juzgar  por  los 
restos  de  sus  murallas  y  de  habitaciones 
de  los  arrabales  que  en  el  siglo  xvi  se 
conservaban,  Laadvocaciónde5rtw/!aJ/a- 
rla  de  los  Alcázares  que  ha  conservado 
la  iglesia  parroquial,  construida  en  el  so- 
lar del  que,  como  sucede  en  Carmona, 
tenía  indudablemente  como  aledaño  de- 
fensivo la  Puerta  que  hemos  descrito, 
demuestra  que  había  más  de  uno  dentro 
del  recinto  de  la  villeta. 

Si  entre  las  plantas  de  las  puertas  de 
las  ciudades  y  fortalezas  griegas,  roma- 
nas y  modernas  (Edad  Media)  y  las  orien- 
talesy  musulmanas  de  todas  épocas  exis- 
te una  radical  diferencia,  no  sucede  lo 
mismo  con  los  planos  de  las  fortalezas. 
En  los  de  las  de  Atenas,  Mycenas  y  Tyrin- 
tho  en  Grecia;  los  de  muchas  de  Caldea, 
Asiría,  Siria,  Judea  y  Palestina,  y,  por 
último,  las  musulmanas  de  la  Península, 
hay  una  completa  similitud.  Pueden  aún 
estudiarse  muchos  ejemplares  de  ellas 
en  el  reino  de  Andalucía,  entre  las  que 
citaré  como  más  determinadas,  la  de  Al- 
calá de  Guadaira,  la  de  Málaga  (Alcaza- 


ba), la  de  Antequera  y  la  de  la  Alhara- 
bra,  como  más  conocidas.  Cerrábala  un 
fuerte  y  alto  muro  almenado  y  torreado 
en  la  corona  del  cerro  ó  en  lo  alto  de  la 
pendiente,  en  que  se  extendía  la  villa  ó 
ciudad  que  defendía.  Dentro  de  este  re- 
cinto fortificado  se  levantaba,  en  el  punto 
estratégico  conveniente,  la  alcazaba,  al- 
cázar ó  castillo,  fuerte  reducto  de  seguri- 
dad de  la  fortaleza  y  de  la  población,  y  en 
la  extensión  de  aquel  había  algunos  ó 
muchos  edificios,  ya  en  los  grandes  to- 
rreones del  muro,  ya  aislados,  el  alcázar 
del  señor,  los  cuarteles  para  la  guarni- 
ción, mezquita  ó  iglesia,  y  diversas  vi- 
viendas, quedando  aún  espacio  amplio 
para  campamento  y  refugio  de  la  pobla- 
ción inválida  ó  inepta  para  la  guerra,  en 
el  caso  de  un  asedio  estrecho  ó  de  la 
toma  de  la  villa  por  el  enemigo,  délos 
mismos  rebatos,  en  fin,  en  contiendas  civi- 
les, entre  señores  y  vasallos,  tan  comu- 
nes en  todas  épocas. 

El  origen  de  esta  disposición  topográ- 
fica en  las  fortalezas  es  tan  antiguo,  que 
se  encuentra  en  todas  las  épocas  de  la 
historia,  hasta  en  aquellas  que  se  mantie- 
nen todavía  en  las  nebulosidades  de  lo 
escasamente  conocido;  pero  de  que  dan 
fe  en  muchos  países  las  altas  y  vastas 
mesetas  calcáreas  donde  hubo  habitacio- 
nes, como  en  Cuenca  y  Burgos,  donde  se 
conservan  sepulcros  y  otros  restos  en 
Gayangos.  Las  acrópolis  de  Troya,  My- 
cenas, Tyrintho  y  Atenas,  las  oppida 
etruscas,  los  castros  romanos,  no  fueron 
otra  cosa  que  campos  atrincherados  con 
reductos  de  seguridad  de  mayor  ó  menor 
importancia,  como  casi  todas  las  fortale- 
zas musulmanas  de  España  y  muchas  de 
las  cristianas  posteriores. 

Como  ya  he  dicho,  por  entrambos  flan- 
cos de  la  puerta  descrita  se  extendía  el 
muro  torreado  de  la  villeta  ó  fortaleza, 
aislándola  de  la  villa,  levantándose  á  plo- 
mo sobre  la  cortadura  del  terreno  por  el 
Mediodía  y  dominando  el  río,  que  corre 
por  su  pie,  hasta  enlazar  con  el  castillo  ó 
alcazaba  que  en  todos  tiempos  debió  ocu- 
par el  sitio  culminante  de  la  pendiente. 
Por  el  lado  opuesto,  después  de  seguir  la 
línea  del  frente,  en  cuyo  centro  se  abría 
la  puerta  principal,  formaba  ángulo  en  el 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


13 


punto  en  que  hoy  se  levanta  una  torre  de 
campanas  de  poca  altura  y  cuya  base  de- 
bió ser  la  misma  del  torreón  de  esquina 
del  muro,  y  desde  allí  por  el  flanco  N.  tre- 
paba á  enlazar  con  la  torre  que  he  des- 
crito y  otras  desaparecidas,  hasta  cerrar 
con  la  barbacana  de  la  alcazaba,  recons- 
truida en  el  castillo  moderno  del  siglo  xv. 
Como  fuerte  reducto  de  seguridad  pue- 
de contemplarse  este  hoy,  y  en  su  aspec- 
to exterior  es  uno  de  tantos  ejemplares 
como  se  encuentran  todavía  en  la  Penín- 
sula. Es  su  planta  paralelográmica,  y  tie- 
nen sus  fuertes  muros  de  cal  y  canto  un 
espesor  de  quince  pies  por  una  altura  de 


quince  á  diez  y  ocho  metros,  según  el 
desnivel  del  terreno,  y  una  extensión  de 
sesenta  y  cinco  metros  en  los  lados  ma- 
yores, y  de  sesenta  en  los  menores.  Re- 
fuerzan tres  de  sus  cuatro  ángulos  sólidos 
torreones  de  planta  circular,  también  de 
compacta  mampostería,  con  saeteras  en 
su  zócalo,  y  corta  en  dos,  en  su  centro,  al 
lienzo  de  poniente  fronterizo  á  la  villeta, 
por  el  frente  más  llano,  otro  torreón  de 
igual  planta  y  alzada  que  los  de  esquina. 
Consérvase  en  toda  su  integridad  este 
recinto,  y  sin  menoscabo  notable  su  cu- 
rioso adarve,  que  merece  especial  men- 
ción. Señala  en  el  paramento  exterior  el 


CASTILLO    DE    LA    FORTALEZA    DE    MAQUEDA. 


nivel  de  sú  piso  una  faja  de  dientes  de  sie- 
rra comprendida  entre  cuatro  filetes,  todo 
de  ladrillo  esmeradamente  cortado ,  y 
puesto  en  obra  con  mucha  corrección, 
plinto  que  produce  un  efecto  artístico 
muy  agradable  como  base  del  clatel  de 
almenas.  La  disposición  de  éstas,  que  en 
el  adjunto  dibujo  con  escrupulosa  fideli- 
dad calcado  de  una  fotografía  puede  ver 
el  lector,  es  para  mí  cosa  nunca  vista  has- 
ta entonces,  en  fortaleza  ni  plaza  fuerte 
de  la  Edad  Media;  y  no  sólo  por  sus  es- 
beltos y  elegantes  perfiles  cuanto  por  la 
sabia  disposición  táctica  con  que  se  con- 
cibió su  alzada,  juzgólas  por  las  más  per- 
fectas y  eficaces.  Sin  semejanza  ni  prece- 
dentes en  las  fortificaciones  anteriores  ni 
coetáneas,  bien  puede  decirse  que  el  maes- 
tro á  quien  D.  Gutierre  de  Cárdenas  en- 


comendó la  reconstrucción  de  este  casti- 
llo, tuvo  una  verdadera  inspiración  al 
concebir  y  ejecutar  este  coronamiento  del 
muro  y  torres,  parte  la  más  esencial  en 
las  defensas  de  la  Edad  Media,  lograda  y 
asegurada,  por  de  contado,  la  solidez  y 
fortaleza  de  torres  y  muro. 

Con  efecto,  aunque  dada  la  situación  de 
este  castillo,  poco  ó  nada  tenían  que  te- 
mer de  la  artillería  balística  los  merlo- 
nes,  construyólos  de  fuerte  mampostería, 
terminándolos  con  ladrillo  y  coronándo- 
los con  un  copete  prismático,  cubierto  de 
baldosas,  con  lo  cual  consiguió  preser- 
varlos de  los  estragos  de  las  aguas  y  que 
se  hayan  conservado  hasta  el  día,  caso 
rarísimo  en  estas  construcciones.  Dejólos 
reforzados  en  su  base  con  un  sillar  de 
unos  setenta  centímetros  de  alto  por  cua- 


H 


boletín 


renta  de  ancho,  abriendo  en  su  centro  la 
saetera  que  sólo  para  ballestas  de  pasar, 
ó  para  ballestas  fuertes,  y  para  culebri- 
nas, dado  que  en  el  piso  del  adarve  no 
había  espacio  para  situar  bombardas,  ni 
truenos.  Digo  esto,  para  demostrar  la  in- 
exactitud con  que  muchos  han  afirmado 
con  harta  ligereza,  que  las  saeteras  de  la 
forma  que  afectan  estas  de  Maqueda  son 
señal  cierta  de  haberse  hecho  para  arti- 
llería de  fuego.  Observaciones  hechas  y 
planos  tomados  en  Alcalá  de  Guadaira, 


en  Trujillo,  en  Carmena,  y  otros  puntos 
me  permiten  asegurar  que  estas  saeteras 
que  se  llamaban  también  buitreras  '  cuan- 
do están  abiertas  en  los  zócalos  ó  en  los 
cuerpos  bajos  de  muros  y  torres,  no  ser- 
vían sino  para  las  armas  de  fuste  y  cuer- 
da ó  de  fuste  y  muelle  citadas. 

Lo  más  original  de  este  clatel  de  alme- 
nas es  el  doble  merlón  reforzado  y  traba- 
do por  un  sillar  grande  con  aspillera  para 
atalayar.  De  unos  dos  metros  de  alzada  y 
de  un  espesor  de  más  que  medio  metro, 


.J>sr-*^^ 


EXTERIOR    DEL    ADARVE    DEL    CASTILLO. 


ofrecía  al  ballestero  ú  hondero  un  ampa- 
ro cómodo  y  fuerte  contra  los  tiros  del 
sitiador,  quedando  perfectamente  oculto, 
de  suerte  que  en  caso  necesario  podía 
estar  guarnecido  de  defensores  todo  el 
adarve,  sin  que  desde  la  campaña  se  viese 
á  ninguno  de  ellos,  lo  cual  no  era  posible 
en  ninguno  de  todos  los  otros  sistemas  de 
almenaje.  En  la  cerca  de  Torrijos  se  em- 
pleó una  imitación  de  aquél,  pero  sólo 
como  simple  remate  decorativo  de  ella, 
pues  nunca  tuvo  aspiraciones  á  villa  for- 
tificada. 

Una  puerta  y  un  portillo  facilitaban  el 
ingreso  y  la  salida  á  este  castillo.  La  prin- 
cipal, situada  en  el  ángulo  N-0.,  estaba 
amparada  por  una  torre  de  planta  cua- 
drada y  obra  antigua,  resto  de  la  primiti- 
va alcazaba  seguramente,  cuyo  aparejo 


era  el  hormazo,  mencionado  por  Plinio  y 
los  cronistas  arábigos  de  la  invasión  mu- 
sulmana y  que  muchos  escritores  moder- 
nos no  vacilan  en  nombrar  hormigón 
árabe,  con  sobrada  inexactitud.  Tiene 
esta  puerta  todos  los  caracteres  peculia- 
res de  los  vanos  de  los  primeros  tercios 
del  siglo  XV.  Arco  semicircular  de  gran 
dovelaje,  recuadro  de  sarta  de  perlas  en- 
tre filetes,  y  como  confirmación,  el  escudo 
del  Comendador  mayor  de  León,  D.  Gu- 
tierre de  Cárdenas,  por  quien  fué  manda- 
do reconstruir  este  castillo.  Un  matacán 


1  Debió  dárselas  este  nombre  porque  por  ellas  se 
tiraba  al  aguardo  á  los  buitres  cebados  en  las  in- 
mundicias ó  cadáveres  que  abundaban  en  los  fosos  ó 
en  la  campaña,  En  las  crónicas  de  D.  Alvaro  de  Luna 
y  de  D.  Juan  II,  se  encuentran  interesantes  referen- 
cias á  estas  buitreras. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


de  tres  ménsulas  domina  el  ingreso  desde 
el  adarve.  Abierto  el  portón  se  encuentra 
todavía  la  verja  de  hierro  machihembra- 
da que  á  guisa  de  rastrillo  reforzaba  la 
puerta,  girando  sobre  goznes. 

En  el  interior  nada  se  conserva.  Lo  que 
fué  alcázar  fuerte,  mansión  de  los  alcai- 
des de  la  fortaleza,  residencia  pasajera  de 
infantes  y  de  reyes,  sólo  abriga  hoy  á  una 
prolífica  familia  de  conejos.  En  el  ángulo 
N-E.  se  conservan  restos  de  habitaciones 
que  debieron  constituir  la  nombrada  To 
rre  de  los  Palasuelos,  vieja  ya  en  1575, 
donde,  según  se  aseguraba  entonces  en 
la  villa,  "se  criaron  las  infantas,  hijas  del 
rey  Don  Juan  „. 

En  el  ángulo  S-E.  al  pie  de  la  torre  y 
en  el  lienzo  de  Oriente  á  una  altura  de 
veinte  metros  ó  más  sobre  el  llano,  se 
abre  el  portillo,  de  arco  ojivo  que  de- 
muestra por  su  hechura  ser  acaso  cons- 
trucción más  antigua  que  las  del  Comen- 
dador mayor  de  León ;  por  tanto  que 
éste  debió  utilizar  gran  parte  de  los  mu- 
ros y  torreones  del  alcázar  anterior  al 
castillo  actual.  Constituían  estos  portillos 
excusados,  y  siempre  abiertos  en  puntos 
estratégicos  medio  ocultos,  un  carácter 
peculiar  de  todas  las  construcciones  mili- 
tares de  la  Edad  Media.  Abríase  ó  abrían- 
se, porque  según  la  extensión  del  recinto 
eran  uno  ó  varios,  en  puntos  de  él  opues- 
tos á  la  entrada  principal  y  facilitaban  la 
fuga  en  momentos  de  supremo  apuro. 
Generalmente  aparecía  condenado  para 
la  guarnición  del  castillo,  de  quien  siem- 
pre era  prudente  desconfiar,  y  sólo  el  al- 
caide, el  señor  ó  persona  de  su  absoluta 
confianza,  tenían  conocimiento  de  que  era 
practicable  aquella  salida  y  del  sitio  don- 
de se  guardaban  las  llaves.  Estos  detalles 
se  encuentran  indicados  por  relaciones  y 
crónicas,  así  como  que  cuando  se  enseña- 
ban los  castillos  y  alcázares  á  personajes 
extraños  se  cuidaba  mucho  de  no  exhibir- 
les ciertos  detalles  y  recursos  de  ellos, 
como  la  situación  de  tales  portillos.  La 
experiencia  acreditaba  frecuentemente 
el  peligro  de  que  fuesen  conocidos.  Este 
de  Maqueda  se  abre  sobre  la  tela  exterior, 
la  que  llaman  algunos  camino  de  ronda 
(á  la  francesa)  y  denominan  algunas  cró- 
nicas albacara  (á  lo  arábigo)  que  era  el 


espacio  descubierto  comprendido  entre  el 
primer  contramuro  ó  barbacana  y  el  pie 
del  muro.  Aquí  este  contramuro  que  es- 
taría almenado  se  levantaba  á  plomo  so- 
bre el  corte  del  terreno  en  asperísima 
pendiente. 

De  esta  suerte,  examinados  con  deteni- 
miento estos  escasos,  pero  elocuentes 
restos,  puede  llegar  á  formarse  una  idea 
aproximada,  de  lo  que  pudo  ser  una  de  las 
fortalezas  más  importantes  y  curiosas  del 
llano  de  Toledo  que  por  su  situación  to- 
pográfica hubo  de  ser  creada  enteramen- 
te por  el  estudio  y  esfuerzos  de  los  maes- 
tros en  arquitectura,  sin  auxilio  alguno  de 
los  accidentes  naturales  que  en  otros  pun- 
tos tanto  les  ayudaban. 

Felipe  B.  Navarro. 


EXCURSIÓN  A  SAN  FRANCISCO  EL  GRANDE 


L  día  10  de  Enero  fué  el  señalado 
para  excursión  de  tanto  interés,  y, 
á  pesar  de  una  violenta  lluvia,  te- 
mible para  quien  no  tuviera  viví- 
simos deseos  de  recrear  una  vez  más  los 
ojos  en  las  maravillas  del  citado  monu- 
mento, se  reunió  una  comisión,  compues- 
ta de  los  Sres.  Serrano  Fatigati,  Herre- 
ra, Poleró,  Alvarez  Sereix,  Fernández 
de  Haro,  y  Puente,  quienes  fueron  reci- 
bidos en  el  atrio  de  San  Francisco  por  el 
tan  amable  como  ilustrado  rector  del  mis- 
mo, Sr.  de  Paz,  el  cual,  sin  darse  punto 
de  reposo,  fué  mostrando  á  los  excursio- 
nistas los  tesoros  artísticos  allí  reunidos, 
mientras  sazonaba  sus  eruditas  explica- 
ciones con  recuerdos  personales  llenos 
de  interés  relativos  al  tiempo  en  que  tan 
activa  parte  hubo  de  tomar  en  el  embe- 
llecimiento del  templo. 

Ocioso  parece  recordar  los  orígenes  de 
este  á  nuestros  entendidos  lectores.  La 
primitiva  fundación  se  atribuye  al  Será- 
fico Padre  en  los  comienzos  del  siglo  xiii; 
pero  la  historia  artística  de  la  iglesia  co- 
mienza con  Carlos  III,  cuando  aquel  mo- 
narca, tan  protector  de  la  arquitectura, 
y  de  cuya  época  procede  la  mayor  parte 
de  las  construcciones  notables  de  Ma- 
drid, hizo  levantar  el  actual  edificio;  fae- 
na comenzada  en  1760  y  terminada  en 
1784. 

Muchos  recordarán  también,  y  esto  co- 
mo testigos  presenciales,  la  traslación  á 
San  Francisco  de  los  restos  mortales  de 
Rodríguez  y  Villanueva,  los  famosos  ar- 
quitectos; de  Juan  de  Mena,  Garcilaso, 


i6 


boletín 


Calderón,  Ercilla  y  Quevedo;  del  Gran 
Capitán,  de  Lanuza  y  otros  hombres  ilus- 
tres. Las  fiestas  con  las  cuales  se  trató 
de  convertir  el  templo  en  Panteón  nacio- 
nal, fueron  quizá  las  menos  marcadas  con 
el  sello  de  la  pasión  política;  mas  en  esto, 
la  obra  de  1869  no  prevaleció,  y  cinco 
años  después,  las  cenizas  de  artistas, 
guerreros  y  políticos  hubieron  de  volver 
á  sus  primitivas  tumbas,  menos  suntuo- 
sas; pero  más  piadosamente  guardadas. 
En  1881  se  comenzó  la  restauración  con 
fondos  de  la  Obra  pía  de  Jerusalén,  y  la 
esplendidez  del  ministerio  de  Estado 
permitió  no  reparar  en  gastos  y  repartir 
el  trabajo  entre  los  más  afamados  artis- 
tas y  artífices  de  España,  naciendo  así 
una  poderosa  muestra  de  la  facundia  ar- 
tística de  la  época  presente. 

Para  los  siglos  venideros  será  San 
Francisdo  el  Grande  el  sitio  donde  mejor 
puedan  apreciarse  las  artes  de  fines  del 
siglo  XIX.  Para  nosotros  hay  allí  un  mu- 
seo moderno  lleno  de  interés;  pero,  ¿nos 
atreveremos  á  decirlo  ?  ¿  Será  quizá 
aprensión  la  idea  de  que  en  el  templo  se 
respira  un  ambiente  profano?  ¿Habrá  un 
vicio  de  origen,  debido  á  que  la  frialdad 
administrativa  no  ha  sabido  subordinar 
tamas  bellezas  allí  reunidas  al  primordial 
fin  de  enaltecer  el  sentimiento  religioso? 
Lo  cierto,  lo  innegable,  es  que  San 
Francisco  resulta  una  verdadera  joya  y 
que  el  describir  todas  las  piedras  precio- 
sas en  ella  engarzadas  sería  insoporta- 
ble tarea  para  los  lectores,  pues  sabido 
es  cuan  impotente  resulta  el  lenguaje 
para  reproducir  las  creaciones  de  las  ar- 
tes plásticas,  y  aun  circunscribiéndonos 
á  una  sencilla  enumeración,  habrá  ésta 
de  encerrarse  en  ciertos  límites  para  no 
caer  en  las  pesadeces  de  un  catálogo. 

Ya  en  el  atrio  nace  la  admiración  de- 
lante de  las  hermosas  puertas,  obra  del 
malogrado  restaurador  de  las  esculturas 
del  claustro  de  San  Juan  de  los  Reyes, 
Antonio  Várela,  cuyas  figuras  y  adornos 
tallados  en  bien  sentido  estilo  de  nuestro 
renacimiento,  quedan  recuadrados  por 
accesorios  ojivales  finos,  delicados  y  dig- 
nos de  los  imagineros,  cuya  rica  labor 
embellece  la  construcción  de  Juan  Guas. 
También  hay  sobre  las  puertas  centrales 
unos  bajo  relieves  notables  de  Molinelli  y 
Algueró;  pero,  antes  de  penetrar  en  el 
templo,  aún  se  ve  algo  digno  de  aten- 
ción: los  herrajes,  labrados  en  los  talle- 
res de  Asins,  capaces  de  darle  fama  si 
él  no  la  tuviera  bien  conquistada  desde 
tiempo  atrás. 

Al  trasponer  los  umbrales,  la  variedad 
de  obras,  la  continuidad  esplendorosa  de 
magnificencias  artísticas  embota  el  crite- 
rio, como  deslumhraría  la  vista  una  ince- 
sante cascada  de  perlas  á  cual  más  bella. 


La  más  severa  de  las  tres  hermanas, 
la  escultura,  ostenta  desde  luego  las  pi- 
las de  agua  bendita  con  pedestales  for- 
mados por  grupos  de  angelones  de  bron- 
ce debidos  á  Vancells,  Algueró  y  Zaldo, 
y  siguen  después  los  doce  apóstoles  en 
mármol  de  Carrara,  firmados:  Santiago 
el  Menor  y  Santo  Tomás,  por  Elias  Mar- 
tín; Santiago  el  Mayor,  por  Valmitjana; 
San  Juan,  por  Samsó;  San  Andrés  y  San 
Bartolomé,  por  los  Bellver;  San  Pedro  y 
San  Pablo,  por  Suñol;  San  Tadeo,  por 
Candarías;  San  Mateo,  por  Benlliure;y 
San  Felipe  y  San  Simón,  por  Moltó. 

Parece  que  estamos  recordando  nom- 
bres ilustres  de  los  laureados  de  todas 
las  exposiciones.  ¿No  es  cierto?  Pues  si 
echamos  de  menos  á  Molinelli  y  Sanmar- 
tí,  presto  los  hallamos  al  contemplar  sus 
cuatro  estatuas  de  los  Evangelistas  sen- 
tadas sobre  pedestales  de  mármol  negro 
y  talladas  en  madera  bronceada,  y  aún 
queda  el  tabernáculo  del  altar  mayor, 
del  arquitecto  Cachavera,  y  los  pulpitos, 
del  arquitecto  Amador  de  los  Ríos,  y  la 
puerta  del  tabernáculo  de  la  Pasión  cin- 
celada en  plata  por  Martin,  y  todavía  co- 
metemos omisiones  tan  involuntarias 
como  sensibles. 

Pero  lo  más  sorprendente  es  que  tales 
obras  escultóricas  ni  resulten  perjudica- 
das por  la  inmediata  presencia  de  la  si- 
llería del  coro  del  monasterio  del  Parral, 
preciosa  obra  del  renacimiento,  ni  por 
las  dos  traídas  del  Paular,  del  renaci- 
miento la  una  y  ojival  la  otra,  restaura- 
das por  Guirao ,  ni  por  la  reproducción 
del  San  Francisco  de  Alonso  Cano,  ni 
perjudiquen  á  su  vez  á  estas  maravillas 
de  tan  distinta  época  y  carácter  que  la 
primera,  y  al  revés  de  lo  que  suele  suce- 
der en  pintura,  donde  lo  moderno  y  lo 
antiguo,  aun  tratándose  de  obras  maes- 
tras, se  repelen  y  hacen  desmerecer. 
*  Si  pasamos  á  admirar  las  obras  de  los 
pintores,  hallamos  nombres  tan  afama- 
dos en  el  extranjero  como  en  la  patria 
misma:  Silvela  y  Germán  Hernández, 
Amérigo  y  Contreras,  Rivera  y  Ferrant, 
Muñoz  Degrain  y  Martínez  Cubells,  Ca- 
sado, Plasencia,  Domínguez  y  Moreno 
Carbonero,  cuyo  Sermón  de  la  Montaña 
de  la  capilla  bizantina  suscitaba  en  el 
digno  rector  escrúpulos  de  ortodoxia  por 
la  ñora  del  paisaje  y  la  indumentaria  de 
las  humildes  oyentes  de  Jesús. 

Poco  adecuado  era  día  tan  obscuro  y 
lluvioso  para  apreciar  tanto  portento  de 
dibujo,  colory  composición,  y  aun  cuando 
todos  éramos  fervorosos  amantes  de  las 
bellas  creaciones  allí  acumuladas,  y  no 
las  veíamos  por  vez  primera,  necesitá- 
bamos contemplarlas  á  medias  con  el  re- 
cuerdo y  con  los  ojos. 

De  Ferrant  son  los  reyes  y  profetas  del 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


17 


arranque  de  la  bóveda  y  las  profetisas 
de  los  segmentos  de  la  cúpula  mayor;  la 
aparición  de  Cristo  y  la  Virgen  á  San 
Francisco  y  la  confirmación  del  jubileo 
por  Honorio  III,  de  la  capilla  principal. 

Plasencia  pintó  Nuestra  Señora  de  los 
Angeles  y  los  evangelistas  San  Mateo  y 
San  Juan  en  la  cúpula  mayor  y  la  apoteo- 
sis celeste  de  la  Orden  de  Carlos  Ili  en 
la  capilla  de.  este  nom^bre.  Domínguez, 
los  doctores  de  la  Iglesia;  una  alegoría 
de  la  villa  de  Asís  y  la  Virgen  del  Car- 
men entregando  un  escapulario  al  funda- 
dor de  la  Orden. 

Rivera  se  reservó  toda  la  capilla  de 
Nuestra  Señora  de  las  Mercedes,  toman- 
do como  asunto  de  su  decoración  el  amor 
divino  y  la  candad  cristiana.  Casado  re- 
presentó, en  la  capilla  de  las  Ordenes  mi- 
litares la  batalla  de  Clavijo  ganada  por 
Ramiro  I  con  el  auxilio  del  apóstol  San- 
tiago. Hernández  Amores  nos  dejó  un  Cal- 
vario en  la  capilla  de  la  Pasión ;  Contre- 
ras,  un  San  Juan  bautizando  en  la  de  las 
Ordenes,  y  Martínez  Cubells  los  evange- 
listas San  Lucas  y  San  Marcos. 

Aun  después  de  esta  relación,  ¡cuántas 
obras  notables  modernas  omitimos ! ,  re- 
cordando aun  de  paso,  entre  las  muchas 
buenas  antiguas,  un  cuadro  de  Goya, 
cuyo  asunto  es  la  predicación  de  San  Ber- 
nardino  de  Sena  ante  la  corte  de  Alfonso 
de  Aragón. 

Parece  agotada  la  serie  de  maravillas, 
y.  sin  embargo,  faltan  por  mencionar:  un 
zócalo  de  azulejos  traídos  del  palacio 
levantado  en  Cadalso  de  los  Vidrios  por 
D.  Alvaro  de  Luna,  y  completados  hasta 
el  número  necesario  de  un  modo  insupe- 
rable, porZuloaga,  en  los  hornos  de  la 
Moncloa,  y  no  hemos  hablado  aún  de  las 
vidrieras  de  colores  pintadas  según  car- 
tones de  Amérigo  y  Laplaza;  ni  de  los 
repujados  de  la  puerta  del  Sagrario  del 
altar  mayor;  ni  de  la  alfombra  de  éste, 
tejida  en  la  Real  fábrica  de  tapices,  ni  de 
ricos  ornamentos  de  Iglesia  sacados  de 
sus  suntuosas  cajoneras  ante  nuestros 
embelesados  ojos  por  el  solícito  cuidado 
de  nuestro  guía. 

Sólo  haremos  mención  especial  de  una 
caprichosa  pintura  del  Bosco,  puesta  en 
la  escalera  del  coro.  Como  hechura  es 
notable;  mas  por  cima  de  ésta  descuella 
la  picaresca  intención  del  autor  compla- 
ciéndose en  pintar  las  tentaciones  de  San 
Antonio,  á  quien  distrae  de  su  atención 
ver  cómo  los  frailes  invaden  el  campo, 
en  cuyo  centro ,  una  fantástica  represen- 
tación de  la  mujer  sirve  de  base  á  un  mo- 
lino de  viento.  ¿No  es  cierto  que  no  era 
San  Francisco  el  Grande  sitio  donde  pu- 
diera esperarse  hallar  tales  manifesta- 
ciones de  humorismo? 

La  arquitectura,  cual  huésped  que  vo- 


luntariamente se  oscurece  para  dejar 
brillar  por  completo  á  sus  invitados ,  casi 
no  aparece  con  personalidad  propia  en  la 
restauración  del  edificio,  dejando  campar 
ala  pintura  y  la  escultura,  á  las  cuales 
prepara  lienzos  y  espacios ,  de  cuya  ex- 
tensión da  una  idea  la  cifra  de  la  mayor 
altura  interior,  que  llega  á  33  metros. 
Aun  asi,  en  los  detalles  escultóricos  ya 
mencionados  y  en  el  resto  del  templo  se 
ven  los  notables  trabajos  de  arquitectos 
tan  llenos  de  mérito  como  Avalos,  Ama- 
dor de  los  Ríos,  Cachavera  y  Farrés. 

El  señor  Rector  nos  obsequió  por  fin 
conduciéndonos  á  su  morada,  digna  de 
un  inteligente  aficionado,  en  la  cual  toda- 
vía pudimos  admirar  algo,  aun  después 
de  ver  tanto  bueno. 

Tan  agradable  expedición  terminó  como 
los  desafíos  al  uso,  reuniéndonos  todos 
ante  una  mesa  del  hotel  de  Rusia,  donde 
entre  plato  y  plato  se  continuaron  las  ala- 
banzas al  talento  de  los  artistas  y  á  la 
bondad  de  nuestro  respetable  cicerone, 
pero  uno  y  otra  son  tan  del  dominio  pú- 
blico,  que,  como  de  cosa  juzgada,  no 
hay  que  hablar. 

El  nuevo  triunfo  logrado  por  Felíu  y 
Codina  con  su  Miel  de  la  Alcarria,  naci- 
da en  una  de  las  excursiones  de  la  Socie- 
dad, estaba  muy  reciente,  y  se  acordó  es- 
cribirle un  mensaje  de  felicitación.  La 
elegante  pluma  de  Alvarez  Sereix  le  re- 
dactó, todos  le  sentimos  y  firmamos  y 
después...,  después,  desde  las  serenas 
regiones  del  arte,  donde  nos  habíamos 
mecido  unas  horas ,  volvimos  á  caer  en 
las  arideces  de  los  asuntos  cotidianos. 
Gerardo  de  la  Puente. 

SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


epigrafía  arábiga 


Lápida  conmemorativa  del  Castillo  de  Tarifa 

ESTiMOXio  evidente  de  la  progenie 
muslímica  de  su  primitiva  fábrica, 
guarda  y  conserva  á  modo  de  mar- 
ca ó  sello  el  histórico  castillo  de 
Tarifa,— de  tan  singular  renombre  por  el 
heroico  Alonso  Pérez  de  Guzmán,  el 
Bueno ,— un  epígrafe  arábigo,  colocado 
sobre  una  de  sus  puertas.  Excita  allí  la 
curiosidad,  y  nadie,  que  sepamos,  ha  in- 
tentado hasta  ahora  su  lectura,  ni  su  con- 
texto era  conocido  por  los  doctos,  á  pesar 
de  la  importancia  que  á  sus  declaraciones 
eran  generalmente  atribuidas. 
Noticiosos  nosotros  de  la  existencia  de 


i8 


boletín 


este  monumento  epigráfico,  por  las  indi- 
caciones de  nuestro  buen  amigo  el  inge- 
niero de  montes  D.  Luis  Heraso  y  Piza- 
rro,  no  vacilamos  en  solicitar  del  exce- 
lentísimo Sr.  Ministro  de  la  Guerra,  para 
la  colección  epigráfica  del  Museo  Ar- 
queológico Nacional,  una  reproducción 
en  yeso  del  referido  monumento ;  y,  defi- 
riendo galantemente  á  nuestros  deseos, 
el  general  Sr.  López  Domínguez  hubo  de 
acceder  á  ellos,  proporcionándonos  la  re- 
producción solicitada. 

Es  para  nosotros  desconocida  la  mate- 
ria en  que  el  epígrafe  está  tallado,  bien 
que  todo  hace  presumir  que  lo  fué  en  una 
tabla  de  mármol  blanco ,  la  cual  debe  me- 
dir, á  juzgar  por  la  reproducción,  0,m  73 
de  alto  por  0,^  55  de  ancho.  Consta  la 
lápida  de  once  líneas  de  inscripción  en 
caracteres  cúficos,  faltos  de  elegancia,  de 
corrección  y  de  gallardía  en  el  dibujo,  y 
de  estas  once. líneas,  la  última  ocupa  so- 
lamente breve  espacio  en  el  centro  del 
epígrafe.  Efecto  sin  duda  de  la  intempe- 
rie, no  todas  las  líneas,  por  desgracia, 
resultan  igualmente  legibles,  y  aun  en 
aquellas  que  pueden  ser  entendidas,  es 
necesario  hacer  reiterados  esfuerzos  para 
leerlas,  existiendo  palabras  escritas  in- 
correctamente, y  otras,  ya  muy  borra- 
das, de  reducción  é  interpretación  impo- 
sibles. Así  y  todo,  el  epígrafe,  que  es  de 
cierta  importancia  histórica,  dice  de  esta 
suerte,  según  la  reproducción  á  que  nos 
referimos: 

^^;yl^\        ^UL       J.-»^'»       (2)       J^        ¿)JJ'\ 

^ — « — ^j — i\    J.^    ¿>S)\    J^>o:    , «\ 

slX>   <í^_LJ\   JLL\   ^^;,.^^\  ^^^\ 


En  el  nombre  de  Alláh,  el  Cletnente, 
el  Misericordioso! 

Alabado  sea  Alláh,  Señor  del  Uni- 
verso! La  bendición 

de  Alláh  sea  sobre  Mahoma,  sello 
de  los  Profetas  [\)! 

Mandó  el  siervo  de  Alláh  Ab-er- 

Rahmán, 
5      Amir  de  los  muslifnes  {/prolongue 
Alláh  sus  días!) 

construir  este  castillo  [¿y  se  con- 
cluyó?] 

en  la  luna  de  Ssafár  del  año 

nueve  y  cuarenta  y  trescientos  (2) 

bajo  la  dirección  del  Guasir 

Abd-er-Rahmán  ¿ben-Hayyán? 
11  

Corresponde,  pues,  el  monumento  á  la 
categoríadelosí:o«;?z^wo;'rt//í;os^ypor  él 
se  atestigua  que  Abd-er-Ruhmán  III  man- 
dó edificar  ó  construir  aquel  castillo  de 
Tarifa  en  el  mes  de  Abril  de  960  de  nues- 
tra era,  resultando,  por  consiguiente,  el 
único  de  que  aún  quedan  restos, — bien  que 
trastornados  por  las  vicisitudes  políticas 
de  España  desde  la  segunda  mitad  del  si- 
glox, — elcualseapor  modo  auténtico  obra 
y  producto  de  la  arquitectura  militar  del 
Califato ,  concepto  en  el  que  bien  merece 
ser  con  toda  detención  estudiado  por  los 
entendidos. 

Era  ocasión  aquella  en  la  cual  las  re- 
vueltas ocasionadas  en  León  por  la  repo- 
sición de  Sancho  el  Craso  en  el  trono, 
habían  obligado  á  Abd-er-Rahmán  III  á. 
suspender  la  guerra  que  en  África  soste- 
nía con  los  Fathimitas,  enviando  al  servi- 
cio del  monarca  leonés  el  ejército  desti- 
nado para  combatir  á  aquéllos,  y  con 
cuyo  auxilio ,  mediado  ya  el  año  %0 ,  las 
Asturias,  que  habían  sido  el  último  refu- 
gio de  Ordoño  IV  el  Malo,  se  entregaban 
en  poder  del  rey  don  Sancho. 

Momento  de  tregua  en  la  lucha  crude- 
lísima  y  accidentada  trabada  con  los  arro- 
gantes Fathimitas ,  aprovechado  era  por 
An-Nássir  para  fortificar  las  costas, 
mientras  él,  en  Marzo  de  aquel  año ,  caía 


1  Por  ^_5J-o 

2  Por  ^ 

3  Por  ^JO    ,^_ylj: 


1  Es  decii :  el  último,  y  por  consiguiente  el  más 
caracterizado  y  perfecto. 

2  Del  2  al  30  de  Abril  inclusives  del  año  960 


\ 

^ 


PORTAP^iZ  DE  SANTIAGO    DE   UCLÉS 
blGLO  {X\'  l ' 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


'9 


en  Córdoba  gravemente  enfermo,  de  una 
pulmonía  que  hizo  temer  por  su  exis- 
tencia. 

Conocidos  estos  hechos,  que  consignan 
á  la  par  los  cronistas  cristianos  y  los 
muslimes,  ocurre  preguntar  si  en  la  anti- 
gua Mellaría,  á  que  dio  en  710  nombre  el 
explorador  Thárif-Abú-Zara,  no  existían 
defensas,  si  éstas  eran  escasas,  ó  si  ya 
los  normandos  en  el  siglo  ix,  ya  los  Fathi- 
mitas  en  los  días  de  An-Nássir,  pudieron 
destruirlas,  cuando  este  glorioso  Califa  se 
veía  en  la  precisión  de  edificar  de  nueva 
planta  aquel  castillo.  Los  escritores  ára- 
bes aseguran  que  Abd-er-Rahmán  III  lle- 
vó sus  armas  al  África,  donde  no  siem- 
pre le  fué  devota  amiga  la  fortuna;  hablan 
de  diversas  expediciones,  realizadas  con 
más  ó  menos  éxito,  contra  Maád-ben-Is- 
maíl ,  señor  de  África ,  en  346 ,  347  y  348 
(957,  958  y  959  de  J.  C),  y  hacen  mérito 
especial  de  la  en  que,  al  mando  del  al- 
caide Ahmed-ben-Yila,  incendiaron  los 
cordobeses  á  Mers-al-harez,  y  devastaron 
los  alrededores  de  Susa  y  de  Tabarca. 

No  hacen  alusión  alguna  á  ningún  de- 
sastre; mas  quizá  no  estaría  grandemente 
seguro  Abd-er-Rahmán  111  de  la  suerte 
de  sus  armas  en  la  guerra  africana,  cuan- 
do fortificaba  á  Tarifa,  disponiéndola  para 
eficaz  defensa,  ó  acaso  los  Fathimitas  hu- 
bieran logrado,  á  despecho  de  Ceuta,  in- 
festar de  piratas  el  Estrecho,  dando  algún 
tiento  á  Tarifa  en  cualquiera  de  sus  co- 
rrerías ,  cuando  el  Califa  disponía  seme- 
jante obra  de  fortificación,  que  nada  ha- 
bría justificado  en  aquella  fecha,  á  haber 
sido  siempre  vencedor  de  sus  irreconci- 
liables enemigos  los  africanos. 

Como  quiera  que  sea,  según  compren- 
derán los  lectores ,  la  declaración  expre- 
sa de  este  monumento  epigráfico,  desco- 
nocido hasta  el  día,  bien  merece  que  los 
entendidos  fijen  en  ella  la  atención,  y  acla- 
ren este  punto  interesante  de  la  historia 
del  Califato  de  Córdoba,  invitándoles  por 
nuestra  parte  á  ello. 

Rodrigo  Amador  de  los  Ríos. 


ORFEBRERÍA 


-Jarro  del  Pilar 


Porta-paz  de  Santiago  de  Uclés. 
de  Zaragoza. 

N  los  comienzos  del  siglo  xvi  lle- 
garon á  España  multitud  de  orfe- 
bres procedentes  de  Alemania,  Ita- 
lia y  Francia.  Conducíales  la  segu- 
ridad de  obtener  la  protección  de  muchos 
magnates  que  ,  haciendo  acertado  uso  de 
sus  riquezas,  fomentaban  las  artes  y  se 
enorgullecían  con  enriquecer  las  iglesias 
de  sus  patronatos  y  sus  fastuosas  mansio- 
nes, que  á  veces  competían  en  esplendor 
y  gala  con  los  alcázares  soberanos. 

La  influencia  de  aquellos  maestros  dio 
gran  vuelo  á  la  industria  de  la  platería 
nacional,  cuyos  productos  se  veían  gene- 
rosamente recompensados,  obteniendo  in- 
mediata acogida,  así  en  las  casas  de  los 
poderosos,  como  en  las  iglesias  y  monas- 
terios. 

Entre  éstos  figuró  en  primera  línea, 
por  el  poderío  de  sus  jefes  y  su  significa- 
ción é  importancia  histórica  y  política,  la 
Casa  conventual  de  Santiago  de  Uclés. 

En  ella,  y  con  otras  muchas  alhajas  no- 
tables, se  hallaba  el  porta-paz  de  plata 
dorada,  con  esmaltes,  que  nuestro  gra- 
bado reproduce,  y  hoy  pertenece  al  Ca- 
bildo prioral  de  las  Ordenes  militares  de 
Ciudad  Real. 

Ocupa  el  centro  un  bajo  relieve  labrado 
en  serpentina,  que  tiene  por  asunto  la  re- 
surrección de  Lázaro.  Por  la  colocación 
de  las  figuras,  el  plegado  de  los  paños  y 
la  tosquedad  de  la  ejecución,  revela  el 
carácter  romano-bizantino  del  último  pe- 
ríodo, y,  por  consiguiente,  fecha  muy 
anterior  á  la  del  trabajo  de  orfebrería  que 
le  sirve  de  marco. 

Los  regulares  y  correctos  cuerpos  ar- 
quitectónicos que  componen  esta  pieza 
son  notabilísimos,  y  presentan  toda  le  ele- 
gancia y  fausto  del  estilo  plateresco,  que 
tantas  maravillosas  obras  produjo  en 
nuestra  patria. 

Columnas  en  forma  de  cariátides;  deli- 
cadas estatuitas  de  San  Pedro,  San  Pa- 
blo, Santiago  y  San  Juan  Bautista,  en  las 
hornacinas  de  ambos  lados;  pequeñas  y 
finas  imágenes  de  los  cuatro  Evangelis- 
tas, colocadas  en  los  netos  de  las  bases  y 


boletín 


frisos  de  la  cornisa;  diminutas  figuras  re- 
presentando la  batalla  de  Clavijo,  ocu- 
pando todo  el  friso  superior;  el  medallón 
del  coronamiento  con  la  imagen  de  la  In- 
maculada Concepción ,  rodeada  de  ánge- 
les: las  Virtudes  cardinales  que  completan 
el  decorativo  conjunto  y  la  esmaltada  es- 
tatua del  Salvador,  que  terminan  la  obra, 
son  todas  armónicas  partes  de  un  armo- 
nioso conjunto  que  demuestra  la  pericia 
del  autor  de  tan  prodigiosa  5^  perfecta  j  oy  a. 
No  es  menos  notable,  ni  en  nada  desme- 
rece, por  cierto,  de  este  bellísimo  todo, 
el  asa,  que  representa  una  quimera  alada, 
hecha  tan  gallarda  y  briosamente  como 
pudo  soñar  la  creadora  fantasía  del  ar- 
tista, reverso  de  la  alhaja,  por  sí  solo  su- 
ficiente para  hacerla  digna  de  la  admira- 
ción de  los  inteligentes. 

El  carácter  perfectamente  definido  del 
Renacimiento  español  que ,  inspirándose 
en  las  suntuosidades  de  Pavía  creó  ei 
estilo  llamado  plateresco;  el  hallarse  de- 
dicado el  porta-paz  al  convento  de  Uclés, 
y  llevar  las  emblemáticas  insignias  de  la 
Orden,  las  tradicionales  conchas,  la  ima- 
gen de  Santiago  y  el  recuerdo  de  Clavijo, 
bastarían  para  que  no  pudiera  dudarse  de 
que  esta  obra,  que  compite  con  los  más 
acabados  productos  del  arte  de  la  orfe- 
brería, es  de  procedencia  nacional;  mas 
por  fortuna  no  se  necesita  acudir  para 
asegurarlo  á  presunciones  más  ó  menos 
fundadas,  pues  una  de  las  marcas  que 
conserva,  revela  haber  sido  construido 
en  Cuenca,  por  tener  sus  blasones  y  la 
palabra  Cuen  '. 

Otros  tres  punzones  se  hallan  en  el 
porta-paz,  pero  hasta  ahora  no  se  han 
descifrado.  Tal  vez  sea  alguno  de  ellos 
del  famoso  Cristóbal  Becerril ,  que  en 
aquella  ciudad  labró  el  precioso  osculato- 
rio  que  se  guarda  en  El  Escorial,  y  la  cus- 
todia de  Alarcón,  ó  de  alguno  de  sus  her- 
manos, que  con  aquél  hicieron  la  de  la 
catedral  de  Cuenca,  y  que  por  cierto  tiene 
por  coronamiento,  como  el  porta-paz  de 
que  nos  ocupamos,  una  pequeña  estatua 
del  Salvador. 


1  Debemos  esta  noticia  A  la  señora  doña  Adela 
Croocke  de  Osma  ,  tan  competente  en  semejante  gé- 
nero de  investigaciones. 


El  jarro  de  la  iglesia  del  Pilar  de  Zara- 
goza que  el  grabado  representa,  aunque 
de  otro  orden,  es  también  una  pieza  no- 
table. Labrado  en  plata ,  con  gran  profu- 
sión de  relevados  adornos,  recorridos  á 
cincel,  corresponde  al  mismo  estilo  del 
Renacimiento  italiano,  é  indica  en  su  cons- 
trucción los  últimos  años  del  siglo  xv,  por 
el  empleo  de  elementos  decorativos  per- 
tenecientes al  estilo  ojival. 

Conocíase  vulgarmente  en  la  heroica 
ciudad  con  la  denominación  de  El  jarro 
de  D.  Jaime  el  Conquistador,  mas  basta 
verle  para  comprender  lo  infundado  de 
semejante  atribución. 

Ofrece,  además  de  su  valor,  el  grandísi- 
mo interés  de  llevar  la  marca  del  contras- 
te de  Zaragoza,  con  el  león  heráldico  y  la 
inscripción  Cces-aug.  Mide  22  centímetros 
de  alto  y  13  de  ancho,  y  pesa  47  onzas. 

Ambas  piezas  son  buena  prueba  de  la 
riqueza  y  perfección  que  alcanzó  en  Es- 
paña el  arte  de  la  platería  durante  un 
largo  período. 

Enrique  de  Leguina. 

se<sí(síIOK_OHI<gIHii 

La  Sociedad  de  Excursiones  en  Marzo. 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones 
realizará  una  á  Segovia  en  los  días  23  y 
24  del  corriente,  con  arreglo  á  las  condi- 
ciones siguientes: 

Salida  de  Madrid  (Estación  del  Norte) 
el  sábado  23  á  las  7*^  15'  de  la  iiañana. 
Llegada  á  Segovia,  11''  23' mañana.  Sali- 
da de  Segovia  el  24  á  las  6''  44'  tarde.  Lle- 
gada á  Madrid,  10''  20'  noche. 

Montimeiitos  que  se  visitarán. — Acue- 
ducto romano,  iglesias  románicas  de  San 
Martín,  San  Esteban  y  San  Millán;  monjas 
del  Corpus-Cristi,  catedral,  Santa  Cruz, 
el  Parral,  Alcázar,  en  restauración,  etc. 

Cuota. — Treinta  y  siete  pesetas,  en  las 
cuales  se  incluye  el  viaje  de  ida  y  vuelta 
en  segunda  clase,  coche  entre  la  estación 
y  la  ciudad,  almuerzo,  comida  y  habita- 
ción el  23;  desayuno,  almuerzo  y  cena 
de  fiambres  en  el  tren  el  24;  gratificacio- 
nes, etc.,  etc. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión 
dirigirse  de  palabra  ó  por  escrito,  hasta 
el  día  22,  á  las  3  de  la  tarde,  acompañan- 
do la  cuota,  al  Sr.  Presidente  de  la  Co- 
misión ejicutiva,  D.  Enrique  Serrano 
Fatigati,  calle  de  las  Pozas,  17,  segundo 
derecha. 

Madrid,  1.'^  de  Marzo  de  1895.  El  Secre- 
tario general,  Vizconde  de  Palasuelos. — 
V.°B."    EWresiáenle,  Serrano  Fatigati. 

K)03—  A.  AVRIAL,  impresor.— San  Bernardo,  92 


^c 


t,B    flAUSEBY  JUbNBT.-J^ÍAO 


JARRO   DEL  PILAR   DE  ZARAGOZA 
(SIGLO  XV) 


BOLETÍN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAIOLA  DE  EXWIOIS 


AÑO  III 


t 


IVIadrid  1-°  ele  -A-laril  de  1895 


)^         NOM.  26 


EXCURSIONES 


FORTALEZAS  Y  CASTILLOS 

IDE  lvfl:A.GiXJEID  A.  -^  ESC-A-LOIST-A. 


ESCALONA 

E  olvidadizo  y  hasta  de  ingrato  pe- 
K)l\  (,^j-j^  gj  ^i  presentar  aquí  mis  lige- 
ros apuntes  de  la  divertida  excur- 
sión realizada  á  orillas  del  río  Al- 
berche  no  consignase  la  parte  principal 
que  en  su  atractivo  tuvo  la  cordial  fran- 
queza y  alegre  expansión  de  las  personas 
que  la  realizaron. 

Era  en  cierto  modo  nuestro  viaje  una 
peregrinación  por  los  lugares  que  fueron 
teatro  de  interesantísimos  episodios  de  la 
historia  accidentada  de  nuestra  patria,  y 
entre  ellos,  ninguno  tan  dramático  como 
el  de  los  últimos  actos  de  la  tragedia  en 
que  el  gran  condestable  de  Castilla  don 
Alvaro  de  Luna  fué  protagonista  y  vícti- 
ma voluntaria.  Conocida  por  todo  el  que 
haya  leído  siquiera  en  las  escuelas  las 
historias  compuestas  por  los  dómines  de 
antaño,  ¿cómo  no  había  de  ser  entendida 
á  fondo  por  nuestro  activo  y  entusiasta 
vicepresidente  D.  Adolfo  Herrera;  por 
nuestro  simpático  y  eruditísimo  secreta- 
rio señor  vizconde  de  Palazuelos,  ilustre 
vastago  de  los  López  de  Ayala,  apegados 
á  la  historia  de  Toledo  en  toda  la  Edad 
Media,  y  que  en  este  viaje  parecía  hacer- 
nos los  honores  de  la  tierra;  por  el  exper- 
to jurisconsulto  y  distinguido  escritor  don 
Marcelo  Cervino,  hábil  investigador  di- 
plómata;  por  el  respetable  maestro  en  arte 
Sr.  Poleró ,  más  joven  de  espíritu  y  entu' 
siasmo  artístico  que  ningún  otro  délos  ex- 
T.  lu. 


cursionistas,  y  por  fin  del  joven  oficial  del 
ejército  Sr.  Ibáñez  Marín,  digno  sucesor  de 
escritores  militares  como  el  autor  de  los 
Diálogos  del  Soldado,  y  de  aquellos  ofi- 
ciales de  Flandes  que  escribían  la  relación 
de  la  batalla  de  San  Quintín  al  alcance  de 
las  baterías  francesas?  Declaro  con  since- 
ridad que  si  la  contemplación  de  las  reli- 
quias monumentales  y  de  los  pintorescos 
paisajes  que  atesora  el  llano  y  sierra  de 
Toledo,  los  suculentos  refrigerios  ofreci- 
dos con  esplendidez  y  franqueza  verda- 
deramente castellanas,  el  néctar  escaló- 
nense del  vino  de  sol,  á  ningún  otro  com- 
parable, con  que  en  la  antigua  corte  del 
Condestable,  nos  obsequió  el  Sr.  Blanco, 
no  hubiesen  constituido  ya  suficiente  é 
intenso  solaz  para  el  espíritu  y  el  cuerpo, 
la  sabrosa  y  enciclopédica  plática  soste- 
nida entre  tan  discretas  é  ilustradas  per- 
sonas hubiese  bastado  para  hacernos  per- 
der la  noción  del  tiempo. 

Salimos  de  Maqueda  sugestionados  ya 
por  la  sombra  del  Condestable,  y  al  reco- 
rrer el  camino  que  conduce  á  Escalona, 
probablemente  el  mismo  que  seguirían  sus 
implacables  enemigos  cuando  fueron  á  si- 
tiar su  palacio  y  fortaleza,  nuestro  ánimo 
se  encogía  y  apesadumbraba  recordando 
aquella  enorme  sucesión  de  felonías  que 
terminó  por  tan  cruel  é  injusta  suerte  en  la 
Plaza  del  Ochavo  de  Valladolid.  Llegá- 
bamos por  fin  á  orillas  del  Alberche  cuan- 
do empezaba  á  cerrar  la  noche,  y  en  aquel 
instante  parecíanos  ver  en  su  orilla  dere- 
cha, acampada  ante  la  imponente  forta- 
leza, cuyo  aspecto  en  aquella  hora  tan 
gráficamente  ha  descrito  en  artículo  an- 
terior nuestro  distinguido  consocio  señor 

4 


boletín 


Cervino,  la  hueste  real  rodeando  el  pa- 
lenque donde  en  suntuosas  tiendas  que 
vemos  fielmente  representadas  en  la  Sala 
de  Batallas  del  Escorial,  se  cobijaba  aque- 
lla taifa  de  desaforados  jueces,  por  dere- 
cho que  á  sí  propios  se  habían  otorgado, 
para  ver  y  fallar  en  familia  la  suerte  del 
malaventurado   D.   Alvaro,  no   de  otro 
modo  por  ellos  condenado  que  como  sen- 
tenciaron tantas  veces  los  bandidos  á  sus 
víctimas  secuestradas.  De  allí  partió  la 
sentencia  de  muerte,  sin  la  cual  no  espe- 
raba el  rey  que  se  le  entregase  la  villa  y 
la  fortaleza  y  los  tesoros  en  ella  guarda- 
dos por  el  Condestable,  no  para  sí,  sino 
para  las  necesidades  de  aquel  rey  mente- 
cato, y  las  más  legítimas  del  reino;  y  al 
tender  la  vista  por  aquella  ribera  yerma 
y  seca,  y  levantarla  luego  ala  imponente 
masa  de  la  que  en  torreadas  ruinas,  aún 
amenaza  su  bulto,  no  podíamos  por  me- 
nos de  recordar  cuál  han  llegado  hasta 
nosotros  las  memorias  de  la  víctima  y  del 
inconsciente  verdugo:  la  del  rey  por  los 
suelos,  la  del  Condestable  por  las  nubes. 
No  es  posible  sustraerse  al  atavismo 
romántico  que  todo  español  lleva  infiltra- 
do en  sus  circonvoluciones  cerebrales,  al 
extraviarse  por  los  meandros  de  la  his- 
toria de  su  patria.  Si  el  racionalismo  lite- 
rario imperante  lo  tacha  de  cursi,  el  ca- 
lor del  alma  española  lo  acoge  siempre  á 
su  pesar,  y  yo  pido  perdón  al  lector  de 
este  extravío  que  de  cierto  le  parecerá 
impertinente;  pero  que  el  recuerdo  de  los 
queridos  amigos  nombrados  y  de  aquella 
excursión  inolvidable  me  ha  impuesto  por 
ineludible  sugestión. 

Cedió  á  Escalona  Alíhamin  la  impor- 
tancia de  capitalidad  militar  de  la  zona 
defensiva  del  Norte  del  Tajo,  desde  que 
el  califato  realizó  la  constitución  del  te- 
rritorio y  sus  wazires  entendieron  que  la 
vía  de  la  orilla  derecha  de  los  ríos  Gua- 
darrama y  Alberche  era  más  fácil  y  se- 
gura que  la  de  la  izquierda  para  el  paso 
á  las  climas  del  Norte.  Conservó  Alfha- 
min  mezquita  catedral,  mezquita  parro- 
quial, palacio  y  castillo,  pero  sólo  fué  ya 
con  sus  frondosos  bosques  y  placentera 
situación  más  bien  sitio  de  solaz  para  los 
wazires  toledanos,  mientras  que  en  Esca- 
lona se  aumentaron  las   fortificaciones, 


constituyendo  la  plaza  más  fuerte  de  la 
zona. 

¿Para  qué  entretener  al  lector  en  dis- 
quisiciones acerca  de  su  antigüedad?  Su 
nombre,  antiguo  (Ascalona)  como  el  de 
Maqueda  ó  Maceda  ',  Noves,  Aceca,  Ye- 
pes  y  algún  otro,  iguales  á  los  de  otras 
ciudades  de  la  Siria  y  Palestina,  prueban 
que  hetheos,  hebreos  ó  árabes  sirios  de- 
bieron dárselos,  y  que  en  épocas  más  ó 
menos  remotas,  enincursiones  anteriores, 
en  mil  ó  más  años  anteriores  á  nuestra 
era,  quizá,  debieron  fundarse  poblaciones 
en  estos  sitios.  No  hay  para  qué  divagar. 
La  historia  consigna  la  naturaleza  beli- 
cosa de  los  hetheos  anteriores  á  los  he- 
breos en  la  tierra  de  Canaam  y  en  la  Pe- 
nínsula ibérica  como  en  otras  muchas  re- 
giones; las  crónicas  arábigas  registran  el 
auxilio  que  los  judíos  prestaron  á  los  mu- 
sulmanes en  su  invasión,  facilitándoles  la 
sumisión  ó  entrega  de  todas  las  plazas; 
pudieron,  pues,  Escalona  y  Maqueda,  y 
Noves  y  Aceca  ser  habitadas  por  he- 
breos ^  y  por  ellos  entregadas  sin  lucha 
á  los  agarenos.  El  testimonio  subsisten- 
te, vivo,  de  la  antigüedad  de  Escalonai 
existe  en  sus  muros,  en  los  restos  de  vía 
romana  hallados  en  la  villa,  en  los  toros 
de  indefinida  procedencia  del  Real  de  San 
Vicente,  en  las  aras  y  sepulcros  etruscos 
de  los  montes  vecinos,  en  el  plano  de  la 
villa,  en  la  situación  topográfica  de  su  for- 
taleza. 

Con  efecto,  en  estos  dos  últimos  datos 
se  encuentra  la  tradición  de  las  poblacio- 
nes y  fortalezas  que  cartagineses  y  roma- 
nos encontraron  en  tan  gran  número  y 
tan  fortificadas,  como  concretamente  nos 
dicen  los  historiadores  y  geógrafos  de  la 
antigüedad  clásica ',  consignando  la  exis- 


1  Así  la  nombra  Juan  de  Mena. 

2  Como  las  que  cita  El-Edrissi  en  la  primera  mitad 
del  siglo  XII,  y  como  el  fuerte  castillo  de  Tudela  en- 
tregado á  la  custodia  de  los  judíos  por  D.  Sancho  el 
Mayor  en  1170,  y  los  de  Funes  y  Estella,  y  como  las 
fortalezas  de  Or  y  Celorigo,  encomendadas  á  los  mis- 
mos por  D.  Alfonso  VIII  en  1174,  y  el  castillo  de  Ma- 
yorga  en  1206  por  D.  Alfonso  VII.  Es  de  recordar 
asimismo  la  importancia  que  á  los  judíos  \  conversos 
concede  D.  Alfonso  VII  en  el  fuero  de  Escalona. 

3  Polibio:  libros  iii,  viir.  Appiano,  iv.  Strabon,  iii,  iv. 
Frontino,  Strategematicon,  libros  i,  ii ,  iv.  Es  notable 
lo  que  dice  este  último  en  el  cap.  iii  de  su  primer  li- 
bro acerca  de  Scipión,  cuando  "no  queriendo  detener- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


23 


tencia  de  fuertes  destacados  ó  atalayas, 
campos  atrincherados  y  fortalezas  en  los 
tiempos  anteriores  á  las  colonizaciones 
fenicias  y  griegas.  En  las  relaciones  de  las 
campañas  de  Aníbal  aparecen  ya  los  pue- 
blos carpetanos  como  indomables  guerre- 
ros, que  con  olcades  y  vacceos  "en  nú- 
mero de  100.000  hombres:  invicta  acies  si 
aequo  diinicaretur  canipo„ ,  pusieron  en 
grave  aprieto  al  célebre  general  cartagi- 
nés, á  orillas  ó  en  las  cercanías  del  Tajo, 
quiza  en  los  pasos  de  la  sierra. 

Todas  las  noticias  que  abundantemente 
recogieron  los  historiadores  de  la  con- 
quista de  la  Península,  ponen  de  manifies- 
|0  que  ya  al  abordar  Scipión  en  Sagunto, 
se  encontró  en  ella  con  una  perfecta  y  po- 
derosa organización  militar. 

Debió  haber,  pues,  en  esta  meseta  arci- 
llosa que  domina  el  paso  del  Alberche  que 
atravesaba  la  vía  antigua,  una  población 
y  un  fuerte;  en  el  plano  actual  de  Escalo- 
na, conservado  por  su  muro  y  en  la  posi- 
ción topográfica,  parece  encontrarse  la 
tradición  etrusca,  que  es  á  la  que,  en  mi 
concepto,  hay  que  atribuir  todas  esas  for- 
tificaciones y  ciudades  de  que  nos  hablan 
los  citados  historiadores. 

Aunque  los  vados  del  Alberche  fueron 
siempre  peligrosos  y  casi  impracticables 
por  lo  movedizo  y  blando  de  su  seno  du- 
rante la  mayor  parte  del  año ,  en  los  que, 
como  este  de  Escalona,  eran  muy  frecuen- 
tados, se  tendía  un  vaden  de  fuerte  enlosa- 
do cuando  no  se  podía  ó  no  convenía  cons- 
truir un  puente.  Aquí  se  ha  creído  en  al- 
guna ocasión  encontrar  restos  de  uno 
romano  en  lo  que  fueron  reliquias  del  an- 
tiguo vaden. 

Era,  pues,  indispensable  la  defensa  de 
este  paso,  y  sobre  él,  á  plomo,  debió  le- 
vantarse el  primitivo  reducto  de  seguri- 
dad del  campo  atrincherado,  oppidiun, 
arx,  castellwn,  que  desde  tiempos  remo- 
tísimos fué  necesario  allí,  y  cuya  cimenta- 
ción sostiene  acaso  aún  al  presente,  la 
explanada  y  torreón  de  la  vela  de  la  for- 
taleza actual. 
Aparte  de  la  vía  antigua  que,  ó  bien 


se  en  el  asedio  de  muchas  plazas  (plnrium  oppidum). 
hizo  volver  sus  tropas  á  cuarteles  de  invierno „  (año 
217  antes  de  Jesucristo'. 


atravesaba  la  villa  de  Sur  á  Norte,  ó  bien 
la  rodeaba,  y  cuyo  punto  de  acceso  desde 
el  río  no  es  fácil  descubrir  hoy,  un  sende- 
ro abierto  en  la  escarpadísima  pendiente 
sobre  que  se  asienta  el  muro  de  la  villa 
era  el  único  acceso  á  ésta,  paralelo  á  él  y 
dando  frente  al  torreón  de  la  vela,  espo- 
lones y  muros  de  la  fortaleza.  El  aparejo 
de  estos  muros  es  propiamente  indígena, 
esto  es,  de  tradición  ibérica,  enteramen- 
te diverso  del  hormazo  de  que  habla  Pli- 
nio  como  usado  en  la  región  Noroeste  de 
África  y  Mediodía  de  España,  y  propio  de 
algunas  villas  y  ciudades  ribereñas.  Ciu- 
dad Rodrigo  y  León  (ésta  en  una  gran 
parte  de  sus  murallas),  entre  otras,  lo  tie- 
nen igual.  Constituyelo  una  fuerte  arga- 
masa de  arena  pura,  cantos  rodados  que 
nuestros  ríos  ofrecen  en  abundancia  en  la 
proximidad  de  las  sierras  y  cal  tan  hi- 
dráulica que  ha  resistido  incólume  las 
constantes  heladas  de  muchos  centenares 
de  inviernos.  No  es  posible  calcular  ni 
aun  aproximadamente  la  fecha  de  su 
construcción,  pues  como  en  otros  apare- 
jos se  observa,  el  procedimiento  ó  receta 
de  su  confección  se  ha  transmitido  al  tra- 
vés de  los  siglos  inalterable ,  como  su 
consistencia.  Ni  se  encuentra  mención  de 
él  en  los  tratados  de  Vegecio  y  de  Vitru- 
vio,  ni  se  ha  hallado  en  ninguna  de  las  nu 
merosas  ruinas  de  construcciones  milita- 
res exploradas  y  minuciosamente  estudia- 
das en  Asia  menor,  Egipto,  Grecia,  Si- 
ria, etc.,  ni  en  las  construcciones  maurita- 
nas tan  cercanas  á  la  Península,  ni  en  el 
Mediodía  de  ésta,  donde  predominó  el  ver- 
dadero hormazo,  ni  en  lo  que  se  conoce 
de  Europa,  en  fin,  á  no  ser  en  las  ruinas 
de  algunos  fuertes  de  montaña  de  la  Sie- 
rra de  Estrella  en  Portugal,  se  encuentra 
tampoco. 

Creo,  pues,  que  hay  algunos  indicios 
que  permiten  afirmar  fuese  esta  obra 
peculiar  de  algunas  de  las  regiones  cen- 
trales de  la  Península  y  que  los  sahib- 
alebnia  de  los  primeros  amires  del  cali- 
fato de  Damasco  pudieron  aprovechar  los 
muros  así  construidos  en  plazas  como  la 
de  Escalona,  donde  encontrarían  proba- 
blemente dos  grandes  espacios  atrinche- 
rados por  simples  cercas:  la  villa  antigua 
de  planta  casi  cuadrangular  y  el  arx  con 


24 


boletín 


su  gran  recinto  que  podía  resguardar  á 
más  de  mil  hombres. 

Y  no  es  extraño  que  aquellos  arquitec- 
tos musulmanes  conservasen  estos  mu- 
ros ,  cuya  destrucción  por  el  pico  y  la 
zapa,  únicos  medios  á  su  alcance,  era 
muy  difícil  y  costosa,  y  cuya  reconstruc- 
ción hubiese  sido  de  resultados  inferio- 
res. Recientes  eran  y  harto  conocidos  he- 
chos como  los  que  relata  uno  de  los  cro- 
nistas arábigos  del  Achbar  Machmua  *, 
relativos  á  las  operaciones  de  sitio  de  Se- 
villa y  de  Mérida,  en  los  comienzos  de  la 
invasión  musulmana,  en  los  que  nada  pu- 
dieron lograr  contra  la  laxamaxa  de  los 
muros  las  barras,  ni  los  "picos,  que,  á  lo 
sumo,  con  mucho  tiempo  y  trabajo  y  pe- 
ligro conseguían  encentarla ,  pero  en 
manera  alguna  perforar  la  base  del  muro 
para  ponerlo  en  cw^«/c»s (apuntalarlo),  y 
poniendo  fuego  después  á  estos,  conseguir 
el  derrumbamiento  de  un  trozo  de  cortina 
y  la  brecha  para  el  asalto,  como  con  los 
aparejos  de  mampuestos,  de  sillería,  ó 
mixtos  se  consiguió  en  numerosas  oca- 
siones. 

Los  arquitectos  musulmanes  reforza- 
ron mucho  esta  antigua  y  sencilla  fortifi- 
cación, que,  por  las  razones  indicadas, 
volvió  á  adquirir  la  gran  importancia  que 
tuvo  en  antiguos  tiempos ,  y  que  durante 
los  tres  siglos  de  dominación  visigótica 
hubo  de  amenguar.  Levantaron  los  ro- 
bustos y  bien  obrados  espolones  que  por 
el  frente  N-E.  y  N-0.,  no  sólo  consti- 
tuyeron unos  poderosos  traveses  de  des- 
entilada, con  arcos  de  comunicación  sobre 
la  tela  exterior,  sino  que  contrarrestaron 
los  empujes  del  muro,  reforzado  interior- 
mente en  la  extensa  línea  de  estos  dos 
frentes  con  un  grueso  paramento  de  mam- 
postería  con  que  se  constituyó  el  andén 
del  adarve ,  dejando  convertido  en  fuerte 
muro  torreado  de  diez  metros  de  altura  y 
tres  de  ancho  lo  que  era  antes  simple  cer- 
ca. Proveyeron  á  la  defensa  de  este  ca- 
mino de  ronda  exterior  con  una  barrera 
ó  contramuro  almenado,  de  mampuesto, 
en  el  borde  de  la  escarpa,  revestida  con 
grandes  losas,  fuerte  revestimiento  que 
se  conserva  íntegro  en  toda  la  extensión 


1  Pág.  29. 


del  foso  exterior  é  interior,  pues  también 
lo  tiene  el  alcázar,  así  como  en  la  con- 
traescarpa. 

Tanto  esta  cresta  de  combate,  baja,  con 
su  foso  ancho  y  perfecto,  como  siete  de  los 
ocho  espolones  mencionados,  creólos  obra 
musulmana.  Lejos  de  deberse  reputar  por 
obra  exclusivamente  moderna  los  taludes 
de  barreras,  muros  y  torres,  son  tan  an- 
tiguos, que  los  arquitectos  musulmanes 
procedentes  de  Asia  y  de  Egipto,  habían 
podido  verlos  y  estudiarlos  en  obras  mi- 
litares de  la  décima  dinastía  nada  menos, 
como  la  fortaleza  de  Senneh,  ó  en  Asia 
menor,  en  Pteria  y  otros  puntos.  Lo  mis- 
mo sucedía  con  los  espolones,  torres  de 
planta  paralelográmica  de  gran  través, 
que  constituían  por  sí  solos  pequeños 
fuertes  del  recinto ,  cuyo  flanqueo  domi  - 
naban  interior  y  exteriormente  por  su 
gran  elevación  sobre  el  muro.  El  aparejo 
de  estos  espolones  es  el  mismo  que  el  de 
algunas  de  las  torres  de  Talavera  (cuyos 
espolones  tienen  la  misma  disposición  es- 
tratégica que  los  de  Escalona),  igual  al 
de  la  Puerta  Vieja  de  Bisagra  y  otras  del 
recinto  de  Toledo;  al  de  las  torres  más  an- 
tiguas de  la  Alcazaba  en  Alcalá  de  Gua- 
daira;  la  del  torreón  del  Puente  de  Alcán- 
tara ;  las  construcciones  primitivas  de 
Granada  en  la  Alcazaba;  en  otras  muchas 
construcciones  que  sería  prolijo  enume- 
rar, y  que  todas  son  de  origen  reconoci- 
damente musulmán. 

Este  enipleción  de  cajones  pequeños  de 
mampuestos  separados  entre  sí  por  ma- 
chos y  verdugados  de  ladrillo,  con  ma- 
chos de  mayor  á  menor  de  ladrillo  en  las 
aristas,  es  peculiar  de  algunos  puntos  de 
la  región  meridional  y  no  debió  trasponer 
la  Sierra,  pues  apenas  se  encuentra  al 
Norte  de  ella  alguna  reliquia  de  esa  clase 
de  construcción,  por  caso  raro,  como  su- 
cede con  el  arco  deSan  Basilio  en  Cuéllar. 
Las  construcciones  militares  cristianas 
de  estas  épocas  no  pueden  confundirse 
con  las  musulmanas;  pues  desde  el  último 
tercio  del  siglo  xi,  en  que  Alfonso  VI  im- 
primió nuevo  rumbo  á  la  sociedad  caste 
llana,  todas  aquellas  construcciones  se 
sujetan  á  los  planos  y  procedimientos 
usados  en  los  países  europeos ,  y  aun  por 
los  mismos  musulmanes  en  Sicilia.  Segó- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


via  y  Avila,  principalmente,  nos  facilita- 
rían todos  los  datos  necesarios  para  com- 
probar nuestro  aserto,  si  fuera  esta  oca- 
sión de  explanar  el  asunto. 

La  planta  de  los  espolones,  sus  aristas 
de  ladrillo  y  su  aparejo  todo,  demuestran 
además  pertenecer  á  una  época  en  que  en 
la  Península,  por  lo  menos,  eran  poco  ó 
nada  usadas  las  máquinas  grandes  de 
tiro,  que,  en  el  caso  de  esta  fortaleza  so- 
bre todo,  eran  de  imposible  aproche  por 
tres  de  sus  frentes  y  muy  difícil  por  el 
cuarto.  En  suma,  la  absoluta  faha  de  mata- 
canes y  de  huecos  y  canes  ó  ménsulas  en 
el  paramento  exterior  á  la  altura  del  an- 
dén del  adarve  para  la  construcción  de 
andamios,  cadahalsos  ó  camaranchones 
con  que  se  armaban  ó  barboteaban  las 
crestas  altas  de  combate  en  tiempo  de 
guerra,  y  la  carencia  de  saeteras  bajas, 
por  fin,  demuestran  la  confianza  que  se 
tenía  en  la  solidez  de  los  cimientos  y  base 
de  los  muros,  y  en  la  imposibilidad  del 
aproche  de  los  mineros  y  zapadores,  prin- 
cipal recurso  del  sitiador  contra  muros  de 
sillería  ó  mampostería,  como  hemos  di- 
cho. Constituye  además  esta  falta  de  ele- 
mentos preventivos  un  dato  cronológico 
irrefutable  que  confirma  la  deducción  de 
la  fecha  de  estas  construcciones;  y  de- 
muestra evidentemente  ser  la  construc- 
ción de  los  espolones  posterior  á  la  del 
muro  de  la  fortaleza,  la  circunstancia  de 
advertirse  claramente  haber  sido  incrus- 
tada la  obra  de  aquéllos  en  la  de  éste  sin 
aquella  unión  en  los  ángulos  entrantes 
que  ostenta  toda  obra  hecha  sin  solución 
de  continuidad  en  el  aparejo,  ni  en  el 
tiempo. 

Es  otro  dato  también  digno  de  tenerse 
en  cuenta,  el  de  que  pudieron  estudiar  los 
árabes,  sirios  y  egipcios  el  sistema  de 
construcción  empleado  por  las  razas  an- 
teriores, en  Siria  sobre  todo,  y  seguido 
por  los  bizantinos  en  el  N.  de  África, 
en  las  numerosas  fortificaciones  de  Nu- 
midia  y  Byzacena,  casi  todas  construidas 
á  mediados  del  siglo  vi  por  Solomón,  el 
gobernador  de  África,  por  Justiniano, 
y  en  las  que  se  habían  seguido  las  tradi- 
ciones griegas  y  romanas,  empleando  ex- 
clusivamente la  sillería  y  los  planos  y 
perfiles  antiguos:  no  obstante,  constru- 


yeron unas  fortalezas  y  reconstruyeron 
otras  romanas,  en  la  Península,  con  suje- 
ción á  las  formas  y  procedimientos  pura- 
mente orientales. 

Si  en  los  dos  frentes  inmediatos  .á  la 
villa  quedó  la  fortaleza  tan  perfectamente 
defendida,  por  el  opuesto,  que  en  línea 
quebrada  enlaza  el  ángulo  N-E.  con  el 
torreón  de  la  vela  al  M.,  era  verdade- 
ramente inexpugnable.  El  río  Alberche, 
con  una  anchura  de  ciento  cincuenta  á 
doscientos  metros,  sirve  de  foso  al  ce- 
rro sobre  que  se  asienta  la  fortaleza,  casi 
vertical  sobre  la  orilla,  á  una  altura  de 
unos  treinta  y  cinco  metros.  Al  pie  del 
muro,  y  en  el  último  lado  de  esta  línea 
quebrada,  frontero  á  Levante,  avanza 
sobre  el  terreno  en  declive  una  explana- 
da sobre  fortísimo  muro  de  contención, 
torrea  io  con  sólidos  cubos  en  las  esqui- 
nas ,  de  alto  y  poco  oblicuo  talud  y  de 
unos  ocho  metros  de  altura.  Otras  obras 
inutilizaban  ó  imposibilitarían  la  escala- 
da por  este  lado;  barreras  de  desenfilada 
y  de  través  bajaban  hasta  la  misma  orilla 
y  cruzaban  todo  el  frente;  revestimientos 
de  losas  y  mampuestos  solaban  la  pen- 
diente en  líneas  descendentes,  y  vénse 
aún  restos  de  refugios  para  la  ballestería, 
fuera  de  las  barreras ,  ocupando  así  todo 
el  frente  del  río  una  completa  serie  de 
defensas,  pues  el  resto  de  la  pendiente 
hasta  el  ángulo  N-E.  de  la  fortaleza, 
es  un  perfecto  derrumbadero,  de  todo 
punto  inaccesible,  como  lo  demuestra  el 
no  haberse  reforzado  en  este  último  tre- 
cho la  primitiva  cerca. 

Estas  obras  debieron  ser  perfecciona- 
das por  D.  Alvaro  de  Luna  sobre  las  an- 
tiguas del  primitivo  castillo  ó  arx,  y  en 
la  explanada  descrita  tendría  emplazadas 
las  lombardas  que,  de  ser  cierto  el  cúmu- 
lo de  imputaciones  formuladas  contra  él 
en  la  carta  á  las  ciudades  que  los  impla- 
cables enemigos  del  Condestable  hicie- 
ron firmar  al  rey,  se  dispararon  contra  el 
real.  De  todos  modos,  bueno  es  tener  en 
cuenta  que  el  alcance  de  estos  primitivos 
cañones  no  era  tanto  que  pudiese  causar 
gran  daño  ni  acaso  llegar  al  real. 

No  tiene  ni  tuvo  la  fortaleza  de  Escalo- 
na, mientras  verdaderamente  fué  plaza 
fuerte,  más  ingreso  que  una  puerta  en  el 


26 


boletín 


centro  del  frente  N-0.,  flanqueada  por  el 
gran  espolón  que  comunica  con  el  alcázar 
por  encima  del  adarve  del  muro,  en  el  flan- 
co izquierdo  y  en  el  derecho  por  un  doble 
torreón  de  planta  rectangular  que  cierra 
el  paso  directo  de  la  tela,  la  cual  rodea 
el  perímetro  del  torreón,  quedando  así  la 
puerta  sin  más  aproche  abierto  que  el  del 
flanco  izquierdo.  Debió  ser  esta  reforma 
de  la  época  del  infante  D.  Manuel,  en  el 
siglo  XIII  ó  XIV,  como  parece  demostrarlo 
el  aparejo  de  gruesa  cantería  y  un  signo 
lapídeo ,  monograma  más  bien ,  de  algún 


maestro  cantero,  en  uno  de  los  sillares  de 
una  arista.  Por  la  parte  interior  de  la  for- 
taleza se  ven  aún  restos  del  ediñcio  que 
debió  haber  al  pie  del  adarve  y  de  este 
torreón,  que  no  era  ciego,  sino  que  debía 
constituir  refugio  y  acuartelamiento  para 
la  guarnición  de  este  cuerpo  de  la  forta- 
leza, que  constituye  la  mitad  próxima- 
mente de  su  recinto  total. 

La  tela  que  antes  seguiría  al  través  del 
primitivo  espolón,  rodeó  el  perímetro  del 
nuevo  torreón,  defendida  siempre  por  la 
barrera  almenada  y  el  foso ,  con  dos  co- 


CORACHA    Y    ESPOLÓN    QUE    DEFIENDEN    LA    PUERTA    DE    LA    FORTALEZA 


rachas  *  bajas,  emplazadas,  una  delante 
de  la  esquina  N.  de  aquel  y  otra  írente  á 
la  puerta  de  la  fortaleza,  constituyendo 
parte  de  la  barbacana,  que  completaría  la 
defensa  de  esta  puerta. 

Pasado  el  espolón  del  flanco  izquierdo 
y  arrimado  á  su  lienzo  meridional,  se  en- 
cuentra el  paso  que,  desde  la  tela,  comu- 
nicaba la  fortaleza  con  la  villa  por  un 
puente  que  se  conserva,  con  tablero  leva- 
dizo sobre  el  foso.  El  muro  de  la  villa  se 


1  "...como  las  barbacanas  y  corachas  de  la  cava...,, 
— Memoria  de  lo  que  Francisco  de  Salamanca  ha  de 
hacer  en  Simancas.  Doc.  publicado  por  Ceán,  t.  u. 


alza  en  el  borde  de  la  contraescarpa  de 
éste  y  en  toda  su  extensión,  rebasando  en 
una  gran  distancia  los  límites  del  períme- 
tro de  la  fortaleza  por  este  lado,  con  una 
altura  de  nueve  metros.  El  ancho  foso  de 
sesenta  pies,  con  su  escarpa  y  contraes 
carpa  revestidas  de  grandes  losas,  es  una 
de  las  mejores  obras  de  esta  fortaleza,  y 
se  conserva  en  perfecto  estado  de  inte- 
gridad. Por  él  esparcía  sus  aguas  el  arro- 
yo Tordillos,  que  venía  desde  la  Sierra  á 
desembocar  en  el  Alberche. 

Es  por  demás  curioso  é  interesante  ob- 
servar cómo  en  el  trazado,  alzada,  planta 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


27 


y  perfiles  de  este  completo  sistema  de  for- 
tificación, se  encuentran  todos  los  precep- 
tos que,  descontadas  las  modificaciones 
impuestas  por  la  diversidad  entre  las  ar- 
mas de  tiro  modernas  y  las  de  la  época 
del  califato ,  registran  obras  como  la  del 
general  Brialmont,  los  notables  comenta- 
rios á  ella  del  distinguido  oficial  de  inge- 
nieros Sr.  Lallave,  estudios  como  el  que 
acerca  de  los  fuertes  de  montaña  publicó 
el  Memorial  de  Ingenieros,  y  otras  mu- 
chas. Precisa  hacer  un  estudio  compara- 
tivo de  estos  tratados  y  aquellas  obras 
antiguas,  para  convencerse  de  que,  no  ya 
sólo  en  esta  época,  sino  en  las  de  Vege' 
ció  y  Vitruvio,  el  arte  importantísimo  de 
la  fortificación  ha  tenido  en  todas  épocas 
una  misma  base,  entendida  en  sus  lineas 
generales  de  una  manera  casi  igual. 


Al  penetrar  en  el  primer  recinto  de  la 
fortaleza,  se  entra  en  un  vasto  patio,  pla- 
za de  armas  ó  compás,  de  planta  penta- 
gonal irregular,  cuyo  eje  mayor  mide 
ciento  diez  metros  por  cincuenta  el  me- 
nor y  en  el  cual  cómodamente  puede 
evolucionar  un  nutrido  batallón.  Bien  se 
comprende  á  su  aspecto  lo  lucido  que  se- 
ría aquel  famoso  simulacro  de  combate 
entre  dos  tropeles  de  lujosos  hombres 
de  armas  caballeros,  que  describe  la 
crónica,  las  justas,  las  fiestas  de  toros 
y  de  cañas  con  que  el  Condestable  ob- 
sequiaba todos  los  años  al  rey  D.  Juan 
en  las  frecuentes  estancias  que  en  aquel 
suntuoso  alcázar  hacía.  Rodea  á  este 
compás  en  tres  de  sus  frentes  el  muro  y 
cerca,  viéndose  en  el  ángulo  izquierdo  la 
escalera  que  daba  acceso  desde  el  suelo 


^.yU^-"-- 


MITAD    DEL    RECUADRO    DE    LA    PUERTA    DE    INGRESO    A    LA    PLANTA    BAJA    DE    LA    SALA    RICA 


al  torreón  abaluartado  de  la  esquina  N-0., 
y  desde  allí  al  adarve  y  espolones.  En 
el  centro  un  aljibe  de  los  tres  con  que 
cuenta  la  fortaleza,  en  cuyo  fondo  que- 
dan bóvedas  c¡ue  acusan  la  existencia  de 
un  manantial.  Al  lado  derecho  se  alza  im- 
ponente la  fachada  del  alcázar  construi- 
do por  D.  Alvaro  de  Luna  entre  1435  y 
1437,  con  la  suntuosidad  de  que  dan  fe  do- 
cumentos del  archivo  de  Escalona,  las 


descripciones  de  la  Crónica  del  Condes- 
table, las  cartas  del  bachiller  Fernández 
Gómez  de  Cibdarreal  y  las  excelentes 
descripciones  que  de  él  hicieron  nuestros 
queridos  consocios,  D.  Marcelino  Cervi- 
no en  uno  de  los  números  anteriores  de 
este  BoLETÍx;  y  en  el  diario  El  Heraldo 
de  20  de  Mayo  de  1894  D.  José  Ibáñez  Ma- 
rín. Defiende  la  puerta  principal  un  to- 
rreón almenado  y  aspillerado  en  el  cen- 


28 


boletín 


tro  de  una  barrera  almenada  que  sigue 
el  perfil  de  la  fachada,  con  puerta  y 
puente  levadizo  sobre  un  foso  con  escar- 
pa y  contra  escarpa  enlosadas,  que  con- 
tinúa la  línea  hasta  la  cerca.  Otra  cerca 
transversal  corta  por  delante  de  este  foso 
el  recinto  total,  desde  la  torre  cuadrada 
del  ángulo  del  Alcázar  hasta  la  cerca  ex- 
terior, dejando  otro  compás  interior  ante 
la  fachada  N-0.,  de  aquél.  La  princi- 
pal está  coronada  por  un  corredor  que 
estuvo  cubierto  y  constituía  un  perfecto 
adarve  en  todo  el  coronamiento  del  al- 
cázar, con  su  voladizo  de  matacanes  al 
uso  del  siglo  XV,  de  poca  salida,  y  su  gran 
ladronera,  á  plomo  sobre  la  puerta.  La  to- 
rre cilindrica  de  la  derecha  de  la  puerta 
comunicaba  por  el  corredor  con  el  espo- 
lón exterior. 

Cerraba  el  compás  interior  otro  muro 
al  través  y  á  él  se  salía  desde  el  Alcázar 
por  una  puerta  defendida  por  barbacana. 
Este  compás  y  el  patio  interior  claustra- 
do del  Alcázar  tenían  sendos  aljibes. 

Ante  la  fachada  posterior  quedaba  un 
espacio  que  debió  estar  ocupado  en  parte 
por  construcciones  que  constituían  el  al- 
cazarejo  ó  castillete  del  ángulo  S-E., 
donde  queda  el  torreón  de  la  vela  y  algu- 
nos otros  restos;  y  sobre  el  río  la  expla- 
nada, separada  del  recinto  por  el  muro 
torreado  y  con  puerta  en  él  defendida  por 
barbacana.  De  esta  manera,  el  alcázar 
podía  quedar  completamente  aislado  en 
caso  de  invasión  del  primer  recinto,  y  con 
suficientes  defensas  para  aguantar  un 
asedio. 

En  los  tres  patios  interiores  debieron 
estar  los  magníficos  naranjales,  arbola- 
dos y  jardines  que  tanto  encanto  presta- 
ban á  la  suntuosa  mansión,  y  aun  de  mu- 
chas de  sus  esencias  quedan  ejemplares 
en  la  viciosa  vegetación  que  por  doquier 
ha  invadido  estas  ruinas. 

La  villa.— A\  acercarse  á  ella  por  el  ca- 
mino de  Maqueda,  sólo  se  ve  un  fuerte  mu- 
ro almenado  que  parece  continuación  de  la 
fortaleza,  extendiéndose  hacia  el  Medio- 
día, de  una  altura  de  nueve  metros  y  un 
espesor  de  dos  y  medio,  tras  del  cual  se 
oculta  por  completo  la  población  cuyos 
edificios  no  alcanzan  á  su  altura.  En  cier- 
tos sitios  se  han  notado  al  pie  de  esta  mu- 


ralla en  algún  tiempo  vestigios  de  otra 
más  antigua  aún,  y  parte  del  pavimento 
de  las  vías  llamadas  romanas  aunque 
sean  anteriores  á  los  romanos.  Esta,  y 
los  restos  del  vaden  que  continuaba  por 
el  río  la  calzada  antigua,  son  las  reliquias 
más  antiguas.  Tuvo  ancho  íoso  desde  el 
de  la  fortaleza,  continuado  por  el  barran- 
co del  Salto;  con  esta  defensa  por  la  par- 
te de  la  sierra  y  la  del  río  Alberche  que 
cierra  el  paso  de  N-E.  á  S-0.  y  la  fortale- 
za por  el  lado  N-E.,  la  villa  quedaba  per- 
fectamente aislada  y  sin  más  acceso 
abierto  que  el  del  N-0.,  adonde  va  á  des- 
embocar el  camino  de  los  puertos  y  en 
cuyo  centro  se  abre  la  puerta  llamada 
del  Castillo  (por  el  que  tuvo  sobre  ella), 
y  del  que  conserva  algún  vestigio  la  to- 
rre de  la  actual  iglesia  parroquial.  Esta 
puerta,  de  arco  ojivo  y  muy  bajo,  estuvo 
defendida  por  una  barbacana  semejante 
á  la  que  hemos  descrito  al  tratar  de  la 
fortaleza  de  Maqueda  y  á  que  allí  nos  re- 
ferimos. Así  lo  demuestra  el  arranque  de 
la  bóveda  transversal  que,  como  de  fuer- 
te sillería,  se  ha  conservado  en  el  para- 
mento del  muro.  A  las  otras  dos  puertas, 
la  del  Río  y  la  de  San  Vicente,  de  arco 
ojivo  y  bajo  también,  se  sube  á  la  prime- 
ra por  el  áspero  y  sinuoso  sendero  de 
que  ya  he  hablado,  hasta  que  se  abrió  la 
carretera  Maqueda  á  Almorox;  y  la  se- 
gunda, situada  en  sitio  algo  más  llano, 
también  tiene  acceso  por  un  camino  en 
cuesta  pegado  á  la  muralla. 

El  plano  de  la  villa  ofrece  asimismo 
pruebas  de  la  esmerada  previsión  conque 
se  atendió  á  reunir  cuantos  elementos 
estratégicos  pudieran  allegarse.  Una  vas- 
ta plaza  paralelográmica,  de  sesenta  y 
dos  metros  por  treinta  y  seis ,  inmediata 
á  la  fortaleza,  con  la  que  se  comunicaba 
por  una  calle  que  desembocaba  estraté- 
gicamente en  aquélla  por  uno  de  sus  án- 
gulos, como  todas  las  antiguas,  consti- 
tuían á  esta  villa  en  un  vasto  campo 
atrincherado,  que  es  lo  que  sería  en  sus 
primitivos  tiempos.  Todas  las  calles,  es- 
trechas y  tortuosas,  hacían  muy  difícil 
el  aproche  del  enemigo  apoderado  de  al- 
guna de  las  dos  puertas  ó  de  ambas,  por 
el  lado  más  débil  y  una  fuerza  agrupada 
en  la  plaza  podía  impedir  fácilmente  su 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


29 


invasión  por  pequeños  grupos  aislados, 
que,  con  frentes  de  cuatro  hombres  á  lo 
más,  podían  desembocar  en  ella.  Por  otra 
parte,  las  comunicaciones  de  la  guarni- 
ción con  la  fortaleza,  no  eran  de  fácil  in- 
terrupción. De  este  modo,  la  villa  era  una 
avanzada  vasta  y  fuertemente  atrinche- 
rada de  la  fortaleza,  la  cual,  sin  embar- 
go, tenía  adoptadas  suficientes  precau- 


ciones para  que ,  dominada  aquélla  poY  el 
enemigo,  no  pudiese  atacarla  fácilmente, 
defendida  como  estaba  por  el  propio  mu- 
ro de  la  villa,  el  foso  y  la  barrera  con  co- 
rachas de  la  fortaleza.  La  antigüedad  de 
estas  fortificaciones,  muy  anteriores  á  la 
época  de  D.  Alvaro  de  Luna,  demuestra 
la  importancia  que  tuvo  siempre  esta  de- 
fensa del  paso  del  Alberche,  y  que  Justi- 


PLANO  DEL  CASTILLO  DE  ESCAL©NA 


fican  los  documentos  que  consignan  la 
existencia  de  la  fortaleza  en  la  época  de 
su  repoblación  • ,  la  inducción  de  haber 
permanecido  en  el  dominio  real  hasta  que 
D.  Fernando  III  la  donó  á  su  hijo  el  Infan- 
te D.  Manuel  *,  cuyo  hijo  D.  Juan  Manuel 


1  Véase  el  fuero  de  Escalona  otorgado  en  1118  y  no 
en  1130  como  parece  resultar  del  único  ejemplar  que 
existe  en  el  Archivo  de  aquella  villa. 

2  Salazar  de  Mendoza  así  lo  añrma. 

T.  III. 


nació  en  esta  villa,  volviendo  al  dominio 
real  después  de  las  traiciones  del  hijo  de 
éste  contra  D.  Alfonso  XI,  hasta  que  en 
tiempos  de  D.  Juan  I,  quizá  se  consti- 
tuyera con  otras  villas  y  fortalezas  de 
este  territorio  el  estado  del  Condestable 
de  Castilla,  pues  consta  que  si  no  Esca- 
lona, otras  pertenecían  á  D.  Ruy  Ló- 
pez Dávalos  al  tiempo  de  su  caída.  Re- 
cibióla por  fin  D.  Alvaro  de  Luna,  y  no 

5 


boletín 


decreció  su  importancia,  puesto  que  si- 
guió después  de  su  muerte  siendo  sitio 
real  y  en  él  parece  que  se  educaron  y 
criaron  el  príncipe  D.  Alfonso  y  la  infan- 
"ta  Doña  Isabel,  y  que  en  Escalona  estaba 
esta  princesa  cuando  fué  á  la  célebre  en- 
trevista con  su  hermano  D.  Enrique  IV, 


en  las  cercanías  de  la  vecina  villa  de  Ca- 
dalso de  los  Vidrios. 

A  riesgo  de  resultar  machacones,  he- 
mos de  terminar  con  algunos  datos  topo- 
gráficos que  atestigüen  la  importancia 
militar  que  tuvo  Escalona  en  los  últimos 
siglos  de  la  Edad  Media,  pues  ya  en  las 


CASTILLO  DE    ESCALONA 


revueltas  del  reinado  de  D.  Alfonso  XI, 
era  el  gran  reducto  de  seguridad  de  don 
Juan  el  Tuerto  y  sus  turbulentos  secua- 
ces, continuadores  y  antecesores  de  aque- 
lla codiciosa  é  insaciable  bandada  de  bui- 
tres carniceros  de  la  monarquía  y  del  te- 
rritorio, que  unas  veces,  las  más,  se  re- 
partían y  gozaban  el  botín  arrancado  á 


la  corona,  otras  eran  cazados  y  destruí- 
dos  por  caracteres  enérgicos  como  Don 
Alfonso  XI  y  su  hijo  D.  Pedro  I,  pero  que 
siempre  dejaron  prolífica  ralea,  que  acu- 
mulaba desastres  sin  cuento ,  cual  los  que 
registran  las  crónicas  de  los  tristes  rei- 
nados de  los  Trastamaras. 
No  obstante  los  grandes  medios  de  go- 


bÉ  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DÉ  EXCURSIONES 


3í 


bierno  con  que  contaba  Alfonso  Xí,  su  in- 
domable energía  y  sus  procedimientos 
justicieros,  nada  pudo  contra  Escalona, 
cuando  se  presentó  á  que  se  le  rindiera,  y 
tuvo  que  retirarse  furioso  y  avergonzado. 

Los  documentos  del  archivo  de  la  casa 
del  Infantado ,  á  la  que  vinieron  á  parar 
los  estados  del  Condestable  D.  Alvaro  de 
Luna,  las  noticias  de  las  crónicas  de  su 
época,  con  el  estudio  del  terreno  y  los 
datos  de  las  Relaciones  del  siglo  xvi,  que 
he  utilizado  en  mi  artículo  anterior,  per- 
miten reconstituir  en  cierto  modo,  cómo 
fueron  los  estados  del  infortunado  Maes- 
tre de  Santiago,  quien  perfeccionó  por 
asombroso  estilo  la  constitución  militar  de 
esta  siempre  importante  zona  estratégi- 
ca. Aquí  solo  trataré  del  estado  toledano. 

Situada  Escalona  en  su  centro  y  rodea- 
da inmediatamente  de  las  defensas  natu- 
rales y  artificiales  que  he  tratado  de  des- 
cribir, tenía  á  su  rededor  en  líneas  pa- 
ralelas campos  atrincherados  y  fuertes 
destacados  en  Alhamín,  la  Torre  de  Es- 
teban Ambrán ,  Santa  Cruz  del  Retamar 
y  el  descrito  territorio  de  Maqueda,  en  la 
orilla  izquierda  del  Alberche  y  derecha 
del  Tajo ,  confinando  con  los  estados  del 
Arzobispado  de  Toledo,  que  durante  la 
prelacia  de  su  hermano  de  madre,  don 
Juan  de  Cerezuela  (muerto  en  1442),  au- 
mentaron considerablemente  sus  recur- 
sos defensivos  contra  los  enemigos  in- 
testinos del  reino.  Al  Mediodía  hasta  el 
Tajo  otras  villas  y  fuertes  destacados,  en 
cuyas  orillas  se  levantaban  Hormigos, 
Nombela  y  otros ,  con  el  fortalecido  cas- 
tillo de  Montalván,  una  de  las  defensas 
del  camino  de  Portugal,  cuya  frontera 
logró  al  fin  tener  en  guarda  completa, 
cuando,  obtenido  el  maestrazgo  de  San- 
tiago y  con  esta  suprema  dignidad  las 
poderosas  fortalezas  de  Trujillo,  Albur- 
querque,  Montánchez  y  otras,  eslabonó 
la  línea  de  fortificaciones  con  la  Sierra 
de  San  Vicente  al  S-0.  y  O.  del  Estado 
de  Escalona,  donde  tuvo  la  villa  y  Castillo 
de  Vayuela.  De  los  documentos  á  que  me 
he  referido,  resulta  que  esta  fortaleza 
(situada  á  legua  y  media  al  S-0.  de  Es- 
calona), Maqueda  y  Montalván,  figuraban 
entre  las  más  importantes  de  las  del  Con- 
destable. 


Pero  donde  mayor  número  de  defenso- 
res procuró  tener  fué  en  los  pasos  de  las 
sierras,  lo  cual  se  explica  perfectamente, 
dado  que  el  camino  desde  Toledo  á  Avi- 
la, Arévalo,  ValladoUd  y  Burgos,  donde 
en  su  tiempo  andaba  de  continuo  la  corte, 
como  en  reinados  anteriores,  y  de  conti- 
nuo bullían  las  intrigas  y  conspiraciones 
en  contra  suya,  pasaba  por  delante  de 
Escalona  y  se  bifurcaba  hacia  Almorox 
y  hacia  el  Portachuelo  de  Paredes. 

Es  curioso  el  estudio  de  los  viajes  que 
durante  la  Edad  Media  hacían  reyes  y 
magnates  al  través  de  la  Península,  su 
rapidez  poco  conocida,  la  resistencia  que 
se  necesitaba  para  salvar  en  dos  jorna- 
das la  distancia  de  más  de  treinta  y  cinco 
leguas  que  separa  á  Valladolid  de  la 
Puebla  de  Montalván,  como  hizo  D.  Pe- 
dro I,  corriendo  en  posta  de  muías  de 
paso,  con  tres  solos  acompañantes,  y  ha- 
ciendo una  sola  noche  en  Pajares  al  Me- 
diodía de  Arévalo.  Este  viaje,  que  cito 
como  ejemplo,  entre  otros  muchos,  sólo 
podía  hacerse  por  el  camino  de  Almorox, 
y  así  en  esta  época  como  en  la  de  D.  Al- 
fonso XI  y  las  posteriores,  este  fué  el  ca- 
mino obligado  desde  Andalucía  á  Castilla 
la  Vieja. 

Castillos  y  fortalezas  ó  villas  más  ó 
menos  estratégicas  tuvo,  pues,  Don  Al- 
varo al  N-0.  y  N.  de  Escalona  en  Are- 
nas ,  Cebreros ,  Higuera  de  Dueñas ,  Ca- 
dalso de  los  Vidrios,  Hontanares,  San 
Martín  de  Valdeiglesias,  Villa  del  Prado, 
el  Quejigar,  la  Adrada,  el  Tiemblo,  Vi- 
llalba,  con  otros  xuMchosJtiertes  de  tnon- 
taña,  castillos  roqueros  aislados  en  la 
sierra  y  hasta  riscos  fortificados  por  la 
misma  naturaleza,  como  la  enorme  Peña 
de  Cadalso,  á  dos  kilómetros  de  esta 
villa,  y  que  desde  tiempos  muy  antiguos 
constituyó  una  fortaleza  natural. 

Así  se  comprende  que  los  enemigos  del 
señor  de  Escalona  excusasen  en  ciertas 
ocasiones  el  paso  por  este  territorio,  com- 
pletamente ocupado  por  sus  alcaides  y 
los  numerosos  caballeros  de  su  casa,  que 
de  él  tenían  acostamiento  y  en  todas  esas 
villas,  casas  fuertes  y  másómenosíawá^as 
de  nómina.  En  1353  debía  ser  del  patrimo- 
nio real,  y  cuando  D.  Juan  Alfonso  de  Al* 
burquerque  partió  en  demanda  del  rey  fu- 


32 


boletín 


gitivo  del  tálamo  nupcial,  y  no  obstante, 
llevar  1.500  hombres,  temiendo  con  razón 
las  iras  de  D.  Pedro  y  las  órdenes  que  hu- 
biese podido  dar  á  los  alcaides  de  la  tie- 
rra, dio  un  gran  rodeo  para  no  pasar  la 
sierra  de  Cadalso,  llegando  A  Santa  Ola- 
lla por  Fuensalida. 

En  1441  el  infante  de  Aragón  y  los 
grandes  confederados  contra  D.  Alvaro 
de  Luna  tampoco  se  atrevieron  á  pasar 
con  su  hueste  por  el  Berrocal,  y  vinieron 
á  Maqueda  por  el  camino  del  Guada- 
rrama. 

Por  esto  hicieron  venir  á  D.  Juan  II  á 
asentar  su  real  al  pie  de  la  fortaleza  de 
Escalona,  á  la  orilla  izquierda  del  Alber- 
che  los  que  pretendían  juzgar  al  Condes- 
table, preso  ya  en  su  propia  fortaleza  de 
Portillo,  y  allí  consumó  su  ruina,  olvida- 
do de  que  en  los  suntuosos  salones  de 
aquel  alto  y  espléndido  alcázar  había  pa' 
sado  largas  y  frecuentes  temporadas ,  allí 
donde  había  materia  sobrada  para  inspi- 
rar al  cronista  estas  reflexiones  tratando 
de  las  delicias  de  aquella  mansión  casi  re- 
gia, puesto  que  casi  nunca  la  disfrutó  don 
Alvaro  sino  en  compañía  del  Rey  :  "Por 
cierto  menester  fuera  en  este  passo  aquel 
en  escrebir  abundante  Ovidio  Nasso ,  para 
que  segund  él  en  sus  Metamorphoseos  e 
ficiones  escribe  e  designa  la  casa  del  sol, 
e  los  adornamientos,  e  polidezas,  e  arreos, 
e  los  edeficios  de  aquella,  escribiera  con 
verdad  e  con  realidad  del  fecho,  los  pala- 
cios de  mucho  frescor,  los  altos  olorosos  e 
perfumes  de  suave  olor,  los  jardines,  los 
naranjales,  los  exquisitos  e ingeniosamen- 
te invencionados  modos  de  humanas  de- 
ley  taciones,  que  el  noble  Maestre  e  Con- 
destable en  aquellos  dias  que  el  Rey  su 
Señor  estovo  en  aquella  su  villa  le  sopo 
administrar  e  administro.  „ 

De  tanta  previsión,  de  tanta  fortifica- 
ción y  magnificencia  que  dieron  á  alcá- 
zar y  fortaleza  fama  de  ser  los  mejores 
de  Castilla,  ¿qué  ha  dejado  la  incuria  de 
sus  últimos  señores,  la  indiferencia  de  las 
nunca  bastante  zaheridas  comisiones  de 
monumentos,  el  descuido  del  propio  inte- 
rés de  los  vecinos,  que  así  dejan  hundirse 
una  joya  arqueológica  que,  bien  conser- 
vada, hubiese  podido  producirles  los  be- 
neficios que  A   otras  poblaciones  mejor 


inspiradas  les  rinden  las  suyas?  El  fuerte 
muro  íntegro,  con  sus  contrafuertes  y 
defensas ,  los  fuertes  espolones  á  los  que 
no  falta  sino  el  almenaje;  casi  toda  la  ba- 
rrera con  sus  dos  corachas,  el  torreón  de 
la  vela,  la  explanada.  El  alcázar  de  Don 
Alvaro,  como  obra  más  moderna  y  ligera? 
es  la  parte  más  arruinada;  en  el  presente 
invierno  se  ha  derrumbado  una  parte  del 
muro  moderno;  proseguirá  la  obra  de 
destrucción  más  ó  menos  lenta,  y  quizá 
no  tarde  la  ocasión  en  que  puedan  hacér- 
sele á  la  fortaleza  de  Escalona  las  exe- 
quias que  el  gran  Quevedo  hacía  al  cas- 
tillo de  Joray  en  aquel  romance  que  dice: 

"  Son  las  torres  de  Joray 
Calaveras  de  unos  muros 
En  el  esqueleto  informe 
De  un  castillo  ya  difunto. 

Hoy  las  esconden  guijarros, 

Y  ayer  coronaron  nublos; 
Si  dieron  terror  armadas, 
Precipitadas  dan  susto. 

Las  dentelladas  del  año  , 
Grande  comedor  de  mundos  , 
Almorzaron  sus  almenas 

Y  cenaron  sus  trabucos. 


Donde  admitió  su  homenaje 
Hoy  amenaza  su  bulto; 
Fué  fábrica...  y  es  cadáver  ; 
Tuvo  alcaides...  tiene  buhos. 

Como  herederos  monteses 
Pájaros  le  hacen  nocturnos 
Las  exequias:  y  los  grajos 
Le  endechan  los  contrapuntos. 

Sobre  un  alcázar  en  pena 
Un  baluarte  desnudo,* 
Mortaja  pide  A  las  hierbas, 
Al  cerro  pide  sepulcro. 

F.  B.  Navarro. 


SAN  JUAN  DE  ORTEGA 


Recuerdos  de  una  excursión. 

||UANDo  la  Sociedad  Española  de  Er- 
cursiones  vaya  aumentando  en  im- 
portancia, y  se  piense  formalmen- 
^[  te  en  establecer  hijuelas  de  ella  en 
nuestras  principales  ciudades,  como  ya 
en  alguna  existen  si  no  estoy  mal  infor- 


'^' 


MONASTERIO  DE  SAN  JUAN  DE  ORTEGA 
(Burgos) 

SEPULCRO  DEL  SANTO  FUNDADOR 


DE   LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


33 


mado,  habrá  seguramente  de  ser  Bur- 
gos una  de  las  capitales  que  con  maj'or 
razón  y  derecho  pida  y  establezca  un 
centro  excursionista,  de  que  en  verdad  se 
halla  necesitado. 

Pocas  tierras  como  aquella  vieja  tierra 
castellana  pueden  atraer  á  los  artistas,  ;'i 
los  arqueólogos,  á  los  que  se  complacen 
viendo  nuestras  antiguas  joyas,  y  aun  á 


los  que  se  contentan  con  contemplar  las 
admirables  maravillas  que  la  naturaleza 
ha  fabricado. 

Desda  los  mismos  muros  de  la  ciudad 
hasta  los  más  apartados  confines  de  la 
dilatada  provincia  puede  decirse  que 
cada  palmo  de  terreno  brinda  con  porten- 
tos dignos  de  admirarse,  con  paisajes  ex- 
cepcionales de  risco,  sierras  y  montes,  y 


SAN    JUAN    DE    ORTEGA 


con  gloriosos  recuerdos  de  tiempos  que 
pasaron;  la  Cartuja  de  Miraflores,  mara- 
villa ojival  del  último  período;  San  Pe- 
dro de  Cárdena,  lugar  de  la  escena  de 
tantos  romances;  Santo  Domingo  de  Si- 
los, tan  ilustre  por  sus  memorias  como 
por  su  arquitectura;  Lerma,  con  su  co- 
legiata famosa;  Bisjueces,  rica  en  glorio- 
sísimos recuerdos;  Covarrubias,  de  anti- 
güedad venerable;  Pancorbo,  con  sus  ci- 


clópeas montañas  y  sus  agudos  picos; 
Briviesca,  donde  se  reunieron  Cortes; 
Fresdelval,  con  su  portentoso  claustro; 
Medina  de  Pomar,  con  sus  iglesias  in- 
signes; San  Pedro  de  Arlanza,  de  que  ya 
en  estas  columnas  se  ha  hablado;  la  cole- 
giata de  San  Quírice;  la  cueva  maravillosa 
de  Atapuerca;  cien  y  cien  cosas  más  que 
harían  esta  relación  interminable,  convi- 
dan al  aficionado  con  sus  encantos  y  pi- 


34 


BOLETÍN 


den  á  voces  que  no  se  oyen,  la  creación 
de  un  centro  excursionista  '. 

Pídelo  no  menos  que  todo  lo  citado  el 
desconocido  y  olvidado  monasterio  de  que 
he  de  hablar  hoy  á  los  lectores,  y  hacia  él, 
en  un  hermoso  día  de  Agosto  del  pasado 
año,  dirigímonos  con  varios  forasteros 
unos  cuantos  burgaleses  entusiastas,  so- 
cios de  la  de  Excursiones  algunos,  capita- 
neados por  el  presidente  de  ésta,  D.  Enri- 
que Serrano  Fatigati,  y  por  el  delegado  de 
ella  en  Burgos,  D.  Isidro  Gil,  de  cuyas  do- 
tes artísticas  ya  de  antiguo  conocidas  por 
los  lectores  de  este  periódico,  dan  gallar- 
da muestra  los  dibujos  que  ilustran  el 
presente  artículo  y  que  á  su  lápiz  son  de- 
bidos; componíase  el  resto  de  la  expedi- 
ción de  artistas,  periodistas,  algún  cate- 
drático del  instituto,  un  diputado  provin- 
cial, varios  individuos  de  la  Comisión  de 
Monumentos  y  algunas  otras  personas, 
entre  ellas  varios  aficionados  al  arte  de 
Daguerre,  que  no  perdieron  tampoco  el 
tiempo,  y  de  cuyos  trabajos  pueden  tam- 
bién juzgar  los  lectores  por  la  fototipia 
que  á  este  artículo  acompaña  y  que  está 
tomada  de  una  fotografía  debida  á  don 
Juan  Albarellos,  director  del  Diario  de 
Burgos,  y  tan  buen  periodista  como  fotó- 
grafo, ó  tan  buen  fotógrafo  como  perio- 
dista, que  quizá  esté  mejor  dicho.  Fui 
por  voto  unánime,  y  con  el  visto  bueno 
del  Presidente,  nombrado  cronista  de  la 
excursión,  sin  duda  teniendo  en  cuenta 
que  siempre  es  el  secretario  el  de  menor 
edad  y  de  menores  méritos,  y  ahí,  al'cabo 
de  tantos  meses,  van  ahora,  antes  que  se 
borren  las  pocas  notas  de  lápiz  y  que  se 
acaben  de  olvidar,  las  impresiones  reco- 
gidas, lo  que  merece  contarse  de  la  expe- 
dición y  del  momento. 

En  el  abandono  general  de  los  conven- 
tos todos,  al  tiempo  de  la  exclaustración 
ocurrido,  tengo  para  mí  que  ninguno  su- 
frió tantos  daños,  ó  tan  pronto  cayó  en  el 
olvido  como  el  de  San  Juan  de  Ortega; 
hundiéronse  otros  al  cabo  de  algún  tiem- 
po ,  pero  se  hundieron  con  estruendo ,  si 
así  puede  decirse;  olvidáronse  muchos, 


1  Acerca  de  las  excursiones  que  desde  Burgos  pue- 
den }'  deben  hacerse  por  los  aficionados,  véase  el  her- 
moso libro  de  D.  Víctor  Balaguer,  Añoransas,  ha 
bien  poco  publicado. 


pero  no  se  olvidaron  tanto  que  algún  es- 
critor, de  más  ó  menos  competencia,  no 
dejase  inmortalizado  su  nombre  en  letras 
de  molde;  fueron  saqueados  casi  todos, 
pero  de  ninguno  dejó  de  conservarse  al- 
gún objeto  en  museo  público  ó  en  propie- 
dad particular;  desaparecieron  bibliote- 
cas y  archivos,  pero  no  tan  por  completo 
que  de  ellos  no  se  salvase  papel  ni  libro 
alguno,  y  en  San  Juan  de  Ortega,  cuya 
fábrica  no  fué  de  las  más  castigadas,  pasó 
todo  lo  contrario ;  perdióse  por  completo 
su  recuerdo,  desaparecieron  sus  alhajas, 
olvidóse  su  nombre,  jamás  fatigáronse 
las  prensas  imprimiéndole,  y  hoy,  al  que- 
rer hablar  algo  de  lo  que  de  él  se  conser- 
va ,  si  tengo  la  satisfacción  de  ser  el  pri- 
mero que  le  saca  á  colación  en  lo  que  va 
de  siglo,  tengo  también  la  mala  fortuna 
de  no  contar  apenas  con  otros  documen- 
tos y  otros  datos  que  los  que  su  vieja  fá- 
brica pueda  comunicarnos. 

"En  lo  que  va  de  siglo,,,  he  dicho,  que 
antes  dos  escritores  (dos  tan  sólo,  que  yo 
sepa),  el  P.  Enrique  Flórez,  en  su  Espa- 
ña Sagrada,  y  el  P.  Bernardo  de  Pala- 
cios, en  su  manuscrito  inédito  Historia 
de  la  ciudad  de  Burgos,  ya  otra  vez  por 
mí  citado  en  estas  columnas,  hablaron  de 
el  monasterio  de  San  Juan  de  Ortega  en 
el  siglo  pasado,  aunque  por  desgracia 
cuidando  más  de  referirnos  los  milagros 
obrados  por  su  fundador  que  de  describir- 
nos los  objetos  de  arte  que  allí  existiesen 
dignos  de  ser  recordados.  Relatan  estos 
escritores  que  fué  San  Juan  de  Ortega 
natural  de  aquella  tierra,  y  pueblo  de 
Quintana  Ortuño,  en  donde  nació  por  los 
años  de  1080,  y  que,  dado  desde  muy  joven 
á  las  prácticas  religiosas ,  tras  una  expe- 
dición á  Tierra  Santa,  volvió  á  la  suya,  y 
en  acción  de  gracias  á  San  Nicolás,  á  cu- 
ya intercesión  atribuyó  el  haberse  salvado 
de  un  naufragio,  fundó  en  el  país  llamado 
Urtica  (por  ser  espeso  en  maleza,  dice  Fló- 
rez) una  iglesia  y  una  mansión  donde  se 
retiró  á  vivir,  limpiando  con  su  ejemplo 
de  bandidos  aquellos  contornos ,  y  favo- 
reciendo á  los  peregrinos  que  por  allí 
habían  de  pasar  cuando  caminaban  á  San- 
tiago; unióse  para  todo  esto  con  dos  so- 
brinos suyos ,  á  quienes  hizo  profesar  la 
Orden  de  San  Agustín ;  consiguió  que  el 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


35 


Papa  Inocencio  II  aprobase  la  fundación 
en  1138;  hizo  su  testamento,  que  Flórez 
trae,  y  en  el  que  se  hallan  curiosas  noti- 
cias, fechándolo  en  Nájera  en  1152,  y  mu- 
rió en  la  casa  que  había  fundado,  en  2  de 
Junio  de  1163,  dejando  ya  la  iglesia  bas- 
tante adelantada,  y  la  comunidad  y  hos- 
pital en  floreciente  estado,  favorecida  por 
donaciones  de  todas  clases,  principal- 
mente reales,  hasta  el  punto  de  poderse 
apellidar  el  santo  Señor  de  Ortega,  en  su 
testamento  ya  citado. 

Más  tarde  fué  decayendo  su  fundación, 
vino  muy  á  menos  el  convento,  y  en  vista 
de  esto,  en  los  tiempos  del  ilustre  obispo 
de  Burgos,  literato  insigne  y  famoso  con- 


verso, D.  Pablo  de  Cartagena  y  Santa- 
maría, en  la  primera  mitad  del  siglo  xv, 
dióse  la  casa  á  la  orden  de  San  Jerónimo, 
establecióse  que  dependería  en  lo  sucesi- 
vo del  monasterio  de  Fresdelval,yalmuy 
poco  tiempo,  ganando  de  día  en  día  en  im- 
portancia, se  la  declaró  independiente  por 
la  autoridad  apostólica  en  1442  en  que  go- 
bernaba la  diócesis  el  ilustre  hijo  de  don 
Pablo,  D.  Alonso  de  Cartagena. 

Y  basta  de  historia;  hacia  esta  olvidada 
y  vieja  fundación,  que,  como  se  ha  visto, 
data  no  menos  que  del  siglo  xii,  nos  en- 
caminamos aquella  hermosa  mañana  de 
Agosto  por  la  recta  y  cuidada  carretera, 
atravesando  los  áridos  campos  que  por 


CAPITEL  HISTORIADO    DE    LA    IGLKSIA    DE    SAN    JUAN    DE    ORTEGA 


aquél  lado  conducen  á  la  ciudad  cercana: 
no  bien  nos  fuimos  separando  de  ella,  el 
paisaje  mejoraba  por  momentos,  rom- 
piendo la  monotonía  del  horizonte  las 
elevadas  cimas  de  la  cercana  sierra  que 
empezaban  á  distinguirse. 

Pasado  ya  Zalduendo,  que  no  justifica 
el  allí  vulgar  dicho  de  "entrar  de  prisa  y 
salir  corriendo,,,  abandonamos  la  carre- 
tera para  llegar  por  no  muy  mediano  ca- 
mino vecinal  al  pueblo  de  Santo  venia  ,  y 
desde  allí,  atravesando  un  extraño  puente 
de  un  solo  arco,  y  siguiendo  un  rato  por 
monte  bajo  y  raquítico,  á  la  villa  de  San 
Juan  de  Ortega,  pequeñísima  reunión  de 
casas  (36  edificios  con  73  habitantes,  se- 
gún el  último  censo),  perteneciente  al 


ayuntamiento  de  Barrios  de  Colina,  cuya 
capital  que  lleva  este  nombre  se  encuen- 
tra á  bien  corta  distancia,  y  en  la  que  se 
halla  enclavado  el  monasterio,  que  casi 
puede  decirse  que  en  su  totalidad  forma 
la  villa,  que  sólo  se  compone  de  lo  que  en 
otro  tiempo  fueran  dependencias  de  la 
casa. 

Queda  hoy  de  ésta,  abandonada  y  en 
detestable  estado,  la  iglesia  conventual, 
que  en  otro  tiempo  debió  ser  hermosa 
según  lo  denuncian  sus  proporciones  y 
arquitectura,  que  corresponden  á  la  época 
de  transición  anterior  al  período  ojival, 
comprobándose  así  la  exactitud  de  los 
datos  de  Flórez,  que  la  da  por  empezada 
á  construir  en  vida  del  santo  fundador, 


36 


BOLETÍN 


según  queda  expresado;  no  hay  en  ella  ya 
imágenes,  ni  apenas  retablo  ninguno,  por 
más  que  los  restos  de  uno  de  ellos,  que  en 
deplorable  estado  se  conservan,  merecen 
fijar  la  atención  de  todos,  como  la  merece 
también,  sin  duda,  siendo  casi  el  único  de- 
talle arquitectónico  digno  de  mencionar- 
se en  el  interior  del  templo,  el  capitel  his- 
toriado de  esmeradísima  labor,  cuyo  dibu- 
jo acompaña  á  estas  líneas,  y  que  repre- 
senta, al  decir  de  algunos  de  los  más 
competentes  expedicionarios,  pasajes  de 
la  vida  de  la  Virgen,  no  siendo  el  que 
menos  pueda  extrañar  entre  ellos  aquel 
en  que  el  ángel  Gabriel  anuncia  á  María 
que  será  pronto  madre ,  por  la  peregrina 
invención  del  artista,  que  ideó  poner  con 
una  cruz  en  la  mano  al  enviado  del  Se- 
ñor. Fuera  de  esto,  como  digo,  poco  ó 
nada  puede  llamar  la  atención  en  la  igle- 
sia, que  consta  de  tres  naves  y  tiene  el 
carácter  general  de  todas  las  de  su  épo- 
ca, con  las  anchas  bases  de  las  columnas 
casi  enterradas  en  el  suelo  hoy  por  la  ele- 
vación que  se  ha  debido  dar  al  pavimento, 
razón  por  la  cual  no  resultan  tan  airosas 
como  otras  de  este  mismo  estilo,  las  de  la 
catedral  vieja  de  Salamanca,  por  ejemplo. 

El  exterior  del  templo  no  tiene  tampoco 
nada  digno  de  llamar  la  atención  como  no 
sea  el  ábside  muy  característico  de  la 
época  y  que  puede  verse  en  el  dibujo  que 
encabeza  este  trabajo. 

Si  sólo  quedase  del  monasterio  la  igle- 
sia, no  merecería  la  pena  de  hacer  la 
larga  excursión;  mas,  por  fortuna,  gra- 
cias á  haberse  dedicado  á  parroquia  del 
pueblo,  resta  algo  más  que  atrae  y  entu- 
siasma al  viajero,  como  le  atraen  y  en- 
tusiasman siempre  las  joyas  del  arte,  mu- 
cho más  si,  como  ésta,  se  hallan  casi  del 
todo  ignoradas  y  ocultas  en  apartados  y 
desconocidos  rincones.  Me  refiero  á  lo 
que  se  llama  la  capilla  del  Santo,  primo- 
rosa obra  de  estilo  ojival  florido,  á  que  se 
llega  pasando  por  el  feo  claustro  de  fines 
del  pasado  ó  principios  del  corriente  siglo. 

Parece  ser,  según  cuentan  las  piadosas 
historias,  que  fué  San  Juan  de  Ortega  abo- 
gado contra  la  esterihdad,  y  que  cuantas 
mujeres  de  los  contornos  deseaban  hijos 
y  no  conseguían  tenerlos,  acudían  devo- 
tamente al  convento  para  pedir  tan  seña- 


lado favor  por  conducto  del  santo,  á  quien 
se  atribuyó  esta  virtud  por  haber  naci- 
do cuando  ya  sus  padres  llevaban  largo 
tiempo  de  matrimonio  y  habían  perdido 
toda  esperanza  de  tener  herederos.  Si- 
guiendo esta  devota  práctica  (cuenta  el 
Padre  Palacios),  y  hallándose  también 
largo  tiempo  sin  hijos  la  reina  Isabel  la 
Católica,  acudió  asimismo  al  santo,  ob- 
tuvo, según  parece,  lo  que  apetecía,  y  en 
acción  de  gracias  fabricó  esta  suntuosa 
capilla,  que  consta  de  una  sola  nave  de 
esbeltísima  arquitectura,  en  la  que  se 
ostenta  repetido  diversas  veces  en  las 
claves  de  la  bóveda  el  escudo  de  España 
en  tiempo  de  los  Reyes  Católicos,  dándo- 
se por  él  á  entender  á  quién  fué  debida 
la  obra. 

En  el  centro  de  esta  capilla,  que  tiene 
en  su  fondo  un  altar  de  no  muy  esmerada 
labor,  y  á  cuyo  medio  se  eleva  una  fuer- 
te reja  que  divide  la  parte  destinada  al 
pueblo  de  la  reservada  á  los  sacerdotes, 
álzase  el  galano  é  ideal  sepulcro  ó  tem- 
plete ó  baldaquino,  si  así  puede  decirse, 
en  que  el  santo  fundador  reposa.  La  ver- 
dadera imposibilidad  de  describirle  me 
veda  entrar  en  detalles  que  requerirían 
mucho  espacio  para  referir,  aunque  sólo 
fuese  á  la  ligera,  las  admirables  escultu- 
ras, las  artísticas  estatuas,  las  caladas  la- 
bores y  cresterías  que  la  adornan,  y  que 
aun  malamente  destrozadas  con  una  ri- 
dicula capa  de  pintura  de  colores  chillo- 
nes ,  aún  admiran  y  asombran  á  cuantos 
le  contemplan:  mejor  que  con  la  descrip- 
ción, desde  luego  deficiente,  que  yo  aquí 
pudiera  hacer,  daránse  cuenta  de  su  mé- 
rito los  lectores  por  la  fototipia  que  á  este 
número  acompaña,  y  en  la  que  con  exac- 
titud pueden  apreciarse  todos  los  primo- 
res de  ejecución  que  le  avaloran.  En  la 
parte  inferior  del  sepulcro  en  que  descan- 
sa la  estatua  de  hermosa  labor  (y  que  no 
puede  verse  en  la  lámina),  hallánse  fiel- 
mente reproducidos  por  un  cincel  de 
maestro  varios  episodios  de  la  vida  del 
santo  y  varios  de  los  milagros  que  se  le 
atribuyen;  así  se  ve  en  uno  de  los  relieves 
al  santo  en  una  barca  cuando  de  vuelta  de 
Jerusalén  pide  protección  á  San  Nicolás 
para  que  le  libre  de  la  tempestad  que  le 
amenaza;  en  otro  al  mismo  santo  en  ora- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


37 


ción  junto  á  un  hombre  yacente  á  quien 
resucita;  curando  á  un  enfermo  en  otro, 
y  así  hasta  el  número  de  ocho,  llevando 
como  única  inscripción  el  sepulcro,  que 
se  halla  decorado  con  muchos  escudos  de 
diversas  familias  que  debieron  contribuir 
á  su  construcción,  estas  tres  palabras  la- 
tinas 

Spes  lumen  splendor 

y  coronando  el  todo,  que  se  eleva  arro- 
gante sobre  la  esbelta  nave,  airosa  creste- 
ría de  gusto  original  y  exquisito.  El  P.  Fló- 
rez,  poco  aficionado  á  dar  detalles  de  las 
obras  de  arte,  después  de  relatar  los  tra- 
bajos que  se  hicieron  para  trasladar  el 
cuerpo  del  santo  desde  el  lugar  en  que  se 
hallaba,  que  es  el  mismo  en  que  en  la  ac- 
tualidad se  encuentra,  al  centro  de  la  igle" 
sia,  trabajos  que  resultaron  inútiles  por 
tropezarse  siempre  con  grandísimos  obs- 
táculos que  bien  á  las  claras  demostraron 
que  el  santo  no  quería  moverse  *,  dice  sim- 
plemente :  "  se  acabó  de  sentar  el  taber- 
náculo que  tiene  hoy  el  mausoleo  del  cuer' 
po  santo  en  su  capilla,  bien  hermoseado, 
con  cuatro  culumnas  en  los  ángulos,  en  el 
día  23  de  Mar  so  del  año  1474„.  Aun  con 
decir  tan  poco,  no  es  de  pequeña  utilidad 
el  dato  de  la  fecha  exacta  de  la  construc- 
ción de  este  admirable  monumento,  que 
me  atrevo  á  creer  único  en  su  clase  en 
nuestra  nación,  y  aun  quizá  primero  de  su 
clase  en  el  mundo,  pues  son  posteriores 
en  bastantes  años  los  pocos  de  igual  gé- 
nero que  en  el  extranjero  se  hallan,  entre 
los  cuales  descuella,  en  lugar  preeminen- 
te, el  sepulcro  de  Margarita  de  Austria 
en  la  iglesia  del  Brou,  obra  ya  del  si- 
glo XVI,  de  que  he  tenido  ocasión  de  ver 
una  fotografía  en  la  magnífica  colección 
de  uno  de  los  que  á  esta  expedición  asis- 
tieron, el  Sr.  Serrano  Fatigati. 

Rodea  al  sepulcro,  como  puede  verse, 
una  hermosa  verja  de  hierro  ricamente  la- 


1  Cuéntase  que  queriendo  en  una  ocasión  verificar 
esta  traslación,  acudieron  varias  personas  que  le- 
vantaron la  tapa  del  sepulcro  del  que  salió  un  suavísi- 
mo olor  exquisito,  pero  del  que  también  empezaron  á 
salir  blancas  abejas,  que  escarmentaron  para  siempre 
con  sus  aguijones  á  los  que  trataban  de  mover  el  cuer. 
po  de  San  Juan.  Un  pintor,  cuyo  nombre  por  íortuna 
se  ha  perdido,  ha  representado  en  detestables  cuadros 
que  ornan  las  paredes  de  la  capilla  este  y  otros  mu- 
chos milagros  del  santo  que  en  ella  yace. 

T.  III 


brada,  en  la  que  se  ven  dos  cartelas,  una 
de  las  cuales  dice: 

Diego  de  Vargas  secretario  del  Rey, 

y  la  otra: 

la  mandó  hacer  año  156 1. 

Después  de  contemplar  una  y  otra  vez 
á  sabor  este  sepulcro,  después  de  ver, 
tan  bien  como  fué  posible  una  arca  sepul- 
cral que  se  encuentra  bajo  él,  pero  que  no 
tiene  punto  de  vista  ninguno,  pudiéndose 
apenas  adivinar  gracias  á  unos  estrechos 
orificios,  que  es  obra  del  siglo  xii  según 
todas  las  probabilidades,  y  que  debe  estar 
adornada  de  un  apostolado,  como  lo  están 
no  pocas  del  convento  de  las  Huelgas,  por 
citar  cosa  del  mismo  país,  y  tantos  otros; 
después  de  ver  las  ricas  cornucopias  de 
dorada  talla  que  decoran  las  paredes  de  la 
capilla,  y  en  la  sacristía  una  tabla  gótica 
que  debió  ser  de  gran  mérito,  pero  que  se 
encuentra  en  deplorabilísimo  estado,  y  al- 
gunas hermosas  ropas  de  iglesia  que  tam- 
poco se  hallan  en  muy  bueno,  pudo  dar- 
se nuestra  expedición  artística  por  termi- 
nada. 


Comenzaba  á  caer  la  tarde,  y  tras  un 
breve  vistazo  á  la  parroquia  de  Santove- 
nia,  que  nada  digno  de  mención  encierra, 
y  unos  apretones  de  manos  al  digno  pá- 
rroco del  pueblo,  que  nos  había  acompa- 
ñado con  la  mayor  cortesía,  subimos  al 
carruaje  para  de  nuevo  encaminarnos  á 
la  antigua  Caput  Caslellae ;  apenas  si  el 
sol  ya  doraba  las  altas  cumbres  que  más 
allá  de  Burgos  se  distinguían,  con  sus 
postreros  rayos;  la  calma  del  día  de  estío, 
en  que  ni  una  ráfaga  de  aire  movía  las 
mieses;  el  silencio  sepulcral  de  aquellos 
campos,  la  monotonía  del  paisaje,  apenas 
de  cuando  en  cuando  rota  por  alguna  to- 
rre de  no  muy  esbelta  traza,  ó  por  algún 
lugarejo  pardo  y  triste  casi  oculto  entre 
los  terrenos  de  labor;  lo  que  habíamos 
contemplado  durante  el  día,  todo  convi- 
daba á  la  reflexión  y  al  ensimismamiento; 
sólo  de  cuando  en  cuando  alguna  discu- 
sión histórica  ó  algún  recuerdo  que  se 
evocaba,  hacía  hablar  un  instante  á  los 
que  ocupaban  el  interior  del  coche :  nos- 

6 


38 


boletín 


otros  (los  Sres.  Gil,  Casado,  Sama  y  quien 
esto  escribe),  subidos  en  la  imperial,  con- 
templábamos perderse  en  las  tintas  del 
crepúsculo  el  campo  castellano,  triste, 
seco,  árido;  mirábamos  como  recuerdo 
de  otros  tiempos  las  torres,  las  casas,  los 
mismos  aldeanos,  que,  vestidos  de  paño 
pardo,  montados  en  sus  burras,  ó  tras  de 
su  yunta,  ó  en  su  pesada  carreta  de  bue- 
yes, cruzaban  con  nosotros,  y  pensába- 
mos sin  duda,  ó  pensaba  yo  al  menos, 
cuan  poco  el  progreso  moderno  y  la  mo- 
derna vida  se  deja  sentir  en  nuestros  cam- 
pos, donde  las  carretas  que  andan  por  los 
caminos  se  sujetan  á  igual  modelo  que  las 
en  el  sepulcro  de  San  Juan  de  Ortega  es- 
culpidas ha  cuatro  siglos,  y...  ¿quién  sabe? 
tal  vez  por  dentro  deseábamos  que  todo 
siguiese  lo  mismo  para  encanto  de  los  afi- 
cionados á  lo  bello,  y  tal  vez,  como  yo  to- 
dos, al  acercarse  á  la  vieja  Burgos,  des- 
pertaran impresionados  tristemente  de  un 
sueño  dulce  y  agradable  al  oir  el  sonar 
de  las  trompetas  que  tocaban  retreta  en 
los  cuarteles ,  y  al  ver  el  brillante  alum- 
brado de  calles  y  paseos  por  donde  á 
aquella  hora,  bulliciosos  y  alegres,  tras 
los  trabajos  del  día  caluroso,  tomaban  el 
fresco  y  esparcían  el  ánimo  los  buenos  y 
pacíficos  burgaleses. 

Paramos  en  seco  á  la  entrada  del  Espo- 
lón, radiante  de  luz  y  henchido  de  gente; 
abandonamos  el  coche;  perdímonos  unos 
de  otros,  y  unas  de  otras  también  se  sepa" 
raron  las  impresiones  de  aquel  hermoso 
día,  los  sueños  de  aquel  agradable  ere» 
púsculo  que  hoy  sólo  pueden  recordarse 
como  lo  que  fueron,  como  sueños  momen- 
táneos, como  pasajeras  ilusiones,  de  las 
cuales,  transcurrido  un  día,  apenas  si 
queda  remembranza  allá  en  el  fondo  del 
alma,  donde  se  revuelven  y  confunden 
tantas  cosas  distintas,  agradables  unas, 
tristes  otras,  consoladoras  pocas,  y  don- 
de lucha  con  ellas  la  imagen  viva  del  po- 
bre lugarejo  de  San  Juan  de  Ortega,  solo, 
triste  y  abandonado,  allá  en  "campo  alto 
y  despoblado,  que  forman  las  faldas  del 
monte  Idubeda,  llamado  hoy  de  Oca,,, 
como  decía  el  P.  Flórez. 

Eloy  García  Concellón. 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 

CniSMEEAS  DE  FLOIIO  HISTORIADO  ' 


N  el  lamentable  descuido  en  que  te- 
nemos los  españoles  la  historia  de 
las  artes  industriales  inñuye ,  con 
otras  causas,  la  pobreza  de  los  ma- 
teriales de  que  se  sirvieron  aquellas  artes, 
tan  dignas  de  estimación  y  de  estudio. 
Las  fastuosas  vidrieras  pintadas,  los  áu- 
reos recamados,  los  brillantes  colores  de 
los  esmaltes,  la  cincelada  labor  de  bron- 
ces y  hierros,  las  bien  pintadas  porcela- 
nas, las  formas  artísticas  ó  el  interés  his- 
tórico de  las  piedras  esculpidas,  de  los 
yesos  modelados  y  de  los  barros  cocidos 
son  excepciones  muy  notables;  pero,  en 
cambio,  ¿qué  interés  han  despertado  has- 
ta aquí  los  muebles,  los  hierros,  el  plomo 
y  el  estaño,  la  cera,  la  loza,  el  vidrio  y 
otros  materiales,  cuando  no  están  embe- 
llecidos con  los  primores  de  la  escultura 
y  de  la  pintura? 

Consecuencia  de  esto  es  que  la  penuria 
de  datos  acerca  de  nuestra  historia  indus- 
trial sea  verdaderamente  escandalosa. 
Apenas  si  sabemos  más  que  lo  que  escri- 
bió Larruga  desde  el  punto  de  vista  eco- 
nómico, sin  que  los  mismos  eruditos,  fue- 
ra de  algunos  dignos  de  loa,  hayan  fijado 
su  atención  en  las  noticias  que  se  refieren 
á  la  industria  no  esencialmente  artística. 
De  otra  manera  proceden  los  extranje- 
ros. Asombrados,  por  ejemplo,  los  erudi- 
tos franceses  ante  muchos  objetos,  al  pa- 
recer despreciables,  rotos  y  resquebraja- 
dos, que  salieron  de  entre  las  capas  de 
escombro  y  légamo  extraídos  del  Sena 
cuando  se  hicieron  las  obras  de  canaliza- 
ción de  este  río  en  su  trayecto  por  París, 
recogieron  cuidadosamente  aquellos  ob- 
jetos, los  estudiaron  y  los  colocaron  en 
lugar  preferente  en  colecciones  tan  im- 
portantes como  las  del  Hotel  de  Cluny, 
Víctor  Gay  y  otros,  no  obstante  que  gran 
parte  de  esos  objetos  eran  de  plomo  y  de 
estaño. 

En  España  se  han  despreciado  los  obje- 
tos de  naturaleza  tan  pobre,  si  no  es  que 
con  el  uso  se  han  perdido  obras  de  mate- 
rias tan  poco  consistentes.  Por  eso  se  en- 
cuentran muy  pocos;  por  eso  cuando,  con 
motivo  de  la  Exposición  Histórico-Eu- 
ropea,  examiné  los  tesoros  y  sacristías 
de  muchas  de  nuestras  catedrales,  mo- 


o 

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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


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nasterios  é  iglesias ,  sólo  encontré  y  sólo 
pudieron  venir  al  inolvidable  certamen 
cuatro  vinajeras  y  dos  cálices  de  plomo, 
con  escudos  y  adornitos  en  ellos  impre- 
sos, y  que ,  aun  cuando  en  el  catálogo  no 
se  supo  ó  se  olvidó  señalar  su  época,  pue- 
de asegurarse  que  pertenecen  alsiglo  xiv, 
al  que  también  corresponden  los  dos  cá- 
lices de  la  misma  materia  que  existen  en 
las  colecciones  de  la  Academia  de  la  His- 
toria. 

Cualquier  objeto,  pues,  que  se  encuen- 
tre en  nuestra  España  con  caracteres  de 
ser  obra  del  arte  nacional,  merece  singu- 
lar estimación,  Y  si  á  sus  formas  artísti- 
cas junta  una  decoración  profusa,  artísti- 
ca y  de  mucho  carácter,  mayor  será  el 
interés  que  ofrezca,  porque  los  plomos  y 
estaños  con  figuras  ó  historiados,  consti- 
tuyen una  verdadera  orfebrería,  tanto 
más  cuanto  que  imitan  y  reproducen  á  su 
manera,  aunque  con  materiales  pobres, 
las  formas  y  ornamentación  de  los  traba- 
jos más  delicados  de  los  plateros  de  la 
Edad  Media  y  del  Renacimiento.  Por  su 
resistencia  y  calidades  se  presta  á  ello 
mejor  el  estaño  que  el  plomo;  por  eso 
mismo  son  más  comunes  y  más  ricas  las 
obras  de  aquel  metal  que  las  de  éste,  cu- 
yos productos,  precisamente  por  esta  ma. 
yor  rareza,  son  más  dignos  de  aprecio. 

Ofrecemos  á  los  lectores  la  representa- 
ción de  uno  de  los  objetos  de  plomo  histo- 
riado más  notables,  si  no  es  el  principal, 
que  se  conserva  en  España  y  que  es,  sin 
duda  alguna,  obra  de  artífice  español.  Es 
una  caja  de  crismeras,  desprovista  de  es- 
tas, que  conforme  á  la  liturgia  serían  de 
plata,  y  que  se  han  perdido.  Hallólo  en  un 
pueblo  de  la  provincia  de  Guadalajara  y 
de  la  diócesis  de  Toledo,  y  creo  que  me- 
rece ser  descrito  para  completar  el  estu- 
dio que  el  grabado  permite.  Consta  de  dos 
cuerpos,  formados  por  delgadas  planchas 
de  plomo  recubiertas  al  exterior  de  ador- 
nos de  relieve  de  poco  realce ,  casi  plani- 
relie  ve.  El  cuerpo  principal  ó  interior  cons- 
ta de  cuatro  lados  formando  ángulos  rec- 
tos, con  su  base  ó  fondo  liso  y  la  tapa  ho- 
rizontal, donde  se  abren  tres  orificios 
circulares,  en  los  que  encajaban  los  tres 
vasos  ó  ampollas  argénteas  de  los  santos 
óleos.  Los  ángulos  están  adornados  y  re- 
forzados por  pilastrillas  góticas,  y  la  cara 
del  frente  y  las  dos  laterales  llevan  como 
coronamiento  una  elegante  crestería  oji- 
val. 
Las  superficies  exteriores  de  las  cuatro 


caras  están  tan  adornadas,  que  apenas 
queda  campo  para  que  no  se  confundan 
los  adornos.  Desde  luego  corre  por  las 
cuatro  caras,  á  manera  de  zócalo,  una 
franja  con  inscripciones  góticas  entre  dos 
listeles,  de  los  que  el  inferior  remata  en 
una  labor  de  dientes  de  sierra. 
Describamos  estos  adornos: 
Cara  principal.  En  el  centro,  sobre  la 
zona  de  la  inscripción  y  bajo  tres  arcos 
de  ese  estilo  que  en  las  obras  de  orfebre- 
ría anuncia  el  paso  del  ojival  al  renaci- 
miento y  que  merece  el  nombre  de  plate- 
resco con  que  algunos  le  llaman,  se  ven 
tres  imágenes,  vestidas  de  largas  y  am- 
plias ropas,  plegadas  con  mucha  torpeza. 
Lo  grosero  del  dibujo,  el  poco  realce  del 
relieve  y  el  estar  algo  borroso,  no  nos 
permite  decir  lo  que  estas  tres  figuras 
representan.  A  uno  y  otro  lado  de  ellas 
se  ve  el  escudo  del  Cardenal  Cisneros. 
La  inscripción  de  la  faja  inferior,  dice  en 
caracteres  góticos  de  fines  del  siglo  xv: 
OLEVM  I  CRISMAS  |  OLEVM  |  LV. 
Indudablemente  el  IN  final  es  principio 
de  la  palabra  infirtnorum. 

El  lado  izquierdo  representa  en  dos 
arcos  del  mismo  carácter  que  los  ya  men- 
cionados la  imagen  nimbada  de  San  Die- 
go, según  demuestra  por  su  traje  de  frai- 
le y  por  leerse  en  la  inscripción  de  deba- 
jo: S  I  D;  y  la  de  un  santo  obispo  funda- 
dor, porque  tiene  en  la  mano  izquierda 
un  edificio.  Aunque  debajo  se  lee  S  |  O, 
yo  creo  que  es  San  Agustín,  y  que  el  artí- 
fice trazó  equivocadamente  en  el  molde 
la  O  en  vez  de  la  A. 

En  el  lado  opuesto  á  este,  ó  sea  el  de- 
recho, y  bajo  la  misma  ordenación  arqui- 
tectónica, están  las  imágenes  de  Santa 
Catalina  y  de  Santa  Bárbara,  con  sus 
atributos  tradicionales  y  muy  conocidos 
de  la  rueda  y  la  espada  aquélla,  y  de  la 
torre  y  la  palma  ésta.  Debajo  se  leen  res- 
pectivamente estas  iniciales:  S  I  KyS  I  B. 
El  lado  posterior  no  lleva  imagen  al- 
guna, sino  una  especie  de  elegante  im- 
bricación, formada  por  series  horizonta- 
les y  entre  sí  combinadas  con  gusto,  de 
conchas,  flores  de  lis  y  rosáceas  de  cua- 
tro pétalos.  La  inscripción  de  la  zona  in- 
ferior dice  así:  O  MATER  |  DEI  |  ME. 
La  tapa  de  este  primer  cuerpo,  en  la 
que  se  abren  los  huecos  para  los  tres  va- 
sitos  de  los  óleos,  no  tiene  más  ornato 
que  dos  inscripciones  á  lo  largo,  con- 
teniendo entre  ellas  dichos  huecos,  y  re- 
piten la  incripición  de  la  cara  anterior,  y 


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boletín 


aquí  con  más  motivo,  porque  servían 
para  distinguir  los  distintos  usos  de  los 
tres  vasitos. 

A  manera  de  tapa  ó  cubierta  de  este 
primer  cuerpo,  dando  al  objeto  todo  el 
carácter  arquitectónico  de  las  cajas  de 
reliquias  de  la  Edad  Media,  y  como  te- 
chumbre artística  de  cuatro  vertientes, 
se  levanta  el  segundo  cuerpo  de  este  her- 
moso vaso  sagrado,  rematando  en  una 
doble  crestería  gótica,  más  fina  y  menuda 
que  la  del  inferior.  De  entre  ambas,  y 
en  el  centro,  se  levantaba  una  crucecilla 
que  ya  no  existe ,  pero  cuya  basa  aguje- 
reada indica  su  primitiva  existencia. 

La  cara  delantera  está  dividida  en  tres 
compartimientos,  bien  señalados  por  sus 
correspondientes  arcos  conopiales  de 
crestería  y  sus  pilastras  góticas,  que  se 
prolongan  en  agudos  pináculos,  con  hojas 
zarpadas  que  los  embellecen.  En  el  arco 
central  se  representa  á  nuestro  Salva- 
dor, casi  desnudo,  mirando  de  frente  y 
con  las  míanos  juntas  sobre  el  pecho;  á 
su  derecha  el  Bautista,  vestido  de  pie- 
les, en  actitud  de  bautizar  al  Señor,  y  á 
la  izquierda  un  ángel.  Encima,  y  sobre  el 
arco,  el  sol  y  la  luna.  En  el  arco  de  la 
derecha  una  mujer  arrodillada,  que  creo 
sea  la  Virgen,  y  en  el  opuesto  un  án- 
gel que  tiene  en  la  siniestra  mano  un  ob- 
jeto indefinido,  quizá  un  ramo  de  ñores. 
En  este  caso,  el  ángel  y  la  Virgen  cons- 
tituyen, aunque  rota  por  la  representa- 
ción central,  la  escena  de  la  Anuncia- 
ción. 

Las  dos  caras  laterales  y  triangulares 
de  la  techumbre  muestran  cada  una  un 
ángel  con  una  especie  de  aureola  de  ro- 
sáceas  ,  y  el  ángel  con  un  incensario. 

La  cara  posterior  de  la  cubierta  tiene 
la  misma  ornamentación  de  rosáceas ,  li- 
ses  y  conchas  que  la  correspondiente 
del  cuerpo  principal  del  vaso. 

Las  dos  planchas  mayores  de  esta  cu- 
bierta ofrecen  una  circunstancia  que  pue- 
de referirse  al  modo  de  su  elaboración. 
La  plancha  de  la  cara  principal  tiene  en 
su  interior  las  mismas  escenas  del  Bau- 
tismo y  la  Anunciación.  Si  fuera  obra  de 
repujado  ó  relevado,  como  ahora  se  dice, 
renovando  una  palabra  castiza,  á  los  re- 
saltos exteriores  corresponderían  rehuri. 
didos  interiores,  y  viceversa.  Pero  no  es 
así;  de  tal  modo,  que  dentro  la  figura  de 
San  Juan  y  la  de  la  Virgen,  que  están  á 
la  derecha,  aparecen  en  la  misma  dispo- 
sición en  el  interior  de  la  placa.  Esta, 


pues,  debió  ser  fundida  entre  dos  plan- 
chas matrices  iguales. 

En  cambio,  en  la  placa  posterior  de  la 
cubierta,  que  en  la  parte  de  afuera  lleva 
las  imbricaciones  de  lises,  conchas  y  ro- 
sáceas, por  dentro,  como  si  dijéramos  en 
la  espalda,  presenta  unos  dibujos  quizá 
hechos  á  la  punta,  á  manera  de  grafitos, 
representando  á  Cristo  triunfante,  senta- 
do, en  actitud  de  bendecir ,  con  un  ángel 
á  la  izquierda  de  sus  pies.  No  correspon- 
de, pues,  la  labor  interior  con  la  exterior, 
y  lo  mismo  sucede  en  las  dos  caras  late- 
rales y  triangulares ,  donde  están  los  án- 
geles incensando. 

Esto  nos  hace  creer  que  las  placas  de 
este  cuerpo  superior,  como  las  del  infe- 
rior, se  fundieron  separadamente,  y  aque- 
llas entre  dos  moldes  ó  placas  de  piedra, 
probablemente  de  asperón,  de  pizarra  ú 
otra  substancia  semejante.  Quizá,  digo,  de 
asperón,  porque  el  interior  de  las  placas 
presenta  una  granulación  ó  aspereza  que 
el  artífice  borró  en  las  caras  exteriores. 
Lo  notable  es  que  las  placas,  que  en 
sus  bordes  están  soldadas  por  el  proce- 
dimiento ordinario  de  aquella  época,  son 
de  un  espesor  insignificante,  de  milíme- 
tro y  medio.  La  fundición  exigía,  pues, 
mucho  esmero  y  habilidad,  y  debía  com- 
pletarse con  algún  toque  de  buril  y  un 
ligero  pulimento. 

La  altura  vertical  de  la  caja  de  crisme- 
ras es  de  0m,13,  el  eje  mayor  de  0,14  y  el 
eje  menor  de  0,07.  Es  de  plomo,  como  he 
dicho,  mezclado  con  una  pequeña  canti- 
dad de  estaño,  que  se  le  añadió  quizá 
para  darle  más  consistencia. 

Su  arte  es  tosco  y  tosco  el  dibujo,  por- 
que la  condición  del  material  y  el  poco 
relieve  de  las  figuras  y  líneas  no  con- 
sienten otra  cosa.  El  estaño  ha  permitido 
hacer  obras  muy  notables,  semejantes  por 
su  labor  fina  y  delicada  á  las  obras  per- 
fectas de  orfebrería,  y  famosos  son  los 
los  estañeros  de  Augsburgo  y  Nurem- 
berg,  en  Alemania,  como  Gaspar  Ender- 
lein,  y  en  Francia  el  muy  celebrado  Fran- 
cisco Briot.  Pero  el  plomo  no  puede  ser 
objeto  de  trabajos  muy  delicados  y  así 
como  el  estaño  remedó  la  plata  y  el  oro, 
aquel  metal  es  á  su  vez  un  imitador  del 
plomo. 

Pero  yo  creo  que  estañadores  y  plate- 
ros eran  unos  mismos.  Nuestro  erudito 
Capmany  dio  algunas  noticias  del  gremio 
de  estañeros  de  Barcelona,  y  es  seguro 
que  no  faltarían  en  Castilla. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


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A  ellos  debiéronse  las  crismeras  que 
examino.  Los  datos  que  tengo  para  creer- 
lo así  son:  I.*'  que  los  santos  representa- 
dos son  muy  populares  en  Castilla;  2.°,  las 
armas  del  cardenal  Cisneros  que  como 
marca  de  procedencia  tiene  dicho  vaso; 
3.°,  que  perteneció  á  un  pueblo  de  la  dió- 
cesis toledana;  4.°,  que  he  visto  en  otros 
dos  pueblos  de  la  misma  crismeras  se- 
mejantes, aún  muy  destrozadas,  con  la 
circunstancia  de  que  una  de  ellas,  la  más 
completa,  tiene  en  blanco  el  escudo  del 
insigne  Cardenal,  si  bien  en  todo  lo  de- 
más son  iguales  á  estas  que  describo  y 
que  son  de  mi  propiedad;  5.°,  que  en  in- 
ventarios del  siglo  XVI  de  algunas  igle- 
sias de  la  Orden  de  Santiago,  enclavadas 
en  dicha  diócesis,  como  sucede  con  la  de 
Mohernando,  he  visto  citadas  crismeras 
de  plomo, 

Es  posible  que  aquel  ilustre  arzobispo, 
que  llevó  su  generosidad  y  previsión 
hasta  el  punto  de  hacer  magníficas  edi- 
ciones, impresas  en  Alcalá  y  en  perga- 
mino, de  los  libros  de  coro  y  de  rezo  más 
necesarios  en  las  parroquias,  para  rega- 
lárselos á  las  que  eran  pobres,  hiciese  lo 
mismo  con  algunos  vasos  sagrados,  y 
por  tanto,  que  costease  una  que  pudiéra- 
mos llamar  edición  de  crismeras  de  plo- 
mo para  las  iglesias  más  necesitadas  del 
arzobispado.  Al  menos,  las  tres  que  yo 
conozco,  no  pertenecieron  sino  á  parro- 
quias de  humildes  aldeas  *. 

Juan  Catalina  García. 

m-M-m- 

EPIGRAFÍA  ARÁBIGA 


Lápida  conmemorativa  descubierta  en  Toledo.'^ 

ON  ocasión  de  ciertas  obras  ejecu- 
tadas no  ha  mucho  tiempo  en  la 
notable  Capilla  que,  bajo  la  advo- 
cación de  Santa  Catalina,  fundó 
á  ñnes  del  siglo  xv,  en  la  Parroquia  del 


1  Por  no  hacer  demasiado  extenso  este  articulo, 
no  he  hablado  de  los  procedimientos  técnicos  del  arte 
del  plomero,  ni  tampoco  de  los  monumentos  más  no- 
tables que  se  refieren  á  esta  industria  en  la  antigüe- 
dad, en  la  Edad  Media  y  en  el  Renacimiento.  Los 
catálogos  de  los  museos  franceses,  alemanes  é  ingle- 
ses, donde  estos  objetos  se  han  recogido,  la  esce- 
lente  obra  de  Germán  Bapst  L'etain,  el  Glossaire 
de  V.  Gay,  las  revistas  arqueológicas  é  industriales, 
los  boletines  de  las  sociedades  arqueológicas  y  cien 
obras  más,  pueden  servir  de  guía  al  lector  que  desee 
conocer  la  historia  de  los  estaños  y  plomos  historia- 
dos  y  de  imaginería...  en  el  extranjero. 


Salvador,  Ferrando  Alvarez  de  Toledo, 
Secretario  de  los  Reyes  Católicos,  apare- 
ció allí,  empotrada  en  restos  de  la  fábrica 
primitiva,  pequeña  lápida  arábiga,  talla- 
da en  mármol,  que  medía  0m,58  de  alto 
por  0ni,42  de  ancho. 

La  singularidad  del  fortuito  invento,  y 
el  natural  deseo  de  conocer  las  declara- 
ciones contenidas  en  el  epígrafe,  hubieron 
de  mover  discretamente  al  Excmo.  Señor 
Conde  de  Cedillo,  patrono  de  dicha  Ca- 
pilla, y  por  cuya  orden  las  obras  eran  eje- 
cutadas, á remitir  un  calco  déla  inscrip- 
ción al  Sr.  Codera  y  Zaidín,  quien  se  apre- 
suraba á  publicar  la  versión  de  la  lápida 
en  el  Boletín  de  la  Real  Academia  de  la 
Historia  '.  Cerca  de  un  año  después,  y 
con  el  noble  propósito  de  enriquecer,  sin 
duda,  la  interesante  colección  de  epigra- 
fía arábiga  reunida  por  nosotros  en  el 
Museo  Arqueológico  Nacional,  hacía 
donación  á  este  científico  Establecimiento 
de  una  reproducción  en  yeso  del  monu- 
mento mencionado,  el  cual,  por  su  fecha, 
figura  en  la  referida  colección  el  séptimo. 

Corresponde  la  lápida  á  la  clase  de  las 
conmemorativas,  y  consta  de  doce  líneas 
regulares  de  caracteres  cúficos  de  resal- 
to, desarrolladas  dentro  de  un  rectángu- 
lo trazado  en  el  mármol,  y  que  le  sirve 
como  de  marco  ú  orla,  según  uso  y  cos- 
tumbre general,  en  toda  suerte  de  epígra- 
fes mahometanos.  Los  signos  hállanse 
dibujados  y  tallados  en  forma  vulgar  y 
corriente,  sin  exorno  de  ningún  género, 
y  repartida  la  leyenda  no  con  gran  con- 
cierto, y  sin  que  el  lapidario  hubiera  an- 
tes hecho  el  debido  tanteo  en  el  mármol, 
para  impedir  el  que,  mientras  en  las  seis 
primeras  líneas  la  escritura  se  aprieta  y 
aún  amontona,  en  las  otras  seis  restantes, 
y  principalmente,  á  partir  de  la  octava, 
se  espacie  y  ensanche  más  de  lo  natural, 
á  fin  de  que  la  línea  ocupe  el  espacio  re- 
gular de  las  otras,  advirtiéndose  algunas 
omisiones  en  la  redacción  del  epígrafe, 
faltas  de  ortografía,  y  cierta  inconexión 
en  las  últimas  oraciones,  circunstancia 
esta  última  que,  con  otras  de  que  habla- 
remos, obscurece  el  sentido,  y  natural- 


1  Tomo  xxni,  pág.  434. 


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ÍNDICE  DE  MATERIAS 


mente   impide  la  interpretación  exacta 
del  monumento. 
Dice,  pues,  éste  de  la  siguiente  forma: 

^^^'^\  ^Usw^¿\  ,^^-^.aaL.o  ^JO  ,^_5L: 


a 


Xl_Jí._J\oi      ¿^~ 


^_.«_i.l_Sl_J\     ^j 


3    ¿— JÍ 'O     g — > 

<._ ^\      ¿^ — 2 


£"w  el  nombre  de  Alláh^  el  Clemente, 
el  Misericordioso'  hiié  construida 

esta  nave,  can  beneplácito  de  Alláh 
y  su  protección, 

bajo  la  dirección  de  los  dos  adminis- 
tradores de  los  Habises  constitui- 
dos con  donaciones, 

Ab  er-Rahmán-ben-Mohdmmadben 
Al-Bero... 
5...  la  y  Cásim-ben-Kahldn,  en  la  luna 

de  Récheb  del  año  dos  y  treinta  y 
cua... 
...  trocientos  {\).  Apiádese  Alláh  .lega- 
tario 

de  esto ,  de  quien  ha  cuidado  de  su 
ejecución, 

de  quien  haga  oración  en  este  lu- 
gar,  y  de  quienes  se  congreguen 
10    en  él,  amén/  /Oh,  Señor  del  Uni- 
verso f 

La   bendición  de  Alláh  sea  sobre 
Mahoma  , 
último  de  los  Projetas!  Salud! 

Por  el  contexto  del  epígrafe,  viénese, 
pues,  en  conocimiento  deque  la  mezquita, 
emplazada  antes  del  año  1040  de  Jesucristo 
en  el  área  donde  probablemente  en  el  si- 
glo XIV  fué  erigida  la  Parroquia  del  Sal- 
vador, no  era  acaso  en  aquella  fecha  su- 
ficiente para  el  número  de  vecinos  del 
barrio  al  cual  correspondía,  y  que  con  el 
producto  de  las  mandas  piadosas  y  de  las 

(1)  Récheb  de  432  H.— Del  9  de  Noviembre  al  8  de 
Diciembre  inclusives  del  año  J040  de  Jesucristo. 


donaciones  hechas  por  los  fieles  á  aquel 
templo,— mandas  y  donaciones  que  cons- 
tituían los  Habises,  — í\xé  conveniente- 
mente ampliado,  añadiéndole  una  nave 
más,  sobre  las  que  ya  desde  su  fundación 
contaba,  si  no  es  que  por  su  antigüedad, 
por  su  abandono,  ó  por  otras  causas  difí- 
ciles de  ser  hoy  señaladas,  se  hallaba  la 
indicada  mezquita  en  parte  ruinosa,  y  ne- 
cesitada por  tanto  de  urgente  reparación, 
y  de  la  reconstrucción  de  la  nave  á  que 
en  la  lápida  se  alude. 

Aunque,  á  haber  sido  ésta  la  causa  de 
la  obra  ejecutada,  y  conmemorada  en  el 
epígrafe  transcripto,  es  más  que  probable 
se  hubiera  en  él  expresamente  consigna- 
do, según  fué  á  no  dudar  costumbre,  y 
conforme  acontece  en  la  hermosa  lápida 
que  todavía  subsiste  empotrada  en  la  to- 
rre de  la  iglesia  del  Salvador  de  Sevilla, 
en  la  cual  se  declara  que  el  famoso  Al- 
Mótamid  mandó  construir  la  parte  supe- 
rior de  dicha  torre,  por  haberse  destruido 
á  consecuencia  de  los  terremotos  que  añi- 
gieron  á  la  indicada  ciudad  el  año  472  de 
la  Hégira  (1079  á  1080  de  J.  C.) ',— algo  pa- 
rece indicar  en  sentido  semejante  el  em- 
pleo del  verbo  ^\a  en  sustitución  del  nom- 
bre o^r*-íi  usado  siemprey  sin  excepción, 
en  todas  las  lápidas  conmemorativas  de 
que  hasta  aquí  tenemos  conocimiento, 
circunstancia  que  es  digna  de  ser  repara- 
da, y  que  da  cierto  carácter  de  singulari- 
dad al  monumento  cuyo  estudio  preten- 
demos de  presente. 

De  cualquier  modo  que  sea,  sin  embar- 
go, es  indiscutible  que,  ya  fuere  de  amplia- 
ción, ya  de  reconstrucción  ó  de  restaura- 
ción la  obra  ejecutada  en  el  templo  toleda- 
no, fué  llevada  á  cabo  sin  la  intervención 
oficial  ni  extraoficial  del  régulo  que  á  la 
sazón  obtenía  aquel  pequeño  reino,  á  ex- 
pensas sola  y  únicamente  de  los  Habises, 
—legados  especiales,  distintos  del  asaque 
ó  tributo  con  que  todos  los  fieles  contri- 
buían para  el  sostenimiento  del  culto,  he- 
chos aquellos  por  sus  donadores  para  fines 
piadosos,  unas  veces  mortis  causa  y  ex 


1  Véase  la  transcripción  y  la  traducción  de  este  epí- 
grafe, publicadas  por  el  Sr.  Gayangos  en  el  tomo  n 
del  Memorial  histórico  español,  pág.  396,  é  insertas 
en  nuestras  Inscripciones  árabes  de  Sevilla,  pá- 
gina 104. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


43 


testamento,  por  voto  otras,  y  otras  sim- 
plemente ínter  vivos,— y  por  iniciativa  y 
bajo  la  dirección  y  la  inspección  inmedia- 
tas del  administrador  de  los  bienes  refe- 
ridos, quien  recibía  el  nombre  de  (_-..í».Uo 
j_^Ua.'^\,  con  que  era  designado,  persua- 
diendo de  ello  la  circunstancia  de  que  si 
hubiese  ocurrido  de  otra  suerte,  por  modo 
forzoso  habría  sido  consignado  en  el  epí- 
grafe, por  medio  de  la  frase  sacramental 
que  sucede  siempre  á  la  invocación  reli- 
giosa, y  que  en  este  caso  hubiera  sido: 
mandó  Al-Mámun-dsu-l-machdain-ben- 
Adh-Dháfir-dsu-r-rayastain  construir 
esta  nave ,  bajo  la  ¡iirección  de...  etc., 
ya  que  á  los  días  de  Al-Máraun  corres- 
ponde la  fecha  del  epígrafe. 

Constituye,  pues,  éste,  á  causa  de  cir- 
cunstancia semejante,  una  variedad  digna 
de  estima  de  los  epígrafes  conmemorati- 
vos, no  ofreciendo  hasta  aquí  duda  algu- 
na su  interpretación;  pero  sí  llama  la 
atención  en  él  el  hecho  de  que,  teniendo 
cada  mezquita  sus  bienes  propios,  consti- 
tuidos por  los  legados  y  las  donaciones 
piadosas  (habises),  y  siendo  estos  bienes 
administrados  en  cada  templo  por  un  solo 
individuo  apellidado  j_^L^s^^i\  >_^.o».Lo, 
cual  queda  insinuado  arriba,  y  cual  pa- 
tentiza con  los  léxicos  la  lápida  del  Sal- 
vador de  Sevilla,  esculpida  por  el  mar- 
molista Abú-Ibrahim-ben-Afláh  bajo  la 
inspección  del  amir,  j_^'u.js^^)\  v_-'.i».Lo, 
Ahmed-ben-Hixém,— en  la  lápida  de  la 
capilla  de  Santa  Catalina  en  la  Parro- 
quia del  Salvador  de  Toledo,  aparez- 
ca clara  y  distintamente  el  dual  ^^-..^sJ.^ 
(no  .^Vo^  como  se  ha  leído),  y  en 
vez  "de  un  solo  nombre,  el  de  Abd-er- 
Rahmán-ben-Mohámmad-ben-Al-Berola, 
y  el  de  Cásim-ben-Kahlán,  detrás  escrito. 

Como  uno  y  otro  personaje  son  por 
completo  desconocidos,  pues  no  hacen 
al  primero  relación  ostensiblemente  ni 
Aben-Baxcual  ni  Adabbí,  citados  por  el 
Sr.  Codera,  vése  éste  obligado  á  suponer, 
por  la  existencia  del  dual  citado  y  por 
los  dos  nombres  escritos  en  la  lápida, 
que  ambos  eran  meros  empleados  con- 
junta y  simultáneamente  en  los  habises, 
viniendo  "'quizan  á  demostrar  "la  exacti- 
tud de  esta  versión,....  la  palabra  siguien- 
te de  la  inscripción,  ^-*-U-<^^\,  los  dos 


amines,  los  dos  hermanos  mayores  ó 
priores  de  la  cofradía  ó  corporación, 
en  cuya  acepción  se  emplea  mucho  hoy 
la  palabra  ¿^-y«\.,i 

Por  desventura,  demás  de  que  la  tra- 
ducción de  tal  vocablo,  según  expresa  el 
primer  ilustrador  de  este  monumento 
epigráfico  toledano,  "ofrece  alguna  difi- 
cultad por  la  vaguedad  de  dos  modismos 
árabes,  y  por  los  significados  de  la  pala- 
bra ^.^^í\,„  el  dual  ^;^_;yUxi^J\ ,  cuya  lectu- 
ra ya  ofrecía  dudas  al  Sr.  Codera,  no  es 
la  voz  escrita  al  final  de  la  tercera  línea 
del  epígrafe.  Muéstrase  algún  tanto  bo- 
rrosa; y  examinada  con  todo  detenimien- 
to, por  el  dibujo  de  sus  signos  y  por  otras 
señales,  bien  visibles,  viénese  en  conoci- 
miento deque  no  existen  allí  ni  el  ^  i^) 
ni  el  primer  ^  ( .^  \  ni  hay  espacio  tam- 
poco para  tales  signos;  y  comparando 
la  primera  letra  que  sigue  al  lam-alif 
con  el  8  inicial  de  \3ob  y  el  de  medio 
de  o'iUai',— letra  cuyo  dibujo  en  la  escri- 
tura cúfica  de  los  siglos  iii,  iv,  v  y  vi  de 
la  Hégira  no  varía  por  el  lugar  que  en  la 
palabra  ocupa,  según  sucede  en  la  escri- 
tura nesji,  ajricana,  mogrebina  ó  cursi- 
va,—adquiérese  la  convicción  de  que  la 
voz  esculpida  en  aquel  sitio  es  el  plural 
regular  del  nombre  de  acción  ¿L-.*  de  la 
raízt^^ofcj,  que  significa  don,  presente, 
regalo,  y  que  por  tanto,  á  lo  que  nos  es 
dado  entender,  sólo  viene  á  expresar  por 
superabundancia  la  naturaleza  graciosa 
de  los  habises,  y  no  la  condición  de  co- 
hermanos mayores  ó  co-priores  de  nin- 
guna cofradía,  de  los  dos  administrado- 
res mencionados  en  el  monumento. 

Dada  la  preeminencia  de  condición  .que 
supone  el  participio  ,^^:í.Lo  ,  según  la 
cual  los  árabes  llaman  ^L\  ,^o».Lo ,  Se- 
ñor de  la  verdad  á  Dios,  y  por  extensión 
á  su  profeta  verdadero  Mahoma,  t_^s».l-o 
^y.¿L-^\ ,  señor  del  ejercito ,  al  general  ó 
jefe  que  lo  conduce  y  guía,  ¿Lo  jJ=\  ^_-^^Lo, 
al  jefe  superior  de  la  ciudad,  7Aj¡L\  ^_.^5».Lo 
al  recaudador  del  impuesto  ó  contribu- 
ción de  aquel  nombre,  etc.,  no  pare- 
ce natural  que  hubiese ,  para  los  bienes 
propios  de  la  mezquita  en  la  cual  se  prac- 
ticaba la  obra,  dos  jefes  de  igual  catego- 
ría al  mismo  tiempo,  tanto  más  cuanto 
que  el  ejemplo  de  lo  que  ocurría  en  Sevi- 


44 


boletín 


lia  y  pone  de  relieve  la  citada  lápida  del 
Salvador  de  esta  ciudad,  en  que  no  se 
menciona  sino  un  solo  administrador  ó 
prefecto  de  los  habises  de  aquella  mez' 
quita ,  ^_^U^'^\  ,_^2^Lo  ,  parece  demos- 
trar de  cierto  semejante  exclusiva  pre_ 
eminencia,  cuando  no  hay  causa  justifica- 
da por  la  cual  se  acredite  que  los  toleda- 
nos se  hubieran  apartado  de  los  usos  y 
de  las  costumbres  seguidos  en  las  demás 
regiones  musulmanas. 

Del  empleo  del  dual  y  de  la  consigna- 
ción de  los  dos  nombres,  débese,  pues,  in- 
ferir como  natural  y  de  todo  punto  vero- 
símil, que  la  obra  de  reparación,  recons- 
trucción ó  ampliación  de  la  mezquita 
toledana,  comenzó  ó  tuvo  principio  sien- 
do ^\..^^^\  u-^o^UsAbd-er-Rahmán-ben- 
Mohámmad-ben-Al-Berola,  si  éste  es  su 
último  nombre;  pero  que  muerto  ó  sepa- 
rado de  tal  cargo  por  cualquier  motivo, 
hubo  de  reemplazarle  Cásim-ben-Kahlán, 
quien  era  j_^-Uía."^\  ;_..^l.^  al  terminar  los 
trabajos,  momento  en  el  cual  fué  escul- 
pida y  colocada  para  perpetua  memoria 
la  lápida  en  la  obra  cuya  ejecución  se 
hallaba  concluida ,  y  que  se  había  inau- 
gurado por  iniciativa  ó  por  las  gestiones 
de  Abd-er-Rahmán-ben-Mohámmad,  cuyo 
nombre  debía  ser  y  era  por  gratitud  con- 
signado en  el  epígrafe. 

No  menos  notable  que  por  la  singulari- 
dad marcada,  lo  es  asimismo  éste  por 
las  frases  con  que  termina,  después  de  la 
fecha,  la  primera  de  las  cuales  es  para 
nosotros  por  extremo  vaga,  pues  siendo 
^_v^^s.^\  participio  pasivo  de  la  segunda 
forma,  lo  mismo  puede  significar  el  le- 
gado ó  la  donación  hechos  para  obras 
pías,  que  el  legatario,  es  decir,  aquel 
á  quien  se  hace  el  legado  ó  la  donación;  y- 
siendo  nombre  de  lugar  (  ^,— ^^\ ) ,  de 
igual  manera  puede  entenderse  por  la 
mezquita,  si  en  ella  se  efectuaban  las  do- 
naciones de  esta  naturaleza,  que  el  edificio 
donde  estaba  la  oficina  en  que  tales  do- 
naciones se  verificaban,  si  no  se  hacían 
en  el  templo.  Si  lo  primero,  debe  enten- 
derse, á  nuestro  juicio,  que  el  legatario  es 
Alláh,noel  que  destina  su  donativo  á 
obras  piadosas,  ni  el  que  dedica  la  ejecu- 
tada á  fines  religiosos;  si  lo  segundo, 
debe  interpretarse  por  el  templo  mismo. 


y  en  este  caso,  se  pide  la  misericordia 
divina  para  el  edificio,  con  objeto  de  que 
no  se  destruya,  y  se  conserve  bajo  su 
protección  y  amparo,  preservándole  de 
todo  daño  y  peligro. 

Clara  aparece  la  última  palabra  de  la 
línea  9,  ^_5i^LaJ\  plural  irregular  de  o^^i 
y  natural  su  empleo  en  la  inscripción, 
pues  al  azalear  los  musulmanes,  leen 
los  versículos  del  Koran,  y  no  había  ne- 
cesidad de  repetirlo,  habiéndolo  dicho  en 
la  misma  línea;  pero  son  de  advertir  la 
supresión  de  la  partícula  U  en  la  frase 
invocativa  ¡Oh,  señor  del  universo/ j  la. 
inconexión  de  la  frase  siguiente ,  y  las 
faltas  de  ortografía  cometidas  en  la  pa- 
labra J.^  por  j^Lo  y  ¿^:^.^\  por  ^^^^^^.^^.^l, 
donde  se  ha  suprimido  el  ^  final  de 
la  primera ,  y  uno  de  los  de  la  segunda, 
defecto  sin  embargo  nada  extraño,  de 
que  adolecen  otros  muchos  epígrafes  de 
esta  época  y  de  las  anteriores  y  posterio- 
res, y  de  que  da  abundante  ejemplo  la 
lápida  conmemorativa  de  Tarifa,  délos 
días  de  Abd-er-Rahmán  III,  publicada 
en  el  número  precedente.  Sería  exigencia 
injusta  la  de  pedir  que  los  lapidarios  mu- 
sulmanes fueran  por  tal  modo  cultos  y 
doctos  como  para  no  incurrir  en  faltas  de 
este  género,  cuando  tan  acostumbrados 
estamos  en  nuestros  días  á  letreros  é  ins- 
cripciones en  los  cuales,  no  sólo  se  olvida 
sensiblemente  la  sintaxis,  sino  la  orto- 
grafía, que  debiera  ser  conocida  de  todos, 
supuestos  los  medios  que  existen  para 
ello,  y  que  no  existirían  de  seguro  entre 
los  muslimes. 

Rodrigo  Amador  de  los  Ríos. 

se<s!@ioi:?_oEíi@ije;]a 

La  Sociedad  de  Excursiones  en  Abril. 

La  Sociedad  realizará  una  á  Illescas  el 
28  de  Abril,  con  arreglo  á  las  condiciones 
siguientes:  Salida  por  la  estación  de  las 
Delicias,  8^52'  de  la  mañana.— Llegada 
á  Illescas,  IQi^S'  de  la  mañana.  — Salida 
oh  32'  tarde.— Llegada  á  Madrid,  ó^  45'  tar- 
de.—Se  visitará  el  Hospital  de  la  Caridad 
franciscana,  Iglesia  con  torre  mudejar, 
Posada  en  que  paró  Francisco  I,  restos  de 
puerta. — Cuota.— Trece  pesetas. 

Para  las  adhesiones  dirigirse  hasta  el 
día  26,  acompañando  la  cuota,  al  señor 
Presidente  D.  Enrique  Serrano  Fatigati, 
Pozas,  17  segundo  derecha. 

Madrid  1.°  de  Febrero  de  1895. 


1.038.— Establecimiento  tipográfico  de  AgTistía  Avrial,  5.  Bernardo,  92.  — TeléU  3.09  4. 


BOLBTÍN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAIOLA  DE  EXCÜRSMES 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AÑO  III 


nVEadrid.  1.°  de  ]VEayo  de  1895 


NÚM.  27 


ADVERTENCIA.— Por  acuerdo  unánime  de  la  Comisión  ejecutiva,  desde  el 
presente  número  vuelve  á  encargarse  de  la  dirección  del  Boletín  de  la  Socie- 
dad Española  de  Excursiones,  el  Secretario  general  de  la  misma,  Sr.  Vizcon- 
de de  PalüBiielos. 


EXCURSIONES 


POR  TIERRA  DE  SEGüVIA 


Excursión  á  La  Losa,  Navas  de  Riofrío 
y  Revenga. 

^?  o  por  muy  repetido  y  asendereado 
J  es  menos  cierto.  Los  españoles,  en 
I  [W/  tanto  que  solemos  buscar  en  extran- 
-^i^  jero  suelo  emociones  é  impresiones 
de  todo  género,  sin  excluir  las  artísticas, 
desconocemos  en  gran  parte  nuestra  pa- 
tria, cuando  no  desdeñamos  los  aún  abun- 
dantes restos  que,  á  despecho  del  tiempo 
y  de  la  mano  del  hombre,  nos  muestran 
con  sus  elementos  propios  fases  harto  in- 
teresantes del  arte  ó  de  la  historia  nacio- 
nal. A  destruir  aquellas  rutinarias  prác- 
ticas ha  de  tender,  como  uno  de  sus  prin- 
cipales fines,  la  Sociedad  Española  de 
Excursiones,  cuyos  individuos,  ora  en 
expediciones  colectivas,  ora  en  las  de  ín- 
dole privada  é  independiente,  deben  aspi- 
rar al  conocimiento  del  país'  que  les  dio 
por  patria  la  Providencia.  Al  examinar 
los  monumentos,  mayormente  si  son  des- 
conocidos, al  hacerlos  objeto  de  un  estu- 
dio detenido,  al  reproducirlos  por  medio 
del  dibujo  ó  de-la  fotografía,  al  investigar 
su  origen  y  circunstancias  históricas, 
T.  III. 


aportando  más  tarde  cuantos  datos  alle- 
garon al  caudal  que  intenta  reunir  nues- 
tra Sociedad,  prestan  un  servicio  útilísimo 
á  la  patria  y  á  la  general  cultura;  tan  útil 
dentro  de  su  esfera,  como  el  del  que  en  la 
suya  respectiva  emplea  su  actividad,  por 
ejemplo,  en  los  estudios  financieros  ó  en 
los  problemas  sociales.  Por  este  camino, 
que  no  por  otro;  procediendo  de  lo  parti- 
cular á  lo  general,  se  llegará  á  la  forma- 
ción del  verdadero  y  circunstanciado  in- 
ventario monumental  de  España,  base  de 
nuestra  historia  artística,  que  en  grandí- 
sima parte  está  por  escribir. 

Queden  á  un  lado  ya  consideraciones 
que  llevan  demasiado  lejos;  y  predicando 
con  el  ejemplo,  procedo  á  dar  cuenta  de 
un  paseo  más  que  viaje  artístico  llevado 
á  cabo  no  ha  mucho  á  través  de  tierra 
segoviana,  único  objeto  del  presente  ar- 
tículo. 

Si  el  excursionista  ocupa  el  tren  que 
conduce  á  Segovia,  deteniéndose  en  la 
estación  inmediatamente  anterior  á  aque- 
lla ciudad  (La  Losa— Navas  de  Riofrío), 
podrá  examinar  á  costa  de  poco  trabajo 
apreciables  restos  correspondientes  á  dos 
distintas  civilizaciones  artísticas,  por  na- 
die hasta  hoy  reproducidos,  descritos  ni 
aun  citados.  Tales  son  la  iglesia  parro- 

7 


46 


boletín 


quial  de  La  Losa  y  la  ermita  del  Soto  de 
Revenga.  Cuanto  á  la  iglesia  de  las  Na- 
vas de  Ríofrio,  hace  algún  tiempo  la  di  á 
conocer  y  describí  por  lo  menudo  * ,  á 
pesar  de  lo  cual  he  de  volver  ahora  sobre 
ella,  por  lo  que  se  enlazan  naturalmente 
en  una  sola  excursión  aquellos  tres  pue- 
blos. 

A  dos  kilómetros  á  la  izquierda  de  su 
estación  sobre  la  vía  férrea,  hállase  si- 
tuado el  lugar  de  La  Losa,  que  cuenta 
con  unos  ochenta  vecinos.  Su  importan- 
cia relativa ,  si  alguna  tuvo,  debióla  á  la 
industria  y  al  ganado  lanar,  antaño  fuente 
principalísima  de  riqueza  para  la  provin- 
cia de  Segovia;  y  aún  se  conserva  en  pie, 
aunque  vetusto  y  destartalado,  el  gran 
cason  ó  rancho,  antigua  propiedad  de  la 
familia  de  Sesma  y  Horcasitas,  donde  se 
verificaba  el  esquileo  de  su  ganadería, 
una  de  las  más  importantes  y  renombra- 
das de  la  comarca  segoviana. 

Otra,  fue )ite  (en  el  sentido  recto  y  en  el 
figurado)  de  prosperidad,  hoy  en  día  más 
positiva,  podría  tener  La  Losa,  á  no  estar 
en  España,  donde  es  añejo  achaque  el 
desperdiciarse  los  dones  con  que  brinda 
la  naturaleza.  Me  refiero  al  rico  manan- 
tial de  agua  sulfurosa  que  brota  á  media 
legua  del  lugar,  sólo  conocido  y  disfru- 
tado en  pocos  kilómetros  á  la  redonda;  á 
bien  que  fuera  imposible  otra  cosa,  no 
existiendo,  como  no  existe  allí,  estableci- 
miento, hospedería  ó  casa  de  cualquier 
género  donde  aguardar  á  pie  firme  el 
efecto  terapéutico  de  las  aguas. 

En  el  pueblo  debe  visitarse  la  iglesia 
(San  Juan  Evangelista),  buen  ejemplar  de 
templo  rural,  construido  en  el  siglo  xv. 
Es  de  granito,  dispuesto  en  bien  labrada 
sillería,  y  conserva  el  exterior  é  interior 
todo  el  carácter  de  la  época  en  que  se  le- 
vantó. La  portada,  que,  según  frecuentí- 
sima práctica,  mira  á  Poniente,  puede 
apreciarse  por  el  adjunto  diseño,  tomado 
del  natural,  como  los  demás  que  acom- 
pañan á  este  artículo,  por  nuestro  conso- 
cio D.  Manuel  López  de  Ayala.  La  serie 
de  rebajados  arcos,  los  pilarillos  con  pe- 
queños zócalos  y  base  común,  la  decora- 


1  Navas  de  Ríofrio. —  Un  monumento  del  arte  ro- 
mánico. Artículo  inserto  en  el  Boletín  de  la  Real 
Academia  de  la  Historia,  tomo  xvii,  pág.  200. 


ción  de  florones  y  perlas  ó  medias  esfe- 
ras de  los  capiteles,  intercolumnios  y  do- 
velas; el  arco  canopial  de  la  parte  alta; 
los  elegantes  pináculos  y  la  cornisa  con 
adorno  de  bolas  que  entre  ellos  corre  en- 
cuadrando la  portada,  acusan  bien  el  úl- 
timo período  del  arte  ojival,  presentando 
visualidad  agradable.  Lástima  es  que  los 
tres  florones  que  coronan  el  arco  canopial 
sean  excesivamente  grandes  y  despro- 
porcionados: testimonio  viviente  de  la 
decadencia  que  se  había  operado  en  el 
arte  franco-germánico. 

Rodeando  exteriormente  el  templo,  ha- 
llamos los  siguientes  accidentes,  vista  ya 
la  portada  é  imafronte,  que  termina  en 
forma  de  frontón.  Tanto  en  la  fachada 
del  Norte  como  en  la  del  Mediodía,  re- 
fuerzan la  fábrica  cuatro  proporcionados 
contrafuertes  que  terminan  en  plano  obli- 
cuo, y  sobre  los  cuales  y  bajo  la  línea  del 
tejado  anima  la  desnudez  del  muro  una 
cornisa  con  adorno  de  perlas.  Entre  los 
contrafuertes  segundo  y  tercero  de  la  fa- 
chada meridional ,  vese  tapiada  hoy  y 
medio  oculta  entre  malezas  una  pequeña 
portada  igualmente  gótica;  constitúyen- 
la  un  arco  de  medio  punto  formado  por 
grandes  dovelas  y  una  moldura  de  resalto 
que  la  encuadra,  matizada  de  semiesfe- 
ras.  A  esta  misma  fachada  adosaron  un 
cuerpo  hecho  también  de  piedra  sillar, 
que  corresponde  á  la  sacristía. 

El  ábside  es  de  forma  pentagonal;  lleva 
cuatro  contrafuertes  análogos  á  los  de 
las  fachadas  laterales  y  tuvo  idéntica  cor- 
nisa con  adornos  de  forma  semiesférica, 
hoy  destruida. 

Igual  disposición  y  decoración  que  la 
del  Mediodía  presenta  la  fachada  del 
Norte,  salvo  que  entre  el  segundo  y  ter- 
cer contrafuerte  se  ostenta  una  muy  lin- 
da ventana  con  arcos  y  pilarillos  góticos. 
Por  último,  entre  esta  fachada  y  el  ábside 
hállase  adosada  la  cuadrada  torre,  obra 
de  sillería  y  mamposteria,  posterior  en 
su  construcción  al  templo  y  en  la  que 
nada  se  repara  digno  de  atención. 

El  interior  de  la  iglesia  es  también,  des- 
de el  punto  de  vista  artístico,  digno  de 
una  visita.  Tras  un  á  manera  de  atrio, 
desprovisto  de  carácter,  que  quedó  por 
concluir,  penetrase  en  la  proporcionada 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


47 


nave,  cubierta  por  tres  hermosas  bóve- 
das ojivales  de  piedra  de  sillería.  Airosa 
y  agradable  á  la  vista  es  la  línea  de  las 
ojivas;  variada  la  disposición  de  los  ner- 
vios, que  siendo  sencilla  es  dintinta  en  las 
tres  bóvedas.  Los  arcos  torales  y  forme- 
ros descansan  en  ménsulas  adornadas 
con  perlas.  El  conjunto,  en  fin,  recibe  la 
luz  de  dos  claraboyas  circulares  abiertas 


en  el  muro  meridional,  de  la  ventana  del 
lado  del  Norte  y  de  otra  ventana  sin  ca- 
rácter alguno  que  se  abrió  sobre  la  puer- 
ta de  ingreso. 

En  el  presbiterio,  elevado  una  grada 
sobre  el  resto  de  laiglesia,  osténtase  el  re- 
tablo principal ,  obra  del  Renacimiento, 
corintio,  dorado  y  no  despreciable,  aun- 
que tocado  de  decadencia,  sobre  todo  en 


PORTADA  DE  LA  IGLESIA  PARROQUIAL  DE  LA  LOSA  (SEGOVIA) 


la  labor  de  los  intercolumnios.  En  estos 
hay  algunos  lienzos  sin  mérito,  y  en  lo 
alto  del  retablo  un  Calvario  de  estimable 
talla,  con  las  imágenes  de  Cristo  cruci- 
ficado, la  Virgen  y  San  Juan. 

Varios  retablos  diseminados  por  el  tem- 
plo ahuyentan  la  vista  del  espectador  por 
su  exceso  de  barroquismo.  Pero  no  ocu- 
rre lo  propio  con  otro  retablo  gótico  ado- 
sado al  muro  izquierdo  y  notable  por  su 
carácter  de  época.  Va  circunscrito  por  un 


recuadro  que  apoya  en  exornadas  mén- 
sulas y  por  cuya  longitud  se  mueve  y  cu- 
lebrea gracioso  vastago.  Encerrado  en 
un  marco  muy  laboreado  de  talla  moder- 
na, aparece  el  retablo,  ó  más  bien  relie- 
ve, que  es  de  piedra  y  muy  lindo.  La  es- 
cena que  parece  haber  representado  el 
escultor  fué  del  especial  agrado  de  los  ar- 
tistas del  último  período  de  la  Edad  Me- 
dia y  del  Renacimiento,  quienes  la  repro- 
dujeron muchas  veces  :  el  Papa  y  Doctor 


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boletín 


San  Gregorio  Magno  celebrando  el  santo 
sacrificio  de  la  Misa.  Aquí  aparece  el 
episodio  acompañado  de  accidentes  y  ac- 
cesorios que  le  dan  cierto  carácter  de  can- 
dido realismo. 

Vése  en  el  altar  á  Jesucristo  resucita- 
do con  una  cruz  en  la  mano.  Nótanse  allí 
también,  siempre  en  relieve,  cáliz,  misal, 
candelabros  y  vinajeras.  Ante  el  altar,  el 
santo  eleva  la  Hostia  consagrada;  y  le 
ayudan  y  sostienen  las  vestiduras  dos 
acólitos,  de  los  que  uno  está  de  rodillas 
y  otro  de  pie.  Sobre  estos  personajes  nota 
en  el  aire  un  ángel  que  sostiene  un  escu- 
do de  armas;  y  cobijando  todo  el  relieve, 
á  manera  de  doselete,  divísase  un  lindo 
calado  de  entrelazos  y  pinas  que  reposa 
en  dos  columnas,  en  cuyos  laboreados 
fustes  y  capiteles,  que  recuerdan  el  orden 
corintio,  nótase  la  época  de  transición. 

El  retablo  fué,  pues,  sin  duda,  costeado 
por  la  devoción  particular,  como  lo  acre- 
dita el  heráldico  escudo.  Y,  en  efecto, 
bajo  el  propio  retablo  léense  las  siguien- 
tes palabras  en  caracteres  germánicos 
minúsculos  de  relieve : 

Este  retablo  mando  aser  iullo  imero 
a  su  costa  e  asentóse. 

En  el  centro  del  epígrafe  hay  otro  es- 
cudo en  que  se  ostentan  las  cinco  san- 
grientas llagas  de  San  Francisco. 

Junto  al  retablo  antes  descrito  está  el 
pulpito,  de  gusto  ojival  florido,  aunque 
afeado  por  moderna  enjalbegadura.  En 
sus  seis  caras  ó  lados  vense  arcos  cano- 
piales,  trilobulados  y  reentrantes;  jun- 
quillos, columnillas,  pináculos,  florones 
y  otras  labores  del  propio  arte.  El  torna- 
voz es  moderno  y  de  madera.  Sobre  el 
pulpito  repítese  el  escudo  con  las  llagas; 
y  bajo  él  enunciase  abreviadamente  la 
salutación  angélica  en  letras  góticas,  y 
en  esta  forma :  aue  tna  gra  plena. 

Tal  es  la  iglesia  parroquial  de  La  Losa. 
Cuanto  al  pueblo,  sólo  agregaré  que,  co- 
mo los  de  sierra  de  la  comarca  segovia- 
na,  es  muy  pintoresco  y  abundante  en 
aguas  y  arbolado. 


Media  legua  de  accidentado  y  agrada- 
ble terreno  separa  á  La  Losa  de  las  Na- 


vas de  Riofrío.  Esta  aldea,  conocida  en  el 
país  con  el  abreviado  nombre  de  Las  Na- 
villas,  hállase  situada  á  dos  kilómetros 
del  real  palacio  de  Riofrío,  famosa  funda- 
ción de  la  reina  doña  Isabel  Farnesio,  en 
cuyo  examen  no  es  mi  objeto  entrar  por 
el  momento.  Pocos  pueblos  de  la  provin- 
cia aventajan  en  verdad  á  dicha  aldea  por 
su  emplazamiento  y  risueña  naturaleza. 
Al  pie  de  una  alta  sierra,  rodeada  de 
frondoso  arbolado  y  deleitosas  praderas, 
provisto  su  suelo  de  excelentes  pastos  y 
surcado  por  murmuradores  arroyuelos 
de  cristalinas  aguas ,  destácase  poética  la 
aldehuela,  con  la  cuadrada  torre  de  su 
iglesia  y  las  escasas  viviendas  que  en 
torno  suyo  se  agrupan ,  cual  bello  cuadro 
en  su  adecuado  y  conveniente  marco  '. 

La  iglesia ,  que  á  través  de  los  siglos  ha 
sufrido  mudanzas  que  la  han  transformado 
casi  por  completo,  sólo  ofrece  de  notable 
al  exterior  la  antes  citada  torre,  sólida  y 
sencilla  fábrica  de  piedra  de  sillería,  que 
consta  de  tres  cuerpos  superpuestos  que 
van  retallando  sucesivamente  y  no  al- 
canzan gran  altura.  En  el  último  ábrense 
cuatro  arcos  semicirculares  que  cobijan 
las  campanas,  modernas  en  su  mayoría, 
pues  la  más  antigua  fué  fundida  en  el  si- 
glo XVII. 

Lo  que  en  realidad  caracteriza  al  tem- 
plo es  su  linda  portada  románica,  harto 
curiosa  por  lo  bien  conservada  y  por  las 
singulares  labores  de  que  se  adorna.  Pro- 
tégela un  pobre  é  impropio  atrio  moder- 
no, y  según  una  costumbre,  no  por  muy 
frecuente  menos  censurable,  está  actual- 
mente embadurnada  de  pintura  amarilla. 


1  Las  Navas  de  Riofrío  forma  ayuntamiento  en 
unión  con  La  Losa.  Nunca  ,  como  pueblo,  tuvo  impor- 
tancia ,  (5  si  alguna  tuvo,  habíala  ya  perdido  en  la  se- 
gunda mitad  del  siglo  xvi,  según  se  desprende  de  su 
pequeño  archivo  parroquial,  por  mí  examinado,  y 
cuyo  más  antiguo  libro,  que  es  el  de  matrimonios, 
arranca  del  año  1588.  En  lo  eclesiástico  dependió,  al 
igual  que  La  Losa  y  Revenga,  de  la  Abadía  de  la 
Santísima  Trinidad  del  Real  Sitio  de  San  Ildefonso, 
y  hoy  corresponde  A  la  diócesis  de  Segovia.  Es  aldea 
de  unas  quince  ó  veinte  casas,  siendo  la  principal  de 
ellas  la  que,  en  tiempo  de  la  riqueza  lanera  de  Sego- 
via ,  hoy  desaparecida,  fué  esquileo  y  gran  lavadero 
de  lanas ,  propiedad  de  una  familia  de  la  capital  de  la 
provincia,  y  casi  único  elemento  de  vida  de  las  Na- 
villas.  Como  á  medio  kilómetro  del  lugar,  en  direc- 
ción al  S-0.,  existen  aún  las  ruinas  de  La  GranjiUa, 
sitio  y  casa  de  recreo  que  fué  de  la  Comunidad  de 
Jerónimos  del  Parral  en  Segovia. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


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A  continuación  transcribo,  en  parte,  la 
descripción  que  ya  hice  de  esta  portada 
en  el  artículo  antes  citado,  inserto  en  el 
Boletín  de  la  Real  Academia  de  la  His- 
toria: 

"Consta  la  portada  de  tres  arcos  decre- 
cientes de  medio  punto.  Las  dovelas  del 
más  interior  aparecen  adornadas  en  toda 
su  extensión  con  una  labor  de  vegetales 
formando  círculos  ó  figuras  semejantes  á 
la  circular.  La  archivolta  carga  sobre  dos 
sencillas  jambas  provistas  de  una  im- 
posta corrida,  que  llega  por  ambos  la- 
dos hasta  lo  más  exterior  de  la  portada, 
y  muestra  dibujos  análogos  á  los  de  la 
archivolta.  Sobresaliendo  con  relación  á 
ésta  hay  otra  archivolta  ,  cilindrica  y 
sencilla,  que  corresponde  á  dos  colum- 
nas, cuyos  fustes  y  basas  nada  ofrecen  de 
particular;  cada  uno  de  los  capiteles,  por 
lo  contrario,  presenta  esculpidas  dos  aves 
de  bastante  tamaño,  colocadas  frente  á 
frente,  siendo  de  notar  que  las  del  capi- 
tel izquierdo  se  muerden  á  sí  propias  una 
de  las  alas. 

„Más  notable,  por  último,  es  el  exte- 
rior y  tercer  arco,  asentado  en  dos  ro- 
bustas jambas  desnudas  de  todo  ornato. 
En  su  extensión  toda  está  bordado  de  ex- 
traños relieves  y  símbolos  de  apariencia 
semioriental  y  muy  torpe  ejecución,  dig- 
nos de  atento  examen. 

„La  archivolta  va  exteriormente  ceñi- 
da de  un  estrecho  ajedrezado,  y  en  am- 
bos puntos  de  arranque  de  la  misma  hay 
esculpidas  varias  estrellas  ó  flores  ence- 
rradas en  círculos.  Dejados  aparte  estos 
adornos  secundarios,  nótanse  en  ella 
veinte  divisiones  ó  espacios  ocupados  por 
las  figuras  á  que  antes  hice  referencia. 
Que  todas  ellas  ó  casi  todas  tienen  un 
sentido  simbólico  ó  enigmático  me  parece 
fuera  de  duda,  teniendo  en  cuenta  la  ín- 
dole y  tendencia  del  arte  romano-bizan- 
tino, hijo  y  heredero  por  varios  concep- 
tos de  la  civilización  oriental.  Ahora  bien; 
varios  de  estos  símbolos  escapan  á  nues- 
tra penetración,  y  esto  es  debido,  ora  á  la 
imperfección  con  que  el  artista  medio- 
eval llevó  á  cabo  su  obra,  ora  también  á 
la  distinta  manera  con  que  en  aquella 
remota  época  solían  representarse  esce- 
nasy  personajes conrelación  á  la  nuestra. 


„He  aquí  ahora  las  figuras  encerradas 
en  los  veinte  espacios,  procediendo  de 
izquierda  á  derecha.  En  el  primero  ve- 
mos representado  un  ciervo  de  rara  traza 
ó  animal  monstruoso  dotado  de  astas  cer- 
vunas. Recuérdame  por  su  factura  el  as- 
pecto de  algunas  representaciones  asi- 
rías. En  el  segundo  nótase  una  especie 
de  ibis  matando  al  parecer  una  serpiente, 
figura  que  trae  á  la  memoria  el  contenido 
de  algunos  bajorelieves  egipcios. 

„Un  personaje  humano,  desnudo  de 
medio  cuerpo  y  muy  toscamente  escul- 
pido, aparece  en  el  tercero.  En  el  cuarto 
espacio  figúrase  ala  luna;  en  el  quinto 
vese  á  dos  personajes  imberbes,  iguales 
ó  muy  parecidos,  con  la  cabeza  descu- 
bierta y  ataviados  con  mantos  plegados 
de  arcaica  manera.  Ocupa  el  sexto  espa- 
cio un  centauro  ó  sagitario;  el  séptimo 
una  gran  serpiente  enroscada,  emblema 
probable  de  la  del  Edén,  y  el  octavo  un 
ave  ó  pájaro. 

„E1  relieve  noveno  es  el  peor  conserva- 
do de  todos,  hasta  el  punto  de  no  poderse 
decir  con  certeza  lo  que  representa;  paré- 
cerne, sin  embargo,  que  en  él  se  observan 
las  trazas  de  un  personaje  sentado.  El  es- 
pacio que  le  sigue  encierra,  en  pequeño, 
un  verdadero  cuadro,  en  esta  forma:  un 
personaje  dormido,  vistiendo  traje  talar, 
y  á  su  derecha  un  tosco  árbol ,  en  cuya 
copa  hay  un  pájaro.  Debe  figurarse  en  él 
el  sueño  místico  y  visión  profética  de 
Adán,  en  relación  con  el  cuadro  séptimo. 

„E1  undécimo  espacio  corresponde  á  la 
clave  del  arco,  y  se  presta  á  muy  diver- 
sas interpretaciones.  En  él  se  observan 
tres  personajes  bastante  semejantes,  si- 
tuados paralelamente,  y  de  los  cuales  los 
de  los  extremos  parecen  enlazar  ó  ade- 
lantar mutuamente  sus  manos. 

„En  el  espacio  duodécimo  se  ve  á  un 
obispo  con  su  mitra  y  báculo.  Puede  figu- 
rar á  algún  santo  prelado,  y  más  proba- 
blemente al  que  ocupaba  la  silla  segovia- 
na  en  la  época  en  que  se  labró  la  portada. 
El  relieve  decimotercero  es  también  de 
confusa  interpretación.  En  él  aparece 
una  figura  femenina,  de  pie,  cogiéndose 
con  ambas  manos  una  toca  que  lleva  en 
la  cabeza. 

„Las    representaciones    ornitológica^ 


50 


boletín 


parecen  haber  sido  muy  del  agrado  de 
los  escultores  románicos;  y  por  lo  que 
hace  á  esta  portada,  aves  hemos  visto  en 
ambos  capiteles  y  en  las  casillas  segun- 
da, octava  y  décima  de  la  archivolta  ex- 
terior. En  la  décimacuarta  vemos  aún 
otra  ave  de  extraña  forma,  con  la  cabeza 
vuelta  hacia  la  espalda;  en  la  décima- 
quinta,  una  paloma  bien  determinada;  en 
la  décimasexta,  otra  ave  de  análoga  for- 
ma y  en  idéntica  posición  que  la  del  es- 
pacio catorce,  y  sobre  la  cual  hay,  al  pa- 
recer, una  hoja;  en  la  décimaoctava,  un 
gallo  perfectamente  conservado;  y  en  la 
vigésima,  un  ave  vuelta  hacia  la  derecha, 
con  varias  hojas  por  cima  de  ella. 

„Por  último,  ocupa  el  espacio  décimo- 
séptimo,  la  representación  del  sol ;  y  el 
decimonono,  un  corazón  atravesado  por 
dos  flechas. 

„Tal  es  esta  singular  portada,  por  de- 
más típica  entre  sus  congéneres.  Por  sus 
representaciones  simbólicas,  que  más 
recuerdan  el  arte  bizantino  que  el  romá- 
nico, y  por  la  tosquedad  de  sus  ornatos, 
no  puede  considerársela  como  uno  de  los 
sazonados  frutos  que  brotaron  de  aquella 
escuela  arquitectónica  corriendo  adelan- 
tada la  duodécima  centuria;  y  más  bien 
recuerda  á  algunas  otras  de  la  segunda 
mitad  del  siglo  xi  ó  de  muy  á  principios 
del  XII.,, 

He  creído  de  interés  para  el  excursio- 
nista la  transcrita  descripción  (aunque 
quizá  peca  de  difusa),  en  gracia  á  lo  des- 
conocido del  monumento.  Por  lo  demás, 
el  interior  de  este  humilde  templo  de  al- 
dea no  corresponde  actualmente  á  la  por- 
tada. Las  múltiples  reformas  que  en  el 
transcurso  de  los  siglos  ha  venido  su- 
friendo, le  han  destituido  de  todo  carác- 
ter de  época.  Ni  la  pobre  techumbre  de 
madera  que  le  cubre,  ni  los  insignifican- 
tes altares  y  retablos  que  le  adornan, 
ofrecen  el  menor  interés  ante  el  arqueó- 
logo ó  el  artista.  Sólo  en  la  pila  del  agua 
bendita,  formada  por  un  capitel  románico 
de  no  escaso  tamaño,  se  recuerda  el  esti- 
lo que  campea  al  exterior. 


Siguiendo  esta  rápida  excursión,  hálla- 
se en  dirección  al  Nordeste,  media  legua 


más  lejos  de  las  Navas,  el  pueblo  de  Re- 
venga, apartado  un  kilómetro  á  la  dere- 
cha de  la  carretera  que  conduce  desde  el 
real  sitio  de  Rio  frío  al  de  San  Ildefonso. 

Revenga  cuenta  con  setenta  vecinos, 
y  con  una  iglesia  parroquial  (San  Sebas- 
tián) muy  capaz  y  adecuada  á  sus  nece- 
sidades *.  De  sólida  construcción,  hoy 
muy  renovada,  sólo  conserva  de  la  época 
ojival  el  presbiterio  cubierto  por  bóveda 
de  gótica  tracería;  mostrándose  también 
aquel  arte  al  exterior  en  el  pentagonal 
ábside,  reforzado  por  contrafuertes. 

Mas  interés  ofrece  la  ermita  de  Nues- 
tra Señora  del  Soto  (ó  de  Santa  María  la 
Mayor,  verdadero  título  suyo),  patrona 
del  lugar  desde  hace  muchos  siglos,  y  si- 
tuada á  un  kilómetro  de  aquel,  á  pocos 
pasos  de  la  carretera  ya  citada  antes.  Es 
un  pequeño  edificio  rectangular,  en  gran 
parte  de  sillería,  cubierto  por  tejado  con 
vertiente  á  dos  aguas.  Sensible  es  que  el 
estado  de  conservación  de  este  lindo  mo- 
numento románico  deje  mucho  que  de- 
sear; á  pesar  de  lo  cual,  aún  son  dignos 
de  atención  los  restos  que  de  aquel  arte 
se  manifiestan  al  exterior  y  al  interior  de 
la  ermita. 

Al  exterior  queda  en  la  fachada  de  Oc- 
cidente, que  corresponde  á  los  pies  del 
pequeño  templo,  un  arco  hoy  enjalbega- 
do, con  varias  molduras  cóncavas  y  con- 
vexas, de  románica  contextura,  que  cons- 
tituye uno  de  los  dos  ingresos.  En  el  áb- 
side, sencillo  y  semicircular ,  nada  resta 
de  su  antigua  decoración;  pero  hacia  su 
arranque,  junto  al  muro  del  Norte,  aún 
se  divisan  tres  modillones,  y  entre  ellos 
adornos  de  entrelazos ,  apareciendo  por 
cima  parte  de  una  cornisa  en  que  se  dis- 
tinguen varias  flores  inscritas  en  círculos. 

El  principal  punto  de  ingreso  á  la  er- 
mita es  por  la  fachada  del  Mediodía,  don- 
de radica  la  portada,  hoy  muy  deteriora- 
da en  sus  ornatos.  De  regulares  propor- 
ciones, algo  tosca  y  no  de  gran  relieve, 
hállase  enclavada  en  un  cuerpo  cuadran- 


1  El  archivo  parroquial  carece  de  importancia.  El 
libró  de  ofrendas  y  limosnas  á.  Nuestra  Señora  del 
Soto,  de  que  más  adelante  hablamos,  sólo  arranca  de 
1702;  el  de  la  cofradía  de  la  Vera-Cruz,  instalada  en 
la  iglesia,  empieza  en  168b;  y  el  más  antiguo  libro  de 
bautizos,  en  3  de  Agosto  de  1588. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


51 


guiar  que  sobresale  del  muro.  Dos  co- 
lumnas de  lisos  fustes  y  capiteles  que, 
aunque  muy  destrozados,  ostentan  restos 
de  decoración  zoomórfica,  sustentan  una 
imposta  ó  abaco,  en  que  se  aprecian  en- 
trelazos  geométricos ,  círculos ,  óvalos  y 
grandes  flores  cuadrifolias  y  puntiagudas. 


Quizá  el  tímpano,  hoy  dado  de  yeso, 
ostentó  algún  relieve  decorativo.  En  tor- 
no suyo  desarróllanse  varias  archivol- 
tas.  En  la  clave  de  la  más  interior  es  de 
observar  la  dovela  central,  en  que  apa- 
rece una  mano  benedicente,  figurando  en 
las  dovelas  restantes  una  curiosa  combi- 


PORTADA  DE  LA  ERMITA  DE  REVENGA  SEGOVIA 


nación  de  entrelazos,  hojas  y  líneas.  La 
estrecha  archivolta  siguiente  presenta 
una  serie  de  círculos  en  que  se  encierran 
flores.  Sigue  una  moldura  convexa.  Más 
exteriormente,  en  las  dovelas  de  otra  ar- 
chivolta, descúbrense  vestigios  de  hojas, 
de  flores,  animales  y  otros  motivos  de  or- 
namentación, hoy  casi  del  todo  perdida. 


y  cierra  la  serie  un  nuevo  arco  ó  moldura 
con  labor  de  ajedrezado.  La  portada,  en 
su  conjunto,  á  más  de  ser  completamente 
románica,  es  de  sabor  local  muy  acen- 
tuado; en  ella  se  adivina  la  mano  de  los 
arti.stas  segovianos,  que  poblaban  de  mo- 
numentos su  ciudad  en  todo  el  curso  del 

siglo  XII. 


52 


boletín 


El  interés  del  interior  de  la  ermita  se 
concentra  en  las  cuatro  columnas,  adhe- 
ridas dos  á  dos  á  los  lados  del  presbite- 
rio, siendo  todas  del  más  puro  carácter 
románico.  Los  fustes  son  lisos  y  esbel- 
tos, y  las  basas,  semejantes  á  las  áticas, 
asientan  sobre  un  zócalo  ó  plinto.  Entre 
los  capiteles  hay  dos  arcos  de  resalto,  sin 
que  nada  se  haya  librado  de  la  manía  del 
blanqueo,  excepción  hecha  de  dichos  ca- 
piteles, que  son  historiados  y  muy  curio- 


sos y  estimables  por  su  factura  y  buena 
conservación.  He  aquí  los  motivos  de 
decoración  que  ostentan.  De  los  dos  más 
próximos  al  altar,  en  el  de  la  derecha  hay 
cuatro  aves  con  cabeza  de  mujer  y  ade- 
más varias  pinas.  En  el  de  la  izquierda 
(reproducido  en  el  grabado),  dos  guerre- 
ros á  caballo  acométense  lanza  en  ristre, 
dejando  apreciar  muy  bien  los  detalles  de 
sus  arreos  é  indumentaria,  tales  como  la 
túnica  ó  perpunte,  el  escudo,  casco,  espue- 


CAPITEL  DE  LA  ERMITA  DE  REVENGA  (SEGOVIA) 


las,  etc.;  y  en  los  lados  del  capitel  vese 
una  figura  mujeril  con  toca  en  la  cabeza, 
y  otra  de  hombre,  llevando,  al  parecer, 
un  cabrito  á  cuestas. 

De  los  dos  restantes  capiteles ,  descú- 
brese en  el  izquierdo  un  obispo  revestido 
de  pontifical,  con  mitra  y  báculo  y  en  ac- 
titud de  bendecir;  en  el  centro,  y  á  un 
lado  y  otro,  sendos  y  fieros  leones  cu- 
yas cabezas  ocupan  los  ángulos.  El  capi- 
tel derecho  y  último,  en  fin,  el  menos 
tosco  de  todos,  ofrece  cuatro  animales 
fantásticos  y  alados  con  cuerpo  de  cua- 


drúpedo y  cabeza  de  ave,  mordiéndose 
sus  propias  alas. 

Fuera  de  estos  restos,  la  ermita  nada 
encierra  digno  de  atención,  pues  la  efigie 
de  la  Virgen  y  su  retablo  son  obras  mo- 
dernas desprovistas  de  mérito.  Por  lo  de- 
más, la  ermita  llamada  del  Soto,  hállase 
efectivamente  situada  en  un  soto  amení- 
simo, matizado  por  verdes  praderas  y  po- 
blado de  corpulentos  álamos,  fresnos  y 
encinas.  Cuando  por  el  mes  de  Mayo  la 
nauraleza,  ya  vestida  con  sus  mejores  ga- 
las, brinda  al  hombre  con  las  delicias  del 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


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campo,  celébrase  la  romería  de  la  Virgen 
del  Soto,  y  acuden  á  la  ermita  los  habi- 
tantes de  los  pueblos  y  aldeas  vecinas  y 
aun  gentes  de  Segovia. 

El  excursionista  que  se  decida  á  visitar 
estas  ignoradas  migajas  del  arte  patrio, 
puede  restituirse,  tras  una  hora  escasa 
de  fácil  marcha  por  buen  terreno,  desde 
el  Soto  de  Revenga  á  la  estación  de  La 
Losa,  desde  donde  el  tren  le  tornará  al 
punto  de  partida  de  su  excursión. 

El  Vizconde  de  Palazuelos. 


'<S'<iJb-V'<ii>  *>*^ 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


SELLO  DE  DON  ALFONSO 

DUQUE  DE   GANDÍA 

L  hermoso  sello  que  reproducimos 
en  lámina  suelta  llamará  sin  du- 
da la  atención  de  los  lectores  del 
Boletín,  no  sólo  como  obra  de  ar- 
te y  por  el  lejano  período  histórico  á  que 
pertenece,  sino  también  por  correspon- 
der á  un  personaje  harto  conocido  en  su 
tiempo,  y  que,  á  pesar  de  haber  sido  con- 
siderado como  extranjero  en  Castilla,  in- 
fluyó poderosamente  en  un  gran  suceso 
histórico  de  este  antiguo  reino. 

Lo  que  constituye  en  realidad  el  sello, 
ó  sea  su  imprimación,  es  de  cera  colora- 
da, y  mide  66  milímetros  de  diámetro, 
pero  tiene,  de  cera  amarilla,  un  tosco 
cerco  y  un  reverso,  sobradamente  abul- 
tado y  convexo ,  parecido  á  los  usados  en 
Francia  en  tiempo  de  Luis  el  Joven,  y  en 
cu3'a  parte  culminante  se  empezó  á  es- 
tampar un  blasón. 

D.  Pedro  IV  de  Aragón,  siguió  tam- 
bién esta  costumbre,  que  tenía  por  objeto 
evitar  falsificaciones  y  engaños  por  me- 
dio de  traslaciones  de  estos  signos  de  au- 
tenticidad desde  unos  documentos  á  otros. 
En  comprobación  de  la  exactitud  de  este 
propósito,  se  cita  el  ejemplo  de  un  obispo 
de  Winchester  que  hizo  grabar  en  su  con- 
trasello esta  inscripción:  "Swm  cusios  et 
testis  sigill¿.„ 

El  sello  que  estamos  examinando  está, 
sin  embargo,  desprovisto  de  semejante 
T.  lu. 


contrasello,  por  más  que  plásticamente 
afecte  la  figura  de  los  que  suelen  tenerlo. 
Corre  á  lo  largo  de  su  orilla  una  cinta 
circular  con  su  acostumbrada  leyenda, 
circunscrita  por  dos  cordones  concéntri- 
cos ,  el  menor  de  los  cuales ,  que  lleva  por 
dentro  una  decoración  lobulada ,  aprisio- 
na un  campo  flordelisado  y  losangeado. 
En  su  centro  se  destaca  un  soberbio  es- 
cudo casi  rectangular,  cuartelado  en  so- 
tuer, donde  figuran  las  barras  de  Ara- 
gón alternando  con  lises,  cargadas  á  su 
vez  con  un  lambel. 

Descansa  sobre  dicho  escudo,  que  cae 
inclinado  hacia  la  derecha,  un  yelmo  ce- 
rrado y  coronado,  desde  cuyo  vértice  se 
levanta  enhiesta  la  famosa  cimera  del 
dragón  alado,  que  sirvió  de  materia  á  otro 
modesto  trabajo  que  tuvimos  la  honra  de 
publicar  el  año  pasado  en  este  Boletín. 

En  la  orla  exterior,  á  que  antes  nos  he- 
mos referido,  figura  la  siguiente  inscrip- 
ción, escrita  en  valenciano  con  caracteres 
góticos  minúsculos:  5.  (Segell)  de  D.  Al- 
fonso duch  de  Gandía. 

De  seguro  que  instintivamente,  como 
nos  ocurrió  á  nosotros,  habrán  pensado 
nuestros  lectores,  al  leer  el  ilustre  título 
de  duque  de  Gandía,  que  se  trataba  de 
algún  personaje  perteneciente  á  la  tan 
conocida  alcurnia  de  los  Borjas,  señores 
durante  siglos  de  tan  soberbio  feudo.  Em- 
bargados por  este  prejuicio,  y  sin  fijarnos 
en  detalles  principalísimos  del  sello,  an- 
duvimos buscando  en  el  largo  catálogo 
de  duques  de  Gandía  el  nombre  de  Al- 
fonso, al  que  pudiera  referirse  la  inscrip- 
ción que  hemos  copiado;  pero  estéril  fué 
nuestro  trabajo,  inútiles  las  investiga- 
ciones practicadas,  por  cuanto  desde  que 
los  Reyes  Católicos  concedieron  en  1485 
dicho  ducado  á  D.  Pedro  Luis  de  Borja 
hasta  principios  del  siglo  xvii,  en  que  lo 
poseía  D.  Carlos  segundo  de  este  nom- 
bre, no  hemos  hallado  un  solo  duque  que 
llevara  el  nombre  de  Alfonso  '. 

No  procedimos  más  adelante  en  nues- 
tras investigaciones,  porque  tratándose 
de  un  objeto  con  caracteres  marcada- 
mente ojivales,  no  podíamos  suponerle 


1  He  aquí  los  nombres  de  los  duques  contenidos  en 
el  período  á  que  nos  referimos:  Pedro  Luis ,  Juan  1, 
Juan  II,  Francisco  I,  Carlos  I,  Francisco  II,  Carlos  II. 

8 


54 


boletín 


ejecutado  en  el  siglo  xvii  ó  siguientes;  y 
si  comprendimos  en  nuestras  pequisas 
el  XVI,  en  que  brillaba  ya  con  todo  su  es- 
plendor el  Renacimiento,  fué  porque  en 
los  Estados,  que  constituían  el  reino  de 
Aragón,  se  conservan  varios  monumen- 
tos ojivales  edificados  ó  terminados  en 
dicho  siglo. 

Cerrado  el  camino,  que  ligeramente  ha- 
bíamos err.p rendido,  volvimos  á  exami- 
nar el  sello  con  más  detenimiento,  y  ob- 
servamos que  los  cuarteles  del  blasón 
descrito  no  correspondían  en  manera  al- 
guna al  linaje  de  los  Borjas.  Es  verdad 
que  la  famosa  Lucrecia  Borja  se  casó  en 
terceras  nupcias  con  un  Alfonso  de  Ara- 
gón, duque  de  Biseglia  é  hijo  natural  de 
Alfonso  II  de  Ñapóles,  y  que  Juan  ÍI  de 
Borja  contrajo  matrimonio  con  Juana  de 
Aragón ,  nieta  de  los  Reyes  Católicos; 
pero  ni  Lucrecia  fué  jamás  duquesa  de 
Gandía,  ni  por  lo  tanto  su  marido  pudo 
intitularse  duque  de  aquellos  estados,  ni 
Juan  II  de  Borja,  por  el  mero  hecho  de 
llamarse  Juan,  puede  confundirse  con  el 
duque  Alfonso  que  figura  en  el  sello.  Las 
barras  de  Aragón,  que  ostenta  éste,  no 
se  refieren,  pues,  á  ninguna  de  las  dos 
individualidades  de  la  prosapia  de  los 
Borjas  enlazadas  con  la  casa  real  de 
Aragón. 

¿Quién  será,  pues,  el  noble  vastago  de 
la  misma  á  quien  pudo  pertenecer  y  re- 
presentar este  céreo  documento? 

Registremos  olvidados  y  polvorientos 
cronicones,  donde  acaso  podamos  descu- 
brir la  incógnita  que  se  ofrece  á  nuestra 
vista. 

Refiere  Escolano  en  sus  Décadas  de  la 
Historia  de  Valencia,  que  Gandía  fué 
dada  en  el  año  1296  por  el  rey  D.  Jaime  II 
á  su  tía  doña  Constancia,  emperatriz  de 
Constantinopla,  y  que,  muerta  aquella, 
volvió  á  la  corona  real.  Más  tarde  el  mis- 
mo D.  Jaime  hace  cesión  de  aquel  Estado 
á  su  hijo  segundo  D.  Pedro,  conde  de  Ri- 
bagorza,  que  lo  poseyó  durante  su  vida, 
y  á  su  muerte  pasa  á  su  primogénito  don 
Alfonso. 

Este  D.  Alfonso  fué  uno  de  los  infantes 
de  Aragón  que  fueron  á  Castilla  duran- 
te la  fratricida  lucha  de  D.  Enrique  II 
contra  D.  Pedro  I  y  que  más  se  distin- 


guieron en  favor  del  primero  de  los  dos 
contendientes,  por  cuyo  motivo  trabóse 
entre  el  pretendiente  y  el  infante  una 
amistad  sincera  y  profunda  desde  1356  en 
que  D.  Pedro  IV  de  Aragón  llamó  al  de 
Trastamara,  que  estaba  en  Francia  acau- 
dillando mesnadas  castellanas.  En  testi- 
monio de  esa  amistad  y  por  agradeci- 
miento á  la  eficaz  ayuda  que  le  prestaba, 
D.  Enrique,  en  el  acto  de  su  coronación 
en  Burgos  (Marzo,  1366),  creó  en  favor  de 
D.  Alfonso  el  marquesado.de  V^illena,  que, 
si  no  mienten  las  historias,  fué  el  primero 
que  se  instituyó  en  Castilla.  Esta  esplén- 
dida merced  le  originó  muchos  sinsabo- 
res por  las  rivalidades  y  envidias  que 
despertó  entre  la  nobleza  castellana,  la 
cual  no  paró  en  sus  intrigas  hasta  conse- 
guir que  se  anulara  aquella  gracia  y  se 
creara  un  ducado  de  Mllena  en  favor  de 
la  infanta  doña  María ,  hija  de  Enrique  III. 
Antes,  sin  embargo  (en  6  Julio  1382),  ha- 
bía conseguido  D.  Alfonso  otra  esplén- 
dida merced  de  parte  de  D.  Juan  I  de  Cas- 
tilla. 

Hallábase  este  monarca  en  1382  delante 
de  Ciudad  Rodrigo  preparando  la  inva- 
sión de  Portugal  con  motivo  del  derecho 
que  creía  tener  á  la  soberanía  de  aquel 
Estado,  y  para  dar  una  muestra  del  alto 
aprecio  en  que  tenía  al  infante  aragonés, 
instituyó  para  él  la  condestablía  de  Cas- 
tilla, á  imitación  de  lo  que  se  había  hecho 
en  el  vecino  reino,  cuya  posesión  codicia- 
ba. Pocos  años  después  (en  1393  ?),  duran- 
te la  menor  edad  de  Enrique  111,  también 
una  conjuración  de  sus  émulos  le  arre- 
bataba esta  dignidad,  con  que  consiguió 
engalanarse  D.  Pedro  Henríquez,tío  bas- 
tardo del  rey.  D.  Alfonso,  como  es  de  su- 
poner, asistió  á  la  desdichada  batalla  de 
Aljubarrota  en  compañía  de  su  hijo  don 
Pedro,  que  perdió  la  vida  después  de  ha- 
ber hecho  prodigios  de  valor.  Tales  son 
los  rasgos  principales  del  infante  de  Ara- 
gón D.  Alfonso  durante  su  permanencia 
en  Castilla.  Veamos  ahora  la  importancia 
que  tuvo  en  su  patria  y  las  honras  con 
que  fué  distinguido. 

Ya  sabemos,  en  cuanto  á  su  nacimien- 
to, que  fué  hijo  del  infante  D.  Pedro, 
conde  de  Ribagorza  y  de  Denia,  y  nieto 
de  D.  Jaime  II.  Sabemos  también  que  en 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


55 


calidad  de  heredero  de  su  padre  poseía 
los  estados  de  Gandía,  donados  por  el  re- 
ferido D.  Jaime  al  relatado  D.  Pedro; 
pero  esos,  estados  constituían  á  la  sazón 
tan  sólo  un  señorío  no  revestido  de  dig- 
nidad titular,  hasta  que  con  motivo  de  la 
coronación  en  Zaragoza  (13  de  Abril  de 
1399)  de  D.  Martín  el  Humano,  este  mo- 
narca elevó  dicho  señorío  á  ducado,  con- 
cediéndoselo á  su  deudo  D.  Alfonso,  re- 
sultando, por  lo  tanto,  este  esforzado  in- 
fante el  primer  duque  de  Gandía  que 
registran  los  anales.  Hallándose  éste  de 
una  edad  avanzada,  presenció  la  muerte 
de  su  real  favorecedor  (J410),  y  por  ha- 
ber quedado  dudosa  la  legitimidad  de  la 
sucesión ,  se  presentó  el  infante  al  Parla- 
mento de  Caspe,  alegando  preferente  de- 
recho á  la  corona.  Antes,  sin  embargo, 
de  que  se  pronunciara  el  memorable  fallo 
por  el  cual  se  elevó  al  trono  aragonés  á 
D.  Fernando  de  Antequera,  la  Providen- 
cia dispuso  de  la  larga  y  azarosa  vida 
(1410-12)  del  que  tanto  se  distinguió  en 
Castilla  y  Aragón. 

Con  presencia  de  estos  antecedentes 
históricos,  consideramos  que  ha  llegado 
ya  el  momento  de  determinar  la  atribu- 
ción del  sello  que  nos  ocupa. 

La  inscripción  que  rodea  al  mismo  se 
refiere  á  un  D.  Alfonso,  duque  de  Gan- 
día, cuyo  nombre  y  título  coinciden,  como 
ven  nuestros  lectores,  con  la  noble  per- 
sonalidad que  acabamos  de  historiar.  Los 
cuarteles  preferentes  del  escudo  son  las 
barras  de  Aragón,  que  tan  bien  cuadran 
á  nuestro  personaje,  puesto  que  era  in- 
fante de  ese  reino,  y  lo  propio  podemos 
afirmar  de  los  otros  dos  cuarteles  por  la 
razón  que  vamos  á  exponer. 

Sabido  es  que  D.  Jaime  II  contrajo  ma- 
trimonio con  Blanca  de  Ñapóles,  nieta  de 
Carlos  de  Anjou,  el  cual  era  hermano  á 
su  vez  del  santo  rey  de  Francia  Luis  IX. 
Carlos,  por  tanto,  podía  y  debía  usar  el 
blasón  flordelisado  como  miembro  de  la 
dinastía  de  los  Capetos,  y  por  su  carácter 
de  segundón  debía  también  distinguir  su 
escudo  del  que  correspondía  al  rey,  su 
hermano,  por  medio  de  la  figura  heráldi- 
ca llamada  lambel,  que  tiene  precisa- 
mente esta  significación  y  objeto.  Con  ob- 
servar que  tanto  la  flor  de  lis  como  el 


lambel,  que  aparecen  claramente  en  di- 
chos cuarteles,  pertenecían  á  la  abuela 
de  D.  Alfonso,  resulta  evidenciado  que 
los  cuatro  cuarteles  que  hemos  examina- 
do separadamente  son  aplicables  al  in- 
fante de  Aragón,  del  cual  venimos  ocu- 
pándonos. 

Por  otra  parte,  si  consideramos  el  sello 
en  cuestión  bajo  el  punto  de  vista  mera- 
mente arqueológico,  preciso  es  convenir 
en  que,  tanto  su  factura  como  sus  atribu- 
tos, la  forma  del  escudo  y  singularmente 
el  carácter  de  la  cimera,  revelan  una 
obra  artística  de  últimos  del  siglo  xiv  ó 
principios  del  xv,  fecha  en  que  D.  Alfon- 
so de  Aragón  obtuvo  precisamente  el  du- 
cado de  Gandía. 

En  virtud,  pues,  de  todo  el  cúmulo  de 
datos  que  preceden,  nos  consideramos 
autorizados  para  afirmar  resueltamente 
que  el  sello  de  que  tratamos  pertenece  á 
D.  Alfonso  de  Aragón,  conde  de  Riba- 
gorza  y  de  Denia,  duque  de  Gandía,  mar- 
qués de  Villena  y  almirante  de  Castilla. 

El  Barón  de  las  Cuatro  Torres. 


-^-M-i 


FRONTAL  DE  ESTILO  FLAMENCO 
en  la  catedral  de  Valencia. 


El  frontal  que  representa  nuestro  gra- 
bado figuró  con  el  número  14  en  la  sala 
octava  de  la  memorable  Exposición  His- 
tórico-europea  de  Madrid,  y  fué  expuesto 
por  el  Excmo.  Cabildo  Metropolitano  de 
Valencia. 

Sobre  oro  y  sedas  aparecen  en  el  fron- 
tal representadas  varias  escenas  de  la 
Pasión  y  muerte  de  Jesús,  desde  que  con 
la  cruz  á  cucí  tas  salió  de  Jerusalén  hasta 
que  fué  colocado  en  el  sepulcro. 

Los  convencionalismos  del  arte  fla- 
menco se  dejan  ver  desde  la  colocación 
de  la  cruz  sobre  los  hombros  del  Salva- 
dor hasta  en  la  sangre  que  sube  en  el  col- 
gante brazo,  en  la  sepultura.  Es  claro 
que  se  falta  á  la  propiedad  en  el  paisaje, 
en  la  indumentaria  y  en  lo  relativo  al  se- 
pulcro. Sigúese  la  tradición  de  no  haber 
sido  clavados  los  ladrones. 

Pero  aparte  de  lo  que  entonces  no  po- 
día exigirse  en  cuanto  á  la  técnica  del 


56 


boletín 


bordado,  la  catedral  de  Valencia  po- 
see una  maravilla  con  los  dos  frontales 
que  conserva,  de  los  cuales  es  uno  el  que 
nos  ocupa;  dominan  los  colores  amarillo, 
verde  y  rojo  aparte  del  oro;  y  nadie  pue- 
de dudar  de  que  proceden  ambos  fronta- 
les de  talleres  flamencos  allí  existentes 
en  los  siglos  xv  y  xvi. 

Respecto  de  lo  demás,  el  frontal  por  sí 
mismo  habla  bien  claramente. 


X. 


■  >•>>»>«:<  o- 


SECCIÓN  DE  LITERATURA 


LA  CAJA  DE  PANDORA 

FRAGMENTO  DE  UNA  OBRA  DRAMÁTICA 


El  Olimpe. — En  el  centro  la  caja  de  Pando- 
ra.—A  un  lado  de  la  escena  un  montón  de 
arcilla. 

Júpiter  sentado  en  su  trono;  colocados  en  hemici- 
clo Venus,  las  Gracias,  Minerva,  Apolo,  Mercurio, 
VuLCANO,  Plutón,  Neptuno,  Marte,  Eolo  j^  demás 
dioses. 

MERCURIO 

Ya  en  tu  presencia  congregados,  Júpiter, 
De  la  mansión  olímpica  los  dioses 
A  tu  mandato  están:  tu  acento  esperan 
Gual,  tembloroso,  en  el  callado  monte 
Espera  el  árbol  que  Euros  le  acaricie 
O  implacable  sus  ramas  Bóreas  tronche. 
Habla,  por  fin,  y  que  tu  voz,  rasgando 
La  dura  capa  en  que  envolviste  al  orbe, 
Desde  el  trono  inmortal  en  que  te  sientas 
Llegue  á  la  inmensa  pequenez  del  hombre. 

JÚPITER  (con  voz  atronadora). 

Iras  vertiendo  y  rebosando  enojos. 
Como  rugiente  mar  que  de  sus  bordes 
Se  befa  y  hierve  y  espumante  avanza 
Y  el  llano  inunda,  contemplad  á  Jove. 
(Los  dioses  se  inclinan  aterrados.) 
Pero  la  frente  erguid.  No  es  el  Olimpo 
Quien  hoy  el  dique  de  mi  encono  rompe; 
Sobre  otro  ser  mi  diestra  se  levanta , 
Que  el  rayo  vengador  en  ella  pone. 
Brille  para  vosotros  mi  sonrisa  ; 
Mas,  si  veis  que  fugaz  luce  y  se  esconde. 
Pensad  que  es  el  destello  fugitivo 
De  errante  estrella  en  tormentosa  noche. 


MINERVA 

Nuestra  j  asta  ansiedad  calma,  y  permite, 
Padre  y  Señor,  que,  la  que  al  rudo  golpe 
Del  hacha  formidable  de  Vulcano 
Salió  de  tu  cerebro,  te  interrogue. 
¿Quién,  atrevido,  al  que,  mirando,  abarca 
Del  mundo  los  extremos  horizontes 

Y  límites  da  al  mar,  luz  al  espacio. 
Vida  al  reptil  é  inteligencia  al  hombre. 
Osa  ofender  sin  que  sobre  él  del  cielo 
La  inmensa  pesadumbre  se  desplome? 
Si  mortal,  que  tu  rayo  le  aniquile; 
Pueblo,  que  sobre  él  vayan  tus  legiones; 
Sin  gloria  semidiós,  caiga  vencido, 

Y  dios...  si  es  dios,  que  tu  perdón  le  otor- 

gues, 

JÚPITER 

Oidme  atentos.  De  Japet  y  Themis 
Prometeo,  hijo  audaz,  en  las  regiones 
De  la  apartada  Escitia,  la  soberbia 
De  su  padre  el  titán  purga  y  esconde. 
Libre  de  males,  de  la  vida  el  piélago 
Cruza  risueño  con  tranquilo  porte. 
Cual  blanca  nave  que  la  mar  columpia, 
La  brisa  impele  y  á  sus  lares  corre. 
Mas  ¡ay!  un  día  en  que  amoroso  Febo, 
De  hojas  ceñido  y  odorantes  flores. 
Como  lluvia  de  luz  baja  á  la  tierra 
Pintando  valles  y  vistiendo  bosques  , 
El  osado  titánide  una  estatua 
Formar  de  limo  inmundo  se  propone, 

Y  miembro  á  miembro  sus  contornos  bro- 
Del  rígido  cincel  al  rudo  choque.        [tan 
Ebrio  la  admira;  mas  de  pronto  anublan 
De  sus  ojos  la  luz  negros  crespones. 
Cual  de  Apolo  y  Selene  al  casto  beso 

Se  apaga  el  mundo  en  prematura  noche. 

Y  es  que  el  mortal,  á  quien  al  cielo  plugo 
Dotar  benigno  con  tan  ricos  dones. 

El  sacro  jugo  de  la  vida  intenta 
Vaciar  soberbio  en  el  inerte  molde. 
Rompiendo  el  éter,  el  Olimpo  escala, 
Camina  artero,  el  hálito  recoge, 
Acecha,  roba  el  fuego,  huye,  desciende, 

Y  el  barro  anima...  Pero  juro,  ¡oh  dioses! 
Por  Rea  y  Cronos  que  su  ser  me  dieron 
Y,  ved  mi  enojo,  hasta  de  Estigia  en  nom- 

[bre. 
No  más  néctar  libar  sin  que  venganza 
Olímpica  y  feroz  Júpiter  tome. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


57 


MARTE 

Manda  y  verás  al  que  á  Peloro  un  día 
De  la  empinada  cumbre  del  Rodofe 
Despeñado  arrojó  sobre  la  tierra 

Y  en  sangre  tinto  de  su  lanza  al  bote, 
Vestir  al  punto  la  ferrada  cota, 
Cabalgar  sobre  Notos  y  Afeliotes 

Y  desde  el  antro  en  que  el  raptor  se 

[oculta, 
Gritar:  "¡Oh  Padre:  te  vengó  Mavorte!,, 

VULCANO 

Si  de  mis  fraguas  el  metal  candente 
Quieres  que  al  hijo  del  titán  devore. 
Yo  á  las  bocas  del  Líparis  y  el  Etna 
Diré  que  en  hipo  abrasador  lo  arrojen. 

APOLO 

Nuevo  Faetón  que,  calcinando  al  mundo. 
Tostó  la  faz  del  africano  etiope, 
Del  carro  de  Hiperión  yo  á  los  corceles 
La  suya  haré  que  con  la  crin  azoten. 

NEPTUNO 

Yo  irritaré  los  mares. 

PLUTÓN 

Yo  á  Leteo, 

A  Flegetón,  Cocito  y  Aqueronte, 
Las  puertas  abriré  porque  del  Tártaro 
Parcas,  furias  y  euménidas  desborden. 
iVenganza! 

TODOS 

Sí,  venganza. 

JÚPITER 

• 

En  mis  oídos 
Más  sonoras  resuenan  vuestras  voces 
Que  de  Castalia  y  de  Hipocrene  el  canto 
Con  que  á  Helicón  refieren  sus  amores. 
Mas...  tortura  ambiciono  y  no  exterminio. 
Que  vengarse  matando  es  breve  goce; 
La  muerte  acaba,  el  sufrimiento  dura: 
Las  horas  el  dolor  las  cuenta  dobles. 
Héfestos:  De  ese  limo  que  los  campos 
Flégreos  tapizó,  tus  manos  formen 
Ser  tan  perfecto,  que  Minerva,  Juno 
y  Venus  misma  su  belleza  adoren. 


VULCANO 

(Vulcano  se  pone  á  modelar  el  montón 
de  barro  que  hay  en  la  escena.) 

Pandora  ha  de  llamarse,  porque  todos 
El  presente  le  haréis  de  ricos  dones 
Con  que,  amor  inspirando  á  Prometeo, 
De  ventura  sus  sueños  emponzoñe. 
Y  esa  mujer,  que  el  mundo  la  primera 
Con  su  planta  va  á  hollar,  nuevas  pa- 

[siones 
Lleve  tras  sí,  que  fecundantes  leguen 
A  sus  hijos  los  hijos  de  los  hombres. 

(Los  dioses  se  acercan  al  litno  y  tienden 
la  mano  como  para  otorgar  un  don.) 

VENUS 

El  arte  de  agradar  y  la  belleza 

De  Venus,  ¡oh  Pandora!,  ten  en  dote. 

EGLÉ 

Eglé,  Talia  y  Pitho  te  conceden 
El  don  de  seducir. 

MINERVA 

Palas,  de  nobles 
Paños  te  viste  que,  á  indiscretos  ojos, 
La  estatua  acusen  y  la  virgen  roben. 

MERCURIO 

Recibe  de  Mercurio  la  elocuencia. 

APOLO 

Preste  á  tu  voz  mi  lira  sus  acordes. 

JÚPITER 

El  ser  toma  de  mí. 

(Nace  Pandora  del  limo.) 

VULCANO 


Padre,  ¿la  admiras? 


¿Tus  deseos  llené? 


JÚPITER 

(Extasiado.)  No,  los  transpones; 

Porque  es  tan  bella,  que,  al  perderla,  ig- 

[noro, 
Quién  se  venga  de  quién,  si  el  dios  ó  el 
Inútil  vacilar.  A  Prometeo  [hombre. 

Condúcela,  Mercurio,  y  ese  cofre 
Con  Pandora  le  da.  Todos  los  males 
En  su  fondo  encerré;  y  apenas  ose 


58 


boletín 


El  tiLáníÍ2  abrirle,  por  la  tierra 
Su  eterno  germen  sembrarán  veloces, 
Quedando  en  él  tan  sólo  la  esperanza, 
El  mañana  sin  hoy  de  los  dolores. 
Parte  por  fin...  Mas  sus  contornos  puros 
De  nuevo  contemplar  dejadme,  ¡oh  dioses! 
Aléjate...  Detente...  Parte...  Espera... 
(Fluctuando.) 


TODOS      ' 


iVenffanza! 


JÚPITER 

¡Oh!  Sí.  Venganza,  y  tiemble  el  orbe. 
Enrique  Gaspar. 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


EL   RETRATO  EN   ESPAÑA  ^'^ 

L  calificativo  de  maniático  que 
vulgarmente  se  aplica  á  aquel, 
que,  persiguiendo  una  idea,  se 
dedica  sin  descanso  ni  sosiego  á 
coleccionar  objetos  de  arte  y  de  otras 
clases,  envuelve  notoria  injusticia  para 
quien ,  por  el  contrario,  es  merecedor  del 
aplauso ,  estima  y  consideración. 


1  Anticipamos  á  nuestros  lectores  este  estudio,  ex- 
traído de  una  notable  y  monumental  obra  inédita,  á 
que  nuestro  consocio,  el  distinguido  artista  Sr.  Pole- 
ró,  ha  consagrado  gran  parte  de  la  labor  de  su  vida. 
El  titulo  de  la  obra  es:  El  traje  en  España.  Apun- 
tes iconográficos  sacados  de  los  monumentos  délos 
siglos  VIII  al  XVII,  con  texto  biográfico  descripti- 
vo, por  D.  Vicente  Poleró. 

Las  materias  de  que  tratan  los  ocho  volúmenes  de 
que  consta  el  trabajo  son  como  sigue: 

I.— Iluminaciones  de  códices  y  libros  manuscritos 
de  los  siglos  vjii  al  xvi. 

II.— Pinturas  murales,  vidrieras  y  cuadros  al  tem- 
ple, de  los  siglos  XI  al  xvi. 

I il. -Estatuas  conmemorativas,  imágenes  sagra- 
das, arcas  de  reliquias  y  bajo-relieves,  de  los  si- 
glos IX  al  XVI. 

IV.— Bultos  sepulcrales  de  reyes,  príncipes  é  in- 
fantes del  siglo  X  al  xvi, 
V  y  VI. -Cenotafios  y  bultos  sepulcrales  de  gran- 
-  des  prelados  e'  insignes  capitanes,  caballeros,  escrito- 
res y  damas  ilustres  del  siglo  xiii  al  svii. 

Vil. — Retratos  de  personajes  ilustres,  desde  el  si- 
glo XV  al  XIX. 

VIH.— Alhajas  de  oro,  plata  y  piedras  preciosas, 
del  siglo  XV  al  XIX. 

(N.  DE  LA  R.) 


A  esos  seres  llenos  de  entusiasmo  y 
actividad  deben  las  artes,  las  ciencias, 
la  literatura  y  la  industria  sus  adelantos 
y  sus  triunfos. 

La  historia  del  trabajo  humano,  como 
resultado  de  los  esfuerzos  hechos  en  di- 
ferentes épocas,  clasificando  con  buen 
orden  y  concierto  sus  adelantos,  presta 
á  los  estudiosos  en  cualquiera  de  los  ra- 
mos del  saber  señalados  servicios,  que 
vienen  á  refluir  en  bien  de  la  sociedad  en 
general. 

El  estudio  de  la  indumentaria  é  icono- 
grafía; la  estatuaria  y  la  pintura  en  sus 
variadas  manifestaciones,  la  primera,  por 
sus  obras  decorativas  y  sepulcrales;  y  la 
segunda,  por  sus  códices,  pinturas  mura- 
les y  cuadros ,  dan  á  conocer  cumplida- 
mente las  diferentes  formas  que  el  lujo, 
el  capricho  ó  la  necesidad  han  venido 
revistiendo  desde  muy  antiguo. 

Las  colecciones  de  retratos  de  hombres 
eminentes  en  las  ciencias  y  las  letras,  tu- 
vieron principios  desde  el  siglo  xvi  en  ade- 
lante en  los  monasterios ,  universidades 
y  otros  centros,  cuyo  ejemplo  siguieron 
muy  en  breve  varios  imitadores  de  la 
grandeza,  artistas  y  hombres  de  letras, 
como  Argote  de  Molina,  Francisco  Pa- 
checo, en  Sevilla,  y  Lastanosa  en  Hues- 
ca, á  los  que  siguieron  en  tan  laudables 
propósitos,  después,  en  nuestros  días, 
los  marqueses  de  Santa  Cruz,  príncipe 
de  Anglona,  duques  de  Medinaceli^  Osu- 
na, Alba,  ln!antado,Villahermosa,  condes 
de  Altamira,  Bornos  y  duque  de  Pastra- 
na,  con  los  Sres.  D.  José  de  Madrazo, 
D.  Valentín  Carderera,  D.  Carlos  Ortiz 
de  Taranco ,  D.  Pedro  Jiménez  de  Haro 
y  D.  Serafín  de  la  Huerta  ,  cuyo  camino, 
en  materia  de  retratos,  tahibién  procuró 
imitar  el  Excmo.  Sr.  Conde  de  Toreno, 
que  siendo  ministro  de  Fomento  dispuso 
la  formación  de  una  Pinacoteca  ó  colec- 
ción de  retratos  de  españoles  ilustres  en 
el  Museo  Nacional  de  pintura,  para  sub- 
sanar el  abandono  ó  descuido  anterior. 

Compréndese  bien  que  sólo  un  Museo 
costeado  por  la  nación  puede  llegar  á 
reunir  obras  capitales,  pues  á  un  particu- 
lar no  le  es  dado  coleccionar  retratos  de 
Tiziano,  Sánchez  Coello,  Moro,  Veláz- 
quez.  Ribera,  Murillo,  Zurbarán,  Reñí- 


DE    LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


59 


brandt,  Rubens,  Van  D3^ck  y  otros  iníini- 
tos  artistas  eminentes;  pero  en  su  defecto, 
hay  muchos  pintores  de  segundo  orden 
que  en  este  género  han  conseguido  justa 
reputación,  entre  los  cuales  deben  seña- 
larse, Pantoja  de  la  Cruz,  Sebastián  Mu- 
ñoz, Antonio  Arias,  Juan  Bautista  del 
Mazo,  Juan  de  Pareja,  Amonio  Pereda, 
JuanCarreño,  Bartolomé  González,  Clau- 
dio Coello,  el  P.  Maino,  Hidalgo  y  Juan 
Alfaro,  á  los  que  deben  agregarse,  en 
nuestros  días ,  D.  Francisco  Goya,  Don 
Vicente  López,  D.  Leonardo  Alenza  y 
D.  Federico  de  Madrazo,  con  otros  mu- 
chos, gloria  de  la  pintura  contempo- 
ránea. 

Siguiendo,  pues,  esta  progresión,  en- 
tendemos que  deben  considerarse  como 
de  interés  relativo  las  copias  de  retratos 
de  varones  ilustres  hechas  por  artistas 
desconocidos  en  épocas  posteriores,  cuan- 
do no  se  conocen  ó  no  se  tienen  noticias  de 
en  dónde  se  hallan  los  originales  como  su- 
cede con  los  del  Gran  Capitán,  Cristóbal 
Colón  y  Pizarro,  que,  entre  otros  varios 
de  grandes  capitanes  y  personajes  ilustres, 
si  bien  presentan  por  lo  general  grandes 
defectos  y  censurables  libertades  alte- 
rando ó  modificando  los  trajes  y  algunos 
de  sus  accesorios,  no  dejan  de  ser  de 
sumo  interés,  por  no  existir  otros  más 
auténticos  '. 


1  El  de  Gonzalo  de  Córdova  se  sabe  que  lo  hizo 
el  Giorgione  en  Italia,  y  en  la  colección  de  retratos 
que  Paulo  Jovio  formó  de  hombres  ilustres  se  regis- 
traba, no  sabiéndose  actualmente  su  paradero.  Los 
que  hoy  se  conocen  aparecen  de  perfil,  y  son  copias 
todas  más  ó  menos  antiguas ,  teniéndose  como  los 
más  auténticos  el  que  se  publicó  en  el  siglo  xvi  para  la 
obra  de  Coito  capitaiti  ilitstri,  y  los  que  copia  Car- 
derera  en  su  Icoiio?.rafia  española.  Lo  mismo  deci- 
mos con  respecto  al  del  eminente  político  Cardenal 
Cisneros,  que  también  en  la  citada  Iconografía  puede 
verse. 

Iguales  dudas  asaltan  con  relación  á  Cristóbal  Co- 
lón, pues  todos  los  que  de  este  célebre  hombre  se  die- 
ron como  del  célebre  genovés  y  estuvieron  al  público 
en  la  Exposición  Hisiórlco-Europea ,  dejan  mucho 
que  desear  y  aumentan,  por  consiguiente,  la  incerti- 
bre.  Si  alguno  de  ellos  revela  algo  de  su  fisonomía, 
como  todos  parecían  copias  de  copias,  será  siempre 
muy  dudoso  el  parecido  con  el  original,  incluyendo  el 
que  existe  en  la  Biblioteca  Nacional.  Con  relación  al 
del  Conquistador  de  Méjico,  el  que  tal  vez  sea  más 
auténtico,  aunque  no  de  buen  artista,  es  el  que  se 
conserva  ,  según  se  sabe,  en  la  iglesia-hospital  de  Alé- 
jico,  fundación  de  aquel   gran  capitán  j-  político. 


En  todas  épocas  fué  considerado  el  re- 
trato y  tenido  en  gran  estima  de  padres  á 
hijos,  mas,  por  lo  general,  al  desaparecer 
aquéllos,  sus  herederos  no  participan  á 
las  veces  de  tan  noble  sentimiento,  suce- 
diendo al  desdén  la  indiferencia,  la  cual 
tanto  más  se  aumenta ,  cuanto  más  va 
alejándose  el  recuerdo  de  los  seres  un 
tiempo  queridos  y  respetados. 

La  nobleza  y  el  clero,  por  interés  de 
clase  la  primera  y  respetuoso  recuerdo  el 
segundo,  han  conservado  hasta  el  adve- 
nimiento de  las  nuevas  ideas,  las  colec- 
ciones que  ya  menguadas  han  llegado 
hasta  nosotros  en  castillos,  casas  de  recreo 
y  palacios,  á  los  que  añadieron  los  retra- 
tos de  capitanes  ilustres  copiados  de  otras 
colecciones. 

La  dispersión  de  los  retratos,  no  ya  sólo 
en  España,  sino  en  Francia  é  Italia,  se 
presta  á  tristes  reflexiones,  sin  que  tenga 
disculpa  el  represensible  abandono  de  al- 
gunos, permitiendo  arrancar  de  los  muros 
délos  antiguos  solares  los  nobles  y  ve- 
nerables recuerdos  de  sus  antepasados. 

No  sólo  la  indiferencia  ó  descuido  fue- 
ron las  causas  de  esto,  pues  deben  consi- 
rarse  otras  muy  poderosas  que  no  hubo 
medio  de  contrarrestar;  tales  fueron  las 
repetidas  emigraciones,  la  exclaustración 
de  Ordenes  religiosas ,  las  interminables 
discordias  civiles,  las  luchas  emanadas 
de  los  partidos  políticos  y  ciertas  ideas 
modernas  que  con  la  alteración  de  las 
costumbres  han  ido  borrando  las  huellas 
del  recuerdo  y  el  noble  patriotismo  de 
nuestros  mayores. 

En  cuanto  á  las  demás  clases  sociales, 
apenas  á  medio  siglo  llega  la  conserva- 
ción del  recuerdo  por  el  retrato,  pues 
desde  la  familia  á  los  extraños  pasando  de 
una  á  otra  mano,  vienen  á  dar  los  más  en 
las  prenderías  ó  en  el  Rastro ,  y  de  aquí 
se  explica  que  algunos  ,  ya  por  modestia, 
y  son  los  menos,  ó  por  vanidad  excesiva, 
rehusan  el  ser  retratados  por  no  verse  en 
vida  expuestos  á  las  censuras  ó  burlas 
de  algunos. 

Al  variar  las  épocas,  se  cambian  por  lo 
regular  las  costumbres. 

Los  caprichos  de  la  moda ,  diosa  en- 
cargada desde  lejanos  tiempos  de  alterar 
el  juicio  aun  á  las  personas  más  sensatas, 


6o 


boletín 


contribuyen  en  gran  parte  á  que  el  vatici- 
nio anterior  se  cumpla. 

A  este  avasallador  impulso  responde 
el  que,  en  los  primeros  años  del  siglo  ac- 
tual, los  cuadros  estorbando  y  los  retra- 
tos pareciendo  ridiculos,  aquéllos  cedie- 
ran el  puesto  al  papel  pintado  y  éstos 
fueran  relegados  al  olvido,  en  los  grane- 
ros, desvanes  y  guardillas,  si  no  es  que 
se  cambiaron  por  detestables  y  ridiculas 
estampas  de  Átala  y  Chactas  ,  asuntos 
de  la  historia  antigua  romana  ó  célebres 
batallas  de  Napoleón  I. 

Por  relación  de  testigos  presenciales 
sabemos  que,  en  la  citada  época,  cuando 
se  vendía  un  cuadro  en  doscientes  reales, 
se  consideraba  como  un  gran  negocio  (á 
tal  extremo  había  llegado  la  afición  y  en- 
tusiasmo por  las  artes)  y  la  persona  que 
lo  realizaba  era  considerada  feliz  como 
la  más. 

A  estas  causas  se  debe  la  formación  de 
escogidas  colecciones  de  celebrados  ar- 
tistas que  han  salido  del  reino,  y  que  un 
día  fueron  el  regocijo  de  las  familias, 
desde  el  siglo  xvi,  sirviendo  de  principal 
adorno  en  los  estrados  de  las  casas  seño- 
riales '. 

Únese  á  esto  también  la  desamortiza- 
ción y  las  poco  acertadas  medidas  de  los 


1  Ya  en  la  época  de  Felipe  IV ,  comenzó  la  extrac- 
ción de  pinturas  en  España,  siendo  el  príncipe  de  Ga- 
les, después  Carlos  I,  el  que  á  su  vuelta  á  Inglaterra, 
por  no  haberse  concertado  su  enlace  con  la  infanta 
doña  María,  se  llevó  á  Inglaterra  muchos  cuadros 
que  le  fueron  regalados  por  el  monarca  y  los  gran- 
des, con  otros  que  adquirió  en  las  almonedas  del  con- 
de de  Villamediana,  y  de  Pompeyo  Leoni.  Desde  el 
siglo  XVI  data  en  España  la  afición  á  coleccionar 
obras  de  arte,  formándose  las  del  almirante  de  Cas- 
tilla, marqués  de  Leganés,  conde  de  Benavente,  prín- 
cipe de  Esquilache,  marqués  de  Medina  de  las  To- 
rres, conde  de  Monterrey,  marqués  de  Villanueva 
del  Fresno,  D.  Jerónimo  de  Villafuerte,  D.  Rodrigo 
de  Tapia,  D.  Suero  de  Quiñones,  D  Francisco  de  Mi- 
ralles,  D.  Jerónimo  de  Alvis,  D.  Francisco  Manuel, 
D.  Francisco  Antonio  Calamata,  Mateo  Montañés, 
D.  Jerónimo  Fures,  Butilio  Gaxi,  D.  Gaspar  Galcerán 
de  Castro  y  Pinos,  conde  de  Guimerá,  que  fué  uno  de 
los  más  doctos,  en  el  siglo  xvi,  en  antigüedades,  y, por 
último,  D.  Martín  de  Aragón,  duque  de  Villahermosa, 
que  en  Pedrola  reunió  una  colección  de  estatuas,  mo- 
nedas y  medallas.  D.  Vicente  Juan  de  Lastanosa,  que 
en  Huesca  reunió  una  muy  escogida  colección  de  cu- 
riosidades ,  dando  origen  á  decir  por  entonces  (si- 
glo XVII),  que  "quien  va  á  Huesca  y  no  visita  la  casa  de 
Lastanosa,  no  ve  cosa„;  formábanla  una  selecta  libre- 
ría, notable  monetario,  curiosa  y  rica  armería,  anti- 
guas estatuas  y  gran  numero  de  pinturas  al  óleo  y  en 
miniatura,  con  no  pocos  selectos  grabados. 


gobernantes  con  el  mal  desempeño  de  las 
comisiones  nombradas  para  la  incauta- 
ción, y  se  comprenderá  el  poco  esfuerzo 
que  costaría  la  formación  de  muchas  co- 
lecciones que  hemos  conocido,  tales  como 
las  de  D.  José  de  Madrazo,  D.  Valentín 
Carderera ,  D.  Pedro  Jiménez  de  Haro, 
D.  Serafín  de  las  Huertas,  y  después,  don 
J.  Puig  y  Bautista,  La  Portilla,  Calvo, 
Carriquiri,  Peleger,  Bueno,  Araujo,  mar- 
qués de  Remisa,  Salamanca,  conde  de 
Adanero  y  D.  Isidoro  Urzaiz,  á  las  que 
fueron  agregándose  multitud  de  curiosi- 
dades arqueológicas  de  todas  clases, 
guardadas  un  tiempo  religiosamente  en 
monasterios ,  conventos  y  santuarios. 
Procedentes  de  este  sitio  y  también  de 
particulares,  eran  expuestos  á  la  venta 
pública  toda  clase  de  muebles  y  objetos 
de  arte,  en  plazas,  plazuelas,  calles  y  por- 
tales de  la  coronada  villa  y  corte  de  Ma- 
drid, todos  los  años  el  21  de  Septiembre. 

Esta  acumulación  de  trastos  de  todas 
especies  y  épocas,  á  las  que  cada  cual 
pagaba  el  tributo  de  su  particular  afición, 
produjo  un  movimiento  inusitado  de  ex- 
traordinaria actividad,  dando  ocasión  á 
que  desconocidos  individuos  de  humilde 
clase,  se  diesen  á  recorrer  los  pueblos  sin 
descanso  ni  sosiego,  poniendo  á  las  veces 
de  manifiesto,  sin  conciencia  de  ello,  va- 
liosos é  importantes  objetos  arqueológi- 
cos. 

Solía  suceder  en  ocasiones  al  res- 
taurador, que,  de  la  limpieza  de  un  cua- 
dro devoto,  cuyo  mérito  no  correspon- 
día al  interés  de  conservarle,  quedaba 
de  manifiesto  haber  sido  pintado  sobre 
un  retrato  y  éste  á  las  veces  sobre  otro 
asunto  mejor  desempeñado.  En  muchos 
cuadros  se  vieron  tan  singulares  trans- 
formaciones y  hasta  en  el  Museo  real 
de  pinturas  se  ofrecieron  casos  si  no 
iguales,  parecidos,  á  cuj'as  profanaciones 
se  prestaron  sin  titubear,  profesores  res- 
petables de  la  época  de  Fernando  VII, 
obedeciendo  órdenes  emanadas  de  la  rei- 
na Amalia,  que  no  podía  transigir  con  las 
desnudeces  presentadas  por  Rubens,  Ze- 
gers,  Tiziano,  Tintoretto  y  Veronés  *, 


i 


1  Entre   otros,   citaremos  los  cuadros  que  siguen: 
Aitt/as  perseguidas  por  sátiros  (Rubens),  Jesús  en 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


6i 


A  las  anteriores  causas  se  debe,  saber  el 
verdadero  nombre  de  un  héroe  ó  perso- 
naje histórico  y  la  firma  del  autor  de  la 
obra,  siendo  frecuente,  hallarse  tres  le- 
treros diversos,  correspondientes  á  otros 
tantos  sujetos.  Lo  que  sucedía  con  las 
inscripciones,  era  más  frecuente  con  los 
trajes  y  las  personas,  no  siendo  menos 
los  retratos  con  nombres  supuestos,  atri- 
buyéndoles títulos  que  no  tuvieron  y  haza 
ñas  que  jamás  realizaron ,  llegando  por  lo 
tanto,  un  Juan  Lanas,  á  ser  un  duque, 
marqués,  varón  ilustre  ó  bien  un  célebre 
general. 

Este  singular  medio  de  alterar  la  histo- 
ria á  voluntad,  haciendo  que  un  individuo 
del  siglo  xvii  representase  otro  del  si- 
glo XIII  ó  el  XV,  es  tanto  más  censurable  y 
ridículo,  cuanto  que  ni  el  que  lo  mandó 
hacer,  ni  el  que  se  prestó  á  ello,  sabían 
que  las  trusas,  los  gregüescos,  la  capa 
corta  y  el  chambergo,  no  fueron  prendas 
por  entonces  llevadas.  Esta  manía  y  el  po- 
co conocimiento  de  los  estudios  iconográ- 
ficos é  indumentarios,  dan  ocasión  á  que 
una  cabeza  pintada  en  el  siglo  xvii  por 
autor  italiano,  se  diga  hoy  con  el  mayor 
aplomo  ser  D.  Alfonso  el  Sabio,  sólo  por 
estar  su  nombre  puesto  en  el  lienzo ,  sin 
tener  en  cuenta  que  por  entonces  ni  se  pin- 
taba al  óleo  ni  se  utilizaban  las  telas  para 
el  caso,  siendo  además  la  forma  de  la  letra 
tan  diversa  en  aquella  época.  Un  retrato 
que  se  decía  encontrado  en  Sevilla  ó  Car- 
mona,  con  su  letrero  correspondiente  de 
D.  Pedro  I  de  Castilla,  fué  prueba  suficien- 
te para  acreditarle  como  del  siglo  xiv, 
siendoeste  yelanteriorno  más  queproce- 
dentes  de  los  que  solían  pintarse  como 
decoración  en  los  frisos  y  artesonados  de 
los  salones  de  casas  solariegas  ó  palacios 
del  siglo  XVI. 

Otro  retrato  hecho  al  oleo  y  con  corres- 
pondiente inscripción  de  la  misma  manera 
pegado  en  tabla,  encontrado  en  una  anti- 
gua casa  del  Albaicín  de  Granada,  y  que 


casa  de  Marta  y  Alarla  (Zegers),  Ofrenda  á  Baco 
(Caballero  Máximo),  Andrómeda  (Escuela  flamenca) 
y  Alegoría  (Sebastián  Bourdón);  habiéndose  afor- 
tunadamente librado  de  ser  repintadas  ó  tal  vez  des- 
truidas las  Fe«ws  (Tiziano),  guardadas  en  la  Aca- 
de  mia  de  San  Fe  i  nando,  como  también  la  que  se  ha- 
llaba en  el  palacio  de  El  Escorial,  que  fué  destruido. 

T.  III. 


no  es  más  ni  menos  que  una  cabezota  de 
moro  con  una  gruesa  cadena  al  cuello ,  re- 
corte de  un  antiguo  escudo  nobiliario,  noá 
chamarileros  ó  rebuscadores  de  oficio,  sino 
á  personas  distinguidas  hemos  oído  ase- 
gurar con  la  mayor  seriedad  ser  retrato  de 
Boabdil,  último  rey  de  Granada.  Hasta  el 
desgraciado  príncipe  de  V'iana,  antes  San 
Bartolomé,  pintado  al  temple  y  fondo  do- 
rado, que  en  el  siglo  xv  compuso  parte 
con  otros  Apóstoles  de  un  retablo  del  si- 
glo XV,  procedente  de  una  iglesia  de  Borja 
en  Aragón,  pasa  hoy  en  una  casa  de  la  aris- 
tocracia como  la  vera  efigie  de  aquel  des- 
dichado príncipe  de  Navarra.  Si  esto  su- 
cede actualmente  que  tan  conocidos  son 
los  estudios  arqueológicos  y  que  de  todo 
se  duda  menos   de  aquello  que  halaga 
nuestro  amor  propio,  ¿que  no  ocurriría  en 
el  siglo  anterior,  cuando  íué  tan  desatina- 
da la  manía  de  linajudas  procedencias, 
embargando  tanto  la  vanidad  de  los  seño- 
res de  chupa  y  casacón,  que  para  enalte- 
cer su  origen  y  acreditar  sus  apellidos,  no 
se  paraban  en  barras,  mandando  pintar 
colecciones  enteras  de  retratos ,  desde  el 
rey  godo  D.  Rodrigo  hasta  Carlos  III,  sin 
cuidarse  de  la  exactitud  de  los  trajes  y 
traeres  correspondientes  á  la  época  en 
que  brillaron? 

Esto,  en  cuanto  á  los  retratos  de  nuevo 
cuño,  porque  tratándose  de  aprovechar 
otros,  poniendo  su  sobrescrito,  pronto  sa- 
lían del  paso  sin  parar  mientes  en  más 
pormenores. 

Merced  á  tan  ridiculas  pretensiones,  se 
han  hallado  retratos  de  varones  ilustres 
en  las  armas  y  las  letras  cuya  falta  se  la- 
mentaba, siéndonos  ya  conocidos  el  céle- 
lebre  secretario  de  D.  Juan  de  Austria, 
D.  Juan  de  Escobedo  ' ;  Fr.  Gabriel  Téllez 
(Tirso  de  Molina),  Medinilla,  poeta  y  ami- 
go de  Lope  de  Vega;  el  marqués  de  Villa- 
mediana  y  Juan  Mateos,  ambos  célebres 
en  el  reinado  de  Felipe  IV  ;  doña  Brianda 
de  Cárdenas,  condesa  de  la  Puebla  *;  Don 
Pedro  de  Cárdenas  y  Villalobos,  secreta- 
rio que  fué  de  los  tres  Felipes  ^  Fr.  Alon- 
so Chacón,  Nicolás  Miranda,  Diego  Va- 


1  Hoy  lo  posee  D.  Enrique  Leguina. 

2  Id.  el  conde  de  la  Puebla. 

3  Id.  D.  Segismundo  Moret  y  Quintana. 


62 


boletín 


lentín  Díaz  y  Francisco  Barrios,  artistas 
pintores;  Juan  Solórzano  Pereyra,  céle- 
bre jurisconsulto,  comentador  de  las  leyes 
de  Indias  (siglo  xvii).  El  conde  de  Gages, 
D.  Juan  Buenaventura  Dumont;  la  mar- 
quesa de  Mansilla,  una  de  las  heroínas  del 
segundo  sitio  de  Zaragoza;  D.  José  Joa- 
quín Ferrer,  célebre  astrónomo  y  distin- 
guido matemático;  D.Juan  Bautista  Crha- 
mer,  insigne  músico  ' ;  el  marqués  de  Ga- 
moneda*;  D.  Fernando  de  Valenzuela, 
ministro  de  Carlos  II ';  el  cardenal  Bellu- 
gal,  el  marqués  de  Mirabel  ■*;  la  marquesa 
de  Peña  Flor  ^ ;  la  de  Águila  Fuente  ®; 
una  hija  de  Hernán  Cortés  ';  y  el  segun- 
do conde  de  Tendilla,  D.  Iñigo  López  de 
Mendoza,  con  otros  más  de  menos  impor- 
tancia, todos  ellos  con  letreros  supuestos 
y  algunos  alterados  y  repintados  sus  tra- 
jes, pudiendo  servir  de  ejemplo  lo  dicho, 
y  no  es  bastante,  para  dar  carta  de  natu- 
raleza sin  otros  antecedentes  á  cualquier 
retrato  dudoso,  sin  un  detenido  y  maduro 
examen  ®. 

La  pintura  de  adorno  ó  iluminación  por 
la  aguada,  en  sus  primeros  ensayos,  des- 
pués de  extinguido  el  recuerdo  de  lo  que 
había  sido  en  su  origen,  comenzó  de  nue- 
vo á  dar  muestras  muy  incorrectas,  en 
los  siglos  viii  y  IX,  y  en  el  X  ya  preten- 
dió representar  la  figura  humana,  pero 
tan  deficiente  y  con  tan  groseras  formas, 
que  apenas  da  razón  de  lo  que  quiere  sig- 
nificar. En  el  siglo  xi,  los  adelantos  se 
acentúan  y  el  colorido  toma,  especial- 
mente en  los  trajes,  algunos  visos  de 
verdad,  como  lo  demuestran  las  curiosas 
pinturas  del  importante  códice  de  los  Tes- 
tamentos de  D.  Alfonso  el  Casto,  conser- 
vado en  el  Archivo  de  la  Catedral  de 
Oviedo,  sin  que  pueda  darse  nombre  de 
retratos  á  las  diferentes  figuras  con  le- 
treros que  contiene  este  precioso  monu- 
mento. 


1  Todos  los  señalados  desde  el  núm.  4  hasta  la  nota 
■5.*,  los  posee  el  marqués  de  Santa  Marta. 

2  Id.  D.  Manuel  Salvador  López. 

3  Id.  el  marqués  de  la  Fuensanta. 
-    4  Id.  id.  de  Mirabel. 

5  Id.  id.  de  Peñaflor.    ■ 

6  Id.  id.  de  Águila  Fuente. 

7  Id.  id.  de  Vjllavieja. 

8  Gran  auxiliar  para  el  caso  es  la  colección  de  re- 
tratos que  hoy  posee  la  Biblioteca  nacional,  proceden- 
tes de  la  colección  Carderera. 


Por  estas  miniaturas  y  las  notabilísimas 
que  decoran  y  embellecen  los  códices 
de  los  siglos  XII  al  xiv,  se  viene  en  cono- 
cimiento que  el  retrato  no  pudo  alcanzar 
las  necesarias  condiciones  para  formar 
juicio  exacto,  ni  menos  aproximado,  de 
los  personajes  que  se  pretendía  repre- 
sentar •. 

La  escultura,  por  el  contrario,  aunque 
ejercida  desde  el  siglo  x  al  xiii  por  sim- 
ples imagineros,  fué  acercándose  poco  á 
poco  al  natural,  hasta  llegar  á  reprodu- 
cirle con  marcada  naturalidad  desde  el 
siglo  XIII  en  adelante;  considerándose  ya 
las  obras  de  estas  centurias,  como  nota-, 
bles  obras  escultóricas,  y,  por  lo  tanto, 
con  todas  las  condiciones  precisas  en  un 
retrato,  ó  por  lo  menos  con  semejanza 
completa  del  natural  ^. 

Los  bultos  sepulcrales  que,  ya  en  vida 
ó  poco  después  del  fallecimiento  del  fun- 
dador de  un  monasterio  ó  capilla  se  hi- 
cieron desde  mediados  del  siglo  xii  en 
adelante,  en  cuyo  número  nación  alguna 
nos  superó ,  demuestran  los  esfuerzos 
que  sus  autores  hicieron  para  conseguir 
acierto  en  las  facciones  de  las  personas 
que  figuraban  en  sus  lechos  sepulcrales. 

Registran  algunas  crónicas  y  manus- 
critos antiguos,  varios  retratos  pintados 
al  temple,  que  hasta  los  primeros  años 
del  presente  siglo  se  han  conservado,  se- 
ñalándose especialmente  el  de  D.  Alfon- 
so VIII  que  había  en  el  Hospital  del  Rey 
cerca  de  Burgos;  el  de  doña  Berenguela, 
hija  de  aquél,  en  el  real  monasterio  de  las 
Huelgas  ^;  los  de  D.  Jaime  I  y  sus  hijos 
que  sobre  un  muro  fueron  pintados  en 
una  antigua  capilla  de  San  Jorge,  hoy 


1  Los  iluminadores  y  miniaturistas  de  que  tenemos 
noticia  en  el  siglo  x  fueron  Vigila,  Sarracino  y  Gar- 
cía; en  el  siglo  xm  Pedro  Pamplona;  en  el  xiv  Gar- 
cía Martínez  y  en  el  xvi  F.  Felipe,  Luis  Sánchez, 
Alonso  Vázquez,  Bernardino  Candamo  con  otros 
varios  que  hasta  el  siglo  xviii  trae  Cean  Bermúdez 
en  su  curioso  Diccionario  de  Profesores  de  Bellas 
Artes. 

2  Consideramos  como  retratos  muchos  de  los  bul- 
tos sepulcrales  de  reyes,  príncipes  é  infantes  y  otros 
varones  ilustres  en  las  armas  y  las  ciencias  délos 
siglos  xiii  al  XV,  y  así  lo  consignamos  en  sus  respec- 
tivos artículos. 

3  Estos  retratos  con  multitud  de  curiosidades  y 
alhajas  artísticas,  desaparecieron  del  monasterio 
cuando  las  tropas  de  Napoleón  ocuparon  á  Burgos 
durante  la  guerra  de  la  Independencia. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


63 


convento  de  monjas  que  en  Valencia 
fundó  dicho  Monarca;  los  de  tres  prioras 
de  apellido  Carnol,  pintadas  de  cuerpo 
entero  sobre  las  cajas  de  madera  que  con- 
tienen sus  restos,  en  el  monasterio  real 
de  Sixena;  otro  de  doña  Sancha,  en  el 
mismo  cenobio,  y  por  último,  el  curiosí- 
simo de  una  infanta,  hija  de  D.  Jaime  el 
Conquistador,  que  existe  en  el  lado  del 
Evangelio  de  la  capilla  mayor  de  la  Seo 
de  Zaragoza,  obras  todas  ellas  de  los  si- 
glos XIII  y  XIV. 

Algunos  otros  retratos  pudieran  citar- 
se pintados  al  temple  que  han  formado 
asuntos  de  historia  sagrada,  pertenecien- 
tes á  la  época  de  D.  Enrique  II  y  III  de 
Castilla,  con  otros  que  aún  existen  en  al- 
gunos altares  de  las  iglesias  de  Navarra, 
Aragón,  Cataluña  y  Valencia '. 

A  mediados  del  siglo  xv,  el  retrato,  por 
haber  alcanzado  el  arte  grandes  adelan- 
tos, puede  considerarse  con  grandes  vi- 
sos de  verdad,  como  lo  demuestra  el  fa- 
moso cuadro  votivo  de  los  Reyes  Cató- 
licos y  sus  hijos,  que  procedente  del  su- 
primido convento  de  Santo  Tomás  de 
Avila,  se  encuentra  hoy  en  el  Museo  del 
Prado,  catalogado  bajo  el  número  2184, 
y  otros  que  se  ven  en  una  curiosa  ^abla, 
del  primer  auto  de  fe  celebrado  en  Avila 
existentes  también  en  dicho  Museo. 

El  grabado,  por  otra  parte,  que  ya  antes 
del  siglo  XV  había  dado  muestras  de  exis- 
tencia por  medio  de  los  Nidos  ó  impron- 
tas sacadas  por  los  plateros,  origen  aca- 
so del  descubrimiento  de  la  Imprenta  y 
contemporáneo  de  la  pintura  al  óleo, 
fué  de  gran  provecho,  ya  haciendo  retra- 
tos para  las  obras  que  se  comenzaron  á 
publicar,  ó  bien  reproduciéndolos  por  se- 
parado, cuyos  trabajos  en  muchas  oca- 
siones han  ayudado  y  sirven  de  compro- 
bantes, para  los  que,  á  falta  de  letreros, 
fueron  pintados  desde  el  siglo  x  vi  al  xviii*. 

Vicente  Poleró. 
(Continuará.) 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 


1  Entre  otros,  deben  citarse  el  del  marqués  de  San- 
tillana  en  una  capilla  fundada  por  dicho  señor  en 
1457  en  Buitrago;  el  de  D.  Avaro  de  Luna,  en  la  de 
Santiago  de  la  catedral  de  Toledo,  y  el  de  mossén  En- 
rique Cribell,  de  últimos  del  siglo  xiv,  que  poseyó 
D.  Valentín  Carderera. 

2  Hasta  mediados  del  siglo  xvi  no  se  hicieron  retín 


Velada  en  el  Ateneo  de  Madrid.— Excursiones 
realizadas  á  Segovia  é  lllescas. 


.^■^  RiLLANTÍsiMO  aspecto  ofrccía,  la  no- 
che del  2  del  pasado  Marzo,  el  ele- 


T);  ¡j  gante  salón  de  actos  del  Ateneo  de 
Madrid:  se  conmemoraba  con  una 
velada  el  segundo  aniversario  de  la  fun- 
dación de  la  Sociedad  Española  de  Ex- 
cursiones, que  cada  día  cuenta  con  mayor 
número  de  simpatías  en  la  opinión,  y  á 
cada  momento  ve  engrosar  sus  filas  con 
valiosas  personalidades;  y  un  público  tan 
numeroso  como  selecto,  poblaba  los  esca- 
ños de  la  docta  casa,  ocupando  en  total 
sus  localidades  del  salón  y  tribuna ;  hace 
tiempo  que  no  veíamos  concurrencia  tan 
escogida  en  el  Ateneo,  por  lo  que  la  co- 
misión organizadora,  merece  plácemes 
entusiastas. 

Dio  principio  la  velada  leyendo  el  se- 
ñor Alvarez  Sereix,  con  notable  entona- 
ción, y  de  la  manera  que  el  sólo  sabe  ha- 
cerlo, una  oda,  del  eximio  poeta  Sr.  Gon- 
zalo de  Castro,  que  el  público  aplaudió 
entusiasmado,  por  los  hermosos  pensa- 
mientos que  á  cada  paso  cautivan  la  aten- 
ción del  que  saborea  tan  hermosa  poesía: 
está  dedicada  Al  Siglo  XIX,  y  en  ella  se 
cantan  las  valiosas  conquistas,  los  es- 
fuerzos inauditos  llevados  á  cabo  por  el 
hombre,  para  avanzar  más  y  más  en  el 
camino  del  progreso.  Contento  puede  es- 
tar el  autor,  pues  el  Sr.  Sereix,  hizo  re- 
saltar las  bellezas  todas  de  la  oda,  leyén- 
dola magistralmente. 

Dieron  á  conocer  también  sus  produc- 
ciones, escritores  tan  reputados  como  los 
Sres.  Palacio  (D.  Manuel),  Palau,  Feliu 
y  Codina  y  Vahamonde:  el  primero  cau- 
tivó al  auditorio  con  sus  chispas,  peque- 
ños poemas  diríamos  nosotros ,  en  que  la 
luz  centellea,  en  que  van  envueltos  en 
medio  de  frases  ingeniosas,  pensamien- 
tos profundos,  tristes  reflexiones  y  ense- 
ñanzas provechosas;  el  público,  que  oía 


tos  de  cuerpo  entero;  Vassari  dice  que  el  retrato  que 
Tiziano  hizo  de  D.  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  de 
cuerpo  entero,  dio  motivo  á  ponerse  en  práctica  el 
uso  de  los  retratos  de  esta  clase. 


64 


boletín 


con  delectación  tan  hermosos  versos, 
pedía  más  y  más,  y  el  bueno  de  D.  Ma- 
nuel, que  se  remoza  en  tales  momentos, 
se  mostró  galante  con  el  concurso,  ha- 
ciendo oir  lo  mejor  de  su  repertorio  tan 
extenso  como  escogido. 

Palau  dio  á  conocer  fragmentos  de  un 
poema,  varios  sonetos,  y  su  oda  Al  carbón 
de  piedra,  composición  que  pudiéramos 
llamar  del  género  científico,  que  con  tan- 
ta fortuna  cultiva  el  ilustre  ingeniero. 

Felíu  y  Codina  recitó  admirablemente 
su  precioso  romance  La  Tuna,  en  el  que 
describe  de  modo  maravilloso  escenas 
estudiantiles,  de  los  tiempos  en  que  Al- 
calá de  Henares  era  emporio  de  la  cien- 
cia; dicha  composición,  en  cuyo  elogio 
sólo  hemos  de  decir  que  es  digna  de  la 
fama  del  autor  de  La  Dolores  y  de  Miel 
de  la  Alcarria,  forma  parte  del  Álbum 
de  Alcalá,  que  por  iniciativa  del  Sr.  Don 
Lucas  del  Campo  pronto  verá  la  luz  pú- 
blica. 

Fernández  Vahamonde  declamó  su  her- 
mosa leyenda  La  Abadía,  composición 
del  género  romántico,  que  fué  escu- 
chada con  grandes  muestras  de  agrado 
por  parte  del  público  y  aplaudida  des- 
pués ruidosamente.  El  Sr.  Vahamonde 
irá  lejos,  si  continúa  trabajando  y  des- 
echa ese  temor  que  otros  con  menos  mé- 
ritos que  él  hace  tiempo  perdieron. 

Y  tócanos  ahora,  para  terminar,  ocu- 
parnos en  la  parte  más  simpática  de  la  ve- 
lada; nos  referimos  ala  intervención  que 
en  la  misma  tuviéronlas  señoritas  María 
Ángulo,  Luisa  Garín  y  Matilde  Torija. 

La  primera  ,  elegantemente  vestida, 
cantó  de  manera  inimitable  un  aria  de  la 
ópera  Carmen  y  la  de  Margarita  de  Me- 
fistofele;  en  ambas  demostró  su  exce- 
lente educación  musical  y  buen  gusto, 
premiando  el  público  con  estrepitosos 
aplausos  su  trabajo  y  pidiendo  la  repeti- 
ción del  aria  de  Margarita,  que  por  mo- 
destia exagerada  de  la  señorita  Ángulo, 
nos  vimos  privados  de  volver  á  oir. 

Luisa  Garín  cantó  el  aria  de  la  ópera 
vascongada  Pudente  y  el  rondó  final  de 
Sonámbula ,  demostrando  sus  buenos 
conocimientos  artísticos  y  sus  grandes 
facultades  como  tiple  ligera:  fué  aplau- 
didísima. 


Matilde  Torija  cautivó  por  su  hermo- 
sura y  su  manera  de  tocar  el  piano  :  eje- 
cutó, Una  página  de  Heller ,  y  Legge- 
ressa,  demostrando  en  ambas  su  pasmo- 
sa ejecución  y  exquisito  gusto,  que  para 
sí  quisieran  otros  maestros  que  hemos 
oído  en  el  Ateneo. 

Dio  término  tan  agradable  fiesta  con  la 
Tarantella  de  Gotschalk  ,  ejecutada  á 
cuatro  manos  por  las  señoritas  Torija  y 
Ángulo,  que  fué  maravillosamente  toca- 
da; el  público  tributó  una  gran  ovación  á 
las  dos  señoritas,  que  á  su  gran  distin- 
ción reúnen  conocimientos  más  propios 
de  maestros  que  de  aficionadas. 

Los  individuos  de  la  Sociedad  de  Ex- 
cursiones siempre  guardarán  gratitud 
para  cuantos  tomaron  parte  en  fiesta  tan 
agradable.  Reciban  el  testimonio  de  la 
misma  los  Sres.  Feliu ,  Palacio ,  Gonzalo 
de  Castro,  Vahamonde  y  Palau,  así  como 
las  señoritas  Torija,  Garín  y  Ángulo,  es- 
pecialmente estas  últimas,  que  fueron  el 
mayor  atractivo  de  la  velada. 

Pecaríamos  de  injustos  si  no  hiciéra- 
mos mérito  de  la  comisión  organizadora, 
y  especialmente  del  alma  de  la  misma, 
Sr.  Alvarez  Sereix,  que  con  su  incansa- 
ble actividad,  lo  dispuso  todo  de  modo 
que  la  fiesta  resultara  tan  brillante,  como 
pudieron  apreciar  cuantos  á  ella  asis- 
tieron. 

La  Sociedad  de  Excursiones  adquie- 
re cada  día  mayor  importancia,  debido  á 
la  labor  incesante  de  su  ilustre  presidente 
el  Sr.  Serrano  Fatigati,  y  no  tardará  en 
llegar  el  día  en  que,  vencidas  las  peque- 
ñas dificultades  con  que  hoy  lucha  para 
su  amplio  desarrollo ,  los  socios  de  la 
misma  puedan  visitar  á  poca  costa,  y  lo 
más  cómodamente  posible,  los  mil  monu 
mentos  é  ignoradas  preciosidades  artís- 
ticas que  por  todos  sus  rincones  guarda 
nuestra  querida  España,  signos  de  otras 
edades,  en  las  cuales  el  arte  y  la  ciencia 
estaban  más  atendidos  que  lo  están  hoy, 
que  tanto  blasonamos  de  progreso. 

F.  Calatraveíño. 

El  domingo  24  de  Marzo,  en  el  último 
tren  de  la  noche,  regresó  de  Segovia  y  La 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


65 


Granjalacomisiónexpedicionaríade  nues- 
tra Sociedad,  compuesta  de  su  Presidente 
Sr.  Serrano  Fatigati  y  los  Sres.  Bosch 
(D.  Pablo),  González  Revilla,  Mediavilla, 
Navarro  Amandi  y  Rosell,  viniendo  agra- 
decidos todos  sus  individuos  á  las  delica- 
das atenciones  que  con  ellos  han  tenido 
los  sabios  ingenieros  Sres .  Breñosa  y 
Castellarnau,  delegado  éste  último  de  la 
Sociedad  en  Segovia. 

Los  viajeros  estudiaron  el  hermoso 
acueducto,  la  iglesia  de  San  Millán,  los 
pórticos  de  San  Martín  y  San  Esteban,  la 
torre  elegantísima  de  éste  último  templo, 
el  alcázar  y  sus  trabajos  de  restauración, 
la  catedral  y  su  claustro,  la  antigua  sina- 
goga del  Corpus  Christi,  la  Vera  Crus, 
el  Parral,  el  Tanto  Monta,  las  casas  del 
comunero  Bravo ,  marqués  de  Alpuente 
y  la  llamada  de  los  Picos  y  el  famoso 
Santo  Cristo  perteneciente  á  la  Sra.  Mar- 
quesa viuda  de  Lozoya,siemprebenévola 
y  bondadosa  con  los  forasteros. 

El  cronista  de  la  excursión  dará  cuenta 
en  breve  en  el  Boletín  del  resultado  de 
sus  trabajos. 


También  el  28  del  pasado  mes  de  Abril 
se  verificó  la  anunciada  excursión  ala  villa 
de  Illescas  (Toledo),  á  que  concurrieron 
el  Presidente  y  Vocal  de  la  Sociedad,  se- 
ñores Serrano  Fatigati  y  Herrera,  y  los 
Sres.  Bochs,  Florit,  Foronda,  Mediavilla, 
Stuyck  y  \'argas.  Acompañados  nues- 
tros consocios  por  las  autoridades  civiles 
y  eclesiásticas  de  aquella  villa  y  por  va- 
rios señores  particulares,  examinaron  los 
monumentos  y  curiosidades  que  encierra, 
regresando  á  la  corte  satisfechos  y  agra- 
decidos á  las  finas  atenciones  de  que  fue- 
ron objeto. 


-c^-<^'-eKi.<bJ!^«).«y?>  o^-i  • 


NUEVA  SOCIEDAD  EXCURSIONISTA 


LA  SOCIEDAD  PORTUGUESA  DE  EXCURSIONES 

*N0  de   nuestros   más  entusiastas 
compañeros,  cuyas  anuales  ex- 
cursiones veraniegas  al    vecino 
Reino  le  han  proporcionado   in- 
equívocas muestras  de  afecto  por  parte 


de  las  más  distinguidas  personalidades 
lusitanas ,  tuvo  el  verano  último  la  feliz 
idea  de  dar  á  conocer  nuestra  Sociedad  al 
Excmo.  Sr.  D.  Alvaro  Rebello  Valente. 
Este  distinguido  caballero,  cuyas  aficio- 
nes artísticas  son  bien  notorias,  como  lo 
demuestra  el  constante  estudio  de  los  más 
notables  y  menos  conocidos  monumentos 
arquitectónicos  de  Portugal ,  cuyas  foto- 
grafías obtiene  con  rara  habilidad  y  gran 
sentimiento  de  arte,  recordando  que  allá 
ensus  años  juveniles  había  formado  parte 
en  Italia  de  una  de  estas  análogas  Socie- 
dades, oyó  con  singular  complacencia 
cuanto  á  la  Española  de  Excursiones  se 
refería,  y  entrando  á  formar  parte  de  la 
misma,  concibió  desde  luego  el  proyecto 
de  constituir  en  Porto  una  Sociedad  ex- 
cursionista bajo  bases  análogas  á  las  que 
á  la  nuestra  informan. 

Satisfacción  grande  nos  produjo  el 
ingreso  en  la  Sociedad  del  Sr.  Rebe- 
llo Valente,  á  quien  manifestamos  al 
punto  nuestras  simpatías  invistiéndole 
con  el  cargo  de  delegado  nuestro  en 
Porto. 

Así  las  cosas,  hemos  recibido  un  nú- 
mero del  notable  periódico  portuense  O 
Prirneiro  de  Janeiro ,  correspondiente 
al  22  de  Marzo  próximo  pasado,  dándo- 
nos la  agradable  noticia  de  la  constitu- 
ción en  Porto  de  la  Sociedad  portuguesa 
de  excursio}ies,no\.\c\di  que  era  ya  imposi- 
ble dar  á  nuestros  consocios,  no  sólo  por- 
que el  día  en  que  tan  grata  nueva  reci- 
bimos se  hallaba  en  prensa  el  número  de 
nuestro  Boletín,  correspondiente  all."  de 
Abril,  sino  también  porque  consideramos 
el  suceso  de  tanta  importancia  que  no  po- 
díamos limitarnos  á  darle  á  conocer  sin 
dedicarle  algunas  frases  que  reñejaran  la 
simpatía  en  que  acogemos  á  nuestra  her- 
mana Portuguesa,  los  votos  que  hacemos 
por  su  prosperidad,  y  las  seguridades  que 
abrigamos  de  los  grandes  servicios  que 
ha  de  prestar  á  la  ciencia  y  á  las  artes 
una  corporación,  que,  al  iniciarse,  cuenta 
ya  en  su  seno  con  el  apoyo  y  cooperación 
de  personajes  tan  ilustrados  como  distin- 
guidos. 

Pero  dejemos  á  O  Primeiro  de  Janeiro 
el  relato  de  tan  importante  aconteci- 
miento ; 


66 


boletín 


"Sociedad  Portuguesa  de  Excursiones. 

Con  esta  denominación,  y  con  ramifica- 
ción en  diferentes  comarcas  de  nuestro 
país,  trátase  de  crear  en  Porto  una  Socie- 
dad cuyo  objeto  es,  según  el  proyecto  de 
sus  Estatutos,  el  estudio  de  nuestro  país 
bajo  los  puntos  de  vista  científico,  histó- 
rico, literario,  artístico  y  pintoresco. 

A  este  fin  se  reunieron  anoche  en  el  sa- 
lón de  nuestro  estimado  colega  Commer- 
cio  do  Porto,  los  señores : 

D.  Benito  Carqueja,  distinguido  botáni- 
co; el  Director  de  la  Escuela  de  Medicina; 
Consejero  D.  Wenceslao  de  Lima,  profe- 
sor de  mineralogía  y  geología  en  la  Aca- 
demia Politécnica;  el  Dr.  Gómez  Ferrei- 
ra,  ilustradísimo  director  del  Comercio 
de  Oporto;  los  ingenieros  Teixeira,  Le- 
ranjeira,  profesores  de  la  Academia  Poli- 
técnica; D.  Manuel  de  Alburquerque,  bo- 
tánico distinguido,  y  D.  Francisco  de  Al- 
burquerque; el  Médico  doctor,  D.  íuanBa- 
rreira ,  eximio  escritor  ;  el  arqueólogo 
D.  Alfredo  Alvés;  el  agricultor  y  anticua- 
rio insigne  D.  Manuel  S.  Romao;  D.  Alva- 
ro Rebello  Valente,  delegado  de  la  Espa- 
ñola de  Excursiones;  el  Sr.  Roha  Peixoto, 
arqueólogo  naturalista;  D.  Joaquín  Pa- 
checo, copropietario  del  Comrnercio  do 
Porto,  y  otros. 

Leído  el  proyecto  de  Estatutos  presen- 
tado por  el  Sr.  Rebello  Valente,  ferviente 
y  entusiasta  iniciador  de  la  Sociedad,  fué 
aprobado  por  unanimidad  con  ligeras  al- 
teraciones, propuestas  por  los  Sres.  Gó- 
mez, Teixeira,  Lima  y  Carqueja.,, 

Una  de  las  disposiciones  del  proyecto  de 
Estatutos  es  la  siguiente: 

"La  sociedad  se  divide  ¡en  cuatro  sec- 
ciones, á  saber:  a)  Ciencias  naturales, 
b)  Ciencias  históricas,  c)  Literatura,  d) 
Bellas  artes.,, 

Dispone  también  el  proyecto  que  "  en 
cualquier  localidad  donde  exista  un  cierto 
número  de  socios,  podrá  ser  constituida 
una  delegación  administrativa  de  la  Co- 
misión central.,, 

"La  cuota  anual  de  los  socios  es  de  3.000 
reis.„ 

Respecto  á  excursiones,  el  proyecto  de 
Estatutos  dispone  lo  siguiente: 
"Todos  los  años  habrá  una  excursión  or- 


dinaria y  las  excursiones  extraordinarias 
que  la  Comisión  ejecutiva  juzgue  conve- 
niente organizar.  „  "Cuando  la  Comisión 
ejecutiva  lo  juzgue  conveniente,  organi- 
zará conferencias  científicas  y  literaria.s 
en  los  puntos  donde  tenga  lugar  la  excur- 
sión.„ 

Se  acordó  gestionar  la  inmediata  aproba- 
ción de  los  Estatutos  por  la  autoridad  com- 
petente, para  que  pueda  quedar  en  breve 
y  definitivamente  constituida  la  Sociedad 
y  dirigir  circulares  en  la  capital  y  en  pro- 
vincias con  objeto  de  admitir  adhesiones. 

De  esperar  es  que  esta  idea  tenga  bri- 
llante acogida  y  que  contribuya  á  des- 
arrollar entre  nosotros  el  gusto  por  el  gé- 
nero de  excursiones  que  la  sociedad  se 
propone  realizar,  como  sucede  en  otros 
países,  y  señaladamente  en  España,  don- 
de existe  una  floreciente  sociedad  de  esta 
clase.,, 

Reciba,  pues,  nuestra  ilustre  hermana 
al  más  cariñoso  saludo ;  reciba  nuestro 
digno  delegado,  Sr.  Rebello  Valente,  las 
más  sinceras  felicitaciones ,  á  las  cuales 
se  unirán  las  de  todos  cuantos  por  el  pro- 
greso de  la  ciencia,  las  artes  y  las  letras 
se  interesen,  porque  de  seguro  con  nada 
podría  haberlas  prestado  mayor  servicio 
que  con  la  creación  de  un  cuerpo  ilustre 
que,  llevando  á  los  pueblos  que  recorra 
en  sus  excursiones  el  convencimiento  de 
que  la  conservación  de  aquellos  monu- 
mentos, resto  hoy  de  las  pasadas  grande- 
zas de  que  fueron  testigos ,  es  una  de  las 
mayores  muestras  de  cultura  que  la  edad 
presente  puede  ofrecer  á  la  venidera. 

Si  en  los  últimos  tiempos  hubieran  exis- 
tido sociedades  de  esta  índole,  no  lamen- 
taría Portugal,  ni  lamentaría  España,  la 
desaparición  de  tantas  y  tantas  riquezas 
como  la  piqueta  demoledora  de  la  revo- 
lución y  la  más  demoledora  aún  de  la  ig- 
norancia han  destruido. 

Adelante,  pues,  en  tan  noble  empresa  y 
hagamos  votos  porque,  en  día  no  lejano, 
nos  hallemos  ambas  sociedades  reunidas 
en  una  de  esas  conferencias  de  que  habla 
el  proyecto  de  estatutos,  y  en  la  cual  can- 
temos fraternalm.ente  las  excelencias  de 
nuestras  respectivas  arquitecturas  na- 
cionales la  mudejar  y  la  manuelina  en 
los  ricos  idiomas  de  Camoés  y  Cervantes. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


67 


De  hoy  para  siempre,  sepa  la  Sociedad 
Portuguesa  de  Excursiones  que  hallará 
en  nosotros  la  más  leal  y  afectuosa  co- 
rrespondencia, y  que  los  individuos  de 
aquélla  que  nos  honren  con  su  visita,  se- 
rán, por  el  solo  hecho  de  formar  parte  de 
la  Sociedad  Portuguesa,  recibidos  y  con- 
siderados cual  si  nuestros  propios  con- 
socios fueran. 

La  Redacción. 

SQ<§@lOXt  OHI©lflJa 


BIB]i,IO@ElflH,TH 


La  Sociedad  de  Excursiones  en  IVIayo. 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones 
realizará  una  á  las  villas  de  Ocaña  y  Ye- 
pes  (Toledo)  en  los  días  18  y  19  de  Mayo, 
con  arreglo  á  las  condiciones  siguientes: 

Salida  de  Madrid  (estación  de  Atocha), 
el  18  á  las  7h  15'  de  la  mañana. 

Llegada  á  Ocaña,  á  las  lOíi  31' mañana. 

Salida  de  Ocaña  para  Madrid,  el  19  á 
las  llh  47  de  la  mañana. 

Llegada  á  Madrid,  á  las  4^  25'  tarde. 

Monumentos  que  se  visitarán.  —  En 
Ocaña:  iglesias  de  Santa  María,  San  Pe- 
dro, San  Juan  y  San  Martín;  restos  del 
castillo,  etc. 

En  Yepes,  la  magnífica  colegiata. 

Cuota.  —  Treinta  pesetas,  en  que  se 
comprende  el  billete  de  segunda  clase  de 
Madrid  á  Ocaña  y  viceversa,  asiento  de 
coche  á  Yepes,  manutención  y  gratifica- 
ciones. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión, 
dirigirse  de  palabra  ó  por  escrito  hasta  el 
día  17  á  las  7  de  la  tarde,  acompañando 
la  cuota,  al  Sr.  D.  Enrique  Serrano  Fa- 
tigati,  Presidente  de  la  Sociedad,  calle  de 
las  Pozas ,  núm.  17.  Los  Sres.  Socios 
adheridos  deberán  estar  en  la  estación 
quince  minutos  antes  de  la  salida  del  tren. 

Madrid  1.°  de  Mayo  de  1895.— El  Secre- 
tario general,  Vizconde  de  Palazuelos. 
— V.^  B.°  El  Presidente,  Serrano  Fati- 
gati. 


Juventud. 

Si  conoces,  carísimo  lector,  á  Federico 
Degetau,  si  has  entretenido  tu  imagina- 
ción con  la  ingeniosa  trama  de  El  Secre- 
to de  la  Domadora,  ó  si  has  meditado  al- 
gún momento  en  los  profundos  problemas 
expuestos,  bajo  forma  amena  é  intere- 
sante, en  la  colección  de  cuentos  titula- 
dos Para  el  viaje;  no  necesito  decirte 
más,  sino  que  el  epígrafe  que  sirve  de 
encabezamiento  á  estas  líneas ,  figura  en 
la  portada  de  una  nueva  obra  del  referi- 
do autor,  que  verás  expuesta  estos  días 
en  los  escaparates  de  todas  las  librerías. 
Mas  si  por  acaso  no  hubieras  entablado 
aún  relaciones  literarias  con  el  distingui- 
do escritor  puerto-riqueño,  si  el  género 
que  cultiva  te  fuese  desconocido,  enton- 
ces permíteme  que  dedique  unos  cuantos 
renglones  nada  más  á  su  última  produc- 
ción. 

Juventud,  es  un  volumen  en  8.°,  de  cer 
ca  de  400  páginas,  elegantemente  impre- 
so, que  revela  en  todos  sus  detalles  tipo- 
gráficos el  cuidadoso  esmero  con  que  De- 
getau atiende  á  presentar  los  hijos  de  su 
ingenio  pulcramente  acicalados  ante  las 
miradas  del  público.  No  se  crea,  sin  em- 
bargo, por  lo  que  dicho  queda,  que  la 
bondad  del  papel  y  los  primores  de  la 
impresión  son  las  cualidades  distintivas 
de  la  novela  que  me  ocupa,  porque  esto 
equivaldría  á  decir,  que  bajo  una  brillan- 
te capa  se  esconde  un  mal  bebedor,  cuan- 
do justamente  es  todo  lo  contrario,  por- 
que la  obra  de  Degetau,  aun  impresa  en 
el  peor  papel  posible  y  en  la  imprenta 
más  pésima  de  Madrid ,  resultaría  siem- 
pre, en  mi  humilde  concepto,  una  novela 
de  buena  casta,  digna  de  ser  leída  por 
toda  persona  de  buen  gusto  artístico. 

No  hay  que  buscar  en  Juventud  trage- 
dias espeluznantes,  crímenes  á  granel  ó 
descripciones  pornográficas  de  esas  que 
tan  frecuentes  son  en  las  producciones 
contemporáneas  á  título  de  estudios  del 
documento  huniano,  que  con  tal  motivo 
resulta  con  efecto  un  documento,  pero 
recogido  en  las  carretillas  de  los  barren- 
deros, con  todas  las  máculas  propias  de 


b8 


boletín 


los  papeles  que  á  tan  desdichado  extre- 
mo vienen  á  parar.  El  documento  estu- 
diado por  Degetau  es  limpio  y  decente. 
Lo  mismo  el  fondo,  delicadísima  trama 
entretejida  con  singular  primor,  que  la 
forma  correcta  y  trabajada  á  conciencia 
hacen  al  libro  presentable  y  admisible  en 
todas  partes,  sin  dejar  por  ello  de  ser 
atractivo  en  alto  grado. 

Algo  tal  vez  pudiera  suprimirse  en  la 
novela,  que  por  su  carácter  episódico  dis- 
trae algún  tanto  la  atención  en  el  último 
tercio  de  la  narración;  pero  hay  que  tener 
en  cuenta  que  Degetau  es,  ante  todo,  un 
profundo  pensador,  preocupado  muchas 
veces  con  las  más  graves  cuestiones  so- 
ciales, y  que  esto  ha  de  conocerse  forzo- 
samente en  sus  obras,  sobre  todo  cuando 
acontece  como  en  el  caso  de  que  se  trata, 
en  el  que  la  acción  de  la  novela  se  rela- 
ciona directamente  con  problemas  tan  pa- 
vorosos como  la  abolición  de  la  pena  de 
muerte;  con  todo  lo  cual,  y  en  último  ex- 
tremo, nada  va  perdiendo  el  lector. 

Por  lo  demás,  los  caracteres  están  estu- 
diados del  natural  á  la  perfección  y  en  to- 
dos sus  detalles.  Lo  mismo  el  tipo  her- 
mosísimo de  Pepe,  el  protagonista  de  la 
obra,  que  personifica  la  juventud  con  to- 
dos sus  entusiasmos,  que  las  delicadas 
figuras  de  la  criolla  Suncha  y  de  su  ma- 
dre; las  personalidades  simpáticas  del 
Dr.  Sánchez  y  de  doña  Angeles,  y  las  pi- 
carescas de  la  condesa  de  Arete  y  del  pe- 
riodista Emilio,  revelan  un  profundo  es- 
píritu de  observación  y  un  .dominio  de  los 
recursos  literarios,  que  dan  por  resultado 
el  gran  interés  que  inspiran  los  persona- 
jes que  intervienen  en  la  acción,  aun  los 
más  secundarios,  todos  ellos  dibujados  de 
mano  maestra.  La  parte  descriptiva  no  le 
va  en  zaga,  y  páginas  enteras,  arrancadas 
del  libro  de  Degetau,  podrían,  sin  incon- 
veniente alguno,  intercalarse  entre  las  de 
las  novelas  de  nuestros  más  ilustres  es- 
critores contemporáneos. 

En  resumen ,  Juventud  es  una  pfoduc- 
ción  que  honra  á  la  literatura  patria,  y 
abrigo  la  esperanza  que,  de  ser  conocida 
como  se  merece,  si  no  proporciona  á  su 
autor  los  grandes  rendimientos  que  obras 
de  esta  índole  alcanzan  en  el  extranjero, 
por  lo  menos  obtendrá  la  consideración  y 


el  aplauso  de  todos  los  amantes  de  lo  ver- 
dadero, de  lo  bello  y  de  lo  bueno. 

A.  D.  J. 


*  * 


Apuntes  de  sigilografía  española  ó  estudio  de  los 
sellos  que  autorisan  los  documentos  antiguos  de 
España ,  precedidos  de  unas  nociones  de  carácter 
general ,  por  Manuel  Fernández  Mourillo,  Archive- 
ro-bibliotecario, Licenciado  en  Derecho.— Madrid, 
Avrial ,  1895.  En  8.°,  96  páginas. 

El  libro  del  Sr.  Mourillo,  á  más  del  pre- 
liminar, que  bien  pudiera  llamarse  Intro- 
ducción al  estudio  de  la  sigilografía,  está 
dividido  en  "Parte  general,,  y  "Parte  es- 
pecial,,. 

En  la  primera  trata  en  términos  gene- 
rales de  los  sellos,  sus  nombres,  historia, 
clasificación,  maneras  de  adherir  los  se- 
llos á  los  documentos,  tamaños,  materias 
empleadas  en  los  mismos  y  medios  de 
conservarlos,  figuras,  tipos  y  leyendas. 

En  la  segunda  parte  se  ocupa  de  los  se- 
llos españoles  por  regiones  y  por  épocas, 
así  de  los  de  reyes  y  príncipes ,  como  de 
los  de  reinas,  infantes,  nobleza  y  corpora- 
ciones; dedicando  la  última  sección,  ó  sea 
la  quinta,  á  los  sellos  eclesiásticos. 

Las  descripciones  están  bien  detalla- 
das, y  revelan  conocimiento  de  la  ciencia 
heráldica  y  de  todos  los  diferentes  ramos 
de  la  arqueología. 

Las  inscripciones  y  leyendas  que  con- 
tienen los  sellos  están  copiadas  con  mu- 
cho esmero. 

El  libro  del  Sr.  Mourillo  es  de  suma 
utilidad  á  cuantos  se  dedican  al  estudio 
de  las  ciencias  históricas.  Le  faltan  las 
láminas  á  tan  importante  obra;  pero  el 
autor  excusa  esta  omisión  en  su  prelimi- 
nar: "Bien  comprende  el  que  esto  escri- 
be, que  su  trabajo  queda  incompleto  sin 
un  álbum  ó  láminas  que  facilitasen  el  co- 
conocimiento  gráfico  de  los  sellos  descri- 
tos; pero  dificultades  de  diversa  índole  le 
impiden,  al  presente,  realizar  sus  propó- 
sitos en  este  punto.  „ 


1.081.  Establecimiento  tipográfico  de  Agustín  Avrial, 
San  Bernardo,  92.— Telé/.  3074 


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^L. 


BOIvBTlN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAiU  DE  EXCÜRSIOIS 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AÑO  III 


nvtadria  1-°  de   jrvuiio   de  189S 


NÜM.  28 


EXCURSIONES 


EXCURSIÓN  PARTICULAR 


A    LA    factoría    DE    MATAGORDA 


N  la  hermosa  bahía  Gaditana,  fren- 
te al  muelle  y  fuerte  de  Punta- 
les, álzase  una  naciente  población 
obrera,  que,  si  bien  menor  en  ex- 
tensión que  sus  hermanas,  las  antiguas 
y  alegres  ciudades  de  Cádiz,  San  Fer- 
Tiando,  Puerto  Real  y  Puerto  de  Santa 
María,  que  pueblan  la  extensa  bahía,  no 
por  ello  deja  de  ser  menos  bulliciosa  que 
aquéllas,  gracias  á  la  industria  y  labo- 
riosidad de  sus  moradores.  Tal  pobla- 
ción conócese  con  el  nombre  de  Facto- 
ría de  Matagorda,  y  está  constituida  ex- 
clusivamente con  obreros  y  empleados 
de  la  Compañía  Trasatlántica. 

La  excursión  á  ella  verificada  en  el  pa- 
sado mes  de  Abril,  fué  de  cuantas  he 
realizado  desde  la  fundación  de  la  Socie- 
dad, una  de  las  que  mejores  y  más  agra- 
dables recuerdos  ha  dejado  en  mi  memo- 
ria. 

Recorriendo  aquellos  grandes  y  orde- 
nados talleres,  donde  cada  uno  tiene  su 
puesto;  contemplando  el  hermoso  dique 
seco  y  visitando  las  extensas  dependen- 
cias, ensánchase  el  ánimo,  y  la  alegría 
renace  en  el  corazón  de  todo  buen  espa- 
ñol, al  admirar  aquel  adelanto  y  activi- 
dad, aquella  gran  maquinaria,  aquellos 
almacenes,  y  finalmente,  aquel  orden  que 
T.  III. 


en  todo  reina,  á  que,  por  desgracia  nues- 
tra, tan  poco  acostumbrados  estam.os  los 
españoles.  Obsérvase  en  el  Astillero  un 
esmero  y  cuidado  en  todo  lo  que  se  refie- 
ra á  amparar  y  proteger  á  la  clase  traba- 
jadora, que  no  parece  sino  que  una  ma- 
dre atenta  y  cariñosa  vela  por  ella.  Allí 
tiene  el  obrero  iglesia  donde  poder  cum- 
plir con  los  deberes  religiosos,  asilo  para 
huérfanos,  escuela  de  niños  y  niñas,  tea- 
tro para  distraerse  los  días  festivos,  bi- 
blioteca popular  donde  encontrar  sana  é 
instructiva  lectura,  farmacia  y  asistencia 
médica  gratuita ',  cocina  económica,  en 
una  palabra,  todo  cuanto  pueda  contri- 
buir á  amparar  y  proteger  á  los  numero- 
sos y  honrados  operarios;  pues  á  ellos, 
que  con  sus  esfuerzos  é  inteligencia  con- 
tribuyen al  desarrollo  y  engrandecimien- 
to de  la  Compañía,  debe  ésta,  y  tal  es  la 
teoría  sustentada  por  su  digno  presiden- 
te el  Sr.  Marqués  de  Comillas,  consagrar 
una  gran  parte  de  su  capital. 


En  un  cuarto  de  hora  escaso  hácese  la 
travesía  desde  el  muelle  de  Cádiz  á  los 
Astilleros.  Al  irse  aproximando,  y  antes 
de  atracar,  nadie  puede  suponerse  la  acti- 
vidad y  movimiento  que  allí  reinan,  ocul- 


1  Llegando  la  generosidad  de  la  Compañía  hasta 
costear  los  gastos  al  obrero  que  por  prescripción  fa- 
cultativa necesita  aguas  minerales. 


70 


boletín 


to  como  está  por  los  numerosos  barcos 
que  en  espera  de  carena  ó  recomposición 
hállanse  fondeados  en  la  ensenada. 

Saltamos  al  muelle,  y  lo  primero  que 
nos  llama  la  atención  es  el  dique  seco. 
Mide  156  metros  de  eslora  por  27  de  man- 
ga, y  7,70  de  calado.  Empezó  á  cons- 
truirse en  Agosto  de  1872,  y  se  inauguró 
en  Julio  de  1878  con  la  entrada  del  vapor 
correo  Guipúscoa. 

Las  compuertas  son  metálicas  y  las 
bombas  de  desagüe  tardan  tres  horas  so- 
lamente en  hacer  el  achique  de  tan  in- 
menso depósito. 

El  antedique  ó  dársena  tiene  más  de 
8.000  metros  cuadrados  de  superficie,  y 
dos  muelles  laterales,  provistos  de  vía 
férrea  en  comunicación  directa  con  la 
red  de  ferrocarriles  andaluces.  Además, 
gran  número  de  grúas,  una  cabria  de  ar- 
bolar de  60  toneladas  de  fuerza,  movida 
á  vapor,  y  un  material  completo  de  fe- 
rrocarril de  vía  estrecha ,  facilitan  el 
buen  servicio  del  Astillero. 

En  la  grada  grande,  de  145  metros  de 
eslora  por  19,5  de  manga,  álzase,  ya  pró- 
ximo á  ser  lanzado  al  agua,  el  casco  de  un 
vapor  que  con  destino  á  una  Compañía 
naviera  de  Filipinas  construye  la  Tras- 
atlántica. 

Siguiendo  por  el  lado  derecho,  confor- 
me desembarcamos,  se  llega  al  taller  de 
herrería  de  ribera,  donde  entre  ensorde- 
cedor estrépito,  se  trabajan  y  ajustan  las 
planchas  que  han  de  formar  el  casco  de 
las  embarcaciones.  A  continuación  está 
el  taller  de  botes  y  embarcaciones  meno- 
res, y  después  el  de  mecánica  y  carpin- 
tería. En  estos  extensos  talleres  se  cons- 
truyen desde  las  obras  más  finas  y  deli- 
cadas como  el  modelito  del  Joaquín  del 
Piélago,  que  figuró  en  la  Exposición  de 
Chicago,  hasta  las  más  toscas  y  ordina- 
rias obras  de  carpintería,  como  bancos 
de  pino,  piezas  de  arboladura,  etc.,  etc. 

Conista  este  edificio  de  dos  pisos;  el 
bajo,  en  que  se  cortan,  labran  y  ajustan 
las  maderas,  y  el  alto,  en  que  está  instala- 
da la  sala  de  trazados  y  las  de  barniz  y 
tapicería.  Vi  en  dichos  talleres  tres  útiles 
inventos,  debidos  al  estudioso  jefe  de  di- 
chos talleres,  Sr,  García  Cabezas.  Uno  de 
ellos  es  un  banco  que,  colocado  sobre  Ki 


cubierta  de  un  barco ,  se  transforma  en 
un  momento,  por  medio  de  sencillo  me- 
canismo, en  bote  salvavidas  '.  Otro  es 
una  balsa  que,  plegada,  ocupa  reducido 
espacio,  y  en  caso  de  necesidad  puede 
sostener  gran  número  de  náufragos,  y, 
por  último,  el  tercero  lo  contituye  un  ca- 
jón muy  manejable  que,  con  gran  facili- 
dad se  transforma  en  altar,  sirviendo 
al  mismo  tiempo  para  guardar  los  orna- 
mentos sagrados. 

En  la  parte  izquierda  del  Astillero  están 
los  talleres  de  forja,  ajuste  y  calderería, 
los  de  maquinaria,  electricidad,  galvano- 
plastia, almacenes  de  modelos,  tahona, 
farmacia,  oficinas,  casa  de  bombas  y  ma- 
terial de  incendios,  etc.,  etc.  Últimamente, 
en  la  parte  central  correspondiente  á  la 
cabeza  del  dique,  está  el  almacén  de 
maderas,  el  de  excluidos,  el  laboratorio 
químico  y  el  almacén  general,  donde,  per- 
fectamente ordenado  y  pronto  para  utili- 
zarlo, se  halla  todo  cuanto  puede  necesi- 
tarse en  un  barco,  tanto  para  su  manejo 
y  mantenimiento  como  para  el  servicio 
del  pasaje  y  tripulación. 

Hay  además  en  la  Factoría  de  Mata- 
gorda  un  completo  material  de  salva- 
mento de  buques,  con  escafandras  y  de- 
más aparatos  modernos  á  tal  uso  desti- 
nados; un  depósito  de  5.000  toneladas  de 
carbón  Cardiff,  al  que  pueden  atracar  los 
buques  directamente;  agua  dulce;  gran 
número  de  piezas  de  respeto  para  recom- 
posición de  máquinas  y  calderas;  depósi- 
tos de  motonería,  jarcias  y  demás  pertre- 
chos de  aparejo;  en  fin,  todo  cuanto  pueda 
necesitar  un  barco  para  estar  listo  y  ha- 
cerse á  la  mar. 

Rodeados  de  jardines,  contribuyendo 
así  á  dar  un  bello  y  alegre  aspecto  al 
Astillero,  al  mismo  tiempo  que  eleva  los 
altos  fines  que  la  Compañía  se  propone, 
álzanse  los  siguientes  edificios.  Una  igle- 
sia de  estilo  bizantino  construida  según 
los  planos  y  bajo  la  dirección  del  Sr.  Gar- 
cía Cabezas,  y  á  los  lados,  como  comple- 
mento, una  escuela  y  un  asilo  de  huérfa- 
nos. Además  hay  un  teatro  que,  aun  cuan- 
do hecho  de  madera ,  por  exigirlo  así  la 
proximidad  del  fuerte  de  Matagorda,  ya 


1  S:  usa  ya  en  algunos  vapores  trasatlánticos, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


71 


lo  quisieran  algunas  capitales  de  pro- 
vincia. 

En  medio  de  todo,  y  como  presidiendo, 
está  colocado  el  monumento  dedicado  al 
fundador  de  la  Compañía,  D.  Antonio  Ló- 
pez. Alzase  su  estatua,  fundida  en  bron- 
ce, sobre  un  pedestal  de  piedra  cuyas  cua- 
tro caras  representan  alegóricamente  los 
cuatro  puertos  principales  de  Cádiz,  Bar- 
celona, Santander  y  la  Habana,  donde  la 
flota  Trasatlántica  hace  sus  escalas. 

Hecha  esta  ligera  reseña  de  cuanto  vi 
en  mi  excursión,   réstame   únicamente 
dar  las  gracias  á  los  Sres.  Salvador  Ma- 
ristani ,   Gil  y  García  Cabezas,  por  su 
atención  y  amabilidad  al  enseñarme  todo 
cuanto  digno  de  verse  hay  en  la  Factoría, 
y  especialmente  á  este  último,  que  me 
acompañó  durante  las  tres  horas  que  du- 
ró la  visita.  Y  como  dato  para  que  los 
lectores  puedan  juzgar  de  la  utilidad  y 
beneficios  que  á  la  clase  obrera  reporta 
la  Com_pañía  Trasatlántica,  haré  constar 
que  la  suma  pagada  anualmente  en  con- 
cepto de  pensiones  á  individuos  inutiliza- 
dos ó  envejecidos  en  el  servicio  ó  á  las 
familias  de  los  muertos  en  el  cumplimien- 
de  su  deber,  excede  de  setenta  y  cinco 
mil  pesetas  ;  y  que  lo  satisfecho  en  con- 
cepto de  sueldos  y  material  por  la  Dele- 
gación de  Cádiz,  pasa  un  año  con  otro,  de 
diez  millones  de  pesetas. 

Pelayo  Quintero. 


—^■¥>i-^- 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 

LA  ESTACIÓN  PREHISTÓRICA 

DE 


I 


UCLÉS  PREHISTÓRICO 

pCLÉs  ha  sido  estudiado  bajo  varios 
aspectos.  Celebrada  fué  por  los 
entomólogos  la  riqueza  y  varie- 
'^^¡^  dad  de  su  fauna;  cantaron  los  poe- 
tas las  hazañas  de  sus  caballeros;  repeti- 
das veces  los  historiadores  vinieron  á  ho- 


jear las  páginas  tan  gloriosas  de  su  histo- 
ria: hoy  día,  aquí  lo  mismo  que  en  otros 
puntos  de  la  Península  y  demás  partes 
del  mundo,  sopló  el  viento  ala  prehistoria. 
¿Quién  podrá  conjeturar  cuántos  teso- 
ros arqueológicos  hubiera  de  entregar- 
nos el  atento  estudio  de  este  suelo  cuyas 
riquezas  con  pie  indiferente  ó  distraído 
hace  catorce  años  vamos  pisando?  Por  lo 
alto  de  los  collados,  dentro  del  desecado 
lecho.de  los  torrentes,  en  la  superficie  de 
los  labrados  campos,  hasta  mezclados  con 
el  polvo  de  los  caminos,  no  es  raro  en- 
contrar vestigios  de  un  arte  primitivo, 
bosquejados  productos  de  la  naciente  in- 
dustria humana:  hachas  de  pedernal,  pun- 
tas de  flechas  (fig.  1),  instrumentos  de  pie- 
dra (fig.  2),  punzones  de  hueso  (fig.3),con- 


Fig-.  I.*'— Punta  de 
flecha. 


Fig.  2.^— Instrumento  de 
piedra. 


chas  horadadas  (fig.  4),  fragmentos  de  una 
cerámica  rudimentaria  (fig.  5). 

Poseen  la  mayor  parte  de  los  pueblos 
vecinos  gran  número  de  hachas  pulimen- 
tadas, las  cuales  consideran  todavía  mu- 
chos como  preciosos  amuletos  contra  el 
rayo.  Los  romanos  y  griegos  las  llama- 
ron ceraimias;  los  franceses,  pierres  du 
tonnerre;  aquí  las  apellidan  rayos  ó  cen- 
tellas. 

En  Alcásar  del  Rey  me  entregó  D.  Luis 
Valdecabras,  diputado  provincial  de 
Cuenca,  tres  de  los  dichos  instrumentos, 
en  cuyo  número  se  encontraba  una  mag- 
nífica de  fibrolita,  la  más  hermosa,  según 
parece,  de  las  que  hasta  ahora  se  han  en- 
contrado en  España.  En  Almendros  reco- 
gí unas  sesenta  y  varias  en  otros  puntos 
de  la  región. 

Sin  embargo ,  en  ninguna  parte  apare- 
cieron más  abundantes  que  en  Segóbriga 
los  restos  de  las  primeras  civilizaciones 


1-^ 


boletín 


que  fuéronse  desarrollando  en  este  país. 

Segóbriga  es  una  antigua  ciudad  roma- 
na asentada  en  la  orilla  del  Giguela^  ria- 
chuelo afluente  del  Guadiana. 

Un  anfiteatro  medio  rellenado,  las  rui- 
nas de  un  templo  y  numerosos'  edificios 
públicos,  gigantescos  pedazos  de  mura- 


cerro  de  Cabeza  del  Griego,  ora  en  las  se- 
pulturas visigóticas. 

Nadie,  sin  embargo,  sospechó  hasta  es- 
tos últimos  tiempos  que,  á  poca  distancia 
de  la  ciudad,  existiese  una  cueva  profun- 
da é  inexplorada,  en  cuyas  tortuosas  ga- 
lerías yacían  sepultados  muchos  restos 
de  la  edad  neolítica  y  de  la  del  cobre  puro. 


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Fig,  4.* — Fragmento  de  concha  horadado. 

En  1892  un  guarda  bosque  de  D.  Gre- 
gorio Alonso  y  Grimaldi,  al  levantar  una 
piedra,  tropezó  con  esa  gruta  cerrada 
desde  tantos  siglos;  pero  no  atreviéndose 
á  penetrar,  la  señaló  á  D.  Pelayo  Quinte- 
ro y  Ataurí,  quien  se  sirvió  indicármela 
y  bajar  á  ella  para  que  después  fuésemos 
á  hacer  detenidas  excavaciones;  lo  que 
comenzamos  á  verificar  en  Octubre  del 
mismo  año;  pero  habiendo  tenido  mi  ami- 
go que  marchar  á  Madrid,  no  por  esto 
quise  dejar  de  seguir  el  emprendido  tra- 
bajo. 

Duraron  las  excavaciones  desde  Octu- 
bre 1892,  hasta  Septiembre  1893,  pero  no 
sin  repetidas  interrupciones.  EnSeptiem- 


Fig.  3.*— Punzón  de  hueso. 

lias,  he  ahí  lo  poco  que  ha  sobrevivido  de 
la  antigua  magnificencia  de  la  que  fué  ca- 
pital de  la  Celtiberia  durante  la  domina- 
ción romana  y  cabeza  de  una  diócesis  en 
tiempo  de  los  visigodos. 

Al  revolver  unas  y  otras  veces  los  es- 
combros amontonados  en  su  recinto,  sa- 
lieron á  luz  vestigios  no  despreciables  de 
una  civilización  prehistórica.  Délas  trein- 
ta ó  cuarenta  hachas  entregadas  al  Mu- 
seo de  Madrid  por  D.  Román  García  y 
Soria,  siete  ú  ocho  fueron  recogidas,  ora 
en  el  anfiteatro ,  ora  en  la  vertiente  del 


Fig.  5.*— Fragmento  de  vasija. 

bre  de  1893,  salió  en  el  Boletín  de  la  Real 
Academia  de  la  Historia  una'  primera 
memoric',  en  la  que  resumí  los  descubri- 
mientos hechos  hasta  el  mes  de  Junio  del 
citado  año. 

La  extensa  relación  de  todas  nuestras 
exploraciones  ha  comenzado  á  publicar- 
se con  el  número  2.°  del  tomo  xxiii  de  los 


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NUESTRA  SEÑORA  DEL  CLAUSTRO 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


73 


Anales  de  la  Sociedad  española  de  la 
historia  natural  y  continuará  en  la  mis- 
ma revista.  Pero  como  el  estudio  deteni- 
do del  yacimiento  de  Segóbriga,  por  ser 
el  primero  de  la  edad  neolítica  encontra- 
do en  la  parte  central  de  la  Península,  ne- 
cesita otro  estudio  comparativo  y  de  mu- 
cho aliento  de  las  demás  civilizaciones  de 
la  misma  época  descubiertas  en  otros 
puntos  de  Europa,  me  he  decidido,  á  rue- 
gos del  Sr.  Quintero,  á  escribir  un  com- 
pendio que  dé  á  conocer  brevemente  los 
resultados  más  importantes  de  las  exca- 
vaciones efectuadas. 

P.  Eduardo  Capelle. 
(Continuará) 


'm-^M-m- 


ARQUETA  DE  LA  CATEDRAL  DE  ASTORGA 


Wli.  A  arqueta  que  reproduce  nuestra 
'^J  fototipia  debe  contarse  entre  los 
objetos  que  figuraron  en  primera 
^^*  línea  en  la  celebrada  Exposición 
Histórico-Europea  de  Madrid  (Sala  vi, 
número  52).  Contribuyen  al  interés  que 
despierta  semejante  joya  arqueológica 
su  auténtica  y  respetable  antigüedad,  sus 
caracteres  artísticos  y  su  significación 
histórica,  como  enlazada  que  está  con 
aquel  gran  monarca  asturiano,  Alfon- 
so III  el  Magno  y  su  esposa  Jimena. 

Es  de  madera  chapeada  de  plata;  su 
forma  es  prismática,  terminando  en  pirá- 
mide truncada,  y  tiene  por  dimensiones 
30  centímetros  de  longitud  por  20  de  an- 
chura y  17  de  altura. 

De  las  dos  caras  principales,  en  la  de- 
lantera aparecen  dos  órdenes  superpues- 
tos de  á  seis  arcos  de  medio  punto  y  filia- 
ción latino-bizantina,  correspondiendo  el 
orden  inferior  al  cuerpo  de  la  arqueta  y 
el  superior  á  la  tapa;  son  de  notar  en 
unos  y  otros  la  labor  en  zig-zag  y  las  pie. 
dras,  ora  rectangulares,  ora  romboidales 
y  redondas,  que  aparecen  en  las  archi- 
voltas,  pilastras  y  enjutas.  Los  arcos  su- 
periores cobijan  formas  vegetales,  y  los 
inferiores  seis  ángeles  vestidos  y  alados, 
de  tan  rudimentaria  y  torpe  factura  como 


corresponde  al  estado  de  las  artes  en  los 
siglos  IX  y  X.  La  cara  contrapuesta  á  la 
ya  descrita  fué,  sin  duda,  análoga  á  ella, 
si  bien  sus  adornos  han  desaparecido.  En 
las  dos  caras  laterales  nótase  también  la 
labor  de  arcos. 

La  pirámide  truncada  en  que  consiste 
el  remate  de  la  cubierta  excede  en  interés 
al  resto  de  la  arquilla;  y  por  no  permitir 
el  grabado  gozar  de  su  vista  íntegra,  des- 
cribimos detalladamente  los  adornos  y 
leyendas  que  la  acompañan.  De  las  cua- 
tro caras  trapezoidales  á  que  da  lugar  la 
forma  de  este  remate,  la  posterior  está 
hoy  falta  de  su  guarnición  de  plata.  En  la 
anterior,  como  puede  observarse  por  el 
grabado,  aparecen,  cual  representacio- 
nes simbólicas  de  dos  Evangelistas,  el 
buey  y  el  águila,  alados,  destacándose 
bajo  ellas  los  nombres  L VCAS  y  lOHAN. 
Es,  pues,  seguro  que  en  el  trapecio  con- 
trapuesto figurarían  igualmente  las  re- 
presentaciones de  los  Evangelistas  San 
Marcos  y  San  Mateo. 

En  los  trapecios  laterales  divísanse 
ángeles  muy  parecidos  entre  sí  y  acom- 
pañados de  las  palabras  ANGELVS  (iz- 
quierda) y  GABRIEL  (derecha).  El  rec- 
tángulo superior,  que  corona  el  arco, 
muestra  en  su  centro  un  cordero  con  la 
cabeza  vuelta  hacia  la  izquierda,  y  sos- 
teniendo una  cruz  griega  con  su  corres- 
pondiente astil.  Sobre  él  léese  AGNVS, 
y  debajo  DEL  Por  último,  en  dos  ins- 
cripciones laterales  que  se  desarrollan 
transversalmente,  distínguense  estas  pa- 
labras: ADEFONSVS  REX:  SCEMENA 
REGINA. 

Esta  preciosa  indicación  es  lo  que  más 
importancia  presta  á  la  arqueta,  al  par 
que  le  proporciona  notorio  valor  históri- 
co. ¿Perteneció  exclusivamente  aquel  ob- 
jeto á  Alfonso  el  Magno  y  á  su  esposa, 
pasando  después,  por  vicisitudes  de  la 
suerte,  al  dominio  de  la  catedral  de  As- 
torga?  ¿Fué  acaso  un  don  del  esforzado 
y  religioso  rey  á  la  iglesia  asturicense? 
Sea  como  quiera,  por  figurar  en  la  ar- 
queta los  nombres  de  los  dos  cónyuges, 
íuerza  es  suponer  que  hubo  de  labrarse 
antes  de  su  separación  y  de  los  disgustos 
familiares  que  desde  el  año  908  acompa- 
ñaron á  aquel  soberano  digno  de  mejor 


74 


boletín 


suerte;  correspondiendo,  por  tanto,  al 
último  tercio  del  siglo  ix  ó  á  los  primeros 
años  del  x,  cuyos  caracteres  artísticos 
acusa  perfectamente. 

X. 


■c^<5^'3  íVJtv  c,^  y-t- 


INSCRIPC  ÓN  ÁRABE 

DE  LA 

CAPILLA  DE  SANTA  CATALINA  EN  TOLEDO 


RECTIFICACIÓN 

En  el  número  26  de  nuestro  Boletín  se  publicó  un 
artículo,  en  el  que  se  pretende  rectificar  lai-lectura  de 
una  inscripción  árabe  publicada  por  raí  en  el  Boletín 
de  la  Real  Academia  de  la  Historia:  como  el  articu- 
lista indica  que  incurrí  en  algún  error  grave,  además 
de  no  haber  acertado  á  leer  palabras  que  se  dice  es- 
tán claras  en  el  original ,  creí  que  debía  dar  explica- 
ciones á  la  Real  Academia  de  la  Historia,  por  cuyo 
acuerdo  se  había  publicado  el  artículo  en  cuestión. 

Enemigo  de  polémicas  literarias,  invité  en  carta 
particular  al  articulista  á  que  rectificara  lo  dicho, 
haciéndole  notar  los  errores  en  que  había  incurrido 
al  querer  corregir  lo  ajeno;  pero  como  no  haya  creído 
oportuno  hacerlo,  me  ha  sido  preciso  pedir  al  Direc- 
tor de  nuestro  Boi.etíx  que  ,  como  rectificación  nece- 
saria para  mí,  accediera  á  publicar  el  adjunto  escrito, 
para  defenderme  de  la  ligereza  que  se  me  atribuyó 
en  nuestro  excelente  Boletín  de  la  Sociedad  Espa- 
ñola DE  Excursiones  ,  cuyos  lectores  se  verán  priva- 
dos con  este  motivo  de  algún  trabajo,  cuj-a  lectura 
sería  más  amena  é  instructiva. 

N  sesión  de  13  de  Octubre  de  1893 
tuve  el  honor  de  leer  ante  la  Real 
Academia  de  la  Historia  un  corto 
artículo,  dando  cuenta  de  una  ins- 
cripción árabe  descubierta  por  aquellos 
días  en  las  obras  de  reparación  de  la  ca- 
pilla de  Santa  Catalina  de  Toledo,  y  de 
la  cual  me  había  remitido  un  buen  calco 
el  Académico  Correspondiente,  excelen- 
tísimo señor  conde  de  Cedillo:  la  Acade- 
mia acordó  que  se  publicase  en  el  Bole- 
tín, como  efectivamente  fué  publicado  en 
el  tomo  XXIII,  páginas  434  á  437. 

En  el  número  26  del  Boletín  de  la  So- 
ciedad ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES,  Corres- 
pondiente al  1.°  de  Abril  de  este  año.  se 
ha  publicado  por  el  Sr.  ü.  Rodrigo  Ama- 
dor de  los  Ríos  un  artículo  de  casi  doble 
extensión,  en  el  que  el  articulista  cree  ha- 
ber probado,  no  sólo  que  en  la  lectura  de 
la  inscripción,  tal  como  se  leyó,  hay  una 
falta  grave  de  gramática  árabe,  y  otras 
dos  de  lectura  de  palabras  de  las  cuales, 
al  menos  la  una  está  clara  según  el  arti- 


culista, sino  que  casi  todas  las  considera- 
ciones que  me  permití,  ó  no  hacen  al  caso 
ó  son  desacertadas. 

Ante  afirmaciones  tan  graves ,  sólo  en 
el  supuesto  de  que  el  crítico  hubiera  pro- 
bado sus  asertos,  podía  ó  debía  yo  callar- 
me y  tomar  la  resolución  de  no  despres- 
tigiar con  mis  escritos  el  lustre  de  la  Aca- 
demia; creí,  por  tanto,  que  debía  entrar 
en  el  examen  de  las  apreciaciones  del  ar- 
ticulista, y  molestar  quizá  demasiado  la 
atención  de  los  señores  Académicos;  si 
bien,  por  fortuna,  las  rectificaciones  que 
se  refieren  á  la  parte  técnica  y  que  ha- 
bían de  ser  más  molestas  para  los  no  ara- 
bistas, ocuparán  poco  espacio,  y  no  temo 
asegurar  que  podrían  quedar  rectifica- 
das con  la  proposición  siguiente:  las  tres 
ó  cuatro  rectificaciones  propuestas  son 
absurdas  graniaticabnente ,  al  menos 
analizadas  corno  lo  hace  el  articulista. 

La  primera  de  las  palabras  que  el  ar- 
ticulista rectifica,  de  la  lectura  que  yo 
propuse,  es  la  palabra  c5■^=>-^-^,  que  el  crí- 
tico dice  debe  leerse  ^^^^-.'^^^ ,  diciendo 
"llama  la  atención  el  hecho  de  que...  en  la 
lápida  de  la  capilla  de  Santa  Catalina  en  la 
parroquia  del  Salvador  de  Toledo,  aparez- 
ca clara  y  distintamente  el  dual  e5-:^-^^^ 
(no  (^^.^.s^Lo  como  se  ha  leído).,,  Pasando 
por  de  pronto  porque  aparezcan  clara  y 
distintamente  los  trazos  que  el  articulis- 
ta transcribe  por  ^_5-v-^U3,  esto  no  puede 
en  manera  alguna  ser  dual  de  <_-.-vi>.l^,  al 
que  indudablemente  se  refiere  el  autor,  si 
no  en  las  palabras  copiadas,  poco  más 
adelante  en  el  párrafo  que  habremos  de 
discutir  para  la  traducción  que  deba  dar- 
se del  dual  de  w^2».L^ ,  que  ambos  admi- 
timos. 

Si  en  el  texto  apareciese  clara  y  distin- 
tamente la  palabra  como  la  transcribe  el 
articulista,  podría  recibir  una  explicación, 
posible  gramaticalmente,  pero  en  mi  sen- 
tir poco  aceptable,  y  aunque  confirmaría 
algo  de  lo  que  después  habré  de  discutir, 
no  creo  merezca  la  pena  de  proponerse, 
por  cuanto  considero  seguro  que  el  dibu- 
jante de  la  inscripción  no  dio  á  ese  trazo, 
que  parece  estar  demás,  el  valor  que  se 
le  atribuye:  los  trazos  que  el  articulis- 
ta transcribe  por  (_j^,  son  absolutamente 
iguales  á  lo  que  aparece  en  la  palabra 


\)K  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


75 


anterior  ^o^,  y  que  ambos  transcribimos 
con  un  solo  ^  :  la  única  diferencia  con- 
siste en  que  en  la  palabra  (,^-^^U>  el  últi- 
mo trazo  se  ha  puesto  en  contacto,  es 
decir,  se  ha  unido  á  la  letra  anterior,  y 
en  la  palabra  ^j>^?,  no  se  ha  unido,  porque 
la  letra  j«.  no  lo  consentía. 

Como  las  figuras  que  presentan  las  le- 
tras en  los  manuscristos ,  sirven  no  poco 
para  explicar  en  casos  dados  lo  que  apa- 
rece en  las  inscripciones,  estoy  seguro 
de  que  los  que  hayan  manejado  muchos 
manuscritos  árabes,  no  encontrarán  di- 
ficultad en  admitir  la  explicación  que  aca- 
bo de  dar:  tengo  á  la  vista  el  Ms.  Ar.  N 
35  de  la  Academia,  en  el  cual,  en  una  sola 
página,  encuentro  las  palabras  (^^^Ja>  — 
<^^=-?.  cr^  que  ateniéndonos  al  rigor  de 
la  escritura,  pudiéramos  muy  bien  trans- 
cribir  ,^^JJ^-Ji>  — ,^5^X:£=_^_,^^J  _y  (Je. 

vanarnos  los  sesos  buscando  explicación 
aceptable  de  palabras  conocidísimas  '. 
Quien  no  se  satisfaga  con  las  explicacio- 
nes dadas,  y  crea  que  hay  que  admitir 
una  letra  más  en  la  palabra  ^^'y^l^ ,  bus- 
que la  solución,  sea  poniendo  los  puntos, 
que  pone  el  articulista,  ó  proponiendo 
otras  combinaciones,  que  podrían  ser 
casi  infinitas,  dado  que  de  las  seis  letras, 
en  último  término,  sólo  dos  son  seguras, 
si  prescindimos  del  sentido. 

En  la  palabra  que  yo  leí  ^^^-v-Ux,^í\,  y 
que,  si  gráficamente  ofrece  alguna  difi- 
cultad, por  el  sentido  y  construcción  gra- 
matical nos  parecía  y  parece  aceptable,  el 
articulista  lee  c^^r^'^\ ,  que  no  negare- 
mos pudiera  aceptarse,  si  diera  sentido 
su  traducción;  pero  para  explicarla  se  ha 
visto  forzado  el  articulista,  sin  duda  des- 
pués de  pensar  mucho  en  ello,  á  proponer 


1  Un  ejemplo  concreto  podemos  citar  en  apoyo  de 
la  utilidad  de  manejar  manuscristos  para  tener  fa- 
cilidad de  leer  las  inscripciones  :  en  la  Exposición 
Histónco-europea  ,  figuró  la  bien  6  mal  llamada 
Bandera  del  Salado,  en  cuya  inscripción  la  pa- 
labra ^X^  aparece  con  figura  muy  especial ,  que  no 
había  podido  leer  el  Sr.  D.  Rodrigo  Amador  de  los 
Ríos  cuando  la  publicó  por  primera  vez  en  el  Boletín 
de  la  Academia  :  como  en  la  obra  de  Aben-Alkádhi, 
litografiada  en  Fez ,  que  yo  acababa  de  leer,  había 
visto  esta  palabra  escrita  del  mismo  modo,  aunque 
menos  práctico  en  la  lectura  de  inscripciones,  pude 
leerla  sin  dificultad :  volviendo  sobre  su  trabajo  el 
Sr.  Amador  de  los  Ríos  cayó  en  la  cuenta  de  la  ver- 
dadera lectura  ,  y  rectificó  esa  y  otras  palabras  en  el 
número  siguiente  del  Boletín. 


una  explicación  imposible;  pues  dice,  "ad" 
quiérese  la  convicción  de  que  la  voz  es- 
culpida en  aquel  sitio  es  el  plural  regular 
del  nombre  de  acción  '<L^  de  la  raíz  ^-^¿, 
que  significa  don, presente,  regalo,y\\xQ, 
por  tanto,  á  lo  que  nos  es  dado  entender,' 
sólo  viene  á  expresar  por  superabundan- 
cian  la  naturaleza  graciosa  de  los  habi- 
ses„:  el  inconveniente  de  la  lectura  pro- 
puesta, aunque  las  letras  estuviesen  cla- 
ras con  sus  puntos  correspondientes,  es 
sólo  que  resulta  imposible  gramatical- 
mente, pues  nunca  un  nombre  de  acción 
como  ¿-A  puede  tomar  forma  de  plural 
llamado  regular,  ó  sea  con  terminación 
o?  para  nominativo,  ^.  para  genitivo. 

Mientras  no  se  proponga  una  explica- 
ción, ó,  mejor  dicho,  una  lectura  comple- 
tamente satisfactoria  partiendo  de  la  base 
de  que  la  segunda  letra  después  del  ar- 
tículo es  A,  sin  tener  pretensiones  de 
epigrafista,  creeré  haber  acertado  con  la 
verdadera  lectura,  porque  no  es  seguro, 
ni  mucho  menos,  que  lo  que  yo  creí  -o, 
sea  A  ;  esta  letra  en  el  único  caso  en  que 
no  está  ligada  por  el  principio,  que  es  en 
la  palabra  iJofc,  de  un  modo  claro,  está  li- 
mitada por  una  línea  recta  en  la  parte 
inferior  y  de  un  modo  perfectamente  per- 
ceptible en  los  otros  casos,  y  el  trazo  ó 
letra  en  cuestión  aparece  redondeado  por 
la  parte  superior  é  inferior  de  la  derecha, 
sin  que,  por  el  calco  al  menos,  se  note 
ruptura  del  relieve  por  esa  parte. 

En  la  línea  nueve  de  la  inscripción, 
donde  yo  leí  ^^LiJ\^,  el  articulista  ve  otra 
cosa,  y  dice:  "Clara  aparece  la  última  pa- 
labra de  la  linea  9,  J>J^\,  plural  irregu- 
lar de  0^1S...„  Pase  por  ahora  lo  de  que  la 
figura  de  las  letras  aparece  clara,  no  los 
puntos  que  hay  que  suplir ;  pero  resulta 
q^e  ^^l.jü\  no  puede  ser  plural  regular 
ni  irregular  de  q;l¿",  y  como  para  los  que 
sepan  sólo  muy  poco  de  gramáiica  árabe, 
quizá,  recordando  que  hay  muchas  for- 
mas de  plurales  irregulares,  sospechen 
que  pueda  ser  una  de  las  formas  muy 
raras,  diremos  terminantemente  que  en 
ninguno  de  los  trabajos  especiales  acerca 
del  plural  irregular  encontramos  citada 
esa  forma  entre  las  dadas  á  conocer  por 
Hamaker,  Derenbourg,  Guyard,  Carra 
de  Vaux,  ni  en  el  reciente  trabajo  no 


76 


boletín 


menos  completo  de  la  Gramática  del 
P.  Donat  Vernier,  S.J.:  no  es  esto  negar 
en  absoluto  que  pueda  presentarse  una 
semejante  forma;  pues  así  como  los  tra- 
tadistas anteriores  han  podido  dar  á  cono- 
cer muchas  formas  antes  no  conocidas,  es 
probable  que  se  encuentren  aún  otras; 
pero  nunca  se  justificarán  sólo  por  una 
inscripción. 

Pero  es  el  caso  que,  á  pesar  de  la  ter- 
minante aserción  del  articulista,  no  apa- 
rece clara  la  palabra  <^^^^\:  el  trazo 
que  transcribe  por  las  dos  letras  ^>,  es 
una  línea  quebrada,  compuesta  de  cuatro 
trazos  (en  forma  de  zig-zag),  de  los  cuales 
el  superior  está  inclinado  de  un  modo 
muy  marcado  hacia  la  izquierda,  y  el  in- 
ferior casi  horizontal ,  de  modo  que,  como 
para  que  constituyese  la  letra  >  inicial,  el 
trazo  debería  ser  perpendicular,  en  el 
caso  de  que  haya  más  de  una  letra,  difícil- 
mente podría  admitirse  que  fuese  >  nun 
inicial:  por  tanto,  no  aparece  clara  lapa- 
labra  ^^^^^  como  no  podía  estar  ni  cla- 
ra ni  confusa. 

Pasemos  por  alto  y  achaquemos  á  erra- 
ta de  imprenta  ó  á  inadvertencia,  el  trans- 
cribir ;3"Ua<J\  con  texdid  en  la  última,  en 
vez  de  habérselo  puesto  sobre  la  letra 
anterior,  ya  que  la  traducción  dada  supo- 
ne esta  lectura,  pues  la  transcrita,  aun- 
que posible  gramatical  y  gráficamente, 
no  cabe  por  el  sentido. 

El  articulista  da  por  seguro  que  hay  dos 
erratas  en  la  escritura,  faltando  una  le- 
tra en  las  palabras  J-^  por  <^'^  y  crTrt"^^ 
por  ¿j-w^--L^\:  en  esta  última  encontramos 
que  efectivamente  falta  un  trazo,  pero  no 
era  preciso  advertir  esta  omisión  del  ta- 
llista: en  cuanto  á  la  primera  palabra  no 
encontramos  que  falta  un  ^,  pues  de  las 
cuatro  veces  que  enlainscripción  resultan 
las  letras  finales  ^"l-,  en  las  cuatro  apare- 
cen figuras  diferentes ,  si  bien  sólo  en  la 
palabra  (^^-^  puede  admitirse  que  el  gra- 
bador no  marcara  bien  la  figura  corres- 
pondiente. 

Pasemos  á  examinar  la  traducción  que 
debe  darse  á  las  palabras  que  se  leen  en 
la  inscripción,  dejando  diferencias  de  poca 
monta. 

El  articulista  traduce  "constituid'js  con 


donaciones,,  la  palabra  que  nosotros  tra- 
dujimos "los  dos  directores,,  amines  ó 
fieles,  cuyo  uso  explicaremos  después; 
concertando  las  palabras  "constituidos 
con  donaciones  „  con  la  palabra  habises, 
en  castellano  está  bien,  pero  no  en  árabe, 
cuyos  plurales  irregulares  ó  fractos  es 
regla  elemental  de  sintaxis  que  sean  con- 
siderados como  singulares  femeninos 
para  los  efectos  de  la  concordancia;  de 
modo  que  si  la  palabra  ^^>-v.-.a'^\  fuese  pa- 
labra árabe  y  plural  regular,  como  quiere 
el  articulista,  no  podría  calificar  á  la  an- 
terior, que  es  un  plural  irregular  ó  fracto. 
Después  de  la  fecha,  cuya  correspon- 
dencia á  nuestra  era  se  ha  equivocado 
por  distracción  sin  duda  ',  continúa  la 
traducción:  "Apiádese  Alláh,  legatario 
de  esto,  de  quien  ha  cuidado  de  su  ejecu- 
ción, de  quien  haga  oración  en  este  lu- 
gar y  de  quienes  se  congreguen  en  él„. 
Una  palabra  nuestra,  que  empleamos  con 
gran  impropiedad,  la  palabra  legatario 
ha  extraviado  al  Sr.  Amador  de  los  Ríos, 
y  remachando  el  clavo,  como  suele  decir- 
se, le  ha  llevado  á  aplicar  la  palabra  le- 
gatario á  Alá ;  después  ha  sido  preciso 
suprimir  la  conjunción  de  la  palabra 
j^fcU^M^,  que  había  puesto  en  el  texto,  la 
cual  obliga  á  considerar  este  miembro 
de  la  frase  como  de  la  misma  naturaleza 
del  anterior,  á  no  ser  que  entre  á  formar 
parte  de  una  nueva  oración;  de  modo  que 
si  el  primer  calificativo  se  refiere  á  Alá, 
al  mismo  han  de  referirse  los  que  siguen: 
corrigiendo  la  traducción  que  dimos, 
"compadézcase  Alá  del  legatario  (del  que 
destina  esto  á  usos  piadosos),  del  que 
cuide  ó  tome  parte  en  su  obra,  del  que  en 
él  haga  la  oración  y  del  que  lea  en  él„, 
hoy  traduciríamos  "compadézcase  Alá 
de  quien  haga  legados  á  él  (al  palacio  ó 
edificio  construido),  de  quien  cuide  de  él, 


1  El  mes  de  racheb  del  año  432  de  la  hégira,  comen- 
zó el  día  7  de  Marzo  y  terminó  el  5  de  Abril  de  1041: 
los  días  de  9  de  Noviembre  á  8  de  Diciembre  de  1040, 
correspondieron  al  mes  rebia  l.°,  que  es  el  tercer 
mes  del  año:  véase  Masdeu  ;  Historia  critica  de  Es- 
paña, tomo  XIV.  Tabla.  Reducción  de  hégiras,  pági- 
na 249,  y  Wusteiifeld,  Vergleichniigs- Tabellen  der 
Mnliainincdaiiischcn  uiid  Christlichen  Zcitrech- 
nung,  pág-.  18,  advirtiendo  que  en  el  cómputo  de  am- 
bos autores  hay  un  día  de  diferencia,  y  que  seguimos 
el  cómputo  más  moderno. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


77 


de  quien  en  él  haga  oración  y  lea  (ó  en- 
señe) en  él„,  la  traducción  del  articulista, 
aún  admitido  que  debiera  leerse  (^^^^^ 
y  que  fuera  plural  de  o^^,  no  es  exac- 
ta, pues  no  podría  ó  no  debería  traducir- 
se por  "de  quienes  se  congreguen  en  él„, 
ya  que  el  verbo  ¿jj^  significa  unir,  no 
reunirse,  para  cuya  acepción  debería 
emplearse  otra  forma. 

Discutida  la  lectura  y  traducción,  pa- 
semos á  la  interpretación  ó  explicación 
del  uso  de  ciertas  fórmulas  y  títulos,  que 
se  aplican  á  los  personajes  mencionados 
en  la  inscripción. 

Encontrando  yo  entre  los  literatos  de 
Toledo,  que  vivían  hacia  los  mismos  años, 
un  Abderrahmán  ben  Mcharnad  ben  Al- 
berolo  ó  Alberola,  teniendo  en  cuenta 
las  singulares  coincidencias  de  nombres, 
en  especial ,  como  puede  suponerse,  el  de 
Alberola,  partí  del  supuesto,  aunque  sin 
asegurarlo,  de  que  el  mencionado  por  la 
inscripción  es  el  mismo  cuya  biografía 
ponen  Aben  Pascual  y  Adabbí,  indicando 
que  murió  en  Toledo  en  el  año  465,  ó  sea 
treinta  y  tres  años  después  de  la  fecha  de 
la  inscripción:  en  verdad  que  quizá  hu- 
biera sido  prudente  indicar  de  un  modo 
explícito  que  no  asegurábamos  fuese  el 
mismo;  pero  el  articulista  con  menos  ra- 
zones asegura  que  no  lo  es,  diciendo  que 
uno  y  otro  personaje  son  por  completo 
desconocidos;  pues,  añade,  no  hacen 
al  primero  relación  ostensiblemente  ni 
Aben-Baxcual  ni  Adabbí,  citados  por  el 
Sr.  Codera,  y  en  verdad  que  ni  uno  ni 
otro  autor  dicen  que  sea  el  mencionado 
en  la  inscripción,  y  si  lo  fuera,  pudieran 
haberlo  dicho,  si  lo  sabían. 

Aunque  no  sea  seguro  que  el  Abder- 
rahmán ben  Mohamad  ben  Alberolo  cita- 
do por  Aben  Pascual  sea  el  mismo  de  la 
inscripción,  no  será  fuera  de  propósito 
indicar,  y  los  toledanos  lo  agradecerán, 
que  aunque  en  la  biografía  no  dice  Aben 
Pascual  que  Abderrahmán  escribiera  libro 
alguno,  en  dos  partes  (páginas  198  y  261], 
le  cita  como  fuente  histórica;  por  tanto, 
deberemos  admitir  que  escribió  de  histo- 
ria de  Toledo,  pues  le  cita  con  motivo  de 
las  biografías "c¡e  dos  toledanos;  por  su- 
puesto, que  nadie  le  conoce  como  histo- 
riador, así  que  no  figuia  en  la  obra  del 
T.  III 


Dr.  Wustenfeld  Los  Historiadores  ara- 
bes  y  sus  obras. 

La  indicación  hecha  por  nosotros  de 
que  la  expresión  ^_y^~^.sJ^^\  v_^í>>l^  quizá  no 
deba  tomarse  como  prefecto  de  los  lega- 
dos piadosos,  sino  simplemente  como  in- 
dividuo de  la  obra  pía,  es  decir,  uno  de 
tantos  de  los  que  constituyeran  la  junta 
ú  oficina  que  tuviera  á  su  cargo  la  admi- 
nistración de  estos  bienes,  ha  debido  ex- 
trañar al  articulista  y  parecerle  un  atre- 
vimiento contra  la  autoridad  de  los  Dic- 
cionarios y  arabistas,  que  generalmente 
traducen  esa  palabra  por  prefecto,  y 
como  tomada  esta  palabra  castellana  en 
su  sentido  estricto,  no  cabe  que  haya  dos 
prefectos  de  una  cosa,  á  pesar  de  recono- 
cer que  en  la  inscripción  se  mencionan 
dos,  acude  al  recurso  de  suponer,  ó,  me- 
jor dicho,  de  dar  como  indudable,  que  los 
dos  prefectos  mencionados  debieron  de 
ser  sucesivos,  no  simultáneos. 

Pocas  veces  se  empla  la  palabra  »_-*.=». to 
en  dual  ó  en  plural,  á  no  ser  en  las  acep- 
ciones de  amigo  ó  compañero;  cuando 
forma  parte  de  títulos,  generalmente  se 
emplea  en  singular,  acompañada  de  una 
palabra  que  la  determina,  y  viniendo  ésta 
á  suprimirse  muchas  veces,  resulta  que 
el  nombre  >_;---a.Lo  tiene  multitud  de  acep- 
ciones, que  sólo  el  contexto  puede  deter- 
minar; de  aquí  que  Mr.  Dozy,  en  el  Suple- 
mento á  los  diccionarios,  ha  debido  con- 
signar varias  que  no  constan  en  el  Dic- 
cionario de  Freitag,  con  cuya  autoridad 
se  ha  escudado  el  articulista  copiando  sus 
ejemplos:  pudiera  haberse  apoyado  en  el 
testimonio  más  valioso  de  Dozy,  que  pone 
este  mismo  título,  y  que  traduce  como  el 
articulista  por  inspector  de  los  legados 
piadosos:  á  pesar  de  tales  autoridades 
sostengo  que  v_--^s..l^  no  debe  traducirse 
por  prefecto,  ni  señor,  ni  amigo^  sino  en 
su  acepción  primitiva,  por  compañero  6 
el  de,  á  no  ser  cuando  conste  que  se  trata 
del  compañero,  del  señor,  ó  del  que  pre- 
side ó  dirige  una  cosa:  veamos  la  prueba. 
Si  >_-^i>»U<o  se  ha  de  tomar  como  pre- 
Jeclo  en  sentido  estricto,  admitiremos  que 
no  cabe  más  que  uno,  y  así  ¿U3;-i¿J\>-^-^^l-o 
será  el  prefecto  de  la  guardia,  en  la  cual 
no  habrá  <_jIs'^\  prefectos. 
El  historiador  Aben  Hayyan,  en  el  tomo 

lO 


78 


boletín 


de  su  historia  existente  en  la  biblioteca 
familiar  de  ^idi  Hamuda  en  Constanti- 
na',  nos  suministra  datos  irrecusables, 
en  mi  sentir,  para  asegurar  que  la  expre- 
sión iÜ3,.Jü\^_-..i».V^  no  indica  en  muchos 
casos  el  jefe  de  la  guardia  preíoriana, 
como  se  ha  dicho,  sino  uno  de  la  guardia. 
Al  hablar  de  las  solemnes  recepciones 
en  honor  de  Alháquem  II,  indica  el  orden 
de  colocación  de  las  diversas  clases  de 
empleados,  y  distinguiendo  I  res  guardias 
pretor  i  anas  (ya  que  así  se  ha  llamado 
á  la  única  conocida)  ^J-aJ\  'i]=>j¿:^\\— guar- 
dia superior  — ,^J=^^^\  ¿.l3j.^\  —  guardia 
inedia — \Sf^^'^  ¿Ü3j.¿3\  —  guardia  me- 
nor, al  fol.  118  V.  de  la  copia  de  la  Aca- 
demia menciona  los  ^-^^'^  ^^j-¿J\  ^-_>li'^\ 
— los  de  la  guardia  superior:  en  varios 
puntos  menciona  hasta  nueve  individuos 
á  quienes  llama  ^J^^  ó^syJu^\  ^.^.-^íí-I^ 
el  de  la  guardia  mayor;  pues  no  vamos 
á  suponer  que  en  los  cuatro  ó  cinco  años 
de  que  trata  en  este  tomo,  cada  año  se  va- 
riase de  j eje  de  la  guardia:— sil  fol.  129 
vuelto  menciona  el  autor  á  los  '--->Us.^\ 
^^Á^\  ó¿3jJcJi\  los  soldados  de  la  guar- 
dia menor,  y  en  otros  puntos  menciona 
á  tres  individuos  á  quienes  llama  w^^l-o 
^jÁ^\  ¿¿ajJuW  y  á  uno  á  quien  da  el  tí- 
tulo de  ^$  ivall  de  la  guardia  menor, 
que  supongo  seria  el  iefe:  con  aplicación 
á  los  individuos  de  la  guardia  media  no 
tengo  anotado  que  Aben  Hayyan  emplee 
la  palabra  v^^^^\;  pero  encuentro  que  cita 
tres  individuos  á  quienes  llama  u.--^íí.Lo 
con  la  particularidad  de  que  da  este  título 
al  que  supongo  era  verdadero  jefe,  al  me- 
nos honorario,  pues  es  el  futuro  Alman- 
zor,  de  quien  al  fol.  73  v.°  dice  que  Alhá- 
quem, en  el  mes  de  Xawal  del  año  362 
(de  5   de  Ju  io  á  2  de  Agosto  de   973) 

<*wi>_*Í^J\         ,Xk:L      -vvo    8^¿X>     Lo    ,  J\     lc<v^s'" 

le  confirió  en  este  tiempo  el  mando  de 
los  cadies  en  la  parte  opuestafel  actual 
Marruecos),  unido  á  lo  que  ya  le  había 
confiado  de  las  dos  dignidades  (ó  direc- 
ciones) de  la  guardia  media  y  superior, 
de  las  herencias  y  del  cadiasgo  de  la 


cora  de  Sevilla  *.  Cuando  Mohamad 
ben  Abu  Amir,  el  futuro  Almanzor,  re- 
unía en  su  persona  todos  estos  títulos,  no 
es  de  suponer  que  fuese  un  simple  solda- 
do ó  individuo  de  las  guardias  media  y 
superior,  sino  jefe  efectivo  ú  honorario, 
que  esto  no  hace  al  caso;  tenemos  por 
tanto  una  prueba  de  que,  á  pesar  de  la 
preeminencia  de  condición  que  (según  el 
articulista),  supone  el  participio  ^-^sa-Ua 
tan  ¿üa^-^M  ;_,o>.Lo  era  el  último  soldado 
de  la  guardia,  como  el  jefe  que  la  manda- 
ba, y  esto  sin  pensarlo  lo  ha  reconocido 
en  otra  parte  el  articulista  al  traducir  las 
palabras  ¿^^^^  <^\^'^\  que  se  refieren 
á  los  tres  personajes  que  se  mencionan 
como  inspectores  de  una  obra,  por  de  la 
guardia  del  prefecto  ^. 

Como  es  natural,  no  de  todos  los  car- 
gos que  hasta  ahora  conocíamos,  se  en- 
cuentra en  Aben  Hayyan  mención  de 
t_jls:^\  individuos  del  cuerpo  ó  depen- 
dencia; pero  sí  de  varios;  así  encuentro 
^¿;\^\  <_jIs:'*^\  —  los  de  la  corasa,  — 
i^J>-^ls^^\  «>_jI^'^\  —  los  de  los  caballos 
cubiertos  de  placas  de  hierro  —  «^ls.^\ 
J^y^]\^  C>^jS¿\  —los  de  las  espadas  y 
tambores  —  CjI¡\j}U  j^3\  <^\^'^\  —  los 
de  los  pendones  y  banderas— '^^'^\ 
Cj\j^\  —  los  del  almacenaje  —  ^Ls-^l 
'<i-s)^\-¿losde  lalugartene>iciaP—^^'^\ 
Jj^\—¿los  del  tribunal  de  casación? — 
J¿LojJ\  i-_jUs.-^\— /os  de  la  secretaria,— 
^\¿j^i \  ^U'^\—  ¿los del est riboP—^^^ \ 
J^\y!¿\  —  ¿los  de  la  revista  P  —  y  otros, 
cuyas  transcripciones  no  ponemos  por 


1  El  futuro  Almanzor  había  sido  nombrado  para 
alguno  de  estos  últimos  cargos  en  el  mes  de  chumada 
primero  del  año  261,  como  dice  el  autor  al  fol.  40,  v." 

(léase  áJJ\>>.-»fi  )  eXJJo\  j^^*  ^  '^■^^'^  ^"^3 
¿.kíL  ^xi  í^j  j^yS  L<!  ^^\  «o  Ifi^s"^  (^_ylx*o^)\)■ 


.¿^\     ¿ÜlS'_o,_5     ¿cJi-y^b     fiUaJü 


1  Véase  Boletín  déla  AcadetHia,  t.  Xiii,  pág.  53;  xvr, 
pág.  377. 


•y  -' 

»l-iÍXA    J^^J^\    ,  _>\   y  nombró  á  Mohamad  ben  Ab- 

dalá  ben  Abu  Amir  para  la  dirección  de  la  guardia 
media,  agregando  estos  cargos  á  los  que  ya  tenía  de 
la  dirección  de  las  herencias,  del  cadiazgo  en  Sevi- 
lla y  de  la  intendencia  del  príncipe  Abu  Alwalid 
Hixem. 
2  Inscripciones  árabes  de  Córdoba.— FAg.  231:  las 

palabras    áJ^^io    i jIs."'^\    están  leídas  k í\js.'^\ 

¿.•.>i>j.J  ;  transcripción  que  no  admite  la  tr.iducción 

que    da  el  autor,   y  que  difícilmente  admitiría  una 
explicación  satisfactoria. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


79 


ser  poco  seguras  ciertas  letras  y  no  en- 
contrar nada  parecido  en  los  Dicciona- 
rios. 

En  confirmación,  si  se  necesitase,  de 
que  u^'O.-'-'^  no  puede  traducirse  por 
señor  ni  prefecto,  mientras  no  conste,  en 
trabajo  publicado  muy  recientemente  en 
el  Journal  Asiatiqíie^  encuentro  la  ex- 
presión ¿^^i\  t— ->ls.'^\  los  de  los  fundos , 
los  cultivadores,  quizá  enfiteutas,  en  con- 
traposición á  f.^~y<^\  V'^-i)^  ^os  señores 
de  las  aldeas,  doniini  solí,  como  dice 
Mr.  J.  Goeje  *. 

Hasta  en  cargo  más  importante,  como 
es  el  de  hachib  ó  primer  ministro  ,  en- 
contramos en  Aben  Hayyan  el  plural 
v_jIs^,  indicando,  según  creemos,  á  to- 
dos los  individuos  de  su  departamento. 

De  empleados  ó  prefectos  de  la  obra 
pía  no  hace  mención  Aben  Hayyan,  pro- 
bablemente por  no  ser  corporación  de- 
pendiente directamente  del  Califa,  sino 
meramente  religiosa. 

Veamos  si  el  título  amiii  se  emplea 
para  designar  cargos  y  puede  tener  apli- 
cación en  el  caso  de  la  inscripción  de  To- 
ledo; y  sobre  todo,  si  puede  haber  dos  al 
mismo  tiempo. 

Con  la  palabra  ¿^■rr'O^  ha  sucedido  lo 
mismo  que  con  la  palabra  ;_^=>.Lo;  su 
significado  ha  dependido  del  nombre 
que  le  determina:  el  fiel  de  pesos  y  -me- 
didas,—el  fiel  (juez)  de  los  edificios — el 
inspector  de  las  aguas— el  fiel  de  los 
perfumistas  (jefe  del  gremio  de  perfu- 
mistas, etc.:  (Dozy,  Suplemento  á  los 
Diccionarios)  y  suprimido  el  nombre  de- 
terminante, podrá  siempre  traducirse  por 
el  fiel  de  una  cosa  ó  de  una  corpora- 
ción (jefe  de  ella);  las  acepciones  concre- 
tas sólo  podrán  admitirse  cuando  por  el 
contexto  ó  por  otro  medio  puedan  ser  co- 
nocidas. 

En  la  citada  obra  de  Aben  Hayyan  en- 
contramos citados  varios  personajes  con 
el  título  de  amin  (fiel),  sin  añadir  deter- 
minante ,  y  sólo  en  un  nombramiento 
encuentro  la  determinación  :  en  el  mes 
de  chumada  primero  del  año  361 ,  Alhá- 


1  La  fin  de  l'empire  des  Cannathes  dit  Bahrain, 
por  M.  J.  de  Goeje,  extrait  du  Journal  Asiatique, 
París  1895. 


quem  II  ¿,.j  ^^S  f->^"  i^^  c^-?  -Sr^^'"  f-^* 

*l, s^^\    ¿3L«\    ^\    ^^^3    ^^    ^Ki 

nombró  á  Mohamad  ben  Abu  Kddim 
y  á  Ahmed  ben  Ká^im  ben  Kalsam 
para  el  fielato  de  los  graneros  rea- 
les; tenemos,  por  tanto,  un  testimonio 
auténtico  de  que,  al  menos  para  alguna 
dependencia ,  los  amines  eran  dos,  y,  por 
tanto,  nada  tiene  de  particular  que  la  cor- 
poración de  los  legados  piadosos  en  To- 
ledo tuviese  dos  amines,  como  dice  la 
inscripción  de  la  capilla  de  Santa  Cata- 
lina en  la  parroquia  del  Salvador. 

El  título  cr:^^  consta  casi  con  seguri- 
dad en  la  inscripción  de  Sevilla  á  que  el 
Sr.  Amador  de  los  Ríos  se  refiere  con 
frecuencia  en  su  artículo,  pretendiendo 
probar  que  si  en  Sevilla  había  un  solo 
j_j^Ur>.^í\  i_^2».l.^  administrador  de  los 
habises,i?iVí\hién  en  Toledo  debía  ser  uno 
solo  "cuando  no  hay  causa  justificada  por 
la  cual  se  acredite  que  los  toledanos  se  hu- 
bieran apartado  de  los  usos  y  de  las  cos- 
tumbres seguidas  en  las  demás  regiones 
musulmanas,,:  el  ^\.'^>^\  ._^í!i-l^  de  la 
inscripción  de  Sevilla  lleva  el  título  de 
j-'^^^\  el  amir,  según  se  ha  leído,  y  como 
entre  j-^"^\  y  ^-^^\  en  las  inscripciones, 
al  menos  en  algunas,  dada  la  figura  de  las 
letras  j-  y  ¿^  finales,  no  es  posible  encon- 
trar diferencia ,  no  es  de  extrañar  que  se 
haya  leído  lo  uno  por  lo  otro,  tanto  más, 
cuanto  parece  que  no  se  hizo  la  publi- 
cación en  vista  del  original,  sino  de  da- 
tos anteriores:  lo  mismo  sospechamos 
deba  leerse  en  la  lápida  llamada  de  San 
Juan  de  la  Palma ,  publicada  también  por 
el  Sr.  Amador  de  los  Ríos,  donde  el  ii- 
t\x\o  j^'^\  el  que  manda,  aplicado  á  un 
wasir  y  escribiente  ó  secretario ,  nos 
parece  casi  imposible;  en  esta  inscrip- 
ción, que  aparece  grabada,  resulta,  como 
hemos  dicho ,  la  absoluta  identidad  de 
las  letras  finales  c?  Y  >"  i  poi"  tanto,  no  es 
de  extrañar  que  se  haya  leído  de  un 
modo  ó  de  otro,  no  siendo  conocido  el 
personaje  á  quien  se  da  ese  título;  pero, 
de  todos  modos,  ^r:^'^\  parece  que  no  pue- 
da aplicarse  sino  á  individuos  de  la  fa- 
milia real,  en  realidad  al  príncipe  he- 
redero, aunque  no  esté  en  edad  de  po- 
der mandar:  en  el  mencionado  tomo  de 
Aben  Hayyan  no  encuentro  que  se  dé 


9o 


BOLETÍN 


este  título  más  que  al  príncipe  heredero 
Hixem. 

Aunque  el  articulista  no  discute  ni  re- 
prueba la  indicación  que  hicimos  de  la 
vaguedad  de  las  palabras  <V.^?.  uy^',  di- 
gamos algo  de  esto,  ya  que,  como  diji- 
mos, se  han  traducido  generalmente  estas 
palabras,  por  mano  de  él ^  tomándolo  en 
las  obras  artísticas  como  indicación  del 
artista,  y  otras  veces,  por  intennedio 
de,  bajo  la  dirección  ó  cotí  auxilio  de: 
indicamos  que  quizá  debieran  tomarse 
alguna  vez  en  el  sentido  de  á  costa  ó  d 
expensas  de ;  y  como  esta  acepción,  si 
pareciese  aceptable,  cambiaría  el  modo 
de  apreciar  el  mérito  ó  estimación  de 
ciertos  objetos  arqueológicos,  creo  me- 
rece alguna  consideración. 

Un  texto  de  la  obra  traída  de  Marrue- 
cos y  ofrecida  á  la  Real  Academia  de  la 
Historia  conotras  por  el  Correspondiente 
en  Zaragoza,  D.  Julián  Ribera,  titulada 
El  Buen  olor  de  los  ¿méritos  repetidos 
ó  virtudes P,  por  Abu  Abdald  ^eidi  Mo- 
hanmiad  ben  Attayib  ben  el  imam  Qeidí 
Abdeffalam  el  xerij  el  kadiri  *,  nos  hizo 
comprender  que  alguna  vez  la  expresión 
^.  U5^*  indica  d  expensas  de;  pues  ha- 
blando de  los  acontecimientos  ocurridos 
en  el  año  1066  de  la  hégira  (de  31  de  Oc- 
tubre de  1655  á  19  de  Octubre  de  1656), 
dice  que  en  este  año  ó  en  el  anterior  fué 
renovado  el  sepulcro  del  wali ,  el  co- 
nocido, feidi  Ali  el  Sanan,  que  (está) 
entre  la  puerta  de  la  Alhambra  y  la 
mosala  de  Fes ,  por  mano  ( ¿d  expen- 
sas?) de  geidi  assaguir  ben  Alkadhi 
con  la  riqueza  que  heredó ,  ^s  ^  «í^^áj 

y^J^¿^\    f^^\     íi-r-'O     JJvia-     dXy^i     s^^\     ^IjiJ 
fi^Tj-^^   '-r*^    C-y'^í    ^'^^   (_^>Ij!.-^-^\  ^^i-C   j^iX-^-i*) 


s.¿-«oJ\ 


^,>>-s-*0       >>.3 


CS^ 


C5" 

l9 


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<*-^;)3  nJ^TT?  (^-^^\  tomo  I,  página  216;  en 
el  tomo  II,  página  75,  encontramos  la  mis- 
ma fórmula  y  creemos  que  tiene  la  misma 
acepción,  si  bien  hay  que  convenir  en 
que  no  resulta  tan  claro. 

Como  el  nombre  oo  entre  sus  muchas 
acepciones  tiene  las  de  mano,  beneficio, 
riqueza,  auxilio,  y  no  consta  que  tenga 


también  la  de  dirección ,  resulta  que  en 
la  traducción  de  la  fórmula  ^^,  ^^^^  por 
bajo  la  dirección  de,  todos  nos  hemos 
permitido  una  libertad  quizá  no  justifi- 
cada, y  que  deberá  traducirse  literalmen- 
te con  auxilio  de,  sin  fijar  que  fuera  á 
sus  expensas ,  pero  sin  que  tampoco  se 
excluya  esta  acepción;  cuando  en  la  fór- 
mula se  use  la  palabra  ^3->^í.,  si  supone- 
mos que  la  palabra  está  en  dual ,  pare- 
ce que  debe  indicar  el  artífice  ;  si  se 
considera  que  está  en  plural,  deberá  tra- 
ducirse por  con  auxilio  de  ó  á  expen- 
sas de. 

Creo  haber  probado  que ,  si  me  equivo- 
qué en  alguna  cosa  al  dar  noticia  á  la 
Real  Academia  de  la  Historia  de  la  ins- 
cripción encontrada  en  la  capilla  de  San- 
ta Catalina  de  la  parroquia  del  Salvador 
de  Toledo,  no  incurrí  en  los  graves  erro- 
res que  el  articulista  supone.  Si  rae  he  ex- 
tendido más  de  lo  necesario,  sírvame  de 
disculpa  el  deseo  de  ilustrar  algunas 
cuestiones  histórico-lexicológicas  rela- 
cionadas con  la  cuestión  capital,  aprove- 
chando datos  no  utilizados  por  descono- 
cidos. 

Francisco  Codera. 

Madrid  10  de  Mayo  de  1895. 


SECCIÓN  DE  LITERATURA 

EL- PAN  NUESTRO  DE  CADA  DÍA 
(artículo  que  no  se  pone  duro) 

^'engo  yo  un  tío  por  parte  de  ma- 
dre, natural  y  vecino  de  Villafrita, 


1  Véase  Boletín  de  la  Real  Academia  de  la  His- 
toria, tomo  XXIV,  pág.  375. 


[i  a)"  pintiparado  para  servir  deprota- 
?^j  gonista  á  una  de  esas  piezas  que, 
rebosando  chiste,  suelen  representar  en 
Lara. 

Es  mi  pariente  hombre  que  frisa  en 
los  sesenta  y  cuatro,  sano,  coloradote, 
con  dos  patillas  como  el  ampo  de  la  nie- 
ve, ágil,  despejadísimo,  erudito  y  muy 
poco  tolerante  con  la  injusticia  ó  el  abu- 
so. No  sale  jamás  del  pueblo  y  eso  que 
da  en  arrendamiento  toda  su  hacienda 
rural,  menos  una  hermosa  viña  que  él 
plantó  y  labra  siempre  con  gran  esmero, 
para  cosechar  el  vino  que  consume. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


Si 


Sostiene  mi  tío,  con  muchas  y  buenas 
razones,  "que  en  ninguna  casa,  cuyo  due- 
ño se  estima,  deben  faltar  biblioteca  y 
bodega...,,  ^^ Remedios  del  alma  la  pri- 
mera, como  dijo  el  Rey  egipcio  Osiman- 
dias,  y  puso  sobre  la  puerta  de  la  suya 
en  grandes  letras  (de  la  librería,  ¿eh?),— 
y  salud  del  cuerpo  la  segunda,  porque  en 
ella  se  guarda  el  don  más  preciado  del 
cielo,  según  Gilbert.,,  "La  biblioteca, — 
añade,— es  el  vasto  almacén  donde  duer- 
men tranquilamente  las  ideas  de  nuestros 
padres.,,  "La  bodega,  el  campo  virgen  en 
donde  hierve  en  germen  la  inspiración  de 
nuestros  hijos...,,  Y  así  sigue  establecien- 
do comparaciones  entre  los  estantes  y  les 
toneles.  Ello  es  que  el  hermano  de  mi 
madre  (D.  Paco,  como  todos  le  llaman) 
vive  feliz  en  Villafrita,  merced,  según  él 
dice,  á  aquellas  dos  bien  provistas  ofici- 
nas, sin  familia,  y  servido  por  un  matri- 
monio que  nació  en  la  casa,  y  de  ella  y 
del  señor  cuidan. 

Mi  tío  aborrece  la  política  militante, 
en  cuyo  espigado  campo  cosechó  los  úni- 
cos desengaños  de  la  vida,  ya  que  desde 
muy  joven,  se  encontró  sin  familia,  y  no 
trató  jamás,  por  otra  parte,  de  llenar  es- 
te vacío  con  el  matrimonio. 

Don  Paco  no  visita  á  nadie  en  el  pueblo, 
pero  recibe  á  todo  el  que  va  á  verle  ;  re- 
huye que  le  cuenten  chismes  de  localidad; 
se  defiende,  como  gato  panza  arriba,  de 
pertenecer  al  Ayuntamiento,  y  no  hojea, 
en  clase  de  publicaciones  periódicas,  más 
que  la  Gaceta  y  alguna  que  otra  ilustra- 
ción española  ó  extranjera. 

En  fin,  mi  pariente  tiene  cosas,  y  todos 
allá  le  quieren  bien,  otorgándole  esa  es- 
pecie de  protectora  condescendencia  con 
que  el  vulgo  suele  premiar  ciertos  mé- 
ritos que  no  comprende.  Diariamente  re- 
cibo un  gran  paquete  de  cartas,  firmadas 
por  las  personas  de  más  suposición  en  el 
pueblo,  interesándose  por  la  salud  de  mi 
querido  enfermo. 

El  pobre  de  D.  Paco  atrapó  una  pulmo- 
nía de  p  p  y  IV. 

Muchos  años  hace  que  acariciaba  yo  el 
deseo  de  que  viniese  á  Madrid  una  tempo- 
radilla,y  por  fin  lo  conseguí.  ¡Nunca  lo 
hubiera  intentado! 

Mi  tío  llegó  tal  día   como  hoy,  á  las 


siete  de  la  mañana,  y  á  las  doce  y  media 
de  la  noche  se  metió  entre  sábanas  para 
no  volverse  á  levantar  quizá.  El  buen  se- 
ñor no  había  estado  nunca  en  la  corte,  si 
bien  conoce  á  fondo  por  los  libros  la  his- 
toria de  la  villa  y  sus  pocos  monumen- 
tos, y,  por  mis  cartas,  la  vida  que  aquí 
hacemos  chicos  y  grandes. 

Al  bajar  del  vagón  para  arrojarse  en 
mis  brazos,  tropezó  D.  Paco  con  un  chi- 
cuelo  que  corría  voceando  El  Imparcial' 
y  dio  en  tierra,  revuelto  con  la  maleta  y 
un  cesto  de  huevos  de  sus  famosas  galli- 
nas, que  me  traía  de  regalo. 

Había  olvidado  decir  que  es  inteligentí  - 
simo  en  avicultura. 

*  —La  verdades,— exclamó,  levantándo- 
se con  presteza  y  algo  mohíno ,— que  no 
entro  en  Madrid  con  muy  buen  pie...  ¡ya 
tropecé  con  la  política!  Vamos  á  tu  casa; 
me  asearé  un  poco ,  y  comenzaremos  á 
aprovechar  el  día.  ¿Dónde  hay  simones, 
como  vosotros  decís?  No  me  gusta  ir  en 
ómnibus. — Allí  veo  uno. — ¡Eh...  cochero, 
cochero!  —  ¡Hombre!  ¿También  ese  zan- 
guango atiende  más  al  periódico  que  á  su 
negocio? 

El  auriga  estaba  encantado,  al  parecer 
con  la  lectura  de  El  País. 

— A  la  calle  de  la  Independencia,  nú- 
mero 1. 

El  cochero  dobló  el  papel  con  mucha 
cachaza,  y  arreó  de  mala  gana. 

Cuando  mi  señor  pariente  hizo  sus  ablu- 
ciones, cambió  de  traje  y  se  desayunó, 
como  acostumbra,  con  una  taza  de  café 
con  leche,  me  dijo : 

—Oye,  Juan ,  aunque  yo  me  afeito  siem- 
pre solo,  como  tú  sabes,  porque  no  me 
gusta  que  nadie  me  sobe  la  cara,  hoy  has 
de  llevarme  á  la  peluquería;  es  preciso 
conocerlo  todo. 

—Vamos  allá 

—¿Qué  va  á  ser,  caballero? 

—Afeitarme. 

Reclinó  D.  Paco  la  venerable  cabeza  en 
el  respaldo  del  sillón,  y  el  mancebo,  des- 
pués de  ponerle  un  paño  al  cuello  á  ma- 
nera de  babero,  comenzó  á  enjabonarle  la 
barba  que  muy  pronto  se  confundió  con 
las  patillas. 

Luego  se  puso  á  suavizar  la  navaja  en 
la  correa,  y  mientras  tanto  reanudó  la 


82 


boletín 


discusión  que  tenía  emprendida  con  un 
parroquiano  que  se  rizaba  el  pelo,  ó  se  lo 
rizaban,  en  el  tocador  inmedi^ito. 

El  barbero,  á  cada  tajo,  interrumpía  su 
tarea,  y  con  una  mano  en  la  cara  de  mi 
tío  para  estirarle  la  piel,  se  volvía  de  me- 
dio lado  accionando  con  la  navaja  al  aire 
como  si  de  este  modo  reforzase  sus  argu- 
mentos. 

El  mancebo  y  el  parroquiano  comenza- 
ban ya  á  dar  grandes  voces,  cuando  mi 
tío,  con  sólo  media  barba  afeitada,  se  puso 
en  pie  de  pronto,  se  arrancó  el  paño  de 
un  tirón,  se  enjugó  la  espuma,  sacó  una 
peseta,  que  dejó  sobre  el  mármol  del  to - 
cador,  y  encarándose  con  el  barbero: 

—Vd. perdone— le  dijo;— soy  nuevo  enla 
corte,  y,  sin  duda,  tomé  el  Congreso  por 
peluquería  y  á  Vd.  por  barbero.  Beso  á 
Vd.  la  mano,  Sr.  Diputado. 

—¡Pero,  tío!...  por  María  Santísima,  esta 
ha  sido  una  salida  de  saínete— le  dije  ya 
en  la  calle. 

—¡Qué  quieres!...  Aunque  he  leído  aque- 
lla sabia  máxima  del  P.  Coloma,  que  dice: 
"  Mu}^  superior  á  la  caridad  que  consiste 
en  dar,  es  la  que  consiste  en  soportar  las 
humanas  flaquezas,,,  pienso  que  no  gana- 
ré la  gloria  ejercitando  aquella  virtud 
en  semejante  forma.  Puede  que  ese  rapa- 
barbas sea  un  Bismarck  en  canuto,  pero 
en  punto  á  afeitar,  que  es  lo  que  debía 
saber  en  primer  término,  está  aún  en  el 
silabario:  ¡pensé  que  me  dejaba  sin  un 
cañón ! 

Dime,  esa  de  enfrente  es  la  antigua  Casa 
de  Correos^  hoy  Ministerio  de  la  Gober- 
nación, ¿verdad? 

—Sí,  señor. 

—Pues  vamos  allá  que  quiero  infor- 
marme del  estado  de  un  expediente  sobre 
el  pósito  de  mi  pueblo:  es  encargo  espe- 
cial de  nuestro  alcalde. 

— ¿S.  E.  el  Sr.  Director  de  Administra- 
ción local? 

—Está  en  el  Congreso— respondió  con 
malos  modos  y  sin  levantarse  de  la  silla 
portero  que  leía  El  Liberal  junto  á  un 
choubersky  al  rojo  cereza. 

Mi  tío,  que  se  había  descubierto  al  en- 
trar en  la  portería,  se  puso  el  sombrero 
de  golpe. 

—¿Y  el  señor  jefe  de  la  sección  de...? 


—No  hay...  fué  nombrado  Gobernador 
de  Burgos. 

—¿Y  el  jefe  del  negociado  de  pósitos? 

—Enla  redacción  estará...  ¿no  sabe  V. 
que  es  director  de  El  Centinela  Admi- 
nistrativo? 

—No,  señor,  ni  me  importa;  lo  que  voy 
aprendiendo  es  que  Vd.  no  tiene  crianza 

y-- 

— ¡Caballero! 

— Pocas  palabras...  Yo  represento... 

El  portero  se  puso  en  pie  de  un  brinco. 
Comprendí,  en  seguida,  que  tomaba  á  mi 
pariente  por  diputado  de  la  mayoría.  Sólo 
ellos  se  atreven  á  alzar  el  gallo  en  los 
Ministerios. 

— V.  S.  disimule...,  ¿podría  saber  lo  que 
desea? 

— Averiguar  el  estado  en  que  se  en- 
cuentra un  expediente  relativo  al  pósito 
de  V^illatrita,  pueblo  de... 

— Sí,  sí  señor...,  ya  comprendo:  sírvase 
V.  S.  venir  conm^go  junto  á  Rapila,  que 
él  le  pondrá  al  corriente...  Lleva  el  nepo- 
ciado  en  la  punta  de  los  dedos. 

En  efecto,  el  Sr.  Rapila,  empleado  de 
menos  sueldo  que  el  portero,  dio  á  mi  tío 
cuantas  noticias  podía  apetecer. 

El  expediente  estaba  á  la  firma,  hacía 
un  mes,  ¡pero  vaya  Vd.  Acogerla  á  los 
jefes  en  aquellos  días  de  grandes  campa- 
ñas parlamentarias! 

D.  Paco  sintió  desde  el  primer  momen- 
to muchas  simpatías  por  aquel  modesto 
funcionario,  tan  inteligente  como  ama- 
ble. La  oficina  tenía  seis  mesas,  sin  con- 
tar la  del  director  de  El  Centinela  ;  aca- 
baba de  dar  la  una,  y  el  único  puesto 
ocupado  era  el  de  Rapila,  quien  para 
responder  á  mi  tío  no  necesitó  ni  con- 
sultar el  registro  de  la  dependencia. 

D.  Paco  sacando  un  magnífico  veguero 
lo  ofreció  al  covachuelista. 

—Mil  gracias,  no  fumo ;  es  demasiado 
lujo  para  mí,  que  tengo  mujer,  siete  hijos 
y  5.000  reales  con  descuento. 

— ¿Y  cuántos  años  de  servicios? 

—Quince...  con  treinta  y  dos  cesan- 
tías... 

— "De  la  Subsecretaría,,— dijo  el  porte- 
ro de  marras,  dando  un  pliego  á  Rapila, 
que  se  puso  más  amarillo  que  níspero  del 
Japón  maduro. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


83 


—  ¿Vd.  me  permite?...  ¡¡Mentía,  señor 
de...!! 

—Francisco  Mirallcs,  servidor  de  Vd. 

— Pues  bien,  Sr.  Miralles...,  las  cesan- 
tías son,  con  esta,  tantas  como  los  años  de 
Cristo.  ¡El  señor  Subsecretario  acaba  de 
dejarme  á  pedir  limosna  con  mis  pobres 
hijos ! 

Y  el  infeliz  de  Rapila  cayó  en  el  si- 
llón desfallecido  estrujando  el  maldito 
oficio. 

Se  había  hecho  tarde  y  propuse  á  mi  tío, 
al  salir  del  Ministerio,  que  fuésemos  á  al- 
morzar al  Hotel  Inglés. 

D.  Paco  quería  comer  ostras,  marisco 
desconocido  en  Villafrita. 

— Se  han  concluido -dijo  el  mozo;— las 
consumieron  todas  en  un  almuerzo  que 
acaba  de  dar  el  diputado  electo  por  Zam^ 
pal  taifa  al  Subsecretario  de  Goberna- 
ción y  á  otros  políticos  de  los  que  tnan- 
dan,  que  acaban  de  marcharse  al  Con- 
greso. 

—Se  me  han  quitado  las  ganas  de  al- 
morzar, pide  tú  lo  que  quieras— exclamó 
mi  tío. — No  haría  más  Felipe  II  que  lo  que 
ese  político  acaba  de  hacer  con  el  desdi- 
chado Rapila.  Mientras  que  éste  irá  aho- 
ra probablemente  camino  del  viaducto  de 
la  calle  de  Segovia,  el  señor  Subsecreta- 
rio digiere  las  ostras  recostado  en  un  es- 
caño del  Depósito  de  Sanguijuelas  del 
país. 

—Vamos  á  paseo ,  necesito  respirar  el 
aire  libre. 

— ,;Ese  es  el  palacio  de  la  Marquesa  del 
Aljibe? 

— El  mismo. 

—Aguarda  un  poco,  vo}''  á  entrar  un 
momento  á  saludar  á  la  señora;  ya  tú  sa- 
bes que  medio  Villafrita  es  suyo...,  y  que 
cuando  visitó  sus  estados  tuvo  conmigo 
grandes  atenciones. 

—¿La  Sra.  Marquesa? 

— No  está  en  casa;  la  señora  asiste  aho- 
ra todas  las  tardes  á  la  tribuna  diplomá- 
tica del  Congreso. 

—Está  bien:  hágame  Vd.  el  favor  de 
darle  esta  tarjeta. 
— Sigamos  al  Retiro. 
¡Hombre,  tiene  gracia !  El  contribuyen- 
te paga  los  carruajes  de  los  Ministros 
para  que  éstos  paseen  á  las  niñeras  con  la 


prole;  ¡la  Guardia  Civil  se  pasa  la  tarde 

saludando  amas  de  cría!! 

"¿y  para  vei-  tal  situación, 
se  armó  la  gran  revolución?,, 

como  cantan  en  una  zarzuela  bufa.,, 

Después  de  comer  dimos  con  nuestros 
cuerpos,  á  primera  hora,  en  Martín.  Re- 
presentaban una  revista  política  intitula- 
da "Padrino  te  dé  Dios,  hijo,  é  irregula- 
risay  poco  te  importe.» 

Más  tarde  fuimos  al  Ateneo. 

La  sección  de  Literatura  celebraba  se- 
sión. Los  oradores  comenzaron  á  discu- 
tir sobre  Calderón  de  la  Barca,  conclu- 
yendo por  disputar  sobre  Moret  y  Pidal. 

Quisimos  luego  tomar  un  helado  en  El 
Suizo,  y  también  allí  se  ^hablaba,  en  va- 
rias mesas,  deSagasta,  Cánovas  y  Ruiz 
Zorrilla  á  grito  pelado.  Como  en  todas 
partes,  más  que  los  hechos  se  discutían 
las  personas,  poniéndolas  como  la  alfom- 
bra del  Salón  de  Conferencias,  en  el 
Congreso. 

Mi  pobre  tío  estaba  furioso  y  creo  hasta 
que  sudaba  cuando  llegamos  á  la  puerta 
de  casa. 

Yo  me  desgañitaba  llamando  al  sereno, 
y  la  autoridad  nocturna  no  parecía  por 
ninguna  parte,  cosa  que  ocurre  muy  fre- 
cuentemente en  España  cuando  aquélla 
hace  falta.  De  pronto  se  levantó  el  aire- 
cilio  asesino  del  Guadarrama;  D.  Paco 
tuvo  que  abrocharse  el  gabán  y  subirse 
el  cuello.  Por  fin  vimos  salir  á  Pepe,  con 
chuzo  y  farol,  de  la  taberna  inmedia- 
ta, seguido  de  una  bulliciosa  turba  de 
borrachos  y  dos  ó  tres  individuos  de 
Orden  Público  que  trataban  de  ponerlo 
entre  aquella  gente.  En  la  tasca  se  había 
armado  una  bronca  regular  entre  el  ta- 
bernero, alcalde  del  barrio,  que  defen- 
día al  gobierno,  y  los  parroquianos  que 
representaban  la  oposición  en  semejante 
Parlamento.  Excusado  es  decir  que  el 
motivo  de  la  polémica,  de  los  palos  y  las 
Jsofetadas,  había  sido  la  política. 

Mi  tío,  con  aire  muy  triste  y  dando 
diente  con  diente,  murmuraba  al  subir  la 
escalera: 

— Según  D.  Antonio  Cánovas,  la  len- 
gua es  el  alma  exteriorizada;  sí,  y  el 
altna  de  toda  esa  ciencia,  que,  en  gene- 
ral, persigue  en  España  el  vil  garbanzo, 


84 


boletín 


burlándose,  en  el  fondo,  de  otros  princi" 
píos  más  sólidos...  es  la  lengua,  verdade. 
]-a  palanca  de  Arquímedes  de  los  tiempos 
presentes.  ¡Hay  algo  "más  regugnante 
que  una  salsa  vista  al  sol,,  que  decía  Sa- 
varin:  ese  algo,  querido  sobrino,  es  Ma- 
drid político; 

Aquí  acometió  á  mi  tío  un  fuerte  golpe 
de  tos  seca  y  cavernosa. 

— Me  parece  que  la  cogí...  Vine  á  la 
Corte  para  verte  y  por  la  maldita  polí- 
tica, me  va  á  costar  caro  el  viaje.  Llama 
á  tu  médico  en  seguida,  me  siento  muy 
mal. 

—¿Quiere  Vd.  los  periódicos  de  por  la 
noche?— dijo  la  criada  al  abrir  la  puerta 
del  cuarto. 

—No,  hija  mía,  guárdalos;  estoy  ya  sa- 
tisfecho de  el  pan  nuestro...  (es  decir, 
vuestro...)  de  cada  día,  que  ya  me  lo  die- 
ron hoy  en  bollos,  en  tortas  y  en  hogazas 
de  á  quintal. 

El  Conde  de  las  Navas. 


-^'c~-^,,<s<iiit9y'&^sy-^~a  - 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


EL  RETRATO   EN   ESPAÑA 


(CONCLUSIÓN  ) 

Considerando  á  la  humanidad  siempre 
la  misma,  lógico  será  también  deducir 
que  todo  aquel  que  por  algún  concepto 
llegara  á  distinguirse,  quisiera  ó  procu- 
rara su  retrato,  y  que,  otros  menos  se- 
ñalados, sirvieran  de  modelo  á  los  artis- 
tas en  sus  concepciones,  como  efectiva- 
mente fué  costumbre,  especialmente  en 
los  asuntos  sagrados  que  se  hicieron 
para  los  retablos  délos  siglos  xv  al  xvii. 

A  ser  esto  cierto,  como  lo  es ,  ¡cuántos 
retratos  habrá  esparcidos  sin  poderse 
señalar  de  quiénes  sean,  como  sucede  con 
el  que  nos  dice  Cervantes,  le  hizo  en 
Sevilla  su  amigo  Jáuregui!  Y  también 
con  los  170  que  dibujó  Francisco  Pache- 
co, de  los  cuales  una  pequeña  parte  afor- 
tunadamente han  parecido  '. 

La  miniatura  sobre  marfil,  desde  que 


apareció  en  Alemania  en  el  siglo  xvii ,  y 
pasó  á  Francia  en  los  primeros  años  del 
siglo  pasado,  hasta  el  descubrimiento  del 
daguerreotipoy  fotografía,  su  mayor  ene- 
migo, alcanzó  tal  boga,  que  fué  hasta 
nuestros  días  un  artículo  de  lujo,  del  que 
ciertas  clases  de  la  sociedad  no  pudieron 
prescindir. 

Llegó  á  generalizarse  tanto  la  costum- 
bre de  retratarse  en  miniatura,  que  en 
brazaletes,  collares,  pendientes  y  meda- 
llones, fué  el  mayor  y  más  estimable  dije 
de  las  damas,  sin  contar  las  cajas  de  ta- 
baco, guardapelos,  relojes  y  sellos,  que 
en  tanta  abundancia  han  llegado  á  nos- 
otros '. 

No  sólo  retratos,  sino  también  asuntos 
tomados  de  la  fábula,  se  hacían  sobre 
delgadas  láminas  de  marfil  y  cobre,  exis- 
tiendo muchos  de  tamaños  reducidos  eje- 
cutados en  los  siglos  xvi  y  xvii. 

No  se  crea  que  fuesen  artistas  adoce- 
nados los  que  se  dedicaron  á  estos  traba- 
jos, pues  son  conocidos  algunos,  pintados 
al  óleo  por  Velázquez  -,  Murillo,  Mazo, 
Pantoja  de  la  Cruz,  Sánchez  Coello,  Lia- 
ño,  Escalante  y  Mateo  Zerezo,  á  los  que 
deben  agregarse  los  hechos  sobre  mar- 
fil por  Huerta,  Méndez,  Ugalde,  Muñoz 
Rivero  ,  Ana  Mengs  ,  Goya  ,  Duquer, 
Corro,  Reygón  y  Balaca.  Las  medallas 
acuñadas  ^  han  sido  otro  de  los  triunfos 
conseguidos  por  el  grabado  en  hueco, 
por  cuyo  medio  se  perpetúa  la  memoria 
de  los  grandes  hombres;  los  notables  he- 
chos de  la  historia  y  los  más  famosos 
edificios  de  la  antigüedad,  cuyas  ruinas 
el  tiempo  ha  respetado. 

El  origen  de  esta  clase  de  grabados  no 
se  puede  precisar;  sólo  se  sabe  que  en  la 
octava  Olimpiada  se  fundó  en  Egina  la 
primera  fábrica  de  moneda.  Después  de 
algún  tiempo  que  vino  grabándose  en  las 
monedas,  la  forma  de  una  concha  ó  figura 


1  Hoy  los  posee  D.  José  María  Asensio,  y  hace  al- 
gún tiempo  comenzó  á  publicarlos  por  medio  del  fo- 
tograbado. 


1  El  miniaturista  D.  Antonio  Beygón,  llegó  á  reunir 
una  numerosa  y  escogida  colección  de  retratos  en 
miniatura,  en  su  mayor  parte  de  artistas  españoles, 
procedentes  de  los  objetos  antes  citados. 

2  Uno  posee  excelente  nuestro  amigo  D.  Luis  de 
Madrazo. 

2  El  Sr.  Nogués  ha  conseguido  reunir  una  curiosa 
colección  de  medallas  y  otra  de  retratos  pequeños 
importantes,  en  su  mayor  parte  procedentes  de  la  co- 
lección Carderera. 


DE    LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


85 


de  tortuga,  se  emplearon  escudos,  abejas 
y  cabezas  de  divinidades,  adoptando,  por 
último,  la  de  ciertos  juegos  olímpicos, 
representaciones  mitológicas  y  cabezas 
de  los  dioses,  de  las  que  tantas  preciosida- 
des se  hicieron  en  Grecia,  cuyos  artistas 
se  vieron  obligados  á  buscar  refugio  en 
Roma,  amparándose  de  sus  mismos  ene- 
migos. 

La  moneda  entre  los  r<. manos,  fué  de 
grosera  ejecución,  hallándose  muchas 
acuñadas  de  familias  consulares  en  las 
que  aparecen  por  un  lado  una  cabeza  en 
representación  de  la  ciudad;  y  por  el  otro, 
un  carro  tirado  por  caballos. 

Poco  á  poco  fueron  mejorándose  los 
cuños,  y  así  vemos  que  llegaron  á  regu- 
lar perfección  en  tiempo  de  los  empera- 
dores Julio  y  Flavio,  mejorándose  en  las 
medallas  de  Nerón,  desde  cuya  época 
decayeron  hasta  el  extremo  de  que  los 
bustos  no  son  conocidos  más  que  con  au- 
xilio de  las  inscripciones. 

Con  la  irrupción  de  los  vándalos  des- 
apareció la  civilización  romana,  quedan- 
do, por  lo  tanto,  las  artes  en  el  ma^'or 
abandono,  hasta  que  apareció  con  Teo- 
dosio  el  estilo  bizantino,  adoptándose  po- 
ner las  cabezas  de  frente,  en  vez  de  per- 
fil, como  había  sancionado  la  costum- 
bre. 

Con  relación  al  grabado  de  las  piedras 
duras,  no  puc  de  precisarse  la  época  en 
que  dio  principio,  pero  sí  que  siguió  á 
las  monedas  y  medallas,  sufriendo  las 
mismas  alteraciones  de  progreso  y  de- 
cadencia. 

Con  el  renacimiento  de  las  artes  y  su 
completo  desarrollo  en  el  siglo  xvi,  se 
elevó  el  grabado  en  Italia  á  la  mayor  al- 
tura de  perfección,  y  sus  artistas  nos  han 
dejado  una  importante  y  rica  colección 
de  medallas  conmemorativas. 

A  esta  feliz  región  de  las  artes,  siguie- 
ron después  Alemania,  Francia,  é  Ingla- 
terra; y  á  España  vinieron  los  maestros 
más  eminentes,  llamados  por  el  empera- 
dor Carlos  V,  y  Felipe  11;  siendo  estos, 
entre  otros,  León  Leoni  )'■  Jácome  Trezo, 
cuya  primera  obra  fué  el  famoso  Taber- 
náculo del  monasterio  de  El  Escorial,  y 
la  medalla  que  hizo  á  Juan  de  Herrera. 

A  tan  gran  maestro  sucedió  Pompeyo 
T.  III. 


Leoni,  autor  de  las  mejores  medallas  de 
Felipe  II. 

Otro  grabador  en  hueco,  Clemente  Vi- 
rago, se  hizo  célebre  con  el  retrato  en 
piedra  dura  del  príncipe  Carlos,  suce- 
diéndole  Cambiago,  Pogini ,  Rodríguez 
del  Castillo,  Bautista,  Jacobo  y  Diego  de 
Estor;  y  en  tiempo  de  Felipe  V,  Monte- 
mar,  Hernández,  Fernández  de  la  Peña  y 
Prieto. 

La  gran  cantidad  de  retratos  en  meda- 
llas que  las  ilustres  casas  españolas  co- 
leccionaron, en  muestra  de  su  ilustración 
y  sus  viajes  por  Italia,  desde  los  tiempos 
de  D.  Alfonso  V  de  Aragón,  han  desapa- 
recido, quedándonos  solo  su  recuerdo, 
en  Alfonso  Vde  Aragón,  por  Víctor  Pisa- 
no,  que  también  grabó  el  de  D.  Iñigo 
Dávalos;  el  Gran  Capitán;  Cardenal  Cis- 
neros;  D.  Iñigo  López  de  Mendoza,  se- 
gundo conde  de  Tendilla;  doña  Margari- 
ta de  Austria,  hija  de  Carlos  V;  D.  An- 
tonio de  Leyva;  duque  de  Alba;  D.  Pera- 
fan  de  Ribera;  Gonzalo  Pérez,  secretario 
de  Felipe  II;  D.  Pedro  de  Toledo,  mar- 
qués de  Villaíranca;  D.  Luis  de  Reque- 
sens;  D.  Martín  de  Aragón,  conde  de  Ri- 
bagorza  y  duque  de  Villahermosa;  don 
Francisco  Fernández  de  Liévana,  graba- 
do por  Pompeyo  Leoni;  D.  Fernando  de 
Moneada;  D.  Juan  Figueroa,  virrey  de 
Milán;  marqués  de  Mondéjar,  virrey  de 
Ñapóles;  Cardenal  Quiroga,  Arzobispo 
de  Toledo;  D.  Juan  de  Austria;  Honorato 
Juan,  Obispo  de  Albarracín;  D.  Antonio 
Agustín,  Arzobispo  de  Tarragona;  Beato 
Nicolás  Factor,  y  las  labradas  en  el  si- 
glo XVII,  de  San  Ignacio  de  Loyola,  Mateo 
Vázquez  de  Luca,  D.  Francisco  de  Mon- 
eada, marqués  de  Aj^tona ,  D,  Pedro  Gi- 
rón, duque  de  Osuna,  duque  de  Alcalá, 
virrey  de  Ñapóles;  D.  Antonio  P.  Alva- 
rez  Osorio,  marqués  de  Velada;  Carde- 
nal Portocarrero,  virrey  de  Sicilia;  du- 
que de  Montalbo;  D.  Gaspar  de  Braca- 
mente y  Guzmán,  duque  de  Alcalá;  don 
Tomás  Enriquez  de  Cabrera,  conde  de 
Melgar;  duque  de  Montemar;  Luis  Ve- 
lasco  y  Vicente  González,  defensores 
del  Castillo  del  Morro  en  la  Habana. 

Hoy  la  fotografía,  con  sus  grandes 
triunfos  y  adelantos,  se  ha  encargado  de 
dejar  al  porvenir  la  fisonomía  especial  y 


86 


boletín 


las  costumbres  del  siglo  presente,  en  sus 
hombres,  artes  y  monumentos,  conclu- 
yendo, á  nuestro  juicio,  con  el  grabado, 
como  sucedió  con  la  miniatura.  Ahora 
bien;  ¿llegará  su  poder  á  tanto,  que  alcan- 
ce arrebatar  á  la  naturaleza  sus  brillan- 
tes colores?  Si  lo  consiguiera,  grande  se- 
ria la  impresión  que  el  arte  pictórico  su- 
friría, pero  dudoso  nos  parece  consiga 
vencer  al  ingenio  del  artista  en  sus  con- 
cepciones, pues  siempre  tendrán  el  pri- 
vilegio de  pasar  á  la  posteridad,  como  el 
mejor  y  más  seguro  medio  de  expresar 
los  mayores  entusiasmos  del  alma,  tra- 
ducidos por  el  color  y  el  sentimiento  de 
la  forma. 

Vicente  Poleró. 


BIBMOOI^flHIH 


Anatomía  pictórica.  Ensayo  de  An- 
tropología artística,  por  José  Parada  y 
Santín,  catedrático  por  oposición  de  di- 
cha asignatura  en  la  Escuela  Especial  de 
pintura,  escultura  y  grabado  de  Madrid. 
(Madrid,  Viuda  de  Hernando  ,  1894.) 

Entre  los  trabajos  más  sólidos  y  serios 
de  la  moderna  cultura  científica  española 
debe  contarse  la  obra  que  nos  ocupa; 
obra  en  que  la  erudición  y  la  crítica  se 
dan  la  mano,  levantando  un  monumento  á 
la  íntima  relación  que  enlaza  la  ciencia  y 
el  arte. 

El  distinguido  catedrático  de  la  Escuela 
de  Bellas  Artes  divide  su  amplio  trabajo 
en  cuatro  partes.  Tras  razonada  intro- 
ducción, historia  en  la  primera  la  Ana- 
tomía artística,  partiendo  de  los  pueblos 
más  remotos ,  hasta  nuestros  días ;  inclu- 
ye una  abundante  bibliografía,  sazonada 
con  observaciones  críticas;  considera  al 
hombre,  en  su  doble  concepto,  de  objeto 
de  estudio  del  anatómico  y  del  artista,  y 
recorre  en  toda  su  extensión  el  ancho 
campo  de  la  Antropología  artística.  De- 
dícase la  segunda  parte  á  la  Fisiología; 
la  tercera,  á  la  Morfología,  y  á  la  Etno- 


logía, la  cuarta:  estudiándose  en  las  tres 
las  diferentes  ramas  de  la  Anatomía  pic- 
tórica con  un  acierto  y  lucidez  que  hacen 
igualmente  recomendable  tal  estudio  al 
artista  y  al  antropólogo. 

Acompañan  á  la  obra  163  fotograbados, 
reproducción  de  dibujos  y  obras  de  otros 
géneros  de  artistas  antiguos  y  modernos. 
Citaremos  entre  aquéllos  á  Arfe  y  Villa- 
fañe ,  Alberto  Durero,  Rafael,  Vinci, 
Miguel  Ángel,  Velázquez  ,  Le  Brun,  Au- 
drán,  Sagredo,  Rubens,  D.  Vicente  Ló- 
pez ,  y  entre  los  contemporáneos  á  Aran- 
zadi,  Arroyo,  Alvarez  Dumont,  Amérigo, 
Domínguez ,  Garnelo ,  García  Sampedro, 
Haes,  Madrazo,  Urgell,  Villodas  y  otros 
muchos,  sin  excluir  al  mismo  autor  de  la 
obra. 

Entendemos,  pues,  de  acuerdo  con  el 
informe  del  claustro  de  profesores  de  la 
Escuela  de  pintura,  escultura  y  grabado, 
que  acompaña  al  libro,  que  éste  viene 
á  llenar  un  gran  vacío  en  dicha  Escuela; 
y  hacemos  nuestra  la  recomendación  que 
á  los  artistas  dirige  el  Sr.  D,  Julián  Ca- 
lleja en  el  preámbulo  que  precede  al  volu- 
men asegurando  "que  no  harán  cosa  que 
de  más  provecho  les  sea ,  que  ocupar 
mucho  tiempo  en  la  lectura  de  esta  exce- 
lente obra,  que  merece  figurar  entre  las 
buenas  de  Anatomía  pictórica^. 


Una  excursió  á  Londres  (1893).  Con- 
Jerencias  donadas  en  lo  Centre  excur- 
sionista de  Catalunya  ab  exposició  de 
Jotografias,  per  Ramón  Arabía  y  Sola- 
nas. (Barcelona,  L'Avenf,  1894.) 

El  Sr.  Arabía,  probado  y  erudito  ex- 
cursionista, ha  concentrado  en  cuatro  con- 
ferencias, escritas  en  su  materna  lengua 
catalana ,  una  verdadera  Guía  de  Lon- 
dres,  que  puede  prestar  indudables  ser- 
vicios á  nuestros  compatriotas  que  visi- 
ten la  gran  ciudad.  Comenzando  por  dar 
cuenta  de  ciertas  generalidades,  del  as- 
pecto, carácter,  alojamiento,  medios  de 
locomoción,  datos  estadísticos ,  etc.,  en- 
tra luego  el  autor  á  describir  los  monu- 
mentos, edificios  notables,  jardines,  vías 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


87 


públicas  y  Museos.  No  faltan  noticias  cu- 
riosas acerca  de  la  vida  y  usos  del  pueblo 
londonense,  como  tampoco  una  descrip- 
ción y  reseña  de  los  alrededores  de  la 
Metrópoli  inglesa. 

En  suma,  recomendamos  la  lectura  de 
este  folleto,  en  que  son  de  notar  correcto 
lenguaje  ,  fácil  estilo  ,  espíritu  observa- 
dor, atinados  juicios  é  indicaciones  prác- 
ticas de  verdadera  utilidad  para  el  via- 
jero. 


ta,  por  las  reproducciones  monumentales 
á  que  antes  hicimos  referencia. 


Retratos  de  antaño,  por  el  Rdo.  P.  Luis 
Coloma,  déla  Compañía  de  Jesús.  Publí- 
calos la  duquesa  de  Villahermosa,  conde- 
sa viuda  de  Guaqui.  (Madrid,  Tello,  1895.) 

Magnífico  volumen  de  597  páginas  en  8.° 
mayor,  editado  con  esplendidez  verdade- 
ramente regia  por  una  de  las  más  ilustres 
representantes  de  nuestra  aristocracia. 
Desarróllase  principalmente  en  él  la  bio- 
grafía de  los  duques  de  Villahermosa,  Don 
Juan  Pablo  Aragón  Azlor  y  Doña  María 
Manuela  Pignatelli  de  Aragón,  durante  el 
período  de  su  matrimonio  (1769-1790);  pero 
con  este  motivo  y  con  carácter  episódico, 
el  historiador  presenta  los  retratos  de  per- 
sonalidades más  ó  menos  salientes  de  la 
época,  relata  curiosas  anécdotas  y  com- 
pone, en  suma,  una  narración  en  alto  gra- 
do interesante  y  amena,  cuya  lectura  es 
difícil  interrumpir  una  vez  comenzada. 

Avaloran  más  aún  el  libro  seis  magní 
cas  heliografías,  que  son  los  retratos  del 
autor,  del  duque  de  Villahermosa,  de  la 
duquesa  de  Medinaceli  y  las  vistas  del  pa- 
lacio de  Pedrola,  del  claustro  de  Veruela 
y  del  castillo  de  Javier.  Acompañan  tam- 
bién veintiocho  facsímiles  y  transcripcio- 
nes de  cartas  autógrafas  de  Beaumar- 
chais,  Galiani,  D'Alembert,  Polignac,  La- 
valliére,  Geoffrin,  Grimaldi,  Mayans  y  el 
conde  de  Aranda,  con  muy  buen  acuerdo 
extraídos  para  su  publicación  del  archivo 
de  Villahermosa. 

Encierra,  pues,  la  obra  en  que  nos  ocu- 
pamos, notoriointerés  para  el  historiador, 
para  el  literato  y  aun  para  el  excursionis- 


Víctor  Balaguer,  de  las  Reales  Acade- 
mias Española  y  déla  Historia.— £"w  Bur- 
goSj  recuerdos  de  esta  ciudad  insigne. 
(Madrid,  El  Progreso  editorial,  1895.) 

Forma  este  bello  volumen,  publicado 
recientemente,  una  colección  de  estudios 
históricos  y  literarios,  que  ya  habían  vis- 
to la  luz  con  anterioridad  en  la  obra  del 
mismo  autor  titulada  Añoranzas^  en  su 
Historia  de  los  Reyes  Católicos  y  en  la  re- 
vista Pro  Patria.  He  aquí  el  interesante 
contenido  del  libro.  Glorias  y  ruinas  (car- 
tas á  una  dama).— La  casa  del  Cordón.— 
El  castillo  de  Burgos.— El  cuento  del  Cid. 
—La  cuesta  de  la  Reina. 

Excusamos  elogiar  estas  producciones 
del  insigne  académico  y  vate  catalán,  so- 
bre las  cuales  ya  la  crítica  dictó  favorable 
fallo;  y  sólo  diremos  aquí  que  la  reunión 
en  un  volumen  de  aquella  serie  de  traba- 
jos acerca  de  Burgos  y  su  comarca  ha  si- 
do excelente  idea,  tan  útil  para  el  excur- 
sionista, como  propia  del  benemérito  Pre- 
sidente de  la  Sección  de  Literatura  de  la 
Sociedad  Española  de  Excursiones. 

Víctor  ^dL\2ígyxQr .—Los  Jue gos  florales 
en  España,  memorias  y  discursos. 

Acaba  también  de  aparecer  este  tomo, 
que  forma  el  xxxii  de  la  colección  de  las 
obras  completas  del  Sr.  Balaguer.  Encié- 
rranse  en  él  varios  trabajos  ya  anterior- 
mente publicados  y  otros  nuevos,  que  el 
público  saboreará  con  delectación.  Entre 
ellos  se  cuentan  los  discursos  pronuncia- 
dos en  Barcelona,  Valencia,  Pontevedra, 
Granollers,  Reus  y  Zaragoza  con  motivo 
de  la  celebración  de  juegos  florales,  y 
otros  leídos  en  las  Reales  Academias  Es- 
pañola y  de  la  Histeria,  en  el  Ateneo  de 
Madrid  y  en  el  Circulo  de  Bellas  Artes, 
con  motivo  de  recepciones,  contestaciones 
y  sesiones  públicas. 


boletín 


Fechas  prehistóricas  y  porvenir  de  las 
^'flá'ffs.— Conferencia  dada  en  la  Sociedad 
Geográfica  de  Madrid ,  el  2  de  Abril 
de  1893,  por  Rafael  Alvarez  Sereix.  inge- 
niero de  montes.  (Madrid,  Rojas,  1895.) 

Interesante  por  más  de  un  concepto  es 
este  trabajo,  que  su  autor  divide  en  dos 
partes,  como  el  mismo  título  indica.  En  la 
primera  afirma  resueltamente  la  apari- 
ción del  hombre  sobre  la  tierra  en  el  pe- 
ríodo cuaternario;  examina  las  diferentes 
opiniones  de  los  sabios  sobre  la  duración 
de  los  períodos  geológicos;  bosqueja  rá- 
pidamente las  primitivas  civilizaciones 
históricas  de  Caldea,  de  Egipto  y  de  los 
primitivos  europeos;  y  proclama  que  la 
humanidad  no  procede  del  estado  bestial, 
como  se  ha  pretendido  vanamente. 

La  segunda  parte  de  la  conferencia  es, 
si  cabe,  más  notable  que  la  primera.  Fun- 
dándose el  conferenciante  en  la  resurrec- 
ción contemporánea  del  Japón  y  en  otros 
hechos  y  observaciones,  combate  la  gene- 
falizada  creencia  de  la  superioridad  abso- 
luta y  perdurable  de  nuestra  raza  caucá- 
sica, y  el  subsiguiente  desdén  con  que  mi- 
ramos las  demás  razas,  juzgándolas  infe 
riores.  Examina  y  analiza  los  grandes 
problemas  europeos  contemporáneos  en 
su  relación  con  la  lucha  de  razas,  y  res- 
pecto de  estas  últimas,  concluye  que  las 
hoy  existentes  han  de  sufrir  notables  mo- 
dificaciones, sin  que  desaparézcanlos  dos 
tipos  cardinales,  el  blanco  y  el  negro,  en 
tanto  que  el  planeta  no  sufra  un  completo 
trastorno  de  esos  que  separan  entre  sí  las 
edades  geológicas. 

El  Sr.  Alvarez  Sereix  ha  dado  en  este 
trabajo  nueva  muestra  de  la  erudición  y 
atinada  crítica  que  tanto  avaloran  sus  es- 
critos. 


El  Dominio  del  capital. — Conferencia 
dada  en  el  Círculo  de  Contribuyentes  de 
Alcalá  de  Henares,  el  5  de  Mayo  de  1895; 
por  Rafael  Alvarez  Sereix,  Ingeniero 
de  montes. 

Folleto  de  gran  actualidad,  debido  á  la 
pluma  del  mismo  distinguido  publicista, 


en  que  se  aborda  la  cuestión  social  con 
tan  sana  tendencia  como  atinada  crítica. 
"Determinar  el  alcance  de  la-revolución 
que  va  á  verificarse,  señalar  las  causas 
que  la  hacen  inevitable,  analizar  las  ten- 
dencias que  pretenden  dominar  en  lo  fu- 
turo,,; tal  es  el  objeto  de  la  disertación. 

En  el  curso  de  ella  marca  su  autor  la 
debida  distinción  entre  la  propiedad  y  el 
capitalismo,  proclamando  las  excelencias 
de  aquélla  y  condenando  este  último  como 
explotación  que  es  del  hombre  por  el  hom- 
bre. Examina  las  soluciones  que  tienen 
relación  inmediata  con  el  sistema  social 
existente,  á  saber:  el  llamado  socialisino 
cristiano  y  el  socialismo  del  Estado. 
Hace,  por  último,  un  llamamiento  á  los 
hombres  de  buena  voluntad  para  evitar 
en  lo  posible  la  violencia  de  la  revolución 
que  amenaza.  La  disertación  que  nos 
ocupa  es  digna  en  todos  conceptos  de  su 
autor  el  infatigable  publicista  Sr.  Alvarez 
Sereix. 


La  Decena  (cuentos  y  chascarrillos), 
por  el  Conde  de  las  Navas.  (Madrid,  Du- 
cazcal,  MDCCCXCV.) 

Ya  el  Conde  de  las  Navas  venía  mos- 
trándose en  anteriores  producciones 
como  discreto  novelista  y  cuentista  exce- 
lente, y  uniendo  en  ellas  al  fin  moraliza- 
dor,  á  la  consoladora  máxima  ó  al  agudo 
pensamiento,  una  concepción  vigorosa, 
limpieza  de  frase,  gran  fuerza  de  obser- 
vación y  acierto  en  la  pintura  de  tipos  y 
caracteres. 

Todas  estas  condiciones  y  otras  más 
hallará  el  lector  en  La  Decena.,  especie 
de  mosaico  literario,  cuya  amena  lectura 
no  es  dable  interrumpir  una  vez  empren- 
dida. 

Cuentos  llama  el  autor  á  El  Cura  de 
Retamales  y  á  María  de  la  Purifica- 
ción, y,  sin  embargo,  el  heroico  sacrifi- 
cio del  simpático  P.  Alfredo,  y  el  arran- 
que y  noble  desprendimiento  de  la  pobre 
inclusera,  más  nos  parecen  que  cuentos 
narraciones  impregnadas  de  realidad  y 
de  vida.  Cosas  del  mundo  es  un  cuadro 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


89 


muy  sentido,  en  que  se  destacan  vigoro- 
sos contrastes.  En  Ríñones  salteados  el 
autor  emprende  opuesto  camino,  atacan- 
do la  nota  cómica.  Hay,  en  fin,  en  el  libro 
chascarrillos  (que  por  su  extensión  pu- 
dieran más  bien  llamarse  cuentos  en  ¡ni- 
niatura)^  en  que  el  donaire  andaluz  cam- 
pea; citemos  entre  ellos  Un  adverbio  y 
una  liebre,  Caracoles^  Política  y  arru- 
gas y  El  Oidor,  en  nuestro  concepto  el 
más  donoso  de  todos.  , 

Con  lo  ya  dicho,  y  con  recomendar  á 
nuestros  consocios  la  lectura  de  tan  sa- 
broso libro,  nos  creemos  dispensados  de 
insistir  en  su  elogio. 


Historia  y  Arte.  —  Revista  mensual 
ilustrada.  Director:  Adolfo  Herrera. 

Aún  no  se  habían  hecho  eco  estas  co- 
lumnas de  la  aparición  de  aquella  impor- 
tante Revista,  que,  por  el  excepcional  lujo 
con  que  viene  presentada  y  por  las  firmas 
que  la  autorizan,  merece  protección  deci- 
dida de  los  amantes  del  arte  y  de  la  histo- 
ria. La  circunstancia  de  ser  el  Sr.  Herre- 
ra Vocal  de  la  Comisión  ejecutiva  de 
nuestra  Sociedad  no  puede  impedir  que  á 
la  publicación  por  él  dirigida  tributemos 
los  elogios  que  merece,  y  que  en  justicia 
deben  también  alcanzar  á  los  editores  se- 
ñores Hauser  y  Menet,  quienes,  al  arries- 
gar sus  intereses  donde  por  desgracia 
no  alcanza  todavía  la  afición  á  los  estu- 
dios serios  el  desarrollo  que  debiera,  me- 
recen todo  género  de  alientos  y  de  éxitos. 

He  aquí  ahora  el  sumario  de  los  tres  nú- 
meros publicados ,  que  constituyen  por  sí 
mismos  el  mejor  encomio  que  de  la  obra 
pudiera  hacerse. 


MARZO 


Texto:  Del  carácter,  por  D.  José  Eche- 
garay,  de  la  Academia  Española.— A  un 
ruiseñor  cautivo,  por  D.  Gaspar  Núñez 
de  Arce,  de  la  Academia  Española. — La 
cuchillería  en  España  (siglo  xvii),  por  don 


Manuel  Ricoy  Sinobas,  de  la  Academia 
de  Ciencias.— En  Montserrat,  por  D.  Víc- 
tor Balaguer,  de  la  Academia  Española. 
— Canova  y  Thorvaldsen,  por  D.  Augusto 
Danvila,  C.  de  la  Academia  de  San  Fer- 
nando.—La  agrupación  de  los  grandes 
hombres  que  personificaron  la  cultura 
española,  por  A.  —  Varia,  por  R. 

Láminas  sueltas  en  fototipia:  Cuchi- 
llería española  (siglo  xvti).— Marte  y  Ve- 
nus (escultura  de  Antonio  Canova).— 
Mercurio  aprestándose  á  matar  á  Argos 
(escultura  de  Alberto  Thorvaldsen). — La 
agrupación  de  los  grandes  hombres  que 
personificaron  la  cultura  española  (cartón 
de  D.  José  Garnelo). 

Láminas  intercaladas  en  el  texto  en 
fototipia  y  fotograbado:  Tijeras  mejica- 
nas (siglo  xvii).  —  Tijeras  de  Jaén  (si- 
glo xvii).— Tijeras  de  Albacete  (siglo  xvii). 
—Museo  Nacional  de  Madrid. — Alberto 
Thorvaldsen  (Museo  de  Copenhague).— 
Antonio  Canova  (de  una  medalla  italiana). 
—Alegorías. —Viñetas . 


ABRIL 


Texto:  El  Arte  como  propagandista,  por 
D.  Eduardo  Benot,  de  la  Academia  Espa- 
ñola.—Espadas  benditas,  por  D.  Cesáreo 
Fernández  Duro,  de  la  Academia  de  la 
Historia.— Calvario,  por  D.  Federico  Ba- 
lart,  de  la  Academia  Española.— Espejos 
etruscos  que  se  conservan  en  el  Museo 
Arqueológico  Nacional,  por  D.  Juan  de 
Dios  de  la  Rada  y  Delgado,  de  la  Acade- 
mia de  la  Historia.— La  copa  de  Ayson, 
vaso  griego  del  Museo  Arquelógico  Na- 
cional, por  D.  José  Ramón  Mélida.— Sor- 
presa, por  D.  Ricardo  Gil. 

Láminas  sueltas  en  fototipia:  Espejo 
etrusco  que  se  conserva  en  el  Museo  Ar- 
queológico Nacional  núm.  1.  —  Espejo 
etrusco  que  se  conserva  en  el  Museo  Ar- 
queológico Nacional,  núm.  2.— Teseo  ven- 
cedor del  Minotauro,  pintura  del  interior 
de  la  copa  de  Ayson,  vaso  griego  del 
Museo  Arquelógico  Nacional.— Sorpresa, 
cuadro  de  D.  José  Garnelo. 

Lámina  suelta  en  fotograbado:  Haza- 
ñas de  Teseo,  pintura  del  exterior  de  la 


90 


boletín 


copa  de  Ayson,  vaso  griego  del  Museo 
Arqueológico  Nacional. 

Láminas  intercaladas  en  el  texto  en 
fototipia  y  fotograbado:  Espada  donada 
por  el  Papa  Paulo  V  á  Felipe  IV.— Espada 
donada  por  el  Papa  Clemente  VIH  á  Feli- 
pe II.— Espada  donada  por  el  Papa  Euge- 
nio IV  á  Juan  II.— Hoja  de  la  espada  con- 
cedida por  el  Papa  Calixto  III  á  Enrique  IV 
de  Castilla.— Hoja  de  la  espada  concedida 
por  el  Papa  Clemente  VII  ál  Emperador 
Carlos  V.— Hoja  de  la  espada  concedida 
porelPapa  Paulo  III  á  Felipell.— Hoja  de 
la  espada  concedida  por  el  Papa  Pío  I V  á 
Felipe  II.— Hoja  de  la  espada  concedida 
por  el  Papa  Pío  IV  á  Felipe  II.— Hoja  de 
la  espada  concedida  por  el  Papa  Pío  V  á 
D.  Juan  de  Austria.— Hoja  de  la  espada 
concedida  por  el  Papa  Gregorio  XIV  á 
Felipe  III.— Alegoría.— Perfil  de  la  copa 
de  Ayson. 


MAYO 


Texto:  Ideal  en  el  arte,  porD.  Eduardo 
Benot,  de  la  Academia  Española.— Las 
locas  por  amor,  por  D.  Ramón  de  Cam- 
poamor,  de  la  Academia  Española.  — Es- 
pejos etruscos  del  Museo  Arqueológico 
Nacional,  por  D.  Juan  de  Dios  de  la  Rada 
y  Delgado,  de  la  Academia  de  la  Histo- 
ria.—Fragmento  (poesía),  por  D.  Gonzalo 
de  Castro.— Antigüedades :  El  Renaci- 
mieto  italiano.  Su  introducción  en  Espa- 
ña y  carácter  nacional  que  adquiere.  Sus 
dos  géneros  especiales.  Mesa  de  plata  de 
los  señores  marqueses  de  Viana,  por  don 
Enrique  de  Leguina,  C  de  la  Academia 
de  la  Historia.— Carlos  de  Haes,  por  don 
Augusto  Danvila,  C.  de  la  Academia  de 
Bellas  Artes.— Varia,  por  R. 

Láminas  sueltas  al  agua  fuerte:  El 
Otoño,  por  D.  Carlos  de  Haes, 

Láminas  sueltas  en  fototipia:  Espejos 
etruscos  del  Museo  Arqueológico  Nacio- 
nal, números  3  y  4,— Plancha  de  plata  re- 
levada y  cincelada  (siglo  xvi),  propiedad 
de  los  señores  marqueses  de  Viana.— Ca- 
nal de  Mancorbo  en  los  Picos  de  Europa, 
cuadro  de  D.  Carlos  de  Haes. 
Láminas  iittercaladas  en  el  texto  en 


fototipia  y  fotograbado:  Espejo  etrusco 
del  Museo  Arqueológico  Nacional,  núme- 
ro 5.— Espejo  griego  del  Museo  Arqueo- 
lógico Nacional.  —Pie  de  mesa.  Platería 
de  Córdoba. — Carlos  de  Haes.  Márgenes 
del  Lozoya.— Alegorías. 


Por  ambos  mundos.  Narraciones  cos- 
mopolitas. (La  Arqueología  entre  nues- 
tra juventud:  arqueólogos  y  anticua- 
rios. '■^ Los  antiguos  campos  góticos^, 
por  el  Dr.  Simón  y  Nieto.  ''Cervantes 
vindicado  de  su  supuesto  antiviscainis- 
mo„,  por  el  Dr.  Apraiz),  por  I).  Ricardo 
Becerro  de  Bengoa. 

No  se  trata  aquí  de  un  libro,  sino  de  un 
artículo  publicado  en  La  Ilustración  Es- 
pañola y  Americana  y  su  número  del  8 
del  pasado  mes  de  Mayo:  pero  artículo  de 
que  debe  hacerse  eco  este  Boletín^  por  el 
espíritu  que  le  informa ,  conforme  en  un 
todo  con  el  que  inspira  á  nuestra  Socie- 
dad. 

El  Sr.  Becerro  de  Bengoa  levanta  acta 
de  un  hecho  consolador  para  el  presente 
y  el  porvenir  de  la  cultura  nacional.  "Un 
nuevo  género— dice — de  exquisita  cultura 
para  la  generación  joven  que,  en  bien  de 
la  patria,  va  poco  á  poco  levantando  su 
inteligencia  y  sus  corazones,  como  con 
gran  complacencia  lo  vemos  todos  cuan- 
tos de  cerca  la  tratamos,  es  el  de  los  es- 
tudios artísticos,  y  singularmente  el  de  la 
arqueología,  antes  reservada  á  excéntri- 
cos exploradores  y  sabios,  á  quienes  el 
vulgo  miró  como  á  gentes  raras,  un  si  es 
no  es  tocadas  de  lastimosa  chifladura,  sea 
dicho  en  verdad,  sin  ningún  eufemismo 
atenuante.  La  historia  de  nuestro  pueblo 
estudiábase  poco  menos  que  de  memoria, 
en  hbros  viejos  y  nuevos,  en  manoseados 
impresos  y  en  ocultos  ó  bien  guardados 
manuscritos;  pero  muy  pocos  eran  los 
que  completaban  su  conocimiento,  reco- 
rriendo los  pueblos  y  admirando  lo  que 
aún  queda  en  pie,  ó  cayéndose,  ó  en  rui- 
na, ó  restaurado  y  adulterado  por  manos 
tan  cuidadosas  como  profanas...,. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


01 


"Hoy,  aunque  todavía  en  ningún  grado 
de  la  enseñanza,  salvo  en  la  Escuela  de 
Arquitectura  y  en  algún  Seminario,  se 
estudia  el  arte,  su  desarrollo  y  su  histo- 
ria en  España;  hay  mucha  juventud  entu- 
siasta que  es  a  niga  de  estos  conoci- 
mientos, y  que  los  cultiva  y  practica,  no 
por  interés  positivo,  porque  nada  pecu- 
niario dan  de  sí,  sino  como  placentera 
satisfacción  para  la  inteligencia,  ávida 
de  tan  hermosos  y  elevados  goces.  No 
es,  pues,  extraño  el  que  hayan  aparecido 
en  nuestros  días  asociaciones  amistosas 
de  excursionistas  arqueólogos,  ni  que  en 
los  Ateneos  y  círculos  haya  cátedras  de 
arte  español,  ni  que  muchos  hombres  de 
carrera,  y  de  muy  distintas  carreras  por 
cierto,  viajen,  estudien  y  publiquen  sus 
investigaciones  en  periódicos  diarios  y 
revistas  ilustradas.  Este  avance  de  la 
cultura  pública,  este  evidente  síntoma  de 
la  elevación  intelectual  de  nuestra  juven- 
tud, es  un  hecho.  Yo  lo  afirmo  sin  reparo 
alguno,  porque  por  necesidad  conozco  á 
mucha  parte  de  la  generación  que  estu- 
dia desde  hace  treinta  años.  Y  todos  los 
lectores  aficionados  á  este  asunto  espe- 
cial, recordarán  haber  leído  curiosas  des- 
cripciones de  los  restos  arqueológicos,  y 
memorias  de  muchos  y  muy  entendidos 
jóvenes  que  en  todas  las  provincias,  y 
algunos  en  olvidados  pueblos,  dedican 
las  horas  sobrantes  de  sus  faenas  pecu- 
liares al  sabroso  esparcimiento  de  las 
investigaciones  artísticas  de  los  pasados 
tiempos.  Pagan  gustosos  su  contribución, 
como  se  dice  en  el  extranjero,  á  estos 
estudios,  y  de  cuando  en  cuando  obse- 
quian á  sus  amigos  y  al  público  con  el 
delicado  regalo  de  sus  obras.,, 

Tras  estos  expresivos  párrafos,  y  en 
confirmación  de  sus  asertos,  cita,  analiza 
y  encomia  el  Sr.  Becerro  de  Bengoa  la 
colección  de  excursiones  que  bajo  el  títu- 
lo de  Los  antiguos  Campos  góticos  pu- 
blicó no  ha  mucho  en  estas  columnas 
nuestro  consocio  el  Sr.  Simón  y  Nieto, 
"médico  joven  muy  reputado  en  aquella 
tierra  (Falencia),  escritor  serio  y  correc- 
to, arqueólogo  entusiasta  y  bien  cono- 
cido y  estimado  en  la  Academia  de  la 
Historia  y  en  la  Sociedad  Española  de 
Excursiones». 


Más  adelante  el  docto  articulista  dedica 
también  su  atención  á  otro  excursionista 
infatigable,  el  Sr.  D.  Julián  Apraiz,  de 
quien  dice  el  Sr.  Becerro  de  Bengoa,  an- 
tes de  examinar  alguna  de  sus  produc- 
ciones que,  "excursionista  andante,  bien 
espolvoreado  en  el  campo  y  bajo  techo, 
ha  andado  á  menudo  por  los  montes  y  va- 
lles vascongados,  en  busca  de  sepulturas 
prehistóricas,  de  cuevas  troglodíticas  y 
de  dólmenes  celtas,,. 

Es,  pues,  un  hecho  el  desarrollo  suce- 
sivo del  excursionismo  combinado  con  la 
afición  á  los  estudios  retrospectivos,  he- 
cho que  satisfará  seguramente  á  cuantos 
forman  parte  de  nuestra  Sociedad  de  Ex- 
cursiones. 

P. 

LAS  CATACUMBAS  DE  ROMA 

-pOR 

JOAQUÍN  PAVÍA  Y   BERMINGHAM 


(Un  tomo  de  240  páginas.— Madrid,  Imprenta  de  los 
Huérfanos,  1895.) 

ox  este  título  acaba  de  publicarse 

una  interesantísima  obra,  que  no 

AWW'^yti  podemos  por  menos  de  dar  á  cono- 

c^'l  cer  á  nuestros  lectores.  Consiste 
ésta  en  tres  conferencias  que  acerca  de 
asunto  tan  complejo  é  importante  bajo  el 
punto  de  vista  del  Arte  y  de  la  Ciencia 
arqueológica,  como  son  los  hipogeos  cris- 
tianos de  Roma,  ha  pronunciado  el  Sr.  Pa- 
vía y  Bermingham  en  el  Centro  Católico 
de  la  capital  de  Guipúzcoa. 

El  arquitecto  Sr.  Pavía,  que  ha  sido 
pensionado  de  mérito  en  la  Academia  de 
Bellas  Artes  de  España  en  Roma,  ade- 
más de  sus  estudios  del  Arte  pagano, 
como  la  notabilísima  restauración  del 
templo  de  Vesta  en  el  Foro  Romano,  obra 
premiada  con  medalla  de  primera  clase 
en  la  Exposición  internacional  de  Bellas 
Artes  de  1892,  ha  hecho  también,  durante 
su  permanencia  en  la  Ciudad  Eterna,  es- 
tudios no  menos  interesantes  del  primi- 
tivo Arte  cristiano,  y  en  estas  tres  confe- 
rencias ha  reunido  cuantos  datos  pueden 


9^ 


boletín 


constituir  la  historia  de  estos  cemente- 
rios subterráneos ,  desde  su  ejecución 
hasta  nuestros  días. 

Dedica  la  primera  conferencia  á  des- 
cribir las  Catacumbas,  viendo  su  origen 
y  disposición,  sus  inscripciones  y  pintu- 
ras murales,  compendiado,  sí,  en  los  lí- 
mites de  una  conferencia,  pero  sin  dejar 
de  anotar  lo  más  interesante  y  de  mayor 
alcance. 

La  segunda  comprende  el  estudio  del 
periodo  histórico  en  que  se  construyeron 
estos  cementerios  y  desarrollo  que  fue- 
ron tomando  desde  la  predicación  apos- 
tólica hasta  la  paz  de  Constantino. 

En  la  tercera  conferencia  abarca  el  pe- 
riodo desde  que  las  Catacumbas  fueron 
objeto  de  la  veneración  pública,  pasadas 
las  persecuciones,  su  devastación  y  aban- 
dono, hasta  su  descubrimiento  en  el  si- 
glo XVI,  enumerando  los  trabajos  de  Bo- 
sio,  y  por  último  los  más  importantes  y 
modernos  del  P.  Marchi  y  del  gran  ar- 
queólogo de  nuestro  siglo ,  el  insigne 
Juan  Bautista  de  Rossi ,  el  verdadero 
descubridor  de  las  Catacumbas,  y  que 
con  sus  notables  trabajos  es  el  que  ver- 
daderamente trazó  las  bases  de  la  cien- 
cia arqueológica  cristiana. 

Con  gran  copia  de  datos,  á  la  vez  que 
con  suma  claridad  y  sencillo  lenguaje, 
están  escritas  estas  conferencias,  donde 
el  docto  encontrará  un  resumen  admira- 
ble de  materia  tan  vasta  y  objeto  de  tan- 
tas y  tan  voluminosas  obras,  y  el  que  no 
lo  sea,  puede  estar  al  corriente  con  su 
lectura  de  lo  que  son  estos  cementerios 
y  de  los  descubrimientos  más  modernos 
en  ellos  verificados. 

Un  apéndice  acompaña  á  estas  tres 
conferencias,  si  cabe  más  interesante  que 
ellas  mismas,  pues  es  un  estudio  biográ- 
fico de  Juan  Bautista  de  Rossi,  quizá  el 
primero  que  se  hace  en  nuestra  patria,  y 
desde  luego  el  más  completo,  haciéndose 
mención  de  las  fiestas  que  se  celebraron 
en  Roma  para  festejar  el  septuagésimo 
aniversario  del  nacimiento  del  gran  ar- 
queólogo ,  y  en  cuyas  fiestas  tomaron 
parte  todas  las  naciones,  á  las  que  se 
unió  España,  que  en  esa  ocasión  fué  de 
las  primeras  en  tributar  su  homenaje  al 
verdadero  talentp. 


Para  terminar,  la  obra  resulta  suma- 
mente amena,  la  presentación  excelente, 
y  la  precede  una  buena  fototipia,  hecha 
por  los  Sres.  Hauser  y  Menet,  de  un  pre- 
cioso bajo  relieve  del  eximio  escultor 
Aniceto  Marinas,  nuestro  consocio,  que 
tiene  por  asunto  la  primera  visita  de 
Pío  IX  á  la  cripta  de  los  Papas  en  la 
Catacumba  de  San  Calixto.  La  obra  es 
propiedad  de  las  Hermanitas  de  los  Po- 
bres, pues  á  ellas  ha  sido  regalada  por 
su  autor,  el  Sr.  Pavía,  á  quien  damos 
nuestra  enhorabuena  por  su  trabajo. 


A.  A. 


==a<=3í>á^g©í>-® 


sa@@IOR  0HI@IS]2 


La  Sociedad  de  Excursiones  en  Junio. 

La  Sociedad  Española  de  ExcursiOxNtes 
realizará;  una  á  Villa  del  Prado,  Ca- 
dalso DE  los  Vidrios,  Guisando  y  San 
Martín  DE  Valdeiglesias,  el  viernes  28 
de  Junio,  con  arreglo  á  las  condiciones  si- 
guientes: 

Salida  de  Madrid  (estación  de  Naval- 
carnero):  el  28,  á  las  siete  y  media  de  la 
noche. 

Regreso  á  Madrid:  el  domingo  30,  á  las 
ocho  de  la  noche. 

Monumentos  que  se  visitarán:  Iglesia 
y  picota  de  Villa  del  Prado,  palacio  de 
D.  Alvaro  de  Luna,  en  Cadalso  de  los  Vi- 
drios ;  monasterio  de  Guisando  y  restos 
diversos  en  San  Martín  de  Valdeiglesias. 

Cwoííí.'Cuarenta pesetas,  en  que  se  com- 
prende el  billete  en  segunda  clase  de  ida 
y  vuelta,  coches,  hospedaje,  manuten- 
ción, gratificaciones,  etc. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión, 
dirigirse  de  palabra  ó  por  escrito,  hasta 
el  día  27  á  las  ocho  de  la  noche,  acompa- 
ñando la  cuota,  al  Sr.  D.  Enrique  Serra- 
no Fatigati,  presidente  de  la  Sociedad, 
calle  de  las  Pozas,  núm.  17. 

Madrid  1.°  de  Junio  de  1895.— El  secre- 
tario general,  vizconde  de  Palas uelos.— 
V.^'B.'^— El  presidente,  S^;'rawoFa/2á'«/í. 

l.ni.  Establecimiento  tipográfico  de  Agustín  Avrial, 
San  Bernardo,  92.— Teléf.  3074 


BOIvBTlN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAIOLA  DE  EXCÜRSIOIES 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AÑO  III 


Ivladrid  1."  de  J"vilio  de  1895 


NÚM.  29 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


Ei^ia-iE 


DE 


NUESTRA    SEÑORA  DEL    CLAUSTRO 

EN  LA   CATEDRAL  DE   SOLSONA 


p^.  STA  efigie,  cuya  fototipia  aparece 
'*^  ^  en  el  presente  número,  es  uno  de 


los  más  bellos  ejemplares  de  icono- 
grafía cristiana  de  la  Edad  Media 
que  tenemos  en  España.  Mide  de  alto  un 
metro  cinco  centímetros,  y  está  hecha  de 
una  piedra  de  color  obscuro  y  ceniciento. 
El  asiento  de  la  V^irgen  es  un  taburete  con 
almohadón  encima,  todo  de  la  misma  pie- 
dra y  con  algunos  detalles  decorativos. 
Los  pies  de  la  Señora,  separados  uno  de 
otro,  descansan  sobre  dos  monstruos  que 
se  parecen  al  león  y  al  águila.  Sóbrela 
rodilla  izquierda,  algo  más  levantada  que 
la  otra,  tiene  sentado  á  su  divino  Hijo, 
sosteniéndole  con  la  mano  izquierda,  y 
en  la  derecha  lleva  un  cetro  que  figura 
en  :  u  base  un  pomito  y  en  el  remate  una 
pina  ó  granada  que  están  picando  dos 
.avecitas. 

Contra  el  uso  dominante  en  las  estatuas 
de  la  Virgen,  la  del  Claustro  tiene  la  ca- 
beza sin  manto  ni  velo  dominical  que  la 
cubra;  pero  ciñe  una  corona  ó  diadema 
con  adornos  esculturados  de  pedrería 
T.  m 


que  remata  en  tres  florones  formados  por 
el  combinado  repliegue  en  doble  voluta 
del  borde  superior  de  la  misma  corona. 
Lleva  partido  el  cabello,  que  luego  se  re- 
coge en  dos  soberbias  trenzas  que  caen 
graciosamente  á  lo  largo  de  los  hombros 
y  bajando  por  los  lados  vienen  á  termi- 
nar más  abajo  de  las  rodillas.  De  la  parte 
posterior  de  la  corona  se  desprende  una 
especie  de  cinta  de  once  centímetros  de 
ancho  por  veinte  de  largo,  que  puede  ser, 
ó  bien  un  adorno  de  la  corona  parecido  al 
que  se  ve  en  coronas  ác  las  Catacumbas 
y  á  semejanza  de  las  ínfulas  de  las  mi- 
tras, ó  bien  una  redecilla  para  recoger 
los  pelos  de  la  cabeza. 

Viste  la  Virgen  una  túnica  muy  ajusta- 
da que  le  llega  hasta  los  pies,  formando 
menudos  y  delicados  pliegues.  De  dere- 
cha á  izquierda  cruza  su  pecho  una  ban- 
da adornada  de  pedrería  é  hilos  de  per- 
las; y  por  debajo  de  la  rodilla  derecha 
ostenta  un  hermoso  festón  adornado  de 
la  misma  manera,  y  si  bien  corresponde 
al  manto,  parece  indicar  la  orilla  inferior 
de  una  sobrevesta  griega.  El  manto  que 
cubre  sus  hombros  está  orlado  de  vistosa 
y  rica  cenefa  ,  se  abrocha  al  pecho  con 
una  grandiosa  fíbula  calada  y  genimata, 
y  al  recogerse  sus  caídas  por  encima  de 
las  rodillas,  forman  en  sus  extremos  al- 
gunos amplios  cañones  por  delante  de  la 
túnica  que  se  quedan  más  cortos  que  ésta. 

12 


94 


feOLETÍN 


Enseña  los  pies  parca  y  modestamente,  y 
su  calzado  es  puntiagudo  y  con  adornos 
de  pedrería.  Las  manos  tienen  alguna 
rigidez  é  impropiedad,  sobre  todo  la  de- 
recha que  sostiene  el  cetro  por  la  base, 
cuando  parece  más  natural  empuñarlo 
por  el  fuste. 

El  semblante  de  la  Virgen  es,  á  la  par 
que  grave,  apacible  y  dulce;  su  boca  pe- 
queña, aguileña  la  nariz,  y  éstas,  lo  mis- 
mo que  los  ojos  y  mejillas ,  están  perfec- 
tamente esculturadas. 

El  Niño  Jesús  tiene  la  cabeza  y  los  pies 
desnudos,  y  éstos  se  apoyan  ligeramente 
en  la  rodilla  derecha  de  la  Virgen.  Viste 
túnica  primorosamente  adornada  de  pie- 
dras y  perlas  en  la  parte  que  cubre  el 
pecho  y  en  las  bocamangas  ;  y,  además, 
manto  orlado  de  finísima  greca.  Está  un- 
un  poco  vuelto  hacia  el  pueblo,  con  la  ma- 
necita  derecha  levantada  en  actitud  de 
bendecir,  y  con  la  izquierda  se  recoge 
graciosamente  el  manto  sobre  sus  rodi- 
llas. Su  semblante,  más  bien  que  el  de  un 
niño  de  corta  edad,  representa  ya  el  de 
un  adolescente. 

A  pesar  de  que  el  grupo  escultórico  de 
Nuestra  Señora  del  Claustro  adolece  de 
cierta  tiesura  y  sequedad  de  contornos  y 
del  amaneramiento  general  de  las  figuras 
bizantinas,  tales  defectospreséntansebas- 
tante  velados,  y  los  compensa,  por  otra 
parte,  la  perfección  y  riqueza  de  algunos 
detalles. 


II 


¿Cuándo  fué  construida  esta  efigie  de  la 
catedral  de  Solsona?  No  hay  documento 
alguno  que  nos  diga  en  qué  tiempo  y  por 
quién  fué  esculturada,  y  por  lo  mismo  de- 
bemos limitarnos  á  su  examen  arqueoló- 
gico y  artístico.  En  nuestro  humilde  jui- 
cio, hay  que  fijar  la  fecha  de  la  construc- 
ción de  esta  imagen  en  la  época  de  la  do- 
minación carlovingia  en  Cataluña,  ó  sea 
en  el  tiempo  que  media  entre  la  segunda 
mitad  del  siglo  viii  y  la  primera  del  ix. 

Las  persecuciones  levantadas  en  Orien- 
te por  el  iconoclasta  León  Isáurico  (año 
726)  motivaron  la  emigración  de  muchos 


artistas  á  Italia,  y  á  ellos  se  debe  el  rena- 
cimiento del  Arte  en  Occidente,  y  ellos 
fueron  los  íundadores  de  aquel  estilo  es- 
pecial que  llamamos  latino-bizantino,  pro- 
pio de  los  países  más  occidentales  de  Eu- 
ropa, y  que  participa  del  estilo  románico 
y  bizantino,  si  bien  predomina  sobre  la 
influencia  que  pudiéramos  llamar  roma- 
na la  de  Bizancio,  Los  Papas  primero,  y 
más  adelante  Carlo-Magno,  dispensaron 
generosa  protección  á  estos  artistas  ex- 
pulsados de  Oriente,  é  impulsaron  pode- 
rosamente el  renacimiento  de  las  Bellas 
Artes  en  las  regiones  occidentales.  Esta 
influencia  é  intervención  gloriosa  de  Car- 
lo-Magno aparece  comprobada  en  varias 
obras  de  su  tiempo  en  Francia  y  Alema- 
nia, y  debió  también  dejarse  sentir  en 
España,  y  particularmente  en  las  regio- 
nes pirenaicas  ;  y  por  más  que  sea  pro- 
blemática su  venida  á  Cataluña,  no  puede 
negarse  su  protección  eficaz  en  todo  lo 
referente  al  bien  y  esplendor  de  las  igle- 
sias de  esta  región,  como  tampoco  puede 
negarse  la  parte  personalísima  que  su 
hijo  Ludovio  Pío  tomó  en  la  reconquista 
de  Cataluña  y  en  la  erección  y  restaura- 
ción de  varias  iglesias   y  monasterios. 
Solsona  fué  definitivamente  reconquista- 
da por  Ludovio  Pío  en  el  año  798,  y  apa- 
rece desde  esta  fecha  como  plaza  forti- 
ficada y  cuidadosamente  defendida  por 
los  cristianos,  á  causa  de  su  posición  to- 
pográfica é  importancia  estratégica. 

Pues  bien;  esta  época  de  la  dominación 
carlovingia  en  Cataluña,  es,  á  nuestro  en- 
tender, la  en  que  fué  labrada  la  hermosa 
efigie  que  nos  ocupa ;  y  dejándonos  de  su- 
posiciones más  ó  menos  fundadas,  vienen 
en  prueba  de  nuestra  opinión  los  mismos 
caracteres  arqueológicos  y  artísticos  que 
presenta  la  venerada  efigie  de  Solsona. 
Ella  tiene  sin  género  de  duda  los  tres  ele- 
mentos que  dan  vida  y  distintivo  á  las 
obras  del  arte  latino-bizantino  en  la  esta- 
tuaria; base  marcadamente  clásica,  ras- 
gos decididamente  orientales, 'expresión 
y  esplritualismo  cristianos.  La  actitud  de 
la  Virgen  y  la  del  Niño  es  seria,  majestuo- 
sa, reposada  y  profundamente  espiritual 
y  ascética.  El  dibujo  de  las  figuras  no  cho- 
ca por  lo  desproporcionado,  y  si  bien  se 
nota  algo  de  incorrección  en  los  brazos  y 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


9$ 


manos  de  la  Virgen,  hay  en  cambio  pure- 
za y  corrección  suma  en  otros  miembros 
de  la  misma  y  en  los  pies  y  manos  del 
Niño.  Esto,  unido  ala  belleza  y  majestad 
de  los  plegados  de  los  paños  y  á  la  ga* 
llardía  y  variedad  de  la  ornamentación 
de  la  efigie,  que  sin  querer  nos  recuerda 
la  ornamentación  bizantina  de  las  esta- 
tuas descubiertas  en  las  ruinas  de  Pal- 
mira,  de  los  mosaicos  de  San  Venancio 
de  Letrán  y  de  San  Apolinar  de  Rávena, 
y  de  los  dípticos  del  museo  de  Berlín  y  de 
la  catedral  de  Monza,  revela  desde  luego 
que  su  autor  no  tenía  olvidadas  las  tradi- 
ciones de  un  estilo  clásico  y  grandio- 
so que  había  florecido  en  siglos  anterio- 
res. 

Sabemos  que,  según  la  creencia  gene- 
ral, el  estilo  latino-bizantino  no  comenzó 
á  vulgarizarse  en  España  antes  del  si- 
glo x;  pero  también  es  indudable  que  á 
partir  desde  este  siglo,  aquellas  formas 
agraciadas  y  bellas  propias  del  estilo, 
cuyo  ejemplar  se  halla  en  el  templo  de 
Santa  Sofía,  de  la  antigua  Bizancio,  de 
generan  en  toscas,  pobres  y  amaneradas. 
Esto  explica,  por  qué  desde  el  siglo  vi 
alx,  los  ejemplares  de  estatuaria,  orfe- 
brería y  arquitectura  bizantina  son  tanto 
más  perfectos  cuanto  más  antiguos,  como 
que  se  acercan   más    á  los  tipos  ejem- 
plares de  Santa  Sofía  de  Bizancio  y  de 
San  Marcos  de  Venecia.  Hágase  un  es- 
tudio comparativo  de  la  Virgen  del  Claus- 
tro con  otras  efigies  marianas  de  estilo 
románico  ó  bizantino  que  se  veneran  en 
España  construidas    desde    últimos  del 
siglo  IX  al  XI  inclusive,  y  se  verá  que  no 
tienen  ni  la  pureza  de  líneas,  ni  la  correc- 
ción de  dibujo,  ni  la  riqueza  de  ornamen- 
tación de  la  efigie  de  Solsona. 

Esto  nos  confirma  en  nuestra  opinión 
de  que  la  del  Claustro  fué  labrada  duran- 
te la  dominación  de  los  reyes  francos  en 
Cataluña.  Y  por  más  que  se  nos  objete 
que  en  este  período  no  estaba  vulgariza- 
do en  España  el  estilo  latino-bizantino, 
contestaremos  que  tampoco  las  demás 
regiones  ibéricas  estaban  entonces  en  las 
condiciones  favorables  de  la  cataláunica 
para  que  á  la  vez  que  en  ésta  se  labraran 
estatuas  parecidas  á  la  que  nos  ocupa. 
En  una  extensa  Memoria  histórica  que 


sobre  esta  imagen  tenemos  publicada  ', 
llevamos  expuestas  las  razones  que,  á 
nuestro  entender,  militan  en  contra  de 
aquellos  que  sostienen  haber  sido  e^ta 
efigie  importada  de  Oriente  y  anterior  al 
siglo  VIII,  y  de  aquellos  otros  que  preten- 
den ser  posterior  al  siglo  xii.  A  dicha  Me- 
moria podrán  acudir  los  que  quieran  te- 
nerlas en  cuenta  para  formar  su  juicio 
propio  sobre  la  época  en  que  fué  labrada 
la  efigie  del  Claustro,  y  quieran  á  la  vez 
conocer  la  tradición  popular  sobre  esta 
imagen  y  la  devoción  ferviente  de  que  es 
objeto  en  la  ciudad  de  Solsona  y  en  toda 
la  comarca. 

Ramón  Riu  y  Cabanas. 

Toledo,  20  Junio  1895. 


TRÍPTICJ  DE  RÓ.>IULO  CINCINATO 


Sala  XXVI.— Tabla  pintada  al  óleo.— Tríptico.— Fcli- 
lipe  el  Hermoso  y  su  familia  adorando  á  la  Virgen. 
Siglo  XVI.  — Original  de  Rómulo  Cincinato.— Fir* 
raado.-Alto,  0,69;  ancho,  0,44. 


E  esta  manera  consigna  el  "Cátalo. 

Vjjfi  ^^  ^^  ^^  Exposición  Histórico-eu- 

ropea„   el  notable  tríptico,  cuya 

W#  descripción  intentamos,  á  pesar  de 
que  nuestra  notoria  incompetencia  nos 
impide  entrar  de  lleno  en  su  estudio  bajo 
el  punto  de  vista  artístico,  que  es  el  que, 
por  tratarse  de  una  obra  pictórica,  pare- 
cía llamado,  más  que  otro  alguno,  á  fijar 
nuestra  atención. 

Pero  desgraciadamente  para  el  pintor, 
no  es  así.  Ni  el  tríptico  de  Cincinato  es, 
en  sentir  de  competentísimas  personalida- 
des por  mí  consultadas,  una  de  esas  obras 
que  descuellan  entre  las  de  su  clase,  ni 
de  las  que  revelan  personalidad  en  el  au- 
tor, siquier  fuera  ésta  de  un  orden  secun- 
dario. Es  una  pintura  más,  en  el  siglo  xvi, 
de  transición  bien  marcada,  pero  sin  re- 
miniscencia alguna  de  lo  bueno  que  tienen 
las  pinturas  de  la  época  inmediatamente 
anterior,  ni  de  la  grandiosidad  del  rena- 
cimiento subsiguiente. 

A  pesar  de  este  juicio  de  mis  buenos  y 


1  Lérida,  imprenta  Mariana,  año  1891. 


q6 


boletín 


doctos  amigos,  y  que  á  alguno  podrá 
parecer  severo  en  extremo;  á  pesar  de 
esto,  decimos,  el  cuadro  está  muy  dis- 
tante de  ser  una  de  esas  obras  llamadas 
á  perderse  en  la  noche  del  olvido,  no 
sólo  porque  hay  en  ella  algo  de  agrada- 
ble y  correcto  bajo  el  punto  de  vista  del 
arte,  sino  porque  las  seis  figuras  (cinco 
de  ellas  orantes)  que  acompañan  á  la 
santa  imagen,  y  el  letrero  que  rodea  á  la 
pintura  central,  hacen  referencia  á  eleva- 
dísimas  personalidades  de  nuestra  histo 
ria;  y  tanto  éstas  como  el  nombre  del 
autor,  bien  poco  vulgarizado  entre  nos- 
otros, merecen  cumplidamente  que  dedi- 
quemos algunas  líneas,  recordando  algo 
de  lo  que  fueron  unas  y  otro,  con  lo  cual 
demostraremos  la  relativa  importancia 
que,  en  nuestro  sentir,  reviste  el  tríptico 
en  cuestión. 

Y  como  el  método  es  útil  para  todas 
las  cosas,  bueno  será  que  adoptemos  uno 
cualquiera;  y  para  ello,  empecemos  por 
describir  lo  que  el  pintor  ha  trazado;  que 
sigamos  determinando  lo  que  el  pintor 
representó,  y  que  terminemos  recopi- 
lando las  cuatro  noticias  biográficas  que 

'del  mismo  hemos  logrado  reunir. 

Y  empezando  por  el  principio,  esto  es, 
por  lo  que  no  se  ve  en  la  lámina  que 
acompaña  á  este  artículo,  diremos  que 
cerrado  el  tríptico,  en  cada  una  de  sus 
puertas,  hay  un  óvalo  pintado  de  blanco. 
Sobre  el  de  la  puerta  de  la  izquierda  se 
ve  el  escudo  de  armas  de  los  Dehesa  ó 
Hedesa  y  Verástegui ,  y  sobre  el  de  la 
derecha  las  armas  reales  con  castillos, 
leones,  granada,  flores  de  lis  y  toisón 
de  oro.  Dentro  de  ambos  óvalos  se  halla 
repartida  la  inscripción  siguiente: 

"Razones  fueron  tales  los  fechos  de  los 
«progenitores  de  la  casa  de  los  Dehesa  ó 
„ Hedesa  y  Verástegui,  que  llamaron  la 
«atención  de  nuestro  amado  rey  D.  Car- 
„los  el  segundo.  Pidió  á  D.  J.e  Ramón 
„  Verástegui  sacara  certificación  de  di- 
„chos  fechos  de  su  noble  familia  en  el 
„año  de  1672,  por  D.  Juan  de  Mendoza.  En 
„vista  de  éstos  Su  Majestad „ 

"Rectificó  el  escudo  de  armas  que,  se- 
„gún  sus  dichos,  pueden  ponerlas  en  todo 
„lo  que  sea  de  su  propiedad,  y  esta  con- 
„formidad  autorizó  ponerlas  en  el  real 


„regalo  que  el  católico  rey  D.  Felipe  II 
„hizo  á  D.  Juan  Manuel  Verástegui  del 
„famoso  tríptico,  que  representa  la  acción 
„de  gracias  de  Felipe  el  Hermoso  y  doña 
„ Juana  (la  loca)  '  con  su  real  familia  á  la 
«inmaculada  Virgen  del  Consuelo,  pin- 
„tada  por  el  muy  noble  Rómulo  Cinci- 
,,nato,  en  el  año  de  1545  „ 

Dejemos  á  la  consideración  del  lector 
curioso  la  gratitud  que  revela  en  el  noble 
Verástegui  el  hecho  de  apellidar  "la  loca,, 
á  la  abuela  del  augusto  donante  del  tríp- 
tico ,  el  de  llamar  en  cambio  muy  noble 
al  pintor,  de  cuyos  antecedentes  de  fami- 
lia muy  poco  ó  nada  se  sabe,  el  de  fijar 
en  1545  la  fecha  en  que  el  tríptico  se  pin- 
tara, y  por  último,  en  ser  el  año  de  1672 
en  el  que  Carlos  lí  mandara  sacar  la  cer- 
tificación de  nobleza  de  aquella  ilustre 
familia,  hecho  que  revela  que  los  letreros 
de  los  óvalos  son,  cuando  menos,  poste- 
riores en  ciento  veintisiete  años  á  la  épo- 
ca en  que  suponen  pintado  y  tal  vez  do- 
nado el  tríptico  ,  todo  lo  cual  hace  que  no 
haya  medio  de  conceder  absoluta  fe  y 
crédito  á  lo  en  ellos  consignado. 

Abierto  el  tríptico,  que  es  como  está  en 
la  lámina  correspondiente,  se  hallan  en 
las  puertas  laterales  las  imágenes  de  San 
Pedro  y  San  Pablo,  representadas  por  an- 
cianos de  luenga  barba  coronados  con 
sus  correspondientes  nimbos,  vestidos  con 
túnicas  azules,  mantos  rojos  recama- 
dos de  oro,  y  ostentando,  el  Príncipe  de 
los  Apóstoles,  las  doradas  llaves,  y  el 
Apóstol  de  las  gentes,  la  espada  y  el  libro 
que  constituyen  respectivamente  los  atri- 
butos con  que  se  les  representa. 

Contiene  el  cuerpo  central  una  concha 
muy  bien  dibujada  que  forma  la  hornaci- 
na, ceñida  por  dos  arcos  concéntricos 
guarnecidos  de  dorado  follaje  sobre  fon- 
do oscuro  y  sostenidos  por  dos  pilastras. 
Dentro  de  esta  hornacina  se  halla  la  ima- 
gen de  Nuestra  Señora  del  Consuelo,  de 
rubia  cabellera  y  vestida  con  imperial  co- 
rona de  oro  guarnecida  de  perlas,  hermo- 
sa túnica  roja  y  rico  manto  de  terciopelo, 
también  recamados  de  oro,  de  cuyo  me- 
tal son  los  lazos  y  borlas  de  la  faja  de  seda 
verde  que  ciñe  la  noble  figura  de  María, 


1    Sic. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


97 


cuyo  brazo  izquierdo  sostiene  al  Niño 
Dios  que  inclina  su  preciosa  cabecita  ru- 
bia sobre  el  tierno  regazo  de  su  bendita 
Madre. 

A  ambos  lados,  y  en  actitud  orante,  se 
hallan  seis  figuras,  tres  de  varón  al  lado 
izquierdo  y  tres  con  femeniles  tocas  al 
lado  derecho.  Rodean  á  este  cuerpo  cen- 
tral del  tríptico  dos  inscripciones  en  ca- 
racteres romanos  que  dicen  así. 

La  de  la  parte  superior  del  arco :  Tota 

PULCHRA  EST  MaRIA. 

La  que  empieza  á  la  Izquierda  en  el 
arranque  del  arco  y  baja  bordeando  el 
cuadro  hasta  subir  á  igual  punto  del  lado 
derecho: 

Philippus  alemanie  (fermosüs)  primogé- 
nito suü  Carolo  Uxor  M.''  Joana  et  im- 

PERIALIS  EJUS  SUCESSIO  PETEXTES  GRATIA 
NOSTRA  SANCTA  MATER  CONSOLATRIX. 

Esta  inscripción,  indudablemente  coe- 
tánea de  lapintura, revela  quiénes  son  las 
personas  retratadas  en  el  tríptico,  y  deci- 
mos retratadas,  porquecomparadala  ima- 
gen del  personaje  que  se  supone  ser  Fe- 
lipe el  Hermoso  con  el  retrato  del  mismo 
original  de  \'ander  Goes,  existente  en  la 
catedral  de  Brujas,  y  del  cual  poseemos 
un  excelente  grabado  de  J.  Delboéte,  no 
cabe  la  menor  duda  de  que  el  personaje 
representado  en  el  tríptico  es  el  propio 
Felipe.  No  será,  pues,  muy  aventurado  el 
suponer  la  misma  autenticidad  en  los 
otros  retratos. 

Hállase  en  el  término  más  próximo  á  la 
Virgen  Felipe  el  Hermoso,  con  un  ropón 
de  terciopelo  guarnecido  de  pieles  y  cue- 
Uode  encaje  rodeadopor  elToisóndeOro. 
Delante  de  éste  3'  al  mismo  lado  izquier- 
do, el  primogénito  D.  Carlos,  de  cabellos 
rubios,  vestido  con  traje  azul  celeste  y 
adornos  negros,  forrado  todo  de  seda  co- 
lor y  ocre;  sosteniendo  á  D.  Fernando,  ni- 
ño, desnudo  y  de  cabellos  también  rubios. 

Al  lado  derecho  y  por  el  mismo  orden 
está  la  reina  doña  Juana,  cuyas  tocas 
blancas  y  traje  negro  violáceo  caracteri- 
zan severamente  su  noble  figura. 

Sigue  doña  Leonor,  con  un  traje  de  co- 
lor obscuro ,  alto  cuello  forrado  de  pieles 
y  la  blanca  toca  cuya  larga  cola  viene 
rodeando  todo  el  vestido. 

Por  último,  una  niña,  doña  Isabel,  que 


por  cierto  lleva  un  traje  color  salmón 
con  adornos  de  oro  y  encajes,  cuyo  gusto 
y  hechura  no  habría  rechazado  hace  po- 
co, años  ninguna  de  nuestras  más  ele- 
gantes señoritas:  lleva  en  la  cabeza  un 
cidasis  bordado  ricamente,  y  en  la  mano 
un  rosario,  cuyas  cuantas  de  oro  pasa. 
Como  todos  los  demás,  está  arrodillada 
sobre  el  rico  tapiz  oriental  que  cubre  el 
pavimento  de  todo  el  cuadro. 

Sabido  es  que  Felipe  el  Hermoso  y 
doña  Juana  tuvieron  seis  hijos,  á  saber: 
Doña  Leonor,  que  nació  en  Flandes  el 
14  de  Noviembre  de  1498,  y  más  tarde  fué 
reina  de  Portugal  por  su  matrimonio  con 
D.  Manuel;  y  á  la  muerte  de  éste,  reina  de 
Francia  por  su  matrimonio  con  Francis- 
co L 

D.  Carlos,  nacido  en  Gante  el  25  de  Ju- 
lio de  1500,  y  que  después  fué  rey,  el  pri- 
mero de  este  nombre  en  España  y  V  em- 
perador de  Alemania. 

Doña  Isabel  que  nació  en  Bruselas  el  15 
de  Julio  1501,  reina  después  de  Dinamar- 
ca, por  su  matrimonio  con  Cristierno  II. 
D.  Fernando  que  nació  en  Alcalá  el  10 
de  Marzo  de  1503,  rey  de  Hungría  y  de 
Bohemia,  y  emperador  de  Alemania  por 
renuncia  de  D.  Carlos. 

Doña  María  nacida  en  Bruselas  el  15  de 
Septiembre  de  1505,  que  casó  con  D.  Luis, 
rey  de  Bohemia,  de  Hungría,  y  después 
de  enviudar  en  1526,  fué  gobernadora  de 
Flandes  por  su  hermano  Carlos  V.  y 

Doña  Catalina,  que  nació  en  Torquema- 
daá  14  de  Enero  de  1507,  y  fué  reina  de  Por- 
tugal por  su  casamiento  con  D.  Juan  III. 
Si  D.  Felipe  y  doña  Juana  no  tuvieron 
más  hijos  varones  que  D.  Carlos  y  D.  Fer- 
nando y  éste,  D.  Fernando,  es  á  su  vez  el 
menor  de  los  cuatro  hermanos  retratados 
en  el  tríptico,  no  cabe  duda  de  que  doña 
María  y  doña  Catalina,  nacidas  dos  y  cua- 
tro años  respectivamente  después  que 
■  D.  Fernando,  no  pudieron  serlo  en  aquella 
época.  Pero  aún  hay  más:  como  doña  Ma- 
ría nació  en  Septiembre  de  1505  y  no  está 
retratadaconlaRealfamilia,no  cabe  duda 
de  que  D.  Fernando  tendría  á  lo  sumo  en 
la  época  á  que  se  refiere  la  pintura,  unos 
dos  años  y  medio,  que  es  justamente  la 
edad  en  que  el  pintor  le  ha  representado; 
doña  Isabel  tendría  unos  cuatro  años  y  me: 


q8 


boletín 


dio,  D.  Carlos  cinco  años  y  medio,  y  doña 
Leonor  siete  años  y  medio.  D.  Felipe  vein- 
tisiete años  y  doña  Juana  veintiséis.  Con 
estos  datos  no  puede  considerarse  aven- 
turada la  afirmación  que  antes  hicimos 
y  es  la  de  que  los  príncipes  retratados  no 
pueden  ser  otros  que  doñaLeonor,  D.  Car- 
los, doña  Isabel  y  D.  Fernando. 

Pocos  cuadros  de  aquella  época  logran 
reunir  mayor  grandeza  en  los  personajes 
representados. 

Dos  reyes,  otros  dos  que  más  tarde  fue- 
ron emperadores  y  cuatro  reinas,  las  de 
Francia,  Dinamarca,  Bohemia  y  Hungría, 
y  entre  ellos  nada  menos  que  un  Carlos  V. 
Verdaderamente  que  Cincinato  no  podía 
aspirar  á  más.  Pintó  á  los  reyes  y  princi- 
pes del  cielo  y  retrató  á  los  de  la  tierra... 

Pero  ¿quién  fué  éste  Rómulo  Cincinato? 
Pocas  son  las  noticias  que  de  él  se  tienen, 
y  á  no  ser  por  Ceán  Bermúdez  y  por  Ponz, 
casi  ignorado  de  todos  quedaría  el  nom- 
bre del  pintor  de  Felipe  II.  Según  Ceán 
Bermúdez  *,  Rómulo  Cincinato  fué  natu- 
ral de  Florencia;  estudió  su  profesión  con 
Francisco  Salviati,  y  fué  condiscípulo  en 
Roma  de  nuestro  Pedro  Rubiales,  donde 
tenía  gran  reputación  cuando  Felipe  II 
escribió  á  D.  Luis  de  Requesens,  su  em- 
bajador en  la  corte  pontificia,  que  le  en- 
víase algunos  pintores  de  habilidad.  En- 
vió á  Cincinato  y  á  Patricio  Caxesi,  el 
año  1567,  concertados  á  trabajar  tres  años 
por  20  ducados  al  mes. 

Llegaron  á  Madrid  y  pintaron  dos  ha- 
bitaciones al  fresco  ,  en  el  Alcázar,  á  sa- 
tisfacción de  S.  M.  Pasados  los  tres  años, 
S.  M.,  por  Real  cédula  de  3  de  Septiembre 
de  1570,  mandó  que  continuasen  con  el 
el  mismo  salario.  Más  tarde  pintó  los  dos 
oratorios  del  ángulo  entre  S.  y  E.  del 
monasterio  de  San  Lorenzo ,  y  esta  obra 
le  elevó  al  grado  de  ciencia  y  conocimien- 
tos que  el  que  tuvieron  los  demás  pinto 
res  que  han  trabajado  en  aquel  sitio.  En- 
tre sus  obras  está  un  fresco  que  pintó  de 
prestado  en  la  sacristía  en  1571. 

Por  Real  cédula  en  el  Pardo  á  3  de  Agos- 
to de  1572  le  concedió  S.  M.  licencia  para 


ir  por  tres  meses  á  Cuenca  sin  que  se  le 
descontase  nada  de  su  salario,  y  en  1573 
otra  por  tres  meses  también  y  en  la  mis- 
ma forma. 

Pintó  en  Cuenca  la  famosa  Cincuncisión 
tan  celebrada  por  una  figurra  arrodillada 
y  puesta  de  espaldas  que  arroja  un  pie 
con  tan  buen  arte  que  parece  salir  fuera 
del  cuadro,  de  lo  que  estaba  tan  satisfe- 
cho el  autor,  que  respondió  al  que  cele- 
braba sus  obras  del  Escorial :  "Vale  más 
un  zancajo  que  pinté  en  los  Jesuítas  de 
Cuenca  que  todo  lo  que  he  hecho  en  aquel 
monasterio.,, 

Por  otra  cédula  en  San  Lorenzo  á  l.°de 
Septiembre  de  1579,  mandó  S.  M.  á  D.  Luis 
deRibera  le  pagase  su  salario  por  entero, 
sin  embargo  de  haber  estado  pintando 
en  Guadalajara  para  el  duque  del  Infan- 
tado; y  finalmente,  por  otra,  fecha  en  el 
Escorial  á  21  de  Septiembre  de  1591,  le 
concedió  el  rey  vivir  con  su  sueldo  en 
aquella  ciudad  por  estar  tullido  é  impo- 
sibilitado para  poder  trabajar.  Palomino 
alarga  su  vida  hasta  el  año  1600,  y  dice 
que  falleció  en  Madrid  con  sentimiento 
de  los  profesores  por  su  trato  amable  y 
gran  habilidad.  Dejó  dos  hijos,  Diego  y 
Francisco  Rómulo,  que  siguieron  su  es- 
cuela. 

Hasta  aquí  Ceán  Bermúdez,  que  sólo 
añade  una  ligera  noticia  de  las  obras  de 
este  pintor. 

No  así  Ponz  (1)  que  como  datos  biográ- 
ficos ,  consigna  sólo  que  Cincinati  vino 
de  España  al  servicio  de  Felipe  II,  que 
trabajó  en  el  Escorial ,  Guadalajara  y 
Cuenca,  etc.,  etc.,  y  que  "no  fué  falto  de 
invención,,,  como  le  tachaban,  según  re- 
fiere Palomino. 

Dice  que  Rómulo  pintó  en  el  Escorial 
el  cuadro  de  San  Mauricio  y  compañeros 
que  está  en  uno  de  los  altares,  y  en  el 
coro  cuatro  lienzos,  que  representan  la 
prisión  de  San  Lorenzo;  este  santo  pre- 
sentando los  pobres  á  los  tiranos;  San 
Jerónimo  escribiendo,  y  el  mismo  ense- 
ñando á  los  monjes  la  Sagrada  Escritura. 
En  los  oratorios:  la  Transfiguración,  la 
Cena,  y  en  sus  puertas  la  Samaritana,  la 


1  Diccionario  de  los  más  ilustres  profesores  de  las 
Bellas  Artes  en  España,  por  D.  Juan  Agustín  Ceán 
Bermiidez.  Madrid,  1800,  tomo  i,  pág.  332. 


(1)     Viaje  de  España  por  D.  Pedro  Antonio  de  la 
Puente.  Madrid,  1772,  18  vol.,  8.» 


DÉ  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


99 


Adúltera,  la  institución  del  Santísimo  Sa- 
cramento ,  la  entrada  en  Jerusalén  y  el 
Lavatorio. 

En  el  palacio  del  Infantado,  en  Guada- 
lajara,  pintó  varias  fábulas  y  adornos,  y 
en  la  iglesia  de  los  jesuítas  de  Cuenca, 
dos  figuras  representando  San  Pedro  y 
San  Pablo,  y  el  cuadro  principal,  que  es 
sin  duda  la  mejor  pintura  del  artista,  que 
representa  la  Circuncisión.  Componen  el 
cuadro  (1)  unas  doce  ñgunis,  entre  las 
cuales  son  bellísim.as  una  mujer  sentada 
con  su  niño,  en  primer  término  á  la  de- 
recha, y  otro  de  pie  á  la  izquierda,  que 
está  de  espaldas  leyendo  en  un  libro 
mientras  se  realiza  la  ceremonia,  á  que 
asisten  Nuestra  Señora  y  San  José  en 
actitudes  muy  propias  y  devotas.  El  cam- 
po es  una  bellísima  arquitectura,  en  lo 
que  se  conoce  que  tenía  mucha  inteligen- 
cia y  genio,  como  lo  dio  á  entender  en  sus 
cuadros  del  Escorial. 

Con  estas  noticias  y  con  añadir  que  Se- 
rrano (2)  se  contenta  con  decir  que  fué 
pintor  florentino ,  discípulo  de  Salviati, 
que  nació  en  1302  y  murió  en  1593,  y  que 
sus  principales  obras  son  frescos  y  los 
dos  cuadros  de  San  Jerónimo  y  la  Cir- 
cuncisión ,  quedan  consignadas  cuantas 
noticias  hemos  podido  procurarnos  del 
autor  del  Tríptico. 

Pero  la  lectura  de  las  diversas  techas 
que  dejamos  consignadas  en  el  curso  de 
este  artículo  nos  sugiere  algunas  conside- 
raciones que  nos  permitimos  sólo  apun- 
tar, para  que  el  docto  curiosolectorsaque 
de  ellas  las  conclusiones  que  su  buen  jui- 
cio, á  su  vez,  le  sugiera. 

Se  dice  que  Cincinato  nació  en  1502,  y 
como  D.  Fernando  nació  en  1503,  claro 
está  que  el  tríptico  no  pudo  ser  pintado 
en  la  época  que  los  personajes,  por  sus 
edades  respectivas,  representan.  Fué  sin 
duda  trazado  de  memoria  y  pintado,  tal 
vez,  en  vista  de  miniaturas  ó  de  retratos 
auténticos  (como  lo  prueba  el  de  D.  Feli- 
pe) de  los  reyes  y  principes  en  él  repre- 
sentados. 
¿Fué  pintado  en  1545?  Entonces,  ¿cómo 


se  explica  que  no  estuvieran  en  él  retra- 
tadas las  princesas  doña  María  y  doña  Ca- 
talina? ¿Es  que  doña  Isabel  es  la  que  no 
está  representada  por  que  había  falleci- 
do en  1527?  ¿Porqué  no  lo  está  doña  Ca- 
talinn?  Y  sobre  todo,  ¿dónde  pudo  pintar 
este  cuadro  Cincinato,  cuando  consta  que 
no  vino  á  España  hasta  1567?  Y  si  lo  pintó 
después  de  su  venida,  como  parece  pro- 
bable, ¿por  qué  no  fueron  retratadas  to- 
das las  tías  de  Felipe  II? 

Preguntas  son  estas  que  suscitan  un  mar 
de  confusiones,  délas  cuales  no  vemos  por 
ahora  otro  medio  de  salir  que  con  una  de 
esas  respuestas  que  se  califican  con  el 
nombre  de  verdades  de  Perogrullo.  Como 
Felipe  II  fué  quien  mandó  pintar  el  tríp- 
tico, designó  para  que  aparecieran  en  él 
á  los  personajes  que  tuvo  por  convenien- 
te, quién  sabe  si  por  tener  de  éstos  los 
retratos  al  óleo  ó  las  miniaturas  que  los 
recordaban.  Grato  será,  al  que  estas  lí- 
neas escribe,  el  ver  que  con  las  noticias 
incompletas  que  deja  apuntadas,  se  des- 
pierta la  curiosidad  de  alguna  persona  de 
autoridad  y  competencia,  y  resuelve  ésta 
el  cúmulo  de  dudas  que  suscita  el  exa- 
men comparativo  del  trabajo  pictórico 
con  las  fechas  irrebatibles  que  la  historia 
consigna,  referentes  al  autor  y  á  los  per- 
sonajes por  él  representados. 

Manuel  de  Foronda. 


'^=^-^^¥^- 


ESCllITURAS  MOZÁllABES  TOLEDANAS 

Procedentes  de  Ja  Catedral  de  Toledo  se 
conservan  en  el  Archivo  Hi?tórico  Nacional 
de  esta  corte  buen  número  (pasan  de  250) 
de  pergaminos  escritos  en  caracteres  arábi- 
gos, que  hasta  ahora  no  lian  tenido  la  for- 
tuna de  encontrar  un  arabista  que  se  haya 
consagrado  á  su  detenido  estudio,  comuni- 
cando al  público  los  resultados  de  su  inda- 
gación. 

Llamó  ya  sobre  tales  documentos  la 
atención  de  los  eruditos  el  docto  y  laborioso 
P.  Burriel  1,  y  muy  recientemente  han 
sido  estudiados  con  fines  puramente  filoló- 
gicos  por  el   Sr.    Simonet   *,   sacando    de 


(IJ    Está  en  la  Real  Academia  de  San  Fernando 
(2)    Diccionario  universal. 


•     Burriel,  Paleogr.,  pái^s.  307  y  siguientes. 
"     Giosario  de  voces  ibéricas...  Pról.,   pá- 


»oo 


boletín 


ellos  abundantes  materiales  para  su  Glosa- 
rio de  voces  latinas  é  ibéricas  usadas  por  los 
Mozárabes  españoles,  obra  calificada  de  mo- 
numental por  el  incomparable  autor  de  la 
Historia  de  las  ideas  estéticas.  Y  esto  es  todo 
lo  que  hasta  la  fecha  se  ha  intentado  con 
respecto  á  las  citadas  escrituras. 

Cuando  allá  por  el  año  iS88  fui  adscrito 
al  referido  Archivo,  hubo  de  llamar  mi  aten- 
ción aquella  confusa  baraúnda  de  perga- 
minos arábigos,  sin  el  menor  asomo  de  que 
nadie  hubiese  puesto  mano  en  ordenar  aque- 
lla colección,  ni  menos  en  dar  al  mundo  li- 
terario minuciosa  noticia  de  lo  que  allí  se 
contenía.  Sólo  el  lápiz  del  Sr.  Simonet  ha- 
bía dejado  brevísimas  notas  sobre  dos  ó  tres 
de  estos  pergaminos,  y  la  indicación  numé- 
rica en  casi  todos  ellos  del  año  en  que  se 
otorgaron.  En  suma,  las  escrituras  mozá- 
rabes toledanas  continuaban  siendo  un  arca- 
no impenetrable  para  la  generalidad  de  los 
eruditos. 

Traté,  pues,  de  llenar  este  vacío,  proce- 
diendo desde  luego  á  redactar  las  corres- 
pondientes papeletas  que,  ordenadas  crono- 
lógicamente (bien  así  como  los  documentos 
á  que  se  refieren)  y  siguiendo  numeración 
correlativa,  han  venido  á  formar  el  índice 
que  hoy  someto  al  juicio  de  los  inteligentes, 
no  sin  decir  antes  dos  palabras  acerca  de  la 
importancia  que,  á  mi  juicio,  tienen  los  tales 
documentos  ,  y  para  indicar  mis  propósi- 
tos de  darlos  á  conocer  tan  cumplidamente 
como  posible  sea  á  mis  fuerzas,  dadas  las 
circunstancias  no  del  todo  favorables  que 
en  mí  concurren  para  acometer  tamaña  em- 
presa. 

Los  documentos  á  que  me  refiero  no  son, 
considerados  en  sí  mismos,  piezas  de  alto 
interés  histórico,  dado  que  todos  ellos  son 
documentos  particulares,  escrituras  de  com- 


gina  CLViu:  «Entre  las  fuentes  arábigas  de 
nuestro  trabajo,  debemos  mencionar  muchas 
escrituras,  siendo  las  mns  numerosas  é  impor- 
tantes las  arábigo-mozárabes  de  Toledo  y  las 
arábigo- granadmas.  De  las  primeras  hemos 
consultado  hasta  500,  escritas  desde  el  siglo  xi 
hasta  ün  del  xiu.  habiendo  algunas  de  la  Era 
1133  (1095).  y,  por  tanto,  próximas  á  la  restau- 
ración de  Toledo  (1085);  ^'^  cuyos  preciosos 
diplomas,  entre  muchos  vocablos  castellanos 
introducidos  después  de  la  reconquista,  hemos 
hallado  no  pocos  más  antiguos  y  que  convie- 
nen á  veces  con  los  encontrados  en  documen- 
tos fidedignos  de  la  época  arábiga. 


pra-venta,  de  permuta  ó  cambio,  de  dona- 
ción, testamentos...,  etc.,  sin  más  alcance, 
por  consiguiente,  que  el  que  pudiera  tener 
cualquier  instrumento  notarial  de  nuestros 
días.  Tienen,  sí,  alguna  importancia  para 
la  historia  y  geografía  de  la  comarca  tole- 
dana, por  las  personas  y  lugares  que  en 
ellos  se  citan,  y  les  concedetnos  con  el  se- 
ñor Simonet  especial  interés  lingüístico, 
tanto  por  las  palabras  aljamiadas  que  en 
ellos  se  encuentran,  cuanto  por  las  anoma- 
lías que  presentan  con  respecto  á  la  analo- 
gía y  sintaxis  del  árabe  clásico. 

Creemos,  además,  que  alguna  nueva  luz 
podrán  comunicar,  bien  que  indirectamente, 
á  la  historia  patria,  cuando  trate  de  estudiar 
la  condición  social,  usos  y  costumbres,  ins- 
tituciones jurídicas...,  etc. ,  de  los  Mozára- 
bes españoles. 

Pero  el  título  principal  que  á  nuestro 
aprecio  y  consideración  ostentan  aquellas 
escrituras,  cualquiera  que  sea  su  importan- 
cia intrínseca,  consiste  en  ser  reliquias  ve- 
nerables de  aquella  raza  latino- visigótica 
que,  aunque  rodeada  durante  los  cuatro  si- 
glos anteriores  por  los  sectarios  del  Islam, 
conservó  inmaculado  el  depósito  de  las 
creencias  cristianas,  de  la  ciencia  isidoria- 
na  y  de  las  tradiciones  nacionales.  El  idio- 
ma árabe  que  en  ellas  se  emplea  no  es  ins- 
trumento de  invectivas  contra  los  discípu- 
los de  Cristo  y  de  su  Iglesia,  ni  escarnece 
y  menosprecia  el  augusto  misterio  de  la 
Trinidad  cristiana,  ni  prorrumpe  en  en- 
comiásticos ditirambos  al  Enviado  de  Alali: 
nada  de  todo  esto,  que  parece  connatural  á 
la  lengua  árabe  clásica,  tiene  cabida  ni  re- 
motamente en  nuestras  escrituras;  antes, 
por  el  contrario,  el  idioma  árabe  es  allí 
elocuente  expresión  de  la  más  pura  orto- 
doxia católica:  en  él  se  formulan  explíci- 
tas y  solemnes  profesiones  de  fe  «en  el  Pa- 
dre, en  el  Hijo  y  en  el  Espíritu  Santo,  un 
solo  Dios»;  se  invoca  la  protección  de  San- 
ta María  y  de  los  Santos,  y  se  confiesa  y 
proclama  el  dogma  católico  en  su  integri- 
dad, «tal  como  lo  anunciaron  los  Apóstoles 
y  lo  expusieron  los  Santos  Padres  '».  Bien 
pudiéramos  decir,  por  consiguiente,  que  el 


«  Formúlanse  estas  explícitas  profesiones 
de  fe  en  los  testamentos  principalmente,  se- 
gún veremos  en  su  lugar. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


lenguaje  que  aquí  se  emplea,  fiel  reflejo  de 
las  más  arraigadas  creencias  y  de  los  más 
puros  sentimientos  cristianos,  es  un  árabe 
especial,  que  dista  tota  coció,  del  que  emplean 
los  escritores  musulmanes;  es  el  árabe,  por 
decirlo  así,  cristianizado  y  españolizado. 

La  historia  del  pueblo  árabe,  aun  pres- 
cindiendo de  las  relaciones  íntimas  que  al 
nuestro  le  ligan,   nos  interesa  ciertamente 
bajo  el  aspecto  científico,  pues  ante  la  in- 
teligencia humana,  como  ante  Dios,  no  hay 
aceptación  de  personas:  todos  los  pueblos, 
todas  las  razas  y  las  instituciones  todas  de 
la  humanidad  se  prestan  á  su  investiga- 
ción, sin  que  nada  sea  capaz  de  satisfacer 
su  insaciable  voracidad.  Pero  cuando  nos 
entramos  por  la  historia  de  los  Mozárabes 
españoles  y  estudiamos  sus  monumentos; 
cuando  nos   ocupamos   principalmente   en 
lo  que  concierne  á  los  Mozárabes  de  To- 
ledo, esa  ciudad  que  parece,  en  los  tiem- 
pos á  que  nos  referimos,  una  España  en 
miniatura  dada  la  variedad  de  gentes  de  to- 
das partes  que  la  habitan,  y  que  hizo  las  ve- 
ces, como  ha  dicho  muy  bien  el  P.  Burriel, 
del  corazón  en  el  organismo  de  nuestra  na- 
cionalidad, parece  como  que  éste  se  ensan- 
cha, y  á  más  del  deleite  puramente  científi- 
co, percibimos  en  estos  estudios  otra  satis- 
facción más  intensa,  más  íntima,  resultado 
de  las  simpatías  que  engendra  la  homoge- 
neidad de  raza  y  de  creencias  que  nos  une 
á  ese  pueblo  varonil  que  no  se  avergüenza 
ni  intimida  de  proclamar  su  fe  y  practicar 
su  culto  á  la  vista  de  sus  infieles  y  en  algún 
tiempo  poderosos  adversarios. 

Estas  debieron  ser  las  razones  que  movie- 
ron al  Sr.  Simonet  á  escribir  su  Historia  de 
los  Mozárabes  españoles,  cuya  tardanza  en 
hacerse  pública  es  el  tormento  de  los  erudi- 
tos. Con  esta  obra  creemos  que  el  ilustre 
arabista  no  sólo  merecerá  bien  de  las  letras 
patrias,   consolidando  más  y  más  el  buen 
nombre  de  que  goza  en  el  mundo  literario, 
si  que  también  llenará  un  vacío  que  ofrece 
los   caracteres  de  una  verdadera  injusticia 
nacional.  Y  á  estas  mismas  razones  obede- 
cía también,  sin  duda,  el  Sr.  Simonet,  cuan- 
do en  distintas  ocasiones  nos  ha  honrado 
con  sus  amistosas  excitaciones  para  que  dié- 
semos á  la  prensa  el  presente  trabajo,  que 
teníamos  escrito  y  casi  olvidado  hace  ya 
algunos  años. 


La^  repetidas  instancias  de  nuestro  ilus- 
tre amigo  no  dieron  resultado,  por  motivos 
que  no  hay  necesidad  de  exponer  tratándo- 
se de  españoles  y  de  trabajos  de  erudición; 
ni  la  publicación  por  cuenta  propia  era  em- 
presa llana  para  un  modesto  empleado,  ni 
podía  ofrecerse  á  ningún  editor  como  nego- 
cio. A  decir  verdad,  no  sentíamos  grandes 
entusiasmos  por  dar  á  luz  el  resultado  de 
nuestra  labor,  en  atención  á  que  ésta,  por 
su  propia  índole  y  por  ser  nuestra,  habría 
de  resultar  doblemente  imperfecta.  Por  esto 
nos  resignábamos  sin  esfuerzo  á  que  nues- 
tros apuntes  quedaran  para  siempre  conde- 
nados á  la  obscuridad  en  el  fondo  de  nues- 
tro pupitre. 

Creíamos,  en  efecto,  y  seguimos  creyen- 
do, que  para  sacar  de  las  escrituras  mozá- 
rabes toledanas  todo  el  partido  posible,  de- 
biera encargarse  de  su  estudio  un  arabista 
toledano,  es  decir,  un  literato  que  á  la  su- 
perior pericia  en  la  lengua  arábiga,  uniera 
extensos  conocimientos  sobre  la  historia  y 
topografía  de  la  comarca  á  que  dichas  es- 
crituras se  refieren:  de  este  modo  se  hubie- 
sen identificado  personajes,  reconocido  lu- 
gares y  relacionado  acontecimientos,  con  in- 
dudable utiUdad  de  la  historia  y  geografía 
patrias.  Pero,  por  desgracia,  entre  los  que 
cultivan  las  letras  en  la  famosa  ciudad  de 
los  Concilios,  no  tenemos  noticia  de  ningún 
arabista  que  se  haya  dedicado  con  empeño  á 
esclarecer  los  restos  de  la  cultura  oriental 
que  allí  tanto  abundan;  y  ésta  es  la  razón 
por  qué,  en  el  asunto  concreto  á  que  nos  re- 
ferimos, viene  á  esbozar  el  trabajo  un  des- 
conocido en  la  república  literaria,  que  ni  es 
toledano  ni  presume  de  docto  arabista. 

Por   otra  parte,  trabajos  de  esta  índole 
ofrecen  dificultades  tales,  que  sólo  los  á  ellos 
avezados  son  capaces  de  comprender.  No  se 
trata  sólo  de  aquellas  dificultades  en  el  tra- 
zado de  las  letras,  que  proceden  de  la  im- 
pericia, descuido  ó  mal  gusto  de  los  ama- 
nuenses ó  de  los  que  redactaron  tales  es- 
critos; pues  en  los  tiempos  antiguos  y  éh 
los  modernos,  entre  los  Árabes  y  Mozárabes 
como  entre  los  que  no  lo  son,  siempre  ha 
habido  y  habrá  escritores  que  parecen  pro- 
ponerse como  fin  principal  en  sus  escritos 
ejercitar  la  paciencia  de  los  que  hayan  de 
leerlos :   ni    son    tampoco    factores   únicos 
de    esa   dificultad    que    encarecemos     los 


102 


boletín 


desgastes  y  destrozos  que  la  incuria  del 
tiempo  y  la  acción  de  los  elementos  han  cau- 
sado en  mayor  ó  menor  grado  sobre  toda 
escritura  antigua.  Defectos  son  éstos  que 
comparten  nuestros  documentos  con  los 
demás  de  su  época,  y  aun  anteriores  y  pos- 
teriores, sin  que  haya  razón  para  que  de  ellos 
se  hallasen  exentos.  Los  que  hayan  maneja- 
do documentos  escritos  en  las  letras  llama- 
das de  albalaes  y  procesal,  nos  comprenderán 
fácilmente  si  les  decimos  que  no  son  menores 
las  innovaciones  y  los  abusos  que,  en  cuan- 
to al  trazado  de  los  caracteres  arábigos,  se 
presentan  en  algunas  de  las  escrituras  á  que 
nos  referimos.  Si  á  esto  se  añade  ahora  la 
casi  absoluta  carencia  de  vocales  y  aun  de 
los  puntos  llamados  diacríticos  (parte  inte- 
grante de  la  letra);  si  se  repara  además  en 
que  el  lenguaje  que  allí  se  emplea  adolece  de 
ciertos  resabios  ajenos  á  la  pureza  clásica  de 
la  lengua  árabe  (ya  de  por  sí  la  más  compli- 
cada y  difícil  de  las  semíticas)  *;  y  si  se  con- 
sidera, finalmente,  que  abundan  en  semejan- 
tes documentos  los  nombres  propios  de  po- 
blaciones y  caseríos,  y  algunos  nombres  co- 
munes del  lenguaje  hispano-latino  de  aque- 
llos tiempos,  transcritos  con  arreglo  á  un  sis- 
tema de  pronunciación  que  dista  bastante  del 
que  hoy  damos  á  los  caracteres  árabes;  si  se 
atiende,  digo,  á  todo  este  cúmulo  de  dificul- 
tades, capaces  de  poner  miedo  en  el  ánimo 
más  resuelto  y  esforzado,  se  comprenderá 
nuestra  anterior  indiferencia  tocante  á  la  pu- 
blicación de  un  trabajo  que  considerábamos 
ví\uy  distante  de  la  perfección,  no  ya  abso- 
luta, que  hemos  convenido  en  considerar 
incompatible  con  la  imperfección  y  debili- 
dad humanas,  sino  aun  de  aquella  perfec- 
ción relativa  y  razonable  que  la  crítica  está 
en  el  derecho  de  exigir. 

Hoy  las  cosas  han  cambiado.  La  dificul- 
tad económica  se  ha  vencido,  gracias  á  la 
generosidad  literaria  del  señor  Vizconde  de 
Palazuelos,  quien,  no  contento  con  poner  á 
nuestra  disposición  las  columnas  del  Bole- 
tín DE  LA  Sociedad  española  de  Excursio- 
nes, todavía  nos  ha  favorecido  con  libros 
y  noticias  que  nos  servirán  para  el  mejor 
desempeño  de  nuestro  cometido.  Además, 
en  la   revisión   que    recientemente  hemos 


emprendido  de  nuestro  anterior  trabajo,  he- 
mos podido  ampliarle  con  nuevos  datos 
de  que  entonces  prescindimos;  hemos  acer- 
tado á  leer  palabras  que  antes  no  logramos 
descifrar,  y  aclarado  conceptos  que  anterior- 
mente no  entendimos.  Esto,  unido  al  valioso 
concurso  del  Sr.  Simonet,  que  tan  á  fondo 
conoce  los  tales  documentos,  y  á  quien  pen- 
samos consultar  todas  nuestras  dudas,  se- 
guros de  merecer  su  amable  y  docta  coope- 
ración, como  también  la  del  egregio  ara- 
bista Sr.  Codera,  el  cual  ha  puesto  gene- 
rosamente á  nuestra  disposición  su  rica  li- 
brería arábiga ,  hace  que  consideremos  hoy 
nuestra  obra  menos  indigna  de  la  atención 
de  los  lectores ,  y  principalmente  de  los  ara- 
bistas ,  á  quienes  de  una  manera  especial  va 
dirigida. 

Para  que  así  sea,  y  á  fin  de  que  los  docu- 
mentos puedan  ser  apreciados  en  todas  sus 
fases,  distribuiremos  nuestra  labor  con  arre- 
glo al  siguiente  programa: 

L  Breve  noticia  de  cada  uno  de  ellos,  ó 
sea  publicación  de  las  notas  que  dan  idea 
del  contenido  de  cada  documento. 

II.  Texto  árabe  y  traducción  íntegra  de 
algunos  entre  los  que  conceptuemos  más 
importantes. 

III.  Ligeras  consideraciones  lingüísti- 
cas, geográficas,  jurídicas,  etc.,  etc,  que  nos 
sugieren  las  dichas  escrituras. 

IV.  índice  general  de  personas,  lugares 
y  vocablos  del  lenguaje  vulgar  que  en  ellos 
se  citan  *. 

Aun  contando  con  los  nuevos  elementos 
que  perfeccionan  hoy  nuestro  trabajo  sobre 
el  que  realizamos  hace  algunos  años,  sería 
suprema  insensatez  el  suponerle  tan  acaba- 
do y  perfecto  que  alejase  de  sí  toda  tenta- 
tiva de  rectificación  y  mejoramiento.  Lejos, 
muy  lejos  de  nosotros  tamaña  estolidez.  Los 
que  hemos  visto  á  todo  un  Dozy,  el  maes- 
tro de  los  maestros,  rectificar  y  enmendar 
sus  propias  rectificaciones  y  enmiendas  ', 


'    Derenbourg,  Crestotnathie:  Avant-pro- 
pos,  pág.  V. 


*  Supeditada  nuestra  publicación  á  la  del 
Boletín  de  la  Sociedad  española  de  Excursio- 
nes, no  contraemos  con  el  público  el  compro- 
miso de  dar  cima  á  nuestros  propósitos,  aun- 
que sí  nos  obligamos  á  hacer  cuanto  esté  de 
nuestra  parte  para  cumplir  nuestra  oferta. 

*  A  ios  dos  tomos  de  su  obra  Scriptorum 
Arabum  loci  de  Abbadidis,  publicados  en  1846 
y  1632  respectivamente,  añadió,  en  1863,  un 
tercer  lomo  con  las  rectificaciones  que  hubo 


DE   LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


103 


estamos  curados  a  pviori  de  semejantes  ton- 
terías y  pujos  de  propia  infalibilidad.  Lo  que 
sí  podemos  afirmar  es  que ,  si  no  siempre  he- 
mos acertado,  al  menos  hemos  puesto  para 
ello  los  medios  que  han  estado  á  nuestro 
alcance,  y  que  ni  hemos  disimulado  nues- 
tras dudas  en  los  puntos  dudosos,  ni  ocul- 
tado nuestra  ignorancia  en  aquellos  que  se 
han  resistido  tenazmente  á  nuestra  diligen- 
cia, pues  á  defecto  de  otras  condiciones  que- 
remos que  resalte  en  nuestras  obras  la  sin- 
ceridad y  buena  fe  que  tan  bien  sientan  en 
los  que  á  las  letras  consagran  todo  su  tiem- 
po y  todas  sus  energías. 

Y  estamos  tan  lejos  de  creer  que  hayamos 
agotado  la  materia  de  investigación  que  nos 
ofrecen  las  escrituras  mozárabes  toledanas, 
que  veríamos  con  el  mayor  gusto  una  serie 
de  trabajos  de  índole  biográfica  y  propia- 
mente histórica  donde  se  tratase  con  ampli- 
tud y  conocimiento  de  causa  de  los  perso- 
najes que  aquí  se  mencionan,  y  se  mostrase 
con  más  luz  que  hasta  el  presente  esa  socie- 
dad toledana  de  los  siglos  xii,  xiii  y  xiv  con 
sus  famosas  escuelas,  que  atraen  alumnos  de 
las  más  lejanas  regiones;  con  ese  colegio  de 
traductores  latinos  de  las  obras  arábigas  que 
difunden  el  saber  oriental  por  toda  Europa, 
según  nos  han  enseñado — ¡vergüenza  da  el 
decirlo! — eruditos  extranjeros  como  Jour- 
dain,  Leclerc,  Wustenfeld  y  otros. 

Creemos  que  fué  tal  la  importancia  de  To- 
ledo en  estos  siglos,  que  nos  parecerá  siem- 
pre poca  la  diligencia  que  se  ponga  en  am- 
pliar los  conocimientos  que  sobre  ella  posee- 
mos. La  patria  literaria  de  los  Gundisalvos, 
Avendaud  y  Gerardo  de  Cremona;  la  sede 
de  D.  Raimundo,  D.  Martín  López  y  Don 
Rodrigo  Jiménez  de  Rada  (citados  con  fre- 
cuencia en  nuestras  escrituras);  la  ciudad, 
en  fin,  convertida  por  Alfonso  el  Sabio  en 
emporio  de  la  ciencia  hispano-arábiga  y  en 
foco  de  cultura  que  se  difunde  por  todos  los 
ámbitos  de  la  Península  y  aun  por  las  na- 
ciones extranjeras,  bien  merece  que  á  ella 


dediquen  sus  investigaciones  los  sabios  es- 
pañoles, siquiera  sía  para  encontrar  en 
nuestras  glorias  pasadas  lenitivo  á  nuestras 
desdichas  presentes.  Y  esa  sociedad  cris- 
tiana que.  al  propio  tiempo  que  vierte  al  la- 
tín las  producciones  del  ingenio  musulmán, 
redacta  en  árabe  sus  instrumentos  públicos, 
y  acude  en  el  terreno  artístico  á  la  técnica 
musulmana  con  ornamentación  genuinamen- 
te  cristiana  ',  bien  acreedora  es  á  más  serios 
estudios  de  los  que  hasta  ahora  ha  mereci- 
do. No  parece  sino  que  esa  sociedad  tole- 
dana á  que  me  refiero  trata  de  llevar  á  cabo 
una  especie  de  fusión  entre  los  elementos 
compatibles  de  ambas  civilizaciones,  recon- 
ciliando al  islamismo  con  el  cristianismo,  é 
intentando  realizar  con  respecto  á  la  civili- 
zación musulmana  lo  que  con  relación  á  la 
griega  expresaba  aquella  hermosa  frase:  «La 
Grecia  en  gracia  de  Dios.»  Vengan,  pues, 
esas  monografías  sintéticas  que  nos  presen- 
ten rodeada  de  abundante  luz  esa  extraña 
sociedad,  oriental  en  la  forma  y  cristiana  en 
el  fondo,  que  al  propio  tiempo  que  nutre  los 
ejércitos  para  combatir  á  la  morisma,  adop- 
ta de  ésta  lenguaje,  costumbres,  institucio- 
nes jurídicas,  adelantos  científicos  y  cuanto 
no  se  halle  en  oposición  con  su  índole  cris- 
tiana y  española,  proporcionando  con  ello 
un  singular  contraste,  como  ha  indicado  el 
sabio  Leclerc. 

Nosotros  dejamos  íntegra  para  otros  la 
gloria  de  tales  trabajos,  aspirando  tan  sólo 
á  preparar  el  camino  (parare  vias  ejus)  á 
quien  se  halle  en  disposición  de  empren- 
derlos. 

Francisco  Pons. 
(Se  continuará.) 


*  Recientemente  se  ha  descubierto  en  la  sa- 
cristía de  la  iglesia  de  San  Justo  una  bellísima 
labor  mudejar  con  adornos  cristianos.  Puede 
verse  su  descripción  en  un  artículo  de  D.  R  Lo- 
rente  publicado  el  10  de  Junio  en  La.  Corres- 
pondencia de  España  con  el  título  de  Un 
moderno  monumento  toledano. 


de  hacer  sobre  lo  contenido  en  los  dos  prime- 
ros; pues  todavía  en  el  ejemplar  de  su  uso  de 
este  tercer  tomo,  ejemplar  adquirido  por  el  se- 
ñor Codera  á  la  muerte  del  autor,  hay  un  buen 
número  de  notas  manuscritas  corrigiendo  nue- 
vamente lo  que  antes  había  corregido. 


^^r^rS^rt^^*' 


194 


boletín 


LAPIDA  ARÁBIGA 

conmemorativa  de  la  Capilla  de  Santa  Catalina 
en  Toledo. 


RECTIFICACIÓN  '. 

N  el  número  28  de  nuestro  Boletín, 
aparece  un  largo  artículo,  firmado 
por  el  Sr.  D.  Francisco  Codera  y 
Zaidín,  pretendiendo  rectificar  la 
lectura  de  una  lápida  arábiga,  por  mí  pu- 
blicada en  el  número  26  de  esta  misma 
Revista.  Por  circunstancia  semejante,  y 
porque  el  articulista  hace  mención  de 
una  carta  particular,  que  me  dirigió  efec- 
tivamente, y  en  la  cual  no  me  invitaba, 
sino  me  exigía  con  bastante  descompos- 
tura me  confesase  públicamente  equivo- 
cado en  todo,  poniéndome  en  el  caso  de 
no  darle  respuesta  alguna,— acudo  hoy  al 
Boletín,  con  ánimo  de  rectificar  breve- 
mente, á  fin  de  no  ocupar  espacio  que  po- 
drá ser  útil  para  cosa  más  interesante. 

Con  tal  objeto,  pues,  señalaré  los  pun- 
tos de  controversia,  y  procuraré  huir  del 
ejemplo  que  me  da  el  articulista,  sin  de- 
tenerme en  las  insinuaciones  malévolas, 
ni  en  las  frases  de  mal  gusto  que  me  de- 
dica. 

Primer  punto. — El  articulista  dice  que 
propuso  la  lectura  j_^s.-.i>.Uo,  y  que  el  crí- 
tico, es  decir,  yo,  afirmé  debía  leerse 
^-^-^Lo.  No  es  cierto.— Lo  que  yo  escri- 
bí, después  de  consignar  que  es  notable 


1  La  interpretación  de  una  lápida  arábiga  hallada 
en  Toledo  viene  dando  lugar  á  una  discusión  ó  con- 
troversia de  carácter  técnico  entre  dos  consocios 
nuestro,s,  distinguidos  catedráticos  y  académicos  am- 
bos, los  Sres.  Codera  y  Amador  de  los  Ríos.  Con  este 
motivo,  al  director  del  Boletíx  de  la  Sociedad  Espa- 
ñola DE  ExcuRsioxhs  cabe  manifestar:  1.",  que  ni  el 
BoLETfx  ni  la  Sociedad  se  hacen  solidarios  de  las  opi- 
niones y  doctrinas  sustentadas  en  los  artículos  de 
aquellos  señores,  á  quienes  alcanza  únicamente  la 
responsabilidad  de  los  escritos  publicados  bajo  su  fir- 
ma; y  2.",  que  siendo  ya  cuatro  los  artículos  motiva- 
dos por  la  lectura  de  la  lápida  (dos  del  Sr.  Codera  y 
dos  del  Sr.  Amador  de  los  Ríos),  de  los  que  tres  Se 
publicaron  eñ  nuestro  Boletín,  juzga  la  cuestión  sufi- 
cientemente debatida,  y  cierra  la  discusión  por  lo  que 
respecta  á  las  columnas  de  nuestra  Revista.— (Nota 
DE  LA  Dirección.) 


este  monumento  epigráfico  por  las  faltas 
de  ortografía  en  él  reparables,  es  que 
"llama  la  atención  (y  si  hubiera  sido  cosa 
natural,  no  la  llamaría)  que...  aparezca 
clara  y  distintamente  el  dual  ^^^-y^^  (no 
j^_y^:^Lo  como  se  ha  leído),,;  esto  es:  que 
el  lapidario  colocó  en  la  palabra  una  le- 
tra de  más,  lo  cual  constituye  en  todas 
partes  una  falta,  igual  á  la  que  cometería 
quien  escribiese  hoy  Enrrique  ^ov  Enri- 
que. El  epigrafista  tiene  la  obligación  de 
reproducir  fielmente  el  epígrafe,  y  de  ad- 
vertir todos  sus  errores  y  defectos;  y 
cumpliendo  este  deber  elemental,  hice 
notar  el  yerro,  que  el  articulista  no  había 
advertido,  sin  pretender  yo  que  sea  tal  la 
forma  del  dual  gramaticalmente,  ni  mu- 
cho menos.  El  autor  del  artículo  me  dis- 
pensa el  honor  de  "pasar  por  de  pronto„ 
el  que  aparezca  ese  trazo  más,  cosa  de 
que  puede  convencerse  quien  quiera,  con 
sólo  la  mera  inspección  de  la  palabra,  en 
la  reproducción  á&\3h'tseo  Arqueológico 
Nacional;  y  "sin  tener  pretensiones  de 
epigrafista,,,  agrega  razones  y  argumen- 
tos, los  cuales  persuaden  de  que  confun- 
de lastimosamente  la  escritura  monu- 
mental cúfica  con  la  escritura  ordinaria 
nesji,  suponiendo  que  el  dibujo  y  el  des- 
arrollo de  los  signos  en  la  una,  son  los 
mismos  en  la  otra,  y  por  tanto  que  el  ^ 
final  se  desenvuelve  de  idéntica  forma  en 
ambas,  cuando  no  es  así,  por  lo  cual  huel- 
gan, á  mi  juicio,  las  comparaciones  pa- 
leográficas  en  que  se  engolfa,  como  huel- 
ga por  impertinente  la  nota  ilustrativa, 
con  la  que  procura  molestarme. 

Segundo  punto. — En  la  palabra  que  el 
articulista  leyó  c;:.'^^^  Y  yo  c;■:^-^*''^^  po- 
dría tener  razón  gramaticalmente,  si  di- 
cha voz  se  hallare  escrita  con  toda  orto- 
grafía, lo  cual  no  sabemos  ni  él  ni  yo,  por 
más  que  no  ofrezcan  garantía  alguna  de 
ello  las  faltas  de  esta  naturaleza  que  en 
el  monumento  aparecen,  á  despecho  del 
Sr.  Codera.  En  lo  que  entiendo  no  está 
en  lo  cierto,  es  en  decir  que  la  letra  s  (*) 
"en  el  único  caso  en  que  no  está  ligada 
por  el  principio...  está  limitada  por  una 
línea  recta  en  la  parte  inferior,  y  de  un 
?nodo  perfectamente  perceptible  en  los 
otros  casos„;  porque  en  el  cúfico  epigrá- 
fico, la  letra  á  que  se  refiere,  es  lo  mismo 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


105 


al  principio  que  al  méllio  de  dicción,  y 
termina  sietnpre  por  la  parte  inferior  en 
la  línea  horizontal,  común  á  las  demás 
letras  que  no  exceden  de  aquella,  decla- 
rando ser  para  mí  ininteligible  lo  subra- 
yado, pues  en  todos  casos,  la  terminación 
horizontal  del  indicado  signo  es  perfecta- 
mente perceptible.  En  la  reproducción 
del  Museo  aparece  el  borde  que  podría- 
mos llamar  externo,  algo  redondeado, 
circunstancia  que  podría  inducir  á  creer 
que  la  referida  letra  fuere  un  inim,  si  no 
fuese  porque  éste  en  el  cúneo  anterior 
al  granadino  es  todo  él  circular,  y  tenien- 
do su  eje  en  la  línea  horizontal  mencio- 
nada, excede  de  ella  por  consiguiente, 
cosa  que  no  ocurre  en  el  monumento,  ó 
por  lo  menos  en  la  reproducción  por  mí 
conocida,  á  que  me  refiero,  distinguién- 
dose en  cambio  en  la  letra  dudosa  algo 
que  pudo  ser  las  dos  pequeñas  incisiones, 
características  del  ».  Por  lo  demás,  yo  no 
pretendo  imponer  á  nadie  mi  lectura. 

Tercer  piinto.~A\  final  de  la  novena 
línea  del  epígrafe,  entendió  el  articulista 
la  última  palabra  de  ella  por  ^^Uül.  No 
debía  estar  sin  embargo  muy  seguro, 
cuando,  en  señal  de  duda,  la  colocó  entre 
interrogantes;  yo  leí  ^j5^^^^\,  y  creo  ha- 
ber acertado,  pues  unida  al  ^  final  hay 
ostensiblemente  otra  letra,  la  cual  puede 
ser  el  nún;  el  articulista,  firme  en  la  con- 
fusión del  cúfico  y  del  nesji,  trata  de  de- 
mostrar que  no  hay  tal  letra,  y  yo  em- 
plazo á  quien  quiera  para  que  lo  vea  en 
la  reproducción  del  Museo.  Si  la  palabra 
^^liJ\  no  fuere  plural  irregular,  no  hay 
duda  que  puede  serlo,  así  porque  confor- 
me al  sistema  actual  de  los  gramáticos, 
toda  palabra  cuyo  vocalismo  del  singu- 
lar experimenta  alteración  al  pasar  al 
plural,  se  llama  plural  fracto,  según  De- 
renbourg  y  Guyard,  sino  porque  el  pro- 
pio articulista  declara  que  no  niega  "en 
absoluto  que  pueda  presentarse  una  se- 
mejante forma„,  aunque  líneas  anteriores 
afirma  íernii'nantemente  lo  contrario. 

Cuarto  punto.— Reconoce  el  autor  del 
artículo,  que  en  ¿r:^->^\  falta  un  ^,  lo  cual 
constituye  una  falta  de  ortografía,  de 
cuya  mención  no  puede  prescindir  el  epi- 
grafista, por  lo  que  significa;  pero  según 
aquel,— que  no  quiere  reconocer  que  so- 


bra otro  ^  en  ^-^-;o^'^\  ,— "no  era  preciso 
advertir  esta  omisión  del  tallista„,  ignoro 
por  qué  causa. 

Quinto  punto.— Asegnr a.  que  "los  plu- 
rales irregulares  ó  fractos  es  regla  ele- 
mental de  sintaxis  que  sean  considerados 
como  singulares  femeninos  para  los  efec- 
tos de  la  concordancia,,;  pero  en  la  Chres- 
toinathia  de  Kosegarten,  que  él  conoce 
muy  bien,  hay  en  el  Cuento  del  Cambista 
de  Bagdad,  tomado  de  las  Mil  y  una  no- 
clies,  un  ejemplo  terminante  de  lo  con- 
trario, pues  en  él  (pág.  4,  línea  10)  se 

dice :     cy-í^-^'-i'J^     ^  ^^ 

Sexto  punto.— Afirma,  el  articulista  que 
la  correspondencia  de  la  fecha  está  equi- 
vocada; y  tiene  razón,  y  confieso  que  tal 
yerro  mío  me  sorprende  y  no  sé  explicár- 
melo, pues  el  mes  de  Récheb  de  432  co- 
menzó el  6  de  Marzo  y  terminó  el  4  de 
Abril  de  1041.  Suuní  cuique. 

Séptimo  punto.— Considero  que  por  lo 
menos  fué  mi  trabajo  de  alguna  utilidad, 
cuando  mi  impugnador  confiesa  que  si  es 
infalible  en  árabe,  no  lo  es  tanto  en  cas- 
tellano, al  declarar  que  empleó  con  "gran 
impropiedad„  la  palabra  legatario  en  la 
traducción ,  y  al  corregir  ésta  cual  lo 
hace.  Como  yo  no  tenía,  ni  tengo,  espíri- 
tu alguno  de  hostilidad  hacia  el  articu- 
lista, no  dije  palabra  de  esto,  pues,  con 
efecto,  más  que  impropiedad  es  olvido 
manifiesto  del  idioma  llamar  legatario  á 
quien  hace  el  legado.  A  estas  bizarrías,  ú 
otras  por  el  estilo,  nos  tiene  acostumbra- 
dos mi  impugnador,  quien,  hablando  en 
su  gramática  árabe  (pág.  54)  de  los  géne- 
ros del  nombre,  sienta  textualmente  como 
regla  que  "son  masculinos  los  que  no  son 
femeninos„  *.  Por  lo  demás,  haciéndose 
las  mandas  piadosas  para  implorar  la  gra- 
cia y  el  perdón  de  Dios,  no  creo  violento, 
sino  muy  natural,  que  se  entienda  ser 
Dios  el  legatario,  tanto  más  cuanto  que 
la  amplificación,  reconstrucción  ó  repa- 
ración de  la  mezquita  á  que  alude  la  lá- 


1  Como  el  articulista  tiene  el  prurito  de  corregir  á 
los  demás,  recuerdo  ahora  que  en  un  trabajo  suyo  re- 
cientemente publicado  en  el  Boletín  da  la  Real  Aca- 
demia de  la  Historia ,  corrige  á  un  escritor  francés, 
entendiendo  caprichosamente  la  locución  les  deux 
iinatiies. 


io6 


boletín 


pida,  eran  en  la  casa  de  Dios  hechas,  y 
para  gloria  del  mismo  ejecutadas. 

Octavo  punto.— Rs  empeño  pueril  es- 
forzarse en  demostrar  que  era  hombre 
conocido  el  Alberolo  ó  Alberola  de  la  lá- 
pida toledana,  y  esto  á  nada  conduce,  se- 
gún habrán  advertido  los  lectores. 

Noveno  punto.— ^o  es  menos  pueril  é 
inútil  para  la  cuestión  epigráfica  suscita- 
da, la  lucubración  referente  al  título  de 
ashah;  no  puede  negar  que  significó  siem- 
pre preeminencia,  en  el  sentido  en  que  se 
halla  en  este  y  otros  muchos  casos.  Si 
siempre  fuera  lo  que  asegura  ¿cómo  en- 
tendería las  frases  tan  frecuentes  en  ca 
píteles,  basas,  arquetas  y  otros  objetos, 
que  terminan  diciendo:  «^..^^a^UJ,  ^^_^^^\^ 
ó  <íJ-U¡i.Uai ,  si  no  las  traduce  por  "para 
su  dueño,,,  "para  mi  dueño,,  ó  "para  su 
señora?,.  De  la  preeminencia  no  es  posi- 
ble dudar,  y  así  se  confirma  una  vez  más 
por  el  ejemplo  de  otros  muchos  epígrafes, 
y  muy  en  especial  por  el  que  ofrece  la  lá- 
pida conmemorativa  de  Mérida  del  año 
220  de  la  H. ,  donde  se  declara  que  la 
obra,  á  que  alude,  fué  ejecutada  por 
orden  del  Califa,  y  bajo  la  dirección  (no  á 
expensas)  entre  otros,  del  ot^J\  ^^^s^Lo 
el  jefe  ó  director  de  la  obra,  no  el  compa- 
ñero, socio,  ni  empleado  de  la  misma. 

Por  lo  que  hace  á  la  frase  »3>>^.  ,^^,  nada 
dije,  y  nada  digo;  pero  sí  me  será  permi- 
tido declarar,  contra  lo  aseverado  gra- 
tuitamente por  el  articulista,  en  cuanto  á 
la  confusión  del  ra  y  del  nún  á  fin  de  dic- 
ción, que  ésto  podrá  ocurrirle  á  él,  que  no 
presume  de  epigrafista,  cuando  se  trata 
de  la  escritura  cúfica,  estando  en  su  mano 
convencerse  de  ello,  con  examinar  la  co- 
lección epigráfica  del  Museo  Arqueoló- 
gico Nacional:  todo  consiste  en  la  erró- 
nea creencia  de  que  el  cúfico  y  el  nesji 
son  la  misma  cosa. 

Para  concluir:  el  articulista  presume 
que  los  musulmanes  eran  incapaces  de 
cometer  faltas  de  ortografía  y  de  sinta- 
xis, como  hoy  día  las  comete  entre  nos- 
otros el  vulgo,  con  letreros  como  los  de 
Se  gisan  callos  y  caragoles,  Mediaspara 
clérigos  de  lana,  Sombreros  para  niños 
de  paja,  y  el  muy  reciente,  que  he  leído 
hace  pocos  días,  de  Se  peinan  señoras  de 
real  y  medio  en  adelante;  cree  también 


el  articulista  que  todos  los  musulmanes 
en  España  hablaban  y  escribían  gramati- 
calmente, no  existiendo  ni  locuciones  par- 
ticulares, ni  provincialismos,  ni  modis- 
mos, ni  barbarismos,  ni  nada  de  eso;  y  yo 
estimo  que  tales  presunciones  y  tales 
creencias  no  son  en  buena  lógica  admisi- 
bles, aunque  no  hubiera,  que  los  hay,  tes- 
timonios fehacientes  de  estas  faltas  entre 
los  musulmanes  españoles. 

Nadie  debe  hacerse,  por  último,  la  ilu- 
sión de  que  ningún  ramo  de  la  ciencia 
sea  patrimonio  exclusivo  suyo,  ni  de  que 
sus  obras  se  hallan  exentas  de  error  ó  de 
descuido,  ni  de  que  es  infalible;  porque 
los  que  para  el  público  escriben,  lo  hacen 
para  ser  por  el  público  libremente  juzga- 
dos, y  sienta  mejor  la  modestia  en  el  sa- 
bio que  el  desvanecimiento  y  la  soberbia, 
pues,  como  dice  el  vulgo,  todos  los  días 
aprendemos  algo,  debiendo  recordar  siem- 
pre aquellas  palabras  de  Cristo:  "El  que 
se  halle  limpio  de  culpa,  arroje  la  prime- 
ra piedra.,,  ¡Dichoso  quien  pueda  tener  la 
seguridad  de  haber  acertado  una  vez  en 
la  vida! 

Rodrigo  Amador  de  los  Ríos. 

18  Junio  de  1895. 


-<  .irKa  ^^'tt^yiCr-Sy^  s- 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  NATURALES 


CIENCIA  ESPAÑOLA 


I  O  es  cosa  frecuente,  y  antes  bien  de- 
be tenerse  por  extraña  é  inusitada, 
ver  citadas  en  Revistas  y  Acade- 
mias extranjeras  ó  traídas  á  cuen- 
to como  autoridad,  investigaciones  de  sa- 
bios españoles,  que,  siendo  poco  lo  que 
aquí  se  hace  de  original  en  tal  sentido, 
tiene  su  importancia  é  indica,  cuando  me- 
nos, algo  de  vitalidad  científica,  siquiera 
ésta  haya  de  ser,  por  ahora,  muy  limita- 
da. Y  es  bien  particular  que,  por  males  de 
nuestros  pecados,  no  pocas  veces  tenga 
que  venir  de  fuera  el  relato  de  las  pro- 
pias investigaciones  y  el  favorable  juicio 
de  la  labor  meritísima,  hecha  por  los  con- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


107 


tados  que  en  España  consagran  su  vida 
á  la  experimentación  y  se  afanan  por  aña- 
dir datos  nuevos  y  de  propia  cosecha  á  lo 
ya  sabido  y  recibido  en  la  ciencia.  Sin  em- 
bargo, recorriendo  las  publicaciones  ex- 
tranjeras de  estos  últimos  años,  suele  en- 
contrarse citado  alguno  que  otro  trabajo 
español,  siempre  con  elogio  á  decir  ver- 
dad, y  en  varios  casos  no  ha  parecido  su- 
ficiente la  sola  noticia  y  se  ha  extractado 
ó  publicado  íntegro,  si  su  importancia  así 
lo  requería;  siendo  de  advertir  cómo  el 
conocimiento  de  estos  mismos  trabajos 
se  tiene  entre  nosotros  por  lo  que  de  ellos 
han  dicho  fuera,  que  en  achaques  de  cien- 
cia pura  no  somos  ciertamente  muy  da- 
dos á  lecturas  que  nada  tienen  de  amenas, 
y  carecemos,  por  lo  general,  de  la  pacien 
cia  necesaria  para  seguir  paso  á  paso  to- 
do el  trabajo  de  pormenor  y  detalle  que  ha 
sido  necesario  al  buen  experimentador  an- 
tes de  alcanzar  una  ley  ó  principio  que 
generalice  el  dato  que  la  propia  obser- 
vación de  las  cosas  ha  suministrado,  y 
acontece  también,  muy  á  menudo,  que  el 
medio  no  es  adecuado,  y  en  general  falta 
ambiente  propicio  al  desenvolvimiento  de 
cierto  género  de  estudios,  y  la  cultura 
científica  de  la  generalidad  es  inferior  á  lo 
que  debiera  ser,  dado  el  actual  progreso 
de  las  ciencias,  y  aun  habiendo  cuenta  de 
nuestra  antigua  tradición,  que  tenemos 
tan  abandonada,  como  si  en  España  ja- 
más se  hubieran  cultivado  las  ciencias. 
Al  registrar  un  nombre  español,  consig- 
nado con  elogio  en  acreditadas  publica- 
ciones extranjeras,  ó  al  ver  en  ellas  cual, 
quiera  trabajo  de  investigación  hecho  en 
nuestra  tierra,  se  experimenta  casi  casi  la 
misma  alegría  que  haciendo  un  descubri- 
miento, y  nacen  en  nosotros  esperanzas 
de  una  regeneración  científica,  ya  co- 
menzada en  nuestros  nacientes  laborato- 
rios y  en  algunas  cátedras  de  las  Facul- 
tades, en  las  cuales  impera  como  sobe- 
rano el  criterio  experimental,  y  á  él  se 
subordina  todo  conocimiento,  particular- 
mente en  el  orden  de  las  ciencias  de  la 
naturaleza. 

Por  más  que  se  trata  de  algo  que  está 
todavía  en  sus  comienzos  y  de  un  movi- 
miento científico  apenas  iniciado,  ya  se 
advierte  en  todo  una  nota  característica, 


cierta  originalidad,  algo,  en  fin,  que  es 
propio  de  nuestro  carácter  é  ingenio,  me- 
nos dado  de  lo  que  parece  á  cosas  sutiles 
y  á  sublimidades  teóricas,  á  fantasías  y  á 
imaginaciones,  por  lo  menos  cuando  de 
ciencia  se  trata,  justificando  de  tal  modo 
nuestro  abolengo  en  estas  materias ;  pues 
apenas  hay  libro  científico  de  nuestra 
buena  época  que  no  tenga  carácter  prác- 
tico y  de  inmediata  aplicación,  hecho  que 
explica  la  carencia  casi  total  de  libros  de 
alquimia  en  la  bibliografía  científica  es  - 
pañola ,  porque  lo  que  en  ella  hay  refe- 
rente á  la  materia,  es  traducido  ó  trans- 
crito de  antiguos  manuscritos.  Verdad 
es,  por  lo  menos,  respecto  de  ciertas  ma- 
terias, que  caminamos  muy  despacio  y 
vamos  á  la  zaga  del  progreso  científico; 
pero  esto  no  implica  desconocimiento  de 
las  ciencias,  ni  carencia  de  investigadores 
y  trabajos  originales,  contándose  algu- 
nos de  grandísima  importancia,  y  como 
tales  considerados  y  tenidos  por  los  más 
doctos  y  muy  apreciados  en  las  corpora- 
ciones científicas  que  gozan  de  mayor 
renombre  y  fama.  Acaso  debido  á  su  mis- 
ma índole,  no  llegan  á  la  generalidad  los 
trabajos  experimentales  á  que  me  refie- 
ro, porque  aquí  carecemos  de  una  cultu 
ra  general  suficiente  para  apreciarlos,  y 
no  existe  lo  que  se  llama  medio  científi- 
co ;  pero  su  desconocimiento  no  es  moti 
vo  para  que  nosotros  mismos  nos  colo- 
quemos en  lugar  todavía  más  bajo  del 
que  nos  corresponde  en  este  gran  movi- 
miento progresivo  de  las  ciencias,  que  es 
la  mayor  gloria  del  siglo  que  alcanzamos. 
Podrá  nuestra  escasa  cultura  ser  causa 
de  que  los  extranjeros  tengan  que  seña- 
larnos los  trabajos  de  experimentadores 
españoles;  mas  no  debemos  nunca  po- 
nerlos en  lugar  inferior,  ni  confundí;-, 
como  se  hace  con  gran  daño  de  la  cien- 
cia española,  lo  que  tiene  valor  real  y  po- 
sitivo con  las  quimeras  y  fantasías  de  los 
que  teorizan  sin  ton  ni  son,  desconociendo 
en  absoluto  los  fundamentos  de  toda  cien- 
cia, que  nunca  han  entendido  y  ni  siquie- 
ra saben  que  tales  principios  existen. 

En  este  mismo  año  se  han  ocupado  va- 
rias Revistas  extranjeras  en  el  relato  de 
trabajos  científicos  realizados  en  España, 
que  han  merecido   grandes  elogios  de 


io8 


boletín 


parte  de  sabios  eminentes  y  el  honor  de 
ser  traducidos  íntegros  ó  extractados  lar- 
gamente. Inútil  es  decir  que  el  lugar  pre- 
eminente en  esto  corresponde  al  gran  his- 
tólogo D.  Santiago  Ramón  Cajal,  nuestra 
más  pura  gloria  científica  en  el  presente, 
tanto  que  es  ya  corriente  que  todos  sus 
trabajos,  no  sólo  se  acojen  como  corres- 
ponde aun  sabio  de  primer  orden,  sino  que 
se  esperan  con  verdadera  ansia,  anun- 
ciándose sus  descubrimientos;  mas  sién- 
dome desconocida  la  materia  á  que  se  re- 
ñiré la  asidua  labor  científica  de  mi  ilus- 
tre amigo,  no  puedo  entrar,  bien  á  pesar 
mío,  en  el  relato  de  sus  últimos  y  más 
trascendentales  trabajos,  los  cuales,  si  de 
una  parte  resuelven  interesantes  proble- 
mas acerca  de  la  constitución  íntima  de 
los  órganos  del  sistema  nervioso  tocan 
de  otra  en  las  más  elevadas  cuestiones 
de  la  psicología  experimental,  suminis- 
trando preciosos  datos  sobre  los  cuales 
se  han  de  fundar  los  términos  de  rela- 
ciones que  entre  lo  físico  y  lo  psíquico 
pretende  establecer,  de  una  manera  ra- 
cional y  positiva,  la  ciencia  moderna.  En 
otro  trabajo  español  se  han  ocupado  los 
sabios  extranjeros  en  lo  que  va  de  año: 
hace  ya  algunos  publicó  el  Sr.  D,  Federico 
de  Botella  y  de  Hornos,  Inspector  gene- 
ral del  Cuerpo  de  Ingenieros'de  Minas,  y 
geólogo  muy  distinguido  y  notable,  cuyos 
trabajos  son  bien  conocidos  en  el  mundo 
científico,  un  voluminoso  libro  que  lleva 
este  título;  Apuntes  paleográficos,  mor- 
fología,  etiolgoia,  orografía  é  hidro- 
grafía de  la  Península,  España  y  sus 
antiguos  mares,  las  formas,  las  causas, 
las  leyes,  ilustrado  con  multitud  de  lámi- 
nas y  planos.  Resultado  de  minuciosas  y 
prolijas  observaciones,  llevadas  á  cabo 
con  rigurosa  escrupulosidad  y  prosegui- 
das durante  largos  años,  tiene  el  libro  del 
Sr.  Botella  grandísimo  interés  nacional, 
y  refiriéndose  todo  á  España,  sirve  para 
darse  cuenta  de  las  vicisitudes  y  meta- 
morfosis por  que  ha  pasado  este  pedazo 
de  la  corteza  terrestre,  sobre  el  cual  nos 
ha  tocado  vivir.  Unidas  y  relacionadas  la 
observación  geológica,  en  la  que  es  el 
autor  peritísimo  y  maestro ,  y  el  conoci- 
miento geográfico  y  orográfico  más  per- 
fecto y  minucioso,  resulta  el  libro  del  se- 


ñor Botella  una  obra  de  capital  importan- 
cia, un  libro  verdaderamente  fundamen- 
tal, en  el  que  ha  sido  menester  gran  tra- 
bajo de  pormenor,  y  como  si  dijéramos 
preparatorio,  indispensable  para  llegar  á 
la  exposición  de  doctrinas  muy  origina- 
les, apoyadas  directamente  en  hechos  de 
propia  observación,  que  nos  consienten 
asistir,  si  así  vale  expresarse,  á  la  serie 
de  fenómenos  acaecidos  en  la  evolución 
de  los  antiguos  mares  de  la  Península. 
Con  ser  tanta  y  tan  grande  la  importan- 
cia de  este  hermoso  libro,  bastante  para 
hacer  la  fama  y  la  gloria  de  un  sabio,  na- 
die aquí  habló  de  él,  ni  tengo  noticia  dé 
ninguna  nota  bibliográfica  referente  al 
trabajo  del  Sr.  Botella,  tan  rico  en  datos 
como  afortunado  en  la  doctrina  en  ellos 
fundamentada:  verdad  que  no  se  trata  de 
una  obra  popular;  pero  atendiendo  á  que 
constituye  un  estudio  original  y  propio, 
apoyado  en  observaciones  hechas  sobre 
el  terreno  y  á  la  vista  de  los  objetos,  con 
muy  pocos  antecedentes,  paréceme  que 
valia  la  pena  de  haberle  consagrado  cuan- 
ta atención  merece,  que  no  es  frecuente 
entre  nosotros  contemplar  el  espectáculo 
de  una  vida  con.'- agrada  á  investigacio- 
nes que  reclaman  muchísima  atención  y 
exigen  conocimientos  muy  especiales. 

Por  fortuna  un  sabio  extranjero,  que 
goza  de  grande  y  merecida  fama,  el  emi- 
nente Daubrée,  bien  conocido  en  el  mun- 
do científico  por  sus  trabajos  de  Minera- 
logia  y  de  Geología  sinténtica,  fijó  su  aten- 
ción en  el  libro  del  Sr.  Botella,  y  á  los  an- 
tiguos mares  de  la  Península  consagró 
un  artículo  notabilísimo,  que  vio  la  luz 
pública  en  la  Revista  denominada  yo wr- 
nal  des  savants,  en  el  número  corres- 
pondiente al  mes  de  Abril  del  año  corrien- 
te. M.  Daubrée,  no  sólo  se  ocupa,  en  el 
artículo  de  referencia,  en  el  libro  del  se- 
ñor Botella,  sino  que  tomando  como  pun- 
to de  partida  este  admirable  trabajo,  para 
el  que  tiene  grandes  elogios,  trata,  al 
propio  tiempo,  de  la  obra  general  llevada 
á  cabo  por  los  geólogos  españoles  é  ini- 
ciada ya  por  Ángulo  en  los  últimos  años 
del  pasado  siglo.  Es  en  verdad  muy  grato 
ver  así  ensalzada  una  labor  casi  descono- 
cida entre  nosotros  y  que  tiene,  sin  em- 
bargo, altísima  importancia,  no  ya  sólo 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


10(^ 


dentro  de  las  puras  especulaciones  cien- 
tíficas, sino  también  en  el  terreno  de  las 
aplicaciones  prácticas :  el  conocimiento 
de  la  Geología  en  España  está  en  el  mo- 
mento presente  muy  adelantado,  desde 
aquel  gran  impulso  que  le  comunicara,  no 
hace  muchos  años,  el  por  tantos  títulos  fa- 
moso D.  Casiano  de  Prado,  y  de  ello  son 
pruebas  los  trabajos  de  la  Comisión  del 
Mapa  Geológico,  organizados  por  D.  \'a- 
nuel  Fernández  de  Castro,  muerto  en  es- 
tos días,  y  consignados  en  muchos  tomos 
de  Memorias  originales  y  descriptivas  de 
varias  provincias  y  en  el  Boletín  de  aque- 
lla Comisión;  el  hermoso  Mapa  Geológico 
de  la  misma;  los  estudios  publicados  en 
los  Anales  de  la  Sociedad  Española  de 
Historia  Natural  y  las  magníficas  inves- 
tigaciones de  los  Sres.  D.  José  Macpher- 
son,  D.  Salvador  Calderón,  D.  Lúeas  Ma- 
llada,  D.  Daniel  Cortázar  y  otros  muchos, 
sin  olvidar  al  profesor  D.  Juan  Vilanova. 
Para  todos  tiene  Daubrée  en  su  artículo 
una  palabra  de  elogio,  y  no  es  ciertamente 
parco  en  encomiar  una  obra  que  le  es  co- 
nocida en  todos  sus  pormenores  y  deta- 
lles,  cumpliendo    asi  un  deber   de  jus" 
ticia,  ya  que  nosotros  no  hemos  querido 
cumplirlo,  faltando  al  patriotismo  con  que 
es  preciso  ver  tales  cosas.  Al  dar  esta 
ligera  noticia  del  artículo  escrito  por  el 
eminente  profesor  de  París,  que  es  uno 
de  los  primeros  sabios  de  Francia,  quiero 
consignar  la  manera  cómo  la  Comisión  del 
Mapa  Geológico  anhela  completar  su  obra: 
los  materiales  reunidos  en  sus  ricas  co- 
lecciones, permiten  hacer  un  reparto  á 
todos  los  Establecimientos  científicos  de 
España,  á  los  cuales  se  van  á  donar  co- 
lecciones completas  de  minerales,  fósiles, 
y  rocas  de  España,  con  admirable  preci- 
sión clasificadas,  teniendo  como  base  lo 
recogido  en  la  provincia  donde  radique  el 
centro  docente  ;  cada  ejemplar  lleva  una 
etiqueta  detalladísima  precisando  todas 
las  circunstancias,  sino  nimia  y  localidad 
donde  se  halla,  y  de  ello  tengo  para  mí 
que   ha   de   venir   gran   provecho  á  la 
cultura  general  delpaís,  llegando  á  todos 
el  resultado  de  las  investigaciones,  se- 
guidas durante  muchos  años,  con  objeto 
de  conocer  y  describir  el  suelo  de  España. 
En  otra  especie  de  trabajos  originales 
T.  III 


ocuparéme  ahora,  tratando  de  un  artícu- 
lo que  publicó,  en  el  mes  de  Marzo  del 
año  corriente,  la  Reviic  Scientifiqiie  de 
París,  cuyo  artículo  es  un  resumen,  muy 
bien  hecho  y  detallado,  de  los  experimen- 
tos que  llevaron  al  Sr.  D.  Victorino  Gar- 
cía de  la  Cruz,  en  la  actualidad  profesor  de 
Química  Orgánica  de  la  Facultad  de  Cien- 
cias de  la  Universidad  Central,  al  descu- 
brimiento y  enunciado  de  las  leyes  me- 
cánicas de  los  gases  nebulosos  y  de  los 
líquidos  turbios.  No  era  la  primera  vez 
que  el  Sr.  García  de  la  Cruz  veía  sus 
trabajos  en  lengua  francesa,  porque  en  el 
Bulletin  de  la  Soci^té  Chimique  de  Pa- 
rís, se  han  publicado  varios,  todos  ellos 
de  carácter  experimental,  al  igual  de  este 
.que  últimamente  ha  parecido  en  una  de 
las  más  acreditadas  Revistas  de  Europa, 
y  mucho  tiempo  hace   que  el  profesor 
noníbrado  viene  consagrándose  al  estu- 
dio de  referencia,  añadiendo  datos  y  ex- 
perimentos para  dar  á  las  le^^es  que  des- 
cubrió maj'or  carácter  de  generalidad  y 
á  sus  demostraciones  precisión  matemá- 
tica; prueba  de  ello  es  el  nuevo  estudio 
de  líquidos  turbios  y  gases  nebulosos, 
publicado  este  mismo  año  en  La  Natura- 
lesa,  cuyo  estudio  bien  puede  asegurar- 
se que  es  lo  más  extenso  y  períecto  y 
aun  pudiera  decirse  lo  único  sistemático 
y  completo  conocido  acerca  del  particu- 
lar; puesto  que  fuera  de  algún  experi- 
mento aislado  y  curioso,  referente  á  ca- 
sos especiales  de  líquidos  turbios  y  gases 
nebulosos,  sólo  cuenta  la  ciencia  con  las 
prolijas  y  minuciosas  investigaciones  del 
Sr.  García  de  la  Cruz,  y  son  éstas  de  tan- 
ta importancia,  que  le  consintieron  llegar 
á  establecer  leyes  generales,  de  carácter 
mecánico,  demostrándolas  por  medio  de 
experimentos. 

Cuando  se  estudian  las  propiedades  ge- 
nerales de  los  líquidos  y  sus  relaciones 
con  los  cuerpos  en  ellos  sumergidos,  no 
se  acostumbra  á  parar  mientes  en  las  que 
pueden  establecerse  entre  el  fluido  y  el  só- 
lido, en  el  de  ser  éste  pulverulento  y  ha- 
llarse en  estado  de  grandísima  división:  la 
mezcla  del  líquido  con  el  sólido  constitu- 
ye entonces  lo  que  se  denomina  un  líqui- 
do turbio,  en  el  cual  pueden  acontecer  dos 
series  de  fenómenos,  á  saber:  ó  el  sólido 

14 


i  10 


boletín 


se  deposita  en  el  fondo  de  la  vasij  a,  con  ve- 
locidad bastante  considerable  y  en  tiem- 
po no  muy  largo,  dependiendo  el  hecho, 
no  sólo  del  peso  específico  del  sólido, 
sino  también  del  tamaño  de  sus  partícu- 
las, ó  el  depósito  se  hace  y  lleva  á  cabo 
con  lentitud  extraordinaria,  tardando  á 
veces  muchos  meses  en  efectuarse,  de 
lo  cual  tenemos  magnífico  ejemplo  en 
ciertas  arcillas  finísimas  y  coloridas  de 
amarillo  ó  rojo,  suspendidas  en  algunas 
aguas,  la  de  Lozoya  entre  ellas,  que  pa- 
san á  través  de  los  filtros  de  papel  y  no 
se  reúnen  en  el  fondo  de  las  vasijas  y  se 
mantienen  en  el  agua  hasta  transcurridos 
algunos  meses,  formando  sus  depósitos 
los  ocres  más  finos  que  se  conocen. 

José  Rodríguez  Mourelo. 
(Concluirá.) 


-  t,<r  <feK5"<¡'^¡r<í>''t>'S>'^>  -J  - 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


RESTAURACIÓN 


CASA  DE  POLENTINOS  EN  AVILA 


A  ciudad  de  Ávila  es  un  rico  museo 
W-^  arquitectónico  cuyos  ejemplares  se 
hallan  esparcidos  por  todas  sus  ca- 
lles, en  términos  que  no  se  da  un 
paso  por  ellas  sin  tropezar  con  algo  inte- 
resante. Aparte  de  sus  monumentos  reli- 
giosos y  de  sus  incomparables  murallas, 
el  antiguo  caserío  ofrece  al  artista  ejem- 
plos notables  que  estudiar,  correspon- 
dientes, en  su  mayor  parte,  á  la  época  de 
transición  del  ojival  estilo  al  del  Renaci- 
miento. Las  casas  de  los  repobladores, 
pegadas  á  las  murallas,  son  de  las  más 
antiguas,  y  en  las  de  lo  interior  vense  los 
rasgos  característicos  de  estilos  más  mo- 
dernos. 

Entre  estas  últimas  ocupa  uno  de  los 
primeros  lugares  la  que  perteneció  al 
Conde  de  Polentinos,  y  que  adquirida  por 


el  Ayuntamiento,  que  la  tuvo  por  alber- 
gue durante  la  construcción  de  su  actual 
Casa  Consistorial,  ha  sido  destinada  al 
establecimiento  de  la  Academia  de  Ad- 
ministración militar ;  destino  apropia- 
do, no  sólo  por  su  amplitud  y  disposición, 
sino  por  la  ornamentación  guerrera  de 
su  portada. 

Nada  podemos  decir  de  su  historia  ni 
de  la  época  de  su  construcción,  si  bien, 
correspondiendo  al  estilo  plateresco,  debe 
datar  del  siglo  xvi.  Hállase  situada  en  la 
antigua  calle  de  la  Rtia,  que  era  la  prin- 
cipal de  la  ciudad,  y  cuyo  tradicional 
nombre  ha  sido  recientemente  sustituido 
por  el  de  Vallespín^  en  honor  del  malo- 
grado Director  que  fué  de  dicha  Acade- 
mia, quien  por  sus  especiales  dotes  y  sim- 
patías ha  merecido  tal  honor.  Pero,  sin 
negársele  en  modo  alguno,  creemos  que 
hubiera  sido  preferible  dar  su  nombre  á 
otra  calle  de  la  ciudad,  para  que  no  des- 
apareciera el  típico  de  la  Rúa,  existente 
en  todas  las  ciudades  castellanas,  para 
indicar  la  calle  por  excelencia  de  las  po- 
blaciones, la  ruta  de  los  mercaderes  y  la 
principal  arteria  que  las  cruza,  comuni- 
cando, en  ésta  de  Ávila,  el  puente  sobre 
el  Adaja  con  el  centro  comercial. 

La  fisonomía  exterior  de  la  casa  en 
cuestión  por  la  Rúa  era  por  demás  ex- 
traña. Retirada  su  fachada  de  la  línea  de 
la  calle  y  resguardada  por  un  pretil,  com- 
poníase de  fuerte  maro  de  granito  de  es- 
casa altura,  coronado  de  sencilla  imposta 
y  ostentando  en  su  centro  magnífica  por- 
tada, que  se  remataba  por  amplia  y  de- 
corada barbacana  elevada  sobre  dicha 
fachada  y  acodándose  con  su  cornisa  por 
medio  de  graciosas  curvas.  Á  cada  lado 
de  la  puerta  dos  ventanas  bajas  y  otras 
dos  sobre  ellas,  sin  ornamentación  alguna 
y  tapiadas.  La  fachada  quedó  así  suelta, 
sin  crujía,  como  muro  de  cerramiento  del 
solar;  y,  paralelo  á  ella,  uno  de  los  lados 
del  patio,  también  sin  terminar.  Mas  aho- 
ra, felizmente  el  Ayuntamiento  ha  cos- 
teado la  terminación  del  edificio,  levan- 
tando su  fachada  principal,  estableciendo 
en  dos  pisos  la  crujía  entre  ella  y  el  patio 
y  terminando  éste  con  su  ornamentación 
escultórica.  Semejante  obra  ha  sido  pro- 
yectada y  dirigida,  con  noble  entusiasmo, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


III 


por  el  inteligente  Arquitecto  municipal 
D.  Ángel  Barbero,  á  quien  debemos  los 
dibujos  que  se  acompañan  y  quien,  con 
celo  nunca  bien  ponderado,  ha  estudiado 
todos  los  detalles  de  la  ornamentación  y 
construcción  y  ha  modelado  con  sus  ma- 
nos los  bajo-relieves  del  patio,  imitando 
concienzudamenle  el  estilo,    hasta   con 
sus  incorrecciones.  Corresponde  también 
parte  de  gloria  al  contratista  D.  Antonino 
Prieto,  experto  constructor,  de  inteligen- 
cia é  instrucción  poco  comunes,  y  con  la 
rara  cualidad  de  poseer  tan  acendrado 
amor  á  su  profesión  y  á  las  obras  por  él 
ejecutadas,  que  llega  á  anteponerle  á  sus 
intereses.  Reciban  ambos  nuestros  pláce- 
mes por  sus  trabajos  en  esta  ocasión, 
como  con  notoria  justicia  los  han  recibido 
de  los  ilustrados  Director  y  Profesores 
de  la  Academia  y  de  cuantas  personas 
entendidas  han  visitado  las  obras. 

Casi  huelga  la  descripción  cuando  se 
acompañan  dibujos  como  los  del  Sr.  Bar- 
bero, por  lo  cual  seremos  muy  concisos, 
haciendo  sólo  notar  algunas  particulari- 
dades del  edificio. 

Como  casi  todos  los  de  la  época,  cons- 
tituye su  núcleo  un  gran  patio  decorado, 
rodeado  de  galerías;  y,  contiguas  y  para- 
lelas á  éstas ,  sendas  crujías  de  buen  an- 
cho, donde  se  distribuyen  las  habitacio- 
nes, con  amplia  escalera  en  un  costado 
para  acceso  del  piso  principal.  En  éste 
tiene  el  patio,  que  es  cuadrado,  unos  13 
metros  de  lado,  3^,40  las  galenas  y  de  6 
á  7  las  crujías.  Opuesta  á  la  fachada  prin- 
cipal hay  otra  á  la  Plaza  de  Santo  Do- 
mingo, con  entrada  que  ostenta  un  deco- 
rado dintel. 

La  puerta  de  la  primera  es  un  ancho 
hueco  cerrado  por  arco  circular,  bordea- 
do de  una  faja  decorada  con  perlas,  ba- 
quetones y  palmetas,  y  flanqueado  por 
anchas  pilastras  sobre  basas,  conteniendo 
en  su  parte  superior  cabezas  de  leones, 
de  cuyas  fauces,  y  atadas  con  cintas  for-^ 
mando  lazos,  cuelgan  piezas  de  armadu- 
ras y  trofeos  de  armas  ofensivas;  una 
impostilla  tangente  á  la  archivolta  recua- 
dra el  hueco,  en  cuyas  enjutas  campean 
medallones  con  bustos,  y  sobre  ella  corre 
un  friso  con  un  escudo  central  rodeado 
de  corona  de  laurel  y  tenido  por  dos  gri- 


fos sujetos  con  cadenas,  y  otros  dos  es- 
cudos correspondiendo  á  las  pilastras,  te- 
nido el  de  la  izquierda  por  un  águila  pas- 
mada y  coronado  por  cimera  el  de  la  de- 
recha. Claro  es  que  dichos  escudos  co- 
rresponderán á  la  casa  de  Polentinos. 
Una  cornisa  decorada  corona  este  friso, 
y  sobre  ella  ábrese  en  el  centro  una  ven- 
tana, flanqueada  también  por  pilastras 
decoradas,  acompañadas  de  rica  orna- 
mentación que  llena  los  espacios  de  ambos 
lados,  y  cuyo  dintel,  tallado  en  forma  de 
cornisamento,  está  también  muy  decora- 
do ,  existiendo  sobre  él  ornatos  hasta  el 
arranque  de  los  canes  de  la  barbacana. 
Son  éstos  en  número  de  ocho,  compuestos 
cada  uno  de  tres  piedras  talladas  en  cur- 
va y  decoradas,  y  sobre  ellos  una  moldu- 
ra que,  como  la  imposta  del  resto  de  la 
fachada,  está  decorada  con  coronitas,  y 
encima  de  ella  el  pretil,  terminado  tam- 
bién por  otra  decorada  moldura. 

En  la  restauración  se  ha  levantado  la 
fachada  hasta  la  altura  del  arranque  de 
los  citados  canes,  coronándola  con  una 
sencilla  cornisa  del  estilo,  y  se  han  abier- 
to las  ventanas,  proveyéndolas  de  artís- 
ticas y  típicas  rejas. 

Cada  frente  del  patio  está  constituido 
por  cinco  columnas  (contando  las  dos  an- 
gulares), cuyos  fustes  son  monolitos,  con 
basas  áticas  sobre  plintos  decorados,  ca- 
pitel dórico,    con  modillones  formando 
zapatas,  donde  se  apoyan  los  dinteles  que 
cierran  los  espacios,  hermosas  piezas  de 
granito  de  Cardeñosa  de  unos  tres  metros 
de  largo,   decorados   con  bajo-relieves 
distintos  compuestos  con  cabezas  en  me- 
dallones, grifos  y  hojarasca,  y  separados 
por  escudos  que  corresponden  á  las  co- 
lumnas. Otra  serie  de  éstas,  de  menor 
altura,  constituye  la  galería  del  piso  prin- 
cipal, y,  de  modo  análogo,  sostienen  din- 
teles tallados  y  escudos,  coronando  el  todo 
una  pequeña  y  decorada  cornisa.  El  an- 
tepecho de  esta  galería  alta  está  consti- 
tuido por  balaustres  de  piedra  con  hojas 
talladas  sobre  plinto  y  sosteniendo  un 
curvo  pasamanos. 

Tiene  el  patio  un  aspecto  elegante;  y  si 
los  bajo-relieves  acusan  en  detalle  falta 
de  dibujo  é  incorrección  de  ejecución, 
producen  en  conjunto  buen  efecto,  espe- 


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114 


boletín 


cialmente  los  escudos,  que  se  destacan 
vigorosamente  con  formas  acentuadas. 

Dos  de  los  lados  del  patio,  que  estaban 
sin  terminar,  se  han  terminado  con  tal 
perfección,  que  no  parecen  hechos  ahora; 
se  han  derribado  los  tabiques  que  cerra- 
ban las  galerías  altas,  dejándolas  diáfa- 
nas y  restaurando  y  reponiendo  muchos 
balaustres.  Tienen  éstos  0m,80  de  alto  por 
Ora,  18  de  diámetro,  son  de  piedra  graníti- 
ca blanca  de  Cardeñosa,  y  ha  costado  cada 
uno  30  pesetas;  los  trozos  de  pasamanos 
son  de  una  pieza,  de  2m,S0  en  cada  inter- 
columnio; los  frisos  tallados,  de  3m,25 
X  0^,50  X  0m,30,  han  costado  á  365  pese- 
tas, y  los  escudos,  de  0ni,70x0m,70x0m,50, 
á  170.  Son  también  de  notar,  por  sus  di- 
mensiones extraordinarias ,  los  peldaños 
del  vestíbulo,  pues  miden  6ra,80  de  longi- 
tud y  pesan  1.750  kilogramos  cada  uno. 

Con  las  obras  ejecutadas  y  las  de  deco- 
ración interior  y  remates  que  al  presente 
se  están  haciendo ,  el  antiguo  palacio  de 
los  Condes  ;de  Polentinos  ofrece  á  la 
Academia  de  Administración  militar  un 
albergue,  no  sólo  cómodo  y  amplio ,  sino 
elegante  y  artístico;  y  dignos  son  también 
de  aplauso  el  Ayuntamiento  de  la  ciudad 
y  su  entonces  Presidente,  D.  Bonifacio 
Jiménez,  por  el  empeño  mostrado  para 
llevar  á  feliz  término  tan  importante  tra- 
bajo, así  como  el  celoso  é  ilustrado  Direc- 
tor de  la  misma  Academia  D.  Adolfo  Pas- 
cual, por  sus  iniciativas, 

Enrique  M.  Repulles  y  Vargas 

(Resumen  de  Arqtiitecttira). 


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LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 


Sabido  es  de  todos  cuantos  conocen 
nuestra  Sociedad  que  el  objeto  de  sus  ex- 
cursiones no  se  reduce  sólo  al  de  procu- 
rar á  los  que  á  ellas  concurren  un  grato 
al  par  que  instructivo  solaz,  que  venga 
á  ser  como  un  higiénico  paréntesis  de  más 
arduas  y  sedentarias  ocupaciones. 

Fomentar  el  amor  á  los  monumentos, 
coadyuvar  á  su  conservación,  inculcar  en 


los  pueblos  el  convencimiento  de  que  esas 
manifestaciones  de  cultura  que  preceden- 
tes generaciones  nos  legaron,  permanez- 
can respetadas  y  sobrevivan  á  nuestras 
edades,  como  testimonio  fehaciente  de  lo 
que  en  otro  tiempo  fueron  nuestra  gran- 
deza y  esplendor,  esos  son  los  fines  que 
nuestra  Sociedad  persigue.  Si  se  realizan 
ó  no,  ahí  están  las  reseñas  de  las  excursio- 
nes verificadas.  Recordemos  sólo  la  vela- 
da de  Brihuega,  en  la  que  todos  los  que  en 
ella  tomaron  parte  dirigieron  sus  notables 
improvisaciones  á  ensalzar  la  importancia 
y  hermosura  de  los  monumentos  visita- 
dos, á  realzar  su  historia,  á  vulgarizar  la 
idea  de  su  conservación  hasta  el  punto  de 
que  el  último,  de  los  que  dirigieron  la  pa- 
labra á  tan  abigarrado  concurso,  para 
hacer  más  comprensible  y  simpática  la 
idea,  comparó  aquellos  monumentos  y 
objetos  de  arte  con  los  que,  por  haber 
pertenecido  ó  haber  sido  obra  de  algún 
antepasado ,  conservan  las  familias  como 
recuerdo  de  religiosa  veneración  y  alta 
estima. 

Algunas,  veces,  estas  manifestaciones 
suelen  ser  oídas  como  sermón  en  el  de- 
sierto ;  pero  otras ,  en  cambio ,  producen 
resultados  tan  satisfactorios  cual  lo  fueron 
el  acuerdo  del  Ayuntamiento  del  mismo 
Brihuega,  de  erigir  una  lápida  conmemo- 
rativa del  Arzobispo  D.  Rodrigo  Jiménez 
de  Rada,  y  dar  su  nombre  á  uno  de  los  pa- 
rajes más  principales  de  la  población,  y 
el  de  haber  podido  nuestros  consocios  ad- 
mirar en  toda  su  belleza  y  despojada  de 
las  anacrónicas  vestiduras  con  que  la  pie- 
dad más  antiartística  cree  adornar  la  no- 
tabilísima imagen  de  Nuestra  Señora  de 
la  Peña,  cuya  reproducción  acompañó  al 
número  de  nuestro  Boletín  correspon- 
diente al  mes  de  Septiembre  de  1893. 

Como  siempre  es  grato  el  saber  que 
nuestras  desinteresadas  observaciones  y 
sanos  consejos  son  de  vez  en  cuando  fa- 
vorablemente atendidos,  vamos  á  consig- 
nar un  hecho  que  revela,  lo  bien  que  fruc- 
tifica el  grano  que  cae  en  terreno  abonado 
y  la  satisfacción  que  la  Sociedad  experi- 
menta cuando  consigue  salvar  algún  obje- 
to artístico  de  una  inminente  desaparición 
ó  ruina. 

Es  el  caso  que  en  la  excursión  á  Ules- 


bE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


n5 


cas,  el  28  del  pasado  Abril,  visitando  la 
iglesia  del  convento  de  la  Madre  de  Dios, 
fundado  por  el  Cardenal  Cisneros ,  halla- 
mos una  hermosa  imagen  de  Nuestra  Se- 
ñora, tallada  en  piedra  en  el  siglo  xv,  de 
bastante  belleza  artística  y  colocada  en  un 
altar  próximo  á  la  entrada  del  templo, 
donde  por  las  especiales  condiciones  de 
situación ,  podría  fácilmente  hacérsela 
desaparecer  si  algún  inteligente  especu" 
lador  en  antigüedades  acertaba  á  descu- 
brirla. 

Nuestra  inesperada  visita,  á  hora  in- 
tempestiva para  la  comunidad ,  excitó  la 
curiosidad  de  ésta,  y  tanto  la  madre  aba- 
desa, como  algunas  de  las  religiosas  se 
aproximaron  á  la  reja  del  coro  bajo,  y 
con  amabilidad  extrema,  satisficieron  has- 
ta donde  las  fué  posible  á  nuestras  pre- 
guntas referentes  á  los  objetos  artísticos 
que  estábamos  examinando. 

Llegó  su  turno  á  la  efigie  de  que  nos 
ocupamos,  y  por  los  allí  reunidos  se  hizo 
comprender  á  las  madres  el  valor  artísti- 
co de  la  imagen;  que  no  era  apropiado  el 
título  de  El  Carmen  con  que  poco  ha  se 
la  designaba;  que,  según  todos  los  indi- 
cios, procedía  de  la  derruida  ermita  de 
la  Vega,  y,  por  último,  que  debería  colo- 
cársela en  lugar  menos  expuesto  á  una 
desaparición,  y  más  adecuado  á  la  repre- 
sentación y  al  valor  artístico  de  la  escul- 
tura- 

Que  aquellas  indicaciones  no  cayeron 
en  saco  roto,  lo  demuestra  la  carta  recibi- 
da poco  tiempo  después  por  el  que  estas 
líneas  escribe,  carta  que  hiriendo  tal  vez 
la  modestia  de  su  autora,  nos  atrevemos  á 
publicar  á  continuación,  para  honra  de  tan 
respetable  abadesa  y  comunidad,  para 
satisfacción  de  la  Sociedad  Española  de 
Excursiones,  y  como  ejemplo  digno  de  ser 
imitado  por  cuantos,  por  su  posición  ó 
circunstancias,  se  hallan  en  posibilidad 
de  contribuir  á  la  conservación  de  los  mo- 
numentos enclavados  dentro  de  sus  res- 
pectivas jurisdicciones. 

Dice  así: 

"Convento  de  la  Madre  de  Dios.— Ules, 
cas. — Sr.  D,..— Muy  señor  mío  y  de  mi  ma- 
yor consideración  y  respeto:  Aunque  han 
transcurrido  algunas  semanas  sin  tener 


el  gusto  de  poder  escribir  á  V.  dándole 
un  millón  de  gracias  por  haberme  servi- 
do con  prontitud  y  caridad  como  había 
prometido  esa  distinguida  Sociedad,  no 
por  eso  nos  hemos  olvidado  de  Vds.,  y 
prueba  dé  ello  es  la  presente,  que  no  tiene 
más  objeto  que  saludar  á  V.  y  á  toda  la 
Sociedad  y  decirles  á  Vds.  que  ya  hemos 
trasladado  á  otro  sitio  mejor  la  imagen 
que  tanto  nos  ponderaron  y  á  la  que  hon- 
rábamos bajo  el  nombre  del  Carmen;  la 
hemos  quitado  los  escapularios,  y  hoy  la 
apellidamos  Nuestra  Señora  de  la  Vega.,, 
Sigue  enumerando  las  fiestas  con  que  van 
á  solemnizar  este  acontecimiento  y  las 
obras  que  realizan  para  decorar  el  nuevo 
sitio,  y  termina  diciendo:  "Por  lo  tanto, 
Sr.  D...  le  supUco  notifique  esta  nueva  á 
todos  sus  señores  compañeros,  haciéndo- 
les presentes  nuestros  respetuosos  re- 
cuerdos, muy  especialmente  los  de  esta 
humilde  afma.  s.  s..  Sor  Josefa  María  de 
LA  Purificación,  Abadesa.  —yí?iy o  26 
de  1895. 

Grande  fué  nuestro  sentimiento  al  ver- 
nos imposibilitados  de  publicar  esta  carta 
en  el  número  del  Boletín  de  Junio  pró- 
ximo pasado,  á  causa  de  hallarse  ya  el 
mismo  en  prensa  el  día  en  que  recibimos 
aquélla.  Disculpado  lo  involuntario  del 
retraso,  estamos  seguros  de  que  nues- 
tros compañeros  de  excursión  han  leído 
con  sumo  gusto  las  noticias  que  por  nues- 
tro conducto  se  les  comunican,  y  agrade- 
cen las  corteses  frases  de  tan  respetable 
señora  en  todo  lo  que  valen. 

En  cuanto  á  la  sociedad,  satisfecha  del 
éxito  alcanzado,  envía  á  tan  respetable 
comunidad  sus  más  sinceros  plácemes,  á 
los  cuales  se  unirán,  desde  luego,  los  de 
todos  cuantos  se  interesan  por  la  conser- 
vación de  las  obras  de  arte  en  España, 
entre  los  cuales  figura,  en  primer  térmi- 
no, el  sabio  Cardenal  Monescillo,  que, 
estamos  seguros,  aplaudirá  en  cuanto  de 
ellas  tenga  noticia,  las  muestras  de  cul- 
tura y  piedad  ofrecidas  por  las  religiosas 
de  la  Madre  de  Dios  de  Illescas;  ejemplo 
digno  de  ser  imitado  por  todos  los  que, 
poseyendo  obras  de  arte,  se  hallen  en  las 
condiciones  que  motivaron  las  iniciativas 
de  la  Sociedad  Española  de  Excursiones, 


ii6 


BOLETÍN 


tan  pronta  y  hábilmente  realizadas  por 
aquella  venerable  comunidad. 


En  la  fecha  y  forma  previamente  anun- 
ciada, verificóse  en  el  pasado  mes  de  Ma- 
yo la  excursión  á  Ocaña  y  Yepes,  que  re- 
sultó de  no  escaso  interés  desde  los  pun- 
tos de  vista  histórico  y  arqueológico.  Los 
excursionistas,  guiados  y  colmados  de 
atenciones  por  nuestro  digno  socio  dele- 
gado en  Ocaña,  Sr.  Gálvez,  recorrieron 
ambas  villas,  examinando  los  notables 
monumentos  y  detalles  arqueológicos  y 
sacando  fotografías  de  varios  de  ellos. 
En  su  día  se  publicará,  como  de  costum- 
bre, en  el  Boletíx  la  crónica  de  la  excur- 
sión. 


Para  cubrir  las  vacantes  que  por  de- 
función ú  otras  causas  habían  resultado 
en  las  juntas  de  Sección  de  la  Sociedad,  y 
atendida  la  dificultad  de  cumplir  por  aho- 
ra la  última  parte  del  texto  del  capítu- 
lo IV,  art.  3."  del  Reglamento,  en  tanto  la 
Sociedad  no  cuente  con  domicilio  propio 
definitivo,  la  Comisión  ejecjutiva  ha  acor" 
dado  los  siguientes  nombramientos: 

Sección  de  Ciencias  Naturales.— Y o- 
cal,  limo.  Sr.  D.  Perfecto  María  Clemen- 
cín.— Vocal,  Sr.  D.  Felipe  Mora. 

Secciónde  Literatura.— Secretario  2.'^, 
Sr.  D.  Marcelo  Cervino. 

Sección  de  Bellas  Artes. — Presidente, 
Excmo.  Sr.  D.  Pedro  de  Madrazo.— Vo- 
cal, Sr.  D.  Felipe  Benicio  Navarro.— Vo- 
cal, Sr.  D.  José  María  Florit. 


Con  motivo  de  haberse  constituido  en 
el  Círculo  de  la  Unión  Mercantil  de  Ma- 
drid una  comisión  para  el  estudio  de  los 
nuevos  reglamentos  del  Canal  de  Lozoya, 
nuestro  consocio  y  amigo  D.  Felipe  Mora, 
autor  y  concesionario  del  proyecto  del 


Canal  de  Guadarrama,  ha  dirigido  á  di- 
cha comisión  nna  importante  proposición 
que,  en  su  concepto,  resuelve  el  proble- 
ma de  abastecimiento  del  agua  necesaria 
en  Madrid. 

Fundado  el  Sr.  Mora  en  que  el  facilitar 
agua  ilimitada  merece  el  apoyo  del  go- 
bierno, autoridades  y  particulares,  y  que 
el  monopolio  de  este  elemento  produciría 
la  muerte  de  las  industrias,  siendo  al  pro- 
pio tiempo  imposible  que  el  Canal  de 
Lozoya  amplíe  la  venta,  ni  atienda,  por 
falta  de  presión,  á  los  servicios  de  deter- 
minadas zonas  de  Madrid,  propone  abrir 
una  subscripción  en  que  todo  propietario 
podrá  adquirir  el  agua  que  necesite  del 
nuevo  Canal  del  Guadarrama,  el  cual  se 
compromete  á  hacer  á  sus  expensas  una 
conducción,  y  establecer  depósitos  á  la 
altura  de  25  metros  sobre  el  nivel  de  los 
del  Lozoya. 

Con  esta  construcción  se  evitaría  la 
falta  de  agua  y  que  las  turbias  fueran 
generales,  puesto  que  el  nuevo  Canal  po- 
dría proporcionar  52.000  reales  fontane- 
ros, ó  sea  una  cantidad  igual  á  la  sumi- 
nistrada por  el  Lozoya. 

Para  las  atenciones  de  la  Real  Casa ,  el 
Estado,  la  provincia  y  los  Municipios, 
tanto  de  Madrid  como  á  los  que  esto  al- 
canza, será  el  50  por  100  del  precio  fijado 
de  2.000  pesetas,  mientras  no  utilicen  la 
canalización  del  Lozoya,  en  cuyo  caso 
este  descuento  será  á  favor  de  este 
Canal. 

Esto  es,  en  resumen,  lo  esencial  de  la 
proposición  Mora,  que  por  su  importan- 
cia merece  ser  estudiada.  Felicitamos 
por  su  oportuna  idea  á  su  autor,  cuyo 
proyecto  del  Canal  es  ya  conocido  y  apre- 
ciado en  lo  que  vale  por  nuestra  Socie- 
dad, que  en  27  de  Mayo  de  1894  realizó 
una  excursión  á  Villalba  con  objeto  de 
estudiar  las  importantísimas  obras  pro- 
yectadas por  el  Sr.  Mora  ', 


1  Vid.  Excursión  á  Villalba  el 27 de  Mayo  de  1894, 
por  D.  Manuel  Marchámalo  y  Sanz.— Tomo  n  de 
nuestro  Boletín,  pág.  101. 


1.20'7.  Establecimiento  tipográfico  de  Agustín  Avrial, 
San  Bernardo,  92. 


BOLKTIN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAIDLA  DE  EXCURSIONES 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AÑO  III 


Iwflladrid.  1.°  de   A.gosto   de  1895 


NÜM.  30 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


LA  ESTACIÓN  PREHISTÓRICA 

DE 


(Ooxxtixxu.acióxa..) 


II 


unos  trescientos  metros  del  río 
''^^  Giguela,  en  una  de  las  vertientes 
l|!  que  derivadas  de  la  sierra  de  Al- 

tomira  van  á  desembocar  en  la 
vega  del  mencionado  río,  al  Oeste  del  ce- 
rro denominado  Cabeza  del  Griego  (Se- 
góbriga),  se  abre  una  cueva  de  gran  pro- 
fundidad, horadada  en  las  estravas  del 
terreno  cretáceo. 

La  entrada,  elevada  á  unos  ochenta  y 
cinco  metros  sobre  el  nivel  del  río,  da 
acceso  á  la  galería  principal,  que  mide 
diez  y  seis  metros  de  longitud  y  ramifi- 
case en  diversos  puntos  formando  otras 
galerías  secundarias,  viniendo  á  terminar 
en  una  con  una  pendiente  de  cincuenta 
centímetros  por  metro,  á  cuyo  fin  hay 
una  balsa  de  agua  salobre  con  un  nivel 
oscilante,  según  la  sequedad  de  los  años, 
entre  tres  y  cuatro  metros. 

No  fué  cosa  fácil  dar  con  la  entrada 
primitiva  de  la  caverna.  La  abertura,  ta. 
piada  con  enorme  cantidad  de  piedra  y 
arciUa,  había  desaparecido  por  completo 
bajo  la  espesa  capa  de  tierra  con  la  que 


se  había  nivelado  el  suelo  por  la  parte 
exterior  de  la  gruta,  de  tal  manera,  que 
el  techo  formaba  el  piso  del  valle. 

No  es  extraño,  pues,  que  tuviéramos 
que  bajar  á  la  cueva  por  una  especie  de 
pozo  vertical  como  de  uno  ó  dos  metros  de 
hondo,  cuyo  orificio,  practicado  en  la  pie- 
dra viva,  apenas  si  podía  dejar  paso  á 
una  persona.  Del  fondo  de  este  pozo  na- 
cía un  pequeño  caño  que  desembocaba  en 
una  galería  central,  donde  más  tarde  en- 
contramos una  tosca  sepultura  completa- 
mente desprovista  del  menor  vestigio 
funerario. 

Al  empezar  nuestras  exploraciones,  la 
galería  principal  estaba  interceptada  con 
grandes  piedras  corridas  desde  la  en- 
trada y  mezcladas  con  una  regular  can- 
tidad de  tierra.  Sin  embargo  de  lo  cual 
quedó  una  estrecha  senda  por  la  que 
solían  penetrar  los  zorros  y  conejos,  cau- 
sa ocasional  del  hallazgo,  pero  no  cier- 
tamente humano  ser  alguno,  pues  sólo 
los  primeros  exploradores  de  la  gruta 
pueden  comprender  las  muchas  dificul- 
tades y  apuros  que  era  necesario  sufrir 
para  llegar  hasta  la  primera  sala.  Echa- 
dos en  el  suelo,  y  empujando  con  los  pies 
las  piedras,  que  rodando  con  estrépito  se 
precipitaban  por  la  pendiente,  pudimos 
al  fin  llegar  á  una  excavación  bastante 
ancha  para  caber  todos  y  andar  de  pie. 
En  la  extremidad  de  esta  cámara  empal- 


ii8 


boletín 


ma  el  caño  ó  galería  central  formando  un 
islote  ó  promontorio  de  piedra,  al  rede- 
dor del  cual  habíanse  amontonado  multi- 
tud de  restos  de  cerámica  y  varios  útiles 
de  hueso.  Los  fragmentos  de  esta  primiti- 
va cerámica  abundan  en  todas  las  galerías 
superiores,  y  hubiera  sido  fácil  llenar  con 
ellos  varios  carros.  El  sendero  después 
empalma  y  nos  lleva  por  la  bifurcación 
de  la  izquierda  á  uno  de  los  departamen- 
tos más  espaciosos  de  la  caverna,  cuyo 
suelo,  lleno  completamente  de  cacharros» 
trigo  carbonizado,  huesosyotros  objetos' 
atestigua  que  fué  pisado  por  varias  ge- 
neraciones. 

Algunas  galerías  secundarias  princi- 
pian en  este  departamento,  que  fué,  según 
parece,  especialmente  habitado ,  y  en  las 
que  puede  el  explorador  ver  muchas  hen- 
diduras disimuladas  con  arcilla,  especial- 
mente algunas  sin  salida,  preparadas  para 
habitaciones  ó  sepulturas. 

A  menudo  aparece  la  bóveda  ennegre- 
cida con  el  humo  de  los  hogares  y  hasta 
de  las  antorchas,  como  puede  testificarse 
examinando  detenidamente  algunos  es- 
pacios ahumados  en  el  techo  de  algunas 
cámaras. 

Si  en  lugar  de  seguirse  por  el  lado  de 
la  izquierda  lo  hacemos  por  la  galería 
principal,  tendremos  que  andar  aun  unos 
cien  metros,  atravesando  muchas  cavi- 
dades de  dimensiones  distintas,  aunque 
ninguna  se  aproxime  por  su  belleza  á  las 
espaciosas  y  magníficas  de  los  Pirineos. 
Dejando  acá  y  allá  una  infinidad  de  bo- 
cas de  galerías  secundarias,  acábase  por 
llegar  á  una  excavación  honda  y  ancha, 
en  la  que  resplandece  á  la  luz  de  las  an- 
torchas un  agua  muy  pura  y  cristalina. 
En  la  galería  central  se  encuentran  muy 
pocas  estalactitas;  la  caliza  del  techo  acri- 
billada con  muchos  nichos  y  agujeros  de 
todos  tamaños,  ofrece  á  veces,  sobre  el 
humo,  una  red  de  brillantes  cristalizacio- 
nes de  carbonato  de  cal,  cuya  transparen- 
cia es  notable. 

En  las  salas  inferiores,  las  formaciones 
cretáceas  presentan  la  figura  de  gigan- 
tescos liqúenes  pegados  en  las  paredes. 
Las  estalactitas  sólo  se  encuentran  en 
en  una  galería  lateral  muy  húmeda.  Esta 
galería  desemboca  por  sus  dos  extremi- 


dades en  la  calle  central,  pero  de  ella 
parten  hacia  el  interior  de  la  colina  fre- 
cuentes ramificaciones,  por  algunas  de 
las  cuales  seguimos  durante  tres  ó  cuatro 
horas  sin  poder  llegar  al  fin.  No  tienen 
ningún  interés  desde  el  punto  de  vista 
arqueológico,  pues  en  ellas  no  se  nota 
ni  humo,  ni  huesos,  ni  resto  alguno  de  ce- 
rámica, siendo  su  acceso  muy  penoso, 
tropezando  á  cada  momento  con  pozos 
verticales  adonde  no  puede  bajarse  sin 
peligro  de  rasgarse  los  vestidos  ó  produ- 
cirse alguna  herida  con  las  innumera- 
bles asperezas  del  risco.  En  la  parte  cen- 
tral de  este  caño,  dispuesto  en  arco  de 
círculo,  encontramos  el  esqueleto  entero 
de  un  hombre ,  pero  sin  vestigio  alguno 
de  sepultura  ni  resto  de  armas  ú  otros 
objetos. 

P.  Eduardo  Capelle. 

(Se  continuará.) 
= ^=^-^^P- — 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 
ADVERTENCIAS    PREVIAS 

I.''  En  la  transcripción  de  nombres  pro- 
pios árabes  hemos  seguido  el  sistema  usado 
comunmente  por  los  arabistas  españoles,  y 
que  hemos  expuesto  detalladamente  en  otro 
trabajo  nuestro  que  espera  ver  la  luz  públi- 
ca en  plazo  no  lejano. 

2.^  Los  nombres  propios  latino-hispa- 
nos  y  los  comunes  del  lenguaje  vulgar  los 
hemos  transcrito  vertiéndolos  á  la  forma  que 
tienen  actualmenteentrenosotros:así,  en  vez 
de  decir  Bithro ,  Yoaiiex,  Dominqnis,  Be- 
láis,  hemos  escrito  Pedro,  Juan.,  Domínguez, 
Peláez;  en  vez  del  archiprexte  (otras  veces 
ayxiprexie),  archidiakono...  etc.,  escribimos 
arcipreste,  arcediano,  etc. ;  es  decir,  que  la 
forma  latina  ó  del  romance  antiguo  que  ofre- 
cen estos  nombres  en  el  texto  árabe,  se  con- 
vierte aquí  generahnente  en  la  forma  actual 
correspondiente. 

3.*  Por  la  razón  anterior,  y  en  corrobo- 
ración de  nuestras  afirmaciones  al  interpre- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


119 


tar  estos  documentos,  hemos  prodigado  los 
textos  árabes,  cosa  que,  sia  estorbar  á  los 
no  arabistas,  es  de  gran  utilidad  para  los 
que,  siéndolo,  se  ven  imposibilitados  de 
consultar  los  originales. 

4.^  Para  no  aumentar  desmesuradamen- 
te el  número  de  notas  aclaratorias  al  pie  de 
cada  página,  seremos  parcos  por  ahora  en 
este  punto,  dejando  para  la  tercera  parte  de 
este  trabajo  llenar  los  vacíos  que  ahora  se 
noten. 


líos  en  que  diez  dirhames  componen  un  miz- 


iJ 


UM 


jL 


,,.J!  ^, 


^z.   i.^3   L^.^ 


J  ,L)1    \J.S>     .,^^   ¿..liaiL 


cal,« 

...  Jliu. 

Otorgóse  esta  venta,  según  la  legislación 
musulmana  ^  (  f-s^Lv^f  'ix^  ^^),  en  el  mes 
venerando  del  Ramadán  del  año  475  de  la 
Hégira  (1083  de  J.  C.)  2.  ^k%i\   ,,l^^     J) 


.(;^jUaJ,L         .-.: 


r 


u 


II 


Venta  de  la  mitad  de  una  viña  i  sita  en  el 
término  del  lugar  de  Chalaneas  2,  que  es  una 

de  las  alquerías  de  Toledo,     y^  ^_ ^_^^_;.J' ) 

(^ilJa  J.ja  ^  j5     .  y^  ^jíSA:s^  h  y3  ¿''js-;'  . . .    *  i-X.' ! 

y  que  linda:  al  S.  con  el  camino  '¿X^\     J) 

{^ ^  j.]=J!;  al  N.  con  la  propiedad  3  de  Aben 

Porthal  (JIL^  ^^)i  Jib.  _Jj^\  ^.y,  al 
E. ,  la  viña  de  Aben  Franchil  J  ^^j^^^^  c?^) 
[j.-sr'ji  yA  >jí\  al  O.,  el  camino,  3^  en  él 
la  puerta  ó  entrada  de  la  finca  en  cuestión 

Otorga  esta  venta  Chamila  (hermosa)  5, 
hija  de  Farach  5'  esposa  del  Beliuxi  i•i^y=^) 
(  ^jAj\  -.  ^\  ^  j3  C^uj,  í\  favor  del  judío 

Rabí  Bu  Ishak  b.  Lahmaix  v^_^"'ljf     -J  .) 

(,  vi.^^,3r^  ,.fj  por  el  precio  de  «300  mizcales 

de  la  moneda  corriente  en  Toledo  al  tiempo 
de  otorgarse  la  presente  escritura,  de  aqué- 


i'  La  viña  que  aquí  se  indica  era  conocida 
por  un  sobrenombre  cuyo  sijíniñcodo  no  acer- 
tamos á  precisar.  Dice  el  texto:  ^_^j;  ^«!'  r'J-^"^' 
jlaa^üJu,  la  vina  conocida  por  el  Cojiielo? 

2  La  montaña  de  Charancas  hiíllase  citada 
en  la  toma  de  Toledo  por  Abdeirahman  III 
{Dozy,  Hisí.  II,  349). 

3  No  tenemos  seguridad  en  la  lectura  de 
esta  palabra,  pero  la  que  tenemos  por  más  pro- 
bable es  la  que  damos  en  el  texto  con  signirt- 
cado  de  campo  destinado  á  cereales. 

4  En  el  texto  sólo  lleva  puntos  el  *. 

5  En  el  original  no  lleva  punto  la  primera 
letra. 


Venta  de  una  huerta  u^-U!  «-«^a^)  sita  en 
el  parador  ó  posada  de  Moxca  (i.Ci*--  ^j-'^) 
y  cuyos  lindes  son:  al  S.  y  O,,  una  posesión 
del  K.r.,lení  3;  al  E.  y  N.,  dos  caminos 
grandes,  uno  de  los  cuales  va  desde  Toledo 
á  Alcardet  ^^  iOLJl  i^f-i!  ^j^^i     -Sj) 

Otorgan  esta  venta  Pedro  Alfonso  4  y  su 
mujer  Justa  (¿.zú,j  '^■^jj^  ^wjj.áj'  ¡fjl^^j)  á 
favor  de  Yahya  b.  Jalaf  y  Yah3'a  b,  Koraix 

El  precio  de  la  venta  es  de  82  dinares  de 
los  que  circulan  en  Toledo,  cediendo  ade- 
más los  dos  compradores  á  los  vendedores 
ima  pequeña  viña  (♦jj.-CJ|)  sita  en  el  mismo 

pago  donde  está  enclavada  la  dicha  huerta; 
viña  que  también  se  conoce  con  nombre  pa- 
recido al  que  encontramos  en  el  documento 
anterior  (Jj=s-^Ij  ^ ?«;»-it),  y  cuyo  signifi- 
cado á  ciencia  cierta  desconocemos. 


1  Es  éste  uno  de  los  pocos  documentos  mu- 
sulmanes de  la  colección. 

2  El  hallarse  tan  maltratado  el  pergamino 
y  carecer  casi  por  completo  de  vocales  y  pun- 
tos, hace  muy  embarazosa  y  difícil  su  lectura. 
Otro  tanto. pudiera  decirse  del  siguiente  docu- 
mento; sobre  uno  y  otro  abrigamos  todavía 
algunas  dudas. 

3  En  el  original  parece  leerse:  i— J  t — ^— -" 
^áJL-Jj-ííJi  que  podría  interpretarse  la  gran 

tienda  del  de  Crevillente  (   ¿■^J^'  iÜJm  ó  del  de 

Corella     c-i^»— '  j¿^^  según  que  se  suplan  uno 

o  dos  puntos. 

4  En  el  texto  Anfonxo  ó  Anfunxo. 


120 


Boletín 


Esta   escritura  está   fechada  en   Abril 

(Jj  .í!)  del  año  1133  de  la  Era  de  (^ofar 

(Española). 

Entre  las  suscripciones  podemos  leer  las 

siguientes:  Abdelmelic  b.  Amir  ^-l-l!  -^-c) 
(  .^Lt  yi;  Abdalah  b.  Chelabert  JJl  ^~^_^) 
(^l^.JU.  yj ;  Ornar  b.  Amir  b.  Al-Laits 
(ó-^^l  i^f  y^^  ívTÍ  >-K^j)'  Abdelaziz  b. 
Saíd,    «se  escribió  por  él  á  su  mandato.» 

zaragozano,  idem  ¿w^-c 


fecha,  ^^-  ^^^iii  jLj:)  ^^r:-^■'^''  *-''-^  ^«^;') 
(^j jUJ!      .jw=^    ijiLs-^   -^«h^-'l,   advirtiendo 

que  el  mizcal  oriental  de  Almamún  consta 
de  dos  dinares  y  un  sexto...  í^í^A.J!  JLái^lj) 

(^-V^j  y.U-O  iJj^U!,  y  añadiendo  que 
los  vendedores  recibieron  del  comprador  el 
precio  estipulado,  transfiriendo  á  él  el  do- 
minio que  les  correspondía  sobre  la  finca 
mencionada  ^ 


^' 


9) 


.{syL 


III 


Venta  de  la  mitad  de  un  huerto  >i^^9-) 

(  .lUar'l  ^ 6^3  sito  en  el  pago  de  Al--Lai- 

tic  I,  que  pertenece  á  la  jurisdicción  ó  go- 
bierno de  la  ciudad  de  Toledo  t3-..-;iM  l^j^) 
(^iUsAh  i^jJ^  kJáJ  ^,  y  con  los  siguientes 
límites:  al  E.  y  S.,  el  río  Tajo  (¿.^vb  ..^3); 
al  O.,  el  cercado  de  tierra  blanca  2  pertene- 
ciente al  jeque  Aben  Moxkik  L^j  ^Lv::^) 
(v^-^íí^^-^  ¡ji^  ¿~^-')  y  al  N.,  el  gran  camino 
que  por  allí  pasa  (ixJL^J!  ¿¿^4']. 

Otorgan  esta  venta  Elvira,  esposa  de  Fer- 
nando Muñoz  {,y^j.^X^  SJj.Jj3   ^jj    5,-Jt), 

y  sus  hijos  Munio,  Gonzalvo  y  Xóli  3  íj^j^) 
(  ^J^-i-j  ...  ^~^L^x¿,  á  favor  deMicael  ben 
Baqui  (  ^¿J  yj  JjU.^'),  por  precio  de  200 
dinares  de  las  monedas  corrientes  en  esta 


Fecha  á  fines  de  Febrero  (  »j  ».^3  >. 

del  año  1149  de  la  Era  de  Cofar  (Española). 

Firman  como  testigos:  Sahl  b.  Jalaf  b.  Alí 

(«^      lJ'  '^ ^       llT'  '-^■'r**')'  Hasán  b.  Cha- 

™il?  (J-^s^  l^rf  lO^'***^)'  Abdalah  b.  Hasán 
(  ,1,^.0^  ^_j  i-Ul  -V^)>  y  Salema  ó  Selma 
b.  Sadrún,  que  firma  por  mano  ajena  kJ-^j 


Cj~^\ 


ii^y 


IV 


Venta  de  toda  una  viña  2  (  .^_CJ1  >s.^v^) 
sita  en  Alcardet  3  (Í:_j¿^¿JLj),  al  oriente  de 
Toledo,  y  con  los  siguientes  lindes:  al  E., 
otra  viña  del  judío  Ishac  b.  Alafthas  ^j^) 

(^cX.Jl    ^li'^y    ^j:    v_^-^^;  al  O.,  la 
viña  de  Estéfano  Xalvathores  aclualmente 


^^  ^^j 


»  .j^);  al  S. 


tie- 


1  Los  nombres  Lailic  y  Letic  (con  el  ar- 
tículo, Al-Laitic,  Al-Letic)  corresponden  á  un 
pago  próximo  á  Toledo,  bastante  citado  en  es- 
tas escrituras,  cuya  situación  no  podemos  de- 
terminar ahora. 

2  El  caliñcativo  blanca  aplicado  á  la  tierra 

('■'^:^f  Ct'y)  ^^^  tanto  se  repite,  entendemos 
significa  tierra  sin  árboles  como  todavía  se  la 
llama  en  Valencia;  más  en  alguno  de  los  do- 
cumentos bilingües  hemos  visto  traducida  di- 
cha frase  por  térra  inculta. 

3  Opina  el  Sr.  Simonet  que  éste  es  un  nom- 
bre híbrido  equivalente  á  ^^^  Mi-Sol. 


rra  blanca  del  judío  Hakaí  (?)  L.^^j.j  lJ^j^) 
(^J5_^Jl  ^LiLsr^^  y  al  N.,  viña  de  Ciprián 
b.  Salema?  (¿a.^1^     y>    _X^  j^  cJ^)' 

Otorgan  esta  venta  Pelayo  Pithris  ó  Pérez 
(,  f-^Jsjj  ^3-if)  y  su  esposa  Dueña  Balensia 
(ijwv^^j  ¿,3 1^3  *-*!?;>)  ^  favor  de  Pedro  Muñoz 


I  En  la  redacción  de  estas  papeletas  pres- 
cindimos, como  es  natural,  de  todo  lo  que  sea 
puramente  formulario,  lo  cual  entrará  de  lleno 
en  los  estudios  que  reservamos  para  la  tercera 
parte  del  presente  trabajo. 

i  Aunque  tal  parece  el  significado  de  esta 
palabra  según  los  diccionarios,  en  el  reverso  de 
alguno  de  estos  documentos  y  de  letra  antigua, 
se  halla  traducido  por  huerta. 

3  Hoy  Villanueva  del  Cárdete  á  15  leguas 
de  la  capital  en  el  partido  judicial  de  Quinta- 
nar  (Madoz). 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


ni 


(j^^jL^  Sj]a^_>)  y  su  mujer  Ximena  Rodríguez 
(^.¿j  ji,  d.'Á^L),  por  precio  de  33  mizcales 
de  oro  almoravide  (iLÍ2j|j.i]  v,.^s«iJ)  ^.y'»). 
Fecha  en  Diciembre  {j^'-=^  ^)  del  año  1 157 
de  la  Era  de  Cofar  ó  Española  ^  ^  i^-j     y/=). 

Firman  como  testigos  entre  otros:  Gothar- 
do  [s:>jhi),  Martín  Yoannix  (jf^j'j;|  ii.'f^j^^' 
Martín  b.  Jalaf  (,^i¿^  ^Ji  l^^l^'')'  ^^'^" 
tía  Pithris  (^-^Ja^  (jrrl)-^)'  O'^^^r  b.  Abde- 
rrahman  ((^^=^•'1  ^^  ^ri  jis^)>  ^^  todos 
los  cuales  se  dice  que  se  escribió  por  ellos 


jer  Dominga,  hija  de  Melendo  Arias  «tó^^  ;  j) 
(^ji^  1!  íJ-U^  c^sij  ii;^^  por  precio  de  40 
dinares  en  moneda  corriente. 

Fecha  en  Enero,  Era  de  1159. 

Firman  como  testigos:  Dommgo  b.  Yahya 
(   ^^i     y-i  ii^/»v5),  Abú  Omar  b.  abí  Ornar 

(/Tf^  ^i^  (ji  jyF-  _?f  ^j)»  Xuan  (Juan)  Melen- 
des  (^J.Á-.l-'  _^^.L,^,  repitiéndose  del  pri- 
mero y  último  la  fórmula  »(./>Lj  Ut  ^^--^  «se 
escribió  por  él  á  su  ruego.»  Y  en  caracteres 
latinos  (muy  mal  trazados),  Didacu  Albariz. 


VI 


V 


Venta  de  toda  una  casa  exterior  ~  con  una 
entrada  ó  pasillo  á  la  habitación  interior 

(iJ.ii.ijJ!  jIjJI,  sitas  en  el  arrabal  de  la 
iglesia  3  de  Santa  Inés  en  Toledo  y—^  ...) 
(...  iklJa-*_A_Jaj  ¿  yM^»)  •.^^.XJ:^  'i^^S  ¡i^^j, 
y  cuyos  lindes  son:  al  E.,  la  casa  ó  habita- 
ción interior  (iJ^^fj  Jl  il^-Jf);  al  O.,  casa  de 
Suleimán  Ar-Raxah  (~L^Jl  i^^  .]:>); 
al  S.,  la  vía  pública  (¿IJl  ^^^jh),  á  la  cual 

da  la  puerta  de  a  casa  en  venta  L_^_jL_j) 
(c,  j\ — :„,  y  al  N.,  también  el  camino  ó  calle 
que  acabamos  de  citar  (^J  J3  ^_4jí5rM  s^). 
Otorgan  esta  venta  Suleimán  b.  Meruan 
(  O^  ijf'.  r,'  m  )  y  su  hijo  Yaix  b.  Sulei- 
mán (  ,L^y_J — ,  .j  ¡r^.  ^'^i^j)  ^  favor  de 
Domingo  Sides  ((^-w.  ^a.:^^^)  y  de  su  mu- 


1  Entiéndase  en  adelante,  mientras  no  se 
advierta  otra  cosa,  que  se  trata  de  los  años 
computados  con  arreglo  á  la  Era  Española  ó 
de  Cofar  (del  cobre),  seí^ún  la  denominación 
arábiga, 

2  Sobre  las  voces  albarrán  y  albarrana 
pueden  consultarse  los  Glosarios  ác  Dozy-En- 
gelmann  y  de  Eguilaz. 

3  I^a  metátesis  ¿L^^xT  por  L^S  es  muy  co- 
riente  en  estas  escrituras. 


Testimonio  en  que  constan  las  gestiones 
hechas  y  las  condiciones  impuestas  para  la 
plantación  de  un  predio,  ya  de  mucho  tiem- 
po abandonado,  llamado  Dny  Al-Hácin 
(  , jLs-Mj!jí),  sito  en  la  parte  occidental  de  la 
ciudad  de  Toledo,  y  en'el  cual  se  compren- 
dían dos  heredades,  pertenecientes  luia  á 
Santa  Leocadia  de  fuera  y  la  otra  á  San  Mar- 
tín. Hecha  la  plantación  y  reconstruida  la 
noria  ó  azuda  (Si^^LJl),  surgieron  ciertas  di- 
ficultades para  la  partición  de  los  beneficios 
entre  los  que  se  encargaron  de  los  trabajos  y 
sufragaron  los  correspondientes  gastos,  has- 
ta que  por  fin  se  resolvieron  dichas  dificul- 
tades con  la  intervención  del  Arzobispo  de 
Toledo  y  en  beneficio  de  la  iglesia  de  Santa 
Leocadia. 

Fecho  en  Agosto  de  la  Era  1159. 

(Documento  bilingüe,  texto  árabe  y  tra- 
ducción latina  en  la  cual,  después  de  varias 
suscripciones,  se  lee  la  del  Arzobispo  de  To- 
ledo concebida  en  estos  términos:  «(Ego.  R. 
(Raimundus)  toletanus  archiepiscopus  con- 
cedo domno  B.  zamurensi  episcopo  supra 
scriptam  uineaní  ecclesie  sánete  leocadie  in 
uita  sua.  Post  decessum  uero  eius  predicte 
ecclesie  restituatur.») 


VII 


Testimonio  por  el  que  se  afirma  el  otor- 
gamiento de  un  contrato  de  compra-venta, 


boletín 


y  la  legitimidad  del  documento  redactado 
con  tal  motivo. 

(La  escritura  objeto  de  este  cotejo  está  fe- 
chada en  Febrero  de  IÍ49,  5'  se  refiere  á  la 
venta  de  la  mitad  de  una  hueita  sita  en  Al- 
Laitic,  siendo  el  comprador  Micael  ben  Ba- 
qiií  y  vendedores  Elvira,  esposa  de  Fer- 
nando Muñoz,  con  los  hijos  de  ésta  Munio  y 
Gonzalbo  y  su  hermana  Mi  Sol.) — Es  la  que 
figura  en  el  número  III  de  este  Catálogo. 

Fecha  en  Septiembre,  Era  de  1166. 


VIII 


Copia  del  testamento  otorgado  por  el 
Presbítero  Mayr  '  Abdelaziz  b.  Sohail,  en 
8  de  Diciembre  de  la  Era  1163,  y  un  testi- 
monio fecho  en  Julio  de  la  Era  1167,  mani- 
festando que  se  han  cumplido  las  disposi- 
ciones del  testador. 

(En  la  segunda  p^rte  de  nuestro  trabajo 
procuraremos  dar  un  extracto  del  presente 
documento). 


IX 


Venta  de  un  trozo  de  huerta  y  de  la  tie- 
rra blanca  que  está  al  N.  del  mismo  >í-^9^) 

sitas  en  el  pago  de  Al-Laitic,  al  oriente 
de  Toledo  (iiklL  ^^  ^J^^}-^  l^jér^,) 
y  con  los  lindes  que  se  expresan:  al  E.,  el 
río  Tajo  (¿>=s.lj  j^y,  al  O.,  viña  ó  huerta  de 
los  herederos  de  Ponce?  (^^j  íijj}  fj^)\ 
al  S.,  huerta  de  los  compradores  i-«.^.-») 
{,^.r^r^\  y  al  N.,  el  plantío  de  Estéfano 
b.  Jalaf  As-Sectani  ^Id»  ^>  yslxú,)  ,  ►-/) 
.(^LxCJl 

Otorga  esta  venta  Doña  Justa,  hija  de  Sid 


b.  Hachama  (¿--Ls^  ^j  -X^  CI^j  ¿,xá.j)  á 
favor  de  Sit-Amira  {jij-^A  w^-)  y  de  sus  hi- 
jos Hosain,  Julián,  Sancho  y  Pedro     »^«.:2>.) 


(s^Ja^jj  ¿^•'Li.^  -y-T^  ^  P*^"^  precio  de  seis 
mizcales  de  oro  almoravide,  con  la  condi- 
ción de  que  así  los  compradores  como  la 
vendedora  cesen  en  los  litigios  y  demandas 
que  sostenían  con  motivo  de  la  herencia  de 
Micael  b.  Tomé  y^yo  ^¡  J.jlil^). 

Fecha  en  Diciembre  {j^x.^:>),  de  la  Era 

II73- 

Firman  como  testigos,  entre  otros:  Yah- 
ya  b.  Mofárrich  (~.  ^¿^  ^-í  í;c=^-)5  ^^bde- 
rrahman  b.  Mofárrich  ^_í  ^-^-a^Jl  -v^j) 

(-J.  ji/»,  Gálib  b.  Abdelmelic  ^~¡  >, aJI-¿j) 

(.¿Jil  J-c,  Bahlul  b.  Omar  ( j.^  ^j  Jj^f  j)> 
Felis  b.  Ibrahim  (a^»|;-.j1  ^í  it^)-  Y  en  ca- 
racteres latinos:  Domimcns  Mavünix  iestis  ^. 


Convenio  entre  Domno  2  .Raimundo,  Arzo- 
bispo de  la  Sede  toledana  , .  Jj'^-'  ^-^yJ,  1  i-^^) 
(¿JiisJis  LjJ.^     ¿>~'P  ,  y  Don  Pedro,  Arce- 

V  ..  ..  o    ^ 

diano  de  Segovia  ^sUja^l  ^j^':.i  ,-)3^j) 
(L-j  J-i.  íaj^v»,  para  la  construción  de  una 
rueda  hidráulica  (noria)  {ijy.lj )  en  la  pre- 
sa ó  azud  3  de  Algondari  4  (^jAAi't  J,^}), 

cerca  de  la  tierra  del  citado  Arcediano. 

Oblígase  éste  á  sufragar  la  tercera  parte 
de  los  gastos  de  la  construcción,  teniendo 
derecho  á  la  tercera  parte  del  agua  y  de  to- 
dos los  beneficios  del  canal:  y  asimismo  el 
dicho  Arzobispo  poseerá  la  tercera  parte  de 


»  Título  honorífico  usado  por  los  Mozára- 
bes toledanos,  correspondiente  al  ?J2a/o/- lati- 
no usado  tn  la  Edad  Media  (V.  Simonct,  Glo- 
sario de  voces  ibéricas...,  etc.) 


I  Citada  por  el  P.  Burriel:  pág.  344,  lámi- 
na xvni,  núm.  i. 

i  A  las  personas  constituidas  en  altas  dig- 
nidades eclesiásticas  se  les  da  este  tratamiento 
en  vez  del  Don,  que  suele  aplicarse  también  al 
vulgo. 

3  La  palabra  _\-.Jl  se  halla  traducida  en 
P.  de  Alcalá  por  represa  de  agua,  acuda;  en 
R.  Martín  por  obex.  (Eguilaz,  Glosario.) 

4  Hubo  dos  pagos  con  este  nombre:  Algou- 
deri  el  Mayor  y  Algonderi  el  Menor  ó  Al- 
gonderinejo,  citado  este  último  por  el  Sr,  Ca- 
mero en  sus  Cigarrales  de  Toledo,  pág.  74, 
como  uno  de  los  en  que  se  subdividía  antigua- 
mente la  Vega  de  San  Román. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


'23 


la  tierra  inculta  que  eu  dicho  sitio  pertene- 
cía al  Arcediano,  con  los  derechos  adjuntos. 

Fechada  en  Agosto  [-JL^ ¿i)  de  la  Era 

1176. 

De  este  documento  hay  texto  árabe  y 
versión  latina  i.  Firman  el  primero,  Pedro 
Marof,  testigo,  j  se  escribió pot  él  en  su  presen- 
cia (...  J-aLí.  ^^jj.«.í  ij]a^),  y  Mikael  ulia- 
niz,  éste  último  en  caracteres  latinos. 

En  la  versión  latina  aparecen  las  siguien- 
tes confirmaciones:  «Ego  R.  gratia  dei  tole- 
tana  sedis  archiepiscopus  confirmo  supra- 
dictam  conuentionem. —  Ego  A.  prior  testis. 
— Ego  P.  secobiensis  archidiaconus  confir- 
mo supradictam  conuentionem.  —  Ego  P. 
presbyter  testis. — Petrus  magister  testis. — 
Ego  Petrus  huius  cartule  scribtor,  presbiter 
testis. — Gauzelmus  de  a9el<a  testis,  Munial- 
fons  testis. 


XI 


Venta  que  otorga  Mitho  Arias  y  su  hijo 
Fernando  a  favor  de  Balduino  Goliau  2  y 
de  su  mujer  Munina,  de  un  corral  3  con  la 
vivienda  cubierta  de  teja  que  en  él  edificó  el 
comprador,  sito  todo  ello  en  la  colación  de 
Santa  María  (catedral),  y  con  los  lindes  si- 
guientes: al  E.,  las  tiendas  de  los  legados 
piadosos  ó  habices  y  las  tiendas  del  Sultán  •» 
(protéjale  Dios);  al  O.,  la  parte  del  citado 
corral  perteneciente  á  los  vendedores;  al  S., 
la  tienda  de  los  compradores  y  sobre  ella  la 


1  Ambos  publicados  por  el  Sr.  Simonet  en 
su  Crestomatía. 

2  Sospecha  el  Sr.  Simonet  que  este  nombre 

sea  Guillen  ó  Guillermo  (^Ll¿);  pero  consul- 
tado nuevamente  el  original,  veo  que  no  hay 
lugar  á  dudas:  hállase  escrito  con  toda  clari- 
dad (cosa  poco  común)  y  vocalizado  según  apa- 
rece en  el  texto.  Es  sin  duda  nombre  extranje- 
ro; uno  de  los  confirmantes  lo  es  también. 

3  La  palabra  corral  {^}\^\)  es  de  uso  fre- 
cuentísimo en  estas  cscriiui  as,  y  en  alguna  de 
ellas  se  le  traduce  por  solare,  solar,  sobre  cu- 
ya palabra  puede  verse  el  libio  de  Godoy  Al- 
cántara sobre  los  Apellidos  castellanos,  pági- 
na 47. 

4  Entiéndase  el  rey  de  Castilla, 


algorfa  ',  y  al  N.,  las  tiendas  de  losalfaha- 
reros  del  Sultán.  ^LU    .^>  .J._Lj     .r,  :-:  A.j) 


J_;J._.Lj  C 


Xiyi 


^^X^     LV-tLJLJl     'í^j^^     i/i-t!    JJ^vÜ-'l     l-3-»j 


•■■"'l^   0.^•^^'   ^^ 


»J. 


^5.  ^,^xjLU  jSxú  j\jii\  i^.js  -^yJ^ 

i,  ...  i. — Le  Í3,¿»  .^U.il  ji.>jL->.  iJLiiJI 
(...    .,LLUJU    .,.  ,L¿¿M  OoL:.   ^4^M 

Precio,  30  mizcales  reales  de  oro  almo- 
ravide  (...  i^CJL-  'L1íj\j.^  La.5  ^IsX'    .^jiS'). 

Fecha  en  Octubre  (^f-j^-X-iT)  de  la  Era 
1177. 

Suscriben,  entre  otros:  Hasán  b.  Abdel- 

melic  {^i\  -\£  ^^3  ^j^=>^),  Estéfano  b.  Jalaf 
As-Sectaní  (  jLCJI  ,^_^  .j,3  ^Ui,!^), 
Abderrahman  b.  Suleimán  b.  Banal?  J-cj) 

(¿JL^Í  ^rf  ^r^\-  ^rí  ^^Jl  Yahya  b.  Mo- 
farrich  {...  ^yu»    ^^    ^.s-.-'.j),  Hirbau  el 

francés  (...   ^^^--^31  j^j^j)- 

Y  en  caracteres  latinos:  «iulian  dominici 
testis;  papin  testis;  et  populin  testis.» 


XII 


Venta  de  la  cuarta  parte  de  la  alquería  de 

Villa  Algariba  2  (i.J^-l  ^-^j  'i-^j^  ^.j  «-;^) 

«que  es  una  de  las  alquerías  de  la  ciudad  de 
Toledo. »  Hállase  la  finca  objeto  de  este  con- 
trato en  el  territorio  de  la  Sagra,  inmediata  á 
la  fortaleza  de  Canales,  sobre  la  acequia  de 


1  Habitación  en  la  planta  alta.  R.  Martín 
traduce  esta  palabra  por  solarium.  El  P.  Al- 
calá «celda  cámara,  cenadero  en  sobrado,  cá- 
mara donde  dormimos,  cámara  corro  quiera  » 

2  Se  llamó  también  Villafranca  en  tiempos 
posteriores. 

(*)  Esta  palabra  aparece  siempre  escrita  sin 
el  ^  de  prolongación,  según  uso  corriente  del 
árabe  vulgar, 


124 


boletín 


Camarena  y  próxima  á  la  alquería  de  Mura- 
dle! I  (P^^-^  .r^^  -r"  ^•rfl  >^'  ¿jÁ-i^  •••) 
.'  Lo,'»^-   h  Js¿   í,  .Ls4t   áJ^-^2    A-iL..     Js. 

Aparece  como  vendedor  D.  Estéfano...?... 
y  como  comprador  Abdalah  b,  Suleimán  Al- 

Policheni   (  ^¿L^rM   Jl^^^    ^ri    ^^J'    J-0, 

siendo  el  precio  de  la  venta  cuatro  mizcales 
de  oro  almoravide. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Diciembre 

de  la  Era  1178.^^^   ^^^    Jjr^^  j^*.i\    ^5) 

Comparecen  como  testigos,  entre  otros: 
Jair  b.  Jair  (  ,-¿-  .^f  y^),  Hasán  b.  Abdel- 
melic  (jJ..U!  -V^  .r^  ,,L..^«),  Yahya  b.  Isa 
b.  Yahya  (  c-^:'  r^.  c-*^  -tf  Q-i-r^-j)' 
Yaix  b.  Coraix  (,  ^  3  ,.r-»   .  — *J  ')  ^. 


XIII 


Gloria)  se  adjudicará  forzosamente  á  la  parte 
de  María,  y  otra  esclava  llamada  Xoli  (  ~L¿-) 
á  la  parte  de  Clemente,  é  indicando,  final- 
mente, las  consecuencias  del  contrato  en  el 
caso  de  que  cualquiera  de  los  contratantes 
fallezca  antes  de  verificarse  la  partición. 

Fechada  en  Diciembre  (^-áss..^).  Era  de 
1181. 

Suscripciones:  «ioan  petriz  testis;  tirsus 
presbyter  testis;  petrus  presbyter  testis; 
iohanes  presbyter  testis;  petrus  iben  marc- 
tin  testis;  iulian  dominicis  testis;  donna  do- 
minica uxor  iben  lanpader  confirmo;  eulalia 
petriz  confirmo,» 

Y  en  caracteres  árabes:  Domingo  b. 
Jair...  testigo?  (¿JlsLl  ...  ..01.  ..^  ¿.ü^Jíj), 
Moflih  b.  Yahya  atestiguó  y  escribió  de  su 

mano  (í-J-;-J   > ■•■^j  ^-^  ,crr^-     'í  -<"^)  Y 

Abdelaziz  b.  ^ofian  testigo,  y  se  escribió 
por  él  á  su  ruego  ó  mandato  .rf   í-'  '^-'^^  '^^j) 


.[íjÁi, 


X 


J.íU 


Escritura  de  convenio  ó  avenencia  entre 
Clemente  el  Monje  ó  Ermitaño  3  01^3 UjIí) 
( . ^í!  K  \  y  María ,  hija  del  difunto  wizir  Mair 


Temám  i-..,=^, 


,A.    .  ;J| 


(JJí,  por  la  cual  reúnen  en  un  fondo  común 
los  bienes  de  que  ambos  son  copartícipes,  es 
á  saber:  una  casa  con  su  huerta  y  demás  ac- 
cesorios de  labranza,  bestias,  esclavos,  etc., 
estipulando  que  cada  uno  de  los  contratan- 
tes tendrá  derecho  á  la  mitad  de  este  fondo 
el  día  en  que  se  verifique  la  partición;  las 
condiciones  en  que  ésta  habrá  de  verificarse 
á  demanda  de  cualquiera  de  ellos,  que  una 
de  las  esclavas  por  nombre  Izzi  (^  ^t  Mi- 


1  Camarena,  á  cinco  leguas  de  la  capital; 
conñna  al  E.  con  Chozas  de  Canales,  al  S.  con 
Arcicollar  (Madoz).  Ignoramos  la  correspon- 
dencia exacta  de  Almuradie],  pues  no  creemos 
deba  identificarse  con  la  actual  Puel)la  de  Al- 
moradiel,  en  el  partido  judicial  de  Quintar  de 
la  Orden,  dada  la  distancia  que  la  senara  de  las 
otras  poblaciones  aquí  citadas. 

2  Hali/mdose  muy  maltratado  el  pergami- 
no, se  hHce  imposible  la  lectura  de  algunas  pa- 
labras. 

3  El  Sr.  Simonet  sospecha  que  fuese  algún 
mozárabe  emigrado  que  llevase  este  apodo^ 


XIV 


Venta  del  octavo  de  la  alquería  de  Villa 
Algariba,  cerca  de  la  alquería  de  Morale- 
ja? I  y  de  Arcicollar  ^  en  la  jurisdicción  de 

Toledo  á^-J  ^¿•''  i-J  j.i.'f  Í.L  h  ji  ^^      r-^^í) 

(...  ¿.J^sj  jb  ^Aj  í.J.J!^  h  yí  ^^  como  asi- 
mismo de  una  casa  y  del  tercio  del  corral  en 
el  interior  de  la  citada  alquería  ...  j-li-O  «) 

Otorga  esta  venta  Pedro  b.  Isa   .y>  St.Js^-') 

(   ^*w^  á  favor  de  Juan,  hijo  de  Abú-l-Ha- 

sán,  conocido  por  Abú-Hadida  ,  ,_j      iI»-j) 

^   ■    ^  ^  " 
(2<,Vj^2>.     ¿.>\.!       ¿„y9.\,\    .w^stM     -.'Kascen- 


1  No  tenemos  completa  seguridad  ni  en  la 
lectura  ni  en  la  interpretación  de  este  nombre 
geográfico;  pero  entre  los  lugares  que  com- 
prendió el  arciprestazgo  de  Canales,  encontra- 
mos dos  caseríos  con  el  nombre  de  Moraleja. 

2  .Arcicollar  á  cuatro  leguas  de  Toledo 
en  el  partido  judicial  de  Tornjos  (Madoz). 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


'25 


diendo  el  precio  de  la  venta  á  cinco  mizca- 
les  de  oro  almoravide,  de  la  real  acuñación 
de  Almería  LvJU  ¿Jaj]^-'  L^^  J::^^  ^'"í^) 

Fechada  en  Abril  ( Jj^  1)  de  la  Era  1 182. 
Firman,  entre  otros,  como  testigos:  Do- 
mingo b.  Abde-1-Hacam  w>-«.c     wj  ¿._J¿_^_o) 

(♦\3r^!,  Pethrob.  Yusuf...  (, ¿^^     yj  s^iaS) 

\  _  ^-  L.  •   -    ••■ 

Jair  b.  Jair  (^^-=i.  ^^j  ^::=^;))  Bahlul  b.  Ornar 

Y  en  caracteres  latinos:  «Ego  giza  ibn 
abib  bra3'm  confirmo  quod  est  supra  scrib- 
ta  (sic)  et  scvipserimt  pro  eo.»  ^  Dominico  fe- 
IÍ9ÍS  testis. 


importando  el  precio  siete  mizcales  de  oro 
almoravide,  de  la  real  acuñación  de  Almería. 

Fechado  en  Enero  {j-_--^-i  j^-i^  ^i)  de  la 
Era  1184. 

Entre  las  subscripciones  está  la  del  ven- 
dedor que  dice  así:  «Yo  Ayub  b.  Athaf  he 
vendido  todo  el  lote  citado  en  la  parte  supe- 
rior de  esta  escritura,  con  el  favor  de  Dios  '; 


Domingo  b.  Abdelaziz,  testigo  ^j   íJL^O) 
(AíLi.  cj  Y*i\  J^;  Yoanex  b.  Ayub,  testigo 

(jjrU,  . y\     ^j      -jUj);  Miguel  b.  Sid  b. 

Xabl  (J.,i,  ^,^  J.1  ^,^  jLi^O. 

Y  en  caracteres  latinos:  Ego  gonsalbo  pe- 
tris  testis.. 


XV 


Venta  de  una  yugada  de  tierra  2  sita  en 
Olías  la  Mayor  3,  de  la  jurisdicción  de  Tole- 

do  (...  J.^  ,^y>  ^-CJt  ^j^}-\  hjíl  ^jj'J.^), 

y  asimismo  de  un  corral  situado  entre  dos 
caminos  de  la  dicha  población  ...  ■^JJSj) 

cuyos  lindes  son:  al  E.,  un  camino  que  con- 
duce á  la  fuente  ((.y-*-'í  Jl  l^.j^)>  al  O., 
un  segundo  camino  (  ^iU  ^jh);  al  S.,  ca- 
sa de  Aben  Alba90  4  (¿^^Ul  ^A  j\^),  y  al 
N.  un  lugar  de  ruinas  en  un  baldío?  h  y=^) 

Otorgan  esta  venta  Pedro  b.  Jalaf  í;^Lj) 
(^ ^\-i>.  ,.y-¡_,  como  comprador  y  Ayub  b. 

Athaf  (^l-b_i    .»j  w-'jjI)  como  vendedor; 


I     Esta  es,  á  nuestro  juicio,  la  traducción  de 

la  fórmula  ¿-^  <^_^:S  que  tanto  se  repite  en 

las  suscripciones. 
í     Literalmente,  labor  de  un  par  ó  yunta. 

3  También  llamada  Olías  del  Rey,  á  dos  le- 
guas de  la  capital  (Madoz'. 

4  Aben  Aibaco,  el  hijo  del  Baco,  Este  es 
un  apodo  conocido  que  sii^nifica  moreno  ama- 
rillento ó  trigueño.  Godoy  Alcántara  [Apelli- 
dos castellanos,  pág.  ^4  nota),  cita  un  Avolfa- 
can  Avemba^o.  que  es  evidentemente  Abu-1- 
Hasán  ben  Aibaco.  nombrado  en  varias  de  es- 
tas escrituras. 

T.  III 


XVI 


Venta  que  otorga  el  Pbro.  Estéfano  b.  Su- 
leimán  (?)  (¿  j^;^.^  ¡j^.  ^J^'^^  ^^^-^,  ads- 
crito al  clero  de  la  iglesia  de  San  Cipriano 
(  ,,L  J..^9.  ■j:^x^  i^^;.r  i^j|    .r*)  á  favor  de 

Juan  b.  Hadida  (5_\j-Vcs.  .^j  ,.il?í)'  ^^  ^^^^ 
la  parte  que  le  corresponde  en  la  alquería  de 
Villa  Algariba,  próxima  á  las  de  Moraleja?  y 

Arcicollar  -  u>  i-' j-9     £-'    i^^-^=^ 


^' 


r:-K^ 


(J<>_3;  ib,  por  precio  de  cinco  mizcales  de 
oro  almoravide. 

Fechada  en  Octubre  (ji  yf\  j:^^  ^3)  de 
la  Era  1184. 

Testigos:  Suleimán  b.  abí-1-Hasan  b.  Al- 

ba90  (^^LJ^  ^y}  ^^r*^^^  ^'^  c^-    J^C^^)- 
Y  en  caracteres  latinos:  «Johannes  pres- 
biter  ecclesie  sancti  nlcolai  testis. — Ego  do- 
minicus  diaconus  sancti  nlcolai  testis.» 


1  Esta  última  fórmula  a.-1jÍ  LL     ,1  es  fre- 

exentísima  entre  los  musulmanes  cuando  se 
trata  de  cualquier  acto  futuro,  conforme  con  la 
prescripción  del  Corán,  XVIII,  i}.  En  algunos 
casos,  come  nota  Bresnier  en  su  Crestomatía 
(p.  286),  equivale  á  nuestra  palabra  5/,  para 
afirmar  con  más  fuerza. 

2  Es  la  posesión  á  que  se  refiere  el  núme- 
ro XIV. 

16 


126 


boletín 


XVÍI 


SECCIÓN  DE  CÍENCUS  NATURALES 


CIENCIA  ESPAÑOLA 


Escritura  de  venta  otorgada  por  Alba- 
nia? 1,  hija  de  Abú  Yahia?  ¿.A  JL.-.:.-^  i-vl) 
(l.^.,  á  favor  de  Domingo  b.  Abdelaziz 
{jjy-\  --;-  . ri  i-i-' -),  de  la  parte  que  aqué- 
lla heredó  de  su  padre,  es  á  saber:  dos  yuga- 
das menos  cuarto  de  tierra  en  Olías  la  Mayor 


(Jü!  i.^j  L^._j!.  Incluyese  en  la  venta  la 
mitad  del  solar  de  una  casa  derruida,  del 
pozo  y  demás  accesorios  de  la  finca  en  cues- 
tión, perteneciendo  la  otra  mitad  á  los  hijos 

de  Lázaro  b.  abú  Yalva   «-vi' 

(...j_»rj.4l  l~--5^'.     -;''   ^_^r:'   ^jj^V  pero  ex- 

clu3'endo  del  contrato  las  plantaciones  he- 
chas antes  de  la  fecha  de  esta  escritura,  las 
cuales  no  entran  en  la  venta  ,^j.ji.}\     ^■~^^) 


J  ^!  ^..,SJ\  !J^  ^;  ,b  J.,.5 


k^ 


L' 


4! 


Precio:  diez  mizcales  de  oro  almoravide 
de  la  acuñación  real  de  Almería. 

Fechada  en  Marzo  (  ,  v^',L_/» )  de  la  Era 

1185. 

Aparecen  como  testigos,  entre  otros:  Mi- 
guel b.  Sid  b.  Xabl  ( J-^-^  ^^^  ---->  ¡^ 
Juan  b.  Abdalah  b.  Imrán  J-_--£    .^j 


C' 


^;:^'j. 


(  .,^.^    .yj  ¿.IJt,  Tomé  b.  Obaidallah  ^j^j) 


'C 


\  ...       ^r, 

Y  en  caracteres  latinos:  micael  dnis  (domi- 
nici?)  Ustis. 


Francisco  Pons. 


(Continuara.) 


1     Tal  vezAlbonaiya  (¿^a^J|),  equivalente  al 
latino  Filióla. 


(Conclusión.) 

Se  trata,  pues,  de  saber,  en  las  inves- 
tigaciones del  Sr.  García  de  la  Cruz,  cuá- 
les son  las  propiedades  de  estas  mezclas 
homogéneas  de  sólidos  mu}"-  divididos  con 
líquidos,  que  constituyen  lo  que  en  senti- 
do general  se  denomina  líquido  turbio. 
Existen,  no  obstante,  fluidos  de  esta  mis- 
ma especie  producidos  cuando  á  un  líqui- 
do homogéneo  y  transparente  se  mezcla 
otro  de  diferente  densidad,  y  dividido  en 
menudísimas  gotas  y  líquidos  turbios 
prodúcense  asimismo  si  en  la  masa  de 
uno  claro  y  transparente  se  interpone 
un  gas  cualquiera  con  tal  de  estar,  de 
la  propia  manera,  fraccionado  en  muy 
pequeñas  burbujas.  En  estas  materias 
realizó  el  Sr.  García  de  la  Cruz  sus  expe- 
rimentos, valiéndose  de  muy  sencillos  é 
ingeniosos  medios,  como  son:  un  aparato 
de  vasos  comunicantes  y  un  densímetro, 
y  utilizando  además  cuerpos  flotantes  y 
sumergidos  en  los  líquidos.  De  tal  mane- 
ra, y  sin  otros  artificios  complicados,  fué 
completando  el  hábil  experimentador 
nuestro  conocimiento  respecto  de  las  mez- 
clas de  líquidos  con  sólidos ,  de  líquidos 
con  líquidos  y  de  éstos  con  gases,  llegan- 
do á  esta  primera  ley:  "Los  fenómenos 
mecánicos  de  los  líquidos  turbios  no  co- 
rresponden á  la  densidad  del  verdadero 
fluido  que  en  ellos  existe.  Para  explicar- 
los hay  que  admitir  una  densidad  media, 
igual  al  cociente  que  resulta  de  dividir  la 
suma  de  las  masas  de  las  substancias  mez- 
cladas por  la  suma  de  los  volúmenes  de 
las  mismas  substancias.,,  De  donde  infe- 
rimos cómo  la  densidad  de  un  líquido  tur- 
bio aumenta  si  la  materia  que  lo  enturbia 
es  algo  más  densa  que  él;  pues,  en  caso 
contrario,  actúa  el  fluido  como  si  su 
peso  específico  hubiera  disminuido.  Se 
comprende  bien ,  por  virtud  de  la  propia 
ley,  cómo  en  igualdad  de  peso  y  volumen 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


127 


de  la  substancia  sólida  y  del  fluido  al  que 
se  mezcla,  el  líquido  turbio,  en  cuanto  á 
los  fenómenos  mecánicos,  ha  de  presen- 
tarse como  si  estuviera  claro  y  transpa- 
rente, y  también  que  dos  líquidos  de  di- 
versa densidad  3^  variadas  condiciones 
mecánicas,  puedan  hacerse  idénticos,  des- 
de este  punto  de  vista,  dejando  uno  de 
ellos  claro  y  enturbiando  al  otro  por  me- 
dio de  un  cuerpo  sólido  pulverizado  que 
compense  la  diferencia  de  densidad. 

Prescribe  el  Sr.  García  de  la  Cruz ,  tra- 
tando de  la  demostración  experimental 
de  la  ley  de  los  líquidos  turbios,  y  ocu- 
pándose ya  en  el  mecanismo  de  las  ope- 
raciones,  las  reglas  prácticas  que  han  de 
tenerse  presentes  para  llegar  á  estable- 
cer las  convenientes  relaciones  entre  las 
masas,  volúmenes  y  densidades  de  dos 
substancias  que  han  de  mezclarse,  y  las 
masas,  volúmenes  y  densidades  de  las 
mezclas  resultantes;  y  empleando  fórmu- 
as  muy  sencillas,  cuya  demostración  ex- 
perimental redúcese  á  medir  volúmenes 
con  una  probeta  graduada  y  pesos  espe- 
cíficos con  un  densímetro,  llega  á  esta- 
blecer, de  manera  cierta  y  positiva,  que 
"los  volúmenes  de  dos  substancias  que  se 
unen  constituyendo  una  mezcla,  están  en 
razón  inversa  de  las  diferencias  entre  sus 
densidades  y  la  densidad  media  del  con- 
junto que  resulta,,,  é  introduciendo  en  la 
fórmula  que  representa  esta  ley  la  ex- 
presión de  la  densidad,  llega,  valiéndose 
de  sencillísima  ecuación,  á  esta  otra 
ley:  "La  razón  de  los  pesos  de  las  dos 
substancias  mezcladas  es  igual  al  pro- 
ducto de  la  razón  de  sus  densidades,  por 
la  razón  inversa  de  las  diferencias  entre 
éstas  y  la  densidad  media. „ 

Inmediatamente  surgen  las  aplicaciones 
de  los  principios  enunciados  los  cuales  se 
emplean  en  la  resolución  de  problemas 
tales  como  estos,  que  el  autor  presenta 
en  su  último  trabajo:  "Averiguar  el  peso 
de  una  materia,  en  polvo  impalpable  y 
de  conocida  densidad,  que  es  menester 
añadir  á  determinado  volumen  de  agua, 
para  conseguir  un  líquido  turbio,  de  den- 
sidad media  que  se  fija,  comprendida  en- 
tre la  del  sólido  y  la  del  agua;  averiguar 
el  volumen  de  agua  que  hay  que  añadir 
á  un  volumen    de  líquido   turbio    cuya 


densidad  media  es  conocida,  para  lograr 
una  mezcla  de  cierta  densidad,  inferior  á 
la  de  aquel  y  superior  á  la  unidad;  y  ave- 
riguar los  pesos  de  las  materias  sólidas, 
parafinay  minio,  por  ejemplo,  de  densi- 
dad conocida,  que  deben  mezclarse  para 
formar  un  conjunto  cuya  densidad  sea 
igual  á  la  del  agua  y  que  quede  equilibra- 
do en  el  interior  de  este  líquido.,,  Por  lo 
referente  á  los  medios  experimentales  y 
demostrativos  de  las  leyes  de  los  líqui- 
dos turbios,  válese  el  Sr.  García  de  la 
Cruz,  en  primer  término,  de  unaparato  de 
dos  tubos  comunicantes  por  otro  más  es- 
trecho, provisto  de  llave,  y  sabiendo  que 
el  equilibrio  se  consigue  cuando  la  altura 
de  los  líquidos  en  las  dos  ramas  se  halla  en 
razón  inversa  de  las  densidades,  con  una 
medida  bien  sencilla  llégase  á  demostrar 
la  ley;  el  densímetro  se  utiliza  asimismo  y 
es  de  excelente  resultado,  y puedeapelar- 
se  á  los  cuerpos  sumergidos,  lo  mismo  si 
son  flotantes,  que  cuando  se  sumergen 
hasta  llegar  al  fondo  de  las  vasijas  que 
contienen  los  líquidos,  y  como  estos  fe- 
nómenos dependen,  en  definitiva,  de  las 
densidades  de  los  líquidos,  compréndese 
cómo  por  medio  de  los  turbios  es  dable  mo- 
dificar las  condiciones  mecánicas  de  los 
cuerpos  flotantes,  consiguiendo  demos- 
trar el  principio  fundamental. 

En  cuanto  á  los  gases  nebulosos,  pueden 
originarse  mediante  partículas  sólidas  tan 
leves  que  se  sostienen  sin  depositarse  en 
el  seno  de  una  atmósfera  gaseosa,  ó  por 
incorporación  de  líquidos,  ó  mediante  ac- 
ciones químicas,  la  combustión  entre  ellas, 
ó  también  mediante  aquellas  precipita- 
ciones de  líquidos  por  medio  de  la  ley,  que 
T3'ndall  utilizó  en  sus  clásicos  experi- 
mentos. Por  cualquier  medio  que  se  pre- 
paren gases  nebulosos,  en  ellos  se  mani- 
fiesta la  ley  que  el  Sr.  García  de  la  Cruz 
enuncia  en  estas  palabras:  "Los  hechos 
mecánicos  comunes  á  líquidos  y  á  gases, 
se  verifican  también  con  gases  mezclados 
con  partículas  sólidas  ó  líquidas,  y  pue- 
den explicarse  ó  calcularse  admitiendo 
una  densidad  media  igual  á  la  suma  de  las 
masas  de  las  diversas  substancias  mez- 
cladas dividida  por  la  suma  de  los  vo- 
lúmenes de  las  mismas.,.  Para  la  demos- 
tración experimental  de  esta  ley  válese  el 


128 


boletín 


autor  del  cálculo  de  la  fuerza  ascensional 
de  un  globo,  lastrado  con  peso  conocido, 
en  el  seno  de  una  atmósfera  limitada  y 
que  se  ha  hecho  previamente  nebulosa 
por  un  procedimiento  cualquiera,  que  es 
de  ordinario  una  combinación  química. 
Basta  enunciar  el  fundamento  del  mé- 
todo, y  saber  cuánto  influye  la  densidad 
en  la  fuerza  ascensional  y  al  punto  se  en- 
tiende cómo  la  ley  enunciada  recibe,  de 
esta  suerte,  la  sanción  experimental  más 
completa,  pudiendo  aplicarse,  al  igual  del 
caso  anterior,  en  la  resolución  de  proble- 
mas referentes  á  mezclas  de  gases  y  só- 
lidos muy  divididos,  gases  y  líquidos  y 
gases  de  distinto  peso  específico. 

Tal  es,  reducido  á  sus  términos  más 
esenciales,  el  trabajo  del  Sr.  D.  Victorino 
García  de  la  Cruz,  que  ha  merecido  el  ho- 
nor de  ser  publicado  en  el  primer  número 
del  mes  de  Marzo  de  este  año  de  la  Revue 
Scientifique  de  París.  Refiérese  á  un 
asunto  poco  estudiado;  pues,  aparte  de  los 
fenómenos  de  precipitación,  debidos  á  la 
luz,  que  Tyndall  ha  investigado  para  lle- 
gar á  su  teoría  del  color  del  cielo  y  de  las 
acciones  de  los  rayos  luminosos  sobre  el 
liquido  turbio  que  resulta  cuando  se  mez- 
cla con  agua  una  disolución  alcohólica  de 
resina,  poquísimo  se  conoce  de  líquidos 
turbios  y  gases  nebulosos  y  las  notas  re- 
ferentes al  particular  sólo  tratan  de  casos 
aislados  y  de  hechos  curiosos  una  sola 
vez  observados.  El  trabajo  del  Sr.  García 
de  la  Cruz ,  sobre  ser  la  labor  metódica 
de  un  experimentador  hábil,  prosegui- 
da asiduamente  durante  mucho  tiempo, 
tiene  carácter  de  generalidad  y  consiente 
enunciar  leyes  aplicables  sin  excepción 
á  todos  los  casos  y  demostrables  por  me- 
dio de  bien  sencillos  experimentos;  de 
suerte  que  la  ciencia  española,  esta  vez 
por  lo  menos,  se  ha  adelantado,  alcanzan- 
do resultados  que  nadie  había  previsto. 
Quizá  á  los  poco  avezados  á  lides  expe- 
rimentales podrá  parecerles  nimio  y  pe- 
queño el  objeto  de  tantos  trabajos  y  cosa 
de  poco  momento  para  ocupar  la  atención 
de  un  profesor  tan  notable  como  el  señor 
García  de  la  Cruz.  Sobre  que  en  la  cien- 
cia nada  hay  pequeño  ni  desprovisto  de 
fin  práctico  y  utilidad  más  ó  menos  in- 
mediata, bien  pueden  recordar  los  que 


así  opinan  los  siguientes  versos,  que  he 
visto  en  las  primeras  páginas  de  una  an- 
tigua edición  de  la  famosa  Mosquea  del 
buen  D.  Joseph  de  Villaviciosa  y  di- 
cen así: 


"Dirá  viendo  el  fundamento 
y  la  materia  que  eliges, 
alguno,  con  mal  intento, 
que  en  la  arena  escribes 
y  ha  de  llevársela  el  viento. 
Mas  si  ve  el  Arte  que  da 
á  la  materia  hermosura, 
sobre  el  cielo  la  pondrá, 
y  como  no  hay  viento  allá 
en  la  arena  está  segura. „ 


José  Rodríguez  Mourelo. 


-==»<=3$x5^g^e»®=«=- 


SECCIÓN  DE   LITERATURA 


ALCALÁ    DP:    henares 


PARA  EL  ÁLBUM  DE  D.  LUCAS  DEL  CAMPO 

Yo  he  pisado  tus  calles,  y  el  alma  mía 
no  sé  qué  deliciosos  goces  sentía; 
eran  goces  que  embargan,  goces  que 

[llevan 
deliciosos  sonidos  que  el  alma  elevan. 

Explicarme  no  pude  por  qué  sentía 
en  mi  pecho  tan  dulce,  grata  armonía, 
cuando  con  acogida  muy  lisonjera 
penetré  en  tu  recinto  por  vez  primera. 

Mas  ayer,  meditando  tranquilamente, 
escuchaba  unas  voces  interiormente, 
como  modulaciones  del  vago  viento, 
y  era  que  me  decía  mi  pensamiento: 
¡Esos  goces  son  propios  en  los  amantes 
del  autor  del  Quijote,  del  granCervantesI 


Cuando  la  negra  noche  tendió  su  velo 
por  los  tonos  azules  del  puro  cielo. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


129 


contemplé  del  archivo  la  mole  escueta, 
los  hermosos  perfiles  de  su  silueta, 
y  en  aquellas  almenas  y  torreones 
que  edificaron  otras  generaciones 
ver  creí  la  figura  de  Catalina 
reina  de  los  ingleses  y  alcalaína. 

Vi  aquel  otro  notable,  gran  monumento, 
cuya  fachada  estilo  Renacimiento, 
de  gallarda  presencia,  trae  á  las  mientes 
épocas  más  felices,  más  florecientes, 
y  vi  el  balcón  del  centro,  donde  es  sabido 
que  estando  en  un  enorme  cesto  escondido, 
una  noche  á  la  ronda  dijo  Quevedo: 
"Yo  ni  subo,  ni  bajo,  ni  me  estoy  quedo.,, 


Con  qué  placer  nueve  horas  pasé  á  tu 

[lado 
y  cuánto  el  pecho  mío  se  ha  deleitado, 
pues  á  más  de  lo  bella,  Cómpluto,  que  eres . 
guardas  en  tu  recinto  tales  mujeres, 
que,  aunque  á  mi  me  empalagan  los  ideales 
las  comparé  aquel  día  con  las  Vestales. 
¡Bendito  una  y  mil  veces  sea  tu  suelo, 
donde  tanta  hermosura  colocó  el  cielo, 
y  dichososloshombres  que  allí  han  nacido 
allí,  donde  Cervantes  tuvo  su  nido! 
Yo  he  pisado  tus  calles  tan  sólo  un  día 
y  en  mi  pecho  he  sentido  gran  alegría, 
¡Alegrías  innatas  en  los  amantes 
del  autor  delQutjote,  del  gran  Cervantes! 

Luis  Cordavías. 


<S»<í  <*"*c>'chsy-^ -3  - 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


BALANCE  DE  LA  EXPOSICIÓN  DE  BELLAS  AETES 

o  se  crea  que  pretendemos  poner 
de  manifiesto  aquí  los  resultados 
positivos  de  1^  Exposición  del  95; 
¡tristes  resultados,  en  verdad,  tan- 
to si  se  busca  la  proporción  entre  lo  bue- 
no presentado  y  lo  vendido ,  como  si  se 
busca  entre  lo  comprado  por  los  particu- 


lares y  lo  adquirido  por  el  gobierno!  Am- 
bos resultados  estaban  previstos:  el  pri- 
mero porque,  aparte  lo  difícil  de  escoger 
un  puñado  de  firmas  entre  un  millar  de 
ellas,  la  elección  de  cosas  de  arte  siem- 
pre estará  expuesta  á  irreflexivas  prefe- 
rencias que  el  vulgo  trata  de  justificar  con 
la  frase  "de  gustos  no  hay  nada  escrito,,, 
que  sería  cierta  si  no  existieran  libros  de 
Estética;  y  el  otro  resultado  porque  des- 
graciadamente es  harto  cierta  la  frase 
axiomática  de  "no  se  vende  un  cuadro,,, 
tan  repetida  por  nuestros  artistas,  que 
tienen  que  ganarse  el  pan  pintando  retra- 
tos y  el  cielo  con  la  dificilísima  ascensión 
de  un  lienzo  grande  á  las  alturas  de  la 
protección  oficial. 

Quien  dice  lienzos ,  apenas  habla  de  es- 
culturas. 

Pero,  en  fin,  sin  plagiar  á  Jeremías,  ni 
sacar  en  cifras  exactas  el  total  de  lo  que 
la  Exposición  ha  producido  á  los  exposi- 
tores tanto  en  metálico  como  en  honores 
que  no  siempre  se  cotizan,  vamos  á  hacer 
otro  balance,  el  que  cabe  hacer  en  el  te- 
rreno de  las  ideas. 


Nada  más  útil  y  necesario  para  la  vida 
progresiva  del  arte  que  las  Exposicio- 
nes, palenque  de  emulación  y  de  triunfo 
para  los  artistas,  materia  de  instrucción 
y  de  recreo  para  el  público;  pero  nada 
más  estimulador  de  pasiones  vehemen- 
tes, más  ocasionado  á  promover  acerbas 
y  personales  censuras,  lamentables  y  ve- 
jatorias injusticias.  En  la  memoria  de  todo 
el  mundo  están  los  patentes  errores  co- 
metidos respecto  de  la  admisión  y  coloca- 
ción de  las  obras  expuestas  este  año,  y 
de  la  adjudicación  de  premios  entre  los 
notables.  Tales  hechos,  sin  el  temor  de 
que  se  repitan,  solamente  merecerían  ol- 
vidarse. Admitir  todo  lo  que  se  presente 
es  quitar  estímulos  al  perfeccionamiento 
y  acrecentar  injustas  pretensiones.  La 
selección  es  más  beneficiosa  que  los  pre- 
mios. Respecto  de  la  colocación,  separar 
las  obras  de  un  mismo  artista  es  impedir 
que  se  juzgue  á  éste  de  un  modo  comple- 
to, pues  la  comparación  de  aquéllas  entre 


130 


boletín 


sí  es  un  medio  poderoso  de  apreciar  la 
personalidad  del  autor;  y,  pov  otra  parte, 
colocar  los  cuadros  tan  juntos,  formar  el 
mosaico  que  se  acostumbra,  contrapo- 
niendo asuntos,  estilos,  valores  de  to- 
no, etc.— quizá  sea  un  capricho  nuestro, 
pero  ya  lo  hemos  indicado  en  otra  parte, 
—nos  parece  perjudicial  para  los  cuadros 
y  para  quien  los  mira.  De  los  premios 
hace  tiempo  que  creemos  una  cosa,  y  es 
que  lo  mejor  era  suprimirlos.  El  premio 
es  un  honor,  y  como  tal,  debiera  dispen- 
sarse con  suma  parquedad;  prodigados 
hasta  el  exceso,  han  perdido  su  verda- 
dera significación.  Sustituyase  con  la  ad- 
quisición de  la  obra  por  el  Estado,  para 
lo  cual  pudieran  fijarse  tres  ó  cuatro  tipos 
de  precio,  según  la  importancia  de  aqué- 
llas. ¿Qué  mejor  recompensa  que  ver 
luego  la  obra  en  el  Museo  Nacional,  don- 
de los  cuadros  y  esculturas  notables  de 
cada  certamen  deben  ser  los  que  formen 
las  páginas  de  la  historia  de  nuestras  ar- 
tes plásticas? 

Pero  dejando  á  un  lado  estos  reparos 
al  reglamento  de  las  Exposiciones  nacio- 
nales, volvamos  los  ojos  á  esa  nueva  y 
última  página  de  la  historia  del  arte  es- 
pañol. 


Todavía  es  voz  general  que  la  Exposi- 
ción ha  sido  "floja„.  Entre  los  discrepan- 
tes de  esta  opinión  nos  contamos  desde  el 
día  en  tuvimos  la  suerte  de  asomar  la  ca- 
ra á  aquellas  salas,  antes  de  que  fuesen 
colgados  los  cuadros.  Ya  se  reconoce  por 
muchos  que  el  celebrado  certamen  reve- 
la adelantos  en  la  técnica  de  la  pintura; 
luego  no  habrá  sido  tan  "flojo„.  De  la  mis  • 
ma  opinión  es  nuestro  muy  querido  ami- 
go D.  Zeferino  Araujo  Sánchez,  quien, 
sin  haber  visto  la  Exposición,  ha  dicho, 
con  el  acierto  que  le  da  su  experimentado 
saber  en  la  materia:  "Si  en  la  Exposición 
hay  cien  cuadros  buenos,  que  sí  los  habrá, 
y  diez  ó  doce  superiores,  que  también  los 
habrá,  no  hay  por  qué  llorar,  ni  creer  que 
el  edificio  del  arte  se  hunde.,,  Con  efecto, 
y  como  ha  dicho  muy  oportunamente  otro 
amigo  nuestro,  Pero  Pérez,  contestando 


y  comentando  las  anteriores  frases,  han 
pasado  de  doce  los  cuadros  superiores  y 
de  ciento  pasarían  los  buenos.  Fácil  es  de 
sacar  la  cuenta  con  un  de  poco  memoria 
y  un  repasón  al  Catálogo  de  las  obras  ex- 
puestas. Si  dejando  la  cantidad  de  éstas, 
atendemos  á  las  calidades  de  las  mismas, 
en  'o  que  á  primera  vista  resulta  más  pa- 
tente aún  el  adelanto  que  revela  el  nuevo 
certamen,  es  en  los  asuntos.  Después  de 
tantas  y  tantas  Exposiciones ,  en  que  se 
nos  ofrecían  como  obras  obUgadas  para 
la  misma  aquellas  páginas  de  la  Historia 
oficial  de  España,  rara  vez  bien  encon- 
tradas y  rarísima  vez  sentidas,  al  pasar 
la  vista  por  los  cuadros  de  esta  Exposi- 
ción percibíase  algo  como  una  oleada  de 
vida  moderna,  de  modernismo ,  puesto 
que  ya  quiere  la  Academia  que  así  se  diga 
Parecía  como  si  los  artistas ,  cansados  ó 
desengañados  de  mirar  hacia  lo  pasado, 
con  empeño  de  resucitarlo,  hubieran  vuel- 
to los  ojos  hacia  lo  presente,  hacia  lo  que 
^es  rodea  y  dejádose  llevar  por  las  seduc- 
ciones de  la  palpitante  existencia.  ¿Han 
perdido,  se  han  empequeñecido  los  idea- 
les del  Arte  con  este  nuevo  derrotero  por 
el  cual  le  llevan  sus  cultivadores?  Por 
nuestra  parte,  no  acertamos  á  contestar 
esta  pregunta,  ni  quizá  es  ocasión  de  con- 
testarla; que  el  juicio  de  tales  hechos  no 
cabe  formarlo  hasta  que  la  evolución  á 
que  responden  toque  á  su  término.  En  ge- 
neral, toda  novedad,  todo  cambio  de  rum- 
bo en  la  marcha  del  arte,  trae  aparejados 
por  el  pronto  no  pocos  desaciertos  ó  in- 
tentonas fallidas,  exageraciones  y  extra- 
víos, males  de  que  sólo  el  tiempo  y  la  ex- 
periencia pueden  curar  á  los  secuaces  de 
la  nueva  idea.  Notorio  resultaba  que  mu- 
chos artistas  por  buscar  lo  real  se  mostra- 
ban harto  positivistas;  y  esto  es  lo  que 
podía  justificar  la  frase  cáustica  de  un 
pintor,  que  al  oir  hablar  de  que  en  el  ad- 
mirable cuadro  Loca,  de  Jiménez  Aranda 
(para  nosotros  lo  mejor  de  la  Exposición), 
el  muñeco  que  aquella  infortunada  mujer 
oprime  contra  su  seno,  creyéndole  su  hijo 
parecía  en  efecto  de  carne,  dijo:  —"¡No  lo 
ha  de  parecer,  si  está  rodeado  de  tantos 
muñecos!...,,  Pocas  eran  en  verdad  las 
figuras  animadas  de  la  vida  que  sólo  á  los 
grandes  artistas  está  reservado  el  privi- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


»3> 


legio  de  darles;  y  en  cambio,  ¡cuántas 
cosas,  cuántos  accesorios,  cuántas  ropas 
pintadas  con  extremada  verdad,  destaca- 
ban con  poderoso  relieve!  Pero  cuando  el 
artista  había  encontrado  la  vida  en  las 
mismas  exuberancias  de  la  naturaleza, 
como  el  Sr.  Bilbao  en  La  siega  en  Anda- 
lucia,  otro  cuadro  portentoso  de  la  Expo' 
sición,  el  triunfo  era  completo. 

Durante  mucho  tiempo,  los  artistas  han 
rehuido  lo  moderno  ,  especialmente  la 
levita.  Buscaban  los  efectos  pintorescos 
en  los  asuntos  históricos ,  que  podían 
revestir  las  riquezas  indumentarias  de 
otros  tiempos,  y  hasta  el  género;  busca- 
ban los  casacow^s  de  antaño  ó  los  tipos 
lugareños,  para  sus  composiciones.  Hoy, 
la  gran  pintura  busca  sus  asuntos  en  los 
talleres,  en  los  centros  de  la  vida  fabril, 
donde  se  agitan  los  problemas  del  socia- 
lismo; en  las  costas,  donde  los  azares  de 
la  vida  marinera  provoca  dramas  pavo- 
rosos; en  el  hogar,  donde  las  enfermeda- 
des ó  los  extravíos  afligen  con  terrible 
crueldad.  ¡Cuántos  cuadros  bien  pensa- 
dos y  ejecutados  de  una  manera  débil  ó 
inexperta  había  en  la  exposición!  Al  ver- 
los, se  comprendía  que  los  artistas  em- 
piezan á  pensar  más  que  antes,  pensar 
por  sí,  de  un  modo  más  individual.  ¿Po- 
drá negarse  que  esto  es  un  adelanto? 


En  cuanto  al  adelanto  técnico,  quiza  no 
haya  influido  poco  en  él  esa  misma  eman- 
cipación de  aquellas  antiguas  y  más  ó 
menos  convencionales  corrientes.  A  me- 
dida que  el  artista  se  pone  en  relación 
más  directa  con  el  natural,  le  estudia  más, 
y  para  dar  realce  artístico  á  lo  que  ve- 
mos todos  los  días,  ha  menester  buscar 
sus  efectos  en  la  precisión  y  carácter  del 
dibujo,  en  los  efectos  de  luz,  en  los  con- 
trastes y  armonías  del  color.  Perdida 
desde  mucho  tiempo  la  tradición  del  di- 
dibujo purista  y  justo,  sólo  el  esfuerzo  in- 
dividual de  los  artistas  que  por  convic- 
ción han  vuelto  los  ojos  hacia  la  correc- 
ción griega,  y  los  vigorosos  trazados  por 
los  grandes  maestros  del  Renacimiento, 


han  conseguido  dibujar  bien  y  promover 
con  su  ejemplo  una  reacción  saludable. 
Pero  durante  estos  años  pasados,  ¡qué  lu- 
cha tan  despiadada  y  loca  entre  las  aca- 
démicas tradiciones  del  dibujo  y  las  vio- 
lentas libertades  del  color!  El  genio  me- 
ridional desbordaba  por  este  lado;  y  todos 
nuestros  lectores  recordarán  aquellos 
triunfos  ruidosos  de  cuadros  que  subyu- 
gaban ó  deslumhraban  por  la  magia  del 
color. 

Ahora,  indudablemente  se  dibuja  más, 
empiézase  á  estudiar  lo  que  se  dibuja; 
pero  todavía,  ¡qué  poquísimos  desnudos! 
Quizá  no  había  una  docena  de  ellos  en 
toda  la  Exposición.  El  desnudo  es  la  pie- 
dra de  toque  del  dibujante.  Por  eso  los 
artistas  contemporáneos,  coloristas  acé- 
rrimos, le  han  rehuido  más  que  á  lalevita. 

Al  templarse  aquella  lucha,  al  renacer 
las  excelencias  del  dibujo,  se  buscan  con 
el  color,  no  los  efectos  mágicos,  sino  esas 
armonías  en  que  las  finezas  de  tono  y  la 
nota  sincera  y  justa  del  natural  dan  la 
expresión  de  la  verdad.  Empléanse  hoy 
mucho  más  que  antes,  las  medias  tintas, 
las  gradaciones  de  tono;búsquese  el  efec- 
to en  los  derroches  de  la  luz  meridional  ó 
en  la  nebulosa  claridad  del  Norte,  hay 
en  los  lienzos  de  hoy  una  riqueza  de  va- 
lores que  rara  vez  había  antes.  Sin  con- 
tar un  Sorolla,  que  con  prodigiosa  facili- 
dad consigue  peregrinos  y  dificilísimos 
efectos  contraponiendo  valores  iguales  ó 
casi  iguales,  dando  un  color,  una  vida  ex- 
traordinaria á  las  medias  tintas,  y  un  vi- 
gor colosal  á  los  tonos  enteros  y  vivos, 
hácese  hoy  en  general  un  empleo  del  co- 
lor, más  sabio  y  provechoso  que  antes. 


Para  completar  en  cierto  modo  este  re- 
cuerdo de  la  Exposición  del  95,  y  apreciar 
esos  adelantos ,  los  lectores  del  Boletín 
pueden  contemplar  en  fieles  reproduccio- 
nes dos  obras  importantes/escogidas  al 
azar  entre  las  excelentes  que  figuraron 
en  aquella.  Las  dos  obras  indicadas  son 
La  tarde  en  el  Pardo,  hermoso  paisaje 
de  D.  Juan  Espina, y  Tulia,  precioso  mar- 


13^ 


boletín 


mol  de  D.  Agustín  Querol.  El  cuadro  del 
Sr.  Espina  es  una  prueba  manifiesta  del 
sentimiento  naturalista  del  color  á  que 
nos  hemos  referido;  su  autor  ha  conse- 
guido, contraponiendo  valores  y  grandes 
finezas  del  color,  expresar  ese  momento 
de  la  tarde  en  que  las  lozanas  verduras 
de  un  paisaje  espléndido  se  muestran  en 
todo  su  vigor  de  colorido,  antes  de  que 
las  grises  tintas  del  crepúsculo  las  apa- 
guen y  ennegrezcan.  ¡Cuánta  verdad  y 
cuánta  poesía  en  aquellas  grandes  masas 
de  árboles,  de  verde  aterciopelado,  que 
contrastan  con  el  tono  de  las  laderas  y 
con  la  mancha  blanca  del  Guadarrama 
que  limita  el  horizonte!  Es  un  cuadro  que 
representa  mucho  estudio,  mucho  traba- 
jo y  de  un  efecto  grandioso  y  severo;  es 
un  paisaje  que  convida  á  amar  á  la  natu- 
raleza y  á  gustar  de  su  solemne  reposo. 
El  mármol  del  Sr.  Querol  es  un  busto 
de  una  dama  romana,  que  aún  conserva 
abrochada  la  túnica  sobre  el  hombro  de- 
recho; pero  es  un  busto  clásico,  sin  aque- 
lla sequedad  de  líneas  del  purismo  gre- 
co-romano y  moderno;  por  el  contrario, 
encontráis  en  él  las  mórbidas  redondeces 
y  el  acento  vigoroso  de  la  vida,  á  cuyo 
efecto  contribuye  sin  duda  ese  algo  de 
desdén  que  tiene  en  la  expresión.  Por  pe- 
regrino contraste,  ese  marmol  clásico 
moderno  ofrécese  como  [^despedazado  en 
algunos  sitios,  como  los  mármoles  anti- 
guos. Este  busto  notable  es  de  lo  mejor 
que  ha  figurado  en  la  sección  de  Escultu- 
ra en  la  Exposición,  y  demuestra  que  los 
escultores  caminan  también  por  una  sen- 
da de  perfeccionamiento  en  los  asuntos  y 
en  la  ejecución,  en  este  ejemplar  muy 
cuidado  y  hábil. 

José  Ramón  Mélida. 

La  acreditada  revista  Pro  Patria,  que 
dirige  nuestro  consocio  y  amigo  D.  José 
Marc,  trae  en  su  número  de  Julio  de  1895 
el  siguiente  sumario: 

Introdiícción  de  un  libro  inédito ,  por 
D.  Ángel  Lasso  de  la  Vega. 

El  Trabajo ,  por  doña  Joaquina  Balma- 
seda  de  González. 

Más  sobre  Par emiologia  toledana,  por 
el  presbítero  D.  José  María  Sbarbi. 

Tn  medio  virtus,  por  D.  Abdón  de  Paz. 


//  terso  centenario  di  Torquato  Tasso, 
por  el  profesor  Arnaldo  Bonaventura. 

Las  fiestas  reales  en  Badajos,  por  don 
Nicolás  Díaz  y  Pérez. 

A rs  est  Poesis,  por  D .  J .  Fabré  y  Oliver . 

El  ajedres  jugado  de  ineínoria  (con- 
clusión), por  D.  Andrés  Clemente  Váz- 
quez. 

La  enredadera  y  la  violeta,  fábula, 
por  D.  Nicolás  Pérez  Jiménez. 

El  teatro  lírico  catalán,  por  D.  Rafael 
Mitjana. 

Notas  y  lecturas ,  por  D.  Constantino 
Román. 

Costas,  las  de  Levante...^  por  D.  Ma- 
nuel Amor  Meilán. 

Academias  y  Sociedades^  por  Sinesio. 

Notas  bibliográficas,  por  Amando. 

Anuncios. 

■<t- 

He  aquí  el  sumario  de  Junio  de  1895,  de 
la  Revista  critica  de  Historia  y  Litera- 
tura españolas: 

Libros  españoles.— Menén-iez  y  Pela- 
yo,  Antología  de  poetas  líricos  (E.  Co- 
tarelo). — J.  Catalina,  La  Alcarria  (J.  R. 
Lamba).— R.  Altamira,  La  Enseñanza 
de  la  Historia  (E.  Ibarra). —Libros  ex- 
tranjeros.—A.  Parnell,  Guerra  de  Suce- 
sión en  España  (J.  Maldonado  Macana z). 
—  Dr.  Gr\xwwsi\á^  Dialectología  (R.  Me- 
néndez  Pidal).  —  Justi,  Palacios  de  los 
Hapsburgos  (J.  Suárez  Bravo). — Laug- 
thon.  Papeles  de  la  Armada  Invenci- 
ble (J.  Fitz-Maurice-Kelly).— E.  Berger, 
Blanca  de  Castilla  (E.  Sanz  v  Escartín). 
=  Notas  bibliográficas.  =  Revista  de 
revistas.=comunicaciones  v  noticias.— 
Nueva  lus  sobre  Bernardim  Ribeiro, 
por  Th  Braga.— yo5í'  Lxart  — A.  Braga. 
—Los  Libros  de  F.  de  Holanda.— San- 
che s  Calvo ,  por  J.  O — Séneca  en  Espa- 
ña.— Noticias  =Ámena  literatura.— Ru- 
siñol.  Desde  el  molino  (R.  Soriano).— Z,f- 
bros  de  viaje  (R.  A.) — Publicaciones  li- 
terarias periódicas  (C) — Libros  recibi- 
dos.— Noticias. 

Sumario  de  Historia  y  Arte,  en  su  nú- 
mero de  Julio  de  1895,  revista  publicada 
bajo  la  dirección  del  vocal  de  la  comi- 
sión ejecutiva  de  nuestra  sociedad,  se- 
ñor D.  Adolfo  Herrera:  La  bellesa  obje- 
tiva,  por  D.  José  Elchegaray,  de  la  Aca- 
demia Española.— J//  único  enemigo  (so- 
neto), por  D.  Ricardo  G'ú.— Contraste  (en 
la  pérdida  del  crucero  ReinaRe gente), 
por  D.  Federico  Balart,  de  la  Academia 
Española.— Z,a  cithillcría  en  España  (si- 
glo xviii),  por  D.  Manuel  Rico  y  Sinobas. 
—Bacanal  (oda  sáfica),  por  D.  Alejandro 
Harmsen ,  barón  de  Mayáis .  catedrático 
de  la  Academia  de  la  Historia.  —  Las  ar- 
mas del  Licenciado  Pedro  Gasea,  paci- 
ficador del  Perú,  por  D.  Marcos  Jimé- 
nez de  la  Espada,  de  la  Academia  de  la 
HistoviR.— D.  Federico  Madraso  y  Kujtts, 
por  D.  Francisco  Alcántara. 

A  este  número  acompañan,  como  de 
costumbre,  preciosas  láminas  en  fototipia 
y  fotograbado. 

1289.— A.  AVRIAL,  impresor.— San  Bernardo,  92. 


■■■  n.nix.,-  !i  M, 


T  U  L  I  A 

Busto  de  d.  Agurtín  qu.erol 


BOLKTIN 


DE  LA 


SOCIEDAD  ESPAIOLA  DE  EXCURSIOIS 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AÑO   III  T  Is^Eadria  1.°  de   Septierxi-bre  de  1895  ^  NOM.  31 


EXCURSIONES 


[RECUERDOS  DE  UNA  EXCURSIÓN 


A  LAS  ISLAS  CANARIAS 


^  O  hace  aún  mucho  tiempo  que,  lle- 
vado á  las  islas  Canarias  por  las 
obligaciones  propias  de  mi  carre- 
c^.^vví  ra,  sentí  gran  satisfacción,  como 
excursionista  ferviente  que  soy,  en  reco- 
rrer aquellas  hermosas  islas  tan  poco 
conocidas  por  la  inmensa  mayoría  de  los 
españoles  y  de  que  tanto  provecho  po- 
drían sacar  nuestros  gobiernos  si  las  pu- 
sieran ala  altura  que  merecen  en  atención 
á  su  clima,  bellezas  naturales  y  situación 
estratégica  frente  á  la  costa  africana. 

Embarcado  en  el  hermoso  trasatlántico 
Antonio  Lopes,  salí  de  Cádiz,  y  después 
de  cincuenta  horas  de  plácida  navegación, 
dimos  fondo  en  el  puerto  de  Santa  Cruz 
de  Tenerife.  La  hora  de  llegada  (serían 
las  seis  y  media  de  la  tarde),  la  falta  de 
crepúsculo  y  la  tristeza  que  prestan  á  la 
ciudad  las  peladas  montañas  que  la  ro- 
dean, me  impresionaron  bastante  desfa- 
vorablemente acerca  de  la  situación  de  la 
capital  del  archipiélago. 

Pero  la  mala  impresión  se  desvaneció 
pronto.  Santa  Cruz,  no  obstante  ser  la 
primera  población  que  se  construyó  en  la 
isla  por  los  conquistadores,  tiene  aspecto 


moderno  y  encierra  edificios  dignos  de 
ser  visitados.  Llamó  particularmente  en- 
tre ellos  mi  atención,  la  parroquia  de  la 
Concepción,  templo  de  orden  toscano  y 
cinco  naves :  encierra  hermosos  cuadros 
y  esculturas  y  conserva  en  su  recinto  dos 
banderas  cogidas  en  1797  á  los  ingleses 
durante  el  ataque  que  dio  á  la  ciudad  el 
almirante  Nelson,  quien  de  resultas  per- 
dió el  brazo  derecho  y  más  de  la  mitad 
déla  gente  que  mandaba.  Dignos  tam- 
bién de  mención  son  la  Capitanía  gene- 
ral, residencia  de  la  auto:  idad  superior 
de  las  islas,  y  el  Hospital  militar,  cons- 
trucciones modernas  ambas,  debidas  al 
interés  que  por  esta  provincia  española 
se  tomó  el  general  Weyler,  cuando  ejer- 
ció aquí  el  supremo  mando  de  la  milicia. 

Casi  todas  las  calles  de  la  población 
están  tiradas  á  cordel ;  enbellécenla  her- 
mosos paseos  en  todo  tiempo  cuajados  de 
flores;  y  préstale  importancia  su  puerto, 
todavía  no  del  todo  terminado ,  de  los 
más  frecuentados  y  comerciales  de  la 
nación  española. 

Entre  las  varias  carreteras  de  la  isla 
de  Tenerife,  es  la  principal  la  que  pone 
en  comunicaciónála  capital  con  La  Lagu- 
na y  La  Orotava.  Desde  este  punto,  la 
carretera,  parte  en  construcción  y  parte 
en  proyecto,  recorre,  entre  otros,  los  lu- 
gares de  Icod,  Garachico  y  Buena  vista, 

17 


'34 


boletín 


este  último  situado  á  75  kilómetros  de  la 
capital.  La  excursión  más  importante  por 
esta  carretera  es,  pues,  la  de  La  Orotava. 
Dejada  atrás,  á  los  9  kilómetros  de  Santa 
Cruz,  la  ciudad  de  La  Laguna,  con  su 
ostentosa  Catedral  y  sus  hermosas  casas 
particulares,  llégase,  á  los  35  kilómetros 
recorridos  por  muy  buena  carretera,  que 
se  desarrolla  pasando  por  terrenos  cu- 
biertos de  vigorosa  vegetación,  al  céle- 
bre valle,  el  más  hermoso  del  mundo, 
donde  se  crían  al  aire  libre  las  plantas  de 
los  climas  frios  al  lado  de  las  que  vege- 
tan en  la  zona  tórrida.  Los  ingleses,  más 
prácticos  que  nosotros,  han  hecho  de  este 
valle  la  más  importante  mansión  de  in- 
vierno de  las  islas,  construyendo  para 
este  objeto,  entre  otros  muchos,  el  magní- 
fico Hotel  Balcón,  dotado  de  todos  los 
adelantos  modernos  y  capaz  para  más  de 
cuatrocientas  personas. 

¿Quién  no  conoce  por  su  fama  el  tan 
renombrado  Pico  de  Teide?  Desde  la  Oro- 
tava hácese  esta  excursión,  la  que  tan 
sólo  suele  verificarse  durante  los  meses 
de  Agosto  y  Septiembre;  guías  conoce- 
dores del  país  conducen  á  los  excursio- 
nistas montados  en  caballerías  hasta  Es- 
tancia, desde  cuyo  punto  es  forzoso  con- 
tinuar la  marcha  á  pie.  Pero  aunque  la 
jornada  sea  ruda,  el  espectáculo  que  se 
desarrolla  ante  el  viajero  premia  con  cre- 
ces sus  fatigas;  desde  el  vértice  del  Teide, 
situado  á  37b0  metros  sobre  el  nivel  del 
mar,  contempla  á  sus  pies  la  isla  de  Te- 
nerife, todas  las  Canarias  y  la  inmensidad 
del  Océano:  panorama  grandioso,  que  á 
desarrollarse  en  día  claro  y  á  través  de 
una  atmósfera  diáfana,  no  tiene  rival  en 
el  mundo. 

Los  vapores-correos  interinsulares  po- 
nen en  comunicación,  tras  cómoda  trave- 
sía, unas  islas  con  otras.  El  viajero  que 
procedente  de  Tenerife  arriba  al  puerto 
de  La  Luz,  situado  en  Gran  Canaria  y  el 
principal  de  las  islas,  observa  al  punto 
que  se  halla  en  una  comarca  laboriosa ;  y 
acredítalo  así  el  gran  movimiento  de  los 
muelles,  la  carga  y  descarga  de  frutos 
y  maderas,  y  en  suma,  la  actividad  que 
promueve  la  entrada  de  unos  diez  vapo. 
res  que  por  término  medio  recalan  dia- 
riamente en  este  puerto  de  refugio. 


Aspecto  británico  más  que  español  tie- 
ne el  caserío  formado  junto  al  puerto. 
Las  muestras  de  las  tiendas  están  pues- 
tas en  inglés;  y  en  el  mismo  idioma,  un 
anuncio  compuesto  de  letras  de  unos  diez 
metros  de  alto ,  que  en  el  centro  de  una 
montaña  que  domina  al  puerto  se  le  ocu- 
rrió poner  á  la  fecunda  imaginación  in- 
glesa. 

Por  una  de  las  fototipias  que  acompa- 
ñan á  este  esbozo  de  artículo,  puede  for- 
marse exacta  idea  de  la  situación  de  la 
ciudad  de  Las  Palmas  y  sus  inmediacio- 
nes en  dirección  del  puerto  de  La  Luz. 
Une  á  ambos  una  carretera  que  se  reco- 
rre en  tranvía  de  vapor.  Hacia  la  mitad 
del  camino  hállase  el  Holel  de  Santa  Ca- 
talina, bonita  edificación  de  estilo  inglés, 
saiiatoriwn  concurridísimo  durante  los 
meses  de  invierno;  y  frente  al  mismo, 
construyó  un  acudalado  armador  una 
preciosa  casa  de  recreo,  convertida  hoy 
en  Hotel  Métropole. 

Las  Palmas  parece  una  ciudad  andalu- 
za. Alegre  y  simpática  á  primera  vista, 
con  sus  calles  rectas,  bellos  jardines  y 
casas  provistas  de  terrados  y  miradores, 
hácese  doblemente  agradable  por  el  buen 
carácter  y  cultura  de  sus  habitantes  y  por 
las  comodidades  que  en  sus  excelentes 
hoteles  se  disfrutan. 

Entre  sus  mejores  edificios,  no  es  posi- 
ble dejar  de  citar  la  Catedral,  comenza- 
da en  el  siglo  xvi,  con  sus  dos  torres  de 
cuatro  cuerpos,  su  fachada  de  orden  jó- 
nico y  los  laboreados  ornatos  que  al  ex- 
terior la  acompañan.  Forman  el  interior 
tres  extensas  naves,  sostenidas  por  diez 
columnas  de  ciento  veinte  pies  de  altura, 
que  finas  y  esbeltas  sobre  toda  pondera- 
ción, semejan  palmeras,  comunicando  al 
recinto  elegante  carácter.  El  altar  mayor, 
el  coro,  algunos  cuadros  y  alhajas  hacen 
además  á  esta  iglesia  digna  de  una  dete- 
nida visita  por  parte  del  viajero. 

Hacia  la  parte  izquierda  de  la  fototipia 
que  acompañamos,  alcánzase  á  ver  el 
Teatro  ,  edificio  grandioso  y  elegante, 
muy  recientemente  terminado,  que  por 
su  hermosura,  solidez  y  elegancia  puede 
competir  con  los  mejores  de  España.  La 
Audiencia  territorial,  la  casa  consisto- 
rial, el  gobierno  militar,  y  las  parroquias 


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13 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


•35 


del  Carmen,  San  Francisco  y  Santo  Do- 
mingo, son  otros  tantos  buenos  edificios 
que  realzan  notablemente  el  valor  de  la 
población.  Dominándola  completamente 
álzase  el  castillo  del  Rey,  en  que  está  el 
vigía  del  puerto  y  donde  actualmente  se 
construyen  magnificas  baterías. 

Agradables  y  variadas  excursiones  pue- 
den efectuarse  desde  Las  Palmas,  excur- 
siones que  realicé  varias  veces,  aprove- 
chando los  expeditos  medios  de  comuni- 
cación de  que  se  halla  provisto  el  país. 
Tres  carreteras  que  parten  de  Las  Pal- 
mas, enlazan  á  esta  capital  con  los  prin- 
cipales pueblos  de  la  isla.  La  del  Oeste 
llega  hasta  Gáldar,  pueblo  en  que  todavía 
se  conservan  curiosas  cuevas  y  pinturas 
propias  de  los  guanches ,  primitivos  po- 
bladores del  archipiélago.  Numerosos  in- 
genios y  fábricas  de  azúcar  establecidos 
en  esta  comarca  contribuj^en  á  su  actual 
riqueza,  que  sustituye  á  la  hace  tiempo 
perdida  por  la  falta  del  cultivo  de  la 
cochinilla. 

La  carretera  del  centro  discurre  por 
pueblos  deliciosos  como  Tafira,  Santa 
Brígida  y  San  Mateo;  la  hermosura  de 
sus  valles,  lo  accidentado  del  terreno  y  la 
constante  temperatura  primaveralqueen 
ellos  reina  han  hecho  de  aquellos  pue- 
blos otros  tantos  puntos  de  cita  veranie- 
ga para  los  habitantes  de  Las  Palmas, 
que  han  construido  en  sus  cercanías  pre- 
ciosas quintas  de  recreo. 

Otra  carretera,  la  del  Este,  conduce 
hasta  el  pueblo  de  Telde,  después  de  pa- 
sar por  otros  de  menor  importancia,  en 
todos  los  cuales  se  observa  el  estado  flo- 
reciente en  que  se  halla  la  agricultura, 
auxiliada  grandemente  por  la  abundan- 
cia de  aguas  de  que  goza  la  isla.  La  ca- 
rretera habrá  de  enlazar  con  la  del  cen- 
tro, y  uno  de  sus  ramales  llegará  hasta 
Gando,  donde  se  ha  construido  un  laza- 
reto, notable  por  la  amplitud  de  los  edifi- 
cios que  le  componen. 

Todas  las  Canarias  merecen  en  mayor 
ó  menor  escala  una  visita,  á  que  las  ha- 
cen acreedoras  su  suave  clima,  costum- 
bres de  iius  habitantes  y  accidentes  de 
su  terreno.  En  la  isla  de  la  Palma  debe 
verse  la  Caldera,  espantoso  barranco  de 
veinte  kilómetros   de    circunferencia  y 


tres  mil  pies  de  profundidad.  En  la  Go- 
mera es  particularmente  notable  el  sis- 
tema de  silbidos  que  emplean  sus  habi- 
tantes, manera  especial  de  entenderse  á 
largas  distancias.  La  isla  de  Hierro,  la 
más  occidental  de  todas,  es  famosa  por 
haber  servido  de  meridiano  en  tiempos 
antiguos.  En  cambio,  Fuerteventura  y 
Lanzarote  poco  tienen  de  notable;  su  es- 
casa población  atraviesa  una  situación 
bastante  precaria,  á  causa  de  la  falta  de 
agua  y  de  las  malas  cosechas. 

Mucho  más  podría  agregarse  si  se  hu- 
biera de  hacer  una  reseña  de  las  islas 
Canarias.  Como  no  es  ese  mi  objeto  y  sí 
sólo  el  de  coordinar  algunos  recuerdos 
de  mi  excursión  por  aquel  hermoso  ar- 
chipiélago, tan  codiciado  por  los  ingleses, 
hago  aquí  punto,  deseando  tan  sólo  que 
las  antiguas  Afortunadas  merezcan  al- 
guna atención  á  la  vida  excursionista, 
que  tanto  va  desarrollándose  en  nuestra 
patria. 

Mariano  López  de  Ayala. 


--^■-#-^5^ 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


MUSEO  ARQUEOLÚGICO  DS  CÁDIZ 
sala  fenicia 

ON  grandes  dificultades,  con  muy 
grande  falta  de  recursos,  y  con 
grandísima  fuerza  de  voluntad  por 

-^/x^-  ,  parte  de  todos,  se  dio  principio  á 
la  obra,  que  quedó  terminada  en  el  mes  de 
Septiembre  del  pasado  año. 

Orientada  esta  sala  de  S-0,  á  N-E.  y  re- 
ducida á  pequeñas  dimensiones,  pues  sólo 
mide  6  metros  70  centímetros  de  largo 
por  4,90  de  ancho,  es  una  representación 
de  las  cámaras  encontradas  en  los  hipo- 
geos tebanos. 

Rodéala  un  ancho  friso  donde  están  co- 
locadas de  relieve  las  monedas  fenicias 
gaditanas,  y  sobre  éste  descansa  el  techo, 
plano,  pintado  de  color  gris  azulado,  en 
medio  del  cual  se  ve  dibujado  el  conocido 
zodíaco  del  templo  de  Denderak,  con  sus 
decanos,  ó  sean  las  treinta  y  seis  divini- 
dades inferiores,  á  quienes  los  egipcios 


136 


boletín 


atribuyeron  para  regir  los  destinos  del 
hombre,  un  gran  poder  sobre  el  bien  y 
el  mal. 

Situada  la  puerta  en  el  lado  SO.,  imita- 
ción de  los  píleos  que  aún  existen  en  el 
alto  Egipto,  se  ve  en  su  coronamiento  el 
disco  del  sol  alado  con  las  serpientes 
úrseus,  adorno  característico  de  la  ar- 
quitectura egipcia,  y  que  representa  al 
Dios  Fre,  tercera  divinidad  de  la  triada 
cosmogónica,  ó  sea  la  luz  del  universo 
convertida  en  luz  solar. 

En  el  dintel  y  las  jambas  están  escul- 
pidas las  representaciones  de  la  navega- 
ción, la  agricultura,  la  caza  y  las  artes, 
siendo  de  notar  que  algunas  de  éstas  se 
practican  hoy  del  mismo  modo  que  las 
praclicaron  aquellos  pueblos,  hace  trein- 
ta siglos. 

Dos  simbólicas  guarniciones,  la  una 
formada  por  serpientes  ui  seus  ( adorno 
exclusivo  de  los  dioses  y  de  los  reyes)  3- 
el  disco  solar,  y  la  otra  por  las  plumas  de 
Osiris,  el  disco  solar  y  la  llave  del  Nilo, 
adornan  la  parte  alta  del  muro  encima  de 
la  puerta,  y  debajo  de  éstas,  escritas  en 
jerogliflcos  azules,  se  leen  dos  inscrip- 
ciones que  dicen:  la  de  la  derecha,  "Rey  y 
Señor  del  mediodía  y  del  norte,,  (estos 
son  los  títulos  del  Sol),  y  la  de  la  izquier- 
da "Tun  qiil  se  acuesta  en  Mamu„,  esto 
es,  el  Sol  poniente  que  va  á  dormir  con 
su  madre  la  noche. 

En  ambos  lados  de  la  puerta  se  ve  otra 
leyenda  jeroglífica,  y  sobre  dos  guana- 
clones  de  fondo  verde  compuestas  de  el 
cetro  de  los  dioses  y  la  llave  del  Nilo, 
descansan  dos  figuras  de  ambos  sexos, 
sentadas  delante  de  dos  mesas  con  algu- 
nas ofrendas. 

>Ocho  piedras  imitadas  ocupan  los  án- 
gulos de  este  muro,  copia  de  las  estelas 
ó  lápidas  encontradas  en  Cartago,  cuyas 
traducciones  son  debidas  á  M.  Renán  y 
otros  sabios  egiptólogos ,  de  las  que  sólo 
copiamos  una,  tanto  porque  se  encuen- 
tran publicadas  en  la  otra  titulada  Cor- 
pus inscriptioíimn  seniiticarwn,  cuan- 
to porque,  á  excepción  de  los  nombres  y 
ocupaciones  de  los  individuos  á  quienes 
fueron  destinadas,  son  iguales  las  invo- 
caciones: dice  asi  la  tercera  de  la  derecha 
de  la  puerta. 


Lápida  232  del  Corpus. 

DOMINAE  TANITIUI  FACIEI  BAALIS, 

ET  DOMINO  BAALI  HAMMONi; 

QUOD    VOVIT    ASDANITA    UXOR    MAGONIS 

FILII  AZRUBAALIS  PRINCIPII  FILII 

MELGARTHILLESI. 

Tanitide  ó  Tanita,  según  Maneton,  cé- 
lebre sacerdote  egipcio  que  floreció  ha- 
cia el  año  SOJ  antes  de  Jesucristo,  se  dice 
de  los  Reyes  de  la  vigésimaprimera  di- 
nastía egipcia,  que  duró  desde  1101  hasta 
971,  y  de  la  vigésimatercera  desde  851  á 
726.  Tanis  fué  ciudad  muy  comercial  y 
residencia  de  los  reyes  de  Egipto. 

Baal  fué  en  el  Sur  la  primera  persona 
de  la  triada  fenicia. 

Debajo  de  estas  estelas  en  dos  pilares, 
representaciones  de  Demarkun,  están 
escritas  con  letras  rojas  sobre  marm.ol 
blanco  las  innscnpciones  siguientes: 

1.''*  Ninguno  de  los  autores  que  se  ocu- 
paron de  las  antigüedades  de  la  Isla  ga- 
ditana, señaló  monumento  conocido  que 
testificara  la  existencia  de  los  fenicios  en 
dicha  Isla. 

2.'^  Al."  de  Junio  de  1887  se  descubrió 
el  sarcófago  fenicio  que  aquí  se  conser- 
va, en  el  sitio  denominado  Punta  de  la 
Vaca  en  esta  ciudad  de  Cádiz. 


Cual  celosos  centinelas  en  un  inaltera- 
ble reposo,  dos  estatuas  de  grandes  pro- 
porciones, imitación  de  granito  rojo,  arri- 
madas al  muro ,  completan  el  adorno  de 
esta  parte  de  la  sala. 

Cada  una  de  estas  estatuas  contione 
una  leyenda  jeroglífica,  cuyas  traduccio- 
nes son  las  siguientes:  la  del  lado  dere- 
cho dice  Adoraciones  á  Rá  l  nandú  se 
levanta  al  día  y  la  otra  Tú  le  calmas  al 
acostarse  en  la  vida,  aludiendo  ambas  al 
Orto  y  el  Ocaso,  pues  ios  egipcios  llama- 
ban Rá  al  Sol  durante  su  carrera  por  el 
espacio. 

Dividido  en  tres  grandes  cuadros  al 
lado  SE.,  llenan  el  del  centro  cuatro  imi- 
taciones de  lápidas  fenicias. 

Una  ancha  guarnición  ocupa  la  parte 
alta  de  los  otros  dos,  donde  se  ve  el  bus- 
to de  una  diosa,  un  cartel,  y  el  buitre  sa- 
grado, símbolo  de  la  maternidad. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


•37 


Debajo  de  esta  guarnición  hay  otra 
faja  con  signos  jeroglíficos  pintados  en 
azuL  Los  restos  de  estos  cuadros  están 
ocupados  por  escenas  de  adoración,  imi- 
tación de  los  bajo  relieves  del  templo  de 
Denderak ,  pertenecientes  á  la  última 
época  de  la  civilización  egipcia. 

En  el  primero  está  representado  un 
Faraón  ofreciendo  su  homenaje  á  la  diosa 
Hathor,  divinidad  primitiva,  transforma 
ción  de  la  inteligencia  suprema ,  que  re- 
presentaba el  principio  húmedo  en  cuyas 
entrañas  se  elaboró  el  universo,  y  que 
llegó  á  confundirse  con  el  planeta  Venus. 

Sentada  sobre  su  trono,  tiene  por  insig- 
nias en  la  cabeza  el  buitre  (adorno  pecu- 
liar de  las  divinidades  que  tienen  carácter 
de  madre),  los  cuernos  del  macho  cabrío 
y  el  disco  solar;  y  en  las  manos  el  litus, 
símbolo  del  poder  soberano,  con  la  flor 
del  loto  y  la  llave  del  Nilo. 

Detras  de  esta  divinidad  está  sentado 
en  el  mismo  trono  el  dios  Tañen,  que 
también  se  llamó  Seb,  representación  de 
la  tierra,  padre  del  Sol,  ostentando  en  la 
cabeza  dos  plumas,  el  disco  solar,  las 
serpientes  úrseus  y  los  cuernos  como  la 
diosa  Hathor. 

En  otro  cuadro  se  ve  de  pie  á  Sate,  lla- 
mada también  Ma,  diosa  de  la  verdad  y 
de  la  historia,  adornada  con  un  pluma  de 
avestruz ;  y  de  frente  á  ésta  sentada  en 
su  trono,  á  la  diosa  Isis,  personificación 
de  la  luna  fecundadora  de  la  tierra,  acom- 
pañada de  Horo,  tercera  divinidad  de  la 
triada  terrestre,  considerada  como  el  sol 
naciente. 

Completan  el  adorno  de  estos  cuadros 
abundantes  leyendas  jeroglíficas,  conte- 
niendo invocaciones  á  las  divinidades. 

En  el  centro  del  muro  N-E.  de  la  sala, 
en  un  cuadro  coronado  con  la  guarnición 
de  la  serpiente  úrasus  y  el  disco  solar,  se 
ve  al  dios  Melkarth  (el  Hércules  tirio) 
una  de  las  principales  divinidades  del 
pueblo  fenicio. 

Joven  y  cubierto  de  una  piel  de  león 
como  se  le  representa  en  las  antiguas  mo- 
nedas gaditanas,  y  vencedor  de  dos  leones 
de  la  Mesopotamia,  como  se  ve  en  el  es- 
cudo de  esta  ciudad,  simbolizaba  la  fuer- 
za y  la  sabiduría.  Navegante,  guerrero 
y  comerciante ,   era  el  lazo  federativo 


entre  la   metrópoli   fenicia   y  sus  colo- 
nias. 

Debajo  de  esta  figura  hay  dos  barcos 
fenicios,  y  entre  ellos  está  el  disco  del 
sol,  dentro  del  cual  se  contienen  el 
escarabajo  sagrado,  representación  de 
Ammon.  Nilo,  símbolo  de  la  vida  eterna, 
y  el  dios  solar  con  cabeza  de  carnero. 

En  ambos  lados  de  este  cuadro,  en  otros 
más  pequen  is,  separados  por  bandas 
perpendiculares  de  leyendas  jeroglíficas 
en  elogio  del  sol,  como  son  Humetiaje 
á  ti  viajero  limiinoso.  Homenaje  á  ti  el 
más  grande  de  todos  los  dioses,  etc.^  es- 
tán representadas  la  primera  y  segunda 
divinidades  de  la  triada  terrestre  Osiris 
é  Isis. 

En  Isís  (que  ocupa  el  lado  izquierdo), 
hermana  melliza  y  esposa  de  Osiris,  uni- 
da con  él  desde  el  seno  materno  donde 
concibió  á  Horo,  tercer  dios  de  la  misma 
triada,  estaban  reunidas  todas  las  calida- 
des de  las  diosas  superiores. 

Ella  enseñó  á  cultivar  el  trigo  y  la  ce- 
bada, y  gobernó  los  estados  de  su  esposo 
mientras  éste  se  ocupó  de  la  conquista 
del  mundo.  Cubierta  con  una  túnica  blan- 
ca y  ceñida,  tiene  en  la  mano  la  llave  del 
Nilo,  y  en  la  cabeza  el  disco  solar  y  los 
cuernos  de  vaca. 

Osiris,  también  con  túnica  blanca,  os- 
tenta en  la  cabeza  el  pschent,  especie  de 
mitra,  y  en  las  manos  el  báculo  ó  cetro 
augural,  y  el  azote,  insignias  del  poder 
supremo. 

Este  dios,  el  más  popularmente  adora- 
do en  el  valle  del  Nilo,  fué  sabio  y  bien- 
hechor; á  él  se  debió  la  fundación  de  la 
ciudad  de  Tebas,  él  enseñó  á  cultivar  la 
vid,  á  trabajar  los  metales  construyendo 
instrumentos  para  labrar  la  tierra ,  y  de- 
rramó entre  los  hombres  la  benéfica  se- 
milla de  la  civilización. 

El  buey,  símbolo  del  trabajo,  represen- 
taba á  este  dios,  que  fué  considerado 
como  el  sol  luchando  con  las  tinieblas 
durante  la  noche,  para  convertirse  en 
Horo  (el  sol  naciente)  al  amanecer,  y  en 
Ra  (el  sol  adornado  de  todo  su  esplendor) 
durante  el  día.  Lucha  incesante  entre  el 
bien  y  el  mal;  entre  la  aurora  y  el  cre- 
púsculo de  la  vida. 

Dfcbajo  de  esta  divinidad  y  de  su  espo- 


•38 


boletín 


sa  Isis,  se  ven  dos  figuras  de  ambos  se- 
xos arrodilladas,  presentando  algunas 
ofrendas. 

Dan  entrada  á  la  luz  de  la  sala  dos  ven- 
tanas situadas  en  el  muro  N-0.,  entre  las 
que  se  repiten,  como  en  los  ángulos,  cua- 
tro estelas  cartaginesas. 

Dichas  ventanas  están  decoradas  con 
figuras  funerarias ,  escudos,  carteles  y 
jeroglíficos. 

Junto  á  la  de  la  izquierda,  esculpido  en 
el  muro  se  ve  un  esclavo  fenicio,  y  enci- 
ma de  éste  una  leyenda  en  jeroglíficos 
azules  que  da  vuelta  á  la  ventana  y  dice: 
lliot ,  inspirador  de  los  divinos  escritos. 
Encima  del  genio  funerario,  en  un  jero- 
glífico del  mismo  color,  se  lee:  Isis  la 
grande,  y  en  la  otra  ventana,  en  igual 
situación,  Nul  la  grande. 

Una  guarnición  de  rosetones  (adorno 
empleado  por  los  fenicios)  y  un  zócalo  de 
un  metro  noventa  centímetros  de  alto, 
imitando  el  granito  gris,  decorado  con 
flores  de  loto,  rodean  la  sala. 

Grandes  losas  de  dos  metros  de  largo, 
forman  el  pavimento  de  la  misma,  y  en 
medio,  sobre  dos  plataformas  de  piedra 
negra,  está  colocado  el  hermoso  sarcó- 
fago fenicio,  joya  inestimable  que  posee 
este  Museo. 

También  está  instalada  en  el  fondo  de 
la  sala  una  tumba  de  piedras  toscas, 
igual  á  las  que  se  conservan  en  la  Necró- 
polis de  la  Punta  de  la  Vaca,  con  la  sola 
diferencia  de  tener  en  el  fondo  una  espe- 
cie de  cruz  formada  con  las  mismas 
piedras. 

En  breve  serán  colocados  en  instala- 
ción digna  de  su  mérito,  los  amuletos  ex- 
traídos de  las  tumbas  fenicias,  entre  los 
que  se  encuentra  una  triada  de  inestima- 
ble valor  por  su  significación  histórica. 
Esta  sala  fué  construida  en  lo  que  antes 
era  depósito  de  leña,  por  el  distinguido 
artista  cuanto  modesto  é  ilustrado  gadi- 
tano D.  Pedro  Sánchez  Acuña,  sin  otra 
cooperación  que  la  de  un  oficial  de  alba- 
ñil,  y  percibiendo  sólo  las  reducidas  can- 
tidades de  que  podía  disponer  la  Dipu- 
tación Provincial,  guiado  únicamente  solo 
de  su  amor  á  la  localidad. 

FkamciíjCO  Asís  de  Vera. 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


CCoMtinitación.) 

XVIII 

Testimonio  de  Julián  Domínguez,  hijo  del 
platero  (...  ¿A^)!  aJj.  ^w^Üx^^    .,L1j  -^i^l), 

por  el  cual  consta  que  se  asoció  á  Lázaro 
b.  Alí  para  verificar  á  meiias  la  plantación 
de  una  tierra,  sita  en  el  pago  de  Mauzil  Yaíx 
(parador  ó  posada  de  Yaix),  y  que  dicho  Lá- 
zaro había  tomado  del  difunto  Julián  b.  Es- 
teban con  aquel  objeto:     Ji  ^Ü^^l  J.^  ¿.jf) 

(...  j)¿^J.  Linda  esta  tierra:  al  E.  y  O.,  con 
otras  del  citado  Julián  Esteban;  al  S.,  el 
monte  (J^¿!),  y  al  N.  el  camino  que  condu- 
ce á  Corral  Rubio  ^  , ^  ^.JaJi  ,^ ¿s¿!     ^Jj) 

Hicieron,  pues,  la  plantación  de  cepas 

(^^^.vtjiJ!  '^ 'j^^,)  según  se  había  convenido 

con  el  dueño  del  campo;  mas  luego  vendió 
Julián  á  su  compañero  Lázaro,  por  14  miz- 
cales,  el  cuarto  del  terreno  plantado  que 
le  correspondía  por  derecho  de  plantación^ 
quedando  Lázaro  dueño  de  la  mita'l  de  la 
dicha  tierra,  y  excluyendo  á  Julián  de  todo 
dominio  en  ella.  ^iJ-lv»  vjJ.Jj  j  hj^^  u^^'^j) 


j.jt  íj.»   ^..   _v. 


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.*    *'^5''    <»«*->-' 


V   ^. 


w^^ 


b5^  íj^J\ 

Fechada   en  la  última  decena  de  Abril 
II9I. 


^'  jÁ^i\  ^)  de  la  Era 


1  El  antiguo  pago  de  este  nombre,  en  el 
término  de  la  capital,  hállase  citado  y  en  parte 
descrito  por  el  Sr.  Ga-mei  o  en  sus  Cigarrales, 
cap.  Vlll.  Existe  también  un  lugar  con  la  mis- 
ma denominación  en  el  partido  judicial  de 
Puente  del  Arzobispo  (Madoz).  Aquí  se  refiere 
jndudablemeotc  al  primero. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


139 


Suscripciones:  Jair  b.  Jair  {j-^^l  y)  »t:^)i 
Hasán  b.  Chafar  b.  Hasán  ^Ájta.  ^  ^**»=s.j) 
(,.,.v-cs.  yi,  Farach  b.  Zacaria  b.  Ishak 
(s^^=sr-|  ^^j  1)  jíj  ^í  TJ^S)'  Julián  b.  Re- 
bia  Al-Ahcam  (el  muy  docto?)  ,.^  .,Llj  ^) 
(...  Ak^t  ^j,  Pedro  b.  Abdalah  b.  Ma- 

SUd    (Jj»—^        ^^      ¿DI      J-.C  yJ       ^Is^-'    o)    1. 

Y  en  carácter  latino:  «Petra  petri^,  tes- 
tis — ego  gorisalbo  petris  testis»  2. 

XIX 

Venta  de  un  corral  (JI)ÜJ!  «-t;»^)  situado 
en  la  demarcación  de  la  iglesia  de  Santa 
María  Magdalena  de  Toledo  3  'i^^s:^,    ^JJl) 

(...  ¿lii.ii;   ¿.^JJ-yJ    íJJAs"**   i)    ►>  iJU-i-  íLvw^J 

y  con  los  siguientes  límites:  al  E.,  la  casa  de 
Justa,  madre  de  Raimundo  Mineo  4  vxL.¡    \S) 

(j.X>'  Jj^j  ,  }\  al  O.,  otra  casa  de  los  vende- 
dores; al  S.,  otra  casa  perteneciente  al  com- 
prador, y   al  N.,    la  vía  pública    ,^ '^^  y=>) 

Otorgan  esta  venta  Cristian,  hijo  de  Pe- 
dro de  Cuenca,  y  su  mujer  Urraca  Pethres  ó 
Pérez  ^^\   (^^j  ¿JvO^   s^isb       .j     .,L;:^^íi) 


1  De  los  dos  últimos  se  dice  que  es'cribie- 
ron  otros  por  ellos  por  su  mandato  ¿-^^  > ^3)' 

2  Esta  escritura  lleva  en  el  reverso,  y  de  le- 
tra antigua,  la  siguiente  leyenda:  «Carta  de  tes- 
timonio de  una  tierra  que  es  la  vega  de  San 
Martín»;  y  más  abajo  se  lee:  Corral-Rubio.  En 
vista  de  esto,  nos  inclinamos  á  creer  que  el  pa- 
go titulado  Mandil  Y'atx  era  uno  de  los  en 
que  se  dividía  la  dicha  Vega  de  San  Martín 
(véase  Cigarrales.,  pág.  89),  si  es  que  no  deba 
identificarse  con  ella  por  completo. 

3  Puede  verse  una  descripción  detallada  de 
este  templo  en  la  Guía  artístico-práclica  de 
Toledo  del  Sr.  Vizconde  de  Palazuelos,  pági- 
na 1065  y  siguientes, 

4  El  documento  no  indica  la  vocal  de  la 
primera  letra,  aunque  suponemos  haya  de  vo- 
calizarse de  este  modo,  pues  el  apellido  Min- 
eo ó  Mingo  (derivado  de  DominicusJ,  suele 
ser  bastante  frecuente.  (Véase  Godoy  Alcánta- 
ra, op.  cit.,  pág.  151,  y  Camero,  op.  cit.,  pá- 
gina 1 36,  donde  cita  á  cierta  María  Mingo.) 


(,  f^visu  i'^\j\,  á  favor  de  D.  Raimundo,  so- 
brino de  Pelro  Tolosa    .fj^  "^^  J    ■)J^) 

(¿ — ^_.Lja  ^^J^L),  por  precio  de  42  mizcales 
de  oro  bueno  y  de  jubto  peso,  expresándose 
además  que  el  citado  D.  Raimundo  levan- 
tará á  su  costa  la  pared  que  divida  el  corral 
en  venta  de  la  casa  de  los  vendedores. 

Fechada  en  Noviembre  {j--jy)  de  la  Era 
1191. 

Aparecen  como  testigos:  Yahya  b.  Mofa- 
rrich,  que  estuvo  presente  y  escribió     ^rr^O 

(y ^xT ,    ►^;a:s.  -►  Jj>   ,..j;   Abdelaziz  b,  Su- 

leimán  (^«íJ--  ^J',  f..}*^^  -V^)'  Ahde-s-Sa- 
lám  b.  Pethres  L  '^y^Ai  .,j  >}.J\  _V.), 
Bernaldo  de  sant  Facundo  1   ^   jJL;>-'_3j 

Y  en  caracteres  latinos:  «Joan  ordoniz 
testis  —  micael  portagira  testis — martin  filiz 
testis». 

XX 


Venta  de  la  mitad  de  un  rmjuelo  y  de  la 

tierra  blanca  que  le  está  adjunta  ,^ ^^_j) 

,  ^hiJ^  íLvs;;^!  La-.Jl  .  >:íi'j!j  {sic)  J.J.J  irn*-^^ 
[>Sx^\  [i    ^ji]j),  que  se  hallan  á  la  otra 

parte  del  Tajo,  sobre  el  molino  del  arcediano 
D.  Salvador?,  en  el  sitio  denominado  Borch 
Ax-Xaycithin  (torre  de  los  demonios),  ,^ ^-Lk) 


c 


^\  ^,^  t- 


J! 


^.v 


.1. 


en  los  alrededores  de  Toledo.  Lindan:  por 
el  E.,  con  viña  del  Presbítero  D.  Martín,  del 
clero  parroquial  de  Santa  Justa,  y  con  otra 
viña  de  Domingo  Micael;  al  O.,  tierra  blan- 
ca, que  fué  corral  en  tiempos  pasados,  don- 
"de  estuvo  la  citada  torre.,.  1-^,1  ^j^^  ^) 

J^  ^^v--  _,^^  U-t^3  J'^5  ^Lr  L^,j 

(jj-rj^Jl  .^  j'}y  y  un  plantío  «  de  Farach 
b.  Moluc  (dir-i-^   ^.rf   •?:  y-^   l^-T^j)'  ^^  ^•' 


1  De  los  dos  últimos  se  dice  que  escribie- 
ron otros  por  ellos  (i-^   ^.-^j)- 

2  Esta  palabra  ¡'-■r^  indica  también  huerta 
en  el  dialecto  marroquí.  Lerchundi,  Gramá- 
tica, passim. 


I40 


boletín 


otro  plantío  del  cita  lo  D.  M  ir;í  i. 

Santa  Justa,  y  al  N.,  el  río  Tajo  ^^\^j^'^) 

Otorgan  esta  venta,  como  co  nprador  Don 
Sancho  el  Diácono  (^^s'-jjJ!  i.sr'^  ^>J^)' 
y  como  vendedor  D.  Pedro  Chilabert  j  ^^) 
(^l^^^Lx  í^la-f ,  ambos  adscritos  al  clero  de 
Santa  Marí.i  (i^y  ¿.^^  l^j.f  lj\  ^},  y 
el  importe  de  la  finca  vendida  asciende  á  15 
mizcales  de  oro  nlbayesí  ó   de  Baeza  (.y— '•) 


deYulianis,  convertida  recientemente  al  cristia- 


^     ^    \^  ^        —        ' 


.*.^ 


msmo  ¿»j 

Fecha  en  Junio  (J^^J^)  de  la  Era  12 ji. 
Suscriben  esta  escritura:  Ornar  b.  abi  Al- 
iara ch  C^y^l  j:>\  ^^,  j-rff"),   Aixún  b.  Alí 


(J 


y^   1-^-?^)'  Abderrahmán  b.  Hárits 


c^-   c' 


(^^L;:^  ^y}  o'-'-'V'''  -^-rj)'  A-bdelmélic  b.  Ab- 


(  ^L  J!  A>jJ!,  indicándose  expresamen-  derrahmán  {^,^y\  J^  .y  -^-U  - -^j),  Mi- 
te  que  si  la  finca  vendida  fuese  objeto  de  al-  cael  b.  Alwádiaxi  i  (  i^Lo!  Jj  j  J-Aü^^^), 
guna  demanda  judicial  y  se  adjudicase  al  ^^^^j^j^  ^^  Suleimán.  ( .^L  ,/ Jjí  .C.,)! 
demandante,  entonces  el  vendedor  entrega-  ^  "  ^-  " -^ 
ría  al  comprador  el  precio  que  alcanzase  la 
finca  al  tiempo  de  posesionarse  de  ella  el 


)jy 


demandante  (...  i^    míIsj] 

Fecha  en  Abril  (J._j^j))  de  la  Era  1194. 

Todos  los  testigos  que  aquí  intervienen 
firman  en  caracteres  latinos:  «Ego  petrus 
confirmo — ^Petrus  petri  filius  sancti  andree 
presbiter  testis  —  Ego^dominicus  presbiter 


(De  los  dos  últimos  se  dice  que  firman  otros 
por  ellos  en  su  presencia  y  por  su  mandato 

XXIII 

Venta  de  un  plantío  3  que  radica  en  e!  si- 
tio denominado  Torre  de  los  diablos,  al  otro 


testis— Ego  Martinus  presbiter  et  canonicus      lado  del  Tajo  y  distrito  de  San  Félix  =.^^9.) 


sánete  Marie  testis». 


XXI 

Copia  del  testamento  del  wazir  y  cadhí 
(alguacil  y  ^alcalde)  D.  Domingo  Antolín 
(  yJ:j|  ¿.£:^0  ^-s.)]  yi  \j-\),  fechada  en 
27  de  Diciembre  de  la  Era  1199. 

Empieza  con  una  explícita  profesión  de 
fé,  según  es  costumbre  en  estos  documen- 
tos, dando  luego  numerosas  disposiciones 
sobre  la  solemnidad  con  que  desea  se  cele- 
bren sus  exequias  y  la" distribución  de  sus 
riquezas. 

Daremos  al  fin  de  este  índice  un  extracto 
de  tan  curioso  documento,  verdaderamente 
importante  para  la  historia  de  los  Mozára- 
bes españoles. 

XXII 

Acta  de  emancipación  otorgada  por  D.  Ro- 
mán b,  Selma  ó  Salema  (¿.^Ll  »j  ,U,  ..^) 
á  favor  de  una  esclava,  por  nombre  María 


J^ 


5.J.& 


JA.JuJ  '       —    y>         't>J>jS:\ 


(^-i^ 


•Ju,  i-íjús.  v3  ¿-^ '-■'',  y  cuyos  lin- 
des son:  al  E.,  plantío  de  D.  Esteban,  el 
de  Camarena  (    j\y~^Si}\      .jL;uÍo|     .ij^); 

al  O.,  senda  pequeña  que  conduce  desde  el 
citado  río  á  los  caminos  (]ue  hay  en  el  si- 
tio mencionado  y  á  otros  i-ii^^i.  ^_^*J^  \S) 


(lsIo.^  JL  5i_^5'j.^j|  i-^.:S.b;  al  S.,  plan - 
lío  dé  Andrés  Al-Baichenisí?  ,  ^Ij  JjJ  i_^j^) 
(¿  ,^^x=».tJí,  y  al  N.,  otro  plantío  de  Pedro 
IzquierJo  (?VV^1   ^y^}-    i/-'y^)  ^' 

Otorga  esta  venta  D.  Pedro  Chilabert 
(^l^.Jj2>.  aJa^j  iJLxJ5)  á  favor  del  diácono 
Domno  Domingo  Negro  A.i--'» i  ¿-i-»-^  ^t'^--  ) 


1  El  guadixiíño,  de  Guadix. 

2  Este  documento  ha  sido  publicado  por  el 
Sr.  Simonet  en  su  Crestomatía. 

3  De  viña  probablemente. 

4  Adviértese  al  fin  del  documento  que  se 
anexionaron  á  la  tinca  descrita  otros  tres  tro- 
zos de  viña  que  le  eran  contiguos. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


141 


(»^¿j,  ambos  adscritos  al  clero  de  Santa  Ma- 
ría de  Toledo,  por  precio  de  13  mizcales 
y  medio  de  oro  bnyesi,  burilo  y  de  justo  peso. 

Fecha  en  Marzo  (rr-r-')  de  la  Era  1202. 

Aparecen  como  testigos,  entre  otros: 
«dominicas  archipiesbiter  testis,  benedic- 
tas sancti  salvatoris  (?)  presbiter  testis,  Ego 
Ro  lericus  diaconus  testis,  Ego  petrus  con- 
firmo» I.  , 

XXIV 

Cambio  ó  permuta  de  dos  casas,  pertene- 
ciente una  de  ellas  á  los  bienes  ó  legados 
piadosos  de  la  iglesia  de  Santa  Leocadia 

(...  ¿j^LjftJ  J!^x^  'L.^xSi.j]  ^xí  wii-^ci.),  ca- 
sa que  habitó  el  difunto  Presbítero  D.  Pe- 
dro, el  conocido  por  Fanbaco  2    ^[f  ^Jj\) 

(iJLxh,  y  la  otra  á  D.  Clemente  el  Monje,  co- 
nocido por  el  Santo?  v>_,^^Jl  J^X^xí  .j^) 
f  ..ja^'Lj  ^ á^,x^M,  hallándose  la  una  fren- 
te á  la  iglesia  por  la  parte  de  levante  y  la 
otra  por  la  parte  norte. 

Otorgan  este  contrato  de  permuta:  por  una 
parte,  los  ministros,  los  presbíteros  y  los 
notables  3  de  la  iglesia  de  Santa  Leocadia 


1  Pergamino  muy  deteriorado  y  borroso  en 
algunos  puntos. 

2  Sin  vocales  en  el  texto.  Desconocemos 
este  apodo. 

3  Entendemos  por  .,_^jJ.y-M,  los  clérigos 
no  presbíteros  que  están  en  vías  de  llegar  al 
sacerdocio;  por  r^jJÜ]  creemos  se  significa 
los  presbíteros,  según  el  significado  del  griego 
TtpEaSu-Epof,  ancianos,  respetables;  .j — n~*^^ 
son,  á  nuestro  juicio,  los  que,  entre  éstos, 
ejercen  alguna  autoridad.— Sobre  el  significa- 
do de  estas  tres  palabras,  mi  respetable  amigo 
el  Si  .  Simonet  me  escribe  lo  siguiente:  «¿No  po- 
dría traducirse  ios  ordenados  (es  decir,  la  cle- 
recía), los  ancianos  y  los  magnates  (ó  nota- 
bles} de  la  iglesia  (parroquial)  de  Santa  Leoca- 
dia?» Tal  vez  volvamos  sobre  el  particular  en 
el  transcurso  del  presente  trabajo.— Escrito  es- 
to, llega  á  nuestras  manos  un  documento  bi- 
lingüe en  que  la  palabra  _.  .jj»  aparece  tradu- 
cida por  portionarius^  el  racionero  ó  benefi- 
ciado. 


(...  ioUy,  que  consideran  justa  esta  per- 
muta y  conveniente  á  los  intereses  de  la  di- 
cha iglesia;  y  por  otra,  el  referido  D.  Cle- 
mente, contando  ambas  partes  con  la  auto- 
ri-'íación   y  el  consejo  del  seiior  Arzobispo 

Oblíganse,  además,  el  Presbítero  D.  Cris- 
tóbal, D.  Juan  Mozárabe,  D.  Pedro  Al-Bak- 
kal  (el  comerciante  en  legumbres)...,  á  en- 
tregar todos  los  años  al  dicho  D.  Clemente 
tres  cahíces  de  trigo,  sesenta  arrobas?  i  de 
vino  y  mizcal  y  medio  de  oro...;  y  cuando 
Dios  disponga  de  su  vida,  se  compromete 
el  clero  de  Santa  Leocadia  á  celebrar  sufra- 
gios por  su  alma.  ,.(_5-^   (J       Uísj  !  ^)2S ^ 


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Fecha  en  i.°  de  Abril  del  año  1202  j^l  ^) 

Siguen  las  suscripciones,  cuyo  número 
excede  de  cincuenta,  pues  suscriben  todos 
los  clérigos  de  Santa  Leocadia  y  bastantes 
testigos.  Reproducimos  casi  todas  ellas. 

En  carácter  latino:  «ego  xpoforus  presbi- 
ter outurgo,  ego  felix  presbiter  similiter,  ego 
dominicus  diaconus  concedo,  et  ego  iulia- 
nus  presbiter  outurgo.  Ego  pelagius  diaco- 
nus similiter,  Ego  iohannes  presbiter  si- 
militer, Sompnia?  diaconus  outurgo,  Ego 
iohannes  diaconus  similiter,  dominicus  sub- 
diaconus  similiter,  Ego  micael  tizón  simi- 
liter». 

Y  en  carácter  árabe:  Pedro  b.  Yahia  b. 
Said?  {i\.x~.  ^y¡     ^..  ^y}  í^ia^J^),  Miguel 

b.   Abderrahim  b.    Asad   A^o      ^    J.jU^^) 

(X.^\    .yi  * ^y^y  Abderrahmán  b.  0090 

(  .^¿  y}  ^yf^y^  ^■^^S)>  Hátim  b.  AIí  b. 
Selma  b.  Mayón  ¿L^l^  ^yf  ^Ic  ^^^  ^^^) 
(  .i_j^  ^i,  Martín  b.  Yohannis     y)     y^y^) 

I  La  palabra  aj  Jt  significa  «cuartal,  me- 
dida, cuarta  parte  de  la  cosa »,  en  P.  de  Alcalá, 
Rosal,  Cañes  y  Marina.  {Glosario  de  Eguílaz, 
en  la  voz  Arroba.) 

18 


£42 


boletín 


(    A3U,  Pedro  de  Curaca  I  í3  íi:  n')  pK-    é  jestos  ténniaDí:    «I.    dii    gratia   tholítaau 


archiepiscopus  et  ¡spaniarum  primas  coa- 
firmo». 


XXV 

Venta  de  un  plantío  ^  sito  en  el  pago  de 

ras  2 


á  su  mandato  w^^j  jJJ^.S'  i-Cj/  ¿  ^^^•' j) 
(íf-,A.j  j..^-:;,  Julián  Pithris  ó  Pérez,  idem 
(...  oX'j/  ^.^^e  j'-n^:'.j)'  Gonzalbo  Pe- 
láis el  galgo?  el  gallego?  J^^^.  i-^-^^j) 
(...  ^UM,   Miguel  b.  Julián   ,j>   jM.r'j) 

(  .Ll)    Domineo  de  Marhamdun?  ^  i.¿^:>j)  o /ó  ^'7'"     ^^T\  ''",'"'  ^'^^ 

Ij  »  ,.»  ■^'^"""^^                                            -^^  fií>'-/l/;/mm?  (Pozo  Amargo?)  en  las  afue 

C;    ..A.  -s^f--*   i,  Gonzalbo  Pérez  á,J^^¿)  ,     ,       .    ,  j    r    -n  i  j                   •  t» 

U^i>-^— «■  r^^         '                                    •         ^  de  la  ciudad  de  Toledo    ...      ^.^xJ)    ^s.. 

(^^L^,  Domingo  Joannis  3  (^üL.  ^..O^.),  (^ILij,  •,,,.,,  ^  ,U  ...  !  Ji   ,..  i'.^^^y  cu^ 

Juan  Xanchón  {^-^^    j^-^  ^),    Andrés  ^^^^  j¡^^^;  ^^^^;^  ^^  J"^;^  ^  ¡¡^^^    ^¡^  g^_ 

Zapatero?  (¿^^.-^-.-^  j^.!jJ-jU),   Yolafi?  4  villano,  el  carnicero  judío  ^L^¿.^J  ,  r^-¿) 

Bermondes  (Bermudes?)  el  gallego  j%)  ^^^^^s^  ^|.¿,.  ^^  ^^^  ^j  ^j^^^^  ^^^^  p^^_ 

(..£^.UJi   ^^.,-^y,  Rodrigo  Peláez  .5,^^)  ^^^g^j.  ^^  j^^,^  (^j^j^^^   ^.^Jj    _¿)   ^^_ 

(,  v«j^,  Martín  Domínguez  (,  ^.£;^0    ^^jy),  xt  >  ^  /,\      i  c       ^        i     ^     •-      j     tvt-       i 

^L/^-   •'                           ^         ^   ..       ^"-^  Naba  (?);  al  S.,  otra  plantación  de  Miguel 

Martín  Granadino  (   -.íu^k-'c     .^'V'),  Martín  ,  ./     ,1  ••    t 

^C^    "   J    U"^          ^  Selma  (i.^.U  JIj!.^J  ^^^s);  y  alN.,otrapo- 

Crespo  (L^/   ^,^y),  Petrero?  {ij\j^i),  sesión  de  la  misma  índole,  perteneciente  á 

Juan  Domínguez  (^..£a^^  ^,b_.).  Miguel  b.  j^^^^  Cristóbal  (J^>:^y  ^,y  ^^^^¿). 

Abdenahman...   Martín  Crespo  5  ^y-^Jy)  Otorga  esta  venta  el  judío  Yehuda  b.  Am - 

(í.^/,   Juan  Habib    (^^.^.^^  jW.j)'  Ser-  Daud  (?)  (^3^^Jt  ^^3  *^  ^,.'  ^^j-^.)  á  fa- 

vando  b.  Isa  (^...^-^      ^j  jJ'.^^^),  Pedro  b.  ,,^^  ^^  p    p^]^^,^  Calvo  (^JL?   _c^      ,  .-^) 

Loyón    {  .\^    ,. tf    ^-^n:')'  Juan   Mostárab  por  precio  de  cuatro  mizcales  de  oro  alba- 


ca 


,^\j¡),  Pedro  Rodríguez  ^i=-Jj;)      3'^^^'  ^^"^no  y  de  justo  peso 


{sic  ^j 

(^.ii.'  ,:).,  Mineo  (Domingo?)  Félix  i-s.^^) 
(  V...I5,  Juan  Gallego  (iJi-«.¿  .,I^j,),  Pedro 
Forcón  {^/y  ^jK.^^)- 

Al  final  de  todas  estas  confirmaciones,  en 
el  centro  del  pergamino  y  con  bien  traza- 
dos caracteres ,  se  lee  la  del  Arzobispo  en 


Fecha  en  la  última  decena  de  Septiembre 

[j-  .^^-^    ^^•i^      y^  j^^  j¿^»^\   ^)  de  la  Era 


1204. 

Intervienen  como  testigos  Yakub  b.  Al- 

chazzar  (?)  (¿  ,L^!    .y>  <^j£jo),  Ibrahim  ibn 

Yakub  (...  ^j¿*:    ^J>\    r;^-í),  Otsmán  b. 

Yahya  (JjL^     ^n=^:'.  ^J>  j^v^s_?).  Antonino 

L.      o    ,.„;x3L) 


1  En  el  original  S S  por  i.-Oj>  ;  ó  tal  vez 
de  (Joca,  sin  errata  en  el  original. 

2  Suponemos  con  el  Sr.  Simonet  que  éste 
es  un  nombre  geográfico  convertido  en  apelli- 
do, aunque  por  ahora  no  barruntamos  á  qué 
población  corresponda. 

3  De  casi  todos  estos  se  repite  la  tan  cono- 


b.  Selma  b.  Masód     ^j   ó- 


U' 


•Pj 


XXVI 


cida  fóimula  íj'Vi   ¿.x^ 
él  á  su  ruego. 

4  Me  indica  el  Sr.  Simonet  que  acaso  este 
nombre  pudiera  ser  ^a>^^J  Pelayo,  Consulla- 
do  de  nuevo  el  original,  me  ratifico  en  la  pri- 
mera lectura.  Están  muy  claros  los  dos  puntos 
de  la  primera  letra. 

5  Antes  aparece  un  Martín  Crespo  ..r-'c'*) 


Venta  de  una  mitad  de  la  mezquita  que 


s^,  escribieron  por      ge  halla  en  el  distrito  ó  colación  de  Santa 


I  De  viña  probablemente.  Véase  la  nota 
del  núm.  20  acerca  de  esta  palabra  t^j^- 

i  En  el  interior  de  la  ciudad  aparece  un  ba- 
rrio con  el  mismo  título. 

3  Este  documento  es  uno  de  los  pocos  es- 
critos en  papel. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


143 


María  de  la  corte  de  Toledo  ^ ^^\   í^^^^) 

(i-Ha-ilí,  señalada  con  los  siguientes  límites: 
al  E.,  la  otra  mitad  de  la  dicha  mezquita 
perteneciente  á  Xóli,  hermana  de  la  vende- 


dora 1. 


-^- 


3 


_5J.J!     M)]  ^^J|)     u 


(  Jj^;  al  O.,  una  habitación  de  Mariam  ^  la 
musulmana,  la  que  fué  esposa  de  Abu-1- 
Chazzar  ^-1  S^L-ll  *j^-1  s^5^  ^^jij]  ^j) 
{j\js:r'\  ^j-.  WjJ  C^-jl-^;  al  S.,  la  casa 
que  íué  de  Abrasia?  2  c^jL^  ^,J!  ,bJ') 
(i^^jjJ,  y  al  N.,  la  vía  pública  á  la  cual  da 
la  puerta  de  la  finca  vendida  ¿.J!«  ^^_p  fLJl) 

.{■, >LJ|     5-    r-^ 

Otorga  esta  venta  Dominga,  hija  de  Sal- 
vador (  ijJa-^-l —  vju-— X-J  ¿JLl-O),  en  presen- 
cia y  con  consentimiento  de  su  marido  Do- 
mingo Yulianis  (  ....31 — L;  ¿.¿a^;;),  á  favor 
del  muy  ilustre  Arcipreste  ilomno  Nicolaus 
.(,  v.-^b5¿j  i^O  J.cv"^!!  .Ji^^^^ow,^!!)  por  pre- 
cio de  18  mizcales. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Mayo  {i>'>^-') 
de  la  Era  1205. 

Aparecen  como  testigos:  Abderrahmán  b. 
Abdelmelic  (cJJ.,J|  -X^.t  ^,j  ^J^J'^  '?')' 
Domingo  Pethrix?  Al-Bayesí  (el  de  Baeza) 
(   -i.LJt       ±jjL.}    i^i.^-.Oj),  Abdalah  b. 

Ümar  (  K;^  ^.^J   ¿'^■''   -"^r^^).  Yoannex  b.  Su- 

leimán  (  .*^1~>      »j    ,  ¿j^.j),  Gáfir  b.  Yahya 

^y_'   ••       {¿,'.    ^     ^■. 

1).  Pela  yo  {^%  ^Jri     ¿^-    ^^J  y^;)• 

Y  en  carácter  latino:  mertin  (sic)  Joannis 
ttstis. 

XXVII 

Venta  que  hacen  Domingo  Joannix  y  su 

esposa  Justa  (LíLj  j-^^Jj,  •••   [/"j'jJ    ¿•¿^-5) 
de  la  parte  que  poseen  (mitad?)  en  una  ca- 


sa, sita  en  la  demarcación  de  la  iglesia  de 
San  Sebastián,  parte  que  adquirieron,  á  tí- 
tulo de  compra,  de  Miguel  Domínguez  y  de 
su  esposa  Xóli,  á  quien  pertenecía,  en  unión 
con  su  hermana  María  ^-.'1  jh^i]   ^^^) 


J' 


Cr^    c»' 


"i-t^í  L^!  hj^jj 


'¿Jjíj^i\ 


(.-W 


I  Nótese  que  el  nombre  María  es  Mariam 
(*j  j.^)  entre  los  musulmanes,  mientras  que  en 
las  mujeres  cristianas  que  aquí  se  citan  es  siem- 
pre María  (í.j  i-"). 

3  Ignoramos  qué  nombre  sea  éste:  ¿será  Eu- 
frasia; será  Brasia  por  Blasa?  Nada  de  esto  nos 
satisface. 


xS:^  L"*J^.  Linda  dicha  casa: 
al  E.,  con  otra  de  los  herederos  del  wazir 

Sid  (a^  jijj^  ^jJ  ;'^);  ^^  O-'  ^°"  "^  '^^" 
lie  ó  camino  que  conduce  cerca  de  la  Puerta 

de  los  Curtidores  s >u  jsr-   >^JL^  ^^ '^.j^) 

(  .^¿bjJl,  y  á  esta  vía  se  abre  la  puerta 
(^Ul  ^  ,.á.j  *rr'j);  3I  S.,  un  corral  perte- 
neciente á  los  citados  herederos  'üjS^  Jl;^) 
(¿".y'j^l.  y  al  N.,  la  otra  parte  de  la  casa  en 
cuestión  {SjS^J  j  t-J^  ,^^^  ^jlíJl  ^IsiJ!). 
Aparecen  como  compradores  D.  Pedro 
Al-Karman  y  D.  Lázaro  b.  Alí,  albaceas 
testamentarios  de  Xamsi  (Mi  Sol),  hija  de 

Chafar   ^,^3^    J-^J^^^  J^T.'.    JJ^    ^J^^) 

^¿.^io  j.^  :>U3    J.Í  J^-^J\  ^^  ^Ji  ^jy 

{jS.3^  C^f,  y  para  cumplir  la  voluntad  de 
la  testadora,  qtie  lega  20  mizcales  á  los  al- 
baceas para  que  se  compre  con  ellos  una 
casa  á  María  Yoannis.  Y  siendo  el  precio  de 
la  media  casa  que  ahora  se  adquiere  catorce  • 
y  medio  mizcales  de  oro,  restan  á  favor  de 
dicha  María  Yoannis  cinco  y  medio  mizcales, 
de  los  cuales,  así  como  de  la  expresada  me- 
dia casa  y  de  otros  legados  á  su  favor,  se  le 
pone  en  posesión  por  el  presente  documen- 
to, fecho  en  Noviembre  de  la  Era  1206. 

Suscripciones:  Esteban  b.  Ismail    ,j^:;í-i_.) 
(J.^jt^^\  ,,yi,  Domingo  b.  Jalaf  ^yj  i.'¿x^:>^) 

( ^.l¿^ ,  J  ua  n  Domínguez  '  ( (^¿^-"  ^  ^j  [$'  j ) . 

Xalmón  b.  Alí  b.  Waid     Js,  ^^j  ^i_?^j) 

Y  en  carácter  latino:  «aluaro  diez  testis, 
dominico  iulian  testis». 


1     De  este  testigo  se  dice  que  firmaron  otros 

por  él  en  su  presencia  5^'»'-^    *---=   ■^-^■•-^j) 


144 


boletín 


XXVIII 

Venta  que  otorgan  Alvaro  b.  Pedro,  co- 
nocido por  Aben  Gobdina  (?),  3'  su  mujer 
Mi-Sol,  hija  de  Juan  >^ éjj*J^  ^j,.^.  i-'í  ^rO 

de  un  tercio  de  la  viña  que  poseen  junta- 
mente con  Pedro  Peláez  (^«jX-  5)J=^j),  en 
el  pago  de  Torres  {ir-:y='  i--"^:'),  déla  juris- 
dicción de  Toledo,  perteneciendo  los  dos 
tercios  restantes  uno  á  los  vendedores  y  el 
otro  á  Pedro  Peláez.  Linda  dicha  viña  en  su 
totalidad:  al  E.,  con  otra  de  Aben  Bahlul 

(Jj-^^f  ^Ji^  (/y^  ^^  ^•'  °'ra  viña  de  Rai- 
mundo Crespo  (i.~i.;J    ^\^  y    'j^)''  ^l  S., 

con  el  camino  (oJl»   ^^ n  j]s),  y  al  N.,  el 

río  Tajo  (¿cvij'^j). 

Interviene  como  comprador  Yah3'a  b.  Ga- 


hb 


JL¿ 


u 


-:',),  ascendiendo  el  im- 


porte de  la  venta  á  diez  mizcalesde  oro  al- 
bayesí. 

Fecha  en  Noviembre  (  ,JJ)  de  la  Era 
1207. 

Firman  como  testigos:  Haquem  b.  Jalaf 

b.  abi-1-Haquem     ^¡\      .j   ^^ |.)¿^     vJ  S=^) 

(*X-5.|,  Abderrahmán  b.  Chabir  ,^=-^31  >.u-) 
(¿  ^.•'•^  í-if'  J^li<J  ^-  Jalaf  b.  abi-1-Hasán? 

Ibrahim  b,  Sejma  (oJii-^  ¿-J-^  ,j  ^-.2'^Jl.) 
y  Domingo  b.  Xaluih  \)o\l.     .j  íü^^-j^). 

Francisco  Pons. 


(Continuara.) 


-c_<r  vfc>»  (."'jr'v  t-*>- 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


TRÍPTICO  DE  ROMULO  CINCINATO  ", 


Excmo.  Sr.  D.  Manuel  de  Foronda. 

1  querido  amigo:  ¡Qué  lástima 
que,  dejándose  llevar  de  su  ex- 
cesiva modestia  haya  V.prcs- 
^^^^:^*í  cindido  del  Triplico  de  Rómu- 
lo  Cincinato  como  obra  de  arte,  para 


1     Véase  el  numero  de  1.°  de  Julio  de  1695,  pág.  95. 


considerarlo  solamente  como  objeto  his- 
tóricol  ¡Qué  lástima  que  los  anacronis- 
mos y  otros  dislates  que  su  buen  juicio 
le  advirtió  á  tiempo  no  le  hiciesen  desis- 
tir de  emplearlo  en  tan  candorosa  super- 
chería! 

Si  V.,  que  por  más  que  diga,  tiene  tan- 
tos conocimientos  artísticos,  no  se  hubie- 
se dejado  cegar  por  esa  veneración  á  las 
personas  y  familias  de  los  reyes  absolu- 
tos que  tanto  le  ha  perjudicado  en  su  vida, 
hubiera  visto  que  los  tableros  laterales 
del  tríptico  en  cuestión  son  italianos  y 
malos,  mientras  que  el  cuadro  central  es 
una  copia  en  miniatura  de  la  celebérrima 
Madona  de  Holhein,  llamada  del  Burgo- 
luacstre  Meyer,  y  conocida  en  todas  par- 
tes por  la  Madona  de  Dresde.  El  tre- 
mendo desconcierto  que  resulta  de  estilo 
y  mérito  tan  distintos  hubiera  indudable- 
mente chocado  á  su  gusto  exquisito,  ha- 
ciéndole sospechar,  cuando  menos,  de  la 
autenticidad  del  conjunto. 

No  hablemos  de  los  postigos,— que  no 
valen  la  pena, — y  ocupémonos  del  cuadro 
principal.  Hasta  hace  pocos  años  se  con- 
sideraba que  la  Madona  de  Dresde,  re- 
petición con  algunas  variantes  de  la  de 
la  Princesa  de  Hesse,  era  la  obra  maes- 
tra de  Hans  Holbein,  el  Joven,  pero  en 
1871,  para  disipar  ciertas  dudas,  se  expu- 
sieron juntas  y  desde  entonces  se  cree 
generalmente  que  la  auténtica  es  la  de 
Darmstadt,  y  que  la  de  Dresde,  aunque 
admirable,  no  es  de  la  propia  mano  dei 
maestro.  Sea  de  ello  lo  que  quiera,  que 
para  el  caso  no  nos  importa,  lo  sabido,  lo 
indudable  es  que  una  y  otra  representan 
la  honrada  y  plebeya  familia  del  burgo- 
maestre de  Basilea  dando  gracias  á  la 
Virgen  por  el  hecho  de  haber  sanado  de 
una  enfermedad  el  más  pequeñito  de  los 
Meyer.  Allí  están  todos:  el  padre,  en 
quien  ve  V.  tanto  parecido  con  Felipe  el 
Herm.oso;  la  madre,  que  en  el  tríptico  pasa 
por  Doña  Juana //a  Zoca/ y  los  demás 
hijos  é  hijas  del  matrimonio. 

Tal  vez  cuando  Holbein  pintaba  el  cua- 
dro, en  1525,  interrumpían  el  rtposo  de  su 
estudio  el  rumor  y  los  lamentes  de  los 
fugitivos  de  Pavía  que  atravesaban  pre- 
surosos las  calles  de  Basilea  para  llegar 
cuanto  antes  á  su  patria.  ¡Y  quién  sabe  si 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  J^E  EXCURSIONES 


145 


el  hijo  del  burgomaestre  levantó  la  rodi- 
lla del  suelo  abandonando  la  postura  en 
que  el  maestro  le  retrataba  para  asomar- 
se y  verlos  pasar!  Si  acaso,  ¿cómo  había 
de  imaginar  que  andando  el  tiempo  le  to- 
marían á  él,  mozalbete  de  diez  ó  doce 
años,  por  el  héroe  del  día,  por  el  que 
acababa  de  hacer  prisionero  al  rey  de  los 
franceses? 

Pero  todavía  hay  otra  cosa  más  extra- 
ordinaria. ¿Sabe  V.  quién  es  el  niño  des- 
nudo del  primer  término?  Nada  menos 
que  el  Niño  Jesús,  pues  el  delicado  y  tí- 
mido infante  que  se  ve  lleno  de  vergüen- 
za en  los  brazos  de  la  \'irgen  es  el  tier- 
no convaleciente  de  losMeyer,á  quien 
la  Madre  de  Dios  ampara  como  á  hijo, 
dejando  por  un  n  omento  que  la  divini- 
dad del  suyo  condescienda  á  colocarse 
entre  los  individuos  de  la  piadosa  fami- 
lia. 

La  idea  tiene  algo  de  heterodoxa,  ya 
lo  dice  Luis  Viardot:  "Hay  en  este  cam- 
bio algo  tal  vez  muy  atrevido  y  muy  te- 
merario bajo  el  punto  de  vista  del  dog- 
ma, pero  considerándolo  sin  salirse  de  la 
esfera  del  arte,  resulta  una  idea  feliz  y 
conmovedora,  que  pinta  con  rasgos  sen- 
cillos la  franqueza  y  la  cordialidad  de  los 
alemanes. „  Sí,  señor;  el  emperador  Fer- 
nando del  tríptico  es  el  Niño  Dios  que 
comparte  con  la  Virgen  la  adoración  del 
devoto  concurso. 

Ya  ve  V.,  amigo  Foronda,  que  el  cua- 
dro no  pierde  en  grandeza  sustituyendo 
á  unos  personajes  por  otros,  siquiera  los 
verdaderamente  representados  no  sean 
reyes  y  emperadores. 

Con  lo  dicho  desaparece  el  mar  de  con- 
fusiones de  que  V.  habla  y  se  disipa  el 
cúmulo  de  dudas  en  que  le  envolvía  la 
ignorancia  ola  presunción  socarrona  del 
Verástegui  de  Carlos  11.  ¿Qué  tiene  que 
ver  Cincinato  con  la  Madona  de  Hol- 
bein?  ¿De  dónde  sacaron  la  fecha  de  1545? 
En  el  terreno  de  las  conjeturas,  podemos 
suponer,  para  armonizar  datos  tan  dispa- 
ratados, que  Felipe  11  hubiese  hecho  sa- 
car en  1545  una  copia  en  miniatura  del 
célebre  cuadro,  y  que,  pasado  ya  el  1567, 
en  que  vino  á  España  Cincinato,  le  diese 
la  orden  de  pintarle  unos  postigos  para 
convenirlo  en  altar  de  viaje.  Una  vez 


hecho  el  tríptico,  no  había  de  gustar  al 
rey  seguramente;  y  así  es  muy  verosí- 
mil y  aun  laudable  que  lo  regalase  al 
Sr.  Verástegui...  ó  á  cualquiera;  yya  está 
esa  noble  familia  en  posesión  del  donati- 
vo regio.  Al  principio  á  nadie  se  le  ocu- 
rría, naturalmente,  hacer  aplicaciones  de 
los  personajes  á  la  familia  real,  pero, 
andando  el  tiempo,  algún  erudito  encon- 
tró parecido  entre  el  burgomaestre  y  Fe- 
lipe el  Hermoso,  como  le  sucede  á  V.,  le 
pintaron  un  toisón  de  oro,  y  ya  tenemos 
á  la  familia  republicana  de  Suiza  conver- 
tida en  familia  imperial  de  Austria.  Y 
como  esto  daba  más  valor  al  regio  don  y 
por  lo  tanto  mayor  brillo  á  los  pergami- 
nos de  los  Dehesa  ó  Hedesa  y  Veráste- 
gui, es  natural  que  al  sacudirles  el  polvo 
en  1672  hiciesen,  con  esa  buena  fe  que 
inspira  la  Vanidad,  pintar  la  leyenda  que 
le  ha  seducido  á  V.,  y  cuyo  latín,  entre 
paréntesis,  acusa  la  época  á  mayor  abun- 
damiento. 

Dispénseme  la  pesadez  de  esta  carta 
escrita  en  vista  de  las  frases  con  que  ter- 
mina V.,  su  artículo,  y  aunque  no  me  creo 
con  autoridad  ni  competencia,  me  he  per- 
mitido responder  á  su  invitación  por  la 
indignación  verdadera  que  me  produjo 
ver  en  la  Exposición  del  Centenario  como 
obra  de  un  tal  Cincinato  uno  de  los  cua- 
dros que  más  han  contribuido  á  mis  an- 
dones artísticas. 

Siendo  muy  joven  visité  el  Museo  de 
Dresde,  cuyas  dos  pricipales  joyas,  ex- 
puestas cada  una  enteramente  sola  en  un 
gabinete  ad-lioc,  son  la  Madona  Sixlina, 
de  Rafael,  y  la  del  burgomaestre  Meyer, 
de  Holbein.  Las  dos  escuelas  se  presen- 
tan allí  en  todo  su  esplendor,  y  al  ver  es- 
tas soberbias  manifestaciones  de  cada 
una,  nadie  que  haya  experimentado  la  pro- 
funda emoción  que  producen  puede  olvi- 
darlas en  su  vida,  ni  siquiera  en  el  más 
pequeño  de  sus  detalles.  En  frente  de 
ellas,  pasando  varias  veces  de  una  á  otra, 
se  llega  á  la  conclusión  de  que  los  estilos, 
las  escuelas,  todo  es  secundario  para  la 
realización  de  la  sublimidad  en  el  arte. 
Y  si  tal  impresión  he  conservado  de  la 
obra  de  Holbein,  ¿  cómo  no  he  de  aprove- 
char la  ocasión  de  deshacer  una  impos 
tura  que  la  achica  y  la  rebaja? 


146 


BOLETÍN 


Ya  sabe  V.  que  es  siempre  suyo  afec- 
tísimo y  antiguo  amigo 

Pablo  Bosch. 


•f-40f-l* 


DESCRIPCIÓN 


REAL  PALACIO  DE  EL  PARDO 


-,  „„  STE  Real  Sitio,  distante  de  la  corte 
"^-  '  unas  dos  leguas,  fué  siempre,  hasta 
los  últimos  años  del  reinado  de 
>[  Carlos  IV,  el  lugar  predilecto  de 
los  "monarcas  españoles,  así  para  las 
grandes  cacerías,  como  para  residir  en 
él  durante  los  meses  de  Diciembre,  Ene- 
ro y  Febrero,  por  su  temperatura  suave 
y  benigna,  mucho  más  grata  y  lleva- 
dera que  la  de  Madrid  en  la  estación  de 
invierno. 

Sus  dilatados  y   anchurosos  bosques, 
cuyos  límites   se  extienden   hasta  muy 
cerca  de  las  elevadas  cumbres  del  Gua- 
darrama, están  accidentados  por  varie- 
dad de  clases  de  terrenos,  como  valles, 
collados ,  llanuras ,  prados  y  colinas,  po- 
blados de  árboles,  arbustos  y  matorrales, 
de  robustas  y  corpulentas  encinas,   de 
chaparrales  bajos  y  extensos  tomillares, 
sobre  los  que  destaca  la  olorosa  retama, 
formando  todo  con  la  alfombra  del  tomi- 
llo y  cantueso,  un  armonioso  y  delicio- 
so conjunto.  El  río  Manzanares,  que  le 
baña  de  Norte  á  Sur,  comunica  al  sitio 
una  agradable  frescura,  y  variedad  de  pa- 
jarillos  dan  nuevo  atractivo  á  aquel  vas- 
to y  amenísimo  recinto.  En  sus  muchos  y 
dilatados  cuarteles,  ricos  en  pastos,  se 
cría    abundante    caza   mayor  y  menor, 
compuesta  de  jabalíes,  venados,  gamos, 
liebres  y  conejos,  abundando  también  las 
perdices,  las  chochas  y  los  ánades,  con 
otras  muchas  aves  de  distintas  especies. 
Prendado  D.  Enrique  111  de  la  ameni- 
dad de  un  sitio  tan   á  propósito  para  el 
descanso  de  los  cuidados  del  reino,  de- 


terminó la  fabrica  de  una  casa  fuerte  ó 
pequeño  palacio  con  torreones,  en  don- 
de con  frecuencia  pasaba  largas  tempo- 
radas, siempre  que  venia  al  morisco  alcá- 
zar de  Madrid. 

D.  Juan  II  y  D.  Enrique  IV  siguieron 
visitando  la  pequeña  casa  de  El  Pardo,  á 
la  que  demostró  éste  último  singular  pre- 
dilección, habiendo  recibido  en  ella  á  va- 
rios embajadores. 

Por  los  años  de  1543,  el  emperador 
Carlos  V  mandó  demoler  el  primitivo 
palacio,  encargando  los  planos  y  edifica- 
ción de  otro  nuevo  y  de  mejores  condi- 
ciones, al  arquitecto  Luis  de  la  Vega, 
que  no  lo  dio  por  terminado  hasta  el  año 
de  1558,  cuando  ya  no  pudo  disfrutarlo 
su  regio  fundador,  por  haber  muerto  en 
el  propio  año  tn  su  retiro  de  Yuste. 

Durante  las  largas  ausencias  del  Em- 
perador ,  su  hijo  D.  Felipe  II  cuidó  con 
particular  esmero  de  la  fabricación  del 
palacio,  compartiendo  su  atención  entre 
ella  y  las  obras  de  restauración  de  los 
alcázares  de  Madrid  y  Toledo,  que  por 
entonces  se  estaban  ejecutando.  Conclui- 
do el  palacio  de  El  Pardo,  quiso  el  Monar- 
ca adornarlo  y  enriquecerlo  con  diver- 
sidad de  objetos  artísticos,  encargando 
las  pinturas  de  los  muros  y  bóvedas  á 
los  más  eminentes  y  renombrados  pinto- 
res de  la  época,  entre  los  cuales  sobresa- 
lían, Gaspar  Becerra,  Jerónimo  de  Cabre- 
ra, Teodosio  Mingot  y  Juan  Bautista 
Castelio  Bergamasco,  sin  olvidar  los  cua- 
dros de  cacerías  y  retratos,  estos  últimos 
en  número  de  cuarenta  y  siete  entre 
príncipes,  reyes  é  infantes  y  famosos 
capitanes,  ejecutados  por  Ticiano,  Anto- 
nio Moro,  Alonso  Sánchez  Coello,  Panto- 
ja  de  la  Cruz  y  otros  no  menos  afamados 
artistas,  cuya  descripción  hizo  Argote  de 
Molina  en  su  libro  de  la  montería  que  de- 
dicó á  Felipe  II. 

Un  voraz  incendio,  acaecido  el  13  de 
Marzo  de  1604  y  que  no  fueron  parte  á 
contener  los  desesperados  esfuerzos  que 
para  atajarle  se  hicieron ,  ct  ncluyó  para 
siempre  con  la  maycr  parte  de  las  pre- 
ciosidades que  la  solicitud  del  monarca 
había  ido  acumulando ,  sufriendo  igual 
suei  te  gran  parte  de  la  fabrica,  que  quedó 
resentida  en  su  totalidad. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


147 


Deseoso  D.  Felipe  III  de  reparar  en  lo 
posible  tan  lamentable  pérdida,  dispuso 
que  á  la  mayor  brevedad  se  diese  prin- 
cipio á  su  restauración,  á  cuyo  fin  expi- 
dió Real  cédula  en  Valladolid  á  5  de  Julio 
del  mismo  año,  fijando  en  80.000  ducados 
la  cantidad  que  se  calculaba  necesaria 
para  las  obras.  De  su  ejecución  fué  encar- 
gado el  arquitecto  Francisco  de  Mora, 
quien,  dando  inmediatamente  principio  á 
los  trabajos,  no  pudo  menos  de  introdu- 
cir varías  reformas  que  la  conveniencia 
requería,  entre  ellas  la  nueva  distribución 
de  algunas  habitaciones,  quedando  empe- 
ro la  forma  exterior  del  edificio  iguálala 
que  tenia,  es  decir,  un  cuadrado  perfecto 
con  una  torre  en  cada  uno  de  sus  cuatro 
ángulos  y  rodeado  todo  de  un  foso  muy 
capaz,  sembrado  de  cuadros  de  boj,  en 
los  que  se  plantaron  muchos  árboles 
de  sombra  y  frutales. 

Las  pinturas  de  las  bóvedas  fueron 
encomendadas  á  los  más  distinguidos 
artistas  y  estuquistas  de  S.  M.,  distribu- 
yéndose el  decorado  en  esta  forma.  A 
Eugenio  Caxés  la  sala  de  audiencia,  y  la 
galería  de  la  Reina  á  Bartolomé  y  Vicen- 
te Cardúcelo;  la  galería  de  Mediodía  del 
cuarto  del  Rey  y  el  tocador  de  la  Reina  á 
Juan  de  Soto;  los  dormitorios  á  Fabricio 
Castello,  á  Luis  de  Carvajal;  y  á  Alejan- 
dro Semán  dos  piezas;  la  escalera  que 
sube  á  la  cámara  de  la  Reina,  á  Jeróni- 
mo de  Mora,  y  á  Francisco  López  la  que 
da  á  las  habitaciones  del  Re}' ,  en  una  de 
de  las  cuales,  que  fué  la  sala  de  vestir  de 
S.  Rí.,  se  colocaron  una  serie  de  retratos 
de  la  casa  real  de  Austria,  en  su  mayor 
parte  pintados  por  Bartolomé  González. 
Durante  los  reinados  de  D.  Felipe  I V ,  Car- 
los II  y  Felipe  V,  permaneció  este  real 
sitio  sin  reformas  de  ninguna  especie  en 
su  planta,  hasta  que  D.  Carlos  III  deter- 
minó darle  mayores  proporciones  y  co- 
modidad, á  cuyo  fin  encargó  en  1772  á  su 
arquitecto  D.  Francisco  Sabatini,  que, sin 
variar  la  primitiva  forma,  aumentase 
otro  cuadro  por  la  parte  del  Este,  igual 
en  un  todo  á  la  que  existía.  A  este  efecto, 
fué  preciso  derribar  dos  torres,  y  prolon- 
gándose sus  resaltos ,  se  formaron  dos 
puertas  principales ,  la  una  mirando  al 
Sur,  y  la  otra  á  la  fachada  del  Norte, 


ambas  en  comunicación  por  medio  de  un 
patio  central  que  da  paso  cómodo  á  los 
coches,  con  lo  que,  y  otro  patio,  puede 
asegurarse  que  Carlos  III  hizo  más  de  la 
mitad  del  palacio  fundado  por  Carlos  V. 

Con  esta  acertada  mejora,  cobró  el 
edificio  mayor  majestad  y  más  severidad 
de  líneas,  resultando  la  figura  de  un 
paralélogramo  rectángulo,  cuya  área  es 
poco  masó  menos  de  72,260pies  cuadrados. 

Sin  detenernos  en  más  detallada  expli- 
cación del  palacio  y  de  las  muchas  de- 
pendencias que  se  le  agregaron,  diremos 
que  sólo  quedan  cinco  salas  decoradas  de 
las  sesenta  y  tres  de  que  se  componía 
en  la  época  de  la  reedificación,  mandadas 
hacer  por  Felipe  III,  cuyos  techos  paten- 
tizan el  gusto  de  su  ornamentación  y  la 
importancia  de  los  frescos  que  hubieron 
de  lucir  las  demás. 

Las  reedificaciones  sucesivas,  con  el 
aumento  de  tabiques,  dividiendo  grandes 
salas  y  rebajando  los  techos  á  otras, 
fueron  parte  á  que  las  pinturas  de  los 
unos  desmerecieran,  y  las  de  otros  con 
sus  adornos  desaparecieran  por  completo. 

D.  Antonio  Ponz,  en  su  obra  titulada 
Viaje  por  España,  asegura  que  en  su 
tiempo  aún  llegó  á  ver  algunas  bóvedas 
pintadas  por  Becerra  y  el  Bergamasco, 
siendo  una  de  ellas  la  que  afortunada- 
mente se  conserva,  perteneciente  sin  duda 
á  las  que  mandó  hacer  Felipe  II  y  que 
corresponden  á  la  torre  del  Oeste,  de  las 
cuales  hace  mención  Vicente  Carducci 
en  sus  Diálogos  de  la  pintura  y  D.  An- 
tonio Palomino  en  su  Arte  pictórico. 

No  sólo  en  tiempo  de  Carlos  III  se  pin- 
taron algunos  techos,  una  vez  terminadas 
las  obras  de  ensanche,  sino  que  D.  Car- 
los IVy  también  su  hijo  D.  Fernando  VII, 
encomendaronálos  artistas  de  su  tiempo 
la  ejecución  al  fresco  de  varios  techos 
en  esta  forma.  Las  salas  señaladas  con 
los  números  ocho  y  nueve,  fueron  pinta- 
das por  D.  Francisco  Bayeu  y  represen- 
tan á  Apolo  premiando  las  artes ,  y  en  la 
segunda,  que  es  el  suntuoso  comedor,  la 
monarquía  española  en  un  trono,  acom- 
pañada de  las  artes ,  con  otras  figuras 
alegóricas. 

La  sala  tercera  es  de  Maella,  en  la 
que  se  representa  la  Justicia  con  la  Abun- 


148 


boletín 


dancia  y  en  otra  bóveda  la  diosa  Palas 
abatiendo  los  vicios. 

En  la  sala  sexta  fingió  D.  Juan  Ribera 
la  España  acompañada  de  los  más  emi- 
nentes artistas,  poetas,  escritores  y  con- 
quistadores. 

El  techo  de  la  sala  séptima  ,  que  es  de 
los  Embajadores,  fué  pintado  al  tem- 
ple por  D.  Juan  Gálvez,  representando 
el  cornisamento  las  provincias  de  España, 
significadas  por  jóvenes  con  los  trajes  y 
atributos  que  las  distinguen. 

La  bóveda  de  la  once,  fué  pintada  por 
D.  Zacaríasi  Velázquez,  en  la  que  repre- 
sentó la  España  victoriosa  con  la  Sober- 
bia y  la  Discordia  á  sus  pies. 

La  sala  cuarenta  y  tres  fué  ejecutada 
al  temple  por  el  antedicho  artista,  y  re- 
presenta los  cuatro  episodios  más  culmi- 
nantes de  la  historia  de  Isabel  I,  per- 
teneciendo los  adornos  de  las  restantes, 
en  su  mayor  parte  de  estucos  y  dorados, 
á  D.  Roberto  Michel,  cubriéndose  por 
último  los  muros  con  ricos  tapices  la- 
brados en  la  famosa  fabrica  de  Madrid, 
los  cuales  constituyen  sin  duda  el  mejor 
adorno  del  palacio,  por  la  belleza  de  sus 
tintas,  por  lo  exquisito  de  su  tejido  y  por 
la  exactitud  de  la  copia  de  los  bocetos 
hechos  por  Goya,  Bayeu ,  y  D.  José  Cas- 
tillo, con  otras  más  de  cuadros  de  Te- 
niers  ,  representando  cacerías ,  costum- 
bres españolas ,  escenas  campestres,  ti- 
pos, costumbres  de  Madrid  y  de  otras 
provincias,  con  varios  paisajes  de  la  his- 
toria del  famoso  hidalgo  manchego  don 
Quijote  *. 

Pasemos  ahora  á  las  cinco  salas  que 
ostentan  su  decoración  primitiva,  ó  sea 
las  bóvedas  que  fueron  pintadas  después 
del  incendio  de  1604. 

En  la  galería  llamada  de  antiguo  ga- 
lería de  la  Reina,  donde  Felipe  II,  dispu- 
so la  colocación  de  los  cuarenta  y  siete 
retratos  de  que  antes  se  hizo  mención, 
se  formaron  en  tiempo  de  Carlos  III,  las 
salas  cuarenta  y  cuatro ,  cuarenta  y  cinco 
y  cuarenta  seis :  dicha  galería  mira  al 


1  Los  bocetos  de  estos  tapices,  y  algunos  otros  que 
se  hallan  en  el  palacio  del  monasterio  de  San  Loren- 
zo, están  colocados  en  las  salas  altas  del  Museo  del 
Prado. 


Norte  y  su  grandiosa  bóveda  esta  pintada 
por  Eugenio  Caxés.  Entre  la  variedad 
de  adornos  relevados  de  estuco,  pintados 
unos  y  dorados  otros,  así  como  todo  el 
cornisamento,  con  la  escocia  que  corría 
por  sus  cuatro  lados,  fórmanse  recua- 
dros y  medallones,  consagrados  exclusi- 
vamente á  la  representación  de  los  prin- 
cipales pasajes  de  la  vida  del  casto  José* 

La  sala  cuarenta  y  ocho,  cuyo  frente 
da  á  la  fachada  de  Oeste,  que  es  donde 
se  encuentra  la  puerta  principal,  de  or- 
namento plateresco  muy  sencillo ,  prime- 
ra que  tuvo  el  palacio,  se  halla  decorada 
con  el  mismo  gusto  que  la  anterior,  y  fué 
pintada  por  Vicente  Carducci,  que  repre- 
sentó una  cacería  de  venados  en  un 
ameno  y  frondoso  país.  En  el  cielo,  apa- 
rece la  Aurora  guiando  su  carro,  tirado 
por  tres  caballos,  y  esparciendo  flores 
por  el  campo.  Esta  bóveda  se  halla  divi- 
dida por  doce  lunetos ,  en  cuyo  centro 
vense  países  alusivos  á  los  meses  del 
año. 

Adornan  la  bóveda  de  esta  sala  varios 
episodios  de  la  vida  de  Ester,  encerrados 
en  recuadros  guarnecidos  de  adornos 
de  estuco,  pintados  y  con  toques  de  oro, 
y  en  las  enjutas  se  ven  matronas  simboli- 
zando virtudes:  contiene  como  la  anterior 
doce  lunetos,  sobre  los  cuales  se  ven  los 
signos  del  Zodíaco. 

La  sala  cincuenta  y  cuatro  se  halla 
situada  en  la  torre  que  mira  á  Ponien- 
te y  Mediodía,  y  su  bóveda  conserva 
como  muestra  de  las  antiguas  techumbres 
que  decoraban  la  regia  estancia,  una  re- 
liquia gloriosa  del  afamado  pincel  de 
Gaspar 'Becerra,  que  tantas  pruebas  dejó 
de  su  talento  en  este  real  sitio. 

Episodios  de  las  fábulas  de  Andróme- 
da, Medusa,  Danae  y  Perseo,  son  los 
asuntos  que  decoran  la  bóveda,  agrupa- 
dos con  exquisito  gusto,  y  realzados  por 
figuras  alegóricas  talladas  en  madera  y 
doradas,  que  desgraciadamente  han  su- 
frido no  muy  acertadas  reformas  en  épo- 
ca no  muy  lejana. 

Vicente  Poleró. 


1.291.  Establecimiento  tipográfico  de  Agustín  Avrial, 
San  Bernardo,  92. 


BOLKTIN 


DE   LA 


llflli  ¥  P^ 


I      U 


DIRECTO  R  : 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  III 


MadPid    1."  de  Octabpe  de    LS05 


NUM.  32 


EXCURSIONES 


Los  túmulos  de  Canillas  del  Serrano. 


lo   por  virtud,    sino   por   vicio, 


como  diría  el  otro,  por  mis  afi- 
^i^  ciones  á  la  Arqueología ,  antes 
de  honrarme  con  pertenecer  á  la  Socie- 
dad Española  de  Excursiones  perte- 
necí á  la  sevillana  (de  la  que  fui  uno 
de  sus  once  fundadores),  y,  bajo  la  di- 
rección del  sabio  catedrático  D.  Ma- 
nuel Sales  y  Ferré,  no  dejé  de  tomar 
parte  en  cuantas  exploraciones  se  em- 
prendieron, realizando  otras  muchas 
por  mí  solo. 

Si  no  siempre ,  algunas  veces  vi  co- 
ronados por  el  éxito  mis  asiduos  y  pe- 
nosísimos trabajos ;  pero  de  todos  los 
pequeños  descubrimientos  hechos  du 
rante  mi  estancia  en  la  región  andalu- 
za, ninguno  fué  tan  pregonado  como  el 
que  menos  fatigas  me  costó  y  en  el  que 
tuve  por  compañero  á  mi  buen  amigo 
D.  Feliciano  Candau  y  Pizarro. 

Me  refiero  á  los  túmulos  de  la  dehe- 
sa de  Canillas  del  Serrano,  denuncia- 
dos por  nosotros  el  7  de  Noviembre  de 
1890,  y  de  los  que  casi  al  otro  día  da- 
ban cuenta  en  la  siguiente  forma  los 
Anales  de  la  Sociedad  Española  de  His- 


toria Natural  (tomo  XIX,  pliego  3, 
pág.  33),  en  el  extracto  de  las  últimas 
sesiones: 

"El  Sr.  Calderón  envió  esta  nota. 

„En  una  excursión  emprendida  á  la 
dehesa  de  Canillas,  término  de  Guille- 
na,  los  Sres.  D.  Feliciano  Candau  y 
Pizarro  y  D.  José  Cáscales  y  Muñoz, 
han  descubierto  recientemente  un  im- 
portante túmulo  prehistórico  que,  se- 
gún la  noticia  de  estos  exploradores, 
representa  la  transición  de  los  primi- 
tivos dólmenes  de  la  edad  neolítica  á 
los  túmulos  de  corredor  de  la  época  del 
bronce.  El  plano  de  la  construcción 
forma  un  trapecio  de  7,15  metros  de 
de  altura ,  cuyas  bases  paralelas  tienen 
respectivamente  1,43  y  0,83  metros  de 
longitud;  los  lados  paralelos  están 
construidos  por  enormes  piedras ,  no 
talladas,  de  l,2v5  metros  de  altura  me 
día  que,  colocados  verticalmente,  sin 
cemento  de  ninguna  clase,  sostienen  el 
considerable  peso  de  otros  monolitos 
largos  que,  puestos  horizontalmente, 
forman  la  techumbre. 

„Hay  en  este  curioso  monumento 
una  parte  ensanchada,  que  serviría  de 
cámara  funeraria,  en  la  que  se  deposi- 
taría el  cadáver  sentado  ó  acurrucado; 

19 


150 


BOLETIX 


modo  de  enterramiento  distinto  del 
usado  más  tarde  en  las  épocas  del 
bronce  ó  del  hierro.  No  se  han  hallado 
objetos  en  este  túmulo,  que  sin  duda  ha 
debido  ser  profanado ;  pues  el  nombre 
de  Puerto  de  los  entierros  que  tiene  el 
sitio,  indica  que  de  antiguo  son  conoci- 
dos en  el  país  estos  monumentos,  se- 
gún ocurre  de  ordinario  en  análogos 
casos.  „ 

La  Crónica  Científica  de  Barcelona, 
en  su  número  313,  la  Reviie  Archéolo- 
gique  de  París  en  su  tomo  XVI,  pági- 
na 287,  y  otros  muchos  periódicos  y 
revistas  extendieron  la  noticia  con  pas- 
mosa celeridad;  no  faltando  quien  al 
darla  hiciese  alarde  de  su  erudición, 
cual  lo  demuestran  estos  párrafos  que 
copio  de  El  Posihilista  de  Sevilla,  nú- 
mero del  14  de  Noviembre  de  aquel 
mismo  año: 

"Los  progresos  que  en  estos  últimos 
años  ha  alcanzado  la  prehistoria   son 
patentísimos,  y  á  ninguna  persona  me- 
dianamente instruida  se  oculta  la  mar- 
cha lenta,  pero  segura,  de  la  ciencia 
que  trata  de  reconstruir,  en  lo  posible, 
la  historia  primitiva  del  hombre  á  tra- 
vés de  la  dilatada  época  en  que  se  ca- 
rece de  todo  testimonio  y  no  se  cuenta 
con  otra  ayuda  que  la  prestada  por  la 
Geología,  la  Antropología,  la  Arqueo- 
logía y  la  Paleontología;  ciencias  cuyo 
auxilio,  si  bien  no  deja  de  ser  bastante 
poderoso,  es,  sin  embargo ,  deficiente 
„Hoy  hay  que  añadir  nuevos  mate- 
riales, que  aumentarán  seguramente  el 
caudal  de  datos  con  que  actualmente 
cuenta  la  prehistoria,  para  establecer 
sus  admirables  conclusiones.  El  hom- 
bre, cuya  aparición  data,  de  una  mane 
ra  cierta,  del  comienzo  de  la  época  cua- 
ternaria, no  obstante  encontrarse  hue 
Has  de  su  presencia  en  la  época  tercia- 
ría, á  partir  del  período  eoceno,  no  se 
ocupó  en  sepultar  á  sus  cadáveres  has- 
ta los  comienzos  del  período  neolítico. 
Desde  la  época  en  que  el  hombre  pu- 
limenta la  piedra  sin  abandonar  por 


completo  la  talla  y  en  la  que  la  raza  de 
Furfooz  emigra  del  Oriente  al  Occiden- 
te, donde  se  cruza  con  los  restos  deca- 
dentes de  su  antecesora  la  raza  de  Cro- 
Magnón;  desde  ésta  época,  repetimos, 
aparecen  por  vez  primera  los  lugares 
de  sepultura  tales  como  los  dólmenes, 
túmulos,  crom'lechs  y  menhires;  las 
sepulturas  de  gigantes  de  Cerdeña,  los 
chulpas  del  Perú  y  los  motinás  de  la 
América  del  Norte. 

„A  la  segunda  de  estas  diferentes 
clases  de  sepultura ,  á  los  túmulos,  se 
refiere  el  descubrimiento  recientemen- 
te realizado  en  la  dehesa  de  Canillas, 
por  los  Sres.  Cáscales  y  Candan,  discí- 
pulos del  ilustre  profesor  de  Historia 
Universal  de  esta  Universidad,  Sr.  Sa- 
les y  Ferré, 

„ Guiados  por  el  nombre  de  Puerto 
de  los  entierros  con  que  es  conocida 
una  parte  de  aquellas  tierras,  y  por 
la  forma  característica  de  algunos 
montículos  que  en  este  sitio  se  levan- 
tan, hicieron  cavar  en  uno  de  ellos, 
consiguiendo  que  la  realidad  respon- 
diese á  lo  imaginado. 

En  este  monumento  ,  único  en  su 
clase  que  sepamos  existe  en  Andalu- 
cía, la  parte  ancha  hacía  el  oficio  de 
cámara  funeraria,  en  la  que  se  coloca- 
ba el  cadáver 

« 

Reproducidas  las  anteriores  líneas, 
que  me  economizan  describir  la  natu- 
raleza y  el  actual  estado  del  megalítico 
monumento,  daré  á  conocer  con  más 
detalles  cómo  y  por  qué  se  descubrió  el 
citado  túmulo,  al  que  rodean  otros  mu- 
chos de  su  clase,  y  una  extensa  necró- 
polis romana;  habiéndome  movido  á 
tratar  esta  cuestión  la  lectura  de  dos 
libros  impresos  hace  muy  poco  (ambos 
con  el  título  de  Prehistoria  de  la  pro- 
vincia de  Sevilla,  y  escritos  por  mi 
compañero  el  Sr.  Candan  y  el  laborio- 
so D.  Carlos  Cañal),  donde  he  visto 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


nuevamente  citados  los  enterramientos 
prehistóricos  de  Canillas. 


*  * 


Aún  no  había  obtenido  ni  el  grado 
de  Bachiller,  é  ignoraba  por  entonces 
hasta  el  nombre  de  las  ciencias  arqueo- 
lógicas, cuando  estando  un  día  de  caza 
en  la  ya  dicha  finca  de  mi  padre,  me 
senté  á  descansar,  acompañado  de  uno 
de  los  guardas,  sobre  unos  enormes  pe- 
druscos  que,  colocados  horizontalmen 
te  encima  de  otros  verticales,  consti- 
tuían una  especie  de  albañal. 

Como  llamara  mi  atención  la  forma 
de  aquellos  monolitos,  satisfizo  mi  cu- 
riosidad el  campesino  diciéndome  que 
eran  parte  de  un  entierro  de  los  moros^ 
semejante  al  cual  podía  enseñarme 
otros  muchos  de  los  que  extraían  fre- 
cuentemente piedras  de  yesca  y  esque- 
letos muy  grandes. 

Me  di  por  satisfecho  con  tan  sencilla 
explicación  y  no  volví  á  pensar  en  tan, 
para  mí,  originales  sepulcros,  hasta 
que  siendo  alumno  de  la  Universidad  de 
Sevilla  hice  una  excursión  á  los  dól 
menes  de  Castilleja  de  Guzmán ,  en 
compañía  de  D.  Manuel  Sales  y  de 
otros  estudiantes,  quienes,  como  yo, 
cursaban  la  Historia. 

Aunque  de  época  y  carácter  distin- 
tos á  las  construcciones  de  Canillas  del 
Serrano,  la  vista  de  aquellos  dólmenes 
me  sugirió  la  idea  de  que  las  sepultu- 
ras de  que  tan  poco  caso  había  hecho 
siendo  niño,  debieran  ser  prehistóri 
cas,  y  no  del  pueblo  árabe. 

Hice  un  esfuerzo  para  recordarlas 
bien,  y  las  describí  á  los  demás  excur- 
sionistas, quienes  convinieron  en  dar- 
me la  razón,  animándome  á  que  visita- 
ra otra  vez  aquellos  sitios  y  les  traje- 
se datos  más  concretos,  para  secundar- 
me ellos  si  la  cosa  lo  merecía. 

Ofrecí  complacerlos  en  la  primera 
ocasión  que  mis  ocupaciones  de  esco- 
lar lo  permitiesen;  y  aunque  por  va- 
rios motivos  no  pudo  ser  tan  pronto 


151 


como  todos  deseábamos,  algún  tiempo 
después  de  licenciado,  no  habiendo 
echado  en  olvido  mi  palabra,  invité 
para  la  empresa  al  Sr.  Candau  y  Piza- 
rro,  y  con  tan  selecto  acompañante 
marché  á  Canillas  en  Noviembre  de 
1890. 

De  dos  medios  disponíamos  para 
realizar  la  expedición:  hacerla  toda  á 
caballo,  pasando  por  Guillena,  ó  to- 
mar la  diligencia  hasta  las  Ventas  de 
la  Pajanosa  y  desde  aquí  dirigirnos  en 
caballería  á  la  dehesa,  distante  unos 
seis  kilómetros. 

Optamos  por  este  último,  y  á  las  ocho 
de  la  mañana  del  día  6,  salimos  de 
Sevilla  en  tan  molesto  coche,  llegando 
á  las  famosas  ventas  á  la  una  de  la 
tarde. 

Antes  de  emprender  la  segunda  jor- 
nada creímos  oportuno  reparar  las 
fuerzas,  y  en  demanda  de  alimento 
nos  encaminamos  á  uno  de  los  meso- 
nes. Al  preguntar  á  la  posadera  por 
los  comestibles  de  la  casa  ,  nos  contes- 
tó, como  suelen  hacerlo  todas  las  pa- 
tronas  de  su  clase ,  "  que  ella  tenía  de 
todo  y  podíamos  pedir  cuanto  quisiéra- 
mos. „  Sin  embargo,  resultó  que  no  tenía 
de  nada;  mas  al  fin  compró  unos  pollos 
que,  aderezados  con  arroz,  nos  supie- 
ron á  gloria,  merced  á  nuestro  apetito; 
y,  satisfecho  éste,  reanudamos  el  viaje. 

Mal  lo  habíamos  pasado  hasta  allí, 
oprimidos  como  sardinas  en  banasta, 
y  martirizados  por  el  zarandeo  del  ve- 
hículo; pero  desde  la  carretera  á  la  fin- 
ca no  lo  pasamos  mejor,  subiendo  y 
bajando  empinadas  cuestas,  marchan 
do  siempre  por  estrechísimas  veredas, 
al  lado  de  las  cuales  se  abrían  profun 
dos  precipicios,  en  los  que  mi  compa 
ñero,  menos  avezado  que  yo  á  tales  pe  • 
ligros,  creía  caer  á  cada  instante,  y  re- 
cibiendo, por  añadidura,  las  expresi- 
vas caricias  del  monte  que  á  veces  azo- 
taba nuestros  rostros. 

Por  todos  estos  inconvenientes  an 
dábamos  tan  despacio,  que  cuando  lle^ 


152 


boletín 


gamos  á  la  casa  de  Canillas  no  era 
hora  de  ir  á  ver  los  túmulos,  sino  de 
cenar  y  acostarse,  hasta  que  Febo  vol- 
viera á  iluminarnos. 

Apenas  amanecía  cuando,  seguidos 
por  varios  obreros,  provistos  de  aza- 
dones y  piquetas,  nos  dirigíamos  impa- 
cientes al  Puerto  de  los  entierros. 

Para  llegar  al  anhelado  Puerto,  que 
se  encuentra  á  media  legua  de  la  casa , 
necesitábamos  cruzar  un  ancho  valle, 
cubierto  de  los  fragmentos  de  roca 
(convertidos  en  cantos  rodados)  y  de 
la  tierfa  y  malezas  que  las  lluvias,  de 
muchos  siglos  quizá,  habían  ido  arras- 
trando de  las  montañas  laterales ,  for- 
mando uti  vasto  depósito,  con  todo  el 
aspecto  de  los  terrenos  de  aluvión. 

Mientras  yo  caminaba  silencioso, 
tratando  de  reconstruir  en  mi  cerebro 
la  sepultura  que  íbamos  á  ver,  mi 
amigo,  ante  el  carácter  de  aquel  suelo, 
me  suponía  equivocado  y,  acusándome 
de  iluso,  se  mostraba  arrepentido  de 
haber  hecho  tan  incómodo  viaje  para 
encontrarse  tal  vez  con  alguna  cone- 
jera. Cuando  mayor  era  su  disgusto 
distinguí  sobre  la  falda  de  una  cuesta 
el  montículo  artificial  que,  interrum- 
piendo la  pendiente  de  aquélla,  se  des- 
tacaba á  lo  lejos,  indicando  el  lugar 
que  perseguíamos,  hacia  el  que  llamé 
en  seguida  la  atención  de  Feliciano 

Verlo  éste,  lanzar  una  exclamación 
de  alegría,  y  echar  á  correr  hacia  el 
pequeño  monte,  fué  todo  obra  de  un 
momento. 

Una  vez  sobre  el  curioso  túmulo,  hi- 
cimos arrancar  las  espesas  matas  de 
cascajo  y  jara  que  lo  cubrían  por  com- 
pleto y  se  procedió  á  sacar  la  tierra 
que  cegaba  al  corredor  y  á  la  rotonda. 
Después  tomamos  las  medidas  que  ya 
conoce  el  lector,  y, animados  con  aquel 
primer  hallazgo ,  reconocimos  minucio 
sámente  todo  el  término ,  practicando 
exploraciones  que  no  resultaron  in- 
fructuosas. 


Existe  en  aquellos  campos  una  ver- 
dadera población  de  túmulos  que  se 
destacan  á  la  simple  vista,  no  ya  del 
arqueólogo,  sino  de  persona  más  in- 
competente, á  quien  por  lo  menos  ha  de 
sorprender  la  presencia  de  tantos  mon- 
tones de  tierra  colocados  en  las  ver- 
tientes y  en  las  cúspides  de  los  cerros. 
Muchos  de  ellos  han  sido  registrados, 
y  otros,  como  ocurre  con  uno  del 
"Barranco  de  los  junciales„  muestran 
hundidos  la  cámara  y  el  corredor,  re- 
velándose su  plano  en  la  depresión  del 
suelo;  pero  los  más  permanecen  in- 
tactos, y  es  de  suponer  que  si  se  ex- 
ploraran discretamente,  aportarían 
gran  número  de  osamentas  humanas 
y  objetos  de  la  manufactura  primitiva. 

Al  lado  de  estos  túmulos,  aunque 
abundando  más  que  en  Canillas  en  la 
inmediata  dehesa  del  Campillo  (pro- 
piedad de  D.  Andrés  Parladé),  se  des- 
cubren á  cada  paso  otros  sepulcros  de 
forma  cuadrangular,  tan  toscamente 
fabricados,  que,  al  ver  uno  que  se  ha- 
llaba descubierto,  lo  supusimos  al 
pronto  obra  de  los  trogloditas.  Mas  no 
tardó  en  desvanecerse  tal  creencia 
así  que  hicimos  excavar  en  otro  seme- 
jante, en  cuyo  interior  aparecieron, 
mezclados  con  ceniza,  varios  huesos 
carbonizados  y  diferentes  piezas  de 
cerámica   romana. 

J.  Cáscales  y  Muñoz. 


i-=oijaJO»30oar— M 


SECCIÓi^  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


LA  ESTACIÓN  PREHISTÓRICA  DE  SEGÓRRIGA 


(Contintiación.) 
III 

Residuos  alimenticios. 

i\f  consecuencia  de  un  aconteci- 
I5  miento  cuya  naturaleza  me  pa- 
rece imposible  determinar  con 
precisión,  fué  la  cueva,  mucho  antes 
de  amanecer   los  tiempos  históricos, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


153 


trastornada  y  vuelta  de  arriba  abajo. 
Los  hombres  que  en  ella  habían  esta 
blecido  su  morada  ó  encontrado  un  re- 
fugio, perecieron  víctimas  de  una  im- 
prevista catástrofe.  Me  parece  inútil 
detenerme  en  discutir  las  hipótesis  que 
un  atento  examen  ha  despertado,  y  ten- 
go por  mejor  y  más  científico  pregun- 
tar al  mismo  suelo  de  la  caverna  lo 
cierto  que  nos  pueda  revelar  por  lo 
que  toca  á  las  generaciones  que  lo  han 
pisado  y  no  poner  el  pie  en  el  terreno 
de  las  conjeturas.  En  las  diversas  ca- 
pas de  tierra  del  dicho  suelo  conviene 
buscar,  como  en  las  hojas  de  un  libro, 
la  historia  de  esas  edades  tan  lejanas. 

Hállase  el  piso  primitivo  de  la  cueva 
cubierto  con  varias  capas  de  tierra  y 
residuos  sobrepuestos  unos  á  otros,  y 
cuyo  número  variable  en  las  distintas 
salas,  es  generalmente  tanto  mayor 
cuanto  menor  es  el  declive,  5'-  llega  en 
algunos  puntos  hasta  doce.  En  todas 
hemos  observado  restos  de  cerámica, 
pedazos  de  carbón ,  huesos  humanos  y 
de  animales,  armas,  instrumentos,  ob- 
jetos de  diferentes  formas  y  usos,  de  los 
cuales  unos  parecen  haber  servido  de 
adorno  á  los  trogloditas,  y  otros  á  al- 
gún culto  religioso. 

Todos  estos  restos  se  presentan  sin 
orden  á  la  vista  del  explorador,  de  tal 
suerte,  que  sólo  con  gran  temeridad 
podría  tomarse  su  diversa  posición  en 
las  estratas,  como  base  de  una  distin 
ta  época  y  civilización:  por  esta  razón, 
sin  preocuparme  más  de  lo  que  con  • 
viene  del  lugar  en  que  los  encontré,  los 
daré  á  conocer  sucesivamente. 

La  estrata  inferior  está  generalmen 
te  formada  con  tierra  rojiza  proceden- 
te del  mismo  piso  de  la  gruta  ;  á  dicha 
estrata  se  sobrepone  en  muchos  puntos 
otra  capa  de  ceniza  de  color  gris  ó 
blancuzco,  en  la  cual  es  bastante  fre- 
cuente el  encontrar  pedazos  de  carbón 
medio  quemado ,  y  aun  de  leña  respe- 
tada por  las  llamas.  Algunas  veces  es 
tan  abundante  el  carbón  que  llega  á 


formar  un  lecho  del  todo  distinto,  en 
el  que  aparecen  montoncitos  de  fosfa- 
to de  cal,  residuo  de  la  combustión  de 
los  huesos;  lo  mismo  se  ha  notado  en  la 
cueva  de  Gourdon  visitada  por  Mon- 
sieur  Piette. 

Parece  que  la  carne  formaba  la  parte 
principal  de  la  alimentación  de  nues- 
tros trogloditas;  así  fué  en  muchas  re- 
giones, como  lo  observa  el  Sr.  Mar- 
qués de  Nadaillac  en  su  hermoso  libro 
McEiirs  et  moHitments  des  peuples  pré- 
historiques.  Los  restos  de  venado  y 
animales  domésticos  que  abundan  alre- 
dedor de  los  hogares  son  una  prueba 
de  dicha  opinión.  Entre  ellos  he  podi- 
do clasificar  huesos  de  ciervos ,  corzos, 
cabras,  carneros,  bueyes,  caballos  y 
cerdos,  unos  medio  tostados  y  otros 
que  parecen  haber  sido  descarnados 
sin  pasar  por  el  fuego. 

Los  huesos  largos  están  partidos  á 
veces  de  una  apófisis  á  otra,  y  aun  di- 
vididos y  quebrantados  en  un  sinnú 
mero  de  fragmentos. 

Sólo  encontramos  dos  cráneos  ente- 
ros, uno  de  perro  y  otro  de  carnero; 
parecen  los  demás  haber  sido  abiertos 
para  extraer  los  sesos. 

Con  algún  interés  puédese  notar  que 
los  huesos  de  animales  completamente 
desarrollados,  no  se  encuentran  tan  á 
menudo  como  los  de  individuos  de  me- 
nor edad,  sin  duda  porque  estos  podían 
procurárselos  con  más  facilidad,  bien 
con  lazos  ú  otros  útiles  de  caza;  pero 
siendo  de  notar  que  no  sólo  con  el  ve- 
nado, sino  también  con  los  animales 
domésticos  se  observa  lo  mismo. 

También  se  han  recogido  huesos  de 
aves,  pero  en  menor  cantidad  que  de 
mamíferos;  puedo  señalar  el  cisne,  el 
tetras,  el  pato  silvestre,  y  la  avutarda. 

Mezclados  con  estos  huesos,  quebra- 
dos y  tostados  del  mismo  modo,  yacían 
entre  los  residuos  de  los  hogares  res- 
tos humanos,  lo  que  indica  que  los  pri- 
meros moradores  de  la  península  fue- 
ron antropófagos. 


154 


boletín 


La  tesis  del  canibalismo  en  España 
merece  detenido  examen  y  no  la  puedo 
tratar  en  esta  breve  reseña.  Mr.  Car- 
tailhac  y  otros  antropólogos  han  rehu- 
sado con  bastante  ligereza- aceptar  las 
conclusiones  que  presentaban  varios 
exploradores  españoles,  portugueses 
y  franceses,  conclusiones  fundadas  en 
serios  y  auténticos  descubrimientos. 

Además  de  la  carne  de  los  animales 
y  del  hombre,  se  alimentaban  los  tro- 
gloditas con  otras  substancias  en  cuya 
enumeración  nadie  se  extrañará  encon- 
trar trigo,  almendras,  bellotas  y  ceba- 
da, cuyos  restos  ó  cascaras  conserva- 
das por  el  fuego  y  encontradas  en  dos 
ó  tres  salas  de  la  caverna  no  nos  dejan 
la  menor  duda  de  que  hayan  sido  utili- 
zados dichos  alimentos  en  los  primiti- 
vos tiempo  de  nuestras  civilizaciones. 

Dos  moluscos,  el  Mytüiis  edulis,  L. 
y  el  Bulimiis  decollatus,  L.  aparecen 
también  de  vez  en  cuando  en  las  estra- 
tas que  se  aproximan  á  la  entrada. 

P.  Eduardo  Capelle. 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(CoatinltuCiÓll.) 


XXIX 


Cesión  hecha  por  D.  Hátim  b.  Hátim  y 
su  hermana  Doña  María  en  favor  del  muy 
ilustre  D.  Juan,  Sactistán  de  la  catedral  de 
Santa  María  de  Toledo,  y  como  represen- 
tante de  esta  iglesia,  de  toda  la  tierra  blan- 
ca, sita  en  el  pago  de  Alcardete,  que  perte- 
neció á  Doña  María,  tía  de  los  donantes, 
quien  la  había  adquirido  de  su  marido  Do- 
mingo b.  Yahya  b.  Barbír.  ^i'L-v     .^J)  J^il 

^^r^    J   •••    ky    '^-^-^    ^"-^^    ^'-'l^^.   ^)J^ 


c' 


^^■'  'r 


,i.:>  UJL¿  ^3 ir 


vJ   ¿wav. 


^..  ^r.  ^-  -  ^-,-^,.  Linda 
dicha  tieria:  al  E.,  con  tierra  blanca  de  los 
herederos  de  Sancho  b.  Bezetix?     ,.'  ¿.s^-^) 


(  l^jtjlj;  al  O.,  ídem  de  Pelayo  Pethresde 
Fromista  (üxiu-^y  :>  (^^■5=Lj  ^I^j);  al  S., 
con  la  hoya  ú  hondonada,  en  la  cual  está 
el  prado  (^  jj\  ^^,^  cr^\  'í^^^),  y  al  N., 
con  la  tierra  de  Juan  b.  Barbír    ,,Uj  ¡J^j\) 

Hacen  esta  donación  los  citados  Hátim  y 
María  cumpliendo  una  disposición  testa- 
mentaria de  la  dicha  Doña  María,  su  tía,  y 
para  sufragios  por  su  alma. 

Fecha  en  Febrero  {y  ,^.9)  de  la  Era  1208. 

Firman  como  testigos:   Juan   b.   Pedro 

(í^Ja/;j      yj     y¿.3lj,j),  Domingo  b.  Esléfano  b. 

Aixón  (  .)j^^'  j.y'  (.)3L;;ál  ,j  á.ji;^0_a),  Ma- 
teo b.  Esteban  Al-Karman?  yjLxi;,!  ,j  L¿»_j) 
(¿  _,L.í^,JiJi,  Tomé  b.   Yahya  b.  Pelayo?... 

XXX 

Venta  que  otorga  Doña  Sacrata Colomba', 
hija  de  Obaidalah  y  esposa  que  fué  de  Pe- 
dro el  Zapatero,  á  favor  de  Domingo  b.  Ja- 
laf,  de  toda  la  parte  de  tierra  que  poseía  en 
la  alquería  de  Olías  la  Grande...  ^j;j.x¿-') 


^^ 


u: 


,  _..  ^..1 .1)1 

(^  j.Aj|  ,  ►"^^Jj!  Íj  yi  L^^^cv,  por  precio 
de  15  mizcales  de  oro  alhayesí. 

Fecha  en  Junio  (¿■~-'y)  de  la  Era  1208. 

Aparecen  como  testigos:  Esteban  b.  Is- 
mail  (J,;ji.j^^)  y)  ^¡v-j^]),  Domingo  b.  Mar- 
tín (...  f^y  ^  i.iÍÁ'=J>j),  Lázaro  b.  Alí 
(  ^  y  »ijb5_.),  Juan  Domínguez  2  •ji?-'j) 
(^^x^^  y  Domingo  b.  Xaluth...  ^)  ¿JÍÁ/>Jj) 

(%U  3. 

Y  en  carácter  latino:  dominco  sabastati. 


1  Sacrata  Colomba,  en  significación  del  Es- 
píritu Sirnto,  era  nombre  conocido  entre  los 
Mozárabes  toledanos,  según  me  advierte  el  se- 
ñor Simonet. 

2  De  éste  y  los  dos  anteriores  se  dice:  Se 
escribió  por  ellos  á  su  ruego  y  en  su  presen  - 
cia  {i.'iy£¡sr^,j  Jfy^i  ^^  ^ ^^j). 

3  Pergamino  muy  malirado  y  borroso. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


155 


XXXI 

Venta  de  una  casa  sita  en  el  distrito  de  San- 
ta María  la  Mayor,  en  el  interior  de  la  ciu- 
dad de  Toledo  ifA-LiJ!  i^^srJ  ...jUJ!    fL^^s^) 

(...  ük.ljr  iL<j^  J-¿<b    Cí^*^í  '^^ y  ^^-^-^ 

y  lindante:  al  E.,  con  casa  de  Pedro  Jalil 
(JJaw  í^ls^');  al  O.,  con  la  calle  que  baja 
al  Pozo  Amargo  ^  J\  laA^-M  ^'  f^-'') 
(\y^j\  ^-J|;  al  S.,  con  la  casa  de  Juan  Do- 
mínguez (  v-ii;^3  .\Uj),  y  otra  de  los  here- 
deros del  Bernithí  (  ^laJ^Jl  ¿Jjj'  lí-i),  y  al 
N.,  con  un  callejón  al  cual  da  la  puerta  de 
la  algorfa  ¿^--^fj  'Jib  (Jils;     .^ ¿,^A\  3^) 

.(jjfj.j\         SL..^J!        IJJS       ^yA        lÍj¿        ^.J  ''"    J^t 

Otorga  esta  venta  Doña  María,  hija  de 
D.  Martín  Albernithí,  en  presencia  y  con  el 
consentimiento  de  su  esposo  D.  Martín  Gar- 
cía (i;.-~j¿  K^y  -^j-^)'  á  favor  del  canónigo 
D.  Jordán  [^  •^í^xsü\  .,f^»=s.  ,.,  .^),  por  pre- 
ció  de  160  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Enero  (  t^')  de  la  Era  1210. 

Suscripciones:  Alíb.  Said?  b.  Gania    <..U) 


{'¿.^Xi  ,.^ 


U 


1^,  Pedro  b.  Domingo  Alber- 


Precio  de  la  venta,  12  mizcales  de  oro  al- 
bayest. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Junio 
(...  hJiy  jH^io  ^^A  is__,^  jL%]\  ^J)  de  la  Era 

1210. 
Figuran  entre  las  suscripciones:  Lázaro  b. 

Rebiab.  Wazlan?(  .,^J^  ^  ^¡  ^  y¡  ¡Sj^), 
Esteban  b.  Ismail  testigo  ^.i  ^jL_x_¿,!j) 
(Jjdi;,  J*».,f~'!,  Domingo  b.  Xaluth  ¿-iú/»Jj) 
(Ja-Lx.  ^j,  los  cuales  testifican  sobre  lo  con- 
tenido en  el  documento  (^J--'  íjA^I). 

Y  en  carácter  latino:  tego  gonzalbo  petriz 
testis,  petrus  iulian  testis». 

XXXIII 

Venta  que  otorga  D.  Gonzalbo,  hijo  de 
Miguel  b.  abí-1-Hasán  b.   Al- Bago    .,jJ) 


[i.^ 


&'  lt-^'  ^'.^  ij'-  ^^^"V  C'-  ^■ 


\.^x¿. 


nithí  (  ^kj^Jí  a^^-^  ^^js^Lj^),  Nicolaus  el  ^  favor  de  D.  Servando  b.  Tami  J^^j^  jji) 
presbíí¡ro?'  (¿  ^¡Ó\  ^..^ii^a^ Julián  Martí-  ^^'^  &■'  ^^  '^  "^'^"^  ^"^  ^^  pertenece  de 
nez  (,  ><^xJf.'    .,Llj),  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid 


\o   ^.    ,,,yi.) 


Y  en  carácter  latino:   «micael  iben  heza 
azafar,  paulus  ioannes  testis». 


una  viña  sita  en  Olías,  y  cuya  segunda  mitad 
es  propiedad  de  Doña  María,  hermana  del 
vendedor  y  esposa  del  comprador.  Linda  al 
E. ,  con  un  camino;  al  O. ,  con  viña  de  Pedro 
Domingo  b.  Al-Fullús  '  ^,¡  iiL^^^Ja^J  ^y) 


XXXII 


(jy^JJí)\\  al  S.,  un  plantío  de  viña  de  Jor- 
dán {  .■^\:¡j^  *^  Lj-'f^'  y  al  N.,  la  viña  de 
Venta  que  otorgan  los  hermanos  Bahlul      yahya  el  alfarero  (.Uri^l  ^^^t  ./). 
y  Pedro,  hijos  de  Julián  el  herrero,  á  favor  r^      •      j     ,  .  -^..i  .  j 

de  D.  Domingo  b.  Jálaf,  de  la  parte  de  tie- 


rra que  poseen  en  Olías  la  Grande,  parte  que 
adquirieron  por  herencia  de  su  abuelo  Jair 
b.  Rachel?  y  que  tiene  de  cabida  lo  que  se 
calcula  labor  de  un  par  ó  yunta  de  bueyes 
ó  vacas  ^  i^U.  ^  iilL-O    .,_«:>  ^j^\) 


i^l 


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\Ú\     ,LL 


^ijii 


J^ 


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I  Citado  por  el  Sr.  Gamero  (Cigarrales, 
pág.  109,  nota)  Este  célebre  pozo  ha  dado 
nombre  á  una  calle,  según  puede  verse  en  el 
plano  que  acompaña  á  la  Guia  del  Sr.  Vizcon- 
de de  Palazuelos. 


Precio  de  la  venta:  15  mizcales  de  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  Junio  (¿^j^j)  de  la  Era  121 1. 

Suscripciones:  Abdelmelic  b tes- 
tigo y  escribieron  por  él  por  su  orden  y  en 

su  presencia  J.»L¿.  ¿(.»j¿'  ^\  dil^'t  -^-c^j) 
(¿.j\.^ai.j  íjAj  ¿.;.c.  ^,.^'Sj.  Yo  Gonzalbo, 
hijo  de  Miguel  b.  abí-1-Hasán  b.  Al-Ba90, 
otorgo  la  venta  ^^i  J^^  /-rf   >Ji^^   ul) 


I     Del  latino  puUus,  pollo,  según  adverten- 
cia del  Sr.  Simonet. 


156 


boletín 


'£= 


J]        ^Z^..^.*]        i-^^LJl  _J  .1**^^ 


Fernando  b.  Miguel  b.  abí-1-Hasán  b.  Al- 


•♦:  u 


tL 


U' 


.i   í_\a3J.) 


Y  en  carácter  latino:   «muniu  micael  tes- 
tis^  giiter  pedrex». 


XXXÍV 

Venta  del  tercio  de  una  viña 


í...^--'! 


L}-' 


j^M) 


sita 


XXXV 

Venta  de  un  mesón  {  ,  a.s>sj|  ;í.*^=.)  sito 
en  el  distrito  de  Alcudia,  cerca  de  las  tien- 
das, en  el  interior  de  Toledo  ÍjJ.-01  l-ysr^) 

y  cuyos  lindes  son:  por  levante,  casa  que 
fué  de  Doña  Mayore,  hija  de  Abdelmelic,  y 
que  ahora  se  halla  convertida  en  mesón... 

(  ^Jsr■■^^•,  por  poniente,  mesón  que  perteneció 
á  Albaro  y  que  es  ahora  de  los  peregrinos  (?) 

U<^  J^J^i   ^j^^   J-^  ^)J---);  ni  5.,  el 

camino  (calle?)  al  cual  dan  las  dos  puertas 

de  este  mesón  en  venta  v^il^Jf  ^^ ¡ij  ^JaJl) 

(...  ^,^-.M   ! J.^)  .(**)  ^„.b    ^j^-   J\j,y 

al  N.,  casa  de  Pedro,  el  comerciante  al  por 

menor  (^llJ!  í.LJ   ,b). 

Otorga  esta  venta  Doña  María  Domín- 
guez, la  que  fué  esposa  de  Domingo  Joan- 


2.*„cv  siua  en  Torres  f,  '¿^-^h  Iaus-^), 
cuyos  límites  son:  al  E..  otra  viña  que  fué 
de  Aben  Bahlul  (JjU,>  ^y¡)^  jií  .<\  al 
O.,  otra  Ídem  de  Raimundo  Crespo  X'^^i  .); 

(i^fi  al  S.',  un  camino  (jJ.JL^.  ^^ p  ^Íj),  y 

al  N.,  el  río  Tajo  (i.^^l-''   ».^3)  i. 

Intervienen:  como  comprador  Yahj^a  b. 
Gálib  (>^^^-''-¿  ^r:  crr^)'  Y  como  vendedor 
Pedro  Peláez  (,  >^¡^>    ív^'-O,  ascendiendo 

la  cuantía  del  precio  á  nueve  mizcales,  de 

los  cuales  se  entregaron  cinco  en  el  acto  del 

otorgamiento,  debiendo  satisfacer  los  cuatro 

restantes  en  la  fiesta  de  San  Juan  más  pro-      nis  y  lo  es  actualmente  de  Juan  (?)  ^    .,Lj) 

xima  á  la  fecha  en  que  se  otorgó  la  presente 

escritura   ¿.-.sLJ!    J.jL¿o    'ix¡  j¡(   ^   2<^¿^a  «) 

.(J  1^,3 jj  ^-LCJl 

Fecha  en  Febrero  (j-J^c-J)  de  la  Era  1212. 

Hay  además  un  testimonio  fechado  en 
Septiembre  del  mismo  año,  por  el  cual  Juan 
Miguélez,  albacea  testamentario  de   Pedro 

Peláez  ^LÁjt      ^L      ^^yi    ^JL£.     .,L0 

(^Tí  .  ^j^"-:^  ^^-,  confiesa  que  se  han  re- 
cibido los  cuatro  mizcales  á  que  se  alude 
anteriormente. 

Entre  las  suscripciones  aparecen  las  de 


c- 


(ijSs  — el  cual  asistió  al  acto  y  manifestó 

su  consentimiento, — á  favor  de  D.  Jordán, 
canónigo  de  Santa  María  la  Mayor  de  Tole- 


do ¿1j  j.'  i^^-^-  í^-clh 


•;^jxs}\  ^!^_^:> 


^ 


o 


^) 


(  p^iaJ^,  importando  el  precio  35  mizcales 

de  oro  alíonsí. 

Fecha  en  Marzo  de  la  Era  1212. 

Entregó  el  comprador  á  la  vendedora,  en 
el  acto  del  otorgamiento,  la  citada  cantidad, 
y  recibió  de  ella  tres  escrituras  en  confirma- 
ción de  su  dominio  sobre  la  finca  objeto  del 
contrato  2. 


Parece  leerse  j^»^ 


iÜl 


Xalmón  b.  Alí  b.  Waid     Jo    .,.«   ,.,  -_k) 
{•'■■r-Pj    fji_,   Maslema  b.   Abdela/iz?  ¿-^1— *) 

Y  en  caracteres  latinos:  «andreas  presbi- 
ter  testis,  román  micael  testis». 


'     Véase  supra  núm.  XXVI II. 


(**)     En  vez  de    _,Ijlj,  según  uso  muyfre- 

cuente  en  estas  escrituras. 

1  Dudosa  la  primera  letra  (que  podrá  ser  i 
ó  9),  y  careciendo  de  vocales  en  absoluto,  no 
nos  atievemos  á  transcribir  este  apellido. 

2  En  el  reverso  aparece  escrito  con  letra  tal 
vez  contemporánea  del  documento:  «hec  est 
carta  de  mesonibus  Jordani  in  alcudia»,  y  más 
abajo,  de  letra  más  moderna:  mesones. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


157 


Firman,  entre  otros:  Servando  b.  Pethro 
{...yAi  .^  ^vj^i.),  Xalmón  b.  Alíb.  Waid 
(-^J  C^f  ^  C^  Jj>c^).  Felis  b.  Yoa- 
nes  b.  Alí  b.  Waid  ^j    ij-"^tí-'   í-rí    r,  «  ^) 

Y  en  carácter  latino:  «andreas  Johannis 
testis,  petrus  diachonus  testis  (?),  sancti  mi- 
caelis,  petrus  ecclesie  sancti  micaelis  diaco- 
ñus  testis». 


XXXVI 

Escritura  i  por  la  cual  Pedro  Cauxa  em- 
peña en  poder  de  Justa,  la  que  fué  esposa  de 
Suleimán  Al-Marur,  todo  el  mesón  que  po- 
see en  el  distrito  de  la  catedral,  en  el  sitio 
conocido  por  Alcudia,  en  el  interior  de  To- 
ledo O^jt-5'       "'t   'i^t.¡    J>.Xí   ii^5   Sfla^       .!bj) 

(...  ilkaJs.  Linda  dicho  mesón  con  otros 
dos,  uno  del  que  empeña  y  otro  que  fué  de 
su  hermano  Sancho,  y  que  pertenece  ahora 
á  la  catedral,  sin  que  sea  necesario  puntua- 
lizar más  sus  linderos  á  causa  de  su  notorio- 

dad  ^j^J   Uí    ^f-^J'    jj^,J\  j^j) 

Empeñóse  en  siete  mizcales  de  oro  alfon- 
sí,  de  buena  acuñación,  pesados  en  la  zeca  ó 


casa  de  moneda 


(¿>;l\- 


,a3L/1^    ¿.X-S.VV 


i) 


La  que  exigió  la  prenda  (la  prestamista) 
entregó  la  citada  cantidad  de  oro  al  que  dio 
dicha  prenda,  el  cual  la  tomó  de  ella,  y 
quedó  en  su  poder  y  en  su  dominio  y  á  su 


I  Por  ser  éste  uno  de  los  documentos  cuya 
lectura  nos  ha  costado  mayores  esfuerzos  y 
ejercitado  más  nuestra  paciencia,  daremos  en 
gran  parle  su  texto  árabe,  allanando  así  el  ca- 
mino á  los  arabistas  que  quieran  consultarle: 
así  podrá  rectificarse  también  si  hemos  incu- 
rrido en  algún  error  al  interpretarle. 


disposición  y  responsabilidad,  por  lo  cual 
púsola  en  posesión  de  la  finca  empeñada, 
para  que  pudiera  percibir  el  alquiler  y  apro- 
vecharse de  ella  en  cambio  de  la  utilidad 
que  él  reportaba  del  referido  oro,  durante  un 
año,  que  empezaría  en  el  mes  de  la  fecha  de 

esta  escritura  ijj^X^j]    ¿Us^Xw.^J!    .j:.^^^) 


,a.-^A 


i.__^2>3JLj       i.£.L¿XJ)        ,     w«        L:5aC        iJ  ftJSjJt         51  H 


c 


^^5^ 


Jjl 


\ 


w9j 


Jt 


Al  expirar  este  plazo  convenido  entre  am- 
bos, él  pagará  á  ella  la  indicada  suma  de 
oro,   devolviéndose  á  él   la   dicha  prenda 


Us,)- 


^X 


)\    ^^^\ 


Jl 


Se  posesionó  la  prestamista  de  la  casa  em- 
peñada con  las  condiciones  indicadas,  des- 
pués de  enterarse  ambos  contratantes,  y  en 
virtud  de  esta  pignoración  y  del  convenio  mu- 
tuo, y  según  la  ley  de  los  cristianos  en  seme- 
jantes contratos  ^ ^y^^^\  ^^*y\  \J-  ^JL^y^) 


J!   .]= 


"^j-i 


j^r^- 


^U,x.^j!    13.  , 


L, 


Js, 


>^j^ 


Y  manifestó  el  que  daba  laexpresada  pren 
da  que  él  tomaba  en  arriendo  el  mesón  de  la 
dicha  pignoración  por  cinco  mizcales  de  oro 
durante  el  tiempo  indicado,  y  que  se  obliga- 
ba á  pagar  á  la  citada  Justa  al  fin  del  año, 
con  el  favor  del  Dios  excelso,  el  oro  de  la 
citada  pignoración  (del  préstamo)  y  además 

los  cinco  mizcales  del  arriendo  , ^j.^íU) 


c- 


/Jjl 


iJ^ 


)\ 


U' 


L^J5  JjL; 


Declara  asimismo  la  prestamista  que  el 

30 


158 


boletín 


dinero  del  préstamo  y  del  alquiler  pertene- 
cen á  sus  hijos  Juan,  Lázaro  y  Domingo  por 
la  parte  que  les  correspondía  del  precio  de 
una  casa  que  vendió  en  el  distrito  de  la 
Puerta  de  Hierro,  y  así  se  obliga  el  pigno- 
rante con  todos  sus  bienes...    v^_3J>— Jj) 

Y  si  ocurriera  la  muerte  de  éste  antes  de 
solventar  su  deuda,  que  pueda  cobrar  la  ci- 
tada Justa  de  los  bienes  que  aquél  dejare, 
con  preferencia  á  todos  los  demás  (aeree  - 
dores),  sin  que  se  la  oponga  obstáculo  en 
esto   por   ninguno  de   los   herederos     .,L) 

Fecha  en  i.°  de  Mayo,  Era  de  1213. 

Suscripciones:  Ornar  b.  abí-1-Farach 

(-.jáJ!    ^\  ,.y^  j^j).  Suleimán  b.  Hayún? 


quien  en  unión  de  aquéllos  pertenecía  la  ca- 
sa vendida;  y  como  comprador  el  Presbíte- 
ro D.  Jordán,  adscrito  al  clero  de  la  cate- 
dral, en  representación  y  con  dinero  de  Don 
Martín   Garcés,   mayordomo  del  Arcediano 

D.  Gonzalbo  ...    .j^«5).=i>-    .)_;>5  lT^^^  ■Jrj''-^^) 


SXi\ 


..i 


.( 


c^^  U 


^7Í^""U  ) 


Precio  de  la  venta,  52  mizcales  de  oro  al- 
fonsí. 

Se  menciona  el  testimonio  de  Martín  Gon- 
zalbes,  padre  de  los  vendedores,  aprobando 
y  ratificando  el  presente  contrato  celebrado 
por  sus  dos  mencionados  hijos. 

Fecha  en  Septiembre  de  la  Era  12T3. 

Suscripciones:  Estéfano  b.  Abdalah  Al- 

hach  (¿;^L¿!  í-Ui  J,^c    ,y)   ..liUá'),  Xalmón 

b.  Alíb.  Waid  (^^c_.     y}     J.&     yj    .,j^láj). 

Y  en  caracteres  latinos:  «Michael  sub- 
diaconus  sancti  nicholai  testis,  aluaro  diez 
testis». 

XXXVIII 


XXXVII 

Venta  de  una  casa  sita  en  el  arrabal  de 
Bab-Sncra  (Puerta  de  la  Sagra),  en  el  distrito 
de  la  iglesia  de  Santiago  de  Toledo  ^J¡£t-} ,  ^] 

(iXhAh,  y  con  los  lindes  que  se  expresan  á 
continuación:  al  E.,  el  camino  ó  vía  públi- 
ca al  cual  da  la  puerta  uí\  , >U|_.  ^^ ^'  ^ü í) 

(f"  ^'  '  ^^  ^'  y  ^•'  ^^'^^  ^^^^  perteneciente 
á  Pedro  Miguel  y  á  su  hermano  Domingo 
Rubio  (i^)  .  .  í1xa:>  ^^^_;  J^-^'  2f,l=-J  ,':>), 
y  al  N.,  la  casa  del  Presbítero  D.  Guillen 

Intervienen  como  vendedores  los  herma- 
nos Pedro  y  Ximena,  hijos  de  Martín  Gon- 
zalbes,  los  cuales  otorgan  dicha  venta  en 
nombre  propio  y. en  el  de  su  citado  padre,  á 


Acta  de  la  demanda  presentada  por  Mi- 
guélez,  hijo  de  Pedro  (de)  Zaragoza  el  escu- 
dero (,  f.!,:;!  Ih^Sy^  ^t-^*''  i-\i  ,vV'J.¿;;'=),  en 
nombre  de  su  sobrina  María,  hija  de  su  her- 
mana Urraca  ^y.^^  J^xj  í.í  y^  í::x:  y^  yí) 
{iS\j\,  acerca  de  ciertos  bienes  que  poseía 
Pascuala,  hija  de  Juan  de  Madrid  iJuN^) 


•>  kS-""      <r. 


O'- 


.*^,   por  cuanto,  en 


concepto  del   Miguélez,    pertenecían    á   su 
sobrina. 

Exigió  el  demandante  que  la  citada  Pas- 
cuala renunciase  á  la  posesión  de  las  tres 
cuartes  partes  de  la  casa  que  había  sido  em- 
peñada en  favor  de  su  padre  -r  j=^^  W  3^^S^ 

ijyí^i!  jIjJl  (*)   f-b  j'^t   "t¿^\       yJ'    •-tIjA-j   L^^ 


(*)     Conste,  de  una  vez  para  siempre,  que 
el  artículo  árabe  se  separa  aquí  con  mucha 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


159 


.X.J 


^   ...  JjJ', 


jLr 


Demandóla  también  por  los  esclavos  que 
se  había  apropiado  su  padre,  y  además  por 
los  muebles,  lo  poco  y  lo  mucho,  etc.,  etc., 

LíjJL     **Ád^!     ,^jlJ     U;í     l^v»     ^ik) 


u-,. 


ii\  ^.^hj^j/ii\ 


Interpusiéronse  gentes  que  los  invitaron  á 
una  avenencia  ^j\  «--j-jf-J  .^^  l^x^)jAs:sr^ ) 
(...  _^x^\,  como  así  sucedió,  comprome- 
tiéndose la  mencionada  Pascuala  á  satisfa  - 
cer  al  demandante  cinco  mizcales  deoroal- 
fonsí,  y  renunciando  éste  á  ulterior  recla- 
mación. 

Fecha  en  Febrero  (  y)  ^J),  Era  de  12 14. 

Suscripciones:  Felis  b.  Guilielmi  testigo 
(j.sLi-  X.\¿  y}  W..J3),  Yoanes  b.  Guiliel- 
mi testigo  J.í'--o  «.l.J¿  ,J  ,  r"j|y  j),  Julián 
b.  abú-1-Chadsil  (Jjil  ,j|  ^,j  .M^.j). 
Munio  Pethri  de  Suc-al-dawab  (de  Zoco- 


dover)    ■ >[«-'.' 

Y  en  caracteres  latinos:  «dominicus  petri 
testis». 

XXXIX 

Acta  de  emancipación  de  un  esclavo  lla- 
mado Domingo  {i3.x^:¡)  con  su  mujer  y  dos 
hijos  I,  mediante  pago  de  lómizcales,  otor- 
gada por  D.  Pedro  Segura  y  su  sobrino  Don 

Sancho?  (as-^     ,«i.  5,Ja«.j      1  9-5). 

Fecha  en  Julio,  Era  1214. 

Entre  las  suscripciones  se  leen  las  siguien- 
tes: «Simón  acolitus  ecclesie  sancti  uincencii 
testis,  micael  ecclesie  sancti  uincentii  acoli- 
tus, Petrus  secura». 

Y  en  caracteres  árabes:  Pithro  b.  abí-1 
Agbag  b...  (...  ^,j  ^^"^l]  ^\  ^,j  ^/^f  j). 


frecuencia  de  las  leyes  que  regulan  su  uso  en 
el  árabe  clásico. 

I     Por  estar  muy  borroso  el  pergamino,  no 
hay  completa  seguridad  en  la  lectura. 


XL 

Contiénense  en  este  pergamino  dos  docu- 
mentos: 

I .°  Venta  de  dos  tercios  i  de  yugada  de 
tietra  laborable,  sita  en  los  octavos  conoci- 
dos con  el  nombre  de  Aben  Badáh  en  el  tér- 
mino de  Olías  la  Mayor,  una  de  las  alque- 
rías de  Toledo...    T  ^j     "^J^    Sts^       c-^) 

Otorga  esta  venta  D.  Gonzalbo  b.  Miguel 
b.  abú  1-Hasán   b.    Al-Baijo   ii.S^xí    ^j^^ 

favor  de  D.  Domingo  b.  Jalaf  ó.a.x^:>     .>j>^) 

(i^ p.¿.      fj,  por  precio  de  nueve  mizcales  y 

un  tercio  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Julio  (i^ji)  de  la  Era  1214. 

Suscripciones:  Suleimán  b.  Hasán? 
(¿  y^^  yi  .^JL,),  Ornar  b.  abú-1-Farech 
(_^i3l  -j1  y)  h^j),  Domingo  b.  Xaluth 
.(k.U  ^y^  i.aj^:ij) 

Y  en  carácter  latino:  «ego  micael  tizón 
testis,  anericus  (Enricus  )  dominici  testis, 
petrus  dominici  testis». 

2.°  Un  testimonio  otorgado  por  Munio 
b.  Miguel  b.  Abú-1 -Hasán  b.  Al  Ba90*  y 
autorizado  por  Domingo  b.  Xaluth,  por  el 
cual  se  declara  que  el  otorgante  vendió  al 
propio  D.  Domingo  b.  Jalaf  parte  de  la  mis- 
ma finca. 

Fecho  en  15  Septiembre  de  la  Era  1220. 

Suscriben:  Pedro   b.  Omar  b.  Gálib  b. 

Al-Kallás?      j    >._^Jl¿      y)  ^.^-c  ^}    ij^^i) 
( ^b5iü I ,  Pedro  b.  Domingo...?   ^j    ^^fj) 


2  La  palabra  Jm  parece  tener  la  forma  de 
un  dual  con  régimen,  ¡^  por  ,.y^\  sin  em- 
bargo, como  en  alguna  ocasión  creemos  haber 
encontrado  los  adjetivos  partitivos  con  el  ^ 

final,  no  tenemos  por  seguro  que  aquí  se  trate 
de  un  dual. 

I     Hermano  del  anterior  vendedori 


.160 


BOLETÍN 


(  ,|^x¿,  is.xj>:>,  Domingo  b,  Xaluth  íí1a^:>_;) 
(isJli-     .j,  y  Ornar  b.  abú-1-Farach  ^,j  /r^^) 


Francisco  Pon?. 


(Continuará.) 


Ogjg^* 


ÜM  PÁGINA  DE  LA  HISTORIA 

DE  LA  GUERRA  DE   LA  LVDEPENDENCIA 


Entre  los  muchos  hechos  de  armas 
verificados  en  los  principios  de  la  gue- 
rra de  la  Independencia,  fué  uno  la  de 
fensa  de  El  Escorial  contra  las  tropas 
francesas,  que  se  llevó  á  cabo  en  la  no- 
che del  3  de  Diciembre.de  1808.  Como 
quiera  que  los  historiadores  de  aquella 
gloriosa  lucha  no  dieron  noticia  de  la 
acción  á  que  hacemos  referencia,  cree- 
mos no  exento  de  interés  el  parte 'que 
de  ella  dio  desde  Sevilla,  en  26  de  Ju- 
nio de  1 809 ,  D .  Francisco  Carmona ,  jefe 
que  la  dirigió,  al  Sr.  D.  Martín  de  Ca- 
ray, que  entonces  y  más  adelante  asu- 
mió los  cargos  de  individuo  de  la  Junta 
central  gubernativa  de  España  é  In- 
dias, Intendente  de  Extremadura,  Mi- 
nistro honorario  del  Consejo  de  Guerra 
y  primer  Secretario  general  de  la  Junta. 

El  documento  (1)  es  como  sigue: 

"Excmo  Sr.:  Debiendo  dar  parte  á 
V.  E.,  en  cumplimiento  de  mi  obliga- 
ción ,  de  los  sucesos  ocurridos  en  el  go- 
bierno de  mi  cargo  desde  que  por  ha- 
ber entrado  los  franceses  segunda  vez 
en  Madrid  no  lo  he  podido  verificar, 
ya  por  la  absoluta  falta  de  correspon- 


11)  Forma  parte  de  la  escogida  colección  de  autó- 
grafos, papeles  y  documentos  de  la  pertenencia  de 
ntiestro  consocio  3'  amigo  el  Sr.  Marqués  de  Casa-To- 
rres, á  cuya  amabilidad  se  debe  su  publicación  en 
este  Boletín. 


dencia,  y  ya  porque  después  que  he  es- 
tado en  libertad,  no  he  podido  tener 
los  datos  suficientes  para  ello,  lo  eje- 
cuto ahora,  que  con  la  reunión  de  mi 
Ayudante,  me  he  hecho  con  algunos 
apuntes  y  noticias,  que  conservaba  de 
mi  orden,  por  las  cuales  iré,  en  cuanto 
pueda,  cumpliendo  con  este  deber,  que- 
dando sólo  pendientes  los  asuntos  que 
son  relativos  á  documentos  y  papeles 
que  no  he  podido  traer,  y  que  he  dejado 
guardados  para  en  su  día  dar  á  V.  E. 
cuenta  de  lo  que  contienen. 

"Bajo  este  supuesto  y  omitiendo  ma- 
nifestar á  V.  E.  el  pormenor  de  los 
trabajos  ocurridos  en  mi  gobierno  con 
motivo  de  la  inesperada  llegada  del  ejér- 
cito del  general  San  Juan;  con  haber 
de  disponer  al  mismo  tiempo  de  más 
de  118  familias  francesas  de  las  domi- 
ciliadas allí  por  orden  de  la  Junta  á  la 
ciudad  de  Plasencia  ;  con  tener  que 
proporcionar  víveres  y  otros  auxilios 
á  dichas  tropas,  cuando  el  pueblo  es 
taba  exhausto  de  recursos  por  la  larga 
permanencia  de  las  francesas,  españo- 
las y  últimamente  las  inglesas  al  mando 
del  general  Hope,  que  hacía  pocos  días 
se  habían  ido,  y  con  otra  infinidad  de 
asuntos,  que  ocurrieron  y  exactamente 
se  desempeñaron,  como  el  del  suminis- 
tro de  víveres  á  nuestro  ejército,  dando 
todo  aquel  vecindario,  no  sólo  sus  co- 
midas, sino  cómo  el  Real  Monasterio 
hasta  las  provisiones  con  que  se  ha- 
llaba, paso  á  exponer  á  V  E.  lo  ocu 
rrido  posteriormente. 

„Los  habitantes  del  pueblo ,  lejos  de 
desanimarse  viendo  la  salida  del  ejér- 
cito; pasar  por  allí  continuamente  fa- 
milias prófugas  de  Segovia,  al  señor 
Obispo, monjas,  clérigos,  frailes  y  toda 
clase  de  gentes  de  los  pueblos  inmedia- 
tos, ni  por  saber  con  larga  experien- 
cia lo  que  eran  las  tropas  francesas,  se 
me  presentaron  animosos,  manifestan- 
do sus  deseos  de  resistir  al  enemigo  en 
cuanto  alcanzasen  sus  fuerzas,  y  pi- 
diéndome que  los  comandara. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


161 


„Gon  este  motivo  puse  avanzadas  de 
ellos  en  los  caminos  de  Guadarrama  y 
de  Madrid,  y  el  día  2  y  3  de  Diciembre 
anterior  se  pasó  en  el  sitio  y  villa  sin 
novedad  más  que  el  cuidado  continuo 
que  era  consiguiente  y  recogiendo  3' 
dando  viveres,  y  encaminando  al  ejér- 
cito los  soldados  dispersos  que  llega- 
ban. 

„A1  anochecer  del  mismo  día  3  se 
presentó  D.  José  Manuel  Sandoy ,  te- 
niente de  caballería  de  Voluntarios  de 
España,  que  habiendo  estado  de  avan- 
zada en  una  posición  crítica,  que  no 
le  había  permitido  seguir  el  ejército  á 
su  salida  de  Guadarrama  ,  caminaba  á 
incorporarse  con  él. 

No  bien  se  había  separado  de  mí  este 
oficial,  para  ir  á  alejarse  con  los  24  ca- 
ballos que  traía  en  su  partida ,  cuando 
Francisco  Laviada,  uno  de  los  paisa- 
nos apostados  en  el  camino  de  Madrid, 
se  me  presentó  diciendo:  que  había  de- 
jado en  el  Caño  de  los  Moros,  camiíian- 
do  hacia  el  Sitio ,  de  50  á  60  dragones 
franceses  y  que  él  se  había  venido  por 
trochas  y  atajos  corriendo,  por  dar 
parte. 

„Persuadido  de  su  proximidad,  salí 
inmediatamente  á  la  plaza  con  el  sub- 
teniente D.  Miguel  Josef  de  Quevedo, 
mi  aj^udante,  y  reuniendo  á  los  pocos 
paisanos  que  había  en  ella,  di  orden 
al  alguacil  mayor,  y  al  alcaide  de  la 
real  cárcel,  de  que  incontinenti  fuesen 
llamando  á  los  vecinos  que  andaban 
por  las  calles,  á  los  soldados  dispersos 
que  acababan  de  llegar  y  estaban  en 
las  posadas ,  y  al  sargento  y  soldados 
del  corto  destacamento  de  inválidos  de 
residencia  en  el  Sitio ,  previniéndoles 
los  encaminaran  á  la  Parada,  adonde 
yo  me  dirigía,  y  desde  donde  se  les  des- 
tinaría oportunamente. 

„En  dicho  sitio  tuve  por  convenien- 
te oir  el  parecer  de  mi  ayudante  y  del 
teniente  Sandoy ,  y  resolvimos  salir  al 
encuentro  de  los  enemigos;  colocar  los 
soldados  dispersos  y  los  paisanos  en 


emboscada  tras  de  la  tapia  de  la  Gran- 
jilla,  que  va  al  camino  real  y  desem- 
barca en  la  entrada  de  la  villa,  por 
ser  paraje  desde  donde  podía  hacerse 
fuego  ventajosamente,  tanto  porque 
los  enemigos  eran  cogidos  en  aquel 
callejón,  como  porque  siendo  de  caba- 
llería no  podían  saltarla ,  y  en  caso  de 
que  rompiesen  adelante  y  arrollaran 
nuestra  caballería,  que  se  había  de  co- 
locar á  un  lado  de  la  entrada  del  pue- 
blo, allí  podían  ser  contenidos  por  los 
vecinos,  y  siempre  podría  asegurarse 
una  retirada  en  las  fragosidades  del 
bosque. 

„En  consecuencia,  mandé  á  mi  ayu- 
dante y  á  Sandoy  que  con  dos  soldados 
de  caballería  pasasen  á  reconocer  el 
sitio  y  elegir  las  posiciones  que  se  ha- 
bían de  ocupar,  mientras  yo  iba  habi- 
bilitando  de  municiones  las  gentes  y 
soldados  que  iba  reuniendo  y  les  iría 
mandando. 

„Quedé  ocupado  en  esto,  cuando  los 
citados  oficiales  marcharon;  pero  antes 
de  llegar  al  paraje  elegido ,  y  cuando 
se  acercaban  frente  de  la  villa,  se  en- 
contraron con  la  avanzada  francesa, 
que  hizo  fuego  sobre  ellos,  y  retirán- 
dose los  dos  soldados  ,  Sandoy  y  mi 
a3^udante  se  vieron  en  inminente  peli- 
gro de  ser  muertos  ó  prisioneros ,  por 
hallarse  de  improviso  entre  el  fuego  de 
los  vecinos  de  la  villa ,  que  salieron  á 
la  altura  á  defenderla,  y  el  de  los  ene- 
migos que  atacaban,  de  cuyo  riesgo  se 
libraron  pasando  entre  árboles ,  y  por 
fuera  del  camino,  hacia  el  Sitio,  en  me- 
dio de  las  descargas  que  sin  cesar  se 
hacían. 

„Los  franceses,  no  obstante  la  vigo- 
rosa defensa  y  resistencia  que  allí  ha- 
llaron, se  empeñaron  en  seguir  al  Si- 
tio, y  quedando  su  mayor  fuerza  ata- 
cando la  villa,  se  adelantaron  de  doce 
á  catorce  dragones  á  galope  tendido 
hacia  arriba. 

„  Viendo  esto,  y  sin  más  reflexión  que 
considerar  que  si  no  se  les  contenía, 


162 


boletín 


entrarían  sembrando  la  desolación  y 
la  muerte  sobre  tantas  familias  ino- 
centes como  entonces  andaban  por  las 
calles,  me  arrojé  con  dos  soldados  y 
seis  paisanos,  que  á  la  sazón  estaban 
á  mi  lado,  al  mismo  camino  real  que 
traían,  y  esperándolos  de  cerca,  les  di- 
mos á  tiro  de  pistola  una  descarg-a,  que 
fué  tan  acertada  y  surtió  tanto  efecto, 
que  cayendo  muerto  un  dragón  y  he- 
ridos otros,  según  su  desorden,  se  retí 
raron  aceleradamente,  y  del  todo  des- 
ocuparon el  camino  por  el  fuego  de 
los  vecinos  del  Sitio,  que  se  habían 
echado  fuera  de  él,  y  estaban  en  las 
zanjas  por  no  haber  podido  llegar  al 
paraje  de  su  reunión. 

„Desde  entonces  fué  todo  el  punto  de 
ataque  la  villa,  la  que  su  alcalde,  sus 
vecinos  ,  los  soldados  dispersos  y  los 
moradores  del  Sitio,  que  allí  bajaron  y 
se  reunieron,  defendían  con  el  mayor 
tesón. 

(Concluirá.) 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


UNA  ESCULTURA  Y  UN  CUADRO 
de  la  últ  ma  Exposición  de  Bellas  Artes  de  Madiid. 


;  FRECEMOS  á  nuestros  consocios  la 
reproducción  de  dos  obras  ar- 
tísticas que  llamaron  justamen- 
te la  atención  en  el  certamen  celebrado 
en  Madrid  en  el  presente  año  1895. 

Es  una  de  ellas  la  Estatua  de  don 
Antomo  de  Trueba ,  por  D.  Mariano 
Benlliure,  destinada  al  monumento  que 
en  honor  de  aquel  distinguido  literato 
se  levanta  en  la  capital  de  Vizcaya.  La 
estatua  tiene  tiene  tres  metros  de  al- 
tura. Aparece  la  simpática  figura  de 
Antón  el  de  los  cantares,  sentada  na- 


turalmente en  un  rústico  banco;  y  cau- 
tiva al  espectador  por  lo  sencillo  de  la 
expresión,  la  verdad  en  la  actitud  y  lo 
perfecto  de  la  ejecución,  tanto  de  la 
cabeza  y  manos  como  del  traje.  Si  ya 
con  otras  obras  anteriores  no  hubiera 
hecho  alarde  el  insigne  artista  valen- 
ciano de  su  destreza  y  maestría,  bas- 
taría la  estatua  de  Trueba  para  colocar 
á  su  autor  en  uno  de  los  primeros  lu- 
gares de  nuestra  moderna  escultura  j 
Del  pintor  malagueño  Sr.  Palomo  }'■ 
Anaya  (D.  Antonio),  discípulo  que  fué 
de  los  Sres.  Ferrándiz  y  Muñoz  De- 
grain,  y  ya  premiado  con  mención  ho- 
norífica en  la  Exposición  internacional 
de  1892,  es  la  otra  obra  que  reprodu- 
cimos: la  Muerte  de  la  Virgen,  cuadro 
en  que  su  autor  ha  sabido  elevarse  á 
envidiable  altura  entre  la  moderna  ge- 
neración de  nuestros  artistas.  Mide  el 
cuadro  2,95  metros  de  alto  por  4,95  de 
ancho.  La  solemne  escena  del  tránsito 
de  la  Virgen  está  representada  de  una 
manera  grandiosa.  En  precioso  lecho 
fúnebre,  yace  muerta  la  Madre  deDios, 
perfumado  el  cuerpo  con  preciosos  aro- 
mas y  envuelto  en  un  hermoso  paño 
blanco.  Los  Apóstoles  y  las  santas  mu- 
jeres rodean  en  diversas  y  movidas  ac- 
titudes el  lecho,  que  siembran  de  flo- 
res, esparciendo  también  al  aire  deli 
cados  perfumes.  La  composición  de 
este  cuadro  es  muy  acertada;  correcto 
su  dibujo,  rico  su  color  y  hondo  el  sen- 
timiento: circunstancias  que  avaloran 
notablemente  esta  hermosa  página  de 
nuestra  hoy  harto  decaída  pintura  re- 
ligiosa. 

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D.    ANTONIO    DE    TRUEBA 
Estatua  de  D.  Mariano  Benlliure 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


163 


MISCELÁNEA 


LOS  NUEVOS  JUEGOS  OLÍMPICOS  GRIEfiOS 

Y   LA 

SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


^^L  Congreso  internacional  Atléti- 
}[^  co  reunido  en  París,  en  el  Pala 
cío  de  la  Sorbona,  en  16  de  Ju- 
nio de  1894,  bajo  la  presidencia  del  Se- 
nador Sr.  Barón  de  Courcel ,  decidió  el 
restablecimiento  de  los  célebres  Juegos 
Olímpicos  y  su  primera  celebración  en 
Atenas,  en  el  próximo  año  1896.  Seme- 
jante acuerdo  ha  merecido  en  Grecia 
una  entusiasta  acogida. 

Con  este  motivo  se  ha  constituido  en 
Atenas,  bajo  la  presidencia  de  S.  A.  R. 
el  Príncipe  Real  de  Grecia,  un  Comité 
Heleno  de  los  Juegos  Olímpicos ,  que 
por  conducto  de  su  Secretario  general, 
el  Sr.  Timoleón  J.  Philemon,  ha  tenido 
la  atención,  que  agradecemos,  de  invi 
tar  especialmente  á  la  Sociedad  Espa 
ñola  de  Excursiones  á  los  futuros  y  ya 
restablecidos  Juegos  Olímpicos. 

He  aquí  el  programa  con  arreglo  al 
cual  habrán  de  celebrarse  y  que,  para 
conocimiento  de  nuestros  consocios, 
copiamos  á  continuación: 

F'ROGRArvIA 

DE   LOS   JUEGOS   OLÍMPICOS   DE    1896 

Atenas. 

A.  —  Deportes  atléticos. 

Carreras  á  pie.  — 100  metros,  400 
metros,  800  metros  y  1.500  metros,  en 
llano.  110  metros  con  obstáculos.  Los 
reglamentos  '  .rán  los  de  la  Union  des 


Sociétés  franQaises  de  Sports  Athléti- 
ques. 

Concursos  — Saltos  en  longitud  y  en 
altura  (runniitg  long  et  high  jiimp); 
Salto  á  la  garrocha  (Pole  jump);  Lan- 
zamiento de  pesos  (Ptitting  theweihgt) 
y  del  disco.  —  Los  reglamentos  serán 
los  del  Amateur  Athletic  Association 
de  Inglaterra. 

Carrera  á  pie,  dicha  de  Maratón. 
— Distancia  de  42  kilómetros ,  de  Ma- 
ratón á  Atenas,  para  aspirar  á  la  copa 
ofrecida  por  Mr.  Michel  Bréal,  miem- 
bro del  Instituto  de  Francia. 

(Esta  carrera  terminará  en  el  Esta- 
dio Panatenaico^  restaurado  por  la  mu- 
nificencia del  ciudadano  griego  Jorge 
Averoff. — También  se  verificarán  en 
dicho  Estadio  los  deportes  atléticos  y 
gimnásticos). 

B .  —  Gimnástica . 

Ejercicios  individuales.  —  Cuerda 
lisa. — Ejercicios  diversos  en  la  barra 
fija. — Ejercicios  en  las  anillas. — Para- 
lelas profundas. — Salto  á  caballo. — 
Trabajo  de  pesos. 

Movimientos  de  conjunto.  —  (Las 
Sociedades  no  podrán  presentar  equi- 
pos inferiores  á  10  gimnastas. ) 

C.  —  Esgrima  y  lucha. 

Asaltos  de  florete,  sable  y  espa- 
da.—Aficionados;  profesores  (civiles  }'■ 
militares).— Se  ha  redactado  un  regla- 
mento especial  por  la  Société  d'encou- 
r ágeme nt  d'Éscrime  de  Paris. 

Lucha. — Romana  y  griega. 

D. —  Tiro. 
TiRO.-^Con  arma  de  guerra  y  arma 


164 


boletín 


libre,  á  200  y  300  metros.— Revólver 
de  reglamento,  á  25  metros. — Revól- 
ver libre,  á  30  metros. — Pistola,  á  25 
metros. 

E ,  — Deportes  náuticos . 

Yachting  ( Ante-programa ) .  —  Ca- 
rrera de  Steam-yachts ,  según  regla- 
mento del  Ccrcle  de  la  Voile  de  Paris. 
Distancia,  10  millas. 

Carreras  á  la  vela,  según  reglamen- 
to del  Yacht  Racing  Association  de  In- 
glaterra. 

l.'*^  Barcos  menores  de  3  toneladas 
(Divisible  en  dos  series ,  en  caso  nece- 
sario.) Distancia,  5  millas. 

2.^  Barcos  de  3  á  10  toneladas.  Dis- 
tancia, 10  millas. 

3.3  Barcos  de  10  á  20  toneladas. 
Distancia,  10  millas. 

^.^  Barcos  mayores  de  20  tonela- 
das. Distancia,  10  millas. 

Además  se  reservarán  carreras  es- 
peciales para  los  marinos  y  embarca- 
ciones del  país. 

Remo. — Un  remero,  2.000  metros; 
esquifes. 

Pareja  de  dos  remeros ;  botes  y 
outrigget's. 

Cuatro  remeros;  botes. 

Se  organizará  una  carrera  especial 
para  las  dotaciones  de  las  escuadras. 

Los  reglamentos  serán  los  del  Ro- 
isúing  Club  Italiano. 

Natación.— Velocidad,  100  metros. 
Resistencia  y  velocidad,  500  metros. 
Resistencia,  1.000. 

Juego  de  Water-polo. 

F .  —  Velocipedta . 


sin  entraineurs ;  10.000  metros,  en 
pista;  sin  entraineurs. 

Resistencia.  —  100  kilómetros,  en 
pista,  con  entraineurs. 

Carrera  de  doce  horas,  en  pista, 
con  entraineurs. 

Los  reglamentos  vigentes  serán  los 
de  la  International  Cyclist's  Associa- 
tion. 

G .  — Juegos  atléticos . 

Lawn  tennis. — Sencillo.  Doble. 

Cricket.  —  Los  reglamentos  serán 
los  de  la  All'England  Laiicn  Tennis 
Association  y  del  Alarylebone  Cricket 
Club. 

Firman  este  programa  los  señores  si- 
guientes: N.  Delyanni,  Presidente  del 
Consejo  de  Ministros;.  L.  Deligeorges, 
A.  Zaimis  y  C.  Carapanos,  ex  Minis- 
tros; Coronel  Th.  Mano;  K.  Mavromi 
Chalis,  ex  diputado;  Coronel  N.  Meta 
xas,  Ministro  del  Interior;  Th.Retzinas, 
alcalde  del  Pireo;  G.  Roma,  ex  Vice- 
presidente de  la  Cámara  de  Diputados: 
Al.  Skouzes,  ex  diputado;  Comandante 
A.  Soutzo;  G.  Kozakis-Typaldo,  ex  di- 
putado, individuos  del  Consejo  del  Co- 
mité Heleno;  T.  Philemon,  ex  alcalde 
de  Atenas,  Secretario  general ;C  Mano, 
G.  Melas,  G.  Streit,  A.  Mercati,  Secre- 
tarios. 

Las  fiestas  tendrán  lugar  entre  los 
días  5  y  15  de  Abril  de  1896,  La  Socie- 
dad Española  de  Excursiones  confe- 
rirá gustosamente  su  representación  al 
socio  ó  socios  que  concurran  á  las  fies- 
tas helénicas,  ora  para  tomar  parte  en 
los  Juegos  Olímpicos,  ora  como  simples 
espectadores. 


Velocidad:  2.000  mttro5,-«n  pista, 


BÁCULO  Y  CALZADO 


BOLBTÍN 


DE   LA 


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DIRECTOR : 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretarlo  general  de  la  Sociedad. 


ANO  III 


Madrid   1.°  de  Novierabpe  de   1805 


NUM.  33 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


BÁCULO  Y  CALZADO 

DEL  OBISPO  DE  MONDOSEDO,  DON  PELAIO  (f  1218). 


gíps  indiscutiblemente  uno  de  los 
fc^' .  medios  más  adecuados  que  pue- 
de emplear  la  Sociedad  española 
de  excursionistas  para  conseguir  el  fin 
que  se  propone,  de  llegar  al  conoci- 
miento completo  de  nuestra  patria,  den- 
tro de  los  aspectos  científico,  histórico, 
artístico  y  literario,  el  continuar  pu- 
blicando en  su  Boletín  noticias  de  los 
objetos  arqueológicos  que  figuraron  en 
\?í Exposición  histór ico-europea  por  los 
años  de  1892y  1893;  llenando  en  parte, 
y  poco  á  poco,  el  lamentabilísimo  vacío 
de  un  Catálogo  que  tal  nombre  mere  - 
ciese,  metódico  y  razonado,  de  aquella 
pasajera  reunión  de  buena  porción  de 
la  riqueza  histórico-artística  disemi- 
nada por  toda  la  Península  y  encerrada 
después,  en  su  gran  mayoría,  en  de- 
pendencias poco  ó  nada  accesibles  de 
nuestras  catedrales. 

No  por  lo  que  á  este  último  extremo 
se  refiere,  sino  por  lo  relativo  al  vacío 
del  Catálogo,  tiene  lo  dicho  particular 
aplicación  respecto  <á  los  objetos  min- 
donienses  enviados   á   la  Exposición 


y  que  llevan  los  números  158  y  159 
(Sala  VI)  del  llamado  Catálogo  general; 
pues  la  noticia  que  de  ellos  se  da  allí 
es  tan  sumamente  vaga,  que  con  ser  el 
báculo  el  único  de  su  clase,  género, 
época  y  materia  que  en  la  Exposición 
figuraba,  se  padeció  el  olvido  de  espe- 
cificar que  era  de  cobre  esmaltado  : 
olvido  tanto  menos  disculpable  ni  aun 
comprensible,  cuanto  que  en  el  Catá- 
logo de  los  objetos  de  Galicia  que  yo 
había  publicado  tiempo  antes  de  im- 
primirse el  oficial,  ni  yo  le  había  pa- 
decido, ni  había  dejado  de  advertir  que 
era  el  único  báculo  éneo  traído  por  las 
catedrales  y  coleccionistas  á  la  Expo- 
sición. 

Al  leer  esto  no  ha  de  entenderse  que 
semejante  báculo  sea  un  objeto  arqueo- 
lógico de  gran  rareza.  Lejos  de  eso, 
y  por  de  pronto,  la  iglesia  toledana 
pudo  traer  á  la  Exposición  aquel  de  la 
misma  clase,  materia  y  aun  época  (que 
tiene  hoy  arrinconado  en  un  estante 
alto  del  actual  depósito  de  alhajas  es- 
tablecido en  la  planta  baja  de  la  torre, 
y  que  antes  se  podía  ver  á  todas  horas, 
colocado  en  su  asta ,  en  un  cuarto  de 
al  lado  de  la  sacristía)  del  cual  se  de- 
cía, por  cierto,  que  provenía  de  los  fa- 

21 


166 


boletín 


mosísimos Concilios  celebrados  en  To- 
ledo durante  la  época  visigoda;  en  las 
iglesias,  y  particularmente  en  los  mu- 
seos del  extranjero ,  se  hallan  repeti- 
dos y  variados  ejemplares  de  báculos 
éneos  esmaltados,  con  la  misma  deco- 
ración iconográfica  que  el  usado  por 
el  Obispo  mindoniense  en  el  siglo  XIII. 
En  la  parte  destinada  á  Vajilla  por 
el  muy  ilustre  señor  canónigo  compos- 
telano  D.  Antonio  López  Ferreiro,  en 
sus  Lecciones  de  Arqueología  cristia- 
na (Santiago,  imprenta  del  Semina- 
rio, 1889)  puso  (no  en  la  lección  XLI, 
á  cuyo  final  trata  en  particular  de  los 
báculos,  sino  en  la  XXXVI,  al  ocu- 
parse del  esmalte  y  á  título  de  ejemplo 
de  los  de  campo  excavado)  un  dibujo 
(figura  260)  de  báculo  tan  semejante  al 
de  Mondoñedo,  que  sólo  se  diferencia 
de  él  en  detalles  poco  perceptibles  sin 
hacer  entre  ellos  alguna  detenida  com- 
paración. No  dice  de  dónde  sea,  pero 
yo  puedo  añadir  (y  adviértolo  para 
que  no  se  caiga  en  el  error  de  tomar- 
le por  el  mindoniense)  que  es  repro- 
ducción de  la  viñeta  que  se  halla  en  la 
página  239  del  Abécédaire  ou  rudiment 
d'archeologie  (  Architecture  religieiise) 
de  Mr.  Caumont,  tercera  edición  del 
año  1855,  representando  uno  del  Mu- 
seo de  Amiens,  ó  del  de  Angers. 

De  los  cuatros  báculos  éneos  ex- 
puestos entre  los  esmaltes  del  Museo 
parisiense  del  Louvre,  uno  de  ellos, 
de  fábrica  lemosina,  que  está  incom- 
pleto (núm.  123)  y  procede  de  la  co- 
lección Durand,  ofrece  identidad  de 
asunto  con  el  mindoniense.  De  los  seis 
que  se  han  reunido  en  el  Museo  llama- 
do des  Thermes  et  de  l'hotel  de  Cluny, 
dos  de  ellos  ,  ambos  de  Limoges ,  tie- 
nen gran  semejanza  con  el  de  Mondo- 
ñedo: el  que  lleva  el  núm.  4.545,  clasi- 
ficado como  del  siglo  XIII;  y  el  seña- 
lado con  el  4.547,  hallado  en  las  exca- 
vaciones practicadas  en  Lu^ón  en  1850 
y  asignado  al  siglo  anterior ,  en  el  Ca- 
tálogo publicado  por  el  director  del 


establecimiento,  Mr.  de  Sommerard, 
en  1883.  Y  en  la  sala  157  del  Museo  de 
Amsterdam  me  he  encontrado  otro 
báculo  de  émail  champlevé ,  XIII  sie- 
cle ,  que  tiene,  como  el  mindoniense, 
doble  representación  del  dragón. 

Avalora  al  de  Mondoñedo  la  circuns 
tancia  de  que ,  al  lado  de  una  autenti- 
cidad sobre  que  no  cabe  abrigar  la 
más  ligera  duda ,  tiene  época  perfec- 
tamente conocida ;  pues  hallado  en  un 
sepulcro  episcopal  de  la  iglesia  que 
muy  pocos  años  fué  catedral  en  Riba- 
deo,  sólo  podía  pertenecer  al  Obispo 
D.  Pelayo  de  Cebeyra  (1199-1218), 
que  fué  el  único  Prelado  que  allí  mu- 
rió y  en  aquella  iglesia  catedral  fué  se 
pultado.  Todo  lo  cual  consignó  ya  el 
P.  Flórez  al  ocuparse  de  ese  Obispo 
mindoniense  en  el  tomo  XVIII  de  la 
España  Sagrada. 

Es  de  cobre,  enriquecido  con  tur- 
quesas. El  tubo  que  forma  la  voluta 
está  brillantemente  esmaltado  de  azul 
y  adornado  de  gracioso  follaje  ser- 
peante dorado;  en  cada  una  de  las  mi- 
tades de  la  poma  se  ven  cuatro  lagartos 
enlazados  y  á  lo  largo  del  cubo  otros 
rectos,  con  la  cola  revuelta  en  espiral, 
el  lomo  realzado  de  turquesas,  y  dora- 
dos como  los  otros.  Ocupa  el  centro 
de  la  voluta  el  arcángel  San  Miguel, 
dorado,  de  cabeza  y  extremidades  des- 
proporcionadas y  actitud  severa,  ves- 
tido de  larga  túnica  menudamente  ple- 
gada, y  provisto  de  grandes  alas  fajea- 
das de  azul,  empuñando  con  ainbas 
manos  una  lanza  que  asesta  al  lomo  de 
un  dragón  que  tiene  á  sus  pies,  tam- 
bién dorado,  y  con  no  menores  alas, 
esmaltadas  de  azul  y  rojo;  el  cual,  con 
la  cabeza  de  serpiente  en  que  termina 
el  tubo  que  forma  la  voluta,  constitu- 
yen la  doble  representación  apocalíp- 
tica del  diablo  y  Satanás  (1). 

Yo  no  he  de  aventurarme  á  decir  ni 
una  sola  palabra  sobre  el  lugar  de  la 


(1)    Apoc,  XII,  7y9. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


167 


fabricación  de  este  báculo,  ni  si  es  ni 
deja  de  ser  de  Limoges ;  y  mucho  me- 
nos de  si  es  ó  puede  ser  obra  de  artis- 
tas g-allegos,  así  de  aquellos  que  for- 
maban parte  del  que  el  citado  señor 
López  Ferreiro  (Fueros  de  Santiago, 
cap.  I,  pág.  90)  llama  Colegio  de  artis- 
tas, al  cual  estaban  confiadas  las  obras 
de  la  Catedral  compostelana,  5''a  desde 
los  tiem-pos  del  Obispo  D.  Diego  Peláez 
(1070-1088),  como  de  aquellos  otros 
fabricantes  de  esmalte  que  el  mismo 
señor  (Lecciones  de  Arqueología,  pá- 
gina 314)  dice  que  florecieron  en  San- 
tiago, durante  los  siglos  XII  y  XIII, 
entre  los  que  figuraban  Arias  Pérez, 
Pedro  Peláez,  Pedro  Martínez  y  Fer- 
nán Pérez.  Y  añado  que  nada  he  de 
decir  sobre  ello,  porque  me  encuentro 
completamente  desprovisto  de  los  da- 
tos más  indispensables  para  entrar  en 
deducciones  firmes,  y  á  la  vez  absoluta- 
mente faltoso  del  necesario  valor  para 
formar  opinión  peligrosa ,  desde  que 
hay  que  hacer  afirmaciones  sin  base 
sólida,  cimentadas  solamente  sobre  su- 
posiciones más  ó  menos  atrevidas,  ana- 
logías más  ó  menos  exactas  y  conje- 
turas que  suelen  ser  visiones  forjadas 
por  el  exagerado  patriotismo,  degene- 
rado al  presente  en  mero  regionalismo. 


II 


Tocante  á  los  que,  empleando  una 
locución  genérica,  creo  poder  llamar 
sotulares  del  Obispo  mindoniense  don 
Pelayo ,  tengo  que  empezar  por  decir 
que  son  ejemplares ,  de  suma  rareza, 
de  la  lujosa  indumentaria  del  siglo  de 
San  Fernando;  pues  en  ningún  Museo 
ni  colección,  no  sólo  de  España,  sino 
del  extranjero,  se  encuentra  nada  igual 
ni  aun  parecido,  que  yo  sepa. 

Pertenecen  á  la  clase  de  calzado 
áureo  usado  por  los  clérigos  y  los  ca- 
balleros de  Compostela  ya  á  principios 
del  siglo  XII  y  en  el  siguiente,  y  pro- 
hibido por  Alfonso  X ,  á  los  moros  de 


la  tierra  de  Santiago,  en  1252,  y  tam- 
bién, después,  en  las  Cortes  de  Valla- 
dolid  de  1258,  á  escribanos,  balleste- 
ros ,  falconeros ,  porteros  y  escuderos. 
Y  muy  bien  pueden  tenerse  como  unos 
de  aquellos  sotulares  cosedizos  ó  pun- 
tiagudos, dorados,  con  las  palas  pinta- 
das y  realzados  de  tiras  de  oro  y  plata 
y  otros  adornos ,  cuyo  uso  prohibió  á 
los  clérigos  el  Concilio  de  Lérida  en 
1229  (1);  pues  coincide  perfectamente 
con  estas  circunstancias  el  corte  y  la 
ornamentación  del  calzado  que  usó  el 
Obispo  D.  Pelayo,  cuya  descripción  de- 
tallada hice  en  el  apéndice  V  de  mi  Ca- 
tálogo de  los  objetos  de  Galicia  en  la 
Exposición  histórico-europea. 

Allí  mismo  se  podrá  ver  algo  de  lo 
que  hay  desparramado  por  libros  y  do- 
cumentos acerca  del  calzado  usado  en 
nuestra  Península  durante  la  Edad  Me- 
dia. A  lo  cual  tengo  que  agregar  aho- 
ra algunos  otras  noticias  novísimas, 
dadas  al  público  recientemente  por  el 
que  bien  pudiera  ser  llamado,  ya  que 
no  dueño,  poseedor  de  la  historia  de 
Galicia ;  pues  que  en  su  poder  y  á  su 
disposición  tiene  el  copiosísimo  caudal 
atesorado  en  los  libros,  diplomas  y  pa- 
peles del  Cabildo  compostelano. 

Son  las  contenidas  en  el  Código  (así 
le  llama  el  aludido  Sr.  López  Ferrei- 
ro) dado  por  Alfonso  el  Sabio  en  Sevilla 
á  15  de  Febrero  de  1252,  á  la  tierra  de 
Santiago ,  con  el  nombre  de  posturas 
quejis  con  conseio  et  con  acordó  de  mió 
tio  don  Alfonso  de  Molina  et  de  mios 
hermanos  et  de  toda  mi  Corte  et  de 
los  Obispos  et  de  los  Ricos  Omes  et 
de  los  Caualleros  et  de  las  Ordenes  et 
de  omes  buenos  et  de  otros  omes  que 
se  acercaron  conmigo;  y  que,  en  suma, 
vienen  á  ser  un  verdadero  ordenamien- 
to de  Cortes  (no  incluido  en  los  publi- 
cados por  la  Academia  de  la  Historia), 


(1;  Soliilaribus  consiitUiis  vel  Yostralis  aiirifri- 
cis ,  pictis  palUs  sérico  stiper  ornatis  fibitlis  aut 
corrigis  aurii  vel  argentis  orttatmn  habentibus  ^  ca- 
non XI; , 


168 


BOLETÍN 


el  mismo  dado  á  Sevilla  por  el  propio 
Monarca  cuatro  años  después,  en  27 
de  Febrero  de  1256,  de  que  puso  frag- 
mentos D.  Juan  Sempere  5^  Guarinos 
en  su  Historia  del  liixo  y  de  las  leyes, 
suntuarias  de  España  (Madrid,  1788, 
t.  I,  pág.  87). 

En  unas  de  estRS  posturas  (XXIX), 
y  bajo  el  título  de  que  ningund  home 
non  hastone  pannos ,  se  dispone  que 
trayades  zapatos  dorados  que  non  sean 
fcrpados  {\),y  que  el  sapatero  que  fer- 
pare  el  mipato...  quel  corten  el  pulgar. 
En  otra  (LXV),  que  trata  de  commo 
anden  los  moros  vestidos^  se  manda 
que  non  t rayan...  qapatos  dorados  nin 
blancos.  Y  en  aquella  (XXXIV)  dedi- 
cada particularmente  á  de  como  anden 
los  <;apatos  se  pone  una  tasa  que  bien 
merece  ser  reproducida  aquí  y  dice: 
zapatos  dorados  que  den  vii  pares  por 
huH  maravedí  de  los  líieiores:  et  de  los 
suecos  (que  el  Sr.  Ferreiro  se  adelanta 
á  traducir  por  borceguíes)  ///  pares 
por  i  maravedí  et  qui  mas  quisier  dar 
que  mas  dé:  et  de  los  ¡zapatos  dorados 
de  vmigier  vi  pares  por  i  maravedi  los 
meiores:  et  gapatos  prietos  de  cabrito 
entallados  et  á  cuerda  v  pares  por  i 
maravedi  los  meiores:  et  de  cordouan 
entallados  et  a  cuerda  vi  pares  por  i 
maravedi  los  meiores  (2)  De  cuyas  cla- 
ses, la  de  entallados  et  a  cuerda  no 
figura  en  las  muy  conocidas  tasas  de 
las  Cortes  de  Valladolid  del  año  1351. 

No  he  de  embargar  yo  las  columnas 
del  Boletín  con  aquello  ya  dicho  y  re- 
petido hace  mucho  tiempo,  que  el  cu 
rioso  puede  ver  en  publicaciones  tan 
conocidas  como  El  Arte  en  España  y 
el  Museo  español  de  antigüedades.  A 
lo  que  escribí  en  el  tomo  III  de  la  pri- 
mera, publicado  en  1865  (páginas  419 
y  425),  tratando  de  la  Catedral  de 
Mondoñedo  su  historia  y  descripción, 
sus  pinturas  murales^  accesorios,  mo 


biliario,  bronces  y  orfebrería ,  vestidu- 
ras y  ropas  sagradas;  y  á  lo  que  puse 
en  el  II,  de  la  segunda,  al  ocuparme 
particularmente  de  los  mismos  objetos, 
remito  á  quien  desee  conocer  algo  al 
por  menor  la  historia  de  ellos  y  ver 
detallada  descripción  de  los  mismos. 
Pero  no  he  de  concluir  sin  decir  que  á 
la  historia  de  estos  objetos  mindonien- 
ses  pertenece  aquel  episodio  parla- 
mentario de  la  sesión  del  6  de  Marzo, 
de  las  Cortes  Constituyentes  de  1869 
(páginas  346  á  354  del  Diario  de  se  - 
síonesj,  lo  que,  por  no  haberlo  consig- 
nado en  mis  anteriores  citados  trabajos, 
no  he  de  callarlo  ahora ;  como  tampo  - 
co  que  incautados  esos  objetos  con 
otros  (al  fin  y  al  cabo)  no  obstante  lo 
dicho  en  esa  citada  sesión,  á  vuelta  de 
tales  y  cuales  vicisitudes ,  se  mandó 
que  fuesen  llevados  al  Museo  Arqueo- 
lógico Nacional  por  una  Real  orden, 
que,  como  tantas  otras,  no  recibió  cum- 
plimiento. 

José  ViLLA-AMiL  y  Castro. 

—— warJíJOJJjTi — — 


LA  VIRGEN  CON  EL  NIÑO  EN  LOS  BRAZOS 

(Escultura  en  marfil, 
propiedad  de  la  catedral  de  Toledo.) 


(1)  Con  puntas. 

(2)  López  Ferreiro,  Fueros  municipales  de  San- 
tiago y  de  su  tierra,  t.  I,  pag.  355.— Santiago,  1896. 


I 

Tan  interesante  es  para  el  conoci- 
miento del  arte  cristiano  el  estudio  de 
la  iconografía  mariana,  como  para  la 
ciencia  arqueológica  en  general  el  de 
la  eboraria,  rama  consagrada  á  los 
objetos  labrados  en  marfil.  Aunándose 
en  la  obra  que  nos  proponemos  exa- 
minar aquella  primera  materia  y  el 
tipo  ó  representación  de  la  Madre  de 
Dios,  creemos  conveniente  anteponer 
á  la  descripción  y  juicio  de  la  efigie 
que  motiva  este  estudio,  algunas  noti- 
cias y  consideraciones  acerca  de  la  es- 
cultura en  marfil  y  sobre  las  imágenes 
de  la  Virgen  María,  creadas  por  el  arte 
cristiano  desde  sus  comienzos  hasta 
el  período  que  cierra  la  Edad  Media. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


169 


El  empleo  del  marfil  como  materia 
propia  de  la  escultura  es  tan  antiguo 
como  la  primitiva  civilización  de  la 
humanidad;  y  para  explicarlo  basta- 
rían su  finura,  la  facilidad  de  su  labor, 
la  belleza  de  tonos  que  imprime  al  ob- 
jeto y  el  aprecio  que  sobre  sí  atraía 
una  materia  considerada  como  precio- 
sa y  no  fácil  de  adquirir.  Usáronlo  los 
egipcios,  y  de  ello  hay  pruebas  feha- 
cientes. El  Museo  del  Louvre  posee, 
entre  los  más  notables  objetos  de  sus 
salas  egipcias,  una  almohada  de  marfil 
que  en  su  base  ostenta  la  leyenda  je- 
roglífica de  Nepherkeres ,  rey  de  la 
quinta  dinastía. 

Los  pueblos  orientales  y  los  euro- 
peos emplearon  el  marfil  con  profu- 
sión. Griegos  y  romanos  aplicáronle 
repetidamente,  tanto  á  la  estatuaria 
como  al  relieve,  y  á  este  propósito  nos 
bastará  recordar  las  estatuas  llamadas 
criselefantinas  (hechas  de  oro  y  mar- 
fil), y  los  dípticos  consulares,  varios  de 
los  cuales  aún  se  conservan. 

Mayor  estima  y  uso  hizo  aún  del 
marfil  el  arte  cristiano  en  sus  diferen- 
tes y  distintas  fases.  Si  la  escultura  la- 
tina sigue  de  más  ó  menos  cerca  las 
huellas  de  la  romana  clásica,  la  bizan- 
tina rompe  los  trillados  moldes,  adop 
tando  nuevos  caracteres  y  formas  me- 
nos acordes  con  el  realismo  y  con  el 
estudio  del  natural,  bien  que  más  con- 
formes, en  cambio,  con  el  idealismo 
cristiano  y  con  la  general  reforma  que 
en  el  campo  de  las  artes  tendía  á  in- 
troducir y  á  consolidar  durante  varios 
siglos  la  nueva  y  verdadera  religión, 
impuesta  ya   en  Oriente  y  Occidente. 

El  olvido  de  las  tradiciones  clásicas, 
la  ruina  del  Imperio  de  Occidente  y 
otras  causas  harto  complejas,  entre  las 
que  fué  una  la  herejía  iconoclasta,  que 
dirigió  hacia  el  centro  y  el  oeste  de 
Europa  una  falange  de  artistas  grie- 
gos,promovieron,  principalmente  des- 
de los  siglos  VIII  y  IX,  la  difusión 
del  bizantinismo ,  y  con  ella  la  afición 


creciente  hacia  la  labor  de  obras  en 
marfil.  En  Alemania,  en  Italia,  en  la 
Francia  merovingia  y  carlovingia  y 
en  la  España  visigoda,  cultivóse  la 
eboraria  artística,  haciéndose  imáge- 
nes, dípticos,  arquetas  esculpidas,  ta- 
pas ó  encuademaciones  y  aun  carros 
de  marfil,  como  el  suntuoso  desde  el 
cual  peleó,  según  la  tradición,  el  últi- 
mo Rey  godo,  en  la  funesta  batalla  que 
le  privó  de  corona  y  vida. 

Desde  el  siglo  XI  hasta  el  XV  es  la 
gran  época  de  la  escultura  en  marfil, 
extensamente  cultivada  por  árabes  y 
cristianos.  Aquéllos  y  sus  descendien- 
tes los  mudejares  esculpen  bellísimas 
arquetas  exornadas  con  leyendas  y 
labor  de  ataurique.  La  eboraria  cris- 
tiana alcanza  ancho  campo  de  acción, 
Lábranse  dípticos  y  trípticos  en  que 
con  maravillosa  finura  á  veces ,  se  re- 
presentan escenas  del  Antiguo  Testa- 
mento ó  de  la  vida  de  Jesucristo;  reli- 
carios, arquetas  y  cofrecillos  profusa 
y  variamente  adornados;  imágenes  del 
Crucificado  y  de  la  Santísima  Virgen; 
bocinas,  báculos  episcopales,  marcos 
de  espejo,  grupillos  escultóricos,  pei- 
nes, cucharas,  y,  en  suma,  cuantos 
objetos  de  uso  más  ó  menos  común 
eran  susceptibles  de  entallarse  en 
aquella  preciosa  materia,  tan  apropia- 
da para  la  pequeña  escultura. 

Cierto  que  en  los  últimos  cinco  si- 
glos de  la  Edad  Media  los  caracteres 
artísticos  no  son  los  mismos,  antes  va- 
rían considerablemente,  y  la  escultura 
en  marfil  no  podía  escapar  á  esta  ky 
general.  Un  arqueólogo  moderno  mar- 
ca á  este  propósito  tres  fases  ó  perío- 
dos dentro  de  la  Edad  Media;  el  de  la 
infancia,  que  abarca  hasta  el  siglo  XII 
inclusive;  el  de  completo  desarrollo, 
durante  los  siglos  XIII  y  XIV,  y  el  de 
decadencia,  en  el  siglo  XV.  La  clasifi 
cación  es  exacta;  pero  no  debe  tomar- 
se tan  á  la  letra  que  se  pretenda  no 
existir  obras  muy  bellas  de  aquel  gé- 
nero, comenzada  ya  la  XV  centuria. 


17Ó 


BOLETÍN 


En  los  interesantes  ejemplares  existen- 
tes en  los  Museos  del  Louvre  y  de  Clu- 
ny,  en  París,  y  en  el  nuestro  Arqueo- 
lógico Nacional  de  Madrid,  pueden 
apreciarse  y  estudiarse  las  condicio- 
nes y  diferencias  que  caracterizan 
aquellos  diversos  períodos,  al  último 
de  los  cuales  puso  fin  y  remate  el  Re- 
nacimiento, que  aunque  cultivó  tam- 
bién la  escultura  en  marfil,  la  empe- 
queñeció en  realidad,  despojándola  de 
su  especial  sello  y  de  su  verdadera  im- 
portancia (1). 


TI 


La  tradición  y  el  recuerdo  venidos 
de  Judea  á  las  comarcas  de  Occidente 
influyeron  notoriamente  en  las  repre- 
sentaciones atribuidas  á  la  Virgen  por 
los  primitivos  artistas  cristianos.  Las 
más  venerables  por  su  remota  antigüe- 
dad hállanse  en  las  Catacumbas,  y,  se- 
gún Rossi,  pasan  de  veinte  las  escenas 
pictóricas  en  que  la  Virgen  constituye 
la  figura  principal.  En  conformidad 
con  la  edad  y  el  aspecto,  no  de  aquella 
tierna  doncella   desposada  con  José, 


(1)  El  Sr.  Assas,  á  quien  nos  hemos  referido  en  el 
texto,  enumera  los  objetos  de  marfil  que  posee  el 
Museo  Arqueológico  Nacional.  Entre  otros  figuran 
los  siguientes: 

Siglo  X/.  — Crucifijo  labrado  para  los  Reyes  de 
León  y  Castilla  D.  Fernando  I  y  Doña  Sancha. 

Siglo  XII.-  Arqueta  con  figuras  grabadas;  18  cen- 
tímetros de  altura  por  16  de  longitud. 

Siglo  A'/K- Arqueta  de  madera  con  esculturas  de 
marfil,  que  representan  pasajes  de  ia  vida  de  San 
Jorge,  en  el  cuerpo  de  la  caja,  y  asuntos  del  Antiguo 
Testamento  en  la  tapa. 

Hoja  de  díptico,  dividida  en  dos  partes,  con  esce- 
nas de  la  vida  de  Cristo. 

Díptico  con  escenas  de  la  Sagrada  Pasión. 

Sí'g/o  XF".— Estatua  de  la  Virgen  en  pie,  con  el 
Niño  en  los  bi'azos  (15  centímetros  de  base  por  39  de 
altura.) 

Hoja  de  díptico,  representando  la  Adoración  de  los 
Santos  Reyes  (11  centímetros  de  altura.) 

Dos  figuritas,  detalle  de  ornamentación. 

Grupo  con  figuras  decorativas. 

Otro  grupo  representando  animales,  adorno  de 
arqueta  ó  mueble. 

Cuchara  con  seis  cocodrilos  esculpidos  en  el  man- 
go (  25  centímetros  de  longitud  ) 

{Objetos  artísticos  de  marfil  que  se  conservan  en 
el  Museo  Arqueológico  Nacional,  etc.,  por  D.  Ma- 
nuel de  Assas.  Musco  español  de  antigüedades, 
tomo  VII,  pág.  114.) 


sino  de  la  Madre  del  Dios  ya  muerto 
por  amor  del  género  humano,  de  aque- 
lla á  quien  conocieron  y  veneraron  los 
Apóstoles  y  los  primeros  fieles  de  la 
grey  cristiana,  aparece  generalmen- 
te la  Virgen  representada  como  una 
grave  matrona  sentada,  que  suele  lle- 
var á  su  divino  Hijo  en  los  brazos  ó 
sobre  las  rodillas.  La  figura  joven  y 
graciosa  de  la  Virgen  es  una  excepción 
en  los  primeros  siglos  del  Cristianis- 
mo; esto  ocurrió  más  adelante,  princi- 
palmente desde  las  tres  últimas  centu- 
rias de  la  Edad  Media  en  lo  sucesivo. 
Obsérvese  aquí  que  lo  contrario  acae- 
ció con  Jesucristo ,  á  quien  se  repre- 
sentaba en  un  principio  apenas  en  la 
edad  de  la  pubertad  y  casi  en  la  de  la 
infancia,  figurándosele  después  como 
hombre  llegado  á  la  edad  madura. 

Como  no  puede  menos  de  suceder, 
en  estas  efigies  primitivas  refléjase  aún 
el  naturalismo  clásico  y  se  adivina  sin 
dificultad  la  cercana  fuente  en  que  para 
la  reproducción  de  la  humana  forma 
bebieron  los  artistas  romano-cristia- 
nos. 

La  metamorfosis  operada  en  el  arte 
clásico  déjase  observar  bien  pronto  en 
la  iconografía  de  la  Virgen,  á  medida 
que  se  suceden  los  siglos.  Durante  el 
período  llamado  latino,  el  tipo  corróm- 
pese y  se  transforma.  La  sencillez  y 
naturalidad  de  la  época  clásica  con- 
viértense  en  incorrección  y  dureza  en 
los  miembros  y  facciones.  El  rostro 
prolongado,  el  luengo  y  rígido  cuerpo, 
las  facciones  inexpresivas  que  se  atri- 
buyen entonces  á  la  Virgen  marcan 
bien  la  decadencia  apoderada  del  arte. 
El  escultor  y  el  pintor  quieren  contra- 
rrestar su  escasa  destreza  cubriendo 
los  vestidos  con  piedras  preciosas,  lujo 
de  detalles  y  recargados  adornos  que 
anuncian  el  predominio  del  gusto  orien- 
tal. Pero  la  posición  ó  actitud  seguía 
siendo  la  misma,  con  ligeras  variantes, 
que  la  preferentemente  adoptada  en  el 
anterior  período  histórico. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


171 


El  arte  bizantino^  que  al  lado  del  la- 
tino y  con  más  pomposos  éxitos  que 
éste,  vio  extenderse  su  crédito  y  sus 
influencias,  creó  ó  acentuó  ciertos  ti- 
pos de  la  Virgen  que,  repetidos  hasta 
lo  infinito,  se  sucedieron  durante  siglos 
en  Oriente  y  Occidente.  La  Virgen  se- 
dente, con  ó  sin  Jesús  en  los  brazos  ó 
sobre  las  rodillas,  sigue  en  boga;  pero 
la  delgadez  y  alargamiento  de  formas 
y  proporciones  son  más  extremadas, 
la  actitud  más  rígida  y  hierática,  los 
accesorios  y  vestiduras  más  cuidados 
y  lujosos  aún  que  entre  los  artistas  lati- 
nos. También  representaron  con  gran 
frecuencia  los  bizantinos  á  la  Virgen 
orante,  con  las  manos  y  brazos  le- 
vantados, en  actitud  verdaderamente 
oriental. 

Entre  nosotros,  los  moldes  propios 
de  la  escultura  latino-bizantina  perma- 
necieron desde  el  período  visigodo,  y 
durante  los  llamados  latino  y  románi- 
co, hasta  bien  entrado  el  siglo  XIIL 
Un  estudio  comparativo  de  las  imáge- 
nes y  relieves  marianos  que  en  nuestra 
patria  se  conservan  de  esta  larga  épo- 
ca, sería  muy  conveniente  y  aprove- 
chado para  el  conocimiento  del  arte 
cristiano.  Recordemos  solamente,  en  su 
cualidad  de  muy  conocida,  la  Virgen 
con  el  Niño  en  los  brazos,  que  fué  del 
monasterio  de  Sahagún  y  hoy  se  con- 
serva en  el  Museo  arqueológico  na- 
cional. Por  la  doble  filiación  y  tenden- 
cia que  en  ella  se  observa,  es  á  la  vez 
latina  y  bizantina.  Por  la  incorrección 
de  su  dibujo,  lo  prolongado  de  sus  for- 
mas, el  arcaísmo  de  los  pliegues  y 
vestiduras  y  lo  característico  de  cier- 
tos d.^talles,  tales  como  las  coronas  que 
ostentan  ambas  figuras  y  el  libro  que 
sostiene  el  Niño,  puede  considerarse 
este  relieve,  que  se  remonta  al  siglo  XI 
ó  principios  del  XII,  como  una  de  las 
más  características  obras  del  período 
é  índole  que  nos  vienen  ocupando. 

En  los  siglos  XII  y  XIII  fueron  es- 
pecialmente frecuentes  (aunque  tam- 


bién se  fabricaron  en  siglos  posterio- 
res) ciertas  imágenes  de  la  Virgen, lla- 
madas aby lentes,  porque,  en  efecto,  se 
abren  á  manera  de  díptico  ó  tríptico, 
conteniendo  en  su  interior,  ora  algu- 
na decoración  esculpida,  ora,  más  fre- 
cuentemente, alguna  piadosa  reliquia. 

Como  por  lo  general  ocurre  con  las 
demás  ramas  del  arte  cristiano,  cuan- 
do las  representaciones  de  la  Virgen 
alcanzan  el  más  supremo  grado  de  esa 
belleza  ideal  que,  sin  desdeñar  el  estu- 
dio y  la  reproducción  de  la  forma  hu- 
mana, cifra  su  verdad  y  su  mérito  en 
la  compenetración  con  el  sentimiento 
espiritualista  propio  del  Cristianismo, 
es  durante  el  último  período  de  la  Edad 
Media,  en  lo  que  se  relaciona  con  la 
esfera  del  arte  tan  impropiamente  lla- 
mado gótico. 

Por  lo  mismo  que  la  arquitectura  oji- 
val es  un  arte  nuevo  y  libre  que  sacu- 
de lejos  de  sí  las  obligadas  trabas  pro- 
pias del  románico  y  el  bizantino,  la  es- 
cultura de  la  época  no  va  en  zaga  á  la 
arquitectura  en  ese  gran  movimiento 
entusiasta  y  progresivo  hacia  la  posi- 
ble perfección,  dentro  del  arte  religio- 
so. En  las  estatuas  y  relieves  de  la  Vir- 
gen nótase  este  cambio  de  frente  ope- 
rado desde  el  siglo  XIII.  El  artista  com- 
plácese en  libertarla  de  ese  hieratismo 
y  envaramiento  excesivos  que  predomi- 
naban en  las  centurias  anteriores.  Re- 
preséntala generalmente  de  pie,  dótale 
de  mayor  naturalidad  en  las  actitu- 
des y  flexibilidad  en  los  movimientos. 
Estos  simulacros  de  la  Virgen,  por  lo 
común  con  el  Niño  en  los  brazos,  bro- 
tados en  los  siglos  XIV  y  XV  al  calor 
de  la  inspiración  artística  cristiana  y 
del  culto  poético  y  amable  de  la  Madre 
de  Dios,  suelen  ser  obras  más  que  apre- 
ciables,  y  á  las  veces  del  más  alto  inte- 
rés para  el  arqueólogo.  Juntamente 
con  este  tipo,  no  es  raro  encontrar  du- 
rante el  período  gótico  el  de  la  Virgen 
sentada  y  aun  de  rodillas  ante  su  divi- 
no Hijo;  actitudes  aprovechadas  para 


172 


boletín 


el  cuadro  y  para  el  relieve,  principal- 
mente en  aquellas  escenas  en  que,  como 
en  el  Nacimiento,  la  Adoración  de  los 
Reyes  y  de  los  Pastores,  la  fig-ura  de 
la  Virgen  Madre  es  más  episódica  que 
principal. 

Ese  arte  escultórico  de  los  siglos  XIV 
y  XV,  tan  variado,  tan  libre,  tan  inge- 
nuo y  espontáneo  las  más  de  las  veces, 
aventaja,  en  lo  que  respecta  á  la  repre- 
sentación plástica  de  la  Virgen,  al  del 
Renacimiento,  no  obstante  sus  perfec- 
ciones y  mag-nificencias,  que  no  es  po- 
sible negar.  En  tanto  que  la  plácida 
sonrisa  ó  la  vaga  expresión  de  dolor 
que  iluminan  el  semblante  de  una  Vir- 
gen gótica  dan  idea  de  algo  sobrena- 
tural, más  que  humano  y  no  sentido 
por  los  demás  mortales,  las  estudiadas 
actitudes,  la  sabia  ejecución  y  el  natu- 
ralismo que  campea  en  análogas  efi- 
gies de  los  siglos  XVI  y  XVII  (por  no 
mentar  las  de  época  más  moderna), 
traen  á  nuestra  mente  recuerdos  y  se- 
mejanzas de  placeres  y  dolores  más 
parecidos  á  los  nuestros,  más  comunes 
á  la  generalidad,  con  detrimento  en 
muchos  casos  del  efecto  y  del  senti- 
miento verdaderamente  religioso. 


III 


A  ese  tipo  gótico  á  que  poco  ha  ha- 
cíamos referencia,  corresponde  la  ebúr- 
nea efigie  que  va  á  ocupar  nuestra 
atención,  y  que,  fielmente  reproduci- 
da, acompaña  á  estas  páginas.  Propie- 
dad del  Cabildo  catedral  de  Toledo  (1) 
figuró  en  la  Exposición  histórico -euro 
pea  de  Madrid,  donde  pudimos  exami- 
narla. El  Catálogo  de  aquel  certamen 
sólo  decía  acerca  de  dicha  obra  lo  si- 
guíente: 

"Una  Virgen  de  marfil,  gótica,  de 
65  centímetros  de  altura,  teniendo  en 
sus  brazos  al  Niño  Jesús,  y  coronada 


con  la  diadema  flordelisada,  tan  común 
en  el  siglo  XV,  á  que  pertenece„  (1). 

Ampliemos  esta  descripción,  cuya 
sobriedad  es  excesiva.  La  Virgen  apa- 
rece de  pie,  algo  inclinada  hacia  atrás 
en  gracioso  movimiento,  que  imprimió 
el  artista  aprovechando  la  natural  cur- 
vatura del  colmillo  que  le  servía  de 
materia  laborable.  Cubre  la  rizada  ca- 
bellera de  la  Virgen  sutil  manto  ,  gra 
ciosamente  plegado,  sobre  el  cual  asien- 
ta la  floreada  corona,  cuya  mitad  iz- 
quierda se  halla  rota. 

Ciñe  el  cuerpo,  bajando  hasta  los 
pies,  una  túnica  en  parte  cubierta  por 
un  manto  recogido  por  delante  en  airo- 
sos pliegues.  En  lo  alto  de  la  túnica, 
bajo  el  cuello  de  la  Virgen,  vese  la 
inscripción  AVE  MAR  (principio  de 
la  salutación  angélica)  en  letras  góti- 
cas mayúsculas. 

Con  el  brazo  y  mano  izquierdos  sos- 
tiene la  Virgen  á"  Jesús  niño,  y  con  la 
diestra  ofrécele  una  flor,  como  en  infan- 
til presente.  El  Niño,  por  su  parte,  ase 
con  la  manita  derecha  la  toca  ó  velo 
de  su  Madre,  por  detrás  de  la  cabeza 
de  ésta.  En  la  espalda  de  la  efigie  abre 
se  un  gran  hueco  ó  espacio  rectangu- 
lar, sin  tapa  ni  guarnición  adosada, 
que  debió  de  contener  tiempo  atrás  al- 
guna reliquia. 

Tales  son  los  rasgos  principales  que 
ofrece  esta  imagen ,  muy  notable  por 
cierto  entre  sus  congéneres  y  entre  las 
obras  de  eboraria  artística  de  la  Edad 
Media.  Algunas  particularidades  ofre- 
ce además,  en  que  es  conveniente  nos 
fijemos.  Según  práctica  frecuente  en 
los  tiempos  medios,  y  también  en  los 
antiguos,  el  trabajo  del  escultor  vese  ó 
más  bien  vióse  aquí  realzado  con  el 
del  pintor  ó  iluminador.  El  cabello  de 
la  Virgen  conserva  restos  del  dorado 
con  que  se  quiso  imitar  el  color  rubio. 
En  el  interior  de  la  corona,  en  los  ves- 
tidos y  también  en  las  caras  de  la  Vir- 


il) Consérvase,  juntamente  con  multitud  de  riquí- 
simas alhajas  y  obras  artísticas,  en  la  antigua  capi- 
lla de  San  Juan,  de  la  dicha  Catedral  de  Toledo. 


( 1 )    Catálogo  general,  sala  V,  núm.  8. 


\ 


LA  VIRGEN  CON  EL  NIÑO  EN  LOS  BHAZOS 
Escultura  en  marfil,  propiedad  de  la  Catedral  de  Toledo 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


173 


gen  y  del  Niño,  nótanse  muchas  hue- 
llas de  la  pintura ,  principalmente  roja, 
que  les  prestara  ma5^or  brillantez  y  vi- 
sualidad. 

La  excelente  conservación  de  la  efi- 
gie permite  apreciar  de  lleno  sus  rele- 
vantes dotes  artísticas.  El  escultor  qui- 
so hacer  gala  en  esta  obra  de  exquisi- 
to gusto  y  delicadeza  de  cincel.  Anima 
la  cara  de  la  Virgen  una  graciosa  son- 
risa é  inefable  expresión  de  bondad; 
los  rasgos  fisonómicos  son  finos ,  co  - 
rrectos,  y  aun  pudiéramos  decir  aris- 
tocráticos. Bellísimos  son  los  partidos 
de  paños,  y  hechos  con  un  esmero  y 
prolijidad  que  en  nada  perjudican  al 
grandioso  efecto  estético  del  conjunto. 
La  esbeltez  de  la  imagen,  evidentemen- 
te excesiva  si  se  la  contempla  á  la  luz 
del  canon  realista  y  naturalista,  com- 
pone muy  bien  aplicada  á  este  trozo  de 
marfil  que  parece  animado  por  un  so- 
plo de  la  belleza  ideal. 

Muy  inferior  se  mostró  el  artista  al 
esculpir  el  Niño,  que  en  este  grupo 
sólo  tiene  un  valor  secundario.  Pres- 
cindiendo de  la  desproporcionada  pe- 
quenez de  la  figura  y  de  lo  diminuto 
de  la  cabeza,  en  la  factura  de  la  cara, 
de  los  cabellos,  de  la  túnica  y  del  pie 
que  sobresale,  descúbrese  menos  arte, 
hállanse  mayores  incorrecciones  y  aun 
antojase  cierto  carácter  vulgar  que  se 
compadece  mal  con  la  figura  delicada 
de  la  Virgen. 

IV 

¿Cuándo  y  dónde  se  labró  esta  efigie? 
¿Cuándo  y  por  qué  vino  á  acrecentar 
el  tesoro  artístico  de  la  Catedral  de 
Toledo?  Faltan  noticias  sobre  unos  y 
otros  extremos,  que  deberemos  tratar, 
por  tanto,  guiados  tan  sólo  por  deduc- 
ciones y  conjeturas. 

Atendiendo  á  sus  caracteres  artísti- 
cos, parécenos  la  imagen,  más  bien 
que  del  siglo  XV,  como  reza  el  Ca- 
tálogo de  la  Exposición  retrospectiva, 
de  la  segunda  mitad  del  XIV.  El  si- 


glo XIV  es  el  de  oro  de  la  escultura  en 
marfil;  en  él  alcanzó  el  arte  de  la  ebo- 
raria una  perfección  técnica  y  una 
elegancia  tal,  como  nunca  obtuvo  en  lo 
sucesivo,  siendo  más  bien  aquel  perío- 
do culminante  el  punto  á  partir  del 
cual  se  inició  la  decadencia.  La  obra 
que  examinamos  conviene  más  bien 
con  un  período  de  gran  florecimiento 
que  con  otro  ya  decadente;  y  aun  pare- 
cen percibirse  en  la  cara  de  la  Virgen, 
y  en  la  del  Niño,  ciertos  signos  y  hue- 
llas de  atenuado  arcaísmo  que  no  des- 
dice de  los  primores  que  trazó  el  cincel 
en  la  delicada  materia  sobre  que  se 
ejercitaba. 

Vese  usada,  tanto  en  el  siglo  XIV 
como  en  el  XV,  la  forma  de  corona 
que  aparece  en  la  imagen.  No  hay,  para 
cerciorarse  de  ello,  sino  contemplar 
los  sellos  mayestáticos  de  Alfonso  XI, 
Enrique  I]  y  Juan  I  de  Castilla,  y  las 
monedas  de  los  Juanes  I  y  II  y  de  los 
Enriques  II,  III  y  IV. 

La  corta  inscripción  trazada  en  la 
estatuíta  ayuda  también  á  inquirir  la 
fecha  en  que  se  labró.  Las  letras  son 
mayúsculas,  del  carácter  monacal  muy 
usado  en  la  segunda  mitad  del  si- 
glo XIV  y  en  el  transcurso  del  XV. 

Cuanto  á  la  procedencia,  no  creemos 
sea  éste  un  trabajo  español ;  parécenos 
francés,  y  aun  labrado  en  el  Norte  de 
Francia,  donde  en  los  siglos  XIII y XÍV 
florecía  una  notable  escuela  de  artis- 
tas en  marfil,  y  donde  debe  buscarse  la 
cuna  y  el  asiento  del  puro  arte  del  perío- 
do ojival  en  todas  sus  manifestaciones. 
Procediendo  además  por  compara- 
ción, dos  obras  del  mismo  género,  evi- 
dentemente francesas,  conocemos,  con 
las  cuales  la  de  la  Catedral  de  Toledo 
tiene  estrecho  parentesco.  Es  una  de 
ellas  una  estatuíta  de  marfil  que  figuró 
en  la  inolvidable  Exposición  histórica 
de  Madrid  (Sala  IV).  Inferior  en  arte 
y  bastante  más  pequeña  que  la  de  To- 
ledo, es,  en  nuestra  opinión,  algo  más 
antigua.   La  efigie  adopta   la  misma 


174 


BOLETÍN 


graciosa  postura  ó  inclinación  hacia 
atrás ;  la  faz  sonríe  ligeramente  y  los 
paños  están  tratados  con  inteligencia. 
Sobre  el  manto  ó  toca  ostenta  la  Virgen 
una  especie  de  diadema  ó  corona  lisa, 
de  forma  rudimentaria.  Conla  mano  de- 
recha sostenía  ó  presentaba  un  objeto, 
hoy  desaparecido, y  sóbrela  izquierda 
y  el  correspondiente  brazo  soporta  al 
niño  Jesús,  quien,  en  vez  de  extender  el 
brazo  derecho  para  coger  el  manto  de 
la  Virgen,  lo  tiene  recogido  sobre  el 
pecho.  Faltan  á  esta  imagen  casi  todo 
el  brazo  derecho  y  los  pies,  y  al  Niño 
la  cabeza  y  parte  del  brazo  izquierdo. 
Aunque  semejantes  mutilaciones  no 
quitaran  á  esta  pequeña  estatua  parte 
de  su  importancia,  sus  condiciones  ar- 
tísticas la  colocan  á  gran  distancia  y 
en  mu}^  inferior  categoría  con  relación 
á  la  efigie  toledana. 

Mucha  mayor  analogía  ofrece  con 
ésta,  otra  que  se  conserva  en  el  Museo 
del  Louvre ;  hasta  tal  punto  se  observa 
la  semejanza  entre  ambas,  que  no  pa- 
rece sino  que  fueron  debidas  á  una 
misma  mano.  Cuando  esto  no  ocurriera , 
el  arte,  la  escuela,  la  filiación  de  una 
y  otra  son  idénticos. 

La  posición  de  la  efigie  de  París  es 
absolutamente  la  misma,  sin  que  en  los 
detalles  dejen  de  observarse  algunas 
diferencias.  La  expresión  del  rostro  es 
aún  más  abierta  y  sonriente,  los  ojos 
más  rasgados  y  las  facciones  más  co- 
rrectas. La  corona  es  más  rica  y  com- 
plicada en  sus  adornos.  Sobre  la  túni- 
ca de  la  imagen  vese  un  cinturón.  La 
Virgen  ofrece ,  no  una  flor ,  sino  una 
manzana  al  Niño,  que  aventaja  en  sus 
buenas  proporciones  y  en  su  factura 
al  del  grupo  de  nuestra  Iglesia  prima 
da.  Exornan  el  pequeño  pedestal  sobre 
que  se  yergue  la  imagen,  menudas  la- 
bores repetidas,  mu}'-  características 
del  siglo  XIV,  en  lo  que  también  se 
nota  diferencia  con  la  nuestra,  cuyo 
pedestal  es  liso.  Por  lo  demás,  la  dis- 
posición del  grupo,  lo  gracioso  del  mo- 


vimiento, la  esbeltez  y  elegancia  de  las 
figuras,  el  gusto  y  la  destreza  con  que 
están  plegados  y  trabajados  los  paños, 
todo  lo  que  el  artista  quiso  hacer  re- 
saltar como  principal,  es  gemelo  en  am- 
bas obras.  La  estatua  de  París  es  tra- 
bajo muy  notable  é  importante ,  hasta 
el  punto  de  que  un  experto  crítico  mo- 
derno (1)  la  considera  como  una  de  las 
dos  mejores  obras  en  marfil  propias  de 
la  Edad  Media,  entre  las  conservadas 
en  el  Louvre,  y  como  obra  maestra  de 
la  escuela  parisiense  de  escultura.  Pero 
aunque  aventaje  desde  ciertos  puntos 
de  vista  á  la  casi  ignorada  efigie  tole- 
dana ,  no  es  pequeña  gloria  para  ésta 
poder  arrostrar  sin  grave  riesgo  el 
parangón  con  su  tan  ponderada  com- 
pañera. 

La  imagen  es,  pues,  probablemente, 
obra  francesa  y  parisiense.  El  cómo, 
cuándo  y  por  qué  vino  á  poder  del 
Cabildo  toledano,  es  punto  más  obscu- 
ro y  que  no  reviste  verdadera  impor- 
tancia. En  la  Catedral  primada  ignó- 
rase su  historia  y  procedencia;  pero 
débase  su  posesión  por  aquella  Iglesia 
á  la  piedad  de  algún  Prelado  ó  á  la 
devoción  de  algún  Monarca,  Reina  ó 
personaje,  en  cualquiera  de  estos  casos 
queda  como  cosa  cierta  y  principal  la 
belleza  y  el  interés  arqueológico  que 
encierra  este  simulacro  de  la  Madre  de 
Dios,  hermoso  producto  de  la  inspira- 
ción y  del  arte  religioso  de  la  Edad 
Media. 

El  Vizconde  de  Palazuelos. 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


fContitittaa'ón.J 

XLI 

Venta  de  una  yugada  de  tierra  labrantía 
sita  en  Olías  la  Mayor,  otorgada  por  Doña 
Mi-Sol  (Xamsí),  la  que  fué  esposa  de  Miguel 


(1)    Gonsc,  L'Ait  Got/tiqíu;  páginas  450  y  451. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


175 


Ad-Dení  (de  Denia),  y  sus  dos  hijos  Juan  y 
Alfonso,  á  favor  de  D.  Domingo  b.  Jalaf, 
por  precio  de  14  mizcales  de  oro  alfonsí.  Há- 
llase la  tierra  objeto  de  este  contrato  en  el 
octavo  I  de  Aben  Abde-s-salam,  y  la  adqui- 
rieron los  vendedores  por  herencia  de  este 
último,  que  fué  abuelo  de  Miguel  Ad-Dení. 


íXz 


yi         ¿.Ai^O         ^,_j)         ^   )^^^) 


^_i^    f^     V ^-"-^     ijri     o^^'^-'     iJJ-'     "^J^ 

•^!í  ^3j  J-r*  j-¿Mj  ^i\j^  l^xA  ^. 


(...  j 


Wt 


Fecha  en  Noviembre  {ji~>y)  de  la  Era 
1214. 

Suscripciones:  Julián  Pethres  hijo  de  Is- 

mail,  testigo  J-^-l  ^j!  ^j-j-^^  j'-c-'W.) 
(j.sl¿.;  Sebastián b.  Abdalahb...  ¿.^x^^j) 
(...  J5|  J.^c  yi,  y  Alfonso  b.  Miguel  de  De- 
nia, testigo     qí\^j\   J._jLjí-/»      y}    ^.új\j) 

XLII 

Testimonio  otorgado  por  D.  Juan  Al- 
Jodsri,  por  el  cual  declara  que  Doña  Hora- 
Bona,  hija  de  Domingo  Peláez,  compró, 
para  sus  dos  hijas  María  y  Xolé  y  con  di- 
nero de  ellas,  una  habitación  ó  aposento 
('¿^^M)  2  sito  en  la  demarcación  de  la  iglesia 

de  San  Justo,  en  el  interior  de  Toledo;  que 
se  ajustó  el  precio  en  cinco  mizcales  y  me- 
dio de  oro  alfonsí,  de  los  cuales  el  vendedor 
recibió  cinco  en  el  acto  del  ajuste,  proce- 


1  En  la  delimitación  de  los  predios  rústicos 
se  lee  con  frecuencia  que  tal  finca  se  halla  en 
el  octavo  (en  el  reverso  de  algún  documento  se 
escribe  también  ochauo)  ú  octavos  de  fulano. 
Entendemos  que  con  esto  se  alude  á  la  división 
de  una  propiedad  en  octavas  partes,  según  las 
leyes  que  regulaban  la  sucesión  hereditaria,  y 
suponemos  que  la  finca  así  dividida  continuaba 
designándose  con  el  nombre  de  aquél  que  la 
poseyó  indivisa,  tal  vez  á  raíz  de  la  conquista 
de  Toledo  por  Alfonso  VI. 

2  En  uno  de  los  documentos  bilingües  apa- 
rece traducida  esta  palabra  por  domuncula 
(casita). 


dentes  de  la  venta  que  hizo  Hora-Bona  de 
unas  ropas  que  pertenecían  á  sus  dichas  hi- 
jas María  y  Xolé,  quedando  por  pagar  el  me- 
dio mizcal  restante,  en  razón  á  lo  cual  se  re- 
trasó la  redacción  del  correspondiente  ins- 
trumento notarial;  que  al  tiempo  de  otorgarse 
éste,  recibió  el  vendedor  de  las  dichas  María 
y  Xolé  un  cuarto  de  mizcal,  perdonándoles  el 
otro  cuarto  por  amor  de  Dios...  y  renunciando 
con  esto  á  todo  derecho  sobre  la  finca  ven- 
dida. K.}\ ...  ^y^M  ^'^\^_  ^,j:>  A^~i) 


-^Xi»J     \^J^XX^    ¿..vumÁJ     i,'^S^^ 


^jJj/¿'Á\    Jy^¿    h  ,^ 


,^! 


i,=i.y     c^>-^5    Q^^ij^^  '^■s^.^jj  (*)    --'''O''' 
V- 

Fecha  en  Diciembre?  de  la  Era  12 15. 
Suscriben:  «iulian  martiniz  testis,  román 
micael  testis». 
Y  en  caracteres  árabes:  Xalmón  b.  Alí  b. 

Waid  {^-^■pj  ^jJ     c^t  ^)i     ,j^Il)  y  Albaro 

b.  Domingo  b.  Alí  b.  Waid  iJü^i     yi  j-JU) 

XLIII 

Venta  de  una  tienda  (O^jL^-l  ^a-^^)  sita 

en  el  distrito  de  los  Herbolarios,  cerca  de 

Santa  María  la  Mayor  de  Toledo...  ¿>.3rf) 

(...  5J^L¿)!  h  ,íUj  ...  ^jLlxJ!,  y  lindante: 

al  E.,  con  otra  tienda  del  Arcediano  D.  Pe- 
dro; al  O.  y  N.,  casa  de  Domingo  Martín,  y 

al  S.,  un  camino  grande  (calle)  .^ '^jjhj\) 

[j^J],   al  cual  se  abre  la  puerta  de  la 

tienda. 


(*)  Suponemos  por  el  contexto  que  aquí  se 
trata  del  partitivo  del  numeral  cuatro,  aunque 
esta  forma  en  el  árabe  clásico  tenga  diferente 
significado. 


176 


boletín 


Intervienen:  como  vendedor  Estéfano  de 
Xetier?  {X^^  ^  (^sLxd,!),  y  como  compra- 
dor el  canónigo  D.  Matías  ,j^  ^-J»--'^) 
(^^^jj-LüJí   (P^s  importando  el  precio  25 

mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Abril  de  la  Era  1216. 

Entre  las  suscripciones  sólo  podemos  leer 

las  siguientes:  «micael  iben  besa  azafar». 
Y  en  carácter  arábigo  la  de  Xalmón  b.  Alí 

b.  Waid,  que  tanto  se  repite  ^ 

XLIV 

Venta  de  ima  casa  y  del  estohlo  que  hay 
enfrente,  el  cual  fué  mezquita  en  pasados 
tiempos  á^JLa  ^3-51  J^L^^L  jl^Jt  ^^^) 

(^.viJ!  J  _\sr— -  JS.  'ijS'M\  j\ú),  sito 

todo  ello  en  la  demarcación  de  Santa  María 
de  Toledo.  Linda  dicha  casa:  al  E.,  con 

otra  de  los  herederos  del  caid  D.  Xabib  jb) 

(w»..^    A  ^^  J-jUJ!  ijj_^3;  al  o.,  con  la  vía 

ó  calle  que  baja  desde  la  catedral  hacia  la 

parte  del  Pozo  Amargo  ^»  h¡\j^\  ^ ^^L-M) 

(Lil  jJ)  \  "i^a^     ^  1  JAoUJ! ,  y  á  esta  calle  da 

una  de  las  piuertas  ^  de  la  posesión  en  ven- 
ta; al  S.,  otra  vía  ó  calle,  á  la  cual  da  la 
puerta  principal  de  la  casa  vendida,  y  al 
N.,  casa  del  Capiscol  de  la  iglesia  catedral 

de  Santa  María  h-'J:.    'LvtU    J jüi.  üJ    .b) 

(...  'Ljj^.  Linda  el  establo:  al  E.,  casa  de 

los  herederos  de  Pedro  b.  Hacam  ij-h^.¡) 

{Ss^  ^y,  al  O.,  otra  habitación  (N-S^)  del 

difunto  arcipreste  D.  Nicolás,  cuyos  alba- 
ceos  son  los  vendedores  en  este  contrato;  al 

S.,  casa  que  fué  de  Euf vasto}  Cl^jlT  .1^) 

{b.^j¡^,  y  al  N.,  un  camino  {,^_^  X). 

Otorgan  esta  venta  el  Arcediano  D,  Do- 
mingo Gonzalbo,  D,  Andrés  b.  Abdallah  y 


1  Letra  muy  borrosa. 

2  El  texto  dice:^ki;,Jl  w^L    t,  jLí  ^\^ 

...  ^^^i\  li»  i.lj.=.   ^yA  ^jJ)._Y  á  ella  da 

(ó  en  la  cual  se  abre)  la  puerta  del  sótano  de 
la  totalidad  de  la  finca  en  venta. 


D.  Tomé  Xathurnin  (^^i^Li.),  como  testa- 
mentarios del  Arcipreste  D.  Nicolás  L^^^l'* 
(,  ^to  (jj^  ^JÍ-^Í'j-^-m'^!,  á  favor  del  Arci- 
preste de  Talavera  D.  Pedro  b.  Miguel,  por 
el  precio  de  202  mizcales  de  oro  alfonsí,  que 
habrían  de  invertir  los  albaceas  en  sufragios 
por  el  alma  del  testador,  en  cumplimiento  de 
su  última  voluntad. 

Se  advierte  además  haberse  entregado  al 
comprador  cuatro  escrituras  en  que  constan 
los  derechos  del  testador  sobre  las  fincas 
vendidas. 

Fecha  en  Junio  de  la  Era  1216. 

Suscripciones  de  este  documento:  «Ego 
d.  colar  archidiácono  confirmo,  Ego  F.  ar- 
chidiácono Calatrave  confirmo,  Ego  W. 
prior  testis,  Raimundus  capellanus  testis, 
ego  iohanes  sacrista  testis,  ego  petrus  eccle- 
sie  sancti  micaelis  diaconus  testis,  ego  do- 
minicus  mistarabs  testis,  Ego  Gondisaluus 
archidiaconus  aluacea  archipresbiteri  nicho- 
lai  supradictam  uenditionem  uendo  et  con- 
firmo, Ego  W.  capellanus  altaris  sancti  Tho- 
mae  ecclesie  sánete  Marie  testis,  Ego  petrus 
ecclesie  sancti  micaelis  diaconus  testis». 

Y  en  caracteres  arábigos:  Andrés  b.  Ab- 

dalah  b.  Xabith  ím\  ^^í  ^i  fsic)  r,^'|i-V:) 
(kAi.  ^,i,  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid  ^^»J.¿.) 
(J^íi.     yi     ^\z.  ^j,  Pithro?  Abderrahmánb, 


Yahya  b.  Harits 


^■• 


■:•  o^ 


XLV 


.^1 


w\.£.   í 


"J 


-k.-j) 


Partición  que  hacen  entre  sí  Lázaro  b.  Alí 

é  Ismail  b.  Lop,  el  Israelita    Js  ^yi_   ^jj^) 

(     bL^'^  >^_^J     y¡  J-n*fr"b'  ^^  la  viña  que 

compraron  mancomunadamente  de  Juan  b. 
Otsmán  en  el  pago  de  San  Esteban,  á  la 
otra  pai  te  del  Tajo,  en  la  jurisdicción  de  la 

ciudad  de  Toledo  j La  ^JJl  /^j-^Jl  í^-^-^^) 

Se  hacen  tres  partes  de  la  viña  en  cues- 
tión, adjudicándose  dos  de  ellas  (una  á  le- 
vante y  otra  á  poniente)  á  Lázaro  b.  Alí,  y 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


177 


la  que  queda  en  medio  de  ambas  á  Ismail  b. 
Lop,  entregando  éste  á  aquél  la  cantidad  de 
medio  mizcal  alfonsí  para  la  perfecta  igual- 
dad en  la  partición  ^  U^;;^^..?  .j:^j::',\  L^') 

Fecha  á  últimos  de  Agosto  yi^t  ^1  ^) 
(yJU¿-¿l  de  la  Era  1216. 

Firman,  entre  otros:  Domingo  b.  Pethro, 
testigo  (»Xa>Li.  ?j.J=-f  ^y>  ¿.Ü:^^),  Ismail  b.  Lop 
Al-Israilí?,  Ishac  b.  Suleimán  b.  Nuh  tes- 
tificó y  escribió  ^   ^  yj  í-r-<rr^  i-r'.    v ?==^^) 

.0 


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XLVI 


Fecha  en  la  última  decena  de  Diciembre 
(^í-^^  j-^^  ^^'  j¿^^\  ^^xJl  J)  de  la  Era 
I2ig. 

Suscripciones:  Abdallah  b.  Abdelaziz  b. 
Hatháb  (w^lia^  ^j  J¡Jx}\  j^  ^^;  ¿.U!  j..c) 
Vicente?  h.  Abdelaziz  b.  Saad  y¡  ^Jl^x^j  «) 
(j,»^  ^,j  j-O^  "■'^»  Fernando  Yoannix, 
testigo  (-VíLL  i.^^^i?-'  2^-^"=J;3j).  y  Pedro  b. 
Ornar  b.  Gálib  b.  Al-Kalás  j^     yj  íXX.) ^) 

En  el  reverso:  «Carta  de  la  uinea  de  sáne- 
te columbe». 

Francisco  Pons. 

(Continuará.) 


Venta  de  una  viña  sita  en  el  pago  de  la 
igle3Ía  de  Santa  Colomba,  jurisdicción  de 


Toledo   1  LL   1.^S    A^ais-^    ...    j  y-CJ!    >^^.^.=^^) 

(ilLJL  io-U'  J.^i  i-^.li  y  contigua  á  otras 
dos  viñas  de  García  de  Camarena  A;«.^¿) 
(  c}]}T.>^'  y  ^^  Justa,  la  que  fué  esposa  de 
Martín  Mozárabe  {^,x::.^-  rK'^jJ)' 

Intervienen  como  vendedores  Doña  Leo- 
cadia, hija  de  Pedro  So/¿»és.^  (Suelves?)  ij^^) 
(¿  v"4-^  í).ia~^  vJI^iJ  LoLaJ  y  su  hijo  Rodri- 
go b.  Pascual  {J\Sá>)  ,.yj  ¿aj  .J  1  ¡-.^f'j)  á 
favor  de  abú  Z^crym  Yahya  b.  AIí  el  de  Má- 
laga iJ^K^^  ^^  ^J>,  ^^.^'.  (*)  ^/jji^) 

por  precio  de  55  mizcales  de  oro  alfonsí,  y 
haciéndose  constar  que  la  vendedora  adqui- 
rió el  dominio  sobre  la  finca  que  enajena,  por 
herencia  de  su  hijo  Pedro,  que  lo  fué  de  su 

segundo  marido  ,_a5'J^J!  5t---l!  ^j^-^\  ^--^j) 

(...    ^ÁX}\     V^jJ    ^y.     í^yk.     l^.!     ^y^     ^'j)^l  , 

como  asimismo  se  advierte  que  asistió  al  ac- 
to del  otorgamiento  D.  Juan  Pethres  ó  Pé- 
rez, actual  marido  de  la  vendedora,  el  cual 
dio  su  consentimiento  y  aprobación  á  lo  he- 
cho por  su  consorte. 


UNA  PAGINA  DE  LA  HISTORIA 

DE  LA  GUERRA  DE  LA  INDEPENDENCIA 


I  Documento  escrito  en  el  papel  caracte- 
rístico de  fabricación  toledana,  como  el  que 
hemos  encontrado  en  el  núm,  XXV. 

(*)    La  ortografía  clásica  de  este  nombre  es 

byf; 


(Conclusión.) 

„  Yo  seguía  auxiliándolos  con  gfente  y 
municiones ;  pero  debiendo  guardar 
esencialmente  los  caminos  por  donde 
el  Sitio  estaba  más  expuesto  á  ser  nue- 
vamente atacado;  reunido  ya  conmi- 
go mi  Ayudante,  pude  colocar  hasta 
sesenta  hombres  entre  los  soldados  in- 
válidos, los  dispersos  y  los  paisanos 
en  los  puntos  del  camino  de  Guadarra- 
ma, Compaña  y  camino  real,  dirigien- 
do en  aquéllos  á  los  paisanos,  cabos  y 
soldados  de  inválidos  y  recorriendo 
sin  cesar  todos  los  sitios  mi  Ayudante. 
Sandoy  y  yo,  permanecimos  siempre 
más  entre  la  villa  y  el  pueblo  por  ser 
lo  de  más  riesgo,  y  por  estar  más  pron- 
to á  acudir  en  donde  fuese  necesaria 
nuestra  presencia.  Así  se  pasó  hacién- 
dose fuego  hasta  las  doce  de  la  noche, 
hora  en  que  los  enemigos,  incendiando 
el  pajar  y  casa  de  Manuel  Álvarez, 
que  está  á  la  entrada  de  la  villa,  pene- 
traron en  una  de  sus  calles,  forzaron 
algunas  puertas,  y  echaron  fuego  á  to- 
das las  del  recinto  de  la  plaza,  excep» 
to  dos. 

„Entonces,  oyéndoles  tocar  susclari^ 
nes,  y  viéndolos  en  todo  su  número 


178 


boletín 


reunidos,  que  no  bajaban  de  cuatro- 
cientos hombres,  reuní  la  gente  de  arri- 
ba al  camino  real ,  mandé  al  hospital 
por  cartuchos,  que  se  escaseaban,  se 
juntaron  unos  pocos,  y  diez  ingleses 
enfermos  que  tenían  unos  paquetes,  di- 
jeron que  ellos  no  los  daban,  sino  que 
vendrían  á  gastarlos  por  su  propia 
mano,  y  así  fué,  que  seis  de  ellos  que 
estaban  capaces ,  se  vistieron  y  arma- 
ron, y  se  presentaron  en  acción,  sien- 
do tan  constantes,  que  en  ningún  pun- 
to me  desampararon  hasta  que  se  fina- 
lizó. 

^Resueltos  á  resistir  hasta  el  último 
extremo,  preparado  todo  en  la  manera 
dicha  y  en  formación  la  gente  para 
nuevo  ataque,  mandé  tocar  el  fabordón, 
ó  campana  gorda  del  Monasterio,  tan- 
to para  que  las  mujeres  y  gentes  que 
aún  había  en  el  Sitio  se  ausentasen, 
como  para  imponer  más  respeto  al 
enemigo.  Este,  en  efecto,  volvió  á  to 
car  sus  clarines,  y  se  empezó  á  poner 
en  retirada.  El  teniente  Sandoy  fué  si- 
guiéndolo, y  observándole  sus  movi- 
mientos. Seguros  de  ella  oí  el  parecer, 
no  sólo  de  mi  Ayudante,  sino  de  don 
Juan  de  Bartolomé,  D.  Vicente  Rive- 
ra y  otras  personas  del  pueblo,  que 
eran  las  más  respetables,  y  que  tam- 
bién habían  concurrido  á  la  acción,  y 
teniéndose  presente,  entre  otras  refle- 
xiones, que  no  había  municiones  para 
más  defensa,  pues  había  quien  no  tenía 
más  cartucho  que  el  cargado,  se  resol-' 
vio  dejar  la  población,  sin  perderla  de 
vista,  retirándonos  á  la  sierra  hasta 
ver  el  éxito  que  tenía  el  ataque  de  Ma- 
drid, y  si  se  nos  reunía  gente  y  había 
medio  de  adquirir  cartuchos  y  volver 
á  defenderla,  y  si  no,  obrar  según  las 
circunstancias. 

„Con  arreglo  á  esto,  di  orden  para 
que  se  retirasen  los  paisanos  y  solda- 
dos que  estaban  en  las  avenidas  de 
Guadarrama  y  la  Compaña,  y  dirigí 
á  los  ingleses  para  que  se  fuesen  con 
los  soldados  de  caballería. 


„  Mi  ayudante  y  yo  pasamos  á  casa 
á  recoger  las  reales  órdenes  y  los  pa- 
peles de  gobierno,  que  debía  poner  en 
salvo,  y  así  se  hizo. 

„Todo  el  día  4  estuvo  la  villa  y  Sitio 
libre;  pero  á  la  noche,  ya  tomado  Ma- 
drid, llegó  al  Sitio  la  división  de  dra- 
gones del  general  Lahaussaye,  com- 
puesta de  los  regimientos  18  y  19,  que 
no  encontrando  en  el  pueblo  sino  al 
alcaide  de  la  cárcel ,  á  quien  yo  había 
mandado  para  observar,  se  estuvieron 
todos  sobre  las  armas,  rodeándolo. 

„Recibí  por  la  madrugada  la  intima- 
ción de  presentarme  por  la  mañana 
antes  de  las  ocho,  bajo  las  amenazas  de 
incendiar  el  pueblo,  y  ésta,  y  los  cla- 
mores de  los  vecinos  del  Sitio ,  me  hi- 
cieron arrostrar  por  todos  los  peligros, 
y  presentarme  con  mi  ayudante,  al- 
guacil mayor  y  demás  gentes  que  me 
acompañaban ,  á  disposición  de  dicho 
general,  que  volviéndonos  nuestras  es- 
padas, nos  trató  con  honor ,  y  en  ban- 
do, que  publicaron,  y  que  conservo, 
elogiaron  la  lealtad  y  el  valor  de  los 
habitantes  del  Sitio  á  quienes  decían 
perdonaban  las  vidas  por  la  humani- 
dad que  habían  usado  con  los  prisio- 
neros de  estado  franceses. 

„Después  tuvieron  lugar  los  aconte- 
cimientos ulteriores,  de  que  daré  par- 
te á  V.E.,  porque  no  pienso  referir  sino 
lo  que  es  propio  de  esta  acción,  en  que 
tanto  valor,  lealtad  y  espíritu  de  pa- 
triotismo han  desenvuelto  aquellos  ha- 
bitantes, dignos  de  la  piedad  del  Rey, 
añadiendo  que  además  de  lo  que  á  to- 
dos acredita  esta  sencilla  y  verdadera 
relación  del  suceso,  son  muy  dignos 
del  reconocimiento  nacional  D.  Josef 
Manuel  Sandoy,  teniente  de  caballería 
de  Voluntarios  de  España,  y  el  subte- 
niente D.  Miguel  Josef  de  Quevedo,  mi 
ayudante  por  su  actividad  y  resolución 
acreditada  en  los  graves  peligros  de 
que  se  vieron  rodeados  principalmen- 
te en  el  principio  del  ataque. 

„Los  vecinos  del  Sitia  que  me  acom- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


179 


pañaron  y  que  á  pecho  descubierto  se 
pusieron  en  medio  del  camino  á  con- 
trarrestar la  caballería  francesa,  dan- 
do á  mi  lado  y  á  la  voz ,  la  más  opor- 
tuna descarga  que  se  puede  decir,  fué 
la  que  salvó  á  todos  sus  habitantes. 

„La  actividad  y  celo  del  alcaide  de 
la  real  cárcel,  que  estuvo  conmigo,  no 
sólo  en  la  acción ,  sino  que  me  acom  • 
paño  constante  en  todas  ocasiones. 

„Y  últimamente  es  digna  del  mayor 
elogio  la  respetable  memoria  del  reve- 
rendo P.  Fr.  Silvestre  Ruiz,  monje  de 
aquel  real  Monasterio,  que,  inflamado 
del  celo  que  siempre  le  animó,  desde 
por  la  tarde  en  que  vio  los  preparati- 
vos que  se  hacían  para  la  defensa,  pre- 
sentándose voluntario,  dijo  "que  acre- 
ditaría con  las  armas,  en  la  ocasión, 
lo  mismo  que  había  exhortado  en  el 
pulpito,  que  debían  todos  obrar.  „  Y,  en 
efecto ,  por  la  noche  fué  de  los  prime- 
ros que  salieron  contra  los  enemigos, 
y  haciendo  fuego  murió  atravesado  de 
un  balazo. 

„Tuvimos  de  pérdida,  además  de  es 
te  religioso ,  dos  soldados ,  que  murie- 
ron de  resulfas  de  sus  heridas,  y  un 
paisano  herido,  que  se  retiró  de  la  ac- 
ción, llamado  Josef  Medina. 

„En  la  villa  pereció  un  forastero  que 
estaba  dentro  de  una  de  las  casas  que 
incendiaron  ,  en  venganza  del  fuego 
que  de  ellas  les  habían  hecho.  El  sobre- 
guarda de  los  reales  bosques  y  su  cria- 
do ,  que  cogieron,  fueron  arcabucea- 
dos. El  sacristán  fué  también  acuchi- 
llado terriblemente,  de  modo  que  á  los 
dos  días  murió  de  sus  resultas. 

„La  pérdida  cierta  de  los  enemigos 
fué  de  veintidós  hombres;  esta  es  la 
vista  y  averiguada  con  exactitud;  pero 
se  debe  creer  mayor  por  los  regueros 
de  sangre  y  caballos  muertos  que  se 
vieron  en  todo  el  camino  de  Madrid 
posteriormente,  y  heridos  que  en  la 
misma  noche  que  entraron  condujeron 
al  Hospital.  Es  cuanto  tengo  que  infor- 
mar á  V.  E.  sobre  este  asunto. 


„Dios  guarde  á  V.  E.  muchos  años, 
como  deseo.  Sevilla  26  de  Junio  de 
lS09.=:Excmo.  Sv.  =  Francisca  Car- 
mona. =Excmo.  Sr.  D  Martín  de  Ca- 
ray. 

-^í^ 

OQl^©EDÁNEA 

El  excursionisrro,práct¡c  I  sana  parael  cuer- 
po y  para  el  espíritu,  va  iotiUrándose  más  cada 
día  en  las  asociaciones  y  aun  en  la  prensa.  El 
Ateneo  Tarraconense  de  la  clase  obrera,  so- 
ciedad la  más  importante  de  Tarragona,  ha 
creado  una  nueva  sección,  cuyo  objeto  será 
practicar  excursiones  por  el  territorio  catalán, 
á  fin  de  estudiarle  y  darle  á  conocer;  y  al  efec- 
to, ya  ha  realizado  colectivamente  algunas 
muy  interesantes. 

También  la  revista  de  Guadalajara  intitula- 
da Flores  y  Abejas,  en  cuya  redacción  conta- 
mos con  algunos  compañeros,  ha  inaugura- 
do una  serie  de  excursiones  por  la  provincia, 
siendo  objeto  de  una  de  ellas  Brihuega,  ya 
visitada  tiempo  atrás  por  nuestra  Sociedad. 
En  su  núra.  5o,  correspondiente  al  1 1  de  Agos- 
to último,  aquella  Revista  insertó  un  intere- 
sante artículo,  ilustrado  con  varios  grabados, 
en  que  se  daba  cuenta  de  la  excursión. 


El  Excmo.  Sr.  Arzobispo  Obispo  de  Madrid- 
Alcalá,  Presidente  de  la  Sección  de  Ciencias 
históricas  de  la  Sociedad  española  de  Excur- 
siones ha  terminado  recientemente  la  visita 
pastoral  hecha  á  la  parte  montañosa  de  las 
iglesias  de  la  diócesis,  que  ha  resultado  nota 
blemente  beneficiosa  para  el  arte. 

A  más  de  dictar  otras  disposiciones,  ha  man- 
dado á  los  párrocos  que  le  remitan  la  reseña 
histérico-artística  de  las  parroquias  y  de  su  en- 
lace con  la  historia  de  la  localidad,  copiando 
inscripciones  y  dando  antecedentes  de  las 
obras  de  arte  en  retablos,  cuadros,  esculturas, 
vasos  y  ornamentos. 

En  los  pueblos  que  vivieron  durante  los  si- 
glos XV  al  XVII,  bajo  influencia  artística  tan 
sana  como  la  ejercida  por  el  Paular,  insigne  rui- 
na que  todavía  es  una  maravilla  del  arte  ,  tales 
como  El  Horcajo,  Buitrago,  Robledo  de  Cha- 
vela  y  otros,  ha  hallado  bellísimos  retablos  gó- 
ticos, ornamentos  bordados  de  imaginería, 
cruces  parroquiales  y  cálices  del  mismo  gusto, 
ordenando  la  formación  de  índices  de  todos 
los  objetos  de  arte  para  cuidar  de  su  conserva- 
ción en  las  localidades  respectivas.  Con  tan 
acertada  medida  se  logrará  en  adelante  defea- 


Í80 


boletín 


der  de  la  rapacidad  de  anticuarios  logreros  las 
joyas  artísticas  que  aún  quedan  en  nuestras 
iglesias. 

Unimos  nuestro  modesto  y  entusiasta  aplau- 
so al  muy  sincero  que  seguramente  tributarán 
los  amantes  del  arte  al  sabio  Prelado  de  Ma- 
drid-Alcalá. 

Nuestro  respetable  amigo  el  Sr.  Obispo  de 
Solsona,  Dr.  D.  Ramón  Ríu,  colaborador  de 
este  Boletín,  dando  nueva  muestra  de  su 
amor  á  los  estudios  retrospectivos,  se  propone 
crear  en  la  capital  de  su  diócesis  un  Museo  de 
arte  cristiano,  que  se  instalará  en  el  palacio 
episcopal.  Felicitamos  al  docto  Prelado  por  su 
pensamiento,  que  desearíamos  repercutiera  en 
todas  las  diócesis  de  España.  La  noble  con- 
ducta de  los  Obispos  de  Vich  y  de  Solsona,  y 
la  protección  que  dispensan  al  arte  y  á  la  his- 
toria, son  dignas  del  mayor  encomio  y  de  ha- 
llar fervientes  imitadores. 


materiales  romanos,  se  ha  descubierto  un  cipo 
funeral,  cuya  copia  ,  hecha  á  raíz  del  hallazgo 
por  don  Faustino  Merlín  Aguilar,  ha  sido  pre- 
sentada á  la  Academia  de  la  Historia,  en  cuyo 
Boletín  (Octubre  de  1895)  acaba  de  publicarse. 
El  epígrafe  se  refiere  á  un  Lucio  Junio  Hebe- 
no,  liberto  de  Lucio,  y  á  su  mujer  Valeria 
Restituta. 


Un  interesante  bronce  romano-celtibérico  se 
ha  descubierto  á  orillas  del  arroyo  de  la  Ave- 
llaneda ,  sitio  de  los  Veneros,  en  término  de 
Arenas  de  San  Pedro  (  Avila).  Es  un  busto  de 
mancebo  con  pátina  verdosa,  cubierta  la  cabe 
za  por  abundante  cabellera,  y  el  hombro  iz- 
quierdo por  un  manto.  Mide  o"'i25,  es  hueco 
en  el  interior,  y  en  la  parte  superior  de  la  ca 
beza  tiene  un  orificio,  con  tapadera  formada 
de  un  trozo  del  peinado,  fija  sobre  la  coronilla 
por  un  gozne. 


El  ilustre  escritor  D.  Víctor  Balaguer,  Pre- 
sidente de  la  Sección  de  Literatura  de  nuestra 
Sociedad,  ha  aceptado  la  invitación  que  le  ha 
dirigido  el  Ayuntamiento  de  Calatayud  para 
que  presida  los  Juegos  Florales  que  el  año  pró- 
ximo se  han  de  celebrar  en  aquella  ciudad. 


Se  ha  descubierto  en  la  Catedral  de  Santia- 
go el  sepulcro  del  célebre  caballero  gallego 
D.  Pedro  Fernández  de  Castro,  Adelantado 
mayor  del  reino  y  generalísimo  de  los  ejérci- 
tos españoles,  que  floreció  en  el  siglo  XVL 
También  se  han  descubierto,  según  noticia 
que  da  un  periódico  valenciano,  en  la  Cartuja 
de  Val-de-Cristo  (diócesis  de  Segorbe)  los  res- 
tos mortales  de  fray  Bonifacio  Ferrer,  general 
que  fué  de  la  Orden  de  los  Cartujos  y  herma- 
no de  San  Vicente  Ferrer. 


En  un  lecho  de  arena  colindante  al  Santua- 
rio de  Nuestra  Señora  de  la  Regla,  cerca  de 
Sanlúcar  de  Barrameda  (Cádiz),  junto  á  las 
ciclópeas  ruinas  de  un  vetusto  castillo,  donde 
se  supone  que  existió  una  población,  hoy  su- 
mergida en  el  mar,  han  aparecido  varias  sepul- 
turas perfectamente  alineadas  y  orientadas. 
La  Comisión  de  monumentos  de  Cádiz  ha 
pasado  á  aquel  lugar  con  objeto  de  practicar 
trabajos  de  excavación,  y  ha  dado  cuenta  del 
descubrimiento  á  la  Real  Academia  de  la  His- 
toria. 

-«I— 

En  término  de  Medina  de  las  Torres,  y  jun- 
to á  su  ermita  de  San  Blas,  construida  con 


La  prensa  de  Lérida  anuncia  el  descubrí 
miento  en  aquella  comarca  de  una  interesan- 
te cueva  prehistórica,  que  acaba  de  explorar 
D.  Luis  María  Vidal,  ingeniero  jefe  de  aque- 
lla provincia.  Hállase  situada  por  cima  de  Po- 
bla  de  Segur,  en  el  llamado  Congost  d'Erin- 
yá,  en  disposición  casi  inaccesible;  y  se  le  con- 
cede importancia  por  el  avance  que  represen- 
ta en  dirección  del  Norte,  y  ya  en  plena  región 
pirenaica,  el  área  conocida  de  la  habitación 
humana  en  la  época  protohist^rica. 


SECCIÓN  OFICIAL 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  reali- 
zará una  el  domingo  i.°  de  Diciembre  al  Mu- 
seo Arqueológico  Nacional  ,  instalado  ya  en 
su  nuevo  edificio,  Palacio  de  Museos  y  Biblio- 
tecas, con  arreglo  á  las  condiciones  siguientes: 

Sitio  y  hora  de  reunión:  Puerta  del  Museo 
(calle  de  Serrano),  á  las  nueve  y  media  de  la 
mañana. 

Cuota.  Cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  el  restaurant  del  Círculo  de 
Bellas  Artes,  café,  gratificaciones,  etc. 

Para    las  adhesiones  dirigirse,    de   palabra 
ó  por  escrito,  acompañando  la  cuota ,  al  señor 
Presidente  de  la  Comisión  Ejecutiva,  D.  Enri- 
que Serrano  Fatigati,  Pozas,  17,  hasta  el  sába 
do  á  las  ocho  de  la  noche. 

Madrid  i.°  de  Noviembre  de  1895. 

El  Secretario  general,  Vizconde  de  Pala 
!fue¡os.—Y.°  B."— El  Presidente,  Serrano  Fa 
tigati. 


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BOLBTIN 


DE    LA 


DIRECTOR : 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  genera!  de  la  Sociedad. 


AWO  III 


Madrid   1.°  de  IDieiembr'e  de  189o 


WUM.  34 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


ARCA  Ó  BAÚL 

DE  LA  PROBABLE  PERTENENCIA  DEL  CARDENAL 
CISNEROS 


aSnNTRE  los  objetos  que  componían 
J  el  mobiliario  de  la  Edad  Media, 
1  las  arcas  ó  baúles  puede  decir- 
se que  fueron  los  muebles  más  indis- 
pensables para  la  vida,  pues  tan  nece- 
sarios eran  para  el  Rey  como  para  el 
vasallo,  para  el  noble  como  para  el 
sacerdote.  Guardábanse  en  ellos  los 
objetos  preciosos ,  ricas  telas  y  tapices 
del  Señor,  los  vasos  sagrados  y  orna- 
mentos de  la  Iglesia ,  los  archivos  de 
las  familias  y  los  enseres  del  plebe- 
3'0.  Servían  algunos  como  asientos  y 
lechos,  al  mismo  tiempo  que  decoraban 
las  habitaciones;  se  guardaba  en  otros 
el  dinero ,  ocupando  el  lugar  que  hoy 
las  arcas  de  caudales,  y  otros,  final- 
mente ,  se  utilizaban  para  llev^ar  al 
cementerio  á  los  que  pasaban  á  mejor 
vida. 

Distinto  es  su  arte  y  decorado  según 
el  progreso  y  adelanto  de  los  tiempos. 


y  según  los  usos  á  que  se  aplicaban. 

Muchos  y  hermosos  arcones  se  con- 
servan lo  mismo  en  Francia  qué  en 
España,  en  museos  y  colecciones  par- 
ticulares, fabricados  en  los  siglos  XIII, 
XIV  y  XV. 

Poco  sabemos  en  nuestra  patria  so- 
bre autores  de  arcones  ó  cofreros,  que 
se  llamaban  vulgarmente ,  pues  las 
investigaciones  sobre  este  particular 
van  muy  despacio  entre  nosotros ,  sin 
embargo  de  poseer  varios  arcones  muy 
notables;  y  citaremos  entre  éstos  el  de 
doña  Urraca,  que  existe  en  la  Cate- 
dral de  Falencia,  el  llamado  cofre  del 
Cid ,  que  hay  en  la  de  Burgos  y  que, 
según  Orcajo ,  fué  uno  de  los  que  dio 
Martín  Antolinez  lleno  de  arena  á  los 
judíos  Vidal  y  Rachel ,  cuando  de  una 
manera  tan  encarnizada  persiguió  el 
rey  de  Castilla  á  Rodrigo  Díaz  de  Vi 
var;  tradición,  aunque  respetable,  no 
comprobada;  el  que  cedió  el  Cabildo 
de  León  al  Museo  Arqueológico,  siendo 
director  D.  José  Amador  de  los  Ríos,  y 
otros  varios,  en  fin,  que  existen  en  di- 
cho Museo  y  en  casas  particulares, 
entre  otras  la  del  Marqués  de  Monis- 


182 


boletín 


trol,  que  posee  algunos  de  notable  mé- 
rito. 

En  Francia  fueron  muy  usados  los 
arcones  en  la  Edad  Media,  y  nos  ofre- 
cen una  prueba  de  ello  las  hermosas 
delanteras  que  pueden  admirarse  en  el 
Museo  de  Orleans,  obra  acaso  ejecuta- 
da por  alg-uno  de  los  Esteban  Quinerit, 
Mathurin  Thibaul,  Juan  Primelle,  etc. , 
que  tanto  se  distinguieron ,  en  aquella 
época,  en  su  artística  industria. 

El  arca  cuya  reproducción  acompa- 
ña al  texto  es  un  mueble  de  madera 
que  afecta  forma  de  baúl  y  va  forrada 
al  interior  de  un  paño  azul  oscuro,  y 
exteriormente  de  un  terciopelo  rojo,  ya 
muy  deteriorado  por  el  roce.  Las  di- 
mensiones del  arca  son:  altura,  Col"; 
longitud,  1,31"";  anchura,  0'51'".  Toda 
ella,  por  su  frente,  tapa  y  costados  vese 
llena  de  adornos  de  chapa  de  hierro 
repujado,  que  constituye  su  ornamen- 
tación. Muy  común  era  en  el  siglo  XV, 
en  fines  del  cual  debió  construirse  este 
mueble,  hacerlos  cubiertos  de  cuero 
ó  terciopelo  y  con  herrajes ,  pues  en 
Francia  Gilíes  de  Willis,  carpintero  de 
Lila,  hizo  cofres  en  que,  además  de  la 
madera,  entraban  aquellas  otras  ma- 
terias; Gilíes  Bounier,  cofrero  en  1443, 
hizo  otro  cofre,  también  cubierto  de 
cuero  con  flores  y  viñetas  y  con  fajas 
de  hierro;  y  en  1481  el  tapicero  de 
Luis  XI,  Roberto  Gaultier,  suministró 
un  gran  cofre  de  cuero,  herrado,  para 
poner  paños  de  oro  y  objetos  pre- 
ciosos. 

Los  adornos  de  hierro ,  ya  citados, 
constituyen  la  parte  más  interesante 
del  arca.  En  el  frente,  tapa  y  costados 
figuran  representar  un  cuerpo  arqui- 
tectónico ojival,  calado,  con  sus  colum- 
nas de  retorcidos  fustes  y  sus  arcos 
canopiales.  Cinco  intercolumnios  apa- 
recen en  el  frente  y  tapa,  y  dos  en  cada 
costado.  Ocupando  los  aparentes  va- 
nos y  destacando  sobre  el  terciopelo, 
vense  hojas  de  cardo ,  esencialmente 
góticas,  adornadas  con  nervios,  flores 


cuadrifolias  y  circulillos  de  puntos  re- 
pujados. 

Tres  cerraduras  de  gótica  traza,  una 
pequeña  en  el  centro  y  dos  mayores  á 
los  lados,  todas  desiguales,  pero  inte- 
resantes por  la  pureza  de  su  estilo, 
adornan  el  frente.  En  la  de  la  izquier- 
da nótase  figurado  un  dragón.  Bajo  la 
central ,  y  sustituyendo  á  las  hojas  de 
cardo,  vese  un  escudo  de  armas,  con 
capelo  y  borlas,  también  de  chapa  de 
hierro,  con  el  único  cuartel  jaquelado. 
Encuadra  todo  el  frente  del  arca  un 
cordón  de  San  Francisco.  En  uno   y 
otro  costado  del  mueble ,  fíjase  un  asa 
ó  agarradera  con  terminaciones  de  ca- 
beza de  animal  toscamente  forjadas. 
Por  último,  tanto  en  el  frente  como  en 
cada  costado,  hay  un  sumamente  reba- 
jado arco  canopial,  contribuyendo  los 
tres  á  destacar  los  cuatro  pies  del  arca. 
Con  escudo  de  armas  en   el  centro, 
propio  de  la  familia  que  la  poseía ,  co- 
nocemos muchas  arcas,  y  el  detalle  de 
tener  tres  cerraduras  no  es   raro  en 
aquel  tiempo ;  pues ,  entre  otras ,  Juan 
Guiselin,  cerrajero  de  Bruselas,  adornó 
con  tres  cerraduras  un  arca  que  hizo 
Antonio  Gossin  para  Felipe  el  Bueno, 
duque  de  Borgoña. 

El  arca  que  describimos ,  que  indu- 
dablemente puede  considerarse  como 
gasofilácea,  ó  sea  propia  para  guardar 
ornamentos  sagrados  y  objetos  precio- 
sos del  culto ,  debió  de  pertenecer  sin 
duda  al  Cardenal  Cisneros  ,  pues  el 
.  jaquelado  del  escudo ,  el  capelo  y  las 
borlas,  el  cordón  de  San  Francisco, 
propio  de  la  Orden  á  que  pertenecía  el 
Gran  Cardenal,  la  época  en  que  indu- 
dablemente se  construyó  el  mueble  y 
el  haber  sido  adquirido  éste  en  Toledo, 
ciudad  llena  de  recuerdos,  memorias  y 
fundaciones  del  insigne  Regente ,  son 
otras  tantas  circunstancias  que  pare  - 
cen  con  fundamento  así  acreditarlo. 

Manuel  López  de  Ayala. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


183 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 


XLVII 


Convenio  celebrado  entre  Berenguer,  hijo 
de  Albellitair  (el  pellejero?)  ',  y  su  esposa 
María,  por  el  cual  se  establece  lo  siguiente: 

Si  muriese  ésta  sin  sucesión,  todos  sus  bie- 
nes pasarán  al  marido,  sin  que  á  ello  se 
opongan  los  parientes  de  la  donante:  el  es- 
poso usará  libremente  de  dichos  bienes,  sa- 
cando de  ellos  cinco  dinares  y  una  medalla  * 

(XJLia^)  que  entregará  á  los  parientes  más 

próximos  de  aquélla  (sean  éstos  muchos,  po- 
cos ó  uno  solo);  también  se  destinan  otros 
cinco  mizcales  para  honras  fúnebres  al  arbi- 
trio del  marido.  Si  falleciese  éste  antes,  pa- 
gadas las  deudas  del  fondo  común,  la  cón- 
yuge sobreviviente  tomará  para  sí  la  mitad 
de  cuanto  el  matrimonio  poseyese  al  tiempo 
de  la  defunción,  así  dentro  como  fuera  de 
Toledo,  en  cualquiera  clase  de  bienes ,  des- 
tinándose á  los  herederos  del  difunto  (no  ha- 
biendo hijos,  como  se  ha  dicho  antes)  la  otra 
mitad,  sacándose  además  cinco  mizcales 
para  las  pompas  fúnebres  '. 

Fecho  en  Julio  de  la  Era  1223. 

Suscripciones:  Yahya  b.  Yaix  b.  abú-1- 

Jair  (j.^1  ¿j1  fj>\  ^J^^i  ^^.  ^r^^)»  Ab- 
delmelic  b.  Abderrahmán  b.  Hothaya?  Xx) 
(i^laa.  yi  ^j-<^J\  ^^  ijri  '■^^^'  Suleimán 
Thaurel?  (¿J!;j^  (jv^j)'  Xalmón  h.  Alí 
b.  Waid  (J.-¿ij  ^ji  ^Ic  (^  (J,»^^í)• 


1  En  el  texto  parece  leerse:  ^^^^J'  \}^y. 
f-^\.  Después  del  J  final  de  la  primera  pala- 
bra sigue  un  j,  como  si  el  amanuense  hubiese 
querido  corregir  Berenguer  en  vez  de  Beren- 
guel. 

2  Moneda  antigua  llamada  también  meaja 
en  los  documentos  castellanos. 

I  Como  consideramos  este  documento  de 
alguna  importancia  y  no  tan  claro  como  fue- 
ra de  desear,  daremos  al  fin  el  texto  y  la  tra- 
ducción de  lo  esencial  en  su  contenido  según 
nuestra  manera  de  entenderle. 


XLVIII 

Testimonio  de  D.  Gonzalbo  Díaz  -^¿.1) 
({J^."^  i.íl~ai¿  ,jj!>  por  el  que  afirma  haber 
entregado  á  su  sobrina  Doña  Sancha,  esposa 
de  D.  Munio  Armilez,  20  mizcales    ^iacj  ¿Jl) 

ii^^J'  jy^  ^^  ^°s  100  que  tenía  en  su  po- 
der y  que  procedían  (de  la  testamentaría?) 
de  Doña  María,  esposa  de  D.  Lope  de  Are- 
nas jj-^-'  Wjj  c^L^  ^:J|  h  ^  iij:>) 
(iT^.y  ^  "r^'  ^°"  '^^  condiciones  y  salve- 
dades que  se  indican. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Noviem- 
bre, Era  1223. 

Suscripciones:  Fernando  b.  Hasán  escri- 
bió {^^^^  r)^"**^  f¿.ri  '^^^)'  Pethro  b.  Ab- 
derrahmán b.  Yahya  b.  A9bag  Jt^  y)  SjL.>) 
{^-^^  ¡jti  c^.-  [.yJ  (•r-íf^M-'K  Yahya  b.  Wa- 
lid  b.  Kasim  (**-L5  j^^j  aJ^  .í  <;lf^'j)  >' 
Vicente  b.  Abdelaziz  b.  Saad  testificaron 
sobre  esto  Jju-    ^j  j^  y*-^^  ^-^  i^y'  ^-1^~«J  j) 

(Por  estar  maltratado  el  documento  no  te- 
nemos completa  seguridad  en  la  lectura  de 
algunas  palabras,  lo  cual  nos  hace  dudar  res 
pecto  al  sentido  de  algunas  frases). 

XLLX 

Venta  de  una  yugada  y  media  de  tierra  en 
el  pago  ó  término  de  Olías  la  Mayor,  de  la 
jurisdicción  de  Toledo  ^,  como  asimismo  de 


cTÍ 


I     a3> 


ai    ;..J!    11*. 


^ 


;j  r^ 


l^y   ^'j  ;"^!  ¿"^U.  «Y  la  citada  venta  se  ha- 


lla en  el  octavo  de  Aben  Florent?  t:n  la  citada 
alquería  y  forma  parte  del  total  de  los  18  pares 
ó  yugadas  (?)  que  se  conocen  en  los  dichos  oc- 
tavos, según  los  pares  ó  yugadas  que  allí  se 
usan».  Ignoramos  si  habremos  interpretado 
rectamente  estas  palabras. 


18 


boletín 


ua  corral  contiguo  á  otros  dos  de  los  here- 
deros de  Abú  Jair  y  de  Juan  Meléndez  res- 
pectivamente. 
Vende  Abú-1-Hasán  Abdalah  b.  Abdel- 

melic  el  de  ^  ?...  -V-.^  ,.r>  ¿-'Jl  --^  ,.r"¿i  yl) 
(  ^2.  .-V.'"^l  jJM]  á  Doña  Ana,  hija  de  Don 
Pelayo  Calvo  y  esposa  de  D.  Pedro  Martí- 
nez  c^l  iJU    L%    ,.>  c^-j  s:3^  ij„^) 

{^j^y  jí^L^j    .\  3^^^  Tj)   ^,  por  precio 

de  24  mizcales  de  oro  alfonsí,  y  advirtién- 
dose que  no  forma  parte  de  la  finca  vendida 
una  plantación  que  hizo  el  vendedor  y  que 


diano  D.  Domingo  Alpolichení  ^j-x.^\) 


J\     ^,^:^     -i^     J^J    ^Jir 


¿..   lUxJ!  i.-UJí     is,   i.l 


^^U...) 

::}\ 


CJ 


reserva  en  su  dominio  /r^' '  ^ 

Fecha  en  la  última  decena  de  Noviembre 
(le  la  Era  1223. 

Suscripciones:  Abderrahmán  b.  Xabíb 
(s_^-.,^i.  ,,fj  f^3.J!  -X-!^),  Yahya  b.  Abda- 
lah (éM\  -V-.=  ,.r-'     ^-ST'^).  Pedro  b.  Ornar  b. 


Gálib  b.  Al-Kallás  ,.^.j    w_^   ,.^.>   í^isL  ,) 
(    ..^iíJt     ,.'  ^U;  y  yo  Abdalah  b.  Abdel- 


melic  Al he  suscrito   todo   esto  bt 


c' 


Ka  el  dorso:  «hec  est  carta  domine  anne 
filie  pelagii  calui.  de  yugada  et  media  en 
Olias». 


L 


Venta  de  un  mesón,  situado  junto  á  la  ca- 
tedral, con  la  azotea  (algorfa)  que  ha}^  enci- 
ma de  dicho  mesón  y  del  arco  que  le  une  á 
la  torre  mayor  de  la  expresada  catedral,  lin- 
dando al  E.  con  tiendas  de  Doña  María,  mu- 
jer que  fué  de  Pe  1ro  de  Camarena  ;  al  O., 
c  >n  una  plazuela  que  está  delante  de  la  puer- 
ta de  la  citada  iglesia  catedral,  y  á  ella  da  la 
puerta  del  mesón  en  venta;  al  S.,  con  la  ca- 
lle que  pasa  por  debajo  del  arco,  y  al  N., 
con  el  mesón  de  D.  Salvador.  Otorga  esta 
venta  Doña  Plasencia,  esposa  que  fué  de 
n  Pelayo  Garganta,  á  favor  de  D.  Pedro 
ben  Alachamí,  en  representación  del  arce- 


I     Rl  Si-,  Siinoni.-l  sospecha  que  pudiera  ser 
Andújar  con  un  lii;ero  cambio  de  letras. 


^^    ■ 

Precio,  21  mizcales  alfonsíes. 

Eecha  en  el  último  tercio  de  Agosto,  Era 
(le  1224. 

Suscripciones:  Abdelaziz  b.  Abderrah- 
mán (  ^=^3!  wUc  i-yí  j'}*^^  A-I-),  Tomé  b. 
Yah3'a  b.  Pelayo  (^-"-J  ..vf  c^'^^  ,-rf  '-'t?^)' 
Jacob  b.  Abdelaziz  Alchábir  ^}  ^-i^^  j) 
(j.A¿!  i-J  }*'!  '^■f-  y  Pelhro  Yoanex  b.  An- 
tar  {y^^  ..yi  ^j\^^  s^Lj^), 

En  caracteres  latinos:  Polaco  pean    testes. 
(Existe  también  la  traducción  de  este  do- 
cumento.) 


LI 


Venta  de  un  huerto  sito  en  el  término  de 
Alcardet  (L,^j¿j\  i^ysri  ...  (jj*-^^^  /^tf^)  3^ 

coa  los  siguientes  lindes:  al  E.,  un  camino; 
al  O.,  el  río  Tajo;  al  N.,  un  huerto  de  los 
compradores,  y  al  S.,  otro  huerto  de  los  he- 
rederos de  Pedro,  el  comerciante  en  legum- 
bres (Jl-a^l  ^j^,  ^jy  .)*-^  <kL¿il  ¿5_j). 
Figuran  como  compradores  Lob  (Lope) 
b.  Yahya  b.  Hixém  y  su  madre  Doña  Xam-sí 
(Mi-Sol),  hija  de  Abde-1-Mesiah  i;  y  como 
vendedores,  Yahj^ab.  Saidatihi  y  su  hijo  An- 


drés    Aiu» 


U 


L" 


Precio  de  la  venta,  26  mizcales  de  oro  al- 
fonsí. 

Fecha  en  Septiembre  de  la  Era  122^. 

Suscripciones:  Pascual  b.  Domingo...?... 
(...  ¿.ÜÁP^      y¡   Jt^-^Jj),    Suleimán   b.   Alí 


(  [ue)   escribió   (■. ^i. 


^^"    c^^ 


•r-í^n 


?). 


Sebastián  b.   Farach  (.7-  vS    ,  »j      .Lx^u;...), 


I     El  Sieivo  de  Cristo. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


185 


Y  ihya  b.  Said-Allah  {¿¿\  J^  ^ji  í^j)' 
Vicente  b.  Abdelaziz  b.  Saad  ,.vJ  vJI^jLv^o.) 
(Ajuv     yj  jij^^^  ^^>  Oi'iar  b.  abú-1-Farach 

LII 

Venta  de  la  cuarta  parte  de  una  casa,  sita 
en  el  distrito  parroquial  de  San  Justo  X'js-') 
(  j:,.v¿.j  .J^'Jx,  "L^^^  en  el  interior  de  Tole- 
do, la  cual  casa  se  halla  entre  dos  calles,  y 
su  puerta  se  abre  hacia  el  lado  de  Poniente 


(. 


>j^. 


Üt 


Aparece  como  compradora  Doña  Eiiirtlia, 
la  que  fué  esposa  de  Martín  el  Calero,  y 
como  vendedores  sus  dos  hijos  D.  Paris  ^  y 
Doña  Cecilia,  que  heredaron  de  su  difunto 
padre  la  parte  que  ahora  venden  á  la  dicha 
Doña  Eulalia,  su  madre,  la  cual  posee  las 
tres  cuartas  partes  restantes  de  la  casa  en 

cuestión   <^'^S       J!    h}^j^   "^h-^  v3j^^) 


L.^ 


.:> 


Ux.l 


coJí 


:1\  ^„^J  u 


^Jf      aj   ,j     'iúx)\     'ÍzLL\ 


Precio  de  la  venta,  ocho  mizcales  y  me- 
dio de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Octubre  de 
la  Era  1224. 

Suscripciones  3  :   Estéfano  b.  Yah3''a?  b. 

abú-1-Jair  {j;^\  ¿>\  ..^j  ^s^.  ^j  ,.,ilza|), 
F'arach  b.  Yahya  testificó  y  escribió  con  sus 
manos  (¿.jJ^j  ^^.^^cS" ^  ^.At,       ^^sr^     ,j   -  ^)> 


Yahya  b.   Walíd   b.  Kásim 


.(4.^15 


L}'- 


J. 


I  Hállase  muy  despintada  la  escritura  de 
este  documento. 

3  El  nombre  Paris  procede  de  Apparitio 
(  F.piphanía).  —  Godoy  Alcántara,  Apellidos 
castellanos,  pág.  151. 

3  Están  las  tres  tan  borrosas,  que  no  tene- 
mos completa  seguridad  en  la  lectura  de  todas 
las  palabras. 


Lili 

Venta  de  tma  casa  de  la  demarcación  de 
la  iglesia  de  San  Cebrián  ó  Cipriano,  en  el 
interior  de  Toledo  c^^i-  'i^.^^xS  l^ysr^) 
{UhÁh  i^J->--'  J^^>Xj  ^Lj^^..^,  cuyos  lindes 
son:  al  E. ,  una  casa  de  Domingo  el  Cojitó?, 
el  Pescadero?  (C^Í^M  Jl^:^yj|  íIíajJ  .b); 
al  O.,  casa  de  Martín  Joroba?  ^J^J^  jb) 
(^í  J^^!  al  S.,  otra  casa  de  Doña  Dominga,' 
esposa  que  fué  de  Juan  el  Ancurí  ^3Lj) 


J. 


.iLi_*.3t,  y  al  N.,  el  camino  ó  calle 

(, ^^j^)  á  donde  comunica  la  puerta  de  la 

casa  en  venta. 

Otorgan  esta  venta  el  Presbítero  D.  Mi- 
cael  b.  Yoannes,  del  clero  de  la  iglesia  de 
San  Torcuato,  y  D.  A9an  b.  Maurel  como 
albaceas  de  Abdalyh  b.  Bixar,  á  favor  de 
D.  Micael  el  Snbdiácono  y  de  su  hermano 
D.   Pedro,   hijos  de  D.    Pedro  Al-Hasán, 


.y.  J 

lüU. 

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J--^   c'-- 

\  ^y. 

(^r:»      *^'       -'-.-^       kr^í-^jT^       ^J^^^ 


Precio  de  la  venta,  1 1  mizcales  de  oro  al- 
fonsí, cantidad  que  han  de  invertir  los  testa- 
mentarios en  sufragios  por  el  alma  del  tes  - 


ij 


-  .r^    ^ 


tador   ím\    J.^    L^^-,0»^'    ^ 

Fecha  en  Agosto  de  la  Era  1225. 

Suscripciones:  en  carácter  latino,  «domi- 
nicus  inicael  testis». 

En  caracteres  arábigos:  Lázaro  b.  Do- 
mingo, testigo  (j-íLi..  iA^,o  .,j  ,  ;b5.);  Vi- 
cente b.  Micael  el  diácono  ,j  .ji^-'L^j^) 
('  ^Lj.J!  JjLaL^^;  Miguel  el  Presbítero,  hijo 
de  Juan,  testigo  ,  -3^.'  .»j  ,  y-.¿Jl  J.jlfi*^,) 
(jjsLi,,  y  Vicente  b.  Abdelaziz  b.  Saad,  tes- 
tifican sobre  esto    ,j  \*j^    -^-¡-^     y^  •J^x^i  ^) 

En  el  reverso:  «carta  de  las  casas  de  ssan 
9Íbrian». 


186 


BOLETÍN 


LIV 

Venta  que  otorga  D.  Mido,  hijo  de  Don 
Arias,  á  favor  de  Domingo  Gon9a]bo,  de 
todo  el  patio  del  corral  que  posee  en  Olías 
la  Mayor    .,ji   ^^-^    iJl^xc   ¿Jii/»i    ^jXá,]) 

(...  <C  ^.Ol  :  J\  h  jSJ  ¿.J,  lindando  con 
otros  corrales  de  Pedro  b.  Ajthal  ^j  ^-1=*^) 
(JLLá.)  y  de  Juan  de  Olías  (,  r  ^•'^  ^  r)l>fl  j)' 

y  con  dos  caminos. 

Precio  de  la  venta,  tres  mizcales  menos 
octavo  I  de  oro  alfonsí  y-^  Ls^J  J.*9L¿*   i¿AV) 

Fecha  en  Abril  de  la  Era  1226, 
Adviértese  después  de  la  fecha  que  asis- 
tió al  acto  Domingo  Domínguez,  hijo  del 

Serrano  (ij!^^A.Jt  ^>  ^>«ajo»í  iAt«i),  dicien- 
do que  no  alegaba  derecho  alguno  sobre  la 
finca  vendida,  y  que  se  adhería  al  acto  de  la 
venta,  conformándose  en  un  todo  con  ella. 
Suscripciones:  Abdelaziz  b.  Amir  b.  Ab- 

delaziz  J-^-&  yi  ^^^Lc  yi  jij  '^^ 
(jj  fxJt,  Juan  b.  Abdallah  b,  Jáli?  ^)^j>i.  j) 
(jjaAá.  ^}  iX}\  A^  ^i\,  D.  Domingo  b. 
Julián  b.  abú-1-Hasán  b.  Al-Ba90  2   j^^j) 

{^'J\     ^y,\     ^^\     ^1     ^,.     Jl±      ^y^     .ÍU.O, 

Vicente  b.  Abdelaziz  b.  Saad  ..yi   sJi.-J-^u) 

LV 

Copia  del  testamento  otorgado  en  Mayo 
de  la  Era  1228  por  Doña  Leocadia,  hija  de 

Juan  (    ¿.j|y   «JI^jü    Íj^Lí^J  '¿Jj^). 

(De  este  documento,  como  de  todos  sus 
congéneres,  daremos  un  extracto  detallado 
en  la  segunda  parte  del  presente  trabajo.) 

La  copia  está  fechada  en  la  última  decena 
de  Febrero  de  la  Era  1229, 


1  Véase  supra  núm.  XL  nota  primera  so- 
bre esta  forma  de  partitivo. 

2  Firman  por  él  á  su  orden  y  en  su  presen- 
cia: (iJfc^iacsr^j   ^"í    *^   V^^)* 


LVI 

Venta  de  una  tienda  y  del  edificio  ruinoso 
á  ella  adjunto  en  el  barrio  de  los  Herbolarios 

^J  ^x)\  U  iL^jJl  hjár^j  o^L¿t  ^*>^) 
(  w.jLAjJ|  i^jc^,  colindando  con  otras  tien- 
das y  una  casa  de  los   Señores   Canónigos 


.L.y,,^^xÚ) 


^(¿-^ 


;L.i.U) 


Otorga  esta  venta  el  Arcediano  D.  Domin- 
go Al-Polichení  á  favor  de  los  Canónigos  de 
Santa  María,  representados  al  efecto  por  su 

Prepósito  ó  Preboste  {*)  (^I^^.¿^J»J)D.  Guillen 


¿fJxUJ!    ^j^-y's    ^Jv^jj.j    ^L.-L=^    ^,,_jj) 


^-^.'j-f    ^^-^A'^    jj- 


Precio  de  la  venta,  20  mizcales  de  oro  al- 
fonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Marzo  de 
la  Era  1229. 

Suscripciones:  «petrus  garsie  presbyter 
testis,  Ego  Michael  pe tri  presbyter  testis»  ». 

LVII 

Cambio  ó  permuta  de  dos  lotes  ^  de  tierra 
sitos  en  Olías  la  Maj^or:  el  perteneciente  á 
D.  Domingo  b.  Jalaf,  conocido  por  Mayur- 

nacha  3  (Usr'.^jL^j  >, ?^j-vl).  que  fué  ad- 
quirido por  compra  de  D.  Bahlul  el  herrero, 
en  el  octavo  de  Aben  Bahlul  ^^A  ^^  ^) 
(Jy^j,  y  el  que  posee  D.  Servando  b.  Yu- 
nus  en  los  octavos  de  Aben  Badah  i^^^  \^) 


1  En  una  faja  de  algunos  centímetros  del 
lado  izquierdo  ha  desaparecido  casi  por  com- 
pleto la  escritura  por  efecto  de  la  humedad. 

2  En  el  original  se  emplea  la  palabra  l&ji, 
parece  ser  medida  agraria  por  lo  que  dice  de  la 

segunda  de  dichas  fincas  ílí ^  j.^  ^X.sJ\^  '¿Cj3 

...  ¿s^jS.  Los  diccionarios  le  atribuyen  el  signi- 
ficado de  ¡ote,  parte,  porción,  etc. 

3  Desconocemos  el  significado  de  este 
apodo. 

(*)  Tal  vez  deba  llevar  punto  el  es  aunque 
no  se  distingue  en  el  original. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


187 


(^|jü  ,  yj\,  adquirido  por  herencia  de  Doña 

María,  su  mujer,  hija  de  D.  Miguel  b.  abú- 
1-Hasán  b.  Al-Baco. 

Otorgan  este  cambio  sus  respectivos  po- 
seedores con  las  limitaciones  que  se  indican 
en  el  documento,  poniéndose  mutuamente 
en  posesión  de  sus  nuevas  propiedades. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Junio  de  la 
Era  1229. 

Suscripciones:  Julián  b.  Hilal  (Jj-s)  Te- 
mam  b.Zakaría  b.Gálib...  l.j  ySj  ^.j  X^-~') 
(...  v_,JL¿  .j,  Domingo  b.  Jalaf,  testigo 
(jjíLi.  ¿lá.  ..fj  va^^),  Pedro  b.  Omar  b. 
Gálib  b.  Al-Kallás  ^v-j  j^  ,0  s^]sL.j_.) 
(,  ^.j.¿Jt  yi  w^-¿  y  yo  Servando  b.  Yunus 
b.  Tamy  confirmo  la  citada  permuta  l-Mj) 

(SjSlW  y  Abdallahb.  Abdelmelic...  J^j) 
(...  ^yi  J^c  ^^  .Jü! 


Francisco  Pons. 


(Se  continuará.) 


SECCIÓN  DE  LITERATURA 


TAINE,  POETA 

^Íe  ignoraba  que  fuese  poeta  el 
l'í^^i^  ilustre  historiador  y  crítico 
cuyo  nombre  va  al  frente  de 
estas  líneas,  hasta  que  al  ocurrir  su 
muerte,  en  el  año  1893,  se  dio  publici- 
dad á  unos  sonetos  hermosos  que  había 
escrito  y  guardaba  en  su  gaveta  con 
el  decidido  propósito  de  ocultarlos  allí 
como  un  pecado  literario. 

Los  tenía  dedicados  el  autor  á  tres 
gatos  suyos,  y  acaso  por  esta  circuns- 
tancia, entre  las  pocas  personas  que 
conocían  los  geniales  versos,  contába- 
se Lambert,  el  famoso  pintor  de  los 
gatos,  quien  con  inútil  perseverancia 
había  propuesto  á  Taine,  hacer  de  los 
sonetos  una  edición  ilustrada. 

Mientras  acariciaba  el  lustroso  lomo 
de  su  gato  familiar  y  éste  clavaba  en 


él  con  gratitud  sus  ojos  de  esmeralda, 
meditó  sin  duda  el  poeta  esas  compo- 
siciones, convergiendo  en  el  gato,  como 
los  puntos  de  un  círculo  en  el  centro, 
sus  ideas  informadas  por  el  materialis- 
mo positivista:  con  la  pertinacia  con 
que  el  pensamiento  gravita  á  la  obse- 
sión en  el  alucinado,  brotaron  de  su 
pluma,  refiriéndolos  á  aquel  cuadrúpe- 
do, conceptos  sobre  La  Religión  egip- 
cia, La  Sociedad,  Los  recuerdos,  Los 
Penates,  La  Filosofía,  La  doctrina, 
La  práctica,  La  infancia,  La  sensibi- 
lidad, El  piuito  de  vista  y  Lo  absoluto. 

Como  débil  muestra  de  la  forma  de- 
licada de  esas  poesías,  hemos  traduci- 
do tres  de  ellas,  eligiendo  las  que  me- 
nos cantidad  del  veneno  materialista 
y  de  la  hiél  del  pesimismo  llevan  mez 
ciada  con  el  dulce  néctar  poético  que 
escanció  Taine  en  la  cincelada  copa  de 
la  rima. 

He  aquí  la  extravagante  dedicatoria 
que  precede  á  los  sonetos: 

"A  tres  gatos  Puss,  Ébéne  y  Mitón - 
ne,  domiciliados  en  Mentón,  St.-Ber- 
nard.  Alta  Saboya,  dedica  estos  doce 
sonetos  su  amigo,  amo  y  servidor, — 
H.  Taine. — Noviembre,  1883. „ 

LA  RELIGIÓN 

Desde  el  alba,  acudían  como  enjambres, 

Los  peregrinos  ávidos, 

Y  en  confuso  tropel  se  amontonaban 

En  el  umbral  del  pórtico  cuadrado; 

Llenos  de  admiración,  atentos,  mudos, 

Apenas  respirando , 

En  el  sagrado  speos  tenebroso 

Fija  la  vista  con  empeño  vano. 

Aclarando  el  azul  del  cielo  tórrido, 
Iba  el  sol,  paso  á  paso, 
En  la  senda  medida  por  el  hombre, 
Sin  discrepar,  marchando; 
Sus  áureos  resplandores  desfloraban 
El  religioso  antro, 
Al  pie  de  las  pirámides 
Las  fantásticas  sombras  alargando. 

Después,  su  carcax  de  oro 
Vaciaba,  al  surgir  radiante  el  astro; 
Un  dardo  de  su  lumbre  taladraba 
El  corredor  oblicuo,  donde  el  vaho 


188 


BOLETÍN 


Del  incienso  y  la  mirra  se  esparcían, 

Y  dentro,  en  el  abierto  tabernáculo, 
Veíase,  guiñando  un  ojo  verde 

Y  el  corvo  lomo  alzado, 
Al  divino  cuadrúpedo 

Sus  lucientes  pupilas  estrechando. 

LA  SENSIBILIDAD 

Largas  é  hirsutas  pestañas, 
Con  erizadas  ai:tenas, 
Son  de  nervioso  hocico 
Vigilantes  centinelas; 

Y  al  más  ligero  contacto 

De  algo  estraño  que  se  acerca, 
Alarga  sobre  la  frente 
Las  estiradas  orejas. 

Cuando  la  noche  en  sus  sombras 
Las  formas  esfuma  y  mezcla. 
El  ve;  que  las  sombras  abren 
Sus  abismos  de  tinieblas 
A  las  lucientes  miradas 
Qye  la  obscuridad  barrenan. 

Allí  distingue  y  presiente 
Lo  que  á  distinguir  no  acierta, 
Pues  sus  agudos  sentidos 
Sus  pensamientos  aceran. 

Corren  sobre  su  piel  roja 
Chispas  de  luz  que  azulean  ; 

Y  un  dulce  estremecimiento 
A  lo  largo  de  su  médula, 
La  emoción  que  le  provoca 
Conduce  hasta  el  alma  inquieta. 

Al  unísono,  sus  barbas 
Vibran  en  su  nariz  trémula, 

Y  al  espeluzno  divino. 

Su  elocuente  cola  espléndida, 

Como  una  lira  de  oro 

En  manos  de  un  gran  poeta. 

LOS    RECUERDOS 

Reposa  junto  al  fuego. 
Los  párpados  á  medias  entornados, 

Y  el  calor  de  la  brasa,  que  se  extingue, 
Perezoso  aspirando; 

Preso  en  cadenas,  el  perol  borbota 
Con  rugido  metálico, 

Y  aún  llamea  algún  tronco  y  se  ennegrece, 
R'jos  carbones  en  su  extremo  hilando. 

Toma  excelsas  posturas 
El  regio  desterrado. 
Alargando  su  hocico,  lo  acomoda 
Sobre  sus  pies  de  raso, 

Y  con  sublime  hastío,  se  adormece 


Huyendo  así  de  su  destino  ingrato, 
De  la  fatal  caída  de  las  cosas, 
I  Del  hecho  consumado! 

En  su  doliente  corazón,  los  siglos 
Su  noche  condensaron; 
Pero  en  el  fondo  de  él,  inextinguible 
Como  fuego  sagrado , 
Brilla,  entre  soledades  y  tristezas, 
Su  sueño  hereditario: 

Una  tarde  de  oro,  el  sol  bermejo. 
Cayendo  en  el  ocaso, 
Los  negros  troncos  de  un  palmar  erguido 
Sobre  el  fondo  de  un  cielo  arrebolado. 
Un  gran  río  que  rueda  entre  dos  muros 
De  tierra,  suspirando. 

Juan  Menéndez  Pidal. 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


OASPAR  BECERRA 


APUNTES   BIOGRÁFICOS 

jEiMPO  hacía  que  se  nos  presenta- 
ban á  la  vista  obras  de  anóni- 
^j  mo  autor ,  del  más  consumado 
arte,  ostentando  todas  semejanzas  de 
estilo  y  marcadísimo  carácter  de  la 
época  del  Renacimiento,  que  nos  lle- 
vaban á  meditar  sobre  á  quién  debe- 
ríamos producciones  tan  peregrinas: 
no  se  limitaban  éstas  á  un  solo  género 
de  las  que  llamamos  plásticas,  pues  ya 
eran  pinturas,  ya  esculturas,  ó  dibujos 
y  estampas,  en  las  que  veíamos  lucir 
igual  magistral  mano  5^  calidad  seme 
jante:  recordando  nombres,  reunien- 
do datos  y  comparando  ejemplares  , 
ocurriónos  si  el  insigne  autor,  tan  des- 
conocidocomoeminente,  nopudiera  ser 
el  tan  celebrado  por  sus  contemporá- 
neos, y  algo  dado  al  olvido  después,  el 
ilustre  baezano  Gaspar  Becerra.  Aque- 
lla primera  suposición  constituye  hoy 
ya  en  nosotros  completo  convencimien- 
to; pues  aunque  aún  nos  faltan  por  exa- 
minar bastantes  ejemplares  de  los  que 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


189 


por  de  tal  autor  se  tienen,  nos  parecen 
ya  suficientes  los  descubiertos  y  ana- 
lizados para  trazar  por  lo  menos  las 
líneas  generales  de  lo  que  en  su  día 
pudiera  ser  más  completa  y  acabada 
monografía.  Persiguiendo  estos  datos 
desde  hace  tiempo  y  sallándonos  otros 
inesperadamente  al  encuentro,  nos  atre- 
vemos á  hacer  públicos  algunos  de 
ellos  y  someterlos  al  examen  de  las 
personas  peritas,  considerándonos  por 
lo  demás  muy  honrados  con  que  el 
notable  Boletín  de  Excursionistas  nos 
distinga  con  la  publicación  de  algunos 
de  los  párrafos  de  nuestro  trabajo,  acce- 
diendo así  gustosos  á  que  á  él  corres- 
pondan las  primacías  del  mismo.  Tén- 
gase, pues,  éste  sólo  por  ensayo  y  por 
serie  de  apuntes,  en  los  que  manifesta- 
mos nuestro  pensamiento,  á  reserva  de 
modificarlo  sin  esfuerzo  ante  las  fun- 
dadas razones  que  pudieran  oponér- 
sele. 


X 
X     X 


Corría  el  siglo  XVI  con  todo  sus  es 
plendores  del  renacimiento,  con  todos 
sus  inventosyadelantos,  que  patentiza- 
ban losdestellosdeunanueva  aurora  en 
los  días  de  la  historia;  las  ciencias  y  las 
artes,  de  común  acuerdo,  se  armoniza- 
ban y  apoyaban  mutuamente  para  in- 
formar aquellos  nuevos  impulsos,  á  un 
extremo,  que  nunca  las  ciencias  fueron 
más  artísticas  ni  las  artes  más  cientí- 
ficas que  en  aquellos  tiempos;  genios 
extraordinarios,  hombres  de  múltiples 
talentos,  encarnando  en  sí  distintas  na- 
turalezas, enlazaban  con  sus  prodigio- 
sas intuiciones  ,  con  sus  asombrosas 
clarividencias,  la  interrumpida  cadena 
de  los  grandes  adelantos  en  el  saber  y 
en  las  artes,  del  tiempo  antiguo  con  el 
novísimo  que  inauguraban. 

La  Edad  Media  había  terminado ,  y 
después  de  pasados  aquellos  siglos,  ne- 
cesarios para  que  la  idea  cristiana  di- 
latara sus  raíces  hasta  hacerse  ya  impo- 
sible su  extirpación  en  las  que  á  la  hu- 


manidad resten  de  vida,  volvíase  tras 
esta  regeneración  á  continuar  la  obra 
del  terrenal  progreso  científico  y  artís- 
tico, tan  puramente  formal  antes  de 
obtener  la  redención  del  alma,  morali- 
zada y  humanizada,  para  la  mayor  ex- 
celsitud  del  total  proceder  en  la  vida 
terrena. 

Centro  de  este  gran  movimiento  y 
de  este  enlace  con  la  antigua  civiliza- 
ción, que  había  dejado  su  último  pro- 
ducto en  aquellos  lugares  italianos,  fue- 
ron las  ciudades  principales  de  esta 
península,  suelo  de  donde  brotaban  los 
restos  que  esparcían  una  nueva  luz  al 
volver  á  la  del  día,  después  de  tan  lar- 
go inhumamiento. 

Las  ciudades  italianas  fueron  las 
primeras  en  respirar  libres  de  aquellos 
señores  que,  marchando  á  las  Cruza- 
das, última  empresa  del  militarismo 
romano  por  ellos  heredado,  dejaban 
lugar  á  que  el  Municipio  ,  la  idea  de 
nacionalidad  y  la  noción  del  derecho, 
sustituyese  á  la  edad  de  la  fuerza  por 
ellos  representada. 

Careciendo  los  Papas  del  suficiente 
poder  militar  para  hacerse  los  Reyes 
de  Italia,  y  sin  aspirar  tampoco  nun- 
ca á  ser  el  centro  de  su  unidad  nacio- 
nal ;  entremetidos  los  emperadores  de 
Alemania  en  el  gobierno  de  ella,  hasta 
incorporar  gran  porción  de  su  territo- 
rio al  cetro  imperial,  en  su  parte  Nor- 
te; peleando  constantemente  en  la  del 
Sur  los  duques  griegos  y  longobardos, 
surgió,  á  la  caída  del  feudalismo,  la 
necesidad  de  que  muchas  ciudades  se 
declarasen  completamente  libres,  to- 
mando distintas  formas  en  su  gobierno 
municipal.  Fueron  las  primeras  Vene- 
cia,  Genova  y  Pisa,  erigidas  autónomas 
en  el  siglo  X,  cuando  el  emperador 
Otón  el  Grande  incorporaba  la  Lom- 
bardía  á  su  corona ;  más  tarde  Floren- 
cia se  emancipa  de  Pisa,  y,  constituida 
en  república,  experimenta  distintas  vi- 
cisitudes, sufre  las  luchas  de  opuestos 
partidos  y  la  presión  de  poderosos  se- 


190 


BOLETÍN 


ñores,  hasta  que  en  el  si.2;lo  XV  la  afor- 
tunada casa  de  los  Médicis  vincula  en 
sí  la  gobernación  de  aquella  República. 
En  este  período,  pues,  se  suceden  to- 
dos los  albores  de  la  nueva  edad  que 
se  prepara. 

El  Derecho,  con  el  hallazgo  y  estu- 
dio de  los  textos  romanos  conocidos 
por  el  manuscrito  de  los  Pandectas, 
que  se  traen  los  písanos  como  parte  de 
su  botín  en  la  toma  de  Amalfi,  adquie- 
re la  mayor  atención,  y  esparciendo  su 
luz  por  todas  las  naciones,  produce  en- 
tre nosotros  la  monumental  obra  de  las 
Partidas,  directamente  inspiradas  en 
tan  notable  descubrimiento.  La  política 
con  el  sistema  de  privilegios,  que  hacía 
del  manto  de  los  Reyes  dosel  bajo  el  que 
gustosos  los  pueblos  se  cobijaban;  la 
literatura,  aceptando,  por  fin,  como 
forma  del  pensamiento,  las  lenguas  ro- 
mances, ya  en  estado  de  cultura  sufi- 
ciente para  perder  su  consideración  de 
bárbaras,  5^  tomando  por  guía  á  los  poe- 
tas clásicos  en  sus  más  místicas  excur- 
siones; la  filosofía,  con  el  uso  y  empleo 
de  la  escolástica,  derivación  directa  de 
los  procedimientos  impuestos    por  el 
gran  pensador  del  mundo  clásico,  y  el 
arte,  fijando  sus  miradas  en  los  már- 
moles antiguos  que  á  cada  paso  el  ara- 
do ó  la  casualidad  descubría,  tan  mór- 
bidos y  vivientes,  tan  sonrientes  y  mo- 
vidos, fueron,  con  otros  varios  moti- 
vos, los  que  impulsaron  al  pensamiento 
humano  á  reanudar  sus  trabajos  y  se- 
guir sus  tareas,  interrumpidas  por  al- 
gunos siglos  bajo  la  opresión  de  la  ge- 
neral barbarie.  Así  comenzó  la  Europa 
á  revivir;  así  comenzó  el  renacimiento 
propiamente  en  el  siglo  XIII,  siglo  lla- 
mado de  resumen  y  enciclopedia,  pero 
que  más  bien  apelaríamos  nosotros  de 
portada  y  programa  de  lo  que  después 
había  de  venir. 

Las  artes,  fieles  intérpretes  siempre 
de  su  tiempo  y  de  sus  hombres,  sintie- 
ron al  momento  la  sacudida  de  los  co- 
razones, y  la  literatura,  la  pintura,  }'■ 


principalmente  la  escultura,  se  mani- 
festaron por  los  labios  de  Dante  y  Pe- 
trarca, por  los  pinceles  de  Gioto  y  por 
el  cincel  de  Nicolás  Pisano  y  tantos 
otros  de  sus  discípulos  renacientes. 

Pero  este  volver  al  rnundo,  este  des 
pertar    de  la  nueva  primavera,  tomó 
desde  luego  un  sentido  naturalista,  en 
el  que  tuvo  no  poco  influjo   el  sentir 
de  un  místico,  de  un  Santo,  que  apa- 
rece como  la  más  interesante  figura  de 
su  tiempo:    alabando   á   Dios  en  sus 
obras,  entonando   al    Criador  el  him- 
no más  elocuente  de  reconocimiento, 
arrastraba  tras  sí  Francisco  de  Asís  á 
los  poetas,  á  los  músicos,  á  los  pinto- 
res, haciéndoles  mirar  á  su  alrededor 
el  paraíso  en  que  Dios  los  había  colo- 
cado, para  que  lo  alabaran  cada  cual 
á  su  modo  en  sus  corazones  y  le  de- 
dicaran los  más   tiernos   y  externos 
holocaustos.  Esta  tendencia  á  la  na- 
turaleza hace  tomar  á  las  artes  rum- 
bos de  imitación,  de  atención  al  na- 
tural que  informan  las  producciones  de 
aquellos  tiempos,  y  los  pintores  lla- 
mados cuatricentisti^  continuadores  de 
los  del  siglo  XIII  y  XIV,  representa- 
dos éstos  principalmente  por  el  Gioto, 
imprimen  en  todas  sus  obras  este  acen- 
to, aumentando  cada  día  su  caudal  de 
ideas  para  la  representación  del  mun- 
do externo  en  que  se  inspiran ;   pero 
nuevos  hallazgos  de  famosos  fragmen- 
tos clásicos,  y  sobre  todo  el  entusiasmo 
que  producen  las  ideas  platónicas,  an 
tes  desconocidas,  mueven  todos  los  es- 
píritus al  culto  del  ideal,  que  en  nin- 
guna parte  ven  más  altamente  realiza- 
do como  en  los  más  clásicos  modelos. 
Plethon  es  el  apóstol  del  neoplatonismo 
alejandrino,  que  quiere  sustituir  al  aris- 
totelismo  de  la  Edad  Media  y  que  se 
presenta  en  lucha  con  el  escolasticismo. 
En  1460  funda  Marsile  Ficin,  bajo  la 
protección  de  los  Médicis,  una  Acade- 
mia platoniana,  traduciéndolo  todo  en 
latín,  por  supuesto,  y  aunque  extravia- 
do hasta  el  mayor  absurdo  en  sus  con- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


191 


secuencias,  produce  la  más  grande 
exaltación  y  adoración  de  lo  genial  é 
inspirado,  que  llega  hasta  los  delirios 
de  Giordano  Bruno  en  Astronomía  y 
Física,  so  color  de  fuerza  é  intuición 
poética.  Un  defensor  sale  aún  A  Aristó- 
teles, Cesalpin  de  Arezzo ;  pero  Cam- 
panella  llama  al  Estagirita  "el  padre 
de  todas  las  herejías,,  y  sostiene  con 
todas  sus  fuerzas  el  platonismo,  que 
por  un  momento  llega  á  dominar  en 
todas  las  esferas. 

Lo  que  los  Diálogos  de  Platón  en  la 
filosofía ,  son  las  últimas  estatuas  en- 
contradas en  el  suelo  italiano  por  la 
escultura;  el  torso  del  Belvedere  pro- 
duce una  explosión  de  asombro  entre 
los  artistas,  y  los  convence  de  que  la 
forma  ideal,  llevada  á  aquel  grado  de 
robustez,  es  la  sola  capaz  de  producir 
las  emociones  estéticas  de  lo  sublime 
y  lo  grandioso;  y  Miguel  Ángel  Buo-' 
narroti,  que  lo  contempla,  admira  y 
hasta  adora,  recibe  y  aspira  de  él  todo 
el  estilo  que  había  de  imprimir  después 
á  sus  grandilocuentes  producciones. 

Antes  de  él  habían  existido  esculto- 
res tan  admirables  como  Donatello, 
que  por  el  estudio  del  natural  habían 
llegado  á  realizar  maravillas  tales 
como  el  Zticofie,  la  estatua  ecuestre  de 
de  Gatamelata  y  los  coros  de  niños  de 
Florencia  y  otras  obras  de  inmortal 
renombre; 'habían  existido  también 
pintores  que ,  ó  naturalistas  como  los 
florentinos,  ó  místicos  como  Fra  An- 
gélico y  los  de  la  escuela  de  Ombría , 
cual  el  Perugino  y  hasta  el  mismo  Ra- 
fael, dejándose  llevar  de  espontáneos 
impulsos,  interpretaron  ó  poetizaron  el 
natural  en  grado  insuperable;  pero  el 
Titán  florentino,  con  sus  colosales  fuer- 
zas personales,  al  decidirse  por  el  cla- 
sicismo grandioso,  concluyó  con  toda 
otra  dirección  y  quedó  como  el  dueño 
absoluto  del  campo  de  las  artes ,  en  él 
reunidas  y  compendiadas. 


X 
X     X 


Muerto  Donatello ,  Florencia  no  te- 
nía ningún  gran  escultor:  hallábase  el 
Verroquio  en  Venecia,  y  Sansovino, 
viejo  y  disgustado  se  retiraba  del  arte: 
sólo  Bertoldi,  mediano  artista,  discípu- 
lo de  Donatello,  encargado  de  la  colec- 
ción de  Lorenzo  de  Mediéis,  regentaba 
una  escuela,   en  la  que  entró  Miguel 
Ángel.  En  ella  aprendía  también,  entre 
otros  discípulos,  el  inquieto Torrigiano, 
que  después  de  pelear  y  señalar  en  el 
rostro  para  siempre  al  insigne  princi- 
piante, había  de  concluir  sus  días  en 
España.  Miguel  Ángel  asombra  á  su 
maestro  y  al  patrono  de  aquella  escue- 
la desde  los  primeros  momentos,  y  cada 
paso  en  su  firme  carrera  hace  que  re- 
caigan en  él  todos  los  aplausos,  consi- 
guiendo supeditar  por  largo  tiempo  el 
arte  del  mundo  entero  á  sus  máximas 
y  prácticas.  Bien  podemos  decir  de  él 
que  llenó  su  siglo ,   ora  haciendo  sus 
palpitantes    mármoles   en    Florencia, 
ora  ocupándose  en  Roma  en  preparar 
las  tumbas  para  los  Papas  ó  subiendo 
á  los  andamios  de  la  Capilla  Sixtina 
para  desarrollar  en  su  extensa  bóveda 
la  composición  inmortal  de  sus  frescos, 
y  más  tarde  el  Juicio  final  en  su  teste- 
ro, ó  ya  encargándose  como  arquitecto 
de  las  obras  de  la  gran  basílica  de  San 
Pedro;  siempre  llevando  á  término  em- 
presas de  tal  importancia,  que  le  dan 
con  sobrados  motivos  el  título  del  más 
colosal  artista  de  su  tiempo. 

Principios  estéticos  que  profesa,  y  á 
que  aspira  en  todas  sus  producciones, 
son  la  grandiosidad  de  la  forma,  lleva- 
da al  mayor  extremo  de  corrección  y 
exuberancia  posible,  y  esto  preferente- 
mente aplicado  á  la  humana  en  toda 
su  desnudez,  pero  también  en  todo  su 
lucimiento  de  espléndida  robustez  y 
desarrollo  de  su  sabia  y  complicada 
arquitectura. 

Por  ello  que  considerara  como  de 
toda  necesidad  conocer  á  fondo  y  en 
todos  sus  partes  el  organismo  de  la  hu- 
mana máquina,  que  de  tal  modo  había 


192 


boletín 


de  hacer  jugar  para  ponerla  en  movi- 
miento y  conseguir  de  sus  colosos  las 
posturas  y  actitudes  más  expresivas  de 
sus  pensamientos  ó  pasiones;  así  que, 
siguiendo  el  camino  ya  emprendido  por 
otros  artistas,  dedicóse  con  el  mayor 
afán  al  estudio  de  la  anatomía  humana, 
no  contentándose  con  la  exterioridad, 
con  la  capa  más  superficial,  sino,  como 
consumado  médico,  llegando  hasta  los 
últimos  y  más  profundos  detalles,  dedi- 
cando años  enteros  á  la  disección  de 
cadáveres,  en  busca  de  un  músculo, 
de  un  tendón  ó  un  ligamento,  que  le 
diera  la  razón  de  una  postura  ó  la  po- 
sibilidad de  un  movimiento. 

Los  estudios  anatómicos  adquirían 
entonces  un  gran  impulso;  las  ciencias 
médicas  dan  en  el  renacimiento  uno  de 
sus  mayores  pasos  conseguidos  en  el 
análisis  y  comprensión  délas  funciones 
del  cuerpo  humano ;  por  aquel  tiempo 
nuestro  Servet  descubre  el  curso  de  la 
sangre  y  la  razón  de  los  movimientos 
cardíacos,  y  el  Vesalio,  el  célebre  mé- 
dico de  Carlos  V,  escribe  admirable 
obra  de  anatomía,  que  el  propio  Ticiii- 
no  ilustra  con  sus  láminas.  Aquellas 
sorpresas  anatómicas  y  fisiológicas  ad- 
miran á  todos  é  interesan  directamente 
á  los  artistas,  y  los  italianos,  que  en- 
tonces llevaban  la  bandera  del  arte,  son 
los  primeros,  como  Leonardo  da  Vinci, 
Rafael  y  Miguel  Ángel,  en  aceptar  y 
reconocer  el  estudio  de  la  Anatomía 
como  indispensable  para  la  mejor  eje- 
cución de  la  figura  humana. 

La  escuela  de  artistas  anatómicos 
dio  lugar  á  dibujantes  tan  analíticos 
que  empiezan  sus  esbozos  por  trazar  el 
esqueleto  de  las  figuras  para  después 
cubrirlo  de  los  músculos  y  así  obtener- 
las como  resultado ,  sin  error  posible 
en  su  contorno  y  movimiento ;  y  de  tal 
modo  consiguen  el  éxito  con  tal  pro- 
cedimiento, que  todo  el  arte  de  este  si- 
glo XVI  presenta  como  carácter  pro- 
pio el  esencialmente  anatómico,  5^  ser 
el  siglo  de  los  desnudos  hasta  exagera- 


damente científicos,  tanto  en  las  escul- 
turas como  en  sus  pinturas  y  dibujos. 
Esto  en  cuanto  á  la  parte  científica; 
porque  en  su  sentido  puramente  estéti- 
co, el  ideal  grandioso  es  el  que  se  per- 
sigue, mediante  la  aplicación  de  las  es- 
beltas y  amplias  proporciones,  la  va- 
lentía en  las  líneas  y  los  escorzos,  con 
abstracción  de  toda  endeblez  y  defecto 
corporal:  ésta  es  la  metafísica  del  arte 
de  Miguel  Ángel  y  Rafael  de  Urbino, 
los  dos  grandes  corifeos  del  Renaci- 
miento clásico  ,  pretendiendo  además 
revestir  á  la  idea  cristiana  con  la  for  - 
ma  pagana,  aunque  resultando  sacrifi- 
cada aquélla  al  admitir  con  demasiada 
pasión  las  bellezas  de  los  mármoles  an- 
guos,  no  por  cierto  éstos  los  mejores  de 
su  edad,  lo  que  constituye  gran  defi- 
ciencia para  el  despertar  clásico  de  la 
décimasexta  centuria,  lo  propio  en  sus 
artes  plásticas  que  en  su  literatura,  por 
ser  todo  entonces  completamente  neo- 
latino ,  y  no  de  directa  derivación  he- 
lénica. 

X 

X     X 

No  podía  limitarse  aquel  gran  mo- 
vimiento al  foco  donde  había  nacido,  y 
dejar  de  llegar  en  sus  ondulaciones 
hasta  los  últimos  países  con  él  relacio 
nados .  La  España  del  siglo  XVI ,  con 
su  unidad  realizada  por  los  Reyes  Ca- 
tólicos, interviniendo  tan  directamente 
desde  antes  en  los  asuntos  de  la  penín- 
sula italiana  por  los  Monarcas  arago- 
neses, que  convirtieron  el  Mediterráneo 
occidental  en  un  verdadero  lago  ibéri  - 
co,  nación  ya  rica  y  afortunada,  nece- 
sitada de  artistas  que  esculpieran  toda 
su  grandeza  adquirida,  los  enviaba  á 
Roma,  á  Florencia  y  demás  centros 
italianos,  para  que  amaestrados  allí 
trajeran  después  los  estilos  que  tanto 
auge  y  tanto  progreso  representaban 
en  el  campo  de  las  bellas  artes. 

La  ojiva  y  sus  consecuencias  artísti- 
cas habían  hecho  entre  nosotros  su 
más  completa  evolución,  y  el  renací- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


193 


miento  italiano  iba  infiltrándose  en  to 
das  las  esferas  y  adquiriendo  cada  vez 
mayor  auge,  é  impulsando  con  sus  es- 
plendores á  los  artistas  á  marchar  á 
aquella  nación,  en  donde  podrían  con- 
templar en  todo  su  esplendor  al  nuevo 
sol  de  la  belleza  y  del  progreso. 

En  Aragón  sintióse  más  pronto  que 
en  Castilla  esta'  tendencia ,  y  por  allí 
penetraron  realmente  entre  nosotros 
las  auras  del  renacimiento  italiano :  la 
arquitectura  ,    admitiendo    detalles  y 
miembros  que  después  habían  de  cons- 
tituir el  florido  y  lujoso  estilo  plateres- 
co; la  pintura,  adornando  el  lugar  de 
de  sus  escenas  con  perspectivas  de  clá- 
sicos edificios  y  exornos  de  grutescos; 
la  escultura,  ampliando  y  redondeando 
sus  formas  y  rebusteciendo  los  miem- 
bros, y  los  entalladores  alardeando  ya 
de  báquicas  fantasías  al  gusto  clásico, 
preparaban  el  terreno  para  que  los  Ría- 
nos ,  Covarrubias ,  Gil  de  Hontañón  y 
otros  insignes  arquitectos  nos  dejaran 
muestra  de  su  espléndida  fantasía  en 
el  Ayuntamiento  de  Sevilla ,  Alcázar 
de  Toledo,  Palacio  arzobispal  de  Al- 
calá de  Henares,  y  la  misma  Universi 
dad  Complutense,  con  tantos  otros  edi- 
ficios llamados  platerescos,  porque  la 
bor  digna  de  ser  cincelada  en   plata 
nos  ofrecen ,  y  de  los  que  por  fortuna 
tal  abundancia  aún  poseemos.  La  escul- 
tura adquiría  también  el  marcado  sa 
bor  italiano  que  nos  daban  á  conocer 
los  iniciados  en  aquel  renacimiento: 
cada  día  apreciamos  más  los  detalles 
admirables  que  enriquecen  tantos  coros 
de  nuestras  catedrales  y  conventos ,  y 
los  nombres  de  Guas  y  Almonacid  que 
hacían  la  portada  y  el  retablo  mayor 
de  la  primada  de  Toledo,  Damián  For- 
men t,  el  autor  de  los  grandiosos  reta- 
blos del  Pilar  y  la  catedral  de  Huesca, 
con   Morlánez  que  daba  un  paso  más 
hacia  el  estilo  que  venía,  decorando  la 
fachada  de  Santa  Engracia,  en  la  pro 
pia  capital  aragonesa,  van  formando 
el  nuevo  gusto,  manifestado  ya  esplén- 


didamente por  Miguel  Florentino  y  el 
Torrigiano  en  Sevilla,  Bartolomé  Or- 
dóñez  y  Felipe  de  Vigarny ,  Gil  de  Siloe 
y  Juan  de  Colonia,  en  varios  puntos, 
hasta  que  vuelve  de  Italia  Alonso  Be- 
rruguete^  que  á  todos  eclipsa  al  repre- 
sentar más  que  otro  alguno  la  tenden  - 
cia  puramente  clásica  italiana ,  como 
fiel  discípulo  del  titán  florentino,  que 
ilumina  y  fortalece  su  genio  con  las 
máximas  de  su  escuela, 

Alonso  Berruguete,  marchando  á 
Italia,  entra  en  la  Academia  de  los  Me- 
diéis y  allí  traba  amistad  con  el  Buona- 
rroti;  con  él  trabaja  en  Roma  en  com- 
petencia con  otros  artistas  italianos; 
allí  hace,  entre  otras  obras,  una  copia 
en  cera  del  Laoconte,  por  encargo  del 
arquitecto  Brabante,  y  después  de  per- 
manecer varios  años  en  tan  artístico 
centro  vuelve  á  su  patria  trayendo  en 
toda  su  frescura  aquel  estilo,  conside- 
rado en  su  tiempo  como  la  más  alta 
concepción  posible  adquirida  en  el  te- 
rreno del  arte. 

En  Zaragoza,  donde  quiso  conocer  á 
Damián  Forment;  en  Toledo,  trazando 
y  ejecutando  en  gran  parte  el  coro  de 
su  Catedral,  notabilísimo,  y  el  sepul- 
cro del  obispo  Tavera,  no  menos  fa- 
moso; en  Granada,  adornando  el  pala- 
cio de  Carlos  V;  en  Valladolid,  levan- 
tando entre  las  disputas  de  los  aman 
tes  del  gusto  antiguo  el  soberbio  reta- 
blo de  San  Benito  y  el  sepulcro  del 
obispo  Falencia ,  y  en  tantas  otras 
obras  importantísimas  y  de  inaprecia- 
ble valor,  en  que  se  reconoce  general  ■ 
mente  su  cincel,  nos  dejó  las  muestras 
del  arte  que  había  adquirido  en  Italia. 

Eran  aquellos  tiempos  los  de  nuestro 
mayor  esplendor  y  poderío,  y  cuando 
aparecían  entre  nosotros  hombres  dota- 
dos de  múltiples  talentos  que,  no  bas- 
tándoles aplicarlos  á  una  sola  esfera, 
ejercían  á  la  par  los  que  requiren  á  ve- 
ces las  más  variadas  y  hasta  antitéticas 
disposiciones;  siglo  aquel  de  colosos  en 
todos  los  ramos,   con  un  Emperador 


194 


BOLETÍN 


que  emulaba  á  los  Césares,  engrande- 
ciéndonos ante  el  mundo  entero;  de 
conquistadores  que  extendían  nuestros 
dominios  por  los  más  desconocidos 
confines;  con  sabios  teólogos  y  huma 
nistas  que  lucían  su  saber  é  ingenio  en 
ocasiones  tan  solemnes  como  el  Conci- 
lio Tridentino;  con  historiadores  que 
sacaban  la  reseña  de  los  hechos  del 
primitivo  estado  de  la  crónica  y  lo  ele- 
vaban al  más  completo  de  la  historia 
propia;  con  poetas  émulos  de  Virgilio 
y  los  mejores  clásicos  latinos;  prosis 
tas  esculturales,  y  científicos  y  mecáni- 
cos admirables,  elevaban  entonces  la 
cultura  española  á  un  nivel  como  des- 
pués no  volvimos  á  disfrutar,  ni  sos- 
tuvimos, por  desgracia,  por  mucho 
tiempo. 

Pocos  hombres  representan   mejor 
este  momento   entre  nosotros  que   el 
cordobés  Pablo  de  Céspedes:  humanis- 
ta consumado;  poseedor  de  las  lenguas 
sabias  y  de  las  filosofía  antigua  y  cris- 
tiana; artista  de  generales  aptitudes, 
pintor,   escultor  y    arquitecto;    poeta 
grandilocuente  y  correctísimo,  en  todo 
al  igual  eminente,  ya  pintara  la  céle- 
bre Cena  y  otros  frescos  y  tablas  en 
Córdoba  y  Sevilla,   ya  esculpiera  el 
valiente  San  Pablo,  ya  dictara  el  her 
moso  y  didáctico  Poema  de  la  PinUi- 
r«; encarnó  en  él  todo  el  genio  andaluz, 
cual  foco  de  muchos  rayos  y  ejemplo 
de  grandiosos  talentos.  Luis  de  Var- 
gas y  Villegas  Marmolejo  pintaban  en- 
tonces en  Sevilla  tablas  dignas  de  la 
mano  de  Rafael  de  Urbino;  Pedro  To  - 
rrigiano  modelaba  en  la  misma  ciudad 
sus  Vírgenes  y  el  admirable  San  Jeró- 
nimo] el  divino  Herrera  hacía  sonar 
los  bíblicos  trenos  con  acentos  horá- 
danos; pero  Céspedes  los  resume  á  to- 
dos, y  ya  toma  los  pinceles  para  re- 
tratar á Cristo  con  sus  doce  Apóstoles, 
como  deja. correr  la  pluma,  impulsada 
por  la  más  poderosa  pero  disciplinada 
inspiración  poética. 

De  otro  de  estos  genios  múltiples,  de 


otro  de  estos  ilustres  andaluces  tocó 
ser  patria  á  la  ciudad  de  Baeza,  capi- 
tal efectiva  del  reino  de  Jaén  en  aquel 
tiempo,  aunque  las  exigencias  de  las 
guerras  pasadas  la  hubieran  llevado 
oficialmente  á  otro  lugar  más  cercano 
á  la  frontera.  La  ciudad  de  Baeza  ofre- 
cía en  la  primera  mitad  del  siglo  XVI 
una  vitalidad  y  riqueza  que  le  hacían 
ir  adquiriendo  un  aspecto  verdadera- 
mente monumental,  merced  á  las  im- 
portantes construcciones  que  edificaba. 
Situada  en  las  proximidades  de  la  roma- 
na Castulo  derruida,  aprovechábanse 
en  Baeza  aquellas  marmóreas  riquezas 
que  brotaban  de  su  suelo  para  la  cons- 
trucción de  sus  edificios  y  monumen- 
tos públicos.  La  célebre  Casa  del  Pó- 
pulo, en  la  que  columnas,  medallones 
y  frisos  son  romanos,  levantábase  al 
principio  de  la  centuria,  y  poco  más 
tarde  edificaban  el  bellísimo  Palacio 
municipal,  del  más  hermoso  estilo  pla- 
teresco, en  el  que  muchos  creen  distin- 
guir el  cincel  de  Berruguete.  Tales  mo- 
mentos patentizan,  con  otros  motivos, 
el  gran  movimiento  artístico  en  aque- 
lia  localidad  y  la  presencia  en  ella  de 
artistas  eminentísimos,  que  mucho  ha- 
bían de  influir  en  el  ánimo  de  algunos 
que  entonces  por  ellos  despertaban  á 
la  inspiración  estética.  Entre  éstos  se 
encontraba  el  joven  Gaspar  Becerra, 
natural  de  aquella  ciudad  y  gloria  des- 
pués para  ella  y  para  el  arte  español, 
como  á  seguida  veremos. 


X 
X     X 


No  tratamos  de  resucitar  la  memo- 
ria de  un  artista  más  ó  menos  notable 
que  pudiera  servir  de  timbre  de  gloria 
más  especialmente  para  su  ciudad  na- 
tal ó  región  en  que  floreciera ;  trátase 
de  una  de  las  primeras  figuras  del  arte 
español  en  su  época,  de  un  verdadero 
genio,  reconocido  por  sus  contemporá- 
neos y  olvidado  después  un  tanto  por 
la  poca  abundancia  de  sus  obras  y  por 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


195 


la  falta  de  estudio  y  análisis  de  algu- 
nas de  ellas. 

Los  elogios  para  él  de  sus  contempo- 
ráneos no  fueron  escasos  ni  se  dejaron 
desear  un  momento:  Juan  de  Arfe,  el 
famoso  autor  de  tanta  notable  obra  de 
platería  y  de  la  escrita  titulada  Varia 
Comen  sur  ación  ^  decía  en  .ésta,  equi- 
parándolo con  Berruguete:  "ambos  en 
escultura  principales,,  "y  que  por  su 
temprana  muerte  dejó  de  señalarse 
más  „  Insigne  le  apellida  Carducho: 
Pacheco  llega  hasta  decir  de  él  que 
"quitó  á  Berruguete  gran  parte  de  la 
gloria  que  había  adquirido  por  haber 
seguido  á  Miguel  Ángel,  y  ser  sus 
figuras  más  enteras  y  de  mayor  gran- 
deza, y  así  imitaran  su  manera  y  si- 
guiei'an  su  camino  los  mejores  esculto- 
res y  pintores  de  España;  „  y  el  bueno 
del  maestro  Juan  López  de  Hoyos,  con 
su  estilo  harto  llano  decía  que  fué  "el 
que  más  ha  tirado  la  barra  en  materia 
de  obras  artísticas,,;  no  perdiendo  oca- 
sión de  citarlo  con  elogio,  estos  3^  otros 
autores,  como  aún  tendremos  ocasión 
de  ver. 

Hubo  de  conseguir  tan  alta  estima, 
no  tanto  por  la  alteza  de  su  ingenio 
como  por  la  perfección  de  su  obra,  pues 
conjuntáronse  en  él,  por  feliz  coinci- 
dencia ,  la  intensidad  del  genio  con  la 
más  incansable  paciencia  en  la  ejecu- 
ción, con  tal  de  obtener  el  más  perfec- 
to resultado:  y  tiempo  es  ya  de  que 
conozcamos  el  autor  y  sus  singulares 
obras. 

X 

X     X 

Nacido  en  Baeza,  como  decimos,  en 
1520,  debemos  suponer  pasara  en  su 
patria  los  primeros  años  de  la  vida,  ali- 
mentando sus  disposiciones  artísticas 
con  la  contemplación  de  los  modelos 
que  del  arte  romano  se  exhumaban  en 
Castulo ,  ejerciendo  éstos  en  su  ánimo 
semejante  efecto  al  que  producían  en 
los  artistas  italianos  los  que  brotaban 
de  aquel  suelo:  mucho  debieron  influir. 


tanto  tales  fragmentos  como  las  gallar- 
días de  la  decoración  arquitectónica  de 
los  edificios  que  entonces  se  levanta- 
ban en  Baeza ,  en  el  ánimo  del  joven 
artista ,  impulsándole  á  conocer  en  su 
fuente  tan  bello  y  lozano  arte,  que  con 
todos  sus  atractivos  se  presentaba  ante 
sus  ojos. 

Ello  es  que  partió  para  Italia,  donde 
amplió  sus  conocimientos  con  la  socie- 
dad de  los  grandes  maestros,  especial 
mente  con  el  Buonarroti,  por  el  que 
llegó  á  sufrir  una  verdadera  seducción. 
Unido  después  al  Vasari,  por  ausencia 
de  Cristófano  Cherardi,  ayudóle  en  la 
pintura  de  la  Sala  de  la  Cancillería  de 
Roma  para  el  Cardenal  Farnesio,  obra 
que  se  realizó  en  cien  días,  y  en  la  que 
el  mismo  Vasari  confiesa  haber  proce 
dido  demasiado  á  la  ligera,  pero  que 
sirvió  de  gran  ejercicio,  tanto  para 
Bizzerra  como  para  otro  español  lla- 
mado Roviale  (Pedro  de  Rubiales)  que 
assai  vi  lavor araño  con  essa  meco  (1). 

En  1550  la  señora  Lucrecia  della 
Rovera  encargó  á  Daniello  Riciarelli 
la  decoración  de  una  capilla  en  la  igle- 
sia de  la  Trinidad ,  donde  el  joven  es- 
pañol Becerra  obtuvo  ver  colocado  un 
cuadro  suyo  de  la  Natividad  de  la  Vir- 
gen, formando  compañía  con  otros  del 
Pellegrino  de  Bologna  y  Giovan  Paulo 
Rossetti  da  Volterra. 

En  1556  publicó  en  Roma  el  doctor 
Juan  de  Valverde  el  primer  libro  de 
Anatomía  escrito  en  español ,  famosa 
edición  ilustrada  con  magníficas  lámi- 
nas, que  constituye  el  monumento  bi- 
bliográfico más  notable  de  la  medicina 
española  en  el  siglo  XVL  Afirman  Pa- 
checo y  Carducho  terminantemente 
que  estas  láminas  fueron  dibujadas  por 
Gaspar  Becerra;  y  aunque  Valverde 
no  lo  consigna,  diciendo  sólo  que  fue- 
ron tomadas  de  las  que  Ticiano  hizo 
para  el  Vesalio,  "porque  sus  figuras 
están  tan  bien  hechas,  que  me  parece- 


(1)    Tomo  I,  pág.  29. 


196 


BOLETÍN 


ría  enridia  ó  malignidad  no  querer 
aprovecharme  de  ellas,  „  también  ma- 
nifiesta que  muchas  las  modificó,  y 
hasta  otras  las  hizo  completamente 
originales,  siendo  extraño  y  prestan- 


querido  mostrar  lo  que  un  buen  pintor 
suele  mostrar  en  un  cuerpo  con  pellejo 
5'  todo,  á  los  cuales  en  ella  he  querido 
servir,  y  hiciera  gran  estorbo  dejar  los 
morcillos  que  nacen  de  la  tela  carnosa. 


DIBUJO  PROBABLE  DE   GASPAR  BECERRA 

íSala  de  estampas  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Madrid.) 


dose  á  algunas  interpretaciones  el  que 
no  citara  á  Becerra,  y  sí  á  su  compa- 
ñero Rubiales.  En  la  explicación  de  la 
Tabla  III  del  segundo  libro,  inserta  el 
siguiente  párrafo,  que  transcribimos 
por  su  interés  y  doctrina,  en  el  que 
dice:   "porque  en  esta  figura  sólo  he 


Aunque  no  solamente  es  necesario  co- 
nocer los  morcillos  superficiales  (si 
quiere  exprimir  bien  las  diversas  pos- 
turas que  el  cuerpo  hace);  pero  tam- 
bién los  que  están  debajo  de  ellos,  así 
el  nacimiento  y  fin  como  el  oficio,  para 
poder  saber  cuándo  han  de  hacer  un 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


197 


morcillo  más  largo  ó  corto,  más  levan- 
tado ó  hundido.  Cuánto  esto  sea  ver- 
dad, nos  lo  han  hecho  ver,  en  nuestro 
tiempo,  Miguel  Ángel  Florentín  y  Pe- 
dro Rubiales,  extremeño,  los  cuales, 
por  haberse  dado  á  la  Anatomía,  jun- 
tamente con  la  pintura ,  han  venido  á 
ser  los  más  excelentes  y  famosos  pin- 
tores que  grandes  tiempos  ha  se  han 
visto.  „ 

No  dice  Valverde  que  Gaspar  Be- 
cerra le  dibujara  sus  láminas;  pero 
ante  la  afirmación  tan  rotunda  de  Pa- 
checo y  Carducho,  no  podemos  dudar- 
lo, y  afírmanos  más  en  ello  el  encuen- 
tro entre  los  dibujos  de  la  Sala  de  Es- 
tampas de  nuestra  Biblioteca  Nacio- 
nal, de  uno  admirablemente  ejecutado 
(que  aquí  reproducimos),  y  que  debió 
servir  de  modelo  para  la  plancha  se- 
gunda del  libro  primero,  representan- 
do un  esqueleto,  de  perfil,  colocado  en 
actitud  meditabunda,  apoyándose  en 
un  pedestal  y  con  una  calavera  en  la 
mano,  como  se  ve  en  el  grabado  en 
cuestión,  y  en  cuyo  dibujo  vemos  apa- 
recer los  caracteres  de  esmeradísima 
conclusión  y  belleza  de  líneas,  propios 
de  los  de  Becerra,  algo  perdidos  en  la 
plancha  por  mano  del  grabador.  Her- 
mosa colección  sería  la  de  todos  los 
demás  dibujos,  incluyendo  la  gallar- 
dísima y  monumental  portada  de  la 
obra,  de  composición  y  dibujo  admi- 
rables. 

Valióle  este  trabajo  el  profundo  co- 
nocimiento anatómico  de  que  luego 
hizo  alarde  en  sus  obras,  siguiendo 
por  esto  con  más  fidelidad  las  huellas 
del  gran  maestro  florentino,  en  cuyos 
moldes  vació  más  directamente  su  es- 
tilo. 

Casado  aquel  mismo  año  de  1556 
en  Roma,  con  su  compatriota  Paula 
Vázquez,  volvió  á  España,  y  desem- 
barcando sin  duda  en  algún  puerto  de 
Cataluña,  pasó  por  Zaragoza,  donde 
fué  muy  bien  recibido  y  admirado  por 
Montánez  el  menor,  á  la  sazón  ocupado 


en  la  decoración  de  los  espacios  exte- 
riores del  coro  de  la  Seo.  Becerra  qui- 
so corresponder  á  aquellas  atenciones 
regalándole  un  relieve  de  alabastro, 
de  gran  composición,  representando  la 
Resurrección  de  los  muertos,  traído 
quizá  de  Italia ,  y  que  se  ve  hoy  en  la 
capilla  de  San  Bermudo  de  la  Catedral 
zaragozana. 

Ignoramos  por  completo  cuáles  fue- 
ron sus  trabajos  hasta  seis  años  más 
tarde,  que  lo  llamó  á  su  servicio  Fe- 
lipe II;  mas  suponiendo  que  no  estaría 
ocioso,  vamos  á  intentar  atribuirle  al- 
gunas obras. 

Después  de  examinar  el  estilo  y  pro- 
porciones de  las  de  este  autor,  tanto 
en  sus  dibujos  para  el  Valverde  como 
en  el  mismo  relieve  de  Zaragoza  y 
otra  que  notaremos,  ocurriósenos  si 
no  sería  de  él  una  famosa  pintura,  de 
todos  notada  y  por  todos  discutida. 
Nos  referimos  á  la  tabla  de  La  Flage- 
lación, de  nuestro  Museo  del  Prado, 
atribuida  generalmente  á  Miguel  Án- 
gel. Esta  tabla,  que  perteneció  á  la 
colección  formada  en  el  Palacio  de  San 
Ildefonso  por  Doña  Isabel  Farnesio, 
registrada  entre  las  que  se  conserva- 
ban en  la  pieza  del  antiguo  oratorio; 
figurando  después  en  la  colección  de 
Carlos  III,  fué  de  alH  transportada 
á  Madrid,  y  hoy  figura  en  nuestro 
Museo  del  Prado  con  el  núm.  69;  de 
su  mérito  artístico  nadie  ha  dudado, 
antes  bien  todos  lo  celebran ,  manifes- 
tándose Madrazo  tan  entusiasta  de  ella 
en  el  Catálogo  extenso,  que  llega  á 
decir  que  puede  sostenerse  que  pudiera 
ser  de  Miguel  Ángel ;  pero  la  carencia 
absoluta  de  cuadroá*  de  caballete  de 
este  autor,  y  algunas  variantes  de  es- 
tilo que,  por  su  examen,  se  notan, 
nos  hacen  proponer  la  atribución  á 
nuestro  Gaspar  Becerra,  apoyándonos 
en  razones  á  ello  conducentes. 

Nada  más  parecido  á  las  láminas 
del  Valverde  que  el  dibujo,  proporcio- 
nes, movimiento  y  acentuación  anató- 


198 


boletín 


mica  de  aquellas  figuras.  La  de  Cristo  que  examinar  el  carácter  de  sus  tintas 
amarrado  á  la  columna  la  encontramos  y  el  empaste  de  su  color;  pero  en  esto 
c'r   epetida  en   alguna  de  aquellas     creemos  aún  más  decisiva  la  compa 


LA  FLAGELACIÓN  DE  CRISTO 
( Cuadro  atribuido  A  Miguel  Ángel  Buonarrotti,  existente  en  el  musco  del  Prado,  de  Madrid. ) 


láminas,  y  su  pierna  derecha,  sobre 
todo,  con  su  aplomo  especial,  y  hasta 
la  pequenez  del  pie  y  separación  del 
dedo  grueso  de  los  demás,  aparece 
como  calcada  de  muchas  de  ellas,  por 
sus  líneas  y  movimientos.  Quédanos 


ración  con  otras  pinturas  de  este  au- 
tor, entre  ellas  la  indubitable  cuanto 
bellísima  del  San  Sebastián,  de  las  Des- 
calzas Reales,  que  examinaremos,  me- 
diante la  cual  parécenos  estar  notando 
la  misma  mano  que  la  del  autor  de  la 


FoMipia  de  fíausur  ii  Mrnnt.-M't'h-i'i 


CRISTO  ATADO  A  LA  COLUMNA 
ESTATUA  DE  PLATA  CINCELADA 

I  Propiedad  de  la  Catedral  dk  San-i  , 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


199 


tabla  de  La  Flagelación.  De  ser  así, 
nos  congratularíamos  de  haber  emitido 
una  opinión  aceptable  sobre  tan  deba- 
tido punto  artístico. 

Otra  de  las  obras  de  aquel  incógnito 
autor  que  nos  salían  al  encuentro,  pre- 
sentando tan  decididos  caracteres  ,  fué 
una  preciosísima  escultura  en  plata, 
también  de  Cristo  á  la  columna^  que 
figuró  en  la  grandiosa  Exposición  His- 
tórico-Europea  del  centenario  ¡del  des 
cubrimiento  de  América,  procedente 
de  la  Catedral  de  Santiago  ( véase  la 
reproducción  fototípica  que  acompa- 
ñamos al  texto)  (sala  VI,  núm.  116),  y 
en  cuyo  diminuto  tamaño,  pues  no  pa- 
saba su  altura  de  0^1^,21  extasiábase  la 
vista  contemplando  tal  grandiosidad 
de  proporciones,  tal  corrección  de  di 
bujo  y  estudio  anatómico,  que  no  pare- 
cía hubiera  manos  posibles  de  llevar  á 
efecto  en  tal  tamaño  aquel  cincelado 
tan  maravilloso  como  concluido.  Mu- 
chos, al  contemplar  la  lámina  fototípi- 
ca de  ella  sacada,  han  creído  corres- 
ponder á  alguna  figura  de  tamaño  na- 
tural; y  sin  embargo,  como  decimos, 
sólo  alcanzaba  unas  tres  pulgadas  de 
altura  la  preciosísima  figura.  Desde 
luego  no  faltó  quien  pensara  si  sería 
aquella  obra  debida  también  á  Miguel 
Ángel; pero  su  pequenez,  tan  contraria 
al  toque  del  coloso  florentino,  y  la  ca- 
rencia de  datos  á  favor  de  él  en  estas 
obras  diminutas,  hízome  también  pen- 
sar si  podría  ser  del  ilustre  baezano,  á 
quien  todos  atribuyen  como  carácter 
suyo  la  más  paciente  conclusión  en  to- 
das sus  obras.  Varias  anécdotas  se 
conservan  á  propósito  del  esmero  in- 
terminable en  sus  trabajos;  y  de  la  com 
paración  en  las  líneas,  proporciones  y 
anatomía  de  la  preciosa  estatuíta  con 
las  obras  que  ya  vamos  conociendo  del 
consumado  maestro  español,  aparecían 
los  propios  rasgos ,  los  mismos  carac- 
teres, hasta  el  punto  que  pudiéramos 
sin  violencia  alguna  á  ellos  asimi- 
larlos. 


En  cambio  nos  satisfacen  poco ,  y  . 
ponemos  muy  en  tela  de  juicio ,  otros 
dibujos  y  obras  atribuidas  á  nuestro 
autor:  de  él  se  ha  dicho  ser  la  mons- 
truosa llamada  figura  anatómica  que 
se  guarda  en  la  colección  de  grabados 
déla  Biblioteca  Nacional,  que  indica 
en  su  grabador  la  carencia  más  abso- 
luta de  conocimientos  sobre  la  mus- 
culatura humana  ,  costándjnos  tam- 
bién trabajo  el  aceptar  como  suyas  las 
copias  al  lápiz  del  Juicio  final  de  Mi- 
guel Ángel,  uno  de  cuyos  trozos  exis- 
te en  el  Museo  del  Prado ,  y  otro  en  la 
referida  dependencia  de  la  Bibliote- 
ca Nacional ,  que  acusan ,  ó  retoques 
posteriores,  ó  falta  primitiva  de  maes- 
tría en  su  autor.  Quizá  sean  estos  di- 
bujos copia  de  otros  de  Becerra  del 
mismo  asunto  que  le  atribuyen  los  au- 
tores. No  hemos  tenido  ocasión  aún  de 
ver  los  que  de  él  existen  en  la  soberbia 
colección  de  dibujos  del  Instituto  de 
Jovellanos,  de  Gijón,  clasificada  y  or- 
denada por  Ceán  Bermúdez;  pero  sí 
llamamos  la  atención  sobre  los  del  Po- 
lifemo  y  unos  caballos  montados  por 
guerreros  romanos ,  que  figuran  entre 
los  grandes  tomos  de  la  Biblioteca  de 
la  Academia  de  San  Fernando,  que 
ostentan  todos  los  caracteres  de  su  es- 
tilo reconocidos  por  Ceán,  no  pudien- 
do  aceptar  la  atribución  á  él  del  nú- 
mero 14,  del  tomo  segundo,  que  repre- 
senta im  proyecto  arquitectónico ,  dis- 
conforme por  completo  con  el  del  reta- 
blo de  las  Descalzas,  de  que  hablare- 
mos, y  firmado,  á  mayor  abundamien- 
to, por  un  Brachius  Grandinos^  si  no  es 
ésta  una  indicación  de  tamaños. 

Desde  el  año  de  1562,  en  que  Feli- 
pe II  le  llamó  á  su  servicio ,  sin  duda 
■  en  atención  á  su  fama,  nos  son  ya  más 
conocidos  los  hechos  de  Gaspar  Bece- 
rra. Cuarenta  y  dos  años  contaba  en- 
tonces de  edad,  y  habiendo  3'^a  muerto 
Berruguete  en  el  anterior  del  61 ,  bien 
podemos  decir  que  quedó  Becerra  sien- 
do el  artista  más  genial  y  completo  de 


200 


JBOLETÍN 


España  ,  pues  lo  mismo  cincelaba  los 
metales  y  tallaba  la  madera,  como  le- 
vantaba proyectos  arquitectónicos  y 
pintaba  cuadros  excelentes. 

Ocupólo  primeramente  el  Rey  favo- 
recedor de  los  artistas,  Felipe  II,  en  las 
obras  del  Alcázar  de  Madrid,  que  en- 
tonces recibían  gran  impulso.  Comen- 
zó por  decorar  el  paso  de  la  Sala  de 
audiencias  de  la  galería  de  Poniente  y 
otra  sala,  en  la  que  representó  alegóri- 
camente los  cuatro  elementos  con  sus 
característicos  atributos,  y  en  el  cubo 
del  Mediodía  de  la  misma  galería  las 
artes  liberales.  El  Rey  le  otorgó  dos- 
cientos ducados  para  comenzar  estos 
trabajos,  y  tan  complacido  quedó  de 
ellos,  que  al  año,  en  1563,  le  nombra- 
ba su  pintor.  También,  ayudado  por  el 
Bergamasco  y  Rómulo  Cincinato,  ita- 
lianos que  habían  llegado  para  pintar 
en  el  Escorial,  decoró  toda  la  estancia 
de  la  segunda  torre  que  miraba  al  Me- 
diodía ,  á  la  que  se  le  dio  la  impor- 
tante aplicación  de  despacho  del  Rey. 
Todas  estas  pinturas  y  decorados  pe- 
recieron más  tarde  por  el  gran  incen- 
dio del  Alcázar,  que  consumió  tantas 
artísticas  maravillas. 

En  el  palacio  del  Pardo ,  verdadera 
casamata  que  aún  conserva  muchos 
detalles  de  la  época  del  Emperador, 
aunque  más  tarde  también  casi  com- 
pletamente reconstruido  tras  de  voraz 
incendio,  tuvieron  aplicación  sus  pin- 
celes, siendo  aún  muestra  de  su  estilo 
la  decoración  de  la  estancia  del  piso 
principal  de  la  torre  angular  del  Sud- 
oeste, en  cuyo  techo,  aunque  bastante 
lastimado^  aún  se  pueden  admirar  las 
bellas  escenas  mitológicas  que  desa- 
rrolló en  sus  medallones.  La  fábula  de 
Medusa,  Andrómeda  y  Perseo  en  todos 
sus  principales  episodios ,  fué  la  esco- 
gida; y  cuéntase  á  propósito  de  su  es- 
mero en  la  ejecución  de  sus  trazados  y 
dibujos  preparatorios,  que  como  pasa- 
ra el  Rey  á  ver  lo  que  tenía  hecho  para 
este  trabajo  y  le  encontrara  aún,   al 


cabo  de  varios  días,  enmendando  la 
figura  de  Mercurio,  que  él  deseaba  re- 
sultara irreprochable,  á  pesar  de  su  di- 
fícil escorzo,  le  dijo  el  Monarca:  "¡Qué! 
¿Y  no  habéis  hecho  más  que  esto?„ 

Pero  aunque  excelente  pintor,  como 
aún  veremos  ,  pertenecía  á  la  escue- 
la de  aquellos  artistas  italianos  entre 
quienes  había  vivido,  que  sintieron  y 
realizaron  mejor  la  forma  tangible  que 
la  simulada;  las  bellezas  reales  de  la  es- 
cultura que  los  espejismos  y  encantos 
del  color.  Así  se  explica  bien  el  dicho 
de  Ceán  "de  que  excedió,  como  escul- 
tor, á  todos  los  españoles  que  le  habían 
precedido,  y  ninguno  le  igualó  de  los 
que  le  siguieron.  „ 

Desde  las  dos  estatuítas  "  desnudos 
anatómicos  que  andan  vaciados  por 
los  talleres  de  los  artistas,  para  el  estu- 
dio de  la  anatomía„  y  el  famoso  esque- 
leto, que  no  sabemos  si  aún  permane- 
cerá en  el  convento  de  San  Francisco 
de  Zamora ,  hasta  otras  obras  recono- 
cidamente suyas,  podemos  formar  una 
serie  de  obras  escultóricas,  entre  éstas 
la  de  la  Virgen  Dolorosa,  que  aún  pa- 
sea las  calles  de  Madrid  en  la  proce- 
sión del  Viernes  Santo,  suficientes  para 
darle  con  sobrados  títulos  el  de  primer 
escultor  entre  los  nuestros.  Pero  sus 
más  importantestrazas  fueron  los  gran- 
des retablos  para  las  iglesias ,  en  que 
armonizó  la  arquitectura  con  la  escul- 
tura y  la  pintura,  correctísima  aquélla 
en  sus  líneas  y  engalanada  con  gran 
gusto ,  como  correspondía  á  un  artista 
del  renacimiento  ,  antes  que  se  impu- 
siera como  supremo  estilo  la  fría  co- 
rrección del  vignolismo. 

En  los  retablos  de  San  Miguel  de 
Valladolid,  en  el  de  Santa  Clara  de 
Briviesca,  dio  muestras  elocuentes  de 
su  gusto  y  profundo  arte;  pero  donde 
alcanzó  mayor  altura  y  lució  todo  su 
ingenio,  fué  en  el  de  las  Descalzas  Rea- 
les de  la  corte ,  desgraciadamente  con- 
sumido por  el  fuego  en  la  noche  del 
15  de  Octubre  de  1862. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


201 


Los  que  pudieron  contemplarlo  re- 
cuerdan todos  su  hermosura  y  gran 
mérito,  no  acabando  de  lamentar  su 
pérdida,  y  hacen  de  él  los  más  extre- 
mados elogios;  pero  puede  servirnos 
aún  de  algún  consuelo  el  encontrarse 
entre  los  dibujos  de  nuestra  Biblioteca 
Nacional  el  trazado  que  para  él  hizo 
al  negro  y  rojo ,  donde  bien  se  nota  la 
corrección  y  el  gusto  ornamental  tan 
miguelangesco  de  su  autor:  sus  miem 
bros  todos  aparecen  preciosamente  or- 
namentados con  las  fantasías  propias 
de  aquel  florido  estilo,  mil  veces  más 
bello  y  jugoso,  rico  y  excelente  que  el 
frío  y  rígido  vignolista ,  considerado 
más  adelante  como  la  última  palabra 
del  aticismo  y  del  más  depurado  gusto 
arquitectónico. 

Pero  no  pereció  toda  la  obra  de  Gas- 
par Becerra  en  la  iglesia  de  las  Des- 
calzas Reales  con  el  incendio  del  prin- 
cipal retablo;  aún  quedaron  otras,  por 
fortuna,  en  los  cuales  luce  con  todo 
esplendor  el  gusto  soberano  de  aquel 
insigne  maestro,  que  en  su  tiempo  al- 
canzaba la  suprema  perfección  en  el 
ejercicio  de  su  arte-.  Los  dos  correctí- 
simos retablos  laterales,  colocados  en 
los  brazos  de  la  cruz  que  forma  la  plan- 
ta de  la  iglesia,  conservan  aún  hoy  dos 
pinturas  del  insigne  maestro,  á  cual 
mas  notables;  representa  una  de  ellas 
á  San  Juan  Bautista,  de  cuerpo  entero, 
excelente  como  dibujo  y  similar  en  todo, 
por  su  estilo,  con  la  Magdalena  peni- 
tente que  de  él  hay  en  el  Museo  del  Pra- 
do; pero  aún  supera  en  mucho  á  éstas 
la  del  retablo  del  lado  de  la  Epístola, 
en  la  que  aparece  de  completa  figura 
San  Sebastián,  amarrado  al  tronco  y 
recibiendo  las  flechas  con  que  le  mar- 
tirizaron. 

No  comprendemos  cómo  tan  sober- 
bia obra  carezca  en  absoluto  de  nom- 
bre y  haya  pasado  hasta  hoy  casi  in- 
advertida, pues  tanto  por  la  grandio- 
sidad y  perfección  de  las  formas,  como 
por  la  pasta  y  belleza  del  colorido,  pue- 


de disputarse  como  uno  de  los  más 
bellos  cuadros  del  Renacimiento  Espa- 
ñol, y  que  sancionan  por  completo  los 
elogios  de  sus  contemporáneos  para 
con  su  autor. 

Si  la  tabla  de  La  Flagelación  del  Mu- 
seo del  Prado  ha  parecido  á  algunos 
digna  de  Miguel  Ángel,  no  sabemos 
qué  pudieron  haber  dicho  de  esta  obra 
indubitable  de  Gaspar  Becerra,  hecha 
por  cierto  sobre  una  gran  losa  de  pie- 
dra, y  que  supera  en  mucho  á  aquella 
célebre  tabla,  aunque  por  sus  tintas, 
entonación  y  trazos  la  recuerda  bas- 
tante. Esta  hermosa  producción  ha 
sido  el  eje  y  punto  de  partida  de  nues- 
tro trabajo,  pues  al  contemplarla  por 
primera  vez  produjo  en  nosotros  el 
mayor  entusiasmo  por  su  ilustre  autor, 
y  sugiriónos  la  idea  de  la  reconstitu- 
ción de  su  biografía,  siéndonos  muy 
sensible  que  dificultades  mecánicas  in- 
superables nos  hayan  imposibilitado  su 
reproducción  fototípica,  para  así  ha- 
berla hecho  más  conocida  y  llevado 
también  el  convencimiento  á  nuestros 
lectores,  de  que  no  exageramos  en  los 
elogios.  Pero  fácil  es  su  vista,  aunque 
no  á  la  luz  más  propia ,  por  más  que 
nos  desconsuele  con  el  recuerdo  del 
retablo  mayor  de  aquel  templo,  que,  á 
juzgar  por  lo  que  de  su  entallador  en 
él  queda,  debió  ser  una  verdadera  joya 
producto  del  feliz  consorcio  de  las  tres 
artes  reunidas. 

Todas  las  suyas  en  aquel  retiro ,  funda  - 
ción  piadosa  de  la  Infanta  Doña  María, 
princesa  viuda  del  Brasil ,  correspon- 
den á  aquellos  años  de  1567;  ya  más 
tarde  hay  memoria  de  que  viajó  por 
Andalucía,  visitando  sin  duda  su  pa- 
tria, después  de  tantos  años  de  ausen- 
cia, llegando  hasta  Granada;  por  úl- 
timo, en  el  año  de  1569  daba  por  ter- 
minado el  retablo  mayor  de  la  Catedral 
de  Astorga,  quedando  tan  complacido 
el  Cabildo  de  la  obra, que,  á  más  de  su 
respetable  coste  de  30.000  ducados,  re- 
galábale 3.000  de  guantes  y  un  oficio 


202 


BOLETÍN 


de  escribano,  que  enajenó,  según  cos- 
tumbre de  entonces,  en  8.000  ducados. 
Casi  por  este  mismo  tiempo  llevaba 
también  á  efecto  el  retablo  mayor  y 
colaterales  de  la  iglesia  de  las  Monjas 
de  Arriba,  en  Huete,  mas  otras  mil  es- 
culturas y  obras  que  en  Ceán  pueden 
verse  consignadas,  lo  que   indica  el 
alto  renombre  que  ya  había  adquirí 
do;  y  aunque  no  todas  las  conocemos, 
por  algunas  de  ellas  podemos  certificar 
de  la  excelencia  de  su  trabajo  y  exqui- 
sita belleza,  sobre  todo  en  las  que  se 
deben  por  completo  á  sus  manos,  pues 
ya  para  estos  trabajos  dirigía  numero- 
sa cuadrilla  de  excelentes  oficiales,  por 
él  muy  estimados  y  hasta  recomenda- 
dos á  Felipe  II.  Sin  duda  este  Monar- 
ca lo  reservaba  para  los  más  impor- 
tantes trabajos  de  su  competencia  en 
el  Monasterio  del  Escorial,  que  á  la  sa- 
zón se  levantaba,  aunque  por  aquellos 
días  apenas  sobresalían  del  suelo  los 
muros  de  su  enorme  templo.  Muy  útil 
hubiera  sido  sin  duda  su  colaboración 
en  tan  suntuoso  monumento,  y  mucho 
hubiera  ganado  el   decorado   de  aquel 
Monasterio  con  el  consejo  é  inñuencia 
del  Buonarroti  español,  y  hasta  Car- 
ducho  dice  que  llegó  á  pintar  algo  para 
él;  pero  no  tan  robusto  de  constitución 
como  el  titán  florentino,   y  lastimado 
sin  duda  por  las  fatigas  artísticas  que 
su  propio  afán  de  ma3^or  perfección  le 
causaban,  sucumbió  joven  aún,  cuando 
mejores  frutos  comenzaba  á  dar  su  pri- 
vilegiado genio,  en  el  año  de  1570,  en- 
contrándose en  Madrid,   y  á  los  cin- 
cuenta de  su  edad,  siendo  llorado  por 
Juan  de  Arfe  y  cuantos  artistas  había 
entonces  en  España,   que  lo  recono- 
cían y  acataban  unánimemente  como  el 
maestro  por  excelencia  y  el  artista  de 
mayores  talentos  y  esperanzas  que  en- 
tre nosotros  vivía.  Verdadero  faro  del 
renacimiento  clásico  en  su  patria,  sin- 
tético y  múltiple  en  sus  talentos  como 
los  hombres  de  aquel  siglo,  fué  á  la  vez 
el  más  excelente,  pero  también  el  últi- 


mo de  nuestros  grandes  artistas  rena- 
cientes; después  de  él,  bien  pronto  se 
apagó  el  fuego  de  la  inspiración  entre 
nosotros;  5'' cuando  el  Rey  constructor 
del  Escorial  tuvo  que  decorar  aquellos 
muros  de  su  colosal  tumba,  vióse  obli- 
gado á  recurrir  á  Italia  por  pintores 
de  que  en  España  se  carecía,  pero  con 
poca  fortuna  y  notándose  más  la  falta 
de  nuestro  Becerra,  que  de  muy  distin- 
to modo  lo  hubiera  ilustrado  con  sus 
talentos,  á  haber  obtenido  más  larga 
vida. 

Hombre  de  tan  raro  ingenio,  tan 
querido  por  los  su3^os  y  tan  reconoci- 
do eminente  por  los  pocos  que  de  él  se 
han  ocupado  más  tarde,  no  merece  el 
casi  olvido  en  que  lo  tenemos;  y  si  per 
siguiendo  sus  obras,  estudiando  las  que 
de  él  nos  quedan  y  haciendo  las  asimi- 
laciones y  selecciones  convenientes, 
podemos  presentarlo  tal  cual  fué,  y 
con  la  exhibición  de  sus  méritos,  nos 
tendremos  por  muy  satisfechos  y  favo- 
recidos si.  Dios  mediante,  podemos  al- 
gún día  fijar  la  atención  en  lo  debido 
sobre  tan  insigne  hijo  de  nuestra  Es 

paña. 

Narciso  Sentenach. 


BlBDIO^l^AFÍA 


Apuntes  para  ua  estudio  de  los  sellos  del 
Rey  I>.  Pedro  IV^  de  Ai-agón. —  Memoria  leída 
en  Id  Real  Academia  de  Buenas  Letras  de  Barcelona,  en 
sesión  de  25  de  Enero  de  iS^2 ,  por  D.  Fernando  de  Sa- 
GARRA  Y  DE  SiscAR.  (Barcttlona,  J.  Jepús,  1895.) 

El  reputado  historiógrafo  y  arqueó- 
logo catalán  Sr.  Sagarra  ,  impulsado 
por  su  amor  patrio,  ha  tiempo  echó  so- 
bre sí  la  voluntaria  tarea  de  estudiar 
detenida  y  concienzudamente  la  sigilo- 
grafía regional  de  los  Condes -reyes 
aragoneses;  y  frutos  de  su  continuada 
labor  son,  por  una  parte,  la  importante 
colección  de  sellos  originales  y  de  im- 
prontas que  ha  logrado  reunir ,  y  por 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


203 


otra  los  trabajos  que  sobre  aquella  se- 
lecta sección  de  la  Arqueología  brotan 
de  vez  en  cuando  de  su  bien  tajada 
pluma. 

La  Memoria  que  ahora  nos  ocupa  es 
un  acabado  estudio  de  los  sellos  de 
D.  Pedro  IV.  Después  de  consignar  su 
deseo  de  dar  á  conocer  la  interesante 
S3rie  sigilográfica  catalano-aragonesa, 
se  expresa  el  autor  en  estos  términos, 
en  que  están  concentrados  el  pensa- 
miento 3^  plan  que  campean  en  el  tra- 
bajo: "  Quise ,  por  consiguiente,  darlos 
á  conocer  (los  sellos)  comenzando  mi 
tarea  con  los  de  Pedro  IV  ,  en  cuya 
época  aparecen  en  ellos,  en  todo  su  apo- 
geo, los  esplendores  del  arte  gótico;  y 
al  hacerlo,  no  he  querido  limitarme  á 
la  descripción  de  los  mismos  ,  como 
suele  acontecer  en  las  obras  extranje- 
ras, sino  que  he  tratado  de  completar 
el  trabajo  con  datos  y  noticias  referen- 
tes á  la  clase  de  documentos  en  que 
debían  colocarse  ,  á  las  fórmulas  de 
cancillería  empleadas  para  hacer  cons- 
tar su  presencia,  á  los  grabadores  que 
construyeron  las  matrices  ó  moldes,  y, 
finalmente,  con  un  apéndice  de  docu- 
mentos curiosos  é  interesantes,  „ 

En  el  curso  de  la  Memoria  el  autor 
cumple  lo  que  en  la  introducción  ofre- 
ció, dando  muestras  de  su  bien  cimen- 
tada erudición  y  juiciosa  crítica.  Como 
no  se  conservan  bulas  áureas  ó  sellos 
de  oro  de  D.  Pedro  IV,  el  Sr.  Sagarra 
da  á  conocer  los  de  cera  y  de  plomo 
que  de  aquel  Monarca  se  han  salvado 
de  la  destrucción,  los  cuales  reduce  á 
trece  tipos  diferentes,  que  en  su  ma- 
yoría son  de  los  llamados  ecuestres  y 
mayestáticos.  A  continuación  describe 
también  los  sellos  (céreos)  de  las  dos 
reinas  y  esposas  de  D.  Pedro  IV,  doña 
María  de  Navarra  'y  doña  Leonor  de 
Sicilia. 

El  apéndice  consta  de  veintisiete 
documentos ,  cartas  en  su  mayoría  de 
aquel  Monarca  aragonés.  Avaloran  el 
folleto  diez  preciosas  láminas  fototípi- 


cas  en  que  se  reproducen  fielmente  los 
sellos  objeto  de  la  disertación,  entre 
los  cuales  algunos,  como  el  de  la  lámi- 
na VIII,  son  por  su  riqueza  y  perfección 
verdaderas  joyas  del  arte.  Si  no  fuera 
una  verdad  hace  tiempo  demostrada, 
bastaría  aquel  sello  para  acreditar  la 
importancia  que  para  la  historia  artís- 
tica, la  arquitectura,  la  indumentaria, 
la  heráldica ,  la  panoplia  y  la  epigra- 
fía tiene  el  estudio  de  la  Sfragística 
medioeval. 

La  monografía  de  que  tratamos  es 
una  prueba  de  la  amplitud  del  campo 
en  que  pueden  y  deben  desenvolverse 
los  estudios  históricos  en  nuestra  pa- 
tria. Felicitamos  á  nuestro  consocio  el 
Sr.  Sagarra  por  el  desempeño  de  su 
trabajo,  con  el  cual  ha  merecido  bien 
de  la  historia  nacional. 

P. 


OQl^@EIiÁNEA 


En  el  pasado  mes  de  Noviembre  la  Socie- 
dad de  Excursiones  ha  sufrido  la  sensible  pér- 
dida de  dos  distinguidos  socios  suyos. 

El  día  3  de  Noviembre  falleció  el  señor  don 
José  Marco,  distinguido  poeta  y  autor  dramá- 
tico, y  director  que  á  la  sazón  era  de  la  impor- 
tante revista  Pro  Patria.  El  Sr,  Marco  probó 
repetidas  veces  sus  excelentes  dotes  de  escritor 
correcto  é  inspirado.  Dramaturgo  fecundo,  re- 
cordamos entre  sus  obras  las  siguientes:  Li- 
bertad en  ¡a  cadena.  El  sol  de  invierno.  El 
peor  enemi  1^0 ,  Cuestión  de  trámites^  ¡Cómo 
ha  de  ser!,  Hoy\  Los  flacos,  La  feria  de  las 
mujeres^  La  mujer  compuesta....  El  manico- 
mio modelo,  Receta  matrimonial,  La  gran  ju- 
gada, A  pesca  de  marido,  Figuras  de  cera, 
¿Se  puedt?.  Los  conocimientos  y  Roberto  el 
Diablo.  Según  nuestras  noticias,  el  Sr,  Marco 
tenía  presentada  otra  obra  dramática  en  uno 
de  los  principales  teatros  de  la  corte. 

Aún  recordamos  la  participación  que  el  se- 
ñor Marco  tomó  en  la  velada  con  que  la  So- 
ciedad de  Excursiones  solemnizaba  en  i.^de 
Marzo  de  1894  el  primer  aniversario  de  su  fun- 
dación, y  el  justo  aplauso  con  que  fueran  aco- 
gidas las  festivas  poesías  que  en  aquella  oca- 
sión recitara  nuestro  difunto  compañero. 

En  i'i  de  Noviembre  falleció  también  el  se- 
ñor D,  Mario  Navarro  Amandi,  Catedrático 
de  la  Universidad  Central,  escritor  distingui- 
do, autor  de  varios  libros  sobre  procedimiento 
y  reformas  electorales,  estudios  y  comentarios 


204 


boletín 


al  Código  civil  y  otras  materias  de  Derecho. 

La  sólida  inteligencia,  extensa  cultura  y 
amor  al  trabajo  del  Sr.  Navarro  Amandi,  le 
habían  constituido  en  una  délas  figuras  de 
más  relieve  de  la  juventud  española. 

Descansen  en  paz  nuestros  dos  amigos  y 
compañeros,  y  reciban  sus  familias  nuestro 
sentido  pésame. 

El  Boletín  de  la  Sociedad  Arqueológica  Lu- 
liana ^  de  Palma  de  Mallorca,  da  circunstan- 
ciada cuenta  de  un  hallazgo  arqueológico  ve- 
rificado á  principios  de  Septiembre  último  en 
término  de  Lluchmayor,  Removiéndose  el  te- 
'rreno  de  Son  Cresta,  han  aparecido  monedas 
romanas,  lamparitas,  lacrimatorios  y  otros 
objetos  de  cerámica,  trozos  de  urnas  cinericias, 
cráneos  y  osamentas,  ampollas  de  vidrio,  una 
sortija  de  oro  con  una  piedra  engastada  de 
color  obscuro,  y,  en  fin,  diversidad  de  objetos 
de  hierro,  bronce  y  plomo,  de  procedencia  al 
parecer  romana  y  fenicia. 


En  el  mes  de  Junio  del  corriente  año  se  ha 
inaugurado  en  Reims  una  Exposición  retros- 
pectiva de  no  escasa  importancia,  instalada  en 
el  Palacio  arzobispal,  y  principalmente  en  su 
vasta  sala  gótica,  llamada  Sala  de  los  Reyes. 

Son  notables  en  este  certamen,  entre  otros 
objetos  y  colecciones:  la  de  trajes  y  ornamen- 
tos sacerdotales,  expuesta  por  Mr.  Petitjean, 
de  Reims;  objetos  religiosos  y  principalmente 
litúrgicos,  de  Mr.  Chandon;  miniaturas  y  lo- 
zas, de  Mr.  Morel;  cuadros,  estatuas  y  un  libro 
de  horas,  de  Mr.  Hubert;  tallas,  cobres  y  mar- 
files, de  Mr.  de  Muizen;  preciosos  tapices,  en- 
tre los  que  descuellan  algunos  del  siglo  XV; 
históricos  relicarios  y  otros  objetos  donados  á 
la  catedral  de  Reims  por  varios  Monarcas  fran- 
ceses; esmaltes,  abanicos,  estatuillas  de  Sajo- 
nia,  porcelanas  de  Sévres,  encajes,  etc. 

Por  Real  decreto  de  22  de  Noviembre  de 
1895  se  ha  acordado  la  adquisición  por  el  Es- 
tado de  la  colección  de  libros  orientales, 
propia  de  D.  Pascual  Gayángos,  con  destino 
á  la  Real  Academia  de  la  Historia;  y  del  mo- 
netario arábigo  español  de  D.  Antonio  Vives, 
con  destino  al  Museo  Arqueológico  Nacional. 

La  Andalucía,  de  Sevilla,  dedica  un  largo 
suelto  á  un  nuevo  enterramiento  de  la  edad 
del  bronce,  descubierto  á  la  derecha  del  ferro- 
carril, yendo  para  Guadajoz,  á  cuatro  y  medio 
kilómetros  de  Carmona  y  frente  á  un  olivar 
de  la  Mata  del  Toro. 

tLas  sepulturas  que  hemos  visto — dice  el 
colega— están  situadas  en  la  cuneta  de  la  vía, 
en  un  rebajo  de  una  vara  de  profundidad, 
donde  contamos  más  de  veinte,  las  que  se  no- 
tan á  primera  vista  por  la  capa  carbonizada 
que  las  distingue  del  terreno  que  las  rodea. 
Los  trabajadores  del  ferrocarril  llaman  á  estos 
sepulcros  «Carboneras»,  por  la  gran  cantidad 
que  contienen  de  carbón. 

Las  que  nosotros  hemos  visto  no  difieren 
en  su  exterior  de  las  que  ya  hemos  descrito  y 
registrado  en  la  misma  vía  frente  al  ventorrillo 
llamado  de  ela  Cruz  del  Negro>,  distante  dos 
y  medio  kilómetros  de  las  primeras. 


El  sistema  de  enterramientos  de  estos  anti- 
quísimos pueblos,  á  juzgar  por  el  estudio  que 
hemos  hecho  de  sus  sepulcros  y  por  los  obje- 
tos indicados  en  ellos,  es  el  siguiente:  practi- 
cado un  hoyo  irregular,  ponían  el  cadáver  en 
cuclillas  y  lo  calcinaban;  recogiendo  después 
sus  cenizas,  las  colocaban  en  ánforas  redondas, 
donde  se  echaba  á  manera  de  ofrenda  algún 
objeto  de  valor,  según  la  categoría  del  muerto, 
pues  se  han  encontrado,  tanto  en  las  sepultu- 
ras como  en  las  ánforas,  láminas  de  marfil  ó 
de  pasta  con  grabados,  vasos  de  alabastro  que 
contendrían  esencias,  vasijas  de  barro,  con 
frecuencia  lucernas  de  una  y  de  dos  piqueras 
y  algunos  objetos  de  bronce,  éstos  casi  todos 
hebillas  de  cinturones.» 


«-^oQiaijQoajy 


SECCIÓN  OFICIAL 


La  Sociedad  de  Excursiones  en   Diciembre. 
Excursiones  proyectadas. 

Esta  Comisión  ejecutiva  ruega  á  los  seño- 
res socios  tengan  la  bondad  de  fijarse  en  las 
tres  advertencias  siguientes: 

i.^  Desde  el  día  12  del  corriente  mes  de 
Diciembre  comenzará  una  serie  de  visitas  al 
Museo  Nacionalde  Pinturas  y  colecciones  par- 
ticulares de  cuadros,  tapices,  armaduras,  etc., 
que  continuarán  el  21  del  corriente  y  demás 
días  de  la  semana. 

Las  condiciones  para  estas  visitas  serán 
siempre  las  mismas. 

Lugar  de  reunión:  Ateneo  de  Madrid  (calle 
del  Prado). 

Hora:  Las  diez  de  la  mañana. 

Cuota:  Cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid,  café, 
gratificaciones,  etc. 

Adhesiones:  A  casa  del  Sr.  Presidente  de  la 
Sociedad,  Pozas,  17,  segundo,  hasta  las  ocho 
de  la  noche  de  la  víspera  de  cada  excursión. 

2.^  Las  excursiones  ya  estudiadas  á  puntos 
interesantes  y  relativamente  próximos  á  Ma- 
drid, como  El  Espinar,  Las  Navas,  Turéga- 
no,  etc.,  no  podrán  anunciarse  hasta  los  meses 
de  Mayo  y  Junio,  por  no  permitirlo  antes  las 
condiciones  climatológicas  de  dichos  puntos. 

3.*  Están  preparadas  dos  excursiones  más 
largas,  que  son: 

La  primera  á  Medina,  Salamanca  y  Valla- 
dolid,  aprovechando  los  días  de  Carnaval. 

La  segunda  á  Valencia  y  puntos  próximos, 
Játiba,  El  Puig,  Sagunto,  etc.,  en  los  días  de 
Semana  Santa. 

Será  conveniente  que  los  socios  que  piensen 
tomar  parte  en  estas  excursiones  manifiesten 
por  carta  su  asentimiento  á  la  Presidencia, 


BOIvKTlN 


DE   LA 


EMi  WBU  II II 


u 


DIRECTOR : 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  III 


MadPid  1."  de  EneTO  de  lS©e 


KUM.  35 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


U  CASA  M  CONDE  DE  ESTEBAN  EN  TOLEDO 

%mmf¡ml^^^^^  veces,  y  con  razón,  se 
W/)  MI  ^^  dicho  que  Toledo  es  un 
^:^^:^  Museo.  La  alta  representa  - 
ción  que  obtuvo  de  los  visigodos,  cual 
metrópoli  y  cabeza  del  Imperio  en  lo 
político  }'■  en  lo  eclesiástico;  el  tesón  y 
la  energía  con  que  sus  moradores,  mu- 
zárabes y  muladíes,  supieron  mante- 
nerse enfrente  de  los  Califas  de  Córdo- 
ba ;  la  autoridad ,  la  representación  y 
la  importancia  que  hubo  de  recibir,  ya 
en  el  siglo  XI ,  de  sus  fastuosos  régu- 
los los  Beni-Dzi-n-Nón ,  que  extendie- 
ron su  poderío  á  Cuenca  y  á  Valencia; 
la  significación  y  la  trascendencia  que 
tuvo  su  rescate  por  Alfonso  VI  para  la 
obra  de  la  Reconquista ;  la  influencia 
que  desde  tal  momento  supo  ejercer, 
y  que  conservó  largo  tiempo  en  el  des- 
envolvimiento de  nuestra  cultura  ar- 
tística é  industrial  —  con  otros  muchos 
más  motivos  que  sería  ocioso  repetir, 
y  que  ha  consignado  la  historia, — títu- 
los son  sobrados  para  justificar  cum- 
plidamente, en  el  terreno  histórico,  la 
frase,  repetida  en  tantas  ocasiones,  y 
con  la  cual  encabezamos  estas  líneas. 


Cierto  es  que ,  en  el  trasiego  á  que 
constantemente  han  sometido  la  ciudad 
los  azares  de  la  patria,  ni  de  los  días  de 
la  dominación  de  Roma,  ni  de  aquellos 
otros  en  los  cuales  fué  corte  y  asiento 
de  los  sucesores  de  Ataúlfo ,  ni  de  los 
tiempos  en  que  se  revolvió  valerosa  y 
decidida  contra  los  Califas  cordobeses, 
ni  aun  de  los  que  exaltaron  su  fama 
bajo  el  gobierno  de  la  dinastía  berbe- 
risca—  de  que  fué  último  representíinte 
el  mísero  Yahya  Al-Cádir-bil-Láh, — 
es  abastado  el  niimero  de  monumentos 
que  hasta  nosotros  ha  llegado  ,  redu- 
cidos en  su  mayoría  á  fragmentos  ó 
miembros  arquitectónicos,  muy  dig- 
nos con  verdad  de  estima ,  y  por  los 
cuales  se  acredita  la  importancia  de 
Toledo  en  tales  épocas;  pero,  en  cam- 
bio, y  á  partir  del  siglo  XII,  y  con  es- 
pecialidad desde  el  XIII  al  XVII,  abun- 
dan los  testimonios  monumentales,  y 
muy  en  particular  con  relación  á  aquel 
peregrino  estilo  que  surge  como  con- 
secuencia de  los  triunfos  de  la  Recon- 
quista, y  que  por  su  naturaleza,  ya  bien 
determinada,  es  con  el  nombre  de  mu- 
dejar reconocido. 

Toledo,  por   tanto,   más  que  nada, 


206 


boletín 


puede  y  debe  ser  reputado  cual  gran- 
dioso y  muy  interesante  Museo  del  es- 
tilo iníídejdr,  p\ies  con  dificultad  habrá 
calle  ó  plaza,  en  las  que  ya  por  medio 
de  edificios  religiosos,  ya  civiles,  y  aun 
militares  á  las  veces  ,  no  se  halle  re- 
presentación genuina  de  él ,  en  su  va- 
riedad característica  toledana;  por  que 
si  bien  esta  afirmación  nuestra  no  ne- 
cesita comprobación  para  los  entendí 
dos,  por  constituir  realmente  arqueo- 
lógico aforismo, — bueno  es  recordar, 
para  quien  lo  hubiere  olvidado  ,  que 
el  estilo  mudejar  presenta  caracteres 
distintos  en  cada  una  de  las  comarcas 
españolas  en  que  aparece,  y  que  no  es 
dable  confundir  sus  manifestaciones 
especiales,  por  más  que  entre  sí  ofrez- 
can aquel  sello  superior  de  la  unidad 
de  origen,  por  el  cual  se  corrobora  y 
fortifica  la  variedad ,  en  que  es  rico  y 
poderoso. 

No  es  ésta,  con  verdad,  ocasión  pro- 
picia ni  adecuada  para  tratar  tal  pun 
to ,  de  no  dudoso  interés  en  el  estudio 
de  la  arqueología  monumental;  pero  s 
lo  es  para  dejar  sentado  el  hecho  de 
que  los  artífices  mudejares  toledanos 
supieron  conservar  gran  supremacía 
con  relación  á  los  del  rei-to  de  Espa- 
ña, no  sólo  por  acreditarlo  así  la  sin- 
gularidad de  haber  recurrido  á  ellos 
Pedro  I  de  Castilla  para  la  labra  ,  por 
lo  menos,  de  las  famosas  Puertas  del 
Salón  de  Embajadores  en  el  Alcázar 
sevillano,  sino  por  demostrarlo  super- 
abundantemente  la  inmensa  variedad 
y  riqueza  de  las  yeserías  existentes  aún 
en  ios  edificios  mudejares  toledanos,  y 
más  que  nada ,  las  vigas  talladas ,  los 
canecillos ,  las  zapatas  ,  las  tabicas ,  y 
todas  las  obras  de  carpintería,  en  fin, 
que  nos  son  conocidas,  y  de  las  cua- 
les, las  unas  figuran  en  el  Museo  Pro- 
viudal  de  Toledo,  y  las  otras,  en  el 
Arqueológico  Nacional,  y  aun  en  los 
mismos  edificios  para  los  que  fueron 
trabajadas,  y  subsisten  todavía,  con- 
tribuyendo á  producir  semejante  ense- 


ñanza ,  la  eficacia  con  que  ostensible- 
mente influyeron  en  el  estilo  ojival  y  en 
el  del  renacimiento. 

Ni  hay  para  qué  individualizar  los 
monumentos  en  que  aquellos  artífices 
ignorados  hicieron  gala  y  alarde  de 
elegancia  y  de  riqueza  en  el  dibujo,  deli- 
cadeza en  la  ejecución  y  maestría  en 
el  conjunto,  bastando  á  nuestro  actual 
intento  traer  á  la  memoria  la  yesería 
del  patio  de  la  llamada  Casa  del  Conde 
de  Esteban,  señalada  con  el  núm.  5  en 
la  calle  de  la  Cuesta  de  la  Ciudad,  que 
se  abre  á  espaldas  del  edificio  del 
Ayuntamiento. 

Octogonales  postes  de  fábrica ,  ha- 
ciendo oficio  de  columnas,  soportan 
en  el  referido  patio  la  galería  superior 
del  frente,  gallardamente  enriquecidos 
por  vistosa  guarnición  de  filigranado 
encaje,  cuyas  flocaduras  caen  sobre 
las  aristas  de  octógono,  y  cuyas  labo- 
res, como  sobre  red  de  malla  traba- 
jadas, se  ofrecen  cubiertas  de  cal  por 
desventura. 

Cortando  á  cierta  altura  la  decora- 
ción por  una  parte  sólo — hácese  ele- 
gante zapata,  á  manera  de  ménsula, 
que  recuerda  en  su  desarrollo  la  del 
ala  que,  en  el  Patio  de  la  Alberca  de 
la  Alhambra,  cae  al  lado  del  Palacio 
del  emperador  Carlos  V,  y  con  ellas, 
las  del  singular  arco  de  la  Casa  del 
Chapis^  en  la  propia  Granada ,  que  hoy 
figura,  por  donación  de  D.  Manuel  de 
Góngora,  en  el  Museo  Arqueológico 
Nacional,  si  bien  se  muestra  la  de  esta 
Casa  del  Conde  de  Esteban  de  mayor 
riqueza  quelas  del  arco  granadino  últi- 
mamente citado,  pues  llenan  en  total 
susescuadras  exteriores  enlazados  me- 
dallones calados,  del  mejor  efecto,  en- 
cuadrándolas y  recortándolas  menuda 
y  sucesiva  serie  de  molduras,  á  que 
sucedía  ancho  y  escodado  friso,  que, 
partiendo  vertical  del  poste  ó  machón, 
se  doblaba  en  sentido  horizontal  para 
recorrer  por  sus  tres  frentes  la  zapata, 
5^  que  hoy  destruido,  no  consiente  com- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


2Q7 


pleta  la  lectura  del  epígrafe  que,  en 
caracteres  africanos  ó  cursivos,  le  de 
cora  (1). 

Apoyada  en  una  de  las  caras  del 
octógono  del  machón,  aquella  normal 
á  la  línea  trazada  por  las  carreras  de 
la  galería  superior —  á  casi  ia  misma 
altura  de  las  flocaduras  de  la  guar- 
nición antes  mencionada, —  surge,  á 
modo  de  arrahañ,  un  friso  perpendicu- 
lar que  luego  sigue  por  bajo  de  la  ca- 


impcrio    [de    todas   las   cosas   es]  de 
Alláh!  (I) 

En  el  eje  del  patio,  frente  á  la  entra- 
da ,  y  facilitándola  á  departamentos 
interiores— como  resumen  y  compen- 
dio de  los  aciertos  y  de  los  extravíos 
de  los  artífices  mudejares  toledanos  en 
la  XV./^  centuria,  en  que  hubieron 
ostensiblemente  de  labrarle  , — ábrese 
hermoso  arco  de  yesería ,  no  en  gran 
deterioro  aún,  por  fortuna,   y  digno 


DECORACIÓIN  MUDEJAR  EN  LA  CASA    DFL  CONDIÍ   DE  ESTEBAN   ( TOLEDO ) 


rrera,  para  volver  á  descender,  ver- 
ticalmente  adherido  á  otro  machón; 
y  demás  de  la  guardilla  ú  orla  que  en 
plano  más  inferior  le  recorre,  figuran 
en  él,  dentro  de  elíptico  medallón,  las 
siguientes  frases,  trazadas  en  caracte- 
res cúficoornamentales  de  relieve,  las 
cuales  se  reproducen  hasta  llenar ,  no 
con  orden,  pero  sí  completamente,  el 
friso: 

Gracias   [sean  dadas]  á  Allah!  El 


(1)    Parece  entenderse  en  este  friso  las  vulgares 
Felicidad  perpetua.  —  Gloria  permanente. 


por  varios  conceptos  de  la  estimación 
de  los  entendidos.  A  la  usanza  toleda- 
na, encuádrale  en  primer  término,  en 
la  parte  más  externa  de  su  decoración, 
una  faja  como  de  15  centímetros  de 
ancho,  que  constituye  el  primero  y  ge- 
neral arrahañ,  y  en  ella,  sobre  labrado 
frondario  ó  attaítrique,  destacan  en  cíf- 
racteres  cúfico-ornamentales  de  resal- 
to, no  exentos  de  elegancia,  bien  que 
nunca  comparables  á  los  granadinos, 
las  frases,  ya  copiadas  J3j..v¿.)t  vU  ^Ut, 


(1)  Es  de  notar,  con  efecto,  que  en  el  tercio  de  este 
arrabaá,  correspondiente  al  machón  de  la  derecha, 
de  los  dos  del  centro,  el  epígrafe  termina  simplemen- 
te por  la  palabra    Q.J  \ . 


208 


BOLETÍN 


que  se  reproducen  tantas  veces  como 
lo  consiente  la  longitud  de  la  faja. 

Hácese  de  advertir  que,  por  dete- 
rioro sin  duda,  y  en  tiempos  que  no  es 
dado  señalar,  en  el  tercio  vertical  de 
la  izquierda,  y  á  la  altura  del  farjáli 
ó  arquitrabe,  aparece  visiblemente 
restaurada  esta  faja,  pues  sobre  que  la 
leyenda  ya  no  es  la  misma,  los  signos 
cúficos  son  de  dibujo  y  combinación 
distintos,  pareciendo  entenderse  las 
palabras  i^yCJ!,  L»bi\J!,  'ij^\  hasta  la 
casi  terminación  de  la  referida  faja, 
donde  con  la  misma  clase  de  letra  que 
en  el  tercio  de  la  derecha,  prosigue 
repitiendo:  JJ^.CiJ|  VÜ  ^U!,  que  son 
las  frases  propias,  en  esta  parte  del 
arco. 

Estrecha  orla,  de  menudos  enlaces 
calados,  recorre  en  plano  inferior  este 
arrabañ  por  uno  y  otro  lado,  sirviendo 
como  separación  y  límite  al  mismo, 
con  relación  á  los  demás  exornos  de  la 
portada;  y  mientras  le  sucede  al  inte- 
rior ,  con  dimensiones  casi  idénticas 
á  las  del  arrahaá  mencionado  ,  una 
faja  de  gran  relieve,  de  aristas  vivas, 
y  desprovista  de  adorno,  la  cual  cons- 
tituye un  segundo  arrahaá^ — tiéndese 
sobre  éste,  en  la  parte  superior  horizon- 
tal, el  arquitrabe  ó  farjáh,  formado  á 
los  extremos  por  un  cuadrado ,  y  en  el 
centro  por  dos  medallones  oblongos, 
unidos  y  cubiertos  de  peregino  encaje, 
pues  no  á  otra  cosa  es  dable  comparar 
aquella  labor,  de  la  cual  no  puede  dar- 
se con  la  palabra  idea,  tanto  por  su 
delicadeza  y  su  finura ,  cuanto  por  la 
elegancia  y  gracia  del  dibujo. 
,  No  es  éste  en  realidad  granadino,  ó, 
por  mejor  decir ,  no  recordamos  en  la 
yesería  de  la  Alhambra,  ni  de  ninguno 
otro  de  los  edificios  de  Granada,  labor 
alguna  igual  ni  asemejable;  es,  á  nues- 
tro juicio ,  combinación  mudejar  espe- 
cial toledana ,  pero  de  muy  peregrina 
belleza,  en  la  que  se  transparenta  cier- 
ta inñuencia  ojival,  que  no  se  determi- 
na con  claridad  bastante ,  pero  que  se 


siente,  sin  embargo,  por  los  elementos 
que  entran  en  la  composición  de  seme- 
jante exorno. 

Cerrado  por  el  segundo  y  saliente 
arrabañ,  desprovisto  de  labor ,  ya  men- 
cionado,—  hácese  más  al  interior  un 
tercero,  demayores  dimensiones,  algún 
tanto  deteriorado,  acomodado  á  las  cos- 
tumbres mudejares  toledanas.  Consti- 
túyenle,  entre  orlas  de  menudos  enlaces 
calados ,  iguales  á  las  citadas ,  dos  an- 
chos paños  de  yesería  á  los  lados ,  que 
recuerdan ,  con  las  tracerías  más  deli- 
cadas de  la  Alhambra ,  otras  mudeja- 
res de  Córdoba  y  de  Sevilla ,  y  que  se 
hallan  enriquecidas  de  medallones,  te- 
nas, hojas  picadas,  cintas  onduladas  y 
rectas,  festones  y  otros  exornos  de  vi- 
sualidad agradable,  y — entre  dos  cua- 
drados de  menor  belleza  y  de  distinta 
labra — oblongo,  ancho  y  muy  notable 
medallón,  que  ocupa  entero  el  ancho  del 
ingreso,  y  cuyas  cantoneras  resaltadas 
rodea  y  circunscribe  la  orla  de  enlaces 
calados  de  que  queda  hecha  mención 
arriba. 

Es  este  medallón  interesante  el  que 
motiva  principalmente  las  presentes 
líneas,  pues  resulta  hasta  ahora,  que 
sepamos,  muy  singular  especialidad,  y 
pone  de  manifiesto  el  hecho  de  que,  por 
lo  general,  los  artífices  mudejares  tole- 
danos conservaron  y  reprodujeron  de 
unos  á  otros  los  moldes  de  las  inscrip- 
ciones vulgares  con  que  decoraban  fri- 
sos y  arrabacs ,  y  el  de  que ,  ya  en  el 
siglo  XV,  habían  en  mucha  parte  olvi- 
dado el  dibujo  de  la  escritura  monu- 
mental; pues  cuando,  ó  por  destrucción 
de  los  moldes  ,  ó  por  ser  la  leyenda 
nueva  y  distinta  de  aquellas  por  el  uso 
consagradas  ,  tallaron  los  signos  cúfi- 
cos ó  africanos ,  lo  hicieron  con  inco- 
rrección notoria ,  según  lo  persuaden 
multitud  de  testimonios,  y  en  especial 
este  medallón  ,  que  es  esencialmente 
epigráfico.  Fíngese  en  él  una  serie  de 
vastagos  circulares ,  con  hojas  rizadas 
y  picadas,  que  sirve  de  attaurique ;  y 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


209 


sobre  tal  fondo,  queriendo  emular,  ya 
que  no  los  signos  cúfico-ornamcntales 
elegantísimos,  de  que  hay  abundante 
copia  en  la  Alhambra  granadina,  los 
de  los  frisos  al  menos  del  Alcázar  de 
Sevilla,  donde  se  alude  al  Rey  don  Pe- 
dro,— se  desarrolla,  dos  veces  repeti- 
da, singularísima  leyenda,  cuyas  letras 
ofrecen  extraño  carácter,  por  atempe- 
rarse unas  veces  á  las  reglas  de  la  es- 
critura cúfica  monumental,  y  otras  á  la 
africana,  nesji  6  mogrebina,  si  bien  se 
muestran,  no  en  plano  horizontal,  sino 
en  superficies  convexas. 

A  primera  vista,  y  teniendo  en  cuen- 
ta que  las  inscripciones  restantes  son 
arábigas,  aunque  aceptadas  por  los  mu- 
dejares, procúrase  sin  recelo  penetrar 
en  aquel  idioma  la  significación  del 
epígrafe ,  luego  que  se  ha  hecho  posi- 
bl:i  establecer  la  identidad  de  los  sig- 
nos. Las  dificultades  para  ello  son  real- 
mente grandes,  y  así  lo  hicimos  cons- 
tar antes  de  ahora,  cuando  escribía- 
mos ,  transcribiendo  con  error  la  le  • 
yenda  ,  y  traduciendo  la  transcripción 
errónea:  "Confieso,  Excmo.  Sr. — de- 
ciamos  en  1877  al  Director  del  Museo 
Arqueológico  Nacional, — que  la  vaci- 
lación ha  sido  grande  por  mi  parte  para 
entender  este  epígrafe  mural,  pues  de- 
más de  la  inusitada  forma  en  que  se 
enlaza  el  Y  de  ¿:_*^L ,  y  de  la  figura 
del  -í- ,  que  parecen  tener  dos  ^,  al  prin- 
cipio y  al  final  del  trazo  superior,  como 
se  halla  roto  en  algunas  partes ,  no  se 
muestra  con  entera  claridad^  (1):  cosa 
que  también,  y  por  igual  causa,  acón 
tece  respecto  de  alguna  palabra  en  el 
día. 

No  abrigábamos  entonces  la  seguri- 
dad del  acierto,  como  no  la  hemos  abri 
gado  nunca  en  aquello  que  es  dudoso; 
y  reconocimientos  posteriores,  hechos 
sobre  la  excelente  reproducción  que 
procuramos  para  el  Museo  Arqueoló- 


(1}    Memoria  acerca  de  algunas  inscripciones  ará- 
bigas de  España  y  Portugal,  pág.  236.  Madrid,  1883. 


gico  Nacional,  y  que  nos  fué  facilitada 
por  la  galante  intervención  de  nuestro 
buen  amigo  el  docto  í:apitán-profesor 
de  la  Academia  de  Infantería,  D.  Pedro 
Alcántara  Berenguer  ,  —  nos  han  per- 
suadido del  error  en  que  estábamos  al 
estimar  de  arábigo  el  epígrafe.  Sin  que 
pretendamos  hoy  haber  acertado,  pues 
á  tanto  no  llega  nuestra  arrogancia, 
sometemos  al  juicio  de  los  entendidos 
el  resultado  de  nuestras  observaciones. 

Aunque  agrupada  de  distinto  modo, 
la  inscripción  aparece  dos  veces  repe- 
tida, y  da  principio  por  un  xin  inicial 
(~¿'),  letra  que  los  mudejares  y  los  mo- 
riscos transcribieron,  como  es  sabido, 
por  nuestra  5.  Levantado  el  primero 
de  sus  trazos  á  mayor  altura  que  los 
dos  restantes,  y  falto  de  puntuación' 
como  en  el  cúfico,  el  dibujo  de  este 
signo  es,  sin  embargo,  más  cursivo  ó 
tiesji  que  cúfico,  ocurriendo  lo  mismo 
respecto  de  su  enlace  con  el  siguiente, 
que  es  un  uíut  (-),  el  cual  sube  á  toda 
la  altura  del  medallón,  después  de  for- 
mar gracioso  y  bien  dispuesto  nudo.  A 
la  usanza  del  cúfico,  únese  esta  letra  á 
un  ta  final  (w^),  ácuyo  efecto  descien- 
de el  trazo  del  nún  para  subir  luego  á 
la  línea,  donde  no  se  advierte  la  cabe- 
za del  /«,  enlazándose  aparentemente 
el  rasgo  final  nesji  de  este  signo,  con 
el  alif  de  fin  de  dicción  de  la  primera 
sílaba  compuesta,  que  corresponde á  la 
palabra  siguiente. 

Vocalizadas  las  letras  reconocidas, 
en  lo  cual  no  creemos  haya  duda,  re- 
sulta el  adjetivo  femenino  castellano 
SJS,  santa,  de  uso  tan  frecuente  en 
aljamía;  y  prosiguiendo  el  examen  co- 
menzado, encuéntrase  cierta  especie  de 
presilla  circular,  colocada  fuera  de  lí- 
nea y  encima  del  ta  de  santa,  signo 
que  representa,  y  es  un  min  de  princi- 
pio de  dicción  (-^),  unido  por  una  línea 
de  prolongación  al  alif  antes  mencio- 
nado (l).  Detrás,  y  por  bajo  del  ta  refe- 
rido, con  curvatura  que  ni  es  cúfica, 
ni  de  buenos  pendolistas  nesji^  apare- 


210 


boletín 


ce  un  ra  aislado  (j),  y  encima  de  él,  en 
forma  extraña,  muéstrase  un  ye  inicial 
(j),  que  se  une  á  un  he  final  (i),  de  di- 
bujo híbrido,  y  cuyo  trazo  superior  se 
levanta  á  la  altura  del  nihi  y  del  alif, 
después  de  formar  complicado  y  muy 
vistoso  nudo.  Con  sus  mociones  corres- 
pondientes, estas  letras  dan  la  lectura 

del   nombre   de  María  (¿IjjU'),  aunque 

generalmente  se  escribió  '^y>  (Meriem)^ 

y  aunque,  á  seguir  en  este  caso  las  re- 
glas establecidas  para  la  lectura  alja- 
miada, habría  de  leerse  Merla. 

Sigue  en  pos  un  ntipt^  con  la  corres- 
pondiente línea  horizontal  de  prolon- 
gación á  la  altura  media;  y  con  otro 
min^  puesto  al  extremo  de  ella,  conti- 
núa un  chin  de  medio  de  dicción  (^), 
cuyo  trazado  es  del  todo  viesji,  para 
enlazarse  luego  con  un  guau  (_?)  de  ca- 
beza semicúfica,  y  seguir  un  ra  aisla- 
do y  de  dibujo  cursivo.  De  las  combi- 
naciones á  que  puede  ser  sometido  este 
grupo  de  letras,  según  las  vocales  de 
que  se  haga  uso,  resulta  como  la  más 
acertada,  á  nuestro  juicio,  la  lectura 
jjsrr--  ó  .  Js^"  tni  mejor  ó  mi  mejora^ 

que  no  vacilamos  en  proponer,  por  con- 
siguiente; pues  si  bien  es  regla,  á  la 
cual,  sin  embargo,  iio  se  ajustaron  siem- 
pre los  moriscos,  que  para  que  la  mo- 
ción fatha  ó  fetha  se  estime  como  e^ 
debe  ir  seguida  de  Mnalif^  y  parece  que 
debió  escribirse  por  tanto   ''        'i' 

en  los  textos  aljamiados  se  encuentran 
ejemplos  de  que  no  fué  constante  la  ob- 
servancia de  este  precepto,  como  lo 
persuaden,  entre  otros  que  podrían  ser 
citados,  el  que  ofrece  el  verso  17  del 

o 

Poema  de    Yusuf^   donde  se  lee  Jl-^t 

y  yanél  por  y  en  él,  y  el  19,  donde 
aparece  el   adverbio   siempre  escrito 

Islilla,,  sienpare  (1).  En  cambio,  en  el 


verso  6.°  e\  fatha  seguido  de  alif  tiene 
valor  de  a  en  las  palabras  siquiera 

l^Ljíi.  y  toda  \xi  (IaxíLí,  ni  en  toda). 

También  es  regla,  aunque  no  de 
igual  inñexibilidad,  la  de  que  la  mo- 
ción dhaínma  equivale  á  nuestra  o, 
siempre  que  va  seguida  de  guau,  que 
es  su  semivocal  homogénea,  no  obs- 
tante lo  cual,  lo  mismo  en  el  Poema 
citado  que  en  otros  escritos  de  alja- 
mía, se  halla  con  frecuencia  >Sli,  mun- 
do; jsX'/>  Y  j^t-VÁ,  mejor;  ¿Cj^^,  mejo- 
ría; Ji.»^,  hijo;  J.s^  y  ^s^,  ^jo;  £!y  , 

fuego;  jx),  logar;  'j,  no;  XiJ",  guando; 
¿^5',    conmigo,    etc.,    etc.    Dedúcese, 

pues,  en  consecuencia,  que  no  hubo 
verdadera  uniformidad  entre  los  mo- 
riscos al  transcribir  nuestras  vocales, 
y  que  aun  ocurrió  lo  propio  en  orden 
á  las  consonantes,  pues  unas  veces  es- 
criben tá.U,  mejor,   y  otras  I¿,U,tLs-^ 

o      '  ^  I   '  <^    '  '90' 

y.Li,,»,  mujer;  ^^X^  J jL,^Xj!,,fermosa 

y  hermosa;  ^Jlo  yjj,  vo3;yi  yj[^,fi30 

y  fisiera,  indistintamente;  por  otra 
parte,  no  es  de  maravillar,  ni  mucho 
menos,  que  el  artífice  froguista  que  talló 
el  epígrafe  de  la  Casa  del  Conde  de 
Esteban  en  Toledo,  no  estuviera  gran- 
demente versado  en  achaques  de  esta 


(1)    Al  reproducir  el  Sr.  Eguílaz,  en  la  p;lg.  25  de  su 


interesante  Estudio  sobre  el  valor  de  las  letras  ará- 
bigas en  el  alfabeto  castellano,  el  verso  15  del  frag- 
mento que  de  este  Poema  publicó  el  Sr.  Moreno  Nie- 
to en  las  páginas  48  y  49  de  su  Gramática  de  la  len- 
gua arábiga,  leyó  la  preposición  sobre  que  Moreno 

i "'  f 
Nieto  escribió  ]y^X^  sobare,  vocalizándola  de  distinto 

./  /  f 
modo  1.^,  (sobere);^OT\o  demás,  parece  que  siempre 

.'O    * 

se  escribió  )  i^,('so¿?/'ej,  es  decir,  socunandoelfta.En 
el  cuento  del  bebedor  de  vino,  que  publican  en  sus 
Textos  aljamiados  los  Sres.  D.  Pablo  Gil,  D.  Julián 
Ribera  y  D.  Mariano  Sánchez,  se  halla  el  nombre  de  la 

Mecca  escrito  ^_t>^.  Maca;  bien  es  verdad  que  aquí 
podía  estimarse  escrito  en  arábigo;  pero  para  ello 
faltan  letras  y  signos,  pues  la  verdadera  forma  suya 

es  i>v>' 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


211 


naturaleza,  y  que  por  descuido  ó  por 
ignorancia  omitiese  el  alif  que  debía 
dar  el  valor  de  e  al  fatha  de  la  pala- 
bra mejor ^  copiada  arriba. 

Un  gain  de  principio  (¿),  con  un  ye 
final  (^),  aparecen  después  aislados 
respecto  de  toda  otra  palabra,  produ- 
ciendo la  lectura  guia  i  '  ¿  ),  y  siguen 

luego  un  alif  {\),  otro  signo  que  lo 
mismo  puede  ser  un  lam  de  principio 
(J),  que  un  ye,  un  nún,  un  ba  6  un  ta 
iniciales  (j ,  3 ,  J ,  j) ,  cuyo  trazo  supe- 
rior, como  ocurre  con  el  itún  de  santa 
(JuÜ)'  y  ^^  recto  del  »  puntuado  de 
María  (^ly^^*),  ha  podido  ser  levantado 
á  toda  la  altura  del  medallón,  para 
formar  así  con  el  alif  el  primoroso 
nudo  á  la  usanza  cúfica,  que  enlaza  ar- 
tísticamente estas  dos  letras,  como 
alarde  caligráfico,  y,  por  último,  un  sin 

icr>  ^  •^'^^  (l/'^  ^^  ^"^  ^^  dicción  con 
que  concluye  el  grupo;  y  á  la  verdad 
que  si  dificultades  ofrecen  la  inteligen- 
cia, y  por  tanto  la  transcripción  de 
las  anteriores  palabras,  mucho  mayo 
res  son  las  que  brinda  la  presente,  no 
siendo  cumplidera  la  presunción  del 
acierto,  sin  tener  en  cuenta  la  signifi 
cación  más  verosímil  y  probable  del 
vocablo  que  sigue,  y  con  el  cual  da 
término  la  frase. 

Dicho  vocablo,  más  entero  y  percep- 
tible en  la  repetición,  principia  con  un 
rnin  en  forma  de  presilla  (-*),  continúa 
con  un  chin  de  medio  (sr) ,  un  ra  de  fin 
de  dicción  (j- )  y  concluye  con  un  xin 
aislado  (^^i^),  colocado  encima  de  las 
letras  anteriores  de  la  misma  palabra, 
y  cuj'^o  trazo  inicial  excede  del  central, 
como  el  superior  del  rasgo  final  exce- 
de de  éste  y  se  dobla  en  curva  inte 
rior  inusitada.  De  las  varias  combina- 
ciones á  que  se  prestan  estos  signos, 
unidos  á  los  de  la  voz  ó  voces  anterio- 
res, formadas  por  el  alif,  el  signo  alto 
que  le  sucede  y  el  xin  de  fin  de  dic- 
ción,— es,  á  nuestro  juicio,  la  más  acep- 
table la  que  da  por  resultado,  con  olvi- 


do de  reglas  que  no  obedecieron  siem- 
pre ni  los  mudejares  ni  los  moriscos, 
según  hemos  procurado  notar  arriba , — 
la  segunda  parte  del  singular  del  pre- 
sente de  subjuntivo,    ,  ^'¿-    mejores, 

y  en  consecuencia,  como  carecería  de 
sentido  el  suponer  que  los  tres  signos 
de  que  esta  palabra  se  halla  precedida 

pudieran    ser  ^\^  d  los,     Jr^\  ^     y 

Ins  ,  ^j-.jI  y  V0.3,  —  aceptando  la  trans- 
cripción de  los  vocablos  todos  de  la 
frase,  conforme  la  hemos  propuesto, 

se  hace  preciso  leer  estos  signos  (j^-'l 

d  nos,  dando  así  en  conjunto  el  epí- 
grafe el  resultado  siguiente,  que  no  es- 
timamos desacertado : 


■^J 


^  ¿P^  is^  J^^\   'h^^  ^ 


¡Santa  María!  ¡Mi  mejor  guíal  ¡A  nos  mejores! 

Es  decir,  mejóranos;  hasnos  mejo- 
res; ruega  por  nosotros,  para  que  sea- 
mos mejorados;  purifica  nuestro  espí- 
ritu para  que  seamos  mejores. 

En  plano  más  interior,  recogido  á 
los  lados  por  los  dos  paños  laterales  de 
yesería,  ya  mencionados,  y  á  la  parte 
superior,  por  el  interesante  medallón 
epigráfico  cuyo  examen  acabamos  de 
hacer,  extiéndese  el  arco  ó  ingreso,  de 
pronunciado  peralte,  angrelado,  y  re- 
corridos los  angreles  por  una  faja 
ondulada,  que  llenan,  multitud  de  ve- 
ces repetidas  en  caracteres  semicúfi- 
cos,  seminesji  de  resalto,  las  vulgares 
frases: 

y.  J  y 

El  impc    o  perpetuo.— La  gloria  peí    lanente 
(son  atributos  de  AUáh) 

De  dibujo  y  labor  diferentes  entre  sí 
son  las  enjutas;  y  guarneciendo  el  cua- 
dro de  las  mismas,  hácese  estrecha 
cinta,  donde  en  apretados  caracteres 
ncsji  ó  cursivos,  ó  africanos,  de  relie- 
ve y  no  mal  dibujo,  se  halla  otra  ins- 


212 


boletín 


cripción,  cubierta  de  cal  en  unas  par- 
tes, y  en  otras  por  extremo  destruida, 
pero  en  la  que  aún  pueden  ser  enten- 
didas algunas  palabras,  las  cuales  pa- 
recen ser  el  nombre  de  la  Virgen  y  el 
de  su  divino  Hijo,  y  otra  que  acaso 
pudiera  interpretarse  en  el  sentido  que 
propondremos,  arrojando  el  siguiente, 
que  estamos  dispuestos  á  rectificar,  en 
caso  necesario: 

Jesús,  hijo  de  Santa  María- 
Tal,  y  no  otra,  es  la  riqueza  de  la 
yesería  que  aún  conserva  el  patio  de  la 
llamada  Casa  del  Conde  de  Esteban ,  y 
tal  la  importancia  que  desde  el  punto  de 
vista  epigráfico  enaltece  el  medallón  de 
su  gracioso  arco,  siendo  de  sentir  que 
el  lapso  del  tiempo  concluya  por  des- 
truir este  monumento,  cuya  conserva- 
ción es  de  verdadero  interés  para  la  his- 
toria del  estilo  mudejar  toledano:  pues 
si  bien  es  cierto  que  abundan  en  Tole- 
do ejemplares  del  mismo  estilo,  con  ca- 
racteres artísticos  asemejables,— fuera 
de  aquellos  otros  que  son  privativamen- 
te representantes  de  la  variedad  tole- 
dana, ninguno  hay  que  ofrezca  la  vis- 
tosa guarnición  de  los  machones,  ni 
mucho  menos  el  medallón  epigráfico 
aljamiado  cuyo  estudio  hemos  preten- 
dido. 

Bueno  sería  que  la  Comisión  Pro- 
vincial de  Monumentos  interesase  al 
propietario  de  la  finca  para  la  conser- 
vación, no  restauración,  de  la  yesería, 
evitando  obras  y  reparos  que  acaben 
de  destruir  lo  existente,  pues  en  rigor 
constituye  uno  de  los  monumentos  más 
dignos  de  estima  dentro  y  fuera  de  To- 
ledo, y  merecedor  es  de  singular  dis- 
tinción entre  todos  los  que  posee  la 
antigua  y  famosa  ciudad  de  los  Conci- 
lios, correspondientes  al  estilo  mude- 
jar,  dentro  de  la  centuria  de  que  el  pre- 
sente es  producto,  haciendo  por  nues- 
tra parte  fervientes  votos  para  que  no 


llegue  el  día  en  el  cual  tengamos  que 
lamentar  su  ruina,  como  lamentamos 
la  de  tantos  otros  monumentos  de  su 
especie,  aunque  no  de  su  categoría. 

Rodrigo  Amador  de  los  Ríos. 
t^ac^* 


SANTIAGO  PEREGRINO 


(Estatuíta  arge'ntea  de  la  Catedral  compostelana  ) 
I 

^^Li  el  Cabildo  compostelano,  reba- 
Iv^vli  jando  á  la  cuarta  parte  los  51 
números  que  llenó  en  el  Catá- 
logo de  la  Exposición  Histórico-Euro- 
pea  (1),  y  absteniéndose  de  remitir  todo 
aquello  que  allí  se  colgó  por  las  pare- 
des, se  hubiese  reducido  á  exponer  lo 
que  buenamente  cabía  en  una  vitrina, 
aun  sin  colocar  en  ella  más  que  las 
alhajas  que  envió,  habría  quedado  á 
gran  altura  en  la  escala  de  los  oposi- 
tores, ocupando  el  primer  puesto  entre 
los  Cabildos  metropolitanos  en  cuan- 
to á  productos  de  la  orfebrería  medio- 
eval (por  más  que  el  cáliz  santiagués, 
atribuido  á  San  Rosendo ,  esté  muy 
distante  de  alcanzar  la  importancia 
del  traído  de  Toledo,  que  el  Catálogo 
oficial,  con  obstinación  temeraria,  se 
empeña  en  calificar  de  bizantino);  pues 
aparte  del  hermoso  busto  de  Santa  Pau- 
lina (obra  ya  de  muy  entrado  el  siglo 
XVI),  las  tres  imágenes  argénteas  de 
Santiago,  San  Pedro  y  San  Juan,  por  ■ 
sí  solas,  constituían  espléndido  con- 
tingente, que  bien  pudo  haberse  amplia- 
do agregando  alguna  de  las  otras  que 
tanto  avaloran  el  relicario  de  la  iglesia 
de  Santiago. 

Nueve  dice  el  Sr.  López  Ferreiro 
(Lecciones  de  Arqueología  ^  V'^?>-  ^^^)i 
que  son  las  imágenes  de  plata  dorada 
que  se  guardan  en  la   capilla  de  las 


(1)    Núm.  6.  déla  sala  V. 


iíMi^ 


SANTIAGO    PEREGRINO 
íEstatuita  argéntea  de  la  Catedral  cjmpostclana.') 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


213 


Reliquias,  y  debieron  ser  hechas  por 
el  procedimiento  del  embutido  ó  relle- 
no. Y  hacen  este  número:  la  de  la  Vir- 
gen,  que  en  sus  festividades  se  saca 
en  la  procesión  capitular,  y  de  la  que 
se  afirmaba  que  contenía  leche  de  la 
Madre  del  Redentor;  las  dos  del  Após- 
tol Santiago  el  Maj^or,  donadas  ambas 
por  parisienses ,  en  los  siglos  XIV 
y  XV;  las  de  los  Apóstoles  San  An- 
drés y  San  Pedro;  la  de  San  Juan  Bau- 
tista; la  de  San  Dionisio  Areopagita; 
la  de  Santo  Tomás  de  Aquino,  y  la  de 
San  León,  con  tiara  y  triple  cruz,  que 
lleva  el  escudo  de  armas  del  Arzobis- 
po San  Clemente,  muerto  en  1602. 

Poco  es ,  en  verdad ,  lo  que  podría 
hoy  añadir  á  lo  que  dije  sobre  estas 
estatuítas,  llamándolas  "obras  felices 
de  orfebres  que  trabajaron  con  sujeción 
á  los  preceptos  del  arte  ojival,,  en  la 
monografía  acerca  de  El  Tesoro  sagra- 
do de  la  Catedral  de  Santiago,  publica- 
da en  el  tomo  V  (pág.  326)  del  Museo 
español  de  antigüedades ;  pues  no  he 
tenido  ocasión  desde  entonces  de  am- 
pliar ni  corregir,  ni  aun  concretar  lo 
que  allí  puse. 

Tampoco  he  visto  trabajos  ajenos 
que  contengan  noticias  más  copiosas, 
fijas  y  detalladas  de  las  que  yo  pude 
adquirir  durante  mis  breves  estancias 
en  la  ciudad  compostelana,  ni  siquiera 
en  los  luminosos  escritos  de  mi  antiguo 
y  querido  amigo  el  respetable  M,  L  se- 
ñor López  Ferreiro  (á  quien  hay  y 
siempre  habrá  que  citar  cuando  se 
trate  de  algún  asunto  de  índole  histó- 
rica referente  á  Galicia),  que  por  su 
carácter  de  canónigo  de  Santiago  y 
por  la  legítima  é  incontrastable  influen- 
cia que  allí  ejerce,  pudiera  decírsele 
poseedor  de  la  llave  de  la  más  abundo- 
sa y  rica  fuente  de  todo  conocimiento 
histórico,  y  especialmente  arqueológi- 
co, de  Galicia.  Y  esto  no  debe  sorpren- 
der, porque  repartiendo  este  señor  su 
laboriosidad  entre  obras,  ya  de  puro 
misticismo,  como  la  traducción  del  li- 


brito  del  P .  Vadon  titulado  Triunfo  de 
Jesús  Sacramentado  en  Lourdes,  1889 
(Santiago,  imp.  de  Alende,  1892),  ya 
de  mera  amenidad,  cual  su  flamante 
novela  A  tecedeira  de  Bonaval  (La  Co- 
ruña,  1895,  tomo  XL  de  la  Biblioteca 
gallega),  cuando  no  en  libro  de  (según 
hoy  se  llama)  carácter  trascendental, 
á  que  pertenece  el  tomo  I  de  sus  Fue- 
ros de  Santiago  y  su  tierra  (Santia- 
go, 1895),  deja  á  los  arqueólogos  con- 
sumirse en  deseos  de  ver  aclarado 
tanto  misterio  legendario  que  él  sólo 
puede  descubrir,  tanto  problema  artís- 
tico que  él  sólo  puede  resolver,  y  tanta 
tiniebla  histórica  que  él  sólo  y  tan  fá- 
cilmente puede  disipar  sin  más  que 
continuar  sacando  á  luz  los  tesoros  de 
noticias  encerradas  en  la  inmensa  ri- 
queza diplomática  de  la  Iglesia  com- 
postelana, prosiguiendo  (y  cuanto  fuere 
en  mayor  escala  tanto  mejor)  el  ca- 
mino emprendido  con  publicaciones 
como  la  de  Galicia  en  el  último  tercio 
del  siglo  XV,  El  altar  de  Santiago,  El 
pórtico  de  la  Gloria,  D.  Rodrigo  de 
Luna,  etc.,  etc. 

De  todas  esas  estatuítas,  por  lo  que 
recuerdo,  bien  pudiera  darse  como  la 
más  antigua  la  de  San  Dionisio,  que 
parece  representó  primiii\  amenté  á 
San  Francisco,  caracterizado  por  las 
llagas,  de  las  cuales  es  patente  la  del 
costado,  mediante  una  abertura  que  se 
puso  en  el  hábito.  Lo  es  más  que  todas 
las  restantes  la  de  Santo  Tomás,  pues 
la  preciosa  arqueta  cincelada  que  en 
ella  se  encuentra,  acusa  claramente  el 
gusto  del  siglo  XIV.  Las  de  San  Pedro 
y  San  Juan  (que  fueron  traídas  á  la 
Exposición),  y  no  sé  si  también  la  de 
San  Andrés,  pertenecieron  al  Arzo- 
bispo D.  Lope  de  Mendoza  (f  1445),  y 
probablemente,  según  el  Sr.  López 
Ferreiro;  son  obras  de  plateros  com- 
postelanos.  Todas  tres  tienen  ricas 
diademas  ó  nimbos,  y  muy  artístico  el 
de  la  última. 

Pero  la  más  notable  de  las  nueve  es- 

27 


214 


boletín 


tatuítas  es  aquella  de  que  ya  díó  noti- 
cia Ambrosio  de  Morales,  y  repre- 
senta á  Santiago  teniendo  en  una  mano 
preciosa  torrecilla  de  oro,  en  que  está 
encerrado  el  diente  ó  muela  de  que  se 
cuenta  curiosa  historia,  y  en  la  otra 
el  tarjetón  que  dice:  /;/  hoc  vase  aitri 
quod  tenet  ístc  i  mago  est  dens  heati 
iacohi  apostoli,  que  gaufridtts  cogita- 
trei,  ciiiispar. ,  dedit  hiiicecclesie  orate 
pro  eo. 

Cuyo  caballero  parisiense  Gofredo 
Coqueresce,  como  le  llaman  los  seño 
res  P.  Fita  y  Fernández-Guerra  en 
sus  Recuerdos  de  un  viaje  á  Santiago 
de  Galicia  (Madrid,  1880,  página  87), 
bien  puede  ser  aquel  mismo  Geoffroy 
Casatrix,  tesorero  del  Rey  en  Tolosa, 
hacia  el  año  1301,  de  que  da  noticia 
Boutarie  (La  France  sous  Philippe  le 
Bel,  París,  1861,  páginas  227  y  297.) 

No  es  mucho  menos  notable  la  otra 
de  Santiago  de  que  ahora  particular- 
mente trato,  y  de  la  que  Mr.  Emile  de 
Molénes,  en  su  libro  sobre  la  Exposi- 
tion  historique  de  Madrid^  1892-1893 
(París,  1894),  al  hablar  (pág.  168)  de 
les  euvois  de  la  Catedral  de  Santiago, 
dice  que  es  el  objeto  más  curioso,  aña- 
diendo que,  aunque  muy  bella,  no  lo  es 
tanto  como  la  que  recuerda,  de  San 
Jorge  derribando  el  dragón  y  Carlos 
el  Temerario  tirant  la  réverence  que 
posee  la  Catedral  de  Lieja. 

Cuantas  veces  se  trate  de  los  objetos 
reunidos  en  la  Exposición  Histórico 
Europea,  otras  tantas  habrá  necesidad 
de  sacar  á  colación  la  esterilidad  de 
aquel  magno  esfuerzo  empleado  para 
conseguir  la  cooperación  de  las  Cate- 
drales, y  de  aquel  costoso  triunfo  obte- 
nido sobre  preocupaciones  aún  no  del 
todo  desvanecidas  acerca  de  la  conve- 
niencia de  tener  encerrados  los  tesoros 
en  plenas  tinieblas.  Y  todos  cuantos 
escriban  sobre  ellos  habrán  de  lamen- 
tarse.de  que  las  Catedrales,  al  hacer  la 
designación  de  los  objetos  que  habían 
de  remitir  á  la  Exposición,  no  hubie- 


sen procedido  á  reunir  cuantas  noti- 
ciashistóricas  tuviesen  ó  hallasen  sobre 
cada  uno  de  ellos,  y  en  su  compañía 
los  hubieran  enviado. 

Traídos  así  los  objetos  con  su  histo- 
ria, hubieran  venido,  podemos  decir, 
completos;  pues  si  aun  en  aquellos  mo- 
numentos puramente  artísticos  á  que 
por  sí  propios  se  les  concede  valor 
cuantioso,  sin  relación  á  lugar  ni  aun 
á  tiempo  de  producción ,  es  "de  gran 
importancia  que  sean  conocidas  ambas 
circunstancias,  toman  el  carácter  de 
esenciales,  para  la  justa  valoración 
y  perfecto  conocimiento  de  todo  objeto 
que  tenga  carácter  arqueológico,  las 
de  saber,  ya  no  sólo  su  uso  y  destino, 
sino  para  qué,  por  qué,  por  quién, 
cuándo  y  dónde  se  hizo. 

Ninguno  de  los  Cabildos  Catedrales 
(pero,  en  verdad,  tampoco  ninguno  de 
los  opulentos  coleccionistas  que  contri- 
buyeron al  esplendor  de  la  Exposi- 
ción) se  tomó  el  trabajo  ni  hizo  el  gas- 
to, relativamente  exiguo  ,  de  dar  al 
público  noticias  de  los  objetos  que  ex- 
ponía, ni  aun  de  hacer  de  ellos  un  tra- 
bajo descriptivo  de  mera  catalogación. 

El  de  Santiago  dio,  no  obstante,  á  la 
prensa  regional  (como  ahora  es  moda 
decir  en  Galicia),  una  sencilla  lista  de 
los  objetos  que  enviaba,  y  que  fué  re- 
producida en  uno  y  otro  periódico  ga- 
llego. 

De  ella  saqué  yo  lo  poco  que  puse  en 
el  Catálogo  de  objetos  de  Galicia,  por 
impedirme  las  condiciones  en  que  se 
hacían  las  instalaciones  tomar  (cierta- 
mente no  por  falta  de  tiempo)  más  co  - 
piosas,  detalladas  ni  exactas  notas  de 
los  objetos  que  se  colocaban  (y  se  mu- 
daban á  cada  paso)  en  las  vitrinas  y  por 
las  paredes.  Así  es  que  yo  me  tuve  que 
contentar  con  decir  de  esta  imagen  de 
Santiago  que  tiene  sombrero  con  con 
chas,  escarcela  muy  abultada,  túnica  y 
sobretúnica  más  corta ,  y  que  sostiene 
en  las  manos  un  libro  cerrado  y  el  bor- 
dón, y  con  copiar  el  letrero  grabado  en 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


215 


su  hexágono  pedestal ,  con  una  exactitud 
que  recelo  no  ha  de  haber  encontrado 
absoluta  quien  haya  hecho  una  deteni- 
da confrontación. 

Sin  embargo,  tal  como  yo  la  publi- 
qué la  insertaron,  tanto  el  Catálogo 
oficial  (núm.  110  déla  sala  6.*),  como 
el  propio  M.  de  Molénes  en  su  citado 
libro  sobre  la  Exposición,  quien  tam 
poco  añadió  nada  á  la  descripción  de 
la  alhaja,  ni  aclaró  otra  cosa  sino  que 
lleva  la  doble  túnica  del  peregrino.  Yo 
voy  á  reproducir  ahora  la  inscripción, 
pero  tomando  su  principio  en  las  dos 
líneas  que  se  ven  en  el  paño  central 
del  prisma  que  constituye  la  peana,  si- 
guiendo por  la  línea  superior  y  conclu 
yendo  con  las  dos  inferiores  que,  como 
la  anterior,  corren  por  los  seis  lados 
del  hexágono  pedestal: 

DEDERUNT  IST 
AM  YMAGINEM 
NOBILES  VIR  DOMINUS  JOHANNES  DE  ROU- 
CEL  MILES  DE  REGNO  FRANCIE  ET  lEHAN- 
NA  VXOR  EIUS  AD  HONOREM  DEI  ET  SANCTI 
lACOBI  DE  GALECIE  ET  EGO  IHOAJí  APOR- 
TAUIT  DE  PARISSIIS  EX  PARTE  FREFATI 
DOMINI    ORATE    PRO    EIS 

He  de  decirlo  para  concluir:  no  pue- 
do asegurar  si  esta  efigie  del  Apóstol, 
traída  por  Juan  de  Roucel,  es  la  misma 
que  aquella  otra  estatua  de  Santiago  en 
traje  de  peregrino,  de  que  se  ha  escri- 
to que  está  adornada  de  gran  aureola 
realzada  de  pedrería  y  tiene  un  peda- 
zo del  manto  del  Apóstol  dentro  de  un 

libro,  en  cuya  tapa  se  lee:  en  este 

VESTIDO  DEL  PATRÓN,  y  la  cual  Ostenta- 
ba el  escudo  de  armas  de  Sorna  ó  Isor- 
na,  escudo  que  bien  pudo  confundirse 
con  el  que  lleva  en  la  peana  la  estatuí- 
ta  donada  por  el  parisiense,  tomando 
el  cuartel  de  los  cinco  arminios  que  en 
ésta  se  ve,  por  las  cinco  lises  de  los 
Maldonados  que  correspondían  al  es- 
cudo del  Arzobispo  D.  Alvaro  de  Isor 
na,  según  Piferrer.(Nob.  V,  pág.  149.) 

José  Villa- amil  y  Castro. 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 

LVIII 

Venta  de  un  trozo  de  tierra  blanca  fí^^=^\ 
Li2-j^Jí  j^'ill  {sic)  isilaüJl  sita  en  Olías  la  Ma- 
yor, de  la  jurisdicción  de  Toledo,  y  cuyos 
lindes  son:  al  E.  y  N.,  tierra  blanca  del  ven- 
dedor; al  O. ,  un  camino,  y  al  S. ,  tierra  blan- 
ca de  Domingo  Estéfano  y  de  su  hermano 

Martín  Esteban    L.^.^j      zo,\  iljü!      Jj) 

.(    yA::^!  ^■^y^  '*'n^-^j  (.j-íl^l  ^Sj^-j 

Intervienen,  como  comprador  D.  Cebrián 
hijo  de  Juan  Bellithis,  y  como  vendedor 
D.  Zacarías,  nieto  de  D.  Pedro  el  Cordobés 

ij'  ¿r^'h  Jy..  ^ri  ^^.^^  ^^^  ^j^S) 

advirtiéndose  que  la  finca  á  que  se  refiere  el 
presente  contrato  está  ya  plantada  en  parte 
por  el  comprador,  en  razón  á  que  la  venta 
quedó  ya  concertada  entre  ambas  partes  en 
el  mes  de  Enero  próximo  pasado,  retrasán- 
dose hasta  la  fecha  la  redacción  del  corres- 
pondiente instrumento  público,  por  lo  cual 

el  comprador  había  empezado  ya  la  planta- 
ción ^U^^l  L^^*J  ^j^^  ^^'  J^)^  ^j) 


Jl 


-r'^ 


W  _,UxJ!    Ij-a  JrJj'j'  ^    'f^^^ 


Precio,  dos  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Septiem- 
bre de  la  Era  1229. 

Suscripciones:  Domingo  b.  Selma,  testi- 
go (JjrLí-  ^-J-^  L-yf  i¿^^);  Pascual  b.  Ornar 
b,  Jalaf  (^k  ^^  j^c  ^>  ¿\J^>j),  y  Fé- 
lix b.  Yabka  b.  Abdallah  ^a^^_  ^j¡  J^^j) 
.(iJüi  ,X-.c  ^ 


216 


boletín 


LIX 

Venta  de  dos  viñas  ^  sitas  «en  el  pago  de 
Villn  Algariba  que  actualmente  se  conoce 

por  Villn  Franca))  ¿1./..J j._¿_Ji     LLj    L»_as-') 

(iCj.9  'iX^>  ,^  í._^^^3',  adjuntas  á  otras  vi- 
ñas de  Pedro  Domingo,  hermano  de  la  ven- 
dedora, 3'  al  cauce  de  una  acequia  de  riego 

Intervienen:  como  vendedora  Doña  Ma- 
ríq,  hija  deDomingo  Abú  Al- A9Í, la  que  estu- 
vo casada  con  Domingo  Fernández;  y  como 
compradores  los  hermanos  Miguel  y  Cristó- 
bal Zamorano,  hijos  de  Pedro  Zamorano, 

por  partes  iguales  úSy..^  S-}-^  Sj^^^ 
íJíXj>:>    jI^xj    hjfi    hj^    ¡jf'    ^«^^    '^i^^-^ 


iJi_t_>A_5     U 


-5J 


31/     ji\     ^Ul 


Precio  de  la  venta,  12  mizcales  y  medio 
de  oro  alfonsí,  previniéndose  que  en  esta 
venta  se  incluye  tatnbién  la  mitad  de  un  co- 
rral existente  en  la  dicha  posesión,  pertene- 
ciendo la  otra  mitad  al  citado  D.  Pedro  Do- 
mingo, hermano  de  la  vendedora. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Febrero 
de  la  Era  1230. 

Suscripciones:  Juan  Donís?  (Dionisio?), 
testigo,    y   se  escribió  por  él  á   su  ruego 

(íj,Aj   i-is.  ^.^^  J^ftli»  jj^jj^  íj^^.)'  Pedro 

b.  Omar  b.  Gálib  b.  Al-Kallás  ^^   í^ÍsLj  ^ 

(^^a3l  ^>  >,_-^'L¿  ^\  j^y  y  Juan  b.  Julián 

el  Siciliano?     }jL^\    ,,L_*-1-j       y>     .,Uj  *) 

.  (»  J  .^3 

Después  de  las  suscripciones  aparece  un 
testimonio  de  Miguel  Zamorano,  uno  de  los 
compradores,  diciendo  que  la  parte  que  á  él 
pertenece  en  la  finca  por  el  presente  contrato 


adquirida,  es  también  propiedad  de  su  es- 
posa Doña  Valencia  por  partes  iguales    M 

^^j  '-K^j  ^h.^,  j^  ^  _^  ^^^  (^"ir^r^í  j^-^ 
('-tr^'íf  ^í  j-*-  ¿^r"  .  ^Jj"^;  y  suscriben  este 
testimonio  el  ya  citado  Juan  b.  Julián  As- 
Siquilí  (el  Siciliano?)  y  Miguel  b.  Alí  b. 
Omar(j^t  ^y>  ^  ^A  JLjl»j). 

LX 

Venta  de  una  huerta  sita  en  el  distrito  de 
la  iglesia  de  San  Antonino,  con  47  olivos  de 
varias  clases,  cinco  moreras  y  dos  ¿higueras?, 
hallándose  rodeada  por  sus  cuatro  lados  por 
otras  huertas  pertenecientes  al  wazir  y  cadhí 
(alguacil  y  alcalde),  D.  Vicente  b.  Yahya  el 
Sevillano;  á  los  herederos  de  Yahya  b.  Sel- 
ma;  á  Doña  María,  esposa  de  Cebrián  Mu- 
ñoz; á  Doña  Justa,  esposa  que  fué  de  Mar- 
tín ^álih,  etc. 

Intervienen:  como  comprador  el  Arcipres- 
te D.  Pedro  h.  Micael  b.  Amor,  y  como  ven- 
dedores D.  Martín,  Doña  Lucía  y  Doña  Pas- 
cuala, hijos  de  D.  Lope  b.  Farach  ^j.x¿,!) 


^i     'M     JJ5^ 


^-^i\ 


z^ 


,  ^         v^«ft^) 


cnnLíjJI 


I  El  notario  había  escrito  ^j^  en  singular; 
pero  luego  notó  el  error  y  puso  el  nombre  en 
dual  ^^^S-j\,  advirtiénJolo  en  la  fe  de  erra- 
tas que  suelen  tener  al  fin  casi  todos  los  docu- 


mentos. 


(...  ^,.;! 

Precio,   70  mizcales  de  oro  alfonsí,  ad- 
virtiéndose que  entran  en  la  venta  l<3s  dos 

pozos  (¡.v,:^J^  cv.r-'^íír^)  ^"®  ^^y  ^^  ^^  citada 

huerta. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Marzo  de 
la  Era  1230. 

Suscripciones:  Domingo  b.  Yusuf  b.  Gal- 

bón  atestiguó  y  escribió  V ^^   ^y)  -^>^-^) 

(> ^xí^  wV^    .\j-:'^  (.r,-»,  Juan  b.  Pedro  Al- 

Achad  atestiguó  y  escribió  Sj^-i  ^jA  ^l;íj) 
(^_^r.  j.^  JLxa."^!.  Vicente  b.  Abdelaziz 
b.  Saad  (J.*^  ^j-j  Jlj*^\  -V^  ^J^.  C----*^  _;) 
Y  en  carácter  latino:  «domingo  ciprian 
testis». 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


217 


LXI 


LXII 


Convenio  celebrado  entre  el  judío  Abú 
Harún,  Sahib  alxot'ta  "^  y  Zacarías,  nieto  del 
Cortolí,  poseedores  en  mancomún  de  un  co- 
rral sito  en  Olías  la  Grande,  en  virtud  del 
cual  el  segundo  cede  al  priniero  el  dominio 
que  le  pertenece  sobre  la  mitad  de  dicho  co- 
rral, mediante  la  entrega  de  í8  mizcales  de 
oro,  mitad  del  valor  total  de  la  finca  com- 
prada i)or  ambos  en  nhuonedn  -   o   ;  Ji   *.U-M 


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...  ar  ilíl)^ 


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Fecha  en  el  último  tercio  de  Abril,  Era 
de  1230. 

Suscripciones:  Juan  b.  Pethro...  ^j  ,.>1^:') 

(...  í^iaj;  Juan,  hijo  de  Pedro  Rubio  ,  ¿jUj) 

(  -vj  .    í^isj     ^^j;  Pedro  Rubio  el...  (?)  y  se 

escribió  por  él  v^^  JL^ifJl  í-í  ,  ij^\  «) 

(iJ^;  Pedro  b.  Ornar  b.  Gálil")  b.  Alcollás, 

Sancho  b.  Jair  b.  Suleimán  y  Domingo  b. 
Yoan  Domínguez. 

Y  en  caracteres  latinos:  Rodrigo  martínez. 

Al  fin  de  este  documento  se  leen  unas  no- 
tas en  árabe  con  indicaciones  acerca  de  los 
testigos  supraescritos.  He  aquí  dos  de  ellas 
para  muestra:  «Domingo  Yoanex  es  hijo  de 
Domingo  Abbath;  Rodrigo,  en  aljamiado  (es 
decir,  el  que  firma  en  castellano),  es  yerno 
del  citado   Domingo   Yoanex»    4.Ji_j^^jj) 


Venta  de  la  ¡cuarta  parte  de  todo  lo  que 
perteneció  á  Abdelaziz  b.  Alí  en  la  alquería 

de  Olías  la  Mayor  >5.>,=>-  ^^   ^.j^^   ?^.-r<^) 

(...  ^j.^.\J!  ,x.Jj|,  con  todas  sus  perte- 
nencias, fuentes,  huertos,  jardines,  etc. 

Otorgan  esta  venta,  como  vendedores,  los 
nietos  de  dicho  Abdelaziz  b.  Alí  (*»J.a.), 

que  son:  el  Presbítero  D.  Nicolás,  adscrito 
á  la  iglesia  de  San  Vicente,  en  nombre  pro- 
pio y  como  representante  de  su  hermana  Do- 
ñi  Xamsí  (Mi  Sol),  que  se  halla  en  el  con- 
vento de  San  Clemente;  su  hermano  D.  Lo- 
pe, y  Doña  Cecilia  y  Doña  Dueña,  hijos  del 
difunto  D,  Estéfano  Ax-Xektení;  )'  como 
compradora  Doña  Ana,  hija  de  D.  Pelayo 
Calvo  ^M       ,  «:>    vJI^jLí    XjI    ¿J.i    C^f^ii-I) 


Ó.X: 


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óUCJl  ^,áU-.l    ^ 


.{jj^->j\     ^-j^f   ^'^^^ 


^^■ 


1  Según  Dozy,  este  título  significa  prefecto 
de  la  guardia;  pero  se  aplicó,  según  el  Sr.  Co- 
dera, á  cualquiera  individuo  de  la  escolta  real. 

2  Entendemos  por  esta  palabra  la  pública 
subasta.  (Véase  Glosario  de  Eguílaz). 


Precio  de  la  venta,  siete  mizcales  de  oro 
alfonsí,   advirtiéndose  que  se  excluyen  de 

ella  los  hornos?  (  .iLáJÍ)  vendidos  ya  ante- 
en -^ 

riormente  á  Domingo  el  Requesón?  ^XaJJ) 
(  ,,  ^^Syj\  para  durante  su  vida. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Mayo  de 
la  Era  1230. 

Suscripciones:  Pedro  b.  Abderrahmán 

(rJ-<^J^  "^"^  L^-  t^  - -?)'  ^'  Sancho  Peláez, 
de  la  comunidad  (clero)  de  San  Vicente,  se 
escribió  por  él  en  virtud  de  su  mandato  y  á 
presencia  suya      y'    iTr-^i    i^s-'Li,     oj-'j) 

iyÁi    ¿wA-c    V ^x-í^    .j:^^^}    c^i-    ^V?' 

(á.:ú^s:f  jj  Domingo  b.  Abdelaziz  b.  Sofián 

(jM*-  ^tf  Jí.j*^^  -V  (^H  ^--'"5^);  Lope, 
hijo  de  Estéfano  As-Sektaní?    .^j    ^ J.) 

Y  en  caracteres  latinos:  «ego  nicolaus  su- 
pradictus  presbyter  confirmo». 


218 


BOLETÍN 


LXIII 

En  este  pergamino  se  contienen  dos  do- 
cumentos: 

i.°  Venta  de  una  viña  en  Loches  S  de  la 
jurisdicción  de  Toledo,  lindando  por  E.,  O. 

y  S.  con  tierra  blanca  (Us^j  (J*j')'  cuyos 

propietarios  no  se  indican,  y  por  la  parte  N. 

con  una  viña  de  Juan  Merwanes     ,|^   *y) 

Figura  como  comprador  el  Presbítero 
D.  Pedro  Lázaro,  del  clero  de  la  iglesia  de 
San  Autonino  (Antolín),  y  como  vendedor 
el  Snbdiácono  D.  Pedro  b,  Yahya  b.  abí-1- 
Hárits,  adscrito  al  número  de  los  racione- 
ros ó  beneficiados  de  la  de  San  Torcuato 

^  ^}}\  ijj)^  5^k.  ^.:>  ^:áí\  Sj-^) 


í   Lj\ 


(... 


s.j3    JL*  osrí    ^  )_\-J'     ;2-^^-=^ 


Precio  de  la  venta,  28  mizcales  y  medio  de 
oro  alfonsí. 

Fecha  en  4  de  Agosto  de  la  Era  T230. 
Suscripciones:  el  Presbítero  Estéfano  de 

San   Ginés,    fué  testigo  y  escribió   ^j-s'!^) 

Domingo  b.  Abdelaziz  b.  Sofián  y>  ¿.¿i^i^) 
(  .Liw  (^f  f-»  f*^^  >^-;  Félix  b.  Yabka  b. 
Abdalah  (¿-1.'^  ->-c  ^yi  ¿s^,,  ^  j-^a)^  Y  3'° 
Pedro   b.   Yahya  he  confirmado  esto  u!j) 

.(viJJi)  J^.^^  ^^"  L^-   !/^. 

Y  en  caracteres  latinos:  «iustus  presbyter 
testis». 

2.°  Copia  de  una  escritura  otorgada  en 
la  primera  decena  de  Septiembre  de  la  Era 
1228,  referente  á  la  misma  finca  del  anterior 
documento. 

Figura  aquí  como  comprador  el  Snbdiá- 
cono D.  Pedro  b.  Yahya  b.  abí-1-Harits,  de 
la  iglesia  de  San  Torcuato,  y  como  ven- 


dedor el  Presbítero  D.  Félix  b.  Miacel  b. 
Jaximol  I,  de  la  iglesia  de  San  Cristóbal. 

Precio,  26  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Esta  copia  se  hizo  y  autorizó  en  la  misma 
fecha  en  que  se  otorgó  el  anterior  documen- 
to, hallándose  ambos  en  el  mismo  pergami- 
no, según  advertimos  al  principio. 

Es  curioso  en  esta  copia  la  parte  en  que 
se  da  cuenta  de  las  suscripciones  del  origi- 
nal. Después  de  insertar  los  nombres  de  los 
que  firman  en  árabe  (nombres  que  ya  hemos 
escrito  repetidas  veces),  continúa  diciendo: 

oui.  6^'^\  y^^  JAü.  ^¿í  ^_5v#^^  j) 


•^)     ,  ^:.J     1\ 


u 


^:íu^    jiyüys 


'{^-^^   ^sL^   J¿i  ^liLJ    IJJji  «Y  en 


aljamiado  (es  decir,  latín):  Ego  Michael, 
presbyter  ecclesice  Sancti  Christofori  testis; 
9go  Lupus,  ecclesiae  sancti  Bartholomei,  tes- 
tis; Lupus,  diaconus,  testis». 

LXIV 

Venta  de  una  casa  y  de  un  corral  sitos  en 
la  parroquia  de  Santa  María  (la  catedral), 
otorgada  por  los  hermanos  D.  Juan  y  Don 
Martín  Thomé,  que  adquirieron  estas  fincas 
por  herencia  de  su  padre  D.  Thomé  Satur- 
nino, á  favor  del  Canónigo  D.  Juan,  «que 
es  actualmente  Maestrescuela  en  la  iglesia  de 
Santa  María  la  engrandecida»,  por  precio  de 

100  mizcales  de  oro  alfonsí  ^_pjW\  ^j:íL]) 


^  jUJl  ^=^  ^Jy  ^,j^  i^\  ^j  l^l 

(...  Jl,¿Ji 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Septiem- 
bre, Era  de  1230. 

Suscripciones:  Juan  b.  Abdallah  ^ij(^) 

(*^|  A^  jV,  Juan  b.  Julián  el  Siciliano  lo 

atestiguó  {s^^     ¿liuJl  ^LJj      .j   ^^ji,j)' 

Miguel  hijo  de  Juan  Xalmón,  testigo  JLSv»j) 

(jjt>'^    o^-K-^    ■il?-'  (j»í;  Domingo  b.  Abdel- 


I     Loches  ó  Loeches  en  el  partido  judicial 
de  Toledo  (Madoz). 


I     En  el  original  sin  vocales. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


219 


mélic  b.  Hathia  yi  ^illj'  A^c  .j  *Íx^Jj) 
(i^W,  Juan  b.  Miguel  b.  Abdelaziz  almaxa- 

nari  '  y>  \*j\  A-c  yi  J^^''  i-rí  i  '•"■'L?:'^^ 
(^  »Ll¿^Í  y  Pedro  b.  Ornar  b.  Gálib  b. 
Al-Kallás   ^,J  wJl¿  ^^  ^^   ^yi  »^^^íj) 

En  carácter  latino:  «et^'o  egidius,  testis». 
Al  pie  del  pergamino:  thec  carta  de  domibus 
que  fuerunt  de  dona  formosa  et  filiis  suis». 
In  Era  M.CC.XXX. 

LXV 

Contién'ense  en  este  pergamino  cuatro  co- 
pias de  otros  tantos  documentos  originales, 
compulsadas  y  autorizadas  todas  ellas  en  la 
•segunda  decena  de  Septiembre  de  la  Era 
1230.  Helas  aquí: 

I.'     Venta  de  una  CRsa  sita  en  el  barrio 

de  la  plaza  del  Caxalí  (    jLÍ4;!  X^=sj  ¿^^3:-), 

lindando  por  levante  con  una  casa  de  Jalaf 
de  Chuad;  por  poniente,  con  otra  de  Chala- 

bert,  el  francés  (  ¿.s-^tiJ!  c^í^-.Ls.   J:»);  por 

mediodía,  con  otra  de  Abú-1-Hosain  b.  Za- 
caría,  y  por  el  norte,  con  otra  de  Mofarach 
b.  Otsmán.  Vende  Yahya  b.  Abdessalám  y 

compra  Jair  b.  Raquiewí  ^  (^j^  (.^    't^^)- 

Precio,  40  dinares  de  los  que  circulan  en 
Toledo  al  tiempo  de  otorgarse  esta  escritura 

Fecha  en  la  Era  1131. 

(Se  copian  también  las  suscripciones,  en- 
tre las  cuales  hay  algunas  latinas  transcritas 
en  caracteres  árabes.) 

2.*  Venta  de  un  corral  en  el  distrito  de 
Santa  María  y  en  las  inmediaciones  del  Pozo 
del  Caxnlí  {  ^J'líuü-M    ^^j   . '»^-'_;).  junto  á  la 

casa  del  comprador  por  la  parte  de  levante. 
Aparece  como  tal  Saturnino  b.  Jair     j^Iai-) 


I  Sin  vocales  en  el  texto;  el  de  Manzana- 
res, según  el  Sr.  Simonet. 

I  En  alguna  ocasión  hemos  tomado  este 
nombre  por  Zacaría,  aunque  dando  como  du- 
dosa su  lectura. 


{j^,^  ^J,  y  como  vendedor  Hasán  b.  Abda- 
llah.  Precio,  seis  y  medio  mizcales  almorá- 
vides (JLÍaj|^>). 

Fecha  en  Junio  de  la  Era  1180. 

(Se  copian,  como  en  el  anterior,  las  sus- 
cripciones del  original.) 

3.*  Testimonio  por  el  cual  consta  que 
Susana  y  Amira  cedieron  á  su  hermano  To- 
mé b.  Saturnino  la  parte  que  á  ambas  co- 
rrespondía en  la  casa  antes  descrita,  y  que 
la  dicha  Susana  vendió  a  lemas  á  su  citado 
hermano  la  parte  que  le  pertenecía  en  el  co- 


rral antes  citado     j:j.í  s 

L 


y}  L»,Í5  La. 


^O.^j) 


\ 


JtJ 


(^  ^  ■     ^  -^         -  -^  ^  ■  L  ■        ' 

(...  -¿j/xji 

Precio  de  esta  venta,  tres  mizcales  almo- 
rávides. 

Fecha  en  Abril  de  la  Era  iigo. 

(Se  reproducen  igualmente  las  suscripcio- 
nes del  original,  una  en  aljamía. J 

4.*  Venta  que  otorga  la  citada  Amira  en 
favor  de  su  dicho  hermano  de  la  parte  que 

le  correspondía  en  la  expresada  casa  ^jZL') 


■  r 


,.y^>  vJa^ 


,...], 


.:> 


,1-01 


Precio,  ocho  mizcales  alfonsíes. 

Fecha  en  Marzo,  Era  de  1213. 

(Entre  las  suscripciones  hay  dos  alja- 
miadas). 

Todas  estas  copias  terminan  con  la  cláu 
sula  de  autorización  concebida  en  estos  tér- 
minos:    ^yA       ÍIjU'Ij       i;>.-*^M      5JJ> 

ksrJ     |iJ^    JjiJ 

{JuaxJ.  «Hállase  conforme  esta  copia  con 

el  original,  según  el  cotejo  hecho  por  el  que 
suscribe  en  la  segimda  decena  de  Septiem- 
bre de  la  Era  1230  de  Qofar». 

Firman:  el  notario  Pedro  b.  Otnar  b.  Gá- 


) 
.'.'L)     yj>  J.XC  ^j.^¿»j!i 


220 


boletín 


lib  b.  Al-Kallás  ^^^i\.i  ^>  j^    .^j  ^f<=\^) 
(,  ^jÜül  y  los  testigos  Juan  b.  Illán  b.  Assi- 

kllí  (»«H^    e^-^'l  ^J>  ^^TÍ  t-rf  ijbfjy  J^^^ 
b,  Micael  b,  Abdela^iiz  Almaxanerí     íjLj  ,) 

Francisco  Pons. 

(Coniinuara.) 


LA  ESTACIÓN  PREHISTÓRICA  DE  SEGOBRIGA 


(QontUniacióii  ■) 

IV 

Armas,  instrumentos. 

os  objetos  recogidos  hasta  hoy- 
en la  cueva  de  Segóbrig-a,  fue- 
ra de  los  huesos  ya  menciona- 
dos y  de  las  vasijas,  en  cuya  descrip- 
ción invertiré  algún  párrafo  más  ade- 
lante, se  pueden  clasificar  en  tres  cate- 
gorías, bastante  diferentes  entre  sí. — 
Uno  de  estos  grupos  ó  categorías  está 
formado  por  lo  que  los  maestros  en 
prehistoria  han  convenido  en  denomi- 
nar: hachas,  puñales,  ñechas,  etc.: 
otro  lo  constituyen  utensilios  de  diver- 
sas formas  y  aplicaciones,  como  ras- 
padores, sierras,  piedras  de  moler,  et- 
cétera, y,  finalmente,  el  tercero  atarea 
cuanto  se  refiere  á  objetos  de  adorno  y 
amuletos,  entre  cuyo  número  podemos 
contar  los  botones  de  marfil,  conchas, 
placas,  algunas  de  ellas  horadadas,  y 
otra  porción  de  objetos  indefinidos. 

Muchos  tengo  recogidos,  y  no  hubo 
excursión  en  la  que  no  encontrara  al- 
guno; siendo  su  forma  bastante  varia- 
ble, ^  perteneciendo,  según  puede  de- 
ducirse, á  épocas  muy  diferentes,  pero 
por  los  trastornos  de  que  indudable- 
mente ha  sido  teatro  la  cueva,  no  es 
fácil  formar  una  opinión  firme  en  lo 
tocante  á  los  diversos  períodos  de  ocu- 
pación que  fueron  sucediéndose.  En- 
contramos, en  efecto,   mezclados  con 


pedernales  toscamente  labrados  y  del 
todo  semejantes  á  losutensilioschellea- 
nos  y  musterianos  ,  puntas  solutrea- 
nas,  hachas,  cuchillos  y  sierras  pare 
cidas  á  los  tipos  de  la  Magdalena  y  Ro- 
benhausen. 

La  edad  del  bronce,  y  antes  que  ésta 
la  del  cobre,  que  parece  haber  precedi- 
do á  la  primera  en  esta  parte  de  Euro- 
pa, tienen  también  su  representación 
en  la  cueva. 

No  me  detendré  en  el  examen  mi- 
nucioso de  los  principales  objetos  á 
que  se  refieren  esas  edades;  no  siendo 
éste  el  motivo  principal  del  artícu- 
lo, me  limitaré  únicamente  á  mencio- 
narlos. 

La  industria  paleolítica  de  Segóbri- 
ga  nos  ha  dejado  algunos  coups  de 
poing  tan  característicos  del  chellea- 
no,  raspadores  del  musteriano,  ñechas 
con  muesca  lateral,  propias  del  piso  de 
Solutré ,  y,  por  fin,  surtido  bastante 
completo  de  utensilios  magdalenianos 
de  hechura  y  uso  diversos,  unos  de  pie- 
dra y  otros  de  hueso  y  palazón  de 
ciervo, 

Concuerdan  generalmente  los  antro- 
pólogos en  establecer  que  los  pederna- 
les de  la  época  de  la  Magdalena  están 
labrados  con  menos  firmeza  ó  destreza 
que  los  anteriores.  Acaso  en  éstos  con- 
vendría colocar  una  serie  de  pederna- 
les y  guijarros  que  llevan  señales  de 
haber  servido  mucho  tiempo,  pero  que 
no  son  notables  ni  por  su  acabada 
labor,  ni  por  los  caracteres  particula- 
res de  los  otros. 

Todos  estos  objetos  se  refieren  al 
período  cuaternario;  mas  no  por  ello 
quiero  asegurar  que  los  cuatro  perío- 
dos de  dicha  edad  estén  representados 
en  Segóbriga,  no  siendo,  sin  embargo, 
extraño,  que  realmente  así  hubiera  su- 
cedido. En  Sau  Isidro  se  encuentran 
reunidas  las  tres  formas  de  Chelles,  del 
Moustier  y  de  Solutré;  las  dos  prime- 
ras en  la  Cueva  de  las  Perneras,  explo- 
rada por  D.  Luis  Siret;  es  musteriano 


UTENSILIOS    HALLADOS    EN    LA    CUEVA    DE    SEGÓBRIGA 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


221 


el  nivel  inferior  de  la  Cueva  del  Palo- 
marico  (Murciaj,  y  el  superior  magda- 
leniano;  y  lo  mismo  se  nota  en  otras 
cuevas  y  yacimientos  prehistóricos. 

La  edad  neolítica  comprende  una  ci- 
vilización que  se  va  poco  á  poco  des- 
arrollando y  se  manifiesta  en  tres  pe- 
ríodos perfectamente  caracterizados  á 
los  que  dio  D.  Luis  Siret  los  nombres 
de  neolítico  antiguo,  medio  y  reciente. 

Uno  de  ios  caracteres  más  notables 
del  período  de  transición  del  cuaterna- 
rio al  neolítico ,  es  la  pequenez  de  los 
instrumentos  3^  utensilios;  y  esto  que 
dice  el  ilustre  ino:eniero  refiriéndose 
á  las  cuevas  y  estaciones  del  Medio- 
día de  la  Penísula,  lo  he  podido  com- 
probar también  en  el  Centro;  pero  en 
Segóbriga  se  nota  que  los  naturales 
siguieron  con  la  costumbre  de  fabricar 
sierras,  raspadores  y  cuchillos  de  mi- 
núsculo tamaño;  algunos  de  los  cuales 
nos  preguntábamos  muchas  veces  á 
qué  fin  pudieran  estar  destinados. 

Nos  fndica  también  el  Sr.  Siret  el 
carácter  distintivo  de  la  civilización 
del  neolítico  medio,  cuál  es  la  aparición 
de  los  instrumentos  de  piedra  pulimen- 
tada y  de  las  industrias  textiles  y  cerá- 
mica. Estos  instrumentos  pulimenta- 
dos son  en  su  mayor  parte  muy  primi- 
tivos; se  recogían  en  los  ríos  ó  terrenos 
de  aluvión  guijarros  ó  fragmentos  de 
piedra,  redondeados  ya  por  el  roce,  y 
cuya  forma  se  asemejaba  con  la  de  las 
hachas,  martillos  y  percutores,  y  qui- 
tándoles un  trozo  formaban  una  espe- 
cie de  diente  para  facilitar  la  sujeción 
de  la  piedra  con  el  mango.  Había  casos 
en  que  el  trabajo  era  mayor,  especial- 
mente cuando  quería  darse  á  el  hacha 
un  cortante  que  naturalmente  no  tenía, 
en  cuyo  caso  se  afilaba  en  un  asperón 
la  parte  inferior  del  instrumento ,  sin 
cuidarse   para  nada  de   la   superior; 
dando  también    muchas  veces   á  sus 
hachas  la  perfección  que  notamos  en 
una  infinidad  de  instrumentos  prehis- 
tóricos de  otras  regiones. 


De  las  hachas  recogidas  en  Segobri- 
ga  ninguna   se  ha  presentado  hasta 
ahora   perforada  como   las   de   otros 
puntos  de  España.  Lo  mismo  puedo 
decir  de  los  martillos  y  otros  utensilios 
que  generalmente  suelen  tener  mango. 
Instrumentos  que  se  ataban  á  él  con 
ligaduras  de  cuero  ó  intestinos  de  aní- 
males domésticos  ó  silvestres;  atadu- 
ras que  al  secarse  adquirían  tensión  y 
solidez  á   toda   prueba.  Los  mangos, 
unos  eran  de  madera  y  otros  de  hueso 
ó  cuerno,  según  el  uso  á  que  los  que- 
rían dedicar.  Nunca  encontré  mangos 
de  madera ,  pero  se  comprende  fácil- 
mente que  hayan  desaparecido  al  estar 
largo  tiempo  entre  la  tierra  húmeda; 
no  así  los  de  hueso,  de  los  que  he  reco- 
gido algunos;  uno  de  ellos,  hecho  de 
una  costilla  de  gran  rumiante,  conser- 
va las  señales  de  las  ataduras  con  que 
se  fijaba  al  instrumento;  otro  tiene  una 
profunda  escotadura  en  su  extremidad 
superior.   A  veces  era  tan  ancha  la 
ranura,  que  por  ella  cabía  sin  dificul- 
tad el  regatón  del  arma  ó  utensilio. 
Uno  de  estos  mangos  se  parece  mucho 
al  de  Everley,   publicado  por  Engel- 
hardt,  pero  es  más  ancha  la  escotadu- 
ra y  corre  del  uno  al  otro  lado;  ade- 
más, el  de  Everley  es  de  la  edad  del 
hierro  y  el  de  Segóbriga  es  del  fin  del 
neolítico  ó  principios  de  la  edad  del 
cobre,  por  más  que  no  lejos  de  él  en- 
contré una  lanza  de  la  edad  de  la  pie- 
dra pulimentada,  pero  que  en  el  tras- 
torno de  la  cueva  nada  en  conclusión 
se  puede  deducir  de  este  detalle. 

La  gruta,  además  de  lo  dicho,  nos  ha 
dado  una  serie  bastante  completa  de 
hachas  de  varias  formas,  labores  y  ta- 
maños, azuelas,  moletas, martillos,  per- 
cutores, bruñidores,  etc. ,  etc. ;  unos  en- 
teros y  otros,  en  mayor  número,  muy 
estropeados.  En  muchos  guijarros  apa- 
recen vestigios  del  fuego,  ennegrecidos 
en  una  ó  varias  de  sus  caras,  que- 
mados y  partidos,  como  si  después 
de  enrojecidos  los  hubieran  de  repente 

23       ■ 


222 


boletín 


sumergido  en  agua  fría:  quizá  respon- 
diendo esto  á  la  costumbre  que  Estfa- 
bón  señala  como  propia  de  los  lusita- 
nos de  las  orillas  del  Duero,  que  calen- 
taban el  agua  por  medio  de  la  sumer- 
sión en  ella  de  guijarros  enrojecidos. 
Costumbre  que  no  era  sólo  particular 
de  los  iberos,  pues  hoy  es  frecuente 
entre  los  pueblos  salvajes  de  América, 
África  y  Polinesia. 


E.  Capelle. 


(Continuará.) 


SECCIÓN  DE  LITERATURA 


RUINAS 

Resto  de  antiguos  hogares 
Caídos  de  su  grandeza, 
Se  alzan  entre  la  maleza 
De  un  castillo  los  sillares. 
...Llora  el  viento  sus  pesares. 
De  las  torres  al  huir, 

Y  él,  oyéndole  gemir, 

Es,  ala  hiedra  abrazado... 
Algo  así  como  el  pasado 
Deteniendo  al  porvenir. 

¡Cuántos  años  han  huido 
Desde  que  pasó  la  vida 
Por  su  piedra  ennegrecida 

Y  su  puente  demolido! 

Si  allá,  un  recuerdo  perdido 
Cruza  como  una  saeta. 
Rozando  la  silueta 
De  la  torre..,  sólo  está 
En  la  nota  que  se  va 
De  la  lira  de  un  poeta. 

En  su  carrera  anhelante 
El  mundo  de  ti  se  olvida, 
Y...  adelante  va  la  vida, 
Siempre  gritando:  ''Adelante.,, 
¡Adiós,  recuerdo  gigante 
De  aquel  pasado  glorioso!... 
¡Vuela  el  tiempo  presuroso, 

Y  entre  escombros  y  maleza 
Arrastrará  tu  grandeza 
Dentro  de  tu  mismo  foso! 

Manuel  Machado. 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 

II  pasado  mes  de  Diciembre  de 
1895  ha  sido  fecundo  en  excur- 
siones realizadas  sin  salir  del 
recinto  de  Madrid,  ya  que  á  otras  más 
lejanas  no  se  presta  el  tiempo  invernal 
que  atravesamos. 

Conforme  estaba  anunciado,  el  1.** 
de  Diciembre  se  verificó  la  excursión 
oficial  al  Museo  Arqueológico  Nacional, 
ya  instalado  y  abierto  al  público  en  su 
nuevo  edificio.  La  excursión  resultó 
nutrida,  tomando  parte  en  ella  acadé- 
micos, catedráticos,  títulos  del  reino, 
arqueólogos,  artistas  y  simples  aficio- 
nados. Entre  los  concurrentes  recor- 
damos al  Presidente  de  la  Sociedad 
Española  de  Excursiones,  Sr.  Serrano 
Fatigati ,  y  á  los  Sres.  Ballesteros  y  Ro- 
bles (D.  Luis.),  Casa  Torres  (Mar- 
qués de),  Fernández  de  Haro  (don 
Joaquín),  Herrera  (D.  Adolfo),  La- 
fourcade  (D.  Eduardo),  Mélida  (don 
José  Ramón)  ,  Navarro  (D.  Luis), 
Oliva  (Conde  de  la) ,  Palazuelos  ( Viz;- 
conde  de),  Pau  (D.Francisco  Manuel), 
Rada  y  Delgado  (D.  Juan  de  Dios), 
Rada  y  Méndez  (D.  Eduardo),  Rodrí- 
guez Mourelo  (D.  José)  y  Vidart  (don 
Luis). 

Los  excursionistas,  guiados  por  el 
Director  del  Museo ,  Rada  y  Delgado, 
y  por  los  Sres.  Mélida  y  Rada  y  Mén- 
dez ,  individuos  del  Cuerpo  de  Archi- 
veros ,  Bibliotecarios  y  Anticuarios 
adscritos  á  aquel  establecimiento ,  re- 
corrieron las  diversas  secciones  del 
mismo,  instaladas  en  amplísimas  salas, 
donde  los  objetos  arqueológicos ,  dies- 
tramente presentados,  se  ofrecen  ante 
profanos  é  inteligentes  como  materia 
de  admiración  ó  de  estudio.  Las  salas 
dedicadas  al  arte  antiguo,  medioeval 
y  moderno,  los  patios  romano  y  árabe, 
la  rica  sección  etnográfica ,  el  magní- 
fico monetario  y  la  biblioteca,  hablan 
muy  alto  en  pro  de  la  importancia  que 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


225 


ha  alcanzado  el  establecimiento,  al  par 
que  pregonan  el  solícito  celo  con  que 
le  atienden  su  Director  y  el  personal 
facultativo  á  él  adscrito. 

Desde  el  Museo  fué  la  gran  mayoría 
de  los  excursionistas  al  Círculo  de  Be- 
llas Artes,  donde  les  fué  servido  un 
bien  dispuesto  almuerzo.  En  el  Círculo 
se  agregó  á  los  visitantes  nuestro  con- 
socio el  Sr.  Foronda  (D.  Manuel),  y 
juntos  todos  recorrieron  dicho  Centro, 
que  es  digno  por  sí  mismo  de  una  cir- 
cunstanciada reseña,  que  ahora  no  em- 
prenderemos. Instalado  no  ha  mucho 
en  un  hermoso  local  de  la  calle  del 
Barquillo ,  el  entusiasmo  de  sus  socios 
le  decora  actualmente  con  exquisito 
gusto;  y  en  sus  amplios  salones  luci- 
rán, y  en  parte  existen  ya,  obras  de 
nuestros  mejores  pintores  y  de  algu- 
no de  los  primeros  escultores  españo- 
les contemporáneos. 

La  excursión  de  1.°  de  Diciembre 
de  1895  ha  sido,  sin  duda,  una  de  las 
más  interesantes  entre  las  realizadas 
por  nuestra  Sociedad  sin  salir  del  re- 
cinto de  Madrid. 


X 

X     X 


El  día  12  de  Diciembre,  gran  parte 
de  los  socios  que  habían  concurrido  á 
la  anterior  excursión ,  efectuaron  lá 
anunciada  al  Museo" Nacional  de  Pin- 
tura y  Escultura ,  admirando  los  ex- 
cursionistas la  inapreciable  riqueza 
artística  contenida  en  sus  salas.  Desde 
el  Museo  trasladáronse  aquéllos  al  Res- 
taurant  Italiano,  donde  les  fué  servido 
un  almuerzo. 

X 
X     X 

El  día  21  del  mismo  pasado  mes  co- 
menzó con  muy  buenos  auspicios  la 
serie  de  excursiones  á  las  colecciones 
arqueológicas  particulares  existentes 
'en  Madrid.  En  dicho  día  encaminá- 
ronse nuestros  consocios  al  palacio  del 
Sr.  Marqués  deMonistrol,  quien  con 


exquisita  amabilidad  guiólos ,  ponién- 
doles de  manifiesto  la  riqueza  arqueo- 
lógica en  espaciosos  salones  reunida 
por  el  buen  gusto  de  los  Monistrol  y 
Sástago, 

Armas ,  tapices  ,  tallas  ,  hermosos 
cuadros  antiguos  y  modernos ,  dibujos 
originales  de  afamados  autores ,  mar- 
files, esmaltes,  porcelanas,  documen- 
tos históricos,  miniaturas  é. incunables 
constituyen,  con  otros  objetos,  en  aque- 
lla casa  un  museo  que  fué  objeto  de 
unánimes  alabanzas  por  los  excursio- 
nistas. Entre  éstos  asistieron  los  seño- 
res Bosch  (D.  Pablo),  Cervino  (don 
Marcelo),  Fernández  de  Haro  (D,  Joa- 
quín), López  Acebal  (D.  Francisco), 
Vizconde  dePalazuelos,  Polero  (D.  Vi- 
cente), Rada  y  Delgado  (D.  Juan  de 
Dios),  Serrano  Fatigati  (D.  Enrique) 
y  Vallier  (D.  Juan). 

La  aprovechada  visita  á  la  colección 
del  Sr.  Marqués  de  Monistrol  será 
objeto  de  un  artículo,  confiado  ya  á  uno 
de  nuestros  compañeros. 


X 
X     X 


Finalmente,  el  26  de  Diciembre  visi- 
tóse por  los  socios  la  escogida  colec- 
ción del  Sr.  General  Nogués,  bien  co- 
nocida y  apreciada  por  los  aficionados, 
y  en  la  cual  son  de  admirar,  entre 
otros  objetos,  hermosas  tablas  anti- 
guas ,  retratos  y  miniaturas  represen- 
tando personas  reales  de  la  casa  de 
Austria  y  de  Borbón  y  personajes  céle- 
bres en  la  Historia  de  España;  monedas 
y  medallas;  armas;  una  curiosa  colec- 
ción de  campanillas  y  otra  de  veneras 
del  Santo  Oficio. 

En  nuestras  columnas  aparecerá  la 
reseña  circunstanciada  de  esta  visita, 
á  que  asistieron  los  Sres.  Bosch  (don 
Pablo,  D.  Eduardo  y  D.  Juan  Pablo), 
Cervino,  Fernández  de  Haro,  López 
Acebal  y  Vizconde  de  Palazuelos. 


'224 


boletín 


BlBDIO©í<APÍA 

Guia   ortÍKlIca  y    económica  do  Portugal.— 

De  Sevilla  á  Batalha  .  excursión  arqueológica  ¿  histórica, 
describiendo  los  pueblos  más  importantes  por  que  pasa  la 
linea  de  Sevilla  á  Ménda y  á  Badajo:^,  y  los  monumentos 
más  notables  de  Portugal,  para  servir  de  guia  al  viajero 
porj.  Cascalesy  Muñoz  (Mathéfilo).  — (Sevilla,  1895  ) 

El  subtítulo  de  este  librito  indica  suficiente- 
mente  la  índole  de  su  contenido.  Su  autor, 
nuestro  compañero  el  Sr.  Cáscales,  ha  concen- 
trado,  en  reducido  espacio,  lo  más  importante 
que  necesita  saber  el  excursionista  que  dirige 
sus  pasos  hacia  Portugal.  Tras  la  parte  histó- 
rica y  descriptiva,  inserta  el  autor  una  serie  de 
datos  de  utilidad  para  el  viajero,  tales  como: 
noticia  de  las  playas  y  balnearios  portugueses 
más  conocidos,  naturaleza,  composición  y 
aplicaciones  de  las  diversas  ¡aguas  minerales; 
alojamientos;  vías  de  comunicación,  cambio 
de  moneda  y  guía  de  ferrocarriles  portugueses. 

La  obrita,  que  consta  de  176  páginas  y  está 
esmeradamente  impresa  en  Sevilla,  se  vende 
al  precio  de  una  peseta. 


Scrinyá. — Reseña  histórica  de  este  pueblo,  desde  la  más 
remota  antigüedad  hasta  los  tiempos  modernos,  por  Pedro 
Alsius  y  Torrent.— (Gerona,  1893). 

Interesante  Memoria  recientemente  pre- 
miada por  la  Asociación  Literaria  de  Gerona. 
Su  autor  historia  desde  la  más  remota  época 
el  pasado  de  Serinyá,  pueblo  hoy  humilde  é 
ignorado  de  la  montaña  gerundense.  Son  par- 
ticularmente importantes  en  aquel  pueblo  los 
diferentes  períodos  protc-históricos;  y  en  él 
existe  una  gruta  que  encerró  riquísimo  yaci- 
miento arqueológico,  ignorado  hasta  nuestros 
días,  y  que  el  Sr.  Alsius  estudió  con  todo  de- 
tenimiento. Ocúpase  sucesivamente  el  autor 
en  las  épocas  romana  y  de  la  Reconquista,  con 
relación  al  pueblo;  y  termina  describiendo  el 
curioso  templo  parroquial,  obra  románica  del 
siglo  XII. 

A  nuestro  amigo  el  Sr.  Alsius,  autor  de 
anteriores  trabajos  históricos,  entre  los  que'se 
cuenta  el  notable  Ensaig  hislórich  sobre  la 
Vila  de  Banyolas,  enviamos  nuestro  aplauso 
por  su  nueva  lucubración. 


ffll^@EDÁNEA 


Un  ruego  al  Sr.  Director  general  de  Correos 
y  Telégrafos, 

Constantemente  se  están  recibiendo  en  la 
Administración  del  Boletín  de  la  Sociedad 
Española  de  Ejícursiones  quejas  de  nuestros 


consocios  de  fuera  de  Madrid,  muchos  de  lofs 
cuales,  ó  reciben  con  gran  irregularidad  el 
periódico,  ó  lo  reciben  falto  de  las  láminas 
sueltas,  ó,  lo  que  es  peor,  dejan  de  recibir  uno 
y  otras. 

Si  muy  grandes  son  los  perjuicios  que  á  los 
periódicos  de  empresa  proporcionan  los  añe^ 
jos  vicios  inherentes  al  servicio  de  correos  en 
España,  mayores  son,  si  cabe,  los  ocasionados 
á  Revistas  como  la  nuestra,  que,  destituidas  de 
todo  carácter  ó  espíritu  mercantil,  ven  pertur 
bada  su  administración  con  el  constante  pedi- 
do de  láminas  y  números  duplicados. 

Por  lo  mismo  que  nos  constan  los  buenos 
deseos  del  |Sr.  Marqués  'de  Lema  ,  director  de 
Correos  y  Telégrafos,  nos  vemos  en  la  preci- 
sión de  rogarle  ponga  coto  á  esos  abusos  que, 
por  las  trazas,  parecen  no  terminarse  nunca. 


El  Ateneo  y  Sociedad  de  Excursiones  de 
Sevilla  convoca  á  un  certamen  científico-lite- 
rario-artístico,  en  que  figuran  catorce  temas 
con  otros  tantos  premios  que  ofrecen  varios 
personajes  y  corporaciones.  La  fecha  de  ad- 
misión de  los  trabajos  termina  en  3i  de  Mar- 
zo de  1896,  y  la  solemne  adjudicación  de  pre- 
mios se  celebrará  en  el  mes  de  Abril  ó  Mayo. 

■I  ■fífímooaanr- 1 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCJRSIONES  EN  ENERO 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  con- 
tinuará la  serie  de  visitas  á  las  colecciones  ar- 
queológicas particulares  existentes  en  Madrid, 
que  emprendió  en  Diciembre  de  1895. 

La  primera  visita  de  este  mes  se  verificará 
en  9  de  Enero;  y  en  dicho  día  se  fijará  por  los 
señores  asociados  la  fecha  de  las  sucesivas 
Las  condiciones  para  una  y  otras  serán  siempre 
las  mismas. 

Lugar  de  reunión:  Ateneo  de  Madrid  (calle 
del  Prado). 

Hora:  Las  diez  de  la  mañana. 

Cuota:  Cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid,  café 
y  gratificaciones. 

Adhesiones:  Á  casa  del  Sr.  Presidente  de  la 
Sociedad,  Pozas,  17,  segundo,  hasta  las  ocho 
de  la  noche  de  la  víspera  de  cada   excursión. 

Los  Sres.  Socios  que  no  piensen  asistir  al 
almuerzo  no  necesitan  abonar  cuota  alguna, 
ni  adherirse  previamente. 


BOLKTIN 


DE   LA 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  III 


Madrid  1."  de  Fetopepo  de  18©6 


NUM.  36 


EXCURSIONES 


LAS  COLECCIONES  PARTICULARES  DE  MABRID 


El  Sr.  Marqués  de  Monistrol. 

A  Sociedad  de  Excursionistas  no 
ceja  en  sus  laudables  propósitos, 
y  ya  que  los  días  cortos  y  el 
tiempo  crudo  le  impiden  abandonar  la 
corte  en  busca  de  paisajes  pintorescos, 
de  abadías  ó  de  castillos,  ha  empren- 
dido una  serie  provechosísima  de  visi- 
tas á  las  colecciones  y  Museos  particu- 
lares, utilizando  la  amabilidad  exqui- 
sita de  los  afortunados  poseedores  de 
éstos  y  permitiendo  á  sus  socios ,  con 
tan  acertada  idea,  disfrutar  tesoros  ar- 
tísticos y  arqueológicos  que  su  carác- 
ter privado  oculta  generalmente  á  las 
miradas  del  público. 

Fué  la  primera  de  estas  visitas  á  la 
casa  del  Sr.  Marqués  de  Monistrol, 
hermoso  palacio  con  torres  en  las 
esquinas  ,  recientemente  restaurado 
por  el  Sr.  Velázquez.  Guárdanse  en  él 
preciosidades  de  todo  género,  hereda- 
das las  menos,  porque  la  riqueza  artís- 


tica de  la  casa  de  Sástago  pereció  des- 
graciadamente en  Zaragoza  durante 
la  guerra  de  la  Independencia,  adqui- 
ridas las  más  por  el  Marqués  anterior, 
peritísimo  arqueólogo,  de  cuyas  aficio- 
nes 3^  buen  gusto  es  fiel  depositario  el 
Marqués  actual. 

Los  cuadros,  armas,  muebles,  libros 
y  tapices  de  su  colección  sirven  al 
adorno  de  su  casa,  sin  el  amontona- 
miento del  Museo  que  expone  las  obras 
de  arte  en  formación  correcta  ofre- 
ciendo á  los  ojos  del  visitante  un  con- 
junto seco  y  frío,  en  que  cada  obj^eto 
puede  admirar  por  sí,  pero  en  que 
todos  aparecen  como  muertos,  sin  uni- 
dad, sin  lugar  propio,  arrancados  á  su 
primitivo  destino.  Cuan  grande  sea  la 
diferencia  entre  contemplarlos  así,  ó 
rodeados  de  su  ambiente  propio,  lo 
comprenderá  cualquiera  que  compare 
el  efecto  que  produce  el  retablo  ó  el 
sepulcro  en  el  fondo  de  la  obscura  ca- 
pilla ó  en  el  rincón  del  claustro  donde 
los  colocaran  la  piedad  y  el  arte,  con 
el  que  causan  esos  mismos  preciosos 
objetos  en  las  salas  de  los  Museos,  con 
harta  razón  llamados  panteones  de 
obras  artísticas. 


226 


boletín 


No  merece  tal  calificativo  cierta- 
mente la  casa  del  Marqués  de  Monis - 
trol,  ni  las  demás  que  en  su  caso  se  en- 
cuentran: allí  el  tapiz  cubre  propor- 
cionados huecos  del  muro,  como  si 
para  aquel  paraje  se  tejiera;  los  cua- 
dros esperan  aún  en  la  capilla  los  ho- 
menajes de  la  piedad,  ó  decorando  los 
salones,  parecen  ofrecer  á  su  dueño 
de  continuo  gloriosas  enseñanzas;  las 
armas  se  diría  que  aguardan  á  que  las 
gentes  de  la  casa  las  descuelguen  para 
esgrimirlas  en  el  combate;  cada  obra 
de  arte  tiene  allí  puesto  adecuado,  fin 
propio  que  cumplir, distinto  de  la  mera 
exhibición  de  su  belleza  al  lado  de  las 
compañeras  de  desgracia  en  las  pro- 
longadas filas  de  la  pared  ó  de  los 
armarios:  por  eso  en  la  casa  del  ilus- 
tre procer  las  impresiones  parciales 
se  funden  en  una  impresión  total ,  que 
al  par  vigoriza  cada  una  de  aquéllas, 
y  las  hace  más  gratas. 

Esas  impresiones  artísticas  comien- 
zan desde  que  se  atraviesa  el  umbral: 
en  la  escalera,  amplia  y  majestuosa, 
lucen  arcones  y  tapices  (uno  de  éstos 
del  siglo XV,  muy  interesante), y  sobre 
todo  una  silla  de  manos,  que  reprodu- 
cimos, cu3^as  pinturas  de  amorcillos  y 
flores  perfectamente  conservadas,  de 
escuela  francesa  indudablemente,  y  no 
indignas  de  Roucher,  hacen  de  tan 
precioso  ejemplar  rival  digno  del  que 
posee  el  Museo  arqueológico  ^ 

Lo  más  selecto  de  la  colección  hálla- 
se en  un  salón  que  recibe  luz  cenital 
por  ancha  claraboya,  cuyos  vidrios  de 
colores  reproducen  los  timbres  y  blaso- 
nes de  la  casa;  cuelgan  del  techo  ara- 
ñas de  cristal  de  Venecia;  á  lo  largo 
de  la  pared  sirven  de  escabel  tallados 
arcones:  cubren  los  muros  en  toda  su 
amplitud  ricos  tapices,  y  severas  arma- 
duras parecen  guardar  las  puertas, 
cuyo  adorno  arquitectónico ,  sobrio  y 


1  Reproducido  en  el  Museo  Espaíiol  de  Atttigüe- 
dadeSj  tomo  IX,  pág.  1;  acompáñale  un  erudito  artícu- 
lo de  D.  Florencio  Janer. 


elegante,  recuerda  los  alcázares  del 
Renacimiento, 

Luce  en  este  salón  la  perla  de  la  ga- 
lería, el  soberbio  tríptico  que  había- 
mos tenido  ya  el  placer  de  contemplar 
en  aquel  corxurso  brillantísimo,  glo- 
ria de  propios,  envidia  de  extraños,  y 
admiración  de  todos ,  que  se  llamó  la 
Exposición  HistóricoEuropea.  Repre- 
senta la  tabla  central  lo  que  llaman 
lositalianos  laPütá,  ó  sea  Cristo  muer- 
to en  brazos  de  su  Santísima  Madre,  y 
acompañan  los  personajes  que  han 
asistido  á  la  dolorosa  escena  del  des- 
cendimiento; vese  en  el  fondo^  arrisca- 
do y  abrupto,  el  Monte  Calvario,  don- 
de aún  se  alzan  las  cruces,  rodeadas  de 
numeroso  concurso  ;  y  por  derecha  é 
izquierda  de  la  montaña  sagrada  se  di- 
latan bellísimos  paisajes,  que  ilumina 
la  triste  luz  del  crepúsculo.  En  las  por- 
tezuelas se  ve  á  la  Magdalena  en  una 
y  á  Nicodemus  en  otra. 

La  composición ,  llena  de  gravedad 
y  decoro ,  la  admirable  y  devota  ex- 
presión de  las  figuras,  ataviadas  lujo- 
samente con  trajes  curiosísimos  5'  fan  • 
tásticos,  según  usanza  de  los  pintores 
de  aquel  tiempo,  el  dibujo,  el  colorido 
sólido  y  armonioso,  el  admirable  mo- 
delado del  cuerpo  desnudo  de  Cristo, la 
maravillosa  verdad  de  los  detalles,  que 
no  caen,  sin  embargo,  en  extremo  de 
minuciosidad  enojosa;  todo,  todo  hace 
de  este  tríptico  una  obra  maestra. 

¿Quién  fué  su  autor?  Sólo  por  conje- 
turas cabe  adivinarlo;  que  es  de  escue- 
la flamenca  y  del  siglo  XV,  no  admite 
duda.  Personas  tan  competentes  como 
el  señor  Rada  y  Delgado  lo  at;-ibuyen  á 
Van  Eyck;  y  aunque  las  obras  de  este 
insigne  maestro  me  parecen,  por  lo 
poco  que  sé  de  ellas  ,  más  finas  (  con 
serlo  el  tríptico  tanto )  y  menos  gran- 
diosas, no  soy  yo,  falto  de  competencia 
en  absoluto,  quien  puede  resolver  la 
cuestión.  Baste  decir,  y  en  esto  sí  creo 
no  equivocarme,  que  sea  quien  fuere. 
Van  Eyck  ó  Memling  ,  el  maestro  á 


V 


SILLA  DE  MANOS  DEL  SIGLO  XVIII 

(Propiedad  del  Sxemo.  Sr.  Marqués  6.3  Monistpol.) 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


227 


quien  se  atribuya  tan  hermosa  obra, 
no  puede  considerarse  deshonrado  con 
la  atribución  '. 

Forman  cortejo  á  las  pinturas  del 
tríptico  otras  muchas;  recuerdo,  entre 
ellas,  una  Crucifixión  de  Cranach,  re- 
petición de  otra  que  se  conserva  en  el 
Museo  de  Dresde;  una  tabla  que  repre- 
senta el  Descendimiento,  y  reprodu- 
ce con  ligeras  variantes,  en  figuras  pe 
quenas ,  y  añadiéndole  fondo  de  paisa- 
je, la  asombrosa  tabla  de  Roger  Van 
derWeyden,que  todos  hemos  admirado 
en  el  Escorial;  y  sobre  todo,  un  precio- 
so retrato  de  una  joven  ,  firmado  por 
Holbein,  y  procedente  de  las  coleccio 
nes  de  doña  Isabel  Farnesio, 

De  escuela  española  hay  un  buen 
Ribera ,  dos  grandes  retratos  de  Pan- 
toja  ,  varias  tablas  catalanas  de  fines 
del  XV  y  principios  del  XVI,  muy  in- 
teresantes para  el  estudio  de  los  oríge- 
nes de  la  pintura  española  ,  especial- 
mente una  Virgen  leyendo,  de  tamaño 
natural ;  y  ,  por  último ,  un  lindísimo 
retablito  de  batea,  con  su  prcdella  co 
rrespondiente,  que  añade  al  mérito  no 
vulgar  de  sus  tablas ,  la  singularidad 
de  haber  pertenecido  á  la  casa  de  San 
Luis  Beltrán,  en  Valencia,  propiedad 
hoy  del  Sr.   Marqués  de  Monistrol  ~. 

Completa  la  galería  una  admirable 
colección  de  dibujos;  es  sabida  la  rare- 
za de  éstos,  por  el  poco  aprecio  que  de 
ellos  se  hizo  en  otro  tiempo:  en  la  Ex- 
posición Histórico-Europea  presentá- 
ronse sólo  cuatro  coleccionistas  de 
ellos;  el  archiduque  Alberto,  la  Biblio- 
teca Nacional,  el  Sr.  Ferriz  y  el  Mar- 
qués de  Argelita,  que  posee  dos  tomos 
llenos  de  preciosos  diseños ;  el  tercero 
de  esta  colección,  separado  hoy  de  los 
restantes,  eselquelosexcursionistas  tu- 
vieron el  placer  de  examinar,  hoja  por 
hoja,  en  el  palacio  de  Monistrol.  Pocas 


cosas  interesan  más  vivamente  en  el 
terreno  de  las  artes,  que  esos  dibujos 
de  autores  eminentes ,  concluidos  y 
acabados  unos  con  el  mayor  esmero, 
otros  expresión  enérgica  y  nerviosa, 
en  cuatro  trazos,  de  una  idea;  y  anti- 
cipo, ó  proyecto,  todos  de  hermosísi- 
mos cuadros:  nada  más  grato  que  ver 
palpitar  en  aquellas  manchas  de  sepia 
ó  de  tinta  china  ,  ó  en  aquellas  pocas 
líneas  de  lápiz,  el  germen  de  una  obra 
maestra. 

El  Sr.  Marqués  de  Monistrol  los  tie- 
ne de  Rafael,  Sebastián  Conca,  Jordán, 
Valdés  Leal,  Alonso  Cano,  Velázquez, 
Maratti  ,  Becerra  ,  Ribalta  ,  Pereda, 
Navarrete  el  Mudo,  Lanfranco,  Rizzi, 
Pantoja,  Cortona,  Correggio,  Herrera, 
Vinci,  Julio  Romano  y  Palomino,  jun- 
to á  las  cuales  no  figuran  indignamen- 
te con  las  obras  que  patrocinan  los 
nombres  menos  ilustres  de  Vieyra, 
S.  Martínez,  Castillo,  Mateo  Pérez  de 
Alesio,  que  tiene  un  precioso  Juicio, 
Blomant ,  Bobadilla,  Cornelio  Esqut, 
Espina,  Ezpeleta  ,  Barroso,  P.  de  Bo- 
lonia, Josef  de  Moro  y  otros. 

En  libros  posee  también  el  Marqués 
de  Monistrol  valiosos  ejemplares ;  á  la 
cabeza  de  todos  ellos  ha}^  que  citar 
una  magnífica  muestra  de  esos  hora  - 
rios  que  los  miniaturistas  franceses 
del  XV  y  del  XVI  llenaron  de  orlas, 
viñetas  y  letras  capitales,  combinando 
los  colores  más  vivos  y  las  planchue 
las  de  oro  para  juntar  en  maravilloso 
maridaje  la  brillantez  con  la  suavi- 
dad. Merecen  citarse  además  varios 
incunables,  entre  ellos  el  llamado  vul- 
garmente Crónica  de  Nuremberg  *  3^ 
particularmente  varios  catalanes,  uno 
de  1480,  otro  versión  de  las  Metamor- 
fosis de  Ovidio. 

Aún  hay  mucho  más  que  admirar  y 
que  estudiar  en  el  palacio  que  descri- 
bo: entre  los  aficionados  é  inteligentes 


1  Procede  el  tríptico  de  la   casa  de  Sástago,    v 
es  probable  que  para  ella  se  pintara. 

2  Los  asuntos  principales  son  la  Virgen  con  el 
Niño  entre  dos  ángeles  y  la  Trinidad. 


1     Ultimq  Aetas  i»/«w<í?.— Nuremberg,  1494;  el  texto 
es  de  Schiedel,  y  los  dibujos  deWolhgemuth, 


228 


BOLETÍN 


tiene  fama  la  colección  de  arcas  talla- 
das, que  merecen,  no  una  noticia  des 
carnada,  sino  un  estudio  serio  y  dete- 
nido. Yo  recordaré  solamente  un  ar- 
con  de  estilo  ojival  florido,  que  ostenta 
entre  labores  y  tracerías  del  mejor  gus- 
to, el  haz  de  flechas  y  el  yugo,  emble 
m-a  de  los  Reyes  Católicos,  y  el  escudo 
de  armas  que  el  Gran  Capitán  ( de  un 
hermano  su}^©  tuvo  origen  la  nobilísi- 
ma casa  de  Sástago)  ostentaba  antes 
de  que  por  sus  victorias  en  Granada 
añadiese  á  sus  blasones  un  rey  moro 
sujeto  por  una  cadena.  ¿Sería  el  arca, 
llena  de  dones  ó  preseas,  regalo  de 
los  Reyes  Católicos  al  insigne  caudillo? 
Harto  verosímil  me  parece  esta  pre- 
sunción, que  consigna  el  difunto  Mar- 
qués en  la  interesante  monografía  que 
consagra  al  arcón  en  el  tomo  TI  del 
Museo  Español  de  Ant i f!:ü edades. 

En  porcelanas  vimos  ejemplares  se- 
lectos de  la  fábrica  del  Retiro,  una 
placa  rarísima  de  la  de  Sargadelos,  y 
unos  candeleros  de  primer  orden,  cada 
uno  de  los  cuales  ostenta  seis  compo- 
siciones relativas  á  la  vida  de  Cristo, 
deliciosamente  ejecutadas:  son  de  la 
citada  fábrica  del  Retiro,  aunque  con- 
servan todavía  muy  pura  la  tradición 
de  Capo  di  Monte,  y  es  lástima  que  las 
condiciones  del  kaolín  ,  extremada- 
mente fosilífero ,  de  que  aquel  estable 
cimiento  se  servía,  las  haya  agrietado 
y  resquebrajado. 

El  poco  espacio  de  que  dispongo  me 
fuerza  á  pasar  por  alto  los  bellos  ta- 
pices del  (3ratorio  ';  las  mesas  flo- 
rentinas, embutidas  de  piedras  duras, 
con  las  armas  de  los  Médicis;  los  mar- 
files, entre  ellos  el  báculo  abacial  que 
ya  conocen  los  lectores  del  Boletín  '; 
el  arcabuz  y  ballesta  llenos  de  incrusta 
ciones;  el  bellísimo  joyel,  obra,  al  pare 


cer,  de  los  talleres  catalanes  del  si- 
glo XVII ,  y  no  inferior  á  los  que  nos 
da  á  conocer  el  Barón  Davilliers  ^ ;  tan  - 
tas  y  tantas  otras  cosas,  harto  más 
gratas  de  ver  que  de  que  yo  las  co- 
mente, y  que  nos  hicieron  brevísimas 
las  horas  que  pasamos  en  casa  del  Mar- 
qués de  Monistrol,  cuya  amabilidad 
exquisita,  dignamente  secundada  por 
el  Sr.  Rada  y  Delgado,  nunca  agrade- 
ceremos en  lo  que  vale. 

Marcelo  Cervino. 

'X)t(^" 


1  Representan  pasajes  de  la  Pasión  ,  y  pertene- 
cen al  siglo  XVI ,  en  sus  comienzos.  Proceden  de  la 
Calcdi-al  de  Sigüenza. 

2  Puede  verse  la  reproducción  fototípica  de  sus 
dos  caras  en  el  tomo  I  de  nuestro  Boletín,  pág.  128, 
acompañando  á  un  articulo  del  Sr.  Rada  y  Delgado. 


UNA  VISITA  Á  LORGA  Y  Slj  CASTILLO 

WmIIntes  de  pasar  á  ocuparme,  aún- 
Ika\^  que  sucintamente,  por  conside- 
"^^^  rarme  profano  en  esta  clase  de 
asuntos,  en  la  descripción  de  las  To- 
rres Alfonsina  y  del  Espolón  ó  Espe- 
rón, (como  de  tiempo  atrás  se  la  nom- 
bra) que  en  la  fortaleza  de  la  muy  noble 
y  antigua  ciudad  de  Lorca  se  elevan 
majestuosas ,  considero  de  absoluta 
precisión  dar  á  conocer  al  lector,  si- 
quiera sea  muy  á  la  ligera  por  el  corto 
espacio  de  que  puedo  disponer ,  la  si- 
tuación verdaderamente  pintoresca  de 
aquella  hermosa  ciudad  y  sus  contor- 
nos, que  recientemente  tuve  ocasión 
de  visitar. 

Su  cielo  es  azul  y  de  sin  igual  pure- 
za; por  dondequiera  se  dirija  la  vista, 
obsérvase  que  la  sabía  mano  de  la  na- 
turaleza ha  querido  ser  pródiga  con 
este  suelo,  quedando  el  espectador  sor- 
prendido al  contemplar  la  fecundidad 
de  sus  tierras,  cultivadas  con  gran  es- 
mero, las  altas  mieses  que  en  algunos 
parajes  cubren  con  exceso  al  hombre, 
grupos  de  palmeras,  moreras,  naran- 
jos, limerasy  limoneros  que  con  su  aza- 
har embalsaman  la  atmósfera,  forman- 
do todo  ello  un  conjunto  tan  encantador 


1    En  su  conocida  obra  Recherches  sur  l'orfévrC' 
ríe  espagnole. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


229 


é  ideal,  que  convierte  á  aquellos  se- 
ductores sitios  en  un  verdadero  oasis  ó 
verjel,  que  muy  bien  pudiera  prestar 
inspiración  al  artista,  constituyendo  el 
encanto  del  viajero  que  por  allí  trans 
curre.  No  parece  sino  que  el  Todopo- 
deroso, con  su  infinita  omnipotencia, 
se  propuso,  al  efectuar  la  grandiosa 
obra  de  la  creación ,  conceder  sus  pri- 
micias á  aquellos  afortunados  campos. 

¡Lástima,  en  verdad^  quela  mano  des- 
tructora de  la  ignorancia  se  haya  atre- 
vido á  dejar  sin  vegetación  los  elevados 
cerros  de  la  comarca,  que  habrían  con- 
tribuido muy  poderosamente  á  comple- 
tar y  embellecer  tan  grandioso  cuadro! 

Conforme  se  va  aproximando  el  via- 
jero á  la  ciudad,  contempla  su  hermosa 
vega,  hasta  tal  extremo  ponderada, 
que  si  se  fuera  á  dar  cumplido  crédito 
á  lo  que  en  su  obra  dice  el  benemérito 
P.  Moróte,  natural  deLorca,  no  exis 
tiría  otra  que  le  pareciera  en  el  mun- 
do. Exuberantes  huertos  y  frondosas 
alamedas  casi  circundan  la  población 
por  Levante,  dándoles  vida  y  vigor  las 
aguas  del  Guadalentín  y  del  pantano, 
y  extendiéndose  la  zona  de  riego  has- 
ta los  campos  sembrados  de  cereales. 

Antes  de  penetrar  en  la  ciudad,  vu 
niendo  desde  la  estación  del  ferroca- 
rril, ofrécese  primeramente  á  la  vista 
el  populoso  Barrio  de  San  Cristóbal, 
que  en  algún  tiempo  fué  morada  de  los 
mozárabes.  Sus  edificios  son,  por  regla 
general,  de  escasa  importancia  ,  con- 
servando algunos  el  sello  de  la  época  de 
la  dominación  agarena,  excepción  he- 
cha de  algunas  fábricas  de  tintes  y  te- 
jidos que  le  dan  vida.  Pasado  el  mag- 
nífico puente  de  piedra,  de  indiscutible 
mérito  y  de  atrevidos  arcos,  construí- 
do  bajo  la  ilustrada  dirección  del  inge- 
niero de  caminos  Sr.  D.  Juan  Moreno 
Rocafull,  se  entra  de  lleno  en  la  pobla- 
ción por  calles  relativamente  anchas  y 
de  edificios  de  buen  aspecto ,  conser- 
vando muchos  de  ellos  los  blasones 
de  nobleza  de  sus  constructores,  tal 


como  el  palacio  que  en  la  calle  de  San 
Juan  de  Dios  posee  la  señora  doña  Con- 
cepción Musso,  hermoso  edificio  man- 
dado edificar  á  expensas  de  D.  Juan 
Ladrón  de  Guevara  por  los  años  1649. 
Algunos  de  estos  edificios  vénse  con- 
vertidos en  hospederías,  profanándose 
muy  ciertamente,  de  este  modo,  el  abo- 
lengo de  sus  antiguos  poseedores.  En 
sucesivos  números  de  este  Boletín  me 
ocuparé  con  más  detenimiento  de  ellos. 

Pintoresca  y  populosa  es  la  ciudad 
que  á  la  vista  del  viajero  se  presenta, 
contando  hoy  muy  cerca  de  60.000 
habitantes,  según  el  último  censo. 
Aparece  escalonada  y  con  intermina- 
bles pendientes.  Su  posición  es  estra- 
tégica; de  sus  dos  antiguos  recintos 
amurallados ,  de  mampostería ,  con 
puertas  y  torreones,  consérvanse  to- 
davía vestigios. 

Destácanse  visiblemente  entre  los 
edificios  de  la  ciudad,  la  Colegiata  de 
San  Patricio ,  obra  maestra,  de  gran  so- 
lidez y  de  severo  gusto  arquitectónico, 
consagrada  el  29  de  Septiembre  de  1776 
por  el  Obispo  D.  Manuel  Rubín  de  Ce- 
lis,  reinando  Carlos  III;  la  parroquia 
antigua  de  San  Pedro,  las  de  San  Juan 
y  Santa  María. 

Lorca  fué  conquistada  á  los  moros 
por  el  rey  D,  Alfonso  el  Sabio,  en 
1244,  cuando  aún  vivía  su  padre.  En 
cuanto  á  su  antigüedad,  no  cabe  dis- 
cutirla ni  por  un  momento,  pues  á  cada 
instante  se  encuentran  en  sus  alrede- 
dores vestigios  que  lo  atestiguan  de 
una  manera  elocuente.  Buen  testimo- 
nio da  de  ello  la  importantísima  y 
abundante  colección  que  nuestro  que  - 
rido  y  buen  amigo  D.  Eulogio  de  Saa- 
vedra  posee  en  Lorca,  llamando  pode- 
rosamente la  atención  de  cuantos  ar- 
queólogos y  hombres  de  ciencia  la  visi- 
tan. Algunos  historiadores  ponen  en 
duda  si  Lorca  fué  ó  no  colonia  griega, 
ó  si  realmente  debió  su  fundación  á  los 
fenicios  ó  á  los  romanos.  Cronistas  é 
historiadores  de  pasadas  centurias  fan- 


230 


boletín 


tascan  bastante  sobre  este  particular, 
opinando  que  griegos  y  troyanos  fija- 
ron su  residencia  en  aquellos  sitios; 
hay  quien  opina  que  Elio,  príncipe 
troyano,  fundó  á  Lorca,  dándole  el 
nombre  que  hoy  lleva. 

Por  escabrosas  pendientes  de  tor- 
tuosas sendas,  plagadas  de  piteras  y 
paleras  de  una  altura  descomunal, 
que  con  su  amarillento  fruto  deleitan 
la  vista,  se  sube  á  la  casi  destruida  y 
venerable  fortaleza.  Excuso  decirte, 
lector,  cuántos  recuerdos  se  agolpa- 
rían á  mi  mente  al  contemplar  aquellas 
vetustas  y  ennegrecidas  murallas  al- 
menadas, á  cuya  erección  y  sucesivas 
transformaciones  tanto  contribuyeron 
romanos,  árabes  y  cristianos  recon- 
quistadores. 

Al  penetrar  en  el  recinto  se  experi- 
menta profunda  sensación  de  disgusto 
y  de  pena;  contémplase  con  indigna- 
ción el  abandono  en  que  se  tiene  en 
nuestra  época  esta  clase  de  monumen- 
tos; piénsase  en  la  inercia  é  indiferen- 
cia deplorable  con  que  los  Gobiernos 
y  Corporaciones  los  miran,  permitien- 
do que  gente  ociosa  é  inculta  y  turbas 
de  muchachuelos  conviertan  estos  si- 
tios en  centro  de  operaciones  propias 
de  su  afán  destructor  ó  de  sus  pocos 
años. 

Mal  concuerda  esto  con  que  los  na- 
turales tengan  en  tanta  estima,  por 
abolengo ,  á  la  fortaleza ,  cuando  no 
sólo  no  se  han  preocupado  ni  por  un 
momento  en  este  grave  y  trascenden- 
tal asunto,  debido  quizá  á  la  indolen- 
cia que  les  caracteriza,  sino  que,  lo 
que  es  aún  más  triste,  han  consentido 
se  trate  de  su  enajenación,  y,  si  no  es- 
to}' mal  informado,  por  la  insignifi- 
cante suma  de  3.000  pesetas. 

De  ser  cierto  esto,  bien  pudiera 
aquel  Ayuntamiento  hacer  un  pequeño 
sacrificio  á  fin  de  tratar  de  poseer  tan 
preciada  joj'a,  paralo  cual  seguramente 
había  de  contar  con  el  beneplácito  del 
vecindario.  Como  apasionado  que  soy 


por  todo  lo  que  se  relaciona  con  nues- 
tro hermoso  arte  nacional,  no  puedo 
contener  mi  corazón  al  ocuparme  en 
él,  sino  diciendo  clara  y  terminante- 
mente lo  que  siento. 

Apartado  por  un  momento  del  fondo 
de  la  cuestión,  y  siguiendo  la  narración 
de  lo  que  en  la  fortaleza  existe,  diré 
que  de  la  plaza  de  armas  no  se  conser- 
van más  que  vestigios  y  restos  de  alji- 
bes. La  capacidad  de  la  fortaleza  es 
para  unos  tres  mil  hombres  de  guarni- 
ción. Hállase  rodeada  de  muros  y  ba- 
luartes que  la  hacen  inaccesible  por 
todas  partes,  pues  sus  rocas  escarpa- 
dasy  calizas,  de  vegetación  inculta,  im- 
posibilitan cualquier  asalto  que  contra 
ella  se  intentara. 

Con  gran  acierto  dicen  algunos  cro- 
nistas, entre  ellos  nuestro  querido  ami- 
go D.  Eulogio  de  Saavedra,  que  no  sin 
exactitud  ha  sido  comparado  el  traza- 
do de  nuestra  fortaleza  al  de  una  gale- 
ra de  mar,  por  su  figura  prolongada 
de  Oriente  á  Poniente,  disminuyendo 
en  puntas,  más  ó  menos  agudas,  en 
ambas  extremidades. 

Vamos  á  ocuparnos  con  especial  pre- 
ferencia en  las  dos  torres  que  atraen 
la  curiosidad  del  viajero  y  dan  carác- 
ter al  castillo. 

Casi  en  el  centro  del  muro  del  Sur 
se  encuentra  la  torre  denominada  Al- 
fonsina, de  construcción  sólida,  de  si- 
llares pequeños  y  simétricos,  que  ir- 
guiéndose  majestuosa,  cual  centinela 
que  vela  por  la  tranquilidad  del  recin- 
to que  le  han  encomendado,  podría 
más  bien  ser  nombrada  del  homenaje, 
si  de  antiguo  no  recibiera  su  verdade- 
ro nombi'e  propio.  Tiene  de  altura  144 
palmos,  110  de  largo  y  92  de  ancho. 
Con  la  acción  del  tiempo,  y  por  las 
vicisitudes  que  ha  atravesado,  está 
desprovista  de  almenas. 

La  puerta  ojival  que  da  acceso  á  la 
torre  no  puede  ser  más  modesta.  Una 
vez  en  el  interior,  se  admiran  ocho  bó- 
vedas de  cascos,  que  forman  la  techum- 


n.' 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


231 


bre  de  los  departamentos,  y  su  arran- 
que parte  de  uñ  macizo  pilar  de  mam 
pcstería,  recibiendo  luz  por  estrechos 
y  altos  tragaluces.  Este  primero  é  in- 
ferior cuerpo  está  destinado  hoy  día 
á  guardar  ganado. 

El  muro  exterior  tiene  18  palmos  de 
grueso,  formándose  en  el  interior  otro, 
y  en  la  parte  central  del  edificio  se  le- 
vanta una  elegante  gradería  de  114  es- 
calones, en  su  mayoría  bien  conserva- 
dos y  de  cómoda  subida,  que  da  comu- 
nicación á  los  tres  pisos  y  á  la  plata- 
forma superior.  En  un  departamento 
del  tercer  piso  existen  cuatro  ventanas 
ojivas  aximezadas  de  gallarda  arqui- 
tectura, habiendo  desaparecido  el  afili- 
granado parteluz  que  las  realzaba, 
como  también  la  colosal  asta-bandera. 
Puede  decirse  que  el  edificio  en  con- 
junto se  halla  en  relativo  estado  de 
conservación.  ¡Cuántas  veces  habrá 
visto  dentro  de  sus  murallas  al  pode- 
roso emperador  de  Marruecos  ,  como 
también  á  los  re3^es  de  Almería,  Gra- 
nada, Sevilla  y  Murcia! 

Mientras  algunos  historiadores  atri- 
buyen la  construcción  de  la  torre  Al- 
fonsina á  D.  Alfonso  X,  otros  le  apli- 
can la  del  Espolón;  equivocación  quizá 
motivada  por  existir  las  dos  al  falleci- 
miento del  Re}'  Sabio ,  pues  ya  en  el 
siglo  XIII  se  las  denominaba  de  la 
misma  manera  que  en  la  época  pre- 
sente, á  saber:  Alfonsina ,  á  la  manda- 
da construir  por  el  monarca  D.  Alfon- 
so, y  del  Espolón  6  Esperón  á  la  que 
está  en  el  extremo  agudo  occidental 
de  la  fortaleza.  De  esta  manera  opina 
también  un  historiador  local  de  gran 
saber. 

La  torre  del  Espolón,  casi  derruida 
por  completo,  tiene  una  gran  semejan- 
za con  su  compañera  Alfonsina,  no  sólo 
por  su  fábrica,  sino  también  por  la  dis- 
tribución interior.  Maravilla  del  arte 
llama  el  cronista  Moróte  á  esta  torre, 
y  el  académico  Amador  de  los  Ríos  la 
estima  como   el   monumento  de  más 


importancia  de  cuantos  subsisten  en  el 
castillo  de  Lorca  y  en  la  comarca  en- 
tera. Por  desgracia,  su  tercer  piso  ó 
recinto  desapareció,  desperfecto  debi- 
do á  los  franceses  durante  la  guerra 
de  la  Independencia. 

Ya  dije  que  algunos  autores  refieren 
que  fué  mandada  labrar  por  Alfon- 
so X  después  de  la  conquista  (1244); 
pero  otros  sospechan  si  sólo  sería  re- 
parada por  aquel  Monarca  cuando  res- 
tauró por  completo  todo  el  castillo, 
pudiendo  ya  existir  anteriormente  ala 
conquista,  y  quizá  también  á  la  domi- 
nación árabe. 

Aseguraba  uno  de  los  historiadores 
locales,  tenido  en  gran  estima  en  la 
pasada  centuria ,  que  los  crotonenses 
la  edificaron  para  mayor  defensa  de 
aquella  parte  del  monte,  por  ser  el 
sitio  más  accesible  que  el  resto  de  la 
fortaleza. 

La  anchura  de  esta  torre  es  de  16 
varas  en  cuadro. 

Bajo  el  primer  piso  ,  y  ocupando 
toda  la  anchura  de  la  torre,  existe  un 
aljibe  muy  profundo,  del  cual  no  hicie- 
ron uso  los  moros  para  guardar  el 
agua,  sino  que  lo  convirtieron  en  cruel 
y  húmeda  mazmorra  donde  sacrifica- 
ban sin  piedad  á  los  cristianos,  con- 
servándose aún  las  dobles  manillas  y 
argollas  de  hierro  donde  los  sujetaban 
fuertemente. 

Su  portada  es  pequeña  y  ojival,  for- 
mada de  fuerte  dovelaje.  Los  dos  re- 
cintos sobrepuestos  de  sus  dos  cuerpos 
son  de  bóvedas  de  cascos  ojivales ,  re- 
corridos de  nervios  que  se  atan  pode- 
rosamente en  la  clave  y  descansan  en 
los  ángulos  sobre  columnas  de  acha- 
flanados capiteles,  formados  de  tres 
caras  ó  facetas,  diferenciándose  la  de- 
co;  ación  de  cada  uno  de  ellos  en  varia- 
dos dibujos,  tales  como  dos  órdenes  de 
palmas,  cabezas  originales,  fantásticos 
animales  y  bichos.  En  toda  la  labor  de 
estos  capiteles  se  revela  más  bien  el 
gusto  bizantino  que  el  románico. 


232 


BOLETÍN 


Entre  ruinas  y  escombros  se  divisa 
á  la  izquierda  la  nave  de  la  que  fué 
iglesia  del  alcázar,  con  sus  muros  pin- 
tados de  amarillo  y  rojo ,  conservando 
un  arco  ojivo  de  poca  altura.  Esta  par- 
ticularidad hace  sospechar  que  esté 
oculto  el  pavimento  entre  aquel  mon- 
tón de  ruinas,  templo  en  otro  tiempo, 
labrado  en  la  décimaquinta  centuria. 

No  sólo  es  notable  el  castillo  de  Lor- 
ca  desde  el  punto  de  vista  material,  sino 
también  por  los  históricos  sucesos  que 
le  han  dado  nombradla  en  el  transcur- 
so de  los  siglos.  No  nos  es  dable  dudar 
que  esta  antiquísima  fortaleza  contri- 
buyó á  dar  á  Lorca  importancia  bas- 
tante para  ser  elevada  á  Sede  episcopal 
en  tiempo  de  los  romanos ,  y  á  cabeza 
de  condado  en  el  período  visigodo ,  á 
cuya  terminación  fué  Lorca  una  de  las 
poquísimas  ciudades  que  se  libraron 
del  yugo  musulmán  en  los  primeros 
momentos  de  la  invasión . 

Sería  de  absoluta  necesidad  dar  al 
presente  artículo  dimensiones  extraor- 
dinarias para  consignar  fielmente  he- 
chos de  armas  gloriosos ,  en  que  tanto 
se  distinguió  esta  noble  ciudad ,  5^  que 
por  ser,  sin  duda,  conocidos  del  lector 
dejo  de  enumerar,  temiendo  además 
molestar  más  de  lo  justo  su  atención. 

Réstame  tan  sólo  añadir  á  lo  ya  ex 
puesto ,  y  con  esto  daré  punto ,  que  el 
entusiasmo  y  cariño  que  profesaba  el 
Rey  Sabio  á  la  fortaleza  en  que  nos 
hemos  ocupado ,  revélase  en  él  blasón 
que  ostenta  honrosamente  la  ciudad, 
concedido  por  dicho  Monarca .  Dispuso 
éste  se  pintara  en  el  escudo  de  armas 
el  castillo  con  la  imagen  del  conquis- 
tador encima  de  sus  almenas,  y  á  sus 
lados  una  espada  y  una  llave  con  esta 
arrogantísima  empresa : 

Lorca  solum  gratum 
Castrura  superastra  locatum. 
Ensis  minans  pravis, 
Regni  tutissima  clavis. 

Fernando  Peñarrubia  . 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


ESCRITURAS  MOZÁRARES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 

LXVI 

Conüénense  dos  documentos:  el  primero 
original,  el  segundo  copia. 

i.°     Venta  de  una  viña  en  el  pago  de  ^/o- 

yón  ó  de  las  FtienUs  {,.\y^  I  i^=s:í ),  en  la  juris- 
dicción de  Toledo.  Otorga  esta  venta  D.  Do- 
mingo, hijo  de  D.  Pedro  Mostarab,  el  que  fué 
amín  (jefe)  de  los  estereros,  á  favor  de  D.  Do- 
mingo b.  Félix  Abú  Málic  y  de  su  mujer  Do- 
ña Colomba  ^j  í  j.-l3     .y>  ^SXAÍ     ,,_jJ|  ^j.XÍ.t) 

Precio,  nueve  mi/xales  y  un  cuarto  de 
mizcal. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Diciembre 
de  la  Era  1230. 

Suscripciones:  Ornar  b.  Ornar  b.  Servan- 
do, Domingo  b.  Pethro  Alcanlarí  ^  y  la  del 
vendedor  así  concebida:  tY  yo  Domingo  b. 

Pethro  he  vendido  y  he  cobrado»  hs^j>i  ul.) 


(...  ^_j.J|  i.j 


J  ..\    í-rf    i^ft^^ 


■J^.J 


L^¿ 


>.,ia^3. 


2.°  Acta  muy  detallada  2  de  la  partición 
de  la  herencia  de  D.  Pedro  b.  Abderrahmán 
y  de  las  querellas  á  que  dio  lugar.  Empieza 


asi; 


Jl 


ijr.     J    ...     ^^ 


^f-rí^y'    -"^'-    ^.     "J-^t-/.     JJ-    ^V   V) 

^'yr^J     (^ÍJ^-^^^     cT^"*'     J^-^     ^-^ 


'i'},^  íA. 


^5J  <^- 


(...  ¿JÍÁ^.>  "^^-^i  vj^y^'  'Cuando  murió  Don 

I  Con  objeto  de  acelerar  en  lo  posible  la 
marcha  de  esta  publicación,  prescindiremos  en 
adelante  de  las  transcripciones  arábigas  en  los 
nomb'"es  ya  conocidos. 

í  Este  pergamino  está  destrozado  y  apenas 
legible  en  varios  puntos,  principalmente  don- 
de se  contiene  este  segundo  documento. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


233 


Pedro  b.  Abderrahmán,  el  que  fué  amín  de 
los  estereros,  perdónele  Dios,  dejando  á  su 
mujer  Doña  Xamsí  (Mi  Sol)  con  los  hijos 
de  ambos,  el  Acólito  D.  Esteban  y  D.  Do- 
mingo y  Juan  y  Miguel  y  Martín  y  Doña  Do- 
minga  »  (Cópianse  las  suscripciones  del 

original,  entre  las  cuales  se  leen  en  aljamía 
las  siguientes:  Ji^^-^  á.^*«b5.¿|      :';;jLx^.!  _^l) 

,    i^isLj      ^vJix-O     ^fijij^^     ^LJaJj.5!        ^.v^X^^.' 

{^íi-^tJ.  «Ego  Stephanus  Ecclesiae  Sancti 
Vincenlii  Acolithus  confirmo  ;  Dominicus 
Pethres  testis».  Y  termina  la  copia  con  la 
cláusula  de  rúbrica,  diciendo  que  se  ha  co- 
tejado con  el  original,  por  el  notario  que 
suscribe,  en  la  fecha  üel  documento  ante- 
rior, hallándose  conforme. 

Suscriben:   Ornar  b.  O.nar  b.   Servando 
y  Domingo  b.  Pethro  Alcantarí. 


LXVÍI 

Venta  de  un  majuelo  sito  en  el  pago  de  la 
Vega  de  la  alquería  de  Olías  (  -^*'^t  ^->-^) 
(...  ^^¿^^ji  ^.  y^l  *^,:f  i-jísr;'  ...  (*j-J,  colin- 
dando con  la  viña  de  los  herederos  del  al- 
guacil y  alcalde,  D.  Julián  b.  abí-1-Hasáu 
b.  Al-Ba^o,  con  tierra  blanca  de  la  misma 
alquería  y  con  un  majuelo  de  D.  Cristóbal 

el  esterero  (  iL^¿!). 

Figura  como  comprador  D.  Domingo  b. 
Pethro  de...?...  ^  de  Olías,  y  como  vende- 
dor D.  Domingo  Gonzalbo,  vecino  igual- 
mente de  dicha  alquería. 

Precio,  40  mizcales  de  01  o  alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Diciembre 
de  la  Era  1230. 

Preséntanse  como  fiadores  del  vendedor 
D.  Juan  de  Olías  y  su  esposa  Doña  Marina. 

Suscripciones:  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b. 
W^aid  (J..C.  ^^   J.Z   ^>   ^jj.±,  ^,j  ^^); 

Lorenzo,  hijo  de  Ñuño  Meléndez  ^^^'■>\}j^j) 
((^AiL»  4.3jj  yj;  Domingo  b.  Pethro  Al- 
cantarí   (^    y'^X'i)]     SyL.J  yJ     4JÍX.O.). 


I     No  acertamos  á  leer  satisfactoriamente 

esta  palabra  Sj-^h^  que  lleva  dos  puntos  en  su 
parte  inferior,  sin  que  aseguremos  deban  atri- 
buirse á  una  ó  dos  letras. 


En  caracteres  latinos:  lop  tome  testis. 

Y  la  signatura  notarial  que  dice:  «Diéron- 
se  los  testimonios  ante  mí  y  en  nú  presencia, 
y  yo  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid»  Aa¡.íS)¡\   ^^lí) 


L.'-     C'-^ 
'{'-^3    c'^ 


-L 


c' 


LXVIII 


Venta  otorgada  por  D.  Domingo  Gonzal- 
bo á  favor  de  D  Domingo  b.  Jalaf,  sobrino 
del  Presbítero  ¿Afíif/or;mí:/?í7?,  déla  casa  edi- 
ficada en  el  solar  que  compró  el  vendedor 
de  D.  Mido,  hijo  de  D.  Arias,  en  la  aldea 
de  Olías  la  Mayor,  finca  que  linda  con  un 
corral  de  Pedro  b,  Ajthal,  otro  de  Juan  de 
Olías  (    ;-J.l     c^     ,!.J)  V  con  la  vía  púhli- 


"=  ^^ÍJ 


0^'     U' 


u 


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.£.'! 


J!,£j|    U,    J    UL..I      ,:J'    ,b,J! 


(...   ^   ►í^-^-'i     iT^Jj^    ^^J^i 

Precio,  17  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Abril  de  la  Era  1231. 

Adviértese  en  el  documento  que  el  ven- 
dedor entregó  al  comprador  la  escritura  del 
contrato  por  el  que  adquirió  de  D.  Mido  b. 
Arias  el  solar  de  la  casa  en  venta,  hallándo- 
se fechada  esta  escritura  en  Abril  de  la  lira 
1226.  (V.  siipra,  núm.  LIV.) 

Suscripciones  arábigas:  Lope  b.  Estéfano 
b.  Alí  b.  Waid;  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b. 
Waid;  Juan  b.  Thomé  A9-9¡rafí  ^j  .1!*' j) 
(  Jj^^]\  .^jh.  «Diéronse  los  testimonios 
acerca  de  esto  en  mi  presencia  y  ante  mí,  3'^ 
yo  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid»  ^  Á^.jJ^  ^.,lS') 


"t  C'^^  ^-y 


LXÍX 

Venta  que  otorga  Nazarena,  hija  de  Juan 
Yoannis  y  esposa  que  fué  de  Juan  Pérez,  en 
favor  de  sus  pi  irnos  D.  Fernando  Pérez  y 


1  Aunque  el  amanuense  dejó  esta  leyenda 
bastante  obscura  por  la  falta  de  puntos  y  mal 
trazado  de  his  letras,  creemos  no  sea  otra  la 
verdadera  lectura. 


234 


boletín 


Doña  Siti  en  representación  propia  y  en  la 
de  otros  tres  hermanos  menores  (todos  ellos 
hijos  de  Pedro  b.  Abdallah  Al-PoHchení),de 
to  lo  lo  que  dicha  Nazarena  posee  en  U  al- 
quería de  Villa  Algariba(Villafranca),  alque- 
ría de  Toledo  i/i^^^!  -^Jj-'  m^-^  ^j---^') 
L^j^it      ^j^j    Jíj.iyi    T :  \     ^'•^   ^b-^    ¿■^¿wL 

(...  Ul  J-,  U  í^..,=v  ...  U.  ; 

Pre'-io,  1  s  mizcales  de  oro  alfonsí. 
Fecha  en  la  última  decena  de  Mayo  de  la 
Era  12;  I. 

S  iscriicione?:  Félix  b.    Guillen,   testif^o 

{X^t.    J.l¿   ,  vJ    ,  ►«-U.);  íuan  1).  Guillen, 

te<ític;o  (As)U\,  *Ui  ^yj    jj.ül^;_.);  Domingo 

b.  Pedro  b.  Aihad  (Ohaid?),  testigo  í^aa.O') 


LXX 

Venta  de  una  suerte  de  tierras  con  todos 
sus  derechos  y  pertenencias,  así  como  tam- 
bién de  tres  riñas,  im  majuelo,  un  corral 
y  dos  palomares,  sito  todo  ello  en  el  lugar 
de  la  Ommeda  que  se  conoce  ahora  por  la 

Alameda,  en  la  Sagra  de  Toledo   í>.í  ji    ^ 

Otorgan  est4  venta  D.  Juan  Domínguez  y 
su  hermano  Miguel,  hijos  de  Dominio  Pé- 
rez, á  favor  del  Arcediano  (  jLj.^j"^^)  Don 
García. 

Precio,  74  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  el  último  tercio  de  Diciembre, 
Era  de  123 1. 

Las  suscripciones  son  todas  arábigas:  Mi- 
cael  b.  lllán,  testigo;  Hasán   b.  Farach,  el 

capitán  ó  avvaez  (,  v^.-' !j.M ) ;  Juan  b.  lUán,  el 

siqnilí,  y  Pedro  b.  Ornar  b.  Gálib  Al-Kallás. 

Nota.  Acompaña  una  traducción  hecha 
por  el  licenciado  Miguel  de  Luna,  intérprete 
de  S.  M  ,  con  fecha  13  de  Julio  de  1607.  Hay 
algunas  incorrecciones  en  esta  traducción,  se- 
gún haremos  vei"  tal  vcz  en  lugar  oportuno. 


LXXI 

Venta  de  dos  quintas  partes  de  un  cuarto 
de  la  alquería  de  Villafranca,  «llamada  antes 
de  ahora  Villa  Algariba»,  de  la  jurisdicción 
do  la  ciudad  de  Toledo;  y  esta  cuarta  parte 
en  que  están  los  dos  quintos  que  ahora  se 
venden  perteneció  á  D.  Miguel  el  medidor 
de  granos,  al/uelo  de  los  vendedores. 

Figuran  como  tales  D.  Pedro  Felicis,  su 
hermana  Doña  ¿Exlonza?  y  los  dos  hijos  de 
ésta  D.  Fernando  y  Doña  Urraca;  y  como 
compradores  D.  Pedro  de  Frómista,..  '  y  su 

esposa  Doña  ¿Quiralda?  ív-»Lj    .,_j^  ^^j.;:^,!) 
l>,:>  ¿.-¿.I  ^j^_.  ^^j^\^  »^^e   J  ^-^  ij^  K^:.i 


yi£= 


i>3l 


J^.  ^  ^,..J!  L.>J!  Ú.  J^'  JJ  U) 

Precio,  36  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Enero  de 
la  Era  1232. 

Todas  las  suscripciones  son  arábigas: 
Salvador  b.  Abdelaziz  b.  Abdelmelic;  Juan 
b.  Micael  b.  Abdelaziz.  el  de  Manzanares 

(^  ,LA.y)l);  Micael  b.  Alí  b.   Omar;  Juan 

b.  Domingo  Crespo,  esposo  de  Doña  ¿Ex- 
lonza? citada,  testigo,  y  se  escribió  por  él  á 

su  mandato  ^r  2J  ¿--¿y-J  i  i¿-^-*->  ¡^^^   ^^'''  J)ij) 

-(íyb;  Pedro  b.  O. liar  b.  Gálib  Al-K^Uás. 
Francisco  ?ow. 

(Conliiuiará.) 


I  Aunque  parecen  divisarse  algunos  pun- 
tos, abrigamos  alguna  duda  respecto  á  su  dis- 
tribución. 

(*)     Si  las  apariencias  no  nos  engañan,  este 

nombre  está  así  escrito  i.~i..tL¿.|,  cuya  corres- 
pondencia desconocemos  á  ciencia  cierta. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


235 


SECCIÓN  DE  LITERATURA 


CATAT^OaACIOX 

La  mujer  del  quesero,  ¿qué  será? 
Y  la  casa  en  que  vi  vía  ^  ¿Q^^é  serta? 

Este  dicho  común ,  á  modo  de  acer- 
tijo, con  el  cual,  al  significarse,  me- 
diante el  sonsonete ,  que  la  mujer  del 
quesero  es  la  quesera,  y  la  quesería  su 
casa  habitación,  se  pretende  dar  á  en- 
tender como  se  trata  de  una  cosa  tan 
clara,  notDria  y  evidente  de  suyo,  que 
no  ofrece  duda  ó  dificultad  alguna  para 
su  cabal  comprensión,  me  ha  ocurrido 
ahora  con  motivo  de  la  palabra   que 
acabo  de  escribir  como  título  del  ar 
tículo  que  me  está  bullendo  en  la  men- 
te. Porque  es  el  caso ,  si  no  lo  has  por 
enojo,  lector  amado,  que  sentiría  en  el 
alma  que  tocaras  á  la  puerta  del  Dic 
cionario  de  la  Academia  en  demanda 
de  qué  valor  ó  significación   tiene  el 
vocablo  catalogación,  así  como  su  q.oxs.- 
génerQ:catalogador,catal9gadora;p\iQS 
perderías  el  tiempo,  de  igual  modo  que 
me  ha  pasado  á  mí,  al  encontrarte  con 
cara  de  palo^  lo  cual,  después  de  todo, 
viene  á  resultar  algo  parecido  ¡i^aque- 
Uo  de:  Perdone  por  Dios,  hermano,  ó 
bien  á  lo  de:  A  otra  puerta,  que  ésta  no 
se  abre .  Cons\xé\ixme ,  empero,  la  idea 
de  que^  en  el  mero  hecho  de  ser  lector 
de  esta  Revista,  tienes  por  fuerza  que 
saber  dónde  tienes  tu  mano  derecha, 
sin  necesidad  de  que  te  griten:  ¡á  las 
pasas!  ó  ¡á  los  higos!  con  objeto  de 
hacer  que  gires  un  cuarto  de  conver- 
sión sobre  tus  talones  en  una  ú  otra 
dirección,  como  le  ocurrió  á  aquel  po 
bre  recluta  de  marras,  y,  por  ende, 
que,  después  que  la  Real   Academia 
Espafiola  ha  incluido  por  vez  primera, 
en  la  duodécima  edición  de  su  Diccio- 
nario el  verbo  catalogar,  ya  podrás 
moverte  por  ti  solo  y  sin  necesidad  de 
andadores  para  comprender  que,  si  la 
mujer  del  quesero  es  la  quesera,  y  su 


morada  la  quesería  ,  por  una  razón 
análoga  y  orden  propincuo,  cataloga- 
ción es  la  "acción  ó  efecto,  de  catalo- 
gar, „  así  como  catalogador  y  catato- 
gadora  es  "el  ó  la  que  cataloga. „  Sen- 
tados estos  precedentes,  pues  no  había 
yo  de  entrar  en  materia  como  Pedro 
por  su  casa,  manos  á  la  obra. 

Circunscribiendo  ahora  la  operación 
de  la  catalogación  al  terreno  bibliográ- 
fico, y  sólo  respecto  á  los  nombres  de 
autores,  entro  diciendo  que,  en  ocasio- 
nes, es  asunto  éste  más  grave  y  espi- 
noso de  lo  que  á  primera  vista  parece. 
En  efecto,  tratándose  de  la  nimia  exac- 
titud y  escrupulosidad  con  que  deben 
ser  copiados  los  apellidos,  así  como 
los  nombres  de  pila,  toda  diligencia  es 
poca,  pues  sobre  desorientar  en  oca- 
siones al  investigador,  podría  indu- 
cirlo á  error  más  de  una  vez,  hacién- 
dole perder  el  tiempo  no  pocas.  Que 
escribe  un  autor  su  apellido  Giménez, 
ó  bien  Ximenes:  pues  coloqúese  en  su 
respectivo  lugar  alfabético,  lo  cual  no 
empece  para  que  figure  en  la  sección 
de  la  letra  J,  al  tenor  de  como  hoy  se 
usa,  pero  con  remisión  á  aquella  de 
las  dos  susodichas  letras  que  le  co- 
rresponda. Mas  ¿qué  mucho  se  deba 
proceder  con  nimio  rigor  en  el  parti- 
cular, si  hasta  un  acento,  un  simple 
acento  puede  desnaturalizar  por  com- 
pleto un  nombre  de  familia,  de  que 
certificará,  á  vueltas  de  varios  otros, 
el  apellido  Sarria,  el  Sarria,  y  el  Sa- 
rria?... Sabido  es  de  todos,  que  la  sus 
titución,  la  permutación,  la  introduc- 
ción, la  desaparición,  etc.,  de  una  ú 
otra  letra  en  tal  ó  cual  apellido,  ha 
originado  más  de  una  vez  graves  con- 
flictos, hasta  el  punto  de  ser  sometido 
su  esclarecimiento  á  la  intervención 
de  los  tribunales  ''. 


1  Harto  conocido  es  de  toda  persona,  siquiera 
medianamente  instruida,  el  apellido /rzar/f,  y  noto- 
rio es,  en  general,  que  la  /  inicial  maj-úscula  se  re- 
presenta en  la  letra  de  mano  por  medio  de  la  Y.  Pues 
bien,  las  varias  eruditas  obras  de  D.  Juan  y  D.  To- 
más .,tío  y  sobrino  de  dicho  apeUido)  aparecen  cons- 


236 


boletín 


Viniendo  ahora  al  asunto  de  los 
nombres  propiamente  dichos,  ó  séase 
los  de  pila  ó  bautismo,  me  limitaré  á 
decir  como  tengo  á  la  vista  más  de  un 
catálogo  del  ramo  de  librería,  en  que 
se  escribe  Eduardo  por  Eudaldo,  Eus- 
taquio por  Eustoquio ,  Emilio  por 
Emigdio,  etc.  Claro  es  como  el  agua 
(cuando  no  viene  turbia,  como  la  que 
mana  actualmente  de  las  fuentes  de 
Madrid)  ^,  que  todos  esos  nombres  son 
muy  buenos  ¡ya  lo  creo!  como  que  lo 
son  de  otros  tantos  santos;  pero...  no 
viene  el  don  con  el  Turuleque:  también 
el  Credo  es  muy  bueno,  como  profesión 
de  fe  hecha  por  los  Apóstoles,  y,  sin 
embargo,  no  sirve  para  consagrar. 

Y  5'^a  que  de  nombres  de  pila  acaba 
mos  de  hablar,  ocúrreseme,  que  ni  de 
perlas,  la  impropiedad  en  que  incurre 
el  catalogador  cuando,  distinguién- 
dose el  autor  por  dos  apellidos,  el  pri- 
mero de  los  cuales  es  un  nombre  de 
Santo,  resulta  asentado  por  la  letra  ini- 
cial del  segundo,  siendo  impropiamen- 
te reputado  como  segundo  nombre  de 
pila  el  que  en  realidad  no  lo  es.  En 
prueba  de  ello,  el  que  catalogue  á  An- 
to)iio  Martín  Gamcro  por  Camero,  y  á 
Braulio  Antón Ramíres  por  Ramírez, 
se  equivoca  lastimosamente,  pues  Mar- 
tín y  Antón  son  respectivamente  los 
primeros  apellidos  de  esos  dos  insig- 
nes escritores  de  nuestro  suelo,  por 
desgracia  víctimas  hoy  de  la  inexora- 
ble Parca. 

Más  lamentable  es  todavía  el  abuso, 
corriente  hasta  en  varones  leíos  y  es- 
cribios, de  catalogar  al  egregio  natu- 
ralista Simón  de  Rojas  Clemente  por 


tantemente  impresas  bajo  la  forma  de  Yi-iarte,  como 
lo  hacían  al  escribir  y  firmar  su  nombre :  razón  de 
ínás  para  que  se  respete  en  los  catálogos  la  costum- 
bre observada  por  los  poseedores  de  tal  apellido^  si 
bien  verificándose  lo  que  \'a  tengo  indicado  aniba  ,  á 
saber,  que  en  la  letra  /se  haga  la  competente  remi. 
sión  á  la  Y. 

(1)  Téngase  en  cuenta  que,  cuando  se  escribía  este 
artículo,  era  por  Noviembre  del  año  próximo  pasado 
de  1893,  época  en  que  las  arcas  del  Lozoya,  brindaban 
á  los  habitantes  de  Madrid  con  barro  en  vez  de  agita. 


Rojas  Clemente.  Semejante  infundado 
proceder  me  hace  el  mismo  efecto  que 
si  á  un  autor  que  se  llamara,'  pongo 
por  caso,  José  de  CalasauB  BeníteB, 
lo  suscribieran  en  un  registro  cual- 
quiera bajo  el  nombre  de  Calasans. 
No  lo  invento:  sépase  que  al  sabio  his- 
toriador, actual  obispo  de  Segorbe, 
Sr.  D.  Francisco  de  Asís  Aguilar,  le  he 
visto  citado  en  un  catálogo  comercial, 
pocos  meses  ha  impreso  en  esta  Villa  y 
Corte,  bajo  la  redacción  áo.  Asís  Agui- 
lar (Francisco),  con  tanto  mayor  sor- 
presa por  parte  mía,  cuanto  que  no  hay 
perro  ni  gato  que  no  conozca  la  exis- 
tencia de  un  gran  amigo  de  Dios,  á 
quien  se  tributa  culto  muchos  siglos 
hace  en  los  altares,  con  la  denomina- 
ción de  San  Francisco  de  Asís.  En  se- 
mejante inconveniencia  incurren,  y  no 
son  pocos,  los  que  llaman  Calvó  Puig 
al  célebre  maestro  compositor  vicense 
Bernardo  Calvó  Puig,  así  como  San- 
tos Alvares  al  distinguido  poeta  Mi- 
guel de  los  Santos  Alvares,  por  igno- 
rar, ó  haber  relegado  al  olvido,  que 
existen  igualmente  un  San  Bernardo 
Calvó  y  un  San  Miguel  de  los  Santos. 
Y,  por  último,  en  cierta  obra  bibliográ- 
fica esp^añola  de  gran  interés  y  no  pe- 
queña autoridad,  se  lee  Mártir  de  An- 
glería  (Pedro),  seguramente  porque  á 
su  autor,  ó  á  sus  coordinadores  y  au- 
mentadores,  ó  al  último  director  de  la 
edición,  en  medio  de  tanta  balumba  de 
negocios  como  debieran  de  traer  entre 
manos  (que  no  debieran,  por  aquello  de 
que  quien  mucho  abarca  poco  aprieta) ^ 
se  les  fué  el  santo  al  cielo;  quiero  de- 
cir: se  les  fué  de  la  memoria  que  la 
Iglesia  nuestra  Madre  venera  á  un  San 
Pedro  Mártir,  nombre  que  se  le  impuso 
en  las  aguas  regeneradoras  del  Bautis- 
mo á  aquel  célebre  historiador  italiano 
\\siV!\2íáo  Anglo  ó  deAngleria{áe  la  villa 
milanesaAnghiera,  en  latín  Angleria  y 
no  Anglería) ,vnvónmAs  español  por  su 
acendrado  cariño  y  profunda  gratitud 
á  nuestro  suelo,  á  causa  de  las  muchas 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


237 


distinciones  que  en  él  recibió,  3^  cuyas 
cenizas  reposan  en  la  Catedral  de  Gra- 
nada desde  el  año  1526,  después  de 
haber  desempeñado  los  altos  cargos 
que  le  confirieran  los  Reyes  Católicos, 
escrito  varias  obras  de  gran  alcance, 
y  ocupado  la  dignidad  prioral  en  aquel 
ilustre  Cabildo  metropolitano. 

José  María  Sbarbi. 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 

Ix  el  pasado  mes  de  Enero  realizó 
la  Sociedad  dos  visitas  á  otras 
tantas  importantes  colecciones 
arqueológicas  particulares  de  Madrid. 

El  día  9  visitóse  la  del  Sr.  D.  Cesá- 
reo Aragón,  Marqués  de  Casa-Torres, 
quien  mostró  á  los  excursionistas  los 
interesantes  objetos  que  ha  logrado 
reunir,  tales  como  cuadros,  tapices, 
libros,  documentos,  telas,  curiosidades 
de  distintos  géneros  y  principalmente 
la  magnífica  colección  de  armas  de  la 
Edad  Media  y  del  Renacimiento,  en 
que  se  comprenden  preciosas  piezas 
artísticas  é  históricas  de  altísimo  valor. 

Asistieron  á  la  excursión:  el  Presi- 
dente de  la  Sociedad,  Sr.  Serrano  Fa- 
tigati,  y  los  Sres.  Boix  (D.  Félix), 
Bosch  (D.  Eduardo  y  D.  Pablo),  Cabe- 
llo (D.  Vicente),  Cervino  (D.  Marce- 
lo), García  Concellón  (D.  Eloy),  He- 
rrera (D.  Adolfo),  López  Acebal  (don 
Francisco),  Navarro  (D.  Felipe  Beni- 
cío).  Conde  de  la  Oliva,  Vizconde  de 
Palazuelos,  Peña  (D.  Antonio),  Poleró 
(D.  Vicente),  Sentenach  (D.  Narciso), 
Tormo  (D.  Elias)  y  Velasco  (D.  Cle- 
mente). Terminada  la  excursión^  los 
visitantes  acudieron  al  Restáurant  Ita- 
liano, donde  les  fué  servido  un  al- 
muerzo. 

X 

X     X 

El  día  14  visitaron  los  excursionis- 
tas el  palacio  del  Sr.  Marqués  de  Ce- 
rralbo,  verdadero  museo  que  encierra 


inestimables  joyas  del  arte  antiguo, 
medio  y  moderno,  presentadas  y  colo- 
cadas con  exquisito  gusto.  El  Sr.  Mar. 
qués  fué  mostrando  detenidamente  á 
nuestros  consocios  la  magnífica  gale- 
ría de  cuadros,  entre  los  cuales  los 
hay  de  las  más  importantes  firmas;  el 
rico  monetario,  la  biblioteca,  multitud 
de  antigüedades  ibéricas,  egipcias  y 
romanas,  armas,  tapices,  porcelanas 
5'-  mil  objetos  más  distribuidos  en  am- 
plísimos salones,  cuya  artística  deco  • 
ración  moderna  no  es  lo  menos  digno 
de  admirarse  en  el  palacio.  Termina- 
da que  fué  la  visita,  el  dueño  de  la 
casa  obsequió  á  los  visitantes  con  un 
espléndido  lunch. 

Concurrieron  al  acto,  á  más  del 
Presidente  Sr.  Serrano  Fatigati,  los 
Sres.  Albacete  (D.  Luis),  Álvarez  Se- 
reix  (D.  Rafael),  Bosch  (D.  Eduardo 
y  D.  Pablo),  Calatraveño  ;D.  Fernan- 
do), Cervino,  García  (D.  Juan  Catali- 
na), García  Concellón,  Herrera,  Ló- 
pez Acebal,  López  de  Ayala  (D.  Ma- 
nuel), Millares  Amor,  Navarro  (D.  Fe- 
lipe B,),  Conde  de  la  Oliva,  Vizconde 
de  Palazuelos,  Peña,  Poleró,  vSente- 
nach,  Tormo  y  Velasco.  La  excursión 
terminó  en  el  restáurant  del  Hotel 
Inglés. 

.  Dos  compañeros  nuestros  darán  más 
extensa  cuenta  en  el  Boletín  de  las 
aprovechadas  visitas  á  las  colecciones 
de  los  Marqueses  de  Cerralbo  y  Casa- 
Torres.  Entretanto,  reciban  estos  se- 
ñores el  testimonio  de  nuestra  grati- 
tud por  las  bondades  y  deferencias  de 
que  hicieron  objeto  á  los  socios  de  la 
Española  de  Excursiones. 


APIA 


La  real  capilla  de  Santa  Águeda,  fiel  pala' 
do  de  los  Reyes  ile  Aragón,  en  BarceiO' 
ua. — IVotas  hlstói'lco-ci-íticas,  por  D.  Buena* 
vtNTURA  Bassegoda. — (Barcelona,  1895.) 

Esta  Memoria,  una  de  las  más  interesantes 
entre  las  publicadas  por  la  Asociación  de  Ar- 
quitectos de  Cataluña,  es,  á  pesar  de  su  harto 


238 


boletín 


modesto  título,  acabada  monografía  artística, 
que  podría  servir  de  modelo  para  lo  mucho 
que  aún  está  por  hacer  entre  nosotros  en  el 
campo  de  nuestros  monumentos  nacionales. 

A  la  Memoria  precede  el  acta  déla  excursión 
realizada  por  la  Asociación  á  la  capilla  de 
Santa  Águeda,  en  21  de  Octubre  de  1894. 

El  Sr.  Bassegoda  hace  una  metódica  y  de- 
tallada descripción  del  monumento,  hoy  con- 
vertido en  Museo  provincial  de  antigüedades. 
Reseña  después  su  pasado  y  el  del  Palau  ma- 
jor,  ó  palacio  de  los  Reyes  de  Aragón,  del 
que  la  capilla  era  principalísima  dependencia. 
Esta,  tras  varias  vicisitudes,  logró  escapar  in- 
cólume de  la  odiosa  piqueta  que  estuvo  á  pun- 
to de  demolerla.  Compara  luego  el  autor  la 
capilla  barcelonesa  con  las  demás  capillas  rea- 
les de  la  Corona  de  Aragón,  y  aun  con  la  San- 
ta Capilla  de  París;  y  aprovecha  este  examen 
comparativo  para  emitir  atinados  juicios  sobre 
el  monumento  y  acerca  del  estilo  arquitectó- 
nico que  en  él  campea. 

La  curiosa  techumbre  de  la  iglesia  le  hace 
extenderse  respecto  del  frecuente  uso  que  de 
las  de  madera  se  hizo  durante  la  Edad  Media. 
La  persistencia  de  las  tradiciones  románicas 
en  el  N.  E.  de  la  Península,  y  los  caracteres 
que  los  monumentos  ojivales  presentan  en 
aquella  región,  impulsan  al  autor  á  afirmar  la 
existencia  de  un  especial  estilo  aragonés,  que 
principalmente  se  manifiesta  en  el  siglo  XIV. 
A  seguida  diserta  sobre  la  historia  de  la  arqui- 
tectura en  la  Corona  de  Aragón  en  los  tres  úl- 
timos siglos  de  la  Edad  Media;  fija  como  fe- 
cha de  construcción  de  Santa  Águeda  los  últi- 
mos añosdel  siglo  XHI  ó  los  primeros  del  XIV; 
y  se  ocupa  después  en  los  escudos  reales  escul- 
pidos en  la  capilla,  varios  de  los  cuales  repro- 
duce. Otros  grabados  reproducen  igualmente 
la  planta  del  templo,  diversas  secciones,  vistas 
y  detalles  artísticos  del  mismo,  todo  lo  cual 
presta  nuevo  realce  al  trabajo. 

El  espíritu  regionalista  en  que  se  halla  ins- 
pirado, hace  al  autor  aplicar  ó  sustentar  algún 
calificativo  ú  opinión,  de  que  nosotros  disenti- 
mos; y  así  ocurre  en  lo  referente  al  Conde  don 
Jaime  de  Urgel,  al  Parlamento  de  Caspe  y  á 
la  dinastía  castellana  que  se  entronizó  en  Ara- 
gón con  el  advenimiento  de  D.  Fernando  I 
(páginas  3'^,  nota  y  48).  Esto  no  puede  impedir 
que  reconozcamos  el  mérito  de  la  monogra- 
fía, en  que  campean  erudición  de  buena  ley, 
crítica  razonada,  entusiasmo  artístico  y  estilo 
brillante  y  pintoresco. 


Tres  cartas  autógrafas  é  inéditas  de  Anto* 
nio  Tiillundcr,  IVIossén  Borra,  Itlacstro  de 
ios  al liai  danés  do  D  Fernando  el  de  An» 
tequera  y  algunos  documentos  desconoci- 
dos relativos  ai  mismo  personaje,  por  D.  Ma- 
nuel DE  BoFAi{ULL  Y  DE  SARTORIO.  -  (Barcelona,  1895   ) 

Publicaciones  como  la  que  nos  ocupa,  son 
necesarias  para  esclarecer  la  vida  y  hechos  de 
los  personajes  que  por  sus  circunstancias  es- 
peciales sobresalieron  ó  se  hicieron  notorios 
entre  sus  contemporáneos,  en  más  ó  menos 
remotos  siglos. 

En  la  historia  de  la  monarquía  catalano- 
aragonesa,  ofrécesenos  como  personalidad 
original  la  de  aquel  Mossén  Borra,  individuo 
el  más  popular  de  su  época  en  los  dominios  de 
Aragón,  maestro  de  los  albardanes,  que  vale 
tanto  como  truhán  ó  bufón  adscrito  al  palacio 


de  los  Reyes  para  su  esparcimiento,  fiel  servi- 
dor de  D.  Martin,  Fernando  I  y  Alfonso  V,  á 
quienes  prestóimportantes  servicios. Sobre  tan 
singular  personaje  versa  una  Memoria  de  don 
Francisco  de  BofaruU,  que  acompaña  á  las 
cartas,  y  en  la  que  se  consignan  muy  curiosos 
datos  biográficos  de  Mossén  Borra. 

El  monarca  aragonés  Alfonso  V  había  en- 
viado á  su  fiel  Borra  cerca  del  emperador  Se- 
gismundo para  darle  solaj,  y  de  este  período 
(años  1417  v  1418),  datan  las  tres  cartas  diri- 
gidas por  Tallander  á  Alfonso  V,  que  son  en 
extremo  interesantes.  En  ellas  cuenta  el  bufón 
sus  viajes  y  aventuras,  pondera  los  regalos  y 
presentes  que  se  le  hicieron  y  consigna  noti- 
cias políticas  y  otras  relativas  á  la  corte  ale- 
mana ó  á  varios  personajes  extranjeros,  Al 
texto  catalán  de  las  cartas  acompaña  una  fiel 
versión  castellana,  hecha  por  D.  Manuel  de 
Bofarull. 

A  continuación  sigúese  una  pequeña  colec- 
ción diplomática,  compuesta  de  treinta  y  seis 
documentos,  que  en  su  casi  totalidad  esclare- 
cen la  vida  del  protagonista  y  hacen  referen- 
cia á  éste  y  á  su  familia  en  sus  relaciones  con 
los  reyes  de  Aragón.  En  la  monografía,  en  fin, 
reprodúcese  el  sepulcro  de  Mossén  Borra,  que 
existe  en  el  claustro  de  la  Catedral  de  Bar- 
celona. 

IVyerros  >  Cadells. —  Memoria  leída  en  la  Real  Aca~ 

demia  de  Buenas.  Lelras,  en  la  sesión  de  20  de  Abnlde  189 1 , 
por  D.  Celestino  Barallat  Y  FALGUERA(Biircelcna  1895). 

En  este  breve  folleto  enciérranse  curicsas 
noticias  históricas  acerca  de  las  antiguas  fami- 
lias catalanas  de  Nyer,  Cadell,  Serrallonga  y 
Torrellas,  cuyos  enlaces  y  entronques,  y  sus 
luchas  en  la  Edad  .Media  y  en  los  siglos  XVI 
y  XVII,  interesan  á  la  historia  de  Cataluña,  y 
particularmente  á  la  de  la  región  pirenaica. 
Danse  también  noticias  del  célebre  Juan  de 
Serrallonga,  de  tan  legendaria  memoria;  y 
tanto  aquéllas  como  otras  de  índole  asimismo 
histórica  y  arqueológica,  realzan  el  trabajo 
del  docto  académico  y  secretario  de  la  de  Bue- 
nas Letras  de  Barcelona. 


Tres  poesías  t  «Jesús  de  IVazarctli. — Sol  y 
flesta.  —  lIi>!itoria  de  un  diamante  ,  por  don 

Juan  Menéndez  Pidal.  (Madrid,  MDlCCXCV.) 

En  varias  producciones,  ya  anteriormente 
saboreadas  por  el  público,  ha  venido  demos- 
trando el  Sr.  Menéndez  Pidal  sus  relevantes 
condiciones  como  cultivador  de  la  poesía  ca- 
balleresca y  de  la  popular,  como  colector  y 
anotador  de  nuestros  antiguos  romances,  y 
como  tratadista  de  Derecho  público.  Las  tres 
poesías  que  acaba  de  dar  á  luz,  reunidas  en 
elegante  folleto,  consolidarán  la  reputación  de 
su  autor,  por  la  inspiración,  limpieza  de  dic- 
ción é  ingenuidad  de  sentimiento  que  en  ellas 
resplandecen. 

Sevilla  intelectnal.— 5ai  escritores}'  artistas  contetti' 
peroneos .  Setenta  y  cinco  biografías  de  los  mejores  inge- 
nios hi'paleiises,  y  un  Apéndice  con  esludios  bibliográficos 
y  criticas  acerca  de  las  obras  de  algunos  más  que  no  han 
sido  biografiados,  por  José  Cáscales  y  Muñoz  (Mathéfilo) 
con  una  carta  del  hxcmo.  Sr.  U.  Marcelino  Menéndez 
Y  Phlayo.-    (Madrid,  1896.) 

Si  en  todas  las  capitales  de  provincia  y  de- 
más centros  españoles  de  producción  intelec- 
tual se  publicasen  libros  de  la  índole  del  pre- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


239 


senté,  tendríamos  mucho  adelantado  para  el 
conocimiento  de  nuestra  contemporánea  cul- 
tura literaria  y  artística. 

Con  la  conveniente  separación  en  secciones 
ocúpase  el  Sr.  Cáscales  en  los  escritores,  pin- 
tores, escultores,  músicos  y  cantantes  que  hon- 
ran á  la  moderna  Sevilla,  ora  por  haber  nacido 
en  su  suelo,  ora  por  haber  desarrollado  en  él 
sus  aptitudes  ó  sus  talentos.  Sensible  es  que  el 
autor  no  haya  concedido  tanta  plaza  al  juicio 
propio  como  á  la  reseña  biográfica,  circuns- 
tancia que  hubiera  avalorado  aúnmás  su  obra; 
pero  que  al  proceder  así  obedeció  á  un  propó- 
sito deliberado,  lo  demuestran  las  palabras  del 
prólogo,  en  que  se  expresada  este  modo:  «  Para 
que  el  lector  tenga  en  cuenta  la  índole  ó  el  ca- 
rácter de  mis  modestos  artículos,  he  de  decir, 
ante  todo,  que  al  escribirlos  no  ha  sido  mi 
propósito  hacer  críticas  severas  de  I^iteratura 
ni  de  Arte.  No  creyéndome  con  dotes  para  ac- 
tuar de  censor  ó  de  maestro,  se  ha  reducido 
mi  tarea  á  consignar  las  noticias  biográficas 
que  he  podido  adquirir  de  los  susodichos  inge- 
nios hispalenses...» 

Alguna  mayor  amplitud  hubiéramos  desea- 
do al  tratarse  de  ciertas  importantes  persona- 
1  dades,  como,  por  ejemplo,  del  Sr.  Mateos 
Gago,  cuyas  obrascientíficas,  históricas  y  apo- 
logéticas bien  dignas  son  de  algún  estudio  y 
examen.  Extráñanos  también  la  exclusión  de 
ciertos  nombres,  como  el  del  insigne  crítico 
D.  Manuel  Cañete,  ilustre  sevillano  nacido 
en  1822  y  ha  pocos  años  fallecido;  sin  que  sea 
creíble  que  por  esta  última  circunstancia  se  le 
excluyera,  pues  no  se  excluyó  al  antes  citado 
Mateos  Gago,  al  literato  Mas  y  Prat  y  á  la  se- 
ñora Díaz  de  Lamarque,  todos  ellos  perdidos 
ya  para  las  letras  y  que,  sin  embargo,  figuran 
con  razonen  la  obra. 

Las  anteriores  observaciones,  que  nos  ha 
sugerido  su  lectura,  no  impiden  que  la  con- 
ceptuemos muy  útil  para  el  conocimiento  de 
la  Sevil'a  intelectual  contemporánea,  fin  que 
se  propuso  el  Sr.  Cáscales,  á  quien  enviamos 
nuestra  enhorabuena  por  su  trabajo. 


Revista  critica  ilo  Historia  >  Literatura  cti- 
pnñoias ,  portuguesas  é  iiispnno-auícri- 
cuniis. 

Ha  llegado  á  nuestras  manos  el  número  pri- 
mero de  esta  Revista,  continuación  de  la  crí- 
tica de  Historia  y  Literatura  españolas  que 
comenzó  á  publicarse  en  Madrid  el  pasado 
año  i8q3.  Contiene  notables  artículos  de  los 
Sres.  Mélida,  Ribera,  Haebler.  Codera,  Ber- 
langa,  Hillman  y  Peres.  Por  su  especial  ín- 
dole, la  Revista  viene  á  llenar  un  verdadero 
vacío  en  España,  y  por  lo  mismo  es  de  desear 
y  de  esperar  que  en  los  sucesivos  números  se 
mantenga  á  la  altura  que  en  el  primero  ha 
sabido  colocarse. 

P. 


CQl^OEDÁNEA 

Exposición  de  acuarelistas. —  El  día  12  del 
pasado  mes  de  Enero  se  inaguró  en  el  Salón 
Hernández  (Carrera  de  San  Jerónimo,  49),  la 


octava  Exposición  de  la  Sociedad  de  acuare- 
listasde  Madrid, que  es  por  todo  extremo  nota- 
ble. En  su  Catálogo  sólo  figuran  doscientas 
nueve  obras;  pero  el  mérito  intrínseco  de  las 
más  de  ellas  y  las  firmas  que  las  avaloran  han 
hechoá  la  Exposicióndigna  de  la  atención  que 
le  ha  concedido  el  público  inteligente  de  la 
corte. 

Tan  sólo  para  dar  alguna  idea  á  nuestros 
lectores,  diremos  que  en  esta  selecta  colección 
figuran  las  obras  siguientes,  entre  las  cuales 
hay,  no  sólo  acuarelas,  sino  también  aguas 
fuertes  y  dibujos  á  pluma.  Peluquero  ambu- 
lante, de  Araujo.  Sevillanas,  de  Arroyo.  Des- 
pués del  baile,  de  la  Srta.  Bsquero.  Soirée 
musical  y  Una  caída  al  descubierto,  de  Ben- 
lliure.  En  la  sierra,  de  Cebrián.  Maniobras  de 
artillería,  de  Comba.  Dujc  veneciano,  de  Cour- 
tín.  En  los  Altos  Hornos,  de  Cutanda.  Un  Car- 
denal, de  Domingo  Marqués.  Estudio  del  natu- 
ral, de  Domingo  Muñoz.  Retrato  de  Wagner, 
_de  Egusquiza.  Carnaval  en  Roma,  Por  los 
inundados  de  Almería,  Diluviando  y  Estudio, 
de  Ferrant.  Mesa  revuelta,  de  Florit.  Un  fau- 
no, de  Fortuny.  Fantasía,  de  Galofre.  Cham- 
pagne, Bay adera  y  Un  filósofo,  de  García 
Mencía.  Abanderado,  de  García  Ramos.  Pai- 
saje de  luna,  de  Giménez.  Una  limosna  por 
Dios,  de  Hispa leto.  Tengo  que  echar  una  co- 
pla... y  Cercanías  de  Bilbao,  de  Iniesta.  Armo- 
nía, de  López.  Un  paje,  de  Manresa.  De  los 
tercios  de  Flandes,  Charra,  Socialista,  Pes- 
cadora, A  los  pies  de  usted  y  Huerfanita,  de 
Megia.  Un  Trovador,  de  Mestres.  La  vuelta 
del  tr abijo,  de  Moreno  Carbonero.  ¿Hablaba 
usted  conmigo?  y  Esperando ,  de  Parada  y 
Santín.  Una  caria,  de  Peña.  Aflicción,  de 
Peralta.  Chula  de  Madrid,  de  Perea.  Lugare- 
ña, de  Phsencia.  Un  lector  y  En  Venecia,  de 
Pradilla.  La  madrey  los  hijos,  de  Rene  Valet. 
Varios  estudios,  de  Rosales.  Pescadora,  de 
Ríos.  Torpederos  en  alta  mar,  de  Ruiz  Luna. 
Un  café  marroquí  y  Un  cuarteto  ,  de  Sala.  In  • 
fraganti,  de  Ugarte.  Favorita,  de  Sorolla. 
Japonesa,  de  Villegas. 

Cordial  enhorabuena  enviamos  á  nuestro 
consocio  y  amigo  el  Sr.  Hernández,  por  el 
éxito  alcanzado  por  la  Exposición,  la  cual  con- 
tribuirá indudablemente  á  hacer  revivir  el 
gusto  del  público  por  la  acuarela  y  el  dibujo 
á  pluma,  manifestaciones  artísticas  dignas  de 
mayor  atención  entre  nosotros. 

*  * 

Noticias  de  Asturias  dan  cuenta  de  lo  avan- 
zadas que  se  hallan  las  obras  que  se  ejecutan 
en  Covadonga.  En  la  suntuosa  basílica  que  se 
eleva  sobre  la   histórica  y  veneranda   cueva. 


240 


boletín 


cuna  de  la  restauración  de  España,  se  trabaja 
activamente  para  que  en  la  próxima  primavera 
quede  cubierta  la  nave  principal,  comenzada 
en  Julio  de  1886. 

Están  terminadas  !as  bóvedas  y  hastiales  del 
crucero,  presbiterio  y  ábsides,  y  los  techos  de 
las  naves  laterales.  Actualmente  se  remata  la 
nave  central,  desde  el  crucero  hasta  la  puerta 
principal.  El  gasto,  en  los  nueve  años  de  tra- 
bajo, asciende  ya  á  i.3oo,ooo  pesetas. 


**♦ 

En  el  pasado  mesde  Enero  verificóse  la  inau- 
guración de  una    Exposición  de  Bellas  Artes 
en  Copenhague.  Telegrafían  de  la  capital  dina- 
marquesa que  en  aquel  certamen  han  logrado 
ve-dadero  é  indiscutible  éxito  las  obras  de  los 
pintores  españoles  Villegas,  Moreno  Carbone- 
ro, Viniegra,  Benlliure,  Oliva  y  Saint-Aubin. 
Después  de  la  apertura  de  la  Exposición,  los 
Reyes  de  Dinamarca  recorrieron  la  sección  es- 
pañola, acompañados  por  el  ministro  de  Espa- 
ña, Marqués  de  Prat,  á  quien   felicitaron  los 
Soberanos  por  tan  alta  manifestación  de  la  cul- 
tura de  nuestra  patria. 

*** 

Han  sido  agraciados  por  el  Gobierno  portu- 
gués con  las  encomiendas  de  la  Orden  de  San- 
tiago  y  de  la  de  Cristo  respectivamente,  los  se- 
ñores D.  Rafael  Álvarez  Sereix  y  D.  Fernando 
Calatraveño.  Reciban  la  enhorabuena  ambos 
amigos  y  consocios  nuestros  por  tan  merecida 
distinción. 

*** 

Se  ha  inagurado  en  Barcelona,  en  el  Círculo 
de  San  Lucas,  una  Exposición  de  pinturas  de 
los  sig'os  XIV  al  XVIlí,  organizada  por  dicho 
centro  artístico. 

*** 

El  Sr.  Ministro  de  Fomento  ha  cedido  al  Mi- 
nisteno  de  la  Guerra  el  histórico  y  ya  restau- 
rado Alcázar  de  Segovia,  con  destino  exclusi- 
vo para  parque  y  Mus.^o  de  Artillería,  confor- 
me lo  había  solicitado  el  Ayuntamiento  de 
aquella  capital,  secundado  por  altas  jerarquías 
de  la  milicia. 


SECCIÓN  OFICIAL 

LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  FEBRERO 
La  Sociedad  Española  de  Excursiones  rea- 
lizará una  á  Medina  del  Campo,  Salamanca  v 
Valladoud  en  los  días  13  al  17  de  Febrero 
con  arreglo  á  las  condiciones  siguientes  ;        ' 


Salida  de  Madrid.  (Estación  del  Norte). 
Jueves  i3  alas  7  h.  y  i5' mañana. 

Llegada  á  Medina  del  Campo:  3  h.  10'  tarde. 

Salida  de  Medina  del  Campo  /en  el  Sud- 
Expreso,  8  h.  10' noche. 

Llegada  á  Salamanca:  10  h.  2'  noche. 

Salida  de  Salamanca  :  Sábado  i5,  á  las  10 
horas  4'  noche. 

Llegada  á  Valladolid:  Domingo  16,  2  horas 
3i'  madrugada. 

Salida  de  Valladolid:  Lunes  17,  á  las  7  ho 
ras  S'  mañana. 

Llegada  á  Madrid:  5  h.  59'  tarde. 

Nota.  Se  han  elegido  estas  horas  á  pesar 
del  tiempo  que  se  pierde  de  día  en  el  tren,  por- 
que la  combinación  de  los  correos  haría  pasar 
á  los  señores  excusionistas  dos  noches  de  via- 
je, de  las  cuatro  que  se  invertirán  en  la  excur- 
sión. 

Monumentos  que  se  visitarán.—  En  Medina 
del  Campo,  el  histórico  castillo  de  la  Mota. 

En  Salanianca.—CalQÚTdÁts  vieja  y  nueva.-l- 
San  Martín.  —  San  Benito.  —  San  Esteban.'- 
Sancti  Spíritus.  —  Agustinas  Recoletas.  —  La 
Compañía.—  Universidad.  —  Estudios  meno- 
res.-Hospital  del  Estudio.— Colegios  de  San 
Bartolomé,  de  Irlandeses  y  de  Calatrava.  — 
Palacio  de  Monterey.— Casa  de  las  Concha¡.- 
Casa  de  las  Salinas.  — Torre  del  Clavero,  etc. 
En  Valladolid.- Santa  María  la  Antigua.— 
San  Pablo.- San  Gregorio.— La  Magdalena.— 
Portaceli.  —  Museo.  —  Casas  artísticas  par- 
ticulares, etc. 

Cho/íí.  —  Ciento  treinta  pesetas,  en  que  se 
comprende  todas  las  estancias  en  Medina  del 
Campo,  Salamanca  y  Valladolid,  les  billetes 
de  ida  y  vuelta  en  segunda  clase,  menos  el 
trayecto  de  Medina  del  Campo  á  Salamanca, 
que  se  hará  necesariamente  en  el  tren  de  lujo, 
lunchs  de  ida  y  vuelta  en  el  tren;  ómnibus  en 
las  estaciones,  gratificaciones,  etc. 

Para  las  adhesiones  dirigirse  de  palabra  ó 
por  escrito,  acompañando  la  cuota,  al  Sr.  Pre- 
sidente de  la  Comisión  Ejecutiva,  D.  Enrique 
Serrano  Fatigati,  Pozas,  17,  segundo,  hasta  el 
miércoles  12,  á  las  tres  de  la  tarde.  Si  hasta 
dicho  día  y  hora  no  se  hubiera  recibido  nin- 
guna adhesión,  la  presidencia  suspendería  el 
viaje. 

Madrid  3i  de  Enero  de  1896.  —  El  Secre- 
tario gene  ral,  Vizconde  de  Palaptelos.—V  .°Yi.'>: 
el  Presidente,  Serrano  Fatigati. 


ÍNDICE  DE  MATERIAS 


EXCURSIONES  P'g'"»^- 

Fortaleza  y  castillos  de  Maque- 
da  y  Escalona,  por  D.  Felipe 
B.  Navarro 1  y      21 

Excursión  á  San  Francisco  el 
Grande,  por  D.  Gerardo  de  la 
Puente 15 

San  Juan  de  Ortega:  Recuerdos 
de  una  excursión,  porD.  Eloy 
García  Concellón 32 

Por  tierra  de  Segó  via:  Excursión 
á  la  Losa,  Nav^as  de  Riofrío  y 
Revenga,  por  el  Vizconde  de 
Palazuelos 45 

Excursión  particular  á  la  facto- 
ría de  Matagorda,  por  D.  Pe- 
layo  Quintero 69 

Recuerdos  de  una  excursión  á 
la  islas  Canarias,  por  D.  Ma- 
riano López  de  Ayala 133 

Los  túmulos  de  Canillas  del  Se- 
rrano, por  D.  J.  Cáscales  y 
Muñoz 149 

Las  colecciones  de  Madrid.  1.  El 
Sr.  Marqués  de  Monistrol,  por 
D.  Marcelo  Cervino 225 

Una  visita  á  Lorca  y  su  castillo, 
por  D.  Fernando  Penar  rubia.     228 

SECCIÓN    DE    CIENCIAS    HISTÓRICAS 

Epigrafía  arábiga :  lápida  con- 
memorativa del  castillo  de 
Tarifa,  por  D.  Rodrigo  Ama- 
dor de  los  Ríos 17 

Orfebrería  :  Portapaz  de  San- 
tiago de  Uclés. — Jarro  del  Pi- 
lar de  Zaragoza,  por  D.  En- 
rique de  Leguina 19 

Crismeras  de  plomo  historiado, 
por  D.  Juan  Catalina  García.       38 

Epigrafía  arábiga:  Lápida  con- 
memorativa descubierta  en 
Toledo,  por  D.  Rodrigo  Ama- 
dor de  los  Ríos 41 


Páginas. 

Sello  de  D,  Alfonso,  duque  de 
Gandía,  por  el  Barón  de  las 
Cuatro  Torres 53 

Frontal  de  estilo  flamenco  en  la 
catedral  de  Valencia,  por  X.       55 

La  estación  prehistórica  de  Se- 
góbriga,  por  el  P.  Eduardo 
Capelle 69,  117,  152  y     220 

Arqueta  de  la  catedral  de  As- 
torga,  por  X 73 

Inscripción  árabe  de  la  capilla 
de  Santa  Catalina  en  Toledo, 
por  D.  Francisco  Codera.  ,  .       74 

Efigie  de  Nuestra  Señora  del 
Claustro  en  la  catedral  de 
Solsona,  por  D.  Ramón  Riu 
y  Cabanas 93 

Tríptico  de  Rómulo  Cincenato, 
por  D.  Manuel  de  Foronda.  .       95 

Escrituras  mozárabes  toledanas, 
por  D.  Francisco  Pons.  .  99, 
118,  138,  154,  174,  183,  215  y     232 

Lápida  arábiga  conmemorativa 
de  la  capilla  de  Santa  Catali- 
na en  Toledo  ( rectificación), 
por  D.  Rodrigo  Amador  de 
los  Ríos 104 

Museo  arqueológico  de  Cádiz, 
sala  fenicia,  por  D.  Francis 
co  Asís  de  Vera 135 

Una  página  de  la  historia  de  la 
guerra  de  la  Independen- 
cia   160  y     177 

Báculo  y  calzado  del  Obispo  de 
Mondoñedo,  Don  Pelayo 
(f  1218),  por  D.  José  Villa- 
amil  y  Castro 165 

La  Virgen  con  el  niño  en  los  bra- 
zos (escultura  en  marfil,  pro- 
piedad de  la  catedral  de  Tole- 
do), por  el  Vizconde  de  Pala- 
zuelos      l68 

Arca  ó  baúl  de  la  probable  per- 


'242 


índice 


Páginas. 

tenencia  del  Cardenal  Cisne- 
ros,  por  D.  Manuel  López  de 
Ayala 181 

La  casa  del  Conde  de  Esteban 
en  Toledo,  por  D.  Rodrigo 
Amador  de  los  Ríos 205 

Santiago  peregrino,  por  D.  José 
Villa-amil  y  Castro 212 

SECCIÓN  DE  CIENCIAS   NATURALES 

Ciencia  española,  por  D.  José 
Rodríguez  Mourelo. .  .   106  y     126 

SECCIÓN    DE    LITERATURA 

La  Caja  de  Pandora,  fragmento 
de  una  obra  dramática  ,  por 
D.  Enrique  Gaspar 56 

El  pan  nuestro  de  cada  día,  por 
el  Conde  de  las  Navas 80 

Alcalá  de  Henares  (para  el  Al 
bum  de  D.  Lucas  del  Campo), 
por  D.  Luis  Cordavías 12.S 

Taine,  poeta,  por  D,  Juan  Me- 
néndez  Pidal 187 

Ruinas,  por  D.  Manuel  Ma- 
chado      222 

Catalogación,  por  D.  José  Ma 

ría  Sbarbi 235 

SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 

El  retrato  en  España,  por  don 
Vicente  Poleró 58  y       84 

Restauración  de  la  casa  de  Po- 
lentinos ,  en  Avila ,  por  don 
Enrique  M.  RepuUés  y  Var- 
gas      110 

Balance  de  la  Exposición  de  Be- 
llas Artes,  por  D.  José  Ra- 
món Mélida ' 129 


Páginas. 

Tríptico  de  Rómulo  Cincinato, 
por  D.  Pablo  Bosch 144 

Descripción  del  Real  Palacio  de 
El  Pardo,  por  D.  Vicente  Po- 
leró      146 

Una  escultura  y  un  cuadro  de 
la  última  Exposición  de  Bellas 
Artes  de  Madrid,  por  X.  .  .  .     162 

Gaspar  Becerra:  apuntes  bio- 
gráficos, por  D.  Narciso  Sen- 
tenach 188 

SECCIÓN  OFICIAL 

La  Sociedad  de  Excursiones  en 

Marzo , 20 

Ídem  id.  en  Abril 44 

ídem  id.  en  Mayo 67 

ídem  id.  en  Junio 92 

ídem  id.  en  Noviembre 180 

ídem  id.  en  Diciembre 204 

ídem  id.  en  Enero 224 

Ídem  id.  en  Febrero 240 

VARIEDADES 

La  Sociedad  de  Excursiones  en 
acción,  por  F.  Calatraveño.  .       6,3 

Nueva  Sociedad  Excursionista: 
la  Sociedad  portuguesa  de 
Excursiones,  por  la  Redac- 
ción        65 

Bibliografía,  67,  86,  132,  202, 
224 y     237 

Las  Catacumbas  de  Roma,  por 
A.   A 91 

La  Sociedad  de  Excursiones  en 
acción,  114,222 y     237 

Los  nuevos  Juegos  Olímpicos 
griegos,  y  la  Sociedad  espa- 
ñola de  Excursiones 163 

Miscelánea.  .  .  179,  203,  224.  y     239 


índice  de  autores 


Páginas. 


Bosch  (D.  Pablo).— Tríptico  de 
Rómulo  Cincinato 

Calatraveño  (D.  Fernando). — 
La  Sociedad  de  Excursiones 
en  acción 

Capelle  (P.  Eduardo).  —  La  es- 
tación prehistórica  de  S^gó- 
hrigd.  ......  71,  117,  152  y 

Cáscales  y  Muñoz  (D.  José). — 
Los  íúaiulos  de  Canill-is  del 
Serrano 

Cervino  (D.  Marcelo). — Las  co- 
lecciones de  Madrid.  I.  El  se 
ñor  Marqués  de  Monistrol..  . 

Codera  (D.  Francisco).  —  Ins- 
cripción árabe  de  la  capilla 
de  Santa  Catalina  en  Toledo. 

Cordavias  (D.  Luis). — Alcalá 
de  Henares  (para  el  álbum  de 
D.  Lucas  del  Campo) 

Cuatro  Torres  (Barón  de  las). — 
Sello  de  D.  Alfonso,  duque  di 
Gandía 

Foronda  (D.  Manuel  de). — Tríp- 
tico de  Rómulo  Cincinato.  .  . 

García  (D.   Juan  Catalina).  — 
Crismeras    de   plomo    hisio 
riado 

García  Concellón  (D.   Eloy).— 
San  Juan  de  Ortega.  Recuer 
dos  de  una  excursión 

Gaspar  (D.  Enrique). — La  Caja 
de  Pandora.  Fragmento  de 
una  obra  dramática 

Leguina  (D.  Enrique  de). — Or- 
febrería :  Portapaz  de  San- 
tiago de  Uclés.— Jarro  del  Pi- 
lar de  Zaragoza . 

i.ópez  de  Ayala  (D.  Manuel).— 
Arca  ó  baúl  de  la  probable 
pertenencia  del  Cardenal  Cis- 
neros. 

López  de  Ayala  (D.  Mariano).— 
Recuerdos  de  una  excursión 
á  las  islas  Canarias 

Machado  (D .  Manuel) . — Ruinas . 


144 

63 

220 

149 

225 

74 

128 

53 
95 

:tó 

32 
56 

19 

181 


133 
222 


Páginas. 

Mélida  (D.  José  Ramón).— Ba- 
lance de  la  Exposición  de  Be- 
llas Artes 129 

Menéndez  Pidal  (D.  Juan).  — 
Taine,   poeta 187 

Navarro  (D.  Felipe  B.).  —  For- 
talezas y  castillos  de  Maque- 
da  y  Escalona 1  y       21 

Navas  (Sr.  Conde  de  las) .  —  El 
pan  nuestro  de  cada  día.  ...       80 

Palazuelos  (Sr. Vizconde  de). — 
Por  tierra  de  Segovia.  Excur- 
sión á  La  Losa, Navas  de  Río- 
frío  y  Revenga 45 

—  La  Virgen  con   el  Niño 

en  los  brazos 168 

Peñarrubia  (D.  Fernando). — 
Una  visita  á  Lorca  y  su  cas- 
tillo      228 

Poleró  (D.  Vicente). — El  retrato 
en  España 58  y       84 

—  Descripción  del  Real  Pa 
lacio  de  El  Pardo 146 

Pons  (D.  Francisco). — Escritu 
ras  mozárabes  toledanas:  99, 
118,  138,  154,1  174,  183,  215  y     232 

Puente  (D.  Gerardo  de  la). — 
Excursión  á  San  F'rancisco  el 
Grande 15 

Quintero  (D.  Pelayo).-  Excur - 
sión  particular  á  la  factoría 
de  Matagorda 69 

Repullés  y  Vargas  (D.  Enri- 
que M.). — Restauración  de  la 
Casa  de  Polentinos  en  Avila.     110 

Ríos  (D.  Rodrigo  Amador  de 
los). — Epigrafía  arábiga.  Lá- 
pida conmemorativa  del  Cas- 
tillo de  Tarifa 17 

—  Epigrafía  arábiga.  Lápi- 
da conmemorativa  descubier- 
ta en  Toledo 41 

—  Lápida  arábi.^a  conme- 
morativa   de    la   capilla     de 
Santa   Catalina    en    Toledo 
Rectificación 104 


244 


índice 


Páginas. 

—  La  casa  del  Conde  de  Es- 
teban en  Toledo 205 

Riu  y  Cabanas  (D.  Ramón).— 
Efigie  de  Nuestra  Señora  del 
Claustro  en  la  Catedral  de 
Solsona. •  •       93 

Rodríguez  Mourelo  (D.  José). — 
Ciencia  española.  ...  106  y     126 

Sbarbi  (D.  José  M.)  Catalogación.     235 

Sentenach  (D.  Narciso). — Gas- 


Paginas. 

par  Becerra;  apuntes  biográ- 
ficos      188 

Vera  (D.  Francisco  Asís  de). — 
Museo  arqueológico  deCádiz, 
sala  fenicia 135 

Villa-amil  y  Castro  (D.José)  — 
Báculo  y  calzado  del  Obispo 
de  Mondoñedo,  Don  Relavo 

(f  1218) ".  .      165 

—     Santiago  peregrino.  ...     212 


CÓMO  SE  HAN  DE  COLOCAR  LAS  LAMINAS 


Páginas. 

Lámina  I. — Portapaz  de  San- 
tiago de  Uclés 19 

Lámina  H.  —Jarro  del  Pilar  de 
Zaragoza 20 

Ijámina  IH.  —  Monasterio  de 
San  Juan   de  Ortega    (  Bur- 
gos). Sepulcro  del  Santo  fun 
dador 32 

Lámina  [V. — Crismeras  de  plo- 
mo historiado 38 

Lámin  i  V. — Sello  de  Don  Al 

fonso,  duque  de  Gandía    ...       53 

Lámina   Vi. —  Frontal  flamen- 
co de  la  catedral  de  Valen 
cia • 55 

Lámina  VII .  —  Astilleros  de  la 
tactoría  de  Matagorda 69 

Lámina  VIII. — Arqueta  de  la 
catedral  de  Astorga 73 

Lámina  IX. — Nuestra  Señora 
del  Claustro.  .  .n^V'^i^i.  7. .  .       93 

Lámina  X. — Tríptico  de  Rómu 

lo  Cincinato 95 

Lámimí   XI. — La  tarde  en  el 
Pardo 131 

Lámina  XII. — Tulia 132 


Pagir  a^. 

Lámina  XIII. —  Pico  de  Teide 
(Tenerife) 134 

Lámina  XIV. — -Vista  de  Las 
Palmas  (Gran  Canaria).  .  .  .     135 

Lámina  XV.  — D.  Antonio  de 
Trueba 162 

Lámina  XVI.  —  Muerte  de  la 
Virgen 162 

Lámina  XVII. — Báculo  y  cal- 
zado del  Obispo  de  Mondofie 
do  D.  Pelayo 165 

Lámina  XVIII.  —La  Virgen 
con  el  Niño  en  los  brazos.  .  .     172 

Lámina  XIX. — Arca  ó  baúl  del 
Cardenal  Cisneros 181 

Lámina  XX. — Cristo  atado  á  la 
columna 199 

Lámina  XXI . — ^Santiago,  pere- 
grino      ...     212 

Lámina  XXII  — Utensilios  ha 
liados  en  la  cueva  de  Segó 
briga 220 

Lámina  XXIII.  —Silla  de  ma- 
nos del  siglo  XVIII 226 

Lámina  XXIV.  —  Castillo  de 
Lorca  (Murcia) 230 


boletín 


SOCIEDAD  ESPAÑOLA   DE  EXCURSIONES 


BOIvKTlN 


DE   LA 


ME! 


u 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AKO  IV 


MadPid  1."  de  M.apzo  de  180Q 


HUM.  37 


EXCURSIONES 


LAS  COLECCIONES  PARTÍCÜL4RES  DE  MADRID 


II 


El  general  Nogués. 

¿Quién,  éntrelos  aficionados  al  arte 
y  á  la  arqueología,  no  conoce  al  solda- 
do viejo ^  natural  de  Borja?  ¿Quién  de 
ellos  no  ha  leído  su  libro  Ropavejeros, 
anticuarios  y  coleccionistas ,  lleno  de 
sabrosas  anécdotas?  Ardía  yo  en  de- 
seos de  visitar  su  casa,  y  cierto  que  los 
tesoros  que  allí  se  encierran  sobrepu- 
jaron á  lo  mucho  que  yo  esperaba  en- 
contrar. No  hay  un  palmo  de  pared  en 
aquella  modesta  habitación  de  la  calle 
de  Justiniano  que  no  esté  cubierto  de 
obras  de  art^  ó  de  curiosidades  precio- 
sas: el  escaso  hueco  que  dejan  innume- 
rables retratos,  lo  ocupan  medallas  y 
escaparates  llenos  de  joyeles,  miniatu- 
ras y  veneras:  se  amontonan  sobre  las 
mesas  los  objetos  de  plata  repujada; 
asoman  por  bajo  de  ellas  sus  bocas  lin- 
dísimos modelitos  de  cañones  de  bron- 
ce; aquí  una  colección  de  campanillas; 
allá  el  monetario,  que  se  abre  con  una 


llavecita  de  hierro  dorado  y  cincelado, 
que  es  una  verdadera  joya;  por  todas 
partes  recuerdos  históricos,  muchos 
de  ellos  directamente  enlazados  con 
las  campañas  del  general  Nogués. 

¿Cómo  dar  idea  en  breves  palabras 
de  todo  esto?  Forzosamente  habré  de 
incurrir  en  omisiones  graves  al  seña- 
lar algo  de  lo  que  más  poderosamente 
llamó  mi  atención. 

Desde  luego  buscaron  mis  ojos  la 
preciosa  tablita   flamenca   (  atribuida 
por   algunos  á  Antonio   del  Rincón) 
que  tantas  veces  me  había  encantado 
en  el  certamen  de  Recoletos.  Repre- 
senta á  Cristo  muerto,  con  la  Virgen 
y  otras  dos  fi^    ..  s  que  personas  auto- 
rizadísimas creen  ser  retratos  de  los 
Reyes   Católicos,    El   caballero    tiene 
desde  luego  grandísimo  parecido  con 
otras  imágenes  de  D.   Fernando:   la 
dama  ya  no  se  parece  tanto  á  doña 
Isabel.  ¿Podrá  explicarse  esto  por  la 
expresión  angustiada  y  dolorida  de  la 
misma,  ó  representó  el  pintor  en  esa 
figura  á  la  Magdalena,  ataviada  con 
lujoso  traje  de  la  época?  ¿No  podría 
ser  esta  tabla  puerta  de  un  tríptico,  y 
hallarse  la  Reina  católica  en  la  otra 


boletín 


portezuela,  desgraciadamente  desapa- 
recida? No  soy  yo,  aficionado  humil- 
dísimo, quien  puede  resolverlo,  ni  hace 
falta  para  ver  en  esta  pintura  una  ver- 
dadera preciosidad. 

Nimbo  y  corona  le  forman  en  derre- 
dor otras  bellísimas;  una  deliciosa  co- 
pia miniada  de  la  Sacra  Familia  del 
Lagarto;  una  Virgen  con  el  Niño,  cua- 
drito  que  algunos  atribuyen  á  Sassofe- 
rrato;  una  Adoración  del  Niño  Dios 
recién  nacido  por  los  ángeles,  cosa 
muy  buena  de  arte  flamenco  (¿Mem- 
ling?);  y  un  tríptico  en  que  se  ven  la 
Virgen  con  su  Divino  Hijo,  Santa  Bea- 
triz y  Santa  Lucía,  y  que  lleva  la  fecha 
de  1555. 

La  colección  de  retratos,  provenien- 
te en  gran  parte  de  la  de  Carderera, 
es  de  tal  importancia,  que  no  puedo 
eximirme  de  dar  minuciosa  cuenta  de 
ella,  en  gracia  á  los  aficionados  á  la 
iconografía. 

Entre  las  personas  reales  figuran: 
Doña  Juana  la  Loca,  atribuido  por 
D.  Valentín  Carderera  al  célebre  y 
misterioso  maestre  Michel,  tan  men- 
cionado en  los  inventarios  de  pinturas 
de  los  Reyes  Caiólicos  y  de  Carlos  V, 
y  reproducido  por  Aloiss  Heiss.  (1). 
Doña  Leonor  de  Austria,  hermana 
del  Emperador,  Reina  de  Portugal,  y 
después  esposa  de  Francisco  L  Tabla- 
original  de  Mabeuge,  según  unos,  y 
de  J.  Clouet,  según  otros. 

Doña  Juana,  hija  de  Carlos  V, Reina 
de  Portugal,  Gobernadora  de  España; 
bellísimo  retrato  en  tabla  de  Sánchez 
Coello. 

Doña  María  de  Austria,  hija  de  Car- 
los V,  esposa  de  Maximiliano  II,  por 
Antonio  Moro. 

Madama  Margarita  ,  hija  natural  de 
Carlos  V,  Duquesa  de  Parma:  origi- 
nal de  A.  Allori,  el  viejo. 

Doña  María  de  Portugal,   primera 


(1)    Medallas  hispanocristianas  desde  la  invasión 
de  los  árabes. 


esposa  de  Felipe  II,  representada  á  la 
edad  de  qiíince  años,  tabla. — Son  muy 
raros  los  retratos  de  esta  señora,  ha- 
ciendo subir  el  mérito  del  que  me 
ocupa  la  circunstancia  de  ser  contem- 
poráneo. 

Dos  retratos  pequeños  de  doña  Isa- 
bel Clara  Eugenia,  uno  y  otro  cosa 
acabada  en  su  género. 

La  propia  doña  Isabel  Clara  Euge- 
nia, y  Felipe  III,  niños;  hermosos  lien- 
zos de  Alonso  Sánchez  Coello. 

El  príncipe  Don  Carlos,  retrato  ad- 
mirable, digno  del  pincel  de  Tinto- 
retto:  representa  un  muchacho  de  ros- 
tro inteligente  y  altivo;  de  mirada 
triste  y  profunda,  más  parecido  á  la 
figura  ideal  del  drama  y  la  leyenda 
que  al  mancebo  de  cerebro  mal  seguro 
y  perversos  instintos  que  pinta  la  his- 
toria. 

Doña  Isabel  de  Borbón,  primera  es- 
posa de  Felipe  IV:  el  rostro  parece  de 
Velázquez,  el  cuerpo  de  Bartolomé 
González:  es  indudablemente  obra  de 
dos  manos,  y  pudiera  ser  resto  de  un 
retrato  de  cuerpo  entero. 

Doña  Mariana  de  Austria,  segunda 
esposa  de  Felipe  IV  y  Gobernadora 
de  España ;  representada  de  unos  cua- 
renta años  de  edad  con  traje  de  viuda, 
obra  maestra  de  Carreño. 

Aún  es  más  importante  otro  retrato 
de  la  misma  señora,  de  cuerpo  entero 
y  tamaño  natural :  aparece  sentada  en 
un  salón  de  Palacio,  en  el  fondo  del  cual 
se  desQubre  al  rey  niño  Carlos  II,  ser- 
vido por  meninas.  El  lienzo  es  velaz- 
quesco,  y  digno  del  pincel  de  su  autor, 
revelado  por  un  pliego  que  tiene  la 
Reina  en  la  mano,  en  que  se  lee:  Seño- 
ra... á  los  reales  pies  de  V.  M. — Juan 
Bautista  del  Maso. 

Doña  María  Luisa  de  Orleans ,  pri- 
mera mujer  de  Carlos  II,  por  Carreño. 
Doña  María  Ana  de  Neoburgo,  se- 
gunda esposa  del  mismo  Monarca;  be- 
llo lienzo  de  Vankeissel,  pintor  de  la 
Reina. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


Doña  María  Luisa  Gabriela  de  Sa- 
boya,  primera  mujer  de  Felipe  V; 
obra  excelente  de  Menéndez. 

Doña  María  Amalia  deSajonia;  ori- 
ginal de  Tiépolo,  y  modelo  de  los  re- 
tratos que  hizo  Mengs  de  esta  señora. 

Varios  curiosos  retratos  contempo- 
ráneos, á  la  aguada  sobre  vitela,  del 
Emperador  Maximiliano,  Felipe  el  Her- 
moso, el  Archiduque  Alberto,  el  Conde 
de  Mansfeld,  etc. 

La  galería  iconográfica  del  general 
Nogués  no  comprende  sólo  retratos 
de  personas  reales:  en  ella  pueden  ver- 
se también  los  del  gran  Duque  de  Alba, 
pintado  en  1574,  que  es  de  la  mayor 
importancia;  de  Velázquez,  por  su  yer- 
no Juan  Bautista  del  Mazo;  de  el  Con 
de  Duque  de  Olivares;  Calderón;  So- 
lis;  San  Ignacio  de  Loyola  y  San  Fran- 
cisco de  Borja,  obras  de  A.  del  Arco, 
tan  estimables  desde  el  punto  de  vista 
histórico  como  desde  el  artístico;  y, 
por  último,  un  buen  retrato  de  Lope, 
estilo  de  Eugenio  Caxés,  cuya  autenti- 
cidad es  indiscutible  á  juicio  del  señor 
Menéndez  y  Pelayo,  que  se  ocupa  de  él 
en  la  edición  monumental  de  las  obras 
del  Fénix  de  los  Ingenios  que  la  Real 
Academia  Española  tiene  en  curso  de 
publicación. 

Completan  tan  rico  Museo  icono- 
gráfico: 

1."  La  serie  de  miniaturas  jM'etra- 
tos  pequeñitos,  entre  los  cuales  hay  un 
Padre  Sigtienza,  admirable;  un  Feli- 
pe IV  que  parece  de  Velázquez;  y  una 
doña  María  Ana  de  Neoburgo:  oleo  tan 
diminuto,  que  casi  merece  el  nombre 
de  microscópico. 

2.°  Una  interesante  colección  de  re- 
tratos de  personajes  contemporáneos, 
cuadros  de  pequeño  tamaño  en  su  ma- 
yor parte,  que  ostentan  las  firmas  de 
Rosales,  Palmaroli,  Sans  y  otras  no 
menos  acreditadas  y  valiosas. 
3°  Multitud  de  estampas. 
4,°  No  pocas  reproducciones  en  chi 
co,  esmeradamente  ejecutadas,  de  los 


más  preciosos  retratos  de  nuestro  Mu- 
seo, con  las  cuales  ha  llenado  el  gene- 
ral Nogués  los  vacíos  de  su  galería. 

A  todo  esto  ha}^  que  agregar  las  imá- 
genes de  personajes  célebres  en  ca- 
mafeo, esmalte,  mosaico,  porcelana, 
bronce  y  otras  materias;  y  cuenta  que 
entre  ellas  hay  ejemplares  sobresanen 
tes.  Llamaron,  sobretodo,  la  atención 
de  los  excursionistas  un  nielo  en  plata 
del  Príncipe  de  Viana,  no  menos  inte- 
resante para  reconstituir  su  figura  que 
la  estampa  de  la  Biblioteca  Nacional, 
y  un  precioso  relieve  en  madera  esto- 
fada, que  representa  al  Cardenal  Cis- 
neros,  vestido  con  capa  pluvial,  en  cuyo 
broche  ostenta  las  armas  de  su  casa. 

Otra  de  las  especialidades  del  gene- 
ral Nogués  son  los  joyeles,  entre  los 
cuales  descuella  un  delicioso  colgante 
que  lleva  el  retrato  de  un  personaje 
florentino  del  XV;  pero  lo  verdade- 
ramente notable  es  la  colección  de  ve- 


VENERAS    IXQUISITOKI  ALES 

(Colección  del  General  Nogués;. 

ñeras  inquisitoriales  que  ha  logrado 
reunir.  Cuenta  más  de  cien  ejemplares, 
pertenecientes  á  todos  los  tiempos  del 
famoso  Tribunal:  en  ellas  campea  el 
emblema  de  la  Orden  de  Santo  Domin* 
go,  ó  la  cruz  entre  la  espada  y  el  ramo 


BOLETÍN 


de  oliva.  Haylas  de  muchas  formas  y  de 
vario  mérito:  unas  que  revelan,  con  su 
severidad  de  dibujo, haber  pertenecido 
al  familiar  auestero  y  fanático :  otras, 
notables  por  su  belleza  y  elegancia, 
fueron  quizá  adorno  de  hermosa  y  lina- 
juda dama ,  pues  sabido  es  que  ador- 
naban sus  pechos  con  ellas  en  las  so- 
lemnes y  terribles  ceremonias  del  auto 
de  fe:  así  puede  verse  en  el  cuadro  de 
Rizzi,  precioso  monumento  de  arte  y 
de  historia  que  guarda  nuestro  Museo. 


Marcelo  Cervino, 


(Se  contiHuará.) 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


CUÉLLAR 


(segunda  parte) 


I 


^RAZADA  en  rápida  reseña,  en  la 
primera  parte  de  este  estudio  ( 1 ) , 
^5  la  vida  que  pudiéramos  llamar 
externa,  por  su  relación  con  el  resto 
de  la  historia  nacional,  de  la  en  otros 
tiempos  importante  villa,  propongo - 
me  hoy,  siquiera  sea  también  en  ligero 
bosquejo,  presentar  el  cuadro  de  su 
vida  interna,  ó  sea  de  aquellos  hechos 
quemas  íntimamente  se  relacionan  con 
ella  y  que  aunque  no  pueden  dejar  de 
estar  enlazados,  como  lo  está  siempre 
la  parte  al  todo,  con  los  que  se  desarro- 
llaban en  el  resto  de  la  nación,  cons- 
tituyen, digámoslo  así,  la  historia  fami- 
liar de  la  población,  los  cambios  que 
en  su  vida  y  en  su  señorío  se  han  rea- 
lizado, las  fundaciones  que  han  sido 
parte  de  su  existencia  y  han  contri- 
buido á  su  desarrollo,  y  los  sucesos  de 


(1)     Vid.  la  primera  parte  en  el  tomo  II  de  nuestro 
Boletín,  páginas  199,  224  y  241. 

fA',  de  la  R.) 


cualquier  otra  índole  que  sean  dignos 
de  recordarse  y  que  indicados,  ligera  - 
mente  antes,  merezcan  ser  esclareci- 
dos ó  ampliados;  dividido,  pues,  mi  tra- 
bajo dehoy  en  tres  partes  que  pudieran 
epigrafiarse  con  los  títulos,  transferen- 
cias de  dominio;  el  Palacio,  el  Hospital 
y  el  Estudio;  y  cabos  sueltos,  me  pro- 
pongo también  en  esta  segunda  parte 
dar  á  conocer  algunos  de  los  más  im- 
portantes documentos  inéditos  que  son 
interesantes  para  su  historia  y  com- 
probantes de  sus  hechos,  y  después... 
abandonar  ese  extensísimo ,  feraz  y  poco 
espigado  campo  á  escritor  de  más  so- 
bresalientes condiciones,  de  tiempo 
más  sobrado  como  estos  estudios  requie  • 
ren,  y, nacido  en  la  noble  provincia  y, 
á  ser  posible,  en  la  ilustre  villa  histo- 
riada; que  nunca  ideas^  después  de  la 
de  Dios^  pueden  interesarnos  más  el 
corazón  y  la  mente  que  las  que  se  rela- 
cionan en  directa  correspondencia  con 
el  aríior  á  nuestra  patria,  con  la  gloria 
de  nuestra  familia. 

Cinco  siglos  abarca  el  período  que 
media  entre  los  Ansiires  y  los  Cuevas, 
ó  sea  entre  el  comienzo  del  señorío  de 
Cuéllar  y  su  definitiva  cesión  á  la  fami- 
lia de  los  Duques  de  Alburquerque,  sus 
últimos  señores;  cinco  siglos  en  que,  no 
sin  trabajo,  he  podido  recorrer  una 
serie  no  interrumpida  de  transferencias 
y  sucesiones,  formando  así  la  larga 
cadena  de  los  dominadores  en  la  villa 
que  estudiamos,  y  que  tan  pronto  ha 
sido  realenga  como  de  señorío  particu- 
lar, pero  siempre  baluarte  firme  de  la 
legitimidad  en  sus  distintas  épocas  y 
en  medio  de  sus  múltiples  y  tremendas 
conmociones. 

Entre  las  nieblas  de  la  reconquista 
que  alboreaba  en  el  siglo  X  para  esta 
parte  de  la  Vieja  Castilla,  aparece  una 
ilustre  familia  de  Condes,  señores  de 
importantes  territorios,  con  soberanía 
independiente  ó  casi  independiente  en 
los  mismos,  y  que  merced  á  ella  han 
dejado  en  iglesias  y  monasterios  tantas 


DÉ  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


memorias  y  privilegios  por  ellos  otor- 
gados, que  si  demuestran  su  poder  y 
munificencia,  sirven  también  como  de 
jalones  para  recorrer  con  algún  acierto 
por  los  difíciles  senderos  de  su  historia 
y  poder  reconstituir  en  algún  modo  su 
existencia,  sucesión  y  heroicas  proe- 
zas: esta  ilustre  familia  es  la  de  los 
Anzures,  señores  de  Cuéllar,  como  lue- 
go veremos.  "Los  Anzures,  dice  Ber- 
ganza  (1),  son  de  las  familias  más  ilus- 
tres y  antiguas  que  se  reconocen  en 
nuestra  Castilla;  y  parece  que  eran 
naturales  de  tierra  de  Oca,  pues  en  ella 
está  el  Valle  llamado  Assiir,  y  los  luga- 
res Quiíitanasitr  y  Vülasiir.  Después 
veremos  que  los  Assures  fueron  Condes 
de  Castilla,  y  que  los  Reyes  de  León  los 
heredaron  en  tierra  de  Falencia  y  Valla- 
dolid.  El  P,  Madrid,  en  la  Crónica  del 
Monasterio  de  Oña,  dice  que  los  i\ssu- 
res  fueron  Condes  de  Mongon,  Señores 
de  Carrión,  de  Cabezón,  de  Saldaña, 
de  Ctiéllar  y  San  Román.  „  De  esta  ilus- 
tre familia  era  descendiente  D.  Pedro 
Anzurez  de  quien  ya  me  ocupé  en  la 
primera  parte  de  este  estudio  y  de 
quien  nos  consta,  por  documentos  feha- 
cientes su  señorío  sobre  Cuéllar:  el  más 
antiguo  de  éstos  y  en  el  que  más  se 
comprueba  su  dominación,  no  sólo  en  la 
villa,  sino  también  en  los  lugares  de 
su  tierra,  es  el  testamento  que  otorgó 
en  unión  de  doña  Eilo,  su  mujer, y  que 
más  que  testamento  es  la  carta  de  fun- 
dación de  la  iglesia  mayor  de  Vallado 
lid,  á  la  que  llamó  de  Santa  María: 
dotóla  pródigamente  el  generoso  fun- 
dador con  heredamiento  y  rentas  de 
las  que  le  pertenecían  y  que  en  el  docu- 
mento pueden  verse  (A)  y  entre  ellos 


citados  nombres  de  posesiones  no  sólo 
de  Cuéllar,  sino  en  Lovingos,  Fruma- 
les,  Viloria  y  otros  pueblos  comarca- 
nos: documento  importante  para  nues- 
tro objeto, porque  de  élarrancan,  digá- 
moslo así, las  sucesivas  transferencias 


(1)    Berganza:  Antigüedades  de  España,  pág.í9i. 

(A)  1095.—  Testamento  del  Conde  D.  Pedro  .-msu- 
res.—  En  el  nombre  del  padre  y  del  fijo  y  del  espíritu 
santo,  amén,  que  es  uno  y  verdadero,  trino  en  per«ío- 
na  y  el  mismo  en  escencia,  que  rreynxen  los  siglos  de 
los  siglos,  amén.  Yo  el  Conde  Pedro  Anzurriz  y  mi 
mujer  la  Condesa  Eilo,  fatigados  con  gran  pesadumbre 
de  pecados,  rreconociendo  la  enormidad  de  nras.  cul- 
pas por  rremedio  de  ñra.  Anima  y  de  los  de  todos 
nros.  Padres,  ofrecemos  muchas  possesiones  de  nra. 


heredad  en  muchos  logares  á  la  Iglesia  de  Santa  Ma- 
ría de  Vallid.  que  esta  assentada  cerca  del  rrio  Pis- 
suergaenelterriloriode  Cauezonálaqualdha.  Iglesia 
nosotros  huuimos  fundado  y  así  yo  el  Conde  Pedro,  y 
mi  mujer  la  Condesa  Eilo  ofrecemos  de  nra.  espontá- 
nea voluntad  á  Santa  María  siempre  Madre  de  Dios 
en  cuio  onor  fue  fundada  y  fabricada  la  dha.  Iglesia, 
muchas  partes  de  nra.  heredad,  con  tal  condición, 
quel  oficio  diuino  cada  día  se  celebre«en  la  dha.  Igle- 
sia y  se  tenga  deuoción  sin  yntermisión  á  los  sacros 
altares  y  á  las  rreliquias  que  están  allí  guardadas  y 
por  tanto  damos  y  ofrecemos  en  esta  carta  de  testa- 
mento para  el  Sacro  Altar  y  para  el  Abhad  Salto  y 
para  el  CoUegio  de  los  Clérigos  que  allí  rresiden  un 
barrio  en  Vallid.  con  sus  términos  y  divisiones  desde 
aquella  carrera  mayor  que  ba  por  metad  de  la  Villa 
hasta  el  cortijo  de  Martín  Fra.nco...  (continúan  otras 
donaciones  y  dice  á  nuestro  propósito)...  también 
añadimos  dentro  de  Cuéllar  la  Iglesia  de  San  Pedro 
con  sus  solares  an  y  quanio  oy  pudiéramos  ganar  y 
en  Louingos  la  Iglesia  de  San  Martín  con  su  Solar  y 
otro  cortijo  en  la  villa  con  toda  su  heredat.  También 
ofrecemos  el  diezmo  de  Cuéllar  y  de  Louingos  y  de 
frumales  y  de  Villoría  y  de  la  Torre  de  Don  Velasco 
y  esto  concedemos  por  toda  nra.  vida  y  después  de 
nra.  muerte  aqualqr.  que  touiese  esta  nuestra  here- 
dat, sin  contienda  alguna  del  diezmo  á  la  Iglesia  de 
Santa  María  arriua  nombrada...  ('s/g/zc  otra  relación 
de  propiedades  y  pueblos  y  termina)  ...  Y  yo  el 
Abbad  D.  Salto  doy  y  ofrezco  allí  quanto  gané  y 
edifique  y  compre  en  Vallid.  y  en  todo  logar  don- 
de lo  gané  y  compré  así  lo  doj-  y  confirmo  á  esta 
dha.  Iglesia  de  .Santa  María  y  quanto  ganare  y 
comprare  assi  mesmo  lo  mando  y  por  autos  lo  con- 
firmo. Nos  los  sobre  dhos.  Conde  y  Condesa  todas 
las  cosas  que  ofrecemos,  prometemos  como  arriuas 
están  escriptas  de  uucna  gana  las  confirmamos  por  el 
Señor  del  Cielo  y  por  todas  las  cosas  diuinas  que  son 
santas  ysialgún  hombie  queste  ntro.  fecho  para  di- 
rrumpillo  viniere  ó  nriros.  viniéremos  assi  de  los  pro- 
pinquos  como  de  los  estraños  qualquiera  que  fuese  que 
lo  tal  cometiese  ante  todas  cosas  sea  anatematizado 
de  Dios  y  de  todos  sus  Santos  y  con  Judas  el  traydor 
del  Señor  sea  hechado  en  la  eterna  damnación  y  quan- 
to doy  y  sacare  lo  buelva  allí  con  el  quatro  tanto  y 
este  nro.  fecho  sea  firme  y  estable  en  el  siglo  perdu- 
rable y  en  todos  los  siglos,  fecha  carta  XII  Kalendas 
Junis,  discorriendo  la  era  de  mili  y  ciento  y  treinta 
y  tres  años,  y  el  mismo  día  fue  aquella  Iglesia  consa- 
grada.— Yo  el  Conde  Pedro  y  Condesa  Eilo  en  esta 
forma  de  testamento  nras.  manos,  juntamente  con  las 
de  nros.  fijos,  lo  roboramos.—  Pedro  op°.  de  León.— 
Gómez  op°.  de  Burgos  —  Sigismundo  op"  de  Lugo.— 
Diego  Abbad  de  Sahagun.— Reinando  el  Rey  Alonso 
en  toda  España.  Reinando  Conde  en  Galicia.  Bernardo 
Ap".  de  ToUedo,  por...  op°.  de  Falencia  y  estos  con- 
sagraron aquella  Igltsia...  (Siguen  los  nombres  de  los 
demás  Condes  y  Señores  que  confirman.)  Acd*.  H*.— 
Col.  Salz.—  M.  -  24  í".  1S7.  —  Archivo  del  Marqués  del 
Valle.—  Integro  puede  verse  en  U  Historia  de  Valla- 
dolid,  de  Juan  Antolinez  de  Burgos ,  publicada  por 
D.  Juan  Ortega,  pág,  201. 


boletín 


por  que  la  villa  ha  pasado  y  en  él  se 
refleja  el  espíritu  creyente  y  fervoroso 
del  donador,  tan  amante  del  culto  de 
María,  que  no  contento  con  edificarla 
el  soberbio  templo  y  cederle  gran  par- 
te de  sus  bienes,  da  su  nombre  á  la 
nueva  población  por  el  repoblada  y  le 
sirve  á  él  mismo  de  título  predilecto, 
como  puede  verse  en  su  ñrma,  puesta 
al  pie  del  fuero  de  Sahagún,  en  que 
se  lee:  Comité  Pelro  Assttri.^  iti  Sancta 
Marta  et  etiam  in  Saldan ia  ( 1 ) . 

A  pesar  de  lo  dicho  ,  hay  motivos 
para  creer  que  ya  antes  del  Conde  don 
Pedro,   los  Anzurez  eran  señores  de 
aquella  comarca,  como  parece  compro- 
barlo el  que  "Assur  Fernández,  Conde 
de  Mon(;^on  y  su  mujer  la  Condesa  doña 
Gontroda  ,   con  sus  hijos  Fernando  , 
Oveco,   Munio,  Gutierre  y  Gonzalo, 
dieron  al  Abad  Cypriano  y  monjes  de 
Cárdena,  el  término  de  Fuente  Alde- 
rata,  en  Sacramcjiía ,  cerca  de  la  sie- 
rra de  Urdíales  y  Rubiales,  para  que 
el  Monasterio  pudiese  apacentar  su  ga- 
nado y  para  que  edificase  allí  una  igle- 
sia, y  á  ésta  agregaron  otra  de  Santa 
María,  que  estaba  entre  Cobas  de  Pro- 
banco  y  Castrillo  de  Alcázar,  para  que 
con  sus  posesiones  pudiesen  sustentar- 
se los  monjes  que  pasasen  á  vivir  á  la 
nueva  iglesia  (2),„  Este  documento  se 
remonta  á  los  comienzos  del  siglo  X, 
paesto  que  Assur  Fernández  fué  el  pa- 
dre de  Fernando  Assurez,  Conde  en 
Castilla  en  929,  y  uno  de  los  cuatro  que 
Ordoño  II  prendió  traidoramente  en 
Tejares  ,  privándoles    después    de  la 
vida:  mediaron,  pues,  cerca  de  dos  si- 
glos entre  Assur  Fernández  y  el  testa- 
mento de  D.  Pedro  Anzurez.  No  insis- 
tiré ahora,  puesto  que  ya  antes  lo  hice, 
en  hacer  resaltar  los  grandes  dotes  del 
Conde  D.  Pedro,  de  quien  dice  Maria- 
na (3):  "él  tenía  todo  el  cuidado  uni- 


versal y  gobernaba  todas  las  cosas, 
así  las  de  la  guerra  como  las  de  la  paz: 
por  sus  consejos  y  prudencia  parecía 
que  todo  se  encaminaba  bien.  El  poder 
no   le  duró  mucho :   la  Reina  ( doña 
Urraca),  mujer  recia  de  condición  y 
brava,  luego  que  llegó  á  Castilla  (des- 
pués de  casada  con  D.  Alfonso,  el  cual 
la  envió  á  ella  antes),  al  que  fuera  ra- 
zón de  tener  en  lugar  de  padre,  le  mal- 
trató sin  razón,  quitóle  el  gobierno  y 
juntamente  le  despojó  de  su  estado  pro- 
pio„.  Copio  sí  este  párrafo  por  lo  que 
hace  á  nuestro  propósito,  pues  consta, 
y  ya  lo  hice  notar  anteriormente ,  que 
D.  Pedro  Ansurez,  en  1112,  en  unión 
del  concejo  de  Cuéllar  y  de  la  Condesa 
doña  Filo ,  concedió  grandes  hereda- 
mientos al  Monasterio  de  San  Boal,  y 
el  documento  de  esta  concesión  es  otro 
de  los  que  antes  apuntaba  como  prue- 
ba de  su  señorío  sobre  Cuéllar.  Pues 
bien:  en  1113  parece  que  doña  Urra- 
ca dio  al  Obispo  de  Segovia  la  villa  de 
Cuéllar,  y  debió  ser  una  de  las  que  des- 
pojó á  D.  Pedro,  si  bien  muy  pronto 
volvió  á  su  poder,  caso  que  llegara  á 
salir  de  él,  puesto  que  al  saber  D.  Al- 
fonso lo  que  su  mujer  con  él  había  he- 
cho, "pesóle  al  Rey  que  varón  tan  se- 
ñalado fuese  maltratado:  que  su  ino- 
cencia y  servicios  y  virtudes  porque 
se  le  debía  antes  galardón,  fueren  tan 
mal  recompensadas:  restituyóle  el  es- 
tado que  le  había  quitado,  y  sus  pue- 
blos y  haciendas   (1).„   Como  padre 
ciertamente  debió  mirar  siempre  doña 
Urraca  á  D.  Pedro,  lejos  de  proceder 
con  la  ingratitud  que  con  él  procedió, 
no  sólo  porque  fué  el  más  leal  servidor 
de  su  padre  D.  Alfonso  VI  y  el  que  le 
acompañó  en  su  destierro  y  en  su  re  - 
greso  de  Toledo,  sino  porque  él  mismo 
se  la  dio  á  criar  (2),  y  el  Conde  "la  miró 
siempre  con  amor  paternal  y  fidelidad 
correspondiente  á  su  nobleza  (3).„  El 


(1)  Ríos  y  Ríos  (D.  Ángel);  Noticias  históricas  de 
las  Behetrías,  pág.  35. 

(2)  Berganza:  obra  citada,  pág.  213. 

(3)  Mariana:  Historia  de  España,  cap.  Vil,  Ub.  X. 


(i;    Mariana^  lugar  citado. 

(2)    Rod.  ToJed.,  lib.  VXl,  cap.  I. 

(3;    Flórez;  Reinas  Católicas,  tomo  I,  pág.  225. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


Monasterio  de  San  Boal,  á  quien  tan 
pródigamente  dotó  D.  Pedro,  tuvo  en 
susprimerostiemposgran  importancia, 
y  después  quedó  sujeto  al  Priorato  de 
San  Isidro  de  Dueñas;  como  cur^iosidad 
relativa  á  este  Monasterio  voy  á  trans- 
cribir una  de  las  cláusulas  del  testa- 


mento de  D,  Pedro  de  Velasco  ,  otor- 
gado en  "Cervera,  Cabeza  de  la  Merin- 
dad  de  Pernia,  á  2  de  Octubre  de  1495„, 
que  tiene  todas  las  trazas  de  una  res- 
titución in  articulo  mortis  y  que  nos 
revela  la  poca  aprensión  que  como  Juez 
el  testador  tuvo,  y  la  no  mayor  de  los 


■-^SÍ- 


IGLESIA   DE    SAN   BOAL    (SEGOVIA) 


frailes,  dedicados,  al  parecer,  á  indus- 
tria no  lícita. Dice  así:  "ítem  más  man- 
do que  por  el  tpo.  que  yo  tenía  cargo 
de  la  justicia  de  Cuéllar, llevé  31  mrs, 
al  Abad  de  San  Bobal  (stc),  porque  le 
fallaron  los  cuños  cu  su  poder  para 
hacer  moneda;  mando  que  se  los  tornen 
y  paguen  al  dicho  Prior,  y  si  él  fuese 
muerto, que  se  den  y  paguen  á  la  dicha 
casa  (1).„ 

Restituidos  sus  Estados  á  D.  Pedro 
Anzurez  por  el  Rey,  aunque  á  disgusto 
de  la  Reina  (2),  lo  fué  entre  ellos  el 
señorío  de  Cuéllar,  que  continuó  des- 
pués en  sus  sucesores,  en  la  forma  que 
luego  veremos,  y  los  Reyes  D.  Alfon- 


so Vil  y  VIII,  como  ya  se  dijo  en  la  pri- 
mera parte,  concedieron  al  Obispo  de 
Segovia  los  derechos  que  la  Corona 
tenía  en  Cuéllar,  pero  que  en  nada 
menoscababan  el  señorío  particular. 

G.  DE  LA  Torre  de  Trasssierra. 

(Continuará.) 


ESCRlTÜRAiS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(1)    Col.  Salazar,  M-37,  Academia  de  la  Historia. 
,2)    Luis  de  Salazar:  Historia  de  la  casa  de  Lara, 
tomo  I,  libro  II,  pág.  92. 


(Continuactón.J 

LXXII 

Venta  de  una  viña  sita  en  el  pago  del  ca- 
mino de  Olihuelas  (Olías  la  Menor)  y  jun- 
to á  dicho  camino,  jurisdicción  de  Toledo, 
otorgada  por  D.  García  Pérez,  hijo  de  Don 


boletín 


Pedro  Alvarez,  á  favor  de  D.  Sancho  ',  hijo 
de  D.  Lázaro  b.    Abde-1-Kaw¡  ^JJ;:J:^) 


c- 


IfijS-:      J     ^  J*^Jl      ^_^^-''      ^^í^    ...    ^^r^j'^ 


Jl 


¿L_X. 


.;J.^    J_^    ^ji^)\        .■•j^jjj 


^"^yr:-!;'   v^^.J--' 


Precio,  28  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Agosto  de 
la  Era  1233. 

Adviértese  que  al  otorgamiento  de  este 
contrato  asistió  Doña  Solí  (  }j-^),  esposa 
del  vendedor,  y  dio  su  consentimiento. 

Las  suscripciones  son  todas  arábigas:  Fé- 
lix b.  Yabka  b.  Abdalah;  Juan  b.  Abdelaziz 
b.  Sofián,  atestiguó;  García  Pérez,  hijo  de 
Pedro  Alvarez,  testigo  (entiéndase  vende- 
dor), 5^  Domingo  b.  Abdelaziz  b.  Sofián. 

LXXIII 

Pignoración  de  una  viña  y  de  un  majuelo 
adjunto,  sitos  en  el  pago  de  Loeches,  juris- 
dicción de  Toledo,  lindando  por  sus  cuatro 
lados  respectivamente  con  viña  de  Juan  Pe- 

thres  b.  Albanná  (LtJl);  con  otra  del  diáco- 
no D.  Juan,  el  de  la  iglesia  de  San  Román; 
con  otra  de  Pedro  Loyón,  etc. 

Otorga  este  contrato  D.  Miguel  Lázaro, 
que  constituye  la  prenda  en  poder  de  D.  Pe- 
dro Almorabit,  recibiendo  de  éste  diez  miz- 
cales,  los  cuales  fueron  entregados  á  Abú 
Rebia  Suleimán,  el  israelita,  en  pago  de  otro 
préstamo  que  éste  había  hecho  al  dicho  Lá- 
zaro, según  escritura  fecha  en  Mayo  del  año 
anterior,  escritura  que  fué  entregada  á  este 
segundo  prestamisma  D.  Pedro  Almorabit, 
á  quien  se  puso  en  posesión  de  las  fincas  em- 
peñadas para  que  las  cultivase  á  su  arbitrio 
durante  el  año  á  que  se  extendía  el  contrato. 
Pasado  éste,  serían  devueltos  el  dinero  al 
prestamista  y  la  finca  al  propietario,  ^a,) 


:>  .v^ 


I  En  el  original  se  Ice:  ^j^\-^  ^j;:i  ^j^^\ 
'"  ^JJ  (J-?'^'  ^^^  suponemos  deba  corregir- 
se como  lo  hacemos  en  el  texto. 


/^ífj"''       ^í"^       ¿^Jj       ÍJ.AC     jL'O.       ^A      i.^Jlj 


Fecha  en  la  primera  decena  de  Abril,  Era 
de  1234  I. 

Suscripciones  arábigas:  lUán  b.  ¿Hilal?; 
Micael  b.  Domingo,  testigo;  Domingo  b.  Pe- 
thro  Alcantarí  «Se  formalizaron  los  testimo- 
nios sobre  esto  en  mi  presencia,  y  yo  Xal- 

món  b.  Alí  b.   Waid»   i^i  Jíl^^^l  ^_^) 

LXXIV 

Carta  de  donación  de  las  cuatro  quintas 
partes  de  un  vitsón,  y  de  venia  del  quinto 
restante,  otorgada  por  D.  Domingo  Andrés, 
el  conocido  por  Max. ido  -,  en  favor  del  con- 
vento de  religiosas  de  San  Pedro  de  To- 
ledo 3. 

Hállase  dicho  mesón  en  el  distrito  del  arra- 


1  Nos  ha  costado  ímprobo  trabajo  la  lec- 
tura de  este  documento  aun  con  auxilio  del 
reactivo:  por  esta  razón  hemos  reproducido  su 
texto  árabe  en  lo  que  afecta  á  la  esencia  del 
mismo;  de  este  modo  se  facilitará  su  lectura  en 
lo  sucesivo,  y  podrá  rectificarse  más  fácilmen- 
te si  hemos  incurrido  en  algún  desacierto. 

2  Vocales    dudosas   ;   i-lj-Vil    *.£;^3     ,oj^ 


.5^LA.     3 


;  >*J5 


'-;> 


3     Suponemos  se  refiere  ai  monasterio  lla- 
mado de  San  Pedro  de  las  Dueñas. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


bal  del  Sultán  ^,  en  e,I  interior  de  Toledo 

(illa Jii>  Lo X»    J¿.':5_j     .,ils.LJt    j^}j    hjsr^) 

y  linda:  por  levante,  con  la  vía  pública;  por 
poniente,  con  las  tiendas  y  mesón  de  los  he- 
rederos de  D.  Pedro  Esteban;  por  el  N.,  con 
otra  calle  á  la  cual  da  la  puerta  de  dicho  me- 
són, y  al  S.,  con  otra  finca  del  mismo  géne- 
ro perteneciente  al  caid  D.  Pedro  Díaz. 

Este  mesón,  según  hemos  dicho,  fué  en 
parte  donado  y  en  parte  vendido  por  su  due- 
ño, quien  lo  había  adquirido  por  compra  de 
D.  Pedro  García  y  de  su  mujer  Doña  Leo- 
cadia, hija  de  D.  Juan  de  Cutanda  <J1^^>) 
{sj^  ^3  ,.,!.9.     .,  .^.  Hizo  donación  de 

las  cuatro  quintas  partes  en  favor  de  dicho 
convento,  con  objeto  de  alcanzar  las  bendi- 
ciones de  Dios;  y  por  esto,  al  aceptar  esta 
donación  la  Abadesa  de  aquel  convento,-  Do- 
ña Sancha,  «se  compromete  ella  y  las  demás 
religiosas,  sus  compañeras  y  subordinadas 
y  las  que  han  de  sucederías  con  el  tiempo,  á 
tener  presente  en.  sus  oraciones  al  referido 
donante  mientras  viva,  y  á  celebrar  anual- 
mente un  nnive\:sario  después  de  su  muerte» 


i-v 


<j: 


íJ.XJ 


]\    i.íX^>     ^,_jjJ    ^, 


>^-'j^    J,    J   (^J^^ 


,La.¿3    ..rV^.j 


(...  ^U  jr  J  ¿.:y 

Vendió  también  en  favor  del  propio  con- 
vento el  quinto  restante  por  precio  de  40 
mizcales  de  oro  alfonsí,  los  cuales  recibió 
de  dicha  Abadesa  Doña  Sancha,  quedando 
ya  dueño  el  citado  convento  de  la  totalidad 
del  mesón  descrito,  en  virtud  de  los  dos  con- 
tratos de  que  queda  hecha  mención. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Junio  de 
la  Era  1234. 

Adviértese  en  el  documento  que  el  donan- 
te vendedor  entregó  á  la  Abadesa  la  escri- 
tura de  compra- venta,  por  la  cual  adquirió 
la  finca  objeto  de  este  doble  contrato  de 
D.  Pedro  García  y  de  Doña  Leocadia,  hija 
de  Juan  de  Cutanda. 

Suscripciones:  las  suscripciones  arábigas 


están  muy  borrosas,  aunque,  por  lo  que  pue- 
de leerse,  los  nombres  son  los  que  figuran 
ordinariamente  en  las  demás  escrituras  de 
este  tiempo. 

En  carácter  latino  suscriben:  «Ego  domi- 
na domenga  priora,  confirmo.  Maria  petrig, 

confirmo.  Eugenia,  confirmo domenga 

uincent,  confirmo,  leocadia  dominici,  con- 
firmo, Sol  lopiz,  confirmo.  Ego  Sancia  ab- 
batissa,  confirmo. 

(Escritura  muy  deteriorada  por  la  hume- 
dad en  algunos  puntos.) 

LXXV 

Se  contienen  en  este  pergamino  dos  docu- 
mentos. 

i.°     Venta  de  una  oasa  sita  en  el  ndarbe 


llamado  del  caid  D.  Xabib 


I     Entiéndase  el  Rey  de  Ciistilla.  según  ya 
advertimos  anteriormente. 


(■^--N---  .)¿^  J.AaJt  ^Jj,  en  las  inmedia- 
ciones de  la  catedral,  lindando  al  E.  con  una 
calle  (i'¿.¡\)  del  citado  adaile:  al  O.,  con  una 
casa  de  D.  Fernando  Domínguez;  al  S.,  con 
una  segunda  cítlle  del  mencionado  adarhe, 
y  al  N.,  con  una  casa  de  Doña  Loba,  hija 
del  caid  D.  Xabib.  Otorga  esta  venta  Don 

Lob  ó  Lope  ben  Gastón,      ,j    ^_,s'    ijí^) 

(    ,  .;;iL¿,  sobrino  de  Doña  llorahona,  á  fa- 

vor  de  Doña  María,  hija  de  Juan  Selma,  por 
precio  de  40  mizcales. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Febrero, 
Era  de  1-35. 

2.°  Testamento  de  Doña  Hora-bona,  t;á 
del  citado  D.  Lope,  en  una  de  cuyas  dispo- 
siciones lega  á  éste  el  dominio  de  la  casa 
que  habita,  y  una  viña  en  el  término  de  ¿Vi- 
nal? (Jl-^j),  siendo  esta  casa  la  á  que  se  re- 
fiere el  documento  anterior. 

Su  fecha  en  la  primera  decena  de  Marzo, 
Era  de  1233. 

Autorizada  su  copia  en  la  fecha  del  ante- 
rior. 

Las  suscripciones  de  uno  y  otro  documen- 
to están  escritas  en  caracteres  arábigos:  Do- 
mingo b.  Yahya;  Micael  Pethre?,  amín  de  los 

herreros  (    j.ol_v¿i    ^^5);   Esteban  y  Dorf 

mingo,  hijos  de  Pedro  Alcantarí,  y  algunas'! 

otras. 

Francisco  Voy<. 

(  ConUiuiará.) 


10 


boletín 


EL  CALZADO  DE  LUJO  EN  LA  EDAD  MEDIA 


(rectificación) 

Aumentaría,  sin  duda,  el  gran  in- 
1^   teres  que  inspira  el  Boletín  de 

r^c^  nuestra  Sociedad,  si  se  aclima- 
tase en  sus  columnas  una  sección  aná- 
loga ,  aunque  no  enteramente  igual ,  á 
aquella  que  constituía  la  esencia  de  El 
Averiguador  (fundado  en  1867)  y  ob- 
tuvo lugar  importante  en  la  Revista 
de  Archivos  ,  Bibliotecas  y  Museos^ 
hace  ya  un  número  respetable  de  años, 
é  iba  encaminada  directamente  á  la 
aclaración  de  dudas  ,  descubrimiento 
de  la  verdad  y  corrección  de  errores 
en  materias  de  erudición. 

Lo  que  voy  á  decir  va  dirigido  á 
esto  mismo  y  se  refiere  á  algo  que  es- 
cribí en  mi  artículo  acerca  del  Báculo 
y  calsado  del  Obispo  de  Mondoñedo, 
D.  Pelayo,  publicado  en  el  número  del 
Boletín  de  1.°  de  Noviembre  del  año 
próximo  pasado. 

Al  transcribir  allí  el  texto  (tomado 
de  la  última  obra  del  Sr.  López  Ferrei- 
ro)  de  las  posturas  que  Alfonso  X  hizo 
en  1252  para  la  tierra  de  Santiago,  no 
obstante  que  concordaba  exactamente 
con  el  que  dio  Sempere  en  su  Historia 
del  luxo,  se  me  despertaron  fuertes  du- 
das de  que  estuviese  inexacto  en  aque- 
llo de  autorizar  el  uso  de  zapatos  do- 
rados, en  el  mero  hecho  de  limitarse  á 
prohibir  los  que  estuviesen  ferpados\ 
porserconstantelaprohibición de  ellos, 
no  sólo  en  las  varias  disposiciones  que 
cité  al  tratar  especial  y  detenidamente 
de  este  particular  en  el  ApéndiceN  del 
Catálogo  de  los  objetos  de  Galicia,  en 
la  Exposición  Histórico  Europea,  sino 
también  en  las  Cortes  de  Valladolid 
de  1258,  tocante  á  los  escribanos,  ba  - 
llesteros  ,  falconeros  y  porteros  del 
Rey  y  de  la  Reyna  (cap.  4),  lo  mismo 
que  á  todos  los  escuderos  (22),  y  á  los 
moros  (27). 


Estas  dudas  resultaron  plenamente 
justificadas,  en  cuanto  me  he  encontra- 
do con  que ,  en  el  texto  de  las  mismas 
posturas,  según  el  quaderno  original 
que  se  dio  á  la  ciudad  de  Talavera,  de 
que  existen  copias  en  la  Biblioteca  Co- 
lombina de  Sevilla  (Tomos  75  y  102  de 
Varios,  en  folio,  y  A.  A— 141— 2  Est. 
de  Varios,  en  4.°),  con  el  título  Z,í?w5 
e  Ordenamientos  fechos  por  el  Rey 
D.  Alonso  en  las  Cortes  de  Sevilla ,  a 
pedimento  de  los  procuradores  ,  era 
1290  (A.  de  J.  C.  1252)  ,  lo  que  se 
halla,  en  el  mismo  capítulo  de  Que  nin- 
gún home  non  bastone  panos  ,  es  :  "  e 
que  non  tra57^ades  zapatos  dorados  que 
non  sean  serpados,,. 

Entiendo  que  las  personas  (que  en 
verdad  no  serán  en  gran  número ) 
aficionadas  á  estos  estudios  de  investi- 
gación arqueológica,  y  deseosas  de  co- 
nocer la  verdad  exacta  y  completa, 
mediante  textos  escrupulosamente  de- 
purados, agradecerán  que  haga  esta 
aclaración ;  como  yo  la  hubiese  agra- 
decido si  cualquier  consocio,  por  más 
que  fuese  en  forma  un  tanto  dura  de 
rectificación,  me  hubiese  dado  la  luz 
de  que  yo  carecía,  justificando  las  du- 
das que  en  mí  se  habían  despertado 
sobre  la  corrección  de  los  únicos  tex- 
tos de  que  yo  disponía. 

José  Villa-amil  y  Castro 


SECCIÓN  DE  LITERATURA 


LA  PRIMERA  VUELTA  AL  MUNDO 


A  SEBASTIAN  ELC^lSrO 

(ODA) 

.  ¿Qué  insólita  derrota 
A  seguir  \r  la  temeraria  flota 
Que  se  apercibe  á  abandonar  velera, 
De  Sanlúcar  la  jilácida  ribera? 

¿Acaso  quiere  España, 
Que  otro  dominio  en  apartada  zona 
Paj-a  ella  el  sol— ya  sin  descanso,— alumbre? 
¿No  teme  que,  añadiendo  á  su  corona 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


11 


Preciada  Joya  de  reg'ión  extraña. 
Se  rinda  á  la  soberbia  pesadumbre? 

Cinco  esbeltas  armadas  carabelas 
Al  aire  dan  las  impacientes  velas-, 
Un  portug-ués  las  manda,  Magallanes, 
Que  en  su  tierra  nativa, 
Mirando  mal  pagados  sus  afanes, 
A  trono  que  desi^ide  luz  más  viva 
Orgulloso  ofreció  sus  arduos  planes. 

Ya  el  mástil  giganteo, 
Cual  caballo  que,  próximo  al  combate. 
Siente  agudo  acicate, 
Recibe  de  las  lonas  el  goli)eo, 

Riííosos  gallardetes. 
Formando  coloridos  ramilletes. 
En  los  topes  se  agitan 
De  las  incjuietas  naves; 
Parece  que  responden  y  que  incitan, 
A  los  pañuelos  que,  cual  Idancas  aves. 
Desde  la  arena  al  nauta  felicitan. 

Cadenciosas  las  olas. 
Entonan  halagüeñas  barcarolas; 
¡Hurra!  nutrido  los  esi)acios  llena; 
Que  aquellos  animosos  navegantes 
La  costa  dejan  sin  amarga  pena, 
Y,  cual  en  mar  azi;l  luna  serena, 
La  alegría  riela  en  sus  semblantes. 

Mas  no  todo  es  placer  en  la  jornada  : 
La  mano  en  la  ol)ra  muerta  abandonada 
Del  Concepción,  \i\\  joven,  con  intenso 
Dolor  busca  en  la  gaja  muchedum1n-e 
Algún  semblante  amigo 
Que  en  él  encienda  la  prendida  lumbre. 

Y  al  no  encontrarlo  en  el  gentío  denso, 

Y  al  verse  lejos  de  los  patrios  lares. 
Dolido  del  quebranto, 

Una  gota  de  llanto 

Dejó  caer  en  los  undosos  mares. 

Vivaz  su  fantasía, 
Vio  que  la  gota  errante 
La  redondez  del  mundo  recorría. 
Mareando  un  derrotero, 

Y  un  acento  escuchó  que  le  decía; 
«Sigúela,  Sebastián,  aquí  te  espero.» 

En  línea  avanzan  las  tajantes  proras. 
Hendiendo  el  ya  tran()uilo,  ya  sañudo 
Elemento,  con  rumbo  á  las  Canarias, 
Que  al  paso  les  envían  el  saludo 
Embriagador  de  mil  esencias  varias. 

Del  fondo  de  una  nave 
Sube  insidiosa  con  sus  roncas  voces. 
La  insurrección,  que  Magallanes  sabe 
Apagar  en  la  cuna;  raudo  enfrena 
El  rugidor  tumulto; 
En  solitaria  arena. 
Abandona  al  airado  Cartagena. 

Prende  con  mano  fuerte 
A  Quesada,  á  Mendoza; 

Y  en  brazos  los  entrega  de  la  muerte, 
Que  no  quiere  que  e¡  crimen  quede  inulto, 
Pues  tiene  por  más  fiera  y  más  insana 
Que  la  del  mar,  una  tormenta  humana. 

Al  descubrir  de  Santa  Cruz  el  río, 
Con  grito  de  terror  que  el  alma  hiela, 
Estréllase  el  Santiago  en  un  bajío. 
Desderrota  después  el  San  Antonio, 
Que  á  España  vuelve  la  cansada  vela 
A  dar  de  los  azares  testimonio. 

Tierra  lejana  vislumbraron  luego, 
Que  á  plácido  reposo  les  convida. 
Moviendo  cien  y  cien  lenguas  de  fuego; 
Y,  tras  duros  afanes, 


Al  embocar  el  suspirado  Estrecho, 

Se  ensancha  al  fln  el  angustiado  pecho 

Del  grande  Magallanes: 

Que  acreciendo  las  glorias  españolas, 

Corta  sereno  sus  virgíneas  olas. 

No  goza  el  alma  pura, 
Cuando  rompe  la  angosta 
Cárcel  del  cuerpo,  y  álzase  á  la  altura, 
Cual  la  flota,  vencida  la  estrechura, 
Navegando,  sin  ver  frontera  costa, 
Del  Pacifico  mar  en  la  llanura. 

Mas  ¡ay!  veces  sobradas 
Lo  que  de  encanto  nuestro  pecho  inunda, 
Sólo  en  su  mal  y  en  su  dolor  redunda. 
¡Cuan  tétricas  jornadas, 
Cuan  rudas  privaciones, 
Hasta  dar  en  las  islas  clescUcliadas , 

Y  en  las  tierras  abrigo  de  Ladrones. 
Por  fin  al  cielo  plugo 

Conducirles  á  costas  abxmdantes. 
Do  sacudieron  el  tremendo  yugo, 
Del  hambre  y  escorbuto  devorantes. 

¡A  qué  contar  las  islas  perfumadas 
Que,  cual  flores  de  loto, 
Por  el  agua  bañadas. 
Vieron  surgir  en  aquel  mar  remoto! 

Halagüeñas  sus  gentes, 
Colmábanles  de  espléndido  tesoro, 

Y  en  harnero  sutil  aechaban  oro, 
Tan  sólo  en  complacerles  diligentes: 
A  trueco  de  infantiles  bagatelas. 
Llenaron  de  alcanfores  y  canelas, 
De  jengibre,  de  sándalo  aromoso. 
De  riiibarbo  amargoso, 

Los  senos  de  las  amplias  carabelas. 

Mas  en  sus  aguas  plácidas  debía 
lia  hueste  exploradora 
Una  baja  sufrir,  que  todavía, 
La  madre  j^atria  llora. 

Como  en  la  siega  las  agudas  hoces, 
Allí  tribus  feroces. 
Con  flechas  á  lo  bajo  disparadas, 
Al  ver  que  la  armadura  las  embota, 
A  menguan  despiadadas 
La  dotación  de  la  ya  escasa  nota. 

Allí  perdió  la  vida 
El  grande  Magallanes, 
Moisés  que  en  galardón  á  sus  afanes 
No  pudo  hollar  la  tierra  prometida. 

Porque  muera  la  flor,  gala  del  prado, 
No  todo  es  acabado; 
Natura,  bienhechora, 
En  la  negra  caverna  de  la  noche 
Nuevo  ser  elabora, 

Y  halla  la  luz  de  la  temprana  aurora 
El  capullo  de  ayer  trocado  en  broche. 

La  tempestad  bravia. 
Que,  cual  provista  de  acerado  tajo. 
Corta  á  cercén  ó  llévase  de  cuajo 
El  robleque  á  los  siglos  desafía, 
No  abarca  en  su  influencia 
A  la  humilde  semilla 
Que  entre  mojada  arcilla 
Es])era  la  oportuna  florescencia. 

También,  cuando  doliente. 
Sin  jetes  y  sin  t4no. 
Va  la  marina  gente. 
Buscando  quien  alumbre  su  camino; 

Cuando,  arriado  otra  vez  el  estandarte, 
Por  muerte  de  Duai'te, 
Terror  medroso  cunde; 
El  ánimo  esforzado  desfallece, 
El  desaliento  crece, 


12 


boletín 


Que  en  reflexión  constante  se  difunde: 
Cual  ág'uila  ostentosa 
Que  al  escuchar  insólito  n)urmullo, 
Se  eleva  poderosa. 

Elcano  se  presenta;  y  animosa 
1j{i  armada  le  saluda  con  orgullo; 

Y  él,  que  ya  siente  el  no  lejano  arrullo 
De  las  alas  batientes  de  la  Fama, 

Y  el  clamor  de  la  trompa  que  le  aclama. 
Deja  al  surcar  los  mares  de  la  gloria, 

El  buque  Concepción,  toma  el  Victoria. 
Emi)uñando  la  enseña  castellana, 

Y  en  la  cabeza  el  herrumbroso  yelmo, 
Triunfar  ó  perecer  hincado  jura. 

Y  es  fama  que  al  llegar  la  noche  oscura, 
YA  fuego  de  San  Telmo, 

Festejo  de  la  nave  capitana. 
Contorneó  su  esbelta  arboladura. 
Ya  abandona  la  rada  de  Borneo, 

Y  hacia  Tidnr  intrépido  se  lanza; 
<i>ue  vivo  como  el  rayo  es  su  deseo 
(irande  como  el  océano  su  esperanza. 

Mirad  ya  sólo  el  buque  en  que  navega 
A  los  azares  de  la  mar  so  entrega; 
Que,  por  adversos  hados, 
]jOS  bravos  tripulantes  detenidos 
Del  Trinidad,  recuerdan  angustiados, 
Que  á  la  fama  son  muchos  los  llamados 
Pocos  los  elegidos. 

Los  ojos  en  la  aguja  palpitante , 
Explota  la  pasión,  que  con  transporte 
La  hace  tender  amante 
Al  escondido  norte; 

Y  con  tosco  instrumento 
Fija  el  virgíneo  punto 
Do  se  encuentra  la  nave. 

Que  á  gran  mengua  tuviera,  y  detrimento. 

No  dejar  de  su  paso  más  trasunto 

Que  aquel  (juc  deja  el  ave 

Al  cruzar  la  región  del  A'ago  viento. 

Mas  celoso  Neptuno 
De  la  gloria  de  Elcano, 
Auxilio  ])ide  al  veleidoso  Eolo, 

Y  empuñando  el  tridente  de  consuno. 
La  nave  empujan  al  terrible  polo. 

Presto  se  cambia  el  bienestar  en  luto; 
El  g'usano  asqueroso 
Con  el  hombre  comparte 

Y  devora  afanoso 

La  mísera  ración  que  se  reparte. 

Diezmados  por  maléfico  escorbuto , 
Esquivando  del  hambre  la  tortura, 
Se  lanzan  á  despojos 
Con  socalados  ojos 
Que  remedan  la  hueca  se])ultura. 

Agua  piden  al  agua, 
Sus  gargantas  ardiendo  como  fraguas 

Y  en  la  dura  aflicción  que  los  azota 
No  descubre  la  vista  acongojada 

Ni  un  pez  siquiera  en  la  mansión  salada 
Ni  en  la  mansión  del  aire  una  gaviota. 

La  muerte  por  las  crestas  del  olaje 
Aterradora  viene, 

Y  ))enetra  en  el  buque  al  abordaje. 
J^a  superficie  undosa 

Del  mar,  trocada  en  gigantesca  losa. 
Fosforece  con  brillo  funerario; 
Aspecto  de  sepulcro  el  casco  tiene. 

Y  el  velamen  aspecto  de  sudario. 
Cierta  noche  en  que  Elcano 

Seca  la  boca,  la  mirada  mustia. 

Presa  de  horrible  angustia 

La  pensadora  frente  en  la  ancha  mano, 


Pedia  ansioso  al  cielo 

El  coto  á  su  amargor  y  desconsuelo , 

Vio  brillar  de  rei)ente 

La  roja  lumbre  de  la  austral  aurora, 

Y  asomar  á  deshora 

Un  encarnado  sol  resplandeciente. 

Leve  brisa  suave. 
De  aroma  de  azahares  impregnada  , 
Barrió  la  inficionada 
Cubierta  de  la  nave. 

Armonioso  concento. 
Llevado  en  alas  de  apacible  ^■iento, 
Pobló  el  azul  espacio, 
Y,  de  entusiasmo  llenas, 
Abandonando  el  húmedo  i)alacio, 
A  escxicharlo  salieron  las  sirenas. 

Alzó  los  ojos,  y  miró  asombrado 
El  .árbol  giganteo 
En  Genio  transformado , 
Aunque  se  cubre  con  marcial  arreo. 
Nolile  aspecto  ])resenta  de  matrona; 
Su  vestido  preciado. 
De  emblemas  adornado. 
Su  cuna  y  su  i)oder  claro  pregona. 

Las  blancas  velas,  como  propias  alas, 
Violentaiijente  agita 
Tan  raudo  sobre  el  nmr  se  precipita 
Que  ])ai-ejas  corriera  con  las  balas. 

Poco  á  poco  su  empuje  disminuye, 

Y  prosigue  el  camino 
Como  albatros  marino 

Que  por  la  espuma  de  las  olas  huye. 

Un  no  olvidado  acento 
Llenó  entonces  los  aires  de  armonía, 

Y  Elcano,  que  prestaba  oído  atento, 
]*ercibió  que  Aibrante  le  decía: 

«Aunque  es  el  mar  del  Sur  tu  advei'sa 

Y  bajo  de  sus  olas  [suerte 
Un  día  yacerá  tu  cuerpo  inerte. 

En  aumento  de  glorias  españolas. 
Hoy  vengo  á  libertarte  de  la  muerte. 

» Acude  presuroso 
A  la  playa  tu  punto  de  partida. 
De  argonaxita  con  fe  nunca  vencida 
Cierra  el  circuito  de  tu  paso  honroso. 

» Avanza  siempre,  avanza  , 
Con  pecho  fuerte  y  bravo. 
Mira  ya  en  lontananza 
Se  ve  asomar  el  bendecido  Cabo 
De  la  Buena  Esperanza. 

»Del  Pisuerga  en  la  orilla  deleitosa 
Carlos  Quinto  te  espera; 

Y  cuando  sepa  que  á  la  densa  esfera 
Has— como  Dux  á  la  marina  esposa  — 
Con  anillo  nupcial  engalanado, 

En  peregrino  dote 

Daráte  honroso  mote. 

Que  diga  que  el  2) rimero  la  lias  cercado. ^^ 

Desparece  el  coloso: 
Mira  hacia  atrás  Elcano,  ya  animoso , 
Interminable  estela 
Ya  dejando  la  rauda  carabela, 

Y  atónito  se  fija  en  la  constancia 

Con  que  dibuja  un  nombre,  el  de  Xinnancia. 

r.Vov  qué  acude,  al  lucir  la  clara  aurora, 
La  gente  de  Sanlúcar  á  la  playa, 

Y  mientras  con  el  labio  á  Dios  bendice. 
Del  horizonte  la  dudosa  raya 

Con  la  mirada  explora? 

Grande  agorero  el  corazón,  le  dice 
Que  las  nacidas  velas 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


13 


Que  del  alba  á  los  nítidos  reflejos 
Destácanse  á  lo  lejos, 
Son  de  xma  de  las  randas  carabelas 
Que  la  patria  risueña  abandonaron 

Y  hacia  mares  sin  rumbo  navegaron. 
Vedla  lleg'ar,  cual  disparada  ñecha 

Que  consumió  en  el  aire  su  energía, 
É  indolente  se  abate; 
Sin  la  jarcia,  maltrecha, 
Truncada  la  soberbia  arboladura 
Del  viento  y  mar  bravia 
Por  el  furioso  embate; 
En  todo  semejante  á  la  armadura 
Que  sostuvo  Ío  recio  del  combate. 
Tremolando  la  enseña  victoriosa 
De  proa  en  el  alcázar  aparece 
La  fig'ura  de  Elcano  majestuosa. 
La  vocería  al  divisarle  crece. 
Las  lanchas  á  la  mar  se  precipitan. 
Los  pañuelos  se  ag-itan 
Roncos  los  bronces  suenan. 

Y  vítores  sin  par  el  aire  llenan. 

— ¿Qué  es  lo  qne  hizo? — pregúntale  á 

[un  anciano 
l'n  niño  ;í  quien  conduce  de  la  mano: 
—  ¿Qué promueve  entusiasmo  tan  profundo?— 

—Mira,  con  ese  ceñidor  de  plata. 
Que  rastro  de  la  nave  se  dilata , 
Acaba  de  cei-car  el  vasto  mundo — 

Melchor  de  Pai.au. 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 


4i^?l  os  Sres.    Serrano  Fatigati   y  Cabello 
hicieron  el  viaje  á  Valladolid,  Medina 


y  Salamanca,  acomodándose  al  pro- 
grama é  itinerario  publicados  en  el 
número  anterior  de  este  Boletín. 

En  la  primera  población  visitaron  las  tum- 
bas de  doña  María  de  Molina,  de  D.  Pedro 
Lagasca  y  de  D.  Rodrigo  Calderón;  la  iglesia 
de  la  Antigua,  con  sus  restos  de  pórtico  romá- 
nico; el  claustro  de  San  Gregorio,  lleno  de 
Jlores  de  lis  y  de  escudos  con  el  yugo  y  las 
saetas;  las  portadas  curiosas  de  este  mismo 
convento  y  de  San  Pablo,  y  el  Museo  provin- 
cial donde  se  conservan  las  estatuas  orantes 
de  los  duques  de  Lerma  y  la  bellísima  sillería 
de  Berruguete. 

Al  llegar  á  Medina  se  dirigieron  á  la  carita- 
tiva fundación  de  Simón  Rui^  de  Envito,  cuyo 
busto  aparece  arrodillado  en  el  presbiterio 
del  templo,  al  lado  de  los  de  sus  esposas;  en- 
traron luego  en  la  Colegiata  y  recorrieron,  por 
tiltimo,  las  torres,  las  murallas  y  los  fosos  del 
castillo  de  la  Mota  tan  lleno  de  glorias  nacio- 
nales, tan  ruinoso  y  tan  olvidado  de  nuestros 
hombres  políticos,  que  no  cuidan  de  mantener 
en  el  pueblo  el  amor  que  despierta  la  historia 
patria. 

Salamanca  fué  cruzada  en  todos  sentidos. 
Entre  cien  monumentos,  fijan  en  ella  la  aten- 


ción del  viajero  la  Catedral  vieja,  poblada  de 
extraños  mascarones  y  de  estatuillas  que  pa- 
recen miniaturas  de  antiguos  códices,  y  la 
nueva  con  su  espléndida  portada;  Santo  Do- 
mingo, donde  se  ha  construido  al  cabo  de  los 
úños  mil  un  sepulcro  para  el  gran  duque  de 
A!b3,-se  venera  la  vetusta  virgen  del  Valle,  y 
se  admira  uno  de  los  mejores  lienzos  de  Clau- 
dio Coello;  el  convento  de  Agustinas,  orgullo- 
so con  su  Concepción  de  Ribera;  las  Úrsulas 
y  Sancti-Spiritus, ricas  en  buenos  artesonados; 
la  Casa  de  las  Conchas,  dotada  de  preciosas 
rejas;  la  Universidad,  el  Hospital  del  estudio, 
los  estudios  menores,  el  Colegio  de  Nobles 
irlandeses,  las  casas  de  las  Salinas  y  las  Muer- 
tes,que  lucen  los  primores  del  genio  de  Berru- 
guete y  de  otros  escultores  notables  del  Rena- 
cimiento; Santa  Cruz,  poseedora  de  un  fron- 
tal esmaltado;  San  Martín,  San  Benito,  el 
Palacio  de  Monterrey  y  la  torre  del  Clavero, 
que  recuerdan  en  enterramientos  y  bultos  ya- 
centes ó  en  murallones  espesos,  luchas  nobi- 
liarias y  glorias  españoles. 

Lamentaron,  sí,  nuestros  consocios  muchos 
de  los  deterioros  observados,  así  como  les  re- 
gocijó, en  grato  contraste,  la  prueba  de  la 
solicitud  por  sus  joyas  que  hoy  se  despierta  de 
nuevo  en  la  antigua  ciudad  de  las  elecciones 
y  motines  escolares.  La  verja  que  rodea  el 
sarcófago  del  Prelado  en  la  capilla  de  los  Ana- 
yas  ha  sufrido  del  vandalismo  manso  tanto 
como  padecen  de  las  inclemencias  celestes  los 
sepulcros  de  Sancti-Spiritus  y  algunos  de  la 
Catedral  vieja.  La  fachada  de  la  nueva,  de  la 
Universidad  y  de  otros  ediricios  no  sirven  ya, 
en  cambio,  de  frontón  á  chiquillos  mal  cria- 
dos, y  las  preciosas  ménsulas  del  edificio  que 
ocupa  la  Diputación  provincial  lucen,  libres 
de  polvo  y  telarañas,  las  vigorosas  líneas  de 
sus  geniales  figuras. 

Los  Sres,  Serrano  Fatigati  y  Cabello  han 
quedado  también  satisfechos  del  hospedaje  en 
la  modesta  casa  La  Victoria,  de  Medina,  y  de 
la  excelente  fonda  de  las  Cuatro  Estaciones, 
de  Salamanca,  con  camas  limpias  y  alimentos 
convenientes. 

X 

X     X 

En  los  últimos  días  del  mes  de  Febrero,  por 
acuerdo  de  la  Comisión  ejecutiva,  se  repartió 
á  nuestros  asociados  una  hoja,  cuyo  contenido 
era  el  siguiente: 

i  Sociedad  Española  de  Excursiones. — Para 
solemnizar  el  tercer  aniversario  de  su  funda- 
ción, esta  Sociedad  realizará  una  excursión  á 
la  histórica  ciudad  de  Alcalá  de  Henares  el 
domingo  i."  de  Marzo  de  1896. 

Organizada  la  excursión  después  de  publi. 
cadoel  número  de  nuestro  Boletín,  correspon- 


14 


BOLETÍN 


diente  al  mes  Je  Febrero,  por  cuya  causa  no 
ha  podido  anunciarse  en  él,  se  ponen  en  co- 
nocimiento de  los  señores  socios  las  condicio- 
nes de  la  misma,  que  son  las  siguientes: 

Salida  de  Madrid  (estación  del  Mediodía): 
9,5  h.  de  la  mañana. 

Llegada  á  Madrid  :  y, 3o  h.  de  la  tarde. 
Cuota:  diez  pesetas,  en  que  se  comprenden 
todos  los  gastos  que  ocasione  el  viaje. 

Adhesiones:  al  Sr.  D.  Enrique  Serr.ino  Fa- 
tigati,  Presidente  de  la  Comisión  ejecutiva  de 
la  Sociedad  (Pozas,  17,  segundo),  acompañan- 
do la  cuota ,  hasta  el  29  de  Febrero,  á  las  tres 
de  la  tarde. 

Los  señores  socios  adheridos  deberán  estar 
en  la  Estación  quince  minutos  antes  de  salir 
el  tren, 

Madrid  22  de  Febrero  de  1896.  —  El  Secre- 
rio  general,  Vizconde  de  Pala^uelos. — V."  B.* — 
El  Presidente,  Serrano  Fatigad.» 

Al  salir,  pues,  de  las  prensas  el  presente 
número  del  Boletín,  están  nuestros  consocios 
en  Alcalá,  ciudad  especialmente  grata  á  la  So- 
ciedad de  Excursiones,  pues  con  una  excursión 
á  aquella  vtriñcada  inauguró  ésta  sus  tareas 
en  12  de  Marzo  de  1893,  En  el  número  de 
Abril  daremos  noticia  del  resultado  de  la 
nueva  excursión  á  la  patria  de  Cervantes. 

X 
X     X 

Para  recuerdo  y  conocimiento  de  nuestros 
antiguos  y  nuevos  socios,  insertamos  á  conti- 
nuación los  nombres  de  los  señores  que  conn- 
ponen  la  Comisión  ejecutiva  de  la  Sociedad 
Española  de  Excursiones  y  las  Juntas  de  Sec- 
ción, así  como  también  los  de  nuestros  Dele- 
gados-Representantes en  provincias  y  en  el  ex- 
tranjero. 

Organización  de  la  Sociedad  Española  de  Excur- 
siones en  1896. 

COMISIÓN  EJECUTIVA 

Presidente.— l\mo.  Sr.  D.  Enrique  Serrano 
Fatigati,  Pozas,  17,  segundo  derecha. 

Vocal.  —  Sr.  D.  Adolfo  Herrera,  Alcalá,  49 
cuadruplicado,  tercero  izquierda. 

Secretario.  —  limo.  Sr.  Vizconde  de  Pala- 
zuelos,  Hernán-Cortés,  3. 

JUNTAS  DE  SECCIÓN 

CIENCIAS    HISTÓRICAS 

Presidente. —  Excmo.  é  limo.  Sr.  D.  José 
María  de  Cos,  Arzobispo-Obispo  de  Madrid- 
Alcalá. 

Vicepresidente.  — Excmo.  Sr.  D.  Juan  de 
Dios  de  la  Rada  y  Delgado. 

Vocales.— limo.  Sr.  D.Juan  Catalina  García; 
Excmo.  Sr.  Marqués  de  Cerralbo,  Excmo.  se- 


ñor  D.  Cesáreo  Fernández  Duro,  Excmo.  se- 
ñor Duque  de  Sexto,  Excmo,  Sr.  Conde  de 
Valencia  de  Don  Juan. 

Secretarios. — limo.  Sr.  D.  Ramón  Morenes, 
Sr.  D.  Antonio  Vives. 

CIENCIAS  NATURALES 

Presidente. —  Excmo.  S-.  D.  Federico  Bo- 
tella. 

Vicepresidente. — Sr.  D.  Rodrigo  Sanjurjo. 
Vocales. — limo.  Sr.  D.  Perfecto  María  Cle- 
mencín. —  Excmo.  Sr.  D.  Rafael  Alvarez  Se- 
reix. — Sr.  D.  Fermín  Iñarra. — Sr.  D.Manuel 
Marchámalo.  — Sr.  D.  José  Rodríguez  Mou- 
relo. 

Secretarios.  —  Sr,  D.  José  Retamal,  señor 
D.  Paulino  Savirón. 

LITERATURA 

Presidente.  —  Excmo.  Sr.  D.  Vítor  Bala- 
guer. 

Vicepresidente.  —  limo.  Sr.  D.  Francisco 
Commelerán. 

Vocales.— Sr.  D.  Pablo  Bosch,  Sr.  D.  Va- 
lentín  Gómez,  Sr.  D.  José  Feliú  y  Codina,  se- 
ñor D.  Cayo  Ortega  Mayor,  Sr.  D.  Rodrigo 
Soriano. 

Secretarios. —  Sr.  D.  Cayetano  Cervigón, 
Sr.  D.  Marcelo  Cervino. 

BELLAS   ARTES 

Presidente.  —  Excmo.  Sr.  D.  Pedro  de 
Madrazo. 

Vicepresidente  —Sr .  D.  Aureliano  de  Be- 
ruete. 

Vocales. — Sr.  D.  Felipe  B.  Navarro,  señor 
D.  Luis  Romea,  Sr.  D.  José  Garnelo,  señor 
D.  José  Parada  y  Santín,  Sr.  D.  José  María 
Florit. 

Secretarios. — Sr.  D.  Manuel  Crespo,  señor 
D.  Pelayo  Quintero. 

DELEGADOS  EN  PROVINCIAS 

Alcalá  de  Henares  (Madrid).  —  Rmo.  Pa- 
dre Abella. 

Alicante. — Excmo.  Sr.  Barón  de  Mayáis. 
Almagro  (Ciudad  Real).  —  Excmo.  seftot 
Marqués  de  la  Concepción. 

Almaján  (Soria). — Sr.  D.  Elias  Romera. 
Aranjue:^  (  Madrid).  —  Sr.  D.  Manuel  Al- 
caide. 

Avila.— Sr.  D.  Fausto  Rico.       * 
Barcelona.— Sr.  D.  Antonio  Elias  de  Mo- 
lins. 

Bilbao. — Sr.  D.  Juan  Antonio  Sanz. 
Burgos.— Sr.  D.  Juan  Albarellos. 
Cabera  del  Buey  (Badajoz).— Sr.  D.  Anto- 
nio Martínez  de  la  Mata. 

Cádi:¡. —Sr.  D.  Pelayo  Quintero. 
Cartagena  (Murcia). —Sr.  D.  Isidoro  Mar- 
tínez Rizo. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


15 


Castellón  de  la  Plana.  -   Sr.  D,  Francisco 
Domenech. 

Ciudad  Real.  —  M.  I.  Sr.  D.  Casimiro  Pi- 
nera. 

Colmenar  Viejo  (Madrid). — Sr.  D.  Valen 
tín  Ramón. 

Celaje  (Madrid). —  Rdo.  P.  Emilio  de  La- 
torre. 

Guadalajara.  —  Sr.    D.     Miguel  Marcha - 
malo. 

Huesca.  —  EKcmo.  Sr.  Conde  de  San  Juan. 
Lwg'o. —  Sr.  D.  Jesús  Rodríguez. 
Mora  (Toledo).  —  Sr.  D.  Juan   Marín  del 
Campo. 

Murcia.— ?>r.  D.  Ricardo  Codorníu. 
Navalmoral  de  la  Mata  (Cáceres). — Señor 
D.  Miguel  Lozano. 

Ocaña  (Toledo).  —  Sr.  D.  Antonio  Gálvez. 
Falencia. — Sr.  D.  Isidoro  Fuentes. 
Pamplona. — Sr.  D.  Juan  Iturralde. 
Santa  Coloma  de  Queralt  (Tarragona). — 
Rdo.  Sr.  D.  Esteban  Puig. 

Santander.—  Sr.   D.   Ramón   Solano  Po- 
lanco. 

Santiago  (Coruña). — M.  L  Sr.  D.  Antonio 
López  Ferreiro. 

Santillana  (Santander).— Excmo.  Sr.  Mar- 
qués del  Robledo. 

Segovia.  —  Sr.  D.  Joaquín  María  de  Cas- 
tellarnau. 

Sevilla.  —  Sr.  D.  Rafael  Ramírez  de  Are- 
llano. 

Solana  (Ciudad  Real).  —  Sr.  D.  Francisco 
Enríquez  y  Olivares. 

Tarragona.— Sr.  D.  Félix  Ribas. 
Toledo, — Sr.  D.  Ecequiel  Martín. 
Valencia.  —  limo.  Sr.  D.  José  Serrano  Mo- 
rales. 

Villafranca  de  los  Barros  (Badajoz).  — 
Sr.  D.  José  Cáscales. 

Zarago^a.—Sr.  D.  Paulino  Saviron. 

DELEGADOS  EN  EL  EXTRANJERO 

Francia.  —  Sr.  D.  Juan  Bautista  Enseñat, 
París. 

Sr.  Conde  de  Saint  Saud.  La  Roche  Cha- 
láis (Dordoña). 

Portugal.  —  Excmo.  Sr.  D.  Alvaro  Rebe- 
11o  Valente,  Porto. 

Italia.—Sr.  D.  Joaquín  Paya,  Bolonia. 

Estados  Unidos. —Mrs,  Abba  Goold  Wool- 
son,  Boston. 

— — ««ajaojaoor  — 


Informes. 

I.  Un  manuscrito  de  la  Biblioteca  Nacional 
de  Madrid  acerca  de  las  Comunidades,  atri- 
buido á  Gon:^alo  de  Ayora.  —  Manuel  Danvi- 
la.  —  II.  Arquitectura  barcelonesa  en  el  si- 
glo XIV.  —  Datos  inéditos  acerca  de  la  cons- 
trucción de  Santa  María  del  Pino  y  Santa 
María  de  Pedralbes.  —  Fidel  Fita.  —  III.  Ins- 
cripiions  basques. — E  Iward  Spencer  Dodgson. 

Variedades. 

I.  Corles  de  Tarragona  en  Febrero  de  1 177. 
— Bienvenido  Oliver  y  Esteller.  —  II.  Badalo- 
na.— Su  iglesia  parroquial. — Fidel  Fita. 

Noticias. 


BlBDIO(iI^ABÍA 

Publicaciones  periódicas. 
Boletín  de  la  Real  Academia  de  la  Histo- 
rííi.— Sumario  del  número  de  Febrero  de  1896. 


Boleiín  de  la  Sociedad  arqueológica  lulia- 
na. — Sumario  del  mes  de  Enero  de  1896. 

I. — La  guerra  entre  ibicencos  y  argelinos  en 
el  siglo  XVíI,  X,  por  D.  Enrique  Fajarnés. 

II.— Sor  Isabel  Cifre  (i545),por  D.  E.  Aguiló. 

111.  —  La  adoración  délos  Magos,  pintura 
sobre  tabla  original  de  Morell,  por  D.  Barto- 
lomé Ferrá. 

IV.— Capitols  sobre  els  corredors  (i455),  por 
D.  E.  Pascual. 

V. — Fundación  de  la  cátedra  de  Sagrada  Es- 
criptura  en  Mallorca,  por  D.  E.  Fajarnos. 

VI. — Defensa  de  Mallorca  contra  Pedro  IV 
de  Aragón  (i343):  continuación,  por  D.  Miguel 
Bonet. 

VII.— Constitucions  de  la  caxa  deis  mariners 
de  Mallorques  (i5o6),  por  D.  P.  A.  Sancho. 

VIII. — Noticias  para  servir  á  la  historia  ecle- 
siástica de  Mallorca  (continuación),  por  don 
José  RuUan,  presbítero. 

IX. — Incunables  y  libros  raros  de  la  biblio- 
teca  provincial  de   Palma  (conclusión),  por 

D.  B.  Muntaner. 

X.— Sobre  invenciones  industriales  antiguas 
en  Mallorca,  XVII  á  XXI  (siglo  XVI),  por  don 

E.  Fajarnés. 
XI.— Noticias. 

Lámina  CXII.  Fototipia  de  una  pintura  de 
Morell. 

Revista  crítica  de  Historia  y  Literatura  es 
pañolas,  portuguesas  é  hispano  americanas.— 
Sumario  del  número  de  Enero  de  1896: 

Notas  críticas.  —  Arturo  Farinelli:  Baltasar 
Gradan  y  la  literatura  de  corte  en  Alemania, 
de  K.  Borinski.  —  M.  Ménendez  y  Pelayo:  La 
inmigración  de  los  jesuítas  literatos  en  Italia, 
de  V.  Cián.— Notas  bibliográficas.  —  Libros  y 
Revistas,  por  R.  A.,  J.  B.,  R.  L.,  y  R.  M,— 
Comunicaciones  y  noticias.— Amena  literatu- 
ra.—W.  Webster:  La  literatura  española  en 
Inglaterra.  —  R.:  Juanita  la  Larga,  de  Vale- 
Ta.—Cani¡one  della  Cm//ít.— Noticias. 


16 


boletín 


Historia  y  Arte.  —  Sumario  del  número  lie 
Febrero  de  1896. 

Texto  :  La  inventora  del  baño  de  Maríj,  por 
D.  José  Rodríguez  Moureio. — Mariposas  blan- 
cas, por  D.  Ricardo  Gil.  —  Las  Amazonas  alfa 
reras,  por  D.  Marcos  Jiménez  de  la  Espada,  de 
la  Academia  de  la  Historia. —  Rafael  Monlcón, 
aguafuertista,  por  D.  Augusto  Danvila  Jalde- 
ro,  correspondiente  de  la  Academia  de  San 
Fernando,—  Notas  de  la  historia  del  Monaste- 
rio de  San  Pedro  de  Arlanza  antes  y  después 
de  su  venta  por  el  Estado,  por  D.  Rodrigo 
Amador  de  los  Ríos,  de  la  Academia  de  San 
Fernando.  —  Juan  de  Joanes,  por  D.  E.  Mar- 
tín.—José  Villegas,  retrato  de  D.  Federico  Ba- 
lart,  por  A. — Advertencia. 

A  este  número  acompañan  varias  láminas 
sueltas  al  agua  fuerte  y  en  fototipia,  y  otras, 
intercaladas  en  el  texto,  en  fototipia  y  fotogra- 
bado. 


OQljá©EDÁNEA 

Parece  próxima  á  realizarse  la  restauración 
del  histórico  Monasterio  de  Guadalupe ,  cuyo 
sólo  nombre  tantos  recuerdos  evoca,  enLz.ido 
como  está  con  les  de  muchos  Monarcas  cs,ia- 
ñoles  y  con  nuestras  glorias"  americanas.  La 
patriótica  campaña  iniciada  en  este  sentilo, 
hace  un  año,  por  varios  periódicos  madrileños 
y  la  que  en  Extremadura  sostiene  el  ilustre 
académico  txuemeño  D.  Vicente  Barrantes, 
pronto  se  verán  coronadas  por  el  éxito,  pues 
S.  M.  la  Reina  Regente  y  S.  A.  la  Infanta  doña 
Isabel  han  tomado  bajo  su  protección  la  obra 
de  restauración  del  insigne  santuario  á  cuya 
fundación  va  unido  el  nombre  del  vencedor 
del  Salado. 

*  * 

Nuestro  digno  y  respetable  consocio  el  señor 
D.  Casimiro  Pinera,  Canónigo  Arcipreste  y 
Vicario  general  de  Ciudad  Real,  ha  sido  nom- 
brado Obispo  de  la  restablecida  diócesis  de 
Barbastro.  Damos  la  enhorabuena  al  agracia- 
do por  la  elección,  que  no  puede  ser  más  justa 
y  acertada. 

*  * 

Dicen  de  Vich  que  el  Museo  Arqueológico 
de  aquella  j:iudad  ha  sido  aumentado  con  los 
siguientes  objetos: 

Una  hacha  de  basalto  de  regulares  dimen- 
siones; una  estatuíta  de  la  Virgen  con  el  Niño, 
de  fines  del  siglo  XII,  conservando  la  decora- 
ción con  que  fué  ornada  al  ser  construida;  una 
imagen  de  la  Magdalena,  del  siglo  XVI:  un 


rctnblo  de  gran  estima  ,  principalmente  por  el 
modo  de  presentar  la  Sagrada  Familia  con 
Sauta  Isabel  y  San  Juan  Bautista,  y  por  la 
agrupación  y  accesorios,  que  recuerdan  el  esti- 
lo de  uno  de  los  grandes  maestros  italianos  del 
[Renacimiento. 

*** 

El  14  de  Febrero  último  se  estrenó  en  el 
teatro  Español  la  comedia  en  tres  actos  y  ea 
prosa,  original  de  D.  José  Feliu  y  Codin?,  titu- 
lada María  del  Carmen.  Nuestro  compañero, 
que  ha  llevado  esta  vez  á  la  escena,  en  un  inte- 
resante y  dramático  argumento,  la  vida  y  las 
pasiones  popularesde  los  huertanos  de  Murcia, 
obtuvo  un  verdadero  triunfo  y  el  más  franco 
éxito  teatral  de  la  presente  temporada. 

Enviamos  nuestra  cordial  enhorabuena  al 
Sr.  Feliu,  á  quien,  según  noticias  recientes, 
el  Ayuntamiento  de  Murcia  ha  nombrado 
hijo  adoptivo  de  dicha  ciudad. 


Para  ocupar  la  vacante  de  Director  del  Mu- 
seo Nacional  de  Pintura  y  Escultura,  ocasio- 
nada por  el  fallecimiento  de  D.  Vicente  Pal- 
maroli,  ha  sido  nombrado,  con  fecha  3  de 
Febrero  último,  el  insigne  artista  D.  Francisco 
Pradilla. 


SECCIÓN  OFICIAL 


hk  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  MARZO 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  con- 
tinuará la  serie  de  visitas  á  las  colecciones  ar- 
queológicas particulares  existentes  en  Madrid, 
que  emprendió  en  Diciembre  de  iSgS. 

La  primera  visita  de  este  mes  se  verificará 
en  12  de  Marzo;  y  en  dicho  día  se  fijará  por 
les  señores  asociados  la  fecha  de  las  sucesivas. 
Las  condiciones  para  una  y  otras  serán  siem- 
pre las  mismas. 

Lugar  de  reunión:  Ateneo  de  Madrid  (calle 
del  Prado). 

Hora:  Nueve  y  media  de  la  mañana. 

Cuota:  Cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid,  café 
y  gratificaciones. 

Adhesiones  :  A  casa  del  Sr.  Presidente  de 
la  Sociedad,  Pozas,  17,  segundo,  hasta  las  ocho 
de  la  noche  de  la  víspera  de  cada  excursión. 

Los  señores  socios  que  no  piensen  asistir  al 
almuerzo  no  necesitan  abonar  cuota  alguna 
ni  adherirse  previamente. 


BOIvKTlN 


DE   LA 


t^ 


liiü  ISPliU  M  EKiESiraS 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  IV 


Madrid  1.°  de  Abril  de  1806 


KUM.  38 


EXCURSIONES 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES 

EN  EL  TERCER  ANIVERSARIO  DE  SU  FUNDACIÓN 


ÍL  día  1.°  del  pasado  Marzo  reali- 
zó esta  Sociedad  una  expedición 
á  Alcalá  de  Henares  con  motivo 
de  celebrarse  el  tercer  aniversario  de 
su  existencia;  un  día  espléndido  y  una 
suave  temperatura  animaron  á  buen 
número  de  socios  para  que  acudiesen 
á  conmemorar  fiesta  tan  solemne,  re- 
sultando el  viaje  agradabilísimo,  como 
no  podía  menos,  dadas  las  ilustres  per- 
sonalidades, que  con  su  ingenio  exqui- 
sito, su  culta  conversación  é  instructi- 
vos relatos,  hicieron  sumamente  breve 
el  poco  tiempo  que  se  tarda  en  trasla- 
darse desde  la  Corte  á  la  antigua  Cóm- 
phito. 

Formaron  la  expedición  los  seño- 
res Serrano  Fatigati,  Alvarez  Sereix, 
Herrera,  Jordana  (D.  José  y  D.  Ra- 
món), Foronda,  Zaragoza  (D.  Juan), 
Villares  Amor,  Bosch  (D.  Pablo  y  don 
Eduardo),  Lafourcade,Poleró,  Benicio 
Navarro,  Vives, Peña, Mourelo, Menet, 
Sentenach.  Palau.  Gutiérrez   Ralle^tp. 


ros,  Concellón,  conde  de  la  Oliva  y  el 
que  esto  escribe. 

En  la  estación  de  iVlcalá  esperaban 
á  los  excursionistas  el  alcalde  D.  Ber- 
nabé Estevez,   el  diputado  provincial 
D,  Lucas  del  Campo,  generales  Man- 
glano  y  Ezpeleta,  subdelegado  de  me- 
dicina Sr.  Fernández  Sánchez,  jefe  del 
archivo  D.    Miguel  Velasco,    Padres 
Escolapios  Lecanda  y  Gallo,  Abad  de 
la  Magistral,   canónigo  D.  Luis  Fer- 
nández, Juez  de  instrucción  Sr.  Huer- 
tas y  su  señor  padre,  primer  teniente 
alcalde,  director  de  los  penales  señor 
Bruyel,  los  Sres.  Ibarra,  Gil,  Alonso, 
un  representante  de  los  Padres  Fili- 
penses  y  otras  muchas  personas  que 
sentimos  no  recordar. 

Después  de  cambiadoslos  saludos  de 
cortesía  y  hechas  las  presentaciones 
de  rigor  en  tales  casos,  se  trasladaron 
todos  al  Ayuntamiento,  donde  les  fue- 
ron enseñadas  muchas  de  las  curiosi- 
dades históricas  que  encierra  en  sus 
salones,  pudiéndose  notar  el  orden  más 
perfecto  en  todas  las  dependencias  mu- 
nicipales y  el  exquisito  celo  con  que  se 
guardan  documentos  y  objetos  artísti- 

rnc;  dp  inpc;fimpih1p>  \Tí\\c\r- 


18 


boletín 


Visitaron  luego  la  iglesia  Magistral, 
émula  de  la  de  Lovaina,  y  discurrieron 
los  excursionistas  por  sus  severas  na- 
ves admirando  sus  esbeltos  pilares,  las 
lápidas  sepulcrales  que  cubren  los 
restos  de  tantos  varones  insignes,  los 
cuadros  de  afamados  maestros,  dete- 
niéndose, llenos  de  admiración,  ante  el 
sepulcro  del  gran  Cisneros,  traído  en 
el  año  1520  de  Italia,  y  rodeado  de  la 
preciosa  reja  de  bronce  construida  por 
los  hermanos  Vergara,  joya  de  inesti- 
mable valor,  filigrana  admirable,  que 
revela  gusto  y  condiciones  artísticas 
excepcionales  en  sus  autores. 

El  arzobispo  Carrillo,  perseguidor 
implacable  de  Cisneros,  tiene  también 
su  enterramiento  en  la  Magistral;  es 
una  urna  gótica,  tallada  en  mármol 
blanco,  y  así  como  la  estatua  yacente 
es  tan  buena,  en  nuestra  modestísima 
opinión,  como  la  de  Cisneros,  la  verja 
es  de  mal  gusto  y  no  admite  punto  de 
comparación  con  la  del  sepulcro  del 
insigne  franciscano;  en  la  sacristía  se 
nos  exhibieron  joyas  y  reliquias  de 
gran  valor,  entre  otras,  una  arca  de 
plata  repujada  del  siglo  XVI,  de  gran 
mérito  artístico. 

El  Archivo  general  central  es  otro 
de  los  sitios  donde  tuvimos  ocasión  de 
admirar  riquezas  no  bien  apreciadas 
por  los  españoles,  pero  tenidas  en  gran 
estima  por  eruditos  extranjeros   que 
dedican  sus  actividades  á  estudios  his- 
tóricos, para  los  cuales  el  archivo  de 
Alcalá  es  fuente  inagotable  de  fechas, 
citas,  relatos  y  comprobantes  curiosí- 
simos. Inútil  es  que  nos  detengamos  á 
describir  su  fachada  de  estilo  plateres- 
co; los  claustros  del  patio,  sostenidos 
por  columnas  de  estilo,  si  no  corintio, 
muy  parecido;  la  escalera,  verdadero 
primor  de  un  artista  de  exquisito  gus- 
to; los  variados  techos,  con  soberbios 
tallados,  á  cual  más  ricos,  de  labores 
prolijas  y  delicadas;  pero  lo  que  llamó 
poderosamente  la  atención  de  los  visi- 
tantes, por  su  magnificencia,  fué  el  Sa- 


lón  de  Concilios  ,  restaurado  por  el 
Sr.  Laredo,  artista  genial  que  ha  de- 
rrochado su  brillante  fantasía  en  el 
decorado  de  aq-uella  estancia  que,  se- 
gún frase  de  un  elevado  personaje, 
"no  la  tiene  mejor  ningún  Rey  en  sus 
palacios.,, 

Una  cosa  entristeció  á  los  visitantes, 
y  fué  la  contemplación  de  la  fachada 
principal,  cubierta  por  costoso  anda- 
mio, que  lleva  diez  años  sufriendo  las 
inclemencias  del  aire  y  de  las  lluvias, 
y  ya  negruzca  su  madera,  resquebra- 
jada por  muchos  lados,  amenaza  des- 
plomarse de, un  momento  á  otro;  es  de- 
cir, que  en  breve  plazo  caerá  impe- 
lido por  la  poderosa  fuerza  del  tiem- 
po, y  ni  se  ha  compuesto  la  fachada, 
ni  se  ha  sacado  partido  de  los  muchos 


ESTATUA  DE  CERVANTES  EN  ALCALÁ  DE  HENARES 

miles  de  duros  que  costó  el  andamiaje, 
necesitándose  construir  uno  nuevo  el 
día  que  un  ministro  de  Fomento  aman- 
te de  las  glorias  patrias  caiga  en  la 
cuenta  de  que  á  las  puertas  de  Madrid 
existe  un  pueblo  que  guarda  preciados 
recuerdos  del  pasado  que  atestiguan 
su  grandeza  y  que  se  hace  preciso  con- 
servar á  toda  costa.  ¿Cuándo  sucederá 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


19 


esto?  No  lo  sabemos;  el  buen  sentido 
hace  mucho  que  huyó  de  las  esferas 
gubernamentales,  5-  Dios  sabe  cuándo 
podremos  alcanzarle  de  nuevo. 

Puestos  en  marcha  camino  de  la 
Universidad  vetusta  ,  cuyo  emplaza- 
miento en  Alcalá  sería  bastante  para 
dar  á  este  pueblo  fama  y  renombre 
universales,  tuvimos  ocasión  de  con- 
templar la  eleg-ante  estatua  del  Prínci- 


Sorprende  y  arroba  al  menos  aficiona- 
do á  los  recuerdos  de  pasados  siglos 
la  vista  de  la  grandiosa  fachada ,  ta- 
llada en  piedra  por  Gil  de  Ontañón, 
adornada  de  graciosas  columnas,  pri- 
morosos medallones  ,  balcones  talla- 
dos con  sumo  gusto,  cresterías  delica- 
dísimas, circundando  la  fachada  el 
cordón  de  la  Orden  franciscana  á  que 
perteneció  Cisneros,  cordón  que,   se- 


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UMVtRSIOAD    DE    ALCALÁ    DE    HEXARES 


pe  de  los  ingenios  españole?,  del  in- 
mortal Cervantes  que,  esbelta,  se  ele- 
va en  anchurosa  plaza,  formada  de 
buenos  edificios  y  adornada  de  bien 
cuidado  jardín. 

En  la  calle  de  Santiago,  y  en  su  nú- 
mero 14,  fué  también  objeto  de  nues- 
tra curiosidad  la  casa  donde  vivió  el 
famoso  médico  D.  Francisco  Valles 
de  Covarrubias,  llamado  por  su  gran 
ciencia  el  Divino,  y  cuyos  restos  se 
guardan  en  sencillo  enterramiento  en 
la  iglesia  de  Santa  María  de  Alcalá. 


gún  algunos  maliciosos  refieren,  tomó 
por  calabrote,  ó  cosa  así,  una  insigne 
escritora,  la  única  mujer  cuyos  traba- 
jos leemos  con  verdadera  delectación. 
Los  patios  de  la  famosa  Universidad 
ofrecen  cada  uno  por  sí  motivos  para 
que  los  visitantes  admiren  en  el  prime- 
ro sus  columnas  corintias  y  jónicas; 
en  el  tercero ,  conocido  por  el  Trilin- 
güe, construido  en  1557  por  Pedro  de 
la  Gotera,  la  puerta  de  ingreso  al  fa- 
moso paraninfo,  todo  cuajado  de  labo- 
res platerescas,  leyéndose  en  las  pare- 


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20 


boletín 


roñes  que  fueron  alumnos  de  aquella 
Universidad.  Recordamos,  entre  otros, 
los  de  Santo  Tomás  de  Villanueva,  San 
Ií:vnacio  de  Loyola,  Quevedo,  Jovella- 
nos,  el  divino  Valles,  5^  otros  muchos 
que  sería  prolijo  citar. 

Este  famoso  recinto  creo  que  en  cier- 
ta época  estuvo  destinado  d pajar:  sin 
duda  alguna,  los  autores  de  tan  sabia 
determinación  sintieron  la  necesidad 
de  alojar  ampliamente  su  alimento  fa- 
vorito; felizmente,  unos  cuantos  pa- 
triotas alcalaínos  rescataron  esta  joya, 
adquiriéndola  en  propiedad  y  cedién- 
dosela á  los  Padres  Escolapios,  quehoy 
dan  en  su  recinto  saludables  enseñan- 
zas, oyéndose  de  nuevo  la  voz  de  la 
ciencia  en  aquel  augusto  edificio,  fun- 
dado por  el  político  más  hábil  de  la 
Edad  Media. 

Después  de  tan  agradables  é  ins- 
tructivas visitas,  fueron  obsequiados 
los  excursionistas  por  sus  compañeros 
de  Alcalá  con  un  espléndido  almuerzo 
en  el  hotel  del  Sr.  D.  Carlos  E.  Lar- 
det,  Cónsul  de  Suiza;  cuantos  visitan 
Alcalá  y  tienen  la  suerte  de  penetrar 
en  tan  deliciosa  mansión,  salen  encan- 
tados de  las  bellezas  artísticas  que  en- 
cierra, y  no  pudo  ser  más  oportuna  la 
elección  del  sitio,  pues  en  aquel  amplio- 
salón,  soberbiamente  decorado,  tenien- 
do delante  pinturas  murales  en  que 
pueden  sintetizarse  muchas  grandezas 
de  nuestra  querida  España ,  no  es  de 
extrañar  se  exaltaran  los  sentimientos 
patrióticos  de  los  comensales ,  hoy 
que  por  groseros  comerciantes,  ver- 
daderos señores  hechos  de  pronto,  quie- 
re arrebatársenos  la  perla  de  nuestras 
Antillas. 

Al  servirse  el  champagne  brindaron 
elocuentemente  buen  número  de  co- 
mensales; entre  otros  recordamos  al 
Sr.  Villares  Amor;  Canónigo,  Sr.  Fer- 
nández; Alcalde,  Sr.  Estevez;  Abad, 
Sr.  Sarrión;  P.  Gallo,  el  ilustre  inge- 
niero y  académico  Alvarez  Sereix,  y 
subdelegado  de  Medicina,  que  se  ex- 


presó con  gran  patriotismo;  siguióle 
el  Cónsul  de  Suiza,  dirigiendo  frases 
cariñosas  á  España,  resumiendo  los 
brindis  en  un  discurso  bellísimo ,  elo- 
cuente é  inspirado,  el  presidente  señor 
Serrano  Fatigati,  que  recibió  una  ova- 
ción entusiasta  como  premio  á  lo  bien 
que  supo  interpretar  los  sentimientos 
de  todos  los  allí  reunidos. 

El  acontecimiento  del  día  fué  la  so- 
lemne velada  literaria  celebrada  en  el 
salón  de  sesiones  del  Ayuntamiento,  y 
á  cuya  festividad  acudieron  las  más 
elegantes  damas  alcalaínas  y  gran  nú- 
mero de  personas  conocidas  en  la  lo- 
calidad. 

Tomaron  parte  en  ella  las  bellas  se- 
ñoritas Monge  y  Rosado,  demostrando 
los  grandes  conocimientos  musicales 
que  poseen;  pronunciaron  discursos  ó 
leyeron  trabajos  históricos,  en  prosa 
y  verso,  los  Sres.  Serrano  Fatigati; 
Canónigo,  Sr.  Fernández;  alcalde,  se- 
ñor Estévez;  Abad  de  la  Magistral; 
Padres  Gallo  y  Carrillo;  Sres.  Foron- 
da, Mourelo,  Palau;  los  colegiales  de 
las  Escuelas  Pías,  Sres.  Barbier,  Ba- 
chiller y  Rodríguez;  el  P.  Ángel,  que 
recitó  una  hermosa  poesía  en  latín;  el 
colegial  Sr.  Espejo;  el  Sr.  Alvarez  Se- 
reix, que  leyó  admirablemente  poesías 
inéditas  de  Núñez  de  Arce,  Balart,  Fe- 
rrari y  otros,  terminando  acto  tan 
grandioso  con  una  sentida  peroración 
del  General  Ezpeleta,  en  que  se  hizo 
intérprete  de  los  sentimientos  que  ani- 
man al  Ejército  español  en  pro  de  la 
cultura  nacional. 

Al  salir  la  distinguida  concurrencia 
se  tocó  la  marcha  de  Cádis^  y  se  oye- 
ron unánimes  y  entusiastas  vivas  al 
Rey,  al  Ejército,  á  España,  y  frases  de 
protesta  contra  los  norte- americanos. 

El  Alcalde,  Sr.  Estévez,  coronel  re- 
tirado y  persona  amabilísima,  querien- 
do llevar  sus  bondades  con  la  Sociedad 
de  Excursiones  hasta  el  último  momen- 
to de  nuestra  permanencia  en  Alcalá, 
tenía  dispuesto  un  suculento  lunch,  que 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


21 


saboreamos  gustosos,  mientras  admi- 
rábamos las  elegantes  instalaciones  de 
la  luz  eléctrica  de  la  Casa  Consistorial, 
que  han  sido  hechas  bajo  la  dirección 
del  Sr.  Ureña. 

A  despedirnos  en  la  estación  bajaron 
gran  número  de  personas;  al  partir  el 
tren  se  dieron  vivas  á  Alcalá,  al  Ejér- 
cito y  á  la  Sociedad  de  Excursionistas; 
durante  el  trayecto  que  media  desde 
la  histórica  ciudad  á  la  corte,  sólo  se 
escucharon  frases  de  gratitud  inmensa 
hacia  los  que  tanto  nos  habían  obse- 
quiado ,  haciéndose  fervientes  votos 
por  la  propagación  de  los  ideales  que 
persigue  la  Sociedad  Española  de  Ex- 
cursiones, que  no  son  otros  que  el  dar 
á  conocer  á  propios  y  extraños  los 
grandiosos  monumentos  que  guarda 
nuestra,  patria,  muchos  de  los  cuales 
se  desconocen  por  punible  indiferencia, 
ó  lamentable  ignorancia. 

F.  Calatraveño. 


.■»  E>  o  C3  «  g  " 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


CUEL_L_AR 


(1) 


(Continuación.) 

íesde  D.  Pedro  Anzurez  hasta  don 
Fernando  Ruíz  de  Castro,  ma- 
rido de  doña  Urraca  Díaz  de 
Háro,  la  que  por  prohijar  al  entonces 
infante  D.  Sancho,  luego  Rey  con  el 
sobrenombre  de  El  Bravo,  hizo  que  re- 
cayera en  éste  el  señorío  de  Cuéllar, 
teniéndolo  por  primera  vez  la  Corona 
entre  sus  bienes  propios,  media  un  si- 


glo: ¿cómo  fué  transmitiéndose  durante 
él  la  posesión  de  la  villa,  hasta  recaer  en 
el  marido  de  doña  Urraca  Díaz?  Creo 
poder  fijarlo  de  manera  bastante  preci- 
sa, con  el  auxilio  de  D.Luis  deAyala(l) 
y  del  Padre  Berganza,  autores  que  á  mi 
juicio,  al  comprobar  los  dos  extremos  de 
la  línea  que  ya  nos  eran  conocidos  y  fe- 
hacientes, nos  garantizan  de  la  exacti- 
tud de  ella  y  del  recorrido  seguido  des- 
de el  primero  al  último  punto:  Nimo 
Rasura,  uno  de  los  Jueces  de  Castilla, 
tuvo  una  hija,  que  casó  con  Lain  Cal  ■ 
vo  ,  su  compañero  en  el  Gobierno  y  la 
justicia;  de  este  matrimonio  nació  Fer- 
nán Láines,  el  poblador  de  Peñafiel, 
quien  á  su  vez  casó  con  doña  Jimena 
Núñe3  de  Castro ,  señora  de  Castrojeriz, 
siendo  padres  de  Alvaro  Hernández  ó 
Fernández  Minaya ,  conocido  también 
con  el  nombre  de  Alvar  Fáñe3\  aquí  es 
donde  se  verifica  el  enlace  con  los  An- 
sures,  punto  esencial  en  el  que  los  dos 
autores  antes  citados  están  conformes, 
con  ligera  discrepancia;  dice  el  prime- 
ro que  D.  Alvaro  casó  con  doña  Emilia 
Ansures ,  descendiente  del  Conde  don 
Hernando  Anzurez,  y  conviene  fijarse 
en  la  palabra  descendiente ,  y  no  hija, ' 
porque  sin  duda  el  genealogista  se  fijó 
en  esta  descendencia  por  haber  sido  el 
don  Fernando  Conde  Soberano,  por 
su  notoriedad  á  causa  de  la  prisión  y 
muerte  sufrida,  y  quién  sabe  si  tal  vez 
también  por  ver  en  él  al  legendario 
Bernardo  del  Carpió^  puesto  que  no 
falta  autor  que  crea  que,  si  existió, 
bien  pudiera  ser  este  mismo  persona- 
je (2).  El  P.  Berganza,  en  cambio, 
dice  (3):  "Casó  Alvar  Fáñes  con  Me-- 
liana  Bascuñana ,  hija  del  Conde  don 
Pedro  Anzurez,  Conde  de  Carrión  y 
señor  de  Valladolid...  „  El  Conde  don 


(1)  f  or  error  de  imprenta,  en  el  número  anterior 
al  transcribir  la  cláusula  del  testamento  de  D.  Pedro 
de  Velasco,  referente  al  Monasterio  de  San  Boal,  se 
ha  Duesto:  "lleve  31  mrs...  v  debe  decir,  "31  mili  mrs.„ 


(1)  Genealogías  de  España.  Parte  segunda,  folios 
179  á  197.  M.  S.  Bib.  Nao. 

(2)  Ríos  y  Ríos:  Ensayos  histórico-etimológico  y 
filológico  sobre  los  apellidos  castellanos.— Árbol  ge 

neológico  de  los  Condes  de  Saldaña  y  Carrión. 
(.3)    Berganza:  Antigüedades  de  España ,  pág  571. 


22 


boletín 


Pedro  descendía  deD. Fernando  Anzu- 
rcz;  descendiente  era,  pues,  de  él  tam- 
bién su  hija,  llámarase^w/7m  ó  Melia- 
nn,  nombres  que  por  su  analogía  bien 
pudieran  ser  uno  mismo;  lo  evidente  es 
que  esta  hija  de  D.  Pedro  casó  con  Al- 
var Fuñes  y  de  esta  unión  nació  doña 
Marín  de  Castro,  como  con  completa 
igualdad  afirman  ambos  autores,  con- 
formes también  en  asegurar  el  matri- 
monio de  ella  con  D.  Fernando,  infan- 
te de  Navarra,  y  que  de  esta  hija  es  de 
donde  proceden  los  Castros.  D.  Ángel 
de  los  Ríos,  en  el  árbol  genealógico  de 
los  Condes  de  Saldaña  y  Carrión,  pone 
como  hija  única  de  D.  Pedro  Anzurez 
á  María,  Condesa  de  Saldaña  y  Valla- 
dolid,  que  casó  con  Armengol,  Conde 
de  Urgel ,  llamado  de  Mollerusa ;  pero 
don  Pedro  debió  tener  más  hijos,  pues- 
to que  en  su  testamento  dice  que  lo 
otorgó  en  unión  de  sus  hijos^  lo  cual 
bien  claro  da  á  entender  que,  además 
de  algún  varón^  tenía  por  lo  menos  una 
hija;  y  en  efecto,  no  una,  sino  dos  tuvo; 
la  mayor,  la  que  casó,  como  se  ha  di- 
cho, con  el  Conde  de  Urgel  y  llevó  lo 
principal  de  los  señoríos,  y  la  segunda 
la  casada  con  Alvar  Fáñes^  que  le  lle- 
varía, como  los  hechos  posteriores  pa- 
recen comprobarlo ,  el  señorío  de  la 
tierra  de  Cuéllar.  Antolinez  de  Burgos, 
en  su  Historia  de  Valladolid  (1),  con- 
firma estos  para  nosotros  interesantes 
extremos,  así  como  explica  perfecta- 
mente lo  que  antes  hacíamos  notar  de 
haber  tenido  don  Pedro  Anzurez  hijos^ 
como  se  dice  en  su  citado  testamento 
y,  que  no  obstante  recayeran  sus  Esta 
dos  en  las  hijas^  dice  este  autor: 

"Tuvo  el  Conde  de  la  Condesa  doña 
„Eilo,  su  mujer,  un  hijo  y  dos  hijas;  el 
«hijo  se  llamó  D.  Alonso  Anzurez,  que 
«murió  mozo  y  está  sepultado  en  el  con- 
« vento  de  San  Facundo  de  Sahagún; 
«la  hija  mayor  casó  con  el  Conde  de 
„ Urgel  y  llevó  en  dote  á  Valladolid... 


„DonJuan  Manuel,  en  su  libro  titulado 
^Liicanor  (1),  dice  que  el  Conde  Anzu 
„rez  tuvo  tres  hijas,  y  que  la  menor,  de 
„nombre  Vascuñana,  casó  con  Alvar 
„  Fáñes  que  pobló  á  Iscar .  „  El  mismo 
autor  explica  el  error  de  D.  Juan  Ma- 
nuel al  decir  que  fueron  tres  hijas,  en 
vez  de  dos,  por  haber  doña  María  An- 
zurez estado  casada  dps  veces;  pero 
esto  no  hace  á  nuestro  objeto.  En  doña 
María  de  Castro  recayeron,  no  sólo  los 
señoríos  de  su  padre  y  madre,  sino  que 
además,  por  muerte  de  su  tío  D.  Suero 
Gutiérrez  de  Castro,  hijo,  como  su  pa- 
dre, de  Fernán  Láines  y  doña  Jiniena 
Núñes  de  Castro,  que  murió  sin  suce- 
sión, heredó  el  de  Castrojeriz,  solar 
verdadero  de  su  apellido;  casada  con 
don  Fernando ,  hijo  del  Rey  de  Nava- 
rra, tuvieron  á  D.  Hernán  Ruis  de 
Castro  y  á  D.  Rui  Hernándes  de  Cas- 
tro, en  quien  recayó  toda  la  sucesión 
por  haber  muerto  sin  ella  £>.  Martín 
de  Castro,  hijo  único  de  su  hermano 
mayor,  el  anterior .  D.  Rui  Hernán- 
des  de  Castro  casó  con  doña  Estefa- 
nía Peres  de  Trava  yíué  hijo  suyo  don 
Rui  de  Castro,  por  otros  llamado  Fer- 
nán Ruis  de  Castro,  el  que  en  1164,  y 
en  la  batalla  de  Huete,  mató  de  un  bote 
de  lanza  áD.  Manrique  de  Lara,  el  más 
encarnizado  y  el  mayor  de  los  enemi- 
gos de  su  casa.  En  este  tiempo  verifi- 
cóse la  primera  unión  de  la  familia  de 
Castro  con  la  de  los  Días  de  Haro, 
pues  una  hermana  de  D.  Fernando, 
doña  Constanza,  casó  con  D,  Lope  Díaz, 
señor  de  Vizcaya.  Del  matrimonio  de 
don  Fernando  Ruis  de  Castro  con 
doña  Estefanía,  hija  del  Rey  D.  Alfon- 
so, nació  D.  Pedro  Fernándes  de  Cas- 
tro (el  Castellano),  que  ganó  á  Lemos 


(1)    Publicada  por  D.  Juan  Ortega  en  1877,  pág.  44. 


(1)  El  Conde  Lttcanor,  compuesto  por  el  excelentí- 
simo príncipe  D.  Juan  Manuel,  etc.,  con  aclaraciones 
y  notas  de  Gonzalo  Argote  de  Molina,  cap.  V,  pági- 
na 12;  en  el  dice:  ''después  que  D.  Alvar  Fáñes  llevó  á 
„su  mujer  ásu  casa,  fué  ella  tan  buena  dueña  y  tan 
^cuerda,  que  D.  Alvar  Fáñes  se  tuvo  por  muy  bien 
„casado  con  ella  é  tenía  por  razón  que  se  flziese  todo 
.,)o  que  ella  quería.,, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


23 


y  á  Sarria,  lugares  que  le  tenían  usur- 
pados y  eran  de  la  herencia  de  su  ma- 
dre: D.  Pedro  casó  con  doña  Jimena^ 
hija  del  Conde  D.  Gómez  y  poseyó  á 
Santa  Olalla  y  á  Iscar;  esta  villa  se- 
guramente, como  Cuéllar  ,  desde  los 
tiempos  de  Alvar  Fáñes^  su  fundador; 
y  fijo  esta  circunstancia  porque  luego 
las  tres  han  de  figurar  unidas  en  los 
pactos  y  convenios  á  que  dio  lugar  la 
posesión  de  Cuéllar  por  el  Rey  don 
Sancho. 

De  su  matrimonio  tuvo  á  Don  Alva- 
ro Peres  de  Castro  y  á  doña  Eilo,  que 
casó  con  Don  Duarte,  Vizconde  de 
Cabrera,  y  fueron  padres  de  Rui  Her- 
nandos de  Castro,  que  murió  en  vida  de 
su  madre,  dejando  un  hijo  y  una  hija, 
llamados  Hernando  Ruis  de  Castro 
y  Leonor  Rodrigues  de  Castro.  Fer- 
nando Ruis  de  Castro  debió  dar ,  pro- 
bablemente en  arras,  aun  cuando  no 
he  encontrado  el  documento  que  lo 
acredite,  las  villas  de  Cuéllar,  Iscar, 
Paredes  y  Santa  Olalla  á  su  mujer  doña 
urraca  Días  de  Haro,  pues  consta  de 
manera  fehaciente  que  esta  señora  dis- 
puso después  de  ellas,  dándolas  al  infan- 
te don  Sancho,  luego  Rey,  como  apare- 
ce terminantemente  por  su  crónica  ya 
antes  citada ,  en  que,  de  una  manera  que 
no  admite  lugar  á  dudas,  se  afirma  (1); 
y  como  se  comprueba  después  en  las 
sucesivas  contiendas  que  tuvo  entre  sí 
la  familia  y  con  la  Corona,  sobre  el  Se- 
ñorío de  Vizcaya  y  de  las  villas  nom- 
bradas; contiendas  de  que  aunque  rá- 
pidamente tengo  que  ocuparme ,  pues 
fijan  el  paso  de  dominio  de  Cuéllar  de 
los  Castros  al  Rey  y  después  á  los  Ma  ■ 
míeles.  Reservóse  el  Rey  Don  Sancho 
la  posesión  de  Cuéllar,  que  conservó 
durante  su  vida  y  que,  como  A^a  vimos, 
fué  el  refugio  predilecto  de  su  viuda 
doña  María  de  Molina,  y  donde  se  crió 
su  hijo  Fernando  IV,  el  cual  la  tuvo 
hasta  tres  años  antes  de  su  muerte  en 


qUe  la  cedió  á  doña  María  Días  de 
Haro,  la  esposa  del  infante  Don  Juan; 
pero  este  suceso  necesita,  por  la  impor- 
tancia que  para  la  villa  tiene,  una  ex- 
plicación más  extensa. 

Don  Lope  Díaz  de  Haro ,  Señor  de 
Vizcaya,  conocido  por  el  nombre  de 
Cabesa  brava,  entró  á  poseer  el  Seño- 
río en  1214;  protector  acérrimo  de 
la  infanta  doña  Berenguela,  luego 
Reina  soberana  de  Castilla  al  recaer 
en  ella  la  coroija,  Don  Lope  logró  há 
bilmente  sacar  del  poder  del  Rey  de 
León  á  su  hijo  D.  Fernando  y  una  vez 
en  poder  Je  su  madre  ésta  abdicó  en  él 
la  corona,  siendo  aclamado  Rey  de  Cas- 
tilla; pero  D.  Alfonso  de  León^  indig- 
nado por  la  estratagema  empleada  para 
la  proclamación  de  su  hijo ,  invadió 
sus  dominios,  estrellándose  todos  sus 
esfuerzos  ante  la  entereza  y  valor  del 
noble  Señor  de  Vizcaya  :  D.  Lope 
siguió  siempre  después  á  D.  Fernan- 
do en  sus  empresas  guerreras,  que  tan 
alto  colocaron  el  poderío  castellano; 
estuvo  casado  con  doña  Urraca  Alon- 
so, hija  natural  de  don  Alonso  de  León, 
y  tuvo  de  ella  á  D.  Diego  López, 
á  D,  Sancho  López,  de  quien  proce- 
den Jos  Ayalas,  á  D.  Lope,  llamado 
el  Chico,  de  quien  vienen  los  Señores 
de  Campos  y  Marqueses  del  Carpió, 
á  D.  Alonso  López,  de  quien  tienen 
origen  los  de  los  Cameros,  á  doña  Be- 
renguela López,  que  casó  con  D.  Ro- 
drigo González  Girón,  y  á  doña  Urraca , 
que  fué  mujer  de  D.  Fernando  Ruiz 
de  Castro. 

Al  morir  D.  Lope  Díaz  de  Haro  en 
1239,  le  sucedió  en  el  señorío  su  hijo 
D.  Diego  López  de  Haro,  que  aunque 
al  principio  tuvo  alguna  contienda  con 
el  rey  D.  Fernando  el  Santo,  luego  fué, 
como  su  padre,  uno  de  sus  más  esfor- 
zados campeones,  encontrándose  con  é^ 
en  la  gloriosa  conquista  de  Sevilla:  al 
suceder  D.  Alfonso  X  á  su  padre,  tam- 
bién se  desavino  con  D.  Diego,  desna- 

tnrfllÍ7r^í;p  f^';tp  dp  Pa^tillH  v  murió  dp- 


24 


boletín 


sastrosamente  á  poco  en  Bagares  de 
Rioja,  el  año  1254:  estuvo  casado  con 
doña  Constanza  de  Bearne,  hermana 
de  D.  Gastón,  vizconde  de  Bearne,  se- 
ñor de  Moneada  y  Castelbel,  y  nacie- 
ron de  ella  D.  Lope  Díaz  de  Haro,  que 
le  sucedió  en  el  señorío;  D.  Diego  Ló- 
pez de  Haro,  que  también  vino  luego  á 
ser  Señor  de  \^izcaya,  á  doña  Teresa 
Díaz  de  Haro,  que  casó  con  D.  Juan 
Núñez  de  Lara,  ;'i  doña  María  Díaz  de 
Haro,  en  cuya  descendencia  vino,  por 
último,  á  recaer  el  señorío,  y  á  doña 
Urraca  Díaz. 

D.  Lope  Díaz  de  Haro,  lo  mismo 
que  sus  antecesores,  empezó  en  des- 
acuerdo con  Castilla,  y  aliado  con  el 
Monarca  de  Aragón,  sostuvieron  por 
algún  tiempo  las  hostilidades  ;  mas 
ajustadas  al  fin  las  paces,  D.  Alonso  le 
restituyó  cuanto  le  había  tomado,  en- 
tre otras  cosas  á  Orduña,  ocupada  por 
el  Rey  de  Castilla  á  la  muerte  de  su 
padre  D.  Diego;  sirvió  lealmente  á 
D.  Alfonso  hasta  su  muerte,  y  luego 
fué  uno  de  los  que  más  contribuyeron 
á  que  se  sentara  en  el  trono  D.  Sancho 
el  Bravo,  debiéndose  á  esto  el  que  ce- 
lebrara con  él  el  pacto  de  que  antes 
nos  ocupamos  respecto  á  la  posesión 
de  Santa  Olalla,  Iscar,  Paredes  y  Cué- 
llar:  la  circunstancia  de  estar  casados, 
el  Rey  de  Castilla  y  él,  con  dos  herma- 
nas, doña  María  y  doña  Juana  de  Mo- 
lina, 3^^  lo  que  contribuyó  á  su  entrona- 
mÍL^nto  le  hizo  en  poco  tiempo  elevar- 
se á  la  mayor  privanza  y  poderío,  has- 
ta tal  punto  que  el  colérico  y  vigoroso 
carácter  del  Rey  sólo  se  estrellaba  en 
el  no  menos  fiero  de  D.  Lope,  la  situa- 
ción llegó  á  hacerse  insostenible,  y  ter- 
minó con  la  tan  conocida  y  trágica 
escena  de  las  Cortes  de  Alfaro.  De  su 
matrimonio  con  doña  Juana  de  Moli- 
na dejó  D.  Lope  dos  hijos:  D.  Diego 
López  de  Haro  y  doña  María  Díaz  de 
Haro,  la  mujer  del  infante  D.  Juan. 

El  rey  D.  Sancho,  después  del  asesi- 
nato de  D.  Lope  Díaz,  invadió  el  Seño- 


río de  Vizcaya,  apoderándose  de  Haro 
y  Treviño,  y  entonces  D.  Diego,  el  hijo 
de  D.  Lope,  actual  señor,  y  su  tío  don 
Diego,  marcharon  á  Aragón,  en  donde 
hicieron  proclamar  á  D.  Alfonso  de  la 
Cerda  por  rey  de  Castilla;  D.  Sancho, 
al  saberlo,  avanzó  sobre  Álava  y  man- 
dó contra  Vizcaya  á  D.  Diego  López 
de  Salcedo,  logrando  ocupar  todo  el 
territorio,  menos  el  castillo  de  Unzue- 
ta,  que  no  consiguió  abatir. 

El  joven  vSeñor  D.  Diego  murió  en 
esto  sin  sucesión;  D.  Juan  el  marido 
de  su  hermana  doña  María  Díaz  esta- 
ba preso  en  Burgos,  y  en  este  supremo 
trance  los  vizcaínos  alzaron  por  Señor 
á  su  tío  D.  Diego,  bien  que  contra  los 
derechos  de  doña  María,  hija  del  infor- 
tunado D.  Lope.  D.  Diego  prosiguió 
la  guerra,  y  después  de  varias  alter- 
nativas que  no  son  de  este  lugar,  logró 
recuperar  en  1295  todo  el  Señorío,  á 
excepción  de  Orduña  y  Valmaseda,  el 
mismo  año  en  que  murió  D.  Sancho  el 
Bravo  de  Castilla  5''  le  sucedía  su  hijo 
D.  Fernando  IV. 

En  la  primera  parte  de  este  estudio 
hicimos  notar  el  estado  del  reino  al 
advenimiento  de  este  Rey  y  las  graves 
complicaciones  á  que  tuvo  que  hacer 
frente  la  varonil  entereza  de  su  madre 
doña  María  de  Molina,  y  apuntamos  á 
la  ligera  las  pretensiones  del  infante 
D.  Juan  y  de  D.  Juan  Núñez  de  Lara 
al  dominio  de  Cuéllar:  hoy  me  propon- 
go ocuparme  con  más  extensión  que 
entonces  lo  hice  de  este  asunto  tan 
importante  para  el  fin  que  persegui- 
mos, y  aun  cuando  no  pueda  ser  con 
toda  aquella  que  tan  enredosa  cuestión 
necesita. 

No  podemos,  ni  es  de  este  lugar, 
ocuparnos  de  las  luchas  y  contiendas 
á  que  dio  lugar  la  elección  de  los  viz- 
caínos en  favor  de  D.  Diego  López  de 
Haro  y  contra  los  derechos  preferen- 
tes que  alegaba  doña. María  Díaz,  la  es- 
posa del  infante  D.Juan;  pero  como  es- 
tos hechos  tienen  x-elación  íntima  con  la 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


25 


historia  de  Cuéllar,  tampoco  podemos 
dejar  de  dar  una  idea  de  ellos,  en  aque- 
llos al  menos  que  á  la  villa  se  refieren. 

El  infante  D.  Juan,  que  estaba  á  la 
sazón  apoderado  de  casi  todo  el  reino 
de  León,  propuso  á  la  reina  doña  Ma- 
ría que  pondría  fin  á  su  rebelión  3^  re- 
duciríase  al  servicio  del  rey  de  Casti- 
lla, su  hijo,  siempre  que  éste  le  diese 
algunos  lugares  en  este  reino  y  le  pu- 
siese en  posesión  del  Señorío  de  Yizca- 
ya.  á  que  se  creía  con  derecho  por  par- 
te de  su  mujer  doña  María  Díaz  de 
Haro:  la  Reina,  con  su  recto  criterio, 
pareció  medir  las  dificultades  seguras 
que  opondrían  los  vizcaínos  á  separar- 
se de  la  obediencia  á  D,  Diego,  y  no 
aceptaba  este  partido;  el  infante  pare- 
ció jcon  vencerse  (1301)  y  avisó  á  la 
Reina  que  estaba  resuelto  á  someterse 
á  la  obediencia  del  Rey  y  renunciar  á 
sus  pretensiones  á  Vizcaya,  con  tal 
que  á  cambio  de  ésta  se  le  dieran  algu- 
nos lugares;  aceptada  su  propuesta, 
entregó  al  Rey  el  reino  de  León,  me- 
nos Mansilla,  Paredes,  Medina  de  Río- 
seco,  Castronuño  y  Cabreros;  y  re- 
nunció en  D.  Diego,  en  su  hijo  don 
Lope  y  en  sus  sucesores  todos  los  de- 
rechos de  su  mujer  doña  María  Díaz  de 
Haro. 

Volvió  á  pesar  de  esto  el  infante  á  re- 
novar sus  antiguas  pretensiones  (1304) 
sobre  Vizcaya;  reconvínole  el  Rey  con 
los  anteriores  convenios  y  él  alegó 
que  su  mujer,  legítima  Señora,  había 
protestado  de  ellos  y  entonces  el  Rey 
propuso  "que  por  lo  de  Vizcaya,  y  por 
los  heredamientos  de  fuera,  diese  don 
Diego  á  doña  María  Diaz,  Tordehu- 
nos  y  Iscar  y  Santa  Olalla,  y  lo  de  Cué- 
llar y  lo  de  tierra  de  Murcia,  y  finca- 
se D.  Diego  con  Vizcaya  y  Orduña  y 
Valmaseda  y  las  Encartaciones  y  Du- 
rango  y  demás  que  le  daría  alguna 
cosa  de  lo  su3^o  porque  fuere  sosega- 
do,,: aceptó  el  infante  este  arreglo, 
pero  no  lo  aceptó  el  Señor  de  Vizcaya, 


desabrida;  el  Rey  entonces,  desavenido 
ya  con  D.  Diego,  dio  oídos  á  las  pre- 
tensiones de  D.  Juan,  y  en  1306  tanteó 
con  el  primero  los  medios  de  que  ce  - 
diera  al  segundo  su  Señorío,  y  para 
dar  visos  de  imparcialidad  al  asunto, 
convino  con  D.  Juan  el  que  éste  de- 
mandara en  derecho  á  D.  Diego,  en 
nombre  de  su  esposa  doña  María;  in- 
terpúsose la  demanda,  contestóla,  aun- 
que con  repugnancia,  D.  Diego  y  en 
este  estado  doña  María  de  Molina 
propuso  al  Rey  su  hijo  que  antes  de 
librar  el  pleito  por  juicio  era  preferi- 
ble intentar  una  avenencia;  habló,  en 
efecto,  la  Reina  con  D.  Juan  Núñez  de 
Lara,  yerno  y  aliado  de  D.  Diego, 
pero  éste  irritóse  y  se  retiró  cá  su  Seño- 
río sin  querer  dar  oídos  á  proposicio- 
nes de  ninguna  clase. 

No  cejó  por  esto  el  Rey  en  sus  pro 
pósitos,  y  después  de  otras  bases  de 
convenio  propuso  al  fin  uno,  que  fué 
aceptado  por  D.  Diego  y  D.  Juan,  y 
era:  que  el  Infante  D.  Juan  dejase  á 
Paredes,  Medina  de  Ríoseco,  Mansilla, 
Cabreros  y  Castronuño,  que  el  Rey  le 
daría  en  cambio  de  Vizcaya,  Guipúzcoa 
con  San  Sebastián  y  Fuenterrabía  con 
Salvatierra,  y  que  D.  Diego  le  diese  á 
Santa  Olalla  y  lo  de  Cuéllar  y  á  Huel- 
va;  pero  esta  vez  fué  doña  María  Díaz 
la  que  se  mostró  resuelta  á  no  aceptar- 
lo, replicando  "que  como  quier  que  le 
daban  á  Guipúzcoa  que  si  le  diesen,  diez 
tales  como  Guipúzcoa  y  demás  cuanto 
valiese  Vizcaya,  que  non  lo  tomaría  ni 
dejaría  la  demanda  de  Vizcaya,,:  rom- 
piéronse, por  lo  tanto,  otra  vez  las  ne 
gociaciones;  pero  el  obstinado  ánimo 
del  Rey  en  arreglar  este  asunto  no  se 
dio  por  vencido.  Era  siempre  D.  Juan 
Núñez  de  Lara,  suegro  de  D.  Diego,  el 
que  más  mantenía  el  ánimo  de  éste  en 
la  resistencia  á  los  vehementes  deseos 
del  Rey,  y  esto  al  fin  fué  causa  de  que 
D.  Fernando,  hostigado  por  el  Infante 
D.  Juan,  se  decidiera  á  marchar  con- 

ff-.i    til      r^Q«-/-»Mi->r?/-i1ín   r-rvn    ciic   trnfínc   pv\    1n 


26 


boletín 


villa  de  Aranda ;  logró  el  de  Lara  con 
cien  caballos  romper  el  cerco  y  se  re- 
unió en  Cerezo  con  D.  Diego  y  con  el 
hijo  de  éste,D.  Lope,  lo  cual  sabido  por 
el  Rey  marchó  con  su  hueste  sobre  Be- 
lorado,  dirigiéndose  luego  á  Frías  y  á 
Medina  de  Pomar:  entabláronse  tratos 
de  paz  y  el  Rey  llamó  á  su  madre  á 
Pancorbo  con  objeto  de  que  ella  con  su 
prudencia  los  llevase  á  buen  término: 
los  aliados  por  su  parte  pidieron  tam- 
bién tener  una  entrevista  con  la  Reina. 
¡Tal  era  el  prestigio  que  gozaba  y  el 
respeto  que  á  todos  infundía!  Designó- 
se para  las  conferencias  un  sitio  cerca 
dePancorbo,  donde  se  armó  una  tienda, 
en  la  que  la  Reina,  acompañada  de  su 
hijo  D.  Pedro,  recibió  á  D.  Diego,  don 
Lope  y  D.  Juan  Núñez  de  Lara,  con- 
viniendo en  que  se  les  devolviera  á  és- 
tos todas  las  tierras  ocupadas  y  que 
ellos  revocasen  su  confederación,  obli- 
gándose á  no  hacer  ninguna  otra  con- 
tra el  Rey.  No  se  conformó  con  esto  el 
Infante  D.  Juan,  y  siguió  intrigando 
constantemente  al  lado  del  Rey,  débil 
por  carácter  y  afecto  á  sus  pretensio 
nes;  sucediéronse  réplicas  más  ó  me- 
nos agrias;  hubo  de  intervenir  hasta  el 
Papa  en  el  asunto,  y  por  fin  se  resolvió 
definitivamente  en  esta  forma:  que  don 
Diego  gozase  durante  su  vida  cuanto 
poseía;  que  después  de  su  muerte  Viz- 
caya,  Durango  y   las  Encartaciones 
pasasen  á  doña  María  Díaz  de  Haro,  su 
sobrina,  y  á  D.  Juan,  hijo  de  ésta;  que 
Orduña  y  Valmaseda  quedasen  en  po- 
der de  D.  Lope;  que  los  vizcaínos  hi- 
ciesen homenaje  de  tener  por  Señora  á 
doña  María  cuando  falleciese  D.  Diego: 
por  último,  y  esto  es  lo  que  ahora  nos 
interesa,  que  todos  los  heredamientos 
de  fuera  de  Vizcaya  que  tuvieron  el 
Conde  D.  Lope  y  D.  Diego  su  hijo,  así 
de  patrimonio  como  de  abolengo,  y  los 
que  heredaron  de  doña  urraca  Días  de 
Haro,  hermana  del  Conde  y  de  D.  Die- 
go y  viuda  de  D.  Fernando  RhÍ3  de 
Castro,  fuesen  para  doña  María  Díaz, 


excepto  la  villa  de  Santa  Olalla,  que 
ella  tenía  y  había  de  gozar  durante  el 
tiempo  de  vida  que  le  quedara  á  don 
Diego,  y  entregarla  luego  á  los  hijos  de 
éste;  añadiendo  el  Rey,  por  su  parte, 
á  los  Señoríos  del  hijo  mayor  D.  Lope, 
como  compensación  á  lo  que  dejaba  de 
heredar,  las  villas  de  Miranda  de  Ebro 
y  Miranda  de  Losa. 

G.  DE  LA  Torre  de  Trassierra. 

(Continuará.) 


CARLOS  V  EN  AL'^ALA  DE  HENARES  ^'^ 

JAD.\  más  grato  para  mí  que  el 
■Ji  W^jl}  corresponder  en  el  presente  mo- 
•^^(i  mentó  y  en  este  sitio,  á  la  galan- 
te invitación  que  nuestro  Presidente  y 
querido  amigo  mío,  Sr.  Serrano  Fati- 
gati,  ha  tenido  la  bondad  de  diri- 
girme. 

Alcalá  posee  títulos  incontestables 
que  la  hacen  merecedora  de  todas  mis 
simpatías;  fué  la  cuna  de  Cervantes,  y 
está  dicho  todo:  su  Ayuntamiento  aco- 
gió benévolamente  la  dedicatoria  de 
mi  "Cervantes  en  la  Exposición  Histó- 
rico Europea,,:  el  ilustrado  público  al- 
calaíno  escuchó  pacientemente  las  fra- 
ses con  que,  en  este  sitio  y  en  ocasión 
análoga  á  la  presente,  me  permití  ocu- 
par su  atención;  y,  por  último,  la  So- 
ciedad Española  de  Excursiones  sabe 
cubrir  con  el  manto  de  su  bondadosa 
tolerancia  la  escasez...  ¡qué  digo  esca- 
sez! la  carencia  absoluta  de  las  condi- 
ciones que  me  son  tan  necesarias  para 
alternar  debidamente  entre  sus  doctos 
individuos. 

Decidme,  pues,  si  no  tengo  razones 
más  que  suficientes  para  considerar- 
me altamente  honrado  al  tomar  parte 
en  esta  solemnidad.   Nobleza  obliga, 


(1)  Leyóse  por  su  autor  este  trabajo  en  la  velada 
que  el  día  1.°  de  Marzo  tuvo  lugar  en  Alcalá  de  Hena- 
res, y  que  va  reseñada  en  otro  lugar  de  este  núme- 
ro.—,''A^  (íe  la  D.) 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


27 


dice  el  refrán...  y  justo  es  que  corres- 
ponda, en  la  medida  de  mis  fuerzas,  á 
tantas  bondades. 

No  sé  si  alguno  de  vosotros  tendrá 
conocimiento  de  que  á  fines  del  pasa- 
do año  publiqué,  con  el  título  de  "Es- 
tancias y  viajes  de  Carlos  V,  desde  el 
día  de  su  nacimiento  hasta  el  de  su 
muerte„,  un  diario,  ó  cosa  así,  en  que 
consigno,  día  por  día,  los  puntos  en 
que  pernoctó  el  insigne  Monarca,  du- 
rante los  cincuenta  y  ocho  años  de  su 
agitada  vida,  en  la  cual,  y  por  espacio 
de  muchos  de  ellos,  la  actividad  más 
portentosa  fué  el  signo  característico 
de  su  existencia. 

Los  cronistas  belgas  de  quienes  me 
serví  para  formar  este  diario  suminis- 
tran tantos  detalles  y  noticias— no  ya 
de  esos  hechos  de  importancia  y  tras- 
cendencia que  la  historia  ha  tenido 
necesidad  de  recoger,  sino  hasta  de 
minuciosidades  y  pequeneces  de  índo- 
le personal— cuyo  conocimiento  no  se 
ha  generalizado  porque  ni  biógrafos 
ni  historiadores  han  tenido  la  curiosi- 
dad de  trasladarlos. 

Yo,  encariñado  con  todo  esto,  em- 
prendí la  tarea  de  ir  dándolos  á  cono- 
cer, y  á  eso  obedecen  los  trabajos  que 
periódicamente  voy  publicando,  3^a  des 
cribiendo  la  estancia  y  paso  del  Mo- 
narca por  Asturias  en  1517,  ya  las  co- 
rridas de  toros  en  su  tiempo',  ya  los 
tres  días  de  San  Matías  en  1500,  1525 
y  1530,  fechas  del  nacimiento  del  Rey, 
de  la  batalla  de  Pavía  y  de  su  corona- 
ción como  Emperador  en  Bolonia  ,  ó 
ya  la  estancia  del  mismo  en  Palma  de 
Mallorca  en  1541,  cuando  para  la  jor- 
nada de  Argel  se  preparaba. 

Siguiendo,  pues,  este  camino,  na- 
tural parece  que  os  hable  hoy  de  las 
estancias  de  Carlos  V  en  Alcalá  de 
Henares ,  puesto  que  en  la  ciudad 
complutense  nos  hallamos  ,  y  puesto 
que  la  fecha  de  hoy,  1."  de  Marzo, 
es  aniversario   de  la   visita  imperial 


¡Lástima  grande  que  los  cronistas 
no  hayan  consignado  por  extenso  por- 
menores que  hoy  tanto  nos  agradaría 
el  conocer!;  pero  como  no  es  culpa 
nuestra  la  carencia  de  detalles,  habre- 
mos de  contentarnos  con  lo  que  deja- 
ron escrito,  si  bien,  y  como  compensa- 
ción de  aquella  falta,  os  diré  que  Fray 
Prudencio  de  Sandoval,  principal  cro- 
nista y  biógrafo  de  Carlos  V,  no  con- 
signa las  noticias  que  voy  á  transcri- 
biros, con  lo  cual  es  posible  que  ofrez- 
ca alguna  novedad  este  relato. 

Cinco  son  las  veces  que  el  egregio 
viajero  estuvo  en  esta  ciudad.  El  11  de 
Marzo  de  1529;  el  1.''  de  Febrero 
de  1534;  el  2  de  Marzo  de  1535;  el  24 
de  Diciembre  de  1542,  y  el  1 ."  de  Mar- 
zo de  1543. 

De  las  tres  primeras  estancias  nada 
se  sabe  detalladamente. 

Residiendo  en  Toledo  desde  Octubre 
de  1528  hasta  el  8  de  Marzo  de  1529— 
en  cu3^o  tiempo  tuvo  lugar  el  procesa- 
miento del  secretario  de  Estado,  Juan 
Lalleman,  su  prisión  á  cargo  del  señor 
de  Silly  en  Monzón  3^  más  tarde  en  Ma- 
drid hasta  la  vista  del  proceso — el  Mo- 
■  narca  resolvió  dirigirse  á  Italia,  y  así 
lo  verificó  desde  la  imperial  ciudad 
pasando  por  Aranjuez  y  Chinchón,  per- 
noctando el  11  de  Marzo  en  Alcalá,  y 
siguiendo  por  Guadalajara,  Zaragoza, 
Lérida,  Barcelona,  Palamós  y  Niza,  á 
Genova. 

Hallábase  residiendo  en  Zaragoza 
D.  Carlos  en  Enero  de  1534:  el  15  del 
mismo  se  reunió  en  La  Muela  con  la 
Emperatriz,  que  venía  dé  Barcelona, 
3'  juntos  siguieron  su  camino  por  Cala- 
tayud,  Medinaceli,  Guadalajara  y  Al- 
calá, donde  pernoctaron  el  1  y  el  2  de 
Febrero,  continuando  por  Valdemoro, 
Aranjuez  y  Villaseca  á  Toledo,  donde 
residieron  hasta  el  21  de  Mayo, 

Del  mismo  modo  S.  M.,  que  estuvo 
en  Madrid  desde  Octubre  de  1534  (en 
cuyo  tiempo  murió  su  confesor  Quin- 
fnna    mip  fiip  instituido  Dor  el  domini- 


28 


boletín 


co  Pedro  de  Soto)  hasta  el  2  de  Marzo 
de  1535,  en  que  sólo  se  detuvo  en  Alca- 
lá para  descansar  aquella  noche,  si- 
guiendo á  Barcelona  y  más  tarde  á 
Túnez. 

Nada  más  dicen  los  cronistas  de  es- 
tas tres  etapas. 

Recorrido  había  D.  Carlos  casi  toda 
España  en  el  año  de  1542— puesto  que 
desde  Toledo,  donde  se  hallaba  el  día 
de  Año. Nuevo,  pasó  á  Madrid,  Segó- 
via,  Medina  del  Campo,  Valladolid, 
Burgos,  Logroño,  Pamplona,  Monzón, 
(donde  fué  jurado  D.  Felipe  como  prín- 
cipey sucesor  en  el  reino),  Lérida,  Bar- 
celona, Tarragona,  Tortosa,  Valencia, 
Requena,  Tarancón  y  Pozuelo...  ¿me 
parece  que  ésta  fué  una  excursión  de 
padre  y  muy  señor  mío?...  cuando  re- 
solvió pasar  las  Navidades  en  Alcalá, 
llegando  aquí  el  24  de  Diciembre  y 
permaneciendo  hasta  el  sábado  30  del 
mismo. 

Aguardaban  á  S.  M.  las  Infantas  sus 
hijas,  acompañadas  de  la  duquesa  de 
Alba  y  de  otras  muchas  damas,  todas 
las  cuales,  dice  el  cronista,  salieron  á 
recibir  á  S.  M.  hasta  la  puerta  del  sa- 
lón. "Al  día  siguiente  del  de  Noche- 
buena, después  de  comer,  se  publicó  el 
matrimonio,  ya  concertado,  del  Prín- 
cipe de  España,  hijo  único  deS.  M.  (Fe- 
lipe II)  con  la  hija  del  actual  rey  de 
Portugal,,,  (doña  María,  hija  de  don 
Juan  III  y  doña  Catalina,  hermana  del 
Emperador)  y  prosigue  el  cronista: 
"como  asimismo  el  casamiento  del  prín- 
cipe de  Portugal  con  doña  Juana,  hija 
mayor  de  S.  M.„ 

A  pesar  del  laconismo  empleado  por 
Vandenesse^  no  creo  que  habréis  atri- 
buido escasa  importancia  al  hecho  re- 
latado, digno  por- más  de  un  concepto 
de  la  ciudad  en  que  se  realizó. 

La  estancia  en  Alcalá  de  las  Infan- 
tas fué  sin  duda  causa  de  las  dos  visi- 
tas del  Monarca  en  30  de  Enero  y  1.° 
de  Marzo  de  1543,  en  que  después  de 
haber  comido  en  Ribas  y  acompañado 


de  su  hijo  Felipe  aquí  se  hallaba  hace 
hoy  justos  353  años,  cuando  llegaron 
las  faustas  nuevas  de  que  el  conde  de 
Alcaudete,  al  frente  de  8.000  hombres, 
había  tomado  posesión,  á  nombre  de  Su 
Majestad  ,  y  después  de  formidable 
asalto,  de  la  ciudad  de  Tremecén,  en  el 
reino  de  África,  que  dice  el  cronista. 

Dejando  S.  M.  al  Príncipe  y  á  sus 
hijas  en  Alcalá  fué  el  3  á  dormirá  Gua- 
dalajara,  donde  á  la  puerta  de  su  alo- 
jamiento fué  recibido  por  el  duque  del 
Infantado,  y  en  la  escalera  por  la  Du- 
quesa, acompañada  de  la  condesa  de 
Saldaña. 

Hasta  aquí  el  cronista  Vandenesse 
que,  como  ya  he  dicho,  no  creo  que 
haya  sido  copiado  en  esta  parte  por 
ningún  otro  historiador  ni  biógrafo. 

La  premura  del  tiempo  no  me  ha 
permitido  compulsar  si  en  la  historia 
de  Alcalá  se  hace  relación  de  estas  vi- 
sitas y  de  estos  hechos.  Si  para  vos  • 
otros  son  nuevos,  por  ello  os  felicito  y 
me  felicito;  si  no  lo  son,  perdonad  mi 
ignorancia  en  gracia  de  que  estamos 
festejando  el  aniversario  de  la  funda- 
ción de  una  Sociedad  en  la  cual  no  será 
muy  aventurado  el  suponer  que  no 
existen  muchos  individuos  que  hayan 
hecho  tantos,  tan  continuos  y  tan  pre- 
cipitados viajes  como  el  nieto  de  los 
Reyes  Católicos  realizó  durante  su  agi- 
tada vida,  hasta  el  punto  de  que  si  hoy 
se  hallara  entre  nosotros  no  creo  que 
habría  quien  se  atreviese  á  disputarle, 
en  justicia,  el  título  de  primer  excur- 
sionista de  España;  como  nadie  podrá 
regatear  á  Alcalá  de  Henares  los  títu- 
los de  culta  é  hidalga  con  que  de  con- 
tinuo patentiza  que  no  se  borran  de 
su  memoria  las  enseñanzas  que,  con  su 
obra  inmortal,  dio  al  mundo  el  más 
preclaro  de  sus  hijos. 

Manuel  de  Foronda. 

Alcalá  de  Henares,  1.°  Marzo  de  1896. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


29 


epigrafía  arábiga 


LÁPIDA    SEPULCRAL   SEVILLANA 

Entre  varios  ejemplares  con  que 
recientemente  se  ha  enriquecido  la  co- 
leción  epigráfica  arábiga  del  Museo 
Arqueológico  Nacional,  figura,  por  do- 
nación de  nuestro  buen  amigo  el  en- 
tendido arqueólogo  sevillano  D.  José 
Gestoso  y  Pérez,  la  reproducción  de 
una  lápida  sepulcral  que  poseía,  con 
otras  varias  antigüedades,  el  Sr.  Don 
Francisco  Mateos  Gago,  experto  cono- 
cedor de  las  reliquias  del  pasado.  No 
es  el  epígrafe  notable  en  realidad  por 
corresponder  á  personaje  alguno  his- 
tórico, ni  por  descubrir  el  nombre  de 
algún  escritor,  ni  por  la  forma,  ni  por 
el  carácter  de  los  signos,  ni  porque 
en  él  varíen  las  fórmulas  consagradas, 
pues  desde  todos  estos  puntos  de  vista 
es  vulgar,  5"  no  se  aparta  de  lo  cono- 
cido. Hácele  merecedor  de  particular 
estima  determinada  circunstancia, que 
habremos  de  hacer  observar  luego, 
deplorando  no  sea  conocido  el  lugar 
donde  fué  descubierto  en  la  provincia 
de  Sevilla,  si  á  ella  corresponde,  de  lo 
cual  no  está  seguro  el  donador  de  la 
reproducción,  quien  nos  asegura  se  ha- 
lla labrado  el  epígrafe  en  una  tabla  de 
mármol  grisáceo ,  y  es  propiedad  hoy 
del  Museo  Municipal  hispalense. 

Mide  la  referida  tabla  O '",48  de  alto 
por  O'",  18  de  ancho,  y  en  ella  se  re- 
parte la  inscripción  en  once  líneas  de 
caracteres  cúficos  de  relieve,  diciendo: 


bÍ_.J 


JJl   .v__.... 


'i  l_-._-¿ !    ^ \ — I J i '} 


l-.X j-.<.^\       .^L_.^__¿ 

Ea  el  nombre  de  Alláhf  El  Clemente! 

[El  Misericordioso!] 

¡Oh   vosotros,   hombres!  [Creed]  que  las 

[pro...] 
...mesas  de  AUáhson  ciertas!  No 
os  seduzcan  los  placeres 
5. — del  mundo,  ni  os  aparten 

de  Alldh  las  falacias  [del  demonio!].  Este  es 
el  sepulcro  de  Meriem  Santamaria. 
Murió  diez  dins  por  andar 
de  Chumada  postrera,  del  ario 
10  -cinco  y  quinientos. 

La  piedaddeAUdhyde  losmuslimes  [sea  sobre 

[ella!] 

Corresponde,  pues,  al  19  de  Chu- 
mada segunda  del  año  505  de  la  Hé- 
gira,  ó  sea  al  28  de  Diciembre  de  1111 
de  Jesucristo,  y  ni  en  el  dibujo  de  los 
signos,  ni  en  circunstancia  ninguna 
se  aparta,  repetimos,  de  los  monumen- 
tos epigráficos  de  su  época  y  de  su 
categoría;  pero  en  cambio,  es  muy  de 
reparar,  á  ser  exacta  la  interpretación 
que  proponemos,  que  en  la  línea  sép- 
tima, donde  se  contiene  el  nombre  de 
la  persona  para  cuya  tumba  fué  labra- 
da esta  lápida,  sobre  hacerse  omisión 
de  la  alcurnia,  y  en  lugar  de  decir 
Meriem,  hija  de  Fulano,  se  exprese  el 
apellido  Santamaría,  escrito  de  modo 
muy  distinto  de  como  debió  escribirse, 
y  uniendo  los  dos  vocablos',  pues  se 
sustituye  la  //(nun  a)  por  una  ;;/(min.^), 
resultando  en  realidad  Samta  por 
Santa. 

Pero  prescindiendo  del  yerro,  que 
nada  tendría  de  particular,  parece 
acreditarse  por  la  circunstancia  no- 
tada de  no  expresarse  la  alcurnia  y  de 
consignar  el  apelativo  Santamaría,  que 
la  mujer  llamada  Meriem,  á  quien  la 
leyenda  de  la  lápida  se  refiere,  no  de- 
bía ser  de  extirpe  ni  arábiga  ni  berbe- 


30 


boletín 


que  poblaron  la  España  muslime,  sino 
de  progenie  muladí,  bien  que  los  indi- 
viduos de  ésta  llevaran  unido  al  apelli- 
do el  5^«/ determinante  de  su  familia, 
aun  cuando  conservaran  el  nombre  de 
la  misma,  pues  siempre  que  hicieron 
omisión  de  él,  ostentan  á  la  usanza 
arábiga  la  alcurnia.  Algo  de  esto  pa- 
rece también  indicar  el  contexto  de  la 
línea  oncena;  porque  siendo  la  fór- 
mula general ,  así  para  varones  como 
para  hembras,  la  de  invocar ,  después 
del  nombre,  la  clemencia  divina  para 
el  difunto,  *^J!  U¡-<^j  ó  ¿-^s-j  unas  veces, 
y  otras  L^-  ó  ¿^^  J3I  k^j,  según  el 
sexo, — en  la  presente  lápida  se  invoca 
la  piedad  de  Dios  en  la  última  línea, 
y  al  propio  tiempo  se  invoca  la  de  los 
muslimes. 

Semejante  particularidad ,  si  nues- 
tras sospechas  no  van  fuera  de  camino, 
constituyen  en  especialidad  digna  de 
estima  la  lápida,  hasta  ahora  inédita, 
que  fué  del  Sr.  Gago,  y  hoy  figura, 
según  dijimos,  en  el  Museo  formado 
por  el  Municipio  sevillano,  invitando 
por  nuestra  parte  á  los  entendidos  en  su 
estudio,  á  fin  de  cerciorarnos  de  nues- 
tras sospechas. 

Rodrigo  Amador  de  i. os  Ríos. 
-^ 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 

El  día  12  de  Marzo,  según  estaba  anunciado, 
continuó  la  Sociedad  la  serie  de  visitas  á  las 
colecciones  arqueológicas  particulares  de  Ma- 
drid, tocando  en  turno  esta  vez  á  la  que  posee 
el  Excmo.  Sr.  Marqués  de  Arcicóllar.  Notable 
y  numerosa  en  extremo,  compónenla  princi- 
palmente objetos  de  plata  antigua,  sagrados  y 
profanos,  lozas  y  porcelanas  de  las  más  no 
tables  marcas,  hierros,  tallas,  cuadros,  esmal- 
tes, veneras,  preciosos  joyeles  y  una  variada 
colección  de  relojes.  Todo  lo  examinaron  á  su 
sabor  los  excursionistas,  amablemente  guia- 
dos é  ilustrados  por  el  dueño  de  aquel  rico 
museo. 

Asistieron  á  la  excursión  los  señores  Álva- 
rez  Blanco,  Bosch  (D.  Eduardo  y  D.  Pablo), 


Calatraveño,  Cervino,  EUissen,  García  Con- 
cellón,  Herrera,  Navarro  (D.  F.  B.),  Palazue- 
los  (Vizconde  de),  Peña,  Poleró ,  Rodríguez 
Mourelo,  Sentenach,  Serrano  Fatigati  y  Ve- 
lasco. 

X 
X     X 

La  Comisión  ejecutiva  de  la  Sociedad,  ha 
acordado  la  publicación  del  quinto  medallón 
artístico  con  el  retrato  de  Goya,  obra  del  es- 
cultor D.  Antonio  Parera,  fundido  por  D.  Víc- 
tor Vázquez. 

El  módulo  será  aproximadamente  como  el 
de  los  anteriores  medallones  dedicados  al  Car- 
denal Cisneros,  á  Churruca,  Velázquez  y  Lope 
de  Vega.  Contendrá  en  el  anverso  el  busto  del 
genial  artista  aragonés  y  la  leyenda  A  GOYA, 
y  en  el  reverso  la  inscripción  La  Sociedad  Es- 
pañola DE  Excursiones.  MDCCCXCVI. 

El  importe  de  cada  medallón  será,  como  en 
los  anteriores,  de  12, 5o  pesetas.  Los  señores 
Socios  que  deseen  obtener  este  bronce,  se  diri- 
girán á  los  administradores  del  Boletín,  seño- 
res Hauser  y  Menet,  calle  de  la  Ballesta,  3o, 
Madrid. 

Los  marcos  de  roble  adecuados  á  estas  me- 
dallas, hechos  por  el  ebanista  D.José  Marcos, 
podrán  adquirirse  por  3,5o  pesetas,  manifes- 
tándolo al  hacerse  la  adhesión. 


X 
X    X 


Para  recuerdo  de  los  Sres.  Socios  y  con  el 
objeto  de  fomentar  las  excursiones  colectivas, 
cuya  propuesta  no  es  del  sólo  cometido  de  la 
Comisión  ejecutiva,  sino  que  se  extiende  á  to- 
dos los  individuos  que  forman  nuestra  Socie- 
dad, se  reproducen  á  continuación  algunos  ar- 
tículos de  su  Reglamento. 

cSerá  también  derecho  de  los  Socios  propo- 
ner á  las  Secciones  las  excursiones  en  que  ten- 
gan especial  interés,  para  que,  á  ser  posible,  se 
lleven  á  efecto.»  (Cap.  III,  art.  4.°) 

nDeberán  los  Delegados  contarcon  los  Socios 
residentes  en  una  misma  localidad,  acordando 
juntamente  las  excursiones  que  juzguen  con- 
venientes, y  proponiéndolas  luego  á  la  Comi- 
sión central  para  que  ésta  facilite  los  medios 
de  que  pueda  disponer.»  (Cap.  VI,  art.  3.°) 

« Si  algún  Socio  ó  Socios  llevaren  á  cabo  ex- 
pediciones privadas  de  las  que  quieran  dar 
cuenta  á  la  Sociedad,  podrán  también  hacerlo 
en  forma  de  artículos  ó  Memorias,  que  se  pu- 
blicarán igualmente,  si  á  ello  ha  lugar. >  (Capí- 
tulo VII,  art.  4.°) 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


31 


BlBDIO©í^ABÍA 


EstnncinM  y  viaje»»  de  Cnrlo»»  V  (desde  el  día  de 
su  nacimiento  hasta  el  de  su  muerte),  por  D.  Manuel  de 
Foronda  y  Aguilera.  (Madrid,  Fortanet,  1S95.) 

Folleto  breve,  pero  substancioso, consagrado 
al  más  ilustre  é  infatigible  de  los  excursionis- 
tas, cu  yo  di  ario,  desde  el  2  5  de  Febrero  de  1  5oo, 
en  que  D.  Carlos  nació,  hasta  el  21  de  Sep- 
tiembre de  1 558,  en  que  murió,  forma  día  por 
día  el  Sr.  Foronda. 

La  tarea  del  autor  no  ha  sido  tan  fácil  y  sen- 
cilla como  pudiera  creerse.  Amen  del  trabajo 
de  compulsa,  interpretación  y  arreglo  de  no 
pocos  nombres  geográficos,  algunos  casi  inin- 
teligibles, y  de  la  confrontación  minuciosa  y 
detallada  de  los  datos  contenidos  en  multitud 
de  escritos,  obras  y  documentos  de  autores 
españoles  y  extranjeros;  hay  aquí  otro  trabajo 
completamente  nuevo  y  original,  constituido 
por  los  diarios  desde  el  25  de  Febrero  de  i5oo 
hasta  Septiembre  de  i5o6,  y  desde  el  25  de 
Mayo  de  i55i  al  21  de  Septiembre  de  i558, 
con  más  ios  detalles  de  los  dos  años  de  Junio 
de  i536  á  Junio  de  i538,  pasados  por  alto  por 
los  cronistas, 

Al  IKvar  á  cabo  labor  tan  minuciosa  y  con- 
cienzuda, nuestro  distinguido  compañero  ha 
realizado  una  obra  patriótica,  habiendo  con- 
seguido Sea  en  España,  y  no  en  el  extranjero, 
donde  por  primera  vez  se  publique  el  primer 
diario  completo  de  la  vida  del  Emperador. 


IHoroN  y  cristianos,  por  Rodrigo  Soriano.  (Madrid, 
Ricardo  Fe,  1895.) 

En  este  libro,  que  ha  alcanzado  en  breve 
plazo  la  segunda  edición,  consigna  su  autor 
una  serie  de  notas  é  impresiones  de  viaje  por 
Argelia  y  Marruecos,  llenas  de  interés  y  de 
vida.  La  existencia  en  Melilla,  durante  los  su- 
cesos que  ensangrentaron  aquella  plaza  espa- 
ñola, el  viaje  del  autor  á  Oran  y  Tremecén  y  el 
de  Tánger  á  Marrakesh  con  motivo  de  la  em- 
bajada del  gene'-al  Martínez  Campos,  nárranse 
en  el  libro  con  estilo  animado   y  pintoresco. 

Descripciones  sugeridas  por  la  vista  de  la 
capital  marroquí  llenan  buen  número  de  pá- 
ginas. Narraciones  interesantes;  costumbres 
curiosas  y  singulares  del  imperio  ;  pinturas  de 
los  jardines  de  la  Mamunia  y  de  la  gigante 
Kothubia,  hermana  de  nuestra  Giralda,  y  pi- 
cantes  anécdotas   de    personajes   marroquíes 


vando  su  atención.  Ni  falta  un  recuerdo  con- 
sagrado á  los  célebres  viajeros  Badía  y  Mur- 
ga, y  á  antiguas  embajadas  españolas  llegadas 
á  Marruecos  en  más  prósperos  tiempos. 

En  suma,  la  obra  de  nuestro  consocio  el 
Sr.  Soriano  es  un  ameno  libro  de  gabinete  y 
puede  ser  un  útil  acompañante  del  excursio- 
nista que  se  aventure  por  el  interior  del  impe- 
rio del  Mogreb. 


Cosas  de   España  (2.»  serie)  por  el  Conde  de  las 
Navas.  (Madrid,  Hijos  dej.  Ducazcal,  MDCCCXCV.) 

Siete  artículos  forman  este  volumen,  dedi- 
cado por  su  autor  á  los  Sres.  Duque  de  T'Ser- 
claes  y  Marqués  de  Jerez,  á  cuya  iniciativa  se 
debe  su  publicación. 

El  elemento  histórico  estí  representado  en 
el  libro  por  Juan  de  la  Cosa ,  erudito  estudio 
acerca  de  aquel  célebre  piloto  y  geógrafo:  por 
El  Robinsón  español,  en  que  se  narran  las  pe- 
regrinas aventuras  de  cierto  náufrago  español 
que  en  i528  fué  á  parar  á  la  desierta  isla  de 
Juan  Fernández,  donde  vivió  varios  años;  y 
por  Don  Fernando  Colón,  apuntes  biográficos 
de  este  insigne  hijo  del  descubridor  de  Amé- 
rica. A  continuación  sigúese  el  artículo  titu- 
lado Homenaje  á  Cristóbal  Colon...  por  cuen- 
ta y  á  costa  ajena,  sabrosa  polémica  escrita 
con  motivo  de  cierto  libro  publicado  por  don 
León  Carbonero  y  Sol,  director  de    La  Cru^. 

De  índole  literaria  son  El  Tabaco,  artículo 
ingenioso  y  erudito;  La  Nochebuena,  Estatuas 
y  La  pelota,  en  todos  los  cuales  abundan  cu- 
riosas noticias  y  agudas  observaciones  que 
instruyen  y  deleitan  á  la  vez. 

El  autor  de  Cosas  de  España  ha  robustecido 
nuevamente  su  bien  cimentada  reputación  de 
escritor  ameno  y  erudito. 


Excursions    diins    ios    Sierras    d'Espn^ne. 

D'OviéJo  a  Santander ,   por  el  Conde   de  Saint-Saud. 
(París,  Ciiimerot  et  Renouard,  1S95.) 

Es  el  Sr.  Conde  de  Saint-Saud  un  distin- 
guido escritor  y  excursionista  ,  miembro  de  la 
Sociedad  francesa  de  Arqueclogía,  del  Club  al- 
pino francés,  de  la  Sociedad  Geográfica  de  Ma- 
drid y  de  la  Española  de  Excursiones,  que  ha 
poco  le  nombró  su  Delegado  en  el  Mediodía 
de  Francia.  Entre  sus  obras,  inspiradas  prin- 
cipalmente por  el  excursionismo  en  España, 
se  cuentan  las  siguientes:  Excursiones  por  las 
Sierras  de  España.  Los  picos  de  Europa  (Pa- 
rís, 1894).— ¿.05  picos  de  Europa,  estudio  oro- 
gráfico  (París,  if^9+).  Los  Pirineos  asturia- 
nos (Tolosa,  \%()'-:)).— -Jerónimo  Risquio  ó  de 
Perigueu.v ,  Obispo  de   Valencia,  Zamora  y 


32 


BOLETÍN 


España. NoliciasbibIiográJicas{To\oia,  \Sgb  ) 
El  folleto  en  que  ahora  nos  ocupamos  es  el 
breve  relato  de  un  viaje  realizado  por  la  región 
oriental  de  Asturias.  El  autor  no  se  detiene  en 
describir  los  monumentos  asturianos  (ya  estu- 
diados por  arqueólogos  españoles);  describe, 
sí,  sobriamente  la  comarca  que  va  recorriendo, 
al  par  que  evoca  algunos  de  los  más  culmi- 
nantes recuerdos  históricos  que  con  ella  se  re- 
lacionan. Los  principales  puntos  del  itinera- 
rio seguido  son  los  siguientes  :  Puerto  de  Pa- 
jares, Oviedo,  Valdediós,  Villaviciosa,  Priesca, 
Ribadesella,  Villanueva,  Cangas  de  Onís,  Co- 
vadonga,  Llanes,  La  Hermida,  San  Vicente  de 
la  Barquera,  Comillas,  Santiilana,  Torrelave- 
ga,  Santander.  Ilústrase  el  relato  con  la  inser- 
ción de  las  alturas  barométricas  observadas  en 
diversas  localidades  y  con  la  de  dos  grabados 
que  representan  las  vistas  de  Covadonga  y  de 
La  Hermida. 

En  las  frases  que  dedica  el  autor  á  nuestras 
montañas  y  á  sus  habitantes,  obsérvase  la  sim- 
patía que  siente  por  España  y  el  grato  recuer- 
do que  dejó  en  su  ánimo  la  contemplación  de 
las  bellezas  artísticas  y  naturales  de  una  de  las 
más  pintorescas  regiones  de  la  Península. 


tillan  de  Toledo  (Ensajo  biográfico-histórico).  —  El 
V.Pedro   Soler,  de  Lorca,  y   compañeros 

mártifeM,  por  D.  Francisco  Caceres  PlÁ. 

Son  dos  interesantes  folletos  dedicados  á 
enaltecer  la  memoria  de  dos  preclaros  hijos  de 
Lorca,  de  que  también  es  natural  nuestro  ilus- 
trado consocio  el  Sr.  Cáceres. 

El  primero  es  una  bien  hecha  biografía  de 
Juan  de  Toledo,  soldado  valiente  y  notable 
artista,  cuya  existencia  tuvo,  por  lo  accidenta- 
da, mucho  de  novelesca. 

En  el  segundo  folleto  se  relata  la  vida  de 
Fray  Pedro  Soler  y  otros  compañeros  suyos 
de  la  Orden  Franciscana,  españoles  casi  todos, 
martirizados  cruelmente  en  iS6o  por  los  tur- 
cos, á  raiz  de  la  sangrienta  agitación  que  con- 
tra los  cristianos  tuvo  lugar  en  Siria. 

P. 


-jjeeoocatiu-j 


Actualmente  se  celebra  en  Londres  una  in- 
teresante Exposición  de  Arte  español,  á  la  que 
han  contribuido  casi  todos  los  grandes  colec- 
cionadores de  la  Gran  Bretaña  y  varios  de 
fuera  de  ella.  Figuran  entre  unos  y  otros  la 
reina  Victoria,  el  rey  D.  Francisco  de  Asís,  el 
príncipe  de  Gales,  la  princesa  Víctor  Hohen- 
lohe,  los  duques  de  Wellington,  Westminster 


y  Abercorn,  el  marqués  de  LRnsdo\vn«,  los 
condes  de  Clarendon,  de  Dudley,  de  Jersey  y 
de  Northbrook,  el  ex  embajador  de  Inglaterra 
en  Madrid,  sir  Clare  Ford,  la  baronesa  Bur- 
dett  Coutts,  miss  Hamilton  Haidée,  lady  La- 
yard,  los  pintores  Holman  Hunt  y  John  Sar- 
gent  y  otras  personalidades  ilustres  de  la  aris- 
tocracia, la  literatura  y  el  arte  de  Inglaterra. 

En  la  Exposición  están  magníficamente  re- 
presentados los  más  famosos  maestros  españo- 
les, tales  como,  entre  los  antiguos,  Velázquez, 
Murillo,  Alonso  Cano,  Mazo,  Carreño,  Rin- 
cón, Berruguete,  el  Greco,  Pantoja,  Juan  de 
Joanes,  Ribalta,  Sánchez  Coello,  Morales, 
Claudio  Coello,  Ribera,  Zurbarán  y  Goya  ;  y 
entre  los  modernos,  Fortuny,  Martín  Rico, 
León  y  Escosura,  Domingo,  Pradilla ,  Galc- 
fre,  los  Madrazo,  Benlliure  y  Zamacois. 

La  Exposición  de  Arte  español  está  alcan^ 
zando  gran  éxito  en  Londres,  lo  que  nada  tie 
ne  de  extraño  por  el  mérito  intrínseco  de  los 
cuadros  y  porque,  fuera  de  nuestro  Museo  del 
Prado,  nunca  se  ha  visto  reunida  colección  tan 
magnífica  de  obras  de  nuestros  grandes  artis- 
tas nacionales. 

^ 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EIGQRSIONES  EN  ABRIL 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  reali- 
zará una  á  GuADALAJARA  el  domingo  19  de 
Abril,  con  arreglo  á  las  condiciones  siguientes: 

Salida  de  Madrid  (estación  del  Mediodía), 
7  h,  5'  de  la  mañana. 

Llegada  á  Guadalajara,  9  h.  2'  de  la  ma- 
ñana. 

Salida  de  Guadalajara,  5  h.  10'  tarde. 

Llegada  á  Madrid,  7  h.  20'  tarde. 

Monumentos  que  visitarán. — Palacio  del  In- 
fantado, San  Ginés,  Instituto  Escuela  de  Inge- 
nieros militares,  etc. 

Cuota. — Catorce  pesetas,  en  que  se  com- 
prende el  viaje  de  ida  y  vuelta  en  segunda 
clase,  almuerzo  en  Guadalajara  y  gratifica- 
ciones. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión  diri- 
girse por  escrito,  hasta  el  18  de  Abril,  á  las 
tres  de  la  tarde,  acompañando  la  cuota,  al 
Sr.  D.  Adolfo  Herrera,  vocal  de  la  Comisión 
ejecutiva,  calle  de  Alcalá,  49  cuadruplicado. 
Los  señores  adheridos  deberán  estar  en  la  Es- 
tación quince  minutos  antes  de  la  salida  del 
tren. 

Madrid  3i  de  Marzo  de  1896. — El  Secretario 
general.  Vizconde  de  Pala^uelos.  —  V."  B.° — 
El  Presidente,  Serrano  Fatigati, 


BOLKTIN 


DE   LA 


^ 


^ 


DIRECTO  R  : 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AKO  IV 


MadPid  1.°  de  Is^iayo  de  1800 


KUM.  39 


EXCURSIONES 


LAS  COLECCIONES  PARTICULARES  DE  MADRID 


II 


El  General  Nogiiés. 

(ConcUisión.) 

l^losEE  también  el  General  un  riquí- 
^  simo  monetario,  y  una  colec- 
ción medallística  de  primer  or- 
den. "¿Qué  de  extrañar  es  si,  como 
dice  el  Sr.  Leguina  (1) ,  el  distinguido 
anticuario  de  que  hablamos  tiene  una 
competencia  tan  universalmente  reco- 
nocida, que  ha  venido  á  ser  arbitro  de 
cuantas  dudas  ocurren  entre  los  meda- 
llistas,  y  forzado  consultor  de  todos 
los  que  escriben  sobre  la  materia?,, 

Catalogar  siquiera  en  extracto  las 
numerosas  piezas  notables  de  este  gé- 
nero que  atesora  el  Soldado  viejo,  fue- 
ra tan  largo  como  molesto  para  el  lec- 
tor; no  me  resigno  tampoco  á  decir 
simplemente  que  su  colección  de  mo- 
nedas y  medallas  es  selectísima,  y  me 


ha  parecido  el  arbitrio'mejor  dar  á  co- 
nocer gráficamente ,  por  vía  de  mues- 
tra, alguno  de  los  ejemplares  de  que 
consta. 

Por  fartuna,  había  reproducido  los 
más  exquisitos ,  con  pericia  nada  co- 
mún, la  Excma.  Sra.  Duquesa  de  Alba, 
tan  benemérita  de  la  historia  y  de  las 
artes,  y  el  Sr.  Nogués  puso  á  nuestra 
disposición  las  pruebas  con  su  amabi- 
lidad nunca  desmentida.  Por  mi  parte 
me  limitaré  á  indicaciones  muy  breves. 

Posee  el  General  un  admirable  bron- 
ce de  Alfonso  V  (el  primer  numismáti- 
co, por  cierto),  obra  de  Christophorus 
Hierimia:  es  distinto  de  los  dos  que  re- 
produce Lenormant  (1)  y  que  pueden 
admirarse  en  el  Museo  Arqueológico. 
Lleva  las  inscripciones  siguientes: 

Anverso: 

ALFONSUS  REGIBUS  IMPERANS  ET 
BELLORUM  VÍCTOR 

Reverso: 

MARS    ET   BELLONA  CORONANT  VICTORÉM 
REGNI 


(1)    Monnaies   et    médailles:   de  la  Bibliothcquc 


S4 


BOLETÍN 


Aún  vale  más,  á  mi  juicio,  el  sober- 
bio medallón  que  ostenta  la  imagen  del 
Rey  Católico;  obra  de  ignoto  artista, 
seguramente  italiano,  y  labrada  para 
conmemorar  la  conquista  de  Ñapóles. 
Es  ejemplar  único  y  uno  de  esos  rarí- 
simos y  afortunados  hallazgos  que  han 
dado  fama  al  Rastro  de  Madrid.  Pra- 
dilla  se  inspiró  en  este  bronce  para 
pintar  al  astuto  Monarca  en  el  cuadro 
de  La  Rendición^  que  adorna  el  Sena- 
do; y  yo  le  diera,  de  muy  buena  gana, 
un  lugar  en  nuestras  páginas,  si,  lo 
mismo  que  el  anterior,  no  lo  hubiesen 
reproducido  Aloiss  Heiss  (1)  y  la  casa 
Montaner  y  Simón,  de  Barcelona,  en 
su  conocida  edición  monumental  de  la 
Historia  de  España  de  Lafuente  (2). 

También  es  única  y  de  gran  mérito 
una  medalla  de  plata  que  lleva  en  el 
anverso  el  busto  de  Felipe  el  Hermoso, 
y  en  el  reverso  la  imagen  de  la  For- 
tuna :  se  ignora  quién  fuera  su  autor  y 
con  qué  motivo  se  labró. 


gún  algunos,  la  primera  obra  en  su 
género.  Se  debe  al  famoso  y  nunca 
bien  celebrado  Heinrich  Reitz  ,  pla- 
tero de  Leipzig  que  representa  con 
Friedrich  Hagenauer  de  Augsbur- 
go  ,  la  época  de  mayor  brillo  y  es- 
plendor en  Alemania  para  el  arte  de 
las  medallas  (1)  (Véase  la  lámina  ad- 
junta). 

¿Y  qué  decir  de  las  muy  preciosas 
hechas  para  conm.emorar  el  matrimo- 
nio de  Felipe  II  con  María  de  Inglate- 
rra? Hablen  por  mí,  mejor  que  yo  pudie- 
ra hacerlo,  los  fotograbados  que  ilus- 
tran este  artículo.  Campean  en  los  an- 
versos los  bustos  de  los  Reyes:  el  de  la 
Reina  traerá,  con  sólo  verlo,  á  la  me- 
moria de  mis  lectores  el  retrato  de  dicha 
señora,  obra  maestra  de  Moro,  que  se 
admira  en  nuestro  Museo.  En  los  re- 
versos se  ostentan :  en  una ,  Apolo  en 
su  carro  (la  Aurora);  en  la  otra,  una 
ingeniosa  alegoría  de  la  protección 
dispensada  á  los  católicos  por  María 


FELIPE  EL  HERMOSO  (colección  del  Sr.  General  Nogués). 


Pocas,  sin  embargo ,  admiten  com- 
paración por  su  espléndida  belleza  con 
la  de  Carlos  V,  que  se  reproduce  ad- 
junta. Es  de  plata  sobredorada  y,  se- 


(1)  Descí  ipción  general  de  las  monedas  hispano- 
cristianas desde  la  invasión  de  los  árabes 

\!2)  Reproducida  también  la  medalla  para  ilustrar 
los  artículos  de  Mr.  Mazeroüe  sobre  la  Exposición 
Histórico-Europca,  en  la  Gaaette  des  Beaux  Arts. 


de  Inglaterra,  y  de  sus  propósitos  hos- 
tiles á  la  Reforma. 

En  una  de  estas  medallas  se  lee : 

jAC.  TREZZO-F-1555. 

Son,  seguramente,   un  timbre  glo- 


(11  Reitz  trabajó  mucho  para  los  Electores  de  Sa- 
jonia:  en  su  estilo  aparece  muy  visible  la  influencia 
de  Lucas  Cranach  (Lenormant). 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


35 


rioso  para  el  insigne  autor  del  taber-     con  una  delicadeza,  una  pastosidad  y 
náculo  de  El  Escorial.  una  perfección  que  maravillan.   Aire- 

También  es  hermosa  pieza  la  meda-      dor  lleva  la  leyenda: 
lia  que  lleva  en  una  de  sus  caras  un 
retrato  bellísimo   del  gran  duque  de 
Alba,  con  el  letrero: 


FERDIN.   TOLET.  ALBAE.  DVX.  BELG. 
PRAEF. 

Y  en  la  otra  un  altar,  con  el  lema: 

DEO   PATRVM   XOSTRORVAI. 


FRAN.   FERNÁN.  A  LIEVANA.  PHILI  II 

HISP.   R.   A 

SECRETIS    CVBICVLI    ET    ITALIAE    REGENS 

Reverso : 

STABILIS  VT  NEC   METV  NEC  SPE 

La  Justicia  sobre  una  roca  comba- 
tida por  las  olas  y  los  vientos. 


EL  GRAN  DUQUE  DE  ALBA  (colección  del  Sr.  General  Nogués). 


Entre¡;las  mejores  figura  asimismo 
la  de  Francisco  Fernández  de  Llába- 
na. Su  mérito  le  vale  mención  especial 
en  la  "Noticia  del  Museo  Arqueológi- 
co Nacional „,  publicada  en  1876,  la 
cual  da  cuenta  del  ejemplar  que  posee 


Ésta  medalla  puede  dar  una  idea  de 
la  altura  á  que  llegó  el  grabado  en  el 
siglo  XVL 

Basta  para  ponderarla  decir  que  es 
obra  de  Pompeyo  Leoni;  está  firmada, 
y  lleva  la  fecha  de  1575. 


FRANCISCO  FERNÁNDEZ  DE  LIÉVANA  (colección  del  Sr.  General  Nogués). 

aquel  centro  en  los  términos  siguien-  He  creído  oportuno,  por  último,  dar 
tes:  "Tiene  en  su  anverso  el  retrato  á  conocer  á  los  lectores  del  Boletín 
del  secretario  de  Felipe  IL  ejecutado     una  medalla  de  Felipe  III,  no  menos 


36 


boletín 


acabada  que  las  anteriores,  si  no  tan 
grandiosa:  en  el  anverso  está  el  busto 
del  Re}^  en  el  reverso  un  león  defen- 
diendo la  Religión  (oro). 


llegó  á  circular:  mención  especial  la 
haré  solamente  de  un  ejemplar  precio- 
sísimo por  su  rareza  extremada,  por  su 
considerable  valor,  y  por  la  época  glo- 


FELIPE  III  (colección  del  Sr.  General  Nogués.) 


No  acabaría  nunca  si  fuera  á  men- 
cionar todos  los  ejemplares  notables 
que  avaloran  la  colección  del  General; 
allí,  la  medalla  de  Domingo  Dávalos, 
que  es  de  primer  orden;  la  conmemo- 
rativa de  la  batalla  de  San  Quintín, 
de  plata  dorada;  las  que  recuerdan  la 
batalla  de  Lepanto,  la  toma  de  la  Go- 
leta y  la  expedición  de  la  Invencible; 
las  de  Juanelo  y  Herrera,  también  de 
Trezzo,  muy  raras  cuando  son  autén- 
ticas (1),  y  otras  infinitas  (2). 

No  teman  mis  lectores  que  haga  de 
las  monedas  del  Sr.  Nogués  selección 
parecida  á  la  que  acabo  de  hacer  de 
las  medallas:  baste  decir  que  en  su  co- 
lección numismática  figuran  desde  el 
as  de  bronce  romano,  unidad  á  la  vez 
de  peso  y  de  medida,  hasta  la  pieza  de 
oro  de  20  duros,  con  el  busto  de  don 
Amadeo  de  vSaboya,   moneda  que   no 


(1)    Dibujadas  en  el  Viaje  de  Ponz. 

(J)  "En  1739,  el  almirante  inglés  sir  Edward  Ver- 
nón  atacó  á  Cartagena  de  Indias  con  poderosa  escua- 
dra y  9.000  hombres  de  desembarco  Después  de  dos 
meses  de  sitio,  D.  Blas  de  Lezo,  con  escasa  guarni- 
ción, rechazó  y  derrotó  al  enemigo.  Tan  seguro  esta- 
ba el  inglés  de  triunfar,  que  de  antemano  hizo  batir 
'monedas  de  varios  tamaños  y  cuños,  donde  se  ve  al 
Gobernador  español  arrodillado,  entregando  la  espa- 
da al  marino  británico.  Sobre  la  figura  de  Lezo  se 
lee:  Don  Blass;  y  alrededor,  en  inglés:  El  orgullo  és- 
pdñol  abatido  por  el  almirante  Vernóii.„  (Ropaveje- 
ros, anticuarios  y  coleccioiñstas.j'EA.  gtr\Q.va.\  Nogués 
posee  un  ejemplar  de  esta  curiosísima  medalla.  Omi- 
to sus  picantes  comentarios. 


ríosa  á  que  pertenece.  Sirva  como  de 
muestra.- 

Es  la  pieza  de  veinte  excelentes  de 
los  Reyes  Católicos. 

Era  el  excelente  una  moneda  de  oro 
fino  de  23  quilates  y  74  largos,  equi- 
valente á  los  ducados  de  oro,  moneda 
ésta  la  más  común  en  todos  los  reinos 
y  provincias  y  la  más  usada  en  las 
contrataciones. 

De  las  pragmáticas  de  1480  y  1497 
resulta  que  hubo  dos  especies  de  exce- 
lentes: unos  de  la  misma  ley  y  peso 
que  las  doblas  castellanas  de  Enri- 
que IV,  y  otros  llamados  de  la  grana- 
da, de  tipo  y  peso  diferente:  de  los  pri- 
meros entraban  50  en  un  marco;  de  los 
segundos  65  (1). 

La  ordenanza  de  1497  describe  los 
últimos  en  los  términos  siguientes: 

"Los  excelentes  enteros  tengan  de 
una  parte  nuestras  armas  Reales,  é  un 
águila  que  las  tenga,  y  en  derredor  sus 
letras  que  digan:  svb  vmbra  alarvm 
TVARVM  PROTEGE  Nos;  é  dc  la  Otra  par- 
te dos  caras,  cada  una  hasta  los  om- 
bros,  la  una  por  mí  el  Rey,  é  la  otra 
por  mí  la  Reina,  que  se  acate  la  una  á 
la  otra,  é  al  derredor  sus  letras  que 
digan :  ferdinandvs  et  elisabeth  dei 


(1)    Aloís  Heiss,  (Ob.  cit.) 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


37 


GR  ATI  A  REX  ET  REGINA  CASTELLAE  ET 

LEGiONis:  y  en  los  otros  medios  exce- 
lentes de  la  granada  se  ponga  de  la 
una  parte  las  dos  caras,  como  de  suso 
se  contiene,  y  al  rededor  diga:  qvos 

DEVS   CONJVNXIT   HOMO   NOX   SEPARET:   V 


dos  onzas,  y  no  costó  menos  de  3.000 
pesetas  á  su  afortunado  poseedor,  que 
completó  con  él  la  serie  de  monedas  de 
los  Reyes  Católicos,  El  múltiplo  de  50 
excelentes  no  me  consta  que  se  llegara 
á  batir. 


PIEZA  DE  VEINTE  EXCELENTES  (colección  del  Sr.  General  Nogués). 


en  la  otra  parte  nuestras  armas  Rea- 
les y  al  derredor   diga:    ferdlvandus 

ET    ELISABETH    DEI    GR  ATI  A,     etC,    y   lo 

que  dello  cupiese,  y  que  debajo  de 
nuestras  armas  Reales,  donde  las  ha 
de  aver ,  se  ponga  la  primera  letra  de  la 
ciudad  donde  se  labrasen,  salvo  en  Se- 
govia  que  ponga  una  puente,  y  en  la 
Coruña  una  venera:  é  que  todas  estas 
monedas  sean  salvadas  una  á  una  por- 
que sean  de  igual  peso,  é  si  alguno  á 
este  respeto  quiere  labrar  moneda  de 
los  dichos  excelentes  de  la  granada, 
de  cinco,  y  de  diez,  y  de  veinte,  y  de 
cincuenta,  que  lo  pueda  hacer,  ponien- 
do al  un  cabo  del  escudo  de  las  armas 
la  suma  de  cuántos  excelentes  ai  de 
aquella  pieza.,, 

Uno  de  estos  múltiplos  del  excelen- 
te sencillo  es  el  que  reproduce  el  gra- 
bado adjunto:  el  citado  Heiss  adquirió 
y  reprodujo  un  ejemplar  que  conside- 
raba único  (1),  y  que  presenta  varian- 
tes con  el  que  me  ocupa  (2):  pesa  éste 


"Quédense,  que  ya  es  tarde,  en  el 
tintero,,  otras  muchas  cosas  que  en  la 
casa  del  General  se  guardan  y  admi 
ran.  No  quiero  hablar  de  sus  bandejas 
de  plata  repujada  (1);  ni  de  los  jarros 
de  plata  cordobesa,  tan  estimados  de 
los  coleccionistas;  ni  de  las  sortijas  (2), 
ni  de  las  tabaqueras  (3),  ni  de  los  re- 
lojes, que  son  escogidos,  aunque  po- 
cos (4). 

Todo  ello  pudiera  dar  materia  para 
otro  artículo,  pero  no  cabe  ya  en  éste. 
Por  la  propia  razón  omitiré  hablar 
como  merecen  de  las  piezas  de  arme- 
ría, ricamente  grabadas  y  doradas;  de 


(1)    Núm.  178,  lám.  26. 

(2>  Por  ejemplo:  tiene  en  el  anverso,  entre  los  dos 
■Reyes  una  ese  entre  cuatro  puntos  (.s.),  y  faltan  los 
sifirnos  aue  en  el  eiemnlar  de  la  colección  Noa-u^s  hav 


por  fuera  de  las  efigies  de  los  Monarcas.  En  el  rever- 
so se  ven  dos  estrellas  junto  á  la  cabeza  del  águila 
heráldica,  y  faltan  las  puentes  que  nuestros  lectores 
distinguirán  á  los  lados  del  escudo.  No  parece  que 
haya  duda  de  que  las  dos  piezas  á  que  me  refiero  sean 
de  fábricas  distintas:  de  Segovia,  la  del  General;  de 
Sevilla  ,?j  la  de  Heiss. 

(1)  Hay  entre  ellas  una  caldereta  ó  bacín  para  re- 
coger limosnas  que  lleva  los  emblemas  de  la  Inquisi- 
ción, pieza  muy  curiosa  y  estimable. 

(2;  La  más  antigua  es  del  XIII,  y  perteneció  á 
D.  Fr.  Bernardo  Lafita,  abad  de  Veruela. 

(3)  Son  notables,  entre  otras,  las  que  pertenecie- 
ron á  Monarcas  españoles,  y  llevan  sus  imágenes  mi- 
niadas ó  esmaltadas  en  la  tapa. 

(4)  Es  muy  notable  el  que  firma  Manuel  Gutiérrez, 
de  Madrid . 


38 


boletín 


la  lindísima  figurita  de  San  Vicente 
Ferrer,  que  pudiera  atribuirse  á  Pere- 
da; del  joyero  de  plata  dorada  y  esmal- 
tada, digno,  por  la  pureza  y  elegan- 
cia de  sus  clásicas  líneas,  de  ocupar  un 
puesto  en  los  relicarios  de  El  Escorial; 
ni  de  la  preciosa  placa  de  bronce  que 
representa  la  Adoración  de  los  Reyes 
Magos,  y  servía  de  portezuela  al  sagra- 
rio de  las  monjas  Teresas  ,  de  esta 
corte;  placa  más  admirada  en  la  colec- 
ción de  Nogués  que  lo  sería  en  el  altar 
mayor  de  las  Religiosas  donde  por  fuer- 
za liabría  de  obscurecer  la  soberbia 
copia  de  la  Transfiguración  de  Rafael, 
que  hoy  luce  en  el  Prado. 

Basta  con  lo  dicho  para  dar  una  idea 
del  MuseoNogués:  y  para  comprender 
cuan  justificadas  son  las  siguientes  pa- 
labras con  que  la  Sra.  Pardo  Bazán  (1) 
pinta  la  fisonomía  moral  de  la  colec- 
ción: "Veía — dice,  refiriéndose  al  Ge- 
neral Nogués  —  un  anticuario  raro  que 
ama  el  arte  en  la  historia,  que  sólo  co- 
lecciona lo  significativo ,  lo  que  tiene 
alma,  y  no  es  capaz  de  archivar  las 
suelas  de  las  botas  de  un  héroe,  mate- 
ria vil,  sino  su  retrato,  sus  banderas, 
sus  armas;  un  coleccionista  de  firme 
voluntad,  que  ha  sabido  suprimir  la 
anarquía  del  bric-a-brac,  llenando  su 
casa,  no  de  discordes  baratijas,  sino 
de  objetos  sinfónicos,  que  todos  juntos 
elevan  un  canto  donde  hay  fragmen- 
tos de  romancero  y  melodías  de  ale  - 
gre  jota,  épicas  también.,, 

A  mí  sólo  me  resta  añadir  una  cosa, 
y  es  que  en  casa  del  General  Nogués 
hay  algo  mejor  que  su  colección;  el  co 
leccionista.  Su  llaneza  de  buen  gusto, 
su  ingenuidad  de  aragonés,  la  expre- 
sión desenfadada  y  pintoresca  de  un 
criterio  sano  y  atinado,  la  sal  que  sal- 
pica sus  juicios  y  apreciaciones,  su 
erudición,,  su  portentosa  memoria,  me 
recordaron  muchas  veces  al  sabio  in- 
fatigable y  hombre  bonísimo   que  se 


llamó  D.  Vicente  de  la  Fuente.  Los  ex- 
cursionistas dejaron  de  admirar  pre- 
ciosidades para  oír  á  su  dueño  evocar 
recuerdos  y  referir  anécdotas,  y  en- 
cantados salimos  de  aquella  modesta 
casa  sin  que  los  oídos  tuviesen  nada 
que  envidiar  á  los  ojos, 

Marcelo  Cervino, 


SECCIÓN  DE  CIEi^CIASHRTÓRICAS 


KSCIÍITLI'iAS  M'iZÁR:\BES   rOlJ'.DANAS 


(Continuación.) 

LXXVI 

Venta  de  un  majuelo  en  Villa  Algariba 
(Villafranca),  que  tiene  á  sus  lados  una  viña 
del  comprador,  otra  de  los  hijos  de  D.  Pedro 

Al-Polichení  (^jlit^t  5^kj  ^¿i  ^J), 
la  vía  pública  (^..^.ULo  ^^ ''^„j^)  y  tierra  in- 
culta de  los  vendedores  (^jvxjLlJ  j^i  (ji»jtj)' 

Intervienen  como  tales  Doña  ¿Porciana?, 
hija  de  Miguel  el  medidor  de  granos  (Al- 
Cayyal),  y  su  yerno  D.  Mateo,  hijo  de  Ju- 
lián Selma,  juntamente  con  Astasia  (Eusta- 
sia?),  su  mujer;  y  como  compradores  Juan 
Domínguez  y  su  esposa  Urraca,  que  con- 
tratan en  nombre  de  ambos  y  con  dinero 

del  fondo  común    ^v,&x,0      ,Lj    ^  ,._;:-Xv!) 

L^    ..  ..  .  ..  j^.         >         (j,r  ..» • 


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Precio,  ocho  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  úllima  decena  de  Abril  de  la 
Era  1235. 

Las  suscripciones  son  arábigas:  Estéfano 
b.  Domingo,  testigo;  Velasco  Iñigo  S  se  es- 


{})    En  $u  revista  £^  iV«*vci  Teatro  Critico, 


I     No  garantizamos  sea  ésta  la  verdadera  lec- 
tura. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


» 


cribió  por  él  á  su  ruego  y  en  su  presencia 

Domingo  Pérez  de  Font-Xalida  (Fuensali- 
da),  se  escribió  por  él  por  su  mandato  y  en 

su  presencia  ^-^-X-i   ^-j»    ¡r'j^.',    ^^^j) 

(...  gsAjL;   Yahya  b.   Walid  b.  Kásim,  y 

Martín  Joannis,  se  escribió  por  él. 

Al  dorso:  «Carta  emptionis  quam  fecit 
Joanes  dominici...  majoli  de  uilla  franca». 

LXXVII 

Venta  que  otorgan  las  dos  hermanas  ute- 
rinas Doña  Hora-Bona  y  Doña  María,  hijas 
de  D,  Pedro  Cebrián,  en  favor  del  muy  ilus- 
tre wazir  Abú  Omar  b.  Xauxán,  de  las  dos 
porciones  ó  lotes  de  tierra  que  poseen  en  la 
alquería  de  Olías  la  Mayor,  en  los  octavos 
llamados  de  Aben  Badoh,  con  todos  los  de- 
rechos y  pertenencias  que  á  dichos  lotes  co- 
rresponden. _;j!  ...  Ja."^!  y.jJ^   ^ j^'^) 

^r'j   ^iíí    ^jj'  ^j-^  ij"*  '"  J^^  iji  j^ 

Precio,  50  mizcales  de  oro  alfonsí. 
Advierte  la   escritura   que   asistieron  al 
otorgamiento  y  autorizaron  el  acto  como 

fiadores  (   .  j>l^!)  de  las  vendedoras,  Don 

Servando,  hijo  de  Hasán  b.  Servando,  y  su 
esposa  Doña  Leocadia,  madre  de  dichas 
vendedoras. 

Fecha  en  Noviembre  de  la  Era  1235. 

Las  suscripciones  son  todas  árabes:  Yah- 
ya b.  Abdelaziz,  testigo;  Fernando  b.  Joan- 
nis, testigo;  Domingo  Pérez  b.  Hasán;  Do- 
mingo Pérez,  testigo,  y  se  escribió  por  él 
por  su  mandato  y  en  su  presencia;  Micael 
b.  Suleimán  b.  abí-1-Hasán  b.  Al -6390,  y 
Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid. 

LXXVIII 

Venta  de  un  trozo  de  tierra  blanca  sita  en 
el  término  de  la  alquería  de  Olías  la  Mayor, 


Badah,  jurisdicción  de  Toledo    s.~-.,,_aL  ...) 

(...  ÜLlÍ3^iÍ2  L'j  J^  J.^  ^.  Tiene  dicho  trozo 
por  colindantes:  un  majuelo  de  D.  Cristóbal 
el  esterero  (.Uá¿ I  J^jjXá^j  (JJ^^  U^^' 
por  otro  lado  el  camino  por  donde  se  sube 

á  la  alquería  de  Nicolás  i  ^P^^  v ?^^) 

(^jbLCj  ij  wS)  *JU;  por  el  tercer  lado  una 
viña  que  perteneció  á  Micael  Anchil  (Ángel?) 
y  que  es  ahora  de  sus  herederos  ¿-^i-LiJi  ^r^j) 

(...  ¿.;:.',_J,  y  por  el  cuarto  costado  tierra  del 

comprador. 

Figura  como  tal  el  de  los  dos  wazirazgos  «, 
el  muy  ilustre  Abú-r-Rebia,  hijo  del  wazir 

(alguacil)  Abú  Omar  b.  Xauxán  ^^-x«i.l) 

(^Uy.  ^.  j^  ^A  ...^íj^l.  y  como 

vendededores  D.  Juan,  hijo  de  Micael  Ce- 
brianez,  y  D.  Juan  Miguélez  ^^IjJ   ^  j<5) 

Precio,  10  mizcales  de  oro  alfonsí,  de  los 
cuales  entregó  siete  menos  un  tercio  al  pri- 
mer vendedor,  como  importe  de  las  dos  ter- 
ceras partes  que  le  pertenecían  en  la  finca 
vendida;  y  lo  restante,  ó  sea  tres  mizcales  y 
un  tercio,  al  segundo  vendedor,  que  sólo 
poseía  una  tercera  parte. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Diciembre 
de  la  Era  1235. 

Suscripciones:  Tomé  b.  Yahya  b.  Pelayo 

{J^>  ^,y  ^^t  ^y>  U>j)  y  Jair  b.  Xal- 
món b.  Alí  b.  Waid  testificaron  sobre  esto 

.(vJJj-J 


1  Dudoso;  tal  vez  sea  la  antigua  alquería  de 
San  Nicolás.  (Véase  Madoz.) 

2  Título  bastante  usado  en  el  árabe  clásico, 
aplicándose  á  quien  asume  la  jurisdicción  ci- 


40 


boletín 


LXXIX 

Venta  de  un  lote  de  tierras  en  Olías,  en 
los  octavos  de  Aben  Bahlul.  Comprende  la- 
bor de  un  par  (t  jj  J-w^  c»)  Y  ^s  la  por- 
ción que  perteneció  en  un  principio  á  Don 
Bahlul  el  herrero;  compróla  luego  Domingo 
b.  Jalaf,  el  conocido  por  Domingo  Mayuran- 

cha  I  (Up*.  j*-»  AÍÍ/-0),  y  fué  luego  permutada 

con  otra  de  D.  Servando  b.  Yunus,  según 
escritura  fechada  en  Julio  de  la  Era  1229. 
(V.  snpra,  núm.  LVII.) 

Interviene  como  comprador  el  muy  ilus- 
tre alguacil  Abú  Omar  b.  Xauxán,  y  como 
vendedor  el  dicho  D.  Servando  b.  Yunus. 

Precio,  40  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Febrero  de 
la  Era  1236,  advirtiéndose  que  el  vendedor 
hizo  entrega  al  comprador  de  las  escrituras 
justificativas  de  su  dominio. 

Suscripciones  árabes:  Félix  b.  Domingo 

¿Hathrón?  (¿   «j^Jaa..  ¿.üi^^  ^¡     w„...ii);  Juan 

b.  Micael  b.  Abdelaziz  Almaxanerí;  yo  Ser- 
vando b.  Yunus  confirmo  la   citada  venta 

{j/ó^)\,  y  Pedro  b.  Omar  b.  Gálib  b.  Al- 

Kallás. 

En  caracteres  latinos:  fctrus  douiinicus. 

LXXX 

Venta  de  las  posesiones  que  fueron  de 
Aben  GáHb  ben  Said,  el  conocido  por  el  Ca- 

nillí  2  (^Lá3U),  sitas  en  Dar  Al-Belio,  en 

Dar  Al-Fornana  ^  y  Borch  ben  Yunus,  otor- 
gada por  su  esposa  Doña  Justa,  hija  de  Juan 
Alazrac  (el  azul),  en  su  nombre  y  en  el  de 
los  menores  habidos  de  este  matrimonio, 


1  Vocales  dudosas,  según  ya  advertimos  an- 
teriormente. 

»  Probablemente  el  de  Canillas,  en  la  ac- 
tual provincia  de  Madrid. 

3    En  árabe 

Casa  del  Viejo,  Casa  de  los  ¿Hornos?  y  Torre 
d^  Aben  Yunus. 


Clemente,  Mayor  y  Domingo,  á  favor  de 
Doña  Loba,  hija  de  D.  Domingo  ben  Ab- 
delmalik,  representada  en  el  acto  de  la  ven- 
ta por  su  hijo  D.  Lorenzo. 

Precio,  15  mizcales  de  oro  alfonsí,  de  los 
cuales  se  pagaron  nueve  en  el  acto,  y  se  con- 
certaron ciertas  condiciones  para  el  cobro 
de  los  seis  restantes;  posteriormente  se  pa- 
garon tres  de  éstos,  según  testimonio  que 
acompaña. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Febrero, 
Era  de  1236. 

Suscripciones  árabes:  lUán  b.  Pethro  Yoa- 

nex,  Illán  b.  abí  Alchadal  (JaII),  Félix  b. 

Domingo  ¿Hathrón?,  Domingo  b.  Pethro 
Alcantarí,  Salvador  b.  Domingo  b.  Abdela 

ziz,  Pethro  b.  Esteban  el  perfumista  ( .LLxJI) 

y  la  del  notario  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid. 

En  caracteres  latinos:  «ego  gondisaluus 
Johanis  testis». 

LXXXI 

Venta  que  otorga  D.  Domingo,  hijo  de 
Micael  Cebrián,  á  favor  del  muy  ilustre  al- 
guacil Abú  Omar  b.  Xauxán,  de  una  parcela 
de  tierra  que  posee  en  Olías,  que  adquirió 
por  herencia  de  su  hermano  D.  Cebrián  (Ci- 
priano) y  que  por  ser  muy  conocida  no  hay 
necesidad  de  señalar  sus  lindes  ^Jj^i^-K) 

(...  íJljJ-s^       vC      ^á*X*v1 

Precio  de  la  venta,  tres  mizcales  de  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  Abril  de  la  Era  1236. 

Suscripciones:  Domingo  b.  Abdelmelic 
b.  Hothaya,  Gonzalbo  b.  Yoan  Belasques 

{    ySJÍ¡)  y  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid. 

LXXXII 

Venta  de  una  viña  sita  en  Olías  la  Gran- 
de I,  otorgada  por  Doña  Mi-Sol  (^-^)  y 
su  hijo  D.  Pedro  Domingo,  á  favor  del  al- 


1  Repite  aquí  la  frase  de  que  la  finca  ven- 
dida, por  su  notoriedad,  no  necesita  se  indi- 
quen sus  lindes  (AjAccJ  ^  ¿uiXvvi  ^Jj^LJ^), 
diciéndose  tan  sólo  que  está  contigua  á  otras 
viñas  de  Juan  el  zapatero  (j*^?**»"),  del  com- 
prador y  de  los  herederos  de  Sahal. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


41 


guacil  citado  en  las  anteriores,  Abú  Ornar 
b.  Xauxán,  representado  en  el  acto  del  otor- 
gamiento por  D.  Domingo  Pérez, 

Precio  de  la  venta,  seis  mizcaies  y  un  cuar- 
to (  ^\.i  \j  S:}^'"^  *"•*-)  ^^  O'''^  alfonsí. 

Fecha  en  Mayo,  Era  de  1236. 

Suscripciones:  Julián  Martín,  testigo  y  es- 
cribió con  su  mano  (í-'-^f  >*;^^j);  Pedro  b. 
Martín,  mozárabe  (^^ja.^_^);  Antolín  b. 
¿Garfián?,  testigo  (j.íL¿,  .)  „  >-^  ijí  1  í^'^^)' 
y  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid. 

LXXXIII 

Venta  de  un  tercio  '  de  cierta  heredad  2, 
sita  en  Olías  (cuyos  dos  tercios  restantes 
pertenecían  ya  al  comprador),  otorgada  por 
p.  Martín  y  su  mujer  Doña  Colpmba,  hija 
de  Fernando  Abad,  á  favor  del  wazir  Abú 
Omar  ben  Xauxán. 

Precio,  seis  mizcales. 

Fecha  en  Diciembre  de  la  Era  de  1236, 
aunque  se  advierte  que  se  aplazó  la  redac- 
ción de  la  escritura  hasta  Enero  de  1237. 

Suscripciones:  Gálib  b...,  Martín  b.  Jair 
b.  Abdelaziz,  Domingo  b.  Pedro  Alcantarí. 
Se  formalizaron  los  testimonios  sobre  ello  en 
mi  presencia,  y  yo  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid 

LXXXIV 


D.  Guillen,  y  de  sus  hijos  D.  Félix,  D.  Pe- 
dro, D.  Juan  y  Doña  Dominga,  «todo  el  me- 
són que  ahora  es  tienda,  y  el  sótano  que  está 
debajo  y  la  algorfa  que  eslá  encima  de  él» 


u 
fiJU 


.Jl 


hji)\j 


hallándose  situado  dicho  mesón  en  el  dis- 
trito de  la  Catedral,  en  el  arrabal  de  los  Fran- 
cos (  J^á"^!  (jisJj     J),  y  lindando  con  las 

vías  (,_ Pj^)  q'^ie  conducen  al  Mercado  de 

la  Harina  (^_^Jl  i^y^  Ji)  y  a.1  Merca^ 
do  de  los  Estereros   (^j jL^j   l3j—     ¿-m). 

Precio  de  la  venta,  40  mizcales  de  oro  al- 
bayesí. 

Fecha  en  Diciembre  de  la  Era  1203. 

Los  testigos  que  suscriben  el  instrumento 
original  dícese  que  son  los- siguientes J_:- Pe- 
dro b.  Julián  b.  abí-l-Hasán,  Ornar  b.abí- 
1-Farach,  Félix  b.  Guillem,  Juan  b.  Guiy 
Uem,  Pedro  b.  Guillem,  Andrés  Fortún,  Mi- 

cael  Hernando  (■^Jjl). 

«Hállase  conforme  esta  copia  con  el  ori- 
ginal según  cotejo  hecho  por  el  infrafirmado, 
y  esto  en  la  segunda  decena  de  Febrera  de 

la  Era  1237,  ^i  iLl&^i^^^    ísr-^\   sl^t^^s^f) 

ji)i>_.  Ijj»  sx}  i.^^\     .jL)  ^  j-ífi  J^'^I 

(...  fÁ^i\  ^.  Yahya  b.  Walid  b,  Kásím; 
Salvador  {jJaÁ£)  b.  Abdelmelic  b.  Alarif 


Copia  de  una  escritura  de  venta,  por  la 
cual  Doña  Leocadia,  hija  de  Micael  Sáiz 

(¿    v«jL¿,)  y  su  hija  Doña  María,  la  que  fué 

esposa  de  D.  García  de  Camarena,  compran 
de  Doña  María,   la  que  estuvo  casada  con 


I  La  palabra  .Jai:^  que  aquí  se  emplea  no 
significa  la  mitadj  sino  el  tercio,  como  se  indi- 
ca al  fin  del  documento    .>!...    .,lxíU!  Lj^o) 

a  «Que  por  ser  muy  conocida  huelga  su  de- 
limitación», frase  que  encontramos  ya  en  los 


LXXXV 

Venta  de  una  casa  en  Toledo  situada  erti 
el  distrito  de  la  Sede  de  Santa  María  (ca- 
tedral) y  en  la  calle  (adarbe)  llamada  del  Ar- 
cipreste D,  Nicolás:  linda  al  E.,  conuu.wía- 

blo  que  fué  antiguamente  mezquita  J-Ja;^í) 
(...  *jJJiJt  cL  1-5?:^"^  .^  y  que  ahora  po- 
see el  Arcipreste  D.  Pedro  de  Talavera;  al 
O.,  con  una  casa  que  actualmente  pertene- 
ce al  comprador;  al  S.,  con  una  casa  dé  los 


I     Prescindimos  de  las  transcrípcjóríes  arar... 


42 


boletín 


herederos  de  Albernití,  y  al  N.,  con  la  ca- 
lle (adarbe)  citada,  y  algunas  viviendas  del 

muslim  Alí,  hijo  del  Galápago  iji  j^  (j^*f  j) 

(     íulftJ!  jJj     Jt  J^!.  Otorga  esta  venta 

la  propietaria  Doña  Dona  (üj^  ¿.íji),  hija 

de  Abdallah  b.  Yahya,  y  como  fiador  su  hijo 
D.  Martín,  á  favor  del  Capiscol  D.  Jordán 

Precio,  53  mizcales  de  oro  alfonsí. 
Fecha  en  Mayo,  Era  de  1237. 
Suscripciones:  Cristóbal  b.  Julián,  ates- 
tiguó; Lorenzo  b.  Domingo  b. ..?...,  testigo; 

Pedro,  hijo  de  Martín  Mozárabe  {■^j*:u^), 

y  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid, 


Otorga  esta  venta  Doña  ¿Eustasia?  i-JjJ) 

(L.iuLxi,j,  hija  de  D.  Munio  Pérez  y  mujer 

que  fué  de  D.  Mateo,  hijo  de  Julián  ben  Sel- 
ma,  á  favor  de  Juan  Domínguez  y  de  Doña 
Urraca,  su  mujer. 

Precio,  60  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Mayo  de 
la  Era  1239. 

Consigna  al  final  los  nombres  de  los  tres 
últimos  poseedores  y  las  fechas  en  que  se 
verificaron  las  compras,  cuyas  escrituras  en- 
tregó el  vendedor  al  comprador. 

Suscripciones  árabes:  Sebrián  b.  Lázaro 

b.  Abde-1-Kawi;  Ramil  ^  (J^>))  b.  Julián, 

testigo,  y  Domingo  b.  Abdelaziz  b.  Cofian. 
En  caracteres  latinos:  pepino  ioanis  testis. 


LXXXVI 

Venta  de  una  huerta  ó  tierra  de  regadío  y 
de  la  viña  adjunta,  sitas  en  el  pago  de  Santa 
Colomba,  en  la  jurisdicción  de  la  ciudad  de 

Toledo  ¡>jcsrf  ...  i*-^t  £J^j^\  (j^l  ^:v^) 
(...  (J^j-^Ij   S^:^J\   ^S-^'^^  ...  "L^  XxU,. 

Rodean  esta  finca:  por  una  parte,  el  río  Tajo; 
por  otra,  tierra  5'  viña  del  padre  del  vende- 
dor... y  tras  la  viña  descrita  que  es  objeto  de 
la  venta,  va  el  camino  que  conduce  cerca  de 

la  iglesia  de  Santa  Colomba  ^j^^\  >^_i^^) 

(L.^l5.  Adquirió  el  vendedor  actual  el  domi- 
nio sobre  estas  fincas  al  disgregarse  de  la 
heredad  que  allí  poseía  su  padre. 

Interviene  como  comprador  el  Presbítero 
D.  Pedro  Lázaro,  del  clero  de  San  Antolín, 
y  como  vendedor  D.  Pedro  García,  hijo  de 
D.  García  Esteban. 

Precio,  12  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Enero  de  la  Era  1238. 

Suscripciones:  Juan  b.  Farhún,  Domingo 
b.  Said  y  Domingo  b.  Abdelaziz  b.  (^ofian. 

LXXXVII 

Venta  de  parte  de  una  heredad  sita  en  Vi- 
lla-Algariba  (Villafranca),  jurisdicción  de 
Toledo,  propiedad  que  adquirió  la  vendedo- 
ra por  herencia  de  su  madre. 


LXXXVIII 

Venta  de  dos  trozos  de  viña  y  de  parte  de 
un  corral,  sitos  en  Villafranca  (Villa-Alga- 
riba),  otorgada  por  Doña  Eulalia,  mujer  que 
fué  de  D.  Pedro  Domínguez,  en  su  nombre 
y  en  el  de  sus  dos  hijos  D.  Gonzalbo  y  Don 
Fernando  Pérez,  á  favor  de  Doña  ¿Quiralda? 

(i:^\ji  iJ_;.5),  la  que  fué  esposa  de  D.  Pedro 

de  Acravwnte?  (C-v^?  1^). 

Precio  de  la  venta,  20  mizcales  de  oro  al- 
fonsí. 

Fecha  á  fines  de  Diciembre,  Era  de  1239. 

(Se  consigna  el  juramento  acerca  de  la 
edad  de  Gonzalbo  y  Fernando:  el  primero 
diez  y  echo,  y  el  otro  diez  y  siete  años.) 

Suscripciones:  «Nazar  petriz,  testis;  Ju- 
lián bicent,  testis».  Y  en  arábigo,  Domingo 
b.  Abdelaziz  b.  (¡iofian. 

LXXXIX 

Tres  documentos  comprende  este  perga- 
mino: 

i.°  Venta  de  una  huerta  conocida  por  la 
huerta  de  la  alhofra  (del  foso  ó  de  la  balsa), 
sita  en  las  cercanías  del  convento  de  San 
Pedro,  en  la  parte  baja  de  la  Puerta  de  los 
judíos,  en  los  alrededores  de  Toledo.  Ven- 
de  esta  finca   con   todos   sus   adherentes, 


i     Tal  vez  por  Ramiro. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


43 


pozo,  noria  ',  etc.  {jj\  i..s_3 !— j  ^--- J  ...), 

Doña  Eulalia,  hija  de  Juan  Pethres,  el  co- 
nocido por  ¿zancado? ,  y  compra  «el  muy 
ilustre,  venerable  y  excelentísimo  Arzobispo 
Domno  Martín  López,  que  lo  es  de  la  Sede 

toledana  y  Primado   de   España»    ^j^'^) 


.}  j" 


-^     c 


^^V''    ;^r:^' 


'J^/^ 


^^-  ^j^/i  t^J-i  ^hí^.j  ^r^zi  "*-- 

(...   iUs^lis    ¡UjJ.y  JjCS. 

Precio,  lio  mizcales  alfonsíes. 

Fecha  en  13  Diciembre,  Era  de  1240,  ad- 
virtiéndose al  fin  del  documento  que  la  com- 
pra se  hace  con  dinero  de  la  catedral  y  en 
beneficio  de  la  misma. 

2.°  Venta  de  una  parte  indivisa  del  azud 
ó  presa  que  hay  en  la  alquería  de  las  Alca- 
balas (¿Alcubillas?)  I  hasta  los  campos  cul- 
tivados donde  se  divide,  juntamente  con  la 
casa  de  los  dos  azudes  y  con  el  buchel  (po- 
zuelo?) ^,  situado  todo  ello  en  los  alrededo- 
res de  Toledo     ^^   ^^^y\  jJa^Ji    ^->,^) 

(...  jLa.»J  ^_¿.  Son  vendedores  D.  Sebas- 
tián y  su  hermano  D.  Jimeno  en  nombre 
propio  y  en  el  de  varios  asociados  que  se 
nombran  en  el  documento,  y  comprador  el 
mismo  señor  Arzobispo  antes  citado  como 
representante  de  su  iglesia. 

Precio,  60  mizcales. 

Fecha  en  Diciembre,  Era  1240,  repitién- 
dose la  advertencia  del  documento  anterior. 


j  Sobre  las  voces  noria  y  aceuia  ó  aceña., 
véase  Glosario  de  Eguílaz. 

I  Confesamos  nuestra  ignorancia  respecto 
de  la  verdadera  lectura  y  significado  de  las  vo- 
ces iJl^'-iJiJI  y  JLíXjj,  Las  palabras  Alcubillas 

y  pozuelo  nos  han  sido  propuestas  por  el  señor 
Simonet. 


3.°  Un  testimonio  de  los  vendedores  au- 
sentes que  figuran  en  el  documento  anterior 
aprobando  el  contrato  y  cediendo  sus  dere- 
chos en  favor  del  citado  señor  Arzobispo,  que 

es  el  comprador  J^'^!     .1^^^  *L.  ajI  ...) 

(...  l;Lv  [^1^   ^J    j:}\jLÍ\  ^^  /k^ 


Fecha  en  la  primera  decena  de  Enero, 
Era  de  1241. 

Prescindimos  de  reproducir  las  suscrip- 
ciones, por  ser  muchas  y  hallarse  ya  consig- 
nadas en  su  mayor  parte  en  otros  docu- 
mentos. 

Francisco  Pons. 
(ContiMuard.) 

cseaoss 


SECCIÓN  DÉ  LITEBATURA 


ESTATUAS 

|fjosE  estatua,  de  est atuendo  6  de 
stando ,  derivándose  luego  la 
voz  castellana  inmediatamente 
del  latín  stattia,  definida  por  la  Aca- 
demia Española  y  otros  autores,  "figu- 
ra de  bulto  labrada  á  imitación  del 
natural.  „ 

Casi  tan  antiguo  como  el  hombre  es 
su  afán  por  dar  cuerpo  á  las  ideas, 
perpetuar  el  recuerdo  de  acciones  glo- 
riosas, rendir  culto  á  la  Divinidad  en 
forma  tangible  ó  demostrarle  recono  - 
cimiento  por  mercedes  recibidas. 

De  aquí  la  perfecta  hermandad  que 
se  observa,  en  todas  las  edades  y  en 
todos  los  pueblos,  entre  la  arquitectu- 
ra y  la  estatuaria,  arte  el  último  com- 
plementario del  primero. 

Junto  á  la  choza  del  salvaje  se  alza 
el  ídolo.  Á  la  entrada  del  puerto  de 
Nueva  York  surge  de  las  olas  el  gigan- 
tesco Faro  de  la  Libertad.  Esfinges  ó 
corderos  limitaban  en  Egipto  las  cal- 


44, 


boletín 


zadas  del  templo;  toros  y  leones  alados 
adornaron  en  Caldeo-Asiria  la  entra- 
da del  Palacio,  y  la  misma  Fenicia 
(Inglaterra  de  la  antigüedad)  hizo  de 
la  estatuaria  uno  de  sus  más  producti- 
vos comercios. 

'Fué  siempre  aquélla  poderoso  auxi- 
liar de  la  Historia,  y  merced  á  los  po 
sitivos  adelantos  de  la  arqueología,  la 
misión  del  arte  escultural  es  cada  vez 
más  importante  en  sus  relaciones  con 
la  ciencia  de  la  vida. 
.  Hoy  no  se  concibe  la  escueta  y  árida 
crónica;  hoy  no  se  admiten  afirmacio- 
nes indocumentadas . 

La  crítica  moderna,  con  su  agudo 
escalpelo,  analiza  en  el  personaje  las 
armas  y  el  vestido,  casi  tanto  como 
los  rasgos  fisonómicos. 

La  ilustración  del  libro  se  impone. 

Las  modernas  enciclopedias  vienen 
atestadas  de  grabados. 

Hasta  el  diario  los  acepta  ,  como 
medio  seguro  de  interesar  á  sus  lecto- 
res, porque  hay  cosas  que  la  pluma 
mejor  cortada  no  llega  jamás  á  definir 
con  la  exactitud  del  lápiz. 
.  La  estatua,  el  retrato,  ha  de  figurar 
necesariamente  en  la  relación  de  la 
vida  del  rey,  del  conquistador,  del  sa- 
bio, como  la  viñeta  adornaba  el  viejo 
códice,  y  el  país,  ó  la  vista,  el  diario 
del  viaje. 

Una  gran  ciudad  sin  estatuas  de  sus 
preclaros  hijos  ,  es  un  libro  en  rús- 
tica. 

Sobre  el  sepulcro  es  mucho  más  elo- 
cuente la  figura  que  el  epitafio. 

Ya  en  la  época  del  emperador  Car- 
los V  se  apreció  esta  necesidad,  y  Car- 
derera  nos  habla  de  las  «Ordinaciones 
fetas  por  Cario  Magno»,  curioso  ma- 
nuscrito en  el  que  «  se  prescribe  el 
modo,  manera  y  postura  de  las  esta- 
tuas yacentes  de  los  caballeros  que 
disponían  se  les  representase  sobre  sus 
sepulcros.» 

A  los  notables  trabajos  de  tan  sabio 
ar(iueólog9  se,  debe  la  comprobación 


de  cuáles  Monarcas  son  los  que  figu- 
ran en  la  capilla  mayor  de  la  Catedral 
de  Toledo. 

Fué  también  Carderera  el  que  des- 
truyó la  vulgaridad  mantenida  entre 
la  gente  del  pueblo,  en  Ávila,  que  to- 
maba las  efigies.de  doña  Urraca  y  don 
Ramón  de  Borgoña  por  imágenes  de 
San  Joaquín  y  Santa  Ana. 

El  pueblo  aprende  historia  en  la  igle- 
sia, en  la  plaza  pública,  en  el  café  y 
en  el  teatro. 

No  puede  negarse  que  la  especie  de 
renacimiento  escultural  que  hoy  se 
nota  en  Madrid,  en  donde  el  Munici- 
pio alza  una  estatua  cada  día  en  medio 
de  la  plaza  pública,  y  la  Academia  de. 
San  Fernando  anunció  concursos  para 
adornar  dignamente  el  palacio  de  las 
ciencias  y  las  artes,  acusa  verdadero 
progreso. 

No  entra  en  mis  planes  ni  siquiera 
esbozar  la  historia  de  una  de  las  artes 
bellas  por  excelencia,  y  así,  no  me  de- 
tengo á  pesar  las  razones  que  asistían 
á  Jorge  Cedreño  para  asegurar,  según 
dice  Lucio  Espinosa,  que  las  estatuas 
traen  origen  nada  menos  que  de  Saru- 
co,  bisabuelo  de  Abraham. 

Lo  que  no  ofrece  duda  es  que  en  la 
antigüedad  se  erigieron,  no  sólo  á 
los  dioses,  hombres  y  brutos,  si  que 
también  á  cosas  inanimadas  (prueba 
de  ello  el  pórtico  ad  nationes ,  de  Au- 
gusto); que  el  exvoto,  como  remedio  ó 
testimonio  de  agradecimiento,  es  anti- 
quísimo; que  el  pueblo  egipcio  dio  gran 
importancia  á  la  escultura;  que  asirlos 
y  caldeos  alcanzaron  notable  perfec- 
ción en  tal  arte ,  siendo  preciosísimos 
los  bajo-relieves  que  nos  quedan  de 
aquellos  pueblos  en  Museos  y  colec- 
ciones particulares ;que  las  estatuas  de 
Dédalo  tuvieron  movimiento;  que  en 
la  de  Memnón  las  brisas  arrancaron, 
extrañas  armonías;  que  nadie  igualó 
aún  á  Grecia  en  reproducir  las  suaves 
líneas  del  cuerpo  humano  en  mármol 
ó  en  metal;  que  en  Roma ,  cultivadora 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


45 


del  retrato  en  primer  término ,  la  es- 
cullirá se  hizo  comerciante  y  la  esta- 
tua se  prodigó  en  demasía;  que  las  de 
los  príncipes  gozaron  (como  el  templo, 
en  los  siglos  medios)  del  derecho  de 
asilo  por  Constituciones  de  Valenti- 
niano,  Teodosio  y  Arcadio,  y  que  San- 
to Tomás  derribó  por  tierra  la  efigie 
de  Alberto  Magno ,  la  que ,  merced  á 
ciertas  ruedas  y  contrapesos,  llegó  á 
articular  algunas  palabras,  ni  más  ni 
menos  que  un  muñeco,  obra  de  Juane- 
lo  ( 1 ) ,  bajaba  y  subía  ,  andando ,  toda 
una  calle  de  Toledo. 

¿Quién  ignora  la  costumbre  de  colo- 
car en  los  sepulcros  figuras  de  anima- 
les, como  símbolo  parlante  de  las  vir- 
tudes ó  vicios  del  difunto? 

¿Quién  no  se  admiró  notando  el  ma- 
ravilloso equilibrio  que  realiza  el  hom 
bre  manteniéndose   en   pie   sobre   su 
mezquina  base? 

Los  que  á  diario  recorren  nuestra 
capital  á  patitas,  en  tranvía  ó  simón, 
admiran  el  grupo  de  doña  Isabel  la 
Católica,  del  que  fué  desterrado  don 
Fernando  V  (sin  razón  ninguna,  tra- 
tándose de  representar  en  aquel  mo- 
numento la  unidad  nacional) ;  alzan  la 
vista  para  columbrar  á  Colón  sobre  un 
preciosísimo  candelero ,  desde  el  que  pa- 
rece inquirir  en  dónde  se  oculta  el  oro 
que  trajo  de  América;  dedican  un  gui- 
ño á  las  estatuas  ecuestres  del  marqués 
del  Duero  3^  del  vencedor  de  Luchana, 
poco  favorecidos,  en  verdad,  por  el 
artista;  preguntan  si  Mendizábal  se 
dispone  á  hacer  el  paseo ,  y  creen  que 
Ruiz  se  apresura,  á  detener  el  rippert 
de  la  calle  del  Barquillo.  De  D.  Pedro 
Calderón  dicen,  que  se  sale  de  la  base; 
de  D.  Alvaro  de  Bazán,  que  va  á  diri- 
gir la  orquesta  de  los  barrenderos  de 
la  Villa,  y  del  gran  Cervantes  que, 
por  ser  desgraciado,  hasta  después  de 
muerto,  lo  condenaron  ,  en  figurilla  de 


{1)  El  busto  en  mármol  de  este  célebre  artífice - 
obra  de  Berruguete ,  — se  conserva  en  el  Museo  pro- 
vincial de  Toledo. 


ramillete  de  días  ( 1 ) ,  á  ser  eterno  ve- 
cino de  la  casa  en  donde,  si  más,  peor 
se  habla. 

Pocos,  poquísimos  paran  ya  mientes 
en  la  soberbia  estatua  de  Felipe  IV, 
que  corona  el  pilón  de  la  plaza  de 
Oriente — paraíso  de  soldados  y  niñe- 
ras,— que  suelen  amedrentar  á  los  chi- 
cos, diciéndoles:  "  ¡Que  baja  el  hom- 
brón!  „ 

¡Y  los  inocentes  miran  asustados  el 
verdadero  retrato  del  elegante  Monar- 
ca de  la  casa  de  Austria,  que  dibujó 
Velásques,  modeló  en  pequeño  Martí- 
nez Montañés ,  estudió  Galileo  ( por  lo 
que  hace  al  atrevido  equilibrio  de  la 
estatua  que  coronó  en  un  tiempo  la  fa- 
chada del  Alcázar),  y  fundió  Pedro 
Tacca ,  para  que  un  duque  de  Floren- 
cia la  regalase  á  D.  Felipe! 

Esta  maravillosa  obra  de  arte  tuvo 
su  cantor  en  el  egregio  poeta  D.  Juan 
Eugenio  Hartzenbusch ,  de  quien  son 
las  preciosas  y  populares  quintillas, 
dedicadas  á  la  niñez  (2). 


(1)  Aunque  Moroiii  Romano  (Gaetano) ,  en  su  "Di- 
zionario  di  erudizione  storico-ecclesiastica  da  S.  Pio- 
tro  sino  ai  nostri  giorni,,...  la  llame  colosal. 

(2)  EL  CABALLO  DE  BRONCE 

Niños  que  de  seis  á  once 
Tarde  y  noche  alegremente 
Jugáis  en  torno  á  la  fuente 
Del  gran  caballo  de  bronce 
Que  hay  en  la  plaza  de  Oriente, 

Suspended  vuestras  carreras 
Pues  hace  calor,  y  oid 
Una  historia  muy  de  veras, 

V  de  las  más  lastimeras 
Que  se  cuentan  por  Madrid. 

Este  caballo,  años  ha 
Estaba,  como  quizá 
Sabréis  sin  que  yo  lo  indique. 
Dentro  del  Rt  tiro,  allá 
Frente  á  la  casa  del  Dique. 

Allí  da  el  jardín  frescura 
Con  sus  aguas  y  verdor, 

Y  el  canoro  ruiseñor 
Tiene  morada  segura 
De  enemigo  cazador. 

Allí  al  caballo  volaban 
Con  fácil  y  presto  arranque 
Mil  pájaros  que  llegaban 
A  beber  en  el  estanque 
Cuyas  ondas  le  cercaban. 

Allí  con  reserva  poca 
Le  iba  registrando  entero 
La  turba  intrépida  y  loca, 


46 


boletín 


En  fin,  como  dijo  no  sé  quién: — "No 
siento  que  no  me  levanten  estatuas; 
peor  sería  que  preguntasen  por  qué 
me  las  levantaron.  „ 

El  Conde  de  las  Navas. 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


ALONSO  GIL 


V  I A  POUTADA  DE  U  S  APORTÓLES  EN  LA  CATEDRAL 
DE  MURCIA 


■  Frajrmento  de  un  libro  inédito.) 

^^L  nombre  de  este  arquitecto  es 
el  primero  que  aparece  en  los 
fastos  del  Arte  monumental  en 
Murcia,  como  continuador  de  las  obras 
déla  Catedral,  por  los  años  de  1440, 
según  las  noticias  del  ilustre  Doctoral 


Y  hallábale  un  agujero 

Que  tiene  el  bruto  en  la  boca. 

Es  de  tal  disposición, 
Que  por  la  parte  de  afuera 
Da  fácil  introducción 
A  un  pajarillo  cualquiera 
Del  tamaflo  de  un  gorrión. 


Mil  avecillas,  buscando 
Sombra  fresca  en  el  estío, 
Mil  en  el  invierno,  cuando 
Ya  lloviendo,  ya  nevando, 
Traspasábalas  el  frío, 

Embocáronse  en  la  panza 
Del  caballo,  que,  en  venganza. 
Debió  decir  para  sí : 
"Renunciad  á  la  esperanza 
Pájaros  que  entráis  en  mí.„ 

Con  el  tiempo  se  mudó 
Del  jardín  en  que  habitó 
A  la  Plaza  en  donde  está, 
Y  entonces  se  le  quitó 
El  cuerpo  que  encima  va. 

Y  los  cóncavos  secretos 
Del  cuadrúpedo  cruel 
Aparecieron  repletos 
De  plumas  y  de  esqueletos 
De  aves  tragadas  por  él. 

Dañosa  curiosidad 
Les  condujo  á  muerte  cruda. 
¡Ay !  ¡cuántos  en  vuestra  edad 
Por  la  brecha  de  la  duda 
Se  abisman  en  la  impiedad! 

Abismo  donde  pedir 
Favor  al  mortal  discurso 
No  basta  para  salir; 
El  nos  deja  sin  recurso, 
Desesperar  y  morir. 


de  aquella  Santa  Iglesia,  D.  Juan  An- 
tonio de  la  Riva  (1),  quien  debió  to- 
marlas de  los  documentos  custodiados 
en  el  Archivo  del  referido  templo. 

Ni  una  palabra  más  se  sabe,  hasta 
el  presente,  de  la  vida  y  obras  de  este 
maestro^  ni  acaso  podríamos  formar 
concepto  de  sus  talentos  como  artista, 
si  no  hubiera  quedado  para  perpetuar 
su  memoria  la  puerta  llamada  de  los 
Apóstoles — detalle  que  campea  sobre 
el  no  terminado  hastial  del  mediodía 
de  la  Iglesia  murciana, — cuya  traza 
no  hay  más  remedio  que  atribuirle, 
atendida  la  época  en  que  consta  se  ha- 
llaba encargado  de  la  dirección  de 
aquellas  obras,  y  el  carácter  de  su  or- 
namentación. 

Flanqueada  por  ligeros  y  esbeltos 
pináculos,  cubiertos  de  trepado,  apa- 
rece la  referida  puerta,  formada  por 
arcos  apuntados,  concéntricos,  cuyos 
espacios  decoran,  con  atinada  sobrie- 
dad, poco  frecuente  por  aquella  sazón, 
seis  estatuillas  de  ángeles,  que  tañen 
instrumentos  músicos,  y  otras  ocho  de 
Profetas  y  Doctores,  cobijados  bajo 
graciosos  doseletes,  que  se  unen  en 
los  vértices  de  los  apuntados  arcos. 
En  las  zonas  inferiores  de  ambas  alas, 
ornadas  con  grupos  de  baquetones 
dispuestos  con  gracia,  rematados  por 
lindos  capiteles  de  follaje  y  animales 
fantásticos,  y  apoyados  en  basas  de 
airoso  perfil,  que  descansan  sobre  bien 
proporcionado  zócalo,  campean  las  es- 
tatuas de  cuatro  Apóstoles,  levantadas 
sobre  repisas  y  sombreadas  por  sus 
marquesinas  correspondientes,  cerran  • 
do  el  conjunto  por  la  parte  superior 
movido  arco  conopial,  adornado  de 


(1)  El  Doctoral  D.  Juan  Antonio  de  la  Ríva  Gómez 
DE  Velasco,  hombre  de  mucha  doctrina  y  erudición, 
murió  en  Murcia  el  día  25  de  Noviembre  del  afio  de 
1834,  y  dejó  un  breviario  en  cuyos  márgenes  y  blan- 
cos tenía  anotadas  muchas  curiosidades  relativas  & 
la  Historia  de  Murcia,  de  su  templo  catedral  y  otros 
asuntos,  sacadas  de  documentos  auténticos;  de  estas 
apuntaciones  poseo  una  copia  hecha  por  mi  difunto 
padre,  y  de  ellas  están  sacadas  las  noticias  que  yad 
consignadas  en  este  artículo. 


CATBüRAL  DE  MURCIA 

FOFn"Ar?A  DHl  LOS  APC  STOLES 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


47 


cárdinas  y  terminado  en  apiñado  gru- 
mo de  gran  resalte,  harto  maltratado 
actualmente  por  el  tiempo  y  la  intem- 
perie, cuyo  tronco  atraviesa  el  lambel 
que,  coronado  de  elegante  crestería,  se 
extiende  de  uno  á  otro  de  los  pinácu- 
los laterales,  dejando  entre  égtos  y  el 
arco  conopial  extensos  planos  á  mane- 
ra de  grandes  enjutas,  animados  por  el 
ingenio  del  tracista  con  gallardas  co- 
lumnillas  y  arcos  lobulados,  que  pro- 
ducen un  efecto  sumamente  agrada- 
ble, contribuyendo  á  dar  á  todo  el  con- 
junto cierta  originalidad  que  le  carac- 
teriza. 

La  restauración  ejecutada  en  el  din- 
tel de  esta  portada  para  reparar  los 
destrozos  que  en  ella  produjo  el  incen- 
dio que  tantos  estragos  causó  en  el 
templo  murciano,  el  año  de  1854  (1), 
alteró  en  bastante  el  efecto  general  de 
tan  bella  composición,  cuya  labor,  sin 
ser  tan  delicada  como  la  de  otras  cons- 
trucciones coetáneas,  á  causa  de  los 
materiales  en  ella  empleados  (2),  vie- 
ne por  esta  misma  circunstancia  á  dar 
á  la  obra  im  aspecto  de  grandiosidad 
poco  frecuente  en  los  monumentos  de 
este  género,  y  á  atribuirle  no  escasa 
importancia,  como  ejemplo  de  lo  que 
fué  el  arte  ojival  en  la  región  mur- 
ciana. 

Sobriedad,  armonía  y  buen  gusto 
son,  pues,  las  cualidades  que  avaloran 
á  esta  manifestación  de  los  talentos 


(1)  Acaeció  este  incendio  el  día  2  de  Febrero  del 
año  mencionado,  y  en  él  destruyó  el  fueg-o  el  Retablo 
Mayor,  el  Coro  y  su  sillería,  con  el  órgano  y  gran 
número  de  alhajas,  quedando  los  piramentos  interio- 
res del  templo  ahumados,  y  calcinados  los  dinteles 
de  sus  huecos,  siendo  los  de  la  portada  á  que  se  re- 
fiere este  artículo  los  que  más  sufrieron  en  tal  sen- 
tido. No  ha  mucho  recordaba  el  popular  é  ilustrado 
Diario  de  Murcia,  esta  catástrofe  ,  registrada  por  la 
Musa  popular  en  el  cantar  siguiente: 

"Del  día  dos  de  Febrero 
memoria  nos  quedará, 
que  á  las  doce  de  la  noche 
se  quemó  la  Catedral.,, 

(2)  Arenisca  de  grano  grueso  y  poco  compacta, 
que  por  lo  mismo  ha  favorecido  en  gran  manera  la 
acción  destructora  de  la  intemperie. 


artísticos  de  Alonso  Gil,  cuyo  nom- 
bre, por  tanto,  puede  figurar,  sin  hi- 
pérbole, entre  los  de  los  buenos  tracis- 
tas de  su  época:  los  Alvar  Gómez  y 
Egas,  Ximón  Pérez  y  Guas,  Pedro  Gu- 
miel  y  Martín  Sánchez,  Mota  y  Pasca- 
sio  Julbe,  Llovet  y  Sagrera,  Guillen 
de  Roán  y  Rodríguez  Carpintero. 

Pedro  A.  Berenguer. 


■■««■CCfCC<- 


OQl^©EDÁNEA 


El  17  de  Marzo  último  quedó  abierta  al 
público  la  nueva  Biblioteca  Nacional.  Ocupa 
treinta  y  cinco  salas,  en  las  cuales  han  sido 
instaladas  las  secciones  siguientes:  Manuscri- 
tos.— Incunables. — Librería  legada  por  el  se- 
ñor Usoz  y  -Río. —  Estampas.  —  Música. — 
Obras  de  autores  hispano-americanos. — Tea- 
tro.—  Geografía.  —  Revistas  modernas.  —  Va- 
rias obras  de  consulta. — Ediciones  de  obras 
de  Cervantes.  Hay  las  correspondientes  salas 
destinadas  á  dirección,  secretaría,  cataloga- 
ción, encuademación,  índice  y  registro. 

A  más  del  gran  salón  de  lectura  pira  el  pú- 
blico, hay  otra  sala  más  pequeña  para  los  que 
pidan  obras  de  cierta  importancia.  P.>ra  la 
instalación  hase  aprovechado  toda  la  'estante- 
ría del  edificio  antiguo,  y  sólo  se  ha  hecho 
nuevo  el  edepósito>  que  es  de  hierro  y  consta 
de  siete  pisos,  en  el  cual  están  las  obra?  de  uso 
más  frecuente  y  que  ascienden  á  unos  6  )o.ooo 
volúmenes. 

*  * 

En  la  primera  quincena  de  Abril  se  h  in  ce- 
lebrado en  Atenas  los  restaurados  J  legos 
olímpicos^  que  oportunamente  anuncian  os  en 
nuestro  número  de  Octubre  de  i8f)5,  y  á  los 
que  había  sido  invitada  la  Sociedad  Española 
DE  Excursiones.  En  las  fiestas  han  to  oado 
parte  129  atletas,  y  entre  ellos  18  franceses, 
42  alemanes,  23  inglese?,  6  suecos,  7  italianos, 
6  austríacos,  5  dinamarqueses,  21  americanos 
y  I  australiano.  No  sabemos  que  haya  concu- 
rrido ningún  español. 

Con  motivo  de  los  juegos  verificáronse  va- 
rios festejos  muy  brillantes  y  animados.  Por 
último,  el  día  i5  de  Abril  fué  la  solemne  dis- 
tribución de  premios,  que  hizo  personalmon- 


48 


boletín 


te  el  Rey  entre  los  atletas  laureados,  terminán- 
dose con  dicho  acto  las  fiestas. 


*  * 


El  1 3  de  Abril  abrióse  en  el  palacio  de  la  In- 
dustria y  de  las  Artes  la  Exposición  de  objetos 
de  arte  de  la  antigua  casa  ducal  de  Osuna. 
Constituyen  el  principal  atractivo  de  la  colec- 
ción las  obras  pictóricas,  muchas  de  las  cuales 
son  de  relevante  mérito.  Las  hay,  entre  otros 
autores,  de  Tintoretto,  Sánchez  Coello,  Pan- 
toja  de  la  Cruz,  Bartolomé  González,  Ribera, 
Rubens,  Van  Dyck,  Teniers,  Vos,  Carreño, 
Espinosa,  Rizi,  Mazo  y  Goya,  del  cual  existe 
toda  una  rica  y  notabilísima  serie. 

Hay  también  en  la  Exposición  excelentes 
aguadas  y  dibujos,  mosaicos,  esculturas,  gra- 
bados, litografías,  armas  y  objetos  de  varia 
índole,  tales  como  relojes,  arquimesas  y  es- 
critorios. 

La  Exposición,  cuyo  Catálogo  ha  llevado  á 
cabo  nuestro  compañero  D.  Narciso  Senté- 
nach,  durará  hasta  el  día  lo  de  Mayo,  proce- 
diéndose  el  ii  á  la  venta  por  subasta. 


Tan  interesante  como  los  anteriores  es  el 
número  de  Abril  del  Boletín  de  la  Sociedad 
arqueológica  luliana,  que  se  publica  en  Palma 
de  Mallorca.  Trae  artículos  y  trabajos  de  los 
Sres.  Ferrá,  Fajarnés,  Sancho,  Pascual,  Bo- 
net,  Rullán  y  Aguiló,  y  una  lámina  en  colo- 
res en  que  se  reproducen  objetos  arqueológi- 
cos hallados  en  las  antiguas  necrópolis  ma- 
llorquínas. 

*** 

Ha  fallecido  en  esta  corte  nuestro  consocio 
el  Sr.  D.  Martín  Ferreiro,  notable  escritor, geó- 
grafo y  erudito.  Secretario  de  la  Sociedad  Geo- 
gráfica de  Madrid,  fundador  que  fué  de  la  de 
Salvamento  de  Náufragos  y  Correspondiente 
de  la  Real  Academia  de  la  Historia.— D.  E.  P. 

^ 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  MAYO 


*  * 

Celébrase  actualmente  en  el  conocido  Salón 
Hernández,  de  esta  corte,  una  interesante  ex- 
posición de  las  obras  que  el  ilustre  pintor  Pal- 
maroli  conservaba  en  su  estudio  cuando  le 
sorprendió  la  muerte.  De  ciento  cuarenta  y 
una  se  compone,  viéndose  entre  ellas  cua- 
dros, bocetos,  apuntes,  impresiones,  dibujos 
y  acuarelas. 

En  estas  obras,  materiales,  en  su  mayoría, 
que  el  autor  iba  allegando  para  elevar  al  arte 
ulteriores  monumentos,  nótanse  la  elegancia, 
la  suprema  distinción  y  el  exquisito  purismo 
de  que  Palmaroli  supo  siempre  impregnar  sus 
trabajos,  ora  se  refieran  á  asuntos  idealistas, 
ora  á  los  de  tendencia  realista  y  moderna. 

La  Exposición  Palmaroli  es  y  será  visitada 
con  gusto  por  los  devotos  del  arte.  Nuestro 
aplauso  á  sus  organizadores. 


*** 


Hemos  recibido  el  Ateneo  de  Lorca^  dece- 
nario de  Literatura,  Ciencia  y  Artes,  que  di- 
rige el  Sr.  D.  Luis  Gabaldón  Campoy.  Queda 
establecido  el  cambio  con  el  colega,  á  quien 
deseamos  larga  vida. 


*** 


La  Sociedad  Española  de  Excursiones  rea- 
lizará una  al  Museo  de  reproducciones  artís- 
ticas el  domingo  lo  de  Mayo,  con  arreglo  á 
las  condiciones  siguientes: 

Lugar  de  reunión.  —  Puerta  del  Museo. 

Hora.  —  Nueve  de  la  mañana. 

Cuota. — Cinco  pesetas,  en  que  se  compren- 
de el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid, 
café  y  gratificaciones. 


*** 


El  domingo  24  de  Mayo  se  verificará  una 
excursión  á  Aranjue^  con  arreglo  á  las  condi- 
ciones siguientes: 

Salida  deMadrid(estaciónde  Atocha):7,i5  m. 

Llegada  á  Aranjuez:  9,i5  m. 

Salida  de  Aranjuez:  6,25  t. 

Llegada  á  Madrid:  8,35  n. 

Cuota. —  Trece  pesetas,  en  que  se  compren- 
de viaje  de  ida  y  vuelta  en  primera  clase,  al- 
muerzo, gratificación,  etc. 

Monumentos  que  se  visitarán.  —  Palacio, 
Casa  del  Labrador  y  Jardín  de  la  Isla. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión,  diri- 
girse de  palabra  ó  por  escrito,  acompañando 
la  cuota,  al  Sr.  Presidente,  Pozas,  17,  segun- 
do, hasta  el  día  23  á  las  seis  de  la  tarde. 

Madrid  i.°  Mayo  de  iSgG.  —  El  Secretario 
general,  Vizconde  de  Palazuelos. — V.°  B,° — 
El  Presidente,  Serrano  Fatigati. 


BOIvBTlN 


DE   LA 


ICIEMII I 


^ 


D 


Ul 


DIRECTOR: 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  lY 


Madrid.  1."  de  Junio  de   180S. 


KUM.  40 


EXCURSIONES 


UNA  EXCURSIÓN  A  LA  CARTUJA  DE  JEREZ 

^l  OBRE  suave  pendiente  de  no  muy 
Ovovt  elevada  colina,  en  la  margen 
derecha  del  célebre  Guadalete, 
yérguese  aún ,  altivo  en  medio  de  sus 
ruinas,  vetusto  y  artístico  edificio  que 
en  un  tiempo  hubo  de  ser  ocupado  por 
la  cartujana  Orden  de  Sevilla  (1). 

De  la  Estación  férrea  distará  la  Car- 
tuja de  Jerez  escasamente  cinco  kiló- 
metros. El  viajero  que  á  ella  se  dirija, 
si  es  artista,  deberá  hacerlo  por  su  pie, 
y  así  podrá  admirar  á  su  gusto  el  es- 
pléndido panorama  que  ante  su  vista 
se  extiende ,  contemplando ,  desde  las 
torres  de  Cádiz,  cu3'as  siluetas  limitan 
las  aguas  del  Estrecho,  hasta  las  altas 
mesetas  de  la  Sierra,  donde  dejan  adi- 
vinarse las  antiguas  poblaciones  de 
Grazalema  y  Medina. 

Al  cabo  de  algún  tiempo  de  paseo, 
por  el  camino  que  á  Medina  conduce, 
detiénese  el  excursionista,  cual  3^0  me 
detuve ,  en  el  lugar  que  en  otro  tiem- 


(1)  Los  frailes  fundadores,  procedentes  del  Monas- 
terio de  las  Cuevas  de  Sevilla,  fueron  Fr.  Diegro  de 
Medina,  Fr.  Cristóbal  de  Sevilla,  Fr.  Lope  de  Hines- 
trosa  y  Benito  Centurión.  El  primer  Prior,  D.  Al- 


po  los  caballeros  jerezanos  rechaza- 
ron á  la  morisma  (Batalla  del  Soti- 
11o)  (1),  y  al  dirigir  la  vista  á  la  dere- 
cha después  de  contemplar  el  pórtico 
greco -romano  que  da  ingreso  al  Mo- 
nasterio, encuéntrase  sorprendido  con 
el  siguiente  rótulo  que  sobre  una  puer- 
ta se  ve:  Cuartel  de  Caballería,  primer 
Depósito  de  Sementales.  ¡Caprichos  de 
la  suerte,  que  hace  pensar  cuan  varios  y 
mudables  son  los  destinos  de  las  cosas! 
Mas ,  dejándose  de  reflexiones ,  que  á 
muchas  y  tristes  da  lugar  la  contem- 
plación de  este  monumento;  penetre- 
mos en  el  interior  y  expongamos  lo 
que  pude  ver  en  mi  excursión,  que  no 
fué  mucho  desgraciadamente,  por  el 
mal  estado  en  que  autoridades  y  par- 
ticulares han  dejado  el  Monasterio. 

Es  la  Cartuja  de  Jerez ,  monumento 
artístico,  como  todos  los  que  constru- 
yeron los  monjes  de  San  Bruno  (2),  no 
llega,  ni  con  mucho,  á  la  importancia 
arquitectónica  de  las  célebres  de  Mira- 
flores,  Paular  y  Granada,  ni  otras  mu- 
chas de  la  Orden,  pero  teniendo  así  y 


(1)    En  este  lugar  se  edificó  la  Ermita  de  Nuestra 
Señora  de  la  Defensión  para  conmemorar  el  suceso. 


lOx     c™  — 'r>-.. 


50 


boletín 


todo  grandísimo  valor,  en  una  provin- 
cia que,  como  la  de  Cádiz,  tan  pobre 
se  halla  de  antiguos  y  artísticos  edi- 
ficios. 

Penetrando  por  el  pórtico  antes  di- 
cho (1),  decorado  con  imágenes  de 
Santos,  ya  muy  estropeadas,  con  dóri- 
cas columnas,  triglifos  y  metopas,  nos 
encontramos  en  largo  y  estrecho  pa- 
tio ,  cerrado  por  los  lados  con  muros, 
terminados  en  gótica  crestería,  limi- 
tando el  frente  una  gran  portada,  cons- 


un  total  de  24  columnas,  doce  jónicas 
y  doce  corintias,  varias  imágenes,  re- 
presentando distintas  fases  de  la  vida 
de  San  Bruno ;  un  balconcillo  con  ba- 
laustrada de  piedra  sobre  la  puerta  y 
delante  de  un  gran  rosetón,  rematando 
el  adorno  una  media  figura  del  Padre 
Eterno.  En  conjunto,  el  aspecto  que 
presenta  es  más  bien  el  de  un  retablo 
del  siglo  XVII  que  el  de  una  fachada 
exterior. 
La  iglesia,  de  arte  de  transición  en- 


CARTUJA  DE  JEREZ 

VISTA   DEL   MONASTERIO   DESDE   EL  CLAUSTRO   GRANDE 


truída  en  1667,  correspondiente  al  alto 
y  ancho  de  la  única  nave  de  la  iglesia. 
El  trazado  de  esta  fachada  puede  ver- 
se en  las  losas  del  pavimento,  me- 
dio cubierto  por  verde  musgo.  Según 
cuentan,  trabajaron  en  él  Alonso  Cano 
y  Juan  de  Arce,  siendo,  por  tanto,  de 
época  muy  posterior  al  resto  del  edifi- 
cio que  empezó  á  construirse  en  1478. 
Está  formada  por  cuatro  cuerpos  con 


(t)  Es  esta  portada  del  1671:  atribuyese  á  Andrés 
de  Ribera,  y  las  estatuas  colocadas  en  ella  fueron  las 
de  San  Bruno,  San  Juan  Bautista  y  Nuestra  Señora 
de  la  Defensión, 


tre  el  ojival  5^  plateresco,  como  cons- 
truida en  el  1476,  ha  sido  reformada, 
corriéndole  una  cornisa  de  estuco  y 
adosando  unos  baquetones  3^  capiteles 
del  mismo  material ,  que  desfiguran  y 
estropean  por  completo  su  traza  primi- 
tiva. Aparece  dividida  en  tres  partes, 
separadas  con  gran  verja  de  hierro  y 
con  un  muro  de  piedra.  La  verja  de  hie- 
rro fué  mandada  hacer  en  1760  por  el 
prior  Juan  Jiménez,  y  ostenta  como 
remate  un  escudo  con  el  Monasterio  de 
las  Cuevas  de  Sevilla;  el  muro  que  se- 
para el  coro  de  legos-  del  de  profesos, 


D 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


51 


tiene  una  puerta  plateresca  ( 15v53)^  cu- 
yas labores  fueron  doradas  y  desfigu- 
radas en  1730. 

El  retablo  no  existe  ya;  fué,  según 
creo,  de  tres  cuerpos,  con  columnas 
salomónicas,  decorado  con  las  imáge- 
nes talladas  de  los  Apóstoles,  lienzos 
de  Zurbarán ,  3^  un  Cristo  y  el  milagro 
de  la  Defensión^  de  Montañés:  la  sille- 
ría del  coro  de  profesos  fué  trasladada 
á  la  iglesia  de  San  Miguel  y  hoy  está 
en  la  de  Santiago;  figuran  en  ella  las 
imágenes  de  los  Apóstoles  y  de  otros 
Santos  y  es  de  Renacimiento  algo  de 
cadente. 


to  decorativo  en  el  resto  del  edificio. 
No  hay  otra  sepultura  en  toda  la 
iglesia,  pues  los  frailes  se  enterraron 
en  patio  grande;  pero  ésta  es  notable 
en  medio  de  su  sencillez.  La  inscripción 
que  la  rodea  es  la  siguiente:  AQVI 
lACET:  EL.  NOBLE.  CAVALLERO 
ALVARO.  OBERTOS  DE  VALETO. 
VEZINOQVEFVE.DESTACIBDAD. 
DE  XEREZ  DE  LA  FROTERA  FVN- 
DADOR  I  DOTADOR.  DESTE  MO- 
NESTERIO  DE  CARTVXA  :  FA- 
LLEECIO  ANO  MIL:  CCCCLXXXII. 
Si  al  caballero  Obertos,  descendiente 
de  los  Fiescos  italianos,  movióle  el  de- 


rl^:^ 


mw"^^ 


CARTUJA  DE  JEREZ 


LOSA  FUNERARIA  DE  DON  ALVARO  OBERTOS  DE  VALETO 


En  medio  de  la  nave,  y  á  los  pies  de 
las  gradas  del  altar,  se  ve  una  gran  losa 
de  mármol  blanco  en  la  que  aparece 
grabada  con  gran  seguridad  y  pureza 
de  líneas  la  figura  del  Fundador  (1),  de 
cuerpo  entero.  La  cabeza,  con  larga  y 
espesa  barba,  reposa  sobre  lujoso  almo-, 
hadón;  luce  sobre  su  cuerpo  armadu- 
ra completa,  apoyando  las  manos  sobre 
la  cruz  de  fuerte  mandoble,  y  los  pies 
sobre  un  león  en  reposo.  En  la  parte 
inferior  y  á  los  lados  de  la  figura  apa- 
recen el  casco  con  cimera  y  el  escudo 
de  armas  con  el  pino  y  los  leones,  que 
se  repiten  con  frecuencia  como  elemen- 


(1)  Fué  éste  D.  Alvaro  Obertós  de  Valeto:  nació 
en  Jerez  en  1427  y  era  descendiente  por  la  línea  ma- 
terna de  los  Fiescos  de  Italia  ,  ostentando  como  escu- 
do de  armas  el  de  la  casa  de  los  Morías,  á  que  per- 


seo,  al  fundar  el  Monasterio,  de  vivir 
y  reposar  tranquilo  á  su  muerte,  segu- 
ramente no  lo  consiguió ;  gente  de  an- 
cha conciencia  ,  creyendo  encontrar 
riquezas,  debió  profanar  su  tumba;  así 
al  menos  lo  parece  indicar  los  trozos 
de  mármol  colocados  con  precipita- 
ción ,  y  mal  unidos  alrededor  de  la 
losa. 

A  la  izquierda  del  altar  está  la  sa- 
cristía, cuyo  estado  ruinoso  muy  poco 
deja  ver  y  nada  que  admirar.  En  el 
lado  derecho  de  la  nave  ábrense  dos 
puertas;  una  da  acceso  á  la  sala  ca- 
pitular de  legos,  y  en  ella  se  conser- 
van aún  buenos  azulejos;  la  otra  co- 
munica con  el  claustrillo  y  está  deco- 
rada formando  un  pórtico  plateresco, 
ronstrnídn  el  año  1743. 


52 


boletín 


Este  claustrillo,  llamado  así  por  sus 
pocas  dimensiones,  es  de  arte  ojival, 
ofreciendo  la  particularidad  de  que 
mientras  los  arcos  centrales  estAn  sos- 
tenidos por  fuertes  pilastras  con  sus 
contrafuertes  rematados  en  pináculos, 
los  arcos  de  los  ángulos  apoyan  única- 
mente en  finas  columnas  de  mármol 
blanco.  Los  muros  conservan  restos  de 
pintura  al  fresco,  y  las  gárgolas  y  cres- 
tería de  que  aparece  rodeado  el  patio, 
están  bastante  destruidas. 

Una  puerta  de  arte  plateresco  se 
abre  en  uno  de  los  lados  de  este  claus- 
tro 3'^  da  paso  al  gran  refectorio,  donde 
los  monjes  se  reunían  dos  veces  al  año. 
Es  esta  pieza  una  de  las  más  notables 
de  todo  el  monumento :  pertenece  al 
siglo  XV,  con  alta  bóveda  ojival  y  un 
pulpito  de  piedra  con  preciosos  ador- 
nos esculpidos.  En  las  paredes  descú- 
brense  restos  de  pinturas. 

Otra  puerta  pone  en  comunicación 
el  claustro  con  la  sala  capitular  de 
profesos,  en  la  cual  no  hay  nada  digno 
de  llamar  la  atención. 

El  edificio  no  tiene  torre  campana- 
rio, sino  dos  espadañas  de  piedra,  una 
de  ellas  destinada  á  la  campana  del 
reloj . 

A  espaldas  de  la  iglesia  extiéndese 
el  cementerio,  rodeado  por  un  extenso 
claustro  de  arcada  ojival,  en  el  que  se 
abren  las  entradas  á  las  celdas  de  los 
cenobios.  En  él  crecen  aún  los  cipreses 
que  aquéllos  hubieron  de  plantar,  y 
junto  con  las  ruinas  contribuyen  á 
dar  un  aspecto  melancólico  é  intere- 
sante á  aquel  lugar.  En  medio  del  si- 
lencio, interrumpido  únicamente  algu- 
na vez  por  los  chillidos  de  las  cigüeñas 
y  de  las  nocturnas  aves,  yacen  en  el  sue- 
ño eterno  los  cuerpos  del  fundador  y 
de  los  monjes  que  dieran  vida  á  aque- 
llos lugares;  poco  queda:  el  transcurso 
de  los  años  ha  carcomido  paredes,  han 
brotado  hierbas  y  arbustos  en  sus  mu- 
ros 3'  tejados,  el  lamentable  abandono, 
la  incuria  de  las  autoridades,  la  mala 


fe  de  los  hombres  y  el  afán  de  los  mo- 
nomaniacos aficionados,  han  comple- 
tado la  obra,  sin  que  ha3'a  servido  de 
nada  el  que  fuera  declarado  monumen- 
to nacional,  pues  que  la  nación,  siem- 
pre mal  representada^  no  ha  dado  se- 
ñales de  vida  más  que  para  colocar 
el  Depósito  de  sementales  y  para  des- 
tinar una  cantidad  tan  exigua  para 
reparaciones,  que  más  parece  destina- 
da á  burlarse  de  arquitectos 3^  Comisio- 
nes de  Monumentos.  Las  alhajas  y  or- 
namentos pasaron  á  la  Colegial  de 
Jerez  ( 1 ) . 

Eran  las  cinco,  y  hube  de  regresar  á 
la  estación,  haciendo  las  lamentacio- 
nes de  rigor,  pues  desgraciadamente^  y 
con  mu3^  raras  excepciones,  éste  es  el 
final  de  toda  excursión  arqueológica  en 
España. 

Pelayo  Quintero. 


UNA  EXCURSIÓN  A  GUADALAJARA 

El  domingo  19  del  pasado  Abril  se 
verificó  la  segunda  expedición ,  de  las 
que  nuestra  Sociedad  ha  organizado 
para  visitar  las  curiosidades  que  en- 
cierra la  ciudad  reconquistada  por  Al- 
var Fáñez  de  Minaya.  Llevóse  á  efec- 
to la  primera  en  Mayo  de  1893  ,  y  se 
halla  brillantemente  reseñada  por  el 
señor  Quintero  en  el  Boletín  del  1 ."  de 
Julio  del  mismo  año.  Menos  feliz  la  úl- 
tima excursión,  tócale  tener  por  cro- 
nista á  quien  carece  de  la  competencia 
necesaria  para  llenar  su  cometido ;  y 
si  nunca  segundas  partes  fueron  bue- 
nas^ peores  lo  serán  ahora,  llevadas  al 
término  por  quien  se  encuentra  el  cam- 
po notablemente  espigado. 

Presidía  la  expedición  el  señor  don 
Adolfo  Herrera ,  y  formábanla  los  se- 
ñores Media  villa,  Plaza,  García  Con- 
cellón,  y  el  que  esto  escribe,  habiendo 
tenido  el  sentimiento  de  no  ser  acompa- 
ñados por  varios  señores  que,  á  pesar 


(l)    Con  fecha  19  de  Agosto  de  1S35,  en  que  fueron 
expulsados  los  frailes. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


53 


de  haberse  inscrito,  no  pudieron  ver 
cumplido  su  deseo.  Completóse  la  jira 
con  la  agradabilísima  compañía  de 
nuestro  consocio  el  ilustrado  Canónigo 
de  Alcalá  D.  Luis  Fernández,  á  quien 
deberes  de  su  ministerio  llevaban  á 
Guadalajara ,  y  con  la  del  distinguido 
arquitecto  y  académico  Sr.  Velázquez, 
que  unía  el  cumplimiento  de  obligacio- 
nes profesionales  á  sus  aficiones  excur- 
sionistas. Inútil  será  encarecer  lo  agrá 
dable  que  resultó  la  jornada  con  tan 
inteligente  compañía  ,  y  con  cuánta 
lástima  miraríamos  desde  la  altura  de 
nuestros  entusiasmos  arqueológicos  á 
los  que  se  quedaban  en  Madrid ,  pre- 
firiendo la  malsana  atmósfera  taurina 
propia  del  día  y  de  la  estación ,  á  los 
puros  goces  de  los  estudios  artísticos. 

Gran  contrariedad  experimentamos 
al  no  encontrar  en  la  ciudad  al  inteli- 
gente Delegado  Sr.  Marchámalo,  á 
quien  perentorias  ocupaciones  obliga- 
ron sin  duda  á  privar  la  expedición  de 
su  ilustradísima  ayuda,  que  de  tanto 
provecho  sirvió  á  la  primera.  Fué  su- 
plida tan  sensible  ausencia  por  el  se- 
ñor Herrera,  y  sus  vastos  conocimien- 
tos y  la  agradabilísima  manera  de  ex- 
ponerlos, avaloraron  cuantas  curiosi- 
dades visitamos. 

Tocóle  el  primer  lugar  á  la  intere- 
sante tabla  del  siglo  XV  que  existe  en 
la  iglesia  del  Fuerte:  representa  una 
milagrosa  operación  quirúrgica  efec- 
tuada por  los  Santos  Cosme  y  Damián, 
verificando  el  cambio  de  la  ulcerada 
pierna  de  un  enfermo  por  la  sana  de 
un  esclavo  negro.  Si  sólo  la  fe  religio- 
sa puede  admitir  la  absurda  operación, 
no  queda  muy  bien  parada  la  caridad 
de  los  Santos ,  que  considerando  sin 
duda  al  pobre  africano  de  inferior  cas- 
ta, le  endosan  un  miembro  enfermo,  á 
cambio  del  suyo,  sano  y  robusto.  Per- 
donemos, sin  embargo,  todo  esto,  en 
gracia  de  la  idea  que  lo  inspiró  y  de  la 
belleza  pictórica  con  que  está  repre- 
sentado. 


Maciza  y  ligera  á  la  par  se  eleva 
la  Torre  de  Santa  María,  evidenciando 
una  vez  más  la  habilidad  con  que  en 
todas  las  buenas  épocas  del  arte  ha 
podido  obtenerse  un  conjunto  esbelto 
de  una  torre  prismática- cuadrangular 
contra  las  teorías  de  la  perspectiva; 
resultado  alcanzado  por  modo  notabi- 
lísimo en  el  alminar  sevillano,  cual  en 
ninguna  otra  construcción  de  su  clase 
en  nuestro  país.  Y  en  la  misma  iglesia 
admíranse  las  dos  arábigas  puertas  de 
ojiva  túmida,  desdichadamente  enca- 
lada una  de  ellas.  Pequeñísimo  gasto 
representaría  quitar  la  blanca  capa 
que  oculta  el  aparejo  de  sus  dovelas, 
y  es  de  lamentar  que  no  se  lleve  á 
efecto. 

Frente  á  esta  iglesia  elévase,  rota  5'- 
maltrecha,  una  de  las  mayores  curiosi- 
dades que,  en  mi  opinión,  encierra  Gua- 
dalajara. Me  refiero  á  la  Capilla  de  San 
Miguel.  En  uno  de  los  contrafuertes 
exteriores  de  tan  interesante  construc- 
ción se  ostenta  mutilada  cartela ,  en 
la  que  pueden  leerse  todavía  estos  res- 
tos de  leyenda : 

HIERARCmiS 

LVDOVICVS  LVCENIVS  # 

RIGENDVM  CVR.    DEDICA  VlT 
ANNO  CHRISTO  NATO  MDXL 

Débese  efectivamente  su  fundación 
á  Luis  de  Lucena ,  médico  y  peniten- 
ciario del  Papa ,  cuya  estatua  orante 
se  encontraba  en  esta  capilla  en  1853, 
cuando  la  visitó  el  Sr.  Quadrado.  Hoy 
se  halla  convertida  en  cuadra  y  alma- 
cén de  carbón,  y  si  una  mano  carita- 
tiva nq  acude  en  socorro  de  estos  cu  - 
riosos. restos,  mañana  no  quedará  de 
ellos  más  que  escombros,    " 

Consiste  tan  interesante  obra  en  una 
construcción  de  ladrillo,  de  planta  rec- 
tangular y  de  pequeñas  dimensiones. 
Consecuente  con  su  techumbre,  forma- 
da por  bóvedas  de  medio  cañón  que 
apean  arcos  transversales,  acúsanse  al 
exterior  cilindricos  contrafuertes,  ter- 


54 


boletín 


minados  por  piramidales  cubiertas  5'- 
destrozada  crestería.  La  cornisa  gene- 
ral estáformadapor  volados  canecillos 
que  soportan  una  cornisa  en  la  que  trata 
de  imitarse  la  construcción  cstalactíti- 
ca,  tan  característica  del  arte  árabe. 
Algunos  de  los  autores  que  se  han  ocu- 
pado de  esta  Capilla,  la  han  calificado 
de  obra  mudejar.  Sólo  al  detalle  de  su 
cornisa  estalactítica  puede  deberse  este 
calificativo,  pues  si  por  tal  arte  entién- 
dese la  amalgama  de  elementos  ojiva- 
les y  arábigos,  no  existe  razón  ningu- 
na para  tal  aserto.  Por  el  contrario, 
obsérvase  en  esta  construcción  empe- 
ño decidido  en  imitar  las  formas  del  Re- 
nacimiento plateresco,  dominante  en 
la  época  de  su  fundación ,  y  más  en 
particular  los  degenerados  detalles  del 
Palacio  del  Infantado ,  que  á  la  sazón 
absorbía  la  vida  de  la  ciudad,  constitu- 
yendo su  nota  dominante.  Los  cilindri- 
cos contrafuertes,  con  sus  basas  y  ca- 
necillos, recuerdan  las  poco  airosas 
columnas  que  flanquean  lapuerta  prin- 
cipal de  la  residencia  de  los  Mendozas; 
la  arábiga  cornisa  simula  la  de  éste 
en  lo  que  permite  la  modestia  de  las 
dimensiones  y  delmaterial  empleado; 
sus  ménsulas  tienen  el  mismo  perfil 
que  las  del  balcón  central  de  la  obra  de 
D.  Iñigo  López  de  Mendoza :  todo  ello 
ingeniosísimamente  construido  de  la- 
drillo, pero  dando  á  este  material  for- 
mas y  funciones  impropias  de  su  es- 
tructura. Mas  apesar  de  tales  defectos, 
el  conjunto  del  exterior  es  pintoresco 
en  el  mayor  grado. 

Penetrando  en  su  interior  por  la 
arruinada  puerta,  que  cierran  hojas 
donde  el  estilo  plateresco  marcó  sus 
huellas  y  en  cuyos  peinazos  campea 
piadosa  leyenda,  contémplase  en  sus 
bóvedas  preciosa  ornamentación  de 
gusto  italiano,  con  hermosos  frescos 
en  los  que  se  adivina  la  mano  de  ex- 
perto artista ,  acaso  de  aquel  Rómulo 
Cincinato  que  en  1579  pintaba  los  te- 
chos del  Palacio  del  Infantado,  con  los 


que  tiene  notable  semejanza.  Admire- 
mos tan  hermoso  conjunto,  y  salgamos 
sin  humillar  la  vista  desde  estas  altu- 
ras si  no  queremos  perder  las  ilusio- 
nes estéticas  con  la  contemplación  de 
ciertas  miserias  de  este  bajo  suelo  (¡!); 
bestiales  pesebres  ,  rústicos  carroma- 
tos, enormes  seras  de  carbón  y  taber- 
narios enseres  llenan  aquel  artístico 
recinto.  ¡Huyamos! 

Ofreciósenos  sabroso  alimento  de  la 
inteligencia  oyendo  en  la,  iglesia  de 
Santiago  la  sagrada  oratoria  de  nues- 
tro consocio  Sr.  Fernández,  á  quien 
todos  los  expedicionarios  tributaron 
merecidos  y  justos  elogios  por  su  her- 
moso discurso. 

Reparados  los  decaídos  cuerpos,  pre- 
paráronse los  espíritus  á  contemplar 
el  monumento  de  mayor  importancia 
que  conserva  Guadalajara.  No  trato 
de  describir  el  palacio  de  los  Duques 
del  Infantado,  sobradamente  conocido 
de  todos.  Extraña  mezcla  de  estilos, 
debe  á  su  magnificencia  y  suntuosidad 
la  fama  que  no  hubiera  alcanzado 
por  su  mérito  artístico.  El  gótico  de- 
cadente, el  renacimiento  apenas  esbo- 
zado y  el  árabe  adulterado,  dieron  for- 
ma á  las  fachadas  y  patios,  á  las  gale- 
rías y  salones  que  constituyen  el  re- 
cinto donde  los  Mendozas,  los  Santi- 
llanas  y  los  Lunas  Rieron  asiento  á  su 
esplendor,  albergue  á  sus  Reyes,  tum- 
ba á  sus  Cardenales. 

D.  Iñigo  López  de  Mendoza,  segun- 
do Duque  del  Infantado,  mandó  edifi- 
car este  Palacio.  En  plegada  cinta  que 
decora  el  patio  de  los  Leones,  consta 
que  " . . . .  esta  casa  ficieron  Juan  Guas  é 
M.  Anrri  Guaséotros  muchos  maestros 
que  aquí  trabajaron.  „  Sucedió  esto  en  el 
año  1483. 

Necesaria  es  la  incontestable  auto- 
ridad de  esta  leyenda  para  no  negar 
que  se  deba  á  la  misma  inspiración  y 
á  la  misma  mano  el  admirable  edificio 
de  San  Juan  de  los  Reyes  de  Toledo,  de- 
chado de  buen  gusto  y  de  primores  de 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


55 


ejecución, y  el  palacio  de  Guadalajara, 
en  el  que  no  brilla  ciertamente  ningu- 
na de  aquellas  cualidades.  Cuantos  se 
han  ocupado  de  la  suntuosa  residencia 
de  los  jNíendozas  han  hecho  notar  esta 
diferencia  de  gusto  3'  de  ejecución, 
dando  explicaciones  que  nos  parecen 
poco  convincentes.  Entre  ellos  merece 
notarse  la  del  Sr.  Quadrado,  que  en 
sus  Recuerdos  y  bellezas  de  España^ 
la  explica  por  análogas  razones  que 
hacían  que  en  la  misma  época  escri 
hieran  Lope  y  Góngora  de  tan  distinta 
manera.  Parécenos  que  no  existe  pari- 
dad de  casos;  fuera  de  peso  el  argu- 
mento si  el  mismo  Lope  hubiese  con- 
cebido y  dado  forma  á  la  tersa  y  pura 
poesía  de  "El  agravio  sin  venganza,,  ó 
"Sancho  Ortiz  de  las  Roelas,,  5^ á  las  re- 
torcidas concepciores  de  "Las  Soleda- 
des,, ó  "El  Polifemo.,,  Pero  aquí  se  tra- 
ta de  un  solo  artista.  ¿Quién  era  éste? 
Entre  los  flamencos  que  vinieron  á 
España  en  el  siglo  XV  á  trabajar  en 
nuestras  Catedrales,  aparecen  Johan 
Guas  3' Pedro  Guas,  que  en  1459  em- 
pleaban sus  talentos  de  arquitectos  y 
escultores  en  la  ejecución  de  la  Porta- 
da de  los  Leones  de  la  Catedral  de  To- 
ledo, que  dirigía  Anequin  Egas.  Jo- 
han  Guas  fué  nombrado  Maestro  Ma- 
yor del  Cabildo  en  1494,  y  al  año  si- 
guiente debió  de  morir,  puesto  que  en 
él  nombróse  para  igual  cargo  á  Enri- 
que Egas.  En  1476  trazó  Guas  el  con- 
vento de  San  Juan  de  los  Re3^es,  cu3^as 
obras  debió  dirigir  hasta  su  muerte^ 
pues  consta  que  en  1504,  cuando  acae- 
ció la  de  la  Reina  Católica,  no  esta- 
ban terminadas  todavía.  De  esta  su- 
cinta biografía  resulta  que  desde  1457 
á  1495  sus  talentos  y  sus  manos  se 
emplearon  constantemente  en  dar  for- 
ma á  los  primores  de  aquella  maravilla 
del  arte  ojival.  En  medio  de  este  pe- 
riodo, en  1483,  constrÚ3'ese  el  Palacio 
del  Infantado.  ¿Es  posible  concebir  que 
por  la  misma  mano  3^  simultáneamente 
se  trazasen  y  esculpiesen  los  bellísi- 


mos ángeles  que  decoran  el  dintel  de 
la  puerta  del  Claustro  de  Toledo,  y  los 
abocetados  de  los  arcos  de  contrarresto 
de  la  Galería  alta  del  Patio  de  los  Leo- 
nes ;  las  esbeltas  pilastras  del  Templo 
del  Evangelista,  y  las  retorcidas  co- 
lumnas de  aquel  Patio;  las  sencillas 
archivoltas,  tan  lógicamente  decora- 
das, de  la  iglesia  de  los  Reyes,  y  las 
absurdamente  ornamentadas  de  la  log- 
gia  del  Jardín  de  Guadalajara? 

Apenas  si  pueden  vislumbrarse  cier- 
tas analogías  entre  la  forma  del  dintel 
de  la  puerta  principal  del  Palacio  con 
la  que  comunica  el  Claustro  y  la  Igle- 
sia de  San  Juan;  en  la  coronación  es- 
talactítica  de  los  pilares  del  crucero  de 
ésta  y  los  cubos  de  la  fachada  de  aquél, 
y  entre  algunas  hojas  de  las  jambas 
del  Claustro  Toledano  y  Jas  que  deco- 
ran los  retorcidos  fustes  de  la  galería 
alta  del  Patio  de  los  Leones.  Pero  [esta 
semejanza  es  al  modo  de  la  que  existi- 
ría entre  la  coronación  de  la  Virgen 
deFra  Angélico,  que  se  admira  en  la 
Galería  de  los  Oficios  de  Florencia, 
y  su  copia,  hecha  por  un  Orbaneja. 

Y  sin  embargo ,  fuerza  es  rendirse 
á  la  verdad ,  claramente  expresada  en 
la  gótica  le3'enda  arriba  citada.  No 
obstante,  preferimos  creer  que  Johan 
Guas,  ocupado  en  dirigir  la  fundación 
de  la  Reina  Católica,  y  sin  poder  aban- 
donar sus  obras  bajo  la  presión  cons- 
tante de  la  Soberana  que  tanto  interés 
demostró  siempre  por  la  Iglesia  que 
destinaba  á  guardar  sus  restos  morta- 
les, no  hizo  más  que  dar  la  traza  del 
Palacio  de  los  ^lendozas  ,  confiando 
por  completo  el  desarrollo  y  ejecución 
de  sus  planes  á  su  hermano  Enrique 
3^  á  los 

. . .  otros  muchos  maestros . . . 

que,  abandonados  á  su  propia  iniciati- 
va 3^  con  la  libertad  de  acción  que  las 
costumbres  de  la  época  daban  á  los 
artistas  ,  y  careciendo  del  gusto  y 
maestría  de  Johan ,  no  supieron  dar  á 


56 


boletín 


sus  planos  adecuada  interpretación. 
Esto  podrá  no  ser  más  que  una  conje  - 
tura;  pero  si  e\  estilo  y  hasta  la  mane- 
ra del  artista  no  son  vanas  palabras 
y  pueden  servir  de  inducción  lógica  á 
la  crítica,  en  pocas  ocasiones  como  la 
presente  ofrecerán  apo5^o  sólido  á  sus 
afirmaciones. 

Avaloran  el  interior  de  la  mansión 
de  los  Duques  suntuosísimos  artesona- 
dos,  de  más  riqueza  que  gusto;  tala- 
veranos  frisos  de  cerámica  esmaltada, 
y  notables  techos  decorados  con  ador- 
nos de  estuco  y  pinturas  al  fresco,  adi- 
vinándose en  éstos  la  mano  de  un  ar- 
tista italiano.  Débese,  en  efecto,  al 
florentino  Rómulo  Cincinato,  venido  á 
España  en  1567,  y  que  trabajaba  en 
Guadalajara  en  1579,  como  ya  hemos 
dicho. En  la  época  que  este  artista  dejó 
su  patria ,  llenaba  Vasari ,  el  decaden- 
te imitador  de  Miguel  Ángel,  los  Pala- 
cios de  Roma  y  Florencia  con  sus 
frescos,  y  Perin  del  Vaga  y  Daniel  de 
Volterra  con  sus  decorativos  estucos. 
No  es  de  extrañar,  por  lo  tanto,  el  cer- 
cano parentesco  que  puede  observarse 
entre  los  techos  del  Salón  del  Consejo 
del  Palacio  Vecchio  de  Florencia  y  la 
Sala  Regia  del  Vaticano ,  con  los  del 
Palacio  del  Infantado,  si  bien  este  pa- 
rentesco resulte  en  humildísima  esca- 
la. Son  de  admirar  igualmente  en  las 
estancias  de  los  Santillanas  otros  deli- 
cados ornatos  que  recuerdan  en  análo- 
ga proporción  las  vaticanas  Loggias 
de  Rafael. 

Constituye,  en  resumen,  el  Palacio  de 
los  Duques  del  Infantado  un  magnífico 
monumento,  lleno  de  recuerdos  histó- 
ricos y  de  suntuosas  concepciones  ar- 
tísticas. Destinado  hoy  á  albergue  de 
los  hijos  de  la  desgracia,  como  en  otro 
tiempo  al  de  los  del  fausto  y  la  fortu- 
na ,  confirma  el  lema  que  cual  exacta 
profecía  mandaron  grabar  en  sus  pie- 
dras repetidas  veces  sus  entonces  po- 
derosos fundadores: 

VANITAS  VANITATUM  ET   OMNIA  VANITAS 


Tocóle  el  turno  de  ser  visitada  á  una 
obra  de  arquitectura  moderna.  En  la 
parte  más  alta  de  la  ciudad  constru- 
yese actualmente  suntuosa  Capilla  des- 
tinada á  mansión  fúnebre  del  los  exce- 
lentísimos Sres.  Condes  de  la  Vega  del 
Pozo.  La  proyectó  y  dirige  el  distin- 
guido arquitecto  Sr.  Velázquez.  Una 
espaciosa  cripta,  cerrada  por  atrevi- 
dísima bóveda  nervada  ,  verdadero 
alarde  de  construcción  inspirado  en 
las  mejores  crucerías  españolas  del  si- 
glo XV,  y  un  templo  ¡del  estilo  romá- 
nico que  en  Salamanca,  Zamora,  Se- 
govia  y  Ávila  dejó  las  notas  caracte- 
rísticas de  'sus  formas ,  constituyen  el 
monumento  que  describimos.  Cuando 
los  pulimentados  mármoles  y  los  dora- 
dos mosaicos  decoren  y  abrillanten  sus 
muros  y  sus  bóvedas ,  y  la  devoción  y 
suntuosidad  de  su  opulenta  dueña  lle- 
nen de  sagradas  armonías  el  recinto 
de  tan  notable  construcción,  podrá  ad- 
mirarse en  toda  su  valia  el  panteón 
de  los  Condes  de  la  Vega  del  Pozo, 
con  el  que  podrá  honrarse  justamente 
la  ciudad  de  Guadalajara.  Con  ver- 
dadero entusiasmo  fué  felicitado  por 
los  excursionistas  nuestro  distinguido 
compañero  de  expedición ,  el  autor  de 
tan  notable  obra. 

Visitóse  también  la  inconclusa  igle- 
sia de  San  Gínés ,  que  fundó  en  el  si- 
glo XVI  el  arzobispo  Carranza,  admi- 
rando en  ella  los  sepulcros  de  los  Con- 
des de  Tendilla.  D.  Pedro  Hurtado  de 
Mendoza  3^  doña  Juana  de  Mendoza  re- 
posan á  ambos  lados  del  presbiterio,  en 
delicadísimas  tumbas  labradas  en  el 
estilo  del  Renacimiento  italiano  por 
mano  que  había  recibido  su  educación 
artística  en  el  país  de  Cellini.  Los  res- 
tos de  D.  íñigo  López  de  Mendoza  y 
doña  Elvira  de  Quiñones  descansan  en 
dos  capillas  laterales ,  en  sendos  arcos 
funerarios  trazados  en  la  decadencia 
del  estilo  gótico,  pero  con  sencillez  de 
líneas  y  primores  de  detalle  que  los 
hacen  ,  si  no  ejemplares  que  puedan 


NUESTRA  SEÑORA  LA  ANTIGUA 

(CUADRO  AL  TEMPLE.    PROPIEDAD  DE   D.   MANUEL   LÓPEZ   DE  AVALA) 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


57 


compararse  con  los  de  Burgos  y  Tole- 
do ,  muy  interesantes  y  dignos  de  aten- 
ción. 

Contempláronse  también  en  esta 
iglesia  una  tabla  muy  apreciable  que 
representa  la  Madre  de  Dios,  y  una 
buena  escultura  en  madera  de  San  Pe- 
dro Alcántara,  de  firme  apostura,  bien 
plegados  paños  y  expresiva  cabeza. 

Acababa  el  día ,  y  sin  tiempo  para 
visitar  el  Panteón  de  los  Duques  del 
Infantado ,  el  Museo ,  la  Capilla  gótica 
de  San  Gil  y  el  mudejar  ábside  de  San- 
ta Clara,  dedicamos  los  escasos  instan- 
tes que  restaban  á  admirar  de  pasada 
algunos  restos  de  destruidos  templos, 
curiosos  aleros  de  ladrillo  y  vetustos 
muros;  y  al  cerrar  la  noche  entrábamos 
en  Madrid,  comentando  en  agradable 
conversación  las  impresiones  de  tan 
instructiva  jornada. 

Vicente  Lampérez 

Arquitecto. 
Mayo,  1896. 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


NUESTRA  SEÑORA  LA  ANTIGUA 

STA  venerada  y  antigua  imagen 
'  de  la  Virgen,  recibe  culto  en 
una  capilla  que  lleva  su  nombre 
en  la  Catedral  de  .Sevilla,  y  fué,  se- 
gún cuenta  la  tradición,  pintada  sobre 
un  muro  de  un  Santuario  mucho  antes 
de  la  invasión  agarena;  tabicada  des- 
pués al  construir  los  árabes  su  Mez- 
quita y  descubierta  milagrosamente  á 
D.  Fernando  líl  cuando  conquistó  la 
ciudad.  Su  hijo  D,  Alfonso  X  hace 
también  relación  de  esta  imagen  en  su 
admirable  códice  de  las  Cantigas;  y 
Zúñiga,  hablando  de  lo  mismo,  dice: 
"Que  sancionada  como  está  su  apari- 
ción por  testigos  presenciales  del  su- 
esso,  sería  gran  temeridad  el  negarlo, 
á  todo  fiel  devoto  sevillano. „ 


Por  dos  veces  esta  curiosa  pintura 
mural  fué  trasladada  á  otro  lugar  del 
que  en  su  origen  ocupó;  la  primera  en 
el  siglo  XIV,  cuando  se  comenzó  á 
fabricar  la  actual  basílica,  y  la  segun- 
da al  decorarse  en  el  XVI  la  capilla 
donde  hoy  se  encuentra. 

A  esta  pintura  siguen  otras  dos  no 
menos  curiosas  por  su  interés  arqueo- 
lógico ,  también  muy  veneradas  en 
Sevilla,  conocidas  bajo  la  advocación 
de  la  Virgen  del  Coral  y  de  Nuestra 
Señora  de  Rocamador,  existentes  la 
primera  en  la  iglesia  de  San  Ildefonso 
y  la  segunda  en  la  de  San  Lorenzo, 

Una  piadosa  tradición,  conservada 
por  la  Hermandad  que  da  culto  á  la  del 
Coral,  asegura  que  por  los  años  de  340 
era  ya  venerada  en  la  época  visigoda, 
en  cuya  fecha  se  la  erigió  un  templo, 
que  después  fué  muzárabe,  habiéndose 
arruinado,  por  último,  en  1794. 

Exagerada  por  demás  nos  parece  la 
fecha  á  que  ésta  pintura  se  dice  per- 
tenecer, como  también  lo  que  escribe 
un  autor  extranjero,  asegurando  que 
fué  pintada  por  un  santo  monje.  A 
nuestro  juicio  no  se  la  puede  conceder 
tanta  antigüedad,  creyendo,  por  el 
contrario,  que  su  origen  no  se  remon- 
ta más  que  al  siglo  XIII.  Como  quiera 
que  sea,  es  digna  esta  imagen  de  ser 
estudiada  con  detención,  teniendo  en- 
tre otras  particularidades ,  la  de  estar 
pintada  sobre  un  cañizo  muy  bien  uni- 
do y  sólidamente  adherido  al  muro. 

Su  tamaño,  como  el  de  Nuestra  Se- 
ñora la  Antigua  y  la  de  Rocamador, 
es  ma3^or  que  el  natural,  y  por  los  tra- 
zos, andamento  de  pliegues  de  los  pa- 
ños ,  acentuación  de  ojos  y  manos, 
adornos*  é  incrustaciones  y  un  coral 
que  adorna  su  pecho,  induce  á  creer 
proceda  del  gusto  ó  estilo  bizantino  y 
no  más  allá  del  siglo  XIII. 

Con  respecto  á  la  llamada  de  Roca- 
mador,  cuya  devoción  comenzó  en  el 
siglo  XIV,  fué  pintada,  á  no  dudar,  en 
dicha  época,  en  un  muro  del  lado  del 


58 


boletín 


Evangelio  del  altar  mayor  de  la  citada 
parroquia  de  San  Lorenzo,  3^,  como  á 
las  anteriores,  los  devotos  la  señalan 
mayor  antigüedad  que  la  que  realmen- 
te tiene.  Los  adornos  de  la  túnica  y  el 
manto  que  á  la  madre  y  al  niño  cubren; 
la  forma  del  nimbo  y  el  carácter  de  la 
letra  de  la  leyenda  puesta  en  el  tapiz 
que  sirve  de  fondo  y  dice:  "  Santa  Ma- 
ría de  Rocamador„ ,  dan  claro  indicio 
de  pertenecer  á  la  indicada  centuria. 

Desde  el  siglo  XI  en  que,  según  pa- 
rece, comenzó  la  pintura  al  fresco  en 
iglesias  y  santuarios ,  fueron  varios 
los  atributos  que  como  advocación  em- 
pleáronlos imagineros  y  pintores  cuan- 
do representaban  á  la  Madre  del  Sal- 
vador, siendo  los  más  aceptados  una 
rosa,  una  cinta,  una  pina,  una  grana- 
da ó  un  corazón,  obedeciendo  siempre 
á  la  fe,  la  devoción  ó  el  lugar  donde 
debía  colocarse,  y  también  al  deseo  del 
que  mandaba  hacer  el  trabajo. 

El  cuadro  pintado  al  temple  sobre 
lienzo  de  más  de  un  metro  de  alto  por 
medio  de  ancho,  cuya  reproducción 
en  fototipia  acompaña  á  estos  apuntes, 
procede  de  Toledo,  y  su  restauración 
nos  fué  encomendada  por  su  actual 
poseedor  D.  Manuel  López  de  Ayala: 
es  copia  de  Nuestra  Señora  la  Anti- 
gua, firmada  por  Francisco  Burgos, 
artista  aventajado  de  mediados  del  si- 
glo XV,  y  del  cual  hasta  ahora  no  te- 
níamos noticia.  Ligeras  diferencias  en 
los  trazos  generales;  los  adornos  de  la 
túnica,  manto  de  la  Virgen  y  del  niño, 
se  notan  con  el  original,  como  tam- 
bién en  los  ángeles  mancebos  que,  ves- 
tidos con  amplias  túnicas,  aparecen  en 
lo  alto  en  actitud  de  coronar  á  Nues- 
tra Señora.  Una  dama  arrodillada,  cu- 
bierta con  un  manto,  que  aparece  á  la 
Í7,quierda,  debe  ser  la  donante  ó  devo- 
ta que  mandó  hacer  la  obra,  por  la 
cual  puede  apreciarse  la  gracia  con 
que  están  plegados  los  paños  de  la  tú- 
nica y  manto  y  la  expresiva  actitud 
que  tiene  la  Virgen  al  ofrecer  una  rosa 


á  su  Hijo,  que  más  bien  parece  obra 
ejecutada  por  un  artista  celebrado  del 
siglo  XVI,  que  hecha  en  la  época  á 
que  el  original  se  remonta. 

Varias  copias  de  diversos  tamaños 
hemos  visto  de  esta  imagen,  recordan- 
do, entre  otras,  la  que  de  tamaño  colo- 
sal, pintada  al  óleo  sobre  caoba,  con 
los  retratos  de  los  donadores,  se  dice 
llevaron  los  compañeros  de  Colón  en 
su  segundo  viaje  de  descubrimientos  y 
fué  colocada,  andando  el  tiempo,  en  la 
iglesia  mayor  de  Santo  Domingo,  des- 
de cuya  isla  la  regalaron  á  doña  Isa- 
bel II,  que  la  mandó  restaurar,  devol- 
viéndola á  su  sitio  primitivo,  y  última- 
mente figuró  entre  multitud  de  objetos 
sagrados  en  la  notable  Exposición  His- 
tórico-Europea  celebrada  en  Madrid 
en  1893,  la  que  se  halla  en  las  salas 
capitulares  del  Real  Monasterio  de  San 
Lorenzo,  catalogada  por  nosotros  bajo 
el  núm.  395,  que  mandó  hacer  don 
Francisco  Chacón,  señor  de  las  Villas 
de  Casarrubios  y  Arroyo  de  Molinos, 
siendo  Asistente  de  Sevilla  en  1554;  la 
venerada  en  la  iglesia  del  Patriarca  de 
Valencia^  y  la  de  medio  cuerpo  que  en- 
tre cristales  se  ve  en  el  atrio  del  Ora- 
torio del  Olivar  de  Madrid. 

Vicente  Poleró. 
CÍOC^' 


CUELLAR 


(Continuación.) 

Así,  y  después  de  tan  porfiadas  con- 
tiendas, Ciiéllar  é  Iscar,  que  desde  los 
tiempos  de  Alvar  Fáñez  y  de  la  hija 
de  D,  Pedro  Anzures,  su  mujer,  ha- 
bían pertenecido  á  los  Castros  y  que 
el  último  de  éstos  que  la  poseyó,  don 
Fernando  Ruiz  de  Castro  cediera  á 
doña  Urraca  Díaz ,  siendo  luego  del 
Rey,  como  hemos  visto,  vinieron  á  que- 
dar en  el  dominio  de  doña  María  Díaz, 
casada  con  el  ambicioso  y  turbulento 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


59 


Infante   D.    Juan:    hijo  de    ellos   fué 
el  no  menos  ambicioso  y  funesto  don 
Juan ,  conocido  vulgarmente  con  el  so- 
brenombre de  el  Tuerto^  y  que  después 
de  la  muerte  de  su  padre  en  la  infausta 
jornada  contra  los  moros  granadinos, 
que  por  memoria  de  ella  y  de  la  del 
Infante  D.  Pedro,  es  conocida  con  el 
nombre  de  batalla  de  los  Infantes ,  he- 
redó sus  Estados  de  Castilla  y  de  Viz 
caya  (1319).  Por  entonces, y  en  unión 
de  su  primo  D.  Juan  Manuel,  que  pre- 
tendía también  la  tutela  del  niño  Al- 
fonso, perturbaron  gravemente  á  Cas- 
tilla y  Cuéllar  ,  era  en  aquellos  días 
como  su  cuartel  general,  por  su  fortale- 
za y  por  su  posición  ventajosa  en  el 
centro  de  Castilla:  para  más  consolidar 
su  unión  y  alianza  trató  D.  Juan  Ma- 
nuel de  casar  á  su  hija  doña  Constanza 
con  D.  Juan;  pero  sabedor  de  ello  el 
Rey  y  temiendo  á  esta  unión  que  los 
constituía  en  los  señores  más  podero- 
sos del  reino,  pidió  para  sí  mismo  la 
mano  de  doña  Constanza,  y  halagadí- 
simo  en  su  ambición  con  esto  el  In  - 
fante  D.  Juan  Manuel,  accedió  gusto- 
so, celebrándose  el  matrimonio  en  Va- 
lladolid,  aunque  no  se  llegó  á  consu- 
mar por  la  poca  edad  de  la  novia.  No 
por  esto  cesaron  los  trastornos  ni  don 
Juan  Manuel  dejó  de  entenderse  con 
don  Juan  el  Tuerto,  hasta  que  en  1326 
don  Alfonso  "citando  á  este  último  en 
Toro,  le  hizo  quitar  la  vida„:  sin  pér- 
dida de  momento  el  Rey  se   apoderó 
délos  castillos  y  lugares  que  D.  Juan 
poseía  eu  Castilla,  en  número  demás 
de  ochenta ,   llamándose  desde  enton- 
ces Señor  de  Vizcaya  (1).  En  esta  con- 
fiscación entró  la  villa  de  Cuéllar,  que 
fué  dada  á  doña  Constanza ,  y  poseyó  don 
Juan  Manuel,  su  padre,  y  luego   sus 
sucesores,  como  más  por  extenso  luego 
se  dirá;  doña  Constanza,  la  esposa  del 
rey  D.  Alfonso,  que  luego  fué  reina  de 
Portugal,  era  hija  de  doña  Constansa 

(1)    Gebhart,  Historia  de  Es p a ñ a. —CrónW a.  de  Al 
fonso  XI,  cap.  LIl. 


de  Aragón,  primera  mujer  deD.  Juan 
Manuel,  el  cual  casó  después  con  doña 
Blanca  de  la  Cerda,  hermana  de  don 
JuanNúñez  de  Lara,  Señor  de  Vizcaya, 
hija    del  Infante    D.  Fernando  de   la 
Cerda  y  de  doña  Juana  de  Lara,    y 
de  este    matrimonio  tuvo   á   D.  Fer- 
nando   Manuel,    que   casó   con   doña 
Juana  de  Aragón  y  tuvieron  á  doña 
Blanca,  que  murió  sin  sucesión  en  el 
reinado  del  rey  D.  Pedro  (1),  á  doña 
Juana  nacida  en  1339  y  que  en  1350 
casó  con  D.  Enrique  de  Trastamara, 
luego  rey  de  Castilla,  5^  á  D.  Enrique 
Manuel,  que  vivió  en  Portugal  al  lado 
de  su  hermana  la  reina  doña  Constanza 
y  obtuvo  allí  los  títulos  de  conde  de 
Cea  y  Cintra  y  señor  de  Montealegre 
y  Cascaes.  En  el  tiempo  que  D.  Juan 
Manuel  fué  señor  de  Cuéllar,  desmem- 
bró de  su  señorío  parte  de  la  misma 
villa ,  cediendo  el  barrio  de  San  Este- 
ban á  doña  Elvira,   mujer  de  Pedro 
González   (B),  Alcaide  que  había  sido 


(1)  Argote  de  Molina  (Gonzalo)  -Vida  de  D.  Juan 
Manuel,  en  la  obra  por  él  publicada  del  Infante  Don 
Juan  Manuel,  El  Conde  Lucaiior. 

;Bj  1348.  D.  Juan  liijo  del  infante  D.  Manuel , cede 
el  barrio  de  Zan  Esti  van  á  Z)."  Elvira  mujer  de  Pe- 
dro Gonsáles. ) 

Sepan  quantos  esta  carta  Bieren  como  Yo  D.  Juan, 
fijo  del  Infante  Don  Manuel,  Adelantado  maior  de  la 
frontera.  Por  facer  bien  e  Merced  á  vos  Doña  Elvira 
muger  de   Pero  González  defunto  que  Dios  perdone 
mío  vasallo  é  raio  Alcayde  que  fué  en  Cuéllar  é  en  al- 
guna emienda  de  los  muchos  é  buenos  servicios  que 
el  dho7  Pero  González  é  altanto  Fernán  Diasques 
vuestro  padre  c  el  Obispo  Don  Sancho  vuestro  tio  ¿ 
Gonaalo  Gonsalea  hermano  del  dho.  Pero  González 
me  han  fecho  e  el  fiso,  do  a  vos  de  buen  talante  e  de 
buena  voluntad...  el  Barrio  de  Sor.  Sant  estcuan  de 
la  nuestra  villa  de  Cuéllar  junto  con  las  casas  que  hi 
tenemos:  e  la  nuestra  heredat  de  villoría  con  los  pi- 
nares, e  con  sus  términos  e  pastos  é  tierras  para  fa- 
cer  huertas  ,  e  qualquier  labor,  también  en  los  dhos_ 
términos,  como  en  la  dicha  heredat  e  dárnoslo  á  vos 
ladha.  D.-'  eluira  e  a  vuestros  fijos  Blasco  Pérez  ¿ 
fcrnan  Blasques  é  Gomes  Blasques  en  donadío  para 
que  lo  hagades  é  tengades  en  uno  con  lo  que  Yo  e  la 
Infanta  Dona  Constanca  mi  muger  á  quien  Dios  dé 
Santo  Paraíso  ,  vos  donamos  en  Gallocanta  ,  para 
siempre  jamas  en  heredamiento  fasta  la  fin  del  mun 
do.  Pero  queremos  que  esto  que  nos  vos  dimos  e  agora 
vos  Yo  do ,  non  lo  podades  dar  nin  vender  ,  nin  cam- 
biar ,  nin  enagenar  ,  en  ninguna  manera  vos  nin  los 
dHos7  vuestros  fijos  con  ningún  home  del  mundo  saluo 
si  non  fuere  del  vuestro  linage  é  que  siempre  quede 
en  el  buestro  linage  también  fijo  como  fija,  errogamos 
é  mandamos  á  ios  nuestros  herederos  ó  á  qualquiera 
dellos  que  vos  mantengan  é  guarden,  e  fagan  guardar 


60 


boletín 


de  Cuéllar,  no  concretándose  sólo  la 
donación  al  expresado  barrio,  sino  que 
le  cedía  además  la  heredad  de  Viloria 
con  sus  pinares,  pastos  y  términos; 
dábase,  empero,  todo  esto  á  condición 
de  que  nunca  pudiera  salir  de  la  fami- 
lia á  quien  se  hacía  la  merced,  porque 
en  otro  caso  lo  reivindicaba  para  sí  y 
sus  herederos  el  donante,  amenazando 
con  tremendos  y  celestiales  castigos  á 
los  que  contravinieran  lo  establecido 
en  la  donación  y  señalando  también 
una  pena  pecuniaria  para  tal  caso:  esta 
merced  nos  sirve  de  una  manera  feha- 
cisnte  para  demostrarnos  que  á  la 
muerte  de  D.  Juan  Manuel,  su  hijo 
Don  Fernando  ejerció  por  algún  tiempo 
el  señorío  de  la  villa,  y  antes  de  que 
lo  tuviera  su  hermana  doña  Juana, 
pues  con  dos  años  más  de  fecha  que  la 
donación  anterior,  ó  sea  en  1350,  don 
Fernando  Manuel  confirma  la  misma 
otorgada  por  su  padre  y  en  el  instru- 
mento al  efecto  otorgado  (1);  después 
de  copiar  íntegra  la  donación  de  su 
padre,  añade:  "e  nos,  queriendo  rremu- 
„nerar  los  buenos  é  continos  servicios 
„que  la  dha,  doña  Elvira  face  de  cada 


á  vos  la  dha.  Dona  Eluira  e  á  los  dhos.  vuestros  fijos 
e  A  todos  los  que  de  vos  vinieren  todas  estas  cosas, 
segund  que  en  esta  nuestra  carta  se  contienen  e  qual- 
quiera  questo  non  ficiere  Dios  le  dé  su  Yra  e  la  sua 
maldición  e  nos  le  damos  la  nuestra ,  c  rrogamos  á 
Dios  que  la  su  Alma  sea  perdida  en  el  fondón  de  los 
Infiernos  ,  e  otrosí  queremos  que  si  algún  otro  fuere  ó 
viniere  contra  lo  que  dicho  es  nin  contra  parte  dello 
que  peche  en  pena  por  cada  vegada  que  lo  asi  ñciese 
dos  mil  maravedís  de  la  moneda  nueua  e  esta  pena 
que  la  peche  es  á.  saber  los  mil  maravedis  á  Don  Prior 
e  frayles  del  nuestro  Monasterio  de  la  orden  del  Bien- 
aventurado Confesor  Señor  Sant  Agustín  quenosfeci- 
mos  en  nuestra  Villa  de  Castiello  e  otrosí  á  vos  la 
dha .  Doña  Eluira  e  á  los  dhos.  vuestros  fijos  e  a  todos 
los  que  de  vos  vinieren  que  les  pechen  todo  el  daño  que 
por  ende  rreciuieredes  doblado,  e  porque  esto  sea  firme 
e  non  vengan  en  dubda  mandamos  dar  esta  nuestra 
carta,  siellada  con  nuestro  siello  de  cera  colgado. 
Dada  en  el  Castiello  doce  días  de  Octubre  era  de  mil 
trescientos  ochenta  é  seis  (es  año  de  mil  trescientos 
cuarenta  y  ocho  años).— Yo  sancho  Ruiz  escriuano 
del  dho.  Señor  D.  Juan  la  fiz  escriuir  por  su  manda- 
do. (Tiene  un  sello  pendiente  y  al  un  lado  un  Caualle- 
ro  a  cauallo  con  la  espada  en  la  mano  y  un  escudo 
echado  á  las  espaldas  y  en  los  paramentos  del  cauallo 
las  armas  de  los  Manueles  y  al  otro  lado  las  mesmas 
armas. ; 
(Academia  de  la  Historia,  Col.  Salaz.,  M.  1.  folio  1.) 
(1)    Academia  de  la  Historia,  Col.  Salaz,,  M.  1. 


„día  á  mi  e  á  Doña  Juana  despina,  mia 
„mujer,  en  la  crian(;a  de  doña  Blanca 
„nuestra  fija  touelo  por  bien...  Dada 
„en  el  Castiello,  á  ocho  días  de  Agosto 
„era  de  mili  trescientos  y  ochenta  y 
„ocho  años. — Yo  Sancho  Ruiz  lo  fiz 
„escrivir  por  mandado  de  Don  Fer- 
„nando.„ 

Gonzalo  de  la  Torre  de  Trassierra. 

(Continuará.) 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 

xc 

Convenio  celebrado  entre  el  Cabildo  cate- 
dral en  unión  con  Doña  Urraca,  hija  de  Ro- 
drigo de  Alcalá,  por  una  parte,  y  D.  Rodri- 
go Díaz  en  representación  de  su  mujer  Doña 
María,  hija  de  D.  GonzalboPeláez,  por  otra, 

acerca  de  la  partición  de  una  huerta  (  .^Láí.!) 

sita  en  Alcardet,  que  dejó  en  herencia  Don 
Gonzalbo  Díaz  y  después  de  él  su  hija  Do- 
ña María  Gonzalbes   f5'-¿Jl    w'L;;.5'   |j._») 


^j,JM     M^^\     ^íiJ,& 


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V        U   ••     •      ■  c 

De  la  finc^  en  cuestión  se  hacen  dos  par- 
tes, cuyos  linderos  se  señalan  minuciosa- 
mente, asignándose  al  Cabildo  la  parte  su- 
perior (  q.5jiJ|  ^LiJl)  con  la  mitad  del  es- 
tanque (Sj^s-r']),  del  canal  {^>jt=>J\),  uno 

de  los  dos  pozos  ó  norias  (ikJL.^'1    y^}),  y 

adjudicándose  al  citado  Rodrigo  Díaz  la 
otra  mitad  de  la  finca  con  el  pozo  corres- 
pondiente y  la  mitad  restante  del  estan- 
que y  canal,  debiendo   pagar  »,   sin  em- 


(*)  En  el  original  *^^^j,  pero  aparece  co- 
rregido al  final  en  la  fe  de  erratas. 

I  No  tenemos  completa  seguridad  de  haber 
interpretado  bien  este  pasaje,  debido  en  parte 
al  mal  estado  de  conservación  del  pergamino. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


61 


bargo,  á  los  canónigos  8o  mizcales  alfon- 
síes  *^^3  La.;)!;  ...  L^xj  jLü.-»  (. rn^'-*^-' j) 
^B     }^jS^-^)\  ^sjj:íj^^:>  (^..SiyüiJ) 

éSú  Pj)   jS>     ^  f^s!'    ...    sjU^Jt     ik-^l.a!     Jjij 

Adviértese,  por  último,  que  en  la  parte  que 
se  asigna  al  Cabildo  conserva  la  dicha  Doña 
Urraca  un  tercio  de  la  misma,  sin  que  le  co- 
rresponda derecho  alguno  en  la  parte  corres- 
pondiente al  citado  Rodrigo  j-lai-Jí  ,,!  JjtX) 
...    .,  i./ij!    ►jLjuM   ij    ^  ,=k      rjJl 


►--*  í>j  i-fi^j 


^ 


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I       ¿.ivi 


{...^^  i^.  Jii  ^_^  L^J  )^j  ,J  UJ  y^  J 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Diciem- 
bre, Era  de  1241  '. 

Suscripciones:  EgoG.  toletanus  archidia- 
conus  confirmo. — Ego  S.  madridensis  ar- 
chidiaconus  confirmo. ^ — Ego  didacus  petriz. 
— Ego  marcus  diaconus  canonicus  confirmo. 
—  Ego  Michael  presbyter  canonicus  confir- 
mo.— Ego  p.  guterrii  diaconus  canonicus 
confirmo. — Ego  p.  garsie  presbyter  confir- 
mo.—Ego  Xpoforus  presbyter  confirmo. — 
Ego  X.  dominici  confirmo. — Secura. — fer- 
nan  di  lañes  testis»». 

Y  en  caracteres  árabes:  Esteban  Yulianes, 
Joannes  b.  Pethro  b.  Abderrahmán  b.  Yah- 
ya  b.  Hárits,  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid 
y  Servando  b.  Domingo  b.  Servando. 

XCI 

Venta  de  una  casa  grande  y  otra  peque- 
ña -,  sitas  en  el  distrito  del  Portel  ó  Porti- 
llo (?)  3,  en  las  cercanías  de  la  iglesia  de  San- 


1  Después  de  la  fecha,  aún  se  hacen  ciertas 
aclaraciones  sobre  los  pozos  antes  citados. 

a  Este  pergamino  se  halla  mutilado  al  prin- 
cipio: por  esta  razón  suplimos  una  parte  del 
texto  por  las  indicaciones  que  conserva  la  par- 
te sana. 

3  En  el  original  se  lee  muy  claro  ^j^, 
Jw^l;  pero  creemos  que  el  J  esté  por  'i> 


yUjJJS   1.. 


o 


ta  Trinidad 

Otorgan  esta  venta  D,  Gouzalbo  b.  Yoa- 
nes  y  Doña  María  ¿su  hermana?,  á  la  que  re- 
presentó en  el  acto  de  la  venta  su  hijo  Don 
Lope,  á  favor  del  muy  ilustre  señor  Arzo- 
bispo D.  Martín  López,  en  representación 
y  con  dinero  de  su  iglesia. 

Precio^  170  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Diciembre  de  la  Era  1241. 

Las  suscripciones  son  en  gran  número;  re- 
producimos sólo  algunas  menos  conocidas: 

D.  Miguel  Yoanes,  el  Pálido  '  Jl-^S*  .«  p) 
{jLSÚ]  ^'■-•''j-í;  D.  Pethro  Noel  ó  Nawal 
(JLj  íjhli  .>j-^);  Jt-ian  Alfonso,  testigo 
(J-íÜl.  j»-"-'j¿-I  .Ijswj);  Doña  Eulalia,  madre 
de  la  vendedora  arriba  citada  *-^^j^  ^^:^j) 
(i.s_pj  '¿(jO-^M  ¿jijLJt  VaMjI  Doña  llora- bo- 
na,  hermana  (-Jl^i^l)  de  la  citada  vendedo- 
ra, etc. 

En  caracteres  latinos:  «ego  gondisaluus 
iohannis  testis. — ego  J.  de  sephila  (1.  setphi- 
laj  canonicus  testis». 

Y  la  suscripción  del  notario  concebida  en 
estos  términos:  «Se  formalizaron  los  testi- 
monios sobre  ello  delante  de  mí  y  doy  fé 
acerca  de  sus  testimonios,  y  yo  Jair  b.  Xal- 

Ci\  ^lO) 


món  b.   Alí  b.    Waid  ui   :>. 


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XCII 


Contiénense  dos  documentos; 

I."  Venta  de  28  lotes  »  de  tierra  labran- 
tía sitos  en  la  alquería  de  Camarena,  otor- 
gada por  sus  propietarios  D.  Aparicio  b. 
Micael  Alborchíy  sus  hijos  Domingo,  Apa- 
ricio y  Doña  María,  á  favor  del  muy  ilustre 
capellán  D.  Roberto  Js-'ill    .,ÍÍ.jiJt  .^f;— I) 


1  De  todos  éstos  se  dice  que  se  escribió  por 
ellos  á  sti  ruego  y  en  su  presencia. 

2  En  el  original  suele  emplearse  la  palabra 

..l-VJ  que,  según  el  Diccionario,  significa  lo 
mismo  que  yugada,  es  decir,  la  porción  de 
terreno  que  un  par  de  bueyes  puede  arar  en 
una  jornada, 


62 


boletín 


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J^'.     fi 


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(...    lÁ»    Jjií     ^fj    U    jJ.)Í). 

Continúa  enumerando  y  deslindando  cada 
una  de  estas  parcelas  de  terreno,  indicando 
la  partida  rural  en  que  se  halla  '  _v  las  pro- 
piedades colindantes. 

Precio  de  la  totalidad,  710  mizcales  de 
oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Marzo,  Era 
de  1242. 

2°  Testimonio  del  citado  capellán  Don 
Roberto,  el  comprador,  por  el  cual  consta 
que,  del  precio  arriba  arriba  expresado,  450 
mizcales  procedían  del  tesoro  de  la  Catedral,, 
y  lo  restante  de  su  peculio  particular  como 
donación  que  hacía  á  la  dicha  iglesia    c^Lj  _.) 

(...  'is^j<^\  íJxLoJl,  quedando,  por  tanto, 
á  favor  de  ella  la  totalidad  de  las  tierras  ad- 
quiridas por  el  contrato  del  documento  an- 
terior. 

Las  suscripciones  arábigas  son  las  que 
suelen  aparecer  en  los  documentos  de  este 
tiempo:  Petheo  b.  Ornar  b.  Gálib  b.  Alco- 
llás,  Yoanex  b.  Micael  b.  Abdelaziz  Alma- 
xanerí.  Servando  b.  Domingo  b.  Servando... 
y  la  del  notario  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b. 
Waid. 

Y  en  caracteres  latinos:  «Ego  R.  (Rober- 
tus)  capelanus  confirmo. — Ego  S.  madri- 
densis  archidiaconüs  testis»...  2. 

XCIII 

Venta  de  una  pequeña  habitación  (»^.S^1)  3 
sita  en  el  distrito  de  la  Catedral,  eu  el  ba- 

1  Aparecen  entre  éstas  algunos  nombres 
nuevos,  tales  como  el  Carrascal  (jU^ii)l), 

Argance  (^.jUjI),  Labachos  (^/.a^LlJl)^  Val 
de  Aras  (Valderas?)  (J^;;b  Jb).  el  Fonullar 
(henojal?)  ( j  LJ^^aJi),  etc.,  de  los  cuales  se  con- 
servan algunos  actualmente. 

2  Se  halla  tan  maltratado  este  documento, 
que  se  hace  imposible  su  lectura  en  varios 
puntos. 

3  En  alguna  escritura  bilingüe  se  traduce 
esta  palabra  por  domuncula  (casita).  Sauvaire 
la  traduce  por  chambre. 


rrio  de  los  tintoreros  ',  y  en  las  inmediacio- 
nes de  la  hostería  (^iW^i)  «de  nuestro  Señor 
(auxíliele  y  protéjale  Dios)»,  que  tiene á  sus 
lados  una  casa  del  comprador,  otra  de  los 
herederos  del  ¿murciano?  (  q.yLai.j_j^J|),  la 
vía  pública  y  otra  casa  perteneciente  á  la 
Catedral. 

Figura  como  comprador  D.  Pedro  García, 
el  canónigo  de  Santa  María  la  Mayor,  y 
como  vendedor  su  compañero  D.  Juan  Mar- 
tini  ó  Martínez,  también  canónigo  de  la  pro- 
pia iglesia,  quien  adquirió  la  finca  en  cues- 
tión por  herencia  de  su  tío  materno  el  Arce- 
diano D.  Domingo  el  Polichem. 

Precio,  13  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  el  último  tercio  de  Junio  de  la 
Era  1242. 

Advierte  el  documento  que  se  explicó  á 
los  otorgantes  el  contenido  de  este  instru- 
mento en  lengua  aljamiada  que  ellos  enten- 
dían -      -It    V .LCJl    !3.a         ':Vxi>  j^'í  J.xj) 

Suscripciones:  Servando  b.  Jálid  b.  Su- 
leimán  b.  Servando;  Lorenzo  b.  Domingo 
b.  Omaral?  {J\j^'=^),  testigo. 

Y  en  carácter  latino:  Ego  petrus  fernandi 
subdiaconus  testis. — Ego  Johannes  mart¡n9 
ecclesie  toletane  canonicus  confirmo  '\ 

XCIV 

Donación  de  un  mesón,  hecha  por  Rodri- 
go Díaz  (^.j  J  ^^j^j)  á  favor  de  los  canó- 
nigos de  Santa  María     t-JiJ_»¿suJ  vilU  AJÍ...) 

(...  ,  a^.^!,  sin  reservar  el  donante  dere- 
cho  alguno  sobre  dicha  finca. 

Fecha  en de  la  Era  1242. 

(Aparece  sólo  un  fragmento  de  este  per- 
gamino.) 


I  Léese  y*.tL.^.M  sin  puntos  la  segunda  y 
tercera  radical. 

^  Esta  misma  declaración  se  hace  en  otros 
varios  documentos. 

-'  Bajo  de  estas  últimas  suscripciones  hay 
dos  leyendas  árabes:  dice  la  primera  que  Pedro 
Fernández  pertenece  al  clero  de  la  Catedral,  y 
la  segunda  que  Juan  Martínez  es  el  nombre 
del  vendedor  (jj>Á^)    a.jLJl   *.w|  »»). 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


63 


XCV 

Pignoración  de  varios  bienes,  tiendas,  tie- 
rras de  labor  y  viñas,  en  Olías;  casas  en  To- 
ledo y  fuera,  ganados,  etc.,  por  razón  de  los 
300  mizcaies  dados  á  préstamo  por  los  ca- 
nónigos de  Santa  María  al  judío  Abú  Harún 
ben  Axxahats,  á  condición  de  que  serían  de- 
vueltos por  San  Juan  CI^a.¿    ^-^  J  ¡'-^  ^) 

(^iJLj,  ó  de  lo  contrario,  les  sería  permi- 
tido proceder  á  la  venta  de  aquellas  fincas 
sin  necesidad  de  mandato  judicial  ^A  -5^-"') 


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Comparecen  como  fiadores  del  prestata- 
rio Abú  Ibrahim  b.  Lahmix  é  Ibrahim  b. 
abí  Harún,  que  se  obligan  con  todos  sus  bie- 
nes para  defender  los  derechos  de  los  canó- 
nigos contra  cualquiera  que  intentase  perju- 
dicarles por  razón  de  este  préstamo. 

Fecha  en  Enero  de  la  Era  1244. 

Suscripciones:  Domingo  b.  Pethro  b.  Se- 
bastián; Juan  Castellano,  siervo,  de  los  sier- 
vos de  Cristo  ---<-&  J.-^^  á-jS\;:¿.5  ,.)t»J*) 
{^^*-^j\,  y  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid. 


Hay  también  varias  suscripciones  hebreas. 
Francisco  Pons. 

(Conlinuará.) 

LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  ACCIÓN 

El  día  19  de  Abril,  según  se  había  anuncia- 
do, se  verificó  la  excursión  á  Guadalajara,  á  la 
que  asistieron  los  Sres.  García  Concellón  (don 
Eloy  ),  García  Mediavilla  (D.  Salvador),  He- 
rrera (D.  Adolfo),  Lampérez  (D.  Vicente.)  y 
Plaza  (D.  Francisco). 

A  los  excursionistas  se  agregó  en  Alcalá  de 
Henares  nuestro  consocio  el  Sr.  Fernández 
(D.  Luis.) 

X 

X    X 


El  10  de  Mayo  tuvo  lugar  la  anunciada  ex« 
cursión  al  Museo  de  Reproducciones,  á  la  que 
concurrieron,  entre  otros,  los  Sres.  Serrano  Fa- 
tigati,  Herrera  y  Mediavilla. 

Finalmente,  los  Sres.  Cabello  (D.  Vicente), 
García  Mediavilla  (D.  Salvador),  Hernández 
Prieto  (  D.  José),  Herrera  (D.  Adolfo),  Serra- 
no Fatigati  (D.  Enrique))-  Zaragoza  (D.  Juan), 
realizaron  el  día  24  la  excursión  anunciada  al 
Real  Sitio  de  Aranjuez. 

X 
X     X 

Según  oportunamente  anunciamos,  se  ha 
publicado  por  nuestra  Sociedad  el  quinto  me- 
dallón artístico,  que  lleva  el  retrato  de  Goya. 

Hasta  el  presente  han  adquirido  un  ejen:- 
plar  del  medallón  los  socios  siguientes; 

Señores:  Herrera  (D.  Adolfo),  Palazuelos 
(Sr.  Vizconde  de),  Menet  ( D.  Adolfo),  Bel- 
mente (D.  Carlos)  y  Bosch  (D.  Pablo). 

X 
X     X 

Ha  fallecido  en  Códoba,  donde  residía  acci- 
Jentalmente,  nuestro  consocio  y  académico 
de  la  Historia  Sr.  Marqués  de  la  Fuensanta 
del  Valle. 

Acompañamos  á  su  distinguida  familia  en  ei 
justo  dolor  que  la  aflije. 


BlBDIO©I^APÍA 

Opúsculos  del  Sr,  Conde  de  Saint-Saud. 

En  el  rúmero  de  Abril  del  presente  año  di- 
mos noticia  de  un  trabajo  de  este  nuestro  dis- 
tinguido consocio  y  Delegado  en  el  Mediodía 
de  Francia.  Recientemente  ha  dedicado  el 
Sr.  Conde  á  la  Sociedad  de  Excursiones  una 
colección  de  folletos  por  él  publicados,  y  que 
son  el  resultado  de  toda  una  serie  de  via- 
jes, periódicamente  repetidos,  á  las  regiones 
montañosas  de  la  Península.  Deseoso  de  cono- 
cer la  naturaleza  y  el  arte  de  nuestra  patria, 
recorrió  y  estudió  principalmente  Cataluña, 
Aragón,  la  Montaña  santanderina  y  Asturias. 
Después  de  cuatro  viajes  á  los  Pirineos  asturia- 
nos y  Picos  de  Europa,  en  los  años  de  1890  á 
1893,  publicó  el  resultado  científico  de  estas 
campañas  en  el  Annuaire  du  Club  Alpin,  de 
1893,  realizando  en  colaboración,  con  M.  Paul 
Labrouche,  un  precioso  estudio  orográfico,  de 
indudable  utilidad  para  el  excursionista. 

He  aquí  los  títulos  de  los  folletos. 

Excursions  dans  les  Pyrcnées  Cantabriques 
(Burdeos,  1882), 

Excursión  en  Sobrar  be  el  Ribagorje  (Bur- 
deos, i883). 

Nolice  sur  Santa  María-de-Naranco  et  San- 
Miguel  de  ¿z7/o  (Tolosa,  i883).  Con  dos  gra- 
bados intercalados  en  el  texto. 

Dans  la  HauteCatalogne  (Burdeos,   18S8.) 

De  Saint  Liper  d^Lstou  a  Gavarnie^  par  le 
versant  espagnol  (París,   1889). 

Pyrénées  centrales  espagnoles  ( Tolosa  , 
1891). 

Le  Moncayo  (París,  1891).  Con  un  grabado 
intercalado. 

Aux  rives  des  Nogueras  (Burdeos,  1892). 

Aux  pies  d'Europe  (Pyrénées  Cantabriques) 


64 


boletín 


(París,  1894).  Escrito  en  colaboración  con 
M.  P.  Labrouche  é  ilustrado  con  numerosos 
grabados. 

Los  picos  de  Europa  (monis  Cantabriques) 
(París,  1894).  En  coloboración  con  M.  Labrou- 
che. Vanos  grabados  y  una  excelente  carta 
geográfica. 

Pies (V Europe(Py relices  Cantabriques).  Con- 
ferencia pública  en  el  aníitcitro  del  Ateneo 
de  Burdeos  (Burdeos,    1894). 

Los  picos  de  Europa.  Artículo  en  catalán, 
publicado  en  el  Butlleií  del  Centre  Excursio 
nista  de  Catalunya;  con  grabados  y  carta  geo 
gráfica.  (Barcelona  1S94). 

Pyrénées  asturienn'es  et  Pies  d^Europe  (To 
losa,  1893).  Con  M.  P.   Labrouche. 

Notices  bibliographiques  (Tolosa,  1893).  Re 
seña  y  juicios  sobre  algunos  de  los  libros  últi- 
mamentepublicadosen  España,  concernientes 
á  historia,  arte  y  excursiones. 

n Oviedo  á  Santander  (París,  1893).  Vid.  su 
reseña  en  la  pág.  3i  de  este  volumen. 

Abundan  en  estos  folletos,  y  los  hacen  inte- 
resantes, relatos  muy  subjetivos,  sazonados  de 
anécdotas  y  de  amenas  descripciones  de  sierras 
y  pueblos  españoles.  Con  semejantes  publica- 
ciones, á  más  de  demostrar  su  amor  á  España, 
presta  el  Conde  de  Saint-Saud  un  verdadero 
servicio  á  nuestra  patria,  dándola  á  conocer  á 
los  extranjeros...  y  á  muchos  españoles.  Cuan- 
to á  las  aficiones  hispanistas  del  autor,  sólo 
transcribiremos  las  palabras  con  que  pone  tér- 
mino á  uno  de  sus  trabajos  insertos  en  el  Bo- 
letín de  los  excursionistas  catalanes.  «Cuando 
hablo — dice  —  de  las  montañas  de  España, 
sea  catalana  ó  castellana,  me  siento  en  mi  pro- 
pia casa,  pues  ya  sabéis  que  las  atractivas 
sierras  de  vuestra  tierra  son  para  mí  una  se- 
gunda patria. » 

Apuntes  para  un  estudio  sobre  las  Cate- 
drales españolas,  por  D.  Vicente  Lampérez  Ro- 
mea, Arquitecto.  (Madrid,  1896.) 

Nuestro  consocio  el  joven  y  distinguido  arqui- 
tecto Sr.  Lampérez  dio  el  17  de  Marzo  último, 
sobre  aquel  tema,  en  el  Ateneo  de  Madrid,  una 
conferencia  que  acaba  de  dar  á  la  prensa. 

Comienza  el  conferenciante  explicando  el 
concepto  y  significación  de  la  Catedral  dentro 
del  arte  cristiano  y  de  la  sociedad  de  la  Edad 
Media,  haciendo  observar  las  diferencias  que 
acompañan  á  su  erección  en  España  y  en  el 
resto  de  Europa. 

En  la  historia  de  las  Catedrales  españolas 
marca  cuatro  períodos,  comprendidosentre  los 
siglos  XI  y  XVI.  Dentro  del  primer  período 
(siglos  XI  y  XII)  estudia  los  diversos  elemen- 
tos característicos  del  arte  religioso  latino  bi- 
zantino y  románico  ;  distingue  las  diferentes 
escuelas  que  por  entonces  se  señalaban  en  la 
Península  y  fija  principalmente  su  atención  en 
la  Catedral  de  Santiago,  en  la  antigua  de  Sala- 
manca, en  las  de  Tarragona,  Avila  y  Lérida,  y 
en  la  iglesia  del  monasterio  de  Hirache. 

Da  comienzo  al  segundo  período  con  el  si- 
glo XIII,  en  que  la  Catedral  sufre  una  lógica 
transformación,  que  coincide  con  la  generali- 
zación entre  nosotros  del  arte  ojival.  Él  autor 
hace  un  detenido  análisis  de  esas  tres  joyas  ar- 
quitectónicas del  más  glorioso  siglo  de  la  Edad 
Media,  que  se  llaman  Catedrales  de  León,  Bur- 
gos y  Toledo.  Compara  su  trazado  y  elementos 
con  los  de  algunas  Catedrales  francesas,  y  esta- 


blece nueva  comparación  entre  ellas  mismas, 
señalando  con  buena  crítica  sus  semejanzas  y 
diferencias,  los  elementos  originales  y  los  im- 
portados de  Francia. 

Después  de  dedicar  algún  espacio  á  la  Cate- 
dral de  Sevilla,  última  de  las  concebidas  en  la 
verdadera  época  ojival,  describe  las  tan  seme- 
jantes de  Salamanca  (nueva)  y  Segovia,  que  se 
alzan  con  arreglo  al  sistema  gótico  en  pleno 
siglo  XVI. 

Entre  las  Catedrales  del  Renacimiento  espa- 
ñol fíjase  principalmente  en  la  de  Granada,  no 
sin  notar  de  paso  la  inferioridad  del  nuevo  sis- 
tema con  relación  al  antiguo,  aplicado  al  tem- 
plo episcopal.  Condena  justamente  el  autor  los 
absurdos  á  que  dieron  lugar  en  nuestras  Cate- 
drales las  exageraciones  y  exclusivismos  tan 
corrientes  en  los  siglos  XVII  y  XVIII.  Afirma 
que  el  nuestro  no  ha  olvidado  la  conservación 
de  los  monumentos  que  le  legaron  los  siglos 
anteriores,  y  finaliza  haciendo  votos  por  la 
pronta  terminación  de  la  nueva  Catedral  de 
Madrid. 

El  Sr.  Lampérez  ha  llevado  á  cabo  con  su 
trabajo  un  interesante  capítulo  de  la  historia 
de  nuestro  arte  monumental. 


Boletín  de  Archivos.  Bibliotecas  y  üluseos. 

Bajo  la  direción  del  Sr,  D.  José  Ramón  Mé- 
lida  ha  comenzado  á  publicarse  este  Boletín, 
apareciendo  en  !a  prensa  como  órgano  oficial 
del  Montepío  del  Cuerpo  facultativo  de  Archi- 
veros, Bibliotecarios  y  Articuarios.  Hemos 
recibido  el  número  primero,  cuyas  diversas 
secciones,  tales  como  del  Montepío.^  téenica^ 
de  noticias  y  bibliográfica,  permiten  esperar 
que  el  nuevo  Boletín  será  un  digno  continua- 
dor de  la  antigua  y  notable  Revista  de  Archi- 
vos^ Bibliotecas  y  Museos. 

P. 


■-TOOOQQOaOfg 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  JUNIO 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  rea- 
lizará una  á  Avila  los  días  i3  y  14  de  Ju- 
nio, con  arreglo  á  las  condiciones  siguientes; 

Salida  de  Madrid  (estación  del  Norte),  el  i3 
á  las  8  h.  53'  mañana. 

Llegada  á  Avila,  i  h.  tarde. 

Salida  de  Avila,  el   14  á  las  12  h.   5o'  tarde. 

Llegada  á  Madrid,  5  h.  5o'  tarde. 

Cuota. — Treinta  y  cinco  pesetas,  en  que  se 
comprende  el  viaje  de  ida  y  vuelta  en  segunda 
clase,  lunchs,  comida,  hospedaje,  gratificacio- 
nes, etc. 

Monumentos  que  se  visitarán.— CaXtára},  San 
Vicente,  San  Pedro,  Santo  Tomás,  San  Se- 
gundo, la  Santa,  las  Madres,  Murallas,  casa  de 
Polentinos,  Torreón  de  Sancho- Dávila,  etc. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión,  dirigir- 
se de  palabra  ó  por  escrito,  acompañando  la 
cuota,  al  Sr.  Presidente,  Pozas,  17,  segundo, 
hasta  las  ocho  de  la  noche  del  día  12  de  Junio, 

Madrid  i."de  Junio  de  1896'.— El  Secretario 
general,  Vizconde  de  Palaiuelos.—V .°  B.° — 
El  Presidente,  Serrano  Fatigati. 


Fototipia  de  Hauser  y  Menet.- Madrid 


CÁLIZ  Y  PATENA   DE   LA  CATEDRAL   DE  TOLEDO 
(SIGLO  XIII) 


BOLKTlN 


DE   LA 


r   r 


DIRECTO  R  : 
EL  VIZCONDE  DE  PALAZUELOS,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  IV 


MadPid  1.°  de  Julio  de   1S90. 


NUM.  41 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


GALIZ  Y  PATENA  DE  LA  CATEDRAL  DE  TOLEDO 


(Siglo    XIII.) 

¡jiFíciL  es  que  en  el  ánimo  del  afi- 
cionado á  las  artes  retrospecti- 
vas se  borre  el  recuerdo  de 
aquel  gran  Certamen  celebrado  en  Ma 
drid,  que  con  denominarse  Exposición 
histórico  europea  pudo  más  bien  ser 
considerado  como  Exposición  históri- 
co-española^  tanto  por  la  cantidad  y  ca- 
lidad de  los  objetos  aportados  por  Es- 
paña, cuanto  por  el  escaso  número  é 
inferioridad  de  lo  venido  del  extran- 
jero. 

Evoco,  pues,  de  nuev^o  aquel  recuer- 
do y  paso  á  ocuparme  en  un  objeto  li- 
túrgico que  muy  dignamente  figuró  en 
la  Exposición,  despertando  mi  curiosi- 
dad, tanto  por  su  valor  arqueológico 
como  por  su  procedencia.  Me  refiero, 
como  de  antemai.o  se  advertirá  una 
vez  leído  el  título  de  este  artículo,  al 
cáliz  que,  acompañado  de  su  patena, 
es  propiedad  de  la  Iglesia  primada  de 
Toledo  y  expuso  su  Cabildo,  figurando 
en  una  de  las  vitrinas  de  la  sala  V. 


ción  de  tales  cáliz  y  patena  que  la  har- 
to breve  y  en  algunos  puntos  equivo- 
cada del  Catálogo  general  de  la  Expo- 
sición. Como  con  tantas  otras  joyas  ar- 
queológicas aconteció  ,  la  que  me  ocu- 
pa no  pareció  merecer  atención  espe- 
cial del  público;  pero  como  también 
acaeció  con  no  pocos  objetos  expues 
tos,  la  dirección  del  Boletín  de  nues- 
tra Sociedad  (encomendada  entonces  al 
Sr,  Herrera),  dio  encargo  á  los  seño- 
res Hauser  y  Mcnet  deque  reproduje- 
sen por  la  fotografía  el  cáliz  y  la  pate 
ma,  que  podrán  apreciar  nuestros  con- 
socios por  la  fototipia  que  acompaña  á 
estos  renglones. 

Es  el  cáliz  de  plata  dorada  y  le  ha- 
cen característico  la  forma  de  su  copa, 
el  grueso  nudo  y  el  ancho  pie.  La 
copa,  receptáculo  cónico,  liso  interior 
y  exteriormente ,  tiene  0'21"'.  de  diá- 
metro. En  el  nudo,  que  es  de  gran  re- 
lieve, aparecen  cinceladas  las  repre- 
sentaciones aladas  y  simbólicas  de  los 
Evangelistas,  esto  es,  el  león,  el  toro, 
el  águila  y  el  ángel.  Por  cima  y  por 
bajo  del  nudo  vese  una  serie  de  rose- 
toncillos,  tan  sencillos  como  elegantes. 
Rl  oie.  de  amolia  base,  mide  O'Sl.""  de 


66 


boletín 


diámetro.  Adórnale  triple  serie  super- 
puesta de  á  doce  lóbulos  ó  comparti- 
mientos; en  los  de  la  más  ancha  y  ex- 
terior aparecen  grabadas  las  doce  figu- 
ras del  Apostolado,  de  frente,  con  sus 
correspondientes  atributos,  y  en  las 
otras  dos  series  vénse  ángeles  alados. 

La  altura  del  cáliz  alcanza  0'325."\ 
siendo,  por  tanto,  de  los  de  gran  tama 
ño,  A  más  de  los  grabados  y  relieves 
de  que  antes  hice  mérito,  prestan  ma- 
yor gentileza  á  este  vaso  sagrado  lo 
accidentado  de  su  planta  y  los  rosetón- 
cilios  calados  que  en  su  extremo  infe- 
rior se  dibujan.  Ningún  signo,  marca 
ó  letra  aparece  en  la  superficie  exte- 
rior ni  interior  del  cáliz ,  que  es  en  su 
especie  un  magnífico  producto  de  la 
orfebrería  de  la  Edad  Media. 

Compañera  del  cáliz  es  la  patena, 
de  cuya  cara  superior  da  exacta  idea 
la  fototipia.  Su  diámetro  es  de  0,30"^-; 
en  la  parte  central  y  rehundida  divísa- 
se, dentro  de  un  círculo  adornado  con 
labores,  á  Cristo  crucificado  entre  su 
Santísima  Madre  y  San  Juan,  figuras 
todas  grabadas.  La  cara  posterior  de 
la  patena  no  ostenta  labor  ni  marca  de 
ningún  género. 

X 

X     X 

La  descripción  de  este  cáliz  reclama 
algunas  consideraciones,  enderezadas 
á  indagar  el  uso  á  que  fué  destinado, 
el  arte  que  en  él  campea,  la  época  en 
que  se  labró,  y,  si  fuera  posible,  el 
orífice  á  quien  se  debe. 

Dado  su  tamaño,  parece  cierto  que 
no  se  le  destinó  al  mismo  uso  de  los 
cálices  ordinarios,  ó  sea  al  de  conte- 
ner el  vino  eucarístico  que  ha  de  con- 
sumir el  sacerdote  en  la  Misa.  En  la 
Catedral  de  Toledo  túvosele  por  cáliz 
de  los  llamados  ministeriales^  que  ser- 
vían para  dar  la  Comunión  á  los  fieles 
bajo  las  dos  especies  sacramentales; 
opinión  no  del  todo  improbable,  pues  si 
bien  es  cierto  que  ya  en  los  siglos  XII 
y  XITT  cayó  bastante  en  desuso  la  Co- 


munión bajo  ambas  especies  para  los 
legos,  hasta  el  Concilio  general  de 
Constanza  (1415-1418)  no  adquirió 
completo  arraigo  la  Comunión  bajo  la 
sola  especie  de  pan.  Es,  sin  embargo, 
más  creíble  que  el  cáliz  en  cuestión  (y 
así  se  hace  constar  en  el  Catálogo  de 
la  Exposición)  sirviera  el  Jueves  San- 
to para  sumir  los  prebendados  las  ablu- 
ciones después  de  la  Comunión. 

Más  sencillo  es  fijar  su  filiación  ar- 
tística. Hásele  considerado  como  bi- 
zantino, á  la  verdad  sin  fundamento, 
pues  el  gusto  gótico  primario  bien  pa- 
tente está  en  sus  ornatos  y  figuras,  y 
principalmente  en  los  gallardos  rose- 
toncillos  de  su  tallo  y  base.  Sin  que 
valga  fijarse  en  ciertas  reminiscencias 
bizantinas  que  se  observan  en  el  Apos- 
tolado grabado  en  el  pie  y  en  los  sím- 
bolos de  los  Evangelistas  que  aparecen 
en  el  nudo,  pues  conocida  es  la  per- 
sistencia de  la  tradición  bizantina  en 
Occidente,  y,  por  lo  que  respecta  á 
España,  hasta  bien  generalizado  y 
connaturalizado  entre  nosotros  el  arte 
ojival. 

Correspondiendo,  pues,  el  cáliz  á 
este  arte  en  su  primer  período,  llano 
es  atribuirle  al  siglo  XIII,  en  el  que 
efectivamente  debió  de  ser  labrado. 
Con  anterioridad  á  aquel  siglo,  y  á 
partir  de  los  primeros  de  la  Iglesia,  la 
forma  de  los  cálices,  como  también  su 
materia,  estuvieron  sujetas  á  multitud 
de  variaciones.  Vasos  toscos,  en  gene- 
ral, húbolos  en  un  principio  de  made- 
ra, barro,  vidrio,  cobre,  bronce,  plo- 
mo, piedra  y  estaño,  hasta  que  estos 
últimos  y  los  de  vidrio  fueron  prohibi- 
dos por  el  Papa  León  IV.  También  se 
hicieron  desde  antiguo  de  marfil  y  de 
ágata,  de  plata  y  oro;  pero  fácilmente 
se  colige  que  serían  pocos  los  templos 
que  podrían  agenciarse  aquellas  mate- 
rias y  metales  preciosos.  Por  lo  que  á 
España  respecta,  5^a  sus  Catedrales 
eran  ricas  en  el  siglo  XIII  en  objetos 
de  oro  y  plata,  entre  los  cuales  debe 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


67 


suponerse  no  escasearían  valiosos  cá- 
lices. Pero,  merced  á  las  vicisitudes 
por  que  los  tesoros  de  las  iglesias  han 
pasado,  son  raros  los  que  de  aquél  y 
de  anteriores  siglos  se  conservan  en- 
tre nosotros  (1),  lo  que  acrece  el  valor 
y  la  importancia  del  cáliz  de  la  Iglesia 
toledana. 

Casi  imposible  es  la  tarea  de  fijar  el 
autor  de  este  vaso  sagrado.  Que  es 
trabajo  español,  téngolo  por  seguro,  y 
como  muy  probable,  que  toledano.  El 
gremio  de  plateros  alcanzó  en  Toledo 
notable  importancia  en  los  siglos  me- 
dios, importancia  que  se  explica  por 
la  tan  frecuente  residencia  de  la  corte, 
por  la  riqueza  de  la  ciudad  y  la  exce- 
lencia de  su  templo  metropolitano, 
para  el  cual  principalmente  trabajaban 
los  orfebres.  Davillier  publicó  en  parte 
en  su  conocida  obra  (2)  los  estatutos  de 
aquel  gremio  toledano,  que  datan  de 
1423  y  comprenden  veintitrés  capítu- 
los. Por  este  documento  se  colige  que 
la  importancia  de  los  del  oficio  era  en 
Toledo  bastante  anterior  al  primer  ter- 
cio del  siglo  XV,  en  que  ya  nos  son 
conocidos  no  pocos  nombres  de  plate- 
ros establecidos  en  la  ciudad  del  Tajo. 

De  uno  de  éstos,  correspondiente  al 
siglo  XIII,  se  conserva  también  el  re- 
cuerdo, del  Maestro  Jorge,  á  quien 
nombra  el  Rey  D.  Alfonso  X  en  sus 


(1)  Son  citados  y  conocidos,  entre  otros:  el  cáliz  del 
Monasterio  de  Santo  Domin^ro  de  Silos,  del  siglo  XI, 
de  oro,  mandado  hacer  en  honor  de  San  Sebastián 
por  el  Abad  Domingo,  según  la  inscripcin  grabadaó 
en  el  objeto.— Cáliz  de  San  Isidoro  de  León,  del  si- 
glo XII,  con  copa  y  pie  de  ágata,  é  inscripción  dedi- 
catoria de  Urraca  Fredinandi.—Cá.\\z  de  plata,  del 
siglo  XII,  que  perteneció  á  la  Colección  Stein  y  des. 
pues  al  Cardenal  Moreno;  en  el  nudo  ostenta  entrela- 
zos  y  las  representaciones  simbólicas  de  los  Evange- 
listas, y  en  el  pie  una  inscripción  que  declara  haber- 
se hecho  por  el  Abad  Pelayo  en  honor  del  Apóstol 
Santiago.— Cáliz  de  plata,  de  fines  del  siglo  XII,  atri- 
buido á  San  Rosendo,  y  que  presentó  en  la  Exposi- 
ción histórico-europea  el  Cabildo  de  Santiago;  con 
copa  semioval,  grueso  nudo  y  pie  en  que  se  nota  una 
grabada  imagen  de  la  Virgen,  con  un  devoto  perso- 
naje á  sus  plantas. 

(2)  Recherches  sur  l'Orfévrerie  en  Espague  au 
moyen  age  et  á  la  Renaissance...  par  le  Barón  Ch. 
Davillier.-(París  ,  MDCCCLXXIX),  págs.  106  y  si- 
smientes. 


Cantigas^  y  que  trabajaba  con  gran 
crédito  por  los  años  1279  en  Toledo,  ya 
que  desde  Sevilla  se  le  encargaron  (se- 
gún suponen  varios  escritores)  obras 
tales  como  el  notable  tríptico- relicario 
de  SU  Catedral,  conocido  con  el  nombre 
de  Tablas  Alfonsinas  (1).  ¿Sería  tam- 
bién este  Maestro  Jorge  el  autor  de 
nuestro  cáliz,  cuya  labor  acaso  confió 
á  SU  cuidado  el  Cabildo  toledano,  como 
el  hispalense  la  del  tríptico?  Lo  bello 
y  elegante  del  trabajo  da  idea  de  un 
artífice  maestro  entre  los  de  su  profe- 
sión ;  y  de  aquí  no  se  puede  pasar  á 
nuevas  conjeturas. 

Más  arriba  dije  que  el  cáliz  no  os- 
tenta marca  alguna,  y  esto  en  nada 
perjudica  á  mi  sospecha  respecto  de  su 
atribución.  Era  costumbre  entre  los 
orífices,  principalmente  desde  que  se 
agremiaron  y  tuvieron  establecimien- 
tos propios,  marcar  ó  sellar  las  piezas 
que  salían  de  sus  talleres;  pero  es  muy 
frecuente  hallar  antiguos  objetos  de 
orfebrería  española,  desprovistos  de 
todo  signo  de  autor,  lo  que  encaja  bien 
dentro  de  la  modestia  ó  de  las  prácti- 
cas de  nuestros  artistas  medioevales. 
Este  es  el  caso  del  cáliz  y  patena  de 
Toledo,  joya  digna  de  todo  aprecio, 
entre  las  que  conserva  la  Sede  ilustra- 
da por  los  Eugenios  é  Ildefonsos,  por 
los  Radas  y  Cisneros. 

El  Vizconde  de  Palazuelos. 

epigrafía  arábiga 


Lápida  conmemorativa  de  la  ampliación  alha- 
quemí,  recientemente  descubierta  en  la  Cate- 
dral de  Córdoba. 

Ion  motivo  de  las  obras  de  pavi- 
*   mentación  que  en  la  actualidad 
\  se  están  ejecutando  en  la  anti- 
gua  Mezquita  Aljama   cordobesa,    y 
constituyen  parte  de  las  de  restaura - 


(1)    Leguina:  La  plata  española  (Madrid,  1894), 
pág.  31.— Citan  también,  sin  más  noticias  que  su  nom- 


68 


boletín 


ción, — con  tanto  acierto  como  fortuna 
dirigidas  por  nuestro  buen  amigo  el  ar- 
quitecto D.  Ricardo  Velázquez, — más 
arriba  de  la  tan  afamada  Capilla  de 
Villaviciosa,  y  al  lado  de  la  de  San 
Pablo,  levantaron  los  albañiles,  entre 
otras  muchas,  una  lápida  de  mármol 
blanco,  de  l'",45  de  longitud  por  0"\76 
de  ancho. 

En  ella,  5^  en  grandes  capitales  la- 
tinas incisas,  del  siglo  XVI  ó  el  XVII, 
declarábase  en  once  lineas  : 

lOANNES  •  VOCOR. 
COGNOMENTO 
D.  CASTRO  •  PRES 
bíter  •  INDIG 
ÑUS  HVIVS  ALME 
ECCLESIE  CANO 
NICVS  •  FRATRES 
ORATE  •  PRO  ME 
A  D  D  O  M  I  N  V  M 
DICEN  TES  PA 
TER       NOSTER 

Al  volverla ,  notaron  que  por  el  re- 
verso tenía  como  labores ,  parecidas  á 
las  que  aparecen  en  eXMihráb^  y  dieron 
cuenta  del  hallazgo  al  Sr.  D.  Rafael 
Aguilar,  Sacristán  Mayor,  quien  se- 
parando la  lápida,  dio  cuenta  de  su 
hallazgo  al  Sr.  Velázquez;  convenci- 
do éste  de  que  eran  letras  arábigas  las 
supuestas  labores,  mandó  guardar  el 
monumento,  el  cual,  en  efecto,  es  una 
hermosa  lápida  conmemorativa,  que 
consta  de  veinte  líneas  de  caracteres 
cúficos  en  pronunciado  relieve,  y  que, 
merced  á  la  circunstancia  de  haber 
sido  utilizada  para  cubrir  la  sepultura 
del  canónigo  D.  Juan  de  Castro,  ha 
tenido  la  fortuna  de  llegar  íntegra  á 
nuestros  días,  y  en  perfecto  estado  de 
conservación,  permitiendo  así  su  inte- 
ligencia y  su  lectura. 


bre,  al  toledano  Maestro  Joriíe,  el  Sr.  Riaño  en  The 
indiislrial  arts  iii  Spaiii  (Londres,  1879;,  pág.  41,  y 
Davillier  en  su  obra  antes  mentada.  Ceán  Bermúdez 
no  tuvo  noticia  de  su  existencia,  ni  aun  menciona  en  su 
Diccionario  platero  alguno  español  del  siglo  XIII. 


Dice,  pues,  de  este  modo: 


h 


k_3L_á! 


Á »^ .     « si.     i ^'» >       » j| 


jj.  a.M 


SJUJI 


En  el  nombre  de  Alláh  ,  el  Clemente,  el  Mi- 
sericordioso! Confiesa  ante  Alláh,  que  cierta- 
[menie  no  hay  otro 
dios  sino  Él!  Los  ángeles,  y  los  que  invocan  la 

[sabiduría- 
eterna  y   ¡a  justicia  (repiten  también):  No 
[hay  otro  dios  sino  El!  El  Omnipotente!  - 
El  sabio  (1).'  Lo  que  quiere  Alláh,  es!  No  hay 

[fuerza  ni 
5     poder  sino  en  Alláh!  bendición  de  Alláh  so- 

[bre  Mahoma, 

último  de  los  profetas  y  principe' de  los  envia- 

[dos.  Reverenciado  sea 

en   el  universo!  Mandó  el  Imam  ^   siervo  de 

[Alláb, 

Al-Hakém  Al-Mostanssir-hil-Láh ,   Principe 

[de  los  creyentes^ 

sucesor  en  su  fe ,   Vicario  suyo  entre  sus  sier- 

\yos, 
10  el  guardador  de  sus  preceptos ,  el  defensor 
de  sus  prohibiciones,  y  el  agradecido 


(1)    Koran,  Sura  III,  aleya  16. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


69 


por  sus  beneficios  {¡prolongue  Alláb  sus  días 

[con 
dilatada  noble:(a,  copiosa  pj^, 
y  la  mayor  suma  de  goces  y  prosperidades!), 

[hacer  esta 

15  ampliación^   la  cual  quedó    terminada  por 

[auxilio  de  Alláh,  v  por  su  orden, 

bajo  la   dirección  de  su  liberto  y  su  háchih 

[Chaáfár -ben- 
Abd-ir  Rahmán  (¡complázcase  AUáh  en  él!), 
con  aspecto  de  fortale:(a  v  complemento  de  sus 

[  arcadas, 
en  el  año  ocho  y  cincuenta  y  tres- 
20  cientos.   Alabado  sea  AUáh,  señor  del  Uni- 

[verso! 

No  era,  pues,  el  hallazgo,  supuestas 
las  declaraciones  que  contiene ,  de  es  ■ 
casa  valía  ni  de  interés  secundario; 
era  de  grandísima  importancia,  pues 
por  el  testimonio  irrefutable  que  pro- 
cura, demuestra,  contra  lo  general- 
mente creído  hasta  aquí,  por  las  noti- 
cias consignadas  en  las  obras  arábi- 
gas, y  por  los  epígrafes  murales  ya 
conocidos,  que  las  obras  de  ampliación 
ejecutadas  por  Al-Hakém  II  en  la  Mes- 
quita- Aljama.^  ya  ampliada  en  el  siglo 
anterior  por  Abd-er- Rahmán  II,  lejos 
de  terminar  el  año  354,  y  de  durar  cua- 
tro solamente,  no  quedaron  perfectas 
hasta  el  año  358  (1),  que  corresponde 
al  espacio  de  tiempo  comprendido  en- 
tre el  25  de  Noviembre  de  968  al  14 
del  mismo  mes  de  969. 

Para  guardar  duradero  recuerdo  de 
aquella  fecha  memorable,  en  que  Al- 
Hakém  veía  realizados  el  pensamiento 
y  la  aspiración  quizás  principales  de 
su  vida  califal,  hacía  esculpir  la  pre- 
sente lápida,  y  la  mandaba  fijar,  sin 
duda,  en  el  exterior  del  muro  oriental, 
ó  sobre  alguna  de  las  puertas  del  mis- 
mo en  la  Aljama;  destruida  por  Al- 
Manzor  esta  fachada,  para  ampliar  la 


(1)  A  este  mismo  año  corr-esponde  otra  lápida  con- 
memorativa ,  de  que  han  sido  descubiertos  en  Málaga 
dos  fragmentos,  en  los  cuales  se  hace  relación  á  un 
minarete  erigido  por  el  cuidado  de  cierto  Omar-ben- 
Idrís.— Debemos  el  conocimiento  de  la  fotgrafía  deo 
este  epígrafe  á  nuestro  buen  amigo  el  erudito  escri- 
tor murciano  Sr.  D.  Pedro  Díaz  Cassou. 


mezquita ,  acaso  dispusiera  la  conser- 
vación del  epígrafe  en  aquella  parte 
re<ípetada  por  él,  y  de  que  es  testigo  la 
llamada  Puerta  del  Punto  6  del  Choco- 
late; mas  las  reformas  experimentadas 
por  el  templo  después  de  la  reconquis- 
ta, el  cambio  de  destino  que  hubo  de 
recibir  la  cobba  donde  abría  la  puerta 
indicada,  y  otras  circunstancias,  hicie- 
ron desaparecer  el  monumento  epigrá- 
fico, sabe  Dios  en  qué  ocasión,  y  en  el 
siglo  XVI,  si  no  en  el  siguiente,  el  Ca- 
pítulo utilizaba  aquella  reliquia  para 
cubrir  con  ella  la  sepultura  del  canóni- 
go D.  Juan  de  Castro,  la  cual  llevó  con- 
sigo la  memoria  cuya  perpetuidad  qui- 
so Al-Hakém  asegurar  en  el  epígrafe. 
Hermosos  son  los  caracteres  de  éste, 
íntegro  por  fortuna,  es  ejemplar  de 
muy  subido  precio  y  singular  impor- 
tancia bajo  todos  los  puntos  de  vista, 
y  al  darle  por  primera  vez  á  la  estam- 
pa ,  haremos  notar  en  él  la  vaguedad 
con  que  á  nuestro  juicio  determina  las 
obras  de  ampliación  á  que  alude ,  de- 
biendo agradecer  al  buen  sentido  de  los 
operarios,  y  á  la  discreción  del  señor 
Aguilar,  la  conservación  de  este  mo- 
numento, el  cual,  con  otros  varios  de 
índole  diversa   allí    encontrados   con 
ocasión  de  las  obras,  ha  de  formar,  se- 
gún piensa  el  Sr.   Velázquez,  peque- 
ño ,   pero  interesante  Museo  de  aquel 
templo  incomparable. 

Séanos  lícito  suplicar  al  Excmo.  se- 
ñor D.  Rafael  Conde  y  Luque,  Direc- 
tor de  Instrucción  Pública,  y  cordobés, 
que,  en  vista  de  la  excepcional  impor- 
tancia de  esta  lápida,  disponga  la  re- 
producción de  la  misma  para  acrecen- 
tar con  ella  la  Colección  epigráfica  en 
el  Museo  Arqueológico  Nacional  reco- 
gida, determinación  que  habrán  de 
agradecerle  por  igual  los  arqueólogos  y 
los  que  estudien  la  historia  de  la  famo- 
sa Mezquita  de  los  Abd  er-Rahmanes. 

Rodrigo  Amador  de  los  Ríos. 

4  Junio  1896. 


'70 


boletín 


CUÉL_L_AR 


(Contiuuacióu.J 

Muerto  D.  Fernando  y  su  hija  doña 
Blanca,  á  la  que  el  documento  antes  ci- 
tado se  refiere,  heredó  la  villa  de  Cué- 
llar  doña  Juana  Manuel,  reina  de  Cas- 
tilla desde  1366,  ó  mejor  desde  1369,  en 
que  ocupó  su  marido  D.  Enrique  defi- 
nitivamente el  solio;  á  la  muerte  de 
éstos  (1),  su  hijo  D.  Juan  I  fué  señor  de 
Cuéllar,  y  en  la  villa,  como  ya  se  ha  di- 
cho, dejó  á  su  esposa  la  Reina  doña 
Leonor  durante  su  expedición  á  Por- 
tugal, y  en  ella  fué  donde  entonces  mu- 
rió esta  señora,  dejando  al  Rey  dos 
hijos,  D.  Enrique  y  D.  Fernando,  Esto 
ocurría  en  1382,  y  el  Rey  de  Portugal, 
siempre  atento  á  procurarse  favora- 
bles alianzas  con  el  matrimonio  de  su 
hija  doña  Beatriz,  que  antes  había  sido 
ya  desposada  con  otras  personas  y  la 
última  precisamente  con  el  hijo  del 
rey  D.  Juan,  por  virtud  de  la  paz  de 
Yelves,  no  vio  inconveniente  en  inten- 
tar y  concertar,  por  último,  su  matri- 
monio con  este  mismo  rey  D.  Juan  de 
Castilla ;  y  aunque  la  novia  sólo  tenía 
once  años ,  celebróse  la  unión  de  am- 
bos en  Valladolid  el  17  de  Mayo  de 
1383,  bodas  celebradas  con  extraordi- 
nario fausto  y  en  las  que  se  hizo  notar 
la  presencia  del  soberano  de  Armenia 
León  V,  que  se  presentó  con  oriental 
esplendor,  á  pesar  de  estar  despojado 
de  sus  reinos. 

El  rey  D.  Juan  dio  á  su  nueva  es- 
posa, en  arras,  la  villa  de  Cuéllar  (2),  y 


(1)  En  el  testamento  otorgado  por  D.  Enrique  en 
Burgos,  á  29  de  Mayo  de  1374,  se  decía:  "Otrosí  man- 
damos c  tenemos  por  bien  que  la  Reyna  Doña  Juana, 
mi  mujer,  que  ten?a  por  su  vida  todas  las  ciudades  é 
villas  é  lugares  quv  ahora  tiene,  é  que  aya  el  señorío 
e  rentas  é  pechos  é  derechos  dellos  hasta  el  dia  de 
oy;  pero  que  después  de  su  vida  queden  é  finquen  para 
la  corona  de  nuestros  Reynos.„ 

(2)  El  rey  de  Portugal,  en  las  capitulaciones  de  su 
hija  doña  Beatriz  con  D.  Juan  I  de  Castilla,  propuso 
que  tuviese  ésta  los  mismos  pueblos  que  la  Reina  doña 
Juana  cuando  murió.  —  Flórez  :  Reinas  católicas, 
X.  II,  pág.  675. 


nos  consta  que  hizo  uso  de  su  señorío, 
confirmándola  sus  antiguos  privilegios 
5^  franquezas;  pues  como  en  la  prime- 
ra parte  de  este  estudio  hice  notar, 
fueron  en  nombre  de  la  villa  los  regi- 
dores Barco  Pérez  y  Diego  Martínez 
á  la  cortea  hacer  el  pleito -homenaje 
de  obediencia,  y  ella  los  despachó  aga- 
sajados y  complacidos  en  sus  preten- 
siones. A  la  muerte  de  su  padre,  doña 
Beatriz  fué  proclamada  reina  de  Por- 
tugal y  las  tropas  castellanas  sostu- 
vieron con  desgracia  sus  derechos, 
pues  derrotadas  en  Aljubarrota,  y  des- 
pués de  varios  sucesos  que  no  son  aho- 
ra de  referir,  tuvieron  que  abandonar 
la  empresa  de  hacer  que  poseyera  el 
reino  de  sus  mayores:  cuando  murió  su 
esposo  D.  Juan  I,  la  Reina  se  retiró  al 
monasterio  de  Sancti  Spiritus  de 
Toro,  y  allí  está  sepultada :  D.  Juan  I, 
antes  de  morir,  en  1390,  dispuso  en 
favor  de  su  hijo  segundo  D.  Fernando 
de  la  villa  de  Cuéllar,  con  otros  here- 
damientos; el  documento  original  de 
esta  cesión,  se  encuentra  en  el  archi- 
vo de  Simancas,  y  fué  uno  de  los  que 
se  exhibieron  en  el  Palacio  de  Recole- 
tos en  la  última  Exposición  Históri- 
ca (1). 

Poseyó  D.  Fernando  I  de  Aragón  la 
villa  de  Cuéllar  durante  su  corto  rei- 
nado, y  al  morir  "de  los  estados  que  el 
„Rey  y  la  Reina  su  mujer  tenía  en 
„Castilla,  ordenaro  de  esta  manera. 
„Al  Infate  D.  Jua  se  dio  el  señorío 
„de  Lara  co  sus  derechos  y  la  villa  de 
„Medina  del  Campo  y  sus  aldeas:  el 
„ducado  de  Peñafiel  y  el  condado  de 
„Mayorga:  y  las  villas  de  Cuéllar, 
„Castrogerix,  Olmedo,  Villaloy enRio- 
Ja,  Haro,  Bilhorado,  Briones  y  Cere- 


(1)  Exposición  Histórico-Europea,  1892  á  1893.— 
Catálogo  general.— Sala  X,  708.— Privilegio  rodado 
del  rey  D.  Juan  II  confirmando  el  otorgado  por  su 
padre  D.  Enrique  III  (también  éste  es  confirmación 
de  la  donación  de  D.  Juan  I )  á  favor  del  infante  don 
Fernando,  á  quien  hizo  merced  de  la  villa  de  Cué- 
llar.—Alcalá  de  Henares,  11  de  Julio,  1408.  Lleva 
pendiente  el  sello  en  plomo  del  rey  D.  Juan. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


7t 


„zo „ . . .  ( 1 )  Empieza  entonces  para  Cas- 
tilla una  época  de  funestas  turbulencias 
causadas  por  la  ambición  é  intrigas  de 
los  Infantes  aragoneses,  y  durante  ella 
Cuéllar  viene  á  ser  el  centro  de  tantas 
maquinaciones  y  trastornos;  bien  se 
d£Ja  ver  en  los  rápidos  y  repetidos 
cambios  de  dominio  que  sufre^  no  como 
antes,  siguiendo  tranquilamente  la  mar- 
cha ordenada  de  las  sucesiones  de  sus 
señores,  sino  siendo  reflejo  de  las  al- 
ternativas de  influencia,  de  los  triun- 
fos guerreros  ó  de  los  manejos  corte- 
sanos de  los  que  se  disputaban  la  pri- 
vanza del  Rey. 

Desde  1416,  en  que  murió  D.  Fer- 
nando, hasta  1430,  D.  Juan,  su  hijo. 


quien  hicieron  salir  de  la  corte;  pero 
en  1430,  y  después  de  volver  D.  Alva- 
ro de  Luna  á  la  gracia  del  Rey,  lo  pri- 
mero que  éste  hizo  fué  confiscar  á  los 
Infantes  de  Aragón  las  villas  y  casti- 
llos que  tenían  en  su  reino.  Cinco  años 
hacía,  desde  1425,  que  D.  Juan  el  se- 
ñor de  Cuéllar  era  Rey  de  Navarra,  y 
Cuéllar  pertenecía  por  esto  al  pequeño 
y  glorioso  reino  pirenaico,  al  despo- 
jarle de  ella  el  soberano  de  Castilla  la 
dio  á  D.  Fadrique,  Conde  de  Luna,  el 
hijo  de  D.  Martín  de  Sicilia  que  por 
haber  venido  á  este  reino  con  el  pro- 
pósito de  combatir  á  los  aragoneses 
pareció  depositario  indicado  para  que 
disfrutase  de  sus  despojos;  al  dársela 


CASTILLO  DE  CUÉLLAR.— Fachada  del  mediodía 


dominó  en  Cuéllar,  y  allí  reunía  las 
huestes  que  habían  de  combatir  á  su 
hermano  Enrique  y  hacerle  lugar  pre- 
eminente en  la  corte  del  rey  don 
Juan  II,  como  ya  en  la  primera  par- 
te se  dijo:  esta  influencia  y  poder  ha- 
bía de  caer  bien  pronto  por  tierra, 
con  el  rápido  encumbramiento  de  don 
Alvaro  de  Luna,  que  llegó  á  ser  el  ver- 
dadero soberano  en  Castilla  ;  pero  la 
envidia  y  las  ambiciones  por  él  conte- 
nidas buscaron  forma  de  estallar  de 
manera  formidable,  y  en  1426,  confe- 
derados los  grandes  con  el  Rey  de  Na- 
varra y  el  Infante  D.  Enrique,  ya  re- 
conciliados, lograron  imponerse  al  Rey 
y  separar  de  su  lado  á  D.   Alvaro,  á 


(1)    Geron5-mo  Curita:^«a/cs  de  Aragón. — Libro 


diósele  también  toda  la  tierra  de  Cué- 
llar, pero  de  ella  exceptuó  el  Rey  á 
Montemayor  y  las  aldeas  y  lugares  de 
su  término ,  La  Mata,  Santiago  y  San 
Miguel  del  Arroyo,  Cogeces  del  Monte, 
Aldea  de  Val,  Casarejos ,  Santibáñez 
de  Valcorba  y  el  Caño,  los  cuales  dio 
al  Dr.  Diego  Rodríguez  de  Valladolid. 
Disfrutaba  la  villa  y  sus  términos  el 
Conde  de  Luna  D.  Fadrique,  cuando 
en  1433  sin  duda  por  fraguarse  ya  en 
su  mente  el  propósito  de  deslealtad 
contra  su  protector  el  Rey  de  Castilla, 
propósito  que  había  de  descubrirse  al 
año  siguiente,  hizo  donación  de  la  villa 
y  su  tierra  á  su  hermana  doña  Violan- 
te, por  instrumento  otorgado  en  la  vi- 
lla de  Lora  á  24  de  Octubre  del  año 


1 AOO    ^^^ 


72 


boletín 


nuel  Alfonso  (C);  doña  Violante,  Con- 
desa de  Niebla  por  haber  casado  con 
D.  Enrique  de  Guzmán,  era,  como  el 
Conde  de  Luna,  hija  bastarda  del  Rey 


'C'  1433.—  Don  Fadrique  de  Aragón,  Conde  de 
Luna,  hace  donación  de  Cuéllar  á  Doña  Violante 
SH  hermana.  Condesa  de  Niebla.— Sepan  cuantos 
esta  carta  de  donación  vieren  como  j^o  Don  Fa- 
drique de  Arazon  ,  Conde  de  Luna,  de  mi  pi^opia 
y  libre  boluntad  sin  premia  y  sin  fuerza  nin  otro 
contreflimiento  alguno,  otorgo  y  conozco  que  do 
pura  y  en  justa  y  perfecta  donación  non  rrebocable 
fha.  entrevivos  agora  y  para  siempre  jamas  á  vos 
Doña  Violante  dearagon,  Condesa  de  Niebla,  fija  de 
mi  Señor  y  mi  padre  el  Rey  Don  Martin  de  Qecilia 
que  Dios  aya  que  estades  present  lami  Villa  de  Cué- 
llar la  qual  dha  .  villa  está  en  este  Reino  de  Castilla 
de  la  qual  dha.  villa  vos  fago  la  dha.  donación  con 
toda  su  tierra  y  con  todas  sus  fortalezas  y  logares  y 
Aldeas  y  vasallos  y  dros.  y  señorios  y  fuentes  y  pra- 
dos y  áehesas  y  rics  y  pasturas  y  aguas  corrientes  v 
estantes  y  manantes  y  términos  y  territorios  y  con 
todo  el  mero  y  mixto  ynperio  y  juridicion  gevil  y  cri- 
minal alta  y  baxa  y  con  todas  las  otras  cosas  de 
qualquier  manera  y  condición  que  sean  que  A  la  dha. 
villa  y  tierras  y  aldeas  y  á  cada  una  dellas  amí  como 
aseftor  dellas  pertenezca  y  pertenezer  puede  y  deve 
en  qualquier  manera  y  por  qualquier  titulo,  orracjon, 
yaccion  que  sea  aside  f  ho  .  como  de  dr  o.  deuso  y  de 
costumbre  como  en  otra  qualquier  manera  asi  agora 
como  en  qualquier  tiempo  segund  que  lo  oy  dia  tengo  y 
poseo  y  me  pertenesce  y  pertenescer  puede  y  deve  en 
qualquier  manera  y  por  qualquier  razón;  la  qual  dha. 
donación  en  la  manera  que  dha.  es  vos  fago  por  el 
buen  debdo  y  amor  que  con  vos  la  dha .  Doña  Violante 
mi  hermana  tengo  y  por  muchas  onrras  y  cargos  y , 
buenas  obras  que  de  vos  tengo  rrescevido  y  rrescivo 
de  cada  dia,  y  por  muchos  gastos  que  de  vros  vienes 
he  f  h  o.  cavienes  vros  .  he  rrescevido  y  montan  tanto 
y  mucho  mas  que  estad¥a.  donación  que  vos  fago, 
nin  otrosi  porquanto  al  tiempo  y  sac;on  que  vos  des- 
plastes  y  casastes  con  don  Herrique,  Conde  de  Niebla 
vro .  marido  yo  prometí  que  me  obligué  de  vos  dar 
en  dote  50.000  florines  de  buen  oro  y  de  justo  peso  de 
laleyycuftode  Aragón,  los  quales  dhosTsO.OOO  florines 
vos  yo  non  di  nin  entregué  nin  alguno  dellos  con  rre- 
numeracion  y  enmienda  y  satisfacion  de  lo  qual  vos 
fago  esta  donación  de  la  dha.  villa  con  todo  lo  que 
dho.  es,  la  qual  dha.  donación  vos  fago  pura  y  libre 
de  todo  tributo  y  de  todo  cargo  y  enagenaraiento  y 
sin  otra  condición  alguna  que  en  ello  aj^a  y  vos  fago 
pura  }•  simplemente  la  dha .  donación  de  la  dha .  villa 
de  Cuellar  y  de  toda  su  tierra  y  de  sus  aldeas  con  la 
dha.  juridicion  y  miro  y  misto  ynperio  y  con  todo  lo 
que  dho .  es  y  con  todas  las  otras  cosas,  aello  y  a  cada 
cosa  dello  anejas  y  pertenecientes  en  qualquier  ma- 
nera y  por  qualquier  rragon  y  con  todas  sus  entradas 
y  salidas  y  con  todas  sus  pertenencias  y  dros.  y  usos 
y  costumbres  cuantos  oy  dia  han  y  hauer  deven  de 
fho  .  y  de  dro  .  y  de  uso  y  de  costumbre  por  qualquier 
via  y  por  qualquier  rracon  quesea  E  desdeoy  dia  ena- 
delante  me  desapodero  de  la  tenencia  y  propiedad, 
señorío  y  posesión  de  la  dha.  villa  y  tierra  y  aldeas 
y  vasallos  y  dros.  y  montes  y  dehesas  y  rios  y  de  todo 
el  miro  y  misto  ynperio  y  juridicion  ccvil  y  criminal 
y  mista  y  alta  y  baxa  de  las  díias.  villa,  tierra  y 
aldeas  della  y  de  cada  una  cosa  dello  lo  do  y  entrego 
y  traspaso  todo  y  cada  una  cosa  y  parte  dello  A  vos  la 
dha.  Doña  Violante  mi  hermana  e  desde  agora  me 
constituio  por  tenedor  y  posehedor  precario  de  todo 


de  Sicilia,  habidos  durante  su  viudez 
de  dos  damas  de  aquel  reino  llamadas 
Agatusia  y  Tharsia  ( 1 )  :  en  el  citado 
documento  se  dice  que  la  dicha  dona- 
ción se  hace  por  los  muchos  favores  y 
pruebas  de  amor  que  de  su  hermana 
ha  recibido,  y  porque  al  tiempo  en  que 
ella  se  casó  con  el  Conde  de  Niebla,  se 
habla  D.  Fadrique  comprometido  á 
dotarla  con  50.000  florines  aragoneses, 
los  cuales  no  la  había  entregado,  y  por 
otros  dones  de  ella  recibidos,  todo  lo 
cual  valía  mucho  más  que  lo  que  ahora 
la  donaba;  viéndose  bien  á  las  claras, 
en  este  mismo  empeño  de  justificar  la 
donación  por  lo  que  apareciera  de  ex 
traña,  que  no  existía  realmente  un  mo- 
tivo natural  y  legítimo  para  ella,  como 
andando  el  tiempo  pudo  verse;  y  para 
que  esta  donación  fuera  cumplida  y  la 


ello  y  de  cada  una  cosa  y  parte  dello  por  vos  la  dha. 
Doña  Violante  mi  hermana. —E  yo  la  dha.  Doña  Vio- 
lante Condesa  seyendo  presente  atodo  lo  suso  dho . 
en  esta  carta  contenido  otorgo  y  consiento  en  esta 
donación  contenida  en  esta  carta  y  la  rrescivo  y  aceb- 
to  para  mí  esta  dha .  donación  que  vos  el  dho  .  D.  Fa- 
drique de  Aragón,  Conde  de  Luna,  me  fazedes  de 
la  dha .  villa  de  Cuellar,  con  todos  sus  términos,  y  va- 
sallos y  juridicion  y  mero  y  misto  ynperio  y  con  todas 
las  sus  pertenencias  segund  y  por  la  via  y  forma  y  ma- 
nera y  por  las  cabsas  que  me  la  fazedes  y  en  esta  car- 
ta se  contiene,  nin  otrosi  acebto  y  rrescivo  en  mí  y 
para  mi  3'  en  mi  ayuda  y  favor  todos  los  otorgamien- 
tos y  pactos  y  posturas  y  promisiones  y  obligaciones 
y  rrenunciaciones  fhas.  y  otorgadas  por  vos  el  dho. 
señor  Conde  mi  hermano  en  esta  carta  y  por  ella. 
Fha.  la  carta  en  la  villa  de  Lora  Jueves  24  dias  del 
mes  de  Octubre  año  del  nacimiento  de  nro.  saluador 
Jesucristo  de  1433  años,  testigos  que  fueron  presentes 
atodo  lo  sobre  dho.  y  a  cadauna  cosa  y  parte  dello 
para  lo  cual  fueron  llamados  y  rrogados  D.  Fernando 
de  Vcintemilla  Micer  Antonio  demoricon  Contador 
maior  del  dho.  Sr.  Conde  y  Rodrigo  despinosa  y  Juan 
desepulbeda,  vecino  de  Sevilla  y  Feo.  devillas  vecino 
de  la  dha.  cibdad  de  Sevilla,  criado  del  dho.  señor  Con- 
de Don  Fadrique.  

E  yo  Manuel  Alfonso  de  Sevilla,  ssno.  de  nro.  sr. 
el  Rey  e  su  notario  publico  en  la  su  Corte  y  en  todos  los 
sus  Reynos  fuy  presente  con  los  dhos.  testigos  á  todo 
lo  suso  dho.  en  esta  carta  contenido  corriiego  e  pedi- 
mento del  dho.  señor  D.  Fadrique  de  Aragón,  Conde 
de  Luna  esta  carta  ñze  scriuir  la  qual  ba  scripta  en 
cinco  foxas  de  papel  de  quatro  foxas  en  pliego  scrip- 
tas  dam  vas  partes  con  esta  enqueva  misigno  e  en  fin 
de  cada  plana  baseñalado  con  la  señal  de  mi  nombre 
eporende  fize  aquí  este"  mió  signo  atal.  Entestimonio 
de  verdad,  Manuel  Alfonso. 

(Academia  de  la  Historia,  Col.  Salz.,— M.  9,  folio  315 
vto.— Original  en  el  Archivo  del  Infantado.) 

(1;  Gebhardt:  Historia  de  España,  tomo  IV,  pá- 
gina 178. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


73 


transmisión  del  dominio  no  sufriera 
contrariedades,  en  aquel  mismo  día  y 
ante  el  mismo  notario  el  Conde  de 
Luna  jura  la  entrega  de  la  villa  (D)  y 


(D.^     1433  —El  Conde  de  Luna  jura  la  posesión  de 
Cuéllar  y  la  da  á  Doña  Violante. 

En  Lora,  villa  del  Prior  de  S.  Johan,  jueves  29  días 
del  mes  de  8.e  as.  del  na>cto.   del  n  salur.  Jesuxpto 
de  1433  años  este  dho.  día  estando  en  unas  casas  que 
son  dentro  en  la  dha.  va.  que  dis  que  son  del  dho. 
Prior,  p"d¡a  ser  cerca  de  vísperas  poco  mas  ó  menos 
en  presa    de  mi  Manuel   -Mfon  vzno.  de  Seuilla  sno. 
del  sr.  el  Rey  y  su  Noto,  pío  en  la  su  Corte  e  en  todos 
sus  Regnos  e  de  los  iuso  escritos  pareció  y  presente 
el  honrado  Sor.  D.  Fndrique  de  Araron ,   cde.  de 
Luna  e  dijo  que  por  quanto  oy  dho.   día  por  ante  mí 
el  dho.  sno.  y  n."  peo.  de  escritos  tenía  fho.  y  otorgado 
una  carta  de  donación  ala. ''";-«.  D  "  violante  de  Araron 
Csa.  de  Xic'bla ,  su  hermana  que  y  estaua  preste,  de 
la  va.  de  Cuellar  con  todas  sus  tiernas  y  con  todas  sus 
fortalezas  y  logres,  y  aldeas  e  vasallos  y  dros.  y  seño- 
ríos y  fuentes  y  prados  y  hazas  y  ríos  pasto  ?  y  pastu- 
ras y  aguas  corrtes.  y  estantes  }•  man.nntes  e'  términos 
e  territorio  e  con  todo  el  mero  misto  ynpo  e  juredi- 
cion  ceuil  e  criminal  alta  y  baxa  y  con  todas  las  otras 
cosas  de  que  qr.  natura  y  condición  que  sea  que  en  la 
dha.  Va.  de  Cuellar  y  tierras  y  Aldeas  y  cada  una  de 
ellas  auia  e  auer  deuia  el  al  dho    Sr.  D.   Fadriquc 
perienescian  y  pertenesciera  y  podían  y  deuian  en- 
qr.  manera  y  por  qe.  qr.  razcn  que  .«ea  así  de  Tho 
como  de  dro.  como  de  uso  y  de  costumbre  y  en  otra 
manera  y  porque  qr.  razón.  La  qual  dha.  donación 
la  fizo  por  cana   por   ante  mi  <  1  cho.  s-no,  to   y  tos 
deiuso  escritos  por  ciertas  causas  contenidas  y  es- 
presadas en  dha.  carta.  Para  lo  cual  mejor  tener  y 
guardar  y  facer  y  cumplir  y  auer  por  firme  todo  lo 
contenido  en  la  dha   carta  de  donon    y  de  lo  que  dho. 
es  fizo  y  otorgó  el  dho".  D.  Fadrique   dijo  que  juraba 
y  juró  por  el  nombre  de  Dios  y  por  la  señal  de  la  cruz 
e  ron  su  mano  dra.   juro  corporalmte.  y  A  las  pala 
bras  de  los  stos.  euangelios  doqu  er  que  mas  larga- 
mente están  scriptos  y   que   a    maior  abundto.  que 
facia  e  fizo  pleito  y  omenagc  una,  dos  y  tres  veces 
como  Conde  y  fijo  dalgo  que  las  cabsas  contenidas  en 
la  dha.  carta  por  que  el  hizo  la  dha.  donon.  á  la  dha. 
D.*  violante,  su  hermana  que  son  verdaderas  y  que  la 
dha.  donación  fuese  verdra.  y  verdramentc.  fhaTsin 
fraude  y  sin  engaño.  Y  que  hzo  y  otorgó  á   la  ^haT 
D.*  viol.xnte  su  hermana  la  dha.  donación  de  la  dha- 
Va.  y  su   lie  ra  y  aldeas  y  otras  cosas  en  la  dha. 
carta  de  donación  contenidas  porque  fue  su  vold    de 
lo  dar  y  donar  á  la  dha.  sa.  Csa.  Doña  Violante  su 
hermana  por  cargo  que  del  la  tenía  y  por  muchos  gas- 
tos que  de  los  bienes  de  la  dha    Csa.  Doña  Violante 
auia  fho.  Y  por  quanto  el  dho.  D  Fadrique  se  había 
obligado  por  contrabto  p  "  de  dar  y  pagar  á  la  d^hlT 
Sa.  Csa.  su  hermana  50.000  florines  de  oro  y  de  su 
justo  peso  de  los  de  la  ley  y  cuño  de  Aragón  en  dote 
y  en  casamo.  con  el  Sr  D.  Enrique  Conde  de  Niebla 
su  marido.  Por  la  qual  d^ha.  emien'ia  y  satisfación  el 
auia  fho.  la  dha.  donon.  y  por  otros  muchos  cargos 
que  della  tenia,  entre  los  quales  dhos.  r  argos  y  deb 
das  montan  mucho  mas  que  la  aha   donon.  le  obliga, 
se  a  yr  contra  ella  en  mana,  alguna  pena  de  caer  en 
caso  de  menos  valer  y...  De  lo  que  todo  en  cauo  pasó 
la  dha.  sa  Csa.  Doña  Violante  dijo  que  pedia  é  pidió 
á  mi  el  dho.  sno.  que  de  todo  lo  sobre  dho  en  cauo 
auia  pasdo.  que  se  lo  diese  asi  por  testio.  para  guarde 


le  hace  á  su  hermana  pleito  homenaje 
"una,  dos  y  tres  veces,  como  Conde 
y  fijodalgo,,  de  dicha  entrega  y  de 
que  las  causas  que  le  sirvieron  de  fun- 
damento eran  todas  verdaderas:  al 
año  siguiente  D.  Fadrique,  que  había, 
como  ya  se  ha  dicho,  tramado  una 
conspiración  para  apoderarse  de  las 
Atarazanas  de  Sevilla  y  darlas  á  los 
Aragoneses,  fué  reducido  á  prisión  y 
todos  sus  dominios  y  villas  confisca- 
dos. El  historiador  de  Aragón  Jeró- 
nimo Zurita  (1)  refiere  el  hecho  con 
estas  palabras:  "Sucedió  después  que 
estando  el  Rey  de  Castilla  en  Medina 
del  Campo,  un  martes  á  veynte  y  seys 
de  Enero  del  año  deMCCCClIII,  salien- 
do á  caca,  mando  á  do  Fadrique,  Conde 
de  Luna,  que  se  fuese  con  Don  Garci 
Fernandez  Manrrique,  Conde  de  Cas- 
tañeda, por  quanto  le  auia  mandado 
que  le  dixesse  algunas  cosas  de  su 
parte:  y  Ueuole  preso  y  mandó  enton- 
ces el  Rey  también  prender  á  un  caba- 
llero del  Conde  q"  llamauan  Capde- 
vila  y  á  otro  cauallero  de  su  casa  y  á 
un  fraile  Portugués  de  la  Orden  de  San 
Francisco:  y  embió  el  Rey  á  mandar 
á  Diego  González  de  Rivera,  Adelan- 
tado Mayor  de  la  Andaluzia,  que  se 
prendiessen  en  Seuilla  ciertos  caualle- 
ros:  y  se  pussiessen  en  las  Atarazanas. 
Fué  licuado  el  Conde  al  Castillo  de 
Ureña...  y  la  plata  y  joyas  que  el  Con 


ante  mí  pasó  que  fue  fho.  y  pasó  todo  lo  que  dho  es 
en  la  dha  Va  de  Lora  en  el  dho.  día  mes  y  año  sobre 
dho.  y^quc  fueron  prestes,  á  todo  lo  suso  dho  e  vie- 
ron e  oyeron  todo  lo  suso  dho.  e  cada  cosa  parte  dello 
para  lo  que  fueron  llamados  y  rogados,  D  Fernando 
de  Veintemilla  fijo  del  Conde  Johan  de  Veintimilla 
y  Mícer  Ant.°  de  Burico  Contador  del  dho".  Sr.  D.  Fa- 
drique Conde  de  Luna  y  vezino  de  Espinosa,  y  Fran- 
cisco de  Sepulbeda  vz."  de  Sevilla  y  Francisco  de 
Villar  vezino  de  la  dha.  Ciudad  de  Sevilla,  criados  df  I 
dho^  Sr  Conde  D.  Fadrique.  E  yo  Manuel  Alfonso  de 
Sevilla  »no.  de  nsor.  el  Rey  en  la  su  corte  e  en  todos 
los  sus  Regnos  fui  preste  con  los  nhos  Todo  lo  suso 
dho.  en  esta  carta  contenido  e  a  ruego  e  pedimento 
dedhóTSr.  D  Fadrique  de  Aragón.  Conde  de  Luna 
esta  carta  fizo  escriuir.  En  testmo.  Manuel  Alfonso. 
(Academii  de  la  Historia,  Col.  Salazar  M.  9  fo- 
lio 161.— Copia  auténtica,  Archivo  del  Infantado. 
(1)    Qurita  (Geronymo):  Anales  de  la  Corona  de 


74 


boletín 


de  tenía  en  la  villa  de  Cuéllar,  mandó 
el  Rey  de  Castilla  que  la  tuviessen  en 
deposito  García  de  Sessé  que  fué  con 
el  á  Castilla  y  quedó  aquella  villa  á 
Don  Gaspar,  hijo  del  Conde,  con  cier- 
ta renta  para  su  mantenimiento,..,, 

A  pesar  de  la  confiscación  real  y  de 
lo  que  anteriormente  dice  Zurita  de 
haber  quedado  la  villa  de  Cuéllar  á  un 
hijo  del  Conde  de  Luna,  llamado  don 
Gaspar,  es  lo  cierto  que  quien  tomó 
posesión  de  ella  en  1437  fué  doña  Vio- 
lante, la  que  apoderó  para  esto  á  don 
Martín  de  Guzmán;  presentóse  éste  en 
la  villa  el  día  26  de  Mayo  de  dicho  año, 
llevando  consigo  al  escribano  Esteban 
López  de  Toledo  y  estando  "  cerca  de 
la  Puerta  que  dicen  de  San  Martín,, 
requirió  con  dicho  poder  á  los  regido- 
res de  la  villa  para  que  le  hiciesen  en- 
trega de  ella,  y  como  signo  de  la  pose- 
sión que  tomaba  cerró  las  puertas  de 
la  villa,  quedando  él  á  la  parte  de 
adentro,  y  después  las  volvió  á  abrir, 
diciendo  que  tomaba  posesión  de  la 
villa  en  nombre  de  doña  Violante  de 
Aragón,  formalizándose  de  todo  un 
acta  en  la  que  pueden  verse  los  térmi 
nos  y  detalles  de  esta  ceremonia  (E). 

(E.)  U37.— Traslado  de  la  posesión  que  D.  Mar- 
tin de  Guzmán  tomó  de  la  villa  de  Cuéllar. 

(Este  es  traslado  de  una  sptura.  spta.  en  papel  y 
signada  de  su  mano  según  por  ella  aparecía.) 

En  la  villa  de  Cuéllar  veinte  y  seis  días  del  mes 
de  maio  año  del  nascimiento  de  nuestro  Saluador 
Jhuxpto.  de  mili  y  quatrocientos  y  treinta  y  siete 
años.  Esto  dijo  en  la  presencia  de  mi  estenan  lopes 
de  Toledo  scriuano  de  nuestro  Señor  el  rrey  y  su 
notario  publico  en  la  su  corte  e  en  todos  los  sus  rrei- 
nos  e  de  los  testigos  de  yuso  sprs.  estando  dentro  en 
la  dha.  villa  cerca  la  puerta  que  dizen  de  Sant  mar- 
tin  pareció  presente  Don  Martin  de  Giisman,  fijo  de 
Don  aluar  perez  de  s:,usman  que  Dios  aya,  vezino  de 
la  muy  noble  ciudad  de  Toledo  y  dixo  q  por  quanto  á 
Dona  hiolante  Dearaz,on  fija  del  muy  noble  rrey  Don 
niartin  de  (^ifilia  su  niuger  le  hcra  fecha  y  otorgada 
por  Don  Fadrique  Conde  de  Luna,  su  hermano  carta  de 
donagion  pura  perfeta  acauada  de  la  dha.  N'illa  de  Cué- 
llar e  de  sus  términos  e  juresdiccion  alta  e  baxa  mero 
e  misto  ymperio  e  le  dio  y  otorgó  con  la  dha.  carta 
de  donación  su  podr.  complido  para  q  ella  por  si  mes- 
ma  ó  quien  ella  quisiese  en  su  nombre  pudiese  tomar 
^  tomase  é  se  apoderar  y  se  apoderase  de  la  tenencia 
a  posesión  rreai,  corporal,  gebil  e  natura'  bel  casi, 
de  la  dha.  villa  p  de  sus  términos  e  de  cada  uno  dellos 
segund  se  contiene  mas  complidamente  en  la  carta 
de  la  dha.  donación  q  pasó  e  se  otorgo  ante  Manuel 
Alfonso  scriuano  del  dho.  Señor  rrey,  vczino  de  la 


dha.  ciudad  de  SeuíUa,  la  qual  dha.  Doña  Violante  de 
Aragón  dixo  el  dho.  Don  Martin  de  Guzman  quele  auia 
dado  y  otorgado  y  le  dio  y  otorgo  su  poder  compli" 
do  segund  que  le  ella  tenia  y  auia  con  su  licencia  que 
el  dho.   Don  Martin  para  ello  primeramente  le  dio  e 
otorgó  para  que  podiere  tomar  e  tomase  la  tenencia 
y  posesión  rreal,  corporal ,  actual  bel  casi,  de  la  dha. 
villa  e  de  sus  ter  ^'  segund  que  mas  complidamente 
en  dh.i    carta  de  poder  se  contiene  la  qual  el  dho. 
Don  Martin  de  Guzman  mostró  y  presentó  ante  mi  el 
dho.  escriuano  y  notario  publico  y  testigos  de  5'uso 
sptos.  y  pidió  á  mi  el  dho  scriuano  que  la  pudiese  e 
incorporase  en  este  presente  publico  instrumento  e 
yo  el  dho.  escriuano  por  su  rruego  del  dho.  Don  Mar- 
tin aqu'  la  incorporé  la  cual  ba  spta.  en  papel  e  sig- 
nada de  mi  el  dho    escriuano  y  firmada  de  su  nombre 
de  la  dha.  señora  Doña  violante  de  Aragón ,  el  tenor 
de  la  qual  es  este  que  se  sigue.—  Sepan  quantos  esta 
carta  vieren  como  yo  Doña  1'iolante  de  Arag^on,  fija 
del  muy  noble  Rev  Don  Martin  de  Ccfilia.  rauger  de 
Don  Martin  de  Guarnan,  fijo  de  Don  aluar  peres  de 
gusman,  que  Dios  aya,  vezina  e  moradora  en  la  muy 
noble  ciudad  de  Toledo,   con  licencia  e  autoridad  que 
primeramente  oue  y  me  dio  é  otorgo  el  dho.  Don 
Martin  de  Gusman  mi  marido  Para  fa^er  }•  otorgar 
esta  carta  de  poder  e  todo  lo  en  ella  contenido  ante 
el  scriuano  e  notario  pt*  el  testigos  yuso   sst.os  e  yo 
el  dho.  Don  Martin  de  Guzman  otorgo  e  conozco 
que  de  e  do  e  otorgo  la  dha.  licencia  e  autoridad  á  vos 
la  dha.  Doña  Violan  te  mi  muger  para  hazer  y  otor- 
gar esta  carta  e  todo    lo  en  ella  contenido  e  plazeme 
dello  c  no  lo  contradiré  ni  iré,  ni  berné  contra  ello  ni 
contra  parte  dello  }-o  ni  otro  por  mí,  ni  en  tiempo  del 
mundo,  ni  por   alguna   manera  con  obligación  de  to- 
dos mios  bienes  muebles  e  rraizes  auidos  e  por  auer  y 
para  ello  espresamente  obligo.  Por  rrazon  que  el  Se- 
ñor/)."  Fadrique  Co  nd e  de  Luna  mi  hermano  que 
Dios  aya  me  ouo  fecho  é  fizo  gracia  cesión  é  donación 
de  la  Villa  de  Cué  llar  e  su  tierra  e  términos  e  jures- 
dicion  segund  quel   auia  y  tenia  la  qual  dha.  carta 
de  donación  me  ouo    fecho  y  otorgado  ante  nianuel 
Alfonso,  scriuano  del  rrey  nuestro   Señor,  vezino  de 
la    ciudad   de   Seuilla,   segund  que   mas  largamente 
en  la  dha.  carta  de  donación  se  contiene.  Por  ende 
por  esta  presente  carta  otorgo  e  conozco  que  doy  e 
otorgo  todo  mi  poder  complido  segund  que  loyo  e  y 
tengo  y  segund  que  mejor  e  mas  complidamente  lo 
puedo  e  de  lo  dar  y  otorgar  de  dro.  á  vos  el  dho.  Don 
Marlin  de  Gusman,  mi  marido,  especialmente  para 
que  por  mi  y  en  mi  nombre  y  para  mi  mesma  podades 
lomar  e  tomedes  e  aceptar  e  aceptedes  e  atribuir  e 
atribuyades  e  comprender  e  comprehendades,  ya  mí 
la  dha.  doña  Violante,  la  tenencia  y  posesión  e  domi- 
nio rreal,  corporal,  actual,  bel  casi,  de  la  dha.  villa 
de  Cuéllar  e  de  todo  e  de  cada  uno  de  sus   términos  c 
joresdicion  alta  e  baxa   e   mero  e   misto  ynperio  e 
para  que  podades  ooner  e  pongades  en  mi  logar  y  en 
mi  nombre  poseedor  3-  poseedores   quales  e  quantos 
vos  quisicredcse  a  vos  bien  visto  fuere  para  que  ten- 
ga de  vrai  mano  y  en  vro.  nombre  e  para  mi  la  dha. 
Villa  de  Cuéllar  e  sus  términos  c  cada  uno  dellos  y 
para  que  assi  tomada  la  dha.  posesión  Real,  corpo- 
ral, actual,  bel  casi,  e  puestos  los  dhos.  poseedor 
e  poseedores  á  tni  nombre  podades  pedir  e  pidades 
por  testimonio  á  cualquier  escriuanos  ó  notarios  pú- 
blicos que  á  ello  fuesen  presentes.    E  valan  e  sean 
firmes  bien   ansi  e  tan   complidamente  co  .10  si  yo 
mesma  la  dha.  posesión  tomase  presente  seyendo  § 
para  que  podades  cerca  de  lo  que  después  facer  e  fa- 
gades  todas  las  otras  cossas  e  cada  una  dellas  que  yo 
mesma  podría  fazer  e  faría  presente  siendo  aunque 
sean  tales  e  de  tal  calidad  que  se  rrequiera  para  ellas 
auer  especial  mandado  e   todo  cuanto   el  dho.  Don 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


75 


Martin  de  Guziitan  mi  marido  e  lo  que  dho.  se  ficie- 
se  e  que  las  posesión  ó  posesiones  tomase  e  rresciuic- 
re  y  poseedor  é  poseedores  de  la  dha.  villa  e  sus  tér- 
minos y...  pudiese  e  tomase.  E  yo  la  dha.  Dona  Vio- 
lante otorgo  de  estar  por  todo  y  por  cada  una  cns;i 
dello  so  obligación  que  expresamente  hago  de  todos 
mis  bienes  Muebles  y  Raizes  auidos  y  por  auer,  y 
para  ello,  especialmente,  obligo,  sin  necesaria  rrele- 
vación:  yo  por  esta  carta  vos  rrclevo  de  toda  carga 
de  satisdación  y  de  aquella  clausula  dha.  en  ávo.ju- 
dtcuin  esti  jiiuicatiiiu  solví  con  todas  sus  cláusulas  o 
paramentos,  so  la  dha.  obligación  de  los  dhos.  mis 
bienes  e  porque  esto  sea  firme  y  no  benga  en  dubda 
otorgue  esta  carta  en  la  manera  que  dicha  es  ante  el 
escriuano  y  notario  p."  y  testigos  de  yuso  sptus.  que 
fue  fha.  é  otorgada  en  la  dha.  ciudad  de  Toledo  tres 
días  del  mes  de  marzo  año  del  nascimicnto  de  nro. 
salvador  Ihxpto.  de  mili  e  quatrocientos  e  treinta  y 
siete  años  testigos  que  aella  fueron  presentes  y  vieron 
firmar  en  esta  carta  su  nombre  a  la  dha  Doña  Violan- 
te de  Aragón,  Joan  yrodrignes  Debriolansa  e  Alfon- 
so de  Parraga  e  Juan  Pantoja,  fijo  de  Gonzalo  de 
Pantoja,  vezinos  de  la  dha.  ciudad  de  Toledo  para  esto 
llamados  y  rrogados;  Doña  Violante  de  Aragón  e  yo 
esteuan  topea  de  Toledo  scriuano  de  otro.  Señor  el 
rrey  e  su  notario  p.°  en  la  su  corte  y  en  todos  los  sus 
rregnos  e  otrosí  notario  publico  en  todo  elargobispa- 
do  pi  ou.''  y  dioge  de  Toledo  por  la  autoridad  arzobis- 
pal fui  presente  á  todo  lo  que  dho.  es  en  uno  con  los 
dhos.  tesaos,  o  de  rruego  e  otorgamiento  de  la  dha' 
.Señora  Doña  Violante  esta  carta  de  poder  escreuir 
tíz  segund  que  ante  mí  pasó,  e  por  ende  puse  aqui  este 
mi  signo  atal  en  testimonio  de  verdad,  e^^teunn  lopes 
notario  por  el  dho.  Don  Martin  de  Gusnian  dixo  que 
el  por  virtud  del  dho.  poder  a  el  dado  y  otoi  gado  por 
la  dha.  Doña  Violante  de  Aragón  su  muger  que  suso 
ha  incorporado  di^o  que  el  queria  tomar  e  tomaua  e 
tomó  e  aprender  e  aprehendía  y  aprehendió  e  se  apo- 
derar é  se  apoderó  en  nombre  de  la  dha.  Doña  Vio- 
lante de  Aragón  su  mujer  e  para  ella  de  la  dha.  villa 
e  de  la  posession  e  propiedad  e   señorío  della  e  cada 
cosa  e  parte  dclla  e  de  sus   términos  e  juresdicion 
alta  e  baxa  e  mero  e  misto  ymperio  y  en  tomando  la 
dha.  posesión  lomó  con  sus  manos  las  dhas.  puertas 
>ie  la  dha.  villa  e   cerrólas  sobresí  estando  el  dho. 
Do7i  Martín  de  Guarnan  de  parte  de  dentro  de  la  dha. 
villa  e  después  tornólas  a  abrir  e  dixo  que  el  en  nom- 
bre de  la  dha.  Doña  Violante  su  mugr.  se  apoderaua 
e  apoderó  la  dha.  posesión  e  señorío  e  dominio  de  la 
dha.  villa  de  Cuellar  de  la  juresdicion  alta  e  baxa  e 
mero  e  misto  ymperio  della  para  la  dha.  Doña  Vio- 
lante de  Aragón  su  mugr.  y  para  sus  herederos  y 
para  quien  ella  quiziere.  E  dixo  el  dho.  Don  Martin 
que  aboz  de  la  posesión  de  la  dha.  villa  que  había 
tomado  que  se  apoderaua  y  se  apoderó  de  los  térmi- 
nos e  juresdicion  alta  e  baxa  e  mero  e  misto  ympe- 
rio de  la  dha.  villa  para  que  por  virtud  de  la  dicha, 
donación  fha.  á  la  dha.  su  mugr.  c  de  la  dha.  posesión 
por  el  y  en  su  nombre  della  tomada  fuese  suya  la  dha. 
villa  y  sus  términos  e  de  quien  ella  quiziere  e  por 
bien  touiere  e  que  pedia  e  pidió  A  mí  el  dho.  escriuano 
que  gelo  diera  así  por  testimonio  para  guarda  del  dro. 
de  la  dha.  Doña   Violante  de  Aragón  e  suyo  e  en  su 
nombre.  E  yo  el  dho.   escriuano  de  su  pedimento  dile 
ende  este  segund  que  ante  mi  passo,  que  fue  fho.   y 
passó  en  el  día,  mes,  año  e  logar  so  los  dhos  testigos 
que  á  esto  fueton  presentcs.^niicer  antonio  de  AJori- 
co,  contador  del  señor  conde  de  luna  e  Miguel  de  Ví- 
llaloiios  e  rrodrigo  dossorio,  familiares  del  dho  Don 
Martín,  para  ello  llamados  e  rrogados  e  yo  esteuan 
Lopes  de  Toledo  scriuano  de  nuestro  señor  el  rrey  e 
su  notario  publico  en  la  su  corte  y  en  todos  los  sus 


prouincia  e  dioQes  de  Toledo  por  el  autoridad  arzob- 
spal  fui  presente  á  todo  lo  que  dho.  es  en  uno  con 
los  dhos  testigos  e  de  rruego  e  pedimento  del  dicho. 
Don  Martin  este  publico  instrumento  y  posesión  por 
otro  fhz.  escriuir  el  qual  ba  s'paT  en  quatro  foxas  de 
papel  de  quarto  de  pliego  con  este  mismo  signo  y  en 
fin  de  cada  foxa  ba  señalado  de  la  rruplica  de  mi 
nombre  y  por  ende  fiz  aquieste  mió  acostumbrado 
signo  en  testimonio  de  verdad  —  esteuan  Lopes. 
(Academia  de  la  Historia,  Col.  Salazar,  M.  79.) 

Gonzalo  de  la  Torre  de  Trassierra. 

C  Continuará.) 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDAN\S 


(Continuación.) 

XCVI 

Venta  de  una  ca-a  sita  en  el  distrito  del 

¿Baño  del  Caballo?  (J^s  X^  lí'.sr-)  y  lin  • 

dante:  al  E,,  con  otra  casa  de  Domingo  Gaseo 

(*.x^l¿);  al  O.,  con  una  calle  (dI3L.w  ^^)A>y, 

al  S.,  con  otra  casa  de  Doña  Bruna  (iJj;  »-f)  y 

de  su  hijo  D.  Sancho,  y  al  N.,  con  la  alque- 
ría citada. 

Otorga  esta  venta  Doña  Columba,  mujer 
que  fué  de  D.  ¥  ex  nd.náo  Benedicti  {Benítez), 
á  favor  de  los  carniceros  D.  Pedro  y  Don 

Juan,  por  partes  iguales  íjJoV)    .,^.5  j^^::.úl) 

I'^recio,  15  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  el  primer  tercio  de  Marzo,  Era 
de  1244. 

Suscripciones.  Pueden  leerse  claramente 
las  siguientes:  Estéfano  b    Said  ¿el  luengo? 

(*.flj_..Ul),  Lázaro  b.  Hasán  b.  Abdelaziz,  Al- 
fonso b.  Esteban  Al-Hagar  (el  esterero)  y 
Pedro  b.  Ornar  b.  Gálib  b.  Al-Kallás. 

XCVII 

Venta  de  un  plantío  de  viña  í/-f«' t  >tí>K^) 
{^j^  sito  en  el  término  de  la  Vega  de  Olías 
('  .'■  Jj\  ijL;  ity>^',),  y  lindando  con  otra  viña 
del  difunto  wazir  y  cadhí  D.  Julián  b.  ahí 

Al-Raro,  non  tierra  hianr.a  ñf^  la  Hirba  villa 


boletín 


LjI-J;-!   JsLsy  «,   SJILJ.J9 


y  con  un  majuelo,  propiedad  de  D.  Cristó- 
bal el  esterero  (  .La^l). 

Aparece  como  comprador  «el  diácono 
D.  Juan  de  Setfilla  en  representación  del 
muy  ilustre,  muy  excelente,  muy  estima- 
do y  cumplido  D.  Martín  Lope?:,  que  ocupa 
la  Sede  toledana  y  primada  de  España,  y 
con  dinero  de  la  iglesia  de  Santa  María»,  y 
como  vendedores  D.  Domingo  b.  Pedro 
de...(?)  '•..  de  Olías  y  su  mujer  Doña  Co- 
lumba  c^    y\^    .,  .^  ,.>'-'-^-^i   ^y-^^^) 

(...     L^L      h      y»      ¿Ui~ 

Precio  de  la  venta,  iio  mizcales  d,e  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Octubre 
de  la  Era  1244. 

Adviértese  que  los  vendedores  entregaron ' 
al  comprador  una  escritura,  fecha  en  la  úl- 
tima decena  de  Diciembre  de  la  Era  12^0, 
en  confirmación  de  su  dominio  sobre  la  fin- 
ca vendida. 

Suscripciones;  se  leen,  entre  otras,  las  si- 
guientes: Esteban  b.  Pedro  Al-Kantarí,  Sal- 
vador b.  Salvador  ¿sobrino  de  D.  Zaid?...., 
Domingo  b.  Gálib  b  Abdelmelic.  Se  otor- 
garon los  testimonios y  Jair  b.  Xalmón 

b.  Alí  b.  Waid. 

XCVIII 

Venta  de  una  casa  sita  en  el 'distrito,  pa- 
rroquial de  Santiago,  lindando  con  dos  ca- 
lles y  otra  casa  de  María  Pascual. 

Otorgan  esta  venta  D.  Nicolás  el  Cátib  ^, 
que  habita  en  dicho  distrito  parroquial,  en 
el  arrabal  de  Toledo,  y  su  hermana  Doña 
María,  á  favor  de  D.  Domingo  Crespo?  y  de 


1     En  el  original...  t^-f^i  que  no  podemos 
descifrar. 

2  Esta  palabra,  derivada  de  w->^,  escribir, 

significa  ordinariamente  secretario,  notario, 
amanuense,  etc.  En  las  suscripciones  se  tradu- 
ce por  scriptor. 


su  esposa  Doña  Mayor  4.iii^ ,5  lOJ"^  ^X^^) 

i^J      jj        ¿>^^J       ...        (*)       i.^LjÍ  ,,Lj  y}  i^jf 


■ASJ\     (^^£3 


(JJ^    ^- 


) 


,Jb 


Cj- 


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^'^ 


ilLii 


Precio,  ocho  y  medio  mizcales  alfonsíes. 

Fecha  en  Diciembre,  Era  de  1245. 

Entre  las  suscripciones  pueden  verse  las 
siguientes:  Pethro  b.  Yoanex  b.  Walid  b. 
Kásiin,  Yahya  b.  Walid  b.  Kásim. 
.  Y  en  caracteres  latinos:  «Nicholaus  scrip- 
tor  confirmo». 


XCIX 

Testimonio  público  otorgado  por  D.  Al- 
varo Alvarez  y  su  mujer  Doña  María,  por 
el  cual  consta:  que  vendieron  á  D.  Juan  Do- 
mínguez de  ArcicoUar  (, ^j^  A.)^fl.^,b)  y  á 

su  mujer  Doña  Urraca  cuanto  aquéllos  po- 
seían «en  la  alquería  de  Villa  Algariba,  la 
que  se  llama  Villa  Franca,  alquería  de  las  al- 
querías de  Toledo» ,  por  el  precio  convenido 
de  32  mizcales  de  oro  alfonsí;  que  los  dichos 
vendedores  recibieron  de  los  compradores 
ya  citados  la  cantidad  de  30  mizcales,  adeu- 
dándoles, por  tanto,  dos  mizcales;  que  lue- 
go murió  D.  Juan  Domínguez,  siendo  reque- 
ridos su  esposa  Doña  Urraca  y  los  hijos  ha- 
bidos de  éste  para  que  entregaran  á  los  ven- 
dedores los  dichos  dos  mizcales  y  se  forma- 
lizara el  contrato;  y  que,  en  su  consecuencia, 
se  les  entregó  un  mizcal,  condonándoles  los 
vendedores  el  mizcal  restante,  y  renuncian- 
do, por  tanto,  á  todo  derecho  sobre  las  fin- 
cas referidas. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Noviembre 
de  la  Era  1246. 

Suscripciones:  Juan  b.  Julián  b.  As-Si- 
quilí  (el  siciliano)  atestiguó;  Félix  b.  Yabka 
b.  Abdallah. 

Y  en  carácter  latino:  Ego  bartolomeus pres- 
biter  sancti  romani  iestis. 


(*)     En  el  original  "^y^y    que  suponemos 
está  por  y-^^ . 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


77 


Contiene  este  pergamino  doce  copia?  de 
otros  tantos  documentos  originales,  distri- 
buidos en  tres  grupos  de  cuatro  copias  cada 
uno.  Refiéiense  todos  estos  documentos  á  !a 
alquería  de  Dar-Al  Velio  (la  casa  del  viejo)  ^ 

.(JU!^!^) 

Las  escrituras,  como  decimos,  son  doce, 
distribuidas  y  autorizadas  por  grupos  de 
cuatro  cada  uno  de  ellos. 

Primer  grupo: 

i/  Compra  D,  Domingo  Abad,  clérigo 
de  San  Román,  y  vende  Domingo  Peláez. 
Precio,  14  mizcales.  Fecha  en  Marzo  de 
1241. 

2.^     Compra  Domingo  Peláez  y  su  mujer 

Dominga,  y  vende  ¿D.  Remo?  (¿.^1,    .\  »^), 

hijo  de  Juan  Peláez.  Precio,  14  '/g  mizca- 
les. Fecha  en  Febrero  de  1240. 

3.*  Es  comprador  Juan  Peláez  y  su  mu- 
jer María  Salvador,  y  vendedores  Doña 
Dueña,  hija  de  Gálib  Al-Kalás  y  sus  dos 
hijos.  Precio,  10  mizcales.  Fecha  en  Di- 
ciembre de  1229. 

4.*  Compra  D.  Domingo  Hosaín  y  ven- 
de Yacax  ó  Ya(]ues  [^.~'i¡)  con  su  mujer 

Eulalia.  Precio,  cuatro  mizcales.  Fecha  en 
Febrero  de  12 10. 

Segunio  grupo: 

*i.^  Compra  D.  Domingo  Abad  y  vende 
D.  Pedro  Domínguez  b.  Hosaín.  Precio, 
21  '/g  mi/.cales.  Fecha  en  Noviembre  de 
1237. 

2.^     Compra  D.  Domingo  Abad  y  vende 

D.  Juan   Lorenzo   (iT'^^j  j')»  ambos  de  la 

iglesia  de  San  Román.  Precio,  11  mizcales. 
Fecha  en  Diciembre  de  1234. 

3."'  Compra  D.  Domingo  Abad  y  vende 
D.  Domingo  Lorenzo.  Precio,  11  mizcales. 
Fecha  en  Octubre  de  1236. 

4.^  Conpra  D.  Domingo  Abad  y  vende 
D.  Micael  Lorenzo.  Precio,  46  mizcales.  Fe- 
cha en  1245. 

Tercer  grupo: 

I.*     Aparece  como  comprador  D.  Do- 


mingo Abad,  diácono  de  San  Román,  según 
hemos  visto  en  nombre  propio  y  en  el  de  su 
colega  D.  Juan  Domínguez,  del  clero  de  la 

iglesia  de  Santa  Gadea?  iL^^i^  ^^-^  .»'*) 
(íL)  :>u5  i;;x.¿.,  y  como  vendedor  D.  Juan  Mar- 
tínez, de  Santa  Leocadia.  Precio,  16  mizca- 
les. Fecha  en  Diciembre  de  1246. 

2.^     Compra   D.   Juan   Martín   y  vende 

D.  Domingo  Farbaro  '  {^yji)  y  su  hijo  Don 

Martín  Domínguez,  Precio,  siete  y  medio 
mizcales.  Fecha  en  Diciembre  de  1235. 

3.**  Carta  de  permuta  ó  cambio  entre  el 
dicho  D.  Domingo  Abad  y  D.  Gonzalbo 
Martínez,  hijo  de  D.  Martín  Alvarez.  Fecha 
en  Abril  de  1236. 

4.*  Compra  D.  Gonzalbo  Martínez,  hijo 
de  Martín  Alvarez,  y  vende  Doña  Elvira, 
hija  de  D.  Lorenzo  b.  Mciarech.  Precio, 
ocho  mizcales.  Fecha  en  Octubre  de  1234. 

Al  pie  de  cada  uno  de  estos  tres  grupos  ó 
secciones  se  lee  el  testimonio  de  haber  sido 
cotejadas  estas  copias  con  sus  respectivos 
originales,  y  suscriben  este  testimonio  Do- 
mingo b.  Estéfano  b.  Aixón,  Lope  b.  Mar- 
tín b.  Yahya  b.  Kiraix  y  Pedro  b.  Juan  b. 
Thomé  b.  Yahya  b.  Pelayo.  Hiciéronse  las 
copias  y  se  autorizó  su  traslado  en  la  se- 
gunda decena  de  Noviembre  de  la  Era  1246, 

N,  B.  El  copista  de  estos  documentos 
transcribe  siempre  en  caracteres  árabes  las 
suscripciones  latinas  que  encuentra  en  los 
originales.  Así  en  la  tercera  copia  del  pri- 


mer grupo  se  lee:  ^i^JsL  ^^y*'Lj  Jvve'ai  ^ 


La^t      ^^jS7*^L_J  .,  ;í!a.4J     ,1;:^.^»^     ,   ,::.; 


v_>> 


esto  es:   «Y  en  el 


original,  en  aljamía:  PttvxiS  Joannis  presby- 
ter  Ustis,  y  en  aljamía  también:  Petrns  Do- 
miiiiqnis  testis». — En  la  primera  del  segun- 
do grupo  se  lee:   C^s^j    ^íXaí    íjiy^^ 

*i*J     ftjUl    ^       -j  ,jJLj     M^\y   es  decir: 

f    -     G  ■      -      ^"^  '    \ 

«Y  en  aljamía:  Petrns  Domiuiquis,  y  bajo  el 
nombre  (se  lee)  en  árabe:  es  el  vendedor, 
para  que  se  sepa» . — En  la  segunda  del  pro- 
pio grupo  léese:  Li-bist     r-^'^^'j.-^  Ji}-^  ^^' 


i     Hoy  Dam/víe/o,  jurisdicción  de  Toledo.  •     De  dudosa  lectura. 


78 


boletín 


J,\     Lísj!       .^K3=*^b  ,        Ú.XÍ.J'       JU,       ¿v^á~ 

...  ^j|^,  que  se  interpreta  así:  *Ego  Mi- 

cael  Diriconus  ecclesie  sancti  Romani  testis;  y 
en  aljamía  también:  Ego  Joanues*. 

Alguna  otra  leyenda  de  la  mis  na  índole 
se  encuentra  en  las  siguientes;  pero  basta  lo 
copiaio  para  comprender  el  cariño  que  se 
profesa  á  la  algarabía,  cuando  ni  aun  las  le- 
yendas latinas  se  dejan  de  transcribir  en 
signos  arábigos. 

Fhancisüo  I'ons. 
(Conti>niard.) 


SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


JOSÉ  GARNELO  Y  ALDA  ^^ 


u Y  joven,  casi  un  niño  toda- 
vía, y  ya  ha  obtenido  prime- 

^^;,^j^=i  ras  medallas  por  sus  mag- 
nííicus  cuadros,  mereciendo  que  su 
nombre  sea  bastante  conocido  y  que 
le  hayan  tributado  justísimos  elogios 
los  críticos  más  severos  de  España  y 
de  otros  países. 

La  Gaceta  de  Colonia  y  los  princi- 
pales periódicos  de  Berlín  alaban  con 
frecuencia  sus  bellísimas  produccio- 
nes; Octavio  Picón  le  consagra  algu- 
nas páginas  en  su  Catálogo  de  la  Ex- 
posición del  90,  y  El  Resumen  de  Ma- 
drid, lo  mismo  que  El  Globo  y  otros 
diarios  de  la  corte ,  dedican  serios  ar- 
tículos á  cuanto  sale  de  las  manos  de 
Garnelo,  hijo  privilegiado  de  la  tradi- 
cional Escuela  sevillana. 

Nació  este  artista  en  el  pueblo  de 
Enguera  (provincia  de  Valencia);  pero 
en  1868  y  cuando  sólo  contaba  un  año 
de  edad,  fué  llevado  por  sus  padres  á 
la  ciudad  de  la  Giralda,  bajo  cuyo  her- 
moso cielo  se  desarrollaron  su  espíritu 
y  su  cuerpo.  Allí  empezó  á  balbucir 
las  primeras  palabras,  y  allí  dio  los 
primeros  pasos,  en  la  tostada  tierra,  y 
en  el  campo  de  la  pintura.  En  Sevilla 
abrió  los  ojos  á  la  vida  de  las  ilusiones 


(1)  Con  la  venia  de  su  autor,  y  para  acompañar 
d  la  fototipia  del  cuadro  del  Sr  Garnelo,  La  Duda, 
tomamos  este  articulo  biográftco  del  libro  Sevilla 
intelectual,  poco  ha  publicado  por  nuestro  consocio 
el  Sr.  Cáscales.— (N.  de  la  D.) 


y  el  pecho  á  los  halagos  del  amor ;  así 
es  que  bien  puede  decirse  que,  antes 
que  valenciano,  es  hispalense  por  edu- 
cación y  por  temperamento.  Por  este 
motivo  le  considero  andaluz,  y  le  colo- 
co al  lado  de  los  sevillanos  más  ilus- 
tres. 

La  carrera  artística  de  D.  José  Gar- 
nelo y  Alda  no  pudo  ser  más  breve  ni 
más  brillante.  A  la  edad  de  quince  años 
principió  á  estudiar  filosofía  en  la  Uni- 
versidad literaria,  y  al  mismo  tiempo 
á  recibir  lecciones  de  dibujo  del  profe- 
sor D.  Francisco  Requena;  mas  como 
las  horas  de  unas  y  otras  clases  con- 
cluyeran por  ser  incompatibles,  vién- 
dose Garnelo  en  la  alternativa  de  es- 
coger entre  la  ciencia  y  el  arte,  se  de- 
cidió por  éste ,  consagrándole  toda  su 
atención  y  abandonando  los  estudios 
científicos ;  conducta  que  felizmente 
respetó  el  autor  de  sus  días.  Dicho  se- 
ñor sabía,  por  dura  experiencia,  lo 
sensible  y  perjudicial  que  es  contrariar 
las  inclinaciones  naturales;  sus  padres 
le  obligaron  á  ser  médico,  cuando  él 
mostraba  vocación  de  pintor  y  de  poe- 
ta; y  como  lamentaba  su  infortunio,  no 
quiso  que  á  su  hijo  le  sucediera  otro 
tanto  procurando  á  la  vez  probar  to- 
das sus  aptitudes,  por  lo  que  le  hacia 
modelar  y  componer  versos. 

Para  nada  reveló  éste  tantas  dotes 
como  para  la  pintura,  y  después  de  ser 
discípulo  del  hoy  venerable  D.  Eduar- 
do Cano,  quien  iluminó  su  paleta  en 
esa  bendita  tierra  de  la  luz  y  del  senti- 
miento ,  convertido  en  un  maestro  mi 
biografiado,  se  trasladó  á  Madrid,  don- 
de acabó  de  perfeccionarse  en  la  Es- 
cuela Superior  de  Pintura. 

Al  lado  de  D.  Casto  Plasencia,  y  so- 
bre todo  estudiando  las  obras  maestras 
que  atesora  el  Museo  de  la  coronada 
villa,  consiguió  progresar  notablemen- 
te, dándose  á  conocer  como  un  talento 
con  su  primer  cuadro  Adiós  por  la  pa- 
tria ,  acerca  del  cual  se  expresa  así  el 
distinguido  escritor  E.  Contreras  y 
Camargo: 

"Es  un  lienzo  grande,  en  el  que  se 
representa  una  escena  interesantísima. 
Un  ciudadano  que,  al  escuchar  la  voz 
de  la  corneta  que  llama  al  combate, 
coge  un  fusil  y  marcha  á  defender  la  pa- 
tria en  peligro.  Ni  las  stíplicas  de  la  es 
posa,  ni  el  llanto  de  los  hijos,  debilitan 
el  valor  del  patriota  que,  sugestiona- 


c 
a 
> 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


79 


do  por  un  arranque  de  heroísmo  subli- 
me, todo  lo  sacrifica  en  aras  del  más 
grande  de  los  amores.  La  esposa  cae 
en  tierra  sobre  la  cuna  del  pequeñuelo 
que,  con  las  manos  levantadas,  parece 
pedir  al  padre  protección  para  los  que 
quedan  desamparados;  el  otro  hijo  se 
abraza  á  sus  rodillas,  y  él,  loco,  emo- 
cionado, enardecido,  desatiende  súpli- 
cas y  ruegos,  y  tendiendo  la  mano 
como  en  señal  de  despedida ,  se  dirige 
á  la  puerta  pronunciando  la  sublime 
frase.  En  toda  la  obra  se  deja  ver  la 
tendencia  del  artista  que,  sin  buscar 
recursos,  persigue  la  verdad  y  la  dig- 
nifica y  la  embellece  con  sus  alientos  y 
facultades. ,, 

En  el  verano  de  1886  pasó  Garnelo 
á  Montilla,  llamado  por  doña  Dolores 
Moreno ,  virtuosa  fundadora  del  Asilo 
de  ancianos  de  aquella  población,  y 
por  encargo  de  la  ilustre  dama  pintó 
en  el  techo  de  la  capilla  (perteneciente 
al  establecimiento)  una  hermosa  ale- 
goría, que  tituló  Un  canto  á  la  Virgen. 
Las  enjutas  están  adornadas  por  los 
cuatro  Evangelistas  y  en  el  presbiterio 
se  destaca  majestuosa  la  figura  del 
Creador. 

Este  trabajo,  para  el  que  hizo  mu- 
chos estudios  de  composición  y  factu- 
ra larga,  ha  sido  comparado  por  un 
crítico  á  los  preciosos  frescos  de  San- 
zio,  "existiendo  trozos  dignos  de  Ra- 
fael por  la  dulzura  mística  de  su  con- 
cepción, pintados,  sin  embargo,  con 
toda  la  energía  y  colorismo  que  son  la 
nota  característica  de  las  obras  de  Gar  - 
nelo.„ 

Terminada  que  fué  la  decoración  de 
esta  capilla,  regresó  Garnelo  á  la  ciu- 
dad de  San  Fernando,  y  en  el  corto 
tiempo  que  faltaba  para  la  Exposición 
del  87  concibió  y  puso  por  obra  el  so- 
berbio lienzo  La  rnnerte  de  Liicano^ 
que  obtuvo  medalla  de  plata,  y  fué  ad 
quirido  por  el  Gobierno,  con  destino  al 
Museo  del  Prado ,  donde  figura  entre 
los  colosos  del  arte. 

Al  anunciarse  las  oposiciones  para 
cubrir  la  plaza  de  pensionado  en  Roma 
(que  costea  la  Academia  Española), 
volvió  D.  José  á  Madrid  para  medir 
sus  fuerzas  en  el  singular  torneo,  y, 
como  era  de  esperar,  triunfó  en  toda 
la  línea,  marchando  acto  seguido  á  la 
ciudad  de  los  Césares. 

Durante  cuatro  años  pudo  dedicarse 


á  la  contemplación  de  tanta  grandeza 
muerta  como  atesora  la  famosa  Italia, 
estudiando  en  unas  partes  los  reflejos 
de  la  belleza  griega ,  en  otras  la  her  - 
mosura  de  las  venecianas,  ó  el  carác- 
ter de  los  florentinos  y,  por  último, 
cuanto  de  bueno  existe  en  la  región 
meridional  y  en  la  septentrional  de 
aquella  Península ,  coronando  sus  ex- 
cursiones artísticas  con  un  viaje  final 
por  Austria  y  Alemania,  del  que  sacó 
no  poco  fruto. 

El  primer  cuadro  reglamentario  que 
mandó  á  la  Academia  de  Bellas  Artes 
en  su  calidad  de  pensionado,  lleva  por 
título  La  madre  de  los  Gracos ,  y  fué 
premiado  en  aquella  ocasión  ,  como  lo 
ha  vuelto  á  ser  en  el  último  Certamen, 
donde  ha  obtenido  primera  medalla,  al 
par  que  justísimos  encomios  y  unáni 
mes  aplausos. 

El  segundo  envío  consiste  en  una 
copia  del  cuadro  de  Botticelli,  La  Pri 
marera,  que  es  una  maravilla  artísti- 
ca ,  realzada  por  el  pincel  del  insigne 
copista. 

No  obstante  estas  y  otras  brillantes 
muestras  de  su  genio,  el  cuadro  que  le 
ha  dado  mayor  popularidad  es,  sin 
duda  alguna,  El  duelo  interrumpido, 
inspirado  en  la  capital  de  Francia  por 
la  variedad  de  escuelas  y  modernismos 
que  contempló  en  sus  museos,  entre  el 
bullicio  de  la  última  Exposición  de 
París. 

Paseaba  con  su  padre  por  el  bosque 
de  Bolonia  cuando  se  le  ocurrió  la  idea 
de  representar  una  escena  dramática 
moderna  en  un  lienzo  de  grandes  di- 
mensiones. La  consultó  con  aquél,  su 
mejor  compañero,  y  como  éste  apro- 
base el  proyecto,  dio  principio  á  su 
trabajo  tan  pronto  como  regresó  á 
Roma. 

A  regañadientes  del  Director  de  la 
Academia  Romana,  quien  se  oponía  á 
que  pintase  más  cuadros  que  el  regla- 
mentario, terminó  al  fin  su  admirable 
obra,  y  con  fundadas  esperanzas  la  re- 
mitió en  seguida  á  la  Exposición  del 
año  90. 

El  duelo  interrumpido  fué  un  acon- 
tecimiento en  aquel  concurso.  Se  ad 
miró  y  elogió  por  todos  los  inteligen- 
tes; se  discutió  mucho  en  el  Jurado, 
parte  del  cual  quería  darle  una  pri- 
mera medalla,  y  después  de  un  reñido 
combate  se  le   adjudicó   un    segundo 


80 


boletín 


premio  por  las  escrupulosidades  de 
unos  jueces  faltos...  de  valor  para  pres- 
cindir de  ciertos  convencionalismos 
académicos. 

A  pesar  de  todo,  no  ha  podido  ser 
mAs  grande  el  triunfo  conquistado  por 
Garnelo,  pues  la  deficiencia  de  los  jue- 
ces ha  sido  compensada  por  el  éxito 
extraordinario  que  aún  sigue  teniendo 
la  obra,  la  que  ha  recorrido  y  recorre 
las  principales  capitales  de  Europa, 
dando  á  su  autor  merecido  renombre 
y  considerable  utilidad. 

Sin  perder  su  propiedad  y  con  un 
seguro  de  12.000  duros,  entregó  el  ci- 
tado cuadro  á  una  Empresa  de  indus- 
triales, y  éstos  se  encargan  de  expío 
tarlo  por  todo  el  Viejo  Mundo,  con  la 
obligación  de  entregar  á  Garnelo  la 
mitad  de  los  productos  que  rinda  la  ex- 
hibición de  El  duelo  interrumpido,  el 
que  ha  rentado  ya  una  fuerte  suma. 

Su  aversión  al  amaneramiento  que 
produce  el  encastillarse  en  una  tenden- 
cia determinada  y  el  deseo  de  finalizar 
el  plazo  de  la  pensión  con  una  obra  de 
gran  estudio,  decidió  á  mi  biografiado 
á  emprender  un  cuadro  de  distinto  gé- 
nero que  el  anterior,  tomando  el  asun- 
to del  descubrimiento  de  América. 

Después  de  luchar  con  grandes  difi- 
cultades, entre  otras  la  no  pequeña  de 
caracterizar  las  razas,  á  fuerza  de  tra- 
bajo y  de  talento  pintó  un  soberbio 
cuadro  que,  con  el  título  de  Colón  ob 
sequiado por  los  indios,  figuró  brillan- 
temente en  la  Exposición  de  Madrid 
del  92  y  más  tarde  en  la  de  Chicago, 
donde  obtuvo  justa  recompensa.  A  este 
certamen  mandó  también  otros  cua- 
dros de  género  moderno,  cuyos  títulos 
son:  La  suicida,  Un  inglés.  Duda, 
Pudo  ser  ministro.  Un  ii.terior  de  San 
Marcos  de  Venecia  y  Después  de  Mon 
te- Car  lo. 

Además  de  los  cuadros  citados  y  de 
otros  muchos  que  figuran  en  la  Escue- 
la de  Bellas  Artes  de  Madrid  y  en  po- 
der de  particulares,  han  salido  de  su 
paleta  el  célebre  de  La  Cornelia,  que 
se  conserva  en  el  Ministerio  de  Estado, 
(después  de  ganar  un  primer  premio 
en  la  Exposición  madrileña  del  93);  La 
Dolores,  propiedad  déla  infanta  doña 
Isabel;  Arrepentida  y  Un  anacoreta, 
obra  de  tamaño  natural  que  existe  en  el 
Museo  de  Sevilla;  habiendo  sido  su  ad- 
quisición por  aquel  Centro  el  primer 


rayo  de  luz  que  animó  las  inspiracio- 
nes y  el  entusiasmo  del  entonces  re- 
ciente artista. 

La  fecunda  inspiración  de  Garnelo 
es  tan  infatigable  y  prodigiosa,  que 
desde  que  se  abrió  la  Exposición  Inter- 
nacional hasta  el  día  de  hoy,  en  tan 
poco  tiempo,  ha  pintado  ya  tres  cua- 
dros bellísimos,  destinado  uno  de  ellos 
al  Museo  de  Munich,  y  los  otros  dos  á 
una  biblioteca  de  Londres.  Se  titulan 
estos  últimos  Aspasia  y  Pericias  y  Ve- 
turia  y  Coriolano,  y  el  primero,  ó  sea 
el  que  fué  á  Munich,  Uña  lectura  del 
Quijote. 

Acerca  de  este  lienzo  decía  la  pren- 
sa de  Madrid  (apenas  se  terminó)  que 
"es  el  más  notable  de  sus  últimos  tra- 
bajos. Tres  mosqueteros  y  dos  damas 
saborean  una  de  las  páginas  más  ge- 
niales de  la  obra  inmortal.  Mientras 
uno  lee,  escuchan  con  atención  suma 
los  otros,  y  la  impresión  que  la  lectu- 
ra causa  en  el  ánimo  de  cada  uno  há 
liase  reproducida  en  su  semblante  de 
un  modo  magistral. 

^Especialmente  las  figuras  de  pri- 
mer término,  en  una  de  las  cuales,  á 
más  de  la  expresión,  ha  vencido  difi- 
cultades de  color  muy  dignas  de  tener- 
se en  cuenta,  y  la  del  que  en  segundo 
lugar  inclina  la  cabeza  para  no  perder 
una  sílaba  de  la  lectura,  están  pinta- 
das de  un  modo  imponderable.,, 

Si  dispusiera  de  más  espacio  trans 
cribiría  las  opiniones  de  otros  críticos 
acerca  de  las  demás  obras  de  Garne- 
lo, y  dedicaría  á  éste  algunas  líneas 
más  de  mi  cuenta:  que  bien  merece 
ser  ensalzado  el  que  ha  conseguido 
elevarse,  hasta  competir  con  los  mejo- 
res artistas,  explotando  con  laudable 
constancia  la  mina  inagotable  de  su 
talento. 

José  Cáscales  y  Muñoz. 


El  13  del  pasado  mes  de  Junio  falleció 
en  esta  corte  nuestro  amigo  y  consocio 
D.  Manuel  José  de  Laredo  y  Ordoño,  dis- 
tinguido artista,  individuo  corre'^pondien- 
te  de  varias  Academias  y  Alcalde  que  fué 
de  Alcalá  de  Henares.— R.  I.  P. 


BOLKTIN 


DE  LA 


4, 


ILi 


EPiD  ISPilDli  ¥  t 


u  u 


DIRECTO  R  : 
EL  CONDE  DE  CEDILLO,  Secretario  general  de  ia  Sociedad. 


AKO  n 


Madpid  1.°  de  Agosto  de  ISQQ. 


KÜM.  42 


EXCURSIONES 


L4S  COLECCIONES  PARTICULARES  DE  MADRID 


III 

El  Sr.  Marqués  de  Arcicollar. 

^||vcuPA  puesto  envidiable  entre  el 
'Mil  número,  cada  vez  por  fortuna 
mayor,  de  los  que  en  Madrid  se 
dedican  á  reunir  objetos  artísticos  y 
arqueológicos;  ocupación  tan  entrete- 
nida como  útil  y  harto  propia  y  honro 
sa  para  los  que  disfrutan  de  pingües 
fortunas,  el  Sr.  Marqués  de  Arcicollar, 
citado  ya  en  el  libro  de  Un  soldado 
viejo,  natural  de  Borja,  "Ropavejeros, 
Anticuarios  y  Coleccionistas.,,  como 
uno  de  los  pertenecientes  á  esta  última 
clase,  asignándole  las  especialidades 
cerámica  y  joyas. 

Siguiendo  la  buena  práctica  en  Di- 
ciembre por  esta  Sociedad  comenzada, 
de  aprovechar  los  meses  en  que  la  cru- 
deza del  tiempo  no  permite  pensar  en 
expediciones  largas  para  hacer  prove- 
chosas excursiones  á  las  colecciones 
particulares  de  la  corte,  fuímonos  un 
día  del  pasado  Marzo  gran  número  de 
socios  hacia  la  calle  de  Goya,  donde  el 
noble  coleccionista  habita. 


De  la  cortesanía  y  atención  con  que 
nos  recibió  y  acompañó,  de  las  atencio- 
nes que  nos  prodigó  á  todos,  de  las  fa- 
cilidades que  hubo  de  darnos  para  que 
nuestra  visita  resultara  aprovechada, 
y  sobretodo  de  las  noticias  preciosas  y 
de  las  observaciones  atinadas  que  acer- 
ca de  todos  los  objetos  que  en  su  casa 
atesora  fué  haciéndonos  conocer,  re- 
nuncio desde  luego  á  hablar,  pues  fue- 
ra inútil  todo  encarecimiento  y  de  se- 
guro corto  todo  elogio. 

Ya  á  la  salida,  tras  la  visita  que  ha- 
biendo sido  mu}^  larga,  antojósenos  á 
todos  corta,  personas  caracterizadas 
de  la  Sociedad,  á  cuyas  indicaciones  yo 
tengo  precisión  de  atender,  encargá- 
ronme, no  obstante  mis  protestas  y  ne- 
gativas, de  hacer  esta  reseña,  que  hago 
hoy  al  fin,  mal  y  tarde;  mal,  porque  soy 
del  todo  lego  en  las  materias  de  que  he 
de  hablar ;  tarde ,  porque  el  mismo  te- 
mor á  las  dificultades  de  la  empresa,  y 
ocupaciones  perentorias  de  varios  ór- 
denes impidiéronme  hasta  hoy  poner 
mano  en  este  asunto. 

Decíanos  con  modestia  muy  digna 
de  alabanza  el  Sr.  x^rcicollar,  tan  pron- 
to como  en  su  casa  nos  presentamos, 


82 


boletín 


que  su  colección  había  de  interesarnos 
poco,  pues  no  podía  llamársela  en  es- 
tricto sentido  arqueológica,  toda  vez 
que  se  halla  principalmente  compues- 
ta por  objetos  de  porcelana  europea, 
manufactura  relativamente  moderna, 
como  nadie  ignora.  Fuerza  es  conve- 
nir en  que  no  estaba  el  Sr.  Marqués 
en  lo  firme,  pues  aun  haciendo  caso 
omiso  de  una  salita  tan  pequeña  como 
interesante,  de  que  luego  hablaré,  que 
es  lo  único  que  por  arqueológico  y  dig- 
no en  caso  de  ser  por  nosotros  visto 
daba  el  Sr.  Marqués,  olvidando  que 
en  nuestra  Sociedad  gústanos  admirar 
todo  lo  bueno,  sea  de  la  época  que  quie- 
ra; aparte  de  lo  que  en  aquella  sala  se 
halla  instalado,  digo,  hay  en  el  resto 
de  la  colección  algunos ,  y  aun  puede 
decirse  que  muchos  objetos  que  unen  á 
los  primores  del  arte  las  excelencias  de 
la  antigüedad. 

Si  esta  reseña  no  hubiese  de  ser  por 
múltiples  razones  muy  breve,  habría 
necesidad  de  dividir  para  su  estudio  la 
colección  en  que  me  ocupo  en  cuatro 
secciones  ó  grupos  distintos  y  apenas 
sin  relación  entre  sí,  á  saber:  1.°,  Hie 
rros;  2.°,  Cerámica;  3.°,  Joyas  y  Relo- 
jes, y  4.",  Objetos  de  plata.  Y  aun  en 
este  último  grupo  fuera  preciso  hacer 
una  subdivisión,  poniendo  de  un  lado  la 
plata  española  y  la  holandesa  de  otro, 
pues  sobre  no  parecerse  entre  sí  el  tra- 
bajo de  ellas,  son,  por  así  decirlo,  de 
distinto  carácter,  labrada  casi  exclusi- 
vamente para  el  culto  la  en  nuestra 
patria  fabricada,  y  destinada,  por  lo  ge- 
neral, á  usos  domésticos  la  que  salió  de 
manos  de  los  artífices  holandeses,  de  los 
que  tantas  obras  atesora  en  su  Museo 
(que  bien  puede  dársele  este  nombre)  el 
Sr.  Marqués  de  ArcicoUar. 

En  el  primer  departamento  de  los 
tres  en  que  la  colección  se  halla  insta- 
lada, vimos  los  hierros  viejos  que  el 
señor  Marqués  ha  reunido  en  estos  úl- 
timos años,  pues  perteneciendo  antes 
al  Cuerpo  diplomático,  le  era  difícil  y 


molesto  transportar  de  una  nación  á 
otra,  en  frecuentes  viajes,  objetos  de 
gran  peso,  y  circunscribióse  por  esto  á 
adquirir  relojes,  joyeles  y  porcelanas, 
cosas  de  fácil  transporte,  si  bien  las 
últimas,  como  fácilmente  se  compren- 
de, muy  expuestas  á  roturas  3^  necesi- 
tadas de  delicadísimo  embalaje. 

Como  formada  en  pocos  años,  la  sec- 
ción de  hierros  viejos  es  corta,  no  obs- 
tante lo  cual  hay  en  ella  algunos  ejem- 
plares de  primer  orden:  citaremos,  en- 
tre otros  que  pudieran  merecerlo,  un 
gran  atril  del  siglo  XIV,  muy  curioso 
por  conservar  la  parte  de  cuero  que  fá- 
cilmente desaparece  con  los  años,  mu- 
chos clavos  muy  artísticos,  varios  co- 
frecillos ó  guardajoyas  délos  siglos  XV 
y  XVI,  con  complicados  é  ingeniosos 
secretos  en  sus  cerraduras,  unos  her- 
mosos y  grandes  candelabros  ó  blan- 
dones del  siglo  XIV,  y  unas  fallebas 
doradas  que,  aunque  no  de  gran  méri- 
to artístico,  resultan  curiosas  por  ha- 
ber estado  colocadas  muchos  años  en 
la  antigua  Casa  Panadería  de  la  Plaza 
Mayor  (hoy  tercera  Casa  Consistorial), 
y  porque,  adquiridas  por  elSr.  Marqués 
en  el  Rastro,  adonde  habían  ido  á  pa- 
rar cuando  en  1881  se  hizo  una  gran 
restauración  3^  reforma  de  aquel  edifi- 
cio, dan  idea  del  respeto  que  por  lo 
general  merecen  á  nuestras  corpora- 
ciones los  objetos  artísticos  3."  antiguos; 
llevan  grabada  la  fecha  en  que  fueron 
fabricadas:  1671. 

Vimos  también  una  originalísima 
caja  de  brasero  de  hierro,  sobre  la  cual 
hállase  colocada,  aunque  no  sean  com- 
pañeros, una  alambrera  (si  es  que  en 
este  caso  puede  usarse  tal  vocablo)  de 
hierro  también  y  más  original  y  artís- 
tica todavía,  una  rejita  finísima,  va- 
rios aldabones  labrados  con  gran  pri- 
mor, y  no  pocas  otras  cosas. 

Entre  ellas  hállanse  también,  y  aun- 
que no  sean  de  hierro  aquí  deben  ir  in- 
cluidas, pues  no  tienen  en  otra  parte 
adecuado  lugar,  dos  pesas  muy  bien  la- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


83 


bradas,  grandísima  la  una, mucho  más 
chica  la  otra.  Precisamente  después 
de  hecha  la  visita  que  voy  relatan- 
do, el  Sr.  D.  Manuel  Rico  y  Sinobas, 
inteligentísimo  y  erudito  coleccionibia, 
ha  publicado  en  Historia  y  Arle  un 
largo  y  erudito  artículo  en  el  que,  bajo 
el  título  de  "El  Tetragammaton  pon- 
deral de  los  españoles  desde  el  primer 
siglo  de  la  Era  cristiana  hasta  nues- 
tros días,,,  se  estudian  las  distintas  pe- 
sas usadas  en  España  en  todos  tiem- 
pos^ con  abundancia  grandísima  de 
datos  y  de  dibujos.  Hablase  en  tal  tra- 
bajo, al  cual  remito  á  los  lectores (1),  de 
los  esfuerzos  que  la  Reina  católica  do- 
fia  Isabel  hizo  para  unificar  las  muy 
distintas  pesas  que  en  sus  reinos  se 
usaban  (deseo  tan  loable  como  difícil 
de  realizar,  según  estamos  aún  vien- 
do), á  cuyo  fin  encargó  á  Pedro  Vigil, 
famoso  platero^  la  resolución  de  este 
asunto,  encargo  que  él  cumplió  ñibri- 
cando  pesas  que  sirviesen  de  modelos 
ó  tipos.  Uno  de  los  de  esta  serie  pare- 
ce ser  el  más  pequeño  de  los  que  el 
Marqués  de  Arcicollar  posee,  como 
más  arriba  digo,  pues  que  lleva  la  ins 
cripción  siguiente: 

HSTE  MARCO  FUÉ  FECHO   POR  MANDATO     DE  LOS 
muí  poderosos  rey   don    FERNANDO 
É  REINA   D0.>;a   ISABEL  É    POR   SU  MUÍ  ALTO   CON- 
SEJO   EN   EL   AÑO    1448   É   PORQUE    AVIA   MUCHAS 
DIFERENCIAS    DE   MARCOS   FUÉ   DADO    PATRÓN    DEL 
Á   TODAS  LAS   CiBDADES   E  VILLAS    DE  CASTILLA 
É  CASAS    DE  MONEDA  POR  MANO   DE  PEDRO 
VIGIL   SU    PLATERO. 

Ocúrreme  aquí  una  observación  que 
asaltará  también  á  cuantos  hayan  leí- 
do el  trabajo  del  Sr.  Rico  y  Sinobas; 
que  el  marco  cuya  inscripción  va  co- 
piada es  de  Pedro  Vigil  y  hecho  por 
mandado  de  los  Reyes  Católicos,  son 
cosas  de  que  no  puede  dudarse.  Ahora 
bien:  ¿cómo  se  compagina  la  fecha  de 
1488,  que  dicha  pesa  lleva,  con  la  afir- 
mación, seguramente  fundada  en  datos 
ciertos,  que  el  referido  articulista  hace 
de  que  "Pedro   Vigil  para  concordar 


(1)    Historia  y  Arte,  número  de  Mayo  del  corrien- 
te año. 


las  antiguas  pesas  repartidas  por  toda 
Castilla,  con  sus  máximas  y  mínimas 
diferencias,  empleó  cinco  años  de  la- 
bor, ó  sea  de  1488  á  1492  en  que  dio 
por  concluido  el  marco  de  las  pesas  de 
Castilla?„  ¿Habrá  de  entenderse  en  la 
inscripción  arriba  copiada  que  la  fecha 
es  la  del  mandato  de  los  Reyes,  y  no  la 
de  la  conclusión  del  trabajo?  Parece 
que  no.  ¿Habrá  que  creer  que,  hecho 
un  marco  para  patrón  en  1488,  hubie- 
se que  comenzar  otra  vez  el  trabajo 
para  concluir  el  nuevo  en  1492?  Tam- 
poco parece  probable.  Pero  quédese 
aquí  la  cuestión  y  resuélvala ,  si  quiere , 
previa  la  comparación  de  los  dos  ejem- 
plares, el  propio  Sr.  Rico  y  Sinobas, 
.  que  seguramente  tendrá  datos  acerca 
del  particular,  y  que  tan  docto  es  en 
estos  asuntos. 

Concluido  este  largo  paréntesis  tó- 
came hablar  ahora,  siguiendo  la  des- 
cripción del  Museo  Arcicollar,  de  la 
parte  de  él  de  que  con  razón  se  mues- 
tra más  ufano  su  dueño,  de  la  admira- 
ble colección  de  cerámica,  dividida  en 
sus  dos  secciones  de  loza  y  porcelana^ 
é  infinitamente  más  rica  en  la  segun- 
da de  estas  especialidades.  Quien  como 
el  autor  de  este  trabajo  es,  cual  ya  he 
dicho,  del  todo  profano  en  estas  ma- 
terias, vése  verdaderamente  confuso 
cuando  trata, no  ya  de  poner  mano  en 
una  larga  descripción,  sino  de  hacer 
siquiera  una  ligera  reseña .  Años  y 
años  de  labor  pacientísima,  dirigida 
por  persona  de  grandes  conocimientos 
en  estas  materias  y  que  posee  una  bue- 
na librería  de  esta  especialidad,  han 
sido  precisos  para  reunir  tal  riqueza. 
Las  fábricas  antiguas  y  las  modernas, 
las  de  porcelana  de  pasta  blanda  y 
dura,  las  españolas  y  las  extranjeras, 
hállanse  allí  reunidas,  unas,  como  la 
del  Retiro  ó  la  de  Delft,  por  ejemplo, 
representadas  por  muchísimos  ejem- 
plares de  todas  formas,  tamaños,  con- 
diciones y  usos;  otras  con  sólo  dos  ó 
tres  objetos  que  sirven,  por  así  decirlo, 


84 


boletín 


para  dar  noticia  de  su  existencia:  AI 
cora,  Bruselas,  Viena,  Berlín,  El  Ha 
ya,  Tournay,  Saint  Cloud,  Chantilly 
Capo    di  Monte,    Mennecy,    Sévrcs 
Frankental  ,    Furstenberg-  ,    Hochst 
Meissen  ,    Nimphenbourg  ,    Chelsea 
AVorcestcr,Wesp  (1)  y  otras  varias  fá 
bricas  que  olvido,   produjeron  las  be- 
llísimas  obras   que   llenan  toda   una 
gran  habitación. 

Distínguense  entre  todas,  las  que  se 
reproducen  en  las  fototipias  que  á  este 
número  acompañan.  Es  la  primera  una 
bellísima  composición  en  porcelana  de 
Sévres  que  tiene  el  Sr.  Marqués  por  la 
más  notable  de  sus  piezas  de  esta  ma- 
teria, y  que  puede  bien  v^erse  en  la  lá- 
mina, donde  ha-  sido  reproducida  de 
frente  y  de  espalda,  para  que  pueda 
apreciarse  en  su  conjunto  la  hermosa 
composición  de  asunto  pastoril;  un  ni- 
ño coronado  de  pámpanos  se  ve  sor- 
prendido por  una  cabra  que  sube  por 
detrás  de  él  á  comer  las  frescas  hojas 
de  vid;  otro  niño,  desnudo  como  el  an- 
terior, aparta  un  momento  de  la  boca 
el  instrumento  músico  que  tocaba  y 
mira  con  curiosidad  la  escena.  El  gru- 
po mide  35  centímetros  de  alto,  y  es 
un  verdadero  primor  como  ejecución 
delicada  y  finísima. 

No  tan  finos,  pero  no  mucho  menos 
hermosos,  son  los  otros  dos  grupos 
que  forman  pareja,  obra  de  la  Fábrica 
del  Retiro,  que  se  reproducen  en  la 
otra  lámina,  y  su  asunto  es,  como  en 
ella  se  ve,  muy  parecido  también  al 


(1)  Había  pensado  que  este  trabajo  llevase  una 
lámina  en  que  se  reprodujesen  las  marcas  de  las  prin- 
cipales fábricas  de  porcelana,  lo  cual  hubiese  sido 
útil,  por  no  existir  (que  j-o  sepa  al  menos)  en  España 
tratados  de  esta  especialidad,  pero  he  tenido  que  de- 
sistir de  tal  propósito,  por  razones  varias.  Quien  quie- 
ra conocer  tales  marcas  puede  consultar  el  volumen 
de  Vogt  La  porcelaiue,  perteneciente  á  \a.  Bibliotlié- 
que  de  l'oiscigijciiient  des  beaux  arlí,  ó  si  desea 
obras  mis  completas,  la  titulada  The  colector's  hand 
book  of  iiiarks  and  luoiwgrains  on  paitar  y,  porcelain 
de  Chaffers  (Londres,  1S77),  y  sobre  todo  la  Guide  de 
l'ainatettr  de  porcciatties  et  de  fa'ioices  (S."  edi  • 
ción,  Dresde,  1892),  obra  de  T.  G.  Th.  Graesse,  última 
palabra  en  estos  asuntos  y  que  trae  más  de  1.500 
marcas. 


del  anterior;  éstos  miden  41  centíme- 
tros de  altura,  y  son  sin  duda  de  los 
mejores  que  salieron  de  aquella  fábri- 
ca ,  llamada  de  la  China ,  que  fué  una 
de  las  industrias  establecidas  en  Espa- 
ña por  Carlos  III. 

Eloy  García  Concellón. 

(  Conlinuará.) 

SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 

(Continuación.) 

CI 

Venta  de  algunos  trozos  de  viña  y  de 
huerta  situados  en  Alaitic,  de  la  jurisdicción 
de  Toledo 


.L,%  ./Ji 


n  ,.)^  j-j^' 


Otorga  esta  venta  con  los  adherentes  de 
noria,  estanques  ó  balsas  (_^j  1.^^^!),  etc., 

Doña  María,  hija  de  D.  Juan  ¿Barbero?,  es- 
posa que  fué  del  emir  Sofián,  á  favor  del  wa- 
zir  y  cadí  D.  Munio  Pérez,  en  nombre  y  con 
dinero  de  su  mujer  Doña  Leocadia,  hija  de 
D.  Julián  ben  Miguel. 

Precio,  nueve  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Enero  de 
la  Era  1248. 

Adviértese  en  esta  escritura  que  la  vende- 
dora adquirió  el  dominio  sobre  la  finca  ó 
fincas  vendidas  por  herencia  de  su  madre 
Doña  Sancha,  y  que  esta  señora  había  ce- 
dido por  caridad  {isi.hjS¿  y^)  al  convento 
de  Salí  Clemente  parte  de  Ja  viña  en  cues- 
tión, la  cual  parte  se  excluye,  como  es  na- 
tural, de  la  presente  venta.  También  se  ad- 
vierte que  los  otorgantes  aprobaron  el  pre- 
sente escrito  después  que  se  les  hubo  expli- 
cado en  la  lengua  que  ellos  dijeron  que  en- 
tendían     lsiy^í\        .,jl-**Jj        ^^-^-^^       Sy^^^      J,Xj) 

Suscripciones  árabes:  Xalbathor  b.  Félix 
b.  Abdelaziz  b.  Sofián,  Domingo  b.  Pethro 
Alcantarí. 


(*)  Repetimos  una  vez  más  que  suele  ser 
caprichoso  el  uso  del  artículo  árabe  en  estas 
escrituras. 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


85 


CII 

Venta  que  otorga  Doña  María,  hija  de  Mi- 
-cael  Joannis,  el  rubio  ó  pálido  (  vA^"^!),  y 
esposa  de  D.Pedro  Nabbal  (Jv)»  áfav)r 
del  Presbítero  O.  Pedro  Lázaro,  adscrito  á  la 
iglesia  de  San  Antolín,  de  toda  Ja  tierra  fo- 
rrajera ó  de  prado  (alcacel)  ^  que  posee  dicha 
Doña  María  en  el  pago  denominado  Cemente- 
rios de  los  Mores,  no  lejos  de  la  Puerta  Bisa  - 

gra  ^jLü--  ¿k^sr-  LjJ       Jl  J.^'á-I     p}  /^--^^r^) 

{if!i-i~    V >l)    >«— -^r^íj    (•»n-<^*"r   '  y  lindando 

coa  otras  tierras  del  comprador  y  de  los  hi- 
jos d^l  Karbalí  (    JL^.üÜ). 

Precio,  cinco  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Mayo  de 
la  Era  1248. 

Adviértese  que  asistió  al  acto  del  otorga- 
miento D.  Pedro  Nabbal,  marido  de  la  ven- 
dedora, 5^  ratificó  el  contrato. 

Suscripciones  árabes:  Pedro  1).  ¿Hasán?, 
Gonzalbo  b.  Pithro  Domingo  ¿HafdÍ9?  -, 
Yahya  b.  Waüd  b.  Kásim. 

Y  en  caracteres  latinos:  «Ego  rodericus 
sancti  antonini  diaconus  testis». 

En  el  reverso  y  de  letra  antigua:  «Esta 
es  carta  del  alcacer  cerca  del  fosario  de  los 
moros». 

CÍII 

Venta  que  otorga  D.  Ramiro  -'  b.  Pethro 
b.  Fotuh  á  favor  del  Presbítero  D.  Pedro 
Lázaro,  adscrito  á  la  iglesia  de  San  Antolín, 
de  toda  la  casa  que  aquél  posee  en  el  distri- 
to de  la  Puerta  de  Hierro  (Bab- Alhadid),  en 

el  interior  de  Toledo  A.O.^i    . jLj    í'^sr-:) 

(...  ÍIÍ2J.I5  tjjj^  J-^\^,  lindando  con  otra 
casade  Yah}'a...,  ccn  la  casa  que  fué  de  Gá- 
lib  el  Xufí  (    JjÁj\  v._^JlÍ.),  con  otra  ídem 

de  Abú  Ornar  y  con  la  vía  pública  .^ p  ^h) 

(^JL,. 

Precio,  iS  mizcales  de  oro  alfonsí. 


1  Véase  sobre  esta  palabra  el  Glosario  de 
Eguílaz. 

2  No  acertamos  á  leer  las  últimas  letras.  Tal 

vez  hayan  querido  escribir  ^^^^i',   -'■í:^?  nieto 
d*  Pedro. 
-*     Léese  U^'»i. 


Fecha  en  la  segunda  decena  de  Junio  de 
la  Era  1248. 

Advierte  el  documento  que  el  vendedor 
entregó  al  comprador  una  escritura  referen- 
te á  la  finca  en  venta,  y  que  asistieron  al  acto 
del  otorgamiento  las  dos  hermanas  del  ven- 
dedor. Doña  Dominga  y  Doña  Justa,  las 
cuales  expresaron  su  asentimiento  y  aproba- 
ción, renunciando  á  todo  derecho  sobre  la 
casa  enajenada. 

Suscripciones  árabes:  Servando?  b.  Yu- 
nus  b.  Tami  (^'*'^0'  Domingo  b,  Clemente 
{■Jl^^^),  Micael  b.  Julián,  Pethro  b.  Yoanis 
b.  Walid  b.  Kásim,  Yahya  b.  Walid  b. 
Kásim. 

Y  en  caracteres  latinos:  «Ego  micael  pres- 
byter  ecclesie  sánete  eulalie  testis». 

(Pergamino  bastante  maltratado.) 

CIV 

Venta  de  la  parte  de  tierra  correspondien- 
te á  D.  Illán  Pethres  en  las  alquerías  de  Vi- 
lla de  Muelas  [hoy  Villamuelas],  y  de  Serva 

Longa^  {ÍAx)  hj^j  ,r^y^  l-^^  Í_jj._a_j), 
otorgada  á  favor  del  Arzobispo  D.  Rodrigo 
Ximénez,  representado  al  efecto  por  el  Ca- 
nónigo D.  Juan  de  Setfila  ,,^_pyüil  ^^x¿,') 
J^^!    Jlji  ...  Í.I.Í-    /    ,1.^      ,,^ 

Precio,  1 1  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  primera  decena  de  Abril,  Era 
de  1249. 

Suscripciones  arábigas:  Gonzalbo  b.  Es- 
téfano  Félix  Sánchez  (^..¡sr*-^)  2. 

Latinas:  «Ego  ¿martinus?  diaconus  sancti 
andree  testis  3». 

CV 

Venta  de  una  parte  de  las  alquerías  de 
Villa  de  Muelas  (Villamuelas)  y  Serva  Lon- 
ga  (Hi^)  li  j^'j  ^J^^J^  ^  '^^j  Íj ^3),  otorgada 

I  Pudiera  interpretarse  por  Selva  loiiga  ó 
Selva  larga. 

a  Aunque  todos  estos  nombres  están  segui- 
dos y  escritos  de  la  misma  mano,  suponemos 
han  de  serlas  suscripciones  de  dos  individuos: 
Gonzalbo  b.  Estéfano  y  Félix  Sánchez. 

3  Todo  este  documento  hállase  tan  borro- 
so, que  es  punto  menos  que  imposible  su  lec- 
tura. 


86 


boletín 


por  Doña  Sili,  hija  de  D.  Pedro  Alpoliche- 
ní  y  esposa  que  fué  de  D.  Fernando  Peláez, 
á  favor  del  Arzobispo  D.  Rodrigo,  repre- 
sentado por  el  Canónigo  D.  Juan  de  Setfila. 

Precio,  19  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Abril,  Era 
1249,  advirtiéndose  que  las  fincas  objeto  de 
este  contrato  las  adquirió  la  vendedora  por 
herencia  de  su  padre. 

Suscripciones  latinas:  «Ego  xplforus  ca- 
nonicus  testis. — garsias  fernandi  tcstis». 

En  árabe  firma  Micael  b.  Alí  b.  Ornar. 

CVI 

Cuatro  documentos  originales,  en  todos 
los  cuales  interviene  como  comprador  el 
Reverendo,  el  Excmo.   Primado  D.  Rodrigo 

Jiménez  (...  ]»L»i.^)!  J,^  al  ^^.AaJI),  repre- 
sentado por  el  Canónigo  D,  Juan  de  Setfila 

i.°  Compra  de  Doña  INIaría,  hija  de  Ho- 
saín  abúFuron,  lo  que  heredó  de  su  padre  en 
algunas  alquerías  de  la  Sisla  de  Toledo  i, 
por  precio  de  24  mizcales. 

2°  Compra  de  dicha  Doña  María  medio 
octavo  de  la  alquería  de  Villa  de  Miiehis 
(Vilkmuelas)   y  Serva   tonga      y^   y_ ^.^) 

precio  de  seis  mizcales, 

3.°     Compra  de  D.  Abril,  hijo  de  D.  Ser- 


vando Matamoros    .,  «^ 


Ȓ    ^.y.^ 


.i' 


[¡^jy'    *>J'L*  XX) j^  y  de  su  mujer  Doña 


I     Después   de  señalar   los   límites  de  esta 
heredad  comprendida  entre  las  alquerías  de 

jr*Sr'  (Almonsir?],  Villa  Antiqua  [i^:^\  il-o) 
y  Villa  Minia  ó  Miña  [L^  ''\r'X  ^^^'^  9^^  ^"■' 
tra  en  la  presente  venta  todo  lo  que  perteneció 
al  citado  padre  de  la  vendedora  por  donación 
del  excelso  emperador  en  unión  de  su  hijo  el 
magnífico  rey  D.  Sancho,  según  declara  el  acta 
de  donación  que  enseñó  la  vendedora  y  entre- 
gó  al   comprador   J.^     ^.^^  J'    IÁí    ^    J-^-^) 


•i.  SSJ\  l¿l.J\  j.JlJ    ,L, 


V 


C 


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^ix.  'ijS'^^\  i*;lJI  ^^J  ^JJl  ../IM 


Dominga,  otra  parte  de  las  alquerías  citadas 
en  el  anterior,  por  precio  de  cinco  mizcales. 
4.°  Compra  de  Doña  María,  la  que  fué 
esposa  de  Abdelaziz  b.  Sofián,  todo  el  pri- 
mer octavo  (4.K  j^l^Jl  ^^\  ^=^)  de  las 

alquerías  citadas  en  los  dos  documentos  an- 
teriores, por  precio  de  12  y  medio  mizcales. 

Todos  los  cuatro  están  fechados  en  la  úl- 
tima decena  de  Mayo  de  la  Era  1249. 

Suscripciones  latinas:  «Ego  Simón  mar- 
tiui  testis.  — Ego  lazarus  ecclesie  sancti  sal- 
uatoris  presbiter  testis. — Ego  iohanes  pres- 
biter  ecclesie  sánete  trinitatis  testis. — Ego 
michael  diaconus  testis. — Vincentius  pres- 
biter testis. — Ego  dominicus  martini  eccle- 
sie sancti  zoyli  presbiter  testis)'. 

ídem  arábigas. — Domingo  b.  Pethro  Al- 
cantarí.--  Pethro  b.  Yoan  b.  Tomé  b.  Yahya 
b.  Pelayo. — Martín  b.  Joanes  A99airafí. 

CVll 

Venta  que  otorga  Doña  Lobba  ó  Lupa  i3_a.5) 
('¿<.J,  hija  de  Illán,  la  que  estuvo  casada  con 
D.  Fernando  Yoanex,  á  favor  del  Arzobis- 
po D.  Rodrigo,  representado  por  el  dicho 
Canónigo  D.  Juan  de  Setfila,  de  la  parte  que 
á  la  mencionada  Doña  Lupa  corresponde  en 
las  alquerías  de  Villa  de  Muelas  (Villamue- 

las)  y  Serva  Longa  l-^^[«  j  '^^^  ^t.it?') 
(JaJ  h  i~wj  ir"¿j''  ^  i-V:^  ^^  j^  3  *-^  > 
entendiendo  que  esta  parte  que  ahora  se  ven- 
de comprende  un  octavo  menos  la  cuarta 
parte  de  un  octavo  de  las  dos  alquerías  cita- 
das i^yt^\  j^  '^j^^^  /^r'  '^  ^-^j) 
j^     ^jjiÁ^I  ^j^  jsj\    ;t*^   ^   Joi^lyi 

Precio,  10  mizcales. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Mayo,  Era 
de  1249. 

Suscripciones  árabes:  Domingo  b.  Cle- 
mente, Micael  b.  Alí  b.  Omar. 

ídem  latinas:  «Ego  iohanes  iuliani  pres- 
biter ecclesie  sánete  leocadie  testis». 

CVIII 

Donación  que  hace  de  todos  sus  bienes 
D.  García,  Obispo  de  Cuenca,  á  favor  del 
Cabildo  catedral  de  Toledo. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


87 


Fecha  en  la  última  decena  de Era  de 

1249. 

Muy  deteriorado,  casi  ilegible.  Lleva  un 
sello  de  cera  sujeto  con  tira  de  cuero  y  con 
la  leyenda:  Sigillmii  Garsie,  Conchensis  epis- 
copi. 

CIX 

Venta  de  una  viña  sita  en  Salancas,  cer- 
ca de  Toledo  ¿»CxL-  l^ysr^  ...  ^  ^CJ!  ^^v^) 
(XllaUis   Ltjj^    \ ^zs.   ^■.  se  halla  contigua 

dicha  viña  á  otra  de  D.  Lope  López,  á  otra 
de  Domingo  ¿Mayorancha?  y  al  camino. 

Otorga  esta  venta  el  propietario  D.  Mar- 
tín Micael  á  favor  de  D.  Pedro  Lázaro,  Ca- 
pellán adscrito  á  la  iglesia  de  San  Antolín 
de  dicha  ciudad. 

Precio,  18  mizca'es  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Febrero, 
Era  de  1250. 

Suscripciones  árabes:  Alfonso  b.  Pethro  b. 
b.  Yoanex  b.  Hosaín,  Gonzalbo  b.  Yoanes  b. 

Seb'ianes  {    ^}\.¡  j.^^)  b.  Hafzón  f  .,j-<^io^), 

Vicente  b.  Domingo  b.  Martín 

ex 

En  esta  escritura  se  contienen  dos  docu- 
mentos: 

i.°  Donación  de  una  viña  ^  sita  en  San- 
ta María  de  la  Sisla,  en  los  alrededores  de 
Toledo,  lindante  con  otra  de  D.  Esteban  b. 
Idrís,  otra  de  Pedro,  hijo  de  Mayor,  cono- 
cido por  el  Burro  (^L^t  ^ ¿^.s),  otorgada 

por  D.  Miguel  Exquerdo  ó  Izquierdo,  cono- 
cido por  el  Bacal  (el  comerciante  en  legum- 
bres) á  favor  de  su  hija  ó  hermana  ^  política 

Doña  María  Abril  íJí^ClI  JLjU  ,^3  a^!) 
h y    "i jj ^    íC'Sj    <jJ.L»     ¿j I     , ¿  ^t    J U^J \ 

(...  iljaJL  i^-X^  jl^cswl      y/»  i,iiu¿.)Lj.  Fecha 


1  Había  también  en  ella  granados  y  perales 

2  La  palabra  ¡Ljlj    admite  ambos  signifi- 
cados. 


en  la  última  decena  de  Septiembre,  Era  de 
1250. 

2.°  Venta  de  la  propia  finca,  otorgada 
por  la  dicha  Doña  María  Abril  á  favor  de 
D.  Juan,  hijo  del  citado  D.  Miguel  Exquer- 
do, por  precio  de  un  mizcal  alfonsí.  Fecha 
en  la  segunda  decena  de  Octubre  de  la  Era 
1250. 

Suscripciones  arábigas:  Félix  b.  Daud, 
testigo;    García   b.    Martín,    de    Baeza 

(^^LJl);   Pethro  b.  Yoanex  b.  Walid  b. 

Kásim. 

En  caracteres  latinos:  «Ego  iohanes  aco- 
litus  sánete  eulalie  testis». 


(Continuará.) 


Francisco  Pon?. 


CUELLAR 


(Continuación.) 

No  duró,  sin  embargo,  mucho  este 
estado  de  cosas:  en  aquel  mismo  año 
firmáronse  las  paces  con  Aragón  y  Na.- 
varra,  estipulándose  el  matrimonio  de 
la  hija  de  D.  Juan,  Soberano  del  último 
de  estos  reinos,  con  D.  Enrique,  el  he- 
redero de  D.  Juan  de  Castilla,  y  en- 
tonces se  les  hizo  entrega  otra  vez  á 
los  Infantes  aragoneses  de  todas  las 
Aellas  de  que  habían  sido  desposeídos 
en  1430;  al  año  siguiente,  ó  sea  en 
1438,  celebráronse  en  Alfaro  los  des- 
posorios de  D.  Enrique  y  doña  Blanca, 
y  en  ellos  el  condestable  D.  Alvaro 
hizo  ostentación  de  un  lujo  y  un  pode- 
río verdaderamente  regios,  y  su  Sobe- 
rano le  colmó  de  honores  y  distincio- 
nes que  acabaron  por  encender  los  mal 
apagados  rencores  de  sus  émulos.  Pú- 
blicamente mostró  su  disgusto  el  ade 
lantado  D.  Pedro  Manrique,  y  fué  re- 
ducido á  prisión  en  Fuentidueña;  pero 
logrando  evadirse,  pronto  se  vio  ro- 
deado de  sus  deudos  y  parientes,  deci- 
didos á  secundarle ,  así  como  muchos 
de  los  principales  señores  del  reino,  y 
pronto  se  le  unió  también  el  Rey  de 
Navarra  y  el  Infante  D.  Enrique,  siem- 
pre solícitos  en  llevar  la  perturbación 


es 


boletín 


á  Castilla;  dispusiéronse  el  Rey  y  don 
Alvaro  á  rechazarlos,  y  el  primero, 
para  hacer  más  merced  al  segundo, 
encontrándose  en  Madrigal  y  por  ante 
D.  Fernando  Díaz  de  Toledo,  le  hizo 
donación  de  la  villa  de  Cuéllar,  que 
pertenecía  al  Rey  de  Navarra ,  y  de 
«su  tierra,  vas.""',  term.°',  Jur."",  Jus- 
ticia, rentas,  pechos  y  dros.  p.*  sp/ 
jamas,  p.*  el  sus  hered.°'  y  suc/",  y 
para  vender,  dar  y  donar  y  enagenar, 
anulando  p.*  esto  todas  otras  anteriores 
merd.'  q/  de  la  dha.  villa  ubiese  fecho 
por  quanto  aquellas  personas  en  q.'" 
recaieron  perdieron  la  dha.  mer/  por 
cosas  cometidas  contra  su  seru.''  y  con- 
tra la  cosa  publica  de  sus  Reg.""',,  (1). 
Y  como  quiera  que,  como  ya  se  ha 
dicho  ,  el  Rey  había  dispuesto  de  al- 
gunos lugares  de  la  tierra  de  Cuéllar, 
anteriormente  y  en  favor  del  doctor 
Diego  Rodríguez  de  Valladolid  ,  no 
queriendo  que  D.  Alvaro  fuese  por 
esto  perjudicado  le  ofrece  dar  en  el 
obispado  de  Segovia  otros  tantos  vasa- 
llos, cuantos  perdía  por  la  cesión  de 
Montemayor  y  sus  aldeas   (F);  nada 


(1)  Academia  de  la  Historia,  Col.  Salazar,  M.  10, 
f.  48  V.  —  Archivo  del  Infantado. 

(F.)  1439.— £■/  Rey  D.  Juan  II  ofrece  al  Condesta- 
ble D.  Alvaro  de  Luna  recompensa  por  la  villa  de 
Montemayor. 

Don  John  por  la  gra.  de  Dios  Rey  de  Castilla  de 
León,  Sr."^— Por  quanto  yo  mande  á  vos  D.  Áluaro  de 
Luna  mi  Condestable  de  Castilla  y  C.de  de  S.  Esteuan 
que  dejaredes  en  mí  la  vra.  V.^  de  Montemayor  con 
los  lugres,  de  la  Mata  y  Santiago  del  Arroyo  e  San 
Miguel  del  arroyo  y  Coxeces  del  Monte  y  el  aldea  de 
val  y  Casarejos  y  Santiuañez  de  Valcorua  y  el  Caño, 
aldeas  de  la  dha.  V."-  de  Montemayor  e  el  lugar  de 
Pcrosillo  con  su  Castillo  lo  cual  todo  ouo  siendo  tie- 
rra de  la  vra.  V.*^  de  Cuéllar  y  yo  lo  oue  exemido  ya- 
partado  de  la  dha.  V.*  y  su  juredicion  y  oue  fecho 
merz.d  dello  por  juro  de  heredat  con  todos  sus  term.os 
y  rrct.-->s  y  pechos  y  dros.  y  penas  y  caloñas  perte- 
nes.tes  íil  señorío  della  y  con  la  Just."^  y  juredicion 
alta  y  baxa,  ceuil  y  crimina!  y  mero  misto  imperio  al 
D.r  R.z  Rodríguez  de  Valí. ti  oydor  que  fue  de  la  mí 
aud."' y  mi  Refrendario  y  del  mi  Consejo,  e  después^ 
desto  lo  vos  ouistes  por  tit."  de  compra  de  Leonor 
Sánchez  mug.r  que  fué  del  dho.  D.'  y  su  unib.'  hered."- 
de  sus  hi.«  establecida  por  el  dho.  D.r  y  lo  yo  tome  y 
tomo  de  vro.  consent  °  para  facer  merd.  dello  por 
juro  de  hered  d  á  Rui  Diaz  de  Mendoc^a  mi  Mai.mo  od.  «r 
y  del  mi  Cons.°  por  los  b.os  seru.os  que  él  á  mi  a  fho.  y 
face  de  cada  dia.  Por  ende  yo  por  la  pres.te  vos  seguro 
por  mi  fe  R.'  de  vos  dar  en  emienda  de  lo  sobre  dho. 
otrps  tantos  vasallos  como  ay  en  la  dha.  V."^  y  en  los 


de  esto  llegó  á  realizarse,  y  el  Rey  de 
Navarra  continuó  siendo  señor  de  Cué- 
llar y  de  los  lugares  pertenecientes  á 
su  tierra ,  incluso  los  de  Montemayor, 
que,  como  todo  lo  demás,  recobró  en 
1437;  pues  cuando  estaba  á  punto  de 
estallar  la  tormenta  interpusieron  su 
mediación  "  con  fervoroso  celo  algu- 
nos religiosos,,  y  lograron  que  en  Cas- 
tro Ñuño  compromisarios  de  una  y 
otra  parte  asentaran  un  arreglo  que 
afianzase  por  entonces  la  pública  tran- 
quilidad, del  extenso  documento  en 
que  consta  esta  concordia  entre  los  se- 
ñores confederados  y  D.  Alvaro  de 
Luna  (1),  y  que  encabeza  diciendo: 
"Yo,  D.  Juan,  por  la  gra.  de  Dios,  Rey 
de  Navarra ,  Infante  de  Aragón  y  de 
Sicilia,  y  D.  Enrique,  Infante  de  Ara- 
gón y  de  Sicilia,  por  la  gra.  de  Dios, 
Maestre  de  Santiago...,,  siguiendo  lue- 
go los  nombres  y  títulos  de  los  caba  - 
lleros  de  su  parcialidad;  después,  "don 
Juan  por  la  gra.  de  Dios,  Rey  de  Cas- 
tilla y  León,,,  con  los  suyos  se  de- 
duce que  la  amistad  pactada  con  don 
Alvaro  dejaba  á  salvo  los  derechos 
que  éste  sostenía  ya  en  su  favor  so- 
bre  Cuéllar  y  su  tierra   con   Monte- 


sobre  dhos.  log.res  Los  quales  vos  daré  y  asignaré 
por  juro  de  her.J  en  el  obpdo.  de  Scgouia  e  de  vos  los 
dar  y  entregar  y  mandar  dar  y  entregar  Realmente 
y  con  efecto  e  la  tenencia  e  posesión  dellos  con  jure- 
dicion y  justicia  ceuil  y  criminal  alta  y  baxa  y  con 
mero  misto  imperio  y  rentas  y  pechos  y  dros.  j' penas 
y  caloñas  y  con  todas  las  otras  cosas  y  cada  una  de- 
llas  á  ellos  y  al  Señorío  dellas  pertenes.tes  y  de  vos 
mandar  y  entregar  mi  carta  y  preuillejo  de  donación 
por  juro  de  her.d  firme  y  bastante  de  un  n.i  y  sellada 
con  mi  sello,  de  todo  ello,  por  tal  manera  que  lo  vos 
ayades  y  vros.  herederos  y  subc'es  para  spre.  jamás 
en  emienda  j-  satisfacion  y  pago  de  la  dha.  V.''  de 
Montemaior  y  de  los  subsodhos.  log.res  que  vos  yo  asi 
tomé  para  dar  al  dho.  Rui  Díaz  como  dho.  es.  E  que 
lo  asi  faré  y  compliré  del  día  de  la  data  desta  mi  car- 
ta fasta  en  sesenta  días  pro.o^  sigt.^s  De  lo  qual  vos 
mande  dar  esta  mí  carta  firmada  de  mí  mM  y  sellada 
con  mi  sello.  Dada  en  la  villa  de  Madrigal  4  días  de 
F  ro  año  del  nascimiento  del  n.  s.^  lesuxpto.  de  1439 
años.  -Yo  el  Rey. —  Yo  el  D.''  Fer.J"  Díaz  de  Toledo 
oydor  y  refr."  del  Rey  su  s.""  lo  fize  escriuir  por 
su  m.do 

(Academia  de  la  Historia,  Col.  Salazar.  —  M.  9,  fo- 
lio 828  vuelto  —  Original  en  el  Archivo  del  Infan- 
tado.) 

(1)  Academia  de  la  Historia.  Col.  Salazar,  M.  9, 
f.  277.  —Archivo  del  Infantado. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


89 


mayor  y  sus  aldeas.  He  aquí  las  cláu- 
sulas importantes  á  este  propósito : 
"Por  ende  nos  los  sobre  dichos  y  cada 
uno  de  nos  otorgamos  por  la  presente 
ser  y  que  seremos  de  aqui  adelante 
para  siempre,  buenos,  fieles,  leales  y 
verdaderos  amigos  de  vos  Don  Alvaro 
de  Luna,  Condestable  de  Castilla  y 
Conde  de  San  Esteuan...,,  "E  otrosi 
que  quede  á  saluo  á  el  dho.  Condesta- 
ble el  dro.  que  pretendedes  auer  á  la 
hemienda  que  diziedes  que  vos  deue 
ser  fecha  por  la  villa  de  Cuellar  y  Mon- 
temayor  y  sus  tierras  que  vos  tenia  - 
des...„  Y  más  adelante  dice  D.  Alva- 
ro: "quedando  á  saluo  á  mi  el  dho.  Con- 
destable la  hemienda  que  yo  digo  que 
me  deue  ser  fecha  por  Cuellar  y  Mon- 
temayor  y  sus  tierras...,,  Este  conve- 
nio fué  firmado  en  15  de  Octubre  de 
1439  y  el  29  se  retiró  D.  Alvaro  á  su 
villa  de  Sepúlveda  á  sufrir  el  destierro 
de  la  Corte  que  los  confederados  ha- 
bían exigido  para  la  asentada  paz. 

Con  anterioridad  á  este  pacto,  aun- 
que en  el  mismo  año,  el  Concejo  de 
Cuellar,  deseando  volver  á  redondear 
sus  antiguos  términos,  consiguió  de 
Don  Juan,  el  Rey  de  Navarra, que  por 
aquel  entonces  se  encontraba  en  Medi- 
na del  Campo  que  le  vendiese  sus  dere- 
chos sobre  Montemayor  y  sus  aldeas 
para  que  fuese  todo  otra  vez  incorpora- 
do á  la  tierra  de  Cuellar  (G),  hízolo  don 


(G.)  1439.  —Escyitina  que  D.  Juan  ,  rey  de  Nava- 
rra é  infante  de  Aragón ,  otorgó  al  rey  de  Castilla 
sobre  jurisdicción  de  Cuellar. 

Don  Juan,  por  la  gracia  de  Dios  rey  de  Navarra, 
infante  e  gob.ernador  general  de  Aragón  e  de  Seci- 
lia,  &.*— Por  razón  quel  muy  alto  ú  muy  esclarecido 
Principe  el  señor  Rey  de  Castilla  ,  nuestro  muy  caro 
e  muy  amado  primo,  al  tiempo  e  sazón  que  nos  par" 
timos  destos  regnos  de  Castilla  para  el  nuestro  regno 
de  Navarra  apartó  los  lugares  de  la  Pelilla,  que  ago- 
ra se  llaman  Montemayor  é  Santiago  é  Sant  Miguel 
del  Arroyo  é  el  Caño  é  Casarejos  é  Cogeses  é  el  al- 
dea del  Val  é  Santibañez  é  !a  Mata  é  Perosillo  con 
su  torre  é  casa  con  todos  sus  términos  é  la  juresdi- 
cion  é  justicia  dellos,  de  la  nuestra  villa  de  Cuellar  é 
su  tierra...  é  fiss»  merced  de  los  dichos  lugares  de 
suso  declarados...  al  Doctor  Diego  Ruis  de  Valla- 
dolid,  del  Consejo  de  dicho  Señor  Rey  é  después  de 
su  finamiento  é  muerte  del  dicho  Doctor  Ruy  Diaa 
'de  Mendosa...  e  después  que  nos  venimos  en  los  di- 
chos reeños  el  dicho  señor  Rey  nuestro  primo  nos 


Juan  de  buen  talante,  no  sólo  porque 
la  villa,  según  él  dice:  "sea  acrescen- 
tada  y  conservada  según  que  solía  es- 
tar é  estaba  al  dicho  tiempo  que  Nos 
partimos  destos  dichos  regnos... „  sino 
también,  y  esto  sería  lo  más  seguro, 
"por  algunas  necesidades  que  al  pre- 
sente tenemos...,, 

Pasemos  por  alto,  por  ser  más  pro- 
pio de  otro  sitio,  las  magníficas  fiestas 
celebradas  en  Valladolid  para  solem  ■ 
nizar  el  matrimonio  del  Príncipe  don 
Enrique  con  doña  Blanca,  la  hija  de 
Don  Juan,  Rey  de  Navarra  y  señor  de 
Cuellar  (1):  la  muerte  de  Don  Pedro 


restituyó  é  tornó...  los  dichos  lugares...  E  por  vos, 
el  Concejo,  justicia,  alcaldes,  etc.  de  la  dicha  nuestra 
villa  de  Cuellar  é  su  tierra,  nos  fue'  suplicado  por  otra 
petición  que  por  vos  faser  merced  vos  restítuyere- 
mos  é  tornásemos. ..  los  dichos  lugares...  ó  vos  los 
vendiéremos  por  precio  é  quantia  razonable  para  que 
los  tovieredes  e  poseyederes  é  fueren  aldeas  desa 
dicha  nuestra  villa  de  Cuellar  e  de  su  jurldicion  y 
territorio...  según  é  como  lo  eran  e  los  teniades  é 
poseiades  antes...;  e  porque  nuestra  merced  e  vo- 
luntad es  que  la  dicha  nuestra  villa  de  Cuellar  e  su 
tierra  sea  acrescentada  e  conservada,  según  que  so- 
lia  estar  é  estaba  al  dicho  tiempo  que  nos  partimos 
destos  dichos  regnos,  é  por  algunas  necesidades  que 
al  presente  tenemos,  nos  fué  é  es  necesario  é  compli- 
dero  á  nuestro  servicio  de  vender  al  dicho  Concejo, 
iusiicia,  alcaldes,  etc..  los  dichos  lugares...  Por- 
ende  nos  por  esta  presente  carta...  otorgamos  é 
conoscemos  que  vendemos  á  vos  el  dicho  Concejo. . . 
de  la  dicha  nuestra  villa  de  Cuellar...   los  dichos 

logares é  los  vezinos  d  moradores  dellos,  e  con 

todos  sus  términos  é  juredicion  é  justicia  civil  y  cri- 
minal'e  mero  é  mixto  imperio...  por  juro  de  here- 
dad para  siempre  jamás. . .  por  precio  é  cuantía  ave- 
nido, igualado  tí  concertado  entre  nos...  á  saber: 
quatrocientos  mili  maravedises,  los  cuales  rescebi- 
mos  de  vos  contados...  E  porque  esto  sea  cierto  e 
firme  é  non  venga  en  dubda  firmamos  en  esta  carta 
nuestro  nombre  é  mandamosla  sellar  con  nuestro 
sello  é  otorgamosla  ante  el  escribano  é  notario  pu- 
blico é  testigos  de  yuso  escriptos,  que  fue'  fecha  é 
otorgada  en  la  villa  de  Medina  del  Campo  á  quince 
días  de  Agosto,  año...  de  mili  ú  quatrocientos  é  trein- 
ta y  nueve  años.  Testigos  que  fueron  presentes... 
Ruy  Diaz  de  Mendosa,  camarero  mayor  del  dicho 
señor  Rey  de  Navarra,  e'  Rodrigo  Alfonso  Rejón,  su 
contador  mayor,  é  luán  gonsalea  de  0«íerfo,  criado 
del  dicho  Rodrigo  Alfonso  y  contador  Rejón.— El 
Rey  Juan.  — E  yo  Diego  Gonsalea  de  Medina,  escri- 
bano de  Cámara  de  ntro.  señor  el  Rey,  e  su  notario 
publico...  &." 

(Archivo  del  Duque  de  Alburquerque.— Rodríguez 
Villa:  Bosquejo  biográfico ) 

(1)  La  villa  de  Cue'llar  fué  entonces  hipotecada 
por  el  Rey  de  Navarra,  como  las  demás  que  tenía  en 
Castilla  para  la  seguridad  de  la  dote  y  arras  de  su 
mujer.— índice  de  los  escritores  Reales  que  están  en 
el  archivo  de  Simancas.— Capitulaciones  entre  los 
Reyes  de  Castilla,  Aragón  y  Navarra,  -Escritura  de 


90 


boletín 


Manrique,  uno  de  los  principales  pro- 
movedores de  los  pasados  disturbios 
y  de  la  actitud  levantisca  deDonEnri- 
que,  el  Principe  heredero  de  Castilla, 
en  contra  de  su  padre  Don  Juan  II,  v 
siguiendo  las  inspiraciones  de  los  ene- 
migos del  de  Luna;  nada  diremos  de  la 
derrota  de  éste  en  Medina  del  Campo, 
ni  de  la  pena  que  le  fué  impuesta  de 
seis  años  de  destierro  en  sus  Estados, 
sin  que  se  le  permitiera  ni  escribir  al 
Rey  ni  enviarle  mensajeros,  lo  mismo 
que  su  hermano  el  Arzobispo  de  To- 
ledo; ni  de  la  persecución  que  sufrie- 
ron sus  parciales,  ni  del  dominio  que 
lograron  obtener  en  el  reino  los  no- 
bles confederados,  hasta  llegar  á  tener 
al  Rey  en  verdadero  secuestro,  pero 
conviene  que  nos  ocupemos  ya  de  los 
sucesos  á  que  los  anteriores  dieron  lu- 
gar, porque  tienen  relación  directa  y 
trascendencia  grande  con  la  historia 
de  la  villa  que  narramos. 

Puestos  de  acuerdo  Don  Lope  Ba- 
rrientos,  Obispo  de  Avila  y  amigo  de 
Don  Alvaro,  con  Juan  Pacheco,  el  pri- 
vado del  Príncipe,  determinaron  po- 
ner fin  á  este  estado  de  cosas,  restitu- 
yendo al  Rey  la  plenitud  de  su  autori- 
dad y  arrojando  de  Castilla  á  los  In- 
fantes aragoneses,  causantes  de  tan- 
tos daños ;  reuniéronse  al  fin  don 
Juan  II  y  su  hijo  con  los  parciales  de 
Don  Alvaro,  3*  los  Infantes  se  retira- 
ron precipitadamente,  á  Navarra  don 
Juan,  y  Don  Enrique  á  Murcia.  Re- 
suelto entonces  Don  Juan  de  Castilla 
á  asentar  de  un  modo  sólido  y  dura- 
ble su  poder  en  el  Reino  y  quitar  á  los 
aragoneses  el  medio  de  perturbarlo, 
resolvió  desposeerles  otra  vez  de  las 
villas  que  en  sus  Estados  tenían:  mar- 
chó, pues,  entre  otras,  contra  Cuéllar, 
á  la  que  puso  cerco,  y  encontrándose 
en  su  Real  sobre  esta  villa,  le  hizo  por 


hipoteca  del  rey  donjuán  de  Navarra,  en  que  obliga 
á  la  seguridad  de  la  dote  y  arras  de  la  Rejna  doña 
Blanca,  su  mujer,  las  villas  y  lugares  que  tenía  en 
estos  reinos  de  Castilla,  que  le  había  dado  el  rey 
Don  Juan  II,  año  1440. 


segunda  vez  donación  de  ella  á  don 
Alvaro  de  Luna  en  23  de  Julio  de 
1444  (1):  "Acatando,  dice,  los  muchos 
y  buenos  y  muy  leales  y  señalados  ser- 
vicios que  vos  Don  Alu°  de  Luna, 
mi  Condestable  de  Cast^  y  C^^  de 
Sant  esteuan  me  auedes  fho.  e  facedes 
de  cada  dia  e  los  grandes  trauajos  y 
peligros  que  auedes  sofrido  y  pasado 
por  seru.°  mió  y  conseruación  de  mi 
persona  y  estado  R.^  y  de  la  Corona  de 
mis  reinos  e  por  el  bien  publico  y  co- 
mún dellos:  y  los  gr'^^^.  gastos  y  des- 
pensas que  de  vra.  facienda  y  bienes 
en  ello  auiedes  fho.  y  puesto  y  face- 
des y  posedes  de  cada  día,  de  mas  y 
allende  del  sueldo  que  vos  yo  e  man- 
dado y  mando  librar,  y  masauajo:  La 
qual  dha  merd.  y  gra.  y  donación  y 
remuneración  vos  fago  de  todo  lo  suso 
dho.  y  de  cada  cosa  y  porte  de  ello... 
como  por  hemienda  de  los  500  vasallos 
de  tierra  de  la  dha  V.  ^  de  Cuellar  que 
yo  oue  fho.  merd.  al  Dr.  Don  Diego  Ro- 
dríguez, mi  oidor  y  Refrendario  y  de 
mi  consejo  y  los  vos  comprastes  de 
sus  herederos  é  después  vos  los  yo 
tomé,  para  los  dar  segund  que  los  di 
á  Rui  Díaz  de  Mendoza  mi  Mai.°''  m.''^ 
Yassi  mesmo  en  emienda  de  Baza  y 
Cihuela  de  los  qu.^^^  vos  yo  oue  fho. 
merd,  con  sus  castillos  y  fortaleza  y 
con  la  Juresdicion  et  Justicia...  e  des- 
pués vos  los  yo  tomé  para  los  dar  se- 
gund que  los  di  y  fize  merd.  dellos  á 
otras  personas  ;„  y  añade  que  esta  do- 
nación se  hace  aun  cuando  dicha  villa 
es  delRe}'  de  Navarra  "por  cuanto  el  la 
perdió  por  la  opresión  que  hizo  de  mi 
persona  R.^  y  porque  se  pasó  y  puso 
al  campo  con  sus  batallas  y  gentes 
contra  él,  el  Principe  Don  Enrique  su 
hijo  y  contra  el  pendón  R.'  de  sus  ar- 
mas, olvidaua  la  naturaleza  que  tenía 
en  los  sus  regnos...  et  los  pleitos  ho- 
•menages  que  le  tenía  hechos...  y  las 
mercedes  que  hauía  recibido... ;„  por 


(1)   Academia  de  la  Historia,  Col.  Salazar,  M.  10, 
fol.  48  V, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


91 


todo  lo  cual  termina  diciendo  el  Rey 
"confiscó  y  aplicó  á  su  Corona  (la  dha 
v.**  y  de  nuevo  la  coHfiscaua  y  aplica- 
va  para  hacer  merd.  della  á  dho.  Con- 
destable. „ 

Gonzalo  de  la  Torre  de  Trassierra. 

(Contiunará.) 

SECCIÓN  DE  BELLAS  ARTES 


DOCUMENTOS 

QUE   PUEDEN   SERVIR    PARA   LA  HISTORIA 
DE   LA  ARQUITECTURA  EN  ESPAÑA. 


La  Capilla  del  Marqués  de  los  Vélez,  en  la 
Catedral  de  Murcia. 

^loR  referirse  á  un  monumento  de 
!|  j";^  gran  importancia ,  y  no  muy 
^=^  conocido,  reproducimos  las  si- 
guientes cartas,  que  el  ilustre  arqui- 
tecto murciano,  ya  difunto,  D.  José 
Ramón  Berenguer,  dirigió  al  Adminis- 
trador en  Murcia  del  Excmo.  Sr.  Du- 
que de  Medina  Sidonia, sobre  las  repa 
raciones  que  creía  indispensables  para 
la  conservación  del  monumento  á  que 
se  refieren,  como  contestación  á  la  con- 
sulta hecha  á  aquel  profesor,  sobre  el 
particular,  por  encargo  del  referido 
procer.  Dice  así: 

Murcia,  í.°  de  Abril  de  1873. 

S) .  D.  Luis  Pérez  Trigueros. 
Muy  señor  mío:  En  la  consulta  ver- 
bal que  usted  se  ha  servido  hacerme 
sobre  el  medio  que  pudiera  adoptarse 
para  mejorar  con  el  menor  gasto  po- 
sible el  deteriorado  y,  por  tanto,  des- 
agradable aspecto  impreso  por  la  ac- 
ción destructora  del  tiempo  á  los  fina- 
les y  coronaciones  de  los  contrafuertes 
que  resultan  en  los  ángulos  exteriores 
de  la  suntuosa  Capilla  denominada  del 
Marqués  de  los  Vélez,  en  nuestro  tem- 
plo catedral,  le  he  manifestado  que,  en 
mi  dictamen,  y  no  siendo  dable  en  la 


actualidad,  según  Ud.  me  ha  informa- 
do, disponer  de  fondos  suficientes  para 
una  restauración  completa  y  arregla- 
da á  las  mismas  formas  y  ornamenta- 
ción aplicadas  á  los  expresados  con- 
trafuertes cuando  se  construyeron,  y 
que  todavía  se  muestran  íntegras  en 
los  situados  al  Norte  de  la  expresada 
capilla,  es  lo  más  conveniente  dejarlos 
como  se  encuentran  y  cubrirlos  con 
unos  tejadillos  para  evitar  que  las  aguas 
llovedizas  continúen  infiltrándose  en 
la  piedra  que  los  remata,  contener  el 
daño  que  tan  perniciosa  influencia  ha 
ocasionado,  y  dar  lugar  á  que  una 
venturosa  ocasión  permita  á  los  ilus- 
tres Patronos  de  tan  magnífica  Capilla 
llevar  á  efecto  la  restauración  que  pro- 
pongo, sin  alterar  el  especial  carácter 
histórico-artístico  que  distingue  á  tal 
monumento ,  legado  precioso  que  deja- 
ron al  templo  catedral  murciano,  como 
uno  de  sus  principales  ornamentos,  los 
insignes  varones  D.  Juan  Chacón  y 
D.  Pedro  Faxardo,  ofreciendo  á  las 
generaciones  que  habían  de  sucedeiies 
un  testimonio  de  la  fervorosa  piedad 
con  que  los  magnates  de  su  época  se- 
guían el  camino  trazado  por  la  mag- 
nificencia de  los  Reyes  y  Prelados  en 
las  construcciones  religiosas,  un  obje- 
to de  estudio  en  tiempos  posteriores  al 
artista  y  al  arqueólogo,  y  enriquecien- 
do los  anales  de  su  esclarecida  casa  de 
los  Vélez  y  Villafranca  con  un  hecho 
depa^  tan  célebre  como  pueden  serlo 
los  que  en  los  mismos  anales  se  regis- 
tran de  brillantes  victorias  alcanzadas 
en  la  guerra. 

En  efecto:  la  Capilla  que  hoy  excita 
nuestro  interés  presenta  uno  de  los  ti- 
pos más  acabados  y  ricos  de  la  pompa 
y  fastuosidad  con  que  la  arquitectura 
ojival  se  despedía  del  mundo  artístico 
en  los  últimos  años  del  siglo  XV  y  pri- 
meros del  XVI,  para  ceder  su  puesto 
á  la  del  Renacimiento.  Los  elementos 
ornamentales  y  formas  generales  de 
este  sistema  se  mezclaban,   apoyados 


92 


boletín 


por  el  afán  de  la  novedad,  á  los  carac- 
terísticos de  su  antecesor;  al  principio 
tímidamente,  después  de  una  manera 
más  determinada,  y  al  comenzar  el  si- 
glo XVI  con  las  tendencias  dominan- 
tes, que  al  fin  alcanzaron  el  triunfo  de- 
finitivo. Así  seobserva  en  las  construc- 
ciones de  esta  época  abatido  en  gene- 


do  producen  una  forma  nada  elegante 
y  bastante  desagradable  á  la  vista.  Se- 
mejante sustitución  encontró  tanto  más 
allanado  el  camino,  cuanto  la  pureza 
con  que  la  ojiva  se  ostentó  y  sostu- 
vo casi  sin  competencia  durante  los  si- 
glos XIII,  XIV  y  primer  tercio  del  XV, 
se  adulteró  en  lo  sucesivo  con  los  ar- 


CAPIj:.LA   DEL   MARQUÉS   DE  LOS   VÉLEZ   (Ingreso.) 


ral  el  arco  ojivo  y  sustituido  en  los  si- 
tios principales  por  los  semicirculares 
y  por  los  rebajados,  ya  elípticos,  ya 
ovales  de  tres  centros ,  cuyas  sagitas  y 
cuerdas  se  determinan  entre  sí  por  re- 
laciones tan  grandes,  que  á  la  vez  que 
en  los  extremos  ó  arranques  resultan 
dos  porciones  de  curva  sumamente 
pronunciada  y  mezquina,  la  del  centro 
aparece  casi  recta  y  comparativamen- 
te colosal,  cuyas  condiciones  de  traza- 


eos  trebolados  y  conopiales  que  el  afán 
de  innovar,  siempre  peligroso  cuando 
es  irreflexivo,  introdujo  como  elemen- 
to preferente  de  ornamentación  arqui- 
tectónica. Por  otra  parte,  los  pilares, 
ya  exentos,  ya  entregados  á  los  muros 
en  sus  planos,  ó  en  los  ángulos  forma- 
dos por  sus  encuentros,  aunque  con- 
servan la  disposición  fasciculada  que 
adquirieran  en  el  siglo  XIV,  la  modi- 
fican aumentando ,  mezclando  y  adel- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


93 


gazando  notablemente  los  baquetones 
cilindricos  y  prismáticos,  presentando 
estos  últimos  bien  su  frente  plana,  ó 
bien  sus  ángulos:  estos  pilares  se  inte- 
rrumpen con  frecuencia  y  á  cierta  al- 
tura por  ménsulas  de  complicada  labor 
unas  veces,  y  otras  aparentando  ser 
sostenidos  por  animales  de  varias  es- 


superior  de  la  obra,  }'■  cuya  faja  se  ha- 
lla á  su  vez  dominada  por  una  pena- 
chería  ó  crestería  formada  de  capri 
chosos  enlaces.  La  que  se  contempla 
en  nuestra  Capilla  es  de  primoroso 
gusto.  Sobre  los  capiteles  arrancan  en- 
contrándose y  al  propio  tiempo  eleván- 
dose graciosa  y  gallardamente  los  aris- 


CAPILLA   DEL  MARQUÉS   DE   LOS   VÉLEZ     Interior.) 


pecies  y  actitudes  grotescas,  destina- 
das á  soportar,  ó  que  efectivamente 
soportan  estatuas  cobijadas  por  las  ca- 
racterísticas y  más  ó  menos  afiligrana- 
das torrecillas  y  marquesinas  del  gé- 
nero ojival,  reapareciendo  por  encima 
de  dichos  pilares,  casi  siempre  modifi- 
cados en  la  combinación  que  presen- 
taron en  su  parte  inferior  y  subiendo 
á  ser  ceñidos  en  forma  de  capitel  por 
la  faja  general  que  circunda  la  parte 


tones,  que  después  se  esparcen,  sepa- 
ran y  vuelven  á  buscar,  cruzándose  en 
numerosos  y  variados  giros,  forman- 
do vistosas  combinaciones  para  soste- 
ner y  fortificar  los  compartimientos  en 
que  dividen  la  bóveda  general. 

Por  último,  los  paramentos  de  los 
muros  y  de  los  fondos  y  costados  de 
las  grandes  hornacinas  que  se  destina- 
ban á  capillas  ó  enterramientos,  se  re- 
vestían profusamente  con  multitud  de 


94 


boletín 


ornatos  como  arcos  ornamentales  for- 
mados de  gruesos  baquetones,  grecas, 
lacerías,  ingeniosísimas  penetracio- 
nes, franjas  huecas  y  caladas,  ligeros 
trepados,  largas  líneas  de  pequeñas 
almenas,  triforios  y  tribunas  simula- 
das, antepechos  con  calados  imitando 
las  ondulaciones  ascendentes  de  una 
malla,  cuyo  adorno,  prodigado  con 
cierta  preferencia  á  la  par  de  otros, 
dio  con  ellos  origen  á  la  denominación 
de  gótico  florido  ó  flamígero  con  que 
Batissier  y  otros  muchos  franceses  dis- 
tinguieron al  estilo  ojival  del  tercero 
y  último  período:  no  menos  se  multi- 
plicaron los  nichos  y  estatuas,  las  fo- 
llajerías  en  que  sobresalen  las  hojas 
de  berza  rizada,  del  cardo  espinoso  ó 
agudo,  de  la  vid  silvestre,  y  de  mil  y 
mil  otras  especies  indígenas  con  que 
se  decoraban  los  guarnecidos  de  puer- 
tas y  ventanas,  impostas  y  arqui vuel- 
tas, introduciendo  y  enlazando  con 
esta  misma  follajería,  en  el  último  pe- 
ríodo á  que  me  voy  refiriendo,  objetos 
decorativos  propios  del  Renacimiento 
en  el  estilo  designado  en  Españíi  con 
el  nombre  de  plateresco,  como  jarron- 
citos,  niños  desnudos,  animales  fan- 
tásticos y  de  existencia  real,  pero  de 
airosas  formas  unos  y  otros,  y  sin  ol- 
vidar las  frutas  y  flores  y  otros  orna- 
tos de  que  hasta  entonces  no  se  había 
hecho  aplicación;  agregándose  tanta 
prodigalidad  y  refinamiento  de  lujo, 
esmero  y  paciencia  más  admirables 
para  conseguir  todo  el  primor  de  eje- 
cución de  que  es  capaz  el  cincel  más 
delicado. 

Tal  era,  pues,  la  fascinadora  exor- 
nación y  la  brillante  pompa  de  que 
hacía  tan  ostentoso  alarde  la  arquitec- 
tura ojival,  al  tiempo  mismo  en  que 
iba  á  ceder  su  dominación,  de  más 
de  tres  siglos,  á  otro  sistema  no  me- 
nos fastuoso,  aunque  más  risueño,  sien- 
do de  este  hecho  la  suntuosa  Capilla 
de  que  tratamos  un  precioso  testimo- 
nio y  una  de  las  más  ricas  muestras; 


é  indudablemente,  bajo  tal  concepto, 
y  sin  que  la  afirmación  pueda  tachar- 
se de  hiperbólica,  un  ejemplar  de  los 
más  estimables,  aunque  poco  conocido 
en  España,  si  bien  en  muchas  provin- 
cias se  tienen  noticias  de  su  existen- 
cia^ no  tanto  por  su  mérito  general 
cuanto  por  la  cadena  de  piedra  que 
'  ciñe  á  la  obra  en  su  parte  exterior. 

He  ampliado  cuanto  he  creído  nece- 
sario la  principal  razón  que  desde  el 
punto  de  vista  histórico-artístico  ex- 
puse á  usted  muy  compendiosamente 
en  la  consulta  verbal  que  ha  precedido 
á  este  dictamen  escrito,  y  me  lisonjeo 
que  se  persuadirá  de  cuan  poderoso  y 
atendible  es  el  motivo  que  aconseja  no 
alterar,  ni  aun  disfrazar  con  otras  for- 
mas y  elementos,  por  más  que  sean,  si 
se  me  permite  la  frase,  cronológicos, 
los  que  constituyen  el  carácter  priva- 
tivo y,  digámoslo  así,  individual,  que 
imprimieron  á  la  obra  sus  ilustres  fun- 
dadores; pues,  como  todo  monumento 
en  particular,  ofrece  rasgos  propios  y 
peculiares  que  es  muy  interesante  con- 
servar, y  reproducir  si  llegan  á  per- 
derse, en  cuantas  ocasiones  sea  nece- 
saria alguna  restauración. 

Pero  en  el  caso  presente  se  ofrecen 
además  otras  consideraciones  econó- 
mico científicas,  que  también  manifes- 
té á  usted  en  la  citada  consulta  y  aho- 
ra reproduzco. 

Los  andamios,  albañiles,  canteros  y 
hasta  un  tallista  para  retundir  y  hacer 
desaparecer  la  deformidad  que  presen- 
tan los  contrafuertes  en  sus  remates, 
por  causa  del  desgaste  y  deterioro  de 
la  piedra,  labrando  sólo  el  material 
existente,  pero  con  formas  que  in- 
dispensablemente deben  'armonizarse 
con  las  características  del  edificio,  ya 
que  no  pueden,  como  en  efecto  no  pue- 
den, reaparecer  las  primitivas;  dichos 
andamios ,  albañiles  y  demás  opera- 
rios, repito,  serían  necesarios  en  igual 
número,  y  causarían  iguales  gastos 
que  si  la  restauración  fuese  completa 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


% 


empleando  nueva  sillería,  pues  el  coste 
se  diferenciaría  únicamente  en  el  que 
ocasionasen  la  saca,  transporte}'  su- 
bida al  punto  de  colocación  de  esta 
nueva  sillería,  resultando  de  escasa 
entidad  la  diferencia  entre  los  impor- 
tes totales  de  uno  ú  otro  medio  de  rea- 
lizar la  obra.  Esto  en  cuanto  á  la  parte 
económica. 

Respecto  á  la  científica,  es  necesario 
tener  muy  presente  que  los  contra- 
fuertes .de  que  se  habla  son  los  estri- 
bes y  principales  apoyos  de  la  osada 
bóveda  de  sillería  que  cubre  toda  la  no 
poco  extensa  Capilla; y  aun  cuando  las 
presiones  ó  empujes  de  esta  bóveda 
ejerzan  su  acción  sobre  dichos  contra- 
fuertes, en  puntos  bastante  más  bajos 
que  los  que  es  necesario  restaurar, 
sería  peligroso  disminuir  el  volumen 
de  éstos,  y  lejos  de  practicarlo  así, 
muy  conveniente  reintegrar  el  que  se 
les  dio  al  tiempo  de  construirlos.  Se 
halla  admitido,  como  principio  de  Me- 
cánica aplicada  á  la  edificación,  que 
en  todo  estribo  de  arco  ó  bóveda  pue- 
de disminuirse  su  volumen  desde  el 
punto  de  empuje  hacia  la  base  en  cier- 
ta cantidad, sujeta á  deetrminadas  con- 
diciones, siempre  que  la  misma  canti- 
dad de  masa  ó  material  se  agregue  á 
la  parte  superior;  principio  que  inge- 
niosa y  admirablemente  emplearon 
como  recurso  para  ilusionar  á  la  ima- 
ginación con  una  ligereza,  real  á  la 
vista,  pero  aparente  en  sus  efectos,  los 
arquitectos  del  sistema  ojival,  debién- 
dose á  esta  razón  práctica,  dentro  de 
la  cual  buscaba  y  halló  el  espíritu  re- 
ligioso la  poética,  la  arrojada  eleva  - 
ción  de  esas  altísimas  agujas  que  tan 
justamente  se  admiran  en  muchas  Ca- 
tedrales y  en  otros  templos  de  orden 
inferior:  obsérvese, si  no,  cómo  cuanto 
mayor  es  aquella  elevación,  son  tam- 
bién más  numerosos  los  compartimien- 
tos de  gradación  disminutiva  para  no 
eliminar  la  más  pequeña  cantidad  de 
volumen  del  material  necesario  á  la 


resistencia;  y  cómo,  cuando  en  el  últi- 
mo período  de  esta  arquitectura  se 
rebajó  la  talla  de  tales  agujas,  apare- 
ce su  robustez  en  razón  inversa  de  su 
altura.  En  el  límite  de  este  último 
caso  se  encuentran  los  contrafuertes 
de  la  Capilla  objeto  de  nuestra  aten- 
ción... 

¡Oh!  ¡Y  aún  se  califica  de  ignoran- 
tes obscurantistas  á  nuestros  antepa- 
sados! Sólo,  sólo  la  Religión  católica 
pudo  revelarles  y  puede  seguir  des- 
cubriendo los  medios  de  cultivar  las 
ciencias  hasta  el  grado  de  convertir 
los  más  groseros  materiales  sobre  cu3'a 
naturaleza  y  mejor  manera  de  utilizar- 
los dirigen  sus  investigaciones,  en 
símbolos  de  una  aspiración  espiritual 
que  se  oculta  al  orgullo  y  estúpido 
positivismo  de  nuestra  desventurada 
época;  y  he  aquí  uno  de  los  más  pode- 
rosos motivos  que,  en  mi  opinión,  tiene 
la  impiedad  para  destruir  á  todo  tran- 
ce los  innumerables  testimonios  que 
tan  solemnemente  desmienten  esta  y 
otras  calumniosas  imputaciones  diri- 
gidas á  nuestros  padres,  tachándoles 
de  ajenos  y  enemigos  de  toda  ilustra- 
ción; y  he  aquí  uno  de  tantos  maravi- 
llosos efectos  debidos  al  entusiasmo  y 
fervor  religiosos,  que  hoy  se  apellidan 
fanatismo.. . 

Dispense  usted  me  haya  separado  del 
asunto  principal,  concluyendo  con  una 
digresión  quizá  impertinente;  pero  res- 
petando las  creencias  que  usted  pue  • 
de  tener,  como  respeto  las  de  todos  los 
hombres  en  este  punto,  no  he  podido 
resistir  al  impulso  que  como  arquitecto 
católico  me  ha  excitado  á  manifestar 
mis  convicciones,  la  primera  vez  que 
se  me  ha  ocurrido  ocuparme  por  es- 
crito en  la  restauración,  siquiera  sea 
pequeña  en  importancia,  de  un  monu- 
mento ojival  que  la  tiene  grande.  Sin 
embargo  de  todo,  espero  reciba  usted 
esta  manifestación  como  una  prueba 
de  la  sinceridad  con  que  le  expone  su 
dictamen,  en  el  caso  consultado,   su 


96 


boletín 


afectísimo   y  atento  servidor  que  le 
besa  la  mano,  José  Ramón  Berenguer. 


X 
X     X 


Desoídos  tan  autorizados  consejos, 
en  el  mismo  día  que  se  envió  la  carta 
anterior  á  su  destino,  se  comenzaba  en 
tan  precioso  monumento  extraña  repa- 
ración, que  provocó  la  protesta  del 
digno  profesor,  la  cual  reproducimos 
á  continuación: 

Murcia,  2  de  Abril  de  1873. 

Sr,  D.  Luis  Pérez  Trigueros. 

Muy  señor  mío  y  de  mi  aprecio:  Con 
la  mayor  pena  y  disg-usto  me  apercibí 
ayer  tarde,  pasando  á  última  hora  por 
la  confrontación  del  Seminario  de  San 
Fulgencio,  de  la  impropia  3^  extraña 
transformación  dada  al  remate  de  la 
cúspide  del  tejado  de  la  Capilla  del 
Marqués;  disgusto  tanto  mayor,  cuanto 
en  la  misma  mañana  de  ayer  había  re- 
mitido á  usted  el  informito  en  que,  des- 
pués de  dar  idea  del  carácter  de  dicha 
Capilla,  recomiendo  encarecidamente 
el  deber  de  conservarlo. 

La  circunstancia  de  haber  sido  con- 
sultado sobre  la  restauración  de  una 
parte  de  la  Capilla,  y  presentado  mi 
dictamen  por  escrito,  juntamente  con 
mi  cualidad  de  académico  correspon- 
sal de  la  de  San  Fernando,  é  individuo 
de  la  Comisión  de  Monumentos  his- 
tóricos y  artísticos  de  esta  provincia, 
creo  que  me  permiten  siquiera  lamen- 
tar lo  que  puede  llamarse  una  profa- 
nación, y  rogar  á  usted  se  evite  en  el 
que  tiene  á  su  cuidado,  y  puede  pre- 
sentarse como  uno  de  los  más  clásicos 
de  la  época  á  que  pertenece,  al  ilus- 
trado examen  de  nacionales  y  extran- 
jeros. 

Espero  de  la  bondad  de  usted  me  dis- 
pensará esta  confianza,  que  mi  amor  al 
arte  me  ha  impulsado  á  tomar,  anima- 


do también  por  el  aprecio  con  que  le 
distingue  su  afectísimo  y  atento  servi- 
dor q.  1.  b.  1.  m., — José  Ramón  Be- 
renguer. 


NECROLOGÍA 


Ha  fallecido  en  Palma  de  Mallorca,  á  los 
setenta  y  siete  años  de  su  edad,  el  Sr.  D.  José 
María  Quadrado,  polígrafo  insigne,  varón 
preclaro  por  su  ciencia  y  sus  virtudes,  decano 
de  los  excursionistas  españoles.  Su  nombre 
va  unido,  juntamente  con  los  de  Piferrer  y 
Parcerisa,  á  la  magna  obra  Recuerdos  y  bel¡e;(as 
de  España, que  de  tan  poderosa  manera  contri- 
buyó, entre  la  generación  anterior  á  la  presen- 
te, á  fomentar  la  afición  á  nuestra  historia  y  el 
amor  á  nuestros  monumentos.  Llena  el  alma 
de  entusiasmo  por  las  glorias  patrias,  peregri- 
nó duadrado  por  las  más  casU:(as  regiones 
españolas,  exploró  sus  archivos,  estudió  sus 
templos,  soñó  en  sus  alcázaresy  castillos;  y  re- 
sultado de  estos  viajes  fueron  los  volúmenes 
dedicados  á  Asturias ,  León  ,  las  dos  Castillas, 
Aragón  y  Mallorca,  en  todos  los  cuales  cam- 
pean erudición  inmensa  ,  atinada  crítica  y 
elegantísimo  estilo. 

No  son  para  recordados  aquí  los  múltiples 
escritos  de  índole  política,  religiosa,  filosófi- 
ca, literaria  ,  histórica  y  artística  que  debe  la 
moderna  bibliografía  española  á  la  pluma  de 
Quadrado;  ellos  robustecerán  y  divulgarán  su 
fama  á  medida  que  pase  el  tiempo,  ya  que  su 
nombre,  aunque  bien  conocido,  no  era  en 
España  tan  popular  como  debiera. 

Según  noticias  que  creemos  fidedignas, 
trátase  en  Mallorca  de  perpetuar  con  un  mo- 
numento la  memoria  de  Quadrado.  Vivamen- 
te deseamos  que  se  lleve  á  la  práctica  el  pro- 
yecto, que  honrará  tanto  al  pueblo  balear 
como  al  varón  ¡lustre  cuya  vida  y  obras  tan 
llenas  están  de  enseñanzas. — R.  I.  P. 


BOLKTÍN 


DE  LA 


<\ 


A 


DIRECTO  R  : 
EL  CONDE  DE  CEDILLO,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AKO  IV 


MadPid.   1°  de  Septiem'br's  de   1Q9Q. 


NUM.  43 


EXCURSIONES 


LAS  GOLEGGONES  PARTICULARES  DE  MADRID 


El  Sr.  Marqués  de  Arcicollar. 

(Conclusión.) 

Del  mismo  establecimiento  procede, 
entre  otros  muchos  que  representan 
asuntos  mitológicos  ó  que  reproducen 
famosas  esculturas  clásicas,  otro  her- 
mosísimo grupo ,  el  famoso  Galo  dán- 
dose muerte  después  de  haber  sacrifi 
cado  á  su  esposa.  (Escuela  de  Bérga- 
mo,  siglo  III  antes  de  Cristo),  cu3'0  ori- 
ginal se  halla  en  Roma  y  del  cual  te- 
nemos una  buena  reproducción  en  3^eso 
en  el  Casón  del  Retiro. 

Pieza  también  notable  de  la  misma 
sección  de  porcelanas  es  un  hermoso 
jarrón  de  gran  tamaño,  obra  de  la  fá- 
brica de  Berlín,  y  que  lleva  un  artísti- 
co retrato  del  rey  de  P rusia  Federico 
Guillermo  III,  jarrón  que  tiene  una  his- 
toria que  no  deja  de  ser  picante.  Pare- 
ce ser  que  el  Monarca  en  él  retratado, 
queriendo  dar  una  prueba  de  afecto 
á  una  ilustre  antepasada  del  Sr.  Mar 
qués  de  Arcicollar,  á  hi  cual  debía  al 
gunas  atenciones,  envióla  á  Madrid 
esta  hermosa  obra  de  arte.  Tal  ob=^e 


quio  fué  con  justicia  admirado  por  el 
todo  Madrid  de  aquellos  tiempos,  gus- 
tando extraordinariamente  á  todos,  y 
muy  en  particular  á  la  reina  doña  Ma- 
ría Luisa,  esposa  de  Carlos  IV,  quien 
tanto  le  alabó ,  que  su  poseedora  hubo 
de  regalársele.  Pocos  años  después, 
cuando  caído  en  desgracia  y  emigrado 
el  príncipe  de  la  Paz,  D.  Manuel  Go- 
doy,  vendiéronse  sus  muebles  en  pú- 
blica almoneda,  á  ella  salió  el  artístico 
jarrón,  que  fué  adquirido  por  una  hija 
de  su  primitiva  poseedora,  viniendo 
luego,  por  herencia,  á  pertenecer  al 
señor  Marqués. 

Para  dar  por  concluida  la  sección 
de  cerámica  de  que  vengo  hablando, 
resta  sólo  citar  la  gríin  colección  de 
bomboneras,  del  siglo  XVIII  en  su  ma- 
yor parte,  que  en  número  de  150  se 
ven  en  dos  vitrinas,  y  cuatro  hermosas 
placas  de  porcelana,  pasta  blanda  de 
Alcora,  con  pinturas  que  representan 
la  Virgen  del  Carmen ,  San  Joaquín, 
San  Jerónimo  y  la  Virgen  de  los  Dolo- 
res, muy  notables  por  ser  de  las  pocas 
obras  de  porcelana  que  salieron  de 
aquel  establecimiento  por  el  conde  de 
Aranda  fundado,  que  se  distinguió  más 


98 


boletín 


trabajando  objetos  de  loza;  de  esta  ma- 
teria y  de  aquella  fábrica  es  un  gran 
busto  del  dicho  Conde  de  Aranda,  que 
también  se  conserva  en  la  colección 
que  describo  (1). 

Si  esta  parte  de  la  colección  resulta 
interesantísima ,  no  lo  es  menos  la  de 
la  plata  holandesa.  Las  personas  com- 
petentes que  fueron  entre  los  excursio- 
nistas, y  el  Sr.  Marqués  sobre  todo, 
diéronnos  largas  y  eruditas  explica- 
ciones, en  que  yo  no  he  de  entrar  aho- 
ra, acerca  délos  caracteres  especiales 
que  distinguen  los  objetos  de  plata  fa- 
bricados en  Holanda,  de  los  que  hicie- 
ron los  plateros  de  otras  naciones,  de 
la  nuestra  por  ejemplo,  donde  tantos  y 
tan  famosos  los  hubo;  queda  ya  dicho 
que  son  estos  objetos  de  uso  privado 
y  doméstico  por  lo  general,  y  añado 
ahora  que  se  pagan  hoy  á  altos  pre- 
cios, y  son  muy  codiciados  por  su  ele- 
gante, airosa  y  original  factura.  El  se- 
ñor Arcicollar,  que  representó  duran- 
te muchos  años  á  nuestra  nación  en 
Holanda,  hizo  allí  el  acopio  de  esa  pla- 
ta/r/so;/«  que  ho}^  guarda  en  amplísi- 
ma y  hermosavitrina,  en  la  cual  se  ven, 
no  sólo  cubiertos  de  formas  extrañas, 
platos,  vasos  y  otros  objetos  de  uso  ca- 
sero, sino  también  tabaqueras,  jugue 
tes,  joyuelas,  dijes,  cadenillas  y  sobre 
todo  bellísimos  cofrecillos  de  labor  de- 
licada y  minuciosa,  con  artísticos  cala- 
dos, hasta  reunir  en  total  el  extraor- 
dinario número  de  quinientas  treiuta 
y  cinco  piezas  de  plata  trabajadas  en 
Holanda. 

No  son,  ni  con  mucho,  tantas  las  de 
orfebrería  y  platería  española  que  po 
see,  pero  merecen  entre  ellas  llamar  la 
atención  un  riquísimo  cáliz  de  estilo 
gótico  ú  ojival  florido,  en  plata  sobre- 


(1)  El  erudito  D,  Juan  F.  RiafSo  hace  un  detenido 
estudio  de  la  fabrica  de  Alcora,  su  fundación,  obras 
que  ejecutó,  maestros  que  la  dirigieron  y  marcas  con 
que  se  distinguen  sus  productos,  en  la  obra  The  in- 
dustrial arts  in  Spaiii  (Londres,  KS79),  donde  puede 
verse  un  grabado  que  representa  una  placa,  no  muy 
distinta  de  las  de  la  colección  Arcicollar,  existente 
en  el  South  Kcnsington  Museum, 


dorada,  labrado  con  todo  el  gusto,  el 
cuidado  y  la  finura  á  que  se  llegó  en 
el  siglo  XV,  unos  artísticos  candele- 
ros  de  plata  que  llevan  la  fecha  de 
1526,  un  plato  de  oro  de  grjm  peso  y 
rica  labor,  procedente  de  Galicia,  una 
paz  de  plata  repujada  hermosísima,  y 
otras  muchas  cosas  más  que  fuera  im- 
posible recordar,  y  más  imposible  aún 
describir  en  los  breves  términos  en  que 
se  ha  de  desenvolver  este  trabajo. 

En  las  mismas  vitrinas  que  guardan 
estos  objetos,  vénse  también  oti'os  de 
no  menos  mérito,  como  son  varios  ri- 
cos cofrecillos  con  esmaltes  de  Limo- 
ges,  de  subidísimo  mérito  uno  de  ellos. 


En  los  límites,  por  así  decirlo,  que 
separan  esta  sección  de  la  de  las  J03'as, 
de  que  luego  hablaré,  hállase  uno  de 
los  más  bellos  y  curiosos  objetos  de  la 
colección:  me  refiero  á  un  riquísimo 
relicario  que  representa  el  fotograba- 
do adjunto,  que,  aun  siendo  de  muy  pe- 
queñas dimensiones  (12  centímetros  de 
altura  tan  solo),  llama  la  atención  po- 
derosamente, no  sólo  como  obra  artís- 
tica, sino  por  el  uso  á  que  estuvo  des- 
tinado; respecto  á  esto,  por  ser  el 
asunto  algo  escabroso,  diré  sólo  que 
lleva  la  inscripción  siguiente,  en  es- 
malte azul: 

-¡-PREPUCY  DOMINI  NOSTRI  lESVXRISTI-f- 
D.  CARNE  DOMINI  NOSTRI — Y— XSI  r 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


99 


Añadiendo,  para  que  los  curiosos 
investiguen  en  el  asunto,  que  parece 
que  procede  de  Toledo,  y  que  tal  vez 
contuvo  una  reliquia  que  el  desgracia- 
do príncipe  D.  Carlos,  hijo  de  Feli- 
pe II,  pidió  á  Roma  en  carta  que  debe 
conservar  el  señor  Conde  de  Valencia 
de  Don  Juan. 

Respecto  al  relicario  diré  que  €5, 
como  pueden  apreciar  los  lectores,  de 
un  gusto  exquisito;  el  lugar  en  que  la 
reliquia  debió  contenerse  está  formado 
por  el  hueco  de  dos  granates  de  tama- 
ño bastante  grande,  uno  de  ellos  labra- 
do con  grandísimo  esmero;  la  parte  de 
metal  hállase  por  completo  cubierta  de 
finísimos  esmaltes,  llevando  grabados, 
en  esmalte  también,  en  la  parte  infe- 
rior, los  nombres  Jesús  y  María  á  uno 
y  otro  lado. 

Aun  después  de  visto  todo  esto,  res- 
tan en  la  colección  los  relojes,  tanto 
de  pared  como  de  bolsillo,  que  el  se- 
ñor Marqués  tiene  en  gran  número  (en 
una  sola  vitrina  conté  setenta  y  cinco), 
entre  los  que  los  hay,  como  se  puede 
suponer,  de  todas  clases,  formas  y 
épocas,  no  pocos  con  miniaturas,  como 
uno  que  lleva  el  retrato  del  Conde  de 
Aranda,  otros  con  esmaltes,  otros  de 
capricho,  como  uno  rarísimo  del  si  - 
gloXVIIque  figura  una  calavera,  otros 
colocados  en  sortijas,  en  forma  de  ño- 
res y  de  cruces  varios,  históricos  al- 
gunos, procedentes  uno  que  otro  de 
colecciones  famosas,  como  dos  que 
fueron  del  gran  coleccionista  Príncipe 
Soltykoff  (1),  y  varios  de  caprichosas 
formas,  cual  el  que  figura  un  arpa  con 
riquísimos  esmaltes  y  piedras  precio- 
sas, primorosa  obra  del  arte  del  si- 
glo XVIII. 

Mas  siendo  tantos  los  notables,  hay 
cuatro  entre  ellos  que  no  pueden  dejar 


(1)  Hállanse  reproducidos  en  el  libro  titulado  Col- 
lection  archéolegique  du  prince  Fierre  Soltykoff- 
Horlogerie,  par  Fierre  Dubois.  (París,  1858;.  Obra 
rara  y  muy  interesante  para  el  estudio  de  la  historia 
de  la  relojería,  de  la  cual  guarda  el  Sr.  Marqués  un 


de  citarse:  es  el  primero,  y  el  mejor 
sin  duda  de  la  colección,  un  reloj  del 
siglo  XVII  cubierto  por  esmaltes  ver- 
des y  que  lleva,  en  vez  de  asa,  un  lazo 
con  gran  número  de  hermosos  diaman- 
tes tabla;  á  esas  condiciones  que  le 
avaloran,  reúne  la  de  haber  pertene- 
cido á  la  Virgen  del  Pilar,  de  cuyo  te- 
soro formó  parte  hasta  que  en  ocasión 
en  que  el  templo  donde  se  venera  re 
quería  algunas  reparaciones  fueron 
vendidas  para  sufragar  los  gastos  va- 
rias joyas,  entre  ellas  la  que  nos  ocu- 
pa, que,  adquirida  por  una  noble  dama 
de  nuestra  aristocracia,  á  quien  unen 
relaciones  de  parentesco  con  el  Mar- 
qués de  Arcicollar,  fué  regalada  á  éste 
señor  para  que  con  ella  enriqueciese 
su  colección. 

Es  el  segundo  de  los  relojes  citados, 
de  acero,  ricamente  labrado,  propio 
para  colocarse  sobre  una  mesa,  y  no- 
tabilísimo no  sólo  por  su  antigüedad, 
sino  también  por  la  perfección  de  su 
complicada  maquinaria,  que  mueve 
agujas  que  señalan  horas,  días,  me- 
ses, salidas  y  puestas  de  sol,  fases  de 
luna,  etc.;  lleva  la  siguiente  marca: 

HENRICH   PETRAU 
KOXISBERG.  1646 

De  pared  es  el  tercero,  notable  por 
ser  de  los  pocos  que  se  conservan  de 
los  que  fueron  fabricados  en  la  Real 
Escuela  de  Relojería  de  Madrid,  esta- 
blecimiento que  por  desgracia  duró 
poco,  y  que  fué  otro  de  los  debidos  al 
celo  é  interés  por  el  progreso  de  las 
artes  del  gran  rey  Carlos  III. 

Finalmente,  el  cuarto  reloj  es  de 
plata,  de  bolsillo,  grandísimo, de  fabri- 
cación alemana  probablemente,  y  es 
muy  curioso  por  llevar  una  inscripción 
en  alemán  que  expresa  que  formó  par- 
te del  botín  que  los  austríacos  cogie- 
ron á  los  turcos  al  tomar  la  fortaleza 
de  Pesth  el  23  de  Septiembre  de  1686. 

Queda  aún  por  decir  algo,  aunque 
merezcan  mucho,  de  las  joyas  que  en 


100 


boletín 


que  son  uno  de  los  más  valiosos  fondos 
de  su  colección.  Son  de  distintas  épo 
cas,  de  los  siglos  XVI,  XVII  y  XVIII. 
En  un  escaparate  (que  podría  llamar- 
se también,  si  la  Academia  españo- 
la lo  QonsmúesQ^  joyero  ó  vitrina)  (1) 
de  pequeñas  dimensiones,  que  es  ya  de 
por  sí  una  hermosísima  obra  de  arte 
de  mitad  del  siglo  XVI,  y  que  llena 
como  se  halla  resulta  un  tesoro,  há- 
Uanse  colocadas  no  menos  que  veinti- 
cinco joyas,  del  siglo  XVI  también,  y 
á  cual  más  bellas,  entre  las  que  llaman 
la  atención  varias  procedentes  de  las 
Baleares,  en  las  que  más  que  en  nin- 
guna otra  región  de  España  y  con  más 
gusto  se  fabricaron.  Su  descripción  mi- 
nuciosa fuera  larga  de  hacer;  adjunta 
es  una  lámina  en  que  el  escaparate,  con 
su  contenido,  se  reproduce,  y  ahí  se 
pueden  ver,  si  bien,  por  desgracia,  en 
tamaño  por  demás  reducido.  Hay  tam- 
bién en  la  colección  veneras  inquisito- 
riales de  gran  valor,  aunque  no  en 
gran  número,  y  hay  también,  y  entre 
las  jo5^as  pueden  justamente  contarse, 
varios  relicarios  de  mérito  y  no  pocas 
tabaqueras. 

Para  terminar  esta  ligerísima  rese- 
ña, resta  aún  citar,  por  no  tener  cabi- 
da en  ninguno  de  los  grupos  en  que  se 
han  divididolosobjetos  de  la  colección, 
un  boceto  de  Rubens,  tan  acabado  que 


(1)  Exiraflo  es  en  vcrd.id  que  no  haya  ea  castella- 
no para  expresar  lo  que  indica  la  palabra  vitrina 
(nada  castiza  y  no  admitida  por  la  Academia  en  su 
Diccionario)  otras  voces  que  escaparate  y  urna,  por 
Ins  cuales  entendemos  vulgarmente  muy  otras  cosas. 

No  hay  tampoco  en  el  léxico  oficial  vocablo  que  in- 
dique el  fondo  ó  caudal  de  joj-as  que  posee  una  igle- 
sia ó  una  persona,  lo  cual  malamente  se  expresa  con 
el  nombre  de  guardajoyas,  y  hablando  vulgarmente 
con  el  de  tesoro,  palabra  á  la  que  no  señala  tal  acep- 
ción el  Diccionario. 

Un  académico  de  la  Española,  D.  V.  Barrantes,  ha 
titulado  un  articulo,  acerca  de  las  Joy:is  que  atesoró 
un  tiempo  el  Monasterio  de  Guadalupe,  El  joyel  de 
Nuestra  Señora  de  Guadalupe  (Vid.  Ilustración  Es- 
pañola y  Americana  del  8  de  Junio  último). 

Realmente  ha  salido  del  paso  de  ese  modo,  pero 
dando  muy  mal  ejemplo,  pues  que  el  Diccionario  del 
Cuerpo  á  que  pertenece  no  da  á  la  palabra  joj'el  otro 
significado  qvie  el  ^e  Joya  pequeña. 

La  cuestión  podrá  parecer  aquí  ociosa  ,  pero  no 
deja  de  ser  interesante. 


es  casi  un  cuadro,  y  representa  el  des- 
embarco de  María  de  Médicis  en  Pa- 
rís, boceto  hecho,  si  no  estoy  en  un 
error,  para  un  cuadro  que  hoy  se  con- 
serva en  el  Museo  del  Louvre,  y  una 
escultura,  de  no  grantamaño,  en  made- 
ra ricamente  estofada  :  un  Rey  Mago 
montado  en  un  camello,  tal  vez  perte- 
neciente á  un  antiguo  Nacimiento,  que 
da  excelente  idea  de  las  condiciones  de 
su  autor,  cuya  firma  puede  leerse  en  la 

peana. 

Petrtis  Delgado. 

Faciebat  1524. 

Tal  es,  brevemente  relatado,  pues 
haberlo  hecho  con  la  extensión  debida 
y  haciendo  acerca  de  cada  objeto  las 
consideraciones  que  á  un  inteligente 
puedan  ocurrírsele,  no  era  empresa 
para  mí,  lo  que  vimos  en  nuestra  ex- 
cursión á  casa  del  Marqués,  ó,  hablan- 
do con  más  propiedad,  una  parte  tan 
sólo  de  lo  que  allí  vimos;  parte  por  la 
cual  pueden  los  lectores  formarse  idea 
de  la  importancia  de  la  colección. 

Si  á  esta  importancia,  y  al  valor  que 
en  sí  tienen  los  objetos,  añaden  los  lec- 
tores lo  que  ganan  á  la  vista  las  obras 
de  arte  cuando,  como  en  el  caso  pre- 
sente sucede,  aun  en  los  menores  deta- 
lles de  la  instalación  (no  muy  holgada, 
por  desgracia)  demuéstrase  el  mayor 
gusto  y  el  más  grande  cono-cimiento, 
y  si  á  esto  añaden  todavía,  como  al 
principio  digo,  las  bondades  de  su  po- 
seedor, que  incansable  nos  atendía  á 
todos,  respondía  á  nuestras  pregun- 
tas y  satisfacía  nuestra  curiosidad, casi 
antes  de  que  nosotros  la  hubiésemos 
manifestado,  dándonos  datos  y  noti- 
cias de  inestimable  precio,  compren- 
derán si  resultó  aquella  hermosa  ma- 
ñana de  Marzo  aprovechada  y  agra- 
dable. 

Pudiera  haberlo  sido  no  menos  esta 
reseña;  no  lo  es,  sin  embargo;  máscúl- 
pese,  no  á  su  autor,  que  una  y  otra 
vez  negóse  á  tomar  á  su  cargo  empre- 
sa á  que  no  alcanzaban  sus  fuerzas  en 


^ 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


101 


asunto  para  él  desconocido  del  todo, 
sino  á  las  personas  que  con  mejor  de- 
seo que  acierto  le  instaron  á  que  la  hi- 
ciera; y  si  alg-o  hay  en  este  escrito 
acertado  y  aprovechable,  acháquese  el 
milagro  á  nuestro  ilustre  consocio  el 
Sr.  Marqués  de  Arcicollar,  que  con  pa- 
ciencia y  atención  extraordinarias  una 
vez  y  otra  me  ha  permitido  ver  y  aun 
tocar  todos  los  objetos  de  su  riquísimo 
Museo  y  me  ha  dado  noticias  de  impor- 
tancia^ que  yo  no  he  sabido  aprove- 
char, de  seguro. 

Cúmpleme,  pues,  reiterarle  aquí, 
antes  de  terminar  el  presente  trabajo, 
no  sólo  el  testimonio  del  agradecimien- 
to de  la  Sociedad  de  Excursiones  por  el 
cortés  recibimiento  que  hubo  de  dispen- 
sarla, sino  también  el  mío  propio  por 
las  muchas  y  señaladas  atenciones  y 
deferencias  de  que  me  ha  hecho  objeto. 

Eloy  García  Concellón. 


Junio,  96. 


-— T3r»JU^,>»^ 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


(AP»UMTes   históricos) 

Vera  de  Levante  no  es  Vi'rgi ,  ni 
Barca,  ni  Barca,  como  pretenciosa- 
mente lo  dan  á  entender  unas  notas 
que  existían  en  el  archivo  municipal 
de  la  antigua  ciudad,  que  quizá  sir- 
vieron para  el  Diccionario  de  Madoz. 
Vi'rgí  era  Berja,  tan  decantada  por  los 
árabes,  no  necesitando  Vera  para  pro- 
bar su  limpio  abolengo,  ser  más  de  lo 
que  era,  es  decir,  la  vetusta  Baria  ó 
Varia,  del  convento  jurídico  cordu- 
bense, en  tiempo  de  los  romanos,  te- 
niendo á  Urci  á  la  izquierda  y  á  Mo- 
xacar  como  á  la  diestra  mano. 

Los  árabes  la  llamaron  Baira,  y  era 
la  ciudad  fronteriza  del  reino  granadi- 
no, de  igual  manera  que  en  aquellos 
tiempos  lo  era  la  jamás  vencida  Lurka 
(Lo  rea). 

Podemos  asegurar  que   Vera  tuvo 


gica  en  tiempo  de  los  Reyes  nazarítas, 
por  su  proximidad  al  Mediterráneo, 
cuyas  olas, sino  rompían  en  los  barrios 
de  la  hoy  ciudad,  desde  cualquiera  de 
ellos  se  pueden  contemplar  los  claros 
espejos  que  forman  sus  aguas. 

Fué  conquistada  en  10  de  Junio  de 
1488  por  los  Reyes  Católicos,  cuyas 
augustas  altezas  recibieron  las  llaves 
en  el  sitio  conocido  por  Fuente  de  Pul- 
pí,  de  manos  de  su  alcaide  y  goberna- 
dor Malique,  de  la  noble  y  poderosa 
familia  de  los  Alabeces,  que  dominan- 
do por  completo  todos  los  pueblos  del 
río  Almanzora  y  Sierra  de  los  Fila- 
bres,  entregaron  á  los  ínclitos  prínci- 
pes la  posesión  del  país. 

No  habrían  pasados  veinte  días  des- 
pués de  la  fecha  indicada,  cuando  eran 
más  de  cuarenta  los  pueblos  circunve- 
cinos que  acudieron  á  rendir  pleito  - 
homenaje  á  sus  nuevos  señores. 

Todos  estos  pueblos  quedaron  en  la 
condición  de  mudejares.  Fueron  sus 
mezquitas  convertidas  en  iglesias  y 
las  tierras  y  censos  pertenecientes  á 
aquéllas,  quedaron  de  propiedad  de 
éstas.  La  comisión  de  la  rendición  de 
Vera  se  encomendó  á  Garcilaso  de  la 
Vega,  Maestre  de  Sala  de  los  Reyes 
Católicos,  que  fué  su  primer  alcaide 
cristiano,  por  lo  que  algunos  le  llaman 
conquistador  de  Vera,  siendo  su  her- 
mano Francisco  Garcilaso  de  la  Vega 
el  que  con  arrojo  sin  igual  conquistó 
el  castillo  de  Xiquena,  cortando  la  ca- 
beza al  moro  que  lo  guardaba,  Muley 
Hazem. 

Hablando  de  la  campaña  llevada  por 
Fernando  el  Católico  en  Junio  de  1488, 
escribe  Lafuentc  Alcántara:  "El  Rey 
se  trasladó  á  Lorca  al  frente  de  4.000 
caballos  y  14.000  infantes,  esparcien- 
do el  terror  por  la  frontera  y  subyu- 
gando las  fortalezas  más  soberbias  sin 
resistencia.  La  ciudad  de  Vera,  espe- 
cie de  metrópoli  de  toda  su  comarca, 
se  rindió  al  aproximarse  la  vanguar- 
dia castellana  á  las  órdenes  del  Mar- 
qués de  Cádiz  y  fué  guarnecida  por 
Garcilaso  de  la  Vega.„ 

El  sitio  donde  acamparon  las  tropas 


VirvTT  Hícj    r*/^* 


Y\r\rr\  r\t*ak 


102 


boletín 


de  El  Real,  lugar  feraz  y  pintoresco, 
adonde  acudieron  y  rindieron  obedien- 
cia, como  hemos  dicho,  bastantes  pue- 
blos, entre  ellos  Cuevas  y  Portilla, 
ambos  Vélez, Oria,  Cantoria,  Huércal, 
Sorbas,  Lubrín  y  otros  lugares  y  cas- 
tillos, cuyos  alfaquíes  y  procuradores 
acudieron  todos,  ofreciéndose  y  pres- 
tando juramento  de  ser  leales  vasallos. 
En  Cuevas  puso  el  Monarca  por  alcai- 
de á  Juan  de  Benavides,  y  en  los  de- 
más pueblos  á  nobles  y  esforzados  ca- 
balleros. 

No  está  hoy  la  ciudad  de  Vera  don- 
de estuvo  levantada  en  los  tiempos  de 
que  nos  ocupamos,  pues  un  espantoso 
movimiento  sísmico  dio  con  la  anti- 
gua en  tierra,  en  9  de  Noviembre  de 
1518,  siendo  reedificada  en  el  amplio 
llano  en  que  hoy  se  asienta,  por  orden 
del  emperador  Carlos  V,  en  1521,  no 
sin  que  antes  doña  Juana  la  Loca  hu- 
biera visto  con  especial  predilección 
el  que  esta  ciudad,  tan  querida  de  su 
augusta  madre  Isabel,  se  reconstruye- 
se inmediatamente,  según  lo  prueba 
una  información  que  debe  existir  en  su 
Ayuntamiento, fechada  en  los  días  tris- 
tes de  aquella  tan  simpática  como  des- 
graciada señora  y  reina. 

Es  de  notar  que  contribuyó  notable- 
mente á  su  alzamiento  la  santidad  de 
León  X,  por  haberse  considerado  en 
toda  la  cristiandad  como  gran  milagro 
el  que  por  consecuencia  del  terremoto 
que  destruyera  todos  los  edificios  y  for- 
talezas, quedara  sólo  en  pié  la  capilla 
en  que  se  reservaba  el  Santísimo. 

En  el  mes  de  Septiembre  de  1569, 
Aben-Humeya,  lleno  de  coraje  contra 
el  Marqués  de  los  Vélez  por  las  derro- 
tas sufridas ,  y  aprovechando  el  aleja- 
miento de  estos  sitios  de  su  victorioso 
contrario,  inactivo  ya  por  falta  de  vi- 
tuallas en  los  confines  de  la  Alpujarra, 
puesto  de  acuerdo  con  el  Malee  de  Pur- 
chena,  uno  de  sus  capitanes  moriscos, 
reunió  el  reyezuelo  un  ejército  nume- 
roso con  objeto  de  caer  sobre  Cuevas 
y  tomar  después  á  Vera,  punto  siem- 
pre importante,  para  comunicarse  y 
sostener  sus  relaciones  con  África  y  el 
rey  de  Fez,  con  quien  estaba  en  inteli- 


gencia, pues  pocos  días  antes  habíale 
escrito  este  Monarca  acompañando  las 
cartas  con  uno  de  sus  anillos  reales. 

Vera,  con  un  valor  heroico  y  decidi- 
do, sostuvo  sus  puertas  cerradas  á  los 
moriscos,  tomando  hasta  las  mujeres 
y  niños  parte  en  la  defensa,  hasta  que 
ayudados  los  sitiados  por  gente  de 
Lorca,  el  ejército  de  Fíí/or  levantó  el 
asedio,  por  cuyo  hecho  de  armas  Feli- 
pe II  decoró  el  escudo  de  la  ciudad  (dos 
castillos  y  sobre  ellos  y  en  su  centro 
una  llave)  con  dos  águilas  rampantes 
coronadas,  pregonando  ser  el  César 
Carlos  su  restaurador,  seguidas  de 
la  orla 

Quien  aquí  ve  esta  ciudad. 
En  este  llano  formada, 
F"ué  ponerle  freno  al  turco 
Y  una  llave  á  toda  España. 

Pues  efectivamente  tal  vez  otra  hubie- 
ra sido  la  suerte  de  los  moriscos,  y  de 
nuestra  España  meridional,  si  Aben- 
Humeya,  en  ocasión  tal, sehubiese  apo- 
derado de  Vera. 

Ginés  Pérez  de  Hita,  en  su  poema 
Hasañas  de  la  ciudad  de  Lorca,  can- 
to XXVII,  y  en  el  cap.  XIII  de  las  Gue- 
rras  civiles  de  Granada,  parte  segun- 
da, se  ocupa  del  cerco  de  Vera  y  del 
oportuno  socorro  que  recibió  de  la  Ciu- 
dad del  Sol  (Lorca). 

Digno  también  es  de  mención  aquí 
el  preciosísimo  artículo  Lansud  y  Ben 
Hari,  que  el  erudito  Sr.  Bolea  Sintas 
publicó   cu  E¿  Minero  de  Almagrera, 
de  Cuevas,  en  10  de  Junio  de  1888. 

Nuestro  muy  querido  amigo  D.  Ni- 
colás Acero,  magistrado  que  fué  de 
las  Audiencias  de  Huercal- Overa  y  de 
Baza,  quien  sobre  el  asunto  objeto  de 
estas  líneas  nos  ha  proporcionado  cu- 
riosos datos,  que  le  agradecemos,  dará 
en  breve  á  la  prensa  el  segundo  tomo 
referente  á  dicho  Pérez  de  Hita,  can- 
tor de  las  glorias  lorquinas. 

F.  Cáceres  Plá. 

CUÉLLAR 


(Continuación.) 

Por  esta  vez  Don  Alvaro  se  vio,  en 
efecto,  señor  de  Cuéllar,   aunque  no 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


103 


tomó  posesión  tan  pronto  de  ella,  pues 
consta  que  en  5  de  Junio  del  siguiente 
año,    encontrándose  en  Juarros,    fué 
cuando  dio  poder  al  licenciado  Alfonso 
Ruiz  de  Villena  para  que  en  su  nom 
bre  la  tomara,  y  éste,  en  efecto,  dos 
días  después  lo  hizo,  ante  las  autorida 
des  de  la  villa  y  los  sesmeros  de  su  tie 
rra  quitando  las  varas  á  los  que  ejer- 
cían la  justicia,  y  volviéndoselas  á  dar 
en  nombre  de  su  nuevo  Señor ,  pero 
no  sin  que  antes  éste,  por  medio  de  su 
apoderado,  jurase  conservarles  todos 
sus  privilegios  y  franquezas  (H).  Des- 
pués de  esto,  y  aunque  ejerciendo  ya 
el  señorío  sobre  la  villa ,  el   poderoso 
Condestable  no  debió  de  dejar  de  tener 
algunas  contradicciones  en  él  por  par- 
te de  los  derechos  que  aún   alegaban 
sobre  ella,  no  el  Infante  de  Aragón  3^ 
Rey  de  Navarra  D.  Juan,  obligado  á 
abandonarla  por  la  dura  ley  de  la  gue 
rra,  sino  por  parte  de  los  bastardos 
del  Re}^  de  Sicilia,  y  en  especial  por  do 
ña  Violante,  la  que  se  consideraba  aún 

(H.)  1445.  D.  Alvaro  de  Luna  da  poder  á  Alfonso 
Ruis  de  Villena  para  tomar  posesión  de  Cuéllar,  y 
acia  de  dicha  posesión. 

D.  Alvaro  de  Luna  en  el  R.i  cerca  de  Xuarros  a  5 
de  Junio  de  1445  a.s  ante  Ga}-."  Sánchez  Tores  esn.° 
del  Rey  da  poder  ally.°  Alfon  Ruiz  de  Villena  para 
q.=  en  su  nob.r=  toma  se  poss.°  de  Cuellar,  su  tierra, 
tt"",  Castillo,  fort.'í^  y  Jud.oi  de  q.e  el  Rey  le  auia  echo 
mr.'i  con  su  jurisdicion  y  reatas. 

En  Cuiíllar  á  7  de  Junio  de  1445,  estando  en  las  gra- 
das del  Concejo  de  dha.  v.-i  donde  se  juntaua  el  Con- 
cejo Fcr.do  de  Fonseca  Mae.s  Sala  del  Rey  y  su  Cor.  or 
y  Just.''  en  dha.  villa  y  el  B.r  Di.°  Mur  de  las  Garro- 
uillas,  Alcalde  y  Antón  de  Deza,  Alguacil  y  Ferrand 
Velazquez,  F.™  Nuñez,  Alfon  Velazquez  el  B.r  F.<^o  Sán- 
chez y  lu.°  Frz.  de  la  Iglesia  Rex.^es  y  ciertos  sesme- 
ros de  la  dha.  v.*^  y  su  tierra  ante  Alfon  Rss.°  de  Za- 
mora s.nodelRe}^  pareció  el  lis."  Alfon  Ruiz  de  Villena 
oydor  de  la  aud."  del  Rey  y  prest."  el  poder  del  Con- 
destable... y  pidió  la  posesión  de  la  dha.  v  "  y  su  tie- 
rra, el  Concejo  dijo  q.e  estaua  presto  á  obedecer  la 
carta  del  Rey  como  el  dho.  lis  "  jurare  e  hiziese  pl.to 
omenage  de  q.e  el  Condestable  guardarla  los  prev.os 
y  franquezas  de  la  villa  y  asi  lo  hizo  el  dho.  lis.°  Alfon 
Ruiz  de  Villena  en  n.rc  del  Condestable  en  m.osde  P.° 
Bermudez  ombre  fijo  dalgo,  guarda  de  los  pecheros 
de  aq.iia  v.''  y  su  tierra. 

Y  luego  fue  resceuido  el  Condestable  por  s.r  y  Alfon 
Ruiz  quitó  las  varas  á.  las  Justicias  aunque  al  poco 
rato  se  las  uoluió  á  dar  y  dejó  á  Fcr.''''  de  Fonseca  el 
corregim.°  y  guarda  do  la  dha.  villa  y  le  rcceuio  plei- 
to omenage  deste  oficio  y  también  al  Alcalde,  Algua- 
cil y  Res. res  y  á  P.o  Bermudez  guarda  de  los  pecheros. 

(Academia  de  la  Historia.— Col.  Salaz.,  M.  9,,  fo- 


señora  de  Cuéllar  por  la  cesión  que  su 
hermano  D.  Fadrique  la  hiciera,  y  de 
queantesnosocupamos;  pero  viendosin 
duda  su  causa  perdida,  ó  considerando 
tal  vez,  que  hombres  como  D.  Alvaro 
son  mejores  para  amigos  que  para 
contrarios,  al  año  siguiente  de  haber 
éste  tomado  posesión  del  Señorío,  doña 
Violante  le  cede  todos  sus  derechos 
y  renuncia  en  él  á  cualquiera  que  en 
lo  sucesivo  hubiere  podido  alegar  (I). 


(I.)  1416.  La  Condesa  doña  Violante,  hija  del  Rey 
D.  Martin  de  Sicilia,  renuncia  al  Maestre  D.  Alva- 
ro de  Luna  sus-  derechos  d  la  villa  de  Cncllar. 

Sepan  quantos  esta  carta  vieren  como  yo  la  Conde- 
sa D."- Violante  de  Aragón,  mugr-  de  mi  s»"^-  D.  Mar- 
tin de  Guzman ,  vasallo  de  nro.  S.  el  Rey  y  vz".  de  la 
muy  noble  Cib<i-  de  Toledo,  con  la  lie*,  y  actoridad  y 
consentra".  del  dho.  D.  M.n  nii  Son  y  mi  marido  y  cada 
cosa  dello.  Y  yo  el  dho.  D.  M."  que  esto  preste,  otorgo 
y  conozco  que  di  y  do  la  dha.  lic'^.  y  abt.d  y  consenti- 
m.°  á  vos  la  dha.  Condesa  mi  muger.  Por  ende  yo  la 
dha.  C.'^a  D.''^  Viol.te  con  la  dha.  lie."  y  abt.'i  y  con- 
sentim  °  del  dho.  D  Martin  mi  S.°'  y  mi  marido,  de  mi 
grado  y  propia  y  libre  vol.t  sin  premio  y  sin  induci- 
mi."  algo,  considerando  las  muchas  gras.  y  mercedes 
y  ayudos  y  bu.¿^  obras  que  yo  eresceuido  y  resciuo  de 
cada  dia  de  vos  el  muy  noble  y  mag.<:o  S.or  D.  Alu."  de 
Luna  por  lagra.  de  Dios  Mre.  de  la  orden  de  Cau."-  de 
Sant.°  y  Condestable  de  Castilla  por  la  prest  «  re- 
nuncio, cedo,  dejo,  remito  y  traspaso  en  vos  y  p."^  vros. 
herederos  y  súbeles  después  de  vos  p."  spre.  jamas 
todo  y  qualq.r  dro.  y  demanda  y  acción  y  petición  asi 
R.'  como  personal  que  yo  he  y  me  compete  y  pertcnes- 
ce  y  podria  hauer  y  me  competer  y  pertenescer  á  la 
ñra^  v."  de  Cuellar  y  á  su  tierra  y  fort.^s  y  justicia  y 
juredicion  ceuil  y  criminal  alta  y  vaja  y  mero  mixto 
imp."  y  vasallos  y  términos  y  distritos  y  R. tas  y  pe- 
chos y  dros.  y  penas  y  caloñas  y  otros  qul.es  q.r  cosas 
pertenesct.es  al  señorío  de  la  dha.  v.''  y  su  tierra  y 
contravos  y  contra  vros  sub.res  y  herederos  como  te- 
nedor y  poseedor  della:  asi  por  la  dha.  v.*  auer  seido 
en  algunt  tp."  de  D.  Fadrique  de  Aragón,  Conde  de 
Luna,  mi  herm."  que  Dios  aia  como  por  q>.  q.^  donación 
\-  gra.  y  oira  q.i  q.r  alienación  que  del  dho.  C.-ie  mi 
hermano  della  me  aya  fho.  y  otorgado  en  qual.  q.  ■■ 
man  "  e  por  otro  q.'  q.i"  suceso  y  causa  y  razón  ds.ea 
ser  pueda.  Y  vos  doy  otorgo  y  cedo  y  traspaso  en 
vos  todas  mis  veces  y  dros.  y  logares  y  acciones  or- 
dn.as  y  extrahord  .as  útiles  y  directas  y  mixtas  y  otras 
qualesquier  q  =  auer  la  parte  me  competen  y  compe- 
ter puedan  non  'reteniendo  para  mi  nin  p."  mis  here- 
d.^s  y  sube. res  cosa  alguna. . .  etc.  — Fha.  en  Toledo  &  6 
de  Marzo  de  1446  ante  Ju."  Alfon  de  Toledo  s."»  p.  <^° 
de  los  del  num.°  de  aquella  Ciu  ^  siendo  ts.os  Alfon 
López  de  la  Fuente  Jurado,  Lope  Gss.°  de  Maqueda 
y  Sancho  Gss."  criado  de  Ferrant  Alu.^de  Toledo  y 
P.°  García  Cantor  vz  "s  de  Toledo. 

El  mismo  día  ante  el  mismo  s."  y  ts."  copiando  esta 
escritura  la  juró  la  Condesa  D."  Violante  á  Dios,  y 
á  una  Cruz  y  á  las  palabras  de  los  st."*  Euangelios 
corporalraente  con  sus  manos,  destar  y  pasar  porella 
en  todo  tp." 

(Acd.  de  laHist  -Col.  Salazar,  M.-9,  f.°  163.- Ori- 
ginal en  pergamino  en  el  archivo  de  los  Duques  del 


104 


boletín 


Tranquilamente  después  gozó  D.  Al- 
varo de  Luna  el  dominio  de  la  impor- 
tante villa  castellana,  hasta  su  triste 
fin,  ocurrido  en  2  de  Junio  de  1453.  El 
Rey,  que  tanto  le  debía,  arrojóse  sobre 
sus  despojos  con  una  avidez  impropia 
de  su  realeza  y  del  cariño  que  antes  le 
demostrara,  hasta  el  punto  de  que  cer- 
cando á  la  infeliz  viuda  de  D.  Alvaro 
en  Escalona,  le  obligó  A  capitular  la 
entrega  de  todos  sus  señoríos,  no  de- 
jándole otra  cosa  que  la  villa  de  San 
Esteban,  sin  duda  porque  le  recordaba 
los  comienzos  de  su  amistad  con  el  des- 
graciado procer  y  la  primera  de  las 
mercedes  que  él  le  concediera.  Quedó 
per  entonces  Cuéllar  en  el  dominio  de 
la  Corona,  y  D.  Juan  II  que  tan  de  cer- 
ca había  de  seguir  á  su  víctima,  dis- 
puso de  la  villa  en  su  testamento  en  fa- 
vor de  la  infanta  doña  Isabel. 

A  la  muerte  del  Rey  sucedióle  su  hijo 
Don  Enrique,  IV  de  este  nombre,  que 
había  de  ser  víctima,  como  su  padre, 
de  opuestas  y  poderosas  banderías ,  y 
había,  como  él  también,  de  entregar  su 
voluntad  á  otro  poderoso  y  sagaz  fa- 
vorito: desde  muy  al  principio  de  su 
reinado,  en  1456,  ó  sea  al  segundo  de 
regir  los  destinos  de  Castilla,  conoció 
el  Rey  á  D.  Beltrán  de  la  Cueva,  muy 
joven  entonces  y  á  quien  llevó  consigo, 
en  calidad  de  paje  de  lanza.  Pronto 
empezó  á  conocer  las  dotes  del  nuevo 
servidor  y  á  sentir  por  él  especial  sim- 
patía, y  así  fué  que  al  año  siguiente, 
1457,  le  nombraba  mayordomo  de  su 
casa  y  le  daba  el  señorío  de  Jimena, 
que  acababa  de  ser  conquistada  á  los 
moros ;  siguió  el  futuro  señor  de  Cué 
llar  ganando  rápidamente  el  ánimo  del 
Rey  y  obteniendo  á  diario  honores  y 
mercedes  sin  cuento;  ya  en  1464  ob- 
tiene una  que  había. de  ser  el  primer 
lazo  de  unión  de  su  persona  con  la 
que  luego  fué  su  villa  predilecta;  en 
21  de  Noviembre  el  Rey  le  hizo  dona 
ción  de  "cuatrocientos  cincuenta  mil 
„maravedises  de  la  moneda  que  co- 


„rriere,  anuales,  por  juro  de  heredad, 
„para  vos  é  vuestros  sucesores,  sitúa 
„dos  en  las  alcabalas  é  tercios  de  Cué- 
„llar,  Roa,  Molina,  Atienza  y  Sala- 
manca:,, en  Octubre  del  mismo  año  el 
Rey  había  estipulado  con  D.  Beltrán 
las  condiciones  con  que  éste  renuncia 
ría  al  Maestrazgo  de  Santiago  para  po- 
der complacer  á  los  partidarios  de  don 
Alfonso,  y  al  enemigo  más  encarniza- 
do de  D.  Beltrán,  el  marqués  de  Vi- 
llena  ;  y  aunque  D.  Beltrán  rechazó 
enérgicamente  la  renuncia  del  Maes- 
trazgo "  que  tenía  canónicamente  se- 
gún Dios  é  Orden  „ ,  hubo  de  ceder  á 
las  instancias  de  su  protector  y  amigo, 
el  débil  Soberano,  y  allanóse  á  ello,  es- 
tipulando, entre  otras  cosas  que  no  nos 
interesan  ahora,  las  siguientes,  que  á 
Cuéllar  afectan:  "Primeramente,  que 
„luego  antes  de  todas  cosas  le  mandara 
„dar  é  dé  las  provisiones  que  sean  ne- 
„cesarias  para  que  las  villas  é  fortale- 
„zas  de  Cuéllar  é  Roa  sean  puestas  en 
„ poder  del  dicho  Maestre  ó  de  quien  él 
„nombrare,  con  la  justicia  de  ellos „.,. 
ítem ,  que  en  tanto  que  las  dichas  vi- 
llas y  fortalezas  (se  refiere  á  las  de  Mo- 
lina, Atienza,  Roa,  Aranda,  Torrega- 
lindo,  Alburquerque  y  el  castillo  de 
Anguix)  realmente  y  con  efecto  sean 
entregadas  al  dicho  Maestre ,  tenga  la 
posesión  de  la  dicha  villa  de  Cuéllar 
con  su  fortaleza  é  justicia.  „  Por  don- 
de se  ve  la  importancia  grande  que  á 
Cuéllar  daba  D.  Beltrán  y  lo  que  su 
posesión  le  satisfacía.  "ítem,  que  elRey 
nuestro  señor  mande  facer  las  costas 
de  mercedes  délas  cibdades de  Gibral- 
tar  é  Cartagena  é  Cuéllar,  muy  com- 
plidaspara  el  dicho  Maestre,,...  "ítem, 
que  por  cuanto  las  villas  de  Aranda  y 
Cuéllar  son  de  las  señoras  Rcyna  é 
Infante,  su  Alteza  mande  luego  facer 
equivalencia  á  la  dicha  señora  Reyna 
de  la  dicha  villa  de  Aranda  é  nombrar 
á  la  dicha  señora  Infante  equivalencia 
de  la  dicha  villa  de  Cuéllar,  é  para 
esto  se  fagan  las  escripturas   necesa- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


105 


rias...„  Las  otras  estipulaciones  no  son 
á  este  propósito  y  todas  fueron  firma- 
das en  29  de  Octubre  en  Seg-ovia ,  por 
el  Rey  y  el  Maestre.  En  24  de  Diciem- 
bre siguiente,  y  cumpliendo  lo  antes  es- 
tipulado, el  Rey  le  hizo  merced  de  la 
villa  de  Cuéllar ,  y  en  ella  consta  que 
su  hermana  la  infanta  Isabel  le  había 
para  esto  hecho  á  él  trueque  y  dejación 
de  todo  derecho  sobre  la  villa,  y  el  Rey 
lo  había  aceptado,  asumiendo  en  sí  toda 
la  posesión  para  luego  traspasársela 
cumplida  y  perfecta  á  D.  Beltrán  de 
la  Cueva,  ya  por  entonces  Duque  de 
Alburquerque   (J).    No   contento   con 


( J.)  1464.  Donación  de  la  villa  de  Cucllar  al  Duque 
de  Alburqiierqtie. 
Don  Enrique,  por  la  gracia  de  Dios,  Rey  de  Casti- 
lla, etc.— Por  algunas  causas  y  razones  que  á  ello  me 
mueven,  cumplideras  á  mi  servicio  é  al  pro  e'  bien  co- 
mún de  mis  regnos  é  al  pacifico  estado  é  tranquilidad 
dellos,  é  por  quitar  é  oviar  los  escándalos  que  al  pre- 
sente están  aparejados  para  se  seguir,  por  esta  mi 
carta  ó  por  su  traslado,  signado  de  escrivano  publico, 
de  mi  cierta  sciencia  e'  propio  mutu  é  podorio  real  ab- 
soluto de  que  quiero  usar  e'  uso  en  esta  parte,  como 
Rey  é  soberano  señor  non  recosnociente  superior  en 
lo  temporal,  quiero  tomar  é  tomo  para  mi  é  para  la 
mi  Cámara  é  fisco  é  incorporar  segund  que  encorporo 
en  mi  facienda  é  patrimonio  la  villa  de  Cuellar  é  su 
tierra  con  su  castillo  e'  fortaleza  é  con  todos  sus  va- 
sallos é  términos. . .  é  con  la  justicia  é  juridicion  civil 
é  criminal  alta  é  baja,  é  mero  é  mixto  imperio...  é  con 
las  rentas  ^  pechos  é  derechos  é  penas  é  caloñas  é  in- 
fursiones...  E  asi  por  lo  susodicho  como  por  cuanto  la 
infanta  Doña  Isabel,  mi  muy  cara  e'  muy  amada  her- 
mana, con  licencia  de  su  curador  é  con  autoridad  de 
juez  competente  fiso  conmigo  troque  6  cambio  é  per- 
mutación de  la  dicha  villa  de  Cuellar  con  todo  lo  so- 
bredicho é  del  dominio  directo  c  utile  é  de  la  posesión 
é  quasi  posesión  della  é  de  cualquier  derecho  é  titulo  é 
recurso  que  á  ella  le  pertenecía  asi  por  cualquier  do- 
nación ó  merced  que  el  Rey  Don  Juan,  mi  señor  é  pa- 
dre... le  ovo  fecho  é  de  la  mand.i  que  el  dicho  Rey  mi 
señor  le  mando  en  su  testamento,  en  que  declaró  que 
toviese  la  dicha  villa  fasta  que  fuese  pagada  de  dos- 
cientas mili  doblas  de  la  Banda  para  su  dote  é  casa- 
miento, e'  después  de  pagadas  de  las  dichas  doscientas 
mili  doblas,  que  la  dicha  villa  de  Cuellar  con  todo  lo 
susodicho  se  tornase  é  devolviese  á  mi  é  á  la  dicha  mi 
Cámara...  E  asimismo  por  cuanto  algunas  personas 
renunciaron  é  cedieron  c  traspasaron  en  mi  el  dere- 
cho é  acción  que  tenian  1  la  dicha  villa  de  Cuellar  é  á 
su  tierra;  é  por  las  cosas  susodichas  juntamente  é  por 
cada  una  ó  cualquier  dellas  por  si  iii  solidtiiii,  la  di- 
cha villa  de  Cuellar  é  su  tierra  con  todo  lo  susodicho 
es  mia  y  pertenece  á  mi...  Por  ende,  porque  á  los  Re- 
yes é  Principes  que  tienen  logar  de  Dios  en  la  tierra 
e'  son  sus  vicarios  en  ella  conviene  no  solamente  usar 
de  la  justicia  conmutativa  que  es  facer  derecho  é  jus- 
ticia entre  una  persona  é  otra,  mas  de  la  justicia  dis- 
tributiva, la  cual  consiste  en  galardonar  e'  facer  mer- 
cedes por  los  servicios  que  les  ficieren  é  sublimar  é 


esto,  el  Rey  escribió  al  Concejo  de  Cué- 
llar para  que  no  opusiera  dificultad  en 
entregar  la  villa  "á  mi  bien  amado  y 
leal  caballero  D.  Beltrán  de  la  Cueva;  „ 
y  el  Concejo  hízolo  así  como  en  la  pri  - 
mera  parte  se  dijo,  recibiendo  al  apo- 
derado del  Duque  y  entregándole  de 
buen  grado  la  posesión  de  la  villa  y  sus 
fortalezas,  contrastando  con  lo  que  hizo 
la  villa  de  Alburquerque,  que  después 
de  rechazar  á  su  nuevo  señor  y  Duque 
y  de  sufrir  los  estragos  de  la  guerra, 
tuvieron  que  salir  los  regidores  y  caba- 
lleros de  la  villa  á  recibirlo  y  besarle 
las  manos,  gritando:  "¡Viva  el  Duque 
nuestro  señor,  D.  Beltrán  de  la  Cue 
va!„  "¡Viva  el  Duque! „  "¡Viva  el  Du- 


precio  é  honra,  ma3'ormente  aquellos  que  por  servi- 
cios é  méritos  gelo  bien  merecen...  por  ende,  acotando 
é  considerando  todo  aquesto  é  los  muchos  é  buenos  é 
leales  e  señalados  sen-icios  que  vos  Don  Beltrán  de 
la  Cueva,  Duque  de  Alburquerque,  conde  de  Lcdes- 
ma,  me  habedes  fecho  é  facedes  de  cada  día,  asi  en  la 
guerra  de  los  moros,  enemigos  de  nuestra  santa  fe 
católica,  como  en  otras  guerras  justas,  muy  coraplide- 
ras  á  mi  servicio  é  al  pro  é  bien  común  de  mis  regnos 
é  al  pacifico  estado  é  tranquilidad  dellos,  é  á  las  gran- 
des perdidas  é  afanes,  e'  menoscabos  é  gastos  de  vues- 
tra facienda  que  por  mi  servicio  é  bien  de  la  cosa  pu- 
blica de  los  dichos  mis  regnos  habedes  fecho  é  vos  han 
venido,  lo  cual  todo  á  mi  es  notorio  é  por  tal  lo  apruebo 
é  pronuncio,  por  la  presente,  la  cual  quiero  que  sea 
habida  por  sentencia  definitiva,  pasada  en  cosa  juzga- 
da. .  c  porque  lo  que  en  esta  mi  carta  contenido  en- 
tiendo que  es  muy  complidero  á  mi  servicio  é  al  pro 
é  bien  común  de  mis  regnos  é  al  pacifico  estado  6  tran- 
quilidad dellos,  tí  por  quitar  é  obiar  los  escándalos 
que  de  lo  contrario  se  podrían  scguirjé  evidentemente 
están  aparejados  parase  facer,  por  esta  mi  carta... 
vos  fago  merced,  gracia  tí  donación  pura ,  perfecta  é 
non  revocable,  que  es  dicha  entre  vivos,  de  la  dicha 
villa  de  Cuellar  é  su  tierra  con  .su  castillo  é  fortale- 
za... é  que  non  entre  en  la  dicha  adelantado  ni  merino 
ni  saj-on  ni  otra  persona  alguna  contra  vuestra  vo- 
luntad, quedando  ende  para  mi  tí  para  los  reyes  que 
después  de  mi  reinaren  en  Castilla  tí  en  I  eon...  alca- 
balas tí  tercias  tí  pedidos  tí  monedas  tí  mineros  de  oro 
tí  plata  tí  otros  metales  tí  la  mayoría  de  la  justicia  tí 
los  otras  casas  que  son  del  señorío  Real  tí  se  non  pue- 
den apartar  dtíl  para  que  ayades  y  tengades  la  dicha 
villa  tí  su  tierra  con  todo  lo  susodicho  por  juro  de  he- 
redad para  siempre  jamas  para  vos  tí  para  los  dichos 
vuestros  herederos  tí  subcesores  después  de  vos... 
para  lo  dar  tí  donar  tí  vender  tí  trocar  tí  cambiar  tí  ena- 
jenar é  facer  dello  tí  en  ello  como  de  cosa  vuestra  pro- 
pia libre  tí  quitas,  escebtas  las  cosas  susodichas  que 
van  ecebtadas...  Dada  en  la  cibdad  de  Segovia  á 
veinte  é  quatro  días  de  Decíembre,  año...  de  mili  tí 
cuatrocientos  tí  sesenta  tí  quatro  años.— Yo  el  Rey— 
Yo  Alfonso  de  Badajoz,  secretario,  etc. 

(Archivo  de  la  Casa  de  los  Duques  de  Alburquer- 
que.—Rodríguez  Villa:  Bosquejo  biográfico  de  don 


106 


boletín 


que  por  muchos  é  buenos  é  luengos 
tiempos  é  años  é  con  triumpho  contra 
sus  contrarios,  amén!  „  "Alabado  sea 
el  nombre  de  Nuestro  Señor ,  que  nos 
dio  tan  buen  señor „  (1)  ¡Cuánta  más 
sensata  fué  la  conducta  de  Cuéllar  en 
estas  circunstancias! 

Las  Cortes  de  Salamanca,  reunidas 
en  26  de  Mayo  de  1465,  á  petición  del 
Rey,  conñrmaron  todas  las  mercedes 
hechas  por  éste  á  D.  Beltrán,  y  en- 
tre ellas  y  de  una  manera  nominal,  la 
de  la  cesión  de  Cuéllar,  extendiéndose 
de  esto  el  correspondiente  documento, 
que  lleva  la  firma  de  veintidós  Procu- 
radores. Encontrándose  en  Cuéllar  don 
Beltrán,  y  después  de  haber  obtenido 
para  ello  el  real  beneplácito,  fundó  ma- 
yorazgo en  favor  de  su  hijo  primogé- 
nito D .  Francisco  Fernández  de  la 
Cueva,  habido  de  su  primera  mujer 
doña  Mencía  de  Mendoza  "con  la  villa 
„y  Ducado  de  Alburquerque,la  villa  y 
„  Condado  de  Ledesma  ,  las  villas  de 
„Cuéllar,  Roa,  Huelma,  la  fortaleza 
„de  la  Codorera,  con  sus  términos,  de- 
„hesa  y  pradosy717.500  mrs.,  situados 
„en  las  villas  de  Cuéllar,  Roa  y  Ledes- 
„ma.  Dejó  á  su  mujer  doña  Mencía,  por 
„toda  su  vida,  la  villa  de  La  Adrada, 
„25.000  mrs.  de  juro  situados  en  la  di- 
„cha  villa  y  otros  250,000  mrs.  de  juro 
„situados  sobre  la  renta  del  montazgo 
„del  reino. „(2)ElRey, por  cédula  otor- 
gada en  Segovia  en  16  de  Marzo  de 
1474,  le  había  concedido  el  cobrar  por 
sí  las  alcabalas  y  tercias  de  Cuéllar  y 
otras  villas ;  derecho  que  como  se  vio 
antes  se  había  reservado  al  hacerle  la 
donación  del  señorío,  como  inherente 
á  los  que  son  propios  de  la  Corona. 

Este  dominio  del  Duque  sobre  la 
villa ,  trataron  de  turbarlo  sus  enemi  - 
gos  alegando  los  derechos  de  doña 
Isabel,  por  virtud  del  testamento  de 


don  Juan  II,  y  nos  consta  que  la  Reina 
y  la  Infanta  doña  Isabel  presentaron 
una  petición  contra  el  Duque  de  Al- 
burquerque  á  los  diputados  de  la  Her- 
mandad, reunidos  en  Medina  del  Cam- 
po, y  éstos  "otorgaron  una  suplicación 
para  el  señor  rey  D.  Enrique,  supli- 
cándole la  mande  desagraviar,  facien- 
do equivalencia  á  la  dicha  señora  In- 
fanta ó  al  dicho  señor  Duque,,,  y  en  el 
Archivo  de  Simancas  ( 1 )  existe  un 
"traslado  signado,  de  unasentenciaque 
„  ciertos  Jueces  diputados  por  el  Rey 
„Don  Enrique  IV  y  por  el  reino ,  die- 
„ron  en  favor  de  la  Reina  Católica 
„doña  Isabel,  siendo  Infante,  en  que 
„  mandaron  restituir  á  Su  Alteza  la 
„villade  Cuéllar; „  pero  elevada  al  tro- 
no doña  Isabel  y  reconocida  por  el 
Duque  de  Alburquerque  ,  deseando 
éste  asegurar  sus  derechos  dirigió  á 
la  Reina  un  memorial  en  el  que  al  fin 
de  cada  pretensión,  doña  Isabel  de  su 
puño  y  letra  consignó  la  resolución 
que  á  lo  que  se  le  pedía,  daba^  y  en  él 
es  importante  á  nuestro  objeto  lo  si- 
guiente: "Las  cosas  que  el  Duque  de 
„ Alburquerque  suplica  á  la  Reina 
„nuestra  señora  mande  despachar,  son 
„las  siguientes: 

„Primeramente,  que  Su  Alteza  le. 
„  confirme  las  mercedes  que  tiene  del 
„señor  Rey  DonEnrique,  que  Dios  aya, 
„de  las  villas  de  Cuéllar  é  Roa  é  Albor- 
„querque  é  Monbeltran  y  el  adrada  é 
„Ledesma  é  Huelma, „  etc. 

Que  piase  d  Su  Altesa  de  facer  y 
guardar  lo  aquí  contenido. 

.  „  Otrosi  que  su  Alteza  mandará  que 
„se  guarde  cierta  iguala  que  con  el 
„  dicho  Duque  fue  fecha  para  llevar 
„las  rentas  desús  villas  de  ciertos  años 
„  venideros ,  demás  de  lo  que  en  las 
„dichas  rentas  el  dicho  Duque  tiene  de 
„juro,  que  le  fué  dado  en  emienda  de 


(1)  Acta  de  la  toma  de  la  posesión  de  la  villa  de 
Alburquerque  (Archivo  de  la  casa  ducal.) 

(2)  Rodríguez  Villa :  Bosquejo  bioí^ráfico  de  don 
Beltrán  de  la  Cueva. 


(1)  índice  de  las  escrituras  reales  que  están  en  el 
Archivo  de  Simancas,  legajo  de  sentencias  y  cartas 
ejecutorias. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


107 


„  ciertos  sueldos,  de  que  tiene  carta  de 
^recudimiento  pasada  por  contadores. 
Que  esto  verá  Su  Alt  esa,  con  el  re- 
verendísimo Sr.  Cardenal,  si  es  justo, 
Y  para  más  asegurar  en  el  Duque 
el  dominio  indiscutible  de  su  villa,  el 
rey  D.   Fernando,   agradecido  á  los 
servicios  y  lealtad  con  que  les  sirvió 
contra  el  Portugués,  defendiendo  los 
derechos  de   su   esposa   doña  Isabel, 
consiguió  de  su  padre  el  Rey  D.  Juan  II 
de  Aragón  que  renunciara  definitiva- 
mente en  D.  Beltrán  todos  los  derechos 
que  creyera  podían  pertenecerle  sobre 
las  villas  de  Cuellar  y  Roa,  sus  fortale- 
zas y  vasallos. En  ese  documento,  otor- 
gado en  Zaragoza  y  refrendado   por 
Philippo  Clementi,  se  dice,  entre  otras 
cosas  :  "  acatando  é  considerando  los 
muchos  é  buenos  é  leales  servicios  que 
con  toda  lealtad  é  fidelidad  vos  avades 
fecho  é  facedes  de  cada  dia  al  mi  muy 
caro  é   muy  amado  fijo  primogénito 
Don   Fernando^   rey  de  Castilla,    de 
León  é  de  Sicilia,  de  Portugal,  princi- 
pe de  Aragón „...  "fago  merced,  gracia, 
donación  perpetua  é  non  revocable  á 
vos  el  dicho  Duque  de  Alburquerque 
de  todo  el  derecho  é  acción  que  yo  he 
é  tengo  é  me  pertenesce  é  pertenescer 
puede  é  debe  en  cualquier  manera  é 
por  cualquier  título  é  cabsa  é  ragon 
que  sea  é  ser  pueda,   á  las  villas  de 
Cuellar  é  de  Roa,  é  á  sus  fortalezas  é 
vasallos...  é  lo  do  é  cedo  é  traspaso  é 
renuncio  todo  en  vos  el  dicho  Duque 
de  Alburquerque  y  en  vuestros  here- 
deros y  subcesores...  „   Y  todavía  en 
31  de  Marzo  de  1476  los  Reyes  Católi- 
cos le  confirmaron  la  posesión  de  Cue- 
llar y  de  todas  sus  otras  villas  y  ciu- 
dades.  A  partir  de  esta  fecha,  el  do- 
minio de  los  Duques  de  Alburquerque, 
luego  también  Marqueses  de  Cuellar, 
no  hasufrido  contradicción  ni  interrup- 
ción alguna  en  la  villa,  y  así  ha  llega- 
do hasta  nuestro  siglo  en  que,  abolidos 
por  el  Decreto  Ley  de  6  de  Agosto  de 
1811  todos  los  señoríos  iurisdicciona- 


les,  dejaron  los  Duques  de  tener  y  ejer- 
cer éste,  siendo  el  último  señor  el  que 
hizo  famoso  su  nombre  combatiendo  á 
los  franceses  que  bloqueaban  en  Cádiz 
la  Regencia  del  Reino  en  1810,  y  que  se 
hizo  acreedor  al  agradecimiento  de  la 
patria  por  su  briosa  defensa  de  la  Isla 
Gaditana.  De  todo  lo  dicho  se  deduce, 
una  vez  más,  la  gran  importancia  de 
Cuellar  en  los  siglos  medios  y  cuan 
honrosa  y  deseada  era  su  posesión  por 
las  personas  más  grandes  del  reino, 
Cuellar ,  además  parecía  estar  dotada 
de  una  virtud  especial  para  que  sus 
Señores  llegaran  á  los  más  altos  gra  • 
dos  de  la  suerte:  lejos  del  trono  estaba 
D.  Sancho  cuando  tenía  su  Señorío ,  y 
D.  Sancho  fué  luego  Rey.  Enrique  de 
Trastamara.  que  heredó  la  villa  de  su 
madre ,  á  pesar  de  su  bastardía ,  hubo 
de  sentarse  en  el  solio ;  á  él  subió  Fer- 
nando, el  infante  castellano  en  el  rei- 
no  de   Aragón ,   y    su   hijo    segundo 
D.   Juan,   también  Señor  de  Cuellar, 
al  de  Navarra;   por  último,   la  gran 
Reina  que  había  de  hacer  la  unidad  de 
la  monarquía  y  extender  sus  confines 
por  ambos  mundos  empezó  por  tener 
como   único    dominio   la   villa    sego- 
viana. 

En  arras  ó  en  dote  lleváronla  Melia- 
na  Anzures ,  Urraca  Díaz ,  Constanza 
Manuel  mujer  de  Alfonso  XI,  doña 
Beatriz  de  Portugal,  enlazada  con  don 
Juan  I  de  Castilla,  5'^  doña  Blanca,  que 
lo  estaba  con  D.  Juan  de  Navarra;  los 
grandes  favoritos  de  los  Reyes  recibie- 
ron en  ella  su  más  preciado  galardón, 
y  en  ella  pusieron  siempre  sus  ojos 
ambiciosos  y  si  primero  tuviéronla  en 
su  patrimonio  D.  Pedro  Ansurez  y  don 
Pedro  Fernández  de  Castro,  después 
la  dominaron  D.  Lope  Díaz  de  Haro, 
el  infante  D.  Juan,  D.  Juan  Manuel, 
D.  Alvaro  de  Luna  y  D.  Beltrán  de  la 
Cueva.  Por  último,  su  nombre  brillará 
siempre  unido  al  de  los  más  ilustres 
apellidos  de  España  y  al  recordarla, 
desfilarán  en  nuestra  mente ,  con  sus 


108 


boletín 


hechos  gloriosísimos, los  Ansúrez  y  los 
Castros ,  los  López  de  Haro  y  los  La- 
ras,  los  Manueles  y  Trastamaras,  los 
Aragón  y  los  Guzmán,  los  Lunas,  en 
fin,  y  los  Cuevas. 


II 


Ya  en  la  primera  parte  hicimos  la 
descripción  exterior  del  palacio  forta- 
leza de  Cuéllar,  que  aún  permanece  en 
el  dominio  de  los  Duques  de  Albur- 
querque,  y  notamos  lo  más  importan- 
te que  su  construcción  presenta  y  los 
tiempos  han  respetado;  hoy  voy  á  tra- 
tar de  reconstituir  su  interior  5^  de  pre- 
sentarlo á  mis  lectores  tal  y  cual  de- 
bía ofrecerse  en  sus  días  de  opulencia, 
procurando  cubrir  sus  desnudas  pare- 
des con  las  preseas  que  antes  las  orna- 
ron y  llenar  sus  vastos  aposentos  con 
tanto  objeto  de  valor,  con  tanto  re- 
cuerdo de  gloria,  con  tanta  prenda 
preciada  como  en  sus  buenos  días  en- 
cerró :  tesoro  inapreciable  de  la  vida 
de  otros  siglos.  Antes  de  entrar  en  su 
fuerte  3^  suntuoso  recinto  fijémonos,  si- 
quiera sea  de  paso,  en  las  tres  puertas 
de  ingreso  que  aún  puede  estudiar  el 
curioso:  de  la  primera  sólo  se  conser- 
va el  arco  que,  como  ya  dije,  revela  una 
remota  antigüedad;  su  contrucción  es 
seguramente  de  lo  más  primitivo  de  la 
fortaleza  y  muy  anterior  al  reinado  de 
D.  Enrique  IV,  en  que  pasó  á  ser  pro- 
piedad de  D.  Beltrán  de  la  Cueva  y 
sus  sucesores.  Al  ocuparlo  este  pode- 
roso y  esplendido  procer  hizo  en  él  una 
importante  reparación;  de  ella  tene- 
mos una  prueba  en  el  documento  que 
en  la  primera  parte  cité,  y  por  el  que 
el  Obispo  de  Segovia  autorizó  á  don 
Beltrán  para  derribar  unas  ruinas  de 
la  iglesia  de  San  Nicolás,  con  objeto 
de  ampliar  y  mejorar  la  plaza  de  ar- 
mas, y  otra,  y  no  menos  fehaciente,  en 
la  construcción  de  la  puerta  que  hoy 
sirve  de  entrada  á  la  fortaleza;  esta 
puerta,  sin  fecha  ni  inscripción  alguna, 


es,  sin  embargo,  elocuente  testimonio 
de  lo  dicho,  y  en  ella  dejó  D.  Beltrán 
indeleble  el  recuerdo  de  su  obra,  y  tal 
vez  sin  pretenderlo  ,  consignado  el 
tiempo  en  que  la  verificó:  sobre  su  cla- 
ve se  ostenta  el  escudo  real,  y  más 
abajo,  á  la  derecha,  el  de  su  apellido, 
y  á  la  izquierda  el  de  su  primera  es- 
posa doña  Mencía  de  Mendoza ;  el  rey 
cedió  al  Duque  la  Villa  á  fines  de  Di . 
ciembre  de  1464,  y  á  mediados  de  1476 


CUÉLLAR.  — Puerta  del  castillo. 

contrajo  éste  su  segundo  matrimonio 
con  doña  Mencía  Enríquez;  la  puerta, 
pues ,  en  que  esculpió  el  glorioso  bla- 
són del  Ave  María  debió  construirse 
necesariamente  en  los  diez  años  que 
mediaron  entre  el  65  y  el  75  del  si- 
glo XV  (1). 


(1)  Conviene  recordar  que  las  obras  de  la  plaza  de 
armas  se  hicieron  en  1475,  según  el  documento  antes 
aludido,  y  estando  esta  fecha  dentro  de  los  diez  aflos 
por  mí  señalados,  puede  servir  de  data  casi  scgur.i 
para  esta  primera  restauración,  en  tiempo  de  D.  Bel- 
trán. D.  José'  María  Quadrado  dice  á  este  propósito: 
"Hay  quien  le  atribuye  (á  D.  Beltrán;  la  fábrica  exte- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


109 


Por  último,  la  tercera,  que  en  la  fa- 
chada del  mediodía  se  levanta  entre 
dos  torres  cuadradas,  formada  por  al- 
tísimo arco,  y  que  casi  alcanza  eleva- 
ción media  del  edificio,  esa  obedeció  al 
plan  y  traza  de  restauración  empren- 
dida después  por  el  tercer  Duque  y  en 
la  que  se  construyeron  las  galerías  del 
patio  central  y  de  la  misma  fachada  en 
que  ella  se  ostenta,  pudiendo  por  tan- 
to, fijar  la  fecha  de  su  construcción  en 
el  año  de  1559. 

Gonzalo  de  la  Torre  de  Trassierra. 

(Contiunará.) 

ESCRITURAS  MOZÁRARES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 


CXI 


Venta  de  una  viña  en  el  pago  del  barranco 
de  ¿Gafaron?  á  la  otra  parte  del  Tajo  ^-y»^) 

j^'  O^  ^jj^  d^-^  '^'^^'  -  (^^-^^ 

(...  ■Jrs.u,  que  tiene  por  lindes:  la  parte  que 
pertenece  á  D.  Juan  Pethres,  la  viña  de  Do- 
mingo Yacob  ( ^'^j)»  la  de  D.  Salvador 

el  herrero  y  el  camino  por  donde  se  sube  á 


las  viñas  de  ;Pozuelo?  ^-ULJ' 


>jl,) 


.(J. 


X3  a. 


Otorgan  la  venta  los  hermanos  Miguel  y 
Lope,  hijoá  de  D.  Juan  el  ¿Podador?  ^-*) 

[jj\ah)  ,Uj  .j^  fsic),  á  favor  del  Canó- 
nigo D,  Pedro  Ramiro. 

Precio,  65  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  Enero  de  la  Era  1251. 

Suscripciones  latinas:  «Michael  iohanis 
presbiter  sancti  nicholai  confirmo. — Ego 
Johanes  de  Roma  diaconus  sancti  Nicholai 
testis». 

Y  en  árabe:  Lope  hijo  de  Juan  Podador 


rior  del  actual  castillo;  pero  algunas  de  sus  obras  pa- 
recen bastante  anteriores  á  la  segunda  mitad  del  si- 
glo XV,  y  otras  hay  cuya  fecha  no  es  fácil  fijar. . 


CXII 

Venta  de  una  yugada  3'  cuarto  de  tierra  de 
labor  ^^,^5  v^^i  ^  jó\  ^^^1  ^^^) 
aJ  j  j,  sita  en  el  término  de  Olías  la  Mayor 
y  en  el  octavo  de  Aben  Florent  Lx^'   ^) 

Aparece  como  comprador  Domingo  Yago 
con  su  esposa  Doña  Pascuala,  y.  como  ven- 
dedor el  padre  de  aquél,  D.  Yago  el  Crespo 

Í3j^      ^j   Új      A.^fij;.J      A.?Lj      6.SJ.^^         C»-«_Í^1) 

Precio,  13  mizcales  de  oro  alfonsí. 
Fecha  en  la  segunda  decena  de  Agosto, 
Era  de  1251. 

Suscripciones:    Simón   b.   Antar     .\j^) 

(  ^:^xz     yj,  Salvador  b.  Abdelaziz  b.  Amor  « 

(  ,   o.-»U        y)    JJ_J*^\    ->f£    ..yi    jj^aÁL)  y  Pe- 

thio  b.  Yoanex  b.  Walid  b.  Kásim. 

CXIII 

Donación  hecha  por  el  Capiscol  ( J^.\¿...¿Jl) 

D.  Yoannes,  de  la  Iglesia  Mayof  de  Santa 
María,  á  favor  de  su  sobrino  D.  Rodrigo 
Fernández,  de  una  casa  y  dos  viñas,  sita  la 
primera  en  la  demarcación  de  la  Catedral, 
en  el  adarbe  llamado  del  caid  D.  Xabib,  y 
las  segundas  en  el  término  ó  partida  de  las 

Fuentes  (  ,j^|  'i^^s-^,),  en  las  inmediacio- 
nes de  Toledo  y  con  los  lindes  que  se  in- 
dican. 

Fecha  en  13  de  Septiembre,  Era  de  1251. 

Suscripciones  latinas:  «Ego  egidius  sacer- 
dos  canonicus  testis.— Ego  Johanes  martini 
testis. — Ego  Johanes  cipriani  testis». 

En  árabe  firma  Félix  b.  Yabka  b,  Abda- 
llah. 

CXIV 

Dos  documentos  relativos  á  un  mismo 
contrato,  es,  á  saber,  la  cesión  que  hacen  el 
Canónigo  D.  Miguel  Estébanez  y  varios 
otros  copropietarios,  de  los  derechos  que 
poseen  sobre  las  quintas  de  Yepes  y  de  Fon- 


1    No  está  del  todo  clara  esta  suscripción. 


uo 


boletín 


tes  (^::^  hj3  ^j  J:í\¡  Iíj^  J.),  á  fa- 
vor del  seíior  Arzobispo  é  ilustre  Primado  Don 
Rodrigo  Jiméuez;  cesión  que  otorgan  in  per- 
petiinm,  para  bien  de  sus  almas  y  por  la  su- 
misión y  afecto  hacia  el  referido  Prelado, 

Fechas  en  la  segunda  decena  de  Julio  y 
en  la  última  de  Septiembre,  Era  de  1251. 

Suscripciones  arábigas:   Paulo   (J^)  b. 

Yoan.  b.  Thomé  b.  Yahya  b.  Pelayo,  Pe- 
thro  b.  Yoan  b.  Thomé  b.  Yahya  b.  Pela- 
yo, Félix  b.  Walid. 

ídem  iatinas:  «Ego  Michael testis.-- 

Ego  laurentius  sancti  R.°  diaconus  testis. — 
Ego  gundisaluus  iohanis  testis». 


cxv 

Venta  que  otorgan  D.  Juan  b.  Pedro  b. 
Merwán  (¿Harún?),  el  conocido  por  Aben  Al- 
Gnriba,  y  su  mujer  Doña  Eulalia,  en  favor  del 
Canónigo  D.  Pedro  Abad,  hijo  de  D.  An- 
drés b.  Abde-l-Kerim,  del  trozo  de  viña  que 
les  corresponde  por  derecho  de  plantación 
en  la  tierra  que  les  dio  á  plantar  Doña  Do- 
minga, la  que  fué  esposa  de  Andrés,  hijo  de 
Domingo  Yoannix;  tierra  sita  en  Olías  la 
Menor  ú  Olihuelas,  de  las  inmediaciones  de 

Toledo...  LjA^  jl?^^  rf  íT  í:r^J^  l^^^) 
(...  ilL^lls  y  lindante  con  una  viña  de  los  ca- 
balleros de  Santiago  Csii.  i¿;iji\}^'^  fj) 
(, ^Lj,  con  otra  de  la  esposa  de  Gonzalbo 

Fernández,  con  tierra  blanca  y  viña  de  un 
hombre  de  Maqueda,  cuyo  nombre  no  se  re- 
cuerda ahora   J  í:>10    ^  ^^y^^  (^S) 


Lj.^i,:o_ 


Precio  de  la  venta,  105  mizcales  de  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Enero  de  la 
Era  1252. 

Adviértese  en  el  documento  que  los  ven- 
dedores entregaron  al  comprador,  en  el  acto 
del  otorgamiento,  dos  escrituras:  una,  la  re- 
ferente á  la  plantación  que  les  encargó  la 
dicha  Doña  Dominga,  fechada  en  la  segunda 
decena  de  Diciembre  de  la  Era  1229,  y  otra 
con  fecha  de  Diciembre  de  la  Era  1 23  2,  con- 
cerniente á  la  partición  de  la  finca  plantada 


entre  Doña  Dominga  y  el  actual  vendedor, 
según  lo  estipulado  en  el  anterior  docu- 
mento. 

Suscripciones:   Juan   b.    Petro   ¿Habib?, 

Torcuato  b.  Yaxar  (^-¿.jo  (.yJ  •^Ij^-''),  Félix 

b.  Yabka  b.  Abdalah  y  Miguel  b.  Yoanis. 

GXVI 

Nueve  copias  de  otros  tantos  documentos 
originales; 

i.°  D.  Martín,  hijo  del  alguacil  D.  Mi- 
cael  Domínguez,  compra  de  Pedro  Godino  i, 
hijo  de  Pelayo  Godínez,  cuanto  posee  y  po- 
seyó antes  su  padre  en  Yepes  (^■.jL)  y  en 
Fuentes  (^xjjs),  que  es  una  alquería  de  esta 

última.  Precio,  medio  mizcal.  Fecha,  1248. 
2.°  El  citado  D.  Martín  compra  de  Doña 
Teresa,  la  que  fué  esposa  de  D.  Rodrigo, 
hermano  y  heredero  de  ¿Malbib?  2,  la  parte 
que  posee  en  Yepes  y  Fuentes,  por  precio 
de  medio  mizcal  y  en  la  misma  fecha  que  el 
anterior.  Entre  las  suscripciones  del  ori- 
ginal figura  una  latina,  que  se   transcribe 

así:  (*)  Lj-ibl^J  y^ji  ,S^y  U^^".  J^') 
(    vi.xíuj'  Lilsj)  Lx^.  «Ego  PethrusMartini 

Presbyter  ecclesias  sanctae  Leocadiae  testis». 
3.°    El  dicho  D.  Martín  compra  de  ¿Al- 

hosaín?,  el   que  se  llama  Fernando  ^J—^) 

posee  en  las  dos  alquerías  mencionadas  de 
la  Sisla  de  Toledo,  por  precio  de  un  mizcal 
y  en  la  fecha  de  los  anteriores. 

4.°     El   referido  D.    Martín  compra  de 

D.  Domingo  ¿Rebota?  (¿LLjJj),  el  jardinero 

( ..U¿!),  de  su  tía  Doña  Dominga  y  del  hí- 


1  No  tenemos  por  indudable  la  lectura  de 
esta  palabra  .  r-^;'.-'^* 

2  En  el  original  v._„wJU,  que  no  acertamos 
á  interpretar  satisfactoriamente. 

{*)     En  el  original  se  lee    ¿.^-O  ),  en  nomi- 
nativo. 
(**)    Parece  leerse  (j^rr¿'  ó  /jtc??^'* 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


111 


jo  de  ésta,  Pedro  el  jardinero,  la  parte  que 
poseen  en  las  alquerías  ya  antes  citadas,  por 
precio  de  medio  mizcal  y  en  la  fecha  de  los 
anteriores. 

5.°     Donación  que  otorga  Diego  Suárez 

^«j  .Li-  i.3Aji)  en  favor  del  expresado  Don 

Martín,  de  dos  lotes  de  tierra  en  Yepes,  para 
que  haga  de  ella  su  omnímoda  voluntad,  así 

en  vida  como  á  su  muerte  J-icj  *^'-c=»'  vj) 
(ijLi,.  Fecha  en  Octubre  de  1248. 

6.°  Otra  donación  de  un  lote  de  tierras 
en  Yepes,  hecha  en  la  fecha  anterior  por 
D.  Pedro,  hijo  ilel  alguacil  D.  Juan,  á  favor 
del  repetido  D.  Martín.  Al  dar  cuenta  de  las 

suscripciones  del  original,  se  lee:     ..yar*^lj^) 

(^±ji¿J.  Y  en  aljamía  (latín):  «Ego  Marti - 

ñus  xodiaconus  sancti  Justi  testis». 

7.°  Compra  de  un  lote  de  tierras  en  Ye- 
pes y  Fontes,  hecha  por  el  expresado  Don 
Martín,  siendo  vendedoras  Doña  María  y 
Doña  ¿Xanuí?  (Mi-Sol),  hijas  de  Pelayo 
Gonzalbes.  Precio,  medio  mizcal.  Fecha  en 
Diciembre  de  1248. 

8.°  Donación  hecha  á  dicho  D.  Martín 
por  Doña  Justa,  hija  de  Sebastián  b.  abí-1- 
Jair,  de  otra  porción  de  terreno  en  Yepes  y 
Fuentes  '.  Fecha  en  Diciembre  del  citado 
año  1248. 

9.°  Otra  donación  de  tierra  en  Yepes  y 
Fuentes  hecha  por  los  hermanos  D.  Alfonso 
y  D.  Pedro,  hijos  de  D.  Nicolás,  en  Enero 
de  1252. 

Todas  estas  copias  están  autorizadas  por 
el  notario  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid  en 
Febrero  de  la  Era  1252. 

(Pergamino  bastante  mal  tratado). 

CXVII 

Compra  que  hace  D.  Domingo  Pascual 
en  representación  y  con  dinero  del  Arzobis- 
po D.  Rodrigo  Jiménez,  de  varios  lotes  de 
tierra  en  Yepes,  heredados  por  D.  Martín, 
hijo  del  wazir  D.  Miguel  b.  Otsmán,  como 


asimismo  de  las  nueve  suertes  de  tierra  des- 
critas en  el  documento  anterior. 
*    Precio  de  la  venta,  300  mizcales  de  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  el  segundo  tercio  de  Febrero, 
Era  de  1252. 

Suscripciones  arábigas:  «Pedro,  hijo  de 
Juan  Pérez  de  Belchite,  hijo  de  BelchiU,  para 

que  se  sepa»    J    ^wJLj      ,!«j   ^)    ^j^^  *) 

(JUJ  L^-  Ju,  vJl,*^^;  Lázaro  b,  Hasán  b. 

Abdelaziz,  hermano  de  Martín   A99a¡rafí, 

para  que  se  sepa  (*^J  ^t^tr^^  lT^Í^  '^^^' 
y  Jair  b.  Xalmón  b.  Alí  b.  Waid. 

Suscripciones  latinas:  «Martinus  micael 
confirmo  '.  —  Ego  stephanus  talauerensis 
thesaurarius  testis». 

CXVIU 

Venta  de  una  casa  sita  en  el  distrito  pa- 
rroquial de  Santa  María,  y  en  el  adarbe  del 
caid  D.  Xabib. 

Vende  Doña  Dominga,  esposa  que  fué  de 
Vicente  Alcaivás  (del  arquero),  y  compra  el 
Canónigo  D.  Rodrigo  Pérez,  en  nombre  y 
representación  de  su  colega  D.  Bartolomé 

(l^b^j  ^j.:)  ¡^  U) 

Precio,  65  mizcales  alfonsíes. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Julio,  Era 
de  1252. 

Suscripciones  latinas:  «Ego  Dominicus 
iohanis  eclesie  sancti  andree  presbiter  testis. 
—Ego  gillemus  fsic)  presbiteiT  testis.— Ego 
nicolaus  presbiter  beati  iacobi  testis.— Ego 
Matheus  presbiter  eclesie  sancti  torquati  tes- 
tis.—  Ego  petrus  presbiter  sancti  andree 
testis». 

En  caracteres  árabes:  Vicente  b.  Domin- 
go b.  Martín  b.  ¿Jair?  y  Domingo  b.  Yoanex 

b.  9aduk  {^^J^^. 

Francisco  Pons. 
(Continuará.) 


I     Parece  leerse   ,  ¿^«J,  aunque  anterior- 


I  Bajo  de  este  nombre  se  lee  en  carácter 
arábigo:  *i*J  /*-'M^  ^^  ^^  ^^  vendedor,  para 
que  se  sepa  (conste). 


112 


boletín 


SAN  VICENTE  FERRER 


(Estatulta  de  plata,  propiedad  de  los  Excmos.  señores 
Duques  de  Bailen.) 

ÍL  ofrecer  á  nuestros  lectores  la 
reproducción  de  esta  bella  obra 
de  arte,  creemos  lo  mejor  co- 
piar lo  que  acerca  de  ella  dice  nues- 
tro distinguido  consocio  el  Sr .  D.  Enri- 
que de  Leguina ,  Barón  de  la  Vega  de 
Hoz,  en  su  recomendable  libro  La  Pla- 
ta española  (1). 

"Los  señores  Duques  de  Bailen  pre- 
sentaron una  estatuíta  de  plata  dorada 
que  representa  á  San  Vicente  Ferrer; 
trabajo  delicado  de  platería  española, 
de  valor  real  en  el  comercio  é  inapre- 
ciable en  la  historia  del  arte  antiguo. 

„Y  si  resulta  notable  la  imagen  del 
Santo  á  causa  de  su  carácter  del  si- 
glo XV,  los  medallones  de  esmalte  opa- 
co que  adornan  el  pedestal ,  la  corona 
en  que  se  combinan  las  letras  del  nom- 
bre con  rombos  esmaltados  de  colores, 
y  las  piedras  finas  que  completan  el 
lujoso  conjunto,  la  figurita  de  D.  Juan 
de  Zúñiga  y  Pimentel,  colocada  sobre 
un  almohadón,  en  el  que  descansa  el 
escudo  con  los  blasones  de  su  apellido, 
ó  sea  la  banda  de  sable  en  campo  de 
plata,  cerrado  con  orla  de  cadenas, 
ofrece  todavía  mayor  interés  á  causa 
de  los  detalles  de  su  traje,  espada  3^  to- 
cado. Por  cierto  que  el  referido  escudo, 
lo  mismo  que  el  que  se  apoya  en  un 
extremo  del  traje  talar  del  Santo,  y  lle- 
va, en  jefe,  el  blasón  de  los  Enríquez, 
parecen  de  época  posterior  á  la  cons- 
trucción de  las  estatuas. 

„Este  precioso  objeto  de  arte  fué  do- 
nado por  un  Marqués  de  Mirabel  al  con- 
vento de  dominicos  de  Plasencia,  y  en 
los  días  azarosos  de  la  exclaustración 


rogaron  los  frailes  al  que  llevaba  el 
mismo  título  la  conservase  en  su  po- 
der, con  otras  muchas  joyas  de  gran 
valía.  Accedió  á  ello  el  magnate,  ocul- 
tándolas en  su  palacio  de  Plasencia,  y 
no  hace  mucho  hubo  de  reclamar  la 
devolución  el  señor  Obispo  de  la  dióce- 
sis; pero  el  Duque  de  Bailen,  que  re- 
presenta hoy  la  casa,  manifestó  que  se 
consideraba  imposibilitado  de  entre 
gar  el  susodicho  tesoro,  si  no  concu- 
rrían al  acto  los  dominicos.  Hicieron 
éstos  suya  la  demanda  ,  y  tuvo  lugar 
la  formal  entrega  con  arreglo  á  un  in- 
ventario que  aquéllos  conservaban,  no 
sin  que  el  Duque  indicase  cierto  sen- 
timiento por  tener  que  desprenderse 
de  la  estatua  de  San  Vicente,  dada  su 
procedencia  5^  blasones. 

„Entonces  el  General  de  la  Orden 
pretendió  donársela,  en  prueba  de  gra- 
titud por  el  afanoso  cuidado  que  el 
señor  Marqués  de  Mirabel,  padre  de 
la  actual  Duquesa  de  Bailen,  desplegó 
para  la  guarda  de  tantas  joyas,  que 
volvían  sin  daño  á  poder  del  convento, 
no  obstante  las  vicisitudes  ocurridas 
en  los  últimos  años;  mas  el  Duque, 
agradeciendo  la  intención ,  no  quiso 
aceptar  dádiva  semejante,  sin  que  pre 
viamente  se  tasara,  y  así  realizado,  por 
peritos  nombrados  de  común  acuerdo, 
abonó  el  importe  de  la  valoración  á  la 
Comunidad  mencionada,  volviendo  la 
casa  de  Mirabel  á  ser  absoluta  dueña 
de  esta  riquísima  obra  de  platería,  que 
recuerda"  los  timbres  de  su  linaje  y  que 
por  su  inapreciable  mérito  hace  céle- 
bre, en  el  mundo  del  arte,  el  nombre 
de  su  afortunado  poseedor.,, 

X. 


(1)    Capitulo  III,  páginas  43  á  46. 


h'otntiptn  de.  Hauser  y  Mmet  -Mmlna 


SAN  VICENTE  FERRER 


BOIvKTÍN 


DE  LA 


\». 


Ullj 


DIRECTO  R  : 
EL  CONDE  DE  CEDILLO,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  lY 


MadPid   1.°  de  Oetabpe  de  180Q. 


NUM.  íí 


EXCURSIONES 


UNA  EXCURSIÓN  DESDR  SEVILLA 

Á  RONDA  ,   GIBRALTAR  ,   TÁNGER   Y  c'ÁDIZ 


JWfrafW^t^'  encontraba  en  la  ciudad  de 
3||j)y|w|\.  la  Giralda,  sin  intenciones 
^?^^^  de  emprender  viaje  alg-iino, 
cuando  el  eminente  sociólogo  y  cate- 
drático de  la  Uni  versidad  sevillana ,  don 
Manuel  Sales  y  Ferré,  me  habló  de  una 
excursión  que  proyectaba,  con  el  ilus- 
trado profesor  del  Instituto  D.  Casto 
Vidal,  á  las  ciudades  de  Ronda,  Gi- 
braltar,  Tánger  y  Cádiz. 

El  Sr.  Sales  3^  Ferré  había  sido  mi 
maestro  en  la  asignatura  de  Historia 
Universal,  y  antes,  mucho  antes  de 
que  al  Ministro  de  Fomento  se  le  ocu- 
rriese establecer  las  expediciones  de 
estudio  para  la  enseñanza  de  ciertas 
materias,  cuando  yo  era  alumno  de  la 
cátedra  citada,  no  dábamos  un  paso  en 
el  examen  de  ciertas  épocas  sin  recu- 
rrir á  las  excursiones  arqueológicas, 
para  apreciar  mejor  los  caracteres  que 
las  distinguen. 

Conocía,  por  lo  tanto,  lo  mucho  que 
se  aprende  viajando  con  tal  director, 


y  desde  luego  me  ofrecí  á  acompañar- 
le también  á  los  sitios  mencionados. 

X 

X     X 

El  25  de  Mayo  fué  la  fecha  señalada 
para  salir  de  Sevilla,  y  á  las  diez  y 
veinte  de  la  mañana  de  este  día  parti- 
mos desde  la  estación  llamada  de  San 
Bernardo  hacia  la  histórica  Ronda. 

Durante  la  marcha  pudimos  contem- 
plar, desde  el  tren,  al  pasar  por  Mar- 
chena,  los  restos  de  sus  antiguas  mu- 
rallas árabes,  con  torreones  de  alme- 
nas cristianas,  y  al  dar  vista  á  Tebas 
llamó  nuestra  atención  un  fortísimo 
castillo,  situado  en  la  eminencia  del 
monte  más  alto  de  los  que  rodean  al 
pueblo. 

RONDA 

A  las  siete  de  la  tarde  nos  apeamos 
en  la  primera  estación  del  itinerario 
trazado.  Sentíamos  apetito  y  nos  diri- 
gimos á  una  buena  fonda,  de  la  plaza, 
donde  depositamos  los  bártulos,  nos 
aseamos  un  poco  3'  repusimos  las  per- 
didas fuerzas.  Hecho  esto,  salimos  á 
observar  la  población,  en  cuya  calle 
principal,  y  en  las  adyacentes,  queda- 


114 


boletín 


ban  vestig^ios  de  las  últimas  fiestas  ce- 
lebradas con  motivo  de  la  beatificación 
de  Fray  Dieg-o  José  de  Cádiz;  viéndo- 
se algunos  arcos  de  triunfo,  fabricados 
de  lienzo  y  madera,  varias  tiendas  de 
juguetes  y  golosinas,  algunos  cafés  de 
verano  y  dos  teatros  de  ídem. 

Ardíamos  en  deseos  de  admirar  el 
profundo  y  pintoresco  Tajo  que  forma 
el  Guadalevín  ó  Río  Hondo  al  pasar 
por  el  Puente  Nuevo  y  por  junto  á  la 
Alameda,  y  nos  encaminamos  á  uno  y 
á  otro  sitio,  á  pesar  de  ser  de  noche,  y 
noche  bastante  obscura,  por  cierto. 

Aunque  resulta  hermoso  é  imponen- 
te desde  dondequiera  que  se  mire,  á 
la  hora  en  que  nosotros  lo  miramos  se 
ofrecía  más  encantador,  visto  desde 
un  balconcillo  colocado  al  efecto  en 
la  Alameda;  dándole  un  aspecto  fan- 
tástico tres  ó  cuatro  molinos,  rodea- 
dos de  lindos  jardines  é  iluminados  por 
farolillos  colgantes. 

Este  Tajo,  verdaderamente  prodi- 
giosa obra  de  la  naturaleza,  empieza 
á  la  distancia  de  un  cuarto  de  legua  de 
la  población,  en  el  sitio  llamado  el  Per- 
diguero; sigue  creciendo  considerable- 
mente hasta  llegar  al  balcón  de  la 
Alameda,  en  donde  alcanza  la  asom- 
brosa altura  de  400  varas,  formando 
un  corte  tan  recto,  que  parece  obra  del 
hombre.  Desde  aquí  continúa  declinan- 
do un  poco  y  con  algunas  sinuosidades 
hasta  llegar  al  Puente  Nuevo ,  por  el 
que  entra  en  la  ciudad,  atravesándola 
en  toda  su  extensión. 

El  Paseo  de  la  Alameda,  que  se  en- 
cuentra, como  ya  he  indicado,  en  la 
ma3'or  altura  de  la  peña,  se  compone 
de  siete  calles  con  árboles  y  rosales  y 
de  dos  salones  amplísimos. 

El  Puente  mievo^  levantado  en  el 
lugar  de  otro  que  existía  antiquísimo, 
se  principió  á  construir  en  1784,  bajo 
la  dirección  del  arquitecto  D.  José  Ma- 
ría Aldehuela,  y  arranca  desde  lo  más 
hondo  de  la  sima,  estando  su  fábrica 
enlazada  con  la  roca,  hasta  llegar  á  la 


planicie  superior,  habiéndose  termina- 
do su  obra  en  1788. 

Una  vez  contemplada  la  perspectiva 
nocturna  del  Tajo,  pasamos  á  recorrer 
la  parte  vieja  de  Ronda,  la  que  con- 
serva todo  el  sabor  especial  del  perío- 
do en  que  los  musulmanes  la  ocupa- 
ron, con  sus  estrechas,  tortuosas  y  em- 
pinadas callejuelas,  sus  casas  de  facha- 
das casi  lisas,  interrumpidas  por  muy 
pocas  ventanas,  y  sobre  todo  su  caren- 
cia de  alumbrado  póblico,  que,  sumién- 
dolas en  vagas  tinieblas,  le  da  un  pa- 
recido exacto  con  los  actuales  pueblos 
marroquíes. 

La  armonía  del  moruno  conjunto 
sólo  se  halla  interrumpida  por  algún 
que  otro  portal  ó  balcón  de  piedra  ta- 
llada, en  el  estilo  del  Renacimiento,  los 
que  pertenecieron  indudablemente  á 
las  viviendas  de  ricos  señores  de  los 
siglos  XVI  y  XVIL 

Serían  las  doce  de  la  noche  cuando 
acudimos  al  hotel,  buscando  las  cari- 
cias de  Morfeo,  y  á  las  seis  horas  de 
estarlas  disfrutando,  abandonamos  los 
colchones  para  reanudar  nuestra  ins- 
pección á  la  luz  del  Sr.  Febo,  quien  al 
cabo  de  un  buen  rato  de  servirnos,  co- 
menzó á  divertirse  con  nosotros  dán- 
donos pellizquitos  en  las  espaldas  tan 
pronto  como  nos  permitíamos  la  con- 
fianza de  volvérselas. 

Nuestra  primera  visita  fué  al  Tajo. 
el  que  si  imponente  resulta  visto  en  las 
tinieblas,  desde  lo  alto,  no  resulta  me- 
nos soberbio  contemplado  en  pleno  día, 
desde  el  cauce  del  río,  al  que  dan  vista 
las  paredes  del  derruido  Alcázar  y  va- 
.rios  torreones  de  la  muralla  que  coro- 
na el  talud,  sirviendo  de  defensa  al  ba- 
rrio de  la  Judería. 

De  aquí  regresamos  ala  ciudad  para 
estudiar  sus  monumentos,  y  entre  los 
más  notables  que  existen,  debo  citar  el 
que  hoy  es  Plasa  de  Marti,  la  iglesia 
Santa  María  la  Mayor  ^  la  Casa  del 
Rey  inoro  y  la  Casa  de  Mondragón. 
La  Plasa  de  Marti  se  halla  situada 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


115 


en  los  claustros  de  un  ruinoso  conven- 
to, en  los  cuales  se  notan  diferentes 
vestigios  de  la  arquitectura  ojival  dci 
siglo  XIL  Los  arcos  son  de  doble  ar- 
chivolta  exterior  é  interior  y  ésta  de 
tres  órdenes  en  cada  lado. 

Las  columnas  que  sostienen  las  ar- 
cadas son  delgadas  y  esbeltas,  y  los 
capiteles  de  estilo  gótico. 

La  iglesia  de  Santa  María  la  Ma- 
yor se  encuentra  levantada  sobre  la 
planta  de  la  primitiva  mezquita ,  la 
que  consagraron  con  pompa  y  solem- 
nidad los  Reyes  Católicos,  en  23  de 
Mayo  de  1485,  en  acción  de  gracias  por 
la  toma  de  la  plaza  y  de  los  arrabales 
que  los  musulmanes  ocupaban. 

La  construcción  cristiana  pertenece 
á  dos  épocas  distintas;  las  naves  cen- 
tral y  laterales  corresponden  al  gusto 
ojival  del  siglo  XVI,  y  la  parte  del 
presbiterio  y  brazos  del  crucero  al  gre- 
co-romano de  fines  del  XVII,  como 
reza  una  inscripción  que  hay  sobre 
una  de  las  puertas. 

Visto  por  defuera ,  el  elegante  tem- 
plo conserva  en  el  lado  Sureste  un 
arco  de  herradura ,  único  recuerdo  de 
su  origen  mahometano;  en  el  lado  Sur 
una  serie  de  originales  canecillos^  figu- 
rando almenas  invertidas.  Pero  lo  que 
más  sorprende  es  la  esbelta  torre  de 
tres  cuerpos,  en  cada  uno  de  los  cua- 
les están  representados  tres  órdenes 
arquitectónicos  distintos:  el  mudejar, 
el  ojival  y  el  greco -romano. 

En  el  interior,  son  dignas  de  estudio 
las  tres  naves  oj  i  viales  mencionadas, 
de  las  cuales  la  del  centro  tiene  en  su 
techumbre  cuatro  medias  naranjas, 
sostenida  cada  una  por  otros  tantos 
arcos  góticos  que  descansan  sobre 
cuatro  columnas  y  dos  medios  fustes  de 
los  que  se  llaman  agrupados,  con  sólo 
un  pequeño  y  sencillo  zócalo  por  ba- 
samento, y  por  capiteles  una  estrecha 
orla  de  figuras  en  alto  relieve ,  donde 
se  ven  elefantes ,  caballos  y  otros  ani- 


recuerdan  los  elementos   decorativos 
del  estilo  románico. 

La  nave  del  crucero  está  cubierta 
por  cúpula  sin  linterna ,  sostenida  por 
arcos  redondos  de  sillería  y  soberbias 
columnas  de  carácter  toscano  y  co- 
rintio. 

A  la  altura  de  los  capiteles,  y  soste 
nidas  por  las  medias  columnas  embu- 
tidas en  los  extremos,  se  destaca  una 
cornisa  compuesta  de  planos  cortados 
y  de  medias  cañas  con  algunas  grecas, 
y  sobre  ésta  una  franja  corrida ,  ador- 
nada de  guirnaldas  enlazadas  con  si 
metría. 

El  pulpito,  que  es  lo  más  moderno 
de  todo ,  se  compone  de  ricos  jaspes  y 
mármoles;  y  el  coro,  que  lo  forman 
exquisitas  maderas ,  está  profusamen- 
te tallado. 

La  Casa  del  Rey  inoro,  sita  en  una 
de  las  calles  más  pendientes  y  retira- 
das (á  la  que  llaman  de  San  Pedro), 
despertaba  grandemente  nuestra  cu- 
riosidad, por  la  creencia  que  abrigá- 
bamos de  encontrar  bajo  sus  artesona- 
dos  techos  raras  bellezas  artísticas,  y 
á  ella  nos  dirigimos  desde  la  iglesia, 
deteniéndonos  un  momento  en  una  pla- 
zoleta del  tránsito,  para  mirar  una 
vieja  torre  árabe,  que  hace  esquina,  y 
en  la  cual  se  conservan  elementos  mu- 
dejares y  dos  ventanas,  ciegas,  de  ar- 
quitos  piramidales  angrelados,  inscri- 
tos en  arrabá. 

No  tardamos  en  llegar  á  la  célebre 
casa  y  en  ver  desaparecer  al  instante 
nuestras  infundadas  ilusiones.  Lo  úni- 
co que  tiene  aquello  de  notable  son  los 
arcos  y  paredes  arábigas  que  sostie- 
nen un  pequeño  pensil ,  al  borde  mis- 
mo del  Tajo,  y  una  profunda  caverna 
abierta  á  pico  en  la  roca,  por  la  que 
se  bajaba,  según  cuentan  los  cronistas, 
mediante  una  escalera  de  367  pelda- 
ños, el  último  de  los  cuales  tocaba  á  la 
altura  de  las  aguas  del  río;  antes  de 
llegar  al  cual  había  que  pasar  por  va- 


mnlAc    urf-icf-iVcimíinl-íi  m»TiVM'n;irJAQ    nnp        rinc  «snlnnAc  í^cníir>ÍAcnc  Mp»  Inc  niif»  p>yíq- 


lió 


boletín 


ten  restos)  destinados  quizá  á  confe- 
rencias, salas  de  secreto,  baños,  y  cár- 
celes de  la  fortaleza. 

José  Cáscales  y  Muñoz. 

(Continuará.) 

SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


EL  MONASTERIO  DE  SANTAS  GREUS 

In  la  provincia  de  Tarragona,  y 
Tlf^L  á  veintiocho  kilómetros  de  la 
capital,  emplazado  sobre  uua 
pequeña  colina  cu3^os  contornos  baña 
el  río  Gaya,  y  rodeado  de  encantador 
y  fértil  país  que  al  viajero  ofrece  belle- 
zas panorámicas  sin  cuento,  se  halla 
situado  el  monasterio  de  Santas  Creus. 

Débese  la  fundación  de  dicho  mo- 
nasterio á  uno  de  los  individuos  de  la 
noble  casa  catalana  de  los  Moneadas, 
cuya  idea  fué  acogida  con  abnegación 
y  secundada  con  fe  y  entusiasmo  por 
el  Conde  D.  Ramón  Berenguer  IV,  á 
cuya  iniciativa  se  debe  la  fundación  de 
varios  y  notables  edificios  religiosos 
que  enaltecieron  su  reinado. 

Consecuente  con  su  piadosa  costum- 
bre de  conmemorar  las  victorias  que 
contra  los  infieles  obtuviera  con  la 
erección  de  templos  y  monasterios ,  y 
habiendo  llegado  á  adquirir  fama  uni- 
versal por  aquella  época  ( 1 )  la  Orden 
religiosa  del  Císter,  encontró  el  noble 
Conde  ocasión  propicia  para  fundar 
una  de  tantas  casas  destinadas  á  la  re- 
ferida Orden,  cuyas  virtudes  y  ciencia 
enalteció  el  gran  Padre  la  Iglesia  San 
Bernardo. 

Según  cuentan  las  crónicas,  en  4  de 
Diciembre  de  1150,  D.  Raimundo  Da- 
pifer  de  Moneada  hizo  cesión  al  Abad 
del  monasterio  del  Císter  de  la  Gran 
Se  Iva  f  en  Tolosa,  de  todos  los  derechos 
que  tenía  sobre  unos  terrenos  situados 
en  el  término  de  Cerdañola,  provincia 


(1)    Mediados  del  siglo  XII. 


de  Barcelona ,  conocidos  vulgarmente 
con  el  nombre  de  Valle  de  Laurea  y 
cuya  donación  se  justifica  por  tres  do- 
cumentos que  existen  en  el  Archivo 
provincial  de  Tarragona  y  que  por  su 
gran  extensión  omitimos  reproducir. 

En  su  virtud,  el  referido  Prior  de  la 
Gran  Selva,  D.  Guillermo  Raimundo 
Dapifer,  fundó  en  1151,  y  en  el  mencio- 
nado valle,  el  monasterio  que  llevó  su 
nombre,  siendo  él  su  primer  Abad, 
acompañado  de  doce  monjes  profesos. 

El  Conde  D.  Ramón  Berenguer  IV, 
no  sólo  aprobó  las  donaciones  de  los 
Moneadas,  sino  que  donó  é  hizo  entre- 
ga á  los  monjes  de  todas  las  regalías  y 
acciones  que  eran  de  la  pertenencia  de 
la  Corona,  cooperando  también  á  la 
fundación  de  este  monasterio  el  Obispo 
de  Barcelona ,  que  cedió  el  diezmo  y 
primicia  de  un  campo  situado  en  la  lla- 
nura de  su  jurisdicción,  en  4  de  Abril 
de  1159. 

Continuaron  los  monjes  en  el  Valle 
de  Laurea  hasta  la  época  del  cuarto 
Abad,  en  1153,  en  que  gestionaron  su 
traslación,  sin  que  haya  podido  com- 
probarse las  causas  que  á  ello  les  im 
pulsaron,  siendo  lo  cierto  que  el  5- a 
citado  Conde  Berenguer  les  dio  el  lu- 
gar llamado  Ancosa,  término  de  Cas- 
tro, con  todas  sus  entradas  y  salidas, 
pastos,  aguas,  bosques,  selvas  y  cami- 
nos, según  acredita  un  documento  fe- 
chado en  13  de  Julio  de  1153;  pero 
á  pesar  de  las  condiciones  especiales 
del  sitio,  apartado  totalmente  de  todo 
bullicio,  no  parecía  reunir  condiciones 
muy  saludables,  por  cuya  razón  decidie- 
ron los  monjes  no  abandonar  del  todo 
el  valle,  estableciéndose  en  este  nuevo 
punto  sólo  provisionalmente;  y  así  las 
cosas  y  después  de  una  serie  no  inte- 
rrumpida de  investigaciones,  eligieron 
un  territorio  lindante  con  el  río  Gaya, 
del  que,  á  pesar  de  estar  en  litigio,  ob- 
tuvieron la  propiedad  de  sus  terrenos 
por  escritura  de  26  de  Enero  de  1158. 

Decididos  ya  á  establecer  sus  reales, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


117 


empezaron  en  1160  las  primeras  cons- 
trucciones del  monasterio  que  se  de- 
nominó de  San/ as  Creiis  por  el  sinnú- 
mero de  cruces  especiales  que  por 
aquella  comarca  se  encontraban. 

Las  obras  sufrieron  también  varias 
interrupciones,  siendo  la  paralización 
más  prolongada  la  que  produjo  el  plei- 
to habido  entre  el  Arzobispo  de  Ta- 
rragona y  el  Obispo  de  Barcelona  so- 
bre la  pertenencia  del  territorio  á  sus 
respectivas  diócesis,  á  cuya  contienda 
pusieron  término  las  Bulas  Apostóli- 


rar  los  muchísimos  privilegios,  pre 
rrogativas  5'^  exenciones  de  que  disfru- 
taba tan  importante  Orden  monástica, 
que  recopilados  en  un  tomo  se  conser- 
van en  la  Biblioteca  provincial  de  Ta- 
rragona; hablar  de  sus  ornamentos, 
reliquias  y  tesoros,  y  de  su  interesan- 
te y  numerosa  Biblioteca,  fuera  tarea 
prolija  y  penosa,  que  mi  mal  templa- 
da pluma  nunca  podría  relatar  en  for- 
ma amena  é  instructiva  para  mis  lec- 
tores, y  que  seguramente  no  pondría 
de  relieve  la  importancia  de  aquel  Mo- 


VISTA  EXTERIOR  DEL  MONASTERIO  DE  SANTAS  CREUS  (tARRAGONA) 


cas  que  expidieron  los  Papas  Alejan- 
dro III  y  Urbano  III,  á  instancia  de  los 
mismos  monjes,  y  por  las  cuales  orde- 
naban la  continuación  de  las  obras, 
mandando  terminantemente  á  los  Pre- 
lados se  abstuviesen  de  impedirlas;  y 
resueltos  ya  los  inconvenientes,  conti- 
nuaron seguidamente  aquellas  ,  tras- 
ladándose la  Comunidad  á  Santas 
Creus  en  1169,  siendo  Abad  de  la  mis- 
ma D.  Pedro  de  Puigvert. 

Relatar  aquí  las  preeminencias  y 
dominios  del  convento  deSantas  Creus, 
que  se  refieren  lo  mismo  al  orden  reli- 
fifioso  que  á  la  potestad  civil;  enume- 


nasterio  y  la  trascendencia  que  en  los 
destinos  del  país  tuvo  aquella  Orden 
que  conoció  ochenta  y  cinco  Abades, 
de  los  cuales  fué  el  primero  el  mencio- 
nado D.  Guillermo  y  el  último  D.  Pe- 
dro Carreras,  elegido  en  1830  y  que 
terminó  su  misión  en  14  de  Septiem- 
bre de  1834  (1). 

Concretémonos  pues,  á  enumerar 
sucintamente,  las  diversas  fechas  en 
que  las  diferentes  edificaciones  y  obras 

(1)  Remitimos  al  lector  á  la  interesante  obra 
Viaje  literario  á  las  iglesias  de  España,  del  sabio 
Dr.  D.  Jaime  Viilanueva,  en  la  que  existen  multitud 
de  curiosos  datos  estadísticos  y  arqueológicos   de 

pstp  rnonnqtprin.  /'A/'  /Jí>1    A  A 


118 


boletín 


de  Santas  Creus  han  tenido  lugar,  dan- 
do ligera  idea  de  sus  vicisitudes,  com- 
pletando nuestro  insignificante  trabajo 
con  una  ligera  descripción  del  edificio, 
haciendo  mención  de  las  notables  se- 
pulturas que  encierra. 

En  la  última  página  de  un  precioso 
códice  que,  procedente  del  convento, 
se  conserva  en  la  Biblioteca  de  Tarra- 
gona, existe  una  nota  original,  del  si- 
glo XIV,  que  puede  servir  debase  para 
la  historia  de  la  construcción  del  Mo- 
nasterio; de  cuya  nota,  escrita  en  la- 
tín, se  deduce  que  en  Septiembre  de 
1174  empezó  á  ser  edificada  la  iglesia, 
quedando  casi  terminada  ésta  y  las  de- 
más dependencias  que  constituyen  el 
Monasterio,  en  1378. 

Con  esta  distancia  de  fechas  puede 
calcularse  lo  interesante  que  para  la 
historia  de  la  Arquitectura  es  el  mo- 
numento en  cuestión,  y  la  necesidad 
apremiante  de  qué  el  Gobierno,  por 
medio  de  su  Ministro  de  Fomento,  fije 
la  atención  en  tan  importante  asunto; 
y  ahora  que  hay  crédito  en  los  nuevos 
Presupuestos,  bueno  sería  que  se  pen- 
sara en  la  conservación  y  restauración 
de  tan  preciada  joya  arquitectónica, 
que  no  figura  entre  los  Monumentos 
declarados  nacionales  de  la  lista  de  la 
Real  Academia  de  San  Fernando,  y 
que  ha  sufrido  las  inclemencias  del 
tiempo  y  las  peripecias  naturales  á 
su  abandono  ,  aminoradas  ciertamente 
por  el  celo  que  la  Comisión  provincial 
de  Monumentos  tiene  por  el  que  nos 
ocupa,   hábilmente  secundada  por  el 
digno  arquitecto  provincial  D.  Ramón 
Salas  y  Ricomá,  quien  merece  since- 
ros plácemes  por  su  entusiasmo,  inte- 
rés y   trabajos  literarios  en  favor  de 
tan  notable  obra . 

Abandonado  en  parte  el  Convento 
por  los  monjes  en  1834  con  motivo  de 
la  epidemia  colérica  que  devastó  la 
nación,  lo  fué  totalmente  con  la  revo- 
lución de  1835,  encaminada  á  extermi- 
nar las  Ordenes  religiosas  en  España, 


y  en  tan  lamentable  situación  estuvo 
hasta  1843,  desde  cuya  fecha  los  daños 
han  sido  menores  á  causa  de  haberse 
establecido  el  culto  en  la  iglesia  parro- 
quial de  Santa  Lucía ,  que,  enclavada 
en  el  perímetro  del  monasterio,  desde 
su  fundación  prestaba  su  servicio  á  los 
habitantes  de  aquellos  contornos. 

Desde  entonces,  y  por  el  celo  é  ini- 
ciativa de  la  Comisión  provincial,  se 
han  venido  realizando  algunas  obras 
de  consolidación  y  reparación^  viendo 
frustradas  sus  esperanzas  y  perdidas 
sus  ilusiones  de  que  tal  monasterio 
subsistiera,  cuando  en  1870,  con  moti- 
vo de  cierta  epidemia  de  fiebre  amari 
lia, fué  destinado  á  presidio,  ejecutando 
obras  de  habilitación  para  el  caso,  que 
fueron  una  desdicha  para  la  parte  ar- 
tística del  monasterio. 

Sobrevino  luego  la  guerra  civil  y 
sirvió  el  monasterio  de  baluarte  á  las 
partidas  insurrectas,  sufriendo  graves 
deperfectos  las  fábricas,  que  sirvieron 
de  trincheras;  y  los  objetos  artísticos, 
que  desaparecieron  en  parte  el  año 
35,  lo  fueron  por  completo  en  este  pe- 
ríodo turbulento. 

Restablecida  la  paz  y  normalizada 
la  vida  política,  se  han  venido  ejecu- 
tando distintas  obras,  siendo  la  más 
importante  la  llevada  á  cabo  con  mo- 
tivo de  los  desperfectos  habidos  en  los 
muros  de  cerramiento  y  cubiertas  du- 
rante la  guerra,  quedando  en  muy  mal 
estado,  entre  otras  partes  del  edificio  y 
sus  accesorios,  el  sepulcro  de  D.  Jai- 
me II  de  Aragón,  uno  de  los  más  nota- 
bles que  se  conservan;  y  que  en  parte 
se  reparó,  así  como  el  de  D.  Pedro  III, 
en  1856,  con  un  donativo  de  la  Acade- 
mia de  San  Fernando. 

En  los  años  1861  y  62,  y  á  instancia 
de  la  misma  Academia,  se  obtuvo  un 
presupuesto  de  2. 132  pesetas  para  aten- 
der á  ciertas  obras  de  urgente  necesi- 
dad en  varias  dependencias  del  monas- 
terio, entre  ellas  el  claustro  viejo. 
En  1881  se  remitió  al  ministerio  de 


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MONASTERIO  DE  SANTAS  CREUS 

(TARR AG  O  N  A  > 
CLAUSTRO 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


119 


Fomento,  y  con  objeto  de  establecer  un 
plan  general  de  obras  é  inversión  de 
fondos ,  un  presupuesto  general  de 
82.123  pesetas  que,  aprobado  en  1883, 
y  á  pesar  de  haberse  ido  remitiendo 
desde  aquella  fecha  en  reducidas  par 
tidas  y  muy  paulatinanmente  y  sin  co- 
cimiento alguno  para  la  ejecución  de 
las  obras  necesarias,  no  ha  terminado 
su  total  remisión ;  y  aunque  se  ha  re- 
parado mucho,  faltan  todavía  por  res- 
taurar, para  la  completa  salvación  del 
histórico  monasterio,  algunas  notables 
dependencias,  y  el  bellísimo  y  típico 
claustro  principal. 

Obsérvase  en  el  Monasterio  de  que 
se  trata  el  influjo  de  distintas  épocas, 
revelado  en  los  diversos  estilos  que  á 
la  vista  del  observador  artista  ó  ar- 
queólogo se  presentan. 

Mientras  el  palacio  del  Abad,  situado 
en  la  llamada  clausura  exterior^  perte- 
nece al  siglo  XVII,  y  que  hoy  ocupa  el 
Ayuntamiento  del  partido  de  Aigua- 
murcia,  áo.  cuyo  distrito  municipal  for- 
ma parte  Santas  Creus ,  la  iglesia  y 
núcleo  principal  del  Monasterio  situa- 
do en  la  clausura  interior,  pertenece  al 
puro  estilo  del  siglo  XII,  grande  en 
dimensiones  y  de  formas  severas  que 
caracteriza  el  austerismo  propio  de  los 
hijos  de  San  Bernardo. 

El  Templo  de  Santas  Creus  tiene  en 
su  traza  la  forma  de  cruz  latina;  es  de 
estilo  románico,  presentando  en  sus  ar- 
cos los  albores  del  arte  ojival,  con  bó- 
vedas por  arista,  constando  de  tres  na- 
ves iluminadas  por  el  soberbio  venta  ■ 
nal  de  la  fachada  y  el  rosetón  del 
ábside. 

El  claustro  principal ,  al  que  se  entra 
directamente  por  la  llamada  Puerta 
real,  sencilla  y  hermosa  página  del  es- 
tilo ojival,  es  una  verdadera  joya  del 
arte  del  siglo  XIV,  y  es  indudablemen- 
te lo  de  mayor  mérito  artístico  del  mo- 
nasterio. Consta  de  cuatro  naves  cuyo 
conjunto  admira  y  produce  verdadero 
deleite  en  quien  lo  contempla. 


El  complemento  de  esta  parte  im- 
portante del  monumento  lo  constituye 
la  valiosa  colección  de  sepulcros  de 
Reyes  y  Príncipes  que ,  colocados  en 
hornacinas  abiertas  en  los  muros  ,  de- 
coran el  Claustro,  dándole  un  aspecto 
severo  é  imponente. 

Sigue  en  importancia  al  Claustro 
la  dependencia  llamada  Palacio  Real, 
costeada  por  los  Reyes  de  Aragón  don 
Pedro  III  y  D.  Jaime  II,  siendo  nota- 
ble, por  su  atrevida  construcción  y 
rara  traza ,  la  escalera  que  conduce  al 
piso  principal,  cuya  galería,  esbelta 
por  demás ,  es  del  más  puro  estilo  del 
arte  gótico. 

Todas  las  demás  dependencias  exis- 
tentes algunas  en  el  Claustro  viejo  y 
en  completa  ruina,  como  la  Enferme- 
ría, las  Bodegas  y  Lagares,  Cocina  y 
Despensa ,  el  Refectorio  y  el  Dormito- 
rio de  monjes  jóvenes,  la  Torre  del  Ho- 
menaje, en  el  palacio  ,  la  Biblioteca  y 
Sala  Capitular  y  multitud  de  detalles 
entre  los  que  figuran  interesantes  puer- 
tas, como  la  llamada  de  San  Bernardo; 
el  Cimborrio  y,  finalmente,  el  Cemen- 
terio, contribuyen  todos  á  un  hermoso 
conjunto  digno  de  admirarse  y  notable 
en  la  Historia  por  sus  tradiciones,  ca- 
rácter y  estilo. 

El  Monasterio  de  Santas  Creus ,  co- 
mo el  de  Poblet  y  otros  de  aquellas 
épocas,  conservó  en  su  recinto  los  res- 
tos mortales  de  Reyes  y  magnates  de 
Aragón,  Cataluña  y  Valencia,  á  mas 
de  un  sinnúmero  de  caudillos  de  la  no- 
bleza catalana  que  fueron  orgullo  délas 
expediciones  heroicas  de  la  Edad  Me- 
dia: así,  pues,  existen  en  Santas  Creus 
sepulturas  reales ,  y  sepulturas  en  ge- 
neral; las  primeras  situadas  en  el  inte- 
rior del  templo  y  las  segundas  3^a  en  la 
Iglesia,  ya  en  el  Claustro  principal 
mencionado,  y  también  en  el  cemen- 
terio; unas  y  otras  son  de  distin'tas 
épocas  y  estilos,  formando  una  varia 
da  y  rica  colección,  que  aumenta  el 
valor  artístico  é  histórico  que  ya  de 


120 


boletín 


por  sí  tiene  el  monumento  que  venimos 
reseñando. 

Los  dos  panteones  de  Pedro  III  y 
Jaime  II  de  Aragón,  emplazados  en  el 
crucero,  son  sin  duda  los  más  notables, 
y  fiel  reflejo  del  arte  de  los  siglos  XIII 
y  XIV  respectivamente,  siendo  obra  el 
último  del  arquitecto  D.  Bertrán  Ri- 
quer  que ,  según  datos  auténticos,  tuvo 
interv^ención  en  algunas  de  las  obras 
que  en  el  monasterio  se  ejecutaron. 

En  la  iglesia  están  asimismo  los 
sepulcros  de  la  Reina  doña  Margarita, 
esposa  de  D.  Martín,  el  Humano,  obra 
del  siglo  XV;  el  del  infante  D.  Fer- 
nando Sánchez,  señor  de  Castro,  y  el 
del  marqués  de  Tortosa  hijo  de  Alfon- 
so IV,  pertenecientes  los  dos  al  si- 
glo XIV,  existiendo  también  el  de  Al- 
fonso III,  del  siglo  XIII. 

Entre  las  sepulturas  generales,  y 
prescindiendo  de  las  que  hay  en  el  sue- 
lo, sólo  cubiertas  con  losas,  que  for- 
man parte  del  pavimento,  citaremos 
las  urnas  y  sarcófagos  siguientes: 

Sepulcro  de  D.  Arnaldo  Guillermo 
de  Cer vello  y  su  esposa,  barones  de 
Llacuna. 

Sarcófago  del  Abad  Guillermo  de 
Ferrara,  del  siglo  XIV. 

Panteón  de  la  casa  de  los  Moneadas 
y  Medinaceli,  siglo  XVIII. 

Sepulcros  de  D.  Miguel  Moneada  y 
de  doña  María  Magdalena  de  Moneada, 
del  siglo  XVII,  mereciendo  también 
ser  citados  los  sepulcros  todos  del 
Claustro  principal  y  cuyo  número  as 
ciende  á  más  de  cuarenta,  entre  las 
cuatro  naves  ó  galerías  perteneciendo 
todos  ellos  á  los  siglos  del  XIII  al  XVII, 
por  lo  cual  puede  comprenderse  la 
inmensa  variedad  y  el  verdadero  ar- 
senal que  esta  rica  colección  presenta 
para  la  arquitectura  funeraria,  y  cuyo 
detenido  estudio  sería  motivo  suficien- 
te para  un  libro. 

Finalmente,  la  tradición,  compañera 
de  la  vida  del  hombre  y  de  la  historia 
de  los  pueblos,   tiene  también  sus  en- 


cantos en  aquella  mansión,  y  continua- 
mente pone  al  visitante  en  conocimien 
to.de  los  milagros  y.  episodios  históri- 
cos acaecidos  en  las  pasadas  épocas, 
entre  los  que  figuran  como  notables 
la  institución  de  la  Orden  de  Montesa, 
las  flores  milagrosas  y  la  versión  acer- 
ca del  enterramiento  del  arquitecto 
Mata,  uno  de  los  muchos  que  intervi- 
nieron en  las  obras  en  el  transcurso 
de  los  cinco  siglos  que  duraron  próxi- 
mamente las  del  Monasterio  que  nos 
ocupa. 

Tal  es,  ligeramente  reseñado,  el  no- 
table monumento  ,  honra  del  Arte  pa- 
trio, merecedor,  por  los  sentimientos 
que  su  tradición  despierta,  de  que  no 
desaparezca  por  la  incuria  y  el  olvido 
al  ser  uno  de  los  elocuentes  testimonios 
de  nuestras  glorias  arquitectónicas  y 
pasadas  civilizaciones. 

Luis  María  Cabello  y  Lapiedra, 

Arquitecto. 
Junio,  1896. 

CUÉl_l_AR 


(Continuación.) 

Traspuesta  la  blasonada  puerta  de 
que  antes  hablé,  amplio  y  majestuoso 
patio  se  ofrece  á  la  vista ;  sus  dimen  - 
siones  son  tales,  que  ha  servido  en  es 
tos  tiempos  de  plaza  de  toros  algunas 
veces,  corriéndose  en  él  novillos,  que 
presenciaron  desde  los  balcones  y  ga 
lerías  casi  todo  el  pueblo  y  probable- 
mente en  los  antiguos  serviría  de  pa- 
lenque á  torneos  y  juegos  de  cañas  y 
sortijas  en  que  se  ejercitarían  los  seño- 
res antes  de  lucir  su  destreza  en  el 
más  amplio  y  público  de  la  plaza  de 
armas.  A  mano  izquierda  de  la  entra- 
da está  la  torre  del  Homenaje,  alta,  es- 
belta y  severa,  y  á  su  pie  una  pequeña 
puerta  por  la  que,  penetrando,  se  en- 
cuentra un  recinto  abovedado  que 
ocupa  toda  su  planta  y  en  cuyo  centro 
está  el  pretil  de  un  profundo  pozo,  que 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


121 


debía  surtir  de  agua  suficiente  á  la  for  - 
taleza  en  sus  días  de  cerco  y  se  encon- 
traba allí  sin  duda  como  sitio  seguro  y 
de  especial  cuidado  y  en  parte  impor- 
tante en  esta  clase  de  obras  militares, 
como  igual  puede  verse  en  otras  forta- 
lezas, entre  ellas  las  de  Andrade  (1), 
Loarre  y  Escalona ,  teniéndolo  la  pri- 
mera en  igual  disposición  y  sitio  que  el 
de  Cuéllar.  Salgamos  de  aquel  lóbrego 
recinto  para  penetrar,  siguiendo  siem- 
pre hacia  la  izquierda  del  patio,  por  la 
primera  puerta  que  encontramos,  en 
una  de  las  más  importantes  y  suntuo- 
sas piezas  de  la  señorial  morada.  La 
armería  de  este  castillo  había  que  con- 
siderarla de  dos  maneras,  no  sólo  como 
colección  valiosísima  de  trofeos  perte- 
necientes á  sus  señores  y  de  los  que 
muchos  conquistaron  en  sus  victorias 
contra  los  moros  de  España,  los  rebeldes 
alemanes  y  los  franceses  invasores  de 
Navarra  y  Cataluña,  en  cuyas  campa- 
ñas enaltecieron  los  heredados  timbres, 
sino  también  como  arsenal  ó  depósito 
de  cantidad  crecida  de  ellas,  suficientes 
con  exceso  para  armar  á  los  vasallos 
de  los  Duques,  tanto  que,  como  luego 
se  vio,  sirvieron  para  hacerlo  con  las 
tropas  reales,  pues  en  16  de  Abril  de 
1637  el  Rey  escribió  al  Duque  desde 
Madrid  pidiéndole  todas  las  pistolas, 
carabinas,  arneses  ,  corabas  y  otras 
anuas  de  á  caballo  y  encareciéndole  el 
servicio  le  decía:  con  vuestra  asis- 
tencia se  ha  de  reparar  el  daño  que 
podría  resultar  si  faltasen  estas  ar- 
mas, precisas,  por  lo  visto,  para  armar 
la  caballería  que  se  estaba  alistando 
con  objeto  de  combatir  á  los  franceses; 
á  consecuencia  de  esta  carta  se  sabe 
que  el  Duque  remitió  más  de  500  pie- 
zas de  las  que  guardaba  en  su  sober- 
bia armería  (2). 

¿Cómo  dar  cabal  idea  de  ella?  ¿Cómo 


(1)  Fernando  Fulgosio:  El  Castillo  de  Andrade.— 
Castillos  y  tradiciones  feudales  de  la  Península  Ibé- 
rica, pág,  13. 

(2)  Fernández  Duro  (Cesáreo):  El  Duque  de  Albur- 


poder  presentar  á  la  vista,  en  breve 
reseña,  lo  qué  contenía  aquel  largo  sa- 
lón que  ocupaba  toda  la  parte  baja 
de  la  fachada  de  Oriente?  Imposible, 
sólo  v^oy  á  consignar  algo  de  lo  más 
notable;  quien  desee  más  detalles,  tañr 
to  de  ella  como  de  todo  el  edificio,  pue- 
de consultar  el  inventario  formado  por 
fallecimiento  deD.  Beltrán  de  la  Cue- 
va, el  tercer  Duque  de  Alburquerque, 
hecho  en  1560  ante  el  escribano  de 
Cuéllar,  Luis  de  Bruna,  y  que  nos  ha 
sido  dado  conocer  por  el  ilustre  biblio- 
tecario de  la  Real  Academia  de  la  His- 
toria y  archivero  de  los  Duques  de 
Sexto  y  Alburquerque,  D,  Antonio  Ro- 
dríguez Villa.  El  será  el  verdadero  ci- 
cerone de  esta  nuestra  excursión  ima- 
ginaria. 

Descubrámonos  primero  con  res- 
peto ante  las  banderas  que  ornaban 
sus  techos  y  paredes  y  fijémonos  en 
que  allí  se  destacan  "tres  banderas  de 
tafetán  sencillo,  blanco,  negro  y  amu- 
rillo, que  g^nó  el  Duque  mi  señor  en 
la  batalla  con  los  alemanes;  „y  ellas  nos 
harán  recordar  las  primeras  conmo- 
ciones de  la  Reforma:  "31  banderas  de 
naos,  que  el  Duque  mi  señor ,  que  está 
en  gloria,  ganó  cuando  la  armada  de 
los  franceses  vino  á  abastecer  á  Fuen- 
terrabía,„y  que  después  de  ganarlas,  y 
con  ellas  una  de  las  páginas  más  bri- 
llantes de  su  historia,  penetró  victo- 
rioso[en  el  suelo  de  Francia;  "una  ban- 
dera de  gente  de  armas,  de  tafetán 
azul  con  unas  franjas  de  sirgo  colo- 
rado; „ —  "56  veletas  de  tafetán  azul 
que  se  hicieron  para  la  jornada  de 
Perpiñán:  la  una  tiene  la  divisa  de  la 
grúa.„  —  También  con  ellas  penetró 
victorioso  en  territorio  francés  por  la 
frontera  catalana;  "un  guión  de  da- 
masco carmesí  con  flecaduras  y  borlas 
de  sirgo  carmesí  y  oro,  con  cordón  de 
sirgo  carmesí.  „  Este  tal  vez  fuera 
el  guión  de  las  mesnadas  de  los  Du- 
ques, aunque  la  incompleta  descripción 

nnp  r1  inventario    de   él    hace;    no  nOS 


m 


boletín 


áa  motivo  para  con  certeza  poderlo 
afirmar.  Mas  adelante,   y  con  el  epí- 
grafe "Menudencias„  se  lee,  entre  otras 
cosas:  "un  portalanza  para  el  guión„ . — 
Entre  los  varios  arneses  que  existían 
y  que  en  el  mismo  lugar  se  detallan, 
sólo  daré  cuenta  aquí  de  uno,  por  ha- 
ber pertenecido  al  Duque  y  para  que 
se  forme  idea  de  las  piezas  de  que  por 
entonces  se  componían.  Dice  así:  "un 
arnés  de  justa,  del  Duque  mi  señor, 
que  está  en  gloria,  que  tiene  las  piezas 
siguientes  :  un   almete   con  su   vista 
de  correr  y  un  baberón  para  encam- 
bronado ,  y  una  calva  para  golpes  de 
espada;  tiene  su  alpartaz  el  almete  de 
buena  malla  y  tiene  una  estofa  de  ta- 
fetán aznl.  —  ítem  más,  unas  platas 
con   su   falda  y    escarcelas   y   volan- 
tes para  encambronado  sin  alpartaz; 
tienen   estas  platas   otro   volante.  — 
ítem,  unos  brazales  de  juego. — ítem, 
unos    brazales    con    gran    pieza.  — 
ítem,  un  placarte  para  encambronado 
con   medio   guardabrazo  clavado   en 
él. — ítem,  unas  manoplas  rajadas. — 
ítem,   un  arnés  de  piernas,    entero, 
con  sus  escarpiés;  y  están  con  este  ar- 
nés otros  dos  quijotes  pequeños. — Una 
vista  de  tornear. — Unas  baberas,  una 
trancada  y  otra  media. — Una  mano- 
pla izquierda  de  justa. — ítem  más,  se 
ponen  con  este  arnés  unos  brazales  y 
una  mano  pladr.*  (sic)  para  golpes  de 
espada ,   y  una   sobreguarda   que   se 
compró  de  Jerónimo ,   armero  en  Va- 
Uadolid,  cuando  tornearon. — Una  pie- 
za de  escarcelón  de  la  cinta  de  arri- 
ba.—ítem  más,  están  con  este  arnés 
tres  taleguillos,  el  uno  tiene  ceniza  y 
el  otro  escoria  molida,  y  el  otro  cua- 
tro ristres. — ítem  mas,  otra  taleguilla 
con  los  tornillos  de  encambronar  y  dos 
llaves  para  ellos.  Están  cubiertas  todas 
estas  armas  con  friseta,  E^^tá  metido 
todo  este  arnés  en  un  cofre.,, Las  rode- 
las, por  ser  curiosas  las  nombradas  en 
el  inventario,  merecen  todas  conocer- 
se: "Una  rodela  grande  y  delgada  para 


con  espada,  con  unas  manijas  de  cue- 
ro, con  una  pintura  muy  vieja,  en  que 
tiene  figurado  un  hombre  que  está  pe- 
leando con  dos  leones.  „ — "Otra  rodela 
de  las  de  Ñapóles,  toda  dorada,  con 
muchas  labores  del  romano  y  un  niño 
en  medio  y  unas  sierpes,  y  guarnecida 
de  unas  manijas  de  terciopelo  negro, 
metida  en  una  funda  de  cuero  negro.  „ 
— "Otra  rodela  de  las  de  Ñapóles ,  toda 
pintada  é  dorada  con  una  batalla,  y  el 
envés  también  dorado,  }'■  un  sagitario 
y  un  hombre  que  le  está  asiendo  de  un 
brazo,  y  en  la  otra  mano  tiene  un  ar- 
co, y  debajo  está  una  señora  dormien- 
do  sobre  la  mano  y  un  hombre  con 
unos  cuernos  le  está  levantando  las 
faldas,  guarnecidas  las  manijas  de  ter- 
ciopelo azul  y  la  clavazón  dorada,  y 
su  funda  de  cuero  negro. „ — "Otra  ro- 
dela de  acero  negro  y  nielado  con  un 
bollón  grande  en  medio  y  seis  bollones 
más  pequeños  alrededor,  con  unas  fle- 
cadoras  largas  de  sirgo  negro  torci- 
do forrada  por  de  dentro  de  terciopelo 
negro  con  sus  manijas  y  correones:  las 
manijas  cubiertas  de  terciopelo  negro  y 
los  correones  son  de  un  texillo  de  seda 
negra  á  dos  haces.  Tiene  una  funda  de 
cordobán  negro. „ — "Otra  rodela  dehi- 
guera, de  pintura  de  Ñapóles,  de  oro  y 
negro,  con  unas  plumas  de  oro  sembra- 
das por  ella  y  unas  figuras  desnudas 
con  alas  y  unos  bueyes  que  tiran  un  ca- 
rro debajo  de  una  fortaleza,  y  está  por 
dentro  pintada  de  oro  y  negro  picadi- 
llo, con  sus  manijas  de  terciopelo  negro 
y  clavazón  dorada.  Tiene  una  funda  de 
cuero  negro  aforrada  en  frisa,  ne- 
gra. „— Lanzas,  picas,  alabardas,  hie- 
rros de  lanzas  de  armas,  de  lanza  jine- 
ta y  lanzones,  habia  infinidad;  sólo  ci- 
taré ,  como  más  curiosas  entre  ellas: 
"Una  alabarda  dorada  con  su  funda  de 
cuero  naranjado,  que  se  compró  del 
almoneda  delDuque  delInfantazgo.„ — 
"Una  lanza  de  armas  borda,  pintada 
de  oro  y  carmesí,  con  su  gofete  de 
hierro.  Tiene  una  funda  de  lienzo  en- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


123 


cerado.„ — "Cuatro  lanzas  de  armas 
con  sus  hierros  de  puntas  de  diaman- 
tes „ — "Doce  hierros  de  lanza  jineta, 
los  cuatro  anchos  para  toros  y  los  seis 
largos  de  punta  de  diamante. „ — "Seis 
hierros  de  lanza  de  la  jineta,  de  los 
de  Alburquerque.„  —  "Tres  hastas  de 
pino  para  toros,  la  una  de  éstas  que- 
bró el  señor  don  Gabriel „  (1). — Espa- 
das, estoques  y  alfanjes  se  contaban 
por  docenas;  no  quiero  dejar  de  recor- 
dar también  lo  más  notable  que  en  este 
género  había,  y  el  lector  habrá  de  per- 
donar lo  monótono  de  estas  reseñas  en 
gracia  alo  glorioso  de  la  memoria:  "Un 
estoque  buido,  de  tres  esquinas,  y  launa 
de  lastres  canales,  cabelacruz,  tiene  un 
San  Jorge  dorado  con  su  dragón  á  los 
pies  y  la  otra  tiene  á  Santa  Bárbara,  con 
su  corona  de  Reina  y  un  cáliz  en  la  ma- 
no dorado,  y  la  otra  no  está  dorada:  tie- 
ne una  cruz  por  marca  ^  con  su  guar- 
nición dorada  y  vaina  de  cuero  ne- 
gro. „  —  "Un  alfange  morisco  con  un 
puño  dorado,  é  la  cruz  y  pomo  y  bue- 
na parte  del  alfange  de  una  ataugía  (2) 
dorada  y  la  vaina  por  el  emvés  verde, 
é  por  la  haz  negra  é  dorada  y  del 
puño  colgado  un  cordón  morado  de 
oro  con  un  botón  é  borla  negra.  „— 
"Un  terciado  alemán  que  el  señor  don 
Bartolomé  dio  al  Duque  mi  señor,  con 
el  áureo  número,  é  de  trecho  en  trecho 
tiene  unas  tiras  doradas  en  que  están 
escriptos  los  meses  del  año  y  en  medio 
escriptas  todas  las  fiestas  que  hay  en 
cada  mes,  de  unas  letras  negras.  Está 
desguarnecida  y  sin  vaina. „  —  "Una 
espada  turca  vuelta,  que  llaman  sabia, 


(1)  Este  D.  Gabriel  de  la  Cueva,  que  era  hijo  de 
D.  Beltrán  de  la  Cueva,  tercer  Duque  de  Albur- 
querque  y  de  doña  Isabel  Girón,  fué  el  quinto  Duque, 
por  haber  heredado  á  su  hermano  D.  Francisco  Fer- 
nández de  la  Cueva,  cuarto  Duque,  y  haber  fallecido 
sin  sucesión  su  hermano  segundo  D.  Juan  de  la  Cue- 
va; tuvo  dos  hermanas,  doña  Francisca,  casada  con 
D.Bernardo  de  Sandoval  y  Rojas,  Duque  de  Lerma, 
y  doña  Leonor,  la  esposa  de  D.  Pedro  Fernández  de 
Castro,  Conde  de  Lemos. 

(2)    Obra  que  los  moros  hacen  de  plata,  oro  y 
otros  metales  y  con  esmaltes  de  colores. 


con  una  vaina  de  cuero  negro  y  la 
cruz  de  hierro,  que  tomó  el  Señor  Don 
Luis  (de  la  Cueva)  á  un  turco  de  los  que 
mató  en  el  desbarate  de  Novestate,  en 
liungría.„  —  "Una    espada   alemana 
para  venados,  que  no  tiene  mas  filos 
de  por  un  cabo,   con  una  guarnición 
de   terciopelo  negro  con  una  contera 
alemana  de  plata  dorada  y  tres  broca- 
lieos  con  unas  almenicas  también  de 
plata,  y  con  dos  cuchillos  y  un  punzón 
de   unos   cabos  negros.    Está  metida 
en  una  funda  de  cuero  negro. „ — "Una 
espada  estoque  para  esperar  puercos 
jabalíes. „ — "Una  espada  ancha  de  las 
de  Antonius,  con  su   guarnición  do- 
rada  y  contera  de   plata   alemana   é 
vaina  de  terciopelo  carmesí. „ — "Otra 
espada  de   canal,  vieja,   ancha  é  con 
con  unas  letras  en  ella  que  dicen  Jua- 
nes me  fesió.  En  medio  della  una  P. 
dentro  de  una  onda  partida,  con  su 
guarnición  portoguesa,  barnizada,  Sue- 
cos é  puño  de  sirgo  negro,  é  correas 
dobladas  de   cuero   negro  con  cabos 
e  hebillas  barnizadas  e  vaina  de  cuero 
negro.  Hízola  Juan  de  Lobtngues  en 
Cuéllar.j, — Interesante  es  esta  espada 
y  esta  anotación  para  la  historia  de  la 
villa,  pues  sirve  para  darnos  á  conocer 
un  armero  de  ella  y  la  marca  que  usa- 
ba, con  lo  cual  tal  vez  se  puedan  en- 
contrar algunas  otras  de  la  misma  fa- 
bricación. —  "Otro  cuchillo  grande, 
que  se  sacó  del  almoneda  del  Duque 
mi  señor  (q.  h.  g.),  que  tiene  labrado 
los  recazos  e  del  un  cabo  un  escudo  de 
armas  con  su  coronel,  é  tiene  en  medio 
una  cruz,  é  del  otro  cabo  un  escudo  de 
armas  cuarteado,  también  con  su  co- 
ronel: tiene  dorado  todo  el  lomo  e  en 
lo  hundido  del  lomo  tiene  un  letrero  que 
dice:  Si  Dios  es  con  nos,  ¿quién  será 
contra  nos?  E  por  la  otra  parte  tiene 
otro  letrero  que  á\c&:Hus.  autem  tran- 
sís. Tiene  otras   entradas  moradas  á 
cada  cabo,  é  tiene  una  vaina  de  cuero 
negro  con  unos  leones  é  salvajes,   e 
una  contera  grande  dorada  é  pomo  é 


124 


boletín 


cruz  dorado.  „ — "Una  espada  morisca 
de  la  gineta,  que  es  del  Conde  de  Mon- 
teaguado,  que  está  empeñada  por  seis 
mil  mrs.,  con  la  vaina  de  cuero  bayo, 
labrada  de  hilo  de  oro,  la  guarnición 
y  contera  de  plata  labrada  de  esmalte 
verde  é  azul  é  morado  é  blanco,  é  tiene 
dos  cabezas  de  sierpes  en  la  guarni- 
ción e  un  texillo  de  gomia  labrado  de 
hilo  de  oro  é  dos  borlas  grandes  de 
grana,  é  el  texillo  tiene  tres  cabos 
del  mismo  esmalte ,  é  una  hebilla  de 
plata  dorada.  „  —  Tiene  este  asiento 
al  margen  esta  curiosa  nota:  "Falta 
la  contera,  que  debe  el  Marqués  de  Go- 
mares, porque  la  perdió  en  Madrid  en 
un  juego  de  cañas.  „  Arcabuces  los 
había  de  varias  clases  y  á  ellos  uni- 
das las  piezas  accesorias  de  su  uso, 
dando  lugar  á  asientos  en  el  inventa- 
rio como  los  siguientes;  "Un  arca- 
buz con  tres  cañones  y  un  frasco  de 
búfano  [sic]  y  un  molde  de  pelotas  con 
su  atacador. „  —  "Cuatro  arcabuzes  de 
pedernal  de  los  de  Zaragoza,  con  sus 
frascos  y  frasquillos  y  aparejos.  „  — 
"Otro  arcabuz  de  Zaragoza,  de  me- 
cha,  etc..  „  Nombra  luego  arcabuces  de 
^ los  de  la  provincia,  „  y  "de  los  de  cá- 
mara... „  Y  para  terminar,  porque  se- 
ría asaz  molesto  seguir  aquí  relatan- 
do objetos,  todos  curiosísimos,  pero 
cuya  reseña  se  hace  pesada,  demos 
un  último  vistazo  á  la  vasta  pieza  y 
dediquemos  un  recuerdo  á  la  notable 
colección  de  ballestas  entre  las  que  se 
destacan:  "Una  ballesta  que  llaman  la 
Baya,  con  una  berga,  á  cintillo,  de 
una  empulguera,  con  una  funda  de 
cuero  leonado  con  su  gafa.  „  —  Otra 
había  que  llamaban  "La  comendadora^ 
varias  que  dicen  en  unos  retidos  "El 
Duque  de  Alburquerque„.  "Una  alja- 
ba grande,  cubierta  de  cuero  de  tasugo 
con  algunas  jaras.y  aparejos  de  monte. 
Tiene  esta  aljaba  un  aljabón  de  cuero 
verde.  „  Tampoco  mencionemos  si- 
quiera, los  mil  objetos  de  á  caballo, 
■monturas,  sillas,  corazas,  gualdrapas, 


bridas,  etc.,  porque  tendremos  que  ha- 
blar de  esto  cuando  lleguemos  á  las 
caballerizas  y  al  guadarnés,  y  sería 
repetición  enojosa  la  que  resultara. 

Henos  otra  vez  en  el  centro  del  am- 
plísimo patio,  á  que  tanta  majestad 
prestan  los  arcos  y  columnas  de  sus 
dos  grandiosas  galerías:  al  penetrar 
por  entre  los  primeros  vemos  ya  de 
frente  la  ancha  y  cómoda  escalera  que 
daba  acceso  á  las  habitaciones  de  los 
pisos  altos;  pero  no  subamos  aún:  tene- 
mos que  dedicar  una  excursión  á  otros 
departamentos  de  la  planta  baja.  ¿Qué 
había  detrás  de  la  primera  serie  de 
arcos  que  sostienen  la  galería  princi- 
pal y  en  sus  extensas  estancias,  casi 
sin  ventilación  ni  luz?  Probablemente 
calabozos,  despensas,  depósitos  de  ar- 
mas y  pertrechos,  entradas  á  caminos 
cubiertos,  sólo  conocidos  de  los  seño- 
res y  de  sus  servidores  más  fieles;  hoy 
sólo  quedan  las  paredes  mudas  y  frías, 
guardando,  como  la  Esfinge,  el  secreto 
de  aquellos  lugares.  Junto  á  la  escale- 
ra de  que  antes  hablaba ,  hay  una  pe- 
queña puerta;  al  penetrar  por  ella  se 
percibe  una  tenue  claridad  y  un  vaho 
húmedo  y  frío:  es  una  estancia  redon- 
da, abovedada,  y  que  recibe  la  escasa 
luz  por  una  claraboya  que  hay  en  el 
centro  del  techo ;  ocupa  esta  estancia 
todo  el  interior  de  la  barbacana;  en 
uno  de  sus  lados  se  abre  en  el  suelo  un 
boquete  profundo,  principio  de  una  ga- 
lería hoy  cegada  y  que  seguramente 
era  entrada  de  uno  de  esos  caminos 
cubiertos  á  que  antes  me  refería  y  que 
eran  uno  de  los  elementos  de  defensa 
con  que  contaban  estas  fortificaciones; 
en  la  de  Cuéllar  debía  haber  varios 
que  se  extendieran  por  debajo  de  la 
ciudadela  y  fueran  á  comunicar  con  la 
villa  y  con  distintos  puntos  de  las  mu- 
rallas y  del  exterior  que  pudieran  ser 
de  utilidad  estratégica;  aunque  ahora, 
cubiertos  é  ignorados,  aún  se  revelan 
al  que  recorre  algunas  de  las  calles  de 
la  población  por  el  ruido  seco  y  á  hue- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


1S5 


co  que  los  pasos  producen  en  algunos 
sitios ;  el  que  ahora  nos  ocupa  no  Va 
en  dirección  á  la  villa,  al  contrario,  se 
dirige  al  campo,  tal  vez  á  la  margen 
del  río,  y  pudiera  ser  punto  de  retira- 
da, ó  de  aprovisionamiento  de  agua 
en  caso  de  un  cerco;  lo  que  segura- 
mente no  es,  fué  lo  que  á  mí  me  dije 
ron  la  primera  vez  que  visité  el  casti- 
llo; camino  de  unión  de  éste  con  el  de 
Iscar,  pues  la  distancia  que  entre  ellos 
media  y  la  topografía  del  terreno  ha- 
cen desechar  en  absoluto  esta  suposi- 
ción. Pero  ¿quién  sabe  si  en  esta  afir- 
mación del  vulgo  hay  alguna  idea  sim- 
bólica de  la  unión  de  estas  dos  fortale- 
zas hermanas  y  tal  vez  gemelas ,  que 
fueron  de  Alvar  Yáñez,  el  casado  con 
la  hija  de  D.  Pedro  Anzurez,  en  los  pri- 
meros tiempos  de  su  existencia,  y  que 
juntas  se  perpetuaron  durante  largos 
años  en  sus  descendientes?  Por  calabo- 
zo se  le  tiene,  por  lo  general;  de  serlo, 
no  lo  sería  seguramente  para  gente  de 
distinción,  á  no  ser  que  se  la  quisiera 
tratar  con  feroz  encarnizamiento;  y 
bien  puede  asegurarse  que  en  él  no  es- 
tuvieron encerrados  ni  D.  Enrique,  el 
hermano  del  Almirante,  ni  la  condesa 
de  Niebla,  ni  Alfonso  de  Torres,  á 
quien  se  titula  Mariscal  en  la  capitu- 
lación para  la  entrega  de  la  villa  de 
Alburquerque,  hecha  entre  el  Duque  y 
Juan  de  Torres,  alcaide  de  aquella  for- 
taleza, contra  su  señor  sublevada  (1). 
Dejando  á  un  lado  la  escalera  y  si 


(1)  La  cláusula  de  la  capitulación  aludida  dice  así: 
"Primeramente,  que  dentro  de  quince  días  primeros 
siguientes  que  yo  el  dicho  Duque,  ó  quien  mi  poder  ó 
mandato  oviere,  fuese  entregado  de  la  dicha  fortale- 
za de  Alburquerque  é  apoderado  c  lo  alto  é  baxo  della 
á  toda  mi  voluntad  por  el  dicho  Juan  de  Torres,  se 
entregará  en  la  dicha  mi  villa  de  Cuéllar  al  mariscal 
Alfonso  de  Torres,  que  en  ella  tengo  detenido,  é  una 
persona  que  el  muy  esclarecido  señor  el  Sr.  Rey  de 
Portugal  enviare  á  lo  recibir,  é  se  le  dará  gente  ó  tal 
seguridad  que  él  lo  pueda  poner  e'  ponga  dies  leguas 
en  derredor  de  la  dicha  mi  villa  de  Cuéllar,  donde  él 
más  quisiere  Uevailo  en  toda  su  libertad;  é  así  en  tal 
lugar  puesto  ó  daliberado  dies  días  después  de  pa- 
sados los  dichos  quince  dias  de  la  dicha  entrega  de  la 
dicha  fortaleza,  que  dentro  de  otros  dies  días  prime- 
ros siguientes,  verná  fée  é  testimonio  al  muy  escla- 
recido Sr.  Rey  de  Portugal,  de  como  el  dicho  Maris- 
cal está  en  libertad. - 


guiendo  la  vuelta  del  patio,  nos  encon- 
mos  en  la  planta  baja  de  la  fachada  del 
Oeste,  ó  sea  frente  por  frente  á  la  ar- 
mería,  con  las  cocheras,  cuadras  y 
guadarnés;  también  por  allí  tenemos 
que  pasar  rápidamente,  pero  bien  me- 
recen recordarse  algunos  de  los  obje- 
tos que  encerraron.  En  el  guadarnés  y 
en  las  cocheras,  que  estaban  á  nivel 
del  piso  del  patio ,  había  una  variada 
colección  de  literas,  andas  y  coches,  y 
un  carro  triunfal  para  las  grandes  ce- 
remonias, y  de  los  que  lo  más  caracte- 
rístico se  detalla  en  esta  forma :  "  Una 
litera  de  cuero  de  vaca,  negro,  forra- 
da en  fusteda  negra,  con  sus  varas  te- 
ñidas de  negro  y  guarniciones  para 
machos. „  —  "Otra  litera  de  cuero  ne- 
gro, forrada  en  grana,  con  sus  varas, 
sin  correones.„— "Una  litera  aforrada 
en  raso  carmesí. „  —  "Unas  andas  cu- 
biertas de  cuero  leonado ,  forradas  en 
el  mismo  cuero ,  con  unas  barandillas 
y  dos  sillones  de  conteras,  cubiertos  de 
cuero  leonado.  „— "Una  caja  grande  de 
litera  cubierta  de  cuero  negro  y  forra- 
da en  grana ,  con  ocho  cadenas ,  para 
ponella  en  el  carro  triunfal. „  —  "Un 
sillón,  para  macho  de  litera. „  —  "Una 
cubierta  de  terciopelo  verde  para  la 
litera,  en  que  hay  tres  piezas  y  dos  ca- 
parazones de  lo  mismo  para  los  sillo- 
nes, que  eran  de  mi  señora  la  Duque- 
sa (q.  h.  g.).„  —  "Dos  coches  con  cua- 
tro ruedas.  „  Y  "  un  carro  triunfal  con 
sus  cuatro  ruedas  y  su  caja  pintada  de 
colorado  y  girones  dorados.  „ — Como 
en  la  armería,  confieso  aquí  que  me 
encuentro  perplejo  al  tener  que  deta- 
llar algo  de  lo  mucho  que  encerraba 
aquel  rico  guadarnés;  pero  firme  en 
mi  propósito  y  rogando  al  lector  poco 
aficionado   á   estas    curiosidades   que 
prescinda,  si  le  place,  de  estas  no  muy 
amenas  relaciones ,  empezaré  mi  rese- 
ña por  una  riquísima  colección  de  ca- 
bezadas, pues  de  ellas  había  notables. 

G.  DE  LA  Torre  de  Trassierra.    . 
(Continuará.) 


126 


boletín 


ESCRITURAS  MOZÁRABES  TOLEDANAS 


(Continuación.) 


CXIX 


Venta  de  una  casa  sita  en  el  distrito  pa- 
rroquial de  San  Justo,  en  el  interior  de  To- 
ledo, otorgada  por  D.  Juan  de  ¿Z  amor  ano? 
(  yU^  ^    i'-^     ,  .J)  y  D.  Martín  Alvarez, 

como  testamentarios  de  la  difunta  Doña  So- 
lí, á  quien  perteneció  la  finca,  á  favor  de 
D.  Juan  de  S.  Facundo  vJl^-i.i-i  (jl?-?-) 
[yjJiá,  por  precio  de  24  (?)  mizcales  de  oro 

alfonsí. 

Fecha  en  el  primer  tercio  de  Noviembre, 
Era  de  1253. 

Suscripciones:  «Ego  martinus  diaconus 
ecclesie  sancti  iusti  testis.— Ego  rodericus 
diaconus  ecclesie  sancti  iusti  testis». 

Y  en  caracteres  arábigos:  Pethro  b.  Ornar 
b.  Gálib  b.  Al-Kallás. 

cxx 

Acta  del  juicio  celebrado  en  presencia  del 
caid  D.  Pedro  Alfonso  Mozárabe,  lugarte- 
niente del  Alcalde  D.  Diego  Pérez,  en  vir- 
tud de  la  demanda  presentada  por  D.  Do- 
mingo Peláez  en  representación  de  Mateo, 
nieto  de  Pelayo  Velázquez,  contra  D.  Fer- 
nando Yoanex,  representante  á  su  vez  de 
D.  Martín  de  ¿Valencia?,  sobre  la  propiedad 
de  una  casa  en  el  distrito  parroquial  de 
San  Nicolás,  cuyo  mejor  derecho  pretendían 
para  sus  representados  cada  uno  de  los  liti- 
gantes. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Diciern- 
bre.  Era  de  1254. 

Suscripciones  árabes:  Gonzalbo  b.  Ro- 
drigo Muñoz  (/r'_?t:-^'')»  y  ^^  escribió  por  él; 
Pedro  b.  Ornar  b.  Gálib  b.  Al-Kallás. 

CXXI 

Venta  de  una  viña  {^j^-j\  /«^^)f9^)>  otorga- 
da por  D.  Pedro  Ruiz  y  su  mujer  Doña  Ma- 
ría Velasco  ¿^jj  ^j^j  Lr'ÍJJ  ir=^  (J-5'^) 
(iiCibíj  A.J  »^  *jj¿,  á  favor  del  Presbítero 
D.  Pedro  Lázaro  ^^J^  1.'"^*^^  ^^J^^) 
(íj  j^  aj.i:uJ,  por  el  precio  de  40  mizcales  de 
oro  alfonsí. 


Fecha  en  Mayo  de  la  Era  1255. 

Adviértese  que  los  vendedores  entrega- 
ron al  comprador  una  escritura  relativa  á  la 
compra  de  la  viña  en  cuestión,  fechada  en 
Enero  de  la  Era  1251. 

Suscripciones:  Lorenzo  b.  Domingo 

b.  Imrel  (?),  testigo     ^j  ¿Jo»:»  ^}  ¡r^^jy^) 
(jj)Li.  J^^;  Pedro  b.  Domingo,  el  comer- 
ciante (^^u3 1  4Í;,0  ^)  V=í)  '• 
CXXII 

Donación  que  hace  D.  Gonzalo  Yoanex 
á  la  Catedral  de  Toledo  de  algunas  viñas  qtíe 
poseía  en  el  término  de  Alaitic  y  entre  las 

viñas  llamadas  de  los  aniversarios  <JLÁ^S  ^) 

[l^)  ^y  X.LjLx)\,  para  que  con  sus  rentas 

se  celebre  anualmente  ün  aniversario  por  su 

alma  L^s      .^>'"^lj    L^  (*)     yJL>ysú\    \y.^ 

Fecha  en  21  de  Julio,  Era  de  1256. 

Suscripciones  árabes:  Servando  b.  Do- 
mingo b.  Servando,  Micael  b.  Sebrián. 

Y  en  carácter  latino:  «Ego  Gundissalus 
melendi  testis.  — Ego  iohannes  petri  diaco- 
nus sancti  thome  teslis». 

CXXIII 

Venta  de  una  posesión  sita  en  la  villa  an- 
tigua de  Maskarake,  otorgada  por  Doña  Se- 
ti,  hija  de  D.  Pedro  Alpolichení  y  mujer  át 
D.  Fernando  Peláez,  á  favor  del  clérigo 
D.  Esteban  Pérez,  en  nombre  y  representa- 
ción del  Arzobispo  D.  Rodrigo  Jiménez  ^. 

Fecha  en  la  Era  de  1257. 


1  Pergamino  muy  destrozado,  faltándole  la 
parte  donde  se  indica  el  pago  en  que  se  halla 
enclavada  la  viña  vendida;  al  dorso,  sin  em- 
bargo, y  de  letra  antigua,  se  lee:  «Cartula  de 
ualle  iohanis  potatoris). 

(*)     Lege  ^,yjy¿i|. 

2  De  este  documento  no  aparece  el  origi- 
nal; existe  una  transcripción  de  éste  y  dos  tra- 
ducciones, una  latina  y  otra  castellana.  La 
transcripción,  por  lo  que  llevo  visto  en  doea- 
mentos  análogos,  contiene  algunos  errores; 
las  traducciones  están  plagadas  de  ellos.  La 
transcripción  y  las  traducciones  están  hechas 
por  D.  Juan  Andrés  Paredes,  quien  con  noble 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


127 


CXXIV 

Venta  de  una  casita  (5;^M  domunciilam) 

situada  en  el  distrito  de  la  Catedral,  otorga- 
da por  Doña  Teresa,  sobrina  que  fué  del  ca- 
nónigo D.  Pedro  García,  á  favor  del  racio- 
nero (^  jXgj\  portiojiariiis)  D.  Cristóbal,  hi- 
jo de  D.  Torcuato,  por  precio  de  siete  miz- 
cales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  la  última  decena  de  Mayo,  Era 
de  1257. 

Acompaña  un  testimonio  (en  latín)  que 
otorgan  Aprilis  iuliani  et  gnndisaluus  pítri, 
por  el  que  se  afirma  que  el  canónigo  D.  Pe- 
dro García  hizo  donación  de  la  finca  ante- 
rior á  favor  de  su  citada  sobrina  Doña  Te- 
resa, 

Suscripciones  borrosas;  pueden  leerse: 
Lorenzo  b.  Domingo  b.  Sebrián  (t-JijJ») 
[Xij^     y3  ó.'íXa^     yj.  Ego  gnndisaluus  pe- 

tri  testis. 

CXXV 

Venta  de  una  huerta  sita  en  Alaitic,  forma- 
da por  la  reunión  de  varios  trozos  de  tierra 
qu'í  pertenecieron  á  distintos  dueños.  Reu- 
nió todos  estos  lotes  de  tierra  el  Arcediano  de 
Calatrava  D.  Pedro  Ruiz,  cediéndolos  lue- 
go á  su  hermano  D.  Gil  Rodríguez,  el  cual 
otorga  la  presente  venta  á favor  del  amín  Don 
Domingo,  hijo  de  D.  Juan  Pethres  ó  Pérez, 


el  platero  h-l^Hi   .,ji  J^^^  (vT"^^^ 


u 


.,  .3  a;.sL)J. 


^^1    ^^1     (T-AJ   1-5;    J-^ 


V'    d 


ir 


.^ 


Jl 


^-^-: 


Í.ZJJL) 


sinceridad  hace  en  la  portnda  la  siguiente  de- 
claración: «Quascumque  igitur  lectioni,  et  qui- 
dem  diffcillimce,  patuere,  integre  transcrip- 
ta, et  versa  sunt;  aliquot  tamen  voces  praeter- 
missíe,  utpote  abditissimce,  et  absque  ulteriori 
auxilio  in  prassentiarum  omnino  impervice  ne- 
dum  corporis  oculis,  sed  etiam  mentís,  et  in- 
tellieentice  vertentis.» 


(...   IjcvIj    U/   l^^.j/X^i\  (*)  *^l 

Adviértese  que  uno  de  los  trozos  que  vi- 
nieron á  formar  esta  heredad,  perteneció  á 
Román  Martín,  y  los  restantes  á  los  herede- 
ros del  Sectaní,  hallándose  el  trozo  que  fué 
de  Román  Martín  separado  de  los  demás. 

Pasa  luego  á  describir  los  lindes  de  toda 
esta  posesión,  diciendo  que  tiene  á  sus  lados 
una  huerta  de  D.  Martín  Pérez,  hijo  de  Don 

Pedro  Mateos  ír;^-»^  iJ^J"*  i-)  S"^  rj^^ 
(,t>j^  ^Y^-^  .\j^  ^1;  otra  del  señor  Ar- 
zobispo (  .jl^la^^U);  otra  de  la  Catedral  de 
Santa  María  «Madre  de  la  Luz,  concédanos 
Dios  su  protección»  >l  íj  »^  X^^  SAcLjUJ) 
(l^Lü,  íAJI  L$\^  jy^^  y  ^1  ^^^  Tajo  ^'>j) 
(í^b,  añadiendo  que  no  hay  necesidad  de 

puntualizar  más  su  situación,  por  ser  muy 
conocida. 

Precio,  25  mizcales. 

Fecha  en  4  de  Febrero  de  1258. 

Suscriben  en  caracteres  árabes:  Martín  b. 
Lope  b.  Martín  b.  Yahya  b.  Martín  (?),  Pe- 
dro b.  Yoanex  b.  Walid  b.  Kasem,  Martín 
b.  Pethro  b.  Alfonxob.  Al-Kallás  y  Loren- 
zo b,  Domingo  b.  Sebrián. 

Al  dorso,  y  de  letra  antigua,  se  lee:  «Viña 
en  Aletic  que  es  agora  aiuntada  con  la  uerta 
e  no  es  uiña». 

CXXVI 

Venta  de  dos  lotes  de  tierra  sitos  en  Villa 
de  Alamos,  una  de  las  alquerías  de  la  ciu- 
dad de  Toledo,  perteneciente  al  pago  deno- 
minado la  Sisla  ...     ^\    ..^.J^^i 


U' 


iJL)    h 


i.r 


Otorgan  esta  venta  D.  Gil  Fernández,  su 
hermano  D.  Gonzalbo  Fernández  y  el  cu- 
ñado de  ambos  D.  Gonzalbo  Yoanex,  casa- 
do con  Doña  Leocadia,  hermana  de  aqué- 
llos (1.  íjs^])  *jp^^_j  ^J^^J.}J9  Jv^  j  ^i   &b) 


d^ 


(^-""•7 


J-J- 


(*)    Lega  s^\. 


128 


boletín 


(^^UJ  4Jj^  kf^l  rjj  lA^'j^  á  favor  I 

del  reverendo  Arzobispo  D.  Rodrigo  Jimé- 
nez, prolongúele  Dios  su  asistencia  y  su  podev 

(...  í^tlj   ¿ij.?y    JJ!    ^t>| 

Precio,  cuatro  mizcales  de  oro  alfonsí. 

Fecha  en  23  de  Marzo,  Era  de  1258. 

Suscripciones  árabes:  Yoanes  b.  Félix  b. 
Pethro  b.  Pelaez,  Fernando  b.  Pethro  b. 
Alfonso  b.  Al-Kolás,  Lorenzo  b.  Domingo 
b.  Sebrián. 

Y  en  caracteres  latinos:  «Ego  micael  dia- 
conus  ecclesie  sánete  eulalie  testis». 

CXXVII 

Testimonio  de  la  deuda  contr&ída  por 
D.  García  Guillem  con  Aben  Sarur  Farach 
b.  abí  Imrán,  el  judío,  por  el  préstamo  que 
éste  le  hizo  de  12  mizcales  alfonsíes,  duran- 
te dos  meses,  con  las  garantías  acostumbra- 
das en  estos  contratos. 

Fecha  en  g  de  Marzo  de  la  Era  1259. 

Suscripciones  árabes:  Domingo  b.  Ser- 
vando b.  Hasán  b.  Servando,  Fernando  b. 
Lope  Fernández  y  Pedro  b.  Yoanex  b,  Wa- 
lid  b.  Kásim. 


CXXVIII 

Venta  de  las  lauxns  ^  {^zX^X^\   >5.-v?')> 
sitas  en  el  puerto  llamado  del   Carbonero 

(t'-ciíf^f^  '■f  ^Ss^-^^  ^;,r?-''  >J)'  Que  son  32 
cAm<?;/5as  (,  "v^^^jL  -.       ,  »¿li-,      \¿\      ^^\ 

cuyos  linderos  se  expresan  en  el  documento, 
otorgada  por  D.  Domingo  Pérez,  hijo  de  Pe- 
dro de  Agreda  (i.Wb  í^ía-;'),  y  por  su  mujer 
Doña  María,  á  favor  del  canónigo  D.  Alfon- 


'     La   construcción  del   verbo   c-L)  con  la 

preposición   ,v,   en  significación   de  vender 

algo  á  uno,  ó  en  favor  de  uno,  es  un  hecho 
anómalo,  pero  indiscutible,  como  hace  notar 
rtiuy  oportunamente  Bresnier  en  su  Cresto- 
matía, pág.  471, 

^     Véanse    las   palabras   subrayadas    en   el 
Glosario  de  Simonet.  ', 


so  Meléndez,  hijo  del  Alguacil  y  Alcalde 
D.  INIelendo,  por  precio  de  21  mizcales. 

Fecha  en  i.°  de  Julio,  Era  de  1259. 

Suscripciones  en  caracteres  árabes:  Yoa- 
nex .b.  Walid  b.  Kásim;  Lorenzo?  b.  Yoan 

Pethres,  el  platero,  testigo  .,!y  y)  ,^'>^^) 
(...  j^Ll    síA^.'I      r^flaj;  Domingo  b.  Yoa- 

nex  Almoguier  (  .LJi^J!   j»^juj   (.jJ   íI^^J); 

Pethro  b.  Yoan  b.  Thomé  b.  Yahia  b.  Pe- 
layo,  y  Pethro  b.  Ornar  b.  Gálib  b.  Al-Ko- 
lás, testificaron  sobre  esto  (jJ.)J-.j  i ^x^z.\). 

Y  en  caracteres  latinos:  «Ego  simón  mar- 
tini  testis  =  ego  micael  diaconus  ecclesie 
sánete  eulalie  testis». 


Francisco  Pons. 


(Continuará.) 


— — vft^aerttjci—- 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  OCTUBRE 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  rea- 
lizará una  á  Segovia  en  los  días  17  y  18  del 
corriente,  con  arreglo  á  las  condiciones  si- 
guientes: 

Salida  de  Madrid  (Estación  del  Norte)  el 
sábado  17,  á  las  7  h.  i5'  de  la  mañana.  Llega- 
da á  Segovia,  1 1  h.  23'  mañana.  Salida  de  Se- 
govia, el  18  á  las  6  h.  44'  tarde.  Llegada  á  Ma- 
drid, 10  h.  20'  noche. 

Monumentos  qus-  se  v/5Í/ará«.  ^Acueducto 
romano,  iglesias  románicas  de  San  Martín, 
San  Esteban  y  San  Miílán;  convento  del  Cor- 
pus Christi,  Catedral,  Santa  Cruz,  el  Parral, 
Alcázar  en  restauración,  etc. 

Cuota, — Treinta  y  siete  pesetas,  en  las  cua- 
les se  incluye  el  viaje  en  segunda  clase,  coche 
entre  la  estación  y  la  ciudad,  almuerzo,  co- 
mida y  habitación,  el  17;  desayuno,  almuerzo 
y  cena  de  fiambres,  en  el  tren,  el  18;  grati- 
ficaciones, etc. 

Para  las  adhesiones  á  esta  excursión  diri- 
girse de  palabra  ó  por  escrito,  acompañando 
la  cuota,  al  Sr.  Presidente  de  la  Comisión  eje- 
cutiva, D.  Enrique  Serrano  Fatigati,  calle  de 
las  Pozas,  17,  segundo  derecha,  hasta  el  16,  á 
las  3  de  la  tarde. 

Madrid  i.°  de  Octubre  de  1896.  — El  Secre- 
tario general,  Conde  de  Cedillo.  -V ."  B," — El 
Presidente,  Serrano  Fatigati. 


BOLKTIN 


DE  LA 


IftiA  i  IIC 


DIRECTOR : 
EL  CONDE  DE  CEDILLO,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


AKO  IV 


Madpid.  1.°  de  ISToviembps   de  1Q9©. 


KUM.  Í5 


EXCURSIONES 


EXCURSIÓN  Á  ELCHK 

AUTO  LÍRICO-RELIGIOSO  EN  DOS  ACTOS,  REPRESENTADO  TODOS  LOS  AÑOS  EN  LA  PARRROQUIA 
DE  SANTA  MARÍA  LOS  DÍAS   I  4  Y   I  ^  DE  AGOSTO 


A  farsa  religiosa  que  durante  si- 
glos viene  representándose  en 
la  antigua  colonia  Inmunis  lUi- 
ci  Augusta,  es  poco  conocida  en  Es- 
paña, á  pesar  de  la  importancia  que 
los  historiadores  y  arqueólogos  dan  á 
este  acto,  y  bien  merece  llamar  la 
atención  de  los  hombres  pensadores  y 
curiosos  que  gozan  en  el  análisis  del 
origen  de  nuestras  grandezas  y  en  el 
estudio  de  las  vicisitudes  de  nuestro 
desenvolvimiento  literario.  Quizá  la 
representación  que  va  á  ocuparnos 
esté  mal  vista  y  comentada  por  aque- 
llos que  la  miren  con  los  ojos  del  si- 
glo XIX,  en  vez  de  buscar  las  lentes 
con  que  deben  contemplarse  los  suce- 
sos pasados,  la  vida  de  sociedades  dis- 
tintas á  la  nuestra  que  pensaban  y  dis- 
currían con  otros  fundamentos  histó- 
ricos y  científicos  y  concretaban  cons- 
tantemente su  existencia  á  la  lucha  en 
defensa  de  la  patria,  de  la  familia  y  de 
la  vida. 

Entonces,  como  ahora,  las  represen- 


nombres  y  en  sitios  oportunos  tenían 
lugar,  influían  poderosamente  en  las 
costumbres  y  manera  de  ser  de  las  so- 
ciedades, especialmente  los  autos  reli- 
giosos que  aparecen  en  los  orígenes 
de  nuestro  teatro  alentando  la  fe  y  las 
creencias  tan  necesarias  en  la  vida  de 
los  pueblos  y  para  nosotros  indispen- 
sables en  la  época  de  nuestra  recon  - 
quista. 

Desgraciadamente,  la  crítica  infun- 
dada ,  la  crítica  ignorante  de  aquellos 
que,  constituidos  por  sí  en  autoridad, 
no  conocen  más  edad  que  la  suya,  ha 
conseguido  que  desaparezcan  de  nues- 
tras costumbres  recuerdos  análogos 
á  la  festa  de  Elche,  desapareciendo 
con  ellos  tradiciones  gloriosas,  nece- 
sarias á  la  vida  moral  y  que  todos  los 
pueblos  cultos  procuran  conservar  en 
su  pureza. 

Sin  embargo ,  aún  no  han  desapare- 
cido de  España  muchas  de  estas  fiestas 
de  lejano  origen;  particularmente  se 
han  perpetuado  en  los  pueblos  de  las 


130 


boletín 


los  piratas  moriscos  durante  siglos, 
y  quizá  los  simulacros  que  antes  se 
ejecutaban  por  los  costeros  y  habitan- 
tes de  los  caseríos  cercanos  al  mar, 
para  estar  prontos  y  adiestrados  en  la 
defensa  de  sus  vidas  y  hogares,  que- 
daron después  como  solemnidades  de- 
dicadas á  sus  santos  Patronos,  soste- 
niendo así  vivo  el  odio  contra  la  moris- 
ma, que  no  perdonaba  nunca  oportuni- 
dad ni  medio  de  arrebatarles  la  liber- 
tad y  la  fortuna. 

Cada  vez  que  en  nuestros  viajes  he- 
mos tenido  ocasión  de  presenciar  al- 
guna de  estas  fiestas,  nuestro  entusias- 
mo se  ha  identificado  con  el  de  los 
sencillos  habitantes  de  los  pueblos  que 
por  espíritu  de  tradición  esperaban 
largo  tiempo  deseosos  los  días  en  que 
se  habían  de  efectuar,  y  hemos  podi- 
do observar  que  seguramente  el  trans- 
curso de  los  siglos  y  de  las  generacio- 
nes no  había  borrado  el  fin  político  y 
moral  que  los  fundadores  se  propu- 
sieron. 

X 

X     X 

Elche  es  una  de  las  ciudades  más 
pintorescas  y  de  clima  más  igual  y  be- 
nigno que  tenemos  en  España.  Está 
situada  en  medio  de  frondosos  huertos 
y  de  un  bosque  de  elevadas  palmeras 
que  ofrecen  al  espectador  un  panora- 
ma tan  original  como  bello. 

Para  los  que  pretendan  investigar 
nuestra  Historia,  presenta  ancho  cam- 
po de  estudio,  pues  en  su  recinto  han 
tenido  vida  y  han  legado  estimables 
recuerdos  de  su  existencia  todas  las 
civilizaciones  vecinas  al  mar  latino. 

Es  un  pueblo  amante  de  sus  tradi- 
ciones, como  lo  prueba  la  festa  de 
Nuestra  Señora  de  la  Asunción,  moti- 
vo de  estas  líneas,  sostenida  al  través 
de  tantos  siglos  en  todo  su  esplendor, 
á  pesar  de  los  cambios  y  transforma- 
ciones radicales  que  se  han  operado  en 
la  vida  política  y  condiciones  sociales 
de  aquellos  moradores. 


Para  nuestro  breve  trabajo  no  pre- 
tendemos investigar  los  orígenes  de  la 
festa  en  documentos  y  justificantes  del 
siglo  XIII,  época  en  que  fué  recupera- 
da la  ciudad  de  los  moros,  aunque  so- 
bran indicios  en  que  cimentar  esta 
opinión;  y  nos  limitaremos  á  consig- 
nar algunas  noticias,  á  partir  del  si- 
glo XVI,  recogidas  en  las  diferentes 
publicaciones  que  hemos  tenido  oca- 
sión de  consultar. 

Entre  todas,  merece  especial  men- 
ción la  escrita  por  nuestro  distinguido 
amigo,  el  conocido  publicista  D.  Ja- 
vier Fuentes  y  Ponte,  intitulada  «Me- 
moria histórico -descriptiva  del  San- 
tuario de  Nuestra  Señora  de  la  Asun- 
ción, en  la  ciudad  de  Elche  (provincia 
de  Alicante).»  Obra  premiada  por  la 
Academia  Bibliográfico  -  Mariana  de 
Lérida  en  1886,  y  dada  á  luz  en  la 
misma  ciudad  el  año  siguiente. 

Según  la  obra  del  Sr.  Fuentes,  la 
Cofradía  que  costeaba  \?i  festa  suspen- 
dió su  ejecución  con  motivo  de  la 
muerte  del  príncipe  D.  Carlos,  hijo  de 
Felipe  II,  y  continuó  después  por  al- 
gunos años  sin  hacerse  la  representa- 
ción por  falta  de  fondos  para  atender 
á  los  gastos  que  originaba.  Por  estos 
años  ocurrieron  en  aquella  región  fuer- 
tes aguaceros  y  pedriscos  que  asola- 
ron los  campos  y  destruyeron  muchos 
edificios,  y  los  habitantes  del  pueblo 
atribuían  estas  calamidades  á  la  falta 
de  \r  festa.  "El  Ayuntamiento,  deseoso 
de  calmar  el  anhelo  público  y  abun- 
dando en  las  mismas  ideas,  se  reunió 
en  cabildo  pleno  el  día  11  de  Marzo  de 
1609,  y  votó  terminantemente  hacer 
la  fiesta  desde  allí  en  adelante,  la  cual 
tomaba  á  su  cargo,  haciendo  constar 
que  de  ningún  modo  la  impediría,  aun- 
que ocurriesen  casosimprevistos,  como 
la  muerte  depersonasrea]es,etc.,  cuyo 
voto  comprometió  por  medio  de  escri- 
tura solemne  que  consta  unida  al  libro 
de  los  Concejos;  y  para  atender  á  los 
gastos  de  la  expresada  festividad  esta- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


131 


bleció,  en  virtud  de  la  licencia  expe- 
dida en  Torrijos  por  el  Duque  de  Ma- 
queda  á  18  de  Octubre  del  año  ante- 
rior (1608)  el  «derecho  de  cabezaje  y 
de  albalán  de  molineda  »  (1) 

También  la  «Recopilación»  de  las 
cosas  antiguas  y  modernas  de  la  íncli- 
ta Elche,  sacadas  por  el  corregidor 
Cristóbal  Sanz  en  1621 ,  citado  por  el 
Sr.  Fuentes ,  y  que  hace  referencia  á 
la  República  cristiana  de  Fr.  Jerónimo 
Román  y  otros  muchos  autores  que  de 
la  Historia  de  la  antigua  Ilici  se  ocu- 
paron, contiene  infinidad  de  datos  y 
noticias  curiosas  que  prueban  la  im- 
portancia que  siempre  han  dado  los 
ilicitanos  á  su  tradicional  fiesta  y  las 
vicisitudes  por  que  ha  pasado. 

Tampoco  faltan  papeles  sueltos  y 
pequeños  folletos  que  sirvan  de  guía 
y  expliquen  el  argumento  de  líifesta] 
por  cierto  que  alguno  de  ellos,  que 
hemos  tenido  ocasión  de  ver,  contiene 
infinidad  de  erratas  cometidas  induda- 
blemente al  copiar  el  texto  lemosín. 

X 
X     X 

La  actual  iglesia  de  Santa  María  de 
la  Asunción,  donde  se  celebra  la. /esta, 
es  la  tercera  construida  en  el  mismo 
sitio.  Se  inauguraron  las  obras,  colo- 
cándose la  primera  piedra  el  domingo 
2  de  Julio  de  1673,  con  arreglo  á  los 
planos  y  bajo  la  dirección  del  arqui- 
tecto D.  Francisco  Verde,  terminán- 
dose la  construcción  en  el  siglo  si- 
guiente. 

La  elevada  torre  se  destaca  en  uno 
de  sus  lados,  constituyendo  la  tercera 
parte  de  la  fachada  principal  del  tem- 
plo, y  consta  de  tres  cuerpos.  Desde 
ella  se  domina  el  perímetro  de  la  ciu- 
dad, recortado  por  la  frondosa  huerta 
y  los  preciosos  jardines  que  la  cir- 
cundan. 

La  iglesia  resulta  espaciosa,  y  con 
relación  al  número  de  habitantes  de 


Elche,  pocas  hay  en  España  con  quien 
compararla ,  puesto  que  en  su  ancha 
nave  principal  y  en  sus  capillas  pue- 
den acomodarse  trece  mil  almas,  se- 
gún cálculos  del  facultativo  cronista 
Sr.  Fuentes. 

En  la  actualidad,  uno  de  sus  aristo- 
nes, bóveda  y  la  cúpula^  se  hallan  bas- 
tante resentidos  á  consecuencia  del 
terremoto  del  año  1829. 

Para  efectuar  hifesía  se  coloca  des- 
de la  puerta  principal  ó  mayor  de  la 
iglesia  una  rampa  que  llama  anda 
dor ,  terminada  en  una  escalinata  de 
acceso  al  tablado  donde  se  verifica  la 
farsa. 

Este  tablado  ó  escenario,  que  nom- 
bran cada/al ,  se  eleva  cerca  de  dos 
metros  sobre  el  pÍFo  de  la  iglesia;  tie- 
ne más  de  ocho  metros  de  largo  por 
seis  y  medio  de  ancho  y  está  cercado 
por  una  barandilla.  El  servicio  de  la 
escena  se  hace  por  otra  escalinata  y 
puerta  que  tiene  el  cada/al  en  el  lado 
opuesto  al  de  la  puerta,  ó  sea  frente  al 
altar  mayor. 

Ocupa,  pues,  el  escenario,  parte  del 
crucero  y  del  presbiterio  y  coro  co- 
rrespondiente al  eje  central,  con  la 
puerta  del  cielo,  de  que  ya  nos  ocupa- 
remos, por  convenir  así  para  las  tra- 
moyas. 

El  Ayuntamiento  tiene  su  tribuna 
de  madera  á  la  izquierda  del  andador, 
junto  á  las  capillas  de  San  Felipe  Neri 
y  de  San  Joaquín,  con  entrada  inde- 
pendiente. 

En  el  andador  ,  junto  al  tablado ,  á 
la  derecha ,  están  los  tres  sillones  do- 
rados que  han  de  ocupar  durante  la 
representación  el  caballero  noble,  por- 
taestandarte, y  los  dos  señores  electos. 

Completan  los  preparativos  para  la 
fiesta,  dispuestos  en  la  parte  baja  de  la 
iglesia,  tres  alegorías  colocadas  en  las 
pilastras  de  la  nave  principal,  sobre 
pequeñas  repisas:  el  huerto  de  Getse- 
maní,  la  cruz  y  el  sepulcro. 


132 


boletín 


mayor  como  los  demás  de  la  iglesia 
quedan  previamente  desguarnecidos  y 
desprovistos  de  las  aras,  porque  los 
concurrentes  para  presenciar  esta  far- 
sa se  suben  á  las  mesas  de  celebra- 
ción, á  los  pulpitos,  á  los  intercolum- 
nios del  tabernáculo,  trepan  por  las 
puertas  y  por  donde  esperan  encon- 
trar sitio,  con  virtiendo  el  templo  en 
un  teatro  de  público  creyente,  pero  que 
se  entusiasma  aplaudiendo  y  gritando, 
haciendo  desaparecer  el  carácter  de 
seriedad  y  respeto  propios  de  la  igle- 
sia católica. 

La  tramoya  de  la  parte  alta  de  la 
iglesia  es  más  complicada  y  verdade- 
ramente impone,  por  el  peligro  á  que 
están  expuestas  las  personas  que  en 
ella  toman  parte.  El  anillo  toral,  que 
dista  más  de  25  metros  del  pavimento 
de  la  iglesia ,  se  cierra  para  la  festa 
con  un  telón  de  lienzo,  pintado  al  óleo, 
que  oculta  el  andamio  y  las  máquinas 
de  la  tramoya,  dando  paso  á  las  repre- 
sentaciones por  una  puerta  de  correde- 
ra ,  de  dos  hojas ,  llamada  Puerta  del 
cielo ^  que  se  cierra  tan  pronto  salen  los 
aparatos,  sin  dejar  más  espacio  que  el 
necesario  para  las  maromas  de  suje- 
ción. Los  cabrestantes  que  dan  movi 
miento  á  estos  aparatos  funcionan  den- 
tro de  una  caseta  de  madera  colocada 
en  el  terrado  del  presbiterio. 

Mucha  práctica  y  agilidad  necesi- 
tan los  operarios  que  trabajan  en  esta 
tramoya,  tanto  por  la  precisión  con  que 
la  ejecutan  como  por  el  reducidísimo 
espacio  del  andamio  en  que  trabajan. 

Del  libreto  y  de  la  música  antiguos 
de  esta  farsa  no  hemos  podido  adqui- 
rir ninguna  noticia  fidedigna.  Actual- 
mente se  representa  con  sujeción  á  un 
cuaderno  llamado  Consueta,  escrito 
por  un  devoto  y  fechado  en  4  de  Fe- 
brero de  1639.  La  importancia  litera- 
ria de  esta  composición,  tan  poco  co- 
nocida, nos  decide á publicarla  íntegra. 

La  festa  se  anuncia  á  la  una  de  la 
tarde  del  día  14  con  un  gran  repique 


de  campanas,  y  á  las  tres  menos  cuar- 
to se  cantan  solemnes  vísperas  por  el 
clero  parroquial  en  el  tablado  en  que 
ha  de  celebrarse  la  farsa. 

A  las  cuatro  se  presenta  el  Ayunta- 
miento con  maceros,  presididos  por  el 
alcalde,  y  ocupa  la  tribuna  que  se  le 
tiene  dispuesta. 

Pocos  momentos  después,  guiados 
por  el  caballero  noble  y  los  dos  elec- 
tos abogados  con  largas  varillas  dora- 
das, y  todos  en  traje  de  etiqueta,  entra 
en  la  iglesia  la  Virgen  María,  repre- 
sentada por  un  niño  como  de  diez 
años,  otras  dos  vírgenes,  llamadas 
mudas  ;  dos  muchachos  con  túnica 
amarilla,  fajas  encarnadas  y  coronas 
de  flores,  que  llevan  las  almohadas  en 
que  ha  de  arrodillarse  la  Virgen,  y  va- 
rios niños  de  escasa  edad  vestidos  ca- 
prichosamente de  ángeles.  La  música 
municipal,  tocando,  acompaña  hasta  la 
puerta  del  templo  á  este  cortejo. 

La  Virgen  y  su  séquito  cantan  arro- 
dillados cuatro  plegarias;  una  diri- 
giéndose hacia  el  altar  mayor,  y  las 
otras  delante  de  la  cruz,  del  huerto  de 
Gethsemaní  y  del  sepulcro  :  alegorías 
que,  como  ya  hemos  dicho,  están  colo- 
cadas en  las  pilastras  de  la  nave  prin- 
cipal. 

En  seguida  se  dirige  la  comitiva  al 
tablado:  la  Virgen  sube  y  cae  de  rodi- 
llas á  los  pies  de  una  rica  cama  de  éba- 
no y  plata  maciza^  traída  de  Portugal 
y  regalada  á  la  imagen,  hacia  media- 
dos del  último  siglo,  por  D.  Gabriel 
Ponce  de  León,  Duque  de  Baños;  des- 
pués de  un  canto  breve,  el  arcipreste, 
que  ocupa  un  sillón  del  escenario,  hace 
señal  con  un  pañuelo  y  se  abren  las 
puertas  del  cielo,  dando  paso  á  una  es- 
pecie de  granada  azul,  de  grandes  di- 
mensiones, que  se  abre  hacia  arriba  en 
ocho  cascos,  tan  pronto  como  fran- 
quea la  salida ,  apareciendo  dentro  de 
ella  un  ángel  con  una  palma  en  la  rna- 
no.  Entonces  la  multitud  que  llena  el 
templo  aplaude  entusiasmada,  y  al  par 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


133 


de  este  ruido  aumentado  con  la  músi- 
ca del  órgano ,  que  apenas  se  oye,  y  con 
los  cantos  áéíconsíieta,  la  granada  des- 
ciende lentamente  hasta  llegar  al  sitio 
del  tablado,  próximo  á  la  cama,  entre- 
gando el  ángel  la  palma  á  la  Virgen, 
mientras  entona  su  partitura  con  voz 
clara  y  buena  afinación. 

Después  de  desempeñar  su  papel  el 
ángel  sube  con  la  misma  lentitud,  y 
apenas  ha  pasado  las  puertas  del  cielo, 
entra  por  la  mayor  de  la  iglesia  San 
Juan,  acompañado  por  el  caballero  no- 
ble y  los  abogados  electos.  Viste  el 
Santo  la  túnica  casi  á  la  romana;  lleva 
peluca  rubia  y  nimbo  de  cartón  dora- 
do. Desempeña  el  papel  que  se  le  con- 
signa en  el  consueta,  y  le  contesta  la 
Virgen  entregándole  la  palma. 

A  San  Juan  le  sigue  San  Pedro,  que 
entra  con  el  mismo  acompañamiento, 
y  después  todos  los  demás  Apóstoles, 

La  Virgen  muere  en  su  cama,  rodea- 
da de  todas  las  partes  que  están  en  el 
tablado,  y  entonces  se  abre  la  sepultu- 
ra, que  es  una  escotilla  situada  en  el 
centro. 

Es  de  ver  la  manera  poco  caritativa 
con  que  los  Apóstoles  cogen  á  la  Vir- 
gen y  la  arrojan  á  aquel  foso;  pero  los 
hombres  que  en  él  están  ocultos,  prác- 
ticos en  la  operación,  la  reciben  en  los 
brazos  y  nada  sufre  el  muchacho.  Si- 
multáneamente á  esta  operación,  otros 
Apóstoles  sacan  de  un  arca  escondida 
debajo  de  la  cama  la  imagen  venerada 
de  la  Patrona,  cubierta  la  cara  con  una 
mascarilla  de  cera  ,  que  tiene  los  ojos 
cerrados,  y  la  colocan  en  vez  del  niño 
que  antes  la  representaba. 

Cuando  están  encendidas  las  cuatro 
velas  puestas  en  las  pilastras  de  la  ca- 
ma, y  previa  la  señal  del  arcipreste, 
vuelven  á  abrirse  las  puertas  del  cielo 
y  aparece  el  aparato  llamado  Araceli, 
que  es  recibido  con  gran  ovación  y 
aplausos  de  los  concurrentes,  descen- 
diendo pausadamente  hacia  el  tablado. 


va  sujeto  con  fuertes  zunchos  de  hie- 
rro y  correas  al  aparato,  y  se  compone 
de  un  sacerdote  colocado  de  pie  en  el 
centro  y  revestido  de  alba  y  estola 
blancas  y  de  cuatro  ángeles  arrodilla- 
dos sobre  unas  repisas  en  los  ángulos; 
los  dos  que  van  en  la  parte  inferior 
tocan  pequeñas  guitarras  y  cantan  de 
tiples,  y  los  otros  dos,  uno  con  guitarra 
y  otro  con  arpa,  hacen  de  tenory  bajo. 
Al  llegar  el  Araceli  al  tablado  reci- 
be el  sacerdote  el  alma  de  la  Virgen, 
representada  por  una  pequeña  imagen, 
y  se  eleva  el  aparato  con  lentitud ,  mien- 
tras los  que  van  en  él  entonan  las  es- 
trofas marcadas  en  la  partitura  hasta 
que  traspasa  y  se  cierran  las  puertas 
del  cielo,  que  entonces  rompe  á  tocar  el 
órgano,  en  tanto  que  la  multitud  grita 
de  contenta  y  aplaude  entusiasmada, 
dándose  por  terminado  el  primer  acto 
de  la  farsa. 

X 
X     X 

El  día  15  por  la  tarde  se  representa 
el  segundo  acto  de  la  festa  en  el  mis- 
mo sitio;  pero  antes,  por  la  mañana, 
tiene  lugar  la  procesión,  conduciendo 
el  cadáver  de  la  Virgen,  celebrada  coa 
gran  solemnidad,  y  que  bien  merece 
mencionarse. 

Toman  parte  en  esta  manifestación 
religiosa  muchísimos  fieles,  tanto  de  la 
ciudad  como  de  su  campo,  empezando 
las  parejas,  sueltas  ó  en  grupos,  á  se- 
guir la  carrera  en  la  procesión  con  lu- 
ces encendidas,  y  cumpliendo  prome- 
sas, á  las  cuatro  de  la  mañana.  A  las 
siete  y  media  llegan  á  la  iglesia  el  ca- 
ballero noble  y  los  dos  abogados  elec- 
tos, acompañando  desde  la  ermita  de 
San  Sebastián  á  los  Apóstoles,  las  dos 
Marías  mudas  y  los  ángeles,  y  en  se- 
guida empieza  á  organizarse  lo  que 
pudiéramos  decir  el  final  de  la  pro- 
cesión. 

Después  de  un  buen  número  de  pro- 
cesionistas, pendones,  estandartes  y 


134 


boletín 


Virgen  muerta,  conducida  por  cuatro 
Apóstoles,  y  el  palio,  cuyas  varas  lle- 
va el  resto  del  apostolado. 

El  sacerdote  que  preside,  colocado 
entre  el  diácono  y  subdiácono,  repre- 
senta á  San  Pedro,  pero  no  con  el  tra- 
je en  que  figuró  en  el  acto  del  día  pri- 
mero, sino  con  capa  pluvial  blanca 
como  preste,  zapato  con  hebilla  de  pla- 
ta, y  en  la  cabeza  peluca,  barba  entre- 
cana y  el  nimbo  de  cartón  dorado, 
conservando  en  la  mano  las  llaves  del 
cielo  que  sacó  en  \a.festa. 

Siguen  al  Santo  las  Marías  mudas  y 
los  ángeles  de  almohada  y  manto,  ce- 
rrando la  procesión  el  Ayuntamiento 
con  maceros,  presidido  por  el  Alcalde 
y  escoltado  por  la  banda  municipal. 


El  segundo  acto  de  la  festa  es  más 
breve  que  el  primero,  que  dura  dos 
horas.  Las  campanas  de  la  iglesia  to- 
can á  coro  como  en  el  día  precedente, 
y,  terminadas  las  horas  canónicas,  á 
las  cuatro  de  la  tarde  da  principio  la 
representación. 

La  Virgen  yace  en  su  cama,  que  está 
colocada  en  el  lado  contrario  en  que 
quedó  el  día  primero,  es  decir,  en  el  de 
la  epístola,  y  el  sepulcro,  situado  en  el 
centro  del  tablado,  inmediato  al  lecho, 
aparece  con  un  zócalo  y  barandilla, 
necesarios  para  ocultar  la  tramoya  del 
Araceli  en  el  escotillón. 

A  la  hora  dicha  entra  por  la  puer- 
ta de  la  plaza  de  Santa  María  el  Ayun- 
tamiento, presidido  por  el  Alcalde,  co- 
locándose en  el  mismo  estrado  que 
ocupó  el  día  anterior,  y  poco  después 
el  caballero  noble  y  los  electos  con  los 
Apóstoles,  presididos  por  San  Juan  y 
San  Pedro,  siguiéndolos  las  vírgenes 
mudas  y  los  ángeles  de  almohada  y  de 
manto.  La  música  municipal  tocando, 
acompaña  á  los  actores  hasta  la  puerta 
de  la  iglesia. 

Los  Apóstoles  suben  ordenadamente 
al  tablado  en  que  se  ejecuta  la  repre- 


sentación; besan  los  pies  déla  Virgen 
y  empiezan  los  cantos  del  Consueta, 
acompañados  unas  veces  por  el  órgano 
y  otras  por  un  trombón. 

En  este  momento  de  la  representa- 
ción tenía  lugar  la  escena  llamada  ju- 
diada, suprimida  hace  mucho  tiempo, 
y  que  el  Sr.  Fuentes  describe  en  estos 
términos  en  su  notable  Memoria,  ya 
citada  (1): 

<í...  La  judiada,  que  ahora  no  se  eje- 
cuta, consistía  en  un  grupo  de  hebreos 
ó  judíos  que  cantando  en  el  andador, 
venían  á  impedir  la  solemnidad  del 
entierro  de  la  Virgen:  San  Pedro  y  San 
Juan  salían  á  su  encuentro,  desenvai- 
nando unos  alfanjes;  los  judíos  hacían 
lo  propio  sacando  sus  armas,  al  trabar 
empeñada  lucha,  en  que  los  últimos, 
con  los  dedos  hechos  garfios  y  quedan- 
do vencidos,  confesaban  la  fe  cristia- 
na, pidiendo  el  bautismo,  que  les  admi- 
nistraba San  Pedro,  teniendo  la  palma 
en  la  mano;  luego  cantaban  arrodillán- 
dose ante  la  imagen  y  simultáneamen- 
te con  los  Apóstoles.» 

Antes  de  terminar  sus  cantos  los 
Apóstoles,  entra  en  el  tablado  el  clero 
parroquial,  con  cruz  alzada  y  velas  en- 
cendidas y  se  hace  el  entierro  proce- 
sional de  la  Virgen  alrededor  del  se- 
pulcro, siendo  conducida  Nuestra  Se- 
ñora por  cuatro  Apóstoles;  otros  llevan 
el  palio,  y  San  Pedro  preside  con  capa 
pluvial  blanca. 

Después  de  sepultada  la  Virgen  si- 
guen los  cantos  hasta  el  momento  opor- 
tuno que  indica  la  partitura,  en  que  el 
Arcipreste  hace  la  señal  con  el  pañuelo 
y  abriéndose  las  puertas  del  cielo  apa- 
rece el  Araceli  descendiendo  con  lenti- 
tud, al  mismo  tiempo  que  la  concu- 
rrencia aplaude  estrepitosamente. 

El  aparato  baja  con  las  mismas  par- 
tes que  subió  el  día  anterior,  llevando 
el  sacerdote  la  pequeña  imagen  que  re- 
presenta el  alma  de  la  Virgen,  y  entra 


(1)    Páff.  203. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


135 


en  la  sepultura ,  abierta  en  el  tablado, 
que  se  encuentra  en  aquel  momento 
rodeada  por  los  Apóstoles. 

Mientras  se  prepara  la  operación 
dentro  del  sepulcro  vuelven  á  abrirse 
las  puertas  del  cielo  y  aparece  la  Tri- 
nidad, grupo  de  tres  personas,  que  que- 
da suspendido  á  más  de  veinte  metros 
del  piso  de  la  iglesia,  con  el  propósito 
de  recibir  á  la  Virgen  y  cantando  las 
estrofas  del  Consueta. 

Al  volver  á  elevarse  el  Araceli,  con 
mayor  lentitud,  aparece  sustituido  el 
sacerdote  con  la  verdadera  imagen  de 
la  Virgen,  sin  la  mascarilla  de  cera 
con  los  ojos  cerrados,  y  se  detiene  en 
mitad  en  la  altura  que  tiene  que  subir; 
entonces  entra  Santo  Tomás  acelera- 
damente por  la  puerta  principal  en  la 
iglesia,  lamentándose  de  su  falta  de 
asistencia  al  acto  en  las  estrofas  que 
terminan : 

Vos  me  ajan  per  escusat 
Que  les  iridies  mean  ocupat. 

Sigue  subiendo  muy  despacio  el  Ara- 
celi, y  cerca  ya  de  \a.s  puertas  del  cielo, 
próximo  á  la  Trinidad,  es  cuando  tiene 
lugar  la  escena  que  más  entusiasma  al 
público:  la  coronación  de  la  Virgen. 

El  sacerdote  que  en  la  Trinidad  hace 
de  Padre  Eterno,  deja  caer  una  gran 
corona  de  plata  que  lleva  en  sus  ma- 
nos, sujeta  por  un  cordón,  sobre  la  ca- 
beza de  la  Virgen,  y  entonces  la  banda 
municipal  toca  la  Marcha  real,  el  ór- 
gano suena  con  los  registros  de  su 
mayor  extensión  abiertos,  echan  las 
campanas  á  vuelo,  y  en  medio  de  una 
gran  gritería,  vivas  y  aplausos,  suben 
las  dos  alegorías,  traspasando  las /)W(?r- 
tas  del  cielo. 

Estamos  muy  conformes  con  la  crí- 
tica que  el  Sr.  Fuentes  hace  en  su  pre- 
citada Memoria  de  alguno  de  los  deta- 
lles de  esta /esta,  y  es  de  sentir  mucho 
que  la  Corporación  municipal  no  esti- 
mara en  su  gran  valía  las  indicado- 


«Una  de  las  cosas  que  molestan  y 
quitan  efecto  es  que  el  director  y  el 
profesor  que  toca  el  bajo  vayan  al  lado 
de  los  personajes  disfrazados,  así  como 
el  que  éstos  canten  papel  en  mano  unas 
estrofas  y  unos  trozos  de  música  sen- 
cillísima que  todos  ó  la  mayor  parte 
saben  de  memoria:  los  personajes  de 
la  Araceli  y  de  la  Trinidad  no  necesi- 
tan director  ni  traspunte,  hágase  lo 
mismo  en  el  Apostolado,  encargándo- 
se de  dirigir  y  dar  entrada,  sin  apare- 
cer como  tal  director  ó  maestro  cual- 
quiera de  los  sacerdotes  que  desempe- 
ñan los  papeles  de  San  Juan  ó  San  Pe- 
dro: resultan  ridiculas  en  extremo  las 
personas  de  frac  y  de  levita,  no  para 
acompañar,  como  sucede  con  los  dig- 
nísimos señores  caballeros  y  electos 
que  nunca  forman  parte  del  cuadro, 
sino  ya  tocando  el  bombardino  entre 
los  Apóstoles,  ya  al  lado  de  la  cama  de 
María  dándola  el  tono  y  la  entrada  de 
sus  estrofas  y  abanicándola  al  mismo 
tiempo:  á  nuestro  humilde  juicio,  el 
maestro  director  debe  serlo  únicamen- 
te para  los  ensayos,  y  nada  más;  la 
obradebe  ejecutarse  á  voces  solas,  como 
si  se  cantara  por  primera  vez;  lo  demás 
conduce  á  desnaturalizarla,  cosa  que 
puede  evitar  el  muy  ilustre  Ayunta- 
miento, feliz  guardador  de  tan  tradi- 
cional y  original /(?5/fl.» 

También  el  Sr.  Fuentes  se  lamenta 
de  que  la  partitura  viene  alterándose 
poco  á  poco,  é  invita  al  Ayuntamiento 
á  que  prohiba  de  ahora  en  adelante  á 
los  directores  hacer  aumentos  y  supre- 
siones con  pretexto  de  complementar- 
la ó  perfeccionarla. 

Todas  estas  atinadas  indicaciones 
las  hacemos  nuestras.  La. /esta  de  El- 
che es  una  hermosa  página  de  nuestra 
historia,  que  el  pueblo  ha  sabido  con- 
servar á  través  de  los  siglos  y  de  las 
vicisitudes  por  que  hemos  atravesado, 
y  debe  procurar  que  se  sostenga  en 
toda  su  pureza,  dando  en  ello  prueba 

/-lo  nnQ   r»n1tiirci    ínr>nmnnrnH1p     T   nti  ni1f> 


136 


boletín 


á  ella  asistan  deben  considerar  que  el 
acto  que  presencian  pertenece  á  una 
generación  española  tan  civilizada, 
que  estaba  sobre  el  nivel  intelectual  de 
todas  las  naciones,  y  que  debemos  tri- 
butarle toda  clase  de  respetos  y  hon- 
rar su  memoria. 

Los  que  así  no  lo  consideren,  los  que 
á  la.  f esta  de  Elche  no  dan  toda  la  gran 
importancia  que  tiene  desde  el  punto  de 
vista  histórico  y  literario,  es  porque 
quizá  no  han  llegado  todavía  á  com- 
prender el  valor  que  la  costumbre  y 
la  tradición  tienen  en  la  vida  de  los 
pueblos  civilizados. 

Antes  de  terminar,  tanto  en  nombre 
de  mi  compañero  de  excursión  D.  Gus- 
tavo Bushell,  como  en  el  mío,  damos 
las  más  expresivas  gracias  á  los  seño- 
res D.  Manuel  Pomares,  á  su  discreto 
hijo  el  joven  abogado  del  mismo  nom- 
bre, á  D.  Andrés  Tari,  D.  Pedro  Iba- 
rra,  D.  Francisco  Bushell  y  D.  Ma- 
nuel Aznar,  que  con  gran  interés  nos 
facilitaron  los  medios  de  presenciar  el 
espectáculo  lo  más  cómodamente  po- 
sible, y  procuraron  con  éxitoque  núes 
tra  estancia  en  Elche  fuera  agradable 
y  nos  dejara  un  buen  recuerdo. 

Adolfo  Herrera. 

Madax,  28  Agosto  18%. 


UNA  EXCURSIÓN  DESDE  SEVILLA 

Á  ROXDA,    GIBRALTAR,    TÁNGER    Y   CÁDIZ 


(Continuación.) 

Yo  tuve  el  peligroso  capricho  de  des- 
cender hasta  la  última  covacha  de  esta 
mina,  y  la  no  chica  fortuna  de  salir 
sano  y  salvo  á  la  superficie,  porque  el 
estado  de  los  escalones,  completamen- 
te gastados,  y  las  filtraciones  de  agua 
hacían  tan  resbaladizo  el  suelo,  que  en 
más  de  una  ocasión  creí  despeñarme. 

La  Casa  de  Mondragóii  merece  por 
sí  sola  una  visita  á  Ronda. 

Al  cicerone  que  nos  condujo   á  la 


Casa  del  Rey  moro  le  habíamos  oído 
decir  que,  además  de  esta  casa,  existía 
otra  mayor,  de  igual  época,  conocida 
por  el  Palacio;  mas  para  evitar  las 
molestias  que  su  impertinente  y  pro- 
fana chachara,  nos  producía  le  hubi 
mos  de  despedir  en  la  misma  calle  de 
San  Pedro,  después  de  darle  la  corres- 
pondiente propina. 

El  no  querer  sufrir  al  charlatán  nos 
ocasionó  molestias  mayores.  Nadie  co- 
nocía la  Casa  de  Mondragón  por  el 
nombre  de  Palacio^  y  todas  las  perso- 
nas á  quienes  preguntábamos  por  él 
nos  encaminaban  al  caserón  de  donde 
acabábamos  de  salir,  al  que  volvimos 
engañados  lo  menos  cinco  veces,  has- 
ta que  el  dueño  de  éste  supo  descifrar 
el  enigma  y  darnos  mejores  señas. 

Los  dos  reducidos,  pero  preciosos 
patios  que  tiene  la  Casa  de  Mondragón 
son  mudejares  (aunque  de  arcos  pare- 
cidos á  los  de  la  plaza  de  abasto  des- 
crita), con  las  paredes  revestidas  de 
azulejos.  En  el  primero  se  destaca  el 
brocal  de  un  aljibe,  muy  curioso,  del 
siglo  XVII;  5^  el  segundo  presenta  dos 
clases  de  construcción,  careciendo  de 
todas  las  archivoltas  de  uno  de  los 
lados. 

Dignos  de  mejor  suerte  (porque  es- 
tán abandonados)  son  los  magníficos 
artesones  y  trozos  de  alfarjes  que  cu- 
bren las  salas  del  piso  alto,  así  como 
las  vigas  y  los  azulejos  de  los  techos  y 
frisos  de  las  habitaciones  del  bajo, 
obras  del  siglo  XV. 

En  lo  poco  y  bueno  que  existe  en  esta 
casa  se  ofrece  tanto  material  de  estu- 
dio, que  no  habríamos  salido  de  ella 
en  todo  el  día,  si  no  nos  hubiesen  espe- 
rado, primero  la  comida,  y  después  el 
coche  para  llevarnos  á  la  estación  del 
ferrocarril,  por  el  que  aquella  misma 
tarde  marchamos  á  Algeciras. 

X 
X     X 

Desde  Ronda  á  Gibraltar  no  halla- 
mos nada  que  merezca  citarse,  ni  en 


ACTÉ  PRIMER 
en  la  Véspra  de  la  Festa  '^^^  Y  ' 

DE  NOSTRA  SEÑORA  DE  LA  ASÜMPTIO 

EN  LA   FILA  DE  ElIG. 


Entra  la  María  acompañada  ab  dos  Maries  y  cuatro  d  sis  Angeis 
per  lo  andador  y  diu  agenollada; 

rrs 


0 

mon 

cru 

el 

tan 

de 

si 

gual 

lo 

meu 

car 

Ti  11 

quant 

lo 

ven 

re 

Acabada  esta  copla  pasa  avant  y  ágenollas  en  front  lo  Ort  y  canta 
lo  següent  al  mateix  tó: 

o  Saat  Verger  Getsemani 
on  fon  pres  lo  Señor  39! 
en  tu  fina  tráete  cruel 
contra  el  Señor  de  jsrael. 

Pasa  á  la  creu  y  canta! 

o  arbre  sant  digne  de  honor 
car  sobre  tots  ets  lo  millor; 
en  tu  volgué  sane  escampar 
aquell  qui  lo  mon  volgae  salvar : 

Pasa  al  sepulcre  y  canta: 

o  Saut  sepulcre  virtnós 
en  dignitat  mol,  valiós 
puix  en  tu  e.stigué  y  reposa 
aquell  qui  cel  y  mon  orea. 

Pasa  la  Maria  al  Cadafal  y  agenoUada  en  lo  Hit,  canta  lo  següent. 


Grantdesig         m' es 


vengutal    cor      del 


meucarfill    pie  de     a     mor 


tan  gran   que  no  u    po  riadir      on     per       re 


de    sig        mo        rir 


Acabada  esta  copla  obrin  la  porta  del  cel  y  devalla  lo  nuvol  ab  \o 
ángel,  y  comensant  a  eixir  per  la  porta  se  á  de  disparar  la  Artillería, 
sonará  lo  orgue,  Ministrils  y  Campanes,  mentres  lo   nuvol  devalla  al- 
guna distancia  y  en  narar  la  Artillería  y  los  demüs  iustruraent-s  Obris 
lo  nuvol  y  comensa  á  cantar  lo  Ángel  les  següents  copies: 


136 


boletín 


á  ella  asistan  deben  considerar  que  el 
acto  que  presencian  pertenece  á  una 
generación  española  tan  civilizada, 
que  estaba  sobre  el  nivel  intelectual  de 
todas  las  naciones,  y  que  debemos  tri- 
butarle toda  clase  de  respetos  y  hon- 
rar su  memoria. 

Los  que  así  no  lo  consideren,  los  que 
á  la /esta  de  Elche  no  dan  toda  la  gran 
importancia  que  tiene  desde  el  punto  de 
vista  histórico  y  literario,  es  porque 
quizá  no  han  llegado  todavía  á  com- 
prender el  valor  que  la  costumbre  y 
la  tradición  tienen  en  la  vida  de  los 
pueblos  civilizados. 

Antes  de  terminar,  tanto  en  nombre 
de  mi  compañero  de  excursión  D.  Gus- 
tavo Bushell,  como  en  el  mío,  damos 
las  más  expresivas  gracias  á  los  seño- 
res D.  Manuel  Pomares,  á  su  discreto 
hijo  el  joven  abogado  del  mismo  nom- 
bre, á  D.  Andrés  Tari,  D.  Pedro  Iba- 
rra,  D.  Francisco  Bushell  y  D.  Ma- 
nuel Aznar,  que  con  gran  interés  nos 
facilitaron  los  medios  de  presenciar  el 
espectáculo  lo  más  cómodamente  po- 
sible, y  procuraron  con  éxito  que  nues- 
tra estancia  en  Elche  fuera  agradable 
y  nos  dejara  un  buen  recuerdo. 


Adolfo  Herrera. 


Madax,  23  Agosto  1896. 


UNA  EXCURSIÓN  DESDE  SEVILLA 

Á  RO.\DA,    GIBRALTAR,    TÁNGER   Y  CÁDIZ 


(Continuactón.J 

Yo  tuve  el  peligroso  capricho  de  des- 
cender hasta  la  última  covacha  de  esta 
mina,  y  la  no  chica  fortuna  de  salir 
sano  y  salvo  á  la  superficie,  porque  el 
estado  de  los  escalones,  completamen- 
te gastados,  y  las  filtraciones  de  agua 
hacían  tan  resbaladizo  el  suelo,  que  en 
más  de  una  ocasión  creí  despeñarme. 

La  Casa  de  Mondragóti  merece  por 
sí  sola  una  visita  á  Ronda. 

Al  cicerone  que  nos  condujo  á  la 


Casa  del  Rey  moro  le  habíamos  oído 
decir  que,  además  de  esta  casa,  existía 
otra  mayor,  de  igual  época,  conocida 
por  el  Palacio;  mas  para  evitar  las 
molestias  que  su  impertinente  y  pro- 
fana chachara,  nos  producía  le  hubi 
mos  de  despedir  en  la  misma  calle  de 
San  Pedro,  después  de  darle  la  corres- 
pondiente propina. 

El  no  querer  sufrir  al  charlatán  nos 
ocasionó  molestias  mayores.  Nadie  co- 
nocía la  Casa  de  Mondragón  por  el 
nombre  de  Palacio,  y  todas  las  perso- 
nas á  quienes  preguntábamos  por  él 
nos  encaminaban  al  caserón  de  donde 
acabábamos  de  salir,  al  que  volvimos 
engañados  lo  menos  cinco  veces,  has- 
ta que  el  dueño  de  éste  supo  descifrar 
el  enigma  3^  darnos  mejores  señas. 

Los  dos  reducidos,  pero  preciosos 
patios  que  tiene  la  Casa  de  Mondragón 
son  mudejares  (aunque  de  arcos  pare- 
cidos á  los  de  la  plaza  de  abasto  des- 
crita), con  las  paredes  revestidas  de 
azulejos.  En  el  primero  se  destaca  el 
brocal  de  un  aljibe,  muy  curioso,  del 
siglo  XVII;  y  el  segundo  presenta  dos 
clases  de  construcción,  careciendo  de 
todas  las  archivoltas  de  uno  de  los 
lados. 

Dignos  de  mejor  suerte  (porque  es- 
tán abandonados)  son  los  magníficos 
artesones  y  trozos  de  alfarjes  que  cu- 
bren las  salas  del  piso  alto,  así  como 
las  vigas  y  los  azulejos  de  los  techos  y 
frisos  de  las  habitaciones  del  bajo, 
obras  del  siglo  XV. 

En  lo  poco  y  bueno  que  existe  en  esta 
casa  se  ofrece  tanto  material  de  estu- 
dio, que  no  habríamos  salido  de  ella 
en  todo  el  día,  si  no  nos  hubiesen  espe- 
rado, primero  la  comida,  y  después  el 
coche  para  llevarnos  á  la  estación  del 
ferrocarril,  por  el  que  aquella  misma 
tarde  marchamos  á  Algeciras. 

X 
X     X 

Desde  Ronda  á  Gibraltar  no  halla- 
mos nada  que  merezca  citarse,  ni  en 


ACTÉ  PRIMER 


en  la  Véspra  de  la  Festa      ^,  \'^'f^  Y  ' 
DE  NOSTRA  SEÑORA  DE  LA  ASÜMPTIO 


EN  LA   riLA  DE  ELIG, 


Eatra  la  María  acompaüada  4b  dos  Maries  y  cuatro  ó  sis  Angeis 
per  lo  andador  y  diu  ag"enollada: 


0 

mon 

cru 

el 

tan 

de 

si 

gual 

lo 

meu 

car 

riii 

quant 

lo 

vea 

re 

Acabada  esta  copla  pasa  avant  y  ágenollas  en  front  lo  Ort  y  canta 
lo  següent  al  mateix  tó: 

o  Saní  Verger  Getsemani 
on  fon  pres  lo  Señor  39! 
en  tu  fina  tráete  cruel 
contra  el  Señor  de  jsrael. 

Pasa  á  la  creu  y  canta! 

o  arbre  sant  digne  de  honor 
car  sobre  tots  ets  lo  millor; 
en  tu  volgué  sane  escampar 
aquell  qui  lo  mon  volgue  salvar: 

Pasa  al  sepulcre  y  canta: 

o  Saut  sepulcre  virtuós 
eu  dignitat  mol  valiós 
puix  en  tu  e,stigué  y  reposa 
aquell  qui  cel  ymou  orea. 

Pksa  la  Maria  al  Cadafal  y  agenollada  en  lo  Hit,  canta  lo  següent. 


Grantdesig         m'es 


vengutal    cor      del     meucarfill   pie  de     a     mor 


tan  gran   que  no  u    po  riadir      on     per       re 


mei 


de    sig 


mo 


Acabada  esta  copla  obrin  la  porta  del  cel  y  devalla  lo  nuvol  ab  lo 
ángel,  y  comensant  a  eixir  per  la  porta  se  á  de  disparar  la  Aríilleria, 
sonará  lo  orgue,  Ministrils  y  Carapanes,  mentres  lo   nuvol  devalla  al- 
guna distancia  y  en  parar  la  Artillería  y  los  demes  instrumenf's  Obris 
lo  nuvol  y  comensa  á  cantar  lo  Ángel  les  següents  copies: 


t-[  f  i  «j_t^a,ix^-  <i  ■>  i '  i^E^;^k¿fc=-ÍTU^E 


T    '         .    -ri 


yo  iisport        sa  liits  e  sal  va 


ment     del  vos  íre  fill  Oin  vd  po  tent 

2?     Lo  vostre  fill  que  iant  amau 

é  ab  gran  goig,  ío  desijau 

el]  vos  espera,  afj  gran  amor 

per  ensalsaFvos,  en  houor» 
3^     E  diu  que  al  ters  jorn  seos  duptar 

el]  a  si  eiis.vol  appelíar 

dalt  en  lo  Regué,  Celestial» 

per  Regina   Angelical 
4!;     E  manam,  que  us  ía  portas 

aquesta  p;ilma  y  eus  la  donas 

que  US  lii  fasau  davant  portar 

^uant  vos  portan  á  soternir. 

Acabada  esta  copla  arriba  lo  Ang^el,  y  agenollas  en  lo  Cadalal, 
prop  la  Maria,  y  besa  la  palma  y  pósala  sobre  lo  cap  y  dónala  y:  y  la 
María  pren  aita  palma  fent  la  mateixa  serimonia  y  raspón  al    tó 
de  Vexilla  Regís,  dic  al  tó  de  gran  desíg: 

MARÍA.  Ángel  plaent  e'  iilumiuos, 

si  gracia  trob  yo  davant  vos 
1  un  dó  vos  \Till  demanar 

prechvos  no  m'l  vullau  negar, 

Ab  mon  ser,  si  posible  es, 
ans  de  la  mia  fi,  yo  vees 
los  Apostóla  a^í  juntar 
per  lo  meu  eos  á  soterrar. 

Acabada  esta  copla  respon  lo  Ángel  inuntant  lo  nuvol: 

ÁNGEL.  5?     Los  Apostols,  assi  serán, 
y  tots  ab  brevetat,    vendranr, 
oar  Deu  qui  es  Omnipoten* 
los  portará  soptosament; 
6?     Y  puix  Verge,  ó  demanau 
lo  etern  Deu,  diu  que  li  plau 
qne  sien  assi,  sens  dilació, 
pervostra  consolado. 

Acabada  esta  copla  tancas  lo  nuvol  y  entra  en  lo  cel  y  tancas  la  por- 
ta y  tornen  á  sonar  los  Ministrils,  Campanes  y  los  demes  instruments. 
Ara  entra  Sanl  Joan  Apóstol,  fent  admiración s    y    canta    lo  se- 
guent  agenollat. 

2 


SANT  JOAN. 


Se    ñy    6r  qui     es    del     író  vos     do    ne   con     so     la 

Respon  la  Maria  al  to  de  Ay  trista  vida  corporal:  fol  primer. 

jMARIA.     Ay  fill  Joan  e  amich  meu 
conforten s  lo  ver  fill  de  Déu 
car  lo  meu  cor  es  molt  plaeiit 
dei  vosíre  bon  advenimeut. 
Ay  fill  Joan  §i  á  vos  plau 
aquesta  palma  vos  prengau 
y  lí^  fasau  davant  portar 
quant  me  portea  á  soterrar. 

Pren  Sent  Joan  la  palma  y  bésala  ponsánsela  sobre  lo  cap  y  a- 
paríat  un  poch  diu  com  a  ploraat  lo  se^uent. 

SANT  JOAN. 


Ay  tris  ta  vi 
O  ti'ist  de 


da 

mi 


cor 
y 


po 

on       y 


^ 


,^ 


re 
/O, 


m 


» o  ^  '-'^ 


» ^  i^ — ^ 


::^     ^     S^ 


O    raon  cru    el  tan   de     si  tf     ¡gnal 

O  llansmesqui  yo    que   fe  ré 

O  YergeReyna   ymperial 
Mare  del  Rey  celestial 
com  nos  deixaii  ab  gran  dolor 
sens  ningiiii  cap  ne  Regidor. 

Acabada  esta  copla  se  gira  St .  Joan  un  poch  en   ves    la   porta 
major  y  din     la  se§:üent  copla: 

O  Aposlols  é  g'.'rnians  meus 
veiiiu.plorem  ab  tristes  veus 
car  huí  perdeni tol  nostre  be 
lo  ciar  govern  de  nostra  íe. 

Seu  vos  Señora  que  farem 
e  ab  qui  ens  aconsolarem 
de  lüIs  é  cor  devem  plorar 
mentres  viurem,  e  sospirar. 

Entra  St,  Ftere  fent  adrairacious  y  apleg*a  al  Cadafal  y  humillautse 
agenollat  davant  la  María,  ella  li  posa  los  brasos   daraunt,y  al9as 


y  abrasa  á  Sant  Joan  humillantse  los  dos  y  din   al   i6  de  Saluts 
honor  &, 

Al  maieix  io  que  diu  Sant  Joan  la  primer  copla. 

SANT   PE  RE.     Verge  humil,  flor  de  honor 
inare  de  uostre,  Redemptor 
saluts  honor  ésalvament 
vos  done  Deu  Omnipotent. 

Mentres  St.  Pere  diu    esta  copla  entren  sis  Apostols  de  dos  en 
dos  fen  ies  mateixes  admira^ions  y  arribant  a  la  María  li  fan  hu- 
millapio  besantii  les  mans,  y  moguts  fan  son  acatament  á  St.  Pere» 
y  despres  á  Sant  Joan  abrasant  los  fins  agenollarse  ab  un  genoll. 
En  seg-ui da  entren  tres  Aposlols,  que  serán  Sant  Jaumey  altresdos, 
cascu  per  !sa  porta,  y  juntats  en  lo  andador,  abrácense    despres    de 
haver  fet  admiracions,  canten  lo  segtient: 

TERNARIO. 

Se  cantan  estas  dos   coplas  primero  y  después    se    cantar 
"De  les  parts  de  agí  estranyes..." 


^^: 


L<^   ^-7r.*r-^.  O  '^  ^^ 


:egr¿4^^:^^ 


^ 


3^^:^ 


O     po  derdelalí  im  pe    ri 
Abgrangoigseusimprope  ri 


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Se  nyo  r 
som  ayi 


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de  totslos  ere  ats 
eubreupor       tats 


Cert       es    a  qnestgran     mis   te    ri    Sera  9isera 


(i  tots 


a  jun  tata 


De  lespartsdea^iestranyessomvengüísijttOit  prestanient 
PasantnlesymontanyesenmeyDstempsdeam  moment 


A         -Ki-k  /li^N  rlal      olf     im     w^A  '  yi  CIíl     TI  Vn*«rl£líntQ 


O    poderdel  alt  im  pe 
Abgrangoigsensimprope 


ri     Se  nyordetots 
ri    Soma^-iembreu 


los  ere  ats 
por      tats 


Cert      e     a  quesí     gran  mis  te  ri  Ser  a     5Í   ser  aiji 


tots         a    jun   tato 


Delespartsdeaciesíranyessomvengntsmolt     prestament 
Pasantviles  y  montanyesenmeynstemps  deiin  moment 


^^^^^M4-''-^^-^::^H=^^ 


O    po  der  del    alt    im    po      ri     Se     ny     or        de     tots  los    ere    ais 
Abgrangoig      sen«  im    pro    pe    ri       Som  a^'i     en    breu  por   t;its 


Cert         es  aquet 


gran 


mis   teri  Sera  ci        sera  ci  tots  ajuntats 


iJ-^^yiT-^^^        <» ,  ''^  ■<>  fi  -^>^-pr-^^r-iy 


::«: 


De    les  parís  dea    ci         es      tra   nyes  sotn    ven  guts  molt presta   meut 
Pa    sant   vi       les  y  mon     ta   oyes     en      racyns     temps  de   un  mo  ment 

Acabat  lo  ternari,  munten  al  Cadafal  y  fan  les  serimonies  que  els 
altres  en  yeu  baixa  y   ageiiollaís. 

DE   PEÜS. 

Se  cantan  dos  veces  estas  dos  qoplas  y  después  las  otras  dos.LoOmnipotent 

Deu.  DE  CAPILLA.  ^  ^  ^    -'i- 


í 


r.  >^    <3f   ^     C    <"    m^^     f^      \<^<f   ft    ^    f»9^'    f^^ 


^ 


Sal    ve  Re   gi    na    priu    ce      sa         Ma  ter    re  gis    .  an  ge     lo  rnm 
Vos  molí  pu   ra     e       de      fe      sa        Rea  tus        pa      trumnos  frotum 


yi.í  f  r'f-'' 


É 


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Ad  vo    ca     ta     pe   ca     to    rnm  pe    ca      _    y 

Con   so     la«írix    a  flic    ío    rum  a   flic  y 

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I  i^  s*^ 


yj-fY^'^'M"!"""^ 


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4>^  tea 


L'  omni  po  tentDeu    fillvos  tre        Pernoslraconsolació    con  so        y 
Fa  la      tal  "congrega  do       En  lo  sant  cons  pee  te  vos  tre     consy 


Sal  ve  Re   gi      na  prln   ce        sa 
Vosmoltpn  ra       e     de     fe        sa 


É 


Ma   ter     re    gis    An    ge     lo    rum 
Rea  tus    pa         triim  nos  tro   rum 


■i 


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]^  o  >>  9.«4  *  ^^  f-^  U  ^^■¡'^'¿.va 


sr»: 


Ab  vo    rá   ta    pe     ca 
con  so    la  trix   a     flic 


o  rom 


t 

ío  rum  y 


pe  ca -to  rum    L'oaini 
a  flic  torum      Fa  la 


po  tentDeu  fillvos  tre      Pernos  tra  conso  lacio    y 

tal     con  gre  ga  ció       En       lo        sant  couspectevos.lr«  y_ 


con  so  la  cío 

conspecte''--ostre 


7. 


Sal  ve  Re   gi    na  pnn  ce 
Vosmoltpn  ra    e    de    fe 


sa      Ma  ter  Re   gis         An  ge  lo 
sa     Rea    tus  pa        trum      npstro 


nim  Ab  vo  ca  ta  pe  ca  to 
rum  Con  so  la  trixa  flic  to 


o^  •^ 


rum  y 
rum  y 


L '  om  ni 
Fa    la 


U¿MU*g-ÜÍfÍ^^^ir^ 


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poteníDeufill 
tal  congrega 


vostre      P.T  iiostracoüsola 
ció  En  losantcaispecte 


no 

vostre 


y 

conspecy 


iá 


Sal   ve    Re  (?i    na 
Yosmolrpu  ra 


prin     ce 
de       fe 


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sa  Ma   ter     Re   gis       An    g<^ 

sa  Rea    tus    pa       trum       nos 


¿^rí~¿:ir^»  j--^-;^  <r  i 


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lo  riim        Ad    vo    ca  ta    pe    ca    tü  ruin      pe      ca    y 
tronim     Ton   so  la  trlx    a    flic  to  mm      a     flic  y 


L'om  ni    ]>o 
Fa     la    tal 


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an 


■^—01 


tentDpO       fil>  vos   íre 
congre  ga  cíe 


SANT    PERE 


Per  nos       trn  coií  so  Is   ció      con  so  y 
En  lo        sant     cons  pee  te     vos t re  y 


al   gun  mis  te  ri      á     ma  ^gat        volDuénossia         re 

Respon  la  Maria  al  tó  de  Ay  trista  vida  corporal. 
María. 


ven 

gHts 

V 

lo 

Se 

ñor 

vos 

a 

ja 

diit 

ma 

nat 

Id 

so 

ter 

reu 

en 

Jo 

sn 

fat 

Acabada  esta  copla  se  g'úa  la  Maria,  mona,  y  dóiienli  una  can- 
dela ensesa  en  les  iiians,  y  los  Apostols  ^e  al9aran  tots  abbrevetat 
y  secret,  apartaran  la  Mária  y  posaran  lo  Imat^e  y  cantaran  lo 
següent. 


o     eos  saní    glo  ri   fi    cat 


de         la  Ver  ge  Sane  ta 


T^^S"  j  ^  |-j:>j>">=^'  ¡  ^  g»^-^M»-^r-»-«  i      yl»^ ta^  ^^E^ 


y     pu 

H=5= 

ra 

Huí 

se    ras  tu  se  pnl  (at 

3 
^Q-r^ 

m — 

Yr.(>  ff   i  ;^iV 

.a_l_- 1- 

-11 

Q         Huí    se         ras  tu   se    pul    tat  y  rei  na       ras       en        la        al         tu     ra 


DE  CAPILLA. 


pní        tat     y  y     rei  na    ras  en    la  al    tn 

Meníres  se  canta  lo  sobrcüt,  comensaá  devallar  lo  Araceli  y    los 
Apostols  preñen  los  siris  enteses,  y  canta  lo  Araceli. 

ARACELI.  ^     r\  /T^ 


Es    po    sae  Sfa  re  '      Je    Dea 

Car  pHic  en    res  re  po                  sá 

A  pos    toJs   e  a  micíis     de    Dea 

fV^-^  u  ^  ^ 


ri 


|-^»'y"-'^~^-t"Trrnp''~t>  f^  ^ 


A    nos  Áb  gels        se    £^1   ten 
a  quellqui  cel  y    mon  crí^á 

es  íe  eos    sa         grat  pen  dren 


<^     ¿    ^- 


F 


Íes    ti  al 
xe  knt 

pal    tat 


Seo  reu   y  en    ca  di    ra    real 

De  ven    a  ver       e    xal  ca  ment 
E  por  íau   lo      a    Jo   sa         phat 


en    lo   Reg    ne  ce 

e      co    ro     na    molt       e 
on  vol         si a      se 


,j&  ,  a    oJZ^;  .0 


^      í  ^^ 


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2=:^~-^rr^ 


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t 


Ma    re  de  Deu      a    nos    Án  seis   se  gúi                     reu^ 

re    DO    sá          a  quell         qui     cel  y     toon           crea 

a   michsdeDeu    es    te      eos         sa  grat  pen    dreu 

'2'             1  ^    ...  ir 


Fs     po      s?.      e 
Car  piiig     en    tos 
k     pos    tols   e 


y  '   fYY^^^^^^f^^^^W^^''^^^  ^hl^ 


^ 


^ 


Ser.fí-u  y 
Dp  ven  a 
E  por      tan 


ver 
lo 


en   ca  di  ra  re  al 
e  xal  ca  nipnt 

a    Jo  sa  phat 


eti  lo  reg  ne 

e   co  ro  na 

on   voj    si  a 


ce  les 
molt  e  le 

se    pul 


ti  a  I 
ient 
tai 


Es    po      sa      f-      Ma     pe     de     Deu 
Carpuig   en    vos      re  po       S'á 

A    pos  tols     e       a     michsde    Dea 


a  nos  Afl  gels  se  gni 
a  qnell  qrú  cel  y  mon 
es     te       eos     sa    grat      pen 


reu 
crea 
dren 
•i' 


Seu  reu 

De  ven     a   ver 

í    por  tan   lo 


en    ca  di    ra  re  al 
e     xal    sa         ment 
á      Jo    sa         phat 


en  lo  reg  ne 
e  co  ro  na 
on  vol         sia 


ce    les 
molt  ex    ce 
se  pnl 


Ient 
íat 


Es       po        sa      é       Ma   re    de  Den      a     nos      An  gels      se     gui  reu 

Car   puig      en     vos     re     po     sá  a    quell    qní     cel       y      mon  crea 

A      pos     tols     e      a    michsde  Den     es    te       eos     sa     grat     pen  dren 


^"f  >!>  ii^"r^ i'v,_^JM-p 


Seu  reu  seu  rea 
De  veu  a  ver 
E  por 


tan 


en  ca  di  ra  re  al  en  lo  reg  ne  ce  les  tial 
e  xal  ca  ment  «  co  ro  na  molt  ex  ce  Ient 
a    Jo  sa         phat     oavol      sla       se    pní    tat 


En  aver  muntat  lo  AraCeli.ab  la  ánima^  torner  á  tirar  y  sonen  tota 
la  armoBÍa  d©  la  Música  y  se  acaba  la  festa  del  primer  día. 


LA  FESTA  DEL  DL\  ES  LA  SEGUENT. 

Primo  acabades  les  vespres,  mentres  se  digüeii  completes  van  los 
Apostols  á  vestirse  j  en  acabar  completes,  entraran  en  la  Iglesia  acom- 
pañats  ab  los  Majordoms  y  los  Sants  Sant  Pere,  Sant  Joan,  SantPau, 
y  demes  Apostols,  excepte  Sant  Thomás,  que  no  entra  fins  lo  darrere 
do  tots  (cora  avant  se  dirá)  y  les  Maries  es  queden  en  lo  andador  a- 
compañades  ab  los  Ángel s  y  dos  o  tres  capellans  y  los  Apostols  miin 
ten  al  Cadafal  y  per  orde  van  á  adorar  la  Imatge  de  la  Mare  de  Den- 
la cual  ya  á  de  estar  en  lo  Hit,  ab  quatre  antorches  de  sera  blanca  ^nseses 
ais  caníons  del  Cadafal,  y  en  aver  adorat  se  aparten  a  un  cap  y  canten 
Sant  Pere  y  Sant  Joan  lo  segiieni. 

MOTETE  A   3. 


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a       les  Ma  ri  es  pre       gar 


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Y    ■  i      i    T     f    i    j     I      !'    í  1^^ 


Par  nos  gi'r  raaus  de  vem  a    nar  de  vem  a 


a  les   Ma    ri     es 


pre  /car  v  ás  vo^ta  ment       y         va  lien  ve 


pre  gar 


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nir  pe  ra  la  Ver        ge     se      pe     lir 


nar  a   les  Ma  ri    es  pre  gar         y 


les    Ma 


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tí  í  <-  ¿  i^^r'-^f  <^  n  I  <|  ¿  i  Wt 


de    vo     ta    ment  vu   lien      ve 


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nir    pe     ra    la    Ver  ge     se      pe 

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lir    pe     ra     la   Ver  go     se      pe     lir      a      la    Ver    ge     se       pe       lir 

Aeabat  de  cantar, aniran  á  les  Maries  y  canten  lo  segiieiit    en    lo 
andador  que  es  a  do  están  les  Maries. 


MOTETE  A   4. 


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A     vos      al        tres  ve  mm     pre    gar  quense/njjs  a    nema  so    fe     rrar 


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la    ma  re  de  Den  glo  riós    piiigtanílje  a      fet       per 


^i^pjÓbfcü^  "«""g^  ^^^^XT  cT^B»' 


pr-  O    I    ^ii:^ 


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E    a  nem  tots  af>     a   morya  le   Kria 
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per       a     mor  del 


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o    ^     o     <» — e 


Re   demp         tor  E      de      ta     Ver  ge      Ma    ?i 


M   V  (r~»7~^     <?     ^^     6  .     O    ^ 


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B    a    nem  tots  ab    a    mor  ya    le  gria  per      a     mor  del 


--V 


te   rrar  la  ma   re    de     Deu  glo  riós        jiiiglanthp    a     fet    per    nos 


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F     a   nein   tots     ab      a     mor  ya   le    gria 


^^=pb^é^=^n"^=^=:^^^^ 


per      a    mor 


del        Fe    demp 


tor  E      de     la     Ver     ge     Ma      ri         a 


A   LAS   MARÍAS. 


r^^n^-"^^^ 


a     so         te  rrar     !a   ma    re    de  Deu    glo         rids         puig    íautbeá 


m 


fet 


íet       per  nos  E      a    nem  tots  ab    a    morya    le  ^ri 

/í^        -íí-    í 


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^    ^    ^  rgt 


per    a     mor    deJ    Re      demp      tor  E    de    la    Ver  ge    Ma     ri        a 

Acaiat  de  cantar  preii   Sent   Pere   la    palraa  que  té  la  Imatgie  y 
cania  lo  seg'üeuít 

SENT  PERE. 


P 


^■■ca — |-*^    ^ 


y>     O  '    ♦ 


i 


^ 


^^ 


aktít 


Pre  neu        vos  íoan    la    pal  ma   pre 


sa  E     por    taa  la     da  vant 

Ans  que    ais    cels    sen      a  giies 


!g  ^    q    ^ 


-  ]    o-  t    ir-^;^=tri -<F-=^ 


is 


f 


C'Oá      gln       ri        fi 
jat       pu 


ca  ra   i  u         dix  la  Ver   ge  glo  rio 

Respo»  Senf  Joan  lo  segrüent  ftl   niateix  i6. 


SENT  JOAN. 


sa  £    com  pli    re  lo 

De  cún  deni         nar     e 


que 
de       lir 


'^»      <^    ^ 


=^^ 


:^-L^"-X^^5^:B^r>^.fe^'=^i^^ 


a   veu 

tot 


^^ 


"^     fca 


tna 

pe 


nat        pulx  que    » 
caí 


veu  po   tes  tal  co   pió 


Dita  esta  copla  pren  Sent  Joan  la  palma  y  agenollantse  tots  los  Apostols 


al  derredor  dei  Hit  cantejí  lo  segiiení 


Se  dicen  estas  dos  coplas  primeras  y  después  se  prosigue  hasta  lo  último 
y  se  dice  después  la  otra  que  queda 


/^ 


■A     ^    A   ^    ^-rzja 


í 


-^-^ 


ti  (^    <v   />  ^:r-isr-i!r 


^3E 


■*  Flor  de      nr    gi     nal    bé     He 

Oü     la     Sane  ta     Tri     ni 
Vos    a      cor     to      ta     ve     ga 


•i — í- 


sa  Tem   pie     de 

tat  fo'!     en      cío 

da  quant   se     reu 


Ha   Y 


^ 


fc^    ^   ^  '  <?     O    ■  í 


=S: 


3St: 


iBh 


^      ^^ 


humi 
sa  e    con 
alscels  pu 


li    tat 

te    sa      Pre    gam      vos   eos 

ja    da 


mclt 


sa    grat    que    de 


Flor  de   vir    gi        '    nal     be        lie    sa      Tem  pie     de    hu    mi     li         tat 

On    la  Saucta     Tri  ni    tat      fon     en     cío  sa    é     conté     sa 

Ves    a    cor    to      ta    ve  ga    da    quañt  se      reu  alscels  pn  ja     da 


-^Iji^^^^^i^lí^^ 


^     O 


Pre 

'  1^     ,- 

s;> 

m 

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vos    eos 

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sa    grat    que 
■3k-      -iw- 

do 
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nos 

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tra 

pa 

~p — **- 

--i 

ir— 

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^sazr 

-ái w ^_ 

V 

..,  V 

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-^ t=a 

Flor  de  Vir  gi  nal  be 
On  ia  Sane  ta  Tri 
Vos    a    con  to    ta 


lie 


sa       Tem      pie  de  hu  mi  li     tat 

nítat     fon   ert      ció  sa  e     con         ¿e  sa 

ve       gada    quant. se  reu  ais  ceis    pu  ja        da 


Pre     gam         vos    eos  nií>lt       sa    grat      que   de     nos    tra 


pa      ren 


1  tat 


•^    t>      ^      ^     <>     y;i    jp?.     ta 


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■i>     ^ 


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!    DE  CAPILLA.  Motete. 3. 


vos  acort 


Flor  de   Vir  gi        nal    be    lie         sa         Tem  pie  de      u    mi   li     tat 
On    ia  Sancta        Tri  ni  tat        fonenclo  sa      e   de    fe    sa 

Vos   a    corí  to  ta    ve  ga  da       quant  sereuals  cel  pTJ    ja    da 


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t  ■''  r  'i  í  t 


Q  o 


É 


Pre    gam     vos       eos  r\olt 


sa  grat      que         de   nos    tra    p'A 


-^-9- 


m 


s 


:Sfc 


tat 


qíie     áe     nos   tra  pa     ren 


Acabat  de  caníar,  preñen  los  Apostols  lo  eos  de  la  Mare  de  Deu  po- 
ra portarlo  á  soterrar,  dient  lo  Psalmo: 

lü  exitu  Israel  de  Egipto 
D©  mas  Jacob  de  pópalo  bárbaro 
Facta  cSt  Judea  santificasio  eius 
Israel  potesías  eliis. 


(Sigue  todo  el  Raimo) 

Y  dien  aso  entren  los  Jueüs  los  quals  axi  mateix  an  de  estar  apare- 
Uats  y  entianí  per  lo  andador  canten  lo  seg-üent  y  adverteíxese,  que 
n.enires  canten  Sant  Fere  y  Sa ni  Joan  van  ios  impedint    no  pasen 
^vant  y  en  acafcíkt  tot  lo  qu©  en  lo  andador  canten  desenibaineu  Sant 
Pere  j  los  Jueas  unes  alfanjes  b  colíells  que  porten  y  pelehen  y  tornen 
a  embaynr.ry  van  tots  &1  Cadafal  darrer  Saní  Pere  los  brazos  alts  y 
íes  mans  fetes  gafes  y  agenoüats  tot»,  canten  los  Jueus  O  Deu  Adonay, 
perqué  lo  següeat  es  canta  en  lo  andador. 


TIPLES  1? 
SOLO. 


TODOS. 


-^.o  ^'^<^  o   «  ta    II  w^ 


ac 


<>    *>^   4 


^ 


A  ques  ta  «ran  no   ve  tat 

E   si      »    so    no    fa  reu 

TODOS. 


a    nem  tot      a  pas  eu 

que   US   "ma    nam  en  quant  po 


^ 


ta-O 


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^,*!>  ^/*»<V=^ 


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*  <>    o    ag    I  tas  '>' 


fat         no  com  por   tem         tal  e   rror 

dem       per   A     do  nayquensla         del  xéu 

TOI»OS.  I  ^  TODOS. 


no  es  nostra     vo  lun  tad 

.0\ 


ans  ea  to   ta        pie 
TENORKS  StííUlIiO. 
SOLO. 


tat        VosmaLanaquensia  del    xeu 
TOÍ)OS. 


xaiícs 


Nos  pro  tu  ra  des  o         ñor   a  iieniíoís.i   pas        cu  y    íat 

Na  g-il  Ireícertvws  di        rem      que  us  manan  eii  quont     po       dem 
Á    DÚO. 

•sa,  <fy  w 


no     com   por  ton    tal    e       rror 
per  A   do  nayquer.s  I;t   dei      xsu 


no  es    nos     tra  vo  Jan  tatquestado       na         so 
TODOS.  ^ 

.^  pa  ^  ^  O  *^ 


/C^, 


ter 


re.i      ans      en     to       ta    pie  tat        Vos  nianamqnensJadeix' u 


12 


BAJOS    y   TODOS. 
TODOS. 


^  m  <^ 


»     W    O 


m 


ftOLO. 


JF?-^ 


s 


A   nemíots  a  pas  cuy  tat     aon    con     por 

Que  US  ma  nam       en  quant       po  dem     per     A       do 

TODOS.  ^        A  DÚO. 


a^^^^ 


íem  la»       e     íror  y 

nay  quens  kt        dei  xeu   y 


Ques      ta 


do  casoter 


rea   ans  enío  ta    pie         tat       Vosmanamquensiadei  xeu 


É 


O    O   »    <>  ^    O   «=    cF^ 


Q  O    O   ^    <^  O 


^ 


O  Deu  A  do  nay  qui  for  mis  na  tu  ra  a  ju  dans  Sab  da  y  sa 
Tal  mi  ra  ele  may  no  feu  ere  a  tu  ra  a  ju  dansSen  Pe  re  quei 
^'¿.s'eces  seguidas" 


/^ 


rs 


ÍjIX  til  »  »    <t  ^  ^  ^¡'=^^ 


vie  sa  pu   ra          Som  nos   pe    ne 

tens         ia     pro    cu    ra  Pre  gam   te      Se 


diis  de     tot     nos    tre     cor 
ñor    nos    vul     les  gua    rir 


O    Den     A     do     nay    qoi  for     mis   na     tu     ra    aju  dans  Sab  day 

Tal  mi     ra    ele    may    no     feu    ere      a       tu     ra     a         ju   dans  Sent  Pere 


^ 


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\Í'>^  ">    ^   ^    ú 


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4í=Ce 


sa   vie     sa  pu     ra  Som  nos  pe     ne    dits   de     tot  nos     tre    cor 

qui  tens  la  pro     cu     ra  Pre  gam  te    Se      ñor    nos    vti    lies  gua    rir 


s 


^;    O    O     <>: 


4^ta  ^  o  H-n  f^  g~^^;<>_£XSIII 


O  Deu         A      áu  ¿ay    qui  for    mis      na    tu     ra     a     ju  dans  Sab  day 
Tal  mi    ra  ele  may  no  {*'n    crea        tu    ra  a      ju  dans  Sent  Pere 


-^    ¿>!'^Í 


o    (B'-gtJ 


j¿C~^   fifi 


£ 


^ 


í 


sa    vie  sa  pu    ra         Som  nos      pe     ne    dits  de   tot  nos  tre         cor 

qui     tens  la    pro  cu   ra         Pre  gam  te     Se  ñor        nos  vul  les  gua        rir 


?^  (f-^:r-^r-^»-^=re: 


<i     f>    ^, 


la: 


^^=^    f>     9  -^.-v.  ^     <^      \- 


O   Den    A    do    nay  qui  for  mis    na    tu     ra     a      ju  dansSabday  sa 
Tal  mi    ra  ríe    may  do  feu  crea    tu    ra.   a      ju  dans  Sent l'ere qui 

r^.        ''dos  veces  í?egnidas  " 

f*      ^.     ^     i: 


vie 


.sa     pu     ra- 


Som   ■jO.':'    pe     ne     dits  de       toí  nos  t'-e     c\. 


Acabaí  de  cantar  los  Jueus  digíieD  los  Apostols  lo  següent. 
Dos  veces  se  repite. 


^^^^^^^^^^^^^^^ 


n 


í# 


Pro   ho  nieiis  Ju  eus     si         tots     creen  y 


que    la    ma    re 


del  fill  de  Deu        totsíempsfonver  gesens  dup  tar 


I  ^  4  04«.-|j^=^ 


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^si  V  !   r-r 


ans  é    a  pres  de  in 


fan     tar         y 


Pro  ho  mensJaeussitotscree  u         y 


I    '     '    I    I 
I 

que  lama  redelfill    d'^  Deu  tots 


fe4i-^vi-tT^ 


"^^^^^ 


^JF^^ 


tempsfonverge 


seiis  dup 


i 


tar    ans     é       a     pres 


f  ^  »   ¿  i  i=i=^ 


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de     in     fan    tar 


de 


in      fan      tar 


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O       O 


¥ 


^'^     ^     <f 


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Pro    ho     mens  Ju 


eus       si       tots  creeu     y 


^    <■     <-    ^-    .>    .^-^^    ^     fr     p^  ^j>  -¡     ^5=^ 


que     la     nía      re    del    fill    de    Dea   tots  tempsfon  Ver    ge     sens  dup 
I 


^    ^ 


.^^    t  ^/    ^  ?=f=f?p4=<^  ft.  o    c    ¿=f=^ 


tar 


ans    e     a 


^r  <>  <>   ^^~^>— </   Li  ¿  "ü    g 


s 


-<i-^^^-^ 


^  T  T  '  ^ 


pros  de      in   fan      tar     y 


de      in  fr«ii      tar 


Pura  foiic  e  sens  pecat 
la  mare  de  Den  glorifirai 
advocada  de  necadors 
creheat  a^o,  guarirou  lois. 


U 


Responen  los  Jueus. 


Nos  al  tres  íors  ere  Le  m  qoes  ia  naa   re    del  fíli     de 

TODOS.  "  '2.  ^'2. 


Den  ba   te   chauno«tot.?     ec        brea  en  bren   guental  fe  viu        re     vo  lem 


^^s  al    tres  tots  ere 
TODOS. 


hem       ques  la   m&  re  dei    fill    de 


Dea  ba    techaunooíots  en        brea  en    bren     quen  ¿al  fe  vía         re     vo  lem 

TODOS. 


Nos    al      tres     tots    ere 


hem 


ba       te     jan     nos 


I 


3^ 


É 


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^     "     •■\Sf    ^      l^       taU  Q.     1B'-4-i — ^ 


P 


tots     en  brea   en     bren  qnen    tal    fe      víi  r*  vo     lem 

TODOS 

-te)     ^ — W- 


tots      en  bren     en  bren      qnen     tal  fe      vlu     re      vo      lem 

Pasent  avant. 

TIPLES. 


Ae    l'a       de  ve m  ser 
Pjíx  la  bondat  in  fi 
DCO.       . 


vir      Tot    lo  ten.ps         de  no?  t'-a    u    ■"'?. 
nita     Nns         vull     gue         a     xi  gua  rir 

:2i  ^ 


Ae  Ha   de  veai  ser 

Puix  la  bondat     in  fi 

CONTRALTO. 


vir       Tot  io  tempsdeaosíra    vi     da 
nita        Nogvcji     gue    a    xí   gua  rir 


Quecanjarem    pj  eanigraciesv     llaors    A    la  hu  milinare 
Totslalloem  ,      ° 


df  Den 


Püix  la      bon     daí   in     fi 
DÜO 


nita      Nos    vull       gue  a    xi  gua  rir 


A«   lia    de  vemser 

Pulxia  boa  dat  in    fi 


Tot  lo    tempg  de  nos  tra  vi   da 
Nos  Mili  gne      a   xí       gua  rir 


Aeabat  de  cantar  esta  cantería,  preñen  los  Apostols  lo  ímage  ab  tota 
solemnitaí,  ab  lo  palisy  creu,  eusencer  y  tots  ab  llums  axi  Apostols  com 
ios  Jueus  y  Maries,  y  fan  lo  soterrar  perdalt  lo  Cadafalc  y  canten    In 
exitu  Israel  y  (ornen  lo  íniage  onestava  y  <ots  agenollats  canten  lo  se- 

güent. 


a  quest       w.s    glo  ri    fi     caí 
ser  de  tan     tn    ma    g?s         tat 


Anadeen  tr&r  en  se  pTil    tn    ra 
Reapec  íant  la   tal    fi    gu    ra 


de  la  Ver  ge  Sane  ta     y   pi;   ra 


a    dorem  lo  de   hov     grat  de  bou       gi-ai 


Ansdeentrar   en    se  pul     tu    ra       a  qnest         eos         gio     ri    fi      cat 
Res  pee  tant   la  tal    fi     gu    fa     ser  dfe      tan         ta  ira  ges    tat 


•Ir-  la  VergeSancta   y 


pu    ra    a      do  rero  lo    de       hon      grat 


Ansdeentrar    en    se  pul     tu     ra        a    quest        eos     glo    ri       fi      cat 
Res  pee  tant   la    tai    fi     go    ra       ser    de  tan       ta   ma    ¿res     tat 


16 


de    la    Ver  ge    Sanc.ta      y    pu     ra     y 


■W  te! ^ " — 55 ^5 ■ ' IS- 

Ansdeentrar  en   se    pJ     íu     ra      a  ^íuest         eos  slo    rí       h    cat 
Res  pee  tant   la    tal     fi     jru     rn     sor    de  tan    ta     ma    ges  tat 


^^^^^^^^ 


^^^^^^ 


^^ 


de     la    Ver  7e  Sane  ta       y 


y     pn      ra 


-»-^ 


^^E 


o 


-r>        6       te  :^^:g::=i:c 


a        do       rero      lo         de      bon 
DE  CAPILLA, 


icrat      de      hon 


^at 


Con  tero  plañí  la  tal  fi   ju  ra    abccü  tri  ció     y        do  Icr  y  do  lor 

Be  ia   Ver  «eSanctaypu  ra    en  ser  rey  del  ere        a   dor  del        crea  dor 


^ 


-5 — -Bsr»-^^^^ 


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z^Bz 


3S: 


o    '■'     i, 


Coa    fem       plañí     la       tal       fi  ga        ra         ab 

í)e        la        Ver      ge     Sane      ta  y        pu      ra         ec 


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É 


ao 
del 


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o>ti     tri 
ser      v^ 


-g^ta: 


do 

a 


Ior 
dor 


Con      tem     plant        ia       tal         fl 
De        la        Ver         ge      S'anc       ta 


pn 


V^~Ó~^g=^ 


ra 
ra 


^ 


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fer  "  fa      fas: 


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^  t    O 


ab  con     tri    cic 
en  ser    ^ev 


y 
del 


do 
crea 


lor 
dor 


do 


Ior 


CoQtem  plantía  talfi    m     ra  ab  con  tri  ció  y         do  lor   y 


Ai-  ibada  rsia  cahtoria,  adoren  tots  lo  Imaíg^e  y  despres  canten    !o_ 
In  exitu  Israel   dg?  &.  pósenlo  en  la  sepultura  y  íantost  devalla  lo  Arar 
celi  ab  Angeis  eantaat  lo  següent  y  devallen  fins  lo  sepulcre  y  adver- 
teixese  que  dins  lo  sepulcre  an  de  estar  persones  que  sapien  doear  lo 
Imatge  ais  Aagels  y  tornen  a  miintar  caotant  les    mateixex    copies 
y  mentres  canten  la  darrera  copla  entra  Sent  Thomas  fen  actes   de 
admiracíó  mostraní  gran  sentiment  y  entretaat  van  los  Angeis  jmuctant 
poch  á  poch  y  párense  mentres  Sent  Thomas  canta  y  liUeven  la  Diadema 
del  cap  á  la  Verge  pera  que  els  de  la  Coronado  pugüen  coronaíla.. 


tti  <^^   ^   <>    if> »  »  -^-^ 


6  O '  *!*   "^    9    V    J»-^6— O — f 


S 


lí 


Llevan  táas      Rey  na e    xe  lent     Ma  re    de    De    u    om    ai    po   fent 

A    le  grá  us    que  huí  vea  retí     de  qní  son  es    po   sa     e     Ma     re 

Alli  es     ta  reo    sens       iris  tor      oiL,pre  ga  reu  oer  lo     pe   ca     dor 


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da 

Deu 

po   lent 


\e  niu  se  reu  co    ro  na    da  en  la    ce    les  tial 

e   taiTi  be  ven  ren    lo  Pa  re         del  car  fill       y  e 
€  reg  na  ren  e     ter  nalment     Contemplant     Deu 


mo 


on 


ra 
te? 


Llevan  ía  us    Reynaexe  ¡ent    Ma  re     de   De     u   om    ni  po  íent 

A    le   gra  ns    que  huy  ve    reu     de  qni   son  es    ?o   5a     e  Ma    tv 

Alli  es    ta  reu   sens       tris  tor      on  pre  ga  reu  per  io    pe  ca    dor 

'I         \  I     i  ,  I     I 


m 


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e   reg 


áe  reu  co  ro    na  da        en    la         celestialmo  ra         da 
beveuren  lo  pa  rfe        del  car       fill  y  e    tern    De      u 
na  reu  e    ternalment    con  teaiplantDeu  om  ni    po      tent 


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O    ^     O 


Lie  van   ta  us     Rey  na e  xe  lent    Ma  re     de   De  u  oro      ni    po  tent 

A     le    gra  us    que  hny  ve  reu      ce  qui    soti  es  po    sa      e    Ma  re 

Allí  es     la  reu    sens       tris  tor       on  ore  ga  ren  per   lo    pe    ca  dor 

i  ^1  'I 


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^t—^     ^    t  I    ^    <>     ^ 

r  .       i    .  . : 


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^    »    v> 


ea    la     ce   les  tial  mo  ra 

del  car  fill    ye  tera         De 

Reg  na    reu      e   te?  nal  ment       contemplant  De   u    ohj     ni    po 


Ve   niii    se    reu    co   ro    na     da 
e    lam  be    veu  reu    lo    pa     re 


da 

« 

tent 


Wré^^'Hr^^'  ^  »  »4:^AL4>-^  ^^  ^^-^ 


Lie  vantau^Rey  na      e      xe    lent      Ma  re   de  De  n  om  ni  po  tent 

A    le    g^ra  -as    ^ue  huí    veu  ren      de  qui  sou  es  po  sa  e  Ma  re 

4lJi  es    ta  reu    sens          tris  tor      on  pre  ga  reu  fer  lo  pe  cí»  dor 

3>  I    i     ^ 


18 


Ve  niu 
e  «tam 
e    reg 


se  reu  co   ro   na    da 

be        veu  reu   lo  pa    re 
na  reu       e     ter  nal  ment 


en  la     ce    les  tial       mo  ra 
del  car  fill    y    e    tern       De    u 
contemplantDe  u  om   ni   po    tent 


Acahat  de  cantar  los  Angels  canta  Sent  Tbomas,  que    ha    de    ser 
veu  do  contrabaix. 


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ce  lent      Ma    re     de  De 


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t       que    no 'ni  si 
nt      vos  mea  jau 


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Acabat  de  cantar  Sent  Thomas,  canten  los  de  la  Cofonacic,  los 
quals  an  de  estar  aparellats  y  acabáis  de  cantar  «oronen  lo  Imatge 
cantant  la  Gloria  Patri 

CORONACIÓ. 


Ucs    si      au     ben      ar      ri       ba     da       á      rey    nar      e      ter     nal    ment 

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on      tan    tost    de    ccn       ti    nent     per    nos     se     rea      co      ro      oa      da 


Tos  si     au    ben     ar     ri      ba    da 


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en     tan    tost  de     con  ti         psnt      per    nos     .««í    reu    co      ro 


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20 


Calcog,    de    F.     Echevarría. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


137 


el  paisaje  ni  en  los  monumentos  del 
camino,  á  excepción  del  liistórico  pue- 
blo de  Tarifa,  con  sus  fortalezas  árabes 
y  el  cuartel  poligonal  situado  junto  al 
faro. 

Una  cosa,  sin  embargo,  llamó  nues- 
tra atención:  el  buen  servicio  de  la 
línea  de  Bobadilla  y  sus  cómodos  y  ar- 
cados coches,  que  hacen  singular  con- 
traste con  los  de  las  compañías  del 
Norte  y  del  Mediodía.  Baste  decir  que» 
un  coche  de  tercera  de  aquélla  es  pre- 
ferible, en  todos  sentidos,  á  un  coche 
de  segunda  de  éstas  y  los  coches  de 
primera,  cuyos  billetes  no  cuestan  más 
caros  que  los  de  la  empresa  de  "Madrid 
á  Zaragoza  y  á  Alicante,  „  llevan, 
para  comodidad  de  los  viajeros,  toca- 
dores y  retretes. 

A  las  2  y  38  partimos  de  la  esta- 
ción de  Ronda,  y  á  más  de  media  tarde 
echamos  pie  á  tierra  en  Algeciras,  y 
desde  luego  nos  dirigimos  al  muelle 
marítimo,  tomando  pasaje,  hasta  el  cé 
lebre  Peñón,  en  un  barco  de  aquel 
puerto. 

GIBRALTAR. 

Desde  Algeciras  á  Gibraltar  fui 
contemplando  la  vista  panorámica  que 
ofrece  este  último  puerto,  coronado 
por  sus  inexpugnables  fortificaciones, 
así  como  el  elevadísimo  Peñón  que, 
por  el  lado  de  tierra ,  parece  cortado 
perpendicularmente  á  pico,  semejando 
una  torre  colosal,  horadada  por  mil 
partes. 

Arribamos  á  Gibraltar  á  la  caída 
de  la  tarde,   y  acto  seguido  nos  dedi 
camos  á  recorrer  la  población,  levan- 
tada sobre  un  suelo  roquizo  y  estéril; 
lo  que  no  ha  sido  obstáculo  para  que 
el  pueblo  inglés  la  sembrase  de  fron 
dosos  y  pintorescos  jardines  y  la  do 
tase  de  todas  las  condiciones  confor- 
tables de  las  ciudades  europeas. 

El  movimiento  de  esta  plaza  es  tan 
grande,  que  le  hace  resultar  un  I.on- 
dres   en    pequeño,    sorprendiendo   al 


viajero  el  aseo  que,  á  pesar  del  mucho 
tránsito,  hay  en  todas  las  calles  y  vías 
de  comunicación,  atestadas  de  tiendas 
de  tabaco,  tabernas,  hoteles,  cafés  y 
comercios,  entre  los  que  abundan  los 
dedicados  á  la  venta  de  objetos  indios, 
chinos  5^  morunos. 

El  vecindario  de  Gibraltar  es  de 
los  más  heterogéneos  que  he  conocido, 
componiéndose  de  ingleses ,  judíos ,  ma- 
rroquíes, árabes,  americanos,  asiáti- 
cos, alemanes,  suizos,  belgas  y  sobre 
todo  españoles,  que  son  los  que  predo- 
minan ,  imponiendo  su  lengua  y  sus 
costumbres  á  todas  las  clases,  menos 
á  la  militar. 

Por  la  noche,  y  á  la  hora  de  comer, 
supimos  que  había  función  en  un  lindo 
teatro,  de  escena  española,  en  el  que 
se  interpretaban  con  éxito  zarzuelas 
del  género  chico.  Vacilamos  en  un 
principio,  entre  optar  por  la  música  ó 
la  cama,  y  como  cosa  más  razonable 
y  necesaria,  nos  inclinamos  á  ésta. 

En  la  mañana  del  día  27  nos  des- 
pedimos del  Peñón,  después  de  dar  un 
paseo,  escudriñándolo  todo,  hasta  la 
Punta  de  Europa,  volviendo  por  la 
Plasa  de  Abasto ,  y  acercándonos  en 
un  cochecito  al  cercano  pueblo  de  La 
Línea. 

X 

X     X 

Durante  el  matinal  paseo  se  discu- 
tió el  itinerario  marcado  á  la  salida  de 
Sevilla:  los  señores  de  Sales  y  Vidal 
tenían  que  regresar  pronto,  á  causa 
del  servicio  de  sus  cátedras,  y  si  mar- 
chaban á  Tánger  no  podrían  visitar  á 
los  pueblos  de  Algeciras,  Tarifa  y  Ve- 
ger,que  les  interesaba  más  que  África; 
pero  yo,  que  no  pensaba  hallar  ocasión 
más  propicia  para  pisar  el  vecino  con- 
tinente y  que  soñaba  con  una  Maurita- 
nia henchida  de  encantos  y  misterios, 
no  me  avenía  á  desistir  del  primitivo 
proyecto. 

La  manera  de  quedar  todos  compla- 
cidos no  era  otra  que  la  de  separarnos 


138 


boletín 


en  el  muelle,  dándonos  cita  para  vol- 
vernos A  encontrar  en  la  isla  de  San 
Fernando;  y  en  tanto  que  ellos  marcha- 
ban á  Algeciras,  un  botecito  de  remos 
me  trasladaba  á  bordo  del  vapor  Hér- 
cules, el  que  á  las  once  y  treinta  y 
cinco  minutos  zarpó  con  rumbo  á  Tán- 
ger. 

TÁNGER 

No  estoy  muy  cierto  en  la  hora,  pero 
me  parece  que  serían  las  dos  y  media, 
ó  las  tres  de  tarde,  cuando  anclamos 
frente  á  la  ciudad  africana,  la  que  si 
desde  el  mar  semeja  un  tendedero  de 
ropa  blanca,  vista  desde  el  monte  que 
la  corona  es  un  precioso  mosaico. 

Tan  pronto  como  fondeó  el  anciano 
Hércules  (casi  tan  viejo  como  el  héroe 
titular),  salió  del  muelle  á  su  encuen- 
tro una  verdadera  flota  de  quince  ó 
veinte  barcos  de  remos,  tripulados  in- 
distintamente por  hebreos,  marroquíes, 
árabes,  argelinos,  negros,  mulatos  y 
europeos,  quienes,  con  los  colores  de 
su  diversa  indumentaria,  ofrecían  un 
abigarrado  conjunto.  Cuando  llegaron 
al  vapor,  comenzó  el  asalto  de  éste  por 
una  y  otra  banda,  dándose  de  cachetes 
los  unos  á  los  otros  para  tomarse  la 
delantera,  y  gritando  en  todas  las  len- 
guas conocidas,  desde  la  francesa  y  la 
árabe  macarrónica,  hasta  la  española 
castiza.  Después  de  sostener  entre  sí 
una  lucha  de  titanes,  todos  consiguie- 
ron ganar  la  cubierta  y  distribuirse  á 
voluntad  los  equipajes,  los  que  fueron 
trasladados  á  tierra,  juntamente  con 
nosotros,  en  la  citada  flotilla,  que  atra- 
có en  una  estrecha  plataforma  de  ma- 
dera, ocupada  por  más  de  doscientos 
moros,  mandaderos  y  agentes  de  posa- 
das inmejorables. 

Apenas  logré  salir  del  compacto 
grupo  que  formaban  aquellos  seres  su- 
cios y  andrajosos,  hálleme  con  el  muy 
ilustrado  y  distinguido  secretario  de 
nuestra  Legación  en  África,  señor  don 
Fernando  Tavia,  quien  nos  esperaba  á 


los  tres  excursionistas.  Mientras  me 
detuve  á  explicarle  las  causas  de  ir  yo 
solo,  se  acercó  á  nosotros  el  atento 
doctor  Mayoral,  director  del  Diario 
de  Tánger^  que,  avisado  por  el  señor 
Tavia,  bajaba  también  á  recibirnos. 
Hechas  las  presentaciones  de  rúbrica, 
manifesté  á  los  dos  la  necesidad  que 
tenía  de  no  perder  tiempo;  y  como  ellos 
tuviesen  preparados  buenos  y  ligeros 
corceles  (únicos  coches  que  allí  se  es- 
tilan, juntamente  con  pollinos  ),  mon- 
tamos cada  uno  en  el  nuestro  y  princi- 
piamos el  estudio  de  Tánger. 

Los  monnmentos. 

La  Puerta  de  la  Muralla  que  da  al 
mar  resulta ,  aunque  moderna ,  de 
puro  gusto  árabe,  y  se  compone  de 
cuatro  arcos  revestidos  de  azulejos  y 
yesería. 

La  Audiencia  ó  casa  de  Justicia  de 
los  moros  tangerinos,  de  construcción 
completamente  nueva,  se  compone  de 
tres  calles  abovedadas  por  cúpulas 
que  se  apoyan  en  robustas  columnas 
de  fustes  y  capiteles  corintios. 

La  Cárcel,  que  se  encuentra  en  la 
misma  plazoleta  que  la  Audiencia,  es 
bastante  inferior  á  las  peores  de  Euro- 
pa. Por  un  pequeño  ventanillo  puede 
contemplarse  á  los  presos,  tendidos  ó 
sentados  en  el  suelo,  y  ocupados  en  te- 
jer esportillas  de  palma,  que  ofrecen, 
por  poco  dinero,  á  cuantos  curiosos  los 
visitan. 

El  T esorillo  está  inmediato  á  la  cár- 
cel,  y  lo  forman  dos  naves  de  cinco 
tramos,  divididos  por  arcos  de  herra 
dura  apuntados,  con  techos  de  artesón, 

El  día  antes  de  mi  llegada  á  Tán- 
ger se  había  contado  allí  el  dinero 
destinado  á  España,  de  uno  de  los  pla- 
zos de  la  indemnización  de  la  pasada 
guerra  de  Melilla.  Las  cajas  en  que 
aquél  había  venido  se  encontraban  en 
el  estrecho  patio  del  edificio;  quisimos 
verlas  asomándonos  por  los  resquicios 
de  una  puerta  y,  á  través  de  éstos,  se 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


139 


presentó  á  nuestros  ojos  algo  más  bello 
que  los  trozos  de  madera:  dos  jóvenes 
y  hermosas  mahometanas  (cuyo  dueño 
no  estaría  seguramente  en  casa),  las 
cuales  se  aproximaron  á  las  citadas 
mirillas,  al  escucharnos,  procurando  á 
su  vez  mirar  rostros  europeos,  y  dan- 
do gritos  espantosos. 

Aquellas  desgraciadas,  convertidas 
en  instrumentos  de  placer  de  un  hom- 
bre que  las  tiene  como  á  jauría  de  pe- 
rros y  Á  quien  difícilmente  pueden 
amar,  me  recordaban  (cambiando  la 
oración  por  pasiva)  aquellos  versos  de 
Espronceda  que  se  leen  en  el  canto 
cuarto  de  su  Diablo  Mundo  ,  y  que 
dicen : 

"El  mozo  así,  sujeto  á  su  despecho, 
Siente  un  dolor  que  le  desgarra  el  pecho, 
Fiero  león  que  á  la  leona  siente 
En  la  cercana  jaula,  de  amor  llena, 
Que  con  lascivo  ardor  ruge  demente , 
De  cólera  erizando  la  melena, 

Y  la  garra  clavando  en  la  inclemente 
Reja,  en  torno  los  ámbitos  atruena, 

Y  el  duro  hierro,  sacudido  cruje  , 

De  tanto  esfuerzo  á  tan  tremendo  empuje.. 

Por  recomendación  de  mis  amigos, 
y  bien  contra  mi  gusto  ,  permanecí 
poco  tiempo  en  el  Tesorillo,  marchan- 
do desde  allí  á  la  Mezquita  vieja. 

La  Mesquita  vieja  consiste  en  una 
solay  sencilla  nave  de  arcos  apuntados, 
rodeada  de  un  poyo  cubierto  de  azule - 
JQS.  Su  torrees  octogonal,  de  tres  cuer- 
pos, recordando  el  primero  á  la  Torre 
del  Oro,  de  Sevilla,  de  la  que  se  dife  - 
rencia  por  estar  revestido ,  como  los 
otros  dos,  de  lindos  lienzos  de  lacería 
de  ladrillo  cortado,  con  frisos  de  relu- 
cientes azulejos. 

La  Mesqiiita  nueva  tiene  otra  torre 
más  alta  y  nada  menos  hermosa,  aun- 
que de  forma  rectangular. 

El  interior  de  este  templo,  de  varias 
naves,  es  muy  espacioso  y  está  profu 
sámente  iluminado,  hallándose  susti- 
tuidos los  azulejos  interiores  por  un 
zócalo  de  estera  de  junco,  que  cubre  la 
parte  baja  de  todas  las  paredes. 


enfrente  de  esta  mezquita,   posee  ya 
departamentos  techados  donde  fos  en- 
fermos permanecen  tendidos  sobre  tro- 
zos de  pleita,   aplicándose  versículos 
del  Corán  á  la  parte  dolorida;  pero 
hasta  hace  poco  esta  casa  de  salud  no 
tenía  otra  bóveda  que  la   celeste,  ni 
más  lechos  que  el  santo  suelo.  Las  cu 
ras  se  realizaban  y  se  realizan  por  su 
gestión,  ó  dejando  obrar  á  la  natura 
leza. 

El  Alcdsar  no  ofrece  nada  de  par- 
ticular ,  á  no  ser  el  artístico  cobertizo 
de  madera  y  el  revestimiento  de  azu- 
lejos de  la  portada.  Los  cañones  mo- 
dernos son  buenos,  y  su  guarnición 
escasa  y  desarrapada. 

Las  casas  y  las  cal/es  de  Tánger 
presentan  contrastes  rarísimos;  las  pri- 
meras y  sus  azoteas  están  interiormen- 
te muy  limpias,  y  las  paredes  exteriores 
son  de  una  blancura  deslumbrante ;  en 
cambio  las  calles,  mal  empedradas  y 
empinadísimas,  parecen  estrechos  co 
rredores  descubiertos  y  pasillos  techa- 
dos de  un  inmenso  caserón  converti- 
do en  estercolero. 

En  las  fachadas  de  las  viviendas  de 
los  moros  (muy  parecidas  ústas  por 
dentro  á  las  casas  de  Sevilla)  no  se  ve 
ni  una  sola  ventana,  sino  tragaluces 
mezquinos  ó  troneras,  y  por  lo  gene- 
ral no  tienen  más  hueco  que  el  de  la 
puerta  de  ingreso,  bastante  pequeña. 
El  cementerio  mahometano ,  próxi 
mo  al  Zoco  grande,  ocupa  una  gran 
extensión  de  terreno,  que  no  está  limi- 
tada por  tapia  ni  valla  alguna.  Los 
cadáveres  son  enterrados  allí  casi  á 
flor  de  tierra,  con  la  cara  hacia  la 
Meca;  las  sepulturas  se  hallan  marca- 
das por  filas  de  guijarros  formando  un 
cuadrilátero,  en  uno  de  cuyos  lados 
mayores  ostentan  las  de  los  ricos  una 
pared  de  vara  y  media  perfectamente 
blanqueada. 

Las  quintas  de  recreo  levantadas  en 
el  Marchan,  única  planicie  de  la  cam- 


140 


boletín 


hoteles  de  todas  clases,  entre  los  que 
sobresalen  los  edificios  de  las  legacio- 
nes, varias  alquerías  de  hebreos  y  de 
moros,  y  el  nuevo  convento  de  Padres 
franciscanos,  protegiendo  á  una  larga 
calle  de  barracas  de  madera,  donde 
habita  la  numerosa  colonia  de  obre- 
ros españoles. 

£1  ejército. 

Si  el  ejército  marroquí  es  todo 
como  el  de  Tánger,  ¡arreglado  anda  el 
Imperio !  Los  soldados  que  vi  en  esta 
población  no  son  comparables  con  los 
de  ninguna  otra  parte.  Carecen  de 
instrucción  militar,  hasta  el  punto  de 
no  saber  ni  la  esgrima  del  fusil,  el  que 
va  sustituyendo  á  la  tradicional  espin- 
garda ;  visten  miserables  chilabas, 
como  la  generalidad  de  sus  paisanos; 
para  uno  que  use  babuchas,  hay  diez 
que  carecen  de  ellas,  ó  no  llevan  cal- 
zado más  que  un  pie,  y  el  único  distin- 
tivo militar  se  reduce  á  una  gorra  en- 
carnada. Desde  los  reclutas  á  los  jefes 
superiores,  todos  abandonan  el  servi- 
cio para  ganarse  una  propina ,  si  se 
les  da  cualquier  encargo,  y  mendigan 
una  perra  chica  con  menos  vergüenza 
que  nuestros  podioseros. 

liOS  habitantes. 

Los  habitantes  de  Tánger  pueden 
dividirse  en  dos  especies  distintas, 
constituidas  por  los  europeos  y  por  los 
africanos  en  la  siguiente  proporción: 
6.000  españoles,  2.000  procedentes  de 
otros  Estados  de  Europa,  8,000  he- 
breos y  12,000  musulmanes  ó  indíge- 
genas,  los  que  ofrecen  muestras  vivas 
de  las  cuatro  razas  del  Imperio  (aparte 
de  la  judía);  así,  los  hay  berberis- 
cos, árabes,  negros  del  Sudán  y  mau- 
ritanos. 

En  la  calle  de  Siaguin.^que  es  el  cen- 
tro y  diámetro  de  Tánger,  dividiéndolo 
por  mitad  desde  la  puerta  de  la  Adua- 
na á  los  Zocos,  se  ven  reunidos  ejem- 
plares de  todos  los  vecinos  de  la  pobla- 


ción: los  moros  ricos  desocupados,  los 
hebreos,  los  cargadores,  los  excursio- 
nistas, los  empleados  délas  legaciones 
y  los  intérpretes,  parados  en  las  ace- 
ras de  los  cafés  y  de  los  estancos,  ó  á 
las  puertas  de  las  barberías  moriscas, 
cuyo  distintivo  consiste  en  unas  corti- 
nas interiores  semejantes  á  redes  de 
pescar. 


José  Cáscales  y  Muñoz. 


(  Continuará.) 


SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


CUÉLLAR 

(Continuación.' 

"Unas  cabezadas  de  plata,  pequeñas, 
esmaltadas  de  azul,  con  unos  sostinen- 
tes  de  hierro  dorados. „^ — "Unas  cabe- 
zadas de  plata ,  doradas  y  esmaltadas 
de  verde  y  rosicler,  con  unos  escudos 
en  las  sienes  y  en  los  cabos  y  acicates 
de  rosicler  y  blanco ,  con  unas  medias 
lunas.  Tienen  sus  sienes  y  cuatro  ca- 
bos ,  y  catorce  acicates  é  diez  y  ocho 
junquillos,  y  unas  campanillas  y  sosti- 
nentes  de  plata  con  correa  blanca. „  — 
"Unas  cabezadas  de  plata,  esmaltadas 
de  verde  y  azul,  que  tienen  cuarenta  y 
dos  encajes,  é  siete  sostinentes  de  pla- 
ta y  dos  hebillas,  y  en  la  frente  cator- 
ce encajes  y  dos  cabos  con  una  cade- 
nilla de  plata.,,  —  "Unas  cabezadas  de 
cobre,  esmaltadas  de  negro,  guarneci- 
das con  una  correa  de  cuero  negro. „ — 
"Unas  cabezadas  de  cobre,  anchas,  es- 
maltadas de  verde,  azul  y  blanco,  que 
tienen  24  piezas  y  dos  hebillas  pues- 
tas en  un  texillo  de  carmesí.  Están 
metidas  en  una  caxica  de  madera.  „ — 
"Unas  cabezadas  de  plata,  puestas  en 
un  texillo  colorado,  esmaltadas  de  azul 
y  verde  y  morado.,,  —  "Otras  cabeza- 
das de  plata  con  correa  colorada,  do- 
radas y  nieladas  de  unas  piletas,  y 
crucetas ,  que  tienen  dos  sienes  y  dos 
hebillas  para  alargar  é  acortar,  é  cua- 
renta y  cuatro  junquillos,  en  frontale- 
ras é  debajo  de  las  sienes,  é  cuatro  ca- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


141 


bos  para  remates  dorados ,  é  unas  me- 
dallas en  ellos,  é  la  frontalera  con  una 
cadenilla  de  plata  y  dos  sostinentes  ta- 
llados y  dorados „; — y  así  por  este  es- 
tilo algunas  más;  consígnase  también 
con  el  nombre  de  alniartigas  (almár- 
taga) unas  especies  de  cabezadas  que 
se  ponían  sobre  el  freno  para  tener  los 
caballos  cuando  estaban  apeados  los 
jinetes;  pretales  eran  dignos  de  notar, 
uno  "...colorado,  labrado  de  hilo  de 
oro,  con  unas  flecaduras  de  sirgo  colo- 
rado y  sus  cajas  de  motamez ,  y  cabos 
y  hebillas,  y  tres  borlas  de  grana  con 
sus  botones  labrados  dehilosde  oro.  „ — 
"Otro  pretal  de  cuero  colorado,  labra- 
do de  hilo  de  oro ,  con  unos  fluecos  de 
sirgo  rosado,  con  dos  cajas  é  dos  hebi- 
llas y  dos  cabos  y  dos  tachones  redon- 
dos, todo  de  cobre,  esmaltado  de  verde 
y  azul  y  blanco„;  tiene  esta  anotación 
curiosa:  "es  de  los  anchos  del  tiempo 
viejo.  „  —  "Un  pretal  de  cuero  negro, 
labrado  de  hilo  de  oro,  é  sus  cajas  de 
cobre,  esmaltado  de  negro.  „  —  "Otro 
pretal  de  plata,  esmaltado  de  azul  y 
verde,  que  es  dos  cajas,  é  dos  cabos  é 
dos  hebillas,  en  una  correa  de  tercio- 
pelo verde. „ — Sillas  tan  curiosas  como 
éstas:  "Una  silla  de  la  brida  de  tercio. 
pelo  azul  é  los  arzones  pintados  de  oro, 
é  en  el  arzón  delantero  un  tiro  de  arti- 
llería ,  con  su  carretón ,  é  en  el  arzón 
trasero  otro  con  llamas  de  fuego.,, — 
"Otra  silla  de  la  brida,  cubierta  de  ter- 
ciopelo carmesí,  con  un  franjón  de  oro 
é  sirgo  carmesí,  por  los  bordes  un  tor- 
sal  de  oro ,  é  le  cogen  della  con  unos 
torsales  de  oro. „ — "Otra  silla  de  la  bri- 
da, armada  de  los  aceros  que  están 
cargados ,  cubierta  de  terciopelo  car- 
mesí con  flecaduras  de  oro  y  sirgo  car- 
mesí.„ —  "Otra  silla  armada  de  los  di- 
chos aceros,  cubierta  de  terciopelo 
morado,  con  flecaduras  de  oro  y  sirgo 
morado.  „ — "Una  silla  de  la  gineta,  de 
cueros  colorados,  en  que  andaba  el 
Duque  mi  señor „;  las  había  "de  cueros 
bayos-,  "de  cáñamo-,  "cubierta  de  tri- 


pa negra,,,  "de  cuero  tapetado „,  "de 
cuero  liso  y  la  ropa  de  paño  azul„,  "de 
cuero  gamuzado„,  "de  cordobán  blan- 
co „,  "una  de  estradiota,  con  guarni- 
ción y  freno  de  la  gineta  y  estribos  de 
de  la  estradiota,  que  se  dio,  por  man- 
dado de  su  señoría,  á  Tapia,  el  paje, 
con  el  caballo  Soldadillo.  y,  —  "Una 
silla  de  la  gineta  entera ,  de  cueros  de 
aliende,  datilados.  „  —Y  "otra  silla  de 
la  gineta  más  que  media  con  cueros 
blancos.  „  —  Guarniciones  ricas  y  cu- 
riosas, y  entre  ellas:  "una  guarnición 
de  terciopelo  azul  con  sus  flecaduras  de 
sirgo  azul  é  clavazón  plateada ;  es  an- 
cha y  vieja. „  —  "Otra  guarnición  de 
brocado,  pelo  morado,  con  unas  fleca- 
duras de  sirgo  colorado,  con  sus  acio- 
nes. „ — "Otra  guarnición  turca,  de  ter- 
ciopelo negro  ,  con  su  clavazón  de 
marfil  é  unas  hebillas  de  latón  dora- 
do. „ —  "Una  guarnición  de  terciopelo 
azul,  con  gurupera,  de  cinco  ramales, 
turca,  con  unos  ribetes  por  los  bordes, 
de  terciopelo  de  grana  ,  é  cuarenta 
borlas  de  sirgo  azul  é  oro  sembradas 
por  ella.„  —  "Una  guarnición  de  la  es- 
tradiota corbota  de  terciopelo  negro, 
con  unos  torzales  é  borlas  de  sirgo  ne- 
gro. „ —  "Dos  guarniciones  para  caba- 
llos, de  terciopelo  negro,  con  clavazón 
y  tachoncillos  de  latón  dorado,  en  que 
hay  cabezadas  é  riendas  é  pretales  é 
gurupera  con  dos  ramales  é  pataletas, 
dos  dellas  de  cada  lado  de  la  librea.  „ — 
"Una  guarnición  turca  de  cuero  leo- 
nado, con  ribetes  naranjados  y  de  cin- 
co ramales. „ — Había  también  guarní-' 
clones  de  seda  para  muías,  y  entre 
ellas:  "Una...  de  terciopelo  negro,  con 
su  flecadura  de  sirgo  negro ,  é  la  cla- 
vazón barnizada. „  —  Estribos,  espue- 
las, frontales,  muserocas  (muserolas), 
cinchas,  riendas,  etc. ,  serían  de  larga 
enumeración;  de  ellos  sólo  entresacaré 
algunos  ejemplares  curiosos:  "Unos 
estribos  de  plata  con  tres  barrillas  en 
el  suelo,  redondos  á  manera  de  orina- 
les ,  é  los  lados  abiertos  de  dos  barrí- 


Í42 


boletín 


lias,  é  una  flor  en  el  escudillo  de  arri- 
ba, con  un  rostrico  de  hombre  enci- 
ma. „ —  "Dos  estribos  de  latón,  moris- 
cos, dorados,  para  mujer.  „  —  "Unas 
estriberas  moriscas,  grandes,  doradas, 
con  dos  chapas  de  plata  en  las  caras, 
esmaltadas  de  oro ,  verde  y  azul ,  con 
ocho  clavos  en  cada  frente. „  —  "Otras 
estriberas  moriscas,  labradas  por  den- 
tro de  ataugía  de  oro ,  y  por  defuera 
unas  chapas  de  cobre  esmaltado  de 
verde ,  azul  y  blanco ,  y  las  asas  dora- 
das, con  unas  fundas  de  cuero  colora- 
do,, —  "Unas  espuelas  doradas,  y  los 
acicates  de  cobre,  con  unas  cruceticas 
en  los  encajes,  blancas.,,  —  "Unas  es- 
puelas de  calcañarejo ,  doradas  y  nie- 
ladas por  defuera,  con  unas  correas 
bayas.  „  —  "Unas  espuelas  que  tienen 
sesenta  acicates  grandes  y  pequeños, 
y  los  mayores  esmaltados  de  negro,  y 
cuatro  cabos  son  de  cobre;  están  pues- 
tos en  una  correa  negra.,, — "Unas  es- 
puelas de  cobre,  doradas,  las  altas  con 
unos  acicates  enteros,  esmaltados  de 
verde  y  azul,  con  dos  cabos  é  unas  ca- 
bezas de  sierpe ,  que  están  puestos  en 
unos  texillos,  rosados  é  colorados  á 
bandas.  „  —  "Unas  encaladas  de  sirgo 
blanco,  y  unos  botones  labrados  de 
gusanillo  de  oro  y  sirgo  de  colores; 
tiene  dos  sienes  cuadradas  de  plata, 
esmaltadas  de  oro,  verde,  colorado  y 
blanco ,  con  diez  cuentas  redondas  de 
plata,  del  mismo  esmalte  y  por  nómi- 
nas, por  debajo  otras  cinco  cuentas  de 
plata,  menores,  con  el  mismo  esmal - 
te.„ — "Una  chincha  labrada  de  sirgo 
pardo  é  seda  encarnada,  con  unas  cer- 
caduras de  seda  amarilla  é  sirgo  par- 
do, con  cuatro  trencillas  azules,  guar- 
necida de  terciopelo  pardo,  con  una 
cortadura  de  lo  mismo ,  é  los  hierros 
plateados,  con  un  látigo  blanco,  é  látela 
delemvésde  cáñamo  colorado.  „ — "Dos 
pares  de  agiones  colorados,  de  la  gine- 
ta.„ — "Dos  pares  de  riendas  de  las  an- 
chas, blancas. „  —  "Dos  pares  de  rien- 
das verdes,   anchas,  con  hierros  ne- 


gros. „  —  "  Cinco  pares  de  riendas  de 
cuero  bayos,  con  los  hierros  barniza- 
dos.,,—  Luego  se  extiende  en  nombrar 
otras  riendas  de  Granada  de  tres  cla- 
ses, blancas,  coloradas  y  bayas,  y  no 
reproduzco  más  datos  de  estas  caballe 
rizas  pues  creo  que  con  los  apuntados 
bastan  para  formarse  idea  de  su  valía. 
Las  cuadras  estaban  más  bajas  y  se 
descendía  á  ellas  por  unas  rampas  an- 
chas y  empedradas;  si  hubiéramos  es 
tado  en  ellas  en  la  época  de  esta  nues- 
tra supuesta  excursión  ,  hubiéramos 
visto  en  sus  amplios  pesebres,  tallados 
en  la  piedra  misma  de  los  recios  mu- 
ros, "un  caballo  morcillo,  que  se  dice 
é  nombra  Picaso,  con  su  silla  é  guar- 
nición de  brida „;  y  como  para  alguien 
pudiera  ser  curioso  el  conocer  el  valor 
del  ganado  en  esta  época,  consignaré 
aquí  los  precios  en  que  fueron  valua- 
dos en  el  inventario.  Este  caballo  Pi- 
caso  se  le  tasó  en  70  ducados;  "un  ca- 
ballo color  castaño  entrepelado,  que  se 
dice  é  nombra  Carrión,  con  su  silla  é 
freno  é  guarnición  de  la  brida,  40  du- 
cados. „ — "Cuatro  acémilas,  la  una  co 
lor  ruzia,  y  la  otra  color  tordilla,  é  las 
dos  castañas ,  con  sus  bastólas  dos ,  é 
las  otras  dos  llevan  los  sillones  de  la 
litera;  las  cuatro  con  los  aparejos,  190 
ducados.,, —  "Una  yegua  overa  clara, 
con  una  lista  blanca  grande  en  la  cara, 
que  le  baña  los  ojos,  la  cual  tiene  un 
potrillo  overo,  deste  año;  los  dos,  1 1  du- 
cados. „— "Una  yegua  color  castaño, 
crescida,  que  va  á  cuatro  años,  sin 
ningún  blanco ,  si  no  es  unos  pelillos 
en  la  frente  á  manera  de  peca ,  y  no 
tiene  cría  ninguna;  18  ducados.,, — 
"Una  potranca  castaña,  de  dos  años 
y  va  á  tres,  con  una  lista  larga  en  el 
rostro ,  y  calzada  de  los  dos  pies  y 
en  una  mano;  4.500  mrs.„ — "Una  acé 
mila  color  castaño  oscuro  ,  de  cin- 
co años;  1.500  mrs.„  —  Y  "una  muía 
quatralbilla,  que  era  en  la  que  anda- 
ba su  señoría ,  que  está  en  gloria ,  que 
es  de  seis  años  y  va  á  siete;  80  duca- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


143 


dos,„  (1) — Y  después  de  esto,  y  de  dar 
por  terminada  nuestra  visita  á  toda  la 
planta  baja  del  castillo,  subamos  ya 
por  la  escalera  principal  á  las  habita- 
ciones de  los  pisos  superiores  de  la 
suntuosa  morada. 

Esta  escalera,  lo  mismo  que  la  gale- 
ría en  que  termina,  debió  tener  cubier- 
tas sus  paredes  de  cuadros  y  tapices, 
según  por  entonces  se  acostumbraba,  y 
dada  la  profusión  que  de  los  unos  y  los 
otros  había  en  este  castillo;  pero  no  se- 
ría fácil  ahora,  de  la  relación  hecha  en 
el  inventario ,  deducir  cuáles  estuvie- 
ran en  ella^  cuáles  en  la  galería,  en  el 
comedor,  ó  en  las  demás  cámaras.  Te- 
niendo ,  pues ,  que  referirlos  en  alguna 
pal  te,  lo  haré  de  los  más  notables  aquí, 
ya  que  en  otros  departamentos  encon- 
traremos objetos  sobrados  que  fijen 
nuestra  atención ;  solo  los  que  por  su 
clase  ó  las  indicaciones  que  les  acom- 
paña eran  conocidamente  de  la  capilla 
ó  de  las  habitaciones  de  los  Duques,  se 
anotarán  al  llegar  á  cada  una  de  ellas: 
en  la  escalera  y  en  las  galerías  suponga- 
mos, pues,  por  ahora  colocados,  "Diez 
paños  de  tapicería  rica ,  de  la  historia 
de  Abraham,  nuevos,  que  se  compra- 
ron en  Flandes  el  año  de  1544,  y  todos 
ellos  tienen,  ochocientos  y  ochenta  va- 
ras de  la  medida  de  Amberes,  y  son 
casi  iguales.  El  primero  de  la  dicha 
historia,  es  cuando  nuestro  Señor  man- 
dó á  Abraham  que  dejase  su  tierra ;  el 
segundo ,  cuando  los  de  Egipto  le  res- 
tituyeron su  mujer  é  hijas;  el  tercero, 
cuando  se  apartaron  él  y  Loe;  el  cuar- 
to cuando,  vencidos  los  reyes  que  pren- 
dieron á  Loe,  salió  Melchisedec  con  la 
ofrenda;  el  quinto,  cuando  se  ha  criado 
Ismael;  el  sexto,  cuando  le  prometió 
Dios  hijo  de  Sara,  y  se  destruyó  So- 
doma;  el  sétimo,  cuando  sacrificó  á 
Isaac;  el  octavo,  cuando  Sara  murió; 
el  noveno,  cuando  tomó  juramento 
á  su  siervo  sobre   el   casamiento  de 


(1)    Sólo  se  han  mencionado  de  cada  especie  los  ani- 
males de  más  valor. 


Isaac ;  el  décimo ,  cuando  fué  el  dicho 
siervo  á  la  fuente  do  estaba  Reveca.  „ — 
"Un  paño  grande  de  ras,  de  figuras, 
con  mucha  seda,  de  la  historia  de  Ju- 
dique,  que  tiene  de  largo  once  varas, 
y  de  caída  cinco  varas  y  tercia ,  y  en 
lo  alto  un  letrero,  y  una  fuente  en  me- 
dio con  tres  caños  y  tres  hombres  ar- 
mados que  la  guardan.,,  —  "Otro  paño 
grande  de  ras,  de  figuras,  con  mucha 
seda,  de  la  historia  de  Aníbal ,  que  tie- 
ne de  largo  once  varas  y  cuarta  y  de 
caída  cinco  varas  y  media  y  en  lo  alto 
muchas  letras,  y  en  medio  Aníbal,  ar- 
mado, que  quiebra  una  lanza  en  las 
puertas  de  Roma.  „  —  "Siete  paños  de 
la  historia  de  Perseo,  que  son  de  esto- 
fa fina,  con  mucha  seda,  que  tienen 
trescientas  y  veinte  anas.„ — "Doce  pa- 
ños de  lampazos  ó  follajes  de  248  anas, 
guarnecidos  de  su  angeo.„ — "Seis  pa 
ños  tapicería  de  ras,  figuras  de  la  his- 
toria de  David,  que  tienen  170  anas,  y 
son  de  cinco  de  caída. „— Cuadros  pre- 
sumo yo  por  sus  dimensiones  que  en  la 
escalera  debía  estar  el  que  pintó  ó  por 
lo  menos  regaló  al  Duque ,  Juan  Ro 
dríguez,  y  que  ya  mencioné  en  la  pri- 
mera parte  y  tal  vez  en  ella  ó  por  las 
galerías,  "treinta  pinturas  en  lienzo 
de  los  de  Flandes,  do  están  diferen- 
tes historias  que  tenía  cargados  Juan 
Pardo.  „ 

Al  llegar  al  piso  principal  la  escale- 
ra se  divide  en  dos  ramales,  uno  que 
conduce  á  la  galería  antes  aludida  y 
otro  que  comunica  con  el  ala  Oste  del 
edificio  sobre  las  cuadras  y  caballeri- 
zas y  que  toda  ella  estaba  destinada  en 
sus  dos  pisos  superiores ,  como  hemos 
visto  lo  estaba  también  en  el  inferior, 
al  servicio  y  servidumbre  del  palacio: 
lo  primero  que  en  ella  encontramos  es 
la  cocina ,  la  cual  no  estaba  lejos  del 
comedor  si  como  yo  presumo  por  lo 
que  aún  se  conserva,  éste  era  la  espa- 
ciosa pieza  que  está  al  otro  lado  de  la 
escalera  y  para  comunicarse  con  el 
cual  y  hacer  el  servicio  sólo  había  que 


144 


boletín 


cruzar  un  peldaño  de  aquélla.  Nuestra 
visita  á  estas  dependencias  será  muy 
rápida,  por  no  producir  mal  efecto  con 
lo  vulgar  y  bajo  del  objeto,  en  el  lector 
que  ha  pasado  por  otros  lugares  tan 
ricamente  alhajados  y  que  deseará 
verse  pronto  en  las  mansiones  destina- 
das á  los  poderosos  Duques  y  en  las 
que,  como  es  natural,  se  encerraban 
los  objetos  más  ricos  y  valiosos  de  la 
fastuosa  morada ;  pero  por  si  hay  al- 
gún aficionado  á  estas  curiosidades  de 
la  vida  casera,  bueno  será  que  se  sepa 
que  en  esta  cocina  había  su  horno 
para  el  pan  y  "un  horno  de  cobre  con 
su  tapador  „  probablemente  para  la  re- 
postería, "Dos  caballos  de  hierro  para 
asar ,  que  pesaban  24  libras  „  y  otros 
dos  que  pesaron  tres  arrobas  y  media, 
lo  cual  da  idea  de  los  trozos  de  carne 
que  en  cada  uno  se  asarían ,  y  del  calor 
que  la  lumbre  en  ellos  empleada  despi- 
diera. "Una  antiparra  de  hierro  pai'a 
tener  delante  los  que  asan  „  —  Había 
también  "  Formas  (  moldes )  de  metal 
para  hacer  fruta  de  sartén,  la  una  de 
las  armas  del  Emperador  é  la  otra  de 
las  armas  de  la  Cueva,  é  la  otra  de 
un  leoncillo,  é  otra  de  un  hongo,,  y  con 
las  cuales  luciría  sin  duda  sus  pri- 
mores de  confitería  el  repostero  Mi- 
guel (1). 


fl)  En  el  testamento  de  doña  Mencfa  Enríquez  se- 
gunda esposa  de  D.  Beltrán  de  la  Cueva,  se  hacen  va- 
rias mandas  á  sus  servidores,  y  por  él  hemos  tenido 
conocimiento  del  nombre  de  este  repostero,  como  en 
el  citado  instrumento  se  dan  i  conocer  también  los 
nombres  y  cargos  que  desempeñaban  otras  varias 
personas;  y  ahora  venimos  ocupándonos  de  la  de- 
pendencia del  Castillo,  páreceme  curioso  copiar  esta 
parte  de  él:  A  Juan,  sastre  de  la  dicha  Duquesa,  7.440 
mrs. —Mas,  al  bachiller  Diego  de  Alúa,  Alcalde  de 
Cuéllar,  de  4  marcos  de  plata  é  10  rs.  que  se  falló  que 
pesó  un  jarro  e  un  taíjon  que  el  dho.  alcalde  ouo  pres- 
tado á  la  dha.  señora  Duquesa ,  8,300  mrs.— Mas,  á  Isa- 
bel González,  su  aya,  25  000  mrs.— A  Catalina  de  Qua- 
?o,  8.000  mrs.  -  A...  (en  blanco)...  ama  de  la  dha.  seño- 
ra Duquesa,  18,000  mrs.  —A  doña  Catalina,  10  000.  — 
A  doña  María  de  Guzmán,  10.000.—  A  Leonor  Broche- 
ta, 8.000.— A  Potenciana,  3.000.—  A  Mari  Rodríguez, 
hermana  del  alcalde,  5.000.  -  A  Mari  López  de  la  Cá- 
mara, 10,000.— A  Catalina,  criada,  10.000.— Al  ama  de 
D.  Gutierre,  8.000.— A  Auisca ,  2  000.  -  A  Fernando  de 
Villalón,  2.000. -A  Toribio  García,  capellán  de  la  dha. 
señora  Duquesa,  5.000.— A  Fernando,  mo?o  de  capilla, 


Aparte  de  estas  y  algunas  otras  me- 
nudencias, la  indumentaria  era  muy 
parecida  en  aquellas  cocinas  á  las  ac- 
tuales y  se  ven  nombradas  con  profu- 
sión tarteras,  cazos,  sartenes,  calde- 
ras, etc. ,  y  sólo  diferenciándose  de 
los  nombres  modernos  "/os  barqui- 
nos de  cobre  con  asa  y  cerco  de  hie- 
rro „  que  venían  á  ser  unos  grandes 
calderos  para  el  agua,  como  lo  da  á 
entender  bien  claramente  el  asiento 
de  uno  de  ellos,  que  dice:  "Un  caldero 
ó  barquino  alto  de  azófar,  con  tres 
pies  de  hierro  y  su  asa  y  arco  de  hie- 
rro, que  pesó  30  libras. „ 

G.  DE  LA  Torre  de  Trassierra. 


(Continuará.) 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  NOVIEMBRE 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  con- 
tinuará la  serie  de  visitas  á  las  colecciones 
arqueológicas  públicas  y  particulares  existen- 
tes en  Madrid  en  los  días  i8  y  25,  ambos  miér- 
coles, con  arreglo  á  las  condiciones  siguientes: 

Lugar  de  reunión:  Ateneo  de  Madrid  (calle 
del  Prado). 

Hora:  nueve  y  media  de  la  mañana. 

Cuota:  cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid,  café 
y  gratificaciones. 

Adhesiones:  Á  casa  del  Sr.  Presidente  de  la 
Sociedad,  Pozas,  17,  segundo,  hasta  las  ocho 
de  la  noche  de  la  víspera  de  cada  excursión. 

Los  señores  socios  que  no  piensen  asistir  al 
almuerzo,  no 'necesitan  abonar  cuota  alguna 
ni  adherirse  previamente. 

X 
X     X 

Los  días  17  y  18  de  Octubre,  según  se  había 
anunciado  oportunamente,  se  verificó  la  ex- 
cursión á  Segovia  y  á  la  Granja,  á  la  que  asis- 
tieron los  Sres.  Bosch  (D.  Pablo);  García  Me- 
diavilla  (D.  Salvador);  Herrera  (D.  Adolfo); 
Serrano  Fatigati  (D.  Enrique),  y  Sentenach 
(D.  Narciso). 


2.000.  -  A  Alonso,  ídem,  2.000.— A  Juan)  de  las  Osas, 
2.50Ü.-A  Miguel,  repostero,  2.000.— A  8  pajes,  8.000.— 
A  quatro  moQos  de  espuela,  4.000.— A  Andrés  Gonzá- 
lez, portero,  2.000.  —A.. .  (en  blanco ).. .  amo  de  la  dha. 
señora  Duquesa,  5.000.— A  Pedro  de  Valencia,  5.000.„ 


BOLKTIN 


DE  LA 


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iAi  ¡mu  «I  IK 


ID 


DIRECTOR: 
EL  CONDE  DE  CEDILLO,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  lY 


MadPid.   1."  de  DiGiern"bpe  de  1890 


WÜM.  46 


EXCURSIONES 


UNA  EXCURSIÓN  DESDR  SEVILLA 

A  RONDA.    GIBRALTAR,    TÁNGER   Y   CÁDIZ 


(Continuación.) 

El  continuo  ir  y  venir  de  los  tran- 
seúntes, los  chillidos,  rebuznos  y  ladri- 
dos de  niños,  asnos  y  perros,  las  dis- 
putas, que  con  carácter  permanente 
son  el  fondo  de  las  conversaciones,  y 
las  campanillas  de  los  aguadores,  quie- 
nes, llevando  su  mercancía  en  odres, 
á  la  espalda,  la  anuncian  con  repiques 
de  campanilla  á  la  manera  de  nuestros 
quinquilleros,  animan  el  paisaje  .1  la 
vez  que  atruenan  el  espacio. 

Las  mujereS"p  de  las  que  se  ven  algu- 
nas (muy  pocas)  jóvenes,  caminan  algo 
encorvadas,  envueltas  en  un  ancho 
mantón  que  les  cubre  la  cara  y -la  ca- 
beza, descansando  en  el  suelo.  De  su 
cuerpo  no  se  ve  más  que  un  ojo,  la 
mano  que  sujeta  el  singular  envoltorio, 
y  los  talones  de  los  pies  desnudos, 
protegidos  por  anchas  chinelas  y  pin- 
tados de  rojo. 

Al  encontrar  á  un  europeo  por  una 
calle  apartada,  la  que  es  fea  se  cubre 
todo  el  rostro  con  un  movimiento  brus- 
co y  pasa  arrimándose  mucho  á  la  pa- 
red; otras  arrieso-an  una  mirada  entre 


desconfiada  y  curiosa,  }'■  alguna,  más 
atrevida,  mira  provocativamente  y 
baja  la  cabeza  sonriendo;  pero  la  que 
es  verdaderamente  bella  goza  al  dejar- 
se contemplar,  y  para  que  el  europeo  la 
admire,  se  descubre  y  vuelve  á  cubrir 
al  pasar  junto  á  él,  después  de  haber 
mirado  á  todas  partes  para  convencer- 
se de  que  ningún  moro  la  ve. 

£1  conierrjo. 

A  pesar  de  la  falta  de  civilización, 
y  gracias  principalmente  á  los  he- 
breos, el  comercio  en  Tánger  es  acti- 
vísimo, exportándose  en  grandes  can- 
tidades trigos ,  maíz,  cebada,  dátiles, 
almendras,  naranjas,  limas,  limones, 
orégano,  aceite,  goma,  cera,  arroz, 
lanas  ,  pieles  de  Tafilete  curtidas  y  sin 
curtir,  ganado  vacuno  y  cabrío,  galli- 
nas, huevos,  babuchas,  púas  de  puerco- 
espín,  greda  jabonera,  plumas  de  aves- 
truz, esteras  y  capachos  de  palma,  fa- 
jas de  lana,  tapices,  higos,  pasas  y 
cien  productos  más. 

Entre  los  artículos  de  importación 
cuyo  valor  excede  de  4.000.000  de  pe- 
setas, figuran  en  primer  término  las 
armas  blancas  y  de  fuego  y  los  objetos 
similares  á  los  de  fabricación  indíge- 
na, hechos  en  talleres  de  París,  Lon- 


146 


boletín 


dres  y  Berlín  para  venderlos  como 
morunos  á  los  extranjeros  incautos  que 
pagan  á  peso  de  oro  estos  recuerdos 
africanos. 

La  calle  de  Siaguin  es  la  calle  de'  las 
tiendas.  Estas  se  encuentran  en  todos 
los  zaguanes,  elevadas  por  una  tarima 
seis  cuartas  sobre  el  piso  de  la  vía  pú- 
blica. Sentado  en  una  estera  ó  tendido 
á  lo  largo  está  el  vendedor  entre  mon- 
tones de  babuchas  de  Fez ,  Tetuán  ó 
Tafilete ,  barriles  de  aceitunas ,  espor- 
tones de  sémolas,  ristres  de  alcauciles 
y  seras  de  dátiles,  todo  revuelto  con 
gumías,  espingardas,  telas,  tapices, 
cojines  y  taburetes. 

La  indolencia  de  alguno  de  estos 
mercaderes  llega  á  tal  extremo,  que  si 
está  algo  soñoliento  cuando  se  acerca 
un  parroquiano  á  pedir  cualquiera  de 
los  géneros  que  están  á  la  vista ,  suele 
contestar  que  no  lo  tiene  por  no  sufrir 
el  trabajo  de  incorporarse. 

lia  moneda. 

En  Tánger  circulan,  sin  la  menor 
dificultad,  todos  los  valores  del  mun- 
do ,  desde  la  calderilla  y  la  plata  acu- 
ñadas del  Imperio  y  de  España,  hasta 
las  libras  esterlinas ,  los  luises ,  las 
liras,  las  doblillas,  los  centenes,  los 
florines,  los  sueldos  y  los  billetes  de 
los  Bancos  de  Londres  y  de  Francia. 

JLa  lengna. 

Mucho  más  corriente  que  el  idioma 
marroquí  es  allí  la  hermosa  habla  de 
Cervantes,  importada  y  difundida  por 
los  judíos  españoles,  quienes,  al  ser 
arrojados  de  su  verdadera  patria,  es- 
tablecieron su  residencia  en  Tánger, 
del  que  hoy  son  los  amos,  poseyendo 
los  mejores  establecimientps  mercan- 
tiles ,  las  mejores  casas  y  las  más  pre- 
ciosas fincas  de  campo. 

JLa  instruccléii  pública 

Durante  la  famosa  guerra  de  Meli- 
Ua  vi  dar  bromas   una  noche  en  el 


Ateneo  de  Madrid  á  un  consocio  que 
se  le  escapó  decir  que  los  moritos  eran 
ilustrados  y  tenían  soberbias  bibliote- 
cas. Yo  no  diré  tanto;  pero  sí  puedo 
afirmar,  con  D.  Ángel  Muro,  quien 
notó  el  hecho  antes  que  yo,  que  la  ins- 
trucción primaria,  por  lo  que  pude 
ver,  está  á  mayor  altura  que  entre 
nosotros,  sin  embargo  de  no  estar  pa- 
gados los  maestros  por  el  Municipio 
(porque  éste  no  existe),  sino  por  los 
particulares,  los  que  casi  en  cada  calle 
sostienen  una  escuela;  acerca  de  la 
cual  decía  el  Sr.  Muro  en  sxxsOcho  días 
en  Tánger:  "Así  que  tienen  cuatro 
años  los  hijos,  á  la  escuela  con  ellos... 
En  un  portal  un  moro  de  luenga  y 
blanca  barba,  sentado  sobre  una  este- 
rilla, enseña  á  leer,  desde  las  ocho  de 
la  mañana  hasta  que  anochece,  á  un 
enjambre  de  moritos  de  todos  colores, 
pero  chiquititos  y  muy  bonitos,  en 
unos  cartones  ó  pizarras  garabateados 
en  árabe. 

"El  domingo,  que  no  es  tal  para  los 
moros,  sino  un  día  de  la  semana  elegi- 
do para  el  objeto,  cada  niño,  al  entrar 
en  clase,  le  entrega  al  maestro  una 
perra  grande,  en  pago  adelantado  de 
la  enseñanza  de  seis  días  de  trabajo. 

"El  maestro  besa  la  moneda  que 
Alah  le  envía,  y  la  embaula, 

"Las  escuelas  árabes  funcionan  sin 
inspectores  de  primera  enseñanza. 
Esto  es  un  adelanto. „ 

Impresiones  callejeras. 

Cuando,  caballeros  en  nuestros  po- 
tros, marchábamos  á  visitar  los  prin- 
cipales edificios  públicos,  vi,  al  pasar 
por  algunas  plazoletas,  varios  grupos 
de  mujeres  sentadas  en  fila  y  en  acti- 
tud de  rezar  ante  las  sepulturas  de 
ilustres  santones,  las  cuales  se  redu- 
cen á  cuatro  paredes  lisas,  techadas 
por  una  cúpula  sin  linterna.  Al  pre- 
guntar á  un  negro  mahometano  por  la 
ocupación  de  aquellas  Evas,  supe  que 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


147 


rezaban^  en  efecto,  pero  que  entre  ora- 
ción y  oración  solían  intercalar  su  par- 
te de  chismografía,  ni  más  ni  menos 
que  nuestras  viejas  beatas. 

En  otra  de  las  calles  por  que  pasa- 
mos observé  también  en  la  galería  de 
un  patio,  cuyas  puertas  estaban  abier- 
tas, á  otra  devota  de  Mahoma  arrella- 
nada en  el  suelo,  tapado  el  rostro  con 
una  bufanda  blanca  que  le  cubría  has- 
ta los  ojos  y  con  un  rosario  en  la  mano, 
mediantecuyas  cuentas  llevaba  la  ídem 
de  las  veces  que  repetía  las  palabras 
«¡Alah  es  grande!» 

Como  al  paladear  los  manjares  se 
excita  desde  luego  el  apetito,  después 
de  ver  á  las  moras  del  Tesorülo^  se 
despertó  en  mí  el  deseo  de  poder  con- 
templar más  de  su  clase,  y  alerta  como 
iba,  sorprendí  á  otra  que  las  superaba 
en  hechizos,  asomada  á  una  vieja  puer- 
ta falsa.  Queriendo  satisfacer  su  cu- 
riosidad sin  ser  vista,  sólo  se  asomó 
cuando  nosotros  habíamos  pasado;  mas 
no  consiguió  su  objeto,  porque,  gracias 
al  ruido  que  produjo,  volvimos  instin- 
tivamente la  cara  para  encontrarnos 
en  presencia  de  una  hurí  del  paraíso. 
Muy  joven,  alta  y  bien  formada,  de 
cabellos  negros  como  el  azabache  y  de 
ojos  más  abrasadores  que  el  Vesubio: 
tal  era  aquella  beldad. 

Una  de  las  veces  que  el  director  Ma- 
yoral caminaba  delante  de  nosotros, 
hizo  alto  junto  á  un  corro  de  elegantes 
musulmanes,  uno  de  los  cuales  se  acer- 
có á  saludarle  y  con  tal  motivo  nos 
fué  presentado  al  Sr.  Tovía  y  á  mí. 

Era  éste,  hijo  del  ministro  Mohamed 
Torres,  de  elevada  estatura,  un  poco 
grueso,  de  constitución  robusta,  de 
ojos  grandes  y  obscuros  y  de  barba 
poblada  y  obscura  también.  Calzaba 
flamantes  babuchas,  cubría  su  cabeza 
rico  turbante  y  sobre  sus  hombros  caía 
blanco  jaique. 

La  judería,  por  la  que  atravesamos 
á media  tarde,  presentaba  la  animación 
de  los  grandes  días  de  fiesta.  Las  azo- 


teas estaban  repletas  de  bellísimas  is- 
raelitas elegantemente  vestidas  á  lá 
europea,  á  excepción  de  alguna,  entra- 
da en  años,  que  lucía  el  traje  tradicio- 
nal, con  los  pies  protegidos  por  chine- 
las de  terciopelo  bordadas  de  oro  con 
diamantes,  topacios  y  esmeraldas;  la 
falda  formando  una  especie  de  manteo 
de  fina  seda,  sembrado  de  franjas,  ga- 
lones y  ñecos  de  oro;  la  chaquetilla  de 
mangas  perdidas  y  á  la  griega,  desa- 
pareciendo bajo  los  ricos  y  profusos 
bordados  y  el  clásico  pañuelo  de  cres- 
pón, ciñendo  la  frente,  mientras  flota- 
ban por  detrás  sus  largas  puntas,  ma- 
terialmente tapizadas  de  joyas. 

José  Cáscales  y  Muñoz. 


(Continuará.) 


g»<iCCCCCItU-J" 


SECCIÓN  OE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


EL  MONASTERIO  DE  JUNQUERAS 

Y  LA  PARROQUIA  DE  LA  CONCEPCIÓN  DE  BARCELONA 


A  Edad  Media  española,  fecunda 
en  obras  de  piedad  y  en  insignes 
fundaciones  religiosas  ,  dio  el 
ser,  como  á  tantos  otros,  al  monaste- 
rio de  Junqueras,  cuya  historia  y  vi- 
cisitudes, tan  poco  tratadas  por  los 
autores  como  olvidadas  ó  descuidadas 
por  los  mismos  historiógrafos  de  nues- 
tras Órdenes  militares,  no  merecen, 
como  su  natural  término,  el  silencio  y 
el  olvido. 

Vivía  á  principios  del  siglo  XIII  en 
Barcelona  una  noble  y  piadosa  señora-, 
llamada   doña  María  de  Trarcia  (1), 


(1)  De  Trarcia,  y  no  de  Tarrasa,  ni  de  Terraza, 
como  han  escrito  los  poquísimos  autores  que  inciden- 
talmente  se  han  ocupado  en  el  monasterio  de  Jun- 
queras. Dígolo  fundado  en  el  testimonio  de  Pedro 
de  Marca,  en  cuya  bien  conocida  obra.  Marca  hispá- 
nica (  París,  MDCLXXXVIII  ),  se  inserta  el  acta 
de  fundación  (columna  1.400),  tomada  del  Cartulario 
de  la  Santa  Iglesia  de  Barcelona  y  en  ella  figura  la 
fundadora  con  el  nombre  de  Maria  de  Trarcia.  Bien 
puede  decirse  que  del  monasterio  de  Junqueras  se  ha 
escrito  poco  y  con  daño.  Hanse  dado  noticias  equi- 
vocadas sobre   ciertas    particularidades  históricas 


148 


boletín 


quien  de  tiempo  atrás  venia  acarician- 
do la  idea  de  fundar  una  casa  religio- 
sa, para  honra  de  Dios  y  de  su  Santa 
Madre.  Expuso  dicha  idea  al  Obispo 
de  Barcelona,  D.  Berenguer  dePalou, 
hallando  en  su  ánimo  la  m  is  favorable 
acogida,  pues  el  Prelado,   deseoso  de 
cooperar  al  logro  de  intento  tan  plau- 
sible, cedió  á   doña  María  la  iglesia 
parroquial  de  San  Vicente,  del  lugar 
de   Junqueras,    enclavado  en   el   Va- 
lles, en  el  llano  de  Sabadell,  y  no  lejos, 
por  tanto,  de  la  ciudad  condal.  Insta- 
lóse,  pues,   en  ella  el  monasterio  de 
religiosas,  que  adoptaron  la  regla  de 
San  Benito.  El  acta  de  fundación,  fe- 
cha en  l.°  de  Abril  de  1214,  nos  da  á 
conocer  las  condiciones  que  la  acom- 
pañaron. El  cenobio  debía  permane- 
cer siempre  sujeto  á  la  iglesia  barci- 
nonense.   En   la    elección    de    Priora 
había  de  contarse  con  el  asenso  del 
Obispo  y  del  Cabildo.  La  Prelada  elec- 
ta prestaríales  obediencia,  y  recibiría 
de  su  mano  la  administración   de  lo 
temporal  y  espiritual,  la  consagración 
y  bendición,   doctrina  y  corrección, 
anillo  y  báculo  pastoral;  debía  concu- 
rrir al  Sínodo   episcopal  y   observar 
fielmente  cuanto  en  él  le  fuese  impues- 
to. En  fin,  el  Obispo  D.   Berenguer, 
como  sus  sucesores,  tendrían  siempre 
sobre  el  monasterio  derecho  de  visita 
y   procuración  ,  con   todos  los  demás 
propios  de  los  diocesanos.  Suscribie- 
ron el  documento  el  Obispo,  doña  Ma- 
ría de  Trarcia  y  varios  eclesiásticos  y 
dignidades  de  la  Iglesia  de  Barcelona. 
Tales  fueron  los  principios  del  mo- 
nasterio de  Junqueras,  que  continuó 
por  entonces  bajo  la  advocación  de 
San  Vicente,   y  no  de  Santa  María, 


relativas  al  mismo,  acerca  del  templo  y  la  época  de 
su  construcción^  etc.  En  el  curso  de  mi  trabajo  pro- 
curo consignar  datos  verdaderos,  sin  hacer  hincapié 
en  rebatir  ajenas  opiniones.  ;  Listima  que  para  la 
completa  reconstitución  de  la  historia  de  Junqueras 
falte  la  más  pura  fuente,  pues  lo  habría  de  ser  sin 
duda  el  Archivo  del  monasterio  !  El  Archivo  desapa- 
reció, y  mis  pesquisas  para  encontrarlo  han  sido 
inútiles. 


como  se  ha  creído.  Pocos  años  habían 
pasado  desde  su  fundación  y  la  santi- 
dad de  vida  de  sus  moradoras  y  otras 
circunstancias  que  se  ignoran  aca- 
rreáronle el  aprecio  y  la  protección 
de  doña  Garsenda,  Condesa  y  Viz- 
condesa de  Bearne,  señora  de  Mon- 
eada y  Castellví,  quien  dotó  y  aun  en- 
riqueció liberalmente  el  monasterio. 
Está  averiguado  (aunque  no  falta  quien 
lo  dude)  que,  á  petición  de  doña  Gar- 
senda ,  el  Obis po Berenguer ,  que  seguía 
rigiendo  la  iglesia  de  Barcelona,  veri- 
ficó en  1233  un  cambio  en  la  constitu- 
ción del  convento.  Por  decreto  episco- 
pal fechado  en  III  de  los  idus  de  Mar- 
zo (13  de  Marzo  )  de  dicho  año,  con- 
cedió el  monasterio  á  cierta  Orden 
religiosa,  á  la  sazón  existente,  deno- 
minada de  la  Fe  y  la  Pas  (Ordini  Fi- 
dei  et  Pacis),  con  objeto  de  que  las 
religiosas  vivieran  en  adelante  dentro 
de  su  regla,  pero  estableciendo  que  el 
Comendador  ó  Maestre  de  aquella  Or- 
den, la  Priora  y  las  monjas  le  presta- 
ran canónica  obediencia,  y  también  á 
sus  sucesores.  Reservóse  igualmente 
sobre  el  monasterio  los  derechos  de 
corrección,  visita  y  procuración,  con 
los  demás  de  que  gozaban  los  Obispos 
y  sus  ministros  en  las  casas  religiosas 
á  ellos  sujetas;  por  donde  se  ve  que  si 
la  regla  había  cambiado  para  las  reli- 
giosas, la  jurisdicción  episcopal  se- 
guía siendo  la  misma. 

Más  breve  fué  aiin  para  el  monaste- 
rio este  período  que  el  en  que  se  rigió 
por  la  regla  benedictina.  A  los  pocos 
años  de  la  incorporación  á  la  Orden 
de  la  Fe  y  la  Paz,  vemos  ya  al  conven- 
to de  Junqueras  agregado  á  la  religio- 
sa y  militar  de  Santiago  de  la  Espada. 
Qué  motivos  contribuyeron  á  este  nue- 
vo cambio,  cosa  es  que  no  he  logrado 
averiguar;  pero  desde  aquel  punto  y 
hora  comenzó  verdaderamente  la  im- 
portancia del  monasterio,  propio  en 
adelante  de  freilas  de  Santiago. 

Ceñía  la  doble  corona  regia  y  con- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


149 


dal  D.  Jaime  I  de  Aragón,  gran  favo- 
recedor de  las  Ordenes  militares.  Ha- 
bía resuelto  donar  un  cierto  molino,  lla- 
mado de  Carbonell,  con  sus  territorios 
adjuntos,  á  la  de  Santiago,  á  condición 
de  que  en  sus  cercanías  se  construye- 
se un  convento  de  freilas;  aceptada  la 
condición  por  el  general  Maestre  de 
aquella  Orden,  D,  Pelayo  Pérez  Co- 
rrea, comunicó  á  las  religiosas  de  Jun- 
queras la  orden  de  traslación  del  mo- 
nasterio, desde  San  Vicente  al  nuevo 
sitio  designado,  para  cuando  estuviera 
en  pie  el  necesario  edificio. 

En  13  de  Mayo  de  1270  un  caballe- 
ro del  Rey, llamado  D.  Guillermo,  puso 
á  la  Comunidad  en  posesión  del  moli- 
no y  de  su  territorio;  pero  hasta  cua- 
tro años  después,  en  Junio  de  1274,  no 
comenzó  la  edificación.  Concluida  que 
ésta  fué ,  la  Priora  doña  Elisenda  de 
Muredine,  con  sus  freilas,  trasladá- 
ronse á  la  nueva  residencia  (1). 

No  pararon  aquí  los  cambios  á  que 
parecía  destinado  el  monasterio.  A 
poco  de  la  reciente  instalación,  enfer- 
maron muchas  religiosas;  la  nueva 
casa,  ó  bien  el  terreno  que  la  rodeaba, 
parecieron  húmedos  y  malsanos.  Doña 
Guillerma  de  San  Roma,  á  la  sazón 


(1)  Aquí  debo  hacer  notar  una  circunstancia  ex- 
traña En  VII  de  los  idus  de  Septiembre  del  año  de 
Cristo  1269,  el  Obispo  de  Barcelona  D.  Arnaldo  de 
Gurb,  de  acuerdo  con  su  Cabildo,  concedió  permiso 
á  la  Orden  de  Santiago,  representada  por  su  procura- 
dor y  administrador  en  la  diócesis  barcinonense,  el 
canónigo  Berenguer  de  Petra,  para  que  pudiese  cons- 
truir casas,  monasterios  y  oratorios  en  cualquier 
punto  de  dicha  diócesis,  dejando  siempre  á  salvo  los 
derechos  de  las  iglesias  y  monasterios  que  radica- 
ban en  la  misma  {Biliario  de  la  Orden  de  Santiago, 
escritura  inserta  en  la  pág.  208).  Para  nada  se  cita 
en  el  documento  al  convento  de  Junqueras,  que  sin 
embargo  ya  existía  en  la  diócesis.  —  Y  al  llegar  á 
este  punto,  debo  rectificar  un  error  del  moderno  his- 
toriador de  las  Ordenes  militares  españolas,  Sr.  AI- 
varez  de  Araujo  (único  entre  los  de  su  clase  que  de- 
dica algunos  párrafos  al  monasterio  de  que  vengo 
tratando),  el  cual,  confundiéndolos  acontecimientos, 
supone  que,  ordenada  la  traslación  de  aquel  monas- 
terio desde  San  Vicente  de  Junqueras  al  nuevo  sitio 
de  Carbonell,  cedido  por  Jaime  I,  hízose  el  acto  de 
concordia  el  7  de  Septiembre  de  1269.  No  la  traslación 
de  aquel  monnslerio,  sino  la  concesión  de  carácter 
general  otorgada  por  el  Prelado  de  Barcelona,  es  lo 
que  quedó  acordado  en  VII  de  los  idus  de  Septiem- 


Priora,  impetró  de  D.  Alfonso  III  de 
Aragón  la  mudanza  á  otro  sitio,  obte- 
niéndolo en  6  de  Junio  de  1289  del  Mo- 
narca, cuya  muerte,  acaecida  poco  des- 
pués, estorbó  por  el  pronto  la  ejecución 
del  proyecto.  Tras  nuevo  permiso  para 
ello,  otorgado  por  D.  Jaime  II  en  25  de 
Mayo  de  1293,  acordóse  por  la  Comu- 
nidad la  traslación  á  Barcelona.  Eli- 
gióse sitio  conveniente  y  edificáronse 
monasterio  é  iglesia,  que  se  inaugura- 
ron el  año  1300,  bajo  el  priorazgo  de 
doña  Margarita  de  Togores  (1). 

En  este  local,  sito  en  un  extremo  de 
la  ciudad,  amplio,  artístico  y  adecuado 
á  su  objeto,  habían  ya  de  permanecer 
en  lo  sucesivo  las  freilas  santiaguistas 
hasta  la  supresión  del  monasterio  en 
nuestro  siglo.  Siendo  Priora  doña  Gue- 
ralda  de  Pesera,  incorporóse  al  de  Jun- 
queras el  titulado  de  San  Pedro  de  la 
Piedra,  también  de  religiosas  de  San- 
tiago, que  radicaba  cerca  de  la  ciudad 
de  Lérida  y  había  sido  fundado  en  22 
de  Noviembre  de  1260  (2).  El  á  la  sa- 
zón Maestre  de  Santiago,  D.  Alonso 
Méndez  deGuzmán,  por  carta  fechada 
en  Montiel  en  15  de  Abril  de  la  era 
1380  (año  1342),  decretó  la  incorpora- 
ción, expresando  que  el  monasterio  de 
Junqueras  poseyera  en  adelante  el  su- 
primido, con  todas  sus  heredades,  ren- 
tas y  derechos. 

Medio  siglo  más  tarde   ocurrió  en 


(1)  No  es,  pues,  exacta  la  fecha  de  1269  que  se 
asigna  por  algunos  escritores  modernos  á  la  edifica- 
ción del  templo  de  Junqueras,  en  Barcelona.  Por 
aquellos  años  aún  no  había  sido  trasladado  el  mo- 
nasterio á  la  ciudad  condal. 

(2i  No  en  Diciembre  de  1298,  como  afirma  el  señor 
Alvarez  de  Araujo  en  su  obraXns  Ordenes  militares 
de  Santiago,  Calatrava,  Alcántara  y  Mantesa  (Ma- 
drid, 1891,  pág.  46).  El  Sr.  Araujo  tomó  seguramente 
esta  fecha  (aunque  no  lo  dice)  del  Biliario  de  la  Or- 
den de  Santiago  (Madrid,  MDCCXIX)  que  en  su  pági- 
na 209  inserta  el  documento  de  fundación  del  monas- 
terio de  San  Pedro  y  lleva  la  fecha  X  kalend.  De- 
cembris  Era  M.CC.LXXXXVUI:  fecha  que  le  indu- 
jo á  error,  por  olvidar  la  índole  del  cómputo  de  las 
calendas  y  la  diferencia  entre  la  era  española  y  los 
años  de  Cristo.  Más  extraño  es  aún  que  el  mismo  Bu- 
larlo caiga  también  en  error  sobre  este  punto,  redu- 
ciendo la  era  M.CC.LXXXXVUI  á  1270,  y  no  á  1260, 
que,  como  digo  en  el  textores  el  verdadero  año  de  la 


150 


boletín 


el  convento,  que  se  llamaba  ya  de  San- 
ta María  de  Junqueras,  una  excisión 
intestina,  que  acarreó  no  pocos  disgus 
tos  á  sus  moradoras  y  trascendió  lejos. 
Había  muerto  la  Priora  doña  Francis- 
ca de  Pía,  y  las  treinta  monjas  que 
tenían  voz  y  voto  en  el  monasterio 
procedieron,  según  era  costumbre,  á 
la  elección  de  nueva  Subpriora.  No  es- 
tuvieron unánimes  los  pareceres;  quin- 
ce votantes  designaron  á  doña  Sancha 
Olivera ,   trece   á  la  Superiora  doña 
Blanca  Marquet,  y  aun  hubo  dos  votos 
para  otras  tantas  freilas  cuyos  nom- 
bres ignoro.  Agitáronse  las  pasiones; 
penetró  la  cizaña;  las  partidarias  de 
Sancha  y  de  Blanca  no  cedían  en  su 
derecho;  los  dispendios  y  sinsabores 
ocasionados  por  la  contienda  crecían 
cada  día,  y  el  monasterio,  dividido  por 
el  cisma,  aparecía  teniendo  dos  Prio- 
ras. Era  Maestre  de  la  Orden  de  San- 
tiago D.  Lorenzo  Suárez  de  Figueroa, 
y  á  él  acudieron  las  dos  electas  en  de- 
manda de  aprobación  para  su  causa. 
Eludiendo  el  Maestre  apoyar  á  cual 
quiera  de  ambas  partes,  en  7  de  Sep- 
tiembre de  1389  enderezó  á  las  religio- 
sas una  misiva  en  que  asentaba  que, 
habiéndose  verificado  la  elección  en 
plena  discordia,  debía  tenerse  por  no 
válida  y  digna  de  ser  anulada.  Deseo- 
so— decía— de  devolver  al  monasterio 
la  paz  y  tranquilidad  que  le  eran  tan 
necesarias,  nombraba  á  D.  Fernando 
Díaz,  Comendador  de  Villamayor  y  al 
freile  Pedro  Fernández  para  que  exa- 
minaran detenidamente  el  caso,  visita- 
ran ,  corrigieran  y  reformaran  el  con- 
vento, si  necesario  fuese,  y,  en  suma, 
proveyeran  con  la  mayor  amplitud  de 
facultades,  entendiéndose  que  las  reli- 
giosas habían  de  acatar  sus  resolucio- 
nes como  si  provinieran  del  Maestre 
mismo. 

Ignoro  si  esta  comisión  se  llevó  á 
efecto.  El  Maestre  notició  el  estado  del 
pleito  al  Papa  Clemente  XII,  al  cual, 
ppr  s.u  parte,  también  había  acudido 


la   electa  doña  Sancha,   demandando 
protección.  El  Pontífice  nombró  igual- 
mente otra  comisión  con  encargo  de 
que,  si  los  hechos  habían  ocurrido  tal 
y  como  los  presentaba  doña  Sancha, 
le  confiriese  en  su  representación  la 
dignidad  prioral,   fulminando  contra 
los  contradictores  las  censuras  ecle- 
siásticas.   El   comisionado   pontificio, 
que  era  el  Deán  de  Aviñón,  fuese  al 
monasterio  de  Junqueras,  puso  en  po- 
sesión de  su  cargo  á  doña  Sancha,  y 
repartió  entre  las  rebeldes  á  su  auto- 
ridad buena  copia  de  excomuniones, 
suspensiones   y  entredichos.   No    con 
esto  terminó  tan  ruidoso  negocio.  Blan- 
ca apeló  contra  la  sentencia  del  Legado 
al  Papa,  que  nombró  otro  juez  que  en- 
tendiera en  el  movimiento  de  la  nueva 
causa;  pero  poco  después  inhibió  al 
juez  que  había  nombrado,   por  letras 
dirigidas  al  Maestre  de  Santiago,  Suá- 
rez de  Figueroa,  en  las  que,  fundán- 
dose en  su  discreción  y  prudencia,  or- 
denábale pusiera  fin  al  asunto  dictan- 
do una  sentencia  definitiva.  La  Bula 
inhibitoria   está  fechada  en   Aviñón, 
en  XI  de  las  calendas  de  Diciembre  del 
año  duodécimo  del  pontificado  de  Cle- 
mente XII  (21  de  Noviembre  de  1389). 
El  fallo  del  Maestre,  que  terminaría 
tan  enojoso  asunto,   no  me  es  cono- 
cido (1). 

Todavía  en  otra  ocasión,  aunque  no 
por  iguales  causas,  tuvo  que  interve- 
nir el  Sumo  Pontífice  en  la  elección 
prioral  de  Junqueras,  y  fué  por  los 
años  de  1469,  en  que,  elegida  doña 
Inés  Romeu,  por  fallecimiento  de  su 
antecesora  doña  Constanza,  y  presen- 
tándose dudas  sobre  la  validez  de  la 
elección,  el  Papa  Paulo  II  confió  la  re- 
solución del  negocio  al  Abad  del  mo- 


(1)  Dos  documentos  latinos  relativos  á  este  cisma 
acaecido  en  Junqueras  están  publicados  en  el  Bula- 
rio  de  la  Orden  de  Santiago.  Son  éstos: 

Magistri  D.  Laurentii  de  Figueroa  litterae  atl 
Moniales  Saiictae  Mariae  de  Junqueras  super  Prio- 
rissae.electione  (páff.  356). 

Bulla  inhibitoria  Apostolicorum  ludicuin  iit  cau- 
sa electionis  Priorissae  de  Junqueras  (pág.  357). 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


Í51 


nasterio  de  Montserrat,  que,  á  lo  que 
entiendo,  dictó  sentencia  favorable  á 
la  Priora  electa  (1). 

Terminó  en  paz  la  Edad  Media  para 
el  monasterio,  y  en  paz  transcurrieron 
los  dos  primeros  siglos  de  la  Moderna. 
Conócese,  empero,  un  incidente  que 
deja  entender  que  en  Junqueras,  como 
en  otras  casas  religiosas,  habíase  bas- 
tardeado un  tanto  el  primitivo  espíritu, 
ó  se  habían  alterado  las  costumbres 
que  parecían  más  convenientes  para  el 
buen  régimen  del  monasterio.  Ignoro 
detalles  de  este  asunto,  que  no  creo 
revistiese  verdadera  gravedad;  pero 
es  lo  cierto  que  siendo  virrey  de  Cata- 
luña el  Marqués  de  Lombay,  que  hoy 
se  venera  en  los  altares  con  el  nombre 
de  San  Francisco  de  Borja,  dirigióle 
el  emperador  Carlos  V  una  cédula,  fe- 
chada en  Madrid  á  31  de  Marzo  de 
1540,  en  que  se  trasluce  algo  de  lo  ya 
dicho.  En  vista  de  lo  acordado  por  el 
Consejo  de  la  Orden  de  Santiago,  en- 
comienda el  Emperador  al  Virrey  las 
cosas  tocantes  al  monasterio  de  Jun- 
queras; ordénale  que  las  mire  y  exa- 
mine y  que  proceda  cuidando  por  el 
servicio  de  Dios,  y  bien  y  honestidad 
del  monasterio  y  sus  religiosas;  y  á 
éstas,  que  obedezcan  en  todo  al  Virrey 
y  sus  mandamientos.  Poco  después,  (en 
23  de  Agosto)  dirigióse  por  otra  cédula 
el  Emperador  al  caballero  de  la  Orden 
de  Santiago  Garcerán  Albanel,  reco- 
mendándole también  las  cosas  tocantes 
al  mismo  monasterio  y  que  se  pusiera 
para  ello  de  acuerdo  con  el  Virrey  (2^. 
Seguro  es  que  San  Francisco  proveería 
en  el  negocio  con  la  prudencia  y  dis- 
creción en  él  tan  características,  con 


(1)  Puede  verse  la  Bula  dirigida  con  este  motivo 
por  el  Papa  al  Abad  de  Montserrat,  en  el  Biliario  de 
Santiago,  pág.  393.  Fecha  en  Roma  á  13  de  Enero 
de  1469. 

(-)  Ambas  cédulas,  con  otros  documentos  relati- 
vos á  San  Francisco  de  Borja,  como  caballero  y 
Comendador  de  la  Orden  de  Santiago,  fueron  publi- 
cadas por  D.  Francisco  de  Uhagón,  en  el  Boletín  de 
la  Real  Academia  de  la  Historia,  tomo  XXII,  pági- 


lo  que  el  monasterio  hubo  de  continuar 
marchando  por  la  senda  que  le  traza- 
ba su  honrosa  historia. 

La  guerra  que  en  los  últimos  años 
del  siglo  XVII  estalló  entre  España  y 
Francia,  dejando  sentir  principalmen- 
te sus  perniciosos  efectos  en  Cataluña, 
ocasionóle  un  grave  perjuicio.  Durante 
el  cerco  de  Barcelona  por  los  france- 
ses en  1697,  el  monasterio  de  Junque- 
ras fué  en  gran  parte  destruido  por  el 
bombardeo;  el  ábside  de  la  iglesia  se 
incendió  y  las  religiosas  marcharon  á 
Tarragona,  en  tanto  se  restauraba  su 
casa  conventual,  como  se  efectuó,  una 
vez  celebrada  la  paz.  En  2  de  Junio 
de  1699  reunióse  de  nuevo  la  Comuni- 
dad, vuelta  ya  á  Barcelona,  eligiendo 
Priora  á  doña  María  Josefa  de  Ma- 
garola. 

Transcurrió  tranquilamente  el  si- 
glo XVIII;  pero  al  comenzar  el  XIX 
sobrevino  la  guerra  de  la  Independen- 
cia, causa  que  había  de  ser  de  la  su- 
presión de  la  antigua  é  ilustre  casa  re- 
ligiosa. Las  tropas  francesas  apoderá- 
ronse de  BarcelonaenFebrero  de  1808, 
y  en  30  de  Agosto  obligaron  á  las  frei- 
las  santiaguistas  á  desocupar  su  mora- 
da, que  por  el  derecho  del  más  fuerte 
quedó  transformada  en  Hospital  mili- 
tar. Y  fué  lo  peor  que,  restablecida  la 
normalidad  y  expulsados  de  España 
los  napoleónicos,  no  se  reparó  la  injus- 
ticia; lejos  de  eso,  el  convento  siguió 
sirviendo  de  Hospital,  y  la  iglesia,  ya 
de  aquél  incomunicada,  cedióse  á  la 
Orden  de  San  Juan, continuando  abier- 
ta al  culto  público.  A  la  de  Santiago 
siguieron  perteneciendo  los  bienes  del 
extinguido  monasterio;  y  sus  religio 
sas,  alojadas  en  casas  particulares, 
pudieron  proveer  á  su  existencia  con 
una  renta  que  al  efecto  se  les  pasaba. 
En  1832  hiciéronse  gestiones  para  res- 
tablecer la  conventualidad,  y  el  pro- 
yecto se  hubiera  realizado  á  no  haber- 
lo impedido,  por  una  parte,  la  falta 
de  oersonal  v  de  salud  en  la  dispersa 


152 


boletín 


y  ya  casi  extinguida  Comunidad,  y  por 
otra  los  acontecimientos  políticos  que 
poco  después  se  sucedieron  (1). 

Es  para  citado  aquí  un  singular  pri 
vilegio,  tal  vez  único  en  la  cristiandad, 
de  que  gozaron  hasta  la  extinción  del 
monasterio  sus  religiosas.  Estas,  no 
sólo  podían  salir  de  la  clausura,  sino 
también  contraer  relaciones  y  casarse, 
aunque  fueran  profesas,  con  lo  que  es- 
taban hasta  cierto  punto  equiparadas 
á  los  caballeros  de  Santiago.  En  un 
principio,  casábanse  sin  pedir  licencia 
al  Maestre;  pero  en  el  siglo  XVIII  el 
Consejo  de  las  Ordenes  obtuvo  del  Mo- 
narca que  las  freilas  de  Junqueras  hu- 
bieran de  solicitar  real  licencia  para 
su  matrimonio,  acompañando  la  ge- 
nealogía del  pretendiente  y  los  docu- 
mentos que  probaran  su  nobleza,  al 
igual  de  lo  que  practicaban  los  caba- 
lleros (2).  Este  tradicional  derecho, 
propio  de  aquellas  monjas,  que  les  im- 
primía cierto  carácter  seglar,  hizo 
quizá  que  por  sus  superiores  no  les 
fueran  aplicadas  ciertas  constituciones 
y  establecimientos  propios  de  la  Orden 
de  Santiago  (3). 


(1)  Sobrevivían  aún  á  la  exclaustración  de  1808 
dos  religiosas,  llamadas  doña  María  Montserrat  de 
Magarola  y  doña  Teresa  de  Amat.  Con  ellas  y  con 
algunas  más  procedentes  de  otros  monasterios  de  la 
Orden  de  Santiago  podría  haberse  reconstituido  el 
de  Junqueras,  pues  por  entonces  rentas  para  ello  no 
faltaban.  Sensible  es  que  se  desperdiciara  una  oca- 
sión que  no  había  de  volver  á  presentarse . 

(2)  Alvarez  de  Araujo,  en  su  obra  Las  Ordenes 
tnilitarcs,  etc.,  pAg.  46.  Según  el  Sr.  Araujo,  el  úl- 
timo matrimonio  celebrado  fué  el  de  la  freila  profe- 
sa doña  María  Manuela  de  Magarola  con  D.  Felipe 
Ignacio  de  Miquel,  barón  de  Prebol,  y  se  verificó  en 
Julio  de  1826.  Entiendo  que  esto  ocurriría  fuera  del 
monasterio,  el  cual,  por  aquel  entonces,  estaba  ya 
secularizado. 

(3)  A  este  propósito,  observaré  un  hecho  que  no 
deja  de  tener  significación.  En  los  nuevos  estableci- 
mientos de  la  Orden  del  Apóstol,  acordados  por  el 
Capítulo  general  de  Madrid  de  1652,  tratóse  (títu- 
lo XIV, cap.  II),  entre  otras  muchas  cosas,  del  núme- 
ro de  religiosas  que  había  de  haber  en  cada  uno  |de 
los  conventos  de  monjas  de  la  Orden;  al  efecto  se 
marcaba  el  número  máximo  que  podían  recibirse  en 
los  de  Santa  Fe,  de  Toledo;  Sancti  Spíritus,  de  Sa- 
lamanca; Madre  de  Dios,  de  Granada;  Santa  Cruz, 
de  Valladolid,  y  Santa  Olalla,  de  Mcrida;  sin  mentar 
para  nada  el  monasterio  de  Junqueras,  también  san- 
tiaguista.  Acaso  aquí  no  se  puso  limite,  por  el  carác- 


Los  horrendos  asesinatos  cometidos 
en  Barcelona  durante  los  primeros 
años  del  régimen  constitucional  tu- 
vieron cierta  relación  con  el  edificio 
que  me  ocupa.  Al  acaecer  la  matanza 
de  los  frailes  en  25  de  Julio  de  1835, 
algunos  religiosos  que  escaparon  de 
sus  conventos  debieron  su  salvación 
á  haberse  refugiado  á  tiempo  y  con 
cautela  en  el  ex-monasterio  santiaguis 
ta.  Seguía  sirviendo  de  Hospital  mili- 
tar, y  sus  salas  fueron  testigos  poco 
después  de  escenas  vandálicas,  acarrea- 
das por  nuestras  funestas  disensiones 
políticas.  El  día  4  de  Enero  de  1836, 
día  triste  para  Barcelona,  turbas  ebrias 
de  sangre  y  de  odio  invadieron  el  re- 
cinto del  Hospital,  arrancaron  del  le- 
cho donde  yacían  heridos  á  tres  inde- 
fensos prisioneros  carlistas,  arrastrá- 
ronlos á  un  callejón  inmediato  al  edi- 
ficio, y  allí  los  fusilaron. 

En  Diciembre  de  1842  trasladóse 
por  orden  del  Gobierno  el  Hospital  mi- 
litar desde  Junqueras  al  exconvento 
de  sacerdotes  de  la  Congregación  de 
la  Misión,  situado  en  la  calle  de  Ta- 
llers.  Conservó,  no  obstante,  Junque 
ras  el  carácter  de  hospital  subalterno 
y  dependiente  del  otro,  y  fué  destinado 
á  los  enfermos  afectados  de  ciertas 
dolencias  especiales  ó  repugnantes. 
Años  adelante  convirtieron  el  Hospi 
tal  en  casa  de  corrección.  ¡Tristes  des- 
tinos los  del  religioso  recinto  favoreci- 
do por  los  señores  de  Bearne  y  los 
monarcas  de  Aragón! 

Llegó  el  año  1868.  Las  necesidades 
de  la  creciente  población  de  Barcelona 
hicieron  que  se  crease  la  parroquia  de 
la  Inmaculada  Concepción,  instalán- 
dola en  el  templo  de  Junqueras.  Sólo 
mes  y  medio  duró  la  parroquialidad  así 
constituida.  El 20  de  Agosto  tomó  pose 
siónde  su  cargo  el  primer  Cura  propio, 
doctor  D.  Eduardo  María  Vilarrasa;en 
los  últimos  días  de  Septiembre  estalló 


ter  en  cierto   sentido  transitorio  de  las  religiosas, 
que  podían,  casándose,  abandonar  el  claustro. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


153 


la  revolución,  y  el  4  de  Octubre  la  jun- 
ta revolucionaria  de  Barcelona  decre- 
tó, como  una  de  sus  primeras  pro  vi 
dencias,  la  demolición  de  tres  templos 
de  la  ciudad,  entre  los  cuales  estaba 
comprendido  el  de  Junqueras  (1). 

En  este  punto  comienza  una  nueva 
fase,  y  quizá  la  más  interesante,  del 
edificio.  El  párroco  Sr.  Vilarrasa,  no 
pudiendo  impedir  la  caída  del  templo, 
logró  que  se  le  permitiese  intervenir 
en  el  derribo,  para  aprovechar  lo  que 
pareciera  conveniente  de  los  materia- 
les. Bajo  la  dirección  ,  pues,  del  señor 
Granell,  maestro  de  obras  de  la  parro- 
quia, efectuóse  la  demolición,  en  Mar- 
zo de  1869;  desmontáronse  y  numera 
ronse  cuidadosamente  los  sillares  y 
elementos  artísticos  y  trasladáronse  á 
un  conveniente  depósito,  quedando  por 
lo  pronto  aseguradas  de  una  destruc 
ción  ó  dispersión  inminentes. 

Entretanto,  el  Estado  vendió  á  un 
especulador  el  exconvento ,  que  cayó 
también;  fortuna  fué  que  el  salvador 
de  los  materiales  del  templo  pudiera 
salvar  á  la  vez  los  del  claustro,  que 
fueron,  igualmente  que  aquéllos,  tras- 
ladados á  otro  sitio,  con  ulterior  y 
plausible  designio.  (2)  Convento  é  igle- 
sia no  eran  ya  sino  un  solar.  En  susti 
tución  de  aquellos  instalóse  allí  (¡con- 
trastes de  la  sue-\e!)  y  subsistió  durante 
algún  tiempo  una  sala  pública  de  baile, 
bautizada  con  el  nombre  de  Salón  de 
la  Palmera,  en  recuerdo   de  una  muy 


t\i  En  obsequio  &  la  verdad  debo  decir  que  á  la  de- 
molición de  Junqueras,  acordada  por  la  junta  revolu- 
cionaria, no  contribuyó  solamente  la  p.isión  anti-rre- 
ligiosa.  Debido  á  las  múltiples  vicisitudes  por  que  ha- 
bía pasado  el  edificio,  templo  y  monasterio  hallAbanse 
en  muy  mediano  estado  de  conservación,  y  ya  antes 
de  la  revolución  de  Septiembre  existió  el  proyecto  de 
demolerlos,  para  construir  en  su  solar  un  mercado; 
pero  el  proyecto  no  se  llevó  á  cabo  por  el  pronto,  con 
motivo  de  la  creación  de  la  parroquia. 

(■Ji  No  participó  de  igual  suerte  una  lápida  con 
inscripción  sepulcral  hebraica  que,  procedente  áe\ 
antijíuo  cementerio  de  Montjuich  ,  existió  empotrada 
en  uno  de  los  muros  exteriores  del  monasterio.  Según 
rae  ha  dicho  mi  docto  amigo  el  Rdo.  P  Fita  á  quien 
debo  esta  noticia,  la  lápida,  que  él  llegó  á  ver  coloca- 
da en  el  muro,  desapareció  ó  se  destruyó  al  verificar- 
se el  derribo  del  edificio. 


elevada  y  gentil  que  existió  en  algu  ■ 
no  de  los  patios  ó  claustros  del  mo- 
nasterio hasta  que  se  llevó  á  cabo  el 
derribo  (1). 

Hoy  aparece  muy  cambiado  el  as- 
pecto de  aquella  parte  de  Barcelona 
donde  se  alzaba  el  monasterio  de  Jun- 
queras. La  plaza  y  las  calles,  harto 
modificadas,  que  antaño  le  rodeaban, 
rodean  ahora  una  manzana  de  moder- 
nos edificios  particulares,  ante  los  que 
pasa  indiferente  el  transeúnte  ,  bien 
ajeno  de  recordar  que  hubo  allá  una 
fundación  insigne,  perteneciente  á  la 
más  histórica  de  las  cuatro  Ordenes 
militares  españolas. 


El  Conde  de  Cedillo. 


(Concluirá  ) 


(n  Esta  palmera,  hermoso  ejemplar  entre  los  de 
su  especie,  según  afirman  cuantos  la  conocieron,  fué 
trasladada  al  hacerse  la  demolición;  y,  como  sí  tan 
sólo  junto  al  santuario  y  entre  preces  y  religiosos 
cánticos  fuera  dable  para  ella  la  existencia,  se  secó. 
De  este  episodio  de  la  ruina  del  monasterio,  algo 
quedó  para  las  letras,  y  fué  una  bellísima  poesía  del 
ilustre  vate  Verdaguer  ,  titulada  La  Palmera  de 
Junqueras,  algunas  de  cuyas  estrofas  transcribiré 
aquí,  pues  la  ocasión  es  oportuna.  Finge  el  poeta  que 
la  palmera,  plantada  siglos  atr.ls  á  la  sombra  del 
santuario,  era  por  lodos  celebrada  y  se  sentía  feliz 
en  su  modesto  retiro.  Pero  la  ambición  y  un  inmode- 
rado afán  de  libertad,  al  igual  que  suelen  hacer  presa 
en  los  humanos,  hiciéronlo  también  en  ella.  He  aquí 
cómo  lo  narra  la  palmera  misma  : 

"¿Per  qué,  gentil  sultana,  t'has  fet  novicia?  gósa, 
me  dej-n  'I  món  un  dia,  la  vida  es  peí  plaher, 
aixéca  'I  front,  rumbfjja  ta  cabellera  hermosa, 
peí  vostre  bes,  oh  abelles,  Deu  ha  criat  la  rosa, 
entráu  en  son  verger.„ 

La  palmera  da  oídos  A  estas  lisonjas  y  clama  por  la 
libertad. 

"La  Ilibertat  es  vida,  cridí,  trayéume  A  fóra, 
llev.lume  eixes  muralles  que  'm  cuydan  ofegar; 
ab  mos  aucells  deixáume  que  'm  cantan  á  tota  hora, 
f6umel  enllá  aqucix  temple  que  es  goth  y  jo  s6  mora, 
com  mora  vuU  gosar  „ 

Pero  pronto  llegó  la  hora  del  desengaño  y  de  la  des- 
gracia. Sigue  diciendo  la  palmera  : 

"Y  la  paret  sagrada  de  ma  clausura  queya, 
fugint  les   religioses  com  desniats  aucells; 
lo  temple  del  Altíssim  en  Hit  de  pols  s'ajeya 
y  '1  món  me  mostrá  Iliure  la  flamejanta  teya, 
la  teya  y  los  fusells. 

"Mes,|ay!  ¡queja  m'anyoro!  ;no  veig  aucells  en  l'ayre, 
florits  rosers,  ni  monges,  ni  serafins  enlloch  , 
y  ventme  cor-gelada.  sens  fruyta,  flor,  ni  flayre, 
á  colps  ahír  tallava  mon  tronch  lo  Uenj'atayre, 
y  avuy  me  tira  al  foch!„ 


154 


BOLETÍN 


ESCRITURAS  Mt'ZÁRABES  TOLEDANAS 

(Continuación.) 

CXXIX 

Tres  copias  de  otros  tantos  documentos 
originales  autorizados  en  Febrero  de  la  Era 
1260. 

i,.^  Venta  de  una  casa  sita  en  el  distrito 
parroquial  de  San  Juan,  en  el  interior  de 

Toledo  ...  l^  l^jsr\      ^Jl  jUJi    ^^.^^) 

(ilJaJ.j5  "ii-iXA  J^b  ,  ¿^-JÍy  ^l'^A^  y  con  los 

siguientes  linderos:  al  E.,  una  casa  de  Do- 
ña Xamsí  (Mi-Sol),  hija  de  Mofarech  b. 
Bahl'jl,  suegra  del  vendedor;  al  O.,  otra  ca- 
sa del  caid  Pelayo  Pérez  ^^f  JaLílJ  ^\:>) 
{¡f.jh..y,  al  S.,  casa  de  Doña  Loba,  espo- 
sa del  vendedor,  y  al  N.,  la  vía  pública 
(.^ ^,  j"^))  á  la  cual  da  la  puerta  de  la  casa 

vendida. 

Otorga  esta  venta  el  Alguacil  D.  Domingo 
b.  Suleimán  b.Ga9n  b.  Serbando  ...  j¡  \ y\) 

á  favor  del  Canónigo  D.  García  ¿^— ^¿  ij  3^) 
{,^_pjW\,  por  precio  de  70  mizcales  de  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  Febrero  {j)  j^  y^  ^)  de  la 
Era  1212. 

2.*  Venta  de  la  casa  ya  descrita,  otorga- 
da por  Cebrián  (Cipriano)  b.  Bisent  el  hi- 
jo del  Cestero  y  su  esposa  Leocadia,  hija  de 


C^  J-'.J 


Yahya  el  de  Baeza     ,f>\  w 

(ij,iLsy  A^j  J  j  ijVJx^L,  á  favor  del  ya  citado 

Alguacil  D.  Domingo  b.  Suleimán,  por  pre- 
cio de  70  mizcales.  Su  fecha  en  Septiembre 
de  1211. 

3.*     Declaración    ó    testimonio    público 
por  el  cual  D.  Guillen  Sánchez,  hermano 

del  Canónigo  D.  García  ^^.st^  }..\.í     ,  ^S) 

(¿-w;C  |j_;>5  ^^yjú\  -;.^,  y  su  esposa  Doña 

Loba,  ponen  en  posesión  al  hijo  de  ambos, 
D.  Pedro,  de  la  casa  á  que  se  refieren  los  an- 
teriores documentos,  que  perteneció  al  Ca- 


nónigo D.  García  4^. 


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^^i^    ^^ 


^iJU) 


habiendo  pagado  20  mizcales  de  los  40  por 
que  había  sido  anteriormente  empeñada,  y 
pagando  el  nuevo  poseedor  los  otros  20. 
Su  fecha  en  Septiembre  de  la  Era  1244. 

cxxx 

Venta  de  las  once  ximensas  del  ¡auxar  ^  y 
de  otras  ocho  ximensas  sitas  eu  el  término 
del  Puerto  del  Carbonero,  hacia  el  camino 
de  Milagro,  cerca  del  pico  ó  punta  del  Ja- 
balí, y  próximo  también  á  Val  de  la  Pizarra 


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CJ^=s.Jll     íí.;k^J 


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y.-T'^^   U^b  J^'j 


Otorga  esta  venta  D.  Gonzalbo  el  Sego- 
viano  á  favor  del  Canónigo  D.  Alfonso  Me- 
léndez,  hijo  del  Alcalde  D.  Melendo  ben 
Lampader  ;;.jjiJ|  ,j^  ^^^pJuJj  ^j._;L^t) 
íAJiL       ,  «:>    J,^3^|       ^^UJl    .}  ;  Jl    ,  y» 


c 


Precio  de  la  venta,  seis  mizcales  de  oro 
alfonsí. 

Fecha  en  la  segunda  decena  de  Agosto, 
Era  de  1260. 

Suscripciones  árabes:  Pethro  b.  Yoanix 
b.  Walid  b.  Kásim,  Pethro  b.  Yoan  b.  Tho- 
mé  b.  Yahya  b.  Lop  b.  Pelayo,  Mateos  b. 

Yahya  b.  María  ,j  ,^1  ..yi  ij-'^''^i) 
(ijj^,  Domingo  b.  Serbando  b.  Hasán  b. 
Serbando,  Esteban  b.  Pethro  Al-Kantarí, 
Micael  b.  Esteban  b.  Chabir. 

Ego...  presbiter  ecclesie  sánete  Leocadie 
testis. 

Para  que  nuestros  lectores  puedan  formar 
idea  del  formulario  empleado  por  los  nota- 
rios mozárabes,  reproducimos  á  continua- 
ción el  texto  árabe  de  algunas  de  ellas  acom- 
pañando su  correspondiente  traducción  á 
nuestra  lengua. 


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iV    \J^    O^    ^J\    t^■*''■^•'    ^y^ 


LL 


1  Véase  Glosario  de  Simonet  sobre  estas 
palabras:  la  primera  es,  se^ún  este  autor,  una 
medida  agraria. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


156 


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,^_3Lja!:.     ^)      s-'^í^i     f''-^ír^^     (^'^^ 
^^-^     ¿  J--^^'    jL-?^«     ^^^'^^     J'^-      ^^'^3 

(*)  Aquí  hay  una  raspadura  en  el  original, 
advirtiéndose  luego  en  la  fe  de  erratas  cuál  es 
la  verdadera  lectura. 

1  Omitimos  las  suscripciones  por  haber  si- 
do ya  publicadas  en  el  extracto  que  dimos  del 


TRADUCCIÓN 

EN  El,  NOMBRE  DE  DIOS   PIADOSO  Y  MISERICORDIOSO 

Pedro  b,  Jalaf  compró  de  Ayub  b.  Athaf  la- 
bor de  una  yugada  en  la  alquería  ó  quinta  de 
Olías  la  Mayor  (Dios  la  haga  fructífera),  que 
pertenece  á  la  jurisdicción  de  Toledo  (que  Dios 
guarde).  Y  asimismo  compró  de  él  el  corral 
que  se  halla  entre  los  dos  caminos  en  la  citada 
alquería.  Son  sus  lindes:  al  E.,  el  camino  [que 
conduce]  á  la  fuente;  al  ü.,  un  segundo  cami- 
no; al  S.,  la  casa  de  Aben  Albaco,  y  al  N.,  unas 
ruinas  en  un  baldío  (?)  Entró  también  en  la  venta 
parte  de  una  yugada  de  las  eras,  con  todos  los 
derechos  de  la  cosa  vendida  indicada,  así  den- 
tro como  fuera  de  la  alquería,  hasta  sus  últimos 
límites,  con  sus  entradas  y  salidas.  Y  la  dicha 
yugada  [hállase]  en  el  octavo  de  Aben  Albaco. 
No  reservó  el  vendedor  en  la  venta  descrita  de- 
recho ni  dominio,  poco  ni  mucho,  por  ningún 
concepto  ni  por  causa  alguna;  antes  bien,  este 
dominio  salió  de  él  [para  pasar]  al  expresado 
comprador  en  virtud  de  una  venta  verdadera, 
pura  y  simple,  á  la  cual  no  se  halla  vinculada 
condición  viciosa  ni  cláusula  de  retroventa  ni 
de  opción,  por  el  precio  cuya  suma  es  de  siete 
mizcales  de  oro  almorávides,  reales  (siete  ma- 
ravedís de  oro),  de  la  acuñación  de  Almería. 
El  comprador  entregó  la  totalidad  del  precio 
al  vendedor  y  éste  la  recibió  de  aquél,  y  le 
declaró  libre  y  exento  de  toda  deuda,  y  quedó 
libre.  Púsole,  además,  en  posesión  de  la  cosa 
vendida  ya  indicada,  y  se  posesionó  constitu- 
yéndose en  ella  y  ocupando  el  lugar  del  pro- 
pietario en  su  propiedad,  después  de  haberse 
enterado  uno  y  otro  de  la  cuantía  de  la  venta, 
del  total  de  su  precio  y  de  la  conclusión  del 
contrato,  según  la  ley  de  los  cristianos  en 
sus  ventas,  compras  y  devolución  del  daño 
[si  la  cosa  resulta  viciosa].  Fué  testigo  á  ruego 
de  Pedro  ben  Jalaf,  el  comprador,  y  de  Ayub 
ben  Athaf,  el  vendedor,  en  lo  que  dicho  es  por 
parte  de  ambos,  quien  lo  oyó  de  ellos  dos  y 
los  conoció,  hallándose  uno  y  otro  en  el  pleno 
uso  de  sus  facultades  y  con  capacidad  legal 
para  contratar;  [y  esto  ocurrió]  en  el  mes  de 
Junio  del  año  1x84  de  la  Era  española.— En 
el  documento  se  halla  enmendada  la  palabra 
.,:tLjYl  (las  eras),  que  es  la  verdadera  (valga  la 
corrección),  y  por  esto  lo  declaramos  así. 


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156 


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EN  EL  NOMBRE  DE  DIO.  PIADOSO  Y  MISERICORDIOSO 

Pedro  Yoanex,  criado  de  D.  Martín  Fernán- 
dez, como  Comendador  que  es  de  lo  que  posee 
en  Madrid  la  Orden  de  Caballeros  de  Caiatra- 
va,  vendió  á  Miguel  Pithris  ó  Pérez,  apodera- 
do ó  confidente  del  Infante  D.  Manuel  en  Ro- 
deles  I,  tres  mamelucos  ó  esclavos,  que  son: 
Abdallah  b,  AbJc'.aisar,  de  Iznatorab  2;  su  mu- 
jer Aixa,  hija  de  Kásim  b.  Chobair,  de  Murcia, 


(*)     Legej^. 

1  Suponemos  se  trata  del  despoblado  hoy 
llamado  Rodillas  en  el  paiiido  judicial  de  To- 
rrijos  y  término  de  Noves,  ó  acaso  del  lugar 
de  Rodiles  en  la  provincia  de  Oviedo.  (Véase 
Madoz). 

2  Iznatorab  en  la  provincia  de  Jaén. 


y  la  hija  de  ambos,  Fátima,  de  corta  edad,  en 
venta  verdadera,  perfecta,  acabada  y  manifiesta, 
sin  Condición  viciosa  ni  cláusula  de  retroventa 
ni  de  opción,  por  el  precio  cuya  cuantía  y 
suma  ts  de  53  mizcales  alfonsíes  puros  ó  de 
buena  ley.  El  citado  vendedor  recibió  el  precio 
mencionado  del  referido  comprador,  y  vino  á 
quedar  en  su  poder  y  á  su  disposición,  y  le 
declaró  libre  de  él,  transfiriéndole  sobre  los  di- 
chos esclavos  dominio  permanente,  como  el 
que  posee  el  rico  sobre  su  riqueza  y  según  lo 
que  prescribe  la  ley  tocante  á  las  ventas,  com- 
pras y  devolución  del  daño.  Los  garantizó  tam- 
bién de  robo  y  hurlo,  y  lo  que  ocurriere  (de 
gastos)  al  indicado  comprador  en  el  salario  de 
sus  hombres,  en  el  alquiler  de  bestias  y  en  los 
desembolsos  del  viaje  para  dirigirse  á  cualquier 
lugar  en  busca  del  vendedor  y  á  causa  de  la 
ex[Mesada  garantí  1,  sea  á  cargo  del  dicho  ven- 
dcilor  y  de  sus  bienes.  Sobre  lodo  esto,  según 
se  expresa  [en  este  instrumento],  el  dicho  ven- 
dedor II  imó  en  testimonio  contra  su  persona 
á  qiiie  I  lo  oyó  de  él,  [hallándose]  en  estado 
de  salud  y  con  capacidad  legal  para  contratar 
en  -28  de  Octulire  del  año  i  304  de  la  Era  espa- 
ñola ó  de  Cüfar. 

Fcrna  ¡ido  b.  Domingo  b.  Fernando.  —  Pethro 
b.  Clni.ii  Peihres  el  adib  ó  literato,  — Y  Ro- 
drigo b   Benedicto  b.  Domingo  b.  Abdelaziz. 

5j'=s..     A.13     _\o.^M. 


•5J     ►/»     ÍJq.5      i.X2wl  a      4 


c^í  ^*'^-^  J-?-^  J>^' 

Jji    i^'j^^^    ^^7^^    ^^J    L^:í    J^j\ 
^.l\  ^,  ^^1  L^,5  ^J!  '^ii!  ajüt 

{ij)  o-  J---^íj  j,^y.  ^rf  ^y  j^jí 

J"^^j^i   ^.    ^^^    ^j^   '^JJ^  ^*   o^^' 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


157 


L^j   .         j;      i\j\     -5_,_^-C.     ^I^XJ     Íjj^      ijj^ 


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:     ^. 


L*^c       f^    L-d-^'    ^    j  r'^-Ts.     '■o.j^-^.  ¿-3 ! 
iJ^    ir")        »"¿*^^       Jl    '^ >IxCJ!     |i._»    ^ 

EN  EL  NOMBRE   DE  DIOS  PIADOSO   Y  MISERICORDIOSO 
Y  GLORIA   Á   DIOS  SOLO  (aL  DIOS  ÚNICo) 

D.  Hátim  b.  Hátim  y  su  hermana  Doña  Ma- 
ría confieren  al  muy  ilustre  D.  Juan,  sacristán 
de  Santa  María  de  Toledo  (guárdela  Dios),  la 
posesión  de  toda  la  tierra  blanca  sita  en  el  tér- 
mino de  Alcardet,  tierra  que  perteneció  á  la 
tía  de  ambos  Doña  María,  hija  de  Ob.iidallah, 
y  que  llegó  á  su  dominio  por  parte  de  su  espo- 
so Domingo  ben  Yahya  b.  Barber.  Los  lindes 
de  esta  tierra  son:  al  E.,  tierra  blanca  de  los  he- 
rederos de  Sancho  ben  Bazoiis;  al  O.,  tierra 
blanca  de  Pelayo  Pethris  (Pérez),  de  Frómista- 
al  S.,  la  hondonada  en  la  cual  hay  un  prado,  y 
al  N.,  tierra  de  Juan  ben  Barber.  Y  entra  en 
esta  tierra  mencionada  un  trozo  [intermedio] 
entre  la  tierra  blanca  perteneciente  á  los  here- 


(*)     Lene  .     '¿-.^i^j. 


deros  de  D.  Sancho  b.  Bazotis,  que  está  á  Le- 
Vcinte,  y  la  tierra  del  citado  Juan  ben  Barber, 
para  que  toda  esta  tierra,  cuyos  linderos  se  han 
Señalado,  sea  dominio  y  propiedad  sagrada  de 
la  iglesia  de  Santa  María  de  Toledo  (concéda- 
nos Dios  su  protección),  según  lo  que  les  orde- 
nó su  tía  Doña  María,  hija  de  Obaidallah,  para 
bien  de  su  alma.  Y  confieren  á  aquél  (al  sa- 
cristán) la  totalidad  de  la  tierra  descrita  con 
todos  sus  derechos,  utilidades  y  ventajas,  y  con 
todo  derecho  que  tenga  ó  le  corresponda  ó  que 
á  ella  se  refiera.  D.  Hátim  y  su  hermana  Doña 
María  no  reservan,  ni  para  sí  mismos  ni  para 
otro  cualquiera  por  causa  de  ellos,  derecho  ni 
dominioalguno,  ninguna  utilidad  ni  provecho, 
por  ninguna  razón  ni  por  causa  alguna  sobre 
la  totalidad  de  esta  tierra  que  se  ha  deslindado; 
antes  por  el  contrario,  han  salido  de  él  (del 
dominio)  y  lo  han  transferido  á  D.  Juan,  el  di- 
cho sacristán,  poniénJole  en  posesión  de  él. 
Tomó  posesión  de  este  legado  ó  donación  to- 
tal y  perfecta,  cuyo  cumplimiento  ordenó  á 
aquellos  dos  la  tía  de  ambos,  Doña  María,  en 
favor  de  la  veneranda  Iglesia  Catedral  (Sede), 
y  aceptólo  de  ellos  el  referido  sacristán  para 
la  casa  veneranda.  Fué  testigo  á  ruego  de 
D.  Hátim  y  de  su  hermana  María  aquél  á 
quien  ellos  dos  llamaron  en  testimonio  contra 
sus  personas  (contra  sí  mismos)  en  lo  que  di- 
cho es  por  parte  de  ambos,  el  cual  conoció  á 
ellos  dos  y  oyó  de  ellos  su  declaración  sobre  la 
citada  donación  de  su  tía;  y  esto  en  el  mes  de 
Febrero  del  año  1 208  de  la  Era  de  Cofar  ó  Es- 
pañola. Y  se  demoraron  los  testimonios  (el 
otorgamiento)  sobre  esta  escritura  hasta  el  10 
de  Marzo  del  propio  año. — (Siguen  las  suscrip- 
ciones que  ya  anotamos  anteriormente.)  (Véa- 
se supra,  núm.  XXIX). 

Nota.  Desde  hoy  damos  por  terminado  en 
el  Boletín  nuestro  traba  jo  sobre  las  Eícrí/wras 
mozárabes  toledanas:  tal  vez  no  pase  mucho 
tiempo  sin  que  volvamos  á  reanudarlo  en  otra 
forma  y  en  condiciones  que  nos  permitan  ace- 
lerar la  marcha  de  esta  publicación  hasta  su 
conclusión  definitiva. 

Francisco  Pons. 

CUÉLLAR 

(Continuación.) 

En  la  despensa  se  encerraban  algu- 
nos objetos  de  mucho  más  valor,  5^  como 
prueba  véanse  algunos  de  los  consig- 
nados. "Una  copa  grande  de  vidrio  con 
dos  lagartos  por  asas,  y  en  la  sobreco- 
pa otros  dos. „  — "Tres  cocos  de  vidrio, 

hllfflflnc    r\a    .-\t-/-v       /-./-\«->     11.^^^ i- j 


158 


boletín 


colores,  con  sus  sobrecopas  y  otro  coco 
bufado  de  oro  5^  una  jarra  de  vidrio 
blanco  cuajado  con  su  sobrecopa,,, 
"Una  taza  grande,  muy  llana,  de  Bar 
celona,  bufada  de  oro.,, — "Una  roma- 
na con  su  piloto  de  hierro.  „ — "Un  peso 
de  hierro  con  sus  balanzas. , , — En  resu- 
men allí  se  veían  botijos  de  vidrio  de 
Venecia  y  jarras  hoquitendidas  de 
Barcelona,  aguamaniles  y  garrafas  de 
Cadahalso,  medidas  de  vidrio  de  Ale- 
mania, búcaros  de  Portugal,  vasijas 
de  barro  de  Estremoz,  braserillos  de 
Toledo,  cántaros  de  Talavera  y  hasta 
"una  copa  de  madera  de  Indias,  trian- 


dera  de  roble  con  sus  varillas  y  torni- 
llos de  hierro  y  dos  baúles  de  sayal,, — 
Todo  esto  iba  incluido  con  los  nombres, 
camas,  mantas  y  sábanas  para  gente 
y  en  el  segundo  grupo  había  mantas 
trazadas  de  las  de  Estella,  y  otras  par- 
das, listadas  y  de  borra  azul,  y  sábanas 
se  detallan  "80  sábanas  de  malabreo 
algunas  y  otras  de  angeo,,  y  "cuatro 
sábanas  de  Rúan  de  dos  piernas  cada 
una,  paia  camas  de  pajes  de  huespe- 
de,,— Arcas,  baúles  y  colchones  no  me- 
recen detallarse,  pero  sí  citaré  algunos 
xergoues  por  la  indicación  de  estar 
hechos  "de  lienzo   de  vascos,,   y  los 


CUÉLLAR.— Puerta  de  San  Martín. 


guiada,  con  su  sobrecopa,  pintada.,. 
Encima  de  estas  dependencias,  y  ya  en 
el  piso  segundo,  se  encontraban  las 
habitaciones  de  la  servidumbre;  casi 
todas  tenían  su  ventana  ó  antepecho 
al  patio  principal  y  á  ambos  lados  de 
éstos,  tallados  en  la  misma  piedra,  unos 
asientos  pequeños  á  manera  de  banco. 
Si  damos  un  vistazo  á  su  decorado  ve- 
remos repartidos  en  ellos  "cuatro  ca- 
mas de  madera  con  sus  cordeles,  en 
que  duermen  los  pajes.,, — "Seis  esca- 
ños de  madera  de  pino,  que  es  cada  uno 
para  media  cama.  „ — "Una  cama  de  ma 
dera  de  pino  con  rodajas  para  debajo  de 
otra.,, — "Otra  cama  de  campo  de  ma- 


almofrexes^  ya  en  desuso,  que  eran 
unas  fundas  de  "sayal  aforrado  en  an- 
geo,, de  diversos  colores  y  en  que  se 
llevaban  las  camas  de  camino.  En  esta 
parte  del  edificio  es  posible  estuvieran 
también  la  enfermería,  de  la  que  el  in- 
ventario hace  extensa  relación  nom- 
brando en  ella  gran  cantidad  de  col- 
chones, mantas,  calentadores,  esca- 
ños, etc.  y  que  por  no  tener  novedad 
alguna  no  hay  para  qué  reseñar,  y  las 
oficinas  ó  contaduría  como  se  ve  nom- 
brada, al  apuntar  "una  mesa  de  pie 
con  unos  cajoncillos  de  pino,  que  está 
en  la  contaduría.,, — También  se  seña- 
lan en  el  documento  que  nos  sirve  de 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


159 


guía,  como  de  dependencias  de  esta 
morada,  la  cerería  y  la  botillería,  y 
los  objetos  que  en  una  y  otra  se  en- 
contraban. 

Hora  es  ya  de  que,  salvando  otra  vez 
el  ancho  peldaño  de  la  escalera  que  en 
laza  á  ésta  con  la  galería  principal,  pe- 
netremos en  las  grandiosas  cámaras 
donde  moraban  los  Duques  }'■  donde  ce- 
lebraban sus  grandes  fiestas  y  recep 
clones.  La  primera  que  encontramos  es 
el  comedor,  pieza  cuadrilonga  con  lu 
ees  á  la  fachada  del  mediodía  }'•  con 
una  alta  chimenea  que  aún  se  conser 
va  en  uno  de  sus  lados;  por  lo  que  hoy 
subsiste,  debía  tener  dos  puertas,  la 
que  comunica  con  la  galería  y  la  que 
le  ponía  en  comunicación  con  el  gran 
salón;  estas  puertas  tendrían  sobre  sí 
alguno  de  los  "46  garabatos  de  hierro 
para  antepuertas  y  paños  de  pared,, 
que  se  anotan,  y  pendiendo  de  ellos  al- 
gunas de  las  muchas  y  notables  ante- 
puertas que  existían  en  diversas  habi- 
taciones, las  que  daré  á  conocer  aquí, 
ya  que  no  nos  sea  dado  decir  las  que 
en  cada  una  de  ellas  estuvieran;  se  ha- 
cían notar  entre  todas,  "  Una  ante- 
puerta de  estofa  rica,  que  tiene  doce 
anas,„  —  "Otra  antepuerta  de  estofa 
rica,  con  tres  figuras  de  damas  y  un 
viejo,  que  tiene  doce  anas.„ — "Cuatro 
antepuertas  de  lampazos  y  montería^  de 
tres  anas  de  caída  y  dos  en  largo. „ 
"Otra  antepuerta  que  tiene  un  gentil- 
hombre que  le  ponen  las  damas  un  bo- 
nete. „  Se  mencionan  también  otros  con 
las  indicaciones  de  de  Tornay,  de  ras, 
de  boscajes  y  de  añascóte ;  pero  lo  no- 
table, lo  rico,  lo  que  excede  á  toda  pon- 
deración aquí,  es  el  tesoro  inmenso  de 
plata  labrada  que  encerraban  sus  in 
mensos  aparadores;  para  que  se  forme 
en  conjunto  idea  de  él  y  de  la  imposi- 
bilidad de  reseñar  aquí  tanta  preciosi- 
dad, bueno  es  recordar  que  la  Condesa 
D'Aulnoy.  que  visitó  á  España  en  1679 
y  escribió  después  en  Francia  una  noti- 
cia curiosísima  de  su  viaie  y  principa- 


les impresiones,  dice:  "el  Duque  de  Al- 
burquerque  empleó  mes  y  medio  para 
pesar,  al  inventariarla,  su  vajilla  de 
oro  y  plata,  compuesta,  entre  otras 
muchas  cosas,  por  mil  cuatrocientas 
docenas  de  platos,  cincuenta  docenas 
de  fuentes  y  setecientas  bandejas;  el 
resto  del  servicio  estaba  en  la  misma 
proporción  ,  y  además  había  cuarenta 
escalones  de  plata  para  llegar  á  lo  más 
alto  de  su  aparador,,, „  En  aquel  sober- 
bio aparador  pudieron  verse:  "Una 
copa  de  oro  con  sus  gallones  lisos  é 
entre  los  gallones  altos  é  bajos,  está 
labrada  de  unas  hojas  relevadas,  é  al 
principio  del  en  lo  alto  del  pie  salen 
unas  hojas  que  caen  hacia  abajo  sobre 
una  argoUica  de  oro,  é  debajo  desto  en 
lo  ceñido  del  pie  está  labrado  de  rele- 
vado de  unas  hojas  é  de  unos  delfines. 
En  lo  ancho  del  pie  está  labrado  de 
unos  gallones.  Tiene  esta  copa  su  so- 
brecopa labrada  de  hojas  relevadas,  y 
en  lo  alto  della  un  león  coronado.  Pesó 
trescientos  é  cincuenta  é  un  castella- 
nos y  medio  (!).„ — "Dos  fuentes  de 
plata,  pequeñas,  cinceladas  y  ochava- 
das, agallonadas  é  doradas,  la  falda  é 
la  rosa  de  en  medio,  en  cada  una  la  di- 
visa del  sufridor. „ — "Otras  dos  fuen- 
tes de  plata,  pequeñas,  cinceladas,  de 
doce  ochavas  cada  una,  é  enmedio  de 
cada  ochavo  un  medio  redondo  con  un 
torzal,  y  doradas  por  de  dentro. „ — 
"Otra  fuente  de  plata,  lisa,  con  un  re- 
dondo en  medio,  labrado  al  romano,  é 
el  borde  dorado,,,  —"Un  plato  de  agua- 
manos, hondo  y  liso,  con  un  borde  por 
de  afuera,  é  un  escudo  de  las  armas  rea 
les,  tallado  en  el  borde.  „ — "Otro  pla- 
to, de  la  misma  marca,  para  lo  mis- 
mo, sin  escudo,  liso.„  En  jarros  había 
también  una  variedad  asombrosa;  es- 
taba allí:  "Un  jarro  castellano,  en  que 
solía  beber  el  Duque  mi  señor,  que 
pesó  dos  marcos  é  cinco  onzas.  „  — 
"Otro  jarro  de  plata,  viejo,   castella- 


(1)    El  Sr.  Rodríguez  Villa  cree  que  fuera  esta  copa 
oo-nlA  HpI  Rpv  Hp  TncrlafíTra  al  Diiaue  D.  Beltrán. 


160 


boletín 


no.„  —  "Otro  jarro  castellano,  ancho 
liso,  con  un  suaje  en  el  pie.  „  —  "Otro 
jarro  de  plata ,  flamenco ,  liso ,  en  que  be  • 
bía  el  Duque  mi  señor.  „  De  estos  nom- 
brados flamencos,  se  distinguía,  á  más 
de  ese  que  el  Duque  con  preferencia 
usaba,  otros  varios,  entre  ellos  "uno 
con  un  suaje  en  medio„,  "otro  que  tiene 
dos  cercos,  el  uno  es  un  suaje  por  me- 
dio y  encima  del  asa  una  moldura„: 
"otro  agallonado  el  medio  por  abajo 
con  el  pie,  é  un  hilo  grafilado  por  me- 
dio del  cuerpo^; y  varios  mas  que  sería 
enojoso  seguir  relatando. 

G.  DE  LA  Torre  de  Trassierra. 
(Continuará.) 

La  Sociedad  de  Excursiones  en  acción. 

Según  estaba  anunciado,  continuaron  en  el 
mes  de  Noviembre  las  excursiones  arqueológi- 
co-artísticas  por  Madrid.  El  día  i8  visitóse  la 
Real  Fábrica  de  tapices,  siendo  acompañados 
los  excursionistas  por  el  Director  de  aquella 
importante  manufactura,  Sr.  Stuyck,  y  por 
sus  señores  hijo  y  sobrino.  Asistieron  los  seño 
res  Alvarez  Blanco,  Bosch,  Calatravcño,  Con 
de  de  Cedilio,  Cervino,  García  Concellón. 
Herrera,  Lafourcade,  Lampérez,  Lázaro,  Ló- 
pez de  Ayala,  (D.  Manuel  y  D.  Mariano),  Me- 
net,  Navarro  (D.  F.  B.),  Palau,  Peña,  Poleró, 
Serrano  Fatigati  y  Zaragoza.  Los  visitantes 
fueron  obsequiados  por  el  Director  de  la  fá- 
brica con  pastas,  vinos  y  habanos,  y  salieron 
complacidísimos,  tanto  de  la  amabilidad  del 
señor  Stuyck,  como  del  buen  orden  y  maes- 
tría que  en  todos  los  detalles  se  revela  en  aque- 
lla histórica  fábrica,  verdadera  gloria  de  la  in- 
dustria artística  española. 

El  día  25  efectuóse  la  excursión  á  la  Biblio- 
teca Nacional  y  al  Archivo  histórico,  ya  ins- 
talados en  el  palacio  del  paseo  de  Recoletos. 
Los  Directores  de  aquellos  establecimientos, 
señores  Tamayo  y  Vignau,  dieron  todo  género 
de  facilidades  para  el  mejor  resultado  de  la 
visita,  y  acompañaron  á  nuestros  consocios, 
entre  les  que  asistieron  los  Sres.  Alvarez 
Blanco,  Ballesteros,  Bosch,  Botella,  Cervino, 
Florit,  García  Concellón,  Lampérez,  Lázaro, 
Menet.  Palau,  Pokró,  Schuiz,  Sentenach,  Se- 
rrano Fatigati  y  Vives. 

X 

X     X 

La  Comisión  ejecutiva  de  la  Sociedad,  ha 
acordado  la  publicación  del   sexto  medallón 
artístico  con  el  retrato  de  D.  Mariano  Alvarez 
de  Castro,  obra  del  escultor  D    Antonio   Pa 
rera,  fundido  por  D.  Víctor  Vázquez. 

El  módulo  será  aproximadamente  como  el 
de  los  anteriores  medallones  dedicados  al  Car- 
denal Cisneros.áChur  ruca.  Vela  zquez,  Lo  pe  de 
Vega  yGoya.  Contendrá  ei  el  anverso  el  busto 
del  ilustre  defensor  de  Gerona  y  la  leyenda  Á 
ALVAREZ  DE  CASTRO,  y  en  el  reverso  la 
inscripción:  La  Sociedad  Españoi  a  de  Excur- 
siones, MDCCCXCVIL 


El  importe  de  cada  ejemplar  del  medallón 
será,  como  en  los  anteriores,  de  12, 5o  pesetas. 
Los  Sres. Socios  que  deseen  obtener  este  bron 
ce  se  dirigirán  á  los  Administradores  del  Bo- 
letín, Sres.  Hauser  y  Menet,  calle  de  la  Ba 
llesta,  3o,  Madrid.  También  podrán  adquirir- 
rirse  por  nuestros  consocios  ejemplares  de  los 
demás  rnedallones  publicados,  dando  aviso  en 
la  Administración  del  Boletín  antes  de  fina- 
lizar el  actual  mes  de  Diciembre. 

Los  marcos  de  reble  adecuados  á  estas  me- 
dallas, hechos  por  el  ebanista  D.  José  Marco<:, 
podrán  adquirirse  por  3,5o  pesetas,  manifes- 
tándolo al  hacerse  la  adhesión. 

X 
X     X 

También  ha  acordado  la  Comisión  ejecuti- 
va celebrar  en  Marzo  de  1S97,  en  el  Real  Sitio 
de  El  Escorial,  la  fiesta  que  anualmente  se  ve- 
rifica para  conmemorar  la  fundación  de  la  So- 
ciedad Española  de  Excursiones.  Oportuna- 
mente se  publicarán  los  detalles  de  la  fiesta  y 
de  la  excursión  que  con  dicho  motivo  habrá 
de  verificarse. 

X 
X    X 

La  Comisión  ejecutiva  de  la  Sociedad  estu- 
dia y  tiene  en  proyecto  varias  excursiones  de 
importancia,  que  creemos  se  llevarán  á  efecto 
en  la  primavera  de  1897.  Una  de  ellas,  que  se- 
guramente ha  de  resultar  muy  interesante, 
será  la  excursión  al  vecino  reino  de  Portugal, 
para  la  que  creemos  no  han  de  faltar  adhe- 
siones. 

-^ 


SECCIÚN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  DICIEMBRE 

La  Sociedad  Española  de  Excursiones  con 
tinuará  la  serie  de  visitas  á  las  colecciones  ar- 
queológicas públicas  y  particulares  exisicnics 
en  Madrid,  el  día  16,  miércoles,  con  arreglo  á 
las  condiciones  siguientes: 

Lugar  de  reunión:  Ateneo  de  Madri  I  (cal'e 
del  Prado). 

Hora'.  Nueve  y  media  de  la  mañana. 

Cuota'.  Cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid,  y 
gratificaciones. 

Adhesiones  :  A  casa  del  Sr.  Presidente  de  la 
Sociedad,  Pozas,  17,  2.°,  hasta  las  ocho  de  la 
noche  de  la  víspera  de  la  excursión. 

Los  señores  socios  que  no  piensen  asistir  al 
almuerzo,  no  necesitan  abonar  cuota  alguna 
ni  adherirse  previamente. 


El  22  de  Noviembre  último  falleció  en  Ma- 
drid el  Excmo.  Sr.  D,  Vicente  Riva  Palacio, 
ministro  de  Méjico  en  España  ,  hombre  de 
vasta  cultura  ,  literato  distinguido  ,  sincero 
amigo  de  nuestro  país  v  personalidad  de  gran 
relieve  en  esta  corte.  Aficionado  en  alto  gra- 
do á  nuestras  glorias  históricas  y  artísticas,  era 
el  general  Riva  Palacio  individuo  de  la  So- 
ciedad de  Excursiones ,  que  pierde  con  su 
muerte  uno  de  sus  Socios  más  distinguidos. — 
D.  E.  P. 


BOLKTIN 


DE  LA 


UllJ 


II 


u 


D 


DIRECTOR : 
EL  CONDE  DE  CEDILLO,  Secretar;o  general  de  la  Sociedad. 


ANO  IV 


Madrid.   1.°  de  Enepo  de   ISeT. 


NUM.  57 


EXCURSIONES 


UNA  EXCURSIÓN  DBSBR  SEVILLA 

A  RONDA,  GTBR ALTAR,  TÁNGER  Y  CÁDIZ 


CConttHuación.J 

OS  hebreos,  vestidos  unos  con 
americanas  ó  levitas  cerradas  y 
x^P  otros  con  la  túnica  puramente 
bíblica,  realzaban  los  tonos  de  aquel 
cuadro  de  verdadera  belleza  oriental. 

Distraídos  por  la  vista  de  tan  varia- 
dos panoramas  salimos  de  la  ciudad, 
cruzando  los  dos  Zocos.  El  Zoco  chico 
es  la  plaza  de  abastos,  que  se  encuen- 
tra tan  bien  3'  abundantemente  surtida 
como  la  mejor  de  cualquier  pueblo 
cristiano,  á  la  que  aventaja  sin  duda 
en  la  baratura  de  los  artículos.  Baste 
decir  que  la  docena  de  gallinas  cuesta 
en  aquélla  cuarenta  ó  cuarenta  y  ocho 
reales;  la  azumbre  de  leche  quince 
céntimos,  el  ciento  de  huevos  ocho  rea- 
les, y  la  libra  de  carne,  que  tiene  34 
onzas,  real  y  medio  ó  dos  reales. 

El  Zoco  grande  es  el  rodeo  donde  se 
celebran  las  ferias  ó  mercados  los  jue- 
ves y  domingos  y  ocupa  una  extensa 
colina,  llena  de  hondonadas  y  monto- 
nes de  basura,  extramuros  de  la  po 
blación,  en  el  sitio  más  elevado  del 
campo  que  la  circunda . 


Al  desembocar  en  este  Zoco  tropeza- 
mos con  unos  cuantos  jóvenes  que  se 
divertían  jugando  con  una  enorme  pe- 
lota inflada  de  aire,  y  era  digna  de 
nuestro  asombro  la  facilidad  con  que 
paraban  y  lanzaban  otra  vez  la  volu- 
minosa esfera,  sirviéndose  de  la  cabe- 
za, de  los  brazos,  de  la  espalda  y  has- 
ta de  los  dedos  de  los  pies. 

Un  paseo  por  el  campo. 

Al  dar  vista  al  campo,  lo  primero 
que  hallamos  fué  el  cementerio  moro; 
en  el  que,  á  pesar  de  no  existir  el  nú  - 
mero  de  empleados  que  en  nuestras 
fastuosas  necrópolis ^  no  crecían  las 
hierbas  y  malezas,  impropias  pero  co- 
munes en  estas  durante  todo  el  año, 
menos  el  día  de  difuntos.  Este  no  exis- 
te en  el  almanaque  de  los  mahometa- 
nos, pero  en  cambio  ellos  entienden 
que  todos  son  buenos  para  rendir  culto 
á  sus  muertos,  y  no  se  contentan  con 
recordarlos  una  vez  cada  doce  meses, 
sino  por  lo  menos  cada  semana,  yendo 
á  rezar  á  sus  tumbas  y  á  depositar  co- 
ronas y  flores,  de  las  cuales  divisamos 
varios  ramos,  llenos  de  frescura  to- 
davía. 

Dejando  á  la  izquierda  el  Marchan, 
con  sus  palacetes  y  fincas  de  recreo,  y 


162 


boletín 


el  monasterio  de  los  Franciscanos, 
cuyo  Superior  es  una  potencia  en  Ma- 
rruecos por  la  poderosa  influencia  que 
ejerce,  lo  mismo  entre  moros  que  entre 
cristianos,  nos  internamos  en  el  monte, 
después  de  acercarnos  al  promontorio 
de  Cabo  Espartel. 

Cuanto  terreno  abarcaba  nuestra 
vista  era  quebrado  y  montañoso,  se- 
mejándose mucho  en  su  estructura  al 
riñon  de  Sierra  Morena,  y  en  el  esmero 
délos  cultivos  á  las  huertas  de  Murcia, 
Los  bosques  no  son  tan  pintorescos 
como  los  de  Portugal  y  Galicia,  mas 
superan  por  su  lozanía  y  exuberante 
vegetación  á  los  andaluces,  merced  á 
la  mayor  fertilidad  del  suelo  y  á  una 
eterna  primaveral  temperatura,  cuyo 
máximo  en  verano  es  de  30°  y  su  mí- 
nimo 0°  en  inviernos  excepcionales. 

Marchando  á  todo  el  correr  de  los 
caballos,  entre  calles,  ya  de  espesos 
cañaverales,  ó  ya  de  árboles  y  chum- 
ber  is,  dimos  un  paseo  de  más  de  cua- 
tro horas,  deteniéndonos  breves  ins- 
tantes en  las  mesetas  más  altas,  para 
mirar  infinidad  de  alquerías  y  frondo- 
sos jardines  cuidadosamente  asistidos, 
ó  en  la  puerta  de  algún  ventorrillo  es- 
pañol, para  refrescar  nuestras  gar- 
gantas con  olorosas  cañitas  de  man- 
zanilla sanluqueña. 

Lo  menos  á  dos  leguas  de  la  costa 
se  internan,  flanqueando  las  trochas  y 
los  caminos,  un  sinnúmero  de  ventas 
andaluzas  idénticas  en  la  forma  y  en 
el  fondo  á  las  que  rodean  el  perímetro 
de  Sevilla.  Sus  títulos  son  á  la  par  tan 
parecidos  como  éstos.  La  Venta  del  cor- 
dobés^ la  del  Ecijano,  la  de  Vista  Ale- 
gre etc., y  los  encargados  de  éstas  vis- 
ten y  hablan  igualmente  que  los  de 
aquéllas. 

Tales  cantinas,  y  la  circunstancia  de 
hablar  con  todo  el  mundo  en  el  idioma 
castellano,  me  hacía  creer,  en  ocasio 
nes,  que  no  había  salido  de  España; 
pero  pronto  me  sacaban  del  error  las 
aldeas  ó  aduares  que   se  destacaban 


en  los  valles,  consistentes  en  la  re- 
unión de  diez  ó  doce  chozas.  Cerca  de 
una  de  éstas  encontramos  una  mora 
cavando  el  sembrado  y  llevando  un 
niño  encima,  mas  no  en  brazos,  sino 
como  todas  las  moras  llevan  á  los  hi- 
jos, envuelto  en  un  mantón  y  colgado 
á  laespalda.  Nos  aproximamosal  aduar 
aquel  para  reconocer  su  estructura,  y 
lo  primero  que  se  ofreció  á  nuestros 
ojos  fué  una  pareja,  compuesta  de  moro 
y  mora,  acompañada  de  tres  ó  cuatro 
chiquillos.  Resultaba,  y  sin  duda  lo  se- 
rían, un  matrimonio  con  sus  hijos;  pero 
un  matrimonio  modelo  de  la  familia 
bíblica  cristiana,  según  el  ambiente 
de  paz,  de  amor  y  de  laboriosidad  que 
se  respiraba  á  su  lado. 

Estaban  todos  sus  miembros  entre- 
tenidos en  la  fabricación  de  objetos  de 
cerámica,  y  mientras  la  mujer  raspa- 
ba con  una  piedra  el  humo  de  los  ca- 
chivaches cocidos,  los  niños  acarrea- 
ban pajones  y  hojas  secas  al  padre  que 
dirigía  la  cocción,  colocando  los  tiestos 
en  hueco  alrededor  de  pequeña  fogata. 

Este  original  sistema  de  cocer  el 
barro,  moldeado  á  mano  por  supuesto, 
hace  presumir  sin  gran  esfuerzo  que 
sería  el  primitivo,  y  no  el  de  utilizar 
el  sol,  como  afirman  varios  prehisto- 
riadores. 

Así  que  nos  acercamos  á  aquel 
grupo  patriarcal,  todos  los  presentes 
se  pusieron  en  pie  para  recibirnos,  y 
con  una  amabilidad  de  que  carecen 
nuestros  campesinos  y  muchos  de 
nuestros  urbanos,  nos  estuvieron  expli- 
cando las  distintas  operaciones  de  su 
rudimentaria  industria. 

Mientras  oía  al  jefe  de  la  casa,  se 
me  ocurrió  cortar  una  flor  silvestre 
de  una  mata  próxima  que  salvaba  la 
altura  del  caballo,  y  al  ver  este  acto 
los  rapaces  desaparecieron  de  la  esce- 
na, volviendo  a  pococonun  lindo  ramo 
de  rosas  y  margaritas,  el  que  me  ofre- 
cieron y  obligaron  á  aceptar  con  sin 
igual  galantería;  pero  cuando  mi  sor-- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


163, 


presa  subió  de  todo  punto  fué  al  ver 
que  se  opusieron  de  una  manera  ro- 
tunda á  recibir  unas  perras  que,  en 
señal  de  agradecimiento,  quise  darles, 
recordando  la  desfachatez  con  que  so- 
licitaba estas  monedas  un  jefe  del 
ejército  marroquí  á  quien  dimos  las 
riendas  de  los  caballos  para  entrar  en 
la  Casa  de  justicia  y  en  El  Tesorillo. 

De  regreso  á  la  ciudad,  cuando  el  sol 
principiaba  á  ocultarse  tras  las  mon- 
tañas del  quebrado  horizonte,  dimos 
en  las  inmediaciones  de  un  riachuelo 
con  un  curioso  monumento  arqueoló- 
gico, obra  tal  vez  de  los  cartagineses 
ó  de  los  romanos.  Consiste  este  monu- 
mento en  varios  pilares  de  grandes 
dimensiones,  hechos  de  sillería  y  de 
argamasa ,  como  para  servir  de  estri- 
bos á  un  puente  ó  de  base  á  una  ata- 
laya. 

Durante  el  largo  paseo  vi  además 
infinidad  de  tumbas  de  santones  y  de 
caprichosas  fuentes  protegidas,  éstas, 
por  blancas  poyatas ,  á  cuyo  lado  per 
manecía  invariablemente  una  vasija 
de  barro  ó  de  latón  que  todo  caminan- 
te respetaba;  pero  lo  más  curioso  para 
mí  era  ver  que  los  caminos  estaban 
todos  empedrados.  Manifesté  mi  extra 
ñeza  á  mis  acompañantes  y  entonces 
supe,  por  el  Sr.  Tovía,  que  aquellos 
caminos  estaban  construidos  sobre  la 
antigua  calzada  romana,  la  que  fué 
empedrada  de  nuevo  por  orden  de  la 
Junta  de  Sanidad.  Dicha  Junta  de  Sa- 
nidad se  compone  de  representantes 
de  todas  las  legaciones  europeas,  y, 
aparte  del  citado  servicio,  presta  otros 
más  importantes  al  país ,  velando  por 
la  limpieza  pública  y  por  la  higiene  de 
la  población,  de  la  que  los  naturales 
no  se  cuidan. 

Ya  cerrada  la  noche  entramos  en  la 
población  por  la  calle  de  los  pintores, 
formada  de  artísticos  estudios,  salien- 
do por  la  puerta  de  mar,  y  apeándo- 
nos en  el  vestíbulo  de  regia  posada. 
Dimos  los  caballos  para  que  los  condu- 


jese á  la  cuadra  (distante  de  allí  un 
kilómetro)  y  se  trajese  nuestros  bas- 
tones, al  primer  mulato  que  pasó^  y. 
nos  dispusimos  á  reparar  las  perdidas' 

fuerzas. 

lia  la  fonda. 

Alojóme  el  Sr.  Tovía  en  la  misma 
fonda  donde  él  se  hospedaba,  cuyo  tí- 
tulo, si  mal  no  recuerdo,  era  el  de 
Hotel  Continental^  y  su  dueño  un  ca- 
talán de  pura  sangre  barcelonesa.  Se 
hallaba  situada  en  un  soberbio  edifi- 
cio, fuera  de  puertas  y  en  la  misma 
orilla  del  mar. 

Apearnos  de  los  caballos  y  dirigir- 
nos al  comedor  fué  todo  uno.  Cuando 
terminábamos  la  comida,  ó,  mejor  di- 
cho, la  cena,  entró  el  mulato  que  re- 
gresaba de  las  caballerizas,  trayendo 
los  bastones,  después  de  cumplir  al  pie 
de  la  letra  otros  encargos  que  el  se- 
ñor Mayoral  le  diese ,  y  por  todo  los 
cuales  recibió  veinte  céntimos  de  pro- 
pina. 

Por  aquel  servicio  no  se  habría  con- 
tentado un  demandadero  de  España 
con  recibir  dos  pesetas,  y  pediría  ade- 
más que  se  le  premiase  la  virtud  de 
no  huir  con  los  cuadrúpedos  ó  de  no 
haberlos  vendido  á  cualquier  compa- 
dre gitano.  Los  sirvientes  marroquíes 
se  contentan  con  menos  y,  para  mayor 
honra  suya,  dan  muestras  á  todas  ho-. 
ras  de  una  fidelidad  incomparable. 
A  cualquier  negro  ó  blanco  de  la  mo- 
risca ciudad  (sea  por  respeto  á  las  le- 
gaciones ó  porque  esté  en  su  natura- 
leza el  ser  fieles),  puede  enviárseles  de 
uno  á  otro  extremo  de  la  misma,  con 
cantidades  en  metálico  ó  con  objetos 
del  mayor  valor,  seguro  de  que  no  se 
escape  ó  cometa  la  más  leve  falta. 

De  esta  virtud  de  los  moros  y  de 
otras  cosas  relacionadas  con  ellos  se 
habló  de  sobiemesa  por  los  huéspedes 
del  hotel,  entre  los  que  figuraban  va- 
rios oficiales  españoles  de  Litado  Ma- 
yor, comisionados  para  levantar  pla- 
nos en  África. 


164 


boletín 


De  las  materias  que  se  tocaron ,  dos 
fueron  de  las  que  más  me  sorprendí: 
de  los  acompañantes  de  Sidi  Brisha  y 
de  nuestra  situación  respecto  á  Ma- 
rruecos. De  los  primeros  supe  cosas 
peregrinas.  Designado  por  su  amo  y 
señor  para  venir  á  la  Península  el 
mercachifle  ó  banquero  de  Tetuán,  se 
propuso  éste,  sin  duda,  hacer  también 
su  negocio  en  los  gastos  de  representa- 
ción, y  en  vez  de  buscar  para  su  comi- 
tiva á  los  hombres  más  distinguidos  del 
Imperio,  aquella  fué  organizada  de  los 
que  menos  le  podían  costar;  y  para 
que  la  aristocracia  de  Madrid  sepa 
la  clase  de  caballeros  que  recibió  en 
sus  salones,  diré  que,  si  no  me  enga- 
ñaron, el  improvisador  de  coplas  que 
á  fuerza  de  pedirlo  á  voces  consiguió 
ser  condecorado  con  una  cruz  de  Isa- 
bel la  Católica,  acababa  de  ser  despe- 
dido de  la  fonda  en  que  me  hospedé,  á 
cuya  servidumbre  pertenecía  en  cali 
dad  de  pinche  ó  de  jefe  de  cocina;  y 
respecto  á  otros  de  sus  compañeros  oí 
que  andan  descalzos  y  vagando  por  las 
calles  de  Tetuán  y  de  Tánger  como 
antes  de  venir  á  favorecernos. 

De  nuestra  situación  respecto  á  este 
punto  de  África  se  hicieron  comenta- 
rios razonadísimos.  El  día  en  que  In 
glaterra  se  empeñe  en  apoderarse  de 
Tánger,  podrá  conseguirlo  en  veinti 
cuatro  horas  con  solo  enviar  cinco  mil 
hombres  del  Peñón  y  un  crucero  para 
que  concluyese  de  barrer  la  desmoro- 
nada muralla.  Nosotros,  en  cambio,  po- 
dríamos ser  sus  dueños  de  hecho,  sin 
gastar  un  adarme  de  pólvora,  sólo  di- 
rigiendo hacia  él  la  emigración  de  los 
obreros  españoles,  los  que  encontra- 
rían en  sus  campos  más  trabajo  y  me- 
jor remunerado  que  en  las  repúblicas 
sud- americanas,  y  concluirían  por 
ocuparlos  poco  á  poco,  bajo  la  direc- 
ción de  los  frailes  franciscanos  :  favo- 
recidos, primero  por  la  coincidencia 
de  ser  nuestra  lengua,  familiar  á  todos 
los  moros  tangerinos,  y  en  segundo 


término  porque  nos  consideran  como 
buenos  amigos  y  ejercemos  sobre  ellos 
gran  ascendiente  moral. 

Tánger  de  noche. 

La  conversación  de  sobremesa  nos 
detuvo  en  la  fonda  hasta  muy  entrada 
la  noche,  y  á  las  nueve  próximamente 
fué  cuando  di  comienzo  á  mi  visita  de 
inspección  por  las  obscuras  y  tortuo- 
sas calles  de  la  ciudad,  sumida  toda 
en  las  tinieblas,  á  excepción  de  las 
principales  vías  iluminadas  con  la  luz 
eléctrica,  á  costa  del  marqués  de  Co- 
millas. 

Yendo  en  busca  de  los  cafés  escu- 
chamos, en  la  Judería ,  una  serenata 
que  varios  jóvenes  andaluces  daban  á 
las  chicas  israelitas,  y  terminada  la  au- 
dición, entramos  en  el  "Casino  de  los 
hebreos,,, semejante  en  un  todo  á  los  de 
acá,  con  sus  salones  de  billar  y  de  tre 
sillo  y  su  gabinete  de  lectura,  en  el 
que  hallé  periódicos  rusos,  alemanes, 
franceses  y  madrileños,  entre  éstos  El 
hnparcial. 

Los  cafés  morunos  son  de  dos  cla- 
ses: unos  con  música  y  otros  sin  ella. 
La  orquesta  de  aquéllos  se  reduce  á 
un  pandero  y  una  dulzaina  tocados, 
con  monotonía  irresistible,  por  dos  mo- 
ritos  casi  tendidos  en  el  suelo.  Los  se- 
gundos, que  suelen  ser  más  elegantes, 
tienen  las  paredes  adornadas  con  es- 
pejos y  bazares  y  el  pavimento  y  los 
zócalos  cubiertos  por  esterillas  de  jun- 
co. Para  servir  el  moka  ó  el  té  hay  ta- 
buretes muy  chiquitos,  delante  de  los 
cuales,  y  con  las  piernas  cruzadas  á  la 
mujeriega ,  se  colocan  los  parroquianos, 
luego  de  haber  dejado  las  babuchas  en 
la   puerta,  la  que  á  veces  suele  estar 
interceptada   por   dos  ó  tres  filas  de 
aquéllas,  con  las  que  nunca  anda  bajo 
techo  el  musulmán.  Las  babuchas  vie- 
nen á  significar  en  su  etiqueta  loque  en 
nosotros  el  sombrero ,  y  así  como  nos 
quitamos  éste  para  entrar  en   ciertos 
sitios,   él  se  quita  l^s  babuchas  para 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


166 


entrar  en  la   mezquita,  en  el  bazar  y 
hasta  en  su  casa. 

El  barrio  de  la  Morería,  visitado  á 
media  noche,  tiene  más  encantos  para 
un  espíritu  artista  que  todo  el  resto 
de  la  capital^  aunque  á  mí  me  recor- 
daba las  descripciones  que  he  leído  de 
nuestros  pueblos  de  la  Edad  Media.  El 
pavimento  se  hallaba  sembrado  de  mo- 
ros durmiendo  al  aire  libre,  como  dor- 
mían los  felices  parásitos  españoles  á 
la  sombra  de  los  conventos,  que  fomen 
taban  su  holganza  alimentándolos  ci  n 
su  sopa;  si  algún  indígena  salía  de  su 
casa,  iba  armado,  como  nuestros  sere- 
nos, de  chuzo  y  de  farol,  para  defender 
la  pellica  y  para  mirar  dónde  ponía  los 
pies,  y  en  todas  aquellas  callejuelas, 
ausentes  de  alumbrado  público,  reina- 
ba un  silencio  sepulcral. 

Bajo  los  apuntados  arcos  de  los  cu- 
biertos pasadizos  se  destacaban  jiro 
nes  de  cielo,  y  sobre  ílU  fondo  estre- 
llado las  airosas  siluetas  délos  mina- 
retes. 

Un  saelio  en  África. 

A  la  una  de  la  madrugada  me  retiré 
á  descansar,  y  no  hice  más  que  tender- 
me en  el  lecho  cuando  quedé  profun- 
damente dormido. 

Estaba  en  el  continente  africano  y 
mi  cama  no  distaría  cincuenta  pasos 
de  las  aguas  del  Estrecho,  en  que  se 
juntan  el  Mediterráneo  y  el  Atlántico. 
Estas  poéticas  reflexiones  motivaron 
en  mí  un  ensueño  muy  agradable  y 
originalísimo. 

Un  camarada  del  Diablo  Cojudo, 
un  nuevo  As/nodeo,  se  me  ofreció  para 
enseñarme  todos  los  misterios  de  aquel 
pueblo,  y  aceptados  por  mí  sus  servi- 
cios, voló  de  un  extremo  á  otro  de 
Mauritania, llevándome  entre  sus  hom- 
bros y  dando  transparencia  á  las  pare- 
des y  techos  de  las  casas  para  que  yo 
pudiera  ver  cuanto  encerraban. 

Las  cosas  que  vi,  no  son  para  des- 
critas :   unas  se  relacionaban  con  la 


novela  que  acabo  de  citar,  otras  con 
las  aventuras  de  Fausto,  y  otras  con 
nuestros  romances  caballerescos. 

¡Cuántos  trovadores  divisé  al  pie  de 
arábigas  celosías!  ¡Cuántos  bosques 
habitados  por  damas  y  galanes,  eter- 
nos devotos  del  amor,  que  se  entrete- 
nían en  esculpir  sus  recíprocos  nom- 
bres en  las  rocas  y  en  las  cortezas  de 
robles  y  cedros!  ¡Qué  dichosas  me  pa- 
recían las  mujeres  mauritanas,  sirvien- 
do de  estímulo  á  las  más  arriesgadas 
empresas  y  siendo  objeto  de  la  más 
exaltada  adoración! 

En  este  punto  de  aquel  ensueño  iba, 
cuando  el  ruido  de  las  olas  alborota- 
das, de  pronto,  por  recio  levante,  me 
hicieron  despertar. 

Pensando  aún  en  las  huríes  imagi- 
nadas, abrí  las  puertas  del  balcón  cre- 
yendo hallar  alguna  n  nfa  jugando  con 
las  flores  de  la  costa;  mas  ¡oh  desen- 
canto! presencié  un  cuadro  tan  triste, 
que  jamás  lo  olvidaré.  Aquellas  belda- 
des se  me  presentaron  convertidas  en 
bestias  de  carga. 

Constantemente  me  resistí  á  creer 
que  el  moro  pobre  utilizase  á  sus  mu- 
jeres para  las  labores  del  campo,  un- 
ciéndolas con  frecuencia  á  las  caballe- 
rías y  haciéndolas  tirar  del  arado  al 
unísono  de  los  animales.  No  obstante, 
lo  que  entonces  observaba  era  bastan- 
te peor.  Las  caravanas  que  se  dirigían 
al  mercado  marchaban  procesional- 
mente  por  la  arena  de  la  playa,  mon- 
tados los  hombres  en  raquíticos  asnos, 
con  la  espingarda  terciada  y  lanzando 
al  aire  las  bocanadas  del  humo  del  ta- 
baco ,  y  caminando  á  pie  delante  de 
cada  uno  de  ellos  seis  ó  siete  mujeres, 
con  las  piernas  desnudas  hasta  medio 
muslo,  el  cuerpo  cubierto  de  andrajos, 
inclinado  horizontalmente  y  condu- 
ciendo sobre  sus  espaldas  cantidades 
enormes  de  carbón,  de  leña  ó  de  víve- 
res. Estas  cargas  iban  sujetas  mediante 
una  cmcha  que  caía  entre  el  pecho  y 
el  vientre  de  las  infelices,  y  por  uíía 


164 


boletín 


semibaticola  apoyada  en  el  centro  de  la 
cabeza. 

Al  considerar  estas  costumbres  me 
expliqué  la  causa  de  que  los  moros  po- 
bres compitan  con  los  ricos  en  el  nú- 
mero de  mujeres  que  poseen;  porque 
mientras  éstos  las  tienen  para  la  satis- 
facción exclusivamente  de  sus  carna 
les  apetitos, los  pobres  las  utilizan  para 
cubrir  todas  las  necesidades,  no  sién- 
doles gravosas,  sinoeconómicasengra- 
do  sumo,  pues  cada  nueva  compañera 
representa  un  obrero  ó  un  esclavo  más. 
Y  así  como  nuestros  campesinos  se 
casan  sin  tener  ni  cama  en  que  dor- 
mir, y  en  lugar  de  afligirse  celebran 
el  nacimiento  de  los  hijos  varones, 
quienes  al  cabo  de  diez  años  equivalen 
á  otros  tantos  jornales,  el  moro  más 
indigente  alivia  por  iguales  razones 
su  situación  aumentando  el  número  de 
esposas  ó  concubinas. 

José  Cáscales  y  Muñoz. 

(Concluirá  ) 

SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


LA  arqueología  sagrada 

HN  LA  EXPOSICIÓN  DE  LUGO 


^^N  la  Exposición  regional,  cien- 
tífica, artística,  agrícola  é  in- 
í!  dustrial,  ideada  por  la  Cámara 
de  Comercio  deLugo  para  que  coinci- 
diese con  la  reunión  del  Congreso  Eu- 
carístico,  celebrado  allí  en  el  último 
Agosto,  se  estableció,  por  iniciativa 
del  limo.  Sr.  Obispo  de  la  diócesis, 
una  sección  de  objetos  de  arte  religio- 
so y  Arqueología  sagrada,  dividida, 
según  el  programa,  en  las  cuatro  cla- 
ses (28  á  31)  de  Mobiliario,  Vajilla^ 
Indumentaria  y  Esfragistica. 

Muy  interesado  el  Clero  en  la  bri- 
llantez de  este  alarde  arqueológico,  se 
logró  reunir  considerable  número  de 
monumentos  de  arqueología  sagrada, 


no  sólo  de  la  diócesis,  sino  de  sus  limí- 
trofes la  astoricense  y  la  compostela- 
na,  y  de  las  demás  del  territorio  ga- 
llego. 

Respondiendo  al  carácter  especial- 
mente eucarístico,  á  que  afectaba  la 
Exposición,  gran  parte  de  los  objetos 
presentados  fueron  viriles,  custodias, 
cálices,  patenas,  copones  y  hostiarios; 
á  cuyo  lado  las  cruces  procesionales 
tuvieron  también  buena  representa- 
ción, y  no  menor  las-  ropas  sagradas. 

El  valiosísimo  contingente  remitido 
por  la  Catedral  de  Astorga  se  compo- 
nía de  cuatro  hermosas  alhajas.  Un 
cáliz,  con  inscripción  en  la  copa;  base 
de  seis  lóbulos  y  seis  puntas,  adornada 
de  follajes  de  gusto  ojival,  levanta- 
dos al  martillo,  y  nudo  hexágono  ar- 
quitectónico del  último  período  de  ese 
estilo,  pero  sin  labor  flamígera.  Un 
copón,  de  0,35  de  alto,  no  contando  la 
tapa,  con  la  inscripción  alrededor  de 
la  copa:  calycem:  salutarys:  aci- 
pyad:  nomen;  ángeles  barrocos  en  el 
nudo  y  esmaltes  representando  en  la 
subcopa  los  Desposorios  de  la  Virgen, 
la  Anunciación,  el  portal  de  Belén,  la 
Adoración  de  los  Reyes,  la  Circunci- 
sión y  la  huida  á  Egipto,  y  en  la  base 
(hexágona  talonada,  con  follajes  de  gus- 
to ojival  y  monstruos),  las  curiosas 
figuras,  ensartadas  en  una  faja,  de  un 
gaitero  con  montera,  de  un  tamborile- 
ro tocando  la  dulzaina,  de  un  tocador 
de  corno  y  de  una  tocadora  de  plati- 
llos, de  dos  bailarines,  de  dos  dur- 
mientes, de  dos  guerreros  con  escudos 
del  Agnus  Dei  y  de  otros  dos  durmien- 
tes. Un  viril  arquitectónico,  cuadrado, 
de  dos  cuerpos,  con  estípites  y  la  fe- 
cha 1561,  colocado  sobre  un  cáliz,  de 
base  redonda,  con  cartelas  y  nudo  cú- 
bico, también  con  estípites  y  cuatro 
figuras  de  Santos,  entre  ellas  las  de 
San  Pedro  y  Santiago  Y,  por  último, 
una  elegante  copa,  ó  jarra,  de  cristal 
labrado,  engarzado  en  plata  sobredo- 
rada, con  dos  asas  y  pie  de  cáliz,  de 


Fijtot'piu  de  HauKer  II  Menet.- Madrid 


SAN    PEDRO   Y    SAN   JUAN 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


W 


tallo  corto  torneado,  adornado  de  me- 
dallones, que  se  dice  es  la  copa  de  cris- 
tal de  roca  de  Santo  Toribio  de  Llá- 
bana. 

El  Cabildo  compostelano  aprovechó, 
con  felicísimo  acuerdo,  la  ocasión  para 
poner  al  alcance  de  la  vista  de  los  cu- 
riosos^ aunque,  en  verdad,  solamente 
fué  por  unas  horas  al  público,  toda  la 
interesantísima  colección  de  estatuas 
argénteas  que  posee. 

En  una  vitrina  de  muy  adecuada 
disposición  se  pudo  examinar,  cómo- 
damente, por  delante  y  por  detrás,  cada 
una  de  las  catorce  estatuítas  que  re 
mitió,  entre  las  cuales  descollaban,  por 
su  importancia  arqueológica  y  artís- 
tica, las  tres  del  Apóstol,  peregrino, 
dos  de  las  cuales  (de  las  que  se  dio 
noticia  á  los  lectores  del  Boletín  en  el 
número  del  1.°  de  Enero  de  1896),  fue- 
ron donadas  en  los  siglos  XIV  ó  XV 
por  el  caballero  francés  Juan  Roucel  y 
por  el  ciudadano  parisiense  Gofredo 
Cocuatris;  habiendo  debido  pertenecer 
la  otra  al  arzobispo  D.  Alvaro  de 
Isorna  (j-  1449),  cuyas  armas  se  ven 
esmaltadas  enlahexágona  peana  pris- 
mática, de  aire  clásico,  con  calados  fla- 
mígeros y  contarlos  en  las  molduras 
cóncavas,  superior  é  inferior.  Apoya 
éste  Santiago  la  diestra  en  alto  bordón 
con  la  calabaza  en  el  gancho;  lleva 
colgada  del  hombro  del  mismo  lado  la 
escarcela  cuadrada,  con  borlas  en  las 
puntas  inferiores  y  concha  en  el  cierre 
de  cartera;  esclavina,  con  las  puntas 
muy  vueltas,  adornada  de  conchas  y 
características  cruces  de  Santiago; 
sombrero  con  el  ala  muy  levantada  y 
zapatos  puntiagudos  con  una  concha 
en  la  pala.  Ostenta  espléndida  aureola, 
enriquecida  de  mucha  pedrería,  y  tie- 
ne en  la  mano  izquierda  un  libro,  en 
cuya  tapa  se  lee  (en  letra  romana): 

EN  ESTE 
LIBRO  AY 
DE  LA  VEI 


STiDURA  DE 

NRO  PATRÓN 

SANTI° 

Hago  con  todo  detenimiento  esta  de- 
tallada descripción,  por  la  circuns- 
tancia de  que,  no  habiendo  sido  posi- 
ble hasta  que  se  ha  presentado  la  ac- 
tual rara  ocasión,  examinar  reunidas 
las  tres  preciosas  estatuítas  compos- 
telanas  del  Apóstol,  había  nacido  cier- 
ta confusión,  de  que  me  hice  eco  en  el 
citado  artículo  del  Boletín. 

Poco  posteriores  son  las  de  San  Juan 
Bautista  y  San  Pedro  (traídas  con  la 
citada  de  Santiago,  donada  por  el  ca- 
ballero Roucel  á  la  Exposición  histó- 
rico-europea  de  1892),  que  pertenecie- 
ron al  arzobispo  D.  Lope  de  Mendoza 
(f  1445),  y  la  de  San  Andrés,  en  cuya 
peana  octógona  se  ve  el  escudo  herál- 
dico del  mismo  Arzobispo,  entre  ador- 
nos, como  los  de  su  soberbia  aureola, 
de  labores  flamígeras,  caladas,  de  tra- 
zado arquitectónico. 

La  de  San  Francisco,  patente  la  lla- 
ga del  costado  derecho  por  una  aber- 
tura convenientemente  dispuesta  en  el 
hábito;  con  los  pies  desnudos,  un  Cris- 
to en  la  diestra  y  una  calavera  en  la 
otra  mano,  es  quizá  la  más  antigua. 
Tiene  el  plegado  algo  á  la  manera  ei- 
ckiana  y  está  colocada  sobre  peana  he- 
xágona  con  follajes  serpeantes  graba- 
dos. Igual  es  la  que  sostiene  á  Santo 
Tomás  de  Aquino  (ó  Santo  Domingo), 
cuyo  tamaño  es  algo  menor  y  su  labor 
no  tan  fina,  semejante  á  la  del  San  Vi- 
cente Ferrer,  propiedad  de  los  señores 
Duques  de  Bailen,  que  conocen  los  lec- 
tores del  Boletín.  Tiene  plegado  el  há- 
bito, muy  á  lo  eickiano,  y  en  la  mano, 
preciosa  caja,  en  forma  de  iglesia,  de 
estilo  ojival  flamígero,  con  elevada 
cúpula  almenada  y  chapitel  agudo  y 
escamado  sobre  el  crucero  (1). 

Más  antigua  tal  vez,  pero  no  más 


(1)    Las  aureolas  de  estas  dos  estatuítas  son  mo- 
dernas 


m 


boletín 


interesante  que  todas  estas  ocho  esta- 
tuítas,  es  la  de  la  Virgen,  de  tamaño 
algo  mayor  que  ellas,  colocada  sobre 
pie  cuadrado,  cnaflanado  y  no  alto,  con 
follaje  serpeante  grabado;  de  la  cual 
el  Sr.  López  Ferreiro  da  copia  en  sus 
Lecciones  de  Arqueología  Sagrada 
(Santiago.— 1889.— Fig.  256.) 

La  de  San  Clemente,  que  lleva  en 
el  capillo  del  pluvial  el  escudo  del  Ar- 
zobispo de  ese  apellido  (f  1602),  com- 
pone con  las  barrocas  de  Santa  Bár- 
bara y  Santa  María  Salomé  y  las  más 
modernas  aún  de  San  José  y  Santa 
Teresa,  las  catorce  que  ha  enviado  á 
Luo^o  el  Cabildo  compostelano. 

De  los  dieciséis  cálices  presentados 
en  la  Exposición,  dos  de  ellos  son  in- 
signes monumentos  arqueológicos:  el 
uno  es  aquel  del  Cebrero,  del  siglo  XII, 
donde  se  dice  que  se  verificó  el  mila- 
gro, consignado  en  bula  de  Inocen- 
cio VIII  (1487),  de  convertirse  la  hos- 
tia en  carne,  y  el  vino  en  sangre,  des- 
pués de  consagrados  por  un  presbítero 
de  poca  fe. 

Es  de  pequeño  tamaño,  con  nudo  es- 
férico de  follajes  calados  y  copa  semi- 
esférica,  con  la  inscripción:  sacrator 
QUOD,  y  en  la  base  redonda  la  de:  in 

NOMINE  DOMINI  NOSTRI  lESV  XFI    ET  REA- 
TE MARIE. 

La  patena  que  le  acompaña  tiene  en 
medio  de  los  seis  lóbulos  rehundidos 
una  mano,  grabada,  bendiciendo  á  la 
griega. 

El  otro  es  el  de  la  misma  época,  lla- 
mado de  San  Rosendo  y  guardado  en 
el  exmonasterio  de  Celanova,  de  que 
el  Sr.  López  Ferreiro  puso  (Lecciones 
de  Arqueologia  sagrada,  322),  con  fe- 
licísimo acuerdo,  el  dibujo  al  lado  del 
otro,  atribuido  también  al  mismo  ce- 
lebérrimo santo  Obispo,  y  traído  de 
Caabeiro  á  la  catedral  de  Santiago, 
con  lo  cual  puede  apreciarse  suficien- 
temente la  diferencia  de  época,  por 
forma,  adornos  y  gusto  entre  uno  y 
otro.  El  de  Celanova  tiene  0,155  de 


alto  y,  como  el  del  Cebrero,  base  re- 
donda de  0,116  de  diámetro,  con  ins- 
cripción al  rededor  que  e  ice,  en  letra 
del  siglo  XII:  f  ob  honorem:  sce;  tri- 
NiTATis:  memoria:  ihoannis;  copa  semi- 
esférica,  también  del  mismo  diámetro, 
con  la  inscripción:  -j-  fvnditur:  hic: 
SANGvis:  Qvo  vivvs:  pelitvr:  angvis: 
y  nudo  esférico  con  bichos  y  follajes. 
Su  patena  compañera,  de  0,145  de 
diámetro,  de  que  también  dio  dibujo  el 
Sr.  López  Ferreiro  en  esa  misma  obra 
(fig.  270),  al  lado  de  la  otra  ,  proceden- 
te de  Caabeiro,  tiene,  como  ella,  ocho 
lóbulos  grabados  rehundidos,  y  mano 
con  brazo  bendiciendo,  como  la  del 
Cebrero;  pero  en  letra  alemana  ó  de 
tortis  la  inscripción:  f  da  pace:  domi- 
ne: IN  DiEBUs:  nrs:  qe:  non:  es:  talis: 

QU:   FU. 

Cinco  cálices,  pertenecientes  al  úl- 
timo período  del  estilo  ojival,  acompa- 
ñan á  su  coetáneo,  el  donado  en  1461 
á  la  catedral  lucense,  por  su  obispo 
D    García  de  Bahamonde,  minuciosa- 
mente descrito  en  el  Catálogo  de  los 
objetos  de  Galicia,  en  la  Exposición 
histórico -europea  0^0.  publiquéen  1892. 
Son:  el  de  San  Pedro  de  Puertomarín, 
de  copa  lisa,  base  redonda,  con  folla- 
jes picoteados,  levantados  á  martillo, 
el  monograma  de  ihs  y  atributos  de  la. 
Pasión,  y  nudo  achatado,  facetado  con 
adornos  flamígeros  (1);   el   de   Santa 
María  del  Incio  (Sarria),  de  copa  semi- 
oval,  base  redonda,  con   seis  lóbulos, 
adornada   también  de  atributos  de  la 
Pasión  y  del  monograma  ms,  en  letra 
de  tortis  y  nudo  esférico;  el  de  Santa 
Eulalia   de   Guilfrei   (Becerrea),    con 
base  sexifolia  y  nudo  chatonado  y  fo- 
llajes picoteados;   el  de  los  francisca- 
nos,  de  Santiago,   de  copa  semioval 
abierta,  base  hexágona,  con  esmaltes  y 
nudo  chatonado,  calado  de  labor  fla- 
mígera, con  su  patena  de  seis  lóbulos 
rehundidos,   y  aquel  de  la  catedral  de 


(1)    La  patena  traída  con  él,  sólo  tiene  grabada  una 
ligera  cruz  trapezoidal. 


Folotipirt  (le  Hauser y  Slenet.-Mcidnd 


CRISTO  DE  COBRE    ESMALTADO 

PROPIEDAD   DE   D.    BENITO   FERNÁNDEZ    ALONSO 
(ORENSE) 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOJ.A  DE  EXCURSIONES 


16^ 


Túy  (descrito  en  el  núm.  55  del  cita 
do  Catálogo),  de  copa  semioval,  folla- 
jes picoteados  en  la  subcopa,  nudo  ar- 
quitectónico hexágono,  con  arcos  apla- 
terescados  y  base  cuadrada,  con  un 
lóbulo  saliente  en  cada  lado,  como  la 
del  citado  de  Lugo.  A  los  cuales  sigue, 
por  razón  de  fecha,  el  de  Santiago  de 
Cápela  (Santiago),  con  base  de  seis 
lóbulos,  tres  lisos  y  tres  adornados  de 
follajes  y  nudo  achatado  facetado,  con 
cabezas  de  angelitos. 

Los  otros  seis  cálices,  más  moder- 
nos, son:  el  que  se  dice  usó  ó  perte 
necio  al  P.  Juan  de  Navarrete,  de  copa 
semioval,  base  octifolia  y  nudo  acha- 
tado liso;  el  de  la  iglesia  de  Cereija 
(Monforte),  de  copa  semioval  y  base 
redonda;  el  de  Túy,  traído  con  el  otro 
de  la  propia  Catedral  á  la  Exposición 
histórico-europea  (núm  56  del  mismo 
Catálogo);  otro  coetáneo,  y  otro  meji- 
cano, de  los  franciscanos  de  Santiago, 
y,  por  último,  el  más  moderno  de  to- 
dos, perteneciente  al  exmonasterio  de 
Villanueva  de  Lorenzana. 

De  copones  se  presentaron:  uno  de 
plata  sobredorada,  y  pie  de  cáliz,  de 
base  redonda,  adornado  de  medallones 
con  bustos  de  emperadores  romanos 
(del  siglo  XVI);  otro  de  dos  cuerpos  con 
artísticasfiguritas(del  siguiente  siglo), 
perteneciente  al  Obispo  de  Falencia, 
el  que  se  dice  usó  el  franciscano  fray 
Juan  de  Navarrete,  y  tiene  pie  de  cá- 
liz, bajo,  y  otro,  más  bien  hostiario 
(como  el  anterior),  con  pie  semejante, 
liso,  de  la  parroquia  de  Entrambas- 
aguas  (Lugo). 

Nada  había  de  valor  arqueológico 
en  los  ocho  viriles  ó  custodias:  ricos, 
si,  unos  por  la  materia,  como  el  de 
plata  sobredorada,  exornado  de  pedre- 
ría y  perlas,  y  el  de  oro,  con  la  fecha 
de  1780,  de  una  iglesia  del  arcipres- 
tazgo  de  Sarria,  y  estimables  otros  por 
su  labor,  como,  en  primer  lugar,  el 
del  monasterio  de  Villanueva  de  Lo- 
renzana, sostenido   por  un  ángel,  de 


ese  mismo  siglo;  los  de  Puentedeume 
y  Santa  María  de  Penarrubia,  y  aun  el 
de  San  Martín  de  Villonta  (Lugo),  des- 
provisto del  pie,  y  el  de  cobre,  con  su 
templete,  de  San  Vicente  del  Pino 
(Monforte).  Solamente  ofrecía  algún 
interés  histórico  uno,  perteneciente  al 
siglo  anterior,  de  plata  dorada  y  es- 
maltada, que  contiene  una  inscripción. 
Las  cruces  constituían  una  parte 
muy  importante  de  la  Exposición.  Á 
la  cabeza  de  ellas  hay  que  colocar,  por 
su  gran  valor  arqueológico,  la  de  co- 
bre esmaltado  y  dorado,  muy  parecida 
á  la  de  Guillar  (diócesis  de  Lugo),  de 
que  da- dibujo  elSr.  López  Ferreiro  en 
sus  citadas  Lecciones  (fig.  184),  con 
las  variantes  de  carecer  de  cruz  el 
nimbo,  de  faltar  en  el  letrero  el  xps  y 
de  tener  encima  del  ms  un  brazo  con 
su  mano  bendiciendo.  Fué  presentada, 
á  última  hora,  por  el  erudito  cultiva- 
dor de  las  antigüedades  orensanasdon 
Benito  Fernández  Alonso,  con  otros 
dos  Cristos,  sueltos,  de  la  misma  ma- 
teria y  no  muy  distinto  arte,  ambos  de 
cuatro  clavos,  y  largo  perizonium  con 
corona  mural  el  uno  y  el  otro  de  dis- 
posición menos  rígida  y  recta,  y  ca- 
beza muy  inclinada. 

También  pudo  examinarse  allí  la  in- 
teresantísima cruz  de  plata  repujada  y 
forma  potenzada  de  San  Sebastián  de 
Serrano  (archidiócesis  de  Santiago), 
de  que  asimismo  el  Sr.  López  Ferrei- 
ro dio  dibujo  en  esa  importante  obra 
(fig.  183),  considerándola  del  siglo  XI. 
V  la  no  menos  interesante  y  de  la  mis- 
ma forma,  procedente  de  San  Munio 
de  Veiga  (Celanova),  cuyos  brazos 
miden  0,535,  adornada  de  piedras  y 
cristales  grandes  y  cubierta  (ahora) 
de  purpurina:  que  parece  ser  aquella 
misma  milagrosa  cruz  de  que  habla 
D.  Mauro  Castellá  Ferrer  ensu  Histo- 
ria del  Apóstol  Santiago  [folio  386  v.°), 
como  existente  en  la  propia  iglesia  á 
fines  del  siglo  XVI. 

Completaban  el  grupo  de  las  cruces 


170 


boletín 


procesionales  éneas,  las  dos  de  0,47, 
de  Santa  María  de  Arcos  (Monterroso) 
y  de  San  Mamed  de  Písteos  (Quiroga, 
diócesis  de  Astorga),  caladas  y  de  for- 
ma muy  semejante  á  la  de  Maceda,  de 
que  da  dibujo  el  Sr.  López  Ferreiro 
(Lecciones,  fig.  257),  como  muestra 
de  los  ricos  y  variados  festones  usa- 
dos en  el  siglo  XIII,  y  la  de  sólo  0,23, 
flordelisada,  de  Santa  María  de  Guillar 
(Lugo). 

Dos  muy  notables  de  esta  misma 
forma,  argénteas,  eran:  la  de  Baamor- 
to  (cerca  de  Monforte),  de  0,39  de  bra- 
zos, formada  de  una  chapa  grabada  é 
historiada,  con  inscripciones  y  nudo 
hexágono  con  torreones,  adornos,  ca- 
lados flamígeros  y  las  ñguras  esmalta- 
das de  S  ANTONIO  St  bastean  (dcsnu- 
do),  St  blaes  (monje  con  báculo)  y  St 
LOPES  (Obispo,  con  mitra  alta,  báculo 
y  libro).  Y  la  de  San  Adriano  de  Lo- 
renzana  (Mondoñedo),  con  alma  de 
madera  y  sobredorada,  de  0,450  de 
brazos,  con  nudo  esférico,  cubierto  de 
follajes  y  cubo  adornado  de  finos  estri- 
bos arquitectónicos. 

De  este  mismo  período  artístico,  el 
último  del  estilo  ojival,  es  el  precioso 
engarce  argénteo  y  dorado,  con  labo- 
res flamígeras,  de  la  curiosa  cruz  pro- 
cesional de  azabache,  y  0,45  de  bra- 
zos, propia  de  la  iglesia  de  Puente 
Ulla  (Santiago), 

Las  otras  nueve  cruces  procesiona- 
les, de  plata,  no  ofrecían  interés  ar- 
queológico. Así  la  pequeña  de  la  cate- 
dral de  Túy,  que  estuvo  en  la  Exposi- 
ción histórico-europea   (núm.    57  del 
Catálogo  especial  de  los  objetas  de  Ga- 
licia), como  aquella  clásica,  tan  gran- 
de, de  0,70  de  anchura  de  brazos,  y 
nudo  cilindrico,  de  dos  cuerpos,  de  los 
franciscanos  de  Santiago,  que,  según 
dice  la  inscripción  que  lleva,  D.  Pedro 
Duran  y  Cervera  mando  aderezar, 
y  la  tan  ponderada  del  exmonasterio 
de  Villanueva  de  Lprenzana,  con  re- 
mates concoideos  y  nudo  hexágono  his- 


toriado. Y  menos  aún  las  cinco  restan- 
tes de  Santa  María  de  Cela  (rescatada 
de  los  franceses  en  1808),  de  San  Pedro 
de  Puertomarín,  de  casa  de  Naya  (Mon- 
terroso), de  Penarrubia  y  del  Hospital 
de  Quiroga. 

Dos  hermosos  productos  de  la  orfe- 
brería medioeval  en  su  último  período 
son,  así  el  portapaz  de  la  iglesia  de 
Puentedeume,  con  la  Virgen  en  el  cen- 
tro, como  el  de  los  franciscanos  de  San- 
tiago, que  contiene  una  Virgen  de  las 
Angustias,  de  bajo -relieve,  en  azaba- 
che, semejante,  si  no  igual,  á  la  que 
posee  el  Cabildo  compostelano,  y  en- 
vió á  la  Exposición  histórico  europea 
(núm.  15  del  Catálogo  especial),  colo- 
cada también  en  otro  portapaz;  pero 
de  gusto  greco-romano. 

El  llamado  viril  templete,  reproduc- 
ción en  pequeña  escala  del  altar  ma- 
3^or  de  la  Catedral  de  Lugo,  que  el  Ca- 
bildo regaló  al  canónigo  doctoral  don 
Bartolomé  Rajoy,  al  ser  preconizado 
arzobispo  de  Santiago  (1751),  y  aquel 
otro  que  contiene  una  Virgen,  asimis- 
mo llamado  relicario,  de  plata  sobre- 
dorada, con  esmaltes,  que  representa 
un  cuerpo  arquitectónico  greco  roma- 
no, parecido  al  retablo  mayor  de  la 
Catedral  de  Mondoñedo;  las  cajas  de 
plata  de  los  franciscanos  de  Santiago 
y  de  las  bernardas  de  Ferreira  de 
Pantón  (Monforte),  historiada  ésta,  y 
el  doselito,  para  el  Santísimo,  barroco 
y  también  argénteo,  de  la  iglesia  de 
Meira,  completaban  los  objetos  de  or- 
febrería moderna  expuestos,  con  las 
vinajeras  de  Villanueva  de  Lorenzana 
y  las  compañeras  (su  platillo  y  cam  - 
panilla)  del  cáliz  mejicano  de  los  fran- 
ciscanos de  Santiago. 

El  báculo  abacial  del  exmonasterio 
de  Villanueva  de  Lorenzana;  la  sacra 
central,  sobre  pie  de  cáliz  y  base  trian- 
gular de  los  franciscanos  de  Santiago, 
y  el  templete  del  citado  viril  de  cobre, 
constituyen  buenos  ejemplares  del  tra- 
bajo metalúrgico  de  los  dos  últimos 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


171 


siglos;  y  más  estimables,  en  verdad, 
que  la  comum'sima  bandeja  alemana 
de  Villabad  (Castro verde),  malamente 
tenida  por  una  antigua  patena  ofer- 
toria. 

La  eboraria  sólo  estuvo  representa- 
da por  una  Virgen  moderna,  del  señor 
Fernández  Alonso,  de  Orense,  y  por 
otra  de  doña  Elisa  Vázquez,  repro- 
ducción, en  pequeño,  de  la  insigne  de 
los  Ojos  grandes,  á  las  que  acompa- 
ñaba otra  de  coral,  en  un  marco  octó- 
gano,  realzado  de  adornos  de  la  pro- 
pia materia. 

De  pintura  arqueológica  no  había 
otra  muestra  que  un  tríptico  del  si- 
glo XVI  de  la  Catedral  Incensé,  repre- 
sentando la  Sacra  Familia,  adornado 
de  follajes  tallados  en  las  puertas,  de 
sólo  37  centímetros  por  57. 

Con  la  piedra  de  ara  de  Santa  Ma- 
ría de  Sotolongo  (Lalín)  y  la  de  obsi- 
diana, propia  de  D.  Evaristo  Gonzá- 
lez Neira,  ambas  totalmente  despro- 
vistas de  valor  arqueológico,  figuraba 
la  interesantísima,  conservada  en  el 
monasterio  de  Celanova,  donde  se  ere 
yó  que  había  celebrado  misa  San  Ro 
sendo,  pero  cuyo  engarce  de  plata  nie- 
lada, de  que  el  Sr.  López  F'erreiro  da 
dibujo  en  sus  Lecciones  (figuras  220, 
258  y  261),  no  se  remonta  más  allá  del 
siglo  XII. 

Sus  leyendas  de  anverso  y  reverso 
dicen:  \  ob  honorem:  sci:  salvatoris: 

CELLENOVENSIS   :      RUDESINDVS  :     AEPIS: 

PETRvs:  abba:   me  ivssi:   fieri:  m  l  . 

\  ESSE  BECET   CLARAM  VITAM  VENIENTIS 
AB  ARAM  OFFERAT  VT  MITEM  POPOLl  PRO 

CRIMINE  VITE  .  Sus  dimcnsioues  son  de 
0,185  por  0,260. 

De  la  indumentaria  antigua  puede 
envanecerse  la  Exposición  de  un  va- 
liosísimo y  poco  conocido  monumento: 
el  alba,  tenida  como  de  San  Rosendo, 
que  se  guardó  en  el  derruido  priorato 
de  Caabeiro  y  hoy  está  recogida  en  la 
iglesia  de  Cápela  (archidiócesis  de 
Santiago),    y   que    bien  merecía   ser 


guardada  con  el  mayor  esmero  en  el 
relicario  de  la  basílica  compostelana. 
Su  largo  es  de  dos  metros  y  su  vuelo 
de  siete,  plegado  menuda  y  esmerada- 
mente en  la  cintura  hasta  quedar  re- 
ducido á  uno  solo.  Es  de  finísimo  lino 
y  conserva  restos  de  los  adornos  rojos. 

La  casulla,  con  su  ancho  manípulo 
compañero,  que  se  dice  San  Pío  V  usó 
y  regaló  á  la  Condesa  de  Lemos  para 
las  Clarisas  de  Monforte,  de  raso  rojo, 
con  medallones  floreados  y  faja  de  fo- 
llajes sobrepuestos;  la  de  Celanova,  de 
terciopelo  rojo,  con  medallones  histo- 
riados, y  la  de  la  Catedral  de  Túy,  que 
figuró  en  la  Exposición  histórico- eu- 
ropea (niím.  58  del  citado  Catálogo 
especial)^  de  terciopelo  rojo  é  histo- 
riada, como  su  capa  pluvial  compa- 
ñera, que  tiene  la  coronación  de  la 
Virgen  en  la  tarjeta  ó  capillo  y  meda- 
llones en  la  cenefa,  bordada  de  oró, 
son,  de  las  nueve  casullas  traídas  á  la 
Exposición,  las  únicas  que  ofrecen  ca- 
rácter arqueológico. 

No  carece  de  él  la  capa  pluvial  en- 
viada de  San  Vicente  del  Pino  (Mon- 
forte), de  fondo  verde  liso,  con  la  im- 
posición de  la  casulla  á  San  Ildefonso 
por  la  Virgen,  en  el  capillo,  y  seis  me- 
dallones con  Santos  de  medio  cuerpo, 
en  la  cenefa,  de  sobrepuesto,  en  raso 
rojo.  Ni  tampoco  la  dalmática  de  ter- 
ciopelo sanguíneo,  con  follajes  de  gus- 
to ojival,   bordados  con   canutillo  de 
oro  y  parches  de  seda  blancos,  bor- 
dados con  los  monogramas  de  Jesús  y 
del  Ave  María,  propia  de  San  Pedro 
del  Río  (Fonsagrada).   Las  otras  dos 
dalmáticas,  traídas  de  San  Vicente  del 
Pino  y  las  del  terno  de  Villabad,  per- 
tenecen á  la  época  moderna.  Son,  en 
fin,  muy  interesantes  las  cuatro  mitras 
abaciales:  una  de  ellas  encarnada,  con 
follajes  ojivales  y  de  corte  á  lo  anti- 
guo, del  exmonasterio  de  Villanueva. 

El  palio  de  Ferreira  de  Gomelle 
(Guntin),  de  2,10  por  1.80,  con  el  pe- 
lícano en  el  centro,  y  el  dosel  de  Vi- 


•172 


boletín 


Uanueva  de  los  Infantes  (Celanova), 
de  2,70  por  2,20,  de  terciopelo  rojo, 
con  sobrepuestos,  el  Agims  Dei  en  el 
centro,  5^^  en  las  esquinas  la  cruz  de 
Santo  Domingo  y  los  tres  clavos,  re- 
unen  más  interés  histórico-artístico, 
digámoslo,  para  concluir,  que  el  fron 
tal  exornado  de  corales  y  granates, 
sobre  fondo  de  plata,  con  aves  y  fo- 
llajes, de  los  franciscanos  de  Santiago, 
y  que  todos  los  demás  paños  sagrados 
de  la  Exposición,  así  el  de  facistol, 
compañero  de  la  casulla  de  Santa  Cla- 
ra de  Monforte,  con  que  se  celebra 
ban  las  honras  del  VI  Conde  de  Lemos, 
y  las  dos  bolsas  de  corporales  expues 
tas,  como  el  estandarte  con  la  Anun- 
ciación, bordada  de  colores,  de  la 
iglesia  de  Pousada  (Lugo)  y  el  frontal 
bordado  por  las  Agustinas  de  Lugo, 
con  el  escudo  del  Sagrado  Corazón, 
coronado  y  sostenido  por  dos  leones. 
José  Villaamil  y  Castro. 

Madrid,  Octubre,  IS96. 

EL  MONASTERIO  DE  JUNQUERAS 

Y   LA   PARROQUIA    DE   LA  C0_NCKPC1ÓN    DE    DARCELONA 


(Conclusión.) 

UANDO  en  fines  del  siglo  XIII  se 
verificó  la  traslación  del  mo- 
'^^  nasterio  á  Barcelona,  por  muy 
conveniente  y  adecuado  se  eligió  el 
nuevo  emplazamiento,  alto,  aireado, 
independiente  y  sito  al  N.  O.  de  la  ciu- 
dad y  lejos  de  su  centro.  En  torno  de 
la  edificación,  aislada  en  un  principio, 
agrupáronse,  con  el  crecimiento  de 
Barcelona,  casas  y  viviendas  particu- 
lares, separadas  del  convento  por  va- 
rias vías  públicas.  La  situación  del 
nuevo  monasterio  era  en  lo  que  puede 
considerarse  como  tercer  recinto  de  la 
ciudad;  y  cuando  en  el  siglo  XVIII  se 
cerró  dicho  tercer  recinto  con  una 
fuerte  muralla,  hubo  de  cercenarse  en 
parte  el  edificio  por  su  lado  corres- 
pondiente al  N.  y  N.  O. 


Junqueras  formaba  una  manzana, 
arrimada  á  la  muralla  por  el  N.  y  ro- 
deada por  el  S.,  E.  y  O.,  por  tres  vías 
públicas  á  quienes  dio  nombre  el  mo- 
nasterio, á  saber:  la  plaza  y  calle  de 
Junqueras,  y  el  Torrente  de  Junqueras, 
convertido  modernamente  en  calle  de 
Bilbao.  Acaso  fué  el  convento  más  ca- 
paz de  cuantos  se  construyeron  en 
Barcelona  en  los  últimos  siglos  de  la 
Edad  Media.  En  la  fachada  correspon- 
diente á  la  plaza  de  Junqueras  estaba 
la  puerta  de  la  clausura,  por  donde  se 
entraba  después  al  amplísimo  claus- 
tro, formado  por  largas  galerías,  y 
que  por  su  magnitud  era  una  verda- 
dera plaza  enclavada  dentro  del  con- 
vento. El  templo  ocupaba  próximamen- 
te el  centro  del  edificio,  y  su  puerta  de 
acceso  hallábase  en  la  calle  de  Junque- 
ras, que  era  bastante  ancha,  entrándo- 
se al  recinto  por  el  lado  del  Evangelio; 
no  había  otro  punto  de  ingreso  al  tem- 
plo, ;1  cuyos  pies  hallábase  el  coro  de 
las  religiosas.  La  calle  contrapuesta, 
llamadaTorrente  de  Junqueras,  era  es- 
trecha ,  y  de  ruin  y  desagradable  as- 
pecto; ninguna  entrada  tenía  por  allí 
el  monasterio,  cuyos  severos  muros, 
contrastando  con  las  míseras  vivien- 
das que  había  enfrente,  ocupaban  toda 
la  longitud  del  callejón. 

Bien  mereció  de  la  religión ,  de  la 
patria  y  de  las  artes  el  celoso  sacer- 
dote á  cuya  actividad  é  influencia  de- 
bieron su  salvación  y  traslado  la  igle- 
sia 3^  el  claustro  de  Junqueras  (1).  En 
efecto;  realizada  aquella  empresa,  la 
Religión  conservó  para  sí  un  templo 
condenado  al   aniquilamiento;   la  pa- 


cí) Al  doctor  Vilarrasa  ,  antiguo  párroco  de  la 
Concepción,  alma  de  la  empresa  que  evitó  la  pérdida 
del  monumento,  y  hoy  Dignidad  de  Arciprsste  de  la 
Catedral  de  Barcelona,  debo  en  gran  parte  las  noticias 
relacionadas  con  la  traslación  y  moderno  ser  del  tem- 
p'o  de  Junqueras.  Acerca  de  la  situación  y  de  ciertas 
particularidades  del  antiguo  convento,  también  me 
proporcionó  interesantes  datos  el  Sr.  D.  Cayetano 
Barraqucr,  ilustrad»  presbítero  que  consagra  sus>  ta- 
reas A  la  investigación  histórica  de  los  antiguos  mo- 
nasterios de  Cataluña.  A  ambos  señores  me  complaz- 
co en  tributar  aquí  mi  agradecimiento. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


173 


tria,  un  recuerdo  más  de  las  anticuas 
glorias  de  la  Orden  de  Santiago ,  glo- 
rias de  la  patria  misma;  el  arte,  un 
importante  monumento  del  estilo  oji- 
val en  una  de  sus  más  curiosas  va- 
riedades regionales. 

Trasladados,  pues,  cuidadosamente 
los  sillares  y  cuanta  parte  aprovecha- 
ble tenían  iglesia  y  claustro ,  colocóse 
la  primera  piedra  del  templo,  á  la  vez 
antiguo  y  nuevo,  el  día  29  de  Junio 
de  1869.  El  sitio  elegido  parala  reedi- 
ficación fué  en  el  enzanche  de  Barce- 
lona, próximamente  á  un  kilómetro  de 
distancia  del  anterior  emplazamiento, 
en  la  calle  de  Aragón ,  muy  cerca  del 
cruce  con  la  de  Lauria.  Dado  el  pri- 
mero y  más  difícil  paso ,  el  resto  era 
cuestión  de  tiempo  y  de  dinero^  y  si 
con  uno  se  contaba ,  con  otro  esperaba 
contarse.  Promoviéronse  suscripcio 
nes;  obtuviéronse  crecidas  limosnas; 
y  sus  productos^  con  los  de  los  fondos 
parroquiales,  bastaron  para  que  á  la 
vuelta  de  pocosaños  fueran  realidades, 
no  sólo  ]a  reconstrucción  de  la  iglesia  y 
del  claustro,  sino  también  la  edifica- 
ción de  la  casa  rectoral,  sacristía,  es- 
cuelas parroquiales  y  otros  agregados 
y  dependencias  (1),  sin  contar  la  mo- 
derna capilla  del  Santísimo  Sacramen- 
to, hoy  en  obra,  y  cuya  terminación 
muy  pronto  será  un  hecho. 

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X     X 

Paso  ahora  á  describir  el  edificio  en 
su  ser  y  estado  actual.  Dicho  queda 
que  se  halla  situado  el  templo  en  la 
calle  de  Aragón  (2).  En  su  fachada 
enciérrase  una  portada  severa  al  par 
que  elegante,  que  aquí  puede  ver  el 
lector  reproducida.  Bajo  un  amplio 
rosetón,  dividido  en  siete  círculos, 
avanza  un  cuerpo  saliente,  rematado 


por  arriba  en  frontispicio  y  surcado 
por  varios  arcos  ojivales  en  declina- 
ción. El  tímpano  carece  de  todo  ador- 
no; en  cambio,  los  follajes  de  los  capi- 
telillos  y  ménsulas  están  delicadamen- 
te entallados.  Flanqueando  esta  anti  - 
gua  portada,  aparecen  en  la  fachada 
dos  ventanas  apuntadas,  modernas. 
Observemos,  antes  de  penetrar  en 
el  interior  del  edificio,  su  aspecto  ex- 
terno, así  como  también  las  construc- 
ciones que  recientemente  se  le  han 
agregado.  Las  formas  propias  de  la 


(1)  Asciende  A  unos  130.000  duros  lo  gastado  hasta 
hoy  en  la  moderna  parroquia  de  la  Concepción  con 
sus  agregados.  El  Estado  en  nada  ha  contribuido  á 
la  reconstrucción.  Dirigió  ésta  hasta  su  fallecimien- 
to el  maestro  de  obras  Sr.  Granell. 

(2)  Corresponde  á  la  iglesia  el  núm.  363  de  la  calle. 


Portúda  de  la  igltisia  de  Junqueras. 

arquitectura  de  fines  del  siglo  XIII  y 
principios  del  XIV  en  los  dominios 
aragoneses  se  acusan  con  claridad  al 
exterior  del  templo:  salientes  y  robus- 
tos contrafuertes  dividen  los  muros, 
hechos  de  sillarejos,  y  en  cada  sección 
ó  compartimiento  así  formado,  lo  mis- 
mo en  ambos  muros  que  en  en  el  pen- 
tagonal ábside,  ábrese  una  ventana 
apuntada  con  su  parteluz  y  roseton- 
cillo  inscrito  en  la  ojiva. 

A  la  izquierda  de  la  ya  descrita  fa- 
chada elévase  esbelta  la  torre-campa- 
nario, masa  cuadrada  que  en  gran 
parte  de  su  exterior  no  ostenta  más 
adornos  que  algunas  sencillas  venta- 


174 


boletín 


ñas  ojivales.  Sobre  una  cornisa  común 
á  las  cuatro  carasde  la  torre,  aparecen 
otras  tantas  ventanas  apuntadas,  que 
cobijan  las  campanas.  Sigue  una  serie 
de  arquillos  decorativos,  soportando 
un  lindo  antepecho,  calado,  con  cuatro 
altos  pináculos  en  los  ángulos  Sobre 
el  cuerpo  de  la  torre  vese  un  templete 
con  sendos  arcos  ojivales,  cobijados 
por  frontoncillos,  en  las  cuatro  caras; 
otros  cuatro  pináculos,  de  menor  ta  - 
maño,  rematan  los  ángulos  de  esta 
última  sección  de  la  torre,  terminada, 
en  fin,  por  aguda  cubierta  ó  montera 
piramidal,  provista  de  pararrayos. 
Este  moderno  campanario  (pues  el 
antiguo  monasterio  no  lo  tenía),  inau 
gurado  en  1879,  inspiróse  en  el  del 
derruido  templo  de  San  Miguel,  de 
Barcelona,  que  fué,  como  el  de  Junque- 


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Portada  moderna  en  la  parroquia  de  la  Concep- 
ción de  Barcelona. 

ras,  uno  de  los  tres  cuya  demolición 
decretó  la  Junta  revolucionaria  en  4 
de  Octubre  de  1868.  Á  la  izquierda 
del  campanario,  formando  ángulo  en- 
tre las  calles  de  Aragón  y  Lauria,  está 
la  casa  habitación  rectoral,  provista 
de  saliente  alero,  guardapolvos  y 
mensulillas,  y  que  es  una  feliz  imita- 
ción de  las  construcciones  civiles  de 
la  Edad  Media. 

Doblando  la  esquina  vese  en  la  calle 
de  Lauria  una  moderna  fachada,  idea- 


da por  el  maestro  de  obras  Sr.  Gra- 
nell  para  servir  de  ingreso  al  antiguo 
claustro,  que  luego  describiré.  Repro- 
duzco esta  bella  fachadita  para  que 
puedan  apreciar  los  que  no  la  conoz- 
can, la  imitación  del  estilo  gótico,  que 
tan  dentro  está  de  los  gustos  de  los 
constructores  barceloneses.  La  repro  - 
ducción  que  presento  excusa  toda  des- 
cripción; y  sólo  haré  notar  que,  á  más 
de  en  las  formas  peculiares  de  la  puer 
ta  y  de  las  ventanas,  está  bien  bus- 
ca da  la  imitación  de  análogas  fábri- 
cas medioevales  en  la  disposición  del 
alero,  en  los  rosetoncillos  superiores 
y  en  la  ventana  apuntada  que  en  el 
extremo  derecho  del  piso  alto  rom- 
pe la  uniformidad  del  resto  de  la  fa- 
chada. 

Bello  y  elegante  es  el  claustro  de 
Junqueras,  que  puede  presentarse  co- 
mo tipo  catalán  de  semejantes  cons- 
trucciones de  su  época  (1).  Aunque 
su  reproducción  también  acompaña  al 
texto,  no  huelga  particularizar  algu- 
nos detalles.  La  planta  es  paralelo - 
grámica,  constando  los  lados  mayores 
y  menores  del  claustro,  de  trece  y  seis 
arcos  ojivales  respectivamente.  Las 
ojivas,  graciosas  y  bien  proporciona- 
das, descansan  en  columnas  de  esbel 
tos  fustes  y  típicos  capiteles,  decora- 
dos con  follajes  y  rosetas.  Un  zócalo 
común  recibe  el  peso  de  estas  galerías, 
entre  las  que  aparece  un  bien  cuidado 
jardinillo  que  ameniza  el  sitio,  forman- 
do feliz  contraste  con  las  líneas  arqui 
tectónicas  del  claustro. 

En  los  ángulos  vénse  cuatro  macho- 
nes que,  al  par  que  dan  solidez  á  la 
construcción,  sustentan  cuatro  arcos 
rebajados  que  van  á  cargar  en  los  co- 
rrespondientes ángulos  del  otro  lado 
de  la  galería.  Sin  duda  son  los  más  cu- 
riosos detalles  del  claustro  las  escultu- 


il)  El  claustro  actual  no  es  sino  una  parte  del  del 
antiguo  mona!-terio,  que,  como  ya  dije,  era  de  gran 
tamaño,  siendo  su  planta  cuadrada  y  no  paralelográ- 
mica  como  la  del  que  hoy  se  alza  junto  á  la  parroquia 


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Cliché  del  Sr.  Conde  de  Cedillo. 


Fototipia  de  Mauser  y  ilenet.  Madrid 


IGLESIA  DEL  EX-MONASTERIO  DE  JUNQUERAS 

BARCELONA 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


175 


ras  de  las  pequeñas  ménsulas  en  que 
descansan  aquellos  arcos.  Hay  en  una 
de  ellas  un  guerrero,  de  medio  cuerpo, 
armado;  en  otra,  los  escudos  de  Ara- 
gón y  Sicilia;  en  otras,  figuras  grotes- 
cas y  mascarones  En  una  aparece  el 
apóstol  Santiago,  vestido  de  peregri- 
no, provisto  de  báculo  y  calabaza;  y 
en  otra,  dos  escudos  con  la  cruz  de  la 
insigne  milicia  santiaguista:  únicos  re- 
cuerdos estos  últimos  que,  formando 
parte  del  edificio,  he  hallado  de  su  ori- 
gen y  antiguo  destino. 

Varias  portaditas  modernas,  de  gus- 
to gótico,  vénse  en  torno  del  claustro, 
dando  ingreso  á  las  diferentes  depen- 
dencias parroquiales.  El  artesonado 
es  sencillo  y  moderno,  como  moder- 
nas son  también,  y  más  sencillas  que 
las  inferiores,  las  galerías  altas  que 
constituyen  el  segundo  cuerpo  del 
claustro.  En  el  pavimento  de  éste,  en 
fin ,  se  han  consignado  varias  fechas 
relacionadas  con  los  arreglos  de  que 
en  nuestro  tiempo  ha  sido  objeto  el 
edificio;  y  por  una  de  estas  inscripcio- 
nes sabemos  que  la  obra  de  los  claus- 
tros fué  concluida  en  1888. 

Desde  el  ámbito  claustral  ,  como 
desde  la  portada  exterior  ya  descrita, 
puede  penetrarse  en  el  templo ,  que 
cuenta,  por  tanto,  con  dos  puntos  de 
ingreso  Construido  cuando  terminaba 
el  siglo  XIII  y  comenzaba  el  XIV, 
constituye  este  templo  uno  de  los  más 
apreciables  ejemplares  de  aquel  tan 
característico  estilo  ojival,  propio  de 
las  provincias  sometidas  á  la  Corona 
de  Aragón,  sobrio  y  austero  como  la 
raza  que  le  dio  forma,  y  abundante  en 
recuerdos  y  reminiscencias  románicas, 
contrapeso  moderador  de  los  atrevi- 
mientos del  arte  nuevo.  Tiene  la  igle- 
sia una  sola  nave,  amplia,  alta,  pro 
porcionada  y  severa  en  su  ornamen- 
tación. La  apuntada  bóveda,  con  su 
sencillo  sistema  de  cruzados  nervios, 
hállase  partida  en  seis  secciones  que, 
con  la  correspondiente  al  presbiterio , 


forman  un  total  de  siete,  en  que  queda 
dividido  el  recinto. 

Los  arcos  torales  que  separan  las  di- 
versas secciones  descansan  sobre  pe- 
queñas ménsulas,  y  á  uno  y  otro  lado 
de  la  nave  ábrense  cuatro  formeros. 
Los  cuatro  del  muro  derecho  dan  paso 
á  otras  tantas  capillas,  provistas  de 
altares  modernos  de  gusto  gótico,  con 
sus  retablos  de  pintura  y  tallas;  pero, 
de  los  cuatro  del  muro  izquierdo,  sólo 
en  dos  hay  capillas,  correspondiendo 
los  otros  dos  arcos  al  paso  al  claustro 
y  al  ingreso  á  un  corredor  que  condu- 
ce á  la  sacristía  y  á  la  moderna  capi- 
lla del  Sacramento.  En  las  molduras 
de  los  arcos  torales  y  formeros,  así 
como  en  las  ménsulas  en  que  los  pri- 
meros asientan,  es  de  ver  la  mal  disi- 
mulada filiación  románica  de  este  tem 
pío,  gótico  por  sus  formas  genera- 
les. Danle  luz,  no  muy  abundante,  por 
cierto  (1),  ventanales  que  se  abren  en 
el  fondo  de  las  capillas  y  en  tres  de  las 
cinco  caras  ó  lados  que  forman  el  ábsi- 
de Las  vidrieras  de  colores  son  mo- 
dernas, ostentando  motivos  de  orna- 
mentación lineal,  Santos  y  Santas.  Las 
claves  de  las  bóvedas  son  grandes  y 
redondas ;  en  la  correspondiente  al 
presbiterio  vese  reproducida  en  re- 
lieve la  escena  de  la  Anunciación  del 
ángel  Gabriel  á  la  Virgen. 

Elévase  el  presbiterio  tres  gradas 
sobre  el  resto  de  la  iglesia  (2)  y  en  él 
existe  una  obra  moderna  de  no  escaso 
mérito.  Se  ofrece  aquí  á  la  vista  un 
magnífico  templete  ó  tabernáculo,  gó- 
tico,  dorado,   cuyo  basamento  es  de 


(1)  Más  abundante,  sin  embargo,  que  la  que  ilumi- 
naba la  iglesia  en  su  antiguo  emplazamiento,  pues 
sus  hermosos  ventanales  hallábanse  cegados. 

(2)  El  presbiterio  ó  capilla  mayoi'  está  hoy  muy 
transformado.  En  la  edificación  antigua  del  templo, 
decoró  los  muros  de  dicho  presbiterio  el  renombrado 
pintor  catalán  Viladomat.de  quien  era  también  el 
Salvador  que  se  veía  en  el  Sagrario.  Ponz ,  que  es 
quien  da  estas  noticias  Viaje  de  España,  tomo  XIV, 
carta  primera,  pág.  29).  agrega  que  le  aseguraron  que 
el  retablo  mayor,  obra  de  cieno  Pedro  Costa,  profe- 
sor de  mérito  en  la  Escultura  y  Arquitectura,  era 
también  invención  de  Viladomat.  Ignoro  qué  suerte 
ha  cabido  á  estas  obras  de  arte. 


176 


boletín 


jaspe  almohadillado,  siendo  el  resto  de 
muy  fina  y  delicada  labor.  Flanquean 
el  tabernáculo  seis  estatuas  de  Profe- 
tas  y  otros  personajes  del  Antiguo 
Testamento ,  cobijándose  bajo  él  la 
imagen  de  María  Inmaculada  (titular 
de  la  parroquia),  notable  obra  del  dis- 
tinguido escultor  catalán  y  Académico 
de  San  Fernando,  D.  Juan  Samsó  (1). 

A  los  pies  de  la  iglesia,  un  gran 
arco  escarzano  sustenta  el  coro.  Bajo 
este,  á  la  derecha,  un  laboreado  arco 
canopial,  cerrado  por  verja  de  hierro, 
da  ingreso  al  baptisterio.  En  el  muro 
contrapuesto,  otra  puerta  da  entrada 
á  una  capilla  suplementaria  que  con- 
tiene una  tabla  del  siglo  XV ,  en  cuya 
centro  aparece  el  apóstol  Santiago  en 
traje  de  peregrino,  y  en  torno  suyo  va 
rios  Santos  y  Santas. 

Tal  es  el  antiguo  templo  de  Junque  - 
ras,  hoy  parroquial  de  la  Concepción, 
que  se  inauguró,  ya  terminado,  en  15 
de  Agosto  de  1871. 

La  sacristía  es  moderna  y  espaciosa. 
Danle  abundante  claridad  tres  gran- 
des ventanas  ojivales,  y  préstale  ca- 
rácter una  fuente  con  grotescos  de- 
talles de  escultura,  propios  de  la  épo- 
ca del  templo.  Esta  sacristía  y  las  es 
cuelas  parroquiales  contiguas  se  cons- 
truyeron en  1883. 

En  el  pasillo  que  da  comunicación 
á  la  iglesia  con  la  capilla  del  Sacra- 
mento, vense  tres  antiguas  urnas  fu- 
nerarias, colocadas  en  el  muro,  sobre 
modillones  de  piedra,  á  dos  metros  ó 
poco  más  de  elevación  La  más  cerca- 
na á  la  iglesia,  obra,  al  parecer,  de 
fines  del  siglo  XlVó  principios  del  XV, 
tiene  sus  modillones  en  forma  de  leo- 
nes. La  cara  principal  ostenta,  en  bajo- 
relieve,  á  la  Virgen  sentada ,  con  el 
divino  Niño  en  los  brazos,  y  en  torno 
varios  ángeles,  en  adoración ;  á  uno  y 


(1)  El  hermoso  templete  en  que  se  ostenta  la  ima- 
gen fué  construido  en  1878,  á  expensas  de  los  esposos 
D.  Manuel  Menéndez  y  doña  María  Antonia  de  las 
Casas, 


Otro  lado  del  grupo  vense  dos  blaso- 
nes. Otros  dos  escudos  hay  en  las  ca- 
ras latcales  de  la  urna,  cuya  orna- 
mentación es,  en  general,  abundante. 
La  siguiente  sepultura,  asentada  sobre 
sencillas  ménsulas ,  es  algo  más  anti- 
gua que  la  anterior.  En  la  cara  cen- 
tral muestra  entre  dos  escudos  blaso- 
nados ,  una  inscripción  monacal  muy 
borrosa:  y  dos  escudos  más  en  las 
laterales.  El  tercer  sepulcro,  del  si- 
glo XV,  ostenta  en  sus  caras  de  los 
lados ,  como  en  ambos  extremos  de  la 
delantera,  ángeles  de  relieve /puestos 
de  frente ,  que  sostienen  sendos  escu- 
dos con  blasón,  en  todos  idéntico.  En 
la  parte  preferente  de  la  urna,  otro  án- 
gel sustenta  una  cartela  ó  fingido  per- 
gamino algo  enrollado ,  en  que  en  cin- 
co líneas  de  letra  gótica  minúscula, 
con  dificultad  se  lee  lo  siguiente: 

ACI  lAU  LA  MOLT  REUEREXDA  DONA 
UIOLANT.  .  ROÑA  PRIORISSA  DE  AQST  MO- 
NAST. 

Trátase,  pues,  de  una  doña  Violan- 
te, Priora  del  monasterio  de  Junqueras, 
aquí  depositada,  cuyos  hechos  y  ges- 
tión prioral  la  historia  no  menciona. 
Las  otras  dos  urnas  contendrían  tam 
bien,  si  no  contienen  hoy^  los  restos  de 
otras  venerables  Preladas  de  aquella 
casa  conventual;  y  debo  suponer  que 
estos  enterramientos  artísticos  no  se- 
rían los  únicos  del  monasterio. 

Por  el  corredor  en  que  están  los  se- 
pulcros, y  también  desde  el  claustro, 
éntrase  en  la  moderna  y  amplia  capi- 
lla del  Santísimo  Sacramento.  Apro- 
piada en  su  estilo  arquitectónico  á  las 
restantes  construcciones  parroquiales 
de  que  forma  parte,  consta  de  tres  na- 
ves, separadas  por  ocho  pilares,  sobre 
los  que  cargan  los  correspondientes 
arcos  torales  y  formeros.  Capiteles  en 
que  aparecen  ángeles  de  medio  cuerpo 
y  foilajes  variados  sustentan  unos  y 
otros  arcos,  entre  los  cuales  se  divi- 
san las  diversas  secciones  del  arteso- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


177 


nado,  que  imítala  forma  y  contextura 
de  este  género  de  techumbres  en  las 
antiguas  iglesias  catalanas.  Calados 
rosetones,  provistos  de  vidrios  de  co 
lores,  prestan  luz  á  la  capilla  que, 
inaugurada  en  25  de  Marzo  de  1892, 
está  sin  terminar.  En  el  frente  del 
altar  vese  colocada  (entiendo  que  pro 
visionalmente)  una  imitación  de  tapiz, 
copia  de  la  famosa  Cena  de  Vinci. 
Exteriormente  nótase  también  el  im- 
pulso que  en  la  actualidad  se  da  á  la 
obra  de  la  capilla;  una  sólida  cons- 
trucción de  sillería  y  de  gusto  gótico 
se  divisa  desde  la  calle  de Lauria,  don- 
de tiene  fachada  provista  de  ventana  • 
les  ojivales  (1). 

Tal  fué  y  tal  es  el  edificio  de  Jun 
queras  en  su  estado  antiguo  y  en  su 
estado  moderno.  Su  historia,  tan  acci- 
dentada como  el  lector  habrá  apre- 
ciado, y  su  feliz  restauración  en  nues- 
tra época,  se  completan  mutuamente 
y  parecen  ser  símbolo  viviente  de  Bar- 
celona, orguUosa  con  sus  viejas  glo- 
rias y  con  su  expansivo  florecimiento 
contemporáneo. 

El  Conde  de  Cedillo. 

Noviembre  de  1896. 

CUÉLLAR 


(Continuación.) 

Con  el  epígrafe:  "  Tasas  y  tasones.^ 
'^ Copas  y  otras  maneras  de  vasijas^  y 
'^platoHcillos  y  tr  áncheos  y  escudillas  ^^ 
se  detallan  en  largas  listas  en  el  inven- 
tario multitud  de  objetos  de  plata  cuyo 
valor  nos  sería  difícil  apreciar;  tampo- 
co hemos  de  detenernos  en  extractar  si- 
quiera esas  relaciones,  y  sólo  por  conti- 
nuar mi  propósito,  consignaré  un  objeto 
de  cada  tipo  especial  de  los  que  más  me 
han  llamado  la  atención.  "Una  taza 


(1)  De  la  terminación  de  esta  capilla  que,  como  los 
demás  edificios,  corrió  á  cargo  del  Sr.  Granell,  se 
halla  encargado  actualmente  el  arquitecto  Sr.  Serra- 


copa,  alta  de  pie,  toda  dorada,  con  una 
figura  de  mujer  en  medio,  é  cuatro  la- 
bores del  romano.  „ — "Una  taza  meaja- 
da  con  su  sobrecopa,  que  tiene  un  signo 
de  Salomón,  toda  dorada.  „ — "Un  cubi- 
lete, meajado  el  pie  é  bebedero. „ — "Un 
bernegal  ó  jarro  grande,  con  dos  asas 
y  dos  pies,  dorado  é  cincelado  por  de 
fuera. „ — "Un  vasico  con  su  sobreco- 
pa ,  dorado  por  de  dentro  é  el  pie  por 
de  fuera  blanco  é  una  redecilla  dora- 
da, é  tiene  una  sortija  por  remate.  „ — 
"Una  serx'illa  de  plata,  á  manera  de 
pichel,  con  su  tapador,  dorados  los 
bordes  é  un  pico  ancho  dorado  é  dos 
avellanas  sobre  la  bisagra  del  tapa  - 
dor.„ — "Una  garrafa  de  plata,  blanca, 
con  un  ancho  debajo  del  cañón  y  su 
tapador  de  tornillo,  con  un  leoncillo 
por  remates,  para  enfriar  agua.„  — 
"Once  platoncillos  medianos,  hondos, 
con  los  bordes  por  de  fuera,  que  enca- 
jan el  uno  en  el  otro.„ — "Un  platonci- 
11o  de  plata,  que  llaman  de  calentar 
vianda.  „ — "Cincuenta  y  un  platos 
trancheos,  con  los  bordos  por  de  fuera 
lisos„  y  "una  escudilla  de  orejas  con 
un  caño  redondo  para  beber  caldo. „ 
De  los  demás  objetos  de  servicio  que 
en  el  comedor  había  no  es  posible  dar 
cabal  idea  aquí,  sin  hacer  interminables 
estas  relaciones;  notaremos,  no  obs- 
tante, algunas  particularidades;  de  las 
cucharas  que  nombra  cuchares  el  in- 
ventario, y  las  había  mayores  y  de  dis- 
tintas formas  algunas  que  se  destinaban 
para  las  ca suelas,  para  las  conservas, 
para  las  ensaladas  y  para  las  salsas. 
Viene  luego  una  larga  relación  de  te- 
nedores y  otra  de  cuchillos,  entre  los 
cuales  los  especiales  eran  los  destina  - 
dos  para  servir  sal:  saleros  los  había 
muy  curiosos  y  ricos  entre  ellos.  "Un 
salero  de  plata,  grande,  redondo,  de 
dos  medios  dorado  todo,  escamado  por 
el  cuerpo  y  en  los  planos  dos  hilos 
gruesos  torcidos ,  y  está  horadado  por 
un  lado,,  y  "otro  salero  pimentero 
blanco. á  manera  de  torrecilla. „  No  to- 


.178 


boletín 


dos,  á  pesar  de  su  nombre,  estaban  des- 
tinados exclusivamente  para  sal,  pues 
á  mas  del  anterior,  que  parece  tenía 
doble  uso.  se  anota  también  "otro  sa- 
lerico  blanco,  para  canela.  „  Había  de 
igual  modo  unas  cajas  de  plata,  "una 
blanca,  lisa,  cuadrada,  para  tener  azú 
car,  con  un  cucharica  cuadrada  y  dos 
paredicas  á  los  lados.,, — "Otra  caja  de 
plata  lisa,  redonda,   con  su  tapador, 
con   un   remate   de   una    manzanilla, 
para  tener  confites,  y  una  cucharica 
con  unos  g-arabatillos  para  sacarlos. „ 
—  "Una  caja  grande  de  plata  que  lla- 
man confitera,  blanca,  con  su  tapador 
todo  cincelado,   con  las  armas  de  la 
Cueva  y  tiene  por  remate  una  basa  y 
en  medio  de  ella  un  sufridor  cincela- 
do; está  por  dentro  hecho  cuatro  ata- 
jos y  en  el  crucero  un  remate  y  tiene 
en  cada  seno  una  cuchar. „  —  "Un  li- 
monero de  plata,   dorado,   cincelado, 
con  unos  lazos  blancos  en  la  redecilla, 
por  donde  se  cuela  el  zumo  de  las  li- 
mas.,, —  "Unas  tenazas  de  plata,  que 
llaman  gironas,  para  exprimir  las  li- 
mas y  unos  girones  dorados  en  las  pa- 
las. „  Pero. . .  nonos  detengamos  más,  ya 
que  tantos  objetos  nos  retendrían  con 
asombro ,  en  esta  suntuosa  estancia  y 
pasemos  al  salón  principal  de  las  gran 
des  fiestas  y  las  grandes  recepciones. 
Por  la  misma  razón  que  tuvimos,   al 
describir  los  tapices  en  la  escalera  y  en 
la  galería,  5'^  las  antepuertas  en  el  co- 
medor, lo  haremos  aquí  de  las  ricas  al- 
fombras (alhombras)  que,  á  más  de  en 
él,  seguramente  estarían  distribuidas 
por  los  demás  aposentos:  y  aquí,  como 
hasta  ahora  señalaré  sólo  tres  ó  cuatro 
ejemplares  de  los  mas  curiosos:  "Una 
alhombra  de  41   palmos,  de  tres  rin- 
gleras de  ruedas,  en  cada  una  siete  rue- 
das.,, En  esta  misma  clase  los  había  de 
diferentes  dibujos  y  colores.  "Una  con 
nueve  ruedas  y  entre  las  ruedas  unas 
flores.,.  Otra  que  tenía  en  "las  ruedas 
un  león  blanco,,  y  otra  con  unos  lazos; 
de  distinto  género  eran  las  llamadas 


turcas  y  entre  ellas  había  una...  "de 
30  palmos  de  largo ,  con  ocho  ruedas 
grandes  y   quince  pequeñas,    que  se 
compró  en  la  almoneda  de  Fonseca„, 
y  otras  varias  más  pequeñas,  cuyos  di- 
bujos se  describen^  y  por  fin,  consti- 
tuían otra  variedad  de  las  que  vienen 
varias  reseñadas,  las  llamadas  de  Alca - 
ras:  la  vasta  pieza  que  nos  ocupa  tenía 
y  aún  conserva  una  gran  ventana  so- 
bre la  huerta  ó  parque  del  Castillo, 
amplia  chimenea  como  en  el  comedor 
y  una  puerta  de  dimensiones  extraor- 
dinarias para  lo  que  son  todas  las  de- 
más que  en  el  edificio  existen;  tenía, 
sin  embargo,  en  la  parte  inferior  de  las 
dos  hojas,  otros  tantos  cuarterones  por 
los  cuales  ningún  hombre  de  mediana 
estatura  puede  pasar  sin  inclinar  la  ca- 
beza, ponía  en  comunicación  al  salón 
con  la  galería,  estaba   primorosamen- 
te pintada  y  todavía  pueden  apreciar- 
se los  dibujos  y  los  colores,  aunque  és- 
tos muy  desvanecidos  por  el  tiempo  y 
la  humedad.  Como  los  cuadros,  armas, 
tapices  y  muebles  que  pudieran  llenar 
este  salón  y  cubrir  sus  paredes,  lo  mis- 
mo que  las  de  otro  que  existe  en  la  fa- 
chada del  oriente,  después  de  pasados 
los  aposer  tos  de  los  Duques  y  que  sin 
duda  era  el  conocido  con  el  nombre  de 
Sala  de  las  inoras,  se  han  descrito  en 
otros  lugares ,  y  po^otra  parte  me  he 
extendido  tal  vez  más  de  lo  conve- 
niente en  estas  reseñas,  pasaremos  por 
alto  todo  lo  demás  que  del  palacio  nos 
queda  por  ver,  dedicando  sólo  unexa, 
men,  aunque  también  sea  sumarísimo, 
á  tres  lugares  que  merecen  especial 
estudio:  el  aposento  délos  Duques,  el 
tocador  de  la  Duquesa  y  la  Capilla, 
para  visitar  la  cual  ya  tenemos  que  sa- 
lir  del  edificio.   En  el  ángulo  que  en 
éste  forman  las  fachadas  del  oriente  y 
mediodía  y  hacia  la  parte  en  que  se 
extiende  la  villa,  estaban  las  cámaras 
destinadas  á  aposento  de  los  Duques; 
en  los  huecos  de  sus  paredes  se  ven  aún 
restos  de  estrechas  escaleras  que  sin 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


179 


duda  los  ponían  en  comunicación  con 
la  planta  baja  y  con  la  superior,  y  so- 
bre el  gran  arco  de  la  puerta  que  hay 
en  la  fachada  del  sur  se  abre  el  balcón 
de  una  pequeña  estancia,  que  es  la  ge- 
neralmente tenida  por  tocador  ó  cama- 
rín de  las  Duquesas.  Visitemos  estos 
departamentos  dando  cuenta  de  algo 
de  lo  mucho  rico  que  encerraban  y  que 
pueda  darnos  idea  de  la  vida  y  cos- 
tumbres de  aquellos  Grandes,  antes  de 
que  salgamos  de  la  morada  que  fuera 
en  un  tiempo  estancia  de  Reyes.  Fijé- 
monos primeramente  en  las  camas  y 
recordemos  que  entre  ellas  habia  "una 
cama  grande  de  asiento,  de  terciopelo 
carmesí,  en  que  hay  cielo  y  costado  y 
cabeza ,  que  tienen  los  dos  paños  cua  - 
tro  varas  en  cuarta  de  caída  y  seis  an- 
chos de  seda  de  cada  uno ,  aforrados 
en  bocazín  negro  y  el  cielo  tres  varas 
y  tres  cuartas  de  largo  y  cinco  anchos 
de  la  seda,  con  sus  cuatro  goteras  del 
medio  ancho  de  la  misma  seda,  de  cin- 
co anchos  y  cinco  varas  menos  ochava 
de  largo^  y  los  otros  dos  de  tafetán  en- 
carnado doble,  del  mismo  tamaño,  con 
sus  cordones  de  hiladillo  colorado  para 
los  de  arriba,   y  para   éstos  de  seda 
grana  de  Sevilla;  tiene  la  cama  ochen- 
ta varas. „  —  "Una  cama  de  tapicería 
que  llaman  de  los  cardos,  que  son  tres 
paños,  costado,  cabeza  y  cielo  con  sus 
goteras  „   otras  se  nombran  también 
"de  tapicería  de  ras„  "de  figuras  que 
llaman  la  amarilla„  y  "de  las  Amazo- 
nas. „ —  "Otra  de  lienzo  de  Rúan  pin- 
tado y  otra  de  igual  lienzo„   labrado 
deshilado  á  ondas; „  decampo  las  había 
de  terciopelo  y  damasco  negro,  de  tor- 
nasol de  seda  con  unas  franjas  de  pla- 
ta y  sirgo  encarnado  y  verde,  de  paño 
verde  de  Cuenca ,  de  sarga  negra ,  de 
arambeles  de  lana  y  colores  y,  por  fin, 
una  "de  grana  nueva  de  Toledo,  que 
se  había  comprado  para  mi  señora  la 
Condesa  de  Luna.„ 
Los  cobertores  eran,  como  todo,  rico. 


grana  de  cafolla  treintena  de  Valen- 
cia, „  y  de  "grana  de  Toledo,  treinte- 
na, „  que  se  hizo  para  la  cama  de  cam- 
po úliimamente   mencionada  :    paños 
bordados  y  labrados  destinados  á  di- 
ferentes usos,    había   gran    número; 
para  dar  idea  citaré  alguno  de  los  qué 
vienen  nombrados    con  los  epígrafes 
Doseles,    Sitiales,  Sobyeincsas ,  y  Re- 
posteros ;'^\\n  dosel  de  brocado  carmesí 
alcachofado,  de  tres  altos,  y  terciopelo 
carmes,  de  seis  varas  de  largo  y  de 
ancho  una  pierna  de  brocado  y  dos  de 
terciopelo  carmesí  con  una  ila  de  gi- 
rones al  derredor  del  dicho  brocado  y 
terciopelo,  con  sus  goteras  de  lo  mis- 
mo y  flocaduras  de  oro  y  sirgo  car- 
mesí forrado  en  bocazí  colorado  y  cor- 
dones de  hiladillo  colorado  y  pierna 
de  frisa  blanca  que  cubre  la  de  broca- 
do. „  Por  este  orden  los  había  "colora- 
do verde  y  pardo,  „  "de  brocado  blanco 
y  terciopelo  carmesí;  „  "de  damasco  y 
terciopelo  negro; „  "de  terciopelo  ne- 
gro y  naranjado,  „  "de  terciopelo  verde 
y  terciopelo  morado  á  girones, „   "de 
damasco   y   terciopelo   verde,  „   "  de 
damasco  pardo  y  colorado,  „  "de  da- 
masco amarillo  y  damasco  verde„  y, 
por  fin,  "un  dosel  grande  para  apara- 
dor,  de  paño  de    grana   colorada  de 
Toledo  y  amarillo ,  con  un  escudo  de 
las  armas  de  la  Cueva  bordado  y  unos 
girones  y  lazos  y  unaz'^s(l)por  él  tam- 
bién bordadas,  y  las  apañaduras  del 
mismo  paño  y  cordones  de  los  dichos 
colores„;  había  también  "dos  doselicos 
chiquitos  de  paño  verde  y  pardo  para 
la  serreta,  bordados  á  la  redonda  de 
una  labor  del  mismo  paño  perfilada  de 
hilo  blanco,  s^in   cordones  „--"Un  si- 
tial de  brocado   raso  carmesí,  de  tres 
piernas  y  de  tres  varas  y  tres  cuartas 
en  largo,   sin  flecaduras,  forrado  en 
bocazí  negro„  y  otros   "de  terciopelo 
carmesí     accituni,  „    "de    terciopelo 
verde  aceituní,„   "de  terciopelo  acei- 

(1)    Inicial  del  nombre  de  la  Duquesa  doña  Isabel 


180 


BOLETÍN 


tuní  azul,„  "de  terciopelo  carmesí, „ 
y  de  "tercipelo  negro. „  Délas  sobre- 
mesas, ó  tapetes  como  ahora  diríamos, 
los  había  de  "terciopelo  carmesí  acei- 
tuní„  "de  terciopelo  negroj  la  orla  de 
damasco  negro,,  "de  terciopelo  ver- 
de... con  apañaduras  de  terciopelo 
naranjado,  „  "  de  tafetán  doble  tur- 
quesado, „  "  de  terciopelo  de  grana  y 
sus  apañaduras  á  la  redonda,  del  me- 
dio ancho  de  tela,  de  oro  morado,,,  y 
otros  más,  entre  los  que,  como  recuer- 
do á  la  industria  nacional  de  entonces, 
consignaremos  uno  "de  grana  de  Va 
lencia„  y  otro  "de  paño  verde  deCuen- 
ca„  y,  por  último,  en  la  gran  variedad 
de  reposteros,  se  hacían  notar  los  que 
tenían  "las  armas  de  Cueva  y  Tusón  "y 
los  de  las  mismas  armas  "y  en  la  orla 
las  de  Mendoza. „ 
•  Los  muebles,  cuadros  de  devoción 
y  sobre  todo  las  joyas  y  trajes  que 
allí  se  guardaban,  constituían  verda- 
deros tesoros:  su  mismo  número  é  im- 
portancia dificulta  la  indicación;  aquí 
sí,  que  ya  al  azar  tenemos  que  citar 
algo,  temiendo  tal  vez  olvidar  lo  más 
notable.  Allí  había,  por  ejemplo:  "una 
mesilla  de  nogal  que  tiene  por  encima 
unas  chapas  de  plata,  que  están  en 
ellas  las  armas  del  Duque  mi  señor  y 
de  mi  señora  la  Duquesa.  Tiene  por 
orla  unos  girones  tallados  de  la  misma 
plata.  Tiene  esta  mesa  un  banco  de 
madera  con  una  cadena  plateada.,, — 
Un  sello  de  plata  grande,  para  sellar 
provisiones,  con  las  armas  del  Duque 
mi  señor,  D.  Francisco. „ — "Un  bacín 
grande  de  plata,  abollonado,  con  un 
salvaje  por  encima.  „  —  "  Un  relox 
de  arena,  con  hora  y  media,  hora  y 
cuartos,  metido  en  una  caja  de  éba- 
no. „  Como  objetos  de  devoción  para 
los  señores,  allí  podrían  verse:  "Un 
Crucifijo  de  oro,  puesto  en  una  cruz 
de  piedra  verde  que  tiene  unas  gotas 
de  sangre;  tiene  tres  cadenillas  de  es 
labones  asidas  en  unos  remates  de 
oro„  y  otro  Crucifijo  de    oro  "puesto 


en  un  monte  Calvario,  con  Longinos  é 
otro  bulto  de  hombre  armado,  con  su 
pie  esmaltado  y  labrado  de  buril. „  "Un 
retablo  de  San  Jerónimo  hecho  de  bul- 
to, pintado,  en  su  caja.„ — "Una  ima- 
gen á  pincel  de  San  Juan  Bautista,  „ 
otra  de  la  Verónica,  varias  de  la  Vir- 
gen y  "una  tabla  de  devoción, „  sin 
que  tenga  la  nota  ningún  otro  detalle 
de  su  factura  y  asunto.  Voy  ahora  á 
hacer  una  ligera  reseña  nada  más  de 
las  ropas  y  joyas  de  los  Duques,  antes 
de  entrar  en  el  tocador  de  la  Duquesa, 
porque  supongo  fatigado  al  lector  si 
sus  gustos  no  le  llevan  por  este  cami- 
no, y  porque  en  el  tocador  y  en  la  ca- 
pilla hemos  de  detenernos  algo  antes  de 
dar  por  terminada  nuestra  excursión 
al  palacio  de  los  Alburquerques.  Empe- 
cemos por  las  joyas  y  ropas  de  las 
Duquesas,  y  aquí  debo  advertir  que 
para  estas  indicaciones  y  las  siguien- 
tes me  he  valido,  no  sólo  del  inventa- 
rio citado  y  que  nos  ha  servido  hasta 
ahora  de  guía,  sino  también  de  las  in- 
dicaciones que  contiene  el  testamento 
de  la  Duquesa  doña  Mencía  Enríquez. 
Entre  sus  joyas  se  hacían  notar:  "Un 
candadillo  de  oro  que  se  cierra  é  abre 
por  letras.  „ — "Dos  axorcasde  oro.„ — 
"Un  collar  de  oro,  de  cuarenta  y  dos 
piezas  esmaltadas  con  unas  bes  (1).„ 
"Mas  una  sortija  de  oro  del  sello 
de  sus  armas. „ — "Un  estuche  de  oro 
nielado,  con  reliquias  para  traer  al 
cuello.,, — "Un  joyel  que  dio  el  Obispo 
de  Segovia  á  la  Duquesa  cuando  casó, 
de  factura  de  una  ensyna  con  tres  per- 
las gruesas  é  un  diamante  de  punta  é 
un  ruby  atado  en  un  gendal  colorado 
con  una  cinta  blanca,  en  una  bolsilla  de 
cuero.,,  — "Mas  dos  corales  grandes  de 
gajos,  el  uno  de  ellos  guarnecido  al 
cabo  con  guarnición  de  oro  é  esmal- 
te.,,-"Una  medalla  de  oro  con  una 
cabeza  de  muerto,  esmaltada  de  blan- 
co, puesta   en   un   campo  de  oro,  con 


(1)    Inicial  del  nombre  de  Beltrán. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


181 


labor  de  alto,  esmaltada  de  rosicler  é 
un  rétulo  al  derredor,  partido  por  me- 
dio, con  unas  letras  en  el  que  dice: 
Réspice  finem.y^  Sií^uen  reseñándose 
varias  otras  medallas  de  oro  y  esmal- 
tes, entre  las  cuales  algunas  recuer- 
dan sucesos  relacionados  con  la  vida 
y  viajes  de  los  Duques,  como,  por 
ejemplo,  una  "de  bordones  de  oro  que 
se  hizo  en  Santiago  de  Galicia, „  y  otra 
hecha  en  Zaragoza  cuando  pasó  por 
allí  el  Emperador;  ésta  tiene  la  divisa: 
^A  todos  gatia.y^ 

La  relación  de  las  ropas,  sobre  todo 
la  del  uso  ordinario  de  la  casa  y  fami- 
lia, es  imposible  que  yo  me  detenga 
en  hacerla.  En  ella  me  ha  llamado  más 
la  atención:  "una  marlota  de  carmesí 
raso,  guarnecida  de  perlas  é  aljófar 
todo  el  ruedo  é  mangas  é  cabezón, 
con  doce  botones  de  aljófar  en  la  de- 
lantera é  eran  trece,  é  falta  uno,  que 
se  molió  para  la  dicha  Duquesa  en  su 
dolencia,  y  en  cada  una  manga  seis 
botones  y  por  las  sisas  de  las  mangas 
por  los  hombros  la  misma  guarní 
ción.„ — "Dos  camisas  de  Almería,  la 
una  con  orillas  verdes  y  moradas  é  la 
otra  con  blancas  é  coloradas.  „ — "Otra 
camisa  de  holanda  con  orillas  de  des 
filado  labrada  de  oro  é  seda  carmesí  é 
blanco.  „ — "Un  par  de  chapines  colo- 
rados, de  raso  carmesí,  con  sus  cape 
Hadas  de  plata  doradas,  labradas  de 
filigrana  esmaltados  con  cada  siete 
bastones  é  más  la  delantera  de  los  di 
chos  chapines  de  la  dicha  filigrana 
esmaltados,  tiene  contados  ocho  es- 
maltes. „ — "Una  faxa  de  grana  colo- 
rada, angosta  con  una  bolsilla  blanca 
de  reliquias,  é  un  escudillo  de  oro  de  la 
Trenidad  en  ella. „— "Veinte  pares  de 
guantes. „ — "Otros  diecinueve  pares 
de  guantes  adobados„  y  "veinticuatro 
pares  de  guantes  blancos  y  entre  ellos 
dos  de  carnero. „ — "Un  sombrero  de 
raso  negro ,  con  una  borla  de  filo  de 
oro  é  una  cinta  de  oro  tirado. „ — "Un 
brial  de   terciopelo    carmesí  morado 


con  guarnición  de  raso  blanco. „  — 
"Un  enforro  de  martas  sibelinas  ,, — 
"Dos  camisas  de  holanda  pequeñas  (1) 
para  dormir  de  noche:,, — "Unos  cha- 
pines de  cuero  colorado  la  brados 
de  filo  de  oro  tirado.,,  Y...  pase- 
mos revista  á  la  ligera  al  guarda- 
ropa  del  Duque,  en  el  que  sólo  nos 
fijaremos  en  los  objetos  de  más  valor 
ó  curiosidad,  para  no  prolongar  dema- 
siado la  reseña.  Notaremos:  "Dos  tu- 
sones de  oro  que  pesaron  ocho  caste 
llanos.,, — "Dos  garabatillos  de  oro, 
para  prender  el  torzal  de  los  dichos 
tusones  en  las  espaldas.,, — "Una  ca 
dena  de  hilo  de  oro  fino,  que  se  hizo 
para  el  tusón. ,,  Se  enumeran  algunas 
otras  cadenas  de  oro,  unos  sesenta 
"ojales  de  oro  d'estampa,,,  muchos 
botones  de  oro  de  diversas  clases, 
unos  lisos  y  otros  con  variedad  de  es- 
maltes; el  número  de  sortijas  de  oro 
y  piedras  es  también  considerable. 
Llamaremos,  por  lo  tanto,  para  termi- 
nar solamente  la  benévola  atención  del 
lector  hacia  algunos. otros  objetos  que 
cons  tituían  verdaderas  obras  de  arte: 
"Un  hábito  de  la  orden  de  Alcántara  de 
oro,  esmaltado  de  verde.  Fue  de  don 
Pedro  Sarmiento,  hijo  del  Marqués  de 
Pora.„ — "Un  hábito  de  Santiago  de 
oro,  esmaltado  de  rosicler,  con  tres 
cadenillas  de  oro.  Fué  de  Don  Juan 
de  Granada.  „ — "Una  columna  de  oro, 
triangular,  esmaltada  de  blanco  é  ne- 
gro, con  una  asita  en  medio  de  ella  y  en 
el  cabo  la  imagen  de  señor  San  Juan 
Evangelista  y  en  el  otro  la  del  Bau- 
tista; „  y  para  terminar,  "un  caballo  de 
oro,  esmaltado  de  bl:inco  sobre  una 
estampa  de  oro,  abierta  por  encima  de 
esmalte  verde  é  un  lobo,  sobre  otra 
estampa,  de  oro  también,  cubierta  de 
verde  con  un  letrero  á  la  redonda,  é 
un  lagarto  esmaltado  de  verde  sobre 


(1)  El  ser  pequeñas  estas  camisas  de  dormir,  en 
contraposición  con  las  largas  nuestras,  me  ha  hecho 
recordar  el  antiguo  refrán  castellano,  á  cuya  filosofía 
sin  duda  se  ajustaban:  Camisa  quepasa  del  ombligo, 
liengo  perdido. 


BOLETÍN 


esmalte  azul,  é  un  mondadientes  de 
oro  con  cuatro  piezas  esmaltadas  de 
verde  é  blanco  é  rosicler,  é  una  co- 
lumna de  oro  pequeña  esmaltada  de 
negro  y  rosicler;  é  una  medalla  pe- 
queña con  un  rostro  pequeño  puesto 
sobre  una  ágata  leonada  con  un  letre 
ro  á  la  redonda  é  una  perla  pequeña 
colgada.  „ 

Las  linajudas  y  entonadas  dueñas 
del  Castillo  han  de  permitirme,  antes 
de  salir  de  él,  que  cometa  la  indiscre 
ción  de  penetrar  en  el  santa  sanctonim 
de  sus  encantos  y  revelar  algunos  de 
los  secretos  á  que  en  todas  las  épo 
cas  han  fiado  las  damas  la  preparación 
de  sus  triunfos  de  distinción,  belleza 
y  buen  tono. 

"Un  perfumador  de  cobre „  y  "Dos 
albahaqueros  vidriados  blanco,,  im- 
pregnan la  atmósfera  de  un  suave  aro- 
ma, y  varios  espejos  convenientemente 
colocados  son  los  confidentes  de  las 
apuestas  damas;  había  tres  "de  acero, 
con  sus  encajes  de  madera  de  nogal 
y  abano„  y  "un  espejo  de  vidrio  cris- 
talino, con  su  encaje  de  vidrio  de  co- 
lores á  la  redonda„;  sobre  una  mesa 
chapeada  de  plata  se  veían:  "Una  caja 
de  peines,  labrada  de  oro  sobre  cuero 
azul,  con  cinco  peines  é  un  espejo  é 
una  escobilla  é  unas  herramientas, 
guarnecida  con  un  cordón  de  hiladillo 
azul  y  oro„  á  un  lado,  "Un  entorchero 
para  tener  entorchas,,  y  "Un  salterio 
chiquito  de  rezar,  con  su  cerradura  de 
plata,, ,  al  alcance  de  la  mano  y  para 
arreglar  sus  prendidos.  "Dos  cintas 
blancas  de  seda  guarnecidas  con  ran- 
das de  oro  para  la  cabega. , , — '  'Más  un 
cinto  labrado  de  filo  de  plata  dorado, 
con  su  guarnición  de  plata  é  filigrana 
esmaltada.,,  —  "Más  siete  cintas  ne- 
gras con  cabos  de  oro  de  filo  tira- 
do.,,— "Alastres  cintas  verdes  con  ca- 
bos de  plata  dorados. „  —  "Más  nueve 
cintas  blancas  con  cabos  dorados  é 
blancos  que  eran  de  los  garagüelles„ 
allí  cerca  los  libros  de  devoción  por 


ellas  usados  y  entre  ellos  eran  nota- 
bles "unas  horas  de  rezar,  grandes 
de  pergamino,  escriptas  de  mano,  nue- 
vas, iluminadas  de  muchas  historias  de 
devoción,  con  sus  tablas  cubiertas  de 
terciopelo  carmesí  y  unas  cantoneras 
y  roseta  de  plata,  sin  manecillas„  y 
por  el  mismo  orden  uno,  "cubierto  de 
cuero  leonado,  con  sus  manecillas  de 
plata  dorada,,,  otro  "cubierto  de  ter- 
ciopelo morado,,,  uno  impreso  que  se 
designaba  "libro  de  rezar,  de  molde, 
en  pergamino,,  otro  "escripto  en  pa- 
pel con  tablas  de  papelón,,  y  algunos 
más.  Pongamos  fin  á  este  relato  con  el 
que  bien  pudiera  llamarse  laboratorio 
de  la  hermosura^  y  fijémonos  en  que 
allí  había,  "un  almiresico  chiquito, 
con  su  mano ,  para  moler  almizque  é 
ámbar.,, — "Una  caxa  pintada  redonda 
con  poluillos.,, — "En  una  caxuela  de 
faya  redonda ,  dos  papos  de  almizque, 
el  uno  pequeño  entero  é  el  otro  mayor 
é  lo  más  del  vacio.  „ — "Dos  buxetas, 
cada  una  con  cierta  algalia ,  la  buxeta 
que  es  redonda  de  algalia  mezclada,  la 
otra  que  es  labrada  de  algalia  fina.„ 
"Más  una  arqueta  con  una  poma  de 
de  almizque  é  ámbar,  tamaño  como 
huevo  de  paloma.  Dos  peines  de  Per- 
piñán  el  uno  labrado  con  ámbar,  el 
otro  barbero. , ,— "Mas  un  papel  en  que 
están  unos  pedamos  de  cagolet,  que 
son  perfumes.,, — "Un  papel  de  polvi- 
llos ,,  — "Una  redoma  de  agua  de  aza- 
har.,,— "Otra  redoma  de  agua  rosa- 
da.,,— "Una  caxa  blanca  con  cuatro 
botecicos  de  vidrio  de  Valencia  con 
unturillas  para  las  manos.,, —  "Dos 
barrilcjos  con  aceite  de  pepitas  de 
almendras. , , — '  'Panesillos  de  perfume 
de  Sevilla, , ,  triaca,  trementina,  grana, 
aceite  de  estoraque,  de  olor  de  Valen- 
cia, aceites  de  azahar  y  menjuy;  y 
como  última  noticia  que  tal  vez  sor- 
prenda á  nuestros  elegantes  de  ahora, 
aficionados  á  un  sport  que  tiene  aires 
de  novísimo,  al  menos  entre  nosotros, 
estas  Duquesas  del  siglo  XV  y  XVI,  en 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


Cuéllar,  entre  sus  prendas  de  curiosi- 
dad ó  de  distracción  en  las  soledades 
de  su  morada  y  á  más  de  los  que  en 
otros  sitios  hemos  descrito,  contaban 
con  patines  con  que  poder  deslizarse 
en  los  días  de  invierno  por  la  tersa 
superficie  del  gran  estanque  que  aún 
hay  en  la  huerta;  nos  lo  da  á  entender 
el  inventario  de  que  nos  hemos  valido 
al  consignar  estas  partidas:  "dos  pa- 
res de  patines,  de  hombre,  para  andar 
sobre  los  hielos  ,, —  "Dos  pares  de 
patines  para  lo  mismo,  de  mujer.,, 
Y  ahora  transpongamos  el  dintel  de  la 
puerta  del  mediodía  y  entremos  un 
momento  en  la  capilla  que  existía  en 
la  huerta  y  de  que  aún  se  ven  las  rui- 
nas. La  capilla  debió  al  principio  estar 
situada  dentro  del  palacio  y  en  uno  de 
los  pisos,  altos  puesto  que  en  uno  de 
los  asientos  del  inventario  se  lee:  "una 
cruz  de  barba  de  ballena.  Subióse  á  la 
capilla:,,  después  parece  ser  que  se 
construyó  frente  al  arco  principal  de 
la  fachada  del  mediodía  una  ex  profeso, 
pues  eso  me  aseguran  que  de  ella  eran 
las  ruinas  á  que  antes  aludía  y  que  en 
el  grabado  de  la  página  71  se  represen 
tan.  Entre  las  mil  curiosidades  dignas 
de  contemplarse  que  en  ella  había, 
citaremos:  "un  dosel  de  capilla,  de 
tres  piernas,  la  una  de  brocado  raso 
blanco  y  las  dos  de  terciopelo  aceituní 
forrado  en  bocazin  negro.,, — "Otro... 
para  la  capilla  de  cinco  varas  y  media 
en  largo  y  de  ancho  dos  piernas  de 
damasco  y  una  de  terciopelo  y  apaña- 
duras del  mismo  ancho  de  la  seda  á 
girones  de  terciopelo  y  damasco,  con 
sus  goteras  de  lo  mismo  y  flocaduras 
de  sirgo  negro,  forrado  en  bocazí  ne- 
gro y  sus  cordones  de  hiladillo  ne- 
gro.,, —  "Otro  dosel  para  capilla  de 
terciopelo  naranjado  y  raso  amarillo, 
de  cinco  varas  y  media  en  largo,  y  de 
ancho  tres  piernas,  las  dos  de  tercio- 
pelo y  la  de  en  medio  del  dicho  raso, 
con  una  bordadura  de  lunas ,  y  es  de 
terciopelo  y  la  orla  del  mismo  ancho 


con  la  misma  bordadura,  flecaduras 
de  sirgo  amarillo  y  naranjado,  forra- 
do de  bocazí  colorado  y  cordones  de 
hiladillo  naranjado  y  amarillo.,, — 
"Un  paño  de  devoción  de  estofa  fina 
con  mucha  seda,  con  sus  goteras, 
traído  para  la  capilla,  de  cuatro  varas 
y  tres  cuartas  en  largo,  y  tres  y  cuar- 
ta en  ancho.  Tiene  un  Crucifijo  y  otros 
misterios  de  la  Pasión,  y  cuando  Nues- 
tro Señor  resucitó  y  subió  á  los  cielos 
y  cuando  el  Espíritu  Santo  vino  sobre 
los  Apóstoles  y  otras  imágenes  de  de- 
voción. , , — Y  otro  más  con  representa- 
ciones del  nacimiento  del  niño  Jesús, 
del  descendimiento,  de  la  circuncisión 
de  Nuestro  Señor  y  de  la  salutación 
del  Ángel.  "Un  claviórgano,  que  está 
en  la  capilla  y  se  traxo  de  Zaragoza 
metido  en  una  caja  de  cuero  negro,,, 
este  claviórgano  aparece  tasado  en 
30.000  mrs.  "Una  cruz  de  plata,  de 
gajos,  dorada  con  su  pie  y  un  Cruci- 
fijo.,,— Un  cáliz  de  plata  dorado  con 
su  patena:  tiehe  un  círculo  de  las  ar- 
mas de  Velasco  al  pie,  y  una  imagen 
de  Nuestra  vSeñora.,, —  "Un  portapaz 
de  plata  dorada  con  una  imagen  de  la 
Quinta  Angustia.,,  —  "Una  cruz  de 
plata  dorada,  con  su  manzana  de  ma- 
sonería y  un  Crucifijo  en  ella;  tiene  al 
pie  un  escudo  de  las  armas  de  la  Cue- 
va,,— "Dos  candeleros  de  plata  dora- 
dos; tiene  en  cada  pie  un  escudo  de 
armas  del  Duque  mi  señor,  esmaltados 
de  rosicler.,, — "Una  campanilla  de  pla- 
ta con  un  botón  y  una  borla  de  sirgo  de 
dolores  y  tiene  dos  escudos  de  armas 
dorados,  el  uno  con  las  armas  de  la 
Cueva  y  el  otro  con  las  armas  de  To- 
ledo.,, — '  'Había  después  muchos  otros 
objetos  de  plata  para  el  servicio  del 
altar,  como  vinajeras,  incensarios,  sa- 
cras, etc.,  que  no  tenían  ninguna  indi- 
cación especialque  loshicieracuriosos. 
Entre  los  ornamentos  citaremos.  "Una 
casulla  de  damasco  naranjado  con  una 
cenefa  de  damasco  blanco,  bordada 
de  unos  veros  de  terciopelo  azul,  con 


184 


boletín 


las  armas  de  mi  señora  la  Duquesa. , , — 
"Una  capa,  de  terciopelo  naranjado, 
con  una  cortadura  de  raso  amarillo, 
bordada,  y  una  capilla  de  lo  mismo, 
con  las  armas  de  la  Cueva  é  girones 
é  una  borla  de  sirgo  naranjado.  Está 
forrada  en  bocazín  naranjado . , , — Una 
alba  de  lienzo  con  unos  faldones  de 
terciopelo  amarillo,  guarnecida  con 
unos  girones  de  raso  naranjado  y  par- 
do. „ 

G.  DE  LA  Torre  de  Trassierra. 

(Continuará.) 


La  Sociedad  de  Excursiones  en  acción. 

Los  socios  que  concurrieron  á  la  ex- 
cursión que  el  miércoles  25  de  Noviem- 
bre del  pasado  año  1896  se  verificó  al 
Archivo  histórico  y  á  la  Biblioteca  Na- 
cional de  esta  corte,  acordaron  reunir- 
se el  miércoles  siguiente,  2  de  Diciem- 
bre, para  visitar  detenidamente  la  Sec- 
ción de  Estampas  de  aquel  estableci- 
miento, que  tantas  riquezas  artísticas 
atesora. 

Asistieron  el  Presidente  de  la  Socie- 
dad, Sr.  Serrano  Fatigati,  y  los  seño- 
res García  Concellón,  Menet,  Nava- 
rro (D.  F.  B.),  Peña,  Poleró  y  Schulz, 
quienes  fueron  acompañados  por  el  se- 
ñor D.  Ángel  Barcia,  docto  jefe  de  la 
Sección  de  Estampas,  y  á  quien  este 
departamento  de  la  Biblioteca  Nacio- 
nal debe  incesantes  cuidados  y  útiles 
reformas. 

X 
X     X 

Anunciada  para  el  16  de  Diciembre 
último  una  excursión  por  Madrid,  ve- 
rificóse, siendo  su  objeto  el  templo  Ca- 
tedral en  construcción  de  Nuestra  Se- 
ñora de  la  Almudena.  Aguardaban  allí 
á  nuestros  consocios  el  director  y  te 
sorero  de  las  obras,  señores  Marque 
ses  de  Cubas  y  de  Montalvo,  quienes 
acompañaron  á  los  visitantes,  dándo- 
les todo  género  de  detalles  y  noticias 
sobre  la  marcha  de  la  edificación.  Re- 
corrióse la  cripta,  ya  muy  adelantada, 


en  que  son  de  admirar  magníficos  ca- 
piteles románicos  del  mayor  carácter; 
examináronse  los  proyectos,  planos, 
vistas  y  secciones  de  la  obra  y  no  fal- 
taron elogios  para  la  administración  y 
contabilidad,  que  no  puede  ser  más 
práctica  y  sencilla.  Al  abandonar  la 
futura  Catedral  de  Madrid,  hacían  vo- 
tos los  asistentes  al  acto  por  la  pronta 
terminación  del  monumental  templo, 
que  honrará  á  la  capital  de  España,  y 
al  arte  arquitectónico  contemporáneo. 
Concurrieron  á  la  excursión  el  Presi- 
dente de  la  Sociedad,  Sr.  Serrano  Fa- 
tigati y  los  Sres.  Ballesteros,  Bosch 
(D.  Pablo),  Conde  de  Cedillo,  Cervino, 
Lampérez,  Palau  (D,  Melchor),  Pole- 
ró, Schulz  y  Velasco. 


— -L  «ircorpf  CfiB^ 


SECCIÓN  OFICIAL 

LA  SOCIEDAD  DE  EXCÜRSMES  EN  ENERO 

í.a  Sociedad  Española  de  Excursiones  con- 
tinuará la  serie  de  visitas  á  las  colecciones  ar- 
queológicas públicas  y  particulares  existentes 
en  Madrid,  los  días  20  y  27  de  Enero,  ambos 
miércoles,  con  arreglo  á  las  condiciones  s:- 
guientes: 

Lugar  de  reunión:  Ateneo  de  Madrid  (calle 
del  Prado). 

i^ora."  Nueve  y  media  de  la  mañana. 

Cuota:  Cinco  pesetas,  en  que  se  comprende 
el  almuerzo  en  un  restaurant  de  Madrid,  y 
gratificaciones. 

Adhesiones:  A  casa  del  Sr.  Presidente  de  la 
Sociedad,  Pozas,  17,  segundo,  hasta  las  ocho 
de  la  noche  de  la  víspera  de  cada  excursión. 

Los  señores  socios  que  no  piensen  asistir  al 
almuerzo,  no  necesitan  abonar  cuota  alguna 
ni  adherirse  previamente. 


El  1 3  de  Diciembre  último  falieció  en  esta 
corte  el  Excmo.  Sr.  D.  Juan  de  Silva  y  Te- 
Uez  Girón,  marqués  de  Arcicollar,  Ministro 
plenipotenciario  que  fué  de  España  en  Holan- 
da, y  socio  de  la  Española  de  Excursiones.  No 
habrán olvidadoseguramente  nuestros  asiduos 
comp;!ñeros  la  visita  por  la  Sociedad  realiza- 
da en  Marzo  último  á  In  magnífica  colección 
arqueológica  del  marquésde  Arcicollar,  quien, 
con  su  competencia  indiscutible,  y  con  su  cor- 
tesanía verdaderamente  española  y  aristocrá- 
tica, tan  gratas  y  provechosas  supo  hacer  las 
breves  horas  que  los  excursionistas  permane- 
cieron en  su  morada  — D.  E.  P. 


BOLKTÍN 


DE  LA 


m  ESPiiU  M  iX 


.^ 


DIRECTOR ; 
EL  CONDE  DE  CEDiLLO,  Secretario  general  de  la  Sociedad. 


ANO  lY 


Madrid.  1.°  de  I^^ebrero  de  189Y. 


NUM.  48 


EXCURSIONES 


UNA  EXCURSIÓN  ÜBSDR  SEVILLA 

A  RONDA,  GIBR ALTAR,  TÁNGER  Y  CÁDIZ 


(Conclusión.) 

El  Zoco  grande  en  día  de  luercaiío. 

Era  jueves,  día  de  gran  feria  en  el 
ya  descrito  Zoco  grande,  y  no  quise 
perder  la  ocasión  de  presenciarla. 

Mi  amigo,  el  susodicho  diplomático 
D.  Fernando  Tovía,  estaba  durmiendo 
cuando  fui  á  buscarlo  á  su  cuarto;  le 
dejé  descansar  y  me  eché  solo  á  la  ca- 
lle, uniéndome  á  la  procesiónde  ferian- 
tes, seguro  de  que  ellos  me  guiarían 
hasta  el  Zoco,  sin  más  que  seguirlos, 
con  la  curiosidad  por  cierto  con  que 
nuestros  chiquillos  siguen  á  los  ex- 
hibidores  de  monos  ó  de  osos  amaes- 
trados. 

La  animación  y  el  ruido  de  nuestras 
mejores  ferias  se  quedan  en  pañales  al 
lado  del  bullicio  de  este  Zoco,  del  que 
no  había  una  cuarta  de  terreno  que  no 
estuviese  ocupada.  En  un  lado  los  pues 
tos  de  comestibles,  á  cargo  de  mujeres; 
en  otro  los  de  golosinas ,  á  las  que  el 
moro  es  muy  aficionado,  y  en  el  resto 
del  espacioso  rodeo,  las  recuas  de  ca- 
mellos, las  piaras  de  cabras,  de  ovejas 
y  de  bueyes,  las  filas  de  caballerías, 


siendo  vendidas  por  el  sistema  de  su- 
bastas que  pregonaban  á  grandes  vo- 
ces sus  dueños,  y  sobresaliendo  en 
aquella  Babel,  por  la  fuerza  de  sus  pul- 
mones, los  médicos  mahometanos  (se- 
mejantes á  los  charlatanes  y  sacamue- 
las  de  España),  que  anunciaban  á  gri- 
tos sus  divinos  específicos,  consistentes 
en  versículos  del  Corán,  escritos  sobre 
diversas  materias  ó  especies  de  trapos 
y  papeles. 

En  sustitución  de  los  cristobitas  y 
de  los  teatros  de  verano^  dábanse  allí 
otros  espectáculos  locales;  pero  el  que 
más  concurrencia  atraía  era  el  ofreci- 
do por  el  domador  de  serpientes. 

Tocando  una  pandereta  y  una  gaita, 
en  el  centro  del  círculo  de  curiosos, 
estaba  un  mozalbete  de  catorce  ó  quin- 
ce años,  sentado  en  el  santo  suelo,  y  de 
pie,  á  su  diestra,  el  trápala  del  domador, 
alto,  de  barba  rala  negra,  tuerto  y  de 
rostro  repulsivo.  Cuando  éste  se  cansó 
de  recitar  fórmulas  mágicas,  sacó  de 
una  bolsa  de  cuero  una  culebra  de  tres 
cuartas  de  longitud,  dio  una  vuelta  al 
corro  con  ella  en  la  mano  y  se  arrodi- 
lló, por  último,  comenzando  á  mover 
los  brazos  en  todas  direcciones  y  á  re- 
citar, con  rapidez  vertiginosa,  las  ora- 
ciones del  encantamiento.  A  los  cinco 


186 


boletín 


segundos  de  empezar  esta  faena,  aque- 
llo, más  que  hombre,  parecía  monstruo 
del  infierno,  revolcándose  en  el  suelo, 
retorciéndose  sobre  sí  mismo  y  dando 
gritos  guturales  agudísimos,  hasta  que 
al  cabo  de  algunos  minutos  se  levanta 
de  improviso  y  da  otra  vuelta,  saltan- 
do y  haciendo  genuflexiones  alrededor 
del  músico.  Párase  de  pronto,  introdu- 
ce en  su  boca  la  cabeza  del  reptil,  que 
se  retuerce  como  aquejado  de  violentos 
dolores,  y,  al  sacarla,  muestra  la  len- 
gua mordida  y  ensangrentada.  Se  di- 
rige entonces  al  tocador  de  la  gaita  y 
el  pandero,  coloca  sobre  el  cráneo  de 
éste  un  puñado  de  paja,  después  de 
morderla  y  mancharla  con  su  sangre, 
y  soplando  fuertemente  sobre  tal  com- 
bustible le  hace  echar  abundante  humo, 
cuyo  olor  característico  es  percibido 
por  los  circunstantes. 

Antes  de  que  luciera  otra  de  sus  ha- 
bilidades me  alejé  del  domador,  quien 
llevaba  trazas  de  no  dar  fin  á  la  exhi- 
bición de  tales  salvajadas. 

Una  sinagoga. 

Presumiendo  que  á  mi  regreso  del 
Zoco  duraría  la  función  religiosa  en 
alguna  de  las  sinagogas,  me  dirigí  á 
la  imprenta  de  El  Diario  de  Tánger 
con  p1  propósito  de  que  me  acompaña- 
se á  presenciarlo  el  citado  doctor  Ma- 
yoral. Este  no  había  llegado  todavía  de 
su  casa,  y  para  enterarme  del  retraso 
tuve  que  utilizar  el  teléfono  de  la  re- 
dacción, con  el  que  supe,  por  boca  de 
una  niña,  que  mi  amigo  descansaba 
aún. 

Esto  me  proporcionó  apreciar  que 
el  servicio  telefónico  de  Tánger  (al 
fin  África)  funciona  mucho  mejor  que 
el  de  Madrid,  y,  admirado  de  este  he- 
cho, me  encaminé,  sin  cicerone^  á  la 
sinagoga  más  inmediata  que  me  indi- 
caron los  cajistas. 

El  conjunto  de  la  concurrencia  no 
podía  resultar  más  antiartístico ,  des- 
tacándose entre  los  viejos ,  que  lucían 


el  traje  tradicional,  los  jóvenes  y  los 
adultos  vestidos  de  americana  ó  de  le- 
vita y  con  bombines  ó  sombrerillos  de 
paja  en  la  cabeza,  sin  que  por  eso  de- 
jaran de  cubrir  sus  hombros  con  una 
especie  de  jaran  de  mantón  ó  de  bufan- 
da, símbolo  de  no  sé  qué  prenda  que 
usaban  en  Jerusalén  antes  de  su  disper- 
sión, y  que  sobre  los  trajes  europeos 
parecían  disfraces  de  Carnaval. 

La  construcción  de  aquel  templo  era 
casi  semejante  á  la  de  los  patios  de  las 
casas  de  Sevilla,  con  su  corredor  y  su 
correspondiente  cierro.  Del  techo  pen- 
dían veinte  ó  treinta  lámparas  de  vi- 
drio con  las  candilejas  ardiendo.  En  el 
intercolumnio  central  de  uno  de  los 
testeros  del  salón  se  alzaba  una  pla- 
taforma, rodeada  de  alta  barandilla; 
en  el  frente  de  aquélla ,  un  gran  atril 
sosteniendo  amplio  pergamino,  con  ca- 
racteres hebraicos,  que  se  enrollaba 
y  desenrollaba  en  dos  gruesos  cilin- 
dros, y  alrededor  de  las  paredes  y  del 
patio  estaban  dos  filas  de  bancos  ocu- 
pados por  los  fieles,  todos  con  los  som- 
breros puestos  y  con  la  Biblia  en  las 
manos,  en  la  que  leían,  á  la  par  que  el 
Rabino,  joven  de  veinticinco  años,  re- 
citaba (desde  la  plataforma),  en  canto 
llano,  los  versículos  contenidos  en  el 
pergamino  del  atril 

Oyendo  la  lectura  del  Libro  de  la 
Ley  me  entretuve  hasta  las  diez  de  la 
mañana,  sin  acordarme  deque  alas 
once  de  la  misma  zarpaba  el  vapor  en 
que  debía  regresar  á  Cádiz. 

Despedida  j  embarque. 

Cuando  llegué  á  la  fonda  ya  me  es- 
taba esperando ,  para  almorzar ,  el  re- 
petidas veces  mencionado  secretario 
de  nuestra  Legación,  y  antes  de  tomar 
el  café  recibí  aviso  del  Sr.  Mayoral, 
que  aguardaba  en  el  muelle.  Una  vez 
en  éste,  no  quise  que  mis  amigos  con- 
tinuaran molestándose;  pero  ellos,  sin 
atender  á  mis  ruegos  y  llevando  al  ex- 
tremo sus  atenciones  se  embarcaron 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


187 


en  el  bote  conmigo  y  vinieron  á  despe- 
dirme á  bordo  del  Rabal,  donde  tuve 
el  gusto  de  saludar  al  ilustre  africa- 
nista Sr.  Bonelli,  á  quien  ya  conocía 
de  Madrid,  y  el  cual  regresaba  de  Fer- 
nando Póo  con  una  misión  de  la  Tras- 
atlántica. 

Antes  de  hacer  punto  final ,  en  este 
capítulo  debo  apuntar  un  dato  de  inte- 
rés y  de  intereses.  Mientras  permane 
cí  en  aquel  rincón  de  África  no  gasté 
ni  una  peseta,  porque  cuando  me  dis- 
puse á  pagar  el  alquiler  de  los  caballos 
3'  la  fonda,  todo  estaba  abonado. 

Mil  gracias á  los  generosos  Mecenas, 
ó  al  generoso  Mecenas,  si  fué  uno  solo, 
que  esto  no  lo  he  podido  averiguar. 

l>c  vaeltu  á.  Kspaña. 

Desde  Tánger  á  Cádiz,  tardó  el  Ra- 
bat ,  en  la  travesía,  cerca  de  siete  ho- 
ras. El  pasaje  de  este  buque  no  era 
muy  numeroso ,  pero  sí  bastante  hete- 
rogéneo. Lo  formaban:  un  londonense, 
una  familia  gaditana,  el  Sr,  Bonelli, 
un  papá  norteamericano,  con  una  hija 
de  quince  abriles,  y  un  matrimonio  con 
otras  dos  norte-americanitas;  un  cose 
chero  de  Jerez  de  la  Fronteía ,  un  ofi- 
cial panadero,  tres  viajantes  de  co- 
mercio y  el  que  esto  escribe.  Para 
amenizar  el  viaje  procuré  familiarizar 
con  las  encantadoras  norteamericani 
tas,  una  de  his  cuales  tenía  toda  la 
gracia  de  las  mujeres  sevillanas  y  unos 
ojos  tan  expresivos,  que  merecían  el 
nombre  de  parleros.  Para  que  su  se- 
mejanza con  las  hijas  del  Betis  fuese 
mayor,  sostenía  su  ñexible  cuerpecito, 
pequeño  y  proporcionado ,  sobre  unos 
pies  tan  breves  como  los  de  aquéllas. 
'  Es  general  la  creencia  de  que  todas 
las  anglosajonas  tienen  por  bases  dos 
buenos  adobes;  pero  por  lo  visto  hay 
excepciones  muy  honrosas. 

Hablando  unas  veces,  jugando  otras, 
y  riendo  las  más,  pasó  el  tiempo  sin 
sentir  y  á  las  seis  de  la  tarde  nos  en- 
rontrháamos  á  la  vista  de  Cádiz,  des- 


pués de  contemplar,  en  la  travesía,  el 
sitio  donde  dicen  que  naufragó  el  "Rei- 
na Regente,,  ba/os  de  Punta  Aceitera^ 
y  los  pueblos  más  pintorescos  de  la 
costa  española. 

El  desembarco  se  realizó  en  la  mis- 
ma forma  que  en  Tánger,  con  el  asal- 
to de  los  boteros,  que  nos  hicieron  tras- 
bordar á  empellones. 

c  A  D  T  z 

Situada  en  la  punta  de  una  lengua 
de  tierra,  á  manera  de  península,  Cá- 
diz es  de  las  ciudades  más  bellas  y 
mas  alegres  de  Andalucía.  Sus  calles, 
por  las  que  me  entretuve  en  pasear 
hasta  la  hora  de  comer,  son  rectas, 
limpias  y  bien  empedradas;  las  plazas 
espaciosas  y  plantadas  de  árboles ,  y 
los  paseos  lo  mismo,  sobresaliendo 
entre' éstos,  por  su  extensión  y  hermo- 
sura, la  Alameda  ó  Parque  de  Genova, 
próximo  á  las  murallas. 

Después  de  la  comida ,  á  las  ocho  y 
media  de  la  noche ,  fuíme  á  saludar  á 
los  periodistas  locales,  quienes  me  hi- 
cieron el  itinerario  de  los  monumen- 
tos que  podría  ver  al  otro  día ,  y  con 
los  cuales  (con  los  periodistas)  me  en- 
tretuve un  agradable  rato  charlando 
acerca  de  las  condiciones  y  del  carác- 
ter del  país ,  hasta  sacar  en  limpio 
que  las  industrias  allí  más  florecientes 
son  las  de  los  astilleros  del  Estado  y 
de  Vea-Murguía,  y  la  fabricación  de 
barajas ,  aparte  de  la  de  tabacos ;  que 
la  agí  icultura  produce  en  abundancia 
cereales,  vinos  y  aceites,  y  que  el  co- 
mercio de  importación  y  exportación 
es  bastante  activo. 

Entre  los  centros  oficiales  de  ense- 
ñanza figuran:  la  Escuela  de  Medicina, 
el  Instituto  provincial  y  el  Seminario. 
La  literatura,  la  ciencia  y  las  artes 
están  representadas:  la  primera  por 
doña  Patrocinio  de  Biedma,  D.  Adol- 
fo de  Castro,  D.  A.  Moreno  Espinosa, 
D.  Rafiíel  Risca  y  el  Director  de  El 

Diarin    dp.     C.ádip.  •   la    «po-nnrln     nnr    fA 


boletín 


hábil  oculista  D.  Cayetano  del  Toro  y 
por  los  inteligentes  abogados  Sres  Ni- 
colao, Portilla  y  Calderón,  y  las  bellas 
artes  por  varios  notables  pintores. 

En  la  mañana  del  día  29  me  levanté 
muy  temprano  y  di  comienzo  á  mis 
visitas  por  el  Ateneo,  el  que  ocupa  el 
piso  bajo  de  una  buena  casa.  El  local 
resulla  pequeño,  pero  bien  distribuido. 
Frente  á  la  puerta  de  entrada  está  el 
patio  ó  salón  de  tertulia,  adornado  con 
una  galería  de  retratos  de  gaditanos 
ilustres;  á  la  derecha,  entrando,  el  sa- 
lón de  sesiones,  en  cuyo  testero  se  ven 
los  retratos  de  Zorrilla  y  de  López  de 
Ayala,  y  á  la  izquierda  una  bien  sur- 
tida biblioteca. 

El  Casino  gaditano,  sito  en  la  mis- 
óla plaza  que  el  Ateneo,  es  digno  de 
una  corte.  El  patio ,  recientemente 
construido,  ha  sido  hecho  á  imitación 
de  uno  de  los  de  la  Alhambra;  el  techo 
está  adornado  de  caprichosas  estalac- 
titas, el  zócalo  de  brillantes  azulejos 
mudejares  y  las  paredes  de  moriscos 
ajedrezados  y  lacerias  de  yeso ,  dora- 
das y  pintadas  de  caprichosos  colores. 
La  sala  de  billar  luce  también  un  an- 
cho friso  de  azulejos,  limitado  por  es- 
talactitas invertidas,  y  la  biblioteca, 
que  ocupa  los  salones  modernos  del 
piso  alto ,  es  notable  por  el  número  y 
calidad  de  las  obras  que  contiene. 

La  Catedral  vieja,  en  cuya  sacristía 
se  ve ,  empotrado  en  el  muro ,  el  cas- 
co de  una  bomba  que  cayó  en  aquel 
punto  durante  el  último  sitio  de  la  capi 
tal,  resulta  de  muy  mal  gusto  arqui- 
tectónico. Su  interior  se  compone  de 
tres  naves,  tapizadas  de  churrigueres- 
cos retablos,  distinguiéndose  en  uno 
de  éstos,  al  lado  de  la  Epístola,  una 
escultura  de  la  coronación  de  la  Vir- 
gen, firmada  por  Caetano  Cat álamo, 
auno  1693^  in  Napoli. 

La  Catedral  nueva  ,  levantada  á 
principios  del  siglo  XVIIi,  es  de  estilo 
greco-romano,  predominando  los  ele- 
mentos del  corintio.  Su  extensión  su- 


perficial abarca  305  pies  de  largo  por 
116  de  ancho,  y  su  mayor  altura,  des- 
de el  pavimento  á  la  cúpula,  no  baja 
de  189.  Consta  de  tres  naves  y  de  ca- 
torce capillas,  á  más  de  la  destinada  á 
las  reliquias.  La  nave  del  medio  mide 
48  y  1/2  pies  de  latitud,  las  laterales 
27  y  1/2,  el  crucero  en  su  mayor  lon- 
gitud 183,  y  el  presbiterio  (circular), 
al  que  se  sube  por  cinco  gradas  de 
mármol  rojo,  63  de  diámetro. 

Las  columnas  que  se  elevan  por  todo 
el  templo  ascienden  al  número  de  151. 

Por  más  que  entre  las  pinturas  y 
esculturas  de  esta  basílica  no  hay  mu- 
chas antiguas,  existen  en  la  capilla  de 
San  Servando  una  estatua  de  este  San- 
to, ejecutada  por  la  célebre  Luisa  ó 
Ignacia  Roldan;  en  la  capilla  siguien- 
te de  San  Benito  se  ve  la  imagen  de 
San  Antonio,  hecha  en  Italia,  de  un 
sólo  trozo  de  mármol;  en  la  de  San 
Sebastián  se  conserva  un  excelente 
cuadro  representando  al  Santo  titular, 
pintado  y  firmado  por  Andrés  Ansal- 
do,  en  1621,  y  debajo  de  este  cuadro 
la  efigie  de  San  Bruno,  atribuida  á 
Martínez  Montañés,  y  en  la  de  Santa 
Teresa  el  retrato  al  óleo  de  esta  Doc- 
tora, con  la  firma  de  Cornelio  Schut 
(1668),  viéndose  encima  de  las  gradas 
del  altar  un  grupo  escultórico  de  la 
Virgen  con  el  cadáver  del  Redentor, 
de  la  Roldan. 

La  Iglesia  de  San  Felipe  Neri  es 
moderna,  de  estilo  del  Renacimiento  y 
de  planta  oval.  Nada  de  artístico  en- 
cierra que  pueda  sorprender  al  excur- 
sionista ;  pero  en  cambio  para  los  pa- 
triotas constituye  un  gran  recuerdo 
histórico.  Allí  se  reunieron  los  padres 
de  la  Patria  en  1811 ,  para  discutir  y 
dar  á  la  nación  el  "Código  constitu- 
cional del  año  12.  „ 

El  Convento  de  Capuchinos,  conver- 
tido en  hospicio,  carece  de  todo  méri- 
to, lo  mismo  que  su  iglesia,  la  que  sólo 
es  visitada  por  el  magistral  lienzo  que 
está  en   el  retablo  del  altar    mayor, 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


189 


debido  á  los  pinceles  de  Murillo  y  ti- 
tulado "Los  Desposorios  de  Santa  Ca- 
talina con  el  Niño  Dios.„  Custodiase 
además  en  este  templo  otro  cuadro  de 
Murillo  representando  un  Ecce  Homo. 

La  Academia  Gaditana  de  Bellas 
Artes  posee  dos  buenos  museos,  uno 
de  reproducciones  en  yeso,  bastante 
numerosas,  y  otro  de  cuadros,  en  el 
que  existen  muchos  de  Lucas  Jordán 
y  de  Zurbarán  ,  al  lado  de  algunos 
de  pintores  modernos  como  Jiménez 
Aranda,  García  y  Ramos,  Bilbao,  Gar- 
cía Rodríguez,  la  Rosa,  Lafita  y  Arpa. 

El  Museo  de  Arqueología,  que  se 
halla  naciente ,  ó  en  el  período  de  for- 
mación, fué  inaugurado  en  1889,  y 
ocupa  un  local  á  propósito,  constituido 
por  un  espacioso  salón  y  por  otro  más 
pequeño.  Es  digno  de  elogio  el  aseo  y 
mucho  orden  que  reina  en  él,  así  como 
el  bonito  decorado  de  las  paredes,  en 
el  que  predominan  pinturas  inspiradas 
en  la  mitología  egipcia. 

El  contenido  de  este  museo  se  com- 
pone de  cuatro  secciones:  prehistóri- 
ca, fenicia,  romana  y  árabe. 

La  sección  de  prehistoria  abunda 
en  hachas  y  en  puntas  de  flecha,  pro 
cedentes  de  Cabo  Espartel.  La  sección 
fenicia  es  la  más  valiosa,  sobresalien- 
do en  ella  dos  soberbios  sepulcros  de 
piedra;  uno  de  éstos  se  compone  de 
sencillos  trozos  de  sillería;  pero  el 
otro,  perfectamente  labrado,  en  un 
solo  bloque,  viene  á  ser  el  único  ejem- 
plar de  su  clase  que  ha}^  en  España, 
viéndose  en  su  enteriza  tapa  la  colosal 
estatua  yacente  de  un  sacerdote.  Del 
período  de  la  dominación  romana 
pueden  examinarse  infinidad  de  mone- 
das, inscripciones,  candiles  y  urnas 
cinerarias,  y  de  la  sección  árabe  úni- 
camente citaré  los  fragmentos  de  un 
pabellón  mudejar,  que  piensan  recons- 
truir y  que  es  lo  único  de  valor. 

El  Astillero  de  Vea-Murguia  no  se 
libró  de  mi  curiosidad,   y  aunque  yo 

no    di<ínnnífl     dp    mnrhn    tipinnn    nnra 


verlo  todo  despacio,  recorrí  en  pocos 
minutos  sus  diferentes  talleres  de  fun- 
dición, de  aserrar  maderas,  de  armas, 
etcétera,  y  los  diques  con  sus  depen- 
dencias, contemplando  en  un  salón  del 
edificio  central  un  reducido  modelo 
del  acorazado  Carlos  V. 

X 
X     X 

A  las  dos  y  treinta  minutos  de  la 
tarde,  de  aquel  mismo  día  29  de  Mayo 
debía  regresar  á  Sevilla  en  el  correo 
que  á  dicha  hora  suele  partir  de  Cá- 
diz, y  para  no  quedarme  en  tierra 
acudí  puntualmente  á  la  estación. 

A  los  pocos  segundos  de  ocupar  mi 
asiento  silbó  la  locomotora  y  se  puso 
en  marcha  el  tren.  En  la  isla  de  San 
Fernando  subieron  á  éste  los  Sres.  Sa- 
les y  Vidal,  con  los  que.  desde  Gibral- 
tar,  quedé  citado  para  unirme  á  ellos 
aquí,  y  juntos  llegamos  á  la  reina  del 
Betis  á  las  nueve  de  la  noche,  comuni- 
cándonos, por  el  camino,  nuestras 
respectivas  impresiones,  y  recreando 
la  vista,  ya  en  los  frondosos  campos 
del  Puerto  de  Santa  María  y  de  Jerez 
de  la  Frontera  cubiertos  de  verdes 
viñedos,  ó  ya  en  las  facciones  de  ele- 
gantes compañeras  de  viaje  que  sobre- 
pujaban á  las  más  admirables  afri- 
canas. 

J.  Cáscales  y  Muñoz. 

(Mathéfilo.) 

SECCIÓN  DE  CIENCIAS  HISTÓRICAS 


DECUBRIMIENTO  ARQüEOLÓGICe 


ARCO  ÁRABE  EN  UNA  CUEVA 

DE  LA  PROVLVCIA  DE  SANTANDER 
I 

Lugar  del  emplazamiento  y  antecedentes 
tradicionales  é  históricos. 

Existe  al  Oriente  de  la  provincia  de 
Santander,   entre  los   valles  de  Pas, 

Míprí»      A/TnfípTTzr»      l?iiíicnrci    tt  Q/-kV»o      ir  »,^ 


190 


boletín 


muy  lejos  de  la  costa,  el  pueblo  de 
Arredondo,  bañado  por  el  río  Asón  y 
su  primer  anuente  el  Bustablado,  que 
corren  por  dos  valles  estrechos,  pro- 
fundos y  agrestes  en  sumo  grado,  y 
en  los  cuales  una  y  otra  corriente  tie- 
nen su  origen:  el  afluente  brota  de  hu- 
milde manantial,  mientras  que  el  río 
principal  surge  de  un  magnífico  salto 
de  agua  de  350  pies  de  elevación,  agua 
que  se  desmenuza  en  finísimo  polvo  al 
chocar  contra  el  lecho  de  rocas  que  la 
recibe  en  el  profundo  valle,  ornado  de 
verdura.  El  valle  del  Asón  corre  en 
sentido  S.  N.,  y  el  del  Bustablado  en 
dirección  de  Ocaso  al  Saliente,  empal- 
mando los  dos  en  uno  común,  como  en 
uno  confluyen  allí  ambos  raudales,  que 
con  el  nombre  de  Asón  ó  Nansa  vier- 
ten sus  aguas  en  el  Cantábrico  por  el 
punto  denominado  ría  de  Marrón, 
rumbo  de  Santoña. 

El  pueblo  de  Arredondo,  de  empla- 
zamiento pintoresco,  tiene  esa  estruc- 
tura de  caseríos  diseminados  por  las 
pequeñas  vegas  (denominadas  m^'^s^s), 
ó  encaramados  en  los  pequeños  rella- 
nos de  las  rápidas  vertientes  de  tan 
abruptos  lugares.  De  aquí  que  sean 
numerosos  los  barrios  que  forman  el 
lugar,  y  que  midan  entre  sí  distancias 
considerables.  De  su  término  es  el 
barrio  de  Socueva,  perdido  en  aquellas 
alturas,  en  cu3^as  inmediaciones  está 
el  objeto  de  nuestro  estudio,  según 
ilustra  la  lámina  1  .* 

Es  de  notar  que  todas  aquellas  mon- 
tañas están  horadadas  por  numerosas 
grutas  y  cuevas,  laberínticas  algunas 
de  ellas,  llenas  otras  de  cristalizado 
nes,  de  estalactitas  y  estalagmitas  de 
notable  tamaño  y  de  robustas  colum- 
nas, que  dan  á  aquellos  antros  un  as- 
pecto fantástico,  iluminados  por  ben- 
galas; mientras  las  hay  que  se  hallan 
tapizadas  de  espesa  capa  de  fertilizan- 
te hiiimís,  de  evidentes  efectos  cuando 
los  naturales  del  país  lo  aplican  á  los 
colindantes  prados.  Abundan  tanto  las 


oquedades  por  aquellos  parajes,  que 
bien  pudiéramos,  por  un  rasgo  de 
imaginación,  comparar  sus  montañas 
á  enormes  esponjas.  Y  precisamente 
una  de  estas  cuevas,  entre  las  más  pe- 
queñas y  menos  profundas,  insignifi- 
cante por  sus  dimensiones  en  tales  si- 
tios, es  la  que  produce  este  llamativo 
trabajo;  no  por  lo  que  ella  tiene  de 
obra  de  la  Naturaleza,  sino  por  lo  que 
en  ella  se  estudia  de  artificial.  No  es 
mucho  esto,  que  es  bien  poco;  pero,  en 
nuestro  concepto,  es  substancial  y  de 
gran  valor  artístico.  De  tal  califica- 
mos un  perfecto  arco^  de  los  denomi- 
nados árabes^  dedicado  á  formar  pe- 
queña capilla  á  un  San  Juan  Bautista, 
allí  venerado  desde  tiempo  inmemorial 
con  carácter  de  aparecido;  y  una  co 
himnilla  de  piedra,  con  su  capitel  de 
lo  mismo,  que  sirven  de  peana  al  San- 
to, como  demuestra  la  lámina  2.^'^ 

Relegado  el  concepto  de  aparecido 
al  término  racional  de  encontrado  ó 
descubierto,  nos  daría  alguna  luz  el 
conocimiento  de  la  fecha  en  que  esto 
sucediera;  pero  desgraciadamente  na- 
da podemos  decir  sobre  el  particular. 
Convencidos  de  que  ninguna  ilustra- 
ción obtendremos  con  fijeza  del  dato 
histórico^  nuestra  labor  queda  constre- 
ñida á  consignar  el  dato  arquitectóni- 
co^ bajo  su  aspecto  arqueológico.  Sin 
perjuicio  de  los  escarceos  consiguien- 
tes por  los  amplísimos  campos  de  la 
investigación  histórica. 

Se  halla  tan  retirado  el  lugar  del 
descubrimiento,  son  tan  humildes  los 
objetos  hallados,  y  de  tan  pocas  pre- 
tensiones la  construcción  arquitectó- 
nica y  las  dimensiones  del  santuario 
aquel,  que  sólo  se  concibe  como  obra 
de  un  cenobita  y  residencia  de  un  pe- 
nitente. 

¿Quién  pudo  ser  este  mortal?  ¿Qué 
luchas  de  la  vida,  qué  desengaños  del 
mundo,  qué  remordimientos  de  con- 
ciencia ó  tristes  misantropías  pudie- 
ron llevarle  á  tal  aislamiento,  en  son 


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HrniíO- y   Mtitct-Míidyid. 

Interior  de  la  CUEVA  DE  SAN  JUAN  BAUTISTA 

y  efigie  del  SANTO 

erhel  barrio  de  SOCUEVA,  término  de  ARREDONDO    (Santander.) 


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DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


191 


de  protesta  contra  la  sociedad  de  su 
tiempo?  y  ¿cuál  fué  la  sociedad  y  la 
cultura  que  ¿njluyeron  en  su  espíritu? 

Enigmas  son  éstos,  á  juicio  nuestro, 
de  imposible  aclaración,  y  nudo  o-or- 
diano  de  nuestro  curioso  y  trascen- 
dental asunto. 

Que  esc  arco  dral)e,  que  aquella  pe- 
queña construcción  de  mampostería, 
que  convierte  en  recinto  cerrado  la 
disposición  natural  de  las  concavida- 
des de  las  rocas,  son  de  evidente  anti- 
güedad, dícelo  ese  aspecto  sui  gene- 
ris  que  ofrecen  las  construcciones  de 
piedra  que  sufren  ese  conjunto  de  ac- 
ciones químicas  que  decimos  injurias 
del  tiempo. 

Pero  ¿cuánta  es  esa  antigüedad?  Lo 
ignoramos.  ¿Qué  datos  podemos  adu- 
cir en  su  comprobación?  De  eficacia, 
ninguno;  como  conjeturales,  la  tradi- 
ción popular  solamente,  vaga  como 
toda  tradición,  aunque  oriente  al  in- 
vestigador de  recuerdos  históricos, 
como  orientan  al  viajero  explorador 
de  ignotas  regiones  las  vagas  indica- 
cjones  de  los  indígenas  limítrofes. 

Y  la  tradición  popular,  de  que  nos 
otros  mismos  hemos  sido  impresiona- 
dos cuando  niños,  dice  que  algunas 
cuevas  de  la  comarca  han  estado  ha- 
bitadas en  otros  tiempos  por  los  moros; 
y  aun  creen  los  aldeanos  ver,  en  sus 
exploraciones  por  ellas,  pisadas  huma- 
nas impresas  en  los  pavimentos,  hor- 
nos, restos  de  hogares,  huellas,  en  fin, 
del  hombre.  Gentes  incultas  las  man- 
tenedoras de  la  tradición,  como  lo  de- 
lata el  error  de  creer  trogloditas  á 
los  moros  ,  hacen  sospechar  con  su 
creencia  si  las  gentes  aquellas,  mora 
doras  de  dichos  rincones  pirenaicos, 
fueron  fugitivos  de  la  gran  invasión 
agarena,  que  allí  buscaron  refugio  se- 
guro, como  lugares  agrios  y  tupidos 
además  de  espesos  bosques  (1).  Si  tal 

(1)  La  lozanía  y  extensión  de  tales  bosques  se  ha 
mantenido  hasta  los  tiempos  de  Carlos  III,  en  que  se 
talaron  para  aprovecharlos  en  la  gran   fundición  de 


refugio  es  evidente  por  la  parte  de  Co- 
vadonga,  por  la  parte  de  Jaca  y  la 
montaña  de  Cataluña,  ¿por  qué  no  ser- 
lo también  en  tales  montañas  de  San- 
tander, parte  integrante  de  la  misma 
gran  Cordillera,  y  punto  asperísimo, 
intermedio  entre  los  citados? 

La  denominación  de  Peña  de  San 
Juan  que  lleva  la  montaña  en  que  está 
la  cueva  del  Santo,  y  el  nombre  de  So- 
cueva^  esto  es,  subcueva,  que  lleva  el 
barrio  edificado  al  pie  de  la  misma,  y 
que  es  reputado  unánimemente  como 
el  más  antiguo  de  la  comarca,  algo  in- 
dican en  pro  de  la  antigüedad  del  San- 
tuario, cuando  es  la  causa  determi 
nante  de  esas  dos  denominaciones  geo- 
gráficas. Además,  desde  aquí  es  fama 
que  comenzó  la  población  de  los  va- 
lles en  que  hoy  se  esparce  el  lugar  de 
Arredondo;  y  si  de  una  cueva  del 
monte  Titán  nació  la  República  de  San 
Marino,  y  de  otra  cueva,  dedicada 
también  á  San  Juan  Bautista,  en  el 
monte  Uruel,  nació  la  Monarquía  na- 
varro-aragonesa, ¿porqué  de  ésta  no 
ha  de  nacer  un  humilde  pueblo?  Y  no 
queremos  dejar  pasar  en  olvido  esta 
observación  complementaria:  si  el  des- 
tino de  la  cueva  se  debiese  á  refugia- 
dos de  alguna  invasión,  ésta  no  pudo 
ser  otra  que  la  de  los  bárbaros  ó  la  de 
los  árabes ,  porque  el  culto  al  Precur- 
sor del  Cristo  evidencia  entre  nosotros 
la  existencia  del  Cristianismo,  mientras 
que  la  veneración  á  San  Juan  Bautista 
recuerda,  por  otra  parte,  la  predilec- 
ción que  por  él  sentían  los  Visigodos. 

Abajo,  en  la  falda  misma  de  la  mon- 
taña, y  dominando  las  pequeñas  vegas 
de  la  confluencia  del  Bustablado  con  el 
Asón,  á  uno  y  otro  lado  de  aquél,  se 
erguían  dos  residencias  señoriales.  La 
de  la  margen  derecha,  sobre  un  alto- 
zano, era  un  palacio-castillo,  con  ca- 
pilla dedicada  á  Santiago  Apóstol,  de- 
molida para  proporcionar  materiales 
á  la  edificación  de  la  nueva  iglesia  pa- 

-rt-nriniol       ^■\l-\r   1í~ic    ciríriC    mil    nr-HnpipTlf n<S 


192 


BOLETÍN 


cincuenta  y  tantos;  los  últimos  pare- 
dones, tapizados  de  viejas  hiedras,  han 
sido  posteriormente  demolidos,  y  so- 
bre todo  el  emplazamiento  se  alza  una 
edificación  aún  fresca,  que  nada  abso- 
lutamente habla  de  las  glorias  pasa- 
das. Únicamente  indican  algo  los  nom- 
bres de  campo  de  la  Torre  y  Atalaya^ 
que  aun  conservan  la  pequeña  esplana- 
da  y  el  barrio,  en  que  la  fortaleza  estu- 
vo. La  residencia  feudal  de  la  margen 
izquierda  era  una  construcción  fortí si- 
ma, con  paredones  de  espesor  excep- 
cional (de  tres  á  cuatro  varas),  flan- 
queada por  dos  torres  la  fachada  prin- 
cipal, con  amplia  y  descansada  esca- 
lera de  honor  y  rampas  para  poder 
ascender  carruajes  al  piso  principal; 
sin  faltar  las  construcciones  subterrá- 
neas propias  de  estos  casos.  Nada  que- 
da de  ello,  y  en  su  emplazamiento  se 
levanta  desde  los  dichos  años  de  mil 
ochocientos  cincuenta  y  tantos  un  ca- 
serón antiestético  en  sumo  grado,  que 
nada  dice  tampoco  de  los  pasados  si- 
glos al  sentimiento  ni  á  la  memoria. 
De  esta  manera  han  sido  borrados  dos 
documentos  elocuentes  de  un  pasado 
que  debió  ser  glorioso,  del  que  nada 
saben  las  generaciones  de  hoy. 

¿Documentos  sobre  estos  recuerdos 
señoriales?  Ni  el  más  leve;  y  cuanto 
aquí  consignamos  debe  quedar  como 
una  página  de  folk-lorismo  español, 
formada  con  recuerdos  de  la  niñez  y 
con  relatos  de  nuestros  mayores.  Para 
terminar  con  estos  dos  palacios-forta- 
lezas, consignaremos  que  venían  á  en- 
contrarse en  la  línea  geográfico-mili- 
tar  que,  en  los  tiempos  de  carencia  de 
comunicaciones  artificiales,  unía  Espi- 
nosa de  los  Monteros  con  Santoña  y 
Laredo  por  naturales  veredas,  tan  ac- 
cesibles á  los  hijos  del  país. 

TI 
ilustración  del  asunto. 

Como  ya  hemos  dicho  antes,  con- 
siste nuestro  descubrimiento  en  el  ha- 


llazgo de  un  bonito  arco  de  los  llama- 
dos árabes^  en  una  cueva  situada  en 
lugares  asperísimos,  y  á  una  altura 
de  248  metros  sobre  el  nivel  del  mar, 
y  bien  poco  menos  sobre  el  nivel  del 
Asón,  que  pasa  lamiendo  la  montaña; 
cuyo  arco  da  acceso  á  una  capillita,  en 
cuyo  fondo,  y  delante  de  una  tronera 
abierta  en  la  roca  para  paso  de  la  luz, 
hay  una  columnilla  sin  base  ninguna, 
asentada  sencillamente  sobre  la  roca 
descarnada  y  apoyada  por  pedruscos, 
sosteniendo  un  sencillísimo  capitel,  el 
cual  sirve  de  peana  á  la  estatua,  en 
madera  pintada,  de  San  Juan  Bautis- 
ta, conforme  á  la  fotografía  de  la  lá- 
mina 2.^,  tomada  del  natural.  Véanse 
además  los  cuatro  dibujos,  puestos  á 
continuación,  para  dar  una  idea  del 
plano  ó  disposición  general  de  la  cue- 
va, -isí  como  de  los  elementos  arqui- 
tectónicos, que  sirven  de  sostén  al 
Santo. 


Croquis  del  plano  de  la  cueva. 

A.— Emplazamiento  de  la  columnilla  que  sirve  de 
peana  al  Santo,  y  la  cual  se  representa  en  las  figu- 
ras 2. «,  3."  v4." 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


193 


B  y  B'.— Troneras  para  dar  paso  á  la  luz. 

C— El  arco  árabe  en  cuestión.— Su  altura  es  de  1'83 
metros:  su  espesor,  de  0'40  metros,  y  su  ancho,  en  la 
línea  de  la  contracción,  de  0'6ü  metros. 

D. — Entrada  muy  baja  con  marco  de  madera. 

E.— Entrada  exterior  de  la  cueva,  provista  hoj*  de 
puerta  de  madera. 

F,  F'  y  F".  -  Pequeñas  obras  de  mamposteria  para 
procurar  el  cerramiento  de  la  cueva  3-  los  tres  com- 
partimientos en  que  se  halla  dividida." 

(*)  Nota  1.*— El  pavimento  de  la  cueva  es  roca 
viva,  accidentado  y  en  rápida  pendiente  en  dirección 
de  la  entrada;  circunstancia  que  adem.ís  de  la  luz, 
perjudica  grandemente  el  funcionamiento  de  la  má- 
quina fotográhca. 

,*♦)  Como  nota  final  explicativa  consignamos  que 
no  se  ve  ni  asomo  de  inscripción  alguna;  y  hasta  aña- 
diremos que  lo  rúst'co  de  las  paredes  ni  lo  permite, 
ni  sugiere  ocasión  para  ello. 

Proyección  vertical  de  la  columnilla,  integra. 


rtf.^'. 


< -^is'^^-M 


Cara  superior  del  capitel. 


Proyección  horizontal  del  fuste  con  sus  chaflanes. 

NOTA.    La  piedra  empleada  en  esta  construcción 
_es_ar£nisca.  bastante  escasa  en  la  comarca:  la  gup 


abunda  en  extremo,  y  forma  la  misma  "Peña  de  San 
Juan,,  es  la  caliza  gris. 


III 

Ei  hecho. 

El  hecho  es  que  tenemos  tres  monu 
mentos  completos  cristianos  que  os- 
tentan el  arco  llamado  árabe  ó  de  he- 
rradura, limpio  del  todo  y  de  un  modo 
que  no  dejan  el  menor  género  de  duda. 
Estos  monumentos  son  :  la  sorpren- 
dente Basílica  de  San  Juan  Bautis- 
ta (1),  erigida  por  la  gratitud  del  Rey 
Rccesvinto,  en  Baños  de  Cerratos,  en 
Falencia;  y  la  famosa  Colegiata  de 
Lebeña,  y  la  Cueva  de  San  Juan  Bau- 
tista, en  los  extremos  occidental  y  orien  - 
tal  respectivamente  de  la  provincia  de 
Santander. 

La  Basílica  data  del  año  661.  La  Co- 
legiata puede  referirse  á  los  alrededo- 
res del  año  925  (2).  El  santuario  de 
Socueva  carece  por  hoy  de  fecha  co- 
nocida, y  es  punto  que  queda  abierto 
á  la  investigación;  pero  creemos  fir- 
memente que  pertenece,  como  el  que 
más,  al  estilo  que  se  ha  convenido  en 
llamar  latino  ó  latino-hisantino^  por- 
que si  su  arco  no  es  rigurosamente  de 
herradura,  es  circular  y  reentrante, 
como  acredita  la  fotografía  de  la  lámi- 
na 2.* 

Para  conjeturar  algo  acerca  de  la 
antigüedad  del  Santuario  (3)  de  So- 
cueva^  llamaremos  la  atención  sobre 
el  dato,  que  no  es  para  descuidado,  de 


(1)  Así  la  calificamos,  porque  sorpresa  increíble  y 
gratísima  nos  produjo  su  contemplación  en  los  pri- 
meros días  del  último  Agosto,  en  que  visitamos  el 
monumento  y  la  fuente  inmediata,  que  también  ex- 
hibe el  arco  de  herradura. 

(2)  Santander ,  por  D.  Rodrigo  Amador  de  los 
Ríos,  páginas  782  y  783.  Su  fundación  se  atribuye  al 
conde  Alfonso,  nieto  de  Ordoño  I  3'  sobrino  de  Al- 
fonso ir. 

(3)  Nos  permitimos  calificar  de  Santuario,  5-  ya  lo 
hemos  hecho  antes,  la  cueva  de  San  Juan,  por  [facili- 
dad de  expresión;  además  de  que  no  es  mu\-  desca- 
minado el  llamar  asi  un  lugar  destinado  á  cosa  tan 
santa  como  la  oración  ó  algo  más,  porque  en  sitio 
inmediato  al  Santo  haj-  practicado  en  la  pared  un 
nicho  cuadrado,  como  los  que  se  usan  en  muchas 
iglesias  para  coloc.ir  las  vinajeras  durante  el  sacri- 
ficio de  la  Misa. 


194 


boletín 


la  antigüedad  déla  parroquia  de  Arre- 
dondo ,  porque  entendemos  que  el 
arreglador,  según  supusimos  primero, 
ó  arregladores,  conforme  suponemos 
después,  del  Santuario,  tuvieron  nece- 
sidad de  procurarse  su  diminuta  igle- 
sia, 3  falta  de  otro  lugar  donde  entre- 
garse con  entera  libertad  á  sus  prácti- 
cas religiosas. 

Dícese  en  alguna  parte  que  por  el 
año  800  existía  en  el  pueblo  iglesia 
iiionasteyial,  pero  que  se  ignora  por 
quién  fué  fundada.  A  esto  hemos  de 
hacer  dos  observaciones. 

La  iglesia  parroquial  que  ha  subsis- 
tido hasta  la  fecha  de  mil  ochocientos 
cincuenta  y  tantos,  estaba,  como  la 
nueva  actual,  dedicada  á  San  Pelayo, 
mártir.  El  sacrificio  de  este  Santo  fué 
el  25  de  Junio  de  925,  y  de  ello  se  de- 
duciría, si  fuese  cierta  la  fecha  de  800, 
que  esta  parroquia  debió  tener  otra 
advocación  anterior  á  la  de  San  Pela- 
yo, y  esto  es  cosa  que  se  ignora. 

Lo  que  sí  se  sabe  con  certeza  es  que 
la  parroquia  de  San  Pelayo  de  Arre- 
dondo ha  pertenecido  hasta  nuestros 
días  á  la  jurisdicción  del  Monasterio 
de  Oña  (Burgos),  cuyos  abades  la  pro- 
veían, y  cuyo  último  Párroco  de  esta 
provisión  fué  el  P.  Fr.  Tomás  Bamba, 
fallecido  en  1855,  en  el  ejercicio  de 
sus  funciones  (1).  Pero  este  Monaste 
rio  de  Oña,  fundado  con  monjas  en 
1011,  no  fué  entregado  á  los  Benedic- 
tinos en  la  persona  de  San  Iñigo,  su 
primer  Abad,  hasta  poco  después  por 
el  rey  D.  Sancho  el  Mayor,  que  es  sa- 
bido murió  en  1035,  á  cuyo  tiempo  no 
podemos  tampoco  referir  la  citada 
iglesia  monasterial  del  800. 

Ahora  bien:  la  iglesia  del  Monaste- 
rio resultó  ayuda  de  la  parroquia  de 
Oña,  que  era  más  antigua,  y  estaba 
también  dedicada  á  San  Juan   Bautis- 

(I)  Dejó  f.ima  de  erudito  en  materias  arqueológi- 
cas, y  de  coleccionista  de  libros  raros  y  de  monedas, 
de  ignorado  paradero,  y  á  investigaciones  suyas  pu- 
diera atribuirse  esa  fecha  de  800  que  venimos  anali- 
itanJo. 


ta.  La  influencia  del  Monasterio  en 
los  valles  de  Arredondo  se  nota  en  la 
ayuda  de  parroquia  que  en  el  barrio 
de  Bustablado  tiene  la  de  San  Pelayo, 
dedicada  á  San  Iñigo,  primer  Abad  de 
Oña.  ¿No  podría  la  parroquia  de  San 
Juan  de  Oña  haber  ejercido  también 
con  anterioridad  su  influencia  por  los 
mismos  lugares  en  cuestión?  Si  nos 
fuese  dable  estudiar  la  génesis  de  la 
jurisdicción  del  Monasterio  de  Oña 
sobre  los  dichos  valles,  ¿encontraría- 
mos que  era  heredero  de  tal  influencia 
anterior,  y  mucho  más  antigua,  sobre 
tales  sitios? 


IV 


Analogías  y  diferencias. 

Llegados  á  este  punto,  entendemos 
que  no  nos  es  lícito  resistirnos  á  con- 
signar la  concordancia,   algún  tanto 
expresiva,  de  que  la  Basílica  de  Ba 
ños,  la  Cueva  del  Monte  Uruel,  el  San 
tuario  de  Socueva  y  la  iglesia  parro 
quial  de  Oña  (más  antigua  que  el  Mo 
nasterio  que  extiende  su  jurisdicción  a 
los  valles  de  Arredondo  y  Socueva, 
no   antes   del   primer    tercio    del    si- 
glo XI),  estén  todas  dedicadas  al  culto 
y  advocación  de  Sau  Juan  Bautista, 
Santo  de  la  predilección  de  los  visigo- 
dos españoles;  predilección  que  h^ace 
constar  el  autor  del  estudio  sobre  San 
Juan  de  Baños  en  el  tomo  I  del  BIiisco 
español  de  antigüedades. 


Pero  digamos  también,  en  honor  de 
la  verdad  que  investigamos,  que  hay 
radical  discrepancia  entre  los  bustos 
de  las  dos  imágenes  conocidas  de  Ba- 
ños y  de  Socueva]  véase  la  primera  en 
la  pág.  561  de  la  obra  acabada  de  ci- 
tar, y  la  segunda  en  la  lámina  II  que 
ilustra  este  trabajo,  y  desde  luego  salta 
á  la  vista  la  diferencia.  Sinceramente 
hemos  de  decir  que  el  busto  de  la  efi- 
gie de  Baños  es  copia  (directa  ó  indi- 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


195 


recta,  pero  copia  al  fin)  del  felicísimo 
rostro  de  Júpiter^  que  con  gran  asom- 
bro se  comtempla  en  el  British  Mu- 
scitm^  de  Londres,  como  modelo,  sin 
duda  alguna,  de  nuestros  autores  reli- 
giosos; mientras  que  el  busto  de  la  efi- 
gie obtenida  por  nuestra  fotografía 
acusa,  por  la  disposición  de  su  barba, 
el  tipo  acabado  de  la  gente  de  mar. 
Sin  embargo,  en  la  disposición  y  es- 
tructura de  las  piernas  y  mano  dere- 
cha puédese  encontrar  analogía  ,  la 
cual  en  otros  detalles  vuelve  á  faltar. 

V 

Hipótesis. 

Nosotros  entendemos  todo  hecho  par- 
ticular como  un  fenómeno  de  ley  ge- 
neral, superior  y  simplicísima ,  perte- 
nezca á  la  Naturaleza  ó  al  Espíritu ,  á 
la  ciencia  ó  al  arte;  pero  ley  fecunda 
siempre  en  casos  aparentemente  aisla- 
dos, que  se  muestran  por  áreas  muy 
extensas,  en  el  tiempo  y  en  el  espacio. 
Por  esta  razón  ,  tomamos  cualquier 
manifestación  arquitectónica  como  un 
caso  de  las  leyes  generales  que  en  el 
espíritu  humano  engendran  todo  un  es- 
tilo ,  producto  derivado  de  una  unidad 
superior  de  información  artística  en 
todas  las  manifestaciones  de  una  épo- 
ca histórica ,  y  cuya  unidad  es  quien 
le  da  el  sello  especial  característico  y 
distintivo. 

Aficionados,  por  otra  parte,  á  reco- 
rrer lugares  históricos  y  á  visitar  mo- 
numentos de  Arte  ó  recordativos  de 
glorias  pasadas,  hemos  percibido  el 
hecho  de  que^  sobre  los  lugares  mis- 
mos de  observación,  brotan  con  facili- 
dad suma  ideas  luminosas,  que  tal  vez 
no  recogemos  con  la  atención  debida, 
y  que  son,  no  obstante,  de  inspiración 
fecunda,  si  el  sujeto  posee  la  facilidad 
de  abandonarse  á  ellas  sin  preocupa- 
ciones de  ningún  género,  Acaso^  fuera 
del  medio  ambiente  en  que  se  generan. 


vador,  sin  justificación  alguna;  pero 
no  es  menos  exacto  que  tienen  sobre 
el  terreno  cierto  valor  positivo. 

Cuando  la  fantasía  es  dominada  por 
una  idea  absorbente,  y  mas  si  es  idea 
religiosa,  sabemos  que  los  objetos  más 
naturales  y  sencillos  experimentan  en 
nuestra  percepción  interna  una  trans- 
formación trascendental,  que  los  idea- 
liza en  el  sentido  preconcebido;  llegan- 
do á  la  creación  de  formas  imaginarias 
que,  por  lo  mismo,  no  concuerdan  con 
el  rigorismo  real  del  objeto  actuante 
sobre  nuestro  espíritu.  Y  en  esta  ela- 
boración de  nuestra  actividad  intelec- 
tual sobre  la  percepción  real,  transfor- 
mada por  la  excitación  de  la  actividad 
en  la  dirección  concretamente  deter- 
minada, es  donde  aparece  la  creación 
ó  inventiva  artística. 

Tal  suponemos  el  estado  psicológi- 
co artístico  del  arquitecto  griego  Ca- 
llimaco  cuando  concebía  y  creaba  el 
capitel  corintio  á  la  vista  de  las  hojas 
de  acanto  que  rodeaban  el  canastillo  de 
joyas  y  juguetes  dedicado,  sobre  la 
tumba,  á  la  memoria  de  la  malograda 
joven  corintia ,  hojas  que  replegándose 
después ,  ante  la  resistencia  de  la  losa 
protectora  del  canastillo  contra  la  llu- 
via, determinaban  la  idea  matriz  del 
detalle  arquitectónico  que  todos  admi- 
ramos con  tanto  embeleso.  —  Tal  supo- 
nemos también  que  es  el  estado  de 
quienes  pretenden  que  la  figura  de  la 
media  luna  y  el  segmento  mayor  de 
círculo  son  para  los  árabes  el  símbolo 
de  la  huida  de  Mahoma  á  Medina, 
adonde  llegó  durante  la  luna  nueva. 

Robustece  estos  motivos  de  creación 
artística,  que  acabamos  de  señalar,  la 
historia  misma  de  la  Arquitectura,  en 
ese  campo  del  mttropomorjismo griego, 
que  presenta  las  columnas  dórica  y  jó- 
nica como  tomadas  de  las  proporciones 
del  cuerpo  del  hombre  y  de  la  mujer 
respectivamente ,  y  las  \'olutas  del  ca- 
pitel jónico  como  la  disposición  artísti- 


1% 


boletín 


Esto,  que  pudiera  tomarse  como  un 
esfuerzo  de  la  fantasía  helénica ,  es  un 
hecho  real  y  positivo  en  el  antiguo 
Egipto  faraónico.  Basta  echar  una  mi- 
rada sobre  las  fotografías  tomadas  de 
los  templos  más  antiguos  de  la  región 
del  Nilo ,  que  forman  parte  integrante 
de  la  soberbia  colección  egipcia  en  el 
British  Mnseiim  de  Londres  para  ver 
que  las  primeras  columnas  fueron  es- 
tatuas de  ropaje  abundante  en  plie 
gues  (1),  y  que  los  capiteles  son,  ó  las 
mismas  cabezas  de  las  estatuas ,  ó  ca 
nastillos  de  flores  sobre  aquellas  colo- 
cadas; á  la  vez  que  en  algunos  de  esos 
templos  se  ve  claramente  la  transfor- 
mación de  [las  estatuas  y  canastillas 
de  flores  en  columnas,  capiteles,  do- 
bles capiteles,  abacos  ó  cornisamentos. 

Pues  bien:  admitiéndose  cuanto  va 
dicho  como  fundamento  de  lo  que  va  - 
mos  á  exponer  ,  consignaremos  con 
llaneza  una  reflexión  interesante  acer- 
ca de  nuestro  descubrimiento. 

Nuestro  estado  de  ánimo  al  penetrar 
en  la  cueva,  bien  ajenos  de  encontrar 
allí  un  arco  de  este  género,  fué  de  sor- 
presa al  tenderlamirada  escudriñadora 
entre  aquella  penumbra,  sobre  el  lien- 
zo de  pared  débilmente  iluminado  por 
la  estrecha  tronera  (B'  fig.  1.^  de  la  pá- 
gina 192)  y  verle  perforado  por  un  cor- 
te que  nos  simuló  el  perfil  de  un  Santo 
bisantino,  de  esos  de  plegado  ropaje  y 
diQ  gran  nimbb  de  gloria,  no  desvaneci- 
do, sino  encerrado  en  ciramferencia 
bien  señalada,  que  se  apoya  en  los  hom- 
bros del  bienaventurado  (2).  — Quizá 
esta  idea  no  brote  tan  fácilmente  á  la 
vista  de  una  arcada,  como  á  la  vista  de 
una  pared  tenuemente  alumbrada,  que 
no  tenga  más  hueco,  y  éste  de  fondo 
obücuro,  que  clareo  en  cuestión. — Pero 
avanzando  más  en  la  cueva,  y  hechos 
los  ojos  á  aquella  luz  difusa,  nos  pare- 


ció asombro  mayor  encontrarnos,  en 
tan  agreste  como  escondido  lugar,  á 
presencia  de  un  bello  arco  árabe  (bello 
por  sus  proporciones,  aunque  tosco 
por  su  ejecución) ,  que  hizo  brotar  en 
nosotros  un  mundo  de  confusiones,  bo- 
rrándonos por  completo  la  idea  prime- 
ra, la  idea  espontánea. 

La  reflexión  después ,  y  el  estudio 
del  caso,  nos  han  devuelto  la  idea  pri- 
mera ;  y  tal  es  para  nosotros  desde  en- 
tonces la  génesis  del  arco  bizantino 
ultra  semicircular ,  que  creemos  debi- 
da á  idea  cristiana ,  y  de  ningún  modo 
á  idea  mahometana ,  según  la  general 
creencia.  Y  pensamos,  en  consecuen- 
cia ,  que  así  como  venimos  tiempo  ha 
rectificando  de  ojival  la  arquitectura 
ó  estilo  llamado  antes  gótico,  habre- 
mos de  ir  rectificando  de  bizantino  el 
arco  ultra  semicircular  ó  de  segmento 
mayor  de  círculo,  tenido  por  árabe. 

Y  no  nos  arredra  creer  en  esta  in- 
fluencia bizantina  sobre  nuestro  apar- 
tado país,  porque  las  influencias  artís- 
ticas se  sienten  muy  lejanamente.  El 
arco  romano  puro  aún  tiene  hoy  día 
invadida  la  provincia  de  Santander, 
hasta  en  sus  últimos  rincones,  por  me- 
dio de  las  casas  de  tipo  solariego  :  el 
capitel  bisantino  ha  venido  á  encon- 
trarse en  ruinas  situadas  entre  el  río 
Karasoo  y  la  ciudad  de  Desful,  allá 
en  el  fondo  de  Persia  (1);  y  el  arco 
ultra-semicircular  perfecto  se  ve  en  la 
catedral  de  Dighour,  construida  antes 
de  la  conquista  árabe  (2). 

Dos  templos  son,  pues,  (este  último 
y  la  basílica  de  San  Juan  de  Baños) 
los  que  á  tan  larguísima  distancia  uno 
de  otro ,  y  conocidamente  construidos 
antes  de  las  invasiones  árabes  respec- 
tivas, ostentan  el  arco  de  segmento 
mayor  de  círculo. 

Y  estimando  que  cuando  una  idea  ó 


(1)  Hecho  que  se  recuerda  en  algún  caso  de  la  ar- 
quitectura del  Renacimiento. 

(2)  El  arco  obscuro,  en  el  fondo  blanquecino  de  la 
pared,  semejaba  realmente  una  pintura  borrosa. 


(1)  I-íistoiyedel'Art nioijuiiiental, par  h.B&tissier, 
384 ,  nota  1 ;  y  pág.  57. 

(2)  Texier:  Descr.de I' Ainiéuic,  citado  par  L.  Ba- 
tissier,  pág.  424,  nota  2. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


197 


creencia  viven  no  es  sin  fundamento 
bastante,  y  que  no  podrá  faltar  el  que 
ha  sostenido  la  creencia  arquitectóni- 
ca que  abandonamos,  y  que  abando 
namos  tan  sólo  para  rectificarla ,  de 
ninguna  manera  para  destruirla  en  to- 
talidad ,  hemos  de  decir  que  de  los  tres 
períodos  en  que  se  divide  la  arquitec- 
tura árabe  en  España ,  sólo  el  último 
es,  á  juicio  nuestro,  el  debido  á  la  in 
ventiva  genial  de  este  pueblo ;  porque 
el  primer  período  es  sencillamente  de 
aswiilación  de  la  arquitectura  bisan- 
tina ,  dado  que  el  pueblo  árabe  demos- 
tró poseer  en  alto  grado  la  aptitud 
asimiladora  en  ciencias,  artes  y  filo 
sofía. 

Prueba  elocuente  de  esto  último  es 
el  arco  del  primer  período  árabe,  cons- 
truido en  960  por  orden  de  Abderrah- 
man  III ,  que  se  halla  incrustado  en  el 
muro  occidental  del  claustro  de  la  ca- 
tedral de  Tarragona,  en  cuyo  arco, 
todo,  excepto  la  inscripción  árabe  que 
contiene,  es  puramente  bizantino,  obe- 
deciendo el  perfil  al  rigorismo  de  la 
circunferencia. — Compárese  tan  lindo 
ejemplar  de  las  construcciones  bisan 
tino-árabes  españolas  con  el  arco  ge- 
nuinamente  árabe  de  la  Alhambra  de 
Granada,  y  veráse  que  son  una  per- 
fecta contradicción  (1). 

Además,  el  pueblo  árabe  no  podía 
sustraerse  á  la  ley  histórica  de  los 
pueblos  atrasados  conquistadores  de 
los  más  cultos ,  ante  cuyas  civilizacio- 
nes, asombrados  los  primeros,  se  rin- 
den esclavos  del  espíritu  de  los  segun- 
dos. Así  se  vio  á  nuestros  árabes,  du- 
rante el  primer  período  de  su  arqui- 
tectura, inspirarse  en  la  grandiosidad 
de  las  construcciones  romanas,  y  re- 
medarlas por  medio  de  arquitectos  bi- 
zantinos; porque  es  de  notar  que  la 


bellísima  de  Medina-Zahara  ,  como 
otras  semejantes,  fueron  dirigidas  por 
arquitectos  de  Bagdad,  de  Constanti- 
nopla  y  de  otros  países,  cuyos  artífices 
tenían  que  conformar  aquellas  obras 
á  sus  gustos  y  educación  anteriores. 
Finalmente,  si  el  arco  en  cuestión 
hubiese  sido  entre  los  mahometanos, 
invasores  nuestros,  materia  de  ritual 
para  sus  construcciones  religiosas, 
como  lo  es  la  orientación  de  sus  mih- 
rabs,  ¿no  sería  ultra-semicircular  en 
todas  partes?  ¿Cómo  lo  es  en  España 
durante  el  primer  período  de  su  ar- 
quitectura, esto  es,  cuando  no  era 
propia ,  sino  imitadora  en  los  instantes 
mismos  de  su  exacerbación  religiosa 
inicial ,  y  no  lo  es  en  Egipto ,  donde 
sus  arcos  son  apuntados? 


(1)  La  naturaleza  de  este  articulo,  y  la  premura 
del  tiempo,  nos  impiden  traer  aquí  los  dos  dibujos  co- 
rrespondientes, en  prueba  de  nuestra  observación. 
Pero  los  que  de  nuestros  lectores  gusten  investigar 


No  es  creíble,  según  nuestro  modo 
de  ver,  que  un  cristiano  tan  profunda- 
mente sincero  como  nuestro  supuesto 
solitario  fuese  á  emplear  para  su  San- 
to la  odiada  arquitectura  de  los  hijos 
de  Mahoma,  y  más  en  aquella  serie  de 
épocas  de  intransigencia ,  lo  mismo 
nacional  que  extranjera  ,  tan  firme 
como  la  que  simbolizan  en  una  de  ellas, 
entre  otras  muchas  cosas,  los  márti- 
res de  Córdoba  y  el  monje  Juan  de 
Gorza  durante  los  gloriosos  reinados 
del  segundo  y  tercero  de  los  Abde- 
rrahman  poderosos. 

A  mayor  abundamiento,  tenemos  el 
precedente  de  los  cristianos,  dueños 
ya  de  la  libertad  religiosa  en  los  prin- 
cipios del  siglo  IV,  que  rehusaban, 
por  repugnancia  á  cuanto  pudiera  re- 
cordar el  politeísmo,  consagrar  al  nue- 
vo culto  los  templos  paganos. 

Y,  como  es  consiguiente,  se  buscaba 
á  la  vez  con  ahinco,  desde  los  tiempos 
de  Constantino,  una  arquitectura  ade- 
cuada al  nuevo  culto,  propia  de  una 
sociedad  moralmente  transformada, 
aunque  en  lo  material  se  conservase 


198 


boletín 


Pero  la  arquitectura  latina  en  el  si- 
glo IV  estaba  en  decadencia.  Las  cons- 
trucciones cristianas,  á  partir  de  esta 
época,  demuestran  lo  mucho  que  el 
gusto  había  degenerado  con  el  olvido 
y  menosprecio  de  los  principios  de  las 
escuelas  gloriosas  de  Grecia  y  Roma. 
Se  hicieron  esfuerzos  grandes  por  ar- 
quitectos y  por  Emperadores^  como 
Constantino,  que  dictó  leyes,  dio  ór- 
denes á  los  magistrados,  asignó  fon- 
dos, creó  escuelas  y  pensionó  jóvenes 
hasta  en  las  provincias  más  distantes 
del  Imperio,  en  favor  todo  de  la  arqui- 
tectura, además  de  restaurar  muchas 
construcciones  antiguas  y  edificar  otras 
nuevas,  arrancándose  á  las  primeras 
sus  piezas  artísticas  para  colocarlas 
en  las  últimas.  Todo  inútil:  los  esfuer- 
zos por  volver  al  florecimiento  de  tan 
bello  arte  resultaban  impotentes. 

Alteradas  las  proporciones  de  los 
órdenes,  groseros  los  pedestales,  mez- 
quinas y  borrosas  las  molduras,  in- 
coherentes los  adornos,  toscas  y  des- 
carnadas las  esculturas,  interrumpi- 
dos los  entablamentos,  mezcladas  en 
un  mismo  peristilo  las  columnas  de 
módulo  y  orden  diferentes  (1),  que  se 
extraían  de  los  monumentos  anterio- 
res, sin  archivoltas  los  arcos,  se  veía 
reinar  por  doquiera  el  desconcierto^ 
se  acentuaba  más  y  más  la  decaden- 
cia, y  se  ponía  en  claro  que  la  arqui- 
tectura, rompiendo  bruscamente  con 
el  pasado,  marchaba  muy  penosamen- 
te, buscando  al  azar  las  nuevas  com- 
binaciones apropiadas  á  las  necesida- 
des de  un  culto  nuevo,  que  no  pare 
cían  (2). 

Al  fin,  cuando  Belisario  y  Narsés 
volvían  la  Italia  á  la  dominación  de 
los  emperadores  de  Constantinopla,  y 
Justiniano  I  hacía  construir  en  ella 
numerosos    edificios    por   arquitectos 

(1)  La  Basílica  de  San  Juan  Bautista  de  Baños  es 
un  ejemplo  de  semejante  mezcla  de  columnas  roma- 
nas de  distinto  módulo. 

(2)  Lo  subrayado  de  este  aparte  nos  hace  meditar 
sobre  nuestro  asunto. 


griegos  que  importaban  del  Oriente  el 
estilo  arquitectónico  entonces  más  en 
boga,  y  que  llegó  á  influir  por  ámbi- 
tos casi  increíbles ,  fué  cuando  se  cre- 
yó hallada  la  solución  tan  ansiosamen- 
te buscada.  A  la  sazón,  Julián,  tesore- 
ro del  Imperio  bajo  Justiniano  (527-565) , 
echaba  los  cimientos  de  la  Basílica  de 
San  Vital,  en  Ravena,  capital  que  era 
del  Exarcado,  y  cuyo  templo  es  consi- 
derado como  el  mejor  ejemplar  de  esta 
escuela  de  arquitectura  bizantina.  Para 
nuestro  asunto  tal  iglesia  contiene  una 
singularidad  notable,  y  es  que  sus  ca- 
piteles son  cúbicos  y  tienen  además 
un  grueso  abaco  sobrepuesto  en  forma 
de  segundo  capitel,  precisamente  ide'n- 
tico  al  capitel  de  nuestra  columnilla, 
sostén  del  Santo  en  la  cueva  (1). 

Satisfecha  la  necesidad  artístico-re- 
ligiosa  sentida,  no  es  creíble  que  el 
cristianismo  español,  dejando  una  ar- 
quitectura limpia  de  resabios  paganos, 
fuese  á  buscar  para  nuestras  construc- 
ciones religiosas  el  estilo  de  una  reli- 
gión maldita  ,  con  la  circunstancia 
agravante  de  pertenecer  á  un  pueblo 
invasor,  que  tanto  repugna  á  nuestro 
carácter  nacional.  Además,  el  anhelo 
del  Cristianismo  por  poseer  templos' 
propios,  de  que  antes  hemos  hablado, 
se  compadecería  muy  mal  con  el  espa- 
cio cronológico,  arquitectónicamente 
inactivo,  que  corre  entre  nosotros  des- 
de el  triunfo  oficial  de  la  nueva  reli 
gión,  mediante  el  edicto  de  Milán  en 
313,  hasta  la  invasión  agarena  en  711. 
En  confirmación  tenemos  que  en  ese 
lapso  de  tiempo  hay  un  período,  el 
comprendido  entre  Atanagildo  á  Si- 
sebuto,  en  que  la  influencia  política  y 
aun  social  de  Bizancio  se  dejan  sentir 
conocidamente  entre  nosotros,  y  difí- 
cilmente á  una  influencia  política  de- 
jan de  acompañar  las  demás  influen- 
cias de  todo  género.  La  artístico-reli- 
giosa  de  la  época  de  Justiniano  I,  que 


(1)    Véase  la  lámina  2.»  y  la  fig.  2.^  de  la  pág.  193. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


19Q 


dentro  de  ese  período  en  parte  cae,  no 
es  la  que  menos  dejaría  sentir  sus  efec 
tos.  Y  así,  cuan  lo  más  adelante  se  nos 
presentó  la  invasión  árabe,  encontró 
ya  el  campo  artístico  plenamente  ocu 
pado  por  Bizancio. 


No  terminaremos  nuestras  hipótesis 
sin  dejar  consignadas  cuatro  observa- 
ciones atendibles,  á  dos  de  las  cuales, 
sin  embargo,  no  podemos  conceder- 
les gran  valor,  no  sucediendo  así  con 
las  dos  últimas,  que  le  tienen  no  des- 
preciable. 

1.*  Nuestro  arco  carece  de  archi- 
volta,  como  sucedía  ya  en  las  deca- 
dentes construcciones  del  siglo  IV. 
Pero  á  este  dato  no  le  damos  impor- 
tancia alguna  por  lo  tosco  de  la  obra, 
que  se  ha  llevado  á  cabo  aprovechan- 
do en  parte  la  roca  al  natural,  no  des- 
cubriéndose más  trazas  de  labores  que 
un  conato  de  moldura  de  indudable 
intención  en  las  impostas. 

2.^  Las  partes  descubiertas  de  núes 
tro  .San  Juan,  por  lo  secas  y  descar- 
nadas, recuerdan  estos  defectos  seña- 
lados á  las  estatuas  en  el  siglo  IV.  Y 
tampoco  concedemos  á  este  hecho  una 
importancia  decidida,  por  si  fuera  efec- 
to, bien  de  la  inhabilidad  del  escultor, 
bien  de  la  intención  ascética  del  mismo. 

3.^  Nuestro  arco  es  de  segmento 
mayor  de  circulo,  de  indudable  esbel- 
tez, en  medio  de  su  tosquedad,  del 
mismo  tipo  que  el  arábigo-bizantino, 
ya  citado,  de  los  claustros  de  la  cate- 
dral tarraconense,  y  usado  en  las  igle- 
sias de  Baños  y  Dighour  con  anterio- 
ridad á  las  respectivas  invasiones  mu 
sulmanas. 

4.*  Nuestro  capitel  es  idéntico  al 
abaco  de  la  iglesia  de  San  V^ital  de  Ra 
vena,  construida,  como  hemos  dicho, 
en  el  siglo  VI,  bajo  el  reinado  de  Justi- 
niano,  no  debiendo  echarse  en  ol vivió 
que  los  capiteles  cúbicos,  ó  de  forma 


quiere,  son  esencialmente  bizantinos. 

Por  manera  que,  tanto  el  arco  como 
el  CAPITEL  que  sirve  de  peana  al  Hau 
tista,  como  la  estatua  misma  probable- 
mente^ son  de  estilo  bizantino^  sin  que 
podamos  decir  de  época  bizantina;  pero 
viniendo  por  este  camino  á  señalar,  al 
monumento  arquitectónico  una  anti- 
güedad nada  pequeña. 

Y  en  cuanto  al  elemento  constructor 
de  tan  curiosa  manifestación  artístico- 
religiosa  (porque  no  queremos  volun- 
tariamente dejar  cabos  sin  atar),  la  ló- 
gica nos  induce  por  primer  impulso  á 
suponerle  anacoreta,  cenobita  ó  monje. 
En  tal  caso,  recordaremos  que  los  pri- 
meros y  segundos,  propios  desde  luego 
del  Oriente,  dejaron  el  aislamiento  ere- 
mítico para  reunirse  en  pequeñas  co- 
munidades, hasta  de  diez  individuos, 
primeramente  bajo  la  Regla  de  San 
Antonio,  y  después  bajo  la  de  San  Pa 
comió,  en  los  comienzos  ya  del  si- 
glo IV,  mientras  que  en  Occidente  los 
monjes  abandonaron  por  mucho  tiem- 
po sus  conventos,  á  consecuencia  de  la 
invasión  de  los  lombardos  en  Italia,  y 
por  efecto  de  la  de  los  árabes  en  Espa- 
ña. Y  en  este  punto  no  podemos  por 
menos  de  recordar  la  tradición  de  mo- 
ros trogloditas  (1),  conservada  hasta 
hoy  mismo  en  los  valles  del  Asón,  arri- 
ba consignada. 


VI 


Conclusión. 

Reconocemos  con  llaneza  que  no  he- 
mos logrado  una  labor  tan  acabada 
como  la  que  hoy  se  exige  á  la  Ciencia 
histórica,  con  la  exhibición  de  los  de- 
bidos comprobantes;  pero  también  se 
nos   concederá    de   buen    grado    que 


(1)  Aquí  repetimos  lo  dicho  en  otra  parte  de  este 
articulo;  que  la  ignorancia  de  los  mantenedores  de  la 
tradición  haj-a  confundido  lo  de  gentes  fugitivas  de 
los  moros,  con  los  moros  mismos;  cosa  que  encontra- 
mos muy  natural,  á  través  de  los  siglos,  y  sin  que 

nnar^tn^^  rf^/ynine  í^n  fet;i  in va ^ii (Sn  ffin    hl'i'íi^r leticia  A 


200 


boletín 


ciertos  hechos  auxiliares  de  aquélla, 
por  su  índole  especial ,  se  salen  del 
marco  ordinario  y  tienen  otro  modo 
natural  de  ser,  que  los  declara  exentos 
de  las  condiciones  comunes  de  un  for- 
mulismo invariable,  si  bien  exigién- 
doles otras  pruebas  en  consonancia 
con  su  naturaleza. 

Estas  son  las  que  creemos  haber 
presentado  con  toda  sobriedad  en  los 
párrafos  que  preceden  al  actual. 

Mas  á  nuestra  vez  declaramos  que, 
estudiado  el  Santuario  de  San  Juan 
Bautista  de  Soctieva  en  su  estación  y 
habitación^  como  la  Geografía  botá- 
nica estudia  los  vegetales,  no  vacila- 
mos en  sostener  que  nuestro  descubri- 
miento arqueológico  es  de  primordial 
interés  y  de  preferente  atención. 

Creemos,  finalmente,  que  deben  con- 
siderarse estas  líneas  como  una  pre- 
sentación de  las  fotografías  tomadas 
trabajosamente  del  natural,  en  primer 
término,  y  como'una  denuncia  de  tan 
precioso  hallazgo,  estimada  tal  pala- 
bra en  su  genuino  sentido  etimológico, 
en  último  lugar  (1). 

Maximiano  de  Regil  y  Alonso. 

Epigrafía  arábiga 

I 

FRAGMENTO  DE  MONUMENTO  SEPULCRAL  HALLADO 
EN  GUADALERZA  CtOLEDO) 

O  hace  muchos  años  que ,  con  el 
afán  legítimo  de  penetrar  el  mis- 
terio que  encerrasen,  traíanos 
á   consulta   tres  líneas  de  ca- 
racteres arábigos  reproducidas  en  un 


(1)  Las  primeras  fotografías  de  ensayo  las  obtu- 
vimos en  Septiembre  de  1894,  y  nos  resultaron  muy 
deficientes,  por  las  muchas  dificultades  que  el  caso 
ofrece,  y  qne  es  ocioso  enumerar  para  los  conocedo- 
res de  este  género  de  trabajos. 

Aleccionados  por  el  fracaso  anterior,  hemos  obte- 
nido en  Septiembre  de  1896  las  que  han  servido  de 
modelo  para  las  adjuntas  láminas  en  fototipia,  y  que 
se  conceptuaron  mejores  entre  otras  varias,  que  ve- 
nían á  resolver  satisfactoriamente  la  parte  ilustrati- 
va de  este  problema  artistiro-arqueolrtgico. 


calco  de  papel  común,  nuestro  buen 
amigo  y  pariente  D.  Francisco  Val- 
verde  y  Perales,  inspirado  poeta,  y 
capitán  y  Secretario  de  la  Coman- 
dancia de  la  Guardia  civil  en  Toledo. 
Según  nos  indicaba ,  aquellas  líneas 
de  signos  que  excitaban  su  fantasía, 
estaban  esculpidas  en  un  fragmento  de 
columna  de  mármol  negro,  el  cual 
fragmento  había  sido  fortuitamente 
hallado  en  Guadalerza,  término  co- 
rrespondiente al  partido  de  Orgáz, 
en  la  provincia  de  Toledo  ya  mencio- 
nada, y  traído  á  Madrid,  figura  al  pre- 
sente en  el  gabinete  de  estudio  del  an- 
tiguo Director  general  de  Instrucción 
pública,  Excmo.  Sr.  D.  Emilio  Nieto, 
hijo  del  Sr.  Marqués  de  Guadalerza. 

La  traducción  del  fragmento  con- 
tribuía á  inspirar  al  Sr.  Valverde 
muy  estimable  leyenda  en  verso,  con 
el  título  de  El  Castillo  de  Guadalerza^ 
publicada  en  1890,  encabezándola,  á 
guisa  de  prólogo,  con  las  siguientes 
noticias,  interesantes  para  conoci- 
miento de  la  significación  del  epígrafe 
fragmentario,  y  que  por  su  verdade- 
ra importancia  nos  permitimos  repro- 
ducir íntegras.  Dice  así  el  Sr.  Val- 
verde: 

"Hay  en  la  parte  E.  de  la  famosa 
cordillera  Carpetana  un  estrecho  des- 
filadero, paso  obligado  de  toda  vía  de 
comunicación  entre  las  provincias  de 
Toledo  y  Ciudad  Real,  por  el  cual 
pasaba  hace  veinte  siglos  la  renom- 
brada Via  Plata  de  los  romanos,  y 
por  donde  pasan  hoy  también  el  ferro- 
carril de  Madrid  á  Ciudad  Real  y  Ba- 
dajoz, y  la  carretera  que  va  desde 
Yébenes  á  Fuente  del  Fresno. 

„FlanqLieado  por  altísimas  y  escar- 
padas sierras,  corre  á  desembocar  en 
una  extensa  llanura  circunvalada  de 
montañas  que ,  fertilizada  por  los  ria- 
chuelos del  Valle  y  el  Bracea,  que  unen 
allí  su  curso  con  las  cristalinas  aguas 
de  otras  fuentes,  viene  á  convertir, 
con  admiración  del  viajero,  en  deli- 


DK  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


201 


cioso  oasis  aquellos  agrestes  lugares, 
„En  el  centro  del  pintoresco  valle 
se  levantan,  desafiando  el  poder  de  los 
siglos,  algunas  arcadas  de  antiguo 
acueducto  romano;  blanquean  por  to- 
das partes  modernas  casas  de  labor, 
crecen  lozanos  los  Alamos  negros,  los 
fresnos  y  las  encinas  de  verdor  eterno, 
y  embalsaman  el  aire  con  sus  salutífe- 
ros aromas  el  romero,  el  cantueso,  el 
tomillo  y  otras  mil  plantas  olorosas. 
„  Sobre  una  elevada  colina,  al  abri  - 
go  de  empinada  sierra,  se  asienta,  do 
minando  el  panorama  y  defendiendo 
la  profunda  garganta,  el  viejo  castillo 
de  Guadalerza ,  restaurado  interior- 
mente por  su  actual  poseedor  D.  Ma- 
tías Nieto  y  Serrano,  que  ha  hecho  de 
él  una  agradable  residencia,  pero  de- 
jándole exteriormente  su  genuino  as- 
pecto de  fortaleza  árabe. 

„  A  corta  distancia  del  castillo,  y  al 
lado  del  camino  que  atraviesa  la  lia 
nura,  se  alzaba  hasta  hace  poco  tiem- 
po una  eminencia  cónica  que  llamaba 
la  atención  del  curioso,  así  por  com- 
prenderse á  primera  vista  su  cons- 
trucción artificial,  cuanto  por  el  si- 
niestro nombre  de  Cerrillo  de  la  Hor- 
ca, con  que  se  le  conocía. 

„A1  construirse  en  1888  la  carre 
tera  que  pasa  por  su  pie,  hubo  necesi- 
dad de  levantar  el  nivel  del  suelo,  y 
se  tomaron  tierras  del  extraño  cerrillo, 
que  iba  descubriendo,  á  medida  que 
adelantaba  la  excavación,  las  paredes, 
aún  derechas  y  bien  conservadas,  de 
un  antiguo  edificio  árabe,  hallándose 
entre  ellas  un  candil  de  barro,  un  aci- 
cate y  un  fragmento  de  un  cipo  sepul- 
cral ,  de  mármol  negro  de  Urda  . .  „ 
"Tan  extraño  hallazgo  llamó  la  aten- 
ción de  los  curiosos;  pero  habiéndose 
completado  las  obras  de  la  carretera, 
cesó  la  extracción  de  tierra,  y  quedó 
oculto  el  edificio  en  sus  dos  terceras 
partes,  en  cuyo  estado  permanece  (1)  ,, 


No  sabemos  cuál  haya  podido  ser  la 
suerte  del  candil  de  barro  y  del  aci- 
cate; pero  respecto  del  fragmento  epi- 
gráfico, podemos  afirmar,  aunque  no 
sea  para  nosotros  el  original  conocido, 
que  lo  comprendido  de  la  inscripción, 
entre  las  cintas  que  señalan  su  latitud, 
mide  escasamente  20  centímetros,  v 
que  la  altura  sólo  de  la  parte  epigrá  - 
fica,  es  de  175  milímetros;  que  consta 
de  tres  líneas  de  caracteres  ciificos  en 
relieve,  correspondiendo  dichas  líneas 
al  principio  de  la  inscripción  funera- 
ria; que  dichos  signos  son  elegantes, 
y  por  su  dibujo  parece  debieron  ser 
labrados  al  mediar  de  la  V  *  hégira 
mahometana  (XI,  J.  C),  diciendo  sim  - 
plemente: 

\.^. LJJ!  5].. 

En  el  nombre  de  Alláli,  el  Clemenley  el  Misericor- 

[  dioso/ 
¡Oh  vosotros,  hombres/  Creed  que  las  promesas 

[de  A... 
..lláh  son  derlas/  So  os  dejéis  pues  seducir  por 

[los  place.. 
...[res  del  mundo (I). 

Es  de  sentir  que  este  monumento 
funerario  fuese  fracturado  precisamen- 
te por  el  sitio  en  que  hubiera  dado  á 
conocer  el  nombre  del  difunto  para 
quien  fué  labrado,  y  á  la  cabecera  de 
cuyo  tumba  se  levantó,  debiendo  re- 
parar, no  obstante,  la  pureza  con  que 
aparece  en  él  grabada  la  exclamación 

1-^1  L>  /Oh  vosotros!,  la  cual  casi  siem 
pre  fué  escrita  en  los  monumentos  epi- 
gráficos ¡-JJ.!-:'.,  es  decir,  contrayendo  un 

álif]   á  pesar  de  esto,  y  como  es  co- 
rriente en  los  epígrafes  sepulcrales,  se 

escribe  í-:^'^  por  íj^-.;^-',  que  es  como 
en  el  Koran  se  halla. 


202 


boletín 


Por  lo  demás,  ó  sea  por  lo  que  hace 
al  edificio  enterrado  en  el  Cerrillo  de 
la  Horca,  sería  conveniente  que  la  ce- 
losa Comisión  provincial  de  Monumen 
tos  de  Toledo  procurase  hacer  allí  in 
vestigaciones,  y  sobre  descubrir  quizá 
lo  que  falta  de  esta  xaguahid,  lograra 
averiguar  si  fué  aquello  un  marabut, 
si  fué  el  sepulcro  de  algún  personaje 
que  pudiera  haber  en  el  siglo  XI  go- 
zado de  fama  y  reputación  de  santidad 
entre  los  muslimes,  ó  qué  fué  definiti- 
vamente, pues  en  realidad  es  digna 
aquella  reliquia  de  tal  empeño ,  á  juz 
gar  por  las  palabras  con  que  da  cuen- 
ta de  ella  el  Sr.  Val  verde  en  su  intere- 
sante leyenda. 


IT 


FRAGMENTO    DE    LAIIDA    CONMEMORATIVA, 
DESCUBIERTO  EN  MALAGA  (?) 

Entre  los  muchos  objetos  de  verda- 
dero interés  arqueológico  reunidos  en 
su  celebrada  Hacienda  de  la  Concep- 
ción, en  Málaga,  por  el  Excmo.  señor 
marqués  de  Loring,  figura  desde  hace 
muy  poco  un  fragmento  epigráfico, 
descubierto,  según  se  nos  asegura,  en 
la  propia  Málaga,  bien  que  sin  de- 
terminar el  sitio  y  lugar  del  invento, 
que  ha  debido  ser  tan  fortuito  como 
todos  los  de  España. 

En  la  actualidad ,  y  según  la  foto- 
grafía que  de  este  monumento  litológi- 
co  nos  facilitó  momentáneamente  para 
su  traducción  nuestro  buen  amigo  el 
docto  escritor  murciano  D.  Pedro  Díaz 
Cassou,  consta  de  ocho  líneas  de  carac- 
teres cúficos  en  relieve,  de  muy  descui- 
dado dibujo,  y  cuyos  ápices  se  hallan 
retorcidos  al  estilo  de  los  de  los  signos 
de  la  famosa  Lápida  de  la  Puerta  de 
las  Palmas,  en  la  Catedral  de  Córdo 
ba.  El  fragmento  está  facturado  por  la 
línea  5.*^  y  en  el  lado  izquierdo  quedan 
restos  de  letras  talladas  en  el  sentido 
longitudinal;  de  modo  que  carece  del 
principio  y  del  fin,  faltando  quizá  sólo 


en  la  cabeza  la  invocación.  Dice,  pues, 
lo  que  existe,  de  este  modo: 


J-.C)    ^^4'  ^U  j-,-^'' 


»w" 


^-Z      i^' 


í.. 


bj^^  j    j^v«i;.j     ,  aL¿¿J| 

■■■       \\,  .  1       A      . 

ííjUI 


Alabado  sea  Alldh,  dispensador  de  toda  gracia, 

y  el  generoso  en  ella !  No  hag  otro  dios  sino  Él/ 

El  poderoso/  El  sabio!  Cuidó  de  1 1  construcción 

[  de  es. . . 

■  Ja  as'-sumúa  Omar-ben  Idris 
5  Ax-Xiféc,  con  su  persona  y  con  sus  bienes 

recompensa  de  Alláh ,  grande  ij  conveniente.  Y 
[quedó  concluida  con  la  aguda 

de  Allák  y  su  protección^  es  el  mes  de  Rabié  pos... 
8  ...trera  del  año  ocho  y  cincuenta  y  tres... 

.  .[cientos]  (1) 

Rodrigo  Amador  de  los  Ríos. 


CUELLAR 


(Continuación.) 

"Otra  alba  de  lienzo,  con  unos 
faldones  de  sirgo,  de  colores,  de  labor 
morisca.  ,,  —  "  Dos  sobrepellices  de 
Rúan,  de  hechura  de  lobas  redondas, 
para  mozos  de  capilla.,, — "Una  trenza 
de  oro  para  velar  novios,  que  tienen 
de  largo  siete  varas  y  tercia „  3'otra  in- 
finidad de  objetos  más.  Al  salir  de  la 
capilla  nos  encontramos  en  la  extensa 
huerta  que  se  extendía  á  los  pies  del 
Castillo,  cercada  aun  hoy  por  alta  pa 
red  que  debió  ser  almenada  yá  trechos 


(1)  Corresponde  el  mes  de  RabiO  postrera  6  segun- 
da del  año  35ií  de  la  H.,  al  tiempo  comprendido  entre 
el  22  de  Febrero  al  21  de  Marzo  inclusive  del  año 
969  de  J.  C. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


203 


flanqueada  por  cubos  y  formar  parte 
de  las  fortificaciones   avanzadas   del 
castillo;  no  podemos  detenernos  ya  en 
describirla   ni  en  hacer  notar  los  ins- 
trumentos agrícolas  que  entonces  allí 
había  y  que  estaban  en  poder  del  "hor- 
talaño, , ,  entre  ellos  se  nombraban  gua- 
dañas de  hierro  para  cortar  hierbas, 
relámpagos  de  hierro,  hachas  de  peto, 
binaderas  de  hierro  y  layas,  "que  son 
azadones  de  Navarra,,,  Mucho  me  he 
extendido,  sin  duda,  en  la  relación  de 
los  mil  objetos  curiosos  que  encerraba 
en  sus  buenos  tiempos  el  señorial  cas- 
tillo de  Cuéllar:  perdone  el  indulgente 
lector,  si  ha  tenido  la  paciencia  de  lle- 
gar hasta  aquí;  las  agrietadas  paredes 
de  esos  viejos  templos  del  honor  y  de 
lahidalguía  tienen  atracción  misteriosa 
para  quien  esto  escribe,  y  al  contem- 
plarlas siente  hacia  ellos  respetuosa 
admiración,  pues,  como  dice  un  escri- 
tor distinguido,  "son  los  castillos  pá- 
ginas de  piedra  donde  se  hallan  escri- 
tas las  pragmáticas  de  nuestra  raza; 
son  testimonios  elocuentes  del  antiguo 
valor;  son  los  restos  que   hasta    nos- 
otros han  llegado    de   una   doble  lu- 
cha: lucha  de  nuestros  mayores  con- 
tra  el   poder   islamita  :   lucha  de   la 
gente  noble  contra  la  realeza.  Duran- 
te la  primera ,  cada  castillo  que   se 
levanta   es   un    nuevo    empuje  de  la 
ola  que  se  llama  reconquista;  durante 
la  segunda,  cada  fortaleza  que  sucum- 
be,   cada  foso   que   es  cegado,   cada 
muro  que  se  arrasa  es  una  nueva  in- 
vasión del  poder  real,  un  nuevo  paso 
hacia  el  despotismo  del  monarca.  Re- 
presentan los  castillos  lo  más  castizo, 
propio,  fundamental  y  antiguo  del  pue- 
blo castellano;  la   tierra   misma  que 
disputan  palmo  á  palmo   nuestros  pa- 
dres, denomínase  Castilla,  tomando  su 
nombre  de  las  atalayas  que  la  cubren 
en  todas  direcciones.  Apegados  á  cada 
contrafuerte,    unidos  á  cada  almena 
existen  los  fueros  ronauistados  con  la 


otros  tantos   títulos  que  confirman  la 
división  de  la  sobcranía„  (1). 

Otros  dos  edificios  que  representan 
dos  instituciones  benéficas,  creadas  al 
calor  de  la  caridad  y  la  fe  por  un  ilus- 
tre hijo  de  Cuóllar  han  de  fijar  ahora 
nuestra  atención;  me  refiero  al  Hospi- 
tal de  Santa  María  Magdalena  y  al  estu- 
dio de  latinidad  con  que  quiso  atender 
á  las  necesidades  morales  y  materiales 
de  sus  paisanos  el  esplendido  y  cari 
tativo  Arcediano  de  Cuéllar,  en  cuya 
villa  había  nacido,   D.    Gómez  Gon- 
zález: propóngome  aquí  dar  á  conocer 
á  mis  lectores  tal  y  como  nacieron  tan 
benéficas  obras  y  no  sólo  los  edificios 
en  que  fueron  establecidas,  sino  tam- 
bién los  estatutos  porque  se  regían  y 
y  los  bienes  y  rentas  con  que  desde  sus 
comienzos  se  atendió  á  su  conserva- 
ción, dando  antes  de  paso  una  ligera 
noticia  del  generoso  fundador  y  de  al- 
gunos hechos  y  datos  de  su  vida.  De- 
bió ser  el  Arcediano  de  Cuéllar  hom- 
bre rico,  de  ilustración  y  vastas  miras  y 
de  una  austeridad  y  recogimiento  gran- 
de; para  asegurar  lo  primero  me  fundo 
en  que  siendo    en  aquella  época  los 
viajes  difíciles  y   costosos,   él  lo  em- 
prendió  á  Roma,   y   allí   obtuvo   del 
Papa  los  títulos  y  honores  de  Capellán 
de  Su  Santidad  y  "clérigo  de  la  Cá- 
mara apostolical„ ;   de  este  viaje  re 
gresó  en  Junio  de  1425,  habiendo  tra- 
tado  el  arreglo  y  establecimiento  de 
las  obras  que  proyectaba  y  obtenido 
las  correspondientes  bulas;   son  prue- 
bas también   de  su   riqueza  y  de  su 
ilustración ,  el  tener   el  título  de  Doc- 
tor en  Decretos  y  ser   Arcediano  de 
Cuéllar  en  la  Iglesia  de  Segovia,  en 
la  cual  dejó  huellas  de  su  paso  con  su 
acostumbrado    desprendimiento  ;   tes- 
timonio son  de  ello  el  altar  de  San  Je- 
rónimo  "  guarnydo  de  ornamentos  é 
cosas   necesaraia   pa.  celebrar  e  caue 


(1)    Francisco  M.  Tubino.—Cas/í7/os  jy  tradiciones 


204 


boletín 


el  predicatorio  de  piedra,,,  la  librería 
que  restauró  sobre  la  bóveda  que  fué 
preciso  reparar  "el  pavy mentó  de  la 
claustra  todo  fazer  de  piedra  labrada  „ , 
porque  estaba  entonces  muy  deteriora- 
do; y  á  impulso  de  sus  sentimientos  ca- 
ritativos "en  la  casa  de  comer  los  po- 
bres ^.    estaua  "qsf  desierta   fizo    la 
grant  chimynea  con  el  estrado  q.  está 
caue  ella  donde  come  los  dhos.   po- 
bres „;  "ítem  caue  esta  casa  fizo  un 
palacio  á  manera   de  hospital  co.  su 
oratorio  y  altar  e  sus  corredores  con 
dos  camas  para  pobres  e  beneficiados 
de  la  Iglesia  de  Segovia„:  lo  son  por 
último,  las  fundaciones  de  Cuéllar  que 
vamos  á  relatar;  para  asegurar  lo  de 
su  austeridad,  baste  saber  que,  después 
de  vivir  consagrado  con  frutos  tan  co- 
piosos al  sacerdocio,  aún  no  creyó  su- 
ficiente esto  y  entró   luego  fraile  en 
el  convento  de  la  Armedilla,  desde  don- 
de hizo  los  estatutos  del  Estudio,  ó 
mejor  dicho,  reformó  en  parte  los  pri- 
mitivos; estas  ordenaciones  están  fe- 
chadas  "  En   la   Armedilla    en    1437, 
martes  23  de  Abril,  año  7,''  del  ponti- 
ficado del  Papa  Eugenio„,  y  los  firma 
con  el  nombre i^ra^;  Gomes  de  Cuéllar^ 
y  no  tranquilo  aún  en  su  celo,  viendo 
la  obra  por  él  fundada  con  vicios  y 
faltas  de  administración  que  la  desna- 
turalizaban ó  hacían  poco  fructífera, 
con  autorización  de  su  Prelado  dejó  el 
convento  y  volvió  otra  vez  á  regir  por 
sí  mismo  el  Estudio  y  el  Hospital  de 
su  pueblo,  obras  á  las  que,  como  se  ve 
tenía  consagradas  todas  las  facultades 
de  su  elevado  espíritu.   ¡Cuan  digno 
fué  por  ello  al  eterno  recuerdo  y  agra- 
decimiento de  sus  paisanos!  El  curioso 
libro  escrito  en  pergamino,  de  que  es- 
tán tomadas  todas  estas  noticias  (1)  y 
del  que  di  ya  idea  en  la  primera  par- 
te, empieza  en  esta  forma:  "Ihs  — En 
el  nombre  de  Dios.  En  este  libro  son 
escriptos  los  estatutos  é  Rentas  del  os- 


pital  é  confirmaciones  dellos,  bullas, 
procesos  é  las  indulgencias  por  el  papa 
otorgadas   é   como   é    cuando    é   por 
quien.  E  la  fundación  é  dotación  del, 
é  de  la  confadria  con  el  su  rregimiento, 
fuero  fechos  é  otras  cosas  seguf  por 
orden  se  sigue„.  En  primer  término, 
establece  las  ordenanzas  y  reglas  por- 
que se  ha  de  regir  el  hospital,  y  para 
hacerlas  tuvo  muy  presentes  y  se  ajustó 
bastante  á  ellas ,  las  que  fueron  dicta 
das  para  el  antiquísimo  hospital  de  Es 
queva,  en  Valladolid  (1),  fundado  por 
el  señor  de  Cuéllar  D.  Pedro  Anzúrez 
creando  como  en  éste  una  cofradía  en 
cargada  de  la  administracción,  cuida 
do   é   inspección   de   su   humanitaria 
obra.  Con  estas  tan  piadosas  palabras 
la  empieza  el  caritativo  fundador  al 
dar  comienzo  á  sus  constituciones:  "En 
el  nombre  de  Dios.  E  de  la  Virgen  Se- 
ñora Santa  nra.  su  madre,  al  su  honor 
é  reurencia  é  de  todos  los  sus  santos  é 
de  la  su  corte  celestial  é  especialmente 
á  honor  é  reuerencia  de  la  gloriosa 
santa  maria  madalena  é  so  su  nobre. 
é  inuocación.  El  honrrado  é  discreto 


varo,  don  gomez  gonzalez  dottor  en 
decretos,  arcediano  de  Cuéllar  en  la 
iglia.   de  Segouia ,   capellán   de   nro. 


señor  el  pp.  é  clérigo  de  la  cama, 
apostolical:  dixo  que  establecía  y  or- 
denaua  e  facía,  ordenó,  estableció'  e 
fizo  en  la  mejor  forma  e  mana,  que 
podia  estas  ordenanzas  que  se  siguen.  „ 
Continúa  luego  á  manera  de  exposi- 
ción de  motivos  manifestando  que, 
siendo  una  de  las  obras  de  misericor- 
dia recoger,  asistir  y  curar  "á  los  po- 


li;   Biblioteca  Nacional.— Ms.  D,  62. 


(1)  En  la  Biblioteca  Nacional  existe,  con  la  sig- 
natura B.  b.  145,  un  hermoso  códice  en  perjíamino  que 
contiene  las  Ordenanzas  de  este  hospital,  y  da  princi- 
pio con  estas  p:ilabras:  "  En  el  nombre  de  Dio»  et  de 
Santa  Maria  Gloriosa  sn  madre  á  cuio  honor  y  ser- 
uicio  fue  establecida  primeramente^esta  casa  de  la 
cofradía  de  Esgueua  por  el  conde  do.  po.  ancurez  et 
por  la  condesa  Dofia  Velo  su  muger  que  Dios  perdo- 
ne,,. Fija  el  número  de  cofrades  en  veinticuatro,  sin 
contar  á  los  Reyes  y  dispone  que  siempre  haya  en  ella 
dos  de  la  Iglesia  de  Santa  María;  leyéndolas  y  com- 
probándolas con  las  de  Cuéllar  se  nota  fácilmente  qua 
se.las  tomó  por  modelo. 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


205 


bres  de  Nuestro  Señor  Jesucristo^ ,  él 
se  propone  cumplirla  3'^  dice  á  este 
propósito:  "por  ende  yo  el  dhoT  don 
gomz.  g-ocalez,  arcediano  de  Cuellar, 
certificado  que  en  la  villa  de  cuellar  del 
obispado  deSegouia,  maguer  sea  nota- 
ble é  populosa  é  de  muchos  notables, 
clerecía,  caualleros  é  escuderos  é  otros 
deuotos  seruidores  de  Dios  asi  clérigos 
como  legos,  po.  tienen  mengua  á  las 
vegadas  cerca  del  acogimiento  de  los  po- 
bres„;  lo  cual  después  de  todo  no  es 
de  extrañar,  por  los  inconvenientes  y 
dificultades  que  traería  el  tener  en  los 
propios  domicilios  pobres  y  enfermos 
recogidos,  determina  la  fundación  de 
un  hospital  para  que  puedan  estar  me- 
jor atendidos  y  también  para  hacer 
méritos  ante  Dios,  con  el  ñn  de  lograr 
la  salvación  de  sus  parientes  difuntos, 
en  particular  dice,  "de  mi  padre  é 
madre  é  de  otros  parientes  míos  q. 
yace,  especialmente  sepultados  en  las 
iglesias  perrochiales  de  señor  San  Es- 
teuan  é  de  santo  Tomé  é  de  ots.  igle- 
sias de  la  villa  de  Cuellar„,  y  no  sólo 
se  muestra  caritativo  con  los  desgra- 
ciados y  amante  de  sus  deudos,  sino 
buen  hijo  de  la  villa  en  que  vio  la  luz, 
puesto  que  añade:  "E  atendiendo  que 
allende  el  seruicio  de  Dios  es  proue- 
cho  comunal  é  honrra  de  la  dcha. 
villa„. 

Sólo  en  extracto  y  á  la  ligera  me 
es  dado  ahora  para  cumplir  mi  pro  - 
pósito,  dar  una  idea  de  las  constitu- 
ciones por  que  el  naciente  Hospital  se 
fundó;  fueron  hechas  por  testimonio 
de  Ferrant  mrs.  de  bonilla,  notario 
apostólico,  el  que  hace  constar  se  es- 
cribieron en  ocho  fojas  de  pergamino 
"y  llevaba  las  firmas  signos  en  uno 
con  el  sello  del  dho.  Señor  Don  Gó- 
mez González,  arcediano,  pendiente 
en  un  cordón  de  seda„,  su  fecha  "á  23 
dias  del  mes  de  Febrero  año  del  naci- 
miento de  nro.  Salvador  ihu.  xpo.  de 
mili  é  auatrocientos  é  treinta  años-  v 


varones  Juan.  gia.  de  llantadílla ,  é 
frutos  Sanche 2  ca^petero  ,  é  Juan 
Sanches  Sacristán  vecino  de  Chañe, 
é  Jua.  Sacristán  vecino  de  Aldea  del 
Val,  aldeas  de  la  dicha  villa,  é  ;^  Lo- 
pes  de  llantadilla  digo  de  bahabon  é 
gosalo  Sanchas  tuory^  vecinos  de  Cue- 
llar, y  termina  con  los  signos  y  firmas 
de  dos  notarios;  en  este  testimonio  se 
consignan  é  incluyen  las  ordenanzas 
del  hospital  hechas  por  el  fundador  y 
cofrades  "un  lunes  que  fueron  veinte 
é  ocho  andados  del  mes  de  Julio„  de 
1427,  en  presencia  "de  mi  Gonzalo 
Sanches  moro ,  notario  apostólico  ve  - 
ciño  de  Cuellar„  en  la  capilla  del  Hos- 
pital Nuevo  de  Santa  María  Magdale- 
na "que  es  á  la  perroquia  de  Sant  es- 
teuan„:  después  de  hechas  las  juraron 
todos  "sobre  un  brebiario  que  dicho 
Señor  arcediano  tenía  en  sus  manos„ 
y  se  hace  constar  que  éste  á  continua- 
ción hizo  entrega  y  renuncia  de  sus 
bienes  á  la  cofradía  y  hospital. 

El  códice  de  que  estos  datos  se  to- 
man, el  testimonio  á  que  nos  venimos 
refiriendo  y  la  consignación  en  él  de 
las  ordenanzas  y  constituciones  del 
hospital  y  del  estudio,  todo  fué  hecho 
expresamente  por  orden  del  fundador 
"para  que  las  ordenanzas  sean  mejor 
guardadas„,  consignando  su  voluntad 
en  esta  cláusula,  „ordeno  qT  luego  sea 
fho.  un  libro  de  pergamino  en  el  qT 
sean  trasladadas  por  escriuano  publi- 
co é  concertadas  todas  estas  ordena- 
ciones, é  las  bullas  é  procesos  apostó- 
licos de  nro.  Señor  el  ppa^  por  los  q7'" 
se  aprueba  é  confirma  todo,  con  las 
dichas  ordenanzas„,  y  además  deja 
mandado  se  lleven  otros  libros  para 
las  rentas  de  las  fundaciones,  otro  de 
inventario  de  ropas  y  mobiliario,  y 
por  fin,  el  de  la  cuenta  de  los  gastos 
por  años. 

Las  bases  de  la  fundación  consistían 
en  la  construcción  de  un  edificio  con 
su   canilla,    dedirada    á    Qanfci  A/ío^o 


206 


boletín 


camas  „de  madera  bien  labradas  y 
amplias,  que  en  caso  de  necesidad  pue 
dan  dormir  dos  personas,,;  la  cantidad 
y  calidad  de  las  ropas  para  las  mis- 
mas, fijando  dos  mantas  para  cada 
una,  y  disponiendo  que  todo  se  com- 
prara nuevo  y  que  no  pueda  usarse 
nada  de  ello  en  otras  casas  fuera  del 
hospital,  „aunque  sean  casas  de  reli- 
gión „,  la  entrega  que  el  Arcediano 
hacía  de  sus  bienes  con  tal  objeto, 
designando  cuáles  fueran  éstos,  lo  cual 
se  verá  más  adelante,  y  contando  ade- 
más con  que  los  fieles  de  la  villa  con- 
tribuirían también  á  esta  piadosa  obra; 
que  haya  un  capellán  ó  dos  para  cele- 
brar Misas  por  sus  padres  y  otros  di- 
funtos „é  por  quantos  bien  fisiere.  á 
los  dhos,  hospital  y  pobres„  y  que  se- 
rán pagados  de  la  renta  del  hospital; 
luego  siguiendo  la  norma,  como  antes 
dije,  del  Hospital  de  Esgueva  ordena 
la  fundación  de  una  cofradía  de  Santa 
María  Magdalena  para  que  vele  por  la 
obra  y  sus  ordenanzas;  mas  temiendo 
que  esta  cofradía  llegase  á  no  cumplir 
bien  su  misión,  „como  las  cosas  se  mu- 
dan á  las  veces  por  negligenciap,  dice 
que  si  los  cofrades  no  quisieren  enten- 
der en  su  administración,  „ordeno  é 
mado  que  el  arcipreste  de  la  dha.  villa 
con  los  clérigos  é  perrochianos  de  la 
dha.  Iglesia  de  San  Esteuan  é  conceio 
é  determinación  del  guardián  de  Sant 
Francisco  de  la  dha.  villa  é  del  prior 
de  Santa  ma.  de  la  Armedilla  con  los 
cofrades  que  quisieren  sean  regidores 
é  administradores  de  los  dhos.  ospital 
é  pobres,  capellanes  é  bienes^;  dispo- 
niendo que  la  cofradía  ó  las  personas 
antes  dichas  sean  las  que  tengan  fa- 
cultad para  nombrar  el  mayordomo  y 
ios  dependientes  y  quitarlos  si  no  cum- 
plieran debidamente;  que  todos  debe- 
rán reunirse  dos  veces  cada  año  para 
dar  lectura  á  las  ordenanzas,  tomar 
las  cuentas  y  resolver  lo  conveniente, 
no  debiendo  nunca  dejar  una  deuda  de 
un  año  para  otro;  declara,  en  fin,    su 


obra  exenta  de  toda  clase  de  contribu- 
ciones y  tributos  y  conmina  con  penas 
espirituales  á  toda  persona  que  se  las 
quisiera  imponer,  y  queriendo,  por  lo 
visto,  llevar  esta  independencia,  no 
sólo  al  orden  civil,  sino  al  eclesiástico, 
"que  no  sean  visitados  los  capellanes 
por  el  Opo.  de  Segouia,  ni  el  arcedla 
no  de  Cuellar,  salvo  cuando  lo  requi- 
rieren la  mayor  parte  délos  cofrades„; 
dispuso,  por  último,  que  para  guardar 
los  fondos  hubiera  un  arca  de  hierro 
"con  dos  cerraduras  3'  dos  llaves  di- 
uersas,  ó  mas,  en  la  cual  se  pongan  los 
dhos.  libros,  la  cual  arca  esté  en  la  sa 
cristia  del  dho.  ospital  ó  en  otro  lugar 
seguro„,  y  que  esas  llaves  las  tengan 
en  su  poder  "dos  homes  buenos  dellos, 
por  ellos  asi  deputados,,,  debiendo  con- 
servar siempre  separadas  cada  uno  la 
suya:  3^  que  si  los  cofrades  en  algún 
modo  fuesen  contra  lo  por  él  estable 
cido,  sean  privados  de  todos  sus  pri- 
vilegios y  espulsados  de  la  cofradía  3'- 
"malditos  é  descomulgados,,. 

En  las  ordenanzas  de  la  Cofradía, 
hechas  no  ya  sólo  por  el  Arcediano, 
sino  por  éste  en  unión  de  los  primeros 
cofrades,  y  que  á  continuación  se  in- 
cluyen en  el  libro  de  referencia  des- 
pués de  lo  anterior,  se  dispone,  expues- 
to también  sumariamente,  que  el  nú- 
mero de  cofrades  no  sea  más  que  el  de 
veinte  y  que  sean  elegidos  por  Navi- 
dad en  la  fiesta  de  San  Juan,  el  gién- 
dose  en  el  mismo  día  Mayordomo  para 
todo  el  año,  debiendo  designarse  para 
ello  á  uno  que  no  lo  haya  sido,  y  caso 
que  no  lo  hubiese  entonces,  pueda  ser 
nombrado  uno  de  los  que  3'^a  hubieran 
tenido  ese  cargo,  no  pudiendo  en  modo 
alguno  excusarse  de  servirlo  por  sí  ó 
por  otro  de  la  Cofradía;  los  que  fuesen 
recibidos  como  nuevos  cofrades  debe-  • 
rían  dar  á  la  misma  300  mrs.  de  la 
moneda  corriente,  y  no  podían  ser  re- 
cibidos hasta  que  no  los  pagasen;  que 
ha^'a  dos  Juntas  generales  todos  los 
años,  una  quince  días  antes  de  Santa 


DE  LA  SOCIEDAD  ESPAÑOLA  DE  EXCURSIONES 


207 


María  Magdalena,  celebrándose  esta 
ñesta  en  la  capilla,  con  obligación  A 
todos  los  cofrades  de  asistir  á  ella  "con 
candelas,  á  las  vísperas  y  á  la  misa,„ 
marcando  una  multa  á  los  que  falta- 
sen; que  el  Mayordomo  vaya  á  San 
Francisco  y  traiga  un  fraile  que  diga 
el  sermón^  "é  que  le  den  por  su  traba 
jo  su  pitanza, „  y  al  día  siguiente  que 
tengan  Misa  de  Réquiem  por  los  fun- 
dadores y  cofrades  muertos;  la  otra 
Junta  general  deberá  ser  quince  días 
antes  de  la  Navidad,  y  en  ellas  se 
acordará,  á  más  de  lo  ya  dicho,  las 
limosnas  que  se  hubieren  de  hacer;  en 
las  demás  cláusulas  se  dispone  que 
cuando  muera  un  cofrade  se  digan 
honras  por  su  alma,  con  seis  capella- 
nes, la  forma  en  que  la  Cofradía  le 
ha  de  acompañar  al  camposanto,  que 
después  se  digan  seis  Misas,  y  lo  que 
por  ellas  ha  de  pagarse;  que  por  los 
hijos  de  los  cofrades  se  digan  también 
honras  y  por  los  que  de  éstos  mueran 
fuera  de  la  tierra  de  Cuellar;  que  el 
arca  de  las  limosnas  tenga  tres  llaves 
y  se  consignen  en  un  libro  sus  ingre- 
sos; que  cuando  se  reúnan  en  Cabildo, 
se  sienten  las  faltas  de  asistencia  por 
ante  escribano  y  se  traigan  al  Cabildo 
de  Navidad  para  cobrarles  las  multas 
que  se  fijan,  y  establece  que  si  éstas 
no  estuvieran  cobradas  antes  de  sen- 
tarse á  la  mesa  en  que  se  reunían  en 
fraternal  banquete  á  celebrar  dicha 
fiesta,  sea  el  Escribano  el  responsable 
del  pago;  fijase  el  salario  que  han  de 
cobrar  el  Escribano  y  el  Mayordomo; 
que  éste  dé  las  cuentas  por  el  libro 
autorizado  por  el  anterior;  que  en  los 
Cabildos  se  rece  un  Pater  noster  por 
los  cofrades  difuntos  y  los  rezos  que 
por  éstos  deberán  también  hacer  en 
sus  casas;  que  si  alguno  viniere  á  mala 
fortuna  por  enfermedad  prolongada  ó 
por  vejez,  los  cofrades  están  obligados 
á  darle  casa,  comida,  ropa  y  calzado; 
y  para  que  los  bienes  de  la  institución 


los  cofrades  tienen  todos  obligación  de 
visitarlos  cada  dos  años,  enterándose 
minuciosamente  de  su  estado  y  viendo 
la  forma  en  que  se  conservan;  que  los 
cofrades  que  enviudasen  y  se  volvie- 
ran á  casar  deben  pagar  otra  cuota, 
que  se  fija  por  su  segunda  mujer  si 
ésta  quisiera  pertenecer  á  la  Cofradía; 
que  se  hagan  honras  por  el  fundador 
y  sus  padres  en  la  iglesia  de  San  Este- 
ban, donde  están  enterrados,  y  que  á 
ellas  asistan  todos  los  cofrades;  que 
luego  se  digan  Misas  rezadas,  vigilia 
y  responsos,  y  que  se  reúnan  después 
en  Cabildo  para  nombrar  dos  procura- 
dores que  entiendan  en  todo  aquello 
que  interese  á  la  Cofradía;  que  en  ésta 
haya  dos  capellanes  "pa  agora  é  para 
siempre,  „  para  que  canten  y  digan 
Misa  en  la  capilla  del  hospital  por  las 
almas  del  Arcediano  fundador  y  sus 
padres,  "é  por  el  Señor  que  fuese  des- 
ta  dha.  villa, „  por  los  Reyes  y  por 
los  cofrades,  "é  que  en  estas  capella- 
nías que  no  tenga  visitación  alguna  el 
Obispo  de  Segouia,  ni  otro  prelado 
alguno  mas  q.  siempre  queden  á  dis- 
posición y  ordenación  de  los  cofra- 
des,,; que  en  el  hospital  estén  separa- 
dos los  varones  de  las  hembras  y  que 
unos  y  otras  se  confiesen  antes  de  en- 
trar con  el  cura  de  San  Esteban  ó 
"con  otro  confesor  suficiente, „  y  des- 
pués de  esto  sean  admitidos  en  la  en- 
fermería, y  á  "estos  pobres  assi  arre 
cibidos  mandamos  que  les  sean  dadas 
camas  pertenecientes  á  cada  uno  en  su 
estado  y  según  la  enfermedad  que  tu- 
viesen, é  que  sean  servidos  é  visitados 
en  todas  las  cosas  que  ouiesen  menes- 
ter para  sus  enfermedades  por  las  mu 
jeres  servidoras  de  la  dha.  enferme- 
ría, é  que  les  den  físicos,  melecinas, 
alimentos,  capellanes,  mortaja  é  todo 
lo  menester  para  enterrar, „  aplicán- 
doles después  his  honras,  vigilias  y 
Misas  que  establece;  que  en  el  hospital 
haya  otros  departamentos  para  varo 


208 


BOLETÍN 


él  se  quieran  recoger,  y  que  se  les 
proveerá  de  cama ;  que  delante  del 
altar  ma3'or  arda  continuamente  una 
lámpara  de  aceite;  que  siendo  obra  de 
misericordia  socorrer  á  los  que  tenien- 
do "bienandanza  mundanal„  perdiesen 
su  fortuna  y  quedasen  pobres,  y  éstos 
por  "  vergüenza  no  osan  demandar 
limosna  por  Dios,  por  lo  cual  muchas 
uegadas  los  tales  sufren  lacerias,  „  se 
les  atienda,  socorra  y  dé  asilo  en  las 
formas  que  se  fija;  prohiben  que  los 
cofrades  pidan  y  se  les  dé  dinero  pres- 
tado de  lo  que  hubiese  en  el  arca  de  la 
Cofradía,  y  la  forma  de  restituirlo, 
caso  de  haberse  sacado;  ordena  la  ma 
ñera  y  el  día  de  hacer  las  votaciones 
para  elegir  cofrades  "é  cof radas „  y 
para  evitar  cuestiones  y  disputas;  es- 
tablece que  todos  sean  nombrados  en 
el  Cabildo  de  San  Clemente  ó  en  el 
Cabildo  general  de  antes  de  Navidad 
"é  no  en  otro  día  alguno„;  que  los  co- 
frades no  soliciten  los  votos  de  sus  her- 
manos y  que  voten  en  conciencia,  de- 
jando á  un  lado  toda  afección,  lo  más 
conveniente  y  provechoso  para  la  Co- 
fradía, según  el  juramento  que  pres- 
taron al  entrar  en  ella;  que  después  de 
nombrados  no  sean  recibidos  sino  en 
la  octava  de  Navidad  del  día  de  San 
Juan;  marcan  hasta  la  respuesta  que 
se  ha  de  dar  al  pretendiente  "que  pida 
su  punto  á  los  cofrades„,  ó  la  promesa 
de  su  voto;  y  á  los  que  luego  pregun- 
ten si  están  nombrados,  se  les  respon- 
da "que  no  lo  puede  dccir„. 

G.  DE  LA  Torre  de  Trassierra. 

(Continuará.) 

La  Sociedad  de  Excursiones  en  acción. 

En  los  días  previamente  anunciados 
lleváronse  á  cabo,  en  el  mes  de  Enero, 
las  dos  excursiones  por  Madrid.  El 
día  20  visitóse  la  Capilla  Real  de  Pa- 
lacio, con  todas  sus  dependencias  y  el 
magnífico  relicario,  abundante  en  pia- 
dosas reliquias  y  muy  valiosas  alhajas. 
Acompañó   é   ilustró   en   la   visita    á 


nuestros  consocios  el  Receptor  de  la 
Real  Capilla,  Sr.  D.  Gerardo  Mulle  de 
la  Cerda,  asistiendo  los  Sres.  Serrano 
Fatigati,  Presidente  de  la  Sociedad; 
Foronda,  García  Concellón,  Herrera, 
Lampérez,  Loredo,  Olivia  (Conde  de 
la),  Palau,  Peña,  Quintero  y  Schulz. 

El  día  27  visitaron  los  excursionis- 
tas las  obras  de  la  Real  Basílica  de 
Atocha,  en  construcción,  que  dirige 
el  arquitecto  Sr.  Arbós;  y  la  Armería 
Real,  siendo  acompañados  en  este  úl- 
timo sitio  por  el  Sr.  D.  José  María 
Florit.  Asistieron  á  la  excursión  el 
Presidente,  Sr.  Serrano  Fatigati,  y  los 
señores  Bosch  (D.  Eduardo),  Bosch 
(D.  Pablo),  Cedillo  (Conde  de),  Fonse- 
ca.  García  Concellón,  Herrera,  La- 
fourcade ,  Lampérez  ,  Menet ,  Oliva 
(Conde  de  la),  Poleró,  Quintero,  Ve- 
lasco,  Vives  y  Zaragoza. 


■— ceeccceeeg 


SECCIÓN  OFICIAL 


LA  SOCIEDAD  DE  EXCURSIONES  EN  FEBRERO 

El  miércoles  24  del  corriente  continuarán 
las  excursiones  por  Madrid. 

De  no  recibir  aviso  en  contrario  del  exce- 
lentísimo Sr.  Conde  de  Valencia  de  Don  Juan, 
se  visitará  en  dicho  día  su  valiosa  colección 
particular. 

Los  Socios  que  deseen  asistir,  deberán  estar, 
á  las  nueve  y  media  de  la  mañana,  en  el 
Ateneo  de  Madrid  (calle  del  Prado). 


La  Sociedad  Española  de  Excursiones  ce- 
lebrará la  entrada  en  el  quinto  año  de  su 
existencia  con  una  expedición  á  El  Escorial, 
realizada  con  las  condiciones  siguientes: 

Salida  de  Madrid:  domingo  28,  á  las  9  de  la 
mañana. 

Llegada  al  Escorial:  á  las  io,24de  la  mañana. 

Salida  del  Escorial:  lunes  1.°  de  Marzo,  á 
las  4,19  de  la  tarde. 

Lleg'ada  á  Madrid:  á  las  5,58  de  la  tarde. 

Cuota:  Veinticinco  pesetas,  en  las  cuales  se 
comprende  viaje  de  ida  y  vuelta  en  segunda 
clase,  ómnibus,  banquete  de  conmemoración, 
habitación  y  comida,  gratificaciones,  etc. 

Las  adhesiones  para  la  excursión  se  recibi- 
rán el  sábado  27,  á  las  seis  de  la  tarde,  en  casa 
del  Excmo.  Sr.  D.  Manuel  de  Foronda  (Ar- 
gensola,  2),  nombrado  «Delegado  de  la  Aso- 
ciación» para  esta  fiesta,  tanto  por  sus  espe- 
ciales condiciones  como  por  el  conocimiento 
perfecto  del  lugar  en  que  ha  de  celebrarse  y 
de  las  respetables  corporaciones  que  han  de 
tomar  parte  en  ella. 

Madrid  i."  de  Febrero  de  1897.  — El  Secre- 
tario, Conde  de  Cedillo— V."  B°,  El  Presi 
dente,  Serrano  Fatigati. 


índice  de  materias 


^ 


^ 


EXCURSIONES  ^^i.s. 

Las  colecciones  particulares  de 
Madrid.— El  General  Nogués, 
por  Marcelo  Cervino ...   1  y       33 

La  Sociedad  de  E.^eursiones  en 
el  tercer  aniversario  de  su 
fundación ,  por  F.  Calatra- 
veflo .       17 

Una  excursión  á  la  Cartuja  de 
Jerez,  por  Pelayo  Quintero.  ,       49 

Una  excursión  á  Guadalajara, 
por  Vicente  Lampérez 52 

Las  colecciones  particulares  de 
Madrid. — El  Sr.  Marqués  de 
Arcicollar,  por  Eloy  García 
Concellón 81  y       97 

Una  excursión  desde  Sevilla  á 
Ronda,   Gibraltar,  Tánger  y 
Cádiz,  por  J.  Cáscales  y  Mu 
ñoz.  .  .    113,  136,  145,  161  y     185 

Excursión  á  Elche — Auto  lírico 
religioso  en  dos  actos,  repre- 
sentado todos  los  años  en  la 
parroquia  de  Santa  María  los 
días  14  y  15  de  Agosto,  por 
Adolfo  Herrera 129 

StCCIÓN    DE    CIENCIAS    HISTÓRICAS 

Cuéllar  (segunda  parte),  por 
Gonzalo  de  la  Torre  de  Tras- 
sierra:  4,  21,58,  70,  87,  102, 
120.  140,  157,  177  y 202 

Escrituras  mozárabes  toleda- 
nas, por  Francisco  Pons:  7, 
38,  60,  75,  84,  109,  126  y.  .  .     154 

El  calzado  de  lujo  en  la  Edad 
Media  (rectificación) ,  por  José 
Villaamil  y  Castro 10 

Carlos  V  en  Alcalá  de  Henares, 
por  Manuel  de  Foronda ....       26 

Epigrafía  arábiga. — Lápida  se- 
pulcral sevillana,  por  Rodri- 
go Amador  de  los  Ríos 29 

Nuestra  Señora  la  Antigua^  por 
Vicente  Poleró 57 

Cáliz  y  patena  de  la  Catedral  de 
Toledo  (siglo  XIII),  por  el 


Pric:s. 

Vizconde  de  Palazuelos.  ...       65 

Epigrafía  arábiga.  —  Lápida 
conmemorativa  de  la  amplia- 
ción alhaqucmí  recientemente 
descubierta  en  la  Catedral  de 
Córdoba,  por  Rodrigo  Ama- 
dor de  los  Ríos 67 

Vera  (apuntes  históricos),  por 
F.  CáceresPlá 101 

San  Vicente  Ferrer  ( estatuíta 
de  plata ,  propiedad  de  los 
señores  Duques  de  Bailen  ) , 
porX 112 

El  monasterio  de  Santas  Creus, 
por  Luis  María  Cabello  y  La- 
piedra  116 

El  monasterio  de  Junqueras  y  la 
parroquia  de  la  Concepción 
de  Barcelona,  por  el  Conde  de 
Cedillo 147  y     172 

La  Arqueología  sagrada  en  la 
Exposición  de  Lugo,  por  José 
Villaamil  y  Castro 166 

Descubrimiento  arqueológico. 
—  Arco  árabe  en  una  cueva 
de  la  provincia  de  Santander, 
por  D.  Maximiano  de  Regil.  .     189 

Epigrafía  arábiga.  —  Fragmen- 
to  de   monumento  sepulcral 
""hallado  en  Guadalerza  (Tole 
do),  por  Rodrigo  Amador  de 
los  Ríos 200 

SECCIÓN    DE    LITERATURA 

La  primera  vuelta  al  mundo.  — 
A  Sebastián  Elcano  (oda),  por  , 
Melchor  de  Palau 10 

Estatuas,  por  el  Conde  de  las 
Navas 43 

SECCIÓN    DE    BELLAS    ARTES 

Alonso  Gil  y  la  portada  de  los 
Apóstoles  en  la  catedral  de 
Murcia,  por  Pedro  A.  Beren- 
guer 46 


210 


ÍNDICE 


José  Garnelo  y  Alda ,  por  José 
Cáscales  y  iSíuñoz 78 

Documentos  que  pueden  servir 
para  la  historia  de  la  Arqui- 
tectura en  España. — La  capí 
lia  del  Marqués  de  los  \'élez 
en  la  Catedral  de  Murcia,  por 
José  Ramón  Berenguer  ....       91 

SECCIÓN    OFICIAL 

La  Sociedad  de  Excursiones  en 

Marzo , 16 

ídem  id.  en  Abril 32 

ídem  id.  en  Mayo. 48 


ídem  id.  en  Junio 64 

ídem  id.  en  Octubre 128 

La  Sociedad  de  Excursiones  en 

Noviembre 144 

ídem  id.  en  Diciembre 160 

ídem  id.  en  Enero 184 

ídem  id.  en  Febrero 208 

VARIEDADES 

Lá  Sociedad  de  Excursiones  en 

acción  13,  30,  63,  160,  184  y  208 

Bibliografía 15,  31  y  63 

Miscelánea 16,  32  v  47 

Necrología 80,  %,  160  y  184 


ÍNDICE  DE  AUTORES 


Pdgs. 

Berenguer  (D.  José  Ramón).  — 
Documentos  que  pueden  ser- 
vir para  la  historia  déla  Ar- 
quitecturaenEspaña  — La  ca- 
pilla del  Marqués  de  los  Vélez 
en  la  Catedral  de  Murcia  ...       91 

Berenguer  ("D.  Pedro  A.) — Alon- 
so Gil  y  la  portada  de  los 
Apóstoles  en  la  Catedral  de 
Murcia 46 

Cabello  y  Lapiedra  { D.  Luis 
María).  —  Él  monasterio  de 
Santas  Creus 116 

Cáceres  Plá  (D.  Francisco). — 
Vera  (apuntes  históricos).  .  .     101 

Calat'raveño  (D.  Fernando). — 
La  Sociedad  de  Excursiones 
en  el  tercer  aniversario  de  su 
fundación 17 

Cáscales  y  Muñoz  (D.  José).  — 

José  Garnelo  y  Alda 78 

— Una  excursión  desde  Sevi- 
lla á  Ronda,  Gibraltar,  Tán- 
ger y  Cádiz  ,  113,  136  ,  145, 
161  y.  , 185 

Cedillo  (Sr,  Conde  de). — El  mo- 
nasterio de  Junqueras  y  la 
parroquia  de  la  Concepción 
de  Barcelona 147  y     172 

Cervino  (D.  Marcelo). — Las  co- 
lecciones particulares  de  Ma- 
drid.— El  GeneralNogués.  1  y       33 

Foronda  (D.  Manuel).  —  Car 


Píigs. 

los  V  en  Alcalá  de  Henares.       26 

García  Concellón  (D.  Eloy\  — 
Las  colecciones  particulares 
de  Madrid. — El  Sr.  Marqués 
de  Arcicoliar 81  y       97 

Herrera  (D.  Adolfo).  — Excur- 
sión á  Elche:  auto  lírico-reli- 
gioso en  dos  actos,  represen- 
tado todos  los  años  en  la  pa  - 
rroquia  de  Santa  María,  los 
días  14  y  15  de  Agosto 129 

Lnmpérez  (D.  Vicente).  — Una 
excursión  á  Guadalajara.  ...       52 

Navas  (Sr.  Conde  de  las). — Es- 
tuas «13 

Palau  (  D.  Melchor  de  ).  —  La 
primera  vuelta  al  mundo.  A 
Sebastian  Elcano  (oda) 10 

Palazuelos  (Sr.  Vizconde  de). — 
Cáliz  V  patena  de  la  Catedral 
de  Toíedo  (siglo  XIII  ) 65 

Poleró  (D.  Vicente).  —  Nuestra 
Señora  la  Antigua.  . 57 

Pons  (D.  Francisco). — Inscrip- 
ciones mozárabes  toledanas: 
7,  38,  60,  75,  84,  109,  126  y.     154 

Quintero  (D.  Pelayo). — Una  ex- 
cursión á  la  Cartuja  de  Jerez.       49 

Regil  y  Alonso  (D.  Maximiliano 
de  ).  —  Descubrimiento  ar- 
queológico.—  Arco  árabe  en 
una  cueva  de  la  provincia  de 
Santander 189 


ÍNDICE 


211 


Ríos  (D.  Rodrigo  Amador  de 
los  ) .  —  Epigr  fía  arábiga  : 
Lápida  sepulcral  sevillana  ,  .  29 
— Epigrafía  arábiga.  Lápida 
conmemorativa  de  la  amplia- 
ción alhaqiiemí  recientemen- 
te descubierta  en  la  Catedral 

de  Córdoba 67 

— Epigrafía  arábiga. — Frag- 
mento de  monumento  sepul- 
cral hallado  en  Guadalerza 
(Toledo) 200 


Pdgs. 

Torre  de  Trassierra  (D.  Gonza- 
lo de  la)  —  Cuéllar  (segunda 
parte):  4,  21,  58,  70,87,  102, 
120,  140,  157,  177  y 202 

Villa-amil  y  Castro  (D.  José) — 
El  calzado  de  lujo  en  la  Edad 

media  (rectificación) 10 

— La  arqueología  sagrada  en 

la  Exposición  de  Lugo 166 

X. — San  Vicente  Ferrer  (esta- 
tuíta  de  plata,  propiedad  de 
los  Sres.  Duques  de  Bailen).     112 


CÓMO  SE  HAN  DE  COLOCAR  LAS  LAMINAS 


Pdgs. 

Ldmñía  I.  —  Felipe  II,  Rey  de 
España  (colección  del  Gene- 
ral Nogués) 34 

Lámina  II. — Ma:ía  I,  Reina  de 
Inglaterra  (colección  del  Ge- 
neral Nogués) 34 

Lámina  III. — Alcalá  deHena 

res:  Archivo  general  Central.       18 

Lámina  IV.  —  Sepulcro  de  don 
Alonso  Carrillo  ,  Arzobispo 
de  Toledo  (Alcalá  de  Hena- 
res)          18 

Lámina  F.  —  El  Emperador 
Carlos  V  (colección  del  Ge- 
neral Nogués) 34 

Lámina  TV. — Catedral  de  Mur- 
cia.— Portada  de  los  Apósto- 
les         46 

lAmina  VII .  —  Cartuja  de  Je- 
rez de  la  Frontera :  Fachada 
principal  de  la  iglesia  y  un 
ángulo  del  claustrillo 50 

Lámina  VIII. — Nuestra  Seño- 
ra la  Antigua  (cuadro  al  tem- 
ple, propiedad  de  D.  Manuel 
López  de  Ayala  ) 57 

Lámina  IX.  —  Cáliz  y  patena 
de  la  Catedral  de  Toledo  (si- 
glo XIII) 65 

Lámina  X.  —  La  duda.  Cuadro 
de  D.  José  Garnelo  Alda  ...       78 

Lámina  XI. — Grupo  en  porce- 
lana, fábrica  de  Sévres  (co- 
lección del  Sr.  Marqués  de 
Arcicollar) 84 

Lámina  XII.  — Pareja  de  gru- 
pos en  porcelana  ,  fábrica 
del  Retiro  (colección  del  se- 
ñor Marqués  de  Arcicollar)  .       84 


Lámina  XIII. — Escaparate  del 
siglo  XVI  que  contiene  joyas 
de  igual  época  (colección  del 
Sr.  Marqués  de  Arcicollar)  .     100 

Lámina  XIV.  —  San  Vicente 
Ferrer.  —  Estatuíta  de  plata, 
propiedad  de  los  Sres.  Du- 
ques de  Bailen 112 

Lamivia  XV .  —  Monasterio  de 
Santas  Creus  (Tarragona), 
Claustro 119 

Lámina  XVI.  —  Monasterio  de 
Santas  Creus  (Tarragona). — 
Detalle  del  claustro 119 

Lámina  XVII. — Iglesia  del  ex- 
monasterio de  Junqueras. 
(Barcelona) 175 

Lámina  XVIII . — Claustro  del 
exmonasterio  de  Junqueras 
(Barcelona) 174 

Lámina  XIX.  —  San  Pedro  y 
San  Juan,  estatuas  de  plata, 
propiedad  de  la  Catedral  de 
Santiago 167 

Lámina  XX. — ^ Cristo  de  cobre 
esmaltado,  propiedad  de  don 
Benito  Fernández  Alonso 
(Orense) ".  .  .      169 

Lámina  XXI. — Peña  de  S.Juan 
y  barrio  de  Socueva  en  el  lu- 
gar de  Arredondo  (Santander)     190 

Lámina  XXII. — Interior  de  la 
cueva  de  San  Juan  Bautista, 
y  efigie  del  Santo,  en  el  ba- 
rrio de  Socueva,  término  de 
Arredondo  (Santander).  .  .  .  190 
El  libreto  y  música  publicados  con 

el  núm.  45  del  Boletín,  deben  seguir 

á  la  pás:.  136  de  este  volumen. 


m 


N 
16 
S6 
t.3-¿ 


Sociedad  Española  de 
Excursiones,  Madrid 
Boletín 


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